Jose Pedro Diaz Diario.Pdf
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1 DIARIO D E JOSÉ PE D RO DÍAZ (1942 – 1956; 1971; 1998) Edición, prólogo y notas de Alfredo Alzugarat BIBLIOTECA NACIONAL EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL 3 Diseño de tapa: Fidel Sclavo ISBN 978-9974-1-0729-8 © Biblioteca Nacional del Uruguay EDICIONES DE LA BANDA ORIENTAL S.R.L. Gaboto 1582 – Tel.: 2408 3206 – 2401 0164 – Fax: 2409 8138 11.200 – Montevideo, Uruguay. www.bandaoriental.com.uy Queda hecho el depósito que marca la ley Impreso en el Uruguay – 2011 4 “¿Quiero salvar en estos cuadernos una forma posible de mi vida? Mi vida quedará aquí ¿para quién – quiénes?” José Pedro Díaz – 17 de julio de 1947 5 6 Agradecimientos Este libro, por sus características, requirió de la colaboración de muchas per- sonas. Entre ellas, quiero destacar la ayuda, tan generosa como indispensable, de Virginia Friedman, Encargada de la Sección Archivos Literarios de la Biblioteca Nacional, quien, lupa en mano, corrigió por extenso la transcripción de los manus- critos; de Carlos Maggi, por su nítida memoria de aquellos tiempos lejanos; y de Alma Bolón, docente de Literatura Francesa en la Facultad de Humanidades, por sus conocimientos y aportes literarios con respecto a su especialidad. Mi agradecimiento también, a Ana Inés Larre Borges, quien alentó la publi- cación de este Diario con su contagioso interés por las "escrituras del yo”, a Ignacio Bajter, con quien trabajo en permanente consulta con respecto al Archivo Díaz Berenguer, y a Mirtha Duarte, por su labor en el ordenamiento de la correspondencia de Díaz, a Carina Blixen y Óscar Brando, a Juan Fló, Ida Vitale, Omar Moreira, Vanina Arregui, Beatriz Vegh y Jaime Monestier, a Juan Introini, Glenia Eyherabide y Francisco Bustamante, por las consultas y los aportes recibidos, a Juan Carlos Mondragón, por acceder a la publicación de una carta de José Pedro Díaz dirigida a su persona. Por supuesto, mi mayor reconocimiento es para Álvaro Díaz Berenguer, por la donación del Archivo de sus padres a la Biblioteca Nacional y por la confianza depositada. ALFREDO ALZUGARAT 7 8 Noticia preliminar Resulta oportuna la publicación del Diario de José Pedro Díaz en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Revolución Oriental. Su encomiable tra- yectoria literaria, junto a la de su esposa, la poeta Amanda Berenguer, reúne más de setenta años de intensa labor en la cultura nacional y ubica a ambos autores, sin lugar a dudas, como genuinos representantes de la llamada “generación del 45”. José Pedro Díaz y Amanda Berenguer nacieron en Montevideo en el año 1921. En 1936, con quince años de edad, Amanda editaba la revista estudiantil “Vida”, y en 1940 daba a conocer su primer libro (A través de los tiempos que llevan a la gran calma). José Pedro, por su parte, publicó Canto pleno, el primero de sus li- bros, en 1939. Contrajeron matrimonio en 1944, instalándose poco después en una casa legendaria para la historia de la literatura nacional en el siglo pasado, una casa situada entonces en la calle Mangaripé (hoy María Espínola) al 1619, acondicio- nada no sólo para que les sirviera de hogar sino también para el logro de una plena dedicación a la literatura. José Pedro repartió su vida entre la docencia (ejercida en Enseñanza Secundaria, Instituto de Profesores Artigas y Facultad de Humanidades, Universidad de la República) y la creación literaria, siendo poeta, ensayista, narra- dor, no permaneciendo ajeno a la actividad teatral presidiendo en 1967 la Comisión de Teatros Municipales. Fue también editor, incansable conferenciante y, cuando las circunstancias lo exigieron, periodista cultural. Amanda, más allá de algunas publicaciones periodísticas, se dedicó casi exclusivamente y de manera admirable a la labor poética. José Pedro falleció en julio de 2006, Amanda en julio de 2010, año en que se diera a conocer su último libro, La cuidadora del fuego. Hacia fines de 2009 el hijo de ambos, el Dr. Álvaro Díaz Berenguer, donó to- dos los papeles, objetos vinculados a la labor literaria, fotos y films a la Biblioteca Nacional de Uruguay, con lo que se inauguró lo que en ese inicio fue solo el Archivo Díaz. El fallecimiento de Amanda Berenguer algunos meses después, dio paso tam- bién a la inmediata donación de su archivo personal. Si bien los dos conjuntos se mantienen separados, son vinculables entre sí para toda investigación que se reali- ce, por lo que es preferible hablar del Archivo Díaz – Berenguer. Al ya cuantioso legado se sumó posteriormente el envío de los miles de libros que ambos poseían y la minerva La Galatea, con la cual iniciaran su labor editorial. Las metas que José Pedro y Amanda se propusieron desde su más temprana juventud los llevó a guardar registro, de manera puntual y exhaustiva, de toda la- bor realizada y de cada acontecimiento artístico del que formaron parte. Hoy, ante la formidable dimensión del Archivo queda claro que existió en ambos, desde los veinte años en adelante, una clara conciencia de posteridad y de comprensión de 9 – 10 – que todo documento, por mínimo que sea, puede tener un valor significativo o en- trañable. Así concebido, por su dimensión, el Archivo Díaz – Berenguer abruma a sim- ple vista. El conjunto de sus papeles colma al tope dos armarios: alrededor de 120 abultadas carpetas. José Pedro Díaz publicó 21 volúmenes de su exclusiva autoría más otros 299 textos entre ensayos, ponencias, tesis, artículos periodísticos, poemas y fragmentos narrativos. Salvo escasas excepciones, se conservan hoy originales, borradores y apuntes de casi todas sus publicaciones. Su correspondencia particular se aproxima a las dos mil cartas. Las reseñas de sus obras, reportajes e información sobre su persona, de la prensa nacional e internacional, académica y periodística, llenan más de tres carpetas. Otras tantas guardan todo lo referente a su larga actua- ción universitaria. Entre este mar de papeles, los once cuadernos manuscritos que contienen el Diario que hoy damos a conocer, ocupan un destacado lugar. No falta en el Archivo la valiosa herencia de la afición de Díaz a la fotografía y a la filmación artesanal. Consecuencia de ello son dieciséis rollos de films, en su mayoría efectuados durante el viaje por Europa que realizara junto a su esposa entre 1950 y 1952 que, recuperados gracias a la pericia de técnicos de Cinemateca Uruguaya y convertidos en formato DVD, sin duda representan un acervo visual de enorme importancia. Enriquece a lo anterior la existencia de más de trescien- tas fotografías, algunas de las cuales fueron exhibidas en el último número de la “Revista de la Biblioteca Nacional” (Año 3, Nos. 4 – 5, 2011) en tanto otras acom- pañan la publicación de este Diario. 10 Prólogo El diario de vida como tradición y práctica La escritura de diarios de vida fue práctica común de varios de los más cons- picuos representantes de la generación crítica o del 45. En algunas de las entradas del Diario de José Pedro Díaz, que recorre su actividad intelectual entre 1942 y 1956, se hace mención de que también Amanda Berenguer llevaba por esos mis- mos años un diario de similares características1. En otros fragmentos, Díaz testi- monia sobre la existencia de un diario juvenil de Ángel Rama e incluso de lec- turas compartidas por ambos de lo que en ellos anotaban. Se añade a lo anterior otro extenso diario perteneciente a Idea Vilariño que recorre la mayor parte de su vida. Finalmente, tenemos la publicación, única hasta ahora, de una selección de otro diario de Ángel Rama correspondiente a los años 1974 – 1983, realizada por Rosario Peyrou en 20012. Que cuatro de sus más activos miembros coincidieran en este tipo de escritura, caracterizada por una atención cotidiana y una voluntad de registro del quehacer individual y colectivo, debería resultar suficiente para afirmar que la escritura de diarios significó una vertiente narrativa, secreta por su carácter inédito, de varios de los más importantes integrantes del 45. La difusión en nuestro país de la tradición diarística francesa y la presencia pa- radigmática, dentro de ella, del Journal de André Gide, puede contribuir al intento de explicar el porqué de este tipo de escritura en ese período del quehacer literario uruguayo. Si bien resulta innegable el precedente del Diario de Henri – Frédéric Amiel –recordado como el primer diario íntimo dado a conocer– y del Diario de Jules Renard (1887 – 1910), es indudable que la recepción del Journal de Gide fue la que alcanzó mayor influencia. La amplitud de su contenido, tanto en la hondu- ra de la sinceridad consigo mismo como en la acumulación de material de reserva para la tarea de elaboración literaria, debió de inspirar una práctica similar en mu- chos que lo conocieron y leyeron asiduamente. Escribir diarios “después de Gide, sobre todo, era una tarea bien vista”, ha afirmado en estos días IdaVitale 3. Hubo también otros diarios de ese origen que no es posible ignorar. En 1949 la editorial Emecé de Argentina, de amplia difusión en Uruguay, dio a conocer Extractos de un diario, de Charles du Bos. La publicación contaba con un prólogo de Eduardo Mallea y mereció en nuestro medio una extensa reseña en el semanario 1 Se conservan en el Archivo tres cuadernos que dan cuenta, de manera irregular, de los años 1944 a 1957. 2 Ángel Rama. Diario 1974–1983. Edición, prólogo y notas (2001) de Rosario Peyrou. 3 E– mail de Ida Vitale al editor, 19 de junio de 2011. 11 – 12 – "Marcha” a cargo de Mario Benedetti. Algún tiempo más tarde también “Marcha” daba a conocer Páginas de un diario de Julien Green4, fragmentos de un texto que luego José Pedro Díaz leería íntegro en París. Sirvan estos ejemplos para confir- mar a la literatura francesa, de aceptación entonces aún predominante en nuestro medio, como la más propicia, por esos años, para acuñar y estimular un sendero cierto en esta práctica literaria.