LA REVISTA ff DE LA MUJER INTELIGENTE

La vieja tierra predilecta del dolor tiene, una vez más, la muerte en sus entrañas.

Lea el artículo "(Quiénes son los culpables", de Alicia Morcan do Justo. Pá-j. -i. ¡ NUEVA PUBLICACIÓN DE LA BIBLIOTECA RACIONALISTA ¡ :• • í: jj ¿QUÉ ES EL RACIONALISMO? ¡ ¡ ¿QUÉ ES EL LAICISMO? jí :Í ít \> Por ALBERT BAYET j | •«i » • • * « • • o < • • < > • JJ Sus capítulos contienen: J* •< f • » «• 2J I. ¿Qué es el Racionalismo? JJ •' «• JJ II. El Racionalismo religioso. »• • ' <• •' III. El Racionalismo metafísico. »• • ' '• •< IV. El Racionalismo científico. !• ; ; ._;-.-3» ;j • * V. ¿Hay una crisis del determinismo? «• JJ » • •^ VI. Ciencia y moral. JJ •' ».• :: í: JJ •'*•' Precio del ejemplar, $ 1.50. Franqueo, 0.10. w\\ :: • :j *' 5 * \\ PkJaio a "VÍDA FEMENINA'^ Ü

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T 7" • J T71 • Número sueltsueltoo $ 0.20 . 2.­ v i a a r emenina — suscripción .nu.i DIRECCION Y ADMINISTRACIÓN: RIVADAVIA 2150 Suscripciones y valores a la administradora: Celina £. Lacrouts

t i Import* d» I M »u»crlpolone« puede enviarte en efectivo e en estampilla* LA REVISTA // DÉLA MUJER INTELIGENTE Directora: MARÍA L. BERRONDO Dirección y Administración: Rlvadavia 2150 Unión Telef. 47, Cuyo, 8386 Registro de lo Propiedad Intelectual 056.678 Año VII Buenos Aires, Mayo de 1940 N.° 79 ¿Ese es el Hombre?

Una vez más tiembla el mundo sacudido desde sus cimientos por una acometida brutal. La guerra, la guerra con todo su poder y todo su horror, se ha desencadenado sobre Europa. Hablar del dolor y la angustia de los hombres y muje­ res, sería pueril. Ya sabemos que están sumidos en el caos infernal. La guerra es siempre un despliegue de bestialidad, y se sale de ella con un horrible interrogante: ¿éste es el hombre? Sí, ése es' el hombre, un animal que no contento con despedazarse con uñas y dientes, ruge de satisfacción cada vez que inventa un arma destructiva eficaz, de mayor poten­ cialidad mortífera que la de su vecino. Ese es el hombre. Sí, ése es el hombre, ése que tiene resabios de caverna y garras de fiera., Pero allí hay de un lado hombres que luchan por afian­ zar en el mundo un ideal: el ideal democrático, y estamos con ellos. Estamos con ellos, porque sabemos que así es el hombre, y que sólo en las democracias podemos ejercitar el derecho de ser cada día mejores, un poco menos así. Por ALICIA MOREAU DE JUSTO rQUIENES SON LOS CULPABLES?

La guerra europea se acerca rápidamente a Seguimos creyendo firmemente en la posibi­ su punto álgido. Pocos pueblos quedan al mar­ lidad de evitar las guerras. gen y todos están ya con el arma al brazo y la Por esto al analizar el momento presente nos máscara puesta. Dentro de no sabemos cuán­ preguntamos: ¿quiénes son los culpables? y en­ tos días toda de Europa, tantas veces contramos : empapada de sangre, se abrirá de nuevo, recep­ Millones y millones de hombres y mujeres, táculo resignado, para recibir los cuerpos des­ esos mismos que son carne de cañón y alma trozados de los hombres que aun debían vivir de tormento. ¿No comprendían adonde iban? sobre ella. , Se agotaban en los deportes y los dancings, se El horror que esa guerra inspira ha sido di­ entusiasmaban ante los desfiles militares y las cho ya tantas veces que nada puede agregarse. paradas oficiales, se hartaban de placeres fáci­ Así como ella colma y agota la capacidad sen­ les, se» enquistaban en su pequeña dicha indi­ sible de las gentes, así su condenación rebalsa vidual. Algunos millares dispersos por el vasto los límites de la palabra. mundo, hombres y mujeres de buena voluntad, Lo que en nosotros se mantiene sin ceder es maestros, escritores,, políticos?, trabajadores, la condenación del hecho. No podemos resig­ i'oinpreihlian el tremendo significado de las narnos a aceptar la guerra como una fatalidad lioras que pasaban. Febrilmente se agrupaban, invencible, como un ciclón que, originado en re­ escribían, hablaban, tratando de despertar a giones inaccesibles al hombre, debe en un mo­ los otros y comunicarles su angustia. Aquí y mento dado —previsible y a la vez inconteni­ allá organizaban grandes reuniones internacio­ ble— arrastrar en una vorágine de locura vidas nales1 en las que se comunicaban sus esperanzas, y bienes, pasado y ful uro. contaban sus fuerzas y se afirmaban en su lu­ MAYO, 1940 Pág. 5 cha. Todo ha sido vano. Loa grandes pacifis­ neo y la ruta hacia P.| Oriente, si 61 había de tas cuya labor y sinceridad .admirábamos ya ser también el otro antibolehevique. sólo pueden hoy callar o morir. Preferían que el .Japón se apoderara de me­ Gobernantes dominados por un tremendo y dia China si él también había de contenerlo en ciego egoísmo de clase, dirigían (¿ ?) esas ma­ Asia. sas que trabajaban, vivían y confiaban. Les Tolerancia suicida y criminal que jamás po­ exigían sacrificios cada vez mayores para sos­ drá ser excusada, ni aun por la más, esplendo­ tener ejércitos que poblaban suelo, agua y aire. rosa victoria. Disminuir el pan de cada día para asegurar la Los hombres que se han sucedido en el go­ paz! Los pueblos aceptaban gozosos, mientras bierno de Francia e Inglaterra no responderán las fortunas de los fabricantes de armamentos de sus tremendos errores. La responsabilidad y medios de defensa y de muerte seguían cre­ se diluye, los individuos se escurren y, ante ciendo. los ojos atónitos de los que pagan con su vida, Democracia, libertad, justicia. Esas palabras sólo queda la nebulosa: fatalidad histórica. salían de la boca de esos gobernantes y como Cuando ante la alianza nazi-soviética qui­ sieron reaccionar ya era tarde. Como avalancha un hálico fresco calmaban las inquietudes y las v fiebres de los que trabajaban para pagar los desatada, la máquina- de guerra germana esta­ armamentos. ba en marcha; no podía retroceder sin aplastar a sus amos. í Cuál ha sido la línea de condusta general Por supuesto, no queremos decir que los re­ de los gobernantes de los países aliados? Tole­ raron o facilitaron el advenimiento y engrande­ gímenes totalitarios no son culpables de esta eimento de Mussolini. Toleraron o facilitaron guerra, que ellos no la han querido. Toda su el advenimiento de Hitler y la desaparición de prédica, su propaganda interna y externa, toda la república de Weimar. Y desde entonces la su política tendía a ella. La exaltación de la conquista de Abisinia, como la de la Renania, fuerza, el desprecio cínico por el derecho de que permitieron el afianzamiento imperialista los débiles, que es él núcleo espiritual, centro de un lado y militarista del otro; la acción íta­ de esos regímenes, debía conducir al estado de logermana en España, que ahogó en sangre la organización y predominio absoluto de esa fuer­ "república de los trabajadores", todo exigió la za, conducir a la guerra. Pero tal estado de es­ complacencia o -complicidad de los países más píritu, .tales tendencias y objetivos jamás fue­ poderosos de Europa. ¿Qué es lo que los llevaba ron ocultados por los dirigentes de esos países; así hacia el precipicio? ¿Carecían de informa­ lejos de ello, fueron exhibidos y exaltados has­ ilíones sobre el crecimiento de la formidable ta la insensatez, galvanizando con ello las ma­ máquina de guerra alemana? ¿Ignoraban las sas furiosamente nacionalistas y despertando en ambiciones desenfrenadas de Hitler y Musso­ ellas los restos ancestrales de brutalidad y sumi­ lini, instrumentos del gran capital conquista­ sión que las entregaron maniatadas y complaci­ dor e imperialista de su país y, a la vez, enlo­ das a sus nuevos amos. quecidos por su propia ambición de gloria y Pero, como es de suponer, los "grandes polí­ de poder personal y la obsecuencia del servi­ ticos", los "sesudos hombres de estado", los lismo más abyecto desarrollado en sus pueblos "eminentes estadistas1' que regían los pueblos por obra del terror y del crimen? del otro lado de las fronteras tampoco podían ignorar la expresión de esas ideas e intenciones. Nada de eso podían ignorar. Pero, instru­ Tenían además los innumerables medios de in­ mentos a su vez de las grandes fortunas domi­ formación secreta o semisecreta, cuyos agentes nantes, representantes natos y típicos de las son pagados abundantemente gracias a lo que clases conservadoras, preferían otorgar y callar. los ingenuos trabajadores entregan sobre el Un monstruo había aparecido en su camino: pan de cada día. el comunismo. Ellos, que habían visto grandes Sabían lo que todos sabían desde el primer duques rusos convertidos en chauffeurs y em­ día, pero no quisieron saberlo. Con una inge­ pleados de "boites", preferían que Hitler ase­ nuidad injustificable e imperdonable alimenta­ sinara judíos, socialistas y comunistas en su ron a la fiera suponiendo que ella los guarda­ país y en los vecinos conquistados, si es que ría del monstruo, y la fiera, aliándose al mons­ él debía ser, según su leit-motiv, la barrera que truo se volvió contra ellos. contuviera al comunismo. ¡ Cuan poco importaría eso, si no estuvieran Preferían que Mussolini se apoderara de nn juego millares de vidas que no han come­ Etiopía, amenazara la posesión del Mediterrá- tido más error que el ignorar ese juego siuies­ Conservemos Por la Doctora Jeanne-Emile los Valores Valdervelde del Socialismo

En el mundo entero, los pueblos inquietos se pre­ ¿De qué nos serviría conquistar el mundo, si 'hu­ guntan qué triunfará, la fuerza bruta o la libertad. biéramos de perder nuestra alma? En el mundo entero, se plantea el angustioso pro­ ¿Qué fuerza podría tener nuestra resistencia, si blema de saber si todo lo que constituye nuestra dejáramos de ser nosotros mismos? civilización, todo lo que hemos conquistado, todo Por cierto, en el gran combate empeñado por la aquello en que toemos creído, todo lo que liemos defensa de la libertad y de los valores humanos, de­ amado, será o no arrasado y destruido por la fuerza bemos asociarnos a todos esos hombres de tiuena bruta, por la maciza estupidez de la sangrienta ti­ voluntad a quienes ha sido prometida la paz sobre ranía. la tierra. Pero podemos, y debemos asociarnos a En el mundo entero, los socialistas se yerguen ellos sin renegar de nada de lo que hace la fuerza, contra esa ola, que bajo aspectos presentados como la grandeza y el porvenir del pensamiento socia­ nuevos es la ola eterna de la reacción y de la con­ lista. trarrevolución. Las "permanencias del socialismo", be aquí lo Sentimos el profundo horror de la guerra. Quere­ que fue la preocupación de Vandervelde. Durante mos que el combate del trabajo, el combate por la toda su vida de gran militante, eso es ¡por lo que él conquista de una vida más fraternal y más huma­ ha combatido, y lo hemos visto, rodeado ya por las na, reemplace y suprima el combate por la domi­ sombras de la muerte, combatir más que nunca pa­ nación y la violencia. Pero sabemos que en la hora ra que el socialismo se mantuviera en su pureza, actual, de acuerdo al sublime consejo grabado anta­ siendo lo que era, y dar sus últimas fuerzas, y qui­ ño en la pared de la prisión de Aigues-Mortes, por zás su misma vida, en ese combate. una anciana e irreductible hugonote: "Lo necesario, Sus últimos años han podido ser un calvario. Yo, es resistir','. que -he sido y sigo siendo su testigo, atestiguo que Algunas personas, aun entre los amigos, nos dicen fueron un ascenso glorioso. que para resistir al fascismo, el socialismo debe ha­ Que su lección no se pierda. En estas horas trá­ cerse más flexible, más conciliador; que haría bien gicas, pensemos en él, que nunca, durante cincuen­ en renunciar a sus principios esenciales para tra­ ta años, dejó de celebrar la Fiesta del 19 de Mayo, tar de agrupar en torno suyo capas políticas no so­ con los trabajadores y entre ellos. cialistas; que ha llegado el momento de hablar de Y celebremos con orgullo,' en estos día>s de prue­ "colaboración de las clases",, en vez de "lucha de ba, la fuerza y la magnitud del ideal socialista, al clases"; de "democracia"; de "representación cor­ cual, con lo mejor de nosotros, permanecemos y porativa de los intereses", y no ya del sufragio uni­ permaneceremos inquebrantablemente adictos. versal puro y simple; y, en fin, de "concentración Dra. Jeanne-Emile VANDERVELDE. nacional", más bien que de internacionalismo. Bruselas, 20 de abril de 1940.

tro; si no estuviera al borde de la ruina el te­ algo superior a lo que engendrara el capitalis­ soro técnico, científico, artístico y espiritual de mo : fuerza, brutalidad, opresión. ¿ Quiénes son los pueblos más civilizados del mundo! los culpables? Los dirigentes políticos y finan­ Bien sabemos que algunos acusan al régimen cieros que en la enceguecida defensa de sus in­ soviético de haber quebrado por su alianza con tereses de clase pusieron éstos por encima de los nazis el equilibrio de fuerzas que contenían la seguridad de su propio país, por encima de a éstos. Pero hay que convenir en que la dic­ la libertad y de la democracia, sin las cuales tadura rusa no ha sido sino una pieza de la no hay progresa humano. Hoy han de trabajar formidable armadura y que ésta, tarde o tem­ por salvar su país y con él su clase y con ella prano, por alguno de sus ejes debía romperse su fortuna. ¡ Ojalá no sea demasiado tarde, por­ y desplomarse. Lástima grande es que en esa que la victoria de los invasores de Noruega, ruina quede también aplastada aquella ilusión Bélgica y Holanda significaría la pérdida de de los que creían que en Eusia habíase creado una penosa y valiosísima conquista del hombre al fin un régimen que llevaba en sus entrañas sobre la bestia: el derecho! FVJ AYO 19 4 0 Pág. 7

Visitante

Panny Simón

Una distinguida educacionista y militante socialista estadounidense, se­ ñorita Fanny Simón, ha permanecido entre nosotros un mes y medio, dedicando sus días a conocer la realidad social del país. Se ausentó en viaje a Chile, lamentando que su conocimiento de las cosas argentinas haya sido fragmentario en muchos aspectos.. Se dedicó en especial modo a estudiar el movimiento obrero, gremial y político de nuestro país, y dada su versación y conocimientos e^n la materia, no dudamos que lle­ vará una visión exacta del mismo. Mujer de cultura y despierta curiosidad, trabaja y estudia con ahinco. Sus juicios no marchan al compás de la improvisación; son ela­ borados cuidadosamente, y luego expuestos y sostenidos con valor y claridad. Ha publicado, en colaboración con una colega y compatriota, un libro: "Historia del movimiento obrero en los Estados Unidos de Norte América". Quizá lo tendremos traducido al castellano próximamente. En diversas oportunidades visitó VIDA FEMENINA; desde sus páginas deseamos a la gentil luchadora un regreso feliz al hogar que alguna vez añoró en nuestra salita. Pág 8 v 1 U A P E M B N 1 N A

Lo he visto en una película de actuali­ dades. Se paseaba —el cretino llamado Thys­ sen— tranquilamente por París, asediado por fotógrafos y por la curiosidad de los peatones. al cor Su figura no tiene nada de repulsiva a través del celu­ loide, pero experimenté al verlo un asco profundo. Ayer puso los su fortuna a los pies de Hitler para llevarlo al poder, y hoy busca refugio en una democra­ cia para salvar su vida. Cuando ayudó al tarado mandón, sabía que ayudaba a destruir la democracia y el derecho universal a la vida decente. Es la alimaña venenosa que anda m atando todo germen de dignidad, pero que se protege, al final, en una ciudad de hombres libres y dignos. Es un símbolo que debiera gra­ barse en la mente de todos los adoradores de tiranos. Todas las ranas que en las democra­ cias croan pidiendo un déspota, debieran comprender que a veces el tirano puede exigir genuflexiones impracticables aun para los espinazos más gelatinosos. Cuando un dictador se pone a dictar, a ordenar y a exigir, sabe que opera sobre seres inferiores, y se vuelve difícil y antojadizo. No debieran olvidarlo los fervorosos partidarios de Roma, Moscú o Berlín.

En Las rayas de una cruz, la ingeniosa comedia de Pedro E, Pico, las mujeres viven con dignidad y piensan con discreción. Allí donde un hombre cegado por la ambición da la espalda a nobles ideales, una mujer que le ama, sigue al amado, comprendiendo que ha come­ tido un perjurio, y que así como traicionó sus anhelos de justicia social, es 2 fácil que traicione también su amor. Hay mujeres que sienten y piensan. Ya eso es algo.

Llamando a Hitler Atila motorizado, León Blum ha dicho una grande y elegante verdad. Y también ha dicho verdad al afirmar qug "El trabajo esencial para la guerra se efec­ túa por los hombres de edad y las mujeres" En la guerra, en la vieja y siempre esforzada Francia, los deberes igualan a hombres 3 y mujeres. También se las iguala para morir, para pasar necesidades, y su misión se agranda cuando de recibir vejámenes se trata. Pero en la paz, en la vieja y querida Francia, en la Francia de los derechos del hombre, la mujer no es igual al hombre en derechos. Las mujeres seguimos leyendo el.discuros de León Blum en la conferencia del Partido Laborista de Bournemouth, y encontramos otra frase que dice: "Si Stalin hubiera querido, esta guerra hubiera podido ser evitada. Stalin debe tener su parte de responsabilidad junto con Hitler" Sí, quizá sea así. Pero Stalin, dictador, como todos los dictadores, gusta marchar por el callejón de la guerra. En él está con su compinche, esperando su momento. ¿Mueren mi­ llones de hombres? ¿Qué importa si se impone el comunismo sobre los escombros de las ciu­ dades y las tumbas de los pueblos? MAYO, 1940 Pág. »

Vivimos una época en que torturar a los inocentes es un deporte lleno de atractivos para la Primera y mejor del mundo. ver A cada rato leemos que debido al hábil interrogatorio de los emplea­ dos de policía, se descubrió tal y cual crimen. A los pocos me­ ses leemos que el hábil interro­ gatorio fue hecho con la picana eléctrica y que el asesino nunca empuñó un escarbadientes con intenciones homicidas. ¡Qué picara es la Pri­ mera y Mejor del Mundo! Pero mientras tanto, hay querubines que por ganarse unos miles de pesos, envenenan a la población metropolitana con pescado en malas condiciones, que ya desmejorado compran y acaparan barato, para luego venderlo cuando hay escasez. ¡Qué paraíso es éste! Por un lado, tan protegidos contra los criminales, que hasta hacen confesar a los ino­ centes, y por otro. ya lo vemos. it * *

Como un bocado de miel nos ha sabido la declaración de S. E. el señor presidente de la República, sobre la normalización institucional del país. Nada mejor pedimos que el respeto a las leyes argentinas, muchas de ellas inspiradas en sanos y elevados principios de bien y salud colectivos. Queremos entender que serán reprimidas todas las insolencias totalita­ rias en nuestro país; nada de grupos extranjeros armados que envilecen y S ensucian nuestra dignidad nacional; nada de avances atrevidos contra la ley que nos garantiza una enseñanza laica. La constitución es constitución para hombres y mujeres libres, no para siervos de un dogma o scurecido por errores. y algo peor. Nada de persecuciones y torturas policiales. Respeto a la persona humana. Sálvese esta América nuestra de los horrores del primitivismo que está hundiendo a la vieja Europa.

Para los pueblos creyentes, para los que esperan todo de la oración, y saben que ten­ drán todo si ahuyentan de sí la duda y el afán de razonar, el cielo les envía otro regalito: los paracaidistas. Vienen del cielo; es una prueba que manda Dios, para probar la fe d de sus elegidos y para demostrar que la guerra es la sola deidad capaz de regenrar al hombre. La guerra, también otra prueba que manda Dios.

He leído con gran admiración el retintín con que un crítico y autor teatral argen­ tino juzga el problema de la libertad en la mujer. ¿Libertad "femenina? ¿Para hacer qué con ella? ¿Libertad que está deseosa de arrojarse a los pies de un hombre? En fin, pensaba yo, mientras leía el artículo: ¡cuánta razón tuvo el 7 tío aquél que quién sabe en qué centuria dijo que no debí a ni mentarse la cuerda en casa del ahorcado! ¡ Si tenía razón el tal! _._ Miren que resulta tragic ómico hacer chacota o poco menos al compro­ bar las vacilaciones de la mujer ante su libertad (bien teórica a veces), precisamente en estos momentos en que por no saber ser libres los hombres, el mundo está al bc^le del caos. ¿O tendremos dictaduras porque el hombre sabe ser libre? VIDA F E M K N I íí A Pág. 10 El Tren

Lourdes

(Véase el número anterior ds VIDA FEMENINAS

LOURDES

En Lourdes la ciencia médica es intrusa. Se - gen Santísima, dotada del poder de curar. En ha llegado aquí a subestimarla de tal modo que medio de la muchedumbre, sustituyendo a la quienes la practican reducen su misión a rece­ ciencia de curar y mantener sanos a los hom­ tar calmantes o certificar milagros en la ofi­ bres el Padre Mascías media con sus alaridos cina de comprobaciones. ¡ Señor! Curad a nuestros enfermos' Esté es el imperio del milagro, en cuyos do­ Religión y ciencia han pactado estrecha minios los médicos jóvenes como el doctor Fe­ alianza en esta oficina de las comprobaciones. rrand confiesan su impotencia y se sienten un Pero la ciencia es aquí una pobre vergonzante poco en ridículo, pues "los enfermos están to- condenada a servir a parte Entre el dos seguros de que queriéndolo el cielo la médico que revisa a los enfermos para compro­ curación se realizará desmintiendo las leyes hu­ bar las curaciones y los padres de la gruta se manas de la naturaleza". Este agonizante en­ ha establecido la estrecha colaboración que ase­ cuentra más difícilmente un médico que lo asis­ gura el milagro certificado de autenticidad. Las ta en seguida que un cura dispuesto a confe­ dos piezas de madera en que funciona la ofi­ sarlo. A su cadáver, ya inerte, se le reserva el cina son la única concesión que se hace a la chapuzón en el agua helada, tentativa supre­ razón humana. ¡Y cuan deficiente resulta la ma de resurrección realizada en medio de los tarea que realizan el médico y los jóvenes se­ gritos de la masa de peregrinos delirantes minaristas que le alcanzan los legajos! Allá en de fe. París un médico ha diagnosticado el mal; en También la higiene es un poco intrusa en Lourdes, otro médico ha comprobado la cura­ ción. ¡Y cuánto margen para el-error todavía, Lourdes. En la piscina en la cual sumergen sus 1 cuerpos tísicos y cancerosos, el agua llega al en estos certificados cuyas firmas pertenecen punto del caldo en el cual se cultivan gérme­ a médicos desconocidos y apenas han sido au­ nes de todas clases. Como el médico todo pre­ tenticados por tal cual funcionario! cepto, toda precaución, todo cuidado es inne­ El desfile de los enfermos por esta oficina cesario desde que allá sirriba asiíniase la Vir- carece, pues, de todo valor comprobatorio. El MAYO, 1940 I'ÍÍK. 11 periodista de París que ha venido ¡i discutir el rederos en eslos frailes de la Inmaculada fon milagro tarda en comprender que a Lourdc-, su (•opción que han sabido traducir en oro el ele­ viene a creer y nada más. El médico, los secre­ mento irreal de la leyenda. tarios y el Padre Dagerle son simples instru­ jCómo evocar la figura candida de la pas­ mentos manejados por los padres de la gruta,, tora líornardolte Soiibirons* sin ver a su l.ido administradores de ]a gloria de la virgen. a ese buen padre Peyramale, el sacerdote hon­ El caso indiscutible es el de esta Sofía Cou­ rado, seducido como los humildes habitantes teau cuya historia deleita a los oyentes. Y en­ del lugar por el encanto de esta criatura? tre este milagro aparente y el de la misma Cri­ Los libros santos consignaban el milagro que votte. la pobre lísica que ha dejado, por un ins­ rechazaba su razón. Como negarlo cuando el tante, de escupir sus pulmones, se h;illaii ¡os in­ delirio de los infelices desahuciados entraba/ finitos fracasos, las decepciones dulorosas, ia Desde que lo aclamaban Jas muchedumbres curación imposible de millares de seres. El her- arrebatadas por el huracán de la fe no resulta­ mano Isidoro, la señora Veter, el mismo Sabn­ ba una empresa insensata ponerse de] lado de thier, engrosan el ejército que todos !os años las autoridades y de los escépticos Cañado a regresa derrotado de Lourdes. su turno por la fe el cura Peyramale tomó bajo Los casos que se ofrecen como fruto indiscu su protección a iJernardelte y se constituyó en tibie del milagro, no podrían, por lo demás, ser el ejecutor de las órdenes que ella traía. La explicados científicamente 1 gruta no tardó en ser cerrada por una verja Lo que suele curar aquí es la fe en el mila­ y el manantial vio pronto canalizadas sus aguas gro, actuando como agente ignorado de la na­ maravillosas. El oro afluía y la idea de vpr le­ turaleza sobre los organismos enfermos, por el vantada allí mismo donde la virgen se hnnía choque de emociones violentas. Los seres1 deli­ aparecido a Bernardette una iglesia magnífica, rantes, temblorosos, que corean el grito "Señor mantenía en una actividad inacabable al padre curad nuestros enfermos'', son pobres criaturas Peyramale para quien había allí una intención saturadas de la sugestión que emana de este piadosa : dolor por los que sufrían s'in esperan­ ambiente de milagro que han sabido preparar za y celo por la grandeza de aquella que pro- los padres de la gruta. mete la curación y a veces la realiza. ¡ Qué bien hacen las cosas los padres de la ¡Simplezas de un cura párroco! ¿Acaso esta gruta !, infiere el autor de "Lourdes'' La sen­ renta tan segura como colosal que aseguraban cilla historia de la vidente llega a tener, gra­ a la gruta los donativos de los peregrinos no cias a la maña que ellos se dan, las derivacio• era acaso la granjeria capaz de llenar el arca nes de un verdadero negocio. Y este hecho de santa de la iglesia? una ciudad en la cual el tráfico de las cosas Ese oro de los1 creyentes en manos de un cu­ santas es monopolio de una congregación reli­ ra sencillo y sin ambición quitaba el sueño a giosa, procede de aquel otro —elemento real de otros curas más prácticos. Era necesario des­ la leyenda—, no mencionado en el librito de viarlo y como faltaba al drama el traidor este las prensas católicas. Padre Sempé lo haría con la paciencia inago­ p]s que si impera en Lourdes1 la congregación table que pone un cura ambicioso en la reali­ de los padres de la gruta ella ha venido a ocu­ zación de sus empresas. El ensueño del padre rrir al cabo de una lucha tenaz, sorda, incruen­ Peyramale, enamorado ingenuo de la grandeva ta, de años, como todas las que se realizan en de Lourdes iba a trocarse en una empresa co­ el seno de la iglesia. Para llegar a hacerse de mercial cuyas ganancias partían los padres ele este negocio del milagro los Padres han debido la Inmaculada Concepción y el Vaticano. Y ello suprimir anies al buen abate Peyramale, el ocurrió cuando las maniobras del jesuíta Sem­ s'anto varón conquistado al fin de sus dudas y pé lograron separar del curato de Lourdes el vacilaciones, por la idea del milagro, abrién­ dominio de la gruta. dose paso gracias a las muchedumbres frené­ La aventura maravillosa de Bernardette y hi ticas que se acercaban a la gruta obstinadas en tierna devoción de ese cura montañés quedaron su fe e invencibles frente a las autoridades ci­ un día sepultados, una allá en el convento de viles. Nervers; la otra aquí, bajo tierra, con el ca­ La gloria de Lourdes ha tenido sus1 dos gran­ dáver del padre Peyiamale, el cura ingenuo de­ des obreros en esa Pastora de lo-; Pirineos y el rrotado en una guerra con todas las crudezas buen abate Peyramale; y sus aprovechados he- de una conquista por espléndido botín Pág. 12 VIDA FEMENINA

El dinero también aquí. El dinero indispen­ nerviosa rompiendo las tenazas que aprisionan sable a Roma y el que necesitaban los padres la naturaleza. Cuando él se produce constituye, do la gruía para incrcnuMitar el negocio a que sin embargo, un triunfo de la virgen. Se acla­ venían a parar las visiones de Bernardette Sou­ ma el milagro y se considera que en los mis­ birons. mos momentos en que la ciencia médica confie­ sa su derrota, desde allá arriba, la Virgen San­ El cura que ha venido a Lourdes en busca tísima realiza su obra. ¡Cuan deleznables re­ de la fe, adopta, sin apercibirse de ello todavía, sultarían las explicaciones científicas si alguien una posición crítica, en medio de las muche­ intentara darlas en medio de las multitudes en­ dumbres que claman por el milagro. No puede ardecidas! No se las escucharía siquiera, pues ser un niño, como estos pobres seres que han lo que impresiona como un hecho evidente y es delegado en la virgen la difícil tarea de curar argumento en favor del milagro es el grito sus males. Si reza todavía es por un resto de i Estoy curada! y el gesto de la paralítica arro­ humana caridad, pensando que quizás ayude jándose de su cochecillo para correr entre la así a la curación de esa pobre María de Guer­ muchedumbre. Lenguaje profano el que inten­ saint y de los millones de peregrinos que se tara explicar el milagro físicamente ¿Quién agolpan ante la gruta. La investigación crea­ osaría emplearlo en Lourdes sin caer en la abo­ dora que realiza su inteligencia encuentra infi­ minación de la duda? nitos motivos de duda en este Lourdes en el Si Pedro Froment no lo emplea, ; con cuán­ cual se mezclan los elementos más contradic­ ta intensidad lo siente golpear las paredes de torios para constituir la religión del sufrimien­ BU cráneo! to Infmano. Aquí las masas delirantes, fanáti­ cas, poseídas de emoción violenta por lo sobre­ natural ; allá la oficina de comprobaciones, lle­ El tren blanco que regresa de Lourdes trae a na de deficiencias, insegura en sus tareas y un sacerdote que siente el horror de la simonía atreviéndose sin embargo a confirmar el mila­ triunfante. En medio de estos peregrinos que gro. Y todavía los detalles que ofenden la pie- la gruta devuelve a París, cerca de la adorable dad sincera: el neg'ocio invasor de las cosas di­ María de Guersaint, Pedro Froment medita: vinas creando la ciudad nueva en la supersti­ "Es que no sería necesario cerrar las grutas mi­ ción tolerada por los padres de la gruta ame­ lagrosas y devolver a la gente el valor de vivir naza como una peste capaz de destruir la sim­ la vida real hasta entre lágrimas?" plicidad de costumbres de la población del lu­ Lo que ha visto en Lourdes confirma la po­ gar y »na sabia administración del milagro; he sición de su inteligencia frente al ab­ aquí lo que descubre en Lourdes, como elemen­ surdo ; y la experiencia que él ha ido a intentar tos inseparables, el abate Pedro Froment! allí, lejos de significar una reconquista defini­ La curación puede venir —a veces viene— tiva de la fe religiosa constituye una recaída en medio del delirio de las multitudes. ¿No lo en la duda. En la lucha de las tendencias he­ ha visto, acaso, con sus propios ojos? La ayu­ reditarias, el padre incrédulo empieza a triun­ da del más allá consiste en el aporte de aque­ far sobre la madre piadosa. lla sugestión favorecida por el ambiente de El sacerdote se mantendrá fiel todavía a su credulidad en el cual se agitan los peregrinos. voto pero se encontrará cada vez menos dis­ Este será el caso de María de Guersaint pre­ puesto a anonadar su razón en la obediencia visto por un médico, el doctor Beauclair, como pasiva del'dogma. un fenómeno puramente físico: la conmoción Carlos EOVETTA. l \ OKTUFJt e Hij<» TECHOS CHALETS

OLLEROS 3938 U. T. S4 - Í393 MAYO, 1940

Con dos poesías comienza la colaboración en nuestra revista, de ' una joven trabajadora, de espíritu delicado y an­ sioso de saber y belleza La asidua lectora de VIDA FEMENINA, será desde este número, una nueva y valiosa colaboradora que traerá a las páginas de nuestra publicación el fervoroso anhelo de reivin­ dicación humana y cultura popular que la posee.

ADORO TU RISA AÑORANZA DEL MAR

Me gusta tu risa, Venid, venid tu risa de niña, aguas del mar, suave y tranquila venid pronto como es todo en tu vida. a curar mi mal. Es tu belleza pura, inocente e inmaculada En mis mejillas como la blanca rosa colorís no han que florece en la mañana. desde que cstoij lejos Tus ojos tan claras, del luminoso mar. fu cabellera' tan rubia, es una cascada de oro Mi ijariiunia fría como la lluvia. ha cesado de cantar En tí todo es suave, porque ¡¡a no respiro en ti es helio loria y por donde tú pasas las tdiias brisas dil mar. se ]>unfica hasta el lodo. Si tni pena Yo adoro lu risa limpula ¡i cristalina, (¡iteréis remediar fjuc me ha encadenado llevadme -,¡os lo suplico! para siempre a tu vida. a tu r th inti vo el mar.

TERESA SANMARTÍN DE FERREIRA PAg. 14 IDA FEMENINA LA VOZ DEL CAMPO Martín Fierro La autora de "Nuestro hombre" hace en es­ tora. Ni bien llegó ésta, vimos por su expre­ te libro un interesantísimo estudio del poema sión que no era de su agrado la presencia' de de Hernández, e incita a todas las mujeres ar­ la mencionada niña. Nuestra presunción bien gentinas a que conozcamos el- poema, así po­ pronto quedó convertida en realidad. La hora dremos conocer nuestro pasado y prever nues­ de Pedagogía pasó, en aquel salón, en el más tro porvenir. Tan grande es el deseo de que absoluto silencio de nuestra parte. No así la se le conozca, que afirma categóricamente que directora, que hablaba sin cesar. Severa, in­ debiera ser nuestro libro de cabecera Esta dignada, atacaba a las autoridades escolares, última afirmación me trajo el recaerclo de có­ que imponían alumñas sabiendo que habían in­ mo se despertó en mí el deseo de conocer el gresado por méritos el mayor número posible mentado poema, del que hasta entonces sólo de aspirantes. A más, en dos ocasiones había conocía fragmentos.. . manifestado a sus superiores que "no había asientos disponibles" Pero hoy tengo que ver Cursábamos el primer año de una escuela con profunda tristeza y gran dolor, que más normal que acababa de inaugurarse. Como puede la política deshonesta que los méritos. siempre, éramos muchas las aspirantes y pocos Esta nueva alumna, niñas, ¡ ha sido impuesta los asientos. por una orden firmada por el Ministro de Ins­ Entre las muchas niñas que formábamos la trucción Pública! Poco importa que sea una primera división, me atrajo una seria y muy incapacitada,.. sagaz en sus observaciones. Fuimos amigas y La que más, la que menos, estábamos sin­ compartíamos la misma banca. Ante sucesos ceramente impresionadas. Sólo mi compañera de la-.escuela, hechos ocurridos con profesoras de banca, con sutil voz, me decía: "Parece cuen­ o compañeras, tenía a flor de labios partes del to, che, que la directora no conozca a Martín poema de Hernández, que aplicaba con gran Fierro. A ti te perdono; me has prometido leer- oportunidad. lo en las vacaciones. Pero ella, es increíble: Apenas hacía dos meses que habíamos ini­ ya ves que no sólo el campo es del ignorante... ciado las clases cuando, una mañana, al ocupar ¡Si no recibe su pie de mi parte, una fuerte nuestras bancas, vimos con sorpresa a una niña presión, no sé lo que hubiera ocurrido, con los de pie en el salón. La primera hora teníamos ánimos exacerbados como estaban. Pedagogía, cuya cátedra la dictada la direc­ Llegó el recreo, que todas ansiábamos y en MAYO, 1940 Pág especial aquella niña que fue blanco de tontos dardos. ¿Cómo relatar los mil conie.nl ¡irios >|iu so hicieron? Unas- se preguntaban: ,;.Se^niI-;'I viniendo esta chica? No, no va a venir; la di­ rectora le va a tomar idea. ,; A Ja chica, por­ qué?, objetó otra. Al Ministro, más bien. 4 Y Vds., que parecen mudas, qué opinan? Yo sugerí: Si es una buena alumna puede borrar la mala impresión que ha dejado en nuestro ánimo las palabras de la directora con tan penosa presentación. Yo estaba espantada con el proceder del Ministro... —4 Y tú, Zulema, qué dices? — inquirió ri­ sueña su hermanita, alumna también. —¿Yo? ¡Criatura! ¿Qué quieres que opine? Le he dicho a Elena que es increíble que des­ conozca la directora, con los años que tiene, el poema de Hernández. Y en, este caso debió te­ ner presente lo que aconseja Vizcacha:

Hacete amigo del juez No le des de qué quejarse Y cuando quiera enojarse Vos te debes encoger Pues siempre es güeno tener palenque ande rascarse.

Nunca le lleves la contra Porque él manda la gavilla. Allí sentao en su silla Ningún güey le sale bravo A uno le da con el clavo Y al otro con la contramilla.

Todas festejamos la intención de nuestra compañera. Ella, con aire muy ?erio e indi­ Una vez establecida en el campo, muchas ve­ ferente, nos dijo: ces lo he leído e infinidad lo he hojeado. ¿ Una v —¡ Oh, sabía bien Hernández lo que somos devota de "Martín Fierro"? ¡No! Esto de­ los mortales! muestra el interés que había despertado en mí —¿Pero tú, Zulema, sabes de memoria todo ese libro de gran actualidad en toda época pa­ el poema? sada. .. y en el presente. Al oír relatos de atro­ —Ya te he dicho: amo al campo, y los bue­ pellos políticos consumados en la campaña de nos retratos que se han hecho de sus bondades la provincia de Buenos Aíreseme he pregun­ o defectos no los desconozco. tado: ¿Pero quién ya me ha hecho el relato La hermanita, que estaba presante, zumbo­ de este suceso? La respuesta no ha tardado: na, me dijo: José Hernández, en su poema. —Sí, Elena, no la ofendas... Es su libro de Por ello, como ya lo manifesté en mi charla cabecera. pasada, leí con interés y cariño "Nuestro hom­ Como había prometido, leí íntegro el poema. bre" Quería sabor si las hijas de gringos, una De ser verdad lo que leía, comprendí clara­ pueblera, otra campesina, veían con un misino mente que conocía el campo argentino en for­ cristal este poema eainjiero. Me hallé con jui­ ma superficial. Es decir, a través de estadas cios acertados y un minucioso estudio del de tres meses de vacaciones felices, rodeada de poema. cariño y comodidades. Los verdaderos proble­ La ágil pluma de la escritora argentina hace mas habían pasado inadvertidos. . . volar a grandes alturas el amor j la libertad VIDA FEMENINA Pág. 16

que profesaba nuestro gaucho. Yo admiro esas nunca, pues precisamente ese hábito de nues­ tro hombre, tan generalizado entonces, y que páginas impregnadas de grau sentimiento de 1 argentinidad, pero no las siento de igiml ma­ sin duda por "tradición ' hoy continúa, le cho­ nera a riesgo de pasai- por mala patriota y pro­ caba. Buscó distracción más de acuerdo a su saiea. temperamento. I'ronio se dio cuenta cuál era El gaucho ama la libertad a su manera; para la falla de los moradores auténticos de nues­ él la libertad consistís* en disponer a su gusto tro país: despego a los trabajos que requerían del tiempo y de su persona. Lo afirma así Mar­ constancia, como son la huerta, quinta, cría de aves, fabricación de quesos, siembra de maíz. tín Fierro: Se dedicó a esos trabajos. El dueño del campo Mi gloria es vivir tan libre (que hasta entonces no había puesto un árbol; como el pájaro del cielo. le pidió en seguida le formara los montes, que No hago nido en el suelo aun hoy, pese sus cien años, permanecen airo­ ande hay tanto que sufrir. sos desafiando las inclemencias del tiempo. Lo que producían era para su exclusivo beneficio. Para mí la libertad debe ser un sentimiento Enormes almacigos de todas las variedades de colectivo para que dé sus verdaderos frutos. Si árboles de sombra (que se conocían entonces), se desea que un pueblo progrese y todos sus hi­ frutales y hortalizas, se hallaban en aquella vi­ jos por igual aprovechen las ventajas de ese vienda campesina, que era cuidada con el más progreso, no pueden ser individualistas como profundo cariño. Esto provocaba la admira­ era el gaucho. El trabajo impuesto Je resultaba ción del gauchaje (bien auténtico) y desfila­ odioso; bien, ¿por qué no iniciaba por su pro- ban para ver de cerca ese fenómeno. Los más pia cuenta trabajos que le dieran su indepen­ eseépticos se retiraban pronosticando una tra­ dencia, sin doblegarse, ni cambiar su alto ideal: gedia : —¿ Sabrá don Bernardo lo que le espera la libertad? Su hombría no hubiera sufrido me­ si le avanzan las hormigas ? ¡ Pobres plantitas! noscabo alguno. Pero había otra razón más sen­ No le va valer la cencia.. Otro agregaba:—Yo cilla: al gaucho le flaqueó siempre el amor al preferiría en lugar de él pasarme un día enla­ trabajo continuado. Cuando TÍO que su tierra zando y pialando como nosotros y no estar to- era ocupada por los extranjeros, por exigencias dos los días, en lo mismo, sobre la tierra. del progreso, en lugar de ir amoldándose a ese trabajo metódico y razonado donde se ponía Pero aquellos gauchos que tanto se reían del a prueba la gran voluntad de que venían pro­ trabajo paciente y diario de aquel buen gringo, vistos los inmigrantes, el gaucho se rió. Cuando quedaron mudos de estupor ante una nueva ex­ no del trabajo en sí, de la boina del trabaja­ travagancia de éste. Supieron que una noche, dor, si era vasco, o de la pipa, si era italiano. persiguiendo a las hormigas, que le devoraban No vayáis a creer, amigas, que esto es pura ima­ los almacigos, se hizo una legua justita a pie, ginación. Muchos relatos de mis antepasados lo hasta dar con el hormiguero, que se hallaba en comprueban. Ellos mejor que nadie pudieron la ribera de una famosa laguna que circunda­ apreciar aquellas épocas. Llegó un matrimonio ba al campo. Ante este ejemplo de tenacidad, v joven a nuestras playas en el año 1840. Vinie­ apreciando a don Bernardo, sólo tuvieron un ron directamente a un partido de esta provin­ justificativo: —No hemos nacido para ser es­ cia, al que se llegaba aún en carretas, pese la clavos del trabajo, nos gusta la libertad. .. relativa proximidad a la capital. Fueron al La civilización lo mató al gaucho, tanto como campo con majada al tercio como entonces se los malos gobiernos; no supo o no quiso doble­ acostumbraba. El dueño de aquel extenso cam­ garse a los deberes que impone una sociedad ci­ po poblado de hacienda era un gaucho Estable­ vilizada. cimiento grande, pero totalmente desprovisto Hernández, a través de su humanísimo per­ de montes. Joven, lleno de voluntad, el ex­ sonaje Martín Fierro, relata las penurias que tranjero, a poco de estar, vio que le sobraba 1 tenían que pasar los gauchos en la frontera. tiempo, eso que en aquellos años no se conocían ¿Qué dirían los "gringos" que llegaban a esta alambrados... Los gauchos de la estancia, que tierra de promisión con ansias de trabajar y habían simpatizado con aquel noble y hospita­ sedientos de libertad, huyendo muchos de ellos lario español (condiciones que adornaban por de luchas fratricidas, y eran llevados con en­ igual al gaucho) en todas formas querían ha­ gaño, i bien desembarcaban, a defender la cerlo partícipe de sus diversiones: asistir a las n frontera? Hernández, que amó a la- campaña carreras e ir a beber al boliche. No aceptaba profundamente y a nuestro hombre, comprende MAYO, 1940 que la vida libre y errante del gaucho no es Tienen en la desgracia HIÍÍI lo que le conviene para su mejoramiento y para Un espejo donde mirarse- afianzar la libertad de sus moradores. Acon­ Saber el hombre guardarse seja Fierro a sus hijos y al de (Iruz, que equi­ Es la gran sabiduría. vale decir a los descendientes de su raza : La sangre que se redama El trabajar es ley, No se olvida hasta la muerte; Porque es preciso alquirir; La impresión es de tal suerte No se exponga a sufrir Que a mi pesar, no lo niego, Una triste situación: Cai como gotas de fuego Sangra mucho el corazón En el alma del que la vierte. Del que tiene que pedir. Reconoce más aun que no tiene casa por su Debe trabajar el hombre inconstancia: Para ganarse su pan, Vive el águila en su nido, Pues la miseria, en su afán El tigre vive en la selva, De perseguir de mil modos. El zorro en la cueva ajena, Llama a la puerta de todos Y en su destino inconstante Y entra en la del haragán. Sólo el gaucho vive errante Los consejos de Martín Fierro a sus descen­ Donde la suerte lo lleva. dientes resultan de una honestidad ejemplar. Habiendo contado en el transcurso del poema Pide casa para sus hijos Fierro. La autora su vida fracasada, donde abundan camorras y de "Nuestro hombre" nos dice cómo debe ser. muertes ocasionadas por el exceso de bebida, Yo, amigas, les diré lo que cuesta hacerla... dice: próximamente. El hombre no mate al hombre Elena BARBERENA. Ni pelee por fantasía; Castelli, abril de 1940.

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PARA SUS AHORROS PREFIERA LA COOPERATIVA MAS SEGURIDAD • MEJOR SERVICIO • MAS INTERÉS I El Hogar Obrero MARTIN GARCÍA 465 CANGALLO 2070 • *•< Pág. 18 VIDA FEMENINA Importancia de la Música

Alocución radiada por la Estación de la Universidad Nacional de México, por la Sra. Felisa Corona de García de Mendoza. de la Muj( Analizado, por distinguidas y cultas muje­ res como son la señora de del Río y las seño­ ASPECTC ritas Gómez y Llach, el problema de la impor­ tancia de la música en la integración cultural SOCIAL de la mujer desde los puntos de vista interna­ cional, político y familiar, cábeme la honra de dirigir a los radioescuchas algunas palabras madre, puede interpretarse por los hombres ¡n­ sobre el aspecto social. comprensívos de la dignidad humana, como Federico Nietzche, en la forma de dispensado­ ra de placeres o solaz del guerrero. Compren­ de el porqué Arturo Schopenhauer ha dicho de La tragedia de la Cultura la mujer que es el animal con cabellos largos. Sabe que estos hombres olvidaron su propio La mujer elaborándose cultural mente, cada. origen porque, sin duda, se criaron en el des­ día con mayor fuerza, va presentando una si­ amparo de la caricia y del auxilio que la ma­ tuación en la humanidad que interesa y debe dre da al hijo en sus primeros pasos. No le interesar para el encauzamiento de nuestra atormentan estas expresiones a la mujer por­ cultura. Nace el germen de nuestra actividad que tiene la fortaleza suficiente para justificar en el campo del hogar. La maternidad ocupa las peores aberraciones supuesto que compren­ una de las funciones de mayor trascendencia de e intuye mejor la condición del ser que ella porque forja los nuevos seres a base de sufri­ misma no ha podido forjar. mientos, desvelos y abnegaciones. No sólo pule La mujer llega con el intento supremo de con la caricia al hijo, corrigiendo los defectos cooperación a formar una justa cultura, a te­ somáticos, como una artista consumada en el ner la experiencia y ei raciocinio de la ciencia, campo de la plástica, sino que lleva además a comprender al mundo y a la vida filosófica­ en su bondad, la dulzura del amor que jamás mente, a pulir y crear la bella armonía, la llegará a perderse en el hombre, pues su alma forma plástica de proporciones sublimes; y a estará siempre impregnada de este afecto que establecer con todo valor, nuevos principios de le hace comprensible y adaptable a todas las moral descubriendo la cara a la vida sin hipo­ afectividades de la existencia. En cada rasgo cresías y falsas posturas beatíficas, defectos profundo de cualquier hombre, genio o igno­ estos últimos que poseen la mayor parte de rante, valiente o tímido, se encuentra el fruto las éticas forjadas por el hombre. de esta primera y más importante educación. Su vida se entrega al campo de los ideales ¡ Qué tristeza se siente ante la vida desolada sociales, sabe luchar y aun impulsar los movi­ del huérfano que no ha llevado en su haber mientos de mayor fuerza revolucionaria. No esta primera y fundamental obra que la natu­ teme la pérdida de morales hipócritas o de raleza sabia ha infiltrado en todo corazón fe­ falsas concepciones de magia o de idolatría, menino cuando se ha tornado en madre! Poro porque en ella está presente el poder de la la mujer no sólo puede satisfacer esta exigen­ vida que sabe destruir lo caduco y lo deforme cia de creadora y forjadora de hombres, sino para crear lo perfecto. Ella no teme, enton-, que también se señala a sí misma el papel de ees, tomar un papel más amplio que el que ya trabajadora de cultura para cooperar, aun se le ha asignado por naturaleza, porque sabe más, por el progreso efectivo de la Iliimaniiln, en la Integración Cultur

truceión de hombres y do obras del ingenio sido acopiados por la mujer, no por sumisión humano con los nombres de guerra santa o o desinterés, sino por la costumbre humanita­ batallas de piedad. Ella comprende por qué el ria y civilizadora de la fuerza bruta y aun descubrimiento de la ciencia no se aprovecha más, por el amor a los nuevos seres que se en bien de la humanidad sino en favor del deseaba librarlos de la perversidad a base Je acabamiento de todo lo noble que los mismos oraciones y de lágrimas. No sé si larde o tem­ hombres han hecho a través de la historia; prano la mujer ha comprendido su prppio pa- por eso mismo la mujer tiende a superarse pel, pero sí sé deciros que las Universidades en el campo del saber y en la educación de se ven cada día más pobladas de mujeres, que la personalidad humana, no por el intento muy las artes cada día progresan por la emoción masculino de la vanidad, pues comprende que femenina y que nosotros sabemos conquistar la verdadera obra es la que nace del dolor nuevos dominios de moral, sin las timideces como en el parto y del desinterés como en la del conservador y sin los alardes del ultramo­ maternidad. dernista. Lo que sé deciros es que la civiliza­ La mujer llega a tener entonces una función ción tiende a desaparecer por la propia civi­ social, de creación de cultura aun más respon­ lización, que el hombre se ha hecho juguete de sable y difícil que aquélla hecha a base de sí mismo, y que la mujer, considerada como conceptos fríos e intenciones perversas, de des­ el juguete más .peligroso, ve y contempla la menuzamientos estériles de la vida y de la desbandada de los falsos ideales y el desmo­ naturaleza. Ella va al campo social para for- ronamiento de las dictaduras de la fuerza, del jar una nueva humanidad en que la moral deje capricho y de la vanidad. de ser antinatural y de superficie; en que la Bien sé deciros que la mujer contempla esto, paz se haga, no sobre los sepulcros de millones no con desinterés, no con indiferencia, sino do­ de hombres ni sobre las inmundicias de trata­ lorosamente, porque ha entregado y sigue en­ dos hechos por hombres sin dignidad y sin tregando a sus hijos a la rapacidad de unos honor. Ella se afirma en el campo social para hombres, y es en las aguas del deshonor y de la dar, no un mentís a Confucio o a Aristóteles, impiedad en donde los ve zozobrar. Pero no a Nietzs'che o Schopenhauer, porque ya en ellos creáis que la mujer pierde la fe ante espec­ el solo hecho de haber podido hablar significa táculo tan bochornoso; sabe que el hombre ac­ que han sido obra de mujer; sino para señalar, tual ha sido instruido, mas no educado; ha al­ si no la mejor fórmula matemática, si no la macenado demasiado saber, pero está desinte­ más pulida especulación filosófica, si no la más grada su personalidad; ha confiado demasiado eficaz combinación química, sí la más humana en los ideales de cualquier tipo, rjero ha olvi­ cultura y la más comprensiva elaboración es­ dado su propio ser. La mujer intuye que la piritual para una vida; sin las bajezas de una piedad y las virtudes1 débiles y enfermizas han victoria conquistada a base de violación de eslropeado la dignidad humana; que el estoi­ pueblos débiles, sin las timideces de los sores cismo y el entusiasmo por propósitos vitales y faltos de libertad y responsabilidad y sólo me­ efectivamente reales han desaparecido, dejan­ dianamente útiles para la esclavitud, ya que do su lugar a la ambición de dominio y auu ésta también exige, cuando menos-, seres fuer­ a la ansiedad por terminar la obra que re tes y dóciles para la carga. quiere tranquilidad, serenidad y tiempo suí'i La mujer sabe bien que desde los primevos cíente. La mujer sabrá hablar su propia voz tiempos el concepto de ella se ha tenido uni.lo y decirle al hombre: Tú eres ágil en el pensa­ al de la tutoría del hombre. El propio Con­ miento, mas yo soy diestra en el corazón; ti) fucio, cuyas máximas morales merecen los me­ eres perspicaz para la destrucción, mas yo ten- jores elogios, señala a la mujer una continua go la voluntad para que los seres humanos lle­ obediencia y un apego absoluto a las ordeno* guen a comprender y a sentir euMilgúu instan­ del Señor. Una serie larga de pensadores así te, muy próximo por cierto, que el hombre no lo han establecido, pero sus pensamientos han fue creado para ser guerrero de ambiciones y VIDA V

locuras, sino para llenar su vida de trabajo útil hoven, sentimos la comunión espiritual de to- a las elaboraciones más altas del espíritu; tú dos los hombres a que Schiller elevara loas en Quieres satisfacer únicamente los instintos pri­ su verso sobre la alegría. La música es el idio­ marios de la vida, pero yo sé comprender que ma universal, no expresa el dolor de un hombre debe resolverse esta exigencia exclusivamente determinado, sino la exclamación emotiva de para crear hombres libres y conciencias forja­ toda la Humanidad. Y es por esto que el arte doras de realidades en el campo de la belleza, musical llega a tener una función social de de la justicia y de la dignidad humanas. primer orden. La mujer, para realizar los fines de ennoblecimiento moral y social a que me he referido anteriormente, debe internarse en el II campo de la música, en este dominio en donde las más altas virtudes se expresan y constitu­ El Arte, base de una nueva cultura yen mensajes de paz. El arte musical, más que cualquiera otro ar­ Para .ser congruente con la finalidad social te, sabrá entregarnos los secretos de la supe­ a que me he referido, la mujer debe llegar a] rioridad masculina, no para buscar dominio, si- campo del arte con el corazón pletórico de en­ no para sabernos prodigar como siempre lo tusiasmo y tratar de descubrir los secretos d

por FRANCISCO FROLA

Es muy difícil orientarse en el laberinto del supuestos ya cerrados desde hace muchos presupuesto estatal fascista, para valuar los meses... sacrificios' que Mussolini impuso al pueblo ita­ Si se tiene en cuenta este empleo de las ci­ liano para hacer frente a los gastos enormes fras, parece evidente que el ejercicio de 1926­ provocados por su política de guerra. 1927, que se presenta con un excedente de 437 En el dominio financiero eí fascismo se bur- millones, en la realidad tiene un déficit de la atrozmente de los italianos y de los extran­ 1089 millones. Para el ejercicio ele 1927-1928, jeros presentando estadísticas "camouflées" y un déficit de 539 millones substituye igualmen­ haciendo imposible cualquier estudio serio: ha­ te el excedente de 227 millones. ce aparecer decenas de billones en el activo Los gastos más pesados son actualmente los mientras en la realidad existe un déficit es­ militares y los de policía interna. A las cifras pantoso que pesa como una hipoteca inextin­ oficialmente confesadas hay que añadir algu­ guible sobre el porvenir del país. nos datos que se pueden descubrir ocultos en Ya en 1929 los expertos de los banqueros de varios capítulos del presupuesto... Nueva York habían juzgado la situación ita- Los gastos del servicio de policía se han ele­ liana en los términos siguientes: vado para el año de 1926-1927 a 1.459 millones "El presupuesto de Italia es ahora un ver­ de liras, mientras Francia gastó para el mismo dadero rompecabezas chino. Algunos gastos fin y en aquel mismo período sólo 507 millo­ importantes están divididos entre varios ejer­ nes de francos. Por otra parte, si los gastos cicios y pesan de tal manera sobre los presu­ aumentan las entradas disminuyen. Resulta de puestos futuros que no les dejan ningún mar­ los mismos documentos oficiales que para el gen de seguridad. En segundo lugar ocurre ejercicio de 1926-1927 las entradas se reduje­ que gastos nuevos se ponen con cargo a pre- ron en 1.126 millones de liras y que en el curso VIDA FEMENINA Pág.22 del ejercicio de 1927-1928 hubo una nueva dis­ chas todas las operaciones para hacer marchar minución de 2.456 millones de liras." la máquina de guerra. El 26 de mayo de 1934 Mussolini mismo de­ Esa situación viene empeorando siempre claró: "Yo soy el primero en proclamar que más. Después de la guerra de Abisinia el go­ la presión fiscal ha llegado a su límite extre­ bierno fascista cesó la publicación de cualquier mo y que es necesario dejar por algún tiempo dato que pueda servir de indicación sobre la absolutamente tranquilo al contribuyente ita situación de las finanzas del Estado. De vez liano, y, si esto fuera posible, descargarlo para en vez aparecen estudios parciales hechos por que no tengamos que verlo aplastado, muerto, técnicos, que dan alguna luz sobre la realidad. bajo el pesado fardo de los impuestos." Para que aparezca un activo en lugar de Coherentemente (¿ ?} con las declaraciones un déficit, el gobierno fascista ha adoptado del Duce los impuestos desde 1934 hasta 1936, el sistema de publicar en el activo las cifras y solamente en relación con las 3 categorías relativas a las entradas ordinarias y extraor­ principales, aumentaron en un billón y medio. dinarias, y en el pasivo solamente las cifras de En 1934 el producto global de los impuestos los gastos ordinarios. De manera que los gas­ directos, de los impuestos indirectos sobre el tos para la guerra de Etiopía, que sólo en el consumo y de los impuestos sobre los negocios, período de las operaciones militares llega a fue de liras 12.502.890. En 1935 esta cifra fue unos1 30 billones, no están comprendidos en el de liras 13.837.214 (ver "Anuario Statistico Ita­ presupuesto. liano" de 1937, pág. 208). El economista fascista profesor Arias, un Pero los impuestos solos no pueden hacer año antes de ser víctima de las medidas ra­ frente a las necesidades formidables de la gue­ cistas publicó un artículo en el "Popólo d'Ita­ rra. El gobierno estuvo obligado a recurrir a lia", que es el órgano personal de Mussolini yarias operaciones financieras para procurarse (el 3 de febrero de 1938), un cuadro en el recursos extraordinarios. La más importante que aparece claramente el sistema vergonzoso de estas operaciones, que dio al Estado más con el cual se engaña al contribuyente italiano. de 7 billones de liras para el financiamiento Me limitaré a citar las cifras publicadas por de la guerra, fue el empréstito forzoso sobre el profesor Arias para los dos ejercicios de la propiedad inmueble. 1935-1936 y de 1936-1937. Para estos dos años Este empréstito, que fue una verdadera exac­ las declaraciones oficiales dan un activo de ción forzosa sobre el capital, fue lanzado 1550 y 1289 millones de liras. En la realidad en octubre de 1936 obligando a los propieta­ existe un déficit de 12.686 y 16.230 millones rios de casas y terrenos a pasar al Estado el de liras. 5 % del valor de sus bienes. Los datos del profesor Arias fueron confir­ El gobierno .fascista se posesionó después de mados en la Cámara de Diputados por el mi­ los ahorros de las clases trabajadoras. Había nistro de hacienda, Thaon di Kevel, el 18 de en depósito en las diferentes cajas de ahorros mayo de 1938. cerca de 75 billones. Más de la mitad de este Declaró que desde el I9 de julio de 1934 dinero pasó al Estado, que en cambio dio títu­ hasta el 31 de marzo de 1938, el gobierno fas­ los prácticamente nulos. cista había empleado 36 billones de liras en Pero la voracidad del fascismo no se quedó gastos1 extraordinarios y anunció que se pre­ ahí. También las cajas de los seguros sociales veía para el ejercicio de 1938-1939 otros 12 fueron robadas y asimismo las garantías y las billones. Estas cifras están seguramente por reservas que las sociedades por acciones deben debajo de la verdad, pero nos autorizan desde crear en el acto de su constitución. ahora a declarar que la guerra de Etiopía y No existe en Italia un solo depósito de di­ la invasión fascista en España han costado al nero, aun oculto, que no haya soportado el pueblo italiano cuando menos unos 50 billones. asalto del gobierno fascista. Todos estos fon­ ¿Pero cómo pudo el fascismo obtener una dos, de los cuales el Duce indebidamente se cantidad fan fabulosa para financiar la guerra 1 posesionó, fueron destinados a financiar la lia, contestación es fácil: con todos los medios: guerra, primero contra el pueblo etíope, des­ empréstitos obligatorios, devaluación, exaccio­ pués contra la independencia de España y aho­ nes forzosas sobre los fondos de las cujas de ra contra la integridad de los estados europeos. ahorro, sobre los capitales de los seguros so­ Así, pues, el gobierno fascista pudo encontrar ciales, aumento de los impuestos, han sido he- (Sigue en la pág. 40). MAYO, 1940 Pág. 23 ^Debemos ^Tratar- Gomo Un (Bandido a CALemama

OTRA VEZ LOS BARBAROS QUIEREN DESTRUIR A BÉLGICA

do del derecho, y porque quieren el dominio El senador nacional doctor Alfredo L. de sus apetitos, sobre todos los pueblos, supri­ Palacios hizo al diario "Crítica" las si­ miendo la libertad. guientes declaraciones, que transcribi­ Los hemos visto violar tratados, burlarse de mos por expresar con energía y claridad su palabra empeñada, solemnemente, destruir puntos de vista dignos del alto pensador ciudades abiertas, talar los campos; los hemos argentino. visto deportando pueblos enteros y esclavizan­ do a los hombres, renovando así el despotismo de los imperios antiguos que sólo significaban —El violador de su fe que ha vuelto a in­ fuerza y que se debatían en un gran rebaja­ vadir a Bélgica, aureolada, de nuevo, por e) miento moral. martirio, dirá pronto como Macbeth: "No bas­ Todos los hombres son nuestros hermanos, tará todo el océano para lavar la mancha de es cierto, pero algunos de nuestros hermanos sangre de mis manos", comenzó diciendo e] se han convertido en lobos y menester será de­ doctor Palacios. fenderse de ellos. El pueblo argentino ama a Bélgica, porque Maeterlinck, el poeta magnífico de la Bélgi­ ya otra vez la patria de Verhaeren y Maeter­ ca inmortal, que era un verdadero apóstol de linck, atacada traidoramente, mantuvo la es­ la bondad, dijo que un nido de avispas no po­ peranza sagrada y salvó al mundo. día transformarse nunca en un nido de abejas. Los trabajadores, convertidos en héroes, ra­ tificaron la afirmación de César que proclama­ "HEMOS DE TRATARLA COMO A UN ba la bravura de los belgas en las Galias. BANDIDO" Otra vez los bárbaros quieren destruir a Bélgica. Bárbaros, porque subordinan la mo­ Alemania es el atropellado!- de los caminos, ral a sus instintos; bárbaros a pesar de sus "road-hog" y hemos de tratarla como a un universidades, donde se efeictúa el adiestra­ bandido. miento, donde se trasmutan los valores ('lieos, El concepto de la soberanía del pueblo es donde se disipan las dudas ideológicas. Bár­ desconocido en la historia de Alemania. En baros porque sólo aman la fuerza, presciudien­ (Sigue en la página 26) Pág. 24 VIDA FEMENINA

PEDRO B. FRANCO

Tres Mensajes

Tres mensajes ha reunido el maestro Pedro B. Franco, en una artística plaquette, en limitada edición de 50 ejemplares. Son tres mensajes que da al viento de América, pro­ picio aun a la difusión de ideales nobles. Tres mensajes que dicen su batallar de ciudadano libre, de maestro fervoroso y de soñador impenitente. El mensaje del padre, El mensaje del niño y El mensaje del maestro, como también el Código de los derechos del niño, reunidos en esta plaquette, aprisionan, sobre elegantes páginas, los sueños de un infatigable obrero del presente y del porvenir. MAYO. 1940

EL MENSAJE DEL MAESTRO

Ser maestro es pertenecer a lo que vendrá. Sueño con una sociedad mejor, sin esclavos, Es mirar siempre adelante. Es buscar al hom­ sin explotados, sin privilegiados. bre en el niño de hoy. Y puesto que me toca El mundo marcha hacia la fraternidad y la formar hombres, el primero de mis deberes es escuela debe adelantarse. Todas las patrias han ser hombre. Ni apóstol, ni héroe, ni santo: de ser queridas. Porque todas las Naciones hombre. Y siéndolo, todo lo humano es dulce contribuyen para la existencia material, eco­ a mi corazón y halla sitio en él. Nada más nómica, científica, estética y espiritual de ca­ cerca mío y que más se adentre en mí que la da Nación. En el patio de la escuela ha de infancia y sus problemas. Pero también están plantarse el árbol de la fraternidad y la co­ conmigo los esfuerzos, la angustia, los sueños operación : jugando bajo su sombra, los niños y las esperanzas de todos los que trabajan, de aprenderán a realizarlas entre los hombres. todos los que producen. Soy un obrero al servicio de Indoamérica, Vengo a humanizar la escuela, a vitalizarla de la solidaridad y la paz indoamericanas. Hay y a sembrar en ella trabajo, amor, tolerancia, que acudir al arbitraje para cualquier litigio bondad y alegría. internacional. Y decir atrás a los traficantes Respeto la personalidad, la conciencia y los de la muerte, a los que dividen y venden a las derechos del niño. Anhelo que todos los niños patrias. Paso a los trabajadores, a los sabios, nazcan con honor y que, por haber nacido, to- a los artistas. Y decir atrás a los fusiles, las dos tengan iguales oportunidades para cultivar ametralladoras y los cañones. Paso a las fábri­ y desarrollar todas las aptitudes que la Natu­ cas, los libros y los laboratorios. raleza les haya otorgado. El acceso a la cultura para todos, sin más limitación que las capa­ En un combate cotidiano contra la ignoran­ cidades de cada uno. cia, las sombras, los prejuicios y la mentira no Sostengo que la escuela laica es constructiva conozco pansa, ni cansancio, ni desaliento. To- y suficiente para la educación moral de un do yo soy fe y tenacidad. Y si alguna vez los pueblo. La razón y no los dogmas es lo que obstáculos me arredran momentáneamente y trae el progreso en la vida .interior y en la pretenden detenerme, sé reconfortarme en las vida social. pupilas limpias de los niños, sé poner en mi Creo en la libertad y en la justicia. Las amo. boca una canción infantil y só llenarme de Las escucho. Las sigo. azul en . Pág. 26 VIDA FEMENINA Debemos tratar como un bandido

('Viene de la página 23)

1850, la Constitución de Prusia estableció la Bernhardi afirma que el deber de Alemania es responsabilidad ministerial, debido a la influen- la supremacía, abriéndose paso a sangre y fue­ cia del movimiento revolucionario del 48, pero go, y sin parar mientes en los derechos de los al rey no le plugo ese sistema y por un de-pueblos. creto reformó la Constitución, estableciendo el régimen del gobierno personal del monarca. "LA FUERZA NO DEBE PRIVAR SOBRE Primó, siempre, la fuerza sobre el derecho. En EL DERECHO" 1870, el militarismo prusiano hizo lo que no se El concepto de la fuerza, privando sobre el animaron a hacer los aliados, después de Wa­ derecho, está encarnado en la vida de Alema­ terloo: mutilar a la madre Francia. Nada im­ nia hasta el extremo de que la ciencia se im­ portó que los alsacianos expresaran su firme pregna de violencia desorbitada. voluntad de continuar siendo franceses; nada, Los estadistas alemanes olvidaron el impera­ que Foustel de Coulangs expresara, virilmente, tivo categórico de Kant para sostener, en cam­ a Momnsen, que el principio de justicia, con­ bio, que toda consideración de orden moral de- sistía en que una población no pudiera ser go­ be subordinarse al Estado, a la necesidad mili­ bernada sino por las instituciones que libre- tar. La moral es un medio para el Estado, di­ mente aceptasen; nada importó que Renán in­ ce Treitshke con franqueza rayana en el cinismo. vocara los principios de la Revolución, que ha­ Fatalmente debía ser consecuencia de todo bían hecho entrar la moral en la Historia, ni esto, que "la obediencia es el primer deber cí­ que afirmara en su famosa carta a Strauss, que vico", y así se organiza el adiestramiento. toda anexión de comarcas, sin la aquiescencia Tal sistema mental aplicado a la vida públi­ de sus poblaciones, es un crimen. Ahí estaban ca, revela un estado de patología social que los representantes de la fuerza: Moltke, Bis­ representa un enorme peligro para el mundo. marck y Treitsthke, la trinidad del "Estado Como vemos, Hitler no ha inventado nada. Divino" que desconoce toda la obra de los filó­ Sólo ha perfeccionado los métodos brutales y sofos del siglo 18 y que se mueve por encima ha aumentado la fuerza de la máquina de gue­ de la moral y del derecho. rra, implacable, terrible, que desencadena el La clase gobernante de Alemania no tiene huracán sobre los pueblos, para abatir la civi­ más ideal que la fuerza. Hoekel, Hauptman, lización de Occidente. Lamprecht, establecen el lazo de unión entre Todos los hombres libres deben estar contra la ciencia alemana y la violencia bárbara. el bárbaro.

•LMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIllllUIIIIIIUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIMIlilllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll^ CONDE & Cía. ¡ • OBRAS SANITARIAS I | • GAS - INCENDIO | | PERÚ 84 - U. T. 33, Av. 9907 ( iiiiiiiihiiiiiiiiiiiiiiriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiHiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiin MAYO, 1940 V&g. 27 CAMPEÓN DE En todos los concursos nacionales Como es nervioso, hay que tener cuidado de tiro al blanco en que ha participado, de no rozarlo ni con un suspiro dejó sin primer premio a sus rivales: porque es terrible: Cuando está enojado, donde quiera que él fue siempre ha triunfado. por cualquier cosa, ¡ purn!, le pega un tiro.

Es un gran tirador. Nadie lo iguala, Pero no sólo es siempre la cabeza pues maneja el revólver a su antojo. lo que le falla al hombre: Cierto día En donde pone el ojo va la bala se encontró con un hombre de entereza pero no sabe donde pone el ojo. i y le falló también la puntería

Porque no basta sólo tener vista y a pesar de entrenarse diariamente y ser un tirador muy afamado tirando al box, al blanco y a la espada, —de nada sirve ser equilibrista esa vez, por malcriado e insolente, si no se está a la vez, equilibrado—. le taparon la boca a cachetadas.

Con este loco hay pues que estar alerta Después de recibir esa lección, debido a que en lo que hace no repara. ya no se deja dominar por la ira Si bien donde dispara siempre acierta, y aunque sigue tirando, hoy, el campeón él no acierta jamás a quien dispara. mira, antes de tirar, a donde tira.

FRAY ORTIGA

G.-DE TRILUSSA^ Junto a la fuente del jardín sentada, fija la vista en la estameña lila, una señora joven y agraciada borda unas amapolas y vigila lds juegos de la niña. Mas no deja de dirigir miradas prudenciales a la cancela de labrada reja que cierra el pabellón de los rosales. —¡Qué haces, Niní! ¿Te cansa la pelota? —No, mami; estuve haciendo esta barquilla. Pero le entra agua y, ya lo ves, no flota.

(No vio la buena madre a la chiquilla cuando del bolso le sacó una esquela.) —¡Pero, hija mía! ¡Te has manchado todo tu vestidito nuevo con el lodo!... Y miró una vez más a la cancela. Mientras tanto, el efímero barquito, al dar contra unas hojas de laurel, se deshizo, y abrióse el pliego aquél que así será la cita más velada. precisamente en el lugar escrito: Rompe osta carta, y ten mucho cuidado "Ven al anochecer, Mario adorado, de que la nena no sospeche nada." 28 VIDA P B M K N 1 N LA MUJER EN LA Que cada uno cargue con sus pecados, y pa­ guna rueda que marcha mal y de cuyo funcio­ gue las consecuencias de sus yerros, parece ser namiento deficiente pueda culparse al femi­ la única fórmula moral que impone la vida. Y nismo. Y después ¡duro y parejo con él! Pocos a qué precio se pagan los yerros, lo sabe bien hechos les revuelven tanto la bilis a unos y esta doliente y enloquecida humanidad de 1940. otras, como esta cruel realidad que vivimos y En estos momentos apasionantes todo argu­ que se concreta en legiones de mujeres que, de­ mento resulta bueno, cuando se espera entor­ jando sus hogares, marchan a la fábrica, al pecer con él la marcha de un ideal que molesta taller o a la oficina desde muy temprana edad. a nuestra idiosincrasia. El feminismo tiene mu­ ¿Hay en esa indignación una idea previsora chísimos detractores. No sólo hombres, también y generosa que les dice que esas mujeres van hay mujeres que se espantan ante la posibili­ a-malgastar su salud en un trabajo agobiador? dad que algún día tengamos los mismos dere­ ¿Piensan que esos brazos femeninos entregados chos civiles y políticos que el hombre. al trabajo privan de caricias a muchos peque­ Otean con ansias tan implacables como las ñuelos? Tal podría ocurrir en el bello país de de cualquier hombre retardatario, los mil re­ Utopía. Aquí, en la mayoría de los casos, su­ covecos del engranaje social hasta localizar al­ cede que yendo las jóvenes proletarias a la fábrica, quedan sin sirvientas muchas señoras, y el problema del servicio doméstico se agu­ diza terriblemente... Este drama no entorpece nuestra digestión, pero en realidad en el problema de la mujer proletaria hay un drama intenso y cruel, que se desarrolla lenta e implacablemente, y cuyo epílogo no puede ser más sombrío. La mujer trabaja en la fábrica con tanta efi­ ciencia como el hombre, pues su prolijidad y su tenacidad en el trabajo, que ya nadie discute, la han colocado en un terreno firme, como uni­ dad productora. La máquina realiza la parte de trabajo rudo, la que exige despliegue de fuer­ za muscular; sólo pide al operario atención, constancia y una serie de movimientos inteli­ gentes que la mujer ejecuta admirablemente. ¿Cómo se retribuye esta labor femenina, que rinde igual que la labor del hombre? Muy nial. Con salarios ridiculamente exiguos, que a veces apenas llegan a ser la mitad de los que perci­ bía el hombre. Y en esta realidad infame, muchos creen ver un justo castigo. ¡Eso es lo que han ganado las mujeres con sus dichosas prédicas! Nos dejan sin trabajo a los hombres, y ellas se matan trabajando por una miseria! Si un topo atacado de cataratas pudiera ha­ blar, no diría estupidez más perfecta, luego de asegurar: voy a escudriñar en la entraña de la sociedad... Sin embargo, esbozando una amable sonrisa, MAYO, 1940 Pág. 29 FABRICA POR MARÍA L BEfcRONDO

hay que oírsela decir a muchos reyes de la creación. A veces, ellos no son proletarios, pues a los proletarios la ofuscación les sería perdo­ nada, porque el problema les toca muy íntima­ mente, Pero cuando hablan señores sociólogos y dicen rotundamente ¡ ¡ mu!! desde sus ga­ binetes confortables, muchas1 ilusiones ruedan por tierra. ¿Qué tiene que ver el feminismo con la vo ' racidad patronal, que es la que empuja a las mujer al trabajo, sabiendo que ella es más dócil, incapaz de agremiarse, incapaz de defen­ der su salario con la energía que ya aprendió a emplear el hombre? ¿Qué tiene que ver el feminismo con esa ma­ niobra falaz del capitalista que instala su fá­ brica y sólo admite en ella mujeres, porque las sabe más mansas y más abnegadas, más capa­ ces de trabajar por casi nada, con tal de llevar cas feministas: Va lisa y llanamente porque la un bocado de pan a sus hijos o hermanitos? necesidad la impulsa. Ella ha servido para que­ Si el feminismo hubiese podido esclarecer brar la resistencia obrera a la voracidad pa­ la mentalidad de las mujeres en la medida que tronal, no acuciada por veleidades de pensa­ lo sueñan muchas feministas, no asistiríamos al miento, sino empujada por exigencias de estó­ espectáculo actual, sobremanera chocante, por mago. Quien no vea esto, sus causas tendrá. antihumano: la' mujer en desleal competencia El dueño de la fábrica —el hombre que tiene con el hombre. automóviles, palacios, sirvientes de toda cate­ No veríamos neutralizada por una viveza goría, desde el portero hasta el juez, pasando patronal (emplear mujeres despreciando a los por el policía y el abogado— se presenta ante hombres) el esfuerzo valiente de los gremios su espíritu que no sabe rebelarse, ni profundi­ y partidos políticos obreros, que habían logra­ zar, como un ente invencible. ¿Qué puede hacer do mejoras de salario y condiciones de traba­ ella sino trabajar y sufrir, humillarse y aguan­ jo, pues el feminismo enseña a las mujeres a tar? ¿Dónde y cuándo le explicaron que frente defenderse y defender su hogar, y si por el a esa fuerza avasalladora del capital hay otra, feminismo fuera, estarían las mujeres en los la fuerza del trabajo, que debe ennoblecerse y gremios y partidos políticos ayudando al hom­ debe levantarse más alio que aquélla, porque bre en la lucha áspera de la dignificación hu­ está formada de músculo y cerebro humanos? mana. ¿Quién le lia dicho que frente al oro, el obrero No cuesta mucho identificar al enemigo del con su sacrificio lia ganado algunas batallas y hogar proletario. que es necesario seguir en la brecha para afir­ La mujer no marcha a la fábrica, a trabajar mar esas conquistas y lograr otras? por un salario ridículo, soliviantada por predi­ Los hombres pocas vives hablan de estas co­ Pág. 30 VIDA FEMENINA sas con las mujeres. Las mujeres no entienden, y ellos no hacen nada por que entiendan. Pero it it it está en el interés inmediato de ambos que en­ tiendan. Yo no voy a quebrar lanzas defendiendo nuestro entendimiento, pero creo que si se ha­ PARALELAS blara clara y sencillamente, muchas cosas se entenderían. No alcanzo a comprender —es decir, no en­ tiendo— por qué en algunas asociaciones que Los ríos son caminos que se echaron a andar se dicen gremiales, les hacen entender a las en busca de las verdes ciudades del mar. mujeres cosas que en nada van a resolver el problema doloroso de la miseria proletaria. II Nuestro entendimiento pecará por zurdo: lo admito, si eso causa a alguien satisfacción; será En el palacio azul de la laguna impermeable a las nuevas ideas, pasemos tam­ peinaba nubarrones el peine de la luna. bién por esto; pero todo ello no autoriza para que en lugar de enterar prolija y paeientemen 111 te a las obreras argentinas de la realidad social argentina, insistan en convencerlas de cosas Las hojas secas son las canas de las plantas, tan peregrinas como: la familia es un prejuicio pasa el barbero viento y las arranca. burgués; el hogar ata y estorba para el desen­ volvimiento integral de la personalidad; el amor ri no reconoce barreras, y mil otras cosas que no enseñan a defender el salario, ni aclaran en un Cuando el peón va enterrando la', simiente punto el intrincado problema de la relación de los sexos. la miseria le llora por la frente. Por el momento urge conseguir que a igual JACOBO V CÁRCAMO. trabajo paguen igual salario; así terminará la inicua explotación del trabajo femenino en las1 fábricas y habrá terminado un factor de en­ cono y discordia en el hogar proletario, donde hoy no trabajen muchos hombres por culpa de GO la mujer. Ya la mujer, a través de la historia humana, lleva un buen fardo de culpas. Tantas enormi­ dades ha cometido la mujer, que cualquiera EL JUMENTO MURMURADOR piensa: ¡qué feliz habría sido el hoa\bre, sólito en la tierra! Y ante esta nueva canallada de Señor: es fuerza que la sangre corra. la mujer, que le desbarata sus coaquistas de sa­ —dijo al león, solícita, la zorra—; lario, la verdad salta: ¿qué hubiera hecho el capitalismo sino doblarse ante las exigencias sin cesar, el estúpido jumento obreras, si no descubre tantos brazos femeni­ de ti murmura con furor violento. nos capaces de trabajar? ¡Ah! ¡la mujer! ¡Qué feliz habría sido el ¡ Bah! —respondió la generosa fiera;— hombre, sólito en la tierra! déjale que rebuzne cuanto quiera. Mientras esa divina soledad no sea suya, y Pecho se necesita bien mezquino mientras subsista el problema planteado como en este momento, debe de elegir entre ayudar a para sentir injurias de pollino. la mujer a capacitarse intclectualmente, entre impulsarla a que lo acompañe en el gremio y JUAN E. HART^ENBUCH. en los cuadros de los partidos políticos que de­ fienden sus intereses, o hacer con ella una ba­ rrida al estilo hitleriano. Esperamos su deci­ sión. MAYO, 1940 Pág. n

EL CUENTO DEL 15 Las Tres Cosas nn, Del lio Juan

Todo el pueblo sabía que Apolinar se estaba sando primero bajo la llorosa parra, que ten­ derritiendo vivo por Lucía, y que, aunque ésta día sus sarmientos como cuerdas secas, y des­ no se derretía por nadie, no ponía mala cara pués por el angosto corral atestado de aperos a las solicitudes del mozo. Matrimonio igual: de labranza y cachivaches de vendimia. En la ella, joven, guapa, robusta, y, de añadidura, puerta de la bodega enrédesele un manojo de rica; él, en los linderos de los veinticinco, no telarañas en el "bombín", y tragando saliva pobre, medio señoritín, por lo que iba para al­ entró en la obscura pieza. calde, y entrambos hijos únicos. No faltaba al —¡ Tío Juan; eh, tío Juan !. naciente afecto más que el sacramento de la —¡Aquí! ¿Eres tú? Con ese jinojo de tin­ confirmación, y para eso no había otro obispo glao no se ve gota. sino el tío Juan "el Plantao", padre y señor Estaba el hombre muy metido en faena, en natural de la dama requerida. mangas de camisa, despechugado, con una pe El ilustre linaje de los "Plantaos" distinguió­ lambre de pecho que parecía una maceta de 1 se desde muy antiguo tiempo por una terque­ albahaca. Era más que medianamente aperso­ dad nativa, de que estaba justamente orgullo­ nado, canoso y fuerte, y sudando como estaba, so, y, de haber querido proveerse de heráldica, parecía un oso polar. su escudo no fuera otro que un clavo clavado —¿No se figura usted a lo que vengo? por el revés en una pared de gules. Apolinar —A tomar un jarrillo. sentíase cohibido por esta testarudez heredita­ —No, señor; a tomar un parecer. ria, y recelaba que el tío Juan saliese con una —Pues no es lo mesmo. Pero, anda, suélt-.i­ gaita de las suyas, porque era hombre que no la; que no hay hombre sin hombre. se apartaba de sus síes o sus noes así lo hicieran —Con esa licencia.. no sé cómo le diga que pedazos. Lucía me tira un poco, un pocazo, si se han de No hubo más remedio que pasar el Rubicón... decir las cosas conforme son. Y como me" pa­ y tirarse de cabeza en aquellas honduras in­ rece a mí que yo también le tiro una migaja, sondables de la voluntad paterna. El tío Juan venía, porque es razón, a decirle qué le parece había dicho una vez: "¿Qué trae ése por aquí.'"' a usted de este tiraero, que va por buen fin T para los que le conocían el genio, era bas­ y por derecho camino. tante. Dióse tío -luán cuatro rasponazos en el tes­ —Ahora que está tu padre en la bodega, voy tuz, y, volviendo las espaldas, fue a buscar el y se lo espeto, y Dios quiera que pueda salir jarrillo y la venencia, y con ambas cosas en con cara alegre... Pero antes dirm\ para quf> las manos, como quien echa el "Dominus vobis- lleve fuerza, que me quieres, como yo te quiero, cum", se abrió de brazos, diciendo: con los redaños del alma. —Todo el toque del hombre está estre un —Apolinar, que me aburres con tus quere­ sí y un no. Así es que, antes de soltar una u res y tonteos. Si quieres decírselo, anda, y lo otro, hay que rumiar bien las cosas. Tomare­ que saques a mi padre del buche, eso sei'á, mos un par de alumbradores y que Dios sea porque yo también soy ""planta" con lodos. Renegando de aquellos bravios rigores de la Y después de beber por riguroso turno, que­ casta, encaminóse Apolinar a la bodega, pa- dóse (ío Juan rumiando aquel escopetazo, eo­ Pág. 32 VIDA FEMENINA

LA PRIMERA RIÑA, cuadro de A. Corelli mo un hermoso y prudente buey, que no pone que me quita el resuello de cuando en cuando; la pata sino en terreno firme. que al que tenga ese querer, véalo yo una vez —Pues, atento a eso, digo que me parece a siquiera trincar un bocado de hierba sin doblar mí que la mujer se hizo para el hombre y el los corvejones, ni acularse, ni tenderse; que el hombre para la mujer... y que por eso tiran tal me.dé candela en la palma de la mano el el uno del otro. Pero como ni el hombre ni día de mi santo por la mañana, y esto ha de la mujer son siempre libres, otros han de aga­ ser con sosiego, sin hacer bailes, ni meneos, ni rrarse a la maneera para que el surco salga bien soplar, ni sacudir. derecho y la simiente no se desperdicie. Yo. —¿Nada más? que por lo de ahora soy el gañán en este ne­ —En eso me he plantado, y ha ríe ser a lo gocio, te digo que quien quiera ayuntarse con justo; que ni sobre ni falte. mi cordera ha de hacer tres cosas, sin que nin guna le perdone; no haciéndolas, ya se puede —Tío Juan, vaya usted preparando el yugo ir con viento fresco y levantar la parva. más fuerte que haya en casa, porque yo me lo echo encima, si Dios no dispone otra cosa. —Aunque sean trescientas haré yo, con tal de meterme debajo del yugo. Eche usted, tío Y Apolinar salió de allí con la cara radiante, Juan, por esa boca, que ya se me hace tarde, bailándole los ojos en una ráfaga de alegría y aunque me mande cargar con la bodega, to­ loca y dando al viento como romántica pluma davía me había de parecer mandato ligero, se­ aquel jirón de telarañas ,que se regó en el gún lo encalabrinado y emperrado que estoy sombrero. con el aquel del tiraero que ya 3e he dicho. —¡Troncho, qué suerte! Lucía, me ha dicho —No soy tan bárbaro para mandar lo que tu padre que te vayas preparando, que tene­ está fuera de las fuerzas del hombre, por ani­ mos que abrir un surco. mal que sea. Las tres cosas que pido son éstas­ —¡Qué tonto eres! ¿De qué surco hablas? que me traigan todos los días la primera ga­ Me parece que viene su merced algo repuntado llinaza que suelte el gallo al romper el alba, y que el jarro habló más que las personas. para hacer un remedio de este dolor de ijares —Te hablo de.1 surco que han de hacer en MAYO, 1940 Pág. V, el mundo todas las yuntas humanas Verás qu'; placida con la ofrenda del sudor humano que labor más dulce. riega el terrón y fecundiza el m^ndo. —¡ Pero qué borrico te has vuelto! Al dar de mano, dijo el jefe de la cuadrilla: —¿No has visto la sementera? * —No. Y Apolinar sintió una vergüenza muy honda "La del alba sería" cuando Apolinar acudió por aquella confesión hecha en pleno campo. solícitamente a su corral sin quitar ojo deJ —Pues, vamos, hombre; hay día para todo. gallo hasta que dio de sí el extraño remedio Tengo una disputa con tu primo Epifanio; ¿i, del mal de ijares, que en caliente recogió, bien que lo suyo es mejor; yo, que lo tuyo. Como así como si llevase dentro una preciosa esme sementera temprana, la cebada nos llega a la raída. Cumplida por aquel día la primera con­ rodilla; el trigo parece un forrajal. dición y no sabiendo qué hacer a tales horas, Y fueron al sembradff, que con su verdor tan desacostumbradas para su vigilia, fuese .alegraba el alma, y en ella- sintió Apolinar una con los cavadores a su majuelo a "matar el voz gozosa que parecía brindar en otra man­ tiempo" hasta que el estómago le avisase. Al cha verde y lozana, gritándole: "\ Todo es tu- llegar a la viña, dijo a los jornaleros: yo; regocíjate, o no eres hombre!" —Vamos a ver, muchachos; un cuartillo de Y se regocijó honradamente, paternalmente, vino hay para quien, sin doblar ]os corvejones, como si toda aquella vigorosa fuerza germina­ ni acularse, ni tenderse, trinque un bocado de tiva hubiese salido de sus propias entrañas. sarmientos. > —¡Yo que no había visto esto! ¡Maldito sea —¿Pero eso qué tiene que hacer? ¡Valiente el casino y las cartas y quien las inventó! hombría! ¡Malditos los tabernáculos, que nos chupan el Y cuatro o cinco, los más jóvenes, salieron tiempo y no nos dejan ver esta gloria, esta del grupo y doblándose y enderezándose sacó bendición de Dios derramada por los campos! cada cual un sarmiento del modo y manera Los sembrados del primo Epifamo no resis­ que los palomos cogen pajitas para hacer el tían la comparación. La tierra era la misma; nido. pero rutinas, codicias, caprichos, ignorancia y —A ver yo... necesidad la habían esquilmado y empobrecido. ¡ Que si quieres! Cuantas veces quiso probar El viejo jornalero explicaba el caso: dio de cabeza en el montón. Una risa franca —Dale a un trabajador carne y vino; a otro, y noblota alegró el majuelo, y hasta el sol, de papas y tomates. Eso es la tierra; un trabaja­ color de cereza, que subía por la cuesta azul, dor. Según le eches, así produce. parecía una gran cara hinchada de risa-. Apolinar sintió que otro amor sano y fuerte —Para hacer eso hay que criar mucha fuer­ se le entraba en el alma: el amor a la tierra, za de espinazo y que las patas no se blandeen. el amor a lo suyo, el gozo íntimo y callada Es menester cavar viñas y darle al ¿uerpo bue­ del que posee, del que se conforta al calor del nos remojones de sudor. surco, como semilla que germina, brota, crece —'¿Sí! Venga un azadón. Este no pesa; y se reproduce. otro... —¿En qué estaría yo pensando? Tío Agapi­ to, usted me hace un hombre. Voy a echarme Y como general que arenga sus tropas, dijo, al campo como una fiera. blandiendo el instrumento ¡ —¡ Al campo, al campo! Esa es la ubre*... —Hoy seré uno de tantos. Hay que apre­ ¡ Si vieras a cuánto gandul mantiene el campo! tar.. ., y no os compadezcáis de mí si veis que —Yo soy el primero. Mejor dicho, lo fui. reviento, porque necesito echar un espinazo que Ya soy otro. Me duelen los pies..., zapatos sea a la vez tronco de olivo y vara de mimbre. de vaca... Me duele la cabeza..., tiraré este Aquella fue una jornada heroica. Los ca­ apestoso "bombín" y compraré un sombrero vadores, viendo cuan gallardamente trabajaba de esos fuertes, como si los hicieran de cerdas Apolinar, mermaron cigarros, ahorraron colo­ de cochino. No más vestidos de Carnaval. quios, apresuraron meriendas y sacaron el unto Tío Agapito, un abrazo, y pídale u.«ted a Dios a sus brazos. Al ponerse el sol, no presentaba que allá, por la primavera, pueda yo comer aquella cara burlona, henchida de risa, con que hierba sin doblar los corvejones. apareció entre las brumas de la mañana, sino No durmió bien, porque el excesivo cansan­ otra muy grave, casi austera, que parecía com- (Sigue én la pág. 36). Pág. 34 VIDA F E M E N 1 N A

DISPOSICIÓN DE UNA MESA PARA SEIS PERSONAS I 1. Copa-Jde champagne o sida. 2. „ " „ agua. 3. „ „ vino, 4-5. Fuente de mayonesa. 6. Servilletas.

MESA Y MENÚ PARA UNA FIESTITA DE CARÁCTER FAMILIAR

MENÚ HOJALDRE

Mayonesa de pescado. Arroz a la Valenciana. Modelo de vueltas según discreción Pollos saltados aderezados con guisantes fres­ cos o de conserva. INGREDIENTES Postres. Frutas surtidas. Un kilo de harina. Mil hojas. Un kilo y 100 gramos de* manteca o margarina. Café. 4 yemas de huevo. VINOS Una copa de vino blanco. Mendoza, blanco o tinto. Una cucharadita de sal fina. Agua necesaria. Es regla general en casi todos los1 hogares, por más modestos que sean, celebrar fiestas de Preparación vez en cuando por recuerdos íntimos, ya sean cumpleaños, nacimientos, enlaces o fiestas pa­ Con 750 gramos de harina se forma sobre trias, en las cuales las familias suelen reunirse, la mesa un círculo, en el centro del mismo se no faltando en esas reuniones invitados de ma­ ponen las yemas, la sal, el vino y 100 gramos yor intimidad. de manteca o margarina; esto se trabaja bien, En estos casos, es un problema para la dueña en seguida se le adiciona agua para dejar una de casa pensar en lo que preparará de comer masa parecida a la masa cruda del pan francés, para salvar el compromiso del momento. más bien un poquito más blanda. Una vez bien refinada la masa, se deja descansar durante 20 Teniendo en cuenta esa situación, es mi,pro­ minutos, tapándola para evitar que forme cor­ pósito ayudar a las lectoras de-VIDA FEME­ teza. NINA en la preparación de sus menús para es­ ta clase de fiestas familiares, sacándoles un do­ Al kilo de manteca o margarina se le mez­ lor de cabeza y una preocupación, a fin de que clan los 250 gramos de harina, procurando li­ salgan airosas en su compromiso. garla con el menor trabajo posible para evitar Así, como en este número de la revista lo que se ablande. hago, también presentaré en otros números me­ Después del descanso de la masa, ésta se ex­ nús de fácil preparación, nutritivos y al mismo tiende con el palote en la sig'uiente forma: Se tiempo económicos, para facilitarles a mis lec­ polvorea la mesa y un poco la masa para evi­ toras la solución de la preocupación de: ¿Qué tar que el palote se pegue sobre la, misma al haré? extenderla; se principiará a extender forman­ MAYO, 1940 Pág. 35. ón de los Garbanzos

do primero una- cru¿, dejando la parte central horno; esto dará un bonito color y brillo; hor­ de la masa más gruesa que las cuatro puntas no fuerte. salientes que se han formado; sobre el centro PANQUEQUES DE HOTEL se coloca la manteca .o margarina, cubriéndola con las cuatro puntas de la masa, en seguida INGREDIENTES se sigue extendiendo suavemente para evitar Un kilo de harina. que la masa se reviente (de esto depende sa- 6 huevos. car un buen hojaldre) hasta dejarla de un es­ Una copita de cognac. pesor de dos o tres centímetros; en seguida se Una cucharadita de sal. da el primer doblez a la masa según üidieación Leche la necesaria.

Preparación

Con estos ingredientes se foriña una pasta en forma de una papilla bastante blanda, para ello se pondrá' leche y agua en proporciones iguales. En una sartén, tipo pequeño, y en un fuego suave, se pone media cuchara de manteca, cuan­ do esté bien caliente se vierte sobre la misma una cucharada de pasta, procurando que se extienda en forma de tortilla, cuando se crea que está dorada se le da vuelta con rapidez para que quede clorada por ambas partes, se­ sacan y se envuelven como matambres rellenos de marmelada a gusto, puede servirse también en forma de tortilla, en ambos casos se polvo­ rean con azúcar impalpable.

MAZAMORKA SALTEÑA

INGREDIENTES

Un kilo de maíz blanco pisado. 3 litros de agua. 2 litros de leche. 2C0 gramos de azúcar. Media cucharadita de bicarbonato. del diseño expuesto arriba, y como éste siguien­ Unas tiritas de canela en rama. do la misma operación se dan dos doJbleces más con intervalo de unos tres minutos de uno a Preparación otro, por último se da el doblez doble según indicación, quedando así preparada la masa. El día anterior a su preparación se deja en remojo el maíz bien cubierto de anjua: al ini­ Para cortar las piezas que se desean, la ma- ciar su preparación se lleva al fueg'o lento cotí sa deberá tener un espesor de un centímetro, se pintan ant^s de llevarlas al horno con huevo una nueva agua, dos y medio litros, removién­ bien batido, y a medio cocer se polvorean con dolo seguido para evitar que se pegue al fondo.. azúcar impalpable, llevándola nuevamente al (Sigue en la pág. 45).. 36 i HA FEMENINA

LUS TRES COSAS DEL TÍO JUAN < víe" e de la pá9 32) rio riñe con el suofio. En las manos parecían sa de lienzo, por entre la cual se desbordaba arder sus huesos desencajados; el espinazo se. la crespa pelambre como maceta frondosísima. le engarrotaba... y en medio de sus dolores, Cuando entró Apolinar, ya estaban allí el pri­ otro sentimiento nuevo lo iba conquistando mo Clímaoo; la hermana Bella, con su dilatada mansamente; un sentimiento de infinita pie- prole; los trabajadores de la casa y varios ve­ dad hacia el jornalero desheredado, que todos cinos, atraídos por aquellos olores de cocina y los días, a cambio de unos cuartos roñosos, fritanga, fieros despertadores de la gula. aumenta el caudal ajeno con bárbaro derroche —Que los tenga usted muy felices, tío Juan de su propia vida. Y como a la madrugada y la compaña. oyese cantar al gallo, pregonero de su deber —Apoliriar, tantas gracias, y lo mesmo digo. y compromiso, volvió a ver la claridad del na­ —'Vaya, aquí tiene usted la gallinaza de hoy, ciente día, y otra vez cogieron sus doloridas que parece un bruño. manos el azadón lustroso, y el sudor del amo Y sin pedir permiso, fuese a la cuadra y tra­ cayó como lluvia fecunda en la heredad, que jo un brazado de amapolas que tiró al suelo. parecía estremecerse de amor y agradecimiento. —Tío Juan, eche usted cuenta. Y un día tras otro se iba curtiendo al sol Y más ágil que un pájaro, doblóse y pescó y al aire, y mientras más se endurecía la cor­ un manojo de hierba en flor que le caía sobre teza, más noble s blanduras aparecían por el pecho como una llama. dentro. —Si usted quiere, me la como. —Como la viña de Apolinar no hay ninguna. —No tienes que comerla. El toque está en La sementera de Apolinar es la capitana. ¡ Qué trincarla. suerte de hombre! —Lucía, coge el ascua más grande que haya Este era el tema de conversación entre la en la hornilla: hala, ya está. Tío Juan, en­ gente labradora. Los jornaleros se disputaban cienda usted su cigarro, y si quiere liar otro, la casa, porque había formalidad y trago de por mí no hay apuro; que ni me meneo, ni vino, y allí no se hacía el agio vergonzoso bailo, ni soplo, ni sacudo... ¡ Como que tengo para la baja de jornales. Con Apolinar traba­ aquí un callo que parece una onza de oro! jaban los sanos, los hombres de empuje, esti­ —Ya está. Ahora... justo, las tres cosas. mulados con su ejemplo. Ahora, tú, Lucía, abraza a este bruto. Pasó el invierno y el sol primaveral vistió El bruto no esperó a Lucía: él la abrazó con el campo de gala. Los habares en flor hen­ toda su fuerza. chían el aire de aromas purísimos; los trigos —Tío Juan, ¿de veras que es para mí? azuleaban, los cebadales se mecían orgullosa­ —Para ti, cernícalo. Y dale gracias al gallo mente a compás del viento; las yemas del hi­ que te curó; porque ni yo tengo dolor de ija­ gueral, reventando al esfuerzo de las primeras res ni cosa que se le parezca. hojas, tendían al sol una espléndida gasa de —¿Entonces?... oro verde.... y los viñedos extendían sobre la —No seas borrico —dijo Lucía—. Padre rojiza tierra otra gasa de pámpanos, y ya el quería que madrugases; si no madrugas, no olor tempranero del cierne se esparcía como me abrazas. una caricia dulce y vivificante. Apolinar soltó un relincho estrepitoso; un Llegó el día de la prueba; el día temido y relincho de salud, de amor, de fortaleza y de deseado en que Apolinar tenía puestos todos ventura. los grandes anhelos de su vida. Antes que el —¿Sabéis lo que soñé esta noche? —dijo el canticio de los gallos sonaron las campanas de tío Juan—. Pues que yo era el Padre Eterno, la torre con un repique de gloria, de alegría, y esta mi cordera era la España, y yo se la como voces de un coro nupcial que celebrase daba a una gente nueva, recién venía no sé las bodas del cielo y de la tierra. de aónde, con la barriga llena, los ojos relu­ No pudo Lucía convencer a su padre de cientes, con callos en las manos y el azadón que, al menos aquel día, debiera pasarlo con al hombro. la chaqueta puesta. Un alarido triunfal hendió como dardo so­ —Me njugaría. noro el aire azul de aquella serena mañana del Y por parecerle osla razón de snficie.nlo pe­ estío. VA sol, deslumbrante, caía en lluvia de so, no daba otra. Con orgullo hereditario cu­ oro sobre los aperos de labranza; dos maripo­ bría su busto de oso polar con limpísima cami­ (Sigue en la pág. 40) W^, fe SII3*¡'':''

JS& - • JUAN SOLDADO (CUENTO) Por JUAN A. MELIA

Dos días después de haber expirado el se­ qué partido tomar, cuando sintió varios to­ ñor Melchor, Juanillo se dio cuenta de que ques de corneta y, levantando la cabeza, vio estaba solo en el mundo; su madre había acercarse un batallón de soldados en traje de muerto el año anterior y ahora le tocó al marcha. Pronto acudió medio pueblo a re­ padre. Parientes, pocos tenía, y aquellos po­ cibirlos; daba gusto verlos tan formaditos y cos le eran antipáticos. ¿Qué haría? ¿Co­ marchando al compás de la música; entra­ gería las herramientas del campo y saldría ron por la calle Real y se detuvieron en la a labrar? Escasa voluntad sentía hacia aquel plaza. Allí calló la música; el cornetín dio trabajo. ¿Entraría de aprendiz en casa del órdenes y pronto quedaron los soldados en albéitar? No le satisfacía gran cosa el ofi­ pie, apoyados en el fusil, aguardando que cio. ¿Le pediría ocupación al barbero? Me- el jefe hablase con el alcalde. nos. ¿Se dedicaría a carretero? Tampoco le Era un batallón que estaba de maniobras; gustaba. se necesitaba alojamiento para todos los in­ ¿Qué haría?, tornaba a repetirse. Y no dividuos. Juanillo, que había quedado solo se daba cuenta de que lo primero que nece­ en su casita, corrió al alcalde para ofrecér­ sitaba eran ganas de trabajar. Sí; Juanillo sela; allí podrían alojarse algunos. Se acep­ tenía la pésima condición de aborrecer el tó la idea y el muchacho se creyó feliz ce­ trabajo. ¡Cuántos disgustos le había dado diendo su domicilio a dos sargentos y un por lo mismo al viejo Melchor! cabo. ¡Qué suerte la suya! Ahora Juanillo se encontraba con diez y Los soldados y demás gentes se disemina­ seis años de edad, sin padres, sin dinero y, ron por todas las viviendas. lo que era peor, sin voluntad para ganar la Los alojados de Juanillo tomaron la casa vida. " como suya. Hablaban a gritos, cantaban, Encontrábase aquel día cavilando sobre bailaban. Se enteraron de que el muchacho Pág. 38 VIDA FEMENINA había perdido a su padre recientemente y fueron soldados y volvieron sargentos; to­ procuraron consolarle. No debía afligirse; das las cruces que llevaban en el pecho las los hombres han de tener corazón. habían ganado en batallas. —¿Y qué vas a hacer ahora? —le pre­ Juanillo estaba asombrado; tanto, que no guntó un sargento. hacía aprecio del destrozo que aquellos tra­ —No lo sé todavía. Ningún oficio me gones hacían en la despensa. El cántaro del gusta. vino pronto sonó a hueco a fuerza de lle­ —Pues yo ya sé lo que vas a ser —dijo narse jarras. Al fin, los tres huéspedes, com­ otro, poniéndole una mano en el hombro—; pletamente borrachos, quedaron dormidos tú te vendrás con nosotros y serás militar. por los suelos. Juan se acostó, dando vuel­ Juanillo abrió mucho los ojos. tas al seso acerca de la bella vida que iba —¿Puede eso ser? —preguntó. a emprender. Y se quedó dormido soñando —Cuando quieras. Mañana te presenta­ en llegar a general. mos al comandante; él lo arregla en un pe­ Tres días que estuvo el batallón en el riquete, y con nosotros mismos vienes a la pueblo fueron suficiente tiempo para que capital. Juanillo fuese admitido en el Ejército. Todos ellos le abrazaron. Aquella solu­ En la capital alternaba con los sargentos, ción inesperada le gustó al mozo. Corrió a iba al café con ellos, tenía permisos Pe­ consultar con sus tíos, que aceptaron la ro esto duró lo que el dinero que sacó del idea, y formó propósito de presentarse al je­ pueblo; una vez terminadas las pesetas se fe del batallón. Cuando volvió a su casa fue le acabaron las amistades de cabos y sargen­ recibido con palmadas por los sargentos y tos, y lo malo era que los demás soldados, a el cabo. ¡Qué buenas gentes eran! quienes no había hecho caso antes, maldito Mientras él había corrido por el pueblo, si ahora le estimaban. ellos abrieron la despensa y sacaron comtcb; Quiso un día tomarse una confianza con encendieron lumbre y asaron dos gallinas; un sargento y recibió de él un bofetón. Y el jamón que Juanillo guardaba lo habían tuvo que aguantarse. La vida militar empe­ partido y tenían preparada una enorme ja­ zaba a serle enojosa; no tenía libertad para rra de vino. nada; debía barrer, limpiar los retretes, fre­ El muchacho quedó suspenso viendo có­ gar el piso. Todos los soldados hacían lo mo le habían desvalijado la casa. Le dijeron: mismo; antes no había él efectuado estos —Ya te esperábamos impacientes para trabajos por la amistad de los superiores; pe­ cenar; como tardabas, hemos echado mano ro ya perdida ésta, experimentaba los incon­ de todo sin pedirte permiso. Además, hay venientes de ser soldado. aquí comida para mucho tiempo, y si vie­ No podía protestar, porque le encerraban nes con nosotros no la has de traer; lo mejor en el calabozo. El se decía: es consumirla. —¿Pero es esto ser soldado? Yo siempre —Bueno, bueno; pues a cenar —dijo he entendido que el soldado debe ser va­ Juan conformándose. liente, y aquí me obligan a ser cobarde; me La cena fue amena; los militares conta­ pegan y he de aguantarme. Si el oficio mi­ ban la vida del cuartel: buena vida, sin más litar es la guerra, ¿a qué viene el barrer y trabajo que limpiarse la ropa; se paseaba, fregar, ir a recados, pasar el día sin hacer se comía, se divertía; lo que estaba viendo nada de provecho? Si hubiese guerra. era lo peor: las maniobras, y, sin embargo, Este último deseo se le cumplió. Iba a sa­ siempre se presentaban ocasiones como aqué­ ber lo que era una guerra, y una guerra de lla de pasar una noche divertida después de las que más le entusiasmaban: de conquista. un día de fatigas. A su imaginación acudieron las descrip­ ¡Y cuando había guerra! El ir a defen­ ciones que había leído de conquistas céle­ der la patria o bien a conquistar tierras era bres, como la de América por los españoles. hermoso; se entraba en batalla y empezaba Los conquistadores combatían a los infelices la matanza; caían enemigos aquí y allá; el naturales del país, persiguiéndolos por los que más mataba era luego distinguido entre campos, entrando en las poblaciones a saco, todos; le daban cruces, alabanzas. llevándose como botín todos los objetos de Ellos habían estado en la guerra. A ella valor que había en las casas. No valían HAYO, 1940 llantos de mujeres ni de viejos; al que es­ asaltantes descubiertos, fusilados, destroza­ torbaba, una cuchillada en el cuello, y ade­ dos. Centenares de muertos y heridos lante . rodaron por el suelo. ¡Qué carnicería! Luego toda la tropa se repartía lo robado Retrocedieron, todavía perseguidos por con arreglo a categorías, igual que los ban- los disparos, y escaparon lejos, fuera de su didos de las montañas. Las tierras eran para la nación y los habitantes serían nuevos alcance. subditos. Juan Soldado quedó allí, herido, desma­ Pero la guerra a que iba Juan Soldado no yado. Al cabo de media hora abrió los ojos, era de aquellas antiguas que se declaraban a recobrando el conocimiento. Hizo memoria países salvajes; esta guerra iba contra otra y recordó que, sintiéndose herido en un nación, más pequeña que la de Juan, pero hombro, dejóse caer en tierra. Amanecía; más adelantada. desde Oriente venía un azulado resplandor que rozaba por encima el paisaje. Juan vol­ Al entrar en operaciones, nuestro héroe vió la cabeza y vio las casas próximas ro­ vio que los enemigos no tiraban flechas, si- deadas de gentes enemigas; luego sintió un no cañonazos. Pero no se acobardó; al fin tremendo dolor en el hombro y zumbidos se vería de lo que era él capaz. Se trataba en la cabeza. Un nuevo desmayo le sobre­ de conquistar aquel pequeño país, y él con­ vino. Al volver en sí, vióse sentado en tie­ tribuiría con toao su valor. rra y sostenido por enemigos; a su alrededor Una madrugada se levantó la tropa antes yacían multitud de compañeros suyos, ya de clarear el día; estaban acampados muy cadáveres. Sintió frío en la espalda y vio que cerca de una población y era preciso ata­ tenía la ropa empapada; había caído en un carla al asalto antes que saliera el sol. Aga­ charco de sangre; llevóse la mano a la ca­ zapándose entre la hierba, ocultándose en­ beza y se tentó los cabellos, también ensan­ tre los árboles, avanzaron los soldados hasta grentados . muy cerca de la ciudad, Allí estaban las primeras casas; ya se veíaA las bocacalles por ¡Qué espanto! Sangre por todo su cuer­ donde iban a entrar como fieras, asaltando po, sangre a ríos por el suelo; muertos a las casas, matando, destroza/ido, poniendo montones, todos en actitudes trágicas; he­ en fuga a los desgraciados que en aquellos ridos que agonizaban; heridos que trataban momentos estarían durmiendo tranquilos. de incorporarse, que se arrastraban, que ge­ mían, que lanzaban maldiciones. Juan Soldado temblaba de emoción; se presentaba oportunidad para revelarse como Juan fuBé conducido a un hospital; sus héroe; sus dedos acariciaban el gatillo del enemigos le cuidaron como si no lo fueran. fusil. El herido cayó en un delirio profundo que le causó la fiebre. Llegó la noche y se ensom­ Los jefes dieron la orden; todos abando­ breció la sala donde yacía, dolorido, Juan. naron sus escondites y saltaron al descubier­ Un temeroso silencio se produjo en el hos­ to, corriendo hacia la población. pital; parecía que la muerte se apoderaba ¿Qué pasó entonces? Los asaltantes se de todo, que cruzaba las salas arrancando vieron de súbito descubiertos: de distintos existencias. puntos les dirigieron potentes reflectores y con su luz se encontraron iluminados cual Lejos sonaban disparos de cañón; por lo si fuese de día. Aquel resplandor inespera­ visto continuaba la lucha. Por la mente de do les cegaba y se detuvieron; los jefes or­ Juan Soldado cruzó un pensamiento: denaron que siguiese el asalto, pues si se ate­ —¡Maldita guerra! morizaban estaban perdidos. Todos logra­ Entreabrió los párpados y observó la ha­ ron rehacerse y volvieron a correr. Pero de bitación, llena de camas; una lámpara eléc­ la ciudad, hasta entonces oculta en las tinie­ trica de escasa luz apenas dejaba distinguir blas, surgieron multitud de líneas de fuego; los objetos. Sintió la garganta seca. Tvíiró y en todas las ventanas había gentes con fu­ vio a la cabecera de su lecho una figura que, siles, que enviaron una granizada de balas a pesar de ser humana, le pareció sobrenatu­ a los invasores; las ametralladoras infernales ral: era un viejo de barba blanquísima, ca­ sembraron la muerte en las filas. beza completamente calva y severa expre­ Allí, a doscientos metros, se vieron los sión. Sus ojos obscuros, hundidos y fijos, mi­ PAg. 40 VIDA FEMENINA raban a Juan con atención. Este dijo con te­ Y mirando a Juan, continuó diciendo el mor: viejo: —Tengo sed —Nosotros somos un pueblo pequeño, —¿Sed de qué? —dijo el anciano casi sin muy pequeño, pero con un corazón muy mover los labios. grande; no tenemos ejército, porque no —Sed de agua. pensamos atacar la libertad de nadie; pero —Y la sed de sangre, ¿se te ha pasado ya? cuando, como ahora, se ataca la nuestra, to- Y una mirada terrible brilló en los ojos dos somos soldados. Pasamos nuestra vida del viejo. Juan tembló y sólo tuvo alientos trabajando por igual; entre nosotros no hay para decir: quien disfrute del sudor de otro; vivimos fe­ —¡Perdón! lices, en una palabra. Ni tu país ni ninguno —Perdón pides después de hartarte de podrán vencernos. Sin embargo, considera­ sangre de seres humanos, hermanos tuyos; mos a todos los hombres como hermanos, y después de portarte como fiera sanguinaria, esperamos que nuestra patria, que ésta sí después de dejar a muchas madres sin hijos, que es verdadera patria, se extienda hasta a muchos hijos sin padres ¿Qué derecho ocupar la tierra; y no será por la fuerza ni tienes para matar a quien ningún mal te ha privando de libertad a nadie. Entonces será hecho? cumplida la ley natural: los hombres no ten­ —Yo era soldado y mi patria me envió a drán más patria que el mundo. No habrá conquistar. luchas, no habrá tiranías. Las personas, que­ riéndose unas a otras, ayudándose entre sí, —¿Fue tu patria la que te envió a asesi­ serán dichosas. nar? ¡Mentira! La patria no pide el extermi­ nio de las demás patrias; la patria sólo pide El viejo puso una mano en la frente de ser defendida; ninguna madre quiere que Juan, terminando: sus hijos sean bandidos; a la patria se la des­ —Poco tardarás en estar sano; piensa lo honra cuando se sale de ella para atacar a las que te he dicho, y cuando abandones el le­ demás; el hombre debe trabajar en su patria cho te dejaremos elegir entre marcharte o para engrandecerla. Tú no has sido más que quedar entre nosotros. una máquina, sin raciocinio, a quien algu­ Salió el anciano. Por las ventanas de la nos avariciosos de tu país han enviado a con­ sala penetró la luz de la alborada. Juan, con quistar tierras para luego ellos aprovecharse. la cabeza despejada, pensó en la hermosa Todos vosotros salisteis de vuestra patria vida que se disfrutaba en aquel país. Com­ pensando hacernos esclavos para que traba­ paró las honradas costumbres de los que él jásemos en beneficio vuestro. ¿Te gustaría, tenía por enemigos con las de sus paisanos, ahora que has caído en nuestro poder, que te y sintió repulsión por éstos. obligásemos a trabajar toda tu vida en pro­ Sí; se quedaría en aquella nueva patria, vecho nuestro, pasando males? tan pequeña en extensión como grande en —No. nobleza; renegaba de su vida anterior, cuan­ do bajo la capa de conquistador había sido —Pues ése es nuestro caso; queremos ser un nsesino, un ladrón, un criado de la tiranía. libres como tú deseas serlo; la libertad es lo Y con el espíritu tranquilo cayó en un único sagrado que existe; tú has querido pri­ profundo sueño. varnos de ella, y nosotros, en cambio, vamos a curar tu herida y dejarte libre luego. Juan, ya tranquilo, contempló al viejo. Las Tres Cosas Del Tío Juan Los ojos de éste se habían enternecido y bri­ (Viene de la pág. 36) llaban en ellos las lágrimas. Como hablando consigo mismo, siguió: sas de color de fuego volaban bajo el fresco —¡Cuándo dejarán los hombres de ser toldo de pámpanos, y el alegre repique de ! ¡Cuándo comprenderán que en vez campanas parecía responder, allá, en lo alto, de matarse deben abrazarse y trabajar jun­ al alborozo de la raza nueva, de la raza fuerte, tos, como hermanos, para todos disfrutar de que abría su fecundo surco de amor eu la lla­ la felicidad! ¡Malditas sean esas patrias pe­ inini humana. queñas que sólo piensan prosperar robando, (Publicado en "El Liberal", de Madrid, en saqueando, aniquilando a las demás!. el año 1900.) MAYO, 1940 n

GD

HABLAN LAS MUJERES

Es una verdadera calamidad, queridísimas, dolor, pero ocultamos cuidadosamente el gozo y esto de que el proceso de las pasiones haya ve­ la pena. ¡Extraño pudor, que casi es cobardía! nido en nuestro tiempo a ser tan silencioso. ¡ Si Sí, estamos hechos de sangre villana, puesto que la vida sigue por estos caminos, no sé qué van tan villanamente juzgamos de nosotros mismos, a hacer los novelistas! ¡ Oh, siglos bienaventu­ puesto que nos parece imposible y casi vergon­ rados de la pasión a voces y la muerte a gritos! zoso todo apasionado arrebato. ¿Por qué se han Diríase que el alma universal ha entrado en acabado los héroes? Sencillamente, porque no una era de mutismo ¡ calladamente se ama, se hay quien se crea con derecho a ejercer el he­ odia, se espera, se desespera, se engaña, se per- roísmo en el bien ni en el mal. dona; calladamente se puede una morir de Viene la pena, la pena grande, la desatinada amor, que no faltará médico para certificar pena de amor, y no lq, queremos reconocer, por­ que se murió de anemia. ¡Le tenemos un miedo que — sonriendo con cierto escepticismo — pa­ a toda voz que venga del espíritu, a todo gesto saron ya los tiempos de "Werther... y, natural- que pueda acusar emoción, a todo sonido que mente, no nos matamos. Ahí están lenitivos de pueda traicionar por el timbre el metal de baja estofa, vicio en hombres, frivolidad en nuestros corazones! Silencio, silencio. Y, sin mujeres, para convencernos de que el dolor de embargo —me dirás— estamos en el siglo del amor es Iiierniura,' y do que la vida está en sa­ ruido. Cierto, amadísima: todo alborota, pero lir de uno mismo. Claro que el dolor huye, ¡ pues nada dice; nos permitimos la risa y el reniego, no ha de huir! como que no vive más que en los pero no el suspiro; ostentamos la alegría y el (Sigue en la pSg. 46) 1'iiK. 42 VIDA FEMENINA Condición Social y Jurídica

((iK> cayó en Ja esclavitud mucho tiempo antes d Mu ier que csiíi institución existiera, dice Bebel. En los {tibores de la historia, dada Jas condicio­ Por el nes sociales y necesidades de la época, dos po­ deres se po'nen de manifiesto. Por un lado el Dr. Pedro V. Vállelos militar, nacido por las necesidades de conques­ ta y defensa, y por otro lado el sacerdotal, debido a sus relaciones con Ja divinidad. Estas dos clases de ocupaciones, las únicas casi cono­ cidas eran por lógica, esencialmente masculi­ Cuando va parecía definitivamente 'consoli­ nas, y las que han tratado de mantener en to- dada la liberación jurídica de la mujer, a tal dos los pueblos y tiempos su privilegio, afir­ punto' que se habían relegado al olvido las dis­ mando la inferioridad de la mujer y la nece­ cusiones que en su oportunidad se suscitaron sidad de mantenerla sumisa ante el poder mas­ por creerse una conquista irrevocable del de­ culino. Las religiones, y el cristianismo entre recho moderno, vuelve hoy a ponerse de ac­ ellas, han colaborado eficazmente a mantener tualidad este importante problema social, ante el prejuicio de la inferioridad femenina, entre las serias amenazas de dar por tierra las le­ tanto que el militarismo, asentado en cono op­ gítimas aspiraciones convertidas ya en reali­ ciones dinamocráticas y educado en un régi­ dad con el régimen jurídico que consagró la men de fuerza, relega al sexo débil, a funcio­ Ley 11.357. nes accesorias, secundarias y estrictamente do­ Esta conquista, orgullo de nuestra legisla­ mésticas. ción, se encuentra en la actualidad en peligro. En Atenas, la vida de la mujer hasta los si­ Los integrantes de la Comisión Reformadora blos TI y IV antes de J. C. se deslizaba apar­ del Código Civil, en vez de dirigir sus pasos tada del mundo y en condiciones casi inferio­ hacia el futuro y contemplar las exigencias res a la de los 'propios esclavos. Una mujer propias de la vida moderna, se han retrotraído que cenaba con su marido y amigos era con­ a varios siglos de civilización, consagrando la siderada una perdida y se hacía acreedora a grave anomalía de la desigualdad jurídica de la sanción del desprecio. Algunos autores con­ ambos sexos. sideran esta situación irregular como la cau­ Todos sabemos que nuestra Constitución Na­ sante de la decadencia de Atenas, ya que dio cional reconoce la igualdad de todos los habi­ pc'r resultado la despoblación de la ciudad de­ tantes de la República, sin. distinción de nacio­ bido a descensos alarmantes por una duración nalidad, razas o sexos, habiéndose conservado, medio de vida completamente bajo. no obstante, el privilegio de'ser miembros de La situación en Roma no fue mejor que di­ la colectividad política, a los hombres; y co­ gamos, ya que del rt'gimen político imperante mo si no fuera suficiente esta exclusión para el hogar copió el estatuto de la soberanía ab­ las mujeres, se pretende ahora aislarlas de las soluta. El monarca absi.vuto era el marido que organizaciones civiles. por un sacramento religioso se convertía en el Ese ha sido el martirio eterno' de la mujer verdadero propietario de su familia, reforza­ a través de la historia. Nunca fue considera­ do el prestigio de su autoridad con el poder da jurídicamente capaz; su misión se concre­ que le acordaban los códigos. taba a dar hijos para la guerra, a fabricar car- En la época del feudalismo no pudo hablar­ ne de cañón para saciar los bajos apetitos de se de progreso; predominaba la fuerza. Con­ dictadores y tiranos, y a aceptar sumisamente centrado el poder en manos absolutas, se ex­ como una esclava la voluntad frecuentemente tiende su espíritu de conquista hacia el s;-n.) despótica del hombre. La condición de la mu­ del hogar, y mantiene por consiguiente la es­ jer en las civilizaciones de todos los tiempos clavitud femenina. fue siempre de una marcada inferioridad con Más tarde se produce una traiis:'ormr:'.ó.i respecto al hombre. Fue el primer ssr human-) !">• \1 --rosa debido a las nuevas IIHKLÍIÍCIH.I^S eco­ MAYO, 1940 • nómicas, que repercutieron hondamente en Lis las familias que vivían alrededor de San 'IVImo, principales esferas de las actividades priva­ San Fernando y Sanio Domingo, grupo aris­ das. El advenimiento del mercantilismo, el re­ loerático y caldcado por1 las ideas sentimenta­ surgimiento industrial, la mayor actividad del les a la. moda, con una noción falsa del mundo1 1 comercio, como así también el despertar do y de la vida. No se pensó en Ja mezcla de razas, nuevas ideas democráticas y los nuevos mo­ en los varios problemas domésticos que se pre­ dos de producción, extraen a la mujer del es­ sentan en una sociedad cosmopolita." trecho campo de sus actividades domésticas, a Sabemos que nuestro Código Civil tuvo mu­ la gran industria, rompiendo las impermeables chas vinculaciones co'n el de Napoleón, cuyas organizaciones familiares, •colocándola frente a concesiones antifeministas son rígidas y exa­ la vida. Pero el industrialismo por sí solo no geradas. Fue reciéín en el año 1926 cuando el fue suficiente para acelerar las conquistas fe­ Congreso Argentino se puso a tono con las meninas. Eran necesarios regímenes de liber­ ideas vivificantes y progresistas de nuestra tad, con las garantías de las instituciones li­ época, sancionando la Ley 11.¡OT, modifican­ bres, con el advenimiento y perfección de la do' el arcaico sistema del Código Civil, reco­ democracia que, haciendo una o'bra de justicia nociéndole a la mujer plena capacidad civil, reconocieron radicalmente la igualdad jurídi­ teniendo, ya .sea casada, soltera o viuda, los ca de los sexos. mismos derechos, que las leyes reconocen al Inglaterra por medio de las leyes de 1870, hombre; pudiendo ejercer sin autorización ma­ 1874, 1884 y 1907, introdujo una completa re­ rital, industria, profesión u oficio, administrar volución, derogando el "co'mmon law" colo­ y disponer libremente del producido' de esas cándose con esta reforma a la cabeza de las locupacioii'es, adquirir bienes y' disponer de naciones emancipadoras de la mujer. Las con­ ellos, como así también poder formar parte de quistas femeninas marchan paralelas con la de­ asociaciones civiles, comerciales o cooperativas. mocracia. En Nueva Zelandia las leyes reco­ Este es el régimen jurídico en vigencia per­ nocen iguales derechos civiles y políticos tan­ 1 fectamente a tono' con la vida moderna y al to a la mujer como al hombre; y en muchos compás de las legislaciones más adelantadas estados de los Estados Unidos la situación es en materia jurídica, y que va a ser modificado similar. En Suecia, Dinamarca, Hungría y ca­ por el Nuevo Código Civil, quien, a pesar de si todos los países europeos, la mujer tiene los tener instituciones dignas de todo elogio, me­ mismos derechos civiles que las leyes conce­ rece en este capítulo una severa crítica, dado den a los hombres. La misma situación se man­ que en dicho aspecto tiene un carácter emi­ tiene en Bélgica por una ley del año' 1900. nentemente retrógrado. En nuestro país, donde la familia argentina se presenta con una personalidad propia, lle­ En efecto', el Art. 375, impide a la mujer vando sobre sus espaldas un pesado fardo de ejercer válidamente profesión, industria o co­ .tradiciones honrosas, fue tambié»i castigada mercio, o efectuar trabajo fuera de la casa por el privilegio masculino. Del Valle Iberlu­ común, dar su trabajo en locación, constituir cea, en su libro "El divorcio y la emancipación sociedades colectivas de capital o industria, o civil de la mujer", hace un detenido1 estudio en comanditas, civiles o comerciales, aceptar de la familia argentina, desde la época del donaciones, sin el consentimiento del marido o coloniaje, emancipación y albores de nuestra del juez. "Cierto es que estas restricciones 1 República, demostrando los bruscos cambios puedehi desaparecer con , lai ¡autorización del producidos debido a las diversas organizacio­ marido, dice el Dr. Leónidas Anastasi. pero esc nes políticas y al incremento industrial opera- acuerdo no tiene ni siquiera garantías de per­ do en nuestro' suelo, al desarrollo de la gana­ manencia y durabilidad para la mujer. Kn dería, agricultura, intercambio comercial y efecto, el Art. ¡i6(i permite que el marido pueda formación del proletariado, a la extensión de retirar su conformidad, y un buen día en que la cultura y cosmopolitismo de razas,Jiabiendo el marido se levanta de mal humor, puede exi­ alcanzado por ello el mismo incremento de las gir la cesación de esas actividades, y la mujer familias europeas, con sus mismas exigencias profesional, tendrá pendiente una espada de y necesidades. Al hablar del régimen de nues­ Damoeles sobre su cabeza haista tanto el juez tro Código Civil, cila las palabras de -Juan pronuncie su sentencia definitiva" Agustín (Jarcia que decía: "Vélez Kársl'ield le­ Aliora. cabe preguntarse. ¿Cuál ha sido el gisló para un matrimonio uleal cultivado por fundamento para realizar oslas reformas lan P&A 44 VIDA FEMENINA substanciales Los ¡intilVininistas, han queri­ de mujeres ocupadas en el servicio doméstico, do justiiioar el poderío masculino, íitribuyó.i­ el crecido prolelariado femenino, la gran can­ dole a la mujer, inferioridad mental y social, tidad de dactilógrafas y secretarias, la profe­ basándose en la biología. NosoI res hemos ana­ sión de maestras es privilegio femenino, sin lizado tocios estos indicios de inferioridad, afir­ contar el incremento que día a día alcanzan las ma Cosentini, un eminente jurista y sociólogo mujeres en las profesiones liberales como den­ italiano: el peso y menos volumen del cerebro, tistas, farmacéutica?^ abogadas, etc. y, por la menor riqueza y conformación diferente de último, la gran pléyade de empleadas de co­ las circunvoluciones cerebrales, el mayor pre­ mercio. Es indudable que si trabaja a la par dominio de los instintos, la función de la mater­ del hombre, diariamente se le presenten situa­ nidad, etc., y podemos' afirmar que ninguno ciones jurídicas, ya sean comerciales o civiles, de estos caracteres tiene valor absoluto y puede de donde se desprende como un corolario ló­ influir directamente en las funciones más altas gico la necesidad de mantener la misma capa­ de la vida social e intelectual. Montesquieu, cidad para no entorpecer las actividades pro­ por su parte, lejos de encontrarla con signos pias, ni la de lo's terceros. de inferioridad, les atribuye cualidades, cuan­ Estas ligeras reflexiones sólo tienden a des­ do dice que el imperio que ejercemos contra pertar en el ánimo público la preocupación e ellas es una verdadera tiranía; ellas nos lo interés que este problema requiere, y en es­ han dejado tomar poTque tienen más dulzura pecial destacar la necesidad de que cada ciu­ que nosotros y, por consiguiente, más razón dadano medite serenamente a fin de que su y humanidad. , opinión gravite en el concenso general, de tal Si los fundamentos d<. carácter biológico no modo que, éste, supremo decidor, pueda ser son tales, ya que han sido reducidos a polvo un elementos determinante en la solución ade­ con argumentacio'nes científicas, bastaría para icuada de la reforma que se proyecta. poner punto final a la discusión, por si que­ Po'r otra parte, es altamente plausible que dara duda, citar "Solamente a dos mujeres, pa­ todt) miembro de la colectividad coopere, en ra demostrar con su ejemplo el mito de la in­ ia medida de sus fuerzas, para que los derechos ferioridad femenina, me refiero a Madame Cu­ se consoliden, y que las reformas a introducir^ rie y a Gabriela Mistral. Por otra parte no, se en la legislación común respondan a los he­ existen razones ni de carácter social, ni mucho chos y factores sociales que vertebran el de­ meno's natural, dado que la naturaleza no ha recho. Ir en contra de ellos es negar el des­ dictado ninguna ley que esclavice a la mujer. arrollo histórico y atacar en su esencia los Debemos concluir que, en la imposibilidad de principios que apuntalan y definen a toda or­ dar un fundamento serio que justifique la des­ ganización estable y duradera. igualdad jurídica, debe mantenerse plenamen­ Ninguna razón fundamental justifica la mo­ te i-a igualdad de ambos sexos sin ninguna cla­ dificación que se intenta introducir y hasta se de traba ni limitación alguno. Y para el parece impropia de nuestra época. Es indu­ mantenimiento de la igualdad sí que existen dable que toda innovación tiene eventuales sobradas argumentaciones. Hoy día no sólo peligros, pero legislar con un criterio de épo­ se dedican a las actividades del hogar como tas lejanas y principios desterrados definiti­ en los tiempos pasados; es elevado el número vamente, es retrogradar.

Educar al pueblo es condición de vida, de orden y de progrese, porque si la inteligencia no imprime su sello en ln cabeza del pueblo,

BARTOLOMÉ MITRE. MAYO, 1940 \'k. 45 EL RINCÓN DE LOS GARBANZOS

(Viene de la pág. 35)

Cuando esté bien cocido se le adiciona el bi­ bre ella el picadillo que anticipadamente se ha­ carbonato que anticipadamente se habrá disuel­ bía preparado, arrollándolo como un matambre, to en agua. Una vez cocido se aparta del fuego, abotonando con escarbadientes colocados a un teniendo en cuenta que si ha quedado muy seco centímetro y medio unos de otros. puede echársele más agua. Cuando esté bien fría, se corta con un cuchi­ Aparte se hará hervir la leche con el azúcar llo flioso, procurando que cada pedazo esté abo­ y la canela y al servir la mazamorra se le mez­ tonado con su correspondiente palillo. Estas por­ cla la leche que se desee. Debe servirse fría. ciones se mojan en huevos y pan rallado y se fríen nuevamente; al servirla se aderezan con COCINA una aceituna deshuesada que se coloca en el centro, y sobre la misma una ramita de perejil. Huevos escalfados Debe calcularse en esta tortilla dos huevos pa­ ra cada comensal. En una cacerola no muy grande con agua por la mitad de su concavidad se pone al fuego vivo, Isidoro AYALA. agregándole un vasito de vinagre bueno y un poco de sal. En una taza de las de café se rompe un hue­ vo, y cuando el agua hierve se mueve la misma sobre el centro haciendo un remolino, poniendo en ese momento el huevo con cuidado, a fin de que no se rompa; su cocimiento debe durar dos Los Dos Perros minutos, se saca con la espumadera, poniéndolo sobre una servilleta en lugar caliente. Un perrillo criado en la abundancia Estos huevos se sirven puestos en una lonja Harto mimado de un benigno dueño, finita de jamón crudo, y si los huevos estuviesen Amistad estrechísima contrajo demasiado fríos conviene pasarlos por agua ca­ Con otro vagabundo pordiosero. liente antes de servirlos. También se acostumbra a servir estos huevos Este probó (según común estilo) en forma de postre, mezclándolos con helados Ser pariente inmediato del gozquesno. de crema. (Del que tiene que dar, por fuerza, todos Parientes quieren ser; hasta los perros. . ) Tortilla parisién El incauto a su colega guardaba Se prepara un picadillo bien fino con jamón, Del pollo y pavo los jugosos huesos. chorizo, huevos duros, bastante perejil y cebo­ Y apartaba también con gusto sumo lla, ajos y sal; la cantidad necesaria de acuerdo La mejor rebanada de carnero; a los comensales a servir; esto después de bien picado todo se fríe en buen aceite y se deja en- Mas como en esta vida todo acaba friar. Aparte en una sartén se pone aceite, lle­ (Monos los males, porque son eternos), vándolo al fuego, en otro recipiente se preparan Murió el único amo del perrillo, los huevos necesarios para hacer una tortilla que Y allí empezó de padecer el tiempo. dé para cubrir todo el fondo de la sartén, cuan­ do el aceite esté bien caliente se aparta del fue­ El desdichado andaba día y noche go y se le echan los huevos que se habrán batido Por conseguir el mísero alimento, anticipadamente, se dora la tortilla por ambas liuscaba su pariente ¡Dios lo libre! partes, cuidando que no quede demasiado frita; ¿(^uicn tiene con los pobres parentesco.' en estas condiciones se saca la tortilla, ponién­ dola sobre una tabla de cocina, extendiendo so­ PLACIDO. Pág. 46 VIDA FEMENINA EXTRAÑO PUDOR (Viene de la pág. 41) corazones que se respetan; pero al huir se lleva temblamos al estrechar una mano querida, apar­ i'l alma, y ahí se queda el hombre poco menos tamos la nuestra para que el temblor no nos ha- que trocado en piedra! ga traición ante el amigo! ¿Traición de qué, Llega la emoción, porque llega, Carlotica Dios mío, traición de qué? ¿De haber sentido, mía, y de tantos matices y por tantos caminos: de habernos inquietado por algo sutil, de amar ya es compasión, ya es exaltada fe, ya es amor, acaso frente a quien, tal vez no siente, no se in- ya es angustia de duda por todo lo que está so- quieta o no ama? ¡Peor para él! ¿Por qué he­ bre la tierra y más allá del cielo; llegan esas mos nosotras de avergonzarnos en su presencia? tardes en que la inquietud cordial ¡por lo que Así va el mundo, callando todos, disimulando sea! no nos deja vivir, en que nos levantamos todos, renegando todos la inevitable emoción, de la mesa, y cerramos el libro, y dejamos a un y más que nunca ellos frente a nosotras, nos­ lado la labor, y vamos a la puerta, y luego a la otras frente a ellos •. ellos porque eso de emocio­ ventana, y en lugar de rendirnos a la evidencia narse "no es cosa de hombres", nosotras por el y de caer de hinojos ante la dignidad de la vi- miedo a que nuestra emoción les parezca a ellos sitación, y hundirnos y dejarnos anegar, pensa- "cosa de mujeres" ¡Oh, tantas y tantas pala­ mos, ¡pensamos, horror!, que la emoción injus- bras necias, dichas para ocultar una idea dema­ tificada no es propia de personas normales, ra- siado honda! ¡ Oh, cuántas y cuántas risas sin zonables, equilibradas como nosotras, y, de pro­ sentido para esconder un temblor de voz! Lo fanación en profanación, llegamos a blasfemar malo ,es que, volviendo por pasiva aquello de la idea de que sin duda la agitación insólita pro- viene de que la taza de café que hemos tomado que la función crea el órgano: es de temer que, al postre estaba más cargada que de costumbre. a fuerza de limitar el funcionamiento emocio- Y la emoción huye, ¡ pues no ha de huir!, pero na], venga a perder la humanidad, por atrofia, nos deja un tedio de la vida... la facultad —o el órgano— de emocionarse, y el día que así sea, Carlota de mi alma, sí que ¿Por qué somos cobardes? ¿Por qué le tene- será cosa de reeditar el deseo de Nerón, y ver mos miedo a la exaltación? ¿Por qué, si se nos de hacer con todos los humanos una sola lamen­ llenan los ojos de lágrimas al escuchar una voz table cabeza para una libertadora guillotina. amiga, volvemos la cabeza, para que quien ha­ bló no se entere dejiuestro llanto? ¿Por qué si G. MARTÍNEZ SIERRA. LA ITALIA FASCISTA

(Viene de la pág. 22) los medios: aplastando a la nación bajo una Los gastos militares, los gastos de policía carga de impuestos, acumulando una deuda•> (pues el régimen vive temblando) y los inte­ enorme que pasó de 86 millones en 1928 y 107 reses de las deudas, absorben hoy todas las billones en 1935 y que ha llegado seguramente entradas ordinarias del Estado. Pero cada día a los 150 billones. Para favorecer esta política que pasa, por la larga carrera desencadenada, de guerra se suspendieron también los pagos aumentan los gastos y el fascismo recurre relativos a los trabajadores públicos. siempre más intensamente a medios extraordi- Sobre este punto el Ministro de Hacienda en narios, aumentando su deuda y agravando la el gobierno de Italia debió admitir en un dis- situación de los contribuyentes. El pueblo ita­ curso pronunciado en el. Senado, que las can- liano muere de hambre. ¿Qué imperta? Cada tidades debidas a los1 empresarios y a los otros día que pasa nuevas máquinas de guerra sa­ acreedores del Estado todavía no liquidadas, len de los talleres y se añaden a los enormes era en fecha 30 de junio de 1!):16 de 5 !>:!() mi- stocks de instrumentos de muerte que el fas­ llones y en 30 de junio de 1937, de 10.119 cismo ha preparado para destruir a la huma­ millones. nidad. PROFESIONALES

Prof. Dr. ENRIQUE MOUCHET ANDRÉS JUSTO Enfermedades Internai y nervio»»» CARLt>8 J. FRANZETTI Consulta»: Marte», JUSTSI r 8ab«do«, le 14 a II tu. Ingeniero» CivHee

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