Conchas De Salvación*
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CONCHAS DE SALVACIÓN* SHELLS OF SALVATION JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO** MARÍA ISABEL VÁZQUEZ BOZA “Todos añoraban sus familias y sus casas; los pobres, sus ca- bañas en forma de colmena, con los umbrales de las puer- tas empedrados de conchas y una red colgada” […] (G. Flaubert, Salambó, § IX)*** Resumen: La arqueología protohistórica hispana cuenta con Abstract: Hispanic protohistoric archaeology counts on an un repertorio cada vez más amplio de pavimentos de con- increasing repertoire of seashell pavements. These special chas marinas. Tan particulares suelos aparecen en el sur ibé- grounds appear in the Iberian South, from Portugal to, at rico, desde Portugal hasta la provincia española de Alicante least, the Spanish province of Alicante. Their presence in al menos. Su presencia en el Próximo Oriente y su mayor an- the Middle East and their greater antiquity in the Syrian- tigüedad en la zona siropalestina demuestran que fueron un Palestinian area prove that they were another cultural el- elemento cultural más de los muchos que llegaron hasta Oc- ement out of the many others that reached The Western cidente con la colonización fenicia. En ambos extremos del World with the Phoenician colonization. In both ends of Mediterráneo, los pisos de conchas se usaron como elemen- the Mediterranean Sea, seashell floors were used as apo- tos apotropaicos colocados en los accesos a los edificios de tropaic elements placed in the accesses of cult buildings culto y a otras construcciones. and other constructions. Palabras clave: Fenicios, Tartessos, magia, religión. Key words: Phoenicians, Tartessos, magi, religion. 1. PRIMEROS PLANTEAMIENTOS muchos años buque insignia de Tartessos. La especta- Y HALLAZGOS cularidad del conjunto de joyas y la personalidad de la cerámica con decoración geométrica pintada de este si- En 2008 se cumplió medio siglo del hallazgo del te- tio han ocultado durante muchos años otras cosas más soro del Carambolo, yacimiento especialmente singu- lar de la arqueología protohistórica hispana y durante *** Después de entregado este trabajo a Spal, la profesora M. Belén, colega nuestra en la Universidad de Sevilla, nos indicó la exis- tencia de esta referencia de Flaubert a los suelos de conchas. Nues- * Trabajo elaborado en el marco de los proyectos HAR2008- tra compañera leía la obra Salambó durante la Navidad de 2010-11 y 01119 y HUM2007-63419/HIST, y en Grupo HUM 402 del III Plan de inmediato nos comunicó el hallazgo de este párrafo por conocer Andaluz de Investigación. ya nuestro estudio. Le agradecemos esta cita, que tan bien nos viene ** Dpto. de Prehistoria y Arqueología, Universidad de Sevilla como entrada. La traducción corresponde a la edición de la Edaf S.A. ([email protected]). (Madrid, 1991), pág. 226. ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924 SPAL 18 (2009): 53-84 http://dx.doi.org/10.12795/spal.2009.i18.04 54 JOSÉ LUIS ESCACENA CARRASCO y MARÍA ISABEL VÁZQUEZ BOZA humildes aparecidas entonces. Algunos de estos otros emblemáticos el de Alcorrín a pesar de que los resul- elementos fueron estudiados con cierta profundidad tados de las excavaciones en este sitio no han sido pu- por el propio Carriazo, y más tarde reconsiderados por blicados aún con la suficiente extensión y profundidad. muy diversos investigadores. Pero, entre estos restos Como mucho, y siguiendo el paradigma tradicional so- menos notables ha pasado casi desapercibida la refe- bre la interpretación histórica y la filiación étnica de la rencia del excavador a la localización de suelos de con- mayor parte de los asentamientos del mundo protohis- chas en el sector del cabezo que desde entonces se vino tórico meridional hispano, los suelos de moluscos han a denominar “Carambolo Alto” o “Fondo de Cabaña”. sido considerados en el marco genérico de las influen- Ha sido mucho más conocida en todo este tiempo la cias orientales sobre la arquitectura vernácula (Díes existencia de un pequeño pavimento de conchas en la Cusí 1995: 293 y 311). parte del yacimiento denominada “Carambolo Bajo”, Como para otras muchas cosas y explicaciones del testimonio que analizaremos más adelante. Pero casi mundo tartésico, al cabo de cincuenta años el Caram- ningún trabajo posterior a los de Carriazo ha reparado bolo ha servido también para destruir esta primera atri- en que las palabras del excavador demostraban la exis- bución cultural. Ahora que sabemos que en este cerro tencia de tales suelos en la acrópolis del asentamiento, se ubicó un santuario oriental, las grandes superficies porque las conchas se encontraron, en dos partes distin- forradas de conchas marinas que anteceden a las capi- tas y antes del hallazgo del tesoro, “cuidadosamente co- llas de Baal y de Astarté tienen necesariamente que ser locadas en filas unas junto a otras” según referencia li- analizadas también desde esta nueva interpretación. El teral del mismo Carriazo (1970: 39 y 78). presente artículo persigue, en consecuencia, indagar so- Para los momentos anteriores a estos hallazgos del bre el origen de esta práctica edilicia y sobre su signifi- Carambolo, la consulta de la literatura arqueológica cado entre las gentes que la emplearon. usada para el presente trabajo no ha proporcionado nin- gún registro claro. Aun así, al menos desde finales del siglo XIX conocemos en el ámbito tartésico bajoanda- 2. EVIDENCIAS DIRECTAS. LOS SUELOS luz la presencia de conchas marinas en contextos fune- DE CONCHAS Y SUS CONTEXTOS rarios, que en ningún caso formaban pisos. Según Bon- sor (1899: 29), se trataba de valvas de moluscos sobre ya hemos avanzado que los pisos de conchas mari- las que se habían grabado grifos. Esta identificación fue nas que constituyen nuestro objeto principal de estudio desmentida más tarde al reconocerse que en realidad corresponden a los de la Península Ibérica, y que éstos los ejemplares del túmulo H del Acebuchal conserva- se extienden por su mitad meridional (fig. 1). Para po- dos eran fragmentos de marfil, mientras que otros de las ner cierto orden a la descripción de las evidencias con necrópolis de Bencarrón y de Santa Lucía también ci- que hasta ahora contamos, tal vez sea conveniente rea- tados por Bonsor se habrían perdido (Aubet 1980: 37; lizar una exposición de este registro concretando sus Sánchez Andreu 1994: 137). entradas de oeste a este. Este orden no obedece a nin- Desde los descubrimientos más antiguos del Ca- gún criterio especial intrínseco a los propios documen- rambolo, los pavimentos de conchas marinas han ca- tos. Si acaso, podría existir aquí cierto hilo cronológico. recido de un estudio global que recopile los datos De hecho, puede sostenerse en principio que los ejem- existentes, su cronología, su reparto geográfico, su ubi- plos del área tartésica, considerada ésta en un sentido cación dentro de los edificios que los poseían o su fun- relativamente amplio que incluiría el sur de Portugal y ción. Es más, como el Carambolo se ha considerado el litoral malagueño además del Bajo Guadalquivir, son durante casi toda la segunda mitad del siglo XX el pa- más antiguos que los de algunos enclaves del sureste. radigma más representativo de lo que deberían ser los En esta otra zona hispana más oriental, la construcción poblados indígenas que encontraron los fenicios al ac- de tales suelos se mantuvo en parte en la segunda mitad ceder a las costas atlánticas andaluzas, dicho axioma del primer milenio a.C., cuando en la región más occi- ha dado pie a que los suelos de conchas se hayan atri- dental no se ha constatado hasta hoy ningún caso poste- buido de manera prácticamente automática a la gente rior a la primera mitad del siglo VI a.C. local y no a la población semita de procedencia orien- Se incluyen en este listado en primer lugar aque- tal. Esto ha ocurrido sobre todo en algunos testimo- llos enclaves en los que se han detectado pavimentos nios malagueños y en los autores que los han dado a de este tipo bien identificados, en los que las conchas conocer o estudiado (Suárez y otros 2001: 111; Gar- marinas están incrustadas boca abajo y normalmente cía Alfonso 2007: 378), siendo uno de los casos más ordenadas en filas y con similar orientación sobre SPAL 18 (2009): 53-84 ISSN: 1133-4525 ISSN-e: 2255-3924 http://dx.doi.org/10.12795/spal.2009.i18.04 CONCHAS DE salvación 55 Figura 1. Suelos de conchas en la Península Ibérica. superficies de tierra batida o sobre camas de lajas de anterior a la época colonial fenicia (Arruda 2007: 118- piedra preparadas adrede. Pero el listado quedaría in- 121 y lám. XVII). A pesar de que se ha propuesto que completo sin la referencia final a una gavilla de luga- tras este hiato se pudo reanudar su papel como edificio res en los que hay indicios de su existencia. Llegado el de culto en la segunda mitad del siglo V a.C., para esta caso se expondrán los argumentos en que puede sus- otra fase más reciente no se han constatado áreas pavi- tentarse tal sospecha. mentadas con moluscos marinos (Arruda y De Freitas 2008: 429-441). Los dos pequeños suelos de conchas pudieron formar 2.1. El Algarve parte de una sola superficie que acabó perdiendo las val- vas en su parte central debido a que esa zona era la que En la zona sur de Portugal destaca el sitio arqueoló- más se pisaba al entrar al edificio o al salir de él (fig. 2). gico de Castro Marim, un promontorio que domina la desembocadura del Guadiana desde su orilla derecha y que en la Antigüedad pudo ser una isla (Arruda 2007: 2.2. Provincia de Huelva 116). En el siglo VI a.C. se levanta aquí el edificio de la fase IV, también conocido como compartimiento 27. En 1971 se publicaron los resultados de las ex- Dicha estructura disponía de una entrada orientada al cavaciones llevadas a cabo en el casco urbano de la este, al exterior de la cual se localizaron dos superficies localidad de Aljaraque.