Capítulo II La Medicina Y La Dermatología De
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HISTORIA DE LA DERMATOLOGÍA EN COLOMBIA CAPÍTULO II La Medicina y la Dermatología de la Era Precolombina a 1970 5 VARELA HERNÁNDEZ CI Indígena arhuaca. Cedida por Indígena arhuaco. Cedida por Teresita Díaz Granados Teresita Díaz Granados Indígenas guambianos. Obtención de medicamentos naturales. Cauca. Cedida por el diario El País 6 HISTORIA DE LA DERMATOLOGÍA EN COLOMBIA LA ERA PALEOINDÍGENA, LAS COMUNIDADES Y LAS CULTURAS INDÍGENAS PRECOLOMBINAS CÉSAR IVÁN VARELA HERNÁNDEZ Los primeros pobladores de las tierras americanas quienes se despla- zaron desde Oceanía y Asia a través del Estrecho de Bering durante las glaciaciones, y según el historiador Méndez Correa también lo debieron hacer por el Océano Pacífico y por la Antártida, llegaron en la era paleoindígena entre 15.000 y 10.000 años A.C., seguramente en bús- queda de mejores y diferentes condiciones de vida y de alimentos. Importantes hallazgos arqueológicos en los que han jugado papel pre- ponderante Gonzalo Correal Urrego, Tomás van der Hammen y J.W. Hurt, evidencian la presencia del hombre desde el milenio XII A.C., en nuestras tierras, como los encontrados en Cundinamarca, en el yaci- miento paleoindígena El Abra en Zipaquirá en 1967 y 1969, y el Homo Temprano u Hombre de Tequendama en Soacha en 1971, donde además de 5 falanges fracturadas se encontraron utensilios de hueso y cuerno. El esqueleto completo más antiguo encontrado en Gachalá data de 7 milenios A.C.1 Estos y otros hallazgos revelan la presencia de grupos humanos recolectores y cazadores. En el primer milenio A.C. se inició la etapa formativa de las culturas indígenas, con desarrollo y avances en la agricultura y fue la primera la localizada en Malambo, al sur de Barranquilla, que data del 1120 A.C. y la cultura Momil en el Bajo Sinú. Pero fue la cultura de San Agustín en el sur del Huila la más representativa de este período y permaneció des- de la mitad del primer milenio A.C. hasta el siglo XII. Era un pueblo religioso, agricultor y artístico. Sus miembros cultivaban maíz, maní, tubérculos y plantas silvestres. Al labrar la piedra dejaron una cultura estatuaria con figuras antropomorfas y zoomorfas extraordinarias, rin- dieron especial culto a los muertos y desarrollaron complejas obras de hidráulica. Más adelante vendrían las culturas de Tierradentro y la Tumaco a orillas del Pacífico en el 400 A.C. En el primer milenio aparecieron formas político-sociales diferentes con 7 VARELA HERNÁNDEZ CI la figura de los caciques, que dan origen a comunidades compuestas, dominadoras y dominadas. Cuan- do los pueblos se hicieron sedenta- rios, construyeron aldeas, y flore- cieron las culturas Quimbaya en el Quindío, Calima en el Valle del Cauca, Zenú en el bajo Magdalena, entre otras. A la llegada de los con- Cara Triangular. Parque Arqueológico de quistadores españoles, las comuni- San Agustín. Cedida por Gloria P. Núñez dades más desarrolladas eran la chibcha o muisca en el altiplano cundiboyacense y la tairona en San- ta Marta. Los muiscas realizaban observa- ciones meteorológicas sobre las que basaron su desarrollo agrícola, en las siembras de maíz, algodón, papa y tabaco, entre otros productos. Notables orfebres, comercializaron el oro con otras comunidades, lo intercambiaban por sal, esmeraldas y tejidos, y dejaron un legado ma- ravilloso de sus refinadas técnicas metalúrgicas. Explotaron también las minas de sal en Zipaquirá, re- Indígena Kogui y Teresita Díaz Granados gión donde hoy se encuentra la úni- Santa Marta ca Catedral de Sal en el mundo, verdadera joya arquitectónica y religiosa universal. Desarrollaron tejidos en algodón y fique y basaron el comercio en el trueque. Estratificaron su socie- dad y sus máximas autoridades eran el Zipa y el Zaque, quienes seguían una línea de mando matrilineal, es decir, heredaba el trono el sobrino, el hijo de la hermana del cacique. Sus leyes se basaban en no matar, no hurtar, no mentir y no quitar la mujer ajena, evidencia de que también sufrieron de las mismas tentaciones de toda la historia de la humanidad hasta el presente. Sus principales dioses eran el sol o Sué, la luna o Chía y el agua y creían en 8 HISTORIA DE LA DERMATOLOGÍA EN COLOMBIA la diosa madre, Bachué y en Bochica, el dios civilizador. Te- nían templos religiosos y sus máximos jerarcas eran los Je- ques. Su desarrollo sitúa a los chibchas o muiscas como una de las comunidades más adelan- tadas en América. No obstante a la llegada de los españoles el desarrollo en muchos campos era muy inferior al de éstos, pues desconocían por ejemplo la rue- César Iván Varela en comunidad guayaberos. da, el vidrio y el hierro. Guaviare, 1983 Algunas de las comunidades que habitaron y habitan el territorio son en la región Caribe y Centro del país, los wayúu, motilones, turbacos, catíos, chocoes, pijaos, panches, muzos, koguis y arhuacos; en los Lla- nos Orientales, la Amazonia y La Guajira, achaguas, piapocos, huitotos, ticunas, tukanos y guajiros, de la familia lingüística arawak y los guahibos y guayaberos en la ribera del Río Guaviare, comunidad a la que atendí como médico en el año 1983; en el Chocó, los emberá y noanamá; en Urabá los cunas; en Antioquia los catíos y chamíes; en el Cauca los totoró, paeces, puracés y guambianos; en Nariño los pastos y los quillacingas, entre otras comunidades. Muchas comunidades indígenas vivieron en el territorio patrio y de muchas de sus culturas nos queda tan sólo la evidencia de los hallazgos arqueológicos. Indígena arhuaco. Sierra Nevada de Santa Marta. Cedida por el diario El País 9 VARELA HERNÁNDEZ CI LA MEDICINA EN LA ERA PRECOLOMBINA CÉSAR IVÁN VARELA HERNÁNDEZ Y JAIME GIL JARAMILLO Las múltiples comunidades indígenas presentes antes de la llegada de los conquistadores españoles, padecían enfermedades genéticas, auto- inmunes, infecciosas, traumáticas y degenerativas, que los llevaron a desarrollar tratamientos, a descubrir medicamentos naturales e inclusi- ve a adoptar medidas preventivas, pero quizá la baja densidad demográ- fica, la muerte temprana por accidentes, la distancia entre los asenta- mientos y la baja presencia de zoonosis por la ausencia de animales domésticos, favoreció la pobre diseminación de enfermedades infecto- contagiosas. Hay incluso evidencias de sano desarrollo en los chibchas2. Si bien es cierto, pocas comunidades indígenas tenían escritura, ésta desapareció rápidamente. Los mecanismos utilizados durante la Con- quista y la Colonia contra los aborígenes, casi hicieron desaparecer toda evidencia de su medicina, pero algo se ha logrado recuperar fragmen- tariamente de los hallazgos arqueológicos. Además, aquellos cronistas españoles que vieron más allá del oro, recopilaron información que jun- to a la trasmitida oralmente de generación en generación en las tribus indígenas aún presentes, nos permiten conocer algo de nuestra historia médica prehispánica. Sería maravilloso poder disponer de múltiples descripciones que involucren la piel como la hecha por Fray Pedro de Aguado «las mujeres pantagoras, vecinas del noroeste de Antioquia, tuvieron fama por la ter- sura del cutis, producto de beber cierta cáscara de árbol que parece ca- nela, por parecerse a ella, porque con la virtud de esta cáscara detienen su regla mujeril cinco o seis meses, con lo cual no se avejentan mucho ni se les arruga el rostro si no es por demasiado curso del tiempo, y luego al cabo de este tiempo les torna a bajar.» Concepto de enfermedad y terminología médica La historia de la medicina colombiana tiene sus orígenes en las cultu- 10 HISTORIA DE LA DERMATOLOGÍA EN COLOMBIA ras Chibcha, Caribe y Arawak. La medicina era esencialmente mágica y religiosa, en la que se atribuía las causas de las enfermedades a situacio- nes sobrenaturales y por tanto su tratamiento se realizaba recurriendo a estos medios. El médico era a la vez el sacerdote, el chamán o shamán, y se consideraba que poseía poderes sobrenaturales que le permitía curar las enfermedades (magia blanca) o producirlas (magia negra). Los aborígenes se consideraban como un elemento más dentro del equilibrio del cosmos y en consecuencia, alterar el equilibrio de la natu- raleza significaría recibir como castigo una enfermedad, y el contrave- nir las normas culturalmente establecidas podría traer también conse- cuencias graves para el organismo. Dividieron las enfermedades en grupos según las diferentes culturas, por ejemplo los paeces las clasificaron en enfermedades del duende, del cacique, de visiones y del arco a las que pertenecían las dermatológicas como las hinchazones, los granos en la piel y las malformaciones con- génitas “rasgos físicos de animal”. Otras culturas las clasificaban en accidentes como los traumas, las frías como el reumatismo y las calien- tes a las que pertenecían las de la piel y para las que usaban medidas de “refrescamiento”. Los motilones tuvieron los primeros conceptos de enfermedad por contagio, apartándolas de causas sobrenaturales o de hechicería. Para los huitotos, la enfermedad era el producto de la bruje- ría por ataques chamanísticos de otras tribus. Para los emberá, la enfer- medad era producida y curada por los “jais”, que “es la esencia de las cosas, considerada como una energía, como algo vital”3. Los nukak en el suroriente del país, consideraban cuatro grupos de enfermedades: 1. Los brotes y granos que se asocian con “dardos mágicos” lanzados por “seres enemigos” y/o como parte de un castigo por el exceso o por la infructuosa caza o pesca. 2. Las asociadas con los espíritus del bosque (dEbEp) y con la picadu- ra de los truenos lanzados por los seres que vivían en el nivel infe- rior del mundo (takuEji), que eran muy peligrosas y podían ocasio- nar la muerte. 3. Las asociadas con el incumplimiento de las normas culturales y, por último, 4. Las enfermedades menores que no implicaban la muerte, como las 11 VARELA HERNÁNDEZ CI picaduras y las pequeñas heri- das4.