Universidad De Burgos RESUMEN
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HISPANIA. Revista Española de Historia, 2008, vol. LXVIII, núm. 228, enero-abril, págs. 11-36, ISSN: 0018-2141 JURISDICCIÓN, PROPIEDAD Y SEÑORÍO EN EL ESPACIO CASTELLANO DEL CAMINO DE SANTIAGO (SS. XI Y XII) LUIS MARTÍNEZ GARCÍA Universidad de Burgos RESUMEN: El objetivo de este artículo es analizar la naturaleza del poder feudal que se im- planta durante los siglos XI y XII en el Camino de Santiago a su paso por Casti- lla. Parte de una serie de documentos señoriales privados y de fueros locales, y se sir- ve de unas categorías de análisis como son la jurisdicción, la propiedad y el señorío. La particular intervención de los reyes a la hora de promover y de apoyar a institu- ciones projacobeas mediante la concesión de derechos políticos y de patrimonio terri- torial hará posible observar el papel de la jurisdicción y de la propiedad en el sur- gimiento de los señoríos, así como introducir la cuestión de los orígenes del realengo y de la behetría, en cuanto formas señoriales básicas y primarias en la formación de los mismos. La constatación de que el Camino de Santiago no fue un espacio de po- der diferente al resto de los territorios vecinos permitirá dar a los contenidos del ar- tículo una proyección mayor de la que pudiera derivarse del enunciado del título. PALABRAS CLAVE: Feudalismo castellano. Estructuras de poder. Seño- río, jurisdicción y propiedad. Realengo. Behetría. Camino de Santiago. JURISDICTION, PROPERTY AND LORDSHIP IN THE CASTILIAN PILGRIM ROUTE TO SANTIAGO IN THE 11TH AND 12TH CENTURIES. ABSTRACT: The aim of this article is to analyse the nature of feudal power that took root in Castile along the Pilgrims’ Route to Santiago during the eleventh and twelfth centuries. It is based upon a series of private seignoral documents and town statutes, and uses analytical categories such as «jurisdicción» (jurisdiction), «propiedad» (property) and «señorío» (seignorage). Royal intervention in the promotion and support of Santiago’s institutions through the concession of political rights and land grants enables us to observe the role of both jurisdiction and property in the development of private lordship as well as introducing the question of the origins of the royal lordship and the free lordships («behetria») as basic and primary seignoral forms. That the Pilgrims’ Route was a power structure no different to neighbouring territories places this article in a wider context than the title might suggest. 12 LUIS MARTÍNEZ GARCÍA KEY WORDS: Castilian feudalism. Power structures. Jurisdiction, property and seignorage. Realengo. Behetría. Royal and Free Lordship, Pilgrims’ Route to Santiago. Es opinión general que el Camino francés de Santiago se abrió en tiempos de Sancho III el Mayor de Navarra (1005-1035), se consolidó durante el go- bierno de Alfonso VI de León y de Castilla (1065-1109) y de Sancho Ramírez de Navarra y Aragón (1063-1094), y culminó a partir del reinado de doña Urraca (1109-1126) y, sobre todo, en el de su hijo y sucesor Alfonso VII de León y de Castilla (1126-1157). Fueron unos 150 años, por tanto, invertidos en el proceso de apertura y estabilidad de la ruta. Un tiempo sin duda largo, que se agranda sobremanera si consideramos que habían pasado antes otros 200 años desde que, allá por el año 830, el obispo de Iría Flavia Teodomiro reconociera un monumento funerario hallado en una necrópolis paleocristiana de Compostela como el que guardaba los restos del apóstol Santiago el Mayor, y que cobra aún mayor relieve si admitimos que este Camino francés, descrito en el Códice Calixtino a mediados del siglo XII, no sólo era el principal sino también el primero de los abiertos con destino a Compostela1. 1. LA APERTURA DE UN CAMINO FÍSICO, URBANIZADO, ACOGEDOR Y PROTE- GIDO La apertura del Camino francés de Santiago fue una lenta y costosa tarea. Como bien ha señalado A. Soria y Puig, la historia de los caminos es insepara- ble de la historia de los territorios por donde pasan2. En la Península Ibérica de los siglos IX y X hubiera sido absolutamente imposible diseñar ni ejecutar un plan general de vías de comunicación de largo recorrido. Imposible por razones de tipo militar y políticas, a tenor de los conflictos fronterizos y la fragmenta- ción de los estados, e imposible por la debilidad estructural de los espacios eco- ———— 1 La hipótesis de que antes que este camino hubiera dos y hasta tres caminos, partiendo de la cornisa cantábrica, cada vez más al este y al sur, siguiendo estrictamente los pasos del antiguo viario romano y al compás de los avances de la reconquista, parece poco probable. Esos caminos del norte, tanto el de la costa como el que cruzaba por el Valle de Mena en dirección a Carrión de los Condes o el que se dirigía por Álava y La Bureba hacia Burgos se fueron abriendo después, en la segunda mitad del siglo XII y en la primera del XIII, con ocasión de los procesos repobladores de la cornisa cantábrica, la reactivación del comercio marítimo y, en general, la implantación de unas nuevas líneas de fuerza en dirección norte-sur en el conjunto peninsular tras las conquistas andaluzas. Sobre esta cuestión y otras relacionadas con la historia del Camino de Santiago puede verse una síntesis de reciente publicación en MARTÍNEZ GARCÍA, L.: El Camino de Santiago. Una visión histórica desde Burgos, Burgos, Cajacírculo, 2004. 2 SORIA Y PUIG, A.: El Camino a Santiago. I. Vías, viajes y viajeros de antaño, II. Estaciones y señales, Madrid, MOPT, 1991. Hispania, 2008, vol. LXVIII, nº. 228, enero-abril, 11-36, ISSN: 0018-2141 JURISDICCIÓN, PROPIEDAD Y SEÑORÍO EN EL ESPACIO CASTELLANO DEL CAMINO DE SANTIAGO 13 nómicos y sociales de los reinos cristianos peninsulares. Sólo una gran potencia como el Imperio Romano había sido en su día capaz de acometer obras de se- mejante envergadura. Para que se abriera un camino operativo y mínimamente seguro como éste debieron de darse unas condiciones previas; principalmente cuatro: el pleno control político-militar de la meseta norte del Duero por los cristianos, la difusión de la devoción al Apóstol por toda la cristiandad occiden- tal, la colonización de los territorios a través de numerosas aldeas con presencia de señores protectores en ellas y el consiguiente despliegue de una nueva red de caminos locales. Estos requisitos llevaron su tiempo, básicamente la segunda mitad del siglo IX y el siglo X entero, por lo que el Camino francés mal pudo estar abierto y operativo antes del año mil. No vamos a entrar en las condiciones citadas, pero sí dejar constancia de la importancia de la previa aldeanización de los territorios por donde el camino habría de pasar. Mucho se ha hablado de las ciudades, que si factor que si con- secuencia del fenómeno jacobeo. Pero se olvida que antes que las ciudades, que antes que las actividades artesanales y el comercio, que colonizaciones francas, se había ido tejiendo un rosario de aldeas diminutas habitadas por familias de- dicadas al cultivo de los campos y de la ganadería. Ni éste ni otros caminos de Santiago dignos de tal nombre pudieron abrirse antes de que las aldeas dispu- sieran de sus propios caminos y estuvieran en condiciones de ofrecer unos mí- nimos servicios de seguridad y de asistencia. Es así como las aldeas jugaron un papel decisivo de cara al diseño del trazado físico de los caminos, incluidos los de largo recorrido, ya fueran a Santiago de Compostela, a Roma o a Jerusalén, que no serían sino la suma de enlaces locales. El Camino de Santiago se fue haciendo lentamente de acuerdo con las condiciones del tránsito y del transpor- te, pero siempre sobre la base de las aldeas, de la realidad material y espiritual de las aldeas y de sus habitantes. Una vez abierto, el Camino de Santiago siguió su ritmo de crecimiento de modo que entre mediados del siglo XI y los albores del siglo XIII pudo conso- lidarse como la gran vía europea de peregrinación dotada de las infraestructu- ras y de los recursos asistenciales imprescindibles. Conocemos algunas de sus huellas más señaladas: un sistema urbano capaz de ofertar productos y seguri- dades por encima de los rudimentos naturales de las aldeas; un ordenamiento legal específico de carácter protector; un cuerpo de policía organizado bajo el manto de las órdenes militares; y una red de hospitales, iglesias y santuarios siempre abiertos a los cristianos apacibles. Al cabo, el trayecto entero se había transformado notablemente en un espacio urbanizado, protegido, acogedor y sagrado, en un espacio lleno de recursos y de bienes singulares, apto para el progreso material, el urbanismo, el comercio, la cultura. En un espacio propicio también para el desarrollo de los poderes feudales. Es la línea que trazaron, desde la perspectiva de la organización social del espacio, algunos medievalistas en la XX Semana de Estella del año 1993, seguida después en algunas ponen- cias de las Semanas de Nájera o, en cierto sentido, en otras surgidas desde el Hispania, 2008, vol. LXVIII, nº. 228, enero-abril, 11-36, ISSN: 0018-2141 14 LUIS MARTÍNEZ GARCÍA Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Precisamente fueron las Jorna- das de Estella las que sirvieron para destacar el papel del Camino de Santiago como articulador de espacios a escala peninsular y a escala comarcal, dejando sin embargo entre interrogantes su papel a escala local. Si, por un lado, se admitía que la multiplicación de ciudades y grandes villas suponía romper con un pasado de castros y de pequeños monasterios, por otro lado se reconoce —como haría expresamente J.A. García de Cortázar— la necesidad de valorar las evoluciones internas no rupturistas, tanto dentro como fuera del espacio jacobeo3.