ISSN 0570-8346

PRESIDENCIA DE LA NACIÓN SECRETARÍA DE CULTURA

DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO 21

BUENOS AIRES, 2006 - 2007 AUTORIDADES

PRESIDENTA DE LA NACIÓN Cristina Fernández

VICEPRESIDENTE DE LA NACIÓN Julio César Cobos

SECRETARIO DE CULTURA José Nun

SUBSECRETARIO DE GESTIÓN Pablo Wisznia

DIRECTORA NACIONAL DE PATRIMONIO Y MUSEOS María de las Nieves Arias Incolla

DIRECTORA DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO Diana Susana Rolandi

COMITÉ HONORARIO Dra. Tania Andrade Lima (Universidade Federal do Rio de Janeiro, Brasil) Dr. Antonio A Arantes (Universidade Estadual de Campinas, San Pablo, Brasil) Dr. Leopoldo Bartolomé (Universidad Nacional de Misiones, Argentina) Dr. Lewis Binford (Southern Methodist University, Texas, EEUU) Dr. George Marcus (Rice University, Texas, EEUU)

COMITÉ EDITORIAL Silvia García, Ana Gabriela Guráieb, Diana Rolandi

SECRETARIA EDITORIAL Concepción Sierra

EVALUADORES DEL PRESENTE VOLUMEN

Alejandro Balazote (CONICET/UBA), Leopoldo Bartolomé (Universidad Nacional de Misiones), Cristina Bayón (Universidad Nacional del Sur), Cristina Bellelli (CONICET/ UBA), Pilar Luna Erreguerena (INAH, México), Pablo Fernández (CONICET/INAPL), Pedro Funari (Unicamp, Brasil), Gastón Gordillo (UBA/CONICET), María Gutiérrez (CONICET/Universidad Nacional del Centro de la Provincia de ), Cecilia Hidalgo (UBA), Alicia Martín (UBA/INAPL), Lidia Nacuzzi (CONICET/UBA), Axel Nielsen (CONICET/INAPL), Gabriela Novaro (UBA), Ruben George Oliven (Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Brasil), Cecilia Pérez de Micou (CONICET/UBA), Mercedes Podestá (INAPL), Juan Carlos Radovich (CONICET/UBA), Ana Ramos (UBA), Mario Sánchez Proaño (Área Camélidos, Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de la Nación), Vivian Scheinsohn (CONICET/UBA), Alejandra Siffredi (CONICET).

CONICET: Consejo Nacional de Investigaciones Científi cas y Tecnológicas INAPL: Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano UBA: Universidad de Buenos Aires

Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano es una publicación del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano de frecuencia bienal. Números atrasados solicitar por canje a inapl@ inapl.gov.ar. Los autores son responsables de las ideas expuestas en sus respectivos trabajos. ISSN 0570-8346

Diseño de tapa: Concepción Sierra

Diseño y armado de interior: Caligrafi x Servicios Gráfi cos Integrales S. H. Av. Pueyrredón 1440, 2° C1118AAR Buenos Aires Telefax: 4821-6263 c.e.: info@caligrafi x.com.ar

Impresión: Talleres Gráfi cos DEL S. R. L. E. Fernández 271/75 B1868AEE, Piñeyro c.e.: [email protected] Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

PRESENTACIÓN

Diana S. Rolandi

Con este número de Cuadernos hemos logrado minutos, son transmitidos y retransmitidos por Radio restablecer la periodicidad que nos propusiéramos Nacional y Radio Folclórica, por una red de alrededor de de publicación bienal; y esperamos que este logro sea ochocientas emisoras AM y FM, y por emisoras digitales permanente. La convocatoria para la presentación de (CLACSO, Señal Gaucha). trabajos fue amplia y con una excelente respuesta. Se El Museo Nacional del Hombre realizó siete expo- presentaron cuarenta trabajos, veintitrés de antropolo- siciones temporarias y su Muestra Permanente fue visi- gía social y diecisiete de arqueología. Una ardua tarea tada cada año por alrededor de trece mil personas. Ganó tuvieron los evaluadores a quienes agradecemos su el Concurso de Subsidios de Museos organizado por la labor así como la del comité honorario y al comité y Secretaría de Cultura de la Nación. secretaría editorial, quienes seleccionaron los trabajos Durante los años 2006-2007 se llevaron a cabo la XVI que se publican: once de arqueología y nueve de antro- y XVII Muestra Nacional de Cine y Video Documen- pología social. tal Antropológico, con la participación de realizadores Durante estos dos años el Instituto con el apoyo argentinos y de Chile, Nicaragua, Cuba, Ecuador, Brasil, invalorable de su Asociación Amigos ha editado el Bole- México, Perú, Estados Unidos y España. La videoteca tín Novedades de Antropología, en forma cuatrimestral acrecentó sus videos teniendo actualmente un patrimo- y de distribución en todo el país; en formato digital nio de dos mil doscientos cincuenta fi lmaciones. Miradas, una selección de los trabajos de las V Jornadas En este período se llevaron a cabo cincuenta proyec- de Jóvenes Investigadores en Ciencias Antropológicas; tos de investigación, la mayoría de los cuales continúan, Entre Pasados y Presentes, trabajos de las VI Jornadas en arqueología, antropología social, folklore y lingüística, de Jóvenes Investigadores; el libro Tramas en el Monte los cuales produjeron ciento noventa y tres publicaciones Catamarqueño. Arte Textil de Belén y Tinogasta, con el y cuyos resultados se expusieron en ciento cuarenta y tres apoyo de la UNESCO; Tramas en la Piedra en conjunto reuniones científi cas con la participación de doscientas con la Sociedad Argentina de Antropología y World cuatro ponencias. Para la realización de estos proyectos Archaeological Congress. se recibieron varios subsidios otorgados por UNESCO, Recibimos una importante donación de libros de la CONICET, Agencia Nacional de Promoción Científi ca y Embajada del Perú y hemos continuado con la suscrip- Tecnológica, Agencia Española de Cooperación Interna- ción de las siguientes revistas extranjeras fi nanciadas cional, Embajada Real de los Países Bajos, Administración por el AINA: Anthropological Theory; American Anti- de Parques Nacionales, Wenner Gren Foundation y Faculty quity; Journal of Archaeological Method & Theory; Social Research Progamm del Canadá. Anthropology; Journal of American Folklore; American El Registro Nacional encargado de cumplir la ley Anthropologist; Current Anthropology y Annual Review 25.743 realizó un esfuerzo considerable para difundirla y of Anthropology. todo lo relacionado con el tráfi co ilícito de bienes arqueo- Se llevaron a cabo las VII Jornadas de Jóvenes Inves- lógicos, a través de la comunicación y la capacitación tigadores en Ciencias Antropológicas con la asistencia llevadas a cabo a las distintas fuerzas de seguridad, a las de más de trescientas personas y la exposición de ciento provincias y a las universidades. Se contó con el apoyo cuarenta trabajos científi cos. Se realizaron las VII Jorna- de UPCN con quien la Secretaría de Cultura fi rmó un das de Estudio de la Narrativa Folclórica e ISFNR Inte- convenio con el objetivo de capacitar recursos humanos rim Conference conjuntamente con la Subsecretaría de para el cumplimiento efectivo y la concientización en la Cultura y Comunicación de la provincia de La Pampa. comunidad en general de la mencionada ley. Se presentaron noventa trabajos de folcloristas de nuestro Lamentamos el fallecimiento de nuestro compa- país, América Latina, África, Asia y Europa. ñero Rubén Jorge Pérez Bugallo acaecido en febrero de Iniciamos un programa de Comunicación Pública del 2007. Licenciado en Ciencias Antropológicas y Profesor Conocimiento y el Patrimonio Antropológico y Arqueo- Superior de Folclore supo conjugar esta formación en lógico. Y en forma paralela se organizó Los Antiguos y sus líneas de investigación dirigidas fundamentalmente Presentes, un programa radial sobre las investigaciones hacia la etnomusicología, iniciándose como investigador científi cas que se realizan en el Instituto. Hasta la fecha en el Instituto Nacional de Musicología de la Secretaría se produjeron ciento veinte micros, conformados en de Cultura de la Nación. En 1983 ingresa como Investi- torno a ejes temáticos, de una duración entre cinco y siete gador en el CONICET, con lugar de trabajo en nuestro

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Instituto. Llevó a cabo investigaciones en las comunida- Sus interpretaciones, sus charlas y sus narrativas sobre des chiriguano-chané de Salta y Jujuy, en las comunida- la vida de las distintas comunidades en que trabajó per- des mapuche del Neuquén, en las comunidades mbyá de durarán en nuestro recuerdo y simplemente podemos Misiones, y en la música criolla de Santiago del Estero y decir que acompañará la historia de este Instituto. de la provincia de Buenos Aires. Finalmente queremos expresar nuestra satisfacción Fue fundamentalmente un investigador de campo por el ingreso a los equipos de trabajo de este Instituto como pocos los hay, recorrió nuestro país, se adentró de nuevos investigadores y becarios del CONICET, de la en sus tradiciones musicales y compartió con sus infor- Agencia Nacional de Promoción Científi ca y Tecnológica mantes poesía y música. Muchas de estas melodías las y de la UBA, así como también por la participación y el transmitió a través del grupo Antigal que él creó y dirigió entusiasmo que han prestado los casi noventa jóvenes interpretándolas a través de sus instrumentos musicales participantes del programa de Entrenamiento Laboral. ya que ejecutaba más de treinta instrumentos etnográfi - Como siempre hemos contado con el apoyo invalorable cos y criollos. de la Secretaría de Cultura de la Nación.

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REPRODUCCIÓN Y TRANSFORMACIÓN DEL ORDEN SOCIAL UN ABORDAJE A LOS ESPACIOS NO PROYECTADOS POR LA CORONA ESPAÑOLA EN FLORIDABLANCA (COSTA PATAGÓNICA, SIGLO XVIII)

Marcia Bianchi Villelli*

RESUMEN La “Nueva Población y Fuerte de Floridablanca” (actual Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz, Argentina) fue uno de los enclaves fundados a fi nes del Siglo XVIII con el fi n de reafi rmar la presencia española en el Atlántico Sur. Abordamos aquí espacios no proyectados por la Corona española dentro de este modelo de orden social, y discutimos la posibilidad que sean escenarios de transformación social. Indagamos qué preguntas son necesarias para comprender el cambio social desde las prácticas cotidianas de Floridablanca.

PALABRAS CLAVE Arqueología histórica, Ilustración española, discursos, cultura material

ABSTRACT By the end of the 18th Century, the Spanish expansion on the patagonian coast established the “Nueva Población y Fuerte de Floridablanca” (Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz, Argentina) with the aim to defend its sovereignty over the South Atlantic. In this paper, we present our approach to those spaces not planifi ed by the Crown, to discuss them as stages for social change. We inquire which questions are neccesary to understand social change in everyday practice at Floridablanca.

KEYWORDS Historical Archaeology, Spanish Enlightment, discourses, material culture

INTRODUCCIÓN Las ideas ilustradas se enfrentaron a los problemas El contexto de conformación de la sociedad moderna estructurales de la sociedad española relativos a los pri- de fi nes del siglo XVIII es comúnmente entendido como vilegios estamentales y a la concentración de la propie- un período de complejo cambio social en el que las rela- dad de la tierra; buscaban así, reformar el orden vigente ciones entre las personas y de estas con el mundo fueron para darle a España “plenitud de poder y riquezas”. Como modifi cadas (Johnson 1996; Leone y Potter 1988). Aunque parte del plan de poblamiento patagónico se establecie- la expansión de la sociedad moderna se entienda relacio- ron sobre la costa una serie de asentamientos que tenían nada a un sistema total –el capitalismo– (Orser 1996) no la función de incorporar sus puertos al sistema de inter- implica que no tenga variaciones en el tiempo y espacio cambio colonial. Uno de ellos fue la “Nueva Población y por lo que no debe ser vista como monolítica (Senatore Fuerte de Floridablanca”, ubicada en la actual Bahía de y Zarankin 2002; Hall y Silliman 2006). Nuestro interés San Julián –provincia de Santa Cruz–. es atender tanto a sus características globales como a la En el marco del proyecto de investigación diversidad de los contextos específi cos en que devino. “Arqueología e Historia en la Colonia Española de En particular, nos interesa abordar la ocupación espa- Floridablanca”1discutimos las estrategias de estable- ñola de fi nes de siglo XVIII en la costa patagónica, área cimiento del orden colonial atendiendo a los ejes que defi nida como marginal a los centros coloniales (Senatore determinaron un ordenamiento en la estructura social 2002). El contexto ideológico e histórico para la creación del poblado de Floridablanca (Buscaglia 2003; Marschoff del Virreinato del Río de la Plata y de los establecimientos 2004; Senatore 2004; Bianchi Villelli 2006a; Senatore et al. patagónicos, es el de la Ilustración española y el proceso 2006). Nuestra perspectiva consiste en discutir cómo se de modernización del Estado relacionado a las políticas estructura la población de Floridablanca considerando la de Carlos III y las reformas borbónicas (Defourneaux interacción entre las prácticas de los individuos y el orde- 1960; Palacio Atard 1960). namiento establecido desde la Corona española.

∗ ICA-UBA y DIPA-IMHICIHU-CONICET, bianchi.marcia@ gmail.com 1 Bajo la dirección de la Dra. María Ximena Senatore.

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En este trabajo abordamos un escenario social particu- soberanía española en el Atlántico Sur, la utilidad eco- lar, un conjunto de construcciones que no fueron proyec- nómica de los establecimientos y el diseño específi co del tadas por la Corona española sino que fueron edifi cadas proyecto y conformación de las colonias en la actual Pata- por individuos del poblado por su propia cuenta. Su par- gonia argentina. Más allá de su carácter defensivo, pueden ticularidad reside en que el conocimiento de su existencia defi nirse los establecimientos como conformados a partir fue posible a través de las intervenciones arqueológicas en del traslado de familias de labradores, garantizando el Floridablanca y de unos pocos documentos –en su mayo- desarrollo agrícola. En España fi rmaban una contrata por ría, posteriores al abandono del poblado– ya que fueron la cual eran llevadas a los destinos de Costa Patagónica omitidas en los informes ofi ciales donde se daba parte del a cambio de tierras, semillas, herramientas y habitación, crecimiento del poblado. con el fi n de que conformasen la población estable de las Esta omisión en las narrativas ofi ciales constituye el colonias. En otras palabras, en ellos iba a descansar el sus- punto de partida de nuestro análisis para comprender en tento de las poblaciones en Patagonia (Senatore 2004). qué medida las estructuras no proyectadas por la Corona La “Nueva Población y Fuerte de Floridablanca” fun- pueden ser entendidas como espacios de cambio social. cionó de 1780 a 1784 como parte de este plan. Para ello se Nuestro interrogante principal es si la creación de estos trasladaron más de ciento cincuenta personas entre familias espacios puede ser concebida en términos del concepto de labradores, artesanos, hombres de tropa y presidiarios. de “acontecimiento”, defi nido como la producción y La colonia no fue establecida sobre la costa, como era de emergencia de nuevos sentidos sociales (Foucault 1970). esperar para un asentamiento defensivo, sino que se ubicó Nos preguntamos qué signifi ca, en el marco de los ejes de a aproximadamente diez kilómetros cerca de una fuente de ordenamiento planteados anteriormente, la construcción, agua dulce para los futuros campos de cultivos; es decir, existencia y uso, el habitar estas edifi caciones. ¿Pueden ser el carácter agrícola determinó su lugar de emplazamiento pensadas como un espacio para que se desarrollen prácti- (Senatore 2004). La duración de la ocupación fue breve, cas alternativas al modelo de orden social de la Corona?, dado que a los cuatro años de funcionamiento debió ser ¿el desarrollo de estas prácticas puede ser pensado como abandonado por Orden Real, atendiendo a las opiniones espacio de transformación social? del virrey Vértiz, quien argumentaba que la población no A continuación introducimos los lineamientos del podía subsistir por sus propios medios (Burucúa 1984). plan de poblamiento patagónico en el marco de la Ilus- tración española y las características del modelo de orden DISCURSOS COLONIALES EN FLORIDABLANCA social que se buscó establecer en Floridablanca, para luego Desde la historiografía, la Ilustración española fue presentar los distintos ejes analíticos con que abordamos entendida en primer lugar, como un conjunto de doctri- los espacios no proyectadas por la Corona. nas homogéneas y monolíticas; en segundo lugar, estas ideas fueron difundidas al resto de la sociedad, resultando EL CONTEXTO HISTÓRICO: LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA en la unidireccionalidad de los cambios ocurridos a fi nes Los objetivos principales de las reformas ilustradas en del siglo XVIII (Chartier 1995, Mestre Sachis 1982, 1988). España fueron la búsqueda de un nuevo ordenamiento El carácter particular de la Ilustración española reside económico y la reorganización administrativa para la justamente en que los reformistas se identifi caron con la optimización de las rentas reales (Sarrailh 1984). El pri- monarquía para llevar adelante las reformas en el marco mero, apoyado en la supremacía de la agricultura, consis- del respeto al poder público organizado; esto fue el deno- tió en la racionalización del sector agrario y artesanal. Así minado “despotismo ilustrado” (Sánchez Agesta 1953). la redistribución de las tierras fue la base para el aumento Así, la idea de ilustración se construyó sobre la oposición de la productividad, del rendimiento de la tierra, de la de los ilustrados y el resto de la sociedad. A su vez, esta comercialización y en consecuencia de las rentas reales. La oposición implicaba una idea de cambio “desde arriba”; reorganización administrativa consistió en la racionaliza- es decir, la creación de las transformaciones y su difusión ción del aparato burocrático, del sistema fi scal y devino a las prácticas sociales del resto de la sociedad. también en la reestructuración del sistema administrativo Sin embargo, la ideología ilustrada presentó diferen- colonial, implicando una reorganización de los territorios cias internas y contradicciones en lo que defi nían como y poblaciones (Chartier 1995) así como la reubicación problemas así como en las soluciones. No debe asumirse de las mercancías de procedencia española en América la homogeneidad interna del conjunto de ideas ilustradas (Defourneaux 1960; Palacio Atard 1960; Martín 2000). sino que es necesario comprender las transformaciones En este marco, el plan de poblamiento patagónico se sociales y culturales de fi nes de siglo XVIII desde las dis- caracterizó por su diseño y distintos niveles de proyec- cordancias entre las ideas de reforma y la multiplicidad de ción relacionados principalmente a la salvaguarda de la prácticas sociales que resultaron (Chartier 1995).

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En consecuencia, los proyectos coloniales pueden ser cionarios, los artesanos, los presidiarios y una parte de la entendidos a partir de los discursos que los llevan a cabo. tripulación de las embarcaciones. En cambio, las familias Estos son parte de los procesos económicos y sociales, de de labradores fueron caracterizadas como unidades dis- relaciones institucionales y sistemas de clasifi caciones; cretas e independientes entre sí, defi nidas como núcleos son en defi nitiva, prácticas que constituyen sistemática- conyugales: el hombre –padre– como cabeza de familia, mente los objetos de los que hablan (Foucault 1970). Este seguido de la mujer y los hijos. concepto implica que son parte de la infraestructura de Dado que no existieron asentamientos coloniales prácticas ordenadoras en una sociedad y no solo siste- anteriores en el lugar, el establecimiento del poblado mas referenciales (Foucault 1980, Goldman 1989). “[Un implicó que la organización del espacio fuese parte del discurso] no es el conjunto de enunciados que describen plan de poblamiento. La totalidad de las construcciones un objeto, sino el conjunto de prácticas que lo produ- fueron diseñadas, organizadas y llevadas a cabo por la cen: sujetos, objetos y la relación entre sujetos y objetos” Corona, desde su concepción y diseño –i.e. las casas–, (Lewcowicz 1999:5). la logística de su edifi cación –se trasladaron recursos Desde nuestra perspectiva observamos en particular materiales y humanos totalmente sujetos a los planes de qué discursos son producidos en momentos y lugares la Corona– (fi gura 1). Observamos que los espacios de específi cos y en función de qué normas y reglas están habitación también se diferenciaron según las categorías siendo construidos (Goldman 1989, Johnson 1996; Hall sociales (Senatore 2004). A cada familia le correspondía 2000). En la planifi cación de estos asentamientos encon- una de las casas de adobe construidas fuera del Fuerte, tramos el diseño de un modelo de orden social que esta- las cuales eran regulares en forma, tamaño y organiza- bleció las pautas de interacción social en el poblado a ción de los espacios internos. Estas características de través del ordenamiento de los individuos y las relaciones homogeneidad interna se contraponen con la heteroge- entre ellos; son proyectos sociales que buscaron establecer neidad del Fuerte, compuesto de espacios de habitación un orden social y garantizar su reproducción (Senatore variables en forma y tamaño. Esta variación responde 2004). Este modelo de orden social implícito en el plan de a las categorías sociales: su diferenciación –los grupos poblamiento puede ser entendido como formación dis- no se mezclaban– y su jerarquización –los funcionarios cursiva (Pecheux 1975) ya que como parte del contexto tenían más metros cuadrados por individuo seguidos de ideológico determina lo que puede ser o no dicho en con- la maestranza, luego la tropa y fi nalmente los presidia- diciones de producción específi cas (Goldman 1989). rios–. Las edifi caciones restantes eran los espacios pro- En el caso de Floridablanca, defi nimos ejes de ordena- ductivos de la Corona: el hospital, la herrería, panadería, miento a través del estudio del proyecto social implícito corrales y horno para tejas. Todos presentaban espacios en el plan de poblamiento (Senatore 2004); considerando de habitación incorporados, unifi cando los espacios pro- las estrategias de ordenamiento, de producción de cla- ductivos con los domésticos. sifi caciones y exclusiones, nos preguntamos a quiénes Por último, si examinamos cuál era la proyección de se ordenó, para qué y cómo. Buscamos comprender las crecimiento de la colonia, encontramos que se planifi có reglas que gobiernan la producción de los documentos y un desarrollo específi co del poblado. Por un lado, se regu- relacionar esas reglas del discurso con el mundo material laron los tiempos de permanencia en el asentamiento en (Senatore 2002). Este análisis, sintetizado a continuación, función de cada categoría social: regímenes de relevos constituye nuestro punto de partida para discutir el orden para la población en general, mientras que las familias social en Floridablanca y sus transformaciones. pobladoras estaban sujetas a destino (Senatore 2004). Por otro, el crecimiento como población agrícola se proyectó EJES DE ORDENAMIENTO SOCIAL EN FLORIDABLANCA a partir del anexo de más familias pobladoras, para lo cual El estudio de las construcciones narrativas y mate- la ampliación del establecimiento consistiría en la cons- riales se realizó a partir de los listados de los individuos, trucción de nuevas casas para más familias, repitiendo la de la organización espacial de la población y de las prác- organización espacial antes mencionada. ticas sociales de los individuos (Senatore 2004; Mars- En síntesis, consideramos que el orden social y mate- choff 2004; Bianchi Villelli 2006a). Encontramos que la rial fue establecido defi niendo, de manera recurrente, composición de la población fue defi nida y organizada jerarquías en la propia estructura social. Se destaca la en función de categorías sociales determinadas cada una múltiple defi nición de la familia nuclear conyugal como la con su funcionalidad específi ca y lógica interna particular “unidad elemental de reproducción social”, como unidad (Senatore 2004). Esto implicó un orden en términos de doméstica –ya que cada una cohabitaba una casa–; como los grupos de sexo y edad: la población en general consis- unidad productiva –la producción agrícola se organizaba tía solamente en los hombres adultos de la tropa, los fun- alrededor de ella– y unidad de consumo –dado que el

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consumo de bienes se articulaba alrededor de cada cabeza cios no proyectados e indagar el carácter alternativo de las de familia– (Senatore 2004; Bianchi Villelli 2006a). prácticas desarrolladas en este escenario en particular. El análisis de estas condiciones y su proyección a futuro siguiendo las mismas pautas puede ser entendido como CONSTRUCCIONES NARRATIVAS: EL POBLADO DESDE LA trayecto temático en tanto “dispone en estado de disper- DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA sión enunciados producidos en lugares, tiempos y géneros La documentación histórica sobre el funcionamiento distintos (…)” (Zoppi-Fontana 2003: 249). El modelo de Floridablanca conservada en el Archivo General de la implícito de orden social tenía a la familia nuclear conyugal Nación2 y el Archivo General de Indias3 es toda docu- como la “unidad elemental de reproducción social”, sobre mentación ofi cial y administrativa. Consiste en su mayo- la cual se proyectaba el funcionamiento y también el cre- ría en informes ofi ciales, listados de los individuos, cartas, cimiento de la población (Senatore 2004). Quedaron esta- expedientes judiciales, planos de la población y el Diario blecidas condiciones iniciales de equidad para las familias, del Superintendente Antonio de Viedma (Viedma [1783] la producción agrícola como sustento para la población y 1972). El estado de avance de la población en sus cuatro su proyección a futuro siguiendo las mismas pautas. años de vida es detallado en dos informes ofi ciales envia- No obstante, ¿implica la defi nición de estos ejes de dos al Río de la Plata. ordenamiento que la población de Floridablanca se desa- Toda esta documentación no son solo fuentes de rrolló tal cual fue proyectada? Como ya mencionamos, no información sino también artefactos de una forma de nos limitamos a estudiar el funcionamiento del poblado administración que por lo tanto, expresan y manifi estan desde las categorías externas relacionadas con la defi ni- una forma de poder. Son formas de ordenar el mundo ción del orden colonial, sino que buscamos una perspec- en tanto dividen, dispersan y reorganizan el mundo tiva desde las prácticas sociales. En tanto los ideales en los moderno (Johnson 1996). Esto signifi ca que no son obje- que se enmarcó el proyecto no fueron instrumentados de tivos, sino que representan intereses y formas de poder, manera homogénea (Senatore et al 2006; Bianchi Ville- estableciendo complejas redes de relaciones económicas, lli y Buscaglia 2006), los espacios no proyectados por la políticas, sociales y simbólicas (Beaudry 1988; Ginzburg Corona cobran importancia para discutir la reproducción 2001; Johnson 1996; Morris 1997; Senatore 2002). Estas y transformación del orden social. A continuación sinte- formas de ordenamiento son prácticas que apuntan a la tizamos nuestro abordaje a las construcciones narrativas administración de los espacios y de las poblaciones, y sus y materiales de estos espacios para luego adentrarnos en mecanismos intelectuales e institucionales imponen una cómo pensar el cambio social. profunda reorganización de los sistemas de percepción y ordenamiento del mundo social (Chartier 1995). DISCURSOS Y CULTURA MATERIAL Es importante destacar que en la documentación Nuestro punto de partida metodológico consiste en señalada no hay mención de los “edifi cios construidos una perspectiva interdisciplinaria, la integración entre el por los particulares” con excepción de tres referencias. En Análisis del Discurso y los estudios de cultura material dos de ellas estas construcciones son mencionadas secun- desarrollados en Arqueología. Específi camente, vincu- dariamente y sin detalle. Un ejemplo es parte del relato lamos las construcciones narrativas y materiales de los de Félix Iriarte, el Superintendente responsable del aban- espacios no proyectados por la Corona. El corpus con el dono de la colonia a principios de 1784. (…) “A las 12 de que trabajamos comprendió documentación histórica e la pasada noche se prendió fuego según previene el dicho información arqueológica, considerando las característi- ofi cio de S E al fuerte de madera, Hospital, panadería, cas de cada una de las fuentes o soportes así como su dife- Herrería, Atahona, Casas de Pobladores y todas las demás rente materialidad y condiciones de producción (Orlandi que varios Individuos de predicho establecimiento habían 1992; Johnson 1996; Morris 1997; Hall 2000). levantado a su costa y mención, incluyendo en el incendio Por un lado, trabajamos sobre la evidencia documental de ellas todo lo que era de poca utilidad, lo que participo atendiendo tanto al contenido como a la estructura de los a VS en cumplimiento de mi obligación”4. documentos; así, buscamos dar cuenta de qué signifi caban estas edifi caciones en términos de la documentación ofi cial 2 AGN. Sección Colonia. División Gobierno. Sala IX. Lega- del poblado. Por otro lado, abordamos prácticas sociales de jos 16-3-5 al 12; Legajo 16-5-10; Sala XIII. Legajos 33-10-5, los individuos que habitaron estos espacios por medio de 34-10-5 y 6. nuestras intervenciones arqueológicas en el sitio. Aquí enfa- 3 AGI. Buenos Aires 358; Mapas y Planos, Buenos Aires 138. tizamos el rol activo y la signifi cación del mundo material. 4 AGN, IX 16-4-1. Carta de Félix de Iriarte a Francisco de Paula La integración de las construcciones narrativas y materiales Sanz, San Julián, 29-I-1784. En esta carta se documenta el permitirá defi nir los contextos de signifi cación de los espa- abandono efectivo del Floridablanca.

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La única documentación que se ocupa de aquellas es lógica. El orden en que se describen los edifi cios es acorde un largo expediente promovido por particulares recla- a cómo se iban edifi cando; es decir, hay una continuidad mando el pago compensatorio por las construcciones temporal construida a partir de los informes. En segundo realizadas por ellos mismos y destruidas por orden de la lugar, solo se mencionan las construcciones de la Corona. Corona al abandonar Floridablanca. A continuación tra- Las obras ofi ciales se describen en detalle: sus dimensio- bajamos sobre este expediente5 teniendo en cuenta tres nes, características constructivas, materiales utilizados y aspectos: 1) qué lugar ocupan dentro del relato ofi cial ubicación espacial –distancia entre los distintos edifi cios–. de crecimiento del poblado estas edifi caciones no pro- Es interesante observar cómo estas descripciones se corres- yectadas; 2) las formas de denominación y defi nición de ponden con lo efectivamente construido, creando una categorías sociales en el proceso judicial y 3) el análisis imagen de semejanza de la colonia (Senatore et al. 2006). de las prácticas sociales de estos individuos en función Sin embargo esta imagen precisa y detallada del de quiénes eran, qué construyeron y qué tipo de elec- “poblado ofi cial” omite la información sobre las cons- ciones adoptaron. Los dos primeros puntos abordan la trucciones no proyectadas como si no hubiesen sido parte documentación desde su estructura, sus mecanismos de del poblado. Durante el tiempo de funcionamiento de ordenamiento. El tercer punto, desarrolla el contenido. Floridablanca, el relato ofi cial no ofrece imágenes de un crecimiento gradual de estas construcciones, sino que las Los informes ofi ciales: el crecimiento del poblado presenta en un evento único, en un instante previo a ser Los informes ofi ciales que dan cuenta del crecimiento destruidas y abandonadas. De este modo, su presencia es del poblado fueron enviados por el Superintendente Anto- ambigua durante el desarrollo del Floridablanca e irrumpe nio de Viedma en dos ocasiones: en enero6 y mayo de después del abandono, sin formar parte de la continuidad 1782.7 A estos registros se suma el Diario del Superinten- temporal representada en los Informes Ofi ciales. Recién dente Viedma (Viedma [1783] 1972) que relata la misma en el expediente judicial sobre su destrucción se describen información sobre los avances de la colonia. En estos docu- minuciosamente lo que se destruye –dimensiones, técnicas mentos encontramos el relato detallado de la secuencia constructivas, asignación funcional de los espacios inter- constructiva y las características de los edifi cios construi- nos– y se tasan los valores de cada una presentando tam- dos. En primer lugar se detalla el primer edifi cio construido bién a sus propietarios por su nombre8. a mediados de 1781, el Fuerte, de madera y de cincuenta Ahora en términos espaciales, como mencionamos los metros de lado. Luego se construyeron la herrería y pana- Informes describen las construcciones de la Corona en deta- dería y un hospital; estos edifi cios ya fueron levantados en lle, estableciendo relaciones entre los distintos edifi cios. Por adobe crudo y techos de tejas. Posteriormente se construyó ejemplo, “A la izquierda del Fuerte está la Panadería Horno el primer frente de cuadra para nueve casas de los pobla- y Herrería (…), a la derecha de Fuerte al igual terreno de la dores, de los mismos materiales. Para mayo de 1782 este Panadería esta el Hospital, de veinte y cuatro varas de largo primer frente se había concluido y estaba habitado por las y seis de ancho (…). Siguiendo el Hospital por el costado familias. La siguiente obra en el poblado fue el segundo de la playa con el intermedio de once varas de calle están frente de cuadra levantado parcialmente en noviembre de las nueve casas cada con ocho varas de largo y seis de ancho 1783, un mes antes del abandono del poblado. Este último (…)”9. De este modo, se va construyendo una continuidad edifi cio no llegó a formar parte de ningún informe ofi cial. espacial; se defi ne un área correspondiente al poblado inte- En la descripción de la evolución del poblado encon- grada de distintos edifi cios relacionados entre sí. tramos que, en primer lugar, se destaca la secuencia crono- En cambio cuando se describen las construcciones no proyectadas, no hay un orden defi nido; solo se men- 5 AGI, Buenos Aires, 358 “Expediente promovido por los pobla- ciona la ubicación de la primera construcción en relación dores y demás individuos que tenían sus casas en el estableci- al Fuerte, “El carpintero José López una casa al Norte del miento de San Julián en la Costa Patagónica…”. 1784-1785. 6 AGN, IX 16-3-9 “Relación que manifi esta el estado que tiene en el día de la fecha la Población de la Bahía de San Julián en la Costa Patagónica con expresión de los individuos que la 8 La ausencia de referencias sobre su ubicación en el espacio componen, sus frutos y aumento de las obras” Firmada por puede relacionarse con el destino que ya tenían estas cons- Antonio Viedma. 31-I-1782. trucciones, la destrucción. 7 AGN, IX 16-3-10 “Relación que manifi esta el estado que tiene 9 AGN, IX 16-3-10 “Relación que manifi esta el estado que tiene en el día de la fecha la Población de la Bahía de San Julián en en el día de la fecha la Población de la Bahía de San Julián en la Costa Patagónica con expresión de los individuos que la la Costa Patagónica con expresión de los individuos que la componen, sus frutos y aumento de obras” Antonio Viedma, componen, sus frutos y aumento de obras” Antonio Viedma, San Julián, 10-V-1782. San Julián, 10-V-1782.

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Fuerte con 17 varas de frente (…)”.10 Se continúan las los demandantes. Solo los labradores son quienes pueden otras estructuras sin referencia, quebrando la continuidad hacer el reclamo; al resto de los individuos no solo se los espacial ¿Cuál es la ubicación precisa de las edifi caciones?, inhibe de hacerlo sino que se los acusa de distintos ilícitos ¿están cerca o lejos?, ¿forman parte, continúan o están como obtener algún lucro por lo que quedan rechazados fuera del poblado? Ya no encontramos la construcción de como demandantes. un área del poblado, sino edifi caciones sin referencia de Tanto los alegatos personales de los demandantes tiempo y espacio. como los Informes del Superintendente, el Guardalma- Ahora bien, ¿a qué se puede deber esta omisión? Si cén y del Capitán del Regimiento de Infantería de Buenos “todo decir tiene una relación fundamental con el no-de- Aires responden aclarando las confusiones y explicando cir” (Orlandi 1995:12), esta omisión es parte del proceso que el objetivo último de estas construcciones era fomen- de signifi cación. Los Informes dan a conocer una imagen tar el desarrollo de la población. A su vez, todos mencio- de Floridablanca que responde a la representación mate- nan que las construcciones se llevaron a cabo siguiendo rial de modelo de orden social. Es una imagen de orden y un acuerdo con las autoridades quienes explicitan clara- coherencia donde todo ocurre según lo pautado, prescin- mente las condiciones del arreglo –con benefi cios para diendo de lo no planifi cado. “El orden del discurso está la Corona13–, el listado de precios de materias primas y dotado de efi cacia: instaura divisiones y dominaciones, mano de obra pautado previamente. es el instrumento de violencia simbólica y por su fuerza, Es interesante destacar que, frente a las acusaciones, hace ser a lo que designa” (Chartier 1995:8). tanto los demandantes como las autoridades unifi can Si la regularidad de las series discursivas es naturali- a todos los individuos en un solo grupo, con igual legi- zada, los silencios nos ayudan a ver donde se quiebran, timidad en sus reclamos. Las autoridades virreinales se evidenciando lo regular y lo irregular. Pueden entenderse remiten a la distinción entre familias legitimadas por como el proceso por el cual no se deja al sentido ser la contrata y el resto; las autoridades del poblado y los elaborado históricamente “para que no adquiera fuerza demandantes, unifi can el grupo en función de las inten- identitaria, realidad social” (Orlandi 1995: 176). Esto nos ciones y acciones –bienintencionadas– de estos indivi- muestra entonces, que las edifi caciones no proyectadas duos. Una y otra vez, la Corona responde en términos no están “por fuera” sino que son parte constitutiva de del mismo ordenamiento, repitiendo el mismo trayecto este mismo orden. temático que habíamos defi nido previamente. Es posible pensar esta tensión en términos de la dife- Las “categorías” de la Corona: formas de denominación en rencia entre la noción de grupos y categorías. Defi nimos el proceso judicial los primeros por las relaciones internas entre sus miem- Como ya mencionamos, el expediente más detallado bros, mientras que lo que caracteriza a las categorías es su comprende una causa judicial iniciada a partir de los pedi- defi nición externa, no necesariamente reconocida por sus dos de tres individuos por la compensación de la destruc- miembros (Jenkins 1996). En el caso de la categorización ción de las casas levantadas por sus propios medios11. La entendemos que no existe relación entre categorizador y Junta Superior de la Real Hacienda solicita los Informes categorizado; de hecho, las categorías son más signifi cativas de los Superintendentes,12 al Guardalmacén y al Capitán para el primero que para el segundo. Es así como se intro- del Regimiento de Infantería de Buenos Aires. El expe- ducen las relaciones de poder en el seno de la constitución diente muestra la tensión entre la posición del Fiscal de de las identidades: entendemos que la categorización social la Real Hacienda por un lado, y los demandantes y auto- está relacionada con la objetivación de las relaciones socia- ridades del establecimiento por otro. La fi scalía –junto les y un control sobre estas (Jenkins 1996). con el Tribunal Superior– reitera una y otra vez, el cri- terio de diferenciar a las familias labradoras del resto de 13 El acuerdo consistía en que los individuos iban a extraer made- ras y clavazón de la Fragata El Carmen, naufragada en la Bahía en 1780. A cambio de este permiso, la colonia se quedaba con 10 AGI, Buenos Aires, 358 “Expediente promovido por los pobla- un tercio de lo obtenido, teniendo prioridad en la elección. Este dores y demás individuos que tenían sus casas en el estableci- ingreso de materiales era signifi cativo porque la colonia estaba miento de San Julián en la Costa Patagónica…”. 1784-1785. sufriendo desabastecimiento. Este acuerdo fi gura con detalle 11 AGI, Buenos Aires, 358 “Expediente promovido por los pobla- en los Informes de Viedma e Iriarte dentro del expediente, dores y demás individuos que tenían sus casas en el estableci- incluyendo una lista de precios pautada tanto de la mano obra miento de San Julián en la Costa Patagónica…”. 1784-1785. como de los materiales necesarios para la construcción. AGI, 12 Desde 1780 hasta Junio de 1782, el Superintendente fue Anto- Buenos Aires, 358 “Expediente promovido por los pobladores nio de Viedma; desde esa fecha hasta el abandono (enero de y demás individuos que tenían sus casas en el establecimiento 1784), Don Félix de Iriarte tuvo el cargo interino. de San Julián en la Costa Patagónica…”. 1784-1785.

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Es importante mencionar que en general las categorías Los individuos que edifi caron pertenecen a diversas defi nidas históricamente se aceptan como dadas y consti- categorías sociales. Hay familias de labradores y nuevas tuyen marcos a priori para la designación, clasifi cación e familias conformadas en San Julián –son labradores, pero interpretación. Sin embargo, no son defi niciones objetivas también hay un matrimonio nuevo de la tropa–. Encon- de la estructura social sino que se constituyen en formas de tramos también individuos solos de la maestranza, la ordenamiento en tanto dividen, dispersan y reorganizan el tropa y presidiarios; por último, construcciones colecti- mundo moderno (Foucault 1970). Esto signifi ca que repre- vas. En el plan de la Corona, la única población estable sentan intereses y relaciones de poder, estableciendo com- eran las familias a quienes se les entregaba habitación; plejas redes de relaciones económicas, políticas, sociales y sin embargo, en este caso encontramos individuos que simbólicas (Morris 1997; Funari et al. 1999; Zoppi-Fontana debían regresar al Río de la Plata y estaban, en cambio, 1999; Senatore 2004; Bianchi Villelli 2006a). A partir de esa invirtiendo tiempo y recursos en Floridablanca. asimetría de poder se hacen las defi niciones y clasifi cacio- De este modo, de la segmentación de categorías socia- nes sociales, ellas permiten “no solo homogeneizar sino les en los espacios construidos por la Corona pasamos a también jerarquizar, excluir, criminalizar, hegemonizar o estas edifi caciones con una heterogeneidad de categorías marginalizar prácticas sociales” (Sewell 1999: 56). sociales, es decir, la posibilidad de otras formas de agru- pamiento y socialización. Del mismo modo, encontramos Prácticas sociales: “las edifi caciones levantadas por los usos parecidos a los ya existentes pero también otros no particulares” incorporados al plan: espacios de habitación para estas Como ya mencionamos, el inicio de este procedi- “nuevas familias” –de no labradores– y de individuos miento legal14 fue previo a la destrucción de las edifi - destinados a espacios grupales. Espacios de socialización caciones, por lo que fueron descriptas y tasadas por la y servicios como las pulperías y las cocinas colectivas, for- maestranza del establecimiento. A continuación presen- mas de co-habitación y usos no previstos por la Corona. tamos la información de esta documentación, indagando En la fi gura 2 podemos observar una diversidad quiénes eran los que edifi caron, qué construyeron y qué importante en las formas y dimensiones de las edifi cacio- tipo de elecciones adoptaron. - nes. En primer lugar, las formas generales varían aunque En total, las edifi caciones fueron trece (13); seis (6) son todas plantas arquitectónicas simples: construccio- casas, cuatro (4) ranchos15 y dos (2) pulperías16 con habi- nes individuales, subdivididas en recintos internos; en taciones de alquiler. Se suman dos (2) cocinas colectivas, general cada uno de estos recintos tiene una función de la tropa y de las familias de labradores que habitaban específi ca y única –i.e. salas, aposentos, cocinas, pulpe- las casas construidas por la Corona. En la fi gura 2 presen- ría–. En segundo lugar, hay una variación considerable tamos esquemas de las plantas arquitectónicas en función en cuanto a la superfi cie total de cada una de las edi- de la descripción hallada en la documentación histórica, fi caciones –entre 251,12 y 17,68 metros cuadrados; sin con los datos de quiénes y qué construyeron. embargo, si consideramos los tamaños solo de los recin- tos cubiertos el rango de variación disminuye –entre 77,4 y 17,68 metros cuadrados –. 14 AGI, Buenos Aires, 358 “Expediente promovido por los pobla- En tercer lugar, de las construcciones utilizadas dores y demás individuos que tenían sus casas en el estableci- miento de San Julián en la Costa Patagónica…”. 1784-1785. como espacios de habitación encontramos que no 15 “Rancho: Lugar, o sitio desembarazado para pasar, o transitar aumentan de tamaño en función del número de indivi- la gente, o hacer otras cosas (…)”. Academia usual 1780. Dic- duos sino que parece variar en función de las elecciones cionario de la Real Academia Española, http://ntlle.rae.es/ntlle/ individuales –la mayor de todas fue construida por un SrvltGUILoginNtlle. En el caso de Floridablanca estas edifi - individuo soltero, mientras que las familias con hijos caciones parecen ser espacios de habitación, sin embargo, no construyeron casas de menor tamaño–. A su vez, en la podemos defi nir con exactitud en qué diferían de las otras edi- distribución interna del espacio, las dimensiones de los fi caciones denominadas “casa”. No observamos diferencias ni recintos varían más bien de acuerdo a la funcionalidad en sus características arquitectónicas ni en su funcionalidad. que a la cantidad de individuos. 16 “Pulpería: Tienda en las Indias donde se venden diferentes Con respecto al proceso de construcción, las obras géneros para el abasto; como son vino, aguardiente y otros fueron realizadas por la maestranza de la población, por licores, géneros pertenecientes a droguería, buhonería, merce- ría y otros; pero no paños, lienzos ni otros tejidos.” Academia lo que los materiales utilizados son similares a las cons- usual 1780. Diccionario de la Real Academia Española. http:// trucciones de la Corona; pero fueron fi nanciadas por cada ntlle.rae.es/ntlle/SrvltGUILoginNtlle. Más allá de esta infor- uno de los individuos así que cada uno decidió la forma mación sobre la existencia de dos pulperías en Floridablanca, y tamaño así como la organización interna del espacio. Es no hay evidencias de su abastecimiento ni funcionamiento. importante recordar que los precios de los materiales y la

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mano de obra estuvieron pautados con las autoridades tituyen lo social” (Senatore 2002:89). Tomando al plano del poblado. Por último, cada uno de los individuos pagó ofi cial del asentamiento como una representación material al personal de maestranza por los materiales y la mano de del modelo de orden social, es decir como una imagen del obra. No hay que pasar por alto este punto ya que llevó a discurso ofi cial, abordamos el estudio del espacio no pro- la generación de otras funciones, a una nueva circulación yectado por la Corona como la materialización de prácticas de bienes y trabajo por fuera de las esferas centralizadas sociales alternativas en la población de Floridablanca. por la Corona –como ser la preparación de adobes, la En este sentido, retomamos la proyección a futuro de obtención de maderas y clavos, entre otros–. la Corona basada en el anexo de más familias y la cons- En la apropiación de estos espacios no proyectados trucción de más unidades domésticas similares a las ya encontramos distintos niveles de toma de decisiones construidas, reiterando la organización ya mencionada. Es individuales. Aparecen nuevas unidades sociales –nuevas decir, no se planifi có el desarrollo de otros grupos sociales familias no labradoras, individuos solos y grupos–, nue- –todos tenían regulado su tiempo de permanencia–, ni vos usos sociales –casas para individuos solos, espacio de de otro tipo de actividades –como ser el comercio o la socialización y comercio, espacios colectivos–, nuevos producción artesanal de bienes como ser bebidas alco- lugares –casas, pulperías y cocinas– y nuevas esferas de hólicas, derivados lácteos, industria textil–. Por último, circulación de bienes y servicios. Es importante mencio- tampoco se proyectaron otras edifi caciones que no sean nar que por “nuevo” no queremos decir original o único, más espacios de habitación. Sin embargo, sí hubo otras sino formas sociales no previstas en el plan; de este modo, construcciones. son posibles desplazamientos del lugar social y material Nuestro interés fue evaluar si la ampliación del espacio asignado desde el plan. construido más allá de lo proyectado es un replanteo de De este modo, el modelo de orden social defi ne un la organización general del poblado o no; es decir, en qué contexto que signifi ca tanto lo que se explicita como lo medida estos espacios indican una extensión o proyección que queda al margen. Se observa la intención de imponer de los ejes defi nidos. ¿Las estructuras no proyectadas están un “orden” de forma pasiva con las omisiones y de forma integradas al núcleo poblacional o no?, ¿cómo se da esa más activa con la designación y reiteración de los ejes integración?, ¿se reformulan de alguna manera los lími- de categorización social; son zonas más defi nidas o más tes establecidos del poblado? Si la precisa defi nición de la difusas. No obstante, desde la perspectiva de las prácticas organización del espacio en el poblado fue proyectada en mismas comenzamos a distinguir estos otros espacios no términos de qué sería construido, cómo y para qué usos, defi nidos ni explicitados desde el modelo de orden social. para su reformulación material se esperaría la producción A continuación, presentamos una breve caracterización de una mayor diversidad en las formas y usos del espacio. de estos espacios desde su materialidad. La fi gura 1 muestra el plano arqueológico de Florida- blanca diferenciando las construcciones ofi ciales de las no CONSTRUCCIONES MATERIALES: LOS ESPACIOS NO PROYECTADOS proyectadas por la Corona. Observamos que las estructu- POR LA CORONA ras se ubican a continuación de las edifi caciones proyecta- Ahora bien ¿cómo abordar este carácter alternativo das, alineadas con el poblado formando líneas paralelas y desde la materialidad? Concebimos la organización del manteniendo la disposición alrededor de la plaza y exten- espacio proyectado por la Corona como marco de referen- diendo el área del poblado hacia el sector noroeste. Dada cia inicial para la construcción y organización material del la secuencia constructiva, la relación entre los espacios orden social. Esta concepción social del espacio implica ofi ciales y los no proyectados muestra que el proyecto que el mundo material, la arquitectura, el movimiento a constructivo –y social– de la Corona fue respetado en esta través de los espacios y sus límites, pueden tanto mante- extensión del poblado. En consecuencia, podemos afi rmar ner la estabilidad como producir cambios en las normas que los límites físicos del poblado fueron extendidos a la y reglas que gobiernan las relaciones sociales, actúa orde- vez que la diagramación del poblado fue respetada. nando y es ordenado a su vez (Barrett 1988; Beaudry et al. ¿Es posible que al no estar regulados los usos y formas, 1991; Miller 1994; Johnson 1996; Mrozowski et al. 2000). exista un margen para su diversifi cación y transforma- El espacio es reconceptualizado variando desde una ción? Las estructuras no proyectadas respetan con exac- dimensión objetiva a un objeto construido culturalmente titud la orientación del plano ofi cial y se alinean entre sí en tanto determina e infl uencia los comportamientos previendo espacios de circulación, es decir se evidencia cotidianos de los individuos (Delle 1998). una organización interna de este sector. Sin embargo, De este modo, el espacio construido en Floridablanca estas construcciones presentan alta diversidad de formas y fue parte de los procesos de representación social; es decir, tamaños. Mientras que los frentes de cuadra ofi ciales son de “la producción de clasifi caciones y exclusiones que cons- un solo edifi cio dividido en unidades iguales de treinta

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metros cuadrados cada una, las no proyectadas son uni- poblamiento colonial. Los discursos subyacentes al pro- dades discretas, independientes entre sí y con una hete- yecto social defi nen e intervienen activamente ordenando rogeneidad de formas y tamaños –desde dieciocho hasta a los individuos, su interacción y los espacios; pero las doscientos diez metros cuadrados–. Por último, más allá prácticas sociales emergen desde la materialidad. de los distintos usos que hayan tenido cada una de estas edifi caciones, contrasta la segmentación del espacio y la ¿ACONTECIMIENTOS MATERIALES? regularidad de forma y tamaños de las casas construidas ¿Cómo pensar estas prácticas cotidianas en tanto para las familias con la heterogeneidad morfológica de las espacios de reproducción y transformación social? Vol- no proyectadas. En este sentido, las edifi caciones eviden- vemos sobre la noción de cambio social. Nuestro punto cian el crecimiento del poblado por medio de la ocupa- de partida es la estructuración social entendida como ción y creación de otros espacios. la interacción de los principios estructurales de una Ahora bien, las construcciones en sí mismas no signifi - sociedad y las prácticas sociales de los individuos que la can nada sino que sus signifi cados sociales emergen al ser constituyen (Giddens 1984). Remarcamos cuatro puntos contenedores de prácticas situadas. Por lo tanto, en otro importantes: primero, la relación entre la sociedad y sus trabajo (Bianchi Villelli 2006b) estudiamos las regulari- individuos no reside ni en la estructura social ni en la dades y variaciones de sus características arquitectónicas, subjetividad individual, sino en la interdependencia entre comparando los espacios proyectados por la Corona y los ambas; no hay una sin la otra (Giddens 1984). Segundo, edifi cados por los individuos. ¿Cómo se organizaron estos esto es posible a través de lo que Bourdieu (1977) llama dos espacios?, ¿se mantuvieron las mismas características habitus, un sistema adquirido de disposiciones durables y arquitectónicas? Y al interior de las edifi caciones no pro- transferibles, de conocimientos, prácticas y percepciones; yectadas, ¿cómo se construyeron?, ¿qué materiales y técni- serían esquemas históricos de clasifi cación que orientan cas se utilizaron?, ¿cómo es el arreglo interno del espacio? las prácticas. El habitus opera bajo una lógica práctica; no Como resultado de este análisis observamos que era es externo al individuo sino que es formado y da forma distinto habitar una de las edifi caciones no proyectadas a las prácticas sociales (Jones 1999). Tercero, estructura por la Corona. El análisis comparativo entre ambas vivien- social y prácticas sociales solo tienen existencia en el con- das permitió establecer diferencias en la segmentación y texto en que se practica la creación de su propia historia, arreglo del espacio interno, los rasgos arquitectónicos y la producción diaria de sus condiciones materiales de estéticos, como así también en la calidad de los materiales existencia (Bourdieu 1977). Cuarto y último, las prác- constructivos. Estas diferencias dan cuenta de la posibilidad ticas sociales se hacen a sí mismas en relación a ciertas de apropiación, elección y diferenciación en el espacio de condiciones estructurales y al hacerlo, también repro- las estructuras no proyectadas. Asimismo, la forma en que ducen y transforman estas condiciones. Este mecanismo se construyeron –en términos de obtención de materiales es el espacio mismo de reformulación del orden social y mano de obra tal como se desprende de las narrativas– (Giddens 1984, Bourdieu 1977). implicó la participación en esferas de circulación de bienes De esta forma, en el hacer y rehacer de las prácticas y servicios más allá de lo pautado por la Corona. En este surge el cambio social. Entonces, ¿qué preguntas son sentido, el análisis permitió observar que era distinto habi- necesarias para poder comprender el cambio social desde tar una de las edifi caciones no proyectadas por la Corona. las prácticas cotidianas? Volvemos sobre la recurrencia de Ahora bien, ¿qué implicaba ese margen de acción en ejes de ordenamiento en distintas esferas sociales, sobre la términos de negociación social? La existencia de estas noción de discurso defi nido como la regularidad en una edifi caciones permite discutir el margen de acción exis- práctica (Foucault 1970). Para discutir el surgimiento de tente e indagar cómo y de qué forma surgen esas prácticas algo nuevo que pueda transformar el orden social nos sociales alternativas. Lo observamos en su integración al preguntamos ¿cómo pensar que rompe esa regularidad? poblado, la construcción diferente dada por las elecciones El concepto de acontecimiento (Foucault 1980) es en las formas y por las esferas de circulación de bienes, entendido como una irrupción de sentidos que quiebran recursos disponibles y mano de obra. De este modo, tanto las series de reiteraciones discursivas para abrir el espacio el proceso constructivo como el habitar estos espacios a nuevos procesos de signifi cación. Permite abordar los participan de una serie de relaciones específi cas que son procesos por los que se produce como efecto lo regular, se también generadoras de sentido, es decir, son parte del construye lo natural y la verdad. Permite retomar lo ante- proceso de signifi cación. rior –como condiciones de producción o posibilidad– a la Partimos del interjuego de discursos y prácticas para vez que produce rupturas en las serie de repeticiones dando analizar ejes de ordenamiento y prácticas sociales a tra- lugar a nuevas formas de sujeto (Zoppi-Fontana 2004). En vés del estudio del proyecto social implícito en el plan de otras palabras, es una concepción del cambio social.

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En el caso de Floridablanca, desde las prácticas emerge maciones del orden social. Son las series lo que permiten una serie nueva como acontecimiento, creando nuevos circunscribir el lugar de aparición del acontecimiento sentidos y relaciones sociales que fueron omitidas de los (Goldman 1989). “(…) es a nivel de la materialidad que relatos ofi ciales de crecimiento del poblado, no informa- cobra siempre efecto el acontecimiento, y como ese efecto das. Frente a las prácticas de designación, segmentación y tiene su sitio, y consiste en la relación, la coexistencia, la ordenamiento en categorías sociales, encontramos indi- dispersión, la intersección, la acumulación, la selección viduos que rehicieron su lugar en el poblado, formando de elementos materiales; se produce como efecto de y en nuevas familias y nuevas formas de población estable. una dispersión material” (Foucault 1980:47). Surgieron actividades que no habían sido contempladas Para fi nalizar, nos interesa señalar que en este trabajo para Floridablanca, las cuales implican nuevos actores buscamos por medio de la integración de las prácticas sociales y nuevas esferas de circulación de bienes y servi- narrativas y materiales, articular el orden colonial con cios por fuera del control de la Corona. Son nuevas formas prácticas alternativas que de hecho, fueron omitidas por de signifi cación que dan espacio a nuevos sujetos, grupos, él. Entendemos que es necesario abordar ambos niveles roles, redes, lugares, bienes y servicios. Son prácticas que para indagar en la estructuración social de la Colonia. se jugaron en el plano material, en la apropiación y reor- La historia de Floridablanca no es solo la historia ofi cial ganización de la vida cotidiana. del proyecto colonial; desde las diversas miradas leemos Ahora bien, en nuestra discusión es necesario eva- distintas historias. luar la posibilidad de que estas prácticas sean extensio- nes, ampliaciones de la puesta en práctica del proyecto AGRADECIMIENTOS y no reformulaciones del orden social. Entendemos que Quiero agradecer a la Dra. Mónica Zoppi-Fontana. el crecimiento del poblado dentro de los mismos ejes de Este trabajo es resultado de un Seminario de Doctorado ordenamiento estaría en el orden de lo complementario, dictado por ella. También a Silvana Buscaglia, Horacio es decir, de la adición sin transformación. Recordemos Paradela y Graciela Bianchi que me ayudaron a pensarlo, las expectativas del crecimiento del plan, repitiendo las escribirlo y reescribirlo. De todas maneras, lo escrito aquí pautas de organización: familias mononucleares como es de mi exclusiva responsabilidad. unidades sociales y productivas discretas y similares. En cambio, el acontecimiento remite al sentido excedentario FUENTES DOCUMENTALES respecto de los signifi cados posibles, altera la esencia de Archivo General de la Nación (AGN). Sección Colo- la situación previa modifi cando las condiciones de pro- nia. División Gobierno. Sala IX. Legajos 16-3-5 al 12; ducción (Lewkowicz 1999). En este sentido, lo “nuevo” 16-4-1 y 16-5-10; Sala XIII. Legajo 34-10-5 y 6. puede o bien no ser útil, o producir una reorganización Archivo General de Indias (AGI). Buenos Aires, 358. que modifi que las condiciones materiales en que se dan “Expediente promovido por los pobladores y demás los procesos de resignifi cación. individuos que tenían sus casas en el establecimiento Consideramos que los espacios no proyectados de San Julián en la Costa Patagónica…”. Buenos Aires, están dando lugar a sentidos sociales que desde el plan 1784-1785. de poblamiento no fueron planifi cados ni permitidos. Se alteró la composición de la población, sus formas de BIBLIOGRAFÍA interacción, la intervención de la Corona en ellas; en defi - Barrett, J. nitiva, se abrieron otros espacios de proyección a futuro 1988 Fields of discourse. Reconstituting a social archaeo- del poblado. Estos espacios conforman una esfera que se logy. Critique of Anthropology. 7,3:5-16, desprende del funcionamiento del poblado. Como tal, Beaudry, M., L. Cook y S. Mrozowski generan un margen alternativo para las prácticas y deci- 1991 Artifacts as active voices: material cultural as social siones cotidianas. discourse. En R. McGuire y R. Paynter (eds.), The Es importante aclarar que el carácter de aconteci- archaeology of inequality, Nueva York, Blackwell, miento no implica que sean formas nunca antes utilizadas, págs. 150-191. probablemente sean prácticas comunes. Lo importante es Bianchi Villelli, M. remarcar que estas prácticas son alternativas solo en rela- 2006a Organizar la Diferencia. Prácticas de consumo en ción a los ejes de ordenamiento social. En este sentido, Floridablanca. Cuadernos del sur - Historia. Depar- en nuestro análisis no reifi camos las prácticas sociales, no tamento de Humanidades. Universidad Nacional del implican cambio en sí mismas sino en sus procesos de Sur, Bahía Blanca. En prensa. signifi cación. Es en el contexto de sus condiciones mate- 2006b ¿Espacios de cambio social? Los espacios no pro- riales de producción que pueden pensarse como transfor- yectados por la Corona en la población española

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Figura 1 - Plano del espacio efectivamente construido de Floridablanca, diferenciando las estructuras ofi ciales de las no proyectadas -hay dos estructuras más que quedan fuera del plano. Se referencian con números las edifi caciones construidas por la Corona: 1-Hospital; 2-Fuerte; 3-Corrales, panadería y herrería; 4- Casas de labradores; 5- Plaza Central; 6- Casas de labradores. Las edifi caciones no proyectadas fi guran como “A”.

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Figura 2 - Esquema de las edifi caciones levantadas por los particulares en función de la información histórica. Detallamos las referencias de quiénes fueron, a qué categoría social correspondían, cantidad de individuos en la unidad doméstica y qué construyeron. 1) José López, carpintero, solo, una casa. 2) Manuel García, panadero poblador, casado y con una hija, una casa. 3) Benito Pérez, labrador, casado y con un hijo, una casa. 4) Francisco Alonso, labrador, casado y con una hija, una casa.5) Manuel Pérez, labrador, casado y convive con un agregado, una casa. 6) Don José de la Serna, presidiario, soltero, una pulpería. 7) Destacamento de Infantería de Buenos Aires, dos cocinas. 8) Juan Lorenzo, soldado, casado convive con su esposa, dos ranchos. 9) Don Martín Chichilla, presidiario y criado del contador, soltero, dos ranchos. 10) Juan Antonio Aizpurúa, carpintero-presidiario, solo, una pulpería con habitación de alquiler.

20 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

SINCRETISMO MÁGICO-RELIGIOSO ENTRE LOS QOM (TOBAS)

Margot Bigot* y Héctor Vázquez**

RESUMEN A partir de un análisis etnolingüístico, en este trabajo se cuestiona la aplicación de la dicotomía sagrado/profano a sociedades animistas en las que estas nociones no tienen expresión lingüística y se analiza la incorporación del con- cepto “sagrado” en grupos qom.

PALABRAS CLAVE Sincretismo religioso - creencias ancestrales - poder - sagrado

ABSTRACT On the grounds of an ethnolinguistic analysis, this paper questions the use of the sacred-profane dichotomy when analyzing animistic societies where these notions have no linguistic expression. The incorporation of the concept of “sacred” in Qom groups is also analyzed.

KEY WORDS Religious syncretism - ancestral beliefs - power – sacred

CREENCIAS ANCESTRALES Y RELIGIOSIDAD y aun extranatural de poder, pero que sin embargo no En el análisis de las tradiciones culturales extraeu- poseen términos para designar lo sagrado, parece conse- ropeas, la “racionalidad discursiva” de occidente ha sido cuencia directa de la proyección acrítica de la dicotomía muchas veces incapaz de controlar su propio etnocen- sagrado / profano. trismo. Ha extrapolado, en consecuencia, conceptos Desde una perspectiva lingüística el uso de la pala- y categorías válidos para el análisis de sus sociedades a bra “sagrado” –cuya denotación conceptual más general dominios de vida cualitativamente diferentes. es “perteneciente a, o manifestación de la divinidad”– en Si el carácter simbólico de lo sobrenatural, lo sobre- relación a sociedades animistas para las que el cosmos está natural mismo, son resultado de una construcción his- saturado de poderes, no resulta adecuada, ya que en tanto tórico-socio-cultural, la noción de lo trascendente y de signo lingüístico “sagrado” no tendría el mismo valor que lo trascendental resulta ajena a las tradiciones culturales el que tiene en contextos en los que se opone a “profano”. animistas. En estas organizaciones sociales las repre- Según E. Miller (1979) los términos tobas referidos al sentaciones mentales y las prácticas sociales orientadas poder establecen una vinculación entre los chamanes, sus a la acción se encuentran enmarcadas por una concep- espíritus compañeros, la organización social y el universo ción instrumentalista, indispensable para sobrellevar, fenoménico. El mapa cosmográfi co toba construye tres nive- con éxito relativo, las condiciones de una muy difícil les y cinco estratos, cada uno de estos estratos está asociado cotidianeidad. con fi guras dotadas de poder. En el nivel I, primer estrato, Como ha expresado Mircea Eliade en “Lo sagrado y cielos piguem, habitados por seres celestes (sol, luna, cons- lo profano”, el hombre religioso no concibe un espacio telaciones de estrellas); segundo estrato l’oc /l’at (atmósfera, homogéneo, sino escindido en “sagrado” y “profano”, en nubes y vientos). En el nivel II, alhual’ec (seres terrenales), el que lo sagrado está vinculado al cielo (lo trascendente), tercer estrato lauat na’alhua, faz de la tierra (humanos, por lo tanto la adjudicación de la noción de sagrado –ya animales, y no’ouet, ser poderoso terrenal), cuarto estrato, compleja y problemática dentro del cristianismo (J. A. pa’aguiñi na alhua, interior de la tierra (víboras, sapos, Vázquez 1985)– a sociedades animistas que, dominadas seres poderosos mitad hombres, mitad animales). Nivel III, por lo mágico, han elaborado una noción extrahumana ne’etaxaalec (seres acuáticos), quinto estrato, ne’etaxat, agua (caimanes, combinaciones de animales marinos y de * CIUNR - Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacio- formas de vida de otros niveles superiores). nal de Rosario, [email protected] Es nuestra impresión que la cosmovisión ancestral ** CIUNR-CONICET- Facultad de Humanidades y Artes, Uni- qom (toba) se articulaba mediante una organización versidad Nacional de Rosario, [email protected] jerárquica de “poderes” cuyo equilibrio aseguraba el

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mantenimiento de un sistema ecológico que involucraba el antiguo líder toba asumía funciones políticas y cha- a hombres, animales, vegetales, y fenómenos atmosféri- mánicas, los profundos cambios introducidos, afectan cos, que podríamos defi nir como un sistema de cratofa- tanto la concepción de poder como la de los lideraz- nías (κρατoς “poder", φαινειν “mostrar”) más que de gos. Actualmente una de las modalidades de liderazgo hierofanías (manifestaciones de lo sagrado). se encuentra estrechamente ligada a un prestigio cuyo La ambivalencia bien/mal referida a los integrantes de carisma se conecta al conocimiento del sentido de las este sistema tiene, sobre todo, una función ecológica res- palabras bíblicas y al de los mitos y leyendas ancestrales pecto de él. El orden normativo derivado de esta cosmo- que son reinterpretados de formas diversas por la memo- visión parece defi nirse en términos mágicos (antes que ria colectiva de los diferentes grupos, según su particular religiosos) estableciendo patrones de comportamiento experiencia histórico-socio-cultural (M. Bigot, G. Rodrí- social ligados al chamanismo. La oposición sagrado /pro- guez, H. Vázquez 1995). Es posible encontrar, dentro del fano no parece propia del sistema de creencias toba, sino mismo asentamiento, diferencias notables en el dominio más bien producto de la conquista y colonización. de las representaciones simbólicas entre los distintos gru- El mapa cosmográfi co toba ha sido profundamente pos de familias que los conforman. Los migrantes rurales, alterado por el proceso de colonización. La introducción provenientes del monte chaqueño poseen un simbolismo del cristianismo, especialmente bajo sus manifestaciones mágico– religioso sustentado sobre lo ancestral. Algunos pentecostales ha reorganizado –en planos cualitativos seres poderosos como n’owet –señor de la superfi cie terres- muy diferenciados– la cosmovisión toba. tre– se yuxtaponen con personajes cristianos. En algunos Como lo sostiene E. Miller (1987) a los poderes liga- casos el Espíritu Santo se asimila a n’owet. Entre los que dos al chamanismo (curar o matar) y al de la brujería han migrado de barrios periféricos de otras ciudades, los (matar) debe agregarse el poder de curar de los curan- seres y símbolos ancestrales tienden a desdibujarse. deros, adoptado durante el período colonial, y el de los Los procesos de sincretismo de lo simbólico en sus pastores (líderes religiosos) de más reciente aceptación. distintos dominios, incluido el simbolismo mágico- Las migraciones de los aborígenes tobas desde dis- religioso tienen particularidades específi cas y tienden a tintas zonas del Chaco hacia las grandes ciudades se la diversidad. No obstante el cristianismo, predominan- 1 acrecentaron en las últimas décadas . Resistencia, Rosa- temente bajo sus manifestaciones pentecostalistas, se ha rio, Buenos Aires y La Plata son las ciudades que han hecho hegemónico. Aun entre los tobas el pentecosta- recibido un mayor número de migrantes tobas. La crisis lismo adopta el aspecto de lo que Max Weber denominó de las economías regionales y las persistentes inunda- “religión profética de salvación”. ciones contribuyeron a acrecentar las migraciones, de En nuestros días es, de un modo general, válida la este modo se han constituido diferentes campos de afi rmación que, desde esta perspectiva los tobas reinter- interacción socio-étnica. El estudio de dichos campos pretan la noción de “poder” y asumen el concepto de lo demanda el análisis de las sistematizaciones simbóli- “sagrado”. cas de los grupos indígenas subalternos, de los modos, niveles, y grados de penetración de los sistemas de ideas EXPRESIONES LINGÜÍSTICAS DEL CONCEPTO “SAGRADO” dominantes de las sociedades regionales/nacionales, Los grupos qom (toba) con los que hemos traba- 2 de los matices diferenciales de los confl ictos existentes jado , que mayoritariamente adhieren al cristianismo entre las parcialidades étnicas subalternas y los segmen- evangélico, han internalizado el concepto de lo sagrado tos de la sociedad regional con los que interactúan, y de con peculiaridades derivadas de interferencias entre las las estrategias de resistencia étnica que desarrollan los nociones de “poder” y de “sagrado” inherentes respectiva- grupos indígenas tobas (G. Rodríguez 1988, M. Bigot, G. mente a la “visión mítica ancestral” y a la “visión religiosa Rodríguez, H. Vázquez 1992). pentecostal”, en sus diversas variantes. Las familias tobas asentadas en diversos barrios peri- La fl exibilidad con que se interpretan los textos bíblicos féricos de las grandes ciudades continúan vinculadas, de en el culto pentecostal es uno de los factores que favorece diferentes modos, a las distintas localidades de origen. Si el encabalgamiento y la coexistencia de rasgos de ambas visiones del mundo, constitutivos del actual sincretismo. 1 Los indígenas tobas argentinos, emparentados lingüística y culturalmente con los tobas bolivianos y paraguayos, constitu- 2 Se ha trabajado con informantes que residen en los asenta- yen una de las variantes de las culturas cazadoras-recolectoras mientos de la periferia de la ciudad de Rosario (Villa Banana, del gran chaco. Su hábitat original se extendía desde el norte Empalme Graneros, Los Pumitas); y en la provincia del de la provincia de Santa Fe (Argentina) hasta el Paraguay, y Chaco, Barrio Toba de Resistencia, Barrio Cacique Pelayo de desde los ríos Paraná y Paraguay hasta la precordillera. Fontana, Mirafl ores.

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Paralelamente a los cambios operados en la experien- difuntos. Actualmente también se los invoca para que cia histórico-socio-cultural, la lengua qom se ha ido adap- ayuden en trámites burocráticos. tado a las nuevas necesidades de expresión mediante la • n’owet: de gran importancia para el contexto de la incorporación de préstamos del español o bien mediante cacería, ejerce su dominio sobre la superfi cie terrestre, procedimientos intralingüísticos (innovaciones léxicas y tiene contacto con los protectores –padres y madres– extensión semántica) (M. Bigot 1993 -1996). de las especies animales. Concede poder a los chama- Aunque en la dinámica del proceso de sincretismo nes. Adquiere diversas fi guraciones: espíritu invisible, mágico-religioso coexisten oscilaciones y hasta contra- forma humana o animal. Transfi gurado en tigre, con dicciones en la conceptualización de los referentes, la ten- el nombre salt.aro se constituye en protector de esa dencia recurrente liga lo “sagrado” al mantenimiento de especie. No es posible matarlo con armas blancas o de la salud, del bienestar, la salvación. fuego ya que aunque el cazador logre despedazarlo los 3 El lexema verbal saqaj.etapek cuyo signifi cado lite- restos se unen nuevamente. ral es “no se puede reiteradamente” recubre la noción • Con el nombre welan lta’a (padre del welan) dirige el toba de “sagrado”. Esta palabra es traducida al español rito de tránsito de los chamanes. por los informantes de las siguientes formas: “sagrado”, Sus poderes para el bien y el mal son fuente de actua- “no se puede transgredir”, “se debe respetar, obedecer, les controversias, algunos lo consideran “demonio” cuidar”. mientras que para otros converge con el Espíritu Otras palabras traducidas al español por “sagrado”, Santo o con Jesucristo. aunque de menor frecuencia de uso son: qajwe’elek cuyo De esta manera la expresión n’owet con un signifi cado signifi cado es “se protege”, “se ejerce protección sobre” y en el que los semas se reducen a “ser+poder” deja saqaj’a.aanapek con el signifi cado “no se juega”. de ser un nombre propio que denota directamente Las palabras saqajwe’elek “no se lo protege o defi ende” un referente, para designar tanto a n’owet (contexto y saqajpi’ja “no se le tiene confi anza o fe” extienden su mítico qom) como a Jesucristo, al Espíritu Santo, al signifi cado a lo “no-sagrado”, categoría que involucra la Demonio (contexto cristiano) y aun el concepto intencionalidad maléfi ca. mismo de poder, ej: “tiene n’owet”. • qarta’a: “nuestro padre” donde /qar/ proposesor de PROYECCIONES ACTUALES DEL CONCEPTO “SAGRADO” primera persona del plural y /ta’a/ padre, designa al Desde la actual perspectiva sincretista, los indígenas dios cristiano, que también recibe los siguientes nom- tobas proyectan su peculiar concepto de lo sagrado hacia bres: ñi dios (préstamo del español); enawaqna “dueño diversos ámbitos de la cultura ancestral: seres sobrenatu- de todo” ; imatalekna “apoderado de todo”. rales y humanos, animales, vegetales y objetos. Expone- Acerca del signifi cado de las dos últimas palabras es mos algunos ejemplos relevantes por su recurrencia en posible que se haya producido un desplazamiento los grupos con los que hemos trabajado. semántico si se considera la existencia de un alto dios entre los antiguos qom. E. Cordeu expresa: “....si bien el ÁMBITO DE LOS SERES SOBRENATURALES tema del alto dios fue conocido en otras épocas, inde- • abjaalek: personaje del monte con fi guración pendientemente de las infl uencias cristianas, en ningún humana. Otorga poder a ciertas personas para ver a caso jugó en la vida religiosa un papel parangonable a distancia y predecir acontecimientos futuros. Tam- las entidades animalísticas...” (E. Cordeu, 1969: 118). bién confi ere poder a algunos chamanes. Y E. Miller (1979) expone la forma imata’a na (dueño • alwala.e': son dos personajes del interior de la tierra. o soberano de todo) personaje del cual dice que varios Aparecen en forma humana con medio cuerpo fuera informantes afi rmaron que era objeto de plegarias de la tierra. Se pueden transformar en seres invisibles, para los antiguos tobas. de esta manera logran una gran movilidad que les • qomoonalo: gran serpiente que habita bajo tierra y permite informar al chamán lo que ocurre en lugares aparece en el cielo en forma de arco iris. Castiga con distantes, transmitir mensajes de familiares alejados o lluvias, tornados y terremotos las transgresiones a las reglas de cacería. Especialmente las prohibiciones 3 La transcripción fonológica es la siguiente: oclusivas /p/, /t/, referidas al puerperio y menstruación, durante estos /k/, /q/, /’/; fricativas sordas /s/, /./, /x/, /h/; fricativas sonoras períodos las mujeres deben observar ciertas reglas //, //, //; africada /t./; nasales /m/, /n/, //; laterales /l/, //; alimentarias y no alejarse de sus viviendas. Dichas vibrante /r/; semivocales /w/, /j/; vocales: anterior cerrada /i/; prohibiciones afectan también a los hombres que anterior abierta /e/; posterior cerrada /o/; posterior abierta habitan la casa quienes deben suspender, durante esos /a/. Préstamo del español /b/. períodos, la cacería.

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ÁMBITO HUMANO otro lugar, y castiga la matanza indiscriminada con • ‘enaanaajk: burlador de hechizos, persona con capa- enfermedades y muerte de los cazadores. cidad para anular el efecto de un hechizo realizado • maik lta'a: “padre del avestruz”. Se trata de un ejem- por un brujo. Esta tarea qaj’in signifi ca literalmente plar de mayor tamaño, si el cazador hace un disparo y “se burla” (raíz /’in ∼ 'en/ "burla") Se destaca que el el animal no cae se considera un indicio para dejar de brujo konnaanaajk no es considerado sagrado por perseguirlo, si no lo hace y logra matarlo el “padre del utilizar su poder con fi nes exclusivamente maléfi cos. avestruz” lo hace enfermar y morir. • nanojkenajk: especie de mago con poder dependiente • njaq late’e: “madre del pez”. Es una suerte de sirena, de abjaalek (señor del monte) para hacer aparecer, tiene cuerpo de mujer en la parte superior y cola de desaparecer y transformar objetos. pez. Su función es la de regular la pesca. • ojkjaajk: persona con poder emanado de n’owet Las enfermedades producidas por los protectores (señor de la superfi cie terrestre) o abjaalek para ver a de los animales pueden ser “curadas” con prácticas distancia o en el interior de algo, y predecir aconteci- chamánicas. mientos futuros. La terapia basada en elementos animales tiene vigen- • pjoonaq: shamán, con poder (napii.ik) conferido cia aún entre los indígenas de los asentamientos urbanos, por n’owet, por los padres y madres de los animales u quienes se procuran estos “remedios” en sus lugares de otros seres sobrenaturales que actúan como espíritu origen. Por ejemplo la grasa de carpincho walikjaaj lt.eta compañero (najawa) y le trasmiten un canto propio sirve para parar hemorragias de boca y nariz. La “grasa (lalak) para realizar las curaciones (npat.e). El sha- de avestruz” maik lt.eta se utiliza para frotar el cuerpo mán además sopla (ipete’elek) y chupa (napiolek) por su efecto antitérmico. La carne de carancho kaaai para extraer el objeto (lajnaanaat) que, a manera lapat se hace secar y se come un trozo como antídoto para de proyectil, causa la enfermedad. Estos objetos pue- las picaduras de serpiente. den ser pequeños gusanos, trozos de vidrio, astillas de Algunos animales como el mono carayá woim o la carandá o palo santo. Una vez fuera del cuerpo (l’ek) liebre lerma no deben ser molestados. Las mujeres emba- estos objetos aumentan el poder del shamán, y pueden razadas no pueden mirar los ojos de la liebre, si lo hacen ser introducidos, como dadores de poder, en futuros sus hijos nacen con defectos. También algunas aves son shamanes. También en el culto pentecostal se realizan consideradas “sagradas” por ser capaces de transmitir oraciones y cantos para hacer salir al “demonio” del mensajes a los shamanes. cuerpo del enfermo, en los que se repite l’ek qawen Actualmente, tanto en zonas rurales como urbanas, la (afuera mal). “grasa de tigre” kioq lt.eta es una sustancia protectora • qowaawenajk: pastor o misionero que tiene poder, que se utiliza con cuidados extremos y autorización del otorgado por el Espíritu Santo, para curar mediante chamán ante graves amenazas para el grupo. oraciones. Destacamos que el curandero tannaanaajk, que ÁMBITO VEGETAL utiliza prácticas curativas criollas, así como los médicos El carácter “sagrado” de los vegetales deviene de su “blancos” no son considerados sagrados por no tener valor alimentario, terapéutico y protector enlazado con “poder” para saber quién hizo el daño, ni para curar lo mítico. De la misma manera que los animales, los vege- invariablemente. tales no deben ser depredados. Algunos ejemplos: • mapik (prosopis alba) “algarrobo” tiene un lugar rele- ÁMBITO ANIMAL vante en la mitología “qom” por ser el único árbol que Lo sagrado animalístico está ligado al plexo chamá- quedó luego del “gran incendio” que asoló la tierra. La nico. Los “padres y madres” de los animales, a los que se maduración de sus frutos amap, que constituían uno relacionan prácticas chamánicas, protegen sus respectivas de los principales alimentos de los antiguos “qom”, especies castigando la depredación y regulando la cacería marcaba el comienzo del año. a fi n de asegurar su perdurabilidad. Algunos animales pro- • torolkik (eschinus molle) “molle” se utiliza para curar porcionan preciados recursos alimentarios y terapéuticos. afecciones de garganta y bronquios en forma de infusión También en la confección de amuletos se utilizan partes de (con las hojas quemadas) o mascando las hojas verdes. ciertos animales. Estos usos están estrictamente normaliza- • rabjoo'nole (drostenia brasiliensis) “higuerilla” sirve dos e incluso los desechos animales son objeto de cuidados para confeccionar un amuleto en forma de collar que especiales, se los debe enterrar o arrojar al agua. tiene por fi n proteger de enfermedades a los niños • walikjaaj late'e : “madre del carpincho”. Cuando las menores de un año. Antes de cortar las hojas la madre persecuciones son excesivas traslada los carpinchos a o la abuela del niño debe dirigir una plegaria a la

24 SINCRETISMO MÁGICO-RELIGIOSO ENTRE LOS QOM (TOBAS)

planta para lograr que el amuleto sea efi caz. (M. Bigot (toba) asentados en Rosario (Empalme Graneros y Los y H. Vázquez 1993, M. Bigot 2004). Pumitas), 325 págs., MS. Bigot, M., Rodríguez, G. y Vázquez, H. CONCLUSIÓN 1992 Acerca de la resistencia étnica y de la resistencia indí- Si la producción de las representaciones simbólicas gena. Centro Interdisciplinario de Ciencias Etnolin- (mitos, leyendas, etc.) expresa el esfuerzo de los miembros güísticas y Antropológico-Sociales, Papeles de Trabajo de una colectividad para preservar su existencia física y N° 2, págs. 13-20. Universidad Nacional de Rosario. social (C. Meillassoux 1979) entonces, sus diferentes 1995 Construcción de liderazgos y de estrategias etno- modos de expresión deben ligarse a las transformaciones políticas en un grupo de familias tobas asentadas histórico-socio-culturales. En este sentido, la “memoria” en la ciudad de Rosario. Centro Interdisciplinario de asumida por la tradición oral se muestra como una trans- Ciencias Etnolingüísticas y Antropológico-Sociales, fi guración del pasado desde el presente etno-histórico. Papeles de Trabajo Nº 4, págs. 11-22, Universidad De modo que la “tradición” resulta de un proceso de Nacional de Rosario. reelaboración del pasado operado a través de comple- Bigot, M. y H. Vázquez jas mediaciones: relaciones de dominio/sometimiento, 1993 Representation of the Sacred among the tobas: Sin- migraciones, procesos de aculturación, sincretismos reli- cretism and Tradition”. NAOS, vol Nº 9, págs. 17-21. giosos, interferencias lingüístico-culturales, etc. que pro- University of Pittsburgh, ducen profundas modifi caciones en la estructura social y Cordeu, E. en la visión del mundo de un grupo o parcialidad étnica. 1969 Aproximación al horizonte mítico de los toba. Es en este contexto que el concepto “sagrado” adquiere Runa XII: 67-197. sus signifi caciones actuales entre los qom (tobas). Eliade, M. 1998 Lo sagrado y lo profano, Buenos Aires, Paidós. BIBLIOGRAFÍA Meillassoux, C. Bigot, M., 1979 Le mâle en gésine, ou de l’historicité des mythes. 1993 Resistencia étnica, estrategias lingüísticas. Actas de Cahiers d’études Africaines XIX, págs. 73-76, París, las Primeras Jornadas de Lingüística Aborigen, págs. Miller, E. 27-34, Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía 1979 Los tobas argentinos. Armonía y disonancia en una y Letras, Universidad de Buenos Aires. sociedad, México, Siglo XXI. 1996 Adaptación del léxico en situación de contacto 1987 On the Transforming Nature of Toba Subjectivity. lingüístico-cultural (Variedad de la lengua qom Annual Meeting of the Americans Anthropological –toba– hablada en Mirafl ores, Chaco) Revista del Association. Centro Interdisciplinario de Ciencias Etnolingüísticas Rodríguez, G. y Antropológico-Sociales, Papeles de Trabajo, Nº 5, 1988 Informe CONICET. págs. 15-24, Universidad Nacional de Rosario. Vázquez, J. A. 2004 Contacto lingüístico-cultural, bilingüismo, diglosia y 1985 What is the Sacred? NAOS, vol I, Nº 1, págs. 1-5, vitalidad etnolingüística en grupos de indígenas “qom” Universidad de Pittsburg.

25 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

ESQUINA DE HUAJRA (TUM 10, DPTO. TUMBAYA, JUJUY) Y EL POBLAMIENTO PREHISPÁNICO TARDÍO EN EL SUR DE LA QUEBRADA DE HUMAHUACA

María Beatriz Cremonte, Sebastián Matías Peralta* y Agustina Scaro**

RESUMEN En este trabajo se presentan los avances de investigación realizados hasta el momento en el asentamiento Esquina de Huajra. Debido a la abundancia y variedad de las cerámicas Humahuaca con rasgos típicamente incaicos y de vajilla no local, así como los objetos en metal, en hueso y los artefactos líticos que integran los contextos arqueológicos recu- perados, planteamos hipótesis e interrogantes sobre la funcionalidad de este asentamiento cronológicamente ubicado entre la Fase Humahuaca Inca y la Humahuaca Colonial.

PALABRAS CLAVE Noroeste de Argentina - Quebrada de Humahuaca – Esquina de Huajra – contextos Humahuaca Inca

ABSTRACT In this paper research advances obtained at the moment in Esquina de Huajra archaeological settlement are presen- ted. Due the abundance and variety of Humahuaca vessels with typically Inca style attributes, the non local pottery, the metallic and bone objects, and the lithic artefacts which conform the archaeological contexts dated within Humahuaca Inca and Humahuaca Colonial Phases, hypotheses and questions about Esquina de Huajra functionality are stated.

KEY WORDS Northwestern Argentina - Quebrada de Humahuaca – Esquina de Huajra – Humahuaca Inca contexts.

Esquina de Huajra (Tum 10) es un eslabón suma- char la Ruta Nº 9 como un tramo del “Paso Vial Ruta de mente importante en la cadena de sucesos que han con- Jama” (Garay de Fumagalli et al. 2002). formado la historia ocupacional prehispánica del sur Las excavaciones permitieron recuperar un registro de la Quebrada de Humahuaca. Su importancia radica arqueológico de características relevantes para el sector sur en las razones de su emplazamiento como respuesta a de la Quebrada de Humahuaca que está siendo estudiado estrategias de control generadas durante el Incario, en la por un equipo de especialistas. En este trabajo si bien se pone abundancia y variedad de la cultura material recuperada, énfasis en la alfarería (más de seis mil fragmentos, algunas y en la posibilidad de contar con datos bioarqueológicos vasijas enteras y parcialmente fragmentadas) comentaremos y de prácticas mortuorias. Esquina de Huajra es un asen- los resultados obtenidos de los diversos análisis llevados a tamiento Humahuaca Inca que no ha sido emplazado cabo. En este sentido Angiorama (CONICET-UNT) ha rea- sobre ocupaciones preexistentes. Las dataciones crono- lizado el estudio composicional de once artefactos metálicos métricas calibradas se encuadran en las de los contextos mediante MEB-EDS en la CNEA; Mengoni Goñalons y sus del Periodo Inca fechados en distintos sitios de la región colaboradores están llevando a cabo el análisis arqueofaunís- (Nielsen 2001: 217 tabla 6) y aunque algunas podrían tico (CONICET-UBA); Chaparro (CONICET- UNCPBA) quedar incluidas en el Periodo Hispano-Indígena o realizó la clasifi cación tecno-tipológica de cien elementos Fase Humahuaca Colonial, no hemos registrado hasta el líticos (instrumentos, núcleos, desechos y adornos) y Ghe- momento ningún elemento español. ggi (ICA-UBA) realizó la clasifi cación e identifi cación de los En estas páginas comentaremos los resultados que se restos óseos humanos procedentes de los cuatro enterrato- están obteniendo del análisis de los contextos excavados rios excavados que se comentan en este trabajo. en Tum 10 a partir de las tareas de rescate realizadas a fi nes del año 2001, debido al impacto producido al ensan- CARACTERIZACIÓN DE ESQUINA DE HUAJRA (TUM 10) El asentamiento arqueológico Esquina de Huajra se ∗ CONICET (IDGYM-UNJu) - FHyCS (UNJU), cremonte@ encuentra en el departamento de Tumbaya, en los faldeos idgym.unju.edu.ar, [email protected] medios e inferiores de un cerro ubicado en la curva de ∗∗Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNJu), teye29@ Huajra, a 1.990 msnm, 23° 53,3’ 65” lat S y 65° 26,91’16” hotmail.com long O. Esquina de Huajra quedó emplazado entre el pueblo

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actual de Tumbaya (dos kilómetros hacia el sur) y el Pukara sería el más afectado por los trabajos de ampliación de la de Volcán (cinco kilómetros hacia el norte) frente a la entrada Ruta Nº 9. Se excavaron doscientos diez metros cuadra- de la quebrada de Huajra, uno de los accesos directos más dos a lo largo de tres niveles aterrazados artifi cialmente importantes hacia los valles orientales (fi gura 1 a.). que se escalonan en este sector de la ladera y que hemos Las observaciones en el terreno y el relevamiento denominado Terraza 1, Terraza 2 y Terraza 3, desde la planialtimétrico de Tum 10 (fi gura 1b), mostraron la inferior a la superior (fi gura 2). existencia de arquitectura en piedra pero poco visible en superfi cie. El emplazamiento en pendiente de las cons- Contexto doméstico de la Terraza 1 trucciones y el acarreo y depositación de los sedimentos En la Terraza 1 (inferior) se descubrieron las pare- a lo largo de aquella cubrieron las estructuras, lo que des externas de una probable vivienda; su altura desde favoreció la preservación del sitio debido a su baja per- el piso de ocupación era de dos metros promedio. Estas ceptibilidad arqueológica, desalentando la realización de paredes cierran en ángulo recto y sobre la que da hacia el excavaciones o huaqueos intensivos pero también por otro sur, se descubrió un pequeño vano rectangular de 0,45 x lado, esto difi culta conocer la superfi cie total construida 0,40 x 0,30 m. Este vano o “ventanita” presenta a ambos así como su confi guración espacial. No obstante estima- lados dos bloques sub-cuadrangulares sobre los que mos un área edifi cada aproximada de ocho mil metros apoya una laja plana como dintel. El gran muro externo cuadrados, a la que debe sumarse algunas construcciones de diez metros de largo fue construido con bloques no aisladas registradas hacia el norte, en los niveles inferiores uniformes, varios de ellos y especialmente los que están de la ladera, muy disturbadas por derrumbes y por una por debajo de la “ventanita” son grandes y rectangulares, densa vegetación de churquis. alineados verticalmente. En el sector sur del sitio las construcciones visi- La superfi cie excavada correspondería a un sector bles son muy escasas (un recinto rectangular pequeño del patio de una probable unidad doméstica. Varios de [huaqueado], tramos de las paredes de otros probables los artefactos y ecofactos diseminados sobre la superfi - recintos así como de muros de contención). En el sector cie de ocupación indicarían algunas de las actividades central solo registramos tramos de muros, mientras que realizadas. En la Cuadrícula 25 Se encontró un fogón, el sector norte sería el más densamente ocupado. Este delimitado por cinco bloques de caras planas y pues- asentamiento se extiende desde la base hasta la cima del tos de canto que encierran un espacio irregular de cerro, alcanzando una altura de ochenta y cinco metros aproximadamente 0,40 m de diámetro. De su interior desde el fondo del valle del río Grande y las estructuras se se extrajeron escasas lentes de carbón y algo de ceniza adecuan a la topografía del terreno. con algunos fragmentos cerámicos y óseos de caméli- Los muros de Esquina de Huajra tienen un espesor dos. Fragmentos de cuerpos de vasijas cerámicas de que varía entre 0,50 y 0,90 m. Son muros dobles con- diferentes tipos y tamaños se descubrieron alrededor de formados por bloques de cuarcitas y fi litas de formas y esta estructura. Un metro hacia el sur se encontró una tamaños variados, con sus caras externas naturalmente pecana de aproximadamente 0,40 m de ancho por 1 m aplanadas y en algunos casos canteadas. Los bloques de largo, la mano se halló a medio metro de distancia. fueron fi jados con barro y guijarros pequeños. Todos Una piedra plana de 0,36 m x 0,20 m de ancho máximo los recintos de vivienda así como dos de las tumbas con rastros de pigmento rojo estaba sobre el piso (a dos excavadas, son de planta rectangular con ángulos rectos metros del instrumento de molienda), junto a una gran bien marcados. En su mayoría, los muros de Tum 10 se concentración de fragmentos cerámicos. Del piso de escalonan a lo largo de la pendiente marcando las curvas esta Terraza se obtuvo la muestra de carbón sobre la que de nivel en superfi cies horizontalizadas, es decir que el se realizó el fechado Beta 193319 (340 ± 50 años AP). espacio ocupado fue intencionalmente aterrazado. El carbón fue recuperado de una pequeña estructura de Podemos caracterizar a Esquina de Huajra como una combustión no delimitada por bloques pero asociada a instalación Humahuaca Inca ubicada cronológicamente pequeños morteros, a una olla ordinaria con pie (frag- entre la Fase Inca y los inicios de la Humahuaca Colonial mentada) y a dos cuellos de aribaloides, uno rosado (Nielsen 1997: 114 y 115) tal como hasta ahora lo indican pulido de pasta fi na y otro grande ordinario (fi gura 3). los fechados obtenidos (ver tabla 1). De este piso también se recuperó abundante cerámica y huesos animales (mamíferos y aves), así como una CONTEXTOS EXCAVADOS espátula fragmentada y una aguja (ambos de hueso). El Durante los veinte días otorgados para efectuar los único objeto de metal corresponde a un cincel de bronce trabajos de rescate arqueológico, se realizaron excavacio- estañífero (Angiorama 2004) procedente de la limpieza nes en el faldeo inferior del sector norte de Tum 10, ya que del muro en el sector que cierra en ángulo recto.

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Figura 1 - Sitio Esquina de Huajra (Tum 10). a) Localización en el sector sur de la Quebrada de Humahuaca; b) Relevamiento planialtimétrico del sitio y vista ampliada del sector excavado.

Tabla1 - Dataciones cronométricas de Esquina de Huajra (Tum10) calibradas con el programa Oxcal (Ramsey 2007); se utilizó la curva del hemisferio Sur.

PROCEDENCIA 14C AÑOS AP CAL. 1 DC CAL. 2 DC MUESTRA MATERIAL Terraza 1 piso 340 ± 50 1502-1645 1455-1796 BETA 193319 carbón Tumba 1 550 ± 40 1401-1446 1338-1463 UGA 16.200 óseo humano Tumba 2 450 ± 50 1437-1616 1419-1627 6X 32577 óseo humano Tumba 3 280 ± 50 1514-1799 1496-1952 BETA 206919 carbón Tumba 3 320 ± 50 1502-1661 1460-1799 6X 32576 óseo humano

Figura 2 - Vista del área excavada en el sitio Esquina de Huajra, correspondiente a los niveles aterrazados: Terraza I, Terraza II y Terraza III

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En el conjunto cerámico están claramente represen- gama variada de sus partes anatómicas, indicando que tadas las formas incaicas más típicas de las provincias del pudieron formar parte de la dieta o ser utilizadas para imperio (Bray 2003: 109): ollas de cocina con pie, platitos, la obtención de plumas (pudo identifi carse un cráneo platos y cántaros vinculados al consumo de chicha (aríba- de pato). También se identifi caron roedores (ratones de los). Las vasijas decoradas muestran la combinación del campo) pero estos ingresaron al registro arqueológico estilo Humahuaca pintadas en Negro sobre Rojo con la por procesos tafonómicos (Mengoni Goñalons 2005a). incorporación de motivos o formas incaicas. En la cuadri- cula 24, correspondiente al sector de la esquina del muro Probable área de circulación en la Terraza 2 y del pequeño vano, se encontró un vasito hilandero con En la Terraza 2 (media) solo se registraron algunos huellas en su base interna, dejadas por la presión del huso. muros de contención, este sector habría funcionado El vasito es Ordinario rojizo y el tortero fue realizado a como un espacio de circulación interna de unos cuatro partir de un fragmento de vasija con reticulado en Negro metros de ancho. Su excavación no permitió identifi car sobre Rojo, allí también se encontró un platito Marrón un claro piso de ocupación, y de los niveles de relleno se Alisado muy pequeño (63 mm de diámetro, 40 mm de recuperó abundante cerámica (correspondiente a vasijas altura). De la cuadrícula 25 se ensambló parte de una muy fragmentadas), material lítico y restos faunísticos vasija Ordinaria del tipo vaso o “balde” de 520 mm de probablemente de camélidos que hasta el momento no diámetro máximo y 350 mm de altura. Las cerámicas han sido analizados. comentadas están asociadas a otras de manufactura no El conjunto cerámico está integrado por mil cuatro- local procedentes de las tierras altas, tales como fragmen- cientos cincuenta y cuatro fragmentos clasifi cados, en su tos de pucos o escudillas Yavi/Chicha, un fragmento Inca mayoría Ordinarios (818 = 56,26%) correspondientes Pacajes (procedente de los niveles de relleno), sectores de a cuerpos de ollas y de vasijas tipo jarrón medianas y vasijas restringidas Casabindo Pintado o Queta Policromo grandes (de cuellos evertidos y contorno infl exionado). (Albeck 2001, Albeck y Ruiz 2003) y de Pucos Bruñidos Algunos fragmentos Angosto Chico Inciso (15 = 1,03%) (Cremonte y Solís 1998; Cremonte et al. 2006). pertenecieron al menos a dos ollas medianas con incisio- Los treinta y dos elementos líticos recuperados nes arrastradas horizontales en sus cuellos y a otra ollita corresponden a doce instrumentos (tres puntas de pro- con incisiones pequeñas y circulares de tipo “punteado” yectil), dieciocho desechos de talla y dos núcleos. En su y se recuperó un solo fragmento con decoración corru- casi totalidad fueron confeccionados en obsidiana, otros gada. Por otro lado catorce fragmentos muy Micáceos muy escasos en arenisca silicifi cada. (Chaparro 2004). Las pertenecieron al cuerpo de unas cinco vasijas pequeñas Puntas de Proyectil son triangulares, apedunculadas de de formas no determinables. base cóncava y de tamaños pequeños. Dos de ellas son de Se recuperaron fragmentos de vasijas con engobe rojo obsidiana y la otra es de arenisca silicifi cada rosada, todas y morado, de superfi cies alisadas y sin motivos pintados se encontraron fracturadas. La casi totalidad de los dese- (82 = 5,64%), treinta y tres de estos fragmentos presentan chos de talla y los dos núcleos son también de obsidiana; engobe rojo muy poco adherido a las paredes. Las formas estos núcleos estarían indicando que en la Terraza 1 se corresponden a vasijas cerradas, pucos y cuencos. Los llevaron a cabo tareas de reducción para la obtención de fragmentos de pucos con Interior Negro Pulido y de pro- formas base (Chaparro y Ávalos 2005). bables platos, pucos y escudillas pulidos lisos con paredes Los resultados preliminares aportados por los restos grises, negras, marrones, rosadas y moradas están bien arqueofaunísticos del piso de la Terraza 1 analizados por representados en la muestra (114 = 7,84%). Mengoni Goñalons son muy interesantes. Se recupera- En cuanto a las vasijas abiertas y cerradas decoradas en ron cuatrocientos veintisiete restos óseos de los cuales el Negro sobre Rojo (373 = 25,65%), setenta y tres fragmen- 65% que pudo ser identifi cado corresponde fundamen- tos muestran una de las superfi cies pulida (en su mayoría talmente a camélidos y a algunos cérvidos (Hipocamelus es la superfi cie interna de escudillas). Los motivos más antisensis - taruca). De los camélidos están presentes sobre frecuentes son las bandas horizontales o verticales reticu- todo las partes medias y distales de las patas y las costillas; ladas en red. También son comunes las espirales o círcu- mientras que de los cérvidos los huesos del cráneo y de los los concéntricos de trazos fi nos y medios en la superfi cie miembros. Por su tamaño, el 68% de los huesos de camé- interna de escudillas y los semicírculos concéntricos en lido entran en la categoría de guanacos y llamas, los otros los bordes internos de vasijas cerradas; siguen en abun- en los de vicuñas. Surge también como dato relevante la dancia los triángulos y banderines negros, siendo escasos presencia de individuos que caerían dentro del tamaño de los motivos en “damero” y de bandas cruzadas. llamas grandes, es decir “cargueras”. Otros restos corres- Como ejemplos de vasijas no locales, se recuperaron ponden a aves. No son abundantes pero muestran una once fragmentos de probables escudillas Yavi/Chicha

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Figura 3 - Cerámica de la Terraza I: olla ordinaria con pie, plato rojo pulido, fragmento de plato Inca Pakajes, vasija ordinaria tipo balde, tortero decorado en negro/rojo y cuello de aribaloide ordinario grande

Figura 4 - Planta correspondiente al piso de ocupación del área excavada en Terraza III (Tum 10, Esquina de Huajra)

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(rosadas lisas o con diseños en negro desleído sobre ante). rio) representado por muy pocos elementos esqueletales. Así como fragmentos de seis Pucos Bruñidos (rojos y cas- No sabemos si todos los individuos inhumados en esta taños, uno gris externo y rojo interno, y otro morado con tumba fueron contemporáneos, podría ser que se re-ubi- línea negra en el labio). caran restos de diferentes generaciones, quizás pertene- El conjunto lítico está integrado por once instrumen- cientes a una misma familia. Hipótesis que solo podrían tos, un núcleo y treinta y tres desechos de talla, todos ellos testearse fechando a los otros individuos de la Tumba 1 y en obsidiana. Los instrumentos corresponden a artefactos realizando análisis de ADN. y fragmentos de artefactos no diferenciados, con excep- El segundo enterratorio, Tumba 2 apareció en el inte- ción de una punta de proyectil pequeña y triangular, rior de un recinto rectangular de 2,50 m x 1,50 m con apedunculada de base cóncava. Se encuentra fracturada y una entrada de 0,40 m de ancho (fi gura 5b). El recinto es presenta retoque bifacial extendido (Chaparro 2004). En sumamente particular, ya que no se trata de una habita- esta Terraza no se encontraron morteros ni otros elemen- ción donde se haya efectuado un enterratorio por debajo tos de molienda. del piso, como es lo usual en los sitios de la región. Parece ser una estructura previamente construida y luego reutili- Uso del espacio en la Terraza 3 zada para tal fi n. El enterratorio se halló entre los 0,25 m a En la Terraza 3 (la más alta) se ubicaron áreas residen- 0,45 m por debajo del nivel actual del terreno, por encima ciales y enterratorios (fi gura 4 en página anterior). Los se determinó un estrato estéril y otro de relleno. cuatro enterratorios excavados muestran variaciones en Los muros del recinto son dobles (0,25 m a 0,30 m las técnicas constructivas, en las modalidades de inhuma- de espesor), rellenos con guijarros pequeños y medianos. ción y en los ajuares fúnebres. Las caras externas e internas de los bloques se encuentran La Tumba 1 (fi gura 5a) es de planta cuadrangular aplanadas naturalmente o a veces canteadas. En el interior (1,10 m x 0,55 m). Las paredes (0,30 m de espesor) son de la estructura se realizó el entierro secundario de siete dobles y los bloques fueron unidos con barro batido y individuos representados por 34 elementos óseos total- pequeños guijarros. Una de estas paredes (la ubicada hacia mente desarticulados. Un adulto masculino de veintiocho el oeste) era parte de un muro de contención, con refuerzo a treinta y cinco años de edad, dos adultos femeninos de en banqueta. De este enterratorio secundario se exhuma- 1,58 m y 1,54 m de estatura viva aproximada (la mandí- ron veinticuatro elementos óseos correspondientes a cinco bula probablemente de uno de ellos correspondería a una individuos: dos hombres adultos de aproximadamente mujer de unos sesenta años) y cuatro subadultos de tres, 1,60 m de estatura viva, dos mujeres adultas de 1,52 m a cinco, seis y diez años de edad aproximada al momento 1,54 m de estatura viva y un perinato de treinta y ocho/ de morir. (Gheggi 2004, 2005:57-59). Entre los restos se cuarenta semanas de gestación (Gheggi 2005: 49-54). encontró casi un centenar de cuentas de collar, ochenta El ajuar fúnebre estaba compuesto por un vasito y tres de las cuales (de 0,5 mm de diámetro y 1 mm de Ordinario gris y por fragmentos también ordinarios de espesor promedio) fueron hechas en hueso como pudo una o dos vasijas, un pequeño terrón de pigmento rojo determinarse mediante MEB-EDS, mientras que otra es (hematita), una placa aplanada y alisada de esquisto, una de turquesa de muy buena calidad, dos trapezoidales de punta de hueso confeccionada a partir de un metapodio roca carbonática y una muy pequeña cilíndrica de lutita de camélido y un tubo también de hueso con incisiones negra (Botto com. pers.). También acompañaban a los lineales que pudo ser utilizado para inhalar alucinógenos. restos óseos fragmentos de una pinza de depilar y de La Tumba 1 está ubicada seis metros al sur del conjunto un probable colgante de bronce estañífero (Angiorama formado por las Tumbas 2, 3 y 4, las cuales están muy 2004), pequeños panes de pigmento azul (azurita), ama- próximas entre sí. Su distanciamiento y la “pobreza” rillo y verde (atacamita); dos cráneos de patos criollos del ajuar (teniendo en cuenta el número de individuos (Cairina Moschata s. p.) determinados por el Dr. Tonni inhumados) así como la presencia de la punta de hueso (com. pers.) y una pequeña lasca de obsidiana. (que podría ser considerada un artefacto diagnóstico del Formaron parte del ajuar cerámico un platito fragmen- período Hispano-Indígena), nos hizo suponer que se tra- tado Humahuaca Negro sobre Rojo decorado con haces de taría de un contexto mortuorio más tardío. Sin embargo, líneas oblicuas paralelas próximas al borde y numerosos el fechado de 550 ± 0 años AP (UGA 16.200) es, para- fragmentos de al menos catorce vasijas locales y no locales: dójicamente, el más temprano obtenido hasta ahora, Ordinarias, Alisadas con engobe rojo y morado, un puco ubicándonos en una época incaica plena. Sin embargo, con Interior Negro Pulido, fragmentos negros y castaños debe tenerse en cuenta que este fechado corresponde al pulidos, un fragmento Casabindo Pintado, tres fragmen- del húmero derecho de uno de los adultos femeninos, y tos de diferentes formas abiertas pequeñas Chicha/Yavi que estamos ante un enterratorio secundario (tipo osa- lisas, un fragmento marrón micáceo y nueve fragmentos

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Figura 5 - Fotos de las tumbas excavadas en la Terraza III (Tum 10, Esquina de Huajra): a) Tumba 1; b) Tumba 2; c) Tumba 3

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Humahuaca y Humahuaca Inca decorados en Negro sobre son de los mismos tipos encontrados en las Terrazas 1 Rojo, con motivos de líneas fi nas, líneas medias paralelas y y 2 y corresponden fundamentalmente a vasijas Ordi- bandas reticuladas de línea media en red. narias grandes, probablemente de almacenaje, algunas La Tumba 3 es de planta semicircular (1,25 m de largo rojas lisas pulidas, otras Casabindo Pintado, Huma- x 0,70 m de ancho) y estaba adosada al muro de un recinto huaca Inca, y platos decorados en negro sobre rojo. El (fi gura 5c). Las paredes eran simples, formadas por una material lítico recuperado en este sector de la Terraza hilera de lajas puestas de canto y fi jadas con barro batido. 3 está representado por doce desechos de talla, quince Esta estructura alojaba el entierro de una mujer de unos 40 instrumentos y tres probables adornos. Entre los instru- años y de aproximadamente 1,56 m de estatura; junto a sus mentos encontramos dos artefactos de formatización restos se encontró polvo compactado de color naranja. El sumaria, una punta entre muescas, un artefacto com- ajuar estaba integrado por un platito negro pulido entero puesto, un lito modifi cado, fragmentos de artefactos no (123 mm de diámetro y 20 mm de altura), algunos huesos diferenciados y una punta de proyectil triangular, ape- de camélido y treinta y ocho fragmentos: Ordinarios, Ali- dunculada de base cóncava. Esta última es de arenisca sados con engobe morado, grises, castaños y rojos pulidos; silicifi cada rosada, está entera y es pequeña. un fragmento Yavi/Chicha del cuello de una vasija pequeña Los probables adornos mencionados corresponden a restringida, otro Casabindo Pintado y seis Humahuaca y dos fragmentos de mica con un orifi cio central cada uno, Humahuaca Inca decorados con bandas reticuladas, espi- el primero de forma subcuadrangular (34 mm x 30 mm rales concéntricas de líneas fi nas y banderines negros. Por x 1 mm) y el segundo rectangular (35 mm x 19 mm x 5 lo menos unas seis vasijas cerámicas habrían integrado el mm). A partir del análisis del material lítico, Chaparro ajuar fúnebre de esta mujer, pero también dos topos metal, (2004) nota una leve diferenciación entre las actividades uno de ellos confeccionado con una aleación de plata y que se habrían realizado en la Terraza 1 (reducción de cobre. Según Angiorama este adorno quizás provenga de núcleos para formas base) respecto de la Terraza 3, infi - otra región, ya que los objetos realizados con esta aleación riendo para esta última la práctica de actividades destina- son muy escasos en el NOA (Angiorama 2003). das a la formatización de instrumentos. La Tumba 4 corresponde a un entierro primario en La abundancia de cerámica encontrada y los datos urna, ubicado por debajo del piso de un recinto domés- aportados por los estudios líticos, estarían indicando la tico (fi gura 6a). En el interior de la urna se hallaron los existencia de una superfi cie de ocupación doméstica en restos de un niño de siete años de edad al momento de el nivel aterrazado superior excavado y donde al mismo morir y de un perinato de treinta y ocho/cuarenta sema- tiempo o posteriormente se habrían efectuado los ente- nas de gestación. Se utilizó como urna una vasija grande rratorios. Lamentablemente no se detectaron estructuras Marrón Alisada sin cuello (430 mm de diámetro máximo, que permitieran identifi car unidades de habitación. Tam- 570 mm de altura y 280 mm de diámetro de abertura). El poco se localizaron muros delimitando el espacio ocu- cuello habría sido extraído para facilitar la ubicación de pado por los enterratorios, a modo de cementerio, aunque los niños y del ajuar en su interior. Este último compuesto estos últimos pudieron desaparecer ya que este sector del por dos cinceles y fragmentos de una pinza de depilar, sitio (sobre la barranca noreste del cerro) actualmente se todos ellos de bronce estañífero; dos aribaloides Rosados encuentra completamente derrumbado. Pulidos Lisos, uno entero y el otro fragmentado y con carbón en su interior (donde probablemente se quemó DISCUSIÓN alguna ofrenda) de dimensiones similares (150 mm de Esquina de Huajra y el Pukara de Volcán sobre el eje diámetro máximo aproximado, 200 mm de altura: aproxi- del río Grande, así como los enclaves productivos y de mada); dos platos Humahuaca Inca (134 mm de diáme- frontera en las Yungas orientales como los del sistema AP1 tro máximo, 40 mm de altura) y una vasija incompleta (Garay de Fumagalli 2003a) y El Cucho de Ocloyas (Garay decorada en Negro sobre Rojo con banderines verticales de Fumagalli 2003b, Cremonte et al. 2005), habrían lle- (fi gura 6b). Además, fragmentos Ordinarios, Alisados con vado a cabo la política económica incaica establecida para engobe rojo y morado, fragmentos de una olla Angosto esta zona meridional de la Quebarada de Humahuaca. De Chico Inciso, Morados pulidos y un Marrón Micáceo. Por todos ellos, Esquina de Huajra parece haber sido el asen- lo menos ocho vasijas cerámicas integraban este ajuar. tamiento de mayor jerarquía y, por su ubicación estra- Entre las Tumbas 2; 3 y 4 y al nivel del piso (fi gura 6 tégica (frente al camino hacia los territorios orientales), a), se encontró un cuchillo de bronce estañífero, una pudo tener un rol importante en el control de la mano pieza de cobre nativo de forma no identifi cable, cinco de obra aportada por la población del Pukara de Volcán, fragmentos de mineral de cobre y abundante cerámica en la explotación y distribución de los bienes proceden- en sectores más o menos concentrados. Estas cerámicas tes de las Yungas y quizás también en la estructuración y

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sostenimiento de la frontera oriental (Cremonte 2005). ubicamos a Esquina de Huajra en un momento entre las Las particularidades que presenta Esquina de Huajra y los Fases Humahuaca Inca y Humahuaca Colonial connotán- resultados que estamos obteniendo de su investigación dolo culturalmente como un sitio incaico tardío. Esquina están contribuyendo signifi cativamente a la comprensión de Huajra pudo estar funcionando plenamente en los fi na- del rol y la relevancia que habría tenido el sector sur de la les del siglo XVI lo que nos ubica en lo que tradicional- Quebrada de Humahuaca y sus zonas orientales a partir mente consideramos Hispano-Indígena, sin embargo aquí del período Inca, a la vez que surgen nuevos interrogantes no hay evidencias materiales de contacto con el español. Su como los que comentaremos a continuación. cultura material refl ejaría entonces la continuación de un En primer lugar debemos referirnos a la cuestión cro- modo de vida establecido bajo la administración incaica, nológica. Los tres fechados obtenidos hasta el momento sin alteraciones notorias, y la vigencia de las redes de inte- refl ejan un lapso de ocupación desde el 550 ± 50 años AP racción preexistentes. Situación que no debería llamar la al 280 ± 50 años AP y las calibraciones de estas dataciones atención si tenemos en cuenta que las primeras encomien- cubren un rango aproximado desde la segunda mitad del das y haciendas españolas se instalaron efectivamente en siglo XV hasta mediados del siglo XVII. Por esta razón y la Quebrada de Humahuaca tardíamente, debido a que hasta la llegada de otros nuevos fechados, tentativamente durante sesenta años se resistió duramente a la conquista

Figura 6 - a) foto de la Tumba 4 y material cerámico de piso (Terraza 3); b) foto del ajuar funerario de la Tumba 4 (Terraza 3)

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española (Sánchez y Sica 1990, Sánchez 1996). Es por eso culo artifi cial y a un espacio público o plaza. La cerámica que el Período Hispano-Indígena, por lo menos en la que- es muy parecida a la de Esquina de Huajra aunque está brada de Humahuaca, además de ser prácticamente des- ausente el Casabindo Pintado y casi no hay cerámica conocido, debe ser redefi nido como una etapa de contacto Chicha/Yavi y tampoco ollas con pie, pero sí comparten más o menos directo con el español. los Pucos Bruñidos, la cerámica con motivos Inca Paya, Una segunda cuestión tiene que ver con las prácticas y los tipos Humahuaca Inca pintados con trazos fi nos y mortuorias. Los entierros de Esquina de Huajra no están con superfi cies pulidas. El contexto cerámico incaico de en cámaras sepulcrales cilíndricas de piedra con tapa de Tum1B2, si bien eminentemente local, refl eja el consumo laja como las del Pukara de Volcán (Gatto 1946, Suetta de una vajilla preferencial a diferencia de lo que sucede 1969) o Ciénaga Grande (Salas 1945), ni tampoco son en los otros basureros excavados del sitio (Cremonte y como los del cementerio de La Falda, del tipo pozo con Solís 1998). El Basurero 2 podría estar relacionado con cámara lateral y ajuares que muestran el arribo de elemen- ceremonias de hospitalidad o rituales llevados a cabo en tos europeos (Mendonça et al. 1997). Además, no hay un Volcán pero en las que predominarían las vasijas locales, patrón uniforme de enterratorios en Esquina de Huajra, aunque de fi na manufactura. Mientras que en Esquina probablemente porque corresponden a distintos momen- de Huajra fue más común el consumo tanto doméstico tos. La mayoría de los entierros excavados son secunda- como simbólico (mortuorio) de vasijas con formas típi- rios, dos de ellos de tipo osario en estructuras de planta camente incaicas (aríbalos, platitos, ollas con pie) y de cuadrangular y uno dentro de un recinto aparentemente manufactura no local. re-utilizado; otro es también secundario pero en una Los estudios petrográfi cos de las pastas cerámicas de estructura casi circular y el último, directo dentro de una Esquina de Huajra que estamos realizando muestran una vasija. No se mantiene el patrón de inhumar por debajo gran variedad de tipos. Además de la variación interna del piso de habitaciones y tampoco parecen formar parte en vasijas locales Humahuaca y Humahuaca Inca (con de un cementerio. También los ajuares son variados y aún abundancia de fi litas y pizarras de la Formación Puncovis- queda mucho por indagar para comprender el signifi cado cana), otro conjunto presenta vulcanitas, remitiéndonos a simbólico de muchos de sus elementos, como por ejemplo ambientes con predominio de rocas volcánicas, diferente al los pigmentos de colores, especialmente el azul (turquesa de la Quebrada de Humahuaca. Es así que registramos tra- molida) y los cráneos de patos de la Tumba 2. quitas en los fragmentos Inca Pacajes, dacitas en los pucos Un tercer tema está referido al consumo de carne y bruñidos y en una vasijita con motivo Inca Paya, y la pasta por ende al manejo de la producción ganadera. En cuanto de la olla ordinaria con pie tiene riolitas, andesitas e ignim- a la edad de muerte y a la utilidad económica de las par- britas, estas últimas muy comunes en la puna jujeña y sal- tes anatómicas presentes, Mengoni Goñalons y su equipo teña. Es decir que en Esquina de Huajra, a diferencia del han podido determinar que el sacrifi cio de los animales vecino Pukara de Volcán, durante el Incaico y sus postri- para su consumo se concentró primordialmente en indi- merías fue importante el consumo de vasija no locales, pre- viduos jóvenes y adultos-jóvenes, es decir que se contaba ferentemente provenientes de las Tierras Altas, a lo que se con un excedente de individuos en edad reproductiva del agrega una presencia mucho mayor de vasijas Yavi/Chicha que se podía disponer para consumo de productos pri- y Casabindo Pintado con inclusiones blancas en sus pastas, marios (carne, grasa y médula). similares a las anteriores. Sin embargo, esto no signifi ca que El consumo se habría centrado en las partes que los contactos se hubieran restringido a ciertos grupos de las poseen solo carne, solo médula y con poca carne. La Tierras Altas, ya que la presencia de vasijas Angosto Chico mayoría de las partes habrían entrado como carne fresca y Inciso, Corrugadas, algunas Ordinarias y Marrones Alisa- solo unas pocas en forma de carne seca (charqui). Pero en das, presentan abundante granito o inclusiones de basalto casi todos los casos fueron individuos jóvenes o adultos porfírico y tiesto molido, componentes registrados en sitios jóvenes, aun en los silvestres como cérvidos y probables de las yungas orientales como El Cucho de Ocloyas y en los vicuñas. Por otro lado, debido al escasísimo número de valles meridionales como Tacanas en el río Capillas. huesos quemados, Mengoni Goñalons infi ere el consumo Desde el Pukara de Volcán, Esquina de Huajra, La mediante hervido, la manera más efi caz de aprovechar el Silleta (sitio emplazado en la boca de la quebrada de rendimiento de las partes anatómicas presentes. Huajra) y los grupos de construcciones rectangulares con Por último, los análisis de la cerámica también están recintos circulares y cuadrangulares internos (ubicados aportando datos valiosos. En Esquina de Huajra la vaji- en las inmediaciones del Pukara de Volcán), se habría lla cerámica es más abundante y variada que en el gran ejecutado la política de control y explotación económica poblado cercano Pukara de Volcán. En Volcán, el Basurero generada por el incario, en un proceso que aún debe ser Tum1B2 (cal. 1.540 dc), está próximo a un gran montí- conocido en su amplitud, complejidad y duración. Las

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características particulares de Esquina de Huajra permi- Aceptado para su publicación en Actas de la VIII ten plantear como hipótesis de trabajo su papel protagó- Reunión Internacional de Investigadores en Ciencias nico en el proceso aludido y su utilidad para comprender Sociales y Humanas, Universidad Autónoma de las modalidades de la ocupación prehispánica muy tardía Yucatan, Merida, Mexico, en prensa. no solo en el contexto de la arqueología del sur de la Que- Cremonte, M. B, A. Ramírez y S. M. Peralta brada de Humahuaca sino a nivel regional. 2006 Identifi cación y Caracterización de manufacturas cerámicas no locales del Pukara de Volcán. Petro- AGRADECIMIENTOS grafía de pastas (TSM) y fl uorescencia de rayos x Al Dr. E. Tonni y al Dr. A. Cione (CONICET- Div. (FRX). Aceptado para su publicación en Cerámicas Vertebrados de la FCNyM-UNLP) por la identifi cación arqueológicas. Perspectivas Arqueométricas para su de los restos de aves. A los alumnos que colaboraron con Análisis e Interpretación, EdiUNJu, en prensa. el registro cerámico (G. Nieva, A. Villarroel, F. Castellanos Cremonte, M. B y N. Solís y M. Arjona) así como a los demás alumnos de la Carrera 1998 La cerámica del Pukara de Volcán: variaciones de Antropología de la FHYCS-UNJU y miembros de la locales y evidencias de interacción, en Cremonte, Comunidad Aborigen de Tumbaya que participaron en M. B. (comp.), Los desarrollos locales y sus territo- los trabajos de campo. Al director de campo Luis Laguna y rios, págs. 155-196, Jujuy, EdiUNJu. a la codirectora de los trabajos de rescate, Mercedes Garay Cremonte, M. B., M. Garay de Fumagalli y M. G. Sica de Fumagalli. A la Secretaría de Turismo y Cultura de la 2005 La frontera oriental al sur de la Quebrada de Pcia. de Jujuy por sus gestiones ante la Empresa Benito Humahuaca. Un espacio conectivo, en Mundo de Roggio e Hijos. Para esta investigación se contó con el Antes, 4: 51-66, Instituto de Arqueología y Museo, apoyo de los subsidios otorgados al PIP - CONICET 2670 FCN e Inst. Miguel Lillo, Tucumán, Universidad y Proyecto Secter - UNJu C-122 (dirigidos por M.B. Cre- Nacional de Tucumán. monte) y PICT 04-14425 (dirigido por V. Williams). Chaparro, M. G. 2004 El material lítico de Esquina de Huajra-Jujuy, BIBLIOGRAFÍA Informe, MS. Albeck M. E. Chaparro M. G. y J. Ávalos 2001 La Puna Argentina en los Períodos Medio y Tardío, 2005 Tecnología Lítica durante la Ocupación Inka en en Berberián E. y Nielsen A. (eds.), Historia Argentina la Quebrada de Humahuaca (Provincia de Jujuy, Prehispánica, tomo I, págs. 347-388, Córdoba, Brujas. Argentina). Aceptado para su publicación en Escola, Albeck, M. E. y M. Ruiz P. y Hocsman, S. (eds.) Artefactos Líticos, Movilidad 2003 El Tardío en la Puna de Jujuy: Poblados, etnias y y Funcionalidad de Sitios en Sudamérica. Problemas y territorios. Cuadernos 20: 199-210, Jujuy, Facultad Perspectivas, International BAR Series, en prensa. de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Garay de Fumagalli, M. G., Nieva, A., Villarroel, Nacional de Jujuy. C. Santamans, F. Castellanos y M. Arjona Angiorama, C. I. 2002 Esquina de Huajra: Un enclave incaico en el sur 2003 Producción y circulación de objetos de metal en la de la Quebrada de Humahuaca. Ponencia presen- Quebrada de Humahuaca en momentos Prehispáni- tada en las VII Jornadas Regionales de Investigación cos Tardíos (900 - 1535 d. c.). Tesis doctoral, FCN en Humanidades y Ciencias Sociales, Facultad de e Instituto Miguel Lillo, Tucumán, Universidad Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Tucumán, MS. Nacional de Jujuy, MS. 2004 Estudio de los objetos metálicos procedentes de Garay de Fumagalli, M. Esquina de Huajra (Quebrada de Humahuaca, 2003a Del Formativo al Incaico, los Valles Orientales de Jujuy), Informe, MS. Jujuy en los procesos de interacción macroregio- Bray, T. nales, en Ventura, B. y Ortiz, G. (eds.), La mitad 2003 To Dine Splendidly. Imperial Pottery, Comensal verde del mundo andino. Estado actual de las investi- Politics, and the Inca State, en Tamara Bray (ed.) gaciones arqueológicas en la vertiente oriental de Los The Archaeology And Politics Of Food And Feasting Andes y las tierras bajas de Bolivia y Argentina, págs. In Early States And Empires, Kluwer, Academic/Ple- 229-260, Jujuy, EdiUNJu. num Publishers. 2003b El Cucho de Ocloyas. Control e interacción en los Cremonte, M. B. valles orientales de Jujuy, en Cuadernos 20: 133- 2005 El imperio perdura en las fronteras más lejanas. 150, Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Instalaciones incaicas tardías en Jujuy, Argentina. Sociales, Universidad Nacional de Jujuy.

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Gatto, S. Nielsen, A. E. 1946 Exploraciones Arqueológicas del Pucará de Volcán. 2001 Evolución social en Quebrada de Humahuaca (AD Revista del Museo de La Plata IV. 700-1536), en E. Berberián y A. Nielsen (eds.), Gheggi, S. Historia Argentina Prehispánica, tomo 1: 171-264, 2004 Segundo informe sobre el análisis del material osteo- Córdoba, Brujas. lógico del sitio arqueológico Esquina de Huajra (Tum Ramsey, C. 10), Dto. Tumbaya, Pcia. de Jujuy, MS. 2007 Oxford Radiocarbon Accelerator Unit Research 2005 Análisis bioarqueológico y contextual en enterrato- Lab for Archaeology. Oxcal, v. 4.0.2., Oxford. rios arqueológicos. Un caso de estudio en Esquina de Salas, A. M. Huajra (Quebrada de Humahuaca . Jujuy, Argen- 1945 El Antigal de Ciénaga Grande, Buenos Aires, Publi- tina). Tesis de Licenciatura en Ciencias Antropoló- caciones del Museo Etnográfi co, Serie A. gicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Sánchez, S. Buenos Aires, MS. 1996 Fragmentos de un tiempo largo, Tilcara entre los Mendonça, O., M. A. Bordach, M. E. Albeck y M. Ruiz siglos XV-XIX. Tesis de Licenciatura en Historia, 1997 Collares de vidrio y ollas de barro. Comporta- Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Socia- miento ante la Muerte en el Tilcara Hispano- les, Universidad Nacional de Jujuy, MS. Indígena inicial (Jujuy, Argentina). Cuadernos 9: Sánchez, S. y G. Sica 175-202, Jujuy, Facultad de Humanidades y Cien- 1990 La frontera oriental de Humahuaca y sus relaciones cias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy. con el Chaco. Bulletin de l’Institut Français d’Études Mengoni Goñalons G. L. Andines, 19, n°2, 469-497. 2005a Análisis Arqueofaunístico de Esquina de Huajra: Suetta, J. M. Informe preliminar, MS. 1969 Aportes a la Arqueología de Volcán (provincia de 2005b La ganadería en tiempos incaicos en el NOA: Jujuy). Antiquitas, VIII, Buenos Aires, Universidad Aspectos teóricos-metodológicos de su estudio del Salvador. zooarqueológico. Aceptado para su publicación en Actas del XV Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Río Cuarto, Córdoba, en prensa.

38 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

POLÍTICAS DE LA MEMORIA: PROCESOS DE ETNIFICACIÓN, EXPERIENCIAS Y TRADICIONES ÉTNICAS EN LA 1 PATAGONIA ARGENTINA

Carolina Crespo*

RESUMEN En este artículo se examina la compleja articulación entre procesos de etnifi cación impulsados a través de las políticas diseñadas desde las agencias multilaterales así como organismos estatales y las modalidades de organización sociopolítica, memorias y tradicionalizaciones que en la interacción, operativizan y actualizan aquellas comunidades indígenas sobre las que se intenta aplicar estas políticas en la localidad de Caiza, Norpatagonia Argentina.

PALABRAS CLAVES Procesos de etnifi cación - Organismos Multilaterales - Comunidades Mapuches - Modalidades de organización y tradicionalizaciones

ABSTRACT This article examines the complex articulation between ethnifi cations processes drawed from the politics of mul- tilaterals and state agencies and the ways of sociopolitical organization, memories and traditionalizations that, in the interaction, functionalize and actualize those indigenous communities in which these policies are being applied at Caiza, Norpatagonia Argentina.

KEY WORDS Ethnifi cation Process - Multilateral Agencies - Mapuche Community - Ways of organization and traditionalizations

3 INTRODUCCIÓN des Mapuches2 de la localidad de Caiza, en Norpatago- nia Argentina, excede a una problemática propia adjudi- “A los ochenta y dos años [Federico] es el patriarca cada al linaje Cuyen y forma parte del sentido común de de un linaje quebrado, sin memoria. […] Quizá la varios pobladores locales. Asimismo, atraviesa directa o única certeza del cacique sea que esos “nada” defi nen su indirectamente las políticas actuales vinculadas con la situación y la de su gente. Ya no son mapuches, perdida la cuestión étnica elaboradas tanto por los agentes esta- cultura ancestral. Tampoco son huincas, refractados por tales como por los organismos multilaterales, e incide una sociedad inconfesadamente racista que sólo admite en las modalidades de confi guración de las identidades indios en sus márgenes. Viven en un eterno presente, étnicas. Algunos académicos que abordaron la dimen- despojados de historia y de futuro.” sión indígena en Patagonia han recurrido incluso a este 2 Revista Nueva1 , 1993. recurso de defi nir al “otro” a partir de las pérdidas y las

La apelación a una falta de memoria de las comunida- 3 Bajo el término “comunidad” no nos estamos refi riendo a comunidades homogéneas, históricas, aisladas, basadas en relaciones solidarias entre sus miembros. Es decir, no apela- * CONICET- INAPL - UBA, [email protected] mos al sentido más romántico del término con el que usual- 1 Por razones de ética profesional, los nombres de las perso- mente suele caracterizarse desde el sentido común y ordenarse nas, comunidades mapuches, ciudades y provincias que serán en los últimos años desde la normativa institucional ofi cial, a analizados, han sido modifi cados o desdibujados para preser- los pueblos originarios. A lo largo de todo el artículo utili- var el anonimato de los protagonistas. zamos esta designación, tal como lo hace Radovich (2003), 2 Se trata de una revista distribuida en el interior del país que para remitir a un espacio geográfi co en el que se asienta la acompaña todos los domingos al diario Clarín, el periódico población con la que se estudia, y donde se ponen en juego de mayor tirada en la Argentina. diversos tipos de relaciones.

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ausencias. A decir verdad, no se trata de una concepción fi can o atenúan las fronteras entre “nosotros-otros” (Spi- totalmente novedosa. Eric Wolf ha realizado interesan- cer 1961). En los últimos años, dichas fronteras parecen tes aportes al debate en torno a la histórica defi nición no tanto disiparse sino más bien reafi rmarse. Y es que, tal de los Pueblos Indígenas como “pueblos sin historia” como lo sostiene Vila, “la fragmentación de la experiencia (1993). Sin embargo, esta invocación constante al olvido cotidiana que caracteriza a la posmodernidad puede llevar adquiere hoy una signifi cación peculiar a la luz de los al reforzamiento de fronteras en lugar de invitar a cruzar- procesos sociohistóricos, de la actual retórica multicul- las” (2000: 101). En esta dirección, operan de hecho cier- turalista y del contexto social presente; y constituye uno tas directrices impartidas desde los sectores de capital, así de los dispositivos nodales de las políticas dirigidas dife- como también desde las agencias estatales y los organis- rencialmente hacia los Pueblos Indígenas. mos multilaterales como por ejemplo el Banco Mundial 5 De manera que, en este artículo, se pretende exami- (BM)4 . En este sentido, una multiplicidad de discursos y nar –al menos en forma preliminar– cómo se articulan prácticas concretas emanadas desde el mismo campo de aquellas políticas enmarcadas en propuestas que aso- ejercicio del poder, se nutren de una retórica que lejos de cian tópicos tales como “desarrollo”, “memoria étnica” y censurar y denegar la diferencia y la dimensión étnica, la “pobreza”, diseñadas desde y por agencias multilaterales promueven e intensifi can bajo determinadas formas. como el Banco Mundial –y mediadas por organismos En el caso específi co del Banco Mundial, se trata gubernamentales, no gubernamentales y profesionales de una entidad que no solo presta recursos fi nancieros independientes a estos– para Pueblos Originarios, y las sino que además se encarga de diseñar “políticas de base modalidades de organización sociopolítica, memorias y para inversiones y desarrollo en los países tomadores de tradicionalizaciones que en la interacción, operativizan y préstamos” (Mastrángelo 2004: 3). Su plan de acción de actualizan aquellas comunidades indígenas sobre las que desarrollo rural en América Latina y el Caribe se centra 6 se intenta aplicar estas políticas. Más precisamente, me en la “misión” de “reducir la pobreza” 5 . Para ello, elabora propongo analizar un estudio de caso que permite echar un paradigma que toma como principios el “respeto a la luz acerca de estos complejos fenómenos en los que se diferencia cultural”, el “desarrollo sustentable”, la con- 4 imbrican procesos de etnifi cación3 impulsados desde los formación de “capital social”, el “empoderamiento” y la 7 sectores hegemónicos y sentidos de pertenencia étnica “participación comunitaria” 6 : confi gurados en una comunidad Mapuche –Peumayen– “los programas de desarrollo deben fomentar la inclusión asentada en la zona de Caiza. La fi nalidad que se persigue social, desarrollar capital social y respetar la diversidad cul- es refl exionar en torno a algunas paradojas, mecanismos tural y las preferencias de los grupos minoritarios y étnicos, ideológicos, tensiones y relaciones de fuerza que se ponen quienes llevan sobre sus hombros una carga desproporcionada en juego en estas políticas de marcación étnica. Pero tam- de pobreza rural” [...] “El Banco puede recurrir al enfoque bién se procura demostrar, que la forma en que se recon- de empoderamiento comunitario en la región, que es idóneo fi gura la memoria y sentidos de pertenencia étnica no para trabajar con estas comunidades” (BM 2002: XVI, 25) surgen como simples efectos lineales de los proyectos de A través de las políticas, los sujetos son categorizados organismos multilaterales. Por el contrario, se inscriben y confi gurados en determinados status y roles a la vez que en un entramado más complejo en el que confl uyen –y ordenados. La clasifi cación y defi nición reiterada de los se articulan con– experiencias históricas y cotidianas de relaciones intraétnicas e interétnicas asimétricas de más 5 Fundado en 1944, el Banco Mundial es una de las institucio- larga data que en el trayecto se han ido redefi niendo. nes principales que rigen el sistema económico internacional Un recorrido por las concepciones sobre las que se edifi - (cf. Stiglitz 2002 en Mastrángelo 2004). can las políticas implementadas y las estrategias de resisten- 6 Nótese el carácter polisémico e ideológico que presenta esta cia y reacomodamiento que se gestan en el campo de estas frase. Puede demarcar tanto el interés por disminuir la canti- relaciones de fuerza, servirá a los fi nes de este examen. dad de “pobres” como por ubicarlos en una situación menos pauperizada –esto es, pensar en términos de cualidad de vida– de la que actualmente se encuentran. Cualquiera sea el sentido, PROCESOS DE ETNIFICACIÓN: ORDENAMIENTO DEL MUNDO SOCIAL “reducir la pobreza” o “aliviarla”, no implica subvertir las con- DE LOS ORGANISMOS MULTILATERALES diciones de existencia. Esto se actualiza en la forma misma en En los procesos de dominación se establecen, intensi- que se explica la pobreza. Como lo señalan Benedetti, Morey y Carenzo (comunicación personal), este organismo la reifi ca y 4 Denominamos etnifi cación a “las segmentaciones y rotula- naturaliza al explicarla tautológicamente como consecuencia ciones étnicas que los [sectores hegemónicos] han ido impo- de la desigualdad: “La elevada y creciente desigualdad ha sido niendo como resultado de relaciones asimétricas y en el marco una causa fundamental de la pobreza” (BM 2002: 5) de sistemas de dominación” (De Jong y Rodríguez 2005:10). 7 Véase el informe del Banco Mundial 2002.

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Pueblos Indígenas como “los más pobres entre los pobres” dar a los gobiernos y otras partes interesadas a diseñar y en los documentos del Banco Mundial, y la propuesta de fi nanciar redes de protección social sensibles y efi caces en alcanzar su “bienestar” por medio de un enfoque que con- función de los costos” (BM op. Cit.: 25-26) temple “sus fuertes tradiciones comunitarias y valores cultu- La inclusión de la dimensión étnica como variable rales”, se funda en una visión reifi cada y simplifi cada tanto a afi rmar en estas políticas presenta varias contradic- de lo indígena como de la pobreza. En sus diagnósticos, los ciones y paradojas. Por un lado, aquella que surge de académicos responsables de elaborar estos documentos, equiparar relaciones de fuerza desiguales ente sí, como construyen a los indígenas a partir de la ausencia, esto es, la lo es el Estado, los sectores privados y la sociedad civil escasez de recursos sociales y económicos –falta de educa- –incluidos a los Pueblos Indígenas–, en la construcción e ción, salud, bienes– y de la presencia y aseveración de una implementación de las políticas de desarrollo (Benedetti, diferencia radical que los conforma como una comunidad Morey y Carenzo, comunicación personal). Por otro, la homogénea de intereses y valores discretos –tradiciones omisión del posicionamiento y rol del propio organismo comunes y divergentes respecto del “nosotros”– al tiempo como representante de los grandes intereses del capital que los ubica principalmente en un espacio defi nido como transnacional y como agente confi gurador de la forma lo es el ámbito rural. En líneas generales, combinan un legítima y dominante de clasifi car el mundo social y las neoliberalismo económico, un liberalismo político y un acciones a seguir. Finalmente, la ausencia de los procesos comunitarismo redefi nido a la luz de su yuxtaposición con sociohistóricos y los determinantes socioeconómicos y los primeros. El ordenamiento del mundo social se sustenta políticos que a nivel regional, nacional y global contribu- así en la imposibilidad de pensar en términos de ambiva- yeron, hasta la actualidad, a la dominación, los confl ictos lencias y ambigüedades (Bernand 2001), de confl ictos y y al establecimiento de mecanismos de diferenciación e dominación, y de visualizar la heterogeneidad presente al identifi cación (Boccara 2004). interior de un colectivo social. Términos y tópicos surgidos en ámbitos intelectuales Las diferencias culturales y la situación de pobreza precisos o como producto de prácticas y reclamos de los son encapsuladas en límites claramente estables y defi ni- sujetos –”Pueblos Indígenas”, “participación comunitaria”, dos, y descriptas como producto de factores intrínsecos “capital social y humano”, “empoderamiento”– que han y no estructurales. Asimismo, objetivan las decisiones sido cargados con otro signo ideológico, son reapropiados adoptadas manifestando una ilusión de moralidad bajo formas deshistorizadas, vinculados con otros –“crea- mientras oscurecen su actuación y agencia en el proceso. ción de un mercado laboral fl exible y dinámico para redu- Las estrategias propuestas para el desarrollo se reducen cir la desigualdad de ingresos”, “mayor participación del entonces al ámbito de lo local o comunitario; esto es, sector privado como motor para el crecimiento”– que le a incorporar la “participación de la comunidad” en la imprimen un sentido diferente en el marco de una narra- dirección de los proyectos en función de las prioridades tiva que, con un tono impersonal, aparentemente “neutral” 8 locales, para crear “capital social” y “empoderamiento” 7 . y fuertemente descriptiva, se impone como marco univer- El Banco se construye, al menos en el discurso, como sal. Parafraseando a Bourdieu y Wacquant (1999), operan el garante generoso y tutor condescendiente en “preser- como términos con los cuales argumentar pero sobre los var” las culturas locales y fomentar su crecimiento, “sin cuales no se argumenta su genealogía. Despolitizados los –retomando una idea de Žižek– echar raíces en ninguna problemas sociales y vaciados de toda referencia a la domi- cultura en particular” (2005: 172). nación, legitiman y al mismo tiempo instalan las relaciones “El fortalecimiento del capital social y las intervenciones sociales de poder imperante en el contexto actual. dirigidas que se adapten mejor a las preferencias y valores Lo que sigue a continuación, pretende así profundi- culturales de los grupos étnicos, continuarán siendo una zar sobre las relaciones entre las nociones de “memoria”, línea de acción importante para el Banco” [...] “El Banco “etnicidad” y “pobreza” propuestas por los programas puede sacar provecho de su pericia internacional para ayu- sociales fi nanciados por el Banco Mundial, mostrando la manera en que se concretan en un proyecto implemen- tado en la comunidad mapuche Peumayen, de la locali- 8 Si bien no me detendré en esto, es interesante notar –reto- dad de Caiza. mando lo planteado por Hyatt (1997)– cómo la pobreza se confi gura en el contexto del liberalismo avanzado y los dis- cursos multiculturalistas del Banco Mundial asociados, no POBREZA Y MEMORIA COMO PRINCIPIOS PARA UNA POLÍTICA DE como “problema social” sino como una nueva posibilidad DESARROLLO para los pobres de experimentar el empoderamiento a través Tal como sucede en muchas zonas de nuestro país, de la actualización de su autoconducción, lo que los ubica en en el área regional donde se inserta la localidad de Caiza, una posición más precaria. existen varios proyectos vinculados con la “promoción”

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del “desarrollo local” que están siendo fi nanciados por nidades, capacitar y brindar asistencia técnica a los equipos distintos organismos multilaterales. Algunos de ellos se locales, incorporar el uso de tecnologías autóctonas y dejar encuentran recién en sus inicios, como por ejemplo aque- instaladas capacidades en las Comunidades Aborígenes que llos que cuentan con subsidios provenientes del Banco permitieran la resolución de objetivos comunitarios”. P a r a 9 Interamericano de Desarrollo (BID)8 . Otros, en cambio, ello se incorporaba un equipo técnico local –una asistente –como el que se describirá en estas páginas–, fi nanciados social y un profesional de la construcción– que “capaci- por el Banco Mundial pero mediados por el Ministerio de tara, controlara y siguiera el proceso de trabajo”. Desarrollo de la Nación y organismos no gubernamen- En el caso de Caiza, se eligió como modalidad la cons- tales se iniciaron hace ya un tiempo atrás. Me refi ero al trucción de viviendas familiares. El programa estaba foca- proyecto denominado “Hábitat Aborigen”, enmarcado lizado en la elaboración de cinco residencias destinadas dentro de un programa social para la vivienda de “auto- a aquellos que la comunidad indígena considerara más 13 construcción y ayuda mutua” para Pueblos Originarios, “vulnerables” o “de mayor riesgo social”12 . El relevamiento que fue presentado y propuesto en 2004 a la comunidad realizado en la comunidad de Peumayen documentaba la 10 Mapuche Peumayen9 de Caiza. existencia –hasta esa fecha– de treinta y dos familias, de las El proyecto tenía como objetivo fortalecer el “hábitat cuales dieciséis vivían en condiciones de hacinamiento y aborigen” para el desarrollo de la cultura e identidad indí- ninguna tenía servicio de agua potable, ni cloacas, ni baño 14 gena. El “hábitat” era defi nido como “el espacio cultural en en el interior de su vivienda13 . De esas dieciséis familias, se el que se desarrollan las comunidades [...] compuesto por eligieron solo cinco benefi ciarios en función de la cantidad sus viviendas como por ámbitos signifi cativos y funcionales de personas que alojaban y el grado de deterioro que pre- 11 que caracterizan su identidad como grupo social”10 . En este sentaban las paredes y techo de sus hogares. sentido, contemplaba la autoconstrucción de tres tipos de Por otro lado, en la medida en que desde el programa “obras”: viviendas familiares, equipamiento comunitario se concebía a las viviendas como producto sociocultural para espacios de culto, plazas, etc., y proyectos ecológicos que transmite y expresa formas de vida de la comunidad, o de turismo ecocultural –viviendas para alojamientos el proyecto ponía especial cuidado –en sintonía con las temporarios, talleres de artesanías, desarrollo de energías políticas formuladas por el Banco Mundial– en respetar alternativas, etc.–. En todos los casos, se apelaba al princi- el uso de tecnología y materiales autóctonos, el entorno pio de la solidaridad entre los involucrados, al aprendizaje ambiental de la zona y las pautas culturales y modos de en lo constructivo y organizativo, a la participación de la construcción “típicos” de la comunidad. La memoria y la 12 comunidad y a la capacitación11 . Esto último era conside- tradición indígena debían cumplir así un rol esencial en el rado un eje fundamental del proyecto. A través de este se diseño de estos hogares. En este sentido, en tanto se trataba esperaba: “optimizar la relación bioambiental de las comu- de una casa para Mapuches, el equipo técnico de Nación “recuperaba” como base para el diseño de la casa la ubica- 9 Respecto a estos proyectos fi nanciados por el BID en esta ción de la ruca Mapuche hacia el este y la confección de un región, que tienen como foco la exhibición turística de sitios hogar en el centro. Esto es, seleccionaba y recurría a aque- con arte rupestre, es interesante anotar las contradicciones llo considerado como arquetípico del pueblo Mapuche y a presentes en las políticas desarrolladas por un mismo orga- una memoria prístina ubicada en un tiempo anterior. Asi- nismo multilateral (Crespo 2006). 10 Este mismo proyecto fue presentado también en otra comu- mismo, recortaba también otras “tradiciones” consideradas nidad mapuche que reside en Caiza. Las relaciones que se indígenas vinculadas con pautas organizativas comunita- entablaron con esta comunidad siguieron un curso diferente rias, centradas en la solidaridad y apoyo mutuo, y modali- y el proyecto está actualmente en ejecución. Si bien no me dades de comportamiento basadas en el respeto ecológico. detendré en analizar el devenir del programa en ella, sugiero Todas estas tradiciones eran estipuladas como preceptos a modo de hipótesis, que el accionar diferencial transitado y prácticas propias de la identidad Mapuche pero contra- por ambas comunidades obedece a las dispares condiciones sociohistóricas y presentes de relacionamiento intraétnico e 13 En el texto del proyecto se incluía diez viviendas pero solo interétnico que a nivel local y nacional las han mantenido. cinco serían construidas en Peumayen. El criterio para defi nir 11 Extraído del Proyecto “Hábitat Aborigen”. Coordinación de estas nociones de “vulnerabilidad” y “riesgo” debía ser con- programas sociales para la vivienda. Autoconstrucción y Ayuda sensuado con las comunidades. Mutua, Ministerio de Desarrollo Social, Secretaría de Políticas 14 Extraído de la descripción del proyecto elaborado por la Sociales, Dirección nacional de Fortalecimiento Social. asistente social que acompañó a la Comunidad en el proceso. 12 Este término ha sido muy criticado por algunas organizacio- Dicho proyecto, se diferencia de aquel que había enviado el nes políticas Mapuches pues sugiere como contrapartida la Ministerio de Desarrollo. Consistía en la elaboración de un idea de una incapacidad de los sujetos. De ahí que se prefi era diagnóstico acerca de la situación en la que se encontraba la el uso del término “formación” antes que “capacitación”. comunidad benefi ciaria de las viviendas.

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dictoriamente, a su vez, se designaban en el texto como nes sociales de producción del pasado y las experiencias 15 patrones sobre los cuales se los debía capacitar. Es decir, transmitidas o vividas14 . como en toda política, en esta se codifi caban las normas sociales, valores y principios bajo los cuales debía organi- LA COMUNIDAD PEUMAYEN Y EL PROGRAMA DE VIVIENDAS zarse la comunidad y se establecían de manera implícita o Asentada desde principios del siglo XX –luego de explícita, los modelos de sociedad autorizados. las campañas militares realizadas en la Patagonia–, la A decir verdad, se trata de un fenómeno complejo que comunidad Peumayen se ubica aproximadamente a diez no se reduce simplemente a imponer condiciones desde kilómetros del centro de Caiza, sobre el faldeo oeste del afuera sino que incide en la forma en que los sujetos se cerro Colorado. Muchos de sus miembros recuerdan que construyen a sí mismos, las normas de comportamiento sus abuelos, procedentes del otro lado de la Cordillera de que deben seguir y las relaciones sociales que entablan, los Andes, se afi ncan allí buscando un espacio tranquilo combinando una sujeción externa con una subjetivización donde poder criar a sus animales y vivir de las tareas interna (Shore y Wright 1997). De ahí que la propuesta rurales. Más que una frontera entre naciones que divi- se sostuviera edifi cada sobre “prácticas comunitarias día espacios escindidos –Argentina y Chile–, la cordillera preexistentes” pero a la vez formulara como objetivo funcionó durante años como un espacio de tránsito ade- fundamental “instalar capacidades en las Comunidades más de una zona de refugio. Aborígenes para resolver objetivos comunitarios”. Al Hoy, la mayor parte de la comunidad tiene empleos determinar de antemano y de manera homogénea aquello temporarios o estables en otras estancias, en el ámbito que se distingue como parte de su tradición y convenir la de la construcción o, en menor medida, como emplea- necesidad de su aprendizaje, el programa ponía de relieve das domésticas. Algunos crían animales o tienen peque- antiguos prejuicios centrados en la clasifi cación de los ñas plantaciones para autoconsumo. En general, suelen Pueblos Indígenas a partir de sus “carencias”, “ausencias” aprovechar estacionalmente la recolección de frutos sil- o “pobrezas de la memoria” y habilitaba determinadas vestres para la venta, extraen la madera del bosque que se maneras de “ser”, “estar” y “actuar o accionar”. encuentra en su interior y pocas familias logran vender Los condicionamientos de la propuesta y las inte- sus producciones que son siempre en pequeña escala. racciones que de ahí en más se gestaron, representaron Finalmente, algunos tienen pensiones y otros pocos 16 para la comunidad de Peumayen un punto de infl exión cuentan con planes sociales15 . que impregnó fuertemente su memoria. Activó selectiva- La discriminación, desigualdad y estigmatización que mente ciertos patrones de comportamiento y de relacio- ha operado en la interacción con los Mapuches en Patago- nes, al tiempo que se puso en debate no solo el presente nia desde fi nes de siglo XIX, su subordinación en las rela- y el futuro de la comunidad sino el pasado y las pautas ciones de clase, la imputación de una identidad nacional concebidas como tradicionales por el grupo, reelabo- extranjera y los dispositivos de nacionalización estableci- rando sentidos de pertenencia e identifi cación étnica. dos desde la primera mitad del siglo XX en la zona, han Numerosos autores han señalado ya la importancia de la incidido en las formas variables en las que los miembros selección del pasado para construir hegemonía (Hobs- de esta comunidad se han comportado, así como en las bawn 1989, Foster 1991, Brow 2002, entre otros) pero modalidades que reviste su autoreconocimiento y defi ni- también, para desafi ar o reproducir el orden hegemó- ción de sí mismos. Esto es, sus normas de adscripción e nico cuando se lo hace desde y por sectores subalternos identifi cación étnica han estado condicionadas por estas (Williams 1997, Briones 1994). Mientras en la ejecución relaciones asimétricas interétnicas e intraétnicas más que del programa se ponía de manifi esto los límites que en por rasgos culturales primordiales (Bari 2004). las propuestas hegemónicas dirigidas hacia los sectores A diferencia de otras comunidades Mapuches de la subalternos suele tener el concepto de “participación” –y localidad que se encuentran territorialmente dispersas, la en este caso también de “memoria indígena”– y los sub- comunidad Peumayen reside en un mismo espacio geo- secuentes alcances que le otorgan al de “capacitación”; la comunidad Peumayen activa su memoria y redefi ne sus 15 relaciones “internas” y con algunos agentes “externos”, Coincido con la defi nición que Briones (1994) propone res- pecto de la “tradición” como una construcción social, his- especialmente respecto a las agencias estatales, desde un tóricamente constituida y “reinventada” desde un presente lugar que, en parte se asemeja, pero también se distancia local y posicionado. y contrapone al formulado por estos organismos. Estos 16 Estos datos fueron extraídos del relevamiento realizado por procesos de constitución y reconstitución de la memoria la asistente social que participó del proyecto “Hábitat Abori- social actualizados de distintas maneras por parte de la gen” en la comunidad de Peumayen y de mi propio trabajo de comunidad, nos lleva a indagar acerca de las condicio- campo.

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gráfi co y posee el título comunitario de la tierra que ances- ciones presentes, pasadas y futuras. Esto es, la comunidad tralmente ocupa. Esta situación, además de su apellido y comenzaba a reorganizarse sociopolíticamente, confor- el hecho de pertenecer a un mismo linaje, los clasifi có mando en su interior un Consejo, que puso en debate la indiscutiblemente para el afuera como “la” comunidad memoria del grupo. Mapuche de la localidad. Pero la falta de conocimiento 17 de la lengua16 y de ciertas prácticas culturales visibles y EL CONSEJO DE PEUMAYEN arquetípicas concebidas como marcadoras de esta iden- En efecto, el Consejo se constituye en septiembre de tidad atribuida, los ubicó a la par en un espacio de cierta 2004, luego de la primera reunión en la que una ONG ambigüedad e imprecisión étnica. presenta a la comunidad el programa de autoconstruc- Ahora bien, frente a las modalidades impuestas en el ción de viviendas. El Consejo se conforma con un repre- diseño de las viviendas, varios miembros de la comunidad sentante masculino de cada uno de los seis hermanos se resistieron en aquel entonces a ejecutarlas de la manera –hoy fallecidos– que desde principios de siglo XX, ocupó exigida y reclamaron desempeñar un rol más activo de y administró el espacio territorial que actualmente les 19 participación en el proyecto. pertenece18 . A través de esta forma de organización, gran “Porque no es que no se le dé importancia [a lo cultural] parte de la comunidad pone freno a algunas directivas pero, digamos, la cuestión por ahí, no sé, cultural, es algo establecidas desde el programa. Si bien no se opone a 18 nuestro17 , digamos, no es una... no va a ser un caballito de la propuesta, deja asentado que las decisiones sobre el batalla para... Hoy [...] la cuestión cultural, o sea, no inte- diseño de la construcción de las casas, a quiénes y por qué resa que el gobierno sepa si hablamos o no la lengua o si... realizarlas y el equipo técnico implicado serían tomadas ¿para qué queremos ese espacio? O sea, la cuestión cultural por la comunidad. Pero más allá de esto, fi ja de ahí en se realiza en ese espacio digamos, pero es una de las activi- adelante que cualquier iniciativa debe ser previamente dades más que hacen a la forma de vida que uno lleva, ¿no? consultada y consensuada por el Consejo. [...] esto de la vivienda que medio querían hacer tenía que “Cuando se armó el Consejo se llamó a toda la comu- ver con eso. Quizás había bibliografía que hacía referencia nidad. A toda la comunidad. ¿Cómo nace este Consejo? a esas cosas y bueno, y el rescate y que sé yo (sonríe irónica- Viene un subsidio, un proyecto de un subsidio para vivien- mente) [...] pero lo importante, o sea, lo que planteábamos das. Entonces yo digo: ‘No. Acá lo que la comunidad nece- era que en el diseño de la casa la gente participe” (Miembro sita es armar un Consejo’. No necesitábamos la vivienda. B del Consejo de Peumayen, marzo 2006). Necesitábamos organizarnos como comunidad. Entonces, La reacción fue considerada por los agentes estatales de esas reuniones nació el Consejo. Para nosotros era pri- como parte de estas pérdidas de memoria indígena que mero organizar y después lo que pueda venir de ayuda ya circulaban desde hacía mucho tiempo en la localidad y [...] Hay un confl icto, primero el Consejo y después las los posicionaba continuamente en una situación de limi- instituciones” (Miembro D de la comunidad Peumayen, naridad. Me refi ero a aquellos “nada”, “ ni mapuches ... ni marzo 2006) huincas “ –tal como reza el artículo de la revista “Nueva”, La comunidad Peumayen adolece del reconocimiento transcripto aquí a modo de epígrafe– que, en el sentido del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (I.N.A.I.) y común y desde diversos ámbitos, los describían: tampoco se interesó hasta la fecha en obtenerlo. Al care- “si vos hablás con la gente de este programa de Nación, cer de la personería jurídica otorgada por el I.N.A.I., la 20 dice que –o por lo menos en ese momento lo que plantearon ONG19 debía administrar los fondos provenientes de algunos es que– no tenían nada, que habían perdido todos los valores de la comunidad, o sea, de la cultura mapuche” 19 A decir verdad, se trataba de siete hermanos pero todavía (Asistente Social de Caiza que acompañó el proyecto, no se ha elegido quien representará al último. La elección de marzo 2006). cada uno de los miembros se realizó por medio de una vota- Sin embargo, los olvidos que se le adjudicaban a la ción al interior de cada familia y dentro de dicho Consejo se comunidad Peumayen coincidían, paradójicamente, con eligió como uno de los integrantes a quien venía ejerciendo un momento en que esta estaba recreando sentidos de el liderazgo interno. Queda pendiente para futuros trabajos pertenencia colectivos y refl exionando acerca de sus rela- refl exionar acerca de la exclusividad del género masculino en la elección de su conformación. 20 Durante el neoliberalismo, los organismos no gubernamenta- 17 Hay un miembro de la comunidad que habla la lengua, pero les se multiplican y llevan adelante las políticas que otrora for- en los relatos circulantes de la zona no es tenido en cuenta por maban parte de la intervención del Estado. En este sentido, un no haber nacido en esta. eje interesante para examinar, es la diversidad de agentes con 18 El énfasis dado por el entrevistado se destaca con letras en intereses heterogéneos involucrados en estas políticas sociales “redonda”. fi nanciadas por el Banco Mundial y las implicancias que esto

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Nación y ser mediadora entre el gobierno nacional y la y capacidad de movilización. El partido político ofi cial comunidad. La ONG que presenta la propuesta estaba de la localidad intervenía discrecionalmente intercam- recién en proceso de conformación y pertenecía a un par- biando bienes o servicios a cambio de favores políticos tido político opositor al del Municipio. El partido ofi cial sin considerar los intereses colectivos. Esto fue gestando ha tenido una fuerte injerencia en la comunidad. Posible- en algunos, la percepción de una especie de muerte sim- mente, la propuesta de las viviendas traída por esta ONG bólica de la comunidad como tal, que se correspondía tuviera –entre otras cosas– un propósito partidario. paralelamente con la muerte física de quién, al menos Sin embargo, no fueron razones partidarias las que ciertos miembros de la comunidad o del Consejo, habían 21 impulsaron la conformación del Consejo, aunque sí reconocido hasta aquella fecha como cabecilla20 : generaron una serie de confl ictos con distintos agentes “88/89... en ese año más o menos deja de ser comunidad. que, con intereses contrapuestos, comienzan a intervenir Porque en ese momento todavía se consultaba todo. De ahí en el proyecto. Me refi ero principalmente al Municipio, hasta ahora, que recién empieza de nuevo, dos años. O sea que comienza a inmiscuirse en el proceso. Pero también que fueron más o menos quince o veinte años que se manejó ciertas tensiones internas que surgieron como producto al antojo de los políticos y de los blancos” (Miembro D de la de la intención de instalar una modalidad organizativa comunidad Peumayen, marzo 2006). colectiva que difi ere de la forma de liderazgo unipersonal “Una de las cosas que nosotros tenemos que tener en vigente. La intervención del Consejo comienza a trascen- cuenta es que el día de mañana, llegue un subsidio o lo que der el caso puntual de las viviendas y a atravesar todas sea, que sea para todos [...] Y antes se manejaba así, venían las relaciones e instituciones con las que la comunidad para dos o tres ¿y los demás? Y por ahí empezaban los roces” interactúa: el Municipio, la Fundación, el Servicio Fores- (Miembro A del Consejo de Peumayen, marzo 2006). tal Andino, etc. Ahora bien, estos últimos años vieron emerger en el “Fuimos a hablar con el Intendente un día ocho per- ámbito público un sentido de pertenencia mapuche en la sonas y le dijimos: ‘Ustedes como Estado van a tener que región más amplia donde se inserta Caiza. La conforma- 22 tener un vínculo con nosotros por una cuestión lógica, pero ción de organizaciones políticas mapuches21 , la reforma 23 de la tranquera para adentro, nosotros queremos resolver de la Constitución provincial y nacional22 , la distinción nosotros’ [...] Y de a poco, o sea, de a poco. Yo estoy contento de la “particularidad indígena” en las agendas internacio- porque se dio un giro importante, viste” (Miembro B del nales, los proyectos de desarrollo de diversas agencias y Consejo de Peumayen, marzo 2006) las presiones del capital en las tierras, que elevan la renta El evento se recuerda con cierto orgullo por parte de inmobiliaria de los espacios territoriales que les pertene- 24 algunos miembros del Consejo, que suelen reiterarlo en cen 23 , sumados a una historia de negación, subordinación, algunas entrevistas como una marca de “re-nacimiento” de la comunidad como tal. La política neoliberal contri- 21 Respecto de la existencia de un cabecilla en el pasado, los buyó a modifi car muchas formas de vida y de la organi- entrevistados muestran diferencias. Algunos sugieren que zación interna de la comunidad. Desde fi nes de los años nunca lo hubo mientras otros afi rman su existencia en épocas 80 hasta la fecha, el clientelismo político y los planes anteriores. 22 Acerca del proceso de constitución de los movimientos polí- asistenciales dirigidos solo a algunos de sus miembros ticos mapuches y las distintas estrategias políticas de estas fueron fragmentándola y generando fuertes recelos, con- organizaciones, véase Valverde (2004). fl ictos y tensiones internas. Como sostiene Hirsch (2000), 23 Es importante de todas formas destacar el doble juego reali- la cooptación política permitió desarticular liderazgos zado por parte del Estado que, si bien mediante su Constitu- y organizaciones comunales restándoles en autonomía ción Nacional y Provincial legisla una serie de derechos de los Pueblos Originarios, continúa aún sin efectivizarlos. tiene en la modalidad fi nal que termina adquiriendo la ejecu- 24 En esta zona geográfi ca, espacios territoriales que luego de ción de las propuestas. En el caso particular de Peumayen, la la “campaña al desierto” no fueron valorados por el capital y falta de implementación del proyecto impide seguir exami- fueron ocupados –en varios casos– sin títulos de propiedad nando –más allá de lo aquí descripto– los intereses de todos por familias indígenas para el desarrollo de una economía estos agentes y la modalidad de concreción del programa. Esta de subsistencia, comienzan a ser fuente de interés mercantil falta de implementación obedece a varios factores, entre los para proyectos de turismo de alto nivel y de deportes extre- cuales no es menor la importancia que la comunidad le otorgó mos y para la explotación forestal y la construcción de obras a la reorganización de las relaciones y toma de decisiones en de infraestructura tales como rutas internacionales. Todas ella. Más allá de esto, para profundizar acerca del papel que estas iniciativas trajeron como consecuencia la elevación de en las políticas sociales de la sociedad neoliberal adquieren los la renta inmobiliaria. Los dispositivos de estatalidad que ava- organismos del tercer sector y la heterogeneidad de intereses e lan el avance de esta nueva valorización del territorio junto al ideologías en las que se inscriben, véase Estela Grassi (2003). movimiento de reproducción del capital, producen identida-

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estigmatización y discriminación vivida, trajo aparejado poseen a su vez una historia que dirige y transforma usos un proceso de redefi nición identitaria y de conformación subsecuentes de esa forma” (Tilly 2000: 14). de varias “comunidades mapuches” en la zona que, segura- En los relatos acerca del curso de conformación del mente, junto a los confl ictos en la representación política, Consejo, gran parte de la comunidad de Peumayen, prin- repercutieron directa o indirectamente en la comunidad de cipalmente aquellos que adhieren a esta modalidad orga- Peumayen y en la decisión de constituir el Consejo. nizativa, rememoran con cierta nostalgia aquellas épocas Entre los propósitos del Consejo de Peumayen, se en que sus miembros operaban en situaciones cotidianas encuentra así, fortalecer los lazos comunitarios, conservar o no de manera colectiva y establecen así cierta continui- y administrar el espacio territorial y sus recursos naturales dad con el pasado: en forma pareja e igualitaria, limitar el accionar externo “Mi papá... trabajaban juntos ellos. Con mi viejo y unos sin previo consentimiento de la comunidad, romper con tíos míos también. [...] los cuidábamos [a los animales] en el clientelismo político, intervenir en las decisiones de conjunto, ¿vio? En conjunto” (Miembro C del Consejo de manera colectiva y consensuada, trabajar en conjunto y Peumayen, marzo 2006). reestablecer los encuentros entre sus miembros. Algunos le El Consejo se constituye y legitima de esta manera agregan también, activar cuando esta así lo considere, cier- sobre la selección de pautas de interrelación comunitarias tas prácticas visibles vinculadas con la identidad mapuche. que reconocen un anclaje en el pasado, aunque ese pasado “El Consejo se conforma por una idea de proponerse a adquiere connotaciones diversas. Para algunos miembros, empezar a ser comunidad de vuelta [...] Van a tener que estas prácticas no se alimentan de visiones románticas afrontarse a la comunidad cinco o seis personas que van a que podrían llevar a frustrar su posibilidad de concre- manejar la comunidad y de a poco van a ir viendo que ellos ción, ni se sostienen invariables a través del tiempo. En dependen de todos ellos, de un conjunto de personas [...] estos casos, se señalan las modifi caciones operadas como por ejemplo, dentro de un año o dos dice: ‘Bueno, el Consejo consecuencia de las relaciones de subordinación estable- ha decidido que a partir de tal fecha se va a empezar a hacer cidas con diferentes agentes –estatales, privados, etc.– y se eh, no sé, nos vamos a empezar a juntar todos una vez por advierte también la existencia de diferencias y confl ictos mes’ [...] Hasta que un buen día digan: ‘Bueno, como Con- en el pasado pese a los cuales, en determinadas instancias, sejo vamos a hacer una rogativa’ Y también con el Consejo, los “viejos” contribuían entre sí y se aliaban, aportando se ha empezado por ejemplo a manejar la comunidad más soluciones favorables para el conjunto. pareja... más... que empieza a ser comunidad para todos “los viejos por ahí se peleaban porque los animales les [...] Que sean todas las cosas en común” (Miembro D de la cruzaban el cerco pero sabían que tenían un espacio que era comunidad Peumayen, marzo 2006). de todos y lo usaban todos. Y cuando hubo un enemigo que El Consejo se propone funcionar como una forma quiso afectar el espacio como fue el alambrado este (se refi ere de reorganización de las relaciones internas, creando a un problema de tierras con un estanciero que terminó una unidad que trascienda las diferencias; pero también en el asesinato de un miembro de la comunidad), se junta- como una manera de regular las interacciones mante- ron y lo resolvieron... No fue mi abuelo ni fue Federico solo, nidas con las instituciones. Si bien con difi cultades, ha digamos, era un problema que... y todos se dieron cuenta que logrado poner al menos ciertos límites al avasallamiento en realidad era una cuestión de todos. [...] porque era típico exterior y ejercer cierto control. que se colaborara. Con el campesino podrán pelearse algunas veces pero siempre se trataba de dar una mano sin necesidad MEMORIAS DE EXPERIENCIAS Y EXPERIENCIAS DE MEMORIAS de que te den un mango o alguna cuestión así de prestarse A pesar de que el Consejo haya sido el emergente de la los bueyes o de darle una mano en esto o en aquello [...] propuesta formulada desde el Banco Mundial, su constitu- ...cuando había un problema así que los afectaba a todos, se ción no se inscribe en una relación lineal de causa-efecto. juntaban. Y no había ninguna organización externa ni nada, La experiencia de estos últimos años de neoliberalismo viste, era una cuestión de ellos, ¿no?. Y obviamente, de esos y el proyecto del Banco Mundial, reformuló y puso en años a ahora han cambiando un montón de cosas, porque discusión una memoria de más larga data construida de hay un montón de cosas que han variado, ¿no?” (Miembro B y por la comunidad a partir de las interacciones mante- del Consejo de Peumayen, marzo 2006). nidas en un contexto de desigualdades. Se trata de even- Como sugiere Tilly (op. cit.), los modelos de acción tos situados históricamente en los que se activan y crean dependen de relaciones y prácticas sociales preexistentes y memorias, historias, prácticas y relaciones sociales y “que de las pautas conocidas de reclamos dentro de los límites impuestos por las instituciones. Combinan y se elaboran a des sociales propias y formas de diferenciación social, étnica, partir de continuidades y discontinuidades, de repeticiones política y cultural para responder a la dominación. e innovaciones, de libretos históricos e improvisaciones. El

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27 entrelazamiento entre la dimensión étnica y la experiencia “ordena” 26 a las comunidades indígenas o vinculándolo de clase que se desprende del relato recién transcripto, ha con una trayectoria de clase y étnica cambiante, la mayor confi gurado la narrativa desde la que se autodefi ne y posi- parte de los miembros de la comunidad Peumayen arti- ciona uno de los movimientos etnopolíticos de la región cula y legitima a esta modalidad político-organizativa con en la que se emplaza Caiza, frente a las prácticas de con- pautas concebidas como tradiciones ejecutadas por los trol y dominación operadas por los sectores hegemónicos mayores de la comunidad entre sí y con el “blanco” y las 25 (Cf. Valverde 2004) 24 . Desde el ámbito ofi cial, esas formas instituciones. Se trata de la confi guración de memorias de dominación se han ido edifi cando a partir de diversas heterogéneas de experiencias que son actualizadas como modalidades de categorización de lo étnico. Dichas cla- experiencias de memorias y que moldean la conforma- sifi caciones han incluido –con distintos acentos en cada ción y el accionar de la organización del Consejo a la par etapa– desde la histórica racialización de la “alteridad indí- que son moldeadas por este. gena” hasta su adscripción en tanto pequeño productor Ahora bien, en este proceso de reorganización de lide- rural y ciertas formas de etnicización, que hoy adquieren razgos internos y ejercicios de control, legados y memo- un papel preponderante como forma de lograr ser acredi- rias se confrontan, demarcando y autorizando las formas 26 tados y obtener ciertos recursos25 . Sin ir más lejos, el “Con- de conducción sociopolítica en danza en la comunidad. sejo de Ancianos” y la elección de un lonko (cacique) y un Quienes gestan la iniciativa de la organización del Con- werken (mensajero), es la forma de ordenamiento social y sejo legitiman su accionar como producto de un legado político que desde el I.N.A.I. se imparte en los últimos años transmitido por quien hasta no hace tantos años tenía, para que una comunidad indígena Mapuche sea recono- para ellos, la última palabra en las decisiones de la comu- 28 cida como tal. Más allá de que la comunidad Peumayen no nidad, así como por la fuerza de ciertas señales o sueños27 está interesada hasta la fecha en responder a estas deman- recortadas como parte de tradiciones mapuches conside- das institucionales, algunos otros miembros ligados a la radas del orden de lo sagrado: organización del Consejo, lo consideran una redefi nición “...dos días antes de que fallezca mi suegro [Federico], del “Consejo de Ancianos” vinculado con un origen y tra- cuando me pide que ‘hay que luchar mucho acá por esta dición Mapuche perdurable en el tiempo: comunidad’, como que algo en mí ya le cumplió [...] Era “Pero eso fue, digamos, la tradición de siempre de la como que en ese momento (se refi ere al día en que se comunidad [...] ese Consejo ya lo tenían los viejos [...] Antes reunió la comunidad) se sintió la presencia [de Federico] en una comunidad indígena se tenía un Consejo de Ancia- y una paz, una paz en esa reunión que todos entendieron, nos, donde a esos ancianos se les consultó todo y sin orden todos se hablaron... como que no había ni una indiferencia. de ellos no se hacía nada. Como ancianos ahora ya no nos Se pusieron todos de acuerdo”. quedó ninguno, ¿entonces qué se hizo? Se eligió más o menos “...es como que los mismos espíritus te eligen. Te eligen a uno de la familia [...] Entonces ahí es como que se formó para que vos puedas transmitir eso [...]” (Miembro A de la el Consejo, es como que de AHI, de nuevo va a empezar a comunidad Peumayen, marzo 2006). nacer la comunidad” (Miembro A de la comunidad Peu- Paralelamente, el referente político local despliega su mayen, marzo 2006). autoridad invocando su conocimiento sobre la memoria No obstante, se haga inteligible al Consejo bajo una de la comunidad. Se presenta y posiciona no solo como fi gura sociopolítica inmanente mediante la cual el I.N.A.I. testigo ocular sino principalmente, como actor protagó- nico de dicha historia, esto es, de la lucha por la posesión 25 Uno de los integrantes del Consejo pertenece justamente a de la tierra y la recuperación victoriosa de la porción este movimiento. expropiada en el pasado “por los vecinos ricos”, de la ins- 26 Retomando a Briones (1998), mientras la racialización de la “alteridad étnica” opera estableciendo divisiones entre gru- pos a partir de un criterio centrado en la naturaleza física o 27 Las comillas ilustran el carácter polisémico de la palabra. En biológica, la etnicización lo hace focalizando exclusivamente este caso, me refi ero a la noción de ordenar en tanto organizar en la cultura. Estas formas de clasifi cación implican políticas la comunidad pero también como forma de imposición. de subordinación y han tenido mayor o menor peso cada una 28 Sobre este tema de los sueños y el rol que adquieren en estos según el momento histórico; pero aun en aquellos períodos procesos de reconfi guración de liderazgos mapuches, han en los que no se hace explícita alguna de estas modalidades, sido muy enriquecedoras las comunicaciones personales funciona de todas formas de manera latente. Para dar un mantenidas con Ana Ramos, quién analizó estas cuestiones ejemplo concreto que ofrece esta misma autora, las ideologías en la Colonia Pastoril Cushamen, en la provincia del Chubut. hegemónicas del blanqueamiento y del mestizaje en nuestro A ella le debo este señalamiento de la estrecha relación exis- país, que no son explícitamente raciales, contienen formas tente entre estas tradiciones y los procesos de redefi niciones racializadas de construir la alteridad. de los liderazgos de las comunidades.

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talación –más reciente– de la escuela en su interior y de sin historia ni cambios. Pueblos atrapados en un tiempo otras luchas entabladas. Asimismo, legitima su rol ape- que debía ser superado mediante políticas dirigidas hacia lando al legado que su propio padre ya enfermo le dejó el “otorgamiento” de aquel “futuro universal civilizado”. para encabezar aquella tarea. Paradójicamente hoy, se intenta que vuelvan a ese tiempo En efecto, se trata de un fenómeno complejo en el que la anterior, ocultar sus marcas de “civilización”, “pristinizar- memoria se pone en debate y confronta en función de cier- los” y (re)marcarlos, pronunciando aquello que los torna 29 tos “horizontes de expectativas” 28 . La iniciativa del Consejo eternamente un “otro cultural particular”. y la voz del referente político se nutren diferencialmente, Pero en la misma afi rmación de la dimensión étnica se por un lado, de la forma –e incidencia– en que desde los actualiza la negación y la carencia. Y es que en estas disqui- años 90 en adelante, vienen siendo delineadas las accio- siciones sale a la luz que, a la pobreza de recursos socioeco- nes de las instituciones estatales, los políticos locales y los nómicos bajo la cual se defi ne a los Pueblos Indígenas, se subsidios fi nancieros de organismos multilaterales para el le agrega ahora su vulnerabilidad en términos culturales. desarrollo en la comunidad y de las organizaciones políti- En este marco, en el que se les atribuye una “pobreza de cas mapuches que se fueron conformando, pero también de memoria”, los organismos multilaterales se constituyen hoy, un proceso de más largo alcance, es decir, de una dinámica en constituyentes, detentadores y al mismo tiempo dado- de relaciones asimétricas interétnicas y estigmatizaciones res de un pasado. En la implementación de sus programas, articuladas con tradiciones y experiencias intraétnicas de establecen e intentan imponer una memoria prefi jada que 30 más larga data que en el transcurso van reformulándose. debe ser internalizada en forma de habitus29 . Las citas del pasado entextualizadas por los miembros de la No se trata simplemente de la conservadora idea de comunidad, expresan formas de autorizar relaciones, crear preservar el pasado, tal como aparece en numerosos dis- afectos y solidaridades pero también manifi estan y vehicu- cursos, sino de crear y subjetivizar memorias impuestas lizan tensiones sociales, ejercen presiones y fi jan límites. que construyan hoy la diferencia cultural ubicándola en una situación de subalternidad. Se persuade y obliga a A MODO DE CONCLUSIÓN vivir y sentir como propia, una memoria que se origina De qué manera “incorporar” a los Pueblos Originarios más allá de ellos mismos, vinculada con otros momentos ha sido una problemática que atravesó diferentes diseños históricos y con manifestaciones consideradas “puras” del de políticas por parte de los sectores hegemónicos. Resuelto “grupo benefi ciario”. a lo largo del tiempo de diversas maneras y recurriendo a La afi rmación de la dimensión étnica y sus tradicio- distintos mecanismos –más o menos sutiles y, en ocasiones, nes, y simultáneamente, la negación de su memoria, no superpuestos y combinados– se han ido creando formas deben ser leídas en términos de oposición sino como de identifi cación, categorización, estigmatización y subal- caras de una misma política de poder. El “desarrollo” se ternización de lo étnico que fueron limitadas, desafi adas, traza entonces por pronunciar la diferencia sociocultural recreadas o readecuadas por los propios sujetos sobre los y regularla mediante la internalización de ciertas memo- que se proponían estos ejercicios de control, en el marco de rias o tradiciones específi cas al interior de cada comu- relaciones de fuerza desiguales. nidad indígena o, mejor aún, como parte de la creación En la actualidad, “pobreza”, “memoria indígena” y de “comunidades indígenas”. La “autonomía”, “participa- “comunidad”, se constituyen en la piedra angular de ción” y “empoderamiento” de los sujetos se confi guran las políticas del Banco Mundial dirigidas a los Pueblos como modalidades de control. Enlazadas en otra red Indígenas. Estas políticas, mediadas por distintos agen- discursiva, sus sentidos varían, quedan sujetos a aquello tes –estatales, ONG, profesionales, etc.– con intereses que se considera moralmente aceptable y técnicamente contrapuestos y atravesadas por cuestiones partidarias, útil (cf. Foucault 1999). Así, la autonomía queda supedi- de clase y étnicas, se constituyen hoy en campos de pro- tada a la subsunción en el mercado y sujeta a una noción ducción de etnicidad y de determinadas relaciones socia- particular de “comunidad”, mientras las organizaciones les. Se trata de una tecnología de poder que crea sujetos mapuches vienen reclamando, aunque con matices dife- diferentes subalternos mediante dispositivos que más rentes y en debate, su reconocimiento como “pueblo”. que operar a través de la negación y la represión –como sugiere Foucault (1999)– operan, aunque no sin ciertas 30 Me refi ero con habitus al concepto que Bourdieu defi ne como ambigüedades y paradojas, desde lo positivo y la afi r- “sistema de disposiciones y esquemas adquiridos, socialmente mación; esto es, a partir de la confi rmación de lo étnico. constituidos [...] que funcionan en estado práctico como catego- Durante años, los Pueblos Indígenas fueron considerados rías de percepción o de apreciación o como principios de clasifi - cación al mismo tiempo que como organizadores de la acción” 29 Retomo aquí una noción de Koselleck (1993). (1996:25-26).

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Empero, los proyectos de desarrollo y el fi nancia- Bari, M. C. miento del Banco Mundial condicionan pero no impiden 2004 La cuestión étnica: aproximación a los conceptos de la elaboración de acciones que se bifurcan del tránsito grupo étnico, identidad étnica, etnicidad y relaciones esperado o establecido por estos organismos. Las relacio- interétnicas, MS. nes que emergen no son producto de un evento aislado Bernand, C. sino de un proceso de resistencias, luchas, reacomo- 2001 Mestizos, mulatos y Ladinos en Hispanoamérica: damientos en el que los sujetos se van constituyendo y un Enfoque Antropológico de un Proceso His- variando en el marco de relaciones de fuerza desiguales. tórico, en Portilla, M. L. (coord), Motivos de la De ahí la importancia de revisar no simplemente el pro- Antropología Americanista, págs. 105-133, México, ducto sino el proceso de producción de estas interaccio- Fondo de Cultural Económica. nes a la luz de los procesos hegemónicos, factor vital para Boccara, G. comprender la forma en la que en la confrontación se 2004 Del Buen Gobierno en Territorio Mapuche. Notas ponen de manifi esto los límites existentes. acerca de una experiencia en salud complementaria. La comunidad de Peumayen recrea, pero también dis- Cuadernos de Antropología Social, 20: 113-129. cute y desplaza algunas coordenadas, acentos y órdenes Bourdieu, P. y L. Wacquant sociales que se intentan imponer respecto a la memoria 1999 Sobre las astucias de la razón imperialista, en e identidad Mapuche y a la noción de comunidad; y en el Bourdieu, P. (ed.), Intelectuales, política y poder. trayecto, se propone revertir ciertas dinámicas de poder Buenos Aires, Eudeba. vigentes. Las modalidades de organización y de acción Bourdieu, P. que en esta se activan y disputan entre sí, se confi guran 1996 Cosas Dichas. Barcelona, Gedisa. a partir de una experiencia de interacciones confl ictivas, Briones, C. más o menos cotidianas, en la que se inscriben conti- 1994 Con la tradición de todas las generaciones pasa- nuidades y discontinuidades dentro de un contexto de das gravitando sobre la mente de los vivos: Usos dominación. Es esa trayectoria la que marca hoy al Con- del pasado e invención de la tradición. Runa XXI: sejo como una institución que, para algunos miembros, 99-129. les permite “re-nacer” como comunidad y redefi ne sen- 1998 La alterización del “cuarto mundo”. Una puesta tidos de pertenencia y devenir desde una instancia polí- en perspectiva desde el concepto de Aboriginalidad, tica mientras para otros puede resultar desafi ante. En el Buenos Aires, Del Sol. marco de este proceso de reorganización sociopolítica, Brow, J. la comunidad activa memorias en tensión. Lejos de estar 2000 Notas sobre comunidad, hegemonía y los usos del vacía o dislocada, la memoria de la comunidad se resig- pasado. Ficha de cátedra de Etnolingüística. El habla nifi ca reafi rmando sentidos de pertenencia e identifi ca- en interacción: La comunidad, :21-32. Facultad de ción étnica y formas de liderazgos diferenciales entre sí, Filosofía y Letras, UBA. (1990, en Anthropological desde prácticas y saberes situados históricamente y no Quarterly 63:1). totalmente previstos por el discurso ofi cial. Crespo, C. 2006 Políticas de Desarrollo, patrimonio Arqueológico y AGRADECIMIENTOS turismo en Norpatagonia Argentina, MS. Agradezco muy especialmente algunas indicaciones De Jong, I. y L. Rodríguez bibliográfi cas y debates teóricos formulados por Elena 2005 Introducción. Memoria Americana. Cuadernos de Achilli y Guillaume Boccara durante el seminario doctoral Etnohistoria, 13: 9-19. que cada uno dictara en la Facultad de Filosofía y Letras de Foster, R. J. la UBA. También los señalamientos por demás orportunos 1991 Making national cultures in the global ecumene. de Ana Ramos, Cecilia Benedetti y Lorena Rodríguez. Todos Annual Review of Anthropology, 20: 235-260. ellos han sido de gran aporte para analizar los fenómenos Foucault, M. políticos aquí descriptos. De todas formas, cabe aclarar que 1999 Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber, este escrito es de mi entera responsabilidad. México, Siglo XXI. Grassi, E. BIBLIOGRAFÍA 2003 Políticas de asistencia focalizadas en el desempleo y Banco Mundial la pobreza. Políticas y problemas sociales en la socie- 2002 Llegando a los pobres de las zonas rurales. Estrate- dad neoliberal, Buenos Aires, Espacio. gia para el desarrollo rural para América Latina y el Hirsch, S. Caribe, Washington. 2001 Misión, Región y Nación entre los guaraníes de

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Argentina. Procesos de integración y de re-etni- Social, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad zación en zonas de frontera. En Alejandro Grim- de Buenos Aires, MS. son (comp.), Fronteras, naciones e identidades. La Shore, C. y S. Wright periferia como centro, págs. 278-298, Buenos Aires, 1997 Policy: a new fi eld of anthropology. En Shore, C. Ciccus, La Crujía. and S. Wright (eds.), Anthropology of Policy. Criti- Hobsbawm, E. cal perspectives on governance and power, Londres, 1989 Introducción: Inventando tradiciones. En Hobs- Routledge. bawm, E. y T. Ranger (eds.), The Invention of Tradi- Spicer, E. tion, Cambridge University Press, versión traducida 1961 Introduction y Chapter 8. Perspectives in Ameri- por Jorge Eduardo Aceves Lozano. can Indian Culture Change. Types of Contact and Hyatt, S. B. Processes of Change, The University of Chicago 1997 Poverty in a ‘post-welfare’ landscape: Tenant man- Press. agement policies, self-governance and the democ- Tilly, C. ratization of knowledge in Great Britain. En Shore, 2000 Acción colectiva. Apuntes de investigación del C. y S. Wright (eds.), Anthropology of Policy. Critical CECYP, :9-32. perspectives on governance and power, págs. 217- Valverde, S. 238, Londres, Routledge. 2004 Los Movimientos Indígenas en la Argentina. Las Koselleck, R. estrategias políticas de las organizaciones Mapuches, 1993 Modernidad. Futuro, pasado. Para una semántica Buenos Aires, EDUNLA. de los tiempos históricos, Madrid, Paidós. Williams, R. Mastrángelo, A. 1997 Marxismo y Literatura, Barcelona, Península. 2004 Nuestro sueño es un mundo sin pobreza. Un estu- Wolf, E. dio etnográfi co sobre el Banco Mundial. Actas del 1993 Europa y la gente sin historia, Buenos Aires, Fondo VII Congreso Argentino de Antropología Social, Villa de Cultura Económica. Giardino, Córdoba. Žižek, S. Radovich, J. C. 2005 Multiculturalismo o la lógica cultural del capi- 2003 Impacto Social de grandes aprovechamientos talismo multinacional. En Jameson, F. y S. Žižek. hidroenergéticos sobre comunidades rurales de nor- Estudios Culturales. Refl exiones sobre el multicultu- patagonia, tesis de doctorado en Antropología ralismo, págs.137-188, Buenos Aires, Paidós.

50 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

EL INFIERNO DE LOS MARINOS DISTRIBUCIONES DE NAUFRAGIOS EN EL RÍO DE LA PLATA (SIGLOS XVI-XX)

Lic. Juan Pablo Guagliardo*1 RESUMEN Combinamos aquí diferentes líneas de evidencia para integrar el ambiente acuático al estudio del ser humano en los paisajes. Utilizamos como caso de estudio la distribución espacio-temporal de naufragios en el Río de la Plata para expandir el rango de paisajes considerados al estudiar el comportamiento humano en el pasado.

PALABRAS CLAVE Paisaje arqueológico - distribuciones - naufragios - Río de la Plata.

ABSTRACT We combine evidence from different sources with the purpose of integrating aquatic environments to the study of people and landscapes. We studied the temporal and spatial distributions of shipwrecks in the Río de la Plata in order to expand the range of landscapes considered when researching past human behavior.

KEY WORDS Archaeological landscape - distributions - shipwrecks - Río de la Plata.

INTRODUCCIÓN este de Sudamérica, entre los 34º/36º 10’ S y los 55º/58º Los espacios acuáticos no deberían pensarse solo 10’ O, comprendido entre las costas argentina y uruguaya como obstáculos o barreras para la expansión de las desde la desembocadura de los ríos Uruguay y Paraná poblaciones en diferentes tiempos y lugares. En verdad, hasta la línea imaginaria que une el Cabo San Antonio y creemos que constituyen un desafío a la capacidad del ser Punta del Este (conocido como “límite exterior del Río de humano para poner en práctica distintas estrategias ante la Plata”), agregando la franja costera atlántica del depar- situaciones de riesgo e incertidumbre, tomar decisiones tamento de Maldonado, Uruguay. creativas y desarrollar nuevas tecnologías; dicho de otra Asimismo nos interesó estudiar las maneras en que este manera, conviene profundizar su estudio porque es una paisaje acuático fue utilizado por el ser humano entre los oportunidad para investigar cómo el ser humano, busca siglos XVI y XX, durante el proceso de expansión global solucionar los problemas que un medio ambiente varia- europea que se inició con la conquista de América y cuyos ble y diferente le plantea (Guagliardo 2006). efectos no perdieron vigencia hasta la actualidad. Desde Desde la arqueología subacuática y calibrando diferentes una escala arqueológica, se trató del proceso expansivo más líneas de evidencia abordadas desde enfoques teórico-me- reciente; no obstante, recordemos que este, a nivel global, todológicos vigentes en la arqueología actual (arqueología se remite a la salida del hombre de África (Gamble 1993). del paisaje, distribucional y arqueología de momentos his- Con estos objetivos en mente, formulamos un modelo tóricos), trabajamos la idea de ver al ambiente acuático como y pusimos a prueba hipótesis que explicaran el cambio en la un paisaje arqueológico analizando en espacio y tiempo las distribución de los naufragios en el río abordándolos entre distribuciones de naufragios en el Río de la Plata, convenci- sí y en relación con otros elementos del paisaje (las formas dos de que contribuiríamos al estudio del comportamiento geológicas y las ciudades), aplicando la metodología del humano en los paisajes al postular una utilización total del análisis espacial y el modelado cartográfi co (Manzi 1999a) espacio geográfi co en el cual nuestra especie vive. para evaluar qué aspectos del medio natural y social tuvie- Tomamos como caso de estudio la región del Río de ron un papel relevante en las distribuciones artefactuales la Plata, entendiéndolo como un espacio con límites aco- –en este caso naufragios (sensu Elkin 2002)–, durante la tados y, en consecuencia, abordable arqueológicamente. expansión de la ideología del capitalismo a escala global. Defi nimos como tal al cuerpo de agua situado en la costa METODOLOGÍA * Programa de Arqueología Subacuática del INAPL, jpglibre@ Seguimos la lógica distribucional que plantea una gmail.com continuidad espacial del registro arqueológico. Supo-

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nemos que el paisaje acuático no fue utilizado al azar HIPÓTESIS por el ser humano (sensu Manzi 1999b), sino que Las hipótesis formaron parte de un modelo compuesto estaría jerarquizado en función de su heterogeneidad por tres estrategias (exploración, colonización y ocupación ambiental (sensu Stafford 1995). Nuestro primer paso efectiva) que no funcionaron como entidades estáticas, consistió entonces en defi nir la estructura y confi gura- sino como formas dinámicas de abordar la explicación ción del paisaje (fi gura 1), considerando las siguientes desde un punto de vista ecológico evolutivo. unidades de análisis: A. Hipótesis nula (H0): la distribución espacial de los nau- 1) Desde una perspectiva cultural, el artefacto, defi - fragios registrados entre el siglo XVI y la actualidad en nido como cualquier cosa que tenga atributos como la región del Río de la Plata, es producto del azar.

consecuencia de la actividad humana (Dunnell y B. Hipótesis alternativa (Ha): en conjunto, la distribución Dancey 1983); espacial de los naufragios registrados entre el siglo XVI 2) Desde una perspectiva ambiental, las unidades mor- y la actualidad en la región del Río de la Plata es causa fológicas (geoformas) presentes en el Río de la Plata, directa o indirecta del comportamiento humano. que son áreas con rasgos particulares dentro de un B1. Factores naturales

ambiente heterogéneo (López Laborde 1998). Hipótesis derivada (H1): los naufragios se distri- Debido al marco cronológico de nuestra investiga- buyen diferencialmente en el espacio. De acuerdo ción y a las fuentes que utilizamos, resultó necesario con sus características naturales, algunas geo- refl exionar acerca de la relación que existe entre regis- formas agruparán naufragios y otras no tendrán tro arqueológico e histórico: a nuestro parecer, ambos representación. son productos materiales de las sociedades en el pasado, Hipótesis derivada (H2): los fenómenos meteoroló- de carácter independiente. A partir de su cruce, pode- gicos predominantes (concretamente sudestadas y mos ofrecer explicaciones coherentes a los problemas pamperos), han incidido en la distribución de los que necesitamos resolver. Como resultado, propusimos naufragios. tratarlos dialécticamente: reconocer su materialidad B2. Factures culturales individual requiere su procesamiento, combinación y Hipótesis derivada (H3): hay una disposición síntesis. Un tratamiento arqueológico del registro his- agrupada de los naufragios en torno a los puertos tórico se dirige a detectar lo que otros no siempre se naturales y las ciudades ribereñas. propusieron dejar como evidencia. Nuestro método se Hipótesis derivada (H4): las condiciones históricas asemeja a una búsqueda estratigráfi ca de los artefactos del desarrollo de las ciudades ribereñas y las cir- que han quedado registrados en las fuentes para armar cunstancias políticas han incidido en la distribu- explicaciones, siempre desde un registro que es mate- ción de los naufragios, (fi gura 2). rial y, en consecuencia, arqueológico. Para el estudio del comportamiento, los documentos tienen mucho que RESULTADOS aportar porque contienen pistas materiales que ofre- Tras haber dado el primer vistazo al mapa mode- cen la posibilidad de generar una explicación desde la lado (fi gura 2) desistimos de aplicar un test estadístico Arqueología, la cual podrá contraponerse o respaldar para poner a prueba la aleatoriedad o no de la distribu- a la historia previa, pero sugerirá siempre una revisión ción, porque hubiera sido redundante: la concentración crítica. de naufragios nos permite rechazar la hipótesis nula y Para nuestro caso de estudio, la utilización crítica y comenzar a trabajar con las hipótesis derivadas. búsqueda exhaustiva de fuentes y documentos históricos Cuando nos enfocamos en el análisis de la variable fue indispensable para construir la base de datos. Toma- tiempo también encontramos una distribución des- mos como punto de partida la base de datos de naufragios igual de los naufragios, lo que reafi rmaba que la aza- del Río de la Plata elaborada por Elkin (2002), confor- rosidad debía descartarse de plano: baja proporción de mada por alrededor de 1.500 naufragios; posteriormente naufragios registrados durante la etapa que caracteriza armamos una base nueva, derivada de la anterior, que nos la estrategia de exploración del Río, alcanzando un permitió establecer un mínimo número de 1.099 naufra- 20,3% al llevarse a cabo la colonización y presentando gios (Guagliardo 2006). La nueva base de datos se arti- una polarización (cerca del 80%) en los momentos más culó gráfi camente con mapas temáticos en acuerdo con la recientes (tabla 1). línea del modelado cartográfi co, que utiliza la tecnología Conviene ser cautos y considerar que no existe la misma SIG (Sistemas de Información Geográfi ca) para permi- probabilidad de obtener datos para todas las épocas porque tir una visualización rápida de la información asociada la disponibilidad de fuentes y documentos históricos ha (Manzi 1999b), (fi gura 1). sido diferente; no obstante, nuestro trabajo de síntesis fue

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Figura 1

Tabla 1 - Porcentajes y tasas de naufragios según las estrategias

Estrategia Duración Naufragios Años transcurridos Tasa anual Porcentaje Exploración 1516-1775 28 260 0,108 2,55 Colonización 1776-1861 223 86 2,593 20,29 Ocupación efectiva 1862-1999 848 138 6,145 77,16 Total 1.099 484 2,271 100

Figura 2

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exhaustivo (Guagliardo 2006), por lo que trabajamos con los barcos estaban anclados en los puertos: eran destruidos un número mínimo de naufragios altamente confi able. por los temporales aunque estuvieran fuertemente ama- Asimismo, en la investigación que dio origen a este artí- rrados. Consecuentemente, el canal oriental podría ser el culo (Guagliardo 2006) los resultados fueron presentados más apto para navegar pero, sin un puerto que brindara por separado, tratando cada hipótesis en forma indepen- una infraestructura segura, sus bahías deberían haberse diente. Para esta ocasión encontramos más adecuado inter- considerado las más riesgosas para anclar de acuerdo con calar el análisis de datos según trabajáramos la incidencia lo que revela el registro material. de los factores naturales o culturales en la distribución de Veamos a continuación cómo funciona la variable los naufragios, articulando en cada caso las dimensiones tiempo: durante la etapa exploratoria (1516-1775), un tiempo y espacio para ir encauzando la conclusión. 11% de los naufragios se produjo por cuestiones meteo- rológicas (tabla 3). Cruce de factores naturales: geología y meteorología La expectativa que habíamos generado respecto de El enunciado de la hipótesis 1 planteó que los naufra- que los temporales serían la principal causa de los nau- gios se agrupaban en torno a geoformas específi cas mien- fragios en los primeros momentos analizados no tuvo su tras que el de la segunda apuntó a medir el impacto de los correlato material, quedando entonces relegada a pesar fenómenos meteorológicos (sudestadas y pamperos). de que la naturaleza de los registros nos obligasen a no Para poner a prueba estas hipótesis, analizamos la dis- descartarla de plano. De todas maneras, la exploración tribución de naufragios según las geoformas mayores y implica adentrarse en un espacio nuevo, desconocido; menores en las que se ubicaron, agregando el impacto de por ello, en el proceso de conocimiento geográfi co y car- los temporales (tabla 2). Las formas menores fueron defi - tográfi co, la geomorfología del Río pudo por cierto haber nidas operativamente siguiendo las ubicaciones aproxi- sido determinante entre las causas de los naufragios. Al madas que las fuentes y documentos históricos revelaron respecto, se confi rma la tendencia a la concentración de acerca de dónde se habían producido los naufragios. naufragios en el canal oriental, que agrupa al 35,71% del Esperábamos que ciertas geoformas actuaran como total. La tasa anual de naufragios en aquella geoforma se polos de concentración de naufragios (por ejemplo los eleva a 0,0385 naufragio/año (lo que equivale a decir que, bancos de arena, por ser formas emergentes), mientras que en promedio, se produjo un naufragio cada veintiséis las de mayor profundidad (los canales) fueran el contraste, años). En Playa Honda, la geoforma que recibe la descarga básicamente por tratarse de zonas aptas para la navegación. de sedimentos del río Paraná en la boca del Río de la Plata Contrariamente a ello, la distribución estaba concentrada modifi cando aceleradamente la fi sonomía de la costa al en la geoforma canal oriental la cual constituye un antiguo implicar un crecimiento del frente deltaico, encontramos valle fl uvial con características aptas para la circulación y es que se agrupa un 28,57% de la distribución. No es ilógico considerada la ruta más favorable para el ingreso y egreso entonces asignar una mayor incidencia a los factores geo- de las embarcaciones al Río de la Plata. Aun habiendo pre- lógicos que a los meteorológicos (propusimos antes que visto hallar una mayor cantidad de naufragios en las regio- las formas emergentes actuarían como polos concentra- nes más transitadas, la evidente desproporción general en dores de naufragios, como el banco inglés, que agrupa más el espacio regional nos obligaba a indagar nuevas causas, del 30% de la distribución), pero nuestra impresión es no asociadas con la profundidad. que faltan datos para sostener estas ideas. Al intercalar en la explicación el impacto de los tem- Existe una fuerte polarización de la distribución porales, detectamos que el 93% se agrupaba en el canal (96,43%) en solo tres sectores del espacio durante la oriental, lo cual hace más llamativo aún que dicha geo- etapa exploratoria, lo cual pone en evidencia una utiliza- forma se esgrima frecuentemente como la más apta para ción del Río de la Plata como un lugar de tránsito hacia la navegación de todo el Río de la Plata. La bahía de Mon- otras regiones. tevideo concentra un 74% de los naufragios causados por La estrategia de colonización pone de manifi esto que factores meteorológicos y la de Maldonado, con una cifra el 81,17% de los naufragios se da en el canal oriental, del orden del 15%, se mantiene como un área también que agrupa también al 90% de los provocados por tem- riesgosa. En conjunto, hay un 88,6% de naufragios pro- porales (tabla 4). vocados por cuestiones meteorológicas concentrados sola- En todo el canal oriental hubo ciento ochenta y un mente en estas dos geoformas menores; paradójicamente naufragios. De cada dos acaecidos por año, uno era pro- (insistimos), estas bahías fueron por muchos años consi- vocado por motivos meteorológicos. Casi un 50% de los deradas las áreas de condiciones portuarias naturales más naufragios del canal acontecieron en la bahía de Montevi- favorables del río para fondear. Tras haber analizado los deo y un 37% en la de Maldonado, marcando un cambio datos, observamos que los naufragios se producían cuando en las proporciones entre estas dos geoformas en compa-

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Tabla 2 - Cruce de factores naturales

Geoformas Geoformas Causados por Cantidad Porcentaje mayores menores temporales Costa norte de Buenos Aires 12 1 8,33 Isla Martín García 2 1 50,00 Playa Honda Banco de la Playa Honda 60 2 3,33 Accesos y puerto de Bs. As. 36 9 25,00 Canales al río Uruguay 14 1 7,14 Sistema fl uvial norte Costa oeste de Colonia 11 Isla Juncal 8 Banco Grande de Ortiz Banco Grande de Ortiz 7 Canal intermedio 14 Gran hoya del canal intermedio Banco Chico 8 Banco Magdalena 1 Banco Jesús María 1 Canal norte Canal de San Gabriel (este de Colonia) 9 1 11,00 Bahía de Montevideo 477 202 42,35 Banco Santa Lucía 6 Bahía de Maldonado e Isla Gorriti 156 39 25,00 Canal oriental Costa este de Montevideo hasta 60 8 13,00 Piriápolis, incluyendo la Isla de Flores Costa atlántica de Maldonado 24 3 13,00 Isla de Lobos 39 1 3,00 Barra del Indio y frente marítimo Canal Punta Indio 9 1 11,00 Bajíos de Samborombón 4 Franja costera sur Costa baja entre Avellaneda y La Plata 24 Banco Arquímedes 2 Alto marítimo Banco Inglés 111 3 3,00 Banco Rouen 1 Canal marítimo y umbral de Samborombón Bahía de Samborombón 3 Total región 1.099 272 24,75

Tabla 3 - Número mínimo de naufragios durante la etapa exploratoria

Estrategia de exploración (1516-1775) Geoforma mayor Geoforma menor Naufragios % Afectados por temporales Bahía de Maldonado 5 17,86 1 Canal oriental Bahía de Montevideo 3 10,71 Costa atlántica de Maldonado 2 7,14 1 Alto marítimo Banco Inglés 9 32,14 Sistema fl uvial norte Costa oeste de Colonia 1 3,57 Isla Martín García 1 3,57 1 Playa Honda Accesos y puerto de Buenos Aires 7 25,00 Total general 28 100 3

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ración con el momento anterior, lo que indica una dis- el espacio, no operando en consecuencia como “trampa”, minución del uso de Maldonado a favor de Montevideo. sino favoreciendo la selección de rutas óptimas. En ambas bahías el impacto de los temporales se acerca En el canal oriental, la distancia entre las bahías de Mon- al 50% sobre los naufragios producidos en aquel tiempo tevideo y Maldonado se acentúa, reafi rmando la tendencia a escala local, aunque en verdad los efectos de los fenó- proyectada para la etapa de colonización. La bahía de Mal- menos de mal tiempo también impactan fuertemente en donado refl eja una violenta caída de registros asignables a Buenos Aires (47% de los naufragios responden a cau- factores meteorológicos (un 4% contra un 34% que alcan- sas meteorológicas). Entre 1776 y 1861 en Montevideo zaba previamente). Entretanto, en la bahía de Montevideo se registró un promedio de 1,023 naufragios por año: hubo ciento sesenta naufragios por temporales; el último la mitad de los naufragios, prácticamente, encontraban de ellos fue registrado en 1951 (tabla 6). En líneas gene- su causa en factores meteorológicos. En Maldonado la rales, el impacto de los temporales sobre la distribución relación es similar. Entre ambos puntos, el 32% de los evidencia (gracias a la apertura por intervalos que hemos naufragios que se producían se asignaba a causas meteo- realizado) una fuerte disminución a través del tiempo, fun- rológicas. En síntesis, se prioriza la circulación por la geo- damentalmente durante los últimos treinta años. forma canal oriental y se observa una concentración en el En conjunto, las variables tiempo y espacio, cruzadas, uso de sus bahías. Esto no quiere decir que la navegación muestran que estamos frente a un ambiente altamente haya estado circunscripta solamente al canal oriental, jerarquizado. Hay zonas de tránsito y uso del espacio sino que su tránsito fue el más intenso del río. fuertemente opuestas: la costa sur presenta una extensa La aparición de naufragios en geoformas mayores y sección de la ribera subrepresentada (franja costera sur), menores antes no representadas (franja costera sur entre mientras que la ribera norte es su antítesis. Completare- las primeras, isla Juncal y banco de la Playa Honda entre las mos el análisis de los datos recurriendo a la evaluación segundas) está indicando un uso más amplio del espacio, al del impacto de los factores culturales en la distribución tiempo que marca la utilización de rutas no óptimas para la de los naufragios del Río de la Plata. navegación. Mientras tanto, la recurrencia de naufragios en otros elementos del paisaje (canal oriental, alto marítimo, Cruce de factores culturales: política, economía y sociedad sistema fl uvial norte y Playa Honda), reafi rma el tránsito Las hipótesis culturales fueron también trabajadas en por las rutas naturales u óptimas de navegación, las que dos dimensiones: espacio y tiempo. La hipótesis 3 postu- consideramos un indicador de los espacios más utilizados. laba que los naufragios se concentraban en las cercanías En la etapa de ocupación efectiva (1862-1999) la dis- de las ciudades-puerto y la última medía la infl uencia de tribución da un vuelco notable. los fenómenos sociopolíticos en la distribución. Comen- Se esperaba una recurrencia en la utilización de los zamos rastreando la fecha en que las ciudades-puerto sectores óptimos aunque debería observarse también una fueron fundadas y asociamos el mínimo de naufragios utilización del espacio en toda su extensión (tabla 5). A la que se produjeron en sus cercanías inmediatas (tabla 7). vez que casi todas las geoformas mayores presentan nau- Cabe destacar que el total representa un 64,87% del uni- fragios, existen áreas que no muestran representación, lo verso de casos (eran mil noventa y nueve). Es interesante cual nos lleva a la lectura de que se trata de sectores de muy notar que solo en Maldonado se registra un naufragio antes baja circulación. de que se produjera la fundación de la ciudad (tabla 8). Un importante cambio en la distribución se produce La bahía de Maldonado había sido descubierta por dentro de la geoforma Playa Honda: el banco homónimo se Juan Díaz de Solís en 1516, quien la había denominado destaca como una forma menor con alta representatividad “Puerto de Nuestra Señora de la Candelaria” y tomado a nivel regional. La circulación por ese banco constituye posesión en nombre de la Corona (Díaz de Guerra 1988). una ruta no óptima y altamente peligrosa para las embar- De ahora en adelante, el propósito es detectar a través del caciones que la transitan, debido a la naturaleza cambiante tiempo y el espacio cómo pudieron haber infl uido los fac- de los sedimentos y a la baja maniobrabilidad ante circuns- tores culturales en la distribución de los naufragios. tancias meteorológicas desfavorables. La geoforma alto Durante la etapa exploratoria (1516-1775) el 57% marítimo vuelve a tener un lugar relevante en la distribu- de los naufragios se relaciona con áreas cercanas a las ción según la cantidad de naufragios detectados, pero sigue ciudades-puerto. De los dieciséis casos, el 43,8% se ads- siendo el banco Inglés el que los agrupa. El Banco Grande cribe a la ciudad de Buenos Aires y alrededores (tabla 9), de Ortiz presenta naufragios por primera vez. Es curioso evidenciando su predominio por un período prolongado el hecho de que una geoforma de tales dimensiones tenga (entre 1516 y 1723), lo cual muestra a nivel material una tan baja representatividad. Parece haber sido uno de los actividad ininterrumpida a pesar de que regía la prohibi- elementos naturales clave tenidos en cuenta para organizar ción de operar por su puerto, que había sido decretada a

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Tabla 4 - Número mínimo de naufragios durante la etapa colonizadora

Estrategia de colonización (1776-1861) Afectados por Geoforma mayor Geoforma menor Naufragios % Impacto temporales Canal oriental Bahía de Maldonado 67 30,04 31 46% Bahía de Montevideo 88 39,46 42 48% Costa atlántica de Maldonado 5 2,24 1 20% Costa entre Montevideo y Piriápolis 19 8,52 6 32% Isla de Lobos 2 0,90 Alto marítimo Banco Inglés 5 2,24 1 20% Sistema fl uvial norte Costa oeste de Colonia 5 2,24 Canales al Río Uruguay 1 0,45 Isla Juncal 3 1,35 Playa Honda Isla Martín García 1 0,45 Banco de la Playa Honda 2 0,90 Accesos y puerto de Buenos Aires 19 8,52 9 47% Franja costera sur Costa baja e/ Avellaneda y La Plata 6 2,69 Total general 223 100 90 40%

Tabla 5 - Número mínimo de naufragios ocurridos durante la etapa de ocupación efectiva

Estrategia de ocupación efectiva (1862-1999) Afectados por Geoforma mayor Geoforma menor Cant. % Impacto temporales Canal oriental Bahía de Maldonado 84 9,91 7 8% Bahía de Montevideo 386 45,52 160 41% Banco de Santa Lucía 6 0,71 Costa atlántica de Maldonado 17 2,00 1 6% Costa entre Montevideo y Pirlápolis 41 4,83 2 5% Isla de Lobos 37 4,36 1 3% Alto marítimo Banco Inglés 97 11,44 2 2% Banco Arquímedes 2 0,24 Banco Rouen 1 0,12 Banco Grande de Ortiz Banco Grande de Ortiz 7 0,83 Gran Hoya del Canal Intermedio Canal intermedio 14 1,65 Banco Chico 8 0,94 Banco Magdalena 1 0,12 Sistema fl uvial norte Costa oeste de Colonia 5 0,59 Canales al Río Uruguay 13 1,53 1 8% Isla Juncal 5 0,59 Canal marítimo y umbral de Samborombón Bahía de Samborombón 3 0,35 Barra del Indio y frente marítimo Canal Punta Indio 9 1,06 1 11% Canal norte Canal de San Gabriel (este de Colonia) 9 1,06 1 11% Banco Jesús María 1 0,12 Playa Honda Costa norte de Bs. As. 12 1,42 1 8% Banco de la Playa Honda 58 6,84 2 3% Accesos y puerto de Buenos Aires 10 1,18 Franja costera sur Costa baja entre Avellaneda y La Plata 18 2,12 Bajíos de Samborombón 4 0,47 Total general 848 100 179 21%

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fi nales del siglo XVI (esta disposición forzaba a adquirir hacia España una vez perdida la ruta del caribe, se crea el manufacturas europeas en Lima, sobrevaluadas). Virreinato del Río de la Plata. En la primera fundación de Buenos Aires (1536), se La etapa de colonización (tabla 11) se desarrollaba en reportaban condiciones de vida miserables: hambre, pes- el marco de la gestación de las identidades nacionales de tes y hostilidades frecuentes, lo cual condujo a su aban- ambas márgenes del río. Su raíz aparece en verdad durante dono. Tras la refundación encarada por Juan de Garay los últimos momentos de la etapa exploratoria, básica- (1580), dicha situación no variaba: hacia fi nes del siglo mente porque la pretensión de los españoles durante los XVI el desapego de la metrópoli peninsular para con últimos años de su dominio del Plata y del Atlántico Sur Buenos Aires era evidente. Esta última debió subsistir fue fomentar el establecimiento de poblaciones estables recurriendo sistemáticamente al contrabando masivo (a diferencia de la etapa anterior) y controlar los vastos (Puiggrós 1973). Durante la etapa colonial (luego de la territorios de la corona que, en decadencia, lidiaba contra segunda fundación), la plata altoperuana se fugaba por las potencias industrializadas de Europa por el dominio Buenos Aires ante el estímulo del comercio. Este metal de los mares, de los mercados y de los recursos provenien- atrajo la irrupción de piratas de varias nacionalidades tes de las colonias de ultramar. El desgaste de la autoridad (Luqui Lagleyze 1999) y la población de la ciudad vivía central española desencadenaría en la región un período alerta, temerosa de sus intrusiones (tabla 10). de disputas bélicas y procesos revolucionarios. La agrupación de naufragios en torno a Maldonado El registro material mostró una alta concentración (31,3%) se explica en virtud de su posición en la boca de de los naufragios en las cercanías de las ciudades-puerto, ingreso al Río de la Plata desde ultramar: la amplitud de su implicando un cambio importante en el uso del espacio: el bahía constituía un punto de reunión y reabastecimiento resto de la región pasó de representar un 43% en la etapa clave para los navegantes. La Ensenada de Barragán no exploratoria a solo el 17% entre 1776 y 1861. Respecto presenta naufragios, lo cual nos resulta llamativo porque del momento anterior, se incrementó notablemente la esperábamos tuviera un correlato material la versión de la distancia entre Montevideo (47,6% de la distribución) y historia que afi rma su aprovechamiento recurrente como Buenos Aires (10,3%), lo cual pone de manifi esto el cre- puerto natural desde 1629 (Scarfo 1998). cimiento de la primera a instancias de la segunda, aunque Hacia el siglo XVII la importancia del comercio de ambas fueron consolidándose como cabeceras regionales. cueros vacunos daría comienzo al desarrollo de la acti- El hito revolucionario de 1810 había devuelto el predomi- vidad ganadera rioplatense; de hecho, los portugueses nio de la actividad comercial a Buenos Aires en perjuicio fundaron la Colonia del Sacramento en 1680 para con- de Montevideo (Silva 2001); allí se habían refugiado los trolar su tráfi co sin mediación del aparato fi scalizador monopolistas españoles y desde allí se organizaría la reac- español, cuya intervención había limitado las expor- ción: bloqueo de Buenos Aires en agosto de 1810 –que fue taciones desde el puerto de Buenos Aires. Con dicha liberado por la intervención británica–, otorgamiento de fundación se reactivó la actividad porteña, dado que licencias para la operaciones corsarias, sitio de Montevideo sus comerciantes establecieron un sistema de intercam- entre 1812 y 1813 por los ejércitos patriotas (Goyret 2000) bio por barcazas que intercomunicaba ambas ciudades y bloqueo de esa ciudad hacia 1814 (Silva 2001). Mientras (Moutoukias 1999). tanto Maldonado (36,2% de la distribución), no pierde Montevideo fue fundada por los españoles (1726) para relevancia regional: desde el año 1790 la Real Compañía recuperar su control del comercio en el Río de la Plata. La Marítima había comenzado a “explotar la pesca, la caza de ciudad fortifi cada fue consolidándose como base naval ballenas y la cura de cueros de lobos marinos y focas en y adquiriendo una preeminencia en el tráfi co marítimo todo el Atlántico Sur” (Castells & Castells 1997: 4). difícil de superar (Silva 2001). Al tiempo que Montevideo Después de la crisis de autoridad que se generó en se había transformado en el principal puerto del Río en las colonias, dada la ocupación de España por parte de cuanto a su importante actividad mercantil, Buenos Aires las tropas napoleónicas, las invasiones de los ingleses en mantenía un lugar central en la toma de decisiones (era la 1806 y 1807 implicaron la toma de Montevideo y el blo- sede del gobierno provincial), hecho que se reforzó cuando queo de Buenos Aires. La segunda invasión fue planifi - Carlos III, rey de España hasta 1788, dispone hacia 1770 cada desde Montevideo y el desembarco se produjo en la una política radical de control del contrabando y ordena Ensenada de Barragán, que presenta solo seis naufragios la toma por la fuerza de los focos clave del movimiento en el período. Esto estaría reforzando su nivel secundario ilegal: la Colonia, Santa Catarina y las Malvinas (Puiggrós a escala regional, aunque a la vez revela su papel específi co 1973). En 1776, considerando la importancia estratégica en el área, como puente fl uvial con Buenos Aires. A su vez, de las ciudades del Plata para controlar el tráfi co marí- operó como base naval alternativa a Montevideo durante timo del Atlántico Sur y asegurar la llegada de metálico la etapa colonial y fue utilizada como puerto exportador

58 EL INFIERNO DE LOS MARINOS

Tabla 6 - Naufragios en la Bahía de Montevideo entre 1862 y 1999

Frecuencia Porcentaje de Afectados por Impacto de Porcentaje Años transcurridos Tercios total naufragios temporales temporales temporales 1862-1871 51 13% 32 62,75% 20,00 70,63% 1872-1881 53 14% 26 49,06% 16,25 1882-1891 84 22% 55 65,48% 34,38 1892-1901 32 8% 9 28,13% 5,63 25,00% 1902-1911 40 10% 16 40,00% 10,00 1912-1921 74 19% 15 20,27% 9,38 1922-1931 33 9% 6 18,18% 3,75 4,38% 1932-1941 14 4% 0 0,00% 0,00 1942-1951 3 1% 1 33,00% 0,60 Total 384 100% 160 41,67% 100 100%

Tabla 7 - Ciudades principales y puertos naturales del Río de la Plata

Ciudades y puertos Fundación Cant. % Geoformas incluidas Buenos Aires 1536 y 1580 36 5,05 Accesos y puerto de Buenos Aires Colonia 1680 20 2,81 Costa oeste de Colonia y canal de San Gabriel Ensenada* 1736 24 3,37 Costa entre Avellaneda y La Plata La Plata 1882 Maldonado 1755 156 21,88 Bahía de Maldonado e isla Gorriti Montevideo 1726 477 66,90 Bahía de Montevideo Total 713 100 Fuentes: Díaz de Guerra 1988, Halperín Donghi 2000, Moutoukias 1999 y Scarfo 1998. * Fecha de construcción del fuerte. Ofi cialmente el partido de Ensenada fue creado en 1801.

Tabla 8 - Primeros registros de naufragios cercanos a las ciudades-puerto

Ciudades Año Nombre del barco Fuente Observaciones Nave al mando de Alonso de Cabrera, Buenos Aires 1538 Marañona Luqui Lagleyze 1999: 37 propiedad de Cristóbal Frías Marañón. Llevaba sesenta y cuatro cañones. Uno Destéfani 1982: 17, Colonia 1763 Lord Clive de los buques que formaron parte de la Lussich 1982: 221 invasión inglesa a Colonia, en 1763. Ex “Harmony”. Varó durante el combate Ensenada 1827 Independencia Vale 2000: 197 de Monte Santiago. Fue abatida por los brasileños. DNCP - Dirección Nacional de Hundido en el puerto de La Plata, seis La Plata 1915 Felice M. Construcciones Portuarias millas al este de los malecones. Era una de las cinco naves (dos naos, un galeón y dos carabelas) que integraba la Maldonado 1531 Capitana Destéfani 1967: 30 expedición de Martín Alfonso de Souza, quien había zarpado de Lisboa en 1520 con destino a Brasil. Había zarpado de Buenos Aires. Fue sor- Lussich 1982: 221, Montevideo 1752 Nuestra Sra. de la Luz prendido por un ‘Pampero’ en Montevi- Castells & Castells 1997: 3 deo, estando anclado.

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directo de los derivados de la industria ganadera por unos minio de las concentraciones de naufragios en las cercanías pocos hacendados, además de que sirvió como apostadero de las ciudades durante la etapa anterior, la distribución naval de las escuadrillas en varias oportunida- comienza a reducir en forma sensible dicha situación desde des durante la época independiente. Lo mismo sucede con comienzos del siglo XX. Esto se explica porque la infraes- la Colonia; su baja representación revela su papel como tructura portuaria empieza a levantarse en las diferentes satélite de Buenos Aires y Montevideo. ciudades a fi nes de siglo XIX y principios del siglo XX. El proceso independentista se desarrolló entre 1810 Así, los naufragios que antes se producían sistemática- y 1825 (Halperín Donghi 2000); en esos tiempos nacía mente en las áreas portuarias (carentes de infraestructura, el movimiento Federalista enérgicamente en contra de excepto por muelles de madera o espigones construidos las prácticas unilaterales de los porteños (que sostenían a con rocas), dejan de producirse. En 1897 se inaugura el Buenos Aires como puerto único para benefi ciarse con las “Puerto Madero” en Buenos Aires (Luqui Lagleyze 1999); rentas aduaneras). Para combatir esa política las provin- el “Puerto Nuevo”, en tanto, es fi nalizado en 1919. En 1833 cias del interior recurrieron a Montevideo, buscando una (apenas lograda la independencia de la Banda Oriental), se salida para sus productos, pero la invasión portuguesa de encarga la construcción del primer puerto de Montevideo 1821 cortó el circuito de raíz. En ese marco, es interesante (Pedemonte 1999), pero las evidencias indican un fuerte destacar que detectamos naufragios en el resto de la región descenso de los naufragios en el área recién después de la que marcan un uso del espacio diferencial asociado con modernización del puerto, llevada a cabo entre 1901 y 1909 las acciones bélicas que se produjeron entre 1825 y 1828, (Trier 2004). La ciudad de La Plata se fundó en 1882 y su enfrentando a las Provincias del Río de la Plata y Brasil: crecimiento estuvo vinculado estrechamente con la oleada notamos el uso de sectores del río que no se condicen inmigratoria extranjera. El puerto fue construido en 1890 y con los movimientos a través de las rutas naturales, como la aparición de naufragios está vinculada con su actividad, venían produciéndose hasta el momento. La Armada Impe- dado que la Ensenada de Barragán había perdido relevan- rial bloquea Buenos Aires y la actividad de los corsarios con cia local y regional (Scarfo 1998). patente de las Provincias Unidas se multiplica. Durante el período estudiado, Maldonado pierde La política de Rosas se orientó a fomentar el aisla- relevancia a favor de Montevideo en forma acentuada; miento de Buenos Aires respecto de las provincias y a obli- comienza a posicionarse como la cabeza de playa de la acti- gar al interior a buscar contacto directo con el comercio vidad turística en el Uruguay desde 1890 (Betancur 2005), extranjero, lo cual condujo a las provincias a recurrir otra reemplazando a la industria pesquera, que había sido pre- vez a Montevideo, plaza comercial dominada por ingleses y dominante desde fi nes del siglo XVIII. Antes vinculada con franceses que una vez más rivalizaba con Buenos Aires por el contrabando, la infl uencia del tráfi co turístico-recreativo, el control del comercio. Como consecuencia, Buenos Aires siendo ahora su actividad principal, mantiene a Colonia abrió hostilidades económicas arancelarias contra Mon- del Sacramento con una representatividad del 2,7%. tevideo e inevitablemente contra Francia, dado que los De acuerdo con nuestra lectura del registro material, ingleses habían sido favorecidos antes, al pactar en 1825 un el uso del espacio en esta etapa, tal como esperábamos, es trato diferencial (Puiggrós 1973). Entre 1838 y 1840 la fl ota generalizado. Habiendo casi un 40% de naufragios distri- francesa del Plata bloqueó el puerto de Buenos Aires, pro- buidos en el resto de la región queda claro que toda ella vocando una profunda crisis en la economía. Poco después está siendo utilizada. Esto marca un cambio en el patrón Rosas prohibió la circulación por los ríos Paraná y Uruguay de uso, evidenciando un ordenamiento vinculado a la y dispuso el sitio de Montevideo por tierra en 1843, el cual consolidación de los Estados argentino y uruguayo. se extendió por nueve años y se reforzó con el bloqueo del puerto, hecho que desencadenó la enemistad de franceses e DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES ingleses, quienes desarticularon el bloqueo de Montevideo La vinculación de los factores naturales y culturales pro- y bloquearon el puerto de Buenos Aires hasta 1850 (Rocca vee una explicación vasta del por qué de la distribución de 1996). Tras estos acontecimientos se lograría la unifi cación los naufragios en el Río de la Plata a través del tiempo. Los nacional: Mitre derrotaría a Urquiza (en Pavón, 1861), tres grandes momentos analizados tienen su propia diná- revirtiendo su caída de 1859 en la batalla de Cepeda. mica y en cada uno de ellos la distribución se comporta de La estrategia de ocupación efectiva generaba la expec- manera diferente, lo cual resulta congruente con la historia tativa de un uso generalizado de la región, por lo cual la regional. Además, cada estrategia evidencia un uso diferen- distribución debería estar más dispersa. cial del espacio y su consecuente jerarquización. La lectura de la tabla 12 muestra que el 60% de la dis- Para la etapa de exploración observamos que se prio- tribución se agrupa en áreas relacionadas con la actividad rizan los sectores de mejor circulación naviera; estos de las ciudades. De mostrar una clara tendencia al predo- son lo que hemos defi nido como rutas óptimas, que

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Tabla 9 - Mínimo número de naufragios a intervalos regulares. Exploración (1516-1775)

Ciudades-puerto 1516-1567 1568-1619 1620-1671 1672-1723 1724-1775 Total % Buenos Aires 2 1 2 1 1 7 43,80 Colonia 1 1 6,30 Ensenada 00,00 Maldonado 1 1 3 5 31,30 Montevideo 3 3 18,80 Subtotal 3 2 2 1 8 16 57,10 Resto de la región 1 1 10 12 42,90 Total 4 3 2 1 18 28 100

Tabla 10 - Naufragios relacionados con la piratería en la región

Nombre Año del Observaciones Fuentes del barco naufragio Pequeña embarcación de la escuadrilla del pirata Edward Fendon Arguindeguy 1984: 107, que naufragó en las cercanías de la isla Martín García. Juan Drake, Luqui Lagleyze 1999: 38; Francis 1582 sobrino de Francis Drake, huyó en una canoa, fue apresado en Bue- Puigróss 1973: 28, nos Aires y juzgado en Lima por la Inquisición. Seijo 1945: 193 Nave volada por piratas franceses, que capturaron en la misma oca- ZZ 1607 sión a la nave “Nuestra Señora del Buen Viaje”. Referencia geográ- Luqui Lagleyze 1999: 39 fi ca: puerto de Buenos Aires. Primera nave del pirata francés Timoleón de Osmat, quien intentó ZZ 1658 tomar Buenos Aires y perdió la vida. Fue destruida por la “Santa Luqui Lagleyze 1999: 39 Agueda” y dos aliadas holandesas. ZZ 1658 Segunda nave del pirata francés Timoleón de Osmat. Luqui Lagleyze 1999: 39 Nota: la denominación “ZZ” corresponde a casos en los que el nombre del barco no estaba consignado.

Tabla 11 - Mínimo número de naufragios a intervalos. Colonización (1776-1861)

Ciudades-puerto 1776-1818 1819-1861 Total Porcentaje Buenos Aires 12 7 19 10,3 Colonia 5 5 2,70 Ensenada 6 6 3,20 Maldonado 18 49 67 36,20 Montevideo 28 60 88 47,60 Subtotal 58 127 185 83,00 Resto de la región 22 16 38 17,00 Total 80 143 223 100 Tabla 12 - Mínimo número de naufragios a intervalos. Ocupación efectiva (1862-1999)

Ciudades-puerto 1862-1907 1908-1953 1954-1999 Total % Buenos Aires 2 4 4 10 2,00 Colonia 4 6 4 14 2,70 Ensenada y La Plata 11 7 18 3,50 Maldonado 60 24 0 84 16,40 Montevideo 237 147 2 386 75,40 Subtotal 303 192 17 512 60,40 Resto de la región 123 142 71 336 39,60 Total 426 334 88 848 100

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están caracterizadas por los canales naturales. A su vez, que el bloqueo de los navíos imperiales imponía a Buenos se observa una concentración de naufragios en torno de Aires. A su vez, observamos una notable falta de control de las ciudades-puerto, sobre todo de Montevideo y Buenos los factores de riesgo meteorológico (los temporales hacen Aires, aunque el registro de esta última es especialmente estragos con las embarcaciones apostadas en los puertos). interesante, por ser la más antigua de la región, tener las Finalmente, al hablar de la etapa de ocupación efectiva, peores condiciones portuarias y haber crecido en la clan- observamos una intensifi cación del tránsito en general a destinidad, mucho de lo cual debe al fl ujo del metálico lo largo y a lo ancho del Río de la Plata. que provenía del Alto Perú. En la fi gura 5 (período 1862-1907), empieza a notarse A medida que fue pasando el tiempo, las ciudades- la tendencia a la disminución del efecto de los temporales puerto que habían funcionado como bases secundarias sobre la distribución, lo cual se relaciona con la moderni- (Ensenada, Montevideo, Maldonado) actuando como zación de la infraestructura portuaria, evidenciando una soporte de la principal (Buenos Aires) y desempeñando preocupación por el control progresivo de los factores de actividades específi cas íntimamente relacionadas con riesgo. El mejoramiento de rutas óptimas y no óptimas a el control militar del espacio y los recursos, tendrían través de la canalización artifi cial hacia fi nales del siglo diferentes desarrollos. Solo una de las secundarias pudo XIX y a lo largo del siglo XX permitió la inauguración de adquirir el rango de urbe (Montevideo) y cuestionar el nuevos circuitos de navegación y la adecuación de los más predominio regional de Buenos Aires. aptos en el marco de la delimitación de las soberanías, Hacia fi nes del siglo XVIII (colonización) se esta- implicando esto un acto simbólicamente equiparable con bilizan las poblaciones y empiezan a aparecer como la defensa de las fronteras territoriales. tentadores mercados para las potencias ultramarinas De acuerdo con nuestro modelo, el uso del Río de la europeas, que intercambiaban desde tiempo atrás sus Plata fue mutando a través de los diferentes momentos: productos manufacturados por la plata altoperuana en ha pasado de ser un espacio de tránsito a uno de disputa las costas rioplatenses. (de competencia, de poder) y, en esta última etapa, se ha La fi gura 3 muestra la incidencia combinada de los destacado como un espacio física y simbólicamente cons- factores naturales y culturales a escala regional para el tituido, en el que las naciones no solo harían valer sus intervalo comprendido entre 1776 y 1818, mientras que soberanías, sino también a partir del cual consensuarían la fi gura 4 lo hace para el intervalo 1819-1861. su uso mediante tratados internacionales. Apuntando a las causas de los naufragios, podemos En efecto, el Río de la Plata fue un ambiente social y referir que tanto los temporales como los confl ictos arma- naturalmente complejo. A partir de la evidencia material dos, provocan los picos más pronunciados. En la categoría de los naufragios fuimos rastreando cómo a través del “otras causas”, englobamos los naufragios producidos por tiempo el comportamiento del ser humano iba generando incendios, choques, guerras, explosiones, varaduras, etc., respuestas diferentes ante problemas diversos. Estudiamos incluyendo los indeterminados. La tensión a nivel regio- cómo fueron adoptándose distintas estrategias, cómo nal y la competencia por el espacio que veníamos refl e- ante determinados problemas se planifi caron soluciones jando se traduce en una serie inacabable de problemas alternativas, cómo se fueron controlando los factores de políticos y bélicos que se producen en este momento: la riesgo e incertidumbre a medida que se fue ampliando caída del Virreinato del Río de la Plata por el colapso de la el conocimiento de la geomorfología y la meteorología, y autoridad central, el proceso independentista avanzando cómo estuvo integrado este ambiente acuático al desarro- a escala continental, las invasiones inglesas, la guerra entre llo sociocultural de la región. En síntesis, esa dinámica de las Provincias Unidas y el Imperio del Brasil, bloqueos de cambio en la concepción, uso, ocupación y organización los puertos, bombardeos de las ciudades, etc. del espacio a partir del análisis de la posición de los naufra- Las ciudades agrupan la mayor concentración de gios ha decantado en lo que nosotros propusimos conside- naufragios durante esta etapa y los hechos históricos han rar un paisaje arqueológico. tenido una fuerte incidencia en la distribución. Se observa una tendencia a utilizar rutas no óptimas para navegar en AGRADECIMIENTOS momentos de crisis, como ha pasado durante la guerra con Agradezco la revisión crítica realizada por Dolores el Brasil en función de los condicionamientos operativos Elkin, Rafael Goñi y María Marschoff.

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20

Invasiones inglesas 15

10 Época del virreinato: estricto Revolución de Mayo: control de la circulación en el guerra por la río por parte de la Corona Independencia 5

0 1776 1781 1786 1791 1796 1801 1806 1811 1816

Naufragios Temporales Otras causas

Figura 3 - Naufragios en la región entre 1776 y 1818 (estrategia de Colonización)

20

15 Impacto cíclico de Guerra con temporales Época de bloqueos en ambas márgenes y conflictos navales 10

5

0 1819 1824 1829 1834 1839 1844 1849 1854 1859

Naufragios Temporales Otras causas

Figura 4 - Naufragios en la región entre 1819 y 1861 (estrategia de Colonización)

63 CUADERNOS 21

50

40 Último tercio: control de los factores de riesgo meteorológico Impacto cíclico de temporales montando una verdadera 30 infraestructura portuaria.

20

10

0 1862 1867 1872 1877 1882 1887 1892 1897 1902 1907

Naufragios Temporales Otras causas

Figura 5 - Naufragios en la región entre 1862 y 1907 (estrategia de Ocupación Efectiva)

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65 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA DE UN CONTEXTO DE DESCARTE URBANO Y SU RELACIÓN CON LA SALUBRIDAD DE BUENOS AIRES DEL SIGLO XIX

Sandra A. Guillermo*

RESUMEN En el estudio presentado en este artículo nos proponemos discutir algunas cuestiones relacionadas con el estado de salubridad en Buenos Aires del siglo XIX, a partir del análisis de las marcas de roedores presentes en una muestra arqueofaunística proveniente de un contexto de descarte urbano.

PALABRAS CLAVE Salubridad - roedores - arqueología - descarte

ABSTRACT In this paper our purpose is to discuss some questions related to the state of the salubrity in Buenos Aires city of the 19th century, taking into consideration the analysis of the rodent’s marks in an archaeological bone assemblage recovered from an urban discard structure.

KEYS WORDS Salubrity - rodents - archaeology - urban

Si entendemos a la salubridad como un conjunto de La diversidad de formas y de lugares para deshacerse “características que no son perjudiciales para la salud” y de la basura a la que estaba acostumbrada la población, que hacen referencia al estado general de la salud pública (problema al cual no habían podido darle solución las de un lugar determinado, podemos decir que a lo largo autoridades desde el siglo XVIII), junto con la ausencia del siglo XIX la ciudad de Buenos Aires presentaba carac- de un sistema de limpieza y recolección de residuos en un terísticas contrarias a la salud e higiene públicas. (Dic- primer momento y posteriormente la discontinuidad que cionario Enciclopédico Labor 1967:440; Diccionario Real este presentaba (Guillermo 2002), hacía que la ciudad de Academia Española). Buenos Aires no tuviese las mejores condiciones de salu- Estas características consideradas como insalubres bridad e higiene pública. De hecho, es durante el siglo estuvieron presentes, según diversos relatos y bandos de XIX cuando las epidemias habituales cobran intensidad, distintas épocas, desde que la ciudad se constituye como tal como sucedió con la de cólera en el año 1867 y con la tal (Brailovsky 1997; Luqui Lagleyze 1986; Latzina et al. de fi ebre amarilla en el año 1871 (Recalde 1993:18-21). 1889; Prignano 1998). Sin embargo, es a lo largo del siglo En la mayoría de los casos, la información y los datos XIX donde se van incrementando notablemente hasta el disponibles acerca de estas diferentes cuestiones provie- punto en que fue necesario que las autoridades y diversos nen de fuentes históricas, médicas y de estadísticas. En organismos tomen medidas mucho más estrictas para este artículo nos proponemos presentar un estudio que poder resolver de cierta forma dicha cuestión. apunte a comenzar a explorar dicha temática desde el Este incremento y proliferación de la insalubridad a lo registro arqueológico. Para ello, nuestro objetivo es eva- largo del mencionado siglo puede ser vinculado sintética- luar y discutir cuestiones vinculadas al estado de salu- mente a distintos factores urbanos de tipo macro que van bridad que presentaba un sector de la ciudad de Buenos afectando a la ciudad. El considerable aumento de pobla- Aires en el siglo XIX, a partir de los resultados del análisis ción que se da a partir de los años 1840/1850 con la llegada de las marcas de roedores presentes en una muestra de de las grandes oleadas inmigratorias al país (Di Pace et al. restos arqueofaunísticos proveniente de un contexto de 1992) y que se prolonga hasta fi nales de siglo, provoca a descarte. Conjuntamente con ello se tendrán en cuenta su vez un aumento del espacio ocupado, reduciendo así también las características del tipo de contexto de depó- notablemente los zonas libres de construcciones. sito en el que cual fueron recuperados los restos óseos. Partiendo de la enumeración y explicación de las prin- cipales transformaciones que va sufriendo Buenos Aires a * INAPL, [email protected] medida que avanza el siglo (edilicias, poblacionales, etc.)

67 CUADERNOS 21

haremos hincapié, dado nuestro objetivo, en analizar lo que norte de aquella. Este movimiento tuvo varias razones. sucede en cuanto al depósito de restos descartados por los Por un lado las familias adineradas buscaban modifi car habitantes, continuando posteriormente con la descripción sus residencias y veían en la mudanza y construcción de de la evidencia arqueofaunística recuperada y de los resulta- una nueva vivienda una mejor opción que la de remode- dos obtenidos a partir de su análisis. Finalmente, los discuti- lar la ya existente (ver discusión en Aliata s/f; Gutiérrez remos en relación con la restante información presentada. 2000). Otra razón son las reiteradas epidemias, tanto de cólera como de fi ebre amarilla, que van azotando a la BUENOS AIRES EN EL SIGLO XIX: TIEMPO DE TRANSFORMACIONES zona sur desde mediados de siglo. Con la gran epidemia Dar cuenta de la totalidad de los cambios y trans- del año 1871 (Scenna: 1974:81-82) se produce el aleja- formaciones que sufrió una ciudad que estaba en pleno miento defi nitivo del antiguo barrio y un cambio en la desarrollo y crecimiento como la ciudad de Buenos Aires composición poblacional de la zona. Las casas en las que en el siglo XIX es una tarea poco necesaria para este tra- habían vivido las familias adineradas, quienes seguían bajo, dado que su fi nalidad es abrir un área de estudio siendo sus propietarios, se destinaron a la renta. Para a partir de la generación de ciertos interrogantes. Solo ello, las viviendas se modifi caron pasando entonces a mencionaremos las transformaciones más relevantes que tener por lo general locales en la planta baja y habita- permitirán contextualizar la evidencia arqueofaunística ciones de alquiler en la planta alta. Muchas de ellas se y entender las cuestiones tratadas. Como las intensida- convirtieron en conventillos al destinarse la totalidad de des de los cambios no fueron iguales a lo largo de todo el la casa a piezas de alquiler. En ellos los inmigrantes y los siglo, se lo segmentó en tres lapsos. sectores con bajos ingresos vivían de manera hacinada (Gutiérrez 2000:44). Años 1800-1852 En consecuencia se produjo un aumento de la canti- Hasta comienzos del siglo XIX Buenos Aires man- dad de personas que habitaban cada propiedad (Latzina tuvo su perfi l de ciudad de casas bajas y de características et al. 1889:64-71) y por otro lado, las modifi caciones humildes, con apenas algunos rasgos singulares de arqui- mínimas que se le realizaban a la vivienda para poder tectura institucional o eclesiástica (Gutiérrez 2000:43). El acondicionarlas para rentar sus habitaciones y en algunos crecimiento de la población era el resultado de la com- casos crear los locales de alquiler, aumentaba el espacio binación de un incremento natural y de la inmigración, ocupado reduciendo de esta manera las zonas libres de tanto interna como externa, proveniente en su mayor construcciones en los distintos predios. parte de Europa (Guillermo 2002:8). Entre los años 1829 y 1852, la ciudad se modifi có Años 1880-1900 notablemente. No tanto el tejido urbano, que aún mante- Durante este lapso se empiezan a realizar y a obser- nía su trazado y estructura de ciudad colonial, sino por- varse las verdaderas y grandes modifi caciones urbanas. que se construyeron nuevos edifi cios de mejor calidad y La ciudad tiene ahora, más que nunca, como rasgos de mayor altura (Gutiérrez 2000:43). destacado el cosmopolitismo, resultado de la continua llegada de inmigrantes al país. El espacio urbano se reor- Años 1852-1880 ganiza descomponiéndose en un mosaico de barrios con En estos años se da un notorio aumento de la actividad predominio de distintas nacionalidades. comercial y un fomento de la inmigración mediante polí- Dicha reorganización también se observa en el espacio ticas de poblamiento que eran promovidas por la nueva privado con una diferenciación funcional que multiplica constitución del año 1853 como una forma de impulsar habitaciones, mobiliarios y enseres domésticos. Continúa la modernización del estado (Guillermo 2002:8). Esto la proliferación de los conventillos, fenómeno iniciado en infl uyó notablemente en el desarrollo y crecimiento de años anteriores. la ciudad (Gutiérrez 2000:44). Sin embargo, este creci- En este período se realizan los grandes cambios urba- miento no era homogéneo para todas las zonas. El Censo nos a nivel de la ciudad promovidos por la idea que moder- Nacional de Población realizado en el año 1869 menciona nizar implica demoler los signos coloniales antiguos. Se que el 80 % de la población se encontraba aún radicada demuele la recova, se construyen importantes edifi cios dentro del sector delimitado por la traza original de Garay como la Casa de Gobierno, la Aduana, etc. Se fi nalizan las (Gutiérrez 2000:44). tareas del puerto y se abren las dos diagonales del centro Después del año 1852 comienza un lento movimiento de la ciudad (diagonal norte y diagonal sur). Se realiza la poblacional en el interior de la misma ciudad de Buenos apertura de la Avenida de Mayo, “con cuya expropiación Aires. Las familias acaudaladas que vivían en el barrio al culmina el éxodo, iniciado dos décadas antes, de la vieja sur de la Plaza de Mayo empiezan a emigrar hacía el lado aristocracia criolla, debido a la adopción de nuevos mode-

68 LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA DE UN CONTEXTO DE DESCARTE URBANO

los culturales y a la baja calidad de vida que ofrecía el sur diversas instituciones en el año 1998 (Acosta 1998). azotado por las epidemias” (Aslan et al. 1992:20-23). Debido a diversas razones ajenas a los profesionales que El constante aumento de la población y el hacinamiento efectuaron las tareas, tales como el escaso tiempo para en lugares reducidos generaba un cúmulo de restos pro- la recuperación, problemas con el propietario, etc. no se ducto de sus actividades diarias que debía ser descartado pudo recuperar la totalidad de restos allí presentes. Por o eliminado. ¿Qué hacían los habitantes de Buenos Aires lo tanto, la evidencia arqueológica y la estructura que frente a esta situación con los restos que debían descartar? los contenía no presentan un registro estratigráfi co rigu- roso. Estos datos fueron reconstruidos indirectamente LAS FORMAS Y LUGARES DE DEPÓSITO DE LOS RESTOS y de forma aproximada con la escasa información que DESCARTADOS pudieron brindar y registrar en el momento del rescate. Las investigaciones reseñadas en trabajos anteriores, Por esta razón, los restos arqueológicos recuperados en centradas en el análisis diacrónico de los contextos de depó- dicho predio son considerados una muestra del total de sito de Buenos Aires desde el siglo XVI hasta el siglo XX los objetos y vestigios que probablemente fueron allí des- (Guillermo 2002, 2004) han puesto de manifi esto algunas cartados y fi nalmente depositados. tendencias generales evidenciables a lo largo del siglo XIX. En cuanto a la información referida a los aspectos Durante ese siglo, la ciudad presenta el máximo de uti- cronológicos, también fue inferida mediante la consi- lización, en cuanto a cantidad y variabilidad, de contextos deración de restos tomados como diagnósticos y de los para el depósito de restos descartados. Para ese momento datos cronológicos vinculados con el tipo de contexto de se ha podido registrar la utilización simultánea como luga- depósito. De esta manera, hemos podido determinar su res de depósito de los siguientes contextos: las calles, los adscripción al siglo XIX dada su asociación con material pozos en los fondos de las construcciones habitacionales, perteneciente a dicha época, tal como la loza y el vidrio, los arroyos que atravesaban la ciudad, los zanjones y sus y al contexto de depósito en el cual se hallaron, un pozo desembocaduras, los llamados “huecos”, las márgenes de de basura en la parte trasera del predio. Este hecho hace los dos grandes ríos que rodean a Buenos Aires (como son asimismo que pueda ser adscripta hasta la primera mitad el Riachuelo en el sur de la ciudad y el Río de La Plata hacía del siglo, ya que la utilización de estos pozos comienza el este), la zona baja al sureste de la ciudad, las márgenes del a decrecer en la zona hacía aproximadamente mediados ferrocarril que transportaba los restos desde los vaciaderos del siglo XIX, cuando una ordenanza prohíbe su uso en el hacía otros lugares de depósito y las diversas quemas. Dicha año 1857 (Guillermo 2002:24; Prignano 1998:89). situación se veía acentuada además por la ausencia, hasta Asimismo, otros estudios entorno a la misma muestra casi mediados de siglo, de un sistema de limpieza y reco- arqueofaunística, con la fi nalidad entre otros propósitos lección de restos efi caz y continuo que removiera y alejara de determinar el agente productor de las marcas antró- a los desperdicios fuera del núcleo poblacional (Guillermo picas observables macroscópicamente en la superfi cie 2002:18; Prignano 1998:90-91). de los restos óseos (Guillermo 2006), nos han brindado además información de índole cronológica que apoya LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA dicha adscripción temporal. Los restos han evidenciado La evidencia arqueológica analizada fue recuperada una ausencia de marcas antrópicas realizadas con sierras de un lote ubicado sobre la actual calle Moreno nº 314, eléctricas, lo cual nos estaría refi riendo a un momento dentro del radio antiguo de la ciudad de Buenos Aires. anterior a su uso, hecho recién producido en Buenos Este predio se localiza a dos cuadras hacia el sur de la Aires a comienzos del siglo XX. Plaza de Mayo, punto central en torno al cual convergie- ron desde los inicios de la ciudad, las actividades cívicas, LA MUESTRA ARQUEOFAUNÍSTICA políticas y administrativas. En esta zona se constituyó, Del lote intervenido se recuperaron un total de cinco desde los comienzos del desarrollo urbano hasta el año mil quinientos setenta y ocho restos óseos provenien- 1850 aproximadamente, el barrio aristocrático de Buenos tes de una estructura subterránea de aproximadamente Aires (Lafuente Machain 1968:13). En relación con el seis metros de profundidad, ubicada en su parte trasera tema tratado –la salubridad– la muestra resulta relevante (Acosta 1998). ya que proviene de la zona en que se dan los cambios Se ha podido determinar, de acuerdo con informa- edilicios y poblacionales que hemos mencionado, siendo ción obtenida en otros trabajos realizados en el área y en además la zona más afectada por las epidemias y con la relación con la evidencia (Guillermo 2002, 2004, 2005) mayor densidad de población para la época. que los restos allí depositados son producto del descarte La evidencia arqueológica ha sido obtenida mediante realizado en un pozo de basura realizado en el propio tareas de rescate llevadas a cabo por profesionales de sedimento, sin ninguna estructura reconocible de con-

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tención. Estos tipos de contexto de depósito eran comu- de enfermedades (Gobierno de la Ciudad de Buenos nes en Buenos Aires por lo menos en lo que constituye Aires: s/f). Tomamos a dichas marcas como indicador el radio antiguo de la ciudad, hasta mediados del siglo de condiciones de insalubridad porque esta especie XIX. Se trata de contextos enterrados que no superan en para que pueda reproducirse necesita la existencia de ningún caso el nivel de la superfi cie (Guillermo 2002:24; ciertas características físico-ambientales, tales como, la Prignano 1998: 89). presencia de espacios reducidos, de acumulaciones de La muestra arqueofaunística recuperada de este pre- residuos y de desperdicios alimenticios, etc. (Gobierno dio está compuesta por especimenes óseos de: Bos taurus de la Ciudad de Buenos Aires: s/f; Proyecto Sierra de (vaca) [n: 1967], Equus caballus (caballo) [n: 3], Sus scrofa Baza 2005) contrarias a las condiciones de higiene y de (cerdo) [n: 4], Ovis aries (oveja) [n: 616], Rattus sp. (rata) salud esperables. Es decir, necesitan de la existencia de [n: 36], Felis cattus (gato) [n: 9], peces [n: 150] y aves ámbitos que poseen características consideradas como [n: 251] (Acosta 1998). insalubres. Precisamente dichas características son las que empiezan a ser comunes en el sector sur de la ciudad ANÁLISIS DE LOS RESTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS a partir de los cambios urbanísticos y de población que Para este estudio hemos analizado los restos pertene- se empiezan a suceder intensamente en el siglo XIX. cientes a la especie/género que predomina en la mues- Es por esta razón que esperamos que la muestra tra, el Bos taurus (vaca) y a la especie/género Ovis aries presente un alto porcentaje de restos con evidencias de (oveja). De un total de mil seiscientos cincuenta y nueve marcas de roedores. Partiendo de esta expectativa, pro- restos pertenecientes a la especie/género Bos Taurus (vaca) cedimos a discriminar en el análisis arqueofaunístico hemos analizado un 21% del total (n: 412), en tanto que aquellos restos que presentaban dichas marcas. Se tomó con respecto a la otra especie considerada tomaremos en consideración ambas especies dado que presentan los datos del total de la muestra (n: 616) estudiados por tamaños diferentes lo cual puede incidir en el acceso que Acosta (1998) [ver tabla 1]. Las otras especies no se han los roedores hayan tenido a dichos especimenes. considerado para este trabajo porque aún no han sido Para la especie/género Bos taurus (vaca), del total analizadas más allá de su determinación anatómica y analizado, veinticuatro presentan marcas de roedores. taxonómica (Acosta op. cit.). Es decir, el 5,82% de la muestra. Las costillas son las partes anatómicas identifi cadas que presentan la mayor Tabla 1 - Valores de NISP para los taxones analizados cantidad de evidencias, seguidas por las vértebras, los radios y fi nalmente los cúbitos, fémures y húmeros. Taxón NISP (ver tabla 2). Bos taurus (vaca) 412 Tabla 2 - Partes anatómicas identifi cadas de Bos taurus Ovis aries (oveja) 616 (vaca) con evidencias de marcas de roedores

Dado que nuestro propósito es discutir aspectos Bos taurus (vaca) vinculados con el estado de salubridad en un punto Partes anatómicas Frecuencia de de la ciudad de Buenos Aires, nos preguntamos que identifi cadas con presencia marcas de roedores variable considerar que nos permita desde el registro de marcas de roedores arqueofaunístico poder indagar esta cuestión. La mues- Vértebra 4 tra fue obtenida de un contexto de descarte, y partiendo Costilla 14 del supuesto que estos lugares en un medio urbano Radio 2 constituyen “locis” favorables a la presencia de ciertos Cúbito 2 roedores, dada sus características “antihigiénicas”, nos Húmero 1 pareció pertinente registrar las frecuencias de marcas de Fémur 1 roedores presentes en los restos óseos. Uno de los roe- Total 24 dores cuya presencia es numéricamente alta en este tipo de medio son las ratas. Estas se han dispersado por todo En tanto que para la especie/género Ovis aries (oveja), el mundo (Proyecto Sierra de Baza 2005) y han estado cuarenta y un restos presentan evidencias de marcas de presentes en la ciudad de Buenos Aires desde época roedores, es decir el 6,65 % del total, siendo los húme- colonial. Se trata de un roedor muy común en áreas ros y los metacarpos los que poseen la mayor cantidad urbanas (Davis 1989:195) acostumbrado a estar en rela- de marcas, seguidos por los radios, cúbitos, tibias y los ción estrecha con el hombre y a ser un gran transmisor metatarsos (ver tabla 3).

70 LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA DE UN CONTEXTO DE DESCARTE URBANO

Tabla 3 - Partes anatómicas identifi cadas de Ovis aries que habitaban en cada vivienda. En consecuencia, se (oveja) con evidencias de marcas de roedores produjeron una serie de modifi caciones de las caracte- rísticas físico-ambientales que favorecieron el desarrollo Ovis aries (oveja) de locis propicios para la reproducción y expansión de Partes anatómicas identifi cadas Frecuencia de determinados roedores, tales como las ratas. La propie- con presencia de marcas de marcas de dad de Moreno nº 314 según datos catastrales y censa- roedores roedores les (Lima González Bonorino 2005) no estuvo exenta de Radio cúbito 4 estas transformaciones del espacio, las construcciones del predio redujeron sus espacios libres. Radio 5 Sin embargo, los resultados del análisis de la evidencia Cúbito 4 arqueofaunística proveniente de un pozo de basura ubi- Húmero 13 cado en la parte trasera de ese predio, sugiere que dicho Fémur 3 contexto de depósito, no presenta algunas de las carac- Tibia 3 terísticas de insalubridad que esperábamos, es decir, una Metacarpo 8 alta frecuencia de marcas de roedores en los restos óseos. Sus bajos porcentajes en los restos arqueofaunísticos Metatarso 1 tanto de la especie/género Bos Taurus (vaca), 5,82 %, Total 41 como para la especie/género Ovis aries (oveja), 6,65 %, provenientes de dicho contexto de depósito, nos hace Si bien consideramos que simplemente el análisis de debatir algunas cuestiones vinculadas a las posibles razo- las marcas de roedores presentes en los restos óseos no nes de tan bajos índices. pueden constituir por sí mismos indicadores inequívocos Una de las respuestas viables podría ser que estos pozos que nos permitan hablar sobre aspectos relacionados con de basura presentes en las propiedades no constituirían la salubridad de un período cronológico dado, creemos ambientes propicios para la reproducción de dicho roedor. que es una vía analítica inicial para empezar a generar Estos contextos de depósito aparentemente habrían sido nuevos interrogantes acerca de la temática. Deberán en el lugares más “higiénicos” de lo que se supone. Posiblemente futuro llevarse a cabo otras investigaciones que al ampliar el empleo de técnicas tradicionales como el llamado man- el tamaño de la muestra puedan modifi car o no esta ten- tillo (alternado de basura y delgadas capas de tierra que la dencia general observada. cubren), así como la presencia de animales domésticos, por Podemos decir que los resultados del análisis realizado ejemplo gatos, en sus proximidades, inhibirían el acerca- en la muestra arqueofaunística han dejado en evidencia miento de los roedores en busca de alimentos e impedirían que los roedores no han sido un agente postdeposita- que utilizaran dicho ámbito para reproducirse. cional importante dentro del contexto de depósito. Esta Por otro lado, podría pensarse también que la muestra baja frecuencia de marcas no coincide con la expectativa arqueofaunística analizada correspondería, de acuerdo planteada. En consecuencia, postularemos seguidamente con lo mencionado a comienzos del artículo, a momentos algunas de las razones que pensamos pueden llegar a cronológicos de comienzos del siglo XIX, cuando aún las explicar la discrepancia existente entre nuestra expecta- grandes transformaciones ocupacionales de la zona no se tiva y los resultados alcanzados. Las que nos ayudarán a habían producido y por lo tanto el ambiente habitacional discutir asimismo cuestiones relacionadas estrechamente no era favorable para la proliferación numérica de dichos con las condiciones de salubridad. roedores, ya que existían espacios abiertos tanto dentro como fuera de las propiedades. DISCUSIÓN Se puede pensar también, que si bien no se sabe espe- Los datos históricos dejan en evidencia que la ciudad cífi camente cuando las ratas llegaron a Buenos Aires, de Buenos Aires para el siglo XIX presentaba marcadas probablemente en alguno de los buques que arribaban al condiciones de insalubridad debido a la presencia de una puerto, suponemos que aquellas habrían estado presen- gran cantidad de lugares de depósito de restos descar- tes desde los comienzos del desarrollo de la ciudad. Sin tados por sus pobladores, tanto en el ámbito cotidiano embargo, consideramos que no fue sino hasta mediados como público, y a un importante incremento de la pobla- del siglo XIX cuando se dan las condiciones necesarias ción que habitaba la ciudad. Este incremento poblacional que favorecen su rápida reproducción y expansión. El produjo un consiguiente aumento del espacio ocupado, peligro latente que dicho crecimiento conllevaría quedó provocando una reducción de los lugares libres de cons- manifestado con la primera epidemia de peste bubónica trucciones y un incremento en la cantidad de personas que se desarrolló en Buenos Aires en el año 1900 (Laval

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s/f). Su desarrollo epidémico necesitó de un agente por- Brailovski, A. tador-transmisor que ya habría estado presente muchos 1997 El ambiente en la sociedad colonial. Buenos Aires, años antes en el interior de la ciudad. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. Finalmente, podemos decir a partir de este estudio que Davis, S. la condiciones de insalubridad que presentaba Buenos Aires 1989 La arqueología de los animales. España, Bellatena. se encontraban mayormente, por lo menos al comienzo del Diccionario Enciclopédico Labor siglo XIX, en al ámbito público es decir, en la ciudad, en lo 1967 Tomo VII, España, Labor. externo, más que dentro del ámbito doméstico. Podemos Diccionario Real Academia Española. concluir preguntándonos entonces si los pozos de basura, apreciados como focos de infección, habrían sido tan anti- Di Pace, M., S. Federovisky, J. Ardió y S. Mazzucchelli higiénicos como comúnmente son considerados. 1992 Medio ambiente urbano en la Argentina. Los fun- damentos de las ciencias del hombre. Buenos Aires, CONSIDERACIONES FINALES Centro Editor de América Latina. Dado que en una ciudad intervienen una gran canti- Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires dad de factores a distintas escalas que se interrelacionan s/f Información General y medidas de prevención. Pro- entre sí continua y dinámicamente, no creemos que sim- grama de prevención y control de roedores. Buenos plemente el análisis de las marcas de roedores presentes en Aires, Dirección General Control de la calidad los restos arqueofaunísticos pueda constituir por sí solo ambiental. datos consistentes que permitan establecer conclusiones Guillermo, S. inequívocas acerca del estado de salubridad existente en 2002 El descarte de restos en la ciudad de Buenos Aires. un determinado período cronológico. Tesis de licenciatura en Ciencias Antropológicas, Nos parece, sin embargo, que constituye una línea de Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Bue- análisis viable para encarar un estudio acerca del estado de nos Aires, MS. salubridad desde el registro arqueológico, siempre y cuando 2004 El proceso de descarte de basura y los contextos de dicho estudio considere y tenga en cuenta las característi- depósito presentes en la ciudad de Buenos Aires. cas del ámbito urbano del cual dicho registro forma parte. Intersecciones en Antropología, 5:19-28. La evidencia analizada en torno a la presencia de mar- 2005 El descarte de restos en la ciudad de Buenos Aires: la cas de roedores, consideradas como uno de los indica- propiedad de Moreno 314, MS. dores de condiciones de salud pública, constituyó en este 2006 La alimentación en Buenos Aires del siglo XIX: estudio el inicio de una vía de investigación a continuar modelos posibles para su análisis en un contexto explorando en trabajos posteriores. Por el momento deci- urbano. Treballs d´Etnoarqueología del Instituto dimos empezar a indagar el tema desde las cuestiones que Milà y Fontanals, Barcelona, Consejo Superior de parecían ser las más obvias y cuyos resultados alcanza- Investigaciones Científi cas (CSIC). En prensa. dos han demostrado no ser tan así. En estudios futuros Gutiérrez, R. la consideración de otras variables será fundamental par 2000 La casa de María Josefa Ezcurra. Una de las vivien- poder profundizar acerca de la higiene pública y privada, das más antiguas de Buenos Aires. Transforma- cuestiones que en este estudio apenas fueron esbozadas. ciones Casas del siglo XVIII/Museo del siglo XXI, Buenos Aires, Secretaría de Cultura del Gobierno BIBLIOGRAFÍA de la Ciudad de Buenos Aires. Acosta, A. Lafuente Machain, R. de 1998 Programa para la conservación y el estudio del 1968 El Barrio de Santo Domingo. Cuadernos de Buenos Patrimonio Arqueológico recuperado en Moreno Aires, Nº X, Buenos Aires, Municipalidad de Bue- 314 (Ciudad de Buenos Aires). Informe fi nal de nos Aires. beca, Secretaría de Cultura de la Nación. Latzina, F., M. Cemeco y A. Martínez Aliata, F. 1889 Censo General, población, edifi cación, comercio s/f La ciudad regular. Arquitectura edilicia e insti- e industrias de la ciudad de Buenos Aires, tomo I, tuciones en el Buenos Aires post-revolucionario Buenos Aires, Compañía Sudamericana de Billetes (1821/1835). Carlo Zucchi (ed.), Ingegnere e archi- de Banco. tetto, págs. 37-61. Laval, E. Aslan, L., I. Joselevich, G. Novoa, D. Saiegh, y A. Santaló Fundación Mundo Sano, Biblioteca virtual, www. 1992 Buenos Aires: Montserrat 1580-1970. Buenos Aires, mundosano.org/biblioteca virtual/enfermedades, Inventario de Patrimonio Urbano IPU. sin fecha.

72 LA EVIDENCIA ARQUEOLÓGICA DE UN CONTEXTO DE DESCARTE URBANO

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73 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

INVERSIÓN DE TRABAJO Y DISEÑO EN CONTEXTOS LÍTICOS AGRO-PASTORILES (ANTOFAGASTA DE LA SIERRA, CATAMARCA)

S.Hocsman* y P. S. Escola**

RESUMEN Se aborda la variabilidad tecnológica de artefactos formatizados de los sitios agro-pastoriles Casa Chávez Montícu- los y Punta de la Peña 9 a través de la estimación de la inversión de trabajo en su manufactura, aplicando la categoría analítica “clase técnica”. Asimismo, se discute su relación con el concepto de “diseño utilitario”.

PALABRAS CLAVE Inversión de trabajo - clase técnica - diseño utilitario - contextos agro-pastoriles puneños

ABSTRACT Technological variability of retouched tools from agro-pastoralists sites Casa Chávez Montículos and Punta de la Peña 9, is analyzed. An estimation of the work investment implied in their manufacture is done applying the analytical category of “technical class”. Likewise, its relation with the concept of “utilitary design”, is discussed.

KEY WORDS Work investment - technical class - utilitary design - agro-pastoralist context of the Puna

INTRODUCCIÓN necesarios para su manufactura y mantenimiento” (Nel- De acuerdo con Torrence (2001), la tecnología com- son 1991: 57). Esta concepción le otorga a la tecnología prende las acciones físicas realizadas por actores instruidos misma y a sus productos –los artefactos– un rol dinámico quienes usan materiales cuidadosamente seleccionados dentro de los sistemas culturales. Este dinamismo implica para producir un resultado deseado. Dicho producto surge tomar en consideración las estrategias tecnológicas las de objetivos identifi cados por los individuos y los grupos cuales son vistas como respuestas a condiciones ambien- y no implican necesariamente la maximización de alguna tales como así también a variables económicas y sociales. propiedad como la energía o el éxito reproductivo. Este De este modo, estas decisiones, que guían el componente resultado deseado, defi nido por los usuarios, es el factor tecnológico del comportamiento humano, deben ajus- más importante en la elección de instrumentos y acciones, tarse o ser la variable de ajuste de otros aspectos del com- si bien la tecnología debe ajustarse también a los objeti- portamiento (subsistencia, movilidad, estrategias sociales, vos y constreñimientos que compiten entre sí planteados etc.) ante necesidades y prioridades particulares. Este es el por el ambiente físico y social. En suma, la producción camino que lleva a explorar y comprender la variabilidad de formas específi cas implica una elección resultante de tecnológica, su naturaleza y sus factores condicionantes. la combinación de lo que, en palabras de Bradley y Giria En términos generales, se puede decir que los conjun- (1996), son las necesidades funcionales y tecnológicas, tos de artefactos líticos tallados presentan una importante mediatizadas por el contexto social. variabilidad interna. De particular importancia dentro de En este marco, una manera posible de encarar el aná- esta última es el tratamiento tecnológico diferencial que lisis de artefactos líticos tallados es a través de la perspec- se le da a los artefactos que constituyen dichos conjuntos. tiva organizativa de la tecnología que plantea “el estudio Así, una forma de abordar dicha variabilidad tecnoló- de la selección e integración de estrategias para hacer, gica es a través de la estimación de la inversión de tra- usar, transportar y descartar instrumentos y los materiales bajo implicada en la manufactura de las distintas clases de artefactos que constituyen las muestras arqueológicas * CONICET, Instituto de Arqueología y Museo, Facultad de Cien- (Bousman 1993). Al respecto, está ampliamente difun- cias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Universidad Nacional de dido el hecho de que algunos instrumentos pueden ser Tucumán, [email protected] producidos con muy poco esfuerzo mientras que otros ** CONICET, Escuela de Arqueología, Universidad Nacional de requieren de un gran esfuerzo de producción. Más aún, Catamarca, [email protected] algunos arqueólogos han defi nido tipos de instrumentos

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sobre la base de la cantidad de trabajo invertido (Kelly o parcialmente la superfi cie de una u otra cara del arte- 1988; Andrefsky 1994). En este sentido, aquellos arte- facto, entrecruzándose o no en el eje medio de la pieza. factos que requieren una elevada inversión de tiempo y Estos lascados son la consecuencia material de distintas energía en su producción son considerados resultado, en operaciones técnicas –fundamentalmente percusión o general, de una estrategia de conservación. Por su parte, presión– implementadas para rebajar el espesor de la se asume que los instrumentos vinculados a una estra- forma-base elegida. De este modo, estas operaciones de tegia de expeditividad son aquellos que poseen una baja rebaje –con su plus de trabajo invertido– pueden obede- inversión de trabajo en su producción. cer a la búsqueda de productos fi nales diferentes. Ahora bien, en la mayoría de los trabajos, esta esti- Ahora bien, en lo que respecta a los artefactos for- mación de la inversión de trabajo o de tiempo y energía matizados, se pueden distinguir las siguientes clases téc- resulta de una evaluación global basada en la aplicación nicas en función de una inversión de trabajo decreciente de conocimientos generales prácticos acerca de la talla (Aschero y Hocsman 2004, Hocsman 2006): artefactos lítica. Un ejemplo de ello es la propuesta de Parry y Kelly con adelgazamiento bifacial, artefactos con reducción (1987). Estos autores miden el esfuerzo de producción bifacial, artefactos con adelgazamiento unifacial, arte- en varios tipos de artefactos. Así, ellos consideran que factos con reducción unifacial, artefactos con trabajo los instrumentos con formatización en las caras (facial no invasivo bifacial, artefactos con trabajo no invasivo retouch) implican una mayor difi cultad y una inversión unifacial, artefactos con trabajo no invasivo alternante mayor de tiempo que aquellos que solo tienen retoque y artefactos con trabajo bipolar. Cabe señalar que estas marginal o ningún retoque en absoluto. De este modo, categorías requieren distintos costos de formatización a puntas de proyectil, bifaces y unifaces serían casos de la vez que implican, durante el proceso de manufactura, artefactos con retoque en las caras mientras que las lascas distinto grado de conocimientos prácticos, experiencia no modifi cadas con rastros de uso y aquellas con retoque y destreza manual. En este sentido, se puede decir que marginal serían artefactos sin retoque en las caras. hay un continuum en la morfología de los artefactos que Siguiendo esta línea de investigación, Aschero y va desde aquellos que pueden ser producidos con muy Hocsman (2004) proponen la categoría analítica clase poco esfuerzo tecnológico hasta los que comprenden un técnica como una vía metodológica posible para abor- mayor esfuerzo de producción. Se destaca que, de todas dar, de manera menos ambigua que las aproximaciones las categorías de artefactos, los que presentan adelgaza- comentadas previamente, la estimación de la inversión de miento bifacial son los que han sido relacionados con la trabajo en la manufactura de artefactos líticos tallados. mayor inversión de trabajo en su manufactura (Andre- Al respecto, este trabajo tiene como objetivo el análisis fsky 1994; Hayden et al. 1996) diferenciándose de aque- de conjuntos de artefactos formatizados agro-pastoriles llas piezas que poseen un simple retoque marginal o no (ca.2200-1400 años AP) aplicando la categoría analítica invasivo unifacial. señalada. Específi camente, se trata de materiales recu- Siguiendo estos conceptos, las clases técnicas conside- perados en estratigrafía procedentes de los sitios Casa radas se diferencian en (fi gura 1): Chávez Montículos (Montículo 1) y Punta de la Peña 9 - Artefactos con adelgazamiento bifacial. Corresponden (sector I, recinto 3 y sector III, recinto 2), localizados en a piezas en las que hay una intencionalidad en reba- la microrregión de Antofagasta de la Sierra, en la Puna jar el espesor del artefacto, con la menor afectación Meridional argentina. Asimismo, sobre la base de la inver- posible del ancho, y generar una sección determinada sión de trabajo estimada en estos conjuntos, se discute la regular, generalmente biconvexa, por medio de lasca- relación con la variable de diseño aplicando el concepto dos bifaciales que afectan proporcionalmente más las de diseño utilitario (Escola 2004a) para los casos de baja caras que los bordes (fi gura 1.a). inversión de trabajo en la formatización, desarrollándose Cabe destacar que se espera que las piezas con adel- categorías analíticas complementarias. gazamiento, ya sea bifacial o unifacial, presenten: a) lascados que se extiendan desde el borde hasta un LA CATEGORÍA ANALÍTICA DE LA CLASE TÉCNICA poco más allá del centro del artefacto y, b) que estos La clase técnica, de acuerdo con Aschero y Hocsman contacten o se superpongan con negativos provenien- (2004), distingue grados de trabajo invertido en la pro- tes del margen opuesto. ducción de artefactos de piedra tallada ya sean núcleos, - Artefactos con reducción bifacial. Constituida por artefactos formatizados, desechos de talla o artefactos artefactos confeccionados por lascados bifaciales que con fi los naturales con rastros complementarios. Esta afectan proporcionalmente más las caras que los bor- inversión de trabajo se mide, en los productos fi nales, a des, pudiendo presentar una reducción de su espesor través de la superposición de lascados que cubren total como resultado no intencional (fi gura 1.b).

76 INVERSIÓN DE TRABAJO Y DISEÑO EN CONTEXTOS LÍTICOS AGRO-PASTORILES

Figura 1 - a) Artefacto con adelgazamiento bifacial; b) Artefacto con reducción bifacial; c) Artefacto con adelgazamiento unifacial; d) Artefacto con reducción unifacial; e) Artefacto con trabajo no invasivo bifacial; f) artefacto con trabajo no invasivo unifacial (modifi cado de Aschero y Hocsman 2004)

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Se puede señalar que en el caso de la reducción –ya - Artefactos con trabajo bipolar. En estos, la intención es sea bifacial o unifacial– donde el espesor no es un producir fi los. Se destaca el escaso control sobre los factor clave, si bien los negativos pueden llegar al productos en el marco de una bajísima inversión de centro de la cara la tendencia es que: a) no alcancen a tiempo y esfuerzo de manufactura. cubrir el centro de la cara o, en el caso de alcanzarlo, b) que no se superpongan con los lascados proce- EL ÁREA DE ESTUDIO Y LOS SITIOS ANALIZADOS dentes del otro borde. La Puna de Atacama, sector más austral del altiplano Asimismo, es importante tener en cuenta que, en el andino, constituye un desierto de altura con altitudes caso de los artefactos formatizados, la reducción bifa- medias que oscilan entre los 3.600 y 3.800 msnm. La cial o unifacial apunta a imponer una cierta forma porción correspondiente a la Puna argentina se divide geométrica –simétrica o asimétrica– al artefacto. Es en un sector Septentrional y en uno Meridional (Feru- decir que, en estos casos, el énfasis de la reducción glio 1946). Cabe destacar que Antofagasta de la Sierra se está puesto en la búsqueda de conformaciones espe- localiza dentro de este último sector Meridional. cífi cas de contornos. En líneas generales, todo el espacio puneño se carac- - Artefactos con adelgazamiento unifacial. Se trata de teriza por poseer un clima árido y frío, una intensa radia- instrumentos que ven reducidos su espesor por las- ción solar debida a la altitud, una gran amplitud térmica cados que cubren una sola de sus caras. En esta clase diaria, una marcada estacionalidad con precipitaciones de artefactos hay una búsqueda de espesores y seccio- estivales pobres y una baja presión atmosférica. Más allá nes específi cos, pero en el marco del trabajo unifacial de estas características puntuales, es importante tener (fi gura 1.c). El adelgazamiento unifacial se puede en cuenta que la Puna es un ambiente heterogéneo y de presentar, por ejemplo, en situaciones donde una cara gran inestabilidad. El régimen de lluvias es sumamente se presenta abultada respecto de la otra, siendo esta irregular pudiendo provocar sequías impredecibles que última más plana. afectan drásticamente la disponibilidad de los recursos. - Artefactos con reducción unifacial. Corresponden Asimismo, la aparición de heladas, nevadas y vientos a piezas en las que la formatización unifacial afecta fuertes es poco predecible. Por otra parte, la distribución proporcionalmente más la cara que el borde. Por otro de los recursos no es homogénea distinguiéndose áreas de lado, responden a la búsqueda de contornos y seccio- alta concentración de nutrientes frente a otras de recur- nes específi cas (fi gura 1.d). sos muy dispersos o casi inexistentes (Yacobaccio 1998, - Artefactos con trabajo no invasivo bifacial. Se trata de Olivera 1998). En efecto, son los microambientes de fon- instrumentos donde el énfasis está puesto en la bús- dos de cuenca y quebradas protegidas los sectores donde queda de una morfología de fi lo particular basada en se concentran en virtud de una disponibilidad de agua la extracción de lascas en ambas caras. En estos casos, relativamente estable. Esto redunda en una localización los lascados afectan más los bordes que las caras de la espacial de los recursos altamente predecible, hecho que pieza en función de requerimientos en cuanto a bisel no puede hacerse extensivo a su abundancia dado que el o contorno (fi gura 1.e). ambiente es extremadamente variable en el corto plazo Cabe destacar que tanto en el caso de artefactos (Yacobaccio et al. 1994). bifaciales como unifaciales los lascados afectan los Ahora bien, la microrregión de Antofagasta de la Sierra bordes de la pieza sin alcanzar las zonas centrales, se sitúa en el ángulo noroeste de la provincia de Catamarca. siendo marginales al cubrir menos del 50% de la Esta incluye una diversidad de geoformas y un mosaico de cara, de acuerdo con a lo especifi cado por Aschero recursos y microambientes que permiten acotar un área de (1975) en cuanto a la extensión de los lascados sobre investigación representativa de lo que ofrece ambiental- las caras de la pieza. mente la Puna. Existen varios cursos de agua permanente - Artefactos con trabajo no invasivo unifacial. Constitu- cuya variación de caudal a lo largo del año no es signifi - yen piezas donde el énfasis está puesto en la búsqueda cativa (Tchilinguirian y Olivera 2000). La cuenca misma de una morfología de fi lo particular a partir de lasca- de Antofagasta de la Sierra comprende el sistema hídrico dos en una sola de las caras que afectan más el borde de los ríos Calalaste-Toconquis-Punilla/Antofagasta y sus que la cara de la pieza (fi gura 1.f). afl uentes, dentro de los cuales se destacan los ríos Las Pitas - Artefactos con trabajo no invasivo alternante. En estos y Miriguaca –por margen derecha– y el río Los Colorados instrumentos interesa obtener un determinado tipo –por margen izquierda– (fi gura 2). Cabe destacar que se de fi lo sin afectar las caras de la pieza, por medio de trata de una cuenca endorreica con drenaje a una laguna series de lascados que se alternan en una y otra cara terminal, la laguna de Antofagasta, que se localiza al pie de sobre un mismo borde. los volcanes Antofagasta y Alumbrera.

78 INVERSIÓN DE TRABAJO Y DISEÑO EN CONTEXTOS LÍTICOS AGRO-PASTORILES

Figura 2 - Mapa de Antofagasta de la Sierra con sitios considerados incluidos

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En tal ámbito geográfi co, los sitios considerados en este El sitio Punta de la Peña 9 (PP9) es un sitio a cielo trabajo son Casa Chávez Montículos (CChM) y Punta de la abierto que se encuentra emplazado en la localidad Peña 9 (PP9). El primero de estos es un sitio a cielo abierto, arqueológica de Punta de la Peña, en la cuenca media que se encuentra sobre la margen izquierda del río Punilla, del río Las Pitas, a una altitud de 3.590 msnm (fi gura 2). a 3.450 msnm (fi gura 2). Se trata de un conjunto de diez Corresponde a una ocupación agro-pastoril plena. estructuras monticulares, de dimensiones variables, dis- Interesan en este caso dos sectores: el Sector I, compuesto puestas en dos grupos alrededor de un espacio deprimido por unidades subcirculares y elípticas simples dispersas en central. Estudios realizados sobre procesos de formación la terraza alta del río Las Pitas (Babot et al.2006), y el Sec- del sitio han permitido asignar un origen fundamental- tor III, correspondiente a un conjunto de cinco estructuras mente artifi cial para los montículos, con aporte menor de arquitectónicas simples y compuestas ubicadas próximas sedimentación natural (Olivera y Nasti 1993). a un gran farallón de ignimbritas (López Campeny 2001a, Los registros de excavación provienen de los Mon- 2001b). Las estructuras arquitectónicas visibles en superfi - tículos 1 y 4. En ambos montículos se detectaron estra- cie presentan forma predominantemente circular. tigráfi camente restos de diferentes tipos de estructuras El recinto 3 del Sector I posee dos dataciones cercanas (habitacionales, basurales, estructuras de cavado artifi cial, a 1450 años AP y corresponde a una habitación con regis- fogones), evidencias de manufactura de cerámica, indica- tro de actividades múltiples de tipo doméstico evidencia- dores de actividades agrícolas y vestigios de procesamiento das, entre otros aspectos, por presencia de estructuras de y consumo de camélidos (Lama glama y Lama vicugna). Se combustión, cocción o almacenamiento de sustancias y destaca la presencia dominante de neonatos y juveniles lo posible uso de mordientes en la tinción de lanas, regula- cual indicaría una cierta selectividad en el manejo de los rización y reactivación de artefactos líticos (Babot et al. animales. Así, sobre la base de estas evidencias, el sitio fue 2006; Babot 2004). Evidencia al menos tres episodios de defi nido como una base residencial de actividades múlti- ocupación intramuro diferenciados que se encuentran ples con alto grado de sedentarismo (Olivera 1992). estratifi cados en un perfi l de 0,70 m de potencia prome- Los fechados radiocarbónicos disponibles permiten dio (Babot et al. 2006). situar las ocupaciones del sitio entre 2120 y 1530 años Por su parte, el recinto 2 del Sector III presenta una AP. Pero si se contemplan estas dataciones y dos sigmas es serie de dataciones que documentan una serie de ocupa- posible hablar de un lapso probable de ocupación de más ciones recurrentes entre ca.2000 y 500 años AP. Con res- de ochocientos cincuenta años dado que el fechado más pecto a las características de la estratigrafía arqueológica temprano se encuentra por encima de la base de la ocu- del recinto, López Campeny (2001a) ha identifi cado un pación (Nivel X). No se pretende sostener, con esta afi r- total de tres capas y de seis niveles ocupacionales en el mación, una ocupación continuada del sitio a lo largo de espacio circunscrito por unos bloques y un muro pircado, dicho lapso, de hecho existen evidencias de una desocupa- y tres niveles de ocupación para un sector de pasillo de ción temporaria y no debe haber sido la única (Nasti 1991, circulación o de acceso al recinto. Se destaca que los con- 1992). Al respecto, se pudo constatar en el Montículo 1 un juntos líticos analizados de este sector III provienen de importante episodio de desocupación entre los niveles V y un espacio doméstico de habitación fechado entre 1500 y VI de la estratigrafía, estimado en más de quince años por 1100 años AP (niveles 4 y 5) y de un nivel de corral datado controles de tafonomía (Olivera y Nasti 1993). hacia los 2000 años AP (nivel 6). Cabe destacar que ciertas evidencias del registro recuperadas en el Montículo 1, fundamentalmente liga- CLASES TÉCNICAS Y ARTEFACTOS FORMATIZADOS das a la cerámica, sugieren la existencia de dos compo- (2200-1400 AÑOS AP) nentes ergológicos cuya separación coincidiría con el Para la clasifi cación de los artefactos formatizados por episodio de desocupación mencionado anteriormente. clase técnica se utilizó el total de instrumentos recupera- El componente inferior (ca.2200-1800 años AP) com- dos en estratigrafía correspondientes al Montículo 1 y a prendería un momento con marcadas relaciones con el los Sectores I (recinto 3) y III (recinto 2 –niveles 4 a 6–) de norte de Chile, especialmente San Pedro de Atacama y Punta de la Peña 9. En la tabla 1 se presenta un detalle de región del Loa Superior. Por su parte, el componente la distribución de grupos tipológicos considerados (sensu superior (ca.1800-1400 años AP) mostraría un signifi - Aschero 1975, 1983; Aschero y Hocsman 2004; Hocsman cativo aumento en la intensidad de las relaciones con los 2006). Al respecto, se deben señalar dos cuestiones. Por valles mesotermales del Noroeste Argentino, en particu- un lado, la frecuencia de las palas o azadas consideradas lar Hualfín y Abaucán (Olivera 1992). en CChM1 no se corresponde con el total artefactual de Se deja constancia que los materiales líticos analizados dicho grupo tipológico (N= 211) sino con la estimación en este trabajo corresponden al Montículo 1 (CChM1). de un número mínimo de piezas. Esto se debe a que su

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Tabla 1 - Distribución de grupos tipológicos en artefactos formatizados. CChM1 - PP9 (Sector 1, Recinto 3 y Sector 3, Recinto 2)

Grupo tipológico CChM1 PP9 Cantidad % Cantidad % Palas o azadas 62 18,60 3 7,10 Raspadores 10 3,00 - - Filo unifacial de arista sinuosa - - 1 2,30 Filo bifacial de arista sinuosa - - 2 4,60 Artef. bisel asim. microretoque ultramarginal 6 1,80 3 7,10 Raederas 27 8,10 4 9,30 Raederas de módulo grandísimo (subgrupo) 9 2,70 - - Artefacto mediano pequeño/muy pequeño retoque en bisel oblicuo 13 3,90 2 4,60 Cuchillos de fi lo retocado 2 0,60 1 2,30 Cortantes 6 1,80 1 2,30 Muescas retocadas y de lascado simple 24 7,20 7 16,40 Denticulados 10 3,00 2 4,60 Puntas entre muescas 2 0,60 1 2,30 Artefactos burilantes 7 2,10 2 4,60 Perforadores 3 0,90 1 2,30 Escoplo - - 1 2,30 Puntas de proyectil y preformas 52 15,70 2 4,60 Filo formatizado pasivo - - 1 2,30 Choppers 2 0,60 - - Bifaces 1 0,30 - - Artefactos de formatización sumaria 23 6,90 3 7,10 Filo no diferenciado de artefacto formatizado - - 4 9,30 Fragmentos no diferenciados de artefactos formatizados 74 22,20 2 4,60 Totales 333 100 43 100

Tabla 2 - Distribución de clases técnicas en artefactos formatizados por sitio

Clase técnica Sitio Adelg. Red. Adelg. Red. Trab. no Trab. no Trab. no Trab. Total bif. bif. unif. unif. inv. bif. inv. unif. inv. alter. bip.

53 0 0 69 137 0 0 259 CChM1 0 20,50% - - 26,60% 52,90% - - 100

0 3 0 0 7 31 0 0 41 PP9 - 7,30% - - 17,10% 75,60% - - 100

Referencias: Adelg. bif.: adelgazamiento bifacial; Red. bif.: reducción bifacial; Adelg. unif.: adelgazamiento unifacial; Red. unif.: reducción unifacial; Trab. no inv. bif.: trabajo no invasivo bifacial; Trab. no inv. unif.: trabajo no invasivo unifacial; Trab. no inv. alter.: Trabajo no invasivo alternante; Trab. bip.: trabajo bipolar

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índice de fragmentación alcanza el 99,10% (Pérez 2003) (5490-4350 años AP), el GC 2 (4150-3430 años AP) y el de modo tal que la tabulación del total artefactual mos- GC3 (2180-1340 años AP). Cabe destacar que los sitios traría una sobrerrepresentación de la frecuencia real. considerados en el GC3 corresponden a los analizados en Para evitar dicho efecto, y a modo de número mínimo de este trabajo. Al respecto, tal como se aprecia en la fi gura 4, piezas, se tomaron en cuenta solo las piezas enteras, las este autor observa los siguientes puntos: preformas y los fragmentos diferenciados (los cuales, se - hay una tendencia a un marcado decrecimiento en los aclara, no remontan) dejando de lado los fragmentos no artefactos formatizados confeccionados por adelgaza- diferenciados con fi los, los fragmentos no diferenciados miento bifacial, que involucra la desaparición de esta sin fi los y los fragmentos indiferenciados (Pérez 2003). clase técnica hacia los 2000 años AP. Por otro lado, respecto de los materiales de PP9, dado el - en el caso de los instrumentos producidos por reduc- reducido número de piezas de las muestras de los Secto- ción bifacial se observa que permanecen constantes al res I y III, estas se tomaron en conjunto. Cabe destacar pasar del GC1 al GC2 para, posteriormente, aumentar que ambos contextos son relativamente sincrónicos. considerablemente en el GC3. La tabla 2 muestra los resultados obtenidos en la clasi- - en concordancia con el adelgazamiento bifacial, en fi cación de los artefactos formatizados por clases técnicas. los artefactos formatizados, literalmente, desaparecen Un punto importante a considerar es que en esta estima- el adelgazamiento y la reducción unifacial hacia los ción de la inversión de trabajo no se tienen en cuenta los 3500 años AP. Esto se observa también en el trabajo costos de obtención de la materia prima (en función de la no invasivo alternante y en el bipolar. distancia, por ejemplo) ni los costos de extracción o selec- - en el trabajo no invasivo bifacial se registra una dismi- ción de las formas-base, sino solo los de la formatización. nución en la frecuencia de esta clase técnica a lo largo Asimismo, se deja constancia que para esta clasifi cación no del tiempo, siendo mucho más importante del GC1 al se tomaron en consideración los Fragmentos no diferen- GC2 (17,95% al 11,82%) que del GC2 al GC3 (11,82% ciados de artefactos formatizados registrados en la tabla 1. al 7,91%). Sin embargo, es de notar que en los conteos En primera instancia, se puede señalar en ambos sitios de piezas del GC3 no se contabilizaron las palas o aza- la coexistencia de algunas alternativas tecnológicas con das, instrumento que solo se confecciona mediante distinto grado de inversión de trabajo, a saber: reducción esta operación técnica. Por lo cual, hay que pensar que bifacial, trabajo no invasivo bifacial y trabajo no invasivo su aparición en este momento cronológico implicaría unifacial. Sin embargo, dichas opciones tecnológicas un incremento importante en la frecuencia del trabajo muestran frecuencias diferenciadas, destacándose en pri- no invasivo bifacial con posterioridad al 2000 AP. Esto mer lugar, el trabajo no invasivo unifacial con porcentajes queda demostrado en las frecuencias registradas en este de 52,90% para CChM1 y 75,60% para PP9. Le siguen en trabajo (tabla 2 supra) ya que esta clase técnica involu- orden decreciente el trabajo no invasivo bifacial -26,60% cra porcentajes del orden del 26,60% y 17,10%. para CChM1 y 17,10% para PP9, y la reducción bifacial - en cuanto al trabajo no invasivo unifacial, se eviden- con 20,50% para CChM1 y 7,30% para PP9. cia un destacado incremento tanto al pasar del GC1 Es pertinente aclarar que la reducción bifacial se corres- al GC2 (49,57% al 62,68%) como del CG2 al CG3 ponde, prácticamente en su totalidad, con la presencia de (62,68% al 77,97%). En este sentido, es destacable preformas y puntas de proyectil con limbo triangular de que para el 2000 AP prácticamente todo el repertorio tipo isósceles, pedúnculo diferenciado y aletas entran- de artefactos formatizados se confeccionaba de esta tes (sensu Aschero 1975, 1983) (fi gura 3.a). Únicamente, manera, quedando exceptuadas las puntas de proyec- se agrega a estas un biface en CChM1, el cual no ha sido til y las palas o azadas. elaborado por procedimientos de adelgazamiento bifacial En suma, el trabajo no invasivo unifacial, como se vio observándose simplemente en las caras de la pieza reto- previamente, ve acrecentada su importancia relativa con ques parcialmente extendidos (Escola 2004b). Asimismo, el paso del tiempo, ante la disminución de las frecuencias en el caso del trabajo no invasivo bifacial, las palas o azadas de artefactos formatizados confeccionados por adelgaza- comprenden el 90% de la frecuencia registrada en CChM1 miento y reducción –con excepción de la reducción bifa- y el 43% de la correspondiente a PP9 (fi gura 3b). cial– e, inclusive del trabajo no invasivo bifacial, es decir, Ahora bien, en una investigación reciente, Hocsman se habría potenciado a expensas de estos últimos. En este (2006) analizó las variaciones en la inversión de trabajo sentido, es destacable que para el 2000 AP prácticamente en la manufactura de artefactos líticos tallados para el todo el repertorio de artefactos formatizados se confec- lapso 5500-1500 AP en Antofagasta de la Sierra. Para ello, cionaba de esta manera, quedando exceptuadas las puntas se basa en conjuntos de artefactos formatizados de distin- de proyectil y las palas o azadas. Por otra parte, desapare- tos sitios distribuidos en tres grupos cronológicos, el GC1 cen al iniciar el GC3 una serie de alternativas tecnológicas

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Figura 3 - a) Punta de proyectil; b) Pala o azada; c) Raedera de módulo grandísimo

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que implican tanto destacada como escasa inversión de nal relativamente amplio sino también confi guraciones trabajo –adelgazamiento y reducción unifacial versus tra- discretas de borde (concavidades, dentados, festoneados, bajo no invasivo alternante y trabajo bipolar–. De hecho, puntas destacadas, etc.). Tales diseños caracterizarían una en los GC 1 y 2 se contaban con la posibilidad de confec- estrategia expeditiva (Nelson 1991), en la cual las activi- cionar instrumentos de ocho formas distintas, mientras dades de manufactura, uso y descarte tienen lugar en el que en el GC3 este número se restringió a tan solo tres. contexto de uso, siendo muy poco frecuentes las tareas Estas tendencias son interesantes pero se vuelven aún de mantenimiento y reparación. Por lo tanto, el diseño más atractivas si se pudieran analizar las variaciones en la utilitario responde a necesidades predecibles y de corto inversión de trabajo dentro del mismo GC3. En principio, plazo, con un escaso esfuerzo tecnológico. la expectativa principal sería la de observar el incremento Al combinar las nociones de diseño utilitario y de clase del trabajo no invasivo unifacial en detrimento del tra- técnica, resulta que las clases técnicas de las muestras de bajo no invasivo bifacial y de la reducción bifacial. instrumentos de CChM1 y PP9 que se adecuan a la defi ni- Al respecto, el registro de CChM1, con sus dos com- ción de diseño utilitario son el trabajo no invasivo bifacial y ponentes ergológicos, puede brindar la posibilidad de el unifacial. Sin embargo, dos tipos de artefactos formatiza- profundizar en las tendencias temporales de las clases dos, uno, confeccionado por trabajo no invasivo unifacial técnicas dentro del lapso mencionado. De este modo, –el caso de las palas o azadas (fi gura 3.b)– y otro, manu- sobre la base de la distribución de artefactos formatiza- facturado por trabajo no invasivo unifacial –las raederas dos por componente se procedió a su clasifi cación por de módulo grandísimo (fi gura 3.c)–, no se corresponden clase técnica (tabla 3). Cabe aclarar nuevamente que, para con diseños utilitarios, ya que se enmarcan en una estrate- esta clasifi cación, no se han tomado en consideración los gia de conservación. Por ejemplo, presentan manufactura Fragmentos no diferenciados de artefactos formatizados. anticipada, formas estandarizadas y han sido sometidos a Como se puede apreciar en la fi gura 5, durante el mantenimiento o reciclaje (Bamforth 1986, Odell 1996). lapso 2200-1400 años AP se mantiene la coexistencia Por otra parte, si bien tales instrumentos, desde el en los dos componentes señalados de las tres opciones punto de vista de la clase técnica, cuentan con una baja tecnológicas en ciernes. Sin embargo, ellas presentan inversión de trabajo y requieren mínima destreza técnica variaciones importantes en frecuencia con el correr del en su formatización, al mismo tiempo presentan una con- tiempo. De esta forma, el trabajo no invasivo unifacial siderable inversión de tiempo y energía en otros aspectos, se ve incrementado, mientras que el trabajo no invasivo como los requerimientos de esfuerzo y destreza técnica bifacial y la reducción bifacial disminuyen. Pero no solo en la extracción de las formas-base (raederas de módulo eso, las diferencias en las frecuencias entre las distintas grandísimo) o dadas las características morfológicas de clases técnicas se ven aumentadas en el componente las formas-base (palas o azadas), como se verá a continua- superior, en relación con las frecuencias más equitativas ción. Así, la clase técnica, tal como fue defi nida, se limita del componente superior. a dar cuenta de parte de la inversión de trabajo en juego, estando referida a un aspecto muy concreto como es la INVERSIÓN DE TRABAJO, DISEÑO UTILITARIO Y CLASES TÉCNICAS formatización, por lo que es necesario una aproximación Distintos autores han señalado la relación, por un que considere mayor número de variables. lado, entre baja inversión de trabajo y contextos sedenta- Se considera, entonces, que, para una diferenciación rios (Parry y Kelly 1987, Cowan 1999) y, por el otro lado, adecuada de los diseños utilitarios se deben emplear las entre escasa inversión de tiempo y energía y bajos ries- siguientes categorías analíticas, tomadas en conjunto: a) gos de subsistencia de corto plazo (Torrence 1989). En clase técnica + b) requerimientos de extracción de la for- los contextos agro-pastoriles plenos abordados, que pre- ma-base + c) requerimientos de formatización de la for- sentan tales características, las tendencias muestran jus- ma-base + d) requerimientos de imposición de forma. tamente lo señalado, dada la predominancia del trabajo Dado que la categoría a) ya fue desarrollada previa- no invasivo. Sin embargo, al mismo tiempo, se registra mente, se procede a defi nir las variables restantes. la ocurrencia de una alternativa tecnológica, la reducción b) Requerimientos de extracción de la forma-base: en bifacial, que implica una mayor inversión de trabajo. el sentido de la búsqueda o no de una pieza con De acuerdo con Escola (2004a), un diseño utilitario morfología o tamaños específi cos para su posterior involucra la utilización o formatización de determinados formatización. biseles, ángulos de fi lo y contornos de borde que permiten Se discrimina entre: enfrentar necesidades variadas, con una mínima inversión - Percusión dirigida: casos donde hay una búsqueda de de trabajo en su producción. Esto incluye no solo formas de un tipo de artefacto en particular, con requerimientos fi los simples que pueden ajustarse a un espectro funcio- morfológicos y dimensionales.

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Figura 4 - Tendencias temporales de clases técnicas en artefactos formatizados en Antofagasta de la Sierra –5500-1500 AP– (tomado de Hocsman 2006: 223)

Tabla 3 - Distribución de clases técnicas en artefactos formatizados por componente. CChM1

Clase técnica Trab. Trab. Trab. Sitio Adelg. Red. Adelg. Red. Trab. no no no Total bif. bif. unif. unif. bip. inv. bif. inv. inv. Componente superior 0 28 0 0 41 99 0 0 168 (1800-1400 AP) - 16,70% - - 24,40% 58,90% - - 100

Componente inferior 0 25 0 0 27 38 0 0 90 (1800-2200 AP) - 27,80% - - 30,00% 42,20% - - 100

Referencias: Adelg. bif.: adelgazamiento bifacial; Red. bif.: reducción bifacial; Adelg. unif.: adelgazamiento unifacial; Red. unif.: reducción unifacial; Trab. no inv. bif.: trabajo no invasivo bifacial; Trab. no inv. unif.: trabajo no invasivo unifacial; Trab. no inv. alter.: Trabajo no invasivo alternante; Trab. bip.: trabajo bipolar

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- Percusión no dirigida: no se requiere obtener una for- de trabajo de las muestras en cuanto a clase técnica, se ma-base con atributos morfológicos y dimensionales discriminan del resto por poseer una serie de partes dis- muy específi cos. tintas en relación a los requerimientos de imposición de Cabe destacar que en ambos casos hay una intencio- forma. Destaca, asimismo, que el patrón de lascados de nalidad de buscar una pieza adecuada; sin embargo, regularización fi nal no reviste característica particular mientras que en la primera opción la direccionali- alguna (Escola 1987) y que las formas-base no involucran dad a la obtención de un producto concreto es muy requerimientos de extracción –ya que, al no haber una marcada, en la segunda opción hay una amplia gama búsqueda sistemática de una lasca en particular, se trata de productos que pueden ser utilizados, ya que la de percusión no dirigida–, ni de formatización. selección de las formas-base no es tan exhaustiva. La Pasando a las palas o azadas, no hay una gran inversión búsqueda de matrices laminares para la confección de de trabajo al considerar la clase técnica, ya que se afectan láminas retocadas (Aschero 1975) sería un ejemplo del bifacialmente solo los bordes. Sin embargo, cuentan con primer caso. En cuanto al segundo caso, por ejemplo, requerimientos de imposición de forma, al diferenciar implicaría la realización de actividades de extracción un limbo de un pedúnculo, y con requerimientos de for- sobre núcleos poliédricos (Aschero 1983), que con- matización de la forma-base, ya que los nódulos (sensu llevan la obtención de lascas de diferentes tamaños Aschero 1975) seleccionados son unos clastos tabulares y formas, realizándose la elección de las formas-base en los que es necesario rebajar sus bordes naturales de sobre la base de ciertos requerimientos mínimos. Evi- modo de generar una arista. Al respecto, Escola (2000) dentemente, la inversión de trabajo va a ser mayor en señala la importancia de la selección y recolección de for- la percusión dirigida respecto de la no dirigida. mas-base adecuadas (largo, ancho y espesor) en función c) Requerimientos de formatización de la forma-base: de los costos de manufactura, ya que la inversión de tra- alude a la presencia de características particulares de bajo requerido en la reducción del tamaño de las “lajas” la forma-base que inciden sobre la inversión de tra- como de sus bordes tabulares es grande. Finalmente, no bajo. Un ejemplo de esto sería la utilización de clastos presentan requerimientos de extracción de la forma-base, de morfología tabular en los que es necesario generar debido, sencillamente, a que se trata de un clasto. una arista. En cuanto a las raederas de módulo grandísimo, al La estimación de esta variable se realiza como igual que en el caso anterior, en función de la clase técnica, presencia/ausencia. no hay una gran inversión de trabajo, sino todo lo contra- d) Requerimientos de imposición de forma: ciertos arte- rio; pero esta perspectiva se ve modifi cada al considerar factos, por las características de su diseño, involucran los requerimientos de extracción de la forma-base, ya que una mayor inversión de trabajo, sea por la cantidad de se trata de matrices muy grandes, de 20 cm de ancho por partes diferenciadas, con requerimientos de trabajo 15 cm de largo, aproximadamente, que implican una per- sobre cada parte, o en función de atributos tales como cusión dirigida y considerable esfuerzo de extracción y la forma y dirección de los lascados de formatización destreza técnica. (Aschero 1983), que aluden a morfologías específi cas Finalmente, el “resto del instrumental”, que involucra de negativos de lascado sobre las caras de los instru- diversos grupos tipológicos, como cuchillos de fi lo reto- mentos. Un ejemplo, en ambos sentidos, son las pun- cado, raspadores, raederas, muescas, artefactos burilantes, tas de proyectil, ya que constan de una serie de partes etc., presentan una baja inversión de trabajo tanto en clase diferenciadas (ápice, limbo, pedúnculo, aletas, etc.) y técnica como en requerimientos de extracción y de for- a que pueden ser fi niquitadas empleando, entre otras, matización de la forma-base, y de imposición de forma. extracciones paralelas diagonales u oblicuas, paralelas Tales características permiten sostener que los artefactos en chevron o colaterales, implicando importantes cuo- formatizados incluidos en esta categoría son los únicos tas de inversión de trabajo y destreza técnica. que pueden califi carse como diseños utilitarios. Esta variable, sobre la base de los dos atributos mencionados, se denota empleando la dicotomía CONSIDERACIONES FINALES presencia/ausencia. La diferenciación de los componentes superior e Ahora bien, al emplear las categorías mencionadas a inferior en CChM1 permitió abordar los cambios en los artefactos formatizados de CChM1 y PP9 se observa la inversión de trabajo dentro del lapso 2200-1400 AP, una mejora substancial en la caracterización de la inver- brindando la posibilidad de trabajar con una mayor sión de trabajo en ellos (tabla 4). resolución cronológica. De esta forma, sobre la base de Así, las puntas de proyectil características de los la utilización de la noción de clase técnica, se pudo esta- contextos analizados, que presentan la mayor inversión blecer que las tres opciones tecnológicas actuantes en los

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Figura 5 - Tendencias temporales de clasese técnicas en artefactos formatizados. CChM1

Tabla 4 - Características de los artefactos formalizados

Req. impos. forma Req. extrac. Req. format. Instrumento Clase técnica F-B F-B Cantidad de Forma y dir. partes lascados Reducción Percusión no Puntas de proyectil Ausente Presente Ausente bifacial dirigida Trabajo no Palas o azadas - Presente Presente Ausente invasivo bifacial Raederas de módulo Trabajo no Percusión Ausente Ausente Ausente grandísimo invasivo unifacial dirigida Trabajos no Percusión no Resto del instrumental invasivos uni y Ausente Ausente Ausente dirigida bifaciales

Referencias: Rec. extrac. F-B: requerimientos de extracción de la forma-base; Req. format. F-B: requerimientos de formatización de la F-B; Req. impos. forma: requerimientos de imposición de forma; Forma y dir. lascados: forma y dirección de los lascados.

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contextos agro-pastoriles plenos –reducción bifacial, tra- plazo como son los riesgos de producción y los riesgos de bajo no invasivo unifacial y bifacial– se mantuvieron a lo trabajo (Escola 1996). largo del lapso considerado; asimismo, que presentaban Tanto la incorporación de la agricultura a un modo variaciones importantes en frecuencia con el correr del de vida pastoril como la caza constituyen estrategias de tiempo, incrementándose considerablemente el trabajo diversifi cación orientadas a la fl exibilización, reducción y no invasivo unifacial y disminuyendo las dos clases téc- redistribución de los riesgos mencionados. En el caso de nicas restantes. A partir de esto, podría sostenerse una las puntas de proyectil y, por ende, de la caza de camélidos disminución progresiva en la inversión de trabajo entre silvestres habrían actuado como estrategia de reaseguro del los 2200 y los 1400 años AP. rebaño domesticado para reducir las consecuencias adver- Ahora bien, al combinar las nociones de clase técnica sas del riesgo productivo (Escola 2002). En el caso de las y de diseño utilitario se comprobó que no había relación palas o azadas y de las raederas de módulo grandísimo, la directa entre clases con baja inversión de trabajo y esta tecnología, con una mayor inversión de tiempo focalizada categoría de diseño, y que esto era resultado del hecho en artefactos especializados, se vincularía con la amorti- de que las clases técnicas referían solo a los costos de guación de los riesgos de largo plazo (Escola 2000). producción durante la formatización y no a los costos de extracción o formatización de la forma-base, o a los AGRADECIMIENTOS requerimientos de imposición de forma. Por tal motivo, A Luis G. Babot (h.) por el tratamiento digital de las la utilización del conjunto de categorías analíticas aquí imágenes. Este trabajo se desarrolló en el marco de los presentado, que incluyen estos aspectos, suministra una proyectos PIP-CONICET Nº 3041 y FONCYT/PICT Nº visión más ajustada y precisa de la inversión de trabajo 0988, dirigidos por Carlos Aschero, y PID-CONICET en la confección de artefactos formatizados, pudiéndose 3-44700 y 3406, dirigidos por Daniel Olivera. diferenciar claramente al instrumental que responde a un diseño utilitario, a partir de la inversión de trabajo. BIBLIOGRAFÍA Sobre la base de lo expresado, los diseños utilitarios Andrefsky, W. constituyen el 52,10% de los artefactos formatizados de 1994 Raw-material availability and the organization of CChM1 (N= 259), mientras que los instrumentos con technology. American Antiquity 59 (1):21-34. un plus de trabajo y destreza técnica, el 47,90%. Destaca Aschero, C. este último valor, ya que contrasta con las tendencias 1975 Ensayo para una clasifi cación morfológica de arte- defi nidas a partir de la diferenciación de clases técnicas factos líticos aplicada a estudios tipológicos compa- exclusivamente. Inclusive, contrasta con la tendencia rativos, Informe al CONICET, Buenos Aires, MS. general a asociar baja inversión de trabajo y contextos 1983 Ensayo para una clasifi cación morfológica de artefac- sedentarios (Parry y Kelly 1987). Entonces, a partir tos líticos aplicada a estudios tipológicos comparativos. de esto, puede sostenerse que la inversión de trabajo Apéndices A - C, Revisión. Cátedra de Ergología y sí estuvo presente y en una cuota importante. ¿Cómo Tecnología, Facultad de Filosofía y Letras, Universi- explicar esta situación en contextos en donde se rela- dad de Buenos Aires, Buenos Aires, MS. ciona una escasa inversión de tiempo y energía y bajos Aschero, C. y S. Hocsman riesgos de subsistencia de corto plazo? 2004 Revisando cuestiones tipológicas en torno a la cla- Al respecto, no es casual que los artefactos con mayor sifi cación de artefactos bifaciales, en M. Ramos, A. inversión de trabajo se relacionen con ciertas activida- Acosta y D. Loponte (comp.). Temas de Arqueolo- des de subsistencia. Es el caso de las puntas de proyectil gía. Análisis Lítico, págs. 7-25, Luján, Universidad –20,50%–, enmarcadas en prácticas extractivas, de las Nacional de Luján. palas o azadas –23,90%– y de las raederas de módulo Babot, M. grandísimo –3,50%–, vinculadas con prácticas produc- 2004 Tecnología y utilización de artefactos de molienda en tivas (Escola 2000 y Babot et al. 2005, respectivamente). el Noroeste prehispánico. Tesis doctoral. Facultad de En síntesis, resulta interesante advertir que la especi- Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo, Univer- fi cidad funcional de estos tres artefactos formatizados sidad Nacional de Tucumán, MS. tiene estrecha relación tanto con las nuevas necesidades Babot, M.; C. Aschero, S. Hocsman, M. Haros, L. Gonzá- agro-pastoriles, especialmente la agricultura, como con la lez Baroni y S. Urquiza adaptación de las actividades predadoras a las demandas 2006 Ocupaciones agropastoriles en los Sectores Inter- del entorno económico vigente. Cabe destacar que este medios de Antofagasta de la Sierra (Catamarca): nuevo entorno económico si bien ha visto reducido los Un análisis desde Punta de la Peña 9.I. Comechin- riesgos de corto plazo sufre riesgos de mediano y largo gonia. Revista de Arqueología, 9: 57-78.

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90 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

APUNTES PARA PENSAR EL CLIENTELISMO ENTRE LOS TOBAS DEL ESTE FORMOSEÑO: EN TORNO A PROGRAMAS SOCIALES DE EMPLEO Y SUJETOS POLÍTICOS COLECTIVOS1

Valeria Iñigo Carrera* RESUMEN El presente trabajo propone una refl exión en torno a la potencialidad explicativa del concepto de clientelismo político. Para ello, se centra en la instrumentación local de los programas sociales de empleo, en relación con la confi - guración de sujetos políticos colectivos, entre grupos tobas del este de Formosa (Argentina).

PALABRAS CLAVE Clientelismo - movimientos sociales - políticas sociales - pueblos originarios

ABSTRACT The purpose of this article is to think about the explanatory power of the concept of political clientelism. It focuses on the local instrumentation of social programs for the unemployed, in relation to the confi guration of collective political subjects, within indigenous Toba people of eastern Formosa (Argentina).

KEY WORDS Clientelism - social movements - social policy - indigenous people

INTRODUCCIÓN en un concepto que sirve para todo, que se aplica casi uni- El término clientelismo se ha vuelto recurrente tanto versalmente a una multitud de relaciones en formaciones en las expresiones de políticos y funcionarios guberna- sociales y económicas muy distintas” (1986:154). mentales de diverso tinte partidario, como en el discurso En fi n, recurrentemente se ha señalado la omnipre- periodístico de los medios masivos de comunicación. sencia y la polisemia del clientelismo, así como el empleo Entendido en los términos aparentes e inmediatos de un abusivo de los términos patrón y cliente en tanto etique- “intercambio de favores por votos”, aparece explicando tas descriptivas que operan una suerte de mistifi cación las más diversas prácticas políticas. Surge con fuerza, por y obstruyen el verdadero contenido de una relación en ejemplo, a la hora de dar cuenta de la forma que adopta la la que se encuentran implicadas clases sociales (Gilsenan instrumentación de los programas sociales de asistencia 1986; Peters 1986; Scott 1986). ofi cial. Y con una connotación abstractamente negativa: Sospechado entonces de relación política ilícita e se lo opone a la transparencia, al igualitarismo, al univer- ilegítima, muchas veces aparece de manera igualmente salismo, a la democracia, al trabajo, a la producción. abstracta en la producción teórica, al constituirse en una Pero esto no es nuevo. Moore ya nos decía en la década categoría analítica ambigua, en la que quedan borradas de los 70 que “el nuevo ‘ismo’ ” parece estar en todas par- múltiples y necesarias determinaciones, y que termina tes. Se nos dice que “da forma” a los sistemas políticos, que por oscurecer más que echar luz sobre la complejidad de explica quién logra qué en la política, cómo se asignan los los procesos sociales. bienes, y, (…), qué defi ne las auténticas unidades políti- Ahora bien, ¿es posible pensar el clientelismo a par- cas que subyacen a los partidos políticos y a los grupos de tir de las relaciones de intercambio? O, puesto en otros interés”. En fi n, “se hace consistir la política en un juego de términos, ¿de qué manera los intercambios producen y redes patrono-cliente” (1986:227). En la misma dirección, reproducen relaciones sociales? Y, ¿cómo dar cuenta de Gilsenan apuntaba que el clientelismo “se ha convertido esos intercambios en sí mismos, y más allá de sí mismos? Entendiendo que no se trata de un abstracto pro- blema metodológico, sino que, por el contrario, tiene * CONICET, Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de implicancias claramente políticas, intentamos un primer Filosofía y Letras, UBA, [email protected] 1 El presente trabajo constituye una versión modifi cada y avance sobre la potencialidad explicativa del concepto ampliada de la ponencia presentada en las 7as Jornadas Rosa- del clientelismo a partir de esos interrogantes. Para ello, rinas de Antropología Sociocultural, realizadas en la Facultad partimos de la observación de un concreto inmediato: la de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosa- implementación generalizada (y hasta naturalizada) de rio los días 21 y 22 de octubre de 2004. una serie de programas sociales de asistencia a la pobreza

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y al desempleo (entre ellos, claro está, el Plan Jefes y Jefas materiales de existencia originarias, al reducirse sus cam- de Hogar Desocupados) entre los tobas de la Colonia pos de caza y al verse limitado su acceso a los ríos. Esto, Aborigen de Misión Tacaaglé (noreste de la provincia de como consecuencia de la progresiva ocupación y apropia- Formosa), y su relación con la confi guración de acciones ción privada individual de las tierras, como condición de de movilización y protesta. Desplegamos seguidamente posibilidad de los sistemas productivos que se desarrolla- los mecanismos del dar y el recibir: qué se intercambia, ron en la región. En la actualidad, las unidades domésticas entre quiénes, de qué manera, qué sentidos guían esos que conforman la Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé intercambios. Esto, pensando que el estudio empírico de organizan la reproducción social de su existencia sobre la las relaciones de intercambio es clave para determinar base de una variada gama de actividades productivas. los puntos centrales de toda discusión teórica sobre su A diferencia de lo que es la situación general entre los potencialidad en el análisis de las relaciones sociales. pequeños productores del campo formoseño, los tobas de esta colonia rural poseen la propiedad desde mediados SOBRE LA (RE) PRODUCCIÓN SOCIAL DE LA EXISTENCIA de los 80, y bajo la forma de un título comunitario, de las Cada vez más, los pueblos originarios de la Argentina tierras que ocupan. Unas cuatrocientas cuarenta y ocho están siendo objeto, en términos generales, de un proceso hectáreas (de las cuarenta mil que ocupaba la misión de deterioro de sus condiciones materiales de existencia. franciscana a principios del siglo XX) para unas ciento Proceso que, tras las variadas formas concretas inmedia- ochenta familias que suman una población total de sete- tas en las que se expresa, esconde una única determina- cientos dieciséis personas (SIEMPRO-SISFAM, 2000). ción general: su constitución como parte de la porción de Cada unidad doméstica ocupa entonces parcelas cuya la población trabajadora que ve acentuada la pérdida del superfi cie es menor, en promedio, a las cinco hectáreas, ejercicio de su capacidad para garantizar la propia repro- dedicadas a la producción de algodón como principal, si ducción social, al ser expulsada de manera inmediata del no único, cultivo comercial. Esta producción se realiza proceso de la producción como parte de la dinámica de con el trabajo directo de la familia, con la utilización de acumulación capitalista. herramientas precarias y de tracción animal, sin la posi- Ahora bien, ¿cómo se realiza esta determinación bilidad de efectuar tratamientos fi tosanitarios, y proce- general entre los tobas de Misión Tacaaglé (una colonia diéndose a la venta al “bolichero” (pequeño acopiador). rural adyacente a la localidad del mismo nombre, ubicada La producción predial destinada al mercado puede exten- a unos doscientos cuarenta kilómetros al noroeste de la derse a otros cultivos (zapallo, calabaza, maíz), aunque 2 capital provincial, en el Departamento Pilagás)?1 su desarrollo es de carácter muy irregular y se encuentra Históricamente, los grupos tobas del Chaco han sido supeditada a los precios del mercado. objeto de un proceso de desposesión de las condiciones A esta forma de producción mercantil se le asocia una producción de chacra para la autosubsistencia: siembra de mandioca, batata, lechuga, cebolla, zanahoria, etc., y la 2 Formosa, ubicada en la región nordeste de la Argentina, se cría de animales domésticos (aves de corral, fundamen- encuentra entre las provincias de menor grado de desarrollo talmente), tanto para su comercialización como para su relativo de las fuerzas productivas materiales de la sociedad. consumo al interior de la misma unidad doméstica. Algunos de los elementos entre los que caracterizan a este espacio provincial que nos interesa subrayar aquí, en tanto A la vez, una parte signifi cativa de la dinámica econó- se revelan propios de las poblaciones que estamos conside- mica de estos grupos domésticos la constituye el trabajo rando, son los que siguen: 1) históricamente, ha constituido asalariado fuera de la propia parcela, en predios corres- un ámbito de relativa marginalidad en términos de inversio- pondientes a capitales de mayor monto. La estacionalidad nes directas de capital (al igual que ocurre con la formación de los procesos de trabajo agrícola en los que se incorpora social de fronteras del Chaco central en su conjunto) (Trin- el trabajo doméstico incide en cierta forma en la regula- chero 2000); 2) en la actualidad, es objeto de un proceso de ridad de otras dos actividades productivas: la producción concentración y centralización propio de la organización de artesanías, para su comercialización en localidades capitalista de la producción social sobre la base de la venta de cercanas o a través de compradores que periódicamente grandes extensiones de tierras para la radicación de empresas se acercan a la colonia, y la práctica de la “marisca” (caza agroindustriales de gran tamaño y el despliegue de proyectos de pequeños animales del monte, pesca, recolección de y programas de desarrollo vehiculizados por distintos grupos de inversores locales y extralocales (así como por los Estados frutos silvestres y miel), tanto para consumo al interior nacional y provincial) (De la Cruz 2004); 3) como contrapar- de la propia unidad doméstica como para la venta de tida, se deterioran progresivamente las capacidades producti- subproductos (cueros, pieles y plumas). Práctica, esta vas y las condiciones de vida de las poblaciones (indígenas o última, que tiene un menor rendimiento en relación a campesinas criollas) involucradas directa o indirectamente. momentos anteriores, como consecuencia de la mencio-

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nada apropiación privada individual de los campos y la Asimismo, el creciente cercenamiento de los atributos degradación del medio ambiente, entre otros factores. productivos de la fuerza de trabajo indígena encuentra su Siendo entonces unidades que no se encuentran ajenas contracara en la necesidad de la también creciente recu- o por fuera de los circuitos mercantiles, ya que la posibili- rrencia al Estado al momento de obtener los medios de dad misma de su reproducción reposa en el acceso a y en la venta de bienes y servicios que circulan como valores de damentalmente bajo la forma de la ocupación estacional de cambio, no todas las relaciones sociales están plenamente contingentes de braceros, que de esa manera completaban los mercantilizadas al interior de y entre las unidades econó- ingresos de su unidad doméstica vendiendo su fuerza de tra- micas. Es así como continúan teniendo lugar una serie de bajo a medianos y grandes productores. Y señalemos que la relaciones que no tienen a la mercancía por forma, sino magnitud de esta absorción se ha visto determinada, por un que se basan en relaciones directas de interdependencia lado, por la mecanización de la cosecha. La cual, sin embargo, personal. Por caso, la cooperación al interior de la propia no ha sido realmente signifi cativa en la provincia, habiendo unidad doméstica, en la que se moviliza fuerza de trabajo encontrado la incorporación de la maquinaria un límite capitalista específi co: dados los muy bajos salarios, el trabajo no pagada de aquella explotación para la realización de muerto que se suma al valor de la mercancía por el consumo determinadas tareas productivas. O también la coopera- de la maquinaria no es menor al trabajo vivo pago que se ción entre distintas unidades domésticas, en la que, en ahorra. Y, por otro lado, la magnitud de aquella absorción instancias en que se produce una demanda de mano de se ha visto determinada por los sucesivos movimientos de obra que excede la capacidad de la fuerza laboral de la vaivén propios de la producción algodonera, intercalándose unidad doméstica (por caso, para las tareas de carpida momentos de fuerte expansión con otros de contracción. y cosecha en la producción de algodón), se recurre a la En los últimos años, el volumen sembrado y cosechado ha movilización de mano de obra ajena a la propia unidad sufrido una fuerte reducción, habiendo disminuido la ren- doméstica. Y se lo hace a través de mecanismos de inter- tabilidad de los predios algodoneros debido a la caída de los cambio no mercantiles, o no plenamente mercantiles, precios y al aumento de los costos de producción, y habién- como ser las relaciones sociales de parentesco, vecindad dose producido la progresiva descapitalización y salida de la producción de los agentes de menor tamaño, y la conse- o amistad, que implican la conformación de un sistema cuente progresiva concentración y centralización del capital de prestaciones y contraprestaciones en trabajo sobre la en la producción algodonera. Esto ha afectado a las unidades base del establecimiento de relaciones de reciprocidad 3 domésticas indígenas en un doble sentido. con otros grupos domésticos23 . En primer término, lo ha hecho en tanto explotaciones agrí- Sin embargo, en su condición de pequeños producto- colas minifundistas de tipo familiar, en la medida en que solo res mercantiles agrarios semiproletarizados, es cada vez pueden mantenerse en actividad a expensas de reducir la más signifi cativo el deterioro de las condiciones materia- superfi cie sembrada con algodón (siendo así sujetos de una les de existencia. Una de las expresiones de este proceso progresiva subocupación), orientándose hacia las labores que aparece como más inmediata es la progresiva limita- hortícolas para cubrir su subsistencia directa y hacia ocupa- 4 ción en la participación en el cultivo del algodón -3 . ciones no agrarias. Es de notar que, a pesar de haberse incre- mentado la superfi cie sembrada de algodón en la Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé en los últimos años (cincuenta 3 Habiendo caracterizado históricamente la distribución del y dos hectáreas en la campaña 2000-2001, once hectáreas en producto social entre las antiguas bandas de cazadores- 2001-2002, ciento seis hectáreas en 2002-2003, ciento setenta recolectores (conjuntamente con el carácter colectivo de la y siete hectáreas en 2003-2004), esto no quiere decir que sean apropiación de los principales medios de producción), las los pequeños productores de la colonia los que se mantengan formas recíprocas permiten, aún hoy, garantizar parte de la en producción, habiéndose constituido en una práctica gene- reproducción de los grupos domésticos tobas. No obstante, ralizada entre estos, el arrendamiento de sus parcelas de tierra las modalidades recíprocas entre los tobas del este formoseño a terceros (agentes externos de mayor tamaño) por la falta de se ven sometidas a restricciones a partir de la consolidación herramientas y de insumos para ponerla a producción, y su de los grupos domésticos como unidades productivas con posterior asalaramiento como carpidores y cosecheros en sus mayor autonomía relativa y la mercantilización de algunas propias tierras. actividades de subsistencia como la agricultura. Lo cual no Por otro lado, dichas transformaciones han afectado a las implica que la reciprocidad continúe erigiéndose a la vez en unidades domésticas indígenas en tanto vendedoras año tras un marcador de identidad étnica (Gordillo 2006). año de su fuerza de trabajo de forma estacional en predios 4 No nos detendremos aquí en cómo ha sido el proceso his- de mayor tamaño para la carpida y la cosecha del algodón, tórico de incorporación de la población indígena en el sec- en la medida en que la demanda de trabajadores transitorios tor algodonero. Solo señalemos que las tareas de carpida y se ve constantemente amenazada, de manera más o menos recolección de los capullos de algodón han absorbido histó- inmediata, como resultado del desarrollo de la capacidad ricamente gran cantidad de fuerza de trabajo indígena, fun- productiva del trabajo.

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vida. A diferencia de lo que ocurre en otras comunida- SOBRE LA (RE) PRODUCCIÓN POLÍTICA DE LA ACCIÓN Y LA des rurales del interior (fundamentalmente, aquellas del CONCIENCIA oeste provincial) y en comunidades asentadas en el medio Ahora bien, ¿qué forma adopta la instrumentación urbano, en las que la adquisición de un empleo público local de los programas sociales de empleo para la emer- constituye una situación generalizada, son relativamente gencia ocupacional? pocos los empleados del Estado en la Colonia Aborigen El actual Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados de Misión Tacaaglé (delegados y empleados administra- (central en la política social de asistencia al desempleo) tivos del Instituto de Comunidades Aborígenes –ICA–, comienza a implementarse en el año 2002, una vez decla- maestros especiales en modalidad aborigen –MEMA–, rada la emergencia ocupacional nacional. El organismo a agentes sanitarios). cargo de esta implementación es el Ministerio de Trabajo, Por el contrario, sí es claramente generalizada la Empleo y Seguridad Social de la Nación, contando con implementación de programas sociales de asistencia co-fi nanciamiento de organismos multilaterales de cré- a la pobreza y al desempleo (nacionales, provinciales o dito. El objeto del plan es brindar una ayuda económica con crédito externo y contraparte nacional, provincial y no remunerativa (ciento cincuenta pesos mensuales) a municipal). Los distintos miembros de la unidad domés- cambio de una contraprestación en trabajo a los jefes/as tica se han constituido en benefi ciarios de una sumato- de hogar desocupados con hijos menores de dieciocho ria de estos programas sociales. Entre ellos: Plan Jefes y años o discapacitados a cargo, “con el fi n de propender Jefas de Hogar Desocupados, Plan de Empleo Comuni- a la protección integral de la familia, asegurando la con- tario, Plan Nacional de Seguridad Alimentaria, Programa currencia escolar de los hijos así como el control de salud Materno Infantil y Nutrición (PROMIN), Plan Mayores, de los mismos, y propiciar, en su caso, la incorporación Programa de Apoyo Nacional de Acciones Humanita- de los jefes o jefas de hogar desocupados, a la educación rias para las Poblaciones Indígenas (ANAHI), Programa formal o su participación en cursos de capacitación que Federal de Salud, Seguro de Salud, Programa Nacional coadyuven a su futura reinserción laboral, prioritaria- de Becas Estudiantiles, Programa Nacional 700 Escuelas, mente en proyectos productivos de impacto ponderable Programa Nacional de Educación Intercultural Bilingüe, como benefi cios comunitarios” (Decreto 565/02). Su eje- Fondo Nacional de la Vivienda (FONAVI), Programa de cución se opera “de manera descentralizada”, buscándose Provisión de Agua Potable, Ayuda Social y Saneamiento la “activa participación de los actores sociales de cada una Básico (PROPASA), Programa de Desarrollo Social en de las jurisdicciones [provincia y municipios]” y la “parti- Áreas Fronterizas del Noroeste y Noreste Argentinos cipación de las organizaciones sociales en la evaluación y con NBI (PROSOFA), Proyecto de Desarrollo Rural de monitoreo de los proyectos” con vistas a “garantizar la efi - las Provincias del Noreste Argentino (PRODERNEA), ciencia y transparencia de los mismos” (Decreto 565/02). Programa Agrícola de Autoconsumo, Por Nuestra Gente Numerosas son las agencias estatales implicadas en Todo, Atención de Pensiones No Contributivas. Progra- la coordinación, ejecución y fi scalización del programa: mas que, en gran parte, se orientan a la provisión directa desde la Gerencia de Empleo y Capacitación Laboral del de servicios y medios de vida con vistas a sostener nive- Ministerio de Trabajo y Seguridad Social a nivel nacional, les mínimos (que rozan la mera subsistencia física) de pasando por la Subsecretaría de Empleo de la provincia, reproducción material de la fuerza de trabajo de grupos hasta la Municipalidad de Misión Tacaaglé a nivel local. considerados como biológica y socialmente vulnerables: Paralelamente a la estructura estatal, e imbricándose en ayudas económicas no remunerativas, pensiones asisten- ella, numerosas son también las “organizaciones de la ciales no contributivas, becas de estudio, ayuda alimenta- sociedad civil” implicadas en esa instrumentación (en 5 ria directa, medicamentos, guardapolvos, semillas 4 . los términos y según los lineamientos en que los organis- mos multilaterales de crédito promueven la participación 5 Lejos de implicar únicamente a la población indígena de la provincia, los asalariados y pequeños productores agrarios de Desarrollo Rural de las Provincias del Nordeste Argentino criollos que protagonizan las formas del movimiento social (PRODERNEA), se considera la situación tipo correspon- que miraremos más adelante (en términos generales, des- diente a una unidad de explotación agropecuaria familiar de cendientes de migrantes de provincias vecinas como Chaco y menos de veinticinco hectáreas, uno de cuyos miembros es Corrientes y del Paraguay, asentados en la región como colo- benefi ciario de un programa de empleo, y que, por encon- nos dedicados a la cría de ganado y a la agricultura –Sapkus trarse consecuentemente por debajo de la línea de indigencia, 2000-2002–), también enfrentan en la actualidad condiciones recibe la ayuda gubernamental promedio para tal situación. materiales de existencia crecientemente deterioradas. Esto En este caso, la suma del ingreso equivalente proveniente del encuentra una clara expresión si, sobre la base de los datos conjunto de los planes y programas representa el 36% del de la encuesta realizada para la implementación del Proyecto ingreso neto promedio anual de la unidad.

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comunitaria). Lo están, tanto en las etapas de diseño y Ligas Campesinas Formoseñas (ULiCaF) (Sapkus 2002). ejecución de las acciones (formulando e inscribiendo pro- Desde mediados del año 2004, la exigencia de “solucio- yectos para la incorporación de benefi ciarios) como en las nes urgentes y efectivas para los reclamos de agricultores, etapas de seguimiento y evaluación (integrando, junto con indígenas y desocupados de la provincia” (parte de prensa representantes de los trabajadores, de los empresarios, de del MOCAFOR, 15 de junio de 2004; subrayado en el las organizaciones confesionales, de las comunidades indí- original) se ha constituido en eje de movilizaciones, con- genas –cuando correspondiera– y de los distintos niveles de centraciones y cortes de ruta. Por mencionar una acción gobierno, los consejos consultivos para el monitoreo de las ampliamente difundida en los medios de comunicación acciones). Más aún, las organizaciones sociales se han con- locales, en los meses de julio y agosto de 2005, los inte- solidado, en gran medida, como administradoras directas grantes de este movimiento campesino recorrieron a pie de los planes, frente a las gestiones individuales (personales los aproximadamente doscientos sesenta kilómetros que y sin intermediarios, según los deseos hechos explícitos separan la localidad de General Belgrano (Departamento en la documentación referida al programa) ante el Estado Patiño) de la ciudad capital de Formosa, con el propó- como modo de acceso y permanencia en la condición de sito de hacer públicamente visible una serie de reclamos benefi ciario del programa. Esto es así, a partir de haber contenidos en un petitorio a ser entregado al gobierno tomado en sus manos la confección de la lista de benefi cia- provincial. Entre ellos: subsidios compensatorios de qui- rios, la determinación del tipo de contraprestación laboral nientos pesos por hectárea para los pequeños producto- 6 a realizar y el registro diario de su realización55 . res algodoneros; apoyo tecnológico y precios justos para Más aún, el manejo de los recursos involucrados en los productos campesinos; trabajo para los desocupados, los programas de empleo se constituye en una de las mediante la agroindustria; agua potable y energía eléc- demandas en torno a las que estas organizaciones agluti- trica para las comunidades; becas para estudiantes de nan sus formas de acción política, permitiendo al mismo escasos recursos; más presupuesto e inversión en salud y tiempo su sostenimiento económico inmediato. A la vez educación pública; regulación de las producciones trans- que el constituirse en benefi ciario (o bien la posibilidad génicas; devolución de las tierras expropiadas a las comu- de serlo en un futuro próximo) se erige en un mecanismo nidades indígenas; tierra para trabajar para las familias generalizado de incorporación a las mismas. campesinas sin tierra; defensa de los recursos naturales Miremos la forma que adopta la incorporación de los (tierra, agua, monte, fauna, petróleo) ante la extrema tobas de Misión Tacaaglé a un movimiento campesino concentración, extranjerización y destrucción (parte de que está adquiriendo creciente visibilidad en el contexto prensa del MOCAFOR, 20 de julio de 2005). Esto, en una político provincial y nacional. provincia que, encabezando desde hace varias décadas el Surgido a fi nes de los 90 con la denominación de mapa de la pobreza del país, y gobernada desde el retorno Organización Campesina de General Belgrano y Misión democrático de 1983 por el Partido Justicialista (el cual Tacaaglé, y como escisión del Movimiento Agrario For- gobierna asimismo todas las comunas del interior pro- moseño (MAF), el Movimiento Campesino de Formosa vincial, a excepción de una que se encuentra en manos de (MOCAFOR) se reconoce heredero de las movilizacio- la Unión Cívica Radical), aparece como teniendo un pro- nes agraristas de los 70 protagonizadas por la Unión de tagonismo relativamente poco signifi cativo en las luchas populares que han tenido lugar en la última década en la 6 No obstante haberse incrementado, en apariencia, los espacios Argentina (en cuanto a cantidad de hechos de protesta) para la participación de las “organizaciones de la sociedad civil” (Iñigo Carrera y Cotarelo 1998; PIMSA 2006). en los procesos de formulación, gestión y control de los pro- Ahora bien, ¿cuál ha sido la trayectoria de la incorpo- gramas sociales de asistencia, Grassi nos alerta sobre la “super- ración de las reivindicaciones particulares de los “indíge- fi cialidad del llamado a la participación de los benefi ciarios, nas” de manera visiblemente signifi cativa al conjunto de limitada a la ejecución de las tareas previstas para la imple- las demandas de las “familias campesinas”? mentación de los planes y programas sociales” (2003:155). Una “El trabajo con el sector aborigen empezó más sistemáti- participación entonces superfl ua que se corresponde con unas camente hace tres o cuatro años [en el año 2000]. Pero ante- contraprestaciones laborales y capacitaciones también super- riormente ya se realizaban algún tipo de reunión, convocada fl uas e inocuas en cuanto al desarrollo de prácticas sociales por la hermana Ana Laura [religiosa católica que, desde productivas y planteadas como requisito de la asistencia (de las transferencias monetarias). Todo lo cual va de la mano, a su mediados de los 80, promovió proyectos de microem- vez, con la concepción de sujeto de las intervenciones estatales prendimientos tanto entre los indígenas como entre los (o “cliente de la asistencia estatal”, en los términos de Grassi), campesinos criollos con el fi nanciamiento de la fundación identifi cado alternativamente como pobre, careciente, margi- católica Obra Kolping], en las que yo era invitado. Después nal, vulnerable, necesitado de asistencia. se empezaron a incorporar más a partir de los planes Jefes

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de Hogar. Cuando solo la Municipalidad manejaba los pla- zación y protesta en la región, habiendo primado, antes nes no les daba nada. Cuando el MOCAFOR [Movimiento bien, la singularidad étnica en las respuestas dadas a las Campesino de Formosa] comenzó a manejar les fue dando condiciones que impone el capital (Iñigo Carrera 2001). cupo [vacantes para benefi ciarios del plan]. Los fuimos invi- Lo que en los testimonios anteriores aparece como tando a las reuniones en [el pueblo de] Tacaaglé. Y después poniéndose más inmediatamente en juego al momento fueron organizando reuniones en la propia colonia [Abori- de aquella articulación son, por un lado, el acceso a un gen]” (coordinador del MOCAFOR en Misión Tacaaglé). ingreso por una ocupación transitoria en alguna activi- “Conocí a los campesinos hace tres años. Llegaron a través dad productiva o de servicio y, por otro, la participación de los planes Jefes, con veintitrés cupos. A través de Benigno en actividades organizadas por el movimiento (ferias de [máxima fi gura del movimiento] estamos cobrando. Y a venta de productos, asambleas, encuentros, moviliza- partir de ahí nos invitaron a participar. Nosotros fuimos ciones, cortes de ruta). “Es obligación ir a la reunión del cobrando mediante el MOCAFOR. El intendente que pasó, MOCAFOR, los que son socios” constituye una expresión cada vez que viene algún programa, el aborigen no tiene frecuente que evidencia una suerte de mecanismo de nada que ver. Ustedes no tienen nada que ver, ustedes están arranque que crea “seguidores”, en el marco de la reafi r- dentro de la ICA. Al principio, inscribieron solo blancos, la mación de las organizaciones sociales en torno al manejo mayoría que hicieron los trámites. Dejó atrás a los aboríge- de los recursos involucrados en los programas sociales nes. Ahora estamos comprendiendo que el voto mismo cas- como parte de procesos de organización autogestionaria. tiga. Por eso perdió el señor que estaba al mando. Nosotros Un mecanismo de arranque que deviene “trabajo”: “tengo queremos cambio. El intendente, el aborigen nada que ver. Y trabajo con el MOCAFOR; tengo plan”, en los términos de cuando viene la elección nosotros somos argentinos y votamos uno de los pobladores aborígenes que “lleva” una de las a los peronistas. Por eso él [Benigno] tiene seguidores ahora, planillas de benefi ciarios de la organización y atiende uno mediante los campesinos nosotros cobramos. Benigno es nues- de los comedores que la misma posee en la colonia. tro dirigente, por eso le hacemos caso y lo respetamos. Por eso Pero la reciprocidad así expresada constituye solo la Benigno tiene muchos seguidores, porque él está ayudando punta de un iceberg. Por debajo, se despliega un entra- a los pobres, tanto aborígenes como blancos. Y mediante él mado de otras reciprocidades que implican prestaciones estamos cobrando los Jefes de Hogar. Y él viene porque, por y contraprestaciones inscriptas muchas veces en redes supuesto, que los campesinos siempre se necesita más gente” de reciprocidades ya existentes (al interior de un mismo 7 (poblador de la Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé)66 . grupo doméstico y entre distintos grupos domésticos), y Misión Tacaaglé es un municipio que reúne unos dos que producen y reproducen relaciones sociales fuertemente mil habitantes y que fuera originariamente una misión personalizadas, expresadas en el vocabulario del parentesco católica franciscana dedicada a encarnar uno de los o la amistad (que tiende a opacar cualquier elemento de pilares del proyecto “civilizatorio”: la transformación de asimetría que pudiera existir en la relación, producto de las cazadores-recolectores en trabajadores verdaderamente trayectorias individuales y sociales particulares). Todo lo productivos para el capital (es decir, productores de plus- cual adquiere, más allá de su expresión general, una expre- valía). Al tiempo que se erige en un bastión histórico de sión que le es específi ca dada por la singularidad étnica que la organización campesina en cuanto a la capacidad para atraviesa la experiencia de clase (formulada en los términos movilizar a la gente, constituye la punta de lanza de la de una distinción entre “sector aborigen” y “sector blanco” 8 incorporación de población indígena a las fi las de la orga- hecha al interior del movimiento) 7 . nización. Sin duda, aquella temprana transformación en la subjetividad productiva de los tobas del este dejó su 8 Mucho se ha escrito en la literatura antropológica en general, semilla para la posibilidad de la articulación actual con y del clientelismo en particular, sobre la “moral de la reciproci- los campesinos criollos. Articulación que no ha sido lo dad”. Su contenido es descrito como una serie de obligaciones frecuente a lo largo de la historia de acciones de movili- (derechos y deberes) extensibles a los denominados patrones y clientes y percibidas por unos y otros como equivalentes (Lázzari 1993). En otras palabras, el carácter recíproco de la 7 Esta cita da cuenta de las múltiples aristas de la subjetividad relación es entendido como el balance entre los bienes y servi- política de los tobas del este de la provincia de Formosa en cios que se recibe y los que se otorga. Esta norma de intercam- su imbricación en el proceso de lucha de campesinos: “abo- bios equivalentes, desencadenante de sentimientos de deuda, rigen”, “argentino”, “pobre”, “peronista”, “campesino”. Siendo gratitud y lealtad, aparece como un sentimiento moral com- que el eje de este trabajo pasa centralmente por lo que deno- partido entre los participantes de la relación. Sin embargo, es minamos como mercantilización de la subjetividad política, una equivalencia que no implica necesariamente igualdad ni no nos adentraremos aquí en profundidad sino sólo tangen- ausencia de coerción (actual o potencial), sino que remite a cialmente en aquella multiplicidad. una homogénea valoración de los términos del intercambio,

96 APUNTES PARA PENSAR EL CLIENTELISMO ENTRE LOS TOBAS DEL ESTE FORMOSEÑO

Debemos tener cuidado, no obstante, en explicar Esta operación nos muestra una doble cara. Por un mecánicamente la incorporación al movimiento sólo a lado, los recursos que provee el Estado dejan de ser vistos partir de constituirse en benefi ciario del plan (a pesar en los términos de favores otorgados para constituirse en de que muchas veces el “corte del plan” conlleve el ale- derechos adquiridos a través de la acción colectiva. En jamiento de la organización). En este sentido, y en el este sentido, un delegado del MOCAFOR argumentaba: marco de una movilización a la ciudad capital de For- “en la colonia están repartiendo [la Municipalidad] col- mosa, un poblador de la colonia nos decía: “yo no tengo chón y frazada. Aceptemos pero no nos casemos. Además, plan todavía, pero no pierdo la esperanza. Y vine porque nos corresponde. Es nuestro derecho”. Por otro lado, no me gusta lo que plantean. Algunos se apartan porque no dejan de atribuírsele, sin embargo, visos clientelistas. Y consiguieron el plan, pero yo no”. Y en este mismo sen- esto, en los términos corrientes de un intercambio recí- tido, otro poblador de la colonia participa de las acciones proco y personalizado de favores, bienes y servicios por organizadas por el movimiento (erigiéndose incluso en apoyo político y votos entre masas y élites (Auyero 1998). “dirigente” de la organización al interior de la colonia) Así, un alto funcionario de la Municipalidad de Misión a pesar de haber obtenido el plan a través de la Munici- Tacaaglé (en torno a la cual se constituye la estructura de palidad de Misión Tacaaglé. A la vez que la participación poder local), nos decía: no redunda únicamente en el benefi cio del plan, sino que “Piqueteros. Hay. Pedían educación gratuita, viviendas. implica el acceso a distintas instancias de capacitación Un poco pesaditos. Van mucho más allá. Le usan [a la gente] y formación, la posibilidad del “acompañamiento” en la por la ignorancia y la necesidad. Hay un trasfondo político. gestión de demandas ante el ICA, alimentando (y ali- Extorsionaban a la gente con los planes. Amenazaban a la mentándose de), en defi nitiva, experiencias de protesta gente que le iban a sacar el plan. Les decían a cada uno cotidiana que se despliegan a nivel local: que les querían ver la cara allá [en la movilización y corte “En enero de este año nos fuimos a la Municipalidad. de ruta llevados a cabo en Formosa capital en el mes de Habían prometido, antes de las elecciones, preparar el suelo julio de 2004, que convocó cerca de cinco mil personas], y y dar trabajo. Y no cumplió [el intendente]. Fuimos a dia- que así iban a reconocer a quién darle y a quién no. Que la logar y a esperarlo en la puerta de la Municipalidad. Se familia donde están cobrando dos planes iban a avisar para hicieron las seis de la tarde. Y no salía. Cantidad de gente. que les cortaran. Los engañan con palabras. A la gente que Al fi nal salió. Pidió disculpas. Y ahora nos preparó el suelo fue a Formosa les dijeron que ya estaba todo arreglado con para autoconsumo. A todo el que quisiera. Ahora la gente se el gobierno, que volvían enseguida. La gente se quería volver anima más a reclamar. Por la experiencia de los campesi- y no los dejaban salir. Encima les hacen pagar su pasaje. Y a nos. Así logran por lo menos una ayudita” (poblador de la cambio de los planes les dicen que no hay que trabajar”. Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé). Este testimonio, y otros que, en igual tono de crítica, “Al lunes siguiente [un lunes de principios de febrero fl orecen en los medios de comunicación locales los días de 2005] a las cuatro de la mañana empezamos el corte [de previos a todo acto de movilización, resulta notable en la ruta Nº 86, a la altura de la Colonia Aborigen La Prima- tanto Formosa constituye una provincia que suele ser vera]. Unas trescientas personas, y en un momento llegaron reconocida por la generalización y hasta instituciona- a ser seiscientas. Muchos decían que a los tres días íbamos lización en las altas esferas de la gestión política de los 8 a estar de vuelta en la casa. Pero no fue así. Nos identifi ca compromisos interpersonales . Y contiene una crítica nuestra fuerza como aborígenes de poder soportar el sol. Y explícita a la forma en que los planes son utilizados por la hubo mucha gente, vecinos, acompañando y apoyando con lo organización campesina para movilizar a la gente. Crítica que podía. El MOCAFOR estuvo acompañando, con gente y que muchas veces es compartida por cierta producción con mercadería. Salimos a la ruta sin divisiones de partidos académica; aquella que habla de programas “de corte políticos ni de iglesias, con una sola bandera: la necesidad” netamente clientelar” y de población “vulnerable” a la que (pobladora de la Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé). En defi nitiva, opera una suerte de resignifi cación de 8 No se trata aquí de señalar víctimas y victimarios en la pro- los términos en que es planteada la implementación de los ducción de prácticas clientelares, operando una suerte de programas de empleo (y, más específi camente, la partici- culpabilización de los sujetos. Antes bien, “sólo nos referimos a las personas en cuanto personifi cación de categorías económi- pación de las organizaciones sociales), constituyéndose cas, como representantes de determinados intereses y relaciones en un eje de movilización política y de confi guración y de clase. Quien como yo concibe el desarrollo de la formación visualización de sujetos políticos colectivos. económica de la sociedad como un proceso histórico-natural, no puede hacer al individuo responsable de la existencia de y que resulta en la legitimidad o legitimación de la relación y relaciones de que él es socialmente criatura, aunque subjetiva- en la posibilidad de su continuidad en el tiempo. mente se considere muy por encima de ellas” (Marx 2001:xv).

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solo le queda ser objeto de un manejo clientelar al carecer trata de un “privilegio” resultante de las formas econó- no solo de recursos económicos, sino fundamentalmente micas y políticas particulares, fuertemente revestidas de de recursos de poder (Golbert 2002, entre otros). relaciones de dependencia (y, más aún, dominación) per- Pero, (o, a la vez), y desde aquella organización, se sonal, en que se expresó el proceso histórico de expansión señala repetidamente que: de las relaciones capitalistas de producción. “No estoy dispuesto a caer en el clientelismo. Primero En síntesis, bajo la apariencia de una relación de hay que movilizar a la gente y después se habla del tema de dependencia personal (como la clientelar), se pone en los planes. El plan es para movilizar y no puede ser un fi n es juego la voluntad política de individuos libres (en el doble sí mismo. Permiten el autofi nanciamiento. Pero el fi n es el sentido de no encontrarse sometidos al dominio personal trabajo y la producción” (presidente del MOCAFOR). de nadie y de encontrarse separados de los medios de Más allá de la manera en que esto le aparece idealmente producción necesarios para producir mercancías por su a los diversos sujetos implicados, esto es, más allá del nivel cuenta) e iguales (en el sentido de constituirse en perso- deíctico o declarativo de la subjetividad (Piqueras 2003a), nifi caciones de mercancías que intercambian equivalen- no debemos dejar de considerar que lo que se pone en tes), implicados en una relación de ciudadanía. juego, en un espacio político que desde la formación esta- tal busca reducirse cada vez más a una esfera de gestión o A MODO DE CONCLUSIÓN administración de “lo dado” (Piqueras, 2003b), es la propia Siendo nuestro propósito dar cuenta del movimiento personalidad política de los sujetos (junto con los recursos de lo real mediante el pensamiento, tomamos como punto involucrados en los distintos programas y la consiguiente de partida la observación de un concreto inmediato: la reproducción inmediata de la vida de la población). instrumentación de los programas sociales de empleo En otras palabras, siendo su participación actual en y su relación con la confi guración de sujetos políticos la producción social cada vez menos bajo la forma de la colectivos entre los tobas del este formoseño. En tanto producción de mercancías o de un salario (ni qué decir este concreto adquiere su carácter de tal por ser la “sín- ya sobre la base del recostarse en sus condiciones mate- tesis de múltiples determinaciones, por lo tanto, unidad riales de existencia originarias –caza, pesca y recolección de lo diverso” (Marx 1971:21), procuramos entonces ir en de frutos silvestres y miel–), y cada vez más bajo la forma busca de esas determinaciones más simples y preguntar- del ser destinatarios de medios de vida de manera directa nos, por un lado, por la necesidad de las formas políticas (fundamentalmente, a través de la implementación de (en este caso, las llamadas clientelares), y por otro, por la los programas sociales de asistencia al desempleo y a potencialidad de una forma de conocimiento que subyace la pobreza), es la propia subjetividad política la que se a la operación de encerrar múltiples determinaciones en constituye en mercancía. Al tiempo que el “venderse” o un único concepto “paraguas”. “comercializarse” por mercaderías o por un “sueldo” apa- rece como una práctica que, más allá de ser general, se encuentra acentuada entre una población, la indígena, día de la votación, a la “compra” de sus votos con la entrega que suele ser reconocida por todos como objeto privi- de mercaderías (fi deos, arroz, azúcar, yerba, etc.), dinero y promesas o bien la amenaza directa de cortarles la energía legiado del “manoseo y manejo políticos”: “los aborígenes eléctrica y el suministro de agua para el consumo familiar, y a no saben nada; son como gallinas, con un poco de arroz su traslado a los centros de votación. Sin embargo, el manejo enseguida vienen. ¿Qué necesitás? Pasaje …”, nos decía de los hilos de la política local no se restringe a los momentos un poblador de la Colonia Aborigen de Misión Tacaaglé 10 electorales. El “Chilu” es defi nido como un “miniempresario” dando cuenta de una fuerte cuestión estigmatizante9 . Se de la zona por los pobladores aborígenes: alquila tierras de su colonia, los emplea como carpidores y cosecheros, acopia su 10 El “manoseo y manejo políticos” de los tobas de Misión Taca- producción predial de algodón, y es dueño de la maquina- aglé ganó notoriedad pública en ocasión de las elecciones ria que realiza la preparación del suelo de sus parcelas (esto legislativas de octubre de 2005. En estas elecciones, el justi- último, por un arreglo con el ICA, que se encarga de proveer cialismo (a través de los distintos sublemas) se alzó con el las semillas de algodón, maíz y zapallo, los insecticidas y el 92% de los votos en Tacaaglé, quedándose con las dos bancas combustible para el funcionamiento de la maquinaria). De a ser renovadas en el Concejo Deliberante (La Mañana, 27 ahí que el “Chilu” recorra diariamente los cuatro kilómetros de octubre de 2005). Un informe periodístico de un medio que separan al pueblo de la Colonia Aborigen de Tacaaglé, nacional difundió imágenes en las que se mostraba a “pun- cuya población representa el 26,5% del total de la población teros políticos”, entre ellos el “Chilu” (marido de la ex inten- del municipio de Misión Tacaaglé (superando ampliamente a denta de la localidad que respondía a la línea ofi cialista del las restantes colonias rurales sobre las que tiene jurisdicción actual gobernador Gildo Insfrán), procediendo al secuestro el municipio). Esto nos habla del papel jugado por la pobla- de los documentos cívicos de pobladores aborígenes hasta el ción indígena en la política local; explicándolo en parte.

98 APUNTES PARA PENSAR EL CLIENTELISMO ENTRE LOS TOBAS DEL ESTE FORMOSEÑO

Nuestro desarrollo no contiene juicio moral alguno BIBLIOGRAFÍA sobre las prácticas defi nidas como de clientelismo político Auyero, Javier (en tanto forma de organizar la reproducción social de la 2002 La protesta. Retratos de la beligerancia popular en vida y forma de acción política). Lejos estamos entonces de la Argentina democrática, Buenos Aires, Libros del demonizarlas y de verlas, por caso, como teniendo conse- Rojas. cuencias negativas sobre la plena vigencia de los derechos 1998 Desde el punto de vista del cliente. Repensando el ciudadanos, constituyéndose en un fenómeno que necesita tropo del clientelismo político. Apuntes de Investi- ser erradicado o desmantelado para construir una ciuda- gación CECYP, 2/3, Buenos Aires. danía más autónoma y activa (Golbert 2002; O’Donnell De la Cruz, Luis María 2002; Tenti Fanfani 2002; Torres 2002; entre otros). Les 2004 El Estado y la cuestión de la tierra tras la frontera reconocemos, en cambio, su implicación en la apertura agropecuaria de Formosa. ¿Geopolítica del desa- de espacios de participación política y en la producción rrollo o del subdesarrollo? Belli, E., R. Slavutsky y de sujetos políticos colectivos. Sin embargo, buscamos no H. H. Trinchero (comps.), La cuenca del río Ber- caer en la operación extrema consistente en atribuirles una mejo. Una formación social de fronteras, Buenos potencialidad política que no tienen (en relación con una Aires, Reunir, págs. 221-267. acción transformadora de la realidad). En este sentido, las Escobar, Cristina revisiones críticas que en la actualidad se despliegan sobre 1997 Clientelismo y protesta social: política campe- la noción de clientelismo insisten en la necesidad de con- sina en el norte colombiano. Auyero, J. (comp.), siderar la posibilidad de la concurrencia de clientelismo y ¿Favores por votos? Estudios sobre clientelismo acción colectiva o protesta (esto es, de dispositivos de con- político contemporáneo. Buenos Aires, Losada, trol del confl icto social –basados en vínculos verticalistas y págs. 123-165. personalistas– y de expresiones del descontento –fundadas Farinetti, Marina en solidaridades horizontales–) (Escobar 1997; Farinetti 1998 Clientelismo y protesta: cuando los clientes se rebe- 1998; Auyero 2002; entre otros). Pero, al momento de lan. Apuntes de Investigación CECYP, 2/3, Buenos avanzar sobre las condiciones de dicha posibilidad, el aná- Aires. lisis queda trunco. Y esto, ¿en qué sentido? Gilsenan, Michael Si el punto de partida es la relación política misma, 1986 Contra las relaciones patrón-cliente. Gellner, E. et más allá (y más acá) de las condiciones sociales y econó- al. Patronos y clientes en las sociedades mediterrá- micas generales, el clientelismo aparece teniéndose por neas, Gijón, Jucar, págs. 153-176. fundamento a sí mismo, perdiendo así de vista el terreno Golbert, Laura en el que se despliegan esas relaciones, es decir, perdiendo 2002 ¿Hay opciones en el campo de las políticas socia- su anclaje. Podríamos preguntarnos si la explicación de les? El caso del gobierno autónomo de la ciudad las formas políticas por las formas políticas mismas no de Buenos Aires. Ziccardi, A. (comp.), Pobreza, deriva en una suerte de naturalización de esas relaciones desigualdad social y ciudadana: los límites de las en contraposición con las relaciones sociales y económicas. políticas sociales en América Latina, Buenos Aires, En contraposición a este ver al clientelismo en sí mismo y CLACSO, págs. 273-310. abstraído de la materialidad del proceso de producción de Gordillo, Gastón la vida social, es que sostenemos la necesidad de desplegar 2006 En el Gran Chaco: Antropologías e historias. Buenos los mecanismos del dar y el recibir como la forma concreta Aires, Prometeo Libros. necesaria con que se realizan las relaciones económicas. Y, Grassi, Estela en este sentido, no debemos perder de vista que las prácti- Políticas y problemas sociales en la sociedad neolibe- cas defi nidas como de clientelismo político son el producto ral. La otra década infame (I). Buenos Aires, Espa- de específi cas e históricas relaciones de producción. cio, 2003. Si, por último, el objeto de la producción de conoci- Iñigo Carrera, Nicolás miento es la acción (transformadora) sobre los concretos 2001 (1998), El problema indígena en la Argentina. reales, debemos preguntarnos por el alcance de aquellas Razón y revolución, 4. representaciones teóricas que resultan en la construcción Iñigo Carrera, Nicolás y María Celia Cotarelo de categorías y conceptos que tienen una existencia pura- 1998 Los llamados ‘cortes de ruta’. Argentina 1993-97. mente ideal y son puestos en una relación externa entre Documentos y Comunicaciones PIMSA, :141-147. sí. El objeto de nuestro desarrollo fue entonces desplegar, Lazzari, Axel antes que afi rmaciones acabadas, algunas líneas de análi- 1993 Panorama de la antropología política del cliente- sis a seguir profundizando en futuros trabajos. lismo. Cuadernos de Antropología Social, 7: 9-34.

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Marx, Karl 2002 Campesinado y protesta rural en el nordeste 2001 El Capital. Crítica de la Economía Política, tomo I. argentino. El Movimiento Campesino de Formosa México, Fondo de Cultura Económica. (1995-2000). Tesis de maestría en Ciencias Antro- 1971 Elementos fundamentales para la crítica de la eco- pológicas, Universidad Nacional de Misiones.| nomía política (borrador) 1857-1858, vol. I. Buenos Scott, James Aires, Siglo XXI. 1986 ¿Patronazgo, o explotación? Gellner, E. et al., Patro- Moore, Clement Henry nos y clientes en las sociedades mediterráneas. Gijón, 1986 Ideología clientista y cambio político: redes fi cti- Jucar, págs. 35-61. cias en Egipto y en Tunicia. Gellner, E. et al., Patro- Tenti Fanfani, Emilio nos y clientes en las sociedades mediterráneas, Gijón, 2002 Entender el clientelismo y fortalecer la democracia. Jucar, págs. 223-249. Torres, P., Votos, chapas y fi deos. Clientelismo polí- Novacovsky, Irene tico y ayuda social, Buenos Aires, De La Campana, 2003 Estudio de base para la implementación del Proyecto págs. 17-22. de Desarrollo Rural de las Provincias del Nordeste Torres, Pablo Argentino (PRODERNEA). Provincia de Formosa. 2002 Votos, chapas y fi deos. Clientelismo político y ayuda Informe fi nal, Buenos Aires. social. Buenos Aires, De La Campana. O’Donnell, Guillermo Trinchero, Héctor Hugo 2002 Un breve comentario. Torres, P. Votos, chapas y 2000 Los dominios del demonio. Civilización y barbarie en fi deos. Clientelismo político y ayuda social, Buenos las fronteras de la nación. El Chaco central. Buenos Aires, De La Campana, págs. 13-15. Aires, Eudeba. Peters, Emrys Lloyd 1986 El patronazgo en la Cirenaica. Gellner, E. et al., FUENTES Patronos y clientes en las sociedades mediterráneas, • La Mañana, Formosa (2005). Gijón, Jucar, págs. 251-271. • Movimiento Campesino de Formosa Partes de Piqueras Infante, Andrés prensa (2004 y 2005), Formosa. 2003a Introducción. ¿Qué hacemos cuando hacemos • Poder Ejecutivo Nacional, Decreto 565/2002. ciencia? Recerca, Revista de Pensament i Análisi, • Programa de Investigación sobre el Movimiento de Nueva Época, 2: 5-18. la Sociedad Argentina (PIMSA), 2006. 2003b Culturas e identidades en el capitalismo monopolista • SIEMPRO-SISFAM (Sistema de Información, transnacional. Consideraciones desde una antropo- Monitoreo y Evaluación de Programas Sociales) logía marxista, Valencia, MS. • Relevamiento Colonia Aborigen Tacaaglé, 2000. Sapkus, Sergio 2000 - 2002, Acción colectiva campesina y clientelismo. Una experiencia en la Argentina de los noventa. Etnia Digital, 44-45: 201-221.

100 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

ARQUEOFAUNA DE SIEMPRE VERDE, PROVINCIA DE BUENOS AIRES: IDENTIFICACIÓN DE PROCESOS DE FORMACIÓN Y TRANSFORMACIÓN NATURALES

Matilde Lanza*

RESUMEN A partir del análisis zooarqueológico, diferenciamos del conjunto faunístico aquellos restos óseos que ingresaron al registro arqueológico por causa de agentes no antrópicos y contribuimos a la identifi cación de agentes de formación y transformación a través del análisis de marcas y otros tipos de modifi caciones en un sitio de Tandilia1.

PALABRAS CLAVE Registro arqueofaunístico - procesos de formación y transformación - agentes naturales

ABSTRACT With regard to the bone remains, we can differentiate –within the fauna assemblage– those that became part of the archaeological record by non human agents. We also contribute to the identifi cation of formation and transformation agents of the site through the analysis of bone modifi cation and other types of changes in Tandilia site.

KEY WORDS Archaeological-fauna record - formation and transformation processes - natural agents

INTRODUCCIÓN tifi cados en cada zona y entre ambas zonas –contextos En este artículo presentamos los avances y resultados, rurales y urbanos– (Lanza 2004, 2005a y b, 2006 a, b y c). hasta ahora obtenidos, en relación con los procesos de for- En este caso presentamos los resultados obteni- mación y transformación naturales del sitio arqueológico dos en relación a dos objetivos particulares de nuestra Siempre Verde (en adelante SV) ubicado en el partido de investigación: Juárez, provincia de Buenos Aires; principalmente a través a) Diferenciar dentro del conjunto arqueofaunístico del análisis de los restos arqueofaunísticos recuperados. aquellos restos óseos que eventualmente hubieran Este estudio se inserta dentro de un programa uni- ingresado al registro arqueológico por causa de agen- versitario (PROARHEP UNLu) y se vincula con varios tes no antrópicos. proyectos de investigación dirigidos por Mariano Ramos. b) Contribuir a identifi car agentes de formación y trans- La investigación constituyó parte de una Beca de Investi- formación de los sitios a través del análisis de marcas gación que abarcó el período 2004-2006 (categoría Ini- y otros tipos de modifi caciones (acción de raíces, ani- ciación) y estuvo radicada dentro del Departamento de males cavadores, meteorización, etc.) no antrópicas Ciencias Sociales (UNLu). El objetivo general de nuestro en los restos óseos hallados en los sitios en estudio. estudio contempló estudiar los conjuntos arqueofaunís- En relación a estos objetivos particulares nuestras ticos hallados en sitios de Buenos Aires, urbanos (ciudad hipótesis de partida consideraban: a) La ausencia o la pre- de Buenos Aires) y rurales (sierras de Tandilia) durante sencia de ciertas partes esqueletarias y de algunos taxones los períodos Colonial y de Independencia Nacional. El en el registro arqueofaunístico podría deberse a la acción análisis zooarqueológico se centró en la identifi cación de agentes y procesos taxonómicos; b) En zonas rurales taxonómica y anatómica, la determinación de las moda- de las sierras de Tandilia existirían algunas áreas con acu- lidades de explotación de las especies correspondientes y mulaciones de determinados restos óseos –por ejemplo, la comparación del aprovechamiento de los taxones iden- mamíferos dentro de los que se incluyen cánidos– que serían producto de comportamientos de predadores. La identifi cación de procesos de formación y trans- * PROARHEP (Programa de Arqueología Histórica y Estudios formación naturales se efectuará a partir del registro y Pluridisciplinarios). Departamento de Ciencias Sociales. Uni- versidad Nacional de Luján. [email protected] análisis de marcas en los restos óseos, la aplicación de 1 Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el IV la técnica de ensamblaje y la consulta de las libretas de Congreso de Arqueología de la Región Pampeana Argentina campo (protocolos) a partir de cuyos datos, construimos (2004), Bahía Blanca. nuestras propias bases.

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MARCO TEÓRICO Y METODOLÓGICO rastros o rasgos que son producto de agentes no antró- Consideramos a nuestra investigación dentro del picos (Silveira y Fernández 1988; Silveira y Lanza 1989, ámbito de lo que de manera amplia reconocemos como 1999). Obviamente, aquí solo presentaremos el análisis arqueología histórica (ver síntesis en Ramos 2000, 2002). referido a la presencia de las marcas. Este ámbito lo consideramos dentro de la clasifi cación La identifi cación de marcas en el conjunto que Orser y Fagan (1995) hicieran acerca de las moda- arqueofaunístico analizado se hizo a partir de un acer- lidades con las que se abordan los estudios vinculados a camiento macroscópico. Este tipo de estudio no solo nos la temática, es decir, como un método de investigación permitió confi rmar la presencia de marcas en la superfi - (Orser y Fagan 1995). Entonces, por arqueología histó- cie de los restos óseos; también nos permitió realizar una rica entendemos: primera aproximación a la identifi cación de los agentes “... al ámbito de las ciencias que aborda problemas del productores (Mengoni Goñalons 1988b). Sin embargo, pasado humano ubicados en tiempos históricos y que puede tenemos previsto para futuros trabajos un análisis de las utilizar para su resolución, como mínimo, información pro- marcas identifi cadas macroscópicamente a partir de un veniente del registro arqueológico y de documentos escritos. acercamiento microscópico y aplicación de la técnica del Los datos que provienen, principalmente aunque no de microanálisis con bajos aumentos. manera excluyente, de la composición del registro arqueoló- Existe abundante bibliografía sobre identifi cación, gico y de las fuentes históricas directas e indirectas, pueden análisis, experimentación e interpretación de marcas, resultar convergentes y orientarse a responder una misma y también de huellas, en restos arqueofaunísticos; pero pregunta.” (Ramos 2002: 645). principalmente de sitios prehistóricos (Binford 1981, Bunn 1981, Potts y Shipman 1981, Shipman 1984, Casals Metodología 1986, Silveira y Fernández 1988, Mengoni Goñalons En nuestro estudio zooarqueológico nos basamos en 1988b, Politis y Madrid 1988, Mameli y Estévez Escalera los conceptos y criterios comúnmente utilizados en la 2004, Quintana 2005); mientras que en sitios de momen- arqueología para los análisis de fauna de sitios prehistó- tos históricos o de la denominada arqueología histórica ricos (Grayson 1984; Binford 1981; Davis 1989; Mengoni son casi inexistentes (Acosta y Rodríguez 1998); si hay Goñalons 1988a; Lyman 1994) e históricos (Landon 1996, algunos pocos trabajos referidos únicamente a estudios Silveira 1995, 1996). de huellas (Landon 1996, Seijas y Cereda 1999). Es imprescindible en todo estudio zooarqueológico Hemos seguido la vía analítica propuesta por varios de identifi car aquellos agentes no humanos que contribuye- los autores mencionados. Es necesario tener en cuenta una ron a la acumulación, alteración o distribución del registro serie de rasgos. Los más frecuentemente observados en las arqueofaunístico. También los procesos postdepositacio- marcas sobre los huesos son: las características formales nales que puedan haber actuado alterando, agregando, macro y microscópicas de las marcas (en nuestro análisis borrando, alterando (física y químicamente) y modifi - sólo tuvimos en cuenta las primeras); la posición sobre el cando la ubicación espacial de los vestigios arqueológi- hueso; su frecuencia; su distribución y orientación; y los cos –procesos naturales– (Nash y Petraglia 1987, Schiffer atributos asociados (Mengoni Goñalons 1988b: 18). 1976, 1987). La acción de agentes y procesos tafonómicos En la identifi cación de presencia de marcas en los que actúan sobre el registro arqueofaunístico pueden huesos seguimos el siguiente procedimiento: aquellos modifi carlo, alterarlo, destruirlo de diferentes maneras e huesos en los que durante la identifi cación anatómica y intensidades (Muñoz 2001). taxonómica, se detectó presencia de marcas, fueron sepa- Por lo tanto, como parte del análisis del conjunto rados para un análisis posterior, detallado, de cada una arqueofaunístico del sitio Siempre Verde se identifi caron de las marcas. Para el análisis de las marcas hemos tenido marcas y se aplicó la técnica de ensamblaje. Esta informa- en cuenta criterios de tipo interpretativos y descriptivos. ción se cruzó con los datos de las libretas de campo y con Como mencionamos anteriormente existe abundante otros obtenidos del estado de preservación de los huesos bibliografía y discusiones que nos permiten inferir a (grados de meteorización, integridad de los restos óseos, priori según su descripción, morfología y característi- etc.), lo cual nos permitió detectar procesos postdeposita- cas macroscópicas, el agente productor de las marcas. cionales e identifi car agentes o procesos tafonómicos. En aquellos casos dudosos se realizó su descripción sin determinar el agente productor. Marcas En el análisis de las marcas hemos considerado la En nuestro análisis distinguimos entre huellas y mar- cantidad de conjuntos, las características macroscópicas cas. Las huellas son rasgos producidos en los huesos por la (tipo y descripción), posición en el hueso, orientación actividad humana; mientras que las marcas son aquellos en relación al eje mayor del hueso, profundidad, longi-

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tud (en mm), frecuencia relativa y absoluta, distribución algunos casos por acción de agentes post-depositacionales en la superfi cie ósea y atributos asociados. Todos estos como veremos más adelante en este trabajo. La rearticu- datos más la consulta de la bibliografía especializada nos lación nos permitió controlar los desplazamientos verti- ha permitido inferir el tipo de marca y el posible agente cales u horizontales de los restos óseos; es decir, permite productor. constituir relaciones espaciales entre distintas unidades A partir de la bibliografía consultada (Binford 1981, halladas en localizaciones distantes, nos referimos prin- Casals 1986, Miotti 1998, Chaix y Méniel 2005) podemos cipalmente a diferentes niveles estratigráfi cos y sectores agrupar los tipos de marcas más comúnmente halladas en dentro de las unidades de excavación –cuadrículas–; y huesos de sitios arqueológicos en: como veremos, muchas de estas ubicaciones son pro- 1) Marcas producidas por la acción de animales (carní- ducto de agentes postdepositacionales o tafonómicos. voros, roedores, lagomorfos, herbívoros). 2) Marcas producidas por la acción de agentes físicos y Libretas de campo (protocolos) químicos (ácidos estomacales, ácidos húmicos, raíces, La consulta de las libretas de campo nos ha permitido sedimento, sales minerales, etc.). acceder a todos aquellos datos y observaciones registra- 3) Marcas producidas por la acción de otros tipos de dos durante la excavación del sitio que hagan referencia a fenómenos (pisoteo, presión de los sedimentos, etc.). procesos de formación o transformación, tafonómicos y agentes perturbadores del registro arqueológico en gene- Ensamblaje óseo ral y el faunístico en particular. Por ejemplo: presencia En nuestro estudio aplicamos la técnica de ensam- de raíces, cuevas de roedores, posición y asociación en la blaje siguiendo los criterios propuestos por Ramos que aparecen los restos óseos y otros vestigios del registro (1993), que consiste en establecer dentro de un conjunto arqueológico, características del sedimento (tipo, dureza, arqueofaunístico, posibles reparaciones, remontajes y color, etc.), así como cualquier otra información relevante rearticulaciones entre los restos óseos. El uso de esta téc- para los objetivos planteados. nica se aplica en la arqueología hace varias décadas princi- palmente en restos líticos (Cahen 1980, 1987, Cahen et al. EL SITIO ARQUEOLÓGICO 1980, Hofman 1981, Villa 1982, Cziesla et al. 1990, Ramos El sitio Siempre Verde está ubicado dentro de la estan- y Merenzon 2004, entre otros); también para restos óseos cia La Siempre Verde, en el partido de Juárez, cerca de la (David 1972, Bunn et al. 1980, Isaac 1984, Villa et al. 1985, localidad de Barker, provincia de Buenos Aires, al pie de 2 Enloe y David 1989, 1992; Enloe 1995 entre otros)1 . la ladera noroeste del cerro Los Angelitos, en una pen- En nuestro estudio hemos aplicado las de técnicas de diente variable que no supera los siete grados en sentido reparación y rearticulación. La reparación es la recoloca- sur-norte (Ramos 1997). ción de las partes de un hueso que se fracturó por causas Es una estructura de piedra de grandes dimensiones, de que podrían ser accidentales o tafonómicas; también por planta compuesta cuadrada –rectangular– absidal, es decir su procesamiento. La rearticulación sería la reconstruc- formada por dos subestructuras intercomunicadas con un ción o reconstitución esqueletaria de los elementos óseos eje longitudinal orientado de este a oeste. La Subestructura que originalmente se conectaban por medio de las zonas 1 de planta cuadrangular, tiene treinta y ocho metros de articulares y por lo tanto rearman el esqueleto del animal lado aproximadamente y se ubica del lado oeste. La Subes- en forma total o parcial (Ramos 1993). tructura 2 adosada a la anterior es de planta rectangular con En el caso de la reparación, los resultados de su apli- la pared del lado este en forma de ábside y las otras paredes cación nos permitieron la reconstitución de la totalidad unidas formando ángulos rectos, mide aproximadamente o parte de la unidad ósea a través de algunos fragmentos sesenta y tres metros de largo por cuarenta y nueve metros que fueron separados principalmente por fracturas, en de ancho (Ramos 1996, 1999). Las tareas arqueológicas de campo realizadas en el sitio incluyeron relevamientos, sondeos y excavaciones 2 No es objetivo de este trabajo extenderse en la historia del microestratigráfi cas por niveles naturales (desde 1997 ensamblaje, ni discutir los motivos de su aplicación en los hasta 2004). Se excavaron cinco cuadrículas (I, XIII, XL, diferentes estudios arqueológicos nacionales e internacio- MM y MMI) distribuidas en los ángulos internos de la nales. La bibliografía que refi ere a la aplicación de esta téc- nica, principalmente en sitios prehistóricos es abundante en estructura, paralelos o en contacto con las paredes, tanto referencia al ensamblaje lítico y en menor medida al material en la parte interior y exterior de las estructuras y externa óseo. En este último caso se puede consultar una publicación a la estructura sin contacto con ella. Las superfi cies de de Hofman y Enloe (1992) que reúne trabajos sobre la aplica- excavación alcanzaron aproximadamente los cincuenta y ción de esta técnica en restos óseos. dos metros cuadrados.

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En general los hallazgos hallados en estas cuadrículas Cuadrícula MMI: se planteó en el bosque, a unos 40 m han sido principalmente restos de fauna, lítico, vidrio; en al este de la subestructura 2, es decir externa y sin contacto menor proporción cerámica, gres, loza y metal. Además con la estructura. La superfi cie de excavación alcanzó los se han hallado dos estructuras de combustión con restos 9 m2. Los hallazgos se componen de restos líticos y de óseos termoalterados. fauna únicamente dentro de una estructura constituida La cronología del sitio ha sido realizada por fechados por grandes bloques de piedra. Todas las cuadrículas radiocarbónicos y a través de algunos objetos hallados en están divididas en sectores de un metro cuadrado. el registro arqueológico. Los fechados radiocarbónicos En síntesis, los conjuntos arqueofaunísticos del regis- (Laboratorio INGEIS – Conicet): uno sobre colágeno de tro arqueológico del sitio Siempre Verde se han hallado huesos de Ovis aries el que brindó 175 ± 65 años AP; otro in situ en concentraciones, articulados, dispersos y sobre una muestra de carbón vegetal del fogón de la cua- formando parte de estructuras de combustión. Tanto drícula XL que dio una cifra de 310 ± 60 años AP y otro dentro como fuera de la estructura, en contacto con ella fechado en discusión (Cordero y Ramos 2003). Entre los o en las zonas aledañas. Para mayores detalles sobre el objetos recuperados hay fragmentos de botellas de gine- sitio se pueden consultar los trabajos de Ramos (1995, bra de la marca Hoytema & Co. (cuyo modelo de pico 1997, 1999, 2001 y 2004). se fabrica poco antes de 1842) y de vino del siglo XIX. También se halló en el sitio un revólver de fabricación LOS RESTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS francesa del tipo Lafucheaux; su ingreso al país está esti- En trabajos anteriores hemos presentado los análisis y mado en 1860 (Ramos 1999). resultados en detalle del estudio zooarqueológico de este sitio (Lanza 2004, 2005 a, 2006 a, b y c); a continuación Características principales del registro arqueológico desarrollaremos una breve síntesis general al respecto A continuación presentamos una síntesis del registro para después centrarnos en aquellos aspectos del análisis arqueológico de acuerdo con las unidades de excavación de los restos faunísticos en relación con la identifi cación planteadas en el sitio: de procesos de formación y transformación (actividad de Cuadrícula XIII: ubicada en la parte interior de la sub- agentes postdepositacionales naturales y tafonómicos). estructura 1 desde el ángulo noroeste y paralela a la pared En SV se examinaron un total de diecisiete mil ocho- norte, de un metro de ancho por dos metros de largo, con cientos noventa y seis restos óseos (enteros, fragmentados, una superfi cie de excavación de dos metros cuadrados. Su fragmentos y astillas) correspondientes a las cuadrículas registro arqueológico estaba compuesto principalmente por XIII, XL, MM y MMI (Lanza 2005a, 2006 a, b, c). De este una dispersión semicircular de guijarros que contenía res- conjunto arqueofaunístico se han podido reconocer a dife- tos faunísticos, también presentaba en el sedimento man- rentes niveles taxonómicos, un total de dos mil novecientos chas de carbón disperso. Probablemente se trataría de una setenta y siete especímenes óseos (17%), mientras que los estructura de combustión pero que fue alterada por agentes restantes catorce mil novecientos diecinueve (83%), debido post-depositacionales. Los hallazgos fueron restos de fauna, a su tamaño (menor que cinco centímetros) y por no pre- lítico, vidrio, cerámica y metal (restos de alambrado). sentar zonas diagnósticas, no han podido ser reconocidos Cuadrícula XL: localizada en la subestructura 2 en el ni anatómica ni taxonómicamente, quedando como frag- ángulo interno noroeste, (tres sectores de un metro por mentos indeterminados o no reconocidos (fi gura 1). Los un metro) superfi cie excavada tres metros cuadrados. resultados de la identifi cación taxonómica se detallan en El registro arqueológico consistía en una estructura de la tabla 1.Dentro del grupo de los Mammalia indetermi- combustión importante sobre cuyos carbones se obtuvo nados hemos diferenciado de acuerdo con el tamaño en uno de los fechados. Entre los hallazgos tenemos restos de mamíferos grande (porte de caballo o vacuno), mediano fauna (muchos termoalterados), lítico, vidrio, gres, cerá- (porte de ovino o perro), chico (porte de peludo o roedor mica, loza y metal (alambre). pequeño) e indefi nido (cuando no se puede diferenciar Cuadrícula MM: se planteó paralela a la pared norte entre un mamífero grande y uno mediano). Los mamífe- de la subestructura 2, en la parte externa (cerca del des- ros grandes son los más representados en general en todo agüe). Inicialmente fue parte de una trinchera estratigrá- el sitio (631 = 42%) y en cada una de las cuadrículas; le fi ca (sectores 8 y 5) en la parte interna como externa de siguen en segundo término los mamíferos medianos (487 la subestructura 2. Esta cuadrícula alcanzó una superfi - = 32%) y en los casos de mamíferos chicos e indefi nidos cie de excavación de trece metros cuadrados. Su registro la frecuencia de presencia es menor en general en todo el arqueológico estaba compuesto por una estructura de sitio (entre 8% y 18%) como en cada una de las cuadrí- combustión con abundantes huesos termoalterados. Los culas (un promedio entre los quince y cincuenta restos hallazgos incluían fauna, lítico, vidrio y metal (alambre). aproximadamente). Una sola excepción son los mamífe-

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Figura 1 - Mapa de la provincia de Buenos Aires donde se indica la zona de las Sierras de Tandilia (debajo ampliada) y la localización del sitio Siempre Verde. Fotografía aérea donde se observa la estructura de piedra (1 y 2 las subestructuras); en números romanos se indica la ubicación de las cuadrículas de excavación estratigráfi ca

Figura 2 - Cuadro de barras donde se puede observar la cantidad de restos óseos identifi cados y no identifi cados taxonómicamente por cuadrícula

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ros pequeños en la cuadrícula MM que suman un total de Chaetophractus villosus –peludo– podrían también haber ciento sesenta y tres restos óseos. sido consumidos. Los restos de Canis familiares –perro– En las cuadrículas XL, MM y MMI se han recuperado probablemente hallan sido “mascotas” o perros cimarrones una gran cantidad de fragmentos indeterminados, los (Cabrera 1932). Los animales más representados del sitio cuales representan más del 50% de los restos hallados. En están enteros (Bos taurus –vaca– y Ovis aries –oveja–). cuadrícula XL alcanzan el 93% mientras que en la MM Tenemos prácticamente la totalidad de las partes esque- el 46% y en la MMI el 74%. En las cuadrículas XL y MM letarias; en ambos taxones (Bos taurus y Ovis aries) los la mayor parte de estos restos óseos formaban parte de más representados son el esqueleto apendicular (67% a estructuras de combustión e incluso es muy probable que 73%) y en menor frecuencia el axial (27% a 33%). De hayan sido utilizados como combustible. Los restos óseos estos taxones, además de haber sido aprovechados para que se encontraron en los fogones presentaban diferentes consumo alimenticio, sus huesos han sido usados como grados de termoalteración (quemados y calcinados). Entre combustible para los fogones (Lanza 2005a, 2006 a, b, c). los fragmentos indeterminados de la cuadrícula XL el 85% (cinco mil seiscientos ochenta y nueve) están termoaltera- LOS PROCESOS DE FORMACIÓN Y TRANSFORMACIÓN NATURALES dos (quemados y calcinados), en la cuadrícula MM el 40% Los resultados obtenidos en la identifi cación de pro- (cuatrocientos noventa y dos) de los fragmentos indeter- cesos de formación y transformación naturales a través minados están termoalterados (quemados y calcinados). del registro arqueofaunístico a partir de la identifi cación En cambio en la cuadrícula MMI, el 74% de fragmentos de marcas, aplicación de la técnica de ensamblaje óseo y indeterminados se debería al hecho de que hayan formado la consulta de las libretas de campo serán presentados y parte de estructuras de combustión. Los restos óseos recu- desarrollados a continuación. perados en esta cuadrícula presentan un alto grado de meteorización, como consecuencia del cual muchos huesos Información de las libretas de campo se fragmentaron y desintegraron; por lo tanto se encontra- La lectura de las libretas de campo nos permitió obte- ron gran cantidad de fragmentos y astillas indeterminadas. ner la siguiente información: la matriz general del sitio Esto último se debería a su tamaño y la no presencia de presenta una superfi cie con cubierta vegetal (pasto corto, zonas diagnósticas. En algunos casos se han podido rea- gramíneas), algunos cardos pequeños, árboles en bosque lizar ensamblajes (reparaciones) en gabinete y durante la en sectores aledaños a la estructura (fueron plantados a excavación. En el campo se levantaron varios fragmentos principios del siglo XX), cuevas de roedores (cuises pam- que pertenecían a un único elemento óseo, pero en el labo- peanos) y la presencia de cuises pampeanos (Cavia aperea) ratorio por su avanzado estado de meteorización (estadios viviendo en la zona y entre los bloques de la estructura. entre 4 y 5 sensu Beherensmeyer 1978), no se pudieron La matriz está compuesta por un sedimento negro de reparar los distintos elementos óseos; en estos casos fueron humus compacto, abundantes raíces (de la cubierta defi nidos como “parte de un mismo hueso” y se los incluyó vegetal), lombrices, hormigueros y piedras de diferentes en el grupo de los fragmentos identifi cados. tamaños de la estructura, producto de derrumbes. En rasgos generales, el estado de preservación de En cada una de las cuadrículas hemos consignado los los restos óseos identifi cados taxonómicamente de las siguientes datos: cuadrículas XIII, XL y MM es bueno (83%), teniendo Cuadrícula XIII: en la capa A1 abundantes raíces y un bajo porcentaje de huesos meteorizados (10%) y lombrices, hallazgos concentrados en el sector 1. En la con algún grado de termoalteración (7%). Del total, capa A4 los hallazgos siguen concentrados en el sector 1; solo un 10% presenta manchas o adherencias de óxido se registró una mancha carbonosa (probablemente una de hierro (hay un único caso de mancha de cobre). En estructura de combustión) y una dispersión anular de cambio los restos óseos hallados en la cuadrícula MMI, guijarros con restos óseos. en general se encuentran en un mal estado de preserva- Cuadrícula XL: en la superfi cie se detectaron dos ción; aproximadamente el 70% de los restos óseos pre- entradas de cueva de roedor. En el resto de los niveles sentan un estadio de meteorización entre 4 y 5 (sensu estratigráfi cos no se registraron perturbaciones durante Beherensmeyer 1978); no se han observado manchas o las excavaciones. Los restos arqueológicos se presentaban adherencias de óxido u otros materiales y solo el 8% en concentraciones. En esta cuadrícula se descubrió una está termoalterado (quemado). estructura de combustión con abundantes restos óseos Los taxones más representados son en primer tér- termoalterados. mino Bos taurus –vaca– y Ovis aries –oveja–; su presen- Cuadrícula MM: en la capa A1 el sedimento era humus cia en el sitio se explicaría como producto del consumo negro, homogéneo y compacto presentando abundantes alimenticio. Los restos de Sus scrofa –cerdo– como los de raíces, las cuales se fueron incrementando a lo largo de

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Tabla 1 - Identifi cación taxonómica de los restos arqueofaunísticos con su correspondiente NISP (número de especímenes óseos) por cada una de las cuadrículas del sitio Siempre Verde

Cuadrículas NISP Taxón Nombre común XIII XL MM MMI Total Equus caballus Caballo 7 11 16 88 122 Bos taurus Vaca 10 26 41 264 341 Lama guanicoe Guanaco 1 _ _ _ 1 Ovis aries Oveja 27 37 222 7 293 Sus scrofa Cerdo _ 1 15 _ 16 Canis familiaris Perro _ _ 119 _ 119 Chaetophractus villosus Peludo _ 103 438 _ 541 Cavia aperea Cuis pampeano _ 1 _ _ 1 Galea sp. Cuis _ 1 _ _ 1 Caviidae Cuises _ 1 _ _ 1 Cricetidae Cuises _ 3 1 _ 4 Rodentia Roedores 11121_ 33 Ave Aves 6 2 18 1 27 Mammalia indeterminados Mamíferos indeterminados 68 321 585 503 1.523 Subtotal fragmentos identifi cados 120 518 1.476 863 2.977 Subtotal fragmentos indeterminados 30 6.760 5733 2.396 14.919 Total 150 7.278 7209 3.259 17.896

Tabla 2 - Tabla con la cantidad de elementos óseos que ensamblan en relación al total de restos óseos identifi cados taxonómicamente por cuadrícula. Cantidad de casos de ensamblajes óseos, tipos de ensamblaje y cantidad de elementos óseos por cuadrícula.

Total de restos Elementos ensamblados Casos de Tipo de Elementos ensamblados Cuadrícula faunísticos ensamblaje ensamblaje identifi cados Cantidad total Porcentaje Cantidad Combinan XIII 120 2 1,6 1 Reparación 2 2 8 Reparación 20 2 // 4 XL 518 22 4,2 1 Rearticulación 2 2 34 Reparación 76 2 // 3 // 8 MM 1.476 108 7,3 5 Rearticulación 13 2 // 4 12 Reparación 41 2/3/5/6/12 MMI 863 477 57,4 2 Rearticulación 8 2 // 6 Total 2.977 609 100,0 62 162

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la extracción de esta capa y nivel de extracción. En las estado de preservación. Pero todos los fragmentos per- capas A2, A3 y A4 se registraron varias cuevas de roedores tenecen a la misma unidad anatómica fueron hallados in (fi gura 3 a); o lo que probablemente sería parte de una situ y levantados en un bloque; luego en laboratorio se misma y única cueva. Una de estas perturba de manera intentó reparar la pieza, pero resultó imposible, aunque importante la estructura de combustión hallada (A2 en sabemos que forman un mismo hueso. En estos casos el sector 14), literalmente la atraviesa en varias partes. En los consideramos que reparaban pero los denominados la capa A2 se observan concentraciones óseas; en A4 los “mismo hueso” (cuadrícula MM cuatro casos). restos arqueológicos en general están dispersos y se regis- Las rearticulaciones se registraron entre cráneos y traron dos concentraciones de restos óseos. hemimandíbulas de Canis familiares; entre hemimandí- En la capa A5 cambia el sedimento haciéndose más bulas y piezas dentarias en Ovis aries y un coxis con vér- suelto en gránulos por la actividad de las lombrices. Con- tebra en Chaetophractus villosus. Las reparaciones se han tinúa parte de la cueva. En la capa A7 se registró la entrada registrado en los siguientes taxones: Ovis aries (adulto y de una cueva cercana a la pared de la estructura. juvenil), Sus scrofa, Chaetophractus villosus, Canis fami- Cuadrícula MMI: compuesta por un sedimento de liaris, Rodentia y Mammalia indeterminada. Los casos de humus negro homogéneo y fácil de extraer; no se han “mismo hueso” son un cúbito de Equus caballus, tibia y detectado durante la excavación ningún tipo de pertur- fémur de Bos taurus y una pieza dentaria de Ovis aries. bación. Las primeras unidades de extracción de la capa Los elementos óseos que remontan en esta cuadrícula, en A presentaban raíces abundantes de la cubierta vegetal y todos los taxones registrados, se ubicaban en la misma algunas de los árboles (recordemos que esta cuadrícula capa, unidad de extracción y sector. se planteó en el bosque a cuarenta metros de la estruc- De Canis familiares tenemos según el MNI dos indi- tura). No hay registros en el protocolo de algún tipo de viduos, uno de ellos representado por un cráneo y las perturbación a excepción de un caño moderno de agua hemimandíbulas (rearticulan); fue localizado en el sec- que atravesaba la cuadrícula por tres de sus nueve secto- tor 14 durante la campaña 2004. El otro, hallado durante res (sin embargo, no está próximo a la concentración de la campaña del 2001, es un individuo juvenil (según sutu- huesos y lascas de granito, por lo que no la afectó). ras del cráneo), y representado en un 95% por todos los elementos óseos del esqueleto. Hallado –en el sector 4– in ENSAMBLAJES ÓSEOS situ articulando la cabeza, las primeras vértebras y los La aplicación de la técnica de ensamblaje nos per- miembros delanteros (fi gura 3 b). El resto de los huesos mitió establecer casos de reparaciones y rearticulaciones del esqueleto estaban desarticulados; ubicándose en los óseas. Los resultados obtenidos en relación a la cantidad sectores adyacentes y distribuidos por varias unidades de ensamblajes, tipos y cantidad de elementos óseos que de extracción de la capa A. Los elementos óseos de este ensamblaron en los conjuntos faunísticos analizados por cánido se distribuían de la siguiente manera: el 80% de cada cuadrícula se encuentran sintetizados en la tabla 2. los huesos del esqueleto axial se ubicaron en el sector 4; En la cuadrícula XIII hemos registrado una única el restante 20%, en los sectores adyacentes (2 y 13); es reparación; se trata de una escápula de Ovis aries en buen decir solo ocupó tres sectores (tres metros cuadrados). El estado de preservación. Intervienen dos elementos óseos, 70% se localizó en la capa A3 y el resto se distribuía entre ambos fragmentos se localizaban en la misma capa, uni- varias unidades de extracción de la capa A (A1, A2, A4, dad de extracción y sector. A5, A6 y A8). El 90% del esqueleto apendicular se ubicaba En la cuadrícula XL tenemos una rearticulación ósea entre los sectores 13 y 4, en la capa A4. El 10% restante (pieza dentaría en hemimandíbula de Ovis aries) y ocho se distribuía en varios sectores (1; 2; 5 y 7). Por lo tanto, reparaciones óseas. Estos últimos se dan en huesos de hubo una leve dispersión horizontal y una mayor migra- Equus caballus (tercera falange), Bos taurus (vértebra ción vertical. Estos mismos sectores estaban ocupados cervical y calcáneo) y en Mammalia indeterminada (cos- por la cueva de roedor detectada durante la excavación tillas y vértebras). Tanto en las rearticulaciones como las de la cuadrícula, según se desprende de la consulta de las reparaciones los huesos que remontan se localizaban en libretas de campo (protocolos). También tenemos repa- la misma capa, unidad de extracción y sector. raciones, las cuales se efectuaron siempre entre dos espe- En la cuadrícula MM se han registrado cuatro rear- címenes óseos que al reparar conforman el elemento óseo ticulaciones y treinta y cuatro reparaciones. En esta cua- completo (cuatro costillas enteras, una vértebra dorsal y drícula y en la MMI (que describiremos más adelante) una vértebra lumbar). tenemos varios casos donde una unidad anatómica se La desarticulación de este cánido fue causada por la encuentra fragmentada en varias partes, de las que algu- acción de roedores pequeños, tal como lo demuestra no nas partes reparan y otras no; porque están en un mal solo la presencia de cuevas registradas en los protocolos

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durante la excavación, sino las marcas identifi cadas – ver MMI. En la MM además de huesos con abundante canti- más adelante– en varios de los huesos de este individuo dad de marcas de roedor también es la cuadrícula donde (Lanza 2006 a y c). se han registrado varias cuevas de estos animales. En la cuadrícula MMI tenemos 2 rearticulaciones en Los elementos óseos que presentan este tipo de marcas Equus caballus (hemimandíbula y piezas dentarias) y en son principalmente diáfi sis de huesos largos indetermi- Bos taurus (radio con cúbito); 12 reparaciones en huesos nados, costillas y húmero de Mammalia indeterminados de Bos taurus y Mammalia indeterminada (Mammalia (mamíferos grandes y medianos). También en huesos de grande). Los casos denominamos “mismo hueso” son 25, aves (diáfi sis de húmero y tibia –ver fi gura 4 a–) y en Bos en donde intervienen un total de 426 elementos óseos. El taurus (radio). Es de destacar las marcas de roedor pre- 92% de estos restos presentan un alto grado de meteo- sente en metapodios y falanges del Canis familiaris de la rización (estadio 4 y 5) provocando su deterioro y frag- cuadrícula MM (fi gura 4 c). Estos huesos son los que no mentación. La mayoría fue registrado in situ durante la estaban articulados, sino distribuidos por los sectores y excavación y retirados en bloque, sabiendo que formaban unidades de extracción adyacentes. Las marcas se distri- parte de una unidad anatómica y de un taxón identifi - buyen en las porciones mesiales de los huesos y en los cable a nivel específi co. Se han registrado en los taxones bordes son en general abundantes; en algunos casos sue- Equus caballus, Bos taurus y Mammalia indeterminada len estar localizadas y cruzadas en un mismo sector del (Mammalia grande y mediana). Al igual que en las cua- hueso, lo que hace que se pierda una considerable superfi - drículas anteriores los elementos óseos que remontan, en cie del especímen y queden pequeños huecos u hoyuelos. todos los taxones registrados, se ubicaban en la misma Las marcas de raíces se ubicarían en un segundo lugar capa, unidad de extracción y sector. según su frecuencia; se caracterizan por presentar un patrón Al comparar los datos de la tabla 2, cantidad de ele- dendrítico irregular, distribuido por una amplia superfi cie mentos óseos que remontan (rearticulaciones, reparacio- del hueso en forma azarosa (Mameli y Estévez 2004). En nes y “mismo hueso”) y total de restos óseos identifi cados algunos casos pueden llevar a la destrucción del hueso, pro- observamos que en las cuadrículas XIII, XL y MM los res- vocan una alteración de la superfi cie que suele enmascarar tos óseos remontados no superan el 10%, mientras que la presencia de huellas de origen antrópico (Chaix y Méniel en la cuadrícula MMI alcanzan un 60%. 2005). En la muestra analizada se han detectado marcas de este tipo en todas las cuadrículas (ver tabla 3). Los huesos Marcas con estas marcas se ubican en la superfi cie, primeras capas En las cuadrículas analizadas (XIII, XL, MM y MMI) y unidades de extracción (A1, A2 y A3); son producto de se han detectado huesos con marcas; principalmente de la acción de las raíces de la cubierta vegetal (gramíneas). roedor, raíces, combinación de raíces/roedor, carnívoro Se han registrado en una amplia variedad de elementos indeterminado y marcas indeterminadas. óseos como vértebras, isquion, costillas, metacarpo y hue- En la tabla 3 sintetizamos los resultados obtenidos en sos largos; principalmente de Mammalia indeterminados la identifi cación de huesos con marcas; además se pue- (mamíferos grandes y medianos –fi gura 4 b) y en menor den observar la cantidad y el porcentaje de huesos con porcentaje en Ovis aries, Bos taurus y Ave. marcas en relación a la cantidad total de restos óseos Las marcas de carnívoros poseen rasgos claramente identifi cados. diagnósticos, aunque el daño que puede producir sobre Las marcas de roedores son dejadas por los dientes los restos óseos es variado (Mengoni Goñalons 1999). incisivos de estos animales al roer superfi cies duras para Para su descripción comúnmente se utilizan las cate- desgastar sus dientes, como pueden ser los huesos. Su gorías defi nidas por Binford (1981): “scoring” surco morfología en general es de pequeños surcos cortos y producido por el arrastre de los dientes sobre el hueso anchos, de fondo plano o redondeado; se caracterizan por compacto; “pitting” piqueteado u hoyuelos producto del presentarse de a pares paralelos, aunque en algunos casos masticado; “punctures” pozos o depresiones en forma pueden estar superpuestas (Mengoni Goñalons 1999, de agujeros de contorno redondeado, producto de la Mameli y Estévez 2004, Chaix y Méniel 2005). Aunque acción de los dientes caninos; “furrowing” acanalado o varios autores consideran que las marcas dejadas por los ahuecado (Mengoni Goñalons 1999: 92). roedores pueden presentarse con diferentes formas (Poli- Tenemos cuatro huesos con marcas de carnívoros tis y Madrid 1988, Silveira y Fernández 1988). únicamente en las cuadrículas XL y 2 en la MM. Se ubican Las marcas de roedor son las que se presentan con en elementos óseos como costillas, diáfi sis, fragmentos de mayor frecuencia (tabla 3) en casi todas las cuadrículas isquion y sacro; en ejemplares de Mammalia indetermi- del sitio a excepción de la XL. La mayor cantidad de hue- nada –mamíferos grandes y medianos– (ver fi gura 4 d). sos con estas marcas se ubicaron en las cuadrículas MM y El tipo de marcas identifi cadas a partir de su morfología

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Figura 3 - Fotografías de la cuadrícula MM durante su excavación: a) cueva de roedor; b) restos óseos articulados in situ e un Canis familiares

Tabla 3 - Tabla con la cantidad de huesos con marcas en relación al total de restos óseos identifi cados taxonómicamente por cuadrícula. Cantidad y tipos de marcas en cada una de las cuadrículas analizadas.

Huesos con marcas Marcas

Total de restos Raíces/ Cuadrícula faunísticos Cantidad Porcentaje Raíces Roedor Carnívoro Indet. identifi cados roed

XIII 120 3 2,50 11 - - 1 XL 518 7 1,40 2- - 4 1 MM 1.476 24 2,00 6101 2 5 MMI 863 11 1,20 _8 1 _ 2 Total 2.977 45 7,10 9 19 2 6 9

Figura 4 - Huesos con diferentes tipos de marcas: a) de roedor en diáfi sis de Ave; b) de raíces en parte mesial de costilla de Mammalia indeterminada (mamífero grande), c) de roedor en metapodio y falange de Canis familiares, d) de carnívoro en hueso largo de Mammalia indeterminada (mamífero grande)

110 ARQUEOFAUNA DE SIEMPRE VERDE

(sensu Binford 1981) han sido marcas de piqueteado o la estructura de combustión sin presentar ningún signo pequeños hoyuelos (“pitting”) principalmente ubicados de termoalteración nos permitiría inferir que ingresó en la parte mesial de costillas y huesos largos; en segundo al registro por causas tafonómicas (muerte natural) término tenemos algunos surcos (“scoring”) por ejemplo y después de la ocupación del sitio. Entre los agentes y en fragmentos de isquión y sacro; por último, los pozos perturbaciones que hemos podido identifi car tenemos o depresiones en forma de agujeros de contorno redon- en primer término la acción de roedores a través de la deado (“punctures”) en costillas y diáfi sis. Hasta ahora presencia de cuevas, marcas en los huesos e incluso su no hemos podido identifi car el tipo/s de carnívoro/s que presencia actual en el área. La acción de estos roedores ha han producido estas marcas, pero en todos los casos las producido movimientos en los restos óseos de dos tipos: improntas dejadas son pequeñas y los huesos no presen- desplazamiento vertical y dispersión horizontal; además tan un daño muy importante. Con respecto a la presencia de desarticulaciones (el Canis familiaris de la cuadrícula de carnívoros en la región, donde se ubica el sitio en estu- MM). En otros trabajos realizados en la región pampeana dio, hay información histórica de la presencia de perros se han registrado perturbaciones en el registro arqueoló- cimarrones en la zona desde el período Colonial (Cabrera gico por la acción de roedores; incluso, según el tipo de 1932, Montoya 1984); además en esta región están pre- roedor, este puede esquivar o desplazar diferentes obje- sentes otros carnívoros como zorros. El género Dusicyon tos según su tamaño, como por ejemplo huesos, tiestos habitó las grandes llanuras de Buenos Aires desde tiempos cerámicos, etc. (Politis y Madrid 1988). En el registro pampeanos (Kraglievich 1930 citado en Salemme 1987). arqueofaunístico de Siempre Verde se ha hallado peludo Tenemos una baja frecuencia de marcas indetermina- (Chaetophractus villosus), que también hacen cuevas y das (tabla 3), las cuales están en proceso de identifi cación. pueden perturbar; pero por la morfología y tamaño de las Algunas presentan una morfología de forma circular cuevas no son de este animal sino de roedores pequeños. o semicircular con estrías internas; pueden ubicarse en Otro agente fue la acción de raíces (cubierta vegetal las superfi cies de los huesos en forma aisladas o en gru- formada de gramíneas que se extiende por todo el sitio); pos (Acosta y Rodríguez 1998, Mameli y Estévez 2004, esto se verifi ca en la presencia de las marcas (improntas) Bonomo y Massigoge 2004, Escosteguy y González 2006). dejadas en los huesos; aunque estas no han provocado un Según la bibliografía consultada han sido defi nidas como alto grado de perturbación. Por ejemplo, no han produ- hoyos de disolución química (Gutierrez et al. 1997). cido desplazamientos importantes, y tampoco han llegado Sobre un total de dos mil novecientos setenta y siete a destruir ni la superfi cie ni la estructura o integridad del restos óseos analizados e identifi cados taxonómicamente hueso sobre todo en las cuadrículas XIII, XL y MM; en se registraron cuarenta y cinco huesos con alguna o varias cambio si han perturbado el conjunto arqueofaunístico de estas marcas; es decir menos de un 10% del total de la de la MMI. En rasgos generales, en todas las cuadrículas, muestra analizada; lo que nos estaría indicando una baja las raíces profundizan más allá de las primeras unidades frecuencia en relación al total de los restos arqueofaunísti- de extracción de la capa A. cos recuperados en el sitio. Si nos detenemos en cada una La acción de carnívoros ha sido identifi cada a partir de las cuadrículas, en ninguna alcanza el 3%. Las marcas de las marcas dejadas en los huesos, aunque no hemos más comunes y con mayor frecuencia son en primer tér- podido determinar el tipo/s de carnívoro/s que provocó las mino, las de roedor y le siguen las de raíces (ver tabla 3). marcas y de qué forma actuó en el registro arqueológico. En estado de preservación de los restos óseos en general EVALUACIÓN GENERAL Y CONCLUSIONES es bueno y no han sufrido meteorización aquellos huesos A partir del registro de marcas en los restos óseos, la apli- de las cuadrículas XIII, XL y MM. Aunque no sucede lo cación de la técnica de ensamblaje y la presencia durante las mismo con el conjunto arqueofaunístico hallado en la cua- excavaciones de cuevas de roedores (consulta de las libretas drícula MMI, que presenta un alto grado de meteorización. de campo), hemos podido identifi car agentes de formación Los restos óseos exhiben un estadio de meteorización entre y transformación naturales y alcanzado resultados relevan- cuatro y cinco (sensu Beherensmeyer 1978) y las raíces han tes en relación a los objetivos planteados sobre este tema. perturbado los restos, provocando en algunos casos grietas En el sitio Siempre Verde, pudimos diferenciar del y hasta fracturas (Lanza 2006c). En relación a la pertur- conjunto arqueofaunístico los restos óseos de pequeños bación por agentes como roedores, se registraron marcas roedores (especies: Cavia aperea, Galea sp. Familias: de estos en pocos huesos, pero no se detectaron cuevas Caviidaes y Cricetidaes) como intrusivo por razones taxo- durante la excavación de la cuadrícula MMI. nómicas; estos roedores viven actualmente en el área de la Finalmente, como hemos visto, los restos que han estructura (sobre todo Cavia aperea –cuis pampeano–). sido afectados en alguna forma a través de marcas, des- Una hemimandíbula recuperada en la cuadrícula XL en plazamientos, desarticulaciones, etc. presentan una baja

111 CUADERNOS 21

frecuencia en relación al total de restos arqueofaunísti- Cahen D, C. Karlin, L. Keeley y F. Van Noten cos recuperados e identifi cados en el sitio. El registro 1980 Méthodes d´analyse technique, spatiale et fonction- arqueofaunístico en particular no ha sufrido modifi - nelle d´ensembles litiques. Helinium 20:209-259. caciones importantes, lo que nos permitiría inferir que Casals, J. R. tampoco ha sido afectado el registro arqueológico en 1986 Huellas antrópicas. Metodología, diferenciación y general. Podríamos considerar que la integridad (sensu problemática. España. Revista de Arqueología, año Binford 1981) de los depósitos arqueológicos es alta en el VII, N° 60:18-23. sitio Siempre Verde de la zona de Tandilia. Chaix, L. y P. Meniel 2005 Manual de Arqueozoología. Barcelona, Ariel. BIBLIOGRAFÍA Cordero, R. y M. Ramos Acosta, A. y M. Rodríguez 2003 Cronología en arqueología histórica: la impor- 1998 Análisis arqueofaunístico de un basurero histórico tancia de utilizar más de un recurso. Ramos M. y del siglo XIX (Monte Grande, Pdo. de Esteban E. Néspolo (eds.), Signos en el tiempo y rastros en Echeverría, Provincia de Buenos Aires). Arqueo- la tierra, págs. 72-82, Luján, Universidad Nacional logía, Revista de la Sección Arqueología 8: 9-27, de Luján. Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Cziesla, E., S. Eickoff, N. Arts y D. Winter Filosofía y Letras, UBA. 1990 The Big Puzzle. International Symposium of Refi t- Beherensmeyer, A. K. ting Stone Artefacts, Bonn. 1978 Taphonomic and Ecology Information from Bones. David, F. Weathering. Paleobiology, vol. 4, (2):150-162. 1972 Témoins osseux. Leroi Gourhan et Brézillon, Binford, L. R. Fouilles de Pincenvet, París, CNRS, VII suppl, Á 1981 Bones: Ancient Men and Moderns Miths. Nueva Gallia Préhistoire. York, Academic Press. Davis, S. Bonomo, M. y A. Massigoge 1989 La Arqueología de los animales. Barcelona, 2004 Análisis taxonómico del conjunto faunístico del Bellaterra. sitio arqueológico Nutria Mansa 1 (partido de Enloe, J. General Alvarado). Martínez, Gutiérrez, Curtoni, 1995 Remontatge en arqueozoologia: tafonomia, econo- Berón y Madrid (eds.), Aproximaciones Contem- mia i societat. Cota Zero, Nº 11, vic, págs. 45-52. poráneas a la Arqueología Pampeana. Perspectivas Enloe, J. y F. David teóricas, metodológicas, analíticas y casos de estu- 1989 Le remontage des os par individus : le partage dio, págs. 93-111, Olavarría, Facultad de Ciencias du renne chez les magdaléniens de Pincevent. Sociales, UNCPBA. Bulletin de la Société Préhistorique Française, 86 Bunn, H. T. (9) :275-281. 1981 Archaeology evidence for meat-eating by Pilo- 1992 Food sharing in the Paleolithic: carcass refi tting at Pleistoceno hominids from Koobi Fora and Oldu- Pincevent. Hofman J. L. y J. Enloe (eds.), Piecing vai Gorge. Nature 291: 574-577. Together the Past: Applications of Refi tting Studies in Bunn, H. T., J. Harris, G. Isaac, Z. Kaufuluz, E. Krolle, K. Archaeology, págs. 296-315, British Archaeological Schick, N. Thot y A. Beherensmeyer, Reports International Series 578. 1980 FxJi 50: an early Pleistocene site in northern Kenya. Escosteguy, P. y M.I. González World Archaeology, 12 (2): 109-136. 2006 Los roedores en La Guillerma 1 y 5: la importan- Cabrera, A. cia de los análisis de marcas. Signos en el Tiempo 1932 El perro cimarrón de la Pampa Argentina. Publica- y Rastros en la Tierra, vol. 2, Actas de las V Jor- ciones del Museo Antropológico y Etnográfi co de la nadas de Arqueología e Historia de las Regiones Facultad de Filosofía y Letras, serie A II, págs. 7-36, Pampeana y Patagónica, Universidad Nacional de Buenos Aires. Luján. En prensa. Cahen D. Grayson, D. 1980 Question de contemporanéité: l´apport des remon- 1984 Quantitative Zooarcheology. Nueva York, Academic tages. B.S.P.F., 77 (8):230-232, 1980. Press. 1987 Refi tting stone artifacts: why bother? Sieveking y Gutiérrez, M. A., G. Martínez, E. Johnson, G. Politis y W. Nuevacomer (eds.), The Human Uses of Flint and Hartwell Chert, págs. 1-9, Cambridge, Cambridge Univer- 1997 Nuevos análisis óseos en el sitio Paso Otero 1 (pdo. sity Press. de Necochea, pcia. de Buenos Aires). Mónica A.

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114 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

INTEGRACIÓN DE SITIOS CON ARTE RUPESTRE Y SU TERRITORIO EN LA MICRORREGIÓN CAFAYATE (PROVINCIA DE SALTA)

Rossana E. Ledesma*

RESUMEN Como resultado de las tareas realizadas en Cafayate (Salta) se han registrado tres sitios con arte rupestre y quince con ocupaciones estimadas del Período Formativo y de Desarrollos Regionales. Los emplazamientos responden a una combinación de categorías, pero es signifi cativa la densidad observada en el sector oeste.

PALABRAS CLAVE Arte rupestre - territorio - Cafayate - Salta

ABSTRACT As a result of the research done in Cafayate (Salta), three sites with rock art and fi fteen sites have been registered with estimated occupations on the Regional Development and Formative Period. The locations respond to a combina- tion of categories, but the observed density on the west sector is signifi cative.

WORDS KEY Rock art - territory - Cafayate - Salta

1 INTRODUCCIÓN para la detección de sitios arqueológicos formativos y El presente trabajo cuenta con los antecedentes de posteriormente para la confección de una base de datos 2 investigaciones arqueológicas efectuadas por la Universidad de arte rupestre . Nacional de Salta en el sur del Valle Calchaquí desde el año Para poder analizar los sitios y su emplazamiento en el 1997 (Lo Celso y Ledesma 2004; 2005; Ledesma 2006). territorio se ha confeccionado una base de datos con los Los sitios arqueológicos (con o sin arte rupestre) y el sitios arqueológicos de la microrregión. Se han conjugado registro mueble e inmueble muestran una gran heteroge- los datos de hábitat y la proximidad con recursos locales. neidad y pocas regularidades con microrregiones vecinas. Ello impidió inicialmente la ubicación cronológica relativa METODOLOGÍA de los hallazgos. Por este motivo se planteó analizar los El registro y la interpretación del arte rupestre en datos existentes desde una perspectiva intra e interegional. Cafayate contaron con una serie de difi cultades como Las investigaciones específi cas sobre el arte rupestre la ubicación cronológica, el carácter descriptivo de las en sus manifestaciones de pintado y grabado han pro- investigaciones sobre arte rupestre, la ausencia de data- ducido información de diferente carácter en las micro- ciones radiocarbónicas en el sur del Valle Calchaquí y los rregiones vecinas al sur del Valle Calchaquí: Antofagasta procesos postdepositacionales antrópicos y naturales. de la Sierra, Valle del Cajón, San Carlos, Guachipas y Aquí se propone que los sitios (con y sin arte rupes- Tolombón (Aschero 2000; de Hoyos 2003; Lanza et al.. tre) deben ser pensados en una doble relación, entre ellos 2003; Rolandi et al. 2002). y con su espacio, no solo el natural sino el espacio utili- La zona de investigación arqueológica ha sido deno- zado antrópicamente en forma cotidiana, es decir con su minada Microrregión Cafayate y está defi nida por la territorio. Se trata del contexto del yacimiento y no solo confl uencia de los ríos Calchaquí y Santa María, posee la zona próxima. Para poder establecerlo es necesario ver diferentes paisajes, variación estacional y diversidad de las relaciones existentes con otros sitios, ya sean campos sectores de aprovisionamiento de materias primas. La de cultivos, aldeas, enterratorios, bloques con grabados, microrregión se caracteriza por la presencia de sitios arqueológicos con y sin arte rupestre. 1 Proyectos 702; 1086 y 1449 del Consejo de Investigación de En este trabajo se presentan los resultados de las la Universidad Nacional de Salta bajo la dirección de M. Lo prospecciones que originalmente se habían planifi cado Celso (desde el año 1997 y continúa). 2 Trabajo de Investigación Nº 1370 del Consejo de Investiga- ∗ Consejo de Investigaciones de la Universidad Nacional de Salta, ción de la Universidad Nacional de Salta bajo la dirección de [email protected] R. Ledesma (2005-2006).

115 CUADERNOS 21

accesos y el fundamento de esas relaciones. Entonces es llevada a cabo por Bueno Ramírez, cuyos trabajos buscan preciso analizar la movilidad y el asentamiento de las integrar los megalitos con su territorio donde conjugó poblaciones en el Sur del Valle Calchaquí. Si la zona en datos de hábitat, pintura, grabados y necrópolis neolíticas cuestión actuó como nexo y camino obligado desde tiem- (Bueno Ramírez 2000, Bueno Ramírez et al 2005). pos formativos, el control de la misma debe haber jugado Como tarea prioritaria se procedió al registro exhaus- un rol importante donde la delimitación era necesaria tivo de los sitios de la microrregión por medio de prospec- (Tarragó 1992). No es intención tomar el arte como mar- ciones sistemáticas. En esa primera etapa se discriminaron cador territorial o como señales distribuidas en el Valle los procesos que afectaban la detección superfi cial de los Calchaquí, sino de investigar la presencia y la circulación sitios arqueológicos que son una combinación de agentes de los grupos humanos por esta zona. Porque de ser así, naturales y culturales. En el primer caso se consideraron la confl uencia del Valle debería haber estado fuertemente los aludes estivales que fueron defi nidos en las excavacio- delimitada por marcadores gráfi cos. nes realizadas en La Banda de Arriba 1 (Buliubasich et al. 3 Se considera al arte rupestre como la evidencia de 1991; Lo Celso 2000) y los sedimentos de arena (dunas) un espacio marcado mediante un código transmisor de depositados en las márgenes del río Santa María. Los mensajes, un sistema codifi cador que incluye los temas agente faunísticos –destructivos en su esencia– han servido y la forma de expresarlos es mediante asociaciones rei- en algunos casos para la detección de material cerámico y terativas y ubicaciones normatizadas que tienen fi nes lítico presente en las aberturas de las cuevas de roedores. variados y que, para Bueno y Balbín, actúa como sistema Otro elemento que impidió la detección de sitios fue la dis- de cohesión social (Bueno y Balbín 2003). Este sistema posición de los algarrobales y el monte xerófi lo. En cambio, ha sido defi nido por estos investigadores como símbolos la presencia de churquis y retamas sirvió para conservar reconocibles para los que se mueven dentro del territorio, muros de piedra de la erosión hídrica. que permitirían el uso y tránsito de los distintos nichos Entre los factores de alteración “antrópicos” se seña- ecológicos y como demarcador del terreno (Bueno Ramí- lan la remoción del terreno para construcción de barrios rez y Balbín Behrmann 2003). sociales, barrios privados, caminos vecinales, acequias, Pero el arte es una evidencia más de este espacio tendidos de red eléctrica de baja y alta tensión, aeró- delimitado. Tanto el arte como los enterratorios, los dromo, hospital y cultivos. El desmonte indiscriminado, campos de cultivo y la arquitectura se presentarían los incendios forestales, el desvío de las cuencas naturales como referencias simbólicas internas y externas, como en la construcción de represas y acequias han provocado una codifi cación sociológica sobre los usos del territorio que los aludes dejen de ser un fenómeno para ser un pro- y también como marcadores étnicos (Bueno Ramírez y ceso estival recurrente. Obviamente que los sedimentos Balbín Behrmann 2003; Bradley 1997, Bradley 2005). producidos por los fenómenos mencionados hacen que Ello lleva a repensar sobre la supuesta funcionalidad de los sitios sean paulatinamente destruidos y sepultados varios sitios en Cafayate y en la relativa proporción de por acontecimientos “naturales”. Pero los saqueos se pre- sitios con arte y sin arte rupestre. sentan como las acciones más destructivas. Para justifi car la presencia y la circulación de los gru- Todos estos factores han incidido fuertemente en pos humanos en esta zona, es adecuado analizar las pre- el momento de prospectar sistemáticamente. Como ferencias en la ubicación con la consecuente valoración la intención no es efectuar solamente un catálogo de de los indicadores naturales (sustratos geológicos, tipos los sitios, sino integrar los mismos con su territorio, se de suelo), cercanía a fuentes de agua, a materias primas, buscaron unidades que orienten a estimar las posibles caminos, accesos o zonas de paso, no solo de las áreas con motivaciones para circular y asentarse en el sur del valle arte rupestre, sino también de las áreas de habitación y Calchaquí. Estas unidades son los tipos de emplazamien- funerarias (Bueno Ramírez 2000). tos y los recursos locales. De manera específi ca la investigación se orientó a vin- • Emplazamientos cular los sitios con arte rupestre con otras áreas de acti- - quebradas vidades y analizar el sistema codifi cador empleado como - pie de sierra (entre 1700 msnm y 2000 msnm) marcador gráfi co. En el primer caso, se estimaron las prefe- - sierra (más de 2000 msnm) rencias en la ubicación y valoración de los distintos nichos - fondo de valle (entre 1600 msnm y 1700 msnm) y su relación espacial con distintas áreas (habitación, fune- • Fuentes de agua rarias y con arte). Para ello se siguió con la metodología - arroyo permanente - río permanente 3 Bueno Ramírez y Balbín Behrmann prefi eren denominarlo - río o arroyo estival grafías (Bueno Ramírez y Balbín Behrmann 2003). - vertientes

116 INTEGRACIÓN DE SITIOS CON ARTE RUPESTRE

• Recursos botánicos La información geológica orientó la determinación de - algarrobales fuentes de materias primas minerales y tipos de suelos. - pastizales de fondo de valle (ríos permanentes) Respecto a las primeras solo se han identifi cado depósi- - pastizales permanentes de quebrada tos de arcillas, estratos con pigmentos minerales y una - arbustos y pastizales estacionales mina de cobre ubicados al este del valle. Las rocas de yeso, • Tipos de suelo cuarzo y mica se presentan en forma abundante y recu- 1- Complejo ígneo metamórfi co de las sierras de rrente en las sierras y pie de sierra. Respecto a las fuentes Quilmes. Rocas desnudas, sin sedimentos. de materias primas líticas empleadas en la confección de 2- Rocas cretácicas (conglomerados, areniscas y arci- instrumental (obsidiana, cuarcita y basalto) están ubica- llas rojas de origen continental) de las Sierras de das fuera del Valle y se estima que provienen de la puna Santa Bárbara. Fácilmente erosionables. y por ello no se las ha incluido en la clasifi cación (Galván 3- Acumulaciones sedimentarias del cuaternario, (dunas en 1981; Nadir y Chafatinos 1990; Weigert 2004). cuencas de los ríos Santa María y Calchaquí). 4- Regosol éutrico/fl uviales éutricos. Conos aluviales. LOS SITIOS ARQUEOLÓGICOS EN LA MICRORREGIÓN CAFAYATE • Recursos minerales Para ubicar cronológicamente cada uno de los sitios - arcillas arqueológicos relevados en la prospección se emplearon - pigmentos minerales esencialmente dos indicadores: a) patrón de asentamiento - cobre y b) tipología cerámica. A los fi nes operativos se incluye En el caso de los emplazamientos, se han incluido las dentro del período Formativo al registro arquitectónico alturas en metros sobre el nivel del mar debido a la fuerte correspondiente al patrón de asentamiento “poblado variación topográfi ca del valle, y se han excluido las pros- disperso” y dentro del período de Desarrollos Regionales, pecciones en alturas superiores a los 2000 msnm. Ello al patrón de asentamiento “conglomerado con defensas, redunda indefectiblemente en una vista parcial del regis- semiconglomerado y conglomerado” (Madrazzo y Oto- tro, pero se mantiene en reserva para trabajos futuros. nello 1966). En la tipología cerámica se sigue la denomi- Las fuentes de agua están supeditadas a la variación nación de los estilos presantamarianos, santamarianos estacional, de todas maneras, los únicos cursos con agua y los grupos de referencia para el período Formativo, permanente son los ríos Calchaquí, Las Conchas, Colo- elaborados para este sector del valle (Tarragó y Scattolín 4 rado y Yacochuya . Las quebradas laterales se presentan 1999; Subelza y Bravo 2004). como desagües naturales de los deshielos de las altas Como resultado de las prospecciones efectuadas y la cumbres y de las lluvias estivales. Los arroyos, como El recopilación de los antecedentes se registraron un total de Alisar, tienen fl ujos de agua por la proximidad de los mis- dieciocho sitios arqueológicos en la Microrregión Cafa- 6 mos con vertientes. yate (ver tabla 1). Los recursos botánicos de la microrregión se presen- tan asociados con los tipos de suelos y las fuentes de agua. La Banda de Arriba Por ejemplo, los pastizales de fondo de valle están empla- En 1988, el Museo de Antropología de Salta realizó zados en acumulaciones sedimentarias del cuaternario un rescate arqueológico en la zona denominada La Banda 5 y en las orillas de los ríos permanentes . Los pastizales de Arriba en las afueras del pueblo de Cafayate. El sitio y arbustales de quebradas también se presentan como arqueológico fue defi nido como enterratorio múlti- lugares aptos para cultivos. Los algarrobales son montes ple con acompañamiento funerario (Buliubasich et al. ubicados en las proximidades de los ríos con agua per- 1991). Se trata de un enterratorio donde se han ubicado manente (Cabrera 1976; Karlson 1988). Las fotografías al menos catorce individuos, siete de ellos masculinos, aéreas (año 1965) y las imágenes satelitales (2004) mues- tres femeninos y cuatro de los que no se pudo identifi - tran el retroceso de los montes de algarrobo frente a los car el sexo. La edad estimada de los individuos es de cin- campos de cultivo de vid. cuenta años (uno), cuarenta años (uno), edad avanzada (un anciano), entre veinticinco y treinta años (cuatro), veinte años (uno), dieciocho-diecinueve (uno), menor de 4 Actualmente, los ríos Colorado y Yacochuya no presentan quince años (uno) y cuatro sin posibilidad de estimación cursos permanentes porque se han construido tomas, repre- sas y canales para riego. (Acreche y Albeza 1991). 5 Las coordenadas geográfi cas de los sitios han sido omitidas y constan en los informes de investigación presentados a la 6 La identifi cación macrobotánica fue realizada por el Dr. Dirección de Patrimonio de la Provincia de Salta y al Museo Novara (Fac. de Ciencias Naturales, UNSA) y la Srta. Luján de Antropología de Salta. Bravo (Fac. Humanidades, UNSA).

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El tipo de enterratorio es colectivo y primario. La A raíz de las prospecciones efectuadas fueron defi ni- única excepción es el hallazgo de la Cuadrícula A donde dos cuatro nuevos sitios arqueológicos próximos a la zona fue identifi cado un individuo masculino de veinte años. de rescate de la Banda de Arriba. Se estima que se trata de Por las características óseas Acreche y Albeza (1991) un patrón de asentamiento de poblado disperso, pero se consideran que el joven poseía rasgos faciales particu- recuerda que los procesos de alteración son elevados para lares (latero desviación izquierda de pirámide nasal y obtener un registro completo (Ledesma 1999b). En la Banda ángulo fronto nasal disminuido). El acompañamiento de Arriba se han identifi cado cinco sectores con indicadores funerario estaba compuesto por quince vasijas cerámi- arqueológicos. La zona se encuentra actualmente parcelada cas pequeñas, un collar con cuentas de turquesa y un en terrenos menores a una hectárea y con huertos, caminos, instrumento de bronce. El ajuar estaba contenido en un viviendas y acequias. Por ello el registro no se ha podido recipiente cerámico de cincuenta centímetros de altura efectuar en todas las propiedades y algunos vecinos mani- (ver fi gura 1a). festaron haber efectuado hallazgos pero que no han conser- Retomadas las tareas en la zona en 1997 (Universidad vado el material (Lo Celso y Ledesma 2005). Nacional de Salta), y con miras a completar la información La Banda de Arriba 2 (SSALCAF 2): Se registró mate- en el mismo sitio del rescate, se realizaron prospecciones rial lítico y cerámico en superfi cie proveniente de altera- sistemáticas, excavación, estudios líticos y cerámicos ciones faunísticas. Los tiestos cerámicos son formativos (Lo Celso 2000, Ledesma, 1999a, 1999b, Ledesma y de y tienen similares características a las piezas enteras pro- Hoyos 2001). En superfi cie no se observaron indicadores venientes de la excavación del año 1988 en La Banda de arqueológicos, por ello se dividió la parcela en transectas Arriba 1 y de la colección Bravo relevadas por Carrara y se excavaron dos de ellas. En la transecta A se rescataron (Ledesma 1999b; Carrara 1961) fragmentos cerámicos dispersos de diversos tipos y no La Banda de Arriba 3 (SSALCAF 3): Se registraron se evidenciaron pisos de ocupación. Por las característi- un bloque con morteros y escasos fragmentos cerámicos cas edafológicas y la disposición de los vestigios se pudo tempranos y tardíos (Ledesma 1999b). determinar que el material procedía del arrastre de zonas La Banda de Arriba 4 (SSALCAF 4): Se trata de un cír- más altas. La transecta B, mostró en gran parte similares culo de piedras, con suelo removido que indicaría saqueo. indicadores de alteración. En un solo sector se registró Material cerámico de tipo tosco fragmentado y lítico en el hallazgo de material óseo fragmentado de camélido superfi cie. Alto proceso de erosión (Ledesma 1999b) (llama). En este caso tampoco se pudieron estimar los La Banda de Arriba 5 (SSALCAF 10). En 2001, el Cen- pisos de ocupación (Lo Celso 2000). tro Vecinal de la Banda de Arriba y la Municipalidad de Los estilos cerámicos presentes se corresponden a Cié- Cafayate denunciaron el hallazgo de vasijas arqueológicas. naga, Candelaria y Aguada. Pero, dentro de esta defi nición, Los restos de arquitectura son escasos en superfi cie y se Subelza y Bravo (2004) observaron una gran variabilidad trata de un patrón disperso con recintos irregulares, circu- que las llevaron a conformar el grupo La Banda de Arriba. lares y paredes de rocas planas. (Lo Celso y Ledesma 2005). Este grupo de referencias lo elaboraron a partir del estu- El material arqueológico consta de: una vasija de setenta dio de las piezas enteras de la Banda de Arriba 1, de los y seis centímetros de alto (manufactura de cocción oxi- fragmentos cerámicos provenientes del rescate de 1988 dante), jarra incisa gris pulida, vasija pequeña zoomorfa y de los fragmentos cerámicos de la excavación en 1998 (ave), puco gris/negro pulido, puco gris. En su interior se (Bravo et al. 2000). Ello se debería a una particularidad observó la presencia de tres cuentas de un collar (turquesa tecnológica en la zona, que ya había sido propuesta para y malaquita), piezas dentales de un niño menor a tres años esta zona del Valle Calchaquí por parte de Heredia (1974) de edad. Tanto por su morfología y su decoración se adju- y que defi nió como Cultura San Carlos. dican las piezas al período formativo y al grupo La Banda El grupo está defi nido según criterios morfológicos y de Arriba. (ver fi gura 1b). decorativos: Morfología: recipientes subglobulares de base plana, El Divisadero bordes evertidos, cuerpos de perfi l compuesto y asas en El Divisadero (SSALCAF 9) se encuentra a cuatro cinta (Subelza y Bravo 2004). kilómetros al sudoeste del centro de la localidad de Cafa- Decoración: predominan el grabado y el bruñido por yate, en el sur del valle Calchaquí – provincia de Salta– en encima del inciso y el pulido; hay recurrencia en la téc- la margen izquierda del Río Colorado (afl uente del Santa nica de pastillaje para representar fi guras zoomorfas. Las María) y a unos 1700 msnm. Se ubica sobre un cuerpo vasijas pintadas son escasas y se han utilizado el negro y ígneo (plutón) que está constituido por rocas graníticas rojo sobre ante, rojo sobre ante y rojo sobre el color de precámbricas. Sobre las mismas están emplazados –y fondo de pasta (Subelza y Bravo 2004). actúan como soporte– los aleros y cuevas con pinturas.

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Tabla 1 - Registro de sitios arqueológicos. Microrregión Cafayate (Salta)

Sitio Período Tareas Vestigios en superfi cie Publicaciones e informes Buliubasich et al. 1991; La Banda de Arriba Formativo Ledesma 1999b; Excavación Bloques con morteros 1 (SSALCAF 1) inferior Lo Celso 2000; Lo Celso y Ledesma 2005 La Banda de Arriba Formativo Ledesma 1999b; Registro Fragmentos cerámicos y líticos 2 (SSALCAF 2) Inferior Lo Celso y Ledesma 2004, 2005. La Banda de Arriba Fragmentos cerámicos y líti- Ledesma 1999b; Formativo Registro 3 (SSALCAF 3) cos. Bloque con morteros Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 La Banda de Arriba Fragmentos cerámicos y Ledesma 1999b; ---- Registro 4 (SSALCAF 4) líticos Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 La Banda de Arriba Formativo Fragmentos cerámicos y líti- Registro Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 5 (SSALCAF 10) inferior cos. Restos de arquitectura Río Seco Formativo y Registro Fragmentos cerámicos y Ledesma 1999b; (SSALCAF 5) D. regionales Rec. Superf. líticos Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 Molinos Formativo Fragmentos cerámicos y líti- Ledesma 1999b; Registro (SSALCAF 7) inferior cos. Bloques con morteros Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 Formativo y Registro Fragmentos cerámicos y San Luis Ledesma 1999b; desarrollos Recolección líticos. Restos de arquitectura. (SSALCAF 8) Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 regionales superfi cial bloques con morteros Fragmentos cerámicos y Río Colorado Ledesma 1999b Formativo Registro líticos. Arquitectura. (SSALCAF 6) Lo Celso y Ledesma 2004, 2005 Bloques con morteros. Ambrosetti 1895; Recolección Toscano 1898; Fragmentos cerámicos y Formativo y superfi cial Quiroga 1931; El Divisadero líticos. Arquitectura. desarrollos Excavación Ledesma 1999a,1999b; (SSALCAF 9) Bloques con morteros. regionales Relevamiento Ledesma y De Hoyos 2001; Arte rupestre arte rupestre Lo Celso y Ledesma 2004, 2005; Ledesma 2004, 2005 Formativo y Fragmentos cerámicos y El Alisar Registro. Rel. Lo Celso y Ledesma 2004, 2005; desarrollos líticos. Arquitectura, arte (SSALCAF 11) arte rupestre Ledesma 2004 regionales rupestre Río Negro ------Registro Tumbas saqueadas (SSALCAF 14) Tía Jacinta Fragmentos cerámicos y ----- Registro (SSALCAF 15) líticos Registro Tres Cerritos ----- Rel. arte Arte rupestre Lo Celso 2005; De Hoyos 2005 (SSALCAF 16) rupestre Excavación Fragmentos cerámicos Chimpa Formativo Recolección Heredia et al. 1974 Restos de viviendas superfi cial Fragmentos cerámicos y Toroyaco Formativo Excavación Heredia et al. 1974 restos de viviendas Las Figuritas ------Alero con pinturas rupestres Schobinger 1985 Formativo y Fragmentos cerámicos, Subelza 2003; Yacochuya Desarrollos Excavación viviendas, campos de cultivo, Subelza y Bravo 2004 Regionales tumbas saqueadas

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Las primeras referencias corresponden a las efectua- I: restos vegetales de paja en piso de ocupación, marlos das por J. B. Ambrosetti (1895), P. Toscano (1898) y A. de maíz, maní, arcilla sin cocción, fragmentos cerámi- Quiroga (1931). Desde este último no se realizaron inves- cos sin decoración, desechos de talla de cuarzo, pasta tigaciones hasta 1998. Estos autores solamente mencio- de pintura y fragmentos óseos de roedores. naron a tres de los diez aleros y cuevas relevados hasta el II: piso conformado por coprolitos y camadas de paja momento. Los sectores con arte rupestre son los siguien- (estipo), fragmentos cerámicos sin decoración, y tes: Alero del Suri Gruta de los Guanacos, Cueva del Dol- desechos de talla. men, Cueva de los Camélidos, Alero del Suri Estilizado, III: piso conformado por sedimento de arenas fi nas con- Alero con morteros, Alero de las Llamitas, Alero de las solidado. En cuadrícula 8 IV d, el sedimento forma llamas miniaturas, Cueva de los dibujos negros y blancos, un bloque de arena y limo consolidados de veinti- Cueva del Gato (Ledesma 2004 a; Ledesma 2004b). cinco por veinticinco centímetros con un espesor En la década de 1960, M. T. Carrara (1961) dibujó una de dos centímetros. Los vestigios arqueológicos son serie de vasijas cerámicas de la Colección Bravo prove- fragmentos cerámicos (uno de ellos de tipo santama- nientes de El Divisadero que se corresponden a los grupos riano), desechos de talla y pastas de pinturas. La Banda de Arriba (Subelza y Bravo 2004) y Guachipas Los fragmentos cerámicos y desechos de talla en todos Polícromo (Serrano 1958). los pisos de ocupación no brindan los elementos sufi cien- El Divisadero posee tres sectores claramente delimitados tes para determinar contextos de producción y uso de las topográfi camente. En la parte llana (sector bajo) se ubican tecnologías cerámicas y líticas. Fuera de los contextos de estructuras arquitectónicas correspondiente a Desarrollos ocupación se hallaron cuentas de collar (malacológico), Regionales (semiconglomerado) y cerámica de tipo santa- una pieza dental humana, pastas de pinturas, marlos de mariana. En el Sector medio, en la cuesta de ascenso, están maíz, maní y semillas carbonizadas. Los restos botánicos presentes muros de piedra correspondientes a campos de fuera de los pisos de ocupación son abundantes y están cultivos, bloques con morteros y viviendas de planta irre- conformados por semillas de maíz, quinoa, zapallo, poroto 7 gular dispuestas entre ellas. Este tipo de patrón de poblado y cebil . Por la escasez de vestigios no se pueden inferir disperso, disminuye a medida que se sube por la ladera actividades residenciales concretas. Los vestigios arqueoló- del Cerro San Isidro hasta llegar a los aleros con pinturas gicos que permitirían vincular las ocupaciones con el arte rupestres que constituye el sector alto con una diferencia en rupestre estaban dados por las pastas de pinturas minerales altura de doscientos cuarenta metros. El sitio es frecuentado de la primera y última ocupación (Ledesma 2005). por turistas y hasta el momento no se ha podido implemen- tar el plan de protección y de gestión (Ledesma 2004a). Por El Alisar cuestiones de accesibilidad, los turistas visitan los aleros El Alisar (SSALCAF 11) está conformado por andenes ubicados al norte, mientras que las pinturas que están en de cultivo, recintos habitacionales dispersos y un alero con el sur han permanecido con menores índices de alteración pinturas denominado por los pobladores como “Los gua- antrópica (Ledesma 2004b; Lo Celso y Ledesma 2005). naquitos” o “Taco payana”. Desde el alero en que se encuen- De los diez aleros y cuevas con pinturas rupestres de tran las pinturas se puede observar el pueblo de Cafayate y El Divisadero, la Cueva de los Camélidos era la única que el camino aguas arriba del río Alisar (Ledesma 2004b). ofrecía suelo con potencia para poder ser excavada siste- Los recintos y campos de cultivo están en regular máticamente. En la elección del sector a excavar se consi- estado de conservación en una superfi cie aproximada deró especialmente la ubicación de las pinturas rupestres de cinco hectáreas con un patrón de poblado disperso. para tratar de obtener el máximo de indicadores del con- Resulta difícil establecer los límites del sitio por el des- texto de producción pictórica. plazamiento de rocas y suelos en las márgenes de los En los primeros cincuenta centímetros de excava- ríos Alisar, Colorado y su confl uencia en el Lorohuasi. ción se observaron episodios de sedimentación natural Las estructuras conservadas se encuentran a más de tres conformada por gravas y arenas, con una alternancia metros de altura del lecho del río. Entre los campos de de un consolidado de coprolitos (nivel 35). Los hallaz- cultivo prehispánicos se han identifi cado estructuras gos aislados de fragmentos cerámicos, sin ubicación en arquitectónicas en piedra y cuyas dimensiones no exceden pisos antrópicos, dan cuenta de los desplazamientos de los cuatro metros de ancho. En superfi cie, en las proximi- los vestigios. La ubicación fragmentaria y dispersa de los pisos de ocupación durante la excavación indica saqueos. 7 Así lo indican los procesos postdepositacionales observados A pesar de ello y con el control de los procesos de for- en la estratigrafía, los restos de acompañamiento funerario mación en cada una de las cuadrículas y microsectores se deteriorado y disperso, el relleno de grava en cubeta y los ubicaron tres ocupaciones: fragmentos óseos humanos.

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Figura 1a - Acompañamiento funerario. La Banda de Arriba 1 y la Banda de Arriba 5 (vasijas a - j)

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Figura 1a - Acompañamiento funerario. La Banda de Arriba 1 y la Banda de Arriba 5 (vasijas k - ñ)

Tabla 2 - San Luis, bloques con morteros

Diámetro Profundidad Diámetro Profundidad Bloque Nº Cavidades Bloque Nº Cavidades promedio promedio promedio promedio

Los morteritos 1 8 0,21 0,14 San Luis 9 1 0,19 0,03 Los morteritos 2 1 0,17 0,03 San Luis 10 2 0,13 0,02 Los morteritos 3 1 0,17 0,03 San Luis 11 1 0,15 0,05 Los morteritos 4 4 0,18 0,10 San Luis 12 1 0,20 0,13 San Luis 1 4 0,18 0,16 San Luis 13 1 0,17 0,03 San Luis 2 1 0,90 0,32 San Luis 14 1 0,14 0,00 San Luis 3 3 0,18 0,05 San Luis 15 5 0,16 0,07 San Luis 4 1 0,17 0,03 San Luis 16 8 0,16 0,07 San Luis 5 1 0,17 0,03 San Luis 17 2 0,16 0,06 San Luis 6 1 0,17 0,03 San Luis 18 2 0,15 0,05 San Luis 7 2 0,17 0,04 San Luis 19 1 0,17 0,03 San Luis 8 2 0,17 0,06 San Luis 20 1 0,17 0,03

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dades de las estructuras saqueadas, hay fragmentos cerá- Luis. A ello se agregan otros cuatro que se pudieron registrar micos de tipo formativo y de desarrollos regionales. en el recorrido desde Cafayate hasta la propiedad en cues- El panel con pinturas está parcialmente destruido, un tión y se identifi caron provisoriamente como Los Morteri- fragmento del mismo fue extraído y permanece un sector tos. Las profundidades de las cavidades son variables pero con la escena que se describe. Se trata de ocho camélidos el diámetro de las mismas es bastante regular entre quince pintados en negro. Tres de ellos se encuentran esboza- y dieciocho centímetros (ver tabla 2 y fi gura 2). dos con superposición de sus cabezas y vinculados a un cuarto a través de una línea (soga). Todos están orienta- DISCUSIÓN dos hacia el norte. El panel se extiende en cincuenta cen- El empleo del arte rupestre como indicador arqueo- tímetros por veinticinco centímetros de altura. El mayor lógico implicó superar la descripción estilística, que de los camélidos mide diecisiete centímetros y el menor, efectuada con exclusividad, no cubría las expectativas tres centímetros. La roca que conforma el alero mide 7,7 originales de aproximación a las ocupaciones en El Divi- m por 4,4 m. No tiene suelo con potencia para poder sadero y la correlación con las pinturas rupestres. Además efectuar excavaciones sistemáticas. No se encontraron ni de los problemas conocidos para el estudio del arte rupes- vestigios líticos ni cerámicos en las adyacencias del alero. tre se sumaron los procesos de formación de sitio con los deterioros (naturales y sobre todo antrópicos), las reocu- Tres Cerritos paciones sucesivas y la falta de pisos con potencia en ale- El sitio ha sido documentado recientemente por M. ros y cuevas (Lo Celso y Ledesma 2005). En este sentido, de Hoyos (2004) y por R. Ledesma (2006). No se han en un primer análisis de la determinación de patrones de observado otros indicadores arqueológicos que una serie diseño –como uno de los indicadores arqueológicos– se de bloques con grabados. Se han defi nido cuatro sectores: defi nió una variedad de cánones, patrones y temas en el Norte, La Salamanca, Superior y Este. La visibilidad de los arte rupestre de la microrregión (Ledesma 2004b). mismos es restringida. La orientación de los bloques es Posteriormente, con la excavación efectuada en la Cueva hacia el oeste, en dirección a las laderas de las Sierras del de los Camélidos se defi nieron tres ocupaciones y algunos Cajón y no pueden ser observados desde los accesos natu- elementos del contexto de producción pictórica. Las asocia- rales. Su baja visibilidad e inaccesibilidad han colaborado ciones están dadas por a) el empleo de materias primas de para que no se produzcan alteraciones antrópicas. origen local (yeso y cuarzo) y su registro en excavación, en muestra de pintura de pared y en fuentes de minerales; b) San Luis manufactura de la mezcla pigmentaria compuesta por yeso El sitio San Luis está ubicado al oeste del pueblo de hemihidratado (basanita) como pigmento y cuarzo como Cafayate y en la margen sur del río Chuscha. Del mismo aditivo; c) Selección de un soporte con visibilidad y acce- no se tienen informaciones de campo previas a esta sos restringidos, y utilización de un campo visual y manual investigación (Ledesma 1999b). Los indicadores emplea- determinados; d) tratamiento de la superfi cie en la ejecu- dos para considerar su defi nición como sitio son prin- ción de los diseños con trazos lineales y planos. Además, se cipalmente los bloques de roca con cavidades circulares estima que las pinturas rupestres formaron parte del con- talladas, fragmentos de cerámica y restos de arquitectura texto de uso de la cueva en las sucesivas ocupaciones (II y en superfi cie. Este último indicador es parcial ya que las III), y que la primera ocupación estuvo asociada al contexto rocas que conformaban los muros fueron extraídas para de producción del arte parietal (vinculación mineralógica construir recientemente canales de riego. por difracción de rayos x entre muestra de pared, fuente En 2005 se efectuó un registro en campo de las escasas de materia prima y pasta de pintura en la ocupación I). estructuras de superfi cie y de los bloques denominados Lamentablemente los vestigios botánicos son insufi cientes tradicionalmente como morteros comunales. Los bloques para dataciones de Carbono 14 y están perfectamente vin- se encuentran sin disposición u organización aparente culados en las ocupaciones (Ledesma 2005). entre restos de estructuras tanto formativas como tar- En la excavación en la Cueva de los Camélidos se días. Los fragmentos de vasijas hallados en superfi cie se buscó la relación existente entre el contexto de produc- corresponden principalmente a cerámicas utilitarias (sin ción pictórica con el contexto de uso de la cueva. En la decoración, tamaño grande y con inclusiones gruesas), misma se determinó que el rasgo funerario había sido a tipos formativos (grupo La Banda de Arriba) y tardíos extraído con anterioridad y no se observaron indicadores (santamarianos). Además de los saqueos, se incrementó de actividades domésticas. la alteración en el yacimiento debido a que el río Chuscha Aunque cada sitio es particular en su conformación, no desborda las costas en época estival. deja de ser un elemento discutible que no se hayan regis- Se registraron veinte bloques con “morteros” en San trado elementos de las actividades cotidianas en la Cueva de

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los Camélidos. Pero es preciso tener presente que El Divisa- como son los fragmentos cerámicos en superfi cie (estilo dero está conformado por cuevas y aleros con arte rupestre, Guachipas Policromo) y arte rupestre (tema D y biomorfos campos de cultivo, rocas con morteros, recintos habitacio- felinizados). Esto, a su vez, orienta la línea de investigación nales y enterratorios. Entonces, no se pueden separar las en la búsqueda de conexiones históricas diferentes, pero actividades rituales de las cotidianas con la mirada puesta sobre todo en los procesos locales de producción y repro- exclusivamente en el arte rupestre. Es necesario considerar ducción social en el Sur del Valle Calchaquí. el sitio en su conjunto, un lugar donde la población circuló El Alisar se caracteriza por la elevada densidad de diariamente, donde no se puede dividir en categorías el andenes de cultivo (cinco hectáreas) en contraparte con conjunto de las actividades y manifestaciones humanas. las representaciones rupestres. Por su parte, El Divisadero A través de los patrones de diseño y los temas se posee estructuras agrícolas que no superan la hectárea en puede vincular la Cueva de los Camélidos con el Alero superfi cie y si posee diez aleros y cuevas con arte. Tres de las Llamitas, dispuestas en la ladera del cerro a similar Cerritos no está asociada con ningún otro tipo de ocu- cota de altura, uno en zona norte y otro en zona sur pación. Las diferencias se acentúan y las recurrencias son (Ledesma 2004b). Caso similar se presenta con el Alero escasas fuera de la microrregión en lo que se refi ere al arte del Suri y del Suri Estilizado a menor cota y en diferen- rupestre de estos sitios. tes zonas (ver fi guras 3 y 4). Bajo la premisa de integrar los sitios con y sin arte rupes- De acuerdo con la correlación de patrones y temas tre con otros indicadores de ocupación en la microrregión ejecutados se plantean tentativamente cuatro momentos se ha documentado la ubicación de los mismos según los diferentes de ejecución en El Divisadero pero sin que se accesos tradicionales: a) norte por el río Calchaquí, b) sur pueda establecer un orden cronológico: por el río Santa María y c) Noreste por el río Las Conchas. Representaciones efectuadas en la Cueva de los En el primer caso se cita la información proporcionada Camélidos, Alero de las Llamitas y Alero de las Llamitas por M. de Hoyos (2003, 2005) respecto a los sitios San Car- miniaturas con la ejecución de camélidos del patrón C1 los, San Lucas y San Antonio ubicados al norte. Se trata de y tema C. grabados y pinturas pero no se cuentan con otros datos Motivos de biomorfos, suris (S1) y fi guras humanas respecto a otros emplazamientos. En el sur la ubicación de (F2 y F3). El tema D es representado en los Aleros del Suri los sitios se encuentra hacia el oeste, en la sierra del Cajón. y Suri Estilizado. Por la presencia del biomorfo y de la En la cuenca del río Las Conchas solamente se ha docu- fi gura humana con máscara se lo relaciona con las repre- mentado un solo sitio en una terraza a las orillas del río 8 sentaciones del Período Formativo Superior. (Tía Jacinta). Las Figuritas se encuentran en una quebrada Los camélidos esquemáticos del patrón C4 de la Gruta lateral próxima a Santa Bárbara (fi gura 6). En este caso, los de los Guanacos están claramente alineados (tema A). Al procesos antrópicos y naturales son elevados como para contrario se observa en el Alero del Suri Estilizado donde poder registrar otras evidencias de ocupación. los motivos están agrupados (patrón C4). La mayor densidad de emplazamientos de la zona oeste Representaciones ejecutadas en el Alero del Suri Esti- de la microrregión está en la cuenca de los ríos Yacochuya lizado (patrón F1) y Alero con morteros (patrón F2) de y Chuscha, con su consecuente acceso hacia el oeste (ver fi guras escutiformes. Se estima la ejecución de elementos fi gura 5). También hay sitios en un segundo acceso, ríos básicos de los diseños de momentos tardíos tanto en arte Colorado y El Alisar. Ambas quebradas son vías hacia la rupestre como en urnas funerarias. puna y el Valle del Cajón (Catamarca). Al este, en la Que- La inclusión de motivos pertenecientes a diferentes brada de Santa Bárbara, se han ubicado tres sitios arqueo- patrones y temas (en Cueva de los Camélidos, Alero del lógicos tardíos (Santa Bárbara, Confl uencias y Río Negro) Suri estilizado y Cueva de las Llamitas miniaturas) y por y es la comunicación con Pampa Grande y Guachipas. la diferencia tonal observada se puede considerar la posi- Asimismo se han clasifi cado los sitios según los bilidad de reutilización de los soportes en diferentes y emplazamientos, fuentes de agua, recursos botánicos, sucesivos oportunidades. tipos de suelo, recursos minerales y evidencias de ocupa- Indudablemente la variabilidad y el cambio están pre- ción. La variación entre estas categorías es signifi cativa y sentes a nivel intrasitio en el Divisadero e intersitio con El se evidencian recurrencias respecto a recursos botánicos Alisar y Tres Cerritos. Los tres sitios con arte rupestre gene- y tipos de suelo: ran a su vez las mismas inquietudes que el estudio de la cerámica formativa en el sur del Valle Calchaquí: su simili- 8 El sitio Las Figuritas (Quebrada de las Conchas) ha sido regis- tud a “rasgos generales” con patrones de otras microrregio- trado recientemente y no ha fi nalizado el análisis de patrones nes. Los elementos de infl uencia Aguada son escasos en la y temas, pero se lo presenta por su particular ubicación en el microrregión pero están presentes en algunos indicadores acceso a la microrregión Cafayate.

124 INTEGRACIÓN DE SITIOS CON ARTE RUPESTRE

Figura 2 - San Luis. Bloque 16

Figura 3 - Microrregión Cafayate. Arte Rupestre: cánones y patrones

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Los sitios formativos están generalmente ubicados en mado en los paneles con cierta intención de “invisibili- sectores con pastizales de quebrada, conos aluviales y sue- dad”. Además, los cánones plasmados se corresponden en los de tipo 4 y 1. Son los casos de Río Seco, Molinos, San un mínimo porcentaje a los elaborados en microrregio- Luis, El Alisar, Río Colorado, El Divisadero y Yacochuya. nes vecinas, se puede decir que en general se caracterizan Los campos de cultivo y los bloques con morteros por las diferencias como son los camélidos, los biomorfos están preferentemente asentados en suelos de tipo 4 y 1. y los geométricos. La recurrencia de fi guras humanas y En estos sectores actualmente se observan pastizales de quebra- motivos felínicos llevan a pensar en la participación del das y conos aluviales. Sur del Valle Calchaquí en una de las esferas de interac- Los enterratorios formativos están emplazados en secto- ción del Formativo Superior. res próximos a arroyos y fuentes de agua permanente. Aunque el inventario de sitios no ha sido fi nalizado Las pinturas rupestres se encuentran ubicadas en sec- en el sector este de la microrregión se trabajará en una tores que actualmente poseen pastizales de quebradas y nueva línea de trabajo que lleve a discutir si la zona conos aluviales. oeste del sur del Valle Calchaquí gozó de mayor control Los algarrobales (fondo de valle) y los depósitos de territorial. arcillas que están emplazados hacia el este constituirían motivos importantes para su control pero los sitios no AGRADECIMIENTOS están presentes en estos sectores. Ello puede haberse El presente trabajo forma parte de la tesina presentada debido a las crecidas y variantes no predecibles del para optar a la Sufi ciencia Investigadora del Programa de cauce de los ríos en época estival para limitar la ocupa- Doctorado Hombre y Pensamiento en la Historia (Uni- ción. Pero este mismo proceso se presenta como alta- versidad de Alcalá, Madrid, España). La investigación se mente destructivo en el registro arqueológico. El caso de realizó con el aporte efectuado por el Consejo de Inves- Chimpa se presenta como claro en este sentido porque tigaciones de la Universidad Nacional de Salta. El trabajo luego de su excavación (hace treinta años) no fue ubi- de investigación tutelado ha contado con la orientación cado hasta el momento. fundamental de P. Bueno Ramírez en un tema especial del Los sitios emplazados en los accesos hacia el oeste noroeste argentino. están preferentemente ubicados en los conos de deyec- Los referidos aportes son institucionales pero no ción y en las proximidades de las quebradas de los ríos quiero dejar de agradecer a las autoridades de la Facultad Chuscha, Yacochuya y Lorohuasi. Se trata de aldeas, cam- de Humanidades (UNSa) que han apoyado mi formación pos de cultivo, enterratorios con evidencias formativas y de posgrado: C. Buliubasich, S. Fernández y H. Rodrí- de desarrollos regionales (ver tabla 3). guez. Debo reconocer a M. Lo Celso por la posibilidad de incorporarme al proyecto de investigación que ella dirige CONCLUSIONES e incluir mis sugerencias de trabajo. Con el registro de los sitios arqueológicos efectuado Las tareas de campo y laboratorio han sido efectuadas se puede decir que las poblaciones formativas no tuvie- en compañía de amigos y estudiantes de la Universidad ron una preferencia por asentarse en el fondo de valle y de Salta entre los años 1997-2006: G. Buccianti, L. Bravo, en la confl uencia de ríos importantes ya que se han regis- C. Subelza, E. Rodríguez, M. Ossola, C. Albistro, M. Sáenz, trado aldeas, arte rupestre y enterratorios en pie de sierra M. Argüello, J. Villarreal, G. Weighert, P. Abilés, C. Maco- y quebradas. Algunos de estos emplazamientos fueron ritto y F. Gamarra. La digitalización de los mapas contó reutilizados en el período de Desarrollos Regionales y con la colaboración de G Weigerth. Las vasijas cerámicas otros no fueron reocupados. de la Banda de Arriba 1 fueron dibujadas por C. Calza- Los sitios con arte rupestre están ubicados en pie de dilla y C. Subelza en 2001. También se ha contado con el sierra pero en zonas de las sierras del Cajón que permiten apoyo desinteresado de habitantes de Cafayate, pero espe- la observación al valle y en los accesos a la Puna. Pero este cialmente debo agradecer al Sr. J. Ávila que desde 2003 ha arte no es visible a distancia, por su orientación es solo dado alojamiento al equipo de investigación durante el observable a corta distancia y en ocasiones parece plas- trabajo de campo.

126 INTEGRACIÓN DE SITIOS CON ARTE RUPESTRE

Figura 4 - Microrregión Cafayate. Arte Rupestre: temas.

Figura 5 - Microrregión Cafayate. Sector oeste. Distribución de sitios arqueológicos

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Tabla 3 - Emplazamiento según Recursos. Microrregión Cafayate

Emplaza- Fuentes Tipos Recursos Evidencias Sitio Recursos botánicos mientos de agua de suelo minerales de ocupación La Banda de fondo arroyo Enterratorios, Algarrobales 4 Arriba de valle permanente morteros fondo Pastizales de quebra- Río Seco arroyo estival 4 Aldeas de valle das y conos aluviales fondo arroyo Pastizales de quebra- Molinos 4Morteros de valle permanente das y conos aluviales Aldeas, campos de fondo arroyo Pastizales de quebra- San Luis 4 cultivo, morteros, de valle permanente das y conos aluviales ¿enterratorios? Pastizales de quebra- Campos de cultivo, Río Colorado quebradas río permanente 4 y 1 das y conos aluviales morteros Campos de cultivo, Pastizales de quebra- Pigmentos morteros, pinturas El Divisadero sierra río permanente 4 y 1 das y conos aluviales minerales rupestres, ¿enterratorios?

quebradas Campos de cultivo, Pastizales de quebra- El Alisar pie de vertientes 4 aldeas, pinturas das y conos aluviales sierra rupestres

Fondo de arbustos y pastizales Metales, arci- Tía Jacinta río permanente 2 ¿Campos de cultivos? Valle estacionales llas, pigmentos

Tres Pie de arbustos y pastizales río estival 1 Grabados Cerritos sierra estacionales

fondo de pastizales de fondo Chimpa río permanente 3 Arcillas Aldea valle de valle

Las pastizales de quebra- quebradas río estival 2 Pigmentos Pinturas rupestres Figuritas das y conos aluviales cañada, arroyo pastizales de quebra- Aldeas, enterratorios, Yacochuya pie de 4 y 1 permanente das y conos aluviales campos de cultivo sierra

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Figura 6 - Las Figuritas. Panel Sector Oeste

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130 INTEGRACIÓN DE SITIOS CON ARTE RUPESTRE

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131 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

RETÓRICA Y PRAXIS DE LA PARTICIPACIÓN LOCAL EN LOS PROYECTOS DE MANEJO DE VICUÑAS

Gabriela Lichtenstein* y Nadine Renaudeau d’Arc**

RESUMEN Este trabajo explora la retórica y la práctica de la participación local en proyectos de conservación y desarrollo utilizando como estudio de caso el manejo de vicuñas por comunidades andinas. Se concluye que en la mayoría de los casos no se contempla la participación como proceso de empoderamiento de la gente local.

PALABRAS CLAVE Vicuña - Andes - participación - empoderamiento - manejo

ABSTRACT This paper explores the rhetoric and praxis of local participation in conservation and development projects using vicuna use by Andean communities as a case study. It concludes that most of the projects have failed to link participa- tion with a process of empowerment of local people.

KEYWORDS Vicuña - Andes - participation - empowerment - management

INTRODUCCIÓN nes, elaborando una retórica convergente para asegurar la En las últimas décadas creció el reconocimiento sobre fi nanciación deseada (Rosenfeld 2005). los benefi cios de transferir derechos y responsabilidades Para algunos organismos de cooperación multi y del manejo de los recursos naturales desde los organismos bilateral se entiende por participación al conjunto de centrales a organismos locales y el término participación procesos mediante los cuales los ciudadanos, a través de local pasó a ser una palabra clave en los convenios inter- los gobiernos o directamente, ejercen infl uencia en los nacionales y políticas nacionales como una estrategia procesos de toma de decisión. La participación ciudadana para integrar los objetivos de conservación y desarrollo así entendida no signifi ca necesariamente decidir sino tener (Wells y Brandon 1993, Little 1994, Young 2005, Algots- la posibilidad de infl uir sobre las decisiones que deberán son 2006). Este auge ha sido acompañado de numerosas ser tomadas por las instancias de autoridad establecidas en críticas alrededor del uso y abuso del término participa- cada caso y es considerada como un derecho fundamental ción local y el uso de métodos participativos (Cooke y de la ciudadanía (BID 2004). Existiría un consenso respecto Kothari 2001). Sin embargo, todavía existe un gran vacío a que la sostenibilidad de cualquier estrategia de desarrollo de información y falta de análisis empíricos que pongan descansa en la intervención y participación activa de los en evidencia los efectos de la participación en los bene- diversos actores en los procesos de toma de decisiones fi ciarios de los proyectos (Cleaver 2001). En general se (Durston 2003). mantienen ideas simplifi cadas acerca de la naturaleza De acuerdo a algunos autores (ej. Oakley 1991), la benefi ciosa de la participación, pasando por alto si los participación puede ser utilizada como un medio para proyectos incluyen, protegen o aseguran los intereses de conseguir objetivos específi cos, mientras que otros la la población benefi ciaria local (Cleaver 2001). consideran como un fi n u objetivo en sí mismo (Nelson y Los organismos internacionales de crédito son uno de Wright 1995). En el primer caso, la participación es vista los actores con mayor incidencia en la construcción de las como una herramienta para conseguir logros específi cos agendas de la participación social y ciudadana en las polí- basada en argumentos de efi ciencia. En el segundo caso, el ticas públicas de los países en desarrollo. Estos gobiernos enfoque participativo, liderado por los gobiernos o agentes tradujeron dichas agendas según sus propias concepcio- externos, es interpretado como un proceso que fortalece las capacidades de los actores locales para mejorar o cam-

* INAPL-CONICET, glichtenstein@fi bertel.com.ar biar su forma de vida basado en argumentos de equidad **School of Development Studies, University of East Anglia y sostenibilidad. Este carácter dual de la participación es (UEA), nadinedarc@fi bertel.com.ar evidente en la mayor parte de los proyectos de manejo de

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recursos naturales y revela la ambigüedad de sus objetivos inferior, medio y superior en el NOA. Evidencias arqueo- (Guèye 1999, Hasler 2003). lógicas muestran un aprovechamiento integral de carne, Los actores en los proyectos de manejo de recursos grasa y médula para la alimentación, huesos para fabricar naturales incluyen a las organizaciones gubernamentales, instrumentos y pieles para vestimenta (Olivera 2003). poblaciones locales usuarias de los recursos y organismos La fi bra de vicuña, perteneciente al grupo de fi bras externos cuyos intereses se verán afectados por los resulta- especiales, por ser una de las más fi nas (alrededor de 12,5µ) dos o consecuencias de las decisiones de manejo tomadas y más cotizadas del mercado internacional, ha sido utili- (Wyckoff-Baird y Kauss 2000). En estos proyectos, la par- zada por los habitantes andinos desde los tiempos preco- ticipación local es entendida como una de las estrategias lombinos, cuando la captura de vicuñas estaba severamente para efectivizar el manejo de los recursos naturales. Sin reglamentada. Se estima que a la llegada de los españoles embargo, en la práctica, no hay un modelo de qué tipo ni existían dos millones de vicuñas en Perú (Wheeler y Hoces qué nivel de responsabilidad o autoridad debe ser transfe- 1997). Luego de la conquista, la caza indiscriminada con rida a nivel local (Zanetell y Knuth 2004) y el signifi cado armas de fuego provocó una disminución drástica de las operacional de participación local queda abierto a muchas poblaciones que al ser utilizadas como un recurso de acceso defi niciones e interpretaciones (Plummer y FitzGibbon abierto fueron diezmadas, y sus pieles y cueros exportados 2004) como puede verse en ejemplos de irrigación (Mosse a Europa en grandes cantidades (Laker et al. 2006). 1997, Cleaver 1995), pesquerías (Pomeroy 1995, Sen y La alta calidad de la fi bra, sumada a la ausencia de Nielsen 1996) y manejo de vida silvestre (Kiss 1990). un marco reglamentario articulado desde el nivel inter- La mayoría de las tipologías de participación cubren un nacional al local, llevó a la especie al borde de la extinción amplio espectro de arreglos entre la gente local y la autoridad a principios de los años 1960 debido a la intensidad de a lo largo de un gradiente (Pretty et al. 1994, Sen y Nielsen la caza. Dicha situación fue revertida gracias a esfuerzos 1996). En el extremo menos participativo o instructivo la internacionales para la conservación. En 1969, los cinco gente es apenas informada sobre decisiones tomadas por países vicuñeros fi rmaron el Convenio para la Conserva- organismos externos; en el extremo opuesto o informativo ción de la Vicuña, como primera medida para detener el los pobladores comunican o informan a organismos exter- acceso abierto que llevó a la sobreexplotación de la espe- nos decisiones tomadas. Entre ambos extremos, se ubican los cie y de este modo toda la comercialización referida a la distintos grados intermedios de intervención de la población especie fue prohibida. local o participación local, representados por consultivo, Tras una exitosa primera etapa de protección absoluta, cooperativo o asesorativo (tabla 1). se involucró a las comunidades locales en los programas Este trabajo contribuye al análisis de la retórica y de conservación y manejo. Dichas comunidades estaban praxis de la participación local en los proyectos de con- mostrando no solo desinterés hacia la especie sino cierta servación y desarrollo utilizando como estudio de caso el animosidad por considerarla competidora de su ganado manejo de vicuñas por comunidades andinas en Bolivia, doméstico por agua y pasturas. Así es como se buscó modi- Argentina, Perú y Chile. El manejo de vicuña es un caso fi car los comportamientos y prácticas de la gente local paradigmático en la literatura de uso sostenible porque mediante la aplicación de incentivos económicos y socia- permite (por lo menos en teoría) integrar metas de desa- les. En 1979 se fi rmó el Convenio para la Conservación rrollo económico de los habitantes locales con la conser- y Manejo de la Vicuña donde se promueve el aprovecha- vación de la especie y su hábitat. La participación local es miento económico de la especie en benefi cio de los pobla- una palabra clave dentro de todos los proyectos de manejo dores andinos, quienes pasan a ser vistos como actores de vicuñas en la región. clave en las políticas relacionadas con la conservación de la especie. A partir de entonces la participación local pasa a Antecedentes de la especie ser palabra clave de las experiencias de manejo de vicuñas La vicuña, Vicugna vicugna, es un camélido silvestre de todos los países de su área de distribución. adaptado a vivir en alturas superiores a los tres mil qui- nientos metros en las regiones de la puna y el altiplano de METODOLOGÍA la Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador. Su distribución La investigación está basada en trabajo de campo lle- coincide con aquella de comunidades rurales que viven en vado a cabo en Perú en noviembre 1998 (Lichtenstein et condiciones de extrema pobreza en un área con problemas al. 2002); Bolivia 2001-2003 (Renaudeau d’Arc 2005) y crecientes de desertifi cación, sobrepastoreo, falta de agua y la Argentina 2001-2003 (Lichtenstein 2006). La metodo- de oportunidades laborales (Lichtenstein y Vilá 2003). logía empleada consistió en: 1) realización de entrevis- Esta especie tuvo un papel fundamental para la subsis- tas semi-estructuradas a informantes clave dentro de las tencia de las sociedades cazadoras-recolectoras del Holoceno dependencias públicas de Perú, Bolivia y la Argentina y

134 RETÓRICA Y PRAXIS DE LA PARTICIPACIÓN LOCAL EN PROYECTOS DE MANEJO DE VICUÑAS

Tabla 1 - Tipología de arreglos coparticipativos (adaptado de Sen y Nielsen 1996)

Gobierno Grupos locales Comanejo lidera lideran

Instructivo Consultivo Cooperativo Asesorativo Informativo Gobierno consulta a Grupos locales avisan Grupos locales grupos locales pero Gobierno y grupos Manejo centralizado al gobierno sobre informan el gobierno es el que toma las locales cooperan en la en el gobierno. decisiones tomadas y sobre decisiones decisiones y controla toma de decisiones. el gobierno las avala. tomadas. el proceso. Gradiente de participación local

Tabla 2 - Etapas en la implementación de manejo de vicuñas

Etapas Actividades Actores sociales clave • Custodia Población local • Control y monitoreo 1. Conservación Gobierno • Recolección de datos Actores externos • Censos Diseño de planes de manejo locales y Gobierno 2. Planifi cación • nacionales Actores externos • Inversión en infraestructura Población local • Captura y esquila 3. Producción de la fi bra Gobierno • Certifi cación Actores externos • Almacenamiento 4. Comercialización de la fi bra • Licitación o venta privada Población local Hilado, tejido y comercialización de • Artesanos locales, mercados 5. Procesamiento y comercialización artesanías de productos Empresas textiles Hilado, transformación en tela y prendas • (mayoritariamente europeas)

Tabla 3 - Características de los sistemas de manejo de los países de la región

Argentina Chile Perú Bolivia Solo cautiverio hasta Sistema de 2003. Se incorpora estado Estado silvestre y Cautiverio y estado Estado silvestre manejo silvestre en Los Pioneros y cautiverio silvestre Laguna Blanca Comunidades Productores de la puna y Grupos de familias de Comunidades Benefi ciarios campesinas, la quebrada ganaderos aimara campesinas empresas

AECI-Programa Mixta: fondos públicos Privada, infraestructura Fondos públicos que Araucaria, y otros para infraestructura fi nanciada por principal deben ser devueltos fi nanciamientos Inversión y los productores exportador de fi bra o por la comunidad en gestionados por Estado contribuyen con mano dueños de criaderos dinero o especímenes Nacional, Departamental de obra, transporte, etc. y Asociaciones

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principales actores nacionales y locales involucrados en el de producción económica son las unidades domésticas, el manejo de vicuñas; 2) realización de entrevistas semi-es- INTA diseñó un sistema de manejo en cautiverio cuyos 2 tructuradas a pobladores locales dentro del centro piloto benefi ciarios serían pequeños productores 23 . Mauri-Desaguadero (Bolivia) y observación participante En líneas generales, la lógica de los proyectos de manejo durante los eventos de captura y esquila temporada 2002 de vicuñas es que al permitir la utilización comercial de en diez comunidades manejadoras de vicuñas en Bolivia fi bra obtenida de la esquila de animales vivos se fomen- y tres comunidades en Perú (Ayacucho); 3) realización tará la participación y el desarrollo de actitudes positivas de entrevistas al 67% (N=10) de los dueños de criaderos hacia la conservación de la especie. Esto resultará en una de Salta y Jujuy (Argentina); 4) consulta de las Actas de disminución de la caza furtiva, un reemplazo de especies la Convención de la Vicuña (1997-2005), y documentos domésticas por vicuñas, un aumento de la tolerancia ofi ciales nacionales de la Argentina, Bolivia, Chile y Perú hacia las vicuñas en tierras comunitarias y apoyo a las e internacionales (e.g. FWS, CITES). La información fue medidas de conservación. Esta lógica se basa en la pre- analizada e integrada usando métodos de triangulación. misa que la utilización comercial de la fi bra de vicuñas Utilizamos el concepto de participación, con fi nes es una alternativa económica viable que puede contribuir analíticos, en sentido amplio para abarcar todo tipo con sufi cientes benefi cios como para remover los costos de actividad relacionada al manejo de vicuñas en que de conservación para las comunidades locales. los habitantes locales tienen la capacidad real o poten- La comercialización internacional de fi bra o pro- cial de intervenir independientemente del grado de ductos derivados de vicuñas (ej. artesanías) está intervención. reglamentada por la Convención sobre el Comercio Hemos dividido el manejo de vicuñas en cinco etapas. Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Las cuatro primeras corresponden a: conservación, pla- Silvestres (CITES). Dicha Convención establece si ciertas nifi cación, producción y comercialización de la fi bra. La poblaciones de vicuñas ya no necesitan protección abso- última etapa corresponde al procesamiento de la fi bra y luta de uso y pueden pasar al Apéndice II, posibilitando comercialización de productos derivados (tabla 2). el comercio internacional de su fi bra o productos deri- El análisis seguirá el marco analítico desarrollado vados. Para que dicho cambio de Apéndice sea posible, por varios autores (Sen y Nielsen 1996, Ingles et al. los países interesados deben presentar una propuesta con 1999). Este marco aclara tres dimensiones de la partici- elementos respaldatorios (evaluación poblacional, plan pación: 1) ¿quiénes participan?, 2) ¿cómo participan?, y de manejo, propuesta de uso) y ser apoyados por la Con- 3) ¿cuándo participan? El análisis integrado de estos tres vención de Conservación y Manejo de la Vicuña. Dado aspectos cualitativos de la participación permite un acer- que la aprobación de CITES es el cuello de botella que camiento a la pregunta general: ¿qué se entiende por par- permite la obtención de benefi cios económicos derivados ticipación local en los proyectos de manejo de vicuñas? del uso de la especie, el desarrollo de planes de manejo está orientado a satisfacer los requerimientos de dicha RESULTADOS Convención. Los países andinos desarrollaron distintas modalida- La tabla 2 muestra que el manejo de vicuñas (a nivel des de manejo de vicuñas de acuerdo con sus caracterís- local, provincial o regional) se puede describir como un ticas particulares como organización social, idiosincrasia, proceso dividido en cinco etapas: conservación, planifi - sistemas de producción, sistema de tenencia de la tierra y cación, producción, comercialización de la fi bra y proce- de los recursos naturales y legislación (Lichtenstein y Vilá samiento y comercialización de los productos derivados. 2003). En el caso de Perú y Bolivia, los planes de manejo Estas etapas a su vez se pueden subdividir en actividades fueron diseñados inicialmente para que comunidades que involucran distinto nivel de participación de los acto- andinas hicieran uso de las vicuñas que se encontraran res sociales que participan del manejo. en sus tierras comunales mediante capturas temporales 1 seguidas de la liberación de los animales 12 . En Chile se ¿Quiénes y cómo participan? desarrolló un sistema mixto de manejo en estado silvestre Los actores sociales principales en el manejo de la por comunidades Aymara y manejo en grandes corrales vicuña se pueden dividir en tres grandes grupos: los por familias. En el caso de la Argentina, donde los núcleos organismos gubernamentales, los pobladores locales y los actores externos. 1 Desde 1995 en Perú se incorporó el uso en semi-cautiverio (Lichtenstein et al. 2002) y luego el uso por productores par- 2 A partir de 2003 se desarrollan experiencias de captura en ticulares (Informe de Perú al XXIV Reunión Ordinaria del estado silvestre por la Cooperativa Los Pioneros en Jujuy y la Convenio de la Vicuña). comunidad de Laguna Blanca, en Catamarca.

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Los organismos gubernamentales son las autoridades poblaciones clasifi cadas bajo el Apéndice I de CITES y la responsables del manejo de la vicuña ante los organis- prohibición absoluta de obtención de fi bra de animales mos internacionales como CITES y responsables a nivel muertos (caza), prohibición que regirá durante todas las nacional de la normativa e implementación de Programas etapas de aprovechamiento. relativos a la conservación y manejo de la vicuña. Las auto- Mientras que todas las medidas relacionadas con ridades nacionales en cada país son: la Dirección Nacio- la conservación son dispuestas y desarrolladas por los nal y Direcciones Provinciales de Fauna (de las provincias gobiernos, el costo de dichas medidas es “pagado” por los vicuñeras) y el Instituto Nacional de Tecnología Agrope- habitantes locales quienes deben permitir que las vicuñas cuaria (INTA), en la Argentina; la Dirección General de que viven en sus campos de pastoreo consuman parte Biodiversidad, en Bolivia; la Corporación Nacional Fores- de los recursos forrajeros destinados al ganado domés- tal y el Servicio Agrícola Ganadero, en Chile; y el Consejo tico (constituido principalmente por llamas y ovejas) y Nacional de Camélidos Sudamericanos, en Perú. compartan las aguadas. Esto es percibido como un costo Los pobladores locales benefi ciarios pueden ser comu- para los habitantes locales quiénes coinciden en que las nidades campesinas en Bolivia y Perú que suelen agruparse vicuñas: a) rompen alambrados, b) se enferman y conta- en asociaciones regionales o comités para el acopio de la gian a las llamas y ovejas, y c) comen los mejores pastos fi bra; familias Aymará en Chile o bien productores indi- (Lichtenstein y Renaudeau d´Arc 2005). viduales en la Argentina que pueden producir en forma individual o asociada. Si bien en los informes al Convenio Etapa 2: planifi cación de la Vicuña de los cuatro países se menciona a la comuni- En esta etapa se diseñan los Planes de Manejo pro- dad andina como el principal benefi ciario de los proyectos vinciales, regionales, o nacionales para ser presentados a de uso de vicuñas, no queda claro en todos los casos qué CITES de forma de permitir la comercialización de fi bra o se entiende por el término comunidad, ya que dicho tér- productos derivados. Se toman decisiones clave en relación mino es utilizado para denominar distintos grupos sociales al modelo de uso de vicuñas, la población benefi ciaria, el de acuerdo con el contexto político cultural de cada país tipo de infraestructura y equipamiento, el fi nanciamiento (Renaudeau d’Arc 2006, Stöllen et al. en prensa). y la proporción de inversión pública y privada. Los actores externos pueden ser agencias de fi nan- En la mayoría de los casos, el diseño de los proyectos ciamiento que apoyan la iniciación o implementación se realiza de manera tecnocrática y de arriba hacia abajo de los proyectos; investigadores y ONG que apoyan a las dentro del marco de las estructuras gubernamentales comunidades en la producción de fi bra o bien empresas existentes y sin la participación de la gente local, a quien textiles que intervienen en las etapas de transformación y se invita a participar del proyecto en etapas posterio- comercialización de fi bra. res o es convocada para avalar los planes en la etapa de instrumentación. ¿Cuándo participan? Históricamente la elaboración de planes de manejo Existen distintas actividades para cada una de las eta- no ha contado tampoco con la participación de investiga- pas de manejo, así como indica la tabla 2. dores independientes de la gestión pública especializados en manejo de fauna, desarrollo rural, ni con la realización Etapa 1: conservación de estudios de mercado o cadenas de comercialización. La etapa de conservación es el punto de partida en el Muchos de los planes desarrollados sin información de manejo de la vicuña. El objetivo de esta etapa de acuerdo base sufi ciente no resultaron satisfactorios para la comu- con el Convenio para la Conservación y Manejo de la nidad científi ca internacional (ej. FWS 2002). Vicuña es la protección y recuperación de la especie hasta Un ejemplo ilustrativo de la etapa de planifi cación cubrir la capacidad de carga de los pastos de una deter- sin la intervención de la población local es la promul- minada región, zona o área. Esto se logra a través de la gación del Reglamento Nacional para la Conservación y custodia que ejercen las comunidades locales, el control Manejo de la Vicuña en Bolivia (1997). Esta normativa por parte del gobierno del cumplimiento de las normas y fue pensada y formulada por un grupo de expertos que, procedimientos administrativos, el monitoreo técnico del teniendo en cuenta la existencia del mercado de produc- estado de las poblaciones, la recolección de datos científi - tos de vicuña ilegales importante en El Alto, acordaron cos y la realización de censos de las poblaciones de vicu- medidas preventivas autorizando únicamente la comer- ñas. La conservación se ve fortalecida con la creación de cialización de fi bra transformada en tela. Esta disposición reservas y parques. en la normativa no tuvo en cuenta la falta de tecnología La etapa de conservación de las poblaciones de vicuña, en Bolivia para procesar dicha fi bra en tela. A partir del está asociada con la prohibición del uso para aquellas año 2000, CITES autorizó la comercialización de fi bra de

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Bolivia, pero la disposición en el Reglamento impidió que tos. Dada la falta de recursos económicos, humanos y las comunidades percibieran los benefi cios económicos técnicos de dichas instituciones, las comunidades deben que les habían sido otorgados al impedirles la comer- ajustar la captura y esquila a la agenda de la institución cialización de la fi bra en bruto. Como resultado de este estatal encargada de proveer el apoyo técnico resultando Reglamento las comunidades han trabajado en la captura en oportunidades limitadas para llevar a cabo las expe- y esquila de vicuñas desde el año 1997 hasta el año 2006 riencias de captura. sin obtener benefi cios económicos. La falta de capacitación local para la captura y esquila y la dependencia de terceros llevó en Perú a que se contra- Etapa 3: producción de la fi bra ten a privados para la realización de las capturas a cambio La etapa de producción de fi bra, incluye la inversión de un porcentaje importante de la fi bra. El último estadio e instalación de infraestructura de captura, implemen- de la producción de la fi bra: la certifi cación, es llevado a tación de técnicas de captura y esquila, y por último la cabo por representantes del gobierno como una medida certifi cación y almacenamiento de la fi bra obtenida. para garantizar su origen legal. A grandes rasgos, existen dos modalidades de manejo de vicuñas: estado silvestre y cautiverio (Vilá y Lichtens- Etapa 4: comercialización de la fi bra tein 2006). El manejo en estado silvestre comprende la La etapa de comercialización es llevada a cabo con captura temporaria de vicuñas que se encuentran en su distintas estrategias por los diversos países, a través de hábitat natural y que son liberadas luego de la esquila. El licitación pública o venta privada. aprovechamiento en cautiverio comprende la esquila de Perú fue el primer país en acceder a la comercializa- animales que se encuentran dentro de cercos permanen- ción internacional de fi bra en el año 1994. Hasta 2000 tes donde debe realizarse control sanitario y suplemento toda la producción nacional era vendida en bloque por de agua y pasturas. la Sociedad Nacional de la Vicuña (SNV) a un único En ambos casos la producción de la fi bra depende de cliente: el Internacional Vicugna Consortium. A partir de una inversión importante en infraestructura como corrales 2000, las grandes comunidades campesinas, agrupándose de mil hectáreas en Perú o diez hectáreas en la Argentina en asociaciones (empresas comunales o empresas aso- (Lichtenstein 2006); materiales para las mangas móviles de ciativas) así como cualquier persona natural o jurídica, captura en Bolivia (Renaudeau d’Arc 2005) o maquinarias pueden comercializar la fi bra de vicuña directamente con de esquila. Existe también, en el caso de manejo en cautive- empresas internacionales o nacionales en forma indivi- rio, una inversión importante referida al costo de oportu- dual o asociada. Las principales empresas demandantes nidad de la tierra donde se coloca el corral, área de la cual de fi bra son de Italia, Reino Unido y Japón. deben ser desalojadas las especies domésticas. En la Argentina, se licita anualmente la fi bra de Los costos de infraestructura pueden ser asumidos vicuña producida por el CEA INTA Abrapampa. La fi rma por el Estado, como en Chile y Bolivia o por la gente ganadora de todas las licitaciones hasta la fecha coincide local, en forma comunitaria (Perú), o privada (criaderos con la empresa que fi nanció los cercos a los productores. de la Argentina) (tabla 3). Estos últimos casos llevan a un Dado que la producción se hace a nivel individual, cada endeudamiento importante. En el caso de la Argentina, la productor negocia con esta empresa la entrega de entre deuda es contraída con una empresa privada que fi nancia el 50-100% de la fi bra producida, a un precio estipulado los corrales a cambio de comprar la fi bra a un precio bajo de antemano y menor al que se paga la fi bra a nivel inter- 3 y estipulado de antemano (Lichtenstein 2006)35 . En el caso nacional o al INTA, para saldar la deuda (Lichtenstein de Perú, la deuda es con el Estado, y el préstamo debe ser 2006). Usualmente el resto de lo producido es vendido devuelto en dinero o vicuñas (Lichtenstein et al. 2002). a la misma empresa en el momento de la esquila para En todos los países estudiados los pobladores loca- contar con dinero en efectivo. La Asociación Argentina les participan como mano de obra (en la mayoría de los de Criadores de Vicuña no interviene en la negociación casos no asalariada) durante los procesos de instalación de la venta de la fi bra de los productores y tampoco lo de los cercos, captura y esquila bajo la dirección de las hace el INTA, dejando a los productores solos en la nego- entidades estatales a cargo de la ejecución de los proyec- ciación con la empresa. En el caso de Chile, toda la comercialización se lleva 3 Por ejemplo, en 2006 la empresa pagó ochocientos noventa a cabo a través de la Sociedad de Hecho de Surire, que dólares estadounidenses el kilo de vellón del INTA, mientras compra la fi bra de las unidades productivas y la licita en que a los productores les pagó entre doscientos cincuenta y bloque. Curiosamente, la misma empresa que paga bajos trescientos dieciséis dólares estadounidenses según el con- precios en la Argentina, ganó repetidamente las licitacio- trato que habían fi rmado. nes en Chile ofertando cifras más altas.

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En el caso de Bolivia, no fue posible la comercializa- nidad local en los procesos de toma de decisión, diseño ción de la fi bra hasta el año 2006 debido a la legislación y planeamiento de los proyectos. Esto sumado a la falta (ver producción). Una vez soslayado este problema, será de desarrollo de la capacidad local crea una relación de necesario apuntalar a las comunidades dada la falta de dependencia entre las comunidades locales y el Estado (e conocimientos, medios y capacitación para realizar licita- incluso empresas privadas) y refl eja que la participación ciones internacionales cuyo resultado les sea favorable. como empoderamiento de la gente local no está contem- Nuestra investigación sugiere que la etapa de comer- plada en los proyectos. cialización es donde se requeriría una participación más Siguiendo los gradientes de participación (ej. Sen y importante del Estado apoyando a las comunidades loca- Nielsen 1996), en la mayoría de los casos estudiados la les para evitar situaciones injustas, asimetría de poderes población local es simplemente informada o consultada entre vendedores y compradores, monopolios o licitacio- sobre decisiones ya tomadas, pero no existe un proceso nes fraudulentas. de integrar a la gente dentro de las estructuras reales de poder o toma de decisión. Es interesante notar que no Etapa 5: procesamiento de la fi bra y venta de productos solo los habitantes locales se quedan afuera de la planifi - manufacturados cación del manejo de vicuñas, sino también la comunidad El procesamiento de la fi bra puede ser realizado en científi ca. Esto sugeriría que dicha planifi cación obedece forma artesanal o industrial. La difi cultad de controlar el más a agendas políticas o económicas que a recomenda- origen de la fi bra en el caso de la producción artesanal ciones técnicas o basadas en investigación científi ca, o a llevó a Perú, Chile y Bolivia a prohibir la exportación de las necesidades de la gente local. dichos productos. En el caso de la Argentina, una mínima Para los sectores históricamente postergados, la posibi- proporción de la fi bra producida en forma legal es hilada lidad de participar depende en buena medida de decisión y tejida en forma artesanal. En este país existe una tradi- pública y privada (Manzanal 2004) o de la decisión política ción de realizar tejidos e hilado de vicuña especialmente del sector público provincial y nacional para constituirse en Belén (Catamarca), la capital del poncho. Además se en facilitadores y promotores de estos procesos de partici- tejen chales, bufandas, corbatines, telas y colchas arte- pación. Este análisis sugiere que en el caso del manejo de la sanales (Rolandi et al. 2006). El grueso de la fi bra de la vicuña, no existiría una decisión política al respecto. Argentina y la totalidad de la fi bra de Chile, son exporta- Consideramos que si la participación en los progra- dos a Europa para su industrialización. mas de aprovechamiento de vicuñas pretende ser algo En el caso de Perú, si bien la mayor parte de la fi bra se más que una palabra vacía de contenido, los planifi cado- exporta pre-descerdada, existe tecnología para la produc- res y administradores deberían defi nir los objetivos de la ción de bufandas, capas y telas de vicuña, que se exportan participación a lo que los proyectos apuntan y cuáles son mayoritariamente a Estados Unidos, Japón y Alemania. los benefi ciarios clave (Stöllen et al. en prensa). Entender si la participación benefi cia a la población local requiere CONCLUSIONES identifi car el compromiso de las agencias de desarrollo Algunos autores sugieren que si se quiere evaluar si de promover formas más efectivas e igualitarias de invo- la participación corresponde a un proceso de empodera- lucrar a la gente local (Cleaver 1991) y enfrentarse a la miento de la gente local o meramente una manipulación de tarea de organizar la participación: identifi car y movilizar aquella, hay que tener en cuenta cuándo empieza la partici- a los protagonistas sociales específi cos cuya participa- pación local en la secuencia de pasos del proyecto (Goulet ción se procura, y crear los medios prácticos para que la 1989), y cuáles son los roles asignados a cada uno de los población local pueda participar en el diseño, ejecución y actores interesados en el proceso (Sen y Nielsen 1996). monitoreo de los programas. Siguiendo esta propuesta, el análisis de la participa- Este proceso requerirá que los actores locales reciban ción local en las distintas etapas del manejo de las vicuñas más autoridad y poder de negociación para lo cuál la de los países de la región andina sugiere que el término capacitación y el fortalecimiento de organizaciones loca- participación es usado para enmascarar la extensión del les resulta fundamental. Solo entonces los actores locales control del Estado y los actores externos sobre el proceso podrán negociar en términos de mayor igualdad y ejercer de producción y comercialización de la fi bra. El carácter sus derechos de ser los benefi ciarios reales del uso susten- polisémico y ambiguo del término permite que el desa- table de las vicuñas. rrollo de los proyectos siga siendo de arriba hacia abajo pese a la retórica contraria. AGRADECIMIENTOS Nuestro estudio sugiere que en la mayoría de las La investigación fue fi nanciada por el Proyecto experiencias existe una falta de intervención de la comu- MACS, quinto programa INCO-DEV de la Unión Euro-

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pea (ICA4-CT-2001-1004). G.L. recibió también apoyo Laker, J., Baldo, J., Arzamendia, Y. y H. D. Yacobaccio del CONICET. N. R d´Arc agradece a la Escuela de Desa- La vicuña en los Andes. B. M. Vilá (ed.), Investiga- rrollo de la Universidad de East Anglia. Agradecemos a ción, conservación y manejo de vicuñas, págs.37-50, las comunidades e informantes clave en Bolivia, Perú y Buenos Aires, Proyecto MACS. la Argentina. Lichtenstein, G., Oribe, F., Grieg-Gran, M. y S. Mazzucchelli BIBLIOGRAFÍA 2002 Manejo Comunitario de Vicuñas en Perú. Poverty, Algotsson, E. Inequality and Environment Series, N° 2, Lon- 2006 Wildlife conservation through people-centre dres, International Institute for Environment and apágsroaches to natural resource management Development. programmes and the control of wildlife exploita- Lichtenstein, G. y B. M. Vilá tion. Local Environment,11(1), 79-93. 2003 Vicuña use by Andean communities: an overview. Banco Interamericano de Desarrollo Mountain Research and Development, 23 (2),198- 2004 Participación ciudadana: estrategias para 202. promoverla. Lichtenstein, G. y N. Renaudeau d’Arc Durston, J. 2005 La retórica del uso sustentable y su aplicación al 2003 El capital social campesino en la gestión del desa- manejo de vicuñas en Argentina y Bolivia. G. P. rrollo rural. Díadas, equipos, puentes y escaleras. Galafassi y A. Dimitri (eds), Sociedad y Desarrollo: Libros de la CEPAL, N° 69, Chile, CEPAL. Aportes para reiniciar un debate critico, págs. 117- Cleaver, F. 132, Buenos Aires, Extramuros Ediciones, Theomai 1995 Water as a Weapon: The History of Water Supágsly Libros, Nordan Comunidad, Ranelagh. Development in Nkayi District, Zimbabwe. Envi- Lichtenstein, G. ronment and History, 1, 313-33. 2006 Manejo de vicuñas en cautiverio: El modelo de 2001 Institutions, agency and the limitations of parti- criaderos del CEA INTA (Argentina). B. M. Vilá cipatory approach to development. B. Cooke y U. (ed.), Investigación, conservación y manejo de vicu- Kothari (eds.), Participation: The new Tyranny?, ñas, págs.133-146, Buenos Aires, Proyecto MACS. págs. 36-55, Londres, Zed Books. Little, P. D. Cooke, B. y U. Kothari (eds.) 1994 The Link Between Local Participation and Impro- 2001 Participation: The New Tyranny? Londres, Zed ved Conservation, en D. Western and M. A. Wright Books. (eds.), Natural Connections: Perspectives in Com- Goulet, D. munity-Based Conservation, 15: 347-372, Washing- 1989 Participation in Development: New Avenues. World ton DC, Island Press. Development, 17 (2), 165-178. Manzanal, M. Guèye, B. 2004 Instituciones, territorio y gestión en el desarrollo 1999 Whither Participation? Experience from Franco- rural local. Teoría y praxis desde la realidad del phone West Africa. IIED Issue Paper, N° 87. Lon- Norte argentino. VIII Seminario Internacional da dres. International Institute for Environment and Rede Iberoamericana de investigadores sobre glo- Development. balización y territorio. Hasler, R. Mosse, D. 2003 The Institutional Paradox of Community-Based 1997 History, Ecology and Locality in Tank-Irriga- Wildlife Management. Global Development Net- ted South India. Development and Change, 28: work (GDN), http://www.gdnet.org/pdf2/gdn_ 505-30. library/awards_medals/2003/r_m/agriculture/ Nelson, N. y S. Wright hasler.pdf. 1995 Power and Participatory Development: The Theory Ingles, A. W., Musch, A. y H. Quist-Hoffman and Practice. Londres, Intermediate Technology 1999 Participatory Process for Supágsorting Collaborative Publications. Management of Natural Resources: An Overview. Oakley, P. Roma, FAO. 1991 Projects with People: The Practice of Participation in Kiss, A. Rural Development. Cambridge, Blackwells. 1990 Living with Wildlife: Wildlife Resource Management Olivera, D. with Local Participation in Africa. Washington DC, 2003 Los camélidos en la economía de las sociedades Banco Mundial. pre-hispánicas del Noroeste Argentino. Actas

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EL PODER DE TORCER, ANUDAR Y TRENZAR A TRAVÉS DE LOS SIGLOS: TEXTILES Y RITUAL FUNERARIO EN LA PUNA MERIDIONAL ARGENTINA

Sara M. L. López Campeny*

RESUMEN Abordamos la participación de elementos textiles en la esfera del ritual mortuorio, a partir del análisis de tres atri- butos: hilado zurdo (llok’e), nudos rituales y empleo de cabello humano en prendas funerarias; elementos identifi cados en piezas textiles recuperadas en dos sitios arqueológicos de Antofagasta de la Sierra, puna meridional argentina.

PALABRAS CLAVE Textiles - prácticas funerarias - sociedades agropastoriles - Antofagasta de la Sierra

ABSTRACT We approach the participation of the textiles elements in the sphere of the mortuary ritual, starting from the analy- sis of three attributes: spun left-handed (llok’e), symbolic knots and employment of human hair in funeral pieces, all elements identifi ed in textiles recovered in two archaeological sites of Antofagasta de la Sierra, Argentinean Southern Puna.

KEY WORDS Textiles - funerary practices - agro pastoral societies - Antofagasta de la Sierra

INTRODUCCIÓN destacado en otras ocasiones, esta amplia variabilidad de Nadie podría negar el importante rol que desempeñan esferas de intervención del textil, nos permite aproximar- la actividad textil y sus diversos productos en las comu- nos a su análisis desde diferentes ángulos, dependiendo nidades andinas actuales. Las variadas y múltiples impli- del aspecto que arbitrariamente decidamos abordar cancias de su actuación se conocen ampliamente, tanto con nuestro estudio: como vestimenta, abrigo, medio sobre la base de innumerables investigaciones antropo- de transporte, contenedor, unidad de medida, símbolo lógicas, como a partir de una extensa base documental identitario, atributo de poder político, religioso o de histórica. Esta activa participación de los textiles en las estatus, elemento de distinción de género, bien de inter- comunidades involucra tanto actividades vinculadas con cambio social, económico o simbólico, elemento ritual o el plano económico - productivo, variados eventos y esce- con poder mágico; solo por citar algunas de las múltiples narios sociales del quehacer cotidiano, así como diversas funciones, contextos de uso y connotaciones simbólicas prácticas asociadas a rituales y ceremonias de carácter asociadas a los textiles (López Campeny 2000, 2005). religioso o festivo. Lo relevante, desde nuestra especiali- En el presente trabajo, abordamos la participación dad, es que esta intervención de los textiles en múltiples de elementos textiles en aspectos vinculados con el ritual esferas de la sociedad es factible de analizarse, a lo largo mortuorio, concretamente a través del análisis de tres del tiempo, a través de las evidencias arqueológicas que se atributos materiales: el hilado de torsión zurda o llok’e, los han conservado hasta nuestros días. nudos rituales y el empleo de cabello humano. Estos tres Consideramos que este tipo particular de materiali- elementos han sido identifi cados en piezas textiles recu- dad, que involucra una tecnología compleja y un bagaje peradas en diferentes contextos funerarios, procedentes amplio de conocimientos, puede pensarse en términos de de dos sitios arqueológicos de la localidad de Antofagasta artefactos multifuncionales y polisémicos, remarcando de la Sierra: Punta de la Peña 9 y Punta de la Peña 4. La la perspectiva de los diferentes ámbitos de su participa- distancia cronológica planteada entre ambos contextos ción en las sociedades del mundo andino. Como hemos de recuperación de las prendas, sumada a la información actual disponible, nos permite analizar la persistencia temporal de ciertos atributos materiales, de carácter sim- * CONICET, Instituto de Arqueología y Museo (IAM), Facultad bólico, vinculados con la participación de los textiles en de Ciencias Naturales e IML, Universidad Nacional de Tucu- el ritual funerario de las poblaciones agropastoriles que mán (UNT), [email protected] habitaron la puna argentina.

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ASPECTOS GENERALES EN RELACIÓN A LOS CONTEXTOS Y EL sas en la terraza alta del Río Las Pitas (Babot et al. 2006); CONJUNTO TEXTIL b) Sector II, integrado por grandes bloques rocosos que La localidad de Antofagasta de la Sierra se localiza presentan morteros múltiples y diversas representaciones en el ángulo NO de la provincia de Catamarca, incluida rupestres (Babot 2004; Aschero et al. 2006) y c) Sector en el denominado sector geográfi co meridional de la III, integrado por un conjunto de estructuras de forma puna argentina (fi gura 1). Su altitud media (3500 a 4200 subcircular, próximas a un gran farallón de ignimbritas msnm) y su biogeografía responden a las de un desierto que limita al sitio por el oriente (López Campeny 2001a, de altura con intensa radiación solar, precipitaciones 2001b; Cohen 2005). escasas, regímenes de lluvia altamente inestables, con lar- Los materiales textiles analizados en este trabajo pro- gas temporadas de sequía, ocurrencia de heladas y fuertes ceden de la estructura 2 (E2) del sector III del sitio PP9, vientos. Sin embargo, dentro de este panorama de rigu- cuyo espacio de ocupación se construyó aprovechando rosidad climática, debemos destacar que Antofagasta de dos bloques de ignimbrita de gran tamaño, a modo de la Sierra constituye una sucesión de oasis en el ambiente muros, a los que se anexó un tercer cerramiento confor- puneño, donde la presencia de cursos de agua de régimen mado por un pircado. Una serie de orifi cios circulares en permanente –el sistema hídrico Punilla-Laguna Anto- las superfi cies verticales de ambos bloques atestiguan que fagasta y sus afl uentes, dentro de los cuales se destacan aquellos se habrían usado como soportes para techar el los ríos Las Pitas y Miriguaca– origina vegas y ambientes área ocupada. Este recinto cuenta con un conjunto de aptos para el desarrollo de actividades pastoriles, la pro- cuatro dataciones radiocarbónicas para el total de seis ducción de cultivos de altura a pequeña y mediana escala, niveles estratigráfi cos identifi cados durante las excava- distintas alternativas de caza y la consecuente posibilidad ciones. La secuencia documenta una serie de ocupaciones del desarrollo de poblaciones sedentarias. En este sentido, recurrentes de este locus residencial, entre ca. 2000 y 500 evidencias de los asentamientos humanos y las múltiples años AP, incluyendo varios eventos domésticos de habi- actividades desempeñadas por estos grupos están repre- tación y consumo, un contexto funerario –del que proce- sentadas por una secuencia ocupacional de ca. diez mil den las piezas textiles aquí referidas– y un evento de uso años de profundidad temporal –particularmente para la del espacio con fi nes productivos, como corral (López cuenca Las Pitas-Punilla–, secuencia ocupacional desta- Campeny 2001a, 2001b, 2006). cable para el NOA, en términos de su notable extensión y El ajuar del contexto funerario incluyó, además continuidad (cf. Aschero 1999, Aschero et al. 2003). de las piezas textiles, un importante número de res- tos ecofactuales (la gran mayoría de origen no local) y un conjunto de tecnofacturas en soportes cerámico, vegetal, malacológico y fi bra animal. Una caracterís- tica destacable de este contexto es el reducido conjunto de restos humanos –correspondientes a un individuo infantil– que fueron recuperados. Este hecho, integrado a otra serie de elementos contextuales y estratigráfi - cos que hemos detallado en contribuciones anteriores, nos permitió interpretar la existencia de un evento de reapertura de la tumba, el retiro de la mayor parte de los restos del individuo, la reorganización de los materiales remanentes y su posterior reentierro. Una muestra de semillas de chañar, proporcionó una datación de 1.460 ± 40 años A.P., fecha que asociamos con el evento origi- nal de conformación de este contexto funerario (López Figura 1 Campeny 2000, 2006).

El Sitio Punta de la Peña 9 El sitio Punta de la Peña 4 El sitio Punta de la Peña 9 (en adelante PP9) constituye El sitio Punta de la Peña 4 (en adelante PP4) se encuen- un asentamiento a cielo abierto, emplazado en la localidad tra ubicado en la proximidad del curso medio-inferior del arqueológica homónima, en el curso medio-inferior del Río Las Pitas, a una altura aproximada de 3.650 msnm. río Las Pitas, a una altitud de ca. 3600 msnm. En el sitio Es un abrigo rocoso que presenta vestigios arqueológicos se han distinguido tres sectores: a) Sector I, integrado por estratifi cados, en el que se distinguieron dos sectores de un conjunto de estructuras subcirculares simples, disper- reparo constituidos por un alero superior y uno inferior,

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ambos con manifestaciones de arte rupestre (Aschero las restantes capas del basural nos permitirá, a futuro, 1 2005). El alero PP4 se sitúa en el sector superior de un precisar este momento (Aschero 2005) . gran farallón de ignimbritas, al pie del cual se emplaza el sitio PP9, mediando una distancia lineal de aproximada- Consideraciones generales sobre los conjuntos textiles. mente cien metros entre ambos sitios. Abordajes previos efectuados. El sitio PP4 puede ser descripto como un asenta- El estudio integral efectuado sobre el conjunto de pie- miento multicomponente, con niveles ocupacionales zas textiles procedentes de ambos contextos funerarios que abarcan una extensa secuencia durante el Holoceno; incluyó, en términos generales, un análisis tecnológico- aunque con dos marcadas discontinuidades. La primera estructural detallado y un análisis del aspecto estilísti- discontinuidad se ubica entre ca. 8900 a 4100 años AP, co-representativo de las prendas recuperadas (López y la segunda entre ca. 3800 a 960 años AP. Se diferen- Campeny 2000, 2001a, 2005; López Campeny y Aschero ciaron un total de siete unidades estratigráfi cas sobre 2006). Además, se efectuó un estudio comparativo entre roca madre y bajo el reparo del alero, “selladas” por una los patrones de diseño y simetría presentes en algunas potente capa de excrementos de ovinos y camélidos que de las prendas y representaciones plasmadas en otros incluye material cultural. La evidencia estratigráfi ca, soportes, específi camente en la cerámica y el arte rupestre sumada a los datos radiocarbónicos, permitieron iden- (López Campeny 2000; Aschero et al. 2006). Este último tifi car cinco componentes principales en la secuencia de abordaje nos permitió contextualizar a los textiles con ocupación de PP4. El denominado componente IV, al elementos complementarios a los proporcionados por las que se asocia el hallazgo del contexto funerario aquí ana- dataciones radiocarbónicas y los correspondientes con- lizado, está integrado por las capas 3, 2 y 1. Estos niveles textos de asociación locales. Debido a que los principales de ocupación tardía fueron datados en el interior del resultados de estos análisis se han dado a conocer en los alero entre ca. 740 a 460 años AP y corresponden a nive- trabajos previamente citados, no redundaremos aquí en les de ocupación asociados, temporalmente, a lo que se detalles no relevantes para la presente discusión. Solo conoce como Período de Desarrollos Regionales e Inka. mencionaremos que, desde un punto de vista formal- Desde el punto de vista estratigráfi co, se interpreta que se funcional, ambos conjuntos textiles están integrados de produjeron eventos de limpieza de niveles ocupacionales esta manera. expuestos, de manera que los residuos de ocupaciones Las piezas recuperadas en la tumba de PP9 incluyen, más tempranas fueron aparentemente eliminados del además de un importante conjunto de elementos de cor- sector más reparado del alero y depositados en la peri- delería, una chuspa o contenedor de pequeñas dimensiones, feria de las ocupaciones más recientes. Una muestra de un unku o túnica andina, un manto, dos posibles bolsas carbón de limpieza de fogón, procedente de la porción funerarias, una faja y doce fragmentos de tela indiferencia- cumbral de una capa de residuos en la zona externa del dos de variadas dimensiones (López Campeny 2000, 2001a). alero, fue datada en 960 ± 40 años AP. Es decir, la fecha Las piezas procedentes de PP4 constituyen un conjunto en el sector periférico del alero es algo más temprana más reducido, integrado por un elemento de cordelería que que en el interior, en concordancia con la interpretación cumplía con las funciones de “amarre” del fardo funerario, propuesta respecto de los eventos de limpieza de las ocu- un unku o túnica andina y dos bolsas o contenedores iden- 2 paciones del sector con reparo (Aschero 2005). tifi cados como costales (López Campeny y Aschero 2006). Asociado a este componente estratigráfi co IV se destaca el hallazgo de un cuerpo femenino adulto, 1 Posteriormente a la elaboración del presente artículo pudimos preservado por procesos de momifi cación natural y disponer de un fechado radiocarbónico asociado a este con- envuelto con piezas textiles. El cuerpo estaba oculto texto funerario. Ha sido obtenido sobre una muestra de fi bras bajo la visera de un gran bloque –que sirvió también textiles, tomadas del elemento de cordelería que cumplía con como zona de depositación de las basuras recién refe- las funciones de “amarre” del fardo funerario y corresponde a ridas– y dentro de una potente lente de excrementos una edad radiocarbónica convencional de 570 ± 80 años AP de roedor, extremadamente compactada. Los bloques (LP- 1870). 2 de ignimbrita que delimitaban la ubicación del cuerpo Aquí debemos aclarar que otros especialistas textiles (B. Cases y S. Hoces de la Guardia) me han sugerido la posibilidad de apoyaban entre las capas 3 y 5 del basural exterior. Al que uno de estos dos contenedores haya sido originalmente no detectarse ninguna fosa, la posición estratigráfi ca del una túnica, por su estructura representativa, de acuerdo con cuerpo correspondería a un momento ubicado entre la las características presentadas por prendas relevadas en con- formación de las capas 3 a 5 del basural, cuya porción textos arqueológicos de la vertiente trasandina. Lo cierto es cumbral mencionamos fue datada en 960 ± 40 años que la prenda de PP4 se encuentra muy deteriorada y suma- AP. Sin embargo, la datación directa del cuerpo o de mente reparada, por lo que no conserva sectores de tejido que

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Para el presente análisis, partimos del supuesto inter- en cuyo interior son resguardados elementos personales del pretativo de que todos estos elementos textiles pudieron difunto (Van Kessel 2001) o los mismos cuerpos son “con- desempeñar algún rol como parte del ritual vinculado tenidos” en ellos al constituir fardos funerarios. Durante con el evento de la muerte, por el hecho de constituir ciertas ceremonias realizadas con posterioridad al velorio y artefactos que han sido recuperados formando parte de al entierro, como por ejemplo la paigasa, también llamada un contexto funerario. De esta manera, y partiendo del “despedida del alma”, “conmemoración” o “la octava” –esto reconocimiento de las características inherentes a estos último en referencia a los días transcurridos desde el entie- materiales textiles como elementos de un ajuar mortuo- rro– la ropa colocada sobre una mesa representa simbóli- rio, la identifi cación de ciertos atributos relevados en ellos camente la presencia del muerto y se acompaña de otros nos permite abordar la dimensión ritual de su participa- efectos personales del “ausente” y ofrendas que serán pos- ción en el evento funerario. teriormente quemadas (Aláez García 2001; de Hoyos 2001; Van Kessel 2001). También es frecuente que, durante los LA PARTICIPACIÓN DE LOS ELEMENTOS TEXTILES EN EL RITO ritos mortuorios, los dolientes coloquen junto al muerto FUNERARIO ANDINO una serie de objetos que aquel usaba en vida y que le serán necesarios en el viaje que debe emprender; implementos “En el cajón del difunto van: un segundo juego de ropa entre los cuales, los textiles (bolsas, alforjas, sogas, etc.), limpia, ... una llijlla blanca o mantel para envolver y llevar suelen tener una participación relevante. a cuesta el equipaje usual de viaje ... las insignias de su Todos estos ejemplos simplemente ponen de mani- dignidad o función...” fi esto que las prendas textiles, como cualquier otro (Van Kessel 2001: 223) artefacto, no poseen únicamente una función utilitaria, inherente al objeto e invariable durante su trayectoria de Un importante cúmulo de información, resultado vida. De manera mucho más compleja y dinámica, las de numerosas investigaciones antropológicas, atesti- connotaciones asociadas a su empleo suelen verse modi- gua la activa participación de los textiles en diferentes fi cadas o complementadas por las características de cada contextos de carácter ritual/festivo. La sola presencia de contexto particular de actuación a lo largo de su vida un textil (p.e. una inkuña) o ciertos elementos textiles, social (Appadurai 1991). puede llegar a modifi car los espacios cotidianos profanos, transformándolos en espacios rituales o sagrados. Entre LA EFICACIA SIMBÓLICA Y RITUAL DE LA TORSIÓN INVERSA O múltiples ejemplos sobre este “dinamismo funcional” de HILADO LLOK’E los textiles puede citarse el frecuentemente relevado caso de las llijllas; piezas que, además de emplearse cotidiana- “Por izquierda es sólo para fi naos (tata - abuelos) o mente como contenedores para el transporte de cargas, para luto ... se hace con la mano izquierda porque el fi nao adquieren un sentido diferente cuando se emplean para se murió, ya no tiene fuerza ...” revestir las mesas en los pagos a los cerros tutelares, para (Grebe Vicuña e Hidalgo s/f: 15) cubrir y de manera simbólica proteger y multiplicar las cosechas durante ciertas ceremonias, cuando participan Existen únicamente dos posibles direcciones para las de los festejos de inauguración de un hogar, o al formar acciones sucesivas de hilado, torsión y retorsión de las parte del ajuar de los novios en las ceremonias de matri- fi bras durante la confección de cordelería: hacia la dere- monio (cf. López et al. 1992). cha o hacia la izquierda. En relación con esta caracterís- De la misma manera, muchos textiles de uso cotidiano tica tecnológica, nos parece relevante destacar los datos pueden adquirir un sentido ritual cuando se convierten sintetizados por Agüero (1994), quien documenta que la en ofrendas funerarias o cuando son quemados, lavados o torsión fi nal izquierda de los hilos es un hecho raro y poco arrojados al río como parte de los principales ritos mor- frecuente entre los textiles documentados en el área norte tuorios (Aláez García 2001; Cáceres Chalco 2001; de Hoyos de Chile, como así también entre los hilados arqueológicos 2001; Mamaní 2001; entre otros). Algunos textiles cumplen procedentes de la costa sur peruana. En cambio, la llamada el papel de contenedores vinculados con el ritual funerario, torsión zurda o izquierda es un atributo más común en la costa central peruana, llegando al caso de que en la costa incluyan partes diagnósticas tales como orillos de urdimbre norte del Perú la totalidad de los hilados se tuercen hacia o aberturas para el cuello y brazos. Por esto, ninguna de las la izquierda. Basándose en estos datos, la autora opina que dos funciones alternativas –vestimenta o contenedor– ni el “… el hilar y el torcer hacia un lado u otro constituye una posible reciclaje de la primera forma en la segunda, pueden elección cultural que en los Andes representa un indicador del ser por el momento descartadas lugar geográfi co de su manufactura” (Agüero 1994: 117).

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En la concepción andina, los diferentes puntos cardi- está ‘abierta’, ‘pariendo’ o ‘hambrienta’...” (García y Rolandi nales del horizonte están cargados de signifi cados. En este 2000a: 10). La concepción general vinculada con estas prác- sentido, se ha relevado en numerosas comunidades una ticas es que el hilo zurdo protege a las personas librándolos recurrente asociación entre la dirección E con el sentido de diferentes tipos de males, empleándose además para la de lo vital y la dirección O con la esfera de lo mortuorio. curación de diferentes enfermedades, tanto de personas, Esta percepción cardinal también infl uye en el sentido como en la atención de la salud de los principales animales dado a los movimientos en ciertas prácticas, sea que se domésticos (Rolandi de Perrot y Jiménez de Pupareli 1985; trate de contextos vinculados con actividades rituales, Llanke 1995). También Platt (2001) alude al poder “repara- festivas o cotidianas. Así, el movimiento circular que se dor” asociado a los hilados zurdos, en algunas comunidades efectúa en el sentido horario (hacia el este o hacia la dere- de Bolivia, ante ciertas complicaciones que pueden surgir cha) representa la energía positiva de la vida, haciéndose durante la gestación del bebé: “… si la mujer hila durante el presente con gran frecuencia en los movimientos vincu- embarazo, el cordón puede enredarse alrededor del cuello del lados con las danzas festivas, como así también “… en feto (...) La ceremonia de romper el hilo es una técnica para el movimiento del huso en el hilado de la lana” (Mostny rectifi car el daño. El cuerpo de la paciente se envuelve con un 1954: 38, en Grebe Vicuña e Hidalgo s/f: 7). El sentido hilo de lana de llama plegado a la izquierda (lluq’i q’aytu), opuesto, el movimiento antihorario (hacia el oeste o que después se rompe para soltar la maraña u obstrucción hacia la izquierda) “… representa a la carencia de ener- adentro” (ibíd.: 139). gía de la muerte, usándose en el hilado de la lana para los Las prácticas curativas asociadas al hilo zurdo permi- ajuares fúnebres” (Grebe Vicuña e Hidalgo op. cit.: 7), o ten plantear la existencia de algún tipo de vinculación entre vinculándose con la orientación que deben poseer las el hilo llok’e y la tierra, ya sea porque el cordel se entierra tumbas, o las hogueras donde se queman las pertenencias como parte de las ceremonias, porque se realiza conjun- del difunto luego del velorio. tamente alguna actividad o práctica vinculada con una Esta torsión de dirección inversa o hacia la izquierda ofrenda a la tierra (por ejemplo chaya), o bien porque la de los hilados, empleada con poca frecuencia para la con- enfermedad que se trata de curar procede en muchos casos fección textil en el Área Andina Meridional, recibe en que- de la “madre tierra” o Pachamama. Al respecto, Rolandi de chua el nombre de llok’e y posee actualmente un sentido Perrot y Jiménez de Pupareli (1985: 285) interpretan que vinculado con el universo mágico y ritual, de tal manera “El hilado normal es un hecho cultural que transforma la que en algunas comunidades Aimara el yatiri es la única materia prima dada por la naturaleza. El hilado al revés es el persona que puede hilar llok’e (Gisbert et al. 1987). opuesto al producto humano y parece tener la propiedad de Existen algunas referencias del poder simbólico aso- volver al seno de la tierra, a la naturaleza misma. Su fuerza ciado a la torsión inversa en tiempos prehispánicos, la reside justamente en eso”. En esta misma línea interpretativa, que se pone de manifi esto en las siguientes palabras de que propone una estrecha relación entre la Pachamama, Felipe Guamán Poma de Ayala (1937: 275 [1615]): “… deidad de connotaciones femeninas y el concepto de llok’e, otros hechezeros toman un hilo torcido a lo izquierdo con pueden resultar muy signifi cativos los datos recopilados blanco y negro y ponen en los caminos y lo ponen como por Müller y Müller (1984: 164), quienes documentan que lazos de los demonios por donde an de pasar sus enemigos en la comunidad de Q’ero (Dpto. Cuzco, Perú) “El principio para que le coxa el lazo y hechisos puesto en ellos hecho sus fundamental del orden del cosmos es el dualismo asimétrico, encantamientos…” al que llaman ‘yanantin’. Los dos polos del ‘yanantin’ son: Actualmente, se ha registrado en algunas regiones el masculino, llamado ‘phaña’ que corresponde al principio del norte de Argentina como en el sur del vecino país de patriarcal. El femenino llamado ‘lloq’e’ que corresponde al Bolivia, la continuidad de la tradición de confeccionar principio matriarcal”. y emplear el hilo zurdo, el que participa de una serie de Además de su participación como elemento con efecto prácticas de la vida cotidiana, pero en todos los casos con- curativo en el tratamiento de personas y animales, este tipo servando cierta efi cacia en el plano mágico-ritual (Rolandi de hilado también participa con sus propiedades protec- de Perrot y Jiménez de Pupareli 1985; Conklin 1997; Platt toras en ciertos aspectos vinculados específi camente con 2001). El hilo llok’e se utiliza en ocasiones especiales, como la actividad textil. Así, por ejemplo, el hilo zurdo suele por ejemplo el 1° de agosto, en el día de la Pachamama, colocarse sobre un ovillo para que la lana no se enrosque fecha en que se entierra como parte de las ofrendas depo- y a la vez sirva de elemento protector para la tela una vez sitadas en los pozos que se cavan en los patios de las casas tejida y, en consecuencia, proteja también a la persona o los corrales. También para esa fecha las personas se colo- que use la prenda. Igualmente, con un sentido de protec- can hilo llok’e en el tobillo, en la muñeca o en el cuello, ción, el hilo torsionado hacia la izquierda suele emplearse como elemento defensivo y protector “… porque la tierra como elemento en las primeras pasadas de trama al tejer

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una tela, “… para evitar que venga el diablo…” (Rolandi “presencia simbólica del difunto” –preparada durante la de Perrot y Jiménez de Pupareli 1985: 281). Su poder ceremonia de la paigasa– se colocan tres madejas de lana también se manifi esta en el hecho de que, las prendas que hilada de dos hebras; una blanca, una negra y una tercera participan en algunas ceremonias o rituales, se confec- elaborada con la combinación de los dos colores previos, cionan parcialmente con hilos zurdos. De esta manera, todos hilados al revés y con la mano izquierda. La persona chuspas, inkuñas o llijllas que se suelen emplear durante la encargada de dirigir el ritual usa estos hilos para “ama- ceremonia de la señalada pueden presentar ciertas partes rrar” a los dolientes y vecinos, girando en torno a todo el tejidas con hilo llok’e. También los cordeles usados para grupo, siempre en dirección inversa y atándolos con los fl orear o señalar a los animales durante esta ceremonia se cordeles, utilizando para ello sólo la mano izquierda. Pos- confeccionan en lana hilada llok’e (ibíd.: 283). teriormente, el ofi ciante corta la amarra y junta los frag- Un dato relevante es que, en la mayor parte de los mentos, los que reúne con los otros hilos que cortó de las casos, el hilado llok’e se confecciona con cabos de lana de muñecas de los parientes y allegados. Todos estos cordeles colores contrastantes o hilado moliné. La combinación se quemarán luego en la hoguera, conjuntamente con los más frecuente suele ser el negro con el blanco (llamado bienes personales del difunto y otras ofrendas (ibíd.: 227). hilo “overo”), aunque también pueden combinarse hilos Ceremonias similares de ruptura de hilos zurdos, confec- de otros colores como rojo y negro, amarillo y morado, cionados con dos colores contrastantes, que son efectuadas etc. (Rolandi de Perrot y Jiménez de Pupareli op. cit.). por los dolientes durante los rituales fúnebres, también se También Grebe Vicuña e Hidalgo (op. cit.: 11) exponen registran en diferentes comunidades de Bolivia y Perú (cf. la relación entre los hilos con torsión inversa y el empleo Acosta Veizaga 2001; Mamaní 2001). combinado de diferentes colores para su confección, cor- Este conjunto de referencias sintetizadas pone de deles que, como queda de manifi esto en la siguiente cita, manifi esto la efi cacia o poder asociados a los hilos con tor- se vinculan además con ciertos ritos fúnebres: “… la com- sión izquierda en la textilería actual de la puna argentina, binación del negro y blanco representa simbólicamente a los y áreas colindantes en Chile, Bolivia y Perú vinculados, muertos. Estos colores están presentes en el ajuar funerario en todos los casos, con su activa participación en la esfera de un difunto a quien se le amarran cordones de lana natu- de diversos rituales. Es esta importante base documental ral ‘torcidos al revés”. la que nos permite contar con un marco interpretativo Para el sector de Puna argentina, Rolandi de Perrot en el cual referirnos al relevamiento de hilados zurdos y Jiménez de Pupareli (op. cit.: 282), documentan que en ambos conjuntos textiles procedentes de los contextos cuando una persona fallece los parientes le confeccionan funerarios de Antofagasta de la Sierra. una cuerda de color “overo”, hilada en llok’e, que atan a la cintura del muerto. También los familiares y vecinos del El poder de torcer: registro de hilados zurdos en contextos muerto se atan hilos llok’e en el cuello, muñecas o tobillos funerarios de Antofagasta de la Sierra “… para que las almas se vayan, para que no se queden En primer lugar, destacamos que el análisis tecnoló- junto a ellos y para que no se enfermen” (ibíd.: 283). De esta gico estructural de la muestra de textiles de ambos sitios manera, el hilo zurdo sigue desempeñando en los con- de Antofagasta de la Sierra permitió confi rmar la tenden- textos funerarios el rol principal de protección y rechazo cia señalada por Agüero (1994) en lo que respecta a la de los peligros, en este caso, de los riesgos sobrenaturales dirección fi nal de torsión predominante en la textilería vinculados con el evento de la muerte de algún allegado. de los Andes Meridionales. Esto se traduce en el hecho de Por su parte, para los grupos Aimara de Tarapacá, que hemos registrado un total predominio de los cordeles Van Kessel (2001) documenta –entre los parientes del con torsión fi nal derecha (S) entre los elementos que con- fallecido– la práctica de colocarse en la muñeca izquierda forman las estructuras textiles. un cordel confeccionado con lana combinada de colores Considerando esta tendencia, es que en el caso del blanco y negro. Este cordel se usa durante la ceremonia de conjunto textil recuperado en la E2 del sitio PP9 (III), la paigasa y, “… al día siguiente se romperá y será llevado destacamos la identifi cación de un elemento superes- a la hoguera para liberarlo de la pena excesiva” (ibíd.: 225) tructural consistente en un cordel moliné (amarillo y por lo que en este caso, parece ser que la función desempe- castaño oscuro) de torsión zurda, enlazado en uno de los ñada por este poderoso hilo es la de mitigar el dolor espiri- orillos de urdimbre de la pieza textil identifi cada como tual por la pérdida que provoca la muerte, al materializar y manto (fi gura 2). Se trata de un cordel que presenta un “apresar” en sí mismo toda la pena de su portador. De esta nudo central y un doble lazo. Uno de estos lazos se une forma, al ser cortado y luego quemado en la hoguera, se a la penúltima línea de trama, mientras que el otro lazo lleva con él todo el sufrimiento de los allegados al difunto. queda libre sobre el borde de urdimbre del manto, por De manera complementaria, en la mesa ceremonial con debajo de una costura de terminación (cadeneta en ori-

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llo de urdimbre) que presenta la prenda. Lo signifi ca- casos la costura se efectuó desde adentro de la pieza, tivo del hallazgo se refi ere a que este sería –dentro de la por lo que aquella debió revertirse para su realización, muestra analizada en PP9– el único elemento, que forma a diferencia de los otros tramos de unión que fueron parte de una pieza textil, que presenta dirección de tor- cosidos con la bolsa en la posición de uso normal. Es sión inversa; así como el único ejemplo de un cordel decir que habría, además de una dirección de torsión bicromo que es visible en el tejido resultante. Este cordel inversa en estos cordeles, una segunda inversión si se sintetizaría los dos atributos relevados actualmente para toma en cuenta que la posición normal de la pieza debió el hilo llok’e: la dirección de torsión fi nal izquierda (Z) alterarse para la realización de estas costuras. Un tercer y el hilado moliné o combinado. Además, el hecho de aspecto de estas costuras se relaciona con la posición que se trate de un elemento superestructural –es decir, que ocupan en los orillos de la pieza, ya que cada una agregado a la pieza con posterioridad a la conformación de las dos costuras internas efectuadas con hilo zurdo de su estructura textil– permite sostener con mayor sus- ocupa un orillo diferente y, además, en una posición tento la interpretación de su relación con una práctica contrapuesta: superior izquierda e inferior derecha. Por vinculada al ritual funerario. lo tanto, estamos frente a una doble oposición: lateral (izquierdo/derecho) y terminal (superior/inferior) que se suma a las inversiones mencionadas para la torsión del hilo y la posición de las costuras en la bolsa. En este sentido, puede ser relevante recordar el modo de uso del hilo llok’e como elemento defensivo y protector durante la ceremonia del 1° de agosto o Pachamama en partes contrapuestas del cuerpo como la muñeca y el tobillo –superior e inferior– los que, además, generalmente son opuestos también lateralmente (izquierdo y derecho) (García y Rolandi 2000).

Figura 2

Entre los textiles que integran el contexto funerario de PP4, registramos varios ejemplos de hilados de tor- sión zurda. El primero de ellos, se utilizó en una costura de cierre parcial de la boca, u orifi cio de apertura, de un costal que cubría la cabeza de la mujer sepultada (fi gura 3a). Aquí debemos destacar que, además de haberse empleado un cordel zurdo para su confección, Figura 3 la costura en sí misma es un rasgo que puede interpre- tarse como portadora de un plus de signifi cado, por las Finalmente, también en la segunda bolsa asociada al referencias existentes sobre la frecuente inutilización de fardo funerario de PP4 hemos relevado el empleo de un partes funcionales en piezas textiles funerarias que, de hilado zurdo como costura de unión de los orillos latera- esta manera, se “matan” simbólicamente (cf. Rolandi de les (fi gura 3c). Se trata de un tramo de aproximadamente Perrot 1979; Cases 2003). Además, algunos tramos de las 6 cm de extensión, efectuado con punto corrido envuelto costuras laterales –o de unión de los orillos de trama– de y que conserva el inicio de la puntada atestiguada en esta bolsa también pueden vincularse con la esfera del el nudo de fi jación que exhibe uno de los extremos. La ritual funerario. Se trata del detalle de que, solamente en observación de que esta costura parece empalmarse o dos sectores acotados del tramo total, los cordeles que superponerse parcialmente con la costura del tramo se han empleado como elementos de costura presentan siguiente, permitirían sostener la hipótesis de que se trata torsión izquierda (fi gura 3b). Además de ser los dos úni- de un elemento agregado con posterioridad a la confec- cos tramos de costura donde los cordeles presentan esta ción original de la bolsa y, por ende, podría vincularse dirección de torsión inversa, otros detalles caracterizan con su contexto de depósito y participación fi nal como a estas puntadas de unión. En primer lugar, en ambos componente del ajuar funerario.

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EL VIAJE HACIA EL MÁS ALLÁ: LA SOGA DE LOS DIFUNTOS Y LOS que: “Otros números nones, tales como el siete y el nueve, NUDOS RITUALES aparecen representados en el lazo de difuntos denominado ‘misterio’, que pertenece al ajuar funerario del atacameño “Evangelista dice que son 7 los nudos del ritual funera- actual. En efecto, los nones se asocian con la muerte y la rio, el signo o símbolo que los hombres misman. 7 podría carencia de energía vital”. representar 7 cielos, los nudos son para subir al cielo” Para el Valle del Cajón en Catamarca, de Hoyos (2001) (Hoces de la Guardia y Rojas 2001: s/n) documenta algunas de las principales prácticas desarro- lladas en torno a los rituales funerarios. Menciona que, Mencionamos previamente que Rolandi de Perrot y después que se realiza el segundo velatorio, durante el Jiménez de Pupareli (op. cit.) relevan –para la zona de la cual la ropa desplegada sobre una mesa representa sim- puna argentino boliviana– la confección de una cuerda bólicamente al muerto, “… se ahorca al perro personal overa, hilada en llok’e, que los parientes atan a la cintura del del difunto y se le coloca acostado sobre una alforja donde fallecido: “… la cruzan adelante colgando dos tiras en las que además se le colocan bolsitas de lienzo conteniendo los hacen nudos, tres o cuatro; no pudieron precisar exactamente elementos que le gustaba consumir” (ibíd.: 250). Lo rele- cuántos son. Esta cuerda recibe el nombre de ‘milagros’” (ibíd.: vante de destacar, es que estos alimentos, bebidas, etc., se 282). Al respecto, uno de los informantes relató que, a la acompañan además con la ofrenda de “… una escalerita muerte de su abuelo: “Le pusieron en la cintura un cordón de cartón y cartulina…” (ibíd). La autora señala que esta overo que hicieron en ese momento, hilado llok’e. Vinieron escalera tiene la fi nalidad de ayudar al muerto a subir todos los parientes y, mientras bebían, el hermano del abuelo y al cielo, mientras que el perro debe ser sacrifi cado para los primos confeccionaron la soga llok’e con tres nudos” (ibíd.). ayudar a su dueño a atravesar un caudaloso río de ultra- Las autoras también mencionan que en la vertiente trans- tumba conocido con el nombre de “Jordán” (ibíd: 252). andina chilena se registra el uso de una cuerda con nudos Esta podría interpretarse como una variante más reciente que es atada a la cintura del muerto, aunque no mencionan de la práctica ritual de acompañar al muerto con algún ninguna referencia a cuál podría ser el papel desempeñado elemento que cumpla simbólicamente las veces de un por estos atributos en la cuerda o “milagros”. instrumento que lo ayude en el tránsito hacia otro estado Por su parte, Hoces de la Guardia y Rojas (2000), o espacio diferente. En este caso, la tradicional soga con durante un relevamiento exhaustivo de las artesanías nudos aparece en el ajuar mortuorio actual remplazada textiles actuales en el sector del Loa y el Salar de Atacama por una miniatura de escalera de morfología actual. (Chile), registran la presencia de un elemento textil lla- En Antofagasta de la Sierra, persiste la tradición de mado “signo” o “símbolo”, que consideramos representa- sacrifi car al perro del difunto, ahorcándole con una soga ría la prenda equivalente al “milagros” del sector puneño que luego es enterrada junto al animal. Este perro, llamado argentino. Esta interpretación se desprende de la descrip- chasnero, debe cumplir con la misión de acompañar al ción que presentan las autoras a partir de los datos de los difunto y guiarlo para cruzar los ríos que debe atravesar en informantes. El “signo” o “símbolo” es una “… prenda de su viaje al más allá (García y Rolandi 2000b). Esta misma uso ritual que se pone en la cintura del difunto. Consiste en práctica se registra entre los grupos uru de Chipaya donde, un cordón de aproximadamente 2 m. de largo realizado con después de ahorcar y enterrar al perro acompañante, los hilo mismeado. Posee nudos (número que varía entre 7 y 12 familiares llevan la soga para depositarla en el ataúd del según el entrevistado), los que tienen por objetivo ayudar al muerto: “Un pedazo de esa soga o un pedazo de lana negra muerto a llegar al cielo” (ibíd.: 131). Los nudos, por lo tanto, le amarran en la mano derecha del difunto, signifi cando que serían confeccionados por los parientes con el fi n de ayudar el perrito está amarrado a su amo e irá delante de él para que al difunto a sortear algunas de las difi cultades con las que no se pierda en el camino. El resto de la soga va junto a la se enfrenta en su tránsito hacia el lugar de descanso fi nal. cabeza” (Acosta Veizaga 2001: 264). Al referirse a una de las entrevistadas que hace alusión a la En otras comunidades del área andina meridional el cuerda ritual, Hoces de la Guardia y Rojas (2001), mencio- perro es acompañado o, en otros casos, reemplazado por nan: “Evangelista dice que son 7 los nudos del ritual fune- una llama de color blanco o negro, según las creencias rario, el signo o símbolo que los hombres misman. 7 podría particulares del lugar (cf. Cipolleti 1987: 105; Ortega Perrier representar 7 cielos, los nudos son para subir al cielo” (ibíd.). 2001: 253; Van Kessel 2001: 227). También en estos casos el También Grebe Vicuña e Hidalgo (op. cit.: 11) hacen animal es sacrifi cado ahorcándolo con una soga, y se carga referencia a esta soga de características particulares que “… como para un viaje…” (Ortega Perrier op. cit.) con alforjas es usada en los rituales funerarios, aportando informa- llenas de pertenencias del difunto “… para que ayude al ción respecto de la simbología representada en la canti- muerto a cruzar la ‘cocha’ grande…” (Van Kessel 2001: 226). dad de nudos que posee esta singular cuerda. Destacan También en estas prácticas se manifi esta la importancia de

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la direccionalidad izquierda y de la orientación occidental, fi cado asociado a los nudos en piezas textiles funerarias, ambas cargadas de connotaciones asociadas con el ritual destacamos una característica identifi cada en uno de los fúnebre. Así por ejemplo, la llama sacrifi cada se debe orillos terminales de una posible bolsa funeraria de la desangrar y cuerear con la mano izquierda y el cuerpo del tumba de PP9. La prenda presenta un conjunto de seis animal debe enterrarse con la mirada dirigida al occidente. elementos urdimbre que exhiben una longitud mayor que la que poseen los sectores de borde conservados. El poder de anudar: series de nudos relevados en prendas Estos elementos están anudados por un séptimo hilo de funerarias de Antofagasta de la Sierra urdimbre y, a continuación, todo este conjunto de hilos Este conjunto de datos vinculados con el empleo de la presenta una sucesión de diez medios nudos (half knot) soga de los difuntos en contextos actuales del área andina, separados por distancias variables de uno a dos centí- proporciona un marco de referencia para interpretar los atributos presentados por algunos elementos textiles asocia- dos a los contextos funerarios de Antofagasta de la Sierra. En relación con el contexto de PP9 (III), destacamos el hallazgo de un cordel con retorsión elaborado en fi bra de camélido, de casi cinco metros de longitud y once milíme- tros de espesor, que presenta una serie de nudos en dife- rentes tramos de su extensión. La cuerda posee un total de ocho cabos, torsionados de a pares (s z 4S); presenta tres medios nudos (half knot) en distintos sectores de su tramo, y un cuarto nudo que forma un lazo complejo cercano a uno de los extremos (fi gura 4a). En el contexto funerario, la cuerda se recuperó enrollada sobre sí misma y sujeta con un grueso cordel de fi bra vegetal. Además de su notable longitud y grosor, otros detalles técnicos de este artefacto son destacables, tales como la presencia de los nudos en diferentes sectores del tramo total, sobretodo el que forma el lazo en uno de sus extremos. Por otra parte, Figura 4 en un sector de la cuerda y solo por un corto tramo, uno de los cuatro cordeles que conforman el cordón principal metros (fi gura 4b). Este atributo de la prenda no tiene, presenta un hilado moliné (López Campeny 2001a; 2000). aparentemente, vinculación con aspectos funcionales, ni Sin embargo, ninguno de estos atributos tecnológicos tampoco se explican como elementos del plano represen- puede considerarse determinante para inferir alguna fun- tativo, por su baja visibilidad en el tejido, ya que han sido cionalidad asociada a esta cuerda de rasgos particulares. elaborados con los mismos elementos que conforman la De esta manera, sobre la base de las referencias etnográfi - estructura textil monocroma. Por lo tanto, descartadas las cas referidas al empleo del “lazo de los difuntos” (“signo”, posibilidades de una vinculación con funciones tecnoló- “símbolo”, “milagros” o “misterio”), y en tanto no dispon- gicas o representativas, planteamos la posibilidad de que gamos de datos adicionales procedentes de otros contextos estos nudos en la prenda tuvieran alguna relación con el comparables, no podemos descartar la posibilidad de una marco de los signifi cados de tipo rituales, tratándose de asociación entre este tipo de artefacto de función ritual y atributos con algún poder o “efectividad” asociados al la extensa cuerda recuperada en el contexto funerario de evento funerario. PP9 (III). Además, debemos considerar el hecho de que Finalmente, y en esta misma línea interpretativa, men- el contexto funerario ha sido reabierto existiendo, conse- cionamos que el unku o túnica que vestía al cuerpo feme- cuentemente, la posibilidad de que los materiales fueran nino recuperado en el sitio PP4 presenta rasgos similares. reorganizados durante este evento; lo que torna más difí- Se trata del relevamiento de una serie de 4 medios nudos cil el plano de las inferencias. Esto es debido a que no es que exhibe un conjunto de cordeles que se desprenden del posible saber con certeza si la cuerda desempeñaba alguna extremo de una costura policroma ubicada en el borde de función específi ca (por ejemplo amarre del fardo) o se la abertura para el cuello (fi gura 4c). ubicaba en una posición diferente a la que fue recuperada, Cabe aclarar que en ninguno de los casos relevados cuando el cuerpo fue originalmente enterrado. pretendemos hacer una analogía directa entre los nudos Teniendo presentes las mismas consideraciones pre- rituales confeccionados en prendas como la cuerda de vias y apoyándonos en los datos existentes sobre el signi- “milagros”, con los atributos identifi cados en los texti-

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les de contextos funerarios de Antofagasta de la Sierra. conocimiento, incluso después de haber sido cortado o Sin embargo, no podemos dejar de plantearlo como una de haber muerto su portador. Sobre la base de todas estas hipótesis a considerar, teniendo en cuenta que se ha docu- creencias, el pelo humano es considerado una materia mentado esta práctica actual y los signifi cados asociados prima muy poderosa, con un alto contenido simbólico y a ella. Tratándose de prendas recuperadas en contextos con el poder de representar a una persona en su ausencia, funerarios y no contando –hasta el momento– con inter- incluso después de su muerte, al contener en su materia- pretaciones alternativas para explicar la presencia de los lidad todos sus conocimientos (Arnold 2000). nudos en las prendas y en la cuerda, la dimensión ritual de A todo lo antes mencionado se agregan las numero- estos atributos, y su asociación con alguna creencia vin- sas referencias –reproducidas en el discurso y la prác- culada con la nueva etapa por la que atraviesa el difunto, tica diaria de las comunidades andinas– relacionadas es una interpretación que no puede descartarse. con los signifi cados simbólicos vinculados a la “cabeza” en la topografía del cuerpo humano y sus asociaciones LA SUSTANCIA PODEROSA: CABELLO HUMANO, TEXTILES Y metafóricas con el mundo político, ritual y sobrenatural ANTEPASADOS (Gallardo 1993, López et al. 1994). Podemos plantear que el cabello humano es una mate- Finalmente, en apoyo de nuestra línea argumental, ria prima factible de ser empleada –por sus propiedades de podemos agregar que también existen evidencias arqueo- gran resistencia a la tensión– con fi nes tecnológicos, para la lógicas del empleo de cabello humano, como elemento confección de hilados u otros elementos textiles. Pero, ade- de costura, en prendas textiles recuperadas en contextos más, consideramos que existen una serie de antecedentes y funerarios procedentes de ambas vertientes trasandinas referencias que, analizados de manera integrada, permiten (cf. Torres y Conklin 1995; Michieli 2000). proponer que su empleo puede ser también interpretado en el marco de otros signifi cados de carácter simbólico. El poder de trenzar: costuras de cabello humano en textiles De los testimonios brindados por hombres y muje- funerarios de Antofagasta de la Sierra res de la comunidad de Qaqachaka (Oruro, Bolivia) se Sobre la base de la síntesis previamente expuesta desprende un paralelismo muy fuerte entre el acto de podemos concluir que, de un conjunto de datos, tanto urdir los hilos en el telar y el de tender los cabellos de actuales como arqueológicos, se desprende la existencia una cabeza (Arnold 2000). La autora citada documenta, de un cierto poder o efi cacia protectora asociado con el además, una marcada relación entre la elaboración de empleo de cabello humano en ciertos contextos de carác- textiles, el acto de trenzar el cabello humano y los ritos ter ritual, fundamentalmente de tipo funerarios. funerarios. Esta relación se percibe en el testimonio brin- En este marco, destacamos el registro de cordeles de dado por una mujer de Qaqachaka quien, al referirse a las cabello humano como elementos de costura en piezas piezas arqueológicas que se descubren accidentalmente textiles procedentes de los contextos funerarios de los comenta: “… los ancestros hacían textiles con los cabellos sitios PP9 y PP4. mismos, de una manera muy parecida a la que se solía En el primer caso, se trata de una tela de forma rectan- hacer al trenzar los cabellos de alguien antes de enterrarlo, gular y reducidas dimensiones que presenta un complejo en el pasado reciente” (ibíd.: 17). Asimismo, el cabello diseño de motivos geométricos, logrados por el empleo como sustancia también está relacionado con el origen de de una técnica de tejido recíproca con dos elementos y la tradición textil, ya que numerosos mitos refi eren que urdimbres divergentes (López Campeny 2000). Este tex- los chullpas tenían sus cabellos muy largos, de manera de til presenta dos cordeles de cabello humano, cada uno poder tejerlos directamente. próximo a un orillo de urdimbre, los que atraviesan la La autora comenta que el acto de trenzar los cabellos tela en forma de puntada corrida simple. Uno de estos es considerado por los miembros de la comunidad refe- cordeles presenta un nudo en cada extremo; el primero rida como una forma de protección contra las fuerzas se une al orillo de trama de la misma pieza y el segundo sobrenaturales o diabólicas, fi n con el que se solía tren- sirve de nexo entre esta y un segundo textil identifi cado zar los cabellos en caso de muerte o de guerra “... al tejer como bolsa funeraria (recordemos que el primero es el así con los cabellos ‘se dan fuerzas’ (...) al proteger a uno y que presenta la serie de nudos en el borde de urdimbre). atajar a los males...”. En palabras de Arnold (op. cit.: 18): La pequeña tela rectangular se destaca, además, por la “Son estas fuerzas ancestrales que se transmiten a la teje- gran variabilidad de elementos decorativos que exhibe, dora mientras ella hace la wawa textil con los cabellos del algunos de los cuales representan rasgos únicos en el con- muerto…”. De forma similar, el poder asociado al cabello junto de la muestra, como una pequeña cuenta circular se plasma en la creencia de que este atesora los pensa- de valva (López Campeny 2000). También en este caso mientos de una persona, conservando gran parte del como en los anteriores analizados, las costuras de cabe-

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llo representan elementos superestructurales, por lo que asociados a puntadas– refuerza la hipótesis de que estos cobra mayor sustento el argumento de su inclusión en la rasgos textiles fueron añadidos a las prendas posterior- pieza textil en un momento posterior a su elaboración –e mente a su confección original, en el marco específi co incluso a su trayectoria de uso en contextos cotidianos– de su participación en el ritual funerario. Esto último en vinculándose, de esta manera, con el papel desempeñado vinculación con las connotaciones particulares asociadas por la prenda en el rito mortuorio. Quizás como “… un a su “poder” de protección o esfera “mágica” de acción, en modo de poner la memoria ancestral [de la cabeza y, por el ámbito mortuorio. ende, su portador] ahí en el textil…” (Arnold 2000: 17), Creemos que es importante destacar que el carácter representada en los cordeles de cabello humano. material de los atributos relevados propone una línea de Finalmente, para el contexto funerario de PP4, des- análisis posible de abordar desde la arqueología. Asimismo, tacamos que la costura de cierre parcial de la boca de la la distancia cronológica planteada entre ambos contextos bolsa (¿muerte funcional?) –colocada sobre la cabeza de la de recuperación de las prendas (que de acuerdo con la mujer inhumada– incluye un cordel de cabello humano, nota 1 sería de ca. cien años), integrada a la información sujeto entre las puntadas. Recordemos que, como anali- actual disponible para Antofagasta de la Sierra, nos per- zamos previamente, el hilo empleado para su realización mite proponer una persistencia temporal de estos atributos presenta torsión zurda. Podemos concluir entonces que, textiles, vinculada con su efi cacia en el plano mágico-ritual, tres rasgos presentados por esta costura: a) su posición en en el marco de prácticas funerarias de las poblaciones agro- la prenda, inutilizando parcialmente un rasgo funcional pastoriles de la puna meridional argentina. que es clave en la pieza como contenedor, b) la dirección En los Andes, el papel regenerador y vital, asociado a de torsión inversa del hilo empleado para su confección y la fertilización o procreación de las nuevas wawas (tanto c) la inclusión de un cordel de cabello humano entre sus humanas, animales, como semillas) se asocia a nume- puntadas; parecen reforzarse mutuamente como atribu- rosos aspectos de los textiles y a las tejedoras mismas tos de carácter simbólico vinculados con alguna efi cacia (Arnold 2000; López et al. 1994; Platt 2001; Cases 2003, particular en relación con las prácticas funerarias. entre otros). En esta misma línea de relaciones signifi can- tes, un poder fecundador similar se asocia también con SOBRE EL FINAL… ENLAZANDO ALGUNAS CONSIDERACIONES el renacimiento experimentado por el muerto hacia una GENERALES nueva forma de vida, o a través de su transformación en En esta contribución analizamos la participación de un nuevo ser vivo. Es en este marco que se comprende, un ciertos elementos textiles en aspectos vinculados con poco más, la relevante participación de diferentes elemen- el ritual mortuorio: el hilado de torsión zurda o llok’e, tos textiles en los ritos funerarios del mundo andino. los nudos rituales y el empleo de cabello humano; que integran un conjunto de rasgos identifi cados en piezas AGRADECIMIENTOS textiles recuperadas en dos contextos funerarios de sitios A Diana Rolandi de Perrot, por abrir una puerta que arqueológicos de Antofagasta de la Sierra. me permitió introducirme en el complejo universo ritual El marco interpretativo que proporcionamos –en de los textiles andinos, por todo el afecto y enseñanzas relación con la presencia de estos atributos textiles en recibidas. Y si de textiles se trata… a quienes me brinda- prendas arqueológicas– se sostuvo en la importante base ron, en diversas oportunidades, su vasto conocimiento y documental existente sobre los particulares contextos de valiosa amistad: Carole Sinclaire, Susana Renard, Caro- actuación y los signifi cados asociados a estos elementos, lina Agüero y Soledad Hoces, ¡gracias a todas ellas! A en numerosas comunidades del área andina. Aunque, Andrés Romano, Álvaro Martel y Carolina Somonte por como hemos destacado, en ningún caso pretendemos la lectura del trabajo y sus oportunas sugerencias, aunque hacer uso de la analogía de manera directa, ingenua y todo lo expresado es de mi exclusiva responsabilidad. Las poco cautelosa. Estos datos actuales son usados como un investigaciones en Antofagasta de la Sierra se desarrolla- soporte interpretativo, que agregan elementos para apoyar ron con el apoyo de proyectos subsidiados por CONICET, la propuesta aquí desarrollada. A esta información actual, ANPCyT, CIUNT y una Beca Doctoral otorgada por el se suman las características inherentes al contexto de CONICET, todos dirigidos por el Lic. Carlos Aschero, a recuperación de los materiales analizados, ya que ambos quien agradezco su permanente apoyo y estímulo. conjuntos textiles proceden de depósitos funerarios. Consideramos que el hecho que, en todos los casos BIBLIOGRAFÍA analizados, se trate de elementos superestructurales Acosta Veizaga, O. –hilos zurdos unidos a orillos o usados en costuras de 2001 La muerte en el contexto Uru: el caso Chipaya. unión; series de nudos agregados, cordeles de cabellos Chungara, 33 (2), 259-270.

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154 EL PODER DE TORCER, ANUDAR Y TRENZAR A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

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155 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

UNA TAUTOLOGÍA ETNOGRÁFICA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN. SOBRE LA COMPLEMENTARIEDAD DEL PENSAMIENTO IMAGINATIVO/PROPOSICIONAL EN EL CONTEXTO DE LA ESCOLARIZACIÓN EN COMUNIDADES ABORÍGENES TOBA

Fernando M. Lynch*

RESUMEN Con los resultados de una investigación sobre escolarización en comunidades aborígenes toba de la provincia de Formosa, se elabora una fi gura conceptual, la tautología. Se examinan cuatro dimensiones de la vida social en torno a los consiguientes factores etnográfi cos: 1) ecológica; 2) formativa; 3) lingüística y 4) tecnológica. La signifi cación correlativa de las variables analizadas promueve una consideración correspondiente de la dimensión del pensamiento en términos de la complementariedad cognoscitiva imaginativo/proposicional.

PALABRAS CLAVE Tautología - escolarización - pensamiento imaginativo proposicional

ABSTRACT On the basis of the results of an anthropological investigation on the schooling in native communities toba of the province of Formosa, I elaborate a conceptual fi gure, the tautology, that makes it possible to articulate the descriptive and explanatory levels of the subject under investigation. I examine four dimensions of social life, around the following ethnographic factors: 1) ecological; 2) formative; 3) linguistic and 4) technological. The correlation of the variables analyzed promotes a consideration of the dimension of the thought in terms of the imaginative/proposicional cogno- scitive complementariness. I fi nish by formulating a critical projection of the sense of the asymmetry refered between the imaginative and the propositional in the respective ways of life aborigines and western.

KEY WORDS Tautology - socialization - schooling - thought imaginative proposicional

INTRODUCCIÓN Dentro de esta perspectiva, el criterio de “medida” de Un interés tradicional de refl exión etnológica sobre el “evolución sociocultural” (subyaciendo al concepto de material etnográfi co ha sido el de intentar reconstruir las evolución la noción de progreso), se defi ne en función condiciones primigenias de la propia existencia humana: del grado de desarrollo tecnológico producido en cada la mentada búsqueda de nuestros orígenes. Lo cual daba sociedad. De donde la inferioridad de “ellos” es entonces naturalmente por supuesto que la vida social de las indudable (como lo atestigua, por ejemplo, la ausencia en comunidades aborígenes bajo examen venía a ser una fi el tales sociedades de la tecnología de la escritura). representación de un nivel evolutivo inferior, conocido En lo que se refi ere a nuestro caso, la elaboración de una de acuerdo con esta perspectiva en la terminología clásica fi gura conceptual, la tautología, referida al tema de la for- como “salvajismo”, o bien, designando a los actualmente mación educativa a partir del examen etnográfi co del pro- llamados “pueblos originarios” en términos de “nuestros blemático caso de la escolarización en comunidades toba contemporáneos primitivos”. En razón del apercibimiento de la provincia de Formosa, nos guiaremos por un interés de la preconcepción etnocéntrica sobre la que se fundaba, inverso al anterior. Lo que no quiere decir que nos dejemos esta visión evolucionista de la vida social humana ha sido llevar por el antitético prejuicio “altercéntrico” según el seriamente puesta en tela de juicio. No obstante, la misma cual ellos serían en realidad “superiores” a nosotros (pre- se mantiene aun presente en gran medida en varias teo- concepción entonces “primitivista” o “exotista” consonante rizaciones antropológicas actuales –así como en el “sen- con el famoso mito del buen salvaje). La inversión aludida tido común” de la mayoría de la población “civilizada”–. se refi ere a que nuestro interés por la alteridad étnica en cuestión no se orientará pues hacia la reconstrucción de un ∗ Sección de Etnología y Etnografía, Instituto de Ciencias Antro- hipotético pasado de la especie humana (ordenadamente pológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA, fernlync@ desarrollado desde lo inferior hacia lo superior), sino hacia yahoo.com.ar la elaboración de un proyecto concebido en función de

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las transformaciones que, en lo relativo en particular a la doble ángulo: a) la modalidad específi camente aborigen de instancia formativa, se están produciendo en la actualidad socialización infantil por su lado, y b) la concepción típica- respecto al porvenir de nuestra propia sociedad (lo cual, mente occidental de en qué consiste la educación propia- dadas las condiciones intersocietales que signan la relación mente dicha por el nuestro. La signifi cancia paradigmática entre ambas, global “una” y local la “otra”, no puede dejar de la toma en conjunto de ambas modalidades formativas de afectar a esta otra sociedad). está dada por el hecho de que, dentro del contexto etno- En tal sentido, la consideración etnológica de este caso lógico de referencia, cada una viene a representar el tipo etnográfi co en particular no viene a ser otra cosa que una extremo de un continuo, oponiéndose las dos en forma fuente de inspiración para poder llegar a desarrollar una prácticamente antitéthica. refl exión antropológica general sobre las condiciones de El presente análisis se centra en cuatro dimensiones nuestro propio sistema educativo. Y ello debido precisa- de la vida social a través de las cuales se han puesto de mente a que es en la confrontación de las dos modalida- relieve las diferencias signifi cativas del caso: I) Ecológica, des de enculturación puestas en contacto en este contexto donde el contraste se manifi esta entre un (antaño) modo interétnico donde, en función de la signifi cativa dispari- de vida nómade y uno ya sedentarizado. II) Formativa, dad en lo que hace a los respectivos modos de promover según la cual sobresale la contraposición entre, por un la formación humana, se ponen de relieve consecuencias lado, una socialización infantil permisiva y otra severa; bien defi nidas en lo relativo a la misma constitución del y por otro lado, el valor respectivo asignado al ejemplo 1 proceso del pensamiento . y la imitación en el mundo aborigen y el otorgado a la instrucción explícita en el nuestro. III) Lingüística, donde LINEAMIENTOS TEÓRICO-METODOLÓGICOS la clave está dada por los respectivos énfasis sobre los La noción de tautología tiene un doble sentido. En su aspectos espaciales o temporales propios de las formas origen fue una fi gura retórica tendiente a la reiteración de gramaticales de ambas lenguas en sus modos de enfocar un mismo argumento bajo diversos modos. Tal sentido es la relación con los objetos a los que se hace referencia. el que subyace a la formulación epistemológica de Bateson IV) Tecnológica –aplicada a la palabra–, de acuerdo con (1979: 73-80), quien en su propuesta metodológica de una la cual la diferencia signifi cativa es la que existe entre un “doble descripción” defi ne a la tautología como el modo universo de la oralidad por el lado aborigen y uno de la de articular las instancias investigativas de la descripción escritura por nuestro lado ya altamente alfabetizado. y la explicación científi cas. En nuestro caso el argumento La signifi cación correlativa de estas cuatro dimensio- en cuestión se refi ere a un tema general, el crítico estado nes culturales nos señala en un sentido convergente hacia actual de la formación educativa, el cual enfocaremos sobre la necesidad de prestar suma atención a la asimetría consig- la base del examen de una problemática particular, a saber, nada entre las dos modalidades de la formación humana en la introducción de la escolarización en comunidades abo- este caso interrelacionadas; en particular en lo referente a 2 rígenes toba . Siendo pues nuestro objeto de estudio con- la inversión jerárquica observada entre estas dos confi gura- cebible en términos de la instancia formativa en contexto ciones sociales respecto a la importancia relativa asignada intercultural, su aproximación metodológica correlativa se en la instancia enculturativa a cada una de las dos dimen- orienta a constituirlo, de acuerdo con la formulación bate- siones cognoscitivas que actualmente sabemos conforman 3 soneana, a través de un ejercicio de reciprocidad de perspec- en su totalidad el proceso del pensamiento . Puede decirse tivas. Se trata entonces de enfocar nuestro objeto desde un incluso que en ambas sociedades una de esas dimensio- nes ha sido de algún modo sobrestimada en detrimento 1 Una introducción psicológica a las complejas relaciones entre de una suerte de “descuido” de la otra. La argumentación cultura y pensamiento, donde se entrelazan dentro de un pro- en ciernes, pues, apunta en primera instancia a poner de ceso histórico la percepción, el lenguaje, la memoria, la clasi- manifi esto las consecuencias cognoscitivas del notable anta- fi cación y la resolución de problemas, se encuentra en Cole & gonismo consignado entre las dos modalidades sociali- Scribner (1974). Una propuesta metodológica referida a estu- zantes encontradas, y, en consonancia con ello, destacar la dios comparativos sobre la relación entre cognición y cultura signifi cación crítica que tal contraposición etnológica tiene puede verse en Cole & Means (1981). para el examen del propio sistema educativo global. 2 Gracias a una Beca de Estudiante otorgada por la Universi- dad de Buenos Aires, entre 1988 y 1990 realicé varios trabajos de campo en las comunidades toba Nachiñamolék de Vaca 3 Una discusión general sobre la naturaleza de la mente puede Perdida y La Rinconada, unos sesenta kilómetros al norte de consultarse en Miller (1983) y en Hischfeld y Gelman (2002). Ingeniero Juárez (oeste de Formosa). El presente artículo es Una discusión particular sobre la emergencia de la ciencia una relectura posterior de los resultados alcanzados en aque- cognitiva y la relevancia de la formulación de modelos men- lla ocasión dentro del marco de su articulación tautológica. tales puede verse en Jonson-Laird (1981).

158 UNA TAUTOLOGÍA ETNOGRÁFICA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN

Contextualización cultural del objeto de estudio Hipótesis a examinar El sentido de la comparación etnológica entre ambas En concordancia con esta contraposición semiótica se sociedades es aprehensible en términos de una concep- pone de relieve la singularidad cultural del antagonismo tualización semiótica de sus respectivas inclinaciones cul- consignado en relación a los diversos sentidos en que es turales. De acuerdo con esta dimensión de la vida social dable encaminar el mismo proceso de aprendizaje social. subrayada por Lotman (1979: 75-76), la de la relación del Lo cual, dentro de un contexto histórico de largo alcance, signo con la signicidad, son distinguibles dos tipos semió- lleva implícita la posibilidad de especializaciones diver- ticos de cultura. Uno es el de la cultura “gramaticalizada”, gentes en lo que hace a la misma dualidad hemisférica del cuya orientación semiótica es hacia el contenido del signo, cerebro. Sobre la base de numerosos estudios científi cos presuponiéndose consonantemente una relación arbitra- ha sido establecida la constitución en esencia dual de los ria respecto a su expresión. El otro tipo es el de la cultura procesos cognoscitivos en función de la complementarie- “textualizada”, la que se orienta en sentido inverso hacia dad que en el plano físico corresponde a la distinción entre la expresión, dándose por sentado una relación necesaria los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro (Gardner entre signifi cante y signifi cado. Ahora bien, mientras desde 1985, 1987, Springer y Deutsch 1981, Wilden, 1987). En un punto de vista estructural, de acuerdo con la dominan- el contexto de nuestra discusión semejante dualidad es cia del modelo lingüísitico dentro de este paradigma –“sis- defi nible en términos de la complementariedad entre el tema modelizante primario”–, la cultura es un sistema de pensamiento proposicional (operaciones del hemisferio signos, desde un ángulo procesual la cultura es la memoria izquierdo: verbal, lineal, lógico-matemático, digital) y el de la colectividad, esto es, el conjunto de la información cir- pensamiento imaginativo (operaciones del hemisferio culante en una sociedad que se transmite –y en un sentido derecho: visual, global, musical, analógico). específi co, se retransmite– de generación en generación. La De acuerdo con una consideración tipológica de los diferencia clave entre estos dos tipos está precisamente en datos etnográfi cos, la signifi cación de los factores encon- sus respectivos modos de reproducción del sistema social. trados nomadismo-sedentarización, socialización infantil En tanto el primero lo hace a través de la enseñanza de las permisiva-severa, educación por imitación-instrucción, reglas que subtienden los intercambios, el segundo lo rea- focalización lingüística, oralidad-escritura, convergen liza por medio de la exposición expresa de los mensajes cir- en avalar la hipótesis formulada en principio por Berry culantes. Lotman ilustra esta diferencia con la dada entre el (1966, 1971) acerca de la especialización cognoscitiva aprendizaje de una lengua materna y una segunda lengua. divergente de los miembros de sociedades recolectoras- Mientras para esta última nos es imprescindible atender a cazadoras y sociedades agrícolas –en nuestro caso agrí- la gramática, para la primera en cambio nos es sufi ciente el colo-industriales– en tanto enfatizan de modo inverso los contacto directo con los “textos” de la misma. polos de la dualidad imaginativo-proposicional del pen- Una diferencia fundamental entre la sociedad abo- samiento. Se plantea entonces el interrogante acerca de rigen y la occidental es la concerniente a la ausencia o hasta qué punto la focalización educativa en el área de presencia de escritura. De allí que, en consonancia con lo proposicional –números y letras en cuanto a elemen- la clasifi cación culturológica de Hall (1976) en culturas tos básicos de razonamiento, formulación lógica sobre la de contexto alto y bajo –homóloga a la citada de Lot- base de silogismos categóricos y una alta valoración de los man–, sea terminológicamente más afi n a nuestro caso discursos fi losófi cos, políticos, periodísticos, científi cos y designar como cultura “contextualizada” a la propia de religiosos–, y por ende descuido de lo imaginativo, no las sociedades ágrafas, y “textualizada” la de civilizaciones está en correspondencia con la subestimación de que son ya letradas. Después de todo es precisamente la posibili- objeto determinadas actividades en lo que a formación dad de registrar el saber por escrito el prerrequisito para educativa se refi eren –según los “supuestos antiestéticos” la institucionalización de un modo de formación escolar. que, al decir de Bateson (1979: 192) orientan la educación En el caso de la cultura contextualizada lo que importa es formal–. Siendo semejante “descuido imaginativo” no el ejemplo substantivo, aquello que se transmite en forma otra cosa que la contracara del enorme poder de atrac- implícita, pues presupone continuidad entre la expresión ción de las imágenes que ofrece el mercado mediático, en y su comprensión. En cambio en la cultura textualizada detrimento naturalmente de la inclinación por otro tipo priman las consideraciones formales, la atención a las de imágenes, no solo visuales sino sobre todo acústicas reglas, a lo dictaminado explícitamente: el vínculo signi- –literarias, poéticas, musicales, míticas, etcétera–. fi cante/signifi cado es discontinuo, está pues mediatizado por su correcta interpretación. En síntesis, mientras el pri- DESCRIPCIÓN DE LOS DATOS mer tipo cultural se orienta hacia la verdad del mensaje, el Dentro de la región chaqueña, los grupos Qom de la segundo lo hace hacia la validez de su codifi cación. provincia de Formosa incluyen a los toba del Este (qom

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lék), a los pilagá del Centro (qom pí) y a los toba del Oeste sobre sus hijos. Según sus dichos la “norma” es dejar optar (naciñamolék). Pertenecientes a la familia lingüística a los propios educandos sobre asistir o no a la escuela, lo Guaycurú, han constituido históricamente bandas fl exi- que no pocas veces provoca que se ausenten por cualquier bles de cazadores-recolectoras. Habiendo comenzado a motivo. Precondición pues del fomento de su autonomía tener solo a principios del siglo XX contactos frecuentes personal, esta “falta de control” de los niños desde su tierna con instituciones de la sociedad blanca, han sido concre- infancia se extiende también hacia una actitud de mínima tamente incorporados al estado nacional alrededor de la exigencia respecto al cumplimiento de los deberes escola- década del 30 (consecuencia directa de la “campaña del res. La diferencia fundamental en este contexto es pues la desierto” norteña). establecida entre la modalidad permisiva de socialización I) Dimensión ecológica: nomadismo/sedentarización. infantil propia de los toba –común en general a todos los Un interés plausible de investigación antropológica es el cazadores-recolectores– y la moderna formación educativa de conocer cómo es la vida de grupos humanos que no de índole más bien severa que se imparte en las escuelas. han producido una transformación notable del entorno en Esta diferencia nos brinda una información signada por la el que viven. No son ni ecologistas ni ecólogos; son, por negatividad esencial: entre los grupos aborígenes la encul- carecer de medios –así como de una ideología– de explo- turación primaria se desarrolla, en principio al menos, sin tación de la naturaleza, simplemente eco-lógicos. El modo el auxilio de la comunicación verbal. Confi ando de algún de vida de las sociedades toba de recolectoras y cazadores modo en la cualidad regenerativa de la cultura por mimesis, era el típico de las bandas nómades de la región chaqueña prima pues el ejemplo. En suma, el aprendizaje primario que deambulaban continuamente en búsqueda de mejores se produce según un proceso de imitación de los mayores perspectivas para la obtención de recursos. Su vida social, por los menores en donde en principio no tienen cabida las pues, estaba signada por el movimiento –no por la “movi- indicaciones verbales. lidad social”, puesto que ante la ausencia de divisiones por Nuestra cultura, aunque no deja de participar de la clase no había muchas posibilidades en juego–. misma actitud socializante, enfatiza por el contrario el El dato etnográfi co pertinente es, dentro de las actua- valor de la instrucción orientada hacia un propósito deter- les condiciones de semi-sedentarismo de las comunidades minado. Por cuanto es indispensable la explicitación de aborígenes visitadas, tanto el problema de los viajes fami- mensajes que expresen semejante fi n. De donde se deriva, liares relativamente frecuentes –causa general de ausencia en principio, una correlación entre permisividad y socia- al dictado de clases–, como el de los paseos personales “en lización silente por un lado, y rigurosidad y empleo de la el momento menos indicado” –cuestión particular de la palabra por el otro. En este nivel comunicativo que se esta- deserción escolar, permitida justamente por su relajada blece entre padres e hijos, signado pues por una conside- actitud socializante, así como consecuencia lógica de no ración jerárquica ineludible –cuidado y dominio del niño disponer de “modelos” del propio grupo que den el “ejem- son aquí sinónimos–, la presencia misma de la palabra plo” correspondiente; según el testimonio de los maestros, (dirigida para indicar una conducta adecuada) expresaría los mismos padres no se preocupan por “mandar” a sus de por sí un mandato. De allí que, fi eles a su intención de hijos a la escuela–. En tal sentido, la tendencia hacia una tratar permisivamente a los pequeños, los miembros de vida nómade va naturalmente en contra de una de las exi- estas sociedades prefi eran callar, y, en semejantes condicio- gencias clave del sistema educativo: la asistencia regular y el nes silenciosas, ordenar el fl ujo humano a través de gestos. cumplimiento estricto de horarios de clase –características Como dice el famoso dicho oriental, “una imagen vale por ambas que hablan de la rigidez propia de este modelo frente mil palabras”, o bien, por mil proposiciones. a la fl exibilidad de la socialización infantil aborigen–. Esto a su vez es relacionable con otra cuestión, de índole El dato etnológico relevante es el referido a la incidencia más bien confl ictiva: la facultad específi ca del lenguaje de del modo de vida signado por la movilidad física en la con- falsear la información con conciencia de su falseamiento. formación de lo que podría llamarse su “estilo cognitivo”. Teniendo en cuenta pues la posibilidad de dar indicacio- A este respecto es ampliamente conocida la especialización nes que no se correspondan con la intención expresa que de los miembros de estos grupos en el conocimiento geo- las animaría, la socialización primaria silente logra evitar gráfi co del medio en el que se desenvuelven, y, concomi- cualquier mal entendido al respecto. Para no engañar en tante con ello, el notable desarrollo de una gran capacidad tal sentido a los “todavía inocentes pequeños”, se prefi ere de orientación espacial (Gardner 1983, Hallpike 1979). pues no decirles nada sobre lo que deberían hacer, sino II) Dimensión formativa: permisividad/severidad-imita- dejar que meramente imiten los ejemplos pertinentes. Se ción/instrucción. De acuerdo con lo afi rmado por los maes- trataría de esas cosas en alto grado signifi cativas que se tros, una de las razones de inasistencia a las clases de los aprenden por sí mismas. Como, por ejemplo, según nos niños toba es justamente la falta de control de los padres muestra Bateson (1972: 205-222) a través de la observa-

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ción de la interacción animal, se aprenden jugando –siem- (1973) sobre los esquimales–, la diferencia gramatical pre a condición, naturalmente, de estar transmitiendo la característica entre estos idiomas nativos y el castellano metaseñal “esto es juego”–. Pero, también, como es dable –así como con el inglés, pertenecientes ambos a la cate- observar en dos gatos que juegan, “esto es una lucha”. Lo goría “standard europea” acuñada por Whorf– es su énfa- que nos trea a colación el problemático lugar de la palabra sis superlativo sobre la dimensión espacial en la que se en las agresiones interpersonales. En su refl exión sobre la encuentran los objetos a los que se hace referencia. Esta confl ictiva temática antropológica “nosotros y los demás”, dimensión es representada por las categorías obligatorias Leach (1986) sugiere que el alto grado de violencia que en la morfología que indican dirección, locación y posi- caracteriza a la especie humana en relación a las demás ción de los participantes del evento hablado. Léxicamente especies animales es precisamente deudora de las poten- estas nociones aparecen en gran número de verbos de cialidades comunicativas de (des)califi cación inherentes movimiento. Además las formas lexicales y los elementos al intercambio verbal. morfológicos señalan redundantemente esos conceptos. Por otro lado, señala Kleinfeld (1973) que, tal como ha De acuerdo con Klein (1981: 234-235) hay en el toba observado entre los esquimales, al tratar al niño con indul- un muy alto nivel de subcategorización semántica por gencia las prácticas permisivas fomentan la independencia movimiento, locación y dirección de movimiento; una o y la creatividad, lo que según sugieren ciertos estudios con- más de estas categorías es reiterada en cada aspecto de duce a un alto desarrollo de las orientaciones espaciales. la gramática, incluyendo la morfología, la sintaxis y la Uno de ellos es el realizado sobre “estilos cognitivos” por semántica. De allí que sería imposible evitar su expresión Witkin y Goodenough (1981), a través del cual se ha cons- en el discurso hablado, por cuanto, en consonancia con lo tatado que la rigidez en la socialización está asociada en sugerido por Kleinfeld para el caso esquimal, los hablan- gran diversidad de culturas a la “dependencia de campo tes del toba pondrían mayor atención a lo referente a la externo” del niño. Lo que a su vez confi rmaría la hipótesis orientación espacial. Consigna Klein que, no teniendo según la cual las prácticas formativas que alientan el funcio- esta tendencia la misma importancia en las lenguas indo- namiento autónomo de los niños promueven el desarrollo europeas, sí es propia de otros idiomas amerindios. general de la diferenciación y, en forma más particular, el IV) Dimensión tecnológica: oralidad/escritura. Desde estilo cognitivo denominado “independencia de campo”. E n el ángulo de las tecnologías de la palabra, la distinción contraste con el anterior, en el que el sujeto se basa en el sociolingüística signifi cativa es la dada entre los dos campo exterior para establecer la verticalidad, en este caso modos históricos de su comunicación expresa: la oral el fundamento lo ofrece el propio cuerpo del niño. propia de las comunidades primitivas, y la ya escrita pre- III) Dimensión lingüística: locación/dirección. Excep- sente en nuestras sociedades modernas. En este punto tuando a los más ancianos, a los más pequeños y a muchas es pertinente la argumentación de Goody (1977: 19-22) de las mujeres de cierta edad, los miembros de las comuni- sobre la “domesticación del pensamiento salvaje”, según dades Qom visitadas son casi todos bilingües. Sin embargo, la cual, de acuerdo con el criterio comunicativo que pone su dominio del castellano es en general bastante limitado. de relieve, la diferencia esencial entre lo “primitivo” o De ahí que su competencia en las clases se vea seriamente “arcaico” y lo “moderno” o “civilizado” está en la presencia 4 difi cultada (aunque no, según sañalara más de un docente, de la escritura en el segundo caso . Señala Goody (1977: en el área relativa a los dominios gráfi co y aritmético). 36-37) que si bien convencionalmente se considera que lo Viene al caso señalar que, en consonancia con los planteos único que hace la escritura es dar una forma permanente clásicos de Sapir (1921) y Whorf (1967), las diferencias lin- al habla, solo por esta transformación las comunicaciones güísticas entre ambos grupos se corresponderían con dife- se alteran signifi cativamente en el tiempo y en el espacio, rencias en los propios modos de enfocar el pensamiento. Es ya que la materialización del habla en lo escrito lo hace pertinente precisar que un decidido crítico del relativismo susceptible de ser inspeccionado, manipulado y reorde- whorfi ano, Lenneberg (1967: 374-5), no deja empero de nado en una gran variedad de formas. reconocer que, dentro del dinamismo que caracteriza la En las sociedades ágrafas, a falta de registros expresos relación lenguaje/cognición, existe libertad dentro de cier- de información, como señala por su parte Ong (1982: tos límites para la subcategorización semántica. Lo que nos 12), más allá de lo mucho que aprendan y conozcan, habla de notables diferencias entre las lenguas respecto a dirigir la atención a un aspecto del objeto, así como a enfocar 4 Según la “lección de escritura” tomada de un líder nam- la relación entre el hablante y el objeto. bikwara por Lévi-Strauss (1975), falta en estas sociedades el De acuerdo con los estudios etnolingüísticos de origen de nuestros malestares sociales; los cuales son para este Harriet Klein (1981: 227) entre los toba de nuestra región autor consecuencia directa del control organizativo que posi- chaqueña –concordantes en esto con los de Kleinfeld bilita semejante modo de registrar la información.

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literalmente no se estudia. De allí un universo cognosci- formalización de las proposiciones, abstraídas del fl ujo tivo y comunicativo por completo diferente al nuestro. del habla e impresas en letras o números, lo que conduce A diferencia pues de las socieddes de la “oralidad secun- al silogismo. Así, en razón de la factibilidad que brinda daria” ya condicionadas por la escritura –en especial a para el registro e inspección de la información, las conse- través de su difusión por la imprenta–, en las sociedades cuencias cognoscitivas de la tecnología de la escritura no de la “oralidad primaria”, si bien se aprende por diversos serían otras que la posibilidad de aprehensión del razona- medios de todo lo que ven, oyen y perciben en general miento lógico-proposicional. de su entorno tanto físico como social, participando así Por su parte, las investigaciones sobre la infl uencia de de la sabiduría de diversos géneros discursivos: prover- la escolarización en la “adquisición” del sentido netamente bios, refranes, cuentos, adivinanzas, relatos de historias, formal del silogismo categórico llevadas a cabo por Scrib- etc., no se cultiva el saber mediante el estudio en sentido ner y Cole (1981) muestran que el proceso de alfabetiza- estricto. Hay que tener en cuenta que la escritura no es un ción, al producir una progresiva descontextualización de simple traspaso de un mismo sistema de representación los instrumentos de mediación, favorece un uso de los sig- de su forma oral/auditiva a otra visual/gráfi ca, sino que, nos lingüísiticos de una forma cada vez menos dependiente como sugiere Ong (1982: 18) recurriendo a la terminolo- de las situaciones en que se utilizan. No obstante, señalan gía de Lotman, es un verdadero “sistema de modelización que tal aprendizaje es indisociable del proceso más general secundario”. Esto quiere decir que si bien depende de la de escolarización en el que tiene lugar, no siendo además lengua oral para su existencia –“sistema de modelización sus efectos de carácter permanente, sino que dependen de primario”–, la escritura tiene sus propios modos de orga- una ejercitación continuada en situaciones que lo estimu- nización –así como sus específi cos modos de producción len. Al respecto en su estudio sobre la relación entre “tra- y consumo– que la distinguen de la lengua natural tanto dición oral” y “tradición escrita”, Brice Heath (1984: 44-45) en sus aspectos formales como funcionales. subraya la importancia de oportunidades para el empleo Teniendo esto en cuenta, según señala Goody (1977: oral de los conocimientos obtenidos mediante la alfabeti- 47-55, 61-62), la presencia misma de la escritura altera en zación. Comenta en ese sentido el hecho de que diversos modos muy particulares la naturaleza misma del lenguaje estudios sobre alfabetización han mostrado que cuando no puramente oral. Por un lado se produce una descontex- se materializaban las promesas implicadas en la puesta en tualización que separa lo escrito de la situación viva en práctica de esta innovación social, los individuos abando- que se realiza cualquier diálogo, cuyo punto culminante naban las competencias adquiridas. lo constituyen los sistemas de enseñanza formales basados Señala también Brice Heath (1984: 51-57) las difi cul- en la alfabetización. Por el otro lado, el almacenamiento de tades por parte de los miembros de un grupo étnico mexi- lo escrito hace posible un tipo de inspección que permite cano para aceptar la separación de la forma y el contenido un reordenamiento mucho más preciso, tanto de frases lingüístico, por lo que, en vez de los métodos usuales de como de palabras, que posibilitan un grado de sistema- enseñanza, hubo de recurrirse a la utilización como mate- tización impracticable si no es por su intermedio. Exa- riales de lectura de breves narraciones conectadas entre sí mina en tal sentido Goody (1977: 95-96, 119-121) el caso y basadas en la vida diaria del grupo. Retomando a Goody de las listas y muestra cómo una compilación realizada sobre el cambio implicado en el paso de las formas orales con las mismas transforma la índole de la clasifi cación, a las escritas en la concepción misma del conocimiento, la cual, de compleja y asistemática pasa a ser taxonómica, Brice Heath (1984: 53-54) sostiene que este deja de ser exhaustiva y organizada jerárquicamente. En un trabajo un cuerpo constante de información susceptible de ser anterior con Watt había sugerido Goody (1977: 21) que aprendido mediante la comunicación con otros interlo- la lógica, “nuestra lógica” en el sentido de procedimientos cutores (incluido el mundo de los espíritus), para pasar a analíticos que establecen determinados tipos específi cos consistir en una base ilimitada de información que se ela- de relaciones entre conceptos, pareciera ser una función bora en todo momento y se adquiere en etapas sucesivas. de la escritura, ya que es el asentamiento del habla lo que Hay que tener en cuenta en fi n que la diferencia de con- capacita claramente al sujeto humano para separar pala- cepciones implica nuevos modos de transmisión, donde bras, manipular su orden y desarrollar formas silogísticas la previa confi anza en las respuestas directas es sustituida de razonamiento En la medida que la objetivación del por la formalización del aprendizaje. habla por la escritura factibiliza semejante explotación En suma puede decirse que, al ofrecer la posibilidad de discursiva, se generan así las condiciones para la emer- transcribir el relato de determinados acontecimientos, la gencia tanto de la lógica como de la fi losofía misma. La escritura da lugar al nacimiento de la “historia” en sentido lógica simbólica y el álgebra son en verdad inconcebibles objetivo (vale decir, de la historiografía, el estudio de la sin la existencia previa de la escritura, puesto que es la historia humana). Los pueblos “sin escritura” son, en ese

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5 sentido, pueblos “sin historia” . Lo cual, además, guarda “Sí, en el zoológico donde venden pájaros. Hay liebres correlación con la diferencia entre una conciencia llamada blancas. “mitológica” y otra signada por una fundamentación Puede haber si la cazan y la traen”. racional de sus asertos que da lugar a una consideración ya B) En el Chaco hace calor y crece bien el algodón “histórica” en sentido estricto del devenir humano. En el Sur hace frío ¿Crece el algodón en el Sur DIMENSIÓN ETNO-PSICOLÓGICA “No sé, puede que sí. No estuve en el Sur”. De acuerdo con el legado lingüístico-cognoscitivo C) Donde hay nieve los osos son blancos que nos llega de la antigüedad griega, cuna de la espe- En el Polo Sur hay nieve culación fi losófi ca de Occidente, no podemos dejar de ¿De qué color son los osos en el Polo Sur? prestar una particular atención a la dimensión psico- “Negros y marroncitos”. lógica del pensamiento. Desde este ángulo, los toba Comentan los autores: “Se trata de los osos que conoce. pueden ser concebidos o bien como “prelógicos” a lo La referencia a la experiencia personal es clara y notoria” 6 Lévy-Bruhl, “preoperatorios” a lo Piaget ; o bien, desde (pp. 22-23). Concluyen pues que, “tanto en el caso de los la perspectiva opuesta, imbuida ya de misticismo hindú, hombres como en el de las mujeres, sin diferenciación de romanticismo europeo o bien simple exotismo, como edad, existe una marcada tendencia al desconocimiento 7 “supralógicos” . de la estructura lógica del silogismo y a la percepción de Veamos al respecto un ejemplo antropológico con- las premisas como juicios aislados sin conexión entre sí. creto relativo a datos etnográfi cos sobre “prelogismo”. Se Parecería que el razonamiento está construido en función trata de una investigación desarrollada en el barrio de de la lengua... En todos los casos predomina la referencia Villa Banana en las proximidades de la ciudad de Rosa- a la experiencia personal y la negativa a sacar conclusio- rio con miembros de la misma etnía qom. Analizando nes lógicas del silogismo”; lo cual, en condordancia con las relaciones entre “lengua, sociedad, cultura y percep- los resultados obtenidos en las pruebas de denominación ción desde una perspectiva histórico-crítica”, Vázquez y de fi guras geométricas y de denominación y clasifi cación Bigot (1987: 22) aplicaron a una informante aborigen de colores, mostraría la tendencia a lo que que llaman el la prueba de los silogismos (“eminentemente ligada a “pensamiento objetal” –sucedáneo del pensamiento pre- la lógica aristotélica y por lo tanto a las lenguas indo- lógico de Lévy-Bruhl y del preoperatorio de Piaget– que europeas”) con el propósito de “indagar si el modo de caracterizaría a los miembros de este grupo étnico (Váz- correlación lógica operante en ella se adaptaba o no a la quez y Bigot 1987: 26-7). estructuración del silogismo”. Transcribimos las prue- Sin embargo, cabe objetar que, desde un punto de vista bas y sus respectivas respuestas: estrictamente lógico, las respuestas dadas en los casos A A) En los montes hay liebres y B son inobjetables. En el primero, la afi rmación de la En las ciudades no hay montes premisa inicial “en los montes hay liebres” no implica en En las ciudades ¿hay liebres? forma necesaria la negación de que las haya en otros luga- res (falta explicitar el carácter universal de toda premisa mayor: “solo en los...”, o bien, “...están todas las...”), por lo 5 No por supuesto en el eurocéntrico sentido hegeliano, según el cual, en la medida en que “todavía” no giran en la órbita que responder que también son encontrables en las ciu- de las grandes metrópolis, estos pueblos estarían entonces dades no es inexacto. En el segundo es aun más evidente “fuera” de la Historia. la misma cuestión, ya que sostener que “en el Chaco hace 6 Una suerte de “síntesis” de ambos planteos ha sido desa- calor y crece bien el algodón” tampoco implica necesaria- rrollada por Hallpike (1979) en sus Fundamentos de Pensa- mente que tal planta no pueda crecer donde haga frío, aun miento Primitivo. cuando allí “creciere mal”. No obstante ello, tienen razón 7 De hecho esta última es más o menos la consecuencia de las los autores en que, en todos los casos, “la referencia a la tesis de Whorf: ellos, los hablantes de lenguas aborígenes, experiencia personal es clara”. Lo problemático radica en como la hopi sobre la que trabajara este autor, de acuerdo con que tal tipo de contestaciones son las propias, en princi- los cánones de la ciencia de la cual la física es su rama más pio, de cualquier persona de cualquier sociedad (a menos avanzada, estarían conceptualmente mejor preparados para que se dé cuenta de que debe atenerse a reglas específi cas comprender los misterios últimos del cosmos. En particular, gracias a la intuición lingüística de la oposición complemen- de razonamiento que no son las que utilizamos en nues- taria entre partícula y campo, noción fundamental dentro del tra vida cotidiana). Sobre la base de estudios en Psicología dominio de la física subatómica, así como de la conjunción Cognitiva, Gardner (1985) ha hecho notar que los traba- espacio-temporal en la teoría de la relatividad (es signifi cativo jos empíricos realizados en las últimas décadas sobre este que el propio Einstein señalara que pensaba en imágenes). tema han cuestionado seriamente la creencia general de

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que los seres humanos –aun los más instruidos– apelen licamente. Sus ataques se dirigen contra Kosslyn, quien en su forma de razonar a algún tipo de cálculo lógico- ha elaborado una teoría en la que plantea que la forma proposicional como siempre se ha supuesto. Sugiere por de representación mental imaginativa es tan importante el contrario que la forma en que resolvemos este tipo como la proposicional, a pesar de que sea esta última a la de problemas está íntimamente vinculada a múltiples que se apele más comúnmente para comprender la cog- factores relacionados con la familiaridad que tengamos nición (Gardner 1985). respecto al contenido de los mismos. Desde una perspectiva más propiamente fi losófi ca es Acorde a esto son los resultados obtenidos por Scrib- posible ilustrar la controversia en cuestión a través de la ner (1981) en sus análisis de las diferencias entre grupos contraposición de dos autores que privilegian respectiva- sociales que tienen algún contacto con la escolarización mente el aspecto o bien proposicional o bien imaginativo y aquellos totalmente analfabetos. Concluye sosteniendo del conocimiento. El primero de ellos es Schaff, quien que el modo de razonar lógico propio del silogismo está dentro de la corriente marxista sostiene que es la dimen- ausente en quienes no han recibido una instrucción sis- sión lingüística la variable determinante en todo proceso temática. El error en las respuestas se debe, según Scrib- cognoscitivo. El segundo es Arnheim, cuya priorización ner, a que el razonamiento lógico propio del silogismo de lo imaginativo se funda básicamente en la teoría de constituye un género de habla, un modo de hablar en la Gestalt. No deja de ser sugestivo que mientras el pri- que el interrogado necesita ejercitación. La táctica para mero realiza sus análisis desde la fi losofía y la lingüística, contestar bien consiste en recurrir a la información pre- el segundo lo hace desde la psicología, y especialmente sentada en las premisas de los silogismos y limitarse a sobre la base de estudios del arte. En contra de la errónea ella. Es decir, hay que poner “entre paréntesis”, obviar interpretación del monismo lenguaje/pensamiento en el la información previa que tengamos al respecto (como, sentido de su identifi cación –tal como la versión extrema por ejemplo, el hecho empírico de que en el Polo Sur del relativismo lingüístico daría a entender– Schaff no existen osos, ni blancos ni marroncitos). De acuerdo (1964) postula un antidualismo según el cual lenguaje y con Scribner, lo que el informante hace cuando responde pensamiento no son solo dos fenómenos separados sino “incorrectamente” es cuestionar la primera premisa y no interdependientes. Según él no existe ningún proceso darla como verdadera, no creerla; también puede hacer de pensamiento sin un proceso lingüístico –lo cual no lo mismo con la segunda, o reemplazar ambas premisas implica que el primero se reduza al segundo–. Reconoce por otras de su experiencia propia (importa pues más la Schaff que el pensamiento opera con el mundo a través de “verdad” de la información que la “validez” de las reglas otros medios de orientación que los lingüísticos, a saber, del “juego” –del “juego lingüístico” en cuestión). Si se tie- imágenes sensibles y sus asociaciones. Sin embargo, al sos- nen en cuenta las premisas de las que el informante parte tener que la estructura de la percepción sensible depende y se sigue el proceso, se encuentra que el razonamiento de las categorías que se imponen al conocimiento a tra- es perfectamente “lógico”. Las respuestas son “correctas” vés del lenguaje, rechaza la posibilidad de que exista un solo en los casos en los cuales las premisas hipotéticas ámbito de conocimiento imaginativo que sea previo al presentadas por el entrevistador coincidían con el cono- aspecto proposicional del pensamiento. cimiento previo del entrevistado; en los demás casos el Por su parte Arnheim (1969) prácticamente invierte porcentaje de errores es muy alto. Como lo ejemplifi ca el planteo anterior partiendo del supueso de que el pensa- el caso considerado, donde en la formulación de las pre- miento es indisociable de la percepción. El examen de los guntas se incluyen elementos de la experiencia del sujeto procesos perceptivos, y especialmente de la visión, lo lle- testeado en un sentido familiarmente equívoco –como el van a postular que el verdadero pensamiento productivo hecho de que en las ciudades hay liebres–; de allí, como –esto es, el no repetitivo ni mencánico, sino creativo– en es lógico, la equivocidad de las respuestas. cualquiera de las áreas de la cognición opera en el reino de las imágenes. Según él, los conceptos son imágenes PENSAMIENTO IMAGINATIVO/PROPOSICIONAL perceptuales, y los operaciones del pensamiento son el En el propio ámbito de la neurofi siología se ha dado manejo de esas imágenes, las que se producirían a cual- una controversia sobre el lugar que le cabe a lo imagi- quier nivel de abstracción. Sin embargo, aun las más abs- nativo respecto a lo proposicional en el proceso cognos- tractas deben llenar la condición de ser isomórfi cas con los citivo. Quienes privilegian este último llegan a negar o rasgos pertinentes para los cuales el pensamiento resulta al menos relegar a un segundo plano el aspecto imagi- válido. Respecto al “lugar que le cabe a las palabras”, dado nativo del pensamiento. El principal sostenedor de esta el carácter lineal del lenguaje, Arnheim concluye que el posición es Pylyshyn, para quien la imagen no es más que mismo no cumple el requisito de constituir tal conjunto el producto de reglas y proposiciones codifi cadas simbó- de formas perceptivas. No niega por supuesto que el len-

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guaje ayude a pensar, ya que al categorizar conceptos for- mente entre cazadores-recolectores nómades y agricul- mados en la experiencia perceptual el mismo infl uye en tores sedentarios se desplaza a la dada entre los primeros la organización del pensamiento. Empero, según el papel y la civilización industrial, se observa que se acentúan en que le atribuye a la percepción, a la que le otorga una fun- esta las características de la sociedad agrícola que se con- ción ya generalizadora, privilegia pues el ámbito de las traponen a la recolectora-cazadora: densidad demográ- imágenes por sobre el de las formas proposicionales. fi ca, centralización política, estratifi cación económica, Ahora bien, teniendo en cuenta la incidencia del diversifi cación social, socialización severa. También es medio social en el propio desarrollo cognitivo del indi- evidente que se privilegia en nuestra sociedad la infor- viduo, es plausible considerar que sociedades que difi e- mación de tipo proposicional a través de las ilimitadas ran en aspectos signifi cativos de su organización cultural posibilidades de hacerla perdurable y transmisible por favorezcan a su vez una especialización cognoscitiva tam- intermedio de la imprenta –sobre todo de la escritura bién divergente. Esto es precisamente lo que ha sugerido alfabética–. Es necesario también tener en cuenta que Berry (1971), quien ha formulado la hipótesis según la en la civilización industrial alfabetizada entran a su vez cual las demandas que la ecología establece sobre un en juego una serie de factores por completo novedosos, grupo humano (al nivel de la economía de subsistencia como en alto grado signifi cativo son los medios masivos en el que las demandas son todavía reales) son tales que de difusión de información. De allí que, en función de las adaptaciones culturales a las mismas privilegiarían el la complejidad de su modo de organización social, es desarrollo de ciertas facultades cognitivas. Berry opone plausible encontrar en su seno ambos tipos de especia- sobre una misma dimensión ecológica a las poblaciones lización cognitiva. Más allá entonces del enorme peso de cazadores nómades y las de agricultores sedentarios, de lo proposicional en nuestro medio, es notorio que en ambas netamente distintas en cuanto a sus características determinados ámbitos se fomenta a su vez el desarrollo socioculturales: los primeros tienen una baja densidad de la facultad imaginativa del pensamiento (como es el demográfi ca, una estructura social atomística, un poder ejemplo del caso de las actividades artísticas en general político no centralizado, una organización económica en un sentido, y el de la exposición a teleimágenes en igualitaria y una socialización infantil permisiva; en otro sentido, prácticamente antagónico). contraposición los segundos tienen una mayor densidad poblacional, una estructuración social jerarquizada, una La doble dimensionalidad cognoscitiva: una ilustración autoridad política central, relaciones económicas estrati- matemática fi cadas y una socialización severa. Veamos un segundo ejemplo pertinente a nuestra La hipótesis en cuestión (avalada por los resultados de discusión, ya no etnográfi co sino matemático: el caso del diversas investigaciones: Berry 1966, 1971, Dassen 1973, cuadrado del binomio. Bateson y Arnheim nos señalan 1977, Seagrim 1980, Kleinfeld 1973), sugiere entonces sobre la existencia de otra posibilidad de intelegirlo, jus- que, en función de sus características organizacionales tamente sobre la base de la información adicional acerca divergentes, las sociedades de recolectoras-cazadores y de de una suerte de lenguaje “oculto” en la formulación agricultores habrían fomentado a lo largo de su desarro- convencional: el geométrico, que, en este caso, subyace llo histórico orientaciones psicológicas correlativamente al aritmético. En relación a nuestro tema este ejemplo diferenciadas: mientras los primeros habrían favorecido tiene en sí mismo un doble sentido. En primer lugar el procesamiento cognitivo de la información de carácter en cuanto ilustra la dualidad cognoscitiva consignada básicamente visual, espacial, fi gurativa, en una palabra entre las dimensiones del pensamiento (la proposicional, imaginativa, los segundos habrían privilegiado el de la enunciada en la ecuación (a+b)² = a + 2 ab + b , y la ima- información verbal, temporal, lineal, vale decir, proposi- ginativa percibida en su gráfi cación correspondiente). En cional. Esta hipótesis es apoyada por el hecho de que se segundo lugar en cuanto viene a constituir un ejemplo de ha comprobado que en tanto las funciones lingüísticas las argumentaciones aquí retomadas tanto de Arnheim dependen del hemisferio izquierdo del cerebro, las rela- sobre la relevancia del reconocimiento de la productivi- cionadas con el desempeño espacial se localizarían en el dad del pensamiento visual, como de Bateson respecto a hemisferio derecho. Además, a lo largo de su crecimiento, la existencia de lenguajes sinónimos que posibilitan una la lateralización del mismo parte de una fl exibilidad ini- mejor intelección del objeto bajo examen. cial que permite que, dentro de ciertos límites, las fun- El interés de Bateson es básicamente epistemológico: ciones propias de uno de ellos –el que haya sufrido algún el binomio viene a ser una ilustración de su propuesta daño– puedan ser realizadas por el otro (Gardner 1983). del método de “doble descripción”. Según esto, la con- Teniendo en cuenta que, de acuerdo con los términos sideración de un problema a la luz de dos contextos del presente trabajo, la dicotomía considerada original- complementarios da lugar a una intelección de un nivel

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8 cognoscitivo diferente a la de cada uno por separado . del fenómeno bajo examen. En nuestro caso los datos De acuerdo con otro signifi cativo ejemplo dado por este descriptivos consisten en la información relativa a las autor, el de la visión binocular, sostiene nuestro episte- características signifi cativas de los sistemas socializantes mólogo que es precisamente gracias a la superposición de puestos en este contexto en contacto. El marco tauto- lo visto por uno y otro ojo que se alcanza la dimensión de lógico lo provee la forma en que se ordena ese mismo la profundidad. Nos dice en síntesis Bateson (1979: 67): material, esto es, la “estructura” que es posible inferir a “todo escolar sabe que (a+b)² = a² + 2ab + b² ... pero partir del examen de los datos. La tautología educativa no muchos escolares saben que existe una demostración en cuestión se encuentra pues estructurada sobre la base geométrica” de esa fórmula matemática: de la correlación sistemática de los factores etnográfi cos encontrados a través de la contraposición exoresa de la ab socialización aborigen y la escolarización civilizada en a a ab (a + b)² = a² + 2ab + b² sucesivos niveles de análisis. babb En primer lugar la “descripción simple” de los datos pertinentes la hemos hecho sobre la base de la evidencia Y como indica por su parte Arnheim (1969: 218): empírica sobre las características generales de cada una “un simple examen de la fi gura muestra inmediata- de las modalidades formativas en cuestión. Los factores mente porqué el cuadrado de (a+b) es igual al cuadrado etnográfi cos que se han puesto de manifi esto son: noma- de a más el cuadrado de b más dos veces el rectángulo dismo, permisividad, imitación del ejemplo, focalización ab. Pero a generaciones de estudiantes se les enseñó la espacial y oralidad por un lado, sedentarismo, severidad, fórmula sin la fi gura, porque se trataba de una lección instrucción explícita, focalización temporal y escritura de álgebra y no de geometría”. En tal sentido es que Arn- por el otro. En segundo lugar la “doble descripción” la heim retoma de Rousseau la signifi cancia psicológica hicimos en aras a una ordenación en sentido ya explica- de esta dualidad cognoscitiva para fundamentar la tesis tivo de la misma información. Lo cual de acuerdo con de que en la base misma del pensamiento la dimensión Bateson se obtiene a través de la estructuración tautoló- perceptual es de orden ya generalizadora. La cual, corres- gica del material dado, vale decir, procediendo a la arti- pondiendo entonces al dominio de las imágenes, cons- culación de los factores consignados de acuerdo con sus tituiría la fuente de todo pensamiento genuinamente conexiones lógicas –lo que les confi ere pues el estatus de productivo. En tanto tal dimensión se manifi esta en pri- variables etnológicas: nomadismo/sedentarismo, permi- mer plano en el campo de las artes, la argumentación de sividad/severidad, imitación/instrucción, espacialidad/ Arhneim se dirige a poner de relieve la general(izadora) temporalidad, oralidad/escritura–. importancia de la imaginación humana a fi n de que De acuerdo con esto, la tautología etnográfi ca en cier- reciba una adecuada atención en todas las esferas de nes la elaboramos entonces en función de la signifi cación nuestra vida social (sobre todo en aquellas centradas en correlativa que evidencian las cuatro variables conside- la verbalización y en las que se les asigna poco valor al radas en función de la quinta dimensión a analizar, a dominio imaginativo). Y es justamente el ámbito edu- saber, la infl uencia conjunta de los respectivos factores cativo el que, según pone de relieve esta formulación, sobre una hipotética especialización de dos modalidades requeriría la incorporación de un espacio signifi cativo cognoscitivas divergentes. En última instancia, es den- 9 para las actividades artísticas . tro de la esfera propiamente psicológica donde viene a cristalizar una preponderancia inversa respecto al énfasis EXPLICACIÓN DE LOS DATOS otorgado a las dimensiones imaginativa y proposicional De acuerdo con la defi nición epistemológica de del pensamiento por parte de ambos sistemas culturales. Bateson, una tautología es un conjunto de proposicio- Como señala Bateson, si bien no se agrega ninguna nueva nes que, poniendo en evidencia la validez de los nexos información, en razón de la nueva disposición en que son que las reúnen, permite articular dentro del plano de la reordenados los datos empíricos se obtiene una intelec- investigación científi ca la descripción con la explicación ción de un nuevo tipo, de orden tautológica, cuya validez conceptual es función de su propia lógica intrínseca; y, a su manera, explica el fenómeno bajo estudio. Desde 8 De acuerdo con la interpretación de Bateson (1979: 128-29) esta perspectiva lo que se desprende es la correlación del planteo original de Peirce, posibilita la emergencia del razonamiento abductivo. signifi cante de las tendencias respectivas de cada uno de 9 Sugerencia por otra parte coincidente con la postulación crí- tales factores en cuanto al favorecimiento del desarrollo tica de Reid (1968) sintetizable en su expresión “educación co-respectivo de lo imaginativo y de lo proposicional. Lo por el arte”. cual, en última instancia, nos lleva pues a considerar la

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signifi cación antropológica actual de alguna forma de Ahora bien ¿qué signifi cación puede llegar a tener la complementariedad entre ambas modalidades culturales asimetría consignada entre lo imaginativo y lo proposicio- de la formación humana. nal en la comparación etnológica de la sociedad aborigen con la occidental para nuestro propio sistema educativo? CONCLUSIONES De acuerdo con los términos del presente trabajo, una sig- Esta tautología etnográfi ca es el fruto de una relec- nifi cación meramente tautológica; la cual, de acuerdo con tura de los resultados de una investigación sobre la su sentido original consiste en realidad en la reiteración escolarización en comunidades aborígenes toba que, de de una argumentación bajo diversas modalidades (lo que algún modo, pretende desplegar la línea argumentativa no se condeciría con el sentido peyorativo actual de afi r- que allí se esbozaba. El objetivo de este trabajo es enton- mación redundante o simplemente repetitiva que no dice ces reafi rmar desde una perspectiva antropológica una “nada nuevo” sobre la cuestión tratada). En nuestro caso, argumentación crítica sobre el estado actual de la educa- la premisa –no menor– de la que partimos es la predicada ción en nuestra sociedad. En sentido estricto se trata de por Bateson (1979: 192) respecto al ámbito educativo, a 11 un ángulo de mira etnológico de acuerdo con el cual la saber, su obsolencia . En tal sentido podemos convenir en mirada etnográfi ca que enfocamos sobre los “otros cultu- que, en consonancia con el crítico estado actual de nues- rales” bajo estudio revierte sobre la propia visión de nues- tra sociedad a nivel político, económico, estético, etc., la 10 tra cultura . En este caso, pues, son los miembros de los educación formal padece de alguna disfunción correlativa. grupos aborígenes de la región chaqueña, históricamente Según Bateson el problema está en el carácter obsoleto de sociedades nómades de recolectoras y cazadores, en par- las mismas premisas sobre las que se asienta la educación ticular los toba del oeste de Formosa –cuyas comunidades moderna –lo que desde el punto de vista de los estudiantes 12 comienzan a albergar escuelas para sus propios miem- lo convierte en una verdadera estafa– . bros desde hace varios años–, quienes vienen a represen- No es de extrañar que, teniendo una larga historia de tar la “alteridad étnica” con la que venimos a contrastar dos milenios y medio a cuestas, determinadas pautas de nuestra “mismidad éthica”. Siendo etnos “pueblo”, y ethos socialización puedan estar perimidas. Análogamente a “costumbres”, viene al caso consignar que el sentido de lo planteado por Eliade (1972) respecto del Yoga hindú lo étnico no es por completo disociable del sentido de lo –elixir de libertad e inmortalidad para este notable eru- ético. No obstante ello, el consabido rigor científi co exige, dito de las religiones–, estaríamos frente a un fenómeno en su sentido positivo al menos, abstenerse de formular de “fósil viviente”. Aunque por nuestra parte no estamos juicios de valor. De allí que todo aquello relativo al “deber tan seguros, como él lo está respecto a esta mileneria ser” caería dentro de la incumbencia de otro orden de dis- práctica oriental, de las virtudes de nuestra tradición quisiciones, puramente fi losófi co, donde la ética siempre educativa. Sobre todo si tenemos en cuenta que aquellas ha sido una preocupación esencial. La educación, por su pautas, por muy razonables y juiciosas que todavía nos parte, parece ser el ámbito privilegiado de actualización parezcan, como es el caso notable de las formulaciones del deber ser. De donde es inferible que, en consonancia de Platón y Aristóteles, se han concebido en connivencia con el alto valor que nuestra sociedad le asigna al modo con un modo de vida social basado en la distinción entre de conocimiento originado en la antigüedad griega, la hombres libres y esclavos considerada connatural al ser educación debe tener sólidos fundamentos fi losófi cos. humano. A pesar de los notables “progresos” que se han dado desde entonces, y a pesar sobre todo del proceso de 10 En tal sentido esta interpretación tautológica del caso etno- ilustración que impregna desde hace varios siglos la mar- gráfi co toba viene a converger desde otro ángulo con la pro- cha de la historia humana –que ha infl uido positivamente puesta antropológica dialéctica de Diamond (1974) de ir “en en la universalización de la formación intelectual–, segui- busca de lo primitivo” para elaborar “una crítica de la civili- mos inmersos en un modelo educacional que fomenta zación”. Lo cual se pretende llevar a cabo a través de la puesta de manifi esto de las consecuencias de la asimetría consignada 11 No está de más precisar que, de acuerdo con la dialéctica entre lo proposicional y lo imaginativo en lo referente a nues- batesoniana, estamos obsoletos tanto los profesores como los tro sistema educativo. Al respecto, en las conclusiones de su estudiantes. estudio sobre la bilateralidad hemisférica cerebral, Springer 12 Las premisas educativas que destaca Bateson por su desac- y Deutch (1981: 206) se preguntan: “¿Puede un programa de tualización epistemológica son: a) el dualismo cartesiano que educación elemental, restringido a la lectura, la escritura y separa el “espíritu” de la “materia”, b) el fi sicalismo de las metá- la aritmética educar principalmente un hemisferio y dejar la foras que se emplean para describir fenómenos espirituales, y mitad potencial de un individuo sin educación? ¿Está todo el c) el supuesto antiestético de que todos los fenómenos deben sistema educativo en una tendencia contraria a desarrollar el ser estudiados y evaluados en términos cuantitativos –fruto talento del hemisferio derecho?”. del acento puesto en las ciencias naturales–.

167 CUADERNOS 21

la división social entre superiores e inferiores (exitosos y explícito de realizar un intercambio provechoso, y aque- fracasados). En nuestros establecimientos educativos, en llas otras actividades que se hacen sin semejante intención consonancia con la estructuración económica de la socie- pragmática, sino que se abstraen justamente del contexto 13 dad basada en los principios del capitalismo de mercado, de las necesidades concretas de la subsistencia . se alienta en sumo grado la competencia, signo elocuente De acuerdo con lo expuesto se pone pues de mani- de lo cual es la relevancia que se le otorga a los criterios fi esto que una suerte de contracara de este estado de cosas cuantitativos de evaluación –traducido en acumulación viene a ser la relevancia que se le asigna en los modos de antecedentes en cuanto a “formación profesional”–. aborígenes de socialización a la instancia imaginativa; Paralelamente, la interpretación actual de la institución particularmente en lo que hace a la orientación espacial política de nuestra sociedad en términos formalmente requerida por la vida nómade –inscripta además en la democráticos fomenta a su vez una lucha “salvaje” por el lengua–, a la centralidad de la imitación del ejemplo, poder correlativa a las posibilidades de acceso a recursos la permisividad del trato –la independencia de campo: materiales incesantemente incrementables –posibilidad de mayor grado de autonomía–, y la ejercitación fi gurativa acumulación en este caso más bien de “consecuentes”–. que implica la exposición a la narrativa mítica oral. Si De allí el interrogante acerca de hasta qué punto bien esta contraimagen indígena constituye en sentido semejante contraposición de las respectivas orientaciones tautológico otra forma de volver a decir lo ya dicho en la cognoscitivas no constituye el substrato epistemológico argumentación inicial, ello no implica que en sí misma sobre el que se asienta el desarrollo de diversas modali- sea el “remedio” para nuestra “enfermedad”. Puesto dades propiamente antagónicas de la relación en esencia que, además de que tal concepción participaría así de desigual entre ambas sociedades. En especial en lo relativo algún modo del ingenuismo del “mito del buen salvaje”, a las consecuencias prácticas de la implementación de un se obviaría lo señalado al respecto por Bateson (1972: procedimiento escolar que, pre-programado en el sentido 528) en otra oportunidad (discutiendo la necesidad unidimensional de fomentar determinadas capacidades de un máximo nivel de fl exibilidad posible para lograr mentales en detrimento de otras, en el contexto interétnico una “civilización elevada”): que semejante “retorno a las de referencia viene a representar un modo implícito de fuentes aboriginales” descuidaría en última instancia la reafi rmar una posición jerárquica al privilegiar justamente sabiduría que habría impulsado tal retorno –por lo que la orientación cognitiva propia relegando a la ajena. Se habría que recomenzar íntegramente el proceso–. trataría de un modo encubierto de etnocentrismo, puesto En el lo que respecta a los propios aborígenes, la que en la medida que los recursos didácticos y pedagógi- aceptación de los establecimientos escolares dentro de cos que se implementan en las modalidades aborígenes de los límites de sus comunidades nos refi ere a su recono- educación –“bilingüe y bicultural” según la formulación cimiento de la necesidad de ejercitarse en el dominio ofi cial– no contemplen las posibilidades formativas del lógico-proposicional que allí impera (manipulación de pensamiento imaginativo, y más aun en cuanto se conti- números, letras, palabras y frases mediante). Respecto al núen evaluando los diversos rendimientos escolares sobre confl ictivo tema de la escritura de las lenguas indígenas, la base de tales premisas inconscientes, no hay duda que no un interrogante que surge de esta investigación es el rela- puede dejar de favorecer alguna forma de discriminación. tivo a la viabilidad de recurrir, antes que a la modalidad Y en lo que hace a nuestro propio sistema educativo, alfabética dominante en nuestro sistema educativo, a una cabría preguntarse hasta qué punto semejante prevalencia forma ideográfi ca de fi jar los contenidos de la lengua. Con de lo proposicional respecto a lo imaginativo no tendría ello se lograría superar las áridas discusiones en torno a consecuencias prácticas en lo que hace al sostenimiento bajo qué convención fonética corresponde transcribir los de la credibilidad en la predominancia de un sistema polí- diversos fonemas de los idiomas nativos, así como lograr tico como la actual democracia de masas y su inclinación un medio de comunicación comprensible no solo para propagandista, consonante con un sistema económico hablantes de diferentes variantes dialectales, sino incluso fundamentado en la noción de una naturaleza humana en también para miembros de otros grupos étnicos. esencia calculadora, cuyo interés principal no es otro que el de maximizar las utilidades. Lo que, en forma corres- 13 Al respecto son pertinentes por un lado las formulaciones de pondiente al desfasaje dado entre estas dos orientaciones Colingwood (1938) sobre la distinción entre arte y artesanía contrapuestas de los valores culturales respectivos del en función de la relación entre medios y fi nes, así como la pensamiento imaginativo y proposicional, es asociable a la cuestión de la técnica en ambas actividades, y, por el otro jerarquización análoga que se establece en nuestra sociedad lado, lo planteado por Sahlins (1974) respecto al “camino entre las actividades precisamente útiles, aquellas que otor- zen” que sería el propio modo de los cazadores recolectores gan algún rédito puesto que se las produce con el propósito para alcanzar un nivel de “opulencia primitiva”.

168 UNA TAUTOLOGÍA ETNOGRÁFICA CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN

Por el otro lado, desde nuestra posición occidental, Brice Heath, S. la inquietud por una complementariedad cognoscitiva 1984 Tradición oral y tradición escrita. Revista Interna- se expresaría en atender al reclamo general –expresado cional de Ciencias Sociales. Unesco, XXXVI, 1. entre otros por Arnheim– respecto a la toma de con- Cole, M. y Scribner, S. ciencia de la signifi cación de la facultad imaginativa en 1974 Culture & Thought. A psychological introduction. el proceso de conocimiento. En particular, como destaca Nueva York, John Wiley & Sons . por su parte Reid, a través pues de la consideración de Cole, M. y B. Means la relevancia de la experiencia artística en la formación 1981 Cognición y Pensamiento. Buenos Aires, Paidós. educativa. En tal sentido, la conclusión de este trabajo Collingwood, R. G. viene a alentar por una suerte de superación de la radi- 1938 Los principios del arte. México, F.C.E. cal disociación establecida en nuestras instituciones Dasen, P. R. académicas entre dos modos especializados de cono- 1973 Biologie ou Culture? Le psychologie inter-ethnique cimiento: por un lado la actividad científi ca, centrada d’un point de vue Piagetian. Psychologie Cana- básicamente en la dimensión verbal-proposiconal del dienne, 14, 149-166. pensamiento, y por el otro lado la actividad artística 1977 Are cognitive process universel? A contribution orientada en principio hacia el dominio imaginativo. to cross-cultural Piagetian Psychology. Studies Todo lo cual tiene a su vez implicancias críticas respecto in Cross-Cultural Psychology, Londres, Academic a la tradicional distinción entre la “mente” y el “cuerpo”, Press. concebidas como dos entidades netamente diferencia- Diamond, S. das: la primera focalizada en actividades intelectuales 1974 In search of the primitive: a critique of civilization. que tienen a la ciencia y a la fi losofía como su más altas Nueva Brunswick, Transaction Books. expresiones, la segunda relegada a la esfera de los senti- Eliade, M. dos, concebida pues como un dominio cognoscitivo de 1972 El Yoga. Inmortalidad y Libertad. México, F.C.E. orden inferior respecto al anterior. Gardner, H. 1983 Estructuras de la Mente: La teoría de las inteligencias AGRADECIMIENTOS múltiples, México, F.C.E. Quiero agradecer a la directora de este trabajo de 1985 La Nueva Ciencia de la Mente. Buenos Aires, Paidós. investigación, la Dra. Alejandra Siffredi, así como a la co- 1987 Arte, mente, cerebro. Barcelona, Paidós. directora, la Lic. Marcela Mendoza, a quien debo espe- Goody, J. cialmente haberme introducido en la etnografía toba. 1977 La domesticación del pensamiento salvaje. Madrid, También a los miembros de las comunidades naciñamolék Akal. de Vaca Perdida y la Rinconada donde realicé mis traba- Hall, E. jos de campo, así como a los maestros de ambas escuelas 1976 Más allá de la cultura. Barcelona, Labor. que amablemente colaboraron en mi investigación. Agra- Hallpike, C. R. dezco además al lic. Hugo Ratier por su orientación en la 1979 Fundamientos de Pensamiento Primitivo. México, elaboración del proyecto respectivo, y al lic. Carlos Rey- F.C.E.. noso por la facilitación de material bibliográfi co. Hirschfeld, J. y Gelman, C. 2002 Cartografía de la mente, Barcelona, Gedisa. BIBLIOGRAFÍA Johnson-Laird, P. N. Arnheim, R. 1981 Modelos mentales en ciencia cognitiva. D. A. Nor- 1969 El pensamiento visual. Buenos Aires, Eudeba. man (comp.), Perspectivas de la ciencia cognitiva, Bateson, G. Barcelona, Paidós. 1972 Pasos hacia una Ecología de la Mente. Buenos Aires, Klein, H. M. Carlos Lohlé. 1981 Location and direction in Toba: verbal morpho- 1979 Espíritu y Naturaleza. Una necesaria unidad. Bue- logy. International Journal of American Linguistics, nos Aires, Amorrortu. 47: 227-235. Berry, J. W. Kleinfeld, J. S. 1966 Temne and Eskimo perceptual skills. International 1973 La inteligencia en grupos culturales diferentes: un Journal of Psychology, 1, 207-229. ejemplo esquimal. Review of Educational Research, 1971 Ecological and Cultural Factors in Spacial Percep- vol. 43, N° 3. tual Development. Canadian Journal of Behavio- Leach, E. rual Science, 3, 324-336. 1986 Un mundo en explosión. Barcelona, Anagrama.

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170 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

ESTUDIANDO LA TRANSMISIÓN CULTURAL EN ARTEFACTOS LÍTICOS DE LA QUEBRADA DE MATANCILLAS, PUNA DE SALTA

Cecilia Mercuri*

RESUMEN Se presenta el estudio de la variabilidad del registro lítico de los sitios de la quebrada de Matancillas, en la Puna salteña durante el Período Temprano, en relación a procesos de transmisión cultural. Desde una perspectiva evolutiva se explora cómo la tecnología lítica fue sensible a un ambiente fl uctuante.

PALABRAS CLAVE Tecnología lítica - variabilidad - arqueología evolutiva

ABSTRACT This paper presents the study of the variability in the lithic record at Matancillas Gorge sites (Salta’s puna) during the Early Period. From an evolutive perspective we related this variability to cultural transmission processes and we aim to explore how lithic technology was sensitive to the changing environment of puna.

KEY WORDS Lithic technology - variability - evolutionary archaeology

INTRODUCCIÓN gra el gradiente ecológico y macrorregión Puna. La que- En este trabajo se presenta un estudio de la variabilidad brada tiene unos quince kilómetros de largo y atraviesa del registro lítico de los sitios Matancillas 1 y 2, en la puna por completo la Sierra de Cobres o Cordillera Oriental. de Salta, durante el Período Temprano (sensu González Es una quebrada lateral que secciona transversalmente el 1977). Desde una perspectiva evolutiva, el principal obje- fondo de cuenca del valle de SAC. Las quebradas laterales tivo de este trabajo es explorar, por un lado, cómo la tec- son los sectores con mayor diversidad y productividad de nología lítica fue sensible a un ambiente fl uctuante y, por recursos en el valle, el cual tiene forma alargada con una lo tanto, riesgoso como la Puna, y por otro lado observar la longitud aproximada de sesenta kilómetros y un área de variación morfológica de los artefactos líticos en función de mil quinientos kilómetros cuadrados. evaluar implicancias a partir de los mecanismos de trans- La baja productividad primaria hace del valle de SAC misión cultural propuestos por Boyd y Richerson (1985). un ambiente ecológicamente muy pobre, con una distri- Así, siguiendo con esta perspectiva se quiere verifi car: bución espacial de los recursos heterogénea y una alta En qué medida varía morfológicamente el utillaje inestabilidad interanual (Muscio 2004). lítico teniendo en cuenta, por un lado una sociedad con Los sitios arqueológicos Matancillas 1 (M1) y Matan- un nicho económico basado en la agricultura, el pastora- cillas 2 (M2), se ubican sobre una ladera serrana y una lismo y la caza - recolección, en donde la agricultura fue planicie aluvional respectivamente, en la porción central la estrategia predominante y la movilidad fue reducida; y de la quebrada. La localización sobreelevada de los sitios por otro lado un ambiente de alto riesgo para la produc- les proporciona una amplia visibilidad de gran parte de ción agrícola, y fl uctuante en la disponibilidad de recur- la quebrada (Acuto et al. 1994), así como el acceso inme- sos de caza y recolección en el paisaje de la Puna. diato a fuentes de agua y tierras cultivables. Los actuales pobladores de la quebrada practican agricultura por REGIÓN DE ESTUDIO regadío. Ambos sitios se presentan como concentracio- La quebrada de Matancillas se localiza unos cuarenta nes de estructuras arquitectónicas de planta circular. kilómetros al norte de San Antonio de Los Cobres (SAC), Muscio (2004) propuso la ocupación breve en escala en el Departamento de La Poma, en la provincia de Salta. temporal, ya que solo se registró un componente cul- Esta quebrada, situada a una altitud de 3.750 msnm, inte- tural del cual se tienen varios fechados radiocarbónicos sobre carbón y hueso, todos ellos en torno a 2000 años ∗ CONICET, Instituto de Arqueología, pixi@fi bertel.com.ar AP (ver en Muscio 2004).

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MARCO TEÓRICO por lo general, son índices de éxito o prestigio. Así, el indi- Este estudio tiene como marco teórico la ecología del viduo copia los rasgos del modelo “en paquete” (Boyd y comportamiento. Dentro de los estudios que aplican la teo- Richerson 1985). De esta manera se recorta la variación. La ría darwiniana de la evolución, es una rama de la ecología tercera forma en la que se manifi esta la variación sesgada evolutiva que estudia las relaciones de los factores ecológi- es el sesgo dependiente de la frecuencia (frequency dependent cos y el comportamiento adaptativo (Krebs y Davies 1978). bias, Boyd y Richerson 1985: 206- 213), que puede actuar La ecología evolutiva explica el cambio cultural y conduc- en dos formas: conformista o inconformista. En el primer tual como una forma de adaptación fenotípica al medio caso se copian los rasgos más frecuentes en la población, en social y ecológico cambiante (Boone y Smith 1998). el segundo los menos frecuentes respectivamente. El sesgo En este marco, las continuidades y rupturas culturales dependiente de la frecuencia es la manera más común de se producen como consecuencia de dos procesos genera- transmisión cultural de comportamientos complejos. Este les: generación de variedad y selección. Las poblaciones mecanismo tiende a reducir la variación hacia el interior humanas generan variación constantemente. En escala de un grupo porque las variantes poco frecuentes o raras transgeneracional la selección natural actúa sobre esta son las menos elegidas. variación (Durham 1991). Una fuente de generación de Las variaciones en los artefactos líticos son resultado variedad y selección es la transmisión cultural. Esta es de comportamientos socialmente aprendidos y transmi- la forma por la cual son transmitidos comportamien- tidos. De esta manera, siguiendo a Bettinger y Eerkens tos, creencias, pautas, conocimientos, experiencias, etc., (1997), la variación disminuirá en relación a: la compleji- dentro de una misma generación (horizontal, intragene- dad de los conjuntos; la complejidad del medio que rodea racionalmente) o de generación a generación (vertical, esos conjuntos; la cantidad de miembros involucrados transgeneracionalmente en Cavalli -Sforza y Feldman en la transmisión del conocimiento implicado en esos 1981, Cavalli- Sforza y Cavalli- Sforza 1994). conjuntos (Bettinger y Eerkens 1997). En este trabajo se La aplicación de la teoría darwiniana de la evolución analiza la variabilidad de los artefactos en una escala tem- al registro arqueológico no es directa (Muscio 2004), sino poral y espacial acotadas por lo que el último aspecto no que implica el desarrollo de modelos particulares (sensu será evaluado aquí. Winterhalder 2001) acerca de las causas y los mecanismos del cambio. Existen cuatro modelos básicos de transmisión HIPÓTESIS Y EXPECTATIVAS cultural (Boyd y Richerson 1985) por los cuales los huma- La hipótesis principal que guió el trabajo es que: nos adquieren comportamientos culturales. Cada uno “en una población con estrategia predominantemente tiene diferentes efectos, a nivel poblacional, sobre la varia- agrícola, en un ambiente de baja productividad primaria, ción fenotípica, e inciden en la formación del registro. con alta variabilidad anual e interanual, el aprendizaje El modelo de variación guiada implica la modifi ca- social adaptativo, el cual implica transmisión cultural ses- ción de un comportamiento social aprendido a partir de gada con benefi cio sobre el fi tness, será predominante por ensayo y error independientes (Bettinger 1991). Al per- sobre el ensayo y error” mitir la experimentación individual, introduce variación. Teniendo en cuenta esta hipótesis, se plantean las Esto tendería a suceder cuando los costos de experimen- siguientes expectativas para el conjunto lítico: tar no sean elevados. • Debido a la estrategia económica predominante y Cuando los costos de experimentar son altos actuaría al riesgo ambiental, se espera que sobre el conjunto la transmisión sesgada (Boyd y Richerson 1985). La forma lítico haya actuado con mayor fuerza la transmisión más sencilla de la transmisión sesgada es el sesgo directo de tipo sesgada, disminuyendo su variación, indepen- (direct bias Boyd y Richerson 1985: 137-146). Según este dientemente de su función de uso; modelo, se evalúa dentro de un rango de alternativas cuál • Las puntas de proyectil, por ser instrumentos más com- de estas elegir. Es un comportamiento imitativo, mediante plejos (en morfología y cantidad de componentes), el cual se tienden a disminuir los costos involucrados en las variarán menos que las otras clases de instrumentos; innovaciones, para reducir los riesgos de error. Esta forma • Debido a su menor complejidad de diseño, los instru- de transmisión no genera nueva variación (exceptuando mentos de carácter sumario registrarán una relativa los originados a partir de errores). Otro mecanismo de la mayor variación. variación sesgada es el sesgo indirecto (indirect bias, Boyd y Richerson 1985: 247-259), mediante el cual se pro- MATERIALES Y MÉTODOS duce la adopción de un conjunto de rasgos presente en El conjunto lítico analizado proviene, como se men- un modelo (role model). El sesgo que guía la copia de los cionó más arriba, de los sitios Matancillas 1 y 2. Está com- individuos son rasgos “atrayentes” de los modelos. Estos, puesto por novecientos noventa y dos artefactos tanto de

172 ESTUDIANDO LA TRANSMISIÓN CULTURAL EN ARTEFACTOS LÍTICOS

Tabla 1 - Distribución de frecuencias de los artefactos

Cantidad Clase tipológica1 Grupos tipológicos Cantidad total Pedunculadas 16 Puntas de proyectil 19 Apedunculadas 3

Artefactos formatizados por lascados Raspadores 6 46 Raederas 7 Artefactos de formatiza- ción sumaria 14 Filos naturales con rastros complementarios 16 Artefactos sin formatización por lascados Manos de moler, molinos 26 y azadas 9 Percutor 1 Núcleos 18 Desechos de talla 902

Tabla 2 - Resultados. R= riqueza, E= evenness, CV= coefi ciente de variación, m= media, DE= desvío estándar.

Artefactos formatizados (raspadores, Artefactos sin Puntas de proyectil Núcleos Desechos de talla raederas y artefactos formatización de formatización sumaria)

mDEmDEmDEmDEmDE R 5,6 2,31 9,25 3,631 7,25 2,992 6 2,160 8,5 3,5 E 1,882 0,414 1,946 0,571 1,291 0,658 1,586 0,180 5,693 0,049 CV 0,26 0,047 0,439 0,010 0,732 0,059 0,36 0,047 0,800 0,085

1 Ver Aschero y Hocsman 2004.

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la excavación de recintos como de recolección superfi cial. nicas de manufactura y transmisión cultural. En función La muestra está representada por un conjunto de mate- de calibrar la variabilidad de cada clase, se cuantifi carán riales de diversa calidad y de diversos orígenes, tanto diversos atributos, tanto métricos como no métricos y locales como no locales. La mayor cantidad de material luego se hará una comparación de la diversidad general de analizado (75%) está confeccionado con materias pri- cada clase. Tanto en la clase de los núcleos como en la de 2 mas provenientes de Cerro Zapaleri, a unos doscientos los desechos de talla, no se registrará el atributo ángulo1 . cincuenta kilómetros de los sitios de estudio (Mercuri y Vázquez 2001). En términos generales, el conjunto Cuadro 1 - Atributos registrados presenta características esperables para el Período Tem- prano, cuando la movilidad se reduce (ver, entre otros, Atributos métricos Atributos no métricos Olivera 2006), tales como la alta frecuencia de tecnología Longitud máxima Forma base sobre lascas e instrumentos de formatización sumaria y, en menor frecuencia, puntas de proyectil estandarizadas. Ancho máximo Módulo largo/ ancho En el registro arqueológico de ambos sitios se encuen- Espesor máximo Materia prima tran presentes artefactos de molienda, como manos de Ángulo moler y molinos, lo que indica el procesamiento de gra- nos u otros vegetales. Por los resultados obtenidos de la En función de explorar la variación morfológica del fl otación de sedimentos y análisis de fi tolitos se sostiene conjunto lítico, entonces, con el propósito de caracteri- que sirvieron para el procesamiento de vegetales, tales zar la diversidad de la muestra, se utilizaron las medidas como el maíz (Tonarelli 2006). de diversidad de clases (Jones y Leonard 1989): riqueza La clase de los artefactos formatizados por lascado y evenness para observar la variabilidad en los atributos (Aschero y Hocsman 2004) presenta una clara distinción cualitativos. Riqueza (R) se entiende como la abundan- en cuanto a la formatización. Por un lado, las puntas de cia de categorías, en este caso de atributos cualitativos, proyectil se caracterizan por un alto grado de formatiza- representadas en el registro arqueológico. Por su parte, ción, y por otro, los instrumentos restantes en esta clase el concepto de evenness (E) designa la proporción de (ver tabla 1), se presentan como artefactos con baja inver- frecuencias por conjunto. Es decir, se refi ere a cómo se sión de energía en el sentido de tener retoques marginales distribuyen los artefactos entre las categorías planteadas. o parcialmente extendidos unifaciales y poca estandariza- Para cuantifi car la proporción de frecuencias de instru- ción en los soportes. Debido a esto, se decidió dividir esta mentos entre conjuntos se utilizó la fórmula: clase en puntas de proyectil y artefactos formatizados. N N N + + Por otra parte, dentro de la clase de los artefactos sin n c1 n c2 n c3 formatización por lascados, en este trabajo sólo serán con- E = siderados los fi los naturales con rastros complementarios C² (ver tabla 1), ya que los artefactos relacionados con las N = cantidad de instrumentos actividades agrícolas y de molienda, tales como las manos C = estados del atributo de moler molinos y azadas no se hallaban disponibles para nc = cantidad de instrumentos en cada estado de atributo su estudio (por encontrarse bajo análisis en el extranjero). (Adaptada de Morini y de Francesco 1995 [1983]) Tampoco fue tenido en cuenta para este análisis el percu- tor, por ser un único espécimen. En cambio, se analizaron El valor resultante de esta ecuación puede oscilar entre todos los núcleos presentes en el conjunto. uno e infi nito. Es decir, cuanto más se acerque a uno las El conjunto lítico se distribuye de la siguiente categorías se encontrarán representadas en la misma pro- manera: porción, presentarán una distribución más homogénea. La clase de los desechos de talla solo se consideró en función de tener una muestra de control de la variación, 2 El atributo ángulo se midió métricamente mediante un angu- para la cual se seleccionó al azar una muestra de ciento lómetro. No obstante ser una variable continua, operativa- treinta y un desechos de talla. Para este conjunto se espera, mente la consideramos como ordinal, de modo que medimos ángulos en rangos. Estos van aumentando progresivamente en general, una mayor variabilidad relativa. 5º, comenzando por los 35º, llegando a los 80º. Este atributo Cada una de las clases tipológicas posee potencial se midió en la sección del fi lo con mayor resolución, trabajo o informativo diferente que permite hacer inferencias, entre visibilidad. Se tomaron tanto el ángulo medido como el esti- otras cosas, acerca del manejo de las materias primas, mado (sensu Aschero 1983) en los casos pertinentes. En todas composición y diversidad de los conjuntos instrumen- las piezas se consideró el borde mejor trabajado o aquel que tales, aspectos del diseño, secuencias de producción, téc- presentaba rastros complementarios.

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Por otra parte, para poder medir la variación continua rales, sino que empíricamente se notan diferencias en el (métrica) de atributos en instrumentos líticos la escala de conjunto y estas diferencias se relacionan con la división la variación tiene que ser la misma. Una elección para de clases realizada a priori. Las variaciones entre las dis- esto es el coefi ciente de variación: tintas clases, probablemente están relacionadas con los s aspectos funcionales de las piezas. C V = x Así, se observa que las clases defi nidas son interna- mente homogéneas. Es decir, la variación observada den- S = desvío estándar tro de cada clase de instrumentos es relativamente baja. X = media Se confi rma (ver tabla 2) que los instrumentos complejos (Tomada de Hintze 2005) son los que presentan la menor variación, en contraste El coefi ciente de variación da cuenta de la tendencia con los artefactos sin formatización, que son los que tien- de la variación que se subestima en pequeñas muestras den a variar más, en general. (Van Pool 2001). Los coefi cientes de variación se utilizan En una caracterización de la diversidad del conjunto cuando se desea comparar la variación de dos poblacio- (Mercuri 2006), se observó que a las puntas de proyectil nes independientemente de la magnitud de sus medidas se las puede dividir en sub-clases, las pedunculadas y las (Sokal y Rohlf 1979). apedunculadas, tema que sugiere cierta diversidad en las Ahora bien, hay que tener en cuenta la incidencia que estrategias de caza. Si bien estas sub-clases poseen sus carac- los procesos de mantenimiento tienen en la variación mor- terísticas particulares, las puntas apedunculadas se presen- fológica (entre otros Dibble 1985, Flenniken y Raymond tan en baja frecuencia (N=3), y sería muy arriesgado hacer 1986) Se utilizaron dos procedimientos analíticos que, en conjeturas, ya que a grandes rasgos varían mucho más que parte, sirven para reconocer si los cambios en la alometría las pedunculadas. No obstante, ambos conjuntos presen- del diseño se vinculan con alguno de los factores arriba tan características similares, tales como el módulo L/A, las mencionados. Estos son el índice de rejuvenecimiento y medidas del cuerpo de las piezas, y en la materia prima ele- 3 el índice de robustez, cuyos resultados2 sugieren una baja gida. Un atributo en el que parece no haber semejanza es el incidencia de reactivación sobre las variables métricas ángulo de fi lo. En las puntas apedunculadas no existe una medidas (ver, entre otros, Martínez 1997, Cardillo 2004). tendencia hacia un estado de ángulo en particular. Con- Sin embargo, estos resultados no permiten eliminar total- trariamente, casi todas las piezas pedunculadas tienen un mente el sesgo producido por episodios de reactivación o ángulo de fi lo de 55º en los bordes (Mercuri 2006). mantenimiento que, en este caso, pueden no haber sido Asimismo, se observa que el módulo L/A en las puntas lo sufi cientemente signifi cativos o reiterados como para de proyectil es mediano alargado (ver Aschero 1983). En producir modifi caciones reconocibles a través de la meto- los artefactos sin formatización el tipo predominante es dología aplicada. Por lo tanto, si bien puede sostenerse una el módulo mediano normal (Aschero 1983), más regular baja incidencia de estos procesos, no se descarta que posi- que el módulo mediano alargado. Por otro lado, los arte- blemente hayan sido agentes de variación. factos formatizados tienden por igual tanto al módulo De modo de obtener datos más robustos para obser- mediano alargado como al módulo mediano normal. En var el comportamiento de las diferentes variables entre relación con esto, el módulo más frecuente en los núcleos sí, se realizaron análisis de correlación entre los índices es el mediano normal, al igual que en los artefactos sin obtenidos y el peso de las piezas, obteniéndose resultados formatización (Mercuri 2006). relativamente bajos (r=0,394), con poca incidencia en los En cuanto al atributo forma base, se puede afi rmar que resultados. es bastante homogéneo en todas las clases. Exceptuando las puntas de proyectil, donde predominan las lascas no RESULTADOS diferenciadas, en las otras clases aparecen mayormente En función de sintetizar los datos, se presentan las representadas las lascas angulares. En los artefactos sin medias de los resultados obtenidos para cada atributo en formatización las lascas angulares se encuentran en la cada clase, según las medidas de diversidad y su desvío misma proporción que las lascas con dorso natural (ver estándar. Aschero 1983). Si observamos el conjunto en su totalidad, se ve que Con respecto al ángulo de fi lo, los artefactos forma- hay diferencias particulares que destacan cada clase. Esta tizados presentan una gran riqueza y una leve tendencia afi rmación no intenta postular que las clases son natu- hacia fi los de 45º y 70º y en menor medida hacia los 50º. Por otro lado, la riqueza en los artefactos sin formatiza- 3 Media del índice de robustez = 0,366, (DE: 0,148). ción es algo menor y existe una tendencia hacia los fi los Media del índice de rejuvenecimiento = 0,217, (DE: 0,062). de 50º y 60º. Puede pensarse que, tal vez tenga que ver

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con la función de uso inferida de los instrumentos (ver al en que las poblaciones humanas del Período Temprano respecto Aschero 1975 y 1983). eran pequeñas y estaban basadas en unidades domésticas Pasando a las materias primas, se puede afi rmar que que controlaban la producción de los recursos (Aschero en todas las clases, exceptuando los núcleos, priman las 2000, Raffi no 1988, Olivera 2001). Esta es la evidencia de no locales incluso en los artefactos sin formatización Casa Chávez Montículos (Olivera 1992), Tebenquiche (aunque el porcentaje de materias primas alóctonas es (Haber 2001), Susques (Yacobaccio et al 1998), Cochi- del 47%). En relación a este aspecto, el análisis de los noca (Fernández Distel 1998) y de Las Cuevas, en el núcleos no muestra evidencias claras de maximización borde del altiplano andino (Raffi no 1977). Por otra parte, de las materias primas no locales. en la macroescala, este ambiente es un entorno muy fl uc- Ahora bien, los desechos de talla presentan una mayor tuante, generando riesgo para las economías productivas, variación relativa en todos los atributos medidos, siendo desde la instauración del patrón de variabilidad climática consistente con el supuesto de que variarán más que el moderna, durante la transición Holoceno Medio/Holo- conjunto instrumental. No obstante, el resultado para el ceno Tardío (Muscio 1998). Más precisamente, como se evenness, muestra un valor considerable (ver tabla 2). Este desprende de los modelos evolutivos de Boyd y Richerson hace referencia tanto al módulo L/A como a la materia (1985), en contextos de poblaciones con bajas densida- prima. Los estados de atributo en los cuales se concentra des y baja escala de complejidad social, y en entornos en la muestra son por un lado el módulo mediano normal donde el riesgo es alto, es esperable la acción de la trans- y por otro la obsidiana negra de Zapaleri. Esto probable- misión cultural sesgada favoreciendo la adaptación local mente tenga que ver con el resultado de la reducción y (Muscio 2002). Los patrones de variación de la tecnología talla de instrumentos tales como las puntas de proyectil lítica de Matancillas muestran esta situación, en la que la en los sitios (ver al respecto Mercuri y Vázquez 2001). caza ayuda a minimizar riesgos en una economía produc- tiva. No obstante, la fuerza con la que actuó la transmisión DISCUSIÓN sesgada durante el Período Temprano como mecanismo Volviendo a las hipótesis y tomando como referencia de evolución debió ser espacialmente heterogénea en el marco teórico, la poca variación existente y la manera el desierto de altura andino. En la escala local, el riesgo en que se hace presente en el conjunto total, indican que debió ser el factor clave controlando la fuerza con la cual podría estar actuando con mayor fuerza algún mecanismo la transmisión cultural sesgó la variación de la tecnología de transmisión cultural de tipo sesgado. Muscio (2004) lítica, produciendo una diversidad de situaciones locales sugiere que el mecanismo que sería esperable que actúe en relación con la intensidad del riesgo en ambientes par- con mayor peso es el sesgo dependiente de la frecuen- ticulares. Este acercamiento a la tecnología lítica puede cia. Bajo estas situaciones se espera que las fuerzas de la contribuir al conocimiento de la diversidad de los proce- transmisión cultural actúen selectivamente, restringiendo sos evolutivos durante el Temprano en la Puna. severamente la variación en los diseños de las tecnologías Dentro del marco más general de las investigaciones de caza y en los sistemas normativos del intercambio e sobre el riesgo en el altiplano andino, podría pensarse que interacción social, en función de minimizar el riesgo. Esto en un ambiente inestable como este, una estrategia tec- puede observarse en la relativa baja variación en las puntas, nológica lítica con variación moderada tendiente a baja que como se planteó en las hipótesis, por ser instrumentos resultaría maladaptativa. Es decir, al fl uctuar el ambiente, más complejos, variarán menos que las otras clases de ins- la población no podría dar respuestas lo sufi cientemente trumentos, estando sujetas a las fuerzas de la transmisión rápidas como para evitar la extinción local. Sin embargo, sesgada. Asimismo, también se observa como tendencia esto sería así solo si la tecnología lítica fuera la única general, una mayor variación relativa con respecto a las estrategia tecnológica que se está implementando para la puntas de proyectil, tanto de los artefactos formatizados adaptación. Hay que recordar que en el caso de Matan- como de los sin formatización, confi rmando la tercera cillas nos encontramos frente a un nicho productor de hipótesis. No obstante, la clase de los núcleos presenta una alimentos, con agricultura y pastoreo complementados variación que aparece en una posición intermedia entre las con caza. Entonces, la tecnología lítica es una más de las puntas y los instrumentos de carácter sumario (ver más estrategias tecnológicas utilizadas por el grupo, así como arriba defi nición de artefactos formatizados). la cerámica y probablemente otras tecnologías en mate- En el contexto general del Temprano de la Puna riales perecederos, que no se hallaron en los sitios. argentina, hay dos razones que nos permiten plantear Así, si bien en una escala más inclusiva el nicho eco- que la transmisión cultural sesgada debió ser un factor lógico puede ser sensible a las fl uctuaciones climáticas, común entre las distintas poblaciones que ocuparon la este riesgo puede, y probablemente sea, amortiguado con región durante el Período. Por un lado, hay consenso diversas estrategias que tiendan a minimizarlo.

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Al formar parte de una estrategia de subsistencia más 2002). Asimismo, durante el Período Temprano también amplia –una economía basada en la producción de alimen- se destaca la importancia de la caza como complemento tos complementada con la caza– la tecnología lítica sigue de una estrategia predominantemente agrícola (Escola un patrón que refl eja estas dos estrategias principales. En 2002, Fernández Distel 1974, Olivera 2001, Muscio 2004). los desiertos de altura, la biomasa animal silvestre, como Desde una perspectiva evolutiva, estas similitudes regio- las vicuñas, tiende a ser más resistente a las fl uctuaciones nales pueden refl ejar convergencias ecológicas y vin- climáticas que la agricultura o incluso que los animales culaciones con redes de interacción social. Los estudios domésticos (ver sobre este punto Vilá 2000, Yacobaccio de procedencia de materias primas líticas establecieron 2001, López 2002). Así, en el conjunto lítico de Matanci- múltiples fuentes de proveniencia de obsidianas, que pro- llas los instrumentos que presentan una variación relativa bablemente infl uenciaban y relacionaban distintas áreas menor (las puntas de proyectil) son los que pueden rela- del NOA (Yacobaccio et al 2002). En estos contextos, es cionarse con los recursos relativamente más estables. Se de destacar la importancia de las redes de interacción puede proponer, entonces, que la relativa homogeneidad como estrategia adaptativa. Bajo esta interpretación el en esta clase de instrumentos apunta a la obtención de intercambio interregional minimiza los riesgos de econo- un tipo de presa particular, en este caso camélidos silves- mías productivas en ambientes fl uctuantes conectando tres, ya que este es el recurso predominante en el registro diversos ambientes con diferente oferta de recursos en los arqueofaunístico de Matancillas, (los restos de roedores son cuales la fl uctuación es asincrónica. tafonómicos, ver sobre este punto López 2002 y 2003). De Ahora bien, la dependencia y el uso dado a las mate- esta manera, los patrones de variación en puntas de pro- rias primas no locales en la Quebrada de Matancillas yectil pueden interpretarse como diversidad de estrategias podría implicar que estas redes de interacción tuvieron de caza. No hay que olvidar que, aunque por osteometría se una relevancia distinta a la que parecen haber tenido en identifi có la presencia de vicuñas, en el área posiblemente otros sitios. Por ejemplo, en Antofagasta de la Sierra, las pudo haber otros recursos de alto ranking, susceptibles de materias primas alóctonas muestran evidencias de cierta ser cazados como el guanaco y la taruca (Muscio 2004). maximización (Escola 2004). Esto no se observa en nues- Por otra parte, los instrumentos con mayor variación tro caso de estudio, donde los resultados muestran que las relativa (artefactos no formatizados) son los que hipoté- obsidianas alóctonas no estaban siendo maximizadas. ticamente pueden relacionarse con recursos relativamente En este aspecto, la transmisión cultural de tipo sesgado, menos estables, más sensibles a fl uctuaciones climáticas, al mantener un mayor control permite que los lazos y las como los vegetales domésticos o silvestres (ver Muscio 2004 relaciones a largas distancias persistan más allá del tiempo y entre otros). Así, podría pensarse que los instrumentos con la lejanía. Sin intentar una analogía, esto puede observarse una variación relativa mayor tendrían un uso potencial actualmente, ya que existen redes de interacción similares sobre recursos vegetales, particularmente los cultivados. que se mantienen de generación en generación, basadas en Es decir, si bien una mayor variación artefactual podría vínculos de parentesco (Muscio 2004). Así, la población que interpretarse como una estrategia adaptativa tendiente a habitó la Quebrada de Matancillas formaba parte de una amortiguar riesgos de recursos inestables, esta debió estar población en escala más amplia que ocupaba todo el Valle orientada a explotar una variedad de recursos vegetales, de San Antonio de los Cobres e incluso zonas más lejanas. como el maíz o la quínoa, privilegiándose la diversifi cación Recordemos que la obsidiana preponderante en los sitios por sobre la especialización (Mercuri 2006). analizados proviene de una fuente a unos 250 km. Las redes El patrón observado en la tecnología lítica de la que- de interacción social que conectaban diversas áreas no solo brada de Matancillas se repite en otros lugares de la Puna permitirían amortiguar los efectos de las fl uctuaciones argentina. En contextos contemporáneos de la región, climáticas mediante la obtención de recursos alóctonos. se evidencian similitudes en los conjuntos artefactuales, Podría pensarse que estas redes, en situaciones en las cua- desde la cerámica hasta los conjuntos líticos y en el patrón les las fl uctuaciones no pueden ser manejadas adaptativa- de consumo de camélidos. En cuanto a los conjuntos mente, también posibilitarían el desplazo de la población líticos existe cierta homogeneidad para estos momentos hacia otras quebradas laterales. Especialmente en ambientes tempranos. Esto ya fue destacado por Patricia Escola fl uctuantes donde el riesgo es la principal fuerza selectiva. (1987) con la sistematización de las puntas de proyectil de La información obtenida de Matancillas expone un tiempo esta región. El patrón que caracteriza las estrategias tec- de ocupación breve en la escala arqueológica. Esto sugiere la nológicas líticas de las ocupaciones del altiplano, es el uso extirpación del grupo que pobló la quebrada, y no implica de lascas como formas base de instrumentos con fi los y extinción biológica. Así se podría pensar que la población poca formatización formal, junto con puntas de proyectil pudo haberse desplazado a otras quebradas laterales del de módulos medianos o pequeños (ver entre otros Escola Valle de SAC, como Urcuro (Muscio 2004, Mercuri 2006).

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Finalmente, un aspecto sumamente importante a resal- San Antonio de los Cobres (Pcia. de Salta). Estudio tar es que el patrón de transmisión sesgada detectado en de sitios con estructuras arquitectónicas. D. Olivera la tecnología lítica de Matancillas, puede ser una señal de y J. C. Radovich (comp.), Los primeros pasos, págs. procesos de transmisión cultural verticales. Precisamente, 25- 33, INAPL, Buenos Aires. la transmisión sesgada y vertical es la que predomina en Aschero, C. A. sociedades de baja demografía, como la de nuestro caso 1983 Ensayo para una clasifi cación morfológica de los arte- de estudio (ver Muscio 2004). La evidencia cerámica de factos líticos, Apéndices A y B. Cátedra de Ergología Matancillas también muestra señales de transmisión ver- y Tecnología, Universidad de Buenos Aires, Buenos tical (Muscio 2004). Entonces, desde los conjuntos líticos y Aires, MS. cerámicos, puede argumentarse la acción de la transmisión 2000 Figuras Humanas, Camélidos y Espacios en la Inte- vertical actuando en comunidades pequeñas. Conside- racción Circumpuneña, en M. M Podestá y M. de rando que durante el Período Temprano, las poblaciones Hoyos (eds.). Arte en Las Rocas. Arte Rupestre, Men- de la Puna fueron relativamente pequeñas y de baja escala hires y Piedras de Colores en Argentina, págs. 17-44, de complejidad (Olivera 2001), es esperable que la trans- Sociedad Argentina de Antropología, Buenos Aires. misión sesgada vertical haya predominado durante este Aschero, C. A. y S. Hocsman Período, generando tanto procesos locales de evolución 2004 Algunas propuestas para el análisis cuantitativo de convergentes y divergentes. Más generalmente, la trans- conjuntos líticos. A. Acosta, D. Loponte y M. Ramos misión vertical está asociada a la replicación de compor- (comp.), Temas de Arqueología, Análisis lítico, págs. tamientos que tienen alto valor adaptativo (Cavalli- Sforza 27-57, Luján, Buenos Aires. y Cavalli- Sforza 1994), tal como muestra nuestro propio Bettinger, R. trabajo. Ya vimos como el caso de Matancillas se aparta en 1991 Hunter-gatherers: Archeological and Evolutionary muchos aspectos a lo observado en Antofagasta de la Sie- Theory. Nueva York/Londres, Plenium Press. rra, lo que permite plantear procesos locales de evolución Bettinger, R. y J. Eerkens que respondieron a particularidades tanto ecológicas como 1997 Evolutionary Implications of Metrical Variation in sociales de Matancillas en la Puna Norte de la Argentina. Great Basin Projectile Points. C. Barton y G. Clark (eds.), Rediscovering Darwin: Evolutionary Theory CONCLUSIONES and Archaeological Explanation, págs. 177-191, Como se ha demostrado a lo largo de la discusión, la Archaeological Papers of the American Anthropo- variación en el conjunto lítico de la quebrada de Matan- logical Association, N° 7. cillas, presenta patrones previsibles desde la teoría de la Boone, J. y E. A. Smith transmisión cultural. Así, bajo el apoyo del marco teórico, 1998 Is it Evolution yet? A critique of evolutionary las hipótesis acerca de los mecanismos de transmisión archaeology. Current Anthropology, 39: 141-173. cultural sesgada se sustentan con la evidencia discutida. Boyd, R. y P. Richerson En este trabajo se analizó, desde la tecnología lítica, la 1985 Culture and the Evolutionary Process. Chicago, Uni- incidencia de la transmisión cultural en la ocupación del versity of Chicago Press. período temprano de Matancillas. En este sentido, a par- Cardillo, M. tir del caso de estudio, se contribuye al conocimiento de 2004 Arqueología y Procesos de Transmisión Cultural Una la variabilidad de las ocupaciones formativas del noroeste Aproximación Teórico-Metodológica. Tesis de licen- de la Argentina, y en especial de la Puna. Como se vio, ciatura en Ciencias Antropológicas, Facultad de mediante los análisis hemos podido detectar señales de la Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, MS. acción de la transmisión sesgada sobre la tecnología lítica Cavalli-Sforza, L. L. y F. Cavalli-Sforza de Matancillas. 1994 ¿Quiénes somos? Grijalbo Mondadori, Barcelona. Cavalli-Sforza, L. L, y, M. W. Feldman AGRADECIMIENTOS 1981 Cultural Transmission and Evolution: A Quantita- A Patricia Escola por sus comentarios, sugerencias y tive Approach. Princeton, Princeton University compromiso en la lectura de una primera versión de este Press. trabajo. A Hernán Muscio por su guía teórica. A Marcelo Dibble, H. L. Cardillo por sus comentarios. A Ulises, por todo. 1985 Material Variability in Levallois Flake Manufacture. Current Anthropology, 26 (3): 391-393. BIBLIOGRAFÍA Durham, W. H. Acuto, F., H. Muscio y J. Nastri 1991 Coevolution: Genes, Culture, and Human Diversity. 1994 Investigaciones arqueológicas en la cuenca del río Stanford, Stanford University Press.

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180 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

“TODOS SE ACUERDAN DE YPF ESTATAL” PROCESO DE PRIVATIZACIÓN DE YPF Y TRANSFORMACIONES LABORALES

Hernán M. Palermo*

RESUMEN En el presente trabajo analizamos el proceso de privatización de la empresa Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), la mayor empresa que tuvo el Estado argentino. De esta manera abordamos el proceso de modernización empresaria que afectó no solo las relaciones laborales, sino que, transformó los espacios de representación de los trabajadores.

PALABRAS CLAVE Privatización- modernización empresaria- trabajadores

ABSTRACT The present paper is centered on the study of the privatization process in YPF, the biggest company that the argen- tine state have had. We tackle the business modernization process that affected not only the work relationships, but also the workers representation spaces.

KEYWORDS Privatization - business modernization - workers

INTRODUCCIÓN La modernización empresaria en YPF comenzó en El profundo proceso de reconversión neoliberal y los 90, luego del decreto 2778–el decreto disponía la con- reforma del Estado, iniciado en la Argentina después de la versión de YPF a Sociedad Anónima–, y la puesta en mar- crisis del petróleo de 1973 (Borón 2004), y llevado hasta cha de un “Plan de Transformación Global” elaborado sus límites durante la década de los 90, tuvo como uno de para el sector por José Estenssoro, empresario petrolero sus ejes principales la privatización de las empresas públi- privado. cas productoras de bienes y prestadoras de servicios. En la primera etapa de transformación inaugurada Esta reestructuración solo fue posible gracias al rol activo por el ingeniero Estenssoro, y la más profunda, no solo del Estado, llevado a cabo a partir de la década de los setenta se incorporaron nuevas tecnologías de gestión o adminis- y fundamentalmente durante la década de los noventa. tración empresaria, las cuales modifi caron el plantel de En este contexto, se implementó un proceso de reestruc- trabajadores en número y composición, sino que se puso turación que involucró cambios técnicos, incorporación de en funcionamiento un plan de reprofesionalización de los nuevas tecnologías de gestión (Novick 1991), cambios orga- puestos de mando como principal pilar de la moderniza- nizacionales y una completa reorganización de las políticas ción empresaria. laborales. El objetivo era llevar a una situación de efi ciencia En primer lugar, el objetivo del presente trabajo es y rentabilidad a las empresas estatales, y en especial a YPF, reconstruir el proceso de privatización de YPF. A partir como condición previa a su privatización, para así capturar de aquí realizaremos un análisis sobre el rol del sindicato el interés de los potenciales inversores. en la privatización, para luego aproximarnos a la confi gu- Este profundo proceso de cambio en el interior de las ración de la arquitectura de las políticas empresarias en la empresas, reconfi guró los espacios propios de representa- empresa petrolera. En los comentarios fi nales, situaremos ción de los trabajadores erosionando el poder de los sindi- la mirada sobre las tensiones sociales que surgieron a par- catos. Particularmente en el caso de YPF, la modernización tir de la privatización. empresaria (Dombois y Ludger 1993; Figari 2003) no solo deterioró el poder de negociación del SUPE (Sindicato PRIVATIZACIÓN Y REESTRUCTURACIÓN DE YPF Unido Petrolífero del Estado) frente a la empresa, sino La empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, que, socavó la legitimidad del sindicato entre los propios aunque compartía rasgos con otras empresas estatales, trabajadores como espacio de representación. siempre presentó características particulares y únicas. En primer lugar, le concierne la explotación de un recurso ∗ CONICET, [email protected] natural no renovable, insumo básico para el abasteci-

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miento energético a partir de principios de siglo XX, con- el Estado. De esta forma se sumaron otras compañías a virtiéndose así en un producto estratégico determinante la actividad, en muchos casos sin experiencia en el tema. para este sistema capitalista. En segundo lugar, YPF invo- Por otra parte, las políticas de los sucesivos gobiernos lle- lucró a lo largo de la historia argentina, mucho más que varon a YPF a un fuerte proceso de endeudamiento. La intereses puramente económicos, puesto que a partir de deuda de la empresa había crecido de trescientos veinti- esta empresa se construyeron diferentes polos petroleros cuatro millones de dólares en 1975 a cinco mil setecientos a lo largo del territorio nacional y se desarrolló una polí- millones en 1983 debido a las diversas utilidades que se 1 tica por parte del Estado de poblamiento o “conquista” realizaban con fondos de YPF . Los contratos que YPF del interior del país. Si bien esto ocurrió con otras empre- fi rmaba con empresas privadas signifi caban, en gene- sas estatales, nunca fue a la escala de YPF. La empresa fue ral, fuertes benefi cios para ese sector. Muchos contratos utilizando todos los recursos que tenía, (económicos, permitían que las empresas privadas trabajaran en zonas sociales y culturales) para legitimar un orden social, polí- más pobladas, y por ende con menores costos, y se dejaba tico y económico. De esta forma fue convirtiéndose en la a YPF en regiones periféricas en donde los costos eran empresa estatal de “bienestar” por excelencia. A través de mayores. Además, los activos de la empresa, en muchas ella, el Estado distribuía las riquezas en forma de trabajo ocasiones se usaban para cubrir défi cit de otras empresas con salarios altos, vivienda, servicios de salud y de recrea- estatales. Estas políticas llevaron a YPF, en las postrime- ción; con una fuerte impronta nacionalista. rías de la dictadura militar, a un importante défi cit, con Además, a principios de la década de los noventa, a un patrimonio neto negativo. causa de las políticas monopolistas, YPF se había desa- En 1983, cuando Alfonsín asume la presidencia de la rrollado de tal manera que resultaba la empresa estatal Nación, YPF era una empresa gigantesca con un enorme de mayor tamaño, manejando un volumen de venta de défi cit. En los años ochenta era la empresa argentina más cuatro mil millones de dólares y ocupando el cuarto lugar grande y se ubicaba cuarta entre las latinoamericanas, por entre los mayores empleadores del país captando el 13% sus ventas. Sin embargo, acumulaba a fi nales de la década, de los trabajadores públicos (Balazote y Radovich 2000, un défi cit de alrededor de cuatro mil millones de dólares, 2002). equivalente al 70% de sus ventas, y una deuda externa de Desde el descubrimiento del petróleo y la creación 5.400 millones de dólares. En 1985, el presidente Alfon- de Yacimientos Petrolíferos Fiscales en 1922, el debate sín anunció en Texas el lanzamiento del Plan Houston, por la explotación y comercialización de este recurso fue con el propósito de atraer capital privado a participar de tomando diferentes tonalidades a lo largo de los distintos la explotación del petróleo. Sin embargo, hacia 1988, la gobiernos. Intentos de apertura privada de ciertos eslabo- situación fi nanciera de YPF había empeorado, y el Petro- nes del proceso de producción de petróleo colisionaron plán, otro plan que abría licitaciones a capital privado, con oposiciones nacionalistas y estatistas, hasta su priva- había sido suspendido debido a las protestas de varios tización en los 90. sectores del radicalismo que lo criticaron duramente. Con la irrupción del gobierno militar en 1976, se A pesar de los intentos de apertura privada en distin- inauguró un verdadero proceso de vaciamiento de YPF. tos eslabones de la explotación petrolera, la privatización El sistema consistió en implementar, tras sucesivos decre- tuvo su primera expresión concreta en 1990, con la con- tos, la privatización periférica de numerosos servicios, el versión de YPF a Sociedad Anónima y el “Plan de trans- despido de trabajadores y la persecución a sectores popu- formación global”. lares (Azpiazu 2002) que obstaculizaban los proyectos del Los principales instrumentos de estas políticas fueron gobierno de facto. Consecuentemente, se procedió a la la privatización de las reservas, la profunda racionalización adjudicación directa a empresas privadas de importan- de personal, la desregulación de los precios, la eliminación tes yacimientos en explotación sin compensación alguna. de trabas al comercio exterior, la reducción de alícuotas De esta manera, se favorecieron los intereses de antiguas impositivas a los combustibles y la privatización de YPF. compañías de servicios petroleros como Bridas y Pérez Cabe señalar que hasta la desregulación de los noventa, los Companc. contratistas de YPF no disponían del petróleo libremente, A partir de la dictadura militar, se hizo frecuente la ya que debían entregarlo obligatoriamente a la empresa aparición de los contratos con empresas privadas de per- estatal, y tampoco las refi nerías privadas podían comprar foración, terminación y reparación de pozos, a precios libremente el petróleo para elaborarlo. muy superiores a los costos que, por igual tarea, realizaba La designación del ingeniero José A. Estenssoro al YPF, e incluso con notorias defi ciencias técnicas. Por otro lado, los contratos favorecían notoriamente a las empre- 1 Era una práctica común la de utilizar los fondos de la empresa sas privadas, en caso de confl ictos entre las empresas y para cubrir deudas del Estado.

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frente de YPF S. A. tuvo un alto contenido simbólico, ya exigencias de un mercado petrolero, altamente competi- que se trataba de un empresario petrolero privado, con tivo y demandante de mano de obra profesional. Parte reconocida simpatía hacia las ideas liberales y estrechos de las consecuencias de una defi citaria política de inser- lazos con la comunidad de negocios locales e interna- ción laboral para los trabajadores despedidos fueron, en cionales (Margheritis 1999) y una fuerte formación general, el fracaso de distintas experiencias cuentapropis- académica en los Estados Unidos, siendo egresado del tas que se multiplicaron en las distintas zonas donde la Rensselaer Polytechnic en Troy, Nueva York. empresa estatal ejercía su infl uencia. Esto fue producto El plan elaborado por Estenssoro, con relación a las de la combinación de la crisis laboral y económica, la políticas de gestión, comprendía dos pilares fundamen- inexperiencia en emprendimientos comerciales, la deses- tales que debían llevarse a cabo previamente a la pri- peración por la pérdida del empleo, la saturación de una vatización fi nal de la empresa. En primer lugar, para la oferta que no podía ser absorbida por la demanda. modernización empresaria, debía transformarse y debi- “Cuando me fui hice mil cosas. Tuve el primer taxi de litarse la intervención del sindicato en las decisiones Berisso” (ex trabajador de YPF, Refi nería La Plata). propias de la empresa, en lo concerniente a las políticas Los emprendimientos fueron una salida de los tra- de gestión y la confl ictividad laboral. En segundo lugar, bajadores frente a la inminente reestructuración de y como eje del proceso de modernización, se puso en la empresa. El personal despedido de YPF se organizó funcionamiento un plan de reprofesionalización de los tomando distintas formas jurídicas –ya sea como socie- puestos de mando. dades anónimas, cooperativas o Sociedades de Responsa- El proceso de racionalización de personal que se llevó bilidad Limitada– para ofrecer el mismo trabajo/servicio a cabo durante la década de los noventa, en un contexto que antes hacían desde el interior de la empresa, pero de hegemonía de las políticas neoliberales y de claro ahora como personal subcontratado. Mayoritariamente, debilitamiento del poder sindical, se realizó a través de estos emprendimientos fueron impulsados por ex per- distintas estrategias de política empresaria. El número de sonal de mantenimiento, en el cual el SUPE jugó un rol empleados pasó de un plantel de cincuenta y un mil per- importante en su organización. En un principio, YPF sonas en 1990 a diez mil seiscientos en 1993. les aseguraba una subcontratación de dos años, y luego En primer lugar, se puso en marcha un plan de retiros entrarían en la ley de la “libre competencia”. voluntarios y jubilaciones anticipadas para los trabaja- Pasado el tiempo estipulado de contratación, estos dores que ya no eran necesarios para la empresa, con el emprendimientos quedaron en su mayoría sin efecto, pago de altas indemnizaciones. A esta primera etapa de ya que debieron participar en procesos licitatorios con racionalización de personal se adhirieron un gran por- empresas más competitivas, mejor capacitadas tec- centaje del personal de YPF, ya que, según ex trabajado- nológicamente, frente a su inexperiencia en materia res, “eran retiros voluntarios obligatorios, que fi rmabas sí o empresaria. sí” (Ex trabajador de YPF de la antigua fl ota naval de la “¿Y los trabajadores hicieron empresas contratistas?” empresa). “¿Sabés qué fue eso? Engaña pichanga fue eso. Porque le Por otra parte, los cursos de capacitación constituye- daban la opción, pero qué pasa, ¿con quién tenés que compe- ron la antesala del despido del trabajador. Con esta política tir? Con empresas multinacionales, que van a poner, listo y se se alejaba de forma defi nitiva al trabajador del ámbito de terminó”. (Extracto de entrevista a ex trabajador de YPF). trabajo. De esta manera, el trabajador estaba en condicio- A estas políticas de racionalización de personal que, nes de elegir entre diversos cursos de capacitación para en general, se utilizaron a lo largo de las dependencias y los que la empresa afrontaba todos los gastos requeridos. refi nerías de YPF, se suma el caso particular de la Refi - Los cursos duraban aproximadamente un año, y durante nería La Plata y el despido forzoso de lo que todos los este tiempo, el empleado percibía normalmente su salario trabajadores llaman “La Gran Echada”. En 1991 el sindi- y benefi cios sociales como si se encontrara en el puesto de cato de Ensenada convoca a un paro nacional de activi- trabajo. El discurso ofi cial que justifi caba a los cursos era dades debido a un confl icto en la refi nería de Salta. Este que los despedidos se pudieran insertar nuevamente en el hecho, una de las últimas movilizaciones masivas con- mercado laboral. vocadas por el sindicato, tuvo un alto acatamiento entre Los cursos de capacitación fueron muy heterogéneos, los trabajadores. Luego la huelga es declarada ilegal por desde panadería, computación y pantalonería, “hasta el Ministerio de Trabajo de la Nación, y al día siguiente 2 cursos de aviación” . Claramente, se trataba de ofi cios y a la movilización, son despedidos aproximadamente mil cursos que no refl ejaban una capacitación orientada a las quinientos trabajadores. “De un día para otro, nos levantamos a la mañana, 2 Entrevista a un gerente de la Refi nería La Plata. vamos a trabajar, y llego a la puerta de la destilería, y no

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sé... hay huelga. Como yo, la mayoría no entendía por qué rol activo en el proceso de reorganización y privatización de había una huelga. Y es más, bueno... y hay huelga, viste la empresa, en el marco más general de la alianza de carác- por lo menos antes eso era así. Si hay huelga, hay huelga, ter privatista entre los sindicatos y el Partido Justicialista. después discutís. Pero había huelga y nos quedamos en la El sindicato convalidó el programa de cambios impul- 4 puerta charlando, no entendimos bien por qué.” (ex traba- sado por el gobierno de Carlos Menem , argumentando jador de YPF La Plata, despedido en la Gran Echada) la inevitabilidad de los cambios y apelando a la profun- Si bien la privatización de YPF afectó la zona de Berisso, didad de la crisis económica con algunos condicionan- 3 Ensenada y La Plata , los territorios mayormente afectados tes: desgaste provocado por la confl ictividad de 1983-89; fueron las zonas que surgieron al ritmo de YPF con carácter escasa movilización social; campaña antisindical, dismi- de enclave –Cutral Có y Plaza Huincul, Tartagal y General nución de la representatividad (desocupados). A cambio, Mosconi, Comodoro Rivadavia– y en donde la actividad el gobierno le otorgó una serie de concesiones, entre las petrolera se situaba en el centro la estructura productiva. que fi guran subsidios para comprar parte de la empresa, contratos para dar trabajo a trabajadores despedidos, par- EL ROL DEL SINDICATO ticipación accionaria en la empresa privatizada a través Para gran parte de los trabajadores de YPF, refe- del programa de propiedad participativa (PPP), subsidios rirse al sindicato implica valores y sentidos referidos a para la obra social petrolera (OSPE), etcétera. una historia de “traición” y arreglos “a espaldas” de los La relación del SUPE con los emprendimientos labo- trabajadores. rales organizados con personal de la ex YPF estatal, “fue Esta mirada negativa sobre el sindicato es apreciable un nicho, uno de los mecanismos apropiados, para enfrentar en los relatos que registramos, no solo de ex trabajadores los efectos negativos del proceso de privatización” (Orlansky de la época estatal, sino en las nuevas incorporaciones y Makón 2003). del período Repsol. La legitimidad del sindicato entre los La reconversión neoliberal se impone en una coyun- trabajadores se encuentra erosionada por esta valoración. tura histórica de crisis, y una correlación de fuerzas des- Particularmente, estos sentidos hacia el SUPEH (Sindi- favorable para los trabajadores. En este contexto y frente cato Unido petroleros e Hidrocarburíferos) se acentúan a la fuerte modernización y avance de las estrategias de en la fi lial Ensenada, donde se le adjudica cierta compli- administración empresaria, el sindicato pone en práctica, cidad por parte de los dirigentes que conducían aquella como estrategia política de negociación, la perdurabilidad fi lial, en el episodio de la “La Gran Echada”. de los emprendimientos laborales. En relación con estos Las reformas producidas durante la hegemonía de las emprendimientos, Repsol YPF intenta imponer condicio- políticas neoliberales, debilitaron visiblemente el poder y nes de efi ciencia (reducción de precios, modernización de el accionar del SUPE. Esta pérdida de poder se observa equipos) para renovación de los contratos. claramente en las sucesivas renegociaciones de los conve- El vencimiento de dichos contratos, coloca a algunas nios colectivos durante los noventa, que operaron cam- de estas empresas y a sus trabajadores cooperativistas y bios que resultaron desfavorables, desde el punto de vista empleados, ante el riesgo objetivo de ser desplazados por la de las condiciones históricas y de los derechos logrados competencia de otras empresas locales o extra regionales. por los trabajadores del petróleo en nuestro país. Las empresas sostenidas por el sindicato deben realizar Este sindicato, con una fuerte imbricación peronista, algunas transformaciones importantes a fi n de adaptarse fue en épocas anteriores un importante espacio de solidi- a las nuevas reglas económicas, que priorizan el logro y la fi cación de conquistas y reivindicaciones concretas para productividad a partir de la reducción de costos laborales, los trabajadores del petróleo. de la efi ciencia y la racionalidad empresaria de los usos de Con la asunción de Carlos Menem, la mayor parte los recursos materiales y humanos. El SUPEH realiza activi- de los sindicatos reestructuraron sus políticas de acción dades de formación y preparación sobre políticas empresa- frente a las inminentes reformas estructurales impulsadas rias para la actual modernización de los emprendimientos. desde el Estado. De esta manera, los sindicatos burocráti- cos produjeron su propia reconversión hacia “sindicatos MODERNIZACIÓN EMPRESARIA de negocios”. En el caso del SUPE, este apoyó las reformas El proceso de transformación de YPF comenzó con su neoliberales y, específi camente, la privatización de YPF. primera etapa, la más profunda, a partir del 23 de agosto El Sindicato Único de Petroleros del Estado asumió un de 1990 liderada por el ingeniero José Estenssoro, pri-

3 En La Plata las consecuencias no fueron tan notorias debido 4 Cabe destacar que en ese entonces el líder del sindicato petro- a que es una ciudad con otras actividades productivas y de lero (SUPE) era Diego Ibáñez, amigo cercano de Menem y servicio con importancia. miembro de su círculo inmediato.

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mero como interventor y luego como presidente, hasta con las metas estratégicas de la empresa mediados por obje- su muerte en 1995. tivos en común. Es así que, durante la etapa Estenssoro, se Para esta primera etapa, se concebía como condición implementa en las políticas de administración empresaria fundamental el cumplimiento de pautas básicas para que la Dirección Por Objetivos (DPO). La Dirección por objeti- el proceso de transformación fuera posible: precios libres vos es el componente que comenzó a confi gurar un sistema en el sector petrolero, desregulación del sector para alen- básico de dirección de personal, estableciéndose como un tar la competencia, impermeabilidad de la interferencia elemento de integración de los intereses de la empresa. Toda política –principalmente del sindicato– y renegociación persona compartirá objetivos individuales que deben cum- del convenio colectivo. plirse, y objetivos grupales concernientes a la unidad a la La sistematización de la transformación de la empresa que pertenece, vinculado con las funciones de su puesto. consistía en defi nir, en primer lugar, las áreas que resul- “Se comenzó a trabajar con criterios de objetivos para taban estratégicas. Si un área era estratégica y rentable personal, había una remuneración variable que tenía que quedaba en propiedad de YPF. Por el contrario, si era ver con el cumplimiento de esos objetivos. Aparte de tu estratégica pero no rentable, se decidía la asociación o sueldo, había objetivos, había atractivos. Hubo también venta. Si en todo caso, no era ni rentable, ni estratégica, se muchísima capacitación interna… Después, a partir de ahí, resolvía su venta o cierre. Estenssoro mejoró todo el tema de imagen, la parte de servi- El decreto de 1992, Nº 24.145, disponía dividir el cios, toda una política muy agresiva de internacionalización capital accionario en tres partes: El 51% para el Estado, también. Esto tiene que ver con una política muy agresiva el 39% para las provincias y el 10% para el personal de de crecimiento. Un tipo que tenía unas cualidades [Esten- la empresa. También establecía que el estado debía enaje- soro] de mando y de gestión excepcionales, en los años de narse de las acciones en un plazo de tres años en un por- él hubo una transformación impresionante. Un tipo por ahí centaje no inferior del 50%. autoritario, agresivo, pero con una capacidad de liderazgo Durante la etapa dirigida por el ingeniero Estens- interno muy fuerte. (Gerente de Repsol YPF). soro, y al mes de haber asumido las funciones, se abrió el Conjuntamente con el DPO se introduce, en mate- camino para la renegociación del Convenio Colectivo de ria de recursos humanos, la “Revisión de desempeño”. Trabajo con el sindicato. Esta última consiste en una política orientada desde En el marco de este contexto, uno de los fenómenos más la empresa hacia la identifi cación de “puntos fuertes” y evidentes dentro de la incorporación de nuevas tecnologías “áreas de mejoras” del personal. A partir de las “debilida- de gestión, estaba vinculado con un profundo proceso de des” de los sujetos, se recomiendan determinados planes reprofesionalización de los puestos de mandos o jerárqui- de desarrollo individual y formación. cos. Enmarcados en este nuevo esquema de modernización También cabe destacar que, en el proceso de transfor- empresaria, los puestos de mandos signifi caban los engra- mación de YPF durante la década del 90, se comienzan najes que, a partir de la transformación de la empresa, a eliminar del convenio colectivo una multiplicidad de mediatizan las nuevas normativas organizacionales. Es por ofi cios y categorías que implicaban una movilidad labo- esto que, el primer paso en la renegociación del convenio ral ascendente, y comienza a introducirse la noción de 6 colectivo de 1990 pone como eje central la exclusión del “polivalencia laboral” . Anteriormente, los obreros de 5 personal de jefatura o con capacidad de mando . De esta YPF tenían categorías de trabajo, roles y tareas claramente manera, el nuevo personal “fuera de convenio” deja de defi nidas que se expresaban en los convenios colectivos estar bajo la representación del sindicato, debilitando pro- de trabajo. La polivalencia laboral afectó no solo las tareas fundamente su poder de negociación. que a cada trabajador le correspondía, sino que también La introducción de nuevas nociones de management implicó la reducción de personal, salarios más bajos, frag- empresario, en el contexto de reforma laboral, supone mentación del plantel completo (división entre los “den- un cambio de “cultura” o de sentidos en los trabajadores, tro” y los fuera de convenio”) y la descomposición de la transfi riéndoles como propios los objetivos de la empresa. “carrera orgánica” ascendente. En la siguiente renegociación del convenio en el 93, se De esta manera, el proceso de recomposición de la pone de manifi esto la gratifi cación por desempeño. Esto sig- hegemonía empresaria en YPF se fortalece y revitaliza nifi ca que desde los más altos niveles de la gerencia (en este con la introducción de nuevas formas de organización y caso a través de los programas de recursos humanos) hasta administración, vinculado a nuevas nociones de mana- los más bajos niveles, se encuentran todos comprometidos gement empresario.

5 Esta modifi cación dejaba afuera del CCT todo personal de 6 Particularmente la noción de polivalencia laboral se intro- supervisor en adelante . duce explícitamente en el convenio de 1997.

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Frente a este impulso de modernización, surge con ción de los mandos, y entendiendo su gran importancia fuerza en YPF, la noción de competencias. El sistema de como gestores de las políticas de administración, se ela- competencias toma relevancia en la etapa de Estenssoro, boró un programa –vigente hasta hoy en día – de forma- en un contexto en el que se tiende a la fl exibilización, en ción de futuros profesionales, denominado “Programa de un proceso de cambio tecnológico y organizacional por jóvenes profesionales”. La transferencia de la información efecto de la reestructuración productiva. Donde la sub- y el conocimiento es un punto clave en la sucesión de los contratación entre empresas grandes y pequeñas se vuelve mandos. Por esto se pone el énfasis en la formación de las común, donde la polivalencia y la rotación de ocupaciones nuevas incorporaciones para la sucesión de los cargos y a se convierten en habituales, la “noción de competencias” la vez, en la formación de los futuros formadores de man- se incorpora a la modernización empresaria, alcanzando dos. Dentro de este programa, los nuevos profesionales, ya 7 nuevas formas de reclutamiento, promoción, capacitación sean recién egresados o a punto de recibirse de una carrera y remuneración. El foco de atención se ha desplazado así, profesional, son sometidos a un seguimiento riguroso por al conjunto de saberes puestos en juego por los trabajado- parte del área de recursos humanos, y a un seguimiento res para resolver situaciones concretas de trabajo. En este especial realizado por tutores designados para ello. De esta sentido, la noción de competencias –conjunto de saber manera, la empresa inauguraba el comienzo de un recam- inestable, puesto a prueba y evaluado constantemente–, bio generacional en los futuros puestos de mandos sin las se diferencia de la noción de califi caciones del trabajo. concepciones o los sentidos de la vieja YPF. La vieja noción de califi caciones, relacionada con saberes Durante la modernización de la empresa en la etapa otorgados por la experiencia, trayectoria o antigüedad, Estenssoro, se transformaron profundamente las relacio- concedían “cierta” estabilidad laboral al trabajador, siendo nes laborales. Se puso en práctica una política de gestión la experiencia un capital importante del trabajo. En este que otorgaba una mayor autonomía a cada individuo, proceso de reestructuración laboral, las competencias apartándose así de la rígida organización vertical que modifi caron el sentido que la experiencia y la trayectoria caracterizaba a YPF estatal. De este modo, la disminu- tenían para el trabajador, dejando de ser estos atributos un ción de las relaciones jerárquicas transfería mayor res- “capital” importante para la inserción laboral. Esta indivi- ponsabilidad del trabajo a los empleados. La dirección dualización de las competencias llevó a la implementación empresaria descubre las virtudes de la colaboración de de un complejo sistema de evaluación –relacionado al sis- todos los trabajadores en los objetivos de producción, tema Dirección Por Objetivos y Revisión de desempeño–, capaz de fomentar la autonomía del trabajador, el com- que siguió efectuándose hasta principios del 2006. promiso y la cooperación. “…el proceso de privatización generó un extraordina- El proceso de reestructuración de YPF, en su primera rio cambio desde el punto de vista de gestión de las geren- etapa, intentó deconstruir al trabajador petrolero. En cias. Por una gestión mucho más moderna orientada hacia primer lugar, la racionalización del personal se realizó la competencia, a saberla resolver. Y esa transformación la buscando el alejamiento de sujetos confl ictivos para la hizo Estenssoro. Desde el punto de vista de la transforma- administración. Luego, se intentó “formar” un nuevo ción fue extraordinario” (Gerente de YPF, Sede Central, “empleado” con una cultura de empresa, con valores y Buenos Aires). sentidos en consonancia con los objetivos de producción Frente a esta profunda reestructuración que estaba y fundamentalmente alejado de la vida sindical. afrontando YPF, los mandos comenzaban a desempeñar un papel fundamental, como los “gestores de recursos PERÍODO REPSOL YPF humanos”, formando parte de los engranajes que dan vita- Finalmente, el proceso privatizador iniciado en 1990 lidad a la normativa empresaria. Para esta nueva concep- cuando el Estado argentino se desprendió de la empresa, ción, se estructuró un complejo sistema de formación de culminó en 1998 con un comprador concreto. Uno de los profesionales y disciplinamiento que consistió en la puesta ejes de la empresa española Repsol consistía en maximi- en marcha de planes y programas orientada hacia los man- zar la rentabilidad de sus acciones. Para llevar a cabo este dos. Por un lado, la profesionalización como condición fi n, el grupo español empleó la estrategia de incorporar para ocupar puestos con capacidad de mando, se convirtió a su actividad una empresa –en este caso YPF– que le en norma para las políticas empresariales. Y por otro, se permitiera satisfacer sus objetivos en función de cuatro puso el acento en la constante formación de profesionales, pilares: en primer lugar, el mantenimiento del liderazgo entendida como la mejora continua de las “competencias”, haciendo referencia a la necesidad de estar permanente- 7 Los futuros profesionales que aún no concluyeron su carrera mente dispuesto a adquirir nuevos conocimientos para entraban a la empresa a través de pasantía hasta su efectiva adaptarse a los actuales cambios. Partiendo de esta concep- incorporación.

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en las actividades tradicionales de Repsol en el mercado se concentran en los mandos altos restando autonomía español; por otro lado, lograr un crecimiento en explo- individual al personal. ración y producción mediante el desarrollo de nuevas “Todo se delega a las jefaturas…en la época de Estens- adquisiciones; en tercer lugar, asegurar una expansión soro cada individuo era responsable, era más autónomo”. internacional, principalmente en Latinoamérica; y por (Gerente de Repsol YPF). último, satisfacer el mercado eléctrico interno con bajos En consonancia con la primera etapa de reestructu- costos, a partir de la generación de energía eléctrica con ración de YPF, Repsol pone énfasis en la consolidación y gas natural propio. homogeneización de sentidos en el trabajo. En este caso, La fusión con YPF le permitió a Repsol alcanzar los se hace evidente la necesidad de consolidar una “cultura niveles internacionales de las grandes empresas petroleras multinacional”, asociada a la proactividad del “empleado” en el mundo y aumentar la rentabilidad. Antes de 1998 (trabajar cuestionando siempre los resultados, no siendo los activos de Repsol estaban repartidos de la siguiente conformista) resaltando las potencialidades de cada indivi- manera: industrialización y comercialización 42%; gas duo y superando las “debilidades” con planes de formación, 27%; exploración y producción 23%. Los activos de YPF y haciendo propios los objetivos de las empresa concentra- se componían con un 64% en exploración y 32% en indus- dos en generar ventajas competitivas para Repsol YPF. trialización y comercialización. Las grandes empresas petroleras internacionales mantienen sus activos concen- CONSIDERACIONES FINALES trados en 50% en exploración y producción y el 30% en La modernización empresaria exigió una verdadera industrialización y comercialización, aproximadamente. mutación en el seno de la empresa. Esto implicó un cam- El 29 de junio de 1999, Repsol termina de comprar bio de actitudes y de funcionamiento, particularmente en todas las acciones de YPF, concentrando el 98,23% del los niveles de la dirección o de mando. paquete accionario de la compañía. Durante el proceso de privatización de YPF se trans- La petrolera española, además de controlar el 98,2% formó la antigua lógica de las carreras de ascenso interno o, de YPF, es dueña del 66% de la petrolera Astra de Argen- como las llaman, “carreras orgánicas”. Antes de la privatiza- tina, y del 45,2% de Gas Natural de España. ción, un operador que realizaba tareas técnicas, consideraba A través de Astra se hace propietaria de Refi nor, Algas, la posibilidad de un futuro ascenso a ciertas instancias jerár- Poligas y las estaciones de expendio de combustibles de quicas. A partir de la reconfi guración de la empresa, la sepa- Eg3, además de las acciones que esta posee en la Central ración entre profesionales y técnicos se hizo más categórica, Dock Sud. Adquiere el 21% de las acciones de Metrogas diferenciándose dos tipos de carreras o movilidad interna: y la totalidad de la petrolera Pluspetrol (con importantes los puestos de mando profesionalizados, y los técnicos. intereses en la extracción de gas y petróleo en la Argen- Actualmente, en el período Repsol, se pone el énfa- tina) y de la Refi nería de petróleo de San Lorenzo. Por sis en la consolidación de una “cultura multinacional”. ser dueña de YPF controla la totalidad de YPF Gas y de Las más variadas formas de imponer sentidos se ponen la italiana AGIP. Gas Natural de España, ejerce a su vez, el en práctica dentro de la esfera de producción, logrando control de Gas Natural Ban, junto a Iberdrola de España. verdaderas políticas de control y consenso. Este proceso Repsol, por su parte, le vende el 4,5% de sus acciones a de gran complejidad, se plasma en dispositivos de control Endesa, el monopolio multinacional de la energía, que social y herramientas de disputa cultural-ideológica, uti- además de sus intereses en Chile es dueña de la Central lizados para alcanzar tales objetivos. Costanera, parte de EDESUR y la principal accionista de Pese a que, normativizar una “cultura multinacional” EDENOR. es una de las prioridades de las políticas de Recursos De esta manera, Repsol pasa a ser una de las empresas Humanos, no se logra cimentar esto en las relaciones más importante de la Argentina, controlando el 51% de laborales cotidianas. La empresa aún conserva una estruc- la producción de petróleo y el 44% del gas. Aun despren- tura gerencial de gente mayor de cincuenta años con una diéndose de parte de los activos de la comercialización, trayectoria laboral proveniente de la etapa estatal de YPF. mantendrá una posición dominante en ese rubro, pues Esta conformación de los puestos de mando coloca en refi na el 56% de las naftas y el 61% del gasoil. También tensión los dispositivos de control, que no logran impo- tiene el monopolio del gas licuado y de varios productos ner un consenso de valores y sentidos. Particularmente, la petroquímicos. política de Dirección por Objetivos, encontraba fi suras y 8 Referente a las políticas de administración empresa- “válvulas de escape” en la cotidianeidad, que tensionaban ria, durante el período Repsol, se tiende a una estruc- tura organizacional de mayor rigidez y verticalidad, 8 Así es como hacía referencia un gerente de Repsol a las tensiones contrariamente a la etapa de Estenssoro. Las decisiones que dejaban obsoletas al Sistema de Dirección por Objetivos.

187 CUADERNOS 21

y malograban los objetivos pautados por la empresa. Esta no solo reclaman lo adeudado –a través de medidas de política con profundas fi suras, debió ser reemplazada por fuerza, como bloqueo de los accesos a las destilerías y un dispositivo más dinámico y fl exible. Así se inauguró depósitos de combustibles de la empresa Repsol– sino este año, la Gestión por Compromiso. Este nuevo pro- que, se conformó un espacio de discusión en relación a grama pone bajo la lupa, ya no objetivos pautados, sino la reestatización de la explotación de hidrocarburos. los mismos comportamientos de los sujetos en el desem- A partir de estas presiones, la empresa modifi ca en peño de sus funciones. 2001-2002, el nombre Repsol YPF a solo YPF, pensando En cuanto a los puestos estratégicos, la re-profesiona- en atemperar los confl ictos. lización del mando tiende, por un lado, a la incorporación En una entrevista a un alto mando gerencial se hace de “jóvenes profesionales” orientados a ocupar los futu- evidente esta problemática y las tensiones que la empresa ros puestos jerárquicos con planes de crecimiento a largo no logra soslayar: “¿Quién se acuerda que Telefónica o Tele- plazo dentro de la empresa. Por el otro, a mover hacia com eran ENTel?… acá todos se acuerdan de YPF estatal”. puestos no estratégicos a aquellas personas mayores que (Gerente de Repsol YPF). ya no cumplen con el perfi l deseado o las competencias En líneas generales, aun con los cambios introducidos, requeridas. Sin embargo, muchos jóvenes profesionales, tanto en las relaciones laborales, como en los espacios de capacitados y formados en Repsol YPF, al no ver cum- representación de los trabajadores o en las tecnologías plidas sus aspiraciones de crecimiento, optan por otras de gestión, el grupo español Repsol no logra consolidar alternativas laborales. una “cultura” con relación a sus intereses dentro de la Con relación al personal técnico, ya sea de refi nerías o en empresa. Asimismo, comienza a instalarse en la discusión, otras dependencias, la experiencia en el trabajo les permite el consenso con relación a la explotación privada de los encontrar fi suras y hendiduras dentro de la rutina planteada hidrocarburos. Frente a este panorama, y resquebrajada por la empresa. Particularmente en la Refi nería La Plata, en parte la legitimidad de los 90, surge nuevamente un durante el trabajo del turno noche, los mecanismos de sentido que vuelve a disputar el recurso del petróleo y el control se vuelven más fl exibles, creando condiciones para gas en términos de soberanía nacional. evadir las normas, y potenciar las prácticas y acciones de los trabajadores, que permitan su descanso. Una de las causas BIBLIOGRAFÍA que genera esta situación, se debe a que durante la noche, a Azpiazu, D., et al. excepción del jefe de turno, no hay personal jerárquico. 2002 El proceso de privatización en la Argentina. La rene- Frente al proceso de racionalización de personal en gociación de las empresas privatizadas. Página/12, los 90, se elaboraron diversas alternativas cuentapro- Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes. pistas a partir de la indemnización que los trabajadores Balazote, A., Radovich J.C., recibieron de YPF. Pero, en general, no brindaron una 2000 2002, Efectos sociales de la privatización de YPF en respuesta efectiva a la incertidumbre de la pérdida del la provincia de Neuquén. Cuadernos del Instituto empleo. En consecuencia, surgieron organizaciones Nacional de Antropología y Pensamiento Latino- autonombradas “piqueteras” o ex trabajadores de YPF americano, 19: 71-88. con una modalidad de resistencia que se plasmó en los 2001 Desinversión de capital y confl icto social. Los cor- cortes de ruta. En ciudades como Plaza Huincul, Cutral tes de ruta en Cutral Có - Plaza Huincul. Etnia, Ins- Co, Tartagal, La Plata, etc., se evidenció no solo el pro- tituto de Investigaciones Antropológicas, Museo blema del desempleo, sino también, la precarización del Etnográfi co “Dámaso Arce”, 44/45. trabajo. En La Plata, a principios del 2000, se formó un Borón A., Thwaites Rey, M. movimiento encabezado por un grupo de aproximada- 2004 La expropiación neoliberal: el experimento priva- mente treinta ex trabajadores de YPF o autodenomina- tista en la Argentina. Petras y Veltmeyer (comp.), dos “ypefi anos”, demandando una deuda con relación al Las privatizaciones y la desnacionalización de Amé- 9 Programa de Propiedad Participada . En la actualidad, rica Latina, Buenos Aires, Prometeo Libros. la autonombrada mesa coordinadora de Berisso, Ense- Braverman, H. nada y La Plata, junto con otras organizaciones como 1974 Trabajo y capital monopolista. México, Nuestro Oro Negro también formada por ex trabajadores de YPF, Tiempo. Coriat, Benjamín. 9 El Programa de Propiedad Participada, se concibió para 1982 El taller y el cronómetro. México, Siglo XXI. amortiguar los efectos negativos de la privatización, y por Dombois, Rainer y Pries, Ludger. esto se le otorgaba a los trabajadores el 10% de las acciones de 1993 Modernización empresaria: tendencias en América la empresa. Latina y Europa. Caracas, Nueva Sociedad.

188 “TODOS SE ACUERDAN DE YPF ESTATAL”

Figari, Claudia. Palermo, Hernán, Giniger, N. 2003 Los jóvenes profesionales y la formación del mando 2005 Cadenas de Oro Negro. Cambios en el proceso de tra- en el nuevo orden empresario: agencia simbólica e bajo de Repsol-YPF. Tesis de licenciatura, Facultad de itinerarios de profesionalización emergentes. Sexto Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, MS. Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, ASET. Palermo, Hernán M. García, A. M, 2006 Proceso de trabajo y Hegemonía empresaria. El 2003 Consecuencias de la privatización de YPF en un enclave caso de YPF. IV Jornadas de Investigación en Antro- petrolero. Cutral Co y Plaza Huincul en el marco de pología Social, Buenos Aires. una redefi nición institucional. Tesis de licenciatura, Radovich, J. C. Facultad de Filosofía y Letras, UBA, MS. 2001 El proceso de privatización de Hidronor S. A. Margheritis, Ana, Antropología y Grandes Proyectos en el Mercosur. 1999 Ajuste y reforma en Argentina (1989-1995). La eco- Buenos Aires, Minerva. nomía política de las privatizaciones. Buenos Aires, Nuevohacer. FUENTES SECUNDARIAS Novick, Marta. • Convenios Colectivos de Trabajo: 23/75, 30/90, 1991 Nuevas Tecnologías de gestión y acción sindical. 90/93, 223/97, 320/98, 370/1999, 450/01, 73/2005. Métodos japoneses de producción y acción sindi- • Programa de políticas Corporativas de Recursos cal. Revista estudios del trabajo,1, Buenos Aires. Humanos de Repsol YPF. Orlansky, Dora y Makón, Andrea, 2003 De la sindicalización a la informalidad. Caso Rep- sol-YPF. Sexto Congreso Nacional de Estudios del Trabajo, Buenos Aires.

189 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

LOS METALES DE LA “COLECCIÓN DONCELLAS” Y EL PROCESO DE PRODUCCIÓN METALÚRGICO

Susana Pérez*

RESUMEN El objetivo del presente trabajo es dar cuenta de los objetos metálicos de la “Colección Doncellas”, identifi car las evidencias existentes que puedan estar asociadas al trabajo metalúrgico y explorar la disponibilidad de recursos (leña para combustión y minerales metálicos) involucrados en el proceso metalúrgico. El análisis tiene en cuenta los materia- les provenientes de las excavaciones efectuadas por la Dra. Alfaro de Lanzone en el área de la Cuenca del río Doncellas (departamento de Cochinoca, provincia de Jujuy, Puna Septentrional Argentina).

PALABRAS CLAVE Colección Doncellas - proceso metalúrgico - disponibilidad recursos - Puna septentrional argentina

ABSTRACT This paper it show those metallic objects of the “Doncellas Collection” to identify the existent evidences that can be associated to the work metallurgist and to explore the availability of specifi c resources (fi rewood and metallic min- erals) involved in the metalurgical process. This analysis takes into account an assemblage of archaeological objects coming from the excavations made by Alfaro de Lanzone in the Doncellas River Basin (Cochinoca Department, Jujuy, Northwest Argentine Puna).

KEY WORDS Doncella’s Collection - metallurgist process - availability resources - Northwest Argentina Puna

INTRODUCCIÓN (Buenos Aires), ambos pertenecientes a la Secretaría de La información que surge de la identifi cación de Cultura de la Presidencia de la Nación. un objeto y el contexto en el cual se originó, resulta un La evidencia consta de diversos objetos ornamenta- aporte para la documentación de objetos o registros de les y herramientas manufacturadas en metal, tales como catálogo de museo intentando documentar en detalle, a cobre, bronce, plata y oro, así como también residuos partir de la investigación, su importancia histórica, cien- asociados al trabajo del metal, como por ejemplo frag- tífi ca y estética (Busch 2004, Tompkins 2004). mentos de mineral y escoria. Algunos de los materiales El presente trabajo tiene por objeto dar cuenta de los fueron publicados oportunamente, mientras que otros minerales y objetos de metal correspondientes a la “Colec- se encuentran aun en los depósitos del INAPL. Por otro ción Doncellas” y pretende contribuir con su registro. La lado, se toma en cuenta otra evidencia que pueda estar fi nalidad es brindar datos que puedan ser de utilidad para asociada al trabajo metalúrgico, como por ejemplo arte- los investigadores interesados en el tema de la arqueome- factos líticos, madera y cerámica. talurgia en el Noroeste Argentino. Esta colección, que es motivo de estudio por parte de Se trata de la evidencia arqueológica recuperada de especialistas en diversas áreas en arqueología (Elías 2004, diversos sitios de la Puna de Jujuy, proveniente de las 2003/2005; Pérez M. y Vidal 2004; Pérez M. y Kergaravat excavaciones llevadas adelante por la Dra. Lidia Carlota 2005; Pérez S. 2006; Pérez S. et al. 2005) consta de una Alfaro de Lanzone en las décadas de los 70 y 80 en el área ergología muy variada y compleja y, a diferencia de otras denominada por ella como “Yacimiento del río Doncellas” colecciones, se caracteriza por ser producto de trabajos o “Cuenca del río Doncellas” (Alfaro de Lanzone 1988: 13). de investigación, revistiendo de esta manera un potencial Los materiales recuperados, conocidos como “Colección valor para su estudio (Micou 1998). Doncellas”, forman parte del inventario arqueológico Como tal, la colección es clasifi cada, documentada del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento y analizada teniendo en consideración el sesgo en la Latinoamericano y del Museo del Hombre del INAPL información que presenta toda colección depositada en museos o instituciones. Finalmente, se explora la disponibilidad de recursos (leña para combustión y minerales metálicos) involucra- ∗ INAPL - Universidad Católica Argentina, [email protected] dos en el proceso metalúrgico.

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DESCRIPCIÓN DE LAS UNIDADES DE PROCEDENCIA DE LOS S.E.R. 1: “cocina” MATERIALES Sector 3 - Recinto 2: “taller de un lapidario”. El área de estudio (ver fi gura 1), de la cual provienen Sector 2 - Recinto 1: “taller de tejedores”. los materiales aquí considerados, se encuentra ubicada en Sector 2 - Recinto 4: “depósito de material lítico”. el departamento de Cochinoca, provincia de Jujuy (puna Por otro lado, defi nió a la Estructura Escalonada septentrional argentina), aproximadamente a una altura de como un “monumento ceremonial” y a la Cueva de 3.900 msnm y a cuarenta y siete kilómetros de la localidad Tajuera como un “sitio ceremonial”, ambos relacionados de Abra Pampa, punto de referencia en las cartas geológi- entre sí (op. cit. 1988: 135). 1 cas. Dentro del área geográfi ca defi nida por Lanzone exis- De acuerdo con los fechados radiocarbónicos disponi- ten “una serie de sitios relacionados entre sí temporalmente bles, Alfaro de Lanzone (1988: 152-154) pudo determinar a través de sus estilos cerámicos, sus manifestaciones de arte la antigüedad de algunos de los materiales recuperados rupestre y la explotación de ciertos recursos naturales (agri- en los recintos del Poblado, en la Estructura Escalonada y 2 cultura, pastoreo de auquénidos, explotación de la sal)…” en el sector de los Farallones (ver cuadro 1) . (Alfaro y Suetta 1976: 2 y Alfaro de Lanzone 1988: 13), así como también por el ambiente físico. Estos se escalonan a EL PROCESO DE PRODUCCIÓN METALÚRGICO Y LOS RECURSOS lo largo de la cuenca del río Doncellas, río que constituye el (MENAS METALÍFERAS Y COMBUSTIBLE) accidente geográfi co más signifi cativo del área. Existen diferentes formas de encarar el estudio meta- Alfaro de Lanzone realizó excavaciones en diferentes lúrgico: 1) sobre los elementos terminados, cuyo énfasis sectores del yacimiento: Poblado, Farallones, Andenes y es el análisis descriptivo (estilos, morfología, tipos, etc.), Acequias, Estructura Escalonada, Círculos Hundidos, así o 2) sobre el proceso de producción, donde el interés se como también en diferentes cuevas y aleros de la zona, centra en las etapas previas a la obtención del objeto ter- como por ejemplo: Tajuera, Queta, Quebrada Ancha, minado. Del mismo modo, existen diferentes enfoques Cueva del Felino, Sayate y Pulaira, entre otras. Aunque para abordar la problemática: descriptivos, tecnológicos, centró sus excavaciones en el poblado “…cuyos recintos centrados en la complejidad, en el tráfi co de metales, no habían sido excavados sistemáticamente…” (Alfaro de en la ideología, o en aspectos simbólicos. Los estudios Lanzone 1988: 31), el cual dividió según su ubicación en en arqueología tradicionalmente se basaron solo en el relación al río Doncellas en: “Margen derecha del corte objeto, dejando de lado muchos aspectos de los cuales es geológico”: S.E.R. 1 y S.E.R. 2 (Sector entrada, Recintos 1 posible obtener información variada y muy valiosa, como y 2) y varios sectores con recintos asociados; y “Margen por ejemplo el proceso de producción. izquierda del corte geológico”: S.E.I. R 1 y S.E.I. R 2 (Sector En los primeros trabajos sobre metalurgia prehis- entrada izquierda, Recintos 1 y 2). pánica del Noroeste Argentino, “El Bronce de la Región Se ha recuperado evidencia arqueológica de material Calchaquí” de Ambrosetti (1904) constituye una obra de lítico, cerámico y de metal, así como también artefactos consulta obligada por la importante cantidad y calidad de madera, hueso, textiles, cestería y calabazas, y restos de datos que aporta en sus descripciones y clasifi cación. óseos humanos. Existe un registro del arte rupestre pre- A partir de la década de los 70, González, A.R. (1979) sente en diversos sitios, el cual reviste gran importancia, completa lo recopilado por Ambrosetti incorporando la además del relevamiento de estructuras arquitectónicas secuencia dentro del bloque temporal. Con esta base de de diversa índole. Estos indicadores permitieron iden- conocimiento se comenzó a apuntar hacia la detección tifi car diferentes áreas de trabajo y de actividades cere- y análisis de contextos arqueológicos involucrados en moniales del yacimiento, llegando a la conclusión que la las diferentes etapas de la producción. La evidencia más ocupación correspondió a un “…ciclo habitacional corto temprana de trabajo metalúrgico fue asignada al Período temporalmente pero repetido cíclicamente…” (Alfaro de Formativo y surge de las interpretaciones realizadas por Lanzone 1988: 135, Alfaro 1983: 27). Núñez Regueiro (1992) sobre los materiales provenientes El asentamiento principal fue defi nido por Alfaro de Lanzone (1988) como un “poblado prehispánico”, iden- 2 tifi cando diferentes áreas de utilización con actividades Alfaro de Lanzone menciona que en los fechados correspon- dientes al Farallón Sur y al Recinto Ac del Poblado, “es nece- específi cas en los recintos excavados: saria una corrección teniendo en cuenta que en este período el 14C aparece como unos cien años más moderno de lo que 1 “… rectángulo imaginario de unos treinta y cinco por veinti- corresponde a los años calendario (Informes Laboratorio cinco kilómetros de lado, entre los 22° 45’ - 23° de Latitud Sur Rocasolano mencionados). Por lo tanto, si se acepta total- y 66° - 66° 20’ de Longitud Oeste” (Alfaro y Suetta 1976: 2 y mente esa variable, las fechas serían 1.490 y 1.540 años d.C. Alfaro de Lanzone 1988: 13). respectivamente.” (op. cit. 1988: 154).

192 LOS METALES DE LA “COLECCIÓN DONCELLAS”

Figura 1 - Área de estudio. Ubicación del Yacimiento del río Doncellas y menas metalíferas (tomado de Vignati 1938: 61, Fig. 2, modifi cado)

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de las excavaciones realizadas en el sitio Condorhuasi- Según lo apuntado por González L. (1992 a: 53), la Alamito (Catamarca). organización de la producción metalúrgica requiere de En los últimos años, distintos equipos de investigación tres grupos de variables: la habilidad o entrenamiento de nuestro país centraron su interés en diversos aspec- de los operadores, la demanda de los productos termi- tos de la tecnología, arrojando importante información nados y los recursos que intervienen en el procesamiento sobre los procesos productivos y las actividades meta- (menas metalíferas y combustible). lúrgicas en el NOA, como por ejemplo: estudios sobre Algunos investigadores privilegian la cercanía a las análisis de composición de objetos metálicos, análisis de menas metalíferas como indicador de actividades metalúr- refractarios, moldes y huairas, investigaciones acerca de gicas de un sitio, como por ejemplo Williams y Scattolin las diferentes etapas del proceso de producción metalúr- (1991: 7) que alertan “sobre la importancia de estudiar áreas gico, sobre el tráfi co de bienes: circulación de minerales y proveedoras de materias primas metalíferas”, mientras que objetos metálicos, información geológica de yacimientos, otros, consideran la cercanía a una fuente de menas metáli- enfocados hacia aspectos ideológicos y simbólicos invo- cas como “un condicionante de segundo orden para la instala- lucrados con la tecnología a través del análisis de la ico- ción de aquellos sitios. La evidencia sugiere que a medida que nografía, o centrados en la complejidad (p. e. Angiorama la escala de producción metalúrgica aumenta, otro insumo 1995, 2001a, 2001b, 2001c, 2006; Angiorama et al. 1999; básico comienza a cobrar singular importancia: el combus- Campo 2001; Campo y Grosman 2001; González 1992a, tible para alimentar las estructuras de fusión” (González L. 1992b, 2002, 2004; González et al. 2001a, 2001b; Pifferetti 1992: 54). En este sentido, es importante destacar que en el 2001, 2002; Pifferetti et al. 1999; entre otros). área correspondiente a la cuenca del río Doncellas existen La modifi cación de la organización tecnológica, diversos recursos de minerales metalíferos circundantes a entendida como “la selección e integración de estrategias la localidad arqueológica (ver fi gura 1). para la manufactura, uso, transporte y descarte de instru- Cabe consignar que Angiorama (2001b) ofrece un mentos y los materiales necesarios para la manufactura y importante aporte, sistematizando en cuadros y mapas la mantenimiento” (Nelson 1991: 3), acompañó al aumento información disponible sobre los recursos de minerales en la complejidad de la organización social del Noroeste metálicos (cobre, estaño, oro y plata) de la Provincia de Argentino. Las estrategias de aprovisionamiento de la Jujuy y algunos sectores de la Provincia de Salta que limi- materia prima, las técnicas de manufactura implemen- tan con ella, y sostiene que “Los cuatro metales aparente- tadas, el cambio en el diseño de los instrumentos y los mente utilizados por los metalurgos prehispánicos para la modos de uso del instrumental, constituyen etapas cru- fabricación de objetos están presentes en cantidades impor- ciales para entender la organización y complejización de tantes en la región estudiada. Sin embargo, el cobre es el la tecnología, conformando la base para establecer las único de ellos que puede obtenerse en el ámbito quebradeño, estrategias implementadas por las sociedades. a los demás debe extraérselos de yacimientos localizados en De este modo, “La producción de bienes de metal en otros ambientes (puna, cordillera oriental, sierras subandi- el NOA prehispánico… mostró un desarrollo continuado nas)” (op. cit. 2001b: 69). desde épocas formativas, acompañando el proceso de cre- Con respecto a los yacimientos próximos al área de la ciente complejidad de las organizaciones sociales” (Gonzá- cuenca del río Doncellas, el yacimiento más importante lez L. 2002: 56). en la zona es la Mina Pan de Azúcar (plomo, zinc, plata y El desarrollo de la metalurgia, de acuerdo con las estaño), el cual está situado en el Departamento de Rin- consideraciones de González L. (2002), va encadenado a conada a cuarenta kilómetros al noroeste de Abra Pampa, la complejización y estratifi cación social y su especializa- punto de referencia en las cartas geológicas. Además, la ción en la producción tiene aspectos que la diferencian Mina La Purísima (uranio, níquel, cobalto, cobre, plomo de otras producciones, como por ejemplo la del material y zinc), que se encuentra ubicada a diecinueve kilómetros lítico o cerámico, ya que requiere una transformación al sureste de Abra Pampa (Coira 1979: 73-74). total de la materia. Las etapas de trabajo involucradas en Por otro lado, y teniendo en cuenta que en la Colec- la producción de bienes de metal constan de actividades ción Doncellas hay algunas evidencias de materiales de de minería, que incluyen la localización de menas meta- hierro, como se detallará más adelante, resulta interesante líferas y la extracción de los minerales, tratamiento de los apuntar la existencia de manifestaciones de hierro en San minerales previo a la fusión de los elementos (molienda y José (ubicado en el Departamento de Cochinoca) y en selección), la fundición de los metales, y la manufactura de El Sombrero y Peñas Negras (en Sierra de Quichagua) aquellos hasta obtener el objeto terminado. En cada una (Coira 1979: 75-80) (ver fi gura 1). de las etapas es posible identifi car indicadores arqueoló- También es posible observar, en la Carta Geológico- gicos que permiten inferir las actividades llevadas a cabo. Económica (Escala 1:200.000) (Coira 1979), indicaciones

194 LOS METALES DE LA “COLECCIÓN DONCELLAS”

Cuadro 1 - Fechados radiocarbónicos del Yacimiento del río Doncellas (Alfaro de Lanzone 1988: 152-154)

Sitio Sector/Cuadrícula Material fechado Fechado radiocarbónico “SER 1 / Cuad.B - Capa IV “740±50 años AP Poblado árbol carbonizado (0,70 m profundidad)” (Alfaro de Lanzone 1988: 152)” “carbón vegetal Estructura “Capa III (0,42 m profundidad) “640±50 años AP elemento asociado: escalonada (debajo del primer escalón)” (Alfaro de Lanzone 1988: 152-153)” topu de bronce” “640±50 años AP Farallón norte Hallazgo N° 2 / entierro carbón vegetal (Alfaro de Lanzone 1988: 153)” “360±50 años AP Farallón sur Sepulcro paja ichu (Stipa ichu) (Alfaro de Lanzone 1988: 153)” “Recinto Ac / Cuad. 2 - Capa IV “310±50 años AP Poblado carbón vegetal (0,65 m profundidad)” (Alfaro de Lanzone 1988: 154)” de oro en vetas en Santo Domingo (aproximadamente a rica-rica (Acantholippia hastutata), copa-copa (Artemisa sesenta kilómetros de Abra Pampa). copacopa), cardón (Trichocereus sp) y gramíneas (Stipa Un problema a considerar lo constituye el recurso saltensis y Stipa hieronymusii Pilger); en las vegas: cipe- vegetal, es decir, el combustible leñoso en cantidad y cali- ráceas (Scirpusata camensis), juncáceas (Juncus depan- dad necesaria para alimentar las estructuras de fusión. En peratus) y gramíneas hidrófi las (Calamagrostis hackelii); el área bajo estudio la madera es un recurso crítico tanto en siendo la única especie arbórea de naturaleza endémica la la actualidad como en épocas prehispánicas. Los suelos de queñoa (Polylepis tomentella) que crece en las quebradas la región son muy pobres, “…corresponden a semidesérticos y laderas (Coira 1979: 13-14). grises … las condiciones de aridez en que evolucionan actúan De acuerdo con la información recopilada la oferta de inhibiendo los procesos edáfi cos… los vientos impiden el desa- recursos combustibles en el área resulta muy escasa para rrollo normal de los mismos en su mecánica de transporte y operaciones pirometalúrgicas de envergadura, por lo cual depositación… la vegetación pertenece a la provincia puneña habría que pensar en algún tipo de estrategia orientada a (3400 a 4500 m) y dentro de ella al dominio andino (Cabrera la obtención de dicho recurso en áreas aledañas. También 1958)… El tipo predominante es la estepa arbustiva, obser- existe la posibilidad de que en el ‘Yacimiento del río Don- vándose también estepas herbáceas.” (Coira 1979: 13). cellas’ se pudieran realizar las etapas iniciales del proceso Según la descripción ofrecida por Lanzone para su área de producción, es decir, la obtención de la materia prima de trabajo, la vegetación es escasa en las faldas de los cerros, y su tratamiento (molienda) para obtener un bien de escasa o nula en las partes bajas o el fondo de las quebra- intercambio con otras regiones. das, mientras que en las terrazas fl uviales existe un suelo apto para el crecimiento de algunos árboles y cultivo de LAS EVIDENCIAS DE LA ‘COLECCIÓN DONCELLAS’ gramíneas. “La vegetación es de tipo xerófi la y se caracteriza En el cuadro 2 se detallan las evidencias de objetos de por la presencia de arbustos en forma abierta y discontinua, metal y minerales metálicos correspondientes a la Colec- o bien formando manchones aislados. En las vegas se puede ción Doncellas (INAPL), especifi cándose la unidad de encontrar vegetación cerrada y continua, formando mancho- procedencia estratigráfi ca. nes que interrumpen la monotonía del paisaje. Las especies Las piezas seleccionadas para este trabajo se refi eren vegetales más comunes son la tola (Lepidophyllum sp)…, a objetos terminados y aquellas evidencias que se infi ere yareta (Azorella sp)… chachacoma (Senecio sp), bailabueno pueden estar relacionadas con las actividades de produc- (Haploppapus sp), pata de perdiz (Fabiana sp), etc. En las ción metalúrgica, como por ejemplo: láminas de cobre, vegas y zonas protegidas, con agua permanente, se encuen- desechos de fundición, trozos de escoria y mineral de tran a veces algunos sauces (Adesmis sp) … gramíneas esca- cobre en estado natural. Así como también de artefactos sas (Bacharis sp)… en las partes más altas crece la paja brava en madera y lítico. o pasto puna (Stipa sp)…” (op. cit. 1988: 18-19). Dentro del área del río Doncellas hay referencias de Además, para la región, en las planicies y laderas suaves hallazgos de objetos de metal que guardan similitud con se agregan estas especies: añagua (Adesmia aff. Horrida), algunas de las piezas de la colección, aunque no se men-

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cionan evidencias de minerales metálicos en los reportes. ras necesarias para la fundición de minerales metálicos Casanova, en la descripción del material arqueológico del (González 2004: 122). sitio Sorcuyo, hizo referencia acerca de ocho piezas de Por otro lado, algunos autores se refi eren a la utili- metal: cinco de cobre y tres de oro, dentro de las cuales zación de sopladores sin hacer mención de las toberas, describió “…una campanilla de cobre de cuatro puntas y como por ejemplo Martínez Garnica (2005), quién ana- con un agujero en su parte superior…” (op. cit. 1938: 441), lizó un documento inédito del Archivo General de Indias semejante a la recuperada por Alfaro de Lanzone (1988: sobre la técnica metalúrgica indígena practicada durante 40). El resto de las piezas de cobre mencionadas por Casa- el primer siglo colonial del Altiplano. En la ilustración del nova corresponden a: dos cinceles enteros, un fragmento proceso de manufactura se puede apreciar la utilización de cincel y un fragmento de metal. Dentro de los objetos de un soplador de caña (ver fi gura 3). de oro: dos fragmentos de brazaletes y un adorno semi- circular. Por otro lado, Boman ilustró campanillas simila- res, halladas en Queta y en el Pucará de Rinconada (1992 [1908]): fi g. 128 a y 136 d, respectivamente). Uno de los objetivos de este trabajo era la revisión de otros indicadores del trabajo metalúrgico. En este sen- tido, se han identifi cado ciertos objetos que merecen ser tenidos en cuenta, como por ejemplo, un fragmento de tubo de cerámica (ver fi gura 2), el cual fue recuperado de la Cueva de Tajuera, en el sector del Alero, Cuadrícula 6 y forma parte del inventario del INAPL (Objeto A/317). Las características de este objeto son: 2,9 cm de largo, 2,3 cm de diámetro y un orifi cio interno de 0,8 cm; su super- fi cie externa se presenta alisada.

Figura 3 - Utilización de un soplador (tomado de Martínez Garnica 2005, Figura 2 - Cueva de Tajuera. Fragmento de tubo cerámico. ilustraciones de N. Lozano)

El uso de sopladores, utilizados para avivar los fuegos De acuerdo con los datos recopilados y las similitudes de fundición, fue referido por numerosos autores aunque de algunas descripciones con el objeto referido, se infi ere los registros arqueológicos de tubos sopladores son nulos, que podría tratarse de un fragmento de tobera. Aunque “es probable que ello obedezca a que se hacían en materiales también existe otra interpretación: que se trate de un frag- perecibles, como cañas.” (González 2004: 122). mento de pipa o de otro tipo de artefacto. Para poder deter- De acuerdo con las descripciones de Higueras “La minar su posible función, considero que habría que realizar energía para alimentar el horno era producida a través de análisis tendientes a determinar si en el interior del orifi cio varias cañas en cuya punta se insertaba una “tobera”, tubo hay presencia de residuos que permitan identifi car algún de cerámica de 10 a 13 cm de largo y 2-3 cm de ancho con componente como por ejemplo, en el caso de un fragmento un orifi cio constante de 8 cm por el cual se daba potencia al de pipa, de substancias que pudieran indicar su inhalación. aire” (Higueras 1987: 13). Cabe consignar que, en el caso de una tobera de cerámica, González menciona que “Los tubos, realizados en algu- se esperaría encontrar evidencias que muestren termoalte- nos casos en materiales perecibles (como cañas huecas), raciones o escorifi caciones en el extremo que actuó sobre el eran aplicados a las estructuras de fusión acoplando cortas fuego (comunicación personal Luis González). toberas resistentes al calor” (op. cit. 1992 a: 61). Por otro Por otro lado, en el interior de esta misma cueva (Cueva lado, hace referencia acerca de que algunas piezas cerámi- de Tajuera), dentro de los materiales recuperados de la cas que en su momento fueron clasifi cadas como silbatos, Cuadrícula 7, a 1,10 m de profundidad se recuperó un luego fueron reinterpretadas como restos de toberas del fragmento de madera (ver fi gura 4), pieza que está ilustrada tipo señalado. Además, presenta una ilustración en la por Alfaro de Lanzone (1988: 60 a - artefacto incluido en el cual se representa una escena de un grupo de metalur- sector izquierdo de la fi gura 26). Se trata de un fragmento gistas utilizando sopladores para alcanzar las temperatu- de madera “…con horqueta, de 0,27 m de largo; a la altura

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en que se bifurca la horqueta la rama principal tiene un fi no formado parte de un equipo de minería, aunque merecen tiento enrollado y amarrado y en el extremo fi nal, tiene 5 mar- profundizar su estudio. Al mismo tiempo, con respecto a cas horizontales grabadas; es de madera de queñoa de la cual las actividades relacionadas con el procesamiento de mine- ha desaparecido la cubierta del tronco…” (op. cit. 1988: 59). rales, considero que sería conveniente la implementación de estudios de microfósiles a través del análisis de sustan- cias adheridas, por ejemplo en los artefactos de molienda, como vía posible de contraste de la hipótesis planteada. Por otro lado, en la fi gura 5, se ilustra el objeto recu- perado en uno de los recintos excavados en el sector del Poblado (Inventario INAPL Objeto A/236), el cual podría tratarse de desecho de fundición. En este caso, es necesa- rio encarar estudios de media resolución a través de aná- lisis tendientes a la determinación de sus componentes. Finalmente, la diversidad de materiales de cobre y bronce, de metales preciosos (oro y plata) y de hierro, sugiere una prolongada ocupación del sitio. Al mismo tiempo, la signifi - cativa presencia de ‘trozos de escoria de cobre’ en el Poblado y varios hallazgos de ‘mineral de cobre’ en sitios como Queta, podrían estar indicando, al menos, actividades relacionadas con las primeras etapas del trabajo metalúrgico. Figura 4 - Cueva de Tajuera. Instrumento de madera (tomado de Alfaro de Lanzone: 60 a, Fig. 26)

Lanzone no hace referencia a la posible función del mencionado instrumento de madera, en este caso se infi ere que podría tratarse de un fragmento de artefacto cuya función pudo haber sido el mango de una herra- mienta de piedra, como por ejemplo hacha o martillo. Figura 5 - Poblado: Sector 1 – Recinto 2 a. Probable Al respecto, González (2004: 63) hace referencia de que desecho de fundición de cobre “Estos tipos de herramientas de piedra, descriptos como martillos, hachas, mazos y cuñas, fueron hallazgos comunes CONSIDERACIONES FINALES en sitios de actividad minera…” y que su uso también fue A continuación, tomando como base el cuadro pre- registrado etnográfi camente y experimentalmente. Tal sentado por González (2004: 53) en el cual se detallan las vez, el más difundido de los hallazgos es el instrumental etapas de producción metalúrgica y los referentes arqueo- asociado al minero de Chuquicamata (norte de Chile) lógicos de cada una de las actividades, se marcan los ítems donde aparecieron, entre otras herramientas, martillos en los cuales se cuenta con las evidencias de la ‘Colección enmangados (ilustrados por Boman 1992 [1908]: fi g. 110 Doncellas’ vinculadas con las etapas de trabajo hasta el y González 1992 b: 24 - fi g. 3, 2004: 63). producto fi nal (ver cuadro 3). Además, es interesante mencionar que dentro de la evi- Son muchos los interrogantes pero también es verdad dencia lítica de la ‘Colección Doncellas’, se cuenta con un que son muchos los ítems que no dejan evidencias claras importante conjunto artefactual lítico, como por ejemplo: o contundentes de su vinculación exclusivamente con el palas o azadas, artefactos de molienda (morteros, manos y trabajo de metalurgia. No obstante ello, se puede plan- conanas), así como también hachas y martillos o moletas de tear la hipótesis de, al menos, algún tipo de trabajo de los piedra, estos últimos artefactos guardan similitud con los minerales metálicos, ya sea para la producción de objetos ilustrados por Boman (1992 [1908]: fi gs. 123 a y b). Estos o para la obtención de los minerales primarios involu- tipos de instrumentos pueden haber sido utilizados, entre crados en el proceso metalúrgico, a fi n de su utilización otras cosas, para tareas de extracción de minerales y para la como bien de intercambio con otros grupos. molienda de los minerales a fi n de separar sus impurezas, La presencia de herramientas líticas aptas para la etapa previa a la fundición de los minerales metálicos. extracción y tratamiento inicial de los minerales, los De todas formas, tanto la presencia de madera e ins- recursos minerales primarios para el proceso de fusión y la trumentos de piedra como los mencionados anterior- identifi cación de los lugares de extracción, otros productos mente, no constituyen evidencias efectivas de que hayan minerales que pueden haber sido utilizados como fundentes

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para mejorar la fusión3, fragmentos de escoria y láminas de “El principal reto del arqueólogo es sin duda la recons- cobre, otros artefactos como la tobera o el mango de una trucción de las culturas del pasado a partir de los restos maza o martillo, y diversos objetos de metal terminados, materiales de las mismas, yendo más allá del dato propor- constituyen evidencias sufi cientes que merecen un análisis cionado por los objetos, y buscando las relaciones integrado- mucho más profundo e investigaciones dirigidas al ras de esos objetos en un contexto más amplio de la cultura. contraste o rechazo de la hipótesis aquí planteada. Es decir, el redescubrimiento de la cultura a partir de sus Con respecto a la ausencia, dentro del área del río restos materiales conservados.” (Montero et al. 1988: 6). Doncellas, de recursos vegetales aptos para la combustión necesaria en la etapa de fusión, es imprescindible profun- AGRADECIMIENTOS dizar el estudio en áreas aledañas que puedan contar con Al INAPL por brindarme el lugar de trabajo y por recursos de este tipo. el acceso a los materiales aquí analizados. A Víctor por Un problema o sesgo en la información, que no hay el procesamiento de las ilustraciones. A Luis González y que dejar de lado, es que algunas evidencias de contextos Gabriela Guráieb, por los comentarios del primer borra- de este tipo de actividades pueden haber sido ignoradas dor de este trabajo, no obstante, los errores que pudieran en la recolección porque no se advirtió que eran producto encontrarse son de mi exclusiva autoría. de la actividad cultural, o porque no se estaban buscando áreas específi cas de actividad metalúrgica.

3 Es decir, para catalizar la separación entre el metal y la roca, como por ejemplo óxido de hierro (recurso existente en el área).

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Cuadro 2 - Colección Doncellas. Evidencias arqueológicas de objetos de metal y minerales metálicos

Referencia bibliográfica Objeto Sitio Sector/Recinto Cuadrícula/Capa N° Inventario INAPL

Cuadrícula A/Capa VIII Dos láminas de cobre Poblado S.E.R. 1 Alfaro de Lanzone 1988 (1,58 m) Objeto de cobre Inventario INAPL Poblado Sector 1 – Recinto 2a ? (¿desecho de fundición?) Objeto A/236 Campanilla de cobre o Alfaro de Lanzone 1988 Poblado Sector 3 – Recinto 4 Capa IV (0,73 m) bronce * Alfaro y Suetta 1976 Alfaro de Lanzone 1988 Tumi de cobre Poblado Sector 3 – Recinto 4 Capa IV (0,73 m) Alfaro y Suetta 1976 Alfaro de Lanzone 1988 Dos colgantes de cobre Poblado Sector 3 – Recinto 4 Capa IV (0,73 m) Alfaro y Suetta 1976 Alfaro de Lanzone 1988 Trozos de escoria de cobre Poblado Sector 3 – Recinto 4 Capa IV (0,73 m) Alfaro y Suetta 1976 Capa VI / Urna III Alfaro de Lanzone 1988 Cincel de bronce Poblado Sector 5 – Recinto 1 (1,20 m) Alfaro y Suetta 1976 Cincel de cobre (Tumi de Alfaro de Lanzone 1988 Poblado Sector 5 – Recinto 1 Capa VI (1,20 m) bronce) Alfaro y Suetta 1976 ** Objeto de cobre (forma: Trinchera D/Capa I Poblado S.E.I. 1 Alfaro de Lanzone 1988 medialuna con pedúnculo) (0,15 m) Cuatro eslabones de Cuadrícula 2/Capa II Alfaro de Lanzone 1988 Poblado Recinto Ac cadena de hierro (0,20-0,40 m) Alfaro 1981-1982 Cuadrícula 2/Capa IV Alfaro de Lanzone 1988 Hoja cuchillo de hierro Poblado Recinto Ac (0,65 m) Alfaro 1981-1982 Dos vasos dorados Alfaro de Lanzone 1988 Farallones (componente principal Hallazgo 1 Recolección superficie Alfaro y Suetta 1976 (Norte) plata) Rolandi de Perrot 1974 Brazalete de plata Alfaro de Lanzone 1988 Farallones (componente ppal.: cobre Hallazgo 1 Recolección superficie Alfaro y Suetta 1976 (Norte) y zinc) Rolandi de Perrot 1974 Alfaro de Lanzone 1988 Farallones Tres colgantes de plata Hallazgo 1 Recolección superficie Alfaro y Suetta 1976 (Norte) Rolandi de Perrot 1974 Estructura Trinchera Capa (0,40-0,60 m) Topu de bronce Alfaro de Lanzone 1988 Escalonada (en el primer escalón) A 0,42 m Un trozo de mineral de Inventario INAPL Tajuera Habitación 7 Cuadrícula 6 (2 a 7) cobre Objeto A/316 Aguja de metal, Cuadrícula 10 Tajuera Interior cueva Alfaro de Lanzone 1988 ¿material? (0,25 m) Dos trozos de mineral Inventario INAPL Queta ? ? de cobre Muestra A/440 Cinco trozos de mineral de Inventario INAPL Queta ? Recolección superficie cobre Muestra A/577 Inventario INAPL Gancho/eslabón de hierro Sayate ? Recolección superficie Lote A/211

Existe discrepancia en la bibliografía en cuanto a: * tipo de metal, en ambos casos se menciona el mismo número de inventario del Museo del Hombre del INAPL; ** la clasifi cación de este hallazgo.

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Cuadro 3 - Etapas de producción metalúrgica y evidencias arqueológicas de la Colección Doncellas (basado en González 2004: 53)

1. Minería 1.1 Labores mineras ? 1.2 Herramientas X 1.3 Minerales metálicos X 2. Tratamiento de minerales 2.1 Equipos de molienda X 2.2 Morteros X 2.3 Instalaciones de concentración ? 3. Fundición 3.1 Instalaciones 3.3.1 Hornos ? 3.1.2 Fogones X 3.2 Combustible 3.2.1 Leña ? 3.2.2 Carbón X 3.3 Fundentes (recursos existentes en el área) 3.4 Elementos de trabajo 3.4.1 Crisoles ? 3.4.2 Refractarios intermediarios ? 3.4.3 Herramientas de sujección ? 3.4.4 Sopladores X? 3.4.5 Toberas ? 3.5 Escorias 3.5.1 Escorias de fundición X 3.5.2 Escorias de crisol ? 3.5.3 Escorias de combustión ? 3.6 Estructuras y ecofactos 3.6.1 Depóstios de termoalteración ? 3.6.2 Adobes y arcillas X 3.6.3 Rocas X 3.7 Materiales rituales ? 4. Manufactura 4.1 Materiales accesorios ? 4.2 Moldes 4.2.1 Abiertos ? 4.2.2 Desmontables ? 4.2.3 Cera perdida ? 4.3 Recubrimientos ? 4.4 Metales 4.4.1 Restos 4.4.1.1 Chatarra X? 4.4.1.2 ? 4.4.2 Objetos 4.4.2.1 Terminados X 4.4.2.2 Preformas X? 4.5 Herramientas 4.5.1 Martillado y laminado X 4.5.2 Repujado, burilado, grabado y corte X 4.5.3 Pulido y acabado ?

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202 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

EL TRADICIONALISMO ARGENTINO EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI

María Cecilia Pisarello*

RESUMEN El Tradicionalismo se constituye en una red de asociaciones que actualizan su presencia en el espacio social a través de fi estas y ceremonias. Aquí compartiremos una investigación que ha tenido como objetivo abordar desde una pers- pectiva etnográfi ca su desarrollo institucional, en el contexto de la construcción de la identidad nacional.

PALABRAS CLAVE Tradicionalismo - identidad nacional - tradición - globalización

ABSTRACT

Traditionalism is made up of a number of associations. They make their presence vivid through festivals and cere- monies (rituals). The goal of this research is to deal with its institutional development from an ethnographic point of view, within a making of national identity context.

KEY WORDS Traditionalism - national identity - globalization - tradition

INTRODUCCIÓN namentales–, replantea una forma institucional en torno A fi nes del siglo XX y principios del XXI se desarro- a la cual se estructura la participación y pertenencia social. lla un proceso en el cual las identidades se redefi nen en Todo esto acontece en el marco de un orden capi- torno a nuevos lugares de pertenencia colectiva: se discu- talista globalizado, en el cual los intereses fi nancieros ten geografías y reconocen tradiciones culturales más allá internacionales han socavado la autonomía y decisión de de las identidades nacionales. los estados nacionales. “Todo cambia cuando la actividad Estas nuevas manifestaciones en algunos casos apelan humana se libera del espacio, cuando la movilidad de los a tradiciones político-culturales anteriores a los estados hombres y de la economía hace volar en pedazos las demar- nación con eje en discusiones étnicas; y en otros, se cons- caciones geográfi cas. Reemplazada por agrupamientos tem- truyen en torno a denominadores como el ambiente, la porales de intereses desaparece la solidaridad espacial de las salud y los derechos humanos, instalando una modalidad comunidades territoriales”. (Guéhenno 1995:32) de protagonismo ciudadano que no atiende fronteras. “El Sin embargo cuando parecía irrefrenable la decaden- militantismo humanitario expresa esta decepción frente a cia y fi nal agonía de este modelo –Estado nación–, que las instituciones políticas y esta preocupación nueva por marcó la historia de occidente los dos últimos siglos; nue- crear solidaridades concretas en un mundo que se ha hecho vas voces claman y defi enden un Estado nación aun más demasiado abstracto” (Guéhenno 1995:107). poderoso e ilimitado en sus atribuciones. Las organizaciones que expresan este imaginario En este contexto de viejas y nuevas defi niciones en clausuran la forma tradicional de la política, abandonan torno a la identidad nacional, planteamos el análisis de un la bandera y los símbolos patrios; y se defi nen y defi en- fenómeno que se reconoce en la fi gura del gaucho como den desde nuevos tribunales internacionales o foros arquetipo de la argentinidad; participa del calendario globalizados. cívico patriótico –en el homenaje a los héroes del panteón Los nuevos lugares de adscripción han dado pie a nacional y la conmemoración de fechas que recuerdan la varios vaticinios, al fi n de la política se ha sumado el fi n construcción de la nación– y realiza actividades que com- de los estados nación. El empoderamiento de la sociedad prenden la relación del paisano y el caballo y la difusión civil –traducible en numerosas organizaciones no guber- de expresiones artísticas –música, danzas y artesanías– entendidas como manifestaciones de la cultura criolla. La vigencia de este movimiento lejos de representar una mirada anacrónica de la vida social del país, actualiza ∗ INAPL, [email protected] discusiones en torno a la apropiación del relato histórico,

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la fi gura del gaucho y las manifestaciones culturales que vando de la literatura gauchesca de carácter militante cuyo particularizan la identidad nacional. auge funcional fl oreció durante las guerras de la indepen- Esta investigación que tuvo su origen allá por 1998, con dencia, y pasó a ser una recreación literaria de tiempos idos motivo de la peregrinación gaucha a la ciudad de Luján que elevó a la categoría de arquetipo nacional un tipo social –donde se encuentra emplazada la basílica con la imagen que desaparecía: el gaucho... su punto de partida puede de la Virgen–, tuvo distintos escenarios –fi estas desarro- fi jarse entre las fechas de aparición de las dos partes del lladas en el interior de la provincia de Buenos Aires y el Martín Fierro (1872 y 1879)” (Pérez Bugallo 1999-61). festejo en Santa Rosa, provincia de La Pampa, del Día del “El gaucho Martín Fierro, un modesto volumen de setenta Gaucho–, en los cuales se desarrolló observación par- y seis páginas, impreso en papel de diario, agotó su primera ticipante. Se realizaron estudios de caso de los Círculos edición en dos meses. El texto de Hernández se propuso, en Criollos Martín Fierro de Jáuregui y El Rodeo de Moreno, muchos sentidos, como la culminación y también como la ambas instituciones cuentan con más de cincuenta años de saturación del sistema: de registro extremo de un repertorio de existencia y se aplicó a noventa centros tradicionalistas una signos y la conversión del mensaje político en discurso social encuesta que requería información sobre infraestructura, de resonancias humanísticas (...). El texto de 1872 estaba actividades y fi estas que organiza y aquellas a las que con- dirigido a un público en general: lectores de la ciudad y de las curre. Además se desarrollaron entrevistas en profundidad áreas rurales (no obstante) la respuesta efectiva al poema sería que permitieron reconstruir relatos de vida de quienes par- dada por el lector de las áreas rurales” (Prieto 1988:52). ticipan e historias de algunas agrupaciones. Otra fi gura importante de la literatura gauchesca es No obstante el extenso material obtenido producto Eduardo Gutiérrez (1853-1890), quien en sus populares del trabajo de campo, no podemos afi rmar que estemos folletines, el teatro popular y los versifi cadores daba a dando cuenta de la totalidad de este fenómeno social y conocer historias de paisanos que huían de la justicia. En cultural. Seguramente los parámetros elegidos y las gene- la mayoría de los casos las obras critican duramente el ralizaciones a las cuales arribamos, no contemplen todos sistema judicial y fi guras como los jueces de paz, alcaldes los casos en provincia de Buenos Aires, donde hoy se y comandante militar. albergan más de mil doscientas instituciones. “...Juan Moreira, nombre verdadero del gaucho bravo El recurso de la encuesta, las entrevistas, la observación conocido hoy por todos los argentinos, fue popularizado por participante e incluso la construcción de un directorio de Gutiérrez. A partir del personaje real, el novelista acercó más de seiscientos cincuenta centros tradicionalistas en su gaucho al dramático modelo de Hernández y lanzó sus la provincia, no ha tenido por objetivo realizar un releva- capítulos efi caces y cálidos en el folletín del diario La Patria miento exhaustivo, sino construir una herramienta que Argentina, desde noviembre de 1879 hasta enero de 1880. además de avanzar en la descripción, posibilite la dis- Juan Moreira nace para siempre meses después de La Vuelta cusión de este fenómeno en el contexto del proceso que de Martín Fierro” (Vega 1981:37). atraviesan en la actualidad las identidades nacionales. “Para los sectores populares, la literatura popular de signo “Son cada vez más escasos los países cuya genealogía criollista, tuvo un signifi cado previsiblemente distinto del que histórica o contrato social sean tales que el territorio baste adquirió en los ámbitos dominados por la burguesía nativa y para defi nir la nación como una evidencia” (Guéhenno los grupos que se asimilaron a la misma...: la literatura popu- 1995:23). lar fue una forma de civilización que afectó la mentalidad y la conducta de la mayoría de sus miembros, mientras que para 1- ALGUNOS ANTECEDENTES determinados grupos de la burguesía, la literatura popular no Si bien es impreciso el momento histórico en el cual fue sino un objeto de cultura.” (Prieto 1988:145). surge y se organiza el Tradicionalismo, brindaremos algu- La literatura aparece expresando mitos y leyendas nos elementos que consideramos convergentes en el ori- que con el tiempo van a constituirse en parte del pasado gen de este fenómeno. común que se evoca como pueblo; y va a jugar un rol protagónico en la conformación del gaucho en arquetipo 1.1.- La literatura gauchesca nacional de la mano de políticas educativas que se propo- A partir de la segunda mitad del siglo XIX y como expre- nen la alfabetización masiva. sión de la cultura letrada, se alzan voces a favor del gaucho. Esta problemática constituye la constante de la literatura 1.2.- El Criollismo gauchesca en prosa y verso y va a tener gran incidencia en A fi nes siglo XIX y principios del XX, se documentan la conformación del gaucho como arquetipo nacional. los primeros Centros Criollistas. Los registros de la época “El movimiento tradicionalista –como prefi ere llamarlo los citan como un ámbito en el cual confl uyeron habitan- Carlos Vega– o la primera promoción nativista surgió abre- tes nativos e inmigrantes, y que tuvieron su eje en la lite-

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ratura popular de signo criollista, en la música folclórica además confeccionó una recopilación de obras, casi un y danzas nativas. millar de ejemplares impresos, bajo el nombre de “Biblio- Según lo relata Carlos Vega (1981: 52): teca Criolla” que luego cedió al Instituto Íbero Americano “...la primera, se relaciona con el prolífi co circo gauchesco, con sede en la ciudad de Berlín (Pisarello 2003: 438). es decir, que enlaza con la infl uencia rectora del Martín Otros hechos no menos importantes acompañan el Fierro...el 25 de mayo de 1894, el Dr. Regulés funda, dando surgimiento de este movimiento y signifi can una reva- motivo a una inolvidable fi esta campestre, la sociedad cos- lorización de la tradición y el pasado. En el año 1921 se tumbrista ‘La Criolla’ (...) Basten aquí algunos nombres de aprueba el plan para realizar una encuesta folklórica que las que aparecieron en los primeros años del siglo; y nótese la desarrollan los maestros de las escuelas en las provincias orientación que las animaba... Martín Fierro, Los Parias de la y territorios nacionales. Pampa, Los Perseguidos del Juez, Cruz y los Suyos, Picardía y “...El proyecto contenía, a más de las razones de orden los Suyos, La Frontera, Los Matreros de la Frontera”. cultural y educativo que lo fundamentaban, el estímulo “Algunos centros mueren a poco de fundados, otros se de cinco primeros premios, otras tantas medallas de oro, sostienen tanto como pueden, siempre ingresan nuevas especialmente acuñadas para el caso para las cinco mejo- agrupaciones entusiastas y esperanzadas. En 1902 salen a res recopilaciones de todas las provincias, y la publicación la lucha: El Alero, La Cañada, Los Criollitos de Bragado, del nombre y constancia en la foja respectiva de servicio El Chañar, Los Andes, La Coyunda, La Flor del Pago, Los para todos aquellos que hubieran contribuido efi caz e inte- Campechanos, La Flor de la Pampa, Los Fronterizos, Los ligentemente en la preparación de esta antología popular” Gauchos Nobles, La Huella, Los Indómitos, Los Montoneros (Carrizo 1953:19). del Llano, El Pucará, La Pialada, La Tradición de Santos El Consejo Nacional de Educación, en 1927, con- Vega, El Señuelo, La Resaca, La Querencia, Picardía y Los cede licencia en su cargo de maestro primario a Don Suyos y muchos otros (Vega 1981:53) Juan Alfonso Carrizo autor del cancionero popular de Un personaje infaltable de estos centros criollistas es Catamarca recogido desde 1912. En el año 1943 recibe la fi gura del payador “en su doble papel de juglar noticiero el apoyo de la Universidad Nacional de Tucumán lo que y de intérprete de poesías tradicionales o populares” (Vega le posibilita recorrer pueblo por pueblo cinco provincias 1981: 67). En el período de 1880-1914 se registra la actua- del país y documentar así los cancioneros de Salta, Jujuy, ción de excelentes payadores. Catamarca, La Rioja y Tucumán. La literatura popular “proveyó símbolos de identifi ca- Nuevamente en el mes de junio de 1939 se dispone ción y afectó considerablemente las costumbres del segmento en el Consejo de Educación la realización de una nueva más extendido de la estructura social. Las decenas de “cen- recolección de material con el objeto de enriquecer la ya tros criollos”, (...) no fueron sino la expresión perdurable existente, y nombrar una comisión para seleccionar, adap- de un fenómeno de sociabilidad cimentado en el homenaje tar y ordenar el material. En abril de 1940 se aprobaron ritual de mitos de procedencia literaria.” (Prieto 1988:145) las instrucciones presentadas al Consejo por la Comisión “Grupos de jóvenes de ambos sexos y de origen étnico y se autorizó la impresión de veinte mil ejemplares del diverso se reunían en estos centros para reproducir una atmós- folleto que contenía las instrucciones. fera rural que parecía garantizar, por sí misma, la adquisición El 20 de diciembre de 1943 se crea el Instituto Nacio- del sentimiento de nacionalidad necesario para sobrevivir, en nal de la Tradición. “La misión será salvar el patrimonio algunos casos, a la confusión cosmopolita y, para enfrentar espiritual heredado de nuestro país y de los vecinos que han en otros, a los brotes xenofóbicos que acompañaron el entero infl uido en nuestra formación social y étnica (...) para cono- proceso de modernización. Provincianos, extranjeros o hijos cer dentro y fuera del país su acervo folklórico y los estudios de extranjeros, los afi liados de los “Centros Criollos” se expre- que se hagan en América o en Europa que tengan relación saban y se comportaban, en el interior del espacio recordado con el folklore argentino” (Carrizo 1953: 25). por esa pertenencia, con las modalidades del habla y de la El Museo de Ciencias Naturales “Bernardino Rivada- conducta atribuidas o reconocibles en el universo literario via” propicia la investigación de Carlos Vega quien recorre presidido por la imagen del payador Santos Vega. Leían, reci- todo el país buscando la música tradicional, al inicio solo taban, componían textos, pero también cantaban, bailaban, y luego con la labor de su discípula Isabel Aretz. En 1931, se vestían, comían de acuerdo con las pautas de esa particular el entonces Director del Museo de Ciencias Naturales, pro- versión del tradicionalismo nativista” (Prieto 1988:145). fesor don Martín Doello Jurado creó la Sección de Musi- Entre quienes se interesaron en documentar la acti- cología Indígena, que se transformó en 1944 en Instituto vidad de estos primeros centros, se encuentra el profesor de Musicología Nativa. Es el profesor Carlos Vega quien se alemán Roberto Lehmann-Nitsche, contratado por la desempeña como Director del Instituto de Musicología, Universidad de La Plata entre los años 1897-1930, quien que funciona autónomamente desde el 3 de julio de 1948.

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“Por decreto del 13 de septiembre de 1948, el Superior mayoría se fue a las ciudades y casi la mitad se concentró Gobierno de la Nación, creó, sobre la base de los cursos de en la zona metropolitana de Buenos Aires. Para muchos la Danzas Nativas del Conservatorio Nacional de Música y inmigración signifi có un cambio de ocupación y un trán- Arte escénico, la Escuela Nacional de Danzas, bajo la direc- sito del campo a la ciudad. El resto se radicó en zonas rura- ción del Prof. Antonio R. Barceló, experto y estudioso cultor les, concentrándose principalmente en colonias agrícolas. de las danzas criollas y coreógrafo” (Carrizo 1953:118), En el censo de 1914 se halla ya constituida la estruc- En 1948, Rafael Jijena Sánchez fue designado Director tura urbana del país: poco menos de una tercera parte del Museo de Motivos Populares Argentinos “José Her- de los habitantes viven en ciudades medias o grandes, de nández”, que la Municipalidad de Buenos Aires creara cincuenta mil y más personas. (Germani 1973: 264). en diciembre de 1938. En 1939, por compra hecha por Apareció una Argentina en la que el dominio de una la Municipalidad de Buenos Aires, entró a pertenecer al Buenos Aires cosmopolita e inquieta, desplazaba a la Museo la valiosa colección de prendas camperas que for- Argentina hispánica, criolla y católica. Eran dos concep- mara don Carlos G. Daws. ciones de la sociedad y la cultura argentinas. En el año 1939 se promulga la ley 4756 votada por la Algunos sectores pensaron que el cambio que produjo Honorable Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la modernidad desnaturalizaba una personalidad nacional instituyendo el 10 de noviembre, día del nacimiento de que apenas comenzaba a consolidarse. y el nuevo sistema José Hernández, como “Día de la Tradición”, disponiendo político se vio como un abandono o descuido de la tradición entre otras consideraciones que dicho día el Parque Crio- nacional. Al acercarse el Centenario de la Independencia llo “Ricardo Güiraldes”, el Museo de Luján y otros sitios nacional, estas alarmas se manifestaron en escritores que, designados por el Poder Ejecutivo realizaran fi estas de sin renunciar al liberalismo político y cultural, procuraron carácter regional. la defensa de una tradición que veían amenazadas. Alrededor de 1920 surge un movimiento intelectual 1.3.- Proyectos y discusiones en la conformación de la nacionalista, en cuyo interior se plantearon discusiones y Argentina moderna polémicas. Inicialmente sus dirigentes y militantes perte- “El vacío dejado por la disciplina histórica fue ocupado necían a los sectores que se podría denominar criollos o por un movimiento de contrahistoria militante conocido argentinos de antigua data, pero su inserción en la socie- bajo el nombre de revisionismo histórico. Este movimiento, dad argentina no se circunscribía solo a estos núcleos. inicialmente minoritario y a contracorriente de las ideas El centro de su interés estaba en la política, y una dominantes, ha logrado hacer de un acontecimiento del de sus preocupaciones fue lo que se llamó el revisio- siglo XIX –el gobierno de Juan Manuel de Rosas entre 1829 nismo histórico que implicaba la reivindicación de Juan y 1852– una referencia principal de las batallas políticas Manuel de Rosas y su régimen y la revalorización del del siglo XX y, más aún el espacio mítico de la “verdadera pasado. Otro aspecto importante fue la economía, ya argentinidad” (Quatrocci Woisson 1995:21). que, además de la crítica del estado del país, se propo- El proyecto de modernización que se consolida en nían reformas en oposición al liberalismo conservador las décadas que empalman los siglos XIX y XX quebró que aceptaba la subordinación de los intereses argenti- de modo compulsivo el marco de sociedad tradicional nos al comercio con Gran Bretaña. y generó nuevas líneas con las que se fue ordenando la “En 1940 ya llevaba diez años la restauración del libe- nueva composición. ralismo conservador por obra del golpe de Estado del 6 de Hacía la década de 1870 bajo la dirección de una clase septiembre de 1930. Uriburu había muerto y luego de la dirigente, llamada en el idioma político local “la oligarquía”, consolidación del sistema mediante el fraude electoral y el la Argentina se incorpora al nuevo diagrama del mercado contralor de la oposición bajo la presidencia del general internacional del trabajo alentando la formación de áreas Agustín P. Justo (1932-36) el régimen se había continuado exclusivamente dedicadas a la provisión de materias pri- con la presidencia de Roberto M. Ortiz, radical alvearista. mas, en este contexto adquieren un valor importantísimo En materia económica, se había ajustado la dependencia del las extensiones fértiles. Este proyecto conlleva la necesidad comercio exterior dentro de la política británica y la oposi- de ampliar y consolidar el territorio nacional y una política ción de radicales disidentes (FORJA y Arturo Jauretche) y inmigratoria con vistas a poblar regiones, desplazar la pre- nacionalistas como los hermanos Irazusta, Raúl Scalabrini sencia del gaucho y reemplazar las poblaciones indígenas Ortiz y Ernesto Palacio, la atacaba desde afuera de los par- víctimas de una política de exterminio. tidos (radical, socialista y otros), en el marco de una crisis Así bajo el signo del liberalismo, la sociedad se trans- agravada por el fracaso de la formalidad democrática. formó con un europeísmo moderno, internacionalista y Los conservadores intentaron reformas administrativas progresista. A pesar del origen rural de los inmigrantes, la que no lograban la aceptación de una opinión pública vul-

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nerada por la falsifi cación electoral y la instalación de un ción de “tradicionalista”, es indispensable ser muy diestro sistema coercitivo de la oposición, que recibía el impacto de en el manejo del caballo y las tareas del campo; otros en los acontecimientos europeos y americanos. En el orden inte- cambio ponen el acento en el conocimiento sobre temas lectual y cultural la Argentina afi rmó su personalidad con de historia y tradición; un tercer grupo plantea que el ser fi guras y valores de las tendencias más diversas. La Guerra tradicionalista conlleva la posibilidad de lucir con esmero civil española (1936-39) y la Guerra Mundial (1939-1945) pilchas y recado; y hay quienes ante el surgimiento de un extremaron la ideologización violenta de la vida política, sinnúmero de nuevas instituciones han decidido demar- mientras Hispanoamérica presentaba un panorama endé- car este espacio, tomando como referente aquellas insti- mico de crisis y dictaduras (Zuleta Álvarez 1999 :319). tuciones que poseen personería jurídica, considerando La historia ofi cial a través de la cual se intenta homo- que esto avala su perdurabilidad en el tiempo. geneizar la visión del pasado es la vencedora de Caseros, No obstante estas diferencias de criterios, no existe la protagonista y forjadora del proyecto de la Argentina derecho de admisión. Todo aquel que desee sumarse y par- moderna que encara la generación del 80 y la que cons- ticipar puede hacerlo, sin necesidad de acreditar alguno truye el pasado a partir de la llegada de los inmigrantes. de los atributos antes enumerados. La “institución”, como El revisionismo histórico, en tanto movimiento de con- la llaman quienes participan, recibe un nombre de parte trahistoria militante, discute la historiografía a partir de de sus fundadores y es representado iconográfi camente la revisión del período rosista, pero trasciende su discu- en un estandarte, el que se constituye en la carta de pre- sión y atraviesa los dos grandes movimientos políticos sentación de dicha organización. argentinos del siglo XX: el radicalismo y el peronismo. El estandarte acompaña la bandera –nacional o pro- vincial, o ambas– en caso de desfi le o fi estas que lo ame- 2.- TRADICIONALISMO riten. La creación de nuevas instituciones tiene lugar Podemos afi rmar a partir de la evidencia documen- por la decisión de un grupo de paisanos/as, de realizar tada históricamente y de relatos recogidos en torno a la juntos algunas de las actividades que comúnmente desa- fundación de círculos criollistas aun vigentes; que orga- rrollan –que luego procederemos a detallar–, a veces con nizados o no, ya existían en 1930-1940, grupos de gente motivo de un evento particular o como escisión de una de a caballo que por puro gusto desarrollaban actividades anterior organización. como corridas de sortijas, doma y fi estas para el calenda- Los protagonistas de estos centros representan diver- rio patrio, agregando fechas que luego se incorporaron de sos sectores del espacio social, en relación a su inserción forma defi nitiva (Pisarello 2001). en el aparato productivo –peones, dueños de estancia, El relato en torno al cual se construye el criollismo obreros industriales, e intelectuales–y en relación a la –cuya expresión en la vida social y cultural de manera zona geográfi ca en la cual reside –ámbito rural, capital organizada la va a ofrecer el Tradicionalismo–, adopta o conurbano–. Esta diversidad de actores también da diversos elementos en los cuales confl uyen la literatura lugar a una gran variedad institucional, que trataremos gauchesca, el relato de la Argentina mestiza, junto a de describir. héroes como San Martín que sintetizan la lucha por la Independencia, y el gaucho como arquetipo social. 2.1.- Las instituciones Los hombres, mujeres, niños y jóvenes que participan, La “institución” está formada por un conjunto de lo hacen en su calidad de “tradicionalistas”; categoría que individuos que deciden autoconvocarse para realizar explicita su carácter de miembro de una organización, actividades o participar de actividades que organizan que a veces recibe el nombre de agrupación, o círculo o otras instituciones, que encuentran lugar común en las centro criollo o fortín, por citar algunas de las expresio- destrezas ecuestres. nes con las cuales se designa este tipo de asociaciones. Estas instituciones a veces tienen sede, a veces sede y Quienes se reconocen como “tradicionalistas” parti- campo, y a veces ni la una ni la otra y funcionan en casa de cipan del calendario de fi estas y actividades, que abarca uno de sus miembros. La sede es el lugar donde con cierta desde corridas de sortija, hasta desfi les y peregrinaciones; frecuencia se realizan reuniones sociales o familiares, en y expresan su condición de tales exhibiendo en la ves- torno a un locro, un asado, o empanadas y un poco de timenta prendas gauchas o llevando pilchas de usanza música. Estas actividades requieren de un salón que a veces campera: alpargatas, rastras, bombachas, boina o som- recibe el nombre de enramada, pulpería, o simplemente brero, pañuelo al cuello. salón familiar; donde se realizan los encuentros, peñas o Sin embargo al interior de este espacio coexisten dis- festivales. También suele haber un mostrador donde se tintas miradas a la hora de refl exionar la pertenencia al ofrecen alimentos que forman parte de la comida criolla: grupo. Algunos consideran que para acreditar la condi- pastelitos, tortas fritas, empanadas, choripanes.

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Las sedes están emplazadas en terrenos que han sido tuciones, ofrecemos clasifi carlas en tres grupos: aquellas donados, otorgados en comodato o préstamo; o com- que están directamente vinculadas a la realización de des- prados con el aporte de sus miembros. Además del salón trezas ecuestres y tienen su eje en la relación del jinete y para reuniones y una pequeña ofi cina donde se reúne el caballo; las que promueven la enseñanza y transmisión la comisión directiva de la institución a veces la sede de expresiones artísticas y en un tercer grupo las que enla- también cuenta con un museo donde se exhiben objetos zan estas instituciones con el resto de instituciones y la que refi eren a la historia de la agrupación, donaciones sociedad en su conjunto en prácticas que nombraremos de sus miembros o simplemente instrumentos que han de difusión (Pisarello 2003). sido usados para la realización de tareas camperas o El primer conjunto, sin importar las diferencias insti- referentes al pasado nacional. Ocasionalmente poseen tucionales, tiene como lugar común la práctica del desfi le. biblioteca –en algunos casos con preferencia de litera- El desfi le tiene lugar en la fi esta del patrono del pueblo o tura gauchesca–; oratorio o capilla, cancha de bochas, en las fechas patrias, así como en el nutrido calendario horno y fogón criollo. festivo que posee el Tradicionalismo. La actividad del des- El “campo” se refi ere a un terreno en el cual se pueden fi le consigna el paso de las agrupaciones a caballo –oca- realizar todo tipo de destrezas, en algunos casos ha sido sión en la cual sus protagonistas se esmeran en lucir las adquirido, pero la mayoría de las veces es un préstamo o mejores prendas– acompañados de estandarte de la agru- una renta temporaria. En este terreno generalmente no hay pación y bandera; el paso de tropilleros y el de carruajes. muchas instalaciones, solo las indispensables para cobijar el En ocasión también desfi lan caminando, y algunas ins- público que participará los días de encuentros y destrezas. tituciones presentan cuadros que organizan una mirada Entre las posibilidades que brindan estos terrenos tenemos retrospectiva de la historia argentina. campo de doma, pista de trote y cancha de sortija. En ocasión del desfi le los hombres –e incluso los Existen diversos modos de nombrar la “Institución” niños– que participan, lo hacen con una vestimenta que sin que esto signifi que una clasifi cación que contem- remite al habitante rural, más específi camente al gaucho, ple parámetros compartidos. Así es como encontramos y que presenta variaciones. En general las agrupaciones centros tradicionalistas, agrupaciones tradicionalistas, adoptan un color –a veces negro o gris– con el que com- fortines, círculos criollos, agrupaciones gauchas, cen- binan corralera y bombacha, camisa blanca y pañuelo o tros gauchos, peñas o agrupaciones folklóricas, grupo de corbatero, casi siempre con sombrero; otras lucen pilchas cabalgatas, agrupación criolla. Algunas están situadas en y emprendados de época y los hay en bombacha, alpargata áreas rurales, otras en área urbana o –como es el caso de y boina tejida. En el caso de las mujeres generalmente se muchas de ellas– en el conurbano. presentan con vestidos de paisana (estrechos en la pechera Si bien se registra un incremento considerable en su y amplia y larga la falda), también están las amazonas con número en la última década, algunas agrupaciones tienen vestidos de época, y las “paisanas” vestidas de “hombre”, más de cincuenta años de vida y son las que han garanti- léase con bombacha y corralera, o poncho y sombrero. zado la continuidad de fi estas populares como es el caso Dependiendo de las posibilidades con que cuenta la de la Peña Nativista que organiza la Fiesta de Llanura en institución para desarrollar la actividad, o de las carac- Coronel Dorrego desde la década de 1950 a nuestros días. terísticas de sus miembros, algunas practican la corrida de sortija, doma, jineteada, grupo de cabalgata, juego de 2.2.- Las actividades pato o imparten clases de equitación. El Tradicionalismo realiza diversas actividades que Un segundo grupo son aquellas actividades que tie- tienen su eje en la relación del paisano y el caballo; nen como objetivo la enseñanza y transmisión de aquellas organiza y participa de un calendario que contempla la manifestaciones artísticas –danzas, música y artesanía– conmemoración de las fechas patrias y fi estas que home- del criollismo. najean la cultura criolla y aborda la enseñanza y práctica En el caso de las danzas, algunas agrupaciones se cons- de expresiones artísticas vinculadas a la música, danza y tituyeron inicialmente solo como escuela de danzas y con artesanía criolla. el transcurrir del tiempo han sumado el desfi le, lo que las Esta somera descripción de las actividades que desa- convoca al calendario de fi estas y le proporciona parte de rrollan quienes participan del tradicionalismo, da como la práctica del Tradicionalismo que guarda relación con resultado una amplia gama que consigna desde la ense- las festividades y refi ere al campamento gaucho. ñanza de danzas nativas, la corrida de sortija a la realiza- Si las instalaciones lo permiten, se realizan peñas o ción de programas de radio y el infaltable desfi le. encuentros familiares en los que el atractivo fundamen- Con el objeto de organizar la descripción y abarcar la tal –además de un plato de locro, asado o empanadas– es diversidad de acciones que se realizan desde estas insti- la posibilidad de compartir música, que recibe en este

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ámbito el nombre de música “nuestra” y que refi ere a la cultura criolla y la tradición: Paseo Gaucho o Fiesta de diversos estilos musicales del territorio nacional –chaca- las Llanuras, para citar algunos ejemplos. En el caso de las rera, chamamé, cueca o milonga– con letras en castellano. fi estas cuyo eje es la relación del paisano y el caballo: la Bajo el nombre artesanía criolla se desarrollan una serie fi esta del potrillo, la fi esta del caballo, la fi esta del carrero, de artes y ofi cios en forma de talleres: tejido en telar; tala- jineteadas y destrezas en toda época del año. Como fi esta bartería, platería o soguería. religiosa nos referimos a peregrinaciones y cabalgatas a El tercer grupo lo hemos llamado genéricamente lugares en los cuales se encuentra emplazada una capilla difusión y comprende la realización de tarea didáctica u oratorio, o basílica –como en el caso de Luján o Itatí– y con escuelas, programas de radio, charlas; la construcción que son íconos de la argentina criolla; y las fi estas patro- de museos; las presentaciones de músicos y payadores y nales o fi estas del pueblo aquellas que celebran el día del la ejecución de festivales y peñas; así como exposición de Santo Patrono del lugar o la fecha de fundación. obras de arte referidas a la temática gauchesca. 3.- PROCESOS DE APROPIACIÓN Y REELABORACIÓN 2.3. Fiestas y celebraciones. El Tradicionalismo representa un lugar donde se reela- La fi esta contempla distintos momentos y por lo gene- bora y discute la apropiación del pasado, la tradición y la ral tiene su antesala en el campamento gaucho. Quienes se memoria histórica. La adscripción que aquí se reafi rma es trasladan a participar lo hacen en grupos, ya que además la “Patria”, entendida como el lugar común de la cultura, de los integrantes de la agrupación, comúnmente acom- el territorio y la historia. paña parte de su familia; sumando los animales y carrua- Quienes participan de este fenómeno social lo hacen jes en el caso que se tuvieran. A medida que van llegando, adscribiendo a una línea histórica que encuentra su se acomodan en un predio que se destina previamente a expresión en las acciones que organizan y de las cuales esa fi nalidad. El campamento se organiza por institucio- participan: la Peregrinación Gaucha a Luján, el homenaje nes y se concentra alrededor del fogón, en el que se com- a San Martín y la presencia de una Argentina cuyo pasado parte comida, mate y anécdotas. Se escucha música –con y presente se enlaza en la fi gura del gaucho. preferencia folclórica pero no de manera excluyente– y La representación de la Nación para quienes partici- se ameniza con distracciones que en el caso de los niños pan del Tradicionalismo se refi ere al criollismo, que signi- y jóvenes van unidas a montar a caballo. Forma parte de fi ca reconocer no solo la existencia de culturas indígenas este tiempo distendido entre amigos y familia, compartir anteriores a la llegada de la colonización, sino también la una partida de truco o preparar los caballos, tusando y perspectiva de un proceso de mestizaje cultural a lo largo lavándolos. de varios siglos de la cultura indígena y la española. Como plantea Ariño Villarroya (1992: 214) “Las fi estas Esto que se va a conformar en el mito de origen de son, ante todo, un tipo específi co de acción social que perte- quienes se agrupan en el movimiento tradicionalista –la nece a la esfera de las prácticas simbólicas, entendiendo por cultura criolla– va a reconocer distintas apropiaciones tales aquellas orientadas a la creación y transformación de acerca de lo indígena y lo español. Estas diferencias al los símbolos que confi eren sentido a la vida humana. Por interior del grupo terminan conformando matices donde ello, el primer rasgo que merece señalarse de toda fi esta es el otro mito de origen como es el de la Argentina producto hecho de que constituye una celebración que no solo evoca de la gran inmigración encuentra su línea demarcatoria. un objeto o acontecimiento, sino que muestra y patentiza el En el mito de la Argentina criolla, la gran inmigración va valor que se le otorga”. a signifi car un aporte en la conformación de la naciona- El calendario de fi estas ocupa casi todo el año, y las lidad. Dato interesante al respecto es la cantidad de inmi- hemos agrupado en: fi estas patrias, fi estas tradicionales, grantes o hijos de inmigrantes que forman parte de las fi estas de la cultura ecuestre, fi estas patronales o fi estas comisiones directivas e incluso son fundadores de estos del pueblo, y fi estas religiosas (Pisarello 2003). centros tradicionalistas. Como fi estas patrias denominamos todas aquellas El lugar de las agrupaciones es sostener los mitos y que se relacionan con la conmemoración de hitos y fechas leyendas que dan continuidad y perdurabilidad a este enmarcados en la construcción de la nación, siendo de relato del pasado común. ellos los más importantes el día que se conmemora la Los gauchos, que desempeñaron un papel impor- muerte de don José de San Martín, héroe nacional y sím- tante durante la guerra de la independencia, entre 1810 bolo de la independencia; el 25 de mayo, recordando la y 1820, integrándose a los ejércitos de Manuel Belgrano Revolución de Mayo y la Primera Junta de gobierno de primero y de José de San Martín; formaron el ejército con criollos, y el 9 de julio, festejando la independencia nacio- el que Martín Miguel de Güemes en la provincia de Salta nal. Las fi estas tradicionales son aquellas que homenajean obstaculizara el avance de las tropas realistas españolas y

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engrosaron las fi las de los caudillos provinciales durante cultural: como lo plantea Lafon (1998:59) “Cuando deci- las guerras internas; fueron más tarde obligados a enro- mos Patria aludimos al conjunto de valores materiales y no larse como soldados y enviados a la frontera cuando el materiales, pasados, presentes, y futuros que comparten los gobierno nacional decide anexar las tierras indígenas. naturales de una Nación: el apego al territorio compartido, ”Desde las élites se lo declara (al gaucho) moribundo o el respeto por las instituciones y las tradiciones culturales, muerto, si bien un sector de ellas va a reivindicarlo a nivel históricas y sociales, que comparten y el amor y el respeto ideológico como símbolo de ciertas creencias perennes que por sus símbolos”. se opondrán al carácter califi cado como advenedizo de los Estas afi rmaciones se producen en un escenario en inmigrantes ultramarinos” (Ratier 1988:38). el cual las naciones no solo han sido socavadas en sus La historia ofi cial habla del gaucho como una fi gura cimientos económicos, a raíz del protagonismo que ha legendaria pero extinguida, y esto es repetido hoy por adquirido el capital fi nanciero internacional; sino tam- muchos que participan de los centros tradicionalistas. Sin bién frente a un fenómeno de internacionalización de embargo, se busca acreditar esta condición –gauchos– desde modelos de gusto y consumo (Oliven 1999:141), que la vestimenta, usos, costumbres y hasta valores presentes en hace sugerir la presencia de culturas híbridas disociadas sus convocatorias. Si no se tienen presentes las vicisitudes del territorio y de identidades defi nidas (García Can- que sufrió la fi gura del gaucho, es difícil entender por qué clini 1989). estos pobladores que se comportan como gaucho, protago- El proceso de globalización se consolida a fi nes de la nizan la peregrinación gaucha, prefi eren autodenominarse guerra fría Este-Oeste, con la evolución hacia esquemas criollos o paisanos. Quienes enuncian este discurso son transnacionales y de regionalización, que dejaron atrás peones de campo, capataces, dueños de estancia, o pobla- las economías centralmente planifi cadas cuyos actores dores rurales que se reconvirtieron cuando la pujanza de la principales ya no parecen ser los estados nacionales sino industria nacional en obreros industriales. las corporaciones transnacionales. Constituye el triunfo Pero aunque su apropiación resulte a veces contra- del orden capitalista mundial y como plantea Raúl Bernal dictoria el gaucho es una bandera innegable del Tra- Meza (1994: 47-48): dicionalismo y está ligada a distintos momentos en la “….el orden bipolar ha sido sustituido por la emergen- construcción de la historia como nación. cia de una alianza ideológica, basada sobre el hecho de com- La fi gura del gaucho como arquetipo toma –en el partir determinados principios del orden político doméstico caso del Tradicionalismo–, rasgos de mestizaje cultural y (derechos individuales y políticos) y principios económicos defi ne el criollismo. (libre mercado). Además, (...) la globalización de la econo- “Los arquetipos condensan en alguien o en algo las mía transita hoy por una etapa que reafi rma la posición características importantes que se consideran epítomes de los hegemónica de Estados Unidos en tres lugares: modos de perfección, logro o belleza, y por lo tanto merecen - porque fue capaz de imponer el capitalismo a la admiración, incluso ser emulados” (Gutiérrez 1998:85). manera estadounidense, El gaucho resulta evocado como el habitante libre de - porque logró internacionalizar su cultura, hecho vin- las pampas y el personaje épico ligado a los orígenes de culado estrechamente a los hábitos y patrones de vida, nuestra nación; partícipe de la gesta libertadora, luego - y porque por sí solo constituye el 25% de la economía perseguido y requerido como soldado en los fortines. mundial”. La amenaza que signifi ca para los estados nación la 4.- CONCLUSIONES existencia de un nuevo orden planetario en torno a un “El concepto de identidad nacional sólo se puede enten- estado nación poderoso, excede los límites de lo econó- der con referencia a las ideologías del nacionalismo y a los mico y ha fortalecido un punto de vista que sostiene que vínculos que el nacionalismo establece con una tierra natal, el mundo de los estados nación está en proceso de rápida un pasado primitivo y un legado étnico, aunque para que desintegración. logre tener efecto, el nacionalismo requiere de un pasado Es en esta línea de análisis que plantea Eric Hobsbawn creíble y de preferencia, rico. El concepto de identidad (1992: 179) “...sin embargo el nacionalismo, por más que nacional no se debe entender como categoría fi ja, ya sea sea ineludible, sencillamente ha dejado de ser la fuerza his- de rasgos culturales o disposiciones sicológicas, ni como un tórica que fue en la época comprendida entre la Revolución conjunto de relatos pedagógicos, pese a todos sus elementos francesa y el fi nal del colonialismo imperialista después de didácticos” (Smith, 1998: 61-81). la segunda guerra mundial”. Para quienes componen las agrupaciones tradiciona- “Los supuestos cambios estructurales y económicos listas, la Patria y la tradición son categorías que los defi nen que están sustituyendo al mundo de las naciones por un en el espacio social, demarcatorios de un nosotros y otro mundo internacional, vienen acompañados de cambios

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psicológicos. Una conciencia posmoderna basada en una contemporánea, es, “un sustituto de factores de integración fl uidez y en un sentimiento de identidades múltiples sus- en una sociedad que se está desintegrando. Cuando la socie- tituye a las identidades fi jas del mundo moderno. Según dad fracasa, la nación aparece como la garantía última”. esta posición las identidades nacionales que por su fi jeza y (Hobsbawn 1992: 183). carácter absoluto reproducen psicológicamente los límites Es así que los movimientos nacionales representan fi jos del Estado nación, pertenecen fi rmemente al mundo ciertas variantes del sentimiento de pertenencia colectiva preposmoderno. Por lo tanto, se indica que las identidades en un mundo en que la desintegración de redes huma- regionales y “tribales”se han impuesto al viejo patrimonio nas reales deja un vacío emocional. El Tradicionalismo, nacional.” (Billig 1998:37-38). si bien preexiste al proceso de globalización, es en esta Un nuevo fenómeno parece acompañar este cambio última década –desde fi nes de los años ochenta– cuando de escenario y se refi ere al ejercicio de la soberanía: la registra uno de los períodos de mayor expansión y multi- comunidad internacional y el surgimiento de numerosas plicación institucional. organizaciones de la sociedad civil que parecen ser las “Todo este proceso de mundialización de la cultura, que nuevas expresiones democráticas y de participación ciu- da la impresión de que vivimos en una aldea global, acaba dadana o por lo menos intentan legitimarse en ese lugar. reponiendo la cuestión de la tradición, de la nación y de la “El número de organizaciones internacionales intergu- región. A medida que el mundo se torna más complejo y bernamentales aumentó de 123 en 1951 a 280 en 1972 y se internacionaliza, la cuestión de las diferencias se reubica 365 en 1984, el número de organizaciones internacionales y hay un intenso proceso de construcción de identidades”. no gubernamentales de 832 a 2173 en 1972, multiplicán- (Oliven 1999:141). dose por más de dos hasta cifrarse en 4615 en los doce años No obstante representar un fenómeno ampliamente siguientes” (Hobsbawn 1992: 191-193). extendido en el territorio, que convoca diversos sectores Este lugar ha sido construido sobre la supuesta defensa sociales, y que estructura redes de las cuales participan de los derechos humanos y los derechos civiles. Las orga- otros ámbitos de la actividad pública –instituciones nizaciones de la sociedad civil –desde las que defi enden el comunales, educativas, clubes sociales–, el Tradiciona- medioambiente a las que se solidarizan internacionalmente lismo es silenciado desde los medios masivos de comuni- para luchar contra la diabetes– enfatizan el lugar de ciuda- cación, o si aparece, lo hacen desde el exotismo. danos del mundo como un lugar sin bandera, ni ideología. Esto expresa una suerte de paradojas en las cuales aun El nuevo orden mundial surgido después de la caída del hoy se debate la construcción de la identidad nacional. La comunismo también va acompañado de transformaciones querella historiográfi ca argentina expresa esta difi cultad en el intercambio de la información. Estas transformacio- para construir una visión neutral respecto a los juicios de nes tecnológicas y comunicacionales que posibilitan a los valor y por saldar un debate que aparece como intermi- habitantes (no a todos) estar conectados con el mundo a nable respecto de los orígenes de la nacionalidad. través de la navegación virtual y las redes satelitales, han A los planteos que discuten el mito de origen –la impactado fuertemente en la cultura contemporánea. Argentina criolla y la Argentina fruto de la gran inmi- Es en este contexto que Néstor García Canclini (1995) gración–, se suman hoy las reivindicaciones de grupos se refi ere a la cultura como a un proceso de ensamblado indígenas y los procesos de reetnización, que reeditan en multinacional y plantea que las identidades que antes se algunos casos la discusión en torno al territorio y la par- defi nían por esencias ahistóricas, ahora se confi guran a ticipación política. partir de lo que uno posee o puede llegar a apropiarse. “Es comprensible que en época de crisis y transforma- En este sentido se produce la quiebra y mezcla de las ciones sociales haya un renacimiento y, a menudo, inven- colecciones que organizaban los sistemas culturales con ción de tradiciones. El hecho de no tener estas tradiciones la consiguiente desterritorialización de los bienes simbó- una relación con la situación presente es irrelevante, pues el licos y la expansión de los géneros impuros. criterio para analizarlas no puede ser un anacronismo, sino Este proceso que García Canclini defi ne como de lo que ellos representan en el imaginario de los grupos que hibridación cultural y que se acompaña con el derrumbe las cultivan.”.(Oliven 1999:142). de los grandes relatos metafísicos va dando lugar sobre La Argentina que representa el Tradicionalismo, si todo en los grandes centros urbanos a la aparición de una bien no la constituyen en su mayoría hombres y muje- cultura que podríamos denominar como cultura de lo res de campo, encuentra la continuidad del proyecto de efímero y que refi ere al consumo incesantemente reno- nación en la reafi rmación de expresiones que evocan una vado, a la sorpresa y al entretenimiento. tradición cultural –destrezas camperas o música nativa–, En este marco el nacionalismo o la etnicidad, según pero que además manifi estan y denotan una relación con escribe Minoslav Hroch refi riéndose a la Europa central el territorio y los símbolos patrios.

211 CUADERNOS 21

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212 EL TRADICIONALISMO“TODOS SE ARGENTINO ACUERDAN EN DE LOS YPF INICIOS ESTATAL” DEL SIGLO XXI

Peregrinando a Luján - 2003

Coronel Dorrego. Desfi le Fiesta de las Llanuras - 2002

Homenaje a San Martín. Catedral Metropolitana - 2002

213 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

VARIABILIDAD DE REPRESENTACIONES RUPESTRES EN EL SECTOR SUR DE LA MESETA DEL STROBEL (PROVINCIA DE SANTA CRUZ)

Anahí Re*, Rafael Goñi**, Juan Bautista Belardi*** y Amalia Nuevo Delaunay****

RESUMEN En este trabajo se presenta información sobre nuevos sitios con representaciones rupestres localizados en el sector sur de la meseta del lago Strobel, la cual permite abordar la discusión de la variabilidad interna en el uso de la meseta. Se analizan las posibles causas de la variabilidad, entre las que se cuentan el tamaño de las concentraciones, el lapso temporal involucrado en la ejecución de los grabados y diferencias en el uso del espacio a partir de ejes de circulación. A su vez, se retoman hipótesis presentadas en otros trabajos que refi eren a una posible convergencia poblacional en la meseta del lago Strobel durante el Holoceno tardío.

PALABRAS CLAVE Representaciones rupestres - cazadores-recolectores - uso del espacio - Holoceno tardío

ABSTRACT In this paper information is presented regarding new rock art sites located in the south of Lake Strobel Plateau. This information allows the discussion of the internal variability in the use of this plateau by human groups. Its possible causes are analyzed, including size of concentrations, time elapsed between the execution of different engravings and differences in space use in relation to different ways of access. In addition, hypotheses that were presented in previ- ous articles and that refer to a possible population convergency during the Late Holocene in Lake Strobel Plateau are discussed.

KEY WORDS Rock art - Hunther-gatherers - Space use - Late Holocene

INTRODUCCIÓN tardío (últimos 2500 años AP), regionalmente se habría En la cuenca de los lagos Cardiel y Strobel (provin- producido una reducción de la movilidad residencial y cia de Santa Cruz - Patagonia argentina) se están desa- nucleamiento de las poblaciones cazadoras (Goñi 2000; rrollando investigaciones arqueológicas cuyo objetivo Goñi y Barrientos 2000, 2004; Goñi et al. 2000-2002; es evaluar la relación entre las estrategias humanas de Goñi et al. 2004). Este modelo propone que las cuencas poblamiento y los cambios climáticos documentados bajas del área en estudio fueron espacios de interés resi- durante el Holoceno (Belardi et al. 2003; Goñi et al. dencial mientras que las cuencas o sectores altos tuvieron 2004, 2005). En el presente trabajo se continuará abor- un interés logístico. En ese contexto se ha sugerido que dando la problemática de las representaciones rupes- los espacios altos, tal el caso de las mesetas, habrían sido tres, en particular las de la Meseta del lago Strobel, con articulados logísticamente desde cotas más bajas. Su uso el fi n de evaluar el rol que cumplieron en la dinámica habría estado relacionado con el aprovechamiento esta- de poblamiento local. En tal sentido, el análisis estará cional de las tropas de guanaco que se encuentran en ellas centrado en el estudio del sector sur de la meseta, para en primavera-verano (Belardi y Goñi 2002, 2003, 2006; luego incorporarlo en una discusión más amplia en Gradin 1959/60a y b). escala regional mayor (fi gura 1). En segundo término se ha propuesto que la meseta del Strobel habría actuado como un área de convergencia Modelo y problemática actual poblacional a un nivel regional amplio, a partir de argu- En primer término se ha propuesto que, dadas con- mentos tanto ecológicos como arqueológicos (Belardi y diciones de desecación ambiental durante el Holoceno Goñi 2006; Goñi et al. 2006). Se entiende por convergen- cia poblacional al nucleamiento en un mismo espacio de * CONICET/INAPL, [email protected]. segmentos poblacionales provenientes de diferentes luga- ** INAPL/UBA/UNICEN, [email protected]. res, sin necesidad de que se presenten de manera simultá- *** UNPA/CONICET, [email protected]. nea (Belardi y Goñi 2006). Las características ecológicas **** INAPL/UBA, [email protected]. únicas de esta meseta se refi eren a la cantidad y diversidad

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de recursos presentes en ella (guanacos y otras especies de la Provincia Patagónica (Cabrera y Willink 1980). La animales; agua y paredones basálticos como refugios), a principal presa animal, recurso crítico de las poblaciones la estacionalidad marcada para su aprovechamiento (fi n cazadoras, ha sido el guanaco (Lama guanicoe), seguido de primavera y verano) y a su ubicación geográfi ca estra- en menores frecuencias por el choique o ñandú petiso tégica en el centro de la estepa santacruceña en relación a (Pterocnemia pennata) y luego por especies menores, dos ejes de circulación natural de menor costo (valle del tales como roedores, armadillos, lagartijas, etc. También río Chico al norte y este y la cuenca del lago Cardiel al componen la fauna local los carnívoros como los pumas sur). Los argumentos arqueológicos se refi eren a la infor- (Felis concolor) y los zorros (Pseudalopex culpaeus y mación proveniente de las representaciones rupestres, la Pseudalopex griseus). tecnología lítica y el equipamiento del espacio por medio Escala local: la meseta del Strobel es un plateau basál- de parapetos de caza. Asimismo, el modelo propone que, tico que se ubica en la provincia de Santa Cruz, a 48° 30’ dado su interés logístico, habrían habido diferentes ejes Latitud Sur y a 71° 46’ de Longitud Oeste, abarcando la de circulación e ingreso de poblaciones a la meseta del amplia superfi cie que media entre los lagos Cardiel al sur Strobel (Belardi y Goñi 2003, 2006; Goñi et al. 2006). y Strobel al norte, distantes entre sí unos treinta y cinco kilómetros, con una extensión este/oeste aproximada de Objetivos del trabajo cuarenta kilómetros (fi gura 1). Se la separa en tres sec- Los objetivos de este trabajo se refi eren a: tores (norte, centro y sur), cada uno de los cuales tiene 1) presentar información sobre una nueva serie de sitios aproximadamente una extensión de diez kilómetros en con grabados recientemente relevados en el sur de la dirección norte/sur. meseta del Strobel, considerando su emplazamiento y Dadas sus cotas, que oscilan entre novecientos y mil sus características técnicas y morfológicas; doscientos metros, es un ambiente con una marcada 2) a partir de estos datos, evaluar la variabilidad interna estacionalidad, pudiendo ser ocupado solo durante fi nes de las representaciones rupestres de la Meseta del de primavera y el verano. Una característica saliente de Strobel, dado que los nuevos sitios estudiados se esta meseta es la presencia de numerosas lagunas rodea- encuentran en el sector sur de aquella y que se trata das por paredes basálticas que son el único reparo de de concentraciones bajas y medianas, a diferencia de los fuertes y constantes vientos del oeste. En numerosos otros sitios ya publicados que corresponden a concen- casos estos paredones basálticos presentan diversas evi- traciones altas y “llamativas” (Ferraro y Molinari 2006; dencias de ocupación humana, incluyendo representacio- Gradin 1959/60a y b; Re et al. 2005). A su vez, se busca nes rupestres. discutir dicha variabilidad –si existiese– considerando En otro trabajo se señaló que “La meseta del Strobel a) un “efecto tamaño de la muestra”, b) diferencias en carece aún de datos cronológicos, los mismos provienen tendencias temporales relativas –a partir de los grados mayoritariamente de la cuenca del lago Cardiel y ubican de pátinas, las superposiciones y reciclados y los tipos a las ocupaciones humanas principalmente a partir de de motivos representados– y c) diferencias en el uso los últimos 2500 años A.P. (Goñi et al. 2004a), contex- del espacio a partir de ejes de circulación. tualizando así a las ocupaciones de la meseta del Strobel Entonces, se busca rescatar la importancia de este (Belardi y Goñi 2002). A su vez, la cronología máxima de tipo de sitios para discutir la dinámica del poblamiento ca. 2000 años AP obtenida para el uso de parapetos en de los grupos cazadores recolectores en estos ambientes mesetas aledañas, como la Pampa del Asador (Goñi 2000- en especial en el Holoceno tardío. El estudio de estos 2002), las morfologías de las puntas de proyectil registra- grabados se enmarca en la información ya generada das en la meseta del Strobel –homologables a diseños sobre representaciones rupestres y otras líneas de evi- tardíos– y la presencia de escasos restos cerámicos en el dencias en la meseta del Strobel en una escala regional sitio Don Edmundo (Cassiodoro 2004), permiten soste- (Belardi y Goñi 2002, 2006; Belardi et al. 2005, 2006; ner el marco cronológico propuesto.” (Goñi et al. 2006). Cassiodoro 2005; Ferraro y Molinari 2001, 2006; Goñi Se cuenta actualmente con un fechado radiocarbónico et al. 2006; Re et al. 2005). realizado sobre carbón para la capa superior de Laguna del Faldeo Verde –LFV–, con un contexto dominado por CARACTERIZACIÓN DEL ÁREA puntas de proyectil, raspadores y desechos de talla, que Escala regional: el área analizada se ubica en Patago- confi rma un uso reciente de la meseta. Es “LFV - Nivel nia centro-meridional. Se trata de un semidesierto, con 1 - Sondeo 1 - AC 1759: actual”, estando a la espera de un promedio de doscientos a cuatrocientos milímetros fechados de capas inferiores. Aun así, no se descarta una de precipitaciones anuales. El ambiente corresponde a posible cronología del Holoceno medio en virtud de las una estepa herbácea del Distrito Patagónico Occidental características formales de algunos de los diseños regis-

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trados en las representaciones rupestres (Belardi y Goñi aquella. La mitad de ellas cuentan con representaciones 2002; Ferraro y Molinari 2006). rupestres (fi gura 1), sumando alrededor de 5000 elemen- tos y habiéndose presentado en ocasiones anteriores el METODOLOGÍA Y MUESTRA relevamiento de algunas de ellas (Belardi y Goñi 2002, Para discutir la densidad de representaciones rupestres 2006; Ferraro y Molinari 2006; Goñi et al. 2006; Re et al. en cada sitio, se toman dos medidas: las unidades topo- 2005). Aquí se presentan cinco nuevos sitios (K37, K38, gráfi cas (UT) y la cantidad de elementos (CE). Las UT son K39, K40 y K45) y dos registrados en trabajos anteriores, diferenciadas a partir de las características del soporte, pero que no habían sido objeto de una descripción más contándose entre ellas: orientación, inclinación y pre- detallada (K7 y K11). sencia de fracturas. Por otra parte, se toma como unidad de análisis al elemento, entendido como la segmentación DESCRIPCIÓN DE LOS SITIOS inicial que distingue unidades discretas en el espacio del Todos los nuevos sitios relevados se encuentran en el soporte, pudiendo ser agrupados, en una etapa posterior sector sur de la meseta del lago Strobel. Se trata de gra- del análisis, en motivos simples o compuestos (Aschero bados sobre paredes y bloques de basalto que ofrecen y Martel 2003-2005; Gradin 1978). La CE es evaluada a reparo de los fuertes vientos predominantes del oeste. La partir de categorías asignadas de acuerdo con el total de calidad de los soportes utilizados en general es buena, es elementos registrados en cada sitio, diferenciándose: 1) decir, presentan granulometría fi na, pátina oscura y un entre 1 y 50; 2) entre 51 y 100; 3) entre 101 y 500; 4) entre bajo estado de meteorización, lo que ha permitido el 501 y 1000; 5) más de 1000. empleo de una variedad de técnicas de grabado diferentes Por otra parte, se considera la presencia en los sitios (picado, inciso y raspado). A continuación se describen de determinados grupos de motivos, diferenciados de los sitios analizados, agrupados de acuerdo con la canti- acuerdo con criterios operativos propios en función de dad de elementos que presentan. los motivos relevados: 1) Abstractos, CANTIDAD DE ELEMENTOS 1 (CE 1): ENTRE UNO Y CINCUENTA 2) Pisadas, ELEMENTOS 3) Guanacos, • Sitio K7 (Ubicación GPS: Lat. S 48° 39,925’ Long. O 4) Otros zoomorfos y 71° 17,764’) 5) Antropomorfos. Se trata de una pared baja a unos cien metros de una “Abstractos” comprenden círculos, semicírculos, líneas pequeña laguna. El sector con grabados tiene aproxi- curvas, quebradas, rectas y sinuosas, punteados, radiales, madamente 3 metros de largo, registrándose tres UT. trazos, caóticos, cruces, espirales, peiniformes, reticula- Hay escaso material lítico asociado (microlascas de dos, subcirculares y geométricos complejos. Las “pisadas” obsidiana principalmente). pueden ser tridígitos (huella de choique y aves), de felino, Se registraron trece elementos grabados (tabla 1). Pre- de guanaco, de caballo y humana. Los “otros zoomorfos” dominan los círculos (46,15%) y, en segundo lugar, son lagartijas o matuastos, huemules, caballos, piches se ubican los semicírculos (15,38%) y líneas rectas (armadillos) y zoomorfos no identifi cados. Como ya (15,38%). La única representación zoomorfa es un se planteara en otros trabajos, los motivos de guanacos tridígito. Por otra parte, solamente se utilizó la técnica grabados no habían sido registrados hasta el momento del picado. En relación a las pátinas, se identifi caron en ningún sitio de Patagonia centro-meridional. De tal motivos con pátinas 2 y 3 y un solo caso de super- manera, su presencia en la meseta del Strobel constituye posición, específi camente, un semicírculo sobre un un elemento relevante en el análisis, siendo separados de indeterminado. los “otros zoomorfos”. En cuanto a los grupos de motivos, presenta los gru- Para evaluar las tendencias temporales se consi- pos 1 (abstractos) y 2 (pisadas) (fi gura 7). deran las pátinas y las superposiciones o reciclados. • Sitio K38 (Ubicación GPS: Lat. S 48º 40,884’ Long. O La variedad de pátinas presentes fue agrupada en tres 71º 18,161’) grados para simplifi car su abordaje, siendo la uno la Se trata de una pared de treinta metros de largo a cien más desarrollada, dos la intermedia y tres la menos metros de una laguna pequeña. Se registraron cua- desarrollada. tro UT, con un total de veinte elementos. Se observó En relación con la muestra cabe aclarar que en la escaso material lítico en superfi cie. meseta del lago Strobel hasta el momento se han regis- Predominan los semicírculos (25%), círculos (20%) trado aproximadamente cincuenta concentraciones y trazos (20%) (tabla 1). Se observa también una arqueológicas distribuidas en el norte, centro y sur de representación de matuasto y una huella de felino.

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Figura 3 - Tridígito y huellas de felino en el sitio K37

Figura 1 - Ubicación de todos los sitios con representaciones rupestres detectados en la meseta del lago Strobel. Sólo se encuentran numerados los sitios mencionados en el texto

Figura 2 - Abstractos (trazos y líneas) superpuestos a guanacos en el sitio K37 Figura 4 - Guanacos en el sitio K39

218 VARIABILIDAD DE REPRESENTACIONES RUPESTRES

La técnica utilizada es la de picado y se registraron (13,75%) (tabla 1). En bajas frecuencias se destacan a pátinas 3 y 2, no observándose superposiciones. Pre- su vez los guanacos (fi gura 4), las huellas de felino y senta los grupos de motivos abstractos, pisadas y otros un matuasto. Se observa toda la variedad de técnicas zoomorfos (fi gura 7). de grabado, si bien predomina el picado. En relación a • Sitio K40 (Ubicación GPS: Lat. S 48º 40,434’ Long. O las pátinas se encuentran representadas la 3 y la 2. Se 71º 18,188’) registraron seis superposiciones, un caso de tridígito Se encuentra sobre una laguna muy cerca de K39, sobre guanaco y cuatro de abstractos sobre guanacos. aproximadamente a unos trescientos metros. Se observó Presenta los cuatro grupos de motivos (fi gura 7). poco material en superfi cie. El sector con grabados tiene cincuenta y cinco metros de largo y ocho UT. CANTIDAD DE ELEMENTOS 3 (CE 3): ENTRE CIENTO UNO Y Entre los doce motivos registrados se hallan los círcu- QUINIENTOS ELEMENTOS los (50%), en primer lugar, y los guanacos (25%), en • Sitio K11-Arturo (Ubicación GPS: Lat. S 48º 38,989’ segundo (tabla 1). Entre las técnicas, se observan el Long. O 71º 16,397’) picado y el raspado mientras que las pátinas presentes Es un paredón basáltico a ciento cincuenta metros son la 1 y la 3. No se documentaron superposiciones. de una laguna. Las paredes con grabados tienen una Se encuentran representados solamente los grupos de extensión de sesenta metros. Se identifi caron veinte motivo abstractos y de guanacos (fi gura 7). UT, tres de ellas bloques, con un total de ciento sesenta y siete elementos. Se observó abundante material CANTIDAD DE ELEMENTOS (CE 2): ENTRE CINCUENTA Y UNO Y lítico asociado y se realizaron sondeos de los cuales CIEN ELEMENTOS se recuperaron artefactos líticos pero no arqueofauna, • Sitio K37 (Ubicación GPS: Lat. S 48° 42,422’ Long. O presentándose una situación similar a la de otros casos 71° 17,911’) consignados. Es un paredón sobre laguna. El sector con grabados En mayor frecuencia se registraron los círculos tiene cuarenta y siete metros de largo y se documen- (26,35%), seguidos por los trazos (12,57%), semi- taron 18 UT, dos de ellas bloques. Se observó escaso círculos (12,57%) y líneas rectas (11,98%) (tabla 1 y material lítico en superfi cie. fi gura 5). Además, en menores porcentajes, resaltan Se registraron noventa y tres elementos, en los que las huellas de felino, las huellas humanas, los tridígi- predominan los círculos (27,96%), seguidos por las tos, un matuasto y una representación de guanaco. En líneas rectas (12,9%) y los guanacos (12,9%) (tabla este sitio se documentaron todas las técnicas de gra- 1 y fi guras 2 y 3). En bajos porcentajes se observan bado (picado, inciso y raspado) y variedad de pátinas huellas de felino, tridígitos y huellas humanas. En (1; 2 y 3). A su vez, se identifi caron quince superpo- relación a las técnicas empleadas, se observó el predo- siciones. La mayor parte de ellas son abstractos sobre minio del picado, si bien también se registraron casos abstractos, mientras que también se observaron casos de raspado e inciso. Además, se identifi caron toda la de pisadas, tanto de felino como humana, sobre abs- variedad de pátinas y quince superposiciones. Doce tractos y dos ejemplos de círculos sobre guanaco. Se de estas últimas son abstractos, principalmente cír- encontraron los cuatro grupos de motivos considera- culos, sobre guanacos. Se identifi caron los grupos de dos (fi gura 7). motivos abstractos, pisadas y guanacos (fi gura 7). • Sitio K45 (Ubicación GPS: Lat. S 48º 40,180’ Long. O • Sitio K39 (Ubicación GPS: Lat. S 48º 40,581’ Long. O 71º 16,257’) 71º 18,253’) Se encuentra sobre una laguna, ocupando el sector Este sitio se encuentra próximo a K38, a alrededor con grabados sesenta metros de largo. Se registró de cien metros de una laguna. Presenta buen reparo abundante material en superfi cie. Este sitio es el que y material lítico en la base. Se realizaron cateos que presenta la mayor cantidad de UT de todos los ana- presentaron material lítico pero no óseo, probable- lizados en este trabajo ya que cuenta con cuarenta y mente debido a la acción de procesos diagenéticos una de ellas, incluidos seis bloques. que favorecen la destrucción del material orgánico Los grabados suman un total de doscientos cincuenta tal como se verifi cara en otros sitios de la meseta y cinco elementos (tabla 1). Entre ellos predominan (Belardi et al. 2006). Tiene ciento sesenta metros de ampliamente los abstractos, específi camente los pun- extensión y veinte UT, siendo una de ellas un bloque teados (23,53%), los círculos (16,86%) y las líneas y sumando ochenta elementos. rectas (12,16%) (fi gura 6). En muy bajas frecuencias Predominan las líneas rectas (18,75%), los círculos se detectaron huellas de felino (4,31%) y tridígitos (15%), las huellas humanas (15%) y los semicírculos (1,57%). En relación a las técnicas se registró la presen-

219 CUADERNOS 21

cia del picado y del inciso, mientras que en las pátinas independiente del tamaño de la muestra del sitio (tabla se observó una amplia variedad, si bien las de tipo 1 y 2 1, fi gura 7 y 8). El grupo de motivos “Antropomorfos” no son predominantes. Se identifi caron diez superposicio- ha sido registrado en estos sitios, habiéndose encontrado nes, todas ellas de abstractos sobre abstractos. hasta el momento en la meseta del Strobel solamente en Es de destacar que, si bien es el sitio con mayor canti- el sitio LFV (Re et al. 2005). dad de elementos de todos los presentados en este trabajo, Por otra parte, se observa que la cantidad de superpo- solamente se registraron los grupos de motivos abstractos siciones registradas y la variedad de técnicas y pátinas sí se y pisadas (1 y 2) (fi gura 7). encontraría en relación directa con el tamaño de los sitios o referida a este “efecto tamaño de la muestra”, cuanto mayor DISCUSIÓN es la frecuencia de motivos, mayores son el número de El primer objetivo de este trabajo fue presentar la superposiciones y la variedad de pátinas y técnicas. nueva información disponible para la Meseta del Strobel. Respecto de una cronología relativa, hasta el momento Se destaca inicialmente el hecho que no se han registrado se pueden inferir algunas primeras tendencias tempora- motivos aislados (1 ó 2), es decir que no hay no sitios les en la ejecución, de acuerdo con las superposiciones y (sensu Dunnell 1992). también a través de las diferentes pátinas. Generalmente El grupo de motivos 1, los abstractos, se encuentra los guanacos presentan las pátinas más marcadas 1 y 2, representado en todos los sitios (fi guras 7 y 8) y presenta mientras que en las superposiciones observadas siem- toda la variedad de técnicas, mientras que los demás gru- pre se encuentran debajo del resto de los motivos. Por pos no están presentes en todos los sitios relevados, inclu- estas razones, se puede pensar que señalan un primer yendo el resto de la muestra presentada en otros trabajos momento de ejecución de representaciones en la meseta. Así, en términos generales, más allá de la CE, los sitios Sin embargo, es importante destacar la marcada variabi- analizados presentan características similares a otras con- lidad que existe en los diseños de guanacos que podrían centraciones registradas en el norte, centro y sur de la estar indicando diferentes etapas o momentos de ela- meseta del Strobel (Belardi y Goñi 2002, 2006; Ferraro y boración. Tal variabilidad de diseños ha sido planteada Molinari 2006; Goñi et al. 2006; Re et al. 2005). dentro del Grupo Estilístico B1 para el área del Río Pin- El segundo objetivo ha sido evaluar la variabilidad turas y áreas aledañas, el cual abarca un amplio segmento interna de las representaciones rupestres de la meseta, temporal (Aschero 1996, Gradin et al. 1979, Gradin com. enfocada en el análisis más específi co de sitios de dimen- pers. en Belardi y Goñi 2006). Por otra parte, los motivos siones medias o bajas del sector sur. Hasta el momento, la abstractos muestran diferentes pátinas y superposiciones inclusión de sitios de grandes dimensiones centró la aten- de abstractos sobre abstractos que resaltan la variedad ción en una gran diversidad de motivos, diseños, pátinas de momentos de su ejecución. Respecto de las pisadas, y técnicas. Esta riqueza en los conjuntos podía responder lo que se observa en estos sitios, tanto como en los ante- en parte a factores tales como el tamaño de la muestra, la riormente estudiados, es que estarían en una posición cronología o la ubicación espacial de los sitios. relativa posterior a los anteriores motivos. Por ejemplo, En relación con el “efecto tamaño de la muestra”, en las superposiciones analizadas para los siete sitios bajo este se refi ere a que a medida que aumenta el tamaño de estudio, sobre un total de cuarenta y siete superposicio- una muestra arqueológica en estudio tiende a crecer su nes (mayoritariamente abstractos sobre abstractos), se riqueza artefactual (entre otros, Shott 1989), en el caso de registraron cinco pisadas superpuestas a abstractos y dos las representaciones rupestres, debería crecer la variedad a guanacos. Asimismo, resaltando la tendencia a una cro- de tipos de motivos. Sin embargo, en los casos aquí pre- nología relativa más tardía de las pisadas, la mayoría pre- sentados se observa que los diferentes grupos de motivos senta pátinas del grado 3 o menos desarrollada. En cuanto no parecen presentar este comportamiento. Respecto del a los “otros zoomorfos”, estos se encuentran en muy bajos grupo de motivos de los guanacos se observa que K45 es porcentajes y no registran superposiciones. Sin embargo, de dimensiones grandes (CE3) y no presenta guanacos, cabe aclarar que presentan técnicas y pátinas similares a mientras que en K37 y K40, que tienen muestras más las pisadas. En síntesis, el análisis de los siete sitios aquí pequeñas (CE 2 y 1 respectivamente), este tipo de motivo presentados ha permitido ajustar mejor algunas tenden- se encuentra en alta frecuencia. Coincidentemente con cias cronológicas relativas, ya delineadas en otros sitios esta observación, otras representaciones de zoomorfos, de la meseta, que marcaban ciertos niveles de diacronía algunas escasas siluetas de lagartijas o matuastos, se regis- en las representaciones (Re et al. 2005). Asimismo, se han traron en sitios de tamaños CE 1 y 2, pero no en otros verifi cado en todo tipo de tamaños de sitios diferentes mayores de esta muestra. Entonces, se ha podido obser- momentos de ejecución, subrayando la idea de diacronía var que la diversidad de los distintos tipos de motivos es en los diferentes tipos de motivos y diseños.

220 VARIABILIDAD DE REPRESENTACIONES RUPESTRES

Figura 5 - Abstractos (círculos, semicírculos, etc.) y pisadas de felino en el sitio K11

Figura 6 - Abstractos (círculos, semicírculos, punteados, etc.) en el sitio K45

Figura 7 - Grupos de motivos representados en los sitios analizados en este trabajo. 1- Abstractos, 2- Pisadas, 3- Guanacos, 4- Otros zoomorfos

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Tabla 1 - Tipos de motivos registrados por sitio

CE 1 CE 2 CE 3 Tipología Total K7 K38 K40 K37 K39 K11 K45 Caótico 7,69% 5% - 2,15% 1,25% 1,80% 0,39% 1,41% Círculo 46,15% 20% 50% 27,96% 15% 26,35% 16,86% 22,03% Cruz - - - - 1,25% 0,60% - 0,31% Espiral ------1,18% 0,47% Geométrico - - - - 1,25% - 1,57% 0,78% complejo Línea curva - 5% - 2,15% 3,75% 1,80% 3,53% 2,81% Línea quebrada - - - - - 4,19% 3,92% 2,66% Línea recta 15,38% 10% 8,33% 12,90% 18,75% 11,98% 12,16% 12,97% Línea sinuosa - 5% - 8,60% 7,50% 5,39% 7,84% 6,88% Peiniforme ------0,39% 0,16% Punteados - - - 4,30% 2,50% 3,59% 23,53% 11,25% Radial ------0,78% 0,31% Reticulado - - - 1,08% - - 0,78% 0,47% Semicírculo 15,38% 25% 16,67% 3,23% 13,75% 12,57% 9,02% 10,47% Subcircular - - - - 1,25% 1,80% 0,39% 0,78% Trazo 7,69% 20% - 5,38% 5% 12,57% 7,45% 8,44% Guanaco - - 25% 12,90% 8,75% 0,60% - 3,59% Huella de felino - 5% - 7,53% 3,75% 6,59% 4,31% 5,16% Tridígito 7,69% - - 9,68% - 2,99% 1,57% 2,97% Huella indet. ------4,31% 1,72% Huella humana - - - 2,15% 15% 6,59% - 3,91% Matuasto - 5% - - 1,25% 0,60% - 0,47% Total 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% 100% Total 13 20 12 93 80 167 255 640

222 VARIABILIDAD DE REPRESENTACIONES RUPESTRES

Figura 8 - Grupos de motivos representados en sitios relevados en el sector sur y norte de la Meseta del Strobel (Belardi y Goñi 2002, 2006; Ferraro y Molinari 2006; Re et al. 2005) 1- Abstractos, 2- Pisadas, 3- Guanacos, 4- Otros zoomorfos, 5- Antropomorfos

223 CUADERNOS 21

A los efectos de discutir el punto mencionado en mantienen, a la vez que nos alertan acerca de la importancia la introducción, referido a ejes de circulación y uso del de incluir tipos de sitios de cantidades de motivos medias espacio en la meseta del Strobel, es necesario enmarcar o bajas, en una discusión general y amplia, que abarca no los sitios analizados en este trabajo dentro del sector sur y solo la escala local sino también la de orden regional. luego a este último dentro del resto de la meseta. La fi gura 8 muestra los grupos de motivos representados en los dife- AGRADECIMIENTOS rentes sectores de la meseta. De acuerdo con este gráfi co, Este trabajo se realizó dentro del marco del Proyecto un factor de interés para evaluar la existencia de variabi- PICT 2004 Nº 26295 de la ANPCYT, de proyectos de la lidad entre las representaciones rupestres de la meseta es Secretaría de Cultura de la Nación (INAPL), dirigidos la distribución espacial de los motivos o diseños. Por un por Rafael Goñi, y del Proyecto PIP-CONICET N° 6.405 lado, todos los motivos están representados en todos los dirigido por el Dr. Juan B. Belardi. A su vez, queremos sectores de la meseta. Sin embargo, se puede observar que agradecer a todas las personas que hacen posibles los tra- motivos de especial interés como los guanacos, se presen- bajos en el campo, entre ellas se encuentran Arturo Oli- tan con frecuencias muy superiores hacia el sur de aquella, vero López, las familias Nuevo Delaunay de Estancia Las incluyendo sitios como los aquí presentados, de tamaños Tunas (lago Cardiel), Rodríguez de Estancia Lago Strobel intermedios o menores pero con porcentajes relativamente y Cittadini de Estancia Faldeo Verde. signifi cativos. Por ejemplo, en los siete sitios aquí infor- Una versión de este trabajo fue presentada en el mados se han contabilizado veintitrés guanacos (sobre un II Simposio Nacional de Arte Rupestre, 2006, Trujillo, total de doscientos un guanacos registrados en todo el sec- Perú, a cuyos organizadores agradecemos especialmente tor sur), mientras que todos los relevados en el sector norte esa oportunidad. suman solo treinta y seis, (veinte en K22-El Lobo, quince en K25-LFV, sobre un total de mil ciento sesenta y nueve BIBLIOGRAFÍA elementos, y uno en K36-Laguna La Reja). Aschero, C. A. A su vez, este nuevo análisis no ha mostrado la pre- 1996 ¿Adónde van esos guanacos? J. Goméz Otero (ed.), sencia de motivos antropomorfos (sin tomar en cuenta Arqueología. Sólo Patagonia, págs. 153-162, Puerto las pisadas humanas) en el sector sur, tal como ocurre al Madryn, CENPAT-CONICET. norte en el sitio LFV, lo cual podría incorporarse a la dis- Aschero, C. A. y Á. R. Martel cusión de si en LFV sí se cumpliría el “efecto tamaño de la 2003 2005, El arte rupestre de Curuto-5 Antofagasta de muestra”, refi riéndonos a estos motivos. la Sierra (Catamarca, Argentina). Cuadernos del Estas diferencias en las distribuciones de los motivos INAPL, 20: 47-72. podrían explicarse por distintas razones. En primer lugar, Belardi, J. B., S. Espinosa y G. Cassiodoro se estarían presentando dos ejes de circulación natural de 2005 Un paisaje de puntas: las cuencas de los lagos Car- menor costo, como son el valle del río Chico al norte y este diel y Strobel (Provincia de Santa Cruz, Patagonia y la cuenca del lago Cardiel al sur. Esto también aporta argentina). Werken 7: 57-76. a la discusión del modelo de convergencia poblacional Belardi, J. B, R. Goñi, T. Bourlot y A. Aragone presentado oportunamente (Belardi y Goñi 2006; Goñi et 2003 Uso del espacio y paisajes arqueológicos en la al. 2006). Como se mencionó previamente, este modelo cuenca del lago Cardiel (Provincia de Santa Cruz, propone que la meseta del Strobel fue un ambiente Argentina). Magallania. Anales del Instituto de la óptimo para la convergencia de poblaciones en una Patagonia 31: 95-106. escala regional amplia, en particular durante el Holoceno Belardi, J. B. y R. A. Goñi tardío; conformando así un espacio logístico accesible 2002 Distribución espacial de motivos rupestres en la desde diferentes direcciones. Lo que vemos en este aná- cuenca del lago Cardiel (Patagonia Argentina). lisis es que se subraya la variabilidad interna en la meseta Boletín SIARB, 16:29-38. en cuanto al uso del espacio y los ejes de circulación, en 2003 Motivos rupestres y circulación de poblaciones referencia a la distribución espacial de los motivos y los cazadoras-recolectoras en la meseta del Strobel diseños rupestres. Esta tendencia deberá corroborarse en (Santa Cruz, Patagonia argentina). VI Simposio futuros trabajos en el sector centro y norte de la meseta, Internacional de Arte Rupestre, págs. 186-195, San como así también en la Meseta del Cardiel Chico al sur Salvador de Jujuy. CD. del lago Cardiel, que presenta características geomorfoló- 2006 Representaciones rupestres y convergencia pobla- gicas y ecológicas similares a la Meseta del Strobel. cional durante momentos tardíos en Santa Cruz En conclusión, los nuevos sitios aquí analizados mues- (Patagonia argentina). El caso de la meseta del tran que las tendencias esbozadas en anteriores estudios se Strobel, en D. Fiore y M. Podestá (eds.), Tramas

224 VARIABILIDAD DE REPRESENTACIONES RUPESTRES

en la Piedra, págs. 77-88, Buenos Aires, WAC, SAA Goñi, R., G. Barrientos y G. Cassiodoro y AINA. 2000 2002, Condiciones previas a la extinción de las Belardi, J. B., M. Bregliani, D. Rindel, H. Gómez y T. poblaciones humanas del sur de Patagonia: una Bourlot discusión a partir del análisis del registro arque- 2006 Condiciones de preservación de conjuntos ológico de la cuenca del lago Salitroso. Cuadernos arqueofaunísticos en la meseta del Strobel (provin- del INAPL, 19: 249-266. cia de Santa Cruz, Argentina). Actas de las VI Jor- Goñi, R., J. B. Belardi, S. Espinosa y F. Savanti nadas de Arqueología de la Patagonia, Punta Arenas, 2004 Más vale tarde que nunca: cronología de las ocu- en prensa. paciones cazadoras-recolectoras en la cuenca del Cabrera , A. L. y A. Willink lago Cardiel (Santa Cruz, Argentina). T. Civalero, 1980 Biogeografía de América Latina. Monografía, n° P. Fernández y G. Guráieb (eds.), Contra Viento y 13, OEA. Marea. Arqueología de la Patagonia, págs. 237-248, Cassiodoro, G. Buenos Aires, INAPL-SAA. 2005 La tecnología cerámica en cazadores-recolectores Goñi, R. A., J. B. Belardi, A. Re, A. Nuevo Delaunay, R. L. del noroeste de la provincia de Santa Cruz. Actas Molinari y L. Ferraro del XVI Congreso Nacional de Arqueología Argen- 2006 Los grabados de la meseta del lago Strobel (Pata- tina, Río Cuarto, Universidad Nacional de Río gonia argentina) desde una perspectiva regional. Cuarto, en prensa. Exposición en Mesa de Comunicaciones. Ponen- Dunnell, R. C. cias I Simposio Nacional de Arte Rupestre, Cusco, en 1992 The notion site, en J. Rossignol y L. Wandsnider prensa. (eds.), Space, Time, and Archaeological Landscapes, Goñi, R. A., S. L. Espinosa, J. B. Belardi, R. L. Molinari, F. págs. 21-41, Nueva York, Plenum Press. Savanti, A. Aragone, G. Cassiodoro, G. Lublin y D. Rindel Ferraro, L. y R. Molinari 2005 Poblamiento de la estepa patagónica: cuenca de 2001 ¡Último momento! El arte de los cazadores recorre los lagos Cardiel y Strobel. Actas del XIII Congreso el lago Cardiel y se dirige al Strobel. Actas del XIV Nacional de Arqueología Argentina, págs. 7-18, Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Rosa- Córdoba. rio, en prensa. Gradin, C. J. 2006 Uso y valoración de las altas mesetas santacruceñas 1959- 60a, Petroglifos de la meseta del lago Strobel (pro- a partir del estudio del arte rupestre. Lago Strobel vincia de Santa Cruz, Argentina). Acta Praehisto- (Argentina). D. Fiore y M. Podestá (eds.), Tramas rica, III/IV: 123-143. en la Piedra, págs. 95-102, Buenos Aires, WAC, SAA 1959b Tres informaciones referentes a la meseta del Lago y AINA. Strobel (prov. de Santa Cruz, Argentina). Acta Goñi, R. Praehistorica, III/IV: 144-149. 2000 Arqueología de momentos históricos fuera de los 1978 Algunos aspectos del análisis de las manifestacio- centros de conquista y colonización: un análisis de nes rupestres. Revista del Museo Provincial, 1: 120- caso en el sur de la Patagonia. Desde el País de los 133, Neuquén. Gigantes. Perspectivas Arqueológicas en Patagonia, Gradin, C., C. A. Aschero y A. Aguerre tomo 1, págs. 283-296, Río Gallegos, Universidad 1979 Arqueología del área Río Pinturas (provincia de Nacional de la Patagonia. Santa Cruz). Relaciones de la SAA, XIII: 183-227. Goñi, R. y G. Barrientos Re, A., A. Nuevo Delaunay y L. Ferraro 2000 Estudio de chenques en el lago Salitroso, provincia 2005 Grabados en la meseta del lago Strobel (pProvincia de Santa Cruz. Desde el País de los Gigantes. Pers- de Santa Cruz): el sitio Laguna del Faldeo Verde. pectivas Arqueológicas en Patagonia, tomo 1, págs. Relaciones de la SAA, XXX, en prensa. 161-175, Río Gallegos, Universidad Nacional de la Shott, M. J. Patagonia. 1989 Diversity, Organization, and Behavior in the 2004 Poblamiento tardío y movilidad en la cuenca Material Record. Ethnographic and Archaeologi- del lago Salitroso. T. Civalero, P. Fernández y G. cal Examples. Current Anthropology, 30 (3): 283- Guráieb (eds.), Contra Viento y Marea. Arqueo- 314. logía de Patagonia, págs. 313-324, Buenos Aires, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano.

225 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

CUANDO EL PROBLEMA ESTÁ MÁS ALLÁ DE LA “CONVOCATORIA”: UN ABORDAJE DE LAS RELACIONES DE INTERCAMBIO Y DESIGUALDAD EN TORNO AL CUIDADO Y LA EDUCACIÓN DE LA INFANCIA

Laura Santillán*

RESUMEN Este artículo analiza las relaciones sociales, de dependencia mutua y desigualdad que involucran, en una coyuntura determinada, la educación y cuidado de la infancia. El objetivo es discutir algunos planteos que describen la partici- pación de los sectores populares en experiencias comunitarias centrando la mirada en la forma de la convocatoria y relaciones de cooperación.

PALABRAS CLAVE Educación - relaciones de intercambio - desigualdad - participación comunitaria

ABSTRACT This article analyzes the social relations, of mutual dependence and inequality that involve, in a specifi c joint, the education and care of the infancy. The objective is to discuss some approach that describe the participation of the popular sectors in common experiences centering the look in the pattern of assembly and relations of cooperation.

KEYWORDS Education - relations of exchange - inequality - common participation

INTRODUCCIÓN res) para la atención de la escolaridad, la alimentación y En este trabajo me centro en el estudio de las rela- el esparcimiento. ciones sociales que se ponen en juego, en una coyuntura En estos espacios se entretejen un conjunto de prácti- determinada, en las iniciativas en torno al cuidado y la cas y acciones de intervención en torno a la escolarización educación de la infancia. En particular me propongo –heterogéneas entre sí– que sobresalen por el intento en desentrañar los rasgos que asumen las interacciones e lograr una mayor fl exibilidad en la organización de los intercambios mutuos entre adultos que tienen niños a su tiempos y espacios de trabajo, al menos en lo que respecta a cargo (dentro y fuera del ámbito doméstico), tomando la escuela común. Esto incluye la preocupación por lograr como recorte un conjunto de experiencias educativas de la participación de la comunidad y en función de ello es tipo comunitario que se sitúan en distintos barrios del común que se revea en continuo las formas de convocatoria conurbano bonaerense. e interpelación hacia las familias. De algún modo las orga- En cada coyuntura histórica el “cuidado” y la “educa- nizaciones con base en el territorio local del barrio hacen ción” de los niños involucran un conjunto determinado suyas, de modo creativo y con muchas difi cultades, las de sujetos, procesos y relaciones sociales. Desde hace unos recomendaciones de las políticas sociales de captación de años y en paralelo con la asistencia a la escuela común, en los modos de vida populares e involucramiento de los prota- los barrios populares del Gran Buenos Aires se producen gonistas a través de formas de animación comunitaria. otros itinerarios que incluyen a un número signifi cativo Teniendo en cuenta este planteo general mi objetivo aquí de niños y familias. Me refi ero a la incorporación de chicos es contribuir con el debate que se abre en torno a los límites y chicas en asociaciones de la sociedad civil (coordinados y posibilidades de actuación de los sectores subalternos en por la Iglesia, ONG, fundaciones, movimientos popula- iniciativas organizadas por la sociedad civil y el Estado. Este propósito de explorar el papel de (nuevos) actores sociopo- líticos en la resolución de problemáticas ligadas con la des- igualdad resulta una preocupación compartida con otros ∗ Facultad de Filosofía y Letras, UBA, laurasantillan@uol- estudios, sobre todo en los momentos actuales de transfor- sinectis.com.ar mación en los modos de intervención del Estado.

227 CUADERNOS 21

Un conjunto de estudios dentro del campo de la la trama compleja y relacional entre distintos conjuntos educación y la psicopedagogía vienen abordando en los sociales si no se avanza sobre aspectos muchas veces natu- últimos años la relación entre el mundo doméstico/fami- ralizados en diversos estudios como es el problema de la liar del niño y espacios barriales de socialización (Dabas participación y lo comunitario en sociedades marcadas 1998, Fernández 1989) Estos trabajos parten del interés por una pronunciada desigualdad social. por resolver las difi cultades de aprendizaje de los niños. Mi intención es desarrollar un tipo de análisis que En ese sentido son estudios que sobresalen por las formu- permita rever la fuerte centralidad que adquiere en laciones de tipo prescriptivo que realizan y en donde las diversos estudios y políticas de intervención la “convo- relaciones son leídas en términos de las potencialidades catoria” como dimensión casi exclusiva de explicación –libres de contradicción– de formas alternativas de tra- de los límites y posibilidades de la participación de las bajo como son la cogestión (Dabas op. cit.) y la confi gu- familias (o tutores de los niños) en contextos escolares ración de redes (Dabas y Majmanovich 1995). específi cos. Por contrapartida la hipótesis que orienta En el campo de las Ciencias Sociales un conjunto de este trabajo es que las interacciones entre las familias y trabajos se han dedicado en las últimas décadas a anali- los espacios sociales dirigidos a la infancia se organizan zar la vinculación entre los sectores subalternos y actores sobre la base de un conjunto de obligaciones sociales y de la sociedad civil que intervienen en la organización de “deuda moral” que sobre todo tiene lugar cuando las demandas y reivindicaciones populares (Mallimaci 1996, relaciones de intercambios desiguales se invisten en tér- González Bombal 1995, Forni 1989, Forni 2002). Estos minos personales y de proximidad (o “equivalencia”/ estudios hacen explícito el interés por recuperar el curso de “horizontalidad” entre los actores). la vida cotidiana y los modos de vida populares, atendiendo Para dar cuenta de ello tomaré en primer lugar los especialmente a la voz de los actores. Son trabajos que pro- aportes ofrecidos por la teoría antropológica acerca de curan incluir así las experiencias, vivencias y sentidos que las relaciones de intercambio que echan luz sobre el reco- adquieren para los sectores populares la participación en nocimiento de las obligaciones sociales y dependencias iniciativas comunitarias, muchas ligadas con la presencia mutuas que suponen las acciones en torno a la infancia de la Iglesia Católica (Forni op. cit., Mallimaci op. cit.). Sin (Bourdieu1991). Al mismo tiempo incorporaré al análisis embargo, desde mi punto de vista se trata de análisis que nociones ligadas con los procesos de construcción hege- sobresalen por su tendencia a interpretar la inclusión de los mónica (Thompson 1992) y confi guración del poder sectores populares en asociaciones de la sociedad civil en (Elias 1996) que permiten dar cuenta de las tensiones forma predefi nida de “emancipación” (González Bombal entre las expectativas de conjuntos sociales diferenciales op. cit.) y “ejercicio de ciudadanía” (Forni op. cit.). que se vinculan entre sí a partir de una misma acción Por otro lado en estos abordajes, la recuperación de lo como es el cuidado y educación de los chicos y chicas que local encierra cierto supuesto de captación directa de la habitan los barrios de la periferia. realidad y la experiencia de los sujetos. En buena medida la voz del investigador se fusiona con la voz de los sujetos con LA ANTROPOLOGÍA Y EL ESTUDIO DE LAS RELACIONES DE quienes se investiga, omitiéndose además la inclusión de INTERCAMBIO Y LAS OBLIGACIONES SOCIALES actores que son estratégicos para comprender las relacio- El estudio de las relaciones sociales constituyó un nes de poder que permean los contactos personales dentro núcleo central dentro de la Antropología Clásica, sobre de los escenarios locales. En mi opinión un aspecto poco todo en escuelas como el estructural funcionalismo y el revisado en estos estudios en tal caso es por qué y bajo qué estructuralismo levi-straussiano (Neufeld 2004). Así- condiciones los sujetos signifi can su experiencia y constru- mismo la noción de reciprocidad se tornó una categoría yen sus narrativas sobre las realidades que viven. central en estas escuelas fundacionales. En lo que sigue profundizaré más bien en las condi- Sin dudas “El ensayo sobre el don” de Marcel Mauss ciones sociales que enmarcan a las interacciones entre las constituye una obra altamente infl uyente en el pensa- familias de sectores subalternos y actores sociales a cargo miento antropológico y para la comprensión de las pres- de los espacios de escolarización ligados con el Tercer Sec- taciones sociales. Un aporte relevante ha sido descifrar 1 tor . Partimos del supuesto que no es posible desentrañar cómo la entrega de un don o regalo no constituye, a pesar de su apariencia, un acto libre ni gratuito (Mauss 1979 1 Bajo el nombre de Tercer Sector nos referimos al conjunto de instituciones que se ocupa de brindar asistencia y servicios privadas y organizaciones clásicas de caridad y que en el sociales y los hacen diferenciándose de la esfera del mercado reordenamiento dado en los procesos de cambio en los 90 en y el Estado. Lo conforman organizaciones heterogéneas entre nuestro país se defi nieron por la negativa: “sin fi nes de lucro” sí, tales las ONG, otras organizaciones de base, fundaciones y “no estatales”.

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[1923]). Por contrapartida, como lo describió este autor, En los apartados que siguen recupero críticamente los intercambios simples se inscriben en sistemas de pres- estos avances, incorporando por mi parte nociones como taciones totales que basados en la dependencia mutua hegemonía (Thompson op. cit.) y confi guración social implican procesos de ordenación social y perpetuación (Elias op.cit.) que a mi entender permiten inscribir las de las relaciones sociales (Mauss op. cit.). interacciones sociales en marcos más amplios del movi- De allí en más desde distintas posturas teóricas un miento social. Mientras que el concepto de hegemonía interrogante que se incorpora en los estudios antropoló- amerita atender a las interacciones y relaciones de reci- gicos es ¿A propósito de qué los sujetos se sienten obliga- procidad entre individuos y conjuntos sociales en cam- dos? Partiendo de la referencia de que toda relación social pos de fuerzas societales (Thompson op.cit.), la noción de incluye obligaciones recíprocas, algunas explicaciones confi guración ofrecida por Norbert Elias nos sitúa frente centraron la argumentación en la coerción moral y el al reconocimiento de las relaciones de interdependencia cumplimiento de la norma ya sea en intercambios simples que se producen entre los sujetos situados en una misma (Mauss, op cit., Malinowski 1969 [1926]) o de reciproci- estructura de poder (Elias op. cit.). dad generalizada. No debemos omitir los escritos de Lévi Strauss que retoman la idea de las donaciones recíprocas EL REFERENTE EMPÍRICO y la insistencia en el carácter simbólico, social, y moral El análisis que sigue se basa en un estudio etnográfi co que encierran los intercambios, además del aspecto eco- que articula entrevistas en profundidad con observación nómico (Lévi Strauss 1988). participante. Entre agosto de 2001 y diciembre de 2005 Sin embargo, un avance signifi cativo en los estudios realicé mi trabajo de campo en un conjunto de barrios antropológicos sobre el intercambio ha sido la incorpora- ubicados en la periferia de los distritos de Tigre y San Fer- ción de la noción de “deuda”. Al respecto en su estudio de nando, en la zona norte del conurbano bonaerense. Una la sociedad Kachin, Edmund Leach se encarga insisten- de las particularidades de la zona norte del conurbano es la temente en criticar el supuesto de “equilibrio” que regía marcada polarización que exhibe en términos de las con- hasta ese momento en los estudios de las relaciones de diciones socioeconómicas de su población. Mientras los reciprocidad y la visión “estática” del mundo social. Para distritos de San Isidro y Vicente López presentan índices el autor toda relación mutua se establece a partir de “la relativamente bajos de pobreza, los distritos de San Fer- deuda”, es decir del sentimiento que se produce en algunos nando y Tigre incluyen importantes enclaves de pobreza. de los términos cuando las obligaciones que se pactaron En estos partidos un 23% del total de la población se no se han cumplido adecuadamente. De alguna manera encuentra con las necesidades básicas insatisfechas. la situación de deuda es la que permite asegurar la conti- Los barrios en los cuales focalicé el trabajo de campo nuidad de una relación social (Leach 1976 [1954]). se encuentran en los márgenes inferiores del Río Recon- Más adelante los trabajos de Pierre Bourdieu (1991) quista. En un alto porcentaje, las familias que habitan resultan sugestivos porque profundizan acerca del papel estas villas y asentamientos son receptoras de los subsi- de los agentes y sus estrategias en las relaciones de inter- dios estatales de trabajo transitorio y de complemento cambio. En sus escritos sobre el sentido práctico, Bourdieu alimentario. Algunos adultos mantienen trabajos infor- advierte cómo toda relación de intercambio es una rela- males ligados a la construcción o el servicio doméstico a ción de incerteza. El autor introduce no solo la noción la vez que muchos otros conservan las actividades tradi- de “tiempo” sino de “intervalo” en las relaciones de inter- cionales de cuentapropismo, cartoneo y cirujeo. cambio, cuestión que permite advertir el lugar central En el período que comprende mi trabajo de campo que adquieren las prácticas que los sujetos realizan en me vinculé con distintas organizaciones sociales que se toda relación social (Bourdieu op. cit.). inscriben desde distintos momentos en estos barrios. Estudios contemporáneos (Sigaud 1996, 2004) recu- En principio me centré en los espacios dedicados a la peran estos aportes y avanzan desde ellos inscribiendo escolarización (como la escuela y centros de educación las relaciones de intercambio en confi guraciones más complementaria), para luego incorporar otros espacios amplias de dominación, interdependencia y poder (Elias estratégicos para los pobladores como son el centro de op. cit). Entre otros, los abordajes sobre los usos sociales salud, comedores, merenderos, la iglesia, espacios depor- del derecho y los comportamientos sociales que conviven tivos y de nucleamiento de las actividades de movimien- en una misma estructura de poder, implican en trabajos tos de desocupados que en esta zona del conurbano se recientes una refl exión actualizada acerca de las formas inscriben tras la crisis de 2001. vigentes de coerción y obligación moral que incluyen las Para el análisis que sigue recuperé sobre todo las relaciones entre individuos y conjuntos sociales diferen- entrevistas, de tipo biográfi co, que realicé a un conjunto ciales (Sigaud op cit.). de padres y tutores de los niños, a coordinadores de los

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centros educativos y a voluntarios que trabajan en el niños que se vinculan con espacios que se defi nen como lugar. La reconstrucción de estos relatos de vida se basa complementarios o alternativos de la educación formal. fundamentalmente en algunos momentos o aspectos que Me refi ero a los espacios comúnmente llamados centros los individuos señalaron como relevantes y reveladores de o talleres de apoyo escolar que en esta zona del conurbano su cotidianeidad. surgen entre fi nes de los años ochenta y el transcurso de En este análisis de las relaciones e interacciones loca- los 90. En estos espacios los niños realizan, a contra turno les entre “familias” y “espacios de escolarización” un con- de la escuela común, las tareas escolares, además de pla- cepto que se tornó relevante fue el de vida cotidiana. Al nifi carse actividades de esparcimiento, taller y cuidado de respecto sigo a Agnes Heller para quien lo cotidiano no la salud. En la zona norte del conurbano la mayoría de se circunscribe a lo rutinario, lo común o lo meramente los centros de ayuda escolar se reúnen en dos redes (una repetitivo sino que es la dimensión en la cual acontece “el laica y otra ligada a la diócesis de San Isidro) y establecen conjunto de actividades que caracterizan a la reproduc- relaciones con fundaciones y organismos no guberna- ción de los hombres particulares, los cuales, a la vez, crean mentales, además del Estado. la posibilidad de la reproducción social” (Heller 1994). Las horas de entrada y salida de los centros de edu- cación complementaria implican un gran movimiento COTIDIANEIDAD Y RELACIONES DE INTERCAMBIO EN TORNO A LA de niños y niñas que con ropa informal solo cargan los INFANCIA elementos básicos que necesitan en el apoyo. En estos El trazado urbano y la dinámica cotidiana de los momentos y en distintos puntos del día pueden obser- barrios populares del conurbano bonaerense ponen de varse la presencia en este lugar de algunas mujeres adultas manifi esto algunos rasgos de los procesos de profundiza- –en general madres y abuelas de algunos niños– y a veces ción de la desigualdad social que marca a nuestra región algunos adultos varones. en los últimos años. En otros tiempos, uno de los momen- El acercamiento de los adultos a los centros comuni- tos del día de mayor movimiento entre los moradores en tarios deriva casi siempre en el contacto directo con los estos barrios era muy temprano por la mañana, hora de maestros y en el inicio de una serie de interacciones que trasladarse hacia el lugar de trabajo, principalmente en en principio son verbales. En general las conversaciones fábricas y actividades ligadas a la construcción. Hoy los que los adultos establecen con los responsables de los traslados de los adultos “por trabajo” suceden en distin- centros de ayuda escolar tienen como foco a los niños y tos momentos del día, en buena medida hacia mitad de sus cuidados. Sin embargo muchas veces las charlas deri- la mañana y por la media tarde cuando un porcentaje van en diversas problemáticas personales de los adultos y importante de hombres y mujeres se concentran en las en las condiciones de vida familiares que se extienden a cuadrillas que reúnen a los receptores del subsidio por áreas como la salud y el trabajo. desocupación, el plan “Jefe y Jefa de Hogar”, y comienzan La entrada de un niño o niña a un centro de educa- su contraprestación con el barrido de las calles y la cola- ción complementaria o de apoyo escolar tiene distintos 2 boración en las instituciones comunitarias . puntos de partida, y como vamos advirtiendo, es el des- Entre estos rasgos, algunos aspectos de la cotidianei- encadenante de una trama de relaciones de intercambio dad del barrio parecen mantener cierta continuidad. Uno entre las familias y diversos actores sociales. La inclusión signifi cativo es el momento en que los niños y adolescentes suele darse a partir de la sugerencia de algún pariente o transitan por las calles para dirigirse a la escuela o retornar vecino; por indicación de la propia escuela común u otra de la escuela a sus casas. El momento del mediodía concen- institución del barrio o fi nalmente por iniciativa de la tra así el mayor movimiento en el barrio dado el despliegue propia familia. En cualquiera de estas circunstancias, el que implica el traslado de un punto a otro de los grupos de ingreso de los niños a un centro de apoyo escolar implica niños, en ocasiones acompañados por algún adulto o her- para muchos padres la entrega de una importante cuota manos mayores, para el cumplimiento de su escolaridad. de confi anza en torno al cuidado de los hijos. En los barrios de la periferia junto con la entrada y Según recuperé de las conversaciones que mantuve salida de la escuela común sobresale el movimiento de con muchos hombres y mujeres de los barrios de la periferia, el envío de los niños a estos centros implica la conformidad de que estos espacios son el lugar más ade- 2 El plan Jefe de Hogar es un Programa de empleo transitorio del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social de la Nación cuado –luego o antes que la escuela– para la formación y creado tras la crisis que estalló en nuestro país en diciembre contención de los hijos, consintiendo en su importancia de 2001 que consiste en la recepción de ciento cincuenta para el acceso a los aprendizajes escolares y también otros pesos mensuales por la contraprestación de trabajo a jefes y conocimientos. De hecho la inclusión de los hijos en un jefas de hogar que se encuentren desocupados. centro de apoyo escolar a contraturno de la escuela común

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muchas veces se elige aun cuando implique la renuncia de el comedor de los chicos a cambio de un recipiente con la presencia de los niños en el hogar y su eventual ayuda comida que permitiera ampliar la asignación diaria de la en los quehaceres domésticos o en las actividades que alimentación familiar. los adultos realizan en la calle como el cartoneo o pedir Los centros de apoyo escolar no funcionan sobre la base comida y ropa en casas particulares. Lejos de la natura- de la normativa vigente en la escuela común de la “obli- lización que suele adquirir esta tarea, la crianza y edu- gatoriedad” de la asistencia. Sin embargo la presencia de cación de los hijos conlleva un conjunto de decisiones, la mayoría de los niños en un espacio de ayuda escolar es iniciativas y empleo de energía por parte de las familias. prolongada en el tiempo. De hecho para muchas familias Como contrapartida de esta entrega de confi anza, las la decisión de que sus hijos asistan a un centro comunitario familias reconocen recibir distintos tipos de ayuda por involucra a las distintas camadas de edades que compone parte de los centros comunitarios. Como me lo expresa- el grupo familiar. En ese marco, las relaciones entre los ron en diversas oportunidades, se trata del acompaña- adultos y los maestros de los centros de educación comple- miento en el avance de los conocimientos que los chicos mentaria suelen distinguirse por su fl uidez y sostenimiento necesitan para la escuela, así como la seguridad de una en el tiempo. Y si bien la creciente formalización de estos cuota alimentaria diaria y la posibilidad de tener paseos espacios de escolarización implicó la entrada de especialis- y momentos de esparcimiento que según sus testimonios tas y docentes titulados, los encuentros entre los maestros “nunca podrían ofrecer a sus hijos”. del “apoyo” y los padres hablan de relaciones que sobresa- En el transcurso del trabajo de campo reparé cómo len por ser signifi cativamente estrechas y fl exibles (en los para muchos padres, los maestros de los centros de apoyo tiempos y espacios de encuentro), al menos respecto de la escolar constituyen interlocutores claves en momentos institución formal de la escuela. específi cos de las trayectorias educativas de los hijos, tales La presencia prolongada en los barrios de la perife- como problemas en la promoción del año, “problemas ria del Gran Buenos Aires me permitió advertir cómo de conducta” en la escuela, así como la orientación en la la relación que los adultos establecen con los responsa- continuidad de los estudios secundarios y hasta univer- bles de los espacios de apoyo escolar incluye momentos sitarios (aun cuando se trate de una opción casi nunca de consulta e instancias de agradecimiento, y también concretada). El comentario o preocupación que los hom- altercados y situaciones de confl ictividad que hasta puede bres y mujeres llevan a los responsables de un espacio derivar por parte de algunos adultos en la amenaza de de educación complementaria muchas veces deriva en apartar a los hijos de la institución. Generalmente se trata la intervención directa de los maestros y directivos, en de una advertencia cuyo punto de partida es el malestar detrimento de los propios padres, en cuestiones de la que exponen algunos padres por la intromisión, enten- órbita de la escuela. Según pude constatar la mediación dida como desmedida, de los maestros respecto a la vida de los maestros comunitarios a través de informes, car- privada familiar. tas informales y comunicaciones telefónicas “tensiona” En sentido inverso, muchas veces los altercados tienen en más de una ocasión decisiones de la escuela común, como origen la propia decisión de los responsables de los tales como cambios de turnos imprevistos de los niños, centros comunitarios de dejar en suspenso la inclusión de la inclusión en proyectos específi cos, la intervención en algunos niños, sobre todo ante la falta de colaboración temas judiciales o el rechazo de la matriculación en la de los padres frente a algún pedido específi co por pro- escuela de algunos de ellos. blemas en la conducta o comportamientos de los hijos. En la coyuntura de crisis económica y política que en Como mencioné, en estos centros los docentes dedican nuestro país tuvo su momento de mayor tensión hacia buena parte de su tiempo a planifi car y trabajar en un fi nes de 2001, los centros de ayuda escolar, junto con tipo de convocatoria hacia las familias que de algún muchas escuelas, comedores e instituciones religiosas modo se diferencie del formato habitual que utiliza la fueron también espacios en los cuales varios grupos de escuela y en ese sentido se espera una respuesta efectiva familias recurrieron ante la urgencia de suplir algunas por parte de los padres. necesidades inmediatas. Entre otros se trató del pedido Ahora bien, sea por un motivo o por otro, un dato más intensifi cado de útiles, calzado y vestimenta e incluyó que resulta importante resaltar es que la retirada de los la solicitud por parte de algunas familias de alguna ración niños de un centro de apoyo escolar fi nalmente implica, de comida ofreciendo cualquier tipo de colaboración a las más de las veces, su retorno e incorporación en perío- cambio. Durante el período que va de 2001 y transcurso dos que, si bien varían en el tiempo, son relativamente de 2002 varias mujeres concurrían asiduamente a los inmediatos. Resulta difícil cubrir todas las explicaciones centros comunitarios de apoyo escolar prestando alguna de por qué los tutores o los maestros deciden la perma- colaboración en la cocina, en la limpieza o el servicio en nencia o no de los niños en un espacio comunitario, pero

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considero que las decisiones en torno al cuidado de los hijos: a tres de sus niños se les diagnosticó que están por niños y las relaciones entre los adultos al respecto se ins- debajo del peso esperado para su edad y talla. Ella debe cribe en una trama compleja de obligaciones y normas llevar a los chicos al control periódico con la pediatra sociales sobre “cumplimientos” y “responsabilidades” de la sala de atención de salud del barrio que se dedica que no pueden verse por fuera de relaciones de presta- especialmente a la problemática de la nutrición. En el ción y contraprestaciones sociales. marco de estas condiciones Clara y su familia quedan El relato de Clara, una madre que conocí entre el incluidas en todo un sistema de prestaciones y reparto grupo de mujeres que en el marco de la crisis de diciem- de asistencia por parte del Estado. De ese modo, a cam- bre de 2001 se acercaban diariamente a uno de los centros bio de este cumplimiento con el control médico, recibe de atención de la infancia en los barrios en los cuales rea- una bolsa con alimentos por cada hijo que se encuen- licé la investigación, se torna relevante como analizador tra debajo del peso normal. En estos momentos como de las relaciones sociales que se ponen en juego en torno dos de sus hijos aumentaron de peso, dejó de recibir a la educación de los niños en esta zona del conurbano, la ración para ellos. Esto le produce una sensación de teniendo en cuenta para ello las condiciones de vida molestia porque entiende que si vuelven a depender de sociales y las acciones de los sujetos. la comida que hay en la casa posiblemente estos niños vuelvan a perder el peso. PRESTACIONES Y CONTRAPRESTACIONES EN UN CONTEXTO DE Las partidas con comida que otorga la Secretaría de DESIGUALDAD: LA HISTORIA DE CLARA Acción Social del municipio, se suman a la asignación de Clara tiene treinta y un años, nació y vive en el barrio alimento que percibe como benefi ciaria del plan provin- 3 4 Reconquista , uno de los barrios que comprende la zona cial “Más Vida” . Clara, por otra parte, manifi esta que de de mi trabajo de campo, en Tigre. Se crió en un hogar sos- alguna manera está tranquila porque sus hijos mayores tenido económicamente por su padre que trabajaba en el almuerzan en el comedor de la escuela. Ellos asisten ade- gremio gastronómico y hoy tiene un pequeño bar en una más al centro de apoyo escolar donde reciben el almuerzo localidad vecina. Nuestra amiga es analfabeta, su madre y también una copa de leche. dejó de enviarla a la escuela cuando ella estaba en tercer Esta joven madre envía desde hace varios años a sus grado. Según opina ella, todo el problema en su familia hijos al centro de apoyo escolar “del Bañado”. Ella se enteró comenzó cuando su madre se enamoró de un hombre del de la existencia de este centro porque los compañeros barrio y se separó de su padre. de escuela de sus hijos se referían a él en las clases de la Nuestra informante está en pareja desde hace quince escuela. Clara está satisfecha de que concurran a un centro años con Alberto y juntos tienen nueve hijos. Ella vive para la ayuda escolar. Ahí pueden orientarlos en las tareas junto con su esposo e hijos en una casa muy precaria con que pide la escuela y que a ella le cuesta mucho acompañar dos habitaciones y un baño. Desde hace mucho tiempo su por sus carencias en la alfabetización. Le gusta también, marido no consigue trabajo fi jo y hoy es receptor del plan según me confi ó, porque en el centro aprenden muchas Jefe de Hogar. A este único ingreso familiar se suman las cosas, algunas antes que las estudien en la propia escuela. ventas que desde hace muy poco Clara comenzó a hacer de Además gracias al apoyo escolar realizan muchas activi- unos productos de cosmética que ofrece a domicilio. A par- dades y conocen lugares de la ciudad que ella misma no tir de esta actividad empezó a asistir a unas clases de alfabe- conoce y adonde no los podría llevar. tización que ofrece la escuela de sus hijos más pequeños. Clara acompaña todos los días a los chicos al centro Tiene cinco hijos que concurren a la escuela básica comunitario. En el momento de entrada, al mediodía, común. Los envía a la escuela del barrio, la misma que ella ella se queda unos minutos en el portón y conversa con asistió y abandonó de niña. En la actualidad ella concurre los maestros que están a cargo de los niños. Casi siempre en forma frecuente a la escuela, y de vez en cuando tiene les pregunta sobre el comedor y el comportamiento de discusiones acaloradas con la directora por los problemas de conducta de los hijos. Estas discusiones toman niveles 4 profundos de intensidad. En alguna oportunidad llegó a El Programa Más Vida es un programa del Ministerio de tener problemas de presión tras estos altercados que la Salud de la provincia de Buenos Aires que consiste en la entrega de alimentos básicos a mujeres embarazadas y grupos llevaron prácticamente al desmayo. de familias que tengan hijos hasta los seis años y que vivan Entre algunos problemas que le preocupan, una es la en condiciones de vulnerabilidad social. Este programa tam- falta de trabajo, también la educación y la salud de los bién incluye actividades de prevención de la salud y acciones comunitarias a través de una red integrada de trabajadoras 3 El nombre del barrio y los entrevistados se han modifi cado vecinales, benefi ciarios, instituciones barriales, gubernamen- con el fi n de resguardar su identifi cación. tales y no gubernamentales.

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sus hijos durante la jornada anterior. Con cierta regula- ellos un sentimiento de contrariedad y hasta hostilidad, ridad, ella se preocupa por informar a los responsables sobre todo teniendo en cuenta todos los favores y ayuda del centro sobre alguna situación específi ca de los chicos que esta madre recibe. y sus cuidados. La solicitud de algún consejo por parte de Luego de sus ausencias ella no se preocupa, ni se esta madre a los responsables del centro abre a una serie esmera por dar alguna justifi cación de su comporta- de intercambios, en los cuales, sobre todo la trabajadora miento. Tampoco los responsables del centro comunitario social ofrece algunas resoluciones que Clara retribuye le piden alguna explicación, aun cuando en las reunio- con gratitud. Entre otros se trata de la obtención de nes internas consideren que debería participar más y así recursos para que los chicos puedan ir a la escuela (úti- demostrar que se interesa tanto como ellos (los responsa- les, zapatillas, guardapolvos) e información de diverso bles del centro) en el cuidado de los hijos. Esto no implica tipo. La trabajadora social del apoyo escolar es quien la que no se haya establecido algún mecanismo de presión asesoró sobre la existencia de los subsidios que ofrece el desde la institución hacia esta madre. Estado y que está en condiciones de cobrar. Por un lado Actualmente no todos los hijos de Clara en edad se trata de la pensión por ser madre de más de siete hijos escolar están inscriptos dentro del centro comunitario. y por otro, el subsidio por la discapacidad ya que una de Su hija Karen dejó de ir por un acuerdo entre los maes- sus hijas tiene un problema serio en su vista. La traba- tros del centro. Esta niña presentaba algunas difi cultades jadora social no solo le ofreció la información necesaria de conducta y aprendizaje y la madre no cumplió con sino que le consiguió los turnos en las agencias estatales la indicación de llevarla a un especialista en psicología correspondientes. Como en otras ocasiones es probable infantil. Sostiene que en realidad ninguna atención al que le haya dado algo de dinero en efectivo para el gasto respecto le parece que pueda solucionar los problemas del transporte. También la trabajadora social logró que en el comportamiento de su hija y lamenta que no con- se ponga en contacto con una fundación que se haría curra al centro. Aun así ella acató sin mucho reclamo la cargo de la operación de la vista de su hija. decisión de los responsables del centro de ayuda escolar. Además de esta vinculación, otro contacto relevante Simultáneamente, si bien la directora respaldó la decisión que establece nuestra informante es con los coordina- del equipo docente respecto a la exclusión de esta niña, dores de este centro de educación complementaria. Los insiste en la importancia de “trabajar” con esta familia y encuentros entre Clara y la directora tienen lugar más sostener la relación aun con sus incumplimientos. que nada en referencia a los problemas de conducta de Progresivamente, la directora fue constituyéndose, los chicos. Esta joven madre casi siempre cumple con por propia iniciativa y tal como lo hace en los casos de los llamados que le hace esta integrante del centro. Esta los padres “problemáticos”, en la única interlocutora de concurrencia viene a suplir muchísimas otras instancias toda la institución con esta madre. La directora, luego en las cuales no se hace presente. No solo no asiste a las de cada encuentro que tiene con ella en su ofi cina, trans- reuniones regulares que organizan los maestros, sino que mite los resultados de la charla a los maestros con gran tampoco se acerca a las invitaciones que los responsables entusiasmo. De algún modo, la presencia de esta madre del centro comunitario planifi can para grupos reducidos considerada como problemática por el resto de la ins- de mujeres con las que les interesa trabajar especialmente titución, inviste a la directora de prestigio y autoridad, por sus condiciones de “riesgo” o vulnerabilidad social. legitimándola como coordinadora de un espacio que Durante mi permanencia en el barrio, ha sido muy rara la recordemos que se caracteriza por la ausencia de una ocasión en la cual Clara se hizo presente en las convoca- estructura rígida en la delimitación de los cargos y las torias para la fabricación de regalos o actividades que los funciones. maestros organizan para los chicos. Y, aunque se compro- Como vemos hasta aquí, el cuidado y la atención de metió a hacerlo, no se acercó al pedido de colaboración la infancia incluyen prestaciones y contraprestaciones para la preparación y reparto de la colación de leche que entre los adultos involucrados, expectativas, obligaciones se realiza especialmente para los niños de bajo peso, entre sociales y también “incumplimientos”. Sin embargo aún los cuales se encuentran sus hijos. resulta necesario abordar ¿sobre qué base se sustentan En el centro de apoyo escolar se organizan distintas las interacciones e intercambios mutuos entre sujetos actividades para que los padres, tutores o familiares de situados en una misma estructura de poder? Para ello nos los niños participen. Con la fi nalidad de atraer progre- adentramos en las interacciones que se juegan entre los sivamente a un mayor número de padres, las acciones se adultos involucrados en torno al cuidado de los niños, planifi can y redefi nen en continuo. Si bien son muy pocos advirtiendo las condiciones de producción y la historia los adultos que fi nalmente se acercan, la ausencia de Clara social de los intercambios que se ponen en juego en esce- se hace notoria. Según los maestros, esta falta produce en narios concretos.

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OBLIGACIONES SOCIALES, DEPENDENCIAS MUTUAS Y COERCIÓN vinculación resulta muchas veces, y sin que sea adver- MORAL EN TORNO A UN NIÑO “BIEN CUIDADO” tido por los maestros, efi caz para la intervención sobre En nuestro país, como sucedió en el resto de los esta- las conductas de los niños y los modos de organización dos modernos occidentales, la educación sistemática de doméstica (Santillán 2003). los niños en escuelas u otros espacios por fuera del hogar Sin embargo, el involucramiento de los niños en acti- implicó la división de tareas entre el orden doméstico y vidades de cuentapropismo y pedido de dinero en la calle, el espacio “público” (entendido aquí como “no domés- la falta de seguimiento en los controles médicos, la falta tico”). Junto con ello se fue confi gurando un sistema de higiene y descuido con la ropa son algunos puntos sofi sticado, que además de derechos (a la educación por clave de las tensiones que se producen entre las familias y parte de los niños) estableció “deberes” y “obligaciones” los maestros de los centros comunitarios. a ser cumplidos por los padres (Carli 2002). Progresiva- Esta confrontación entre expectativas no implica, mente la formalización, centralización y masividad del como pareciera mostrarse a veces, confl ictos irrecon- sistema público de enseñanza incluyó un conjunto de ciliables o dicotómicos. Ni mucho menos una falta de recomendaciones y consejos, que se dieron a conocer a reacción por parte de las madres/padres que envían a sus través de boletines ofi ciales y publicaciones especializa- hijos a estos centros. Los adultos ligados con el mundo das, acerca de las responsabilidades y obligaciones de los doméstico responden activamente a los señalamientos adultos/tutores de los niños, entre otros de garantizar de los responsables de los espacios de escolarización, la asistencia a la escuela, mantener los buenos modales, incluyendo en sus decisiones estrategias de oposición, así inculcar el amor a la patria. como aceptaciones y consentimientos. Clara y la directora mantienen en sus interacciones El caso que traigo aquí es paradigmático para ver cómo cotidianas un delicado equilibrio entre prestaciones y las “aceptaciones” y los “no acuerdos”, lejos de constituir contraprestaciones, cumplimientos e incumplimientos, hechos aislados, tienen lugar a partir de encuentros y rela- que en ocasiones se quiebra. En varias oportunidades sus ciones entre colectivos concretos. El enfrentamiento con encuentros derivaron fi nalmente en la amenaza materna los responsables del centro y el anuncio de sacar a los hijos de sacar a los chicos del centro comunitario. Esta amenaza del apoyo escolar se basa en buena medida en la exaltación tiene lugar frente a dos cuestiones que, según ella misma que Clara hace de su posición como “madre”. Con la ame- reconoce, le hacen perder la paciencia. Por un lado se trata naza ella recupera en un punto su lugar como autoridad y del cansancio por recibir las quejas sobre los problemas de referente de sus hijos. Al respecto esta madre no muestra conducta de sus hijos. Por otro Clara decide el alejamiento titubeos cuando expresa que “soy yo quien parió a los niños de su prole cuando, sobre todo la coordinadora, le hace y quien va a decidir qué es lo mejor para ellos”. señalamientos por el involucramiento de sus hijos en acti- Sin embargo esta decisión es vivida con mucha decep- vidades de “cartoneo” y pedido de ropa y monedas en la ción y preocupación por parte de quienes son responsa- calle. Según me lo explica, ella prefi ere anunciar a la direc- bles de los espacios comunitarios. Una expresión de ello tora su decisión y renunciar así a las prestaciones que le es la insistencia de la directora en preguntarse en voz alta ofrece el apoyo escolar antes de que “por un plato de comida qué lleva a Clara comportarse de esta forma, sobre todo me quieran manejar la vida”. si se tiene en cuenta que esta madre siempre recibió lo Un rasgo que marca a las organizaciones de tipo comu- mejor del centro y que sus puertas estuvieron siempre nitario es el interés por identifi carse con los modos de vida abiertas para ella. populares. A contrapartida de la formalidad y suerte de Ana, la coordinadora del centro de apoyo escolar del distanciamiento que postulan otras instituciones sociales Bañado lleva diez años trabajando en este espacio comu- más tradicionales (como la escuela o el hospital), las aso- nitario. Tras su pasaje como maestra, Ana es postulada ciaciones comunitarias dirigidas a la infancia realizan su para asumir la coordinación del establecimiento. Hasta trabajo junto con el fuerte mandato de compenetración la fecha ella se destacó por su idoneidad tanto para tratar con las realidades de los sectores más desfavorecidos de las cuestiones administrativas, como por su gestión con la sociedad. Como lo abordé en otros trabajos, los espa- las fundaciones que benefi cian con sus donaciones y ser- cios de apoyo escolar se destacan por el desdibujado que vicios al centro. También ella siente orgullo de cómo lleva intentan establecer entre el ámbito de escolarización y el adelante su relación con los padres de los niños a quienes doméstico. Los saberes locales, las experiencias barriales recibe con afecto, ofrece escucha y da consejos. y los acontecimientos familiares son instancias que sue- Muchos de mis entrevistados, como ya anticipé, des- len proponerse como motivo de charla y “refl exión” en tacaron el lugar de los responsables de estos espacios edu- el transcurso de las clases o en los momentos de esparci- cativos al momento de tomar alguna decisión que más miento. A la vez, como lo he desarrollado también, esta allá de lo escolar incluye problemas de distinta índole

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dentro de la vida familiar. Ana, como lo hacen también Según entiendo el retorno de los hijos de Clara al muchos otros coordinadores, establece vínculos directos centro de ayuda escolar y la aceptación – en sus propios y estrechos con casi todas las familias que inscriben a sus términos– de las pautas de la institución, se inscribe en hijos en el centro de apoyo escolar y son muchos los ex una cadena de intercambios y obligaciones sociales basa- alumnos que se refi eren a ella con afecto y pasan a visi- das en buena medida en la deuda que esta madre tiene tarla. En las charlas que regularmente mantuve con Ana, respecto a la ayuda que le ofrecen en el centro de apoyo ella me defi nió su trabajo en este centro comunitario en escolar. A la vez su desafío pone al descubierto la depen- términos de “una misión” muy importante. dencia mutua y de continua retribución que existe entre Ana inviste su trabajo en el Barrio Reconquista de un las familias y los responsables del centro comunitario en intenso valor moral y las relaciones que establece con las la cual la “participación” discontinua de los padres, aun familias también se defi nen en términos morales ya que cuando tensione las expectativas de los responsables del tienen como fi nalidad producir, en un marco de vínculos centro, se acepta en vistas de la “entrega” sacrifi cada que de confi anza, determinados valores, principios y senti- supone buena parte del trabajo en este espacio y también mientos (Mauss, 1979). Algunos de estos valores son el a fi n de no inhabilitar por completo las interacciones y del “compromiso” y la “responsabilidad” vistos como relaciones sociales. ineludibles respecto a la crianza de los niños. A mi entender, la trama de esta interdependencia debe Lejos de una falta de reacción, los señalamientos sobre comprenderse dentro de una confi guración más amplia la vida doméstica muchas veces son respondidos por los (Elias op.cit.) que se ha forjado en el tiempo y que tiene padres/tutores. En tal caso con la amenaza de retirar a los que ver con procesos que relataremos a continuación niños del centro de apoyo escolar, Clara expone su punto referidos a la actuación de actores de la sociedad civil (en de vista y en ese mismo proceso fi nalmente también reco- nuestro caso la Iglesia Católica) a través de formas reno- noce a la directora como interlocutora válida e idónea vadas de participación de los sectores subalternos. Estos para el cuidado de sus hijos. procesos aluden a relaciones de reciprocidad y dependen- Al menos en dos ocasiones concretó su advertencia de cia entre hombres y mujeres convocados en una misma retirar a los niños del centro comunitario. Si bien se trató estructura de poder y desigualdad, en este caso en torno de un alejamiento relativamente corto en el tiempo, fue al campo disputado de la educación y la construcción de sin embargo sufi ciente para instalar, como lo han hecho sentidos acerca de un niño “bien cuidado”. en varias oportunidades otras madres, un tiempo de sus- penso signifi cativo en las relaciones de mutua confi anza PARTICIPACIÓN COMUNITARIA, RELACIONES PRÓXIMAS Y con los responsables del centro comunitario. Siguiendo a DESIGUALDAD P. Bourdieu “el intervalo de tiempo que separa el don del En los barrios del Gran Buenos Aires muchas de las contra-don es lo que permite concebir como irreversible una iniciativas comunitarias dirigidas a la infancia que aún relación de intercambio que corre siempre el riesgo de apa- están presentes surgieron al calor de la crisis social que recer y aparecerse como reversible, es decir como obligada e deja el gobierno de la dictadura militar y que el retorno de interesada” (Bourdieu op. cit.). la democracia no logra revertir. Como lo observan otros En las organizaciones de tipo comunitario, la entrada y estudios, los acontecimientos críticos que produjo la hipe- salida de un niño de la institución tiene lugar más frecuen- rinfl ación a fi nes de la década de los 80 tuvieron como con- temente que en la escuela común. Sin embargo no es un tracara formas de resistencia y organización que entre otros hecho que se vive sin confl ictos. La retirada de un niño de dieron lugar a un conjunto de experiencias, como son los la institución suele quedar asociada, tanto para los padres comedores, centros de apoyo escolar, roperos y guarderías como para los docentes, con la frustación y el desencanto comunitarias que se despliegan en las villas y asentamien- aun cuando se trate de un hecho de corto plazo. tos de la conurbación (Neufeld et al. 2002). En simultáneo la reincorporación de los niños en los En la zona norte del Gran Buenos Aires el surgimiento centros no implica un acontecimiento mecánico o lineal. de un número signifi cativo de comedores, centros de En buena medida implica cambios en las rutinas y las apoyo escolar y guarderías se liga en buena medida con maneras de relacionarse tanto por parte de los tutores la actuación de la Iglesia Católica. Se trata sobre todo de como de los responsables de los espacios de escolariza- acciones, diferenciales entre sí, que emprenden cuadros ción. El alejamiento y retorno de los niños, como ha ocu- de base de esta institución. Entre otros fueron protago- rrido en el caso de Clara y sus hijos, suele producir una nistas de estas acciones voluntarios alineados a Cáritas suerte de “fl exibilidad” en las exigencias del centro, como parroquial, laicos reunidos en Comunidades Eclesiales así también mayores “cumplimientos” por parte de los de Base, grupos de jóvenes perteneciente a la “pastoral adultos a cargo de los niños en el mundo doméstico. juvenil” o clérigos, en general diáconos a cargo de capillas

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situadas en las villas y asentamientos que comprende la Raquel como muchas mujeres ligadas a la Iglesia diócesis de San Isidro. emprendió su trabajo pastoral a tiempo completo. Ella se En el barrio Reconquista por ejemplo, las iniciativas constituyó, junto con otras mujeres del barrio, en el brazo en torno al cuidado de la infancia incluyeron un conjunto derecho de los diáconos que actuaron allí. Raquel se des- de relaciones entre actores sociales de distinto nivel de tacó por el compromiso puesto en juego en el vínculo con intervención y peso diferencial de infl uencia. Por un lado, las familias más vulnerables del barrio. No solo se mostró sobresale la actuación de un conjunto de clérigos que hacia crítica frente a quienes discriminaban a antiguos poblado- fi nes de los años 70 y durante los 80 establecieron vínculos res dedicados al “cirujeo” y a quienes ocupaban terrenos en estrechos y personalizados con las familias más pauperiza- forma “no legal” sino que estableció relaciones personales das del barrio. Junto con los clérigos, las familias entraron y estrechas con muchos de ellos. De hecho Raquel fue un en interacción con un grupo de voluntarias de Cáritas for- puente de articulación importante entre los vecinos y las mado por las vecinas pertenecientes a la zona más antigua fi guras de la Iglesia que progresivamente intervinieron en del barrio. En el marco de su trabajo pastoral, las volunta- los procesos de organización del asentamiento que tuvo rias de Cáritas comenzaron a realizar, junto con su práctica lugar allí a fi nes de los años 80. Para Raquel, su trabajo en religiosa, acciones de asistencia hacia un número signifi ca- esta zona del barrio se basó en una entrega sacrifi cada y tivo de familias, muchas ligadas con el asentamiento ilegal desinteresada hacia quienes más lo necesitaban. Nunca y otras que eran históricas en el lugar. Esta intervención aceptó cobrar por ningún trabajo de limpieza o cuidado de a los grupos familiares incluyó un cronograma regular de niños, enfermos y ancianos que realizó. visitas, el registro sistematizado de las problemáticas y el Sin embargo por el trabajo con las familias más pau- seguimiento de la ayuda, como fue la obtención de turnos perizadas del barrio, Raquel adquirió con el tiempo un en hospitales, vacantes en la escuela, distribución de medi- reconocimiento sin parangón por parte de pobladores camentos, alimentos y vestimenta que estas voluntarias se del barrio Reconquista que aún hoy continúa. También esmeraron en otorgar de modo desinteresado. fue muy reconocida por los clérigos que la incluyeron en Las voluntarias barriales de Cáritas comenzaron a encuentros de formación pastoral y reuniones ligadas al confi gurarse actores muy relevantes en la vida de este y movimiento pastoral tercermundista a los que no asistían otros barrios populares de la periferia, especialmente en otros feligreses. los temas ligados a la educación. La historia de Francisca, La organización de los espacios dirigidos a la infancia una de las primeras madres que envió a sus hijos al apoyo (como el centro de apoyo escolar y un jardín maternal) escolar del barrio Reconquista permite complementar el en el barrio Reconquista está fuertemente vinculada a reconocimiento que vengo realizando sobre las interac- la acción de las voluntarias barriales. En tal caso Raquel, ciones entre las familias y los responsables de los espacios junto con las vecinas que trabajaban en el marco de la comunitarios en torno a la infancia. Iglesia Católica, se encargaron de convencer a las madres Para Francisca el centro de apoyo escolar constituye de la necesidad de que los niños asistan al centro de apoyo un hito muy importante en la vida familiar. Aún hoy esta escolar, de buscar uno a uno a los niños para efectivizar mujer no encuentra palabras de gratitud por los favores la concurrencia en el centro y animar la participación de recibidos tanto de los responsables del apoyo escolar como las familias. de las voluntarias barriales de Cáritas que dieron parte de En los primeros años de funcionamiento muchas su tiempo en el cuidado de sus hijos. Sobre todo siente madres y algunos padres varones se involucraron en mucha gratitud hacia una voluntaria de Cáritas, Raquel, las actividades ligadas con el espacio del apoyo escolar y que dedicaba parte de su tiempo del trabajo pastoral y con la Iglesia. A través de formas renovadas como “las ayuda social en garantizar el cuidado de sus hijos. mateadas”, en la zona más postergada del barrio se orga- Raquel, por un lado, aseguraba la asistencia de los nizaron un conjunto de reuniones, ya sea para la lectura hijos de Francisca en el “apoyo” y la escuela pasando de la Biblia, para la refl exión de la vida “matrimonial” y todos los días a buscarlos por su casa. A la vez la inter- también el cuidado de la salud. Estas reuniones, que son vención de Raquel en el cuidado de los hijos de Francisca elocuentes porque “sintetizan” formas tradicionales de incluyó decisiones relativas a los “problemas de conducta” actuación dentro de la Iglesia Católica (como “las reunio- y “aprendizaje” de los chicos. Como Francisca estaba todo nes de matrimonios”, a las que muchas parejas del barrio el día fuera del hogar cumpliendo su jornada de trabajo nunca pudieron asistir por la falta de una unión legal) como empleada doméstica en una casa particular, Raquel con nuevos modos de interpelación del laicado, fueron era quien, ofreciéndose de modo desinteresado, asistía a mencionadas como signifi cativas por los entrevistados. la escuela a cumplir las citaciones y mediando entre Fran- Las mujeres que como Francisca tenían alguna ocu- cisca y los maestros de sus hijos. pación fuera del hogar se esforzaron por colaborar al

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menos los días de franco y los sábados. En ese marco con- alterar formas establecidas del “poder”, “la autoridad” y la venían en participar en las tareas ligadas a la cocina y la “participación” (Levine op.cit.). limpieza, así como el reparto de la comida a los chicos, En el caso que traje aquí, muchas familias se vieron todas actividades cuyo eje de organización estaba a cargo afectadas por la ayuda y prestaciones recibidas por parte de las voluntarias de Cáritas. Para muchas de las mujeres de la Iglesia Católica. También ha sido relevante el papel con las cuales pude conversar, esta convocatoria a la par- que jugaron representantes de la Iglesia en la articulación ticipación organizada por los voluntarios ligados con la de demandas y reclamos de los pobladores de los asenta- Iglesia Católica es recordada como una experiencia muy mientos hacia el Estado. A la vez y junto con ello, muchas signifi cativa en sus historias de vida. Más que nada este familias se vieron constreñidas a ceder decisiones ligadas impacto sobre la experiencia subjetiva se liga con la posi- con la vida doméstica. Entre otros se trató de cambios en bilidad de ampliar los lazos sociales y de ayuda mutua con las rutinas y horarios ligadas con el descanso, la alimen- hombres y mujeres dentro y fuera del barrio, el acceso a tación y la limpieza. También decisiones sobre la tutela recursos, muchos de orden simbólico, ligados con el pres- de los niños, recomendaciones acerca de cambios en los tigio de ayudar a otros y pertenecer a una institución que apellidos, etc. Esto no implica de ningún modo que los en esos momentos contaba con una gran legitimación hombres y mujeres de esta zona aceptaran linealmente las dentro del barrio. recomendaciones, pero es signifi cativo cómo impregna- Como lo advierten otros estudios, la propuesta de la ron en sus percepciones muchas de las representaciones participación social atraviesa desde las últimas décadas de las voluntarias de la Iglesia Católica con las cuales inte- a distintos escenarios y ámbitos sociales: a programas ractuaron en la cotidianeidad barrial. estatales, proyectos de asociaciones de la sociedad civil y hasta perspectivas académicas (como la investigación PALABRAS FINALES acción) (Menéndez 2000). Los organismos internacionales En los barrios del Gran Buenos Aires cruzados por con- (CEPAL, ONU) se han encargado de presentar a la par- diciones de desigualdad social, las iniciativas en torno a la ticipación social como una actividad “necesaria” en Amé- educación y el cuidado de un número signifi cativo de niños rica Latina para lograr determinados objetivos en campos se inscriben en una trama de intercambios, interdependen- sociales específi cos y estratégicos como es el de la salud, cia y obligaciones sociales confi guradas acorde a la historia la educación y la economía (Menéndez op. cit) Como lo y a las particularidades de cada territorio. En la zona norte desarrolla el autor, desde fi nes de los 80 y especialmente del conurbano, las acciones en torno a la infancia incluye durante los 90, organizaciones como el Banco Mundial la construcción de expectativas respecto al “interés”, el utilizaron un discurso según el cual la participación social “compromiso” y la “responsabilidad” que, como vimos, en es considerada decisiva para mejorar, por sí mismos, las buena medida se ligan a los valores hegemónicos respecto a condiciones de vida de los “pobres, marginales y vulnera- las ideas de un niño “bien cuidado” que se tejen en el marco bles”. Cabe decir además que este concepto de vieja data de relaciones de interdependencia entre actores sociales recobra protagonismo en momentos en que determinados con un marcado peso diferencial de infl uencia. movimientos participativos masivos (como el político, el La “participación” y “no participación” de las familias sindical) entraron en crisis (Menéndez y Spinelli 2006). en los espacios escolares no pueden explicarse, desde mi En la coyuntura que traemos aquí, la presencia de punto de vista, dependiendo linealmente de las formas la Iglesia Católica, en consonancia con el discurso de la que adquieren la “convocatoria”. Tampoco considero que participación social, se destaca por la implementación de los “cumplimientos” e “incumplimientos” puedan enten- diversos programas de animación comunitaria e inter- derse por fuera de las relaciones de coerción, obligación pelación laica. Como lo exponen distintos estudios en social y sentimiento de deuda moral que los tutores tie- las últimas décadas la Iglesia Católica ha establecido en nen en referencia a los benefi cios recibidos por parte de nuestro país y en la región de América Latina una nueva quienes son responsables de las acciones de este tipo de presencia y formas renovadas de vinculación con los experiencias atentas con las necesidades de la comunidad. sectores subalternos, principalmente interviniendo en la Según entiendo se trata de una deuda que no se restringe canalización de iniciativas y mediación de la acción colec- a la imposibilidad de contraofertar (equiparar) los bene- tiva (Levine 2001, Di Stefano 2000, Woods 2002). Esta fi cios materiales recibidos. Sino que más bien se vincula articulación entre el campo religioso y el campo popular con la difi cultad de satisfacer expectativas sobre una fun- no implica por su sola existencia formas de “resistencia” ción (el “buen cuidado” de los niños) que se inviste de y “horizontalidad”. Más bien las posibilidades de trans- fuertes connotaciones morales. formación y democratización se ligarán con la capacidad La observancia de las exigencias y requerimientos para específi ca de los sujetos que intervienen de revertir o una “buena crianza” incluye, como vimos, respuestas muy

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diversas que van desde cumplimientos, “acuerdos” relati- Heller, A. vos y no cumplimientos. Es claro que en vista de la asime- 1994 Sociología de la vida cotidiana. Barcelona, tría que marca a las interacciones entre las familias y los Península. responsables de los espacios escolares no todas las consi- González Bombal, I. deraciones locales sobre el “cuidado” de los niños cuentan 1995 ¿Entre el Estado y el Mercado? ONGs y Sociedad con el mismo reconocimiento y valoración social. civil en la Argentina. Thompson (comp.), Público Las huellas que ha dejado el curso de la historia en y Privado. Las organizaciones sin fi nes de lucro en la esta zona del conurbano, de una intervención basada en Argentina, págs. 65-83, Buenos Aires, Losada. la caridad y una perspectiva reeducadora, dejan su marca Jelin, E. en las prestaciones y contraprestaciones entre las familias y 1996 Familia: crisis y después… Wainerman (comp.), los responsables de los espacios comunitarios. Me refi ero Vivir en familia, págs. 23-48, Buenos Aires, a la fuerte carga valorativa y tono conciliatorio que com- Losada. prende las acciones y que, a mi entender, contribuyen en la Leach, E. disgregación de confl ictos y disputa de los padres con otros 1976 (1954), Sistemas políticos de la Alta Birmania, Bar- espacios barriales, como por ejemplo la escuela común. celona, Anagrama. Levine, D. y S. Mainwaring BIBLIOGRAFÍA 2001 Religión y protesta popular en América Latina: Bertaux, D. Experiencias contrastantes. S. Eckstein (eds.), 1988 El enfoque biográfi co: su validez metodológica. Sus Poder y Protesta popular. Movimientos sociales lati- potencialidades. Cuadernos de Ciencias Sociales: noamericanos, México, Siglo XXI. Historia Oral e Historia de Vida, 18:55-80. Lévi Strauss, C. Bourdieu, P. 1988 Las estructuras elementales del parentesco. Paidós. 1991 El sentido práctico, Barcelona, Taurus Humanidades. Mallimaci, F. Carli, S. 1996 Demandas sociales emergentes: pobreza y bús- 2002 Niñez, pedagogía y política. Transformaciones de los queda de sentido. Redes solidarias, grupos reli- discursos de la infancia en la historia de la educación giosos y organismos no gubernamentales, en argentina entre 1880 y 1955, Buenos Aires, Miño y Peñalva Susana y Rofman Alejandro (comp.), Dávila. Desempleo estructural, pobreza y precariedad, Dabas, E. y D. Majmanovich Nueva Visión. 1995 Redes, el lenguaje de los vínculos. Hacia la recons- Malinowsky, B. trucción y el fortalecimiento de la Sociedad Civil. 1969 (1926) Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Buenos Aires, Paidós. Barcelona, Ariel. Dabas, E. Mauss, M. 1998 Redes sociales, familias y escuela, Buenos Aires, 1979 (1923), Sociología y Antropología. Madrid, Tecnos. Paidós. Menéndez, E. Di Stefano y Zanatta 2000 La parte negada de la cultura. Barcelona, Bellaterra 2000 Historia de la Iglesia Argentina. Buenos Aires, Gri- Menéndez, E. y Spinelli jalbo Mondadori 2006 Participación Social. ¿Para qué? Buenos Aires, Elias, N. Lugar. 1996 La sociedad cortesana. México, Fondo de Cultura Neufeld, M. R., C. C. Cravino, M. Fournier, D. Soldano Económica. 2002 Sociabilidad y micropolítica en un barrio bajo pla- Fernández, A. nes. Andrenacci, L. (ed.), Cuestión social y política 1989 La inteligencia atrapada. Abordaje psicopedagógico social en el Gran Buenos Aires, Documentos de clínico del niño y su familia. Buenos Aires, Nueva Trabajo del Instituto del Conurbano, Universidad Visión. Nacional de General Sarmiento. Forni, F. Neufeld, M. R. 1989 Derechos Humanos y trabajo de base: La repro- 2004 Antropología Social y Política: los problemas y las ducción de una línea en el catolicismo argentino. tradiciones. Buenos Aires, OPFYL. Sociedad y Religión, 7, Buenos Aires. Rockwell, E., J. Ezpeleta 2002 De la exclusión a la organización. Hacia la integra- 1986 La escuela: relato de un proceso de construc- ción de los pobres en los nuevos barrios del conur- ción inconcluso. F. Madeira y G. Namo de Mello bano bonaerense. Buenos Aires, Ciccus. (coords.), Educação na América latina, os modelos

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239 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

“LOS MAPUCHES SON CHILENOS” LA CONSTRUCCIÓN DE LA OTREDAD EN VILLA LA ANGOSTURA

Sebastián Valverde y Analía García*

RESUMEN En Villa La Angostura (provincia del Neuquén), viene registrándose una serie de movilizaciones y reclamos judi- ciales por parte de pobladores mapuches en busca de su reconocimiento como pueblos originarios. Es nuestro objetivo analizar los discursos que concitan esta polémica e inédita presencia, en una localidad históricamente concebida como “sin indígenas”.

PALABRAS CLAVE Identidad - relaciones interétnicas - Estado

ABSTRACT Several mobilizations and legal demands are being noticed by mapuche population situated in Villa La Angostura (Province of Neuquén) for their recognition as an original people. Our purpose is to analyze the discourses that this controversial and recent presence, on a town historically conceived as “without indigenous”.

KEY WORDS Identity - interethnic relationships - State

INTRODUCCIÓN por parte del resto de la sociedad y de la institucionalidad La provincia del Neuquén reconoce la existencia de política municipal. La particularidad de este caso radica comunidades mapuches asentadas dentro del territorio. en que dichas poblaciones no se encuentran reconocidas Esto supone el reconocimiento por parte del Estado y de jurídicamente, por lo que para el Estado y el resto de la la sociedad neuquina de derechos propios de las pobla- sociedad no existen en tanto no se reconoce para ellas ciones originarias. Esta afi rmación implica, entre otras su existencia en términos de comunidad indígena –que cosas (pero por sobre todo) el reconocimiento de la pro- es como el Estado reconoce la existencia de los pueblos piedad comunal de la tierra y el derecho a ejercer sobre originarios–. El discurso plantea que se trata de: “familias ella las actividades que las poblaciones establezcan de chilenas que tienen antepasados mapuches”. acuerdo con sus propios valores culturales y al sentido De ello derivan una serie de confl ictos económicos, que el territorio, el “mapa”, adquiere para ellos y sobre políticos y sociales, en tanto estas poblaciones demandan el que se rigen. su reconocimiento como comunidades. Este reclamo En muchas ocasiones, este marco jurídico contrasta implica la aceptación del derecho a la posesión comunal con situaciones que, de hecho, violan el reconocimiento de de la tierra que habitan y que se encuentra en dos situa- las comunidades tanto desde el punto de vista económico ciones distintas. Las familias Paichil y Antriao están ubi- como cultural. No obstante, para los pueblos originarios, cadas en los márgenes del ejido municipal, en tierras que la “batalla” jurídica denota, en principio, su constitución según reconoce el municipio, se encuentran en manos como sujetos políticos con identidad propia y diferencial privadas; en tanto la familia Quintriqueo se encuentra en respecto de otros actores de la sociedad civil. jurisdicción del Parque Nacional Nahuel Huapi. Ya que En esta oportunidad, nos interesa adentrarnos en analizaremos el discurso local y municipal tomaremos en esta problemática tomando como unidad de análisis una consideración a los pobladores Paichil y Antriao que se situación que difi ere desde el punto de vista jurídico, con encuentran asentados sobre el ejido comunal. la situación descripta. Tomamos a las poblaciones mapu- Por su parte, los pobladores Quintriqueo también ches situadas en la localidad de Villa La Angostura para disputan parcelas del territorio que habitan con un ter- dar cuenta de la construcción social que se efectúa de ellas cero, no obstante, cuentan con respaldo institucional que los resguarda de un posible desalojo en la medida que ∗ Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, para la Dirección de Parques Nacionales, uno de los ejes UBA, svalverde@fi lo.uba.ar analiagarcia9@fi bertel.com.ar de gestión es, precisamente, la incorporación y recono-

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cimiento de las poblaciones que se encuentran bajo su tifi cación que son utilizadas por los actores mismos y esfera de acción. tienen la característica de organizar la interacción entre Por otro lado, los confl ictos van más allá del recono- los individuos” (1976:10-11). De esta forma el autor cimiento jurídico en la medida en que la sociedad de La desvía el foco de la investigación desde la constitución Angostura, como espacio físico en el que conviven estas interna e historia de los grupos, hacia los límites étnicos poblaciones, elabora un discurso en particular para inter- y su persistencia. pretar esta situación. Este relato se encuentra cargado de No obstante, si bien el planteo de Barth logra tras- negatividad respecto del confl icto, en tanto pone en duda cender el análisis de los grupos étnicos defi nidos a partir la adscripción étnica de estas poblaciones, o las margina de “esencias” de rasgos culturales, diferentes autores han bajo la categoría de “indios chilenos”, que carentes de señalado las limitaciones que presenta este abordaje para “nacionalidad argentina”, se encontrarían faltos de estos el análisis de las complejas dinámicas étnicas. derechos que reclaman. Por ello, nuestro análisis se cen- Los investigadores que conforman la segunda aproxi- tra en las interpretaciones que en la ciudad se efectúan mación que hemos señalado, han analizado las interaccio- respecto de esta situación y las categorías que entran en nes entre grupos étnicos en el marco de un sistema social juego para afi rmar o negar la existencia de población determinado (Cardoso de Oliveira 1992, Bartolomé 1997, mapuche como sujetos políticos con derechos econó- Díaz Polanco 1995, Bechis 1992, Trinchero 2000, Vázquez; micos, sociales y culturales particulares. De la misma 2000 y Radovich 1992). forma, resulta relevante interpretar el discurso de quienes Dentro de estas propuestas alternativas se encuentra reclaman por sus derechos, y cómo uno y otro discurso la de Cardoso de Oliveira (1992), quien partiendo de se construyen de manera relacional y delimitan la acción aceptar la defi nición de grupo étnico de Barth, intenta política y los valores que se ponen en juego en la disputa, ampliar la noción de identifi cación étnica elaborando entendiendo para ello que la conceptualización y sentidos la noción de “identidad contrastante”. Considera que es que se producen se enmarcan en un contexto de relacio- esta última la que parece constituir la base de la iden- nes de dominación desiguales. tidad étnica. Así, esta identidad se defi niría a partir de la afi rmación de un “nosotros” frente a los “otros”, surge LAS RELACIONES INTERTÉTNICAS A PARTIR DE LA DESIGUALDAD por oposición y por lo tanto no se puede afi rmar en ais- Para situar la problemática que involucra hoy a la lamiento, de aquí su carácter contrastante. Este autor población mapuche de Villa La Angostura, entendemos brasileño admite que un escenario peculiar genera la que tal como plantean algunos investigadores, la catego- identidad étnica que él llama de “contacto interétnico”. ría de “relaciones interétnicas” tiene dos connotaciones Aquella se puede dar en “contextos intertribales” donde diferentes (Bechis 1992, Trinchero 2000). Por un lado, los grupos indígenas están simétricamente relacionados, aquella que alude a la interacción entre distintas unidades como también en “contextos interétnicos” donde se mani- o “grupos étnicos” en el sentido sugerido por Barth. Por fi estan relaciones asimétricas entre los grupos indígenas otro lado a la interacción entre etnias diferentes dentro de y los segmentos regionales de la sociedad nacional. Para un sistema social determinado. el último tipo de relaciones propone la noción de “fric- Con relación al primer tipo de abordajes, si bien las ción interétnica” buscando enfatizar el carácter confl ic- ciencias antropológicas siempre estuvieron interesadas tivo de las relaciones que involucran a grupos indígenas en las problemáticas étnicas, fue recién en los años 70 con la sociedad de clases que los engloba. que se extendió el uso del concepto etnicidad en los Cardoso de Oliveira propone “(…) en primer lugar índices de los diferentes textos de ciencias sociales. El que las relaciones interétnicas solo se pueden comprender de gran impacto de la obra de Fredrik Barth (1969 tradu- una manera fructífera si se las inserta en un sistema social cida al castellano en 1976) sobre los grupos étnicos y de carácter interétnico que las condiciona, determinando sus fronteras, impuso una perspectiva alternativa que su propia estructura y desarrollo; en segundo lugar, que ese implicó un giro hacia nuevas miradas. El concepto de sistema interétnico, constituido por procesos de articulación Barth signifi có una ruptura con los abordajes de los étnica, no puede dejar de referirse a procesos de articula- años 40 y 50, que solían crear límites artifi ciales entre ción social de otro tipo, como los que relacionan a otros los pueblos sin organizaciones estatales. Estas perspec- sectores de la sociedad global, ya sean los interregionales, los tivas “culturalistas” defi nían “lo indígena” sobre la base interclase, o aun aquellos que vinculan a los sectores rural y de diversos rasgos culturales “estáticos” e identifi caban urbano” (Cardoso de Oliveira 1992:61). “una raza con una cultura” (Hidalgo 1992). Por el con- En la antropología argentina, entre algunos de los trario, Barth va a hacer hincapié: “(…) en el hecho que autores enrolados en esta segunda acepción se encuen- los grupos étnicos son categorías de adscripción e iden- tra Vázquez (2000 y 2006), quien señala: Para nosotros

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la identidad étnica se muestra como la forma provisoria LA DES-ADSCRIPCIÓN ÉTNICA COMO CONSECUENCIA DE LAS que asumen las contradicciones materiales y simbólicas, RELACIONES DE DOMINACIÓN tanto en lo individual como en lo colectivo, dentro de un La historia ofi cial de la ciudad se remonta a 1902, campo de interacción socio-étnico relativamente acotado cuando el Gobierno Nacional liderado por Julio A. Roca, en el seno de una formación histórico social y durante un creó la Colonia Pastoril Agrícola Ganadera Nahuel Huapi momento dado de las relaciones interétnicas. Situación en una parte del Territorio Nacional del Neuquén y un que no genera relaciones asimétricas sino desiguales. No sector del de Río Negro, con el fi n de fomentar uno de se trata aquí de un equilibrio lógico si no de relaciones de los objetivos principales que se tenían sobre el territorio dominio- sometimiento (Vázquez 2006:689). ganado a los indígenas y disputado a los chilenos: el afi an- Recuperando los aportes de estos autores, nuestro zamiento de la soberanía nacional a partir de la creación abordaje de la cuestión étnica se diferencia tanto de las de asentamientos poblacionales. Desde 1884 se dictaron concepciones “esencialistas” como las aproximaciones distintas leyes que afectaron la distribución de la tierra interaccionistas “diádicas” de Barth. Por lo tanto, propo- pública a privados. Es en particular un decreto del 3 de nemos visualizar las relaciones interétnicas desde las inte- mayo de 1902 el que promueve la formación de dicha rrelaciones que se establecen entre los diferentes grupos, colonia con el fi n de fundar pueblos: Puerto Moreno, San pero considerando el lugar que ocupan en el contexto Carlos (Bariloche), y los lotes 9 y 10 que conforman el social más amplio, lo que constituye un factor clave para centro urbano de la actual Villa La Angostura (De Men- explicar y comprender las interacciones concretas que dieta 2002). Unos meses después –el 18 de septiembre–, se dan en gran medida como contradicciones, es decir, Roca emite el decreto número 627-902 en donde concede como confl ictos entre los grupos. el lote 9 a Don Ignacio Antriao y a Jose Maria Paisil jefes En Villa La Angostura el reclamo por el recono- de sus respectivas unidades domésticas (Moreda 2005). cimiento de la existencia de poblaciones mapuches es Las colonias agrícolo-pastoriles tenían por objetivo relativamente nuevo ya que se inicia en el 2002. Hasta convertir la tierra en capital productivo a partir del tra- la fecha, las relaciones étnicas no tenían lugar en el bajo de pobladores “argentinos”. Es decir, cumplían con tratamiento de las cuestiones locales y el auto-recono- una función económica pero también geopolítica: hacer cimiento como población mapuche se mantuvo en un efectiva la ocupación del territorio. En ese sentido es que estado de ocultamiento. En otra oportunidad (García y el acceso a la tierra se vinculaba al desarrollo de un senti- Valverde 2007) trabajamos sobre la hipótesis que sirve a miento de “nacionalidad” y que la adscripción étnica deve- la interpretación de este fenómeno entendiendo que es nía en un hecho desventajoso para tener acceso a esta. a partir de las contradicciones del Estado y la particular El año de fundación del pueblo es 1932, y coincide con incidencia en la dinámica local que se explica el proceso el impulso que dio el Estado Nacional a la zona a partir 1 de desadscripción étnica experimentado por las familias de la creación de “Parques Nacionales” , institución que mapuche a lo largo del siglo XX, así como la adscripción desde la década de los 30 en adelante desempeñara un rol y movilización étnica experimentada en los últimos años. central en la conformación de la villa a través del loteo de Es decir que partimos de la idea de que los procesos tierra y autorizaciones para la instalación de pobladores de adscripción y desadscripción étnicas se encuentran y construcción de edifi cios públicos y privados, agente condicionados por la institucionalidad política y por responsable de fi jar los cotos de caza y del control de la las condiciones económicas de cada coyuntura, viabili- tala de árboles, y principal agente de gobierno. Parques zando u obstaculizando la identidad basada en este tipo Nacionales, a través de la Administración del Parque de pertenencia. Nacional Nahuel Huapi, es el principal y único referente En este sentido, reconocemos distintas posiciones del Estado sobre el territorio, responsable del ejercicio de a nivel nacional, provincial y municipal. Consideramos las tareas de control en cuanto a la ocupación del territo- que estas diferencias se deben a las contradicciones dadas rio se refi ere y la provisión de infraestructura básica. hacia adentro del Estado como consecuencia de su posi- Es signifi cativo el entrelazamiento entre los intereses cionamiento relativo en términos materiales y simbó- de una naciente clase propietaria, benefi ciada por las suce- licos. Por ello, en lugar de plantear la identidad étnica sivas leyes de distribución de tierra fi scal y el rol jugado como una enumeración de rasgos culturales, los procesos por el Estado Nacional, en tanto son estas personalidades de adscripción y desadscripción étnica para el caso aquí las que ocupan los cargos públicos, como es el caso de analizado serán contemplados a partir de la compleja y Exequiel Bustillo, director durante diez años de Parques dinámica relación que los actores establecen con distintos Nacionales, y dueño de un latifundio sobre el Parque interlocutores y como producto de una disputa econó- mica y política en la arena pública. 1 Ley nacional 12.103.

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Nahuel Huapi, que ante el peligro de expropiación por En la actualidad, el proceso de reafi rmación de la perte- parte del gobierno de Perón (1945-1955), se transforma nencia territorial y los derechos en términos de adscripción en el Cumelén Country Club, que reúne las residencias étnica ha llegado al nivel de judicialización con la situación de descanso de la aristocracia porteña en la villa, hasta de inestabilidad que esto implica. Ante esta situación, la nuestros días (De Mendieta 2002). estatalidad responde de dos maneras diferentes. El Estado El aislamiento de la villa respecto de los centros de provincial y municipal continúa negando la categoría legal poder (por ejemplo Neuquén capital), y en general de los de “comunidad” a las familias en cuestión, promueve la territorios patagónicos, favoreció la conformación de un venta de tierras y los juicios de desalojo. Por otra parte, el sector con mucho peso en el ámbito local, como es el caso Estado Nacional mantiene una política opuesta a través recién descripto, que permitió el manejo de mecanismos de los organismos que competen a la situación legal de independientes del orden nacional, pudiendo posicio- los derechos indígenas: el Instituto Nacional de Asuntos narse en la acumulación de capital y ejercer relaciones Indígenas y a través del control de los recursos naturales, de poder con sectores subalternos (Bandieri 2005:164). la Dirección de Parques Nacionales. Esta última desarrolla Desde este punto de vista, Parques Nacionales encarnaba un programa de co-manejo de los recursos del parque en los intereses de la oligarquía. donde involucra en la gestión a las poblaciones indígenas Tentativamente, pensamos que se trata de una pequeña residentes en las tierras del predio del Parque Nacional 2 localidad de frontera en donde las familias mapuches con- Nahuel Huapi . Esta acción implica un reconocimiento trastan desde el punto de vista de su inserción en el sistema de hecho de los pobladores mapuches Quintriqueo, que productivo con los indígenas residentes en otras áreas de la habitan sobre estos territorios. Por otro lado, el I.N.A.I. provincia. Las comunicaciones y circulación de población (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) mantiene una entre la frontera argentino-chilena, por su cercanía, han política de reconocimiento a los pueblos originarios. Su sido más intensas que en otras localidades como Junín de presidente declaraba a la prensa local: “(…) en el caso de los Andes y San Martín de los Andes, en donde la presencia comunidades asentadas ancestralmente en tierras privadas, estatal ocurrió más tempranamente. Asimismo, encontra- lo que hay que hacer es ir a la justicia para que los jueces mos en estas poblaciones que las comunidades mapuches hagan una declaración de certeza. Qué vale más: ¿la pose- son fácilmente identifi cables, incluso en términos geo- sión tradicional de una comunidad indígena o un título frío gráfi cos (entre estancias), funcionando como reservas de donde no hay ocupación?” (Moreda 2005). mano de obra que trabajan en los establecimientos rurales Esta contradicción en las políticas seguidas entre la o migran hacia el centro urbano estacionalmente, garanti- nación, la provincia y municipio, nos lleva a concentrar- zando la reproducción de los trabajadores en los tiempos nos en el ámbito local a fi n de comprender el posiciona- no productivos. Por lo tanto, el reconocimiento de los miento de los actores sociales locales y las relaciones que derechos indígenas, en estos casos, no estaría desafi ando establecen entre sí en el plano simbólico. de manera directa al sistema de dominación hegemónico. De hecho, el concepto de “comunidad” es producto del LA CONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA Y LAS REPRESENTACIONES sistema de dominación y es impuesto a los sujetos en fun- SOCIALES ción de la desigualdad dada. El reclamo que realizan hoy las poblaciones mapuches A partir de la última década, las familias mapuches de Villa La Angostura tiene por sobre todas las cosas, un de Villa La Angostura parecen estar viviendo el proceso origen histórico. O mejor, es el resultado de un proceso de inverso al vivido anteriormente. Su aparición en la arena construcción histórica en el que se contrasta su experien- pública emerge disputando política y jurídicamente un cia con las representaciones que de ello se construyen. En estatus particular en términos de derechos indígenas, y el consecuente acceso a los recursos que esto implica. 2 La Administración de Parques Nacionales contó por muchos Intentamos dar una explicación al fenómeno a partir de años con una política de no-reconocimiento de los pobladores la interrelación de ciertas variables de orden económico y originarios (criollos o mapuches) en su jurisdicción, llegando político. Entendemos que, desde el punto de vista econó- en muchos casos al enfrentamiento e incluso su expulsión for- mico, la actividad turística es la principal fuente de recur- zada. Con el advenimiento del proceso democrático, Parques Nacionales presentó lentos cambios en su política de asenta- sos a partir de la cual se apunta a la atracción de visitantes mientos humanos, con una nueva relación y disminución de de alto poder adquisitivo. Por ello, en la última década, el los factores de confl icto. Asimismo, en los últimos años se ha Estado neuquino dio un importante impulso a esta acti- incrementado el interés de la institución en la reconversión vidad generadora de divisas, a través del “Plan Maestro de económica de los pobladores, propiciando un paulatino reem- Turismo” (2003-2007) en donde identifi ca y promueve el plazo de actividades agropecuarias por alternativas de menor desarrollo de inversiones sustentables. impacto en el ambiente físico (Impemba 2003).

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el análisis de entrevistas encontramos distintos momentos entrevistas son analizadas teniendo en consideración la respecto de la problemática mapuche en la villa que vale reconstrucción y el trabajo realizado con fuentes secunda- la pena recalcar. La centralidad de la argumentación con- rias como se expone en cada apartado correspondiente. siste en la tesis que plantea que los indígenas son “indios Para el análisis hemos acudido a dos tipos de catego- chilenos”, y que, por otra parte, en La Angostura no había rías diferentes: las nativas y aquellas propias del investi- población al momento de llegada de los españoles. gador. Las categorías nativas –indios chilenos, araucanos, En este apartado, nos interesa analizar la construcción nyc (“nacido y criado”)– son recuperadas a fi n de situar que se hace de los mapuches en el espacio social en el que se y captar el sentido discursivo y sus connotaciones. Las desenvuelven. Es decir que nos interesa fi jar la mirada en el categorías construidas por los investigadores –cruzar la plano de la memoria colectiva y la interpretación que sirve cordillera, conquista del desierto, adscripción étnica– son a la construcción de argumentos que, en defi nitiva, conti- las que sirven al análisis crítico y a la comprensión de las núan sosteniendo la inexistencia de un colectivo étnico. primeras en función del desarrollo conceptual. Por razo- En Villa La Angostura, la historia de su poblamiento y nes de orden en la exposición, hemos dividido el análisis fundación resulta tan relevante para los pobladores como de acuerdo con los siguientes niveles registrados. cuanto hace a su origen colectivo. En este sentido, se registra un interés particular en la reconstrucción de una La “Conquista del Desierto” historia ofi cial vinculada a la “conquista del desierto”, la Una parte central que une este reclamo por la tierra fundación de la Colonia Agrícola Pastoril Nahuel Huapi, se representa como infundado en virtud de una metáfora y la llegada de “pioneros”. En la lectura de la historia y conocida, “la conquista al desierto”. Esta noción de un terri- las representaciones que se tienen sobre unos y otros, el torio vacío de población persiste en el imaginario social de Estado cumple un rol fundamental en la producción y la localidad en la medida en que continúa fundando el dis- articulación de los instrumentos de representación de la curso deslegitimador. Efectivamente, resalta en las entrevis- realidad social ya que produce un discurso de verdad e tas que el reclamo por la tierra es ilusorio en tanto que: impone un punto de vista particular como un universal “Acá concretamente, salvo las culturas rupestres, que (Bourdieu 1996:25). De esta forma, las políticas de pobla- nadie sabe que origen tienen, no había gente” (historiador miento, distribución de renta provincial, disputas entre local nyc). distintos niveles de acción estatal, son variables propias Es particularmente notable en el norte patagónico la de campos específi cos –social, económico y político–, que imagen que los neuquinos se construyen a sí mismos como entrecruzan la problemática de la etnicidad de manera “pioneros” en el proceso de colonización. Porque el domi- particular. Trinchero (2000) señala que un factor clave en nio efectivo del Estado también reconoce un plano simbó- la construcción de las identidades indígenas son las rela- lico, mientras se hacía efectiva la ocupación era necesario ciones interétnicas establecidas durante el proceso de for- desarrollar en la sociedad civil la “nacionalidad argentina”. mación del Estado-Nación. De allí remarca la necesidad El desierto es un mito de la Patagonia que sirve para fun- de “(…) inscribir las relaciones interétnicas al interior del damentar el modelo europeizante bajo el cual se organizó proceso de formación de la nación y la estatalidad (y de las el proceso de construcción nacional (Bartolomé 2003). En relaciones de producción que en el interior de sus fronteras la Patagonia en particular, se acentuaba la idea de que había se van desplegando)” (2000:31). que “poblarla”, frente a la numerosa población que podría Por ello, a lo largo del siglo XX se ha ido construyendo reconocerse como no nacida en el país. Es decir que, desde una forma particular de contar la historia en donde la un principio se sostiene que “no había indios” en los alre- identidad étnica se encuentra suprimida. Y por ello tam- dedores del Nahuel Huapi. En todo caso, La Angostura era bién, cobra relevancia analizar este discurso haciendo un “lugar de paso” para poblaciones nómades que sí ocu- 3 foco en lo dicho por los funcionarios públicos. paron parte del territorio argentino . Sin embargo, estas Desde el punto de vista metodológico, trabajamos con poblaciones no son entendidas como “mapuches”. cuatro entrevistas realizadas a: 1) el actual intendente de la localidad, miembro de Partido Justicialista; 2) un fun- 3 cionario municipal cuya función le compete la inserción Como afi rma Bartolomé: “Los indios estaban y no estaban allí, el desierto era desierto a pesar de la presencia humana, de los emprendimientos mapuches vinculados al turismo; pero esta presencia no era blanca, ni siquiera mestiza y por 3) un historiador afi cionado que en la villa se representa lo tanto carente de humanidad reconocible. Poblar signifi - como el “recopilador ofi cial” de la historia de la ciudad, y caba, contradictoriamente, matar. Despoblar a la tierra de 4) un historiador afi cionado, viejo poblador de la ciudad esos ‘otros’ irreductibles e irreconocibles para reemplazarlos –su padre fue uno de los “pioneros”– y considerado como por blancos afi nes a la imagen del ‘nosotros’ que manejaba el un “sabedor” de las historias que rodean a la villa. Estas Estado Nacional” (Bartolomé 2003: 29).

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El “desierto” no es ya referido a la Patagonia sino que ria moderna o relativamente moderna a partir de la cam- permanece como generalización a la que se recurre para paña del desierto. Acá sencillamente no se podía vivir” interpretar la historia local, lo particular. (historiador local nyc). “El clima acá ha cambiado cualquier cantidad. O sea, acá había muchísima nieve antes y ahora prácticamente no Las categorías de persona: los chilenos Paichil y Antriao hay. Te decía, la cordillera se podía cruzar cuatro meses al Es interesante tener en cuenta que la explicación año, hoy la cordillera la cruzás diez meses al año. Entonces anterior sirve de contexto histórico para comprender la esas condiciones tan duras hacían que no podía haber un llegada de las familias mapuches en cuestión a La Angos- asentamiento indígena porque no podía sobrevivir” (his- tura. Por una parte, no pueden ser incluidos dentro del toriador local). proceso de movilización social ocurrido como conse- Pese a los intentos por negar la existencia de pobla- cuencia de la presión de los Estados argentino y chileno ción preexistente al Estado Nacional, es claro que los sobre las tierras del sur. Sin embargo, se relata su llegada, pueblos originarios mantenían una dinámica particular luego de recurrir a la explicación anterior. En este sentido, en virtud de la economía preexistente en la zona cordi- la “araucanización” funciona como categoría nativa. llerana, por la cual se mantenía un fl ujo de movimiento “Ellos dicen también, la comunidad mapuche, que su entre uno y otro lado de los Andes, más allá de cualquier comunidad mapuche es anterior al Estado de Chile y al límite jurídico impuesto con posterioridad. Los mapu- Estado de Argentina, ¿sí? Como países, como naciones. ches, según esta versión, son indios guerreros prove- Pero aun en esa época, en la época anterior, ellos vivían nientes de Chile como resultado de la “araucanización”, en Chile. Y de este lado, vivían los tehuelches, los poyas, mientras que sobre el actual territorio argentino había los puelches, ¿sí? Y los mapuches o los araucanos chilenos 4 poyas y puelches . El discurso que se esgrime es que estos avanzaron sobre ellos porque eran más agresivos, estaba grupos desaparecieron como producto de la fusión con todo el negocio del malón allá en Buenos Aires…” (histo- los mapuches, quienes se impusieron sobre ellos. En ese riador local nyc). sentido, la conquista de los territorios patagónicos y la A su vez, entonces, se entiende que la interpretación desaparición del “indio argentino” se subsumen al pro- se construye sobre la base de límites territoriales estatales, ceso de expansión de los mapuches: aun cuando los Estados no ejercían soberanía nacional “Cuando se produce lo que acá llaman la araucani- sobre los territorios en cuestión. Sin embargo, es precisa- zación, que es el proceso de cruce de la cordillera de los mente esta idea la que permite también situar la llegada mapuches, a partir de 1750, se encuentran, por un lado, de los Paichil y de los Antriao como pobladores chilenos grupos numerosos contra acá, dispersos, culturas débi- más que como mapuches: les de acá, nómades que vivían en grupos de doscientos, “Y después lo que viene es la ocupación de tierras por y ellos cruzaban de a miles, y en treinta, cuarenta años, parte de ciudadanos chilenos descendientes de araucanos, que ¿qué pasó? Se fueron fusionando la cultura más armada venían, incluso sabemos de qué lugar vienen todos. Venían y estructurada y de mayor cantidad, absorbió lentamente de un pueblito que se llamaba San Pablo, que está veintiún a todos estos. De ahí que va desapareciendo el poya y el kilómetros al norte de Osorno” (historiador local). puelche” (historiador local). Desde esta perspectiva, “cruzar la cordillera” enfa- “Acá ni siquiera fue una guerra de exterminio porque tiza una nacionalidad supuesta (no real puesto que no dominaron, digamos, araucanizaron a las tribus de acá que existía la ocupación efectiva del estado chileno sobre eran de índole más tranqui, más pacífi ca. (…) Eran más estas áreas) que subordina en ella a la identidad étnica. débiles, eran más… Una raza más fuerte sobre una más En la medida que el objetivo siguiente a la conquista de débil” (historiador local nyc). tierras patagónicas fue poblar estos territorios “vacíos”, “Están las crónicas de los jesuitas, las crónicas de los desde estos discursos, los recién llegados se convierten viajeros del siglo XIX, hablan de las primeras tribus, de en “argentinos”. No obstante, no todas las nacionalidades las primeras de las tribus autóctonas que hubo acá que eran valoradas por igual. El espacio de frontera con Chile eran los poyas, los puelches, los tehuelches, los pehuen- hizo que esta fuese considerada “peligrosa”, por lo que se ches... Después hablan del avance de los mapuches chi- desarrollan estrategias de “deschilenización” de la pobla- lenos, sobre las tribus digamos las comunidades nuestras ción (Méndez 2005:2). (…). Acá hay una gran mentira. La zona nuestra no Contrastando con las concepciones expresadas en estaba poblada por cuando digamos yo hablo de la histo- los discursos locales, la historiografía actual referida a las áreas fronterizas muestra un mundo de relaciones 4 Los “poyas” son un grupo étnico que habitaba a ambos lados argentino-chileno muy complejo, en donde las relaciones de la cordillera de los Andes en la región Norpatagónica. interétnicas se daban de manera dinámica, apuntando

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hacia un proceso de centralización política en jefaturas Historiador 1: —Nacido y criado. Así nos decimos 5 regionales5 , la conformación de alianzas supra locales y nosotros… contactos económicos con el área del Pacífi co dominantes Historiador 2: —Es famoso acá, sos nyc o no sos nyc. en la comercialización de ganado vacuno en pie. Desde Historiador 1: —Este es trucho (irónicamente al historia- esta mirada, el fi jismo y la ahistoricidad de la Patagonia se dor 2). quiebran porque su eje dinamizador ya no se lo considera Historiador 2: —Yo soy visitante”. exclusivamente el contacto con las costas atlánticas y el (Diálogo entre dos historiadores locales). mercado nacional (Bandieri 2005:221-222). La historia que se relata para los nyc se concentra en Ninguna de las familias mapuches que recibieron un la hostilidad del clima y las difi cultades propias del aisla- título de tenencia precaria, lo obtuvieron en virtud de su miento y la falta de comunicación. Así se narra la entrega etnicidad, sino que por el contrario, en virtud de las polí- de parcelas de tierra otorgadas por el Estado con el fi n de ticas de poblamiento que se estaban llevando a cabo, y poblar la región: en el marco de apropiación material y simbólica distinta “Las condiciones eran hacer una casa, hacer un galpón, de la concepción que se tiene sobre el acceso a la tierra un corral, limpiar el bosque, sembrar, vivir de eso. Pero era que para el caso desarrollado, inhibió un espacio de iden- muy duro, era muy difícil, no tenías nada: educación, salud, tifi cación y reconocimiento en términos étnicos. Como comunicaciones, mercado para vender lo que producías. señaló el historiador local nyc: Nada, nada de nada” (historiador local nyc). “(…) en 1902 y dicen “bueno, vamos a ver quienes están No obstante, se trata de una categoría excluyente, ya ocupando esos lotes y los blanqueamos, pero hay que nacio- que nyc no solo se refi ere a los primeros pobladores y sus nalizarse argentino”. descendientes, sino también a algunos parientes adminis- “Mirá qué malo que era Roca, les dio las tierras en el tradores de las casas de familias aristocráticas. Por esto es año 1903. O sea, a un año de defi nirse la cuestión de límites, rótulo que se entiende en el marco de una villa con alto les dio en plena frontera un lote pastoril entero a dos fami- crecimiento poblacional y con visitantes todo el año. lias de indios chilenos. Mirá, qué malo que era”. Lo que nos interesa aquí es que en términos de cate- Esta última cita, planteada como una ironía por gorías de persona, los descendientes de Paichil y Antriao parte del entrevistado, nos permite pasar revista del son consideradas nyc como descendientes de los primeros argumento central y muy común la localidad: los Paichil pobladores, no obstante no lo son como pobladores mapu- y los Antriao eran indígenas, pero su adscripción étnica ches sino como descendientes de los primeros pobladores no se corresponde con la existencia de indígenas dentro chilenos con origen mapuche, que vinieron a poblar. del territorio patagónico argentino sino con la chilena “Yo lo único que te puedo decir es que el lote pastoril –“los mapuches, si los hay, vienen de Chile”–. De esa 9, Roca se lo dio a Paichil y Antriao, que era una fami- forma, su adscripción étnica se evalúa en términos de lia de chilenos. Como por supuesto el apellido lo dice, su nacionalidad, “indios argentinos” e “indios chilenos”. antepasado era mapuche. Y les dijeron ‘ bueno, esta tierra Desde este punto de vista, el reclamo de los mapuches te la damos a vos’. Y hay un decreto. ¿Qué pasó de 1902 como pueblo originario resulta ilusorio para el caso en adelante? En el año cuarenta y pico, Paichil y Antriao argentino. Esta argumentación coincide con la ideología dividen la fracción única en tres fracciones, dos se queda de principios de siglo XX, en la cual la postura antichi- Antriao, una se queda Paichil. Escrituran eso, lo cual rompe lena fue constante, acompañada de la asociación con el concepto de comunidad. Si es comunidad vos no podes lo indígena. La antinomia era clara entre el extranjero subdividir. Lo subdividen como familias y esto lo que da pie europeo (“responsable”, “capitalista” y “trabajador”) y para que sigan subdividiendo después con los paichialitos el chileno o indígena (catalogado como “vago” y “sin y los antrialitos. Cada uno tuvo su familia, obviamente, y recursos”) (Méndez 2005: 3). cada uno fue quedando con un pedazo de tierra sucesoria. A su vez, para comprender esta categorización es Y fue así como esto, donde estamos nosotros ahora en este interesante notar que las personas que habitan la villa se momento –la Municipalidad–, es parte del lote pastoril 9 de enmarcan dentro los nyc como categoría excluyente: seiscientos veinticinco hectáreas” (Intendente). Historiador 1: —“Le dije que vaya a ver a Margarita en la Esta cita es relevante por varias cuestiones: en primer Terminal. Ella es bien nyc. lugar aparece aquí el reconocimiento de los hechos, solo Entrevistador: —¿Qué es nyc? que sobre ellos se construye un relato que contrasta con aquel esbozado por el reclamo. Se resalta que el decreto 5 Como el caso del Cacique Sayhueque, denominado por Roca existe, pero se hace hincapié en la calidad de descen- el “Gobernador del País de las Manzanas” (Bandieri 2005 y dientes de mapuches (chilenos). En segundo lugar, las De Mendieta 2002). subdivisiones sucesivas son interpretadas como parte de

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procesos de compra y venta individuales, y por eso no Efectivamente, estas familias a medida que la localidad pueden constituir una “comunidad”. y las familias fueron creciendo, fueron perdiendo las sub- “Acá eran inmigrantes chilenos que le dieron los lotes y el divisiones sucesivas. Distintos mecanismos operaron en tipo los vendió. Bueno, los vendió. Punto. Pero no vino acá este sentido: el cobro de impuestos por parte de Parques el Estado y montó una comunidad indígena. Eso no existió. Nacionales, la expulsión por antecedentes policiales o el Ahora que el tipo era descendiente de araucanos y que tendría estar indocumentados, la venta de la tierra a valores bajos, sus costumbres, seguramente sí, pero eran dos familias que se y mecanismos de endeudamiento resultados de relaciones vinieron a vivir acá como arrieros” (historiador local). de peonaje. Algunos interlocutores han hecho referencia a Es decir que los Paichil y Antriao son dos familias una suerte de anécdota local que tuvo lugar en los años individuales que compartían el lote pastoril en calidad de 40, cuando Segundo Paichil intercambió con un conocido arrieros. Pero en la medida en la que no hubo reconoci- vecino del lugar 40 –de apellido Salamida– hectáreas de miento del Estado de su comunidad entonces no pueden tierras por “…una casilla y una caja de vicios por mes por- constituirse como tales, cuando el reconocimiento estatal que no tenía descendencia y estaba viejo para trabajar…” . debe seguir a su existencia bajo esta forma jurídica y no “Claro, vos podés pensar ahora en el 2006, con lo que crearla de hecho. vale esa propiedad, Salamida cambió la tierra por dos bananas, un pedazo de carne, un litro de vino y atado de El valor de la tierra cigarrillos. Le cambió una cosa que hoy vale, pero por qué La idea de que los Paichil y los Antriao no constitu- no te vas cuarenta años atrás donde vivir acá no era fácil, yen comunidad, sino que son familias de origen chileno, donde trasladarte del monte hasta acá te costaba un perú, se asocia también a su relación con la tierra. El decreto donde vivías solo, tenías que hacerte de leña, el médico no del año 1902 fi rmado por Roca designa originalmente llegaba… Y bueno ponete en la piel de Salamida que nunca las seiscientos veinticinco hectáreas que corresponden me pareció un mal tipo. Yo lo conocí de grande, ya de viejo y al lote 9 de la Colonia Agrícola Pastoril Nahuel Huapi. El andá a ponerte en la piel de ese pobre Paichil que lo habían acceso a la tierra no residía en la adscripción étnica, sino dejado solo. Ahora es muy fácil, con el diario de ayer yo te en relaciones de amistad o en la colonización a partir del hago política” (Intendente). reconocimiento del dominio del Estado argentino y el pro- “Después hubo otro de un heredero Bairria que a tra- gresivo crecimiento de un sentimiento de afi rmación de la vés de unos abogados hizo un juicio sucesorio abreviado, nacionalidad. Méndez (2005) señala el informe de inspec- sacó un edicto en un momento en un diario regional y otro ciones realizadas en 1906 y 1909 a la Dirección Nacional nacional, convocando a los herederos para que vengan a de Tierras y Colonias en donde se demuestra que el acceso reclamar un pedazo de tierra. Y bueno, como obviamente, a la tierra de inmigrantes chilenos no fue, a diferencia de nadie leyó el diario, el tiempo pasó y se quedó con terreno otras nacionalidades, como propietarios, sino bajo fi guras este descendiente de los Paichil Antriao, con el abogado. Y nominativas, de “consecionarios” u “ocupantes”. bueno, este era el chico que cuando fue, compró, sabía que El lote 9 se extiende desde el centro de la ciudad hasta compraba eso” (Intendente). el puerto. Sobre él se asienta la municipalidad y los edi- Efectivamente, existen distintas anécdotas que dan fi cios públicos y el centro comercial. Las familias Paichil cuenta de la pérdida de tierras por medio de artilugios y y Antriao, por su parte, han quedado desplazadas hacia estrategias que escapaban a los mapuches. En ese punto, el límite norte del lote, en el camino que recorre el Cerro cabe refl exionar si el valor de la tierra sólo se mide en tér- 6 Belvedere . Para el tipo de relato que estamos analizando minos monetarios. Porque cierto es que si bien el metro en esta oportunidad, este desplazamiento se explica por el cuadrado podía tasarse a bajos valores, en el espacio físico bajo valor de la tierra en el momento. patagónico la propiedad de la tierra, y el acceso a ella “A través de los años, les fueron comprando tierras que constituyó parte del imaginario del poblamiento como las cambiaban a veces por dos vacas o un caballo pero por- política nacional. No es nuestro objetivo desarrollar en que en ese momento, en ese contexto histórico, que es lo que profundidad esta cuestión, pero sí es de hacer notar que no entiende, la tierra valía eso. Cuando el gobierno les da quienes económica y políticamente estaban en condicio- las seiscientas hectáreas, el valor era de cuatro vacas o seis nes de apropiarse de terrenos patagónicos, lo hicieron vacas y dos caballos. Vos vendes seiscientas hectáreas hoy en aun cuando la tierra permanecía improductiva (Bandieri quince mil pesos, cuando hoy vale el metro cuadrado eso” 2005). Por esto grandes extensiones de tierra en los alre- (historiador local). dedores de la villa fueron apropiados por sectores de la oligarquía porteña y que desde sus orígenes encontramos 6 Específi camente, se encuentran en los límites urbanos en el su presencia en el reparto efectuado por parte del Estado Barrio El Cruce, Barrio Epulafquen y Barrio Norte. Nacional. Aún más, Méndez (2005) da cuenta del interés

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de la oligarquía porteña en estas tierras cuando menciona en la opinión pública, remarcándose la presencia indí- la denuncia de Emilio Frey, encargado de la Ofi cina de gena, en una localidad que ha negado sistemáticamente la Tierras y Colonias en 1918, que acusa a Jorge Newbery existencia de poblaciones indígenas entre sus habitantes. (encargado del Parque Nacional Nahuel Huapi): Otro de los emprendimientos que motivó la tala “El Sr. Newbery dice que esos colonos son indios chile- de árboles en la zona próxima a donde se establecieron nos que cometen toda clase de depredaciones. Ignoro si hay los mapuches y que provoca polémica entre ellos, es un alguna disposición legal que prohíba a los indios chilenos deporte originario de Costa Rica denominado “Canopy”, vivir en tierra argentina (…). Lo que el Sr. Newbery busca consistente en desplazarse entre los árboles a cierta altura desde tiempo atrás es obtener las mejores tierras de esa región. a través de unas sogas y roldanas. Algunos coihues sostie- Acuérdese que ha solicitado entre otros el lote 49 de la Colo- nen a las plataformas que constituyen los puntos de par- nia del Nahuel Huapi, cuyo valor en maderas pasa de medio tida y llegada para los deportistas, en tanto los árboles que millón de pesos y que es una de las más hermosas joyas del fueron derribados permiten generar un espacio de despla- lago Nahuel Huapi. Es imposible que el Sr. Newbery pueda zamiento. Paradójicamente en los afi ches promocionales ocuparse como corresponde del desalojo de los que él llama y en la página Web de la empresa que promociona esta intrusos. Esta es tarea esencialmente policial y sin duda las actividad recreativa, muestra todas sus características y autoridades del Neuquén y del Río Negro, tienen muchos más adjunta un mapa donde para acceder al lugar es necesario 7 elementos y conocimiento para su vigilancia” . ingresar por la calle “Cacique Antriao”, la que naturalmente En la actualidad, aquello valorizado en términos sim- se denomina así, dado que en dicho lugar históricamente 10 bólicos, se corresponde con las condiciones económicas ha residido la población indígena homónima . que permiten incrementar el valor del metro cuadrado. Por ello, la reivindicación étnica se evalúa en términos de La mentira de la comunidad intereses económicos “oportunistas”: Finalmente, el relato seguido permite llegar al descré- “En este momento hay un negocio inmobiliario por eso dito del reclamo mapuche. Por un lado, se mencionó la hay un reclamo pero no tiene nada que ver con la historia” diferenciación hecha de “familias” versus “comunidad”. (historiador local). “Acá no es comunidad tienen un rejunte de gente para “Eso de estar hablando de las injusticias hace quinientos reclamar tierra que vale mucho si vos me pedís que te lo años, y ya está, somos todos argentinos. Con ese digamos dis- defi na es así” (funcionario municipal). curso se siguen fomentando la bronca, la violencia, la disocia- “Que no me vengan a joder con la comunidad mapuche ción, el resentimiento. En el trasfondo te das cuenta que es por y la p…Porque es mentira, acá vivían el indio con el ale- intereses económicos. En defi nitiva, es nada más y nada menos mán, con el negro, y todos nos llevábamos bien (historiador que la ambición de que ahora los terrenos valen, entonces todo local, nyc). el mundo se acordó que algo, alguna gota de sangre mapuche Cabe resaltar que esta imposibilidad para “ver” la que por ahí tenían guardada” (funcionario municipal). comunidad, hacerla visible en términos geográfi cos, para Este discurso se enfunda en un contexto en el cual el caso que nos ocupa es el resultado de un proceso dife- unos meses antes se corrió la versión de un desalojo con rente al seguido por otras poblaciones con las que se suele el fi n de construir un complejo de “bungalows” que apro- comparar, San Martín de los Andes y Junín de los Andes. 8 vecharían la belleza de Paso Coihue . También fuentes Para Ezequiel Ramos Mejía, Ministro de Agricultura y periodísticas de Villa La Angostura consideraron que el de Obras Públicas durante las presidencias de Figueroa desalojo tenía relación con el proyecto de fundar otro Alcorta y Roque Sáenz Peña, la política a seguir con los pueblo equidistante entre esa localidad turística y Barilo- indígenas consistía en la fragmentación y diseminación che, idea que había sido lanzada con anterioridad a estos por familias en estancias a fi n de ponerlos al servicio de hechos por el intendente (anterior al actual) de esta loca- los requerimientos del modelo productivo y “civilizarlos” 9 11 lidad . A partir de estas acciones se instaló este confl icto (Méndez 2005: 4) . Llegamos a un punto en el discurso en donde el des- crédito se inviste de prejuicios de tipo esencialistas en tér- 7 Colección Emilio Frey. Carta de Emilio Frey al Sr. Joaquín de minos de cómo tipifi car un “ethos” mapuche: Vedia, fechada en Buenos Aires el 10 de diciembre de 1918 y dirigida al Jefe de la División de Inspección. 16. V. Museo de la Patagonia. Bariloche. Citada en Méndez 2005: 7). 10 En http://www.canopyargentina.com.ar/principal.htm. 8 Resistencia y Asado, en http://argentina.indymedia.org/ 11 “… la tribu los mantiene en el antiguo régimen del salvajismo news/2003/05/111855.php. sin la más remota posibilidad de un progreso fundamentalmente 9 Recuperación en Paso Coihue, en http://argentina.indymedia. reñido con tal organización social” (Ramos Mexía 1921: 44. org/news/2003/05/112415.php. Citado por Méndez 2005: 4).

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“Yo conozco muchos apellidos de origen mapuche, pero “Acá no había diferencias. Árabe, chileno, alemán, ita- jamás los escuché hablar en mapuche y al contrario, ellos liano, araucano, indio, qué sé yo. Yo realmente te puedo mismos se avergonzaban de tal porque el blanco ha hecho hablar de indios que eran tipos dignos, respetables, ¿sí? Acá un buen trabajo en ese sentido. Entonces se conformaban frente a mi casa vivía uno que era Don Pedro Lleufo, que era con lo que tenían. Pero jamás hubo una reivindicación caminero municipal, el tipo arreglaba las calles. Llegó no se como agrupación” (Intendente). sabe bien de dónde. Lo vieron trabajador y la municipali- “Hoy por hoy la cultura mapuche en La Angostura no dad en esa época tomaba tipos trabajadores. Pero no tenía la tenemos para nada como un producto. San Martín de los papeles. Entonces el juez de paz le arregló los papeles y con Andes sí la tiene. Nosotros no porque está muy diluida... son eso pudo entrar en la municipalidad. Y el decía que el juez gente descendiente de mapuches, como podrían haber sido ese era su papá. Está bien, le había dado existencia ofi cial. Y bolivianos o uruguayos. (…) Pero no pueden venir a pedir hay tantas del buen negro. Se enfermó el juez y él iba a dor- hectáreas de tierras porque sus ancestros vivían corriendo al mir en el juzgado de paz, a la puerta, como un perro porque choique, o vivían cultivando las arvejas, porque ahora no lo tenía que cuidar a su papá” (historiador local nyc). 12 vas a hacer, chango” (funcionario municipal) . “Te puedo contar de Don Bartolo Catrinao también, Estas citas evidencian que tras los relatos subyacen puro indio. Del otro lado del lago vivía en un aserradero. imágenes esencialistas desde el sentido común. No hablar Después los dueños levantaron todo y se fueron, pero él “en lengua” es un factor desacreditante a la vez que correr quedó. Quedó veinticinco años viviendo ahí, esperando al el choique apela a la imagen típica del “salvaje” o “primi- patrón. Porque el patrón le había dicho que iba a volver. Eso tivo”. Aquí aparece una diferenciación en el discurso entre es dignidad” (historiador local nyc). estos funcionarios y el historiador que representa el relato Los mapuches del relato histórico aparecen ocupando de los pioneros y por tanto hemos denominado nyc. Esta un lugar de subordinación económica –el peón de ase- distinción ocurre en el plano del reclamo en términos rradero–, y político-jurídica –frente al Estado–. En la políticos. Este historiador construye una imagen de peli- medida en que ocupan un espacio subalterno y demues- grosidad de quienes se hacen pasar por mapuches: tran “lealtad” hacia el superior, entonces cobran un halo “Están los mapuches truchos, te lo digo con todas las de dignidad. Son dignos en la medida en que entienden y letras. Porque es una gran mentira, en esta zona nunca no cuestionan el “orden civilizado”. hubo mapuches como creo que te he contado al principio, porque simplemente no podían subsistir. Gente de otro lado, La comunidad mapuche como producto turístico los que realmente son descendientes, las primeras familias Es interesante señalar, como predomina una visión de pobladoras no se meten, no se meten. (…) Son todos tipos la historia que pareciera permanecer inalterada a la hora de afuera. Hay bolivianos, qué sé yo todo lo que hay” (his- de refl exionar sobre el presente ya que se continúa plan- toriador local nyc). teando “lo mapuche” en términos de adaptación al orden En la disputa política, esta imagen también se repre- existente. Como afi rma el Intendente: senta como tal para los funcionarios en tanto preexiste la “Los quisimos integrar. Nos parece un producto interesante. relación social y política de los mapuches más allá de la Un producto más de todos los que tiene Villa La Angostura”. localidad en particular. Para el funcionario, la existencia de mapuches es “(…) hay otro pariente que ha traído gente de la zona de posible en Villa La Angostura en términos de su posicio- Bariloche que son más aguerridos andan con la cara tapada namiento en el marco de la estructura de la relaciones parecen piqueteros, y los han metido ahí para presionar” vigentes. Parecería que la condición para que cobrasen (funcionario municipal). existencia es la de “producto turístico”: El Intendente también narra la toma de la intenden- “Si vos querés vivir dignamente con tus tradiciones y tu cia (a fi nes de 2005) como un momento el cual se sin- cultura y querés aprovecharte de estas para poder posicio- tió presionado por “gente de afuera” y por “dirigentes” narte en el turismo entonces yo te puedo ayudar. Es más de agrupaciones mapuches ajenos al problema local. estoy abierto a todo esto y dalo por hecho que lo vamos a Esta imagen de “peligrosidad” de los indígenas en la hacer. Ahora cuando vos partís de algo en lo que reclamás actualidad, contrasta con la imagen que de las “familias son tierras que otras personas dicen que tienen los títulos chilenas de origen mapuche pioneras” se describe en el habilitantes, es muy difícil. Porque ahí es donde se rompe relato histórico: todo tipo de diálogo” (Intendente). Pensamos que aquí aparece el Estado defi nido a 12 El “choique” o ñandú petiso (Pterocnemia pennata) es uno de partir de su propia gestión, es decir a partir de su inten- los representantes autóctonos de la fauna patagónica. En http:// cionalidad. Mientras Villa La Angostura es considerada www.patagonia.com.ar/patagonia/animaleschoique.php. una “aldea de montaña” que conserva sus cualidades de

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tierra virgen y reserva natural para un turismo de alto interpretación histórica. A partir de dicho análisis, compro- poder adquisitivo, la gestión del gobierno municipal se bamos que la constante inferiorización material y simbólica concentra en la canalización de sus organismos y planes de las sociedades nativas ha conducido al desarrollo de pro- en la acentuación de este perfi l que garantiza la dinámica cesos tipifi cables como etnocidios (Bartolomé 1997:72-73) económica de la ciudad y aporta importantes capitales de ya que el proceso de desadscripción sufrido a lo largo del inversión, sobre todo en materia de construcción. Desde siglo XX se ha visto acompañado de estrategias coactivas esta lógica, el propio intendente sólo puede concebir la como la apropiación de tierras por parte de otros sectores presencia mapuche en la medida en que esta sea plausible de la población local. A su vez, se comprueba la constante de convertirse en un producto de marketing que sirva a deslegitimación en la interpretación histórica de la exis- la atracción del turismo, “(…) como un producto más de tencia de poblaciones mapuches en términos de “pueblos todos aquellos que ofrece La Angostura”. originarios”. Esto resulta de colocar a una sociedad “(…) “Como están apostados en un lugar que es un circuito en situaciones físicas e ideológicas que imposibilitan o difi cul- turístico, les dijimos “¿por qué no se organizan y cobran un tan extraordinariamente su reproducción social e identitaria. estacionamiento y cuidan los autos de los turistas y venden Dichos procesos comienzan por el abandono de rasgos cultura- artesanías?”… Querían vender choripán ¡Si vos vendés cho- les propios, continúan con el reemplazo lingüístico y concluyen ripán te tengo que pedir como mínimo que pongas un baño, con la renuncia a la fi liación indígena: el progresivo abandono que tengas una cocina porque sino la gente de los comercios del mundo cultural concluye en una descaracterización étnica. acá, me van a matar! Tenés que por lo menos hacer algo, no Pero el abandono de la cultura no suponen necesariamente la es la costanera esto, podés poner un carrito donde están los renuncia de la identidad, aunque es frecuente que se den aso- rollingo, donde está el partido de fútbol y vendes chorizo. ciadas”. Trinchero llama a esto “identidades políticamente Es decir, tratamos de hacer las cosas lo más, que no sea lo estigmatizadas”, que constituyen “(…) identidades estructu- mismo que en otros lugares. ¿Querés vender cosas enva- radas en los códigos de visibilización generados desde el poder sadas?, ¿querés poner un kiosco?” le digo, ‘poné un kiosco, político que en un momento dado gobierna el Estado y en vendé cosas envasadas’, ‘ah bueno, entonces podemos vender general desde los partidos políticos que reconocen la ‘otredad’ hamburguesas’. No. Si vamos a vender hamburguesas tene- a través de dispositivos propios y susceptibles de enredar las mos que tener otro tipo de cosas, ¿sí? identidades étnicas” (Vázquez 2004: 145). En esto juegan un Entrevistador: Ahora están cuidando coches. rol clave las contradicciones del mismo Estado y las luchas Intendente: Pero se podría hacer mucho más legal. Se políticas hacia el interior de los sectores de poder que se puede hacer de otra forma. Organizadamente. Y no, no disputan su hegemonía y la étnico-política por otro (Trin- quieren hacerlo. Me parece que deberían. Me ofrezco a chero 2000 y Vázquez 2004). hacerles yo la folletería para que el visitante se vaya con Bartolomé denomina a esto “transfi guración cultural” un souvenir. Como cuando vas a Mundo Marino, que vos como expresión de estrategias adaptativas que las socie- pagás la entrada y te dan” (Intendente). dades subordinadas generan para poder sobrevivir y que En este sentido, es interesante notar que mientras por un van desdibujando su propio perfi l cultural e identitario; lado, se niega su existencia, o esta se convierte en una cate- para poder seguir siendo hay que dejar de ser lo que era goría estigmatizante vinculada a la nacionalidad chilena, (Bartolomé 1997:73). por el otro, el reverdecer de su identidad es posible en la “Se puede señalar entonces que muchas de las manifes- medida en que esta pueda convertirse en un “bien común” taciones de la identidad étnica aparecen como resultantes que potencia la complejidad económica de la ciudad. de las diferentes posiciones de poder derivadas de las rela- ciones de dominación políticas y económicas, así como sus CONSIDERACIONES FINALES expresiones simbólicas” (Bartolomé 1997: 71). Nuestra hipótesis general de investigación es que Una de las consecuencias de estos sistemas es que las profundas transformaciones asociadas al desarrollo construyen formas identitarias califi cables como iden- de inversiones turísticas en la zona estudiada, favorecen tidades subordinadas en la medida en que dependen de la emergencia y desarrollo de las identidades étnicas y sus un antagonista dominante para conformarse. El caso acciones reivindicativas concretas como forma de articular extremo de estas identidades subordinadas es la que Car- demandas políticas, sociales y económicas. doso de Oliveira denomina identidad negativa, “(…) es En esta oportunidad decidimos enfocar la mirada en decir aquella orientada hacia la renuncia de sí misma como los discursos que se construyen dentro de la población local resultado de la internalización de la ideología discriminato- y que cargan de sentido negativo las alternativas de reco- ria de los sistemas interétnicos” (Bartolomé 1997: 71). nocimiento. Es por ello, que hemos intentado rastrear los Finalmente, creemos que la propuestas que apuntan orígenes de estos sentidos que son dados en términos de a la visibilización mapuche en términos de “producto

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cultural”, sortea la tradicional negación y deslegitima- Cardoso de Oliveira, R. ción propia de un proceso etnocida, aunque no por eso 1992 Etnicidad y estructura social. México, CIESAS, se encuentra libre de etnocentrismo. Basta con conside- Colección Miguel Othón de Mendizábal. rar que el espacio que podría reservar para el mapuche De Mendieta, Y. se constituye como un espacio de nueva subordinación, 2002 Una Aldea de Montaña. Villa la Angostura y su acorde al orden vigente, en tanto se propone la realiza- historia en la Patagonia. San Carlos de Bariloche, ción de actividades vinculadas al turismo, que en otras Imprenta Bavaria. ciudades no hacen más que reproducir las relaciones de Díaz Polanco, H. dominación como es el caso de la producción artesanal. 1995 Etnia y Nación en América Latina. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. AGRADECIMIENTOS García, A. y S. Valverde El presente trabajo ha sido fi nanciado por el Proyecto de 2007 Políticas estatales y procesos de etnogénesis en el la Agencia Nacional de Promoción Científi ca y Tecnológica: caso de poblaciones mapuche de Villa La Angos- “Problemática artesanal indígena. Procesos productivos y de tura, Neuquén, Argentina. Cuadernos de Antro- comercialización: un análisis comparativo de grupos Mapu- pología Social 25: 111-132, Sección Antropología che, Chané y Wichi” y el Proyecto UBACyT (2004-2007) Social, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad “Explotaciones turísticas y comunidades mapuches: confl icto de Buenos Aires. interétnico y prácticas de reproducción social en Norpatago- Hidalgo, C. nia”. Facultad de Filosofía y Letras - UBA. A la vez parte 1992 Prólogo. Hidalgo, C. y L. Tamagno (comp.), Etni- de la información que se expone surge del “Proyecto de for- cidad e Identidad, págs. 7-12, Buenos Aires, Centro talecimiento comunitario, rescate de la identidad Mapuche y Editor de América Latina. reafi rmación territorial del Lof Paichil Antriao y Quintriqueo” Impemba, M. fi nanciado por el I. N. A. I. (Instituto Nacional de Asuntos 2003 La representación de la cultura mapuche en el dis- Indígenas) (año 2006). Agradecemos a la Biblioteca Popular curso de los guías de turismo de San Martín de los “Osvaldo Bayer” de Villa la Angostura, en especial a la sub- Andes. Tesis de maestría en Teoría y Políticas de comisión “Archivos del Sur” por el apoyo brindado que hizo la Recreación, Facultad de Turismo, Universidad posible la realización del presente trabajo. Nacional del Comahue, MS. Méndez, L. BIBLIOGRAFÍA 2005 Mi pasado me condena. Chilenos e indígenas en el Bandieri, S. Nahuel Huapi 1880-1935. VI Congreso de Historia 2005 Historia de la Patagonia. Buenos Aires, Sudame- Política y Social de la Patagonia Argentino-Chilena, ricana. Universidad Nacional de la Patagonia “San Juan Barth, F. (comp.) Bosco”. 1976 Los grupos étnicos y sus fronteras. México, Fondo de Moreda, N. Cultura Económica. 2005 Recuperación del territorio de la comunidad Pai- Bartolomé, M. A. chil Antriao. Foja 0, 3, San Carlos de Bariloche. 2003 Los pobladores del “Desierto” Genocidio, etnocidio Radovich, J. C. y etnogénesis en la Argentina. Cuadernos de Antro- 1992 Política Indígena y Movimientos Étnicos: el caso pología Social, 17: 163-189, Sección Antropología Mapuche. Cuadernos de Antropología, 4: 47-65. Social, Facultad de Filosofía y Letras, UBA Luján, Universidad Nacional de Luján. 1997 Gente de costumbre y gente de razón: las identidades Trinchero, H. étnicas en México. México, Siglo XXI. 2000 Los Dominios del Demonio. Buenos Aires, Eudeba. Bechis, M. Vázquez, H. 1992 Instrumentos para el estudio de las relaciones inte- 2006 Análisis de los procesos étnico identitarios desde un rétnicas en el período formativo y consolidación de abordaje Histórico Crítico. IV Jornadas de Investi- los estados nacionales. Hidalgo, C. y L. Tamagno gación en Antropología Social, Sección Antropología (comp.), Etnicidad e Identidad, págs. 82-108, Buenos Social, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Aires, Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. Bourdieu, P. 2004 Antropología Emancipadora, Derechos Humanos y 1996 Espíritus del Estado. Génesis y estructura del campo Pluriculturalidad. Rosario, Homo Sapiens. burocrático. Revista Sociedad, 8, Facultad de Cien- 2000 Procesos identitarios y Exclusión Sociocultural. La cues- cias Sociales, Universidad de Buenos Aires. tión indígena en la Argentina. Buenos Aires, Biblos.

252 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

NOTAS

UNA PERSPECTIVA ESPACIAL PARA EL ESTUDIO DE LAS REPRESENTACIONES RUPESTRES DE VALLE FÉRTIL (PROVINCIA DE SAN JUAN)

Pablo Cahiza*

RESUMEN En este trabajo presentamos el registro de sitios con representaciones rupestres de Valle Fértil en el sector oriental de la provincia de San Juan. A partir de los datos generados por la prospección sistemática del área, relacionamos el emplazamiento de ese tipo de sitios con las características ambientales y la localización de asentamientos, morteros colectivos y canteras-talleres líticos de las sociedades formativas del área.

PALABRAS CLAVE Valle Fértil - representaciones rupestres - emplazamiento - sociedades formativas

ABSTRACT In this paper we present survey and recording of rock art sites in the Valle Fértil, eastern region of San Juan prov- ince. We relate site location, presences of collective mortars lithic quarries and workshops characteristics of formative societies with other environmental features.

KEY WORDS Valle Fértil - rock art - location - formative societies

INTRODUCCIÓN cia fi togeográfi ca del Chaco, específi camente su distrito Desde fi nes de 2003 llevamos adelante un proyecto de del Chaco Árido en los llanos y del Chaco Serrano en la arqueología regional en Valle Fértil, sector oriental de la ladera oriental de la sierra. provincia de San Juan, que tiene como objetivo estudiar los cambios y continuidades de los procesos socio-econó- LAS REPRESENTACIONES RUPESTRES DE VALLE FÉRTIL micos de las sociedades formativas locales. Los antecedentes sobre el arte rupestre de Valle Fértil Para ello desarrollamos un diseño de investigación sólo cuentan con la información publicada por Ardissone que articula la prospección de los diferentes componentes y Grondona (1953) y por Schobinger y Gradin (1985). En ambientales del paisaje de Valle Fértil y la excavación de el primer caso se mencionan y describen petroglifos en dos sitios de cada unidad del espacio. Además de la localiza- locaciones: en la “Piedra Pintada” y en las “Mesillas” (deno- ción y relevamiento de sitios y lugares de hallazgos aisla- minación regional para mesetas de escasa altura), ambas en dos del componente agro-alfarero, uno de los resultados las proximidades de la Villa de San Agustín de Valle Fértil. de las tareas de prospección fue la detección de siete sitios En tanto Schobinger y Gradin adelantan una caracteriza- con representaciones rupestres. ción de sitios documentados por el primero en Valle Fértil Para el abordaje específi co de las representaciones de “tendencia abstracta más o menos compleja”, sin dar otra rupestres utilizamos el concepto operativo de “emplaza- precisión geográfi ca ni cuantitativa. Un aspecto interesante miento”, entendiendo que relaciona el contexto de locali- es la proposición que los asocia culturalmente al área de los zación de estos sitios con el paisaje (Aschero 1997:18). Llanos de La Rioja (Schobinger y Gradin 1985:77). La Sierra de Valle Fértil y la Sierra de la Huerta for- Al norte del área se destaca la presencia de graba- man un sistema serrano longitudinal en el sector oriental dos rupestres prehistóricos e históricos en Ischigualasto de la provincia de San Juan (Mapa 1) e integran la provin- (Riveros y Varela 2001; Podestá et al. 2006; Rolandi et al. 2003) y en el Parque Nacional Talampaya (Cáceres Fre- ∗ Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales, yre 1966; Schobinger 1966; Giordani y Gonaldi 1991 y Centro Regional de Investigaciones Científi cas y Tecnológi- Ferraro 2005). cas (CRICYT-Me) - Facultad de Filosofía y Letras, Univer- En tanto en el sector oriental de los Llanos, en las sidad Nacional de Cuyo. [email protected] décadas de 1930 y 1950 se publicaron relevamientos para

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el área de Tama y Solca (Aparicio 1939, Cáceres Freyre doble espiral. Estos motivos aparecen repetidamente, 1956-57) y actualmente se desarrolla un proyecto de rele- agregándose en nuestra identifi cación círculos concéntri- vamiento de las representaciones rupestres en la Reserva cos, espiralados, volutas y antropomorfos. Provincial de Uso Múltiple Guasamayo –Malanzán, La La Piedra Pintada: es el conjunto de representaciones Rioja– (Rolandi et al. 2003) y otro en Santa Rita Catuna rupestres más conocido de Valle Fértil y se lo incluye en (Sergio Martín, comunicación personal). la oferta turística del área. Está localizado en la margen Nuestros trabajos de prospección en Valle Fértil, signi- izquierda del río del Valle (en su curso inferior), frente a fi caron el relevamiento de siete sitios con representaciones la Villa de San Agustín de Valle Fértil (S 30º 37’ 42,3’’ W rupestres: 1) Mesillas de Usno, 2) Mesillas de San Agustín, 67º 29’ 8,7’’ 850 msnm). 3) La Piedra Pintada, 4) Portezuelo del río las Juntas 5) Los grabados se encuentran a una altura aproximada Río Las Tumanas, 6) Río Chucuma, y 7) Chucuma. de quince metros, en una pared de roca de unos doce En los siete casos se trata de sitios que poseen buen metros cuadrados –soporte de tipo 1– con pátina del grado de visibilidad, especialmente por la baja cobertura desierto. Su estado de conservación es muy bueno. vegetal en donde se emplazan los grabados rupestres. Se Los grabados de La Piedra Pintada están integrados caracterizan por presentar dos tipos de soportes rocosos: por motivos fi gurativos: dos serpentiformes (fi gura 1) y 1) paredes de rocas planas y lisas, de tipo granitoide y 2) uno fi tomorfo (posiblemente cardón del tipo Trichocereus bloques de rodados con pátina del desierto. Las represen- terschekii); y abstractos simples (líneas curvas) y comple- taciones rupestres relevadas fueron elaboradas por gra- jos (formas geométricas compuestas por rectángulos con bado mediante incisión punteada. diseños internos). Grabados de Las Tumanas: Unos cuarenta kilómetros Sitios del Piedemonte al sur de San Agustín de Valle Fértil se encuentra el río Mesilla de Usno: se encuentran localizados en la localidad Las Tumanas. En el tramo fi nal de la quebrada del río, de Usno, a aproximadamente 500 m de la margen izquierda en su salida hacia el piedemonte y cono aluvial, en una del río Usno, al norte de la villa y en terrenos vecinos al pared sobre la margen derecha del río se halla un único Cementerio (S 30º 33’ 43,9’’ W 67º 32’ 27’’). El soporte, de petroglifo (S 30º 51’ 50’’ W 67º 19’ 05’’). tipo 2, consiste en cuatro bloques de rodados que presentan Su soporte es del tipo 1 y se encuentra a unos cinco la típica pátina oscura del desierto. Ninguno de los cuatro metros de altura. Al igual que la Piedra Pintada, posee un bloques supera un volumen de un metro cúbico. grado de conservación muy bueno. El estado de conservación de los petroglifos varía entre El único motivo rupestre representado en las Tumanas malo-regular de uno de los bloques a regular-bueno de los es una fi gura abstracta geométrica compleja, una especie tres restantes. Por otra parte, según informantes locales, su de escudo. accesibilidad y cercanía a la Villa de Usno ha facilitado que Río Chucuma: la localidad de Chucuma se encuen- otros bloques hayan sido trasladados del lugar. tra cincuenta y seis kilómetros al sur de San Agustín, Las representaciones consisten principalmente en fi gu- recostada sobre la Sierra de La Huerta y sobre la margen ras antropomorfas, pisadas de ñandú (tridígitos), un camé- derecha del río Chucuma. Precisamente en la puerta de lido, fi guras abstractas lineales y geométricas circulares. la quebrada relevamos una pared rocosa (soporte 1) con Mesillas de San Agustín: están emplazados en una for- motivos rupestres fi gurativo astral o solar, geométricos mación similar a la anterior, esta vez en las proximidades lineales paralelos curvos y geométricos compuestos de del río del Valle, en la localidad de San Agustín de Valle rectángulos y círculos dobles o concéntricos (fi gura 2). Fértil, en el cono aluvial del río, sobre su margen derecha Bajo Chucuma: en el piedemonte de la sierra, sobre el (S 30º 37’ 9,8’’ W 67º 27’ 39,8’’ 850 msnm). El soporte cono aluvional del río Chucuma y dos kilómetros al oeste también es de tipo 2. del pueblo actual identifi camos un sitio con representa- Al igual que en el caso de Usno su cercanía con la Villa ciones rupestres. Se trata de dos motivos antropomorfos y su accesibilidad posibilitaron la extracción de rocas gra- grabados sobre una roca pequeña –80 x 72 cm–. badas. Por ejemplo, Ardissone y Grondona observaron más de treinta rocas con petroglifos (1953:113), mientras Sitios de quebradas y valles interserranos que nosotros identifi camos solo dieciséis en tres visitas al Portezuelo del río las Juntas: distante quince kilóme- sitio. Otro problema conservacional que detectamos, es la tros al este de San Agustín, en un pequeño valle entre la reactivación moderna de los grabados. Sierra Grande y la del Medio de Valle Fértil, unos qui- Las representaciones relevadas por Ardissone y Gron- nientos metros al norte del río de las Juntas, localizamos dona (1953:114) son una fi gura antropomorfa, una hue- un bloque de piedra con grabados rupestres (S 30º 40’ lla de ñandú (tridígito), y una fi gura abstracta lineal de 44,7’’ W 67º 33’ 7,8’’).

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Mapa 1 - Localización del área de estudio y de los sitios con representaciones rupestres: 1. Mesillas de Usno, 2. Mesillas de Valle Fértil, 3.La Piedra Pintada, 4. El Portezuelo de las Juntas, 5. Las Tumanas, 6. Río Chucuma y 7. Chucuma

Figura Nº 1 - La Piedra Pintada, San Agustín de Valle Fértil

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Las representaciones están en dos caras de un rodado tes especialmente por las características de sus conjuntos con pátina oscura (soporte 2). Esta posee dos fragmen- cerámicos –con decoración incisa y pintada geométrica– y taciones recientes (realizadas para un fallido transporte, que datamos entre los siglos XIII y XVI d.C. Proponemos según nos han relatado los lugareños). este mismo período para la realización de las representa- Los motivos representados son fi gurativos antropo- ciones rupestres del área. morfos y zoomorfos: camélidos y huellas de ñandú, y Al mismo tiempo, esta asociación locacional con áreas abstractos geométricos (fi gura 3). de asentamiento, implica la ocurrencia de estos en espa- Emplazamiento y contexto: una interpretación espa- cios de actividad doméstica, o por lo menos en posiciones cial de las representaciones rupestres de Valle Fértil muy próximas a ellas. Por lo tanto estas representacio- Nuestras prospecciones en el área han detectado cua- nes no estarían en situaciones restringidas a algún grupo tro sectores donde la densidad de sitios arqueológicos específi co de la comunidad, sino a la vista de todos sus residenciales es mayor en los conos aluvionales de los ríos integrantes y cualquier connotación ritual que se le quiera Usno, del Valle y Las Tumanas, en el piedemonte de la asignar a las representaciones, debería hacerse dentro del Sierra de Valle Fértil; y en el cono aluvial del río Las Juntas ámbito de lo doméstico (Aschero 1997:20). en un valle interno de la Sierra. En esas zonas se encuen- Por otra parte, los sitios se encuentran en el acceso y tran emplazados los grabados de las Mesillas de Usno, de salida de pasos y quebradas, lo que podría asociarse con las Mesillas de San Agustín, la Piedra Pintada y los del el tránsito intersierras y traslasierra (área de los ríos Ber- Portezuelo del río Las Juntas. Por otra parte, relevamos mejo y Zanjón). Esta recurrencia de situaciones podría una concentración menor de sitios en el cono aluvial del indicar una función marcadora del paisaje de las repre- río Chucuma (mapa 1). sentaciones rupestres. Al mismo tiempo, los sitios con representaciones La inserción del estudio del arte rupestre de Valle Fértil se encuentran localizados en los sectores seleccionados en un análisis de tipo regional, donde se articula su loca- con recurrencia para la vida humana en el Valle, cues- lización con el espacio de ocupación de los grupos que tión que se materializa en la presencia asociada de asen- probablemente lo producen y con el paisaje, nos posibilitó tamientos prehispánicos, hasta el emplazamiento actual acercarnos de una forma más integradora al conocimiento y colonial de poblaciones y estancias (Usno, San Agustín de las sociedades prehistóricas del este de la provincia de San y Las Tumanas). Juan. A partir de ese planteo asociamos su emplazamiento Los sitios Piedra Pintada, las mesillas de San Agustín, con áreas de actividad doméstica, tales como asentamien- Las Tumanas y Chucuma están en relación con sitios de tos, áreas de molienda y talleres líticos, lo que nos induce actividades especializadas con morteros colectivos, una a proponer un acceso social poco jerarquizado. También de las manifestaciones arqueológicas halladas con más identifi camos una relación locacional entre los sitios con frecuencia en Valle Fértil (Ardissone y Grondona 1953: representaciones rupestres con los recursos hídricos, tipos 95-111). En tanto los petroglifos de Usno y del Portezuelo se de suelos y vías de comunicación. encuentran asociados a “mesillas” donde detectamos sitios que pueden caracterizarse inicialmente como canteras y AGRADECIMIENTOS talleres de extracción de materias primas y formas–base, Este trabajo se enmarca en el proyecto “Arqueología debido a la abundancia de núcleos y nucleiformes, escasa del Noreste de San Juan: Poblaciones locales y domina- presencia de instrumentos formatizados y desechos de talla ción Inka en Paso del Lámar y áreas de infl uencia”, diri- con tamaños que van del mediano-pequeño al grande. gido por el Dr. J. Roberto Bárcena. Agradezco a María José Los sitios analizados se encuentran relacionados Ots, Cecilia Frigolé, Raúl Fortunato y Juan Pablo Aguilar espacialmente con sitios arqueológicos representativos de quienes participaron en las tareas de campo. A Rosana los componentes formativos de Valle Fértil. A partir de y Matías Peñaloza, por la hospitalidad y la información nuestras excavaciones en los sitios Usno 1, Usno 2, Las brindada para el área de Chucuma. A los evaluadores de Tumanas 1 y Las Tumanas 2, defi nimos estos componen- este trabajo, por sus valiosas sugerencias.

256 UNA PERSPECTIVA ESPACIAL PARA EL ESTUDIO DE LAS REPRESENTACIONES RUPESTRES

Figura Nº 2 - Representaciones rupestres de río Chucuma

Figura Nº 3 - Representaciones rupestres del Portezuelo de las Juntas

257 CUADERNOS 21

BIBLIOGRAFÍA de Coquet (eds.), El Arte Rupestre en la Arqueología Aparicio, F. contemporánea, Buenos Aires. 1939 Petroglifos riojanos. Revista Geográfi ca Americana, Podestá, M., D. Rolandi, A. Re y O. Damián XI, nº 64-69: 257-264. 2006 Arrieros y marcas de ganado: Expresiones de arte Ardissone, R. y M. Grondona rupestre de momentos históricos en el desierto de 1953 La instalación aborigen en Valle Fértil. Universidad Ischigualasto. Tramas en la Piedra. Producción y Usos de Buenos Aires. del Arte Rupestre, 169-190. Buenos Aires, WAC, SAA Aschero, C. y AINA. 1997 De cómo interactúan emplazamientos, conjuntos y Riveros, M. G. y A. Varela temas. Actas y Memorias del XI Congreso Nacional 2001 Ischigualasto: Estudio preliminar del arte rupestre. de Arqueología Argentina, cuarta parte, tomo XVI, Publicaciones, nueva serie, 25: 131-147. 11-15. San Rafael, Mendoza. Rolandi, D., A. Guráieb, M. Podestá, A. Re, R. Rotondaro Cáceres Freyre, J. y R. Ramos 1966 Los grabados primitivos de la Quebrada de Talam- 2003 El Patrimonio Cultural en un área protegida de paya en La Rioja. La Nación, 30 de abril. valor excepcional: Parque Provincial Ischigualasto Ferraro, L. (San Juan, Argentina). Relaciones de la Sociedad 2005 Los valores de nuestros bienes patrimoniales: pro- Argentina de Antropología, XXVIII: 231-239. yecciones de los trabajos en la Puerta de Talampaya Schobinger, J. y en Los Pizarrones. Parques Nacionales: nuestro 1966 Nota sobre los petroglifos de Talampaya (prov. La patrimonio natural y cultural, año 2, (2):26-27. Rioja). Antiquitas, 2. Giordano, A. y M. Gonaldi Schobinger, J. y C. Gradin 1991 Manifestaciones del Arte Rupestre en una zona de 1985 Arte rupestre de la Argentina. Cazadores de la Pata- alto interés turístico. Una política de protección, gonia y agricultores andinos, Madrid, Encuentro en Podestá, M; M. Hernández Llosas y S. Renard Ediciones.

258 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

CERRO CASA DE PIEDRA 7, UNA FECHA RECIENTE

María Teresa Civalero, Damián L. Bozzuto, Antonela Di Vruno y Mariana E. Di Nigris*

En el marco del proyecto que se desarrolla en el sitio arrojó un valor de 1.927±41 años AP δ13 C= –26,69 (UGA Cerro Casa de Piedra 7 (CCP7), localizado en el Parque 868 fecha corregida) que ampliaría el lapso de ocupación Nacional Perito Moreno, Santa Cruz, se han realizado de esta cueva. una serie de nuevos fechados –algunos de los cuales han Si bien se trata de un único fechado que debería ser sido ya presentados (Aschero et al. 2006)– que aportan confi rmado con nuevas dataciones es importante tener nueva evidencia sobre las ocupaciones humanas durante en cuenta que el material datado formaba parte de una el Holoceno. clara estructura de combustión cuya posición estratigrá- Las investigaciones tienen como objetivo conocer la fi ca es concordante con el fechado obtenido. dinámica del poblamiento de las cuencas lacustres del De llegar a confi rmarse esta datación plantearía una noroeste de Santa Cruz. La cueva CCP7 se revela como utilización más tardía de las cuevas de lo que anterior- particularmente importante dado que presenta una larga mente se concebía para el área de investigación. La evi- secuencia de ocupación que se inicia en el Holoceno tem- dencia recuperada en CCP7 sugiere que estas ocupaciones prano y permite plantear una etapa de exploración o de tardías serían de carácter esporádico lo que difi cultaría su colonización inicial para esta área ecotonal entre el bos- detección arqueológica. que y la estepa patagónica. Años atrás se presentó un modelo de asentamiento/ La continuidad de las ocupaciones a lo largo del Holo- movilidad para las ocupaciones más tempranas del área ceno es notable, en particular alrededor de 5.000 años AP –ca. 9.000/2.500 años AP– y otro para las tardías –pos- se observa una gran redundancia de ellas (Aschero 1996, teriores al ca. 2.500 años AP– (Aschero et al. 1992-93). Aschero et al. 2005). De acuerdo a los estudios realizados El primero estaba caracterizado por una movilidad de previamente para ca. 3.500 años AP la cueva fue abando- tipo residencial y el último por una de tipo logístico. Nos nada en coincidencia con un derrumbe que la divide en interesa rescatar aquí las particularidades de la movili- dos y resulta sincrónico con otros detectados en distintos dad logística, puesto que el fechado en cuestión es asi- abrigos rocosos de Patagonia meridional (Aschero 1996). milable a las ocupaciones tardías y nos preguntábamos Sin embargo, este fenómeno no se repite en todos los si era posible caracterizar al material asociado a ese tipo sitios del área. Así, por ejemplo, en Cerro Casa de Piedra de movilidad. En líneas generales, la movilidad logística 5, un sitio ubicado a tan solo 475 m de CCP7, la secuencia defi nida por Binford (1980), está determinada por movi- estratigráfi ca se extiende hasta ca. 2.500 años AP (Aschero mientos de individuos –o grupos pequeños– que salen en 1992). Este momento fue considerado como clave en rela- busca de los recursos, volviendo con ellos al campamento ción con las ocupaciones del Parque dado que marcaría el residencial para ser consumidos por todo el grupo. Ellos abandono de los sitios con máximo reparo y la ocupación no realizan movimientos residenciales frecuentes pero sí de nuevos espacios, tal como lo señalarían los sitios de realizan largas travesías logísticas (Kelly 1992). El refl ejo superfi cie o a cielo abierto ubicados cronológicamente arqueológico debería darse entre otras alternativas por en estos momentos y continuando en fechas más tardías las categorías funcionales de los sitios (Aschero et al. (Aschero et al. 2005). 1992-93). En función de este modelo de ocupación, nos inte- Las ocupaciones de CCP7 correspondientes al fechado resa discutir en esta oportunidad un fechado obtenido en en cuestión están delimitadas por grandes rocas producto un nuevo sector de excavación de CCP7. En la campaña de derrumbes cuyo fechado tentativo es de ca. 3.400 años realizada en el año 2005 se amplió una trinchera ubicada AP y que pudo haber provocado el abandono del hasta en un área más central del antiguo alero que presentaba entonces gran alero, ocupado en forma residencial. Con- características estratigráfi cas diferentes a las observadas vertido en cueva y con espacios mucho más acotados, el hasta ese momento (Aschero et al. 2006). Un fechado sitio pudo haber servido para llevar a cabo actividades obtenido sobre carbones en la cumbre de este sector más puntuales. La presencia de gran cantidad de pelo de huemul asociado con escasos instrumentos (una punta burilante y un raspador con alteraciones térmicas impor- tantes, sumados a unos pocos desechos de talla), junto ∗ CONICET-INAPL, mtcivalero@fi bertel.com.ar, dboz- con la presencia de fragmentos de huesos quemados y no zuto@fi lo.uba.ar, [email protected], divruno@info- quemados de guanaco y huemul, nos permitirían manejar via.com.ar esta hipótesis. Esta utilización diferencial del sitio cambia-

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ría la categoría funcional que hasta el momento tenía. Con Cerro que específi camente están asociadas al período que esto queremos decir que hasta ca. 3400 años AP, CCP7 es abarca ca. 3000-2000 años AP (Aschero et al. 2005) y que interpretado como una localidad de actividades múltiples así se convierten en otra variable a ser tenida en cuenta (LAM sensu Borrero 1987) y la ocupación ocasional de ca. para la discusión del fechado que se presenta en esta nota. 1900 años AP puede ser interpretada como una localidad En este caso, se observan los motivos y conjuntos de de actividades limitadas (LAL sensu Borrero 1987). motivos que se emplazan en sitios próximos, en especial En este sentido, es llamativa la poca cantidad de evi- en los aleros CCP6, contiguo al sitio analizado, y el CCP3, dencia arqueológica asociada al fechado de ca. 1900 años que exhiben diseños característicos de los grupos estilísti- AP. Si bien el modelo propuesto es sistémico, y el registro cos “C” y “D” propuestos para el área Río Pinturas (Gradin arqueológico puede ser producto de un palimpsesto; la 1983). Diversas fi guras geométricas (círculos concén- diferencia en cuanto a la cantidad de material asociado es tricos, líneas cruzadas, entre otras), y fi guras zoomorfas clara cuando se la compara con los otros fechados hasta esquematizadas respecto a las proporciones reales (“abe- ahora registrados para CCP7. Esta situación refl ejaría rrantes”), se presentan en una proporción menor al con- una utilización del espacio intrasitio diferente para los junto total de representaciones pensadas para momentos momentos más tempranos de ocupación. más tempranos. Estas relaciones coinciden con las demás Si bien aún no se ha concluido con el análisis de los evidencias arqueológicas comprometidas en el registro de materiales óseos procedentes de esta capa se ha observado los sitios analizados (Di Vruno 2005). la presencia de huesos de guanaco (Lama guanicoe) y hue- mul (Hippocamelus bisulcus). Los camélidos siguen siendo AGRADECIMIENTOS dominantes pero la representación de los cérvidos resulta Estos trabajos están subsidiados por diversos proyec- bastante elevada –alrededor de un 10%– en comparación tos (PID-CONICET y PIP-CONICET y PICT dirigidos con los valores obtenidos para las capas analizadas con por los Licenciados Carlos Aschero y Rafael Goñi) y el anterioridad (De Nigris 2004). Este porcentaje resulta lla- Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Lati- mativo a la luz de los análisis realizados en Cerro Casa de noamericano (INAPL). El proyecto en vigencia se titula Piedra 5, dado que el conjunto más tardío, fechado alre- “Colonización, manejo de recursos e interacciones en dedor de 2.500 años AP, presentaba una frecuencia muy ambientes perilacustres cordilleranos de Patagonia Cen- similar a la registrada en esta oportunidad (De Nigris tro-Meridional: 11.000/2.500 años AP”. 2007) lo que podría estar señalando un aumento en el consumo de estas presas en el Holoceno tardío. BIBLIOGRAFÍA Por otro lado, a partir del relevamiento del material Aschero, C. A. lítico de superfi cie, puede sostenerse que los alrededo- 1996 El área Río Belgrano-Lago Posadas (Santa Cruz): res de la localidad arqueológica Cerro Casa de Piedra problemas y estado de problemas. J. Gómez Otero (CCP) tuvieron una amplia utilización. La ubicación de (ed.), Arqueología sólo Patagonia. Ponencias de las los artefactos líticos en el paisaje pudo estar relacionada Segundas Jornadas de Arqueología de la Patagonia, con el uso que se hizo del Cerro y sus alrededores a lo 17-26, Puerto Madryn, Centro Nacional Patagónico. largo de gran parte de las ocupaciones de este sector del Aschero, Carlos A., Cristina Bellelli y Rafael A. Goñi Parque Perito Moreno. De esta forma, las áreas cercanas 1992 - 93, Avances en las investigaciones arqueológicas al CCP, en un radio aproximado de dos kilómetros, en del Parque Nacional Perito Moreno, Provincia de donde hoy se observan concentraciones de artefactos Santa Cruz, Patagonia Argentina. Cuadernos del podrían haber actuado como lugares de observación del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento área de acceso al Cerro (Bozzuto 2005). Estas localizacio- Latinoamericano, 14: 143-170. nes habrían tenido un correlato con las evidencias pun- Aschero, C. A., R. A. Goñi, M. T. Civalero, R. Molinari, S. tuales dentro de la cueva 7 para las épocas más recientes. L. Espinosa, A. G. Guráieb y C. Bellelli Tanto el Cerro como sus cercanías habrían sido objeto de 2005 Holocenic Park: arqueología del Parque Nacional una serie limitada de actividades probablemente relacio- Perito Moreno (PNPM). Anales de la Administra- nadas con la actividad de caza en un contexto donde la ción de Parques Nacionales, 17: 71-119. utilización de este sector sería más esporádica y centrada Aschero. C., Bozzuto, D., Civalero, M. T., De Nigris, M., en recursos específi cos, mientras que los asentamientos Di Vruno, A., Dolce, V., Fernández, N., González, L. y más estables estarían ubicados para esta época fuera del Sacchi, M. área circundante al CCP. 2006 Nuevas evidencias sobre las ocupaciones tempranas Por último, pueden ser mencionados los estudios sobre en Cerro Casa de Piedra 7. VI Jornadas de Arqueolo- las representaciones rupestres presentes en los sitios del gía de la Patagonia. Punta Arenas. En prensa.

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Binford L. R 2007 Nuevos datos, viejas colecciones: los conjuntos 1980 Willow Smoke and dog´s tails: hunter-gatherer set- óseos de Cerro Casa de Piedra Cueva 5 (Parque tlement systems and archaeological site formation. Nacional Perito Moreno, Santa Cruz). Interseccio- American Antiquity, 45: 4-20. nes en Antropología. En prensa. Borrero, L. A. Di Vruno, A. 1987 Variabilidad de sitios arqueológicos en la Patagonia 2005 Las representaciones rupestres en sociedades cazado- Meridional. Comunicaciones, págs. 41-49, Primeras ras recolectoras del ámbito cordillerano - patagónico: Jornadas de Arqueología de la Patagonia, Trelew. los sitios Cerro Casa de Piedra 2 y 3. Tesis de licen- Bozzuto, D. ciatura Facultad de Filosofía y Letras, UBA, MS. 2005 Análisis lítico del material de superfi cie de la loca- Gradin, C. J. lidad Cerro Casa de Piedra, P.N.P.M., Provincia de 1983 El Arte Rupestre de la Cuenca del Río Pinturas, Santa Cruz. Tesis de licenciatura Facultad de Filo- Pcia. de Santa Cruz, Argentina. Acta Praehistoria II, sofía y Letras, UBA, MS. 87-114, Barcelona. De Nigris, M. E. Kelly, R. 2004 El consumo en grupos cazadores recolectores. Un ejem- 1992 Mobility/Sedentism: Concepts, Archaeological plo zooarqueológico de Patagonia meridional. Bue- Measures and Effects. Annual Review in Anthropo- nos Aires, Sociedad Argentina de Antropología. logy, 21: 43-66.

261 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

APORTES PALEOPARASITOLÓGICOS PARA EL SITIO ARQUEOLÓGICO CCP7, P. N. PERITO MORENO, SANTA CRUZ

Martín H. Fugassa* El parasitismo es un tipo de relación ecológica parados que se observaron al microscopio. Los restos íntima entre especies, en donde los factores ambienta- macroscópicos rehidratados se secaron y observaron les infl uyen tanto sobre el hospedador como sobre los bajo lupa estereoscópica para intentar determinar algu- parásitos. Debido a este estrecho vínculo, el conoci- nos de los ítems de la dieta. miento procedente del estudio de los parásitos puede El coprolito presentó una morfología asimilable a informar sobre sus hospedadores y el ambiente. Desde uno humano o a uno cánido, con un diámetro máximo este enfoque, los parásitos son indicadores de migra- de veinticinco milímetros. Los restos macroscópicos ciones de peces, relaciones fi logenéticas entre especies hallados fueron principalmente fi bras vegetales. También de hospedadores y de impacto ambiental. A través de la se identifi caron semillas tostadas, carbón y escasos frag- paleoparasitología se determina la presencia de huevos, mentos de pequeños huesos y coleópteros. Se encontra- quistes y larvas de parásitos en materiales arqueológicos ron numerosos trozos de sílice. o paleontológicos. En bioarqueología, estas evidencias Al microscopio óptico, en el sedimento pertene- sirven como indicadoras de dieta, hábitos higiénicos, ciente al interior del coprolito se registraron Trichuris procesamiento de alimentos, movimientos poblaciona- sp., con dimensiones de 52,5-67,5 x 27,5-33,75 µm les, salud y otros diversos aspectos culturales y ecológi- (n=14; fi gura 1a). También se identifi caron huevos con cos (Reinhard 1992). pared ornamentada de diversa forma, pertenecientes al Los coprolitos –materia fecal deshidratada o mine- género Capillaria: huevos con estriaciones longitudi- ralizada– han sido la fuente principal de evidencias. Los nales (n=8); otros presentaron una morfología análoga antecedentes de análisis coprológicos en la Argentina a C. hepática (n=19); en unos pocos huevos la orna- son escasos. Entre estos se encuentran los estudios para mentación se caracterizaba por estriaciones irregulares la identifi cación de componentes de la dieta (Figuerero (n=4; fi gura 1b) mientras que otros presentaron orifi - Torres 1986; entre otros). Asimismo, las excepcionales cios circulares (n=9; fi gura 1c). Asimismo, se encontra- referencias paleoparasitológicas para Patagonia fueron ron unos doce huevos de Capillaria sp. deformados o efectuadas en muestras procedentes de Neuquén (Gonçal- fracturados. ves et al 2003). La meticulosa recuperación de coproli- En el sedimento correspondiente a la superfi cie tos, pellets y sedimentos en los sitios del Cerro Casa de del coprolito se detectaron huevos de Trichuris sp. en Piedra, localizado en el Parque Nacional Perito Moreno, menor cantidad (n=8) y huevos de Capillaria sp. tam- ha posibilitado revitalizar a los mencionados estudios bién en menor número. En esta misma localización del paleobiológicos en Patagonia (Fugassa y Guichón 2005; coprolito se reconoció un huevo de pared lisa, gruesa Fugassa et al. 2006; entre otros). En el presente trabajo se y compuesta, con forma elipsoide y asimétrica con ejemplifi can los alcances de los estudios paleoparasitoló- uno de sus lados planos y una dimensión de 61,25 x gicos sobre una muestra de origen humano y se discuten 32,0 µm (fi gura 1d), compatible con los de Enterobius tanto las evidencias obtenidas como sus implicancias vermicularis. bioantropológicas. La correcta determinación del origen zoológico de Se examinó un coprolito procedente del sitio arqueo- la muestra es imprescindible para la interpretación de lógico Cerro Casa de Piedra 7, en el Parque Nacional los resultados. La morfología es un criterio ampliamente Perito Moreno, Santa Cruz, Argentina. La muestra se usado aunque no es sufi ciente ya que los coprolitos huma- halló en un nivel fechado en 6.150 ± 105 años 14C A. P. nos pueden ser confundidos con los de grandes felinos o (Aschero 1996). Se extrajeron 0,5 gramos de la super- cánidos. La morfología y el diámetro mayor de la muestra fi cie y otros 0,5 gramos del interior de dicho coprolito. sugieren que se trataría de un coprolito humano o cánido, Ambas muestras fueron rehidratadas en una solución aunque en este último caso con una talla superior a la de fosfato trisódico y procesadas por sedimentación media registrada actualmente en zorros colorados (Pseu- (Fugassa y Guichón 2005). Se realizaron veinte pre- dalopex culpaeus). Asimismo, los restos macroscópicos indican que se trataría de un omnívoro y la abundancia ∗ Laboratorio de Zoonosis Parasitarias, Departamento de Biolo- de restos de carbón sugieren que su origen sería humano. gía, Universidad Nacional de Mar del Plata, martin.fugassa@ Son numerosos los trabajos arqueológicos en los que se ha gmail.com reportado gran proporción de especies vegetales en copro-

263 CUADERNOS 21

ab

cd

Figura 1 - (a) huevo de Trichuris sp. (b, c) huevos de Capillaria sp. (d) huevo de Enterobius vermicularis. Barra = 20 µm litos de cazadores-recolectores (Rhode 2003; entre otros). los lados planos y la constitución de la pared. También Según Ferreira et al. (1988) los fragmentos de carbón se ajusta con la localización en la superfi cie del coprolito, y sílice en los coprolitos sugieren fuertemente un origen ya que las hembras de E. vermicularis colocan sus huevos humano, como también los vestigios de material quemado. en el recto y el ano del hombre. En este caso, los parásitos También existieron evidencias con escaso poder predictivo, específi cos también pueden servir como indicadores de la tales como algunos restos de presas, ya que estos pueden especie que produjo las heces. encontrarse tanto en heces de carnívoros como de huma- En sitios de cazadores-recolectores de Patagonia, la nos; los pelos de mamíferos, plumas, fragmentos de piel, combinación de numerosas evidencias circunstanciales huesos de diversas especies, caracoles e insectos triturados tales como la morfometría del coprolito, presencia de han sido identifi cados en coprolitos humanos (Rhode carbón, partículas de sílice, semillas y parásitos especí- 2003; entre otros). Alternativamente, los restos de dieta fi cos es la única vía para una asignación zoológica con hallados podrían corresponder a un cánido asociado al mayor consistencia. hombre aunque aún no existen evidencias sobre domesti- Los huevos de Trichuris sp. encontrados no poseen cación para tiempos prehispánicos en la región. medidas características de la especie que parasita al hombre La presencia de Trichuris sp. y Capillaria sp. podría –T. trichiura– ni de la que parasita a los cánidos –T. vulpis–. corresponder o bien a un hospedador humano o a uno Existen numerosas especies del género Trichiuris que para- cánido pero E. vermicularis parasita únicamente a homí- sitan a roedores y la presencia de estos nematodes podría nidos. Este último hallazgo corresponde al más antiguo adjudicarse al consumo de una presa con una infección para América del Sur. Si bien se identifi có un solo huevo, verdadera, probablemente un roedor. Asimismo, los huevos este coincide en sus medidas, en la presencia de uno de de Capillaria sp. descriptos pertenecerían a especies distin-

264 APORTES PALEOPARASITOLÓGICOS PARA EL SITIO ARQUEOLÓGICO CCP7

tas. La ornamentación del huevo es un carácter importante Ferreira, L. F., Araújo, A., Confalonieri, U. y Núñez, L. para la determinación taxonómica de estos nematodes 1988 The fi nding of eggs of Diphyllobothrium in human (Moravec 2001:58). La especifi cidad de estos parásitos se coprolites (4.100-1.950 B. C.) from northern relaciona principalmente a cuestiones ecológicas más que a Chile. Ferreira, L. F., Araújo, A. y Confalonieri, caracteres fi logenéticos. Por tanto, bajo condiciones de vida U. (eds.), Parasitología No Brasil, Río de Janeiro, poco higiénicas, pueden infectar al ser humano. ENSP. A partir de la presencia de coprolitos en las cuevas Figuerero Torres M. J. arqueológicas, resulta evidente que los refugios como cue- 1986 Biological and arhaeological information in vas y aleros han signifi cado un punto de concentración coprolites from an early site in Patagonia. Current de individuos de diferentes especies, tales como zorros, Research in the Pleistocene, 3: 74-75. pumas, perezosos gigantes, guanacos y humanos. Ello Fugassa, M. H. y Guichón, R. A. torna a estos sitios en centros potenciales para la dispersión 2005 Análisis paleoparasitológico de coprolitos hallados de infecciones parasitarias. Los parásitos identifi cados en en sitios arqueológicos de Patagonia Austral: defi - el presente trabajo son indicadores paleoepidemiológicos niciones y perspectivas. Magallania, 33(2): 13-19. sensibles y permiten proponer, en rango de hipótesis, que Fugassa, M. H., Denegri, G. M., Sardella, N. H., Araújo, las zoonosis, enfermedades transmisibles entre humanos y A., Guichón, R. A., Martinez, P. A., Civalero, M. T. y otros vertebrados, habrían sido características de las pobla- Aschero, C. ciones cazadoras-recolectoras de Patagonia. Si bien nume- 2006 Paleoparasitological Records in Canid Coprolite rosas muestras han sido examinadas hasta el presente, la From Patagonia. Argentina. Journal of Parasitology. reconstrucción de escenarios paleoepidemiológicos para el En prensa. Holoceno en Patagonia será posible con el sostenido incre- Gonçalves, M. L., Araújo, A. y Ferreira, L. F. mento del número de muestras analizadas. 2003 Human intestinal parasites in the past: new fi nding and a review. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz, AGRADECIMIENTOS 98(Suppl. I): 103-118. Agradezco a la Lic. María Teresa Civalero y al Lic. Moravec, F. Carlos Aschero por permitirme estudiar los coprolitos y 2001 Parasitic in cold-blooded vertebrates, Praga, pellets de Cerro Casa de Piedra y a mis directores, el Dr. Academia. Ricardo A. Guichón y el Dr. Guillermo M. Denegri. El Reinhard, K. J. trabajo se realizó con el apoyo de PICT 4-13889, CAPES/ 1992 Parasitology as an interpretative tool in archaeo- SECyT BR/PA-05/HIV/017-002/05 y PICTO 04-849. logy. American Antiquity, 57(2): 231-245. Rhode, D. BIBLIOGRAFÍA 2003 Coprolites from Hidden Cave, revisited: evidence Aschero, C. for site occupation history, diet and sex of occu- 1996 El área Río Belgrano-Lago Posadas (Santa Cruz): pants. Journal of Archaeological Science, 30: 909- problemas y estado de problemas. Otero, J. G. (ed.), 922. Arqueología sólo Patagonia, págs. 17-26, Buenos Aires, CENPAT.

265 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ EN LA ANTROPOLOGÍA ANGLOSAJONA CONTEMPORÁNEA

Silvia García*

En los últimos años en revistas inglesas y estadouni- respecto de la niñez, ambas originadas en la década de denses dedicadas a la antropología se ha publicado abun- los 20 del siglo que pasó. La de Margaret Mead, plasmada dante material crítico respecto de muchas afi rmaciones en su conocida investigación en Samoa y que, –como sabe- y conceptos usados por los organismos multinacionales, mos– se origina en la convicción de que las pautas cultu- las Naciones Unidas, funcionarios, políticos y científi cos, rales y el contexto social en el cual se desarrollan infl uyen especialmente, –aunque no únicamente–, de los países en cuáles son los roles considerados propios de cada etapa que hoy dirigen la globalización. Conceptos e ideas que se de la vida. O sea, que no solo el desarrollo biológico –él da por sentado todos aceptamos porque serían evidentes sí universal– determina las conductas; por esto no hay y resultado de procesos “espontáneos” aunque surgidos para ella una sola y única concepción de infancia y ado- en todo el mundo al mismo tiempo. Las organizaciones lescencia ni valoraciones idénticas en todas las culturas. no gubernamentales, la “sociedad civil”, la segregación Sin embargo, esta perspectiva (fuera de las objeciones y de los estados medianos y viables gracias a la cual sur- precisiones que hubiera que hacerle), no siguió el rotundo gen miniestados que responden a nuevas identidades, camino ascendente de una segunda posición respecto de el turismo étnico y cultural, etc., han caído bajo la lupa. los niños. También promovida por una mujer, Eglentyne Anthropology Today, American Anthropologist, Social Jebb, esta perspectiva fue la base de la Declaración de los Anthropology, Human Organization cuestionan estos Derechos de los Niños de la Liga de las Naciones en 1924. nuevos conceptos y realidades a los cuales no reconocen Cinco años antes ella misma había fundado Save the Chil- como “espontáneos” precisamente. dren, hoy diríamos una ONG, cuya fi nalidad era la ayuda Me voy a referir en esta nota a algunos de estos auto- y protección de los derechos de los niños sin reparar en la res y a dos publicaciones que han tratado críticamente los situación política por la que atravesaran sus sociedades, derechos universales de la niñez y su manipulación polí- ni del lado de quién estuvieran sus gobernantes. Natu- tica. En primer lugar expondré la posición de estos antro- ralmente esta idea de derechos universales lleva implícita pólogos y luego sucintamente plantearé algunas ideas una idea, asimismo universal, de qué sea la niñez y hasta surgidas de su lectura respecto de la realidad argentina. qué edad tendrían las fundaciones privadas o los organis- 1 Los artículos que queremos comentar1 cuestionan, mos internacionales que velar por aquellos derechos. por un lado la concepción única de niñez (y de feminei- En contraste entonces con la propuesta antropológica dad) que hoy promueven los organismos internacionales de Mead de averiguar cómo se concibe y se vive la niñez y no pocos científi cos sociales, y por otro lado, la manipu- en otras culturas y si podemos aprender algo de ello, lación política que de estas concepciones se realiza. Tam- la de Save the Children, que supone –sin aval empírico bién son un llamado a la investigación antropológica en alguno– una niñez unifi cada en todo el globo, ha triun- estos temas urticantes y actualísimos. Que durante 2006 fado ampliamente. aparezcan un artículo y un comentario en Anthropology La actual Convención sobre los Derechos de los Niños Today y una larga reseña en American Anthropologist nos de 1989 sigue en lo fundamental la idea de Jebb de un indica que estas especies de dogmas de nuestro tiempo niño universal que –¡oh sorpresa!– se parece mucho a lo están siendo saludablemente cuestionados. que en Estados Unidos y Europa se considera contempo- El artículo de Hart compara dos posiciones diferentes ráneamente la forma óptima de vivir la niñez. Idea Rous- seauniana en su origen, nos dice el autor, y avalada por toda la psicología moderna, occidental sin duda. * INAPL, [email protected] Hoy Save the Children es una alianza de organizaciones 1 Los artículos aludidos aquí son: Jason Hart, “Saving children. con presencia en veintiocho países que trabaja asociada What the role for anthropology?”, en Anthropology Today, vol a UNICEF. La concepción del “niño mundial” sostenida 22, nº 1, febrero 2006, 5-8. Tom Hall and Heather Montgomery, “Home and away. ‘Childhood’, ‘youth’ and young people”, en por ambas organizaciones, considera que el ser humano Anthropology Today, vol 16, nº 3, junio 2000, 13-15. Ilene Cohn, hasta los dieciocho años vive en un estado de pureza e “Reseña de Armies of the young: child soldiers in war and ter- irresponsabilidad carente de todo compromiso activo en rorism”, en David M. Rosen, Rutgers University Press, 2005, la vida social, económica y política de su sociedad. American Anthropologist, vol 108, nº 2, junio 2006, 431-432. El artículo de Hart que se centra especialmente en Nancy Lindisfarne, comentario , “Saving women and children el tema de los niños soldados, se preocupa también por fi rst?”, en Anthropology Today, vol 22, nº 3, junio 2006, 23. otros casos como el de niños trabajadores y sobre ellos

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quiere promover estudios concretos desde el punto de con que los niños consiguen armas?, ¿no merecería una vista antropológico que provean el marco social, político reprobación moral tanto más sustentada que la que se y económico en el cual los niños luchan, trabajan, o rea- cierne sobre cualquier país que se debate entre la miseria lizan cualquier otra actividad que la Convención suponga y la violencia aun cuando esté “sentado” sobre minas de impropia de la niñez. O sea volver de algún modo a la con- diamantes o lagos de petróleo? Como dice el autor a pesar cepción de Mead y desafi ar ahora la del humanitarismo al del trabajo pionero de Mead, el etiquetamiento de ciertas uso. También propone en el caso concreto de los niños en naciones y gentes del sur como “menores” y “primitivas” armas, desenmascarar la manipulación política y la visión está ganando “respetabilidad fresca” (pág. 6). popular promovida por los medios masivos acerca de la Aunque a partir de 1980 se han intensifi cado las niñez en el “global south”. Esta visión humanitarista –dice investigaciones antropológicas dedicadas a los niños, Hart– que ha universalizado la niñez llega a hacer inter- estas tienden a considerar la cultura infantil como un cambiables un niño de Nepal con una niña de Colombia. todo aparte, casi autónoma de la de sus mayores y esta Sin duda –agregamos nosotros desde “el sur”– no ayuda postura alimenta así la gran diferenciación entre niñez y tampoco a distinguirlos que él y todos los que escriben en adultez que sostienen tanto Save the Children como las A. T. hablen de un “global south” y un “global north”. Naciones Unidas. El hecho de que la Convención haya sido ratifi cada La idea de la total irresponsabilidad y por lo tanto por todos los países del mundo menos Estados Unidos la total incapacidad de elegir tiene como lógica conse- y Somalía es para el autor, el mayor éxito logrado por cuencia el atribuir cualquier elección “equivocada” de los las Naciones Unidas para imponer estándares comunes niños a los adultos. Cita el autor una entrevista a un joven de comportamiento en la vida humana. Y para los paí- ex combatiente del Salvador: “no pensábamos que sería- ses que no pueden ni podrán cumplirla por la situación mos felices por separado sino más bien pensábamos en de subordinación en que se encuentran, ha signifi cado un futuro mejor con nuestra participación, un futuro que colocar la cabeza en el patíbulo de la condenación moral. nos forjaríamos...” (Telechea 1982: pág.78). Sin embargo Pues desde las Naciones Unidas y a través de los medios estos y otros testimonios no han hecho replantearse que moldean hoy la opinión popular, el hecho de que en y criticar esta visión única de la niñez o preguntarse si un país los niños trabajen, vivan en las calles, o tomen un menor de dieciocho no es capaz de tomar volunta- las armas se debe exclusivamente a la bancarrota moral riamente las armas junto con los adultos en defensa de en que los adultos y sus gobernantes se encuentran solo su país invadido. Que un francotirador de catorce años “en el sur”. Hay un paso de ahí a justifi car intervenciones abatiera al primer soldado americano caído en la invasión políticas en el más amplio sentido (por ejemplo, podría- a Afganistán así debería atestiguarlo. mos agregar, inundando esos países con Organizaciones El mismo tema de los niños soldados toca el libro No Gubernamentales dependientes en sus ideas de Save de David Rosen, reseñado en American Anthropologist. the Children, y en lo económico de las multinacionales), o Resalta este autor el que esta visión de la niñez, es solo incluso intervenciones militares. una de las visiones de occidente y no la más antigua. El artículo insiste por lo demás en que esta visión Nunca dice R., hubo tantos niños en armas como en la unilateral de las causas –y por lo tanto también de las Guerra Civil estadounidense. soluciones– ha llevado a empeorar las cosas, como en el Su libro subraya las omisiones presentes tanto en los caso del trabajo infantil en fábricas en Bangladesh. Ahí esfuerzos de muchas agencias internacionales para evitar tanto el gobierno como las empresas se vieron conmina- que los niños sean soldados como en la urgencia de pro- dos a terminar con el empleo fabril de los ¡menores de mulgar leyes de aplicación mundial, que no se centran en dieciocho!, pero como el aporte de estos jóvenes y niños las verdaderas causas del problema. a la economía familiar siguió siendo imperiosamente Rosen, en el mismo sentido que Hart, critica el uso de necesario, los antes empleados de una fábrica pasaron a un estereotipo del niño como víctima sin posibilidades de engrosar las huestes de los que revuelven la basura o ejer- agencia, basado en el desconocimiento de los contextos cen la prostitución en la calle, tareas harto más riesgosas sociales en los que estos niños en armas hacen su apari- que la primera. Porque las condiciones de los niños están ción. Los tratados elaborados al respecto, sigue R., com- indisolublemente ligadas a las condiciones de los mayores prometen solo a los Estados cuando, de hecho, en gran de sus países y de la economía y política locales y globales parte los niños están involucrados en grupos armados y estas incluyen por ejemplo, el hecho de que los cinco no estatales –guerrillas por ejemplo– y muchos de ellos países miembros del Comité de Seguridad de las Nacio- lo han hecho voluntariamente. Todos los esfuerzos de las nes Unidas fabriquen y exporten más de 70% de las armas agencias internacionales al estar basados casi exclusiva- en el mundo ¿No tiene esto nada que ver con la facilidad mente en prejuicios, no han hecho disminuir, como era

268 LOS DERECHOS DE LA NIÑEZ EN LA ANTROPOLOGÍA ANGLOSAJONA CONTEMPORÁNEA

de esperar, el número de jóvenes involucrados en la gue- y sentir simpatía por estos niños en problemas a miles de rra. Las presunciones simplistas disfrazan la complejidad kilómetros, simpatía siempre unida –dicen H. y M.– a un del problema y no se cuestionan por ejemplo si se es niño desdén hacia los adultos y gobernantes de esos países que hasta los diecioho en toda sociedad o si, en determinados son incapaces de proteger a sus menores. En cambio, reco- contextos, los niños están en mejores condiciones dentro nocer lo mismo “at home” es harto más incómodo ¿quién que fuera de los grupos armados. es responsable del abandono de los niños en Inglaterra? La En un Comentario al artículo de Hart (A. T. 22, 3, respuesta se oculta aplicando a los desheredados la etiqueta junio 2006) Nancy Lindisfarne propone incluir en la crí- de jóvenes, más problemáticos que en problemas, más en tica antropológica lo que ella llama “industria de la mujer” falta que en riesgo. Es “juventud” una categoría intersticial –concretada en algunas ONG feministas– que ha tenido entre la niñez y la adultez, entre la obediencia y la respon- activa participación en justifi car la invasión y guerra con- sabilidad, la inocencia y la madurez. Esta categoría conlleva tra Afganistán e Irak. Para L., la idea de mujer musulmana connotaciones en conformidad con una respuesta pública a la que habría que liberar invadiendo sus países descansa de “ansiedad, sospecha y punición” (pág. 14) hacia los pro- en la “retórica orientalista” basada en una construcción pios jóvenes en problemas y problemáticos. homogénea y racista de una mujer musulmana siempre En Inglaterra, sostienen los autores, la investigación de víctima pasiva de los hombres. Esta industria de la mujer la cuestión juvenil ha corrido por cuenta de la sociología impuesta en ambos países defi ende y avala siempre los y cuando los antropólogos lo han hecho, ha sido en socie- intereses de los invasores, nunca los locales, e ignora– dades muy lejanas en todo sentido. Por lo tanto, y como sigue la autora– el impacto que sobre niños y adultos, los anteriores autores, ellos reclaman trabajo antropoló- mujeres y hombres provoca la guerra y la ocupación. En gico, en este caso en la cultura urbana y propia que cues- este caso también el aval moral es para los que invadieron tione estos etiquetamientos y considere el surgimiento y y el ignominioso trato hacia las mujeres y el consiguiente afi anzamiento de los fenómenos de marginación dentro repudio queda del lado de los invadidos. de los contextos locales y globales que los hacen posibles. Lindisfarne reclama trabajos etnográfi cos que den No es un problema de la Argentina el reclutamiento a conocer los contextos globales y locales y sus inter- de niños para la guerra, ni es tan agudo dentro de nues- conexiones, y crítica antropológica puesto que Saving tra frontera el de la prostitución infantil. No obstante el Children y Saving Women son “parte del mismo sistema llamado a investigar la problemática realidad local, libres internacional” (pág. 23). Pero, advierte, no se deberían de prejuicios avalados por quién sea, nos toca bien de desvincular los estudios de violencia de género e infan- cerca. Rescatar la tradición empírica de nuestra disciplina til en el sur y en el norte, puesto que por ejemplo, solo y promover en las jóvenes generaciones de investigadores en Estados Unidos 700.000 menores, la mayoría varones, el trabajo de campo en los temas que afl igen a nuestra están encarcelados. sociedad, signifi caría obtener el material que permita Ya en 2000 un artículo de Tom Hall y Heather Mont- decir sí o no a la interpretación global de problemas loca- gomery reclamaba también un estudio comparativo entre les. Y aunque en el caso del trabajo o explotación de los el “Global South” y el “Global North”. Ellos plantean la niños, como en otros temas, es muy delgada la línea que contrastante consideración y califi cación otorgada por los separa lo aceptable de lo que no lo es, vale la pena tratar medios ingleses y la opinión pública a los niños del “exte- de marcarla. rior” versus los propios. También los autores critican que El trabajo infantil tanto en el caso de los niños pasto- una categoría esencialmente occidental relacionada con res de la puna, los cultivadores de tabaco en Corrientes o el concepto de mayoría de edad, específi ca tanto cultural los que ayudan en hornos de ladrillo en los alrededores de como temporalmente sea la dominante en el discurso Buenos Aires, son todos ejemplos que cuestionan que los internacional. De acuerdo con esta concepción, si una per- menores de dieciocho no se comprometen activamente sona es etiquetada como “niño” se la coloca en una cate- en la vida social y económica de sus sociedades. goría apreciada a la que se aplican expectativas positivas. Las voces condenatorias de estas tareas no tienen En cambio bien distintas son estas expectativas cuando a en cuenta la importancia que para la economía de sub- alguien se lo coloca en el concepto más ambiguo de joven. sistencia, ha tenido y tiene el aporte de niños y jóve- Los jóvenes de ultramar sean infantes o adolescentes nes, trabajo que no signifi ca abandono ni explotación, son presentados siempre como “niños”, incluso y espe- puesto que siguen protegidos por el círculo familiar cialmente los que están en problemas (niñas prostitutas, y colaboran con el bienestar de todos sus miembros. jóvenes de la calle, mendigos, etc.). Para los autores la Por otro lado, parece olvidado el papel que la familia diferencia en el etiquetamiento tiene que ver con la dis- y los grupos primarios en general juegan en la trans- tancia tanto geográfi ca como cultural. Es fácil reconocer misión de las habilidades y ofi cios que reproducen la

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cultura entregando, además, un saber para la futura vía por demás interesante. Merecería explorarse con más subsistencia. detenimiento en una sociedad como la argentina tan Si queremos evadirnos de la imposición de “estánda- afectada por las opiniones laudatorias o condenatorias res comunes para la vida humana”, el trabajo empírico de los medios masivos. que avala la interpretación antropológica, debería en El aporte antropológico en el tema específi co de la nuestro país aportar a estos urgentes debates. El entre- niñez, comprobaría quizás que esta aceptación o decisión cruzamiento entre el conocimiento de la realidad con- de colaborar en las tareas económicas que sustentan a la creta que pueda aportar nuestra disciplina y la mirada familia –y en otras decisiones igualmente importantes– de los media sobre esta misma realidad, presente en no les signifi ca a nuestros niños una rémora ineluctable todos los artículos que acabamos de reseñar, parece una en la posibilidad de su realización como seres humanos.

Figura 1 - Clarín, viernes 13 de octubre de 2006, pág. 36; Sección El Mundo

270 Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 21. 2006/2007 ISSN 0570-8346

RESEÑAS

Patrimonio inmaterial y gestión de la diversidad. Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, Consejería de Cultura, Junta de Andalucía, PH Cuadernos 17, Sevilla, 2005, 392 páginas.

Esta publicación forma parte de la línea editorial del tanto políticos y sociales como académicos se inicia la IAPH destinada a acercar a los investigadores de la cultura discusión sobre una redefi nición del concepto mismo y a los gestores culturales el debate contemporáneo sobre de patrimonio para liberarlo de sus dos principales ses- la producción y gestión del patrimonio cultural, con espe- gos: su carga esencialista, purista y homogeneizadora, así cial referencia a las diferentes formas de apropiación del como su tradicional paternalismo estatal. patrimonio adjetivado como “inmaterial” o “intangible”, El núcleo del debate se constituye, entonces, desde la tanto desde un punto de vista institucional como ciuda- constatación de que los procesos de patrimonialización y dano, y en el contexto de la discusión y promoción con- la delimitación de los elementos que pueden considerarse temporáneas del multiculturalismo y la interculturalidad, patrimonio de los diferentes colectivos tienen un papel analizando sus potencialidades y difi cultades en la trama cada vez más central en las sociedades contemporáneas. de las políticas de gestión de la diversidad. El libro se Esta centralidad no refi ere aun a las políticas de la cultura, divide en una Introducción y tres grandes bloques de artí- sino también a los procesos de visibilización y capacidad culos producidos por investigadores que circulan entre la de acción (empoderamiento) que protagonizan distintos academia y la gestión: el primero exhibe el andamiaje teó- movimientos sociales. De hecho, sectores sociales que rico-conceptual en el que se enmarcan los debates actuales tradicionalmente no participaban –o lo hacían de modo sobre patrimonio cultural, multiculturalismo e intercul- muy tangencial– en los procesos de activación patrimonial, turalidad; el segundo suma una serie de estudios de caso demandan cada vez más un protagonismo activo que deriva sobre el patrimonio inmaterial en contextos de diversidad en uno de los interrogantes que sobrevuelan la publicación: cultural; y el tercero propone una selección de ejemplos ¿Cómo este nuevo instrumento de tutela puede otorgar ese y buenas prácticas de proyectos-piloto relacionados con protagonismo a nuevos grupos sociales y promover con- la gestión de la diversidad cultural (casos y proyectos se sensos para la diversidad social y la interculturalidad? asientan en territorio andaluz, en regiones vecinas de la Los dos capítulos de la primera parte (Patrimonio cuenca del Mediterráneo y en América Latina). Cultural, interculturalidad y globalización), a cargo de La Introducción presenta el volumen como una los coordinadores científi cos de la publicación, discuten intervención directamente interesada en la defi nición concretamente la relación entre el desarrollo del concepto de modelos de gestión de la pluralidad en las sociedades de patrimonio cultural y su utilidad actual para la gestión contemporáneas, caracterizadas por relaciones complejas de la diversidad cultural. El artículo de Gema Carrera y heterogéneas frecuentemente articuladas en situaciones Díaz inicia el análisis de la transformación conceptual del de desigualdad, y por tanto donde la diversidad y la des- patrimonio ante la constatación de la diversidad cultural igualdad se encuentran como fenómenos entrelazados. y mediante la incorporación del concepto antropológico A partir de considerar que la globalización convive con de cultural a la gestión patrimonial, desde las refl exiones nuevas formas de relocalización, de creatividad cultural, teóricas generadas en organizaciones internacionales de de redefi nición de identidades y de reconstitución de la cultura como UNESCO y el auge de los movimientos sujetos colectivos, se argumenta como la reciente reivin- sociales en pro del reconocimiento de su especifi cidad dicación de la diversidad cultural, que ha cuestionado la cultural y derechos culturales, políticos y económicos. Sin tradicional defi nición del patrimonio histórico de “las dejar de lado las nuevas intervenciones sobre el patrimo- naciones”, surge de la combinación de tres procesos dis- nio desde las dinámicas de la globalización mercantilista, tintos pero interrelacionados: 1) la creciente integración las que promueven una idea de patrimonio entendido supranacional de los viejos estados-naciones de cuño como “recurso económico” refl ejado en las actuales europeo en bloques continentales y hemisféricos; 2) la políticas culturales europeas y regionales. Por su parte, (re)aparición de identidades subnacionales y regionalis- el texto de Gunther Dietz procesa el desarrollo de los mos que cuestionan el monopolio del Estado-nación en preceptos académicos y políticos que caracterizan el mul- la identifi cación y gestión del patrimonio colectivo; y 3) el ticulturalismo desde sus orígenes como un movimiento establecimiento de redes, diásporas y comunidades trans- social reivindicativo del reconocimiento de la diferencia nacionales producto de procesos migratorios pendulares cultural y la pluralización de los patrimonios específi cos y continuos que superan las clásicas pautas de emigración de las diversas minorías, a las infl uencias de los discursos e inmigración. De modo paralelo, en diferentes ámbitos posmodernos y poscoloniales y el proceso de institucio-

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nalización académica del movimiento (especialmente en mera exhibición de lo exótico a la reivindicación de la Estados Unidos) al mismo tiempo que la crítica abierta diferencia: el esfuerzo por incluir en el discurso tanto la por la transformación del discurso multiculturalista en el preservación de las prácticas y de sus condiciones de pro- nuevo y debatido campo de la interculturalidad. ducción (la dinámica cultural) como los procesos refl exi- La segunda parte del libro (Patrimonio inmaterial y vos y trabajos de negociación que implican una mayor diversidad cultural) se inicia con un análisis crítico de la participación social y democratización de las sociedades Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural y de sus conjuntos patrimoniales. En esta línea, los textos Inmaterial (UNESCO, 2003) y despliega nueve estudios siguientes abordan críticamente la noción de patrimonio de caso que toman como eje las potencialidades y riesgos euromediterráneo y sus implicaciones sociales, económi- del patrimonio cultural como factor de visibilización de cas y políticas, a través de casos situados en –o con espe- grupos no hegemónicos y como dispositivo de consenso cial referencia a– la región andaluza y relacionados con el en la construcción de una sociedad intercultural. Entre modo en que la Unión Europea, más allá de su interés por todos, es el texto de Victoria Quintero el que privilegia la “formación de identidad y creación de cultura”, avanza los modos en que en los foros internacionales aparecen sobre la comercialización de la cultura y el patrimonio nuevas fi guras y defi niciones del patrimonio centradas como recursos estratégicos para mejorar la competitivi- en la diversidad social y en la democratización de la dad y promover el desarrollo económico. Las contribucio- memoria y cómo en las justifi caciones ofi ciales de fi guras nes posteriores acercan algunos modelos de preservación como “paisaje cultural” o “patrimonio oral e intangible” y revalorización del patrimonio en este lado del mundo: se argumenta la necesidad de refl ejar el patrimonio de México, Colombia y la República Dominicana. pueblos con tradiciones no escritas, de mostrar otras Finalmente, la tercera parte de la compilación (La formas de percepción, de dar entrada a las producciones gestión de la diversidad cultural) suma trece trabajos de sectores sociales y grupos “no visibles”. Esta reubica- que con mayor o menor fortuna exponen ejemplos de ción de lo patrimonial se ejemplifi ca en el debate acerca proyectos desarrollados en el ámbito de la gestión de la de la defi nición del denominado patrimonio inmaterial diversidad cultural. o intangible. Sin embargo, el desplazamiento desde una Este extenso volumen constituye un aporte signifi ca- caracterización más apegada a la tradición y las culturas tivo al debate sobre la gestión de la diversidad, permitiendo populares no oculta el hecho de que la novedad del patri- que el lector construya su propia batería de preguntas sobre monio inmaterial no es –desde una perspectiva antropo- las tensiones que atraviesan la cultura, asumida desde dis- lógica– tan novedosa en tanto los aspectos inmateriales tintas instancias como arena de consensos y plataforma de de la cultura y los comportamientos exóticos de los otros “solución” de los problemas de las sociedades contempo- habían sido objeto de estudio del folklore y del cultura- ráneas, y sobre las reales condiciones de intervención de lismo. El reemplazo del folklore por el patrimonio inma- los gestores culturales en la creación y recreación de lazos terial en las políticas públicas de cultura, anunciado en la sociales en medio de batallas siempre abiertas por el sen- Conferencia de Washington (1999), reaparece explícita- tido, contra la precarización de las condiciones de vida y la mente en el Informe del Director General de UNESCO exclusión social y a favor de la reconstrucción de puntos de (2001) y se institucionaliza en la Convención de 2003. En partida para nuevos proyectos singulares y colectivos. cualquier caso, lo novedoso en la historia institucional del “patrimonio inmaterial” es la trayectoria desde una Marcelo Álvarez

Tramas en la piedra. Producción y usos del arte rupestre, editado por Danae Fiore y M. Mercedes Podestá, World Archaeological Congress, Sociedad Argentina de Antropología y Asociación Amigos del Instituto Nacional de Antro- pología, Buenos Aires, 2006, 280 páginas.

Este libro reúne trabajos presentados al VI Simposio esta manera, cuenta con dieciséis artículos que abordan Internacional de Arte Rupestre, llevado a cabo entre el 29 su discusión desde muy diversas perspectivas. La mayor de noviembre y 4 de diciembre de 2003 en San Salvador parte de ellos se abocan a distintas regiones de la Argen- de Jujuy. El mismo nos brinda una visión actualizada tina, sin embargo, también hay trabajos dedicados al de las investigaciones arqueológicas focalizadas en los estudio del arte rupestre tanto de Chile como de España. procesos de producción del arte rupestre y en sus múl- Las ilustraciones son de gran calidad, contando con una tiples usos tanto en el pasado como en el presente. De gran cantidad de láminas en color.

272 RESEÑAS

En la introducción al libro, Danae Fiore y M. Mercedes se aboca al estudio de la relación entre espacios que pre- Podestá pasan revista a la historia de las aproximaciones sentan recursos socioeconómicos básicos y la producción a la producción y usos del arte rupestre a nivel mundial. de arte en los mismos, entre ca. 3000 y 1500 años AP, en la De esta manera, sintetizan y analizan las perspectivas región de Antofagasta de la Sierra. teóricas que enmarcan las investigaciones actuales que se En el capítulo 10, Mercedes Podestá, Diana Rolandi, desarrollan en los diversos artículos. Anahí Re, Pía Falchi y Oscar Damiani presentan el arte En el primer capítulo, Martí Mas Cornellá utiliza rupestre de tiempos históricos registrado en el desierto análisis de laboratorio y técnicas experimentales para de Ischigualasto (provincia de San Juan, Centro-oeste identifi car distintas respuestas de absorción y conser- argentino). A partir de su análisis y de la información vación de los colores de las pinturas de un sitio ubicado provista por fuentes históricas, se aborda el estudio del en Cádiz (Andalucía, España). Este trabajo también arreo de ganado a fi nes de siglo XIX y principios del aborda las temáticas representadas y el uso particular siglo XX. dado al arte rupestre. Los capítulos 11; 12 y 13 se centran en el estudio Danae Fiore, en el segundo capítulo, analiza patrones del arte rupestre de distintas regiones del norte chileno. en la distribución espacial y temporal de sitios con arte Lautaro Núñez, Isabel Cartajena, Patricio Carrasco, rupestre pintado o grabado en la Patagonia argentina. Patricio de Souza y Martín Grosjean observan varia- Elaborando tasas de producción de ambas técnicas, iden- ciones en los motivos rupestres en el contexto de cam- tifi ca los distintos factores que podrían haber infl uido en bios socioeconómicos entre el período Arcaico Tardío su transmisión y reproducción. (ca. 4815-3950 años AP) y el Formativo Temprano (ca. Los capítulos 3 y 4 abordan el análisis del arte rupes- 3200-2400 años AP) en la vertiente occidental de la tre de la cuenca media y superior del río Limay (Pata- Puna de Atacama. Daniela Valenzuela, Luis Briones y gonia septentrional). En el primero de ellos, Eduardo Calogero Santoro se focalizan en la relación entre los Crivelli Montero discute el ritmo de creación de sitios usos del arte rupestre y sus emplazamientos en el caso de arte rupestre y realiza sugerencias en relación con los de los petroglifos y geoglifos del valle de Lluta. Isabel destinatarios que las representaciones habrían tenido Cartajena y Lautaro Nuñez analizan dos sitios de la en distintos momentos. En el cuarto capítulo, Mabel Puna de Atacama y consideran su vinculación con las Fernández encara la problemática de la cronología del rutas caravaneras que conectaron San Pedro de Ata- estilo de grecas en esa región a través de distintas líneas cama, el río Loa medio y la costa entre 400 y 1200 AD. de evidencia. Los tres artículos que cierran este libro versan sobre En los siguientes dos capítulos (5 y 6) se analizan dis- los múltiples usos que puede tener el arte rupestre en el tintos aspectos de los grabados relevados en la meseta del presente, específi camente en la Patagonia argentina. De lago Strobel (provincia de Santa Cruz, Patagonia meri- esta manera, en el capítulo 14, Cristina Bellelli y Mer- dional). Juan Bautista Belardi y Rafael Goñi proponen cedes Podestá analizan la inclusión de un sitio con pin- un modelo de circulación y uso del espacio en cuencas turas en los circuitos ecoturísticos en el valle inferior bajas y altas, a partir de la observación de la distribu- del río Manso (provincia del Chubut). En el siguiente ción y variedad de motivos rupestres y otras evidencias artículo, Cristina Bellelli identifi ca el rol que los distin- en la meseta del Strobel. Por otra parte, Lorena Ferraro tos actores sociales jugaron en el uso del patrimonio y Roberto Molinari se centran en el estudio de dos sitios arqueológico del valle de Piedra Parada (provincia del de esta área en el marco de un modelo biorregional y Chubut). Por último, en el capítulo 16, María Onetto sugieren un cambio en la jerarquización de este espacio sintetiza las investigaciones, la puesta en valor y la durante el Holoceno tardío. actividad turística que se llevaron y llevan a cabo en la En los capítulos 7; 8 y 9 se considera el arte rupes- (provincia de Santa Cruz), único tre de la región de Antofagasta de la Sierra (provincia de sitio argentino con arte rupestre incluido en la Lista de Catamarca, Noroeste argentino). Carlos Aschero aborda Patrimonio Mundial de la UNESCO. los usos del arte en la puna argentina en el lapso entre Como nota fi nal es de destacar que este volumen reúne 4500 y 2500 años AP, a partir del estudio de los moti- trabajos de gran relevancia científi ca que demuestran la vos de seis sitios del río Punilla. Carlos Aschero, Álvaro vigencia de las investigaciones relativas a la producción y Martel y Sara López Campeny describen la variabilidad usos del arte rupestre en la actualidad. De esta manera, se y emplazamiento de los motivos rectangulares con dise- constituye en un libro de consulta obligada para todos los ños geométricos internos (“cartuchos”) en la misma área interesados en la temática. pero asignados a momentos más tardíos (0-500 AD), eva- luando también sus usos. En el capítulo 9, Álvaro Martel Anahí Re

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Procesos Interculturales. Antropología política del pluralismo cultural en América Latina, Miguel Alberto Bartolomé, Siglo XXI, México, 2006, 366 páginas.

Como bien ameritan los “Procesos interculturales” son debatidas en el afán de contribuir a una teoría general que el hábil autor se propone analizar, la obra se va de la identidad. Atinadamente, el autor diferencia a las constituyendo página a página a partir del entretejido identidades étnicas de otras identifi caciones y condiciones de distintas dimensiones analíticas. La propuesta se sociales y expone los discursos indígenas de la identidad. mueve entre lo singular y lo general, entre lo vivencial y Para poder abordar los sistemas interétnicos con la lo teórico. “Soy un etnógrafo inducido hacia la antropo- especifi cidad otorgada por los contextos culturales, en logía política y no un politicólogo que se aproxima a la el capítulo 3 el autor emprende la espinosa tarea de pre- antropología” declara el autor. La imagen de lo general sentar y refl exionar sobre las diversas conceptualizacio- va surgiendo del registro etnográfi co de casos concretos nes de la cultura. Podemos destacar el debate planteado que van desde los ayoreos del Chaco Boreal paraguayo, en torno al conocido concepto de hibridez cultural y el las sociedades andinas, los mapuches de Chile y Argen- análisis en profundidad de términos como pluralismo tina y los pueblos indígenas mesoamericanos. cultural, relativismo, multiculturalismo, interculturali- Acusando a cierta antropología de padecer “amnesia dad, y transfi guración étnica. genealógica”, el autor realiza remarcables esfuerzos en El capítulo 4 surge de la necesidad planteada por contextualizar cada concepto introducido recordando el autor de interrogarse no solo sobre las lógicas de las y muchas veces debatiendo con fi rmes argumentos los sociedades indígenas sino también sobre los orígenes y aportes realizados por sus colegas. Este componente características de las lógicas políticas e institucionales denso del libro es acompañado por una aproximación estatales. Conceptos como “estado”, “nación”, “ciuda- vivencial que incluye relatos de las primeras experiencias danía” son explorados, desmenuzados y debatidos para del autor como estudiante así también del cuarto de siglo proponer distinguir entre nacionalismo como ideología vivido en el ámbito multiétnico de Oaxaca, México. estatal u orientada hacia la construcción de estados, del El fi n de esta obra es contribuir a la refl exión antropo- fenómeno que el autor llama “nacionalitario” entendido lógica y política contemporánea sobre los procesos inter- como la búsqueda de una identifi cación compartida. culturales latinoamericanos; tema cada vez más visible Luego de atravesar el arduo ejercicio conceptual de esta para el mundo pero tal vez no para la antropología lla- primera parte, el lector puede lanzarse a gusto a la segunda mada moderna o posmoderna. El autor propone estudiar parte del libro donde los conceptos debatidos anterior- a los pueblos indígenas no como entidades cerradas sino mente se hilvanan con ejemplos etnográfi cos concretos. como parte de la dinámica “sistema mundo”. En el capítulo 5, el autor se remonta al pasado El libro ha sido organizado en dos grandes partes: para debatir y profundizar en el término “civilización”, “Instrumentos conceptuales” que abarca del capítulo del haciendo un recorrido histórico por los primeros habi- 1 al 4 y la segunda parte “Procesos latinoamericanos” que tantes de América, la invasión, los estados de conquista incluye del capítulo 5 al 10. y los estados de expropiación a partir de los procesos La primera parte es un minucioso y prolijo recorrido independentistas. El autor plantea que la represión de por diversos conceptos fundamentales para comprender las diferencias culturales respondió al intento de impo- los procesos interculturales. Cada concepto presentado es ner un tipo unitario del ser social y construir naciones adecuadamente contextualizado, defi nido y debatido. homogéneas. Frente a estos procesos pueden ser leídas En el capítulo 1 el autor emprende un arduo camino: las demandas indígenas actuales, como reclamos de la búsqueda de un marco conceptual para la antropolo- espacios sociales propios no para su aislamiento sino gía política de los procesos étnicos. El primer paso es el para construir una articulación social más igualitaria abordaje de las diferencias internas del sujeto colectivo que la actual. “los indígenas”. Cada concepto utilizado es prolijamente El capítulo 6 es quizás el más relevante para el aná- defi nido y contextualizado. Etnia, raza, tribu, pueblo, lisis de los procesos que se vienen desarrollando en autoadscripción y adscripción por los otros, grupos la Argentina. La refl exión gira en torno al concepto de etnolingüísticos y etnias organizativas son algunos de los etnogénesis. Las múltiples causalidades que intervienen puntos analizados dando cuenta de la heterogeneidad de en la emergencia, reconstrucción, resurrección, transfi - las confi guraciones sociales étnicas de América Latina. guración o reinvención de grupos étnicos en el presente En el capítulo 2, el autor nos introduce en los laberin- son exploradas en este capítulo. El autor propone analizar tos de la identidad. Propuestas primordialistas, construc- las etnogénesis como parte del dinamismo inherente a las tivistas, instrumentalistas y generativas o interaccionistas agrupaciones étnicas cuyas lógicas sociales revelan plasti-

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cidad y capacidad adaptativa. Sus planteos se apoyan en la das por los migrantes indígenas así también como a la historia de etnogénesis en Latinoamérica incluyendo los imposición arbitraria de fronteras políticas que separa incas, aztecas, chiriguanos, chané, pampas, wayu o guaji- un mismo grupo étnico en dos o más estados. Las nocio- ros, miskitos o garifuna, kollas o huarpes. nes de fl ujo, contrafl ujos, límite y liminaridad también En el capítulo 7 el debate gira en torno a los movimien- se incluyen en el análisis. tos etnopolíticos con el fi n de determinar sus característi- El capítulo 10 recopila diversos documentos que cas y objetivos compartidos. De esta forma el autor intenta surgen a partir de la experiencia política y antropológica despegarse de la forma en que comúnmente se los analiza: de un grupo de antropólogos autodenominado “grupo demasiado vinculados con los contextos locales y aspectos de Barbados”. Estos se constituyen en los años 70 frente coyunturales. Se incluye un relevante análisis de la intensa a la crítica situación por la que pasaban las sociedades participación indígena no solo como grupos de presión indígenas. Las diversas declaraciones tuvieron diferentes sino también organizados en las contiendas electorales. niveles de impacto. En el capítulo 8, el autor propone aproximarse a las Para concluir, podemos asegurar que esta obra cons- dinámicas identitarias en América Latina tal como se tituye un aporte valioso al ámbito analítico de las ciencias manifi estan en los movimientos etnopolíticos actuales sociales donde el autor pone en juego diversos recursos marcando las diferencias con los llamados “nuevos movi- de la antropología para abordar las diferentes expresiones mientos sociales” (movimientos ambientalistas, feminis- del hecho interétnico. Sin excluir artifi cialmente las dife- tas, minorías sexuales etc.). rencias y uniendo su pasión por lo local con la perspectiva En el capítulo 9, se abordan distintos aspectos de de totalidad, el autor se propone con éxito descubrir las la problemática indígena latinoamericana a partir de conexiones más que las distancias entre sistemas cultura- una noción vinculante de “frontera”. A través de este les y enfatizar las dinámicas más que las permanencias. concepto el autor juega hábilmente a interrelacionar A partir de este libro es posible, según lo propuesto por diversas dimensiones del análisis: límites interactivos de el autor, repensar la antropología política en el marco de las etnias, límites estatales, límites entre un “nosotros” la multiculturalidad y desde una perspectiva teórica que y un “los otros” de la antropología, fronteras espaciales enfatiza la necesidad histórica de asumir el carácter plural y temporales, fronteras como límites físicos y simbóli- de las sociedades estatales contemporáneas. cos. Especial atención se da al análisis de las llamadas comunidades transnacionales o interestatales constitui- Mariana López

275 MEMORIAS DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

Disponibles en: www.inapl.gov.ar

CONVOCATORIA PARA LA PUBLICACIÓN DE TRABAJOS PARA CUADERNOS DEL INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO N° 22

Recepción de trabajos entre el 30 de junio y el 1 de agosto de 2008

Cuadernos es una reconocida publicación del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, que se edita desde 1960. Los artículos y reseñas aparecidos desde entonces se han ocupado de diferentes aspectos de las ciencias antropológicas. El actual es un llamado abierto a la presentación para su publicación de artículos originales en todos los campos de la antropología que sean un aporte signifi cativo a la disciplina. En tal sentido, se sugiere que en los trabajos se incluyan o prioricen discusiones de índole teórico-metodológica, a fi n de enmarcar, en contextos de interés general, la información de base o casos de análisis. Asimismo, y a los efectos de ampliar las oportunidades de publicación, se buscará equilibrar los espacios destinados a las diferentes disciplinas de la antropología.

NORMAS EDITORIALES

Solicitar o consultar en: Comité Editorial de Cuadernos del INAPL 3 de Febrero 1378, C1426BJN Buenos Aires Tel.: (00 54 11) 4782 7251/ 4783 6554 Correo electrónico: [email protected]. Página web: www.inapl.gov.ar. Se terminó de imprimir en Talleres Gráfi cos DEL S. R. L. E. Fernández 271/75 - Piñeyro Mayo de 2008