Nayaguacomo Peces En Revista De Poesía U Na Temporada En La N Ube
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nayaguacomo peces en revista de poesía u na temporada en la n ube II época n.º 23 febrero 2016 consejo editorial Marta Agudo Carmen Camacho Eva Chinchilla Tacha Romero Julieta Valero coordinación y edición Julieta Valero diseño © Stellum projects. Mercedes Carretero diseño de cubierta y maquetación Julio Reija © De los textos, traducciones y poemas visuales: sus autores, 2016 edita Fundación Centro de Poesía José Hierro C/ José Hierro 7 28905 Getafe, Madrid Tel.: 91 696 82 18 Fax: 91 681 58 14 [email protected] www.cpoesiajosehierro.org ISSN: 1889-206X sumario editorial 11 poesía José Corredor-Matheos 19 José Luis Gómez Toré 22 Orlando González Esteva 24 Marta López-Luaces 33 Luis Melgarejo 37 Rafael Morales Barba 42 Hugo Mujica 47 Mercedes Roffé 50 Adalber Salas Hernández 55 yo escribo en... galego y ladino Oriana Méndez 65 Clarisse Nicoïdski 77 otras lenguas. inglés e italiano Rochelle Hurt (traducción del inglés al castellano y al galego por Neil Anderson) 87 Edward Lear (traducción del inglés por Elvira Valgañón y Ánjel M. Fernández) 101 Rolando Pérez (traducción del inglés por Óscar Curieses) 107 Pier Paolo Pasolini (traducción del italiano por Ana Montes) 119 emergencias. poesía por-venir Raquel Abend van Dalen 127 Lucía Boscá 131 Claudia González Caparrós 135 Sara Medina Álvarez 140 Isabel Navarro 145 Gema Palacios 150 Luisa Pallarés 153 Isabel Piñana 158 entrevista. poeta por poeta Menchu Gutiérrez por Esther Ramón 169 mirar un poema Aurora Luque comenta un poema de Julia Uceda 177 palabra articulada “La poesía boliviana, una amplia geografía por descubrir”, por Paura Rodríguez Leytón 187 reseñas - Sesión continua en el salón indien, de Juan Antonio Bermúdez (por Rafael Utrera Macías) 195 - Literalmente y en todos los sentidos. Desde la poesía de Roberto Bolaño, de Miguel Casado (por Ángela Segovia) 199 - El sentimiento de la vista, de Miguel Casado (por Antonio Ortega) 202 - minuscularidades, de Emilia Conejo (por Nuria Ruiz de Viñaspre) 206 - papilas analógicas. paisaxe sur text, de Ana Cibeira, Elia Maqueda y Davidia Martín Saornil (por Pilar Martín Gila) 209 - Nada se pierde, de Jordi Doce (por Andrés Catalán) 211 - Cuaderno músico precedido de Morir es un arte, de Mariela Dreyfus (por Roger Santiváñez) 214 - Ya nadie se llamará como yo + Poesía reunida (1998-2012), de Agustín Fernández Mallo (por David Refoyo) 216 - Castilla y otros poemas, de Andrés Fisher (por Rafael Saravia) 220 - Lo extraño, la raíz, de Menchu Gutiérrez (por Lucía Boscà) 223 - Movimientos insomnes, de Clara Janés (por Noni Benegas) 228 - Poesía reunida (2014-1994), de Rosa Lentini (por Javier Lostalé) 233 - Huellas (Poesía 1990-2012), de Juan Malpartida (por Julio César Galán) 235 - crack, de Ignacio Miranda (por Eva Chinchilla y Amparo Arróspide) 238 - Serie, de Vicente Luis Mora (por Antonio Monge) 245 - Algo que perder y Hay un rastro, de Elías Moro (por Álvaro Valverde) 249 - El terreno en disputa es el lenguaje, de José Ignacio Padilla (por Chus Arellano) 252 - Donde nada es todo lo asible, de Eugenio Padorno (por Tomás Sánchez Santiago) 256 - Niños enamorados, de Mariano Peyrou (por Rosa Benéitez) 260 - La poesía vista desde el espacio, de David Eloy Rodríguez (por Juan Manuel Romero) 262 - Luto (1995 - ), de Juan Soros (por María Solís) 265 - Postergaciones, de Pedro Tena (por José Ramón Ripoll) 270 - Canción del distraído, de Vicente Valero (por Ángel Minaya) 273 - Sedimentos (El hueso de la memoria–Vagido), de Verónica Zondek (por Mª Ángeles Pérez López) 276 lenguas no hispanas - Plural esencial, de Fernando Pessoa (por Juan Lamilar) 283 - Poesía completa, de Constantino Cavafis (por José María Castrillón) 287 escaparate. lecturas recomendadas - 9 meses, de Ana Barbadillo Clabburn 291 - El duende mal pensante, de José Bergamín 292 - Retales de tiempo, de Marian C. Castellanos 293 - Poesía inicial, de Ernesto Cardenal 294 - Seis olas con un único regreso, de Carlos Ceballos de Castro 295 - Hablar en sueños, de Fernando de las Heras 296 - La edad de merecer, de Berta García Faet 297 - Apoptosis, de Lidia Gómez Pérez 299 - La nieve es nuestra, de Cristián Gómez Olivares 300 - Transporte de animales vivos, de José Antonio Llera 300 - Como arderá la niebla, de Sara Medina 302 - Puentes de cartón, de Susana Obrero 303 - Cartografía del territorio imposible, de María Prado Mas 304 - Los gestos del mundo, de Pilar Sastre Tarduchy 306 antologías - Exploradoras —poesía gráfica—, de Nathalie Bellón 309 revistas - Otro Páramo 311 actualidad encuentros Centrifugados 317 Las espirales poéticas 319 Festival de Poesía Ileana Espinel Cedeño de Guayaquil 321 Poetry Slam Jaén 322 Ciclo Sin ánimo generacional 323 lugar de la poesía. librerías osadas La Pantera Rossa 325 Colombre 326 aforismos Miguel Ángel Arcas 331 Elías Moro 334 Jorge Riechmann 337 poesía visual Guadalupe Grande 342 editorial 10 11 manuel del río EN 1957 José Hierro leyó en un periódico de Santander la esquela de Manuel del Río, un amigo suyo de juventud que tuvo que emigrar a América para ganarse la vida y murió unos años después en un accidente en Nueva Jersey. Aquello le impresionó muchísimo y escribió “Réquiem”, uno de sus poemas más conocidos. Años después completó su homenaje visitando D’Agostino Funeral Home acompañado de José Olivio Jiménez y Dionisio Cañas. Supongo que hablaría de Manuel y sentiría que se había vengado del tiempo; aunque llegase tarde pudo acompañar a Manuel en la soledad del desterrado. O al menos a su recuerdo. Durante años guardó la esquela recortada del periódico a la que se sumó des- pués el recordatorio que aquel 11 de mayo repartieron en D’Agostino. Esas dos pie- zas, que pertenecen a los tesoros que guarda esta Fundación y que ven por primera vez la luz, forman parte de la historia literaria de este país. Hoy, sin vuelo en el verso, pueden ver lo mismo que él vio hace casi sesenta años. Y pensar como hizo él en Manuel y en todas aquellas personas que han tenido que irse para existir, para dejar de ser invisibles y luchar contra el hambre, el frío, la indignidad. Muchos, como Manuel, morirán solos. Es un milagro que Nayagua pueda convertirse en el motivo por el que alguien escriba al otro lado del mundo. Porque tal vez Lupe Grande, Nacho Miranda, Menchu Gutiérrez, Lucía Boscá, Oriana Méndez u Orlando González Esteva, por nombrar algunos entre los sobresalientes autores y autoras que conforman este número, sean el motivo de otro poema. Es fascinante pensar que nuestra labor es hacer Historia y que dentro de muchos años, puede que alguien saque un recor- te —tal vez un holograma— y muestre, si es que no está ya todo mostrado, aquel número 23 de Nayagua que fue el motivo de un poema capaz de conmover a miles de personas durante décadas. Entonces tal vez otra nieta que no soy yo, quién sabe si tal vez también la mía, se sienta tan orgullosa como lo estoy de haber formado parte de este proyecto, de defender el nombre de José Hierro y de seguir haciendo de la Fundación ese lugar donde permanecer para siempre por muy solo que se muera. TACHA ROMERO D I R EC TO R A D E LA F UN D ACIÓN C EN tr O D E P OESÍA J OSÉ H IE rr O 12 réquiem Manuel del Río, natural de España, ha fallecido el sábado once de mayo, a consecuencia de un accidente. Su cadáver está tendido en D’Agostino Funeral Home. Haskell. New Jersey. Se dirá una misa cantada a las nueve treinta, en St. Francis. Es una historia que comienza con sol y piedra, y que termina sobre una mesa, en D’Agostino, con flores y cirios eléctricos. Es una historia que comienza en una orilla del Atlántico. Continúa en un camarote de tercera, sobre las olas —sobre las nubes— de las tierras sumergidas ante Platón. Halla en América su término con una grúa y una clínica, con una esquela y una misa cantada, en la iglesia St. Francis. 13 Al fin y al cabo, cualquier sitio da lo mismo para morir: el que se aroma de romero, el tallado en piedra, o en nieve, el empapado de petróleo. Da lo mismo que un cuerpo se haga piedra, petróleo, nieve, aroma. Lo doloroso no es morir acá o allá… Requiem aeternam, Manuel del Río. Sobre el mármol en D’Agostino, pastan toros de España, Manuel, y las flores (funeral de segunda, caja que huele a abetos del invierno), cuarenta dólares. Y han puesto unas flores artificiales entre las otras que arrancaron al jardín… Liberame domine 14 de morte aeterna… Cuando mueran James o Jacob verán las flores que pagaron Giulio o Manuel… Ahora descienden a tus cumbres garras de águila. Dies irae. Lo doloroso no es morir Dies illa acá o allá, sino sin gloria… Tus abuelos fecundaron la tierra toda, la empapaban de la aventura. Cuando caía un español se mutilaba el universo. Los velaban no en D’Agostino Funeral Home, sino entre hogueras, entre caballos y armas. Héroes para siempre. Estatuas de rostro borrado. Vestidos aún sus colores de papagayo, de poder y fantasía. Él no ha caído así. No ha muerto por ninguna locura hermosa. (Hace mucho que el español muere de anónimo y cordura, o en locuras desgarradoras entre hermanos: cuando acuchilla pellejos de vino, derrama sangre fraterna). Vino un día porque su tierra es pobre. El mundo Liberame Domine es patria. Y ha muerto. No fundó ciudades. No dio su nombre a un mar. No hizo más que morir por diecisiete dólares (él los pensaría en pesetas). Requiem aeternam. Y en D’Agostino lo visitan los polacos, los irlandeses, los españoles, los que mueren en el week-end. 15 Requiem aeternam. Definitivamente todo ha terminado.