Bolivia en el siglo xxi

Nelson González Ortega (Compilador y editor)

Bolivia en el siglo xxi Trayectorias históricas y proyecciones políticas, económicas y socioculturales © Plural editores / Universidad de Oslo, 2017

Primera edición: noviembre de 2017 d.l.: 4-1-2557-17 isbn: 978-99954-1-801-4

Producción Plural editores Av. Ecuador 2337 esq. calle Rosendo Gutiérrez Teléfono: 2411018 / Casilla 5097 / La Paz e–mail: [email protected] / www.plural.bo

Impreso en Bolivia Índice

Agradecimientos...... 9

Cronología política de Bolivia...... 11

Mapa de desmembraciones territoriales de Bolivia...... 20

Siglas usadas en este libro...... 21

1. Trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en Bolivia en los siglos xx y xxi. Premisas para planteamientos interdisciplinarios Nelson González Ortega...... 27

primera parte Realidades sociales del Estado-nación en Bolivia: Hitos históricos, mitos populares e intersticios cotidianos vistos a través de su literatura

2. Bolivia en su historia y literatura, 1920-1982: Del Estado republicano a la Revolución de 1952 y sus efectos en el nuevo orden democrático de 1982 Nelson González Ortega...... 43

3. Bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente: Democracia y economía en crisis, neoliberalismo y movimientos sociales Nelson González Ortega...... 67

[5] 6 bolivia en el siglo xxi

4. Tres modelos de institucionalización y rasgos de la democracia en Bolivia hoy Albert Noguera Fernández...... 93

5. El nuevo constitucionalismo político en América Latina y el paradigma boliviano Leiv Marsteintredet ...... 113

6. Repensando las características de ascenso de lo indígena, originario, campesino en Bolivia: Hacia una reflexión crítica del Proceso de cambio Sarela Paz Patiño...... 137

7. Ecología y sociedad en Bolivia. Políticas públicas en el Estado Plurinacional: El discurso de la Madre Tierra y el Vivir Bien Cecilia Requena / Dirk Hoffmann...... 165

8. Políticas educativas de descolonización en Bolivia en el siglo xxi: Sus luces y sombras Hiroki Ishizaka...... 185

9. Posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas en la configuración del Estado Plurinacional Cynthia Daniela Franco Pinto / Verónica Pacheco Sanjinés...... 211

10. Gestión gubernamental 2006-2015: Realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales del gobierno de Juan Antonio Morales...... 237

segunda parte Representaciones del Estado Plurinacional en Bolivia: Hitos históricos, mitos populares e intersticios cotidianos vistos a través del periodismo, la comunicación social, el cine y la caricatura política

11. 1982-2003: La construcción de un nuevo imaginario nacional (contra los tópicos y los lugares comunes sobre la democracia boliviana) Carlos D. Mesa Gisbert...... 257 índice 7

12. El Estado Plurinacional en Bolivia y su simbología Claudia Arce / Yuri F. Tórrez...... 295

13. Descolonizando la historia colonial de Bolivia en el siglo xxi: Negociación de las fronteras entre el pasado, presente y futuro en la película También la lluvia (2010) Laura Camacho Salgado / Nelson González Ortega...... 311

14. Problemas y contradicciones del “gobierno indígena”: Reflexiones de un intelectual aymara Carlos Macusaya Cruz...... 343

15. Intento de re-fundación del Estado-nación en Bolivia en el siglo xxi: Realidades y perspectivas de la gestión política de Evo Morales (2006-2016) Nelson González Ortega...... 367

16. Epílogo: El Estado Plurinacional frente al siglo xxi. Balance, desafíos y proyecciones Gonzalo Rojas Ortuste...... 381

17. Apéndice: Fantasmas del Estado neoliberal (1985-2005) y el controversial Estado Plurinacional (2006- 2016) vistos a través de la caricatura política Leonardo Aliaga Manzaneda...... 403

Sobre los autores...... 417

Agradecimientos

La idea de escribir este libro surgió hace dos años cuando preparé un curso interdisciplinario de maestría sobre historia, política, literatura y sociedad en la Bolivia actual para ser enseñado en la Universidad de Oslo, Noruega. Entonces, al buscar bibliografía general y específica sobre diversos aspectos de la sociedad boliviana en el siglo xxi, me di cuenta de que solo existían estudios especializados o artículos periodísticos sobre la sociedad y la política cotidiana de Bolivia, pero no había un texto interdisciplinario actualizado, dirigido tanto a especialistas como a lectores informados sobre la compleja e intrigante situación política, económica y sociocultural de Bolivia en la actualidad. Me propuse entonces suplir dicha ca- rencia textual y emprendí el desafío académico de compilar, editar y publicar el presente libro de carácter interdisciplinario que reúne trabajos de especialistas en las diversas ciencias sociales, pero a la vez dirigido tanto a estudiantes universitarios de nivel superior como a estudiosos de Bolivia en América Latina y el mundo entero. Estoy muy agradecido a todos los autores, personas e instituciones de Noruega, Bolivia y otros países que han contribuido a la planeación y realización del presente libro: Bolivia en el siglo xxi. Trayectorias históricas y proyecciones políticas, económicas y socioculturales. Agradezco también a mi colega Gonzalo Rojas Ortuste, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, por la meticulosa lectura y corrección que hizo de algunos capítulos del presente volumen y por nuestros asiduos y productivos diálogos sobre la situación actual de Bolivia que contribu- yeron a mejorar tanto su Epílogo como mis capítulos. Muy agradecido le quedo al profesor Waltraud Morales, catedrático de Ciencia Política Internacional de la Universidad de Florida, usa, por haber evaluado positivamente mi proyecto de libro sobre Bolivia, cuando este aún estaba en ciernes, y haberme motivado a

[9] 10 bolivia en el siglo xxi realizarlo. Adicionalmente, agradezco a los bolivianistas de University of Pitts- burgh, Estados Unidos, por haberme ofrecido fuentes bibliográficas específicas y haberme ayudado a refinar mis ideas, cuando mi proyecto de investigación estaba en su fase inicial. En especial, muchas gracias a Martha E. Mantilla, directora de la biblioteca Latin American Studies and Eduardo Lozano Collection, de la Uni- versidad de Pittsburgh, por haberme ayudado a encontrar fuentes bibliográficas de difícil acceso. Un agradecimiento muy especial para Xavier Valverde Rivera, su familia y amigos de Sucre y La Paz que, durante mi estadía en Bolivia en 2015 y 2016, no solo me acogieron como un miembro más de la familia, sino también me pusieron en contacto con intelectuales, profesores universitarios, políticos y periodistas bolivianos, expertos y conocedores de diferentes aspectos políticos, socioeconó- micos y culturales de la Bolivia actual. Asimismo, agradezco a Mateo Román y, en particular, a sus suegros Enrique Pozo Quiroz y Margarita Torrico de Pozo que me acogieron en su casa-balneario de Cochabamba en donde realicé parte de mi investigación. Algunos de mis capítulos para el presente libro fueron escritos en Sucre, La Paz, Santa Cruz (Bolivia) y en Iquique (Chile), donde confraternicé, respectivamente, con los bolivianos Xavier Valverde, Alex Aillón, Jerónimo Si- les, Teresa y Graziano, con los chilenos Danitza y Milton, y con mi buen amigo colombiano Alfonso Moreno. Gracias: ustedes saben por qué. Mis agradecimientos también a la familia colombiana-española de Myriam Mazo Aguilar y Sebastián Sánchez Estudillo por su generosidad en cederme su residencia de verano en Cádiz, donde realicé las correcciones finales de este libro. Agradezco a la Universidad de Oslo que con fondos propios y a través del proyecto Discourses of the Nation and the National, dirigido por Ljiljana Saric, financió un semestre de investigación (enero-junio, 2016) en Bolivia y América Latina para que yo pudiera ausentarme de la enseñanza universitaria y dedicarme a la escritura de este libro. Gracias a mis estudiantes de licenciatura y maestría de los cursos sobre Bolivia que di en 2015, 2016 y 2017 en la Universidad de Oslo, cuyas preguntas, debates y temas, desarrollados en trabajos escritos, estimularon mi investigación sobre la historia, la política y la literatura bolivianas. Por último, gratitudes a mi familia de Colombia, Estados Unidos, Suecia y Francia por su constante apoyo. Agradezco, en especial, a mis hijos, Sebastián, Daniel y Lucie, cuyas cuestiones y cuestionamientos sobre política contemporánea en el mundo y en América Latina me recordaron constantemente que pensara mi investigación sobre Bolivia dentro del marco del contexto mundial.

Nelson González Ortega Cádiz, julio de 2017 Cronología política de Bolivia

12.000-10.000 a.C. Periodo Epipaleolítico: origen del indígena del altiplano boliviano. siglos – vi-xii Origen y desarrollo de los uru y chipayas, cerca del lago Titicaca; los kanatas y los charcas, en los valles de Chu- quisaca; y la cultura tiawanaku del altiplano. siglo xii La cultura tiawanaku decae o se fusiona con otras cultu- ras andinas emergentes, como los aymaras o coyas, y los lupakas y omasuyos, que luchan por el poder político y territorial y dominan a los coyas o aymaras. siglo xii – 1438 La comunidad pre-incaica aymara se establece en las tierras altas del centro de Bolivia. 1438 – 1532 El Pachacuti Inca vence a Chuchi Capac, último de los reyes coya, dando origen al imperio inca. Wiraqucha y Pachakutij, incas originarios de Cuzco, Perú, conquistan grandes territorios y fundan el imperio inca del Tawantin- suyo, dividido en cuatro suyos: Chinchasuyu, Kuntisuyu, Antisuyu y Qullasuyu. 1492, octubre 12 Cristóbal Colón, al mando de 100 marineros, “descubre” el Nuevo Mundo y a sus habitantes en la isla de Guanahani (actualmente, Honduras). 1521 Hernán Cortés y los conquistadores españoles invaden los extensos territorios de Mesoamérica. 1533 Francisco Pizarro y los conquistadores españoles invaden el altiplano de los Andes, venciendo a Atahualpa, el último gobernante del imperio inca.

[11] 12 bolivia en el siglo xxi

1535 Llegan los franciscanos al altiplano boliviano y empieza la evangelización. 1539-1824 Se crea la Audiencia de Charcas (actual Bolivia) con sede en Chuquisaca, bajo la dirección de la Audiencia de Lima. 1542 La Audiencia de Charcas se convierte en el Virreinato de Perú. 1545 Se descubren las minas de Potosí y se funda la ciudad del mismo nombre. 1552 Los franciscanos fundan el obispado de Charcas. 1605 Los franciscanos fundan el obispado de Santa Cruz. 1776 La Audiencia de Charcas se incorpora al Virreinato de la Plata, con sede en Buenos Aires.

Resistencia de españoles contra el imperio español en América

1510, diciembre 21, 28 En dos sermones, Antonio de Montesinos, misionero y fraile dominico español, acusa a los encomenderos de esclavizar, maltratar, torturar y matar a los indígenas y defiende a estos ante el gobernador de la Española, Diego Colón, y ante otros importantes encomenderos. 1513, julio 28 Por orden real, se promulgan las Leyes de Burgos que, en teoría, aliviaban los sufrimientos de los indígenas, pero que, en la práctica, nunca fueron cumplidas por los encomenderos españoles. 1542 Se promulgan las Leyes Nuevas basadas en las Leyes de Burgos de 1513, y todas estas leyes formarán parte de las famosas “Leyes de Indias” (vigentes en la América españo- la entre 1523 y 1542), que sirvieron para reglamentar las relaciones sociales, económicas y políticas entre indígenas y encomenderos. 1552 Influido por Montesinos, Bartolomé de las Casas denuncia en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias los efectos negativos de la conquista y colonización de los indígenas. 1550-1551 Se realiza en Valladolid, España, el famoso debate entre los teólogos Las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda sobre “los justos títulos del dominio de la Corona de Castilla sobre América”, que generaron dos modos antagónicos de entender la conquista y colonización de América: Las Casas abogaba por la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de América y Sepúlveda defendía ­ cronología política de bolivia 13

el derecho de los españoles a conquistar y colonizar a los indígenas por ser estos, según él, seres sin alma, natural- mente inferiores y, por ello, no aptos para ser indoctri- nados en la fe cristiana. 1485-1546 Francisco de Vitoria, teólogo, jurista y profesor de las universidades de París, Valladolid y Salamanca, debate, en general, sobre los problemas morales del ser humano y, en particular, sobre la guerra justa o injusta de los con- quistadores y encomenderos españoles en América; sobre la destrucción de los indígenas y de sus culturas; y sobre la apropiación de territorios americanos por el imperio español.

Resistencia de indígenas contra el imperio español en América

1438-1532 Periodo del régimen imperial de los incas en la que sus súbditos realizaron guerras de liberación territorial: la principal fue la rebelión de 1460 en la región de los reinos del lago. 1532 Conquista e invasión de la región de los Andes por Fran- cisco Pizarro y Diego de Almagro. 1532-1572 Periodo de ininterrumpida resistencia anticolonial indí- gena que duró hasta la muerte de Titu Cusi en 1571. Su sucesor, Túpac Amaru, hijo legítimo de Manco Inca, fue capturado y decapitado, en 1572, por el virrey Francisco de Toledo. La decapitación de Túpac Amaru marcó el final del imperio inca. 1780-1782 José Gabriel de Condorcanqui toma el nombre de Túpac Amaru ii y lucha, junto a su esposa, Micaela Bastidas de Condorcanqui, por el resurgimiento del antiguo imperio inca, liderando la más grande rebelión andina de la era colonial contra los españoles, que seguían explotando a los indígenas en minas, haciendas y obrajes y les hacían pagar onerosos impuestos. 1781-1782 Julián Apaza Nina, bajo el nombre revolucionario de Túpac Katari (serpiente grande y brillante, en aymara y quechua), comanda una rebelión anticolonial de más de 40.000 indígenas, que se extendió por la región de los Andes. En 1781 sitia dos veces La Paz, asediándola desde El Alto, durante 184 días. Las tropas de los virreinatos de Perú y Buenos Aires tardaron dos años en sofocarla. 14 bolivia en el siglo xxi

1824 Batalla de Ayacucho, en la que el general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Bolívar, vence a las fuerzas rea- listas de España, dando origen a la República de Bolivia. 1829-1839 Se crea la Confederación Perú-Boliviana, durante la presidencia militar de Andrés de Santa Cruz. 1789-1883 Guerra del Pacífico entre los países aliados Bolivia-Perú y Chile, en la que Bolivia fue despojada de su costa marítima por empresas chilenas y anglosajonas que se apropiaron de su guano y nitrato. 1899 Guerra del Acre, promovida por el general José Manuel Pando, que luego fue presidente de Bolivia. 1900 La antigua producción de plata en Potosí es desplazada por la producción de estaño, que se exporta, a lo largo del siglo xx, a Inglaterra, Estados Unidos, Argentina, Chile y Brasil. 1904 Se firma la paz con Chile, durante el primer gobierno de (1904-1909). 1916 En la segunda presidencia de Ismael Montes se promul- ga la primera ley de hidrocarburos, en la cual se declara que los hidrocarburos pasan a ser propiedad del Estado boliviano. 1920 El gobierno de José Gutiérrez Guerra vota una nueva ley que anula la propiedad estatal del petróleo. 1920 Se construyen vías ferroviarias que conectan La Paz y los puertos chilenos de Arica y Antofagasta y se inicia la construcción de nuevas rutas de ferrocarril hacia Perú y Argentina. 1921 El gobierno del presidente deroga la ley de 1920 y promulga otra ley en la que declara que los hidrocarburos y su explotación vuelven a ser propiedad del Estado. 1932-1935 Guerra del Chaco: conflicto bélico entre Bolivia y Pa- raguay, en el que Bolivia pierde una tercera parte de su territorio. En este conflicto internacional mediaron in- tereses económicos de las corporaciones transnacionales Standard Oil, en Bolivia, y Dutch Shell, en Paraguay. La Guerra del Chaco promovió el empoderamiento político de “militares socialistas” como (1898-1977), Germán Busch (1904-1939) y (1908- 1946), quienes se asociaron con otros jóvenes militares y con militares de izquierda y fundaron el partido Razón de Patria (radepa). cronología política de bolivia 15

1936 Creación de la empresa nacional boliviana Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb). 1937 Nacionalización por el gobierno de Germán Busch de la empresa multinacional norteamericana Standard Oil, empresa petrolera del imperio económico Rockefeller, la cual se había establecido en Bolivia desde 1920. La Standard Oil fue la primera corporación internacional nacionalizada en América Latina. 1941-1942 La Misión Bohan consiste en un grupo de ingenieros norteamericanos, presididos por Martin Bohan, que llegó a Bolivia por pedido del gobierno de Enrique Peñaranda (1940-1943) con el fin de evaluar las reservas petroleras del país y diseñar un plan económico de diversificación productiva y desarrollo intensivo del sector agropecuario que liberara a Bolivia de la dependencia del estaño. 1942 La Masacre de Catavi, en Potosí, fue la matanza, por las Fuerzas Armadas del presidente Peñaranda, de más de 100 mineros, además de muchos heridos, que protestaban en una huelga dirigida por María Barzola. 1942 Se funda el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) por 12 políticos, intelectuales y militares de izquierda, entre ellos, Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Suazo y Germán M. Block. mnr fue el partido boliviano más importante del siglo xx, del cual surgieron varios presidentes. 1946 Gualberto Villarroel, militar socialista y presidente (1943-1946), fue derrocado y asesinado, y su cadáver fue colgado por enardecidos manifestantes en un farol de la plaza Murillo de La Paz. 1946-1952 Se intensifican las movilizaciones sindicales y sociales diri- gidas por la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (fstmb) que culminaron con la Revolución Nacional (1952). 1952-1964 Revolución Nacional de 1952, iniciada y desarrollada por los presidentes Paz Estenssoro (1952-1956; 1960-1964) y Siles Suazo (1956-1960) para cambiar democráticamente las estructuras políticas del antiguo régimen republicano- feudal, mediante la nacionalización de las minas, la re- forma agraria y el voto universal que por, primera vez, incluía a la mayoría (indígenas y mujeres). Esta revolución (cumplida en parte) permanecerá en la mente de políticos y ciudadanos hasta hoy. 16 bolivia en el siglo xxi

1964-1982 Se suceden en Bolivia gobiernos militares y civiles de dere- cha e izquierda que promueven, de forma real o retórica, el programa de la Revolución de 1952, incluso, el capitalismo de Estado. Surgen las dictaduras y gobiernos militares de René Barrientos (1964-1965; 1966-1969), Alfredo Ovando (1966; 1969-1970), Juan José Torres (1970-1971), (1971-1978) y Luis García Meza (1980-1981), así como el gobierno civil de Lydia Gueiler Tejada (1979- 1980). Entre 1964 y 1982 también ocurren dramáticos hechos históricos como el asesinato militar de Ernesto Che Guevara (1967) por tropas del general René Barrientos; la nacionalización de la Gulf Oil (1969); la expulsión de los Cuerpos de Paz de usa (1971) y el asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz (1980).

Nueva democracia en Bolivia (1982 – presente)

1982-1985 Se inicia en Bolivia un periodo de relativa estabilidad democrática que se prolonga hasta hoy. Retorno a la de- mocracia bajo la presidencia del antiguo líder del mnr, Siles Suazo (1982-1985). 1985-1989 Segunda presidencia de Paz Estenssoro, antiguo líder del mnr, que nombra como ministro de Planeamiento a Gonzalo Sánchez de Lozada, quien introduce en Bolivia, mediante Decreto Supremo 21060, las controvertidas políticas de neoliberalismo económico llamadas “terapia del shock”. 1995 Nace el Movimiento Al Socialismo (mas), como Instru- mento Político Tierra Territorio, en el Congreso de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campe- sinos de Bolivia (csutcb). 1993-1997 Gonzalo Sánchez de Lozada es elegido presidente y sigue aplicando el neoliberalismo económico. 1997-2001 El exdictador Hugo Banzer es elegido democráticamente presidente de Bolivia. 2000 Guerra del Agua, conflicto sociopolítico surgido cuando transnacionales, apoyadas por el gobierno de Banzer, privatizan el consumo de agua en Cochabamba, causando protestas en todo el país. 2002-2003 Segunda presidencia de Gonzalo Sánchez de Lozada que dimite ante intensas protestas sociales. cronología política de bolivia 17

2003 Guerra del Gas, conflicto sociopolítico causado por la intención del gobierno de Sánchez de Lozada de exportar el gas a México y Estados Unidos a través de un puerto chileno. Las masivas protestas de movimientos sociales causan la demisión de Sánchez de Lozada y su remplazo por Mesa Gisbert. 2003-2005 Carlos D. Mesa Gisbert, vicepresidente de Sánchez de Lozada, es elegido presidente (2003-2005). 2005, mayo-junio Rebelión social en El Alto y asedio de La Paz, que propició una nueva forma de hacer política en Bolivia, mediante la cual los sindicatos y los movimientos sociales obligaron a dimitir al presidente Mesa Gisbert y establecieron, a través del mas y su líder, Evo Morales, un nuevo mando político distinto a las anteriores formas de gobernar. Desaparece el mnr y otros antiguos partidos políticos. 2006-2010 Evo Morales Ayma (1959) es elegido presidente con el mayor apoyo popular de la era democrática en Bolivia, por sus promesas de instituir un “proceso de cambio” que incluye un referendo para decidir la nacionalización de las minas e hidrocarburos y una convocatoria a votar por una nueva Constitución Política del Estado (cpe) o “Constituyente”, así como por luchar contra la opresión étnica y social de indígenas y pobres; por demostrar que la hoja de coca no es cocaína; por la creación de una de- mocracia comunitaria y participativa en Bolivia y, en fin, por la crítica a la sociedad occidental, al imperialismo, al neoliberalismo y a la globalización. 2006-2007 Se forma una Asamblea Constituyente con representantes tanto del gobierno y de grupos indígenas como de diri- gentes de partidos políticos y de movimientos sindicales y sociales, con el fin de debatir puntos centrales que se incluirán en una nueva Constitución, tales como: desco- lonización del Estado, autonomía y derechos de indígenas y desarrollo político de un nuevo Estado Plurinacional. 2008 Se realiza un gradual referendo para aprobar o rechazar un Estatuto de Autonomía para los departamentos bo- livianos, lo cual causa una crisis política. Hay protestas masivas, actos de desobediencia civil y política y enfren- tamientos entre, por un lado, una minoría de criollos y mestizos que detentan el poder político, económico y social y, por otro, una mayoría de indígenas sin poder 18 bolivia en el siglo xxi

socioeconómico ni político. Dichos conflictos étnicos y políticos ponen en riesgo la estabilidad del gobierno constitucional y la propia integridad territorial del país. 2009, febrero 7 Se promulga una nueva Constitución Política del Estado (cpe) para establecer en Bolivia un Estado Plurinacional de “Democracia Intercultural” que engloba la democra- cia representativa, participativa y comunitaria, y cuyas metas constitucionales son: a) reconocimiento estatal e institucional de todos los grupos indígenas del país; b) reorganización territorial, mediante el sistema de auto- nomías; c) administración estatal de tierras y latifundio; d) derechos de los ciudadanos, entre ellos, la equidad de género y de grupos (naciones) indígenas ante el nuevo Estado Plurinacional; el derecho a los servicios públicos básicos (agua, electricidad, alcantarillado, gas domicilia- rio), los cuales pasan a ser administrados por el Estado; es decir, el establecimiento de un modelo económico-social y comunitario en el que el Estado administra los servicios públicos y establece organizaciones estatales, privadas, sociales y cooperativas; e) suspensión de la ley anterior en la que el Congreso Nacional decidía y/o refrendaba al candidato ganador, instituyendo, en cambio, el derecho del Estado y de los ciudadanos a convocar referendos; f) la hoja de coca pasa a ser un patrimonio cultural protegido por el Estado, que mediante leyes regula su producción, comercialización e industrialización; y g) se establece el derecho de soberanía del Estado a reclamar el acceso territorial al océano Pacífico. 2010-2015 Evo Morales Ayma es elegido, por segunda vez, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. 2010, diciembre Protestas masivas, a nivel nacional, en contra del “gasoli- nazo” o ley de Morales y el mas, que imponía un excesivo aumento del precio de la gasolina. Los manifestantes exi- gieron la renuncia del presidente y del vicepresidente y un referendo revocatorio. El presidente abolió el gasolinazo. 2011 En junio de 2011, el presidente Morales anunció la cons- trucción, con el apoyo de Brasil, de una carretera que atra- vesará el tipnis (Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure). El proyecto generó grandes protestas en el país: los indígenas emprendieron (15 de agosto) la viii marcha de defensa del tipnis desde Trinidad a la sede de cronología política de bolivia 19

gobierno, La Paz, en el trayecto fueron maltratados por la Policía en Chaparina (19 de septiembre). Con un vasto apoyo popular, los indígenas consiguieron la aprobación de otra ley que impidiera temporalmente la construcción de la carretera por el tipnis. 2015-2020 Evo Morales Ayma es elegido, por tercera vez, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. 2016, febrero 21 Referendo para decidir la reelección o no del actual presidente, Evo Morales, y de su vicepresidente, Álvaro García Linera, en las próximas elecciones de 2019. El escrutinio del 99,7% de los votos mostró que el “No” obtuvo el 51,3% frente al 48,7% logrado por el “Sí”. Por eso el presidente actual y su vicepresidente no pueden ser candidatos a las elecciones presidenciales de Bolivia en 2019. 20 bolivia en el siglo xxi

Mapa de Bolivia y su pérdida de territorio desde su orígen como República en 1825

Fuente: Instituto Geográfico Militar. Siglas usadas en este libro

A adn Acción Democrática Nacionalista aktupac Aymaras, Kechuas, Tupiguaraníes para Ayllus y Comunidades alba Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América anapqui Asociación Nacional de Productores de Quinua ap-2025 Agenda Patriótica, 2025 apmt Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra atpdea Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act (Ley de Pre- ferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga) as Asamblea Constituyente asp Asamblea por la Soberanía de los Pueblos

B bechtel Compañía Norteamericana de Construcción e Ingeniería Civil bm Banco Mundial bmi Instituto Boliviano de la Montaña

C cbf Corporación Boliviana de Fomento cedaw Convention on the Elimination of all Forms of Discrimination against Women cedib Centro de Documentación e Información Bolivia

[21] 22 bolivia en el siglo xxi cedla Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario celac Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños cepal Comisión Económica para América Latina y el Caribe ceres Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social cesu Centro de Estudios Superiores Universitarios cia Central Intelligence Agency cides Postgrado en Ciencias del Desarrollo cidob Confederación Indígena del Oriente Boliviano cin Centro de Investigación Nuclear cij Corte Internacional de Justicia cipca Centro de Investigación y Promoción del Campesinado cis Centro de Investigaciones Sociales clacso Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales cnmib Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia cob Central Obrera Boliviana comibol Corporación Minera de Bolivia conamaq Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu conamype Confederación Nacional de Mediana y Pequeña Empresa condepa Conciencia de Patria cpe Constitución Política del Estado csutcb Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia

D ddhh Derechos Humanos dle Diccionario de la Lengua Española drae Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española

E ecp Eje de Convergencia Patriótica eje Eje Pachakuti eln Ejército de Liberación Nacional egtk Ejército Guerrillero Túpac Katari enaf Empresa Nacional de Fundiciones ende Empresa Nacional de Electricidad enfe Empresa Nacional de Ferrocarriles entel Empresa Nacional de Telecomunicaciones esfm Escuela Superior de Formación de Maestros siglas usadas en este libro 23

F fan Fundación Amigos de la Naturaleza fao Food and Agriculture Organization fcbcb Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia fejuve Federación de Juntas Vecinales fencomin Federación Nacional de Cooperativas Mineras flacso Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales fob Free on Board fmi Fondo Monetario Internacional fnmcb-bs Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia - Bartolina Sisa fondioc Fondo Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas Ori- ginarios y Campesinos fpn Frente Popular Nacionalista fri Frente Revolucionario de Izquierda fsb Falange Socialista Boliviana ftctc Fuerza de Tarea Conjunta – Trabajadores Cocaleros fstmb Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia frutcas Federación Regional Única de Trabajadores y Campesinos del Altiplano Sur fsutcc Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Cocha- bamba ftctc Federación de Trabajadores Campesinos del Trópico de Cocha- bamba fulka Frente Único de Liberación Katarista

G glp Gas licuado de petróleo

I idh Impuesto Directo a los Hidrocarburos idh Índice de Desarrollo Humano ine Instituto Nacional de Estadística inra Instituto Nacional de Reforma Agraria ipcc Intergovernmental Panel on Climate Change ipsp Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos iu Izquierda Unida 24 bolivia en el siglo xxi

L lab Lloyd Aéreo Boliviano lasep Ley Avelino Siñani – Elizardo Pérez lidema Liga de Defensa del Medio Ambiente lre Ley de Reforma Educativa

M mas Movimiento Al Socialismo mas-ipsp Movimiento Al Socialismo-Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos mbl Movimiento Bolivia Libre mcb Movimiento Campesino de Bases mescp Modelo Educativo, Sociocomunitario y Productivo mip Movimiento Indígena Pachakuti mir Movimiento de Izquierda Revolucionaria minka Movimiento Indianista Katarista mitka Movimiento Indio Tupaj Katari mkn Movimiento Katarista Nacional mnr Movimiento Nacionalista Revolucionario mpp Marco Programación de País mrtk Movimiento Revolucionario Tupaj Katari mrtkl Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación msm Movimiento Sin Miedo

N nep New Economic Policy nfr Nueva Fuerza Republicana noaa National Oceanic and Atmospheric Administration nypios Naciones y Pueblos Indígenas Originarios nypioc Naciones y Pueblos Indígenas Originarios Campesinos nypioc-pa Naciones y Pueblos Indígenas Originarios – Pueblo Afroboliviano nr Nacionalismo Revolucionario

O oea Organización de Estados Americanos oit Organización Internacional del Trabajo siglas usadas en este libro 25 ong Organización no gubernamental onu Organización de las Naciones Unidas orat Ofensiva Roja de Ayllus y Tupajkataristas

P pan Partido Agrario Nacional pc Partido Comunista (urss) pcb Partido Comunista de Bolivia pcml Partidos Comunista Marxista Leninista peib Proyecto de Educación Inter-Bilingüe piak Partido Indio de Aymaras y Keswas pib Producto interno bruto pieb Programa de Investigación Estratégica en Bolivia pisa Programme for International Student Assessment (Programa In- ternacional para la Evaluación de Estudiantes) pncc Programa Nacional de Cambios Climáticos pnud Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo por Partido Obrero Revolucionario prian Partido Renovador Institucional Acción Nacional profocom Programa de Formación Complementaria para Maestras y Maestros en Ejercicio psp Proyecto Socioproductivo

R radepa Razón de Patria rcp Representative Concentration Pathways (Trayectorias de Concen- tración Representativas)

S sabsa Servicios de Aeropuertos Bolivianos, s.a. sumi Seguro Universal Materno Infantil

T tco Tierras Comunitarias de Origen tgn Tesoro General de la Nación tipnis Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure 26 bolivia en el siglo xxi

U ucs Unión Cívica Solidaridad udape Unidad de Análisis de Políticas Sociales y Económicas udp Unidad Democrática y Popular umsa Universidad Mayor de San Andrés up Unidad Popular urss Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas usd United States Dollars

Y ypfb Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos 1 Trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en Bolivia en los siglos xx y xxi. Premisas para planteamientos interdisciplinarios

Nelson González Ortega

De la involución del Estado republicano (neo)liberal del siglo xx a la revolución inconclusa del siglo xxi. Bases interdisciplinarias para su estudio

La gente, la cultura y la historia de Bolivia se gestaron en antiguas comunidades autóctonas que posteriormente convergieron en la civilización inca. De los 11 mi- llones de habitantes (ine: Proyección demográfica) que en 2016 viven en Bolivia,­ unos siete millones son descendientes directos de las comunidades aymara, quechua, guaraní y de otras 33 naciones indígenas pre-hispánicas; y unos cuatro millones son mestizos, blancos y negros o pertenecen a otros grupos étnicos (Ibid.). Esta gran diversidad étnica y sociocultural hace que la historia pasada y presente de Bolivia y su gente, aunque comparta rasgos históricos comunes a las de otros países de América Latina, sea fundamentalmente diferente en lo tocante a su desarrollo socioeconó- mico y político. Dicha complejidad social y política se debe, principalmente, a que por un tiempo más largo, que en otros países de la región, una minoría urbana blanca y criolla ha excluido a una mayoría indígena de la participación equitativa en la política y economía del país.1 Esta diferencia socioeconómica es acentuada por la gran abundancia de metales como la plata, estaño y zinc que ha poseído Bolivia en la Colonia y la República, así como por la riqueza que han generado sus extensos yacimientos de petróleo y gas, principalmente en el siglo pasado, y las perspectivas de explotación de litio en el presente siglo; además, por su innovador modelo socioeconómico de redistribución de las rentas de dichos hidrocarburos entre la mayoría de población boliviana de bajos recursos económicos.

1 Veáse en este libro capítulo 3, nota 7.

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En un intento por comprender la compleja realidad sociopolítica y económica que han experimentado los bolivianos en los últimos 100 años de su historia, se propone aquí, como estrategia viable de investigación, la elaboración, en un solo volumen, de estudios interdisciplinarios que analicen, desde diferentes perspecti- vas científicas y culturales, las diversas trayectorias de personas y grupos sociales comprometidos, de modo directo, en la transición inconclusa del pasado Estado republicano (neo)liberal del siglo xx al presente Estado Plurinacional del siglo xxi con proyecciones al futuro. El presente volumen congrega a prestigiosos investigadores de las ciencias sociales de Bolivia, Ecuador, Colombia, España, Alemania, Inglaterra, Noruega y Japón, cuyos análisis originales e interdisciplinarios (provenientes de la histo- ria, la literatura, las ciencias políticas, el derecho constitucional, las ciencias de la educación, la comunicación social, el periodismo investigativo, los estudios de género, la antropología social, la economía, la cinematografía y hasta la caricatura política) no eluden la controversia y contribuyen directamente al actual debate político sobre la exploración en la Bolivia contemporánea de nuevos espacios y opciones que den cabida al reconocimiento sociopolítico de grupos pluriétnicos e interculturales, a la formación de partidos no tradicionales con base indígena, y, en fin, al establecimiento de un Estado Plurinacional dual que combina típicas instituciones europeas del Derecho Romano con formas de gobierno indígenas precolombinas, derivadas del Derecho Indígena ancestral. Organizado en dos partes, 16 capítulos y un apéndice, esta obra pretende revistar el pasado, analizar el presente e imaginar el futuro para tratar de com- prender las complejas realidades sociales y representaciones culturales de Bolivia en el siglo xxi. En este primer capítulo, “Trayectorias sociales, políticas, econó- micas y culturales en Bolivia en los siglos xx y xxi. Premisas para planteamientos interdisciplinarios”, Nelson González Ortega, profesor de literatura e historiador, presenta brevemente el trasfondo histórico de Bolivia desde los periodos republi- cano liberal y neoliberal hasta el siglo xxi. Luego, resume los temas y metodo- logías interdisciplinarias empleadas en cada capítulo por los respectivos autores de este libro, con el fin de delinear las trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en Bolivia en los siglos xx y xxi que serán analizadas a lo largo del presente volumen. En los capítulos dos, “Bolivia en su historia y literatura, 1920-1982: Del Estado republicano a la Revolución de 1952 y sus efectos en el nuevo orden democrático de 1982”, y tres, “Bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente: Democracia y economía en crisis, neoliberalismo y movimientos sociales”, González Ortega analiza los procesos de construcción de identidades políticas, movimientos so- ciales y coyunturas políticas y socioeconómicas surgidas alrededor de los gran- des hitos de la historia boliviana del último siglo (1920-2016 con proyección a 2020), como la Guerra del Chaco: 1932-1935, la Revolución de Bolivia: 1952, trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 29 el re-establecimiento de la democracia: 1982, el surgimiento y decadencia del Estado neoliberal: 1985-2005; la elección presidencial de Evo Morales: 2005; la fundación del Estado Plurinacional: 2009 al presente y, en fin, la búsqueda actual de un nuevo pacto social inclusivo: 2016 al futuro. Estos hitos históricos, que hicieron posible la transición constitucional del Estado republicano al nuevo Estado Plurinacional, se analizan en sus dimensiones socioeconómica, política y cultural en dos fases complementarias. Primero, se presentan los principales hechos históricos y socioculturales sucedidos en Bolivia en el último siglo (1920- 2020), luego, se localizan en textos literarios, identificando los modos discursivos y culturales en que tales “hitos”, al ser interpretados y reconstruidos ficcionalmente por novelistas, poetas y lectores –desde los “intersticios” de experiencias viven- ciales y cotidianas–, adquieren un aura de “mitos” populares. Específicamente, se plantea que los principales hechos históricos de la Bolivia republicana (1825- 2009) y del Estado Plurinacional (2009-2016) han sido convertidos por escritores y por la gente común en mitos populares y algunos de ellos han sido incluidos en manuales escolares y en textos de ficción, fijándose así una historia extraoficial o “verdad popular” en la mente de muchos bolivianos. En suma, en los capítulos dos y tres se analizan los procesos de “mitificación literaria y popular” de tales hitos históricos hecha por una mayoría de bolivianos y se constata, en el caso de Bolivia, que la ficción literaria es indispensable para entender su realidad histórica contemporánea. Estos tres capítulos introductorios dotan al libro de un detallado contexto historiográfico, sociopolítico y cultural que sirve de referencia puntual al lector para comprender mejor los diversos y complejos temas discutidos por los demás autores a lo largo de todo el libro. El capítulo cuatro, “Tres modelos de institucionalización y rasgos de la de- mocracia en Bolivia hoy” de Albert Noguera Fernández, profesor e investigador de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, España, se centra en el análisis de tres aspectos. En primer lugar, elabora una introducción comen- tada del neoliberalismo y sus efectos económicos y sociales en Bolivia durante el periodo 1985-2006. En segundo lugar, analiza la conformación del sujeto de Unidad Popular anti-neoliberal que, a través de procesos dotados de mecanismos de acumulación histórica, fusión y organización distintos, se consolida en el país en los primeros años de la década del 2000 para finalmente hacer posible la victoria electoral de Evo Morales y el mas en el año 2006. El investigador español toma como referencia general para su análisis del caso particular de Bolivia lo que él considera los tres modelos tipo puros en que podría operar la Unidad Popular (up) hoy en día en las sociedades occidentales: 1. La up como coalición de partidos políticos socialdemócratas; 2. La up como identificación del pueblo-masa con un líder; y 3. La up como agregación de luchas y movimientos sociales. Esta catego- rización tripartita le sirve para plantear estas dos cuestiones: ¿en cuál de estas tres formas se ubica el mas? y ¿es el mas alguno de estos sujetos tipo o es una forma 30 bolivia en el siglo xxi híbrida que mezcla elementos de dos o tres de estos modelos tipo puros? En tercer lugar, explica la triple naturaleza del sujeto (movimiento, partido, líder) de la up que ha tomado el poder y propone que no existe una correspondencia entre la naturaleza organizativa movimientista del mas en el momento de tomar el poder y la forma de Estado que ha acabado construyendo una vez en el Gobierno. Tal propuesta lo lleva a plantearse si una Constitución política o forma de gobierno es útil en cualquier coyuntura histórico-concreta o formación social para operar transformaciones estructurales democratizadoras o si la forma de gobierno que ha acabado construyendo el mas, mediante su proceso de institucionalización, permite superar el modelo neoliberal y/o el modelo capitalista. El capítulo cinco, “El nuevo constitucionalismo político en América Latina y el paradigma boliviano” de Leiv Marsteintredet, profesor de Estudios de América Latina y Ciencias Políticas de las universidades noruegas de Oslo y Bergen, analiza la Constitución boliviana de 2009, la cual considera una piedra angular de proyecto político del mas y de Morales. Primero, explica por qué en los últimos 20 años ha llegado a América Latina una ola regional de innovadores proyectos políticos y nuevas constituciones, entre las más notables, las de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Segundo, compara las tradiciones constitucionales de Bolivia con las de otros países de América Latina para establecer sus características generales. Por último, y en base a la identificación de dichas características generales, analiza detalladamente cómo y cuáles aspectos legislativos y judiciales de la Constitución boliviana de 2009 son diferentes a los declarados en las constituciones de otros países de América Latina y en qué medida la Constitución de Bolivia de 2009 representa o no una revolución en la historia constitucional de ese país. Específicamente, el profesor Marsteintredet destaca en su análisis tanto las aspiraciones legislativas y judiciales articuladas en la Constitución de 2009 como las configuraciones institucionales creadas por el mas y el presidente Morales para lograr su objetivo declarado de establecer en Bolivia un nuevo Estado-nación plurinacional. En el capítulo seis, “Repensando las características de ascenso de lo indíge- na, originario, campesino en Bolivia: Hacia una reflexión crítica del Proceso de cambio” de Sarela Paz Patiño, antropóloga y socióloga, profesora investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia, se reflexiona sobre las características y condiciones que hicieron posible la participación política de los pueblos indígenas en Bolivia, los criterios que se anidaron para pensar el naciente Estado Plurinacional y las ten- dencias dentro del movimiento indígena que nos acercan a un tejido complejo de posiciones sobre el horizonte político de transformación. El trabajo presupone la siguiente premisa de análisis: los ejes fundamentales del planteamiento político del movimiento indígena en Bolivia no solo traducen el pulso de autodeterminación de los pueblos, sino que también están complejamente vinculados a dinámicas de proceso de la sociedad boliviana, lo que implica el establecimiento de un conjunto trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 31 de tensiones internas que son susceptibles de ser explicadas en el marco de las luchas más generales; para el caso de estudio, en el marco de las luchas generales por consolidar y profundizar la democracia en Bolivia. El capítulo siete, “Ecología y sociedad en Bolivia. Políticas públicas en el Estado Plurinacional: El discurso de la Madre Tierra y el Vivir Bien”, escrito por Cecilia Requena, experta en Gestión y Políticas Públicas y en temas socio- ambientales, y por Dirk Hoffmann, experto en Estudios Latinoamericanos y Protección del Medio Ambiente, empieza situando en un contexto ecológico mundial el origen, desarrollo, alcance y efecto en Bolivia de la directiva o política del Vivir Bien como parte esencial de la nueva Constitución boliviana de 2009, base del Estado Plurinacional, creado por el gobierno de Evo Morales Ayma y por el partido Movimiento Al Socialismo (mas). Seguidamente, citando a Vega O. explica que:

El concepto del Vivir Bien suele estar conectado, pero no necesariamente limitado, a prácticas tradicionales de pueblos indígenas. Expresa un intento de perfilar una orientación ética alternativa en procura de materializaciones múltiples y plurales, adaptadas a cada contexto, y en constante aprendizaje y ajustes periódicos, desde la práctica y desde abajo. (Vega O., 2011: 82-83)

En base a este planteamiento, los investigadores Requena y Hoffmann desarrollan categorías de análisis como “ecología política en el Estado Pluri- nacional”, “el discurso de la Madre Tierra en la Bolivia de hoy”, “el contexto global del cambio climático e impactos en Bolivia y estrategias de mitigación y adaptación” y “procesos socio-ecológicos y económicos críticos para la cuestión ecológica”, y demuestran, a lo largo del capítulo, que las aplicaciones concretas de las directivas ecológicas del Vivir Bien, a través del Proceso de cambio, son prácticamente inexistentes, ya que las decisiones políticas apuntan hacia el de- sarrollo convencional. Concluyen que los desafíos que generaron la necesidad de alternativas no han hecho más que confirmarse y hasta agravarse. Por lo que consideran que la consigna del Estado Plurinacional del Vivir Bien y las políticas públicas en Bolivia, durante el gobierno de Morales y el mas, han caído en una profunda contradicción. El capítulo ocho, “Políticas educativas de descolonización en Bolivia en el siglo xxi: Sus luces y sombras” de Hiroki Ishizaka, profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad Pedagógica de Naruto, Japón, explora en qué medida la filosofía, o mejor dicho, la directiva gubernamental de “descolonización en la educación” afecta positiva y/o negativamente la enseñanza primaria. Mediante la aplicación de métodos cuantitativos y cualitativos, como es el uso de un cuestio- nario para ser respondido por aproximadamente 200 maestros(as) de la escuela primaria, localiza y analiza los siguientes puntos: 32 bolivia en el siglo xxi

a. Las definiciones historiográficas y pedagógicas de ‘descolonización’ en las escuelas de Bolivia en la actualidad: se identifica el uso/abuso del concepto de ‘descolonización’ desde el nivel gubernamental central hasta el nivel local del sector educativo. b. Los decretos y políticas públicas relacionadas con la descolonización. c. Se analizan los resultados del cuestionario para medir la escala actual de aceptación y aplicación (por parte de maestros, estudiantes y padres de familia) de la ‘descolonización’ en el sistema educativo boliviano. d. Se sintetizan los puntos mencionados y se plantean algunas conclusio- nes generales sobre la historia, la actualidad y el futuro de las directivas promulgadas por el Estado Plurinacional sobre la descolonización en la educación.

Las premisas de investigación cuantitativa y cualitativa (puntos a, b, c, d) se emplean para “medir” si la implementación (adecuada o no) de la directiva edu- cativa de la descolonización ha producido o no efectos positivos en la enseñanza de la lengua nativa, de la cultura y de la historia, sobre todo, si ha afectado favo- rablemente o no la propia dignidad de los educandos. A lo largo de este capítulo se constata que la descolonización tiene efectos confusos e indirectos en la calidad y rendimiento de la educación primaria en materias como las matemáticas y las ciencias. El capítulo nueve, “Posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas en la configuración del Estado Plurinacional” de Daniela Franco Pinto y Verónica Pacheco Sanjinés, investigadoras sociales y consultoras de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, se divide en dos partes: Historia política de las mujeres: de la marginación al meollo del ejercicio del poder y Una crítica a la visión normativa y no política de la categoría ‘mujer’ desde la perspectiva del Es- tado Plurinacional de Bolivia. En la primera parte, a cargo de Daniela Franco, se analiza históricamente la incorporación de las mujeres en los principales poderes del Estado, especialmente, en el Legislativo y en el Ejecutivo. En un primer punto se demuestra que en el periodo republicano de la historia de Bolivia (1825-2009) no existió una voluntad política por incorporar a las mujeres en los puestos del poder estatal, solo persistió una resistencia social a dicha marginación por parte de los sujetos subalternos, entre ellos el sector femenino, que logró gradualmente democratizar el espacio público. Posteriormente, se identifican los posicionamien- tos que siguieron estos sujetos, en especial las mujeres indígenas, para cuestionar la política neoliberal y transformar la estructura estatal del país. Finalmente, se evidencia cómo, a partir de la creación del Estado Plurinacional, apareció una voluntad política por gobernar junto a nuevos actores(as) sociales, aun aquellos excluidos en el pasado, entre los que contaron masivamente las mujeres mestizas e indígenas. En la actualidad, estas últimas ejercen una doble función respecto trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 33 al poder: actúan como representantes de las organizaciones sindicales y de los movimientos sociales a los que pertenecen y también ejercen un rol político institucional dentro del actual gobierno, en calidad de parlamentarias, senadoras y/o funcionarias públicas. En la segunda parte del capítulo, Verónica Pacheco Sanjinés analiza cómo el accionar político femenino en Bolivia, proveniente de un universo plural con distintos matices entorno a la clase, la raza y la cultura, ha propuesto al resto del mundo “des-homogeneizar la categoría del ser-mujer en política”. Asimismo, constata que, al demostrar que los intereses y los apor- tes de las mujeres son diversos, las bolivianas que ingresan en el campo político no garantizarán necesariamente los derechos de su género, sino que tienden a defender los intereses de los sectores a los que pertenecen junto a los hombres. Con el fin de demostrar el cambio ideológico del país respecto a la temática de género, Pacheco Sanjinés analiza informes presentados por distintos gobiernos a la comunidad internacional en dos momentos de la historia boliviana: el periodo neoliberal y la era plurinacional. Finalmente, valiéndose de un análisis compa- rativo de estos informes, distanciados temporalmente, la investigadora revela las transformaciones ideológicas ocurridas en el país en cuanto a la participación política de las mujeres. El capítulo diez, “Gestión gubernamental 2006-2015: Realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales del gobierno de Evo Morales” de Juan Antonio Morales, profesor e investigador de Economía Política de la Universidad Católica de La Paz, explica las principales características, no siempre consistentes entre sí, del modelo de desarrollo del gobierno del mas y sus condicionantes internacionales. Su análisis detallado sobre los términos de intercambio (2006- 2015) y sus repercusiones en la economía nacional, la bonanza de las exporta- ciones y el auge de la construcción y de los servicios, la organización económica del Estado bajo la nueva Constitución de 2009, la nacionalización indirecta de los hidrocarburos y las otras nacionalizaciones, las fuentes del alto crecimiento del producto interno bruto (pib), la estabilidad macroeconómica, la inflación y la balanza de pagos controladas, la reducción sustancial de los indicadores de pobreza y la disminución de la desigualdad en la distribución del ingreso, la aminoración del ritmo de crecimiento del pib y, en fin, la moderación de los indicadores de progreso social en los dos últimos años del periodo 2006-2015, como reflejo de la crisis internacional de materias primas, lleva al economista boliviano a concluir que los gobiernos similares al de Evo Morales en Bolivia enfatizan el crecimiento económico, ignorando tanto los equilibrios fiscales y de balanza de pagos como las reacciones de los agentes económicos privados a las medidas agresivas anti- mercado. En suma, concluye que el énfasis en el crecimiento económico en la Bolivia de hoy ocurre en un periodo de corto plazo. En el capítulo 11, “1982-2003: La construcción de un nuevo imaginario na- cional (contra los tópicos y los lugares comunes sobre la democracia boliviana)”, 34 bolivia en el siglo xxi el historiador y expresidente de Bolivia (2003-2005) Carlos D. Mesa Gisbert hace una caracterización conceptual de lo que entiende que ocurrió en Bolivia en el periodo 1982-2003. Tal caracterización conceptual, arguye el historiador y polí- tico boliviano, es imprescindible a la hora de comprender cabalmente la profunda transición en el orden estatal boliviano que se desarrollará entre los años 2003 y 2005. Los planteamientos que hace Mesa Gisbert en su capítulo buscan demostrar que no se puede hablar de neocolonialismo en el periodo 1952-2006, ni tampoco se puede hablar de descolonización a partir de 2006 debido a ciertos elementos de agregación de un proceso de descolonización que se inicia con la revolución que se originó entonces; proceso que en su inicio entró en tensión con esquemas de influencia muy dura de Estados Unidos que coincidía con el desarrollo pendular de Bolivia entre capitalismo de Estado y liberalismo. El historiador arguye que a la situación sociopolítica de entonces se sumaba la búsqueda de una caracteri- zación de lo nacional que planteó dos caminos sucesivos iniciados con el Estado del 52, que se desarrolla en dos fases: una, la del Estado democrático (vía reforma constitucional de 1994) y, la otra, la del Estado Plurinacional que se consolidó con la promulgación de la nueva Constitución de Bolivia en 2009. En suma, el historiador y expresidente boliviano propone en su fundamentado capítulo una mirada crítica sobre el pasado que, al vincularla con el momento actual, vislum- bra una macro trayectoria que se inicia con la Revolución Nacional de 1952 que confluye directamente y sin rupturas con la micro trayectoria histórico-política y económica iniciada en 1982 con el advenimiento del periodo democrático más largo vivido en Bolivia (1982 al presente). El autor es enfático al afirmar dos cuestiones: primero, que en el orden político-económico no existe una ruptura visible entre el Estado neoliberal y el Estado Plurinacional, sino que algunas de las políticas económicas neoliberales articuladas en la reforma constitucional de 1994 se trasvasan al nuevo orden estatal iniciado en 2006, y, segundo, que en el nuevo orden histórico-cultural, surgido en el año 2006 con la llegada a la presi- dencia de Evo Morales Ayma, no se ha producido una auténtica descolonización, pese a lo aspirado y reiterado constantemente por el actual gobierno. Sin duda, la doble perspectiva de Mesa Gisbert que, como historiador y expresidente ha sido testigo y protagonista de la historia contemporánea de Bolivia, cuaja en un análisis original, vivido y profesional que no elude la controversia ni la discusión abierta sobre los tópicos y los lugares comunes de la democracia boliviana. El capítulo 12, “El Estado Plurinacional en Bolivia y su simbología”, escrito por los investigadores en Comunicación Social Yuri Tórrez y Claudia Arce, explica la construcción oficial y popular de la imagen de Evo Morales en los medios ma- sivos de comunicación y su recepción pública. Basándose en el examen de temas relacionados con la formación simbólica de la ‘nación’ y la plurinacionalidad, tales como lo ancestral andino y la discursividad estatal, el simbolismo del espacio ritual/cívico estatal, las fiestas cívicas y celebraciones oficiales, Túpac Katari como trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 35 emblema del Estado Plurinacional y la wiphala y otros símbolos en disputa polí- tica, los dos comunicadores sociales plantean si el presidente Evo Morales Ayma es un articulador simbólico o si es símbolo articulador del Estado Plurinacional. Específicamente, se estudia la construcción simbólica del Estado Plurinacional de Bolivia, que se ha constituido en un vasto terreno icónico, estético y discursivo, donde se van produciendo diferentes sentidos que dan cuenta de alegorías que devienen de los imaginarios precedentes amalgamados con aquellos edificados en el contexto del nuevo orden estatal en Bolivia. En el capítulo 13, “Descolonizando la historia colonial de Bolivia en el siglo xxi: Negociación de las fronteras entre el pasado, presente y futuro en la película También la lluvia (2010)”, el profesor Nelson González Ortega y la estudiante de doctorado en cinematografía, Laura Camacho Salgado, analizan el filme Ta m - bién la lluvia (2010) de Icíar Bollaín, a la luz de la teoría decolonial, con el fin de determinar cómo aspectos centrales del colonialismo, el neocolonialismo y la decolonialidad se interconectan desde la era precolombina hasta el siglo xxi, con- formando la diversa historia social y política de Bolivia. En tres secciones y cuatro focos de estudio se elabora un análisis historiográfico, narrativo y técnico-visual de los principales momentos históricos representados en la película de Bollaín. Específicamente, se investigan tres temas centrales: las relaciones de dominación imperial española versus la resistencia indígena y peninsular en contra del sistema colonial; el neocolonialismo económico liberal decimonónico, impuesto por el imperio inglés, y su prolongación en el neocolonialismo neoliberal de fin del siglo xx, impuesto por el imperio norteamericano; la función de la modernidad periférica y de la decolonialidad progresiva, subyacentes en los dos modelos de Estado-nación que surgen en Bolivia a fines del siglo xx y principios del siglo xxi: el modelo neoliberal de orientación capitalista y el modelo plurinacional de vocación socialista o ¿la combinación de estos dos modelos? Se concluye que a nivel de forma, narración fílmica y técnica cinematográfica se da un “diálogo” o inter- comunicación histórica y temática, de adelante a atrás y viceversa, entre el tiempo presente de la acción de la película (2010, siglo xxi) y el pasado precolombino y colonial en el que Colón llega al “Nuevo Mundo” (1492, siglo xv). El diálogo entre estas dos épocas contiene proyecciones al pasado ancestral prehispánico. En el capítulo 14, “Problemas y contradicciones del ‘gobierno indígena’: Reflexiones de un intelectual aymara”, Carlos Macusaya Cruz, comunicador social, periodista y miembro del Movimiento Indianista Katarista (minka), exa- mina dos temas específicos: la orientación o vocación indígena del gobierno y el papel político que han desempeñado los indígenas en el mismo. Con el objeto de situar sus dos temas de discusión dentro de un panorama histórico, el conocido periodista boliviano elabora un marco contextual que va desde 1982 a 2016, en el que enumera escuetamente tanto la participación política de los indígenas en los movimientos sociales en los gobiernos anteriores a 1982 como su vinculación actual 36 bolivia en el siglo xxi con el gobierno de Evo Morales Ayma y el mas. Seguidamente, Macusaya Cruz evalúa la función gubernamental del presente gobierno, destacando su orientación pro-indígena, para luego determinar que su punto fuerte es haber contribuido a la revaloración positiva de la identidad indígena que Morales ha logrado posi- cionar muy en especial a nivel internacional, pues, Bolivia, desde el año 2006, ha sido conocida y reconocida nacional e internacionalmente por ser un país donde un ‘indígena’ es presidente. Posteriormente, el periodista boliviano introduce su noción de ‘taras coloniales’, siendo la principal, la imagen difusa y confusa que tiene una minoría “blanca-criolla” sobre “el otro indígena” que constituye la mayoría de la población boliviana. Arguye que la otredad indígena colonial, asumida y defendida por el “Proceso de cambio”, puede llevar a extranjerizar y a alienar a una gran parte de la población, ya que Bolivia, al ser pensada y presentada como un país de indígenas inferiorizados y no indígenas hegemónicos, aliena la identidad “indígena” ante la exaltación de dichas taras y traumas de la Colonia que evidencian no solo su supervivencia en el siglo xxi, sino, aún más importante, empeoran las relaciones interétnicas en el país. Esta reflexión crítica lleva al autor boliviano a una conclusión fundamental: se asume y se consolida en Bolivia –de manera acrítica, por parte de sectores con poder económico y político y aún por sectores gubernamentales– una forma colonial de referirse a los indígenas como sujetos racializados, pese a la potente retórica oficial pro-indígena propagada a nivel nacional e internacional por el actual gobierno de Evo Morales y el mas. En el capítulo 15, “Intento de re-fundación del Estado-nación en Bolivia en el siglo xxi: Realidades y perspectivas de la gestión política de Evo Morales (2006- 2016)”, el compilador y editor general de este libro, Nelson González Ortega, plantea dos cuestiones conocidas, pero frecuentemente olvidadas. Primera, que a principios del siglo xxi, el descontento social de una mayoría de bolivianos y su consecuente desconfianza en los partidos tradicionales causó no solo la decadencia y desaparición de la escena política de los grandes partidos de Bolivia, entre ellos, el mnr, el más importante por su duración y repercusión sociopolítica, sino también la llegada al poder de Evo Morales Ayma y su gobierno del mas-ipsp (2006 al presente). Segunda, que Morales fue elegido presidente de Bolivia en 2005 con el mayor apoyo popular de la era democrática boliviana y por su promesa de instituir un “Proceso de cambio” que incluiría un referendo para decidir la nacionalización de las minas e hidrocarburos y una convocatoria a votar por una nueva Constitu- ción Política del Estado (cpe o Constituyente). En base a estos replanteamientos, González Ortega formula la pregunta central de este capítulo: ¿al cabo de diez años en el poder (2006-2016), ha cumplido el gobierno de Morales y del mas-ipsp sus promesas políticas? En un intento por responder adecuadamente a esta com- pleja y controversial cuestión, el autor formula relevantes preguntas y respuestas sobre la gestión política del presidente Morales en su última década de gobierno, entre ellas: ¿existe hoy un Estado Plurinacional en Bolivia?; ¿se ha logrado la trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 37 redistribución de la riqueza y la reducción de la pobreza?; ¿se ha avanzado en la industrialización y en la tecnología?; ¿se ha logrado el crecimiento económico y la estabilidad social?; las directivas gubernamentales, ¿han cambiado la situación de la mujer?; ¿ha mejorado la democracia y el respeto a los derechos humanos?; ¿se ha implementado el modelo de Vivir Bien propuesto en la llamada “Agenda Patriótica 2025” por el Estado Plurinacional? Con la enumeración sucinta de los logros y carencias de diez años de gobierno de Morales y el mas, el autor no pretende dar conclusiones finales, sino más bien abrir un debate ante los lectores que suscite diferentes interpretaciones sobre los avances y resultados del crucial y, a la vez, intrigante Proceso de cambio en Bolivia que sigue en marcha. En el capítulo 16, “Epílogo: El Estado Plurinacional frente al siglo xxi. Ba- lance, desafíos y proyecciones”, Gonzalo Rojas Ortuste, profesor de pensamiento político clásico, moderno y latinoamericano y democracia contemporánea en la Universidad Mayor de San Andrés en La Paz, Bolivia, pone en diálogo y deba- te, dentro de un contexto temporal y temático amplio, los variados temas de la realidad social, política, económica y cultural de Bolivia planteados por los 17 autores del presente volumen. Organiza su Epílogo en siete líneas de discusión, destacadas tipográficamente en su texto: La excepcionalidad boliviana predicada; Más de literatura, cine y (auto)comprensión social; Política y democracia; Mu- jeres y hombres líderes; Economía y recursos naturales; Las identidades étnicas y sus fluctuaciones; Perspectivas ineludibles: las autonomías y una constitución operable para un Estado de derecho. Tales áreas de discusión le permiten al autor entablar un diálogo entre todas las voces de los autores y la suya, destacando y problematizando los puntos relevantes planteados por cada autor y proyectándo- los hacia un amplio contexto de discusión de la historia, la política, la sociedad y la cultura de Bolivia de los siglos xx y xxi. Termina su Epílogo señalando que, dada la diversidad de temas, metodologías, enfoques y orientaciones ideológicas propuestas por cada autor, este libro resulta de suma importancia, no solo para los lectores bolivianos que se reconocerán en él, sino también para los lectores latinoamericanos y del resto del mundo que estén interesados en comprender mejor la compleja y enigmática realidad actual de Bolivia. En el Apéndice, capítulo 17, “Fantasmas del Estado neoliberal (1985-2005) y el controversial Estado Plurinacional (2006-2016 ), vistos a través de la caricatura política”, Leonardo Aliaga Manzaneda, periodista, caricaturista y pintor, presenta una serie de caricaturas políticas (dibujos digitales) con textos escritos en su interior y comentarios contextuales externos para que el lector, no solo el boliviano, sino el latinoamericano, pueda comprender el contexto y la crítica política en contra del régimen neoliberal (1985-2006) y del Estado Plurinacional (2006-2016). Las caricaturas de Aliaga Manzaneda se refieren a candentes temas cotidianos sobre la compleja realidad política, económica y cultural boliviana, entre ellos: las agi- tadas campañas electorales y los numerosos cambios de presidente en Bolivia; los 38 bolivia en el siglo xxi gobiernos civiles de izquierda y de derecha de fines del siglo xx; las dictaduras militares en Bolivia como la de Luis García Meza (1980-1981) y la imposición casi permanente del estado de sitio, y las conexiones entre el dictador Meza y el narcotráfico nacional e internacional; las huelgas generales de la Central Obrera Boliviana (cob); los actores, decretos y políticas económicas neoliberales; la censura, la corrupción oficialista y la libertad de prensa; la alianza de partidos para mantenerse en el poder y proteger sus intereses políticos y económicos; la intervención norteamericana en el programa político de gobiernos neoliberales a cambio de compra de sus hidrocarburos y de ayuda exterior a Bolivia; las políticas neoliberales de relocalización de mineros en Chapare y El Alto; la capitalización de recursos naturales y de empresas estatales (la Guerra del Agua); la descolonización y la educación; y, en fin, el populismo político ejercido por partidos políticos y sus dirigentes, incluso el ejercido por Evo Morales. Como lo puede constatar el lector, los temas, políticos, económicos, sociales y culturales presentados por Aliaga Manzaneda, en forma de caricatura política, han sido previamente discutidos en el presente libro y representan fragmentos de la historia popular, no oficial, no académica, que permanece viva en el imaginario de los bolivianos. Es de esperar que el presente volumen que convoca perspectivas interdis- ciplinarias e internacionales, diversos discursos y narrativas socioeconómicas y político-culturales sobre la compleja e intrigante historia contemporánea de Bolivia contribuya a convertir a todos los bolivianos en verdaderos sujetos de su historiografía, esto es, en actores visibles de una geografía e historia por la que siempre lucharon y en la que siempre participaron –aunque la mayoría de ellos desde posiciones subordinadas– con armas o con votos, en el campo o en la calle, y en movimientos sociales o en el Congreso del Estado Plurinacional. Los 17 autores que han participado en este libro han elaborado novedosas y hasta controvertidas interpretaciones de los hitos históricos, la cultura indígena oficial y el imaginario contemporáneo popular de los bolivianos, para explicar, en sus respectivos capítulos, complejos procesos de construcción y deconstrucción tanto de proyectos políticos, económicos y culturales como de ideologías radicales, pro- estatales, extranjerizantes o populares en las que los bolivianos han interactuado borrando unas fronteras territoriales e ideológicas o eligiendo otras de carácter personal u oficial. Una preocupación prevaleciente, aunque no única, en la perspectiva académica de la historia social, económica y política de Bolivia, articulada en este volumen, es la de la identificación étnica de los bolivianos en situaciones contemporáneas familiares, locales, regionales y nacionales y, sobre todo, de cara al actual Estado Plurinacional que parece apostar, a través de políticas y directivas gubernamentales efectivas o no, a una especie de homogeneización cultural indígena, olvidando la propia tradición e historia pluriétnica de los bolivianos que con su vehemente y multitudinaria participación en masivos movimientos sociales presentes y pasados trayectorias sociales, políticas, económicas y culturales en bolivia 39 han demostrado que pueden “negociar” nuevos espacios políticos y culturales sin dejarse encerrar en categorías etno-políticas y culturales unívocas, provengan estas del Estado, de las comunidades o de las familias o de individuos particulares (políticos, líderes de partido o de organizaciones sociales). Una ambición común que desean compartir los autores de este libro con los lectores bolivianos es que las cuestiones planteadas en sus respectivos capítulos sirvan de plataforma teórica para la comprensión plural de que las “negociaciones” eficaces entre ciudadanos y cualquier tipo de Estado, incluso el Estado Plurinacio- nal de Bolivia, deben involucrar a individuos reales, a espacios concretos, políticos o físicos y a recursos naturales que interactúan con personas, comunidades y grupos de poder que se asuman o no como indígenas o como bolivianos, siguiendo la premisa general de investigación compartida por los autores de este libro, de que las identidades culturales y políticas devienen de espacios concretos y contextos heredados que cuajan en el presente y se proyectan al futuro. El lector extranjero (latinoamericano o del resto del mundo) encontrará, asimismo, en este volumen una variada colección interdisciplinaria de artículos académicos sobre una Bolivia contemporánea que lo proveerá con una visión especializada y actual sobre la historia, la política, la economía y la cultura de este interesante país andino, el cual ha sido relativamente poco estudiado por especia- listas mundiales sobre Latinoamérica, dedicados, en mayor grado, al estudio de Brasil, México, Colombia, Argentina y Chile. Por consiguiente, este libro, muy esperado por estudiantes y expertos extranjeros de Bolivia, cubre temas actuales de gran interés socioeconómico y político-cultural, como el resurgimiento del activismo político indígena de fines del siglo xx y principios del xxi que llevó a la presidencia al indígena Evo Morales Ayma; sus posteriores y conflictivas re- formas institucionales que desembocaron tanto en la promulgación de una nueva Constitución (2009) como en la fundación del Estado Plurinacional de Bolivia (2009) que adopta un modelo dual de gobierno, en el cual se combinan prácticas institucionales provenientes de la “democracia representativa parlamentaria”, derivada del antiguo Derecho Romano vigente hoy en Occidente, con prácticas de gobierno ancestral de la “democracia participativa comunitaria”, derivada del Derecho Indígena prehispánico vigente hoy en Bolivia. Por eso, este libro resulta interesante para la mejor comprensión, por parte del lector extranjero, de los numerosos cambios y de los nuevos desarrollos políticos, económicos y socioculturales ocurridos en dicho país en el siglo xxi. Este libro cubre una amplia gama de temas y asuntos, como la refundación de nuevos modelos institucionales y constitucionales de democracia; la formación de movimientos sociales y justicia económica; la relación entre Estado y nación(es); la aplicación del modelo neoli- beral en países no occidentales; empoderamiento indígena y de género; descoloni- zación real o ideal; y cambios climáticos y ecológicos, derivados de la explotación de recursos naturales. Debido a que estos temas son de suma importancia, no solo 40 bolivia en el siglo xxi para Bolivia, sino también para el resto del mundo tecnológicamente desarrollado o no, este libro se convierte en indispensable para los estudiantes y estudiosos de Bolivia y del mundo entero. En síntesis, el presente volumen, titulado Bolivia en el siglo xxi. Trayectorias históricas y proyecciones políticas, económicas y socioculturales, propone al lector nacio- nal y al lector extranjero la expansión de su conocimiento básico o especializado sobre este intrigante e importante país andino que es Bolivia. primera parte Realidades sociales del Estado-nación en Bolivia: Hitos históricos, mitos populares e intersticios cotidianos vistos a través de su literatura

2 Bolivia en su historia y literatura, 1920-1982: Del Estado republicano a la Revolución de 1952 y sus efectos en el nuevo orden democrático de 1982

Nelson González Ortega

Introducción

El desarrollo de la historia y la cultura de Bolivia y sus pobladores, desde su origen en el Epipaleolítico al siglo xxi, ha estado estrechamente ligado a la geografía y al relieve de los Andes bolivianos que tiene ricos yacimientos de plata, estaño, oro, petróleo y gas. La diversa geografía que presenta el altiplano boliviano con sus vastos recursos naturales ha influido fundamentalmente tanto en la formación de distintas estructuras étnicas, familiares, sociales y culturales en el país como en la lucha sostenida por la población indígena, mestiza y criolla de ayer y de hoy por obtener espacios políticos que les permitan promover sus reivindicaciones sociales. Con el fin de reflexionar cómo desde 1920 a 2016, con proyección a 2020, se desarrollan en Bolivia una serie de procesos históricos, socioeconómicos, po- líticos y culturales que han hecho posible la transición constitucional del Estado republicano al nuevo Estado Plurinacional, elaboro, a continuación, un análisis en dos fases complementarias. Primero, presento los principales hechos históricos y socioculturales sucedidos en Bolivia en el último siglo (1920-2020), luego, los localizo en textos literarios, identificando los modos discursivos y culturales en que tales “hitos”, al ser interpretados y reconstruidos ficcionalmente por novelistas, poetas y lectores –desde los “intersticios” de experiencias vivenciales cotidianas–, adquieren un aura de “mitos” populares.1 Específicamente, planteo, a lo largo

1 Hito, señal, marca, pilar, centro, cúspide de una trayectoria o cronología de hechos históricos. “6. m. Persona, cosa o hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto” (dle, 2014). Mito, existen diversas acepciones, según las disciplinas que usen este concepto. Aquí se usa ‘mito’ principalmente en el sentido de ‘mito literario’, para indicar símbolo, imagen,

[43] 44 bolivia en el siglo xxi de este capítulo, que los principales hechos históricos de la Bolivia republicana (1825-2009) y del Estado Plurinacional (2009-2016) han sido convertidos por escritores y por la gente común en mitos populares y algunos de ellos han sido incluidos en manuales escolares y en textos de ficción, fijándose así una “verdad” popular en la mente de muchos bolivianos. Por lo tanto, comentaré aquí los pro- cesos de “mitificación literaria y popular” de esos hitos históricos, examinando detalladamente más unos que otros.

De la República de inicios del siglo xx a la Revolución Nacional de 1952

La República de Bolivia surge a principios del siglo xix con la victoria militar obtenida en la Batalla de Ayacucho (1824), en la que las fuerzas realistas de España fueron vencidas por el general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar. En 1825 se establece jurídica e institucionalmente la República de Bolivia, bajo el mando de su primer presidente, el general Sucre (1825-1829). Posterior- mente, desde la presidencia del militar Andrés de Santa Cruz (1829-1839), que creó la Confederación Perú-Boliviana (1836-1839), hasta las presidencias de Adolfo Ballivián, Tomás Frías e Hilarión Daza (1873-1879), Bolivia fue regida por una serie de presidentes civiles y militares, cuyos gobiernos republicanos de corte liberal europeo se caracterizaron por una gran inestabilidad marcada por revueltas internas y guerras internacionales con Argentina y Chile y con Perú y Brasil, como la Guerra del Pacífico (1879-1883). La Guerra del Pacífico, conocida­

saga, narración, relato, apología. “1. fábula, leyenda, ficción, quimera, tradición, invención, cuento […] mitología, alegoría - imaginación - leyenda - mitología - tradición. 2. relato o noticia que desfigura lo que realmente es una cosa, y le da apariencia de ser más valiosa y más atractiva. 3. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima” (WordReference, 2015). Como verbo: “Mitificar: tr. convertir en mito cualquier cosa natural. 2. rodear de extraordinaria estima determinadas teorías, personas, sucesos, etc.” (drae [1992] 1999, tomo ii: 1382-83). Paralelamente, ‘Mito popular’ indica la formación de una leyenda en el imaginario de una sociedad, en este caso la boliviana, y sus formas de transformación en mito-s. Intersticio significa rendija, espacio, intervalo, interregno. Nicolas Bourriaud, siguiendo a Karl Marx, considera “la obra de arte como un intersticio social [ya que] la actividad artística consiste en un juego donde las formas, las modalidades y las funciones evolucionan y se desarrollan, según las épocas y los contextos sociales; no es una esencia inmutable […] [ni tampoco es] la aserción de un espacio simbólico, ni privado, […] sino el principio de una trayectoria que se desarrolla a través de señales, objetos, formas, gestos”. Bourriaud concluye que: “la forma artística […] no toma consistencia (y no adquiere una existencia real), sino sólo en el momento en que pone en juego las interacciones humanas” (2001: 11, 16, 21, 22, mi traducción). Se expande aquí la definición de ‘intersticio social’ de Marx y Bourriaud a la creación, interpretación y/o transformación de un hecho (histórico o literario) en una leyenda o mito personal, local, nacional o mundial que es realizada por un individuo o una colectividad social (“receptores”). bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 45 también como Guerra del Guano y el Salitre, enfrentó a los países aliados de Bolivia y Perú contra Chile, en el desierto de Atacama y en los valles y serranías del Perú. La guerra fue un hecho muy importante en la historia de Bolivia y Suramérica porque Bolivia perdió su acceso al océano Pacífico y, además, porque este conflicto bélico fue internacional e involucró a grandes empresas chilenas y anglosajonas que se apropiaron comercialmente de la costa pacífica boliviana en la explotación de guano y nitratos. Hay que señalar que entre 1880 y 1920 presidentes civiles (liberales y conser- vadores) compartieron el poder político en Bolivia. En 1899 se desarrolla la Guerra del Acre que lleva a la presidencia a José Manuel Pando. Él y otros prominentes mandatarios liberales y terratenientes pertenecientes a la oligarquía urbana man- tuvieron el poder político y económico hasta 1920. Durante el primer gobierno de Ismael Montes (1904-1909) se firma la paz con Chile, en 1904. La década del 20 comienza con la verificación nacional e internacional de la existencia en Bolivia de grandes yacimientos de petróleo y gas, lo cual origina una incipiente modernidad en el país; modernidad protagonizada por la pugna guber- namental por favorecer o rechazar el modelo “liberal-exógeno” o el “nacionalista- endógeno” en la explotación y redistribución de las rentas de los minerales y del petróleo entre la oligarquía liberal y las corporaciones transnacionales.2 Sería difícil entender el advenimiento de la primera e incipiente modernidad boliviana, surgida en las dos décadas iniciales del siglo xx, si no se mencionaran dos grandes obras realizadas por gobiernos conservadores que modernizaron la estructura vial del país. Primero, la construcción por compañías anglosajonas de una red ferroviaria para agilizar la producción y transporte de estaño, que en 1900 había desplazado a la antigua producción potosina de plata. El estaño se convierte, desde principios del siglo xx, en el primer metal boliviano que se exportaría hacia Inglaterra, usa, Argentina, Chile y Brasil. Segundo, en 1920, se conecta por ferrocarril La Paz y los puertos chilenos de Arica y Antofagasta y se inician nuevas rutas ferroviarias hacia Perú y Argentina. Junto a esta primera modernidad, creadora de la estructura vial que conec- tó al país nacional e internacionalmente, ocurrieron, de 1920 a 1952, hechos

2 “[E]n 1916 el presidente Ismael Montes promulga la primera Ley de Hidrocarburos del país, que declara a los hidrocarburos como propiedad del Estado y dispone una participación estatal del 10% en las concesiones, no fue hecha hasta 1920 en que el gobierno de José Gutiérrez Guerra promulgó una nueva ley que anulaba la naturaleza estatal de la riqueza petrolera, al tiempo que autorizaba al ejecutivo a contratar la explotación de hidrocarburos mediante arrendamientos temporales de hasta 66 años y aumentaba la participación estatal hasta el 12,5% .Un año después el presidente Bautista Saavedra promulga otra ley que declara a los hidrocarburos que se encuentran en la superficie o en el subsuelo, bajo el dominio estatal y su explotación corresponde al Estado por sí mismo o por concesiones en sociedad” (Tahbub, 2008: 30-31). 46 bolivia en el siglo xxi sociopolíticos­ importantes que facilitaron la implantación de la segunda moder- nidad, esta vez de corte organizativo, técnico, productivo e institucional, lo que facilitaría la nacionalización de las minas e impulsaría la reforma agraria iniciada en la década inaugural de la Revolución Nacional de 1952. Tales hechos son: la Guerra del Chaco (1932-35); la nacionalización de la Standard Oil (1937); la Misión Bohan (1941-42); la fundación del Movimiento Nacionalista Revolucio- nario (mnr) (1942); y, por supuesto, la Revolución Nacional (1952). Estos hitos históricos, después de ser examinados en su contexto histórico, serán localizados y analizados en textos literarios con el fin de examinar cómo ciertos eventos his- tóricos se transforman popularmente en leyendas y mitos que realzan las hazañas de héroes nacionales, lo cual hace que la gente común cree una especie de historia política popular o hasta una historia mítica de Bolivia.

La Guerra del Chaco y la nacionalización de la Standard Oil

En la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay (1932-35), Bolivia pierde una ter- cera parte de su territorio. En este conflicto bélico internacional mediaron intereses económicos de las corporaciones transnacionales Standard Oil, en Bolivia, y Royal Dutch Shell, en Paraguay. Además, la Guerra del Chaco promovió el empodera- miento político de “militares socialistas” como David Toro (1898-1977), Germán Busch (1904-39) y Gualberto Villarroel (1908-46), quienes se asociaron con otros jóvenes militares y con intelectuales de izquierda y fundaron el partido político Razón de Patria (radepa). Este partido se propuso reorganizar las relaciones de poder económico y político entre tres sectores de la sociedad: el Estado nacional, la oligarquía (compuesta por los “barones del estaño”,3 las élites urbanas y los te- rratenientes) y el resto de bolivianos. “La mayoría de los historiadores coinciden en señalar que del Chaco llegó una nueva conciencia nacional decidida a cambiar y proyectar un nuevo futuro” (Pizarroso Durán, 2015: 1). Tras la Guerra del Chaco, el gobierno de Germán Busch y la junta militar que él presidía nacionalizaron, en 1937, la Standard Oil, empresa petrolera transnacional, propiedad del imperio Rockefeller, la cual se había establecido en Bolivia en 1921.4 Los comprobados fraudes de la

3 “[T]he ‘tin barons’, three mining magnates [Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild, Carlos V. Aramayo] whose companies were largely foreign-owned and together produced 80 percent of the nation’s considerable output of metals. These mine owners ranked among the richest people in the world, whereas the miners whom they employed often lived in dire poverty […], nationalization of the holdings of the ‘tin barons’ undercut their political influence” (Siekmeier, 2011: 2). 4 El historiador estadounidense James F. Siekmeier informa que: “One area in which Washington­ successfully opened up the Bolivian economy was the petroleum industry. Many in the U.S. petroleum industry believed that Bolivia had rich, unexploited oil fields”, e informa, además, bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 47

Standard Oil (cf. contrabando de petróleo a Paraguay durante la Guerra del Chaco, el hecho de no declarar las cantidades exactas de petróleo explotadas, la evasión de impuestos y regalías), que causaron su nacionalización, fortalecieron la recién creada (1936) empresa nacional Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb). La nacionalización de la Standard Oil por el gobierno de Germán Busch constituye la primera nacionalización de una corporación transnacional en América Latina. La alianza económica y política que se dio en la primera mitad del siglo xx entre la Standard Oil, apoyada por gobiernos estadounidenses, la oligarquía bo- liviana y gobiernos de Bolivia es descrita en la novela Secretos de Estado (2010), de Juan Carlos Zambrana M. El autor emplea el recurso literario de ‘intertextualidad’ para intercalar en la novela un ensayo histórico-político escrito por uno de los personajes, Diego:

En enero de 1920, el servicio de inteligencia que el magnate John D. Rockefeller había organizado para espiar la industria petrolera y en la política de los países productores le hizo llegar un reporte a la oficina central de su empresa insignia la Sandard Oil Co., ubicada en el centro financiero de Manhattan. Había petróleo en abundancia en Bolivia, un país pequeño y con leyes proteccionistas, pero fácilmente manipulable […] —¡No me digas que Rockefeller se metió hasta en Bolivia! [cf. nota 4 en el presente capítulo]. —Comentó Brandon […] —Bueno, es que allí a los gobiernos los ponía la oligarquía minera, a la cual Estados Unidos tenía prácticamente a su servicio. Los tres varones del estaño eran los dueños del país en realidad. —Si eran sólo tres, ¿no será exagerado utilizar el término oligarquía? […] —¡Para nada! […] [S]i yo te digo que llegó a ser oligarquía es porque de una forma u otra, tenían a su servicio a varias generaciones de políticos intelectuales y hasta profesionales en todos los sectores. (52-54, cursivas en el original)

Asimismo, los hechos relacionados con la Guerra del Chaco, presentados anteriormente en su contexto histórico, son novelados en Secretos de Estado a través del personaje principal, la boliviana Emily West y por el personaje Diego, así:

Diego había descrito la guerra del Chaco como una verdadera carnicería humana que se prolongó por tres años. Un desastre para Bolivia por las enormes desinformaciones en que incurrió el comando general de su ejército. […]

que Nelson Rockefeller, nieto del conocido magnate petrolero John D. Rockefeller (1839- 1937), fue un “Latin American expert” en los gobiernos de Franklin Roosevelt (1933-45) y Eisenhower (1953-61), y ejerció gran influencia, como particular y como alto funcionario estadounidense, en las políticas petroleras de Bolivia a través de su gran amistad con Víctor Andrade, embajador de Bolivia en Estados Unidos en 1944-46; 1952-58 y 1960-62 (Siekmeier, 2011: 50, 55, 66). 48 bolivia en el siglo xxi

Políticamente estaban divididos al igual que el resto del país […] los de derecha […] y los de Izquierda […] pero me imagino que en el ejército había hombres de los dos bandos. —Por supuesto, pero el presidente, siendo servidor de la derecha, solo promovía a los de su bando. […] Según lo que Diego describió aquí, en el campo de Batalla se produjo un acercamiento ideológico entre los civiles de la intelectualidad de izquierda y los oficiales jóvenes. Eso hizo surgir la nueva conciencia nacional […] fue una rebelión contra la cúpula del ejército. ok, leamos entonces dijo Brandon […]: Acosado por las críticas a su conducción de la guerra, [Daniel] Salamanca [presidente de Bolivia, 1931-34] emitió la orden de cambios. […] El único sobreviviente de dicha destitución masiva fue el capitán Germán Busch […] un oficial muy querido no solo por el pueblo, sino por las tropas. […] Como líder y figura inspiradora de la nueva conciencia nacional, Busch se enfrentó personalmente a toda a esa cúpula de poder […] y depuso al presidente […] y, al mando de oficiales más jóvenes, Bolivia finalmente detuvo a los paraguayos. (56-57, cursivas en el original)

La derrota sufrida en el Chaco por los soldados bolivianos, la mayoría de ellos indígenas, puso en evidencia la desigualdad social, económica y política de la sociedad boliviana de las décadas del 30 y 40, agudizando los problemas entre los gobiernos de la época, las élites minoritarias y la gran mayoría de indígenas que exigieron, en protestas multitudinarias, permitidas o ilegales, una participación política directa y una igualdad económica real. Esta tensa situación social provocó violentos enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y los sectores indígenas y populares, como la Matanza de Catavi, de 1941, dando lugar al surgimiento de partidos como el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) que intentó integrar los diversos sectores sociales en conflicto.

La Misión Bohan, la matanza de mineros de Catavi y la emergencia del Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr)

La Misión Bohan fue presidida por Marvin Bohan y estuvo compuesta por técni- cos e ingenieros norteamericanos que llegaron a Bolivia en 1941 por pedido del gobierno de Enrique Peñaranda (1940-43), con el objetivo de evaluar las reservas petroleras del país y diseñar un profundo plan económico de diversificación pro- ductiva y desarrollo intensivo del sector agropecuario que liberara a Bolivia de la dependencia de la minería del estaño. En su reporte de 1942, Bohan indicó que en la región de Santa Cruz se podrían desarrollar áreas de producción agroindus- trial y ganadera para elaborar productos agrícolas de consumo básico. Concluyó que, dado que el departamento cruceño era la región con mayor potencialidad de bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 49 crecimiento­ económico de Bolivia, se debería construir una infraestructura vial que comunicara al occidente con el oriente del país, empezando por la construcción de una carretera de Cochabamba a Santa Cruz. Las principales recomendaciones del informe Bohan fueron debatidas en el Congreso Nacional y se implementaron, en parte, no solo por el presidente Peñaranda y su gobierno, sino también, como se verá más adelante, por el mnr en sus reformas, propuestas durante la fase inicial (1952-64) de la Revolución Nacional de 1952. En efecto, ya en 1942, Peñaranda se basó en el informe Bo- han para crear la Corporación Boliviana de Fomento (cbf), la cual se encargó de construir ingenios azucareros e impulsar el desarrollo agroindustrial del país; fundó también el Banco Agrícola para suministrar crédito al sector agroindustrial y comenzó, en 1943, la construcción de la carretera Cochabamba-Santa Cruz. Asimismo, las importantes conclusiones del informe Bohan formaron la base económica y política del Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) que fue fundado, oficialmente, en 1942 por, entre otros, Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Suazo y un grupo de políticos e intelectuales simpatizantes tanto con los “militares socialistas” Busch, Toro y Villarroel como con la ideología de izquierda de cuño estatal, surgida durante la Guerra del Chaco. Paz Estenssoro y Siles Suazo fueron presidentes iniciales (1952-1964) de la Revolución Nacional de 1952 y de periodos posteriores, dominando así el mnr la política boliviana hasta fines del siglo xx. El trabajo de asesoría para el desarrollo agrícola de Bolivia, realizado por la Misión Bohan, es relacionado con la fundación del mnr por Diego, el personaje de Secretos de Estado:

Como parte de la “luna de miel” con Estados Unidos, llegó a Bolivia la misión Bohan para estudiar las rudimentarias condiciones en que se desarrollaba la actividad agrícola-ganadera y proponer las soluciones de mejoramiento. Washington ofreció también doscientos millones de dólares entre préstamos y ayuda para que se le devolvieran a la Standard Oil [nacionalizada en 1937] los derechos de propiedad para el petróleo. [Al presidente] Peñaranda se le cayeron las babas mientras aceptaba el trato, pero los intelectuales oficiales en el Congreso se opusieron rotundamente. Aunque quedaban solo cuatro defensores de la nacionalización y lograron hacerla ratificar. Ese fallo fue apelado a la Corte Suprema donde Peñaranda tenía planeado ejercer su influencia. Sin embargo, esos cuatro parlamentarios opositores ganaron aún más fuerza fundando el partido político al que llamaron, oficialmente, Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr). El líder del partido fue el abogado y economista Víctor Paz [Estenssoro] quien fijó como objetivo de su partido continuar, por las vías democráticas, la revolución iniciada por David Toro y Germán Busch. (76-77, cursivas en el original)

Los “cuatro parlamentarios opositores” a los que se refiere la novela de Zam- brana no son otros que los registrados por la historia boliviana, precisamente, 50 bolivia en el siglo xxi como principales fundadores del mnr. Me refiero, desde luego, a “la brigada par- lamentaria del mnr, dirigida por Víctor Paz Estenssoro y apoyada por Fernando Iturralde Chinel y Germán Monroy Block” y Hernán Siles Suazo que, junto a otros ocho militares, políticos e intelectuales conformaron los “12 fundadores” que el 7 de junio de 1942 crearon formalmente “lo que sería, con el tiempo, el más importante partido político de la historia de Bolivia: el Movimiento Nacionalista Revolucionario” (Arze Cuadros, 2002: 63, 65 y 67). No menos de cinco meses después de la fundación oficial del mnr se produjo la trágicamente famosa Masacre de Catavi:

La sangrienta masacre de Catavi, departamento de Potosí, centro de operaciones de la Patiño Mines, el 21 de noviembre de 1942 […] En esa fecha, el gobierno del general Enrique Peñaranda dispuso el envío de tropas de ejército al complejo minero de Catavi (Llallagua, Siglo xx, Uncía) con el propósito de poner fin a una huelga masiva de mineros que había comenzado, en forma pacífica, el 14 de diciembre exigiendo mejoras sociales y salariales. Presionados por instrucciones directas de Patiño desde su sede matriz de Delaware, Estados Unidos, el gobierno de Peñaranda autorizó al comandante de Catavi, coronel Luis Cuenca, a intervenir el movimiento huelguístico de forma drástica y severa. La consecuente represión resultó en una trágica masacre cuando el Ejército disparó sobre una multitud de más de 8.000 hombres, mujeres y niños mineros, dirigidos por la palliri María Barzola, dejando más de 100 muertos y decenas de heridos. La masacre de Catavi tuvo una enorme repercusión nacional e internacional. (Arze Cuadros, 2002: 90)

En Bolivia, en la sesión del Congreso Nacional del 23 de agosto de 1943, el jefe del mnr, Víctor Paz Estenssoro, en un memorable discurso parlamentario, criticó enérgicamente al gobierno de Enrique Peñaranda y señaló al grupo de militares responsables de la masacre de Catavi, declarando que: “[n]o hacen el Ejército esos pocos militares que pretenden poner la fuerza armada al servicio del capital internacional” (Arze Cuadros, 2002: 91). La brutal matanza de mineros de Catavi provocó multitudinarias protestas de rechazo al gobierno de Peñaranda en las que participaron mineros, campesinos, oficiales jóvenes del Ejército y diversos sectores de todas las clases sociales boli- vianas, que apoyaron al naciente partido político del mnr. Las grandes movili- zaciones sociales y la creciente popularidad del mnr propiciaron, especialmente entre 1946 y 1952, un extenso activismo sindical de campesinos y mineros que hizo posible que Paz Estenssoro liderara una coalición civil-militar que derrocó al presidente Peñaranda e instaló en la presidencia, en 1943, al “militar socialista” del mnr Gualberto Villarroel, que fue derrocado y asesinado en 1946, siendo su cadáver colgado en la plaza de Murillo de La Paz, donde se sitúa el Palacio Presidencial. bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 51

Los miembros fundadores del mnr, en general, profesaron el marxismo, aunque algunos de ellos también se adhirieron ideológicamente, al principio al menos, a la Falange española, al fascismo italiano y al nacional socialismo alemán. No obstante, solo Villarroel fue acusado de fascista, primero, por el gobierno norteamericano y, después, por la turba enardecida que colgó su cadáver pública- mente. En la novela Palacio Quemado (2007) el narrador de Edmundo Paz Soldán registra la muerte de Villarroel y la conversión de este hecho histórico en un mito popular de la historia boliviana:

Antes de irme de la plaza, le saqué una foto al farol donde habían colgado a Villarroel en 1946. […] —Yo pensé que Villarroel se había quedado solo en el Palacio. […] Había dicho que no abandonaría vivo el Palacio y todos le creían… —Sí, quería renunciar pero no le alcanzó el tiempo… Uría leía el decreto en voz alta cuando comenzaron los disparos. Se acercó a una de las ventanas y vio que el ataque al Palacio era llevado acabo no solo por civiles sino por soldados con vísceras de las guerras al revés. Se lo dijo a Villarroel que musitó un resignado: “Así tenía que ser”. Resignado y bíblico, pensé. No me convencían esas frases últimas tan justas, tan providenciales. ¿Sería verdad o ya parte de la leyenda? (2007: 28, 208, 209)

Guillermo Lora Escobar (1922-2009), dirigente político trotskista del Partido Obrero Revolucionario de Bolivia (por), confirma, en una entrevista, la conversión de Villarroel en un mito de la historia política popular de Bolivia al constatar que, cuando el proletariado boliviano conquista el poder en la insurrección del 9 al 11 de abril de 1952: “los obreros defienden a Villarroel. Le atribuyen una serie de virtudes revolucionarias. Creen que Villarroel era el abanderado de la revolución proletaria. Se crea una confusión ideológica en las masas”.5 Ya en 1944, durante el gobierno de Villarroel, el mnr y el por habían creado la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (fstmb), en la que se articularon los tres puntos esenciales del Programa de Acción Inmediata de 1942, del mnr (la nacionalización de minas, la Reforma Agraria y el voto universal), con la intención tanto de cambiar las estructuras sociopolíticas y económicas del antiguo régimen colonial, dominado por la oligarquía minero-feudal (1532-1952), como de crear nuevos directivas políticas que generarían, en la década del 60, una revolución democrática respaldada por el voto universal. Pero, ¿cumplió la Revolución de 1952 con estos tres puntos “de acción in- mediata” estipulados en el ideario del mnr en 1942?

5 Bolivia Siglo xx, Una historia narrada por Carlos D. Mesa, “1952: La Revolución” Vol 1. cd 6: 2009. 52 bolivia en el siglo xxi

La Revolución Nacional (1952-1964)

La Revolución de 1952 se gestó, políticamente, a partir de 1946 con la intensi- ficación de las movilizaciones sindicales y sociales de la fstmb, que culminaron con la exitosa insurrección de los obreros del 9 al 11 de abril de 1952 en El Alto, La Paz y Oruro.6 Los obreros bolivianos, en unión con el mnr y su dirigente Paz Estenssoro, decidieron fundar la Central Obrera Boliviana (cob) y ceder su recién obtenido poder político al mnr para que Paz Estenssoro, una vez elegido presidente por voto democrático, desarrollara los tres puntos esenciales de la re- volución propuestos por el mnr: la nacionalización de minas, la Reforma Agraria y el voto universal. Como hechos políticos notables del periodo democrático de los 12 primeros años en que se institucionalizaron las tres principales directivas políticas del mnr y también otras, se debe indicar que Paz Estenssoro, en su segundo gobierno (1960-1964), reestructuró la Corporación Minera de Bolivia (comibol) y for- taleció la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb), lo cual le permitió reforzar el proceso de capitalismo de Estado,7 inaugurado en su primer mandato revolucionario de 1952. No obstante, la Revolución de 1952 se realizó solo parcial y no totalmente, debido a que las tres directivas revolucionarias del mnr no se cumplieron plena- mente. Así lo constatan periodistas, sociólogos, dirigentes políticos, ex presidentes bolivianos y hasta el principal ideólogo del mnr, José Cuadros Quiroga que, después de haber analizado el desarrollo del proceso revolucionario boliviano durante la segunda parte del siglo xx, lo ha considerado, en general, una revo- lución burguesa inconclusa. El expresidente de Bolivia Walter Guevara Arze (8 de agosto, 1979 - 1 de noviembre, 1979) explica en qué consistieron los principales cambios de estructuras sociopolíticas y económicas de la Revolución de 1952 y profundiza en la crítica sobre el fracaso del proyecto revolucionario del mnr, en lo tocante a la reforma agraria y la nacionalización de las minas:

Las estructuras económicas y sociales han sido cambiadas de una manera dialéctica […] Se liberó a los campesinos, lo cual quiere decir que se cambió la estructura económica de la economía agraria. De una economía feudal del peonaje y de la

6 La colisión armada entre el Ejército del Estado y los grupos insurrectos de obreros sucedida entre el 9 y el 11 de abril de 1952 dejó un saldo sangriento de 400 muertos y 4.000 heridos (Ibid. Bolivia Siglo xx). 7 El llamado ‘capitalismo de Estado’ se refiere a la implementación de específicos modelos económicos de mercado en los cuales el Estado y las empresas públicas desempeñan, dirigen y controlan la economía, dentro de un marco social y económico capitalista. bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 53

servidumbre al minifundio. Se dio la tierra a los campesinos. Pero el minifundio fue un error porque es tan malo como el latifundio para producir. Lo que tendrían que haber hecho eran grandes cooperativas, manteniendo las unidades de producción que eran las haciendas y entregárselas a las cooperativas. El gran error en el campo de la economía minera fue haber utilizado a la comibol [Corporación Minera de Bolivia] para producir popularidad más que para producir minerales. (Bolivia Siglo xx, 2009. cf. notas 8, 9 en el presente capítulo)

El dirigente del Partido Obrero Revolucionario de Bolivia, Guillermo Lora Escobar, descalifica el proyecto revolucionario de 1952 a 1964 por los presidentes del mnr, Paz Estenssoro y Siles Suazo:

Decimos que el mnr viene al 52 con traje prestado y que le es muy grande. Pero deforma el programa [de la revolución proletaria marxista] porque si no, tendremos que llegar a la conclusión de que las consignas revolucionarias pueden cumplirlas un partido burgués. [El mnr] las vacía de su contenido revolucionario. Toma las frases: “reforma agraria”, “liquidación del gamonalismo”. Son frases, no son realidades. El mnr fracasa en ese su empeño. (Bolivia Siglo xx, 2009. cf. nota 9 en el presente capítulo)

A pesar de estos juicios negativos de prominentes bolivianos sobre la refor- ma agraria realizada por el mnr en Bolivia a partir de 1952, su alcance, tanto socio-económico como político, fue considerable en el contexto suramericano de la época, ya que empoderó políticamente a la vasta mayoría de indígenas, convirtiéndolos en ciudadanos: “By 1967, 7,2 percent of Bolivia’s total land was redistributed to the landless, making it the most thorough land reform in South America to that time. […] Campesinos who were formerly referred as Indios were asuming the role of citzens” (Siekmeier, 2011: 101). En su monumental texto publicado en el año 2002, El programa del mnr y la Revolución Nacional. Del Movimiento de Reforma Universitaria al ocaso del modelo neoliberal (1928-2002), el principal ideólogo del mnr, José Cuadros Quiroga, ana- liza exhaustivamente “el documento constitutivo del partido, Las bases y Principios de Acción Inmediata del mnr, de 54 páginas, escrito por [el mismo] José Cuadros Quiroga y examinados, revisados y aprobados para esa ocasión [1942] por los 12 fundadores” del mnr, y constata que en dicho programa el mnr plantea el voto universal, la nacionalización de minas y la reforma agraria, como “acción inmediata” revolucionaria:8

8 “On taking power, the mnr quickly implemented many reforms that radically transformed the country. Three of the most significant mandates included giving women and Indians the vote, redistributing land from wealthy rural elites to poor Bolivians in the countryside (agrarian reform), and nationalizing the holdings of the despised ‘tin barons’. For the first time, Bolivia appeared to be on the road to democracy” (Siekmeier, 2011: 2). 54 bolivia en el siglo xxi

[E]xigimos la voluntad tenaz de los bolivianos […] su esfuerzo político para que el estado fortalecido aseguré en beneficio del país la riqueza proveniente de la industria extractiva […] Exigimos el concurso de todos para extirpar los grandes monopolios privados […] Exigimos un estudio sobre bases científicas, del problema agrario indígena, con vistas a incorporar a la vida nacional a millones de indígenas, marginados de ella. […] Exigimos la nacionalización de los servicios públicos… […] [S]i bien el estudio científico no se ha concretado todavía hasta el día de hoy [2002]. […] Carente del estudio científico sobre la realidad agraria nacional exigido, que derivó, en la práctica, en una deficiente implementación del proceso de Reforma Agraria, generando una economía de minifundios de extrema pobreza en el altiplano y valles, y estableciendo un sistema de grandes latifundios en el oriente […] la situación social y económica en el área rural dista mucho, sesenta años después, [de 1942 a 2002] de haber logrado los objetivos de justicia social y de redención del indio que propugnaban, en forma prioritaria, Las bases y principios de Acción inmediata del mnr […] Por tanto, si los objetivos de mediano plazo se han cumplido, alguno de ellos en forma muy deficiente como la Reforma Agraria, otros distorsionados y anulados por la drástica caída de los precios del estaño en el mercado mundial en 1985 (y 2001), como es el caso de la nacionalización de minas, para mencionar a los 2 más importantes quedan todavía por cumplirse objetivos muchos más modestos [cf. nota 9 en el presente capítulo], que eran considerados en 1942 de acción inmediata, que están lejos de haberse concretado. (Arze Cuadros, 2002: 95, 97)9

Estos severos juicios críticos, emitidos por intelectuales, dirigentes de partidos de izquierda, ex presidentes e ideólogos del mnr sobre el alcance y realización plena o no de los objetivos de la Revolución Nacional en 60 años (1952-2002),

9 Siete directivas adicionales fueron planteadas en Las bases y Principios de Acción Inmediata del mnr que se instituyeron como políticas estatales de “acción inmediata” en la Revolución de 1952, liderada por Víctor Paz Estenssoro y Hernán Siles Suazo (1952-64). Como presidentes electos de Bolivia, Paz Estenssoro y Siles Suazo formaron, cada uno en 1979, una coalición de partidos. Nótese que las bases y principios del mnr, adoptados en 1942, se derivan de las reformas propuestas por la Misión Bohan ese mismo año y se incorporan al plan político de la Revolución de 1952. Los principales lineamientos de acción inmediata del mnr, declarados en “[L]as Bases y Principios del mnr de 1942 estaban encaminadas, por lo esencial, a lograr [1] el control y la regulación de la economía por parte del Estado Nacional; [2] la férrea fisca- lización de las empresas mineras trasnacionalizadas; [3] la restricción a la inversión extranjera; [4] la promoción a la sindicalización de obreros y empleados del sector público y privado; [5] la diversificación económica y la vertebración territorial; [6] la estabilidad monetaria y la estabilidad salarial; y, por sobre todas las cosas, [7] la movilización política y social de las mayorías campesinas del sector agrícola tradicional que constituían, por entonces, el 79% de la población total del país para incorporarlas, efectivamente, a la economía y a la sociedad nacional” (Cuadros Quiroga, 2002: 67, 86-87, 98). Bases de Acción Inmediata del mnr de 54 páginas, escrito por José Cuadros Quiroga y examinados, revisados y aprobados […] por los “12 fundadores” del mnr (Arze Cuadros, 2002: 98). bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 55 conducen a la conclusión de que, pese a sus logros y/o carencias, el proceso re- volucionario boliviano ha transformado, en gran medida, la política, la economía, la cultura y, en general, la sociedad boliviana a lo largo y ancho del país, contri- buyendo así al establecimiento paulatino de una democracia que se desarrolló principalmente desde 1982 al presente. Por lo tanto, con el objetivo de obtener una comprensión matizada y comple- mentaria que deje entrever, en textos literarios, los intersticios de las experiencias y vivencias de bolivianos que experimentaron los profundos cambios políticos, sociales y culturales provocados por la Revolución boliviana, desde 1952 a la actualidad, presento a continuación una visión literaria de los principales hitos y mitos históricos de Bolivia en la época. El agitado periodo pre-revolucionario de 1946 a 1952 en Bolivia, que com- prendió la huelga general de mineros de 1949; las elecciones de 1951 que ganó ampliamente el mnr, liderado por Paz Estenssoro que estaba en el exilio; el autogolpe militar de 1951 del presidente Mamerto Urriolagoitia (1949-51) que, después de haber anulado los comicios ganados por Paz Estenssoro, entregó voluntariamente el gobierno a una junta militar; y, en fin, la victoriosa, aunque sangrienta, insurrección obrera del 9 al 11 de abril de 1952 que cedió el poder al jefe del mnr, Paz Estenssoro, para que gobernara con la cob en el mandato inicial de la revolución de 1952, se representan en la novela Secretos de Estado, de Zambrana, así:

Durante el mes de mayo de 1949, se produjo en Bolivia una huelga minera que el gobierno intentó disolver por la fuerza. Hubo enfrentamientos y el pueblo terminó por sublevarse para proclamar presidente al Dr. Víctor Paz, líder del mnr [que] en las elecciones del año 1951 […] obtuvo la mitad de los votos. […] Sin embargo, eso no era aceptable para los intereses corporativos y el presidente saliente [Mamerto Urriolagoitia] prefirió darse un autogolpe para entregar el poder a una junta militar [hecho que popularmente se conoce en Bolivia como “el Mamertazo”] […] [L]as masas obreras que convirtieron el golpe de estado en una verdadera revolución […] entraron con firmeza a la ciudad armados, no solo con piedras, sino también con cartuchos de dinamita, explosivos que usaban cotidianamente en las minas. La revolución de los trabajadores mineros por fin había triunfado y estaba en condiciones de instaurar, por la fuerza, su tan añorado gobierno del proletariado. Sin embargo tuvieron que aceptar en forma inmediata que esa victoria había sido en realidad imprevista y que ellos no estaban en condiciones de asumir la responsabilidad de la conducción del país. El gobierno fue entregado al mnr y el Dr. Víctor Paz fue posesionado como legítimo ganador de las últimas elecciones presidenciales. En su discurso inaugural fijó como objetivos fundamentales de la revolución la nacionalización de las minas, la reforma agraria para entregarle la tierra al campesino, el voto universal para integrar al campesino a la vida democrática, la reforma educacional y la diversificación económica. (2010: 112-114, cursivas en el original; cf. nota 9 en el presente capítulo)

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Los títulos y subtítulos (paratextos), tanto del texto histórico, The Bolivian Revolution and the United States. 1952 to the Present (2011) de James F. Siekmeier, como de la novela Secretos de Estado. Una guerra interna de la cia, por sus archivos sobre el antiimperialismo boliviano (2010), de Juan Carlos Zambrana M., revelan que el historiador estadounidense y el novelista boliviano hacen hincapié en la profunda influencia que ejerció Estados Unidos en la elaboración y ejecución de las políticas estatales de Bolivia en el siglo xx. Ambos autores afirman emplear en sus respectivos textos, entre otras fuentes, documentos estatales de Estados Unidos, desclasificados en el siglo xxi. Plantean, además, que Estados Unidos, en el siglo xx, usó, como potentes armas económicas y hasta de guerra, la ayuda económica (Financial Aid), la inversión directa o indirecta de corporaciones esta- dounidenses y la desinformación o fabricación de información del discurso político boliviano por la derecha boliviana, en alianza con la derecha estadounidense para desprestigiar a la izquierda del país y promover los intereses estadounidenses. El lector debe tener en cuenta esta información en su interpretación (¿ficcional o histórica?) del ensayo intercalado en la novela Secretos de Estado en donde se prosi- gue la descripción literaria de la Revolución Nacional de 1952 en estos términos:

Como era previsible, su gobierno [el de Paz Estenssoro en 1952] fue rechazado de inmediato por Estados Unidos, quien volvió a presionar con el arma del no reconocimiento. Sin embargo, a diferencia de Villarroel, el Dr. Paz organizó un equipo profesional de alto nivel para viajar a Washington y dirigir allí las negociaciones por el reconocimiento. […] Finalmente el mnr llegó a un acuerdo secreto por el cual Washington le quitó el sable de la revolución para evitar que le cortara algunos de sus intereses en Bolivia, pero le devolvió la vaina vacía para que el Dr. Paz pudiera blandirla cuando quisiera a fin de impresionar a sus masas. Una vez más se renunció al modelo socializado de desarrollo que pedía el pueblo boliviano, al cooperativismo y a la organización productiva del campesino, para adoptar el modelo capitalista de desarrollo para el cual Estados Unidos prestaría asistencia económica. […] Ese acuerdo de Washington le generó al mnr un gran apoyo político y económico, tanto bilateral como de organismos internacionales que le permitió gobernar por 12 años consecutivos. (2010: 114, 116-17, cursivas en el original)

En efecto, como lo corrobora, precisamente, el historiador estadounidense J. F. Siekmeier, Estados Unidos intervino activamente, en formas diversas, en el desarrollo de la revolución boliviana desde 1952 hasta principios del siglo xxi:

The Bolivian Revolution, while unusually complex and sharply divided along ideological lines, had a strong radical, even communist dimension to it, which made it the sort of revolution the United States most opposed […] u.s. disliked nationalist economic policies –the nationalization of the three largest mining companies into a state-run mining company, the Corporación Minera de Bolivia comibol […] bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 57

By 1960, the middle-class leadership of the party [mnr] had triumphed over the left. Certainly U.S. power play a part […] By the end of the 1950’s, then u.s. officials had exerted a significant degree of control over Bolivia’s economic policy and helped to exacerbate already heightened political divisions in the country. When Bolivia entered a period of rapid inflation, in 1956, United States in tandem with the International Monetary Fund (imf), threatened to cut off economic aid unless the Bolivians rescinded to cut some of their nationalist economic policies […] The austerity plan of 1956-67 marked the first instance to which the imf applied an austerity/stabilization program in the Third World. (Siekmeier, 2011: 5, 6 y 8)

Se confirma que la intervención estadounidense en Bolivia se ha realizado a través del apoyo norteamericano dado al ala derechista del mnr, así como a través del empleo de la inversión económica, en forma de ayuda financiera (Financial Aid), como arma de persuasión ideológica para presionar a Bolivia a que adoptara el modelo de desarrollo capitalista norteamericano.

De la Revolución atascada (1964) al orden democrático (1982): Las dictaduras de derecha e izquierda de Barrientos y Ovando y el asesinato del Che Guevara

Desde 1964 a 1982 se suceden en Bolivia una serie de gobiernos civiles y milita- res de derecha e izquierda, la mayoría de ellos de orientación política estatal y, por tanto, promovedores del “capitalismo de Estado” (cf. nota 7 en el presente capítulo). En este periodo ocurren dramáticos sucesos históricos que quedarían marcados en la mente de los bolivianos que los vivieron, tales como la dictadura de René Barrientos (1964-65; 1966-69) y el asesinato, en Bolivia, del líder re- volucionario Ernesto Che Guevara, el 3 de octubre de 1967; la nacionalización de la corporación petrolera de Estados Unidos, Gulf Oil, y la expulsión de los Cuerpos de Paz estadounidenses, respectivamente, durante los gobiernos de los “militares socialistas” Alfredo Ovando (1969-70) y Juan José Torres (1970-71); el asesinato del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, durante la dictadura de García Meza (1980-81); y la intervención de Estados Unidos en asuntos políticos internos de Bolivia, principalmente durante las dictaduras de Barrientos y Banzer. Después de participar en la guerra civil de 1949 a favor del mnr, René Ba- rrientos fue elegido vicepresidente de Bolivia durante el segundo gobierno de Paz Estenssoro (1960-64). Durante la huelga nacional (29-31 de octubre, 1964), Ba- rrientos, personalmente, reprimió a obreros y mineros, y el 4 de noviembre de ese mismo año dio un violento golpe de Estado, con apoyo de la cia, y derrocó a su propio presidente Paz Estenssoro, autonombrándose presidente de una junta 58 bolivia en el siglo xxi militar (1964-1965). En 1965 nombró copresidente al militar Alfredo Ovando (1965-66). Como presidente constitucional (1966-69), Barrientos promulgó una nueva Constitución (1967)10 y optó por un gobierno de desarrollismo económico en el que favoreció a los campesinos, reprimió a obreros, mineros y también al grupo guerrillero que dirigía Ernesto Che Guevara en Bolivia, a quien ordenó asesinar después de su captura. En la novela Secretos de Estado, de Zambrana, se describen las relaciones po- líticas entre el mnr, Barrientos y Estados Unidos:

Paz y Barrientos ganaron las elecciones de 1964, pero de inmediato se hizo evidente que el mnr ya no le servía a Washington para confiarle la ejecución de sus políticas en Bolivia. Los sindicatos mineros habían estado denunciando, cada vez con más fuerza, la entrega de la revolución que había hecho el Dr. Paz a favor de Washington. Aprovechando esa oportunidad, el Gral. Barrientos se inclinó a favor del reclamo y dio un golpe de estado a su presidente […] Dijo que el mnr se había desviado del camino revolucionario y nacionalista […] [Q]ue solo por su vocación patriótica y un compromiso con el pueblo, se había tomado el gobierno temporalmente […] Sin embargo cuando estuvo en el poder, recurrió a la represión para hacer la reducción del personal de las minas. Recibió felicitaciones de Washington y en Bolivia aplacó la crítica mediante el control de la prensa y la difusión propagandística de su famoso Pacto Militar- Campesino. (2010: 128, cursivas en el original)

Tanto el narrador de Secretos de Estado de Zambrana (2010: 129) como el narrador de Palacio Quemado de Paz Soldán se ocupan de convertir en un mito popular y literario la figura del carismático dictador Barrientos, a quien describen en términos muy semejantes. En esta última novela, Barrientos es descrito como lo veían numerosos bolivianos:

La gente se olvida del general [Barrientos] y el pueblo lo veneraba. Le gustaba ir a los pueblitos más alejados del país y reunirse con la gente humilde, entendía a los campesinos, manejaba el quechua a la maravilla y se defendía con el aymara. […] Y además nos libró del flagelo del comunismo. […] Había nostalgia y orgullo por su labor al lado de ese vigoroso cochabambino del que hoy solo parecía quedar uno que otro lugar común: le encantaba la chicha, era un inveterado mujeriego, cuya debilidad era seducir cholitas en sus viajes por el campo, se convirtió en enemigo de la izquierda por la decisión con que enfrentó al Che, murió en un sospechoso accidente de helicóptero… (2007: 89)

La alusión del narrador de Paz Soldán de que de la vida de Barrientos solo queda “uno que otro lugar común” confirma la hipótesis que se ha venido

10 En 1967 promulgó una nueva Constitución Política del Estado, que estuvo vigente durante 42 años, hasta 2009, cuando fue cambiada durante el primer gobierno del presidente Evo Morales Ayma. bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 59 desarrollando­ en este capítulo: personajes y hechos de la historia nacional suelen convertirse, primero, en tópicos populares y luego en mitos, creando entre la gente un tipo de “historia política popular de Bolivia”. Otro mito popular, esta vez latinoamericano y mundial, “la vida y muerte del Che”, ha sido recreado literariamente en Bolivia y el mundo entero. Pero, particularmente en Bolivia, parece haber surgido un mito más específico “acerca de la desaparición del diario de campaña del comandante guerrillero Ernesto Che Guevara” (Con la llanta pinchada, Gil Quiroga, 2005: 2) del que los militares de Barrientos se apoderaron después de que capturaron y asesinaron al Che en los campos selváticos de Santa Cruz. Este episodio es narrado, entre otros, por el general-novelista José Antonio Gil Quiroga, autor de Con la llanta pinchada (2005), que declara en la presentación de la obra: “Esta novela se basa en dramáticos hechos reales como marco histórico; pero es fruto endulzado por el análisis y la apasionada vivencia personal del autor” (2005: 2). No obstante, lo que encuentro pertinente de examinar en la novela de Gil Quiroga sobre el robo del diario del Che es la construcción ficcional de la “verdad histórica” en el texto literario y su conversión y diseminación en mito popular. Es decir, no se trata aquí de verificar qué pasó realmente con el diario del Che, lo cual el propio narrador califica de una “versión cierta o falsa” (2005: 23), sino más bien se trata de sacar a la superficie las estrategias narrativas usadas por el autor para “construir” y “difundir” en la mente del lector el mito popular del robo del diario:

[1] Rodrigo […] años atrás formó parte de la comisión castrense que investigó el “extravío” de los folios originales del diario de campaña del Che, que se hallaban en el Departamento Segundo del Ejército. [2] En su afán de llamar la atención el Sapo Rodrigo siempre terminaba contando secretos de Estado o contándoselos a su esposa, quien luego los difundía como radio cocina. [3] Por esa razón fue separado de la comunidad de inteligencia. [4] Siguiendo esa su costumbre, Rodrigo no tuvo otra mejor idea que tratar de conquistar a las chicas [5] contándoles sobre el robo del diario del Che y cómo fue que lo sustrajo un coronel de artillería, aprovechando el descuido del suboficial encargado de la caja fuerte donde se lo custodiaba. (Ibid.: 22, los números entre corchetes son míos)

Primero, el narrador le confiere autoridad, credibilidad y “realidad” a su per- sonaje (Rodrigo), enumerando sus importantes atributos castrenses y nombrando el departamento militar donde trabaja. Luego, empieza a destruir su credibilidad, denominándolo con el sobrenombre despectivo “Sapo” (delator) e informando que su esposa es chismosa, ya que cuenta a todos los “secretos de Estado” que él le confía. Como consecuencia, Rodrigo pierde su trabajo en el departamento de inteligencia. Posteriormente, el narrador acentúa la característica de ser “poco fiable”, atribuida a Rodrigo, al informar que cuenta sus “secretos de Estado” para engolosinar y “conquistar a las chicas”. No obstante, Rodrigo prosigue y cuenta 60 bolivia en el siglo xxi los prolegómenos de su historia y estos suscitan la curiosidad del lector por saber la historia completa que se intercala a lo largo de la novela Con la llanta pinchada para crear y mantener el suspenso narrativo.11 En definitiva, Gil Quiroga ha empleado eficaces estrategias narrativas (construcción, destrucción y disemina- ción) en la transformación del evento histórico o ficcional en mito popular y, al hacerlo, ha engolosinado al lector con su “verdad histórica”, de forma similar a la que el personaje Rodrigo engolosina a las chicas con su relato intertextual de “la desaparición del diario de campaña del comandante guerrillero Ernesto Che Guevara” (Gil Quiroga, 2005: 2). Verificada una forma adicional de conversión de hechos (históricos o no) en mitos populares, derivados del discurso historiográfico de Bolivia, retomo el hilo del tema que se está desarrollando en este capítulo: la substanciación y matización del último siglo de la historia boliviana en la literatura contemporánea del país. Las dictaduras de René Barrientos (1964-69) y de Alfredo Ovando (1969-70) estuvieron marcadas por la violencia política. Ovando se autocaracterizó como un “militar socialista” que afirmó seguir los lineamientos del mnr, iniciados en la Revolución de 1952, para mejorar la miserable condición de vida de la mayoría de bolivianos. Ovando nacionalizó la corporación estadounidense Gulf Oil, en 1969, con ayuda de su ministro de Minas y Petróleo, el conocido líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, que promovió activamente la nacionalización. Quiroga Santa Cruz promulgó los decretos que instituyeron el monopolio estatal del comercio exterior de minerales y la ley que obligaba a pagar al Banco Central de Bolivia el 100% de las divisas por exportaciones de hidrocarburos. Las circunstancias que rodearon el régimen dictatorial de Ovando y la nacionalización de la corporación estadounidense Gulf Oil son representadas literariamente en Secretos de Estado, así:

Tras la súbita muerte del Gral. Barrientos […] las fuerzas armadas tomaron nuevamente el poder y lo pusieron en las manos del jefe del Estado Mayor, el Gral. Alfredo Ovando, quien al asumir el mando decidió ponerse al lado del pueblo, declarando que iba a conducir el país hacia los verdaderos objetivos de la revolución socialista del año de 1952. […] armó un gabinete […] [con] la intelectualidad de izquierda, entre quienes se encontraba Marcelo

11 El relato sobre el diario y aspectos de la vida y la muerte del Che Guevara se narra en las páginas 9, 18, 22, 23, 59, 60, 94-97, 101, 121, 125 y 126 de la novela Con la llanta pinchada (2005) de José Antonio Gil Quiroga. Como sabe el lector, el discurso de y sobre el revolu- cionario argentino Ernesto Che Guevara, líder de la revolución cubana (1959), es extenso y variado y ha sido producido en libros, cómics, tv, películas, fotografías, cuadros, litografías etc., lo cual ha contribuido a que el Che se haya convertido en un mito mundial. Un estudio meticuloso sobre el Che Guevara es La guerrilla del Che y la narrativa boliviana (1996), del boliviano Juan Ignacio Siles del Valle, el cual se basa tanto en los manuscritos originales del Che en Bolivia como en los Archivos de las Guerrillas conservados por las Fuerzas Armadas bolivianas. Este libro ganó, en 1996, el prestigioso Premio de las Américas de Cuba. bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 61

Quiroga Santa Cruz, como Ministro de Energía e Hidrocarburos. […] [y] –El Gral. Juan José Torres, a cargo del Consejo de Defensa Nacional–. Tres semanas después […] tomaron el control de todos los campos petroleros que la Gulf Oil se adjudicaba como propios. […] Se anunció también que el gobierno revolucionario había derogado el Código del Petróleo [Código Davenport]12 que había sido redactado por los abogados de la Gulf Oil y que había servido como base legal para ese contrato tan desfavorable para Bolivia. […] Sin embargo, la lucha no fue fácil porque las transnacionales norteamericanas siempre tuvieron un poder extraordinario. Al igual que le sucedió al gobierno de David Toro cuando nacionalizó la Standard Oil, al de Alfredo Ovando lo desestabilizaron políticamente. Primero, lo estigmatizaron como dictador, luego promovieron a la oposición y se prepararon para darle un golpe de estado. (Zambrana, 2010: 140, 141, 143, cursivas en el original)

Así que, al comenzar la década del 70, Bolivia pasaba por una situación po- lítica y económica precaria y en pleno rumbo de colisión con Estados Unidos, que había rechazado la nacionalización de la Gulf Oil Co. y optado por “utilizar el comercio como arma de guerra” contra Bolivia para desestabilizar el gobierno de izquierda nacionalista del general Torres.

Bolivia y Estados Unidos en conflicto por intereses políticos y económicos: Dictaduras de Banzer y García Meza

En mayo de 1971, el gobierno del general del mnr Juan José Torres (1970-71) expulsa de Bolivia a los Cuerpos de Paz estadounidenses. Dicha expulsión res- pondió al creciente sentimiento antinorteamericano que había surgido entre los bolivianos en la década anterior que había provocado la nacionalización de la Gulf Oil Co. en 1969. En efecto, durante la década del 60, los gobiernos bolivianos, con apoyo de Estados Unidos, participaron en políticas anticonceptivas dirigidas a reducir la población a través de programas clínicos rurales, en los que se alegaba que los Cuerpos de Paz no solo impartían información sobre anticonceptivos, sino que también esterilizaban a las mujeres indígenas (Rodas Morales, 2008: 367). En

12 El Código Davenport es un grupo de leyes aprobadas por el Estado boliviano y las corpo- raciones transnacionales como la Gulf Oil Co., que estipulan la prospección, explotación, comercialización, distribución y exportación del petróleo boliviano. El Código Davenport en ninguna parte de su texto legisló sobre el gas, que se convertiría con el tiempo en la riqueza más importante de Bolivia (Soliz, 2003). Pese a esta omisión sobre el gas en dicha legislación, las corporaciones transnacionales reclamaban todos los derechos sobre el gas boliviano. Esta diferencia o abuso en la interpretación del Código Davenport por parte de las transnacionales estadounidenses despertó la conciencia nacional y fue un argumento central para que el gobierno del presidente Alfredo Ovando y su ministro Marcelo Quiroga Santa Cruz nacionalizara la Bolivian Gulf Oil Company. 62 bolivia en el siglo xxi la famosa película, de 1969, La sangre del Cóndor (Yawar Malku, en quechua), de Jorge Sanjinés, se mostró a los Cuerpos de Paz estadounidenses esterilizando a mujeres indígenas por la fuerza, lo cual desencadenó un fuerte sentimiento anti- norteamericano entre los bolivianos:

In the late 1960s and early 1970s student demonstrations against the United States reached a fever pitch. The offices of the Peace Corps were attacked, and the Centro Boliviano Americano had to be moved from its location near the Universidad Mayor de San Andres (a center of radicalism) to a more obscure side street. Allegations that Peace Corps volunteers (indeed, almost all North Americans in Bolivia) were cia agents abounded. (Siekmeier, 2011: 6)

En Bolivia, a partir de la década del 70 se intensificó el conflicto social, agra- vado ahora por el sentimiento antinorteamericano que se vivía en todo el país por la nacionalización de la Gulf Oil Co., que provocó el derrocamiento de Ovando y la subida a presidente del general Juan José Torres, quien fue el responsable de la expulsión de los Peace Corps estadounidenses. Las consecuencias políticas y económicas sufridas por Bolivia por la decisión del gobierno de izquierda de Torres de nacionalizar la Gulf Oil Co., sin pagar indemnización a Estados Unidos, son descritas en la novela Secretos de Estado, así:

[E]l boicot norteamericano se cernía sobre el país ante la eminente aplicación de la Enmienda Hickenlooper. Dicha enmienda es una orden del Congreso norteamericano para suspender la asistencia [Financial Aid] a cualquier estado que nacionalizara propiedades de compañías estadounidenses, sin pagarles la compensación adecuada. […] Estados Unidos se las arregló siempre para utilizar el comercio como arma de guerra, incluso en tiempos de paz, contra regímenes que atentaron de alguna forma contra su seguridad o sus intereses. Vencido el plazo de rigor, se hizo efectiva la Enmienda Hickenlooper y Estados Unidos le suspendió la asistencia económica a Bolivia. El presidente Torres respondió expulsando al Cuerpo de Paz del país. (Zambrana, 2010: 143-144, cursivas en el original)

En consecuencia, el general Juan José Torres, de orientación política de izquierda nacionalista, fue derrocado por el general Hugo Banzer de extrema derecha, lo cual tuvo profundas repercusiones negativas en la vida de los bolivianos desde 1971 hasta 1982. La dictadura militar de Hugo Banzer (1971-78), al implantar su gobierno de extrema derecha, hace ilegal los partidos de izquierda, encarcela o manda al exilio a los miembros de los partidos de la oposición, suspende la Central Obrera Boliviana (cob), liderada por Juan Lechín Oquendo, y clausura las universidades. Posteriormente, con el fin de darle una apariencia menos violenta y represiva a su régimen dictatorial, Banzer entra en alianza política con el mnr y la Falan- ge Socialista Boliviana (fsb) de ultraderecha para conformar su partido Frente bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 63

Popular­ Nacionalista (fpn). La dictadura de Banzer, al igual que otras dictaduras suramericanas de la época, fue apoyada por Estados Unidos que en plena Guerra Fría simpatizaba tanto con el autodeclarado anticomunismo del dictador Banzer como con su activa política de combatir el nacionalismo de izquierda de orienta- ción estatal que había implantado su antecesor, Juan José Torres. En 1978, Banzer, presionado por cuatro mujeres de organizaciones sociales que, demandando la liberación de sus familiares mineros encarcelados, se declararon en huelga de hambre, a la cabeza de más de 1.000 huelguistas para exigir que se llamara a elecciones, lo cual el dictador hizo, renunció seis meses más tarde. Estos hechos históricos son representados literariamente en la novela Secretos de Estado:

[S]e produjo un golpe de estado encabezado por el coronel Hugo Banzer Suarez, agregado militar en Washington durante el gobierno de Barrientos […] Gobernando en realidad para Washington, Banzer tuvo que continuar comprando lealtad interna con dólares americanos, desatando así una ola de corrupción generalizada entre las fuerzas armadas. […] Durante el último año [1978] del gobierno de Banzer empezaron a asomarse los delitos escondidos de su administración y hasta se le vinculó con el narcotráfico. […] Durante el tiempo de Banzer, la dea en realidad se dedicaba a encubrir el narcotráfico que financiaba a los militares. (Zambrana, 2010: 144, 165, 169, 186, cursivas en el original)

Exilio, encarcelamiento, asesinato de sus oponentes políticos, vínculos con el narcotráfico y corrupción son nefastas formas de gobierno que pusieron en práctica los dos dictadores militares: Hugo Banzer (1971-78) y Luis García Meza (1980-81). De hecho, ambos dictadores contrajeron las deudas externas más altas que haya tenido Bolivia en su historia. Durante el golpe de Estado de García Meza, en 1980, se efectuó el asalto militar a la Central Obrera Boliviana (cob), en el que fue asesinado el líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz (1931-1980),13 quien había sido el principal promotor de un juicio que el Congreso Nacional de Bolivia intentaba llevar a cabo en contra de Banzer por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo su dictadura. El dictador Meza prohibió asociaciones sindicales, empresariales, profesionales, de trabajadores y de los partidos políticos, e inició grandes negocios con cárteles del narcotráfico boliviano y latinoamericano, esta- bleciendo, durante la década del 80 en Bolivia, lo que analistas políticos nacionales y extranjeros han llamado “Estado narco-militar” o “The Cocaine Coup”. En la novela Con la llanta pinchada de José Antonio Gil Quiroga, el narrador exmilitar relata detalladamente (2005: 2, 18, 60, 98, 125, 126, 128-137) su versión

13 Para obtener un conocimiento profundo sobre la vida, obra y gestión política y el asesinato del conocido líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, consúltese el libro Marcelo Quiroga Santa Cruz. El socialismo vivido (2008) de Hugo Rodas Morales. 64 bolivia en el siglo xxi

“sobre la muerte y posterior desaparición de los restos del líder político Marcelo Quiroga de Santa Cruz, hecho que sucedió en julio de 1980 y que vergonzosa- mente hasta hoy no ha sido resuelto…” (128). Tanto el narrador de la novela Con la llanta pinchada como el narrador de Secretos de Estado atribuyen el asesinato de Quiroga Santa Cruz a un contingente del Ejército que cumplió la orden de asesinato dada por el general Meza (Zambrana, 2010: 187 y 34, 142-43, 194). En su novela, el ex general novelista, después de responsabilizar a miembros de las Fuerzas Armadas por el asesinato de Quiroga Santa Cruz, menciona a los militares responsables de quemar clandestinamente el cadáver del líder político socialista y de enterrar ocultamente sus restos (Gil Quiroga, 2005: 128-137). Por estar este crimen político todavía en curso de investigación policial en Bolivia y por existir actualmente diversas razones y versiones (humanitarias y políticas) no cito la versión literaria del ex general novelista sobre dicho asesinato, sino más bien examino en la novela Con la llanta pinchada la construcción narrativa del silencio oficial o el silenciamiento estratégico-político tejido alrededor del nefasto homicidio de Quiroga Santa Cruz, cometido durante la dictadura de García Meza:

—Está bien, concede el general. Podemos hablar del tema [asesinato de Quiroga Santa Cruz], pero no sé de qué servirá… Como dije anteriormente, lo que pueda decir hoy ya se lo conté al actual Ministro de Defensa del presidente [Carlos D.] Mesa, el general Arredondo, en 1997, cuando éste era jefe de Operaciones del Ejército. El año 99 se lo expuse a los ministros de Defensa Kieffer, primero, y Crespo, después, luego a los generales comandantes del Ejército Saavedra y Anaya, con el mismo resultado en todos los casos: un simple y casi encubridor “gracias coronel, vamos a procesar esa información”. Deben seguir haciéndolo ya que nunca más me abordaron sobre el tema. […] —¿Qué grado de credibilidad se merecen estos relatos? –pregunta don Pepe. De no considerarlos confiables no los estuviera relatando. De todos modos creer o no creer en ellos está en cada quien los escuche. Poco o nada podemos hacer al respecto. Quienes sí pueden darle una solución definitiva, no quieren hacerlo. Con los datos disponibles se podría emprender una investigación menos estéril, como las que se han realizado ahora entorno a este asunto, y sobre todo se podrían establecer las responsabilidades concretas de quienes han perpetrado semejante crimen contra uno de los hombres más preclaros que produjo la República en los últimos tiempos. Entretanto, esto solo servirá, tal cual ya lo dije, como argumento para escribir una novela de suspenso y de misterio. (Gil Quiroga, 2005: 128, 137)

En verdad, no solo el hecho histórico (el asesinato de Marcelo Quiroga Santa Cruz) ha sido convertido por el ex general novelista en una trama metaliteraria o en “una novela de suspenso y de misterio”, sino también el silencio oficial sobre el asesinato, por el que han optado algunos militares, se ha convertido en trama literaria en la novela Con la llanta pinchada de Gil Quiroga. Es de notar que la bolivia en su historia y literatura, 1920-1982 65 ambigüedad literaria creada por el narrador en dicha novela –al describir tanto el asesinato y sus correlatos como el silencio oficial de los militares tejido entorno al homicidio– le confiere, paradójicamente, al hecho histórico (asesinato) novelado una cierta aura de “credibilidad histórica”. Por lo tanto, la versión novelada de Gil Quiroga resulta tal vez más eficaz que otras versiones, registradas hasta aho- ra, sobre el asesinato de Quiroga Santa Cruz en textos históricos o expedientes policiales, fundamentados en la “realidad”. En conclusión, la dictadura de García Meza trajo una vasta corrupción en las Fuerzas Armadas que causó una profunda crisis económica, acentuada por la mala administración militar, por la caída del precio del estaño en 1982, por el aumento, sin precedentes, en la deuda externa, por el descenso de ingresos por exportaciones y, en fin, por una desmesurada inflación que será el inició de la hiperinflación que azotó al país en 1985. Esta profunda crisis política, económi- ca y social, causante de la huelga general de la cob en 1982, llevará a Bolivia, a principios de la década del 80, al borde de una guerra civil que, afortunadamente, será disuelta con el advenimiento del régimen democrático de 1982, presidido por Hernán Siles Suazo.

Referencias

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Nelson González Ortega

Nuevo orden democrático: Economía en crisis, neoliberalismo y movimientos sociales

Habiendo analizado en el capítulo anterior la historia política, económica y so- ciocultural de Bolivia de 1920 a 1982 a través de novelas cuya trama cubría los principales hitos históricos de ese periodo, paso ahora, en el presente capítulo, a aplicar y expandir dicho análisis histórico-literario a novelas, cuentos y poemas contemporáneos, con el fin de sacar a la luz los procesos culturales mediante los cuales la historiografía boliviana de las últimas cuatro décadas (1982-2016) se transforma tanto en literatura como en mitología popular en el imaginario de un número creciente de bolivianos. Si bien es verdad que en 1982 se inicia en Bolivia un periodo de relativa estabilidad democrática, ausente de dictaduras militares, que se prolongará hasta el presente, no es menos cierto que estas tres últimas décadas han traído grandes conflictos socioeconómicos que, al tratar de ser resueltos democráticamente, las más de las veces, han generado transformaciones en la sociedad y desafíos políticos sin precedentes en la historia boliviana. Hernán Siles Suazo y Víctor Paz Estenssoro, fundadores de la Revolución de 1952, formaron en 1979 una coalición de partidos de izquierda que llevó a Siles Suazo a ganar las elecciones de ese año. Pero, el golpe de Estado del general Alberto Natush Busch (1979) y la presidencia interina de Lydia Gueiler (1979- 80) impidieron a Siles Suazo ser presidente sino hasta 1980. Así, ni el atentado terrorista de derecha que estalló por los aires el avión en el que iba a viajar Siles Suazo, que milagrosamente se salvó, ni tampoco el golpe de Estado y la sanguinaria dictadura de García Meza (1980-81) pudo impedir que fuera designado presidente

[67] 68 bolivia en el siglo xxi por el Congreso Nacional en 1982, el cual validó las elecciones que había ganado en 1980. Bolivia retorna entonces a la democracia en 1982, bajo la presidencia del antiguo líder del mnr, Siles Suazo, que gobernó hasta 1985. Posteriormente, Víctor Paz Estenssoro, el otro antiguo líder del mnr, fue elegido presidente, iniciando su cuarto mandato presidencial (1985-1989). Paz Estenssoro se propuso controlar la hiperinflación que sufría Bolivia en la década del 80 y, por eso, nombró a Gonzalo Sánchez de Lozada (Goni) como su ministro de Planeamiento, para que él aplicara las draconianas medidas del “neoliberalismo económico” (Taylor, 2009: 137-61), conocidas como “terapia del shock”. Paz Es- tenssoro y su ministro de Planeamiento –a través de la controvertida aplicación de medidas económicas neoliberales–, si bien redujeron la hiperinflación a índices macroeconómicos manejables, sentando las bases para el reingreso definitivo de Bolivia en la economía de mercado, también hicieron pagar a obreros, campesinos, clases medias empobrecidas y sectores populares un alto precio por ello. Por lo tanto, el proyecto político de la Revolución de 1952 (cf. capítulo dos de González Ortega) y su parcial implementación hasta 1964 fue relegado gra- dualmente por los gobiernos de izquierda y de derecha hasta que se anuló defi- nitivamente a partir de 1985, cuando, paradójicamente, el mismo jefe del mnr, Paz Estenssoro –y su ministro de Planeamiento, Gonzalo Sánchez de Lozada (1985-89)–, promulgó, el 29 de agosto, el Decreto Supremo 21060 que anulaba definitivamente el proyecto socialista-estatal del mnr y lo reemplazaba por una serie de medidas económicas neoliberales que fueron conocidas en el extranjero y en Bolivia como “terapia del shock”.1 En economía, el término “terapia de shock” (Shock Therapy) fue acuñado y usado por el economista Jeffrey Sachs que refinó el concepto “política de shock” (Shock Policy), creado por el máximo representante del neoliberalismo económico Milton Friedman y su célebre escuela de Chicago. El concepto “terapia de shock”, en referencia al liberalismo económico, implica la liberación repentina de los pre- cios y controles de divisas, la suspensión de los subsidios estatales y la liberación inmediata del comercio dentro de un país. Generalmente, también incluye la pri- vatización a gran escala de capital (“activos”) de propiedad pública. El concepto se difundió internacionalmente cuando, a instancias del Banco Mundial, el ministro

1 En el capítulo 11, nota 21, Carlos D. Mesa Gisbert informa que: “Parte de la ‘leyenda urbana’ sobre el 21060 es que su gestor fue [Jeffrey] Sachs. En realidad los autores de la estructura del decreto fueron Sánchez de Lozada y Juan Careaga (que venía de filas de adn), junto a un equipo de técnicos bolivianos y argentinos (para el tema específico de la reforma tributaria). Una vez terminado el texto, Sachs lo conoció, dio opinión y algunas sugerencias complemen- tarias. Testimonio de Francisco Muñoz, co-redactor de la parte tributaria del Decreto, al autor el 15 de diciembre de 2011 cuando verificaba datos para la nueva edición de su Historia de Bolivia”. El origen, contenido y establecimiento del Decreto 21060 se comenta más adelante en este capítulo. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 69

Sánchez de Lozada (1986) utilizó el modelo del economista Sachs para reducir la hiperinflación sufrida por Bolivia en 1985. El Decreto 21060, promulgado el 29 de agosto de 1985, incluyó drásticas medidas económicas como: permitir que el peso boliviano flotara frente al dólar; quitar los controles de precios y suspender las subvenciones dadas al sector público; eliminar las dos terceras partes de los empleados de las compañías estatales de estaño y petróleo; congelar el sueldo de los empleados restantes y de los trabajadores del sector público; liberar los aran- celes de importación mediante la imposición de un arancel uniforme del 20%; y detener el pago de la deuda externa en virtud de un acuerdo negociado con el Fondo Monetario Internacional (fmi). Si bien es verdad que la terapia de shock logró reducir la hiperinflación de la macroeconomía de Bolivia a índices macroeconómicos controlables y, por ello, se hizo famosa mundialmente como panacea económica exitosa del neoliberalismo, también es cierto que a nivel microeconómico fue un desastre para la mayoría de bolivianos, porque los redujo a la pobreza y pauperización crónicas, como lo consideran, en el siglo xxi, analistas de política económica boliviana:

En 16 años de neoliberalismo los trabajadores del área rural disminuyeron de 73.000 a 64.000; mientras que los cuentapropistas aumentaron de 430.000 a 447.000. En las ciudades el trabajo informal creció del 60% al 68%. […] En síntesis, en 16 años de implementación, el neoliberalismo empobreció a jóvenes obreros, indígenas, campesinos, artesanos, comerciantes, regiones, cocaleros, estudiantes y profesionales. Aumentó el número de desocupados y vía Capitalización transfirió el excedente económico a las empresas transnacionales, ensanchando la masa de depauperados como expresión de un nuevo régimen de tipo colonial. La nación y el estado bolivianos se convirtieron en exportadores de riqueza y trabajo vivo a los países más ricos del mundo. (Orgáz García, 2004: 247-248)

Los efectos del neoliberalismo (negativos para unos y positivos para otros) son representados en diversos textos literarios bolivianos escritos a partir del año 2000, entre ellos, las novelas Secretos de Estado, de Zambrana, y Palacio Quemado, de Paz Soldán. El narrador de Zambrana se refiere a la crisis económica de Bolivia en la década del 80 y al establecimiento del neoliberalismo estatal:

El país estaba sumido en una de las peores crisis económicas de su historia y se había generado el consenso de que el gobierno de la izquierda había sido un fracaso. Así se entendió la gestión de Siles al ser juzgado por los efectos de la crisis económica, aunque muy pocos se detuvieron a investigar sus orígenes. […] La solución a la crisis boliviana llegó por tanto de Estados Unidos y se plasmó en un famoso decreto [Decreto Supremo 21060] que cambiaba el modelo económico de capitalismo de Estado a capitalismo neoliberal, promovido por el ministro de planeamiento y coordinación, Gonzalo Sánchez de Lozada […] 70 bolivia en el siglo xxi

La llamada “Terapia de Shock” estabilizó de inmediato la economía del país. El modelo había sido diseñado por Jeffrey Sacks, de la Universidad de Harward y pasó, por lo tanto, a estudiarse alrededor del mundo como el más brillante y novedoso en materia económica. Lo que nadie recordó, sin embargo, fue que el control de la inflación como el del déficit fiscal se apoyaron en gran medida sobre la espalda del pueblo, porque los trabajadores estaban con sus salarios congelados y el costo de la vida aumentó en un 150%. (2010: 197, 198, 199 y 200, cursivas en el original)

Asimismo, el narrador y los personajes de la novela Palacio Quemado de Paz Soldán opinan sobre la crisis económica de fines del siglo xx y de su supuesta solución:

“Ah, las medidas del shock son en verdad un shock, se acabó la inflación pero tampoco hay bolsillo que aguante” […] [E]l neoliberalismo que Nano [apodo de Canedo, representación literaria de Gonzalo Sánchez de Lozada] […] acogió con fervor durante su primer gobierno [1985-89] y a la que seguía venerando en los primeros meses del segundo [2002-2003] […] —Las transnacionales que descubrieron el gas desde la apertura de la economía que yo [Nano-Goni] inicié cuando era ministro [1985-89] […] Yo cambié todo. Lo que se movía, lo cambiaba. Reforma educativa, participación popular, Ley de tierras, Bonosol. Irónico, soy el máximo representante del neoliberalismo aunque la mayoría de mis reformas no fueran económicos.2 Y nuestro neoliberalismo… Se quejan cuando en realidad no hubo suficiente neoliberalismo. (2007: 22, 128-29, 145, 251, 252).

Estas descripciones literarias de los efectos del neoliberalismo económico en Bolivia a fines del siglo xx, aunque incluyen perspectivas positivas de la derecha boliviana y del personaje-presidente (Nano-Goni) representados en las novelas de Zambrana y Paz Soldán, inducen al lector a investigar más sobre cómo respondió a la crisis económica y al neoliberalismo estatal esa “masa de depauperados boli- vianos que se convirtieron en exportadores de riqueza y trabajo vivo a los países más ricos del mundo” (Orgáz García, 2004: 248). La respuesta sociopolítica a las exigentes medidas del neoliberalismo finisecular por parte de campesinos, mi- neros, obreros (incluido el amplio grupo de trabajadores informales) y personas empobrecidas de la clase media no fue otra que la voluntad política de estas masas indignadas de agruparse en organizaciones sociales y/o en grandes movilizaciones­

2 La frase “reformas económicos”, en este contexto literario, no es un error tipográfico, tampoco es un error gramatical de concordancia entre el sustantivo y el adjetivo, más bien se trata de una interferencia lingüística del inglés en el español hablado por el personaje presidente Canedo (Goni) de la novela Palacio Quemado de Paz Soldán. El autor busca una caracterización fiel de su personaje basado en la persona real del presidente boliviano Gonzalo Sánchez de Lozada, cuyo primer idioma era el inglés: “Nano Canedo (Goni) ya había sido presidente una vez, a mediados de la década anterior. Había pasado su infancia y su adolescencia en Estados Unidos y nunca se le había podido quitar el acento gringo cuando hablaba castellano” (Paz Soldán, 2007: 37). bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 71 que protestaban en contra de la injusticia socioeconómica que sufrían, como quedó demostrado en las diversas “Marchas por la Vida”, realizadas en Bolivia desde 1986. Dada esta situación conflictiva, la relativa seguridad de agrupación que garantizaba la institucionalidad democrático-electoral establecida en 1978 y el paulatino desgaste del sistema de partidos y sus programas fueron políticamente canalizados en la gestación y establecimiento institucional del Movimiento Al Socialismo (mas).

El Movimiento Al Socialismo (mas): Origen de un movimiento político y su conversión en un partido que lleva a Evo Morales a la presidencia

En la meticulosa investigación “Bolivia indígena y campesina. Una larga marcha para liberar sus territorios y un contexto para el gobierno de Evo Morales (2006 al presente)”, el antropólogo Pablo Regalski y el grupo de investigación a que pertenece plantean que la situación que atraviesa Bolivia desde el año 2000 es el resultado de tres procesos históricos que se gestaron y empezaron a desarrollarse en las dos últimas décadas del siglo xx:

[E]lprimero vinculado a la emergencia de los pueblos indígenas, sus organizaciones y su lucha por territorios y autonomía desde los años 80, el segundo la organización hacia 1995 del instrumento político de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) que luego deriva en el mas […]. El tercero […] la territorialización de los movimientos sociales y la […] territorialización de la reacción burguesa, en el marco de la globalización y una profunda crisis de los estados nación. (Regalski, 2003)

El examen del texto completo de Pablo Regalski es indispensable, precisa- mente, para poner en contexto la profunda implicación que ha tenido el mas en el gobierno de Evo Morales y en la sociedad boliviana del siglo xxi. Sin embargo, por falta de espacio y por el hecho de que en la gestación y desarrollo del mas convergen los otros dos procesos históricos señalados por Regalski, solo expon- dré aquí los argumentos del antropólogo boliviano sobre el importante papel que ha tenido el mas en el surgimiento, en Bolivia, de un pueblo movilizado y, a la vez, confrontado políticamente y que apuesta por un proyecto de nación más democrático:

[L]a historia del mas […] se inicia bajo el nombre de “Instrumento Político Tierra Territorio” en el Congreso de la csutcb que se lleva a cabo en Santa Cruz en marzo de 1995. […] La decisión que el Congreso de Santa Cruz toma, de organizar el Instrumento Político Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (asp) y buscar personería jurídica 72 bolivia en el siglo xxi

para participar en las elecciones municipales de diciembre de 1995, es a todas luces una decisión defensiva, para evitar que los partidos políticos “tradicionales” se hagan fuertes en el nuevo escenario municipal rural y lleguen a controlar el espacio de las comunidades. El asp [en] acuerdo político con la Izquierda Unida […] consigue triunfos en 14 municipios […] Tres de esas secciones municipales son en el Chapare, […]: la mayor de ellas, la ftctc (Fuerza de Tarea Conjunta – Trabajadores Cocaleros), afiliada a la csutcb, es el espacio donde crece Evo Morales […] Los sindicatos del Chapare reúnen características de los sindicatos campesinos de tierras altas en el sentido que controlan el acceso a la tierra, pero a la vez difieren en que mantienen una íntima conexión con el mercado a través de la producción de coca y frutos tropicales. […] Las Federaciones cocaleras, que tan a menudo han recurrido a los bloqueos de carreteras y que pusieron en jaque a la capacidad del estado de garantizar el libre tránsito en su territorio, sin embargo no tuvieron nunca una política territorial. Peor aún, cuando la ley inra abre un espacio para establecer cierta construcción territorial indígena como son las Tierras Comunitarias de Origen (tco), los cocaleros permanecieron cerradamente opuestos a esa provisión. Lo concebían como un relicto de los indios, y los indios en cierta medida eran una barrera que se oponía a la expansión de la coca y de los cultivos comerciales.[…] Por estas y otras razones, la asp conformada en el Congreso de la csutcb de Santa Cruz se fragmenta durante las elecciones de 1997, donde los cocaleros deciden hacer voto cruzado, evitando de esa manera que salga elegido el dirigente de la Federación de Campesinos fsutcc que representa a las comunidades andinas y en cambio sale elegido por primera vez Evo Morales como diputado. (Regalski, 2003)

Esta contextualización del origen del mas es necesaria para recrear el trasfon- do histórico que contribuya a comprender en el contexto literario los siguientes puntos: a) las razones sociopolíticas implicadas en la rápida transformación de mineros en campesinos cocaleros por causa de su relocalización (1987) en las áreas del Chapare y El Alto;3 b) el debate sobre el cultivo y consumo cultural de la hoja de coca y la producción de cocaína por el narcotráfico nacional e internacional; c) la alta capacidad de organizarse, movilizarse, bloquear y paralizar al país usada por los cocaleros, como forma (arma) política eficaz para plantear y promover sus demandas sociopolíticas; d) la relación entre los cocaleros como base sociopolí- tica del mas y su avance de movimiento social a partido institucional del actual gobierno de Evo Morales;4 y e) la representación literaria de las experiencias

3 “What is fascinating and key to any understanding of recent Bolivian political and social change is how the cocalero movement and the Indian movement began to overlap and merge in the 1980’s” (Siekmeier, 2011: 168). 4 Es pertinente la comparación que hace el historiador estadounidense James F. Siekmeier entre la Revolución de 1952, liderada por Víctor Paz Estenssoro y el mnr, y la revolución iniciada en 2006 por Evo Morales y el mas: “Morales’s rise to power is similar to that to the mnr in 1952 in some ways, and different from it in others. The mnr was a tenous coalition of leftists and moderates. Similarly, Morales’s Movimiento a [sic] Socialismo (mas, Movement Toward bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 73 sociopolíticas vividas por bolivianos a fines del siglo xx, como participantes de movilizaciones sociales y víctimas de bloqueos urbanos y rurales. La “relocalización”,5 como medida político-económica neoliberal, fue adop- tada por el gobierno de Víctor Paz Estenssoro (1985-89) como doble remedio para atacar la inflación y para parar la creciente radicalización política y voluntad de organización sindical mostrada por los mineros en sus regiones de producción y convivencia. El origen y los efectos de la relocalización han sido recreados li- terariamente en la novela Secretos de Estado, de Zambrana:

Cuando el país [en el gobierno de Sánchez de Lozada] solicitó en forma urgente un préstamo al fondo monetario internacional para cubrir el bajón en el ingreso por las exportaciones, la respuesta fue un ofrecimiento por la mitad de lo solicitado, con la condición de que el gobierno cerrara, en forma definitiva, las minas más combativas del movimiento laboral […] Gran parte de los despedidos fueron relocalizados en las zonas bajas del país para convertirlos en agricultores. […] en poco tiempo un gran contingente de ellos se encontraba […] deambulando en el monte de las zonas fértiles del río Chapare, tratando de aprender a vivir del cultivo de la tierra. [Otros] prefirieron irse a buscar trabajo a la ciudad de La Paz para lo cual llegaron y se asentaron en la periferia, fundando así la ciudad de El Alto. El gobierno había logrado cerrarles las minas, pero no logró doblegarles el espíritu combativo, ni la capacidad para organizarse. […] Los mineros relocalizados en los valles del Chapare habían empezado a cultivar la hoja de coca, producto que, además de ser sagrado para ellos, había aumentado en su valor comercial, debido a la demanda generada por los fabricantes de cocaína. […] [Y]a desde hace muchos años antes del año 1981, tanto la cia como la dea habían sido corresponsables con las dictaduras derechistas [de Hugo Banzer y Luis García Meza] de la potenciación del Chapare como zona productora de la hoja de coca para el narcotráfico. En el año 1987 […] pasaron […] a llenarla de agentes encubiertos, satanizando a la hoja de coca como si fuese cocaína y culpando a los campesinos de la hoja como si ellos fuesen narcotraficantes. […] [L] os campesinos productores de la hoja de coca en el Chapare, resistieron tenazmente el embate norteamericano en un movimiento en el cual surgió la figura del líder Evo Morales. (2010: 202, 203, 204, 206, 218, cursivas en el original)

En este contexto histórico y literario hay que entender la siguiente recreación narrativa de Evo Morales como campesino-cocalero desconocido y perseguido

Socialism) is comprised over a variety of groups. Some members of the mas coalition are mainly concerned with economic issues. Others, in particular Indian groups, see racial and ethnic issues as primary. Further, Morales’s rise to power has accentuated divisions within Bolivian society, just as the mnr’s rise to power in 1952 did” (Siekmeier, 2011: 176). 5 Se llama “relocalización” a la promulgación en 1986, durante el gobierno de Víctor Paz Es- tenssoro (1985-89), del Decreto Supremo 21237 por el cual se anuncia el despido y “retiro voluntario” de más de 25.000 mineros de las minas estatales de Bolivia y se les pide que se conviertan en campesinos y se “relocalicen” en otras regiones del país. La mayoría de los mineros despedidos emigran principalmente en las regiones de Chapare y El Alto. Para una noción más detallada sobre los efectos de la “relocalización” en Bolivia véase el artículo: “Tema de análisis: La ‘relocalización’ minera” (2011) de Jorge Espinoza Morales. 74 bolivia en el siglo xxi por las fuerzas de la dea, como se narra en el cuento Pasó como un espíritu (2015), de la escritora boliviana Giovanna Rivero:

Mientras el contacto con el agua tibia me relaja, hojeo el librito de la Doctrina [el ideario del mas]. Veo al Evo, antes de ser amauta y de ser jefe, de convertirse en este héroe […] y justo en ese momento, surcara el cielo un helicóptero de control y él se estremecerá, como en ese pasado injusto de hace quinientos años, cuando corría bajo las balas de la dea, oscuro y diminuto como una vinchuca letal. (2015: 125)

Por su parte, el narrador de Palacio Quemado, de Paz Soldán, registra literaria- mente aspectos tanto del conflicto social en El Alto y Chapare, y sus causas, como de las movilizaciones sociales de obreros y fabriles en La Paz y su relación con el surgimiento del mas, como movimiento aglutinador de varios grupos políticos de la sociedad boliviana de fines del siglo xx:

Esa misma tarde me subí a un radiotaxi y fui al Alto […] Me bajé en la Avenida Juan Pablo ii. […] A los costados de la avenida se veían esas casas a medio construir y sin pintar que llamaban la atención de antropólogos y planificadores urbanos extranjeros […] Entré a un bar […] frente a mi mesa, un grupo de jóvenes coreaba insultos al gobierno entreguista […] En El Alto se vivía en la pobreza y se sentía el racismo de los capitalinos: buena parte de los familiares y amigos de esos jóvenes bajaban todas las mañanas a La Paz, a trabajar de porteros y sirvientas y niñeras, a vender frutas en los mercados y compacts piratas en las calles, a oficiar de plomeros de electricistas y choferes, y al atardecer volver a la planicie gélida donde tenían sus casas. A la vez, los alteños se hallaban cada vez más conscientes de su poder: sabían que, sin mucho esfuerzo, podían estrangular a la ciudad a sus pies. —Es la política del chas chas chas. Un chas, y les quitamos la luz. La planta abastecedora de energía eléctrica para La Paz se encontraba en El Alto. —Otro chas, y los dejamos sin gas. Y otro chas y les bloqueamos el aeropuerto. […] Nunca me terminé de acostumbrar a […] las protestas continuas con grupos descontentos con el gobierno desde maestros de escuela hasta fabriles y universitarios que paralizaban las calles [de La Paz] con pasmosa facilidad […] Me voy a unir al mas […] —Quiero estar con el pueblo. (2007: 202-204 y 265)

Tal vez, en la literatura o en la realidad: ¿nunca se podrá saber si la doctrina del mas hubiera existido y sobrevivido sin la figura de Evo Morales o si Evo Morales hubiera surgido como prominente líder sindical y presidente de Bolivia sin el apoyo del mas y, sobre todo, sin apoyo del “pueblo”? Pero ¿qué es o quiénes componen el llamado “pueblo”? Principalmente los grandes sectores de la sociedad boliviana: campesinos, mineros, obreros de fábricas,­ trabajadores informales, transportistas, intelectuales, trabajadores de bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 75 la salud y otros funcionarios del Estado.6 Es decir, personas de las clases media y media baja que habían sido gradualmente empobrecidas desde 1964, y cuya pobreza se agudizó con la implantación estatal de políticas neoliberales a partir de 1985:

[L]a eliminación de la clase obrera fue un requisito para todos los gobiernos, desde Barrientos hasta Paz Estenssoro, que la concretó. […] Empero desde los años de 1985 hasta 2000 el neoliberalismo irá reconfigurando […] sujetos sociales con capacidad para enfrentarse al Estado. […] La explotación de la nación por potencias extranjeras, que la convirtieron en colonia y fuente incesante de acumulación, constituirá las bases nacionales para la articulación y las luchas para la liberación nacional popular en el país. […] Es decir, después de 16 años [1985-2000], lo nacional popular que el neoliberalismo creyó derrotar se reconstituirá intensamente en abril del año 2000. La guerra del agua del año 2000 pondrá en evidencia la tupackamarización del Estado por la capitalización […] la base de la rearticulación de lo nacional popular en Bolivia. (Orgáz García, 2004: 232, 33)

Serán pues estos sectores sociales empobrecidos y políticamente sometidos por los gobiernos de fines del siglo xx que se agruparán en organizaciones sindicales, participarán en frecuentes movilizaciones sociales y bloquearán las carreteras urbanas del país, como lo hicieron en la llamada “Guerra del Agua” del año 2000.

Causas y efectos de la Guerra del Agua y su representación en novelas bolivianas

El conflicto social llamado “Guerra del Agua”, iniciado en Cochabamba en abril del año 2000, intensificó la confrontación de las dos Bolivias: la Bolivia del régi- men político-administrativo de orientación económica socialista promovida por movimientos sociales y partidos políticos de centro-izquierda versus la Bolivia del régimen político-administrativo de orientación económica neoliberal de centro-derecha, apoyada por partidos de centro-derecha en alianza, a menudo, con empresas multinacionales y con los gobiernos republicanos de Estados Unidos. Por lo tanto, la Guerra del Agua acentuó la confrontación entre una Bolivia mayoritaria, pobre e indígena, y otra Bolivia minoritaria, oligárquica y

6 En la novela Palacio Quemado de Paz Soldán se problematiza el concepto de ‘pueblo’, según quién lo defina: “Yo no soy pueblo. El pueblo son los taxistas, los informales, los campesinos. Yo al menos tengo mi columna [en un periódico], puedo opinar”. “Una minoría radical de exaltados que se hacen llamar pueblo” (2007: 78 y 265). En la novela Con la llanta pinchada de José Antonio Gil Quiroga, se personaliza al pueblo en el personaje “Juan Pueblo” (2005: 26). 76 bolivia en el siglo xxi transnacional.7 Tal confrontación, agudizada con las violentas protestas ciudadanas del año 2000, fue el motor que propulsó las profundas transformaciones de las estructuras tradicionales del poder político de Bolivia, que se consolidarán, en 2003, con la Guerra del Gas y el derrocamiento de Gonzalo Sánchez de Lozada; en 2005, con los movimientos sociales que llevaron a Evo Morales a ser elegido presidente y, en 2009, con la promulgación de la reforma de la Constitución de Bolivia (la Constituyente). Por consiguiente, es necesario precisar que la nación y el Estado bolivianos entran en el siglo xxi en un estado de completo desequilibrio económico, político y social, provocado, en gran medida, por la aplicación de políticas macroeconómi- cas neoliberales (1985-2000) en un país que había experimentado a fines del siglo xx grandes tensiones sociales, causadas por una marcada desigualdad económica, por una profunda inequidad social, por una injusta exclusión de los indígenas de

7 Tanto el concepto de ‘las dos Bolivias’ como el principio político de “considerar a los indios como sujeto político central de la Revolución de Bolivia 1952” fueron tesis del pensador indigenista Fausto Reinaga, que , dirigente indigenista, articuló como tesis ideológicas centrales del katarismo, partido político indigenista fundado por Quispe en 1968 (cf. capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega). El partido katarista, liderado por Quispe, desarrolló acciones políticas militantes como la toma de instalaciones estatales y el blo- queo de carreteras, durante la Guerra del Agua de 2000, la Guerra del Gas de 2003 y durante las oleadas de protesta sucedidas a lo largo del año 2005; acciones políticas que propiciaron la elección de Evo Morales Ayma como presidente de Bolivia en el mismo año. En palabras de Marwan Tahbub, investigador del Centro de Documentación e Información Bolivia (cedib): “La historia de Bolivia es la de la permanente pugna entre unas élites minoritarias aliadas siempre con el poder exterior, contra una mayoría de población fundamentalmente originaria (sea rural o urbana). El eje de la pugna es un país subdesarrollado pero rico en recursos naturales (minería y petróleo entre otros), es el modo de producir y/o extraer estos recursos, así como su modelo de distribución de la renta. Es la pugna entre un modelo u otro de desarrollo, el liberal (exógeno) de las transnacionales o el nacionalista (endógeno) de los bolivianos” (Tahbub, 2008: 28). Valga señalar que la división ideológica que se desarrolló en Bolivia en el siglo xx entre la izquierda nacionalista y la derecha extranjerizante está ligada a la división etno-social entre una Bolivia blanca-criolla minoritaria (élite), que ha dominado la esfera económica, política y social en grado decreciente hasta la actualidad, y una Bolivia indígena que ha sido, desde la Colonia hasta 1952 y, en menor medida, hasta fines del siglo xx, privada por la élite de participar ampliamente en la política y la economía del país. Por lo común, los mestizos bolivianos se han alineado políticamente a uno de estos dos grupos etno-sociales, dependiendo de la coyuntura política y/o de sus propios intereses económicos. Víctor Paz Estenssoro, líder del mnr durante más de medio siglo, matiza esta oposición etno- cultural y político-económica ya en 1942, cuando declara: “afirmamos nuestra fe en el poder de la raza indu-mestiza, en la solidaridad de los bolivianos, para defender el interés colectivo y el bien común antes que el individual” (Paz Estenssoro citado en Cuadros Quiroga, 2002: 94). No obstante: “muchos indígenas bolivianos, en contraste con los mestizos, europeos y norteamericanos que tienden al individualismo, se ven a sí mismos, primero y en la mayoría de los casos, como parte de una comunidad específica, y después, como individuos” (Siekmeier, 2011: 145, mi traducción). bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 77 las esferas del poder y por la realización de grandes movilizaciones sociales que lucharon por la reivindicación social, étnica y popular. En medio de esta crisis social boliviana, el Banco Mundial, siguiendo normas neoliberales del mercado, advierte al general Hugo Banzer, exdictador boliviano, re-elegido ahora democráticamente para el periodo presidencial de 1997-2001, que “si no privatizaba el suministro de agua en el departamento de Cochabamba, el Banco Mundial retendría 600 millones de dólares en la tan necesitada dismi- nución de la deuda externa de Bolivia” (Siekmeier, 2011: 173, mi traducción). Ante esta presión económica externa, el gobierno boliviano promulgó la Ley 2029 que autorizaba la firma, en 1999, de un contrato leonino de provisión de agua con la empresa norteamericana de ingeniería Bechtel, que formó un consorcio multinacional llamado Aguas del Tunari, compuesto por la empresa norteamericana Edison, el consorcio español Abengoa s.a. y las empresas boli- vianas A. Petricevich y S. Doria Medina. Aguas del Tunari aumentó el precio de suministro de agua en un 50%. Como consecuencia, en abril de 2000, empezó una oleada de protestas populares en Cochabamba y el resto del país, liderada por un grupo cívico llamado “Coordinadora del Agua”, que exigió al gobierno de Banzer cancelar el contrato con Aguas del Tunari. Las protestas y las exigencias de los manifestantes se ampliaron y se reprodujeron en todo el país: los maestros de las escuelas públicas en zonas rurales entraron en huelga para reclamar el aumento de sus salarios; en La Paz, los estudiantes se enfrentaron al Ejército; y en varios puntos del país, la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) organizó bloqueos de caminos. El gobierno decretó el Estado de sitio. La Policía, bajo órdenes del mayor David Vargas, se amotinó en La Paz para pedir mejor salario y el enfrentamiento armado produjo muchas muertes y centenares de heridos, lo cual debilitó seriamente al gobier- no. La Guerra del Agua llevó a la economía nacional al colapso, obligando al presidente Banzer a terminar el contrato Bechtel-Aguas del Tunari. En efecto, en septiembre de 2000:

Los campesinos en La Paz y los productores de la [hoja] coca en el Chapare protagonizaron violentos bloqueos de caminos que paralizaron durante tres semanas el eje troncal del país, estrangulando las principales ciudades, produciendo desabastecimiento y gigantescas pérdidas económicas al aparato exportador. Los cocaleros pedían que se detuviese la erradicación de coca, objetivo que no lograron. En el Altiplano surgió la figura de Felipe Quispe, secretario ejecutivo de la csutcb [Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia], que obligó al gobierno a negociar un pliego muy duro que fue aceptado prácticamente en su totalidad. En esos días murieron 18 personas y resultaron heridos más de un centenar. Fue el peor momento de todo el gobierno de Banzer que superó a duras penas otra crisis que marcó el final de cualquier posibilidad de revertir la situación económica y social general. (Mesa Gisbert, 2012: 671) 78 bolivia en el siglo xxi

Por haber atraído la atención, a nivel nacional e internacional, de movimien- tos en contra del capitalismo global y de la corrupción que involucró al Estado boliviano, a compañías transnacionales y a organismos financieros mundiales, los hechos políticos y sociales sucedidos durante la Guerra del Agua de 2000 han sido tratados ampliamente no solo en libros de historia y de economía política, sino también han sido incorporados a la novela histórica y testimonial, al cine contemporáneo europeo y a la música moderna latinoamericana.8 El tema de la Guerra del Agua se desarrolla ampliamente en la novela Con la llanta pinchada (2005) de José Antonio Gil Quiroga, en la que un general del Ejército boliviano, que actúa como narrador, emplea más de la mitad del relato para culpar a los responsables de las protestas violentas y trágicas ocurridas del 9 al 12 de abril de 2000, abriendo “un Proceso bajo las siguientes bases”:9

Un representante del pueblo que será el Presidente del Tribunal que juzga y otro el fiscal que acusa. El jurado estará compuesto por aquellos personajes dignos que lucharon por el bienestar y la libertad de los hijos de esta tierra […] Y tú general, serás el testigo (de cargo y descargo, según la situación), así como el narrador de los hechos para que el Jurado y el Presidente del Tribunal puedan decidir. Tu asesor legal y moral será el Ángel de la guarda […] El público estará representado por todos los ciudadanos que deseen enterarse de los hechos… […] Diga usted, continúa el fiscal, ¿cuál es la responsabilidad de don Juan Pueblo en los hechos de vandalismo ocurridos en abril de 2000?, ya que se lo acusa de destrucción irresponsable, robo a comercios, oficinas públicas y privadas, asalto a cuarteles militares y policiales, incitación a la violencia y otras calamidades… —Señor Presidente, responsabilidad, ¡ninguna!, ya que al pueblo no se juzga, al pueblo se obedece. […] —Diga usted, ¿a quién obedecía don Juan Pueblo? –interroga el fiscal. —Como la mayoría de las veces, esta vez también obedecía a sus frustraciones de promesas incumplidas y al estómago vacío de sus hijos… […] —Muy bien, gracias, eso es todo. Ahora le toca al Jurado analizar y dar su fallo. (2005: 19, 29-30)

Es evidente que en la novela de Gil Quiroga, tanto el narrador-testigo de “los hechos de vandalismo ocurridos en abril de 2000” durante la Guerra del Agua como el público, simbolizado por don Juan Pueblo, se adhieren irrevocablemente a la perspectiva de los bolivianos pobres y no a la perspectiva opresora gubernamental.

8 La Guerra del Agua ha sido tema central de la canción de protesta “Latinoamérica” (2011), escrita por Rafael Ignacio Arcaute, Eduardo Cabra y René Pérez, e interpretada por el grupo Calle 13 en el álbum Entren los que quieran. Además, ha sido tema de la película hispano- estadounidense También la lluvia (2010), de Icíar Bollaín. 9 La novela Con la llanta pinchada (2005), de Gil Quiroga, se estructura alrededor de la narración intercalada de la Guerra del Agua que aparece de principio a fin en las páginas: 9, 16, 19-20, 24-31, 34-44, 46-55, 62-73, 75-81, 85-90, 91-94, 103-113, 115-119, 127-128, 144-146. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 79

Con la Guerra del Agua y con los disturbios masivos de septiembre del mismo año organizados por los campesinos de La Paz y por los productores de coca en Chapare y, sobre todo, con la Guerra del Gas de 2003, desaparece en Bolivia el antiguo régimen conservador-oligárquico de orientación neoliberal.

La Guerra del Gas, las movilizaciones sociales y los sangrientos enfrentamientos armados entre el Ejército y bolivianos en el siglo xxi

Cuando Gonzalo Sánchez de Lozada asume la presidencia de Bolivia por segunda vez en el año 2002, encuentra al país en una profunda crisis social, económica y política que había heredado de gobiernos anteriores y de la cual él había sido tam- bién responsable por haber sido el introductor de políticas neoliberales que habían sido exitosas a nivel macroeconómico, pero desastrosas a nivel microeconómico. Así que en los 14 meses que Sánchez de Lozada fue presidente (6 de agosto de 2002-17 de octubre de 2003) tuvo que enfrentar frecuentes crisis políticas y san- grientos conflictos sociales que dejaron centenares de muertos y miles de heridos. La novela Palacio Quemado (2007) de Paz Soldán está estructurada alrededor tanto de la llamada “Guerra del Gas” (septiembre-octubre, 2003) como de la fi- gura del presidente Sánchez de Lozada (Goni), llamado aquí Canedo de la Tapia o Nano. Óscar, el narrador-historiador de la novela, describe los primeros meses de la presidencia de Sánchez de Lozada:

Canedo de la Tapia [representación literaria del presidente Sánchez de Lozada, Goni] […] debió lidiar con numerosos frentes de batalla, que no dejaban de aumentar y complicarse semana a semana. En Tarija y Santa Cruz los Sin Tierra tomaban haciendas. En el Chapare los campesinos, productores de coca, se negaban a seguir con los planes de erradicación que el gobierno norteamericano exigía para que el país siguiera recibiendo asistencia económica. En La Paz, los políticos amenazaban con una huelga indefinida si no se les subía el sueldo. Y en todo el país, las manifestaciones en contra de la venta del gas aumentaban. Canedo veía naufragar sus planes en el congreso, falto de una mayoría parlamentaria que pudiera respaldarlo. […] [S]erá un gobierno muy débil [el de Goni], la oposición no lo dejará tranquilo. ¿Sabías que ya están formando la Coordinadora del Gas? Nano es un símbolo trasnochado, de cuando el neoliberalismo estaba en su auge [1985-2000]. Ahora [2002] que llegó la resaca le van a pasar la factura. (2007: 81 y 46)

De hecho, en menos de seis meses del mandato presidencial de Sánchez de Lozada se desencadenó la primera gran crisis de su gobierno, cuando promul- gó una ley de impuesto sobre los salarios; ley que provocó violentas protestas, 80 bolivia en el siglo xxi movilizaciones­ sociales y bloqueos en carreteras en todo el país. En La Paz, la Policía, declarada en huelga, se unió a los manifestantes en violentos enfrenta- mientos armados con el Ejército, lo cual dejó más de 30 muertos y numerosos heridos. Estos sangrientos hechos fueron novelados en Palacio Quemado así:

Un lunes por la noche a mediados de febrero [2003], Canedo de la Tapia dio un breve mensaje a la nación en el que hizo pública la nueva ley impositiva aprobada por el gabinete de ministros. […] A las tres de la tarde la central obrera lanzó un manifiesto de rechazo al gobierno. El edificio de la cob se hallaba a cinco cuadras de la plaza Murillo; mientras hablaba el secretario ejecutivo frente a las cámaras, se escuchaba de fondo los tableteos de las ametralladoras y gritos de repudio al presidente: Nano asesino, gringo asesino, te espera el farol. El Secretario dijo que ya se había enterado de varias muertes en El Alto, nuestra sangre les va a costar caro; anunció paro nacional para mañana, metió sus papeles en un maletín y salió a la calle. Algunos miembros del Comité Ejecutivo lo siguieron y comenzaron a marchar. ¡Fusil, metralla, el pueblo no se calla! Un periodista anunció que los enfrentamientos en la plaza Murillo ya habían dejado quince muertos, seis militares, dos policías y siete civiles. […] El presidente […] pidió a las Fuerzas Armadas y a la Policía nacional que se retiraran de la plaza Murillo y anunció la derogación del decreto de reforma impositiva. […] El país no se tranquilizó con el mensaje de Canedo. […] El jueves de huelga nacional y manifestaciones por todo el país, vi por televisión […] cómo maestros, estudiantes, campesinos, coreaban insultos al gobierno. […] Minutos después, francotiradores apostados en el techo del Banco Central disparaban a la multitud y la dispersaban. Vi cómo […] [u]n policía en Santa Cruz decía que sus jefes desconocían el acuerdo alcanzado por la Policía en La Paz y remataba: que el gringo yanqui de mierda se vaya a Washington. En Cochabamba, los campesinos productores de coca enarbolaban la bandera del mas y se enfrentaban a los militares. […] [E]l gobierno de Canedo de la Tapia que durante algunas horas se había tambaleado al borde del precipicio y solo esperaba el soplo fatal que lo derribara, logró sobrevivir. (2007: 155, 164-65, 167-69)

Efectivamente, Bolivia y el gobierno del presidente Sánchez de Lozada se sobrepusieron momentáneamente al fatal “febrero negro” del año 2003, pero la honda crisis sociopolítica y la depresión económica que afectaba, en espe- cial, a trabajadores urbanos y a la población rural del país, no cesó. Más bien se agravó por la insistencia del gobierno de Sánchez de Lozada de culpar a los manifestantes de disrupción del orden público, así como de la destrucción de bienes públicos, desconociendo tanto las causas socioeconómicas y políticas subyacentes en las oleadas de protesta de febrero como la parte de culpa que el Ejército estatal había tenido en las muertes por supresión violenta durante dicho conflicto social. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 81

En la novela histórica Palacio Quemado, Óscar, el narrador-historiador que a la vez es el responsable de escribir los discursos del presidente Canedo, escenifica tales hechos históricos:

[Óscar] había eliminado de los discursos de Canedo toda referencia a teorías conspiratorias para explicar los sucesos de febrero, y cualquier mención de los manifestantes como simples criminales que debían ser pasados a la justicia ordinaria. Le pedí que […] [h]abía que adoptar una actitud más conmovida e identificatoria con las penurias del pueblo. Canedo asentía cuando se lo decía, pero en ningún momento descartaba la existencia de una vasta conspiración de izquierda para derrocarlo. […] Encendí el televisor, Remigio Jiménez [representación literaria de Evo Morales] decía a las puertas del edificio del Congreso que habían pasado dos meses de los sucesos de febrero negro y el gobierno no había pasado a los culpables a la justicia ordinaria. Agitaba las manos, amenazaba con organizar marchas por todo el país, paralizarlo, llegado el caso. (Ibid: 191, 223-24)

En septiembre de ese mismo año (2003), el descontento social recrudeció debido a que el Poder Ejecutivo del gobierno de Sánchez de Lozada decidió, en secreto, exportar gas, principal recurso natural del país, a México y a Estados Unidos a través de un puerto chileno, lo cual nunca fue oficialmente desmentido por el presidente ni sus ministros. Esta decisión gubernamental (verdadera o falsa) desató una gran furia ciudadana, por haber rememorado en los bolivianos de todas las clases sociales su eterna enemistad con Chile por pretender quitarle a Bolivia su acceso soberano al mar en la Guerra del Pacífico de 1879. En consecuencia, en septiembre y octubre del año 2003 se reiniciaron las movilizaciones sociales de protesta en todo el país y los manifestantes plantearon al Estado, entre otras, las siguientes exigencias políticas: a) obtener el derecho de influir, a través de un referendo, en las proyectadas políticas estatales de explotación y exportación del gas boliviano a Estados Unidos y a México vía Chile; b) el cese de la erradicación de la coca por el gobierno y sus fuerzas armadas; c) el cese de las represión mili- tar violenta contra las huelgas; y d) la convocatoria gubernamental y ciudadana a efectuar una reforma constitucional (Constituyente) que incluyera políticas económicas que beneficiaran a todos los bolivianos. En la novela Secretos de Estado, de Zambrana, el personaje Emily West resu- me los sucesos escritos en el texto histórico intercalado en el capítulo viii, “La guerra del gas”, así:

Sánchez de Lozada había gobernado ya poco más de un año y le había dado luz verde al contrato para la venta del gas firmado por el anterior gobierno con Pacific lng, la empresa que pretendía exportar el gas a México y a Estados Unidos. Sin embargo al intentar aprobar el contrato en el Congreso, la oposición había pedido conocer los 82 bolivia en el siglo xxi

detalles y de ese modo se había destapado la evidencia de que era un contrato leonino. Evo Morales lo había denunciado desde las gradas del Congreso como un horrendo crimen económico que había sido fraguado a espaldas del pueblo. Las organizaciones sociales se habían enardecido y habían marchado sobre la ciudad de La Paz. Gonzalo Sánchez de Lozada había ordenado la represión y se había desatado el infierno. […] [Emily y Brandon] volvieron a ponerle atención al televisor. […] Estaban informando sobre la proliferación de las movilizaciones en todo el país. Evo Morales había logrado un pacto con los otros dos líderes indígenas y, juntos, estaban trabajando en la adhesión de más sectores en todo el país. […] El conflicto se tornaba cada vez más violento porque el pueblo estaba enfurecido, volcándose a las calles ya no sólo en el departamento de La Paz, sino también en otras regiones del país. Estaba a punto de iniciarse el desenlace del conflicto: renunciaba el presidente [Sánchez de Lozada] cediendo ante la presión del pueblo, o resistía soltando a todo el Ejército a las calles y desatando el río de sangre. (2010: 221, 239-40)

De hecho, el presidente Sánchez de Lozada se negó a aceptar las peticiones básicas de ciudadanos y organizaciones sindicales y optó por responder a estas nuevas movilizaciones sociales de septiembre y octubre de 2003 con métodos viejos: la represión militar que cobró la vida a más de 77 personas y dejó un con- siderable número de heridos (Siekmeier, 2011: 176). Así describe el narrador-historiador de Palacio Quemado los últimos hechos de la presidencia del personaje presidente Canedo (Sánchez de Lozada), antes de que este renunciara:

Circulaba el rumor de que el gobierno estaba dispuesto a vender a Chile todo el gas, no solo nuestras reservas, sino también el licuado, el que la gente utilizaba diaramente para cocinar […] Nano […] se mostró intransigente con los pedidos de la convocatoria a una Constituyente y a un referéndum para decidir el tema del gas […] La caravana [militar] se encontró con un bloqueo en Warisata. El Coyote [representación literaria de Carlos Sánchez Berzain, conocido como el Zorro, Ministro de Defensa Nacional (2003) de Gonzalo Sánchez de Lozada] desde el helicóptero pidió a los militares y a los policías que rompieran el bloqueo a la fuerza. Hubo disparos y gases, los campesinos respondieron con fusiles Mauser de la Guerra del Chaco. La resistencia hizo que las fuerzas combinadas del ejército y la policía irrumpieran en el pueblo en busca de los hombres; se allanaron casas, se decomisaron armas. Hubo dos soldados y cinco campesinos muertos, entre ellos Marlene Rojas, una niña de ocho años. Como represalia los seis caminos de ingreso y salida a La Paz fueron bloqueados, aislando por completo a la ciudad y desabasteciendo sus mercados. La cob anunció su huelga general indefinida […] El gobierno anunció la ruptura del diálogo con la oposición y anunció un plan de seguridad ante los saqueos a mercados y tiendas en La Paz. Así terminó septiembre, la prensa ya había bautizado el conflicto como la guerra del gas. […] bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 83

A principios de octubre, El Alto inició un paro cívico indefinido y pidió la renuncia del presidente. […] Las fuerzas armadas habían anunciado que se mantenían leales al presidente. […] El país estaba militarizado, y se multiplicaban las movilizaciones y marchas, los paros y los bloqueos. […] El miércoles el gobierno [de Goni] cedió y se comprometió a convocar a un referéndum por el gas y a una Constituyente. Jiménez [representación literaria de Evo Morales] y la cob dijeron que era tarde y que ahora lo único que les haría deponer las medidas de presión sería la renuncia de Canedo. Seguían los bloqueos y los paros, las marchas y los saqueos. (2007: 226, 254, 274, 281, 285, 287, 290)

Estos violentos sucesos precipitaron tanto la caída y renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, el 17 de octubre de 2003, como su posterior huida a Estados Unidos. El narrador omnisciente de Secretos de Estado cita el último párrafo del texto histórico intercalado en la novela para referir el desenlace del conocido conflicto social, denominado la “Guerra del Gas” del año 2003, que, a partir de entonces, iniciará grandes cambios en la forma de percibir la política y de hacer política en Bolivia:

Era ya entrada la noche y El Prado parecía estar más iluminado que nunca [en] la celebración. La gente se aglomeraba entorno a todo televisor que hubiera cerca: restaurantes, tiendas, y hasta casas particulares sirvieron para que los transeúntes pudieran acercarse por unos minutos a ver la noticia. Repetimos fuentes oficiales informaron que el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada [ha] partido hacía Santa Cruz, donde esperaría con más tranquilidad el vuelo internacional de media noche a Miami, para continuar luego a Washington, donde el depuesto presidente tiene su residencia permanente. Repetimos Gonzalo Sánchez de Lozada abandonó el país, dejándolo sumido en el caos y en la miseria. La lista de muertos alcanza a ochenta y tres y la de heridos a más de cuatrocientos. De último momento, se nos informa que el congreso ha aceptado su renuncia y que su vicepresidente [Carlos D. Mesa Gisbert] asumirá el cargo para terminar el mandato. (2010: 267-68, cursivas en el original)

Con la Guerra del Gas desaparece el antiguo régimen conservador-oligárquico de orientación neoliberal y empieza a configurarse, aunque todavía en forma violenta, un nuevo orden de organización política y social más inclusivo. En efecto, las cuatro demandas básicas (a-d) mencionadas anteriormente so- bre la Guerra del Gas de septiembre y octubre de 2003 fueron exigidas, con más violencia, en la oleada de protestas del año 2005, en las que miles de campesinos, obreros, cocaleros, intelectuales y gente de clase media y de sectores populares se enfrentaron nuevamente al Estado republicano tradicional y lo derrumbaron para construir un nuevo régimen político, bajo el mando de Evo Morales, líder cocalero que fue elegido presidente de Bolivia en 2005. Las exigencias políticas 84 bolivia en el siglo xxi más urgentes de la multitud que tomó las calles y las carreteras de Bolivia en 2005 fue la forja de un nuevo pacto sociopolítico entre ciudadanos y Estado, en forma de una Asamblea Constituyente y consensual que sirviera de base para la creación de una nueva Constitución nacional, la cual efectivamente fue promulgada en el año 2009 por Evo Morales y su gobierno, el mas. Este nuevo régimen popular surge gracias al creciente apoyo político de in- dígenas, mineros, campesinos productores de coca, la clase media y los sectores populares, liderados por sindicatos y partidos políticos, y culmina con la elección del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, en diciembre de 2005, y con el consecuente surgimiento del “Evismo” (Martínez, 2008) como un fenómeno popular en la Bolivia de hoy. Pero ¿quién es Evo Morales Ayma?: ¿un hombre político o un mito popular?

Figura y figuración literaria de Evo Morales Ayma: ¿Un discurso político neoindigenista y populista o un discurso social en busca de realización?

Al comenzar el siglo xxi existen centenares de textos escritos de y sobre Evo Mo- rales Ayma (1959), los cuales se han reproducido en forma de cartas, anécdotas, artículos periodísticos, comunicados políticos, fábulas y colecciones de cuentos y poesía, reproducidos a través de medios mecánicos, electrónicos, radiofónicos y cinematográficos. Semejante popularidad se puede atribuir tanto a la identidad indu-mestiza y al carisma popular y político de Morales Ayma, que apela a la curiosidad de sus seguidores, como a la exitosa imagen de “presidente indígena revolucionario, en contra de la globalización” que los medios de comunicación se han encargado de difundir a nivel mundial. Pero ¿quién es Evo Morales? No es mi intención aquí responder a esta compleja pregunta elaborando una detallada biografía de Morales, ni tampoco hacer un estudio meticuloso sobre su discurso político o su gestión gubernamental, tarea que ya han emprendido algunos intelectuales.10 Mi intención es menos ambiciosa y más afín al tema de este capítulo: se trata de presentar y comentar brevemente la representación fic- cional de Evo Morales que aparece en textos literarios bolivianos y, sobre todo, examinar cómo su figura e identidad se han convertido en mito e historia popular.

10 Existen numerosas biografías de Evo Morales Ayma, entre las cuales destaca la escrita por el conocido profesor estadounidense Gerald Martin, Jefazo, retrato íntimo de Evo Morales (2008), una excelente investigación de la vida política de Morales y su implicación social. Además, está la escrita por Darwin Pinto, Un tal Evo. Biografía no autorizada del presidente Evo Morales (2007), la cual es de tono anecdótico. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 85

Asimismo, se examina su discurso político que comprende, entre otros temas, la opresión étnica y social de indígenas y pobres; su lucha por demostrar que la hoja de coca no es cocaína; su crítica a la sociedad occidental, al imperialismo, al neoliberalismo11 y a la globalización; su ambición de democracia comunitaria y participativa en Bolivia y hasta sus sueños de utopía social indigenista. Por lo tanto, se debe recurrir a novelas, cuentos y poemas bolivianos para que re-presenten (traigan del pasado al presente) la fascinante y controversial figura de Evo Morales. Así explica el narrador de Palacio Quemado la construcción de Evo en leyenda popular:

Cuando llegó Remigio Jiménez [representación literaria de Evo Morales], los invitados, los mozos se le acercaron para verlo pasar y saludarlo; tenía las mejillas carnosas y el lacio pelo negro le cubría la frente […] Cuando sonreía se le notaba el oro en uno de sus incisivos. Jeans Wrangler, una chamarra azul Nautica, tenis Nike (¿no era que luchaba contra la globalización?, ‘son Nikes piratas’, me explicó uno de los diputados de su partido). ¿Era ese hombre que comía bocaditos y tenía un vaso de cerveza en la mano la misma persona que tan solo días atrás había proclamado la necesidad de “llevar la cultura occidental al paredón”? Su personalidad contradictoria nos tenía fascinados: un día aceptaba las reglas de juego del sistema democrático, organizaba un partido [el mas] con personería jurídica y era elegido al congreso; al día siguiente trizaba esa imagen y pedía a sus seguidores que bloquearan las carreteras del país y dinamitaran las estructuras “extrajerizantes” del sistema. […] [S]e propaló el rumor de que el dirigente cocalero se había acercado al sillón presidencial, lo había tocado y dicho que no era muy cómodo. —Con razón los k’aras [blancos o criollos de descendencia hispana] que se sientan aquí terminan estreñidos. Voy a pedirle a un amigo carpintero que me prepare uno mejor. ¿Había pronunciado esas frases? No importaba: a los pocos días de su visita al palacio, el pueblo creía que sí lo había hecho. Y eso importaba más que la verdad de lo ocurrido. (2007: 83-84, 86)

Construida la leyenda nacional de Evo Morales en la novela Palacio Quemado, el narrador de Secretos de Estado de Zambrana construye su leyenda internacional, citando partes de sus discursos políticos:

“Vamos a seguir de pie, compañeros, luchando contra el abuso y la hipocresía del imperialismo que nos convierte a nosotros en culpables cuando todo el mundo sabe que son ellos, los ricos y protegidos, los que traen los químicos para convertir la sagrada hoja de coca en cocaína. Con

11 “Although Morales, to the chagrin of Washington leaders, challenged neoliberalism by raising taxes on foreign oil and gas concessions, he seems to have indicated that he will work with the United States” (Siekmeier, 2011: 177). 86 bolivia en el siglo xxi

ese dinero han financiado dictaduras en el pasado”, dijo [Evo Morales] con mucha convicción. Su provocativo discurso empezó a propagarse en el exterior hasta que su causa captó grandes simpatías alrededor del mundo, especialmente entre las organizaciones sociales defensoras de los derechos humanos y del indígena en particular. […] “El mercado libre nunca ha sido libre, en primer lugar por las millonarias subvenciones de los países ricos a sus industrias y en segundo lugar porque está manejado por grandes mafias corporativas, que desde muchas instituciones, promueven este neoliberalismo que no es más que un modelo económico diseñado para hacer dependientes a los países pobres e implantar una nueva forma de colonialismo”. […] [D]ijo al lanzar su candidatura a la presidencia. De inmediato su popularidad internacional se extendió como reguero de pólvora. En su país, por el contrario, no le resultó fácil convencer a todos los sectores sociales de que sus anteriores gobiernos habían sido traidores a la patria por someterse a los intereses imperialistas. (2010: 218, 219, cursivas en el original)

En la selección de relatos Para comerte mejor de Giovanna Rivero, obra es- crita en Estados Unidos en 2015 y aún no distribuida en Bolivia, la narradora representa al indígena Evo Morales en una especie de Patriarca Imperial de los Andes pre-hispánicos, a quien vírgenes púberes le deben adoración. Estas vírgenes adolescentes, que ansían tener hijos de este semidios del altiplano, entregan vo- luntariamente sus jóvenes cuerpos a él como “ofrenda”, en un “ritual” semejante en algo a la operación clínica moderna de inseminación artificial:

¿[N]o te asusta lo que vimos? Ana, tu obsesión por Evo […] Han dicho que Evo pasará por las carpas al amanecer, antes de llegar a la cabaña del cerrito, donde harán el ritual. […] En todos estos años solo he visto al Evo en estampitas y sellos. Ah, y en los hologramas, claro. […] —¿Sabes a qué hora viene el jefe? […] [P]or toda respuesta el chico me entrega un panfleto con la cara del héroe. En el panfleto, en letras rojas, se lee: “Y del ocaso renacerá”. […] [T]engo un panfleto entre las manos, ¿una prueba de amor? Lo acerco a mi pecho. […] —¿A qué hora es el registro? […] —¿Puede mostrarme los requisitos? […] Cumplo con casi todo lo requerido: mi edad [16 años], la regularidad de mis menstruaciones, la voluntad de la renuncia. […] Firmo en el fichero. […] En el casillero que pide la raza garabateo algo ilegible. […] —Ya estoy lista. […] —¿Estás en la mitad del ciclo? […] —Sí, justo en la mitad. […] —Eres híbrida, ¿no?, blanquita eres. […] ¿De veras quieres ser ofrenda? —Sí, a eso vengo. Sé lo que hago. También tengo derecho, ¿no? […] —La más joven trae un bañador con agua dorada. Debe ser manzanilla. Me ordenan quitarme la ropa interior y sentarme hasta que el agua se enfríe. […] bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 87

Mientras el contacto con el agua tibia me relaja, hojeo el librito de la Doctrina [“El Cambio”]. Veo al Evo antes de ser Amauta y de ser jefe y de convertirse en este héroe cuya sangre deseo poseer […] Me imagino acostada a su lado, ¿cómo habrá de ser el ritual? Estoy segura de que tendré éxito. Soy joven y fértil, soy una verdadera creyente. Dicen que ninguna ofrenda se ha quedado más de dos noches. […] —Este es mi hijo –dice sin más la chola de ojos color miel. […] El niño tiene cuatro brazos. […] Deformidad he parido yo. […] —Como mi hijo hay otros muchos ¿No lo sabías, imilla blanquita? […] [M]e han ordenado mantener las cortinas cerradas […] Siento los pasos aproximándose. […] La Presencia se inclina sobre mí y de inmediato un calor eléctrico y veloz me sacude la pelvis […] Cierro los ojos. […] —¿Esto es todo? –pregunto, reclamo, no sé a quién, demasiado acostumbrada a los fantasmas de estos quinientos años de poder. Me toco el pubis, los labios vaginales, para constatar el pacto de mi concepción. Estoy seca […] no solo se trata de inseminación artificial, sino de una concepción telepática susceptible de fallas, fallas terribles en la imaginación, en la fe. La guagua cangrejo es eso, el miedo, la esclavitud, la deserción. […] —Ofrenda eres –dice de pronto […] la chola mayor. […] —¿Y Él? —Oh, Él –sonríe la chola como pensando ‘pobre estúpida imilla blanca, ¿acaso pretendías que Él se entregara? Él no es para los restos desesperados de tu raza’. […] Casi llega a parecerme desmesurada la tarea que le han encargado: la clamorosa continuidad del imperio. […] Cuando entra no hay suspiros. […] El Evo sonríe […] le ofrezco mi boca. Eso soy; una ofrenda total, un texto para escribirse, una promesa de sanación. […] El Evo me besa suave y todo es contradictorio. […] No quiero que el ritual acabe, aun cuando las entrañas comienzan a arderme mientras el Evo agita su pelvis incaica ciega la mirada, y no hay placer. Solo la avanzada milimétrica y constante. El infatigable trépano, la misión. […] Lo que no me habían dicho (la historia sorpresa diría Septimus) es que antes de acabar, él debe arrancarme los pezones para clausurar la leche futura. Tiene aún el izquierdo en la boca necrósica de caninos invenciblemente blancos cuando me debato entre defender el que queda o poner el resto, todo, en mi absoluto y joven sacrificio. (2015: 108, 109, 110, 116, 119, 123, 124, 125, 126, 127, 128, 129, 130, 131-32)

En el cuento, Regreso, incluido también en Para comerte mejor (2015: 134-41) de Rivero, la joven adolescente que se entregó en “ofrenda” en el ritual citado regresa a Bolivia después de años de ausencia y pregunta por su hijo, fruto del ritual, y recibe esta respuesta: “Al niño nunca lo intervinieron [quirúrgicamente]. Las mamitas vieron por conveniente dejarlo así, con los cuatro brazos” (138). 88 bolivia en el siglo xxi

Ya desde el título del cuento citado, Pasó como un espíritu, la narradora de Rivero construye el mito de Evo Morales como un “espíritu incaico”, un semidios que ha habitado “Tierra Imperial” indígena desde hace “quinientos años”, y a quien “le han encargado la clamorosa continuidad del imperio”, y ahora “Él” “del ocaso renacerá” (2015: 106, 116, 122, 130). Asimismo, es de observar que Ana, la púber ofrendada, no está obsesionada con el hombre real, Evo Morales, pues nunca lo ve de cuerpo entero, solo lo siente como una “Presencia”. Más bien, su profunda obsesión es con la historia popular, la “leyenda” de Evo Morales, así como con su imagen publicitaría omnipresente en “estampillas, sellos, hologramas” y “panfletos de la doctrina” (“El Cambio”). En términos de la psicología de la publicidad se puede afirmar que el personaje Ana “fue poseída” por “la imagen sublimada” de Evo Morales que ella misma tomó obsesivamente del discurso político popular propagandístico producido entorno al “jefe Evo”. Tal obsesión popular no por el hombre (homus politicus), sino por el mito (“Evo”), también se entrevé en algunos poemas de subido tono político apologético que rayan en el panfleto,12 y que, por tanto, distan mucho de la calidad artístico- literaria que demuestran las novelas y cuentos citados anteriormente. Solo citaré aquí el poema Evo Pastor Presidente de Marta Juárez, que por ser una apología política al actual presidente de Bolivia abunda en tópicos sobre “hechos heroicos” de la política boliviana contemporánea en los que intervino Evo Morales, en su dimensión popular de héroe legendario y mítico:13

Evo Pastor Presidente (Marta Juárez)13 ¡Evo Pastor de llamas del Orinoca. ¡No te perdonan, (V 37) […] (Verso 1) el cetro recuperado después (V 38) ¡No te perdona (V 4) de quinientos años resistentes! (V 39) La llamarada sindicalista ¡No te perdonan (V 40) […] (V 8) tu sombra, cóndor que se agiganta (V 41) sobre los Andes y el continente! (V 42) ¡Evo minero, (V 12) tu voz entre las Naciones, rugiente (V 45) moreno Capitán del Ilimani! (V 13) león defendiendo la Patria, (V 46) ¡No te perdona (V 14) los Derechos de la Madre Tierra la simiente (V 47) tu sangre de Tupac Katari (V 15) plantada en Abya Yala la Nueva aurora! (V 48) la Bestia herida del Capital, (V 16) ¡No te perdona (V 17) ¡No te perdonan, [...] (V 49) el Águila imperial, que sigas siendo “El Evo”, (V 55) […] (V 18)

12 Me refiero, entre otros, a poemas como el que comento a continuación, Evo Pastor Presidente de Marta Juárez, y al poema He vuelto, de William Castillo Pérez, cuyos versos: “Ahora, ¡tiembla, eterno bárbaro conquistador! / tú, junto con tus descendientes: / ¡He regresado!, soy millones, como está sentenciado. / ¡Tomaré mis tierras; con sus templos, sus tótems, sus valores! / Regaré a mis hijos por mi tierra y adoptaré los tuyos. / Y les daré patria, socia- lismo y vida”, son de claro tono apologético, cercano al panfleto político. 13 El poema completo de Juárez tiene 71 versos, aquí solo transcribo unos versos que enumero entre paréntesis. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 89

¡Evo cocalero, (V 23) nativo y auténtico! (V 56) Escultor ilustre de la Utopía! (V 24) ¡Te redimen Pastor Presidente, (V 57) ¡No te perdonan […]! […] (V 25) ¡Te quieren, te requieren (V 62) el grito americano de rebeldía, (V 28) tus mujeres mineras, (V 63) los salteadores, las Dinastías (V 29) ala y acero, dinamita y fusil, (V 64) de usurpadores del Poder y la Tierra (V 30) tus indios vestidos de arco iris, (V 65) los negociantes del Agua viva, (V 31) gestores del Buen Vivir, (V 66) el gesto heroico, la gesta guerrera (V 32) campesinos en arado forjados, (V 67) de tu hidalguía! (V 33) en calamidades templados! (V 68) ¡Evo Morales Presidente (V 34) ¡Ellos te quieren Evo, (V 69) heredero del sueño del CHE (V 35) Gran Capitán del Ilimani, (V 70) de Bolivia libre gran combatiente! (V 36) Sangre de Tupac Katari! (V 71)

En el poema de Marta Juárez se hace una cronología de los principales hitos y mitos de la historia y geografía boliviana y de los tópicos derivados de tal his- toriografía, que conforman el discurso político de Evo Morales. Ya en el título, Evo Pastor Presidente, se plantea una línea cronológica explícita que va desde su nacimiento en Orinoca y su trabajo de niño (pastor) hasta su profesión de adulto (presidente). En el primer verso “¡Evo Pastor de llamas del Orinoca!” se precisa y se refuerza metonímicamente dicha secuencia historiográfica, a través de la inclusión del nombre de pila (“Evo”) del niño pastor del poema que es el mismo nombre de pila con el que es llamado popularmente el conocido político ya adulto. El protagonista del poema se transforma de niño a adulto por medio del uso de la metonimia; la mención del lugar de su nacimiento, Orinoca (pueblo boliviano),14 dato geográfico explícito que rememora el dato histórico implícito de la fecha de su nacimiento, 1959; la precisión semántica de que es “pastor de llamas” (animal típico del altiplano andino) y no de ovejas, precisión que inmediatamente se acentúa al escribir “Pastor” con mayúsculas, lo cual invoca la metáfora religiosa de que “Evo” es también pastor de almas (andinas). Esta metáfora se refuerza tipográficamente mediante el uso de signos de admiración en el primer verso y en todo el poema. El verso “No te perdona”, intercalado a lo largo del poema, introduce la figura poética de la anáfora que, por funcionar como un estribillo de canción popular y aparecer en oposición al primer verso, “Evo Pastor Presidente”, establece la siguiente antítesis: Evo (yo = uno-singular) versus ellos (muchos-plural); antítesis que se refuerza tanto por el uso del verbo “perdonar” en la tercera persona del plural como por el uso del “No”, que como determinativo de negación acentúa lingüísticamente la oposición entre el “yo-mismo” sujeto-protagonista y ellos, los otros (objeto-personajes secundarios del poema).

14 Orinoca es la aldea donde nació el actual presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales Ayma (1959), se encuentra en el municipio de Andamarca de la provincia de Sud Carangas, en el departamento de Oruro. 90 bolivia en el siglo xxi

En síntesis, se puede afirmar que este breve análisis lingüístico y semántico del título y los dos versos mencionados evidencia la estructura poética de todo el poema, que ha sido elaborada en torno a tres tópicos interrelacionados. El primer tópico es la otredad etno-social entre un individuo (Evo-indígena) y un grupo (ellos-no indígenas), que conduce al segundo tópico, “la confrontación política”: “Evo” y los revolucionarios en contra de “ellos”, los reaccionarios. Esta oposición etno-social y política, por virtud de la anáfora en todo el poema, expone, implícita y explícitamente, relaciones de hegemonía versus subordinación étnica, social y política entre los protagonistas y los antagonistas representados en el poema de Juárez: los “indígenas revolucionarios que emergen de su perenne opresión” versus los “no-indígenas reaccionarios que se consumen en su tradición”. Este uso de la antítesis, que produce y reproduce los tópicos de la otredad y la confrontación, está estrechamente ligado a la inclusión de la enumeración. En efecto, en los versos citados, y a lo largo de todo el poema, aparece una lista o inventario de temas tanto de la historiografía de Bolivia y Latinoamérica como de la historia popular boliviana que la voz poética relaciona con los principales sucesos de la vida del protagonista, “Evo”, y su discurso político. He aquí la enumeración de subtemas articulado en el poema de Marta Juárez:

a) Evo pastor de llamas y de almas andinas (título); b) Evo, presidente de Bolivia de 2006 al presente (título); c) Evo, niño minero nacido en Orinoca, aldea cerca de Oruro (v 1); d) el sindicalismo (v 8); e) el imperialismo (v 9, 11); f) el katarismo (v 15, 71); g) el capitalismo (v 16); h) Evo, campesino cocalero (v 23); i) Evo, escultor de la utopía indigenista andina (v 24); j) Evo como rebelde político (v 28); k) las dinastías- oligarquías de Bolivia (v 29); l) los negociantes de agua viva y la Guerra del Agua de 2000 (v 31); m) Evo como presidente (V 34); n) Evo, heredero del Che (v 35); ñ) 500 años de resistencia (v 39); o) el cóndor como símbolo de la cultura indígena andina (v 41); p) Evo, defensor de su nación contra el imperialismo (v 45); q) Evo, defensor de los Derechos de la Madre Tierra: la Pachamama (v 47); r) Evo, nativo (indígena) (V 56); s) Evo, amado por las mujeres mineras y los indios (v 62, 63, 69); t) dinamita y fusil, armas, usadas por mineros y cocaleros en sus protestas sociales (v 64); u) el Buen Vivir, el ideario del mas (v 66); y v) campesinos del altiplano boliviano (v 67).

La versificación y adjetivación fácil, literal y directa, la conversión –no in crescendo– instantánea de Evo Morales en héroe, que se da en el título y en los primeros versos del poema, la inclusión de un catálogo de lugares comunes o tópicos referentes a la historia popular de Bolivia, el excesivo uso de vocativos admirativos de devoción y alabanza hacia el protagonista del poema, que raya en el fervor religioso y, en fin, la falta de distancia crítica entre el yo lírico del poema y el discurso poético, le confieren al poema Evo Pastor Presidente, de Marta Juárez, una precaria calidad poética propia de la mala poesía apologética, semejante al panfleto político. bolivia en su historia y literatura, 1982 al presente 91

No obstante, este poema fue comentado aquí no precisamente por su cali- dad estética, que sí demuestran los otros textos literarios analizados a lo largo de este capítulo, sino, más bien, por su ilustrativo ejemplo de la conversión de Evo Morales en héroe que realiza hazañas “sobrehumanas” en beneficio de su comunidad. En el anterior y en el presente capítulo se ha elaborado conjuntamente una contextualización de casi un siglo de historia boliviana (1920-2016), analizada a través de su literatura, con lo cual se buscó llenar el esqueleto (esquema) rígido de la historia oficial de Bolivia con el alma, el cuerpo y hasta con la sangre derramada por los bolivianos durante este siglo de conflictos sociopolíticos. En conclusión, se ha “sustanciado” poéticamente la historia de Bolivia mediante la representación literaria de hitos y mitos históricos, con el fin de tratar de entrever las vivencias cotidianas de los bolivianos que han sido testigos (pasivos y activos) de la intrigante historia de su país durante los últimos 100 años.

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Albert Noguera Fernández

Introducción

El proceso constituyente boliviano de 2006-2009 pone fin a la etapa neoliberal y abre un nuevo ciclo de democracia postneoliberal.1 El presente trabajo analiza algunos de los rasgos que caracterizaban el periodo neoliberal para detenerse luego en el tipo de trasformaciones y democracia postneoliberal que las nuevas constituciones latinoamericanas, y especialmente la de Bolivia, han introducido en estas sociedades. Este nuevo constitucionalismo andino acostumbra presentarse como un mo- delo propio y autónomo, reconocible en muchos elementos que son claramente diferentes y especialmente provocadores con aquellos elementos constitucionales que, tradicionalmente, se han considerado como correctos en la doctrina cons- titucional clásica. Uno de estos aspectos es la ruptura con el viejo modelo repre- sentativo de democracia delegada, conformando una nueva organización política donde la participación popular en lo político, lo económico, lo medioambiental y lo social adquieren un protagonismo sin precedentes. Ahora bien, ¿podemos hablar de un único modelo homogéneo de democracia postneoliberal del nuevo constitucionalismo? La tesis que se defiende aquí es que la distinta naturaleza organizativa y sociológica del sujeto constituyente en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. implicó la institucionalización y constitucionalización de modelos de democracia postneoliberal distintos en cada uno de estos tres países. Nos centraremos aquí en estudiar la forma del sujeto

1 Cabe mencionar aquí que los autores de este libro confieren al concepto de neoliberalismo diferentes matices, destacándose el caso de Mesa Gisbert que prefiere no usar el término y despojarlo de su aureola internacional (cf. González Ortega, capítulo 3; Marsteintredet, capítulo 5; Morales, capítulo 10; Mesa Gisbert, capítulo 11, nota 31).

[93] 94 bolivia en el siglo xxi constituyente en Bolivia y la del tipo de democracia postneoliberal que deriva del primero en este país.

El neoliberalismo y las tres asimetrías

Toda forma de democracia tendrá legitimidad y podrá funcionar sin necesidad de autoritarismo y violencia física cuando en su interior se dé una correspondencia o encaje entre el régimen político-económico y los tipos antropológicos existentes en el mismo. Ello es indispensable para su buen funcionamiento. La democracia liberal moderna necesita de un conjunto de tipos antropo- lógicos modernos, que ella misma creó, para poder funcionar adecuadamente de manera más o menos democrática. A nivel superestructural necesita del juez no corrupto, del funcionario weberiano, del político con vocación de servicio público, etc. Y, a nivel estructural, necesita también del trabajador para quien su trabajo, pese a todo, sea una razón de orgullo, del empresario schumpeteriano que combina la inventiva técnica con la capacidad de reunir capital, de organi- zar una empresa y de explorar y crear mercado. Cuando una democracia liberal se conforma de estos sujetos tiene legitimidad y funciona. De igual manera, la democracia socialista necesita también de un conjunto de tipos antropológicos, creados por ella, para poder funcionar: el hombre nuevo o ciudadano solidario capaz de sacrificarse por el bien colectivo, el maestro consagrado a su tarea, etc. Cuando en la democracia socialista se dan estos sujetos de manera generalizada, podría funcionar sin represión. De lo contrario, como paso en la urss o pasa en el Estado neoliberal, este deja de ser democrático y la única manera que tiene para perpetuarse es degenerar en autoritarismo. A lo largo de la historia han existido, en cualquier sistema político, situaciones de asimetría o desencaje entre el sistema político-económico y tipos antropoló- gicos. En los países de América Latina, estas asimetrías entre ambos elementos venían dándose desde hacía décadas o siglos. El paradigma neoliberal que rigió las políticas económicas desde fines de los 70, y más profundamente en la década de los 90, no hizo sino profundizarlas. Podemos hablar en los países latinoamericanos de tres grandes asimetrías: la asimetría o desencaje étnico-cultural, la asimetría o desencaje de la institucionalidad con los de abajo y la asimetría o desencaje de la institucionalidad con los de arriba.

La asimetría o desencaje étnico-cultural

Los procesos de independencia implicaron una emancipación de los países andinos de sus centros coloniales, no obstante, tuvieron también un fuerte componente de Tres modelos de democracia e institucionalización 95 continuidad ya que las nuevas instituciones, el Derecho, la organización territorial del Estado y las formas de organización de la economía, etc., instituidas por las nuevas Constituciones, continuaban siendo aquellas provenientes de la cultura dominante de los países “blancos” y colonizadores del continente europeo. Una moderna institucionalidad “blanqueada” propia del Estado-nación construida alrededor del sujeto de referencia liberal-mestizo que no se correspondía, en el caso de países como Colombia, Bolivia, Ecuador, Venezuela, etc., con los sistemas, organización y formas de elección de autoridades políticas, del ejercicio del Dere- cho o de la Justicia como sistema de relaciones inter-subjetivas, de organización económica, etc. de los pueblos indígenas, pueblos que, en países como Bolivia, abarcan alrededor del 65% de la población del país. Los sistemas normativos infra-estatales –derecho indígena– no solo no te- nían la categoría de “juridicidad”, eran no-jurídicos, sino que además, en tanto alguna de sus normas establecían conductas que, conforme con alguna norma del otro sistema, podían verse como infracción de este último, pasan a ser delito, usurpaciones de funciones o sistemas normativos anti-jurídicos y, por tanto, per- seguibles mediante la violencia “legítima” del Estado. Ello excluyó la posibilidad de reconocimiento y desarrollo de cualquier otro tipo de identidad o de forma antropológica que no sea la del individuo abstracto, propia del liberalismo. Esta era la primera asimetría entre sistema político-económico y formas antropológicas (étnico-culturales) en estos países.

La asimetría o desencaje de la institucionalidad con los de abajo

El Estado Constitucional capitalista no sólo implicó una mercantilización de las relaciones económicas, sino también de la relación política. En este sentido, au- tores como Schumpeter (1946) o Anthony Downs (1956) sostuvieron que en las sociedades capitalistas el sistema político está organizado entorno a una relación (mercantilizada) análoga al contrato económico mercantil. De acuerdo con esto, podemos decir que se da un contrato entre el Estado, como “propietario” de recursos políticos de varios tipos, y la sociedad civil (agre- gado de actores, entre ellos, el trabajo), como productor de la mayor parte de estos recursos (a través de impuestos y otras contribuciones económicas, votos, prestaciones y servicios personales de todo tipo, incluyendo los soldados o funcio- narios subalternos, etc.); donde parte del “producto final” vuelve a la sociedad en forma de obras públicas, medidas políticas económicas o sociales de protección, servicios públicos, de defensa, etc., mientras que otra parte (el “superplus o plus- valía política”) es reinvertida y/o consumida por el Estado para su conservación y desarrollo o para su trasvase directo (en forma de privilegios especiales) a las élites económicas y políticas. 96 bolivia en el siglo xxi

Para que esta relación mercantilizada en el ámbito político entre ciudadanos y Poder pueda funcionar –aún tratándose de un sistema de interrelación asimétrico o desequilibrado, donde el saldo de la balanza es deficitario para los ciudadanos– es necesaria la inclusión de los ciudadanos, el reconocimiento de derechos de ciu- dadanía que los integre como parte del sistema. El sistema solo puede funcionar si los individuos de a pie son partes incluidas en el sistema, individuos que forman parte de un sistema jerárquico de integración social, de distinta posición entre los incluidos. Es un sistema de integración subordinada, pero quien se encuentra abajo está dentro, y su presencia es indispensable. El gran problema de las sociedades latinoamericanas, durante décadas, ha sido que gran parte de “los de abajo”, amplios sectores de población urbana que trabajan en la economía informal o de población rural en zonas donde el Estado no llega, formaban parte de un sistema jerárquico, aunque dominado por el principio de exclusión. Quienes estaban abajo, estaban afuera, y su presencia era prescindible.2 Ello daba lugar a una inadecuación o desencaje de la forma antropológica de los de abajo (trabajadores autónomos en la economía informal, campesinos de zonas olvidadas por el Estado, etc.) con el sistema político-institucional que necesita de subalternos-incluidos para poder funcionar.

La asimetría o desencaje de la institucionalidad con los de arriba

Conjuntamente con la existencia de conflicto, la democracia exige también la existencia de instancias o mecanismos de organización de esta coexistencia plural y conflictiva, espacios de convergencia o síntesis, por encima de las clases o grupos en conflicto, que permitan una transacción entre ellas y eviten que el conflicto derive en autoritarismo o guerra (instituciones políticas democráticas y pluriclase).3 Si bien en Latinoamérica las Constituciones liberales introdujeron una mo- dernización de institucionalidad estatal, esta modernización nunca se produjo en el ámbito de la vida judicial y política existente en su interior, que continuó rigiéndose por relaciones políticas pre-modernas. Uno de los rasgos de la vida política en muchos de estos países, durante las últimas décadas neoliberales, ha sido la fuerte corrupción o dependencia político-económica del Poder Judicial,

2 Acerca de la diferencia entre desigualdad y exclusión véase Boaventura de Sousa Santos (2003: 125). 3 Uno de estos organismos necesarios, entre muchos otros, son las cortes supremas o tribunales constitucionales, los cuales deben realizar de manera honrada una función de transacción entre las aspiraciones sociales, el orden deseado y la necesidad de conservar el orden: el orden real. U otros, como un sistema de pluralismo político que represente los diferentes intereses corporativos de clase existentes en la sociedad y de espacios representativos plurales donde estos puedan mediar para convertir en normas la conflictiva y magmática realidad social. Tres modelos de democracia e institucionalización 97 o el hecho de que algunos de los más grandes empresarios del país han ocupado la dirección de los principales partidos políticos o han conformado sus propios partidos políticos,4 por medio de los cuales han accedido al poder Legislativo o Ejecutivo. Uno de los resultados de esta presencia directa de los empresarios en los po- deres del Estado ha sido que estos no han sido espacios plurales de transacción y mediación entre clases, sino meros espacios de uso patrimonialista de los bienes públicos y de las instituciones públicas en beneficio de redes clientelares que se han articulado para acceder a cargos públicos y en beneficio de sus empresas en particular. Ello provocaba que la forma antropológica de los políticos y jueces, de los de arriba, tampoco se correspondiera con la forma necesaria para que un sistema de democracia liberal funcionara.

Las nuevas constituciones andinas como restablecedoras del encaje entre institucionalidad político-económica y tipos antropológicos

Terminadas las Asamblea Constituyentes y aprobadas las nuevas constituciones en países como Venezuela (1999), Ecuador (2008) o Bolivia (2009), muchos nos preguntábamos y discutíamos acerca de si ¿nos encontrábamos, en estos países, ante una auténtica revolución de la que estaba emergiendo una nueva forma de Estado y de Derecho no liberal?, o bien, ¿estábamos ante una simple evolución, ampliación y especificación de los derechos liberales y, por tanto, ante un cons- titucionalismo liberal de tercera generación (constitucionalismo multicultural)? Si bien, antes de que el tiempo terminara por contestar esta pregunta, no había consenso en las respuestas, sí que todos los analistas estábamos de acuerdo en que, más allá de si ello serviría para llevar a cabo una transformación revolu- cionaria de estas sociedades, el reconocimiento en las nuevas Constituciones del carácter plurinacional del Estado y de los derechos individuales y colectivos de los indígenas, el reconocimiento y regulación de las múltiples formas de trabajo autónomo informal, doméstico, rural, etc., el establecimiento de me- canismos de participación política y control democrático sobre el poder, y un largo etc. de disposiciones, constituían una base jurídica totalmente novedosa que permitía dejar atrás las tres asimetrías citadas y restablecer el encaje entre institucionalidad político-económica y tipos antropológicos necesario en todo modelo democrático.

4 Véase, por ejemplo, Gonzalo Sánchez de Lozada al frente del Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), en Bolivia, o a Álvaro Noboa del Partido Renovador Institucional Acción Nacional (prian), en Ecuador. 98 bolivia en el siglo xxi

El nuevo constitucionalismo andino supone el inicio de un proceso demo- cratizador sin precedentes en la historia constitucional de estos países. Uno de estos aspectos que diferencian al nuevo constitucionalismo andino respecto del constitucionalismo clásico es la ruptura con el viejo modelo representativo de democracia delegada, conformando una nueva organización política donde la participación popular en lo político, lo económico, lo medioambiental y lo social adquiere un protagonismo sin precedentes. Ahora bien, ¿podemos hablar de un único modelo homogéneo de democracia participativa dentro del nuevo constitucionalismo andino? La respuesta es que no. La distinta naturaleza organizativa y sociológica del sujeto constituyente en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, etc. implicó la constitucionalización de modelos de democracia participativa muy distintos en cada uno de estos tres países.5 A continuación nos detendremos en esta relación entre la forma del sujeto constituyente y la Constitución política para ver, luego, cuál es el modelo de democracia postneoliberal que se conforma en Bolivia y en qué se diferencia de la del resto de Estados andinos.

La forma del sujeto constituyente y los modelos de democracia postneoliberal

Todo acontecimiento político –como acto instituyente de la Historia (cf. el Caracazo en 1989 en Venezuela, las guerras del Agua [2000] y del Gas [2003] en Bolivia, etc.)– es nominado, es decir, debe haber un sujeto colectivo que lo protagonice y que sea capaz de organizar y gestionar el tránsito entre lo viejo y lo nuevo, formalizando la nueva realidad. Pero, ¿cómo se conforma y qué formas puede adoptar este sujeto constituyente? Existen dos posicionamientos extremos y antagónicos en este sentido. En primer lugar está la que llamaremos tesis subjetivista del acontecimiento, que defiende que el sujeto político es pre-existente al acontecimiento. Según esta tesis, el sujeto hace o crea el acontecimiento. Se trata de una tesis basada en la idea de que el acontecimiento histórico viene determinado, fundamental y unilateralmente, por factores subjetivos, por la praxis militante de las personas. Las personas crean (en sentido literal) la Historia. En resumen, esta es una con- cepción defendida por Lenin en su folleto ¿Qué hacer? (1902) o por Trotsky, que parte de la idea de que el acontecimiento histórico (la revolución) se organiza unilateralmente por un sujeto colectivo pre-existente por medio de la llamada

5 Las diferencias y semejanzas entre el proceso de escritura y de constitucionalización de de- rechos en las Constituciones de Venezuela, Ecuador y Bolivia son estudiadas ampliamente en el capítulo 5 de Leiv Marsteintredet. Tres modelos de democracia e institucionalización 99 acumulación de fuerzas, esto es, la agitación, la propaganda y la organización, de manera que lo que intencionalmente se quiere que suceda, acaba por suceder si se trabaja bien. En segundo lugar está la que denominaremos “tesis objetivista del aconte- cimiento”, que sostiene que el sujeto político surge y se construye en el propio acontecimiento y crea así el sujeto político. Esta tesis plantea, al contrario de la anterior, que no son las personas las que hacen la Historia, sino que es la Historia la que hace a las personas. Esta es una tesis que percibe, por tanto, las circuns- tancias condicionantes del acontecimiento como algo autónomo y exterior al sujeto político. Las circunstancias hacen la Historia, al margen de la intervención activa de las personas. Entre sus defensores encontramos, en el siglo xix, a Karl Kautsky, quien planteaba el paso del capitalismo al socialismo como un hecho objetivo inevitable pre-determinado, al margen de la acción humana, por las leyes inmutables de la Historia. O en el siglo xx, otros autores que plantean que las circunstancias condicionantes tienen un carácter espontáneo e imprevisible. Esta idea de imprevisibilidad del acontecimiento político la encontramos en el texto Sobre La Revolución (1963) de Hannah Arendt, y será desarrollada más tarde por autores como Alain Badiou en El ser y el acontecimiento (1999), entre otros de sus textos, que establece que el acontecimiento político “es impredecible, incalcu- lable” y “está sujeto a la suerte”, al igual como en el amor un día, de golpe y de repente, se produce un encuentro amoroso que cambia toda una vida, sin que el mismo hubiera podido ser previsto, usando reglas de conocimiento, ni preparado conscientemente. Este planteamiento del acto rupturista como espontáneo e imprevisible determina la categoría de sujeto del acontecimiento en Badiou. Para este, es el acontecimiento el que induce la aparición del sujeto político. La colectividad toma conciencia en aquel instante de la excepcionalidad del momento y se pone al servicio del mismo, conformándose entonces en sujeto constituyente. Resulta evidente la incapacidad de las dos anteriores tesis antinómicas unilate- rales para entender las relaciones de determinación dialécticas entre sujeto social y medio social. En ellas, o bien se define el medio social como pura construcción o creación del sujeto y entonces se olvida la vigencia autónoma de las instituciones, se olvida que las circunstancias educan al hombre; o bien se define el sujeto social como resultado del medio y entonces se olvida la actividad humana, se olvida que las circunstancias son transformables por esta última. Ninguna de estas tesis es, por sí sola, capaz de explicar el proceso de conformación de los sujetos políticos. La Historia es una combinación de procesos autogenerativos y heterogene- rativos que mezclan determinismos estructurales objetivos y acontecimientos que son a la vez el producto de factores subjetivos como la lucha social o la imaginería colectiva. El acontecimiento histórico no es simplemente resultado de la situa- ción o de la intervención de quienes actúan en ella, sino que depende de ambos 100 bolivia en el siglo xxi momentos que no son independientes entre sí, ni siquiera complementarios, sino dos lados de una realidad unitaria. Tomando como punto de partida esta relación dialéctica entre circunstancias y personas, podemos afirmar el hecho de que las circunstancias materiales y cultu- rales condicionantes y los tipos de acumulación histórica, organización, estrategia y acción de los agentes sociales son distintos en cada territorio y época. Esto hace que la combinación dialéctica entre ellos derive también en distintas formas de acontecimiento político y sujetos constituyentes en cada lugar histórico concreto. Así, pueden diferenciarse distintos tipos de acontecimiento-sujeto. Si bien resulta imposible hacer mención de todas las formas que puede adoptar el sujeto constituyente en el marco de acontecimientos de ruptura y transformación, el presente trabajo tomará como referencia para su análisis lo que considera tres formas “tipo puro” en que puede conformarse el sujeto constituyente: 1. El sujeto constituyente como partido o coalición de partidos políticos; 2. El sujeto constituyente como identificación del pueblo-masa con un líder; y 3. El sujeto constituyente como agregación de luchas y movimientos sociales. Hay que ser conscientes, sin embargo, de que lo normal es que existan formas híbridas de sujeto constituyente que mezclen elementos de dos o tres de estos modelos tipo-puro. La tesis que defiendo en este trabajo es que existirá una relación o concor- dancia entre la naturaleza del sujeto constituyente que toma el poder estatal y el tipo de democracia o Constitución Política emergente en el nuevo escenario constituyente. Debemos señalar que para todo sujeto colectivo transformador la toma del aparato estatal no es más que el medio para convertir aquellas formas de orga- nización y acción política que considera más eficaces en formas de Estado y de Derecho. No obstante, teniendo en cuenta que los tres modelos del tipo de sujeto constituyente aquí descritos (partido, líder y movimiento social) discrepan acerca de la forma de organización y acción política más eficaz (formas más verticales u horizontales de toma de decisiones, más institucionales o autogestionarias de accionar político, etc.), podemos afirmar que en función del modelo que adopte el Estado la organización de la democracia y el operar político de esta será tam- bién distinto. Cada una de estas maneras o vías para conformar la up en el momento de trán- sito de lo civil a lo institucional condiciona el diseño participativo e institucional del nuevo Estado, así como el tipo de implementación de políticas transformadoras en su interior. En concreto, el diseño participativo e institucional tiene implica- ciones respecto de: las formas de articular lo institucional y lo social; las formas de participación y toma de decisiones; las formas de diseño e implementación de políticas públicas; las formas de querellarse o problematizar contra el sistema; las formas de ordenar y organizar lo público; las formas de redistribución de los Tres modelos de democracia e institucionalización 101 recursos económicos y materiales, etc. Cada una de estas cuestiones se plasmará de una manera u otra, de acuerdo a la naturaleza del sujeto constituyente que ha tomado el poder. Mientras aquellos proyectos construidos alrededor de la creencia en el ol- fato político o la brillantez de un líder pretenderán hacer del Derecho estatal un instrumento de centralización de amplios poderes en el líder para legislar de manera rápida, concentrada y vertical, dando lugar a una Constitución Política determinada, otros proyectos construidos alrededor de movimientos sociales de base asamblearia y autogestionaria pretenderán hacer del Derecho estatal un instrumento de descentralización comunitaria de la toma e implementación de decisiones, dando como resultado otra Constitución Política totalmente distinta. Básicamente, lo que estamos diciendo es que la forma del sujeto constituyente y sus lugares naturales de operar determinan directamente la forma posterior de gobernar y transformar. Concretamente, a partir de procesos tendenciales contrastados a través del decurso histórico de las formaciones sociales, señalaremos que la Constitución Política propia de la forma sujeto constituyente como partido o coalición de partidos políticos será lo que denominaremos una democracia parlamentaria, la del sujeto constituyente como identificación del pueblo-masa con un líder será lo que llamaremos una democracia de movilización y la del sujeto constituyente como agregación de luchas y movimientos sociales será lo que llamaremos una democracia corporativa de cogestión. Las diferencias entre estos modelos pueden verse en el siguiente cuadro:

Modelos de democracia

Concepción de Conformación Espacio de Mecanismo de Implementación pueblo de la voluntad ejercicio de la control sobre el de políticas estatal soberanía Poder públicas Democracia par- Pluralismo liberal Parlamentaria Sociedad Política División horizon- Estatal vertical lamentaria o contractualista (SP) tal de Poderes Democracia de Organicismo Refrendaria Sociedad Civil División vertical- Comités movilización (SC) popular de po- deres Democracia cor- Pluralismo cor- Concertación Instancias inter- Conflicto movi- Autogestión co- porativa de co- porativista social medias entre SP mientos-Estado munitaria gestión y SC Fuente: Elaboración del autor.

El hecho de que la forma y composición sociológica del sujeto constituyente en los procesos democratizadores de Venezuela, Bolivia y Ecuador fuera distinta, hizo que la forma de democracia postneoliberal que emergió en las constituciones de cada uno de estos países fuera también distinta. 102 bolivia en el siglo xxi

El postneoliberalismo en Bolivia: Del sujeto constituyente como agregación de luchas y movimientos sociales a la democracia corporativa de cogestión

La forma del sujeto constituyente en Bolivia

Seguramente Bolivia conforma uno de los ejemplos más claros del tercer tipo de sujeto constituyente referido como agregación de luchas y movimientos sociales. El 12 de octubre de 1992 se celebró en Bolivia la Asamblea de los Pueblos Originarios, acto que fue considerado el nacimiento del movimiento campesino- indígena como sujeto político. En la asamblea se planteó el análisis acerca de la insuficiencia de la forma sindicato para enfrentar los desafíos políticos del mo- vimiento popular en el presente. Si bien el rol del sindicato como organización de presión sobre el Estado había sido útil durante el viejo Estado nacionalista sustentado en el capitalismo de Estado y la alianza de clases, dejó de serlo en el marco del Estado neoliberal. A raíz de este diagnóstico se discutió acerca de la alternativa a adoptar, surgiendo dos posiciones enfrentadas: La primera, defendida por los cultivadores de coca en el interior de la Con- federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb), consistía en la denominada “tesis del instrumento político”, que defendía la nece- sidad de fundar un brazo político de los sindicatos campesinos para tomar el poder político como la única manera de garantizar el cumplimiento real de los convenios y acuerdos firmados con los distintos gobiernos e incumplidos por todos ellos. La segunda, defendida por los sectores más indigenistas o kataristas,6 era la denominada tesis del “retorno al ayllu” (las estructuras comunitarias tradicionales), como espacio de autonomía frente al Estado colonial. Si bien esta división nunca se ha superado en el seno de la izquierda bo- liviana, la tesis del instrumento político poco a poco fue ganando posiciones hasta devenir mayoritaria y materializarse, logrando la articulación de los sec- tores sindicales campesinos con movimientos sociales urbanos. Los kataristas, liderados por Felipe Quispe, críticos con esta estrategia, terminaron fundando su propio partido en el año 2000, el Movimiento Indígena Pachakuti (mip), separándose desde entonces de la línea mayoritaria y quedando en minoría dentro de la izquierda boliviana. Detengámonos en el examen de la conformación gradual de la primera tesis mayoritaria; esto es, en la conformación del llamado instrumento político. Desde la citada Asamblea de los Pueblos Originarios en 1992, en la que se presenta la tesis del instrumento político, hasta que esta deviene una posición mayoritaria, conformando el mas-ipsp en 1999, hubo diferentes intentos de

6 Sobre las diferencias entre indianismo y katarismo, véase Portugal y Macusaya (2016). Tres modelos de democracia e institucionalización 103 conformación de un instrumento político: la creación del Eje de Convergencia Patriótica (ecp) en 1993, de la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (asp) en 1995, que participa en las elecciones en el interior de la coalición Izquierda Unida (iu), hasta llegar, en 1999,7 a la creación del Movimiento Al Socialismo- Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (mas-ipsp). En las elecciones presidenciales y parlamentarias del año 2005, Evo Morales se convirtió en el articulador central de una gran variedad de movimientos y personas alrededor del mas-ipsp, como una candidatura que se presentaba bajo la forma movimiento de movimientos y que agrupaba al conjunto de organiza- ciones del movimiento indígena-campesino; organizaciones sindicales como la Federación Nacional de Cooperativas Mineras (fencomin), la Confederación Nacional de Mediana y Pequeña Empresa (conamype) y la Confederación de Jubilados y Rentistas de Bolivia; el Movimiento Sin Miedo (msm) de Juan del Granado, alcalde de La Paz (1999-2010); movimientos urbanos como la Coordi- nadora del Agua de Cochabamba; intelectuales de izquierda como Álvaro García Linera, candidato entonces a vicepresidente, que aporta el voto de sectores de la clase media urbana, etc. El resultado de las elecciones da la victoria al mas-ipsp, conformándose el nuevo gobierno de los movimientos sociales, liderado por Evo Morales Ayma y el mas.

El gobierno de los movimientos sociales y la estructura de poder emergente: Los derechos de los colectivos en situación de vulnerabilidad como derechos constituyentes

Hablamos antes de gobierno de los movimientos sociales refiriéndonos a la unión coyuntural de diferentes luchas o movimientos de personas en situación de vul- nerabilidad (campesinos, indígenas, mujeres, mineros, etc.) que toman el poder político del Estado. Uno de los aspectos fundamentales que el mas-ipsp llevaba en el programa electoral era la convocatoria de una Asamblea Constituyente para la redacción de una nueva Constitución. La naturaleza movimientista, en el sentido que aquí le damos de la nueva fuerza política que gobierna el país, determinó el tipo de constitucionalismo emergente del proceso constituyente. Se ha discutido mucho sobre si pueden establecerse paralelismos entre el Estado social europeo de después de la Segunda Guerra Mundial y la Constitu- ción boliviana de 2009. Si bien coinciden en algunos aspectos, hay otros en que difieren. Una de las diferencias entre ambos es la distinta naturaleza que en ellos

7 Para un estudio detallado de estos intentos de conformación del instrumento político véase Stefanoni y Do Alto (2006: 61) y Komandina y Geffroy (2007: 23). 104 bolivia en el siglo xxi adquieren los derechos de los grupos que históricamente se han encontrado en situación de vulnerabilidad, entre otros, los indígenas-campesinos, las mujeres y los vendedores ambulantes informales. La idea que vamos a defender aquí es que tanto en Europa como en América Latina existen derechos de los llamados “grupos en situación de vulnerabilidad”, sin embargo, mientras en el constitucionalismo social europeo estos derechos adquieren lo que llamaremos una naturaleza de “derechos complementarios”, en la constitución boliviana adquieren lo que llamaremos una naturaleza de “derechos constituyentes”, y ello determinará profundamente la forma de la Constitución Política. Los países europeos de la segunda postguerra eran sociedades en las que el úni- co exponente asalariado era el obrero-masa con familias nucleares heterosexuales y con esquemas rígidos y estables de relación patriarcal entre el ámbito doméstico y profesional. Ello hizo que la organización y extensión de la participación y la representación, así como el reconocimiento y garantía de derechos y prestaciones sociales en el interior del Estado social, se hiciera entorno al trabajo-asalariado y sus organizaciones (los sindicatos y grandes partidos socialdemócratas). Las constituciones del Estado social europeo de postguerra fueron modelos trabajo- centristas en los que el trabajo se concebía como categoría única y central para entender la sociedad y como lugar de integración social (Alonso, 2007). “Italia es una República democrática fundada en el trabajo”, empieza señalando el art. 1 de la Constitución italiana de 1947. Es en las décadas de los 70 y 80 cuando se pasa de la sociedad fordista de pleno empleo a una nueva sociedad postfordista con cada vez más gente en puestos de trabajo inseguro o sin trabajo, con múltiples y plurales formas de convivencia y con altos grados de monoparentalidad, con un proceso de globalización que acelera el fenómeno migratorio, etc. Ello implicó una fragmentación de los ejes de desigualdad y la visibilización de grupos en situación de vulnerabilidad que obligó a los Estados a una reestructuración del modelo de protección social y al reconocimiento de derechos a estos grupos. Sin embargo, tomando en consideración que las Constituciones del Estado social de postguerra, trabajo-centristas y donde los derechos sociales están vincula- dos al trabajo-salario, continúan vigentes en la mayor parte de los países europeos, la integración en el espacio de constitucionalidad de los grupos en situación de vulnerabilidad que emergen en la década de los 70, esto es el reconocimiento de sus derechos, se ha hecho básicamente por dos vías: En primer lugar, por una vía constitucional indirecta. Su integración y la prohibición de su discriminación en el constitucionalismo social europeo no se llevó a cabo mediante una mención explícita de los distintos tipos de grupos en el texto constitucional y el desarrollo de sus derechos específicos, sino por vía Tres modelos de democracia e institucionalización 105 de la cláusula general de igualdad presente en todas las constituciones, la cual actúa como plataforma de acceso, de asimilación, de los miembros de los grupos en situación de vulnerabilidad a los espacios, derechos y roles de “normalidad”. Esta es una vía reafirmada en la década de los 90 en Europa por la llamada corriente neoconstitucionalista estructurada alrededor de las publicaciones de Susana Pozzolo (1988: 339-353) y del grupo de filósofos del Derecho de la Uni- versidad de Génova, que han desempeñado su labor entorno a la figura de Paolo Comanducci (2003). En el mismo sentido indicado, para esta corriente no debe hacerse mención explícita de los distintos tipos de grupos en situación de vul- nerabilidad en el texto constitucional, sino que simplemente hay que establecer una cláusula general de igualdad genérica que sea desarrollada y concretada por los jueces en función de la realidad de cada caso concreto. Esta posición es una aplicación al derecho constitucional de los planteamientos de la tópica jurídica de Horst Ehmke (1963: 53-102) de la década del 60 y de la teoría constitucional de la sociedad abierta de Häberle de la década del 70 (1996: 15-46). Ehmke y Häberle criticaron la posición consistente en adoptar como punto de partida la existencia de un sistema completo de normas jurídicas del que puede derivarse la solución de todos los problemas jurídicos. Debe partirse, por el con- trario –afirmaban–, de los problemas concretos. Hay que situar, en primer lugar, los problemas y no el sistema como punto de partida. En concordancia con ello, el neo-constitucionalismo plantea la necesidad de apostar por la constitucionali- zación de principios de igualdad genéricos y no completos que sean concretados mediante la práctica jurisprudencial, con lo que el derecho ya no sería algo que viene dado por las reglas predeterminadas sino una “realidad práctica” cambiante. Y en segundo lugar, por la vía legislativa, jurisprudencial y política. Por eso hablamos de los derechos de los grupos en situación de vulnerabilidad como derechos complementarios. Porque independientemente de su grado de eficacia, actúan como derechos que complementan y corrigen el modelo trabajo- centrista imperante en las Constituciones. Es cierto que existen constituciones del Estado social, como la española de 1978, que por su aprobación tardía, en un momento donde ya se empezaban a ver los primeros trazos de la transformación del modelo fordista al postfordista, hace breves referencias a niños y madres (art. 39), emigrantes (art. 42), adultos mayores (art. 50) o consumidores y usuarios (art. 51), aunque continúa estando todavía muy lejos de un tratamiento de los derechos de los grupos en situación de vulnerabilidad como derechos constituyentes que veremos a continuación. Como hemos visto anteriormente, el sujeto político constituyente, en Bolivia, no se estructuró alrededor de un partido obrero clásico o coalición de partidos, sino alrededor de la agregación de múltiples movimientos o luchas de grupos en situación de vulnerabilidad. Esta naturaleza del sujeto de up determinó que la 106 bolivia en el siglo xxi forma de constitucionalismo social emergente en Bolivia fuera totalmente dis- tinta al modelo europeo. El constitucionalismo social, propio de la Constitución boliviana, no es la integración dentro del texto constitucional de la contradicción capital-trabajo asalariado mediante la subjetivación del trabajo y reconocimiento de derechos vinculados al trabajo-salario, sino que es la integración del conflicto oligarquías-grupos en situación de vulnerabilidad hasta ahora excluidos de la ciudadanía real. Ello provoca que la organización y expansión de la participación y represen- tación de los excluidos en la institucionalidad estatal se haga, principalmente en esta Constitución, a partir del reconocimiento, no de los derechos del trabajo, sino de los derechos de los grupos en situación de vulnerabilidad. El hecho de que el sujeto constituyente estuviera integrado por distintos grupos sociales que históricamente han sufrido una situación de exclusión hizo que a la hora de redactar la Constitución de Bolivia del año 2009 cada uno de ellos quisiera estar visibilizado en el texto, dotándose de derechos e instrumen- tos para la defensa de los mismos. De ahí que en tal propuesta de Constitución encontremos un capítulo de derechos de los pueblos indígenas (Capítulo cuarto del Título iii de la parte de los derechos) o que dentro del Capítulo de derechos sociales y económicos se desarrolle de manera expresa, en secciones separadas, los derechos de niñez, adolescencia y juventud (Sección v. Arts. 58 a 61), los de- rechos de las personas adultas mayores (Sección vii. Arts. 67 a 79), los derechos de las personas con discapacidad (Sección viii. Arts. 70 a 72) o los derechos de las personas privadas de libertad (Sección ix. Arts. 73 y 74). O que exista una sección dedicada a la hoja de coca, introducida por los cocaleros para garantizar sus derechos (Sección ii, Capítulo vii, Título i de la parte de estructura y or- ganización económica del Estado). O que en la Sección iii del Capítulo quinto del Título iii de la parte de los derechos, referido a los derechos al trabajo y al empleo, se constitucionalice y dote de especial protección por el Estado a aquel sector productivo ubicado normalmente bajo la categoría de “sector informal” y que agrupa a los trabajadores de pequeñas unidades productivas urbanas o rurales, por cuenta propia, y gremialistas en general. O que exista un capítulo referido a la minería y a los derechos de los mineros (Capítulo cuarto del Título ii de la parte de estructura y organización económica del Estado). O las referencias continuas, de manera transversal a lo largo de todo el texto constitucional, de los derechos de las mujeres. Esta extensión, casi reglamentaria, de los derechos divididos por grupos sociales concretos, si bien no sería aceptable desde la puridad de la técnica cons- titucional ortodoxa, puesto que la protección de todos estos grupos ya quedaría incluida dentro de una cláusula general de igualdad, es algo que responde a la naturaleza de un sujeto constituyente compuesto, como hemos señalado, por una unión coyuntural de diferentes luchas o movimientos de personas en situación de Tres modelos de democracia e institucionalización 107 vulnerabilidad que se hacen con el poder político y cuyo objetivo es la protección específica de los derechos de su colectivo. Además, la falta de confianza de estos grupos hacia un Estado, unas institu- ciones y un Derecho oficial que, tradicionalmente, no ha cubierto sus necesidades básicas de subsistencia y de una vida digna, y ha hecho que la única vía que han tenido para justiciabilizar sus derechos haya sido la de la resistencia y la lucha social desde la esfera civil, hace que su concepción de las garantías de los derechos no sea la de las garantías jurisdiccionales, sino la de la garantía social. Ello explica que a la hora de redactar la Constitución boliviana, junto a las garantías judiciales, los movimientos sociales convertidos en constituyentes incluyeran un gran número de mecanismos de poder negativo o enfrentamiento movimientos-Estado. Se trata, en resumen, de un nuevo constitucionalismo que subjetiviza, junto al individuo, a los grupos en situación de vulnerabilidad como los sujetos colectivos de referencia en la participación política y como depositarios de derechos colectivos propios, a la vez que los dota de instrumentos jurisdiccionales, sociales y políticos que les permiten, desde su autonomía, el avance paulatino en la creación de las condiciones necesarias para la garantía de sus derechos. De ahí, que afirmemos que los derechos de los grupos en situación de vulnera- bilidad adquieren no un carácter complementario (de un modelo obrero-centrista), sino constituyente, central y definitorio del modelo de constitucionalismo social. Prueba clara de ello se expresa en la propia publicación impresa de decenas de miles de ejemplares de la Constitución que el Gobierno hizo tras su aprobación para repartir entre la población, la cual iba precedida de un prólogo del presidente Evo Morales que se tituló: “Para que nunca más seamos excluidos”. Este carácter central en el texto constitucional de los movimientos o luchas de grupos en situación de vulnerabilidad, su reconocimiento como sujetos políticos de referencia en la carta de derechos y el establecimiento de mecanismos garantistas para que desde su autonomía puedan justiciabilizar sus derechos, en ocasiones incluso en confrontación con el propio Estado, determina la conformación de lo que en este libro venimos definiendo como algunos de los aspectos principales de la Constitución Política de Bolivia. Concretamente, ello hace que: la concepción de pueblo, el sistema de con- formación de la voluntad estatal, el sistema de control social y de implementación de políticas públicas imperantes, sean distintos de los dos modelos que hemos visto en las secciones anteriores (los de la up como coalición de partidos o como identificación del pueblo-masa con un líder). Las características de este tipo de Constitución Política vigente en Bolivia y propia de los modelos de up como agregación de luchas y movimientos sociales, que dan lugar a lo que llamaremos una democracia corporativa de cogestión, pueden plasmarse en el siguiente cuadro: 108 bolivia en el siglo xxi

Democracia corporativa de cogestión

Concepción Conformación Espacio de Mecanismo de Implementación de pueblo de la voluntad ejercicio de la control sobre el de políticas estatal soberanía poder públicas Democracia Pluralismo Concertación Instancias inter- Conflicto Autogestión corporativa de (corporativismo medias entre SP movimientos- comunitaria cogestión social) y SC Estado Fuente: Elaboración del autor.

Conclusión abierta

Cualquiera de los tres modelos de democracia aquí señalados (parlamentaria, de movilización y corporativa de cogestión) nacen para devenir, cada una desde su propia concepción, en lo que en la década de los 70 Rosanvallon (1979: 62) llamó democracias de destino: es decir, una democracia para el pueblo, destinada a él, donde el poder se ejerce en interés de las clases populares. En el ámbito de la Constitución Política, ello consiste en la búsqueda e implementación de fórmulas de profundización democrática. Sin embargo, la toma del aparato estatal por parte de uno de los sujetos po- líticos descritos no es garantía automática del logro de este fin. La instauración de la democracia parlamentaria, así como las de movilización o corporativa de cogestión, pueden adoptar dos caras opuestas, pudiendo devenir auténticos sis- temas de profundización democrática, pero pudiendo originar también utopías invertidas o Constituciones opuestas, esto es, sistemas que contraríen el gobierno por el pueblo. Afirmar que cada una de las tres formas de democracia señaladas tiene su reverso nos retrotrae a la tesis aristotélica de las seis formas de gobierno, donde a cada constitución buena (monarquía, aristocracia y politia) le correspondía la misma constitución en su forma mala o degenerada (tiranía, oligarquía y demo- cracia, respectivamente). El criterio que utilizó Aristóteles para distinguir entre forma buena o mala de constitución fue el interés común o individual. Las formas buenas son aquéllas donde los gobernantes ejercen el poder teniendo en cuenta el interés público, en las malas, lo ejercen de acuerdo con el interés individual. El criterio que utilizaremos nosotros para ubicar los distintos modelos de demo- cracia señalados (parlamentaria, movilización o corporativa de cogestión) en una u otra de ambas caras de la revolución es la relación existente en su interior entre derechos y poderes. Derechos y poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) conforman una pareja constitucional indisoluble: no cabe abordar los derechos sin poderes, ni a la in- versa, ya que ambos se predican mutuamente. Tres modelos de democracia e institucionalización 109

Hablamos de revolución en marcha de los tres modelos señalados cuando, en su interior, los poderes del Estado se establecen y organizan en función de los derechos (subordinación de los poderes a los derechos). Como señala Bartolomé Clavero (2007: 289), los poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) no pre-existen al consti- tucionalismo, no hay, en rigor, poderes antes de las cartas de derechos propias del constitucionalismo. Tanto el Poder Constituyente como los poderes constituidos son producto del sistema constitucional. Los poderes se justifican y fundamentan por los derechos, con anterioridad a las cartas de derechos los poderes hubieran carecido de motivo y de justificación. En términos constitucionales estrictos, el Poder Legislativo nace para desarrollar, conforme a la Constitución, los derechos; el Ejecutivo, para implementarlos, y el Judicial para hacerlos valer a instancias de la parte interesada o, de ser necesario, frente a los otros dos poderes juntos o por separado. Por tanto, se trata de modelos donde los poderes, independientemente de la forma y organización que adopten, actúan como medio para hacer efectivos los derechos de las mayorías sociales y están subordinados a ellos. Por el contrario, hablamos de revolución detenida de los tres modelos señalados cuando se entiende los poderes como algo absoluto, autónomo y pre- constituido antes que los derechos y, no exactamente, en función suya, con lo cual el Estado establece su auto-reproducción como fin último y pone los derechos en función de ello (subordinación de los derechos a los poderes). Valga como ejemplo de ello aquella famosa salus revolutionis suprema lex (la seguridad de la revolución es la ley más alta) de la etapa estalinista, mediante la cual se justificaba la explotación y vulneración de derechos como necesaria y correcta para el mantenimiento del Estado socialista y su institucionalidad. La lucha entre derechos y poderes se resolverá a favor de los primeros o de los segundos en función de cómo se gestione la tensión entre la naturaleza conservadora del Estado (subsunción del sujeto constituyente en el Estado) y la naturaleza creativa del sujeto constituyente (subsunción del Estado en el sujeto constituyente). Las formas en que desde los espacios de dirección política se orga- nice, opere y transforme la realidad serán siempre el resultado de la tensión entre un aparato burocrático-racional estatal tendente a despersonalizar y despolitizar la vida política y un sujeto político tendente a personalizarla y politizarla (en un sentido transformador). Hasta aquí hemos establecido el tipo de democracia surgida del proceso constituyente boliviano y sus diferencias respecto a los otros países andinos que también han llevado a cabo procesos constituyentes, otro debate es cómo se ha resuelto en Bolivia la tensión aquí señalada, después de diez años de gobierno del mas (2006-2015) y de siete años desde la entrada en vigor de la Constitución de Bolivia del año 2009, y cómo ha evolucionado la forma de democracia corporativa de cogestión que la Constitución estableció. 110 bolivia en el siglo xxi

Sin duda hay elementos que han distorsionado el modelo de democracia cor- porativa de cogestión introducido originalmente en la Constitución. Ahora bien, la pregunta es si estos nuevos elementos han llegado a desnaturalizar totalmente el citado modelo de democracia o si, por el contrario, este sigue todavía en vi- gencia. Se trata de un tema importante que por limitación de espacio deberemos tratar en otro texto.

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5 El nuevo constitucionalismo político en América Latina y el paradigma boliviano*

Leiv Marsteintredet

Introducción

Este capítulo trata del constitucionalismo boliviano y, en particular, sobre la cons- titución de 2009 que reconfigura, renombra y forma de nuevo, por no decir que recrea, el Estado-nación boliviano. La Constitución de 2009 fue la culminación de la iniciativa revolucionaria democrática y de orientación izquierdista dirigida por el indígena aymara, excocalero, Evo Morales, que junto a su movimiento o partido, Movimiento Al Socialismo (mas), ganó la presidencia de Bolivia en 2005. El objetivo de este capítulo es proveer un análisis comparativo de la constitución de Bolivia de 2009 para ofrecer una visión detallada de su historia constitucional, así como su contexto regional para poder entender los cambios recientes en Bolivia. Un marco natural de comparación de la Constitución boliviana del año 2009 es observar los acontecimientos sucedidos en los países que dieron un giro a la izquierda al mismo tiempo que Bolivia. Durante la ola izquierdista en América Latina muchos observadores encontraron similitudes entre la Venezuela de Chávez, el Ecuador de Correa y la Bolivia de Morales. Algunas similitudes son sorprendentes, por ejemplo, el rechazo vociferante (al menos, retórico) del neoli- beralismo, el rechazo de las ideas y anteriores prácticas de la democracia liberal en los respectivos países, la identificación (de nuevo, al menos retóricamente) con la izquierda1 y, aún más importante, la convocatoria y aprobación de nuevos proyectos­

* Traducción del inglés de Laura Camacho Salgado y Nelson González Ortega. 1 Empleo las advertencias entre paréntesis para referirme aquí al uso de la retórica más que a los cambios políticos reales, relacionados con la política de izquierda, y a las reacciones a la política neoliberal. No uso estas advertencias para subestimar los cambios políticos reales de

[113] 114 bolivia en el siglo xxi constitucionales para estimular y consolidar las nuevas direcciones políticas que a menudo fueron autodenominadas por sus líderes como revoluciones.2 Por estas razones, la Constitución boliviana de 2009 se comparará con las recientes reformas constitucionales en Venezuela (1999) y Ecuador (2007-08) En las páginas siguientes, se ofrece, primero, una breve reseña del periodo de democracia pactada (1985-2005), así como la ruta de Evo Morales y el mas hacia el poder. Segundo, se esquematizan brevemente algunos aspectos de la historia constitucional de Bolivia para así argumentar que su trayectoria constitucional encaja en un escenario latinoamericano típico. Tercero, me detengo en el estudio del proceso constitucional 2006-2009, bajo el régimen de Morales, y comparo este proceso, en particular, con las experiencias de Venezuela, bajo Chávez, y Ecuador, bajo Correa. Aunque hay muchas similitudes, las diferencias importantes son, en primer lugar, la motivación explícita de construir un nuevo Estado Plurinacional en Bolivia y, en segundo lugar, la escritura de una constitución más pluralista. Sostengo que, si bien este último factor pudo haber menoscabado ciertos aspec- tos revolucionarios de la Constitución, también pudo, a largo plazo, contribuir a legitimar la Constitución ante todos los actores políticos y, por ello, aumentar así la probabilidad de su supervivencia.

La democracia pactada y el ascenso de Evo Morales y el mas

Con la elección de Evo Morales como presidente de Bolivia en 2005 la joven democracia entró en una nueva era. Bolivia había sido una democracia electoral relativamente estable desde el restablecimiento del gobierno civil, bajo el gobierno de Siles Suazo en 1982. La elección, en 1985, del presidente Paz Estenssoro, líder del Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr) –partido fundado por Siles Suazo y Paz Estenssoro en 1941 y que dirigió la revolución de 1952–, inauguró el periodo llamado a menudo por los científicos políticos “democracia pactada”: dominada por las políticas neoliberales de la llamada Nueva Política Económica (nep) (cf. Gamarra, 1996). A pesar de que durante el periodo de democracia pactada tres partidos diferentes gobernaron Bolivia, este pacto entre las élites de los partidos aseguraba la gobernabilidad y la aprobación de reformas económicas que favorecieron al sector privado, estimulando las inversiones extranjeras y la privatización de las empresas estatales. El ascenso de Evo Morales y su partido/ movimiento mas, en la década del 2000, puede interpretarse como una reacción

Bolivia bajo el mandato de Morales, sino para resaltar que a menudo hay una discrepancia entre la retórica y la política real. Para una discusión más completa de este asunto, véase Kennemore y Weeks (2011). 2 Para una buena comparación de estos y otros casos del giro a la izquierda en América Latina, y que en particular contrasta la experiencia boliviana con otros casos, véase Cameron (2009). el nuevo constitucionalismo político en américa latina 115 al pacto político entre los principales partidos y las políticas neoliberales que di- chos partidos favorecían. Morales y el mas se presentaron como un movimiento campesino-indígena inclusivo que proponía una alternativa de izquierda ante los partidos establecidos y ante la democracia neoliberal que había dominado en Bolivia durante 20 años. Durante la década del 2000, en particular durante el gobierno del presidente Sánchez de Lozada (mnr), en su segundo periodo como presidente (desde 2002), las tensiones entre el modelo neoliberal, el campesinado altamente movilizado y los grupos indígenas aumentaron dramáticamente. Estos conflictos, concentrados entorno a lo que se ha llamado guerras del Agua (2000) y del Gas (2003), llevaron a la caída del presidente Sánchez de Lozada en octubre de 2003, además, los con- flictos de mayo de 2005 aseguraron la caída de su vicepresidente Carlos D. Mesa Gisbert, que fue el sucesor de Sánchez de Lozada como presidente (Buitrago, 2010). La profunda crisis del antiguo modelo, la presentación eficaz de nuevos actores políticos y las ideas de Morales y el mas, ayudaron a Morales a barrer a los otros partidos y ganar las elecciones de 2005, llegando así a la presidencia. Morales creó relativamente rápido un nuevo gobierno que formaba parte de la ola izquierdista que se propagó en gran parte de América Latina, después de la victoria electoral de Hugo Chávez en Venezuela, en 1998 (Levitsky y Roberts, 2011, Weyland, 2010). Las nuevas alternativas políticas, en particular en la región de los Andes, se interpretaron como una reacción no sólo a las políticas económicas fallidas, sino también al fracaso de las democracias electorales de representar a grandes grupos de ciudadanos.3 En este resurgimiento de la izquierda, el objetivo de algunos de los líderes fue crear un nuevo sistema de gobierno y un nuevo Estado-nación, en contraste con el anterior status quo neoliberal. Gracias a presidentes como Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador y Morales en Bolivia, una nueva Constitución se convirtió en la herramienta de salida del antiguo modelo, facilitando el establecimiento y consolidación de los principios de los nuevos modelos políticos y Estados-nación. Sin embargo, Evo Morales no era solo un líder de la izquierda, también fue el primer presidente indígena de Bolivia, el país con mayor proporción de población indígena en América del Sur.4 Su victoria albergaba las esperanzas de muchos por la reconstitución de las relaciones Estado-indígena en el país. Por lo tanto, la Constitución boliviana de 2009 se convirtió en la herramienta para construir nuevas relaciones entre el Estado y los indígenas en el país.

3 Para un análisis sobre la crisis de la representación de los Andes en ese periodo, consúltese el volumen editado por Mainwaring et al., 2006. Para el ascenso de Evo Morales y el movimiento indígena en Bolivia, véase, por ejemplo, el libro de Raúl L. Madrid, The Indigenous Movement and Democracy in Bolivia. In Prospects for Democracy in Latin America (2007), University of North Texas. 4 En el censo del año 2001 más del 60% del pueblo se identificaba a sí mismo como indígena, y más de la mitad de las personas reportaron que hablaban una lengua indígena. 116 bolivia en el siglo xxi

Si bien es cierto que la nueva Constitución boliviana es única en la medida en que pone de relieve y crea un Estado plurinacional, cuyo objetivo es garantizar una autonomía real para las comunidades indígenas, también es verdad que la Constitu- ción boliviana forma parte de una tendencia en toda la región relacionada al nuevo constitucionalismo en América Latina, el cual va más allá de la ola izquierdista surgida en la primera década del siglo xxi (Nolte y Schilling-Vacaflor, 2012b). Durante la actual etapa democrática en América Latina, países como Bolivia, Ecuador, Venezuela, Colombia, República Dominicana y Argentina han re-escrito sus constituciones a través de la realización de sus experimentos democráticos.5 El nuevo constitucionalismo en América Latina conlleva la promesa de mejorar y perfeccionar las, muchas veces, poco efectivas democracias electorales de la región, a través de marcar un momento fundacional de las repúblicas, in- corporando una visión más positiva, así como una larga lista de derechos sociales asertivos. Dentro de esta gran tendencia, las nuevas constituciones de Bolivia, Ecuador y Venezuela se destacan como piedras angulares de proyectos políticos que se han apartado de lo que había sido percibido por los nuevos gobernantes como ideas y prácticas fallidas de la democracia liberal, como también de las políticas económicas neoliberales. Como la mayoría de las nuevas constituciones de la región, las constituciones de Venezuela, Ecuador y Bolivia tenían carácter “de aspiración”, en el sentido que hacían énfasis en derechos asertivos todavía no obtenidos por los ciudadanos (García-Villegas, 2004). Pero en estos tres países las promesas de cambio social eran mayores que en otros países, como, por ejemplo, Colombia en 1991 y República Dominicana en 2010, en donde las constituciones estaban identificadas con un proyecto político específico (orientado a la izquierda) y con líderes o movimientos que apoyaban dichos proyectos. Por esta razón estas tres constituciones –aunque celebradas ampliamente, a nivel nacional e internacional– estuvieron afectadas por muchos conflictos durante el proceso de su escritura, convirtiendo así su re- sultado en fuente adicional de conflicto político. La naturaleza de los proyectos constitucionales también pone bajo prueba la Constitución de Bolivia, así como la de Ecuador y Venezuela: ¿cómo van a funcionar estas constituciones cuando el país esté dirigido por un partido político diferente o con un proyecto que no esté alineado con las ideas promovidas por tal Constitución? Como se verá adelante en este capítulo, el proyecto constitucional de Bolivia, bajo Morales, fue más plura- lista que en Venezuela y Ecuador, un factor que puede aumentar la probabilidad de que su Constitución pueda pasar la prueba de rotación.6

5 Esto contrasta con la escritura de una constitución como parte de una transición a la demo- cracia, como fue el caso de Guatemala en 1985 y Brasil en 1988. 6 La prueba de rotación se refiere a una prueba que los regímenes democráticos deben pasar para considerarse como consolidados. Un régimen democrático solo será considerado como el nuevo constitucionalismo político en américa latina 117

Aunque la experiencia boliviana no es única, esta se destaca, incluso en esta última triada de constituciones más radicales, por ser explícitamente plurinacio- nal y por constitucionalizar (por primera vez en la historia del país) los derechos de la gran cantidad de grupos indígenas de Bolivia. La Constitución boliviana de 2009 no fue la primera en la región en estipular los derechos indígenas, ya que 15 de los 18 países de América Latina ya habían ratificado el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales de la Organización Internacional del Trabajo (oit). Además, comenzando por la Constitución de Guatemala de 1985, varios países, como Colombia, Paraguay, Venezuela, México, e incluso, Bolivia en 1994, entre otros, ya habían reconocido algunos derechos indígenas y también habían declarado a sus Estados como multiculturales (Schilling-Vacaflor y Kuppe, 2012). Una de las ideas más revolucionarias de la Constitución de Bolivia de 2009 es el establecimiento de un orden pluri-legal en el que se aceptan dos diferentes órdenes judiciales: el ideal clásico occidental y, además, las normas legales basadas en tradiciones y prácticas indígenas (Barrera, 2012). La ascendente movilización de grupos indígenas, en particular en la región de los Andes, junto a muchos grupos indígenas recién movilizados, consideraron los anteriores cambios formalmente constitucionales y el proyecto del multiculturalismo como una falla debido a que muchas veces (como se ejemplifica en el caso de Bolivia en la década de 2000) los derechos indígenas sobre la tierra perdieron la batalla en contra de la presión de la privatización y de las políticas neoliberales. Por lo tanto, la Constitución bo- liviana plurinacional de 2009 también puede ser considerada como una reacción a una desviación radical de los experimentos constitucionales multiculturales de las décadas del 90 y 2000.

Constitucionalismo en América Latina en los siglos xix y xx

En el sentido europeo (y estadounidense) de la palabra, una Constitución es un conjunto de leyes fundamentales que establecen un grupo de principios a los que toda ley debe ajustarse, regulando así la relación entre las instituciones (políti- cas), así como la forma de gobernar el país y restringir el uso del poder arbitrario (Ginsburg, 2012: 36-40; Lane, 1996: 3-16; Sartori, 1962). Una constitución pone límites a los gobiernos y tradicionalmente se ha enfocado en los derechos civiles y políticos (libertad de expresión, derecho a la vida, a la propiedad privada, derecho al voto, derecho a un juicio justo y derecho a coartar las libertades de la violencia, etc.) con el fin de prevenir el abuso de poder. Una constitución define las reglas del juego, por así decirlo, y con el fin de asegurar su supervivencia, todos los actores principales (políticos, sociales y militares) deben seguir dichas normas.

consolidado si ha pasado la prueba de entregar el poder de un partido a otro. Para algunos autores, esta rotación debe ocurrir dos veces, véase, por ejemplo, Linz y Stepan (1996). 118 bolivia en el siglo xxi

Aunque históricamente las constituciones han sido documentos históricos breves, con el tiempo se han ampliado, incluyendo a menudo más derechos po- sitivos con el objetivo de regular mucho más la vida pública (Nolte y Schilling- Vacaflor, 2012a: 22-25). En América Latina, el punto de inflexión hacia el enfoque de derechos sociales positivos (por ejemplo, los derechos laborales) se dio en la Constitución de 1917 de México, que constitucionalizó algunos derechos sociales y laborales. La Constitución revolucionaria mexicana inspiró, más tarde, a otros países de América Latina para que pusieran atención a cuestiones sociales a la hora de diseñar sus propias constituciones.7 América Latina ha sido, desde su independencia, un laboratorio de expe- rimentos constitucionales. Aunque se podría argumentar que gran parte del constitucionalismo latinoamericano ha fracasado en restringir a políticos (y a militares) en su búsqueda de poder dictatorial y en la obtención de estabilidad, paz y democracia en la región, ello no ha impedido que los líderes políticos ha- yan intentado un nuevo constitucionalismo (Nolte y Schilling-Vacaflor, 2012a). Ciertos debates clave y fuentes de muchos reemplazos constitucionales se han centrado en la obtención del derecho al voto, en el rol de la Iglesia, en los límites del poder presidencial, en las reglas de la reelección presidencial, en el papel de las Fuerzas Armadas y, en fin, en los Estados de Excepción.8 En su libro sobre constitucionalismo latinoamericano, Gargarella (2013) distingue tres modelos iniciales: un enfoque conservador, un enfoque republicano y un enfoque liberal. Estas tres tradiciones tomaron diferentes posiciones frente a las preguntas fundamentales de la época: la autonomía individual y el autogo- bierno colectivo. La escuela conservadora optó por una visión restringida sobre ambas cuestiones, tratando de organizar las sociedades bajo el orden moral de la Iglesia Católica, frecuentemente a través del uso de la coacción para imponer el orden. No obstante, el enfoque republicano o radical destacó el “mayoritarismo” político, la regla de la mayoría y el principio de la “voluntad general”, pero, a menudo, a expensas de la autonomía individual (que tuvo que someterse a la regla de la mayoría). Por último, el liberalismo, conforme a Gargarella, equilibró los dos principios anteriores, tratando así de evitar los excesos de la tiranía y de la anarquía. El valor de la autonomía individual se mantuvo fuerte, mientras que la autonomía colectiva y el gobierno de la mayoría podrían ser sacrificados en vir- tud de defender la autonomía individual. Lo que Gargarella describe, como una fusión entre el enfoque liberal y el conservador, influiría en el constitucionalismo latinoamericano y boliviano a lo largo del siglo xix y principios del siglo xx. Sin

7 Para un breve análisis de la Constitución de México de 1917, véase el volumen editado de Galeana (2013: 314-430). 8 Para debates sobre estas y otras cuestiones, véase, por ejemplo, Gargarella (2013) y Loveman (1993). el nuevo constitucionalismo político en américa latina 119 embargo, el radicalismo o los ideales republicanos retornarían a América Latina y a Bolivia.

La historia constitucional boliviana: Una típica experiencia latinoamericana

La historia constitucional de Bolivia parece ajustarse a los patrones típicos de América Latina y del mundo. Sus constituciones han sido escritas como resulta- do de numerosos golpes de Estado y cambios de régimen (desde el periodo de la independencia, 1810-1824, hasta la Guerra del Pacífico, 1879-1883), después de las profundas crisis nacionales provocadas por las guerras del Pacífico y del Chaco (1932-1935) y en relación a los movimientos revolucionarios surgidos bajo la presidencia de Evo Morales. A partir de 1880, durante el periodo liberal de la región, se logró, por primera vez en Bolivia, cierta estabilidad constitucional, algún tipo de constitucionalismo y el protagonismo de la oligarquía liberal. Antes de este periodo, el único go- bierno estable fue el del caudillo Andrés de Santa Cruz, que gobernó entre 1831 y 1839. La cuestión social, como sucedió en gran parte de América Latina, fue constitucionalizada durante la primera mitad del siglo xx (en 1938) e inspirada por acontecimientos internos y por la Revolución Mexicana. Ciertas cuestiones claves de la constitución hoy se refieren a asuntos relacionados con el multiculturalismo, las cuestiones de legalismo plural, los poderes del presidente y la re-elección. Por lo tanto, Bolivia encarna un caso bastante típico latinoamericano en términos de su historia constitucional y su experiencia política. En su libro sobre el constitucionalismo latinoamericano, Negretto (2013: 22) cuenta 193 constituciones en América Latina entre la Independencia y el año 2001, lo que da un promedio de más de diez constituciones de cada país en la región. Según la cuenta de Negretto, la Constitución de Bolivia de 2009 es la decimoséptima desde la Independencia.9 Aunque Bolivia tiene más constituciones que el promedio (con excepción entre 1938 y 1961), el país ha sido relativamente estable constitucionalmente desde 1880. La Constitución de 2009 es la octava desde 1880, pero la constitución anterior fue escrita en 1967. Tanto la Constitu- ción de 1880 como la Constitución de 1967 demostraron una estabilidad relativa y gozaron de una larga vida: 58 años y 42 años, respectivamente.

9 Contar las constituciones es una tarea difícil y, a menudo, estudios comparativos como el de Negretto presentan un número diferente al de los estudios orientados a nivel nacional. Por ejemplo, Börth Irahola (2010: 41) cuenta 22 constituciones que incluyen la Constitución de 2009, mientras que Hassenteufel Salazar solo cuenta 11, incluyendo la Constitución de 2009 (2006). Para una discusión sobre la cuestión de contar constituciones, ver Marsteintredet (2014). 120 bolivia en el siglo xxi

Dentro de un contexto regional, el investigador estaría en apuros para argu- mentar que las constituciones de Bolivia o el constitucionalismo se han destacado hasta la reciente Constitución de 2009.10 Durante el siglo xix, Bolivia no produjo una constitución estable, como sí lo hizo Chile (1833), Argentina (1853) y Co- lombia (1886). Además, pocas de las constituciones bolivianas, hasta el año 2009, fueron conocidas regionalmente por sus ideas constitucionales (con una excepción parcial de la Constitución de 1938, que fue alabada internacionalmente por dedicar atención a los derechos sociales). La importante Revolución de 1952, de hecho, no produjo su propia Constitución hasta 1961 y, en ese año, sólo ratificó algunos de los logros de la Revolución Nacional de 1952. Más bien el constitucionalismo boliviano parece haber seguido las tendencias descritas por Gargarella y Negretto, las cuales fueron inspiradas por los ideales liberales y conservadores antes de que en el siglo xx se incorporaran las ideas sociales en un número relativamente alto de constituciones, en especial, durante los primeros 50 años después de la Independencia. Como fue típico en la región, gran parte de la inestabilidad presente durante los primeros 50 años de Indepen- dencia fue causada por la introducción de nuevas constituciones por un próximo general que aspiraba dar un golpe de Estado para así poder gobernar el país (Bo- nilla, 1985: 566).11 Entre 1826 y 1880, cada Constitución duró un promedio de solo cinco años y, a menudo, sirvió para legalizar o legitimar de facto el gobierno de varias dictaduras militares de corta duración. No obstante, vale hacer mención aquí de la primera Constitución boliviana de 1826, ya que esta fue redactada en gran medida por el libertador Simón Bolívar, por invitación de la Asamblea Constituyente, bajo la dirección de Antonio José de Sucre.12 Aunque nunca fue realmente eficaz, la Constitución de 1826 duró cinco años e incluyó algunas medidas interesantes. En primer lugar, sentó las bases de una república liberal con separación de poderes. Preocupado por la estabilidad e inspirado por el ejemplo de Haití, Bolívar propuso una presidencia de por vida y que el presidente pudiera seleccionar personalmente a su sucesor con el fin de evitar el problema de la sucesión constantemente presente en los regímenes no democráticos. La constitución presidencialista fue claramente inspirada por los

10 Los textos constitucionales sobre las constituciones de Bolivia a lo largo de la historia se pueden encontrar en Cervantes Virtual: http://www.cervantesvirtual.com/portales/constitu- ciones_hispanoamericanas/bolivia_constituciones/ 11 Para obtener una buena visión general de las constituciones, véase Böhrt Irahola (2010: 41). 12 El texto original y la carta adjunta enviada por Bolívar, desde Lima, a la Asamblea Constitu- yente en La Paz, se puede leer aquí: http://www.ensayistas.org/antologia/xixa/bolivar/bolivia. htm; y el texto constitucional ordenado se encuentra en Cervantes Virtual: http://www.cer- vantesvirtual.com/portales/constituciones_hispanoamericanas/obra-visor-din/constitucion- del-estado-del-19-de-noviembre-de-1826/html/. Para un breve análisis, consúltese Quisbert (2010). el nuevo constitucionalismo político en américa latina 121

Estados Unidos, mientras que la sugerencia de un poder legislativo tricameral fue un invento francés. La presidencia de por vida muestra, sin embargo, un claro carácter monár- quico que no se repetiría en las posteriores constituciones de Bolivia; este país permanecería con un régimen presidencial hasta el día de hoy. La Constitución de 1826 (art. 6) también declaró al catolicismo como la religión exclusiva del Estado.13 El catolicismo seguiría siendo la religión del Estado, aunque más tarde se ofrecerían garantías para el culto de otras religiones. La Constitución de 1826 también restringió el sufragio en base al grado de alfabetización y a la propiedad de bienes raíces. El sufragio universal no se introdujo hasta la Constitución de 1961, implementado por el mnr, nueve años después de la Revolución Nacional; y muchos aseguran que la inclusión efectiva de los grupos indígenas recién tuvo lugar durante del presente milenio. Hasta la Guerra del Pacífico y la Constitución de 1880, las distintas cons- tituciones bolivianas tuvieron un papel reducido en la limitación del poder del caudillo, así como en prevenir golpes de Estado y en controlar los caprichos de los gobernantes. Inspirada por las ideas liberales de la época y en el ascenso de las élites mineras, a raíz de la derrota de las Fuerzas Armadas chilenas en la Guerra del Pacífico, la Constitución de 1880 establece los principios de una república oligárquica en la que la separación de los poderes establecidos en la Constitución tenía, en realidad, un papel significativo en la vida política. Al mantener el privi- legio especial de la Iglesia Católica, la Constitución de 1880 se convertiría en un ejemplo de la fusión liberal-conservadora predominante durante dicho periodo en América Latina (Gargarella, 2013). La Constitución de 1880 jugaría un papel importante en la democracia restringida que se implementó en aquel momento, entre otros aspectos, por el establecimiento de un sistema de partidos que fundó las premisas para el sistema político que duró hasta 2009. Otra guerra, la desas- trosa Guerra del Chaco (1932-1935) entre Bolivia y Paraguay, junto a la crisis económica de la década del 30, proporcionaría un nuevo giro político, social y constitucional en Bolivia. La crisis de la década del 30 condujo a la aparición de una nueva generación de funcionarios e intelectuales de la clase media que se unieron en una alianza populista, inspirada por el nacionalismo y hasta cierto punto por las ideas socia- listas. Bajo la presidencia del coronel Germán Busch (1937-1939), una asamblea constituyente fue convocada, la cual representó a las clases trabajadoras por pri- mera vez (Klein, 1966, Gargarella, 2013: 113). La Constitución de 1938 mantuvo al sistema político heredado de la Cons- titución liberal-conservadora de 1880, pero también siguió el ejemplo de la

13 Este artículo no fue sugerido por Bolívar, sino que fue introducido por la Asamblea Consti- tuyente que debatió y deliberó la propuesta constitucional de Bolívar. 122 bolivia en el siglo xxi

Constitución de 1917 de México con el fin de hacer frente a la cuestión social. Las ideas nacionalistas ganaron sobre los ideales del liberalismo (laissez-faire) y establecieron un interés nacional en los recursos naturales de la nación, con- cediendo al Estado el derecho de intervenir en la economía y en el control de la exploración y exportación de petróleo.14 De hecho, el artículo 106 de dicha Constitución establece claramente que el régimen económico debe responder a los principios de la justicia social. Esta Constitución limita aún más los derechos de propiedad, por lo que llegó a ser condicionada a su función social, y como tal, la constitución significó una primera ruptura con el individualismo de la ideología liberal. En el aspecto social, la Constitución en su sección sobre el régimen social (artículo 14) introdujo un sistema nacional de seguridad social; la educación se convirtió en un derecho para todos los niños y una responsabilidad del Estado; los trabajadores ganaron el derecho a sindicalizarse libremente y el derecho a la huelga y la Constitución declaró la obligación social general del Estado de ase- gurar el bienestar de sus ciudadanos. A pesar de que muchas de las características sociales eran claramente una aspiración, la Constitución señaló el creciente papel del Estado en la vida económica y social, papel que dominaría en Bolivia a lo lar- go de la Revolución de 1952 hasta su término con el golpe de 1964. El derecho constitucional fue importante para los mineros y campesinos, ya que les dio la posibilidad de sindicalizarse y jugar un papel importante durante la Revolución de 1952 que concedió poder al mnr. Por lo tanto, la Constitución de 1938, como tal, fue un documento de suprema importancia en la historia boliviana. Como un claro contraste con la revolución implementada por Evo Morales y el mas a principios del siglo xxi, la Revolución Nacional de 1952 no utilizó ni necesitó una nueva constitución como una herramienta para la ejecución de su programa. Esto se debió en parte a que muchas de las preocupaciones y peticiones de los revolucionarios de 1952 ya se habían incluido en la Constitución de 193815 y también a que tal revolución fue provocada por la anulación de las elecciones de 1951, en las que el mnr ganó. Por esa razón, dicha revolución no fue una reacción al sistema constitucional y político previo, sino a su restauración.16 Solo en 1961 la Revolución de 1952 actualizaría la carta constitucional para institucio- nalizar adicionalmente su programa,por ejemplo, la reforma agraria, la educación gratuita y la nacionalización de las minas.17 También permitiría la reelección del presidente Paz Estenssoro en 1964 (Gamarra, 1989: 168; Gargarella, 2013: 213).

14 Véase la sección 13 de la Constitución que trata sobre el régimen económico y financiero, artículos 106-120. 15 De hecho, Paz Estenssoro, uno de los líderes de la Revolución de 1952, fue diputado en la Convención Constitucional de 1938. 16 Para una reciente y amplia discusión sobre la importancia de la Revolución de 1952 en Bolivia, consúltese el volumen editado por Grindle y Domingo (2003). 17 Véase el capítulo 3 de González Ortega. el nuevo constitucionalismo político en américa latina 123

Resumiendo, la historia constitucional de Bolivia sigue los rasgos típicos de la historia constitucional de América Latina. En primer lugar, lo típico de muchos países latinoamericanos es que los líderes políticos, sean estos caudillos, revolu- cionarios o héroes de la independencia, muestran, a través de la experimentación constitucional, la convicción de que con un adecuado diseño constitucional se puede obtener la estabilidad y la prosperidad. En segundo lugar, como sucede en gran parte de la región, la inestabilidad política y la inestabilidad constitucional se correlacionan y siguen la misma periodización: inestabilidad hasta el periodo liberal; periodo oligárquico hacia el final del siglo xix; introducción de la cues- tión social en reacción a la Revolución Mexicana; y una nueva inestabilidad con la incorporación de nuevos grupos (campesinos y trabajadores) en el sistema político. En tercer lugar, las causas del cambio constitucional se asemejan a los patrones regionales y globales, como los golpes de Estado y los derrocamientos militares de los gobiernos y las guerras, como se verá en la siguiente sección sobre las revoluciones.18

Constitucionalizando la revolución en los Andes: Bolivia en comparación con Venezuela y Ecuador

En esta sección se estudia el proceso constitucional boliviano entre 2006 y 2009 comparándolo con los recientes procesos constitucionales de Venezuela y Ecua- dor; dos países cuyos cambios radicales han sido comparados con los de Bolivia. Tras convocar una Asamblea Constituyente en 2006, Evo Morales declaró: “Aquí es donde la revolución democrática y cultural comienza”.19 Aunque el propio Morales fue inconsistente en cuanto al modo de llamar sus planes para la revolución, no hay duda de que él y sus seguidores intentaron refundar el Estado- nación y su sistema político. Siguiendo los pasos de muchos, antes de él, Morales creyó que una nueva Constitución podría ayudarle a asegurar su nuevo régimen, mediante la práctica popular del “borrón y cuenta nueva”. La constitución y el sistema político que Morales y el mas deseaban aniqui- lar no fue el de la Constitución de 1938 y su componente social y nacionalista, sino más bien la Constitución de 1967 que en cierta medida constitucionalizó la contrarrevolución, posterior al golpe de Estado contra el presidente Paz Esten- ssoro en 1964. A pesar de que la Constitución de 1967 mantuvo muchos de los aspectos sociales y nacionalistas de la Constitución de 1938, dicha Constitución había servido principalmente para legitimar el poder del presidente Barrientos

18 Para comprender las causas y las tendencias de cambio constitucional, véase Elster (1995). 19 Citado en Dunkerley (2007: 147), donde el autor también discute extensamente si la entrada de Evo Morales y del mas al poder podría ser considerada una verdadera revolución. 124 bolivia en el siglo xxi que realizó el golpe de Estado en 1964. De hecho, la Constitución de 1967 no funcionó ni fue respetada sino hasta la década del 80, debido a que el presidente Barrientos y los dictadores militares que le siguieron solo hablaron de dicho régimen constitucional sin ponerlo en práctica. Después de que la democracia retornó a Bolivia en 1982, y en particular con el regreso de Paz Estenssoro y su introducción de reformas neoliberales en 1985 (cf. capítulo 3 de González Ortega), la Constitución de 1961 sería identificada con lo que el mas y Morales percibían como el fracaso de la democracia pactada y neoliberal. Por lo tanto, se hizo imperativo para el nuevo gobierno escribir una nueva constitución, para romper claramente con lo que el vicepresidente de Morales, Álvaro García Linera, llama “Estado patrimonial neoliberal”.20 Al igual que sucedió en Venezuela en 1999, con Chávez y, más tarde, con Correa en Ecuador, en 2007-08, Morales y el mas convocaron a la elección de una Asamblea Constituyente para reescribir la Constitución. El 2 de julio de 2006, 255 representantes fueron elegidos para la tarea, después de un récord de participación del 84,5% de los votantes registrados (Mendoza-Botelho, 2016: 34). La decisión de utilizar una Asamblea Constituyente en lugar del Congreso Nacional para escribir la Constitución no fue accidental en cualquiera de estos tres países.21 En la historia de Bolivia fue sólo la cuarta vez que una Asamblea Constituyente –que es una asamblea elegida con la tarea específica y única de escribir una Constitución– escribiría la Constitución (Böhrt Irahola, 2010). En primer lugar, Bolivia entre 2006 y 2009, estaba en un contexto donde había instituciones políticas desacreditadas, de ahí que la convocatoria de una Asamblea Constituyente presentaba la ventaja de no tener que compartir el legado de instituciones históricas como el Congreso y los partidos políticos, obteniendo así el poder de configurar un momento fundamental para construir un nuevo ré- gimen. La asamblea sería elegida directamente por el pueblo y constituiría lo que el preámbulo de la Constitución de 2009 denomina como “poder originario”.22 En esa medida, una Asamblea Constituyente refleja la importancia del ideal re- publicano de ser la expresión de la voluntad popular (Gargarella, 2013). Por eso, el uso de una Asamblea Constituyente en lugar de un Congreso Ordinario para escribir la Constitución aumentaba el potencial de legitimidad democrática de los autores y la Constitución resultante. Este factor podría ayudar a prolongar la vida de la Constitución. En segundo lugar, el hecho de que el gobierno y el mas hubieran convoca- do una Asamblea Constituyente ofreció la oportunidad de organizar elecciones

20 Citado en Dunkerley (2007: 139). 21 Para una discusión sobre la forma en que una constitución está escrita y cómo eso puede afectar el resultado, véase Elster (2006) y Ginsburg, Elkins y Blount (2009). 22 Véase el preámbulo de la Constitución de 2009, http://www.cervantesvirtual.com/nd/ ark:/59851/bmc5b1z0 el nuevo constitucionalismo político en américa latina 125 durante el periodo de luna de miel del presidente, en el que él y su partido eran más propensos a ser populares, permitiéndoles diseñar las reglas electorales para la elección especial, lo cual aumenta la probabilidad de que el partido de gobier- no domine la Asamblea Constituyente. De ese modo, la conformación de una Asamblea Constituyente aumenta la probabilidad de que la nueva Constitución proporcione una clara ruptura con el pasado.23 Sin embargo, la posible adversa reacción es que un partido se las arregle para dominar la Asamblea Constituyen- te, de tal forma de que otros grupos políticos puedan ser excluidos del proceso de escritura de la Constitución. Si eso ocurre, la legitimidad del proyecto puede debilitarse y la Constitución podría llegar a ser identificada más claramente con el líder político que promovió dicha Constitución que con un documento que sirva a toda la nación y a todos sus grupos políticos.

El proceso de escritura de la Constitución boliviana de 2009

La alta participación en la elección de la Asamblea Constituyente aseguró la legitimidad de los creadores de la constitución, sin embargo, el mas no tuvo tanto éxito como sus homólogos en Venezuela y Ecuador que recibieron mayor apoyo en la Asamblea Constituyente que en el Parlamento nacional. Mientras que Chávez y su Movimiento Quinta República de Venezuela incrementaron su apoyo aproximadamente en un 20% en ambas cámaras del Congreso, alcan- zando en 1998 un 93% de apoyo por parte de los representantes en la Asamblea Constituyente de 1999, y Correa y su Alianza pais aumentó su representación en el Congreso pasando de no tener casi ninguna representación en 2006 a tener 69,5% en la Asamblea Constituyente de 2007, Morales y el mas obtuvieron solo 53,7% de los representantes en la Asamblea Constituyente, en comparación con el 55,4% en la Cámara Baja del Congreso.24 La falta de una mayoría cualificada de dos tercios que aprobara la Constitución, sin ayuda alguna, resultó ser crucial para el proyecto constitucional y dio lugar a un proceso constitucional muy diferente al de Venezuela y Ecuador.25 La posición

23 Sin embargo, cabe señalar aquí que la ley que permite la elección de una Asamblea Consti- tuyente en Bolivia fue firmada por el predecesor de Morales, el presidente Rodríguez Veltzé, a mediados de 2005. 24 El mas no tenía una mayoría en el Senado, con solo 12 de 27 representantes, por tanto, la victoria mayoritaria en la Asamblea Constituyente fortaleció su posición, en relación a la que disfrutó en el Congreso. El mas también se benefició de las reglas electorales ya que sólo había recibido el 50% de los votos para la elección de la Asamblea Constituyente. 25 Hubo un desacuerdo profundo entre la oposición y el mas sobre la cuestión de si todos los artículos de la constitución necesitaban el apoyo de una mayoría de dos tercios o solo algunos de los artículos, además de la Constitución final. Para las discusiones sobre este tema y los 126 bolivia en el siglo xxi más débil del mas y Morales vis-à-vis la oposición, comparada con Venezuela y Ecuador, puede haber desarticulado algunas de las propuestas más radicales y hasta suavizado la ruptura con el pasado. Por otro lado y especialmente a largo plazo, la Constitución de Bolivia fue aprobada con los votos de la oposición, lo que pudo haber aumentado la legitimidad de la constitución a los ojos de todos los partidos políticos, e incrementado la probabilidad de su supervivencia, más allá del actual mas y el gobierno de Morales. El primer efecto de la posición relativamente débil del mas en la Asamblea Constituyente fue que el proceso se prolongó mucho, ya que duró 2,5 años. La elección de la Asamblea Constituyente se dio en julio de 2006 y las deliberaciones se prolongaron hasta finales de diciembre de 2007, cuando la Asamblea entregó la versión final, pero las negociaciones entorno al proyecto continuaron a lo largo de 2008 hasta que se llegó a un acuerdo final en el Congreso Ordinario a finales de octubre. La nueva Constitución fue finalmente aprobada en un referendo el 25 de enero de 2009. En comparación, en Venezuela el proceso duró apenas cinco meses desde que la Asamblea Constituyente se reunió en agosto de 1999 hasta que la Constitución fue aprobada en un referendo en diciembre de ese mismo año, mientras que en Ecuador duró diez meses desde que la Asamblea fue convocada a finales de noviembre de 2007 hasta que la nueva Constitución fue aprobada por un referendo en septiembre de 2008. El segundo efecto es que el proceso de Bolivia fue mucho más conflictivo que en Ecuador y Venezuela. Como se ha mencionado, el mas y la oposición no estaban de acuerdo en la forma de interpretar los dos tercios de los requisitos de la Asamblea para aprobar la Constitución. El desacuerdo sobre esta cuestión de procedimiento (además de un conflicto aún más serio sobre la autonomía regional) dio lugar a una serie de conflictos institucionales que involucraron a la Asamblea Constituyente, al Congreso, a la Presidencia, a los prefectos regionales y a los tribunales, además de protestas sociales que a veces terminaron en brotes de violencia, poniendo la democracia y el proyecto constitucional en riesgo. Sin embargo, los embotellamientos y los graves conflictos institucionales pueden haberse convertido en una bendición disfrazada, puesto que obligaban a las partes a estar presentes en la mesa de negociación. Las negociaciones finales entorno al proyecto constitucional de Bolivia contrastan con los ejemplos de Ecuador y Venezuela, dado que la oposición en Bolivia logró influir en el resultado final y el presidente no fue capaz de imponer su Constitución.26

conflictos que suscitó, ver Lehoucq (2008), Uggla (2009) y Deheza (2008), y para un breve interpretación legal (sobre los conflictos que sobrevinieron), ver Hassenteufel Salazar (2006). 26 Véase Laserna (2010: 38-39) para obtener una visión crítica de la legalidad y la legitimidad de la nueva Constitución. el nuevo constitucionalismo político en américa latina 127

Participación y plurinacionalismo: La Constitución de Bolivia de 1952

A pesar de un resultado algo negociado, la mayoría de los observadores coinciden en que la Constitución de 2009 constituye claramente una ruptura radical con el pasado y que abrió las puertas hacia un “borrón y cuenta nueva” para el régimen político de Bolivia, para el Estado-sociedad y para las relaciones indígena-estatales (cf. Mendoza-Botelho, 2016: 151; Wolff, 2013). El preámbulo de la Constitución también prometió una ruptura con el pasado neoliberal y colonial: “Dejamos en el pasado el Estado colonial, republicano y neoliberal”. Y en la siguiente frase del preámbulo de la Constitución se apunta a un futuro para ser construido por tal Constitución:

Asumimos el reto histórico de construir colectivamente el Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, que integra y articula los propósitos de avanzar hacia una Bolivia democrática, productiva, portadora e inspiradora de la paz, comprometida con el desarrollo integral y con la libre determinación de los pueblos.27

Así, el preámbulo mantiene la promesa de un nuevo mañana en un nuevo Estado-nación que ya no toma el nombre de la República de Bolivia, sino más bien de Estado Plurinacional de Bolivia. No hay espacio aquí para discutir en detalle la nueva Constitución y cómo ella define28 la construcción de un nuevo Estado-nación y su régimen político. Esta sección más que resaltar algunas de las cuestiones claves de la nueva Constitución, se centra en los elementos que distinguen a la Constitución boliviana histórica- mente de sus homólogas de Ecuador y Venezuela. A pesar de las promesas de un Estado plurinacional, la Constitución todavía mantiene muchas de las caracterís- ticas republicanas del pasado. Como en Ecuador y en Venezuela y en línea con las inspiraciones más radicales del constitucionalismo latinoamericano, la nueva

27 El preámbulo también es instructivo en la medida en que pone en línea la lucha anti-colonial de los pueblos indígenas, bajo el imperio español, con la reciente lucha liderada por el mas y Morales contra el neoliberalismo y la democracia pactada. El preámbulo declara: “El pueblo boliviano, de Composición plural, desde la Profundidad de la Historia, Inspirado en las Luchas del Pasado, en la sublevación indígena anticolonial, en la Independencia, en las Luchas Populares de Li- beración, en las marchas de los indígenas, Sociales y Sindicales, en Las Guerras del agua y de octubre, en las Luchas por la tierra y territorio, y con la Memoria de Nuestros Mártires, Construimos nuevo Estado de la onu”. La lucha por la democracia, como la previamente alabada Revolución de 1952 –en los años entre la independencia y el ascenso de Morales al poder–, quedan fuera del preámbulo, como si no existieran y no fueran relevantes en la lucha actual por un mejor mañana. La revolución constitucionalizada en 2009 se presenta también como una reacción a la historia de 200 años de Independencia. 28 Un buen punto de partida para el estudio de la Revolución de 1952 es el volumen editado de la Fundación idea sobre la Constitución, véase idea (2010), disponible en línea: http:// www.idea.int/publications/bolivias_new_constitution/index.cfm?css=new2013 128 bolivia en el siglo xxi

Constitución, sin embargo, aumenta la importancia de la democracia directa y la participación popular, por ejemplo, mediante la elección popular del Tribunal Supremo y del Consejo de la Magistratura (art. 182 y 194), y la introducción del concepto de ‘Participación y control social’ a través de la sociedad civil (véase el Título vi de la Constitución). No obstante, este tipo más directo de democracia también va de la mano con una presidencia fortalecida (entre otras cosas a través de la aceptación de la reelección presidencial), como también ha pasado en Ecua- dor y Venezuela, lo cual debilita el poder de las instituciones independientes para controlar el gobierno. Como tal, la nueva Constitución boliviana proporciona una modesta ruptura con la indirecta y parcialmente controlada democracia del pasado, siguiendo así los modelos descritos por Gargarella: una fusión, por así decirlo, entre los ideales constitucionales liberales y radicales. Surge una pregunta para el futuro: ¿en qué medida esta fusión de la democracia liberal y la democracia más radical puede ser sostenible?, es decir, ¿existe un compromiso entre estos dos ideales democráticos? En resumen, la novedad del proyecto constitucional de 2009 no es que fuera democrático, sino más bien retórico (aunque no siempre en la práctica), pues rechazó la democracia liberal, indirecta y partidista que tenía como objetivo sustituir o complementar un tipo más directo de democracia.29 Lo que realmente estableció el proyecto de Morales, aparte de las experien- cias históricas de Bolivia y los proyectos revolucionarios en Ecuador y Venezuela, fueron los aspectos plurinacionales y el reconocimiento de los grupos indígenas del país.30 Aunque pequeños cambios se incorporaron en la década de 1990, la Constitución de 2009 es novedosa en la mayoría de los aspectos (cf. Schilling- Vacaflor y Kuppe, 2012). En el artículo 4 se rechaza el catolicismo como la re- ligión del Estado y se respalda la libertad religiosa. El artículo 5 establece como lenguas oficiales todas las lenguas indígenas junto al español (castellano), lo cual era muy importante teniendo en cuenta que el Estado boliviano había usado la lengua como una herramienta para excluir formalmente a la población indígena del sistema político (cf. Colón-Ríos, 2011). Aún más radical fue la aceptación de las jurisdicciones indígenas en el mismo nivel jerárquico que la tradicional-occidental, a través de la creación de un sistema de pluralismo jurídico (artículos 190-192) que garantiza la representación indígena en todos los niveles de gobierno, presentando

29 La Constitución, no obstante, mantuvo las características fundamentales del sistema político, como son la Presidencia, el Congreso bicameral, etc. Los elementos de la democracia popular directa vendrían en adición a la estructura política establecida. 30 La Constitución boliviana del año 2009 es más similar a la de Ecuador, en este aspecto, que a la de Venezuela, pero todavía sostengo que la Constitución boliviana es única aun en dicha comparación, porque la Constitución de 2009 no necesariamente sobrepasa la Constitución de 1998 en el establecimiento de los derechos indígenas. Para un análisis de la Constitución de Ecuador con respecto a los derechos indígenas y los derechos de la naturaleza, véase Lalander (2014). el nuevo constitucionalismo político en américa latina 129 una democracia comunitaria que se enfoca en una orientación menos individual por parte de los diversos grupos indígenas. Además, esta Constitución, aunque rechaza la autonomía territorial, genera enormes conflictos en todo el proceso constitucional (Uggla, 2009) ya que per- mite la autonomía indígena al afirmar que esta no puede ser subordinada a otras entidades, proporcionando reglas relativamente claras de cómo pueden ser de- clarados los territorios autónomos indígenas (Schilling-Vacaflor y Kuppe, 2012). Los derechos indígenas en América Latina no son un tema nuevo, no obstante, el grado en que la nueva Constitución boliviana busca tanto el establecimiento de estructuras institucionales con poder real como el modo en que las entidades territoriales pueden gobernarse de manera autónoma, claramente muestra una enorme ruptura con el pasado de Bolivia, convirtiéndose así en una Constitución relativamente única en América Latina. Queda por ver, sin embargo, si la inclu- sión formal de nuevos grupos indígenas y de un sistema jurídico plural pueden sobrevivir en el futuro, bajo un gobierno más liberal y potencialmente más elitista.

¿Durante cuánto tiempo sobrevivirá la Constitución boliviana de 2009? Una discusión a modo de conclusión sobre sus avances y dificultades

El constitucionalismo boliviano ha seguido lo que se caracterizaría como un camino latinoamericano típico: desde 1825 y durante los primeros 50 años de su Independencia experimentó altos niveles de inestabilidad debido a caudillos y dictadores que impusieron su propia Constitución después de sus golpes de Es- tado, y hasta conseguir altos niveles de estabilidad, primero, durante el periodo liberal, posterior a la Guerra del Pacífico y, luego, bajo el régimen constitucional de una orientación más social tras la Guerra del Chaco. El ejercicio histórico y comparativo de este capítulo también es útil para contextualizar el régimen de Morales y la Constitución de 2009. Los nuevos elementos del proyecto de Morales no concedieron atención a los derechos sociales que habían sido pre- sentados constitucionalmente (aunque no sustantivamente) desde 1938. A pesar de afirmaciones contrarias, la nueva Constitución no era la primera constitución realmente democrática en la historia de Bolivia. Tanto la Constitución de 1938 como la breve Constitución de 1961 fueron escritas y operaron bajo algún tipo de democracia, y la Constitución de 1967 operó bajo un régimen democrático a partir de 1982. La singularidad de la Constitución de 2009 consistió, en primer lugar, en su ambición de refundar el Estado-nación mediante la incorporación de la población indígena bajo un Estado plurinacional y, en segundo lugar, en haberse enfocado en la soberanía popular y en la participación popular directa, es decir, una forma 130 bolivia en el siglo xxi diferente de la democracia. Estos dos aspectos constituyen el rechazo de una nación-Estado del pasado, orientada hacia la monoculturalidad que, unas veces, legalmente y, después, de facto, excluyó grandes partes de la población, así como el rechazo a la democracia liberal, presente durante los 20 años que duró el pacto neoliberal en el país.31 Si se compara con los otros experimentos constitucionales de orientación izquierdista de Venezuela y Ecuador –con los que el proceso cons- titucional de Bolivia comparte muchos rasgos– Bolivia pasó tanto por un proceso de constitución-escritura más plural (y por lo tanto largo y conflictivo) como por un experimento plurinacional que singulariza, aún más, la experiencia boliviana. Cualquier régimen revolucionario, independientemente de sus buenas in- tenciones, corre el riesgo de ser identificado en gran medida con la persona o personas que conducen la revolución en lugar de ser identificado con las ideas de cambio que supuestamente debe fomentar. Este es también el caso de la revolución actual en Bolivia. Solo bastaría mencionar nombres como Juan Perón, Fidel Cas- tro, Daniel Ortega y Hugo Chávez para recordar que este riesgo también existe en América Latina. De hecho, algunas de las críticas contra el nuevo proyecto plurinacional de Bolivia, así como de los proyectos venezolanos y ecuatorianos, se han centrado en el asunto de equiparar gobernantes autoritarios (Strong men) con sus constituciones. Aunque aclamado por muchos por corregir un error histórico contra los pue- blos indígenas de Bolivia y por implementar una democracia más directa, varios observadores han cuestionado si el nuevo diseño de democracia, de abajo hacia arriba, podría ser coaptado por una fuerte presidencia o por una figura de caudillo como la de Morales (Laserna, 2010; Wolff, 2012). La oposición era claramente consciente de este problema durante las negociaciones de octubre de 2008, en las que el Congreso insistió que el primer mandato de Morales como presidente debía ser la restricción constitucional de permitir solo una reelección presidencial. El anterior análisis muestra que varios factores reducen el riesgo de coopta- ción, de arriba hacia abajo, en Bolivia, en comparación con Ecuador y Venezuela. En primer lugar, la posición de Morales como líder del mas y de otros movimien- tos sociales en Bolivia es claramente más débil que sus homólogos de Ecuador y Venezuela, quienes, después de obtener el poder, construyeron sus partidos desde arriba. En segundo lugar, en contraste con Ecuador y Venezuela, en Bolivia el Congreso regular no fue disuelto durante el proceso de constitución e, incluso, participó en las deliberaciones constitucionales hacia el final del proceso (Cameron, 2009). En tercer lugar, pese a los conflictos y al boicot del proceso constitucio- nal, la oposición participó en las deliberaciones sobre el proyecto constitucional y al final influyó en su resultado. La oposición tuvo una participación mayor en

31 Varios observadores han abogado por el uso del término democracia post-liberal (Arditi, 2008; Wolff, 2013) para describir a Bolivia durante el periodo de Morales. el nuevo constitucionalismo político en américa latina 131 la Constitución de 2009 que la oposición en Ecuador y Venezuela, lo que pudo aumentar su legitimidad a los ojos de la actual oposición en Bolivia y, por tanto, se abre la probabilidad de que la Constitución sobreviva al gobierno de Morales. Los temores de un giro caudillista de la revolución boliviana parecían jus- tificados cuando, en el año 2013, el Tribunal Supremo dictaminó que el primer mandato de Morales no debía ser la restricción de la reelección presidencial y que se le debía permitir a Morales un tercer mandato en el año de 2014.32 Más tarde, el 21 de febrero de 2016, Morales organizó un referendo para permitir dos elecciones consecutivas para presidente y vicepresidente, lo que permitiría a Morales buscar un cuarto mandato consecutivo en 2018. Sin embargo, Morales perdió el referendo por un estrecho margen en el voto popular, con un 51,3% de votación en contra de la propuesta.33 Aunque el gobierno de Morales pudo haber logrado cooptar el sistema de justicia para que él pudiera, de forma aparentemente inconstitucional, ser elegido para su tercer mandato, irónicamente, la mayoría de Bolivia pudo haber salvado la revolución de Morales al ponerle una fecha final a su carrera política como presidente de Bolivia a través de la participación y el control social permitido por la Constitución de 2009.34 Puede parecer paradójico, pero el factor más importante para aumentar la legitimidad de la Constitución boliviana, generada en el periodo de Morales, es el fin de su gobierno, debido a que lo más probable es que una perpetuación del régimen de Morales polarizaría las alternativas políticas y aún más claramente identificaría la Constitución con Morales y con su proyecto político. Si esto ocurriera, la reacción de una alternativa política al mas en el gobierno puede afectar la Constitución. Por lo tanto, la verdadera prueba de la Constitución boliviana de 2009 y el proyecto revolucionario en Bolivia (así como para Ecuador y Venezuela) no es qué tan bien o mal funcione la Constitución, bajo el régimen actual, sino más bien lo que ocurra después de una eventual rotación política. ¿Será posible que una nueva mayoría, posterior a Morales, pueda ser capaz de exigir expresar su voluntad mayoritaria en base a la Constitución de 2009 con la misma fuerza que bajo el periodo de Morales? Si este fuera el caso, una nueva mayoría puede usar sus poderes para desmantelar la Constitución, o al menos las partes con las que no estén de acuerdo, por lo que dicha Constitución, junto al esfuerzo de inclusión de las ideas del nuevo régimen, no perdurarían por largo tiempo. O bien, ¿será que una nueva mayoría aceptaría las nuevas reglas del juego que ella misma ayudó a

32 El Congreso, más tarde, transformó en ley el fallo del Tribunal Supremo. La Constitución de 2009, sin embargo, estableció claramente en el segundo párrafo del primer artículo de las disposiciones transitorias que: “Los mandatos anteriores a la vigencia de esta Constitución serán tomados en cuenta a los efectos del cómputo de los nuevos periodos de funciones”. 33 Véase http://www.bbc.com/news/world-latin-america-35651063 34 En este momento de redacción del presente capítulo, no está claro si Morales intentará re- formar la Constitución para poder ser candidato en un cuarto periodo. 132 bolivia en el siglo xxi aprobar y promovería las mismas aspiraciones plurinacionales, codificadas en la Constitución, las cuales en gran medida se identifican con el proyecto político de Morales y del mas? Si la respuesta a esta última cuestión es sí, entonces la revo- lución de Morales podría, de hecho, sobrevivir su periodo gubernamental (que hasta el momento ha sido el más largo de un presidente boliviano en la historia) y la Constitución de 2009 habrá generado así un nuevo pacto entorno a un nuevo y aparentemente más inclusivo Estado-nación.

Referencias

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Sarela Paz Patiño

Introducción

La Asamblea Constituyente en Bolivia (2006-2007) produjo un escenario delibe- rativo que llevó las voces indígenas campesinas originarias1 al centro del debate. La descolonización del Estado, la Autonomía Indígena, el desarrollo político de la Plurinacionalidad, son algunas de las características fundamentales propuestas por agentes del mundo indígena que definieron las bases de un nuevo momen- to para pensar el Estado y sus instituciones en una sociedad como la boliviana. Ciertamente, un contexto de tal naturaleza llamó la atención por sus plantea- mientos innovadores y sus posibilidades de producir transformaciones sociales a favor de la población indígena. Considerando lo formulado, el presente trabajo busca reflexionar sobre las características y condiciones que hicieron posible la participación política de los pueblos indígenas en Bolivia, los criterios que se anidaron para pensar el naciente Estado Plurinacional y las tendencias dentro el movimiento que nos acercan a un tejido complejo de posiciones sobre el hori- zonte político de transformación. Un supuesto que nos acompaña en el análisis

1 Hablar de indígenas campesino originarios –sin comas– como un sujeto político puede re- sultar confuso para quienes trabajan con categorías de clase y etnia que aluden a diferentes cualidades del mundo social. En todo caso, asumiendo que hay diferencias económicas, de propiedad sobre la tierra y el territorio, de estructura organizativa y formas de gobierno, las tres acepciones implican –en el debate boliviano– la condición de pueblo originario que ancestralmente ocupó territorio y que fue colonizado con la llegada de los españoles. Es la deliberación constituyente de Bolivia que termina integrando las tres categorías en la Cons- titución Política del Estado. No obstante ello, resulta un diagrama de contradicciones y de gran complejidad política a la hora de asignar derechos.

[137] 138 bolivia en el siglo xxi es: los ejes fundamentales del planteamiento político del movimiento indígena en Bolivia no solo traducen el pulso de autodeterminación de los pueblos, sino que también están complejamente vinculados a dinámicas de proceso de la sociedad boliviana, lo que implica el establecimiento de un conjunto de tensiones internas que son susceptibles de ser explicadas en el marco de las luchas más generales; para el caso que nos convoca, en el marco de las luchas generales por consolidar y profundizar la democracia en Bolivia. Aunque los puntos propuestos y analizados en el texto atañen a la problemática del conjunto de pueblos indígenas en Boli- via, por razones de espacio las ideas aquí trabajadas se basan fundamentalmente en acontecimientos ocurridos dentro de las iniciativas que tomaron sectores del pueblo aymara y quechua en el contexto de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb). ¿Qué procesos se pusieron en juego en las últimas décadas del siglo xx que dieron lugar a una intervención creciente de sectores indígenas y campesinos en la política boliviana y transformaron los diagramas de representación tradicional junto con la manera de ejercer la política? Para responder a dicho interrogante propongo analizar dos escenarios. Primero, la participación política de sectores indígenas en los procesos electorales posteriores a la dictadura de Banzer (1977) que marcaron un contexto de lo que sería el ejercicio de la democracia en Bo- livia y la representación indígena en dicha democracia. Segundo, el desarrollo orgánico de formas étnico-campesinas hacia una formulación política que se fue inclinando con los años al horizonte de: forma pueblo-forma territorio. Ambos escenarios –electoral y orgánico–, aunque muchas veces se presentaron de forma paralela, aparentemente no conectada, desde la dinámica de la acción colectiva de los sectores indígenas y campesinos, es posible establecerlos y entenderlos en una perspectiva de relación, imbricación y/o articulación; así como, de contra- dicción y tensión.

Indios, indianistas, indígenas, originarios, campesinos: Sujetos subalternos en los procesos electorales

El escenario de la Bolivia del Nacionalismo Revolucionario –1952–, que con la incorporación del voto universal convirtió a indios en ciudadanos, integró y articuló ‘lo indio’ en el marco del reparto agrario y la configuración del sujeto campesino como agente destinatario de dicho reparto. Es llegando a la década del 70 y en un contexto de transformaciones democráticas profundas como la nacionalización del petróleo (1969) o la Asamblea Popular (1971), que voces al- ternativas y pertenecientes al mundo indígena plantearon un debate que ponía al indio o a los indígenas como eje y sujeto de transformaciones políticas en Bolivia; el indio como sujeto de poder. Producción teórica y política como: Manifiesto del características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 139

Partido Indio de Bolivia (1969), Tesis India o Revolución India (1971), forman parte del debate, siendo Fausto Reinaga uno de sus precursores (2014: 341-354).2 El debate sobre el indianismo en Bolivia es vasto,3 de gran profundidad por sus planteamientos e impugnador de la forma política ‘pueblo’ –tan usada por la izquierda de la época–. El alegato central es la figura de despojo identitario que se produce bajo la condición ‘pueblo’ (cf. capítulo 3 de González Ortega, nota 6), puesto que ello estaría implicando una subsunción de experiencias étnicas y comunitarias de obreros y campesinos a favor de una revolución proletaria. Habiendo abonado en muchos sentidos al desarrollo de un pensamiento político en el seno de los movimientos indios o indígenas, lo cierto es que el indianismo abrió puertas y condiciones para la participación de sectores con enraizamiento étnico en las contiendas electorales de Bolivia postdictadura. Saliendo de la dictadura de Banzer, en las elecciones de 1979, de ocho orga- nizaciones políticas que se presentaron en la contienda electoral, una expresaba o condensaba el debate propuesto en el Manifiesto del Partido Indio, esto es: los indios debemos ejercer nuestra propia representación y votar por nosotros mismos. La candidatura de Luciano Tapia, a través del Movimiento Indio Tupaj Katari (mitka), abanderaba las discusiones desarrolladas en el seno del indianismo y se constituyó en la primera experiencia, postdictadura, de participación india con partido propio. En dichas elecciones quienes venían del Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), de las tradiciones de izquierda popular (udp) o de las filas de la propia dictadura (adn), sacaron los porcentajes más altos de votación (udp 36%, mnr 35,9%, adn 14,9%); en cambio mitka sacó un porcentaje bajísimo que llegó al 1,9% (Atlas Electoral de Bolivia, 2010: 27). La principal votación que obtuvo el mitka fue en el departamento de La Paz y eso le permitió obtener una diputación que sería ejercida en un contexto legislativo de partidos políticos ideológicamente comprometidos con el Nacio- nalismo del 52; partidos que identificaban al sujeto ‘pueblo’ como el agente de

2 No es que antes no hubo organizaciones políticas de base india, sino que nuestro lente es la participación electoral de opciones políticas con base étnica. En ese sentido, existieron partidos como el Partido Agrario Nacional (pan) fundado en 1960, el Partido Indio de Aymaras y Keswas (piak) fundado en 1962 o el Partido Indio de Bolivia que forman bases para el debate político de la participación indígena. Ver: Pedro Portugal Mollinero y Carlos Macusaya Cruz, El indianismo katarista: una mirada crítica (2016: 131-147). 3 La polémica política boliviana sobre lo indígena implica una distinción cualitativa en el uso de categorías. Indianismo es una opción política que postula al sujeto indígena como actor de su propia transformación. Son los propios indígenas transformando la sociedad en la que viven. Indigenismo alude a una corriente política que reivindica lo indígena, pero consciente o inconscientemente, busca asimilarlo. Ver: Fausto Reinaga, “Indigenismo e indianismo”, La revolución india (2014: 131-138); Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista: una mirada crítica (2016: 163-192); Fabiola Escárzaga, Indianismos: La correspondencia de Fausto Reinaga con Guillermo Carnero y Guillermo Bonfil Batalla (2015). 140 bolivia en el siglo xxi consolidación de la nación. Para ese entonces la noción de ‘sujeto indígena’ como agente político capaz de proponer una alternativa de sociedad no solo era marginal, sino considerada fuera de época. El proceso electoral fue desconocido mediante un golpe militar que no duro sino varios meses. Las presiones internas de los movimientos sociales y las presiones externas de sectores ligados a procesos democráticos internacionales hicieron posible que nuevamente se llamara a elecciones. En las elecciones de 1980 se presentaron 13 fuerzas políticas y dos de ellas representaban a la tra- dición indianista del Manifiesto del Partido Indio: mitka, que seguía siendo representado por Luciano Tapia, y mitka-1, representado por Constantino Lima. El faccionalismo en las filas indianistas se dejó ver. No obstante ello, el porcentaje obtenido por ambas fuerzas fue mayor al logrado en 1979, alcanzó a 2,5% –mitka 1,2% y mitka-1 1,3%–, (Ibid: 37). Nuevamente, el departamen- to de La Paz era el epicentro de su mayor votación, lo que permitió al mitka obtener una diputación. Para las elecciones de 1985 las dinámicas faccionalistas del movimiento indianista hicieron que las dos versiones del mitka ya no vayan a la contienda electoral. En su lugar se presentaron el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari (mrtk), liderado por Macabeo Chila Prieto, y el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (mrtkl), liderado por Genaro Flores; juntos obtu- vieron un porcentaje de 3,2% –mrtkl 2,1% y mrtk 1,1%– (Ibid: 53). En estas elecciones el mrtkl obtuvo dos diputaciones en el departamento de La Paz y, como fuerza política proveniente de las tradiciones indianistas, postuló ampliar la temática de la etnicidad a los factores de clase y a las alianzas con las fuerzas de izquierda. De ahí que Izquierda Unida, que también participaba del proceso electoral, contenía entre sus filas candidatos con enraizamientos étnicos; es el caso de Luis Katari que fue candidato a la vicepresidencia y que como representante de la Izquierda Unida obtuvo 0,7%, susceptible de sumarse al porcentaje del mr- tkl por las acciones combinadas que tuvieron. Ciertamente, en las elecciones de 1985 las opciones políticas indígenas/indianistas en acción articulada con algunas tradiciones de izquierda alcanzaron un porcentaje de representación de 3,9 %. En las elecciones de 1989 solo quedó el mrtkl, y por los datos electorales se observa disputas internas fuertes, puesto que su tradicional líder, Genaro Flo- res, participó en estas elecciones con otra sigla. El mrtkl fue representado por Víctor Hugo Cárdenas y Emigdio Valeriano Thola, obteniendo un 1,7%, mien- tras que Genaro Flores formó su propia agrupación política denominada Frente Único de Liberación Katarista (fulka) y obtuvo 1,2% de votación (Ibid: 77). La reducción del porcentaje de votación de las fuerzas políticas con participación y núcleos discursivos indígenas se hizo sentir; del 3,9% que obtuvo en 1985 se redujo a 2,9%; más aún cuando Izquierda Unida, con cierta tradición de alianza con las opciones políticas indígenas o indias, en las elecciones de 1989 centró su características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 141 discurso en una perspectiva tradicional de izquierda, esto es, ejes de articulación alrededor del movimiento obrero. Para las opciones políticas indianistas que participaron de la contienda electo- ral de 1989, el departamento de La Paz seguía siendo el lugar de mayor votación. En las mismas elecciones una opción electoral nueva que capturó significativos votos de la población aymara en el departamento de La Paz y que en sus filas impulsó candidatos del mismo pueblo, fue Conciencia de Patria (condepa). Como fuerza política obtuvo el 12,3% de los votos a nivel nacional, pero en el departamento de La Paz se convirtió en la primera mayoría con un 30,2% (Ibid: 85). condepa se constituyó en una revelación política que combinaba hábilmente sentidos de identidad indígena aymara con trayectorias de vida urbana; por ello mismo, difícilmente sumable a las tradiciones indianistas kataristas del departa- mento. Antes que formular planteamientos políticos que abanderen opciones de poder fundamentadas en el actor político indio, condepa tenía como núcleo discursivo las redes de compadrazgo fuertemente étnicas que desarrollaron los aymaras en la ciudad de La Paz. Pensando en retrospectiva, como fuerza política organizó demandas de sectores étnicos urbanos, pero nunca se inclinó hacia los postulados del Manifiesto del Partido Indio, no obstante, en elecciones venideras postulará al legislativo a una mujer aymara que será la primera diputada de pollera en asumir un curul. Las elecciones de 1993 pueden constituirse como un hito y, a la vez, como un punto de gran contradicción para las opciones políticas indianistas-kataristas en Bolivia. Por un lado, en estas elecciones el juego de alianzas desplegado les permitió dejar de ser minorías marginales para convertirse en una opción real de poder, mediante un pacto desarrollado entre el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (mrtkl) y el Movimiento Nacionalista Revolucio- nario (mnr). Por otro lado, acordar con partidos tradicionales implicó para las opciones indianistas kataristas un desplazamiento de la agenda planteada por el Manifiesto del Partido Indio, porque la ideología del nacionalismo subsumía la centralidad política del sujeto indígena a la figura genérica de ‘pueblo’. A ello se debe sumar la ampliación de lo indígena en Bolivia hacia tierras bajas –Amazonía y Chaco–. Durante la dictadura, en la década del 70 y en los primeros años del 80, hablar de lo indígena en Bolivia implicaba reflexionar sobre aquella parte de la sociedad que habitaba en los Andes; sin embargo, la articulación de demandas étnicas en tierras bajas en los últimos años de la década del 80 y principios de los 90 produjo la formación de un movimiento indígena con demandas propias que giraban alrededor del territorio. El mrtkl, a la cabeza de Víctor Hugo Cárdenas, participó en las elecciones de 1993 en alianza con el mnr y obtuvieron el 35,7%, de los votos. El resultado más claro de dicha alianza fue el cuoteo de puestos dentro de la coalición de go- bierno y las reformas a la Constitución que incluían temas relativos a los derechos 142 bolivia en el siglo xxi indígenas.4 En un intento de seguir la línea con los postulados del Manifiesto del Partido Indio, el Movimiento Katarista Nacional (mkn), dirigido por Fernando Untoja con gran trayectoria en las filas indianistas y Tomás Ticuazu, dirigente- líder indígena de tierras bajas, obtuvo el 0,8% de la votación (Ibid.: 123). Genaro Flores que lideró el mrtkl en anteriores elecciones, se presentó con la sigla de Izquierda Unida –sus viejos aliados–, obteniendo el 1% de la votación y, finalmente, el Eje de Convergencia Patriótica que articulaba en su seno corrientes de pensa- miento de izquierda con tradiciones indianistas, a la cabeza de Félix Cárdenas, un antiguo líder del movimiento campesino, obtuvo el 1,1% (Ibid.: 123). Sumados los votos de las opciones políticas adscritas al indianismo o a una izquierda con tendencias indígenas, llegamos a un 2,9% que se constituye en una cifra distante de lo logrado en 1989 (3,9%). El panorama electoral de 1993 muestra con más fuerza los desplazamientos políticos de la formulación indianista, desplazamientos tendientes a articularse con algunos sectores de izquierda y, muchas veces, mimetizados en la izquierda. Dicho periodo electoral muestra también los desafíos que tuvieron los sectores indíge- nas politizados ante el advenimiento de la ampliación de lo indígena en Bolivia; ampliación que se produjo no solamente por la sistemática interpelación de los planteamientos indianistas kataristas en los procesos electorales, sino también por la movilización de pueblos y comunidades indígenas de tierras bajas que permitió el desarrollo de disputas étnicas en otras regiones de Bolivia. Con todo, una vez más mkn, Izquierda Unida y Eje de Convergencia Patriótica obtuvieron la mayor votación en el departamento de La Paz. Las elecciones de 1993 son también un hito de ascenso de los planteamientos políticos indígenas en el marco de contiendas electorales de carácter nacional, puesto que la Ley de Participación Popular de 1994 abrirá los escenarios de representación local-municipal y decantará transformaciones en el sistema de representación política en la democracia boliviana. Resulta también importante llamar la atención sobre condepa, fuerza po- lítica con fuertes raíces aymaras-urbanas en la ciudad de La Paz, ya que siguió en ascenso respecto de la anterior elección obteniendo el 14,4% de votos a nivel nacional, y en el orden departamental se constituyó en la segunda fuerza del de- partamento de La Paz (30,6%), superada tan solo por una diferencia de 0,8% por la alianza mnr-mrtkl (31,4%) (Ibid.: 132). Si de origen los planteamientos de esta fuerza política no abrazaron las formulaciones indianistas, en las elecciones de 1993 la diferencia se marcó con mayor profundidad porque condepa, tratando

4 Reconocimiento a las autoridades tradicionales en la Ley de Participación Popular (1994), establecimiento de Tierra Comunitaria de Origen como una forma de propiedad de la tierra en la Ley inra (1996), recursos forestales con derecho preferencial a favor de los pueblos indígenas en la Ley Forestal (1997), Educación Intercultural Bilingüe como parte de un sistema educativo nacional en la Ley 1565 (1993). Todos estos puntos fueron recogidos e incluidos en las reformas a la constitución 93-97. características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 143 de salir de su localismo –votación eminentemente en el departamento de La Paz–, buscó alianzas con sectores conservadores y agroindustriales del departamento de Santa Cruz, marcando con ello una brecha ideológica que antes que ser superada en futuras elecciones, se ahondará.

Nuevos márgenes en la contienda electoral: Lo local como potencial político de los indios, indianistas, indigenistas, originarios, campesinos

Las reformas a la Constitución de 1993-1997 cambiarán sustancialmente la parti- cipación de los sectores indígenas en los procesos electorales. Como dijimos an- teriormente, la Ley de Participación Popular, aprobada en el Legislativo en 1994, abrirá la contienda electoral al proceso de localidades-municipalidades y la Ley 1704, aprobada en 1996 –referida a establecer dos figuras en las circunscripciones electorales una, de carácter plurinominal que se suma a los votos que recibe el candidato presidencial y, otra, de carácter uninominal que implica representación territorial–, ahondará el potencial de la representación local. Ambos cambios en el régimen electoral boliviano potenciarán significativamente la participación electoral de los sectores indígenas y campesinos originarios, porque retornará la representación a un orden territorial. El vínculo de muchos líderes y dirigentes campesinos e indígenas con ámbitos territoriales específicos siempre fue uno de los grandes potenciales políticos del movimiento indígena; en contraste, la contienda electoral nacional sin vinculación territorial expuso frecuentemente al anonimato a dichas dirigencias. Es más, una vez abierta la representación al orden territorial y considerando que en los últimos 25 años el porcentaje de población mayoritaria en Bolivia se trasladó a las ciudades, las organizaciones indígenas, originarias y campesinas tomaron la decisión política de convocar, a quienes ya estaban viviendo en las ciudades, a inscribirse y votar en su zona de origen –cir- cunscripción uninominal– para reforzar la representación territorial. Para ir cerrando la perspectiva de participación electoral de los indígenas y campesinos en Bolivia tomaremos los datos de las elecciones de 1997, 2002 y 2005, considerada la última como el factor de participación que deviene en ‘la toma de poder’. Ciertamente, en la parte final del trabajo la figura de ‘toma de poder’ es, efectivamente, lo que expondremos al ojo analítico para reflexionar sobre las características y condiciones en que los pueblos indígenas participan en el naciente Estado Plurinacional (2009). Señalar, además, que en estas tres elecciones se puso en juego con mucha más fuerza las deliberaciones orgánicas de las organizacio- nes indígenas y campesinas, porque la condición de circunscripción uninominal abrió espacio para la posibilidad de elegir candidatos local-comunitarios y, en cierta medida, la tradición de pensamiento indianista que fundamentaba la acción 144 bolivia en el siglo xxi política en los principios propuestos por el Manifiesto del Partido Indio quedó como telón de fondo. En las elecciones de 1997 nos encontramos con tres fuerzas políticas de parti- cipación de los indígenas y campesinos. De ellas, dos expresaron con más claridad las deliberaciones orgánicas local-comunitarias; ambas, sin embargo, estaban an- cladas en estructuras partidarias que traían una tradición de izquierda. La Izquierda Unida (iu) llevó a la cabeza a Alejo Véliz, un dirigente campesino quechua de Cochabamba que, junto con Evo Morales, venía empujando desde los primeros años del 90 la propuesta del Instrumento Político como órgano de representación de las organizaciones campesinas. Como fuerza política obtuvieron el 3,7% de la votación. El Eje de Convergencia Patriótica (ecp) postuló como candidato a la vicepresidencia a Juan de la Cruz Villca, también dirigente campesino quechua de Potosí que jugaba una posición diferente a la de Alejo Véliz y Evo Morales en la construcción del Instrumento Político. Como fuerza política obtuvo el 0,8%. La tercera opción, más de izquierda y menos orgánica para indígenas y campesinos, se constituyó en el Movimiento Bolivia Libre (mbl), que llevó como candidato vicepresidencial a Marcial Fabricano, líder de los pueblos indígenas de tierras bajas, moxeño-trinitario, y que encabezó la primera marcha indígena de 1990. Como fuerza política obtuvieron el 3,1%. En estas elecciones, condepa, aunque había subido de porcentaje de votación (17,2%), el desplazamiento ideológico que produ- jo de sus raíces étnicas (aymaras del departamento de La Paz) hacia una articulación con agroindustriales del oriente boliviano, le significó su casi desaparición para las elecciones venideras (Atlas Electoral de Bolivia, 2010: 176). Algunos desplazamientos a remarcar en las elecciones de 1997. El mayor por- centaje de votos obtenidos por fuerzas políticas que estuvieron siendo impulsadas desde sectores indígenas y campesinos dejó de estar solamente en el departamento de La Paz; esto es: el Eje de Convergencia Patriótica, efectivamente, y siguien- do la tradición de votos de anteriores elecciones, obtuvo la mayor votación en La Paz, pero la iu tuvo al departamento de Cochabamba como el centro de su votación. Observando la geografía electoral de las elecciones, la Izquierda Unida se convirtió en la primera mayoría en cuatro de las nueve circunscripciones uni- nominales que tenía el departamento de Cochabamba, por ello lograron cuatro diputados por circunscripción uninominal y obtuvieron el 17,5% de la votación en el departamento (Ibid.: 196). El mbl, en cambio, obtuvo el mayor porcentaje de votación en el departamento de Chuquisaca, se convirtió en la primera mayoría en dos de las seis circunscripciones uninominales del departamento, donde sacó el 12,7%; también obtuvo la primera mayoría en dos de las ocho circunscripciones uninominales del departamento de Potosí, llegando a tener cinco diputados por circunscripción uninominal (Ibid.: 183). Sumando los porcentajes de votación por opciones políticas que representaron a sectores y organizaciones indígenas y campesinas, la diferencia se deja ver. En características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 145 las elecciones de 1997, entre el Eje, la iu y el mbl obtuvieron un porcentaje de 7,6% y lograron obtener nueve diputados para la Asamblea Legislativa Nacional, todos ellos procedentes de las circunscripciones uninominales. El porcentaje más alto que obtuvieron las organizaciones políticas de procedencia indígena y campesina en elecciones pasadas fue de 3,9%, y como máximo obtuvieron dos diputaciones, lo que ratificará el criterio anteriormente mencionado de: mayor potencial político por representación territorial. En las elecciones de 2002 la figura de ampliación de lo indígena en Bolivia se revela con otras características. Si en las elecciones de 1993 la condición de convertirse en una opción real de poder estuvo mediatizada por la alianza entre el mrtkl, liderado por Víctor Hugo Cárdenas, y el mnr, para 2002 el Movimiento Al Socialismo (mas) se convertiría en una opción real de poder pero marcadamente campesina –en menor medida indígena–; esto es, sin alianza con otras fuerzas po- líticas. En este sentido, es importante puntualizar algunos aspectos. La Izquierda Unida se subsume en el mas; esto quiere decir que las estructuras de partido de izquierda que tenía se subsumen en las estructuras de la organización campesina (Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia). Lo mismo pasa con el Eje de Convergencia Patriótica. Además, en los últimos años de la década del 80 y durante los primeros años del 90, en el seno de la organización campesina csutcb se estuvo discutiendo la creación de un Instrumento Político, teniendo como epicentro 1995, año en el que se crea oficialmente el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos (ipsp). En razón de ello, el Manifiesto del Partido Indio (1969), que había dado luz y horizonte a la participación política de los india- nistas, fue renovado y trastocado con la creación del Instrumento Político que se dotó de sus propios principios y horizontes, a través de las tesis políticas discutidas en los congresos de la csutcb (1979-1988). Un aspecto cualitativo a señalar es que el Manifiesto del Partido Indio es obra de intelectuales indianistas –intelectuales de origen indígena–, con gran diferencia, los planteamientos del Instrumento Político fueron trabajados en el seno de la organización campesina csutcb, por ello mismo, liderizada por los propios campesinos quechuas y aymaras. En el proceso electoral de 2002 se presentarán dos fuerzas políticas que inte- grarán y articularán a los indígenas y su pensamiento. El mas-ipsp, liderado por Evo Morales, y que fue arriba mencionado, obteniendo el 20,9% de la votación, y el Movimiento Indígena Pachakuti (mip), liderado por Felipe Quispe, y que obtuvo el 6,1% de la votación. Sumadas ambas fuerzas, la opción indígena obtuvo el 27% de la votación total nacional. El mas-ipsp se constituyó en la segunda fuerza electoral a nivel nacional –después del mnr. condepa casi despareció de la geografía electoral porque obtuvo el 0,4% (Ibid.: 237). La votación más significativa para el mas-ipsp fue nuevamente en Cocha- bamba, aunque las cifras de votación del departamento de La Paz fueron también importantes. En Cochabamba se constituyó en la primera mayoría con un 37,6% 146 bolivia en el siglo xxi y obtuvo también la primera mayoría en cinco de las nueve circunscripciones uninominales. En el departamento de La Paz también se constituyó en la pri- mera mayoría con un 22,5%, aunque en las circunscripciones uninominales solo ganó en dos de las 16. Para la Asamblea Legislativa obtuvo 27 diputados y ocho senadores, siendo la primera vez que una opción política de carácter campesino y raíces indígenas obtenía escaños en la Cámara de Senadores. En el caso del mip, la principal votación la obtuvo en el departamento de La Paz, constituyéndose en la tercera fuerza con un 17,7%; así también, sacó la primera mayoría en cuatro de las 16 circunscripciones uninominales del departamento (Ibid.: 249). Como fuerza política obtuvo seis diputados. Si tuviéramos que comparar las inclina- ciones ideológicas del mas y el mip como opciones indias-indígenas, podríamos decir que la tradición indianista de las opciones electorales pasadas reflejadas en el movimiento katarista (mitka-mrtk-mrtkl) se integró al mip, mientras que en el mas-ipsp se puso en juego tradiciones políticas sindicales del movimiento campesino y tradiciones políticas de la izquierda boliviana. En las elecciones de 2005, las tendencias e inclinaciones a que las opciones políticas de carácter campesino indianista se constituyeran en una opción real de poder en la sociedad boliviana marcaron su tendencia y profundidad con el apoyo político que recibió el mas-ipsp. Como muy pocas veces en la historia electo- ral boliviana, una fuerza política superó el 50 + 1, aún más, una fuerza política impulsada por campesinos con fuertes enraizamientos étnicos. El mas obtuvo el 53,7% de la votación, convirtiéndose en la primera mayoría en cinco de los nueve departamentos que tiene Bolivia. En estas elecciones el principal caudal de votos ya no vino del departamento de Cochabamba, sino del departamento de La Paz, donde obtuvo la primera mayoría en 15 de las 16 circunscripciones uninominales. Ganó en dicho departamento con un 66,6% (Ibid.: 312). En Co- chabamba ganó con un 64,8%, convirtiéndose en la primera mayoría en ocho de las nueve circunscripciones uninominales (Ibid.: 320). Como fuerza política obtuvo 72 diputados y 12 senadores. La segunda fuerza política de carácter campesino indianista, el mip, bajó significativamente en el porcentaje de votos con respecto a las elecciones de 2002. Esta vez logro el 2,2% a nivel nacional, centrándose su mayor votación en el de- partamento de La Paz, donde obtuvo el 4,6% de votos. Se convirtió en la cuarta fuerza política del departamento de La Paz y por el bajo porcentaje de votos no obtuvo ningún escaño en la Asamblea Legislativa (Ibid.: 320). Se ve que el caudal de votos que tenía como fuerza política se desplazó a favor del mas. Caracterizando algunas tendencias de la participación electoral de opciones políticas indias/indianistas/indígenas/campesino originarias, podemos afirmar que existen dos momentos de inspiración. El primero referido a los procesos electorales del 79-80-85-89 cuando la inspiración política, los fundamentos de la participación, tienen origen en los planteamientos discutidos en el Manifiesto características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 147 del Partido Indio (1969) y en la obra de Reinaga La revolución india (1970); ello supone la formulación de postulados que proceden de una inteligencia indígena o intelectuales indios. En contraste, el segundo momento de inspiración que se inscribe en la participación electoral del 93-97-2002-2005 está implicando la re- formulación de los planteamientos relativos al sujeto indígena, el cual deja de ser una referencia abstracta para convertirse en una estructura orgánica concreta de campesinos originarios o indígenas. Así, las ideas y postulados más importantes ya no vienen solamente de intelectuales indígenas desprendidos de estructuras organizativas, sino, sobre todo, de las propias organizaciones, como la Confe- deración Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) o la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (cidob), que son acompañadas por intelectuales indígenas y no indígenas. No obstante ello, la constante en am- bos momentos de inspiración tiene que ver con el planteamiento político de que los indios o indígenas pueden y deben representarse a sí mismos y, además, son sujetos de transformación de la sociedad boliviana, por ello, son sujetos de poder.

Devenir orgánico: Entre la forma étnica campesina y la forma pueblo-territorio

El escenario de la forma orgánica en Bolivia expresa integración, agregación de intereses que tienen como núcleo de articulación una estructura de representación de base. Para el caso que nos convoca, participación de los indígenas, la forma orgánica estaría expresando organizaciones que construyen y/o agregan intereses desde núcleos base hasta niveles nacionales. En ese sentido, para el caso de los campesinos –quechuas y aymaras–, la estructura base es el sindicato agrario que representa una localidad o comunidad agraria. En unos casos puede estar combi- nando quechuas y aymaras en un mismo sindicato, es el caso de los colonizadores en la ceja de selva, hoy llamados interculturales; en otros casos los sindicatos están conformados por: o solo quechuas o solo aymaras, ello, sobre todo, en espacios de ocupación tradicional –Andes y valles. El sindicato agrario base irá a formar parte de una articulación mayor llamada Subcentral, seguida de una Central Regional que formará parte de una Central Provincial –que corresponde territorialmente a una provincia–; dicha Central Provincial formará parte de una Federación De- partamental, siendo el nivel macro de representación la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb), que es la articulación de las federaciones campesinas de todos los departamentos de Bolivia. Una con- federación con fundamentos sindical-territoriales.5

5 El texto de Natalia Camacho (1996) sobre sindicalismo campesino en Bolivia, titulado “El movimiento campesino boliviano: Entre la resistencia y la adaptación”, nos da luces sobre el 148 bolivia en el siglo xxi

Para el caso de los indígenas de tierras bajas –Chaco y Amazonía–, la estruc- tura base es la comunidad que va agregándose con otras comunidades del mismo pueblo hasta conformar una representación por pueblo –guaraníes, chiquitanos, guarayos, etc. Otras veces hay una combinación de representación de varios pueblos, puesto que también la unidad de articulación puede ser el territorio, por ejemplo, las Tierras Comunitarias de Origen (tco), reconocidas legalmente y que son ocupadas por varios pueblos. En todo caso, las comunidades agregadas en Subcentrales y Centrales Regionales terminan formando parte de lo que se le llama la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (cidob), siendo su particularidad la organización y articulación de demandas por pueblos, o sea, una confederación con fundamentos étnicos.6 Desde la década del 90 tenemos también el surgimiento de la organización llamada Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (conamaq). Esta organización conformada por quechuas y aymaras, busca articularse en función a la noción de pueblo que dejó el legado del Tawantinsuyu; esto es, ‘suyu’ como estructura político territorial que tiene como base el ayllu, que está conformado por varias comunidades. Los ayllus andinos han sido la base y fundamento de la economía y la política en los Andes y, como estructura territorial, conforman un núcleo de identidad mayor que se llama marka y que viene a formar parte de un suyu. El último es un núcleo de identidad política de base territorial. En la perspectiva del conamaq los suyus son las naciones originarias a las cuales se les cercenó el poder político que tenían con la colonización, debilitando su estructura institucional y despojándolos del poder político que albergaban. Por ello, la perspectiva política que sostienen como organización es la reconstitución de las markas y los suyus. En ese sentido, quechua y aymara son tan solo lenguas habladas por los diferentes suyus.7

desarrollo de la estructura orgánica en la csutcb; así como el libro de Esteban Ticona (2000), Organización y liderazgo aymara: La experiencia indígena en la política boliviana, es un recuento de cómo los campesinos quechuas y aymaras terminan organizándose en la csutcb. 6 E. Herrera (2004) trabaja la configuración de lo multiétnico y pluricultural en la emergencia de los pueblos indígenas de tierras bajas, retratando el desarrollo de una estructura orgánica ligada a la demanda de territorios indígenas. Ver: Identidades y territorios indígenas: Estrategias identitarias de los tacana y ayoreo frente a la Ley inra. También J. Riester (1997) describe el desarrollo de la cidob en su texto “Nace una organización indígena”. 7 El conamaq reconoce que en el Collasuyu (actual Bolivia) existieron 16 suyus, por ello su reconstitución supone una reintegración política y territorial. Por ejemplo, la nación Charcas o el suyu Charcas, ubicada entre los departamentos Sucre y Potosí, estaba compuesto por dos markas: marka Sacaca y marka Chayanta, las que a su vez se conformaban de varios ayllus. Ver: Análisis y propuesta para el pluralismo jurídico en Bolivia: Estudios de caso del suyu Charcas de Pamela Sánchez y Roxana Choque (2011). También ver: Plan estratégico 2008-2013 conamaq (2008), donde se aborda la estructura organizativa que tiene y una aproximación histórica a los motivos de su fundación. características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 149

Las tres organizaciones de base campesina, indígena y originaria tienen la característica o el potencial de integrar demandas desde un orden local comu- nitario para irlas tejiendo, en base a delicados equilibrios, hacia niveles macro que se expresan en el orden nacional.8 Las tres organizaciones cuentan con es- tructuras donde las mujeres se organizan y funcionan simultáneamente. Mujeres campesinas Bartolina Sisa-csutcb, Mama T’allas-conamaq o Confederación Nacional de Mujeres Indígenas de Bolivia cnmib-cidob, son parte de las es- tructuras orgánicas. Así, cuando en Bolivia se alude a lo orgánico de los indígenas, originarios y campesinos se está hablando de unas estructuras de organización político-territorial que pueden tener su versión sindical, originaria o étnica y que empujan un criterio político importantísimo para la democracia boliviana, han sido escenarios de democracia comunitaria, de democracia de base que construye sus mandatos desde una deliberación comunal-local. Estas estructuras orgánicas han sido base y fundamento del Pacto de Unidad; alianza política entre campesi- nos, originarios e indígenas durante la Asamblea Constituyente y artífices de los contenidos fuertes sobre derechos indígenas, entre ellos, el Estado Plurinacional en la actual Constitución boliviana. La forma orgánica en que se estructuran los indígenas, campesinos, origi- narios en Bolivia se constituye en el espacio privilegiado para entender cómo construyeron contenido y horizonte político de su participación en la política y el Estado; así como para entender el efecto de mayoría que produjeron desde 1997. Es más, la sustancia de la participación electoral postdictadura ha sido proyectada desde este espacio orgánico. Es acá donde encontramos fundamentos y principios deliberados por los propios indígenas y, a su vez, la maduración de criterios relativos de la forma étnica campesina hacia la forma pueblo territorio. Ciertamente, la formulación de sustancia de lo indígena en relación a los espacios orgánicos supone una acumulación de luchas y pensamiento en las estructuras de la csutcb, la cidob y la conamaq. La condición de efecto de mayoría como entendimiento que no está fundamentado en una condición demográfica forma parte de la tradición reflexiva del pensamiento social en Bolivia en relación a los movimientos sociales. Alude al rol que juega el desarrollo de la subjetividad en la conformación de la unidad de un colectivo, la unidad de acción que deviene de

8 Detrás de lo indígena, originario o campesino hay una historia de identidad de sujeto. Los pueblos de tierras bajas (Amazonía y Chaco) se autodefinen como indígenas pues la articula- ción orgánica de sus demandas giró desde sus inicios alrededor del territorio y la significación indígena, como lo plantea el Convenio 169 de la oit; en cambio, lo campesino surge en el contexto de las luchas campesinas que rompen con el Pacto Militar Campesino (1965-1978), siendo el desarrollo interno un avanzar hacia formas de identidad étnica, por ello el apelativo de campesinos originarios quechuas y aymaras. Lo originario, en cambio, surge del propio contexto campesino quechua y aymara, de las propias estructuras sindicales campesinas que, ahondando su debate sobre etnicidad, se convierten en sectores dispuestos a pelear por la reconstitución de sus estructuras institucionales fundamentadas en el ayllu/marka/suyu. 150 bolivia en el siglo xxi una acumulación de luchas que otorgan contenido específico a las subjetividades. René Zavaleta Mercado, sociólogo boliviano, reflexionó mucho en relación a la categoría de efecto de mayoría para explicar el rol que jugó el proletariado minero en las transformaciones democráticas postreforma agraria (1952).9 ¿Qué contenido y sustancia se pone en juego en el espacio orgánico de la csutcb que fue creada para proteger la independencia del movimiento cam- pesino en 1979? ¿Qué tipo de luchas se acumulan en esta estructura orgánica? Comencemos resaltando que el legado de la década del 60, amparado en la perspectiva del Manifiesto del Partido Indio y la tradición indianista, muestra desplazamientos en relación a cómo proyectamos la lucha indígena en Bolivia en el periodo postdictadura. Desde el Manifiesto de Tiwanaku (1973)10 hasta la conformación de una organización sindical campesina independiente del gobierno y las tradiciones nacionalistas del 52 (1979), el epicentro de la acción tiene como base y fundamento la forma campesina, pensar lo indígena desde una organización política de estructura campesina.

En el manifiesto se plantea la idea de formar una organización política propia: “Una organización política para que sea instrumento de liberación de los campesinos tendrá que ser creada, sustentada y dirigida por nosotros mismos”. Este tema es de suma importancia, pues una de las virtudes del indianismo fue formar, aunque fuera de modo endeble, partidos políticos. Claro que en el manifiesto no se hace ninguna alusión a tales organizaciones, seguramente porque el documento trata de iniciar algo nuevo. (Portugal y Macusaya, 2016: 234)

La formación de la csutcb el 26 de junio de 1979 forja nociones de un nuevo sindicalismo que tiene como horizonte central la autodeterminación del movimiento; autodeterminación de los gobiernos de turno pero también de intelectuales que en un pasado hablaron del indio o lo indígena sin ser parte de una estructura de base: “[E]ste documento […] no es resultado de la imposición de ningún doctor ni ministerios como ocurría en los años de la manipulación” (Tesis política de la csutcb, 1983: 194). Proyectándose desde el espacio de los trabajadores aglutinados en la Central Obrera Boliviana (cob), el señalamiento a su condición de trabajadores campesinos implicó pensar y proponer que la lucha de los indios o indígenas en Bolivia tiene doble entrada: una condición étnica y

9 Véase: “La revolución democrática de 1952 y las tendencias sociológicas emergentes”. También “El proletariado minero en Bolivia”. En R. Zavaleta. Clases sociales y conocimiento (1988: 17-144). 10 El Manifiesto de Tiwanaku salió a la luz pública en julio de 1973, en plena dictadura de Banzer, y fue suscrito por miembros del Centro de Coordinación y Promoción Campesina mink’a, Centro Campesino Tupaj Katari, Asociación de Estudiantes Campesinos de Bolivia y la Asociación Nacional de Profesores Campesinos. Ver: Pedro Portugal y Carlos Macusaya, El indianismo katarista: Una mirada crítica (2016: 225-238); también Silvia Rivera, Oprimidos pero no vencidos: Luchas del campesinado aymara y qhechwa 1900-1980 (2003: 148-156). características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 151 una condición de clase, ambas pensadas creativamente para proyectar el horizonte de lucha y reivindicación política. Así, la formación de esta estructura de base se distancia de las tradiciones de pensamiento que se habían anidado hasta entonces en el sentido de una lucha o meramente clasista o meramente indianista: “[L]os actuales dirigentes estamos convencidos que no acepta ni aceptaremos cualquier reduccionismo clasista convirtiéndonos sólo en ‘campesinos’. Tampoco aceptamos ni aceptaremos cualquier reduccionismo etnicista que convierta nuestra lucha a un confrontamiento de ‘indios contra blancos’” (Ibid.: 196). Si la autodeterminación del movimiento de base junto con una comprensión de sujeto que tiene una doble matriz de acción –clase y etnicidad– se constituyen en dos ejes de la sustancia y contenido de la participación política de los indígenas en Bolivia, todo ello para evitar la continuación del pongueaje político,11 deberemos sumar otros ejes referidos a: el desarrollo de una conciencia que identifica “somos mayoría”, la pérdida del poder político como fundamento colonial de dominación, la recuperación de una estructura de gobierno que tiene fundamento en el gobierno comunal y, finalmente, la formulación de un Estado Plurinacional. Estos seis ejes pueden ser considerados como los planteamientos fundamentales deliberativos que son madurados en el marco de la estructura orgánica de la csutcb y que están planteados en la tesis política del segundo congreso realizado en la ciudad de La Paz en 1983. La perspectiva que a la vez supone el desarrollo de una conciencia que asume su sentido de mayoría incluye no solamente la dimensión demográfica poblacional como realidad fática en Bolivia, sino también la condición de unidad y articulación para, efectivamente, causar el efecto de mayoría nacional: “los campesinos no nos consideramos una clase marginal ni decadente, llamada a desaparecer. Seguimos siendo la mayoría de la población del país […] tampoco creemos que las diferen- cias socio-económicas entre nosotros sean barrera para nuestra unidad” (Tesis política csutcb, 1983: 198). Similarmente, la condición de subordinación ligada o provocada por el despojo del poder político que sufrieron como acto colonial de dominación implica el acto de cercenamiento de formas de autogobierno: “la dominación colonial inauguró una larga etapa de exclusión sistemática de nuestros pueblos de la estructura del poder político y económico, y anuló toda forma de autodeterminación” (Ibid.: 199).

11 La deliberación campesina originaria en el marco de la creación de la csutcb señalaba claramente que el voto universal conquistado en 1952 había desvirtuado su participación política, pues, antes que voto ciudadano consciente de sus intereses, el acto electoral los había convertido en una sumisa masa electoral, el sindicalismo campesino como un instrumento de manipulación de las facciones de poder. A esto le llamaron pongueaje político y es la base que más adelante madurará como: debemos crear nuestra propia opción electoral, nuestro Instrumento Político. Ver: Fernando García y otros, No somos del mas, el mas es nuestro: Historias de vida y conversaciones con campesinos indígenas de Bolivia, 2015. 152 bolivia en el siglo xxi

Si bien la csutcb parte de una estructura orgánica sindical, la reflexión pro- ducida acerca de retomar criterios y principios de gobierno ligados a las formas político territoriales comunales del ayllu, marka y suyu implicaron que, como organización, no se agote solamente en aspectos reivindicativos corporativos, sino también traduzca y piense horizontes de gobierno; unos sindicatos agrarios ligados a tradiciones de luchas milenarias que se fundamentan en comprensiones de pueblo originario y territorio: “[L]a organización sindical campesina no tiene la misma naturaleza que la organización sindical obrera […] el sindicato campe- sino tiene un aspecto reivindicacionista, y por otra parte, es también un auténtico gobierno comunal” (Tesis política csutcb, 1983: 207). Finalmente, el paraguas de toda la discusión contenida en la tesis política de 1983 formula y plantea el desarrollo de una sociedad organizada en términos plurales, una sociedad diver- sa en naciones y un Estado que corresponda a ello. Tal iniciativa no supone la búsqueda de una reforma político-institucional, en contraste, dicha tesis propone un proceso auténtico de liberación: “no queremos parches ni reformas parciales, queremos una liberación definitiva y la construcción de una sociedad plurinacional y pluricultural […] que combine y desarrolle la diversidad de las naciones […] las diversas formas de autogobierno de nuestros pueblos” (Ibid.: 207), “una sociedad organizada en un Estado Plurinacional” (196). En el marco de los seis ejes de planteamiento político que permitieron ceñir el contenido y la sustancia de la participación política y electoral de las opcio- nes indígenas o indianistas en Bolivia, debemos poner un núcleo movilizador y articulador de las diferentes corrientes de pensamiento que convergieron en la csutcb –indianistas/kataristas/sindicalismo campesino–; esto es, la mirada de empoderamiento que implica restitución del poder político territorial a los secto- res indígenas. En este marco, la estrategia puesta en juego es diversa y compleja porque implicó pensar en procesos de empoderamiento que supusieron la toma del poder estatal para transformarlo desde adentro y/o, a su vez, también incluyó la construcción de un poder paralelo al poder institucional estatal –colonial–, para debilitarlo y derrocarlo. En ambos casos el criterio de tener un instrumento político propio forma parte de los delicados consensos logrados al interior del movimiento indígena campesino.

Forma Asamblea y forma instrumento: Acerca del contrapunteo político en la deliberación indígena

En julio de 1988, la csutcb convocó en la ciudad de Potosí al Primer Congreso Extraordinario para enfrentar la inminente división que la estaba corroyendo. Había pasado la década de hegemonía katarista indianista y las posiciones políticas internas mostraban resquebrajamientos de la unidad, a su vez, maduración de los características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 153 horizontes políticos ligados a la condición de pueblos y naciones originarias. Al interior de esta estructura orgánica, algunos sectores enfatizaban la forma sindi- cal como opción política de liberación, otros, sin embargo, consideraban que ya existían condiciones para pensar en una lucha que recupere la forma pueblo, lo que implicaba activar, restituir, formas político-institucionales del ayllu. Estableciendo una revisión rápida de los documentos/propuesta que llegaron al Congreso, según fuerza política, es posible plantear un escenario de tendencias que pueden ser identificadas en tres. Una primera en la que encontramos un desplaza- miento significativo hacia retomar, recuperar, formas originarias de organización política como potencial para pensar un nuevo Estado y formas de democracia ligada a gobiernos tradicionales, gobiernos comunitarios. El Movimiento Campesino de Bases (mcb), por ejemplo, formula y plantea un deslinde con los partidos políticos, afirmando que “ningún partido hasta el momento intenta, como nosotros quere- mos hacerlo […] fortalecer los instrumentos de la lucha sindical, por el camino del fortalecimiento de las comunidades” (Documentos Políticos csutcb, 1989: 272). La unidad de las comunidades indígenas originarias supone que la estructura sindical recupere el sentido de organización de las nacionalidades.

Hemos utilizado también esta consigna, desligada del tema de la unidad en la base y desligada de la consigna del poder comunal. Y cuando nosotros hablamos de este poder, entonces decimos: Poder Comunal de las Nacionalidades Aymara, Quechua, Guaraní […] La csutcb debe organizar una Asamblea de Nacionalidades […] para la forja de los instrumentos políticos de las nacionalidades […] ¿Quiénes deberán asistir a esta Asamblea? Son nuestras autoridades tradicionales (originarias), Jilacatas, Jilancus, Capitanías […] recuperar y forjar el papel de nuestro propio sistema de autoridades. (Ibid.: 275-276, énfasis del autor en cursiva)

Junto con el Movimiento Campesino de Base, tres corrientes políticas más afianzan su perspectiva en la dimensión tradicional comunitaria. El Eje Comu- nero que insiste en la idea de “no podemos limitarnos a la pura lucha sindical […] Los nuevos comuneros del viejo Tawantinsuyu, los nuevos comuneros del viejo reyno Guaraní […] debemos buscar una participación activa, construyen- do […] un instrumento político” (Ibid.: 323). El Consejo Nacional de Aymaras, Kechuas, Tupiguaraníes para Ayllus y Comunidades (aktupac) que retoma con más intensidad la idea de restaurar el Collasuyu y retornar al gobierno del ayllu: “[V]olver del sindicato viciado de tantos males al gobierno del Ayllu, del Jilakata […] donde nosotros nos administremos justicia” (Ibid.: 362), “Formar Parlamento Aymara, Kechua, Tupiwarani” (Ibid.: 364, énfasis del autor en cursiva). Finalmen- te, el Katarismo (mrtkl), que habiendo madurado sus planteamientos sobre el sindicalismo campesino y su relación con el desarrollo de la conciencia étnica, enfatiza en su documento político presentado al Congreso la característica de poder tradicional comunitario, señalando que: 154 bolivia en el siglo xxi

La política en el Ayllu consiste en que cada Ayllu designa por rotación y sucesión en un tiempo limitado, es decir, no existe el monopolio del poder, como en las organizaciones sindicales y políticas […] funciona sobre la democracia directa. […] Todo este gran proyecto social y de liberación sólo será posible con la reorganización de los Ayllus de base hasta constituir la gran Confederación de Ayllus y Comunidades; donde los Jilaqatas y los Mallkus sean las autoridades legítimas de este nuevo modelo social. (Ibid.: 377 y 384, énfasis del autor en cursiva)

Tenemos una segunda tendencia que se circunscribe a identificar la lucha sindical campesina como parte de las luchas populares grandes, luchas que sirven para enfrentar el bloque de poder dominante y que por ello se unen entorno a los sectores explotados como: campesinos, obreros, jornaleros. Formaron parte de esta tendencia frutcas (Federación Regional Única de Trabajadores y Campesinos del Altiplano Sur) y anapqui (Asociación Nacional de Productores de Quinua): “Sólo un gobierno de los obreros, campesinos y clases medias empobrecidas, con participación de la Central Obrera Boliviana (cob) y de la csutcb, cumplirá estas funciones” (Documentos políticos csutcb, 1989: 294), también el Partido Co- munista de Bolivia (pcb): “Es necesario construir una alternativa propia de poder de los explotados y oprimidos. La base de esta estrategia está en la articulación social y política de la clase obrera, los campesinos […] cuanto como nacionalidades oprimidas y capas medias urbanas” (Ibid.: 340). Asimismo, se suma a esta tendencia el Movimiento Bolivia Libre (mbl), que propone en su documento: “Insistiendo en lo nuestro, en la creencia de que la cob debe ser la representación democrática de un bloque de fuerzas, social, regional y culturalmente múltiple y heterogé- neo, donde los campesinos podamos enlazarnos a otros sectores” (Ibid.: 355), así como el Partido Obrero Revolucionario (por) que en similar posición propone: “El gobierno obrero campesino, del que se viene hablando desde hace decenios, será el gobierno liberador de los explotados” (395). Ciertamente, reflexionando sobre quienes participan en esta tendencia, es posible afirmar que corresponden a posiciones tradicionales de izquierda; los campesinos deben formar parte de una lucha mayor, una lucha popular. Posiciones que se distancian de la reflexión étnica madurada y trabajada en la primera tendencia. Señalemos, finalmente, la tercera tendencia que comparte con la primera la visión del horizonte comunitario andino en tanto considera que la lucha al interior de la csutcb es una lucha de las naciones originarias, una lucha por restituir formas comunitarias. Ofensiva Roja de Ayllus Tupakataristas forma parte de esta tendencia y en el documento que presenta al Congreso Extraordinario de Potosí propone: “algunos pensadores nos dirán que somos unos indianistas arcaicos y atrasados. Lo que nosotros queremos es volver con nuestra sociedad comunita- rista, colectivista de Ayllus” (Ibid.: 308). No obstante su cercanía con la primera tendencia, es el mecanismo de sus propuestas para llegar a consolidar las formas características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 155 comunitarias lo que la diferencia sustancialmente. Ofensiva Roja, antes que pensar en trabajar para consolidar una Asamblea de Nacionalidades, una Confederación de Ayllus y Comunidades, un Parlamento Kechua y Aymara, o un Instrumento Político, se propone instaurar la lucha armada como mecanismo de consecución de la restitución de las formas político-institucionales del ayllu.

Hemos llegado a un momento de la historia en que no es ya posible cometer los errores de antes. Las negociaciones, el dialoguismo traidor, la súplica de rodillas al patrón, las negociaciones parlamentarias y todo este camino de lucha pacifista y legalista han fracasado. […] Junto con esto, estamos obligados a comenzar a armarnos y formar milicias comunitarias en cada sindicato agrario, en cada sub-central, hasta llegar a lo provincial y departamental: porque ese es el único medio que nos queda a los pobres. […] Hagamos una resistencia armada en cada comunidad. (Ibid.: 304 y 307, 310)

En el marco de las relaciones de fuerza de dicho Congreso, debemos señalar que es la primera tendencia la que termina capturando el interés de los delegados, junto con las resoluciones y conclusiones de dicho Congreso, siendo las otras dos tendencias perspectivas minoritarias. Una lo era por traducir visiones pasadas de organización política en tanto y en cuanto no lograba entender la maduración de una conciencia étnica campesina, limitando la estructura orgánica de la csutcb a una alianza de viejo cuño en la izquierda; esto es, los campesinos deben unirse a los obreros para pensar en su liberación. Y la otra queda también en condi- ción de minoría por exceso de radicalidad. Mientras el movimiento campesino estructurado en el marco de la csutcb se proponía avanzar en su lucha usando mecanismos de una democracia deliberativa con raíces comunitarias que ligaban cada vez más al movimiento hacia las formas políticas originarias inspiradas en el ayllu, la perspectiva de lucha armada minaba el campo de la participación política electoral de los indígenas y los roles que jugarían ante escenarios deliberativos como la Asamblea Legislativa Nacional.

Los militantes de los partidos que resultaran elegidos tendrán que ser consecuentes con sus bases. En este sentido deberán estar conscientes que ellos expresan no a su partido, en el Comité Ejecutivo, sino a sus bases. Deberán tener claro el tema de que la unidad del Ejecutivo es la expresión de la unidad en la base. Deberán ser capaces de convertir el propio Comité Ejecutivo de la csutcb en relación a sus formas de trabajo, en un verdadero instrumento de características comunitarias […] La izquierda unida puede hacer un trabajo conjunto de fortalecimiento del poder comunal […] no somos sectarios en relación a los partidos de izquierda, no los rechazamos, pero sí queremos decirles con la máxima claridad que la comunidad debe ser fortalecida y no dividida. (Resoluciones de la Comisión Política, Documentos aprobados en el I Congreso Extraordinario de la csutcb, 1989: 436) 156 bolivia en el siglo xxi

Tomando la inclinación mayor de los asistentes al Congreso Extraordinario de la csutcb realizado en Potosí en junio de 1988 y, asumiendo que el documento político aprobado por mayoría posee un contenido sustantivo relativo a organizar una Asamblea de Nacionalidades, las otras propuestas relativas a construir un Ins- trumento Político y/o organizar un parlamento aymara, quechua, tupiguaraní, o generar una confederación de ayllus y comunidades, no desaparecen pero quedan, en primera instancia, como subsumidas por el paraguas de un horizonte político que visualiza la Asamblea de Nacionalidades como un escenario político basado en las instituciones originarias, en un sistema de gobierno –autogobierno– que potencia estructuras tradicionales de las nacionalidades y permite proyectar la lucha política hacia la desestabilización del sistema de dominación colonial que impuso autoridades y estructuras jurídicas.

¿Quiénes deberán asistir a esta Asamblea? Son nuestras autoridades tradicionales (originarias) […] Nuestra lucha no es por volver al pasado […] Pero sí es por recuperar el lugar que corresponde a nuestra nacionalidades […] La organización de una Asamblea de nacionalidades, donde podamos discutir las nuevas tareas de nuestras autoridades históricas, es una tarea prioritaria en el camino de nuestra revolución. Y a esta Asamblea, cuando podamos consolidarla, la csutcb tendrá que subordinarse. (Pinelo, 1989: 85)

No obstante lo señalado y el gran interés que suscitó la propuesta dentro de la csutcb, el movimiento campesino originario alistaba también su participación en los preparativos electorales venideros, poniendo en desafío la maduración de la propuesta política de la Asamblea de Nacionalidades. Por lo menos podemos afirmar que la estructura orgánica sindical de campesinos originarios –quechua y ay- maras– empezó a tensionarse entre: empujar un escenario político que haga posible instaurar una Asamblea de Nacionalidades o construir el Instrumento Político para participar electoralmente. Razonando con amplitud, ambos planteamientos pueden constituirse en coadyuvantes, sin embargo, no es posible eludir el contenido y la sustancia que ponen en juego ambas propuestas para el desarrollo político de los pueblos y naciones originarias, así como para la democracia en Bolivia. Asamblea de Nacionalidades supone desplazarse de formas políticas secularmente instaura- das en el Estado, formas negadoras de la vida institucional de los pueblos, hacia nociones que desborden los ejes organizadores de la democracia representativa.

La Asamblea no está articulada entorno al Estado del 52 […] sino en confrontación directa con este […] espacios distintos de organización a los conocidos el 52, el problema del poder. Tiene entonces a nuestro juicio objetivos claramente diferenciados entre el Estado neoliberal y la Asamblea de Nacionalidades. La Asamblea tiene que lograr no consensos mínimos sino consensos nacionales y, segunda, esta forma de aglutinamiento propuesta por la convocatoria de la csutcb implica una interpelación características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 157

al tipo de democracia que tiene en el “voto regulador” la expresión empírica de las formas de representación existentes hasta ahora. La Asamblea tiene la misión de convertirse en el espacio democrático más representativo que hayamos conocido hasta ahora. Y es claro que el objetivo es oponer este espacio al Parlamento o Congreso Nacional. (Ibid.: 150, 153, 160-161)

En cambio, Instrumento Político supone enfatizar la idea de una participación en las formas institucionales del Estado, sus niveles de representación, asumir los procesos electorales y convocar al resquebrajamiento de una idea fundamental que forma parte de un núcleo discursivo en el movimiento campesino que va madu- rando su condición étnica, su condición de nacionalidad; esto es, romper con el pongueaje político y producir una condición de interpelación que implique que los campesinos originarios voten por sí mismos. Para dicha tarea, la necesidad de establecer acciones que produzcan unidad dentro el movimiento fue funda- mental, así como superar la condición reivindicativa que muchas veces terminaba conquistando a los sindicatos y las federaciones departamentales. El documento político del Eje Comunero presentado al Congreso Extraordinario de Potosí de 1988 señalaba con claridad las tareas necesarias que debían encararse ante el panorama de división que se expandía al interior de la csutcb.

La paralización de la dirección campesina y de la Confederación en su conjunto, que hace dos años no está a la altura de las necesidades de nuestro pueblo […] este Congreso Extraordinario que tiene la obligación ineludible de poner fin a esta situación y reconstruir la unidad […] En primer lugar necesitamos dotarnos de una línea clara y de una Dirección consecuente. No podemos seguir librados a la espontaneidad de cada Federación o sindicato […] Una dirección capaz de conducirnos al combate y liberación definitiva. (Documentos Políticos csutcb, 1989: 121-122)

En el marco de las tensiones entre desarrollar estrategias para abrir espa- cios de una posible Asamblea de Nacionalidades o apostar a la construcción del Instrumento Político, las palabras de José Enrique Pinelo, asesor político de la csutcb, dan cuenta de la tensión inscrita al interior de la estructura orgánica y, a su vez, el forcejeo interno entre las distintas tendencias de pensamiento po- lítico. Con todo, la perspectiva de construir un Instrumento Político tiene que ver con la idea de no aislarse de los hechos democráticos inmediatos relativos a los procesos electorales que vivía Bolivia. “Mientras escribo este trabajo (últimos meses del 88), avanza la lógica organizativa de la Asamblea como también avanzan los preparativos electorales. El resultado podrá ser comprobado en los hechos” (Pinelo, 1989: 150), “se trata de no aislarse de un proceso que sí interesa al mo- vimiento popular” (Ibid.: 151), “se trata de una presencia que con características de interpelación hará de las elecciones una parte menor de su táctica general de construcción o reconstrucción del cuerpo colectivo” (152). 158 bolivia en el siglo xxi

Haciendo un balance del debate que se desarrolla en el seno de la estructura orgánica de la csutcb, es posible afirmar que: si bien son seis ejes que permiten entender el contenido y la substancia que dan sentido a la participación política de sectores indígenas y campesinos originarios en los contextos electorales y de desarrollo de la democracia en Bolivia postdictadura de Banzer, es la perspectiva de Asamblea de Nacionalidades e Instrumento Político lo que nos ayuda a discernir la dinámica de desarrollo del movimiento y la profundidad de su debate. En contraste a lo que varios autores afirman al decir que ambas propuestas no se contradicen y más bien implican maneras de retroalimentación para el ascenso político del movimiento (García Yapur, 2014; Tórrez, 2014), sostengo que profundizar en el análisis de este contrapunteo nos ayuda a razonar las inclinaciones que marcaron tendencias en dicho ascenso y, a su vez, se constituyen en fuente de explicación de situaciones contradictorias acerca de lo que hoy en día es la “participación política” de los sectores indígenas en el llamado “Estado Plurinacional”. En la experiencia deliberativa de la csutcb existieron diferencias importantes en cuanto a cómo se concibió el Instrumento Político y su relación con la Asamblea de Nacionalidades. Unos entendían al Instrumento Político como un mecanismo desde el cual se puede actuar para crear un tipo de poder dentro de las formas de gobierno tradicional, de tal forma que a la larga se pueda desestabilizar y detonar la institucionalidad estatal que estructura las formas de colonialidad hacia los pueblos indígenas; ese poder clandestino dentro de las estructura formales sería la Asamblea de Nacionalidades. En esta lectura el Instrumento Político no era un partido político, puesto que la forma ‘partido’ significaba, en la experiencia concreta de los sindicatos agrarios, el debilitamiento del poder político comunal, el debilitamiento del poder local. Otros, en cambio, concibieron al Instrumento Político bajo las características de partido, una dirección política que apueste claramente a la toma de poder de la institucionalidad estatal. En otras palabras, en la segunda opción la Asamblea de Nacionalidades no era la prioridad de la acción política:

¿Cómo va ser nuestro organigrama? La primera idea fue que esto no sea un sindicato, ni un comité cívico ni partido, entonces ¿qué va ser? Un instrumento. Pero, si nos preguntaban qué era un instrumento dijimos más o menos un mecanismo que nos agrupe a todos. Y ¿qué es eso? Va ser el gobierno establecido en Bolivia de forma oficial, pero dentro de ese gobierno va haber, adentro, otro gobierno, clandestino, con el nombre de Asamblea de las Naciones Originarias y el Pueblo, así se va a llamar, ese gobierno vamos a lograr construir, va a venir uno que dirige, va a tener cosas, los ayllus, incluso estaba diseñado nuestro propio carnet […] toda nuestra idea fue crecer así hasta lograr ver, tácticamente, en qué momento podíamos derrotar al gobierno colonial. Pero esta idea ha sido derrotada en el congreso del Instrumento Político. Evo Morales, Alejo Véliz y Filemón Escobar vinieron con ideas claras y dijeron “vamos a conformar características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 159

una dirección”, nosotros propusimos conformar una comisión impulsora de este gobierno clandestino, entonces se fue al voto: dirección o comisión. Nos ganaron. […] Ese fue el congreso y de ahí salió el instrumento con la idea de hacer el partido. Lo importante es que con ese instrumento logramos llegar al gobierno, en su cancha, con sus medios. (Entrevista a Juan de la Cruz Villca, dirigente de la csutcb, citado en García Yapur et al., 2015: 55-56)

Un hito tan importante como el que nos relata Juan de la Cruz Villca, líder del movimiento campesino y miembro del Eje Comunero, tendencia política que nació en el departamento de Potosí y que gravitó con fuerza en el Congreso Ex- traordinario por sus planteamientos ligados al poder comunal del ayllu, muestra y evidencia el destino del contrapunteo; esto es, un desplazamiento del horizonte político ligado a la Asamblea de Nacionalidades que compromete una agenda de poder vinculada a formas institucionales comunales, a formas tradicionales de gobierno –autogobierno– en favor de la construcción de una estructura partidaria que subsume el poder comunal, a las estructuras tradicionales de gobierno –au- togobierno– y a una dirección política que busca hacerse del poder estatal. En el marco de esta interpretación sobre el proceso político de ascenso de un movimiento indígena en clave campesina que va madurando su conciencia étnica, queda claro cómo la sustancia y contenido de su participación política sufre un vaciamiento en cuanto a construir un poder alternativo, porque la nueva estrategia que prioriza el tema de una dirección política en su forma “partido” apunta hacia la toma del poder institucional estatal, dejando de lado la reflexión fundamental sobre las estrategias que permitirían destruir dicho poder institucional en tanto él mismo alberga los dispositivos de la colonialidad, de la dominación secular.

Puntualizando algunas conclusiones

Avancemos en el sentido de pensar el tipo de vinculación presente entre las acciones orientadas a actuar en la contienda electoral y las acciones que se desenvuelven en el marco de la estructura orgánica de lo indígena en Bolivia. La participación electoral de sectores indígenas campesinos originarios con opción propia forma parte de las ideas embrionarias del movimiento; ello quiere decir que a lo largo de los procesos electorales, desde que se recupera la democracia (1979), ha habido un esfuerzo constante por participar electoralmente sin mediación de partidos que no tienen raíces étnicas. No obstante, es importante precisar aquello que define dos momentos en la participación electoral: uno que no supera la situación de marginalidad y minoría de las opciones indígenas en la contienda electoral y, otro, que acontece bajo un evidente resultado de mayorías. El desplazamiento de la forma partido hacia la forma orgánica como opción política se vuelve marcador de la diferencia entre los dos momentos. 160 bolivia en el siglo xxi

Crear una opción política propia de los indígenas fue la apuesta del movi- miento desde el Manifiesto del Partido Indio (1969), pero dicho planteamiento no superaba la forma partido como organización política. Mientras se desenvol- vía la búsqueda de consolidar un partido eminentemente indio o indígena, los resultados electorales fueron siempre pequeños, con porcentajes marginales. Los partidos indianistas habían superado la condición de mediación que destinaba a los indígenas a ser masa votante antes que ser ellos mismos los candidatos, pero no dejaban de expresar a una minoría porque estaban centralmente compuestos por intelectuales indígenas. Así, el desarrollo de la estructura orgánica potenció enormemente la participación electoral de los indígenas, porque permitió esta- blecer un tejido de integración y articulación desde niveles comunales hasta una suprarepresentación. En ese sentido, el segundo momento que implica un resul- tado electoral con dimensión de mayoría es fruto de la estructuración y desarrollo orgánico del movimiento. No es posible, por tanto, entender la sorpresa electoral del movimiento indí- gena en Bolivia en las elecciones de 1997-2002 y, sobre todo, 2005, sin poner al ojo del análisis los ejes fundamentales que fueron deliberados en el marco de la estructura orgánica. El efecto de mayoría indígena no se explica, como el sentido común lo señala, porque demográficamente en Bolivia la mayoría es indígena. De ser así, entonces, desde que se conquistó el voto universal, en 1952, en todos los procesos electorales las organizaciones políticas con base indígena abrían ganado sistemáticamente. La condición de unificación de la subjetividad indígena que implica acumulación de luchas y momentos constitutivos de una conciencia que se ve a sí misma como mayoría bajo el formato de nacionalidad, bajo el formato de pueblo, son condición fundamental para entender la irradiación nacional que tuvieron los planteamientos del movimiento, así como para analizar las formas y maneras de interpelación al resto de la sociedad. En ese camino, la maduración de la conciencia étnica de un movimiento que tiene bases campesinas se encuentra en relación con acontecimientos desencade- nados en la sociedad boliviana; esto es, la conquista, el desarrollo y la profundi- zación de la democracia. Por eso mismo, la discusión orgánica del movimiento indígena, campesino, originario es, a la vez, una discusión sobre el contenido de la democracia boliviana y los rumbos que esta tomará en cuanto a las definiciones de pluralidad política, cultural y jurídica. Ciertamente y, retomando lo anterior- mente dicho, dos aspectos deberé señalar como fundamentales en el marco del contrapunteo necesario entre las acciones electorales y las acciones que proceden de la deliberación orgánica: 1. estructuras orgánicas de organizaciones indígenas que discuten cómo y de qué manera participar en los procesos electorales produce una apuesta política por la democracia de base, democracia comunitaria, 2. estruc- turas orgánicas de organizaciones indígenas que crean su Instrumento Político para ir a la contienda electoral e imaginan una Asamblea de Nacionalidades como características de ascenso de lo indígena, originario, campesino 161 poder paralelo produce una discusión política fundamental en relación a formas de poder alternativo. El ejercicio práctico de la democracia de base que estuvo inscrita en la deli- beración orgánica del movimiento indígena boliviano y que construyó mandatos desde el nivel más micro, no solo demostró ser una dimensión constitutiva funda- mental del efecto de mayorías, sino también amplió los márgenes de la democra- cia boliviana, circunscrita hasta ese entonces a la democracia representativa y la mediación de los partidos como principal espacio de articulación de intereses. La democracia de base o democracia comunitaria incorporó a muchísimas localidades con características étnicas, ajenas en un pasado a los acontecimientos políticos, a la dinámica central de cambios y transformaciones que estaba viviendo Bolivia. Es más, dio base y fundamento a una reforma en 2004 para incorporar otras mo- dalidades de representación en la contienda política. Desde entonces, en Bolivia, la representación puede ser vía partido político, vía agrupación ciudadana y vía pueblo indígena. De manera más sustancial, contribuyó al fundamento eje en la deliberación constituyente para formular y plantear tres formas de democracia en Bolivia: la democracia representativa, participativa y comunitaria. A todo ello hoy en día se le llama democracia intercultural. Es claro, por la información que hemos sistematizado en el presente trabajo, que pensar al Instrumento Político de los pueblos indígenas originarios bajo el pa- raguas de una Asamblea de Nacionalidades como un poder alternativo, implicaba, desde su inicio, una concepción de poder diferente, una concepción distanciada sustancialmente de los dispositivos institucionales que despojan de poder político a las comunidades, a las localidades indígenas. Así como la contienda electoral nacional expuso a dirigencias locales del movimiento indígena al anonimato y las destinó sistemáticamente a ser minorías, similarmente, el Instrumento Político inspirado bajo la estructura de una dirección política, antes que convertirse en un mecanismo que potencia las formas institucionales de la democracia comunitaria y la creación de un poder político alternativo, se convirtió en un dispositivo que despoja de poder a las formas comunitarias. La lucha de posiciones y corrientes de pensamiento dentro de la estructura orgánica de las organizaciones indígenas se inclinó, por las decisiones tomadas alrededor del Instrumento Político, a cons- truir no un poder alternativo y desestabilizar con ello las formas de dominación secular, sino a tomar el poder institucional que se caracteriza por despojarlos de su poder político. Grande paradoja que se ha producido en el proceso de transformaciones bo- livianas, en el desarrollo y devenir del Estado Plurinacional, en la gestión de una pluralidad política, cultural y jurídica que ha empezado a desandar la acumulación de luchas y las formas constitutivas del movimiento indígena contemporáneo en Bolivia. 162 bolivia en el siglo xxi

Referencias

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7 Ecología y sociedad en Bolivia. Políticas públicas en el Estado Plurinacional: El discurso de la Madre Tierra y el Vivir Bien

Cecilia Requena / Dirk Hoffmann

El discurso de la Madre Tierra, el Vivir Bien y las políticas públicas en Bolivia

La llegada de Evo Morales Ayma a la presidencia de Bolivia, en 2006, implicó un fuerte impulso a la crítica del sistema económico global predominante, desde las esferas oficiales, a partir de las nociones y del discurso del Vivir Bien y de la Madre Tierra. Bolivia se convirtió en un referente internacional de la reflexión y el debate al respecto. La organización de la primera (2010) y segunda (2015) Conferencias Mundiales de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, así como el nombramiento de Morales como “Héroe Mundial de la Madre Tierra” por la Asamblea General de las Organización de las Naciones Unidas, en el año 2009, son ilustraciones de tal dinámica. Esta se inscribió en el proceso más amplio que, particularmente, a partir del último tercio del siglo xx, procuró y procura recuperar, revalorar y crear enfoques alternativos que se caractericen, precisamente, por el intento de ofrecer alternativas a las inercias hegemónicas desde cuestionamientos de fondo.1

1 Distintas versiones de estos enfoques se oponen también (en diversas combinaciones de prioridades) al capitalismo, globalización, neocolonialismo, imperialismo, economicismo, desarrollismo o a la sociedad industrial, entre otros, en el entendido de que estarían entre los determinantes de fondo de las múltiples crisis ambientales que la humanidad afronta. Estos enfoques son distintos a aquéllos que intentan incorporar la variable ambiental sin poner en cuestión consensos y prácticas hegemónicas globales tanto en el ámbito de la cultura como en el de la economía. Es el caso de la economía verde o de los mercados de carbono.

[165] 166 bolivia en el siglo xxi

Entre estos enfoques se encuentra el Vivir Bien,2 cuyo debate fue desarrollado –y aún se desarrolla– principalmente, aunque no exclusivamente, en Bolivia y en Ecuador.3 Hoy este debate se replica en distintos países del mundo, aunque todavía de modo marginal. Tal debate mundial implica intentos de dar contenido a dis- cursos y a formas alternativas y viables (sostenibles) de habitar el planeta, a partir de la convicción de que las principales inercias sociales políticas, económicas y culturales vigentes no lo son y de que el origen de esta inviabilidad se encuentra en las profundidades de una visión, una ética, una economía y unas prácticas sociales que no reconocen los límites biofísicos del planeta y que resultan excluyentes con respecto a las necesidades de otras especies, así como incapaces de incluir, en la toma de decisiones, vitales interdependencias sistémicas. Por tanto, uno de los rasgos principales comunes de esta propuesta alternativa, al menos en términos discursivos, es el respeto y el reconocimiento de derechos de las otras especies (Gudynas, 2014: 44), así como la incorporación de una perspectiva holística en la reflexión y en la acción (Elbers, 2007: 106-110). El postulado de la introducción de límites a la producción material y consumo global de bienes y servicios es otra de las implicaciones de esta perspectiva que desafía amplios consensos en materia de pensamiento y política económica. El cuestionamiento a los paradigmas culturales hegemónicos es, así, claro e inevitable. Evo Morales Ayma, presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, se refiere de esta manera a la temática de la insostenibilidad y sus las causas en el prólogo de Vivir Bien: ¿Paradigma no capitalista?:

Es la lógica del sistema capitalista la que está destrozando el planeta, es la ganancia, la obtención de más y más ganancia por sobre todas las cosas. Es la lógica de las empresas transnacionales a las que sólo les importa aumentar utilidades y bajar los costos. Es la lógica del consumo sinfín, de la guerra como instrumento para adueñarse de mercados y recursos naturales, y no importa si para conseguir más mercados y más ganancias se tiene que destruir los bosques, explotar y despedir trabajadores y privatizar los servicios esenciales para la vida humana. El Vivir Bien está reñido con el lujo, la opulencia y el derroche, está reñido con el consumismo.

2 La perspectiva del Vivir Bien se ha formalizado en la Constitución Política del Estado y en normas como la Ley Marco de la Madre Tierra para el Desarrollo Integral y el Vivir Bien (2012), que establece en el art. 9, inciso 1, el derecho (aunque no el deber) al Vivir Bien en armonía y equilibrio con la Madre Tierra, entendida como sujeto colectivo de interés público, tomando en cuenta los límites planteados por su capacidad de regeneración. Comentarios críticos en torno al concepto de ‘Vivir Bien’ aparecen en los capítulos 6 de Paz Patiño, 13 de Macusaya Cruz y 15 de González Ortega. 3 En estos dos países el debate público se articuló con movilización social y materialización constitucional de los conceptos: el ‘Buen Vivir’, en Ecuador, y el ‘Vivir Bien’, en Bolivia (véase Gudynas, 2014: 62-63). ecología y sociedad en bolivia 167

Esto implica la contraposición de dos culturas, la cultura de la vida, del respeto entre todos los seres vivos, del equilibrio en contra de la cultura de la muerte, de la destrucción, de la avaricia, de la guerra, de la competencia sin fin. Nuestros ojos y corazones lo ven y sienten, nuestros hijos e hijas lo están viviendo: el capitalismo es el peor enemigo de la humanidad. (Farah & Vasapollo, 2011: 10)

El concepto del Vivir Bien suele estar conectado, pero no necesariamente limitado, a prácticas tradicionales de pueblos indígenas. Expresa un intento de perfilar una orientación ética alternativa en procura de materializaciones múltiples y plurales, adaptadas a cada contexto, y en constante aprendizaje y periódicos ajustes desde la práctica y desde abajo (Vega O., 2011: 82-83). Autores de referencia en la temática, como Eduardo Gudynas, consideran que este proceso de construcción conceptual y de aplicación concreta que se halla en pleno despliegue debe ser participativo, diverso y dinámico; es decir, contrario a la pretensión de constituir una especie de receta única, cerrada y de aplicación universal (Gudynas, 2014). Sin embargo, las aplicaciones concretas de esta visión en Bolivia son práctica- mente inexistentes. Más aún, las decisiones públicas apuntan, como veremos, hacia el desarrollo convencional. Con todo, los desafíos que generaron la necesidad de alternativas no han hecho más que confirmarse y hasta agravarse.

Vivir Bien y políticas públicas en Bolivia (2006-2016): Una contradicción

Las aplicaciones y consecuencias prácticas de esta visión en Bolivia corresponden, por el momento y mayoritariamente, a experiencias más bien excepcionales, liga- das a prácticas tradicionales aún vigentes en pueblos indígenas, particularmente de tierras bajas. Sin embargo, otras normas incluyen orientaciones muy distintas; a menudo opuestas. Es el caso de las leyes de sectores críticos como hidrocarburos y mine- ría que fueron aprobadas por el gobierno de Evo Morales. Estas permiten, por ejemplo, actividades extractivas de alto impacto ambiental y/o riesgo en las áreas protegidas del país, poniendo en cuestión así su naturaleza y fines primordiales. Es también el caso de una reciente norma de promoción del sector agropecuario que no sólo condona años de deudas por multas derivadas de la deforestación ilegal, sino que promueve una intensa campaña de deforestación adicional de las selvas de tierras bajas, no aptas, a fin de ampliar la frontera agrícola de cultivos de exportación, como la soja transgénica, hasta en 10 millones de hectáreas.4

4 Bolivia dispone, actualmente, de cerca de 45 millones de hectáreas de bosques. http://www. cfb.org.bo/bolivia-forestal/bosques-en-bolivia. 168 bolivia en el siglo xxi

A pesar del discurso del Vivir Bien, las políticas públicas del gobierno de Evo Morales responden ampliamente a una visión extractivista,5 desarrollista de corte más bien clásico,6 aunque fuertemente asentada en la intervención estatal orientada a la redistribución del ingreso nacional, así como al intento de industrialización de los recursos naturales. De hecho, desde 2005, la matriz económica boliviana ha agudizado su de- pendencia del tradicional extractivismo. Así, el crecimiento del pib se sustenta en la explotación intensiva y contaminante de la naturaleza. Según el cedla, las exportaciones asociadas a minerales e hidrocarburos del último quinquenio (2010-2015) alcanzaron 69% del total. Estas mismas se situaban entorno al 47% entre 2001 y 2005.7 En cuanto al futuro, las prioridades de inversión indicadas en la planificación de mediano plazo (la “Agenda Patriótica 2025”)8 apuntan a profundizar este mo- delo extractivista que tiene a la industrialización de los recursos naturales como horizonte y aspiración máxima. Hay múltiples y claras declaraciones del presidente Evo Morales, del vicepre- sidente Álvaro García Linera y de otras altas autoridades del gobierno respecto a la tensión entre extractivismo y protección ambiental. Varias expresan la con- tradictoria posición del gobierno boliviano que, a tiempo de declararse defensor ejemplar del Vivir Bien y de la Madre Tierra, desconoce la legitimidad de críticas desde esa concepción a las decisiones estatales. Este es un ejemplo de las decla- raciones al respecto que el presidente Morales suele reiterar:

A tiempo de anunciar el hallazgo del nuevo reservorio de petróleo en el país, en Santa Cruz, el presidente Evo Morales advirtió [19 de junio de 2015] que las Organizaciones No Gubernamentales (ong) y las fundaciones que perjudiquen la exploración de recursos naturales tendrán que irse de Bolivia. “Quiero decirles que fundación que perjudique la exploración de los recursos naturales se va a ir de Bolivia. No necesitamos instituciones que vengan del exterior a perjudicarnos”.9

En esta misma declaración, Morales afirma que las reservas forestales fueron creadas por “el imperio norteamericano” para que se conviertan en intocables e

5 Por extractivismo se entiende aquí “un tipo de extracción de recursos naturales, en gran volu- men o alta intensidad, y que están orientados esencialmente a ser exportados como materias primas sin procesar, o con procesamiento mínimo” (Gudynas, 2015: 13). 6 Una visión crítica de la persistencia del extractivismo y sus orígenes se encuentra en El Pen- samiento boliviano sobre los recursos naturales de Fernando Molina, 2011: 132, 2a edición. 7 http://comunicabolivia.net/content/cedla-bolivia-est%C3%A1-cada-vez-m%C3%A1s-atada- explotar-materias-primas. 8 https://issuu.com/agenda2025/docs/agenda_patriotica__separata_min_com/1?e=9800474/ 5600731 9 http://www.la-razon.com/economia/Presidente-Evo-advierte-expulsar-ong-perjudi- quen_0_2292370786.html ecología y sociedad en bolivia 169 intangibles. Morales se refirió, además, a su discurso en Bruselas, Bélgica, en el marco de la ii Cumbre de la Unión Europea y de la celac, donde habría declarado que los países de Norteamérica quieren que las naciones y Estados de Sudamérica sean “guardabosques, ya que ellos destrozaron su medio ambiente y ahora preten- den que se lo cuiden para ellos”. Y mientras estas declaraciones se materializan en normas que debilitan a la sociedad civil organizada mediante regulaciones de la actividad de las ong, impidiéndoles, de modo general, “hacer política” y for- zándolas a trabajar en el marco de los planes y la visión del gobierno,10 aparecen crecientes evidencias de la vulnerabilidad de Bolivia frente a crisis ambientales como la del cambio climático y sus correlatos locales.

El contexto global del cambio climático, principales impactos en Bolivia y estrategias de mitigación y adaptación

El planeta no deja de batir récords climáticos: el año pasado ha sido el año más caliente jamás medido desde 1850. La temperatura promedio global en 2015 muestra el mayor aumento relativo frente a los anteriores años récord. Según información proporcionada por la noaa (National Oceanic and Atmospheric Administration), durante 2015 la temperatura promedio de la superficie terrestre a nivel mundial fue 1,33°C por encima del promedio del siglo xx. Por su parte, el Quinto Informe del ipcc (Assessment Report 5 - ar5), denominado Cambio climático 2013: Base de ciencia física del Grupo de Trabajo I, es contundente: “El ca- lentamiento en el sistema climático es inequívoco y desde 1950 son muchos los cambios observados en todo el sistema climático que no tienen precedentes en los últimos decenios a milenios”. Afirma además que existe una seguridad extre- madamente alta (95-100%) de que el fenómeno es atribuible principalmente a la actividad humana. Cada uno de los tres últimos decenios ha sido sucesivamente más cálido en la superficie de la tierra que cualquier decenio anterior desde 1850. Tomando en cuenta el retraso en el sistema climático y los compromisos insuficientes de reducción de emisiones de los países realizados antes de la última conferencia climática de las Naciones Unidas en París, a finales de 2015, limitar el aumento de temperatura a 2°C se hace cada vez más difícil. Los principales impactos del cambio climático se evidencian en: el aumento de la temperatura global, cambios en el régimen de precipitaciones, aumento del nivel del mar y eventos extremos más frecuentes o más severos. La magnitud de

10 Human Rights Watch y la onu cuestionan la violación de derechos fundamentales implicada en la Ley de regulación de ong (351) y en el Decreto Supremo 1597. http://www.paginasiete. bo/nacional/2015/8/5/human-rigths-watch-cree-boliviana-vulnera-derechos-libre-asocia- cion-65598.html 170 bolivia en el siglo xxi estos fenómenos durante los próximos decenios depende, en buena parte, de la cantidad de emisiones agregadas de “gases de efecto invernadero”.11 Lo que se prevé, por el momento, es la agudización de los impactos, debido a la inercia y al aumento de emisiones que siguen aumentando año tras año La medida en que se afectan los ecosistemas y sociedades, sin embargo, tam- bién depende de la vulnerabilidad12 de las mismas. En este contexto, las previsibles consecuencias de este aumento para Bolivia implicarán altos costos.

Impactos del cambio climático en Bolivia

De acuerdo a los modelos climáticos globales, existe una tendencia clara en las zonas tropicales y sub-tropicales: las regiones húmedas se volverán más húmedas y las regiones secas se volverán más secas. Ambos fenómenos podrán manifestarse en el mismo territorio: una región se puede tornar más árida durante la época seca y sufrir mayores precipitaciones durante la época de lluvias; es una situación ya evidente en distintas regiones de Bolivia. El cambio climático ya tiene consecuencias en el país. El retroceso de los glaciares, las frecuentes inundaciones y el aumento de sequías registradas son clara señal de los impactos que tiene y tendrá el cambio climático en el país. La desaparición de la pista de esquí con lift más alta del mundo en el glaciar Chacal- taya, a comienzos de 2010, es tal vez el ejemplo más ilustrativo. A fines de 2015, desapareció por completo el segundo lago más grande del país, que antes cubría 2.700 km² del Altiplano central. En este caso, el cambio climático ha sido un factor coadyuvante del proceso generado por el desvío de grandes cantidades de agua de su afluente principal con fines de riego. Los pronósticos para Bolivia apuntan a un aumento de temperatura signifi- cativa: entre 7 y 8°C en la trayectoria de emisiones actuales hasta finales de siglo (rcp 8,5), según cálculos de Hoffmann y Requena (2013: 36). Este aumento es considerablemente más alto que el promedio global porque Bolivia se encuentra en medio (alejada de las costas) de una masa terrestre extensa. Un segundo factor: el aumento de temperatura es más significativo en zonas de grandes altitudes, como las que caracterizan a la parte occidental del país. El alarmante resultado de las modelaciones climáticas realizadas por la Fun- dación Amigos de la Naturaleza (fan) proyecta que el cambio climático afectará a

11 La Convención Marco de Cambio Climático de las nnuu define a los gases de efecto inver- nadero como “aquellos componentes gaseosos de la atmósfera […] que absorben y re-emiten radiación infrarroja”, contribuyendo, por tanto, al calentamiento global (http://unfccc.int/ resource/docs/convkp/convsp.pdf). 12 El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (ipcc) describe la vulnerabilidad como el grado en que un sistema es susceptible e incapaz de hacer frente a los efectos adversos del cambio climático, incluyendo la variabilidad climática y los extremos. ecología y sociedad en bolivia 171 las tierras bajas y Yungas de Bolivia con incrementos de la temperatura media entre 1°C y 2°C hasta el año 2030.13 Los modelos climáticos regionales actualmente disponibles dan valores comparables sobre el aumento de temperatura en el país, aunque no dan resultados satisfactorios a escala local acerca de las tendencias de las precipitaciones.

Políticas y estrategias de mitigación y adaptación14

El cierre del Programa Nacional de Cambios Climáticos (pncc), institución a cargo de las políticas nacionales de cambio climático, así como de gestionar las responsabilidades de Bolivia frente a la Convención Climática, en febrero de 2009 marcó una ruptura que inició una baja notable en las actividades del Estado boli- viano con respecto al cambio climático. Sobrevino una fase de “re-ingeniería” de la institucionalidad gubernamental para el cambio climático a partir de una nueva visión de la protección de la Madre Tierra y del Vivir Bien. La Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral para Vivir Bien (Ley 300) fue aprobada en el año 2012. Poco después se creó la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra (apmt), pero recién en marzo del año 2014 se posesionó al primer director de la apmt y se comenzó a contratar personal para su funcionamiento, sin resultados significativos hasta la fecha. Ante la ausencia de una política climática a nivel nacional, el desarrollo eco- nómico del país sigue las pautas plasmadas en la “Agenda Patriótica 2025” de 13 pilares,15 presentada por el presidente Evo Morales el 22 de enero de 2013. Esta agenda tiene todos los rasgos de una estrategia tradicional de desarrollo a largo plazo, a pesar de las múltiples referencias a la Madre Tierra y el Vivir Bien (se habla de un “nuevo horizonte civilizatorio para vivir bien”; de la “construcción del socialismo comunitario” y la construcción del “nuevo ser humano integral”). Existen pocas referencias directas al cambio climático, pero hay varios puntos que implican aumentos significativos en los aportes de Bolivia al calentamiento global. Por ejemplo, las emisiones de co2 per cápita de Bolivia son muy pare- cidas a las de algunos países europeos, debido principalmente a las altas tasas

13 “El cambio climático afectará a las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia con incrementos de la temperatura media entre 1,1 ºC y 1,84 ºC en la época seca y 0,96 ºC y 1,93 ºC en la época húmeda hasta el año 2030 en comparación con el 2000. Este incremento proyectado de la temperatura implica una variedad de impactos continuos, iniciará con alteraciones en los ecosistemas y los recursos naturales que finalmente provocarán consecuencias para los seres humanos y sus medios de vida” (fan, 2015: 97). 14 Para mayor información sobre la adaptación al cambio climático en Bolivia ver: “Navegando futuro. Dos experiencias de adaptación al cambio climático en Bolivia” (Hoffmann, 2015). 15 En enero de 2015, el documento “13 pilares de la Bolivia digna y soberana. Agenda Patriótica del Bicentenario 2025” fue elevado a rango de ley (Ley 650). 172 bolivia en el siglo xxi de deforestación. De hecho, el principal aporte que Bolivia podría realizar para contribuir a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (conocida técnicamente como mitigación)16 sería frenar la deforestación que cada año alcanza a un área de entre 200 y 400 mil hectáreas de bosques, dependiendo de la fuente de información a la que se acuda. Para frenar la deforestación desmedida Bolivia ha creado el “Mecanismo Conjunto de Mitigación y Adaptación para el Manejo Integral y Sustentable de los Bosques y la Madre Tierra”,17 operado por la Autoridad Plurinacional de la Madre Tierra. El mecanismo se basa en la visión del gobierno boliviano que rechaza la mercantilización de los servicios ecológicos y de los instrumentos de financiamiento de la adaptación al cambio climático. Por otra parte, el “Mecanis- mo Plurinacional de Adaptación al Cambio Climático” actualmente se encuentra al inicio de su implementación, mientras que el “Mecanismo Plurinacional de Mitigación del Cambio Climático” todavía se encuentra en construcción. Por lo demás, con excepción de las investigaciones del retroceso glaciar y de la disponibilidad de agua, existe una marcada ausencia de investigaciones científicas sobre los futuros impactos del cambio climático. Ante esta ausencia y frente a la falta de datos climáticos históricos confiables, varios autores intentan aportar con conocimiento de la situación de los impactos del cambio climático, evaluando sus impactos en las zonas rurales del país a través de las percepciones de sus habitantes. Aunque estos estudios no pueden ni pretenden sustituir la falta de estudios científicos, representan un gran valor para el debate sobre los impactos del cambio climático y las posibles medidas de adaptación a estos: otorgan voz a las poblaciones rurales campesinas e indígenas y ofrecen pautas que deberían ser tomadas en cuenta en la definición participativa de estrategias y medidas de adaptación viables. Por otro lado, las percepciones locales dan pistas para poste- riores investigaciones científicas. En suma, podemos diagnosticar una insuficiente asimilación del tema de la adaptación al cambio climático en el país. Es todavía válido el resumen de los efectos del cambio climático presentado por el Programa de las Naciones Unidas de Desarrollo hace cuatro años:

16 Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (ipcc, por sus siglas en inglés) de la Organización de las Naciones Unidas, el concepto de mitigación en el contexto de la ciencia entorno al cambio climático debe entenderse como la “intervención antropogénica para reducir las fuentes o mejorar los sumideros de gases de efecto invernadero”. 17 Según se explica en la página web de la aptm, “El mecanismo tiene el objetivo de promover el manejo integral y el aprovechamiento sustentable de los bosques y los sistemas de vida de la Madre Tierra, la conservación, protección y restauración de los sistemas de vida, de la biodiversidad y las funciones ambientales, facilitando usos más óptimos del suelo a través del desarrollo de sistemas productivos sustentables, incluyendo agropecuarios y forestales, para enfrentar las causas y reducir la deforestación y degradación forestal, en un contexto de mitigación y adaptación al cambio climático” (www.madretierra.gob.bo). ecología y sociedad en bolivia 173

En términos generales, se puede decir que el tema referido a la adaptación al cambio climático y a la gestión del riesgo de desastres se encuentra insuficientemente agendado en las instituciones del gobierno, en las entidades académicas y en las organizaciones de la sociedad civil, aunque coyunturalmente pueda adquirir cierta relevancia durante situaciones de emergencia o desastre climático. No existen programas de mediano y largo aliento que aborden esta temática de manera sistemática e incidan sobre la investigación y la formación de recursos humanos. (pnud-Bolivia, 2011: 124)

Procesos socioecológicos y económicos críticos

A continuación presentamos una síntesis que, por razones de espacio, no pretende ser exhaustiva pero sí estratégica, en términos de la elección de los ámbitos de interfase crítica entre el sistema socioeconómico y la naturaleza. Los abordamos por su condición determinante para las condiciones-base del futuro del país.

Energía

En lo que va de este siglo, la matriz energética boliviana, tradicionalmente autár- quica (Guzmán, 2010: 17), ha agudizado su dependencia de los combustibles fósi- les, especialmente del gas natural, orientado predominantemente a la exportación al Brasil y Argentina y secundariamente al consumo interno, aunque este último se ha multiplicado por cuatro en nueve años.18 El aporte relativo de la energía hidráulica sostenible19 se ha reducido de un 16%, en 1999, a cerca del 6% en 2007 (Guzmán, 2010: 31). Esta tendencia se ha fortalecido en el último quinquenio. De hecho, son insignificantes los aportes provenientes de nuevas fuentes de energías renovables, como la solar y la eólica, aún a pesar de las excelentes condiciones del país para las mismas (Ministerio de Hidrocarburos y Energía, 2011: 6). La inversión inmediata prevista hasta 2021 para la exploración y explotación de nuevos campos hidrocarburíferos se lleva parte significativa de la inversión pública. El gobierno anunció una inversión programada de cerca de 5.000 millones de dólares (cerca del 20% del pib de los años de bonanza).20

18 http://www.hidrocarburosbolivia.com/noticias-archivadas/542-downstream-archivado/ downstream-01-01-2015-01-07-2015/70556-consumo-interno-de-gas-natural-se-cuadrupli- co-en-nueve-anos.html 19 Sostenible por su ubicación en caídas de agua y por su tamaño no disruptivo con el funcio- namiento de los ecosistemas implicados. 20 Esta inversión es parte del “plan de exploración inmediata 2015-2021”, en el que se pretende invertir 5.000 millones de dólares en los próximos años, para hallar unos 7 tcf de gas natural hasta 2020: http://www.hidrocarburosbolivia.com/noticias-archivadas/542-downstream- archivado/downstream-01-01-2015-01-07-2015/70556-consumo-interno-de-gas-natural- se-cuadruplico-en-nueve-anos.html 174 bolivia en el siglo xxi

La exploración está siendo actualmente realizada dentro de los límites de algu- nas áreas protegidas como Iñao, Aguaragüe; situación que se ampliará a otras áreas protegidas. De hecho, el 20 de mayo de 2016 se promulgó el Decreto Supremo 2366 que estipula, en líneas generales, la apertura de las áreas protegidas de Bolivia a operaciones petroleras, incluyendo las áreas de máxima protección: los parques nacionales.21 Actualmente, de las más de 18 millones de hectáreas de superficie pro- tegida existente a nivel nacional, tres millones son afectadas por la superposición de contratos petroleros y nuevas áreas destinadas a la frontera petrolera bajo la figura de áreas reservadas de ypfb. Esta entidad estatal admitió recientemente que ocho, de las 22 áreas protegidas de rango nacional, serían afectadas a partir de 2016. En el marco de una nueva política de exportación de energía eléctrica y de acuerdo a la planificación del sector, las grandes inversiones se orientarán hacia plantas termoeléctricas (basadas en gas) así como hacia la construcción de mega- represas en la Amazonía. Adicionalmente, la futura construcción de una planta de generación de energía nuclear, a pesar de los impedimentos constitucionales (art. 344 de la cpe), fue acordada en marzo de 2016 a través de la aprobación inconsulta y con vicios de procedimiento de dos Tratados Internacionales con Rusia en la materia, aunque recientes declaraciones del vicepresidente parecen, de pronto, haber desechado la “tecnología de fisión”, apostando por la “tecnolo- gía de fusión”22 (aún en desarrollo), relacionada con el litio. Una de las mayores reservas mundiales de este mineral se encuentra en Bolivia. En síntesis, la matriz energética de Bolivia tiende a alejarse y dificultar una transición hacia las energías renovables, debido al fenómeno conocido como lock in23 o bloqueo. Con esta orientación política, Bolivia no podrá cumplir con sus compromisos ante la Convención Climática, quedando, además, anclada, tras apostar significativas inversiones en un sistema tecnológico con tendencia a quedar rápidamente obsoleto, dada su creciente falta de competitividad con respecto a las

21 El mencionado decreto señala en su artículo 2, parágrafo I, lo siguiente: “Se permite el de- sarrollo de actividades hidrocarburíferas de exploración en las diferentes zonas y categorías de áreas protegidas”. 22 “La fusión nuclear es una reacción nuclear en la que dos núcleos de átomos ligeros […] se unen para formar otro núcleo más pesado, liberando una gran cantidad de energía”, de acuerdo al Manual de tecnología nuclear para periodistas, publicado por la Universidad de Salamanca y el Foro Nuclear en 2004. Es una tecnología en pleno desarrollo. La tecnología utilizada en las plantas nucleares es la de fisión nuclear, que la misma fuente define como: “aquella reacción en la que núcleos de átomos pesados, al capturar un neutrón incidente, pueden dividirse en dos fragmentos (raramente en tres) formados por núcleos de átomos más ligeros, llamados productos de fisión, con emisión de neutrones, rayos gamma y con un gran desprendimiento de energía” (http://www.nuclenor.org/public/otros/manual_tecnologia_periodistas.pdf). 23 La expresión que se refiere a una inercia creada y autoperpetuada por grandes sistemas ener- géticos sustentados en combustibles fósiles que inhiben esfuerzos públicos y privados para introducir tecnologías de energías alternativas. ecología y sociedad en bolivia 175 tecnologías renovables y dadas las exigencias planteadas por el cambio climático para transitar globalmente hacia las energías renovables tan de prisa como sea posible.

Agricultura

La actividad agropecuaria –incluyendo los monocultivos de exportación– carece de apropiada normativa ambiental (Castro et al., 2014). Tampoco suele cumplir con controles destinados a minimizar la degradación de tierras por mal manejo o por contaminación de suelos, aire y aguas con agroquímicos tóxicos.24 El plan de desarrollo denominado “Agenda Patriótica 2025” prevé “incre- mentar la actual superficie cultivada del país de 3,6 millones a 13 millones de hectáreas […] orientada fundamentalmente a la exportación y no así a brindar seguridad alimentaria a la población boliviana” (Saavedra, 2015: 25), mucho menos la anunciada búsqueda de la independencia alimentaria del país. La política pública de promoción del sector ha incluido la significativa reducción de multas por el desbosque ilegal de cerca de 1 millón de hectáreas, gracias a la Ley de Apoyo a la Producción de Alimentos y Restitución de Bosques aprobada en 2013. Esta política da continuidad de una visión que logró su afianzamiento en la década del 90, gracias a un proyecto del Banco Mundial que inició una fase intensiva de deforestación del bosque tropical, la cual fue agravada en sus impac- tos por la expansión posterior de la frontera agrícola a tierras no aptas, dada su vocación forestal y no agrícola. De hecho, los procesos de desertización, tras dos décadas de explotación intensiva de la frágil capa de suelo fértil, ya son patentes en algunos lugares de la región (Castro et al., 2014: 94). En contraste, aún a pesar de estar más ligada a la seguridad alimentaria del país, el respaldo estatal a la agricultura campesina, familiar, desarrollada mayo- ritariamente en pequeñas parcelas no parece ser efectivo. Por el contrario, la importación de alimentos tradicionalmente producidos en el país ha seguido incrementando. La importación de alimentos la que ha aumentado en 93% entre 2010 y 2015, de acuerdo a fuentes oficiales,25 pasando de cerca de 360 millones de dólares a más de 688 millones anuales.

Bosques

La deforestación en Bolivia está fundamentalmente asociada a procesos de ocupa- ción de áreas a menudo habitadas por pueblos indígenas, con fines de habilitación de tierras para usos mayormente agropecuarios, como la ganadería extensiva y

24 Un informe de la Gobernación de Santa Cruz estableció, en 2012, “que la mayoría de los cuerpos de agua del Departamento estaban contaminados por pesticidas prohibidos en otros países” (Castro et al., 2014: 20). 25 http://www.la-razon.com/economia/Importacion-alimentos-crecio-anos_0_2231776823.html 176 bolivia en el siglo xxi la agricultura (soja, coca, entre otros). Estos procesos de colonización son cons- tantes. Fueron muy agudos en la década de los 80, como consecuencia del ajuste estructural. Tienen en común no tomar en cuenta la vocación de la tierra que en Bolivia es marcadamente forestal en tierras bajas, que son las tierras sujetas a una colonización que, además, representa a menudo despojo territorial de pueblos indígenas originarios de tierras bajas. Según el estudio elaborado por la Fundación Amigos de la Naturaleza (2015), en pleno proceso de cambio climático, entre 2000 y 2010, Bolivia habría perdido 1.820.000 hectáreas de bosques debido a la deforestación. Por otro lado, estudios internacionales, como el de World Resources Institute, han establecido que Bolivia está entre los países con mayor contribución per cápita de co2, si se toma en cuenta la roza y quema de bosques.26 La pérdida del bosque amazónico implica un grave deterioro adicional de las condiciones en que Bolivia enfrentará al cambio climático y de varios modos. La provisión de agua que sustenta el ciclo hídrico de más de dos tercios del país (correspondiente a las tierras bajas y al altiplano norte) depende de la existencia del bosque amazónico, que funciona como una esponja que interna humedad desde el océano Atlántico. Este hecho ha sido establecido por la ciencia.27 La desaparición del bosque implica la desaparición de las lluvias con todas sus amplias y profundas disruptivas consecuencias sobre la naturaleza, la sociedad, la economía y la cultura. De modo adicional, la selva no solo protege los pobres y frágiles suelos, sino que maximiza su fecundidad. La desaparición del bosque es, por tanto, un grave error con consecuencias sistémicas.

Minería

Bolivia fue, desde la Colonia hasta bien avanzado el siglo xx, una sociedad econó- micamente asentada y dependiente casi exclusivamente de la minería. Los histó- ricos pasivos ambientales son, sin embargo, muy poco estudiados en términos de sus efectos sobre la salud humana y el ambiente. Y seguirán siendo agravados en virtud de políticas como la expresada en la Ley de Minería y Metalurgia (2014). Esta norma autoriza la explotación en áreas protegidas y glaciares (fuentes críticas de provisión de agua en la época seca de la región andina). Por otro lado, la ley no dispone restricciones ni pago alguno por el uso (intensivo y contaminante) del agua. Tampoco están adecuadamente regulados los procesos de cierres de minas a

26 http://www.cambioclimatico-bolivia.org/pdf/cc-20140609-_La_proble___.pdf 27 Ver los conceptos combinados de ‘bomba biótica’ y de ‘ríos voladores’, acuñados por el cientí- fico Alan Forsberg, en http://www.cambioclimatico-bolivia.org/archivos/20150823164706_0. pdf. Enlace consultado el 17 de julio de 2016. ecología y sociedad en bolivia 177 fin de minimizar los pasivos ambientales que implican costos a menudo impaga- bles para la sociedad y el Estado. Según la Liga de Defensa del Medio Ambiente (lidema), cuatro de los nueve departamentos del país ya poseen niveles críticos de contaminación minera (2008: 20). La actual expansión de la minería hacia las tierras bajas tiene graves conse- cuencias actuales y futuras para la salud de la población y para los ecosistemas. Es el caso de la minería, mayormente ilegal del oro, que hace amplio uso del letal mercurio en la región amazónica. Un claro indicador de esta situación radica en el hecho que, de acuerdo a un estudio del cedib (2015), la importación de mercurio haya crecido en más de 20 veces entre 2010 y 2015. Hasta el momento, no hay medidas estatales de control y protección. De modo general, se observa que las condiciones en la minería boliviana suelen ser precarias tanto en tiempos de precios bajos como en tiempos de precios altos. Se trata de un sector intensivo en empleo y con larga tradición de lucha organizada. La minería boliviana tiene, por tanto, notoria influencia e impacto social y político en el país.

Áreas protegidas

Bolivia es uno de los países megadiversos del planeta, a pesar de carecer de eco- sistemas marinos: la latitud tropical así como la notable y, a menudo, drástica diferencia altitudinal del país están entre las causas de esta situación. El país cuenta con un Sistema Nacional de Áreas Protegidas creado en la pasada década de los 90, con el propósito de resguardar equilibrios ambientales vitales para el país así como testigos de la enorme riqueza biológica existente. El Parque Nacional Madidi es una de las áreas protegidas más emblemáticas por tratarse de uno de los territorios con mayor diversidad biológica del mundo. Sin embargo, tal cual se mencionó antes, las áreas protegidas no están libres de la contaminante exploración y explotación de hidrocarburos. Así lo dispone la Ley 767 del sector y los decretos supremos (2366, 2400, 2298, 2549, 2195) apro- bados por el actual gobierno en 2015. Estas normas autorizan el ingreso de las empresas petroleras a las áreas protegidas del país. Estas normas implican también un retroceso del derecho de los pueblos indígenas a la consulta previa sobre los proyectos en sus territorios, incluido en el artículo 352 de la Constitución Política del Estado, que establece la consulta libre, previa e informada, según las normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígenas. De hecho, las más altas autoridades del gobierno han expresado reiterada- mente que perciben a las áreas protegidas como obstáculos para el desarrollo y la soberanía, ya que serían promovidos por los países del norte en función de sus intereses y no de los intereses nacionales, que se equiparan al desarrollo conven- cional, comentado antes. 178 bolivia en el siglo xxi

Sistemas hídricos

Es escasa la información entorno al estado de las tres grandes cuencas que con- forman el sistema hídrico de Bolivia: cuenca Amazónica, cuenca del Plata, al sur del país, y cuenca Endorreica en el altiplano. Con todo, es posible resaltar ciertos aspectos críticos, como la alta contaminación histórica de la cuenca del río Pilcomayo, que es la que ha recibido los desechos de cuatro siglos de minería colonial y republicana. La contaminación de la minería (que se suma a la contaminación generada por desechos domésticos e industriales del área metropolitana de La Paz y El Alto) alcanza también a la cuenca Endorreica (este del país) que incluye el lago Titicaca (situado en la frontera con Perú) y el recientemente desaparecido lago Poopó. Este hecho, como se comentó anteriormente, ha ocurrido, en parte, como consecuencia de un sistema de riego regional (promovido, en parte, desde el Estado) que no tomó en cuenta el balance hídrico de la cuenca. La situación fue empeorada hasta el ex- tremo de la desaparición del lago, debido al fenómeno del El Niño (2015-2016) que fue particularmente intenso, y que, a su vez, fue agudizado por el cambio climático. En esta región árida, el fenómeno de El Niño y el cambio climático se expresan de modo convergente en la subida de temperaturas y el agravamiento de la situación de escasez de agua. Este fenómeno alcanza también a la cuenca del Pilcomayo (sur del país) que actualmente (julio, 2016) afronta un dramático descenso del caudal con todas las consecuencias para las poblaciones ribereñas (muchas de ellas son comunidades indígenas), así como para los ecosistemas, la fauna y la flora. La cuenca Amazónica boliviana (norte, centro y centro-este del país) se en- cuentra en mejores condiciones relativas, pero afronta ya, como se ha mencionado en el acápite de minería, el problema de la contaminación minera por el uso del mercurio para la explotación del oro aluvial. Las mega-represas construidas en Brasil y las proyectadas en Bolivia se cons- tituyen en factores que alteran y alterarían aún más profundamente la dinámica hídrica biológica de la cuenca y la vida de las comunidades (a menudo indígenas) que habitan a la vera de sus ríos. Por otro lado, la incesante deforestación podría estar detrás de los eventos (secuenciales) de sequías e inundaciones extremas que la región ha estado afrontando en los últimos años. El contexto de cambio climático se plantea como un reto adicional para los equilibrios hídricos y generales de la zona.

Suelos

Son muy pocas las regiones del país que no afrontan el problema de la erosión. “En la actualidad 60% de la superficie boliviana es susceptible a los procesos de erosión […] que se incrementaron en 86% entre 1954 y 1996”, según el informe Tras las Huellas del Cambio Climático en Bolivia, publicado por el pnud (2014: 77). ecología y sociedad en bolivia 179

La salinización, el sobrecultivo, el sobrepastoreo y la escasez de agua de las regiones altas y valles del país, se suman a la degradación de los también frágiles suelos de las tierras bajas del país por efecto de la deforestación y del uso de la tierra con fines distintos a los de su vocación. No obstante, hay experiencias puntuales exitosas en agro-forestería que merecen ser estudiadas, replicadas y generalizadas (pnud, 2008), tomando en cuenta las recomendaciones de varios informes sobre la temática del fao. La seguridad alimentaria del mundo y el equilibrio de los ecosistemas depende de una actividad agropecuaria orgánica y democratizadora del acceso a la tierra y a las tecnologías apropiadas.

Articulaciones: Procesos sociopolíticos, económicos y ecológicos

Los procesos de apropiación y uso del territorio nacional, que incluyen recursos naturales (renovables y no renovables), así como el disfrute de servicios ambientales gratuitos pero de valor máximo dado su carácter de vitales (el agua, el aire y el suelo fértil), ocurren en procesos de articulación con el entramado que forman, por su parte, las otras articulaciones del ámbito social, político y económico. Y si bien la naturaleza constituye la base vital indispensable de la que so- mos parte, en estrecha interdependencia, es común perder de vista esta noción elemental, para tratarla como algo infinito y en situación de constante y plena disponibilidad, o como un sector a ser gestionado procurando la minimización de daños causados por el “desarrollo”, tal cual se lo concibe mayoritariamente hoy en el mundo. Entender a la base vital como lo que es implica un esfuerzo de cuestionamiento y hasta ruptura con visiones comunes, muy arraigadas. Las condiciones en que se da, o no, este proceso de resignificación de una naturaleza, empiezan a mos- trar sus límites de regeneración, desafiando esa visión de disponibilidad infinita, ampliamente compartida y que tiene consecuencias muy concretas en nuestro comportamiento individual y colectivo. Por eso, es relevante dar cuenta (aunque a modo de pinceladas) del entorno en que este cambio de paradigma ocurre, o no. Con el fin de esbozar algunas líneas fuertes del entramado en que se intenta responder al desafío –muy propio del siglo xxi– de las múltiples crisis ambienta- les generadas por una visión que no toma en cuenta los límites naturales, es útil mencionar que la democracia es una condición esencial para que, entre otros, el diálogo, la reflexión, el debate, las acciones y su evaluación y eventuales ajustes o descartes puedan prosperar. En Bolivia, la democracia ha sido ampliada gracias a la inclusión social, económica y política de sectores tradicionalmente excluidos; así como con la disponibilidad de mecanismos de participación ciudadana directa en la toma de 180 bolivia en el siglo xxi decisiones (referendos, iniciativa legislativa ciudadana, consultas ciudadanas o acciones legales ciudadanas en defensa de lo común). Al mismo tiempo, la falta de equilibrio e independencia de poderes, la crisis profunda de la justicia, la fragilidad del Estado de derecho, o el intento de per- petuación en el poder han debilitado seriamente la vigencia de los derechos y la institucionalidad estatal y social. Así, derechos de los pueblos indígenas a la con- sulta previa, libre e informada sobre decisiones que afectan sus territorios no se aplica ni en el espíritu de la cpe ni del Convenio 168 de la oit. La vulnerabilidad de los pueblos indígenas de tierras bajas (minoritarios) es agraviante, mucho más aún, cuando sus territorios son el ámbito de expansión de la frontera agrícola, minera, hidrocarburífera y de infraestructura caminera, energética, entre otros. Por otro lado, normas recientemente aprobadas, como la Ley de Minería, recortan significativamente los derechos a la consulta previa. Algo similar ocurre con las concesiones hidrocarburíferas que se han multiplicado y sobrepuesto a territorios indígenas sin que medie consulta previa. El caso de la decisión y firma de dos tratados internacionales con la Federación de Rusia (Leyes 787 y 788 de marzo de 2016) para la cooperación en tecnología nuclear es otro ejemplo de incumplimiento del derecho a la consulta previa de la población en general y de otras normas.28 De otra parte, la época de bonanza económica (2004-2013) derivada de los altos precios de las materias primas de exportación y también de un mayor control y redistribución del excedente por parte del Estado ha tenido efectos diversos. Entre los resultados relevantes para el tema que estamos desarrollando están los siguientes: el auge económico ha profundizado la dependencia de la exportación de recursos naturales no renovables (causantes de importantes pa- sivos ambientales), desincentivando la deseada diversificación económica hacia sectores con mayor valor agregado y generadores de empleos de calidad, así como perjudicando a la tradicionalmente débil industria nacional por efecto de una moneda apreciada. Esta dinámica económica se da en un contexto de reducción significativa de la pobreza y la extrema pobreza,29 pero también de persistencia de la aguda desigualdad social histórica de Bolivia, aún a pesar de esfuerzos destacables como el aumento significativo del salario mínimo nacional.

28 Constitución Política del Estado, art. 343: “La población tiene derecho a la participación en la gestión ambiental, a ser consultada e informada previamente sobre decisiones que pudieran afectar la calidad del medio ambiente”. Art. 344: “Se prohíbe la fabricación y uso de armas químicas, biológicas y nucleares en el territorio boliviano, así como la internación, tránsito y depósito de residuos nucleares y desechos tóxicos”. 29 Para una definición de los conceptos de ‘pobreza estructural’ y ‘pobreza coyuntural’, así como para comentarios críticos sobre el salario mínimo, véase el capítulo 10 de Morales y el capítulo 15 de González Ortega. ecología y sociedad en bolivia 181

Otro desafío es la creación de empleo formal en vista de que solo uno de cada cinco empleados tiene acceso a la seguridad social. La informalidad en la que se desenvuelve la mayor parte del sector privado, compuesto por microempresas y empresas familiares, genera empleos de mala calidad para la gran mayoría de la población. En este contexto, las presiones sobre los recursos naturales suelen ser mayores. Es el caso de la tóxica y devastadora minería ilegal del oro, solo por dar un ejemplo. Otro de los procesos determinantes para la configuración de la Bolivia de hoy es la creciente urbanización del país. En el lapso de tres generaciones, un país predominantemente rural ha pasado a ser predominantemente urbano. Las tres zonas metropolitanas del país, La Paz-El Alto, Cochabamba y Santa Cruz, concentran cerca del 60% de la población. Esta urbanización se ha dado como resultado de la migración interna campo-ciudad, motivada por la búsqueda de mejores condiciones de vida; es decir, por la pobreza rural y la falta de servicios y oportunidades. Estos procesos, propios del sur global, tienden a crear cinturo- nes de precariedad socioeconómica para los pobladores que viven entorno a las ciudades principales, con todas las implicaciones. Así, la ciudadanía de las urbes se encuentra en constante ampliación, transición, pero mayormente en condicio- nes precarias tanto en términos concretos (servicios, empleo) como en términos simbólicos (identidad). Tales condiciones generan vulnerabilidad y crisis de todo tipo, incluyendo las ambientales. En última instancia, lo descrito configura un escenario de gran vulnerabilidad económica, social y ecológica en el país.

Conclusiones

En un marco de constantes dificultades económicas, políticas y sociales (que sólo han cedido significativamente a partir del más reciente ciclo de bonanza de los precios internacionales de materias primas), la agenda pública boliviana ha estado marcada por debates y decisiones entorno a los fundamentos, problemas y opciones de la relación entre el quehacer humano y el medio ambiente, o la naturaleza, a partir de conceptos marco como ‘desarrollo sostenible’, o ‘Vivir Bien’. Es relevante la variación conceptual de ‘desarrollo sostenible’, término am- pliamente utilizado en Bolivia hasta 2006, que es cuando comienza a ser impug- nado por el discurso desde el poder público. El Vivir Bien se refleja en normas de jerarquía máxima como la Constitución Política del Estado, aprobada en 2009, así como en leyes marco derivadas. El Vivir Bien pretende plantear alternativas desde la historia larga, la sabiduría, los conocimientos y las prácticas ancestrales de pueblos indígenas, recuperando una visión sustancialmente diferente de la relación del ser humano con la naturaleza. 182 bolivia en el siglo xxi

Esta relación está concebida a partir de otra base de prioridades, de valores, entre ellas: la interdependencia, la comunidad, el respeto, la reciprocidad, el equilibrio, así como la reincorporación con carácter de centralidad de fundamentos como la espiritualidad y lo sagrado, arrinconados hoy por el sistema de mercado. El Vivir Bien constituyó y constituye aún, a pesar de las contradicciones entre el discurso y la práctica, uno de los intentos por plantear salidas al discurso y a la práctica de los procesos de desarrollo convencionales, “occidentales”, que de acuerdo a la creciente evidencia científica carece de viabilidad sistémica. No es posible continuar ignorando los límites biofísicos del planeta o, dicho de otro modo, las capacidades regenerativas de los ecosistemas y sus servicios que son la base de sustento de la vida. Cualquier tipo de proyección humana de largo aliento (sea como sea que se la denomine) no podrá ser tal sin la presencia de condiciones de base, como los servicios esenciales de la naturaleza: oxígeno, ciclo hídrico, suelos fértiles, por dar apenas algunos ejemplos. La búsqueda de alternativas políticas y socioeconómicas aparece como inelu- dible en Bolivia, habida cuenta de la insostenibilidad de su desarrollo, apoyado históricamente en el extractivismo,30 desde su fundación como República en 1825. Este desarrollo ha generado insatisfactorios y conflictivos procesos políticos, so- ciales, económicos y ambientales, como una democracia débil y excluyente; una sociedad desigual e inequitativa; una economía pobre, dependiente, frágil y de base estrecha31 y un entorno natural con cada vez más pasivos ambientales, defo- restación, contaminación de aire, agua y suelos, pérdida de servicios ambientales indispensables, así como ecosistemas y especies. Pero la realidad de las políticas públicas no expresa más esta búsqueda de alternativas. El gobierno se aleja cada vez más de las opciones de implantar algún programa que materialice el Vivir Bien. Por el contrario, apuesta, y de modo consistente, por una concepción del desarrollo que corresponde a los paradig- mas del siglo xx. Ejemplo de esta deriva son: una matriz energética basada en combustibles fósiles y fuertemente orientada a la exportación, que se sustenta crecientemente en termoeléctricas y que prevé ampliar su potencia a partir de mega-represas que afectarán territorios indígenas y el bosque amazónico, y que ha iniciado un programa de investigación en tecnología nuclear en procura de generación de energía, entre otros; una política agrícola que promueve los monocultivos de exportación (incluyendo la amplia utilización de organismos genéticamente modificados y de agroquímicos); una política minera e hidro- carburífera que no reconoce, ni siquiera en las zonas más críticas de las áreas protegidas del país, límites para su expansión.

30 Ver caracterización de concepto “extractivismo” en Gudynas (2015: 11-14) 31 Para caracterización de la “economía de base estrecha, ver Informe Temático sobre Desarrollo Humano: La economía más allá del gas, publicado por el pnud en 2005 (47-60). ecología y sociedad en bolivia 183

El resultado global de estas decisiones es la mayor vulnerabilidad del país ante las múltiples crisis ambientales que se agudizarán en el futuro próximo, en- tre ellas el cambio climático, la pérdida de bosques, de biodiversidad, de suelos fértiles, así como la alteración significativa del ciclo hídrico en el país por efecto agregado del cambio climático y de la pérdida de la masa boscosa, que es fuente principal de las lluvias en la región del continente en el que se encuentra el país. La procura y puesta en práctica de modos de convivencia humana capaces de mantener, y no destruir, la base vital de la que somos parte y de la que depen- demos (la naturaleza) queda, entonces, como una asignatura pendiente. En este contexto, el diálogo y el debate entorno al Vivir Bien mantiene su vigencia y su relevancia, a pesar de su rápida y aguda desvalorización como consecuencia del abuso, sin evidencias de aplicación, del término, por eso, es cada vez más urgente.

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Hiroki Ishizaka

Preámbulo

En este capítulo se cuestiona el concepto de ‘descolonización’ en relación a la educación boliviana del siglo xxi. En general, se entiende aquí ‘descolonización’ como un proceso de independencia política de una colonia o territorio en rela- ción con las naciones extranjeras que lo dominaban. A lo largo de este capítulo se precisará y discutirá dicho concepto desde diferentes perspectivas vinculadas con su significado especializado y popular en la Bolivia contemporánea. En la presente investigación se aplican métodos cuantitativos y cualitativos como el uso de un cuestionario para ser respondido por 205 maestros(as) de la escuela primaria, con el objeto de intervenir en la discusión académica y prácti- ca de formas diversas de descolonización y su aplicación en la actual educación básica de Bolivia. En los documentos oficiales del Ministerio de Educación del país se declara que la educación es intracultural, intercultural y plurilingüe. No obstante, aquí se cuestiona en qué grado estos tres términos son aplicados a personas de pueblos no puramente indígenas, a mestizos y a miembros de grupos de poder. La Ley 1565 de la Reforma Educativa del 7 de julio de 1994 adopta la teoría constructivista que explica los procesos de aprendizaje a partir de conocimientos ya adquiridos, así como la Ley Educativa 070 Avelino Siñani y Elizardo Pérez del 20 de diciembre de 2010 y el Modelo Educativo Sociocomunitario Productivo critican la proyec- ción ideal o ilusoria y la aplicación práctica en el trabajo de aula de dicha teoría. Como se verá, los resultados de mi investigación se reflejan en las respuestas de los cuestionarios que confirman los efectos positivos de la descolonización en la educación básica. Sin embargo, al evaluar los modos de descolonización en el

[185] 186 bolivia en el siglo xxi aula se detectaron varias dificultades: en particular, el desarrollo inequitativo entre las materias escolares, la falta de participación comunitaria o familiar, la carencia de tiempo y, lo más grave, la indiferencia de los estudiantes.

Una nueva cosmovisión educativa

El rumbo de la política educativa de Bolivia cambió hacia una nueva cosmovisión en el año 2006, con el nombramiento tanto de Evo Morales Ayma como presidente como de su ministro de Educación, Félix Patzi, sociólogo de origen aymara. Patzi convocó una gran asamblea que reunió a distintos actores de interés que conjun- tamente elaboraron un borrador de reforma educativa; un anteproyecto de ley fundamental de educación (Howard, 2009: 589; López, 2015: 4) que fue la base teórico-jurídica de la Ley 070 de la Educación Avelino Siñani - Elizardo Pérez (en adelante, lasep) promulgada el 20 de diciembre de 2010. Para su entrada en vigencia, se abrogó la Ley 1565 de Reforma Educativa (en adelante, lre) del 7 de julio de 1994, que había servido también como eje de la política educativa promul- gada durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997), para promover una educación multicultural y plurilingüe.1 Patzi, actor principal en la concretización del esquema filosófico de la lasep, argüía en sus artículos y en los discursos entorno al ante proyecto educativo,que la antigua ley de la Reforma Educativa solo reflejaba la continuidad de la jerarquía colonial, la cual era una forma de violencia simbólica, una legitimación de la mo- dernidad neoliberal y, sobre todo, no eliminaba los factores prevalecientes de la desigualdad social. Lo que llevó a Patzi a concluir que, aunque se trataba de una educación multicultural y plurilingüe, la ley de 1994 conformaba una ilusión colec- tiva y una forma persistente de dominación (Patzi, 1999: 551; Howard, 2009: 590). Por el contrario, la ley del año 2010 constituía un movimiento nuevo para convertir la antigua educación homogeneizante en una educación heterogenei- zadora en lo referente a la lengua y a la cultura. Bajo la nueva ley educativa de 1994 se llevó a cabo el Proyecto de Educación Intercultural Bilingüe (en adelan- te, peib) con el objetivo tanto de promover una forma armoniosa del desarrollo humano y social para todos(as) los(as) alumnos(as) como para reconocer y res- petar el valor de diversidad (Lopes Cardozo, 1995: 86; Gustafson, 2002: 13). La diversidad era uno de los pilares de este nuevo proyecto educativo, dado que el conflicto político, racial y regional entre los pueblos indígenas de tierra alta y los residentes “blanco-criollos” de tierra baja ha sido la problemática sociocultural más persistente y crónica de Bolivia.

1 Las políticas de educación promulgadas durante el primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (1993-1997) se discuten en el capítulo 11 de Mesa Gisbert. políticas educativas de descolonización en bolivia 187

Debido, entonces, a que la educación tradicional monolingüe reproducía una estructura de dominación colonial, lenguas indígenas como el aymara, el guaraní y el quechua fueron introducidas, junto al castellano, de forma equitativa en la práctica educativa con el fin de intentar establecer en la educación actual un bilingüismo equitativo entre el castellano y las lenguas indígenas. No obstan- te, durante la implementación de la enseñanza multilingüe salió a la luz que los profesores de la escuela primaria y otros actores del sector educativo no necesa- riamente consideraban, ni aplicaban equitativamente la educación bilingüe, sino que empleaban las lenguas indígenas como forma de transición a una educación que se impartía predominantemente en castellano, lo cual implica que las lenguas indígenas solo sirven como idiomas asistentes o como puente lingüístico para aprender todas las materias escolares en castellano (Albó, 2001: 76). Por consi- guiente, muchos(as) maestros(as) utilizaban en el aula solo el castellano, dada su incapacidad de enseñar en idiomas originarios. Es notable, además, que muchos padres de familia también cuestionaban el bilingüismo porque esperaban que sus niños(as) se adaptaran bien a la educación en castellano, la lengua predominante, empleada en oficios mejores y en ciudades grandes (Howard, 2009: 585; Arrueta & Avery, 2012: 425). Con todo, la descolonización como concepto central para el Movimiento Al Socialismo (mas), partido político que Morales dirige, se convirtió en un eje de la política educativa y en la base filosófica de una nueva cosmovisión en la educación boliviana y hasta hoy día sigue funcionando como una meta didáctica en las escuelas del país.

Articulación del discurso gubernamental de la descolonización en la educación

La descolonización se ha planteado en la Ley 070 de la Educación Avelino Siñani - Elizardo Pérez y se debate en otros documentos gubernamentales como el nuevo currículo elaborado el año 2014, los programas de estudio “Educación Inicial en Familia Comunitaria” y “Educación Primaria Comunitaria Vocacional”, y los módulos del Programa de Formación Complementaria para Maestras y Maestros en Ejercicio (en adelante, profocom).2 En la lasep, artículo 1 del capítulo I (Ministerio de Educación, 2010: 1-2), se lee: “La educación es unitaria, pública, universal, democrática, participativa, comunitaria, descolonizadora y de calidad. […] La educación es intracultural, inter- cultural y plurilingüe en todo el sistema educativo” (el énfasis en cursiva es mío).

2 profocom es un programa de capacitación implementado por el Ministerio de Educación para otorgar licenciatura (diplomado) a aquellos(as) maestros(as) que no la tengan. 188 bolivia en el siglo xxi

Como se aprecia, la descolonización, la intraculturalidad e interculturalidad, y el plurilingüismo3 son componentes importantes que fueron aplicados en la educación escolar contemporánea de Bolivia. Sin embargo, no se ha clarificado en la lasep qué función tienen estos cuatro conceptos en la esfera educativa, ni tampoco de qué manera se articulan en la enseñanza de temas y contenidos en las clases reales. Por otro lado, la descolonización se explica integral e inclusivamente en los módulos del profocom, en los cuales se imparten conferencias y se realizan talleres sobre el Modelo Educativo Sociocomunitario y Productivo (en adelante, mescp) aplicado en el currículo escolar instituido en la lasep. Según uno de los módulos de profocom para maestros(as), “el mescp surge por la necesidad de transformar nuestra realidad desde la educación (Ministerio de Educación, 2014a: 5), por lo que en ellos se explican tanto los problemas de los modelos aplicados anteriormente como los fundamentos del nuevo modelo, es decir, el mescp. En el siguiente cuadro se resumen tales modelos:

Cuadro 1 Resumen de los problemas de los modelos anteriores y los fundamentos del mescp que se determinaron en los módulos del profocom

Los problemas de los modelos anteriores Los fundamentos del nuevo mescp La educación colonial que los bolivianos han vivido se El currículo se sustenta en el Aprendizaje Comunitario. limita a transferir contenidos que los estudiantes tienen El sentido de la educación es abrirse a la comunidad y que repetir y memorizar para pasar de grado, donde el(la) aprender mediante el diálogo entre estudiantes y partici- profesor(a) posee la verdad que no se cuestiona. pantes, maestros(as), comunidad, Madre Tierra y Cosmos. Lo que se enseñaba en las escuelas era en gran medida El mescp toma en cuenta las diferentes culturas bolivianas copia de contenidos producidos en el exterior. No se para enriquecerse aprendiendo de todas ellas. tomaba en cuenta los conocimientos locales y de las culturas de Bolivia. La educación tradicional daba mayor importancia al “co- El mescp toma en cuenta los saberes y conocimientos de nocimiento científico” sin tomar en cuenta la realidad de los pueblos indígenas originarios campesinos en diálogo Bolivia y los saberes y conocimientos que históricamente con el conocimiento que la humanidad ha producido. han producido las culturas bolivianas. Los proyectos gubernamentales del pasado, al responder a El mescp busca el Vivir Bien,4 donde todo el pueblo bolivia- intereses ajenos a la realidad de Bolivia, no permitieron que no debe vivir en armonía, en comunidad, con sí mismo, la la educación ayude a la construcción de un país soberano, Madre Tierra, el cosmos y las espiritualidades. productivo, libre. Fuente: Ministerio de Educación (2014a: 5-7, resumen y énfasis, en todos los cuadros, mío).4

3 En este artículo se emplean varios términos relacionados con la descolonización así como multiculturalismo, multilingualismo, interculturalismo, intraculturalismo, plurilingüismo. Multiculturalismo, interculturalismo y intraculturalismo serán, con respecto a sus caracte- rísticas diferentes, posteriormente discutidos en el artículo, mientras que otros, por ejemplo, multilingualismo y plurilingüismo se mencionan como casi el mismo término, a raíz de que ni el Ministerio de Educación ni los estudiosos los diferencian en concreto. 4 “Vivir Bien” fue adoptado también en otros países latinoamericanos de ala izquierda. Por ejemplo, en Venezuela, el Buen Vivir se dirige a felicidad suprema y su concepto forma parte integral del proyecto político socialista del siglo xxi (López, 2013). políticas educativas de descolonización en bolivia 189

Como se ilustra en el cuadro 1, en base a los módulos del profocom, el mescp se presenta a los maestros(as) en servicio como un modelo ideal a través del cual los estudiantes puedan aprender saberes y conocimientos propios y originarios provenientes de su pueblo indígena, de su cultura y de su lengua, dialogando, ya sea directa o indirectamente, con sus maestros(as), con sus padres e, incluso, con los miembros de las comunidades, sin padecer ninguna imposición de saberes y conocimientos por parte de los maestros(as) o sufrir la influencia arbitraria de otros países. La definición de descolonización, para justificar e impulsar la aplicación e implementación del mescp en aulas y escuelas, se especifica en uno de los mismos módulos de profocom de la siguiente manera: “Esto significa una educación que nos permite formar hombres y mujeres orgullosos de su cultura e historia, que produzcan conocimiento desde su realidad para transformarla y de esta manera contribuir a la consolidación del Estado Plurinacional” (Ministerio de Educación, 2014: 6). En concreto, el Ministerio de Educación intenta realizar lo instituido en el mescp imponiendo la descolonización como una bandera conceptual. El término adicional de ‘descolonizador’ fue colocado en el currículo como uno de los enfo- ques del mescp para que los estudiantes, maestros(as), y otros actores de interés, construyeran conjuntamente saberes y conocimientos a través de la enseñanza de cualquier materia. El Proyecto Socioproductivo (en adelante, psp) como parte del mescp es un proyecto de sociedad escolar definido como “un conjunto de acciones y acti- vidades programadas que responden a las necesidades, problemas, expectativas o fortalecimiento de la vocación o potencialidad productiva de la comunidad” (Ministerio de Educación, 2014a: 69). Por otro lado, el nuevo currículo escolar plantea también la descolonización y sus diferentes componentes. Esto se resume así:

1. Campo de Saberes y Conocimientos: Cosmos y Pensamiento La transformación social se inicia con la descolonización de la educación y la escuela, consolidando el derecho de los pueblos y organizaciones de la sociedad a decidir sobre su presente y futuro a partir de su propia experiencia. 2. Campo de Saberes y Conocimientos: Comunidad y Sociedad Se promueve una educación descolonizadora a partir de la participación social, con base en la memoria histórica y cultural colectiva, para generar pensamientos, ideas, saberes y conocimientos nuevos que permitan responder a las necesidades e intereses de cada comunidad y región. 3. Enfoque del Área Ciencias Sociales en el Campo de la Comunidad y Sociedad Descolonizador implica una ruptura a la forma tradicional de ver las Ciencias Sociales, cuestiona y replantea sus categorías coloniales en el proceso de formación. Además, tiene como objetivo fundamental concretar y hacer realidad 190 bolivia en el siglo xxi

el mandato social, porque reconoce, valora y legitima los saberes y conocimientos propios de las Naciones y Pueblos Indígena Originarios (en adelante, nypios), comunidades interculturales y afro-bolivianos como expresión de la identidad plurinacional. 4. Caracterización del Área Ciencias Naturales en el Campo de la Vida Tierra Territorio – Se caracteriza como descolonizadora porque rompen con las estructuras tradicionales de imposición ideológica sobre el ser humano, la Madre Tierra y el Cosmos. Más bien se toma en cuenta la concepción biocéntrica – “La Tierra no nos pertenece, nosotros pertenecemos a la Tierra”. (Ministerio de Educación, 2014c: 21, los énfasis son míos)

Según estos cuatro puntos, la descolonización en la educación se plantea como un inicio de la transformación social, empleando la participación de los actores de interés en la educación. La descolonización de la educación significa esencialmente, entonces: romper con la forma tradicional de comprender las Ciencias Sociales y Naturales; valorar y legitimar los saberes y conocimientos de las nypios y de los pueblos afrobolivianos.5 En las Ciencias Naturales se enfatiza la concepción biocéntrica sobre la antropocéntrica como una nueva cosmovisión para comprender la Madre Tierra y el cosmos. En el currículo de los programas anuales de estudio para el sexto grado se enfatiza y se le da prioridad sobre cualquier otro campo de saberes y conocimiento al Abya Yala (América en aymara), que es un concepto originario del pueblo precolombino Kuna de Panamá y Colombia. Los documentos del Ministerio de Educación toman la filosofía de la Escuela Ayllu de Warisata como base práctica y filosófica del mescp. En esta escuela se enseña en los idiomas originarios y se busca la liberación de los pueblos indígenas mediante la vinculación de la escuela y la comunidad (ayllu). Es de notar que Elizardo Pérez y Avelino Siñani fueron pioneros de la educa- ción originaria, por eso se incluye su nombre en la sigla. De modo semejante, el brasileño Paulo Freire, uno de los más famosos expertos en filosofía pedagógica de América Latina, tuvo gran influencia en Bolivia, especialmente, por su aguda crítica a la educación neoliberal como un tipo de educación bancaria, donde los estudiantes eran obligados a memorizar lo que los(as) maestros(as) enseñaban (Ministerio de Educación, 2014a: 12). La práctica educativa y la reflexión filosófica son apoyadas teóricamente por el mescp para contribuir a que el uso de la lengua indígena materna y el nuevo

5 En algunos documentos gubernamentales, pero no de la educación, nypios se definen de modo diferente. Los típicos ejemplos son las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos (nypioc) o las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos y Pueblo Afroboliviano (nypioc-pa). políticas educativas de descolonización en bolivia 191 significado de la descolonización en la educación se vinculen aún más fuerte- mente con el pensamiento indígena originario campesino, anti-colonial y anti- neoliberal. Aunque en los documentos del Ministerio de Educación se declara y promueve el empleo de la intraculturalidad y el plurilingüismo y el diálogo con el pueblo, el intento de descolonización se aplica solo en relación a la lengua y a la cultura de las nypios6 (Ministerio de Educación, 2014a: 1-116; 2014b: 3-85; 2014c: 5-88; 2014d: 3-90). Al leer los actuales documentos del Ministerio de Educación, dirigidos principalmente a la educación de los indígenas de Bolivia, surge la pregunta: ¿dónde están los alumnos no indígenas (los mestizos y “los blancos-criollos” generalmente monolingües) que también forman parte del Estado Plurinacional?

Discurso académico sobre la descolonización en la educación

Al igual que muchos educadores bolivianos, Roberto Choque Canqui se pregunta: ¿cuál es el significado de descolonización que circula en la discusión académica? (2011: 37). Este investigador arguye en su artículo que la descolonización es un proceso político, ideológico y sociológico cuyo propósito es dar fin a una situación colonial, la cual produce, a largo plazo, una “experimentación” obligada y com- pleja impuesta por una clase dominante a otra dominada que, en suma, genera el racismo, la opresión o dominación, la discriminación, la xenofobia y otras formas de intolerancia. Según Choque, no basta con abarcar la situación colonial, sino que la descolonización debe impulsar, de alguna manera, a que los grupos indígenas empiecen a apropiarse y sentirse orgullosos de su cultura e idioma originales. Choque explica que existe una condición en particular para elaborar e im- plementar efectivamente las políticas públicas descolonizadoras, la cual consiste en analizar y comprender la realidad colonial y concluye que “la política de descolonización requiere de un equipo de profesionales interdisciplinarios, con el propósito de preparar los proyectos de estudios sobre los diferentes tópicos sociológicos y culturales, para poder implementar las políticas públicas con las instituciones públicas y organizaciones sociales” (Choque, 2011: 52). Entre otros investigadores, Cancino (2007: 15) arguye que la descoloniza- ción se comprende como un proceso constructivo para erradicar las diferencias discriminatorias, elevar la autoestima y respetar la diversidad. Poniendo énfasis en la dinámica de la diversidad en el contexto de la Bolivia actual, Ignacio Apaza arguye que:

6 Como he explicado anteriormente, hay menciones en cuanto a los pueblos afrobolivianos aparte de las nypios. No obstante, no fueron citados tantas veces como las nypios. 192 bolivia en el siglo xxi

[S]e trata de comprender la concepción andina y amazónica del mundo [que] cuestiona las relaciones de desigualdad de poder de los dominantes y dominados, busca la transformación de estructuras de pensamientos para construir modos y modelos de poder, saber y ser relacionados con lo propio, lo ajeno y diferente. (2012: 164)7

No obstante, Apaza declara que la descolonización no es “un rechazo a la lengua extranjera, a los profesionales formados en universidades, o rechazo a los conocimientos occidentales [sino que] es necesario llegar a un diálogo pedagó- gico en el que converjan las posiciones de la dominación y la sumisión” (2012: 165-166). Concluye que la descolonización debe ser constructivista y conllevar algunas acciones más que los saberes y conocimientos (2012: 164; Dei, 2012: 113). Continuando con las reflexiones entorno a la descolonización, es importante responder a la pregunta ¿qué significa ‘indígena’? Según Antal y Easton (2009: 602), lo indígena no es una tradición estática o unitaria que no se transforma en otra, sino es la dinámica diversa que se está convirtiendo en otra día a día. Por lo tanto, lo indígena se refiere a cualquier aspecto que los pueblos consideren importante para su vida, o cualquier definición que ellos tomen como explicación auténtica sobre ellos mismos. Apaza, por su parte, define la sociedad indígena como la que “se interesaba tanto por los momentos materiales como por los espirituales, practicando la coexistencia y la reciprocidad entre lo humano, animal y lo espiritual”, y establece la diferencia con la sociedad occidental, la cual “se interesaba sólo en los aspectos materiales y la acumulación de riquezas basada en la superioridad” (2012: 158). Los actuales documentos del Ministerio de Educación mencionan varias veces a las Naciones y Pueblos Indígena Originarios (nypio) sin referirse, en lo más mínimo, a otros grupos de personas. Pero ¿quién pertenece étnica y culturalmente a las nypios o a los otros grupos? Arrueta y Avery resumen aproximadamente la distribución identitaria o de identidad, etnia y cultura en Bolivia en los siguientes tres grupos:

1. Los pueblos indígenas tales como los Quechua, los Aymara y los Amazónicos; sus antepasados son agricultores, pongos, mitayos, considerados como la mayoría de la población. 2. Los grupos de poder tales como oligarcas, propietarios de tierra o de minas que eran productores de cultura y pertenecían a una clase socioeconómica alta.

7 En estos juicios, Apaza se basa en la moderna teoría de inflexión decolonial de origen la- tinoamericano, cuyos conceptos centrales son ‘hegemonía/subordinación’, ‘otro/otredad’, ‘colonialidad/decolonialidad’, ‘colonialidad del poder’, ‘colonialidad del saber’ y ‘colonialidad del ser’ (Restrepo & Rojas, 2010). La aplicación teórica de estos y otros conceptos de dicha teoría se explica en el capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega. políticas educativas de descolonización en bolivia 193

3. Los mestizos que son catalogados como clase media y componen una población mixta que es el resultado del matrimonio y de la migración. En general, ellos pertenecen a la cultura de los grupos de poder. (Arrueta & Avery, 2012: 423-424)

Hasta fines del siglo xx la población boliviana se dividía tradicionalmente entre los pueblos indígenas de tierras altas, y “blanco-criollos”, y otros grupos que residían en tierras bajas. Los conflictos políticos y raciales producidos en las fronteras regionales suelen explicarse en base a esta división (Howard, 2009: 584; Sarzuri-Lima, 2011: 119). Los contenidos y las acciones de la lasep y el mescp se dirigen principalmente a la población indígena, evitando mencionar a los pueblos mestizos (Arrueta & Avery, 2012: 427). Debido a que las directrices educativas de la lasep y del mescp no se dirigen a los pueblos no puramente indígenas, como son los grupos de poder y los mestizos, estos organismos padecen de un tipo de reduccionismo epistemoló- gico, ya que contemplan políticas educativas “solo para los nypios” (Reyes-García et al., 2010: 308; Sarzuri-Lima, 2011: 122; Arrueta & Avery, 2012: 127).8

Una nueva política educativa en Bolivia

Las propuestas incluidas en las políticas educativas de la Ley de Reforma Edu­ cativa ­ (lre) y del Proyecto de Educación Intercultural Bilingüe (peib) provienen del modelo pedagógico de un tipo de constructivismo centrado en la construc- ción del propio aprendizaje del niño (Howard, 2009: 585). Curiosamente, la Ley Avelino Siñani - Elizardo Pérez y el Modelo Educativo Sociocomunitario y Productivo, compartido con la lre, se manifiestan en el ‘Aprendizaje Comu- nitario’ que –sig­nifica abrirse a la comunidad y aprender mediante el diálogo, el respeto a la interculturalidad y a la intraculturalidad y al plurilingüismo– se reduce a la idea de que los saberes y conocimientos se construyen por el diálogo entre los estudiantes, maestros(as), padres de familia y los pueblos de comunidad; directrices que están estrechamente asociadas con la teoría del constructivis- mo. Esto encierra una contradicción, ya que por su carácter de colonialidad, el mescp criticaba a la lre y al peib que promovían las lenguas indígenas y las políticas educativas para respetar la autonomía de las escuelas y comunidades. Los problemas surgidos entorno a la materialización de la lre y el peib, señalados por Howard (2009: 585-586), implicaban que los padres de familia criticaban el hecho de que el peib delimitaba la movilidad social de sus niños(as) por enseñar mucho las lenguas indígenas, en lugar del castellano, y además porque la mayoría

8 Por supuesto, el mismo reduccionismo epistemológico en el escenario político también ha sido indicado por Mamani Ramírez (2013: 31-32 y 63-64). 194 bolivia en el siglo xxi de maestros(as), que hablaban solo español, no estaban dispuestos(as) a enseñar las lenguas ni culturas indígenas y se molestaban por tener que aprenderlas y enseñarlas (Lopes Cardozo, 2005: 330-341; Nucinkis, 2006: 50-51; Reyes-García et al., 2010: 308). ¿Es la colonialidad una característica intrínseca de comportamiento de la persona o se refiere únicamente al contenido de la enseñanza? En otras palabras: ¿un(a) maestro(a), no indígena, que aplica el Aprendizaje Comunitario, sigue siendo colonizador(a)? o ¿un(a) maestro(a) indígena que no emplee el diálogo en el aprendizaje y obligue a los estudiantes a adoptar la cultura indígena o afro- boliviana, es él o ella descolonizador(a)? No está suficientemente claro si lo colo- nial puede definirse como un fenómeno extranjero o exterior o si es algo más que eso. En otras palabras, implica lo colonial coaccion, obligación o imposición de los grupos poderosos hacia otros grupos, como lo señalan algunos investigadores (Dei, 2000: 116; Dei & Asgharzadeh, 2001: 300; Dei, 2012: 112). Por otro lado, es de notar que el ‘intraculturalismo’, como término descolo- nizador, se articuló en la lasep. Howard aclara que el intraculturalismo se dirige a lo interior del ser humano y puede ser una idea potencialmente más segrega- cionista que la misma interculturalidad (2009: 589). Gustafson afirma que insistir en la necesidad de intraculturalidad más que en lo intercultural, es decir, el mirar hacia adentro, el cultivar desde adentro las culturas, las propias historias, las len- guas y saberes aborígenes, fue un proceso indispensable en la reconstrucción de la soberanía indígena, ante la larga dominación colonial (2008: 102). Arrueta y Avery, a su vez, entienden la intraculturalidad como algo que implica un efecto de panal de abejas, donde cada grupo cultural o étnico puede desarrollarse de forma autónoma, según sus propias características y rasgos, co-existiendo simplemente como vecinos en la misma área cultural (i.e., intraculturalidad), más que estar dispuestos a redefinir sus relaciones mutuas (i.e., interculturalidad) (2012: 427). Al igual que Félix Patzi (1999: 551), la lasep y el mescp prescriben que la interculturalidad no es suficiente, por lo que la intraculturalidad es imprescindi- ble para poder implementar apropiadamente la descolonización educativa. Patzi arguye que el multiculturalismo articulado en la lre no era real ni complemen- tario. De todas maneras, según los investigadores citados anteriormente, no se percibe ninguna diferencia obvia entre multiculturalidad e interculturalidad. Sin embargo, en los documentos actuales del Ministerio de Educación, durante el doble mandato de Evo Morales Ayma (2006-2016), no hay multiculturalismo sino intraculturalidad e interculturalidad en su conjunto. Con el fin de hacer una síntesis de la diferencia existente entre los principales conceptos que se discutieron y se enfatizaron por la lre (y el peib) y la lasep (y el mescp), así como por los representantes de políticas educativas diferentes, modifico y aumento con mis propios conceptos el cuadro de Howard (2009: 591) para presentar mis propias conclusiones preliminares. políticas educativas de descolonización en bolivia 195

Cuadro 2 Los principales conceptos enfatizados y discutidos en la lre y la lasep

Conceptos principales de la lre Conceptos principales de la lasep Conceptos principales en ambas (y el peib) (y el mescp) – Democracia – Descolonización – Interculturalidad (Multiculturalis- – Derechos – Intraculturalidad mo) – Ciudadanía – NyPIOs – Anti-discriminación – Anti-imperialismo (Anti-neolibera- – Constructivismo lismo) – Centrado en el niño – Anti-globalización – Plurilingüe (Multilingüismo) – Anti-racismo – Igualdad de oportunidad Fuente: Howard (2009: 591), modificado y expandido por el autor.

La lasep y el mescp incluyen conceptos como democracia, Derechos Hu- manos y ciudadanía, no obstante, dichos conceptos fueron citados menos que otros conceptos relevantes. Es de notar que entre otros rasgos, en la lasep y el mescp la participación comunitaria y el nuevo sistema de evaluación educativa se destacan más. Por no haberse incluido antes, la lre introduce las nuevas ideas pedagógicas. En la lasep, primero, se declara en el artículo 2 del Capítulo i y los artícu- los del 90 al 92 del Capítulo iv, la introducción de la participación comunitaria (social) de los padres de familia y las nypios en el sistema educativo a través de algunos organismos representados en todos los niveles del Estado. Esto se hizo para contribuir a la mejor calidad de la educación; para consolidar el carácter comunitario de la educación y, en fin, para cumplir al máximo los intereses de diferentes actores. Vinculado a ello, el Proyecto Sociopolítico (psp) se perfila como un nuevo proyecto pedagógico escolar y no como una actividad extra-curricular, podría de- cirse, una actividad intra y trans-curricular. El psp se desarrolla a través de diálogo y discusión entre la escuela y su comunidad con el objetivo, normalmente anual o bianual, de resolver algunos problemas o responder a expectativas, a necesidades, al fortalecimiento de la vocación, a la potencialidad productiva. Aspectos que están presentes en la comunidad escolar. El psp se implementa no solo por la escuela, sino también en colaboración con los padres de familia y los habitantes de los pueblos que viven alrededor de la escuela (Ministerio de Educación, 2014a: 69-72). En cuanto a la evaluación educativa, fue determinado por la lasep y el mescp adoptar un nuevo sistema con el fin de definir y aplicar a) la evaluación cualitativa y cuantitativa y b) dos tipos de la evaluación interna por los(as) maestros(as), es decir, la autoevaluación por los(as) estudiantes y la evaluación comunitaria por los padres de familia. Además, como criterios evaluativos usados en la evaluación interna, fueron seleccionados y obligatoriamente utilizados los conceptos ‘Ser’, 196 bolivia en el siglo xxi

‘Saber’, ‘Hacer’ y ‘Decidir’. Bajo la nueva cosmovisión del currículo y el enfoque holístico del mescp se definen cada uno de los criterios así:

1. Ser: respetar los valores de convivencia. 2. Saber: estudiar y analizar, profundizando el desarrollo del pensamiento. 3. Hacer: lograr las capacidades productivas y creativas. 4. Decidir: toma de decisión que conlleva alguna incidencia social.

La descolonización no puede ser comprendida sin practicar la enseñanza lingüística (Apaza, 2012: 174). Paralelamente, la intraculturalidad y el Vivir Bien9 enfrentan una gran dificultad en su realización concreta debido a que son conceptos nuevos y relativamente abstractos y ambiguos a la hora de planificar las clases escolares (Sarzuri-Lima, 2011: 130-132). Por lo tanto, se propone que las lenguas indígenas puedan ser una de las herramientas claves en la educación escolar para transcender de lo abstracto a lo práctico (Apaza, 2012: 174). Asimismo, en la lasep se incorpora la formación trilingüe compuesta por la enseñanza de lenguas indígenas originarias, el castellano y una lengua extranjera, que suele ser el inglés. No obstante, surgen problemas tales como la carencia de recursos humanos calificados, el tiempo limitado de las clases, los materiales pedagógicos y la falta de ejemplos o referencias de diseño curricular en las clases (Apaza, 2012: 157). De hecho, las ciencias sociales son también identificadas como una de las ma- terias escolares donde se ve más viabilidad de adaptación de las directrices de la descolonización propuestas por la lasep y el mescp, ya que estas materias tratan directamente la historia, los hábitos y las costumbres del nypios (Sarzuri-Lima, 2011: 130). Con respecto a las materias concretas de la enseñanza, aparte de la lengua y las ciencias sociales, se ha cuestionado también la viabilidad de materializar los conceptos principales de la lasep y el mescp en clases y en la escuela pri- maria. Por ejemplo, la enseñanza de las matemáticas que se basa en el modelo comunitario e indígena es quizás comprensible en teoría, pero difícil de adap- tarse en la práctica, debido a que la enseñanza de las matemáticas se desarrolla de manera integral y es muy relevante su genealogía espiral. Pero puede haber la posibilidad de aplicarla parcial y esporádicamente (Arrueta & Avery, 2012: 426; López, 2013: 24). Por otro lado, la ciencia biocéntrica promocionada por el mescp se articularía con conocimientos relacionados a la vida, utilizando experiencias comunitarias, pero su evaluación puede ser limitada porque los saberes y conocimientos origina-

9 La noción holística del ‘Vivir Bien’ se explica en el capítulo 7 de Requena y Hoffmann y en el capítulo 15 de González Ortega, punto j. políticas educativas de descolonización en bolivia 197 les (i.e. las costumbres y hábitos de las nypios) no se pueden traducir fácilmente en lo académico y pedagógico, por lo que simplemente se introducen o describen (Arrueta & Avery, 2012: 426).

Realidad actual de la descolonización educativa

Debido a que “la educación es un espacio privilegiado para discutir los conceptos y las acciones de la descolonización” (Apaza, 2012: 172), los(as) maestros(as) deben desempeñar un rol importante en su materialización, a través de la articulación educativa de la intraculturalidad, la interculturalidad y el plurilingüismo. Al res- pecto, es importante destacar aquí que los(as) maestros(as) no pueden contar con materiales o ayuda de maestros(as) con mayor experiencia que presenten un mejor modelo pedagógico, por lo cual se requiere una formación profesoral continua, dirigida a conocer la realidad sociocultural de los niños provenientes de comuni- dades ancestrales (nypios), para así poder contar con una mayor disponibilidad y compromiso y poder concretizar la enseñanza descolonizadora (Reyes-García et al., 2010: 308; Apaza, 2012: 181; López, 2013: 16). A pesar de que la capacitación que promueve el profocom trata de intro- ducir los principales conceptos relativos a la descolonización propuestos por la lasep y el mescp (i.e. interculturalidad, intraculturalidad y plurilingüismo) no se ha enfatizado suficientemente cómo ponerlos en práctica en el aula (Ministerio de Educación, 2014a: 1-116; 2014b: 3-85; 2014c: 5-88; 2014d: 3-90). En las Escuelas Superiores de Formación de Maestras(os) (esfm), donde antes se desarrollaba la formación inicial de los(as) maestros(as) de escuela, era motivo de preocupación tener que aceptar la nueva política educativa articulada en la lasep y el mescp, por lo que en la enseñanza se echó mano a motivacio- nes ideológicas, políticas y económicas afines al gobierno o también a alguna iniciativa o hábito práctico que impulsara a los(as) profesores(as) de las esfm y a los(as) maestros con mayor experiencia en la enseñanza (Talavera, 2011: 119; López, 2013: 16). En base a lo que se ha discutido hasta aquí, se plantean las siguientes preguntas: ¿cómo entienden los(as) maestros(as) la descolonización en la educación?, ¿en qué medida la practican en sus aulas y escuelas? y ¿cuáles son los efectos y dificultades a las que se enfrentan? Para contestar dichas preguntas, el autor de este capítulo elaboró el siguiente cuestionario que consiste en diferentes asuntos (ítems) de orden cualitativo y cuantitativo para que los(as) maestros(as) respondieran:

1) Asuntos (ítems) cualitativos: aplicación de cuestiones abiertas a) El significado de la descolonización en la educación. b) Las actividades o prácticas culturales para la descolonización en la educación. 198 bolivia en el siglo xxi

c) Los productos o efectos derivados de la descolonización en la educación. d) Las dificultades ante la descolonización en la educación. e) Las actividades o prácticas culturales para implementar el psp. f) Los productos o efectos derivados del psp. g) Las dificultades de realizar el psp. 2) Asuntos (ítems) cuantitativos: aplicando la escala Likert (4 niveles) y escalas nominales a) Los atributos personales / profesionales de maestros(as) (edad, sexo, experiencia en enseñanza). b) El alcance en la comprensión de la descolonización en la educación. c) La evaluación de actividades o prácticas culturales para la descolonización en la educación. d) La evaluación de los productos o efectos derivados de la descolonización en la educación. e) El grado de las dificultades ante la descolonización en la educación. f) La evaluación de actividades o prácticas culturales para implementar el psp. g) La evaluación de los productos o efectos derivados del psp. h) El grado de las dificultades al realizar el psp. i) La evaluación de la puesta en práctica de la descolonización en cada materia educativa. j) El grado de las dificultades de realizar la descolonización en cada materia educativa.

La razón de investigar el Proyecto Socioproductivo (psp) más que la desco- lonización en la educación es que, como se ha descrito anteriormente, el psp fue creado por las políticas arraigadas en la lasep como un tema nuevo para impulsar la participación comunitaria en la educación, por lo cual se espera contextualizar el contenido de la enseñanza para, por fin, realizar la descolonización educativa. Como muestras del cuestionario se seleccionaron 205 maestros(as) que trabajan en 11 escuelas primarias en La Paz y en siete escuelas en Cochabamba. Se realizó la encuesta con dicho cuestionario en junio de 2016. Para analizar los datos se ha empleado, en el presente capítulo, el spss statistics (versión 23) y el spss Text Analitics for Survey (versión 4.0.1). Los resultados obtenidos a través de este cuestionario se exponen abajo, ilustrando con cuadros estadísticos y figuras sintéticas de codos (palabras claves cualitativas). En lo referente a los datos descriptivos, los(as) maestros(as) encuestados se distribuyeron mayormente en grupos de personas mayores de 30 años; nivel de experiencia (más de la mitad de ellos tenían más de 15 años de experiencia en la enseñanza escolar); personal de la escuela (casi 75% de ellos eran maestras). Véase, a continuación, gráficos 1, 2 y 3: políticas educativas de descolonización en bolivia 199

Gráfico 1 Gráfico 2 Edad de los encuestados Experiencia de enseñanza

80 120

100 60 80

40 60 Frecuencia Frecuencia

40 20

20

0 menor de 31 31-40 41-50 mayor de 50 0 menor de 1 1-5 6-10 11-15 más de 15 Edad Experiencia de enseñar

Gráfico 3 Gráfico 4 Sexo de los encuestados Comprensión de descolonización

200 125

150 100

75 100 Frecuencia Frecuencia 50 50 25

0 0 hombre mujer No comprendo No comprendo Comprendo Comprendo nada bien perfectamente Sexo Comprensión de descolonización

El grado de comprensión de la descolonización en educación, como lo indi- ca el gráfico 4, revela este resultado: la mayoría de los(as) maestros(as) parecen entenderla o entenderla perfectamente. Sin embargo, si echamos un vistazo a cada una de las respuestas que los(as) maestros(as) dieron para explicar su grado de comprensión de la descolonización educativa, saltan a la vista cuatro tipos de respuesta, que son resumidas por el autor así:10

1) descolonizar es: restaurar la cultura propia, negando o rompiendo con lo extranjero. “Descolonizar: se enseña lo nuestro y no de los países extranjeros”.

10 El autor ha tratado de codificar cualitativamente todas las respuestas y las ha categorizado en estos cuatro tipos de respuesta. 200 bolivia en el siglo xxi

“Es trabajar partiendo de nuestra realidad, revalorando nuestras costumbres ancestrales, desechando lo proveniente del exterior”. 2) descolonizar es: restaurar la cultura propia, sin negar o romper con lo extranjero. “Es considerar o tomar en cuenta, durante el proceso educativo, la ciencia moderna, los saberes y los conocimientos indígenas. Es cuestionar al cientificismo y al eurocentrismo de la ciencia, para encontrar un equilibro, permitiendo la revalorización y potenciamiento de nuestros saberes y conocimientos, sin rechazar la ciencia moderna y tecnología”. “Liberar y transformar la realidad desde la educación sin que esto signifique buscar revancha ni consolidar otro proyecto de dominación”. 3) descolonizar es: restaurar la cultura propia, sin mencionar otras culturas. “La descolonización en educación es lograr que el estudiante valore sus tradiciones o cultura propia de su comunidad, ser parte autentica de ello y socializar toda su cultura a las demás personas para que puedan valorarla como tal”. “Tener una educación local originaria, respetando y enseñando la cultura tradicional”. 4) descolonizar es: rechazar la injusticia (discriminación, racismo y desigualidad) y crear un nuevo mundo equitativo e intraintercultural. “Poner fin a las fronteras de etnocentrismo, terminar con la sociedad de castas, considerando a todos como iguales, donde nadie debe ni más ni menos, valorando a todos por igual”. “Descolonizar es dejar de ser dominado por una clase social (por un grupo) que en mucho tiempo ha absorbido o dominado en el aspecto social, económico, político, educativo, buscando una sociedad autónoma ideológicamente, evitando el menosprecio a una mayoría de sociedad, ya sea por el color, idioma, raza que tenían”. “La descolonización es la igualdad de oportunidades, eliminación de racismo. Tomando en cuenta la capacidad, los méritos y conocimientos de las personas sea de donde sea”. (Fuente: respuestas de maestros(as) provenientes del cuestionario elaborado por el propio autor)

Según estos cuatro puntos, la descolonización en la educación es entendida por los(as) maestros(as) en forma diversa, aunque el mescp y los módulos del profocom coinciden en que ella es un inicio de la transformación social que emplea la participación de los actores de interés en la educación y rompe con la forma tradicional de entender el mundo y valora los saberes y conocimientos de las nypios y de los pueblos afrobolivianos. Algunos(as) maestros(as) comprenden la descolonización como: radical o ex- trema, mientras que otros la conciben de forma más global de lo que el Ministerio de Educación contempla. Cancino (2007: 15) y Apaza (2012: 164-165) la definen como un proceso constructivo y dialógico que permitirá erradicar las diferencias discriminatorias, elevar más la autoestima y mejorar la convivencia entre los es- tudiantes, a partir del respeto a la diversidad, sin otorgar a ninguna clase o grupo la superioridad, ni la inferioridad, ni tampoco enfatizar ninguna clase o grupo. políticas educativas de descolonización en bolivia 201

Gráfico 5 Gráfico 6 Involucramiento en la descolonización Efecto de la descolonización

100 120

100 80

80 60

60

Frecuencia Frecuencia 40 40

20 20

0 0 Varias actividades Algunas Un poquito Ninguna Varios efectos Algunas Un poquito Ninguna Escala de involucramiento propio en descolonización Escala de efectos de descolonización

Figura 1 Actividades descolonizadoras

encuestados 70 60 50 40 30 20 10 0

respuesta común 20 15 10 5 0

Fuente: Resultado del análisis de las respuestas del cuestionario del autor.

Se aclara aquí que la mayoría de los(as) maestros(as) han realizado activida- des relevantes entorno a la descolonización educativa (gráfico 5) y alrededor del 70% de ellos perciben los efectos de las actividades de la descolonización en la educación (gráfico 6). Estas tendencias se pueden ver en lo concerniente al psp. Como ejemplos de actividades descolonizadoras, los(as) maestros(as) indica- ron la interpretación de las danzas ancestrales y el aprendizaje de idiomas de las nypios; las festividades culturales, la introducción en la cultura hispanoamericana 202 bolivia en el siglo xxi de alimentos, medicinas y plantas (frutas y vegetales) originarias de nypios (figura 1). Algunos miembros de la familia (abuelos y abuelas, padres y madres) se perfi- laron como actores importantes, quienes pueden apoyar a los(as) maestros(as) y a los estudiantes en la realización de dichas actividades, ya que conocen más que ellos las culturas, los idiomas y otros aspectos culturales de las nypios.

Figura 2 Efectos de las actividades descolonizadoras

encuestados 100 80 60 40 20 0

respuesta común 20 15 10 5 0

Fuente: Resultado del análisis de las respuestas del cuestionario del autor.

En cuanto a los efectos de las actividades descolonizadoras, los estudiantes, según los(as) maestros(as), pudieron conocer más de su cultura, tradición y otras aspectos culturales ancestrales y, por ello, tales actividades contribuyeron a cons- truir su identidad, respetar a su comunidad, familia e, inclusive, respetarse a ellos mismos y así permitir elevar su autoestima. Asimismo, algunos de los padres de familia y comunidades comenzaron a colaborar y participar en las actividades escolares del psp (véase figura 2). A pesar de que la mayoría de los(as) maestros(as) manifestaron su involucra- miento en las actividades descolonizadoras del psp, la reproducción y efectos de ella revelan las dificultades encontradas al materializarlas (véase gráficos 7 y 8). Los estudiantes reflejan en las encuestas que no desean estudiar lo originario o cambiar sus formas de ser, o no tienen mucho tiempo para llevar a cabo activi- dades descolonizadoras. Los padres de familia reflejan en las encuestas que, por su parte, ellos tienen poca voluntad de participar o apoyar las actividades descolonizadoras (véase figura 3). políticas educativas de descolonización en bolivia 203

Gráfico 7 Gráfico 8 Dificultad de descolonización Dificultad del psp

100 80

80 60

60

40

Frecuencia 40 Frecuencia

20 20

0 0 Varias veces Algunas Un poquito Ninguna Varias veces Algunas Un poquito Ninguna Escala de dificultad de descolonización Escala de dificultad de PSP

Figura 3 Dificultades de la descolonización en educación

encuestados 80 60 40 20 0

respuesta común 20 15 10 5 0

Fuente: Resultado del análisis de respuestas hecho por el autor. 204 bolivia en el siglo xxi

La evaluación en la aplicación de la descolonización en materias escolares, así como las dificultades encontradas en la descolonización del contenido de las materias, se muestran en los cuadros 3 y 4, que revelan resultados estadísticos no-paramétricos (test de Friedman) usados para averiguar su diferencia entre las materias escolares. En este capítulo se introducen solo los resultados de materias escolares im- portantes. El cuadro 3 explica el nivel significativo (p<0.01) que materias como Comunicación y Lenguaje, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales tienen, ya que resultan más viables en la implementación de la descolonización que las Matemá- ticas, dado que, en general, el grado de comprensión de materias de orientación humanista es más alto, por ello, la mayoría de maestros(as), al ser preguntados por el grado en que implementan la descolonización en su enseñanza, respondieron “Muy grande” o “Grande”. Esto lleva a la conclusión cuantificada de que en ma- terias como las “Matemáticas”, tal vez por su dificultad, sea más complejo y difícil implementar la descolonización que en otras materias de contenido humanístico.

Cuadro 3 Cuadro 4 Medida de descolonización Dificultad de descolonización entre materias entre materias

Materias Rango promedio Materias Rango promedio Comunicación y Lenguaje 2.93 Comunicación y Lenguaje 2.96 Matemática 3.52 Matemática 2.82 Ciencias Naturales 2.86 Ciencias Naturales 2.93 Ciencias Sociales 2.90 Ciencias Sociales 3.17 PSP 2.78 PSP 3.12

N 125 N 125 Chi-cuadrado 39.571 Chi-cuadrado 9.800 Grado de libertad 4 Grado de libertad 4 Sig. Asintótico .000 Sig. Asintótico .044 Resultado en prueba de Friedman. Resultado en prueba de Friedman.

En suma, en lo relativo a la dificultad encontrada en la implementación de la descolonización en las materias escolares, el nivel significativo (p<0.05) del cuadro 4 revela que en la enseñanza de las matemáticas es más difícil realizar actividades descolonizadoras (teóricas y prácticas) que en otras materias escola- res. Complementariamente, según las respuestas al cuestionario del autor, en las Ciencias Sociales y en el Proyecto Socioproductivo (psp), la implementación de la descolonización resulta para los maestros(as) relativamente más sencilla. políticas educativas de descolonización en bolivia 205

Reflexiones generales a manera de conclusión

Al analizar varias definiciones de descolonización, aplicadas a la educación y a las suposiciones actuales por parte de los(as) maestros(as), surgieron importantes puntos de discusión. Aunque el Ministerio de Educación arguye en sus docu- mentos oficiales que la intraculturalidad, la interculturalidad y el plurilingüismo fueron introducidos en la enseñanza primaria para integrar apropiadamente la descolonización en la educación primaria, todavía se cuestiona si el empleo peda- gógico de estos tres conceptos cubren o no o, mejor dicho, excluyen a los grupos de bolivianos no puramente indígenas como son los “blancos”, pertenecientes a los grupos de poder, y los mestizos, que política y socioeconómicamente siguen siendo importantes en la Bolivia de hoy. Dicha exclusión de “blanco-criollos” y mestizos en la teoría y práctica de directrices descolonizadoras en la educación primaria se debe principalmente, como espero haberlo demostrado, al hecho de que en la actualidad la educa- ción descolonizadora propuesta por el gobierno de Evo Morales Ayma, primer presidente indígena de Bolivia, está dirigida, en mayor grado, a las Naciones y Pueblos Indígenas Originarios (nypio), en menor grado a los afrobolivianos y, en grado nulo, a los “blanco-criollos” y mestizos que, como se dijo, siguen siendo un sector importante de la sociedad boliviana. En este contexto, es interesante notar que la mayoría de los(as) maestros(as) de escuela, entrevistados por el autor, considera que la descolonización implica “restaurar la cultura propia, negando o rompiendo con la extranjero” (ver en la sección anterior cuestionario y cuadros). Correlativamente, las políticas gubernamentales de descolonización en la edu- cación escolar excluyen a otras culturas diferentes a la de las nypios. Es por ello que los investigadores José Antonio Arrueta y Helen Avery han advertido que en la Bolivia del siglo xxi se está dando un tipo de “reduccionismo epistemológico” (Arrueta & Avery, 2012: 427). Paralelamente, la teoría y práctica pedagógica del “constructivismo” que se centra en la construcción del propio aprendizaje del niño (Howard, 2009: 585), y que, como se comentó, fue confirmado por la Ley 070 de la Educación Avelino Siñani – Elizardo Pérez (lasep) y por el Modelo Educativo Sociocomunitario y Productivo (mescp) como uno de los ejes importantes en la educación escolar, ha sido empleado en Bolivia no solo en la Ley de Reforma Educativa (lre), sino también, en el pasado, por países de gran poder económico, sobre todo, los de Europa y Norteamérica. Resulta paradójico, por tanto, que los modelos euro- céntricos aplicados a la educación en Bolivia, que la lasep y el mescp deseaban rechazar, no son los que los países de mayor poder económico aplican hoy en día, por lo que la lasep y el mescp parecen estar criticando una ilusión o un fantasma ideológico inexistente. 206 bolivia en el siglo xxi

Asimismo, se constató a través de los resultados proveídos por el cuestionario que, como la lasep y el mescp esperaban, la mayoría de los(as) maestros(as) encuestados­ estaban realizando, prácticamente por propia voluntad, las principales actividades descolonizadoras propuestas en estas leyes y modelos educativos del gobierno, dirigidos a reafirmar la identidad indígena, tales como la enseñanza de idiomas originarios, la reinterpretación autóctona de danzas ancestrales y festividades culturales y la re-introducción de alimentos, medicinas y plantas precolombinas en su vida diaria. Al mismo tiempo, se constataron varios efectos positivos para los estudiantes derivados de dichas prácticas culturales, respalda- das por políticas culturales del gobierno a través del Proyecto Socioproductivo (psp), como ser la re-construcción de su identidad, el respeto a su comunidad, a su familia e, inclusive, el respeto a ellos mismos, para así elevar tanto su propia autoestima como la de los padres de familia y la de los pueblos comunitarios. Esta aserción individual y colectiva de la identidad indígena capacitó a los estudiantes para colaborar y participar más en las actividades y decisiones escolares, como lo recomendaba el psp. Pese a estos efectos positivos logrados por maestros y estudiantes en la edu- cación básica, se detectaron en mi investigación empírica varias dificultades, tales como un desarrollo desigual en el aprendizaje de las materias escolares, una falta de participación comunitaria o familiar en el aprendizaje, una carencia de tiempo para realizar actividades descolonizadoras y algo, tal vez preocupante para las au- toridades educativas, una cierta indiferencia por parte de los estudiantes, padres de familia y actores de interés en la participación en las actividades descolonizadoras propuestas por la lasep, el mescp y el psp . Por último, es de notar que el diálogo de cooperación entre la escuela y la comunidad, la escuela y la familia, u otras instancias, fue declarado por la lasep y el mescp como una herramienta constructivista para descolonizar y mejorar la educación. La realización de este diálogo constructivo entre maestros(as), estu- diantes y padres de familia es considerado por las autoridades y políticas educativas gubernamentales (i.e., lasep, mescp, psp), como un proceso, a largo plazo, que no ha terminado, ya que los temas y problemáticas en el sector de la educación no dejan de surgir en la actualidad y, dado que hoy en Bolivia conviven 36 naciones indígenas con mestizos y “blanco-criollos” hispanohablantes, la desaparición de la diversidad étnica, lingüística y cultural parece improbable. Si hay diálogo, en mi opinión, este debe ser global e inclusivo, para que finalmente la partícula ‘des-’ del concepto de des-colonización no funcione como una exclusión de las culturas no originarias o de los grupos de poder del país, sino más bien como el rechazo firme al racismo, a la discriminación y a la desigualdad, sin que cese el diálogo, ya que una descolonización eficaz, real y democrática no consiste en crear otra colonia, ni en el predominio de una sola lengua o de una sola cultura. políticas educativas de descolonización en bolivia 207

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9 Posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas en la configuración del Estado Plurinacional

Cynthia Daniela Franco Pinto / Verónica Pacheco Sanjinés

Introducción

A principios del siglo xxi el paradigma político neoliberal en Bolivia llegó a un punto de crisis extrema que ocasionó su desplome real en 2003, se produjo entonces una demanda de redefinición nacional que impulsó la creación del Es- tado Plurinacional1 en 2009. Desde entonces, el sujeto periférico en el antiguo paradigma político se hizo centro al interior de la nueva hegemonía dominante. Bajo este contexto no solo se posesionó, en 2006, al primer presidente con raíces indígenas, sino que también se instauró un aparato estatal de co-gobierno con los movimientos sociales, dentro de los cuales comenzaron a destacarse, trascen- dentalmente y como nunca antes, mujeres provenientes de diversos horizontes culturales y sociales. En la era plurinacional se ha incorporado masivamente a las mujeres bolivia- nas con raíces indígenas y/o mestizas en los distintos poderes del Estado, ya sea como autoridades o funcionarias públicas. En la actualidad, las mujeres han dejado de asumir roles periféricos dentro del universo político, para ocupar posiciones protagónicas y centrales dentro de él, esto posibilita el surgimiento de una Bolivia más equitativa y justa. Estos grandes avances democráticos son el producto de una nueva conciencia política, pero también de diversas luchas femeninas gestadas a lo largo del proceso histórico nacional. Por otra parte, la participación política de las bolivianas a nivel histórico debe medirse no solo por su presencia y accionar sobre las instituciones, sino

1 Para una visión más completa de ‘Estado neoliberal’ y ‘Estado Plurinacional’, véase el capítulo 3 de González Ortega.

[211] 212 bolivia en el siglo xxi especialmente ­fuera de ellas. Es en las calles, o en los espacios contra-hegemónicos, donde las mujeres aprendieron la vocación de lideresas. Efectivamente, ejercer política desde los espacios marginales no fue una elección, sino una necesidad de enfrentar las desigualdades sociales de género y, más aún, de clase. Señoras, indias, militantes, cholas, académicas, cocaleras, partidarias, campesinas, citadi- nas, feministas e innumerables mujeres representantes de la pluralidad étnica y cultural del país empezaron su carrera política combatiendo por conseguir una sociedad más justa y equitativa. No toda mujer que ha padecido de un posicionamiento subalterno ha pasado al campo de la acción política, sino solo aquellas que han desarrollado una fuerza interna o kamasa (‘valentía’ en idioma aymara), como decimos en los Andes, para enfrentar las crisis personales y sociales. Se trata de una consecuencia positiva frente al sufrimiento, una especie de efecto resciliente frente a la adversidad. Gracias a esta capacidad, muchas de esas mujeres pasaron de padecer una exis- tencia subalterna a asumir una identidad rebelde frente a los centros de poder. En algunas oportunidades, cuando este margen de resistencia femenina horadó las hegemonías vigentes, las mujeres pasaron de la marginalidad a figurar en lo institucional. En Bolivia encontramos diversos casos de mujeres que formaron parte de los principales poderes estatales, cuando en el pasado ocuparon puestos de resistencia y/o sub-alteridad que, empero, las hizo insurgentes. Muchas mujeres, a través de sus luchas personales, transformaron la rea- lidad, tal vez sin pensarlo, abriendo senda para que otras mujeres, después de ellas, pudieran acceder al manejo político. En este sentido, el espacio estatal se ha democratizado por la acción de los sujetos subalternos que pasaron de sufrir marginación a incidir sobre el centro mismo del poder. Para realizar esta empresa no callaron, por el contrario, conspiraron, operaron desde la clandestinidad, expre- saron, protestaron, marcharon, generaron estrategias exitosas de cohesionamiento femenino, se auto-avalaron políticamente, acudieron a normativas internacionales en pro de la equidad de género, etc., hasta demoler e incluso trastocar el orden, reconstituyendo y reavivando la élite política gobernante. La construcción del Estado Plurinacional no ha sido fácil, ha supuesto sufri- mientos, pero también osadías para cambiar el orden establecido. Hoy gozamos de una presencia femenina numéricamente significativa y protagónica en las principa- les instituciones del Estado Plurinacional. Innumerables mujeres representantes de la diversidad nacional, algunas mestizas, otras indígenas, unas campesinas, las otras urbanas, feministas, sindicales, etc. ocupan puestos como diputadas, senadoras, ministras y burócratas en el nuevo Estado boliviano. En este sentido, el proceso de cambio actual en Bolivia ha configurado una nueva élite política femenina, hoy no sólo las faldas, los tacones o los trajes sastres pueblan las oficinas públicas, sino también las polleras, las ojotas, las mantas, los sombreros, etc. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 213

En la actualidad, Bolivia se ha convertido en un referente paradigmático para la comunidad internacional en la lucha por el avance de la democratización de los espacios de representación política y los logros de equidad de género y justicia social (cf. capítulo 15 de González Ortega). Las condiciones de vida de la época neoliberal obligaban a Bolivia a seguir los mandatos de una política global o internacional para generar avances en el tema de la equidad de género, hoy en cambio, Bolivia, empoderada frente al mundo, otorga lineamientos a otros Estados acerca de las políticas necesarias para la democratización, no sólo política sino también social y de género. El presente artículo en un subproducto de un trabajo más extenso acerca de la participación política de las mujeres en Bolivia, desde principio del siglo xx hasta el presente, el mismo que fue promovido por el Centro de Investigaciones Socia- les de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional. A continuación, en un primer capítulo a cargo de Cynthia Daniela Franco Pinto, se analiza históricamente la incorporación de las mujeres en los principales poderes del Estado, especialmente en el Legislativo y en el Ejecutivo. En un primer punto, se desarrolla cómo en el periodo republicano de nuestra historia (1825-2009) existió una voluntad política reticente a incorporar a las mujeres en los puestos del poder estatal, y a la vez, cómo las mujeres, resistiendo a este ejercicio de marginación, lograron democra- tizar el espacio público en el país. Segundo, se muestran los posicionamientos que siguieron los sujetos subalternos, entre ellos las mujeres indígenas, para cuestionar la política neoliberal y transformar al país. Tercero, se evidencia cómo, a partir de la creación de Estado Plurinacional, apareció una voluntad política por gobernar junto a nuevos actores sociales, entre quienes cuentan masivamente las mujeres indígenas y mestizas. En un segundo capítulo a cargo de Verónica Pacheco Sanjinés, se mostra- rá cómo el accionar político femenino en Bolivia, proveniente de un universo plural con distintos matices entorno a la clase, la raza y la cultura, ha propuesto al mundo des-homogeneizar la categoría del ser-mujer en política. Demostran- do que los intereses y los aportes de las mujeres son diversos, las bolivianas, al ingresar al campo político, no garantizarán necesariamente los derechos de su género, sino que defenderán los intereses de los sectores a los que pertenecen. Para demostrar el cambio ideológico del país respecto a la temática de género, se analizan informes que el gobierno presentó a la comunidad internacional en dos momentos de nuestra historia, el periodo neoliberal y la era plurinacional. Haciendo un ejercicio comparativo de estos textos, distanciados temporalmente, se señalan las transformaciones ideológicas en el país acerca de la participación política de las mujeres. 214 bolivia en el siglo xxi

Historia política de las mujeres: De la marginación al meollo del ejercicio del poder

Insurgencia femenina contra la segregación estatal republicana

El siglo xx en Bolivia comenzó arrastrando las típicas desigualdades sociales de épocas precedentes: hasta la Revolución de 1952 se excluía de la condición de ciu- dadanía tanto a mujeres como a indígenas, quienes eran privados de sus derechos civiles y políticos. En el caso de las mujeres, estas comenzaron a interpelar esta segregación social cuando, al ser transformadas por procesos de modernización y movilidad social,2 tejieron nuevos imaginarios entorno a la condición femenina. Como producto de esta nueva invención y de acuerdo a una matriz cultural y so- cial diversa, las mujeres se organizaron, ya sea en centros culturales o en gremios y sindicatos, demandando respectivamente derechos civiles y políticos para las mujeres ilustres y derechos laborales para las artesanas y trabajadoras.3 Recién después de la Revolución Nacional de 1952 el espacio político fue democratizado como nunca antes en la historia nacional. Para las elecciones generales de abril de 1956, las primeras con voto universal, no sólo se estrenó la participación femenina electoral, sino también la representación política del sec- tor. Este hecho se debía a que el 10 de marzo de ese año la Corte Suprema había difundido el Decreto Supremo 4315 que señalaba que todo ciudadano, hombre o mujer, podía concurrir como elector o elegido al ejercicio de los poderes públicos: “Artículo 123º Las mujeres pueden ejercer todos los cargos de elección popular” (Corte Nacional Electoral, 1956: 43).

2 Desde finales del siglo xix la actividad minera en Bolivia fue modernizando paulatinamente al proceso productivo y al Estado, la composición social e identitaria en el campo y las ciudades. Los procesos de movilidad social, los fenómenos migratorios campo-ciudad y la implicancia de diversos sujetos en el aparato productivo hizo surgir las clases sociales y el movimiento obrero. Bajo este boom económico liberal, el gobierno de Ismael Montes modernizó la edu- cación en Bolivia y creó los primeros colegios femeninos fiscales en las ciudades (Medinaceli, 1989). En 1903 se fundó en La Paz el primer colegio fiscal de niñas y en 1909 la Escuela Normal Superior de Sucre comenzó a formar mujeres profesoras (Martínez, 1995). Antes de este fenómeno, la educación femenina en las ciudades estaba a cargo de la Iglesia Católica, entidad que estereotipaba a las mujeres a asumir un rol materno en la sociedad (Medinaceli, 1988: 27). Por otra parte, muchas mujeres campesinas migraron a las principales ciudades del país; desempeñando trabajos artesanales empezaron a organizarse junto a los hombres (Lehm et al., 1988;Wadsworth et al., 1989; Dibbits et al., 2012). 3 En los años 20, las mujeres conquistaron el derecho a organizarse para hacer conocer sus necesidades a la sociedad entera. Las mujeres de sectores populares crearon mutuales o gre- mios y, posteriormente, sindicatos afiliados a sus pares hombres, con la finalidad de defender sus derechos laborales (Lehm et al., 1988). Por otra parte, las mujeres de clases medias o altas conformaron Centros Artísticos Culturales de Señoritas que reivindicaron el derecho al sufragio femenino (Álvarez, 2010). posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 215

Meses después de la difusión de ese decreto, el 6 de agosto de 1956, la presencia de la primera mujer diputada nacional, doña Emma Gutiérrez de Bedregal, en el histórico acto público de transmisión del mando presidencial e inauguración del primer Parlamento con representación diversa, marcaba un viraje trascendental del posicionamiento político femenino: “Con gran solemnidad fue inaugurado el Congreso Nacional. Por primera vez en la historia de Bolivia el Parlamento está integrado por auténtica representación popular” (La Nación, 7 de Agosto de 1956). A pesar de este gran avance democrático, si se revisa la historia republicana, se descubre que usualmente, desde 1956, se apeló a la incidencia política femenina cuando se experimentaron crisis sociales, pero, cuando estas fueron superadas, no se incorporó masivamente a las mujeres en los poderes estatales, sino solo a casos excepcionales, a diferencia del sector masculino. La marginación de los espacios de poder institucional obligó a las mujeres a operar políticamente desde los márgenes, interpelando las hegemonías imperantes y resistiendo al poder que las oprimía. Esta cultura sub-alterna femenina horadó las hegemonías, incluso, reorganizando el Estado y renovando la clase política. Con esta operación fueron las propias mujeres las que se avalaron a sí mismas para incurrir en el meollo del poder.

Gráfico 1 Número de mujeres en el Poder Ejecutivo 1956-2006

MINISTRAS

6 5 5 4 4 4 6 3 2 2 2 1 1 1 1 0 0 0 0 0 0

1956-1964 1964-1960 1969-1979 1980-1989 1993-1997 1969 (A. Siles) 1979 (W. Guevara) 1989-1993 (J. Paz) 2003-2005 (C. Mesa) 1979-1980 (L. Gueiler) 1997-2001 (H. Bánzer) 2001-2002 2002-2003(J. Quiroga) (G. Sánchez) 2005-2006 (E. Rodríguez)

Fuente de elaboración propia fundamentada en la Base de datos cis.

Entre 1956 y 2006 solo se nombraron 23 mujeres ministras sobre un total de 878, hecho que significó un 2,6% de presencia femenina en el Poder Ejecutivo. Las primeras designaciones de este tipo se dieron en gobiernos inestables y de corta duración. Cuatro mujeres fueron nombradas ministras a lo largo de los gobiernos 216 bolivia en el siglo xxi de Luis Adolfo Salinas (1969), Walter Guevara Arce (1979) y Lydia Gueiler Tejada (1979-1980). Entre 1980 y 1989 no se designó ni a una sola mujer a la cabeza de algún ministerio, y sólo desde 1989 apareció una tendencia generalizada a incorporar mujeres en el Poder Ejecutivo, aún así, a lo largo de siete gobiernos, tan solo en 19 de los 196 puestos ministeriales, figuraron mujeres. La presidencia que incorporó mayor número de mujeres en este periodo fue la de Carlos D. Mesa Gisbert. Las siguientes tablas grafican la presencia femenina en el Poder Ejecutivo. La primera muestra el número de mujeres en los distintos parlamentos constituidos entre 1956 y 2015; la segunda traduce esta cifra en el porcentaje de mujeres dentro del universo parlamentario global.

Gráfico 2 Número de mujeres en el Parlamento 1956-2020

PARLAMENTARIAS 200 164 173 150

100 75 42 52 26 50 12 4 16 0 4 0 2 0 7 19 0

1965

1956-19601960-1964 1966-19671969-19791979-19801980-19811982-19851985-19891989-19931993-19971997-20022002-20062006-20092010-20152015-2020

Fuente de elaboración propia fundamentada en la Base de datos cis.

Gráfico 3 Porcentaje de participación femenina en el Parlamento 1956-2015

60,00 52,11 49,40 50,00

40,00

30,00 23,57 16,56 20,00 13,38 9,30 4,46 8,28 6,05 10,00 1,91 2 ,33 0,00 1,55 0,00 0,00 1,91 0,00

1965 1981

1956-19601960-1964 1966-19691970-19781979-1980 1982-19851985-19891989-19931993-19971997-20012002-20032006-20092010-20152015-2020

Fuente de elaboración propia fundamentada en la Base de datos cis. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 217

La composición del Poder Ejecutivo entre 1956 y 2003 muestra la excep- cionalidad de la participación política femenina. Las mujeres aparecieron en el Parlamento de 1956 con un pequeño porcentaje, el que se cuadriplicó en 1960. Sin embargo, dicho ascenso se vio truncado por el advenimiento de las dictaduras; momento en que las mujeres volvieron a actuar desde la clandestinidad. Cuando el Estado se democratizó y reapareció el Parlamento en 1966-1969 y en 1979-1980, las mujeres no superaron el 2% del total de parlamentarios, demostrando la falta de consolidación de una élite política femenina a nivel estatal. En 1982 fue revalidado el parlamento electo en 1979 –el que había sido impedido de sesionar a causa del golpe de Estado del general Luis García Meza (1980)– en él se destacaron seis mujeres que habían resistido a las dictaduras y quienes impulsaron la creación de la Comisión de la Mujer en el Congreso y propusieron la primera ley para las trabajadoras del hogar. Estas pocas mujeres inmersas en la política institucional criticaron con contundencia la segregación femenina de estas esferas, y notaron entonces la necesidad de crear espacios políticos femeninos alternativos:

¿Por qué formamos el Frente de Mujeres del mir el año 77 o 78? […] Desde el año 71, antes de que se abra el espacio democrático, trabajamos mucho las militantes del mir Yo acompañé a Jaime Paz para que salga a la frontera, trasladábamos armas, arriesgábamos la vida. Se abre la democracia el año 78 y nosotras nos quedamos sin trabajo partidario […] Empezamos a ver las subordinaciones y ahí se creó un grupo muy fuerte de mujeres. (Ardaya, 2016, entrevista con D. Franco Pinto)

La presencia de las mujeres en el Poder Legislativo boliviano se estabilizó cuando la izquierda, desde 1985, retrocedió frente al neoliberalismo. Sin embargo, este avance no fue la expresión de una voluntad política, sino la labor de una élite política femenina que no aceptó la segregación de las esferas partidarias y estatales. En 1989, el porcentaje de presencia femenina en el Parlamento fue semejante al adquirido en 1960, este ascenso coincidía con un clima de gran movilidad social y representativa, siendo que las clases populares se habían propuesto incidir en la política institucional para resistir la discriminación de sus medios de expresión en radio y televisión. En el año 1989, la presencia de Remedios Loza, una mujer de pollera en el Parlamento, demostró que los sectores subalternos habían adquirido prestigio, reconocimiento social y capacidad en el ejercicio del poder.

Yo soy la mujer del pueblo, artesana, miembro de esa Bolivia Clandestina […] Tras largos años de sufrimiento por haber sido discriminados, llegó el día en que le levantaron la mano al compadre Carlos Palenque y lo proclamaron futuro presidente […] otro compañero fabril me levantó mi mano y me dijo “diputada” […] Yo no lo podía creer, así se ha fundado condepa. (Loza, 2015, entrevista con D. Franco Pinto) 218 bolivia en el siglo xxi

Para la gestión parlamentaria de 1993-1997, la presencia femenina cayó en dos puntos porcentuales, sin embargo, las parlamentarias de entonces se des- tacaron porque incidieron en la legislación para ampliar la presencia femenina en el Estado. Valiéndose de normativas internacionales, que orientaban a los Estados a ampliar la democracia, y gestando una alianza inédita entre mujeres inter-partidarias y de la sociedad civil, lograron la aprobación del sistema de cuotas en la Ley de Partidos. En la medida en que la élite política femenina visualizó la necesidad de incidir y transformar las condiciones de inserción de las mujeres en la esfera política, haciendo posible pasar de la excepcionalidad a la presencia sustancial, el porcentaje de mujeres en los parlamentos ascendió desde 1997 hasta la actualidad.

Para las mujeres que abrimos brecha […] no fue fácil, encarar el desafío de romper el círculo perverso de los débiles y dominados, que terminan marginándose de los espacios de poder real […] En 1996, bajo la consigna “si las mujeres no están la democracia no va”, se fundó el Foro Político Nacional de Mujeres, como sujeto político que decidió incidir en la agenda política nacional. (Brockmann Quiroga, 2006: 6)

Para la gestión parlamentaria de 1997 a 2002, las cifras porcentuales de mu- jeres parlamentarias llegaron a sus puntos más elevados hasta ese entonces, sin embargo no superaron el 20%. Como se aprecia en los datos, a pesar de las luchas pioneras de las mujeres y del hecho de que estas comenzaron a autoavalarse para el ejercicio del poder, el contexto estatal y la voluntad política de los líderes partidarios mantuvo cierta resistencia a reconocer la habilidad política de sus compañeras y la necesidad de instaurar equidad de género en la composición de la burocracia institucional. Sin embargo, la semilla ya estaba plantada, los sectores subalternos, entre ellos, las mujeres, no retrocederían en su intención de transformar el Estado des- de adentro. A finales de los años 90 las mujeres indígenas denunciaron los vicios del gobierno neoliberal y vislumbraron las bases del Estado Plurinacional. Para el parlamento de 2002 aparecieron las primeras representantes parlamentarias indígenas, provenientes de siglas partidarias antineoliberales, tales como el mip y el isps. Después de algunos años, el sistema neoliberal se desplomó y en el ínterin emergieron nuevos protagonismos políticos que otorgaron un rostro plural a la esfera institucional. El llamado Proceso de cambio a la cabeza del presidente Evo Morales Ayma y la creación del Estado Plurinacional en 2009 acercó a las mujeres, como nunca antes, al ejercicio del poder y a su incorporación institu- cional masiva. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 219

Construcción del Estado Plurinacional: Pasar de las protestas a las propuestas

A causa de la relocalización minera4 de 1885, los mineros y sus hijos e hijas pobla- ron el trópico cochabambino, en especial, la región de Chapare. En los años 90, para subsistir del cultivo de la hoja de coca, siguiendo los imperativos de Estados Unidos, algunos gobiernos generaron una fuerte represión contra estos actores, quienes tuvieron que resistir en distintas oportunidades la violencia estatal de la que fueron objeto. Por otro lado y durante esas mismas décadas, los sectores indígenas del alti- plano boliviano defendieron formas originarias de autogobierno y demandaron un acceso autonómico al territorio. Desde entonces hasta 2006, la resistencia indígena-campesina consolidó un bloque antineoliberal (cf. nota 1 en el presente capítulo) a la cabeza de dos líderes, Evo Morales y Felipe Quispe. Estos dos personajes y sus bases sociales respectivas cuestionaron la política neoliberal y el racismo que aún embargaba el comportamiento de la población mestiza.5 El sueño de ambos líderes fue el de reposicionar de mejor manera dentro de las estructuras sociales y políticas al sujeto indígena o popular. Para ello conjugaron dos tácticas políticas, la primera, generar una resistencia y/o confrontación al Estado por medio de instrumentos de antigua data que habían servido para luchar contra el poder colonial, es decir, marchas, bloqueos, cercos, etc. La segunda, poner un pie en el horizonte institucional estatal, para lo cual fundaron sus partidos políticos, en 1997 el Instrumento Político para la Soberanía de los Pueblos, ipsp, (luego convertido en mas-ipsp) y el Movimiento Indígena Pachakutek, mip en 2001.6

La movilización india no ha variado mucho respecto a los siglos anteriores […] el asedio a las ciudades […] la fuerza de masa […] la confederación de milicias comunales y la obstrucción de vías de comunicación entre ciudades forman parte de la memoria de guerra […] contra al Estado. Lo nuevo hoy quizá esté por el lado de la subordinación de ciertas instituciones estatales […] (municipios y diputados) a las lógicas de acción colectiva comunal. (García Linera, 2003: 8-9)

4 La relocalización de 23.000 mineros en 1985, el despido más radical por parte del gobierno en toda la historia republicana, causó un año después la primera “Marcha por la vida”, en la que miles de trabajadores se dirigieron a pie desde Oruro a La Paz para exigir su permanencia en la empresa. Empero, el Ejército detuvo la marcha y el gobierno siguió con su plan (Mesa Gisbert et al., 1998: 705) 5 La propuesta de Felipe Quispe, “indianizar al q’ara”, interpeló a la sociedad civil de los pri- meros años del siglo xxi, además, desmontó el racismo imperante aún por aquella época. 6 Movimiento que contó con la iniciativa política previa del egtk (Ejército Guerrillero Túpac Katari), el que incluso contó con la participación de integrantes de clase media que deman- daban la restitución de un autogobierno-indio. 220 bolivia en el siglo xxi

Los sujetos indígenas vislumbraron entonces la posibilidad de formar parte de la política institucional obteniendo representantes suyos principalmente en el Poder Legislativo. En este ínterin fue fundamental el rol que desempeñaron las mujeres indígenas, quienes, nutridas por el sindicalismo desde sus primeros años, pudieron plantear estrategias para llevar a cabo este nuevo objetivo.

Nos vamos al congreso […] se sacan conclusiones. Por supuesto tenemos un brazo orgánico, sabemos marchar, bloquear, caminar. Tenemos que tener un brazo político, tomar el poder local, el poder departamental y el poder nacional y nos decíamos: “ahora de las protestas tenemos que pasar a las propuestas”. (Leonilda Zurita en García Forés, 2011: 52)

Durante el vii Congreso por la Tierra y el Territorio, celebrado en la ciudad de Santa Cruz en 1995, se tomó tanto la decisión de fundar ipsp, como la de crear la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos,la que consolidaría una unidad indígena campesina entre miembros de distintos movimientos sociales, dentro de los cuales figuró la Federación Nacional de Mujeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa” (fnmcb “bs”) (Centellas Rojas, Flores Rocha y Berdeja Hur- tado, 2011: 10). La iniciativa de conformar una sigla partidaria en un encuentro de tipo sindical-corporativo demostraba que el ipsp se debía al mandato de los movimientos sociales unificados y no a la inversa. Ocho años después de la creación del ipsp y dos del mip, el año 2002, estas medidas materializaron sus consecuencias cuando distintos líderes indígenas lle- garon al Parlamento boliviano. No se trató de casos esporádicos y solitarios como hasta entonces, sino de una incorporación notoria, el sujeto indígena lograba su paso firme sobre el Poder Legislativo, haciendo figurar también a las primeras mujeres parlamentarias indígenas. Si bien el 22 de enero de 2002 el diputado Evo Morales, uno de los máximos líderes de ese sector, era expulsado arbitrariamente del Congreso Nacional, por la misma fecha, cuatro años más tarde, asumiría la presidencia del país, tras haber logrado un inédito triunfo electoral con la mayoría absoluta del 53,7% de la votación total. Este presidente dio paso al mandato de los movimientos sociales que reavi- varon de manera sui generis la élite política. Bajo este escenario, el Estado Pluri- nacional incorporó dentro de su composición social, por primera vez de manera masiva, a las mujeres en general y a las mujeres indígenas en particular.

Presencia masiva de mujeres mestizas e indígenas en las estructuras plurinacionales

La política plurinacional ha integrado en la composición social del Estado la subjetividad que en el pasado yacía al margen, es decir, los indígenas, los sectores corporativos laborales-sindicales y las mujeres mestizas e indígenas. En la gestión posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 221 parlamentaria 2002-2003 aparecieron las primeras diputadas indígenas, muchas de ellas miembros del Movimiento Sindical Femenino Bartolina Sisa7 y de parti- dos con autoadscripción étnica tales como el mip o el mas-ipsp. La presencia de indígenas mujeres en el aparato legislativo se fue replicando en todas las próximas gestiones del Poder Legislativo. Con el triunfo electoral del mas-ipsp en 2005, las mujeres indígenas ingresa- ron a espacios relevantes de decisión política, a partir de lo cual se enfrentaron al desafío de ejercer poder. Realizaron entonces el mismo trayecto que las mujeres bolivianas en general a lo largo de la historia nacional, dejaron de padecer posicio- namientos segregados en política para ocupar espacios relevantes de poder gracias a un liderazgo resciliente que confrontó la segregación. El primer espacio público relevante en el que accionaron fue la Asamblea Constituyente de 2006, cuando el mas-ipsp se convirtió en el único partido que incorporó mujeres indígenas en las listas de sus candidaturas a asambleístas plurinominales y uninominales (Zabala Canedo, 2014).8 A partir de entonces, las cifras de presencia femenina mestiza e indígena en los poderes estatales ascenderían remarcablemente, además, aparecería todo un arsenal normativo constitucional de defensa de los derechos políticos del sector femenino.9 El 25 de enero de 2009 la población boliviana aprobó por referendo la nueva Constitución Política del Estado con un 61,43% de votos, se sancionó entonces

7 El 10 de enero de 1980 se creó la Federación Nacional de Mujeres Campesinas “Bartolina Sisa” a nivel nacional, posteriormente se establecieron directivas departamentales y provin- ciales, la de La Paz se fundó en 1982, la de Santa Cruz en 1983, la de Cochabamba en 1990, la de Oruro en 1996, la de Tarija en 2002, la de Chuquisaca en 2007 y la de Potosí en 2009. A pesar de que este movimiento se constituyó en una organización femenina autónoma, en la práctica, nunca se desligó de los intereses corporativos de sus sectores ni de los liderazgos masculinos junto a los cuales luchó para lograr autogobierno y acceso libre al territorio. 8 Las mujeres experimentaron un remarcable triunfo en las diputaciones uninominales obte- niendo un 38% de representatividad, de las cuales 29 correspondieron a mujeres no indígenas y 27 a mujeres indígenas. Las diputaciones plurinominales correspondieron a seis mujeres no indígenas versus dos sí indígenas, es decir, un 48% y un 25% de presencia indígena femenina, respectivamente (Zabala Canedo, 2014: 104). 9 Entre la normativa favorable a los derechos de las mujeres tenemos, en el periodo republi- cano, la Ley 975 de 1988 que estipuló la inamovilidad de la mujer de su puesto de trabajo en el periodo de gestación y hasta un año después del nacimiento de sus hijos; la Ley 1551 de Participación Popular de 1994 que promovió la participación de mujeres y hombres en la formulación, control y seguimiento de la gestión municipal; la Ley 1565 de Reforma Educa- tiva de 1994 que estableció la equidad de género como principio y transversal; la Ley 1715 inra de 1996 que estipuló criterios de equidad para la distribución de la tierra; la Ley 1984 de reforma al Régimen Electoral de 1997 que determinó el 30% de participación obligatoria de mujeres en las listas de candidatos, etc. Por otra parte, la nueva Constitución Política del Estado, aprobada en 2009, en materia laboral reconoció la inviolabilidad de los derechos de las trabajadoras; en materia social, universalizó el derecho de asistencia y la protección social (Farah Henrich & Sánchez García, 2008: 21-31). 222 bolivia en el siglo xxi la creación del Estado Plurinacional como un momento de “revolución demo- crática y cultural” en Bolivia. En el año 2008, el Estado había diseñado un Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades en el que se remarcaban los derechos políticos de las mujeres en la construcción de un país encaminado al Vivir Bien. En 2010 la Asamblea Legislativa Plurinacional aprobó la Ley 026 del Régimen Electoral, donde se estipularon criterios de equivalencia que posibilitaron la presencia paritaria de las mujeres en las listas de los candidatos en el Órgano Legislativo,10 así para la gestión 2010-2015 la presencia femenina ascendió de manera trascendental a un 49,40%. Nueve años después de la posesión presidencial de Evo Morales y como re- sultado de las elecciones generales de octubre de 2014, la Asamblea Legislativa Plurinacional 2015-2020 cuenta con un 52,11% de presencia femenina, se registran también importantes avances en la incorporación femenina dentro del Poder Eje- cutivo.11 La era del Estado Plurinacional ha consolidado una élite política femenina que cuenta tanto con mujeres indígenas como con mujeres mestizas.12 El rol de las mujeres en los poderes estatales ha dejado de ser marginal o subalterno para pasar a ser protagónico y central en el manejo del poder. Este hecho alimenta el carácter diverso de la realidad social y política del país. Hoy, mujeres y hombres indígenas ocupan espacios de decisión nacional, junto a mujeres y hombres pertenecientes a otros sectores sociales que, con sus claras excepciones, se han identificado con la narrativa ideológica de los pueblos originarios. Desde la creación del Estado Plurinacional y hasta la actualidad, existe una nueva élite política que asume distintos paradigmas: al momento de ‘ser boliviano’ combina lo rural con lo urbano, lo sindical con lo partidario, lo indígena y originario con lo boliviano y lo moderno, lo femenino con lo masculino, el pasado y lo tradicional con lo nuevo y lo global.

10 El principio de equivalencia establece: “La democracia boliviana se sustenta en la equidad de género e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres para el ejercicio de sus dere- chos individuales y colectivos, aplicando la paridad y alternancia en las listas de candidatas y candidatos para todos los cargos de gobierno y de representación, en la elección interna de las dirigencias y candidaturas de las organizaciones políticas, y en las normas y procedimientos propios de las naciones y pueblos indígena originario campesinos” (Ley 026 del 30 de junio de 2010). 11 La incorporación femenina en el Poder Ejecutivo es constante en el transcurso del devenir del Estado Plurinacional, llegando a sus puntos máximos en 2010, con un número de diez ministras mujeres sobre un total de 20 carteras ministeriales, y en 2011 con un número de 13 mujeres sobre un total de 28 ministerios. Esta presencia femenina persistente, sin embargo, no ha alcanzado la equidad de género en todas las gestiones ministeriales, se ha registrado un descenso desde 2011, que se refleja en el 28,6% de mujeres en el gabinete de la actualidad. 12 Miembros destacados de esta élite son Nardy Elizabeth Suxo Iturry, quien asumió seis veces la dirección del Ministerio de Transparencia y Lucha Contra la Corrupción, y Elba Viviana Caro Hinojosa, quien se encargó cinco veces del Ministerio de Planificación y Desarrollo, entre otras. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 223

A continuación se muestran las tendencias internacionales en materia de Derechos Humanos que sirvieron a las mujeres bolivianas como textos narrativos a los que se suscribieron para avalar sus luchas y reivindicaciones.

Una crítica a la visión normativa y no política de la categoría ‘mujer’ desde la perspectiva del Estado Plurinacional de Bolivia

En la anterior sección se ha mostrado cómo las mujeres, desde diferentes espa- cios y a partir de diferentes reivindicaciones, irrumpen en el escenario nacional para cuestionar y transformar las estructuras de poder tanto patriarcales como coloniales, y cómo desde los márgenes se han ido posicionando en el centro de poder. La incorporación de las mujeres en la política institucional en Bolivia se ha dado de forma progresiva, sin embargo, su llegada masiva a las esferas del Estado ocurre cuando Evo Morales Ayma asume la silla presidencial el año 2005, y se refleja en la composición paritaria del Gabinete Ministerial el año 2010 y en la actual Asamblea Legislativa Plurinacional, como se evidencia en los resultados presentados en el capítulo anterior. Los logros alcanzados en relación a la participación política y los derechos de las mujeres, si bien son el resultado de las luchas que buscaron resignificar el rol femenino en la sociedad, no pueden desligarse de la voluntad que tuvo el Estado para avanzar en este campo, hecho que se refleja en la normativa nacional y en la actual Constitución Política del Estado que reivindica los Derechos Humanos. Estos logros tampoco pueden apartarse de un marco normativo internacional que no solamente posicionó la problemática de género en el país, sino que definió los temas a priorizarse en la agenda nacional. Los organismos internacionales han construido narrativas y campos de acción, especialmente desde las Naciones Unidas, que instauraron una “política global de los derechos de las mujeres”, tal como lo denomina Cabezas (s.f.: 54), orientada a lograr la igualdad entre hombres y mujeres. Esta política se ha transnacionali- zado, orientando a los Estados, entre ellos a Bolivia, a revertir la marginación de la mujer en las distintas esferas. Así como se definieron los temas y los campos de acción para promover los derechos de las mujeres, se crearon instrumentos para evaluar a los Estados en el cumplimiento13 de una agenda global, como una

13 Por ejemplo, los Estados, al convertirse en países miembro de Naciones Unidas, se adscriben a una serie de compromisos definidos como obligaciones en la Carta de este organismo para ser merecedores de los réditos que ello implica, tal como se establece en al artículo 2 de la mencionada Carta: Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos (Carta de las Naciones Unidas 1945: 3 énfasis mío). 224 bolivia en el siglo xxi suerte de examen ante la comunidad internacional en la que se juega la imagen del país y, por ende, los beneficios que esta evaluación trae, tal como la posibilidad de acceder a créditos económicos, ejecución de proyectos en diferentes áreas, etc. Una de las formas de medir los avances y obstáculos que tienen los Estados en materia de género se hace a través de informes con indicadores definidos por estas entidades y que responden a esa agenda global. Para ejemplificar lo señalado se hará referencia a la iv Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing el año 1995, donde se identificaron 1214 esferas de especial preocupación, cuyo análisis evidenciaba o no la vulneración de los derechos de las mujeres en esos campos. De ese modo, para cada una de estas esferas se definieron objetivos considerados estratégicos y acciones concretas para que los Estados, en colaboración con ong y movimientos de mujeres (donde se acentúa el papel del feminismo), orienten sus esfuerzos para alcanzar los propó- sitos definidos en lo que se denominó la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, desde donde se construyó una agenda de género a escala global y la que se convirtió en el parámetro de evaluación de los avances que tuvieron los Estados para lograr la igualdad entre los géneros para revertir la situación de opresión de la mujer en los ámbitos económico, social, político, entre otros. Se quiere acentuar este enfoque, el que posteriormente se cuestionó, desde los feminismos postcoloniales, antirracistas y las corrientes postestructuralistas y postmodernas que sostienen que esta posición parte de una idea esencialista de la categoría ‘mujer’, que presupone una identidad monolítica que la distancia de las relaciones y sociales y del contexto histórico que las ha constituido y que centrar el análisis de la opresión de la mujer solo en referencia al hombre, y desconoce otro tipo de sujeciones como las de clase, raza, etnia, generacional, entre otros. Estos elementos se hallarán en uno de los informes del Estado Plurinacional de Bolivia para Beijing + 20, desde donde se comienza a cuestionar no solamente las formas tradicionales de medir los logros en materia de igualdad de género, sino también la forma de enfocar esta problemática, solo como un tema de diferencia entre los géneros, Y es eso en lo que se enfocará este apartado. Como se señaló en párrafos precedentes, en los años 90 la Plataforma de Acción se convirtió en la vara desde donde se evaluaban a los Estados sobre los avances que tenían en materia de derechos de las mujeres, y eran los informes presentados por los Estados los que permitían medir los logros y obstáculos en este campo en función a los objetivos planteados para cada una de las esferas de preocupación.

14 1) La mujer y el medio ambiente; 2) la mujer en el ejercicio del poder y la adopción de de- cisiones; 3) la niña; 4) la mujer y la economía; 5) la mujer y la pobreza; 6) la violencia contra la mujer; 7) los derechos humanos de la mujer; 8) educación y capacitación de la mujer; 9) mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer; 10) la mujer y salud; 11) la mujer y los medios de difusión y 12) la mujer y los conflictos armados. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 225

El análisis de tres de los informes presentados por el Estado boliviano, uno del periodo que se denominará neoliberal y dos del plurinacional, en función a los requerimientos de Naciones Unidas, evidencian dos posiciones y posturas ideológico-políticas que existen en el país relacionadas a un mismo tema, la pro- blemática de la mujer. Si bien los tres informes a los que se hace referencia no se desmarcan de la estructura que se establece desde Naciones Unidas, la manera de enfocarlo sí lo hace. En la primera parte se solicita al Estado hacer un balance general de los logros y obstáculos a los que se enfrentó el país en la “promoción de la igualdad entre los géneros y la potenciación del papel de la mujer”. En el primero, se acentúa el rol de los organismos internacionales como los principales promotores de los avances en el país en materia de derechos de las mujeres, y enfatiza el rol de las instituciones del Estado, las ong15 y el movimiento de mujeres (feministas de corte liberal) como los actores principales. Los otros dos balances, a los que se denominó del periodo plurinacional, rompen con la visión del periodo neoliberal y asumen una “ruptura epistemológica y política con el sistema capitalista-colonial-patriarcal” (Informe del Estado Plurinacional de Bolivia: 20). Sus planteamientos para revertir la opresión de la mujer se fun- damentan en un marco más amplio de transformación del Estado y la sociedad civil a partir de la descolonización,16 la despatriarcalización,17 los principios acerca del Vivir Bien o el Sumaq Qamaña, que se propone como otra alternativa de vida al sugerido por el sistema capitalista. Se consideran como actores principales de esta transformación a los hombres y mujeres indígena originario campesinos de

15 Marta Cabezas (s.f.: 54) señala que las ong no solamente se convirtieron en las principales interlocutoras de los procesos que fueron impulsados por Naciones Unidas y el Estado, sino que también fueron las principales gestoras de los fondos de cooperación internacional del Norte destinados al avance de las mujeres bolivianas, además de convertirse en el principal referente de la sociedad civil en los albores de la incorporación de los derechos de las mujeres en el país (2006: 54). 16 En el informe se define el instrumento para la construcción de la nueva sociedad en función a lo establecido en el artículo 9 de la Constitución Política del Estado, en el que se señala: “son fines y funciones esenciales del Estado: 1. Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar las identidades plurinacionales; […] 4. Garantizar el bienestar, el desarrollo, la seguridad y la protección e igual dignidad de las personas, las naciones, los pueblos y las comunidades y fomentar el respeto mutuo y el diálogo intracultural, intercultural y plurilin- güe” (Informe del Estado Plurinacional de Bolivia: 20). 17 “[U]n sistema de dominio masculinizado que, de la familia se extiende al poder, el saber y el ser […] es por tanto, un producto social que ha sido reforzado por el colonialismo, la división social y sexual del trabajo y principalmente por el capitalismo […]. El poder patriarcal no se limita a la opresión hacia las mujeres, sino también hacia otros sujetos sometidos al poder. Tal es el caso de las niñas, niños, la juventud y los pueblos indígenas originarios que son minori- tarios o diferentes al grupo dominante […] oprime a los hombres, quienes son interpelados constantemente a través de los estereotipos sexistas (Ministerio de Culturas y Viceministerio de Descolonización, en Agar, 2012: 32). 226 bolivia en el siglo xxi los movimientos y organizaciones sociales cuyas luchas, desde el año 2000, son la antesala para la refundación del Estado boliviano. En el informe denominado del periodo neoliberal se hace referencia a la insti- tucionalización del género a partir de la creación de una serie de entidades depen- dientes del Estado que abordaron los temas que afectaban a mujeres, niñas/niños, adolescentes y, a partir de 1993, a los pueblos indígenas. Es así que los temas que hacían a los grupos denominados vulnerables estuvieron, en un inicio, a cargo de las primeras damas de la nación, que se caracterizaron por hacer una política pública asistencialista hasta la creación de consejos nacionales, secretarías y subsecretarías. Tanto en el informe presentado en el periodo neoliberal (1985-2009) como en los presentados en el plurinacional se hace referencia a la creación de planes para abordar la problemática de la mujer; el hecho que los diferencia es el enfoque. En el primero, se recalca su adscripción a los lineamientos establecidos desde Naciones Unidas; en los otros dos se muestra la imposibilidad de circunscribirse únicamente a esos planteamientos. En el balance del periodo neoliberal se señala la creación de una serie de planes18 y se subraya que todos ellos responden a las recomendaciones internacionales en el marco de los lineamientos definidos por la Plataforma de Acción de Beijing, pero además, se acentúa el hecho de que los mismos no habrían sido posibles sin la normativa internacional, la cooperación internacional, las organizaciones no gubernamentales y el movimiento feminista (de la igualdad de corte liberal), principalmente:

Estas políticas públicas de género asumidas por el País a raíz de las exigencias internacionales y los movimientos de mujeres, organizaciones feministas, organi­ zaciones no gubernamentales afiliadas a los fines de equidad e igualdad de género, así como del organismo rector de género.* […] Lo importante de las políticas de género es que se ha logrado visibilizar las demandas de las mujeres, esto ha sido posible por la influencia de la normativa internacional, producto del movimiento feminista internacional, las acciones de organizaciones de mujeres en el ámbito nacional y financiamiento externo a través de la cooperación internacional, sin esos factores definitivamente poner en agenda la temática de género habría sido una total odisea. (Bolivia. Informe Beijing, s.f.: 17 y 18)

18 Plan de Seguimiento a las Recomendaciones de la iv Conferencia Mundial, creado por el Comité de Enlace de ongs y la Subsecretaría de Género, Plan de Igualdad de Oportunida- des para las Mujeres Bolivianas en 1997; el Plan para la Equidad de Género en 1998, que se implementó hasta 2002. Este, junto con el Plan Nacional de Prevención y Erradicación de la Violencia en Razón de Género y el Programa de Reducción de la Pobreza Relativa a la Mujer (2001-2003), fue reconocido como política pública de género por Decreto Supremo 26350 del 11 de octubre de 2001, bajo el mandato presidencial de Jorge Quiroga Ramírez. * Las citas con asterisco fueron empleadas por la autora en la investigación realizada para onu Mujeres y el Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional sobre las “Mujeres en la Asamblea Legislativa Plurinacional 2015 - 2020”. posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 227

Así también, en este informe se enfatiza el rol de las ong19 como las principales promotoras en la igualdad y equidad de género en el país y se reconoce los aportes de las mismas en la planificación, diseño, elaboración y ejecución de programas de las instituciones estatales responsables para lograr la igualdad entre los géneros:

Las ongs son instancias que han realizado de manera permanente sugerencias y aportes a la planificación del Viceministerio, en diferentes escenarios y mesas de trabajo se coordina con las ongs, también en acciones de seguimiento, al cumplimiento de la conferencia Mundial de la Mujer, a convocatoria de la Cancillería y Viceministerio. […] Las organizaciones no gubernamentales son tal vez las que están impulsando con bastante fuerza la lucha por la equidad de género, obviamente no todas sino aquellas que tienen compromiso con las mujeres y trabajan con el enfoque de género. (Bolivia. Informe Beijing, s.f.: 29 y 30)*

En los informes presentados por el Estado Plurinacional se hace referencia al Plan Nacional para la Igualdad de Oportunidades – Mujeres Construyendo la nueva Bolivia para Vivir Bien, que se enmarca en las propuesta del gobierno de descolonización y despatriarcalización del Estado y la sociedad civil, y se funda- menta en los principios del Vivir Bien, en pos de lograr una sociedad más justa que:

[se] orient[e] a la transformación de las condiciones de subordinación, discriminación y explotación reflejados en los niveles de pobreza, desempleo y prácticas sociales y culturales excluyentes que constituyen obstáculos para el adelanto de las mujeres– y la construcción de una sociedad sin jerarquías con justicia social y armonía con la naturaleza. (Bolivia. Informe Beijing + 20)

Esta propuesta se enmarca en un modelo de desarrollo basado en el Vivir Bien o Sumaq Qamaña, que se plasma en el Plan Nacional de Desarrollo.20 Es

19 Esto se puede explicar por la necesidad de responder a la pregunta que se hacía en el cuestio- nario donde se pedía al Estado evaluar el rol de las organizaciones no gubernamentales en la planificación y aplicación de las actividades de seguimiento en los mecanismos que se habían definido en la iv Conferencia Mundial sobre la Mujer. 20 Denominado Plan Nacional de Desarrollo: Bolivia Digna, Soberana y Democrática para Vivir Bien, a partir del cual se pretende transformar el país desmontando el modelo de desa- rrollo construido por el colonialismo y neoliberalismo, cambiando el esquema de desarrollo primario exportador; la construcción del Estado Plurinacional considerado “el promotor y protagonista del desarrollo social, comunitario”, caracterizado por la redistribución de forma equitativa de la riqueza, ingresos y oportunidades; desde donde se pretende “promover el desarrollo integral a través de la construcción de un nuevo patrón de desarrollo diversificado e integrado y la erradicación de la pobreza, la desigualdad social y la exclusión”. Este modelo de desarrollo se fundamenta en la “filosofía del Vivir Bien [que] plantea fundamentalmente la complementariedad entre el acceso y disfrute de los bienes materiales y la realización efectiva, 228 bolivia en el siglo xxi así que la forma de plantear la problemática de la mujer se hace en el marco de las transformaciones gestadas por el Estado para revertir la situación de injusticia social que ha afectado tanto a mujeres como a hombres, rompiendo con aquella visión que considera que la situación de marginación de la mujer sólo puede explicarse a partir de la desigualdad de oportunidades que tienen en relación a los hombres. Este plan parte de la concepción de que las mujeres representan la mitad del pueblo y de que su condición de grupo vulnerable ha sido una imagen que ha construido el sistema neoliberal, como ya se mencionó anteriormente, pues se habría ignorado la resistencia de las mujeres indígenas originario campesinas. Es en ese marco que este plan parte de cuatro nociones consideradas fundamen- tales: a) recuperar el concepto de ‘género’, descolonizándolo; b) recuperar el concepto de ‘par complementario’, superando su mitificación; c) la comunidad como espacio de construcción de las relaciones horizontales de género; d) la mujer como principio de alteridad. A partir de ahí es que se definen cinco cam- pos de acción para modificar las condiciones de marginación de las mujeres: el cuerpo, el espacio, el tiempo, la memoria, y recuperar y reconstruir movimientos sociales, políticos y culturales desde las propias experiencias, pensamientos y propuestas femeninas. A diferencia del informe del periodo neoliberal (1985-2009), en los presen- tados por el Estado Plurinacional (2009 al presente), los tratados internacionales (como la cedaw, Objetivos de Desarrollo del Milenio o los compromisos asumi- dos en Beijing) son un marco de referencia en el que se circunscribe el accionar del Estado, pero no son los puntales de los avances alcanzados en el país en el “campo de los derechos de las mujeres” (Cabezas, s.f.: 63, 64, 70, 116, 272). Es así que si bien se considera que contribuyeron en los avances que alcanzaron los diferentes países para revertir la situación de marginación de las mujeres, con una posición mucho más crítica, comienza a plantear la necesidad de reflexionar sobre la vigencia de la Declaración y Plataforma de Acción y las 12 esferas de preocupación que se definieron en 1995, pues se considera que muchos países, en este caso Bolivia, ya habrían superado muchas de las barreras que se identificaron en ese entonces:

Es necesario socializar y profundizar sobre la vigencia de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing en sus doce esferas a nivel local como regional, considerando que existen muchos avances en los diferentes países que han superado varios de sus indicadores, como es el caso de Bolivia desde el 2006 a la fecha. (Informe de Bolivia Beijing + 20, s.f.: 18)

subjetiva y espiritual, en armonía con la naturaleza y en comunidad con los seres humanos” para lograr la justicia social (Decreto Supremo 29272, 2007). posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 229

Así también, se señala que el informe no se enmarca en los requerimientos e indicadores internacionales y comienza a cuestionar estos últimos, pues se considera que son incompletos ya que no permiten reflejar los avances que ha tenido Bolivia en estos últimos años, producto de la construcción de un modelo de desarrollo endógeno que ha permitido superar algunas de las metas que se establecieron desde el ámbito internacional:

Este informe no responde necesariamente a las solicitudes e indicadores interna­ cionales inconclusos, sino que pretende mostrar que la nueva política de desarrollo ha permitido avanzar sustancialmente, superando las formas tradicionales de pensar y actuar que determinan la discriminación, subordinación de las mujeres, planteando nuevos modos de hacer política pública y de medir sus avances. Los logros alcanzados hasta la fecha han ido más allá de los postulados e indicadores planteados en las plataformas internacionales. (Informe de Bolivia Beijing + 20, s.f.: 2)

Es así que se exhorta a los organismos internacionales a repensar la situación de opresión de las mujeres en relación a las estructuras de dominación que son producto de un sistema, el capitalista, y que, por tanto, los objetivos que deberían plantearse en futuros encuentros tendrían que estar orientados a desmontar el mismo sistema:

El Estado boliviano recomienda que para la agenda post 15 se centre en el reconocimiento de que la situación de subordinación de las mujeres es producto del sistema capitalista patriarcal, por lo que todos los objetivos post 15 deberían incorporar acciones orientadas a acabar con la opresión estructural en razón de género. (Informe de Bolivia Beijing + 20, s.f.: 51)

En ese marco también se plantean una serie de recomendaciones21 a los orga- nismos internacionales para que las reflexiones y debates concentren su atención

21 No se hará referencia a algunos de los puntos, pues se encuentran incluidos en la redacción del párrafo: 1) Identificar las raíces estructurales de la pobreza en el sistema internacional, que están obstaculizando los esfuerzos de los países que buscan transformarse a sí mismos y luchar contra la pobreza; 2) Reconocer y diseñar mecanismos (entre ellos de análisis y seguimiento de avances de indicadores) que den cuenta del desmontaje de las relaciones de poder, como un requisito imprescindible para alcanzar la igualdad entre las personas; 5) Reflexionar con los países miembro de la Plataforma de Beijing a reconocer que el orden financiero internacional es una de las principales fuentes de injusticia y desigualdad; 7) Consideramos importante y sugerimos hacer una relectura de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, desde los aportes epistemológicos y despatriarcalizadores que se están construyendo desde el Estado Plurina- cional y el pueblo en Bolivia; 8) Es importante, enfocar, reconocer y conocer los procesos de cambio estructurales que se están construyendo desde los movimientos sociales indígena originario campesinos y movimientos de mujeres en busca de mayor justicia social con base en el paradigma del Vivir Bien, como alternativa al modelo económico social del capitalismo (Informe del Estado Plurinacional para Beijing + 20). 230 bolivia en el siglo xxi en los factores estructurales de la pobreza, en un marco global internacional, que produce desigualdades en todas las esferas y que aqueja tanto a hombres como a mujeres, ya que es considerada una de las principales trabas para lograr los cambios que se proponen algunos países. Por otra parte, se propone reconsi- derar sus indicadores de evaluación con un análisis interseccional,22 así como los Objetivos de Desarrollo del Milenio, a partir de la propuesta descolonizadora y despatriarcalizadora construida desde el Estado Plurinacional de Bolivia, donde se reconozca la importancia de las reivindicaciones de los movimientos sociales indígena originario campesinos y el de mujeres para lograr la justicia social. En esa misma línea se manifiesta la necesidad de transversalizar en los objetivos que se plantean en las agendas internacionales “los derechos culturales, sociales, políticos, colectivos de las mujeres y pueblos indígenas originario, campesinos, afrobolivianos e interculturales” (apartado 3, Informe de Bolivia Beijing + 20, s/f: 51), así como de enfocar los esfuerzos a crear las condiciones para mejorar la situación de las mujeres indígenas que sufren “una múltiple opresión que no es únicamente de género, sino de clase, etnia, edad, entre otras)” (apartado 4, Informe de Bolivia Beijing + 20, s.f.: 51) La descolonización y despatriarcalización del Estado y de la sociedad civil se convierten en los instrumentos que permitirían desmontar la construcción que se hizo de la categoría ‘mujer’ desde Occidente. De igual manera, se apunta al sistema capitalista y neoliberal como el responsable de crear una imagen de las mujeres como sujetos vulnerables –que como se observó en el informe del anterior periodo, tanto las mujeres, niños, niñas e indígenas fueron encasilla- dos en esta categoría–, representación que habría invisibilizado el papel crucial que jugaron en los movimientos y organizaciones sociales a fines del siglo xx y comienzos del xxi. Si en el informe al que se denominó del periodo neoliberal, se acentúo el rol de los organismos internacionales y del movimiento de mujeres feministas, como se mostró en párrafos precedentes, en el informe del Estado Plurinacional se realza el papel que jugaron las mujeres indígena originaria campesinas y se aminora el de las ong, de la Iglesia Católica y el de las mujeres del movimiento feminista:

Es de trascendental importancia señalar que las organizaciones sociales, articuladas en la Alianza de Mujeres por la Revolución Cultural y Unidad23 conformada por

22 En la que se pueda identificar y analizar las diferentes formas de discriminación, que pueden ser por razón de raza, clase, etnia, generacional, entre otras, y que constituyen otras formas de desigualdad social. 23 Se sostiene que es una alianza de mujeres encabezada por la Confederación Nacional de Mu- jeres Campesinas de Bolivia “Bartolina Sisa”, miembros de la Confederación Juana Azurduy y trabajadoras por cuenta propia (La Razón, 2015). posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 231

más de 16 organizaciones de mujeres, son parte activa del proceso de cambio y elaboración, implementación y socialización de leyes y políticas públicas. (Informe de Bolivia Beijing + 20, s.f.: 18)

En ese sentido, se reconoce como actores principales del Proceso de cambio y refundación del Estado a las mujeres y hombres indígena originario campesi- nos de los movimientos y organizaciones sociales, quienes habrían apostado por cambiar las estructuras coloniales del país y cuyas reivindicaciones se orientan a lograr la igualdad social. Este es el escenario de la Asamblea Constituyente, que se considera el espacio que permitió visibilizar la importancia de la participación de las mujeres indígena originaria campesinas en la política institucionalizada, desmontando esa visión prejuiciosa que se había construido en la sociedad civil boliviana de que su condición étnica y poco “civilizada” solo le permitía cumplir funciones principalmente de servidumbre, como por ejemplo, trabajadora del hogar, alejándola de toda posibilidad de cumplir funciones en el aparato estatal. Se ha intentado mostrar que desde los organismos internacionales, principal- mente Naciones Unidas, a partir de la realización de una serie de encuentros de carácter mundial, se han ido definiendo y direccionando los ejes temáticos y de acción en los ámbitos nacionales para lograr avances en el campo de los derechos de las mujeres. Los Estados, en este caso Bolivia, asumen cierta obligatoriedad de cumplir con las recomendaciones que emanan de la comunidad internacional al suscribir los pactos o convenios que se establecen entre las partes. Se evidencia que en el periodo neoliberal, a partir del análisis de uno de los informes, la infor- mación que se proporciona se circunscribe a los requerimientos que se le hace desde el ámbito internacional, es más, no sólo se acentúa el papel que jugaron los organismos internacionales, sino que se consideran esenciales en posicionamiento y avances del país en las políticas que favorecían a las mujeres y también se pondera el rol del movimiento feminista boliviano y/o internacional. Los informes presentados por el Estado en el periodo plurinacional, si bien se estructuran para responder los avances en las esferas de preocupación estable- cidas en la Plataforma de Beijing y se reconoce la labor que desempeñaron los organismos internacionales, comienzan a interpelar las formas de encarar y evaluar los logros y obstáculos que se han definido desde el escenario internacional e instan a reconocer la experiencia boliviana como un nuevo modelo para abordar la problemática de la mujer, a partir del análisis de las estructuras de dominación creadas por un sistema capitalista, neoliberal, colonial y patriarcal. De esa forma, a partir de una “ruptura epistemológica y política” de este sistema (como se señala en el informe del periodo Plurinacional), se plantea revisar la normativa interna- cional desde los ejes de la descolonización y la despatriarcalización en el marco de un nuevo modelo de desarrollo basado en el Vivir Bien. De la misma manera, parece ser que se comienza a cuestionar esta “política global de los derechos de 232 bolivia en el siglo xxi las mujeres” (Cabezas, s.f.: 198) que se ha ido impulsando desde los organismos internacionales, pues se habrían enmarcado en los postulados de un universalis- mo abstracto de la categoría ‘mujer’ que desconoce, como señala Mouffe (1999: 31), a un “sujeto construido en el punto de intersección de una multiplicidad de posiciones subjetivas en las que no hay una relación a priori”, que se manifiesta a través de una diversidad de identidades (de clase, etnicidad, nacionalidad, región, etáreas, religiosas, entre otras) y que se van construyendo en una “diversidad de discursos”, invisibilizando relaciones sociales de dominación y subordinación que no necesariamente están relacionadas con el sexo masculino.

Conclusiones

El avance de la participación política femenina en Bolivia es el logro de un liderazgo resciliente ejercido por algunas mujeres que enfrentaron estructuras patriarcales y coloniales de relacionamiento social. La institucionalidad estatal republicana, que hizo prevalecer este tipo de dominación, apeló a la incidencia política femenina exclusivamente para enfrentar crisis sociales, pero no para ejercer poder dentro de sus estructuras. Entre 1956 y 2006 se incorporó solo excepcionalmente a las mujeres en los principales puestos del Poder Ejecutivo, se nombraron 23 mujeres ministras, lo que significó un 2,6% de incorporación femenina. Para el caso del Poder Legislativo, la primera diputada nacional apareció el año de 1956, desde esa fecha hasta 1996, el porcentaje de mujeres parlamentarias no superó el 10%. En el periodo neoliberal las cifras porcentuales más elevadas de presencia de mujeres parlamentarias, que sin embargo no fueron mayores a un 20%, se dieron para la gestión 2002-2003, cuando aparecieron las primeras representantes indígenas (cf. parte i de este capítulo). En la década del 2000 se formó un frente de confrontación a la política neoli- beral, en el cual las mujeres indígenas adquirieron un rol fundamental. Los sujetos indígenas empezaron a vislumbrar la posibilidad de transformar el Estado desde adentro, obteniendo representantes en los distintos poderes. En enero de 2006 esta posibilidad se concretó cuando Evo Morales, un indígena, asumió la presiden- cia del país. Desde entonces este presidente gobernaría junto a los movimientos sociales, incorporando masivamente en las estructuras burocráticas a los sujetos marginales del pasado, entre quienes destacarían mujeres indígenas y mestizas. En 2005 con el triunfo electoral del mas-ipsp, por primera vez las mujeres indígenas ingresaron a espacios de decisión política. El primer accionar relevante lo desempeñaron, junto a mujeres mestizas, durante la Asamblea Constituyente de 2006. Para la gestión 2010-2015 la presencia femenina en el Poder Legisla- tivo ascendió de manera trascendental a un 49,40%; y para la Asamblea Legis- lativa Plurinacional 2015-2020 esta ascendió aún más con un 52,11%. En la era posicionamientos y luchas de las mujeres bolivianas 233 plurinacional ­se registraron también importantes avances en la incorporación femenina dentro del Poder Ejecutivo, siendo que en 2010 se tuvo el primer ga- binete con equidad de género. Si bien, en política, las mujeres han irrumpido de lo periférico a lo central, gracias a sus luchas contra el poder patriarcal del pasado las cifras precedentes muestran una voluntad política que reconoce en la actualidad a las mujeres como actores centrales para el ejercicio del poder. Por otra parte, el avance de la participación política de las mujeres se suscribe también a tendencias internacionales que establecieron normas sobre el accionar de los Estados. A lo largo del siglo xx al xxi, distintas naciones en el mundo, entre ellas Bolivia, prosiguieron una política global pro-equidad de género estipulada por los organismos internacionales, a la cabeza de las Naciones Unidas. En los años 90, estas entidades definieron los temas a priorizarse en las agendas de los países y crearon los instrumentos para evaluar su cumplimiento o no. En el periodo neoliberal (1985-2003) Bolivia presentó informes a la comunidad internacional en los cuales afirmó haber seguido fehacientemente la política sugerida gracias a la labor de la normativa y del financiamiento internacional, de los organismos internacionales no gubernamentales ong, del movimiento feminista del mundo y de las agrupaciones nacionales de mujeres. En el periodo plurinacional, la narrativa del país, frente al mundo, viró trascendentalmente en cuanto se declara que los avances en equidad de género son promovidos, no exclusivamente por imperativos internacionales, sino na- cionales, encaminados a la descolonización, a la des-patriarcalización y al Vivir Bien, esfuerzos liderados por los movimientos sociales de mujeres y hombres indígenas. Siguiendo el mandato de los movimientos sociales, la política asumida por el Estado Plurinacional se abocó a luchar por la justicia social y no sólo por las reivindicaciones de género. Siendo que las desigualdades e injusticias sociales afectan por igual a mujeres y a hombres de sectores desprivilegiados, el Estado asume una lucha contra la marginación racial, clasista, étnica y cultural; medida que va más allá de las reivindicaciones feministas, que, sin embargo, también son tomadas en cuenta. En el año 2015, como nunca antes en la historia nacional, las mujeres son protagonistas de la política estatal (cf. capítulo 15 de González Ortega). Esta incorporación femenina masiva no se trata, esta vez, del acatamiento de orienta- ciones internacionales, sino de una voluntad estatal propia que reconoce la valía de los sujetos diversos que componen el horizonte social. El Estado actual, a di- ferencia del neoliberal, propone a la comunidad internacional des-homogeneizar sus imperativos en materia de género, sosteniendo que las mujeres son diversas, con objetivos, demandas e ideologías plurales que impulsan el bienestar social y construyen el Vivir Bien; luchas que ameritan ser reconocidas nacional e inter- nacionalmente. 234 bolivia en el siglo xxi

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Juan Antonio Morales

Introducción

Examinamos en este ensayo las políticas económicas y de desarrollo social así como el desempeño de la economía durante el gobierno del Movimiento Al Socialismo (mas), presidido por Evo Morales. La política económica rompe con el modelo, llamado neoliberal por sus críticos, que se tenía antes que Morales asumiera la presidencia. Su gobierno recuperó la tradición nacionalista y estatista que tenía Bolivia, desde fines de la década de los años 30 del siglo pasado. El nacionalismo revolucionario (o nacionalismo de izquierda) ha sido, en efecto, una constante en la economía y sociedad boliviana. El país se había alejado de esa tradición entre 1985 y 2005 para controlar la inflación, para contener los costos de la crisis de deuda externa que asolaba a los países latinoamericanos en esos años, y para pro- mover un desarrollo económico más centrado en la iniciativa privada que antes. Gran parte del periodo de gobierno de Morales ha coincidido con el extraordinario y largo auge de precios para las exportaciones bolivianas. Morales gozó además, al principio de su gestión, de una gran simpatía política internacional y en la comunidad de países donantes, presentándose como el Nelson Mandela de los Andes. Se benefició también con el giro a la izquierda que había tomado la región a principios del actual siglo. Prats i-Catálá (2006) hacía notar que “es difícil imaginar la audacia provocadora de Evo Morales sin los precios internacionales del petróleo y sin el apoyo determinado de Hugo Chávez”. En el presente capítulo se trata de describir, lo más completamente posible, las principales características, no siempre consistentes entre sí, del modelo de desarrollo del gobierno del mas y sus condicionantes internacionales. En los análisis está presente, aunque con muchos matices, la preocupación de Dornbusch

[237] 238 bolivia en el siglo xxi y Edwards (1991) con relación a gobiernos similares en la región. Ellos ya hacían notar que gobiernos del tipo que seguiría Evo Morales enfatizan el crecimiento ignorando los equilibrios fiscales y de balanza de pagos, y las reacciones de los agentes económicos privados a las medidas agresivas antimercado. Añadiríamos que el énfasis en el crecimiento económico es en el de corto plazo.

El modelo económico de Evo Morales a. Modelo con impulso estatal

Los años 2006-2015 cubren dos periodos de gobierno de Evo Morales. Las polí- ticas llevadas a cabo en los dos periodos tienen similitudes pero también marcadas diferencias. Simplificando un poco, se puede decir que el primer periodo, en el que se efectuaron varias nacionalizaciones, fue más estatista que el segundo, en el cual los imperativos de la economía internacional y el inicio de la caída de precios de los principales productos de exportación bolivianos indujeron al gobierno a más cautela y a cambiar de posición, cortejando a los inversionistas privados. La primera tarea que se impuso el gobierno de Morales fue la de desman- telar las instituciones neoliberales. Se revirtieron las privatizaciones y se contra- reformaron las legislaciones de seguridad social, bancaria, minera y, parcialmente, la del sector agropecuario. El Estado volvió a tomar un papel central en la economía y se convirtió en su principal dinamizador. Se ha de hacer notar, empero, que las reformas y contra- rreformas no fueron tan radicales como solían serlo en el siglo xx. De hecho, las nuevas legislaciones preservan muchos elementos de las legislaciones neoliberales, tal es el caso de la contrarreforma de la ley de pensiones. Un fuerte nacionalismo ha marcado la política de comercio exterior, espe- cialmente en el primer periodo. Bolivia ha rechazado acordar Tratados de Libre Comercio, ya sea con los Estados Unidos o con la Unión Europea.1 Además, se han aumentado significativamente algunos aranceles de importación, aunque el arancel medio sigue bajo, y se han impuesto prohibiciones temporales de exportación. La privatización de los hidrocarburos, efectuada durante los gobiernos ante- riores y que condujo al hallazgo de depósitos muy significativos de gas natural, era la medida que causaba más resistencias en la población, que tenía la percepción de que el país no estaba beneficiándose adecuadamente de esta riqueza natural. La posibilidad de que Bolivia vendiera su gas natural (convertido en gas natural

1 Bolivia se marginó también de los alcances de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de la Droga de los Estados Unidos (atpdea, por las siglas en inglés). realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 239 licuado) a los Estados Unidos, a través de puertos chilenos, complicó, aún más, el panorama y acentuó las tendencias nacionalistas.2 A los seis meses de haberse posesionado como presidente de la República, Evo Morales decretó la nacionalización de los hidrocarburos. A diferencia de las dos nacionalizaciones del sector en el siglo xx, no se produjo una expropiación de acti- vos, sino más bien una mayor apropiación estatal de los flujos, es decir, una mayor participación del gobierno en las rentas hidrocarburíferas. Se impusieron también condiciones más estrictas para la comercialización externa de los hidrocarburos, que resulta de la aplicación del principio de que los hidrocarburos, no sólo en el suelo, sino también una vez extraídos siguen siendo propiedad del Estado, con las empresas privadas que los pueden comercializar solamente por cuenta y con autorización de él. A esta modalidad de nacionalización se la ha llamado “nacionalización rep- tante” o indirecta. Las empresas extranjeras, luego de firmar nuevos contratos con la empresa estatal de hidrocarburos Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb), han seguido operando y aún han aumentado sus inversiones en Bolivia, aunque muy poco en exploración.3 Las nacionalizaciones han ido más allá de los hidrocarburos. Es así que se las ha tenido en electricidad, telecomunicaciones, y aún en la producción de cemento. Además de las nacionalizaciones, se han creado un gran número de empresas pú- blicas en distintos sectores de la economía que, en algunos casos, mas no siempre, están donde ya había empresas privadas, las que han tenido que sufrir una com- petencia desleal. Si el arrinconamiento del sector privado no ha sido aún mayor fue por los graves problemas de gestión que han tenido las empresas públicas. b. Énfasis en el crecimiento económico

Lograr una alta tasa de crecimiento del pib ha sido y es un claro objetivo del modelo de Morales, no solamente para reducir la pobreza, sino y, sobre todo, por los réditos políticos y de imagen que proporciona. Además, varias políticas, como la salarial, están condicionadas por una alta tasa de crecimiento del pib. La economía ha crecido a un ritmo promedio de 5% en el periodo 2006-2015. Esa tasa es una de las más altas de los países latinoamericanos. El crecimiento ha estado impulsado por la inversión pública en primer lugar y luego por el consumo, tanto de los hogares como del gobierno. Se ha de hacer notar, empero, que son los ingresos extraordinarios por exportaciones los que han financiado a la inversión pública y al consumo.

2 La discusión de la venta de gas natural a través de puertos chilenos fue la causa inmediata para el derrocamiento del gobierno de Sánchez de Lozada en el año 2003. 3 Se tiene la impresión de que las compañías extranjeras han seguido produciendo y aún in- virtiendo para recuperar sus costos hundidos, en momentos, además, en que los precios del petróleo estaban en niveles muy altos. 240 bolivia en el siglo xxi

En el primer periodo del gobierno de Morales, las tasas de crecimiento del pib fueron más bien moderadas y más bajas que las de algunos países vecinos, que también se estaban beneficiando con la bonanza producida por los altos precios para las exportaciones. Con los ingresos caídos, literalmente, del cielo por la bonanza exportadora, la pregunta es ¿por qué la economía no crecía más a pesar del interés manifiesto que el gobierno tenía en un pib más alto? Hasta 2012 la política de altas tasas de crecimiento de la economía no incurría en riesgos de déficit fiscales o de balanza de pagos, ya que los altos precios de las exportaciones implicaban también altos ingresos fiscales, haciendo que el gobierno pudiera mostrar superávit más bien que déficit. Por otra parte, las importaciones crecían a un ritmo menor que las exportaciones, lo que conducía a superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos. Desde el año 2014, cuando caen los términos de intercambio para Bolivia, el gobierno ha estado tratando de sostener el ritmo de crecimiento impulsando el gasto público, especialmente la inversión pública, lo que ha llevado a significativos déficits fiscales y de la cuenta corriente de la balanza de pagos, confirmando la predicción de Dornbusch y Edwards (1991). Esos déficits están siendo financiados con créditos externos y utilizando las reservas internacionales. c. Interferencias a los mercados

El gobierno de Morales ha mantenido, por lo esencial, la libertad de precios en el mercado de bienes y servicios, pero no se puede decir lo mismo para los merca- dos financieros y del trabajo. En el mercado de bienes y servicios, solamente los servicios de utilidad pública tienen tarifas reguladas, aunque la regulación tiene criterios opacos, que no son aquellos que se emplean para este tipo de industrias en los países de economía de mercado. Los precios de los bienes y servicios provistos por empresas públicas tienen un alto componente de subsidio. En especial, los combustibles, producidos y distri- buidos por la empresa estatal de petróleo ypfb, tuvieron un muy alto componente de subsidio hasta mediados de 2014. Desde entonces, el monto del subsidio ha disminuido por la caída en el precio internacional del petróleo. También unos pocos bienes y servicios de la canasta básica de consumo están sujetos a controles de precio, generalmente por los gobiernos locales (las municipalidades), prácticas que ya databan de la época neoliberal. Las mayores intervenciones del Estado se están llevando a cabo en el sector financiero. Se han impuesto techos a las tasas de interés activas para algunos sectores y pisos para las tasas de interés pasivas del sistema bancario.4 Asimismo,

4 El sistema bancario debe ser entendido en un sentido amplio: no solamente incluye a los bancos propiamente dichos, sino también a los cuasi-bancos, que son entidades financieras más especializadas y que no tienen toda la gama de operaciones que ofrecen los bancos. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 241 las regulaciones obligan a las entidades de intermediación financiera a destinar elevados porcentajes de su cartera al financiamiento de los sectores productivos y de vivienda. Se examinan las regulaciones del mercado del trabajo más adelante. Sobre todo en el primer periodo de Morales, las amenazas de nacionalización han sido recurrentes. El sector privado se ha movido en un terreno de perímetro variable y la incertidumbre que originaba ha incidido en sus inversiones. Ha sufrido también los efectos de interferencias esporádicas, bajo la forma de una aplicación musculosa de las disposiciones tributarias vigentes. La nueva Constitución Política del Estado que el gobierno del mas hizo aprobar el año 2009 ha tenido implicaciones importantes para el devenir econó- mico del país. Extiende, de manera significativa, la esfera estatal de la economía y debilita significativamente los derechos a la propiedad privada.

El contexto internacional a. Las exportaciones y los términos de intercambio

Los precios de las exportaciones bolivianas, que habían estado muy deprimidos durante las dos décadas precedentes, comenzaron a recuperarse a mediados del año 2003. Cuando Morales asumió el poder, se encontró con ingresos extraordi- narios mucho más allá de lo que se imaginaba y de lo que la población imaginaba. Bolivia fue un claro beneficiario del auge de precios de los commodities. Re- cibió hasta el 2013 altos precios por sus exportaciones de gas natural a Brasil y a la Argentina, por sus exportaciones de metales y, un poco más tarde, por sus exportaciones de soja. Los precios del gas exportado están ligados al precio del petróleo cotizado en mercados internacionales. Los metales y la soja se cotizan igualmente en mercados internacionales. En los diez años, 2006-2015, el valor de las exportaciones aumentó por un factor de tres (de cuatro en 2012), como se puede apreciar en el gráfico 1. El aumento de valor se debió tanto a incrementos en los volúmenes como, sobre todo, a una evolución muy favorable de los precios. Los precios de exportación aumentaron mucho más rápidamente que los precios de las importaciones hasta el año 2013. En el gráfico 2 se observa la notable trayectoria de los términos de intercambio, es decir, de los cocientes de precios de exportación a precios de importación. La evolución favorable de los términos de intercambio proporcionó un ingreso por encima del generado por el pib. La prima de ingresos debida a la evolución favorable de los términos de intercambio llegó en algunos años a 8% del pib (gráfico 3). En términos simples, los bolivianos recibían un ingreso ex- traordinario equivalente al 8% del pib sin que mediara un esfuerzo productivo 242 bolivia en el siglo xxi significativo. Este ingreso adicional habría de tener repercusiones importantes en la demanda agregada.

Gráfico 1 Exportaciones FOB de Bolivia 2005-2015 (millones de USD)

14,000

12,000

10,000

8,000

6,000

4,000

0,000 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Gráfico 2 Términos de intercambio, 2005-2015 (Base 1990=100)

130.0

120.0

110.0

100.0

90.0

80.0 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: Elaboración del autor con datos del Instituto Nacional de Estadística. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 243

Los altos precios de los commodities produjeron una concentración de las exportaciones en un pequeño grupo de productos y de mercados. Las exporta- ciones de gas natural, metales y soja llegaron a constituir casi un 90% del total exportado; en cambio, las exportaciones de manufacturas, si bien no se redujeron, disminuyeron su participación de manera muy significativa en el total exportado.

Gráfico 3 Prima del Ingreso Nacional Bruto sobre el PIB (en %)

10.0 8.0 6.0 4.0 2.0 0.0 -2.0 -4.0 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015

Fuente: Elaboración del autor con datos del Instituto Nacional de Estadística.

A pesar del discurso del gobierno de Morales, criticando el modelo primario- exportador, la economía boliviana se especializó aún más en exportaciones de materias primas. En esto, siguió el patrón sudamericano y tal vez con más fuerza que sus vecinos. A mediados de 2014 los precios del petróleo, a los que están ligados los pre- cios del gas natural con un desfase, comenzaron a caer. Los precios de los metales ya habían comenzado a caer el año 2012, aunque se mantuvieron por encima de los valores de 2005. El precio de la soja, con mayores fluctuaciones que el de los metales, inició su caída el año 2014. b. La cuenta corriente de la balanza de pagos

La cuenta corriente de la balanza de pagos que está determinada principalmente por la balanza comercial, es decir, por las exportaciones menos las importaciones de bienes, comenzó a registrar saldos positivos el año 2003. Estos saldos fueron positi- vos hasta el año 2013, como se puede apreciar en el gráfico 4, por los altos precios de las exportaciones; en cambio, el crecimiento de los volúmenes fue más modesto. La cuenta corriente de la balanza de pagos se benefició también con las remesas de los trabajadores emigrados a sus familias, así como con las condonaciones ­de 244 bolivia en el siglo xxi deuda que le fueron otorgadas a Bolivia en los distintos programas de alivio. Las condonaciones de deuda implicaron menores pagos por intereses.5 Bolivia no había tenido antes un periodo tan largo de saldos favorables en su balanza de pagos. Vistos desde otro ángulo, los saldos positivos indicaban también que las inversiones nacionales eran inferiores al ahorro nacional, y que la diferencia se colocaba en reservas internacionales, su principal activo internacional. Bolivia, en vez de financiar su inversión con ahorro del exterior, estuvo financiando al exterior hasta el año 2013. Los mayores ingresos de los hogares, de las empresas y del sector público, producidos por las exportaciones, se gastaron, como era de esperar, en una pro- porción significativa en bienes y servicios importados. Empero, las importaciones tomaron vuelo con un desfase en el tiempo. En los años 2014 y 2015 volvieron a reaparecer los déficits en cuenta corriente de la balanza de pagos, que se explican tanto por la caída de los ingresos por ex- portación como por un aumento sustancial de las importaciones, especialmente de bienes de capital para el ambicioso programa de inversiones públicas.

Gráfico 4 Saldo en Cuenta Corriente de Balanza de Pagos (en % del PIB)

15.0

10.0

5.0

0.0 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 -5.0

-10.0

Fuente: Fondo Monetario Internacional World Economic Outlook Database, abril 2016.

Los altos saldos positivos en la cuenta corriente de la balanza de pagos , a los que se sumaban los efectos de las condonaciones de deuda externa y algunas repatriaciones de capital por bolivianos que los mantenían en el extranjero, luego de la crisis financiera internacional de 2007-2009, produjeron una abundancia de divisas, como nunca antes se había tenido en la historia de Bolivia. La abundancia ­

5 El mayor efecto de las condonaciones se hizo sentir en la cuenta capital de la balanza de pagos. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 245 de divisas presionaba a una revaluación del tipo de cambio, lo que en efecto sucedió en los primeros años del periodo entre 2006 y 2015. La revaluación era resistida por las empresas exportadoras que pensaban que deterioraba su posición competitiva.6 Hacia finales del año 2011 el gobierno decidió congelar el tipo de cambio. Con un tipo de cambio fijo, de facto, y con superávit continuos en cuenta corriente de la balanza de pagos, se produjo una gran acumulación de reservas internacionales en el Banco Central de Bolivia, que llegaron a casi el 50% del pib, las segundas más altas del mundo con esa métrica.7 Hasta finales de 2014 el stock de reservas internacionales parecía ampliamente suficiente para encarar cualquier contingencia, sea generada en el comercio exterior boliviano o en el sector financiero. Como las reservas internacionales eran mayores que la deuda externa, Bolivia presentaba la situación inusual para un país en desarrollo de ser acreedor neto del resto del mundo. Las reservas hubiesen podido ser destinadas a un fondo de estabilización o, alternativamente, a un fondo de inversión, o todavía a una combinación de ambos. Estas opciones fueron descartadas por el gobierno, que se limitó a crear un fondo con las reservas internacionales para el financiamiento de pequeñas empresas públicas. En contraposición a un fondo de estabilización y vulnerando su ley, el Banco Central ha estado siendo obligado a conceder préstamos a las empresas públicas, lo que afecta o terminará afectando al nivel de las reservas. Como ya se ha dicho anteriormente, los precios de las exportaciones y los ingresos por exportaciones comenzaron a caer el año 2014. La caída se acentuó dramáticamente el año 2015. Los déficits resultantes en la cuenta corriente de la balanza de pagos han estado siendo financiados parcialmente con reservas interna- cionales.8 Las reservas internacionales han estado teniendo un papel amortiguador muy importante en la coyuntura del bajón de precios.

Las repercusiones internas de la bonanza exportadora a. Expansión de la construcción, los servicios y el consumo

La bonanza exportadora tuvo repercusiones internas muy significativas. Como se ha observado en muchos países que han experimentado el mismo tipo de auge, los

6 La competitividad cambiaria depende del tipo de cambio real, es decir, del tipo de cambio corregido por los cambios en precios internos, y no solamente del tipo de cambio nominal. La revaluación frenaba el alza de precios internos, con lo que se limitaban sus efectos sobre el tipo de cambio real. 7 Solamente China tenía reservas más altas que las de Bolivia. 8 Lo que no está siendo financiado con reservas internacionales, lo está siendo con deuda externa. 246 bolivia en el siglo xxi sectores de construcción y de servicios se convierten en los sectores internos más dinámicos. En efecto, la construcción creció entre 2005 y 2015 a un ritmo de 9,0% por año. En esos diez años, el tamaño del sector de construcción se duplicó. Una fracción importante de ese crecimiento se explica por las inversiones públicas en infraestructura física, pero también porque se ha tenido una fuerte expansión de la construcción de viviendas, casi enteramente por el sector privado.9 Se ha de notar que la inversión (formación bruta de capital fijo) creció en el mismo periodo a la muy alta tasa de 10,2% por año, casi triplicando su tamaño en diez años. La mayor parte de esa inversión ha sido pública. La demanda por servicios financieros fue también muy dinámica (5,8% como promedio anual). Los gastos de consumo del gobierno, que crecieron a un ritmo superior al del pib, son indicativos del fuerte aumento del empleo público. El crecimiento del consumo en los hogares estuvo levemente por debajo del crecimiento del pib, pero, con todo, fue muy sustancial. En términos per cápita este consumo creció al ritmo de 3,1% por año, y el año 2015 era 40% más elevado que en 2005. Una parte importante de la popularidad electoral de Morales se explica por este incremento del consumo per cápita, que es el indicador más usual de bienestar. b. Pocos cambios en el patrón de crecimiento

Por el lado del origen, dos sectores han sido los motores del crecimiento: el del petróleo y metales, especialmente el de gas natural, y, sobre todo, el de la construcción, al que ya nos hemos referido. Se ha tenido una explotación muy intensiva de las reservas de gas natural, especialmente en el periodo 2011-2014, agotándolas y sin que hayan sido repuestas con nuevos hallazgos de yacimientos, por la modestia de las inversiones en exploración, a la que se han sumado carencias técnicas y de gestión de la estatal petrolera ypfb. Los altos crecimientos del pib, basados en un rápido agotamiento de los recursos naturales, son transitorios; en el largo plazo, cuando los yacimientos se hayan agotado, la tasa de crecimiento puede bajar sustancialmente, si es que no es cero o negativa. El gobierno ha tratado de encarar esta contingencia con planes ambiciosos (mas no instrumentados) de expansión de la producción de electricidad, tanto a partir de los hidrocarburos como de fuentes alternativas no convencionales. Estaba entre los objetivos de la política económica del mas alejar al país del patrón primario exportador, buscando la industrialización de sus materias primas. Muy poco de ese objetivo se logró en el periodo 2006-2015. Si algo ha pasado,

9 Los mayores ingresos de las familias por la bonanza exportadora han sido ahorrados, en par- te. En un país con escasez de activos y mercados financieros poco desarrollados, las familias conservan una fracción importante de su riqueza en bienes raíces. La demanda por bienes raíces impulsa la construcción. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 247 debido principalmente a los altos precios internacionales, es una mayor concen- tración de las exportaciones en unas pocas materias primas. La estructura de la producción ha cambiado relativamente poco con relación al periodo neoliberal. La producción de hidrocarburos y metales, la construcción y los servicios no transables en el comercio exterior aumentaron su participación en el pib (cuadro 1).10 La participación de la agricultura cayó, en cambio, y tam- bién, aunque moderadamente, la de la manufactura. La caída de la participación de la agricultura se explica por la caída de la agricultura tradicional, ya que la agricultura comercial estuvo más bien en expansión. Si Bolivia llega a sostener el crecimiento anual del pib per cápita de 3,4% del periodo 2006-2015, el pib per cápita se duplicaría en 21 años, es decir, en menos de una generación, lo que sería un notable logro. Sin embargo, nada asegura que el ritmo de crecimiento del decenio 2006-2015 se pueda mantener.

Cuadro 1 Estructura del producto interno bruto según actividad económica

Descripción Participación Participación Cambio de la 2005 2015 estructura Agricultura 14,5 11,9 -2,6 Petróleo y Metales 10,8 11,7 0,9 Industrias Manufacturas 16,5 16,2 -0,3 Construcción 2,7 3,9 1,2 Establecimientos Financieros 11,2 12,1 0,9 Administración Pública 9,1 9,9 0,8 Derechos s/Importaciones, IVAnd, IT y otros Imp. Indirectos 9,6 12,2 Producto Interno Bruto (a precios de mercado) 100,0 100,0 Fuente: Elaboración del autor con datos del Instituto Nacional de Estadística. a) Datos de base en miles de bolivianos de 1990.

No hay duda de que a Bolivia le ha ido muy bien en los años del superciclo de altos precios de los commodities, pero no le ha ido mucho mejor que a los países de la región que se beneficiaron de la misma bonanza. Es interesante comparar el desarrollo boliviano con el de sus vecinos sudamericanos del mismo cluster, y que se han beneficiado (alternativamente, se han visto penalizados) por los mismos shocks exógenos. La posición de Bolivia, en términos de pib per cápita, medido en dólares corregidos por paridad de poder de compra, no ha cambiado en 2015 con relación al año 2005. Bolivia sigue ocupando el último lugar en América del Sur. El año 2005, el pib per cápita boliviano era de un 26,9% del pib per cápita chileno, el más alto de la región. El año 2015 fue de 27,6%, un cambio casi imperceptible.

10 Servicios no transables en el comercio exterior, tales como la mayoría de los servicios finan- cieros y de administración pública. 248 bolivia en el siglo xxi c. La inflación controlada

En los diez años pasados de gobierno del mas la inflación estuvo generalmente controlada por debajo de dos dígitos, salvo ocasionalmente, aunque ha sido su- perior a la de los Estados Unidos y de algunos países vecinos como el Perú. La inflación anual promedio del periodo 2006-2015 fue de 6,6%. La holgura dada a las cuentas fiscales por la bonanza exportadora hizo que no fuera necesario recurrir al financiamiento monetario. Si bien la acumulación de reservas internacionales tuvo como efecto inmediato una expansión significativa de la masa monetaria en moneda nacional, ella fue, empero, esterilizada en depó- sitos del sector público, en el Banco Central de Bolivia y mediante operaciones esporádicas de mercado abierto. Las esterilizaciones más efectivas fueron las de los depósitos del sector pú- blico, especialmente de las gobernaciones y de las municipalidades. Con todo, las esterilizaciones fueron insuficientes para impedir la todavía fuerte expansión de la base monetaria. Esa expansión, empero, no tuvo efectos inflacionarios, como podía temerse. Todo parece indicar, como se ha observado en otros países, que cuando la inflación ha sido baja por periodos prolongados y las expectativas de inflación están controladas, se produce un divorcio entre la tasa de crecimiento monetario y la tasa de crecimiento de los precios.11 Una decisión importante, con implicaciones para la inflación, fue la de con- gelar el tipo de cambio a fines de 2011. Con el tipo de cambio fijo, los precios nacionales de los bienes transables en el comercio exterior tienden a alinearse con los precios internacionales. La inflación tendría entonces un carácter residual y estaría localizada en los bienes no comercializables internacionalmente. Los pocos sobresaltos del nivel de precios, de corta duración, que se han tenido en el periodo 2006-2015 se han debido a shocks de oferta, generados en el extran- jero. Es así que el incremento de los precios internacionales de los alimentos, los años 2008 y 2010, repercutió en la inflación interna. El gobierno contrarrestó esas subidas de precios con medidas administrativas como las prohibiciones temporales de exportación y las rebajas de aranceles para algunos alimentos importados.12 d. Aflojamiento de las restricciones de ahorro, divisas y fiscales

En los periodos anteriores al superciclo de altos precios de las materias primas, el crecimiento de la economía boliviana estaba constreñido por la escasez de ahorro,

11 En términos técnicos se diría que la caída en las expectativas de inflación aumenta la demanda por dinero del público. 12 Las prohibiciones de exportación han tenido el efecto de desalentar la producción. Esas pro- hibiciones convierten a bienes transables en bienes no transables y han sido muy resistidas por los productores. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 249 por las limitadas divisas para importar, especialmente bienes de capital, y por los techos bajos para al gasto público. En especial, la inversión estaba limitada por los recursos externos, sea de las instituciones financieras internacionales o como inversión directa extranjera, que se podía conseguir. Los ingresos extraordinarios posibilitaron que tanto el sector público como, sobre todo, el privado constituyeran ahorros. Gran parte del ahorro privado tomó la forma de depósitos bancarios. Las disponibilidades de ahorro para financiar las inversiones ya no fueron más una limitación. Han sido las inversiones del sector privado las que han estado faltando, y si el crecimiento del pib no fue más alto, no lo fue por falta de financiamiento. El sector exportador no fue solamente una fuente de ahorro, fue, con mayor razón, una fuente de divisas. Con gran disponibilidad de divisas, tanto el sector público como el sector privado podían realizar todas las importaciones que re- quirieran. Una vez más, no había dificultades para efectuar inversiones por más intensivas en insumos y bienes de capital que ellas fueran. La restricción provenía, más bien, por los desincentivos a las inversiones del sector privado. Se ha de subrayar que las inversiones del sector privado no fueron conmen- surables con la gran holgura de ahorro y de divisas que tenía el país. Problemas institucionales, tales como la inseguridad jurídica, a los que nos hemos referido en la sección 1, posiblemente expliquen la reticencia a invertir del sector privado. Bolivia tampoco confrontó una brecha fiscal por la gran holgura que le dieron a los ingresos del gobierno, hasta 2013, los ingresos extraordinarios de las expor- taciones. Aún después, el bajo coeficiente de endeudamiento del sector público y las voluminosas reservas internacionales le permitieron al gobierno continuar y aún expandir su programa de inversiones públicas. Estos últimos no se han visto compelidos hasta el momento por la necesidad de recortar gastos, con la impor- tante excepción de los gobiernos departamentales y municipales. La situación descrita en el párrafo anterior podría, empero, cambiar si la caída de precios de exportación es duradera. Como los déficits fiscales están siendo financiados (parcialmente) con deuda externa, puede llegar el momento en que Bolivia ya no pueda endeudarse más. Las dificultades en cuenta corriente de la balanza de pagos podrían tener un correlato significativo con las dificultades de financiamiento del sector público.

Las políticas sociales a. El gasto público en educación, salud y en transferencias condicionadas de ingresos

Los presupuestos fiscales para salud y educación aumentaron considerablemente en el periodo 2006-2015. Es así que el gasto por alumno aumentó por un factor 250 bolivia en el siglo xxi de cinco. El gasto público en salud (servicios públicos más seguridad social) como porcentaje del pib pasó de 3,5% el año 2003 a 3,7% el año 2010. Nótese que, aún corrigiendo por inflación, los aumentos han sido muy significativos. El gasto del gobierno en salud, por habitante, casi se duplicó entre 2005 y 2011. Además, el gobierno ha empleado sumas considerables para mejorar la in- fraestructura física de escuelas, centros de salud e instalaciones recreacionales.13 En cambio, los esfuerzos de fortalecimiento institucional de los sistemas públicos de educación y de salud han sido, más bien, modestos. El problema no ha estado tanto en los recursos sino en el uso que se les ha dado. Los resultados no parecen ser conmensurables con los presupuestos asignados. Desafortunadamente, no se cuenta con evaluaciones de resultados que hubiesen permitido llegar a respuestas más concluyentes y a comparaciones intertemporales.14 Las transferencias condicionadas de ingresos, tales como los bonos para los niños en edad escolar, para una renta universal de jubilación y para las madres gestantes o con niños lactantes, han sido un puntal de las políticas de desarrollo social del mas. Este tipo de gastos no ha demandado mayor sacrificio fiscal: dependiendo de los años, un máximo de 0,5% del pib. Todo parece indicar que estos programas han sido muy costo-efectivos. b. La dinámica política salarial

El gobierno del Morales ha insistido en una mejor distribución del ingreso y de la riqueza, aún sacrificando eficiencia. Lo ha hecho no solamente a través de un mayor gasto público para beneficiar a los sectores de ingresos más bajos, sino también a través de una política salarial muy activa y del control de los precios de los bienes y servicios básicos, que además estaban mayoritariamente en manos de empresas públicas. La política salarial ha sido de rápidos aumentos del salario mínimo en tér- minos reales; en cambio, el salario medio real habría descendido hasta el año 2013 –último año con el que se cuentan datos– con relación al año 2005 tanto en el sector público como en el privado (cuadro 2). Lamentablemente no se tiene datos para los últimos dos años, 2014 y 2015, que se conjetura mostrarían fuertes aumentos. Además de los incrementos de salarios, desde el año 2013, el gobierno ha estado obligando a las empresas al pago de dos aguinaldos.15

13 La mayor parte de ellas, canchas de fútbol en las que se ha empleado césped artificial. 14 El gobierno se ha resistido a que alumnos del sistema educativo boliviano se sometan al Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (pisa, por las siglas en inglés) con el extraño argumento de que se trataba de un instrumento de medición neoliberal. 15 El beneficio salarial de un doble aguinaldo de Navidad está condicionado a que la tasa de cre- cimiento anual del pib sea mayor o igual a 4,5%. El aguinaldo es una bonificación, equivalente­ realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 251

Durante los gobiernos que precedieron al del mas, solamente las disposiciones sobre el salario mínimo regían para el sector privado, dejándose los salarios por encima del mínimo a negociaciones entre empleadores y empleados. Por su parte, los salarios del sector público se ajustaban en función de la meta de inflación del gobierno. Los salarios del sector público pautaban, empero, a los salarios privados, por el gran peso del sector público en la economía boliviana. Se ha de subrayar que, durante el gobierno del mas, se han fijado también los salarios del sector privado y sin participación alguna de la parte patronal. La política salarial de los dos últimos años ha incidido en los costos de pro- ducción de las empresas, lo que ha tenido más efectos sobre el empleo y su infor- malización que sobre la inflación. La política salarial ha agravado la sobrevaluación de la moneda nacional, quitando competitividad a las empresas.

Cuadro 2 Salarios reales (en Bs. de 1995)

Salario mínimo Índice de salarios medios Sector privado Sector público 2005 292.8 123.5 109.9 2006 319.3 121.1 104.0 2007 207.3 115.3 98.7 2008 295.0 104.7 89.8 2009 326.7 106.2 93.3 2010 329.3 104.3 93.6 2011 362.2 112.5 89.2 2012 424.8 114.0 93.2 2013 482.6 115.3 95.0

Fuente: Elaboración del autor con datos de udape, Dossier de Estadísticas 2014. c. Reducción de la pobreza y de la desigualdad

El sostenido crecimiento de la economía ha tenido también como efecto reducir la pobreza y disminuir la desigualdad en la distribución del ingreso. Según datos de udape (2015), que van hasta 2011 y con información que falta para algunos años del periodo 1998-2005, la incidencia de la pobreza extrema mostraba un promedio anual de 39,3% en ese periodo. Para el periodo 2006-2011 esa incidencia bajó a un promedio anual de 30,5%. Por su parte, el indicador de desigualdad dado por

a un salario mensual, que se paga a fin de año, poco antes de la fiesta de Navidad. El aguinaldo navideño tiene una historia de larga data en Bolivia. Lo que es nuevo es el segundo aguinaldo. 252 bolivia en el siglo xxi el índice de Gini, de un promedio anual de 0,59 en el periodo 1998-2005 bajó a un promedio anual de 0,50 en el subsiguiente periodo 2006-2011, y fue de 0,45 para el año 2013.16 No ha sido solamente el dinamismo del pib sino también el tipo de crecimien- to los que han llevado a los muy buenos resultados mencionados. Los ingresos extraordinarios por las exportaciones han conducido a un auge de la construcción y de los servicios, muchos de ellos en el sector informal de la economía. Como construcción y servicios son muy intensivos en mano de obra no calificada o semicalificada, el empleo de este tipo mano de obra ha estado acercándose rápi- damente al nivel de pleno empleo, lo que también ha incidido en los salarios. Por otra parte, sectores de baja productividad, como el de las cooperativas mineras, que en época de precios bajos para los metales vivían en niveles de subsistencia, se vieron directamente beneficiados con la reversión de la tendencia de precios. Lo mismo se puede decir, aunque en una escala mucho más modesta, de algunos subsectores campesinos. La prima por educación, que fue la principal fuente de desigualdad en la distribución de ingresos en el periodo 1998-2005, se ha estado reduciendo, espe- cialmente para los trabajadores con estudios universitarios. La menor desigualdad actual se explicaría por una combinación de mayores ingresos para la mano de obra no calificada o semicalificada y de ingresos de más lento crecimiento para el trabajo calificado. La política de incrementos muy dinámicos del salario mínimo y las transferencias condicionadas de ingreso han tenido también efectos positivos tanto en la reducción de la extrema pobreza como de la desigualdad. Se ha de hacer notar que, a pesar del alto crecimiento de la economía du- rante los años del presente gobierno del mas (2006-2015), el sector informal ha seguido creciendo. Es posible, pero no está enteramente probado, que la política salarial, en combinación con la extrema rigidez del mercado formal del trabajo, haya contribuido a esa informalización.17

Conclusiones

El gobierno de Morales ha sido el más largo de la historia de Bolivia. Cuando Morales concluya su mandato, en 2019, habrá estado 15 años en el poder. En su largo gobierno, Morales ha llevado a cabo varias reformas de política económica y de política social, pero la estructura productiva del país sigue siendo fuertemente

16 El índice de Gini indica que cuanto más cerca de 0 se tiene menor desigualdad. Los datos para el periodo 2006-2013 provienen de Molina (2016: 73). 17 La legislación boliviana del trabajo hace muy costoso despedir trabajadores. La rigidez de esta legislación ha aumentado durante el gobierno del mas. La legislación protege a los que ya están empleados y penaliza las nuevas contrataciones. realidades y espejismos de la economía y de las políticas sociales 253 dependiente de la explotación de recursos naturales no renovables y de los hu- mores de mercados internacionales donde Bolivia tiene escaso poder de decisión, heredada de gobiernos pasados. Casi no han habido inversiones para diversificar la economía, ni para fortalecer las instituciones. En gran parte, gracias al extraordinario contexto internacional, hasta mediados de 2014 las dimensiones de la economía han cambiado. Bolivia pasó de ser un país de ingresos bajos a ser un país de ingresos medios-bajos, es decir, se integró a la clase media de naciones. Queda la interrogante de si con las caídas recientes de los precios de exportación y con los otros cambios del contexto in- ternacional, económicos y políticos, el crecimiento económico y los desarrollos favorables de reducción de la pobreza y de la desigualdad se sostendrán. Los resultados que se han logrado hasta ahora se han debido más a factores exógenos que a políticas deliberadas. Sale de las experiencias internacionales que, con el tipo de modelo como el seguido por Morales, después de la fase de euforia, viene la fase de desencanto y de crisis.

Referencias

Dornbusch, R. & S. Edwards (eds.) 1991 “The Macroeconomics of Populism”. The Macroeconomics of Populism in Latin America. Chicago: The University of Chicago Press. 7-13. Molina, O. 2016 Bolivia: Más allá de la desigualdad en la distribución del ingreso. La Paz: Friedrich Ebert Stiftung. Prats i Catalá, J. 2006 “El ciclón Evo”. A los príncipes republicanos. Gobernanza y desarrollo desde el republicanismo cívico. La Paz: Plural editores. 727-728. Unidad de Análisis de Políticas Económicas 2015 Dossier de Información Estadística. La Paz: udape.

segunda parte Representaciones del Estado Plurinacional en Bolivia: Hitos históricos, mitos populares e intersticios cotidianos vistos a través del periodismo, la comunicación social, el cine y la caricatura política

11 1982-2003: La construcción de un nuevo imaginario nacional (contra los tópicos y los lugares comunes sobre la democracia boliviana)

Carlos D. Mesa Gisbert

Primer momento. La democracia como esperanza. El colapso económico como trauma (1982-1985)

En 1982 llegó al poder una heterogénea fuerza política, que representaba de cara al electorado mucho más de lo que realmente era y podía hacer. La memoria próxima de la dictadura encarnada en la dureza de Hugo Banzer (1971-1978) y en la delirante irresponsabilidad de Luis García Meza (1980-1981) llevó a los derrotados de 1971 a retomar sus banderas en el voto por la udp. Estaba en juego no solo la recuperación de las libertades ciudadanas, sino la contradicción entre un modelo que comenzaba a perfilar la recuperación exitosa de las ideas liberales que la Segunda Guerra Mundial había puesto en la congeladora y la nostalgia del nacionalismo que en las décadas de los 40 y 50 había dominado América Latina y el Tercer Mundo. En Bandung se habían reunido los liderazgos de Nehru y Nas- ser. En nuestro continente había florecido Perón y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr). En La Habana, al despuntar los 60 del siglo xx, estalló la Revolución. El Che murió en Bolivia para trasformar Revolución en utopía y para crear la ilusión de la Revolución posible y próxima. Si Banzer fue el intento de reconducir el nacionalismo revolucionario por los caminos de la doctrina de seguridad nacional, la idea de la “defensa de la civili- zación occidental y cristiana”, dentro de los amplios márgenes de un estatismo que parecía la única receta posible, aún desde la derecha, continuó las líneas del desarrollismo y la lógica de la inserción del país en el mundo a través de la atracción de capital externo. Desde el Código Davenport1 de 1956 (la apertura

1 El Código Davenport y sus implicaciones en la economía boliviana se explica en el capítulo 3 de González Ortega.

[257] 258 bolivia en el siglo xxi de los gobiernos de la Revolución Nacional a la inversión extranjera en hidrocar- buros), Bolivia asumió la idea de que la economía mixta pasaba por la inversión internacional dada su nula capacidad de ahorro interno y lo esmirriado de su mercado. Finalmente, la Revolución de 1952 no había podido integrar a la ma- yoría indígena al consumo, ni había podido desarrollar una burguesía autónoma y creativa capaz de dinamizar la producción. El Estado, apuntalado por la ayuda exterior,2 amamantó a un empresariado que no supo hacer nada mejor que vivir de contratos otorgados por este. La lógica de la corrupción y el prebendalismo, la lógica del control del poder en manos de unos pocos se afincó muy pronto en la nueva élite construida por la Revolución, a la que poco a poco se fueron acomodando muchos de los desplazados de abril. El modelo revolucionario se había adscrito al desarrollismo bajo el “ala protectora” de los Estados Unidos y la Alianza para el Progreso de Kennedy, cuya condición más dura fue la rehabi- litación de la minería nacionalizada.3 A partir de 1964, viejos liberales, empleados de la desaparecida “rosca mine- ra”, políticos de viejo cuño se reciclaron con el nacionalismo militar que dominó el escenario por casi 18 años con el paréntesis inflamado del periodo 1969-1971. Precisamente muchos de los miembros del gobierno de la udp habían sido militantes de esa historia: guerrilleros, miembros del Ejército de Liberación Na- cional (eln), militantes y disidentes del pcb y disidentes del Partido Comunista Marxista Leninista (pcml). También llegaron a la plaza Murillo, de la mano del viejo caudillo movimientista, miembros del gran partido que había hecho la Revolución y encarnado el paradigma nacional revolucionario. Contribuyó decisivamente a los sucesivos triunfos electorales (1978, 1979 y 1980) la nueva generación que había galvanizado a una buena parte del país que contaba con menos de 25 años de edad, el mir, con el halo romántico de sus ideas y su forja en la confrontación contra la dictadura de Banzer y de García Meza, el pcb que todavía podía exhibir la importancia de su vinculación (altamente condicionada y dependiente) con una de las dos superpotencias del planeta.

2 Uno de los temas más importantes para juzgar a los gobiernos de la Revolución es el de la ayuda externa, que es en realidad un enjuiciamiento a la relación de dependencia entre Bolivia y los Estados Unidos. La dramática situación económica de los gobiernos movimientistas, prácticamente desde su comienzo, pero muy especialmente después de las medidas del primer gobierno de Paz, condujeron a una situación inmanejable con carencias de liquidez monetaria tales que impedían cumplir obligaciones esenciales del presupuesto, como pago de salarios, por ejemplo. Bolivia negoció con Estados Unidos una línea de donaciones para cubrir esos déficits crónicos, que se convirtió progresivamente en una línea de créditos y, obviamente, en una forma de controlar y presionar la propia orientación política del proceso político, sobre todo después de la Revolución Cubana. Sobre el tema se puede consultar: Víctor Andrade, La Revolución Boliviana y los Estados Unidos 1944-1962, 1979; Francisco Roque Bacarreza, Los Años del Cóndor, 1996 y Thomas C. Field Jr., Minas, Balas y Gringos, 2016. 3 Field, 2016, op. cit. la construcción de un nuevo imaginario nacional 259

Entonces, las consideraciones sobre la democracia no tenían las mismas características que en los años 90 del siglo xx. Para muchos de los protagonistas del gobierno de Siles, la democracia era un paso hacia un estadio cualitativamente superior, era una etapa, un puente, una estación, no un instrumento permanente. Para otros, en cambio, la idea de una democracia sólida, basada en el respeto a la Constitución, era una premisa que defendieron por encima de todas las cosas. Su mayor adalid era el propio presidente Siles Suazo. Pero la esencia del debate era el modelo económico y social, la udp llegó con la idea de recuperar las banderas del nacionalismo revolucionario, la economía planificada desde el Estado y una propuesta de economía mixta, poco más flexible que la que había desarrollado el mnr en las décadas del 50 y 60. Pero el nuevo gobierno democrático de Siles Suazo enfrentaba un escenario irresoluble, los factores externos e internos lo habían condenado desde que el presidente, como una señal de lo que ocurriría en los siguientes tres años, entre- papeló el discurso inaugural de su gestión en medio de su lectura, o peor, quizás lo recibió desordenado tras las correcciones a mano que Félix Rospigliosi (su asesor personal) hizo a último momento. Las dubitaciones del mandatario se habían sumado a la medalla presidencial que lucía al revés con el anverso volcado…4 Hugo Banzer dejó el Palacio de Gobierno en 1978 con la bomba colocada: una crisis económica que se había negado a encarar y que sus sucesores, en medio de la mayor inestabilidad política de la historia republicana, no habían siquiera tocado, salvo el esfuerzo de la presidenta Lydia Gueiler (1979-1980) con una importante devaluación del peso. La gigantesca deuda externa (equivalente a más del 100% del producto interno bruto del país), la inflación convertida en pocos meses en hiperinflación y la destrucción casi total del aparato productivo, ahogaron al débil gobierno udepista, hecho jirones en el camino.5 Dos flancos se encargaron de crucificar al Ejecutivo –el uno liderado por los partidos de oposición, el mnr de Víctor Paz Estenssoro y Acción Democrática Nacionalista (adn) de Banzer– desde el Parlamento, bloqueando toda iniciativa del gobierno, obstruyendo su trabajo y sumándose a demandas irracionales. “Que Siles se cocine en su propia salsa” era la premisa de un Legislativo controlado por la oposición. La votación de 1980 que se reconoció para la asunción al mando de la udp en 1982, no le daba mayoría parlamentaria a la coalición gubernamental. Esa experiencia traumática sirvió para el diseño de la llamada democracia pactada que inauguraron Paz E. y Banzer en octubre de 1985, para evitar sufrir los rigores ­

4 Testimonio de primera mano, recibido por el autor cuando ejercía el periodismo en televisión, del jefe de protocolo de la transmisión del mando presidencial en octubre de 1982, Gustavo Aliaga. 5 La deuda externa en 1982 era de 3.781,2 millones de dólares, ver Mesa, Mesa & Gisbert, Historia de Bolivia, 2016: 779, sobre datos del Banco Central de Bolivia (bcb) e Instituto Nacional de Estadística (ine). 260 bolivia en el siglo xxi de la medicina que le habían aplicado sin piedad a Siles. La Central Obrera Bo- liviana (cob) y su secretario ejecutivo Juan Lechín, por su parte, repitieron un libreto que parece una suerte de sino trágico de quienes en posición de debilidad intentan construir mecanismos razonables de convivencia y apuestan por el cambio en un escenario de equilibrio. El equilibrio no fue posible en un país de extremos, de blancos deslumbrantes y negros profundos. Igual que en 1971 e igual que en 2003, los poderes populares, coherentes y organizados a través de una poderosa organización como la cob, a partir de una atomización desgarradora, llevaron siempre las cosas hasta el límite. Entre 1982 y 1985 los movimientos populares colocaron al gobierno contra las cuerdas. Quizás la imagen que mejor refleja el drama con tintes de comedia, como tantas cosas que pasan en Bolivia, fue el edi- ficio del Banco Central en medio de un mar de papeles que caían de las ventanas, llenando el piso de un manto de pedazos blancos como cuando entra un equipo de fútbol y es saludado con papel picado, este era un saludo al desastre y al caos. Los funcionarios del Banco, en protesta contra el gobierno, decidieron tirar a la calle los documentos del principal ente financiero y emisor del país, mientras los ejecutivos de su sindicato enviaron una carta al fmi indicando que desconocerían cualquier acuerdo firmado por el ministro de Hacienda, en esos días reunido en Washington con funcionarios del Fondo. El récord de conflictos de toda índole que afrontó Siles, solo fue superado en el periodo 2004-2005, cuando me tocó la responsabilidad de ejercer el gobierno como presidente.6 El salario mínimo vital con escala móvil y el plan de “11 puntos” de la cob, que entre otras propuestas pedía la suspensión del pago de la deuda externa (que la insolvencia del Tesoro General de la Nación, tgn, acabó haciendo realidad), la nacionalización de la banca y la cogestión obrera en las empresas estatales, acabó con toda posibilidad de aire político en ese momento. La razón era muy simple, el país carecía del mínimo peso específico para tomar posiciones independientes en temas económicos. La astronómica deuda externa, la hiperinflación, el gigantesco déficit fiscal, la caída sostenida del producto interno bruto (pib), sumadas a un nivel próximo a cero de las reservas del Banco Central, lo colocaban completamente a merced de organismos internacionales, sujetos a la palabra de los Estados Unidos. Para ellos era cuestión de tiempo, sentarse y esperar… Internamente, el Ejecutivo se sumió en el peor escenario, la parálisis. El mir jugó a salir y entrar del gobierno con una irresponsabilidad a la altura de su inex- periencia de gestión y de su lógica de maniobra política para generar presión en el seno del poder, práctica que hizo totalmente caótica la administración, el pcb dejó el barco a los dos años de gestión y el mnri, un conglomerado de militancia más bien excéntrica al núcleo movimientista, se diluyó como el propio gobier- no. Medidas como la desdolarización y los paquetes “graduales” propuestos y

6 Véase Carlos D. Mesa Gisbert (coord.), Anexo 7, 2008: 296. la construcción de un nuevo imaginario nacional 261 ejecutados ­sobre el tímido y entonces anacrónico modelo de la cepal, terminaron por desbarrancar el proyecto. El hundimiento del pib que decreció hasta el 4,5% negativo en 1983, la caída de las exportaciones que pasaron de 1.030 millones en 1980 a 672 en 1985, la inflación que llevó el peso de 25 pesos por dólar en 1980 a 1.150.000 pesos por dólar en 1985, eran indicadores de un colapso que se había llevado por delante el aparato estatal, el aparto productivo, especialmente la Corporación Minera de Bolivia (comibol),7 pero que sobre todo había hun- dido de un modo que entonces parecía irreversible cualquier reivindicación de las ideas nacionalistas revolucionarias con las que Siles había llegado desde Lima, en hombros de la multitud, y con el respaldo abrumadoramente mayoritario de los bolivianos el 8 de octubre de 1982 a La Paz. La udp se hundió sin remedio, con ella el esfuerzo de recuperar el viejo Estado con las mismas características con las que había sido concebido, era entonces un resabio de la ideología tercerista en un mundo todavía bipolar.

Indigenismo y pobreza. Regiones y mestizaje. Las ecuaciones explosivas (1982-2003)

Vale la pena recordar qué es lo que pasaba con los movimientos campesinos e indígenas en ese periodo. La cob, manejada por los viejos y fuertes partidos de la izquierda sindical, fundamentalmente el pcb y el Partido Obrero Revolucio- nario (por), anclados en el poder minero, a pesar de su naciente debilidad seguía controlando el sindicalismo y los movimientos populares. La creación de la Con- federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (csutcb) en 1979 y la participación campesina en el primer gran bloqueo de caminos de la historia republicana en noviembre de ese año contra el sangriento golpe del coronel , marcaron el comienzo de un proceso de cristalización de lo que habían sido los logros históricos de la Revolución del 52. El sindicalismo nacido de la reforma agraria de 1953 y las milicias campesinas organizadas, sumados a la reforma educativa de 1955, habían formado a una generación que comenzaba a tomar decisiones propias más allá del ala protectora del gran partido nacionalista. La mirada campesina se transformó en mirada indígena. El juego de palabras, el cambio de denominación conscientemente aplicada por el mnr, de mimetizar

7 Mesa, Mesa & Gisbert, op. cit., 2016: 652-653. Los diversos efectos de las políticas económicas instituidas en Bolivia entre, aproximadamente, 1985 y 2005 se explican en el capítulo 3 de González Ortega; en el capítulo 4 de Noguera Fernández; en el capítulo 5 de Marsteintredet y en el capítulo 10 de Morales. Correlativamente, en el capítulo 14, Carlos Macusaya Cruz elabora una aguda crítica de los efectos de las políticas económicas del gobierno de Evo Morales (2006 al presente). 262 bolivia en el siglo xxi la palabra indio bajo la más “universal” campesino, comenzaba a transformarse nuevamente. El mundo indígena se empezaba a pensar a sí mismo y planteaba ideas que estaban lejos de los viejos paradigmas ideológicos del debate. La lucha de clases del marxismo, el estatismo nacionalista, la discusión sobre la democracia en términos occidentales, era sustituida por discursos radicales que, bajo el símbolo de los ponchos color sangre del grupo “ayllus rojos” en un extremo, reivindicaba la utopía del Tahuantinsuyo, perfecto e idílico, mientras en la óptica del katarismo8 proponía el camino de la descolonización mental, social, política y económica. Era el germen de una mirada étnica y culturalista que estallaría con toda su fuerza en la acción antisistema de Felipe Quispe en el año 2000 y de la que se apropiaría Evo Morales Ayma para configurar su propia identidad política a imagen y semejanza de los requerimientos de oportunidad política en las elecciones de 2005 y en su prolongado gobierno iniciado el 22 de enero de 2006.9 Los partidos de entonces leyeron los resultados electorales y se persuadieron de que los movimientos indígenas habían sido capturados por el concepto de policlasismo y mestizaje acuñado en 1952. Los partidos indigenistas aparecieron en el espectro electoral por primera vez en 1978. La evolución porcentual de su votación fue la siguiente, sumando a todos los partidos que representaban una línea indigenista:

1978 0,63% 1985 3,19% 1997 0,00% 1979 1,93% 1989 2,78% 2002 6,09% 1980 2,51% 1993 0,77% 2005 2,15% 10

Es interesante analizar que en 1993 el Movimiento Revolucionario Túpac Katari de Liberación (mrtkl) se alió con el mnr de Sánchez de Lozada, y ya Conciencia de Patria (condepa) tenía una fuerte base votante aymara, lo que explica el brusco descenso de candidaturas de partidos indigenistas, fenómeno que continuó en 1997, el momento de mayor éxito electoral de condepa y la alta votación para Remedios Loza (heredera del fallecido líder populista Carlos Palenque), la única mujer candidata a la presidencia en la historia del país, una

8 Tras la influencia de Fausto Reinaga (cuyos trabajos teóricos más importantes los escribió en los años 50 y 60 del siglo pasado) y los primeros partidos de ideología indianista, la pro- puesta más seria de establecer una interpelación al Estado surgió del movimiento katarista a principios de la década de los años 70 del siglo xx, que tuvo directa relación con la creación de la Federación Campesina y el nacimiento del Movimiento Revolucionario Túpac Katari. 9 La proclama de Tiwanaku de 1973 es un documento ilustrativo de las tensiones que genera- ron una nueva etapa en el mundo indígena. Es imprescindible para entender esta realidad la obra de Fausto Reinaga, La Revolución India (1970) y Qué hacer con los indios (2010), de Pablo Stefanoni. 10 Extraído de la información contenida en el Capítulo 7 de Presidentes de Bolivia entre urnas y fusiles de Carlos D. Mesa Gisbert, 2016: 163-251. la construcción de un nuevo imaginario nacional 263 chola que representaba vigorosamente a la mujer de extracción genuinamente popular. El punto más alto del voto por el indigenismo fue en 2002 bajo el lide- razgo de Quispe, creador del Movimiento Indígena Pachakuti (mip), producto de las violentas movilizaciones de 2000 en el altiplano. La caída de su votación en 2005 tiene que ver con el embanderamiento de Morales que pasó de postu- ras contestatarias, dentro del debate ideológico clásico que sostuvo en 2002, a un discurso fuertemente teñido de indigenismo en las elecciones de 2005, que aplastaron a Quispe. Fue un proceso del que las élites no se percataron. La presunción de que se había producido una integración étnica y el policlasismo que afirmó una visión de la sociedad sobre sí misma no era otra cosa que una ilusión. ¿Por qué? Porque el país enfrentó tres variables que se cruzaban de manera dramática y que fueron (¿son?) el lastre que las élites no han querido y/o no han podido resolver totalmente, su desafío según cada momento histórico: la extrema pobreza. El país fue, en la segunda mitad del siglo xx, a pesar de la Revolución, uno de los dos más pobres del hemisferio junto a Haití. En la mitad de los años 90 sus indicadores generales habían mejorado algo, al punto que su medición de Índice de Desarrollo Humano (idh) lo colocaba en un grupo de cinco naciones, junto a Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador, ya bastante por encima de Haití. Pero sus marcas sociales eran y aún son terribles, la morbilidad y mortalidad infantil, la mortalidad materna, la desnutrición y la esperanza de vida al nacer, los elementos más evidentes de la pobreza colocaban persistentemente a Bolivia en los últimos cinco lugares de las Américas (en 2014 ese panorama social no había cambiado comparativamente, seguimos en rangos próximos a Paraguay, El Salva- dor, Nicaragua, Honduras y Guatemala). Pero el cruce dramático y que retrata la discriminación, la exclusión y las desigualdades se da en el hecho de que hay una fuerte coincidencia en la ecuación pobreza y mundo indígena. El retrato tipo de un pobre promedio en Bolivia es el de una mujer quechua del norte de Potosí, de entre 30 y 35 años, con seis hijos, de los cuales dos han muerto antes de cumplir los cinco años. A este cuadro se suma el hecho de que la evolución de la pobreza, a pesar de los logros de la era democrática, estaba muy lejos de haber sido enfrentada con éxito. En 1976 eran pobres el 85,5% de los bolivianos, en 2001 lo eran el 58,6 % (en un extremo Potosí con 79,7%, en el otro extremo Santa Cruz con el 38%). La pobreza cubría, en 2001, el 75% de la población rural y algo más del 35% de la población urbana. En el área rural el 52% vivía entre la indigencia y la margi- nalidad, mientras que en el área urbana experimentaba similar situación el 8%.11 A título de comparación: la pobreza moderada pasó de casi 59% al comenzar el siglo xxi a 38% en 2014, y la extrema pobreza pasó de 38% a principios de siglo a 18%. Debe, sí, hacerse una precisión importante: la situación económica del

11 pnud Bolivia, Informe de Desarrollo Humano, 2004 264 bolivia en el siglo xxi país pasó por una aguda recesión (en buena medida por factores externos) entre 1998 y 2004 que influyó severamente en los avances sociales. En cambio, entre 2005 y 2015 se vivió la mayor bonanza económica de la historia republicana, sobre todo merced a los precios internacionales de las materias primas, lo que permitió desarrollar programas sociales con mucha holgura.12 La explicación del problema y las respuestas políticas durante el desarrollo de los periodos democráticos está más que a la vista, es un grito lacerante que explica perfectamente los traumas que vivió Bolivia en este periodo. La pobreza se sumaba a la discriminación racial. El viejo debate sobre el indio, realizado en la segunda década del siglo xx entre los intelectuales Franz Tamayo y Alcides Arguedas,13 quedaba nuevamente vigente. La Revolución no pudo romper del todo la relación de señores y pongos14 que quedó enraizada en el alma de los bolivianos. En tanto, la Revolución Nacional de 1952 sí había abierto los brazos del país, había logrado envolver el espacio geográfico desperdigado y perdido en rincones remotos e ignorados. En 1955 la inauguración de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, concebida e iniciada en los años 40 del llamado sexenio, los últimos de la vieja derecha boliviana, había sido concluida por el mnr. A partir de ese momento el oriente comenzó a destruir el andinocentrismo y a reescribir la historia del país, que para el comienzo del siglo xxi habría de cambiar de manera radical. El eje andino, apenas desplazado entre el siglo xix y xx, se movió de manera más que significativa. El centro sin contraste pasó a la nueva realidad de polos de equilibrio, o de desequilibrio, o de ruptura, según se mire. Otra paradoja más, a la par que la autoconciencia indígena se fortalecía y se atrincheraba en una historia improbable de utopías que quizás nunca existieron, se empezaba a sentir la fuerza de una región que no solo representó un motor económico, una nueva visión de la producción agropecuaria, sino que aportó también una nueva percepción de la cultura. En muchos sentidos, el mensaje de

12 http://www.paginasiete.bo/nacional/2015/8/7/pobreza-extrema-redujo-178-65764.html 13 Arguedas escribió en 1909 Pueblo Enfermo, una mirada desde el positivismo, demoledora sobre la realidad boliviana muy dura para lo que el entendía eran sus tres estamentos fundamentales: blancos, mestizos e indios. Contra lo que se cree, no es un alegato antiindígena, en todo caso lo sería si asumimos también que descalifica por igual las perspectivas de futuro de las tres “razas” condicionadas por el medio físico y por su “mezcla negativa”, cuyo peor resultado fue, según él, el mestizo. Tamayo escribió en 1910 Creación de la Pedagogía Nacional, una mirada crítica a la reforma educativa del Partido Liberal (1908), su vitalismo optimista no puede ocultar una percepción hoy inaceptable sobre los indígenas a los que atribuía una fuerza moral y física superiores, pero una evidente debilidad intelectual. 14 El término ‘pongo’ (voz indígena) hace referencia a la situación de servidumbre de los colonos indios en las haciendas de los señores blancos (arrebatadas a las comunidades en la segunda mitad del siglo xix). El pongueaje implicaba servicios gratuitos individuales y colectivos a favor del hacendado y la obligación de esas tareas en las residencias urbanas de los propietarios, en un sistema de explotación semiesclavista. la construcción de un nuevo imaginario nacional 265 mestizaje lanzado en 1952 fue tomado por Santa Cruz con un referente hispánico más profundo que el que nunca había tenido otra región del país, ni aún en el más rabioso momento oligárquico. Lo mestizo comenzó a convertirse en el paradigma de respuesta a la puesta en marcha de la tesis de las naciones dentro de la nación, de las naciones indígenas y al concepto de originario (es decir, presente en el te- rritorio antes de la llegada de España). Etnia y región fueron los dos conceptos más importantes y que crecieron con mayor vigor en este momento democrático. Sobre ambos conceptos se montaron espacios de poder y discursos ideológicos. Desde las regiones, principalmente desde el oriente en Santa Cruz, se construyó el discurso desesperado de la derecha atrincherada y acorralada por la crisis 2000- 2003, con el empleo de sus cuadros más representativos en defensa de los intereses del latifundio agropecuario, pero también de la especulación de la tierra, de los poderes financieros, a partir del control de los movimientos cívicos y de los princi- pales medios de comunicación de masas. Si desde los atomizados pero combativos “movimientos sociales” rurales y urbanos se contaba con poderosos instrumentos callejeros de desestabilización, desde el “civismo autonomista” se estructuró un poder desestabilizador que se aplicó intensamente a partir de octubre de 2003.15 No se debe, sin embargo, confundir una cosa con la otra. Igual que la radica- lidad indigenista no invalidó la incuestionable legitimidad de las reivindicaciones indígenas de inclusión, igualdad y centralidad política, la radicalidad oligárquica cruceña no pudo descalificar la genuina demanda desde las regiones de profun- dizar y completar la autonomía que había iniciado con tanto vigor el Estado con la participación popular en 1994.

Segundo momento. El péndulo a la derecha y la ilusión liberal. La democracia de pactos. La derrota de la hiperinflación y las heridas sociales (1985-1993)

El resurgimiento de la democracia boliviana coincidió con el cenit de cuatro figuras mundiales que cambiaron la historia, Ronald Reagan (presidente de los eeuu, 1981-1989), Margaret Thatcher (primera ministra británica, 1979-1990), Juan Pablo ii (papa, 1978-2004) y Mijail Gorbachov (primer secretario del pc de la urss, 1985-1991). Un contexto histórico fundamental que representó el supuesto fin de las ideologías, el renacimiento liberal en el reino de la economía de mercado y la globalización bajo el denominativo de ‘neo’, el debilitamiento y colapso de la urss y todo el sistema socialista, el fin de la bipolaridad y de la

15 En junio de 2003 los autonomistas cruceños hicieron conocer una agenda denominada “Agenda de los 11 Puntos”: http://eju.tv/2013/10/santa-cruz-tuvo-su-agenda-la-autonoma- a-su-medida-qued-en-el-camino/ 266 bolivia en el siglo xxi

Guerra Fría. El liderazgo político estuvo entonces, como había ocurrido ininte- rrumpidamente desde 1943 en el mnr, con sus dos figuras centrales, Siles y sobre todo Paz Estenssoro. La renuncia de Siles a un año de su mandato reformuló el escenario del país y perfiló con claridad lo que serían los 18 años siguientes. El péndulo giraba de la izquierda a la derecha, pero siempre desde el centro político que fue el gran fiel de la balanza en cualquier democracia, incluso la boliviana, con la fragilidad de su clase media sustituida por el crecimiento impresionante de la urbanización. Si en 1980 el 56% de la población vivía en el área rural, en 2001, el 62% de la población vivía en ciudades.16 Tres partidos dominarían cla- ramente el escenario político entre 1985 y 2003, el mnr, adn y el mir. En el mnr, Siles acababa de dejar el escenario político y Paz E. se aprestaba a iniciar su última presidencia, a la vez que construía la imagen de su sucesor desde el gobierno, Sánchez de Lozada. Banzer, que había cimentado su caudillismo a partir de los siete años de su dictadura y que había creado un partido para defenderse del juicio de responsabilidades en su contra iniciado por Marcelo Quiroga Santa Cruz, sería un pivote inexcusable del sistema hasta 2001, y se llevó a la tumba a su partido. En el mir, tras la ruptura del partido como consecuencia de su paso por la udp, Paz Zamora se apropió del liderazgo partidario hasta la desaparición del mir en 2005. Es imprescindible detenerse en este momento –agosto-octubre de 1985– para entender la trama política de la democracia pactada. El terrible trauma de la debilidad parlamentaria de Siles marcó una premisa de oro, la gobernabilidad debía partir de la mayoría parlamentaria, lo que hizo girar el punto de apoyo de los partidos. El poder de convocatoria al viejo estilo movimientista, basado en la estructura clásica leninista de un partido, las células, la presencia en sindicatos, su base rural, fue progresivamente desapareciendo sustituida por una maquinaria electoral cada vez más cerca del mundo mediático que de las calles, hasta terminar como una superestructura aislada y conceptual de diseño de la política a través de encuestas, campañas multimedia y programas trabajados en gabinete sobre cifras y diseños macro en medio de abstracciones teóricas, tecnocráticas y pragmáticas. Si el Parlamento era el gran escenario del poder democrático que apuntalaba al Poder Ejecutivo, había que garantizar alianzas duraderas y mayorías sólidas en su seno. La primera alianza no fue construida para elegir al presidente sino para ga- rantizar su estabilidad. La razón era muy clara. Banzer, el exdictador consagrado ganador en las elecciones de 1985 a través de las urnas, no era entonces tan digerible como lo fue en 1997, estaba todavía fresca la sangre de la represión y muy activas las víctimas de la dictadura. Faltaban aún unos años para construir puentes sobre los ríos de sangre que habían sido citados con tanto fervor por el futuro presidente Paz Zamora en una de las campañas presidenciales. Por primera vez en la historia,

16 Datos del ine (1980) y cifras oficiales del censo de 2001. la construcción de un nuevo imaginario nacional 267 el segundo, Paz Estenssoro, que había ganado una elección por última vez en su vida 21 años antes, fue presidente por esa única y exclusiva circunstancia y con los votos de un mir que entonces no quiso formar parte del gobierno para no com- prometerse con la “derecha” y para bloquear al exdictador. Apenas cuatro años después, sus remilgos desaparecieron a la hora de recibir el voto del paria de esos días. Paz Estenssoro sabía que el juego requería de apuestas fuertes y apostó muy fuerte. El 29 de agosto de 1985 el país conoció el Decreto 21060 que marcó la ruta boliviana por 20 años. Con su característica voz arrastrada y el “pais” sin acento del hablar tarijeño, en una conferencia de prensa en febrero de 1986 cuando un periodista le preguntó sobre la duración de la coyuntura inaugurada por el citado decreto, respondió: “Si usted entiende por coyuntura 20 años, el Decreto 21060 es coyuntural”.17 El 18 de diciembre de 2005, 20 años y unos meses después, era elegido presidente, con el 54% de los votos, Evo Morales. El desafío era tan simple como incierto, derrotar la hiperinflación, estabilizar la economía y recuperar el aparato productivo. Por eso, el 21060 en puridad es ecléctico, como en general había sido ecléctico Paz Estenssoro a lo largo de su vida. Hay un Paz en 1952, un Paz en 1960, un Paz en 1971 y un Paz en 1985, y hay también un desvaído Paz, el menos recordable, en 1964. Una respuesta dis- tinta cada vez porque la historia le había hecho una pregunta distinta cada vez. El decreto ha sido reputado como el iniciador de la política neoliberal en Bolivia, una verdad a medias, como casi todas las lecturas exegéticas hechas por militantes ideológicos de esta parte de la historia reciente. La receta de choque para salir del agujero negro fue clásica en los elementos básicos, reforma monetaria con un ingrediente ingenioso que rompió el debate entre devaluación inflexible y fija, o la tercera opción de flotación de la moneda. La creación del bolsín, un meca- nismo de fijación de cambio supuestamente marcado por el mercado, pero en la práctica regulable con relativa discrecionalidad por el Banco Central, garantizó la estabilidad monetaria en el largo plazo. Se impuso también la libertad de precios, libertad de contratación, congelamiento del gasto (entre los que se encontraban los salarios, por supuesto). Por el lado de los ingresos, se convirtió a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (ypfb) en la vaca lechera de la economía estatal, aumentando significativamente el precio de los hidrocarburos y comiéndose prácticamente el 60% de sus ingresos líquidos y una reforma tributaria radical que acabó con 30 años de recaudaciones destinadas al paternalismo, la limosna y la ineficacia del ahorro.18

17 Conferencia de prensa del 22 de febrero de 1986, registrada en los archivos Mesa-Espinoza de la empresa Plano Medio. Un fragmento de esa respuesta se puede ver en el documental de Carlos D. Mesa Gisbert y Mario Espinoza, Paz Estenssoro: La política el arte de lo posible (2009) de la serie Bolivia Siglo xx. 18 Texto completo del Decreto Supremo 21060: http://www.lexivox.org/norms/BO-DS-21060. xhtml. 268 bolivia en el siglo xxi

Pero a la par, no es verdad que el decreto buscó el desmantelamiento del aparato estatal. La única víctima real fue la Corporación Boliviana de Fomento (cbf) que desapareció, comibol e ypfb fueron defendidos a capa y espada por el presidente y su partido, los únicos cambios en el caso de ypfb estaban referidos a una desconcentración administrativa y operativa. La estocada de muerte a la minería nacionalizada no la dio el 21060, sino el mercado de Londres que una mañana de octubre de 1985 amaneció con los precios del estaño sin cotización. De hecho, entonces el costo de producción por libra fina en comibol era varias veces mayor al precio de venta que antes de la crisis estaba en 2,50, lo que generó pérdidas acumuladas para el tgn de 650 millones de dólares.19 El desplome del precio internacional fue la gota que desbordó el vaso, y como siempre en estos casos, causante de un drama terrible en los Andes bolivianos. A la vuelta de unos meses, la empresa que contaba con casi 30.000 trabajadores echó a la calle a casi 23.000 bajo el eufemismo de “relocalización”. La marcha por la vida de agosto de 1986, que no se convirtió en una masacre por la sensatez de gobernantes y líderes marchistas, simbolizó el supuesto fin de la minería, que renacería 20 años después merced al desbordante apetito de materias primas de China y la India. Cabe aquí reconocer que en esos años la única propuesta genuinamente liberal en economía, con postulados clásicos vinculados a la denominada econo- mía social de mercado los trajo adn, de la mano de Eudoro Galindo, candidato vicepresidencial de Banzer en 1985. Parte de esos postulados se incluyeron en la redacción del 21060, por la vía de un militante liberal de recetario como Juan Cariaga, integrado al equipo de gobierno del mnr. Pero el éxito del 21060 dependía de la espalda política del gobierno, Paz no la tenía y apeló con su acostumbrado pragmatismo a Banzer. En octubre del 85, dos meses después de llegar al gobierno, el presidente y el líder de la oposición firmaron en el edificio del Congreso el llamado “Pacto por la Democracia”. “Vamos a meter las banderas de guerra en una caja de seguridad”, dijo el septuagenario presidente.20 Banzer actuó con sagacidad, era el comienzo de una viabilización política puesta en entredicho tras su derrota congresal en la elección presidencial. Dijo que no quería nada a cambio, pero bien que recibió unas cuantas corporaciones de fomento, el Lloyd Aéreo Boliviano (lab) y algunas reparticiones públicas más. El pacto, si bien tuvo una trascendencia política extraordinaria, comenzaba a marcar precios y compensaciones. La democracia de pactos, comenzó a ser también la democracia de cuotas, prebendas y reparto de espacios de poder, todavía de modo discreto. A partir de 1989 se perdió el pudor. El triángulo comenzaba a dibujarse. mnr y adn gobernaron juntos hasta febrero de 1989, cuando Gonzalo Sánchez de Lozada, que dijo tener “las manos atados” (como atado estaba su castellano), rompió el

19 Mesa, Mesa & Gisbert op. cit., 2016: 660. 20 Mesa & Espinoza, 2009, video citado. la construcción de un nuevo imaginario nacional 269 acuerdo de alianza y el compromiso sucesorio que supuestamente Paz E. y Banzer habían sellado, garantizando la presidencia del general retirado para 1989. Paz Estenssoro cumplió sus objetivos, apoyado por tecnócratas que pasaron por alto la nostalgia de la Revolución. La nueva política económica había sido escrita por el ala “modernizadora” del partido encarnada por el nuevo delfín (el primero en realidad en la vida política de Paz Estenssoro y por la única razón de que la edad hacía imposible su continuidad en la vida política) Sánchez de Lozada y un equipo de liberales de manual, más la sal y pimienta del jovencísimo Jeffrey Sachs, niño terrible de Harvard que tras la dramática experiencia boliviana descubrió que las recetas sin anestesia cuestan demasiado a la gente de a pie y cambió su discurso con el toque de deuda social y lucha contra la pobreza que tiñó a los organismos internacionales tras el tifón reaganiano de los 80.21 La dura batalla electoral de 1989 definió el liderazgo político del país de la década de los 90 con la consolidación del triángulo mnr, mir, adn y el liderazgo personalizado de Sánchez de Lozada, Banzer y Paz Zamora, que garantizó una hegemonía en la que la rotación en el gobierno no modificaba las estructuras íntimas del poder político, económico y social que no pudieron romper los dos grandes movimientos alternativos desde la óptica populista, condepa y Unión Cívica Solidaridad (ucs). La evolución electoral del trípode mnr-adn-mir sumados es como sigue:

1985 73,37% 1997 57,23% 1989 72,69% 2002 42,18%22 1993 56,61%

El centro en 1989 estaba absolutamente copado por los tres, la necesidad de un proyecto de modernización teóricamente neoliberal parecía claro y le tocaba al sucesor de Paz Estenssoro encararlo. Una previsión histórica que no fue pensada con ese objetivo permitió aplicar el sistema de voto indirecto que permitió a los partidos capturar el voto popular. En 1831, es decir, en la segunda Constitución, se colocó la previsión de que si ninguno de los candidatos obtenía la mayoría abso- luta de votos (en 1839, el artículo hacía referencia ya al voto directo) el Congreso

21 Parte de la “leyenda urbana” sobre el 21060 es que su gestor fue Sachs. En realidad los autores de la estructura del decreto fueron Sánchez de Lozada y Juan Careaga (que venía de filas de adn), junto a un equipo de técnicos bolivianos y argentinos (para el tema específico de la reforma tributaria). Una vez terminado el texto, Sachs lo conoció, dio opinión y algunas sugerencias complementarias. Testimonio de Francisco Muñoz, co-redactor de la parte tribu- taria del Decreto, al autor el 15 de diciembre de 2011 cuando verificaba datos para la nueva edición de su Historia de Bolivia. El origen, contenido, establecimiento, logros y repudio del Decreto 21060 se comenta adicionalmente en el presente libro, en el capítulo 3 de González Ortega. 22 Elaboración sobre la información de Mesa Gisbert op. cit., 2016: 163-251. 270 bolivia en el siglo xxi elegiría de entre los tres más votados. Esta previsión se aplicó por primera vez en 1873, cuando el Congreso eligió de entre Adolfo Ballivián, Casimiro Corral y Quintín Quevedo y ratificó al ganador por mayoría relativa, Ballivián.23 En 1985 ese fue el mecanismo por el que Paz Estenssoro llegó a la presidencia por cuarta vez y el que se usó en 1989 para que, por única vez en la historia, fuese el tercero, Paz Zamora, quien llegó al mando del país. El mecanismo se repitió en 1993, 1997 y 2002, pues ningún candidato había logrado la mayoría absoluta. Entre 1966 y 2005, en ocho elecciones presidenciales, ningún candidato logró el 50% más uno de los votos. Este método garantizó gobernabilidad y garantizó también que el trípode político copara el poder por 18 años. A la vez, se apoyó en un creciente camino de degradación de la administración del poder a través de prebendas y cuoteos, sujetó férreamente al Poder Legislativo, convirtiéndolo en un apéndice del Ejecutivo y por su intermedio garantizó, a pesar de la previsión constitucional del requerimiento de dos tercios para los nombramientos del Poder Judicial y los de las instituciones recaudadoras y grandes inversoras del Estado, el reparto de esos cargos, dado que las alianzas políticas de los tres con otros partidos menores garantizaban siempre los dos tercios requeridos en el Congreso. El surgimiento de tres nuevas fuerza políticas, condepa, ucs y nfr, que pudieron ser opciones alternativas al trípode del poder, no logró su objetivo. Dos de ellas, amparadas en un caudillismo de fuerte raigambre popular, Carlos Palenque y Max Fernández, Muertos sus jefes, terminaron desapareciendo. El único partido de los tres con posibilidades de una propuesta diferente a la llamada sistémica, condepa, fue copado a los pocos años por los partidos tradiciona- les, al integrarse a la alianza adn-mir en el segundo gobierno de Banzer. ucs, cuya inconsistencia ideológica era total, se sumó rápidamente a los gobiernos de turno, participando en el primer gobierno de Sánchez de Lozada, el segundo de Banzer, el de Quiroga y el segundo de Sánchez de Lozada, en un ejemplo de oportunismo y cooptación sin principios políticos de naturaleza alguna. nfr, a su vez, formó parte del segundo gobierno de Banzer y el segundo de Sánchez de Lozada. Ninguno de estos partidos aportó absolutamente nada al desarrollo de las ideas de los gobiernos que integraron y que marcaron el periodo 1993-2003. El factor de los enconos personales jugó un papel particular en esta histo- ria. Contra cualquier presunción, Banzer y Paz Zamora hicieron buenas migas, en principio en función de un interés político común, pero sobre todo como respuesta a la soberbia del “gringo”, como lo llamaba con toda intención Óscar Eid. Banzer encajó con mucho disgustó lo de “las manos atados” y no le perdonó jamás a Sánchez la ruptura de un compromiso que tenía con Paz E.24 Jaime Paz

23 Mesa Gisbert op. cit., 2016: 163-251. 24 Sánchez de Lozada convenció a Paz E., en 1988, de que su candidatura podía llevar a la victoria al mnr, siempre y cuando Paz incumpliera su compromiso (no escrito) de que su partido la construcción de un nuevo imaginario nacional 271 aprovechó la circunstancia y cruzó los ríos de sangre con los pantalones reman- gados hasta la pantorrilla. Banzer sorprendió al país cuando, en una conferencia desde el hotel Sheraton, comunicó que le daría sus votos al jefe del mir, que había sido preso político suyo tras el intento de 1974 en que el mir había tratado de derrocarlo, aliado a jóvenes oficiales como Gary Prado y Raúl López Leytón en el llamado “Tarapacazo”, en alusión al nombre del grupo de blindados que actuó en ese intento. La memoria de los presos, exiliados y muertos por la dictadura, no fue argumento suficiente ante la claridad de Paz Zamora y Eid por la toma del poder, “el poder lo es todo” fue la razón mayor entonces. Realmente lo fue. La movida pasó por una manipulación descarnada de una Corte Electoral controlada por los tres partidos. adn y mir hicieron el dos a uno y voltearon el triunfo de Sánchez en un par de diputaciones y senaturías claves. Eso marcó el nacimiento de un rencor de Sánchez de Lozada contra ambos. La cereza de la torta de este entuerto triangular fue la acusación contra Paz Zamora de que había mantenido vínculos con el narcotráfico. En 1994 se acusó al exmandatario de haber recibido financiamiento del supuesto narcotraficante Isaac Oso Chavarría. Paz Zamora estuvo convencido de que la acusación que le costó la visa a los eeuu y cuatro años de cárcel a Eid fue orquestada por el mnr (bajo la batuta de Carlos Sánchez Berzaín), en connivencia con la embajada estadounidense, entonces bajo el mando del embajador Robert Gelbard. Conocer esta tortuosa relación personal es im- prescindible para entender en buena medida el torpedeo sistemático que recibió el “Plan de Todos” (1993-1997) del mnr desde dentro del sistema político. Los tres jefes y sus tres partidos nunca entendieron que el destino de cualquiera de ellos individualmente era el destino de todos, que estaban dentro del mismo barco al que barrenaron de tal modo que cuando los movimientos populares contrarios al sistema llegaron para abordarlo, el agua casi lo había hundido desde dentro. El llamado “Acuerdo Patriótico” inauguró el nuevo modo de la democracia pactada, el reparto abierto de espacios de poder, de instituciones, de contratos de carreteras, de aquello que significaba el fortalecimiento de una élite que esta- bleció un control del Estado y permitió la consolidación de una joven burguesía alimentada por el gobierno como lo había estado la burguesía “chola” del mnr de los primeros años de la década de los 50. La palabra ‘cuoteo’ se convirtió en imprescindible para entender los mecanismos de manejo gubernamental. La idea de la “torta mil hojas” describía la conformación del Ejecutivo, cada ministerio se distribuía en los cargos importantes en la superposición de un adenista, un mirista, un adenista, un mirista… o a la inversa, pero siempre con el mismo resultado. Esto, obviamente, distorsionó el concepto de eficiencia, excelencia y méritos

apoyaría la candidatura de Banzer, acuerdo que había quedado implícito después de la firma del “Pacto por la Democracia” en 1985. En un recordado spot político, Sánchez afirmó que ya no tenía las “manos atados” [sic], al iniciar su campaña presidencial de 1989. 272 bolivia en el siglo xxi para acceder a cargos gubernamentales, ya que se trataba prácticamente de una lotería en la que lo importante era el color político alternado, no necesariamente la idoneidad. El gobierno de Paz Zamora fue una transición entre dos periodos del mnr. No pudo concretar el proceso de modernización que en su periodo se concebía como un camino al achicamiento del Estado y una privatización clásica, pura y dura. Su relación con Estados Unidos fue tortuosa a partir de acusaciones de vinculación de miembros de su gobierno con el narcotráfico, que acabaría en el escándalo del año 1994. Su administración, además de la consolidación de la estabilidad macroeconómica, diseñó una estrategia para el medio ambiente y la sostenibilidad. Es uno de los aportes mayores de esta gestión, la comprensión de que el desarrollo sostenible es un desafío fundamental. La aprobación de la Ley del Medio Ambiente (1992) recogía los elementos más avanzados conceptual y prácticamente existentes en el debate mundial. Allí se reconocía el rol protagónico de los indígenas en esa idea de desarrollo. Se creó también el Sistema Nacional de Áreas Protegidas que abarca 49 áreas y casi el 20% de la superficie del territorio nacional. Estas iniciativas políticas coincidieron con la Marcha por la Vida, el Territorio y la Dignidad, llevada a cabo por los pueblos indígenas de los llanos, que aparecieron por primera vez con voz propia en el escenario nacional. Querían dejar de ser ciudadanos de segunda o “bárbaros”,25 como los había definido el Estado prerevolucionario. A partir de esa marcha surgió un nuevo criterio que tendría consecuencias fundamentales en el tratamiento del tema de la tierra, la tierra comunitaria de origen, que Paz Zamora aceptó y legalizó mediante decretos y que sería integrada en la Ley inra en 1996, lo que redefinió el concepto de manejo y uso de la tierra y planteó con fuerza el debate sobre territorio y nación y marcó la idea de que en los llanos las superficies de otorgación se medían en miles de hectáreas (la tierra comunitaria de origen más grande titulada por el Estado, del pueblo guarayo, tiene una superficie superior a 1.151.222 hectáreas).26 Su gobierno comenzó a trabajar también en la idea del fortalecimiento de las instituciones democráticas, su mayor aporte fue la elección de una Corte Electoral independiente, intachable e integrada por personalidades del mayor prestigio. A partir de ese momento, las elecciones se convirtieron en el mayor emblema de transparencia de la democracia boliviana, quebrado tras la primera elección de Evo Morales Ayma en el año 2005. El desempeño macroeconómico en el periodo 1985-2003 muestra un creci- miento promedio del pib del 2,80%, lo que indica claramente que la economía boliviana apenas logró un crecimiento equivalente al promedio del aumento

25 Ese fue el término que usó el censo de 1900 cuando anotaba la cifra de indígenas de los llanos registrados entonces de modo aproximado. 26 http://www.territorioindigenaygobernanza.com/bov_06.html la construcción de un nuevo imaginario nacional 273 demográfico.­ La premisa de conseguir un crecimiento sostenido de entre 5 y 6% al año por un periodo de por lo menos una década estuvo muy lejos de alcanzar- se, y la consecuencia fue la imposibilidad de lograr resultados significativos en la lucha contra la pobreza y de conseguir que los pésimos indicadores sociales pudieran ser revertidos, aunque hay que destacar que en la década de los años 90 el crecimiento del pib tuvo un promedio de 4,01.27

Coca, informalidad y pobreza. La presión estadounidense, el nuevo poder sindical y la nueva versión de “los movimientos sociales” (1985-2003)

La pobreza del país, sus limitaciones estructurales, su dependencia crónica de producción de materias primas, su pequeño mercado interno, su adicción a la cooperación internacional (que recién pudo revertir la bonanza económica del periodo 2005-2015), su complicada situación geográfica, su pobre infraestructura de comunicaciones, su pésima educación y la realidad de una sociedad relativa- mente quebrada, eran demasiados lastres juntos como para que el paraíso liberal que recién se atisbaba pudiese funcionar en lo más importante, salir de la pobreza. Peor que eso, tras la hecatombe económica, estaba claro que la estabilización tenía inevitablemente que ir acompañada de exclusión, desempleo e informalidad económica. El negocio del narcotráfico que había nacido con fuerte impulso en el go- bierno de Banzer y sentado reales con García Meza, entraba en una fase nueva. Los relocalizados llegaron al Chapare (el propio Morales entre ellos) como mano de obra fresca y barata, más que barata, casi de esclavitud. Los primeros años de este proceso marcaron una fuerte relación de explotación de los narcotraficantes sobre los nuevos migrantes pisacoca y cultivadores de la hoja. En menos de una década el país estaba cultivando 50.300 hectáreas y produciendo 77.000 toneladas de coca al año (1990).28 Dada la naturaleza histórica de los movimientos popu- lares, muy pronto los nuevos habitantes del Chapare y productores de la hoja se organizaron en sindicatos bajo influencia de los mineros relocalizados que trasladaron sus prácticas sindicales y su sustento ideológico forjado en décadas. Eso ocurrió en la segunda mitad de los años 80. Al inicio de los años 90 tenían una estructura organizada y cada vez más poderosa. Para el primer gobierno de Sánchez de Lozada eran una fuerza de presión muy importante. Al despuntar el siglo xxi habían sustituido definitivamente con su poder a la vieja fuerza minera y estaban en condiciones de desestabilizar a cualquier gobierno, como de hecho

27 Carlos D. Mesa Gisbert, Breve Historia de las Políticas Públicas en Bolivia, 2016: 226-227. 28 Mesa, Mesa & Gisbert op. cit., 2012: 598. 274 bolivia en el siglo xxi lo hicieron con Banzer y Sánchez de Lozada. La aprobación de la ley 100829 en 1988, el instrumento más duro en contra de los cultivos y el narcotráfico, marcó el peso de la presión estadounidense y la naturaleza condicionada de las relaciones bilaterales. Entre la caída del Muro de Berlín y la de las torres en Nueva York, el primer enemigo de eeuu fue el narcotráfico. Bolivia pagó caro el estar en el círculo rojo de las prioridades de la gran potencia. Por eso, paradójicamente los gobiernos llamados neoliberales sufrieron presiones durísimas de Washington que el presidente Evo Morales, nacido de los sindicatos cocaleros, no sufrió ni remotamente,como presiones de regulación de la hoja de coca y lucha contra el narcotráfico. La ley estableció las áreas legales, de transición (con el objetivo de su desaparición) y las áreas ilegales. Marcó el principio inconstitucional de la presunción de culpabilidad en delitos de narcotráfico, creó las fiscalías especiales y los juicios abreviados, criminalizando toda la cadena. Si bien Bolivia aportó con las ideas de erradicación voluntaria (no aceptando el uso de químicos para la erradicación) y el desarrollo alternativo financiado por el Estado (y obviamente la ayuda estadounidense), el efecto de la ley fue doble, su dureza y la condición de Estados Unidos de dar o no el visto bueno a la aplicación de las políticas de lucha contra el narcotráfico y de aprobar o no nombramientos de autoridades encargadas del tema. Sin la insoportable asfixia de Estados Unidos a los gobiernos democrá- ticos del periodo 1985-2003, que los forzó a un imposible camino en una lucha absurda contra el narcotráfico y los obligó a acciones de represión desmesurada, sería probablemente imposible entender la llegada a la presidencia de Morales. A partir de una organización de defensa de intereses concretos, de un rela- cionamiento distinto con el narcotráfico, esto es la toma de control de una zona geográfica que había sido patrimonio de los delincuentes, se construyó un movi- miento cada vez más ideologizado, hasta su inserción en la formalidad política a través de la candidatura exitosa, en 1997, de Evo Morales a una diputación, desde su fuerte respaldo chapareño. Más allá de las consideraciones sociales que explican la masiva migración al Chapare y las estrategias de sobrevivencia, quedó siempre claro que más del 90% de la coca producida en esa región tenía como destino la fabricación de cocaína en sus diferentes formas. En la otra acera, la caída de la minería destruyó a la cob como instrumento poderoso y unitario, disolvió también el discurso político de orientación mar- xista clásica. La csutcb rompió con ese paradigma y reivindicó a los pueblos indígenas y su discurso más o menos radical como eje de sustentación. La infor- malización acelerada de la economía promovió la atomización de los grupos de presión popular. Por un lado, los cooperativistas mineros que a mediados de los 90 eran una fuerza de más de 50.000 trabajadores, por otro, los gremiales que reunían fundamentalmente a contrabandistas. Desde las demandas ciudadanas se

29 Ley 1008, texto: http://www.lexivox.org/norms/BO-L-1008.xhtml la construcción de un nuevo imaginario nacional 275 dio el surgimiento de las juntas vecinales como factores de poder con su núcleo más virulento en El Alto. Finalmente, en una posición fluctuante, estaban los transportistas que solían ser el factor decisivo en los momentos de mayor en- frentamiento entre sociedad y Estado. A diferencia de lo ocurrido hasta 1997, la atomización tuvo como característica la suma de presiones sobre los gobiernos, apelando a intereses específicos de grupo, frecuentemente contrapuestos entre sí y poco vinculados a premisas de bien común mayor, como objetivo de las deman- das o reivindicaciones. Esto hizo casi imposible una estrategia desde el Estado para lograr soluciones integrales y de fondo a los conflictos sociales cada vez más crecientes y desbocados.

Tercer momento. La madurez del nuevo modelo. Una fórmula de modernidad más allá del neoliberalismo (1993-1997)

Sánchez de Lozada, que llegó al gobierno en 1993 con un triunfo contundente en las urnas en el contexto del pluralismo partidario (35,6% de los votos),30 representó el momento estelar de la propuesta político-económica del modelo neoliberal inaugurado en el año de 1985.31 La definición reiterativa de esta gestión que a fuerza de repetirse se ha convertido en verdad es que su gobierno representó la quintaesencia del neoliberalismo. Como otras muchas falsificaciones conceptuales, esta es, cuando menos, insuficiente para explicar la complejidad de lo que se hizo. Hay que caracterizar primero la composición de quienes llegaron al poder. El primer rasgo es la elección del candidato vicepresidencial, Víctor Hugo Cárde- nas, un indígena aymara nacido políticamente en el Movimiento Revolucionario Túpac Katari (mrtk), el partido indígena campesinista que creó la csutcb y que propuso el discurso descolonizador como bandera programática (cf. capítulo 8 de Ishizaka). Cárdenas se sumó al gobierno por la naturaleza ideológica del “Plan de Todos” de Sánchez de Lozada al que contribuyó con sus ideas. Varios intelectuales y políticos que habían sido parte orgánica de la izquierda marxista, seducidos por la propuesta, contribuyeron con su participación activa dentro del gobierno, o como consultores y asesores. Llegaron desde el pcb, el pcml, el ps1, y en algunos casos desde la izquierda nacional. Intelectuales contestatarios de Santa Cruz formaron parte también del proceso. El ingreso del mbl al gobierno tuvo que ver con la naturaleza de la propuesta. El secreto del razonable éxito de la gestión fue la amalgama de estas inserciones (‘entrismo’ que se diría en los tiempos de la Revolución del 52) con los sectores más avanzados del empresariado local, que pensaban como el presidente en el

30 Mesa Gisbert op. cit., 2016: 208. 31 Yo no acepto el concepto de modelo neoliberal y no lo incluiré en mi texto. 276 bolivia en el siglo xxi supuesto inexcusable de que la modernización debía hacerse sobre la base de la realidad de una economía de mercado y un achicamiento del Estado, que debía pasar de ser administrador y planificador directo de la economía a ser regulador. La originalidad del plan estaba en la combinación de elementos con aportes creativos absolutamente propios e inéditos en el contexto continental y aún más allá. Los tres pilares del programa, la capitalización, la participación popular y la reforma educativa, explican perfectamente lo incorrecto de definir únicamente como neoliberal al gobierno. La capitalización respondía, en principio, a la de- manda de privatización y achicamiento estatal, pero se desarrolló con ingredientes imaginativos de gran trascendencia. La capitalización de cinco de las principales empresas estatales, ypfb, la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (entel), la Empresa Nacional de Electricidad (ende), la Empresa Nacional de Ferrocarriles (enfe) y el Lloyd Aéreo Boliviano (lab) –la única que quedó fuera del paquete fue la Empresa Nacional de Fundiciones (enaf)–, se hizo a través de una licitación internacional que adjudicaba las empresas en función de la mejor oferta económi- ca. Sobre la base del valor en libros de cada empresa, el ganador se adjudicaba el 50% más uno de propiedad de la empresa más el derecho de administración y la mayoría en el directorio. El otro 50% quedaba en un fideicomiso cuyos benefi- ciarios eran todos los bolivianos mayores de 21 años al 31 de diciembre de 1996, es decir que dejaba de ser propiedad estatal para ser propiedad de cada uno de los ciudadanos. El beneficio tangible para los bolivianos fue el Bonosol, un bono de alrededor de 250 dólares, pagable una vez por año a todos los mayores de 65 años hasta su muerte. Es importante subrayar que el Bonosol fue una de las primeras experiencias de bonos (transferencias condicionadas) que se llevó adelante en América Latina. Este mecanismo, muy popular en la región, logró importantes éxitos en la reducción de la pobreza y la inclusión, a pesar de la polémica sobre la idea del subsidio como respuesta no estructural a problemas estructurales.32 Generalmente se adjudica esta iniciativa a gobiernos denominados de izquierda, lo cual es incorrecto. En el periodo 1997-2003, el bono se pagó con el dinero obtenido de las utilidades de las empresas capitalizadas y una parte muy pequeña con dinero del tgn, lo que diferencia el Bonosol de los bonos subsidiados con dinero del presupuesto. El caso es que los 1.671,40 millones de dólares en fideicomiso que produjo el proceso de capitalización33 no se usaron para su pago, preservando así la casi totalidad de ese monto que fue luego parte del dinero que se usaría para recuperar a ypfb. La capitalización dejó un resultado polémico y contradictorio. Se cuestionó su

32 La diferencia entre ‘pobreza estructural’ y ‘pobreza coyuntural¿ y su relación con la gestión gubernamental de Evo Morales (2006-2016) se explica en el presente libro, en el capítulo 15 de González Ortega (ver, en especial, punto f). 33 Ver cuadro detallado en Mesa, Mesa & Gisbert op. cit., 2012: 652. la construcción de un nuevo imaginario nacional 277 transparencia, que aún está en entredicho, impidió la participación en el proceso del empresariado boliviano, fracasó rotundamente en el caso del Lloyd Aéreo Bo- liviano (lab), entre otras cosas porque fue el único proceso que no siguió la regla de oro de contar con varios proponentes, logró resultados aceptables en ferroca- rriles y electricidad y un éxito rotundo en telecomunicaciones. Pero el meollo del proceso eran los hidrocarburos, que terminaron por ser el detonante del estallido y caída final del sistema democrático apoyado en los tres grandes partidos. En este caso, lo positivo fue una inversión privada internacional superior a los 3.000 millones de dólares en exploración, explotación y comercialización de petróleo y gas en siete años, la certificación de reservas probadas de 27 trillones de pies cúbicos de gas natural y probables de 25 trillones,34 la construcción del gasoducto Bolivia-Brasil, la mayor inversión económica de la historia hasta ese momento y las exportación de gas a ese país (en 2006, se llegó a la meta de 30 millones de metros cúbicos por día). Lo negativo fue un proceso empañado por la acusación de que las empresas capitalizadoras aprovecharon el trabajo hecho por ypfb que ya conocía la existencia de megacampos, la división en campos antiguos y nuevos, liberando a los nuevos de una real carga impositiva, un mecanismo extremadamente liberal, con impuestos reales a favor de Bolivia y fluctuantes entre un 27% y un 31%, los más bajos de América Latina, y, finalmente, la entrega de toda la cadena a las empresas, incluyendo comercialización, exportación y fijación de precios. La lógica de un Estado más pequeño y alejado de la tarea de planificar y producir se complementó con la creación de las superintendencias en sistemas de regulación sectorial (telecomunicaciones, hidrocarburos, electricidad, transportes y aguas) y en el sistema financiero, sumando a la ya existente superintendencia de bancos, las pensiones y los seguros. Otro paso en la dirección de la privati- zación fue la reforma de pensiones, rompiendo la idea del sistema de reparto y entrando en el mecanismo del sistema individual de cuenta personal. Más allá de la evidente quiebra de las pensiones, particularmente los fondos complemen- tarios y la imposibilidad del Estado de seguir cargando el fardo (la relación de trabajadores activos y pasivos se había distorsionado totalmente), el costo de la reforma significó una carga sobre el Tesoro General de la Nación (tgn) que en determinado momento representó 4% del déficit fiscal total, un peso anual que el Estado asumió hipotecando varios años de déficit (en 2002 llegó a -8,83).35 Un peso que, sobre todo en el periodo 1999-2004, desestabilizó severamente al tgn. Pero lo que definirá al primer gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada, para la historia, es la Participación Popular. Uno de los mitos que las regiones,

34 Estas cifras fueron cuestionadas en 2009 tras un informe que sorpresivamente mencionó cifras mucho menores, apenas 9,9 tcf. Ver: http://www.ypfb.gob.bo/es/14-noticias/220-reservas- certificadas-de-gas-de-bolivia-suman-10-45-tcf.html 35 Mesa, Mesa & Gisbert op. cit., 2012: 744. 278 bolivia en el siglo xxi particularmente­ Santa Cruz, habían logrado posicionar en el país es que el centra- lismo secante del Estado jamás miró a las regiones y siempre benefició al centro (léase, La Paz). Ya la Revolución, siguiendo los lineamientos del Plan Bohan (1942)36 con la carretera Cochabamba-Santa Cruz, la inversión en los ingenios, la agroindustria y los procesos de colonización dirigida, demostró la vocación estatal de romper el cerco andino. La creación de las corporaciones de desarro- llo al principio de los 70 (Torres), con una gran expansión, sobre todo en Santa Cruz, en el primer gobierno de Banzer, ratificaron ese camino descentralizador. Pero la Ley de Participación Popular37 redefinió en su esencia el funcionamiento del país con la creación de municipios territorializados (311, entonces), con el fortalecimiento de hecho de la autonomía concebida en la democracia municipal que había sido recuperada a partir de las elecciones de 1987 y de modo contun- dente con la descentralización de recursos a partir de la entrega de fondos en función estricta de la población de cada municipio, estableciendo que el 20% de los recursos recaudados por el tgn pasaban automáticamente a las cuentas bancarias de los concejos municipales electos. Estos tenían plena potestad de decidir sobre esos recursos. Se incluyó la idea de un Consejo de Vigilancia con capacidad fiscalizadora que no logró los efectos deseados, pero que no disminu- yó un ápice el salto revolucionario que representó la Participación Popular. De hecho, la descentralización de recursos y la posibilidad legalmente estructurada de su fiscalización, colocó a Bolivia, a mediados de los 90, a la vanguardia en América Latina en procesos descentralizadores. Paralelamente, a través de la Ley de Descentralización se crearon los consejos departamentales que trabajaban con el prefecto y estaban conformados por un representante por cada provincia del departamento, mediante elección indirecta hecha por los concejos municipales. El tercer pilar, el de la Ley de Reforma Educativa,38 realizó una reformulación del curriculum a partir de una estructura horizontal de la enseñanza, la opción de incluir un sistema menos memorístico y más práctico, además de romper la educación teórica clásica y adaptar criterios de aprendizajes y destrezas manuales y productivas acordes con la combinación entre educación urbana y rural. Propuso también una participación más activa de los padres de familia en el proceso educa- tivo. El salto mayor de la reforma fue, sin duda, el de la inclusión de la educación intercultural y bilingüe. Esto permitió por primera vez que los niños de lengua materna aymara, quechua o guaraní, e incluso de lenguas con poblaciones muy pequeñas, aprendieran a leer y escribir en su lengua de origen para integrarse progresivamente a la enseñanza en castellano. Se trataba no sólo de una cuestión

36 El establecimiento del Plan Bohan (1942), sus implicaciones e implementación parcial por el Estado revolucionario de 1952 y, por ende, por el mnr y por otros gobiernos de la segunda mitad del siglo xx, son explicados en detalle en el capítulo 3 de González Ortega. 37 Texto de la ley: http://www.lexivox.org/norms/bo-l-1551.pdf 38 Texto de la ley: http://www.lexivox.org/norms/bo-l-1565.xhtml la construcción de un nuevo imaginario nacional 279 operativa para mejorar el aprendizaje, sino conceptual en la consideración de la diversidad y riqueza de culturas con otras lenguas y otras visiones de mundo dentro del mismo país. La modificación del decreto de reforma agraria, con la nueva Ley del Insti- tuto Nacional de Reforma Agraria (inra),39 incorporó el reconocimiento de las comunidades a partir de las Tierras Comunitarias de Origen (tco) en la tierras bajas y la tierras de comunidad en los Andes, estableció un régimen impositivo para la mediana y la gran propiedad (que no se aplicaba en ningún caso a la pequeña propiedad y al solar campesino) y la reversión de las tierras que no cumpliesen una función económica y social. Complementariamente, se crearon el seguro materno infantil, el de vejez y el de muerte, que en su segunda gestión se coronaría con la creación del Seguro Universal Materno Infantil (sumi). Estas acciones tienen que ver con dos cosas: la idea de asumir una responsabilidad social desde el Estado con medidas concretas y la aplicación de esas medidas en los rangos que el presupuesto y la situación económica general los permitieran. Todo este ambicioso proceso no podría entenderse sin la reforma a la Cons- titución propuesta en el gobierno de Paz Zamora (1989-1993) y aprobada en el gobierno de Sánchez de Lozada (1993-1997), que incluye en su artículo uno el concepto de que el país es multiétnico y pluricultural. Ambas ideas modificaron la concepción uniformizadora de la cultura y la visión de país que había impuesto la Revolución de 1952. Fue el reconocimiento de que muchas lenguas y muchas culturas certificaban la diversidad enriquecedora que permitía encarar la cultura, la lengua, la religión, la visión de mundo del otro en el marco del respeto, el re- conocimiento y la tolerancia. La construcción de esta filosofía permitía fortalecer el país a través de sus múltiples y diferentes expresiones humanas. Suele reducirse el avance de la Constitución Política del Estado (cpe) re- formada en 1994 al artículo 1 ya citado, lo que reduce de manera inaceptable el verdadero meollo del contenido transformador del texto que es, sin ninguna duda, un adelanto de lo que la Constitución de 2009 desarrollaría de modo amplio. Para entender estos alcances hay que remitirse al artículo 171, que es imprescindible transcribir en toda su extensión:

Artículo 171º.- Reconocimiento de derechos de pueblos indígenas i. Se reconocen, se respetan y protegen en el marco de la ley, los derechos sociales, económicos y culturales de los pueblos indígenas que habitan en el territorio nacional, especialmente los relativos a sus tierras comunitarias de origen, garantizando el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, a su identidad, valores, lenguas, costumbres e instituciones.

39 Texto: http://www.ine.gob.bo/indicadoresddhh/archivos/alimentacion/nal/Ley%20Nº%20 1715.pdf 280 bolivia en el siglo xxi

ii. El Estado reconoce la personalidad jurídica de las comunidades indígenas y campesinas y de las asociaciones y sindicatos campesinos. iii. Las autoridades naturales de las comunidades indígenas y campesinas podrán ejercer funciones de administración y aplicación de normas propias como solución alternativa de conflictos, en conformidad a sus costumbres y procedimientos, siempre que no sean contrarias a esta Constitución y las leyes. La ley compatibilizará estas funciones con las atribuciones de los Poderes del Estado.40

Paradójicamente, este avance extraordinario desde el punto de vista histórico se enfrentó a la crudeza del estallido de expresiones que habían sido frenadas por centurias y que al salir a la superficie, igual que ocurrió con la democracia cuando esta se practicaba desde la lógica de gobernantes pluralistas y tolerantes, produjeron un desborde total, excesos, radicalismo y el efecto inverso al buscado, una intolerancia que llevó al país a confrontaciones étnicas, regionales y políticas, repitiendo el círculo terrible de su propio pasado. Participación Popular, reforma educativa, Ley inra, Bonosol son producto directo de la capitalización, seguros populares, Reforma Constitucional. ¿Neo- liberales? Categóricamente no. Capitalización, sistema regulatorio, reforma de pensiones. ¿Neoliberales? Categóricamente sí. ¿Cómo establecer la definición de un régimen que llevó adelante un proceso de reformas y modernización hetero- doxo, que asumió inequívocamente la decisión de integrarse a una economía de mercado y a un proceso de achicamiento estatal, a la vez que dictó con lucidez leyes que iban en un camino de cambio hacia una mayor participación ciudadana y llevó adelante acciones de inversión social, alguna de las cuales fueron produc- to del propio proceso privatizador? El giro de la visión de identidad, cultura y culturas, el reconocimiento del mundo indígena y sus valores intrínsecos, a partir de la Constitución, la educación y la ley de tierras, está muy lejos de las premisas del neoliberalismo ortodoxo. La combinación de unos y otros elementos es lo que permitió la aplicación de un modelo que respondiera de manera pragmática a las demandas históricas del país en ese momento. ¿Por qué un paquete de reformas tan importante y profundo no sobrevivió ni siquiera diez años? En parte por quien lo hizo, en parte porque no se leyó ni resolvió adecuadamente algunos problemas de fondo (pobreza y confrontaciones étnico culturales seculares), en parte por la crisis internacional del liberalismo y una crisis económica internacional que afectó severamente a la economía boliviana a fines de los años 90, en buena parte por un sistemático torpedeo desde dentro de las esferas de poder, cada vez más ancladas en la reproducción de las élites que disfrutaron de sus privilegios tradicionales. El hecho es, sin embargo, que la

40 Constitución Política del Estado (2004), Dir. de Informaciones-Presidencia de la República, 83. la construcción de un nuevo imaginario nacional 281 burbuja­ de esperanza, las ilusiones de que se había logrado una propuesta de país de largo plazo, las premisas de crecimiento que presuponía la llegada de inversiones millonarias en un periodo muy corto (que fueron a sectores de intensa demanda de capital, pero baja generación de empleo), se frenaron brutalmente por la citada recesión internacional iniciada a fines de 1998. El promedio de crecimiento del pib de 4,5% en el periodo 1993-1998 cayó a un promedio del 2% en el periodo 1999-2003.41 Pero lo que es más grave, se perdió la magia muy rápidamente. De manera intencionada se redujo todo lo que representaba el gobierno de Sánchez de Lozada a la capitalización. La idea de que el país había sido enajenado, sus riquezas dilapidadas en función de los intereses transnacionales, prendió de modo tal que todo lo demás quedó olvidado o, peor, desconectado de su autor. El re- conocimiento de la Participación Popular, de los valores ideológicos culturales nuevos, aceptados por la mayoría como buenos o muy buenos, no se relacionó con el gobierno ni con el presidente saliente Sánchez de Lozada.

Cuarto momento. Degradación y fin de ciclo (1997-2003)

El empresario exitoso cuya mala pronunciación del castellano era celebrada incluso por los niños, el político directo y claro, el humor cáustico e inteligente, frecuen- temente cruel que marcaban un nuevo estilo en política en 1989, se convirtieron en verdaderas marcas de un millonario extranjerizante y poco cercano a los valores esenciales de Bolivia. El “gringo vende patria” que pensaba en inglés y apenas hablaba el castellano, el político soberbio que se había comprado su partido y que ofendía y humillaba gratuitamente a sus adversarios con notas de humor desa- gradables, eran en 2002 los rasgos de estilo que definían a un hombre que había envejecido, que había perdido carisma, que había sido engullido por un partido que no quería saber de independientes, viejos marxistas convertidos y empresarios que no se colocaran la camiseta rosada,42 La mutación acabó amargando no solo la imagen externa de la gestión de Sánchez de Lozada, sino la propia alma de las reformas de la década de los 90. El expresidente vivía entonces aislado y alejado de las calles y los ciudadanos que lo habían encumbrado en el gobierno en 1993. De ello se encargaron, Hugo Banzer, y Jorge Quiroga, la joven estrella del adenismo, descubierta por Paz Zamora en su gobierno. El razonamien- to para hacerlo era tan elemental como equivocado: “Nuestro poder está fuera

41 Carlos D. Mesa Gisbert op. cit., 2016: 226-227. 42 El rosado es el color del mnr. Una referencia muy extendida, pero no documentada, indica que cuando en 1956 se implementó por primera vez el voto universal, se requerían casi 800.000 papeletas de sufragio (cuando cada partido tenía una papeleta separada), una cantidad gigantesca para entonces. Se dice que la única provisión para tal demanda existente en plaza era el papel rosado, y que por esa razón se convirtió en el color oficial del mnr. 282 bolivia en el siglo xxi de discusión, lo que hay que garantizar es el control de largo plazo de ese poder en manos de adn y el mir”. Pero el control de ese poder por la pequeña élite que había armado el andamiaje de la democracia no estaba fuera de discusión, las crecientes arremetidas populares desde diferentes ángulos lo habían demostrado y lo ratificarían con consecuencias sangrientas y brutales en el periodo abril-octubre del año 2000, durante el tercer año del gobierno de Banzer. La estrategia de demolición de Sánchez de Lozada pareció sencilla y rentable, había que desacreditar la capitalización que era con ventaja la medida más impo- pular del anterior gobierno, y así se hizo, desde el presidente y el vicepresidente, pasando por varios ministros del gobierno, se descalificó el mecanismo escogido para la privatización, se cuestionó su transparencia y sus resultados. En la otra punta, el ministerio de Comercio Exterior, presidido por Carlos Saavedra, llevaba adelante la privatización de las refinerías de ypfb, por el mecanismo de venta del 100% de estas a la empresa brasileña Petrobras. Igual que en la gestión de Paz Zamora, la administración adn-mir no apor- tó ningún elemento significativo a las propuestas y acciones representadas por el Decreto 21060 y el Plan de Todos. En realidad, Banzer, durante su segundo mandato (1997-2001), tuvo que lidiar con una recesión económica muy grave que fue el elemento final para hundir su gobierno, el modelo económico y poner en vilo a la propia democracia. A esas alturas, la percepción general del país sobre el modelo era negativa, su desconfianza de los políticos total. El marbete de dictador no dejó nunca al presidente, mucho más con la detención de Augusto Pinochet en Londres y el recuerdo dramático de lo que había sido la Operación Cóndor en el Cono Sur, en la década de los 70, cuando los gobiernos de la región orga- nizaron un sistema de inteligencia común que intercambió detenidos, torturó y desapareció a muchos activistas de izquierda. La presión de la caldera siguió subiendo. La aparición en escena de Felipe Quispe, tras unos años de prisión por sus actividades terroristas como líder del grupo Ejército Guerrillero Túpac Katari (egtk), y entonces máximo ejecutivo de la csutcb, se sumó a las federaciones de cocaleros que habían copado el esce- nario del conflicto y habían desplazado totalmente a la cob y a la prácticamente extinguida Federación de Mineros. El detonante fue esta vez un tema referido a la presencia de empresas extran- jeras en el país. En septiembre de 1999 Banzer firmó el contrato de administra- ción del agua potable de Cochabamba con Aguas del Tunari, integrada por tres empresas extranjeras, una estadounidense (Bechtel), una italiana y una española, que controlaban el 80% de la empresa, y cuatro socios bolivianos, entre quienes estaba . En enero de 2000 la empresa incrementó las tarifas en casi un 100%. En abril, bajo el mando de la llamada “Coordinadora del Agua”, estalló un conflicto violento en la ciudad que dejó un saldo de cuatro muertos y medio centenar de heridos. El gobierno intentó aplicar un estado de sitio que la construcción de un nuevo imaginario nacional 283 fracasó por un motín policial que coincidió con el conflicto. La llamada “Guerra del Agua” terminó con la derrota del gobierno y la salida de Aguas del Tunari, a pesar del contrato existente.43 Era el ejemplo de una sintomatología cuya gravedad estaba a la vista, pero que parecía invisible para los administradores del poder. El razonamiento para justificar este creciente estado de anomia social se apoyaba en el argumento de que la justicia solo funcionaba para los ricos y que la idea de justicia para todos era un enunciado vacío y jamás aplicado en nuestra historia.44 La posesión de la Defensoría del Pueblo, el Tribunal Constitucional y el Consejo de la Judicatura, producto de la Reforma Constitucional de 1994, marcaron un paso adelante y un esfuerzo por lograr un comienzo de institucionalización en el Poder Judicial, pero no pudieron resolver un problema estructural centenario. Si el argumento de la exclusión, racismo y discriminación, todavía presentes en la sociedad boli- viana, era uno de los brazos que legitimaba la violencia popular, la falta de una administración de justicia mínimamente adecuada era el otro. La violencia se instaló en las calles junto a las grandes movilizaciones. Violen- cia que partía de la acción frecuentemente provocadora de los manifestantes, que más de una vez incluía el uso de la violencia en diversidad de formas y la respuesta cada vez más desmesurada de la represión estatal. La Policía fue sistemáticamente rebasada, cuando no se sumó a la sedición (el caso de los dos motines liderados por un mayor de Policía, David Vargas, que jamás fue juzgado y por si fuera poco fue elegido constituyente en 2005, es un ejemplo terrible de la patología social en la que cayó la sociedad boliviana). El Ejército en las calles se convirtió en moneda corriente. Soldados controlando el orden garantizaban muertes casi con seguridad. En el trasfondo estaba una guerra total contra el “neoliberalismo”, la globalización y el sistema de partidos instalados en los tres poderes del Estado. En septiembre y octubre de 2000, Felipe Quispe, al mando de la Confedera- ción de Campesinos, probó su fuerza con un aislamiento total de las ciudades de La Paz y El Alto, al que se sumó el bloqueo de carreteras hecho por los cocaleros

43 En 2016, la empresa local de capital estatal que tomó el control del agua en Cochabamba no sólo no ha mejorado los niveles tarifarios de cara al consumidor, sino que brinda servicios deficientes y no cumple con las obligaciones de expansión de los servicios acordes con el crecimiento urbano de Cochabamba y su área metropolitana. La función política de las lla- madas “Guerra del Agua” (2000), “Guerra del Gas” (2003), su prolongación en las extensas protestas del año 2005 y sus efectos socioeconómicos que culminaron con la presidencia de Carlos D. Mesa Gisbert (2003-2005) y, en 2005, con la elección de Evo Morales Ayma como presidente de Bolivia, son explicados en el capítulo 3 de González Ortega. 44 Para resolver este problema, la Constitución de 2009 estableció el voto universal y directo para todas las autoridades judiciales del país. En 2011 se llevó adelante ese mecanismo. La suma de votos nulos y blancos fue del 60%. La votación se validó igual. En octubre de 2014, el propio Presidente reconoció que la Justicia no funcionaba: http://eju.tv/2013/10/evo- critica-la-justicia-boliviana-y-reconoce-que-no-sabe-cmo-cambiarla/ 284 bolivia en el siglo xxi de Evo Morales que trabaron las comunicaciones del eje troncal del país que conecta al occidente con el oriente boliviano, pasando por Cochabamba. Los unos con un pliego de 71 puntos, los otros con el pedido de la suspensión de la erradicación de la hoja de coca. Por más de tres semanas el país estuvo paraliza- do con serios daños a su economía exportadora y con un estrangulamiento que desabasteció dramáticamente la sede de gobierno. Fue el momento estelar del discurso sobre las dos Bolivias45 hecho por Quispe, el del colonialismo interno, el racismo y la discriminación. Fue la base para asentar la línea contestataria que adoptó Morales en su exitosa candidatura presidencial de 2005. La espiral de descrédito del presidente Banzer había llegado a puntos críticos. En el último año de su gobierno (2001), el nivel de aprobación promedio del mandatario era de 17% y el de desaprobación de 79%.46 El cáncer que lo obligó a renunciar evitó un desenlace imprevisible en la democracia en ese momento. La renuncia de Banzer y el ascenso a la presidencia de Jorge Quiroga marcó un paréntesis en la espiral de descomposición de la sociedad boliviana (que no impidió que la suma de conflictos que tuvo que enfrentar dejase un saldo de 14 muertos en su gestión) y generó un espejismo en la clase media. Jorge Quiroga era un representante, por fin, de una generación de recambio que terminaba con la gerontocracia que había dominado la política boliviana desde 1982. La gente notó y aplaudió el cambio y por momentos dio la impresión de que el nacimien- to de ese nuevo liderazgo tomaba la posta del proceso modernizador dentro del sistema. Pero su mayor desafío de gestión, el tema de la exportación de gas boli- viano al Pacífico, terminó en una confusión a la que el gobierno contribuyó. La posición de las transnacionales, el interés de Chile de contar con gas boliviano y la supuesta lógica económica presionaban diciendo que la única posibilidad de exportar el gas era por un puerto chileno. Quiroga compró la idea rápidamente, pero trató de sacar ventajas para Bolivia y coqueteó con Perú dando a entender que estudiaría la viabilidad de una salida del gas boliviano por un puerto peruano, cosa que no estaba en sus planes. Quiroga heredó una negociación del presidente chileno Ricardo Lagos con Banzer, que buscaba garantizar la inversión en un puerto chileno con ventajas impositivas y administrativas para Bolivia, pero sin soberanía. Se llegó inclusive a redactar un non paper bilateral (expresión de in- tención de las partes sin poder jurídico exigible). El saldo fue una señal equívoca a Perú, un mensaje incorrecto a la opinión pública y una negociación por debajo de la mesa que entramparía dramáticamente a Sánchez de Lozada.

45 El tópico político y literario sobre “las dos Bolivias” ha sido estudiado en el capítulo 3 de González Ortega, nota 7. 46 La empresa ipsos comenzó a hacer encuestas sobre aprobación y desaprobación de autoridades de gobierno, oposición, Parlamento y otras instituciones a partir del último año de gobierno de Hugo Banzer (2000-2001). Esas encuestas continuaban realizándose periódicamente en 2016. la construcción de un nuevo imaginario nacional 285

Jorge Quiroga entregó el mando seguro de que se había apropiado del cen- tro y de que una vez terminado el mandato de su sucesor, su presidencia estaba asegurada. Una vez más los terribles acontecimientos del año 2000 habían sido leídos equivocadamente. La elección de 2002 preanunció la hecatombe que llega- ría. Dos candidatos se empeñaron en negar la realidad y forzar las cosas. Sánchez de Lozada y Paz Zamora representaban el pasado, una generación superada a la que Quiroga le había puesto la puntilla y representaban, sobre todo, un sistema repudiado con violencia en las calles. Paz Zamora no tenía siquiera una obra que defender. Sanchez de Lozada matizó su deseo de reproducir el poder con la teoría de que quería reconducir el camino de sus reformas que sus sucesores habían fre- nado, desviado o simplemente desbarrancado. Pero la realidad del personaje era otra muy distinta a la del año de 1993. La mayoría de la población lo repudiaba, sus reformas habían sido mediatizadas por la capitalización, y esta satanizada de manera emocional y profunda en la gente. Sánchez de Lozada era ya un hombre de más de 70 años, con las cargas de un carácter endurecido en sus posiciones, poco flexible y poco proclive a entender que el clima social del país se había deteriorado gravemente. Se había producido un renacimiento de las posiciones radicales de izquierda, el indigenismo, el neoestatismo y las corrientes internacionales, que a través de varias ong47 alimentaron la lucha contra el sistema. Con una lógica de confrontación más dura con sus rivales y la idea de un gobierno de partido, lejos de la participación de independientes que había carac- terizado su anterior gestión, Sánchez de Lozada encaró una campaña cuyas dos ofertas más importantes eran un programa de obras con empleos para vencer la recesión y una imagen de renovación con mi candidatura vicepresidencial y la tarea de la lucha contra la corrupción.48 Dos candidaturas flanqueaban el proyecto político de Sánchez de Lozada (mnr), la continuidad del sistema por la vía de la renovación generacional y la idea de la eficiencia encarnada en Manfred Reyes Villa (nfr), el gran favorito, y la línea dura antisistema encarnada por Evo Mora- les, apañado en el Movimiento Al Socialismo (mas), una organización variopinta con la inclusión de sectores intelectuales de raíz marxista, indigenistas radicales, nacionalistas que habían transitado por condepa y el propio mnr, aunque con un eje imprescindible en los sindicatos cocaleros, la verdadera razón de su éxito y su fuerza políticas. En el año 2002, una campaña científicamente desarrollada, durísima en su confrontación con Reyes Villa y muy sugestiva en el impulso de última hora de la

47 Muchas de esas ong que alentaron y respaldaron a Morales y su movimiento político fueron cuestionadas, limitadas en su acción, cuando no bloqueadas en su trabajo durante la larga gestión gubernamental de Morales. 48 Sobre las razones que explican mi decisión de aceptar ser candidato presidencial de Gonzalo Sánchez de Lozada, ver mi libro Presidencia Sitiada, 2013: 31-41. 286 bolivia en el siglo xxi candidatura de Morales a través de una torpe declaración del embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha,49 llevó a Sánchez de Lozada a un triunfo que parecía imposible: 22,46% para el ganador, 20,94% para Evo Morales y 20,91% para Reyes Villa (¡721 votos de diferencia! entre el segundo y el tercero, casi inverosímil).50 Vale la pena subrayar aquí, que si Morales no era segundo, Sánchez jamás hubiese sido elegido presidente, pues todos los partidos en el Congreso adelantaron que su voto sería por Reyes Villa si este obtenía el segundo lugar, dado que Morales era todavía el símbolo del sindicalista radical vinculado con la coca destinada al narcotráfico. Si algo hubo de nefasto en este momento político, fue la actitud ya citada del embajador Rocha de los Estados Unidos, cuya ingerencia en asuntos internos de Bolivia fue descarnada, no sólo por sus amenazas si Morales era elegido, sino por su intervención en la forzada alianza mnr-mir que en ningún caso hubiese sido posible, dados los enconos personales entre Paz Zamora y Sánchez de Lozada. Fue la presión de Rocha que advirtió a Paz Zamora sobre la fragilidad de su visa, que le había sido retirada en 1996 y devuelta tras una difícil gestión. En un acto más bien sombrío, Paz Zamora y Sánchez de Lozada firmaron el acuerdo de alianza en el que el jefe mirista acuñó otra frase memorable: “Qué difícil es amar a Bolivia”. El único pegatodo posible para tal acuerdo, como en el pasado, fue una distribución del poder que forzó a Sánchez a archivar su ambicioso proyecto de reforma del Ejecutivo que había reducido en 1993 los ministerios a solo diez, para volver a 18 exclusivamente por la presión de cargos. El control político del gobierno lo tomaron Carlos Sánchez Berzaín del mnr y Óscar Eid del mir. A pesar de los esfuerzos de las partes, la relación personal del presidente y su aliado nunca fueron buenas y estuvieron siempre cargadas de segundas intenciones. El escenario político había sufrido un cambio dramático que sería una más de las razones para el desastre de la gestión. El trípode de poder que hizo posible el modelo había perdido una pata. adn, con la candidatura de Ronald MacLean abandonado a su suerte por el presidente Quiroga y jefe de un partido del que quería desembarazarse lo antes posible, logró apenas el 3,4% de los votos. nfr no jugó el papel de opción de transformación al buscar una distancia tenue del gobierno, y el mas apareció como el gran contestatario dentro y fuera del Con- greso, dispuesto a la guerra total. La lógica gubernamental no apreció la gravedad del momento democrático y pretendió desarrollar una estrategia convencional de política pública, cuando ya las bases del edificio estaban totalmente debilitadas.

49 Rocha, a menos de una semana del día de las elecciones, advirtió: “El electorado boliviano debe considerar las consecuencias de escoger líderes de alguna manera conectados con el narcotráfico y el terrorismo”. Ver la cita en: http://bolivia-usa.org/index.php?option=com_co ntent&view=article&id=80&Itemid=80&lang=es&limitstart=1. 50 Carlos D. Mesa Gisbert op. cit., 2016: 215. la construcción de un nuevo imaginario nacional 287

La reposición del Bonosol y la ampliación del Seguro Universal Materno Infantil (sumi) no lograron su objetivo. Sánchez de Lozada nunca pudo superar el 46% de respaldo con el que llegó al gobierno en agosto de 2002. En enero de 2003, Evo Morales comenzó el ataque con un bloqueo de la carretera Cochabamba-Santa Cruz sin motivo alguno, por pura estrategia de confrontación, después de haber sostenido cinco reuniones estériles que se hicieron por iniciativa del presidente. Si en el año 2006 Morales decidió arbitrariamente ampliar la superficie permitida de cultivos de 12.000 a 20.000 hectáreas, sin mayores consecuencias, en 2002 Estados Unidos bloqueó a Sánchez de Lozada toda posibilidad de negociar la autorización de un cato (media hectárea) por familia en el Chapare. El gobierno quedó atenazado entre los cocaleros y Estados Unidos y además pagando el costo de la acusación popular de proimperialista. Internamente, la lógica del poder no cambio. Los espacios del gobierno, el manejo de contratos, la distribución de cargos entre los militantes de los partidos de gobierno, la expulsión de funcionarios del anterior gobierno, el intento de invadir los espacios institucionalizados que se habían logrado en los gobiernos de Banzer y Quiroga, complicaron mi gestión vicepresidencial que se vio asedia- da por la cooperación internacional, que expresaba su disgusto por ese asalto, y por las jefaturas políticas de la coalición, que querían entrar sin restricciones al mejor de los cargos. A fin de enero del año 2003, Evo Morales había logrado su objetivo, la aceptación del presidente había caído a 29%, el Ejecutivo cargaba en la espalda 11 muertos como producto del esfuerzo por desbloquear las carreteras. El clima violento se había reinstalado y la breve tregua había desaparecido. El 9 de febrero, el gobierno metió la cabeza en la soga: el proyecto de un impuesto de 12,5% al salario que afectaba a quienes ganaban más de dos salarios mínimos (880 bolivianos) y que solo concernía a apenas un 8% a 10% de la población eco- nómicamente activa, dio la impresión de que arremetería contra los más pobres. La Policía aprovechó la circunstancia y se volvió a amotinar. La hecatombe llegó al corazón del poder, la plaza Murillo de La Paz. El saldo de dos días de guerra fue de 30 muertos, varias ciudades quedaron a merced del vandalismo y a una lectura unidireccional de lo ocurrido. Toda la responsabilidad al gobierno, ninguna a quienes protagonizaron un hecho sedicioso tipificado por la Constitución, los amotinados en el Grupo Especial de Seguridad. A esas alturas toda legitimidad se había perdido, los partidos políticos, el go- bierno, el presidente, el sistema democrático, la justicia repartida en parcelas, el Congreso como caja de resonancia del Palacio de Gobierno.51 Lo que vino entre febrero y octubre de 2003 fue la ruta al desastre de un barco a la deriva, con un presidente que había entrado en una suerte de autismo político en un aislamiento físico de las calles, de un efecto psicológico devastador. Fue una competencia de

51 Nada que el gobierno de Morales no reprodujera exactamente en su gestión. 288 bolivia en el siglo xxi ceguera con algunos puntos muy ilustrativos. Manejo irregular de contratos ca- rreteros en Tarija que la Secretaría de Lucha Anticorrupción52 puso en evidencia y le costó el cargo al ministro de Desarrollo Económico, los reclutas cultivando gratuitamente una exótica planta llamada macororó en una propiedad privada, lo que marcó la ruptura interna entre presidente y vicepresidente (cargo ocupado entonces por mí) ante la negativa de Sánchez de Lozada de destituir al ministro de Defensa Freddy Teodovich, pedida por un documento de investigación de la Secretaría Anticorrupción, el frustrado cuoteo de la Corte Suprema por la impo- sibilidad de lograr los dos tercios y, lamentablemente, la imposibilidad de frenar el cuoteo del Tribunal Constitucional, cuya labor desestabilizadora en el periodo 2003-2005 fue muy evidente. Para rematar los desaciertos, el presidente bloqueó personalmente la reelec- ción de la Defensora del Pueblo Ana María Romero, de popular e impecable gestión, a pesar de que hasta su propio partido había llegado al convencimiento de que era más inteligente la ratificación de la funcionaria. La crisis final estalló el 20 de septiembre de 2003. La mecha se prendió en Warisata, en el operativo de rescate de turistas extranjeros varados en Sorata por acción de bloqueos protagonizados por sectores afines al liderazgo de la csutcb. Nuevamente, nada ocurrió por acaso. Como años después reconoció públicamente Felipe Quispe,53 la emboscada a la caravana policial-militar de rescate en Warisata estaba planificada y los campesinos y normalistas que la hicieron estaban armados. El resultado trágico de cuatro muertos, entre ellos una niña, desató la espiral que terminó el 17 de octubre con un saldo de 67 muertes, 65 civiles y dos militares. Sánchez de Lozada no tuvo otro camino que renunciar a la presidencia el 17 de octubre de 2003. La coordinación de los movimientos populares fue la de una red altamente eficiente y fuertemente interconectada. csutcb, federaciones de cocaleros del trópico, juntas vecinales de El Alto, armaron el centro de la trama a la que se fueron sumando transportistas, centrales departamentales y central obrera, rematando la clase media encabezada por Ana María Romero. La bandera unificadora fue trabajada sobre consignas que prendieron muy rápidamente. El centro argumental de la conmoción era la negativa de vender el gas a Chile, línea que se fue radicalizando hasta el pedido de no vender el gas boliviano a nadie. A este planteamiento se sumó la demanda de convocar a un referendo vinculante sobre el gas. La exigencia de una Asamblea Constituyente fue también tomando

52 Mi gestión vicepresidencial creó el 12 de agosto de 2002 la Secretaría de Lucha Contra la Co- rrupción, a cargo de la periodista Lupe Cajías. En algo más de un año de gestión, la Secretaría hizo conocer al país 13 informes sobre el tema, producto de investigaciones realizadas por esta oficina. Varios de ellos dejaron como saldo destitución de autoridades, inicio de procesos a cargo del Poder Judicial que culminaron en prisión para implicados en casos de corrupción. 53 Declaraciones de Felipe Quispe a la prensa boliviana sobre el tema: http://eju.tv/2013/08/ el-mallku-revela-que-fall-una-emboscada-para-matar-a-snchez-berzan/ la construcción de un nuevo imaginario nacional 289 cuerpo a partir de elementos que se estrellasen contra un presidente que, se sabía, no estaba dispuesto a ceder en estos temas y que afirmaba que había sido elegido para tomar decisiones y no para poner a consideración de la calle las políticas de Estado, que eran de su responsabilidad. A medida que las posiciones de las partes se endurecían y que el gobierno tomaba la decisión de ganar la confrontación en la calle, por la vía de la represión, el camino de una salida negociada se rompió. Ambas partes tomaron la decisión de ir al todo o nada. Desde las calles las acciones se tradujeron en el estrangulamiento total de La Paz, impidiendo entrada de alimentos y combustible. Para el 10 de octubre de 2003 la ciudad estaba exhausta. Las acciones violentas de los manifes- tantes se tradujeron en la destrucción de pasarelas que bloquearon las avenidas, contenedores esparcidos en la autopista La Paz-El Alto, incendio y explosión de una gasolinera con dos víctimas fatales y manifestaciones masivas en la ciudad de La Paz, estos fueron los instrumentos de lucha. La respuesta liderada por el ministro de Defensa Carlos Sánchez Berzaín –tras el decreto del 11 de octubre que ordenó a las ffaa el restablecimiento del orden público que la Policía había perdido– fue contundente y violenta. El operativo de abastecimiento de combustible con un convoy de camiones cisternas escoltado por tanques terminó con 27 muertes el domingo 12 de octubre. A partir de ese momento, lo que se vivió fue la agonía de un régimen que entonces tenía el 83% de repudio ciudadano, con su pico más alto en la ciudad de El Alto, con 90%, y solo el 10% de aprobación, con su pico más bajo también en El Alto, con solo el 4% de aprobación.54 Era un final terrible para una experiencia política en la que el pueblo boliviano había depositado tantas esperanzas un 10 de octubre, 21 años antes. Trágico para un hombre que había conducido el mayor esfuerzo de modernización desde la Revolución de 1952 y para un sistema de partidos que en algún momento habían representado lo mejor de sus respectivas generaciones, el mnr en 1952 y el mir en 1982. Cuando millares de manifestantes invadieron La Paz para exigir la renuncia de Sánchez de Lozada en los términos más implacables, ya el castillo estaba incendiado y semidestrui- do por dentro, las peleas intestinas de los señores del Palacio habían debilitado sus bases y abierto las puertas para la entrada de quienes, desde el discurso de la extrema pobreza, la exclusión y la sistemática explotación, se sentían con todo el derecho del mundo de destruir la vieja edificación para construir una nueva a su imagen y semejanza. Las crisis sucesivas con su fuerte ingrediente de violencia a partir de 2000 estaban mostrando una sociedad que perdía sus referentes básicos de convivencia. Era un problema de Estado que no se resolvía, como de hecho no se resolvió, con los sucesivos cambios de gobierno, porque la solución no estaba en el nombre del presidente. Algo que la mayoría de los líderes políticos y sociales se negaron

54 Datos de ipsos referidos al mes de octubre de 2003. 290 bolivia en el siglo xxi a entender y a resolver es que, independientemente de las propuestas ideológicas en economía y en política, más allá del indigenismo, de la confrontación étnica y regional, de las autonomías o el centralismo, más allá de estatismo o privatización, lo que estaba gravemente quebrado era el pacto social esencial entre ciudadanos y Estado; el pacto que permite la existencia de una nación en términos de respeto y tolerancia, lo que permite la existencia de un Estado de derecho aceptado y prac- ticado, cuando menos por una significativa mayoría. Se había perdido totalmente la idea de que solo la existencia de una ciudadanía real que implica el beneficio de los derechos, pero también la responsabilidad de los deberes, permite la exis- tencia de una sociedad sana. La convocatoria a la Asamblea Constituyente tenía esos objetivos, pero siempre y cuando se hiciese en los términos de un genuino pluralismo y no reprodujese las prácticas políticas del pasado, el control de su funcionamiento desde el Poder Ejecutivo y la distribución del voto en parcelas de partido, controladas desde la cúpula y ajenas a la decisión de los constituyen- tes elegidos. Esa herida profunda de la sociedad boliviana es la que acompañó el desenlace de una crisis que destruyó un sistema y una estructura de partidos, pero que no pudo re-atar los lazos centrales de la vinculación que justifica a todos los bolivianos convivir bajo los colores de una sola bandera.

La democracia de 1982-2003. El lugar que le corresponde

La comprensión integral del proceso político 1982-2003 (el periodo 2003-2006, la parte más importante del cual me tocó presidir, se encargarán de juzgarlo quienes, distanciados del protagonismo puedan hacerlo con serenidad) obliga a reformular etiquetas, palabras escogidas para tipificarlo y lugares comunes. El 10 de octubre de 1982 fue una de las fechas más importantes de la historia de Bolivia en el último siglo, junto a las fechas de la Revolución de 1952 y del ascenso de Evo Morales al poder el 22 de enero de 2006. En estas páginas he buscado demostrar que, con sus luces y sombras, este periodo de la historia es imprescindible para comprender los avances de la sociedad boliviana en la lucha por la igualdad, el fin de la exclusión, la discriminación y el racismo y en una estrategia real de lucha contra la pobreza. El gobierno de Morales, en mi opinión, es tributario directo de los cambios fundamentales de esta etapa (1982-2003), la recuperación real de la democracia, la estabilización económica después de la peor crisis de la historia republicana, las reformas estructurales que permitieron un camino a las autono- mías, a la fortaleza de los derechos indígenas, al reconocimiento de su rol en la sociedad boliviana y a un compromiso explícito del Estado con las tareas sociales, cuya deuda histórica fue claramente reconocida en ese periodo. Darle a la democracia anterior a 2006 el reconocimiento que se merece (por- que la crítica a sus deficiencias ha sido reiterada hasta la saciedad en el periodo la construcción de un nuevo imaginario nacional 291

2006-2016) es imprescindible para resituar en la historia un momento crucial en la agregación cualitativa iniciada en la Revolución de 1952. Esta revisión per- mitirá colocar en una dimensión más equilibrada y mesurada el papel, sin duda importantísimo, del gobierno del mas cuyas bases están ancladas sobre todo en el periodo 1993-1997.

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12 El Estado Plurinacional en Bolivia y su simbología

Claudia Arce / Yuri F. Tórrez

Introducción1

El retrato que contiene la imagen de Víctor Paz Estensoro –ícono inconfundible de la historia política contemporánea que representa al proceso revolucionario nacionalista emergente de la irrupción popular del 9 de abril de 1952 y, a la vez, a la política económica de corte neoliberal implementada en 1985– en un almanaque Bristol que se solía colocar en los tiempos del Movimiento Nacionalista Revolucio- nario (mnr)2 ha sido retirado de la pared de una casa rural para ser reemplazado por otro, esta vez, con la imagen de Evo Morales acompañado por el líder de las luchas indígenas anticoloniales, Túpac Katari. De la misma manera sucede en las reparticiones estatales, donde los funcionarios públicos colocan las imágenes de Morales junto a las del insurgente líder y su esposa Bartolina Sisa, y más alejados, los retratos de los denominados “Padres de la Patria”: Simón Bolívar y Antonio José de Sucre. En la actualidad, la presencia de ponchos (rojos o verdes) o polleras en las oficinas públicas; el ondear de wiphalas (bandera, símbolo de los pueblos indígenas), muchas veces a la par de otros símbolos nacionales que devienen del pasado republicano y nacionalista en varios actos promovidos particularmente

1 El presente artículo recoge algunos hallazgos de la investigación: Construcción simbólica del Estado Plurinacional: Imaginarios políticos, discursos, rituales, símbolos, calendarios y celebraciones cívicas/festivas (2010-2013) auspiciada por el Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (pieb). En este equipo de investigación participan en calidad de asistentes de investigación Liz Mendoza y Efraín Gómez. 2 En los capítulos 2 y 3 del presente volumen, González Ortega examina el importante rol po- lítico desempeñado por Víctor Paz Estenssoro en tanto figura política y en tanto co-fundador y dirigente del mnr, el partido político más importante de Bolivia en el siglo xx.

[295] 296 bolivia en el siglo xxi desde las esferas estatales; la institucionalización de fiestas originarias con sentido mítico como los solsticios, son apenas algunos ejemplos ilustrativos de los nuevos enunciados simbólicos y estéticos que trascienden la propia metáfora o fisonomía para convertirse en parte (inexcusable) del nuevo imaginario del Estado Plurina- cional. En este contexto, el presente capítulo desentraña las pulsaciones en torno a la definición del sentido de lo plurinacional desde las mismas estructuras estatales para examinar las sinuosidades que plantea este nuevo ordenamiento simbólico. Se trata, pues, de estudiar la construcción simbólica del Estado Plurinacional como parte de una preocupación insoslayable y colateral en referencia a aquellos ima- ginarios que devienen tanto de la narrativa de mediana duración del Nacionalismo Revolucionario (nr), en que se configuró una “comunidad imaginaria” (Anderson, 1983) cívica cimentada en torno al mestizaje, como de aquella narrativa de larga duración derivada de la misma constitución de Bolivia como República en 1824. En este artículo se analiza, en primer lugar, la forma en que históricamente se fue decantando el discurso de la plurinacionalidad en el horizonte largo que se remonta a las luchas indígenas anticoloniales, en el horizonte de mediana duración que se extiende a la impronta del katarismo en la década de los años 70 y, final- mente, en el horizonte corto en el curso del debate de la Asamblea Constituyente (2007), donde se instaló la propuesta de las organizaciones indígenas-campesinas para proyectar el Estado Plurinacional. En segundo lugar se examinan las fiestas cívicas que, por su propia naturaleza, tienen su referencia en el pasado republicano y, en consecuencia, sus alegorías y sus rituales expresados en la celebración del 6 de agosto (aniversario de la independencia de Bolivia) y en los distintos bicente- narios locales (Chuquisaca, La Paz y Cochabamba, particularmente) que se van reproduciendo con sus propias narrativas y héroes/heroínas. En tercer lugar se aborda las fiestas ancestrales, que adquieren una relevancia significativa porque están orientadas básicamente a recuperar las identidades étnicas, a través de un proceso de reconstrucción simbólica que apunta estratégicamente a visibilizar la diversidad cultural como un elemento constitutivo del Estado Plurinacional. En este contexto también se estudia a Tiwanaku –similar a lo que ocurrió en el curso del nacionalismo revolucionario–, escogido por las instancias estatales para promover las principales celebraciones de posesión presidencial o los solsticios; de allí que estas ruinas se constituyan en el lugar mítico para el origen del nuevo orden estatal, en este caso específico, para el Estado Plurinacional. Asimismo, se examina la dimensión simbólica del Estado Plurinacional, para ello se da cuenta de la significación histórica e inclusive mítica que ha adquirido el líder indígena de las luchas anticoloniales, Túpac Katari, para el discurso estatal (cf. en el presente capítulo, nota 3, y capítulo 15 de González Ortega, nota 12). En este sentido, la alusión a este héroe junto a su esposa Bartolina Sisa es para darle una referencia de larga duración que luego se erige en un argumento histórico, ya que conecta temporalmente el pasado asociado a las luchas indígenas anticoloniales el estado plurinacional en bolivia y su simbología 297 con el presente del Estado Plurinacional.3 De allí, por ejemplo, tiene un sentido simbólico el primer satélite boliviano denominado “Túpac Katari”, ya que articula aquel pasado con la era de las nuevas tecnologías. Del mismo modo, se analizan los (nuevos) símbolos constitucionalizados, como es el caso específico de la wiphala, que se ha constituido en un objeto de disputa simbólica en el contexto de la construc- ción del Estado Plurinacional. De la misma forma, se analiza la estética del Estado Plurinacional para dar cuenta de las continuidades o rupturas con aquellas estéticas que se originan tanto con el Estado republicano de 1825 como con la Revolución de 1952. En este sentido, se desentraña la nueva naturaleza de la estética para dar cuenta de los rasgos que presenta la alegoría4 y los símbolos del nuevo orden estatal. Finalmente, se desentraña la nueva proyección simbólica estatal concentrada en la imagen presidencial de Evo Morales que se constituye –inclusive con ribetes mesiá- nicos–5 en un ícono que conecta el Estado republicano con el Estado Plurinacional.

Plurinacionalidad: Huellas simbólicas de la decantación de dicho concepto

No se puede comprender la propuesta constitucional del Estado Plurinacional como alternativa al Estado colonial, republicano, neoliberal, construida por las organizaciones indígenas-campesinas durante el proceso de la Asamblea Cons- tituyente sin su argumentación histórica-simbólica. De manera indiscutible, esta propuesta de lo plurinacional estuvo asociada históricamente, sobre todo, a las insurgencias indígenas anticoloniales. En consecuencia, el nuevo orden estatal plurinacional surgido con la Constitución de 2009 se legitimó evocando las luchas de resistencia indígena como la rebelión anticolonial de 1871, liderada por Túpac Katari y su esposa Bartolina Sisa, o el levantamiento indígena a fines del siglo xix durante la guerra federal, liderado por Zárate Willka. Se trata pues de localizar la argumentación de la propuesta del Estado Plurinacional, a modo de una excavación arqueológica, para dar cuenta de una trayectoria de subjetividades y sentires que hacen parte de un ethos de resistencia que anida, sobre todo, en el imaginario de los pueblos indígenas que se reactivó contemporáneamente a principios del siglo xxi con las movilizaciones indígenas bajo el liderazgo de Felipe Quispe6 y son retoma- das como una apelación discursiva para entrever el horizonte estatal plurinacional.

3 Túpac Katari, en cuanto líder de la resistencia de los indígenas de los Andes en contra del imperio español, y el katarismo, como movimiento político creado, a fines del siglo xx, se examinan ampliamente en el capítulo 13 de González Ortega y Camacho Salgado. 4 La palabra alegoría tiene distintos significados en diferentes disciplinas. Aquí se entiende alegoría como lo ‘simbólico’. 5 La dimensión mesiánica de Evo Morales, como héroe mítico de la “Tierra Imperial” de los Incas, es analizada en el capítulo 3 de González Ortega. 6 En el capítulo 5 del presente libro, Noguera Fernández examina a Felipe Quispe en tanto líder revolucionario, cuyas acciones políticas influyeron en la política boliviana de fines del siglo xx y principios del xxi. 298 bolivia en el siglo xxi

El ciclo de protestas que marcó el inicio del siglo xxi develó una crisis estatal en Bolivia que desembocó en la convocatoria a la Asamblea Constituyente. Uno de los ejes discursivos de las organizaciones indígenas-campesinas en el decurso del debate constituyente fue recuperar aquel cuestionamiento reactualizado varias veces en la historia nacional, por ejemplo, en la década de los años 70 a través del movimiento katarista (Rivera, 1987) que identificó al Estado de 1952 como un continuum colonial. En retrospectiva, por lo tanto, la impronta del katarismo emprendió la tarea de interpelar al modelo de Estado-nación caracterizado por sus afanes civilizatorios y modernizadores que soslayó recurrentemente la iden- tidad étnica subsumida por las categorías clasistas y/o nacionalista, como es el caso específico de la noción de ‘campesino’. Efectivamente, este mestizaje como resabio de la colonia (Rivera, 1993) adoptó un nuevo cariz en el curso del proceso revolucionario del Estado de 1952. En este sentido, la irrupción de otras iden- tidades étnicas, diferenciadas de la identidad clasista, cuestiona aquella noción homogénea que se elucubra por la vía de la construcción del mestizaje, del melting pot (Rivera, 1993). En el transcurso de los años 90, el discurso en torno a las de- mandas étnicas adquirió una mayor resonancia explicable, entre otras cosas, por la marcha protagonizada por los pueblos indígenas de las tierras bajas demandando al Estado boliviano el reconocimiento de la diversidad cultural bajo la consigna del Estado multiétnico y pluricultural. Este posicionamiento del discurso sobre la diversidad étnica fue reforzado en el contexto de la “celebración” de los 500 años del descubrimiento de América. De ahí que, para los indígenas, en el debate en torno a la Asamblea Constitu- yente (2006-2008), el Estado Plurinacional se erigió en un dispositivo discursivo- ideológico para cuestionar-interpelar al Estado de 1952 por su carácter monocultu- ral y excluyente. En este contexto, la descolonización adquirió una fuerza discursiva para trazar nuevos derroteros estatales, aquellos que se fueron configurando en la génesis republicana y luego en el curso del nacionalismo revolucionario.

Fiesta patria y bicentenarios

Como ha sucedido con anteriores proyectos de Estado-nación,7 en Bolivia, el proyecto de Estado Plurinacional está apelando a las celebraciones como un

7 El trabajo colectivo Fiesta Cívica. Construcción de lo cívico y políticas festivas dirigido por Euge- nia Bridikhina realiza una revisión de las particularidades de las propuestas de construcción de legitimidad e identidad nacional en relación con los diferentes proyectos políticos y los respectivos intereses particulares de sus líderes en el periodo 1825-2008, a partir del análisis de la relación entre el discurso político, la construcción del calendario cívico y las ceremonias conmemorativas. Véase también Françoise Martínez, “Fiestas patrias y cívicas: Sus avatares como instrumentos políticos de inclusión-exclusión (1825-1925)”. el estado plurinacional en bolivia y su simbología 299 mecanismo discursivo para difundir nuevas narrativas que apunten, como la fiesta, “la puesta en escena de imaginarios producidos por el poder político” (Bri- dikhina, 2009: 21). En este sentido, el nuevo calendario diseñado en el curso del Estado Plurinacional está orientado a la reconstrucción de la memoria histórica a través del reconocimiento y la visibilización de una cierta continuidad entre determinados personajes, hechos y procesos a lo largo del tiempo, los mismos que estarían determinando la propia construcción de identidad debido a las lógicas de inclusión–exclusión que operan alrededor de la construcción de las entidades festejadas (Martínez, 2013). Por otro lado, las fiestas y celebraciones oficiales se han pensado como porta- voces de una pedagogía cívica que ha dado pautas para una pedagogía estatal, pues se han orientado a enseñar “cómo debía ser la república ideal y cómo debía formar almas grandes” (Martínez en Bridikhina, 2009: 19). En este contexto, el nuevo calendario festivo del Estado Plurinacional combina aquellas fechas convencionales que nos remiten a los imaginarios republicanos (v.g. 6 de agosto, aniversario de la fundación de Bolivia) con aquellas nuevas fiestas que aluden alegóricamente al Estado Plurinacional (v.g. 22 de enero fecha asignada a “recordar” al Estado Plurinacional). Asimismo, se reconoce como feriado nacional el 21 de junio, fecha en que se celebra el solsticio de invierno que está afincado en el imaginario del mundo indígena, particularmente de la zona andina y, a su vez, el 23 de marzo, que evoca la pérdida del mar envuelta en un ritual cívico, aludiendo al imaginario nacionalista. No debemos olvidar que la pérdida del mar se constituyó en un epi- sodio que, por su dramatismo histórico, se erigió en un referente insoslayable para montar todo ese discurso estatal surgido y desarrollado a partir de 1952 sobre el sentimiento nacionalista.8 De allí que se rescató la figura de Eduardo Abaroa de los anaqueles de la historia para convertirlo en un referente nacionalista inequí- voco articulado a la defensa del litoral boliviano (Rodríguez, 2011). En suma, el nuevo calendario del Estado Plurinacional se caracteriza, como ocurre con los símbolos, las narrativas y los héroes-heroínas, por una “amalgama de sentidos” que muestran una continuidad con las celebraciones que devienen de un pasado republicano y nacionalista junto con aquellas que se configuraron en el contexto del Estado Plurinacional. En el curso del debate de la Asamblea Constituyente (2006-2008) se esgrimie- ron propuestas radicales que contenían en sí mismas una profunda interpelación simbólica al establecimiento de Bolivia como república, particularmente por parte de organizaciones indígenas como es el caso del Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyu (conamaq), que planteó eliminar el nombre de ‘Bolivia’ y sustituirlo por el de ‘Qullasuyu’ (Schiling-Vacaflor, 2008). El cuestionamiento, entre otras

8 La cuestión marítima en Bolivia, en sus contextos histórico y actual, se comenta en el capítulo 15 de González Ortega, punto i. 300 bolivia en el siglo xxi cosas, estribaba en señalar que la república era un continuum de la colonia ya que, como diría René Zavaleta: “Bolívar, por lo demás, encarnaba un proyecto señorial ilustrado a su turno” (2008: 71). A tal punto alcanzó este cuestionamiento, que en la nueva Constitución Política del Estado, si bien se mantuvo el nombre de Bolivia, se eliminó el sustantivo de ‘república’ y se introdujo el de ‘Estado Plurinacional’. No obstante, este cambio no pasa de ser meramente nominal, ya que en el curso de la implementación de la nueva Constitución el 6 de agosto como fiesta cívica ha quedado intacto, reflejando esa persistencia de los proyectos republicanos y nacionalistas en la discursividad estatal, que nuevamente se confirma, por ejemplo, en lo que se vino a denominar como la “Agenda Patriótica 2025” para celebrar el bicentenario del nacimiento de Bolivia como república. Otra fuente de indagación para averiguar sobre los sentidos que se están produciendo en el desarrollo del Estado Plurinacional está articulada con la celebración de los bicentenarios locales (Chuquisaca, La Paz y Cochabamba, principalmente). Ahora bien, el festejo de las tres celebraciones respondió a distintas lógicas, narrativas y condiciones coyunturales históricas. Efectivamente, el discurso descolonizador y las políticas de transformación del Estado boliviano establecieron un contexto en el que algunas fuerzas sociopolíticas que pugnaban por el cambio se enfrentaron radicalmente a otro grupo que se resistía. Esta polarización se caracterizó por tener diferentes aristas, tanto de clivaje étnico como de clivaje regional, que se constituyeron en dos factores decisivos para que las celebraciones locales (o departamentales) sean un pretexto cívico para la disputa simbólica. Es decir, las distintas narrativas en torno a los bicentenarios han aludido a identidades territoriales fuertes, diferenciadas y regionales. Así, por ejemplo, la celebración del bicentenario de Chuquisaca se da en un mo- mento altamente conflictivo por la disputa por la sede del Gobierno entre las ciudades de La Paz y Sucre –capital del departamento de Chuquisaca–, lo que provocó que el festejo se dividiera en dos: uno organizado por las autoridades locales donde se priorizó a los héroes independistas criollos/mestizos y el otro festejo en el área rural impulsado por el gobierno central en la que se resaltó la presencia indígena en pro de la liberación del yugo español. De otra manera, en el curso de la celebración del bicentenario de la ciudad de La Paz, la disputa giró en torno a la centralidad simbólica de Pedro Domingo Murillo, héroe mes- tizo de las luchas independistas de 1809, y la de Túpac Katari, héroe indígena en las luchas anticoloniales de 1781. Finalmente, la agenda del bicentenario en Cochabamba estuvo signada por la pugna simbólica y la (re)apropiación de Esteban Arce y Alejo Calatayud que tradicionalmente se consideraban como los héroes de la lucha independista, ya que representaban a los mestizos; empero, en el curso de esta celebración del bicentenario cochabambino aparecieron sec- tores elitistas reivindicando a Francisco del Rivero, un héroe criollo, y también sectores subalternos que invocaron como “su” héroe a Martín Uchu, líder que el estado plurinacional en bolivia y su simbología 301 encabezó las rebeliones indígenas en el valle cochabambino en 1781. En suma, esta disputa sobre la (re)apropiación simbólica de los héroes es un ejemplo de sus “protagonistas” como los “verdaderos” hacedores de la Independencia, develando un trasfondo ideológico, ya que estos héroes también encarnaban unos proyectos de sociedad mutuamente excluyente, que solo sirvieron para la exacerbación de las identidades regionales, de clase o étnicas. En todo caso, estas celebraciones en torno a los bicentenarios locales marcaron el inicio de la disputa por el sentido de lo plurinacional.

Fiestas ancestrales y Tiwanaku

Las posesiones presidenciales de Evo Morales, que asumieron la forma ancestral tanto en 2006, como primer presidente del Estado Plurinacional, como en 2010, incorporan la nueva ritualidad estatal de características indígenas, especialmente de origen andino. A diferencia del pasado, cuando la población indígena hacía estos rituales de manera oculta y marginal, con la Constitución de 2009 del Estado Plurinacional se generó la expansión de estas celebraciones impulsadas desde las instancias institucionales del gobierno central. Si bien la significación de estas fiestas ancestrales está discursivamente articulada a los conceptos del ‘Vivir Bien’9 y así son parte de la política de descolonización que apunta a reco- nocer y visibilizar aquellas prácticas culturales del mundo indígena, en la puesta en escena o performance de la actual simbología oficial, lo ancestral se conecta con procesos de globalización alentados desde las esferas estatales; es el caso ilustrativo de la competencia transnacional del Dakar, en su paso por el salar de Uyuni al sur de Bolivia, donde los competidores fueron recibidos con rituales ancestrales protagonizados por yatiris10 para acoger “la energía espiritual de los dioses andinos”. De la misma manera, una foto periodística del año 2010, que tiene de fondo al monolito Bennett, muestra al presidente Morales –con indumentaria con figuras de la cultura de Tiwanakota– en el ingreso al templo de Kalasasaya, rodeado por amautas que presidieron el ritual, ungiéndolo como líder espiritual. El título de la nota periodística en primera plana decía textualmente: “Ritos andinos ungen al segundo período de Evo”. Efectivamente, el nivel de misticismo andino de las dos posesiones ancestrales de Evo Morales, previas a las posesiones formales, alcanza- ron ribetes míticos que aluden a un pasado milenario (cf. capítulo 3 de González Ortega), para ubicar en este la génesis del nuevo orden estatal. No es casualidad

9 El concepto de ‘Vivir Bien’ es explicado, desde diversas perspectivas, en el capítulo 7 de Requena y Hoffmann y en el capítulo 15 de González Ortega. 10 Yatiri es una palabra aymara que significa maestro, guía, chamán, brujo, sanador, sabio. 302 bolivia en el siglo xxi que la implementación de estas ceremonias presidenciales sea en la localidad andina de Tiwanaku, ya que como ocurrió en el proceso del nacionalismo revolucionario que se inaugura en 1952, este sitio arqueológico sirvió para la legitimación cultural e ideológica del mestizaje.11 En el contexto del Estado Plurinacional, este lugar ancestral se erigió en un espacio mítico y espiritual adecuado para las principales celebraciones originarias, propiciadas por las instancias estatales, y el centro ritual desde donde se han propagado un conjunto de ceremonias como los solsticios de invierno y otras que apuntan a otorgarle el aura de misticismo al nuevo orden estatal de Morales. Es así que los rituales articulados en estas ceremonias sirven como un nexo que vincula los mitos con las prácticas sociales. En el caso de las celebraciones andinas y particularmente en las posesiones presidenciales ancestrales se invoca un pasado milenario cuyo sustento cultural y, por tanto, ideológico es la existencia precolonial como un argumento válido para conectarlo con la actual era plurinacional. Es decir, en este nuevo universo simbólico, más allá de las formalidades devenidas de la lógica occidental, es donde el mito y la utopía milenarista encuentran su sentido. Entonces, el “aura andina” opera como un “rescoldo del pasado” (como diría Javier Sanjinés, 2009) no solamente para proporcionar legitimidad política, sino que estas ceremonias ancestrales presidenciales sirven también para “visibi- lizar” aquello que estaba reprimido y silenciado por un dispositivo cultural que proviene de la colonia y que tiene su prolongación en el Estado republicano y en el Estado-nación. Por lo tanto, se convierten en un mecanismo de reapropiación simbólica por parte del Estado Plurinacional.

Túpac Katari y su dimensión simbólica

En una de las paredes del Viceministerio de Descolonización, cargada de carteles relacionados al tema, hay un afiche oficial que en su texto dice: “Descolonizar

11 Por ejemplo, Eduardo Paz Gonzales explica: “El vínculo más claro entre las acciones de la revolución [de 1952] y el mestizaje se encuentra en el trabajo de reelaboración de los orígenes de la nación. Pablo Quisbert asevera que Carlos Ponce, a través del Centro de In- vestigaciones Arqueológicas de Tiwanaku, es el artífice de una lectura mestiza de Tiwanaku en la que ‘la arqueología se pone al servicio del nacionalismo revolucionario’. Tiwanaku en tanto gran civilización que es destruida antes de la colonia es presentada por Ponce como pasado adecuado de lo nacional que pretendidamente no puede ser reclamado por ninguna particularidad específica, por lo tanto respondería de mejor manera al ideal mestizo de so- breponerse a las diferencias. Sin embargo, es de notar que entre las relecturas históricas con propósitos políticos, fue la de los movimientos indigenistas la más efectiva en lo que respecta a la apropiación de Tiwanaku. Que el presidente Morales haya sido posesionado en un acto de pueblos indígenas en Tiwanaku como centro ceremonial, muy aparte del acto oficial de posesión como presidente, es muestra de ello” (www.rebelion.org/noticia.php?id=148012). el estado plurinacional en bolivia y su simbología 303 implica desestructurar, desmontar toda la institucionalidad del Estado Colonial y una primera tarea es descolonizar la historia oficial”. Esta frase ilustra la tendencia por recuperar aquellas historias de la resistencia indígena contra el orden colonial que fueron invisibilizadas por la narrativa criolla-mestiza, para luego convertirlas en pilares de la nueva discursividad del Estado Plurinacional. En este contexto, el personaje paradigmático ha sido Julián Apaza Nina, más conocido como Túpac Katari, indígena aymara que juntamente con su esposa Bartolina Sisa y su hermana Gregoria Apaza protagonizaron, en 1781, una rebelión que desencadenó en un cerco que puso en vilo a la sociedad paceña de aquel entonces. Luego, Katari fue capturado y descuartizado en Peñas, localidad ubicada en el altiplano paceño (cf. nota 12, capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega). En menor medida también ha sucedido con aquellos héroes o heroínas indígenas que pugnaron con- tra el orden colonial, como aquellos que encabezaron rebeliones indígenas en el curso de la república, fue el caso de Zárate Willca, que hoy se erige en importante símbolo del emergente orden simbólico estatal. Este uso de la figura de Túpac Katari y los otros líderes indígenas opera como uno de los ejes simbólicos del Estado Plurinacional, así ha ocurrido con la entrega de dos monumentos: el de Túpac Katari y el de su compañera Barto- lina Sisa en la localidad de Peñas. La apelación a estos héroes también busca un autoreconocimiento, particularmente, con los sectores indígenas-campesinos. Efectivamente, el dramatismo de este acontecimiento histórico, asociado a la captura, juicio, sentencia y ejecución de Túpac Katari, se instaló en el imagi- nario de los indígenas de la zona andina y hoy es reforzado por la narrativa estatal a partir de su recreación histórica de aquel lugar donde se llevó a cabo el descuartizamiento de Túpac Katari, ya que como parte de la escenografía en ocasión de la entrega de los monumentos se expusieron carteles con gráficos y textos que explican de manera cronológica desde la génesis de la resistencia indígena hasta la mutilación de Túpac Katari. Este tipo de institucionalización de la simbología de origen indígena se acompaña por discursos en los que se establece la conexión entre la resistencia indígena de ayer y de hoy, visibilizando así la continuidad histórica entre Túpac Katari, que representa el pasado, y el proceso del Estado Plurinacional condensado en la imagen del presidente Evo Morales Ayma. Finalmente, el efecto de mayor repercusión mediática del uso de Túpac Katari en el universo simbólico del proceso del Estado Plurinacional está relacionado con el lanzamiento del primer satélite boliviano a la órbita. Indudablemente, la decisión de haberle puesto el nombre de “Túpac Katari” al primer satélite bolivia- no causó un efecto emblemático significativo. Quizás aquí radica la significación discursiva de Túpac Katari, ya que conecta simbólicamente un pasado ancestral con el mundo de la globalización de hoy, proyectándolo al futuro. 304 bolivia en el siglo xxi

Whipala: Objeto de disputa simbólica

La wiphala es una bandera cuadrangular compuesta por 49 espacios con los siete colores del arco iris y cuyo centro está atravesado por una franja de siete cuadrados blancos que simbolizan el Qullasuyu o territorio precolombino sobre el que se encuentra Bolivia. En efecto, a diferencia de la anterior Constitución Política del Estado, reformada en 1995, que no incluía a la wiphala como símbolo, la Carta Magna del Estado Plurinacional, aprobada el año 2009, reconoció constitucional- mente los diferentes símbolos nacionales12 equiparando en una misma jerarquía constitucional, por una parte, los símbolos patrios que aluden al nacionalismo: la tricolor, el himno, el escudo de armas, la escarapela, o la flor de kantuta, con aquellos que eluden a íconos originarios como la wiphala, que proviene del mundo andino,13 queriendo evocar así una “complementariedad simbólica”. La propuesta del Estado Plurinacional, surgida de las organizaciones indíge- nas-campesinas, encontró su sentido en la propia descolonización del Estado boli- viano. Precisamente aquí radicó una de las aristas de la conflictividad social, ya que muchos sectores criollos-mestizos o de oposición política al mas la consideraban como un riesgo para la propia unidad del país. En este contexto, esa conflictividad no solamente fue política, sino que adquirió también matices alegóricos en torno a los nuevos símbolos que, como la wiphala, se proponían para el (nuevo) Estado Plurinacional. Efectivamente, los símbolos jugaron un papel relevante. En rigor, en las regiones del oriente la wiphala fue resistida como símbolo patrio, develando inclusive fracturas raciales. Ahora bien, la resolución de la hegemonía política que se concretizó en la promulgación de la nueva Carta Magna supuso un repliegue de los sectores regionales-cívicos cruceños que se oponían a la propuesta consti- tucional del Estado Plurinacional y, desde una mirada simbólica, esta resolución estuvo acompañada, por efecto colateral, por la presencia inequívoca de la whipala flameando, por ejemplo, por las calles cruceñas en el curso de las celebraciones cívicas del Estado Plurinacional. Por otro lado, el conflicto en torno a la construcción de la carretera que traspasaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis), propuesta por el gobierno central, provocó una resistencia en las organizaciones indígenas de tierras bajas (1910-1911) que tuvo también su correlato en una disputa simbólica. En efecto, este conflicto puso en evidencia la disputa de diversos mo- delos de desarrollo y las propias contradicciones-límites del Estado Plurinacional

12 Según el artículo 6, parágrafo ii de la Constitución de Bolivia del año 2009: “Los símbolos de Estado son la bandera tricolor rojo, amarillo y verde; el himno; el escudo de armas; la wiphala; la escarapela; la flor de kantuta y la flor del patujú” (2008: 14). 13 La wiphala –que representa, por siete colores, a los pueblos indígenas y originarios en varios países andinos (Ecuador, Bolivia, Argentina y Chile principalmente)– fue propuesta en el contexto del debate de la Asamblea Constituyente por organizaciones aymaras y quechuas. el estado plurinacional en bolivia y su simbología 305 y allí, paradójicamente, la flor del patujú, otro símbolo nacional poco usado en el discurso estatal, fue, esta vez, enarbolado por los indígenas de las tierras bajas para cuestionar la naturaleza andino-céntrica que adquirió el Estado Plurinacional que usa recurrentemente la wiphala.

Símbolos y su amalgama de significados

La estética y el propio discurso estatal pueden ser caracterizados como un tejido compuesto por distintos momentos históricos y sentidos diversos, donde cohabitan diferentes narrativas que hacen parte del proceso de edificación de nuevos referen- tes. En otras palabras, en la actualidad, se nota una ambigüedad en el uso oficial de los símbolos patrios republicanos (i.e., bandera, héroes nacionales) y los símbolos de origen indígena (i.e., wiphala, Túpac Katari). Estos símbolos diversos, e incluso las narrativas propias de cada una de estas tradiciones culturales (la republicana, la nacionalista y la indígena) se entrecruzan en la nueva simbología plurinacional, aunque no de manera horizontal, sino más bien de manera jerárquica, puesto que predominan los íconos o símbolos de corte nacionalista y republicano sobre los del Estado Plurinacional. Para ilustrar este rasgo estético se acude a dos casos. El primero es un cartel publicitario de los Servicios de Aeropuertos Bolivianos s.a. (sabsa), servicio nacionalizado por el gobierno boliviano, en el que se observa a la vez los dos símbolos republicanos: la tricolor nacional y la wiphala. Esta aparente horizontalidad entre el símbolo republicano y el símbolo indígena, en la lógica interna del logotipo, se rompe por la palabra ‘nacionalizada’, que da cuenta de la preeminencia de un imaginario nacionalista, el cual es confirmado posterior- mente cuando sabsa sustituye este logo por otro donde desaparece la wiphala para dejar solamente la bandera tricolor: rojo, amarillo y verde. El otro caso, es el uso recurrente de los héroes del Estado republicano: Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en los actos rituales organizados para celebrar los aniversarios del Estado Plurinacional. En estas ocasiones, las figuras de héroes/heroínas de rai- gambre indígena integran un despliegue icónico, sin embargo, su lugar simbólico es secundario en comparación a los “padres de la patria” que ocupan el lugar privilegiado de la zona central del escenario.

La estética del Estado Plurinacional

La exaltación de lo indígena es notoria en la estética del proceso del Estado Plurinacional donde sobresalen aquellas imágenes que recurrentemente fueron invisibilizadas por una estética ilustrada. En este contexto, la nueva estética estatal está articulada, por ejemplo, en los ritos ancestrales como los solsticios andinos. Ahora bien, una tendencia es la simbiosis en torno a la construcción de 306 bolivia en el siglo xxi la imagen del Estado Plurinacional que apunta a una reproducción del barroco andino muy presente en la producción estética del Estado de 1952. Ciertamente, esa necesidad de articular diferentes símbolos, íconos o héroes/heroínas en una sola imagen conduce inexorablemente a un abigarramiento de imágenes que, a la vez, connotan diferentes referentes. La estética revela que la construcción simbólica del Estado Plurinacional no es lineal, ya que las interacciones exhiben pliegues y sinuosidades propias de las temporalidades histórico-culturales diversas y reflejan/condensan también el abigarramiento social. Por una parte, la presencia de una estética que tiene su referente inmediato al Estado de 1952 está casi incólume; por otra, la estética indígena que apunta a lo plurinacional intenta encontrar sus propios resquicios, no logrando atravesar las fronteras rígidas que cubren ese núcleo duro donde el nacionalismo está instalado. Por tanto, la simbología que alude a lo “pluri- nacional” está aún restringida a la epidermis o capa superficial del nuevo orden simbólico estatal.

La película Insurgentes (2012) de Sanjinés y la narrativa indigenista estatal

La última película de Jorge Sanjinés, Insurgentes, contó con el auspicio directo de las estructuras estatales/gubernamentales y, por tanto, hoy es parte del des- pliegue estético del Estado Plurinacional. Una de las escenas más dramáticas y, a la vez, más elocuentes es aquella donde Zárate Willka, antes de ser ejecutado, exclama a los cuatro vientos: “Uka jacha uru jutasjiway”, cuya traducción sería: “el gran día está llegando”. Esta exclamación da cuenta de esa visión milenaria que está incrustada en el imaginario de la cultura andina, incluso con ribetes mesiánicos. De ahí, por ejemplo, si asociamos esta arenga con aquel otro grito legendario de Túpac Katari: “Volveré y seré millones”, tenemos un hilo con- ductor de esa visión mesiánica del mundo indígena, plasmada en Insurgentes. Desde una línea histórico-narrativa, en la película existe un trazado en torno a la llegada de Evo Morales como primer presidente indígena del Estado boli- viano. Esta idea de usar estas visiones míticas del mundo indígena-andino está presente en la construcción discursiva del Estado Plurinacional marcada por un andino-centrismo que también se reproduce en esta película. Un ejemplo es el afiche de la película donde predominan los líderes indígenas de origen aymara. Por consiguiente, esta última producción cinematográfica de Sanjinés es un elemento constitutivo importante en la edificación simbólica del nuevo orden estatal, ya que es parte de la nueva narrativa histórica que reproduce ese juego de temporalidades donde los tempos míticos e históricos se cruzan y responden a aquellos lineamientos estéticos que giran, sobre todo, en torno al sujeto indígena el estado plurinacional en bolivia y su simbología 307 de raigambre andino. En este filme también se evidencia esa fusión que inicia en la figura mesiánica de Túpac Katari, luego pasa por Zárate Willka, para culminar con Evo Morales, quien se representa a sí mismo y, colateralmente, representa al mismo Estado Plurinacional. Posiblemente, en Insurgentes, la conexión entre el líder indígena Túpac Katari y el presidente Evo Morales adquiere su mayor efecto simbólico, ya que conecta a estos dos líderes con el acto fundacional del Estado Plurinacional.

Evo Morales y la proyección simbólica del Estado Plurinacional

Es preciso recordar que las posesiones de Evo Morales –como el primer presidente indígena de la República de Bolivia y, posteriormente, como primer mandatario del Estado Plurinacional y sus respectivas ceremonias ancestrales– estuvieron envueltas por un aura mítica y una recurrencia al pasado. Este tipo de mitología simbólica se conectó con el Pachakutic. Como se mencionó, la estrategia política comunicacional del Estado Plurinacional usó la profecía “volveré y seré millones” de Túpac Katari para que el mito tomara forma y se encarnara en Evo Morales. A partir de ello, se ha proyectado la imagen de Morales como el primer presidente indígena de Bolivia no solamente de manera interna, sino a nivel mundial. Esto puede implicar un riesgo, pues toda la densidad histórica del proceso político se reduce al liderazgo de Morales. Es decir, esta ritualización del mundo indígena de la zona andina de Bolivia se construye en torno a la imagen del presidente boliviano para proyectar a partir de ella un hálito mítico. En este contexto, su elección presidencial marca una inflexión histórica y una transición simbólica, siendo Morales el último presidente de la República de Bolivia y el primer presi- dente del Estado Plurinacional. En suma, la estructuración de imaginarios en el plano simbólico ubica a la figura de Evo Morales como el condensador de toda esa complejidad histórica que precede a la construcción de este proceso político y, al mismo tiempo, proyecta un universo simbólico donde la presencia del indígena ocupa un lugar central en la discursividad estatal. La construcción simbólica de la plurinacionalidad plasma y condensa el actual proceso de transformación del modelo estatal a partir de sus referentes inmediatos: los procesos de movilización sociopolítica, especialmente indígena, de las últimas décadas, y sus referentes de larga duración: las resistencias indígenas contra el orden colonial. La instauración del Estado Plurinacional fue proyectada como un acto fundacional, un nuevo proceso político, y como cualquier proceso de trans- formación estatal ha generado incertidumbre y contradicciones, como efectos sociopolíticos colaterales de la propia dinámica constitucional y de la complejidad sociocultural de temporalidades históricas que convergen en la cimentación de este nuevo orden estatal. Más allá de proyectar la imagen del mandatario boliviano como 308 bolivia en el siglo xxi depositario de un tempo histórico e inclusive de un tempo mítico, de las diversas interpelaciones discursivas e identitarias y de los propios alcances hegemónicos de su perfil/liderazgo político, lo que condensa simbólicamente la figura presidencial de Evo Morales son las potencialidades, limitaciones, alcances, ambigüedades y las (propias) proyecciones de este proceso estatal de la plurinacionalidad.

Reflexiones a modo de corolario

Dada la inmediatez histórica, no es posible hoy “medir” los efectos de la ar- ticulación discursiva de este nuevo orden simbólico del Estado Plurinacional. Una primera reflexión está asociada con el hecho de que hay temporalidades distintas que operan simultáneamente, aunque no siempre de manera articulada. La construcción del nuevo orden simbólico ha evocado una “memoria larga” o referencia histórica que se remonta al periodo colonial y a las respectivas luchas de resistencia indígena; sin embargo, esta no siempre ha coincidido con la “memoria larga” estatal, que se remonta a la fundación de la República y al establecimiento del Estado revolucionario de 1952 en forma de “memoria corta” o de mediana duración, como diría Braudel (1992). Otro hallazgo está conectado con la persistencia en la narrativa estatal de aquellos íconos que dan cuenta de la constitución misma de la república. De allí que los héroes mestizos/criollos de la lucha por la Independencia, Simón Bolívar, sobre todo, estén presentes en el orden simbólico plurinacional, que también in- cluye a héroes/heroínas criollos/mestizos como Eduardo Abaroa o Juancito Pinto que se relacionan con el Estado de 1952. Es notable la invocación recurrente de la producción simbólica del proceso nacionalista revolucionario en el actual Estado Plurinacional y la permanencia de fechas cívicas o símbolos que hacen alusión al sentimiento de “unidad cívica” e identidad nacional, aunque al mismo tiempo, se cuestione su proyecto de mestizaje; y por otra parte, se evoquen protagonistas indígenas de la lucha contra el orden colonial, como Túpac Katari y Bartolina Sisa, o Zárate Willka, líderes de la insurgencia en el periodo republicano. En tal sentido, el orden simbólico, más que un campo de articulación, es un campo de disputa sobre la re-significación de los sentidos de nación y Estado. Es decir, una disputa que gira en torno a la apropiación y re-apropiación de las distintas narra- tivas históricas de los diferentes proyectos estatales. Esta pugna está presente no solo en la celebración de los bicentenarios locales, en las celebraciones ancestrales, en las celebraciones cívicas, sino también en los usos de los diferentes artefactos culturales que forman parte del (nuevo) orden simbólico del Estado Plurinacional. Por lo tanto, la Revolución de abril de 1952 y el Estado que surge allí no han dejado la política boliviana y, mucho menos, sus referencias simbólicas, ya que, como dice René Zavaleta: “Mientras haya gentes que invoquen estos términos el estado plurinacional en bolivia y su simbología 309 existen, y aquí existen muchas gentes que invocan esos términos. De manera que resultaría totalmente voluntarista decir que el nacionalismo revolucionario está en extinción” (Zavaleta, en Mesa Gisbert, 1993: 54). En suma, la narrativa estatal es reiterativa, aunque en muchos casos se com- bina con íconos, rituales y fiestas ancestrales provenientes del mundo simbólico indígena. Es importante precisar que en el nuevo orden simbólico las expresiones de origen andino tienen mayor relevancia en menoscabo de otras expresiones étnico-culturales que son marginadas e invisibilizadas. Es decir, se crea un andino- centrismo, ya que el sentido simbólico de las celebraciones rituales y puestas en escena por el Estado Plurinacional busca recrear “formas de mando” que in- corporan elementos de la tradición política andina, principalmente, en espacios restringidos de lo político y la política. Desde el andamiaje institucional hay una reestructuración del orden sim- bólico donde la nueva estética estatal centrada en lo indígena visibiliza aquello que históricamente fue negado y excluido por una narrativa colonialista. No obstante, estas alegorías indígenas no han logrado socavar aquellas capas rígidas que cubren ese núcleo duro, donde el nacionalismo está instalado, por tanto, la simbología que alude a lo “plurinacional” está aún restringida a la epidermis o capa superficial del orden simbólico. Aquí estriba uno de los nudos gordianos del Estado Plurinacional, asumiendo que la gestación discursiva de este proviene de las organizaciones indígenas/campesinas que en el curso del debate constituyente tenían su argumentación histórica en el cuestionamiento/interpelación al Estado de 1952. Incluso este cuestionamiento hizo que en el Preámbulo de la propia nueva Carta Magna se “ignore” al Estado del 52. Ahora bien, una explicación es que en la construcción del Estado Plurinacional subyacen como núcleos duros aquellos códigos provenientes del imaginario nacionalista y también republicano, mientras que las alegorías que hacen parte de la narrativa descolonizadora se expresa en los lugares de memoria (actos rituales ancestrales) y en los artefactos simbólicos/estéticos (v.g. la wiphala), que operan en las capas epidérmicas de la discursividad estatal pero sin poner en duda aquellos elementos que componen las capas nodales donde se “sostiene” la propia “nacionalidad”, que es un ima- ginario arraigado que tiene la capacidad de condensar/articular a las distintas temporalidades que “entran en juego” en aras de la edificación de una Nación. Posiblemente, aquí radica el gran dilema del Estado Plurinacional que se expresa en un ambiguo e incluso contradictorio proceso de construcción del (nuevo) orden simbólico en curso. 310 bolivia en el siglo xxi

Referencias

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Laura Camacho Salgado / Nelson González Ortega

Introducción

El objetivo central de este capítulo es analizar en secciones contextuales y focos específicos de estudio la película También la lluvia (2010), de la directora española Icíar Bollaín, a la luz de la ‘inflexión decolonial’.1 Específicamente, se examina cómo aspectos centrales de la inflexión decolonial como ‘colonialismo’, ‘coloniali- dad’ y ‘modernidad’ se interconectan desde la era precolombina hasta el siglo xxi, conformando estructuras de poder social, político y cultural que han acompañado la intrigante historia social y política de Bolivia y América Latina.2

1 Los orígenes, construcciones conceptuales y modelos de análisis de los Estudios Decoloniales surgen cuando prominentes investigadores –en su mayoría originarios de América Latina (Dussel, Mignolo, Quijano y otros [Restrepo & Rojas, 2010])– constituyen el nuevo paradigma crítico de la ‘inflexión decolonial’ que es un conjunto de conceptos acuñados en las ciencias sociales en las últimas dos décadas para analizar las relaciones económicas, políticas y socio- culturales entre el norte (discursos hegemónicos y geopolíticos del Atlántico norte) y el sur (narrativas subalternas no occidentales) del mundo. Es decir, nuevas formas descolonizadoras de reflexionar sobre las asimétricas relaciones de poder que existen entre “Occidente” y “el resto del mundo”, desde las perspectivas de los sujetos subalternos (‘los oprimidos’): los pobres del mundo que son la mayoría. Los conceptos centrales de esta teoría giran alrededor de la colonialidad versus la de-colonialidad. El origen, difusión, validez, aplicación y carencias de los estudios decoloniales y su diferencia con teorías críticas, como el postcolonialismo, se explican en Restrepo & Rojas, 2010: 185-223. 2 “En términos analíticos, no podemos confundir el colonialismo (una forma de dominación político administrativa a la que corresponden un conjunto de instituciones metrópolis/ colonias) con la colonialidad (que refiere a un patrón de poder global más comprehensivo y profundo). Una vez concluye el proceso de colonización, la colonialidad permanece vigente como esquema de pensamiento y marco de acción que legitima las diferencias entre sociedades,

[311] 312 bolivia en el siglo xxi

En la sección 1 se presenta brevemente la región de los Andes y su contexto historiográfico y socioeconómico desde el origen precolombino del indígena boli- viano a la llamada Guerra del Agua, sucedida en el año 2000. Primero, se examina la época precolombina, desde el origen del indígena andino en el Epipaleolítico hasta la caída del imperio inca. El foco de estudio aquí es el colonialismo interno representado por el imperio inca. Segundo, se estudia la época colonial del altiplano boliviano que se extiende desde la conquista de Pizarro en 1533 hasta la caída del imperio español en 1825. El foco de estudio aquí son las relaciones de dominación imperial española versus la resistencia indígena y peninsular en contra del sistema colonial establecido en América por los hispano-europeos. Tercero, se examina el régimen neoliberal implantado en Bolivia desde 1985 a 2000 y se analiza el origen, establecimiento y decadencia del régimen neoliberal y sus efectos sociales y económicos, revelados en la confrontación política en la Bolivia finisecular que alcanza su auge con la Guerra del Agua del año 2000. El foco de estudio aquí es el conflicto social provocado por la perenne injusticia socioeconómica y acen- tuado por el orden neoliberal establecido en Bolivia a fines del siglo xx. Estos tres focos de estudio no buscan analizar exhaustivamente la historia de Bolivia de forma cronológica, sino que se proponen examinar brevemente la manera de articulación de las dinámicas coloniales de poder, a través de la historia boliviana. La elección de los diferentes momentos históricos corresponde a los interpretados en la película También la lluvia. En la segunda sección se parte del contexto histórico, social y político para realizar un análisis puntual del discurso fílmico. Se hace énfasis aquí en las diver- sas estrategias fílmicas que nacen del intento de decolonizar la historia colonial de Bolivia. Los ejes de estudio en esta sección son tres: el primero es el análisis del guión y la exploración de los diferentes niveles narrativos que establecen una continuidad que permite el diálogo entre diferentes momentos de la historia boliviana, poniendo énfasis en a) cómo las dinámicas coloniales no se acaban con la independencia de España y b) los desafíos del cine en la construcción de la “memoria histórica”. El segundo eje examina los modos en que el diálogo entre los niveles narrativos y fílmicos se traduce en la construcción de diferentes esté- ticas cinematográficas. El tercero plantea el tema de la representación y agencia fílmica de la mujer. Aquí se hace hincapié en la importancia de la actriz María (Cassandra Ciangherotti) y su “mirada” o “agencia fílmica”.

sujetos y conocimientos. […] Dada esta central distinción entre colonialismo y colonialidad, no se puede confundir tampoco descolonización y decolonialidad. […] La descolonización se tiende a circunscribir a lo que se ha denominado independencias políticas de las colonias que para América empieza a finales del siglo xvii […] La decolonialidad, en cambio, refiere al proceso que busca trascender históricamente la colonialidad (o […] la modernidad/colonialidad). Por eso, la decolonialidad supone […] subvertir el patrón de poder colonial, aun luego de que el colonialismo ha sido quebrado” (Restrepo & Rojas, 2010: 16-17). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 313

El origen del indígena andino del altiplano boliviano

En el periodo Epipaleolítico (12.000-10.000 a.C) aparece evidencia antropológica de ocupación humana en el yacimiento de Viscachani, en la parte del altiplano de los Andes que hoy corresponde al territorio de Bolivia, cuya mayor parte de su población y culturas más avanzadas han vivido entre 3.600 y 3.900 metros de altura en las fal- das de la Cordillera de los Andes. Entre las más importantes poblaciones y culturas indígenas bolivianas antiguas se cuentan la chiripa, viscachani y wankarani, que se asentaron en los alrededores de la actual ciudad de La Paz y El Alto; sauces, cliza y turupaya, en Cochabamba; los uru y chipayas, cerca del lago Titicaca; los kanatas y los charcas, en los valles de Chuquisaca; y, la cultura tiawanaku (s. vi-xii), asentada también cerca al lago Titicaca, la cual desarrolló, en más alto grado, el sistema de estructuras sociales comunitarias basadas en la unidad familiar. Por medio de guerras e invasiones, la cultura tiawanaku se extendió por el altiplano boliviano, influyendo en otros pueblos y culturas asentadas en las actuales regiones bolivianas de Oruro, Cochabamba, Potosí, La Paz y Sucre. Debido, entre otros factores, a la incapacidad de organizar y gobernar extensos territorios y a la pérdida de sus conocimientos técnicos y artísticos, la cultura tiawanaku decae, pierde su influencia y desaparece o se fusiona con otras culturas andinas que empezaban a emerger en el siglo xii. Tras la desaparición de la cultura tiawanaku, los aymara o coyas y los lupakas y omasuyos lucharon por el poder político y territorial, y aunque dominaron militarmente a los coyas o aymaras, adoptaron su cultura por ser más avanzada. Por consiguiente, la comunidad pre-incaica aymara se estableció en las tierras altas del centro de Bolivia hasta 1438, cuando el Pachacuti Inca venció a Chuchi Capac, último de los reyes coya, dando así origen al imperio inca (1438-1532). Bajo el mando de Wiraqucha y Pachakutij, los incas –pueblo de guerreros originario de Cuzco, Perú– conquistaron extensos territorios y fundaron el impe- rio inca del Tawantinsuyo, compuesto por cuatro regiones o suyos: Chinchasuyu, Kuntisuyu, Antisuyu y Qullasuyu. Pese a practicar un modelo comunitario en la distribución de la tierra, una minoría de nobles incas ejercía su derecho a la propiedad privada, esto contribuía a la formación de una sociedad jerárquica y desigual en cuya cúspide se ubicaba el Inca y un grupo minoritario de gobernantes y funcionarios, mientras que en su base estaba una mayoría de campesinos. Según el historiador Herbert S. Klein: “[E]l imperio inkaico mantuvo un mosaico de estructuras políticas, religiosas y lenguas; [fue] el Estado y la estructura económica más sofisticados que elaboraron los pueblos americanos con anterio- ridad al siglo xvi” (1982: 44-45). No obstante, no hay que olvidar que el imperio inca obtuvo un alto desarrollo gracias a la fusión de formas de organización social y económica que asimiló de la cultura aymara. La decadencia del imperio inca fue causada no sólo por las guerras entre los hermanos Atahualpa y Huascar, hijos del inca Wayna Qhapaq, que guerrearon por 314 bolivia en el siglo xxi convertirse en Inca, sino sobre todo por la llegada, en 1533, de los conquistadores españoles, al mando de Francisco Pizarro, quienes derrotaron militarmente a Atahualpa, el último gobernante del imperio inca.

La mirada imperial de España: Conquista y colonización de América y el pensamiento anticolonial español de Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria

El establecimiento del imperio español en el “Nuevo Mundo” empieza con el viaje por el océano Atlántico que emprendió Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1492, con poco menos de 100 marineros, desde Huelva (España) en dirección a lo que él creía que eran las Indias Orientales (Asia).3 El viernes 12 de octubre del mismo año, Colón llegó a un “nuevo mundo”, desconocido hasta entonces por los europeos, el cual posteriormente fue llamado América.4 En el diario de navegación, transcrito en 1493 por fray Bartolomé de las Casas, el propio Colón describe su desembarque y toma de posesión, por medio de la ley imperial del Requerimiento, de las Islas de los Lucayos o Islas de las Antillas (Cuba, Jamaica, la Española –Haití y República Dominicana– y Puerto Rico). Estas islas, habitadas por indios taínos del Caribe de origen arahuaco, están al este de Yucatán (México) y al sureste de Florida (Estados Unidos). Efectivamente, el Requerimiento enunciado en el Diario de Colón, primer documento oficial escrito sobre América (y escenificado en el filme También la lluvia, cf. sección segunda), constituyó un acto jurídico de apropiación territorial y cultural practicado por el imperio español a través de los conquistadores y funcionarios reales en el descubrimiento, conquista y colonización de América.5 Dos aspectos constitutivos del Requerimiento que lo descalifican, judicial y mo- ralmente, ante el Derecho Natural de gentes son: primero, la escritura y lectura de un contrato de adquisición de propiedad territorial privada por una autoridad imperial en un idioma (español) que no entendía el indígena colonial que fue desposeído de sus propiedades y, segundo, la práctica imperial de sustituir los

3 El controversial tema histórico de que un centenar de soldados españoles vencieran a miles de indígenas en la conquista de América se documenta y analiza en Seven Myths of the Spanish Conquest (Restall, 2003). 4 El desembarque de Cristóbal Colón en el Nuevo Mundo en 1492, el primer encuentro entre hispano-europeos e indígenas, narrado tanto por los vencedores como por los vencidos, así como el origen del nombre América para designar el hemisferio occidental desconocido hasta entonces, por los europeos, se estudia en Relatos mágicos en cuestión (González Ortega, 2006: 135-149), véase, en especial, el capítulo 7: “La visión de ‘el otro imperial’ y de ‘el otro colonial’ en el Diario de Colón y en los manuscritos de y sobre los amerindios”. 5 Para una explicación detallada del Requerimiento como instrumento jurídico usado por el imperio español para la expropiación-apropiación de las tierras de los indígenas de América ver González Ortega op. cit., 2006: 135-149. descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 315 antiguos nombres indígenas con “nombre nuevo” en español: “A la primera [isla] que yo fallé puse nombre Sant Salvador a conmemoración de su Alta Magestat, el cual maravillosamente todo esto a[n] ha dado; los indios la llaman Guanahaní” (Carta de Colón a Luis de Santángel del 15 de febrero de 1493, citada en Colón, 1986: 140). Es pues a través de estos actos de escritura y nominación que Colón, en nombre de los Reyes Católicos, se apropia, de hecho y por derecho judicial, de los territorios de los indígenas del Nuevo Mundo. Posteriormente, el Requerimiento fue empleado por los conquistadores Hernán Cortés y Francisco Pizarro para legitimar la apropiación de los extensos territorios de Mesoamérica (1521) y de los Andes (1532), que después se convir- tieron en los respectivos virreinatos de Nueva España (1535) y de Perú (1542), con los cuales el imperio español estableció el extenso y complejo sistema colonial en América que duraría hasta principios del siglo xix. “Así, la conquista castella- na del Perú avanzó de una forma muy parecida a la de México. Una tecnología inmensamente superior permitió que unos centenares de españoles dominaran ejércitos indios de Millares” (Klein, 1982: 54; cf. nota 3, capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega).6 Al inicio del periodo colonial (1539-1824) de los Andes se creó la Audiencia de Charcas con sede en Chuquisaca, bajo la dirección de la Audiencia de Lima que, en 1542, se convirtió en el Virreinato de Perú y en 1776 se incorporó al Virreinato de la Plata, con sede en Buenos Aires. En 1545 se descubren las minas del Potosí y se funda la ciudad boliviana del mismo nombre. Con la llegada de los primeros franciscanos al altiplano boliviano en 1535, comenzó la evangelización y, como consecuencia, se fundaron obispados en Charcas (1552), La Paz y Santa Cruz (1605):

La sociedad se hallaba conformada por a) blancos (españoles y criollos), que eran funcionarios reales, encomenderos, azogueros y grandes comerciantes que vivían en las ciudades; b) mestizos, artesanos y pequeños comerciantes; c) indígenas, muy numerosos, que trabajaban las minas de los españoles por el sistema de mita, encomienda o jornal, y disponían también de las tierras de las comunidades; d) esclavos dedicados fundamentalmente al trabajo doméstico o al cultivo de las tierras tropicales. (Diccionario enciclopédico Espasa 1, 1995: 394)

En esta injusta y desigual sociedad colonial del siglo xvi, en la que conviven virreyes, funcionarios reales, encomenderos, comerciantes e indígenas, surgen religiosos de diversas órdenes eclesiásticas, como Antonio de Montesinos (1475- 1540), Bartolomé de las Casas (1484-1566) y Francisco de Vitoria (1485-1546). Ellos abogan fehaciente y públicamente –en sermones, en reportes a la Corona

6 Debido a que el foco de estudio de este capítulo es la elaboración de una cronología socio- política de los Andes bolivianos y sus pobladores no se comenta en detalle el desarrollo del periodo colonial en Mesoamérica y en otras regiones del continente americano. 316 bolivia en el siglo xxi española y en su gestión oficial con el imperio– por terminar con la esclavitud de los indígenas por los españoles y para que se respeten, mediante la promulgación de leyes reales, los derechos humanos básicos de los amerindios. A principios del siglo xvi, en la Isla de la Española (territorios correspondien- tes a los actuales países de Haití y República Dominicana), Antonio de Montesi- nos, misionero y fraile dominico español, defendió a los indígenas en dos de sus sermones y acusó a los colonizadores españoles de esclavizar, maltratar y torturar a los indígenas que los desobedecían. Por encargo de fray Pedro de Córdoba, director espiritual de la orden de los Dominicos de Santo Domingo, y frente al gobernador almirante Diego Colón, y a importantes encomenderos de la Isla de la Española, Montesinos denunció en sus sermones de diciembre 21 y 28 de 1510 tanto la esclavitud “legalizada” por la Encomienda como la violencia, la tortura y la muerte y otros graves abusos a que eran sometidos los indios taínos por parte de los comenderos españoles.7 En el primer sermón, denominado “Sermón de Adviento”, el fraile Montesinos predica a viva voz su plegaria: “Yo soy una voz que clama en el desierto” (“Ego vox clamantis in deserto”, Evangelio de San Juan 1, 23):

Para os los dar a cognoscer me he sobido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto desta isla; y, por tanto, conviene que con atención, no cualquiera sino con todo vuestro corazón y con todos vuestros sentidos, la oigáis; la cual será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y más espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír. Esta voz [os dice] que todos estáis en pecado mortal i en él vivís y morís, por la crueldad i tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid ¿con qué derecho y con qué justicia tenéis en tan cruel i horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué auctoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muerte y estragos nunca oídos habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fatigados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades [en] que, de los excesivos trabajos que les dais, incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿i qué cuidado tenéis de quien los doctrine y cognozcan a su Dios y criador, sean baptizados, oigan misa, guarden las fiestas y domingos? Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos? Tened por cierto, que en el estado [en] que estáis no os podéis más salvar que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo. (Montesinos, citado en Las Casas, “Primera Comunidad de Dominicos en América”, 1994: 1761-1762)

7 En el texto Relación acerca de las antigüedades de los indios, escrito por fray Ramón Pané a fines del siglo xv y re-editado en el siglo xx (Arrom, 1974), se describe ampliamente la cultura (territorio, lengua, religión, atuendos y costumbres) del primitivo pueblo taíno, el cual era uno de los menos desarrollados del continente americano. El grado elemental de la primitiva cultura taína y su desnudez contribuyó, en gran medida, al surgimiento del doble mito del indio, como buen salvaje y como salvaje feroz. descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 317

Por primera vez en el continente americano se escuchó la voz de un español que enumeraba las atrocidades a las que fueron sometidos los nativos por los encomende- ros; denunciaba el comportamiento anticristiano de los encomenderos explotadores; y, en fin, reclamaba justicia social y dignidad humana para los indígenas (cf. sección segunda).8 La consecuencia de los dos sermones de Montesinos en las autoridades imperiales, en los encomenderos y en los indígenas fue triple. La primera fue la respuesta del gobernador almirante Diego Colón, las autoridades coloniales y los encomenderos, quienes escribieron y enviaron una protesta oficial al rey Fernando, El Católico, para expulsar a los Dominicos de la Española y destituir al fraile Mon- tesinos. Sin embargo, el rey solo decidió prohibir a los Dominicos predicar sobre temas relacionados con los indígenas. La segunda fue la formación, por orden real, de una junta de teólogos en España, con el fin de deliberar sobre la situación de los amerindios. Esta gestión culminó con la promulgación de las Leyes de Burgos del 28 de julio de 1513 que, en teoría, aliviaban el sufrimiento de los indígenas, pero que en la práctica nunca fueron cumplidas por los encomenderos españoles. La tercera fue la influencia de los dos sermones de Montesinos de 1510 en la conciencia religiosa del, entonces encomendero, Bartolomé de las Casas (cf. sección segunda). Bartolomé de las Casas fue un autodidacta en teología, filosofía y derecho que llegó a la Isla de la Española en 1502 y se ordenó sacerdote en 1512. Influido por los sermones de Montesinos, y temiendo que los indígenas se extinguieran por los abusos de los colonos españoles, se dedicó, desde 1514 hasta su muerte en 1566, a la acérrima defensa de los derechos humanos de los amerindios. En su famoso y controversial libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias, escrito en 1552, denuncia las consecuencias negativas de la conquista y la colonización española para los pueblos indígenas del continente americano. Una primera ver- sión resumida de la obra fue presentada al rey Carlos I y a la Junta de teólogos de Valladolid que deliberó en 1550-1551. En esta se tratan “los justos títulos del dominio de la Corona de Castilla sobre América” y los dos modos antagónicos de entender la conquista9 y colonización de América. Según la Brevísima relación, el primer modo abogaba por la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas de América. Por su parte, el segundo modo de interpretación, repre- sentado por Juan Ginés de Sepúlveda, defendía el derecho de los españoles a conquistar y colonizar a los indígenas por ser estos, según Sepúlveda, seres sin

8 Discurso de Antonio Montesinos representado en También la lluvia. Recuperado de https:// www.youtube.com/watch?v=4z6KCsi50tI 9 “La ‘Conquista’ es un proceso militar, práctico, violento que incluye dialécticamente al Otro como ‘lo mismo’. El Otro, en su distinción es negado como Otro y es obligado, subsumido, alienado a incorporarse a la Totalidad dominadora como cosa, como instrumento, como oprimido, como ‘encomendado’, como ‘asalariado’ (en las futuras haciendas), o como africano esclavo (en los ingenios de azúcar u otros productos tropicales)” (Dussel, 1994: 41-42; cf. ver el concepto ‘otro’ en el presente capítulo, notas 1, 2, 20). 318 bolivia en el siglo xxi alma, naturalmente inferiores y, por tanto, no aptos para ser adoctrinados en la fe cristiana. Aunque no se obtuvo una decisión final sobre el derecho español a la conquista y colonización de América, sí se produjo una serie de normas legislativas que, junto a las Leyes de Burgos (1513) y a las Leyes Nuevas (1542), conforma- ron las famosas Leyes de Indias, que estuvieron vigentes en la América española entre 1523 y 1542 y sirvieron para reglamentar y normalizar, en cierto grado, las relaciones sociales, económicas y políticas entre los pobladores de la colonia española de América.10 En síntesis, el explorador, el encomendero, el misionero y el obispo Bartolomé de las Casas escribió una serie de libros en contra de la opresión de los indígenas por los hispano-europeos; libros que han inspirado a posteriores pensadores revolucionarios del mundo entero. El último principal pensador anticolonial español del siglo xvi fue fray Fran- cisco de Vitoria, teólogo, filósofo, jurista y profesor en las universidades de París, Valladolid y Salamanca. Sus lecciones universitarias sobre temas teológicos y jurí- dicos, que fueron compiladas y publicadas por sus alumnos, debaten, entre otros temas, sobre problemas morales del ser humano, la moral humana y la economía, el homicidio, el matrimonio, la potestad civil y eclesiástica, las relaciones entre el Concilio y el Papa, la guerra justa o injusta de los conquistadores y colonizadores españoles en América, el maltrato y destrucción de los indígenas de América y de sus culturas y la apropiación cuasi legal de territorios americanos por el imperio español. Por su sólida labor intelectual de pensador anticolonialista que ha tenido una amplia repercusión mundial y por su acérrima defensa de los derechos huma- nos de los pueblos indígenas de América y del mundo, se considera a Francisco de Vitoria uno de los fundadores del moderno Derecho Internacional Público.

La resistencia anticolonial indígena y la abolición del sistema colonial: Túpac Amaru, Túpac Katari y otros movimientos de reivindicación etno-social

Desde la época precolombina hasta el siglo xxi, los indígenas del altiplano boli- viano se han rebelado por medio de guerras y protestas contra formas imperiales (amerindias e hispánicas) de gobierno y contra gobiernos de Estados republicanos y contemporáneos que han querido invadirlos, subyugarlos o privarlos, mediante la violencia, de su derecho al autogobierno.11 En seguida, se comentan las princi- pales formas de resistencia optadas por los indígenas andinos a través de los siglos.

10 El conjunto de normas legales reunidas en las Leyes de Indias fueron oficialmente promulgadas por el rey Carlos II (1665-1700) y finalmente publicadas en 1680 con el título de Recopilación de leyes de los reynos de las Indias (La Guardia, [1680] 1889). 11 Para una comprensión más completa de la resistencia de los bolivianos de ayer y de hoy contra diversas formas de opresión imperial, véase Earth Politics. Religión, decolonization, and Bolivia’s indígenous intellectuals (Ari, 2014). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 319

Durante el corto periodo (1438-1532) que duró el régimen imperial de los incas se realizaron numerosas guerras de liberación territorial:

[E]n 1460 se produjo una importante rebelión contra los incas en la zona de los reinos del lago. El resultado fue que los restantes reinos independientes fueron conquistados, instalándose mitmaqhuna de habla quechua en colonias por todos sus territorios, especialmente en el valle de Cochabamba. (Klein, 1982: 39)

Las “Entradas” o excursiones armadas de saqueo a territorios del altiplano andino (1533-1536), realizadas por el conquistador Francisco Pizarro, provocaron la primera tentativa de resistencia indígena en contra del naciente imperio español, promovida por Manco Inca o Manco Capac, hermano de Atahualpa, emperador Inca. Al mando de miles de indios, Manco Capac cercó la ciudad de Cuzco durante nueve meses hasta que la llegada del ejército de Alonso de Almagro lo obligó a huir hacia la remota región amazónica de Vikabamba, donde fundó el Nuevo Estado Inca con su capital, la ciudad sagrada de Machu Picchu. Manco fue sucedido por su hijo, Sayri Tupac y su hermanastro Titu Cusi, quienes continuaron la resistencia anticolonial hasta la muerte de Titu Cusi, en 1571, que nombró como sucesor al hijo legítimo de Manco Inca, Túpac Amaru, que fue capturado y decapitado por las tropas del virrey, el conde Francisco de Toledo. La decapitación de Túpac Amaru en 1572 terminó con los últimos vestigios del imperio inca. El memorable recuerdo del rebelde antiespañol Túpac Amaru sobrevivió durante dos siglos, encarnándose en la persona de José Gabriel Condorcanqui, que tomó el nombre de Túpac Amaru ii y lideró con su esposa Micaela Bastidas Condorcanqui, en 1780-1782, la más grande rebelión andina. Esta rebelión tenía como objetivo central el intento de resurgimiento del antiguo imperio inca en oposición al imperio español, que seguía explotando a los indígenas en minas, haciendas y obrajes y los obligaba a pagar un exagerado aumento de las alcabalas o impuestos de venta promulgados en la legislación imperial de las nuevas reformas borbónicas de fines del siglo xviii. Este movimiento social y militar indígena, al cual se unieron miles de seguidores de casi toda la región andina, propuso un programa revolucionario similar al que plantearían los movimientos sociales del fines del siglo xx y principios del xxi. En este programa se exigía la devolución de las tierras indígenas que habían sido expropiadas por los españoles, asimismo se reclamaba el fin de la esclavitud de los indígenas a través de la abolición de dos formas de trabajo –practicadas en el imperio inca y posteriormente adoptadas por el imperio español–: el ‘yanaconazgo’ o trabajo doméstico servil y obligatorio y la ‘mita’ o trabajo forzado y no pagado en minas y haciendas. Esta poderosa prime- ra revolución indígena anticolonial aterrorizó a las autoridades imperiales, a los eclesiásticos, a los españoles y europeos y a los criollos que se unieron en un frente militar común para confrontarla, matando a más de 100.000 indígenas de los Andes. 320 bolivia en el siglo xxi

Entre estos diversos movimientos de resistencia revolucionaria indígena anticolonial, que se extendieron por toda la región de los Andes a fines del siglo xviii, se destacó la rebelión indígena encabezada por Julián Apaza Nina (1750-1781), jefe aymara conocido con el nombre revolucionario de Túpac Katari o Tupaj Katari (‘serpiente grande y resplandeciente’, en aymara y que- chua). En contra de la explotación socioeconómica a la que eran sometidos los indígenas por los colonizadores españoles y en contra de su exclusión política del gobierno de sus comarcas, Tupaj Katari comandó una rebelión de más de 40.000 indígenas en contra del imperio español y puso sitio dos veces a la ciu- dad de La Paz en 1781, asediándola desde la población de El Alto durante 184 días: de marzo a junio y de agosto a octubre. Para sofocar esta rebelión, una de las más prolongadas de la región de los Andes, las tropas de los virreinatos del Perú y de Buenos Aires tuvieron que luchar conjuntamente en contra de ellos por más de dos años.12 La rebelión encabezada por Túpac Katari inspiró la creación del katarismo a fines del siglo xx. Es un movimiento político boliviano que comenzó a articu- larse públicamente a principios de 1970, en un intento de recuperar la antigua identidad de oposición política a la explotación económica interna y externa del pueblo aymara. El movimiento katarista centró su programa de reivindicación política en dos puntos fundamentales: 1) el derecho a que se reconociera que el legado prehispánico y colonial aymara continúa articulándose en las repúblicas de América Latina después de la Independencia (1810-24) y 2) el derecho a que se reconociera que la población indígena en Bolivia es una mayoría demográfica y, por tanto, debe ser tenida en cuenta en las principales decisiones gubernamentales. El katarismo hace hincapié en que las naciones indígenas de Bolivia están sometidas tanto a la opresión de clase como a la opresión étnica (Sanjinés, 2004: 14-15, 160). Es relevante para el tema de este capítulo destacar que las tácticas de oposición política usadas por Túpac Katari a fines del siglo xviii son semejantes a las usadas a fines del siglo xx y comienzos del xxi por el katarismo y otros movimientos sociales de Bolivia. Estas tácticas de resistencia consisten en cercar o sitiar La Paz desde El Alto para bloquear la entrada de alimentos y productos de primera necesidad a la capital y así presionar a la élite económica y política paceña a que acceda a sus peticiones de reformas políticas. Las estrategias de asedio y bloqueo a La Paz se han puesto en práctica en los grandes levantamientos sociales liderados por los movimientos indígenas y cocaleros en la Guerra del Agua del 2000;13 en la

12 Entre otros historiadores que analizan la rebelión de Túpac Katari en su contexto histórico y político se encuentran Sinclair Thompson (2002: 190) y Carlos D. Mesa Gisbert (2012: 213, 219-221, 234, 255). 13 En la película También la lluvia (2010), que se analiza en la sección segunda, se escenifican las masivas protestas sociales ocurridas en Cochabamba, La Paz, El Alto y otras ciudades de Bolivia durante la Guerra del Agua del año 2000 (cf. J. Hernández, s.f.). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 321

Guerra del Gas de 2003, y en las revueltas sociales de 2005 que culminaron con la presidencia de Evo Morales.

El régimen neoliberal (1985-2000) y sus efectos socioeconómicos y políticos revelados en la Guerra del Agua (2000)

Entre los años 1985 y 2000, los bolivianos experimentaron grandes tensiones socia- les debido a que existía, desde los gobiernos anteriores, una marcada desigualdad económica, una profunda inequidad social y una injusta exclusión de los indígenas de las esferas del poder. Este estado de completo desequilibrio económico, po- lítico y social –que fue causado por la aplicación de políticas macroeconómicas neoliberales por los gobiernos de la época– sirvió de caldo de cultivo a diversos movimientos políticos finiseculares de reivindicación social, étnica y popular que lucharon en contra de las draconianas medidas económicas del neoliberalismo (cf. capítulo 3 de González Ortega). En efecto, a fines del siglo xx, el conocido político Víctor Paz Estenssoro, en su cuarto mandato presidencial (1985-89), tuvo que controlar la hiperinflación que sufrió Bolivia mediante el apoyo que dio a su ministro de Planeamiento, Gonzalo Sánchez de Lozada, para que aplicara la nueva modalidad del neo-liberalismo eco- nómico conocida como “terapia del shock” y, así, tratar de controlar la ilimitada hiperinflación que sufrió Bolivia, sobre todo, en la década del 80, pero también en la última década del siglo xx.14 La oleada de protestas sociales sucedidas entre el 9 y el 11 de abril del año 2000 en Cochabamba y el resto del país, conocida como la “Guerra del Agua”, intensificó la confrontación de las dos Bolivias que surgieron en 1952 con la Re- volución Nacional: la Bolivia del régimen político-administrativo de orientación económica socialista promovida por movimientos sociales y partidos políticos de centro-izquierda versus la Bolivia del régimen político-administrativo de orien- tación económica neo-liberal y conservadora apoyada por partidos de centro derecha, a menudo, en alianza con empresas multinacionales y con los gobiernos republicanos de Estados Unidos. En otras palabras, la Guerra del Agua acentuó la confrontación entre una Bolivia pobre e indígena y otra Bolivia oligárquica y transnacional (cf. capítulo 3 de González Ortega, nota 7). Tal confrontación se haría evidente en las violentas protestas ciudadanas de la Guerra del Agua del año 2000 que fueron el motor que propulsó las profundas transformaciones de las estructuras tradicionales del poder político en la Bolivia actual.

14 El origen, establecimiento y los variados efectos socioeconómicos del neoliberalismo y de la “terapia del shock” (Shock Therapy) en Bolivia se estudian en los capítulos 3 de González Ortega y 11 de Mesa Gisbert, nota 21. 322 bolivia en el siglo xxi

En medio de esta crisis social boliviana, el Banco Mundial, siguiendo normas neoliberales del mercado, advierte al exdictador y entonces presidente electo Hugo Banzer que “si no privatiza el suministro de agua en el departamento de Cochabamba, el Banco Mundial retendría 600 millones de dólares en la tan necesitada disminución de la deuda externa de Bolivia” (Siekmeier, 2010: 173, nuestra traducción). Ante esta presión económica externa, el gobierno boliviano promulga la Ley 2029 que autoriza la firma, en 1999, de un contrato leonino de provisión de agua con la empresa norteamericana de ingeniería Bechtel, que formó un consorcio multinacional llamado Aguas del Tunari, compuesto por la empresa norteamericana Edison, el consorcio español Abengoa S. A. y las empresas boli- vianas A. Petricevich y S. Doria Medina. Aguas del Tunari aumentó el precio de suministro de agua en un 50% y, como consecuencia, en abril de 2000 hubo una serie de protestas populares en Cochabamba y el resto del país, lideradas por un grupo cívico llamado “Coordinadora del Agua”, que exigió al gobierno de Banzer cancelar el contrato con Aguas del Tunari. Las protestas y las exigencias de los manifestantes se ampliaron y se reprodujeron en todo el país: los maestros de las escuelas públicas en zonas rurales hicieron huelga para reclamar el aumento de sus salarios; en La Paz, los estudiantes se enfrentaron al Ejército,

la csutcb [Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia] organizó bloqueos de caminos en varios puntos del país. El gobierno decretó el estado de sitio. La Policía liderada por el mayor David Vargas se amotinó en La Paz, pidiendo mejores salarios, lo cual debilitó seriamente al gobierno. La presencia militar para restablecer el orden dejó como saldo varias muertes y centenares de heridos. (Mesa Gisbert, 2012: 671)

La Guerra del Agua llevó la economía nacional al colapso, lo cual obligó al presidente Banzer a terminar el contrato con Bechtel-Aguas del Tunari. Es importante notar que los hechos políticos y sociales sucedidos durante la Guerra del Agua no sólo han sido tratados en libros de historia y economía política, como los citados en esta sección, sino también han sido ampliamente representados en la literatura, la música y el cine contemporáneo, debido a que han atraído la atención, a nivel nacional e internacional, sobre el auge de movimien- tos sociales en contra del capitalismo y la corrupción y en pro de la ecología y la justicia social para el indígena boliviano. En efecto, aspectos relacionados al tema de la Guerra del Agua, además de ser tratados en la película También la lluvia, se han tematizado en novelas de corte político y testimonial como La llanta pinchada (2005), de José Antonio Gil, y en la canción de protesta “Latinoamérica” (2011), escrita por Rafael Ignacio Arcaute, Eduardo Cabra y René Pérez e interpretada por el grupo Calle 13, en el álbum Entren los que quieran. descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 323

También la lluvia, película de Icíar Bollaín: Una lectura descolonizadora de la conquista y colonia de América

La cronología sociopolítica elaborada en la sección anterior (del Epipaleolítico al año 2000) establece el contexto historiográfico y socioeconómico para conocer las diferentes dinámicas coloniales, neoliberales, imperialistas y anticoloniales desde el origen andino del altiplano boliviano hasta la Guerra del Agua. Dicho delineamiento contextual, con su énfasis en las figuras de resistencia en la historia boliviana, constituye la base para el análisis de la película También la lluvia (2010) de Icíar Bollaín. Este largometraje, desde un primer momento, llama la atención por su carácter transnacional, puesto que –además de ser una coproducción entre España, México y Francia– está dirigida por una directora española siguiendo el guión del británico Paul Laverty; la película tiene un elenco latinoamericano y español y está filmada en Cochabamba, Bolivia. Información que resulta importan- te reiterar puesto que constituye la puerta de entrada –Gerard Genette lo define como ‘paratexto’ (1991: 261)– que la audiencia debe cruzar antes de ver la película, la cual genera expectativas que condicionan la recepción del texto fílmico. En este caso, el espectador podrá esperar un diálogo entre Europa y Latinoamérica.15 In- tuición que se confirma rápidamente al leer una sinopsis de la película –que puede ser considerada como parte del paratexto–: el director, Sebastián (Gael García), y su productor, Costa (Luis Tosar), viajan a Cochabamba con el elenco para filmar un largometraje que promete una relectura de la llegada de Cristóbal Colón a América. Pero, durante el proceso de filmación, ocurre la Guerra del Agua, entre el 9 y 11 de abril del año 2000, lo cual los obliga a parar el rodaje y cuestionar el tema fílmico inicial sobre la conquista y colonia de América. En esta sección se expondrá cómo Bollaín va más allá de lo anunciado por el paratexto y explora la complejidad de la dinámica entre España y Latinoamérica. Re- vela las relaciones desiguales de poder entre el “Otro-imperial”, hispano-europeo, y el “Otro-colonial” (cf. notas 1, 2, 20 en el presente capítulo) y afirma que estas prácticas opresoras no son exclusivas del periodo colonial, sino que persisten aún en la industria cinematográfica transnacional y en las compañías multinacionales de nuestro mundo actual inmerso en una creciente globalización periférica. Como consecuencia, Bollaín considera nuevas formas fílmicas decoloniales de confrontar el problema de las relaciones de poder. Por lo tanto, este apartado pretende analizar

15 La larga historia de colonización española en el continente americano, expuesta en el aparta- do anterior, ubicó a España en la posición estratégica de mediador entre Europa y América Latina (Santaolalla, 2007: 68). Esta posición hegemónica de España y Occidente no terminó con la independencia de las colonias a principio del siglo xix. Se podría decir que en el plano cinematográfico, dicha hegemonía, acentuada por el vínculo intercontinental, se tradujo, entre otras cosas, en coproducciones que se establecieron de manera oficial en 1931 con la creación del Primer Congreso Cinematográfico Hispanoamericano en Madrid, España. 324 bolivia en el siglo xxi

También la lluvia desde tres ejes: análisis narrativo del guión, de la cinematografía y de las dinámicas de representación de la perspectiva femenina.

También la lluvia y su guión: Análisis decolonial del discurso fílmico

Paul Laverty cuenta, en una entrevista con David Walsh (2010), que la idea del guión se origina en sus conversaciones con Noam Chomsky y Howard Zinn, quienes estaban buscando alguien que pudiese escribir sobre el libro de Zinn, A People’s History of the United States, en el que se hablaba de la llegada de Cristóbal Colón a América. La primera versión del guión presentaba a Las Casas (cf. sección primera) como protagonista y se ubicaba completamente en el siglo xv y xvi. Elección que implicaba el deseo de reinterpretar y cuestionar la historia oficial del imperio español en América poniendo énfasis en las dinámicas de representación fílmica tanto de la culpa imperial, o “culpa colonial” de los españoles, como de la “herida colonial” de los indígenas.16 Además, el énfasis en Las Casas se oponía a las representaciones fílmicas de Hollywood que surgieron para celebrar –desde una mirada masculina occidental– los 500 años de la llegada de Colón en América, como en 1492: Conquest of Paradise (Ridley Scott, 1992) y Christopher Columbus: The Discovery (John Glen, 1992). No obstante, para Laverty, este guión resultaba demasiado distante y ajeno para el espectador actual (Walsh, 2010), por lo cual era necesario generar un diálogo entre la memoria histórica y la situación lati- noamericana actual. Diálogo que Laverty construye gracias a su fascinación por la Guerra del Agua de 2000 en Cochabamba. Como consecuencia, Laverty elabora una trama narrativa que permite el diálogo entre tres momentos históricos o periodos temporales diferentes, de los cuales los dos primeros hacen parte del guión (el periodo de la conquista espa- ñola y la Guerra del Agua) y, el tercero, hace referencia al rodaje de la película de Bollaín en Bolivia en el año 2010. Estos tres periodos se construyen en tres

16 Según Isabel Santaolalla, recientemente se han dado revisiones cinematográficas del vínculo España- Latinoamérica como una realidad problemática y multifacética, lo cual puede ser interpretado como una forma de redención tanto de la “culpa colonial” (Santaolalla, 2007: 71) de los hispano-europeos como de la “herida colonial” de los indígenas colonizados. La dinámica de la culpa implica que subyace una situación de conciencia y una relación de “con- cientización” entre colonizadores y colonizados, en la que los que habían colonizado desean redimirse a través de una apertura cinematográfica alternativa hacia Latinoamérica. En los estudios decoloniales, se llama ‘herida colonial’ a la huella dejada por el dolor derivado de las experiencias vividas de los condenados de la tierra, de los damnés. Son experiencias forjadas en situaciones de marginalización, sometimiento, injusticia, inferiorización, dispensación y muerte. La herida colonial, que enrostra a la arrogancia imperial, las experiencias y sub- jetividades de los damnés, deviene en condición de posibilidad de una perspectiva donde la […] “pluriversalidad de paradigmas […] no pueden ser absorbidos por la historia lineal del pensamiento occidental” (Restrepo & Rojas, 2010: 162-163). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 325 diferentes niveles narrativos o diegéticos:17 el nivel metadiegético hace referencia a la narración dentro de la narración, la película dentro de la película, es decir, la película que Sebastián está dirigiendo sobre Colón y tiene como objetivo des- mitificar la imagen del conquistador –especialmente la creada por Hollywood en ocasión del quinto centenario de sus viajes (Cilento, 2012: 246)–; el nivel diegético es la narración principal en la que ocurre la Guerra del Agua y se problematiza la posición de las multinacionales en América Latina, y el nivel extradiegético es el proceso de grabación de También la lluvia, donde se realiza una autocrítica para contemplar las implicaciones éticas de las coproducciones en el mercado global. La existencia de diferentes niveles diegéticos permite una estrategia de reflexi- vidad o mise en abyme,18 en la que la película enmarca el proceso de grabación de otra película, es decir: la presentación de una película dentro de otra (figura 1).

Figura 1. Antón está viendo su imagen en el cine, en la que él está interpretando a Colón (00:37:19).

Esta construcción narrativa metafílmica permite develar las complejas di- námicas que pueden producirse cuando se hace una representación histórica en cine. Continuamente se le recuerda a la audiencia que la memoria histórica es una

17 Para el análisis fílmico del guión de También la lluvia se emplean los conceptos que Gerard Genette utiliza para el análisis narrativo de los textos literarios. Esto responde principalmente a la necesidad de explicar el diálogo entre los diversos niveles narrativos del guión para poder explicar su construcción fílmica. Sin embargo, esto no implica que la narratología de Genette pueda ser trasladada de manera exacta al análisis cinematográfico. 18 José Antonio Pérez Bowie cita a Sébastien Fevry, quien explica que en cine existen dos tipos de mise en abyme: homogénea y heterogénea. En la primera, las estrategias de reflexividad se articulan sobre un canal, ya sea el visual o el sonoro. La segunda, utiliza simultáneamente recursos visuales y auditivos. En el caso de También la lluvia se trata de un mise en abyme he- terogénea: “la inserción de un relato audiovisual (representación teatral o filme) dentro del filme marco; el filme en segundo grado, o filme enmarcado, se presenta bajo la forma de una creación artística que ‘refleja’ la temática o estructura del filme que lo alberga” (2008: 162). 326 bolivia en el siglo xxi construcción que debe ser leída como un proceso de interpretación y que, como tal, implica dinámicas de poder, transacciones económicas, entre otros aspectos, que configuran los límites de la imagen y las perspectivas entre el objeto y el sujeto filmado. Punto en el que hace eco la frase nietzscheana: “no hay hechos sino interpretaciones”, y las teorías de Hayden White. White pone en entredicho la división entre ficción e historia (1978: 99), lo cual afirma la imposibilidad de construir una Historia única, veraz o “monofónica”19 que pueda sustituir la natural polifonía inherente al hecho histórico. Tal como se aprecia en el siguiente diálogo que ocurre en los primeros minutos de la película de Bollaín:

María. —Sebastián, dime una cosa, estamos en Bolivia, así como mucho sentido pues no tiene, ¿verdad? Pues digo, estamos a unos 2.500 metros sobre el nivel del mar rodeados por montañas a miles de kilómetros del Caribe. Sebastián. —No, pues, es que acá Costa cree que Colon llegó en paracaídas. Costa. —No, perdona, Costa sabe que esto está lleno de indígenas hambrientos y eso significa extras. Miles de extras, nada de recurrir a esa mierda de efectos digitales. Quiero poderío, que se vea que nos hemos gastado la pasta. Sebastián. —No, Costa, no, esto puede ser un churro. ¿Has visto sus rasgos? Son quechuas. Costa. —¿Y? Sebastián. —Cómo que ¿y? Que son indígenas de los Andes. ¿Qué hace Colón entrevistándose con unos indígenas de los Andes? Costa. —De los Andes o de donde sea. No sé, son indígenas. Eso es lo que querías. ¿No? Sebastián. —No, no, no. Costa. —Sebastián, no seas pesado, tío. No me jodas, aquí se puede negociar con la gente, hoteles, trasporte, catering, o sea lo que quieras. María. —Entonces la razón es el dinero.

19 En Problemas de la poética de Dostoievski (1993), Mijail Bajtin desarrolla el concepto de ‘poli- fonía’ que hace referencia a la multiplicidad de voces –cada una con su propia perspectiva y validez– que aparecen en un texto que no ha sido monopolizado por la figura de un único narrador. Como consecuencia, tal texto es un discurso ‘dialógico’ que reconoce la multipli- cidad de perspectivas y su interacción entre ellas. De hecho, Bajtin afirma que todo discurso –hasta los que se presentan como unívocos y monológicos– es dialógico, puesto que existe en respuesta de otro discurso pasado (texto leído por ejemplo) y en anticipación a discursos futuros. La inevitable polifonía en el discurso se puede conectar con la imposibilidad de tener un narrador o un sujeto completamente neutral y objetivo, sobre esto, argumentaría Walter Mignolo, años después: “The basic assumption is that the knower is always implicated, geo- and body-politically, in the known, although modern epistemology (e.g. the hubris of the zero point) managed to conceal both and created the figure of the detached observer, a neutral seeker of truth and objectivity who at the same time controls the disciplinary rules and puts himself or herself in a privileged position to evaluate and dictate” (2009: 4). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 327

Sebastián. —Sí, siempre es el dinero. Siempre. Bueno en este caso, el poco dinero. ¿Me escuchaste productorcete de cuarta? Costa. —Si la hubiéramos rodado en inglés tendríamos el doble de dinero. Tendríamos el doble de público. Ya casi teníamos cerrado el acuerdo y fuiste tú y la jodiste. Sebastián. —Porque los españoles hablan español cabrón. ¿Te hubieras imaginado lo que hubiera sido hacerla en inglés? Costa. —Pues que hubiéramos sido la ostia. María. —Entonces los españoles hablan español y los taínos que encontró Colón ¿hablan quechua? Sebastián. —¿Así vas a estar? (00:06:00- 00:07:50)

Abrir la película con este conflictivo diálogo metafílmico, luego de ver la escena de línea interminable del casting para los extras bolivianos y la imagen del helicóptero cargando una cruz gigante, da cuenta del claro deseo de denunciar cómo la industria cinematográfica no está exenta de las dinámicas del mercado. De hecho, estas implican sacrificar detalles que harían de una representación histórica un retrato más verosímil. María hace referencia directa a la poca prioridad que se le da a la representación de los indígenas. Hecho que toma más fuerza cuando empiezan a leer el guión de la película de Sebastián que empieza desde el punto de vista de los indígenas:

Narrador. [lee el guión escrito por Sebastián] —Vemos los rostros sorprendidos de varios niños taínos ocultos entre la vegetación, desde su punto de vista vemos a Colón y a sus hombres pisando por primera vez el Nuevo Mundo. Hay algunas embarcaciones pequeñas en la orilla. Los niños perciben un olor desagradable mientras las extrañas criaturas mojadas y sucias, unos barbudos, otros calvos, se acercan hacia ellos dando un traspié en la arena. Los chiquillos ocultos en los árboles se ríen y comentan sorprendidos intentando comprender quiénes son esos extraños. Colón. —Yo, Cristóbal Colón, humilde siervo del rey Fernando de Aragón y la reina Isabel de Castilla, en nombre de Jesucristo, hijo del único Dios verdadero, tomo posesión de estas tierras, mares y todo lo que contienen y con este acto proclamo la soberanía de estas tierras y mares de la más graciosa de las majestades. (00:09:00 – 00:10:53)

El doble hecho de que la película se abra exponiendo el punto de vista de los niños indígenas y que transcriba pasajes del diario de Colón muestra el de- seo de Sebastián de re-leer o reinterpretar esos acontecimientos históricos de la manera que él considera la más transparente. Sin embargo, luego se verá que en su interpretación lo importante no es la mirada indígena, sino su enfoque en la figura de Montesinos, cuyo sermón, o partes de este, se oirá tres veces a lo largo la película, tanto en el nivel metadiegético como diegético. La primera vez que se oye: “yo soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla y estáis en 328 bolivia en el siglo xxi pecado mortal” es cuando Juan/Montesinos (Raúl Arévalo) y Alberto/Las Casas (Carlos Santos) están contándole a María, quien está filmando el “detrás de escenas”, sobre sus personajes. La segunda vez, es cuando todo el elenco está cenando en un restaurante y, alzando sus copas entre risas, al unísono, todos repiten el fragmento del sermón de Montesinos, despojándolo de su carácter solemne. La tercera vez es cuando Juan está preparando su escena y repite la totalidad del sermón. Es solo en el último caso que al sermón se le da fuerza, hecho que resulta importante, puesto que inmediatamente después aparece Daniel/Hatuey (Juan Carlos Aduviri) pronunciando su discurso en contra de la privatización del agua, en las violentas confrontaciones sociales sucedidas durante la Guerra del Agua:

Daniel. —Venden nuestros ríos contra nuestra voluntad. Venden nuestros pozos, nuestros lagos. Y la lluvia que cae sobre nuestras cabezas por una ley. Compañeros, es increíble, no nos permiten recoger el agua que cae de la lluvia por esa ley. Y ¿quién se queda con esa lluvia? ¿Una compañía cuyos propietarios están en Londres y en California? Compañeros, ¿qué más nos van a robar ahora? ¿El vapor de nuestro aliento? ¿El sudor de nuestra frente? Pues les digo, que lo único que van a conseguir de mí es una buena meada. (00:29:14)

La inserción del discurso de Montesinos que culmina con la protesta de Daniel enmarca tanto el deseo de alcanzar una veracidad histórica como su imposibilidad. Por eso, se presenta como una repetición que solo cobra sentido en el diálogo con el nivel diegético, puesto que conecta el antiguo sermón que denunciaba las injusticias que cometían los conquistadores contra los indígenas en la Colonia con la moderna injusticia de privatizar el agua a los indígenas de hoy. De igual manera, el diálogo entre los diferentes niveles diegéticos abre la posibilidad de crear personajes más complejos, ya que los actores no se limitan a interpretar personajes históricos siguiendo un guión ajeno, sino que denuncian, desde dentro del filme, los límites arbitrarios de esa representación. Por lo que, el espectador, inconscientemente, genera un puente entre el personaje histórico y el actor que lo está interpretando. Por ejemplo, en el nivel diegético, Antón (Karra Elejalde), el actor que interpreta a Colón, simboliza la voz subversiva que denuncia las incoherencias de la industria del cine como fuente de explotación (cf. notas 15 y 16 en el presente capítulo) y critica la reinterpretación que Sebastián hace de Colón: “El plan está claro, santificas a este par de cabrones y a mí me linchais. Esto no es arte, es pura propaganda” (00:22:25). La voz de Antón en la diégesis se percibe como un contrapeso de la imagen explotadora del Colón en la metadiégesis, lo que produce una empatía por el personaje Antón y, por ende, con tal contrapeso, se le otorga la profundidad psicológica de la que carece el personaje de Colón en el nivel metadiegético. Por su parte, Montesinos y Las descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 329

Casas, representados de una manera muy heroica en la metadiégesis, como las primeras voces en levantarse y denunciar la colonización del imperio español, resultan ser los actores más cobardes cuando en el nivel diegético (realidad boli- viana) empiezan a complicarse más las protestas en contra de la privatización del agua del año 2000:

Antón. —Corred, corred conejillos, cabrones cobardes, ¿qué haría tu amigo Bartolomé? Alberto. —Vete a la mierda. Antón. —Tú, mucho yaku, mucho pobrecitos indios, y ¿ahora qué? ¡Que les den! Alberto. —¿Qué coños podemos hacer? Antón. —Te lo están diciendo, tío: ir a un sitio seguro y acabar nuestro trabajo. Eso es lo que tenemos que hacer. Se los debemos, coño. (01:15:54)

En el caso del protagonista indígena Daniel/Hatuey, su personaje es casi un espejo entre ambos niveles, como rebelde anticolonial y como subversivo en el año 2000, en ambos casos se presenta como la imagen de la resistencia. Esto puede ser interpretado como el deseo de dignificar la imagen del indígena/bo- liviano. En ambos niveles la actuación de Daniel/Hatuey es coherente: por un lado, en la metadiégesis, personifica la resistencia indígena durante la Conquista y la Colonia, mientras que en la diégesis, no solamente revela que la industria cinematográfica repite las prácticas coloniales, sino que también es uno de los líderes en la Guerra del Agua. Daniel/Hatuey, como imagen fílmica del rebelde militante en la resistencia, cobra aún más importancia cuando, en la construcción fílmica de su personaje, se coloca su actuación en contraposición al discurso del alcalde de Cochabamba:

Alcalde. —Dada su larga historia de explotación, los indios llevan la desconfianza en los genes. Se hace muy difícil razonar con ellos, cuando, además, son analfabetos. Pero eso sí, tenemos informes objetivos de profesores de Harvard, fbi. Antón. —Me encantaría, me encantaría ver cómo se las arreglan esos cabrones del fbi para alimentar a sus familias con 40 putos dólares al mes. Alcalde. —En fin, en este mundo globalizado los indios se dedican a quemar los recibos de agua y lanzar piedras a la Policía. Es el victimismo contra la modernidad. Sebastián. —Oiga, pero, no quiero ser maleducado, a mí me parece que una persona que gana dos dólares al día no puede soportar un incremento en el precio del agua de 300%, ¿no? Digo, por lo menos, es lo que a mí me cuentan. Alcalde. —Es curioso, eso es lo que me han dicho a mí que ustedes les pagan a los extras. Sebastián. —Sí, pero nosotros tenemos un presupuesto muy, muy ajustado. Alcalde. —Eso es lo que nos pasa a todos. Si cedemos un centímetro, estos indios nos llevarán a la Edad de Piedra. (00:53:46) 330 bolivia en el siglo xxi

En este contexto, la lucha de Daniel/Hatuey cobra aún más importancia puesto que no solamente representa una lucha contra las multinacionales, sino también reconoce la confrontación de dos Bolivias: la Bolivia “blanca”, elitista y minoritaria y la Bolivia indígena y mayoritaria (cf. capítulo 3 de González Ortega, nota 7 y sección inicial del presente capítulo). Hasta aquí se han analizado las estrategias que Laverty utiliza en la construc- ción del guión para problematizar las representaciones de la conquista española. No obstante, Bollaín, en una conferencia en la Universidad de St. Andrews (2014), explica que, para ella, el mayor riesgo no fue la representación de la conquista española sino la representación de la Guerra del Agua. La decisión de filmar en Cochabamba, diez años después de la Guerra del Agua, era a la vez un deseo de conservar la veracidad de los hechos y un riesgo que ponía en evidencia la dificultad de contar tanto la historia del “otro colonial” como su “otredad”.20 En realidad, la totalidad de actores y extras bolivianos que participaron en la película que Bollaín dirigió en el año 2010 vivieron y fueron agentes activos en la Gue- rra del Agua del año 2000. En otras palabras, Bollaín estaba dirigiendo actores no profesionales para actuar y representar un guión que ellos, indirectamente, habían escrito diez años antes. Así, los bolivianos fueron actores de la interpre- tación que Bollaín y Laverty hicieron de su propia historia. Todos debían seguir un guión ajeno y enmarcado en un juego de cámaras extranjeras. Una vez más se revela que la historia será contada desde una perspectiva extranjera, lo cual se hace evidente, repetidas veces, cuando en la diégesis se muestra la distancia existente entre el elenco y los bolivianos, puesto que a excepción de Daniel/ Hatuey y su familia, los extras se presentan como un ente colectivo con el cual no se establece un diálogo. Surgen entonces las preguntas: ¿quién es o debería ser el legítimo narrador/ director de un hecho histórico? ¿Es acaso necesario pertenecer a un grupo étnico específico o ser testigo del acontecimiento narrado para poder transmitir una representación más completa de estos acontecimientos?

20 “En términos generales, el ‘otro’ es el que está separado de uno mismo […] Dentro de la teoría poscolonial, puede referirse a los otros colonizados que han sido marginalizados por un discurso imperial e identificados por su diferencia con el centro […] Otredad, describe los diversos modos en que el discurso colonial produce sus sujetos […] la construcción de ‘el O/otro’ es fundamental en la construcción de [la imagen] de uno mismo. El proceso de otredad puede ocurrir en toda clase de narrativas colonialistas” (Ashcroft, 1998: 169, 170, 171, 172, mi traducción). En los estudios decoloniales, los conceptos de Otro y otredad han sido adoptados y desarrollados principalmente por el filósofo argentino Enrique Dussel, que propone que el “descubrimiento de América” (las comillas de Dussel para marcar lo que él considera lo mal llamado) fue el primer encuentro entre el “yo-europeo-colonizador” y el “otro-amerindio-colonizado”, durante el primer encuentro en América, en 1492, entre el hispano-europeo (el otro imperial) y el indígena (el otro colonial) (Restrepo & Rojas, 2010: 81). descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 331

Análisis de la fotografía y estética cinematográfica

Para poder interpretar la estructura narrativa, Bollaín presenta también una solución cinematográfica que permite a la audiencia crear puentes o construir distancias entre los niveles diegéticos:

Bollaín is concerned with trying to find a cinematic rhetoric capable of representing different and even opposing political contexts, not as a priori principles but as a dialogical exchange […] in order to deliver her anti-colonialist argument through an innovative aesthetic. (Cilento, 2012: 249)

Figura 2. Nivel metadiegético (uso de un estilo cinematográfico que evoca la épica narrativa). En esta escena, los españoles están quemando a Daniel/Hatuey y a “sus 12 discípulos” en la cruz. Promete ser la escena final de la película de Colón dirigida por Sebastián (01:07:47).

Figura 3. Nivel diegético. En esta escena, el elenco está ensayando el guión en el hotel. Antón está actuando la parte en la que Colón, mediante la ley del Requerimiento (cf. presente capítulo, nota 5), toma posesión de las tierras y declara la soberanía de la Corona (00:10:51). 332 bolivia en el siglo xxi

Figura 4. Intercalación de imágenes de la televisión boliviana que se transmitieron durante la Guerra del Agua del año 2000 (00:56:39).

Figura 5. El detrás de escena filmado por María (00:07:40).

También la lluvia está construida a través de las siguientes cuatro perspectivas estéticas: 1) el relato metadiegético de Cristóbal Colón se presenta como una épica (figura 2), lo que hace eco, en alguna medida, a las otras representaciones fílmicas de Colón; 2) la diégesis donde el elenco de la película de Cristóbal Colón se encuentra en Cochabamba durante la Guerra del Agua (figura 3); 3) la inclusión de extractos de imágenes televisivas, radio y archivos de prensa (figura 4); y 4) las imágenes en blanco y negro de la película que se presenta como un documental (figura 5). Los dos primeros registros tienen la misma calidad fotográfica, ambos filma- dos en 35mm, lo cual permite que tengan colores vibrantes y una alta resolución. Como resultado no hay una distancia visual evidente entre el nivel diegético y descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 333 metadiegético (figuras 2, 3). Este punto subraya la imposibilidad de dibujar una línea entre pasado y presente y, por ende, sugiere que el colonialismo no ha llegado aún a su fin. Según Fabrizio Cilento, el segundo registro fílmico es un diálogo y homenaje a la tradición cinematográfica latinoamericana. Por un lado, la grabación de la Guerra del Agua de Cochabamba evoca los documentales producidos en los 60 y 70: “characterized by the use of location shootings, a mix of professional and non-professional actors, natural lighting, hand held cameras, and a degree of improvisation in the dialogues” (Cilento, 2012: 246). Por otro lado, la calidad íntima de las secuencias que registra al elenco durante la filmación está vinculada con la Nueva Ola de los años 90:

No longer epic, spectacular, or revolutionary, but rather intimate, realist, and ultimately reformist, the most innovative cinema in Latin America […] strategically incorporates a multiplicity of cinematic practices in order to highlight what Damián Fernández calls, in another context, affective realism. (Schroeder Rodríguez, 2012: 108)

El tercer registro está conformado por imágenes de archivo de la televisión boliviana del año 2000. Estas secuencias, llenas de pixeles y a baja resolución, revelan al público global la crisis del agua en Bolivia (Cilento, 2012: 248). La in- corporación de estas imágenes problematizan el proceso de su recepción, ya que muchas veces las imágenes son consumidas como copias idénticas y veraces de la realidad, aunque se revelen como producto de una construcción, lo cual resulta en la imposibilidad discursiva de crear un retrato completo y objetivo de la realidad. Sin embargo, también se pone énfasis en la portabilidad de la imagen. Es decir, la representación de la realidad permite la difusión de la representación de otra realidad, allende de fronteras geográficas y límites temporales.

Dinámicas de representación desde una perspectiva femenina

Al poner en juego diferentes niveles diegéticos y diversas estéticas, los especta- dores deben saltar del punto de vista de Sebastián –constantemente socavado por el retrato cambiante de Antón/Colón– a una voz anónima que surge de la televi- sión y la radio, y de allí, a la perspectiva de María,21 y finalmente, a la de Bollaín.

21 En este punto es importante considerar las políticas de la mirada planteadas por Laura Mul- vey, que parten de las teorías psicoanalistas y feministas. En “Visual Pleasure and Narrative Cinema”, Mulvey afirma que en el cine narrativo clásico la mujer ha sido el objeto pasivo (erótico) de la mirada (masculina) –“to-be-looked-at-ness” (1975: 808)–, mientras que la figura masculina es activa y es la productora de sentido. Asimismo, argumenta que, en este tipo de cine, se presenta una masculinización del espectador (tanto hombres como mujeres). 334 bolivia en el siglo xxi

Como consecuencia, el filme no construye una voz monofónica, sino reconstruye un discurso polifónico (cf. presente capítulo, nota 19) que simultáneamente se “deconstruye”, esto es: se construye y reconstruye. En este punto, es necesario notar la importancia de María, ya que su personaje revela la problemática de la cuestionadora mirada femenina. La mirada de María es inquisitiva y activa, y es a través de sus ojos que la audiencia empieza a percibir a los bolivianos (Cilento, 2012: 251) y sus problemas, independientemente de su rol de extras en la película. Es importante resaltar que, aunque ella es latinoamericana, es percibida como una extranjera y su mirada aún no es familiar con la realidad indígena latinoamericana. Tal como Sebastián, ella hace parte de una Latinoamérica “blanca” ajena de la realidad boliviana aymara y quechua. Punto que nos recuer- da que Bollaín, Laverty, María y Sebastían son cuerpos étnica y culturalmente marcados, que parten de un locus de enunciación ajeno a la historia enunciada (Mignolo, 2009: 2). Aunque la mirada de María es más inquisidora que la de Sebastián, en el proceso de darles la voz a los bolivianos, ella cae en el deseo de imponer su propio discurso:

María. —[Le pregunta a Daniel mientras lo está filmando] Como, ¿qué fue lo que más te gustó de tu personaje? ¿Tal vez lo que representa como figura de resistencia indígena o plantear la colonización desde un punto de vista diferente? Boliviano. —No, a él solo le interesa la plata y nada más. [Ríen todos] Boliviana. —Y ¿tienes escenas de amor?, ¿con cuántas chicas te besas? ¿Te tienes que desnudar? Boliviano. —Daniel, ¿cómo has llegado ahí tan chiquito? María. —No chicos. [Apaga la cámara]. Boliviano. —¿Y tú qué haces aquí? María. —Estamos haciendo un documental de la película. Boliviano. —Estás preguntando mucho. Daniel, no confíes en ella.

No contenta con las respuestas, María apaga la cámara y, al hacerlo, se cuestionan los límites, a veces arbitrarios, del discurso fílmico. Con todo, la inserción de María, como personaje indagador, hace que la figura femenina adquiera un rol importante en la película. Su importancia surge de la posibilidad de determinar los límites de las imágenes que irán en el “detrás cámaras” de la película. Es decir, la posibilidad de controlar la representación fílmica permite que ella establezca un contra-discurso en su relación de diálogo con los prota- gonistas masculinos.

En contra posición, tanto Bollaín como María podrían ser consideradas como un ejemplo que rompe esa dicotomía, mirada pasiva/femenina y mirada activa/masculina, para plantear una búsqueda de una mirada activa femenina. descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 335

La inclusión de las mujeres bolivianas en la diégesis y la metadiégesis juega también un rol importante. En el nivel metadiegético deben ser analizados dos momentos importantes: 1) la escena en la que la mujer mayor está a punto de ser devorada por los perros españoles y 2) la escena en la que las madres deben actuar como si ahogasen a sus bebés. En la primera, la cámara registra, en plano medio, el episodio en el que la mujer se sienta, mirando a los españoles, mientras se toca el pelo esperando lo inevitable (figura 6). En ese momento la cámara se acerca a su cuerpo y el encuadre se convierte en un primerísimo plano o extreme close-up en el cual la mitad del encuadre se llena con su mirada y la otra mitad con el paisaje desenfocado (figura 7). Luego, la cámara ubica al espectador dentro de su mirada, es decir, la audiencia toma su punto de vista en el preciso instante que ella va a ser atacada por los perros (figura 8).

Figura 6 (00:42:07)

Figura 7 (00:42:37) 336 bolivia en el siglo xxi

Figura 8 (00:42:39)

Esta continuidad en el montaje, que usa imágenes de diferentes encuadres, tiene como consecuencia que la audiencia experimente una identificación psi- cológica con la mujer, como sujeto anónimo. En esta secuencia, la cámara abre la posibilidad de presentarle a la audiencia esta mujer indígena, una de las miles de personas autóctonas que han permanecido fuera de la historia oficial, cuyas voces han sido silenciadas y cuya memoria ahora puede ser rescatada, o más bien, recreada a través de las imágenes del director (Sebastián/Bollaín). En la segunda escena, las mujeres bolivianas que actúan como extras se oponen a interpretar la escena en la que ahogan a sus bebés argumentando que, aunque sea una representación ficcional, ellas no son capaces, ni siquiera, de imaginar aquella posibilidad. Entretanto, mientras una de las madres está cantando una canción de cuna en quechua para calmar a su bebé, la cámara captura un medio plano de las madres con sus bebés para luego acercarse y hacer un primerísimo plano de los bebés (figura 9).

Figura 9 (00:44:50) descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 337

Como resultado, la acción se detiene por un momento y la audiencia puede apreciar sus cuerpos y oír sus llantos. Luego, estas mujeres salen del encuadre, mientras que Daniel/Hatuey le informa a Sebastián la decisión de las mujeres de no actuar en la escena del ahogamiento de los bebés, momento en el que la cámara toma un gran plano general o long shot de encuadre, visiblemente dividi- do en dos (figura 10): en un lado aparece el elenco de la película y en el otro los extras bolivianos. Esta brecha entre ambos grupos (tanto en un plano visual como metafórico) prueba ser imborrable.

Figura 10. En este encuadre se hace evidente la distancia entre el elenco extranjero y los extras bolivianos (00:45:02).

Las mujeres rechazan actuar la escena que Sebastián impone sobre el aho- gamiento de los bebés aunque el argumento es la representación de un hecho histórico verdadero:

The drowning sequence also serves to raise some questions related to the anti- colonialist films of which Even the Rain itself is an integral part. How far can an anti- colonialist film go with the violent exploitation of native bodies before becoming a cinematic spectacle itself? (Cilento, 2012: 255)

Se llama así la atención sobre la complejidad de interpretar y mostrar hechos históricos en el cine, sin adherirse a una perspectiva colonialista o imperial. Del mismo modo, esa escena indaga sobre el proceso de representación de la figura femenina durante la Conquista y la Colonia. Sobre este punto resulta importan- te mencionar los textos de Margarita Zamora (1990) y Mario Klarer (1993), en los que examinan la imagen de la mujer durante el periodo colonial de América. Estos dos autores exploran la construcción de la mujer a través de los ojos de los colonizadores, en especial en los textos de Colón. Ambos coinciden en que el Nuevo Mundo es genderized como un topos femenino, es decir, el Nuevo Mundo 338 bolivia en el siglo xxi se presenta como una alegoría de la imagen femenina (Klarer, 1993: 5), en un contexto donde las mujeres se habían construido como la imagen del “otro cultu- ral” (Klarer, 1993: 15), la cual surgía en contraste de la poderosa figura masculina de España. Esta construcción antinómica se presentaba en el discurso oficial español con el fin de justificar el proceso de invasión y subyugación del indígena por los conquistadores españoles: “Columbian writing of discovery inscribes the characteristics of otherness and difference in a discourse that is unmistakably and persistently gender-specific. The feminization and eroticization of the sign ‘Indies’ are articulated in two seemingly contradictory operations-idealization and denigration” (Zamora, 1990: 146). A pesar del énfasis en la representación de América como un locus femenino en el Diario de Colón, no existe un espacio significante para la descripción de las mujeres indígenas. Ellas están generalmente representadas como una serie de cuerpos que se encuentran en el anonimato de la colectividad y cuyas voces per- manecen silenciadas. Este silencio histórico se transforma en el deseo de Bollaín de otorgar a los cuerpos femeninos un protagonismo en su película. Esto implica un modo de re-leer la historia oficial de una manera sutil, sin darles a las mujeres una voz fuerte, ya que un cambio tan abrupto podría ser interpretado como un discurso explícito y políticamente orientado. Esta mirada sigilosa de la cámara hacia los personajes femeninos no se limita al nivel metadiegético, sino que resulta importante también en la diégesis. Bollaín presenta las mujeres bolivianas como sujetos activos del cambio político, especialmente como madres que luchan por el agua para sus hijos en las protestas bolivianas del año 2000. Dicho esto, es im- portante mencionar la escena en la que Costa conduce a través de las barricadas, llevando a su lado a la mamá de Belén. En este punto la cámara enfoca a mujeres que están en plena lucha física con miembros de las Fuerzas Armadas de Bolivia. Una vez más, en esta escena, Bollaín no hace un comentario explícito del rol des- empeñado por la mujer en la Guerra del Agua: la inclusión de las figuras femeninas se presenta como un acto significativo en sí mismo. La inestabilidad de la imagen de la mujer y las preguntas sin resolver son coherentes dentro las dinámicas de la película. A través de una estética híbrida que pone en diálogo escenas de tipo épico y documental, la directora española dirige su mirada a los personajes femeninos, quienes han permanecido en silencio tanto en la representación española como en la latinoamericana, ofreciéndole a los espectadores el gran poder de sus imágenes. Por lo anterior se puede concluir que Bollaín, repetidamente, pone en eviden- cia la necesidad de crear un discurso polifónico para generar una interpretación de un hecho histórico. El juego entre los diferentes niveles narrativos y estéticos, introducidos en También la lluvia, no solamente marca acontecimientos claves de la historia boliviana, sino que denuncia la existencia de prácticas coloniales aún presentes en Bolivia. Ese diálogo entre los diferentes niveles narrativos y fílmicos genera una distancia con el objeto narrado que recuerda al espectador que él está descolonizando la historia colonial de bolivia en el siglo xxi 339 frente a una película que, a su vez, ha sido producto de prácticas colonizadoras todavía presentes en la industria cinematográfica.

Reflexiones finales

En la sección inicial de este capítulo se elaboró una cronología histórico-política entorno al origen de los indígenas andinos y su establecimiento en el territorio que comprende hoy Bolivia. El objetivo de la sección inicial y de todo el capítulo fue comentar, a la luz de la inflexión decolonial, los principales momentos históricos de resistencia protagonizados por los indígenas (Túpac Amaru, Manco Kapac, Túpac Katari, el katarismo) y por los españoles (los religiosos, Montesinos, De las Casas y De Vitoria), en contra tanto de la opresión imperial inca y española como de la injusticia económica a que fueron sometidos los indígenas bolivianos durante el auge del régimen neoliberal (1985-2005). Esta sucinta cronología histórico- política sirvió de contexto para el análisis decolonial de la película También la lluvia. En la sección final, primero, se analizó el universo de expectativas generado por el paratexto de También la lluvia, donde se explota su orientación transnacional y se anuncia su carácter híbrido (Santaolalla, 2007: 72). Segundo, se exploraron las estrategias narrativas que Laverty utilizó en la escritura del guión con el fin de crear un diálogo entre las prácticas coloniales durante la conquista de América por los españoles (siglos xv y xvi) y las revueltas sociales sucedidas en Cochabamba y otras ciudades y regiones de Bolivia durante la llamada “Guerra del Agua” (2000), y también con el momento del rodaje de la película (2010). Se cuestionó aquí la problemática del cine, en tanto “memoria histórica”, así como el debate de quién está o no autorizado para contar la historia. Tercero, se comentó la necesidad de crear un diálogo entre diferentes estéticas cinematográficas para permitir la fluidez de diferentes niveles diegéticos (Genette, 1991). Cuarto, se examinó la intención de Bollaín de crear una mirada activa femenina o “agencia fílmica”, a través de la inclusión de la cámara de María. Asimismo, se planteó el tema de la representación fílmica de la mujer como ser ausente durante la conquista de América a través de la práctica jurídica imperial del Requerimiento, lo cual se contrastó con la actuación beligerante de la mujer indígena en los disturbios de la Guerra del Agua del año 2000. La película También la lluvia fue producida en el año 2010, diez años des- pués de la oleada de protestas ocurridas en 2000, en Cochabamba, entorno a la Guerra del Agua. Dado que en esta película se plantean relaciones de poder social, económico y político entre el otro imperial hispano-europeo y el otro colonial indígena, el análisis decolonial elaborado en este capítulo ha resultado no solamente ­adecuado, sino también críticamente productivo. En efecto, sobre la base de conceptos provenientes tanto de la narratología de Genette (diégesis, relato digético, extradiegético, mise en abyme) como de la inflexión decolonial 340 bolivia en el siglo xxi

(Otro/otredad, culpa imperial/herida colonial, colonialismo/colonialidad y mo- dernidad/decolonilidad) se ha demostrado que la película de Bollaín plantea un encuentro entre distintas épocas históricas, diversas etnias, diferentes culturas, ideologías políticas contrapuestas y la puesta en escena de innovadoras técnicas cinematográficas. En suma, es de esperar que el modelo de análisis decolonial de la historia hecho aquí, a través del estudio del discurso fílmico, suscite en los investigadores de ciencias sociales nuevos análisis interdisciplinarios no solo de la historia de Bolivia, sino también de la historia de cualquier país del mundo.

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Conferencia:

Bollaín, I. 2014 La mirada de Icíar Bollaín. Spanish Symposium - Q and A session with Iciar Bollain. University of St Andrews. University of Andrews, página web consultada julio 24, 2014. Recuperado de https://vimeo. com/101398261

Filmografía:

Bollaín, Icíar (Director) 2010 También la lluvia [Even the Rain]. 14 Problemas y contradicciones del “gobierno indígena”: Reflexiones de un intelectual aymara

Carlos Macusaya Cruz

Introducción

Bolivia ha obtenido cierta notoriedad a nivel internacional tras la victoria electoral de Evo Morales en diciembre del año 2006, hecho que se conoció como la elección del primer presidente indígena en la historia de este país. Se puede decir que la elección de Morales como presidente de Bolivia fue un fuerte golpe a un mundo simbólico en el que el “indio” tenía un lugar específico, lejos de ocupar un cargo alto de mando. Entre la imagen étnica de Morales y las personas de rasgos físicos diferentes de Morales, que hasta 2006 habían ejercido la presidencia de Bolivia, había un contraste muy claro: el poder había tenido hasta entonces un color, unos rasgos físicos, pero Evo no tenía ni ese color ni esos rasgos. Desde que Morales asumió la conducción del Estado, en enero de 2006 hasta el presente, han pasado más de diez años. En este tiempo muchas cosas sucedieron y no es fácil poner un “sin fin” de hechos en un orden cronológico minucioso, ni es esa mi intención, aunque es necesario referirse a ellos. En este capítulo trataré de resaltar aspectos que están vinculados con dos puntos específicos: la orientación o vocación indígena del gobierno y el papel político que han desempeñado los indí- genas en el mismo. Ciertamente hay muchos otros temas muy importantes, como el manejo económico de los recursos del Estado, las relaciones internacionales, la aplicación de las autonomías, y un largo etc., pero pienso que un punto fuerte del gobierno es la identidad indígena que ha logrado posicionar, especialmente a nivel internacional, pues, Bolivia, desde el año 2006, ha sido conocida y reconocida nacional e internacionalmente por ser un país donde un “indígena” es presidente. En función de abordar los dos puntos planteados, la orientación indígena del gobierno y la función política y gubernamental de los indígenas, trazaré, a

[343] 344 bolivia en el siglo xxi modo de antecedentes, una especie de punteo muy escueto de lo ocurrido en la participación política indígena desde los años 80; seguidamente, plantearé algu- nas observaciones sobre la orientación indígena del gobierno, pasando después a observar algunos aspectos referidos a su función gubernamental; luego, haré algunas observaciones sobre las taras coloniales que se han ido reproduciendo en el nuevo Estado Plurinacional, para finalmente concluir con apuntes sobre algunos procesos contrarios a la retórica oficial.

Antecedentes de la política boliviana: 1982-2016

En 1982, luego de varios gobiernos dictatoriales, asume el gobierno en Bolivia la udp o Unidad Democrática Popular y, en lo que respecta a la participación indí- gena, ocuparon curules parlamentarios, como diputados por La Paz, dos aymaras: Luciano Tapia, por el Movimiento Indio Tupaj Katari (mitka), y Constantino Lima, por el Movimiento Indio Tupaj Katari 1 (mitka-1). Se trata de dos per- sonajes que se presentaron, a través de organizaciones “indias”, como candidatos a la presidencia de Bolivia en las elecciones de 1980. El más destacado de estos dos ‘indianistas’ fue Lima, pues entre otras cosas, lanzaba sus discursos en el Parlamento solo en idioma aymara, en una época en el que lo identitario era algo marginal. Es con estos personajes que los indígenas empezarán a ocupar espacios parlamentarios asumiendo una identidad aymara y denunciando el carácter colo- nial del Estado boliviano, pero además, buscando perfilar un gobierno “indio”. En las elecciones de 1985, el Movimiento Revolucionario Tupaj Katari de Liberación (mrtk-l) logra obtener dos diputaciones: por La Paz, Víctor Hugo Cárdenas, y Walter Reynaga por Potosí (sobrino del célebre Fausto Reinaga); dos políticos pertenecientes al katarismo (cf. capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega, nota 12), otra corriente política que surge entre los “indíge- nas” andinos. El mrtk-l logra una diputación correspondiente a Víctor Hugo Cárdenas, pero por la anulación de mesas que hizo la Corte Nacional Electoral de entonces, el mrtk-l pierde ese espacio. En 1993, luego de una alianza entre el mrtk-l y el Movimiento Nacionalista Revolucionario (mnr), Víctor Hugo Cárdenas llega a ser el primer vicepresidente aymara de Bolivia. En su gestión se promulgaron medidas como el reconocimiento legal de las Tierras Comunitarias de Origen; la descentralización, que permitió la elección de gobiernos locales; la reforma educativa y el reconocimiento del carácter “multilingüe y pluricultural” de Bolivia en su Constitución Política mediante una reforma. Es notable que en 1986, el ala radical del mitka, a la cabeza de Felipe Quis- pe, forme la Ofensiva Roja de Ayllus Tupajkataristas (orat), que en 1989 toma el nombre de Ejército Guerrillero Tupaj Katari (egtk). Este proyecto armado iba a contracorriente de las tendencias multiculturalitas que empezaron a ganar problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 345 terreno, no solo entre los “progresistas”, sino entre los propios indianistas, pero será sofocado en 1992. Por otra parte, ya por esos años, luego de las consecuencias prácticas e ideológicas que tuvo la aplicación del Decreto 21060,1 el tema “étnico” tomó importancia en varios sectores que darían cuerpo a varias organizaciones no gubernamentales (ong), las cuales, en 1990 y 1992, movilizaron a indígenas, en especial a los de tierras bajas para buscar “inclusión” y “reconocimiento”. Estas movilizaciones sociales indígenas serán las manifestaciones más claras de la importancia política que estas instituciones irán jugando en este país, muy en especial en cuestiones “indígenas”. Entre el año 2000 y 2001 se produjeron en la parte andina de Bolivia bloqueos protagonizados por los aymaras, bloqueos dirigidos por la csutcb o Confedera- ción Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, entonces encabezada por el indianista Felipe Quispe Huanca. Lo importante de estos bloqueos radica en que cuestionaron el carácter colonial del Estado y perfilaron masivamente el ideal de que los “indios” deberían gobernar Bolivia, a diferencia de la Guerra del Agua (2000), en Cochabamba, que simplemente cuestionó las políticas neolibe- rales. El año 2002, el Movimiento Indígena Pachakuti (mip), dirigido por Felipe Quispe, logró obtener seis diputaciones. Uno de esos diputados fue Germán Choque Condori (más conocido como Germán Choquehuanca), quien, en una de sus acaloradas participaciones en el Parlamento, arrojó al piso la Constitución Política del Estado afirmando: “a los aymaras no nos han preguntado si queríamos ser bolivianos”, hecho que causó un gran escándalo en los sectores “blancoides” pero fue visto con mucha simpatía por otros sectores. Desde el año 2000 se vivió una crisis económica y política en el país que dio lugar a otras movilizaciones masivas en los años 2003 y 2005. Fue un periodo en el que dos aspectos políticos se discutían en las movilizaciones y en otros espacios de deliberación no formales; aspectos que se resumen básicamente en dos ideas indianistas que se fueron posicionando en distintos niveles: “hace 500 años que no manejamos nuestros recursos naturales” y “hace 500 años que no nos gobernamos”. La primera idea aludía a las discusiones sobre la privatización del agua (2000) y sobre la exportación del gas (2003),2 mientras la segunda idea aludía al debate sobre quienes debían gobernar Bolivia para ejercer control sobre los recursos a los que se aludía en la primera idea. En diciembre del año 2005, el Movimiento Al Socialismo (mas) logró aglutinar a varios representantes de organizaciones sociales, muy activas como movimientos sociales entre los años 2000 y 2005, y con el apoyo de sectores de “clase media” Evo

1 La promulgación e implicación política que tuvo en Bolivia el Decreto 21060 se estudia en el capítulo 3 de González Ortega. 2 Las causas, desarrollo y desenlace sociopolítico de las llamadas Guerra del Agua (2000) y Guerra del Gas (2003) en Bolivia se comentan ampliamente en el capítulo 3 de González Ortega, puntos a y c. 346 bolivia en el siglo xxi

Morales fue electo para ejercer el cargo de primer mandatario, ­lo que se promovió como la elección del “primer presidente indígena de Bolivia”. El mas había logrado ya un segundo lugar en las elecciones del año 2002 y contaba con una importante representación parlamentaria. Por otra parte, esta elección se da en un escenario en el que la fuerza social de movilización se vuelca a la urnas a favor del mas, aunque la posición de esta organización fue ambigua en relación a temas como la nacionaliza- ción de los hidrocarburos, pues el mas saltaba de una propuesta a otra, propugnando “50 a 50”, mientras otras organizaciones como la Federación de Juntas Vecinales de El Alto (fejuve) o la Central Obrera Boliviana (cob) pedían nacionalizar. Pero, en el periodo abierto por las movilizaciones aymaras del año 2000, que llegó hasta las movilizaciones del año 2005, ni el mas ni Evo Morales tuvieron un papel protagónico en dichas movilizaciones, tampoco su eje discursivo fue la formación de un “gobierno indio” o el posicionamiento de la identidad “indígena”; aspectos que sí fueron centrales en el discurso del indianista de Felipe Quispe. En enero de 2006 se posesionó a Morales como primer mandatario en dos ceremonias: una “ancestral” en Tiahuanaco y otra “occidental” en el Congreso. El segundo era un acto habitual en la transmisión de mando, mientras que el primero fue presentado como una “ceremonia ancestral”, aunque se creó para tal fecha y sus autores no fueron “indígenas”. Desde entonces el gobierno dio a su gestión el nom- bre de “Proceso de cambio”, el cual estaría supuestamente dirigido por “indígenas”. En general, podemos decir que el mas enfrentó en su primera gestión (2006-2010) una oposición articulada solo con la intención de “sacar al indio de la presidencia”, mientras que en su segunda gestión (2010-2015), esa oposición se atomizó sin llegar a ser un problema y, en tal situación, salieron a relucir los conflictos y contradicciones al interior del gobierno; y en lo que va de su tercera gestión (2015 al presente), se nota un proceso lento de desgaste en el que lo “in- dígena” es algo ya abandonado en los discursos oficiales. Dos medidas han marcado el gobierno del mas desde su primera gestión: la llamada nacionalización de los hidrocarburos y la realización de una Asamblea Constituyente.3 En el primer caso, en la llamada nacionalización, que fue en rea- lidad un cambio de contratos, se trató de un acto que, en función de su difusión mediática, tuvo un gran despliegue de contingentes militares, entre soldados armados y vehículos, como por ejemplo, tanques de guerra. Ciertamente, este cambio de contratos, y los precios favorables de los hidrocarburos a nivel inter- nacional, generaron mayores ingresos para el Estado. Mucho de esos ingresos se han destinado al pago de bonos como el Juancito Pinto y Juana Azurduy, además de la Renta Dignidad (cf. en el presente libro, capítulo 10 de Morales).

3 La llamada “nacionalización de los hidrocarburos” y la “Nueva Constituyente”, junto a otras directivas del gobierno de Evo Morales y el mas, se explican en el capítulo 15 de González Ortega. problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 347

Esta medida, por aquel despliegue militar, causó un revuelo mediático impresio- nante. Sobre Bolivia caía la mirada de las más grandes cadenas de información nacional e internacional. Ya no solo se trataba de que un “indio” fuera presidente de este país, sino que además ese “indio” estuviera atentando contra la propiedad privada y la seguridad jurídica para la inversión de capitales. El presidente fue visto como un “indio comunista”, alguien que quería revivir la experiencia de la Unión Soviética o hacer de Bolivia una Cuba, en medio del continente. Esta misma acción, en otros sectores, causó gran simpatía, no solo en Bolivia, sino en latitudes internacionales. El gobierno de Morales fue visto como la puesta en marcha del “socialismo comunitario”. Su fama creció y se convirtió en la figura de la izquierda más promovida en América, por lo que “movimientos indígenas” bolivianos ganaron prestigio como movimientos anticapitalistas. El segundo hecho de importancia en la primera gestión del mas, a la cabeza de Morales, fue la Asamblea Constituyente, otra de las grandes ofertas del mas durante su campaña. El gobierno encontró un buen escenario para llevar adelante esta oferta ya que contaba con mucho respaldo en el electorado. El 2 de julio del primer año de gobierno de Morales se realizó la elección de asambleístas en la que el partido oficialista obtuvo 137 representantes de 255, pero no logró los dos tercios; tema que luego sería una bandera de la oposición para frenar a la mayoría absoluta que estaba en manos del Movimiento Al Socialismo. El 6 de agosto de 2006 se instaló la Asamblea Constituyente en Sucre, la “ciudad blanca”. El de- sarrollo de la Asamblea fue tortuoso. La oposición no atinaba a nada más que a bloquearla y el oficialismo no podía imponerse. Hubo temas que empantanaron el avance de las sesiones, por ejemplo, el tema de los dos tercios contra la mayoría absoluta, la discusión de si la Asamblea era originaria o derivada. No obstante, el asunto más problemático fue el de la sede de gobierno, la disputa por una ciudad (La Paz o Sucre) que pudiera ser la sede de los poderes del Estado. Este tema complicó mucho a la Asamblea ya que, al ser hábilmente utilizado por la oposición, casi lleva a que la Constituyente fuera abortada. Contra viento marea y con ajustes hechos en Oruro, la Constituyente no pudo sesionar en Sucre, pero, con ayuda de representantes de distintas fuerzas políticas, se obtuvo un texto que el 25 de enero del año 2009 se puso a consideración de la población boliviana, habilitada para votar en un referendo. La mayoría voto a favor de aprobar aquel documento que hoy es la Constitución vigente en Bolivia.4 El términos económicos, estos diez años del gobierno de Morales y el mas han sido de crecimiento y estabilidad, hecho resaltado por organizamos internacionales,­ en lo que influyó, no solo el alza de los precios internacionales

4 Los intensos debates entre los sectores oficialistas del mas y la oposición que surgieron tanto en el proceso de escritura de la Constituyente (2006-2008) como en el referendo, aprobación y constitucionalidad de la nueva revolución de 2009 que instituye el Estado Plurinacional de Bolivia es ampliamente comentada en el capítulo 5 de Marsteintredet. 348 bolivia en el siglo xxi de los hidrocarburos, sino también el de los minerales, hecho que dio lugar al florecimiento de cooperativas mineras; asimismo, la actividad comercial creció enormemente.5 Esta estabilidad económica ha sido, en los últimos años, bandera del discurso del gobierno, mientras que aquello que fue su eje discursivo, lo in- dígena en relación a la descolonización, el “Vivir Bien” –que en buena medida se contiene en la Constitución vigente– se ha ido dejando de lado.6

El carácter indígena del gobierno del mas

Sin lugar a dudas el sello distintivo del gobierno del mas, por lo menos a nivel de imagen, ha sido el de ser un “gobierno indígena”. Hay varios elementos que se conjugaron en función de darle fuerza y validez a esta idea: la imagen del pre- sidente; la exhibición de parlamentarios con “trajes típicos” indígenas; el colocar un canciller indígena como imagen de exportación en el Ministerio de Relaciones Exteriores; la introducción en la Constitución de 2009 de asuntos constituciona- les considerados “indígenas”, que darían un sentido plurinacional y comunitario al Estado; y, en fin, la creación de algunas instituciones como el Viceministerio de Descolonización o las universidades indígenas. Todo esto acompañando por la puesta oficial en escena de una serie de rituales, supuestamente “ancestrales”, potenciados por una gran campaña mediática. Cualquier organización política tiene entre sus objetivos posicionar una imagen, tanto de su líder como de la organización que dirige, con el fin de ser mejor vistos. En el caso del mas, la imagen que han trabajado desde el gobierno tiene como núcleo duro la figura de Evo Morales Ayma: sus rasgos físicos, su trayectoria sindical, el lugar de su nacimiento y su trayectoria de vida, todo fue muy bien explotado mediáticamente para dar una imagen “indígena”, pese a que Morales no proviene de una trayectoria de lucha “indígena” que haya buscado gobernar el país.7 De hecho, se contrapuso simultáneamente el color de piel de Evo, sus rasgos físicos, frente a los rasgos y color de los anteriores gobernantes, vinculando lo somático con lo ideológico-político. El gobierno así se presentó, y aún se presenta, como distinto de los anteriores, resaltando fundamentalmente la figura o personae del presidente.

5 La bonanza económica generada por el alza de los precios de los hidrocarburos durante la gestión gubernamental de Evo Morales (2006-2016) es explicada en detalle en el capítulo 10 de Morales. 6 La directiva del “Vivir Bien”, como elemento central de la Constitución de Bolivia de 2009, se explica en el capítulo 7 de Requena y Hoffmann y en el capítulo 15 de González Ortega. 7 La construcción simbólica de la imagen de Evo Morales en los medios de comunicación y en la literatura boliviana contemporánea se analiza detalladamente en el capítulo 3 de González Ortega, punto j, y en el capítulo 12 de Arce y Tórrez. problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 349

Si bien la figura del líder es central, cosa tan común en la política del país, en la imagen que el gobierno proyecta se articulan más los componentes étnico- culturales que los ideológicos. Sumado a la imagen de Morales está la del ex- canciller . Choquehuanca, que en los años 80 profesaba el marxismo y no jugaba a ser “sabio”, ahora, en su calidad de canciller, ha sabido jugar diestramente con los prejuicios y estereotipos que los “occidentales” tienen sobre los “indígenas”. Empleando una retórica antagonista, ha presentado a los “originarios” como radicalmente opuestos a los “blancos”, convirtiendo a estos últimos en la encarnación de una cultura maligna, mientras que los primeros repre- sentarían la bondad pura. Una de sus frases célebres, que ilustra la consistencia de sus ideas, es la que afirma: “…primero están las aves, las mariposas, las hormigas, los cerros, los ríos, las estrellas, todos ellos… Para nosotros (‘los indígenas’), el ser humano está en último lugar”.8 Frase que está totalmente alejada de lo que pasa ecológicamente (cf. capítulo 7 de Requena y Hoffmann) en las comunidades rurales e incluso contradice lo que en esas comunidades se vive diariamente. No obstante, el “gobierno indígena” continúa con su retórica oficial para asegurarse la participación de parlamentarios y alguno que otro ministro de ese origen. Se trata de parlamentarios bien ataviados con ropa tradicional que se han “robado las cámaras”, llamando la atención por su forma de exhibirse, pero, por lo general, no han aparecido más que bailando cuando se hace algún festejo, teniendo un papel marginal en la definición política parlamentaria o nacional. En fin, los pocos ministros indígenas han ocupado carteras de poco peso político, aunque su presencia en esos espacios ha sido destacada pomposamente por los medios masivos de comunicación. Además del presidente y de algunos ministros y parlamentarios, se han in- corporado otros componentes de carácter indígena del gobierno, tales como la descolonización, las nociones del Vivir Bien y lo plurinacional. La Constitución vigente actualmente en Bolivia recoge estas ideas, presentando al gobierno indí- gena como aquel que busca el Vivir Bien y el socialismo comunitario mediante la descolonización y el reconocimiento de lo plurinacional, las autonomías indígenas, la formación del Viceministerio de Descolonización y las universidades indígenas. En el caso del viceministerio, este se ha dedicado a promover actos propios de una agencia de turismo, mientras que las universidades indígenas han sido otra forma de crear espacios diferenciados para quienes han sido racializados como “indígenas”. Todos estos aspectos se han relacionado de manera estratégica con la imagen de Evo y se han contrapuesto a lo que fue el pasado de la política boliviana, antes de la llegada del mas al gobierno, conformando así lo que daría contenido al llamado “Proceso de cambio”. El antes y el después está marcado no solo por la

8 Entrevista a David Choquehuanca en “Balance y perspectivas. Intelectuales en el primer gobierno de Evo Morales”, Le monde diplomatique, La Paz, 2010: 227-228. 350 bolivia en el siglo xxi elección de un “indio” como presidente, sino también porque se entiende que el indio es distinto y hasta opuesto a los “blancos”. Esta oposición, acentuada desde que el presidente tomó posesión, ha sido manifestada en una serie de rituales, ya sean grandes o pequeños, pero siempre enfocados a resaltar que se trata de la “recuperación de lo ancestral” en el gobierno indígena. Lo ancestral expresado en esos rituales ha sido parte de la “recuperación” de la identidad y se supone que nos ha acercado al “Vivir Bien” dentro del proceso de “descolonización”. Vale la pena detenerse en el examen de estas expresiones fundamentalmente simbólicas (cf. capítulo 12 de Arce y Tórrez), pues han sido presentadas como la antítesis del capitalismo y “comunitarias” e “indígenas” por naturaleza, por lo que expresarían lo antitético entre, por un lado los movimientos indígenas, la “cultura indígena” y el gobierno indígena y el sistema capitalista, por otro. Se presentó una oposición irremediable: la creencia de que el estar al lado de los indígenas significa automáticamente ser anticapitalista. El indígena, a través de estas teatralizaciones, fue “entendido” como alguien de izquierda, por naturaleza o por esencia. Se resaltó la diversidad en oposición a la supuesta homogeneizante racionalidad occidental. Esta diversidad fue presentada “adecuadamente”, exhi- biendo trajes coloridos vestidos por personas que, antes de tales eventos, usaban otra ropa y solo vestían “ancestralmente” en tales actos. Las ideas que han alimentado o justificado este supuesto simbolismo indígena que ha derivado en festival turístico han sido incluso motivo de cursos univer- sitarios y hasta de postgrados. El “Proceso de cambio” se mostró así, colorido y pintoresco ante los ojos de las personas de otras latitudes y alimentó, de manera muy generosa, los prejuicios sobre pueblos que, se piensa, están estancados en el tiempo. Sin embargo, más allá de ese despliegue folclórico, propio de agencias de turismo, pasaban otras cosas.

El papel de los indígenas en el “gobierno indígena”

En términos generales, se puede decir que el papel de los indígenas en el go- bierno, y ello relacionado a su rol simbólico ya mencionado, tiene que ver fun- damentalmente con un rasgo central: la división racializada del trabajo. Así, el papel de ideólogos, de pensadores y directores lo ejercen los no indígenas, con el vicepresidente Alvaro García Linera al mando, mientras que la fuerza que puede movilizarse (“fuerza bruta”) la suplen los “movimientos indígenas”. Unos hacen un tipo de trabajo diferenciado del de los otros, así como dijo el propio vicepresidente al afirmar que en Bolivia “gobiernan indígenas e intelectuales”, unos distintos de los otros por el rol que desempeñan en el actual gobierno. Si bien se presentó a los indígenas como esencialmente opuestos a los occi- dentales y, por ende, a los políticos tradicionales de Bolivia, estas afirmaciones problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 351 fueron desmentidas por los mismos indígenas del gobierno. El caso más destaca- do en este aspecto es el del Fondo Indígena. Hay algo que tiene que ver no solo con este caso, sino, en general, con la idea promovida por el gobierno de que “los indígenas son la reserva moral del mundo”;9 lo irónico es que esta idea no es tomada en serio ni por los mismos “indígenas”. Incluso, se puede decir que la acción corrupta de varios dirigentes “indígenas” ha demostrado absolutamente lo contrario, por lo que tal idea tiene visos de cinismo. La idea occidental del buen salvaje, de que el indio es bueno por naturaleza, que no está manchado por las inmundicias de “Occidente”, no corresponde con las personas que son colo- nialmente llamadas “indígenas”, lo que convierte dicha idea en una trampa para el mismo gobierno de Morales. Cuando se trata de gobernar o de ejercer cargos, no se puede apostar por personas que se disfrazan folclóricamente para mostrase como “auténticos por- tadores del conocimiento indígena” y, por lo mismo, como una personificación de la “reserva moral del mundo”. En buena medida, el gobierno ha logrado la descalificación de quienes se asumen o son vistos como “indígenas” y en lugar de haber logrado destrozar las ideas racistas parece estar logrando acentuar más el ra- cismo. No obstante, no hay que olvidar que estos dirigentes son representantes de organizaciones específicas, las cuales han sido consideradas movimientos sociales. De hecho, la idea de que el gobierno actual es un gobierno de movimientos indígenas y de movimientos sociales es un asunto muy discutible. Es indudable que en la actualidad hay una gran cantidad de personas de ori- gen “indígena” que llenan el Parlamento y que tienen una trayectoria sindical, aunque muchos de ellos aún tengan complejos respecto a su origen indígena. Pero lo llamativo es que una gran mayoría de indígenas tiene casi un nulo papel protagónico en el gobierno y en las esferas del poder. Quienes toman la palabra u ocupan los espacios mediáticos, por lo general, son los “no indígenas”. Además, cabe resaltar una diferencia básica entre organizaciones sociales y movimientos sociales, pues esto ayuda a comprender más el asunto. La muletilla de que vivimos un “gobierno de movimientos sociales” disfraza la situación histórica actual y sirve para que dirigentes de organizaciones sociales saquen ventajas políticas y económicas. Ello obliga a diferenciar entre movimientos sociales y organizaciones sociales: las organizaciones sociales están formadas por estructuras de mando jerárquicas, por lo que los dirigentes máximos tienen un peso definitorio en las mismas. En contraste, los movimientos sociales son estructuras

9 El peruano Guillermo Carnero Hoke es quien ha inspirado esta idea. Este influyente y des- conocido personaje decía: “El indio es la reserva moral de nuestro tiempo” (Carnero Hoke, en Fausto Reinaga, 2006: 11). Carnero fue un personaje muy importante en la producción discursiva referida a los “indios” y sus ideas circulan hoy sin que él sea mencionado, como sucede con su idea de que los “indígenas son la reserva moral del mundo”. Se puede considerar a Carnero Hoke como el mayor exponente del pachamamismo. 352 bolivia en el siglo xxi de acción colectiva donde las jerarquías de mando se diluyen (hasta cierto pun- to). Muchas organizaciones sociales entraron en una dinámica de movimientos sociales entre los años 2000 y 2005, en tiempos de crisis estatal, mientras que en la actualidad, por no haber crisis estatal y haber estabilidad económica, se puede afirmar, por tanto, que no hay movimientos sociales. Un caso que ilustra cómo se ha usado la idea de movimientos sociales es la elección del candidato a la Alcaldía de El Alto por el mas, Edgar Patana. La justificación de tal nombramiento fue la afirmación, convertida en cantaleta, de que dicha elección era una decisión tomada por los movimientos sociales. Pero el nombramiento de Patana como candidato fue algo que respondió al típico accionar de la dirigencia: se hacen “arreglos” con los máximos dirigentes para conseguir su apoyo. Patana logró hacerse nombrar como candidato para ser re-electo me- diante “charlas” con dirigentes de distintas organizaciones alteñas. Ante el apoyo que tenía Patana por parte de dirigentes de organizaciones gremiales de El Alto, se rumorea que Evo les dijo: “¿pero ustedes garantizan que ganará Patana?”, y los dirigentes le respondieron: “sí, nosotros lo garantizamos”. El resultado fue la derrota del mas en uno de sus bastiones, la ciudad de El Alto. Ello demuestra que no hay movimientos sociales, deliberación y democratización de decisiones, sino imposición dirigencial, como sucedió también en el caso de la candidata parlamentaria Felipa Huanca. Con respecto a la ambigüedad de los roles políticos e identitarios de fun- cionarios del gobierno, cabe mencionar otros aspectos como el hecho de que el viceministro de Descolonización –que se ha ocupado de hacer “matrimonios con identidad” y exhibiciones folclóricas– se ha destacado no en el cumplimiento de lo que supondría su cargo, sino en amenazar e enjuiciar a los opositores del gobierno acusándolos de racismo. Así, la lucha contra el racismo ha sido usada más como pretexto político que como trabajo gubernamental serio, y en ello han contribuido “indígenas” como el actual viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas Durán. Por consiguiente, se puede afirmar que los indígenas que tienen algún puesto en el gobierno han estado más entretenidos en mostrarse “auténticos” o “descolonizadores”, según la ocasión y su conveniencia. Como consecuencia, hay dirigentes que, en tiempos de crisis estatal, saben sacar provecho del capital simbólico logrado por sus organizaciones sociales. Por otra parte, cabe preguntarse ¿qué han hecho esas personas consideradas colonialmente “indígenas” para realizar las iniciativas indígenas del gobierno? Resulta llamativo que el Ministerio de Autonomías haya mostrado poco o ningún entusiasmo por las autonomías indígenas. En contraste, han sido las organizacio- nes no gubernamentales (ong), sus técnicos y “sus” indígenas, beneficiados por la “discriminación positiva”, quienes más fervor han expresado en su lucha por la obtención de tales autonomías. Lo cual no es de extrañar, pues esto implica, para las ong y sus asociados, la obtención de recursos económicos, es decir, su problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 353 lucha se convierte en una forma de vida. Sin embargo, los propios indígenas, que supuestamente serían los interesados y beneficiados por las autonomías, no han mostrado el mismo interés y, de hecho, pareciera que el tema no les importa en lo más mínimo. Es de notar que fueron pocos los “pueblos indígenas” que optaron por la au- tonomía. Varios de esos pueblos han abandonado ya tal opción y solo uno aprobó sus estatutos en un referendo en el que solo participaron dos “pueblos indígenas”. Se puede afirmar entonces que, entre las personas colonialmente consideradas indígenas, no hay aspiraciones de obtener autonomías para las minorías étnicas, lo cual debería obligar a replantear el asunto de las autonomías. Por consiguiente, el papel indígena en el gobierno se apoya en una imagen de exportación que no está relacionada ni con la vida, ni con las aspiraciones auténticamente indígenas. Valga resaltar dos hechos que han afectado negativamente la imagen del actual gobierno: la promulgación del Decreto Supremo 748 del 26 de diciembre de 2010, que nivelaba los precios de los carburantes en Bolivia con el precio internacional, y el Decreto Supremo 2366, que autoriza el desarrollo de activi- dades hidrocarburíferas y la construcción de la controversial carretera a través el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis). El decreto de la nivelación de precios se promulgó en plenas fiestas de fin de año de 2010, cuando la gente diligentemente compraba y vendía para pasar las fiestas. El otro hecho, el de la carretera del tipnis, estalló en el rostro del “gobierno de los movimien- tos sociales” en un momento en el que la oposición no presentaba un programa gubernamental alternativo, por lo que no le quedó otra alternativa que adherirse al discurso indigenista con el que antes criticaba al gobierno. El decreto de nivelación de los precios causó una gran movilización deman- dando al gobierno la derogación de tal medida. Si bien sorprendió la movilización de personas que no solían protestar, como los residentes en barrios específicos (acomodados) de la zona sur de La Paz, la sorpresa más grande fue la movilización, en forma masiva, de sectores que apoyaban al mas, como las juntas vecinales de El Alto. Entre los estribillos expresados a gritos en tales movilizaciones sociales se escuchaba a varias personas frases denigrantes como: “indio incapaz” e “indio ignorante”. El racismo se hizo entonces evidente entre los paceños como protesta por el decreto de nivelar los precios, asumido por un “gobierno indígena”; decreto que afectó los bolsillos de la ciudadanía, haciendo que expresara su malestar en un lenguaje racista. Lo que hay que considerar es que los simpatizantes del go- bierno se movilizaron en su contra con expresiones de racismo, que esta vez no provenían de los sectores “blancoides”, sino de las bases del gobierno. Al mas no le quedó otra alternativa que derogar el decreto de nivelación de precios, pero ya este había logrado lo que la oposición no había podido: restar apoyo al gobierno. El intento gubernamental de construir una carretera que vinculara la ciudad de Cochabamba con el departamento del Beni, o proyecto tipnis, fue motivo 354 bolivia en el siglo xxi de dos grandes marchas de protesta. La primera se dio entre el 15 de agosto y el 19 de octubre del 2011, creando varios problemas que desgastaron más la imagen del gobierno, como fue la intervención policial, la “masacre de Chaparina”, su- cedida el 11 de septiembre de dicho año y que, al convertirse en el episodio más explotado mediáticamente, mermó de manera significativa el apoyo al presidente “indígena”. El gobierno vivió entonces su momento más crítico durante su segunda gestión, ya que su propia base cuestionaba la identidad que lo había posicionado como gobierno “indígena”, defensor de los “indígenas”. La segunda marcha no tuvo el mismo impacto que la primera y, en cierto sentido, los dirigentes que la promovieron desgastaron el capital político que habían logrado con la primera marcha. Sin embargo, durante las dos marchas, se dieron varias movilizaciones como manifestaciones de solidaridad con los “hermanos indígenas”. El gobierno, que se esforzó en promover una idea desfigurada y ridícula de lo que es el indígena, se mostró antiindígena y hasta sus simpatizantes “le dieron palo” usando su propio discurso. Puede decirse que la máscara indígena se le cayó entonces al gobierno, pero hay que agregar que otros la tomaron. Es decir, la máscara se cayó, no se deshizo, no se rompió, solo pasó a cubrir otros “rostros”. A pesar de esos “tropezones”, Evo Morales logró ser reelecto como presi- dente por tercera vez consecutiva (2016-2020), valiéndose tanto de una serie de alianzas con sectores antes contrarios al gobierno como de una gran campaña en la realización de eventos y en la construcción de obras públicas. Es de notar que después de su reelección empezaron a surgir una serie de problemas que han afectado al “núcleo duro” del gobierno: su orientación indígena, entendida esta como la antípoda de los programas “políticos tradicionales” y “blancos”. Denun- cias de malos manejos económicos y apropiación de dinero del Fondo Indígena visibilizaron la corrupción que ya se rumoreaba en otros niveles del gobierno y de la sociedad boliviana. En la campaña electoral que dio lugar a la tercera reelección de Morales se pudo apreciar tanto una menor participación de movimientos indígenas como el hecho de que quienes defendían, en los medios de comunicación, la orientación “indígena” del gobierno eran precisamente los que no eran indígenas. Ello pare- ce no haber incidido mucho en las preferencias electorales, ya que el mas ganó. Viéndose el mas favorecido por el voto, al poco tiempo, decidió poner en marcha una campaña para lograr que Evo Morales pudiera terciar en las elecciones del año 2019. Así se dio pie a un referendo que modificara la Constitución y el gobierno apeló entonces a la bonanza y estabilidad económica para tratar de convertir dicho referendo en “aprobación o rechazo” de la gestión de Morales. Pero, las denuncias sobre los malos manejos económicos dentro del Fondo Indígena no cesaron, sino que aumentaron durante la preparación y realización del referendo, sumándose a ello denuncias sobre una relación afectiva entre el presidente Evo Morales y Gabriela Zapata, que entonces trabajaba en la empresa problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 355 china camce, desempeñando un alto cargo. En tal escenario político, marcado por denuncias que afectaban negativamente la imagen del “gobierno indígena” y dentro de una campaña en la que la gente tuvo la impresión que se escondieron tanto las wiphalas como los “líderes indígenas”, el referendo resultó en la primera derrota del binomio del gobierno de Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera. A pesar de la derrota, varios representantes del gobierno han dado a entender que tratarán de que Morales sea nuevamente su candidato en las elecciones presidenciales de 2019.

Taras coloniales en el “Proceso de cambio”

Un rasgo muy llamativo en la primera gestión del “gobierno indígena” fue la explosión de expresiones de racismo en distintas partes del país, muy en especial (no exclusivamente) en lo que entonces se llamaba la “media luna” (región en el oriente y los llanos del país compuesta por los departamentos de Tarija, Santa Cruz, Beni y Pando y habitada por una mayoría no indígena). Estas expresiones de racismo tuvieron un grupo promotor: la “nación camba”, y su grupo de choque, la Unión Juvenil Cruceñista. Se podía ver por los medios de comunicación, casi en vivo y en directo, agresiones a personas “indígenas”, aunque estas agresiones, por lo general, eran presentadas como “enfrentamientos”.10 Estos hechos son significativos pues tienen que ver con que un “indio” ejercía la presidencia de Bolivia y tenía una gran base social, fundamentalmente en el occidente del país. Se trataba de hechos que eran una reacción a cierto cambio que se estaba dando en el país y que desestabilizaba el orden racializado en el que los roles, tanto en la estructura de producción como en la estructura de mando gubernamental, estaban limitados para los “indígenas”. El color de la piel, ade- más de otros aspectos, en un espacio social racializado como es Bolivia, tienen un significado político muy marcado: nos dice quiénes pueden o no ocupar un lugar destacado en el gobierno. Este orden social racializado fue violentado con la elección de un “indígena” como presidente de este país. El “color del poder”, en la historia de Bolivia, se hizo evidente por el contraste entre el nuevo presidente y los anteriores.

10 Recuerdo que en el canal de televisión Red Uno, el presentador John Arandia (que hace poco se presentó como candidato a Defensor del Pueblo), quien por entonces trabajaba en ese me- dio, al momento de presentar un informe televisivo hecho en Santa Cruz y en el que se podía observar cómo varias personas agredían violentamente a un “indígena”, se refería a este hecho como “enfrentamiento”. El enfrentamiento supone partes enfrentadas, es decir, que se trataría de una situación en la que las partes involucradas entran en acción una contra la otra y viceversa. Sin embargo, en la nota que menciono, no se veía al agredido defenderse, sino que tenía una actitud pasiva y soportaba como podía los golpes que recibía. Llamar a eso “enfrentamiento” o es una muestra de la mediocridad del presentador o de su complicidad con esos hechos, pues él trataba de encubrirlos en el lenguaje en el que presentó las agresiones racistas. 356 bolivia en el siglo xxi

La presidencia, el lugar reservado a la casta “blancoide”, fue ocupado por un “indio”, lo que ya era un hecho de por sí “traumático” para dicha casta. Pese a lo folclorizante que ha sido el “Proceso de cambio”, se han dado también situa- ciones de racismo que han afectado las relaciones sociales, generando tensiones etno-sociales. Estas prácticas denigrantes de diferenciación etno-política revelan un marco ideológico que no ha rebasado las taras coloniales. En la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, vigente desde 2009, se hace referencia en muchas ocasiones al reconocimiento de los “indígena originario campesinos”. Este reconocimiento es la base de la plurinacionalidad que constituye la esencia del Estado boliviano, según los gobernantes actuales. Se trata de “incluir” a los indios reconociéndolos en la Constitución y reconociendo “su” diferencia. Este reconocimiento forma parte del proceso de descolonización, y solo dentro de los parámetros entendidos –y hasta sobreentendidos– en tal re- conocimiento constitucional se puede llevar adelante la verdadera construcción del Estado Plurinacional. El indígena es un sujeto diferenciado por el colonizador en tanto este es alienígena, extranjero, en relación al sujeto del que se diferencia. Es en esta rela- ción de poder, “colonizador-colonizado”, que se establece tal diferenciación que puede parecer simplemente formal, pero que en realidad es una diferenciación que ha formado parte del orden colonial, ya que establece polos ordenadores en la estructura social. Por consiguiente, la definición de lo que es el colonizado (sujetos o culturas indígenas) es un acto del colonizador y, por lo mismo, afirmar la identidad indígena es afirmar una identidad colonial. Lo más paradójico es que la afirmación de lo colonial se hace en nombre de la descolonización, llegando así a una situación hasta cómica, pues al reconocer que hay bolivianos indígenas, como queda establecido en la Constitución, se entiende que estos son reconocidos por bolivianos no indígenas: es decir, bolivianos “extranjeros”. La identidad “indígena”, asumida y defendida en este “Proceso de cambio”, por ser una identidad colonial y por marcar diferencias de la misma índole, puede llevar –y de hecho, lleva– a extranjerizar, a alienar, a una gran parte de la población del país. Bolivia, pensada y presentada como país de indígenas y no indígenas, vive la exaltación de los traumas de la colonia, que ciertamente hacen ver que este país todavía vive y convive con problemas coloniales, dando la impresión de que no solo se los vive, pura y simplemente, sino que las relaciones interétnicas se empeoran. Se asume y se consolida así, de manera acrítica, una forma colonial de referirse a sujetos racializados. Algo similar sucede con el concepto de ‘originario’. Se supone que al re- ferirse a algunas personas con tal denominativo se quiere resaltar que son des- cendientes de habitantes pre-coloniales, de personas que habitaron estas tierras antes de la llegada de los españoles, pero tal palabra resulta inapropiada para ese fin. Si nos remontamos al origen del ser humano, hasta donde se sabe los problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 357 restos humanos más antiguos se han encontrado en África, por lo que podría decirse que la humanidad es originaria de ese continente. No hay originarios de los Andes ni de la amazonia, o del Nuevo Mundo, como no hay originarios de Europa, pues esos espacios fueron habitados por migrantes. No obstante, el saber que la humanidad es originaria de África no nos ayuda a entender las relaciones político-económicas que se han desarrollado entre grupos que emi- graron, ni las estrategias de ocupación de espacio que en ese trajín migratorio desarrollaron los primeros pobladores, como tampoco el saber el origen del ser humano nos explica el surgimiento de las formaciones nacionales y estatales del mundo. Recuérdese que en la Colonia se usó la categoría de “colonial” con el fin de diferenciar las obligaciones tributarias de los “indios”. Lo mismo que sucede con los conceptos de “indígena” o de “originario”, identidades coloniales que no nos dicen nada sobre un pueblo. Comúnmente se llama campesino a alguien que vive en el área rural y que, por lo general, se desenvuelve en actividades agrícolas. Con el empuje del “Es- tado nacionalista”, se ha remplazado la palabra indio por la de campesino y hoy se emplean estas dos palabras, especialmente, en momentos de agresión verbal, pues lo campesino, en Bolivia, está marcado por un sentido racista. En cierta forma, con la palabra campesino se ha encubierto el racismo persistente en el país. Pero, si se llama campesino a los aymaras, por ejemplo, se cae en un grueso error, pues las ciudades de Bolivia han crecido por la migración de campesinos y, por lo mismo, hay comunidades, antes rurales, que se han convertido en urba- nas debido a que la gente que migra lo hace llevando consigo prácticas sociales y formas de relacionarse que son dinámicas y no estáticas. Hoy por hoy, creer que los “indígenas” son gente que vive en el área rural es más un prejuicio que oculta los procesos seguidos por estos seres “ruralizados” para posicionarse en el comercio, el transporte, el arte, la universidad, entre otras áreas; actividades que, en la mayoría de los casos, se realizan en centros urbanos. Hablar de “indígena originario campesinos” muestra la falta de reflexión sobre lo que se considera colonial y descolonizador. Se enarbola la descoloniza- ción (cf. capítulo 8 de Ishizaka) afirmando identidades coloniales como indígena y originario, lo cual es más un prejuicio y no permite entender la transformación real por la que está pasando este país. Muchas veces, la preocupación de algunos funcionarios de Estado ha sido considerarse “indígena originario campesino” para que sus ideas de inclusión y reconocimiento sean creídas y creíbles (cf. capítulo 6 de Paz Patiño). Por lo tanto, el reconocimiento de identidades “racializadas” en la Constitución se ha apoyado en una “pasarela ancestral”. En mi opinión, no solo se trata de reconocer a los descendientes de las poblaciones pre-coloniales pura y simplemente, sino de reconocer, al mismo tiempo, sus usos y costumbres, su cosmovisión, para que tal reconocimiento sea realmente la base filosófica y cultural del Estado Plurinacional. Sin embargo, 358 bolivia en el siglo xxi este reconocimiento etno-cultural, por ser complejo, controvertido y por no haber sido autocriticado, ha traído problemas al gobierno, como sucedió con el caso del tipnis. Pero, volviendo al tema que se desarrolla aquí, es de notar que la idea que tiene el actual gobierno del “mundo indígena”, como sociedades co- munitarias donde reina la armonía no solo entre hombres y mujeres, sino entre estos y la naturaleza, no se parece en nada a lo que la mayoría de “indígenas” hacen o piensan de sí mismos. La concepción de tal mundo indígena idealizado, habitado por “buenos salvajes” o seres inmaculados, a mi parecer, es más propicio para hacer guiones de películas que para hacer un proyecto político. El contraste es fuerte con la vida real, pues el gobierno, al presentar al indígena como un ser “ruralizado que se opone al capital y al capitalismo”, ha ignorado que los que más han “escalado” posiciones en la economía de este país son personas aymaras que han sabido usar diestramente el comercio y la inversión de capitales como medios libres y adecuados de ascensión económica y social. Por consiguiente, no debería aceptarse, a ciegas, las ideas que presentan a los “originarios” como “opuestos” al sistema capitalista, ya que la vida real y cotidiana entorno al capital de muchos comerciantes aymaras desmiente tal creencia. La idea de que los indígenas se complementan con la naturaleza y hasta viven en armonía con ella es un prejuicio racista que no se presenta de manera agresi- va, sino más bien seductora, y se funda en relaciones sociales específicas que se muestran como naturales. Se presenta al indígena como alguien que pertenece por esencia a un espacio no urbano, como sucede con las mujeres cuando se las presenta como seres que pertenecen a la cocina. Entonces un “indígena” no estaría en su “hábitat” si se encuentra en la ciudad, pues ese no sería su lugar “natural”. Su lugar estaría lejos de cualquier urbe y allí podría complementarse interactuando armoniosamente con la naturaleza y así podría “mantener” su cultura. Esa idea seduce a muchos, pero es engañosa y hasta venenosa, ya que pensar que hay seres que viven en armonía con la naturaleza implica que tales seres deben aceptar su situación como algo que les es propio. Es como decir que las mujeres se integran “naturalmente” a la cocina y viven allí en armonía: entonces, ¿para qué perturbar el o “su” orden natural sacándolas de su hábitat? Entretanto, no extraña ver en informativos televisivos a comunidades que experimentan inundaciones en el altiplano, cerca del lago Titicaca, o sequías en el Chaco; ciertamente, esa gente no vive en armonía con la naturaleza y su situa- ción no es de complementariedad o de interactuación, sino de padecimiento. No es que las inundaciones o sequías sean fenómenos recientes o que hayan llegado con los españoles, sino que han sucedido antes de la aparición del hombre y, por lo mismo, es incorrecto y hasta tendencioso afirmar que los indígenas han vivido desde tiempos ancestrales en armonía con la naturaleza. En la relación entre el ser humano y la naturaleza no siempre hay armonía. Esta es una relación en la que el hombre necesariamente modifica su entorno, problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 359 afectando la naturaleza. En tiempos pasados, desde la domesticación de llamas, el cultivo de la papa y la extracción de lana para hacer tejidos, para solo nombrar las principales actividades ancestrales, el “indígena” tuvo que afectar o influir en el “orden” natural. En la actualidad puede verse a “indígenas” vendiendo animales exóticos después de cazarlos, acto que revela la no armonía con el animal, ni con la naturaleza. La encantadora, pero falsa idea de que los seres llamados indígenas viven en armonía y complementariedad con la naturaleza es defendida con “uñas y dientes” solo por los “indigenistas”; personas que, en mi opinión, obtienen dinero en nombre de los indígenas, promoviendo y realizando proyectos para “ayudar” a esos seres racializados a seguir siendo “símbolos étnicos”, lo cual permite seguir obteniendo dinero en nombre de ellos. De esa supuesta vida armoniosa se origina algo que el Estado Plurinacional ha llamado el “Vivir Bien” (cf. capítulo 7 de Requena y Hoffmann y capítulo 15 de González Ortega, punto j), que gobernantes y políticos suponen, ahora, es propio de los “indígenas” y da sentido a su vida, ignorando que tal aspiración ha sido, desde siempre, esencial en la vida de las comunidades indígenas. No obs- tante, no se puede sostener que en las comunidades indígenas exista una forma de vida que sea un “otro paradigma” que será el que salve al mundo mientras en tales comunidades la mortalidad infantil y la desnutrición llega a niveles altos. Que en los espacios alejados de las urbes exista algo que es el “Vivir Bien”, en el sentido de completo bienestar socioeconómico, no debería ser creíble, pero curiosamente en Bolivia lo es. Con su encantadora fuerza, esta idea hace pensar en un paraíso terrenal y maquilla las duras condiciones de vida que sufre en Bo- livia la mayoría de su población. En los espacios “naturales”, en los que se nos dice palpita el “Vivir Bien”, hay personas que mueren por enfermedades que son fácilmente curables o ejercen el comercio con animales exóticos, destruyendo así la naturaleza y causando problemas entre quienes habitan esos espacios. La vida dura en las comunidades indígenas genera una gran migración a las ciudades: vemos cada año llegar a La Paz, en el mes de diciembre, en especial, a muchas personas del norte de Potosí, que pasan vicisitudes, sin saber nada de lo que es vivir bien. Definitivamente, el “Vivir Bien” es una idea ajena a las personas a las que se les atribuye tal buena vida. No obstante, dicha idea resulta muy útil para hablar y hacer política en nombre de los indígenas. Es de notar que muchos han conseguido fama y dinero pretendiendo ser expertos en la “cosmovisión andina” del Vivir Bien.

Consideraciones finales

Toda esta exuberancia vendida como “indígena” y que sería la esencia de lo “plurinacional” es algo que no permite entender los procesos de transformación 360 bolivia en el siglo xxi socioeconómica que se están dando en Bolivia en el siglo xxi. Se trata de procesos de diferenciación social muy dinámicos, de articulaciones económicas innovadoras, y de formas de ocupación o re-territorialización del espacio nacional por nuevos actores indígenas. Estos procesos, al deslegitimar la idea promovida por la retó- rica oficial, de que los indígenas, solo por serlo, “viven bien” en sus comunidades ancestrales, pueden dar lugar al “entierro” del Estado plurinacional. Es indudable que cuando la estructura social racializada empieza a ser desnaturalizada y cuestionada, desde adentro, por los sujetos racializados, estos problematizan la identidad de su ser, así como el rol político y socioeconómico que desempeñan en la sociedad en que viven. En este proceso, las referencias racializantes, como los términos despectivos y racistas (indio, indígena y otros), son tomados para afirmar “su” identidad. Dentro de las relaciones racializadas, el yo individual y el yo colectivo es lo que está en juego y en disputa: se trata de afirmar lo que yo soy, identificando quién no soy, pero, a la vez, resaltando que me han hecho creer lo que yo antes creía que era. Por lo tanto, hay que identificar no solo a los que me han hecho creer eso, sino también por qué se me ha hecho creer eso. En consecuencia, los problemas identitarios expresan luchas sociales y complejas relaciones de poder, por tanto, la identidad es algo que se forja en la dinámica de tales relaciones. La identidad, en suma, es “materia social”, cuya existencia se debe a relaciones sociales específicas y a partir de las cuales toma forma. Debido a que las relaciones de poder van cambiando, tales cambios inciden en la formación y transformación de las identidades en juego: algunas pueden perecer, otras re-significarse y así persistir en su existencia. El espacio social im- plica una disputa por el sentido de las identidades, de lo que se es y no se es, de la forma en que somos representados por otros y cómo formamos nuestras auto- representaciones. Varios elementos juegan un rol importante en esta disputa: la idea mesiánica o milenaria de un pasado común que justifica un futuro también común; los elementos religiosos y lingüísticos; los rasgos físicos y estéticos, y hasta el propio espacio habitado forma parte de la identidad. El examen del ser humano en relación a su espacio geográfico revela que los grupos humanos han buscado perpetuarse en su historia y en este afán han desplegado su acción de vida en distintos territorios. El espacio es el lugar donde se desarrolla la lucha por la vida. Los que lo habitan le dan sentido y entienden que encuentran un sentido en él. Pero la extensión del espacio puede cambiar, por las expiaciones o contracciones poblacionales o por el sometimiento, por el abandono de unos lugares y hasta por la apropiación de otros. De cualquier modo, la existencia colectiva es siempre desarrollada en un espacio, el cual adquiere un sentido para quienes lo habitan, siendo estos quienes, en última instancia, dan sentido territorial al espacio. problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 361

No hay un territorio predeterminado, sino que el espacio es territorializa- do con la ocupación de personas, animales y cosas. No es que, por ejemplo, el espacio territorial que tuvo el antiguo Collasuyu sea nuestro espacio “natural”, sin importar los desplazamientos poblacionales y otros aspectos ocurridos en la historia de una comunidad, sino que los espacios ocupados, en términos concretos y materiales, adquieren sentido por la actividad, por la vida que los ocupantes desarrollen en tales lugares. Los señoríos kollas ocuparon distintos pisos ecológicos antes del incario y de la colonización: en la Colonia, las reducciones modificaron la forma de ocupación del espacio anterior a la Conquista, reduciendo los ayllus a comunidades gober- nadas por el imperio español. Posteriormente, a partir de la reforma agraria de 1953, los “indígenas de tierras altas” fueron dejando sus comunidades y dieron forma al crecimiento de pequeñas ciudades. En la actualidad, aymaras y quechuas han logrado establecerse prácticamente en todo el territorio que formalmente corresponde al Estado boliviano, y aún más allá. Hay una frase muy común que expresa esta situación: “En el pueblito más lejano del oriente (boliviano) encuentras a una mujer de pollera (‘indígena’) vendiendo algo”. Los comerciantes andinos que viven y realizan sus actividades económicas y fiestas, más allá de los Andes, se están apropiando de espacios a los que el Estado boliviano, hasta ahora, no ha podido llegar: están ocupando distintos “pisos eco- lógicos” y están saliendo del aislamiento localista que las reducciones coloniales provocaron. No solo están en nuevos espacios, sino que, en determinadas fechas, por ejemplo, para las fiestas indígenas tradicionales, vuelven a sus pueblos de origen en el altiplano. Hay que aceptar que los kollas tácitamente están logrando, mediante sus actividades económicas y culturales, lo que el Estado boliviano no ha podido todavía lograr: una real articulación territorial. Fenómenos como este son los que están cambiando el sentido del espacio y la identidad en Bolivia. Por eso, no solo es equivocado, sino hasta falso hablar, como se hace en las escuelas y los mapas étnicos, de aymaras y quechuas como gente que vive, des- perdigada como manchas, entre las montañas o el altiplano. Meter en un mismo saco a guaraníes, quechuas, moxeños, aymaras, yuracarés y muchos otros grupos étnicos, ignorando sus diferencias político-económicas y sus diferencias “internas”, es un error que nos priva de reflexionar lo que realmente sucede hoy en Bolivia. El sentido de lo nacional en Bolivia no se refiere necesariamente a su fecha de nacimiento como república, ni al intento de formar un “Estado nacionalista”; entonces ¿cómo entender el cambio en el sentido de lo nacional en este país? Slavoj Zizek escribió, hace un par de años, un artículo con el llamativo título de “Capitalismo con valores asiáticos… en Europa”,11 en el que afirmó:

11 Slavoj Zizek, “Capitalismo con valores asiáticos… en Europa”, ¡Bienvenidos a tiempos intere- santes!, Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, 2011: 41. 362 bolivia en el siglo xxi

“Es el auténtico potencial de la democracia el que está perdiendo terreno por el ascenso de un capitalismo autoritario”, además, resaltó que las figuras más representativas de este fenómeno político serían Putin, por su “brutal despliegue del poder”, y Berlusconi, por sus “posturas cómicas”. Estos representantes del “capitalismo autoritario” comparten el hecho de haber gobernado en sus países en situaciones de deterioro económico, y aun así haber logrado tener un gran apoyo popular. Lo que Zizek plantea en su artículo nos invita a reflexionar lo que está pasando en Bolivia: en relación a Berlusconi, me refiero a las poses cómicas de algún gobernante que, en este caso, podría ser el canciller y, en relación a Putin, a un ejercicio del poder político desplegado en forma brutal. Me refiero, desde luego, a algo que podríamos llamar –inspirados en el título de Zizek– “Capitalismo con valores andinos en ‘Kollivia’” (en el país de los kollas), lo cual está dando lugar a una identidad nacional predominantemente kolla, en “tiempos plurinacionales”. Haciendo un paralelo con el caso de China, no hay que perder de vista el notable papel que tiene este país en el mundo actual como productor de mer- cancías que revelan un alto nivel de aplicación de conocimiento científico. En lo que respecta a Bolivia, la falta de una mayor aplicación científica a la producción condiciona la actual re-configuración que se está dando ahora en las estructuras étnicas y de clase, evidenciándose esto, desde hace varios años, en la emergencia de una “burguesía comercial indígena” que viaja, precisamente, hasta China para comprar mercancías. La circulación de mercancías asiáticas en Bolivia tiene que ver con un entramado de relaciones entre distintos actores (mayoristas, minoristas, transportistas y hasta algunos consumidores) que tienen en común su origen indí- gena y comparten, por lo mismo, ciertos “mecanismos étnicos” en sus relaciones de compra y venta. El despliegue económico que conlleva el movimiento de estos actores impone también el despliegue de expresiones culturales, como las fiestas y las danzas indígenas, por ello, es compresible que las danzas y fiestas kollas se vivan y celebren en toda Bolivia, lo que no sucede con expresiones culturales de los “indígenas de tierras bajas”. Lo que actualmente estamos presenciando en Bolivia es que aspectos propios de los ayllus, que son reproducidos por los migrantes andinos, les sirve a los nue- vos empresarios indígenas para posicionarse económicamente y posicionar sus expresiones culturales. Se trata, según el intelectual aymara Fernando Untoja, de un “proceso de articulación de las formas de producir y acumular del ayllu con la lógica del Capital” (2011: 4). Por lo tanto, el ayllu interviene efectivamente en la reproducción del capital. Al respecto, es importante señalar que los “indígenas de tierras altas” despliegan en su desplazamiento territorial estrategias concretas, como el hecho de que: “la población equipada con el solo ethos del ayllu, toma espacios territoriales bajo la lógica del control de los pisos ecológicos y desarrolla ­ problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 363 la práctica de la libertad económica” (Ibid.).12 Al respecto, el katarista Moisés Gutiérrez entiende que:

Actualmente, dentro de la dinámica económica de los aymaras, de los quechuas, existe lo que viene a ser el ayni, y eso demuestra la dinámica de expansión en la producción y el comercio en lo económico. Ahí se va generando un gran desarrollo, un gran avance; la dinámica fundamental del ayni viene a ser la competencia y el vivir bien niega el sentido de la competencia del ayni. (2012: 4)13

Lo que parece estar sucediendo en Bolivia, en relación a la forma en que algunos aspectos “culturales” andinos funcionan en la expansión del comercio capitalista, nos obliga a confrontar la imagen idealizada del “mundo indígena” o de la “cosmovisión andina” y problematizar, entre otros tantos temas, el papel que tiene y tendrá en el país este tipo de re-territorialización en la transformación de la identidad nacional. El capitalismo funciona en Bolivia con “valores”, de rasgos andinos, como el “ayni”.14 Este funcionamiento da lugar a la re-configuración, en las clases sociales, entre los aymaras y quechuas, entre los kollas. Se podría decir que entre los kollas se percibe una vocación hegemónica en tanto actores que articulan el espacio, pero a la vez despliegan sus acciones culturales involucrando a los “otros”. Es decir que los aymaras y quechuas, en su despliegue económico, no expresan algún afán separatista o algún intento de formar un proyecto al margen de los otros, sean las minorías étnicas nombradas como “indígenas de tierras bajas” o las minorías étnicas “blancoides”. Por el contrario, vemos como el núcleo articulador de lo nacional en Bolivia son los andinos del altiplano boliviano, quienes han ocupado todo el país. Ellos articulan económicamente el país, a la vez que le dan contenido “nacional” con sus diversas expresiones culturales, como las Alasitas, la ch’alla, merendadas, diabladas, capo- rales y Todos los Santos. Este fenómeno cultural y socioeconómico puede tomar ribetes políticos en la medida que puede provocar una confrontación de intereses entre las viejas élites y la emergente “burguesía comercial indígena”, y llevar a que la importante referencia espacial en la vida de los kollas pueda politizarse y tienda a convertirse en único territorio comercial, desplazando económicamente a las élites tradicionales que han dominado el comercio desde el nacimiento de la República de Bolivia en 1824.

12 Cabe resaltar que fue Fernando Untoja quien vio y apuntó sus análisis a la importancia de los fenómenos que acá tratamos. Para él, estamos viviendo la “metamorfosis del Ayllu”. Con todo y la lucidez de Untoja a este respecto, mucho de su lectura tiene sesgos postmodernos. 13 Moisés Gutiérrez, “El suma qamaña como concepto funcional al poder colonial”, Pukara, núm. 70 (junio 2012): 5. Gutiérrez agrega: “Al respecto hay una serie de argumentaciones que habría que desarrollar, y lo estoy desarrollando por escrito”. 14 Ayni es una práctica laboral indígena en los Andes o una forma tradicional de comercio co- lectivo que implica la ayuda mutua y la reciprocidad familiar entre los miembros del ayllu. 364 bolivia en el siglo xxi

Este tipo de re-territorialización socioeconómica y cultural puede tener tam- bién otras implicaciones, como el hecho de que los “indígenas ricos”, en tanto clase social burguesa en formación, entren en relaciones con la burguesía “blanca” de Santa Cruz para ampliar la frontera agrícola, por ejemplo. Es decir, a pesar de que entre estos dos grupos existen profundas diferencias étnicas, los aspectos económicos de clase los están acercando cada vez más; aunque también, como ya se dijo, cabe la posibilidad de una disputa. Por otra parte, la re-territorialización kolla que se vive en Bolivia, junto a su expansión económica implícita, conlleva una posible confrontación con otras minorías de “indígenas de tierras bajas”. Por consiguiente, una política de Estado seria no puede ignorar estas nuevas dinámicas socioeconómicas y culturales, sino más bien tratar de articularlas para obtener bienestar social y económico para todos los bolivianos. Los problemas implicados en la “re-configuración nacional” de los espacios físicos en Bolivia no son motivo de debate o análisis en ningún foro, salvo es- casas excepciones. En esto incide mucho la patética imagen del indígena como ser virginal, sin las supuestas manchas ni pecados occidentales. Con tal forma de ver (mejor sería decir, de cerrar los ojos), los procesos étnicos y económicos actuales y los proyectos pachamamistas quedan en papel o abandonados a las buenas intenciones del algunos despistados, mientras las diferencias de clase cre- cen entre los “indígenas”. Dada esta confusa situación social no debería extrañar que pueda emerger una derecha aymara o una izquierda del mismo origen, no obstante, entre estas distintas expresiones políticas, las luchas serían fundamen- talmente de clase, pues lo que está pasando con lo nacional en Bolivia es que los problemas étnicos se están convirtiendo cada vez más en problemas de clase. Básicamente, la derecha ya no sería identificada como “blanca” y la izquierda ya no sería dirigida por “blancos”. Parece ser que en Bolivia se están dando hoy las condiciones sociales para que estos polos políticos sean la expresión ya no tanto de diferencias étnicas (blancos-ricos/indígenas-pobres), sino solo de clase: “indios contra indios” o blancos-ricos contra indios-ricos. No faltarán quienes crean que lo que está pasando en Bolivia revela que los aymaras y quechuas se han alienado o que algunos de ellos ya no “son indígenas” porque no respetan su cultura y por haberse vuelto capitalistas y neocolonialistas. Pero tales creencias solo reflejan la patética situación en que se encuentran quienes dicen “saber qué es y no es el ser indígena”. En síntesis, los cambios que se están dando en Bolivia, en relación a las es- tructuras de clase y a las “estructuras étnicas” y su articulación en la economía y en la refundación de la nación, se presentan como un reto a encarar debido al doble hecho de que forman parte de las condiciones de confrontación política, social y económica en el mundo contemporáneo y a que desmitifican aquello que, en el siglo xxi, ha sido promocionado como “indígena” por el nuevo Estado Plurinacional de Bolivia. problemas y contradicciones del “gobierno indígena” 365

Referencias

Arandia, John 2016 Red Uno, Canal de televisión de Bolivia. Choquehuanca, David 2010 Entrevista. Balance y perspectivas. Intelectuales en el primer gobierno de Evo Morales. La Paz: Ediciones Le Monde Diplomatique (Bolivia). 227. Reinaga, Fausto 2006 Tesis India. La Paz: wa-gui. 11. Untoja, Fernando 2011 “Ayllu, Mercader y Capitalismo”. Periódico Ayra, núm. 134 (agosto): 4. Zizek, Slavoj 2011 “Capitalismo con valores asiáticos… en Europa”. ¡Bienvenidos a tiem- pos interesantes! La Paz: Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. 41.

15 Intento de re-fundación del Estado-nación en Bolivia en el siglo xxi: Realidades y perspectivas de la gestión política de Evo Morales (2006-2016)

Nelson González Ortega

Debate abierto

A principios del siglo xxi, el descontento social de una mayoría de bolivianos y su consecuente desconfianza en los partidos tradicionales causó no solo la decaden- cia y desaparición de la escena política de los grandes partidos de Bolivia, entre ellos, el mnr, el más importante por su duración y repercusión sociopolítica, sino también la llegada al poder de Evo Morales Ayma y su gobierno del mas-ipsp (2006 al presente). Morales fue elegido presidente con el mayor apoyo popular de la era democrática en Bolivia y por su promesa de instituir un “Proceso de cambio” que incluiría un referendo para decidir la nacionalización de las minas e hidrocarburos y una convocatoria a votar por una nueva Constitución Política del Estado (cpe) o “Constituyente”. Pero, al cabo de diez años en el poder, ¿ha cumplido o no el gobierno de Morales y del mas-ipsp sus promesas políticas? Por mi falta de conocimiento especializado en (geo)política, (geo)economía, sociología, ecología social, derecho constitucional, ciencias de la educación, antropología cultural, estudios de género, comunicación y medios sociales y otras áreas del conocimiento, es imposible dar aquí una respuesta única a esta compleja pregunta. Sin embargo, por haber sido objetivo central de este libro realizar estudios interdisciplinares sobre la (trans) formación política, económica, social y cultural vivida en Bolivia en las últimas cuatro décadas, comento, a continuación, apoyándome en estudios de especialis- tas, los principales logros y desafíos de la gestión gubernamental de Evo Morales y el mas (2006-2016). Con la enumeración sucinta de los logros y carencias de diez años de gobierno de Morales y el mas, me propongo, no dar conclusiones finales, sino más bien abrir un debate ante los lectores que suscite diferentes

[367] 368 bolivia en el siglo xxi interpretaciones y que promueva lecturas y estudios adicionales, sujetos a rein- terpretaciones de avances y resultados, a medida que continúa el crucial y a la vez intrigante proceso político, socioeconómico y cultural en la Bolivia del siglo xxi.

Debate abierto:

a) ¿Se implantó una nueva Constitución Política del Estado (cpe) o Constituyente? Sí. La nueva Constitución Política del Estado (7 de febrero de 2009)1 fue promulgada por el presidente Evo Morales Ayma después de haber sido aprobada en un referendo que alcanzó la mayoría de votos. El artículo 1 de la cpe establece que Bolivia pasa a ser un Estado plural y unitario. Además, con la promulgación de la cpe se oficializan y se proponen, entre otras, las siguientes metas institucionales: a) reconocimiento estatal e institucional de todos los grupos indígenas del país; b) reorganización territorial, mediante el sistema de autonomías; c) administración estatal de tierras y latifundio; d) derechos de los ciudadanos, entre ellos, la equidad de género y de grupos (naciones) indígenas ante el nuevo Estado Plurinacional; establecimiento de un modelo económico, social y comunitario en el que el Estado admi- nistra los servicios públicos y establece organizaciones estatales, privadas y sociales cooperativas; e) suspensión de la ley anterior en la que el Congreso Nacional decidía y/o refrendaba al candidato ganador, instituyendo, en cambio, el derecho del Estado y de los ciudadanos a convocar referendos; f) la hoja de coca pasa a ser un patrimonio cultural protegido por el Estado que mediante leyes regula su producción, comercialización e industriali- zación; y g) se establece el derecho de soberanía del Estado a reclamar el acceso territorial al océano Pacífico. Estas directivas, instituidas en la Constitución Política de Estado boliviano en 2009, solo se han cumplido en forma gradual, parcial e imperfecta o, en algunos casos, aún no se han cumplido, pese a la reiteración retórica y a la extensa propaganda oficial, articulada en los medios de comunicación del país.

b) ¿Existe hoy un Estado Plurinacional en Bolivia? La cpe establece, entre otros puntos, la diversidad de identidad etno-lin- güística y cultural (37 naciones con sus respectivas lenguas, incluido el cas- tellano) y el derecho a la autonomía y el autogobierno indígena, así como el reconocimiento oficial de sus territorios e instituciones. Además, la cpe establece un pluralismo político con cuotas de parlamentarios indígenas; ­un pluralismo jurídico con un sistema judicial indígena campesino ­paralelo al

1 http://www.oas.org/dil/esp/Constitucion_Bolivia.pdf intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 369

de la justicia vigente y un nuevo Tribunal Constitucional Plurinacional con miembros de los dos sistemas (el occidental parlamentarista y el indígena comunitario); y también un pluralismo religioso. Voceros de la oposición en Bolivia han indicado que este tipo de leyes crean ciudadanos de primera y segunda clase. Además, han señalado que no hay un Estado Plurinacional, sino: “un Estado binacional (quechuas y aymaras), donde más de 20 naciones indígenas están en etapa de extinción y no hay indicios de vida de la justicia indígena” (Gómez Vela, 2016: 18). Surge aquí la pregunta: ¿en aras de la “descolonización” (como la entien- de y practica el gobierno de Morales y el mas), se está creando hoy, con ayuda de la legislación pro-indígena, un tipo de “andinocentrismo” y “falsa descolonización” (cf. capítulo 8 de Ishizaka; capítulo 14 de Macusaya) que puede conducir a una creciente polarización etno-cultural y sociopolítica en Bolivia? Dicha polarización quedó demostrada en los resultados tan próximos del referendo del 21 de febrero de 2016: 51% por el no versus 49% por el sí.

c) ¿Se recuperaron los recursos naturales mediante la nacionalización de la minería y de los hidrocarburos? El referendo nacional vinculante sobre el gas y políticas energéticas, con- vocado y aprobado por la mayoría de bolivianos en 2004, permitió al pre- sidente Evo Morales “nacionalizar” los hidrocarburos el primero de mayo de 2006, mediante la expedición del Decreto Supremo 28701 “Héroes del Chaco”, por el cual el Estado recupera la propiedad, posesión y el control total y absoluto de los recursos de hidrocarburos. No obstante lo promul- gado en dicho decreto, no hubo, en sentido estricto, una nacionalización de hidrocarburos en Bolivia en 2006, ya que las empresas transnacionales nunca abandonaron el país. Lo que sí hubo fue una especie de “adecuación de contratos” con las transnacionales petroleras de Bolivia que permitió al Estado boliviano: “una nueva redistribución del valor de la producción, determinando un 82% para el Estado, correspondiente a 18% de regalías y participaciones, 32% de Impuesto Directo a los Hidrocarburos (idh), 32% a través de una participación adicional para ypbf, y 18% para las compañías transnacionales” (Blanco Tancara, 2016: 9).2 Por otro lado, la nacionalización de los recursos mineros no se ha realizado porque las minas siguen siendo propiedad de empresas transnacionales que siguen obteniendo desproporcionadas regalías:

2 Las políticas de Evo Morales sobre los hidrocarburos se comentan detalladamente en el ar- tículo “La nacionalización de los hidrocarburos bolivianos en la presidencia de Evo Morales Ayma” (2009) de Rosío Vargas Suárez. 370 bolivia en el siglo xxi

[d]atos del cedib [Centro de Documentación e Información Bolivia] indican que la actividad minera tiene cerca de dos millones de hectáreas concesionadas, de las cuales un poco más de un millón están en manos de transnacionales y que en 2012 el país exportó 3.690 millones de dólares, y las regalías apenas sumaron 138 millones, menos del 5%. (Gómez Vela, 2016: 18)

d) ¿Se ha logrado la redistribución de la riqueza y la reducción de la pobreza? En relación a la redistribución de la riqueza, se sabe que la expedición del Decreto 28701 de 2006 y la aprobación en 2009 de la Constitución Política del Estado (cf. punto a y c) ha permitido al Estado boliviano actual obtener capital extra, proveniente de la participación mayoritaria, la fisca- lización y la regulación de los recursos de los hidrocarburos. Estas rentas (ganancias) obtenidas por los hidrocarburos se han usado en la reinversión productiva, en la mejora de la estructura vial del país y en la redistribución entre la población, principalmente, en la financiación de programas socia- les en los sectores de la salud, la educación, la construcción de viviendas sociales y en bonos de maternidad, niñez y jubilación, y otros programas de bienestar social, conforme a lo proyectado por el Estado. Pero, ¿se ha logrado la reducción de la pobreza? Sí y no. Por un lado, según datos de organismos internacionales como la cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), la pobreza en Bolivia se redujo de 72% a 50% (citado en Alanoca, 2016). Y también: “según cifras oficiales, alrededor de un millón de personas salieron de la pobreza y subieron a la clase media, gracias a bonos, subsidios y al buen momento económico” (Gómez Vela, 2016: 18). Estos alentadores datos, sin embargo, no han tenido en cuenta lo que los especialistas en economía política denominan ‘pobreza estructural’ y ‘pobreza coyuntural’ y sus interrelaciones. “La acepción más conocida del concepto pobreza estructural se refiere a los programas generalmente macroeconómicos” (González s.f., s.p.), mientras que: “la pobreza puede manifestarse como ‘pobreza coyuntural’ cuando afecta a un hogar de manera temporal debido a la reducción o pérdida transitoria de ingresos o de los activos disponibles (por ejemplo, bajas salariales o desempleo)” (Barcelata Chávez, 2008: s.p.). Aplicando estas dos definiciones al caso de la pobreza en Bolivia, se puede deducir que las personas que han salido de la pobreza, gracias a bonos y subsidios y a una buena coyuntura macroeco- nómica, lo han hecho solo “de manera temporal” (‘pobreza coyuntural’), no de manera permanente. Por lo tanto, si ahora los pobres reciben dinero adicional para su consumo individual y familiar, no se sabe si en el futuro lo tendrán, ya que si cesa la bonanza económica (‘pobreza estructural’) por intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 371

la que pasa el Estado Plurinacional y se suspenden los bonos y subsidios temporales, estas personas regresarán a la pobreza moderada o extrema. En otras palabras, dado que el Estado, por ahora, no ha realizado cambios sustanciales en la estructura socioeconómica que permita la diversificación productiva ni la industrialización interna que resultaría en la creación de empleo ‘formal y permanente’ para la mayoría de sus ciudadanos, los “trabajadores informales” –que en la actualidad, según datos oficiales, en Bolivia son más del 60%, ellos pueden ser otra vez reducidos a la pobreza de la que han salido (¿temporalmente?).

e) ¿Se ha avanzado en la industrialización y en la tecnología? Bolivia, por ser tradicionalmente un país “extractivista” que saca de su suelo y subsuelo sus principales materias primas (petróleo, gas y minerales) y las exporta a otros países para su modificación industrial, tiene un nivel de industrialización bajo aún en comparación con países de la región. El extractivismo es la médula del Estado Plurinacional y de sus políticas sobre autonomía, economía, industrialización, ecología y bienestar social (“Vivir Bien”). Por eso, es un tema complejo y controvertido que especialistas de diversas disciplinas explican y debaten constantemente.3 El actual gobierno tiene proyecciones a largo plazo de convertir a Bolivia en un país que implemente una alta industrialización y una tecnología de punta en la prospección, explotación, producción, comercialización, distribución y exportación de sus hidrocarburos. Para cumplir con dicho objetivo ha iniciado varios proyectos industriales como la apertura de plantas de amoniaco y urea y los complejos industriales de propileno. Adicionalmente, ha abierto plantas separadoras en Santa Cruz y Tarija que proponen abastecer con gas licuado de petróleo (glp) a toda la población. Pese a este loable esfuerzo estatal, en 2016, sólo un 25% (uno de cada cuatro bolivianos) tiene conexión directa de gas en su vivienda, mientras que el otro 75% emplea todavía garrafas de gas. En tecnología de punta se han dado avances importantes para mejorar la educación y la comunicación social, como, por ejemplo, la construc- ción del satélite Túpac Katari, la apertura de una planta ensambladora de computadores y el establecimiento del Centro de Investigación Nuclear (cin).

3 El economista boliviano Ramiro Lizondo Díaz discute en profundidad las políticas y prácti- cas extractivistas en Bolivia, desde el siglo xvi al presente, en su artículo “La condición del extractivismo en Bolivia” (2016). 372 bolivia en el siglo xxi

f) ¿Se ha logrado el crecimiento económico y la estabilidad social? Organismos internacionales como el fmi, cepal y la onu,4 además del Es- tado boliviano –aunque con diferencias en sus datos estadísticos–, coinciden en que en la década de gobierno de Evo Morales (2006-2015) se ha logrado una considerable reducción de la pobreza, un crecimiento económico y una estabilidad social sin precedentes en casi 200 años de la historia republicana de Bolivia. Estos positivos datos deben ser examinados desde un contexto macroeconómico y microeconómico y sus interrelaciones con la pobreza estructural y coyuntural (cf. puntos d, e). Hay que destacar también que el crecimiento económico en Bolivia en la última década fue reforzado tanto por una gran subida en el precio internacional de los hidrocarburos (cf. ca- pítulo 10 de Morales) como por las directivas y políticas de nacionalización del gobierno de Evo Morales, que dejaron una mayor ganancia y una mejor redistribución social del excedente de rentas de los hidrocarburos que en los gobiernos anteriores (cf. punto c). Por consiguiente, se debe reiterar que por ser Bolivia todavía un país monoproductor y monoexportador de petróleo, gas y minerales está sujeto a las variables condiciones macroeconómicas del mercado mundial y, en especial, a la caída del precio de los hidrocarburos y metales, lo cual convierte en vulnerables a la economía nacional (macroeco- nomía) y a la economía personal de sus ciudadanos (microeconomía). En Bolivia, con la aprobación de la CPE en 2009, el Estado obtuvo una mayor participación en la economía nacional mediante la puesta en ley y en práctica de un “pluralismo económico” que combina la economía privada y estatal tradicional con la economía comunitaria, social y cooperativa.

g) Equidad de género: ¿ha cambiado la situación de la mujer? Con la aprobación de la cpe en el año 2009, se establecieron en Bolivia normativas y políticas en beneficio de la mujer que no existían antes, por ejemplo, la paridad en la elección de representantes políticos. El presidente

4 En el primer informe del fmi de 2016 se lee que “[e]l fondo destacó que el país [Bolivia] registró un gran desempeño macroeconómico y una fuerte reducción de la pobreza” (Página Siete, 2016: 20). La cepal “certifica que Bolivia redujo sus indicadores de pobreza y pobreza extrema (indigencia) en los últimos años: ‘Las tasas medias de pobreza e indigencia no se alteraron en forma significativa en el conjunto de la región […] La publicación –que empleó mediciones oficiales elaboradas por el ine a 2013– señala que la pobreza en Bolivia se redujo a 39,1 % entre 2012 y 2013. No obstante, si ese dato es actualizado a 2014, alrededor de 294.000 personas dejaron de ser pobres en los últimos dos años. Más datos muestran que 183.000 personas del área urbana y alrededor de 111.000 bolivianos del área rural salieron de la situación de pobreza entre 2012 y 2014’” (Alanoca, 2016). “According to a un report, Bolivia has the highest rate of poverty reduction in Latin America. […] onu: ‘The un praised Bolivia’s 32.2 percent relative drop in poverty from 2000 to 2012 as the highest in the region’” (Telesur, 2014). intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 373

Evo Morales, en su discurso sobre su gestión política del 22 de enero de 2016, subrayó las normativas de su gobierno sobre el género:

Quiero decirles que en nuestra gestión tenemos 67 diputados. La mayoría son diputadas y tenemos 20 senadores varones, y 16 senadoras mujeres, es la participación de mujeres. Esa es también la lucha por la equidad e igualdad entre hombres y mujeres’ […] Morales destacó también la promulgación de la Ley Integral para Garantizar a la Mujer una Vida Libre de Violencia, que en comparación con la anterior norma, dijo, no sólo es conciliadora, sino que establece 16 tipos de violencia, además que ayuda a prevenir, proteger y sancionar por la vía penal a los agresores. (Morales, en Gómez Vela, 2016: 9)

Es un hecho comprobable en encuestas nacionales que un creciente nú- mero de mujeres y hombres en Bolivia piensan que las mujeres, indepen- dientemente de su pertenencia etno-cultural, su nivel de educación y su extracto económico, participan más en el Estado y la sociedad y son mejor tratadas que antes (cf. capítulo 9 de Franco Pinto y Pacheco Sanjinéz). Este avance en las normativas y políticas de género fue reconocido por la onu en el año 2015, al declarar que Bolivia tiene, a nivel mundial, uno de los más altos índices de representación de la mujer en la Asamblea Legislativa Plurinacional (Aríñez, 2016).

h) ¿Ha mejorado la democracia y el respeto a los Derechos Humanos? Sí y No. Por un lado, ahora hay más democracia política debido a la mayor y más diversa participación en las instituciones del gobierno, y más democracia económica, debido a la redistribución más equitativa, entre la población, de las ganancias y excedentes de los hidrocarburos, lo cual permite un con- sumo más alto e igualitario (cf. puntos e, f). Por otro lado, esta democracia política se ve restringida en casos donde miembros del partido estatal, el mas, funcionarios del gobierno y ciudadanos pro oficialistas interfieren o impiden el libre funcionamiento de las leyes democráticas aprobadas en la cpe (2009), como los derechos a la disensión política, a ser elegido en igualdad de condiciones, a la libre expresión y a la información y comuni- cación imparcial. La corrupción creciente en el actual gobierno5 restringe también la democracia de sus ciudadanos, ya que al ser robado o malversado el capital estatal destinado a proyectos de infraestructura económica y social, estos proyectos se paran o no se terminan, impidiéndose así que mejoras estructurales, industriales o sociales lleguen a toda la población.

5 Como “hechos de corrupción obscenos” sucedidos en Bolivia durante el gobierno de Evo Morales y el mas, el periodista Andrés Gómez Vela del periódico Página Siete nombra los casos Catler y el de las barcazas chinas “y el descomunal robo en el Fondo indígena”, en donde, según cálculos extraoficiales, militantes masistas […] se llevaron un botín de más de mil millones de bolivianos” (Gómez Vela, 2016: 18). 374 bolivia en el siglo xxi

Con relación a los Derechos Humanos (ddhh) hay que reconocer que Bolivia es el único país de América Latina que no se limita solo a adherirse formalmente a la Declaración de las Naciones Unidas, sino que trata, en sus políticas estatales, de profundizarlos, pluralizarlos y ampliarlos, como sucede con la estipulación de servicios públicos como el derecho al agua potable y al alcantarillado para todos y también con la promulgación del derecho de la tierra a no ser destruida por el hombre. Debido a que demo- cracia, Derechos Humanos y desarrollo económico suelen interrelacionar- se, la cuestión de si, en la práctica, Bolivia cumple los derechos humanos, en mayor o menor grado que otros países de la región latinoamericana, es un tema para ser estudiado, con más detalle, por especialistas de diversas disciplinas.

i) ¿Existe una política estatal en la demanda para recuperar la soberanía del mar? El gobierno actual de Evo Morales gestionó la creación de una comisión formada por especialistas en derecho internacional en soberanía maríti- ma y por expresidentes de la república, nombrando como su vocero al expresidente Carlos D. Mesa Gisbert. Dicha comisión hizo una petición a la Corte Internacional de Justicia (cij), con sede en La Haya, para que reconociera el derecho boliviano a negociar con Chile un acceso soberano al mar. El 24 de septiembre de 2015 el tribunal de La Haya se declaró competente, por 14 votos a dos, para juzgar el reclamo boliviano para que Chile acceda a negociar con Bolivia el establecimiento de un pasaje al mar y se pronunció a favor de rechazar la objeción presentada por Chile sobre la incompetencia de la cij en dirimir la disputa marítima con Bolivia. Esta decisión no implica que los jueces del tribunal de la cij estén automáti- camente de acuerdo con el reclamo de Bolivia, dado que la decisión final podría durar años en ser alcanzada. No obstante, numerosos bolivianos, apenas conocieron la noticia, se volcaron a las calles a celebrar esta decisión inicial, lo cual revela la importancia del acceso al mar para los bolivianos, en tanto derecho de identidad individual y nacional.

j) ¿Se ha cumplido la meta relacionada al Vivir Bien, o vivir en armonía con la naturaleza, conforme a principios ancestrales de las culturas indígenas de los Andes que promueven el respeto a la preservación natural del medio ambiente y la no destrucción de la tierra (Pachamama)? No. No creo que se haya cumplido. Pese a la excesiva retórica oficialista inicial –ahora menor–6 sobre la protección de la Pachamama, articulada

6 En su artículo “A mano alzada. Artimañas de occidentales”, el comunicador social Carlos Macusaya señala la disminución de la retórica articulada en “el discurso oficialista” del lla- intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 375

en el discurso de Morales y el mas, las directivas y políticas proyectadas por el Estado Plurinacional en la llamada “Agenda Patriótica 2025” o ap-2025 (cf. punto k) no han protegido debidamente el medio ambiente. Esta negligencia ecológica, que puede causar desastres ecológicos, se debe, entre otros factores, a la política extractivista desarrollada al máximo por el actual gobierno (cf. puntos c, e); a la otorgación de áreas de parques naturales a transnacionales petroleras; a la polución mineral de los ríos; a la expansión no sustentable de la agroindustria; y a la construcción lenta, pero constante, de la carretera interregional que cruza el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (tipnis) (cf. capítulo 7 de Requena y Hoffmann).

k) ¿Se ha implementado el modelo del Vivir Bien propuesto en la llamada “Agenda Patriótica 2025” por el Estado Plurinacional? La Agenda Patriótica 2025 o ap-2025 es el horizonte de perspectivas y expectativas de orden político, económico, sociocultural y de integración económica y social para la consolidación del Estado Plurinacional de Bolivia. Por lo tanto, todos los temas tratados en los puntos anteriores (a, j) que están directamente relacionados con la ap-2025 ya fueron discuti- dos. Hay otros puntos de la llamada ap-2025 que no se discuten en este capítulo, entre ellos, las relaciones entre colonialismo y descolonización del Estado-nación republicano y plurinacional y la llamada “diplomacia de los pueblos”.

l) ¿Se ha logrado la soberanía económica y política y la dignidad nacional? La soberanía política sí se ha alcanzado. La soberanía económica creo que no completamente, puesto que Bolivia, por tener todavía un modelo económico extractivista, monoproductor y monoexportador de petróleo, gas y minerales, sigue siendo dependiente, aunque en menor grado que antes, de las corporaciones transnacionales y de sus decisiones sobre precios de explotación y comercialización de sus hidrocarburos (cf. punto c). Y la dignidad nacional, ¿se ha alcanzado? Sí. La mayoría de los bolivianos tienen la sensación de pertenecer ahora a un país más digno que antes del gobierno de Evo Morales y el mas-ipsp: unos atribuyen el logro de digni- dad nacional al empoderamiento económico, político, social e institucional de los indígenas (cf. punto a, b, d); otros, a que los organismos financieros internacionales, como el fmi y el bm, ya no tienen injerencia directa en las políticas económicas internas del país. Y los hay, los que piensan que a

mado, por él mismo, “exotismo con elementos supuestamente ‘ancestrales’” y apunta que el “antioccidentalismo ha sido abandonado” (La Época, 2016: 12). 376 bolivia en el siglo xxi

menos pobreza hay más dignidad personal y nacional (cf. punto d). Debido a estas razones y/o a la combinación de ellas, es innegable que Bolivia, en el año 2016, es un país más soberano, digno e independiente que antes.

Este balance de los logros y carencias de diez años (2006-2015) de gestión política del gobierno de Evo Morales y el MAS es uno, entre los numerosos que se han hecho en Bolivia en el año 2016, en ocasión tanto de la celebración de la primera década de gobierno de Evo Morales y el MAS (enero 21) como de la rea- lización del referendo hecho en Bolivia (febrero 21) que convocaba la reelección de los actuales presidente y vicepresidente en las próximas elecciones de 2019. Es mi deseo, por tanto, que el balance hecho aquí, aunque incompleto, se considere como una plataforma de discusión interdisciplinar que sirva de pauta no sólo para debatir y criticar la gestión política del gobierno de Evo Morales y el mas, sino, sobre todo, para contribuir a su posible mejoramiento. El presente balance sobre la gestión del gobierno de Evo Morales y el mas, enriquecido con el análisis interdisciplinario de políticas gubernamentales realiza- do a lo largo del presente libro, dirigen a las siguientes conclusiones adicionales, generales y preliminares:

1. Las políticas y directrices gubernamentales promovidas por el gobierno de Evo Morales y el mas-ipsp revelan su doble cara. Por un lado, promue- ven el desarrollo de acciones y proyectos comunitarios originados en los movimientos sociales agrupados en el partido del mas que buscan realizar proyectos políticos, socioeconómicos y culturales alternativos y, por otro, apoyan –pese a la constante crítica opositora– políticas y modelos de de- sarrollo (neo)liberales producidos en el seno del gobierno de Morales y el mas (cf. capítulo 3 de González Ortega; capítulo 4 de Noguera Fernández; y capítulo 10 de Morales). 2. El establecimiento institucional del Estado Plurinacional (2009), bajo Morales y el mas –que remplazó, en parte, al tradicional Estado-nación republicano y (neo)liberal de corte europeo–, ha contribuido a que se haya afianzado, entre un creciente número de bolivianos, la idea (no la realidad) de la emergencia de una nueva democracia comunitaria e indigenista en Bolivia, sin que los principales problemas socioeconómicos estructurales del país se hayan resuelto. Esta supuesta “nueva democracia”, afirman los políticos del mas, está anclada en el saber y las prácticas indígenas ancestrales y en el tradicional modelo nacional parlamentarista, instituido en los países occidentales a través del derecho romano clásico. Parte de esta problemática gubernamental, surgida tanto por la fusión de modelos constitucionales diferentes (el Derecho Romano y el Derecho Indígena- ancestral) como por la confusión que crea entre los bolivianos dicho intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 377

modelo dual de gobierno, es que, a pesar de la incorporación de políticas estatales dirigidas a promover la “interculturalidad”7 y la “descolonización” (en forma ideal de celebración folclórica como la entiende Morales y los políticos indígenas del mas [cf. capítulos 8 de Ishizaka y 14 de Macusaya]), los nuevos proyectos de cambio constitucional y de reivindicación indígena siguen atrapados todavía en los controvertidos e insuficientes modelos económicos neoliberales (cf. capítulo 11 de Mesa Gisbert). 3. Según lo declarado en el punto anterior, lo que está en disputa hoy, en Bolivia, no es solo la creación, por parte del gobierno actual, de políticas plurinacionales y descolonizadoras ideales e ineficaces para enfrentar los reales problemas sociales que afectan al país, sino, sobre todo, la creación, por parte de la mayoría de bolivianos históricamente subalternizados, de innovadores mecanismos y prácticas realmente democráticas de entender, intervenir y transformar su precaria situación socioeconómica actual. Es decir, la realización de una opción democrática en que la mayoría de bolivianos, de ascendencia indígena, proponga al gobierno actual, con- juntamente con la minoría no indígena, la implementación de políticas dirigidas a mejorar la situación económica de todos los bolivianos, sin que los propios indígenas y sus portavoces del mas (en su ejercicio eficaz de “políticas de representación”) solo se queden en promover su afán de reconocimiento y celebración etno-cultural (cf. capítulos 12 de Arce & Tórrez y 14 de Macusaya); lo cual, no obstante, no contribuye a la solu- ción real de su situación socioeconómica, ni tampoco a la solución de los profundos problemas estructurales que afectan al país. 4. Dado el extenso poder político de Morales y el mas y su autoasignada función política de “hablar en nombre de los indígenas” bolivianos, apoya- dos por su potente retórica propagandista, andinocéntrica y antieuropea, articulada en sus vagas políticas educativas y populistas de “descoloni- zación” (cf. capítulo 8 de Ishizaka), existe el riesgo de que el gobierno del mas, en el ejercicio de su doble poder (político y mediático), esté alienando y subalternizando no solo a la población minoritaria, pero con gran poder político y económico, de ascendencia étnica hispano-europea y mestiza, sino a la mayoría de bolivianos de ascendencia indígena que,

7 “La interculturalidad no se circunscribe al reconocimiento por parte de un Estado o de una sociedad nacional de unos particularismos culturalistas. La interculturalidad se inscribe en otro registro, en uno que ‘[…] tiene una connotación […] contra-hegemónica y de transformación tanto de relaciones sociales entre los diversos sectores que constituyen al país, como de las estructuras e instituciones públicas’ (Walsh 2001: 134). En el plano epistemológico la inter- culturalidad apunta a revertir los mecanismos que han subalternizado ciertos conocimientos marcándolos como folclore o étnicos en nombre de un conocimiento [euro-occidental] que se asume como universal” (Restrepo & Rojas, 2010: 170). 378 bolivia en el siglo xxi

paradójicamente, constituyen la base electoral de Morales y el mas. Pues, como bien lo expresa un grupo de teóricos de la inflexión decolonial (cf. capítulo 13 de Camacho Salgado y González Ortega, notas 1, 2 y 20) que investiga sobre la actual situación social y política en América Latina: “los fundamentalismos (étnicos, antieuropeos, o de cualquier otro tipo) no contribuyen a la construcción de formas otras de pensamiento, sino que, al contrario, contribuyen a afianzar las lógicas coloniales” (Restrepo & Rojas, 2010: 181).

Dicho lo anterior, hay que reconocer que estemos o no ideológicamente de acuerdo con el gobierno actual y su década de gestión política, es innegable que desde el inicio del siglo xxi casi todos los aspectos y sectores de la sociedad boliviana han pasado por una profunda transformación. No hay que olvidar que desde la Guerra del Chaco (1932) hasta la investidura del presidente Evo Mora- les y el mas (2006) pasaron ocho largas décadas de conflictos políticos, muchas veces armados, y de desequilibrios socioeconómicos, cuyas manifestación más claras han sido las guerras, la violencia militar e institucional, las dictaduras militares y, a principio del siglo xxi, los frecuentes enfrentamientos callejeros de ciudadanos y el Ejército que dejaron un saldo demasiado alto de muertos y heridos y una situación social precaria para la mayoría. Una situación trágica carente de seguridad ciudadana y bienestar social que llevó al país, en los años 2000, 2003 y 2005, al borde del caos social y económico, provocando su eminente ingobernabilidad política. No obstante, en los últimos diez años, pese a algunas graves confrontaciones entre ciudadanos y Estado, no solo cambió el debate político en Bolivia, sino tam- bién los términos de dicho debate, lo cual, a su vez, influyó en el cambio de actitud política de la mayoría de bolivianos, aun de los que carecen de educación formal. De hecho, el boliviano medio está ahora mejor informado de su conflictiva historia y, por tanto, más consciente de sus derechos y de su dignidad e identidad individual y nacional. Quizás por eso se sientan más involucrados en defender su posición ideológica, como lo demostró la amplia participación y el estrecho resultado del pasado referendo de febrero 21 de 2016. En otras palabras: en estos 15 años del siglo xxi parece que los bolivianos han experimentado un desarrollo asertivo de su identidad individual, nacional y cultural que ha avanzado más rápidamente que la revolución social y democrática propuesta por Evo Morales y el mas. Es, por tanto, con tolerancia política y con distancia histórica que se debe medir la transformación (positiva para unos y negativa para otros) por la que ha pasado Bolivia y los bolivianos en diez años de gobierno de Evo Morales y el mas, que, sin duda, es un periodo de evaluación muy corto en el largo y elusi- vo camino de la fascinante historia de Bolivia. Por último, es de esperar que el balance,­ aunque incompleto, realizado en este capítulo sobre los logros, desafíos y intento de re-fundación del estado-nación en bolivia 379 proyecciones de una década (2006-2016) de gestión del gobierno de Evo Morales y el mas se considere, no como una serie de “conclusiones finales y absolutas”, sino más bien como una reflexión preliminar y en progreso que pueda contribuir, mediante su crítica positiva y negativa, a comprender y a mejorar el “Proceso de cambio” proyectado por Morales en su intento de re-fundar la nación-Estado en Bolivia en el siglo xxi.

Referencias

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Gonzalo Rojas Ortuste

La idea que guía el presente Epílogo, dirigido también a un público no nece- sariamente familiarizado con la realidad social contemporánea boliviana, es la de completar y contextualizar brevemente la información con referencias bibliográficas (y fílmicas) pertinentes y ofrecer, en ciertos aspectos, opciones de interpretación no siempre coincidentes con las propuestas por los autores y autoras de este libro. Es, desde luego, encomiable un acercamiento a voces plurales como el que se ha buscado en el presente volumen y, se verá, que con unas hay cercanías y no tanto con otras, aunque se intenta el diálogo con (casi) todas estas voces, por lo que este capítulo agrupa temáticamente siete apartados, destacados tipográfica- mente, con un final que enfatiza las ideas de este autor, donde se busca recoger algunos elementos promovidos en las fases previas. Así, el núcleo de esta reflexión de cierre intenta una mirada fuertemente crítica –pero no hostil– a algunos ele- mentos del régimen político instaurado en 2006, que a contramano de su prédica de novedades democráticas y ecologista-indigenista, más bien se enlaza con una tradición fuertemente caudillista, donde los rasgos autoritarios están presentes.

La excepcionalidad boliviana predicada

Es en cierto modo frecuente referirse a una singularidad boliviana, no solo entre investigadores extranjeros (por ejemplo Field, 2016; González Ortega capítulos 1, 2, 3), sino también entre los nacionales. Y hemos de concordar que ciertos ribetes tienen esa señeridad (el contraste de sus paisajes geográficos, la presencia de peculiares vestimentas en las principales ciudades, etc.) y, más cercanos a los

[381] 382 bolivia en el siglo xxi temas a que nos queremos referir, la constante movilización política en la que también matizaremos aquello de las mayorías indígenas en el país. En relación a la movilización política, las “repúblicas tumultuosas”, diría Maquiavelo, es interesante destacar la siguiente afirmación, en vena comparativa con otras revoluciones sociales del siglo xx, la relativa poca violencia presente en la Revolución de 1952. En efecto, mientras que en esas revoluciones (la mexica- na, la bolchevique, la china) hay un hastío con los largos años de violencia, “los bolivianos no se sintieron agotados con su revolución, y la proclividad de Bolivia a la violencia quedó insatisfecha” (Huntington, 1972: 289). Igual quedan sin explicar las disputas políticas con presencia popular anteriores a la Revolución Nacional, y que ciertamente se pueden observar como constante en el escenario político boliviano. Acicateado por la provocativa interpretación del profesor Huntington, mi propia explicación es que se ha ido perfilando un tipo de temperamento político colectivo, intensamente asociado a la presencia de “hombres fuertes” que requieren de esa movilización como signo evidente de su popularidad, que ha ido sucesiva- mente reforzando esa vía preferente de acción política. De manera general, eso ha ido evitando la continuidad de una misma figura en funciones, también en perspectiva comparada con otros países, pero desde luego con el riesgo –muchas veces cumplido– de alta inestabilidad política, y, algo a lo que volveremos, una débil ciudadanía individual. El capítulo inicial de Nelson González Ortega y su caracterización étnica (minoría gobernante incluida) y extractiva de Bolivia en comparación a otros países de América Latina es conforme a la configuración elitista de las nuevas repúblicas a comienzos del siglo xix y es aceptada en términos generales (Waldmann, 2007 y Kaplan, 1984). Y es que en la época, tampoco es que abundaran repúblicas populares, como no sean los momentos de radicalización política en Francia, pues incluso el caso en eeuu, que difundió en su clásico estudio Tocqueville (entre 1830 y 1835), más que presencia popular podemos estar más cerca de una explicación convincente como la que elabora Arendt (1973) sobre la creación de instituciones para las libertades cívicas, en parte por la diversidad de erección de esas instituciones antes que por voto popular directo, cercana a las discutidas en The Federalist Papers que los “padres fundadores” argumentaron en el debate para la Constitución estadounidense de 1787, que aún hoy está vigente con sus conocidas enmiendas. Esta comparación, entre la élite fundadora de Estados Unidos y la de Bolivia, podría parecer forzada, pero en verdad, en su momento, suscitó un muy intere- sante debate entre el historiador estadounidense Charles Arnade (1979 / 2004), quien en su trabajo doctoral caracterizó a los “doctores” de la Real Audiencia de Charcas como poseedores de “dos caras” –siguiendo una expresión del historiador boliviano Gabriel René Moreno (1834-1908)–, y otro historiador, José Luis Roca epílogo 383

(2004), quien postuló que así como cambian las circunstancias en un proceso independentista, también cambian los actores allí involucrados,y ejemplificó su razonamiento con dos generaciones estadounidenses, la de 1776 y la de 1787 y, con ello, discrepó con esa dura caracterización de Arnade, quien terminó dándole la razón a Roca en un estupendo intercambio de argumentaciones. En cuanto a la mayoría indígena, nos sirve la tipología de Darcy Ribeiro (1992) que, también en vena comparativa, ubica entre los “países testimonio” a los países descendientes más cercanos a las civilizaciones precoloniales en Mesoamérica y los Andes, de donde México, Guatemala, Ecuador, Perú y Bolivia tendrán esa herencia demográfica y cultural. Entre este grupo de países es posible encontrar momentos y circunstancias de alta similitud y eventualmente de contraste en lo referido a la trayectoria política y cultural. Con México, las revoluciones sociales, las primeras del continente, y el discurso del mestizaje; con Ecuador y Perú1 las expresiones narrativas del indigenismo que abonan el terreno para luego devenir fuerza política, como los actuales procesos de “socialismo del siglo xxi”, con menos visibilidad en Perú pese a la aguda y temprana mirada de Mariátegui y sus Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928). El caso de Guatemala, con la fuerza deslumbrante de unas culturas que perviven, en gran medida difun- didas internacionalmente por Miguel Ángel Asturias, no en vano premio Nobel de Literatura, donde se encuentra, por contraste, unas élites muy conservadoras y anacrónicas, incluso en un subcontinente como el de América Latina, donde el racismo ha tenido la cima de su éxito en la naturalización por cerca de medio siglo (entre finales del siglo xix y primer tercio del xx).

Más de literatura, cine y (auto)comprensión social

En el enfoque general en los tres primeros capítulos de González Ortega es interesante aquello de considerar la literatura (de ficción) como intersticio de re- creación de la historia. Hay en Bolivia, como en América Latina, en general, una rica tradición ensayística. Desde luego que en la ficción, aunque sean reconocibles para el público de inmediato muchas situaciones, hay más libertad de presentación y representación. Con todo, el ensayo, sin rehuir sus referentes explícitos con la realidad busca, además, plantear respuestas puntuales a nuestros retos sociales, sin la necesidad de documentar y “demostrar” ciertas tesis que en las ciencias sociales son de mayor rigor o al menos de evidente despliegue metodológico.

1 En particular, el Huasipungo (1931) del ecuatoriano Jorge Icaza y El mundo es ancho y ajeno (1941) del peruano Ciro Alegría, que con Raza de Bronce (1919) del boliviano Alcides Arguedas, constituyen el núcleo del indigenismo andino, como denuncia social en esa primera mitad del siglo XX, y recogen rebeliones indígenas como parte central de su narrativa (cf. Cornejo Polar, 1980). 384 bolivia en el siglo xxi

La importancia de la Guerra del Chaco para la comprensión de la Bolivia del siglo xx está fuera de duda. Sin embargo, no deja de ser significativo que uno de sus más enconados opositores, como lo fue Tristán Marof, auténtico trotamundos a lo largo del continente y en Europa, ya anticipara con una con- signa las grandes medidas –“minas al Estado, tierras al indio”– que emergerían de esa guerra, en algunos de sus ensayos de la segunda mitad de la década del 20 (cf. Topasso, 2016). Para la conversión en mito del general René Barrientos (quien inició el ciclo militar más reciente), la pluma de Fernando Diez de Medina (El general del pueblo,1972) tiene probablemente mayor impacto que las recientes creacio- nes literarias de Paz Soldán o Zambrana abordadas en esos iniciales capítulos, aunque desde luego esas imágenes se construyen sobre rasgos de lo que desde Weber se denominó “carisma”.2 Como se sabe, la presencia de los caudillos en América Latina ha generado el subgénero de la narrativa de los dictadores, donde célebres escritores como García Márquez, Vargas Llosa o Roa Bastos han novelado a sus “hombres fuertes”, alcanzando dicha fascinación a autores de Europa, como, por ejemplo, el polémico Pierre Drieu de la Rochelle, quien compuso (en 1943) sobre la figura del tirano boliviano del siglo xix, : El hombre a caballo. Es impactante la representación de Evo (Morales) que se hace en el cuento de Giovanna Rivero,“Pasó como un espíritu”, del volumen Para comerte mejor, 2015 (capítulo 3 de González Ortega), especialmente ahora que se conoció la relación de Morales con la joven Gabriela Zapata y el no encontrado hijo de ambos. Como el asunto tiene importancia con relación al otro, de vínculos cuestionados, nos referiremos luego al hecho de una relación íntima del presidente en vena de hybris, la concupiscencia del poder y cierta pertinacia para la re-elección presidencial. Me parece, en el caso de Rivero, que no solo existe la posibilidad reiterada de que la realidad permee la literatura, sino, en ciertos casos, que la literatura la anticipe. Luis H. Antezana (2011) identificó la anticipación de la realidad en la novela de Oscar Cerruto Aluvión de fuego (1935), en la que uno de sus episodios coincide con lo que sucedió en la masacre de Catavi, en 1942, cuando María Bar- zola, una mujer minera que encabezaba una marcha de protesta social, fue abatida, y el lugar donde cayó tomó su nombre. Durante la década de 1950, Barzola, se convertiría en el nombre usado para identificar a grupos de mujeres movilizadas, adeptas al gobierno revolucionario.

2 Mi interés en la política nació tempranamente cuando en la casa de mi tío, el Cnel. Ángel Ortuste (1919- 2016), entonces exiliado en Paraguay por fallido intento de golpe, mis primos festejaban el deceso de dicho gobernante, mientras que en la radio era perceptible un tono de tristeza. Este testimonio de tan contradictorios sentimientos quieren dejar constancia de cuánto polarizan las figuras de caudillos. epílogo 385

El trabajo de Nelson González Ortega y Laura Camacho Salgado (capítulo 13) sobre el filme También la lluvia (2010) está muy bien logrado. La interpreta- ción presentada tiene la densidad de las mejores reflexiones sobre la complejidad de la vida social y política y las aspiraciones cognitivas ensayadas desde las cien- cias sociales y las humanidades. El cine boliviano también tiene un lugar en ese emprendimiento, debo mencionar La nación clandestina (1989) de Jorge Sanjinés, donde la culpa del protagonista con respecto a conflictos personales y morales en un contexto político todavía polarizado (dictadura-resistencia) escapa a cierto maniqueísmo presente, por ejemplo, en Insurgentes (2012, mencionada por Arce y Tórrez en el capítulo 12), que hilvana teleológicamente a los combatientes de dos siglos de luchas sociales y políticas que rematan –casi con final (feliz)– en Evo Morales, y también Yawar Malku (1969), otra de las películas del mismo Sanjinés, cuando las dictaduras militares campeaban en la región y la presencia norteame- ricana era abiertamente cohonestadora de tales regímenes. Sobre la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay existen registros fílmicos de ambos países. La boliviana La Guerra del Chaco (1936) de Luis Bazoberry ha sido recientemente restaurada y exhibida junto a la otra (El infierno del Chaco de Roque Funes, Argentina, 1932) que tuvo más público en mi propia experiencia –no en día de estreno– que la más reciente de Jorge Sanjinés, la meritoria Jua- na Azurduy, guerrillera de la Patria Grande (2016). Se constata, así, la memoria de ese conflicto sin el cual no puede entenderse el proceso histórico boliviano del último siglo. Por si fuera poco, otro cineasta boliviano ha estrenado recién su Boquerón (2016, Tonchy Antezana), sobre esa épica defensa de un fortín en septiembre de 1932. A la vena crítica desarrollada en la mayor parte de los textos aquí presentados se suman las imágenes del caricaturista Leonardo Aliaga Manzaneda (capítulo 17, Apéndice), centrado en personajes políticos. El humor, es sabido, desestructura las jerarquías rígidas y frecuentemente solemnes, en el caso boliviano. Al contrario de una cierta tendencia más o menos intolerante en el actual régimen, la forma humorística no ha sido objeto de represión. Un muy escuchado programa de radio (Radio Panamericana, La Paz,) tiene un segmento humorístico, Confiden- cias, que se presenta en horario estelar, pegado a un programa serio de opinión y debate, que deleita a un amplio público. Ha sido recientemente premiado por una asociación profesional3 que le reconoce esa virtud saludable en toda socie- dad: la mirada crítica e irreverente sobre sí misma y, en particular, sobre su élite política. Se suma así, con la tradición visual de la caricatura, presente en todos los periódicos del país, una de tipo oral, que añade giros y elementos de gran atracción para el público.

3 El Colegio Departamental de Politólogos de La Paz. 386 bolivia en el siglo xxi

Política y democracia

En el capítulo 4, Albert Noguera Fernández, luego de ubicar la cuestión de la democracia postneoliberal y argumentar desde un punto de vista cultural y político que son diferentes en Bolivia, Ecuador y Venezuela, introduce la idea de “tipos antropológicos modernos” asociados al modelo de fuente liberal, burocracia a la Weber, partidos en mercados de competencia de élites que desarrollaron autores como Shumpeter, que corresponde al desarrollo histórico de las sociedades del norte (cultural y geopolíticamente hablando). Inmediatamente, introduce la idea de las posibles asimetrías entre esos tipos y los sistemas (económico, político): todo muy claro y taxonómico hasta ahí. Empero, las complejidades, más que en los tex- tos, donde hay también ciertas contradicciones (por ejemplo, en los criterios para determinar las circunscripciones electorales (Arts. 146, vii y 147, iii de la cpe), surgen con relación a la puesta en práctica de esas innovaciones constitucionales. Y allí, más que en los artículos que efectivamente tienen ciertas innovaciones en enunciación de derechos, la gestión misma muestra preocupantes coincidencias con tendencias de tipo autoritario, que devienen, además, de una cultura política de opacos contornos democráticos, esta autoconcepción de ser “revoluciones”, fundantes de un orden político nuevo y promisorio. Desarrollamos algo más esta vertiente crítica al final del texto. Destaquemos, con todo, las conclusiones abiertas del profesor Noguera Fer- nández, donde ya queda constancia de cierto corporativismo con una adecuada caracterización de los roles (los de las ong y de otras asociaciones más elitistas en su composición versus las organizaciones sindicales más de base) que en el periodo actual aparece más en las organizaciones sociales (sustento del régimen actual), como una pertinente singularidad de la Constitución boliviana (2009) asociada a la pluralidad de sujetos. 4 El trabajo de Leiv Marsteintredet (capítulo 5) es pulcro en la presentación de los antecedentes constitucionales históricos donde se instala la actual Cons- titución Política del Estado (cpe) y la construcción republicana boliviana con un cierto énfasis para limitar las posibilidades del caudillismo, que tematizamos aquí, sin compartir mucho dado el caso del actual presidente no incurra en las clásicas tentaciones prorroguistas y la concentración de poder, vía cooptación y despliegue de mecanismos clientelares, como presentamos con cierta elaboración más adelante. Coincide, por lo demás, en sus comparaciones contemporáneas con

4 La ubicación en la cpe dada para los derechos de los trabajadores mineros está en la Cuarta Parte, Título ii, Capítulo iv, arts. 369 a 372, mientras que la que él cita corresponde en rea- lidad a los artículos 30 y 31, a derechos de las naciones y pueblos indígena originarios, y el art. 32 a los afrobolivianos, lo que en verdad sirve de mejor ejemplo a esos derechos especiales que debieran ser mejor tratados en su desarrollo legislativo como veremos en el siguiente apartado. epílogo 387 los casos de Ecuador y Venezuela, así como en cierta particularidad boliviana, a saber, la mayor consistencia de las organizaciones sociales y su tradición de acción política, como en la presentación de A. Noguera. El trabajo de Hiroki Ishizaka (capítulo 8) sobre educación es de agradecer, pues es una de las áreas cruciales en la perspectiva de reforma social y que debe formar a los ciudadanos, y hoy es un área opaca debido a que el debate público es casi inexistente, lo que es reforzado por el marcado carácter gremialista del magisterio. Ishizaka se ocupa de destacar, entre otras cosas, la ausencia de políticas explícitas para segmentos importantes de la población escolar, aquellos que no se identifican como parte de las naciones y pueblos indígenas originarios. Mientras que en la Constitución Política del Estado hay una interesante definición de interculturalidad (art. 98. i) en términos de diálogo de culturas; en la ley respec- tiva, ésta tiene un tinte más reivindicativo sobre la cultura de origen occidental reputada de dominante. Consecuentemente, va implantándose un esfuerzo por invertir la situación (a título de “descolonización”), que no es acompañado por un desarrollo técnico y pedagógico de culturas que efectivamente fueron colo- nizadas, truncadas en su evolución desde la conquista española y que no pueden simplemente erigirse en hegemónicas por mandato institucional. Poco de esto se conoce en ámbitos extra escolares, y si algo de esto puede sospecharse es por esfuerzos aislados y meritorios, pero casi sin repercusión pública, atiborrada de noticias de escándalos y denuncias.5

Mujeres y hombres líderes

El trabajo de Daniela Franco y Verónica Pacheco (capítulo 9), que busca dar cuenta de los avances de la presencia de mujeres en la escena política boliviana, atribuye el impulso de la modernización de finales del siglo xix a la minería (nota 2, capí- tulo 9 de Franco Pinto y Pacheco Sanjinés), y allí hay que destacar el ámbito de la educación de orientación liberal, cuya instauración dio lugar a un enjundioso debate sobre la orientación de la misma, donde Franz Tamayo, en su Creación de la pedagogía nacional (1910), elaboró una temprana defensa de las potencialidades del indio, y allí estaba en plena vigencia la ideología social-darwinista.

5 Debo algunas de estas principales conclusiones al meritorio trabajo de la Dra. Ma. Luisa Tala- vera, de la umsa, recién fallecida, quien organizó el Simposio Nro. 20 “Institución Educativa y Cambio Social”, en el marco del viii Congreso de la Asociación de Estudios Bolivianos en Sucre, julio de 2015. Allí los jóvenes profesionales de la Facultad de Humanidades de la umsa, Gilber Sanabria Callisaya y Víctor Hugo Quintanilla Coro, con investigación de campo, dieron un desolador panorama de lo que debiera ser el gran desafío de la sociedad boliviana y de otras: la interculturalidad. Más atenuado, también el profesor (y abogado) Fernando Suárez habló sobre las debilidades del profocom. 388 bolivia en el siglo xxi

A propósito de las presencias y ausencias, no se dice nada, más allá del perio- do que encabezó Lydia Gueiler (1921-2011), hasta ahora la única presidente de Bolivia, sin duda una auténtica luchadora que dirigió el país en parte de la fallida transición de finales de la década del 70, también detonada por el protagonismo de cuatro mujeres “amas de casa”, esposas de mineros, y su legendaria huelga de hambre que consiguió amnistía política a la dictadura de Banzer.6 Una evidente ausencia de tematización en el capítulo 9 que da cuenta de los cargos de representación en la Asamblea Plurinacional, es que el avance en eso y en ciertas leyes va acompañado de un preocupante incremento de violencia contra las mujeres, que nos coloca como el país que detenta el primer lugar en feminicidios, según el organismo internacional que observa esa temática.7 Por consiguiente, además de ratificarse que no basta la promulgación de leyes pro- tectoras para que la sociedad modifique ciertas inercias y hábitos, la situación puede agravarse si tales disposiciones no van acompañadas de una puesta en vigencia que tenga previsiones ante una inicial sobre-reacción a cambios, cuya implantación debe responder a la visión de proceso y consiguiente construcción de institucionalidad que la refuerce. De manera general, la misma contabilidad del aumento de puestos ha de verse en perspectiva de proceso, pues es así que se generan avances, cuando eso ocurre. El trabajo de Carlos D. Mesa Gisbert (capítulo 11) es un bien logrado texto sobre la historia política contemporánea boliviana, con flashbacks pertinentes al pasado y algunos viajes al presente, pensando en un lector no boliviano. El autor llega a las vísperas del periodo que presidió, aunque ha dejado constancia de ese difícil tramo de la vida republicana boliviana en sendos libros (Mesa Gisbert, 2008; Mesa Gisbert, 2008 coordinador). Al igual que lo ya señalado en el ensa- yo sobre las mujeres, el capítulo de Mesa Gisbert no menciona a los personajes Walter Guevara y Hernán Siles que fueron parte central de esa dolorosa transi- ción en la que, junto a la Sra. Gueiler, presidieron el país.8 Estos dos personajes no aparecen con el enorme mérito que ayudó a forjar un valor colectivo de la democracia, más allá de un episodio táctico como la concebía mayormente la izquierda de esa época. Walter Guevara Arce (1912-96), como todos los miembros prominentes del mnr, fue combatiente en el Chaco y ligó su vida al destino del país. Antes del

6 Existen testimonios escritos de la expresidente Gueiler (1959) y de una de las principales líderes de esas combativas mujeres mineras (cf. Viezzer, 1983). 7 http://correodelsur.com/seguridad/20150825_informe-bolivia-registra-mas-casos-de- feminicidio.html. Correo del Sur, Sucre, 25 agosto de 2015. 8 En mi tesis doctoral, dedicada a la cultura política de las élites bolivianas en democracia (Rojas Ortuste 2009), no les dediqué la suficiente atención a estos dos grandes políticos bolivianos, ni a Dña. Lydia Gueiler. Hoy los consigno como parcial rectificación de aquello y en con- cordancia con las importantes breves reseñas que Mesa Gisbert inserta en su capítulo. epílogo 389 corto periodo que le tocó ser “Presidente constitucional interino” de la República (1979), porque los frentes más votados no podían ponerse de acuerdo para designar al presidente, como lo mandaba la Constitución, tuvo una dilatada trayectoria política e intelectual. Como miembro del mnr escribió el “Manifiesto a los cam- pesinos de Ayopaya”, distrito electoral de Cochabamba al que representaba en el Congreso Nacional en 1946. Allí, en un breve folleto, precisaba el programa político ideológico de su partido, reivindicando nacionalismo y democracia so- cial. Luego sería canciller del primer gobierno de la Revolución Nacional (1952) y desde allí dirigiría el Plan de Desarrollo que, en sus líneas maestras, estaba contenido en el Plan Bohan de 1942. En sucesivos gobiernos, Guevara Arce fue ministro y embajador, hasta su ruptura con Paz Estenssoro en 1964. Pasados sus pocos meses de presidente, que resistió a un golpe militar, también se postuló como vicepresidente en la fórmula que ganó Gonzalo Sánchez de Lozada en las elecciones de 1989, aunque finalmente no fueron designados por el Congreso al no contar con mayoría absoluta. Me consta que poco antes de fallecer seguía buscando información para los textos que escribía. Ha legado documentos perso- nales a la Biblioteca Nacional en Sucre que recién en estos años han sido abiertos a los investigadores. Hernán Siles Suazo (1913-96) es una figura de excepción en la historia política moderna de Bolivia, de hecho, está ligado a dos hitos políticos que se mencionan a continuación. En 1952 dirigió la lucha armada en La Paz y gobernó hasta la llegada de Víctor Paz Estenssoro, al que acompañó como vicepresidente en ese periodo y luego se hizo presidente de la República (1956-60), siendo ganador con el mnr. También ganó las elecciones de 1979, cuyo “empantanamiento” en el Congreso (similar al que vive España en 2016) dio la excusa para el golpe militar y civil de noviembre de ese año. Lo más importante es el acortamiento de su mandato con la udp (1982-85), luego de ganar las elecciones de 1979 y 1980, que dio lugar a la continuidad del régimen democrático, con todas las limitaciones que se quiera. Hay que hacer notar que ese referente histórico de crisis fue aleccionador para el devenir político boliviano, al incentivar pactos aunque éstos luego se convirtieron en repartos egoístas de cargos. Más allá de estos insignes personajes, me gustaría redondear una brevísima visión de la Bolivia siglo xx anterior al periodo democrático que se aborda cen- tralmente en ese ensayo, y nos reservamos para el final de este escrito una cierta mirada de conjunto al gobierno de Evo Morales y el porvenir político inmediato. Adelantamos algo a propósito de la modernización tecnológica y socioló- gica de inicios del siglo xx. La pérdida de acceso a las costas del Pacífico pesó fuertemente en el ánimo de la élite política y económica de entonces y también marcó una cierta disposición en el conflicto de límites que finalmente derivó en la Guerra del Chaco (1932-35). Esos dos conflictos, aunque tuvimos otros con todos los países limítrofes, incluso conflictos exitosos en las armas, como aquellos 390 bolivia en el siglo xxi con Argentina y Perú en los inicios de la independencia (Humahuaca, Iruya y Montenegro, de una parte; Yanacocha e Ingavi, de otra), fueron determinantes en la constitución de cierta subjetividad colectiva, y considero tienen continuidad con lo dicho anteriormente en la discusión de la Revolución nacional en vena comparativa con otras revoluciones sociales. No fue tanto la pérdida de territorio en el Chaco (la cifra a mano que tengo es 243,5 mil km2, cf. Baptista Gumucio, 1979), que con la extensión actual de algo más de un millón de km2 no alcanza al 20%, ni siquiera la cuestión de los yacimientos hidrocarburíferos, que no aparecía como tema central sino al final del conflicto, en la negociación de límites, sino que la primacía la tuvo el propiciar el acceso al río Paraguay (cf. Rojas Ortuste, 2016 y Querejazu, 1975). La beligerancia con que se enfrentó ese conflicto de límites entre Bolivia y Paraguay tiene su explicación en reveses militares en el siglo anterior, en nuestro caso principalmente la cuestión con Chile y en el caso paraguayo por la guerra conocida como la de la Triple Alianza (1864-70), cuando Paraguay enfrentó a Brasil, Argentina y Uruguay, lo que le dejó un desbalance demográfico de varones. Así, estos antecedentes, más las desproporcionadas pretensiones territoriales de ambos contendientes, parecieron conducir a la fatalidad de la guerra internacional más cruenta del siglo xx en el subcontinente. La letra de un bolero de caballería (Boquerón abandonado), tan bello como triste, dice en el estribillo: “Bolivia ha de ganar, después morir morir…”.9 Como comentamos atrás en referencia al capí- tulo sobre la película También la lluvia, hay reciente producción visual vinculada a este durísimo episodio de la historia nacional, que permite recrear memoria y sentimiento nacionales. Como todos los que nos ocupamos de la historia boliviana, concuerdo que el Chaco marca a fuego la conciencia colectiva y su efecto más inmediato es el advenimiento de gobiernos militares nacionalistas, autodenominados “socialismos de Estado”, y el partido que habrá de encabezar la Revolución de 1952.10 Debo añadir a eso que ha reforzado también un tipo de actuar político donde el uso de la violencia, verbal y física, se considera legítimo, es decir, que socialmente es en gran medida aceptable, lo que problematiza altamente el manejo pacífico de conflictos que han de tratarse de manera que no desestabilice los regímenes democráticos.

9 Hay una reciente investigación doctoral, Historia de los boleros de caballería. Música, política y confrontación social en Bolivia (2015), de Jenny Cárdenas, sobre la importancia social de los boleros de caballería que desde el Chaco (y antes, en las guerras del Pacífico, 1879-1880, y del Acre, 1899-1903) hasta nuestros días está presente en Bolivia, especialmente en situaciones de crisis. 10 Hay abundante bibliografía sobre el tema, aquí referiré solo el notable trabajo de la época nacionalista de René Zavaleta, Bolivia: Crecimiento de la conciencia nacional (1967), y al de Malloy (970). epílogo 391

Economía y recursos naturales

El ensayo de Juan A. Morales (capítulo 10), destacado autor senior en su materia, es un texto impecable al que solo añadiría alguna referencia a la denominada “economía plural”, que tiene réditos políticos y no deja de ser un recurso precario, como veremos en esta importante mirada del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud). El documento que aborda la cuestión de la reducción de la pobreza tiene un mensaje fuerte sobre la emergencia de una nueva “clase media”. Luego de una discusión conceptual sobre la noción de “estrato o clase media”, el informe afirma que

la importancia de prestarle mayor atención al estrato medio, en especial cuando este crece como resultado de la movilidad social y además tiene un carácter tan diverso volviéndolo por ello más vulnerable y frágil, amenazando constantemente con retirar a la población que en él se encuentra. (pnud, 2011: 116)

El párrafo crucial de la conclusión positiva del mismo documento, sobre la que el oficialismo arma uno de sus logros sociales más importantes, afirma:

La pobreza moderada tuvo una disminución mayor pasando de 45 a 33% en el mismo periodo (2000-2008). Llama especialmente la atención la reducción de la pobreza extrema el último año, situación que puede explicarse, entre otros factores, por el impacto de las transferencias condicionadas y no condicionadas a los hogares –Bono Juancito Pinto, Renta Dignidad y Bono Juana Azurduy–. (pnud, 2011: 26)

Quizás también valga la pena destacar que el congelamiento del tipo de cambio de la moneda nacional con el dólar, que en el capítulo 10 de Juan A. Morales parece tener efectos positivos, también es criticado por sectores productores/exportadores privados, como obstáculo a la competitividad de precios con los producidos por extranjeros, y hay razón en ese reclamo, como lo expone el Dr. Morales. El trabajo de Cecilia Requena y Dirk Hoffmann (capítulo 7), de manera ar- gumentada y documentada, llama la atención sobre el cada vez creciente abismo entre la retórica oficial ecologista y la práctica de explotación de recursos natu- rales que no solo continúa un triste path of dependence de la economía boliviana, vinculada a la mundial desde la colonia, por la riqueza argentífera del Cerro de Potosí, sino que se ha exacerbado a título de “no seremos guardabosques de los países capitalistas desarrollados”, en expresión pretendidamente antiimperialista del actual vicepresidente Álvaro García Linera. Recientemente, este mismo alto funcionario trató de aminorar la justificada alarma en ciertos sectores de la opinión pública sobre la instalación de un centro 392 bolivia en el siglo xxi de investigación nuclear, con asistencia rusa, en la poblada ciudad de El Alto, con una distinción técnica entre procesos de fisión y fusión (cf. capítulo 7 de Requena y Hoffmann, nota 22),11 que los especialistas en el tema se encargaron de explicar, incluso corrigiendo a los opositores que momentáneamente se aplacaron con tal explicación. Cuando se conoce la explicación que diferencia entre estos dos pro- cesos, es evidente que ninguno elimina las razones por las que se está empezando a cambiar esa matriz energética en los países del norte del mundo.

Las identidades étnicas y sus fluctuaciones

Sobre el trabajo de Carlos Macusaya Cruz (capítulo 14) hay que decir que algunas notas remiten, a través de referencias cruzadas, al trabajo de Requena y Hoff- mann, al de Mesa Gisbert, y al de González Ortega (cf. capítulos 7, 11, 15). Las alusiones de Macusaya a Edgar Patana y Felipa Huanca deben contextualizarse en las elecciones sub-nacionales de 2015. Patana, siendo alcalde de la combativa ciudad de El Alto, buscaba reelegirse a pesar de una muy mediocre gestión y fuertes acusaciones de corrupción, mientras que Huanca era aspirante a encabezar la Gobernación del departamento de La Paz, como líder de la organización de mujeres andinas, principalmente de origen aymara, aunque pesaban sobre ella también acusaciones e indicios de corrupción relacionados con ciertos fondos, como lo presentamos, enseguida. La referencia a las denuncias de corrupción en el Fondo Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas Originarios y Campesinos (fondioc) en 2015 debe remitirse al envilecimiento de dirigentes. Un fondo estatal que debía servir para el desarrollo de proyectos específicos de desarrollo, principalmente de tipo productivo, que fue finalmente observado por la Contraloría del Estado por inocultables irregularidades, luego confirmadas por una intervención de auditoría que involucraba la transferencia de recursos a cuentas particulares de cientos de dirigentes. Aunque no son poca cosa los montos, que en total son cercanos a 200 millones de dólares, lo más grave es la práctica de subordinación clientelar y prebendal de dirigentes. Hoy hay varios procesados y encarcelados sin sentencia judicial, incluidas dos exministras, una de ellas bajo intensa presión de cierta opinión pública, ambas señoras de pollera, i.e. cholitas, procedentes de los sectores populares que en la prédica oficialista se quieren potenciar con relatos de absoluta integridad moral (cf. capítulo 14 de Macusaya Cruz),, que no se puede atribuir a ningún grupo social en particular.

11 http://www.noticiasfides.com/opinion/juan-carlos-zuleta/activistas-y-opositores-se-equivo- can-en-el-tema-fision-y-fusion-nuclear-y-litio-4204/ (Agencia Nacional Fides, acceso el 20 septiembre). epílogo 393

La valiosa reflexión/interpelación de Carlos Macusaya afirma que en la narrativa oficialista: “Se enarbola la descolonización, afirmando identidades coloniales por un lado (indígena y originario)…”. Así es, en efecto, pero es necesario añadir además que las mismas palabras tienen cierta ineludible am- bigüedad, el situacionismo y relacionismo de las identidades sociales aumenta esta cierta inasibilidad, como puede verse en el uso que el autor hace, al final de su propio texto, cuando habla de la burguesía indígena o la posibilidad de luchas de “indios contra indios”. Abordemos ahora el trabajo de Claudia Arce y Yuri Tórrez (capítulo 12), el cual muestra la exitosa construcción ideológica desde el régimen del gobierno, que se presenta a sí mismo como producto de “la revolución”, de allí también sus relaciones problemáticas y ambiguas con la Revolución Nacional,12 del 52 cuyo sujeto social fue el mestizo, lo cual le permitió apropiarse, sin mayor “ruido”, de la gesta independentista de comienzos del siglo xix. No es el caso del proceso actual donde el oficialismo promueve lo indígena y busca establecer continuidad y coherencia con las rebeliones indígenas de finales del siglo xviii, en particu- lar, refiriéndose a las figuras de Túpac Katari y Bartolina Sisa. Como se verá a continuación, la conformación de identidades en su dialéctica de pertenencia y diferenciación es más fluida y dúctil que la que corresponde a proyectos política- mente más rígidos, por no decir sectarios. Fue sorprendente conocer los datos de la auto-identificación con pueblos indígenas del más reciente censo de población y vivienda (2012), pues, conside- rando la población consultada (mayores de 15 años), el porcentaje (42%) decayó con respecto al censo anterior (2001) que era mayoritario (62%). Hubo un corto debate que buscaba explicar esta paradoja, que justo cuando se tiene un Estado Plurinacional, que destaca precisamente a esa realidad identitaria, haya tan consi- derable caída de la identidad indígena medida con ese indicador. No puedo replicar aquí los detalles de tal debate, que en general no me resultaron convincentes, por lo que entrego esta interpretación. En lo referente a la conformación de identidades particulares indígenas estas fueron ganando reconocimiento oficial desde mediados de la década del 90, como una forma de acción política, más centrada en su afirmación que en la confrontación. Ese fue el sentido de la declaración del art. 1 de la cpe reforma- da de 1994, que, a veces de manera miope, se rotula como “multiculturalismo neoliberal”, principalmente por analistas radicales del norte del mundo. No se trató, desde luego, solo de declaraciones, sino que se promulgaron varias políticas públicas que acompañaron o precedieron ese cambio constitucional, siendo todas

12 Es interesante constatar las coincidencias de apreciación de la investigación de Arce y Tórrez con otra realizada, casi simultáneamente, por Nicolás y Quisbert (2014), a partir de premisas que lucían distintas. 394 bolivia en el siglo xxi ellas de orientación territorial que permitía y/o animaba el reconocimiento de identidades étnicas, destacando, entre ellas, la denominada Ley de Participación Popular, de creación de municipios en todo el territorio y con recursos frescos a ser distribuidos con criterio igualitario y con control social, además de la fiscali- zación de concejos municipales en cada uno de los más de 300 municipios. Con esos relativos éxitos, era de esperar que hubiera una radicalización tanto de ese discurso indigenista como de sus consiguientes prácticas. A la vuelta de siglo, el Mallku (Felipe Quispe), dirigente sindical aymara indianista –y en su momento guerrillero urbano (cf. Rojas Ortuste, 2001) junto al ahora vicepresidente García Linera–, encarnó esa perspectiva durante la crisis política que se prolongó hasta el año 2005. En ese periodo, el Mallku encabezó una bancada de diputados y en algún momento parecía poder disputarle el liderazgo mayor a Evo Morales, también diputado en ese entonces. Así pues, siendo importante como instrumento de acción política las iden- tidades étnico-políticas, en un país donde ha persistido un larvado racismo, se han constituido en un importante capital simbólico. Pero no hay que entender esa reivindicación como la de un tipo de identidades esencialistas (las raciales/ racistas sí lo son). Por ello, hacia finales del segundo periodo presidencial de Evo Morales, cuando se llevó adelante el Censo de 2012, ya con algún espectacular tropiezo en su gestión (la represión a los indígenas del tipnis, septiembre de 2011) y la intolerancia política oficialista que se afianzó desde la aprobación de la nueva Constitución (2009), explican –postulo– esa espectacular caída en la autoi- dentificación del conjunto de los 37 pueblos indígenas, identificados en esa cpe por sus idiomas, debido a cuestiones técnicas o de implementación del Censo, que ha sido el argumento oficialista y de sus adeptos. En un trabajo cuidadoso, basado en el Censo 2001, se elaboró un indicador de “Condición Étnico-Lingüística” (Barrios & Albó, 2005) que combina al me- nos tres “marcadores culturales”, junto a la autopertenencia, primera lengua y si habla esa lengua, lo que da distintos resultados y señala, por así decir, que dentro de ciertos parámetros pueden haber oscilaciones significativas en relación a la identidad que cada quien reconoce para sí. De hecho, el porcentaje más alto es ese 62%, mientras que el menor es el aprendizaje verbal en lengua indígena, 35,5%. El trabajo de Sarela Paz Patiño (capítulo 6) tiene la virtud de poner en evi- dencia las dificultades de la convergencia “indígena originaria campesina” –que tuvo su momento de aunar demandas y fuerza política, por ejemplo, el llamado “Pacto de Unidad”, al inicio y durante la Asamblea Constituyente, principal- mente– con las distintas trayectorias y referentes organizativos entre los pueblos y movimientos de tierras altas (que tienen y tuvieron tradición sindical) y los de tierras bajas, de prácticas más comunitarias. Desde luego, las fronteras no son siempre nítidas, pero el entorno ecológico y el peso demográfico van a tener un rol que dificultará la comprensión y gestión de territorios indígenas con los epílogo 395 referentes­ más agrarios del mundo andino. Ahí la acción oficialista tiene presente también el potencial proselitista.

Perspectivas ineludibles: Las autonomías y una constitución operable para un Estado de derecho

Varios de los trabajos que contienes este volumen (capítulos 7, 8, 10, 11, 14) reac- cionan contra la versión simplista e irreal del éxito-sin-discusión del gobierno de Evo Morales y el mas. Seguramente el más enfático es el de Carlos Macusaya, y luego le siguen, en otro tono, más por temperamento y estilo, los de Carlos D. Mesa Gisbert, Juan Antonio Morales, Cecilia Requena y Dirk Hoffmann e Hiroki Ishizaka. Cada cual, conforme a sus temas de discusión, muestran lo inconsistente de la gran retórica que acompaña la gestión del régimen actual. Desde luego que tampoco caigo en el extremo opuesto de negar toda relevancia, pues como suelo insistir, gran parte del programa que sostuvo el mas, en sus inicios, fue resultado de la acumulación democrática de la misma sociedad boliviana en las luchas sociales, las discusiones político-ideológicas y, desde luego, políticas públicas. En el texto de Macusaya hay casi una perceptible indignación porque el oficialismo se ha abanderado de la cuestión indígena pero maltrata y corrompe a indígenas de carne y hueso y a buena parte de dirigentes. Este discurso ha sim- plificado y estigmatizado todas las gestiones precedentes bajo el denominativo de “neoliberal”, incluyendo siglo y medio de esfuerzos (logrados y fallidos) de construcción republicana, como contrasta Mesa Gisbert (cf. capítulo 11), no en vano historiador, además de expresidente en la fase crítica inmediatamente an- terior al periodo actual. Añadiré que el lenguaje agresivo y descalificador, al que suelen acompañar acciones judiciales, no fomenta en modo alguno el diálogo imprescindible en cualquier sociedad que se quiere democrática. Por el contrario, inhibe cualquier crítica y autocrítica, sin las cuales no son posibles de corregir políticamente rumbos equivocados, y cualquier gobernante se equivoca. Juan Antonio Morales también contribuye a esa crítica del triunfalismo en el manejo económico que uno de los ministros, el de Economía, Catacora, que acompaña al presidente Morales desde el primer día de su gobierno en enero de 2006, suele atribuir principalmente a virtudes de gestión, donde los precios internacionales de las hidrocarburos y minerales que exportamos no tienen un papel mayormente relevante. Sin negar los méritos en ese manejo, principalmen- te en términos financieros, es muy claro para mí que ciertas decisiones no son tomadas por razones técnico-económicas, como la continuidad del extractivismo que denuncian Requena y Hoffmann, a despecho de discursos sobre la “madre tierra” y la vanguardia mundial boliviana en derechos ecológicos. Más grave es la situación de la educación, cuyos efectos todavía no notamos, pero por gente 396 bolivia en el siglo xxi estudiosa ­cercana al tema sabemos que la sobreideologización de saberes ancestra- les y prácticas indígenas no deben sustituir saberes y principios lógico-científicos de cuño occidental que por definición han de presentarse como provisionales y sujetos a comprobación (“enunciados falsables”, en el lenguaje de Karl Popper, muchos de ellos). Es por todo este exceso grandilocuente y de rasgos autoritarios –por intole- rante a la crítica– que en el reciente referendo sobre una reforma que posibilite un nuevo periodo para Evo Morales en la presidencia una mayoría, estrecha, pero meritoria, ha rechazado las condiciones de un régimen que se concibe como partido único y ciertamente es dominante por ahora. La posición oficialista respecto a los resultados del este referendo es que se trató de una conspiración, pues poco antes de su realización hubo una denuncia periodística por la cual se conoció que Evo Morales, durante su primera presiden- cia, habría tenido un hijo (existe un certificado legal de nacimiento) con esa antigua pareja sentimental (Gabriela Zapata) que en ese momento era gerente comercial de la importante empresa china camc Engineering Co. Ltd., con la cual el Estado boliviano suscribió millonarios contratos, la mayoría, sin licitación pública. El centro de la denuncia tocaba esta vez al presidente como potencial involucrado en corrupción, en forma de nepotismo. El raudo enriquecimiento de Gabriela Zapata está probado y hoy se encuentra provisionalmente presa, pero también lo está el que inicialmente fuera su abogado defensor. Las primeras semanas en que se conoció la noticia, el tema parecía asunto de Estado, pues varios ministros se presentaban en los medios a defender la inocencia del primer mandatario. A la fecha hay dos o tres libros con autoría de estos ministros denunciando “la gran estafa” de la que habría sido víctima el presidente, quien inicialmente reconoció su relación con dicha señora, anunciando que le había sido comunicada la muerte del niño poco después de nacer. Una comisión del Congreso, con mayoría oficialista, investigó el asunto y presurosa anunció lo que era previsible que ocurriera, que Evo Morales no tiene responsabilidad alguna. Dicho anuncio contrasta, por supuesto, con la opinión pública que difícilmente suscribe esa visión y, menos, la inocencia del titular del Ministerio de la Presidencia, que, según la propia encausada, era la persona del gobierno que tenía relaciones personales con ella y en una de cuyas oficinas estatales se realizaban encuentros con empresarios. Aunque en términos legales el resultado de esa consulta popular (referendo del 21 de febrero de 2016) es de obligatorio cumplimiento, incluso el actual mandato ya viola un precepto constitucional (Disposición Transitoria Primera, párrafo ii, cpe), pues solo son posibles dos mandatos consecutivos (Art. 168 cpe), y su primer mandato, por acuerdo público y contenido en la mencionada disposición, debía contabilizarse. Sin embargo, la subordinación del Tribunal Constitucional viabilizó este mandato que culminará a inicios de 2020. No hay antecedentes de tan prolongado mandato continuo en toda la historia de Bolivia y ciertamente no epílogo 397 son buenas noticias para estándares modernos de democracia, ni tampoco, incluso, en la reflexión política de los clásicos griegos que identificaron en la hybris (el so- brepasar los límites de poder que los dioses habían demarcado para los humanos) una suerte de lujuria del poder que, como toda desmesura, se aleja de la virtud. Debemos concluir con una referencia a la concentración del poder varias veces aludida aquí y a la prescripción constitucional de Estado de autonomías. Como se sabe, en la discusión de la Asamblea Constituyente (ac), la oposición regional, cuya vanguardia la tomó la delegación de Santa Cruz, que entonces se denominó “media luna”, en referencia a los departamentos de tierras bajas aledaños a Santa Cruz. En general, el reclamo autonómico y descentralizador está asociado a demandas de mayor democratización política y, en el caso que comentamos, respondía más bien a una estrategia defensiva de las élites regionales (y además poco solidaria en términos fiscales) ante el primer triunfo de Evo Morales y el mas. Y también existían unas banderas de territorialidad y autogobierno del mundo indígena. La solución fue el establecimiento de un abanico de autonomías, entre ellas, las departamentales (que consiguieron un pacto precario con la oposición más en el Congreso Nacional que en la as); las indígenas, muy publicitadas, pero poco concretadas (hasta ahora solo una y otras cuatro están en curso); las autonomías municipales (ya existentes por el proceso de participación popular); y otras, de menor rango, regionales (que quebró a la dirigencia de Tarija, con la existencia en el Chaco de importantes yacimientos gasíferos). A este entramado complejo le siguió la ley correspondiente (Ley Marco de Autonomías y Descentralización del 19 de julio de 2010), elaborada en plazo perentorio que, lejos de clarificar los distintos tipos de competencia autonómica, las complicó más. Allí ya quedó claro que se aceptó la idea de autonomías pero esta no iba acompañada de la voluntad política para implementarlas. Desde luego que la oposición también cometió errores y excesos, como la toma física de representaciones de oficinas de empresas nacionales en septiembre de 2008, que junto a otro oscuro episodio, supuestamente conspirativo, le permi- tió hablar al gobierno de “victoria militar” y, sobre todo, anular esa articulación regional y presentarse públicamente, con programa hegemónico, cuya rúbrica fue: “la oposición no tiene propuestas, solo protestas”. Un gran tema pendiente, entonces, es la puesta en marcha de las autonomías, que implica tener resuelto el “pacto fiscal” (que con la ley específica está asociado a los resultados del Censo de 2012 conocidos muy tardíamente) para que en gran medida funcione un Estado de derecho, y no las improvisadas decisiones del partido gobernante que usualmente se relaciona con actores sociales e institucionales en términos de “amigos y enemigos”. Lo de Estado de derecho es ciertamente más que la regulación entre instancias subnacionales; dice la cpe en su art. 1: “Estado social de derecho plurinacional comunitario, libre independiente, soberano, democrático, intercultural, etc”. Se 398 bolivia en el siglo xxi ve que es más una aspiración que una realidad, pero no puede ser solo un manto para legitimar cualquier régimen que postule esas grandes palabras y en lo coti- diano funcione igual o peor que lo menos rescatable de la tradición autoritaria de Bolivia y de las naciones de la región y del mundo. La administración de justicia siempre ha sido una asignatura pendiente en el país que ahora se ha agravado (y por cierto pudor y falta de espacio no puedo aquí siquiera enlistar). Pero la judicialización de la política no puede ser la principal forma de relacionarse con opositores, discrepantes o disidentes, pues estos son necesarios en cualquier orden que se repute de democrático. Y, hoy, eso es algo simplemente irrenunciable. A los negativos resultados del referendo que le dijo “No” a un nuevo periodo de Morales y su vicepresidente, así como al denominado caso Zapata, se le suma hoy el conflicto con uno de sus sectores sociales predilectos, los cooperativistas mineros, que en su reciente protesta de finales de agosto de 2016 mataron al vi- ceministro responsable de la seguridad interna del país, con un grado de violencia pocas veces conocido en esos contornos. Las movilizaciones masivas y sonoras (estallidos de cachorros de dinamita incluidos) de los mineros son conocidas y temidas por los bolivianos, en general. Hasta ahora, debido a los privilegios fiscales de que gozaban los mineros, habían sido adeptos al actual régimen e intimidadores de otros. Esta anómala situación difícilmente volverá a repetirse, dada tanto la ya sensible disminución de recursos provenientes de la exportación, especialmente gasíferos, como el surgimiento de un claro contexto internacional en la región que políticamente es distinto al anterior. La pertinente lista de temas que González Ortega (capítulo 15), compilador y editor general del presente volumen, incluye la cuestión pendiente con Chile. Debo dar voz aquí al principal conocedor de la temática en Bolivia, el excanciller Gustavo Fernández Saavedra, quien luego de establecer la importancia económico- política de nuestra mediterraneidad forzada afirma que esta:

No tiene significación económica crítica, pero ese razonamiento palidece frente al valor de la aspiración nacional, ese sentimiento profundo, parte del ser nacional, que nada puede reemplazar […] Es una reparación histórica y la justificación de una causa nacional. Le permite cumplir su rol continental, de Estado puente entre las grandes cuencas sudamericanas. Repone la condición de país ribereño del mar, la cualidad marítima, el acceso a las riquezas del mar y de la zona económica exclusiva, en una escala que no afecta negativamente el potencial de desarrollo económico y político de Perú y Chile. (Fernández Saavedra, 2014: 165)

Y si ese ánimo y lucidez impulsa una vieja motivación en el plano internacional, tal lucidez y ánimo debiera regir también la conducción de los asuntos internos. Hay una historia, que no empieza con el régimen de Evo Morales Ayma, la historia de esos esfuerzos de las luchas sociales y políticas de lo mejor de nosotros, y a la que es preciso sumar y sumarse sin mezquindades. Mi trabajo sobre élites políticas epílogo 399

(cf. nota 8 en el presente capítulo) concluyó contra la inicial hipótesis que, en sus circunstancias y en registro comparativo, las élites políticas bolivianas no fueron ni derrotistas ni ineptas en sus compromisos con la comunidad nacional. De hecho, el alegato presentado ante la Corte Internacional de La Haya por el gobierno que encabeza el presidente Morales no hubiera sido posible sin el conjunto de negociaciones y tratativas que tuvieron casi todos los gobiernos de Bolivia desde hace más de un siglo, incluyendo la declaración unánime de la oea en 1979 (con la abstención de Chile) de que el problema de acceso al mar por parte de Bolivia es de interés general del hemisferio e insta a los gobiernos de los respectivos Estados (Perú incluido) a buscar un arreglo. Las instituciones democráticas se construyen en el tiempo y con el concurso de varias generaciones, no son un episodio único que por algún designio mesiánico se erige de una vez para siempre: es cuestión de conciudadanos en convergencia y discrepancia convivial. Las condiciones del entorno internacional han cambiado: Venezuela con el presidente Maduro no es la misma que con el comandante Chávez; ni Brasil está más gobernado por el Partido de los Trabajadores luego de la destitución de la presidenta Dilma Rousseff; y, más al sur, en Argentina, ha cesado el poder político de los peronistas con la llegada del actual gobierno que preside Mauricio Macri. Más importante aún: el propio partido gobernante en Bolivia ha sido impactado por una nítida derrota electoral, de la que ya había antecedentes (en elección de jueces, en elecciones subnacionales), pero la derrota del referendo representa un parteaguas en lo que era presentado como el imbatible “líder indígena” Evo Morales. Por eso, lo que ocurra en 2019, puesto que su mandato finaliza a inicios de 2020, será crucial. Si persisten las actuales dificultades económicas, resultantes de la baja de precios de exportación, los conflictos sociales se pueden agudizar, y/o si un sorprendente rasgo de lucidez política da lugar a un nuevo binomio de candidatos (presidente-vicepresidente) del partido oficialista, la democracia en el país se habrá fortalecido. No parece ser, sin embargo, la decisión que se tomará en el mas. Pero justo esa condición impredecible en la política boliviana –rasgo, en verdad, de la política moderna– es la que la hace atractiva a propios y extraños, como se ha podido apreciar en las contribuciones aquí presentadas. Y no hay última palabra hasta esos días venideros.

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17 Apéndice: Fantasmas del Estado neoliberal (1985-2005) y el controversial Estado Plurinacional (2006-2016) vistos a través de la caricatura política

Leonardo Aliaga Manzaneda

[403] 404 bolivia en el siglo xxi apéndice 405 406 bolivia en el siglo xxi apéndice 407 408 bolivia en el siglo xxi apéndice 409 410 bolivia en el siglo xxi apéndice 411 412 bolivia en el siglo xxi apéndice 413 414 bolivia en el siglo xxi apéndice 415 416 bolivia en el siglo xxi Sobre los autores

Leonardo Aliaga Manzaneda

Se graduó en el Colegio de Contadores de Bolivia. Es miembro del Sindicato de la Prensa de Cochabamba y de la Asociación Boliviana de Artistas Plásticos, Co- chabamba. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en Bolivia, España y Estados Unidos. Ha sido ganador de premios de dibujo, grabado, acuarela, pintura y fotografía en Bolivia y Estados Unidos. Entre sus trabajos más importantes de obra gráfica se cuentan Graf Expo, Seminar and Busines Center, Chicago, eeuu (2006); 2o Premio en Acuarela y 3er Premio en Grabado (1988); Premio Único en Grabado (2003); Gran Premio en Pintura (2009); 1er Premio en Pintura (2013) Cochabamba; 1er Premio en Grabado (2016) La Paz. En el comentario crítico “Aliaga y el heroísmo trágico en la plástica”, Celso Montaño Balderrama describe a Aliaga como un “pintor de barricada que analiza la injusticia social cotidiana golpeada por el hambre, la pobreza e indigencia y la desnudez de la miseria”.

Claudia Arce

Estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales con especialización en Estudios Andinos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, flacso, Ecuador. Investiga sobre desigualdades, articulando género con ciudadanía, interculturali- dad, políticas públicas, procesos de desarrollo, democratización y descolonización. Es autora y co-autora de diversos libros en los que realiza un análisis ideológico desde la sociología política e histórica. Ha publicado artículos en revistas especiali- zadas y de difusión masiva, así como en medios de prensa boliviana. Actualmente, investiga sobre las desigualdades políticas y sociales vistas desde una perspectiva

[417] 418 bolivia en el siglo xxi interseccional y de participación política de mujeres campesinas y la sociología de la militancia.

Laura Camacho Salgado

Egresada de la maestría Crossways in Cultural Narratives de University of St. Andrews, Universitá degli studi di Bergamo y Université de Perpignan Via Do- mitia. Obtuvo mención especial con la tesis “Medical Metaphors and Clandestine Migration Narratives: An Autopsy of Hidden Body Politics”. Con un pregrado de la Universidad de los Andes (Colombia) en Literatura y opciones en Arte y Diseño textil.

Daniela Franco Pinto

Es licenciada en Psicología, con formación en psicoanálisis y filosofía. En la actua- lidad es investigadora del Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia. En co-autoría ha publicado los libros: Nuestras novelas de la Guerra del Pacífico. Ensayo histórico para comprender su ausencia (2015) y Composición social del Estado Plurinacional. Hacia la descolonización de la burocracia (2014). Publicará próximamente: De la política tradicional a la ofrenda nacionalista de las élites gobernantes entre 1931 y 1964 y Mujer y poder en la historia de Bolivia. Es autora de los artículos: “Renacer desde el encierro: Mujeres luchando por la reestructuración de un lugar con identidad en el espacio anti-antropológico de la cárcel” y “La tea de Murillo, símbolo de la lucha actual contra el odio y el racismo colonial”. Sus temas de interés en investigación versan en los imagina- rios históricos que los sujetos crean para resistir y trastocar procesos sociales de anonimato y exclusión.

Nelson González Ortega

Ph.D. University of Wisconsin-Madison, usa. Es catedrático titular de Literaturas Hispánicas de la Universidad de Oslo, Noruega. Autor de libros de ficción, didáctica del español, crítica literaria e historiografía, así como de numerosos artículos espe- cializados y monografías de cultura literaria e historiografía hispánica publicados en América Latina, Norte América y Europa. Entre sus libros se cuentan: Relatos mágicos en cuestión. La cuestión de la palabra indígena, la escritura imperial y las narrativas totalizadoras y disidentes de Hispanoamérica (2006); Colombia. Una nación en formación en su historia y literatura, siglos xvi-xxi (2013) y Subculturas del narcotráfico en América Latina (Compilador, 2015). Sus publicaciones académicas y sus temas actuales de investigación se centran en el estudio de las literaturas hispánicas contemporáneas y los relatos indígenas pre-hispánicos y coloniales, así como en las relaciones entre sobre los autores 419 la literatura y las ciencias sociales, en especial, la historiografía, la etnografía, la ciencia política y los estudios culturales y de género en América Latina.

Dirk Hoffmann

Magister Artium en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Libre de Berlín y Master of Science en Protección del Medio Ambiente de la Universi- dad Humboldt de Berlín. En 2012 publicó en co-autoría el libro Bolivia en un mundo 4 grados más caliente. Escenarios sociopolíticos ante el cambio climático para los años 2030 y 2060 en el altiplano norte. En 2015 siguió la publicación Navegando futuro. Dos experiencias de adaptación al cambio climático en Bolivia. Es coordinador e investigador principal del Instituto Boliviano de la Montaña (bmi) con sede en La Paz, Bolivia, y editor del Klimablog “Cambio Climático Bolivia” (www. cambioclimatico-bolivia.org).

Hiroki Ishizaka Es profesor asociado en Naruto University of Education. Es doctor en Gober- nabilidad y Política Pública de la Universidad de Costa Rica. Ha trabajado en la Embajada de Japón en Honduras como experto en cooperación internacional. Es especialista en política educativa y en estudios comparativos de currículo en materias como las matemáticas. Ha enseñado en las áreas de motivación y concienciación en Costa Rica, Bolivia, Honduras, Japón, Filipinas, Laos, Fiji, Sierra Leona, Ghana, Mozambique y Djibouti. Ha publicado, entre otros libros, Introducción de estudio de política educativa para analizar casos concretos – Tomando un rumbo hacia el equilibrio entre el poder educativo y el derecho a la educación, que es una síntesis teórico-metodológica para análisis de procesos y resultados de políticas educativas en relación con las disciplinas de la política, economía, sociología, psicología y pedagogía. Este libro se centra en el estudio de conceptos como la meritocracia, la creación de valor, el desarrollo humano, la relación entre “lo público” y “lo privado” y la participación pública.

Carlos Macusaya Cruz

Nació en la ciudad de El Alto. Estudió Comunicación Social en la umsa. Fue co- lumnista del periódico La Época (Bolivia). Es miembro del Movimiento Indianista Katarista (minka). Trabaja temas como politización de la identidad, racialización y poder. Ha escrito varios artículos, la mayoría de ellos publicados en el periódico digital Pukara y en la página del grupo minka. Es autor de los libros: Desde el sujeto racializado. Consideraciones sobre el pensamiento indianista de Fausto Reinaga (2014) y Del indianismo al pensamiento amáutico (2015), y co-autor, con Pedro Portugal, de El indianismo katarista. Una mirada crítica (2016). 420 bolivia en el siglo xxi

Leiv Marsteintredet

Doctor en Política Comparada de la Universidad de Bergen Noruega. Actualmente es profesor asociado de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Oslo y Política Comparada de la Universidad de Bergen, Noruega. Entre sus publicaciones recientes se encuentra: “Movilización contra los Derechos Humanos Internacio- nales: Re-domesticar el Régimen Dominicano de Ciudadanía”. Ha sido co-autor de los artículos “Paraguay y la política de la impugnación” e “Introducción: Haití y La República Dominicana. Una brecha creciente”. Es co-redactor con Mariana Llanos de Desgloses Presidenciales en Latinoamérica. Causas y Resultados de la Inesta- bilidad Ejecutiva en las Democracias en Desarrollo (2010) y editor para Iberoamericana de un número especial sobre las jornadas Hispaniola 2014: Justicia, nacionalidad y migración , que incluye dos de sus artículos. Ha publicado artículos en la revista International Political Science Review, Comparative Politics y Journal of Democracy. Sus intereses de investigación incluyen temas como el presidencialismo, los Derechos Humanos y la democracia en América Latina e Hispaniola.

Carlos D. Mesa Gisbert

Presidente, periodista e historiador. Ejerció la vicepresidencia, la presidencia del Congreso y la presidencia de Bolivia entre 2002 y 2005. Egresado en Literatura de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Tuvo durante más de un cuarto de siglo un rol protagónico como líder de opinión en prensa, radio y televisión. En su gobierno reformó la Constitución, convocó a una Asamblea Constituyen- te, impulsó las autonomías regionales con la convocatoria a elección directa de gobernadores departamentales, llevó a cabo un referendo que cambió la política de hidrocarburos del país con la refundación de la empresa estatal del petróleo y el incremento sustancial de los impuestos a las operadoras internacionales del sector. Desde 2014 es Representante Internacional de Bolivia para la Causa Ma- rítima. Es autor de una quincena de libros y un centenar de documentales para televisión. Entre sus obras se destacan Presidentes de Bolivia entre urnas y fusiles (1983); Historia de Bolivia (1997); La Historia del Mar Boliviano (2016) y Bolivia 1982 - 2006 Democracia (2017).

Juan Antonio Morales

Es doctor en Ciencias Económicas de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica (1971). La editorial alemana de libros científicos Springer Verlag publicó su tesis doctoral. Es profesor de la Universidad Católica Boliviana desde 1974 y ha sido profesor visitante en prestigiosas universidades de la región, de los Estados Unidos y de Europa. Fue presidente del Banco Central de Bolivia desde fines de 1995 sobre los autores 421 hasta principios del año 2006. Es autor de numerosas publicaciones en revistas científicas nacionales y extranjeras. Tiene publicados ocho libros, en español, in- glés y francés. Su último libro es La política económica boliviana, 1982-2010 (Plural editores). Contribuye regularmente a las páginas de opinión de la prensa boliviana.

Albert Noguera Fernández

Profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de València. Es profesor invitado en programas de máster y doctorado de distintas instituciones públicas y universidades europeas y latinoamericanas. Fue asesor de la Asamblea Consti- tuyente de Bolivia (2006-2008) y de la Presidencia de la Asamblea Constituyente de Ecuador (2008). Ha trabajado como consultor de la Corte Constitucional de Ecuador. Miembro del Grupo Ruptura. Autor de diversos libros sobre poder constituyente, nuevo constitucionalismo, derechos sociales e igualdad y teoría de la democracia y participación política. Ha publicado recientemente, en co-autoría, los libros: Los nuevos derechos de participación. ¿Derechos constituyentes o constitucionales? (2016) y Derechos sociales, integración económica y medidas de austeridad. La ue contra el constitucionalismo social (2014).

Verónica Pacheco Sanjinés

Magíster en Ciencias Sociales, con mención en Antropología - Sociología, Universidad de la Cordillera, Bolivia (2001). Licenciada en Antropología, Uni- versidad Mayor de San Andrés (1992). Cumplió funciones como investigadora y coordinadora de la investigación para el Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia, “Crisis Política 2008”, el año 2014, que no fue publicada. Fue encargada del diseño, la coordinación y sistema- tización de la investigación “Representaciones sociales de la paz y la violencia en Bolivia”, para la Fundación unir Bolivia. Redacción de la separata Representación Social de la paz y la violencia en Bolivia para la Fundación unir Bolivia. Escribió “Entre eucaliptos y socavones voy reconstruyendo mi historia. Historia local de Quime y Camillaya”, como parte de un proyecto del bid/prodefa. Actualmente es coordinadora e investigadora del estudio Mujeres en la Asamblea Legislativa Plurinacional 2015–2020 para la onu Mujeres y el Centro de Investigaciones Sociales de la Vicepresidencia.

Sarela Paz Patiño

Socióloga por la Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia, doctora en Antropología Social por el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, México. Actualmente forma parte de la Secretaría Técnica 422 bolivia en el siglo xxi de la Plataforma Boliviana Frente al Cambio Climático e imparte docencia en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Mayor de San Simón. Entre sus publicaciones importantes podemos citar: “Selbstregierung und Selbstbestimmung statt Multikulturalismus: Perspektiven un Grenzen indigener Autonomien, en Plurinationale Demokratie in Bolivien” y “Nuevas dinámicas de territorio y po- der: materiales para reflexionar acerca de las luchas local/regionales en Bolivia”. Participa del proyecto de investigación Nuevas geometrías de poder en Bolivia.

Cecilia Requena

Docente universitaria. Magíster en Gestión y Políticas Públicas en la Universidad Católica Boliviana (2010). Investigadora en temas socio-ambientales. Co-autora, junto a Dirk Hoffmann, de Bolivia en un mundo 4 grados más caliente. Escenarios sociopolíticos ante el cambio climático para 2030 y 2060 en el altiplano norte (pieb, 2012). Artículos: “Reporte global sobre corrupción: Cambio climático”, en Transparencia Internacional (2011) y “Perspectivas socioecológicas sobre cambios globales en América Latina”, Revista Naturaleza y Sociedad ( 2016). También ha publicado en co-autoría “Gestión transparente del litio en Bolivia” (2011).

Gonzalo Rojas Ortuste

Es doctor en Ciencias del Desarrollo por el cides-umsa, donde actualmente es docente investigador titular y coordinador de su programa doctoral. Es Master of Arts en Ciencia Política por University of Pittsburgh (eeuu), donde también obtuvo un postgrado en Estudios Latinoamericanos, como becario Fullbright- laspau y licenciado en Ciencia Política por la unam. Enseña pensamiento político clásico, moderno y latinoamericano y democracia contemporánea. Postdoctorado en la Universidad Complutense de Madrid (2010). Libros recientes: Cultura política de las élites en Bolivia, 1982-2005 (2009); Vicente Pazos Kanki y la idea de República. Temprano mestizaje e interculturalidad democrática germinal (2012); coordinó y escribió la introducción de Lo público en la pluralidad (2015) y Bolivia como Estado soberano y democrático. Pensamiento y acción de Bautista Saavedra (2016).

Yuri Tórrez

Doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos (Universidad Andina Simón Bolívar, Quito). Licenciado en Comunicación y en Sociología. Magíster en Ciencias Políticas. Docente universitario en pre y postgrado. Periodista. Su oficio principal es investigador social. Fue coordinador del Área de Investigación Social del Centro Cuarto Intermedio. Investigador del Programa de Investigación Es- tratégica en Bolivia (pieb), becario por el Centro Latinoamericano de Ciencias sobre los autores 423

Sociales (clacso-Argentina) y del alba. Columnista de La Razón. Ha publicado varios libros, entre ellos: ¿Regis Debray, Judas del Che? Juicio Militar al intelectual francés en Bolivia; La construcción simbólica del Estado Plurinacional o El indio en la prensa. Ganador de becas nacionales e internacionales de investigación. También ha publicado artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales y en periódicos de circulación nacional.