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para mis queridos mamá y papá quienes han demostrado como ser siempre fieles en la oración Andrew Case, Oraciones de una mujer virtuosa Redactado y traducido por Luis y Joy Hernández, Elina Malo de Molina, Verónica Pérez, Megan Sutton, Asareel Martínez, Daniel y Dorothy Case, y Andrew Case. © 2012 por Andrew Case Para descargar la versión digital de este libro, por favor visite www.HisMagnificence.com ISBN 978-1481034487 El texto Bíblico ha sido tomado de la versión Reina- Valera © 1960 Sociedades Bíblicas en America Latina ; © renovado 1988 Sociedades Bíblicas Unidas. Utilizado con permiso. Reina-Valera 1960™ es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia. Las oraciones en este libro han sido adaptadas de la versión Reina-Valera 1909, dominio público. Una traducción basada en Prayers of an Excellent Wife por Andrew Case © 2009. Oraciones de una mujer virtuosa v Le da ella bien y no mal Todos los días de su vida. ~Proverbios 31:12 Oraciones de una mujer virtuosa Contenido Prefacio 8 Instrucciones a la lectora: Hágalo suyo 13 Oraciones 15 Recomendaciones: 236 7 Oraciones de una mujer virtuosa Prefacio Le da ella bien y no mal En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y Él creó todo en los cielos y en la tierra. Y vio Dios que era bueno. Todo era bueno. Excepto una cuestión: “Y dijo Jehová Dios: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él’” (Gén 2:18). Esta declaración asombrosa nunca ha dejado de resonar a lo largo de la historia como el hombre percibe su falta intensa de una “ayuda idónea para él.” Y de verdad, ella es idónea para él, habiendo sido edificada de su cuerpo para edificarle. El relato antigua de su creación pareciera demasiado bueno para ser verdad. Como comenta Martín Lutero, “Tal vez nadie creería la explicación de como fue hecha Eva si no fuera enseñada claramente en las Escrituras.” La explicación se lee así: Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban. (Gén 2:19-25) 8 Oraciones de una mujer virtuosa Hay un significado hermoso y lleno de propósito en la manera en la que Dios le da vida. El relato tiene un “sabor a poesía” que trae un arrebato poético del hombre. Intentando llamar la atención sobre parte de este significado y sabor, Matthew Henry comenta que la mujer “no fue hecha de la cabeza [del hombre] para superarle, ni de sus pies para ser pisoteada por él, pero de su costado para ser igual con él, debajo de su brazo para ser protegida, y cerca de su corazón para ser amada.” Bajo un sueño inducido divinamente, una costilla es sacada del hombre. Esto no debe considerarse simple- mente como una operación quirúrgica, sino mas bien como una ilustración brillante de la relación entre un hombre y su esposa. Ella es tejida elaboradamente de su sustancia misma, una carne con él, ontológicamente unida con él como la ayuda que permanece siempre a su lado. Calvin observa que Dios sacó parte del hombre para que él abrace, con más benevolencia, parte de sí mismo. Perdió, por tanto, una de sus costillas; pero, en cambio, una recompensa incomparablemente más rica le era concedida, ya que obtuvo una compañera fiel para la vida; ya que se vio, quien era antes imperfecto, vuelto completo en su mujer. A propósito, Dios no la creó del polvo del suelo, sino la formó de la sustancia viva y organizada del hombre. Ni la creó Dios de la nada. Por lo tanto, entre todas las criaturas vivas, la mujer queda completamente única en su origen y al mismo tiempo inextricablemente conectada al hombre, derivando su naturaleza espiritual y material de él. La descripción de la mujer formada del hombre presenta maravillosamente una teología de señorío. En su 9 Oraciones de una mujer virtuosa carta a los Corintios, el Apóstol Pablo hace referencia a eso para hacer incapié en lo importante: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón.” (1a Cor 11:8-9). Previamente en el mismo capítulo, Pablo acaba de decir que “el varón es la cabeza de la mujer” (I Cor 11:3), a la cual el añade ahora apoyo fundamental. Las implicaciones de los orígenes de la mujer son profundos. Desde el principio, su dignidad y valor, su necesidad, su papel en la vida y el matrimonio, y su belleza única han sido establecidos por Dios. Ella fue hecha para ser la ayuda fiel del hombre. Y no hay ayuda más importante que ella puede ofrecerle que la de sus oraciones a favor de él al Único que puede proveer ayuda perfecta y soberana. Cuando canta el salmista: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?” contesta su propia pregunta con las palabras: “Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.” Usted no es suficiente socorro para él. Una Mano más fuerte ha de venir a su auxilio. Bienaventurada la esposa que suplica a menudo que esta Mano salvaguarda la vida de su esposo; que le ruega a las puertas de gracia. Es la clase de mujer que teme al Señor, siente su propia debilidad, y encuentra refugio y rectitud en Jesucristo. Ella quiere que su esposo se relacione con Dios. Ésta será alabada. Si quiere ser una esposa excelente, la perla más preciada, ore por su esposo. Si quiere darle bien, y no mal todos los días de su vida, ore por él. Si desea ser la esposa de un hombre “conocido en las puertas cuando se sienta con los ancianos de la tierra,” ore por él. Si usted abre su 10 Oraciones de una mujer virtuosa boca con sabiduría, que sea llena de oraciones sabias para su esposo. No permita que el encanto o la hermosura pasajera le distraigan de esta tarea tan vital. El fruto de sus oraciones sabias serán mejor para él que el fruto de sus manos. En cuanto se trate de este trabajo amoroso, que nunca se encuentre usted comiendo el pan de pereza. Usted se ha sometido al liderazgo de un hombre mortal con un corazón pecaminoso, no obstante tiene más razón para interceder aun más por el. Él es su cabeza, pero la cabeza de él es Cristo, y la cabeza de Cristo es Dios (1a Cor 11:3), y le ha sido dado acceso privilegiado por medio de Jesús. Por eso, nunca se canse de levantar a su esposo a Dios para ser guiado en rectitud para que él también le guíe de la misma manera en oración. Y cuando ore, use la palabra de Dios. ¡Cuán gran tesoro nos es provisto en la Biblia! Aférrese a la sabiduría de petición y exaltación en ella, y aprenda a ser conducto de su intercesión perfecta, encomendando a su esposo a su creador, el soberano supremo de todo el mundo. Después de diez años de oraciones débiles y distraidas George Mueller por fin aprendió lo valioso que es orar las Escrituras. Lo que sigue es su descripción de este descubrimiento maravilloso: La diferencia entre lo que hacía anteriormente y lo que hago ahora es la siguiente: Antes, cuando me levantaba, comenzaba a orar lo más pronto posible.... Pero ¿cuál era el resultado? A menudo utilizaba un cuarto de hora, o media hora, o hasta una hora de rodillas antes de ser consciente de recibir consuelo, ánimo, humillación de mi alma, etc., y, a menudo, después de haber sufrido mucho porque mi mente volaba de un sitio a otro durante los diez primeros minutos o un cuarto de hora, o incluso media hora, cuando de verdad comenzaba a orar. Ahora rara vez me pasa esto. 11 Oraciones de una mujer virtuosa Anteriormente, mi costumbre había sido, al menos durante los diez años previos, entregarme a la oración como algo habitual después de vestirme por las mañanas. Ahora…la primera cosa que hacía, despues de pedir la bendición del Señor sobre su palabra preciosa, era empezar a meditar sobre la palabra de Dios, buscando en cada verso para obtener una bendición en ello.... El resultado que he encontrado casi invariablemente es este: que despues de pocos minutos mi alma ha sido dirigida a confesión, o acción de gracias, o intercesión, o súplica; hasta que, a pesar de que no me dedicaba a orar, sino a meditar, todo se convirtió casi inmediatamente más o menos a oración. Cuando asi he por un tiempo confesado, o intercedido, o suplicado, o dado gracias, procedo al próximo versículo o frase, convirtiendo todo, mientras sigo adelante, en oración para mí mismo u otros, en la manera que la Palabra me conduzca.