Oración de Consagración al Amor Misericordioso Padre Michael E. Gaitley

Padre Misericordioso, confiando en las oraciones y el ejemplo de Abraham y María, mi padre y madre en la fe, y de Santa Teresa, mi hermana en el camino de la confianza humilde, Yo, ______(tu nombre) elijo este día, y junto con la ayuda de Tu gracia, esforzarme con todo mi corazón a seguir el Pequeño Camino. Para así… … estar firme en la intención de luchar contra el desánimo, haciendo pequeñas cosas con gran amor, y siendo misericordioso con mi prójimo en obras, palabras y oración. … cumplir el propósito de poner ante mis ojos mi quebrantamiento, pobreza, debilidad, y pecado, confiando en que mi pequeñez y mi corazón contrito atraerán tu Amor Misericordioso. … escoger mantenerme siempre en la pequeñez, no dependiendo de mis méritos, sino únicamente en los tuyos Mi Señor, y los de nuestra Madre Bendita. Y, por último, Yo creo Dios mío, que TU puedes y harás de mi un(a) santo(a), incluso si no llego a verlo, incluso si toda mi vida tengo que luchar contra el vicio y el pecado, incluso si tengo que esperar hasta el final de mis días. Esta esperanza ciega en Tu Misericordia, ¡oh, Señor!, es mi único tesoro. Ahora bien, para reafirmar mi decisión y consolarte por todos los rechazos hacia Tu Misericordia, A TRAVES DE LAS MANOS DE LA INMACULADA VIRGEN MARIA, ME OFREZCO A MI MISMO (A) COMO VICTIMA DE HOLOCAUSTO AL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS, te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de tu amor, ¡Oh, Mi Dios!, y como un regalo de misericordia para los demás. Todo esto te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Ofrenda al Amor Misericordioso Santa Teresa de Lisieux

¡Oh!, Dios mío, ¡Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar y trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia, salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi Santidad. Ya que me has amado hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos; te los ofrezco gustosa y te suplico que no me mires sino a través de la faz de Jesús y en su Corazón abrasado de Amor. Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de Amor y los de los santos ángeles. Y, por último, te ofrezco, ¡oh, Santa Trinidad! el Amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; a ella le confío mi ofrenda, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo Amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá». Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar tanto más haces desear. Siento en mi corazón deseos inmensos y te pido, confiadamente, que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que deseo, pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia. Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu Mirada Divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí. Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido y, en especial, por haberme hecho pasar por del sufrimiento. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión. Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por Tu Amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente. En la tarde de esta vida compareceré delante de ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro Trono ni otra Corona que Tú mismo, Amado mío. A tus ojos el tiempo no es nada y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti. A fin de vivir en un acto de perfecto amor, YO ME OFREZCO COMO VÍCTIMA DE HOLOCAUSTO A TU AMOR MISERICORDIOSO, y te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de Tu Amor, Dios mío. Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga, por fin, morir y que mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de Tu Amor Misericordioso. Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi Amor en un Cara a Cara Eterno.

33 Días Hacia el Amor Misericordioso

Los Últimos Cinco Días Síntesis y Revisión

Por cuatro semanas, reflexionamos en lo que es la Consagración a la Divina Misericordia (Estilo de Santa Teresa) — revisamos mucho material. A la vez, nuestro programa diario de oración sobre el texto nos ayudó a digerir alguna información, y podemos ir todavía más profundamente. Para hacerlo, es necesario lo que San Juan Pablo II llama: “La capacidad sabia de María para recordar y adherirse con una sola mirada de fe”. Podemos, entonces retomar esta “sabia capacidad” para continuar lo que hemos estado haciendo durante todos estos días, es decir, reflexionando en nuestros corazones (Lea Lucas 2, 19), pero ahora con un enfoque más refinado. Para lograr este enfoque más refinado de cada uno de los retiros semanales, escogí tres palabras que resumen las enseñanzas de cada una de . Por esta razón, durante los siguientes cuatro días, reflexionaremos en tres palabras diarias, meditando su significado para nuestra consagración a la Divina Misericordia. Confió en que si nos dedicamos más a la meditación de esta oración refinada podremos adherirnos y abrazar verdaderamente la Consagración “con una sola mirada de fe”. Y así después de estos cuatro días de revisión, leeremos una síntesis de lo que aprendimos en una sencilla formula de consagración que captura los objetivos de la esencia del Acto de Ofrecimiento al Amor Misericordioso de Teresa.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA 29 ¿Qué es la Confianza?

Tres palabras que resumen lo que hemos aprendido acerca de la confianza: (1) Desconfianza, (2) Bendición, y (3) Gracia.

DESCONFIANZA La desconfianza es lo contrario a la confianza. Entonces, ¿Qué dice la desconfianza acerca de la confianza? En realidad, mucho. Lo digo, porque la palabra "desconfianza" nos hace recordar que tenemos un problema de confianza. Nos recuerda que la confianza no vine naturalmente a nosotros, nos recuerda también lo que salió mal y nos ayuda a reconocer el camino necesario para hacer las cosas correctamente. Acordémonos que nuestro problema de confianza empezó con la caída de Adán y Eva. Específicamente, inicio con una mentira: Eva escuchó la mentira de la serpiente, mentira donde Dios parece celoso, egoísta e intrigante. En otras palabras, se pone en cuestión la bondad de Dios. En consecuencia, Adán y Eva, y nosotros mismos, tenemos “miedo de Dios, de quien [hemos] concebido una imagen distorsionada..." La clave para superar nuestro problema de confianza tiene que ver con el “desbloqueo de la distorsión” de la imagen de Dios. Es volver a reconocer la verdad acerca de la

91 bondad de Dios, y cuando lleguemos a ver claramente que Dios es bueno, misericordioso, y digno de confianza, empezaremos a confiar en Él. Como ya se explicó, Santa Teresa nos ayuda a lidiar con esto, dándonos un poderoso testimonio de lo verdaderamente bueno y misericordioso que Dios es.

BENDICIÓN Ahora recordemos que de acuerdo con San Juan Pablo II, hay "una especie de llave" que nos abre a la realidad más interna de María”. Esa llave es la bendición de Isabel en la Anunciación: “¡Bendita la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!" (Lc 1, 45). Esa bendición revela la "realidad íntima de María", porque la realidad interior de María era una realidad de fe (o de confianza). La esencia de la fe es creer en la Palabra de Dios. En concreto, es creer que Dios es fiel a sus promesas, es creer que Dios es fiel incluso cuando parece imposible. Por ejemplo, es "esperar contra toda esperanza", como lo hizo Abraham, cuando fue puesto a prueba y llamado a sacrificar a Isaac, creyendo en lo imposible, sabiendo que incluso Dios podía levantar a Isaac de entre los muertos. Es "esperar contra toda esperanza", como María lo hizo en la Cruz, creyendo en lo imposible, sabiendo que Dios podría incluso levantar a Jesús de entre los muertos. Es "esperar contra toda esperanza” en nuestra vida diaria, cuando todo es oscuridad y estamos tentados a no creer en la presencia amorosa de Dios en nuestras vidas, tentados a dudar de que en "todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rom 8, 28). Es alabando y agradeciendo a Dios en todas las circunstancias, porque mientras no siempre podemos entender sus caminos, " hemos conocido el amor que Dios nos tiene, y hemos creído en él" (1 Jn 4:16). Y en base a ese creer, a ese esperar contra toda esperanza en la oscuridad, en ese agradecimiento y alabanza a Dios en todas las circunstancias nosotros también como Abraham y María seremos abundantemente bendecidos.

GRACIA María no sólo es un modelo perfecto de fe y confianza para nosotros, también nos obtiene la gracia de creer y confiar en Dios. Ella lo hace a través de sus poderosas oraciones por nosotros, las cuales son infalibles debido al sufrimiento que ella soporto a los pies de la Cruz. Fue ahí, donde el Inmaculado Corazón de María fue traspasado por una espada mientras contemplaba la agonía de su hijo. Y por su corazón traspasado, obtenemos la gracia de tener corazones dispuestos a abrirse para recibir el amor y la misericordia que se derraman desde el Sagrado Corazón de Jesús (ver Lc 2, 35). Obviamente que el Corazón de María no es la fuente de la gracia y misericordia, pero el amor de su corazón nos ayuda a mover y abrir nuestro corazón para recibir los dones de Dios. Por lo tanto, María es la nueva Eva que nos trae al nuevo Adán, en el nuevo árbol de la vida, la Cruz,

92 y nos anima a no comer de la fruta prohibida de la desobediencia y desconfianza, pero si a beber de la fuente bendita de la vida eterna, la Fuente de Gracia y Misericordia. Necesitamos de la ayuda de María para obtener el don de la fe, es decir, la gracia de creer. También, en cierto sentido, incluso Dios necesita de su ayuda. Lo digo porque nuestro "problema de confianza" tiene que ver sobre todo con Dios. Pero María no es Dios — ella es nuestra tierna y amorosa madre. ¿Y quién podría tener miedo a una madre como ella? Por lo tanto, María es una especie de "arma secreta" de Dios, es el medio para que Su gracia penetre en nuestros corazones endurecidos, corazones que ella puede abrir para Dios.

Oración de hoy: Durante el día medite el significado de la confianza, como se resumió en estas tres palabras: Desconfianza, Bendición y Gracia.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA 30 El Pequeño Camino

Las tres palabras que resumen lo que aprendimos sobre el Pequeño Camino. Dicho de otra manera, sólo tenemos que recordar hacer tres cosas: (1) Reconocer, (2) Confiar e (3) Intentar

RECONOCER Para vivir el Pequeño Camino es necesario reconocer la oscuridad de nuestra pequeñez y quebrantamiento. Recuerden que, el Pequeño Camino se basa en el redescubrimiento de Santa Teresa sobre lo más profundo del corazón del Evangelio, es decir la misericordia de Dios para los pecadores, el amor de Dios que sale especialmente para los débiles, rotos, y pecadores. Teresa simplemente se dio cuenta de que al reconocer su pequeñez e inutilidad más y más, ella de ese modo estaría cada vez más preparada

94 para el torrencial de amor derramado por el Corazón traspasado de Jesús. En su Carta 197, expresa esta idea poderosamente: Cuanto más débil se es, sin deseos ni virtudes, más cerca se está de las operaciones de este Amor consumidor y transformante… [P]ero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil… Mantengámonos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada. Entonces seremos pobres de espíritu y Jesús irá a buscarnos, por lejos que nos encontremos, y nos transformará en llamas de amor.

CONFIANZA Reconocer nuestra debilidad, quebrantamiento y pecado puede ser muy difícil. Teresa incluso lo reconoció con la frase: “Eso es precisamente lo difícil”. Y, ¿Por qué es difícil? Es difícil por la herida en cada uno de nosotros, causada por el pecado original, que nos hace tender a dudar de la bondad y el amor de Dios. De hecho, tenemos la tendencia a pensar de una manera mundana, a manera Jansenista, que nos dice que hay que ganarse el amor de Dios siendo perfectos, fuertes y sin pecado. Por eso, esta “dificultad" se trata de invertir esta tendencia en nosotros mismos y confiar. Es para ignorar a los "ladrones de la esperanza" y creer en la promesa de la misericordia de Dios. Es esperar contra toda esperanza que el Amor Misericordioso del Señor viene a nosotros, no porque somos perfectos, fuertes y sin pecado, sino porque somos imperfectos, débiles y pecadores. De hecho, es a confiar incluso más allá de eso. Es confiar en la palabra profética de Santa Teresa de Lisieux, Doctora de la Iglesia, que nos dice “Dios va a satisfacer nuestros deseos de santidad y elevarnos a las alturas de la santidad”. Es confiar en que Él nos va a convertir en grandes santos, incluso si no vemos que ocurra, si batallamos con el mismo pecado día tras día, si tenemos que esperar hasta el final de nuestros días por la gracia de la gran Santidad. Es creer en la palabra de Teresa de su carta 197 que nos dice "es la confianza y nada más que la confianza lo que nos debe conducir al Amor”. Es confiar en la palabra de la Santa más grande de los tiempos modernos, cuando nos dice en la misma carta que su "único tesoro" es "la esperanza ciega que tengo en la Misericordia de Dios". Es escucharla preguntarnos: ¿Por qué ese tesoro no puede ser tuyo? Y, darnos cuenta de que “Ese tesoro puede ser mío, si me aferro a la misericordia de Dios con confianza."

INTENTAR Por lo tanto, para vivir el Pequeño Camino, debemos reconocer nuestra debilidad y confiar en la Misericordia de Dios — pero también hay que seguir intentándolo. ¿Qué significa eso de seguir intentándolo? Significa que tenemos que seguir esforzándonos para crecer en santidad. Por ejemplo, significa ir a Misa y buscar el Sacramento de la Reconciliación (Confesarse) con regularidad, dedicar tiempo para orar

95 y hacer pequeñas cosas con gran amor. Significa perdonar a los que nos han lastimado. Significa estar arrepentidos de nuestros pecados, haciendo un firme propósito de no pecar más, y nunca hacer una "tregua" con el pecado. Significa no conformarse con la complacencia o la mediocridad o la actitud que manifiesta: "Bueno, eso es lo que soy." En otras palabras, significa esforzarse por ser fiel a examinar la conciencia todos los días. Además, significa no ceder al desaliento, o Dios no lo quiera, a la desesperación. Significa que, si caemos en el desánimo o la desesperación, vamos a hacer un esfuerzo para volver, y confiar nuevamente en la misericordia de Dios. Significa tratar de recordar y mantener ante nuestros ojos la infinita Misericordia de Dios, que nunca se cansa de perdonar. Significa que nos esforcemos para que nunca nos cansemos de pedirle perdón a Dios.

Oración de hoy: Durante el día medite sobre vivir el Pequeño Camino, como se resumió en estas tres palabras: Reconocer, Confiar e Intentar.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA 31 El Ofrecimiento

Tres palabras que resumen lo que hemos aprendido acerca del Ofrecimiento al Amor Misericordioso: (1) Consolar, (2) Trampa, y (3) Purgatorio.

CONSOLAR La esencia del Ofrecimiento al Amor Misericordioso es consolar al Corazón de Jesús, aceptando todo el Amor Misericordioso que las otras almas no quieren. Es darnos cuenta de que el Corazón de Jesús esta adolorido, ya que Él quiere derramar su Amor Misericordioso a los pecadores, pero hay muchos, que simplemente no quieren recibirlo. Es dejar que, Él derrame todo ese Amor rechazado en nuestro corazón pecador, pero arrepentido. En resumen, es a través del Ofrecimiento que nosotros consolamos a Jesús, dejando que Él nos ame. Además, este amor consolador nos puede convertir en santos, incluso

97 en grandes santos. Después de todo, ¿Qué es la santidad, sino el Amor Misericordioso de Dios derramado en nuestros corazones? (Ver Romanos 5, 5). Y mientras Teresa inicia su Ofrecimiento al Amor Misericordioso expresando su deseo de convertirse en una santa, ella desea llegar a ser más específicamente una que consuele al Corazón de Jesús, quien anhela hacernos santos a través de Su Amor Misericordioso. Sí, Jesús quiere que recibamos la gracia que nos hace santos, y cuando la recibamos, lo consolamos, como Él mismo le dijo a Santa Faustina: “[Yo] deseo colmar a las almas de Gracias, pero no quieren aceptarlas. Ve tú por lo menos lo más seguido posible a tomar las Gracias, que ellos no quieren aceptar y con esto consolarás mi Corazón..." (Diario #367, p. 178)

TRAMPA Antes que nada, si nos ofrecemos al Amor Misericordioso, ¿Dónde está la trampa? Quiero decir, si recibimos toda la misericordia que es rechazada por las otras almas que no la quieren, ¿Cuál será el costo para nosotros? ¿Qué nos va a pasar? Claro, que hay una trampa cuando nos ofrecemos a la Justicia Divina: ¡Un montón de sufrimiento! Entonces, ¿Dónde está la trampa, cuando nos ofrecemos al Amor Misericordioso? Bueno, de hecho, hay una trampa que no es horrible ni aterradora. La trampa es que si aceptamos y permitimos que el Amor Misericordioso de Dios sane poco a poco nuestro corazón endurecido, entonces seremos más sensibles, compasivos y amorosos. La trampa es que nuestro corazón empezara a ser más como deben ser: Se conmoverá profundamente por el sufrimiento de los demás. ¡Eso es algo hermoso! Es hermoso ser conmovido por el sufrimiento del Corazón de Jesús. Es hermoso ser conmovido por el sufrimiento de nuestro vecino. Es hermoso “llorar con los que lloran" (Romanos 12, 15) y “consolar a los que están en tribulación” con el mismo consuelo que hemos recibido en Cristo (ver 2 Cor 1: 4). Efectivamente, es muy bello tener un corazón compasivo, sin embargo… duele. Después de todo, la definición misma de compasión es "sufrir con". Pero esta clase de sufrimiento no es tan terrible. ¿Por qué no? Debido a que este tipo de sufrimiento por su propia naturaleza es dirigido hacia el otro. En otras palabras, cuando la atención no está enfocada en nuestro sufrimiento, ciertamente nos duele, pero generalmente no notamos el dolor, ya que estamos más enfocados en el ser amado que sufre. Resumiendo, he aquí la trampa: Aceptar tener un corazón que es más amoroso, compasivo y misericordioso causa más dolor, pero es un dolor agridulce, el dolor de la compasión. Además, tengan en cuenta que la alternativa seria más terrible: un corazón frío, duro y distante que se resiste a sufrir con los demás, que se resiste a ser parte de una vida cristiana de amor.

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PURGATORIO Aquí está la otra trampa que viene acompañando al acto de Ofrecimiento al Amor Misericordioso: Hay un aumento gradual de nuestro anhelo por Dios. Además, de acuerdo con Santa Faustina, este anhelo es el gran sufrimiento del purgatorio, pero aquí en esta vida; y este anhelo no es tan malo. De hecho, es un hermoso anhelo de amor, es un anhelo que nos purifica en cada momento e intensifica nuestra vida de oración. Es un anhelo que nos prepara para el "martirio de amor." El martirio de amor es un martirio dulce, a través del cual las almas pequeñas podemos tener la esperanza de que Dios vendrá por nosotros al final de nuestra vida y manifestar Su amor por nosotros de una manera tal que nos hará morir de amor. En otras palabras, al ver la inmensa belleza del amor de Dios, nuestras almas serán atraídas por Él, por lo que no van a ser capaces de resistir el "arrojarse" al abrazo envolvente de Su Amor Misericordioso. Es más, este tipo de martirio es "muy dulce" y purifica las almas por completo, sin dejar rastro de pecado o castigo, lo que significa que no tendrán que pasar por el fuego del purgatorio. De acuerdo con Santa Teresa, este extraordinario regalo de santidad es relativamente fácil de obtener, incluso para las almas imperfectas. Basta con recordar el caso de la Hermana María de la Trinidad, una de las novicias de Santa Teresa, que le temía al purgatorio y se preguntaba si alguien tan débil como ella podría esperar evitarlo. Después de que la Hermana María le preguntó si eso era posible, incluso para alguien como ella tener la esperanza de ir directamente al cielo después de su muerte, Teresa respondió: “¡Si! Dios es tan bueno. Él sabrá cómo puede venir por ti. Pero a pesar de esto, tratar de ser fiel, de modo que Él no tenga que esperar en vano por tu amor”

Oración de hoy: Pase este día medita el Ofrecimiento al Amor Misericordioso como se resumió en estas tres palabras: Consolar, Trampa y Purgatorio.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA 32 La Oscuridad

Tres palabras que resumen nuestra semana de ir "en la oscuridad": (1) Identificar, (2) Ver y (3) Sonreír

IDENTIFICAR Santa Teresa no siempre da una primera impresión buena. De hecho, a menudo he escuchado que cuando las personas la conocen por primera vez a través de sus escritos piensan: "No puedo identificarme con ella". Ellos se preguntan: "¿Qué tengo en común con una joven que creció en un hogar muy protector, vivió en un convento de clausura, y murió a los 24 años? Pero entonces, cuando llegan a conocerla más, con frecuencia dicen: “Me identifico con ella más que con cualquier otro santo".

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Entonces, ¿Por qué las personas se identifican tanto con alguien que al principio y superficialmente parece difícil identificarse con ellas? Pienso que es porque a pesar de que aparentemente nunca cometió un pecado mortal, ella estaba absolutamente convencida de que, si Dios no la hubiera protegido desde muy temprana edad, ella habría sido una gran pecadora. Nosotros le creemos. Nosotros le creemos particularmente cuando nos dice que incluso si ella hubiera sido más pecadora que nosotros, incluso si ella hubiera cometido todos los pecados que pudieran cometerse, “Yo (Teresa) iría, con el corazón roto por la pena y el dolor, y me arrojaría a los brazos de Jesús, porque sé lo mucho que ama al hijo pródigo cuando se vuelve a Él”. De alguna manera, nos identificamos con todo esto, o al menos, así lo deseamos. Nos identificamos con Teresa porque ella es real, porque ella no es una estatua de yeso sobre un pedestal. De hecho, tenemos la sensación de que ella está justo aquí abajo en el ruedo de la vida ordinaria como el resto de nosotros. Hablando de la vida ordinaria, también podemos identificarnos con las cosas comunes de Teresa. Durante su vida, ella no era famosa ni conocida. Indiscutiblemente, su tiempo en el convento realmente era el de una "vida oculta", llena de la oscuridad que todos experimentamos diariamente. Sí, Teresa es una gran santa, pero lo que hizo que su santidad destacara fue que realizo pequeñas cosas con gran amor. Sí, en medio de una vida mundana y ordinaria, tuvo una fe, una esperanza y un amor extraordinarios que también son alcanzables para todos nosotros. Como ella misma lo dijo, "¿Por qué este tesoro no sería tuyo?" Por último, nos identificamos con la doble oscuridad de Teresa. En otras palabras, al igual que la mayoría de nosotros, ella no solamente sabia lo débil e imperfecta que era (más sobre esto en el siguiente punto), pero sabía lo que era vivir en una época de secularismo y duda. Y lo sabía no porque ella vivió en esa época — como una monja de clausura, no fue por eso — sino más bien, porque el Señor le permitió sentir que Dios y el cielo no existían. Esa fue su “noche de la fe”. Aun así, en medio de esa oscuridad se aferró al Señor con fe, esperanza y amor y nos anima a hacer lo mismo.

VER Teresa resuelve el misterio de por qué los grandes santos se perciben como grandes pecadores. Ella también resuelve el misterio de por qué tantos pecadores a menudo son tan ciegos al hecho de que son pecadores. Esto tiene que ver con la realidad del Amor de Dios — Su amor ardiente, apasionado e infinito. Los grandes santos ven claramente esta realidad, y no son ciegos a sus pecados. Debido a que las personas creen que no son pecadores no ven con claridad la realidad del Amor de Dios. Ellos son ciegos a sus pecados. Salvo que ellos vieran la realidad del Amor de Dios, entonces sus ojos se abrirían a su pecado. Para decirlo de diferente forma, Teresa nos enseña que cuando vemos claramente la realidad del Amor Apasionado de Dios por nosotros, nos hace darnos cuenta de ¡que no podemos competir! Ella nos revela que cuando comparamos el Amor Infinito de Dios por nosotros con el amor miserable que sentimos por Él, nuestro amor es realmente

101 nada. Pero Teresa no nos deja a medias. Ella nos dice que el Amor de Dios por nosotros es tan grande que nos permite "tomar prestado" de “Su propio amor”.

Ahora, de acuerdo con Teresa, nosotros no podemos tomar prestado totalmente el Amor Perfecto del Señor hasta que lleguemos al cielo — por el cielo, me refiero tanto a "cielo- cielo" (donde vamos cuando morimos) y "el cielo en la tierra" (donde vamos los domingos). Por supuesto, en cuanto a que este último cielo, me refiero a la Misa, que es donde podemos amar a Dios Padre por medio de (Él), con (Él), y en el propio amor perfecto del Hijo (e incluso "ver” ese amor en el Sacramento).

SONREÍR Recuerdan la sonrisa de Teresa al morir. Permite que esta sonrisa sea para ti un signo. Como Abraham tenía y María tenía las palabras de Isabel, tienes ahora la sonrisa de Teresa. De esta manera en los tiempos de oscuridad, cuando estés tentado por el desaliento a causa de tu debilidad, insignificancia y pecado — recuerda esa sonrisa. En tiempos de oscuridad, cuando estés tentado a pensar que Dios y el cielo no existen — recuerda esa sonrisa. En tiempos de oscuridad, cuando estés tentado a pensar que no hay forma de que llegues a convertirte en un santo — recuerda esa sonrisa. Teresa está sonriéndote ahora. Con sus oraciones, ella está preparando tu corazón para que aceptes el regalo del Acto de Ofrecimiento al Amor Misericordioso. Teresa te dice: No temas. Ella otra vez te habla y dice: "No me arrepiento de haberme ofrecido al Amor — y tú tampoco!". Entonces, prepárate. ¡El día de tu Acto de Ofrecimiento está a la vuelta de la esquina! Toda la misericordia que ha sido rechazada pronto será tuya. Así que no se te olvide de sonreír.

Oración de hoy: Medite durante el día sobre el Ofrecimiento al Amor Misericordioso, y como se resumió en estas tres palabras: Identificar, Ver y Sonreír.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA 33 Presentando Todo

En estos últimos cuatro días, revisamos las cuatro semanas de nuestro retiro (33 Días Hacia el Amor Misericordioso). Durante estos días, no solamente repasamos el material, también empezamos a juntar todo lo que aprendimos. Lo que digo, es que hemos "comenzado" a unirlo; es probable que todavía no estemos en el punto en que comprendamos el Pequeño Camino y el Ofrecimiento al Amor Misericordioso en su totalidad como San Juan Pablo II nos lo dice “con una simple mirada”. Para llegar a ese punto, es necesario unificarlo todo en una frase donde se resuma e incluyan todos los principales puntos que aprendimos y de esta manera ayudarnos a lograrlo. En realidad, creo que necesitamos algo más que una frase. Necesitamos una oración — algo que podamos repetir con frecuencia, todos los días, algo que no sólo nos

103 recuerde el significado del Ofrecimiento al Amor Misericordioso, sino que también nos permita hacerlo. Obviamente, en los días 20 y 21, aprendimos que Santa Teresa ya había compuesto dicha oración maravillosa. Y esa puede ser la oración que desees usar y rezar … diariamente. (El texto completo de la oración está en el día de Consagración). Sin embargo, aunque recomiendo rezar la oración de Teresa de manera individual y privadamente por lo menos una vez (De preferencia en el día de la consagración), me atrevo a decir que hay dos dificultades de hacerla bajo otras circunstancias: (1) Es una oración bastante larga, por lo que no puede ser muy práctica para usarla como una oración diaria. (2) además, no destaca claramente todas las enseñanzas que se revisaron en este retiro. Por esta razón, busco una oración unificadora, algo que pueda resumir los puntos principales de lo que hemos aprendido, algo más que pueda ser útil. En esta ocasión, parece que tenemos un caso donde "menos" es "más". En otras palabras, puede que sea mejor tener algo más corto (menos) que el texto del Ofrecimiento de Teresa; e incluir un resumen de las principales enseñanzas que hemos cubierto durante este retiro (más). Teniendo esta solución, y sin más preámbulos, aquí está la oración — Una Oración de Consagración al Amor Misericordioso.

Padre Misericordioso, confiando en las oraciones y el ejemplo de Abraham y María, mi padre y madre en la fe, y de Santa Teresa, mi hermana en el camino de la confianza humilde, Yo, ______(tu nombre) elijo este día, y junto con la ayuda de Tu gracia, esforzarme con todo mi corazón a seguir el Pequeño Camino. Para así… … estar firme en la intención de luchar contra el desánimo, haciendo pequeñas cosas con gran amor, y siendo misericordioso con mi prójimo en obras, palabras y oración. … cumplir el propósito de poner ante mis ojos mi quebrantamiento, pobreza, debilidad, y pecado, confiando en que mi pequeñez y mi corazón contrito atraerán tu Amor Misericordioso. … escoger mantenerme siempre en la pequeñez, no dependiendo de mis méritos, sino únicamente en los tuyos mi Señor, y los de nuestra Madre Bendita. Y, por último, Yo creo Dios mío, que TU puedes y harás de mi un(a) santo(a), incluso si no llego a verlo, incluso si toda mi vida tengo que luchar contra el vicio y el pecado, incluso si tengo que esperar hasta el final de mis días. Esta esperanza ciega en Tu Misericordia, ¡oh, Señor!, es mi único tesoro. Ahora bien, para reafirmar mi decisión y consolarte por todos los rechazos hacia Tu Misericordia, A TRAVES DE LAS MANOS DE LA INMACULADA VIRGEN MARIA, ME OFREZCO A MI MISMO (A) COMO VICTIMA DE

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HOLOCAUSTO AL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS, te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de tu amor, ¡Oh, Mi Dios!, y como un regalo de misericordia para los demás. Todo esto te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Aquí esta: Una oración compacta que expresa tanto la esencia del acto de Ofrecimiento de Teresa, como las ideas principales de este retiro. Por ejemplo, ¿Reconociste la esencia del Ofrecimiento en el último párrafo principal? ¿Puedes distinguir las ideas principales en los párrafos de en medio? Perfecto, pero, tal vez estas buscando todavía algo mas compacto. Me refiero a que tenemos la opción larga (texto original de Teresa), sin embargo, ¿Habrá una opción más corta? O tal vez, ¿Algo que se pueda memorizar fácilmente y se pueda rezar en cualquier momento durante un día ocupado? Agradezcámosle a Teresa, pues ella misma nos dio esa opción. Teresa le encargo a una querida amiga suya, que rezara por ella en sus últimos meses de vida con esta oración. La he adaptado un poco, en especial para poderla hacer en primera persona: Padre Misericordioso, en el nombre de nuestro amado Jesús, la Virgen María y de todos los Santos, te pido arda en mí el fuego de Tu Espíritu de Amor y me concedas la gracia de poder amarte más profundamente. Me encanta la oración. Desafortunadamente, no cuenta para el día de la consagración. Por eso, sólo les voy a dar dos opciones: El texto original de Teresa o la Oración de Consagración al Amor Misericordioso. (Claro que pueden hacer las dos). En realidad, hay una opción más para quienes están haciendo la consagración en su casa, con su familia. Esta opción es una oración llamada: Ofrecimiento Familiar al Amor Misericordioso. (En el apéndice 2 encontraran la información de esta consagración) Independientemente de la oración que elijas para el día de tu consagración, hoy tomate un tiempo para meditar en la oración que has escogido (o en ambas si decides hacer las dos oraciones mañana). Por último, si harás tu consagración en grupo, lee la nota al pie de la página 108. Te recomiendo leer la parte “antes de la consagración” del día de mañana… no te preocupes. Es corto.

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33 Días Hacia el Amor Misericordioso

DÍA DE LA CONSAGRACIÓN El Día Feliz

Se Feliz, ¡¡¡Bravo!!! ¡Felicidades! ¡Lo lograste!, Llegaste al día de la consagración, el día en que harás el Acto de Ofrecimiento al Amor Misericordioso, donde tú serás la Ofrenda, un día de gran gozo y felicidad. Como Santa Teresa describió su día de consagración: “¡Ah! Desde ese día feliz, me parece que el amor me penetra y me cerca, y me parece que ese Amor Misericordioso me renueva a cada instante” En estos momentos, mis oraciones están con ustedes para que puedan experimentar ese gozo en el día de su Consagración. Y ¿Porque no tener ese gozo? Después de todo, por consagrarte a la Divina Misericordia, estarás consolando a Jesús y haciéndolo feliz. Recibirás todo el Amor Misericordioso que ha sido rechazado por las personas que no han querido aceptarlo. Serás purificado en el amor, y si tu vives el Pequeño Camino y haces el acto de Ofrecimiento, no “necesitas tener miedo al purgatorio”. Es más, tu corazón recibirá gracias de sanación que te harán más sensitivo y compasivo al sufrimiento de los demás. En otras palabras, tu corazón se hará más como el de Cristo.

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Finalmente, a través de la gracia de la sanación del corazón, podrás ser un instrumento más efectivo de la Misericordia de Dios para los demás. Por consiguiente, que en este día ¡El gozo sea abundante! Pero, si no lo es, si no puedes evitar sentirte cansado, ansioso o vacío — Esta bien. ¡Se feliz de todas maneras! ¿Qué? Permíteme explicarme. El pequeño Camino no se trata de quitarle la aridez a la vida (Después de todo es parte de nuestra “pequeñez”). Mas bien, se trata de encontrar la felicidad en medio de esta aridez. Se trata de descubrir la felicidad, la paz y el gozo extraordinarios en medio de un día ordinario, regular, y en el día a día de nuestra existencia. Verdaderamente, este es de la felicidad en la vida. Te lo digo, porque puedo atestiguar esto como un hecho. La mayor parte de mi vida no era una persona feliz. Digamos que no me costaba mucho caer en el desánimo y la depresión. Básicamente fue hasta que descubrí el Pequeño Camino e hice mi Ofrecimiento al Amor Misericordioso, hace ya más de 15 años que empecé a experimentar la verdadera paz y el verdadero gozo — la paz y el gozo que incluso permanecen en mi hasta el día de hoy. Claro que el gozo no siempre es burbujeante, y algunas veces he dudado del Pequeño Camino, lo que ha hecho que pierda mi paz. Sin embargo, la mayoría de las veces en estos 15 años ha sido de un crecimiento profundo en gozo y paz. Así, que por lo que es importante mi testimonio es que el Ofrecimiento al Amor Misericordioso, el Pequeño Camino de misericordia, el redescubrir del Evangelio que Santa Teresa nos comparte, es la verdadera formula para la felicidad — incluso en medio de la gran oscuridad. Pero, no solo tomes mis palabras, sigue leyendo. Antes de profesar sus votos religiosos, en el “día de su boda”, Teresa hizo el retiro. Entonces uno pensaría que, en anticipación a un día tan feliz, su corazón se habría llenado de consuelo. En lugar de esto, todo era aridez y desolación. Pero esto a ella no le molestaba — de ninguna manera. En los siguientes dos párrafos, Teresa nos explica porque y en el proceso nos revela el secreto de su felicidad. [El retiro] estaba lejos de traerme algún tipo de consuelo, desde que la más absoluta aridez y completo abandono fue mi lote. Jesús siempre dormía en mi pequeña barca; ¡Ay! Puedo ver muy bien cuan raramente las almas le permiten dormir tranquilamente dentro de ellas. Jesús esta tan cansado de tener que tomar siempre la iniciativa y atender a los demás que se apresura a aprovechar el descanso que le ofrezco. Indudablemente despertará antes de mi gran retiro eterno, pero en lugar de estar preocupada, esto solo me da un placer extremo. Verdaderamente, estoy muy lejos de ser una santa, y lo que digo es prueba de esto; en vez de alegrarme de mi sequedad, debería atribuirla a mi falta de fervor y de fidelidad. Debería entristecerme por dormirme (¡Después de 7 años!) en la oración [Hora Santa] y durante la acción de gracias, después de la Sagrada comunión. Pues bien, no me entristezco. Pienso que los niños agradan tanto a sus padres mientras duermen como cuando están despiertos. También recuerdo, que cuando se llevan a cabo operaciones,

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los doctores duermen a sus pacientes. Finalmente, recuerdo que: “El Señor conoce nuestra fragilidad, y recuerda que no somos mas que polvo y cenizas” Así es que prepárate para conságrate al Amor Misericordioso, si te sientes feliz, entonces que bueno — ¡Se feliz! Si no sientes nada — entonces que bueno — ¡Se feliz! Se feliz como Santa Teresa, quien dijo de su propia sequedad, “En vez de estar preocupada por eso, esto solo me da un placer extremo”. Se feliz como Teresa, que se “alegraba” ante su “aridez”. Se feliz como Teresa, que sabia que Jesús la amaba, incluso cuando Él dormía (así es que, nosotros no tenemos que estar incitándolo para que nos pruebe Su Amor). Se feliz como Teresa, quien creía que “Él indudablemente se despertara antes de su gran retiro eterno”. Se feliz como Teresa, quien a pesar de sentirse “muy lejos de ser una santa” confió en que Dios eventualmente la haría una gran santa. Se feliz como Teresa, quien sabia que los buenos doctores, “cuando llevan acabo sus operaciones… ponen a dormir a sus pacientes”. En otras palabras, se feliz si te mantienes viviendo el Pequeño Camino, Dios trabajara especialmente en ti, incluso en medio de tu diaria oscuridad y aridez. Y finalmente, se feliz por que a pesar de “tu pequeño fervor y tu falta de fidelidad”, “El Señor conoce (tu) fragilidad” y eventualmente bajara por ti y te elevara a las alturas de Su Amor. Pero claro, que no podemos sentarnos, relajarnos y disfrutar tanta dicha. También tenemos que seguir intentando crecer en santidad. Está bien, ahora expresemos nuestros esfuerzos, nuestros “intentos” alistándonos para nuestro acto de Ofrecimiento al Amor Misericordioso (Consagración).

Antes de la Consagración Ya estamos listos — realmente ya están listos. Haz estado preparándote fielmente por los últimos 33 días para este momento. Por lo que solo quiero recomendarte tres cosas a modo de preparación: (1) Si es posible hagan una buena Confesión (Reconciliación). Pero si no hay el tiempo para hacerla antes de la consagración, entonces desde tu corazón, habla con el Señor y arrepiéntete de tus pecados, y haz un firme propósito de irte a confesar tan pronto te sea posible. (2) Escribe o imprime la Oración de Consagración al Amor Misericordioso o la de Ofrenda al Amor Misericordioso (de Santa Teresa), para que la firmes después de que la hayas recitado — y si deseas, puedes visitar el sitio web: ShopMercy.org para obtener un certificado o una tarjeta con la Oración de la Consagración al Amor Misericordioso. (3) consigue una Imagen de la Divina Misericordia y colócala en tu cuarto, como recordatorio de tu consagración — o por lo menos una estampilla de tamaño pequeño para llevarla en tu cartera o bolsa. Nuevamente, estas tres cosas, son solo recomendaciones. No son esenciales para hacer la consagración.

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Antes de la Consagración Ahora estás listo para hacer tu consagración. Lo que necesitas es la oración correcta. Como les mencione ayer, tienen dos opciones (o tres, si están haciendo la consagración en familia - Apéndice 2). Puedes utilizar la Oración de Consagración al Amor Misericordioso, la de Ofrenda al Amor Misericordioso (de Santa Teresa) o ambas. Cualquiera que vayas a escoger, te recomiendo que recites la oración antes de ir a Misa, o incluso antes de recibir la Comunión (si es posible por cuestión de tiempo). Si no puedes asistir a Misa, aun puedes hacer la consagración. (La Misa es muy recomendable, pero no esencial). Con o sin Misa, después de que tu recites la oración de consagración, te sugiero que la firmes, le escribas la fecha y la guardes en un lugar seguro. (Cuando renuevo mi consagración cada año, me gusta recitarla de la hoja original, y volverla a firmar con la fecha en que la volví a hacer) Una vez más aquí están las dos opciones.

Oración de Consagración al Amor Misericordioso Padre Michael E. Gaitley

Padre Misericordioso, confiando en las oraciones y el ejemplo de Abraham y María, mi padre y madre en la fe, y de Santa Teresa, mi hermana en el camino de la confianza humilde, Yo, ______(tu nombre) elijo este día, y junto con la ayuda de Tu gracia, esforzarme con todo mi corazón a seguir el Pequeño Camino. Para así… … estar firme en la intención de luchar contra el desánimo, haciendo pequeñas cosas con gran amor, y siendo misericordioso con mi prójimo en obras, palabras y oración. … cumplir el propósito de poner ante mis ojos mi quebrantamiento, pobreza, debilidad, y pecado, confiando en que mi pequeñez y mi corazón contrito atraerán tu Amor Misericordioso. … escoger mantenerme siempre en la pequeñez, no dependiendo de mis méritos, sino únicamente en los tuyos Mi Señor, y los de nuestra Madre Bendita. Y, por último, Yo creo Dios mío, que TU puedes y harás de mi un(a) santo(a), incluso si no llego a verlo, incluso si toda mi vida tengo que luchar contra el vicio y el pecado, incluso si tengo que esperar hasta el final de mis días. Esta esperanza ciega en Tu Misericordia, ¡oh, Señor!, es mi único tesoro. Ahora bien, para reafirmar mi decisión y consolarte por todos los rechazos hacia Tu Misericordia, A TRAVES DE LAS MANOS DE LA INMACULADA VIRGEN MARIA, ME OFREZCO A MI MISMO (A) COMO VICTIMA DE

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HOLOCAUSTO AL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS, te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de tu amor, ¡Oh, Mi Dios!, y como un regalo de misericordia para los demás. Todo esto te lo pido en el nombre de Jesús. Amén.

Ofrenda al Amor Misericordioso Santa Teresa de Lisieux

¡Oh!, Dios mío, ¡Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar y trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia, salvando las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi Santidad. Ya que me has amado hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos; te los ofrezco gustosa y te suplico que no me mires sino a través de la faz de Jesús y en su Corazón abrasado de Amor. Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de Amor y los de los santos ángeles. Y, por último, te ofrezco, ¡oh, Santa Trinidad! el Amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; a ella le confío mi ofrenda, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo Amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre, os lo concederá». Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar tanto más haces desear. Siento en mi corazón deseos inmensos y te pido, confiadamente, que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la Sagrada Comunión con la frecuencia que deseo, pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia. Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos y te suplico que me quites la libertad de desagradarte. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu Mirada Divina purifique enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego que todo lo transforma en sí. Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido y, en especial, por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mi cuerpo glorificado los sagrados estigmas de tu Pasión.

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Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por Tu Amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente. En la tarde de esta vida compareceré delante de ti con las manos vacías, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro Trono ni otra Corona que Tú mismo, Amado mío. A tus ojos el tiempo no es nada y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti. A fin de vivir en un acto de perfecto amor, YO ME OFREZCO COMO VÍCTIMA DE HOLOCAUSTO A TU AMOR MISERICORDIOSO, y te suplico que me consumas sin cesar, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti y que, de esa manera, llegue yo a ser mártir de Tu Amor, Dios mío. Que este martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga, por fin, morir y que mi alma se lance sin demora al eterno abrazo de Tu Amor Misericordioso. Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi Amor en un Cara a Cara Eterno.

NOTA: En tu día de consagración, si la vas a recitar la oración de consagración en grupo, te recomiendo totalmente que uses la Oración de Consagración al Amor Misericordioso. (Después, si así lo deseas puedes hacer la oración de Santa Teresa. Para obtener un certificado (MLC) o una tarjeta con la oración (33PC) donde se incluye la imagen de la portada del libro y la oración puedes llamar al 800-462-7426 o visitar ShopMercy.org. Disponibles únicamente en inglés.

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