Museo del Traje. Folklore, literatura Centro de Investigación e indumentaria del Patrimonio Etnológico

Rafael Beltrán (ed.)

Fli CURSO Folklore, literatura e indumentaria. La representación del vestido en la literatura y en la tradición oral

Museo del Traje, 13 -24 de febrero de 2007

Rafael Beltrán Folklore, literatura e indumentaria. La representación del vestido en la literatura y en la tradición oral

Marisa Astor Landete La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas

Beatriz Ferrús Antón Vestidas, disfrazadas. Sobre la indumentaria femenina en el Quijote

Ana María Díaz Marcos Usías de bata y reloj: visiones de la moda en el siglo XVIII

Carme Manuel De desnuda a modista: el vestido de la esclava en los Estados Unidos del siglo XIX

Rosa E. Ríos Lloret Vestidas para Dios, vestidas para el diablo: ropa y modelos femeninos en la España de la Restauración

José Manuel Pedrosa Símbolos del cuento y complementos básicos del vestido: del zapato de cristal a la caperucita roja

Ana Valenciano López de Andújar La indumentaria femenina en el Romancero: descripción y significados

Ana Pelegrín Faaldellín y zapatos de charol: imagen y palabras para vestir en el repertorio infantil

Carlos A. Porro Fernández Vestirse y desvestirse para el baile: murmuraciones en copla

Paloma Díaz-Mas Las prendas de la novia: canciones de boda en la tradición judía sefardí Folklore, literatura e indumentaria... Rafael Beltrán Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Folklore, literatura e indumentaria: la representación del vestido en la literatura y en la tradición oral Rafael Beltrán Universitat de València

Un mes antes de la celebración del del ancho espacio que va de la sen- curso sobre Folklore, literatura e cillez a la revolución... Ya en 1830 indumentaria, que aquí presenta- Honorato de Balzac, anticipándose mos, y en concreto el domingo 8 de a la semiología del siglo XX, había enero del año 2006, se publicaba afirmado que "el atavío es el más en todos los periódicos la noticia de elocuente de todos los estilos: la reunión celebrada entre el enton- forma parte del propio hombre, es ces recién elegido presidente de el texto de su existencia en clave Bolivia, Evo Morales y el presidente jeroglífica". Y es que, tal vez sea de gobierno de España, José Luis cierto que, como decía Umberto Rodríguez Zapatero. A continua- Eco en su artículo "El hábito habla ción de esa entrevista, Evo Morales al monje" (1972), ya no podemos fue recibido por el rey don Juan hacer el nudo de la corbata por la Carlos y la foto de ambos dándose mañana, delante del espejo, sin la mano cordialmente -nuestro rey tener la sensación de estar realizan- vestido formalmente, como es do una auténtica elección ideológi- habitual en el protocolo y Evo ca, o al menos de estar ofreciendo Morales con la chompa boliviana un mensaje, una carta abierta a los típica- fue portada en muchos transeúntes y a todos aquellos con periódicos. El diario El País, por los que nos vamos a encontrar ese ejemplo, titulaba así la noticia: "La día. chompa y el protocolo del altiplano. El curso que, organizado por el El jersey que vistió Evo Morales en Museo de Traje. Centro de Inves- su visita a España representa un tigación del Patrimonio Etnológico y gesto de sencillez". ¿Pero era aquel el Colegio Oficial de Doctores y un gesto de sencillez o era un gesto Licenciados de Madrid, se desarro- portador de desafíos y reivindica- lló en la sede del Museo, a lo largo ciones, en algún sentido revolucio- de dos intensas semanas, del 14 al nario? ¿Es que puede acaso revo- 23 de febrero de 2006, Folklore, lucionar la "sencillez" indumentaria? literatura e indumentaria: la repre- Si no revolucionar, desde luego sí sentación del vestido en la literatura significar. Estaba claro, en todo y en la tradición oral, trataba de caso, que la indumentaria de Evo plantear preguntas y esbozar res- Morales andaba cargada de signifi- puestas con rigor, método y per- cación. Faltaba interpretar esos sig- suasión. Preguntas y respuestas en nos, abiertos y ambiguos, dentro torno al tema de la representación

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del vestido, como las que se han Evidentemente, aquí la sede y la venido haciendo desde hace más base y perspectiva del Museo del de un siglo distintas tradiciones crí- Traje como tal Museo, es decir, ticas, pero ahora centradas funda- como organización científica de mentalmente -para no perderse en materiales culturales, y en concreto vaguedades infructuosas- en los como Centro de Investigación del significados de esa representación Patrimonio Etnológico, marcaba las en la tradición oral, en la tradición premisas y el norte. Ahí está su folklórica. sello, su impronta. En todo Museo, Los temas relacionados con la his- de Ciencias, de Arqueología, de toria del vestido y la indumentaria Arte, se investiga, analiza y visualiza concitan un interés muy especial, una dialéctica -todo lo paradójica académica y extra-académicamen- que se quiera- entre tradición e te. Aquí se "entretejen" -valga la innovación. No sólo se lee indivi- metáfora textil- enfoques y méto- dualmente la tradición del pasado, dos económicos, sociológicos, de como podemos hacer en el libro y psicología social, etnológicos, de en la enciclopedia, sino que se estética, de antropología cultural, reflexiona colectivamente, y se etológicos y de teoría de la comuni- exponen y presentan en actualidad cación. También, desde luego, permanente los resultados de esa enfoques lingüísticos, puesto que la reflexión ante una sociedad cam- indumentaria se organiza, como biante y ávida de contemplar el decía Balzac en la cita anterior, en reflejo de los cambios que ella torno a un verdadero "lenguaje" del misma genera. cuerpo humano. Y, por supuesto, Pero la interesantísima iniciativa del enfoques literarios, porque la litera- Museo al proponer este curso obli- tura es lengua expresiva, desviada gaba a ubicar en primer plano el de lo común, y ese lenguaje corpo- papel esencial de otra disciplina ral -desde la chompa hasta la cor- mucho más moderna y humilde bata- ha de ser necesariamente que las clásicas (y todavía hoy difícil expresivo, retórico, poético si se de situar y definir claramente): el quiere. (Pero no pensemos en la Folklore. Los documentos folklóri- Gran Poesía, pensemos en la poe- cos son documentos que plasman, sía más aparentemente -sólo apa- gráficamente o por escrito, fenóme- rentemente- sencilla, la de la can- nos no estables, no fijos, proporcio- ción, la de la radio, la que alivia y nando material etnográfico funda- distrae de rutinas cotidianas.) Ese mental para el estudio del patrimo- lenguaje ha de ser necesariamente nio etnológico. Solamente querría estilístico, con el estilo del desvío prevenir al lector con una cautela, insignificante en el día a día, con el tratando de alertar desde el primer estilo que conjura el tedio de la nor- momento contra un posible prejui- malidad fastidiosa y plana. cio. Los fenómenos folklóricos no ¿Por qué confrontar en nuestro se caracterizan esencialmente, curso indumentaria con folklore y como se pensaba antes -y todavía literatura y no simplemente con his- se cree muy comúnmente-, por su toria de la literatura? antigüedad y por su ruralismo, y ni

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siquiera por su oralidad. Lo que reviste una importancia secunda- define los hechos folklóricos es su ria). Marisa Astor es profesora de la naturaleza dinámica, imperfectiva, Escuela de Arte y Superior de inmaterial, frente al carácter acaba- Diseño de Valencia. Paloma Díaz- do, perfectivo y material de los Mas es investigadora del Instituto otros fenómenos artísticos (el cua- de la Lengua Española del CSIC. dro, el libro) y de otros documentos Ana Valenciano es profesora de la etnográficos (incluido el propio ves- Universidad Complutense. Ana tido). Es correcto, pues, que inte- Pelegrín es profesora de la gremos en el mundo del folklore la Universidad Politécnica de Madrid. tradición oral de los cuentos, las Beatriz Ferrús es profesora de la leyendas, las canciones narrativas Universitat Autònoma de Barce- (baladas y romances) y las líricas, lona. Carme Manuel es profesora los chistes, los refranes, etc. Todos de la Universitat de València. Ana ellos son folklore, pero no tienen M.ª Díaz Marcos, profesora de la por qué ser necesariamente anti- Universidad de Sevilla. Carlos guos, rurales o verbales. Y por eso Porro, folklorista, trabaja en el también será correcto que incluya- Museo-Fundación Joaquín Díaz de mos, por ejemplo, la leyenda urba- Urueña, en Valladolid. Rosa Ríos es na o el grafitti, que pueden repre- doctora en Historia del Arte. Y, por sentar fenómenos folklóricos verba- último, José Manuel Pedrosa, es les o visuales, pero desde luego profesor de la Universidad de Alcalá modernos y urbanos. Enlazar histo- de Henares. ria del vestido e historia de la litera- Hubo dos hilos conductores princi- tura a través del puente del folklore pales en el curso, que se mantienen no es, así, ningún rescate arqueoló- en el volumen: el primero gira en gico, sino una verdadera necesi- torno a la representación del vesti- dad, que nos coloca, además, ante do desde la Antigüedad hasta hoy, una de las ramas más modernas de con especial incidencia en los la etnología, que se aplica al estu- siglos XIX y XX, que es donde las dio sistemático de la transforma- fuentes gráficas y el propio Museo ción de la cultura y de las relaciones pueden ofrecer mayor información entre cultura y personalidad indivi- (pero sin olvidar el Barroco o el dual. mundo de los "otros", de los escla- Durante dos semanas, una serie de vos desnudados por la propia civili- acreditadas profesoras y profeso- zación); el segundo gira en torno al res, doctores universitarios y espe- ciclo vital humano: la niñez, el matri- cialistas de museos españoles pre- monio, la fiesta, el trabajo, la muer- sentaron, describieron, interpreta- te… Entre todos intentamos conse- ron y ayudaron didácticamente a guir un equilibrio entre lecciones de interpretar sus documentos gráfi- literatura de tradición escrita y oral, cos y testimonios literarios y sono- lecciones de historia del arte y lec- ros. Los resultados de sus leccio- ciones de etnología y folklore. No nes se ven recogidos ahora en libro era tarea fácil, porque muchos pro- (el hecho de que se vea impreso o fesores estamos teóricamente a se consulte en versión electrónica favor de la interdisciplinariedad,

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pero nos cuesta trabajo llevarla a la textos. Sin olvidar al mucho más práctica (tampoco tenemos que eficiente personal del departa- muchas oportunidades de hacerlo). mento de difusión. Quiero agrade- Creo sinceramente que aprendimos cer, por supuesto, una vez más, a todos: los filólogos, los historiado- todos los profesores del curso sus res, los maestros y las personas aportaciones, orales y luego escri- con una cultura media, conocedo- tas. ras del tema pero interesadas en El interés de las mismas para los ampliar sus conocimientos. Y espe- asistentes quedó plasmado en ro que ese aprendizaje se vea unas evaluaciones internas que ampliado y se pueda profundizar en realizaron anónimamente y en las él con la consulta de las actas del que se refleja una valoración altísi- curso en este volumen. ma -unánime- tanto de la capaci- No era fácil componer un programa dad de comunicación de los confe- sólido con mimbres tan diferentes, renciantes como de los contenidos pero todo fueron facilidades por y preparación de sus respectivas parte de los organizadores del conferencias. curso, el Colegio de Doctores y Finalmente, querría agradecer a los Licenciados de Madrid y el Museo matriculados en el curso no sólo su del Traje. Esas facilidades se han asistencia, sino también su partici- incrementado en la organización pación activa, que resultó tan esti- del volumen. He de dar las gracias mulante. Para ellos, y porque se tanto a la coordinadora de semina- supone -puesto que así nos lo noti- rios didácticos del Colegio Oficial, ficaron- que ellos representan sólo Isabel de Ramos, como a todo el una parte de los muchos posibles equipo de dirección y difusión del interesados en el tema, se publica Museo del Traje. En especial, he de este volumen, en el que se encon- agradecer el apoyo a la dirección trarán muchas respuestas a los del Museo, y el interés a sus con- inquisitivos interrogantes que nos servadores, desde Isabel Baque- hacíamos al principio de esta dano, de quien surgió la iniciativa Presentación, muchos materiales del curso, y Enrique Varela, que la etnográficos, descritos, organiza- llevó en su momento a feliz puerto, dos y analizados con rigor, método hasta Mara Canela, que la hizo pro- y persuasión, y muchos estímulos pia y ha conducido los últimos tra- latentes para que se desarrollen ini- mos del camino de edición de los ciativas parecidas en el futuro.

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La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas

Marisa Astor Landete Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia

Introducción tacto, se elabora con tejido, pero se dirige a la vista; es ésta la que codi- fica e identifica la imagen que cons- La indumentaria indudablemente va truimos cuando nos vestimos. ligada a la persona, y es un elemen- to fundamental en la elaboración de Además, quiero traer a colación la la estructura social del sujeto. figura de Saussure, ya que la litera- tura organiza el guión de este La literatura maneja la palabra y curso, y con él, me gustaría recor- permite la construcción del indivi- dar las características del signo lin- duo ya que a través de ella, se iden- güístico. Ferdinand Saussure define tifican los objetos y se transmiten al signo como "una entidad psíqui- los valores. ca de dos caras, la imagen acústi- El título de mi lección está muy pen- ca y el concepto, dos elementos sado, pero cabe la posibilidad de íntimamente ligados que se requie- preguntarse el por qué. ren mutuamente". La imagen acús- El motivo fundamental para utilizar tica tomará el nombre del significa- la palabra vestido y no moda o do y el concepto el del significante. indumentaria es porque vestido Este preámbulo me sirve para intro- tiene infinitivo. Resalto algunas for- ducir el concepto de lo simbólico. mas del verbo vestir. Detrás de cada prenda, de cada imagen tenemos que saber encon- Indicativo Presente Yo visto trar las relaciones que se estable- cen entre forma-función; en la fun- Subjuntivo Presente Yo vista ción encontramos la carga simbóli- ca y el significante. Imperativo Finalmente quiero destacar que afirmativo Tú viste para recuperar la memoria tenemos Otras formas el poder y la fuerza de convicción Participio que nos dan las fuentes. Podemos hablar de la importancia de las pasado Vestido fuentes literarias para el estudio del Me gusta este cierto sentido polisé- vestido; es un trabajo atractivo aun- mico porque nos pone en conso- que duro, enfrentarse a la rotundi- nancia dos elementos, de un lado el dad de documentos tales como objeto: vestido, y por el otro, la actas notariales, actas guberna- vista. El vestido se hace con el mentales, testamentos con sus

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minuciosos inventarios, etc. En otros abrigos levantinos, hay También están las fuentes gráficas. reproducciones de personajes Cada época tienes las suyas pro- masculinos desnudos, pero llevan a pias. Podemos hablar de esos modo de ligas o jarreteras en las documentos tangibles, que se piernas. aprecian en dos, tres y cuatro Desde la Edad del Bronce se cono- dimensiones, me refiero al peculiar ce la existencia de esos pequeños lenguaje de la pintura, escultura y perfectos artilugios, llamados exenta o en relieve, la cerámica, la imperdibles -fíbulas- que servían miniatura, el dibujo, el grabado, la para ajustar las prendas. fotografía, el vídeo y el cine. A través de esas fuentes -las gráfi- cas- voy a ir recobrando la memo- ria del vestido. No es un recorrido lineal ni exhaustivo, es sólo, una especie de muestrario.

El vestido y las fuentes gráficas

En la cueva de la Araña, en Bicorp, se encuentran unas pequeñas pin- turas que hablan de las mujeres y Pinturas en los abrigos levantinos, cueva de La Araña (Bicorp, Valencia) del uso de unas faldas holgadas. El escriba sentado (Museo del Louvre, Paris)

El escriba egipcio, semidesnudo, apenas se cubre con una ligera pampanilla de lino o algodón. No lleva el klaft o pañoleta sobre la cabeza para resguardarse de la insolación y deshidratación. Se encuentra en un interior y su aten- ción y concentración nos permitirá descubrir siglos después el gran legado de la escritura egipcia que se va a plasmar en el Libro de los Muertos y en la decoración de las tumbas. Desde el interior de las tumbas, nos hablan sus múltiples personajes. Esta figura femenina, se muestra con su mejor peluca, diadema, sobria en el aderezo ya que no lleva el pote cerámico de grasa y esencia

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para lubricar el pelo o la piel, enci- de las escamas o las plumas de las ma de la cabeza; pero su clase aves. Resulta una prenda muy ajus- queda marcada por la joyería, es tada, se marca la anatomía. decir, el collar de varias vueltas Seguramente se trata de una pren- hecho en oro y cuentas de piedras da hecha con intestino de algún de lapislázuli o cornalina, o los bra- animal, recurso parecido al del pue- zaletes con decoración geométrica. blo Inuit de Canadá, que hace ves- El maquillaje es evidente y tenía la tidos con vejigas animales. doble función de buscar la belleza y El pueblo persa cuenta con la unión también la higiene ya que se evita- de dos tribus, los Medo-Persas y ba la reverberación del sol y desin- los Aqueménidas. A través de la fectaba o desparasitaba la zona de indumentaria podemos conocer la las pestañas. Sobre la tez morena distinta procedencia de cada uno aplicaban sombra de ojos en los de ellos. También se puede adivinar párpados y era usual el kohol para la relación entablada con los grie- perfilar cejas y ojos. gos a través de las interminables Los tejidos dominantes eran el lino guerras médicas. y el algodón. Al principio no se teñí- Los Aqueménidas visten túnicas an ni se decoraban, era elegante muy elegantes, marca de identidad llevar los tejidos naturales, transpa- que toman de su relación bélica rentes pero con un plisado muy con los griegos. Estas prendas se marcado. elaboran con tejidos policromados. La tipología de este vestido es muy Hay que resaltar el canesú de la sencilla ya que arranca debajo del manga. Esta especie de parche se pecho, dejando éste al descubierto, hace con un tejido y colores dife- aunque se sostiene con dos tiran- rentes al resto de la prenda, es tes. La decoración retoma temas amplia y plegada, de modo que naturales como las imbricaciones hace el efecto de un abanico que Pintura mural, tumba de la reina Nefertari (Valle de las Reinas, Egipto)

Relieve (Museo del Louvre, Paris)

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funda para las flechas. En el hom- bro se apoya el arco. La procedencia del pueblo Medo- Persa es la de un pueblo invasor, bélico y nómada. Las interminables cabalgadas les lleva a adoptar un tipo de prenda original y muy fun- cional. Se trata de un incipiente pantalón de mucho vuelo que se recoge a la altura del tobillo. Encima se superpone una amplia y bien plegada túnica. Volviendo al Mediterráneo, en el Mar Egeo, en torno al periodo neo- lítico se desarrolla la cultura creten- se. Las mujeres tienen un papel principal en la organización de la vida cotidiana, pues los hombres, grandes navegantes, se dedican sobre todo, al intercambio comer- cial. Las pinturas murales nos ofrecen muchos datos. En algunos frag- mentos aparecen algunos persona- jes masculinos con el torso desnu- do, sólo se cubren la parte inferior del cuerpo con una doble pampani- lla, que se dispone asimétricamen- te para que se pueda apreciar la superposición. La más exterior, cae en punta por la parte delantera. Llama la atención la búsqueda de la estética corporal del talle o cintura Estautilla de mármol de la Diosa de de avispa. La exigua cintura se con- la Fecundidad (Fitzwilliam Museum, Cambridge) seguía a través de un cinturón muy apretado que se colocaba a los se abre y cierra según el brazo se niños desde muy pequeños. echa hacia delante o hacia atrás Encima del torso se llevaba la capa durante la marcha. La túnica se o manto. ajusta con el tradicional cinturón, Las mujeres visten de manera origi- del cual penden las armas. Las nal. Las pequeñas esculturas de costuras se rematan con unas cor- terracota o marfil representan a las tapisas de pasamanería. El cuello, diosas de la fecundidad, se trata de abierto por delante, sube bastante. representaciones femeninas con Sobre la espalda se lleva el carcaj o anchas caderas, pechos al descu-

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bierto que lanzan los brazos al aire interior de manga larga y estrecha, sosteniendo sendas serpientes con la superior o dalmática, de manga un marcado sentido fálico. Estas corta y ancha, para dejar asomar figuritas pueden vestir una especie las mangas de la túnica interior. La de camisa muy fina y transparente, túnica se fue alargando en el Bajo encima un corsé muy ajustado y Imperio hasta los tobillos. entreabierto. Lleva media manga y Como prenda de abrigo tenemos la el conjunto se ajusta con las cintas toga. Es la prenda de las clases que recorren toda la prenda. En la altas, impide libertad de movimien- parte inferior se viste una falda que tos. Los senadores la llevan blanca. se compone de varios pisos de La toga praetexta es la que lleva el volantes más o menos fruncidos. borde de púrpura, tejida en la tela Estos volantes pueden tener varios de la prenda en su orillo delantero, colores como consecuencia de pero nunca sobre el borde cortado usar telas de distintos colores. Los y redondeado con las tijeras. Esta volantes se disponen de dos mane- toga queda reservada a las magis- ras, bien de forma perpendicular traturas curiles, sacerdotes, que al formando a modo de anillos, bien mismo tiempo tenían derecho a en forma algo inclinada, en cuyo ocupar la silla de marfil. caso, esta falda puede dar la idea Los muchachos patricios, al llegar a falseada de ser casi una falda-pan- la pubertad, en medio de un gran talón. El final de esta falda de volan- ceremonial, cambiaban a la toga tes puede llevar una especie de aro virilis que era de color blanco. que mantiene la forma acampana- da de la misma. La toga de luto era de color oscuro y se lleva sobre la cabeza, lo mismo En Roma, dado su sentido pragmá- que en las ceremonias religiosas. A tico, podemos decir que tanto las los muertos se les amortajaba con prendas interiores como el calzado la toga. se afinan bastante. Los hombres visten con una especie de taparra- Encima de la toga se ponen una bo de lino que se llama subligacu- especie de echarpe o lacerna. lum. También conocemos la exis- La paenula es un tipo de camisa- tencia de unos calzones largos. Lo poncho pero con capucha, que lle- acoplan los militares, aunque pron- van las clases trabajadoras. to lo asume el emperador y tras él, Desde el punto de vista del estilis- el pueblo. Se llaman femoralia y mo podemos decir que el empera- feminalia los calzones largos que dor era el que solía imponer la asumirán las mujeres. moda. Al principio llevaban barba, Encima se visten la túnica de vivos después se afeitaron. Del pelo largo colores, para la exterior blanco y -con el tiempo- vendrá el gusto por verde, y toda la gama del rojo al vio- el pelo corto. Los elegantes se riza- leta. Se trata de dos telas cosidas, ban el pelo con tenacillas. El hom- de lino. Son flotantes y sueltas, o bre se perfumaba, usaba ungüen- bien pueden ir ceñidas con un cin- tos, se ponía afeites sobre la cara. turón. Durante el Imperio los hom- Podía llegar a adornar la cara con bres se vestían con dos túnicas. La lunares postizos y depilarse las

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piernas ante el uso de túnicas que lo contrario no era signo de vir- transparentes. El anillo de oro era tud. Si la banda de tela no servía, señal de distinción. usaban los mamillae, bandas de El calzado en Roma es muy pecu- cuero que aprisionaba y neutraliza- liar y variado. Hay un tipo de calza- ba más el volumen. do para cada ocasión. Distinguen La braga era corta y la feminalia era claramente el pie derecho del la prenda interior más larga, pareci- izquierdo. La sandalia se llamaba do a los femoralia masculinos. calceus. Con el frío suelen usar la Visten varias túnicas superpuestas bota o borceguí. De los griegos de lana, lino y algodón. Las mujeres toman las crépidas que era una más poderosas las llevan de seda. especie alpargata o espardeña de La segunda túnica podía llevar a cuero sujetadas por una correa que modo de corpiño al que se fijaba pasaba entre los dedos del pie y una banda bordada. cuyas formas de sujeción eran Para abrigarse incorporan el manto, variadas. Los Coturnos era el calza- que se parece a la toga y recibe el do con una plataforma, habitual en nombre de pallium o pella. Si se el teatro. El soccus era una especie lleva sobre la cabeza, indica luto. de zapato bajo, flexible y muy lige- ro. Realizado en piel de fino cabrito, Los peinados se van complicando o en tejido de lana, estaba reserva- hasta el punto de necesitar a una do a las mujeres y se llevaba en la mujer que les ayudara en su mani- intimidad. Con frecuencia se hacían pulación a lo largo de toda una de cuero púrpura y sobreponían mañana. Estaba de moda el pelo adornos de finos bordados que le rubio, aunque primero fue el color acabó dando un sentido fetichista. caoba. Rodeaban la cara con rizos y podían utilizar pelucas. Las mujeres suelen vestir interior- mente el strophium que era una A partir del S. II se acompañarán de una sombrilla, un fulard y un abani- Mosaico de la Villa de Piazza Armerini especie de banda-sujetador. Debía (Sicilia) contener el volumen del pecho, ya co. El maquillaje estaba al día. Se usaba el rojo tanto para remarcar las mejillas como los labios. El negro se usaba para marcar cejas y pestañas. El maquillaje blanco per- mitía dar más prestancia al tinte. El azul muy pálido servía para resaltar las venas. La mujer joven que quería seducir podía recurrir a la estrategia de colocarse una especie de liga de seda debajo de la rodilla, de la cual pendía una joya que su pretendien- te tenía que encontrar. En la Baja Edad Media nos encon

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Miniatura de Fouquet, manuscrito 247, folio 163. Siglo XV (Biblioteca Nacional, Paris)

tramos un cambio sustancial, los Progresivamente se irá acortando. tejidos son ricos y muy variados, Puede ir plisada o estampada. Se como estambres, sargas, tiritañas, encuentra enteramente tapada por sedas, brocados. El cendal, una el brial, al exterior sólo se aprecia especie de tafetán, paño de Alejan- algo de los puños. Se corta por dría, un paño de seda recamado el delante y por detrás para montar a osterín, es un tejido teñido de púr- caballo. pura, el mollequín es el que genera El jubón o prenda de encima y una tela acolchada. La muselina es corta, es ceñido y acolchado. una tela muy usada en las tocas de Aparece sobre el S. XIV. La jaqueta señora, y para terminar, recorda- es el jubón que se alarga, tapando mos los impresionantes tejidos bla- la cadera. La brigantina es el chale- sonados. co de láminas metálicas que proce- Sobre las familiares pieles que tanto de del ámbito militar. se usan para forrar como para ribe- Como prendas de abrigo tenemos tear las prendas, podemos decir la capa, huca y la hopalanda; ésta que proceden de Asia y se introdu- se deja caer sobre los hombros y cen en Occidente a través de las ajusta con un cinturón. Las mangas Cruzadas; se traen pieles de Arme- son muy anchas. Cuello alto y subi- nia o de Siberia como las de oso o do por el cuello o nuca. Bordes de marta que son las más caras. Más formas caprichosas con cuidados y asequibles resultan las que extraen organizados pliegues jironados, del zorro, cordero, liebre, gato o que parecen los tubos de un órga- perro. Todas ellas se podían teñir. no. Los hombres vestían con una cami- El calzado suele ser de tafilete, de sola, prenda larga y estrecha que cordobán. Los modelos más gene- cae encima de los calzones. rales son el borceguí o bota de

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rizado se consigue con tenacillas y la barba se lleva partida. El tocado más común es la caperu- za, como la que muestra Dante. Se une a la hopalanda a través de una "beca". Los sombreros llevan amplia ala y una copa que gana en altura. Los collares son muy llamativos y grandes, se muestran sobre la hopalanda. Sobre el traje femenino diremos que en primer lugar se ponen una banda-venda para sujetar el pecho. Después visten la camisola que queda oculta debajo del brial. Solo se ven las mangas y un bordado en el escote. Se hacen de lana o de crespón de seda o de hilo. Encima visten el brial o túnica. Es una prenda más larga que la mas- culina y se arrastra por el suelo. Las mangas son muy anchas y adorna- das, tan largas que llegan a arras- trase por tierra. El corpiño del brial modela el torso, se abrocha lateral- mente, aunque puede llevar un cor- piño que se ate por delante. Cuello redondo. La prenda suele estar estampada, decorada al hierro caliente o bordado. Las cotas de las mujeres pueden tener varios pares de mangas que se cosen y descosen cada vez que se ponen, quedan como una segunda piel. La pelliza o pellote veces sustituye al brial, es de piel y tiene unas peca- Miniatura de las Muy Ricas Horas del minosas ventanas del infierno, es Duque de Berry (Musée Condé, Chantilly) caña corta, la bota alta y el zapato decir, amplias sisas, que dejan ver abierto o escarpín. Chapines o zue- la túnica interior ceñida y mostran- cos -soletes- que sobreponen a los do las peligrosas curvas femeninas. zapatos, forrados, llevan suela de De la sobrevesta se puede decir lo corcho. mismo que para los hombres. El pelo se corta a modo de melena, Como prenda de abrigo cuentan aunque más largo por detrás. El con la unisex hopalanda que va

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cortada por delante. Alto cuello en la nuca o lo llevan sobre las sie- abotonado. Cinturón atado a la nes. A veces sujetan el pelo con espalda, colocado debajo de los redecillas o tranzados. Es común senos. Otra prenda de abrigo es el llevar las sienes afeitadas manto o capa. En el barroco, la moda ofrecerá Los tocados femeninos se multipli- variaciones de estilo según los paí- can, aunque el denominador ses, su tradición o tendencia religio- común es que enmarcan la cara. sa. Las características dominantes Los hay de diferentes tipos, en serán las de un gusto acentuado forma de corazón, de mariposa, por la libertad, buscando efectos y rueda, chimenea como el famoso movimientos, abundancia de deta- henín. Unos saquitos en punta la lles, abandono de la simetría y del altura de las sienes da lugar al toca- equilibrio de la etapa anterior. do de cuernos. Búsqueda de la singularidad, la exageración llegando hasta el pre- ciosismo de los canons y rhingra- ves. El encaje se usa por doquier, tanto en los calcetines como en la camisa, mangas y pechera. Las cuchilladas menudas se mantienen en el primer cuarto de siglo pero no son tipo fuelle y no permiten jugar con los forros. Los burgueses quieren imitar los trajes y tejidos de los nobles, obli- gando a éstos a crear modas nue- vas constantemente. El traje masculino se compone de camisa con pechera. El alzacuello, que reemplaza a la gorguera, es blanco y liso, adornado con enca- jes dentados. La desaparición de la gorguera trae el alargamiento del pelo que se llevará suelto, algo des- peinado y melena al viento, pero a veces se trenzaría a ambos lados. A medida que va pasando el siglo, la camisa gana importancia pues queda muy a la vista y casi se con- Margarita van Eyck, por Jan van Eyck vierte en la prenda más importante, El peinado de las muchachas o (Museo Comunal de Bellas Artes, Brujas) guarnecida con encajes. doncellas permite llevar los cabellos sueltos, caídos sobre los hombros. El jubón es de un solo color, se lleva entreabierto y a través de él se deja Las mujeres casadas parten el pelo ver la pechera de la camisa. Al prin- en dos, lo trenzan y lo unen detrás cipio llevaba un pequeño faldón

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forma puntiaguda. Después evolu- cionará quedando con un talle corto, amplio y abotonado. Final- mente, hay que mencionar la jaque- ta, prenda semi interior que se lleva medio abierta y puede combinar distintos tejidos. El calzón pierde relleno, se va estre- chando y alargando. Se abrocha por delante con una hilera de boto- nes, llega hasta la rodilla y se toca con la bota. El encuentro con el jubón se hace por medio de una ancha faja de tafetán. Después, hacia la mitad de siglo, evoluciona y aparece el calzón-enagua llamado rhingrave, que se llevará desde el 50 hasta el 80. Bajo éste se llevan otros calzones atados encima de la rodilla. Van adornados con cintas hasta las aberturas de los bolsillos y alrededor de la cinturilla y de la Van der Meulen, Luis XIV recibiendo a los embajadores suizos (1663) (Musée Natio- corto que consistía en lengüetas camisa. nal du Château de Versailles, Paris) superpuestas. Estas lengüetas se Se trata de una moda francesa, van alargando, se curvan hacia introducida por Rhingrave y de él abajo en la parte delantera de tomó el nombre tan peculiar cal-

Hombres a la moda (1630-1640)

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zón-falda, pues eran muy anchos y pliegan en anchos volantes debajo con tanto vuelo que parecían fal- de las rodillas. das. En el último tercio vuelve un El sombrero de la época es el de pantalón más ajustado, que sustitu- ala ancha, adornado con plumas ye al rhingrave y se abrocha debajo de avestruz y altivamente inclinado de la rodilla. sobre una oreja, después, el más Como prendas de abrigo tenemos usual es el tricornio, se suele llevar la capa que se lleva de forma des- debajo del brazo. enfadada, asimétricamente caída Sobre 1690 aparece una corbata ya que se lleva echada sobre un alrededor del cuello, de encaje o de hombro o enrollada. hilo con encaje. Se anuda a la gar- La otra prenda es la casaca, proce- ganta de manera que los encajes de del atuendo militar, se trata de formen una especie de chorrera una prenda corta y suelta. Mangas bajo el mentón. Se pueden sujetar abiertas en forma de capa que pue- con un broche de piedras preciosas den cerrarse con botones y delan- o por una cinta de color. teros con bordados de hilo de oro. El diamante será la joya favorita y se La casaca reemplazará a la capa. usa incluso como botones de jubón Primero cae recta. Poco a poco se o de jaqueta, en caso de falta de ajustará al talle, con el vuelo repar- recursos, se imitan con una especie tido en amplios faldones verticales de pasta de vidrio coloreada. sobre la cadera y grandes vueltas Las pelucas se popularizan sobre de mangas. 1640 y están destinadas a suplir o El calzado común es la bota que se camuflar la calvicie. La peluca no se acorta y ensancha dando lugar a la usa en casa, se sustituye por un bota de embudo. Se acoplan cal- gorro o bonete de noche, negro. cetines para proteger la media del Las pelucas más asequibles eran roce de la bota, pero para resguar- las de crin de caballo, incluso las de dar las botas del fango se suelen cadáveres. poner éstas con "chanclos" de Había una peluca de "campaña" y madera, sujetados con trabillas y se otra de "viaje", en 1690 se pone de llaman "soletes". Las botas se com- moda las pelucas empolvadas, binan con los zapatos, con tacón para hacer contraste con un rostro parecido al de carrete, después afeitado. será más cuadrado, adornados con lazos, o rosetas, de anchas puntas La indumentaria de las mujeres, cuadradas. igual que la masculina, va a evolu- cionar a lo largo del siglo. Las medias se llevan de seda y de todos los colores, aunque en invier- Desaparece el corsé y el verduga- no son de lana Hay medias de do, la se define a través de botas que son de tela y eran ente- unos hombros alargados y cintura ras, o de estribo, que no tienen alta. La indumentaria básica se punta en el pié, ni talón. Los calce- compone de camisa, calzones, tines desaparecen, pero quedan las cuerpo emballenado, con pechera jarreteras o cañones que se des- rígida cuya punta se prolonga. A

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veces se lleva un escote grande El peinado más usual es a base de con mangas anchas. El vestido del rizos en la frente y laterales. Dos primer tercio de siglo se adorna con mechones de bucles por encima de cuchilladas, la falda de arriba podía las orejas. Toca de terciopelo, en ir recogida formando a modo de punta, sobre la frente. aguaderas o faltriqueras, de este En el último tercio del siglo aparece modo se mostraba ampliamente la de nuevo el corsé. El cuerpo se falda de debajo. El cuello suele ser lleva muy ajustado al talle, adorna- grande, de encaje y se lleva caído do con lazadas horizontales que se sobre los hombros. disponen paralelamente. Las mangas terminan en grandes Un elemento a resaltar es el uso del puños de encajes, en ocasiones se miriñaque, por ello, la sobrefalda presentan recogidas en el codo por cobra mucho vuelo. La falda de una cinta de seda que termina en debajo está adornada con recortes una roseta roseta, que en cierto de un tejido diferente y lleva aplica- modo separa la manga en dos glo- das franjas o guarniciones frunci- bos. das, dispuestas a modo de volan- Los zapatos quedan ocultos bajo tes. Las mangas son estrechas y las faldas largas. A veces llevaban abotonadas a la altura del codo. chapines cubiertos de piel, la suela Las pelucas se llevan de diferentes era muy alta, casi como una plata- tipos. Se hizo famosa "a la fontan- forma a modo de zanco. ge". Se usa asociada a la cola del El pelo se lleva liso en la parte alta, vestido. Se mantenía ligeramente ensortijado en los laterales. inclinada hacia delante. Profusión Hacia la mitad del siglo hay un de rizos como tubos de órganos, cambio y la imagen da idea de un con aplicaciones de encajes, muse- aparente mayor descuido y desor- linas, etc., todo ello dispuesto en un den. armazón de alambres. La silueta aparece cada vez más En la época que va desde 1870 a rígida y estrecha. Las faldas se lle- 1900, los trajes resultan volumino- van recogidas hacia arriba. Se sos y chillones ya que se descubren levanta por los lados mediante laza- los tintes con anilinas. Estaba de das. Se mantiene abierta la sobre- moda llevar el corpiño de distinto falda, sobre la falda interior de tafe- color que la falda y hacer el vestido tán, que puede llevar cola bastante con dos tejidos distintos, uno liso y larga. Se cubren los hombros y el otro con dibujo, guarneciendo la escote con una pañoleta. El escote parte lisa del vestido con la dibuja- más frecuente es el de perfil de da y viceversa. barca, que llega de hombro a hom- Un escritor de una revista se queja- bro, guarnecido con un drapeado ba: "Ahora es imposible describir de muselina. los vestidos con exactitud: las fal- El corpiño en punta, suele abro- das están drapeadas tan misterio- charse con cordones por delante. samente, la disposición de los Las mangas cortas se prolongan adornos se hace generalmente en con tres filas de volantes de encaje. uno de los lados y los corchetes

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continúan haciendo de la mujer ele- gante un ser fastuosamente vestido y perfectamente inmóvil. Tras la desaparición de la crinolina, hacia el 67, las mujeres se coloca- ron trasportines o polisones sobre los riñones, formados con volantes de crin o de lencería almidonada, además de pequeños delantalitos cuyo relieve podía aumentar o dis- minuir por un aro interior. El aspec- to erótico del polisón es evidente y explica el éxito prolongado de una moda tan artificial, con ciertas variantes, se llevaría durante veinti- cinco años. Hacia 1890, aún se colocaba sobre los riñones un cojín relleno de crin, para sostener la amplitud de la falda, cuando ésta ya no se usaba con vueltas. Por la misma época, el corsé se ha desarrollado a placer. Ya no se trata de un simple bustier que realza todo el corpiño; ahora cubre todo el cuerpo de la mujer desde el pecho hasta las caderas, dividiendo la silueta en dos masas: una violenta- mente proyectada hacia delante y la otra, modelando toda la grupa bajo una falda en forma de corola y hasta el suelo. Según Laver, había dos clases de vestidos, los hechos de una sola pieza y los formados de vestido y Rebuscados volúmenes femeninos mien- cuerpo. La chaqueta se llevaba tras el hombre simplifica su apariencia son tan artificiales que si me pongo encima ya desde la década ante- a detallar una determinada "toilet- rior. La chaqueta podía ser corta o te"..., resultaría imposible detallarla llevar faldones y formaban una entera." especie de sobrefalda. En esta época se impone en la El polisón de los 80 estaría hecho mujer el traje de estilo "tapicero", de alambre, resultaría más cómodo que quiere decir traje lleno de frun- para sentarse. Los últimos vestigios ces, encajes, guarniciones de dis- del polisón llegan hasta los años tintos colores, pompones..., que 90.

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Los vestidos de mañana tenían Los complementos básicos eran cuellos muy altos y acababan en los zapatos de tacón alto y punta plisados o en un gran lazo de tul. redondeada, que se atan por Se utiliza mucho el encaje, incluso delante. Las botas, atadas o aboto- en las blusas de diario y algunos nadas y eran de cuero o de paño. vestidos de tarde, eran totalmente Las medias, casi siempre negras, de encaje; también se usaba en las de hilo de Escocia y de seda para la enaguas que adquieren tras la noche. década de los 80 mayor importan- Guantes muy largos y ajustados cia. por la noche, de piel. A veces, con Desde el momento en que era muchos botones. El abanico no imposible cruzar la calle sin sujetar- puede faltar, es muy grande y está se la falda con la mano, este gesto hecho a base de plumas de aves- permitía ver el adorno de la enagua truz. de encaje, lo que parece haber Los sombreros son muy pequeños tenido en la época un enorme y se colocan en la frente, sobre una atractivo erótico. masa de pelo rizado que formaba El traje suele llevar mangas de un moño enorme con rizos y tren- jamón montadas muy arriba, zas, dando lugar al peinado en ensanchando los hombros, hacia forma de scalpette y frizzette. Visto 1894 comienzan a tener inmensas de perfil, el peinado repetía la silue- proporciones, algunas necesitaron ta de la parte posterior de la falda. cojines para ahuecarlas. Las Señoritas Del Polisón La imagen se completa con som- Canciones de corro breros que se fijan al pelo rizado mediante largas agujas. El conjunto A esa que está en el medio es el de una mujer que parece muy se le ha caído el volante alejada de la vida práctica. y no lo quiere coger porque está el novio delante. No podemos olvidar el traje sastre. Ay chundarataratachúndara, El creciente entusiasmo por los ay chundarataratachón deportes hizo necesario el uso de ay chunda, las señoritas prendas más racionales y hubo una que llevan el polisón. tendencia general hacia el llamado Las señoritas de ahora “traje sastre” que consistía en una dicen que no beben vino; falda, blusa y chaqueta del mismo debajo del polisón 1 tejido. llevan el frasco escondido. Las prendas de abrigo al aire libre La década de los 40 va a ser con- eran los mantos, chales y capas. La fusa y contradictoria. No se vivirá capa era corta y solía llegar hasta la de la misma manera en Europa que cintura. Los mantos al principio, lle- en EEUU. En general podemos vaban cuellos que tapaban las ore- decir que la ciencia y la tecnología jas y se sostenían con alambres. avanzan. Se desarrollan grandes Los abrigos más usuales eran el estructuras de hormigón como las Chesterfield y el tres cuartos, tipo de Nervi, se investiga en la insono- 1 Página de Internet sobre polisón. paletó. rización acústica. La guerra ha sido

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una gran fuente de investigación dos nuevos. Se deshacen jerséis, la que tendrá sus consecuencias Pero lana se lava y estira y otra vez se también es la década del raciona- empieza a construir algo nuevo a miento, cada prenda tenía su valor golpe de ganchillo o agujas. Se en dinero y también en puntos. Si crea la fórmula de las tiendas de una mujer contaba con 20 puntos, venta de ropa de segunda mano, debía tener en cuenta que un abri- sobre todo de ropa infantil. go ya valía 14 puntos. Pero frente al Los EEUU invaden Europa. Frente racionamiento se generan solucio- al glamuroso Hollywood, Europa se nes creativas como la de pintarse viste de uniforme, bajo el criterio de las piernas para simular que se lle- austeridad y funcionalidad. Se tien- van medias, o pintar la raya de de al ahorro en el tejido, se eliminan éstas. Es el momento de hacer de los adornos, fuelles, tablas, predo- lo viejo algo nuevo y la prensa mina la línea sobria y recta, el largo especializada se encarga de dar de la falda sube hasta la rodilla fórmulas y consejos para lograr Los hombros se ensanchan, pelo buenas transformaciones. Por recogido, líneas rectas, hasta que ejemplo, el patchwork genera teji nazca el New Look en el 47. El sombrero original y que se hace con cualquier cosa expresa la crea- tividad del momento ante la falta de medios, pero tiende a sustituirse por el fulard. Los peinados serán altos y ondulados Las mujeres han aceptado los pan- talones sin ningún problema ya que en el trabajo llevan un mono. Las prendas deportivas tienen un amplio desarrollo en EEUU, pero tienen su eco en Europa ya que resultan cómodas y económicas. También hay que tener en cuenta que se ha generalizado la bicicleta como medio de transporte más asequible, por ello, se impone el sentido práctico de comodidad. Por esta misma razón, se adoptan los bolsos que permiten llevar en bandolera las cosas personales, incluso la comida del trabajo. Pero, pasada la guerra, hay que recuperar la vida cultural a través del cine o el teatro y la vida social Aparece un curioso teatro, le “La moda es indestructible”, foto de Cecil Beaton de una modelo con traje del diseñador inglés Digby Morton, delante de unas ruinas Théâtre de la Mode. En este

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val de Cannes a la par que se da a conocer la línea Corola de Dior. Pero como más de la mitad de la década queda estigmatizada por la guerra, a continuación vamos a ver cómo iban vestidos tantos miles de prisioneros.

"Al principio, en el campo de Auschwitz, la ropa de los presos era ropa de dril con rayas azules y blancas. Normalmente a los hom- bres presos les correspondían una camisa, unos calzoncillos largos, una chaqueta, un pantalón, unos zuecos y en invierno a veces un abrigo sin forro, de tela un poco más gruesa. Las mujeres muy raras veces recibían ropa interior. Los pri- sioneros de guerra soviéticos eran los únicos a quienes estaba permi- tido seguir llevando sus unifor- mes".2

Ropas y elementos de identificación de un preso del campo de concentración de Buchenwald, Alemania (Foto M. Astor)

Vestidos de cóctel conjuntados con cha- queta y abrigo. Sombreros para el exte- ambiente de austeridad y deses- rior, guantes acompañando la manga tres cuartos tructuración, los modistos presen- tan sus propuestas sobre unas curiosas maniquís de alambre. Estas se disponen sobre la esceno- grafía que para el momento crea Christian Berard, pintor, ilustrador y decorador que fue capaz de crear un escenario apropiado para este renovador espectáculo de la moda. Estas maniquís-muñecas, vienen a relevar a las antiguas Pandoras y se trasladarán por todas partes como embajadores de la moda. Curiosamente, en el año 47 se 2 Página de Internet sobre campos de Además de esta descripción que concentración. celebra la primera edición del festi- nos trae a la memoria imágenes

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conocidas, quiero personalizar este sala, unos individuos…nos tiraban tema de la mano y pluma de nues- piezas de ropa a medida que íba- tro gran escritor Jorge Semprun, mos pasando. Calzoncillos y cami- quien en su libro La escritura o la sas sin cuello de una tela basta, vida describe su experiencia en el pantalones y chaquetas. También campo de Buchenwald, cerca de algo para cubrirnos la cabeza. Y, Weimar, en Alemania: para terminar, un par de zuecos de suela de madera. "Habrá supervivientes, por supues- A medida que nos las tiraban, nos to. Yo, por ejemplo. Aquí estoy fuimos poniendo esas ropas, de como superviviente de turno, opor- tallas escogidas al azar... Tras una tunamente aparecido antes estos ojeada a nuestra estatura o a nues- tres oficiales de una misión aliada tra corpulencia, aquellos individuos para contarles lo del humo del cre- nos tiraban las prendas que escogí- matorio, el olor a carne quemada an de diferentes montones dis- sobre el Ettersberg, las listas inter- puestos delante de ellos en el mos- minables bajo la nieve, los trabajos trador. Pero pocas veces acerta- mortíferos, el agotamiento de la ban: demasiado ancho o demasia- vida, la esperanza inagotable, el do estrecho, demasiado largo o salvajismo del animal humano, la demasiado corto. Desparejo, más grandeza del hombre, la desnudez que nada. Así, al final del mostra- fraterna y devastada de la mirada dor, acabé enfundado en un panta- 3 de los compañeros”. lón viejo de etiqueta, a rayas negras Aquí describe algo de su porte en y grises, demasiado largo, y en una un dialogo: estrecha chaqueta deportiva de color castaño. Y de regalo, heredé "El, por su parte, miraba el numero un sombrero blanco amarillento 44904, y la "S" inscrita en el trián- para ponerme en la cabeza. Sólo gulo de tela roja que lucía en mi los zuecos eran nuevos, pero se chaqueta de basto tejido azul... la trataba de un calzado extremada- "S" era la inicial de Spanier… mente rudimentario: una suela de 44904 - prosiguió. Corresponde a madera con una simple tira de tela las llegadas masivas de enero del para meter el pie. Correr por la cuarenta y cuatro, ¿no es así?... 4 nieve con semejante calzado era un "Teníamos que desnudarnos, dejar auténtico suplicio…."6 todas nuestras ropas, nuestros objetos personales… los individuos Y para terminar este interrumpido que impartían las órdenes… Iban recorrido de las fuentes gráficas, calzados con zuecos de madera y vamos a recuperar la experiencia vestían una especie de mono de de los 80 que tan revisada está últi- trabajo de tela grisácea y descolori- mamente. da. Llevaban el cráneo rasura- Con Gorvachov se marca el final de 5 la guerra fría y adquiere protagonis- 3 Semprún, Jorge, La escritura o la vida, do…" Tusquets, Barcelona, 2002, p. 25. Reparto de ropas en el campo: mo la generación que no ha vivido 4 Semprún, op. Cit. pp. 95 y 96. la guerra y se caracteriza por el 5 Semprún, op. Cit. pp. 97. "A la derecha, detrás de un mostra- puro pragmatismo y la búsqueda 6 Semprún, op. Cit. pp. 99 y 100. dor que ocupaba todo el largo de la del éxito.

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A mediados de la década se dan ideología. Varias modelos protesta- varios hechos que empiezan a mar- ron por el uso de las pieles de los car el espíritu de la aldea global. Por animales, el cantante Bob Geldorf un lado, la OMS declara el sida destinó los beneficios de su televi- como una epidemia y ello conlleva sado macro concierto a los afecta- a un freno en la permisividad dos por la hambruna de Etiopía. sexual, y al espíritu hedonista tan Las diferencias entre las distintas deseados desde los 60. Ahora, la clases se va ir acusando sin cesar, nueva herramienta va a ser el las tendencias también. Lacroix en miedo para poner límite a los exce- un extremo, es el reflejo de la sos tan despreciables para las ostentación y suntuosidad, Comme mentes más puritanas. des Garçons, resulta arquetipo de la sencillez y el espíritu informal. Lo urbano se asienta con el estilo punk, y en plan elegante llega hasta la pasarela. Se adivina también cierta vuelta el estilo romántico de la mano de Vivienne Westwood a través de la colección pirata y las mini crinolinas; blusas con volantes y vestidos de fantasía. Todo esto se pone de manifiesto en el traje de boda de Diana de Gales. Es la década de los diseñadores y es el momento de la moda de España. Hay algo que empieza a cuestionarse y es el papel, el valor de los creativos, frente a la fuerza del marketing, que tan bien saben Cindy Crawford rechazando el uso de pieles en apoyo de la campaña de protección de los explotar Kalvin Klein y Ralph animales. Lauren. Es el momento de las fran- El accidente del reactor nuclear de quicias y las concesiones ya que las Chernobyl hace tomarse mucho grandes marcas se mantienen y más en serio la política atómica y progresan gracias a la multitud de cambiar las actitudes entre los con- productos industriales que salen tendientes. Como consecuencia de con sus iniciales, como las gafas, este hecho y el conocimiento del complementos diversos, perfumes, agujero de ozono, se concreta una zapatos etc. nueva sensibilidad medioambiental Además de conocer mejor las fir- que de alguna manera, viene a jus- mas americanas, supone toda una tificar una preocupación por el revolución la aparición de los japo- cuerpo y la imagen sin preceden- neses con Miyake, Yamamoto y tes. En este sentido, hay que seña- Kawakubo escondido bajo la marca lar que figuras públicas y de la ya mencionada Comme des Gar- pasarela delatan su sensibilidad e çons. No solo nos atrapan la mira

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Superposiciones, costuras imprevisibles, frunces nuevos, cortes, asimetrías... Miyake, 1983, y Kawakubo, 1984-1985 da con sus tejidos singulares y ple- su auto exaltación en los mass gados renovados, sino que irrumpe media. un aire más sobrio, irregular, asimé- También es la década de los baby- trico, superpuesto y con volúmenes boomers, es decir, los niños naci- inusitados. Se pierde la silueta y el dos en los 60 se han hecho gran- cuerpo se mueve con libertad entre des y entre sus objetivos están la prendas sueltas, holgadas con cos- riqueza, poder y sexo. Su objetivo turas y frunces en lugares no espe- vital es el ganar dinero de cualquier rados. manera, lo antes posible, sin Es la década de grandes mitos muchos miramientos. A esta tipolo- como Jackson o Madonna. Ambos gía de personajes no les interesan se recrean constantemente y devie- los temas solidarios y pasan de las nen portavoces de alguna marca ONG. como la de Versace, Dolce & Un personaje tipo es el yuppie Gabbana, o Gaultier. Ambos encar- (young urban professional). Frente a nan el espíritu del showman o la dejadez de los 70, éstos, los showgirl, audaces, atrevidos, exhi- hombres, llevan traje y corbata pero bicionistas, polifacéticos. no como sus padres. Se viste con Exageradamente cuidadosos de su un estilo agresivo (power look), No puesta en escena, verdaderos hay tiempo para la familia, el objeti- actores y protagonistas únicos de vo principal es cuidarse y justificar

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o pantalón. Igual que los hombres, Thierry Mugler (1980). Talle de avispa junto a prominentes hombros y cadera. las hombreras imprimen y remarcan el carácter de firmeza, autoridad y masculinidad. Es el momento de superwoman, sobre todo en España, es la hora de la verdad, de demostrar que se vale, la mujer tiene que tener un cuerpo 10, por ello el aeróbic es de gran ayuda, no hay celulitis que pueda aparecer, el photoshop se conoce y comienza a intuirse la gran distancia que hay entre la figu- ra real y la virtual. La mujer no tiene horario porque el hombre todavía, se hace de rogar. Pero ya se puede diseñar un cuerpo a la carta. Se da por supuesto que hay que cuidar el cuerpo, mantenerlo joven, pero la cirugía permite hacer un cuerpo a medida, se recorta por aquí o se infiltra por allá. Es el momento de la escultura del cuerpo. Paradójica- mente, no hay mucho tiempo que perder, por ello, el tatuaje perma- nente, permite tener cejas o labios contorneados y siempre, como la existencia por el mucho trabajo. recién pintados. Tiene muchos gastos. El tiempo Gaultier y Madonna: libre se dedica a las compras. Es el el corsé emerge como prenda exterior materialismo puro y duro. Es el esti- lo que se identifica con Armani, Ralph Lauren o Hugo Boss, al esti- lo de Corrupción en Miami. La silue- ta del hombre se debate entre la rectitud de hombreras y las telas de mucha caída, suaves y arrugadas. Su chaqueta es cruzada y las hom- breras grandes y marcadas. El bóxer es la prenda interior más común y empieza a llevar motivos divertidos. Complemento ideal una gafa Ban. También se da la mujer yuppie. Su identidad se consigue con trajes de chaqueta de falda corta y entallada

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La sofisticación en la ropa interior riam-, por todo lo que ha vivido y es una realidad y su auge quedará animado mis trabajos sobre la indu- marcado con la proposición de mentaria. Madonna y su corsé de Gaultier. Esta década, la de la superwoman, Valencia, 15 de Abril, 2006 paradójicamente va a ver renacer el corsé de la mano de Lacroix y con- firmado en el 90 por Gaulthier. Nada que ver con el espíritu étnico BIBLIOGRAFÍA y natural que dejará en muchos la película Memorias de Africa. El esti- AAVV: Artes decorativas, Taschen, lo safari se desarrollará plenamente Colonia, 2000 a través del BoBo en la década AAVV, Catálogo: España, cincuenta siguiente. años de moda, desde Balenciaga hasta Sybilla. Ayuntamiento de En este momento emergen con Barcelona, 1987 fuerza las marcas que se acuñan en AAVV, 100 años de moda. VOGUE Japón, hablamos de Yamamoto, España, Junio 2000 Miyake, Comme des Garçons. Aguirre, A. Rodríguez, S. Skin, Punki, Irrumpen en las pasarelas con un Okupas y otras tribus urbanas, aire fresco y provocando a base de Bárdenes, Barcelona, 1997 asimetrías, prendas superpuestas, Astor, Marisa. Indumentaria e imagen. que envuelven y tapan la estructura Valencia en los siglos XIV y XV, del cuerpo, frunces inesperados, Ayuntamiento de Valencia, 1999 para lograr un aire de cierto aban- Beaulieu, Maurice. El vestido antiguo dono o un estilo reconstruido en y medieval, Oikos-Tau, Barcelona, 1987 suma. Beaulieu, Maurice. El vestido moder- Para terminar debemos tener en no y contemporaneo, Oikos-Tau, cuenta que mundo gay empieza a Barcelona, 1987 manifestarse y mostrar tendencias Boehn, Max von. La moda, Hª del desenfadadas, con tanto eco en las traje en Europa, Salvat, Barcelona, décadas siguientes. 1928-29. Hasta aquí este pequeño salpicado Boucher, François. Hª del traje en de estilos y referencias. Como occidente, desde la antiguedad hasta nuestros días, Montaner y Simón, parece que el sigo XX está más cer- Barcelona,1965 cano, he querido insistir en las épo- Brandfield, Nancy. Costume in detail, cas anteriores. Pero invito al lector Harrap, London, 1985 a hacer una mirada analítica al Bravo, Angela. Femenino singular. La entorno cotidiano y descubrir las belleza a través de la historia, Alianza, propuestas creativas de los que Madrid, 1996 caminan a nuestro lado. Calefato, Patrizia. El sentido del vestir, Este escrito quiero dedicárselo a Engloba, Valencia, 2002 dos acompañantes de camino. A la Cintora, Pilar. Historia del calzado, soprano Paloma Mairant, que es mi Aguaviva, 1988 casa en Madrid y mucho más, y al Deslandres, Yvonnne. El traje, imagen tenor Segundo García -in memo- del hombre, Tusquets, Barcelona,

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1985. ca e stlistica della moda, Centro Stile, Dorfles, Gillo. Moda y modos, En- Milano, 1988 globa, Valencia, 2002 Martín, Francisco. La moda, un tejido Dormer, Peter. El diseño desde 1945, de injusticias. Campaña ropa limpia, Destino, Barcelona, 1995 Intermón Oxfam, Barcelona, 2003 Echeverría, Xavier. Cosmopolitas do- Martínez Barreiro, Ana. La moda en mésticos, Anagrama, Barcelona, las sociedades avanzadas, Tecnos 1995 Martínez Barreiro, Ana: “¿Cómo con- Entwistle, Joannne: El cuerpo y la figuran los españoles su vestuario?”, moda. Una visión sociológica. Paidós, Revista Internacional de Sociología, Barcelona, 2002 nº 25, (enero-abril), 2000, pp. 77-98 Ewing, Elisabeth. Dress and undress. Martínez Barreiro, Ana: "Moda y glo- A history of woman´s underwear, balización: de estética de clase al Atheneum. estilo subcultural", Revista Inter- nacional de Sociología, nº 39, (Sep- Fashion Design, 1850-1896, Pepin Dic), 2004, pp. 139-166 Press, Amsterdam, 1997 Maynard, Margaret. Dress and globa- Feixa, Carles. De jóvenes, bandas y lisation, Manchester University Press, tribus. Antropología de la juventud, Manchester, 2004 Ariel, Barcelona, 1998 McDowell, Colin. Histoire de la mode Gavarrón, Lola. Piel de angel, Masculine, La Martinière, París 1997 Tusquets, Barcelona, 1982. Montoya Ramirez ed. Moda y Socie- Gil Calvo, Enrique. Medias miradas. dad, La indumentaria, estética y Un análisis cultural de la imagen fe- sociedad, Universidad de Granada, menina, Anagrama, Barcelona, 2000 Granada, 2002. Hats (Sombreros). The Pepin Press, Mulvey, K. y Richards, M. La mujer en Amsterdam, 1990 (M-3-82) el S. XX, Tres Torres, Barcelona, 1998 Haye, Amy de la. Mode "Le livre", O´Keeffe. Zapatos. Un tributo a las Florilege, París, 1990 sandalias, botas, zapatillas, Locteam, König, Renè. La moda en el proceso Barcelona, 1997 de la civilización, Engloba, Valencia, Peacock, John. La mode de XX sié- 2002 cle, Ed. Caliv, París, 1993 Klein, Naomi. NOLOGO, el poder de Pérez Tornero. Tribus urbanas, Pai- las marcas, Paidós, Barcelona, 2001 dós, Barcelona, 1996 Kybalová, L y Herbenová, O. Ency- Riviere, Margarita. La historia de la clopédie illustrée du costume et de la media, Hogar del libro, Barcelona, mode, Gründ, París, 1988. 1983 Laver, James. Breve historia del traje Roselle, Bruno de. La mode, Notre y la moda, Cátedra, Madrid, 1988. Siécle, París, 1980 Lemoine-Luccioni, Eugènie. El vesti- Rossetti, Ana. Prendas íntimas, Ed. do. Ensayo psicoanalítico, Engloba, temas de Hoy, Madrid, 1989 Valencia, 2003 Saltzman, Andrea. El cuerpo diseña- Lipovetsky, Gilles. El imperio de lo efí- do. Sobre la forma en el proyecto de mero, Anagrama, Barcelona, 1990. la vestimenta, Paidós Lombardi, Paolo. ¡Oh las medias!, Seeling, Charlotte, Moda. El siglo de Mondadori, Madrid, 1987. los diseñadores, 1900-1999. Köne- Lurie, Alison. El lenguaje de la moda. mann, Colonia, 1999 Una interpretación de las formas de Squicciarino, Nicola. El vestido habla, vestir, Paidós, Barcelona, 1994. Cátedra, Madrid, 1990 Marangoni, Giorgio. Evoluzione stori-

26 La memoria del vestido a través de las fuentes gráficas Marisa Astor Landete Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

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27 Vestidas, disfrazadas. Indumentaria femenina en el Quijote Beatriz Ferrús Antón Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Vestidas, difrazadas. Sobre la indu- mentaria femenina en el Quijote

Beatriz Ferrús Antón Universitat Autònoma de Barcelona. Grupo de Investigación Cuerpo y Textualidad

Por quien Dios es, Sancho, que te los Siglos de Oro así supo enten- reportes y que no descubras la hila- derlo al convertir el vestido en un za, de manera que caigan en la sistema de signos desde el que era cuenta de que eres de villana y gro- posible ordenar el mundo1. El sera tela tejido (Don Qujote de la decoro, pero también su ruptura, Mancha, II, XXI) se convertirían en tema de materia literaria, y la ropa con sus acceso- El traje expone al cuerpo a una rios tendrían el valor de la sinécdo- transformación constante, estruc- que de una condición. turando en signos, es decir en cul- Es precisamente ese carácter tura, lo que el mundo natural toda- "autoconsciente" de los códigos vía posee solamente como poten- indumentarios barrocos, junto con cialidad y como la disposición de lo el deseo de rendir nuestro pequeño sensible a hacerse significante (El homenaje, no sólo a Las aventuras sentido del vestir, Patricia Calefato) del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en el contexto de su La ropa rosa o la ropa azul que cuarto centenario, sino también a la regalamos al recién nacido según extraordinaria obra de Carmen su sexo, la falda o el pantalón, que Bernís, El traje y los tipos sociales indican en la puertas gemelas de en el Quijote2 lo que ha llevado a los lavabos quién ha de usarlos, elegir este tema para nuestro texto. son ejemplos cotidianos de cómo el vestido, la moda, pertenecen a 1. La sin par belleza aquellos códigos de transformación del mundo, son principio de signifi- Dulcinea, Luscinda, Dorotea, Mar- cado y de valor. El vestido separa cela, Zoraida..., todas aquellas los sexos y permite leer sobre ellos mujeres que encarnan un ideal de los sentidos que cada época atri- 1 Una de las fuentes fundamentales nobleza de sentimientos en el para conocer el vestido que se buye a los cuerpos según su distri- Quijote, se ven acompañadas de usaba en los siglos XVI y XVII son las acotaciones de atrezzo de las bución en el binomio hombre/mujer. una "sin par belleza", hasta el punto numerosas obras teatrales repre- sentadas durante el período. El tea- No obstante, la indumentaria tam- de que el encuentro de Luscinda, tro de la época, que apenas conta- ba con decorados, se serviría del bién codifica otros valores: la perte- Dorotea, Zoraida y Clara en la venta vestido para proyectarlos. nencia a una clase social, la identi- al final de la primera parte del 2 Madrid: Ediciones el Viso, 2001. dad nacional o grupal, la juventud y Quijote se sustenta sobre el imposi- La mayor parte de documentación de "historia del vestido" recogida en la vejez, la profesión, e, incluso, el ble de más y más belleza y ellas este artículo procede del libro de Carmen Bernis. sentimiento religioso. El teatro de mismas son incapaces de determi-

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nar quién supera a las otras: agua, elemento asociado a la muta- bilidad y considerado pernicioso "descubrió un rostro tan hermoso, para la salud, y promovían una que Dorotea la tuvo por más her- estética de ropa blanca, de polvos mosa que a Luscinda, y Luscinda por más hermosa que a Dorotea y y perfume que cubren la piel, disfra- todos los circunstantes conocieron zan su olor y su color para hacerla que si alguno podía igualar al de las semejarse al ideal. dos, era el de la mora" (I,37), "Traía En este contexto la mujer se con- de la mano a una doncella de hasta vierte en juez y medida de un gusto 16 años, vestida de camino, tan de inspiración masculina; al tiempo bizarra, tan hermosa y tan gallarda, que a todos puso en admiración de que en objeto de consumo, lujoso su vista, de suerte que de no haber exceso. De ahí que cuando el cura visto a Dorotea, a Luscinda y a y el barbero decidan travestirse Zoraida que en la venta estaban, para asemejar una dama en apu- creyeran que otra tal hermosura ros, hiperbolicen los códigos cos- como la desta doncella difícilmente méticos, pongan en escena a la pudiera hallarse" (I,42). mujer desde rasgos puramente ¿Por qué este afán por la belleza? estéticos: ¿Por qué los caballeros derrotados "En resolución la ventera vistió al por Don Quijote han de jurar por la cura de modo que no había más belleza absoluta de una dama a la que ver. Púsole una saya de paño, que ni siquiera conocen, como llena de fajas de terciopelo negro aquel que realiza un acto de fe?: de un palmo de ancho, todas acu- chilladas, y unos corpiños de ter- "Todo el mundo se tenga, si todo el ciopelo verde, guarnecidos con mundo no confiesa que no hay en unos ribetes de raso blanco, que se el mundo todo doncella más her- debieron hacer ellos y la saya en mosa que la emperatriz de la tiempos del rey Bamba. No consin- Mancha, la sin par Dulcinea del tió el cura que le tocasen, sino Toboso". púsose en la cabeza un birretillo de El Renacimiento consideró la belle- lienzo colchado que llevaba para za exterior correlato de una bondad dormir de noche y ciñóse por la de inspiración divina, la cara como frente una liga de tafetán negro" espejo del alma, y esta identifica- (I,26). ción se extrema de manera muy El travestismo masculino será siem- peculiar en el libro de Cervantes. pre excesivo, juega con el añadido, Por eso la mujer debía vestirse, mientras las muchachas vestidas maquillarse, disfrazarse, para hacer de pastor o paje, son varias en el suya la apariencia de un ideal y de Quijote, sólo recuperan la totalidad un canon, impuesto desde la mira- de su belleza y la dignidad de su da masculina. El barroco, tiempo estado al recobrar sus galas, que del disfraz, incentivaría la mascara- añaden a la resta que supone su da. disfraz:

De esta forma, las severas reglas "Sacó luego Dorotea de su almoha- higiénicas y cosméticas de la época da una saya entera de cierta telilla eliminaban de sus prescripciones el rica y una mantelilla de otra vistosa

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tela verde, y de una cajita un collar condena que la posición-cosmética y otras joyas, con que de un instan- supone para la mujer, sino que rei- te se adornó, de manera que una vindica la libre circulación del deseo rica y gran señora parecía" (I,29) femenino, de una manera realmen- No obstante, la mujer no sólo es te osada para los códigos de la esclava de la apariencia, sino que época, hasta el punto de invocar la puede manipular los códigos cos- libre elección vital de la mujer: méticos y convertirlos en espacio de intervención, puede apropiarse "Yo nací libre, y para poder vivir libre escogí la soledad de los campos... de la mirada voraz y desviarla, Crisóstomo me descubrió la bon- puede convertir el "efecto de belle- dad de su intención, le dije yo que za" es un gesto precario, pero efec- la mía era vivir en perpetua soledad, tivo, de acción social: y de que sola la tierra gozase el fruto de mi recogimiento y los des- La belleza corporal es una posibili- pojos de mi hermosura" (I,14), rei- dad táctica de intervención social, vindicación que no sólo contrasta porque produce un "efecto de con las normas sociales que el belleza" apartable, plástico: durante barroco diseñó para "sus" mujeres, la captación efectiva de las mira- sino que se sustenta en una lúcida das, aun cuando sea muy breve, se reflexión, donde la palabra de mujer crea un espacio blanco, un parén- se muestra como palabra sabia. El tesis intencional... Es una máscara gesto es revolucionario, ni la propia táctica que las mujeres colocan de Sor Juana pudo defender el saber- un modo prácticamente deliberado mujer con tal libertad expresiva. Si y trabajado: ¡cuántas horas de la monja mexicana fue proclamada maquillaje, de tiempo de trabajo primera feminista de América, consagradas a la producción de -Cervantes habría de serlo esa frágil máscara, siempre provi- de las letras castellanas. sional, que el tiempo destruye irre- versiblemente! Y, sin embargo, esta Y es que las mujeres del Quijote, no táctica no apunta a la seducción son bellas y tontas, sino hermosas puramente sexual, aun cuando y sabias. De este modo, cuando siempre se la interprete en estos Dorotea se dirija a Fernando para términos, sino que también es un convencerle de que cumpla con medio precario, pero eficaz, de ella la palabra de marido que le dio, acción social... Se puede suponer y deje vivir felices a Crisóstomo y una constante desviación de las Luscinda, el sabio parlamento que mujeres respecto de la deseosa mirada masculina: una vez mirada ésta entona le hará ganar el epíteto la mujer, por fin, puede hablar...3 de hermosa: Desde aquí, la aparición de la bella "Venciste, hermosa Dorotea, ven- pastora Marcela en el funeral de ciste; porque no es posible tener Crisóstomo deja sin palabras a ánimo para negar tantas verdades aquellos que la miran y crea el silen- juntas" (I,36). cio necesario para que se escuche Si la donna angelicata, de piel blan-

3 NAHOUM-GRAPE, V.: "La estética: la palabra-mujer. Marcela, no sólo ca, relucientes ojos y dorados ¿máscara táctica, estrategia o identi- revela los peligros que la belleza cabellos, cantada por Góngora, dad petrificada?" en Duby, G. y Perrot, M.: Historia de las mujeres 3. Del exterior puedo suponer para la más Garcilaso o Quevedo, se convierte Renacimiento a la Edad Moderna, Madrid: Taurus, 2000. pp. 134-135 importante belleza de las almas, y la en la protagonista de la mayor parte

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de la historias que pueblan el libro del Quijote la máxima representan- de Cervantes: te de la dama noble en el texto:

"Suspendiédoles la blancura y la "vio una gallarda señora sobre un belleza de los pies... se comenza- palafrén o hacaena blanquísima, ron a descoger y desparcir unos adornada de guarniciones verdes y cabellos, que pudieran los del sol con un sillón de plata. Venía la tenerles envidia" (I,28, de la des- señora asimismo vestida de verde, cripción de Dorotea), ésta no se tan bizarra y ricamente, que la contenta con ser objeto de venera- misma bizarría venía trasformada da contemplación, depositaria del en ella. En la mano izquierda traía deseo amoroso, sino que habla y un azor, señal que dio a entender a actúa, transformando el texto en un Don Quijote ser aquella alguna gran tratado de las pasiones, dadas y señora que debía de serlo" (II,30). recibidas, correspondidas o recha- Su primera aparición vestida de zadas. vaquero nos sitúa en el umbral de Del papel que el vestido, el afeite, el un itinerario que habrá de recorrer calzado y el peinado tendrán en la la compleja galería del vestido consecución de ese "efecto belle- femenino cortesano. Así, antes de za", y de cómo las heroínas del poder comprender en qué consistía Quijote, en tanto representantes de esta pieza deberemos analizar paso la dama barroca, lo reciben y mani- a paso cada uno de los componen- pulan hablaré a continuación. tes de la indumentaria usual de una "gran señora", al tiempo que tratar 2. Vestidas para la ocasión: traje de abarcar su valor simbólico. femenino y norma social en el La mujer noble del XVII combinaba Quijote un doble atuendo: el estilo de apa- rato, que lucía en público, como El Quijote es la gran comedia representante de un linaje y porta- humana del XVII, los distintos repre- dora de la honra, y el traje más sen- sentantes de un mundo y un tiem- cillo, nunca ajeno, no obstante, a po cobran toda la potencialidad de los valores que debía representar, la vida literaria para dejarnos un pero sí más adaptado a las necesi- intenso retrato de usos y costum- dades de la cotidianidad domésti- bres, de encuentro entre clases, de ca. El valor representativo de cada juego de los sexos. Damas, muje- una de las piezas de su vestuario res comunes, labradoras, pero las convertiría en auténticas joyas, y también novias y cazadoras se vis- como tales serían consignadas en ten para la ocasión y convierten sus testamentos y legados4. De igual ropajes en un código de infinitos forma, las damas que la acompa- valores, donde el peso del linaje ñaban, como parte de su séquito, articula la lectura. Sin vestido es habrían de participar del mismo lujo imposible lograr el "efecto belleza". de vestido, aunque nunca superar 4 Los testamentos son hoy una de las el esplendor de su señora. Ellas fuentes documentales de mayor valor a la hora de reconstruir los modos de 2.1 Vestidos de noble condición eran sus "complementos". vestir del siglo XVII. Los testimonios gráficos, pintura y escultura, junto con Desde aquí, el estilo de aparato las ya mencionadas acotaciones tea- trales ayudan también a ello. Es la duquesa de la segunda parte intentó borrar las formas del cuerpo

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femenino, (considerado siempre riqueza. responsable de la lujuria), cubrién- El retrato de la Infanta Ana de dolo y unificándolo. Todos los cuer- España, pintado por Juan Pantoja pos habrían de poseer una misma de la Cruz, nos muestra el efecto silueta; pero sin olvidar el "efecto visual que produciría la mujer ata- belleza" que éstos debían producir. viada de esta forma. La infanta lleva La mujer noble, como icono de saya entera, prenda típicamente referencia social, sería extremada- española, sobre verdugado. La mente protegida en su cuerpo. saya de manga redonda y cuerpo Así, el traje de aparato solía consis- en pico se completa con manguillas tir en una saya entera, siempre pro- que cubren los brazos, espacio de fusamente labrada, que se vestiría mirada erótica para la época. Los sobre el verdugado (una falda inte- puños son de puntas de randa, a rior armada con unos aros llamados bordarlos se ocupaba la hija de verdugos, que según las épocas se Sancho: hacían de mimbre o madera, y que "Sanchica hace puntas de randa; se cosían sobre la tela y se forraban gana cada día ocho maravedís de terciopelo o raso), que daría al horros, que va echando en una traje un efecto rígido y acampando alcancía para ayudar a su ajuar" (II, según la moda. Vestir verdugado 52) era símbolo de nobleza, aunque El conjunto se completa con un usarlo requería de todo un aprendi- gran cuello de lechuguilla, que zaje. inmovilizaba y estiraba la cabeza, Por eso, cuando Teresa Panza llega una cinta o cintura, pieza de orfe- a creerse esposa de gobernador brería que bordeaba la cintura por inmediatamente deseará lucirlo: detrás y bajaba en pico por delan- te, posiblemente botones hechos "Señor cura, eche cata por ahí si hay alguien que vaya a Madrid o a en oro y piedras preciosas, elabora- Toledo, para que me compre un do peinado y tocado de gorra y plu- verdugado redondo, hecho y dere- mas a juego. La falda se cierra con cho, y sea al uso de los mejores puntas de metal y cintas. El pañue- que hubiere; que en verdad, en ver- lo que porta en la mano también dad que tengo que honrar al está decorado con puntas de gobierno de mi marido en cuanto randa. yo pudiere" (II, 50). Margarita de Austria, retratada por Junto con el verdugado, corpiños el mismo pintor viste saya entera forrados de cuero, cartón o con con mangas en pico y no redondas tablillas de madera, contribuirían a y manguillas acabadas en lechugui- la unificación y control de la figura lla, al igual que el cuello. de la mujer. Asimismo, debajo de éste podía llevarse "faldellín", a Además, sobre la saya entera sería modo de una enagua de cintura, posible vestir una ropa, prenda hol- también labrada ricamente, que gada, abierta por delante, más pondría de moda "enseñar los corta que la saya. Llama la atención bajos" al subir y bajar de un coche, en los testimonios pictóricos de la pensado modo de exhibición de época el vestido, ya de aparato, de

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cuerpo acababa en recto y nunca llevaba mangas. Las camisas solían ir bordadas en plata y oro, según la tradición heredada de los árabes. Este conjunto de dos piezas, aun- que muy aparatoso si lo compara- mos con la moda de hoy, suponía para la mujer de la época ganar en comodidad y libertad de movimien- tos. El Museo del Traje conserva dos magníficos ejemplares de jubo- Jubón femenino, ca. 1670-1690I (Museo del Traje MT001019) nes femeninos de la época, con y sin mangas, lo que nos permiten apreciar la diferencia entre ambos. las niñas, que aparece en los cua- Además del esmero en el vestir, la dros, esto revela la importancia que mujer noble también se aplicaría la época daría al deber ser mujer, y innumerables cuidados de belleza: al vestido que lo sustentaba; al tiempo que demuestra que apren- "Hemos tomado algunas de noso- der a llevar ese vestido era una tras por remedio ahorrativo de usar tarea que debía comenzarse en la unos pegotes o parches pegajosos, y aplicándolos a los rostros, y tiran- infancia. do de golpe, quedamos rasas y A todos estos elementos se suma lisas como fondo de mortero de la gran aportación española a la piedra; que puesto que hay en moda europea: el chapín, que Cadaya mujeres que andan de jamás asoma en el retrato, pues los casa en casa a quitar en vello y a códigos de decencia de la época pulir las cejas, y hacer otros menjur- jes tocantes a mujeres, nosotras las marcaban que no habían de verse dueñas de mi señora jamás quisi- los pies. El chapín, zapato pesado e mos admitirlas" (II, 40), y estudiaría incómodo, obligaría a las mujeres a sus poses y sus gestos. andar deslizándose, sin levantar los pies del suelo, lo que la moralidad de la época encontraba beneficioso para ellas, pues "las hacía estarse quietas". No obstante, resulta impensable una mujer vestida de este modo durante veinticuatro horas. Por eso, el atuendo más informal sustituía la saya entera por un conjunto de jubón o cuerpo, siempre sobre camisa, y vasquiña, nombre con el que se designaban a las faldas exteriores tanto del traje cortesano

como del popular. El jubón acaba- Jubón femenino, ca. 1660 ba en pico y podía llevar mangas, el (Museo del Traje MT095516)

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Por otro lado, en algunas ocasiones personal frente a la social, que des- excepcionales: de caza o de cami- vía el "efecto belleza", pero que no, el traje de las mujeres principa- otorga también la libertad del ano- les experimentaría algunas variacio- nimato. Taparse, al contrario de lo nes. El vaquero que la duquesa que ocurre en el mundo musulmán, viste en su encuentro con Don confiere a la mujer mayor indepen- Quijote sería el traje típico de caza, dencia. La tapada se convierte en ocasión que exigía enormes prepa- la gran protagonista del enredo en rativos: pues la caza sería para los la comedia de los Siglos de Oro, grandes señores una preparación pues "dejar al descubierto el ojo de la guerra, y una ocasión de luci- izquierdo" será considerado el cul- miento entre sus iguales, que tam- men de la coquetería femenina, bién requería de libertad de movi- activará el juego de seducción miento. desde el poder que da el secreto. Las grandes damas necesitaban de ¿Cuáles fueron las prendas que un atuendo que les permitiera mon- lucirían las tapadas?. Nos dice tar a caballo. Por esta razón, el Carmen Bernís: vaquero, prenda de origen turco, Tanto las mujeres de elevada condi- era un traje ajustado de talle, con ción social como las mujeres comu- dos pares de mangas: las normales nes usaron grandes mantos envol- y otras a lo turco, más corto que la ventes que sobrepasaban su esta- vasquiña que se llevaba debajo, tura. Usaron también mantos más que habría de eliminar aquellos ele- cortos que no llegaron a cubrir mentos que más dificultaban la totalmente la falda del vestido, movilidad de la mujer: el verdugado éstos recibían indistintamente el y el cuello de lechuguilla. nombre de mantillos, mantellinas o rebociños.... A la vista de los patro- Sin embargo, de una manera u nes de estos mantos y de las imá- otra, todos los modelos de vestua- genes que nos muestran cómo rio hasta aquí descritos inscriben a eran una vez confeccionados, se la mujer cortesana en el espacio de comprende que sólo podían hacer- lo privado, (sea el salón de recibir se con sedas extremadamente de su palacio o los campos de la finas. Estas sedas eran las emplea- finca de su familia), reforzando con das en los llamados mantos de 5 ello la relación hombre/mujer, públi- soplillo y mantos de gloria. co/privado. Al parecer lo segundos fueron más De ahí, que la obsesión por cubrir y finos todavía que los primeros, y proteger el cuerpo femenino se podían incluso esconderse en una acentúe cuando la mujer se aventu- manga. Durante décadas las muje- re en el espacio de lo público, res lucirían sus mantos o rebociños cuando salga a la calle y se expon- sobre la cabeza sujetos únicamen- ga a la mezcla con otras clases te con un sombrero. sociales. Para esta ocasión el cuer- No obstante, fue el traje de camino po se cubre todavía más si cabe, y el primero en cubrir el rostro de la el rostro se tapa, con un gesto mujer, a modo de protección contra ambiguo que borra la identidad posibles asaltantes. Llega el oidor a 5 Ibid: 246-247

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la venta con su hija Clara y se dirá (I, 1). de ella: ¿Cómo vestían la sobrina y el ama "Vestida de camino, tan bizarra, tan de Don Quijote? Es de suponer que hermosa y tan gallarda que a todos el hidalgo empobrecido jamás puso en admiración". (I, 52). hubiera podido pagar el coste de uno de los vestidos que hemos Así, el rostro (especie de careta de visto en los retratos de Juan tela), el volante (a modo de velo de Pantoja de la Cruz. Así, las que costosa tela que bajaba desde el Carmen Bernís llama "mujeres sombrero), o el antifaz serían las comunes"6, constituyeron un esla- tres prendas que ayudarían a ocul- bón intermedio en la jerarquía que tar los rostros de las viajeras. marcaba el vestido, ya que según la Capotillo y ferreruelo, junto con riqueza de su familia usarían un sombrero de copa alta y ala estre- atuendo que las asemejaría a la cha constituían los elementos nobleza o, por el contrario, se ves- necesarios para vestirse de cami- tirían casi como villanas7. no. De este modo, el traje de la mujer El capotillo era una prenda corta de común eliminaría aquellos aspectos abrigo que permitía a la mujer mon- más artificiosos del estilo de apara- tar a caballo, evitando la dificultad to, haciendo desaparecer de su que le hubiera ocasionado el largo atuendo, el verdugado y la lechu- manto, podía forrarse con piel para guilla (ésta quedaría sustituida por resguardarla de los rigores del viaje. cuellos abiertos, en forma de valo- Ancho, con mangas tubulares que na o variantes), y escogiendo siem- prendían de los hombros, tendría pre el conjunto de jubón o cuerpo una longitud de dos palmos por (también corpiño) y vasquiña, frente debajo de la cintura. El ferreruelo, a la saya entera. La cinta o cintura del que quedan menos testimonios, se cambiaría por una pretinilla, cin- sería similar al capotillo, pero susti- turón de damasco o cuero, al tiem- tuiría la manga por aberturas delan- po que la tela se mostraba mucho teras para sacar los brazos y añadi- menos guarnecida y siempre con ría un cuello. En ningún caso los adornos más sencillos y baratos. trajes de las viajeras renunciarían a Aquellas mujeres de más categoría simbolizar la estirpe y la riqueza de utilizarían también ropa. De la quien las portaba, se oculta la iden- misma forma, los grandes mantos tidad personal, pero se muestra la serían muy usuales, tanto para salir identidad social. El color preferido a la calle, como, incluso, en el inte- para su confección, como en la rior de algunas viviendas. indumentaria de caza, sería el verde. Con este atuendo la camisa cobra- ría una tremenda importancia en el 6 Véase la parte VII de su libro "El ama 2.2. De señoras a villanas o cómo efecto de conjunto. Ésta presenta- y la sobrina. El traje de las mujeres vestían las otras comunes". ría dos variantes: la camisa de 7 Son diversos los tratados escritos pecho, escotada, y la camisa alta, durante el XVI y el XVII que critican la "Tenía en su casa un ama que no falta de decoro de la mujer común que que cubría el cuello. El escote que quiere con sus vestidos asemejarse a pasaba de los cuarenta, y una la nobleza. El traje como marca de mostraba la camisa de pecho no se clase no debía pervertirse. sobrina que no llegaba a los veinte"

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entendió como atentado contra el debe valer un ojo de la cara. (II,21). pudor. También la camisa de Mientras Dorotea, aunque disfraza- amplias bocas o arremangada per- da lleva con ella: mitiría a la mujer de clase media algo inusual en el mundo cortesa- "una saya entera de telilla rica y una no: enseñar los brazos. Las medias mantellina de otra vistosa telilla verde" (I, 29). mangas y manguitas, que cubrían la camisa en los antebrazos, fueron Así, el conjunto habitual de la mujer también ajenas a la nobleza. de las clases populares habría de consistir en un sayuelo, cuerpo muy Con lo hasta aquí descrito pode- escotado y sin mangas, acompa- mos imaginar cómo vestiría la ñado de vasquiña y camisa, usual- sobrina de Don Quijote, pero el mente de pechos, algún manto caso del ama sería muy diferente. corto y un delantal que protegería la Las mujeres mayores de cuarenta ropa. Además, sería muy usual un años se verían estigmatizadas por pequeño tocado que se echaba una sociedad que sólo valoraba la sobre los hombros y podía meterse femineidad en tanto generadora de en el escote del sayuelo para prote- belleza. Por eso el cuerpo femenino ger del frío. Éstas mujeres irían des- maduro se oculta tras capas de calzas o calzarían chinelas y boti- tela: grandes mantos, vestidos sin nes, jamás el chapín que hubiera adorno y hábitos de corte monjil ido absolutamente en contra de las fueron los vestidos de las amas y necesidades de su trabajo. Teresa las dueñas, pues su cuerpo ya Panza no sólo es la representante objeto de lujo, sino de despojo. de este grupo, sino de su escalafón Junto a las mujeres de clase media inferior, pues su saya es tan corta villanas y labradoras tratarían de que atenta contar el pudor de la aproximarse a éstas en el vestido. época que sancionaba la exhibición Ni Quiteria, ni Dorotea visten como de los pies. labradoras. Sancho quedará impre- sionado ante el lujo de vestido de "Salió Teresa Panza, su madre, Quiteria: hilando un copo de estopa, con una saya parda. Parecía, según era A buena fe que no viene vestida de de corta, que se había cortado por labradora, sino de garrida palacie- vergonzoso lugar; con un corpe- ga. ¡Pardiez, que según diviso, que zuelo a sí mesmo pardo y una las paternas que había de traer son camisa de pechos" (II, 50) ricos corales, y la palmilla verde de Cuenca es terciopelo de treinta 3. ¿Vestidas o disfrazadas? pelos!¡ Y montas que la guarnición es de tiras de lienzo blanco!¡Voto a Duquesas, criadas, labradoras, mi, que es de raso! Pues ¡tomadme amas, prostitutas, moriscas y cris- las manos, adornadas de sortijas tianas..., todas las mujeres del de azabache! No medre yo si no Quijote se visten y se maquillan en son anillos de oro, y muy de oro, y respuesta a un deber ser mujer, empedrados con perlas blancas pero también a una marca de clase. con una cuajada, que cada una Por eso ante las pretensiones de

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Sancho sobre el destino de conversas también se salvan en el Sanchica Teresa responde: universo quijotesco. Desde aquí, sólo nos queda volver "Casadla con su igual, que es lo sobre el parlamento de Marcela, más acertado; que si de los zuecos que desvía el sentido del efecto la sacáis a chapines, y de saya parda de catorceno a verdugado y belleza para convertirlo en un don saboyanas de seda, y de una de palabra. Con su gesto nos lega Marica y un tú a una doña tal y un una pregunta: ¿ha sido durante señorío, no ha de hallar la mocha- siglos el vestido femenino un dis- cha, y a cada paso ha de caer en fraz?. Patricia Calefato8 nos dirá mil faltas, descubriendo la hilaza de que hasta en el gesto más inocente su tela basta y grosera" (II, 5) de ir a la moda subsiste un gesto No obstante, me gustaría hacer arquetípico carnavalesco, que con- hincapié en dos aspectos, el prime- siste en disfrazar el cuerpo para ro es que entre todas las mujeres que entre en circulación "de las del libro, sea cual sea su origen calles y del placer", cuerpo propio social existe una solidaridad basa- "para los otros" y para sí mismo da en el sexo: no dudan en conso- como otro. De esta forma, cuando larse, cederse espacios para aco- las mujeres del Quijote se vistan modarse en las ventas, reconocer estarán disfrazándose de mujer, la belleza de las otras etc... No hay asumiendo la identidad que la mira- apenas rivalidad, son los hombres da masculina diseñó para ellas; quienes disputan entre ellos. Y en pero también apropiándose de sus segundo lugar, destacar, asimismo, códigos, dotándolos de un nuevo que dos grupos de mujeres amplia- sentido. "El 'efecto belleza' es un mente denostados en la época, gesto precario, pero efectivo de como fueron las moriscas y las acción social".

8 CALEFATO, Patricia: El sentido del vestir, Valencia: Engloba, 2002.

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Usías de bata y reloj: Visiones de la moda en el siglo XVIII

Ana María Díaz Marcos, Universidad de Connecticut

Neil McKendrick ha señalado que ropa y accesorios- pudiera causar a en el siglo XVIII se produce una la economía nacional se publica la auténtica "revolución del consumi- Historia del lujo y de las leyes sun- dor" perfectamente ejemplificada tuarias de Sempere y Guarinos en el cambio cada vez más rápido (1788). Este autor, aun siendo de las modas en el vestir (44). Este consciente de los riesgos de tipo aumento del consumo se liga al moral que podía acarrear, conside- entusiasmo de la época por todo lo raba el lujo como un mal necesario novedoso, como pone de manifies- para el estado porque favorecía la to el Libro del agrado publicado en circulación de capitales y generaba 1785: riqueza a través del comercio:

"conviene renovar el haz de la tie- "El acostumbrar a los vasallos rra: que no haya cosa, que no sea desde la niñez a la más rígida parsi- nueva: discurrir cosas nuevas: jugar monia, y a despreciar las frivolida- a juegos nuevos: no comer sino des del lujo, que de nada sirven nuevas viandas: asimismo no escu- para la verdadera felicidad, por una Traje de maja pir sino de un modo nuevo" parte traería infinitas ventajas al (Museo del Traje MT000693) (Eijoecente 130). estado. Mas, esto no sería suficien- La fascinación dieciochesca por la te para la defensa de la nación, y para resistir a los numerosos ejérci- moda, junto con el gusto por el lujo tos […] para todo esto son necesa- y la novedad cada vez más extendi- rios inmensos gastos. Estos han de Bata (Museo del Traje MT015368) dos entre todas las clases sociales, salir, por la mayor parte, de los hacen germinar una obsesión dis- derechos del comercio. Por consi- cursiva por estos temas que se guiente, cuanto más se multipli- hace palpable en numerosas obras quen los consumos, tanto más del período. subirán las rentas de la Real Hacienda. Si los hombres se con- El debate sobre el lujo había enfren- tentaran con lo necesario, apenas tado a numerosos pensadores del habría comercio, y por consiguiente ámbito europeo, y en España tam- se disminuiría el Erario de tal suerte, bién se discutió ampliamente si el que no habría las rentas indispen- lujo era positivo o no para la nación. sables para la defensa de la En este contexto de obsesión y nación". (370) preocupación por el lujo y por los Aunque el lujo abarcaba un ámbito perjuicios que la importación indis- muy amplio -la casa, el mobiliario, criminada de artículos de novedad - los carruajes, las fiestas o los ban- especialmente tejidos, prendas de quetes que un anfitrión ofrece- lo

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La moda y el lujo en el vestir son, por tanto, aspectos fundamentales del imaginario cultural del siglo XVIII. Ya en 1728 el Padre Feijoo dedicaba un artículo de su Teatro crítico universal al tema de la moda, destacando su enorme poder de seducción: "aunque en todos tiempos reinó la moda, está sobre muy distinto pie en este […] Antes el gusto manda- ba en la moda, ahora la moda manda en el gusto. Ya no se deja un modo de vestir porque fastidia, ni porque el nuevo parece, o más conveniente, o más airoso. Aunque aquel sea, y parezca mejor se deja,

Jubón femenino porque así lo manda la moda" (170- (Museo del Traje MT009246a) 171). cierto es que una indumentaria refi- A esta tiranía de la moda aludía nada destaca a primera vista y por también Luis de Eijoecente en 1785 esa razón Romero del Álamo consi- destacando el "espíritu de moda" deraba a la moda "hermana legíti- que se imponía en Europa (135) y ma del lujo" (Martínez Chacón, abril subrayando la afición de su siglo a 637). La moda, el lujo y el afán de gozar del mundo y de todo lo que novedad se convierten así en obje- se asociara a la novedad. to de continua reflexión y controver- Los representantes por excelencia sia a lo largo del siglo. Autores de los excesos de la moda y el lujo como Moratín, Cadalso, Torres de en el siglo XVIII son los petimetres y Villarroel o Romero del Álamo dedi- petimetras, también denominados can numerosas páginas a examinar “currutacos”, “pisaverdes”, “pirra- estas cuestiones y prestan especial cas” o “usías”, caracterizados por atención al lujo en el vestir visto su preocupación por la apariencia y como un "problema" específico de el gusto por lo novedoso en mate- la sociedad del momento, causante ria de atuendo. Así, Sempere y del empobrecimiento de la pobla- Guarinos define la moda en estre- ción y, en general, de la decadencia cha relación con estos personajes: y corrupción de costumbres: "Las que en todo rigor se llaman "el lujo, profusión y moda, son las modas son de corta duración y no causas del crecido número de celi- tienen más subsistencia, que mien- batos, las que siempre, y por siem- tras permanece la sorpresa de la pre, destruyen la población, atrasan novedad. Cualquiera acaecimiento la agricultura, suspenden las artes, público, el capricho de un petime- impiden los matrimonios, y produ- tre, o petimetra, las muda cada día, cen todos los males políticos de un inventando otras nuevas, o resuci- Estado" (Martínez Chacón, Abril tando las antiguas" (373) 624). La palabra más común y más repe-

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tida en los textos de la época es racterizada como una mujer coque- "petimetre", un galicismo que pro- ta, frívola y adicta a las modas que cede de la forma "petit maître" y en aparece con frecuencia acompaña- el Diccionario de autoridades se le da del cortejo o del pretendiente define como "el joven que cuida que la acompañaba en su tocador demasiadamente de su compostu- y actividades sociales y con el que ra y de seguir las modas". Charles mantenía conversaciones frívolas Kany ofrece una visión del petime- sobre sus temas favoritos: modas, tre como víctima de la moda que vestidos, peinados y cosméticos. puede proceder de cualquier clase En la comedia La petimetra de social: Moratín, la protagonista aparece en escena siempre obsesionada por "El petimetre o petrimetre era el su apariencia y adornada con dijes, exquisito o dandi, un hombre joven accesorios y vestidos llamativos: cuyo único oficio aparente era ves- tir a la última moda. En esa tarea "Aquel andar tan airoso, suplantaba y superaba al lindo del aquel chiste y desenfado, siglo XVII. Normalmente era de la aquel primor con que juega clase media, aunque el término de la basquiña y del manto. podría ser aplicado a miembros de su discreción, su gracejo, cualquier clase que adoptaran una la invención de su tocado, actitud alambicada en el vestido, la El buen gusto en el vestir, forma de caminar y el comporta- y del vestido lo extraño, miento. Así, un artesano que se vis- Guantes (Museo del Traje MT000753) admiración de la Corte tiera de día de fiesta, e incluso un es, y aun de la España; y tanto, pobre podrían, dependiendo de la que ya por antonomasia […] ocasión, ser llamados petimetres" la Petimetra la llaman" (66-67) Los textos del XVIII aluden con fre- La representación crítica de estos cuencia a los excesos de sus gran- personajes aparece reiteradamente des hebillas, zapatos estrechos, en obras publicadas en el último calzón apretado y llamativas chupa tercio del siglo XVIII que reflejan la y botones, además de mencionar actividad intelectual desarrollada su afición al maquillaje. El atuendo durante el reinado de Carlos III de un petimetre es llamativo, osten- (1759-1788), monarca que personi- toso y muy variado, como apunta fica los ideales políticos de la ilus- Iriarte en su fábula El galán y la tración española (Caso González dama. 50). "Cierto galán a quien París aclama, La crítica de los petimetres presen- petimetre del gusto más extraño, te en muchos de estos textos ilumi- que cuarenta vestidos muda al año na aspectos de la sociedad del Zapatos (Museo del Traje MT009275) y el oro y plata sin temor derrama, momento y del complejo ideario celebrando los días de su dama, asociado al debate en torno a la unas hebillas estrenó de estaño, moda y el lujo. sólo para probar con este engaño lo seguro que estaba de su fama". 1. Competición social y deseo de Su homónimo femenino, la petime- agradar tra, es un personaje presente en Los ensayos críticos de la época muchos sainetes y comedias, ca- relacionan los excesos del lujo y la

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moda con el deseo de agradar y nes sociales y reflejo de la ansiedad competir socialmente, convirtién- de una sociedad que se ha vuelto Vestido masculino (Museo del Traje MT000654) dose así en marcadores de tensio- esclava de las apariencias porque ha sucumbido completamente al deseo de gastar y aparentar como medio de conquista y ascenso social, tal y como pone de manifies- to Sempere y Guarinos: El motivo principal porque los pri- meros hombres inventaron el vesti- do, fue para la decencia, y el abri- go. Pero la malicia trastornó bien presto estos objetos, sustituyendo otro, bien diferente de los primiti- vos. Este fue el deseo de agradar y de parecer bien […] Se cuida más de deslumbrar a la vista que de apasionar el corazón: y los grandes maestros de agradar en la sociedad son los sastres, peluqueros, y modistas." (372-373) Sin duda la fascinación por ciertos accesorios de moda como escofie- tas, guantes o medias se debe a que las clases bajas presenciaban una exhibición constante de lujo y vestuario a la moda por parte de la nobleza y clase media. De esta forma, la criada Mariquita Estropajo del sainete de Ramón de la Cruz La presumida burlada (1768) aparece burlonamente representada por sus ansias de señorío después de morir su ama y casarse con el que fuera su patrón. Los delirios de grandeza de esta presumida la llevan a con- tratar un profesor de canto, hablar del palacio de su familia y darse aires de petimetra. Sin duda, Ramón de la Cruz buscaba en este sainete la complicidad del auditorio ofreciendo un final ejemplarizante al quedar escarmentada la protago- nista por la aparición al completo de su familia -unos pueblerinos nada refinados- y descubrirse lo absurdo de sus ínfulas y pretensio-

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nes. ante los otros: el deseo de agradar Este sainete, en principio, docu- domina el ambiente y, al mismo menta la posibilidad de ascenso tiempo, se teme la falta de distin- social -en este caso tras un matri- ción social al difuminarse levemen- monio ventajoso- pero también el te las diferencias en la apariencia, nerviosismo ante esa epidemia de es decir, se vuelve especialmente imitación social que puede difumi- necesario que el vestido y el porte nar las diferencias ostensibles a pri- hagan ostensible la clase para mera vista, es decir: se percibía que seguir manteniendo inamovible el ese afán de los criados por imitar a sistema y las jerarquías. sus amos era peligroso para el sis- Sería ingenuo considerar que el tema y las jerarquías. temor de autores como Jovellanos No obstante, el interés creciente o los editores del periódico ilustra- por la moda no puede explicarse do El Censor a la "mezcla" e indis- únicamente por el deseo de medrar tinción obedezca a una posible socialmente. Es preciso tener en confusión real entre señoras y cria- cuenta que este proceso se produ- das basada en la similitud de su jo también a la inversa, como ejem- indumentaria. Lo que los textos de plifica el fenómeno del majismo, finales del XVIII ponen de manifiesto muy criticado por los ilustrados, con sus críticas y representaciones que consistía en la apropiación por satíricas no es que esa confusión parte de las clases altas de los fuera remotamente posible sino modales, el porte, el lenguaje y el que se temía que pudiera serlo en atuendo de las clases populares, el futuro. En este sentido aparece aplebeyando sus modales. Así, con frecuencia representada la cria- Jovellanos en su Sátira contra la da contagiada del afán de moda de mala educación de la nobleza, alu- su señora, como la sirvienta de La día al gusto de una parte de la petimetra de Moratín "cualquier nobleza por imitar los modales ple- moda que salga/ por Dios, señora, beyos y en Pan y Toros criticaba la que sean/ las primeras que se mezcolanza que se producía en las vean/ nosotras con ella" (137). plazas de toros: Según esto, el temor ante la moda como recurso para competir y "mezclados los sexos sin ningún ascender socialmente más que recato, la tabernera con la grande constatar una realidad reflejaría los de España, el barbero con el duque, la meretriz con la beata y el temores del siglo ante el desmoro- seglar con el sacerdote; donde se namiento del sistema jerárquico. El presentan el lujo, la disolución, la sainete de Ramón de la Cruz La desvergüenza, el libertinaje, el atre- presumida burlada no pretende vimiento, la estupidez, la truhanería, ilustrar el peligro que representan y, en fin, todos los vicios que afean las criadas que pueden seducir a a la humanidad, como en el solio de sus amos para ascender en la su poder" (citado por Rodríguez escala social sino que burla y Solís 93). escarnece a aquellos que tratan de Esta sociedad, por tanto, se carac- ocupar el lugar que no les corres- teriza por una notable ansiedad ponde. Esa ridiculización satírica

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es, por tanto, fuertemente conser- a lo extranjerizante, percibido como vadora de las diferencias y jerar- un atentado a la idiosincrasia casti- quías. La moda y la indumentaria se za. convierten así en perfecto reflejo de Cuando la petimetra del sainete Las los temores y conflictos de clase de majas vengativas (1768) es dibuja- la sociedad dieciochesca. da como una "usía de bata y reloj" (Cruz 2: 37) se está aludiendo al 2. Majos y petimetres: patriotismo y vestido de corte francés y al gusto afrancesamiento de la época por accesorios como Goya retrató en pinturas y graba- relojes, dijes, cajitas y cadenas. La dos a petimetres y petimetras, maja, en cambio, escogía un atuen- majos y majas que encarnan idea- do de corte más castizo: "vistosa les opuestos representados a tra- moña de seda y plata en su negra vés de estéticas y actitudes bien trenza; rico jubón de raso; saya distintas que, a su vez, ilustran un corta, adornada de azabaches y aspecto clave relacionado con la abalorios; graciosa mantilla caída moda y la indumentaria de la sobre el cuello; media de seda y época: la idea de patriotismo frente zapato de terciopelo" (Rodríguez Solís 48). Los majos -a diferencia de los petimetres- llevaban calzón ajustado, medias, zapatillas con hebilla, chaleco, chaquetilla, faja, capa larga y el pelo largo recogido con una redecilla (Kany 222). Majos y petimetres marcaban con su atuendo dos posiciones ideológi- cas opuestas: el afeminamiento y afrancesamiento de los segundos encontraba su contrapunto en el casticismo y la virilidad de los pri- meros. No resulta casual que los vocablos como “petimetre” y “peti- metra” procedan de una expresión francesa ya que estos personajes se caracterizaban precisamente por la fascinación por todo lo francés, especialmente en materia de moda y estilo, y por un lenguaje salpicado de galicismos. El propio Feijoo apuntaba ya en 1726 que los exce- sos de la moda provenían de Francia, identificada con la ligereza y la frivolidad:

"Francia es el móvil de las modas. Vestido masculino De Francia lo es París, y de París un (Museo del Traje MT020352) Francés, o una Francesa, aquel, o

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aquella a quien primero ocurrió la una actitud completamente hostil al nueva invención (…) Los Fran- influjo extranjero, y los hombres de ceses, en cuya composición, según los barrios bajos, como revancha a la confesión de un Autor suyo, entra su miseria, se atrincheraron en por quinto elemento la ligereza, con aquella xenofobia y acentuaron su este arbitrio influyeron en todas las desprecio hacia los petimetres demás Naciones su inconstancia, y ricos. Se consideraban superiores a en todas establecieron una nueva ellos, y llegaron a creerse deposita- especie de Monarquía (…) el mal rios y genuinos representantes del que nos hacen los Franceses con espíritu castellano en sus más sus modas: cegar nuestro buen jui- puras esencias." (Martín Gaite, 76- cio con su extravagancia, sacarnos 77) con sus invenciones infinito dinero, Lo más notable, en todo caso, es triunfar como dueños sobre nuestra que majos y petimetres "represen- deferencia, haciéndonos vasallos de su capricho" (172). taban" a través de su vestido y de Cadalso, a su vez, documenta en su lenguaje corporal esos conteni- las Cartas Marruecas el vocabulario dos antitéticos. Los excesos de galicista de la hermana de Nuño, ambos los llevaban a convertirse una petimetra que utiliza palabras incluso en caricatura, en actores como “bonete de noche”, “desabi- que utilizaban el espacio urbano llé”, “toeleta”, “piquete”, “maistre como escenario para actuar ante d'hotel” y expresiones que son cal- los otros trasmitiendo mensajes cos del francés como "mi nuevo políticos (patriotismo / afrancesa- jefe de cocina es divino, él viene de miento) y de género (afeminamien- arribar de París" (130). En conse- to/hombría). La cuestión del afemi- cuencia, los petimetres se identifi- namiento frente a la virilidad se rela- caban con el afrancesamiento de ciona con las expectativas de géne- modales y lenguaje y la fascinación ro que se examinarán en el aparta- por todo lo procedente de Francia, do siguiente, pero resulta interesan- lo que significaba no sólo una trai- te destacar también esa idea de la ción a los ideales patrios sino un actuación o representación tan cara peligro para la economía española, al siglo XVIII, considerado por los seriamente perjudicada por la hermanos Goncourt el "siglo de importación indiscriminada de pro- amaneramiento universal" (23). ductos de moda procedentes de La noción de teatralidad se relacio- Francia. Este gusto por lo francés na con la afición de la época por la se percibirá como algo especial- actuación ejemplificada en los bai- mente peligroso cuando estalle la les de máscaras o en la costumbre Revolución Francesa, aspecto que de posar y hacerse retratar de una ayuda a entender los temores que sociedad en la que el disfraz jugaba suscitaban los petimetres entre sus un importante papel (Ribeiro 174). coetáneos. Frente a esto los majos El gusto de ciertos nobles por dis- pretendían encarnar el espíritu cas- frazarse y jugar a ser majos sería un tizo opuesto al exceso extranjeri- ejemplo de esta actitud lúdica, al zante: tiempo que el comportamiento rela- mido de muchos petimetres y peti- "El pueblo se había replegado en metras constituye una cuidada

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actuación que pone en escena una sociedad en la que domina la contenidos e ideas que muchos teatralidad sobre lo genuino y las coetáneos percibían como antipa- personas se convierten en muñe- trióticos y subversivos. Petimetres y cos: majos encarnan ideales opuestos, "Antiguamente hacíamos del per- sus vestidos y modales son el sonaje Godo, como estatuas de soporte del papel que quieren piedra tallada […] pero ahora representar: el refinamiento euro- somos unos titerillos alegres, que peo y aristocratizante o la virilidad hacemos gestos, que afectamos castiza y plebeya. No debemos, una compostura supersticiosa, que por tanto, identificar el majismo con guiñamos el ojo […] que nos echa- un comportamiento "natural" frente mos polvos" (44-45). a la afectación de los petimetres, A esta mentira del petimetre se pues ambos eran exceso y artificio, oponía no la virilidad chabacana del como subraya Martín Gaite al mati- majo -otra forma de actuación, al zar que el estilo de los majos "mez- fin y al cabo- sino el ideal más natu- cla de agresividad, chabacanería e ral del hombre de bien, identificado Polonesa (Museo del Traje MT001004/5) insolencia, que llegó a ser […] el con el patriotismo, el valor, la reli- reverso de la imagen que rechaza- giosidad y la inmunidad a las ban, pero tan caricaturesco como modas frente a la ociosidad y frivo- ella" (77). lidad del petimetre, tal y como Entendida esta noción de actua- expone Nuño en las Cartas marrue- ción, es más fácil comprender la cas: insistencia de los ilustrados por caracterizar a los petimetres y "por cada petimetre que se vea currutacas como falsedad, subra- mudar de modas siempre que se lo manda su peluquero, habrá cien mil yando que su comportamiento es españoles que no han reformado "teatro" frente a lo genuino del un ápice en su traje antiguo. Por hombre de pelo en pecho, repre- cada español que oigas algo tibio sentante de los valores autóctonos. en la fe, habrá un millón que saca- Es decir, en estos textos se reitera rán la espada si oyen hablar de que los petimetres son una especie tales materias" (Cadalso 98). de simulacro y por eso se les retra- ta como personas incompletas. Así, 3. La ruptura con las expectativas de género Álvarez de Bracamonte los consi- dera "más títere que Polichinela, y Como se ha visto, la "petimetrería" mas mono que otro tanto" (Cañas se asociaba al artificio, frente al Murillo 35). ideal de lo natural y genuino. A este La referencia al polichinela alude a respecto, nada ha sido más procli- toda una nomenclatura que refleja ve al juicio de lo que es o no natu- la percepción de este personaje ral que la ideología asociada cultu- como marioneta de una pantomima ralmente a cada sexo y, en este frente a la utilidad social del indivi- sentido, la incomodidad ante estas duo propugnada por los ilustrados. figuras se debe a que el comporta- Así, por ejemplo, Luis de Eijoecente miento de los petimetres y curruta- destaca el papel de los títeres en cas atentaba contra los patrones

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de género establecidos. Estos per- sin faldas" (ibíd. 35). Es decir, se sonajes resultaban especialmente trata de personajes "antinaturales" subversivos por su ataque directo que no son identificables inmedia- al molde de género y su relación tamente como hombre o mujer, lo con otro ideal ambiguo, rebelde, cual se asocia directamente con la cosmopolita, extranjerizante y "frí- degeneración y la inmoralidad. En volo", pero su frivolidad erosionaba este sentido, el periódico La pensa- las categorías establecidas, provo- dora gaditana (1763-1764) dedica cando una gran ansiedad. uno de sus números al tema del afeminamiento de los hombres 3.1. La afeminación de los petime- destacando su nueva costumbre tres de maquillarse y perfumarse y su comportamiento amanerado: Uno de los rasgos de los petimetres es su amaneramiento y afemina- "No me pondré de propósito a refe- rir el tiempo que consumen en pei- ción que aparece reiteradamente narse, los afeites con que muchos en los textos dieciochescos. Así, hacen resplandecer la delicada tez Torres Villarroel define al petimetre de su rostro, el cuidado de la blan- como "mozo puta, amolado en cura de sus manos, ni menos los hembra" (28) y subraya, con res- olores, los moños y encajes con pecto a este tipo de hombres que que acompañan su desfigurada "gastan tocador y aceite de sucino gentileza. Tampoco contaré los porque padecen males de madre; quiebros, los melindres, los suspi- gastan polvos, lazos, lunares y bra- ros con que se hacen presentes en las visitas." (Cienfuegos 65) zaletes, y todos los disimulados afeites de una dama; son machos desnudos y hembras vestidos" (ibíd.). Los autores del XVIII insisten en denostar a estas figuras por su aso- ciación con lo femenino, su ambi- güedad sexual y afeminamiento que retaban los moldes de género establecidos. Luis Álvarez de Bracamonte en El petimetre por la mañana (1762) también se refiere a estos personajes destacando la imposibilidad de encasillarles en uno u otro sexo, por lo que se con- vierten en "gallina entre gallos y gallo entre gallinas" (Cañas Murillo 34) de modo que les considera "diptongo o equivocación de la Vestido masculino (Museo del Traje MT000900) Naturaleza, común de dos en el gesto, ambiguo en las facciones, De igual forma, el sainete de Doña Tal con calzones y Mariquita Ramón de la Cruz titulado El peti-

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metre retrata al protagonista, Don amenaza el estilo ambiguo de los Simplicio, como un hombre que petimetres. dedica la mañana al peluquero y al Por otra parte, resulta de sumo tocador, que se jacta de sus manos interés considerar el concepto de blandas y lleva todo tipo de dijes y "manos blandas" que aparece en el accesorios -relojes, cascabeles, sainete El petimetre, en tanto que cajitas de rapé, frasquitos y pañue- ese afeminamiento se consideraba los de olor- de forma que él mismo un impedimento insuperable para reconoce que siempre va "hecho desempeñar correctamente las una botica" (180). tareas y empresas propias del Esta apariencia recargada y la acu- sexo, tal y como subraya La pensa- mulación de objetos y accesorios dora gaditana: "¿Pero los hombres, para dar empaque y realizar una que fueron criados para gobernar exhibición constante se identifica los reinos, mandar ejércitos, pisar en estos textos con la emulación de cátedras, ocupar tribunales, se han lo femenino, es decir, se aborrece de entregar a la delicadeza, al lujo y este comportamiento por ser imita- a la afeminación? ¡Vergüenza gran- ción de la mujer, como explícita- de!" (Cienfuegos 65). Es decir, que mente subraya Torres Villarroel: el comportamiento de los petime- tres no sólo era considerado anti- "Cuidan los hombres de este siglo natural, indicio de depravación y solamente en afeitarse a menudo, decadencia cultural sino que aten- tomar mucho tabaco y chocolate, mirar las ventanas, en traer un patri- taba también contra la división tra- monio en cajas, sortijas, relojes, dicional de los sexos en tanto que palilleros, encajes y puntas y todo los pisaverdes, con su comporta- su estudio es imitar a las mujeres, y miento, se negaban a actuar como hurtarles el genio y los adornos. se esperaba de los verdaderos ¡Desdichada edad aquella en que hombres: los hombres viven tan afeminados." (112) "(la naturaleza) parece que está Cristina Molina Petit ha apuntado avergonzada de mirar cada día más y más burlados sus intentos y des- que esta misma preocupación por preciados sus esfuerzos en produ- el afeminamiento de la sociedad cir hombres, hombres, y que se está presente en Rousseau y entretiene en franquearnos muñe- Montesquieu y, en cierta medida, cos, que lejos de cumplir con la puede decirse que para ambos obligación de su sexo, sólo autores "cuando las cualidades piensan en ser hombri-mujeres, femeninas pasan a ser valores adulterando con afeminación lo sociológicos, la sociedad puede majestuoso, lo respetable y lo vene- considerarse depravada" (83). rable de su hermosura." (ibíd.) De esta forma, la generalización de A este respecto, Rebecca Haidt ha un comportamiento afeminado y la subrayado que los petimetres de mayor presencia de lo femenino en estos textos eran más que perso- la sociedad se identificaba con la najes "reales" representaciones de degeneración y la decadencia y por las tensiones de género que su eso se percibía como una gran existencia despertaba (108). No es

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casual, por tanto, que aparezcan de las responsabilidades propias de con frecuencia retratados mediante la edad adulta en favor de una frivo- imágenes de humanidad degrada- lidad que era interpretada como da. Torres Villarroel, por ejemplo, juego de marionetas frente a la utili- asocia el acortamiento de sus nom- dad social del individuo encomiada bres con un estado infantil perma- por los ilustrados. nente: "hacen a los hombres del tamaño de sus estaturas, y se lla- 3.2. Las petimetras y el hogar. man Periquitos, Manuelitos, Fraz- Si los petimetres se identificaban quitos" (29). Álvarez de Bracamonte con la afeminación y el amanera- también alude a la incapacidad o miento, las currutacas se percibían negativa del petimetre a alcanzar el como una grave amenaza para el estado adulto y las responsabilida- reparto de papeles de género por des subsiguientes, identificándose su rechazo de la posición tradicio- con una eterna minoría de edad nal de la mujer en familia y la socie- que lo iguala a la mujer y a los dad. Los textos que las denuestan niños: no las representan como marima- "Cuatro niñerías lo ocupan, y otras chos, es decir, que su subversión tantas frioleras lo llenan, sin que no es idéntica a la de los hombres, quede lugar para un cuidado, para pero sí paralela, pues su actitud un pensamiento varonil, sólido y supone un cambio radical en el fructuoso […] unas inclinaciones comportamiento considerado apro- afeminadas, unos deseos vanos, unos antojos mujeriles, unos pen- piado para la mujer. samientos aniñados". (Cañas Murillo 50) Bata (Museo del Traje MT009319) Para La pensadora gaditana los petimetres son "muñecos" (Cien- fuegos, 65), mientras que Álvarez de Bracamonte los considera "mas títere que Pulichinela, y mas mono que otro tanto" (Cañas Murillo 35). La referencia al polichinela y al muñeco son sólo algunos ejemplos de toda una nomenclatura que refleja la percepción de este perso- naje como marioneta de una panto- mima: "títere, muñeco, arlequín, chuchumeco, figurín, duende, manequín, chisgaravís y saltimban- quí" (Martín Gaite 282). Es decir: la figura del petimetre resultaba abyecta y perversa por su ataque a las fronteras de género, su renuncia a desempeñar los papeles propios de la masculinidad y por el rechazo

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Un aspecto crucial a la hora de echa al puchero la especia, entender las representaciones de la y dí a quien venga que espere". petimetra en textos como La peti- (192) metra de Moratín (1762) o La fami- Esa "obediencia" del marido lo lia a la moda de María Rosa Gálvez identifica con la figura del "calzona- (1805) tiene que ver con la amena- zos" tal y como específicamente za que representa para el principio reconoce Canuto, al encarar al final de autoridad masculina. Así, La de la obra a su esposa, la coqueta pensadora gaditana subraya que y petimetra Madama Pimpleas de tal autoridad está en crisis, en parte La familia a la moda: por la misma actitud de los petime- "Pues yo, que estoy aburrido tres: de sufrirte y afrentado, "En ningún tiempo se miran más si a la orden lugar has dado burlados [los hombres] de las pro- obraré como marido. pias mujeres y menos respetados Me ataré bien los calzones". que en el presente. Antiguamente (Gálvez 254) […] los hombres eran obedecidos Esta misma cuestión aparece en la con respeto gustoso; hoy se miran carta ficticia del marido de una lec- lisonjeados con una obediencia fin- tora petimetra a La pensadora gida. Porque valga la verdad: gaditana: "Es el caso que estando ¿cómo ha de poner temor en su casa y a su familia un Adonis que habrá ocho días en una junta de nada piensa menos que en hacerse amigos, tuve unas palabras con respetar?" (Cienfuegos 69). uno, el que imprudente me llamó Pero, además, esa autoridad tam- gurrumino, y me dijo que yo era la bién se desmorona por la actitud mujer de mi casa, y que se me divi- de las petimetras. Así, en el sainete saban las enaguas desde cien de Cruz El petimetre aparece la leguas" (Cienfuegos 95). En definiti- figura de Don Simplicio, marido y va, los textos que retratan a las padre de petimetras, que se ve petimetras destacan la negativa de obligado a coserse sus propias éstas a someterse a la autoridad medias ante la negativa de todas del esposo y subrayan su presencia las mujeres de su casa a hacerlo, en el espacio público, alejadas del por hallarse ocupadas en tareas recato y la domesticidad propues- como leer seguidillas (185). La pre- tos como idóneos para la mujer. sencia en escena del marido y La figura de Madama Pimpleas padre con aguja e hilo causaría la resume a la perfección los principa- hilaridad del público, al igual que el les defectos achacados a las curru- final del sainete en el que las muje- tacas: está obsesionada por ser res se van con sus acompañantes elegante y es una esclava de la mientras Don Simplicio queda solo moda, le fascina todo lo que sea en casa con la obligación de obe- francés, es una derrochadora y decer las siguientes órdenes de la está tan endeudada que ha consu- esposa: mido el mayorazgo de su hijo y tiene un amigo marqués que hace "Tú en casa te queda el papel de cortejo y la ayuda a ves- Y si tarda la criada, tirse en su tocador.

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Además, Madama Pimpleas, apa- y adornada con todas las baratijas rece reflejada como una mujer y accesorios propios de cualquier dominante y egoísta que llega a petimetra que se precie: competir con su propia hija y la "Muy bien, las cintas, mete en un convento para que no las sortijas, las pulseras, oscurezca su belleza, como reco- el collar, el ramillete, noce el padre: los guantes, caja y frasquera, el reloj, las arracadas "Ya verás que es muy hermosa, y lo que sabes que lleva joven, llena de candor, una mujer de mi porte". (92) y así no la hace favor su compañía a mi esposa". Frente a eso, su prima María, refle- (Gálvez 166) jo de todas las virtudes, la sirve y la En consecuencia, Madama Pim- reprende al mismo tiempo por estar pleas, queda retratada como una ociosa y no dedicarse a las labores madre desnaturalizada, que tiene domésticas, es decir, a las activida- celos de su hija e intenta impedir su des propias de su sexo: felicidad y, además, lo hace por "Ya ves que tú no haces nada, puro egoísmo y vanidad, ya que se y yo siempre cocinera siente atraída por el joven que aspi- te sirvo, como si fuera ra a ser su yerno, a quien intentará la más indigna criada. seducir sin éxito. Este personaje Pues no, prima, no es razón, aparece representado con todos que la que ha de ser mujer los rasgos que Haidt considera de todo debe saber, característicos de las petimetras: se del estrado y del fogón". (76) negaban a ser confinadas en el En este sentido, el criado Roque ámbito doméstico, eran manirrotas expone su parecer sobre qué tipo y coquetas y sus deseos y hábitos de actividades debe realizar una retaban los parámetros culturales mujer de bien, y por eso Jerónima que enmarcaban el comportamien- representa para él una "madama to femenino apropiado (110). fatal" (102) presumida, melindrosa y Por su parte, La petimetra de afectada que siempre está "pen- Moratín también ofrece una intere- sando en el uso nuevo / y en darse sante visión de esta figura, al repre- en la cara el unto / ni sabe coser un sentar a dos primas completamen- punto / ni echar sal a un huevo" te distintas: la petimetra Jerónima y (ibíd.). la recatada María, de forma que el Cocinar y coser son, por tanto, las contraste resalta los defectos de la actividades propias del sexo feme- primera frente a las virtudes de la nino y las petimetras como segunda. Jerónima es vanidosa, frí- Jerónima o Madama Pimpleas, con vola y presuntuosa y hace creer a su intensa vida social y su rechazo todos que es depositaria de una del ámbito doméstico y las activida- dote de la que carece y que perte- des hogareñas, retaban el reparto nece en realidad a la humilde María. tradicional de papeles y, en definiti- Jerónima aparece en escena siem- va, el mismo concepto de familia y pre obsesionada por su apariencia hogar con su engreimiento y narci-

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sismo. En esta comedia, Jerónima mera existencia, difuminaban las aparece en escena embebida en fronteras establecidas identificán- mirarse al espejo, frente al recato y dose con un "otro" más rebelde la discreción de su prima María, ante los ideales establecidos. Los cuyo temperamento modesto la petimetres, con sus andares ama- hace representante de los antiguos nerados y su gusto por los cosmé- valores. El propósito didáctico de la ticos, representaban un concepto obra es obvio, pues María termina- de masculinidad refinada, artificiosa rá casándose con el galán discreto y ambigua, mientras que las peti- y rico, mientras que Jerónima se ve metras, con sus cortejos y actividad forzada a hacerlo con Damián, un social, suponían un ataque directo petimetre pobre que la toma por a la figura del ángel del hogar: eran obligación y considera que la vida cualquier cosa menos las mujeres será un infierno con ella (146). En recatadas y silenciosas que pasa- definitiva, la petimetra Jerónima es ban su vida entre la cocina y la sala retratada como "engañoso oropel" de costura. El comportamiento y frente al "oro fino" que representa actitud de los petimetres supone su prima, la mujer tradicional (110). una rotunda trasgresión de los ide- ales de género y de la noción de 4. Conclusión utilidad social del individuo. La moda, el lujo y la actuación consti- Si "la moda o inclinación a lo tuyen las herramientas para elabo- moderno es innato a nosotros mis- rar una identidad distinta a la esta- mos", como subraya La pensadora blecida culturalmente como desea- gaditana (205), lo cierto es que la ble y apropiada. sociedad del XVIII conoció muy bien esa "naúsea en lo poseído y el Obras citadas inmediato anhelar por lo nuevo" (ibíd. 204), y sucumbió al hechizo CADALSO, José de, Cartas marrue- del lujo, la moda y la novedad. Tal cas, Madrid, Espasa Calpe, 1993. situación generó una controversia CAÑAS MURILLO, J.; Lama, M.Á., sobre si el lujo era positivo o no "De petimetres y petimetras de la ilus- para la nación y, al mismo tiempo, tración: El petimetre por la mañana y una diatriba contra los petimetres y El petimetre por la tarde, de Luis Álva- rez de Bracamonte", Anuario de estu- petimetras como figuras que encar- dios filológicos, 17, 1994, pp. 27-55. naban esa fascinación por la moda CASO GONZÁLEZ, José Miguel, y el adorno. La virulencia de las Historia de la literatura española: acusaciones contra tales persona- Siglo XVIII, León, Everest, 1995. jes pone de manifiesto que su frivo- CIENFUEGOS, Beatriz, La pensadora lidad provocaba un gran nerviosis- gaditana, Cádiz, Servicio de Publi- mo por lo subversivo de su com- caciones Universidad de Cádiz, 1996. portamiento. Los petimetres y peti- CRUZ, Ramón de la, Sainetes, Bar- metras, además de representar el celona, E. Domenech y Cª, 1882. gusto extranjerizante y la falsedad EIJOECENTE, Luis de, Libro del agra- artificiosa, retaban los moldes y do, Barcelona, Viuda Piferrer, 1785. expectativas de género y, con su FEIJOO, Benito Jerónimo, "Las mo-

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das", en Teatro crítico universal. Vol. 2 MARTÍNEZ CHACÓN, Elvira, Efectos en Proyecto filosofía en español. perniciosos del lujo: las cartas de D. (http://www.filosofia.org/bjf/ Manuel Romero del Alamo al bjft206.htm) Memorial Literario de Madrid (1789). FERNÁNDEZ DE MORATÍN, Nicolás, Oviedo, Universidad de Oviedo, La petimetra. Desengaños del teatro Servicio de Publicaciones, 1985. español. Sátiras, Madrid, Castalia, McKENDRICK, Neil, John Brewer y 1996. J.H. Plum, The birth of a consumer GÁLVEZ, María Rosa de, La familia a society, Bloomington, Indiana Univer- la moda, Salamanca, Plaza Univer- sity Press, 1982. sitaria, 2001. MOLINA PETIT, Cristina, Dialéctica GONCOURT, Edmond de, La mujer feminista de la Ilustración, Barcelona, en el siglo XVIII, Buenos Aires, Luis D. Anthropos, 1994. Álvarez, 1946. RIBEIRO, Aileen, Dress in Eighteenth- HAIDT, Rebecca, Embodying enligh- century Europe 1715-1789, New tenment: knowing the body in Eigh- York, Holmes and Meier, 1985. teenth-Century Spanish literature and RODRÍGUEZ SOLÍS, Enrique, Majas, culture, New York, St. Martin's Press, manolas y chulas, Madrid, Imprenta 1998. de Fernando Cao, 1886. IRIARTE, Tomás de, "El galán y la SEMPERE Y GUARINOS, Juan, dama". (http://www.bibliotecasvirtua- Historia del luxo y de las leyes suntua- les.com/biblioteca/literaturainfantil/fa rias de España, Valencia, Institució bulas/elgalanyladama.asp) Alfons el Magnànim, 2000. KANY, Charles, Life and manners in Madrid 1750-1800, California, Univer- TORRES VILLARROEL, Diego de, sity of California Press, 1932. Sueños morales: visiones y visitas de Torres con D. Francisco de Quevedo MARTÍN GAITE, Carmen, Usos amo- por Madrid, Madrid, Imprenta de D. rosos del dieciocho en España, Joseph Doblado, 1791. Barcelona, Anagrama, 1987.

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De desnuda a modista: el vestido de la esclava en los Estados Unidos del siglo XIX

Carme Manuel Universitat de València

1. Esclavitud e indumentaria meses en confeccionar el traje para el que se necesitaron casi cuarenta El 25 de octubre de 2005 falleció en y seis metros de tafetán de seda de Detroit a los 92 años de edad la color marfil. Cien años antes, Mary modista más destacada de toda la Todd Lincoln, la esposa de historia de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, posaba ante el Rosa Lee Parks. El 1 de diciembre fotógrafo más reputado de la de 1955 en un autobús de Mont- Norteamérica del siglo XIX, Mathew gomery (Alabama), Parks, entonces Brady, con un espléndido vestido de 42 años y miembro de la que había paseado en una de las Asociación para el Progreso de la galas presidenciales y que había Gente de Color (NAACP), no le sido confeccionado por su modista cedió su asiento a un blanco. La Elizabeth Keckley. Ésta había sido acción le costó una multa de 14 esclava, se había comprado a sí dólares y la cárcel, pero el gesto misma y antes de la Guerra Civil cobró una gran importancia y días había sido también modista de la después los afroamericanos de esposa de quien llegaría a ser el pri- Montgomery, dirigidos por Martin mer y único presidente de los Luther King, iniciaron un boicot de Estados Confederados de Norte- trescientos ochenta y un días a la américa, Jefferson Davis. Keckley red de autobuses. Nueve años más fue amiga y confidente, además de tarde, King recibía el premio Nobel costurera de la señora Lincoln y de la Paz y el presidente Johnson escribió una narración autobiográfi- firmaba la Ley de Derechos Civiles, ca en la que relataba su azarosa que ponía punto final a la discrimi- vida y su no menos conflictiva rela- nación racial en los Estados ción con la viuda del primer mártir Unidos. de la nación. Además de Parks, la historia norte- Parece ser, pues, que la confección americana cuenta con otras costu- era cosa de afroamericanas, pero reras negras famosas. El 12 de ¿cómo llegaron estas mujeres septiembre de 1953 Jacqueline Lee negras a la aguja, al hilo y al dedal? Bouvier contraía matrimonio con ¿Cómo llegaron, sobre todo, a las John Fitzgerald Kennedy. El vestido tijeras? ¿Cómo llegaron a cortar y nupcial que lució fue obra de Anne recortar, no ya, patrones y vestidos, Lowe, una afroamericana que cosía sino la viscosa tela, el inmundo velo para la elite sureña. Lowe tardó dos que las cubría, la negra capa que

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las hacía invisibles? Para hablar de reconocimiento, pues, de que la la relación entre indumentaria y experiencia afroamericana hunde esclavitud, como para hacerlo de sus raíces en lo social y en un lega- cualquier otro tema de la cultura y do cultural resultado del devenir literatura estadounidense, se ha de norteamericano, es absolutamente empezar necesariamente por un necesario para una mejor compre- intento de definición de lo que sig- sión de cualquier manifestación nifica ser negro en Estados Unidos. artística afroamericana. Para ello es conveniente recurrir a La imagen de América como tierra las opiniones de dos autores afroa- de promisión se convierte para los mericanos consagrados, Richard negros en una tierra de opresión, Wright y Ralph Ellison. Wright, en en un cautiverio, puesto que la his- "The Literature of the Negro in the toria afroamericana está marcada United States" (White Man Listen!, por la experiencia de la esclavitud, 1964), al hablar de varios escritores que, desde el principio, será dife- afroamericanos, declara que la rente para los hombres y las muje- palabra "negro" en Estados Unidos res. El "Middle Passage", es decir el no se refiere a algo racial o biológi- viaje trasatlántico, se convierte así co, sino a algo estrictamente social, en un momento iniciático: la entra- algo producido en el país. Por su da al infierno de la esclavitud. La parte Ralph Ellison, en "The World escritora afroamericana y Premio in the Jug" (Shadow and Act, Nobel de Literatura en 1993, Toni 1972), manifiesta que no es el color Morrison, manifiesta que los llega- de la piel lo que hace que un negro dos al Nuevo Mundo tuvieron la sea norteamericano, sino la heren- oportunidad no sólo de volver a cia cultural tal y como ha sido mol- nacer sino de renacer con una nue- deada por la experiencia y la situa- va indumentaria, y que, gracias a ción sociopolítica norteamericanas, ella, esa tierra desconocida ence- es decir, el haber compartido una rraba la posibilidad de ofrecerles serie de sentimientos expresados una nueva identidad. Sin embargo, en unas circunstancias históricas, a para los negros capturados en la través de las cuales esta herencia costa occidental de África y traídos ha pasado a ser parte de la cultura a las colonias como mercancía norteamericana. Para Ellison el ser humana, la vestimenta se convirtió negro norteamericano está íntima- en la metáfora que ilustró lo que mente ligado a la memoria de la significaba ser esclavo. Más aún, esclavitud, a la esperanza alberga- como indica Helen Bradley Foster, da ante la emancipación, a la trai- la ropa pasó a ser el elemento por ción perpetrada por unos supues- el que se calibraba su grado de tos aliados y a la venganza y des- pertenencia al género humano (4). precio infligidos por los antiguos El vestido es expresión de las acti- amos después del período de la tudes morales, sociales, culturales Reconstrucción, además de a los y políticas de una cultura. De la mis- mitos, tanto norteños como sure- ma manera que en todas las socie- ños, que se propagaron y propagan dades marcadas por un sistema de en justificación de esa traición. El clase y de casta, la clase dirigente

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parece es que a estos africanos recién arrastrados al Nuevo Mundo se les vistió a la manera europea y se les obligó a seguir los dictáme- nes de la decencia imperante en la sociedad de la época. Así, por ejemplo, en un anuncio de captura de un esclavo huido, al fugitivo se le describe de la siguiente manera: "Hombre negro... traído este Verano", llevaba puesto en el momento de la fuga "una camisa de lino tosco, un chaleco azul y un norteamericana tuvo presente des- sombrero nuevo escocés". de el primer momento la gran Richard L. Bushman explica que en importancia que encerraba la indu- las colonias se seguían los dictá- mentaria como índice de la posi- menes de la metrópoli por lo que se ción social dentro de esa jerarquía. hacía hincapié en que el atuendo, Como explica James Scott, un como signo de distinción social, aspecto crucial dentro del manteni- debía conservarse limpio y cepilla- miento de las relaciones de dominio do y las telas ser de una textura consiste en la representación sim- suave. Mientras los pudientes iban bólica de ese dominio a través de vestidos con sedas, cretonas y demostraciones y ejercicios de lanas finas; las clases bajas se limi- poder (45). El código esclavista de taban a cubrirse con prendas de Carolina del Sur de 1740 expone ya algodón, lanas de baja calidad. Las claramente las estrictas reglas que camisas y chaquetas entalladas y existían respecto a la vestimenta de los pantalones de terciopelo de los los negros. Fuera de la librea, con- ricos contrastaban con las camisas siderada como prenda propia de sueltas -con amplias mangas que los criados, los esclavos debían lle- permitían el esfuerzo físico sin var prendas hechas con las telas impedimentos-, chaquetas cortas y más toscas. Sin embargo, como pantalones de lana de los menos explica el historiador Eugene D. favorecidos. De igual manera, los Genovese, ni las autoridades ni los vestidos de seda rematados con amos hicieron valer la ley, de mane- lazos, bordados y encajes de las ra que hacia 1840 fue revocada señoras de la clase alta resaltaban (559). ante los vastos y simples atuendos Entre 1619 -año de la llegada de los adornados con el sencillo delantal primeros africanos a Jamestown de aquellas pertenecientes a los (Virginia)- y 1808 -momento en que rangos sociales inferiores. Los se abolió el tráfico esclavista-, se esclavos -pertenecientes al escalón calcula que el número de esclavos social más bajo- estaban destina- llevados a las colonias inglesas de dos a vestirse con ropa suelta y Norteamérica alcanzó la cifra de confeccionada con las peores medio millón de personas. Lo que telas. Shane y Graham White seña-

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lan que, en un momento en que las veniente, a alimentarlos en abun- colonias importaban la mayor parte dancia y a pagarles las facturas del de las telas, la indumentaria de los médico", declara Daniel R. Hundley. esclavos se regía por unas reglas Este plantador sureño -periodista, de uniformidad y parquedad. De soldado y hombre de negocios- hecho, como atestiguan los anun- intenta en su libro de 1860 Social cios de captura de esclavos huidos, Relations in Our Southern States la ropa no constituía en muchas contrarrestar la imagen exagerada ocasiones un elemento identifica- de un Sur cruel y despiadado, tal y dor, aunque sí lo eran las marcas como se había popularizado tras el del cuerpo, tanto las tribales como éxito de La cabaña del tío Tom las producidas como consecuencia (1852) y justificar las virtudes de la de castigos. región ante el creciente resenti- Durante los siglos XVII y XVIII las miento norteño. disposiciones de los plantadores Sin embargo, durante este siglo se respecto a la población esclava tes- alzan también voces que protestan timonian los sobrios requerimientos ante la situación de penuria de la que regían la vestimenta de los población negra en exigencia de negros. mejoras. El reverendo C. F. Sturgis de Carolina del Sur, en su Prize Essay on the Duties of Masters to Servants, se escandaliza ante "la miserable actitud de algunos plan- tadores al dejar que los criados vayan a trabajar en harapos por fal- ta de ropa decente y que malgas- ten las horas del sábado por la noche y de casi todo el domingo por la mañana lavando esos des- preciables trapos, lo que les obliga a ir medio desnudos el domingo hasta que esa ropa se les seca o ponérsela medio mojada, lo que a su vez les acarrea reuma u otras enfermedades inflamatorias" (cit. Genovese 550). Fanny Kemble, la actriz inglesa casada con uno de los más impor- "Se ha de considerar que a los tantes plantadores sureños de la esclavos no se les expone a ningún primera mitad del siglo XIX, se hace gasto, ya sea para ellos mismos o eco de la injusticia de la situación sus familias. Los amos están obli- en su diario: "La asignación de gados por ley, al igual que por pro- prendas que se hace cada año a pio interés, a darles un buen techo, los esclavos tal y como lo estable- a arroparlos del frío con ropa con- cen las normas de la plantación se limita a una cierta cantidad de

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metros de franela, y de una tela que la lucha antiesclavista de preguerra, llaman pañete que es una especie Frederick Douglass cuenta en su de lana burda que pesa mucho y narración autobiográfica de 1845, que es de un azulado o grisáceo Narrative of the Life of Frederick oscuro, que me recuerda a ese tipo Douglass, An American Slave, de alfombra hecha de algodón y Written by Himself, en qué consistía lana. Esto y dos pares de zapatos exactamente la asignación anual de es todo lo que se les da. Ahora ropa que recibían los esclavos en la bien, no creo que haya nadie capaz plantación en la que le tocó vivir: de aguantar ese pañete sobre la "La ropa que se les daba una vez piel si no son los negros, ya sea en año consistía en dos camisas de pleno invierno y no digamos en lino basto, un par de pantalones de verano. Lo que se podría hacer, lino, como el de las camisas, una creo yo, para mejorar la situación chaqueta, un par de pantalones es aumentar la cantidad de franela para el invierno de paño tosco y y de ropa interior, y darles tela de negro, un par de calcetines y un par cretona oscura y no esa que pare- de zapatos; lo que equivalía todo a ce de alfombra, y que es, en gene- un coste de unos siete dólares". ral, con lo único que van vestidos" Ahora bien, a los niños que todavía (88). no trabajaban en el campo no se Gayatri Spivak manifiesta que el les daban "ni zapatos, ni calcetines, sujeto subalterno no puede apare- ni chaquetas, ni pantalones; única- cer sin el pensamiento de la elite mente se les daban dos camisas de (11-12), es decir, que no existe lino basto al año. Cuando se les posibilidad de acceder a la con- rompían, iban desnudos hasta el ciencia subalterna fuera de las siguiente día de reparto de ropa. En representaciones dominantes o cualquier estación del año se podía documentos del grupo de mayor ver a los niños entre siete y diez poder. Sin embargo, el examen de años, de ambos sexos, casi desnu- la indumentaria de los esclavos no dos, por la plantación" (54). es sólo posible a través de las infor- Si el hambre acechaba al esclavo, maciones que aparecen en los dia- el frío, por falta de ropa apropiada, rios y documentos de las plantacio- era considerado un enemigo toda- nes, en los periódicos, en los trata- vía más temible: "En pleno verano y dos legales, en los anuncios de en pleno invierno yo iba casi desnu- captura de esclavos fugitivos, sino do: sin zapatos, sin calcetines, sin también en los textos que los pro- chaqueta, sin pantalones; sin nada pios esclavos tuvieron posibilidad a no ser una áspera camisa de de escribir. Son las narraciones estopa de lino que apenas me lle- autobiográficas escritas por exes- gaba a las rodillas" (71). Y continúa: clavos que llegaron a dominar la "No tenía cama. Me habría muerto escritura dónde se descubren indi- congelado, a no ser que en las cios importantes de la indumentaria noches de más frío cogí la costum- como una práctica coercitiva más bre de robar un saco que utilizaban del poder. para acarrear grano al molino. El ex esclavo y uno de los líderes en Arrastrándome, me metía dentro y

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allí me dormía, sobre el gélido y agradable que me resultaba verla húmedo suelo de tierra, con la tan compuesta y limpia, me dijo cabeza dentro y los pies fuera. que su antiguo amo era muy quis- Tenía los pies tan cuarteados de la quilloso respecto a este particular y escarcha que habría podido meter que cuando él vivía a todos los cria- la pluma con la que ahora escribo dos que trabajaban dentro de la en cualquiera de aquellas grietas" casa les obligaba a preocuparse (71-72). del aspecto de sus personas" (94). Los amos más preocupados por el Tanto en la literatura afroamericana bienestar de sus "propiedades" de la época -en especial en las convertían el día del reparto de ropa narraciones de exesclavos- como en un ritual paternalista. Como en las entrevistas realizadas a exes- explica Genovese, por todo el Sur clavos por el Federal Writers' los amos y especialmente las amas Project entre 1936 y 1938, los distribuían la ropa haciendo hinca- negros se quejan no sólo de la par- pié en el espíritu caritativo que les quedad de prendas de que podían movía e intentando que el acto evo- disponer sino de la textura de las cara la gratitud de los esclavos ante telas con las que estaban éstas el generoso regalo (555). Esto indi- confeccionadas. La ex esclava ca también la trascendencia y signi- Harriet A. Jacobs en su narración ficado social que la ropa encerraba autobiográfica, Peripecias en la vida para los afroamericanos y la actitud de una joven esclava (1860) se que mostraban hacia su propia hace eco de este sentimiento con apariencia, importancia de la que amargura: "Todavía me acuerdo, los blancos eran conscientes y, por como si fuese hoy, del vestido de lo tanto, de las posibilidades con paño burdo de algodón y lana que que podían manipularla en benefi- me regalaba todos los inviernos la cio propio. De ahí que algunos señora Flint. ¡Cómo lo odiaba! Era amos se interesaran por la aparien- uno de los distintivos de la esclavi- cia de los esclavos movidos por el tud" (27). propio prestigio social. Fanny En su Ascenso desde la esclavitud Kemble cuenta lo siguiente con res- (1901) Booker T. Washington tam- pecto a la apariencia de Old House bién habla de la traumática expe- Molly, una de las esclavas que más riencia de llevar la típica camisa de tiempo había servido como criada lino: "La experiencia más exaspe- en la residencia de la familia de su rante que tuve que padecer de esposo, el señor Butler, y que era esclavo fue la de llevar una camisa una de las más viejas y respetadas: de lino. En la zona de Virginia don- "El vestido que ella llevaba, al igual de vivía era normal utilizar el lino que el de su hijo, y el de todos los como parte de la vestimenta de los criados que han trabajado en algún esclavos. Nuestra ropa se confec- momento dentro de la casa de la cionaba mayormente de la parte de familia, testimoniaban un gusto este material que se destinaba al más exquisito que los adornos desecho, que naturalmente era la medio salvajes de los otros negros más barata y la más tosca. Me más pobres. Al comentarle yo lo cuesta imaginar un martirio, salvo

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quizás el de arrancarse una muela, nervios. Me ordenó que me acerca- que se asemeje al de estrenar una se a ella y me preguntó qué llevaba camisa de lino. Es casi igual a la que producía tal abominable ruido. sensación que se experimenta si se Le dije que eran los zapatos nue- vos. "¡Quítatelos!", me ordenó, "Y si tienen clavadas en la piel una doce- te los vuelvo a ver puestos, te los na o más de espinas de castaño o echaré al ". un centenar de puntas de alfiler [...]. Me los quité y también me quité las Pero no tenía otra elección. O lleva- medias. Entonces me envió a hacer ba la camisa de lino o no llevaba un recado muy lejos. Mientras nada y, si de mí hubiese dependido, caminaba por la nieve, empecé a habría elegido no llevar nada. [...]. sentir un hormigueo en los pies Hasta bien entrada la adolescencia, descalzos. Por la noche tenía la voz esta simple prenda fue lo único que muy ronca y me acosté pensando llevé" (67, 69). que al día siguiente estaría enferma o tal vez muerta. ¡Cuál fue mi pena Ahora bien, son los zapatos el artí- al despertar y encontrarme bastan- culo que más repulsa evoca en la te bien!” (40) memoria de los exesclavos. Booker Como consecuencia de las crisis T. Washington así lo recuerda: "El políticas de finales del XVIII, en el primer par de zapatos que recuer- siglo XIX los plantadores recurrieron do haber llevado fue de madera. al algodón, lino y lana como mate- Estaban hechos de un cuero muy rias primas para la confección de la basto, pero las suelas, de más o indumentaria de sus esclavos, al menos una pulgada de grosor, eran tiempo que en algunas plantacio- de madera. Cuando caminaba nes se encargaba a los mismos hacían un ruido terrible, además de afroamericanos de la confección de ser muy incómodos porque no se las telas y de las prendas, tareas amoldaban a la presión natural del que pronto recayeron en las escla- pie. Puestos daban un aspecto de vas. Era el ama la que en algunos lo más desmañado" (67). La pose- casos solía supervisar la tarea de sión de calzado denota la de un producción y en las plantaciones cierto status y privilegio social. De más grandes algunas esclavas se ahí que, como en el caso de Harriet encargaban expresamente del tra- A. Jacobs, despierte la envidia de bajo. Ahora bien, con o sin la ayuda los amos y sean el medio por el que del ama y de las costureras negras, se castiga al esclavo: en la mayoría de las ocasiones eran “Me acuerdo de la primera vez que me castigaron. Fue en el mes de las propias esclavas quienes, des- febrero. Mi abuela me había cogido pués de las faenas del campo, se los zapatos viejos y los había cam- veían obligadas a coser las prendas biado por un par de nuevos. Los que podían para sus familias, lavar- necesitaba, porque ya habían caído las y remendarlas. Otra tarea de la unas cuantas pulgadas de nieve y que se encargaban era la de teñir llevaba trazas de continuar hacién- las telas. Cuando se les entregaban dolo. Cuando entré en la habitación piezas de color blanco, las teñían de la señora Flint, el crujido que de color gris, marrón o rojo, depen- dejaron oír los zapatos nuevos exa- cerbó en demasía sus refinados diendo si eran para uso diario o

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para los domingos. El rojo era uno claman la aparente contradicción de los colores preferidos, tanto de de los esclavos ante la cuestión de mujeres como de hombres. El ori- la indumentaria. Por una parte, se gen de este gusto por el rojo -aso- comportaban con una dejadez pro- ciado a la vida y la fertilidad- es pia de los estamentos más depau- incierto, pero Genovese apunta que perados de cualquier sociedad, puede remontarse a la cultura afri- mientras que por otra, en algunas cana de origen de los esclavos. ocasiones -en concreto, los domin- Para los tintes se utilizaban raíces gos y las fiestas- la obsesión por de olmo, cerezo, nogal y otras sus- engalanarse con las mejores pren- tancias, conocidas por los afroame- das resultaba sorprendente. La ricanos gracias a una sabiduría explicación se encuentra en el ancestral que se remontaba gene- hecho de que los esclavos única- raciones atrás. mente podían liberarse de la opre- El papel de la afroamericana a la sión bajo la que vivían en ciertos hora de diseñar la ropa de la comu- momentos y espacios que hicieron nidad esclava no se limitaba a la suyos y, por lo tanto, fuera del confección de prendas prácticas, alcance de los blancos. Estos terri- sino que, como indican Shane y torios de expansión psicológica y Graham White, aprovecharon estas cultural de unas formas de vida que tareas para imprimir una creatividad se remontaban a la cultura africana que, de otra manera, no habría de la que procedían servían como encontrado plasmación. El patch- espacios carnavalescos de subver- work y el zurcido se convirtieron así sión, donde la transformación física en expresiones artísticas de estas y psíquica gracias a la indumentaria mujeres subyugadas y que de- jugaba un papel primordial. Las muestran la existencia de una esté- fiestas al igual que los oficios reli- tica diferente a la de los blancos giosos les pertenecían a ellos no a que tiene su más directa manifesta- los amos. ción en la manera en que recicla- Durante el siglo XVIII los esclavos ban prendas usadas de los amos. habían intentado socavar los límites La manera en que los esclavos que el sistema les imponía no sólo combinaron los colores y las distin- apropiándose de artículos de vestir tas prendas forma parte de la pale- propios de la elite blanca, sino ta expresiva del negro en las combinando estos mismos ele- Américas que se plasmó en la mentos de la vestimenta de los música, la religión, el lenguaje, la blancos a unas formas que éstos confección de colchas, etc., es consideraban totalmente inapropia- decir, en el sincretismo e hibridismo das. De hecho en 1822, los críticos artístico y cultural africano-america- más recalcitrantes de la libertad de no. los esclavos respecto a la indumen- taria exigieron a las autoridades a El vestido del esclavo como sub- través de su Memorial of the versión del orden Citizens of Charleston que tomase Los textos de los observadores de cartas en el asunto. Sus protestan la escena sureña de preguerra pro- dejan ver claramente cuál era la

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actitud de los blancos ante la cues- esta pobre gente el domingo [...]. El tión: "Recomendamos a la Legis- acicalamiento dominical es, en rea- latura que prescriba la manera de lidad, la combinación más estram- vestir de las personas de color de bótica de absurdos que se puede nuestra sociedad. Usan ropa cada pensar: volantes, lorzas, cintas; pei- vez más cara, lo que está tentando nes encasquetados en cabezas a los esclavos hacia la deshonesti- con pelo que parece lana, como si dad y les está imbuyendo ideas que pudieran sujetar algunos mechones no casan con su condición. Ade- de esos cabellos tan tiesos e indó- más, esta situación les está volvien- mitos; adornos mugrientos de do más insolentes con los blancos todos los colores del arco iris y de y les está haciendo que se aficionen los tonos más chillones mezclados cada vez más a las paseos y a las con una estridencia chirriante alre- exhibiciones, lo que hace que sea dedor de los rostros cetrinos; las extraordinariamente difícil tenerlos cabezas envueltas en pañuelos que en casa trabajando" (cit. Genovese se ven a una milla de distancia; cre- 559). tonas con dibujos tan abigarrados La apropiación que los afroameri- que incluso se podrían ver si pinta- canos realizaron de prendas y ran las nubes con ellos; collares, modos de vestir de la elite social fue lágrimas de cristal, fajines llamati- más allá de la simple imitación vos y, sobre todo, unos graciosos simiesca. Estas acciones, en reali- delantalitos, que rematan estos dad, subvertían el orden social que oropeles incongruentes con una el uso estrafalario de la indumenta- especie de etérea gracia que, he de ria exhibía y subrayaba, puesto que confesar, me resulta totalmente erosionaban los férreos límites exis- imposible de describir. Un joven, el tentes entre negros y blancos, hijo mayor de nuestra lavandera esclavos y libres. Como opinan Hannah, vino a presentarme sus Shane y Graham White, el fin que respetos vestido con un hermoso querían conseguir los esclavos al chaleco de satén negro, una cami- llevar ese tipo de ropas no era tan- sa con un cuello lleno de lorzas que to copiar los valores de los blancos, casi le comía la cara negra, y sin cuanto mermar su autoridad. zapatos ni calcetines en los pies" (93). "El domingo es el gran día de gala para los negros, si no contamos, De la misma manera Fanny claró está, las fiestas de Navidad", Trollope, la novelista inglesa que manifestaba Daniel R. Hundley, un visitó los Estados Unidos a princi- conocedor de la escena sureña de pios del siglo XIX, cuenta cómo en la plantación (841). Fanny Kemble Indiana, en una reunión religiosa al también se hacía eco en su diario aire libre, "Había una tienda ocupa- del significado de los oficios religio- da exclusivamente por negros. Iban sos de los domingos y del exotismo todos mudados y daba la impresión de las escenas que dibujaban los de que estuviesen actuando en un afroamericanos ese día: "No cabe teatro. Una mujer iba vestida con imaginar nada más grotesco que un traje de gasa rosa adornado de las galas con que se emperifolla encaje plateado; otra llevaba unos

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ropajes de seda de color amarillo dense (220). pálido; un par iban ataviadas con La cultura afroamericana encuentra magníficos turbantes, y todas lucí- su máxima expresión a la hora de an gran profusión de adornos. Los subvertir el orden social en los fes- hombres llevaban unos pantalones tivales negros del siglo XIX: blancos como la nieve y unas cha- Pinkster, Negro Election Day y quetas de lino de colores vivos" General Training. Estas celebracio- (128). nes se insertan dentro de unos La perplejidad que muestran Kem- momentos que podríamos denomi- ble y Trollope ante la manera de nar carnavalescos en el sentido en exhibirse los negros en estos ritua- que Mijail Bajtin define el carnaval les religiosos pone de relieve la frente a la fiesta oficial: "El carnaval incapacidad de estas observadoras era el triunfo de una especie de para interpretar la disposición de liberación transitoria, más allá de la los afroamericanos frente a la indu- órbita de la concepción dominante, mentaria. La vestimenta surge la abolición provisional de las jerar- como uno de entre los muchos quías, privilegios, reglas y tabúes. medios poderosos de superviven- Se oponía a toda perpetuación, a cia del esclavo dentro de la socie- todo perfeccionamiento y regla- dad esclavista y racista estadouni- mentación, apuntaba a un porvenir dense, puesto que a través de lo aún incompleto" (15). Como otros que es percibido como gusto y for- actos conmemorativos llevados a mas "estrafalarias" estos individuos cabo por los afroamericanos duran- imponían la impronta de un legado te el siglo XIX, estas celebraciones cultural ancestral africano, permití- se han de analizar, como lo que an que su identidad sobreviviese y Geneviève Fabre denomina con el que los valores de la comunidad a nombre de "gestos políticos" (73), la que pertenecían siguieran intac- los cuales contribuyeron a crear, tos. La estentórea visibilidad de las afianzar y perpetuar una memoria prendas exhibidas esconde un colectiva-no sólo del pasado sino doble lenguaje que para los blan- del futuro anticipándose a lo que cos, como muchas otras manifes- debía suceder-, además de como taciones del folklore y modos de testimonios de la conciencia históri- vida afroamericanos, se erige como ca de un pueblo que con frecuencia un jeroglífico que se intenta inter- es visto como víctima pasiva de la pretar desde un alfabeto falso y opresión, más que agente histórico equivocado, por lo que acaba sien- de subversión. do indescifrable. Las distintas for- Estos festivales que se celebraron mas en que los esclavos llevaron la durante los siglos XVIII en algunos ropa y la actitud que demostraron puntos de Nueva Inglaterra, Nueva tener ante la vestimenta son, para York y Nueva Jersey, solían tener Helen Bradley Foster, demostracio- una duración de uno o dos días de nes que subrayaban el rechazo que mayo o junio, si bien el de Pinkster sentían ante la aceptación de un podía llegar a durar toda una sema- aniquilamiento cultural por parte de na. "Pinkster" es el nombre que la la comunidad blanca estadouni- fiesta de Pentecostés recibe en

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holandés, puesto que fueron los das más vistosas, espadas, caba- holandeses quienes empezaron a llos, prestados de los amos para celebrarlo siete semanas después que los desfiles resultasen lo más de la Pascua, y que se asociaba fastuosos posible. La llamativa apa- con la renovación de la vida propia riencia de los participantes era fruto de las fiestas primaverales. Se de un ejercicio premeditado de arraigó en las zonas con mayor reconstrucción visual, que Shane y población holandesa, que también Graham White denominan "un acto contaban con una gran densidad de bricolaje cultural", es decir, una de esclavos hasta la abolición de la acción creativa del esclavo negro esclavitud en Nueva York en 1827: africano en un nuevo entorno domi- el valle del Hudson, el norte de nado por los blancos. La creativi- Nueva Jersey y la parte occidental dad de los africanos de Norteamé- de Long Island. A pesar del origen rica no se plasma tanto en la con- holandés de la fiesta, los afroameri- fección de su propia vestimenta, canos lograron incorporar sus pro- sino en las maneras en que combi- pios rasgos en un brillante ejercicio nan prendas procedentes de diver- de sincretismo cultural, de manera sos orígenes (propias, robadas a que a principios del XIX el Pinkster otros negros y blancos, regaladas se consideraba una celebración por los amos, etc.). completamente negra, en la que se Otra celebración importante que organizaban mercados, se bebía, muestra la manera en que los jugaba, bailaba y cantaba. En pala- esclavos hicieron uso del disfraz es bras de Sterling Stuckey, estos fes- el festival de Jonkonnu o tivales, "como en otras expresiones Johnkannaus (también festival de de la cultura negra en Norteamérica John Kuners o de John Canoe). en general, los participantes mos- Esta fiesta sólo tenía lugar en una traban sólo una parte de su arte pequeña zona de Carolina del porque resultaba peligroso exhibir Norte y en algunas otras del sur de abiertamente signos de la espiritua- Virginia, entre la década de 1820 y lidad africana" (37). la Guerra Civil, si bien continuó Las celebraciones cambiaban celebrándose en la postguerra y, según el lugar y el momento, pero según Lawrence W. Levine, alcanzó en general giraban en torno a la su apogeo en la década de 1880, elección de un negro, al que se ele- momento en el que se convirtió en gía como rey o gobernador, y que el evento anual más esperado por era el encargado de la organiza- la comunidad negra. Sin embargo, ción. Los esclavos de los alrededo- a principios de 1900 parece que res participaban de la fiesta en la desapareció debido a la oposición que se bebía, comía, jugaba, toca- de los ministros negros que pensa- ba música y cantaba. Los asisten- ban que era una manifestación tes lucían sus mejores galas, si bien indigna y al rechazo de buena par- eran los negros a los que había que te de la clase media afroamericana, seleccionar como figuras máximas convencida que a los ojos de los de la fiesta en su calidad de reyes y blancos el espectáculo los rebaja- gobernadores, los que lucían pren- ba.

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El personaje principal de la ceremo- llas, compuestas de un centenar de nia era el "zarrapastroso", cuya miembros, se les permite empezar indumentaria consistía en una serie a desfilar por las calles pidiendo de harapos, que acababan en una donativos desde la mañana tem- cola, dos grandes cuernos de buey prano hasta más o menos las doce. sujetos a una piel de mapache que No hay puerta en la que haya una cubría la cabeza y cara, y sandalias mínima posibilidad de obtener un hechas de la piel de alguna alima- centavo o un vaso de ron que se ña. Además, iba cubierto con cen- deje sin llamar. Mientras están por cerros y esquilas que sonaban la calle no beben, pues se llevan el mientras se movía. El segundo en ron a casa en jarras para celebrar importancia era el esclavo mejor allí la fiesta. Estos donativos navide- parecido, que iba sin disfraz y ños generalmente no llegan a más endomingado. A éstos les seguía de veinte o treinta dólares. Es raro una media docena de individuos que los blancos, hombres o niños, disfrazados con cintas, trozos de se nieguen a darles algo, aunque telas y plumas, tras quienes iba sea una minucia”. (173-174) toda una romería de esclavos ata- Esta exhibición carnavalesca de los viados con sus trajes de faena. disfrazados es un repudio y un Harriet A. Jacobs describe así la intento de contravenir el papel fiesta en su narración autobiográfi- social que se les tenía asignado, es ca: decir, "un signo de esfuerzo conti- “Todos los niños se levantan tem- nuo y común del pueblo para hacer prano el día de Navidad para ver los frente a las imposiciones de la Johnkannaus. Sin ellos la Navidad sociedad oficial" (Warner 219). se quedaría sin su atracción más Apropiándose durante las celebra- espectacular. Se trata de cuadrillas ciones del Pinkster de prendas de de esclavos de las plantaciones, los amos o disfrazándose de bufo- generalmente de los estratos más nes cantores en el Johnkannaus, bajos. A dos hombres robustos, los afroamericanos imprimían a la vestidos con batas de percal, se les indumentaria un nuevo código echa por encima una malla, cubier- estético diferente al asignado por ta con toda clase de rayas de colo- los valores de la sociedad dominan- res chillones. Se les atan a la espal- te. Como en la música de los escla- da unas colas de vaca y se les vos, que es la principal manifesta- adorna la cabeza con unos cuer- ción artística de la cultura afroame- nos. Una docena de negros va gol- ricana, existe un significado escon- peando una caja, cubierta con una dido, pero descifrarlo está más allá piel de cordero, que recibe el nom- de la comprensión del blanco. De bre de la caja de gumbo, mientras esta manera, la indumentaria surge que otros hacen sonar triángulos y también como muestra de la dupli- quijadas, al ritmo de cuyos compa- cidad del lenguaje, cultura y literatu- ses danza una banda de bailarines. ra afroamericanos. Como estrate- El mes de antes se lo pasan com- gia paródica y combativa de la poniendo canciones, que se cantan autoridad, estas celebraciones difu- en esta celebración. A estas cuadri- minaban las fronteras sociales y

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raciales, de una manera que permi- vos, si bien al mismo tiempo contri- tía a los esclavos introducirse des- buía a que se identificasen como de la marginalidad más radical en el seres simples y frívolos. Por otra, mundo y conciencia blancos. Las historiadores como Eugene D. expresiones de sarcasmo y mofa Genovese piensan que la ambición de la clase dominante, las afirma- por la indumentaria no era otra ciones de que se trataba de actos cosa que un intento de obtener la de imitación, no dejan de esconder igualdad social y política que se les un cierto sentimiento de preocupa- negaba a través de significantes ción ante unas estrategias en apa- externos. Los hombres y mujeres riencia inocentes y festivas. Los afroamericanos esclavos o libres esclavos, entronizados durante bien vestidos se convirtieron, pues, unos días gracias a la fiesta, eran en algo "indecente", en signos sub- capaces de expresar su repudio y versivos contra el orden social nor- resistencia a la esclavitud con el teamericano. En los oficios religio- retorno a rituales africanos que si sos de los domingos y en las fies- por una parte reafirmaban su rela- tas, emperifollados con sus mejo- ción con la memoria del pasado, lo res galas los afroamericanos que Geneviève Fabre y Robert demostraban respeto por los O'Meally denominan "lieu de demás y el amor propio que la memoire", por otro parodiaban las sociedad les arrebataba. Estas formas de opresión que los atena- manifestaciones constituyen, en zaban. A una de las mujeres de la realidad, verdaderas representacio- aristocracia sureña más críticas y nes, actos de desafío llevados a perspicaces, Mary Chesnut, sin cabo bajo la engañosa apariencia embargo, no le pasó por alto el del exhibicionismo barroco, puesto doble código que ponían en prácti- que bajo la protección de la masca- ca clandestinamente estas mani- rada y el subterfugio se constituían festaciones al dejar constancia de como actos de resistencia a un la opinión de que "Creo que como escenario de injusticia. nación cometemos un pecado al dejarles que se emperifollen tanto. II. Los vestidos de la libertad Les dejamos acicalarse demasiado. Los pierde. Ya nos caerá un castigo La indumentaria permite que los por ello" (316). seres humanos manifiesten tanto La interpretación de los estudiosos su identidad personal como colecti- ante el gusto de los esclavos por el va. Permite, además, organizar a vestido no es uniforme. Por una sus portadores dentro de un orden parte, se encuentra aquellos que social. La manera de vestir constru- piensan que la importancia tan exa- ye de manera activa y refuerza la gerada que los esclavos otorgaban conexión existente entre la ciuda- a la buena ropa era en realidad una danía y la nación, o en términos de reacción natural a las carencias de Benedict Anderson, imaginar la la esclavitud y que con esto conse- pertenencia a una determinada guían una ilusión de importancia comunidad política (6). negada por la condición de escla- Durante los años de preguerra los

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amos dejan oír sus quejas de que ropa es extraordinariamente fuerte. los esclavos se gastaban en ropa Da la impresión de que se pudiese todo el dinero extra que ganaban utilizar como instrumento para con- con la venta, por ejemplo, de los vertirlos, al menos por fuera, en productos de sus propios huertos. algo que se acercase a la civiliza- En un sistema de características ción, ya que, a pesar de que el gus- carcelarias la indumentaria era un to que tienen es absolutamente elemento que permitía expresar la bárbaro y ridículo, es admirable lo individualidad, así como la exhibi- pronto que lo dejan a un lado a la ción de un ciertos status privilegia- hora de imitar los modelos de los do económico y de libertad. La blancos. La espléndida apariencia Emancipación significó la libertad de las mulatas de Charleston y para elegir y para vestirse de mane- Savannah no tiene nada que envi- ras negadas. Las afroamericanas diar en elegancia y gusto a la de las siguieron asociando la modestia en damas blancas, y aquí en St. la indumentaria con la virtud públi- Simons, debido, creo yo, a la ca. Richard L. Bushman y Jonathan influencia de las señoras de las Prude explican que el código que plantaciones y a la predisposición regía la apariencia decorosa propia que sus criados negros muestran, de la burguesía estaba sujeto a una se me antoja que los negros que serie de reglas estrictas, por lo que veo van mucho más arreglados, las infracciones que los sujetos per- limpios y menos estrambóticamen- tenecientes a grupos sociales infe- te vestidos que los de la plantación riores pudiesen perpetrar en este de arroz, donde esas influencias no código resultaban obvias y, por lo llegan" (220). tanto, subversivas y peligrosas. Según la historiadora Jacqueline Esto explica la reacción de los blan- Jones, una consecuencia inmedia- cos ante los modos de vestir adop- ta de la emancipación fue la capa- tados por los esclavos emancipa- cidad del exesclavo de elegir su dos tras la Guerra Civil; una reac- propia indumentaria. Harriet E. ción que se fosiliza en la literatura y Wilson, en la que es la primera en los medios visuales de escarnio novela escrita por una afroamerica- al negro que se viste como el blan- na libre antes de la Guerra Civil, co, que adopta las maneras que no Nuestra negra o esbozos de la vida le corresponden. Estas imágenes de una negra libre, cuenta de la se ven alimentadas e inspiradas por protagonista: "Tres meses de el darwinismo de la época; de ahí escuela, verano e invierno, disfrutó que a los afroamericanos se les Frado durante tres años seguidos. caracterice como "monos que La ropa con la que iba vestida, un copian" o "gorilas que imitan" al gabán, que en realidad era un abri- blanco. go viejo de Jack, y una papalina, Durante los años de preguerra eran motivo de gran alborozo entre Fanny Kemble ya había subrayado los escolares. Pero [...] sabían que en su diario el gusto de los afroa- la elección de aquel vestuario era mericanos por la vestimenta: "La obra de la 'vieja Bellmont'" (33-34). pasión que siente esta gente por la De hecho, lo primero que hace

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Frado en cuanto es capaz de ganar fesora blanca de Nueva Inglaterra, algún dinero es gastárselo en "ropa Rossa Cooley, que enseñó en la necesaria para su bienestar e higie- zona de las Sea Islands a principios ne. Se sentía endeble, pero satisfe- del siglo XX, y que habla del papel cha de las mejoras que había con- de la indumentaria femenina duran- seguido. Encerrada en su habita- te los años de transición de la ción, tiempo después de que sus esclavitud a la libertad: "La esclavi- quehaceres hubiesen terminado y tud para los habitantes de esta tras examinar los miserables trajes zona significaba trabajar en el cam- que componían su ropero, decidió po; por lo que para las mujeres y las por primera vez ponerse a coser jóvenes no existía la posibilidad de sus propias prendas" (93). Como elegir la ropa que querían ponerse y explica Foster, "los cambios en el cuando querían ponérsela. A estos vestido, ya fueran muchos o pocos, trabajadores del campo les daban eran la señal externa de la emanci- la ropa, al igual que la comida; sin pación" (213). embargo, la ropa se la daban con Jones describe la importancia de la motivo de las fiestas de Navidad, ropa para los recién emancipados 'dos mudas al año', decía una de esclavos recurriendo al testimonio las mujeres mayores... Con la liber- de Sydney Andrews, un periodista tad también llegó el deseo de tener norteño desplazado al Sur derrota- mejor ropa...". De ahí que la forma do. En el otoño de 1865 un funcio- y textura de los antiguos vestidos - nario de la Oficina de Libertos de vastos, oscuros y mortecinos- cuya Wilmington en Carolina del Norte función sólo obedecía a cuestiones comentó a Andrews que el hecho prácticas -cubrir el cuerpo de las de que las jóvenes negras llevasen inclemencias del tiempo y limitarse velos negros había sido causa de a cumplir con las reglas de la agravio para las jóvenes blancas de decencia- fuesen rechazadas y la población, quienes, ante la ofen- sustituidas por formas y texturas sa, habían dejado de lucir esta más coloridas y elaboradas. Jones prenda. Ante el incidente, Andrews señala asimismo que si la ropa ser- lanzaba a sus lectores la siguiente vía para proclamar el nuevo status pregunta: "¿Es acaso este asunto de la mujer negra, también revelaba de los velos, parasoles y pañuelos el cambio que se produjo en las una nimiedad?", y él mismo res- relaciones hombre-mujer con los pondía diciendo que todo lo contra- nuevos matrimonios. Si se tiene en rio, puesto que había adquirido cuenta que el matrimonio entre "gravedad para las amargadas y esclavos no estaba reconocido displicentes mujeres cuyos apasio- legalmente, se entiende que los nados corazones habían acunado maridos ahora se enorgulleciesen la Rebelión". El comentario de de comprar ropa de moda, cintas Andrews indica el significado social de colores, sombreros y sombrillas que encerraba la ropa en unos para sus esposas. La imagen de años en que las relaciones sociales una pareja de libertos paseando estaban cambiando. Jones recoge bien vestidos los dos escenificaba asimismo el testimonio de una pro- no sólo la legitimidad de su rela-

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ción, sino la capacidad económica hijos a las perniciosas influencias del marido como cabeza de familia del catolicismo. Las inmensas olea- (68-69), es decir, un signo de su das de inmigrantes irlandeses que status social y económico. fueron llegando en estas décadas Durante los años anteriores a la anteriores a la Guerra Civil a las Guerra Civil y frente a la situación grandes ciudades desataron una de la esclava sureña, la afroameri- profunda aversión hacia todo lo cana libre del Norte de clase baja irlandés, de manera que, a pesar se había visto obligada a hacer de la necesidad de la clase media frente a las restricciones impuestas anglosajona de criadas y criados, por el mercado laboral caracteriza- se les quiso cerrar la puerta a estos do por el racismo. De entre las huidos de las grandes hambrunas y mujeres trabajadores de preguerra de la pobreza endémica de la isla. más explotadas destacaban las Sin embargo, a pesar de los pro- costureras. Eran las inmigrantes las fundos prejuicios, como explica más vulnerables y peor retribuidas Catherine Clinton (1984: 32), Nueva de la industria de la confección. York en 1846 contaba con casi Apenas ganaban lo mínimo compa- doce mil criadas, de las que siete rado con la cantidad de horas dedi- mil eran irlandesas. cadas a la costura. Todos los ofi- Resulta irónico que durante este cios relacionados con la confección período de preguerra la clase bur- estaban tan mal retribuidos que, guesa norteña buscara criadas según afirmaban los reformistas del negras, puesto que las consideraba momento, las modistas se veían más dóciles y útiles para el mante- lanzadas a ejercer la prostitución nimiento y cuidado del hogar. Ante para poder sobrevivir en los centros la escasez de opciones laborales, urbanos. las afroamericanas se vieron abo- Hacia 1855 únicamente un tercio cadas al servicio doméstico como de las trabajadoras de la industria único recurso laboral. De hecho, de la confección de la ciudad de como recalca Clinton (32), a las Nueva York (costureras, sombrere- mujeres negras se les vetó el acce- ras, camiseras, bordadoras y otros so a las fábricas norteñas, por lo oficios relacionados) eran de que no tuvieron más salida que extracción local. Los dos tercios de dedicarse a la confección, como las las no nacidas en los Estados inmigrantes, si bien con más fre- Unidos eran irlandesas. Esta pre- cuencia encontraban trabajo en ponderancia de irlandesas en la aquellos oficios que habían apren- costura no se debe a ninguna dote dido en la esclavitud, tales como el ni a ningún aprendizaje anterior, de lavanderas y cocineras. Sin sino que surge como reacción al embargo, tanto unas como otras hecho de que la sociedad protes- fueron víctimas del mismo tipo de tante blanca intentara negarles el explotación económica que sufrie- acceso a otro oficio en el encajaban ron las costureras. Las cocineras y por su condición social y cultural: el las criadas se veían obligadas a servicio doméstico. Las madres convertirse en internas. La realidad protestantes temían exponer a sus es que, como subraya Clinton (33),

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la sociedad blanca norteamericana demanda de afroamericanas fue consideraba a las criadas negras constante y alentada por la explota- libres como auténticas esclavas y ción salarial a la que irremediable- fueron muchas las afroamericanas mente se veían abocadas. La que sufrieron este trato. De las die- mayoría eran esclavas, víctimas de ciocho mil negras libres existentes la explotación física, psicológica y en la Filadelfia de 1838, cinco mil sexual. Incluso entre las libres el vivían internas en las familias blan- número de las que trabajaban fuera cas para las que trabajaban. del hogar era altísimo, por lo que El de criada no era el único oficio Clinton las denomina "esclavas que admitía afroamericanas, por lo asalariadas". Dentro o fuera del sis- que muchas también se convirtie- tema esclavista, las afroamericanas ron en peluqueras, floristas y limpia- sufrieron la ironía de encontrarse en doras de sombreros. El hecho es una posición marginal dentro de que tanto las afroamericanas como una cultura que veneraba un mode- los afroamericanos podían sobrevi- lo de feminidad determinado por la vir dentro de la sociedad racista e domesticidad. incluso mejorar sus condiciones económicas trabajando para los III. La representación de la afroame- blancos dentro del ámbito de estos ricana servicios. Las cocineras, criadas y lavanderas podían llegar a ganar lo En la cultura estadounidense la suficiente para ascender en la afroamericana, tanto como mujer escala social o, por lo menos, para esclava como mujer libre, fue obje- permitir que sus hijos lo hiciesen. El to de representación destinado a ser propietaria de una hospedería distintos fines. Durante la esclavi- era también para la afroamericana tud, la segunda mitad del siglo XIX el primer paso en el camino hacia y la primera del siglo XX, se cons- una mejora puesto que la distancia- truyeron y propagaron unas imáge- ba de otras mujeres negras que ni nes estereotipadas de la mujer tan siquiera se poseían a sí mismas. negra que, según Barbara Chris- A pesar de que no todas las afroa- tian, estaban destinadas a estimu- mericanas lograron salir de la mise- lar la sumisión, a acuciar el conflic- ria, el hecho de que algunas sí lo to entre el negro y la negra y, más hicieran muestra, según Clinton aún, a crear un espacio imaginario (33), que las negras libres -ya sea para las funciones de la mujer que queriendo o no- fueron definitiva- una sociedad puritana no podía mente unas pioneras en el terreno afrontar (2). Entre estos estereoti- laboral. La situación de emancipa- pos destacan el de la esclava des- ción de los estados norteños lanzó nuda, el de la mammy, el de la a muchas de ellas al mercado de mulata trágica y el de la Jezabel. trabajo, puesto que ni aún libres y Estas imágenes funcionan no como casadas, nadie les garantizaba la representantes de una realidad, seguridad económica. Debido al sino como enmascaramiento o exacerbado racismo imperante en mistificación de unas relaciones la Norteamérica del siglo XIX, la sociales, de modo que los textos

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literarios en los que aparecen no que poseen sus medios de propa- son tanto reflejo de la vida real -de ganda. Finalmente, las mujeres la esclavitud rural o urbana, del blancas y negras también pasan a racismo del Norte o del Sur-como formar parte de estas organizacio- un intento de representar y recons- nes, tanto en grupos exclusivamen- truir la historia desde un punto de te femeninos como mixtos. Es en vista concreto bajo unas condicio- este momento cuando la literatura nes históricas específicas. antiesclavista hará uso y abuso del cuerpo de la mujer negra para fines La esclava desnuda propagandísticos. Desde la década de 1830 la escla- Phillip Lapsansky explica que el vitud se empezó a concebir como conflicto en torno a la esclavitud pecado colectivo que ponía en tela que se inicia a partir de esta déca- de juicio las posibilidades naciona- da de 1830 se manifiesta tanto a les de alcanzar el llamado "destino través de la palabra como de las manifiesto". El movimiento anties- imágenes, que intentan exponer la clavista que se desarrolla entonces crueldad y la injusticia de la esclavi- se caracteriza por tres factores tud (201). La propaganda gráfica principales y que no habían antes utilizada por los abolicionistas de surgido con la misma fuerza. En pri- esta primera mitad del siglo XIX es mer lugar, las sociedades antiescla- legado de sus predecesores del vistas se extienden rápidamente, siglo XVIII, que ya había desarrolla- impulsadas por la militancia y el fer- do un vocabulario y unos iconos vor moral evangelista que recorre el básicos. Las representaciones grá- país. En segundo lugar, los negros ficas que se heredan y que ejercen empiezan a verse involucrados en una gran influencia sobre estas estos nuevos grupos abolicionistas nuevas campañas son: la represen- interraciales, a la vez que ellos mis- tación de la sección del barco mos forman asociaciones propias esclavista con los cuerpos encade-

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nados de la mercancía humana; los en el abolicionismo introducían el dibujos realizados a finales de la elemento sexual dentro del debate década de 1790 que representan al dibujar a una mujer, medio des- escenas de castigos, subastas, nuda, cuya inocencia se hallaba separación de familias y otras atro- amenazada bajo el ilimitado poder cidades cometidas contra los del amo. El dibujo apareció por pri- esclavos; y la imagen de 1878 del mera vez en Estados Unidos en esclavo medio desnudo y encade- mayo de 1830 en el periódico abo- nado que pregunta: "¿Acaso no licionista de Benjamin Lundy, The soy hombre y hermano?". Genius of Universal Emancipation, La figura del esclavo arrodillado era en la sección "La columna de las puramente alegórica y apelaba señoras", escrita por la abolicionis- directamente a los sentimientos. ta Elizabeth Margaret Chandler. En Lapsansky la describe como una 1832 William Lloyd Garrison adoptó imagen suplicante que recordaba a el símbolo con el lema para "La otra mucho más cargada de sim- sección de las señoras" de su bolismo: la de un Cristo doblegado periódico Liberator, en la que escri- bajo el peso de una imaginaria cruz bieron muchas activistas, tanto de madera. El dibujo no se refería a blancas como afroamericanas. La la esclavitud en concreto sino al esclava suplicante adornó innume- movimiento antiesclavista puesto rables textos abolicionistas, panfle- que la retórica de la pregunta incita- tos, diarios, cartas, etc., al igual que ba a una contestación afirmativa. artículos de uso como porcelanas, Hacia 1828 los abolicionistas britá- medallones, toallas, etc., que se nicos produjeron la imagen femeni- vendían en las ferias antiesclavistas. na de esta representación: "¿Acaso Más tarde la imagen apareció unida no soy mujer y hermana?". De esta a otros dibujos alegóricos naciona- manera, las mujeres involucradas les norteamericanos como la ban-

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dera o el Capitolio, con el objetivo nir), es lo que conviene hacer o de subrayar la contradicción entre decir para no contravenir el orden la esclavitud y los ideales republica- público, moral o religioso" y que el nos nacionales. pudor es la primera señal de decencia. La etimología de pudere (tener vergüenza) indica que el pudor se manifiesta "mediante la vergüenza, en el plano físico a pro- pósito de ciertas partes del cuerpo diversamente mal consideradas según las culturas" (52). La oculta- ción en sociedad de las partes físi- cas del individuo, partes por regla general reputadas de "vergonzo- sas", ha sido señal de civilización. Desde los siglos XV al XX la pagana desnudez de las esculturas griegas era manifestación plástica de la perfección. Sin embargo, según la moral occidental, el salvaje, desnu- do, no se vuelve del todo ser huma- no hasta que ha sido hecho decen- te por la ropa. De ahí que el proce- so se pueda invertir de manera fácil y conveniente: al salvaje vestido sólo es necesario quitarle la ropa para hacerlo retroceder a su estado de barbarie. Esta posibilidad lleva a cuestionar la utilización de la negra desnuda como símbolo antiescla- vista válido puesto que las posibili- dades de reversión de la imagen se hallaba implícito en dicha utiliza- ción, y a determinar las consecuen- La esclavitud, lo que el sociólogo cias que el icono antiesclavista afroamericano Orlando Patterson podría desarrollar con el paso del denomina "la muerte social" de los tiempo a la hora de fijar la identidad negros norteamericanos, encuentra de la afroamericana, ahora limitada una de sus justificaciones en el por la materialidad del cuerpo. campo moral. Con respecto a las En la narración del exesclavo africa- mujeres esclavas, se establece una no Olaudah Equiano, escrita a fina- división tajante entre las caracterís- les del siglo XVIII, aparece ya la ima- ticas morales de la negra respecto gen de la mujer negra como víctima a la blanca. Explica Maguelonne a la que el hombre negro no puede Toussaint-Samat (51) que "la proteger ni ayudar. En el capítulo V decencia, del latín decere (conve- se puede leer lo siguiente:

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"Mientras trabajaba con este amo, sus primeros recuerdos infantiles va fui con frecuencia testigo de todo ligado a la visión de la barbarie del tipo de crueldades perpetradas capataz blanco que tortura a otra contra mis desgraciados compañe- mujer negra de su familia, su tía ros esclavos. A menudo me ocupa- Hester: "De vez en cuando se rego- ba de vender diferentes cargamen- cijaba azotando a algún esclavo. tos de negros recién llegados; y los Muchas han sido las ocasiones en empleados y otros blancos solían que me han despertado al amane- cometer violentos estragos contra cer los gritos estremecedores de la castidad de las esclavas, actos una tía mía, a la que tenía por cos- que, aunque con repugnancia, yo tumbre atar a una viga y azotarle la estaba siempre obligado a consen- espalda desnuda hasta dejarla lite- tir sin poder ayudarlas. Cuando ralmente chorreando sangre. No estas esclavas estaban a bordo de había palabras, ni lágrimas, ni ple- los barcos de mi amo para trans- garias de la ensangrentada víctima portarlas a otras islas o a que le conmoviesen e hiciesen que Norteamérica, veía con mis propios aquel corazón de hierro desistiese ojos cómo nuestros compañeros de su sanguinario propósito" (51). cometían estos actos de manera Este espectáculo de la mujer lace- tan vergonzosa, para deshonra no rada le afectará para el resto de su sólo de los cristianos, sino de los vida con intensidad sobrecogedora hombres en general. He sido testi- y le introducirá, más que ninguna go de cómo estos hombres han otra experiencia vivida, en la con- satisfecho sus más brutales pasio- ciencia de lo que Douglass denomi- nes incluso con niñas que no llega- na "el infierno de la esclavitud". ban ni a los diez años de edad. Harriet A. Jacobs en Peripecias en Algunas de estas abominaciones la vida de una joven esclava cuen- fueron practicadas hasta excesos ta: "En otra ocasión vi a una mujer tan escandalosos que uno de nues- que corría como una posesa, per- tros capitanes despidió al primer seguida por dos hombres. Era oficial y a otros por este motivo" esclava y ama de leche de los hijos (697). de su ama. Por alguna nimiedad sin En las primeras páginas de una de demasiada trascendencia el ama las obras más reputadas de la lite- se había sentido ofendida, y había ratura afroamericana de la primera ordenado que la desnudasen y la mitad del siglo XIX, la narración azotasen. Para escapar a la humi- autobiográfica del ex-esclavo llación y a la tortura, la esclava Frederick Douglass, se encuentra corrió hacia el río, se lanzó al agua un listado espeluznante de las y dio fin a sus aflicciones con la muchas crueldades perpetradas muerte" (178). contra las esclavas negras en las Por su parte, la modista de la seño- plantaciones del Sur de los Estados ra Lincoln, Elizabeth Keckley, relata Unidos de preguerra. Douglass no en su narración autobiográfica sólo es separado de su madre Entre bastidores: “Un sábado por la cuando es prácticamente un niño noche, mientras me inclinaba sobre de pecho, sino que además uno de la cama para comprobar que el

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bebé que acababa de acallar conti- fuerza pavorosa lo descargaba nuaba durmiendo, se acercó el sobre mis estremecidas carnes. Me señor Bingham a la puerta y me fue cortando la piel y abriendo cos- ordenó que me fuera con él a su turones, mientras la sangre caliente estudio. Sin saber qué pensar ante me chorreaba por la espalda.” tan extraño requerimiento, le seguí, (Capítulo II). y cuando entré en la habitación, Surge en estos relatos uno de los cerró la puerta diciendo con su temas más tradicionales de la litera- habitual tosquedad: "Lizzie, te voy a tura antiesclavista, tanto de exes- azotar". Me quedé de piedra, pero clavos como de blancos: la unión intenté imaginar qué negligencia de la agresividad física contra la había podido cometer. No recorda- mujer negra con la violación y ba haber hecho nada que merecie- explotación sexual de su cuerpo. ra tal castigo, por lo que exclamé En estos testimonios la esclava perpleja: "¡Azotarme, señor Bing- siempre aparece como un animal ham! ¿Por qué motivo?". "No de crianza, como un cuerpo casti- importa por qué", respondió. "Te gado, demacrado, ulcerado, magu- voy a azotar, así que venga, bájate llado, desollado, desgarrado, en- el vestido de inmediato." sangrentado, mutilado, violado y Hay que recordar que yo tenía die- asesinado. ciocho años, que era ya toda una En una palabra, la mujer negra es la mujer y que, sin embargo, este víctima pasiva por excelencia del hombre me ordenaba sin perturbar- sistema esclavista, incapaz de opo- se que me bajara el vestido. Me ner resistencia alguna a la continua erguí con orgullo y le contesté con violencia que sobre ella ejercen tan- decisión: "No, señor Bingham. No to hombres como mujeres blancas. me voy a bajar el vestido delante de La constante repetición de esta Vd. Además, si logra azotarme será imagen no es en absoluto gratuita y porque es más fuerte que yo. El demuestra que hay que buscar en único que tiene derecho de darme la esclavitud y en las diferentes ide- latigazos es mi propio amo y, mien- ologías de la feminidad la fuente de tras esté en mi mano evitarlo, nadie los estereotipos de la mujer negra más lo hará." que trascienden el siglo XIX y pasan Mis palabras parecieron exasperar- hasta el XX. Sin embargo, los este- le. Me agarró con rudeza y, cogien- reotipos no surgen aislados, sino do una cuerda, intentó atarme. Me que adquieren su fuerza y poder de resistí como pude, pero era más representación en contraste con recio que yo y, después de un terri- otros. ble forcejeo, consiguió maniatarme Así, la imagen de la negra se cons- y rasgarme el vestido por la espal- truye como refracción de la ideolo- da. Entonces se hizo con un látigo gía de la feminidad blanca, influyén- y se puso a atizarme a placer en los dose ambos códigos de conducta hombros. Con mano firme y ojo sexual mutuamente en los Estados infalible levantaba el instrumento de Unidos de preguerra y, más concre- tortura, tomaba impulso para propi- tamente, en el Sur esclavista. Que nar con acierto el golpe, y con una

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ambos códigos se rigen por leyes ción que se remonta a las ideas diferentes es un hecho obvio ya expresadas por los viajeros europe- para Equiano, quien en su narra- os que recorrieron África y que ción de 1789 subraya cómo la vio- interpretaron la desnudez de sus lación de la mujer negra por el blan- habitantes, la poligamia e, incluso co resulta impune, mientras el con- las danzas rituales, como signos tacto sexual del negro con la blan- directos de un apetito sexual des- ca es castigado con la tortura y bordado. Por otra parte, esta inter- muerte. Cuenta Equiano que "en pretación se vio reforzada por los Montserrat he visto como ataban a estudios científicos del siglo XIX un poste a un negro y primero lo que afirmaban que los órganos castraban de la manera más atroz, sexuales de las africanas se encon- y luego le cortaban las orejas poco traban más desarrollados genética- a poco, porque había tenido rela- mente que los de las blancas ciones con una mujer blanca que (Gilman 231-232). era prostituta. Como si en los blan Saarjite Baart-man, una joven per- teneciente a una tribu del sureste africano y a la que se denominó "la Venus hotentote", fue traída a Europa y exhibida desnuda en varios lugares entre 1810 y 1815. Los dibujos que de ella se realiza- ron muestran la transformación de su figura en un cuerpo grotesco en el que la mirada blanca sólo encuentra orificios y protuberan- cias, que justifican la diferencia y la libidinosidad innata de la negra y, por extensión, de la esclava afroa- mericana. De ahí que el papel sexual que se cos robar la virtud a una inocente les asignase a las mujeres blancas y muchacha africana no fuese un cri- a las negras durante el siglo XIX en men y fuese un acto más atroz el Estados Unidos fuese radicalmente que un hombre negro satisfaga un diferente. Las mujeres blancas se deseo natural, cuando la tentación veían abocadas a seguir el culto de se la ofrece una mujer de color dife- la domesticidad y se las valoraba rente al suyo, aunque ésta sea la en la medida en que practicasen las más abyecta de la especie" (697). reglas de la caridad, castidad, La ideología en la que sustentaba la domesticidad y obediencia. A las esclavitud se erigía sobre un mode- mujeres negras se les niega la posi- lo jerárquico que diferenciaba radi- bilidad de que puedan definirse con calmente el cuerpo de las blancas el atributo de la castidad y se les del de las negras. El cuerpo de la aparta de la doctrina de la domesti- mujer negra era sinónimo de sexua- cidad, puesto que la ley no contem- lidad desenfrenada, una concep- pla el matrimonio entre esclavos.

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Sin embargo, se insiste en que han arte con ciencia. En la búsqueda de de ser obedientes, pero no al mari- una verdad científica irrefutable la do o al padre, sino al amo. De esta lente del daguerrotipo sirvió tam- manera, la mujer negra esclava bién como aliada para corroborar la queda excluida de lo que el sistema justicia de la esclavitud. En marzo define como verdadera feminidad, de 1850 Louis Agassiz, un reputa- pasando a ser considerada como do científico de la Universidad de mera productora y procreadora de Harvard, se propuso estudiar los nuevos esclavos y como objeto de detalles anatómicos de la raza afri- placer sexual del amo. cana para justificar su teoría de que Las consecuencias de la rutinaria los negros pertenecían a una espe- exhibición de la esclava como mero cie que había sido creada separada cuerpo o cuerpo herido revestían el de las demás. Con tal propósito, peligro de reforzar lo que Saidiya V. requirió los servicios de un dague- Hartman denomina "las caracterís- rrotipista de Columbia (Carolina del ticas de espectáculo del sufrimien- Sur), llamado J. T. Zealy, para que to negro". Sin embargo, en todo el fotografiase a algunos esclavos de siglo XIX donde hay que buscar la las plantaciones cercanas nacidos representación más profunda de las en África. Zealy hizo las fotografías escenas de terror, siguiendo el en su estudio y se las envió a camino trazado por Hartman es en Agassiz a Harvard, donde fueron "lo familiar", es decir allá donde casi descubiertas en 1976 en el Pea- es invisible. Es precisamente en la body Museum of Archeology and fotografía, un medio que intenta Ethnology. Para el estudioso de la "mimetizar" y por lo tanto represen- fotografía norteamericana Tra- tar objetivamente la realidad, donde chtenberg, estas imágenes se se ilumina "el terror de lo mundano encuentran entre los retratos más y lo cotidiano". Esto quiere decir extraordinarios realizados en Norte- que cuestionando lo familiar se lle- américa. ga a percibir lo terrible de una La teoría de una "génesis distinta" manera más hiriente que explotan- de las razas negaba que la humani- do lo espectacular. dad tuviese una procedencia única En la Norteamérica del XIX lo políti- y proporcionaba una base científica co, social, económico y cultural, que sancionara la desigualdad pero también la humanidad, se racial y por lo tanto la justicia y lega- manifestaban a flor de piel. La lidad de la esclavitud. Agassiz bus- representación de la esclava negra có especimenes "reales" que le como cuerpo desnudo amenazado aportaran datos de primera mano por la depravación de la esclavitud para corroborar la diferenciación alcanza posibilidades perversas anatómica y explicar su perdura- con la invención y difusión de la ción en los esclavos afroamerica- fotografía. La constatación de una nos. Después de examinar perso- realidad objetiva e incuestionable nalmente a un buen número de gracias al poder de la cámara hace esclavos procedentes de diversas de la fotografía una salvaguarda tribus africanas, las fotografías de para la seguridad pública al fundir Zealy tenían por objetivo comple-

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mentar la evidencia antropomórfica, animalización adquiere tintes toda- puesto que eran las pruebas visi- vía más profundos si se piensa en el bles de esa diferenciación, es decir, contexto victoriano en el que estos del hecho de que los blancos y los retratos fueron hechos. "Las imáge- negros no derivaban de un mismo nes de Zealy muestran la conven- tronco común. ción social que clasifica a los Los retratos, realizados en el estu- negros como seres inferiores, que dio del fotógrafo, aparecen como viola el decoro, que arrebata a los una parodia, como el negativo del hombres y a las mujeres su dere- retrato burgués de la época. Los cho a cubrirse las partes íntimas" cuerpos desnudos de los esclavos (52). La fotografía colaboraba, se convierten en representación de pues, para convertir a los esclavos un espécimen, de lo que Trach-ten- de individuos en especimenes, berg denomina, la "otredad más puesto que representaba a los suje- absoluta" (54). De entre los retratos, tos a través de lo que Michel el más conocido es el de la esclava Foucault denomina "el ojo del de origen congoleño, Delia, hija de poder" (200), un ojo en el que la Renty, quien aparece sentada con visibilidad reduce las personas a el vestido bajado hasta la cintura información. Tal visibilidad surge, con los pechos descubiertos, los así, como una trampa que esclavi- brazos cruzados por delante y los za a los sujetos al orden externo. ojos mirando fijamente a la cámara y, por lo tanto, al espectador. El La mammy despojar de vestido a la esclava Kim K. P. y Sharron J. Lennon, en la aparece aquí como un acto perpe- introducción a Appearance and trado a conciencia con el fin de Social Power, afirman que la apa- arrebatarle todo rastro de humani- riencia es la característica individual dad y animalizarla para, como más aparente en uno mismo. De recuerda Maguelonne Toussaint- alguna manera, uno está atrapado Samat, que hacían los verdugos dentro de su cuerpo. Los seres nazis antes de exterminar a sus pri- humanos utilizan la indumentaria sioneros en los campos de concen- para inferir o transmitir información tración, aniquilarlo o degradarlo en sobre aspectos sexuales, pertenen- una desnudez tanto física como cia a un grupo determinado y grado moral sin necesidad de más violen- de poder. Los patrones estéticos cia (50). Lo que estas fotografías establecidos por la sociedad res- revelan, en la "indecencia" de la pecto a la indumentaria determinan postura obligada a adoptar, es, el poder social que se le atribuye a como afirma Trachtenberg, el abso- ésta, por lo que la falta de poder luto poder del amo sobre el cuerpo social está directamente relaciona- de los esclavos, pero también la da con la apariencia. total indefensión de éstos ante la La figura de la mammy aparece ya manipulación de su representación durante la primera mitad del siglo que los priva de toda identidad fue- XIX en la novela blanca sureña, ra de la definida por la retórica aunque no se le atribuya directa- esclavista. La deshumanización o mente el nombre de mammy. Así,

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en The Valley of Shenandoah de amas en las plantaciones. Sin George Tucker, novela publicada en embargo, estos documentos perte- 1824, aparece una esclava de vein- necientes a la clase de los planta- ticuatro años, Phoebe, que para dores que recogen el devenir de las Edward, el niño que ella educa, es haciendas durante los primeros cin- "granny". Treinta años después de cuenta años después de la la Guerra Civil aparecen ciertos ele- Revolución Americana únicamente mentos fundamentales de este per- hablan de un par de esclavas que sonaje de la mano de Thomas ejerciesen esa función. No fue has- Nelson Page, quien en su Social ta el final de la Guerra Civil cuando Life in Old Virginia Before the War las afroamericanas empezaron a (1898) la reviste de los atributos de ocuparse o a ejercer posiciones autoridad, afecto y lealtad. No será importantes dentro de los hogares el único, puesto que, como consi- blancos (1982: 201-202). dera Jean Rouberol, "es sobre todo Catherine J. Starke explica la com- en las novelas de la Reconstrucción plejidad simbólica de este persona- donde este personaje prolifera". En je femenino negro. Algunas veces el siglo XX, como este investigador es descrita en términos románticos afirma, "la boga lejos de apagarse como la educadora de los blancos; toma nuevo aliento y aparece con otras, como una especie de loba nueva fuerza con Gone with the que alimentase a Rómulo y Remo; Wind, novela en la que el estereoti- otras, se manipula su simbolismo po logra la perfección" (216). La respondiendo a necesidades cultu- mammy es quien ejerce la autori- rales para contraatacar las acusa- dad en nombre de la madre de ciones de que los negros recibían familia, quien sustituye a la madre, un trato inhumano o para explicar la sorprendentemente durante la gue- benevolencia racial sureña a los rra. Es ella quien hará reinar el extraños (251). De hecho, como se orden dentro del espacio domésti- ha mencionado ya, el personaje co e inculque los valores morales literario de la mammy fue creado más elementales. Su poder y pres- por los sureños blancos para subli- tigio dentro de la familia blanca se mar la relación entre las mujeres manifiesta en su forma de hablar negras y los hombres blancos den- sincera puesto que los años pasa- tro de la sociedad esclavista, en dos en este espacio la legitiman respuesta a los ataques del Norte para hacerlo. Asimismo, reaparece durante el periodo prebélico, con el con poderoso vigor en la ficción de fin de embellecerla y enaltecerla William Faulkner, Margaret Mitchell, con la nostalgia del pasado irrecu- Eudora Welty, Flannery O'Connor, perable durante la postguerra. La Katherine Anne Porter y William mammy es signo positivo de las Styron, entre otros muchos. relaciones familiares entre negros y Ahora bien, como explica la histo- blancos, de que las mujeres negras riadora Catherine Clinton, los testi- eran esclavas felices. El amor hacia monios históricos dan fe de la pre- "su familia blanca" contrasta con el sencia de esclavas que se convertí- desdén con que trata a la suya. A an en la mano derecha de sus pesar de que tiene hijos, es un per-

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sonaje completamente desexuali- generaciones afroamericanas. Sin zado cuyo único y verdadero mun- embargo, como explica Genovese, do es el blanco. el pañuelo de la cabeza de la mujer La abismal diferencia existente negra era, en realidad, el elemento entre la apariencia de las mujeres que más claramente proclamaba negras que ejercieron como criadas sus orígenes africanos y su propio y la mammy encuentra explicación orgullo como persona (558). Así, dentro del complejo entramado de por ejemplo, las mammies de las relaciones sexuales entre blan- Carolina de Sur hacían ostentación cos y negros. La amplia sonrisa que de su rango social llevando pañue- deja a descubierto unos dientes los blancos, mientras que las cria- exageradamente blancos, la ruido- das de la casa solían lucirlos de sa risa, la enormidad de su cuerpo, colores y con diferentes formas de el carácter maternal y tosco, unos atado. Incluso en algunas zonas sentimientos religiosos que rozan la este tocado era signo de que la superstición, además del ramplón mujer estaba casada. Lo que ocu- servilismo que la caracterizan son rre es que la sociedad blanca lo evidencia de la humanidad de la transformó en un elemento denota- esclavitud. Ante las acusaciones de dor y connotador de subyugación, explotación sexual de los blancos hecho que demuestra el poder de de las esclavas, la mammy se este grupo contra los afroamerica- construye como una mujer que es nos, como lo manifiestan los códi- parangón de la fealdad: se la pinta gos de esclavos que legislaban su del negro más profundo y relucien- uso como obligatorio para las te y se la presenta como entrada en esclavas ya a finales del siglo XVIII. años y en muchas carnes, es decir, La costumbre de cubrirse la cabeza se le priva de cualquier rasgo eróti- con un pañuelo es, para algunos co. En realidad, el cuerpo de la investigadores, originaria de África, mammy es el cuerpo perteneciente si bien para otros, como Foster, al realismo grotesco del que habla este origen estaría tamizado por las Mijail Bajtin, puesto que su rasgo influencias previas europeas que sobresaliente es "la degradación, o algunas culturas africanas sufrieron. sea la transferencia al plano mate- En las Américas arraigó con más rial y corporal de lo elevado, espiri- fuerza en aquellas zonas en que los tual, ideal y abstracto" (24). esclavos pudieron conservar con más facilidad su cultura propia, áre- La mammy aparece siempre carac- as que coinciden con una resisten- terizada por el pañuelo en la cabe- cia mayor a la esclavitud. Después za, la bandana, que le cubre el riza- de la Emancipación, el pañuelo se do pelo. El uso de esta prenda se siguió utilizando pero dentro del extendió por el Sur rural hasta los hogar. La recuperación por parte de inicios del siglo XX y pasó a ser ves- las afroamericanas en las últimas tigio del negro de la esclavitud y de cuatro décadas obedece a un postguerra, de la mammy de la intento de reivindicación del pasa- plantación, nostálgicamente irrecu- do, de respeto, recuperación y ter- perable para los sureños blancos, giversación positiva de un símbolo execrable a los ojos de las nuevas

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ancestral de las raíces africanas. tro del ámbito maternal y domésti- La popularidad de la mammy tras- co. "Su importancia deriva de su pasó las fronteras de lo literario supuesta influencia sobre los blan- para llegar a la industria publicitaria cos, de su papel de protectora y y su imagen se utilizó para vender tutora. De hecho, se la inventa casi cualquier artículo doméstico: como la colaboradora perfecta productos para el desayuno, deter- dentro de la sociedad esclavista; gentes, ceniceros, artículos de cos- idealizada por los amos; una figura tura, bebidas, etc. Ya en 1875 apa- no triunfante, sino fraudulenta den- reció el dibujo de la tía Sally en los tro de la mitología esclavista", expli- botes de levadura, como símbolo ca Catherine Clinton (1982: 202). de calidad y confianza. Pero la El estereotipo de la mammy será representación comercial de la subvertido en los textos de autoras mammy que más éxito alcanzó fue afroamericanas desde el mismo la de la tía Jemima, utilizada en momento de su concepción en el 1899 por Charles Rutt para anun- siglo XIX. Una de las maneras de ciar una harina que sólo necesitaba compromiso con la situación en la agua para elaborar dulces. Rutt que viven es la pérdida de la identi- vendió la receta a la compañía R. T. dad cultural. Esto ocurre cuando la Davis Mill, quienes utilizaron a criada olvida su identidad negra y Nancy Green, una exesclava nacida adopta la cultura en la que se mue- en Kentucky en 1834 como mode- ve, es decir, la cultura de los blan- lo para la propaganda y que traba- cos, y estima correcta la opresión jó con ellos hasta 1923. En la de los negros. Esta identificación Exposición Universal de Chicago de con los valores de sus opresores 1893 Nancy Green, disfrazada de puede ser interpretada como una tía Jemima, junto a un tonel de hari- forma de escapismo o de autoodio. na de gigantescas proporciones, Trudier Harris explica que las escri- anunció su harina mientras cantaba toras negras siempre que encuen- canciones, cocinaba tortitas y con- tran la oportunidad invierten los tér- taba cuentos almibarados sobre el minos negativos en que han sido Viejo Sur. La popularidad de la ima- popularmente descritos estos per- gen hizo que se reprodujese en sonajes y los convierten en tricks- diversidad de utensilios tales como ters, es decir, en seres que saben muñecas, platos, lámparas, sale- manipular el engaño para sobrevivir ros, etc. En 1926 la Quaker Oats en una sociedad inhóspita y hostil. Company adquirió la compañía y De esta manera, son capaces de en 1933 Anna Robinson, de más habitar las casas de las blancas y al de ciento cincuenta kilos de peso, mismo tiempo aprovecharse de su pasó a ser la segunda tía Jemima. herencia cultural. Como otras figu- Manipulada como pieza esencial ras heroicas, ya animales o huma- dentro de la defensa del sistema nas, dentro de la historia y del fol- esclavista, sólo la mammy proyecta klore afroamericano, como John la imagen de un cierto poder ejerci- the Slave o Brer Rabbit, se colocan do por los negros, si bien es un una máscara, afrontan los peligros poder ejercido exclusivamente den- no cara a cara, sino con rodeos,

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intentando engañar a sus podero- por unos cuantos rasgos típicos: es sos adversarios, haciéndoles creer hijo o hija de un caballero de la aris- en su indefensión y debilidad para tocracia blanca sureña y de una de al final salirse con la suya (30). sus esclavas favoritas. El mulato o la mulata hereda de su padre sus De la mulata trágica a la Jezabel capacidades intelectuales y su La existencia de la mammy sirve de belleza física, superior a las de la contrapunto al arquetipo de la con- raza negra. A pesar de esta heren- cubina mulata. Catherine Starke cia o, más bien a causa de ella, su señala que los arquetipos son las vida está marcada por la más hon- figuras más complejas que han sur- da tragedia. La gota de sangre gido en la literatura, pues adquieren negra que corre por sus venas es la proporciones míticas ya que son marca de la vergüenza e inferiori- encarnación de las creencias cultu- dad que destroza su vida y que él rales, valores, aspiraciones y temo- mismo, compartiendo la actitud res, aceptados sin ninguna crítica, general, reconoce como fatal y per- mantenidos de forma ritual y cuya niciosa. Los privilegios y oportuni- recurrencia regular en la literatura dades que se le brindan tienen una está dirigida a personificar, por su escasa duración, porque el mulato misma insistencia, sentimientos continúa siendo un esclavo que conscientes o inconscientes. El padece los degradantes sufrimien- estereotipo de la mulata trágica, tos de la esclavitud, todavía más símbolo visible de los impulsos luju- que cualquier otro, ya que el indó- riosos y de lo que la cultura consi- mito espíritu de su padre emerge y deró de manera despectiva el mes- se rebela ante tal injusticia. Si logra tizaje, es probablemente el más la libertad se convierte en ciudada- antiguo de la literatura norteameri- no respetable dentro de la comuni- cana, síntoma de la desazón que dad; si no la logra muere trágica, los blancos sentían ante la esclavi- pero noblemente. De ahí que en el tud de personas que, como ellos, mulato y en la mulata se viese el eran en apariencia igual de blancas. tema ideal para el melodrama romántico, además del personaje Durante el periodo de preguerra, el clave para despertar las pasiones primer grupo de propagandistas antiesclavistas. que retrató literariamente al mulato fueron el de los escritores abolicio- El mito literario de la mulata trágica nistas. Jugando con el orgullo y los establecía, pues, que las lacras de sentimientos de raza de los blan- la esclavitud aumentaban en pro- cos, estos novelistas situaron en un porción directa con la cantidad de primer plano a la casi blanca vícti- "sangre blanca" que corría por las ma de la esclavitud, mientras lanza- venas de la mestiza. Dion ban a los lectores la pregunta de si Boucicault dio máxima expresión podía tolerarse una institución que literaria a esta creencia cuando uti- literalmente esclavizaba a los reto- lizó la novela de Mayne Reid, The ños de la raza dominante. De este Quadroon (1856), como fuente grupo de novelas surge un perso- para su famosa obra dramática naje estereotipado caracterizado sobre la vida de Louisiana, The

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Octoroon. La obra tuvo un éxito ro blanco y el usurpador del poder extraordinario y se representó en político. En The Leopard's Spots todas las grandes ciudades de la (1902) y en The Clansman (1905) - Unión durante los primeros años de inspiración para la película de D. W. la Guerra Civil. Incluso Harriet Griffith The Birth of a Nation (1915)- Beecher Stowe compartió la creen- dibuja el retrato de tres mulatos cia de que un poco de sangre blan- importantes: George Harris, gra- ca agravaba la tragedia del esclavo duado en Harvard que desea corte- y en Uncle Tom's Cabin describió a jar a una mujer blanca; Lydia dos personajes víctimas del mesti- Brown, ama de llaves y amante de zaje, Cassy y George Harris, y en un líder radical del Congreso duran- Dred, Lizette y Harry Gordon. Otros te la Reconstrucción, cuya perni- ejemplos de este tipo de literatura ciosa influencia sobre él amenaza son The Quadroon Girl de Henry W. destruir la nación; y Silas Lynch, Longfellow de 1842 y la descripción una bestia de instintos sexuales de las relaciones entre las cuartero- incontrolables. Con ellos Dixon nas y los blancos de clase alta rea- exhorta al Sur y a toda la nación lizada por Frederick Law Olmstead para que sigan preservando la inte- en 1856 en su libro A Journey in the gridad racial y eviten que la Seabord Slave States. Norteamérica del siglo XX se con- En el periodo de postguerra la vierta en un híbrido racial. Reconstrucción trajo consigo el El personaje de Lydia Brown res- conflicto entre la nueva adquisición ponde al estereotipo de la mujer de derechos de los afroamericanos negra como un ser lascivo por y el continuado monopolio de privi- naturaleza. Mientras históricamente legios de los blancos. Aparecen las mujeres blancas se las caracte- ahora dos grupos de escritores rizaba por su pureza sexual, a las representantes de dos posturas. Si negras se las condenaba por una bien el escritor proesclavista había promiscuidad congénita. A esta ignorado al mulato, ya que el mes- caracterización se le otorgó el nom- tizaje era un ataque a la sociedad bre de Jezabel negra, por el retrato sureña -aunque también era parte de la princesa fenicia que lleva este de la vida norteña-, ahora el sureño nombre en el Antiguo Testamento (I blanco se siente obligado a prote- Reyes 18, 19 y II Reyes 9) y que ger al Sur blanco de la supuesta pasó a ser sinónimo de inmorali- usurpación social de los negros a dad. El estereotipo de la Jezabel raíz de la Emancipación. Los escri- fue utilizado durante el periodo tores sureños que comulgaban con esclavista para explicar las relacio- esta ideología describieron al mula- nes sexuales entre los hombres to como un elemento peligroso blancos y las mujeres negras, en entre los recién emancipados concreto, las referidas a los amos negros. Thomas Dixon es el escritor con sus esclavas. La Jezabel, la que encabeza esta tendencia. El negra con un apetito insaciable de mulato es presentado como la gran sexo, pretende esconder la existen- amenaza a la mujer blanca sureña, cia de la violencia real contra la el violador, el corruptor del caballe- afroamericana, cuya victimización

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sexual continuará después de la Referencias Emancipación. Este retrato de la mujer negra como meretriz promis- Anderson, Benedict. Imagined Com- cua, al igual que el de la mammy, se munitiers. Reflections on the Origin convirtió desde el principio en una and Spread of Nationalism. London: imagen cultural popular que prolife- Verso, 1991. ró en objetos de la vida normal: Andrews, William L. "Miscegenation ceniceros, vasos, tarjetas, anun- in the Late Nineteenth-Century Ame- rican Novel". Southern Humanities cios, cine, etc. Review, XIII (Winter 1979): 13-24. La indumentaria impuesta a los Bajtin, Mijail. La cultura popular en la esclavos y esclavas, la desnudez Edad Media y en el Renacimiento. El de la esclava, la representación contexto de François Rabelais. visual de la mammy y de la Jezabel Barcelona: Barral Editores, 1974. son ejemplos del poder ejercido por Berlin, Ira. Slaves Without Masters: la sociedad blanca estadounidense The Free Negro in the Antebellum South. New York: Pantheon Books, contra los afroamericanos, un 1974. dominio que dependía de la Brown, Sterling. "Negro Character as demostración externa de la degra- Seen by White Authors". Journal of dación de los subyugados. La exhi- Negro Education, II (January 1933): bición de dicho poder resultó tan 180-201. crucial como la posesión legal del Bushman, Richard L. The Refinement mismo, por lo que la deshumaniza- of America: Persons, Houses, Cities. ción de los esclavos y de los negros New York, 1992. libres a través del vestido formó Chesnut, Mary. Mary Chesnut's Civil parte esencial de la representación War. Ed. C. Van Woodward. New de ese poder, una representación Haven and London: Yale University Press, 1981. crucial a la hora de reproducir la Clinton, Catherine. The Plantation dominación. Las restricciones sufri- Mistress: Woman's World in the Old das por las mujeres afroamericanas South. New York: Pantheon Books, en la vestimenta son más significa- 1982. tivas que las impuestas a los hom- --. The Other Civil War: American bres afroamericanos, puesto que Women in the Nineteenth Century. estaban dirigidas a legitimar la New York: Hill and Wang, 1984. autoridad del hombre blanco y a Douglass, Frederick. Narrative of the aprisionar el cuerpo de la afroame- Life of Frederick Douglass, An ricana como vehículo exclusivo del American Slave, Written by Himself. 1845. Introd. Houston A. Baker. New poder del amo. De la misma mane- York: Penguin Books, 1982. ra que los castigos físicos servían Equiano, Olaudah. "The Interesting para subyugar el cuerpo y el alma Narrative of the Life of Olaudah de la esclava, el vestido o la despo- Equiano, or Gustavus Vassa, the sesión del vestido surgen como for- African Written by Himself". The mas de violencia cotidiana que ayu- Norton Anthology of American dan a dibujar con trazos más finos Literature. Ed. Nina Baym et al. Third Ed. Vol. 1. New York, London: W. W. la opresión de la mujer negra en el Norton & Company, 1989. 675-709. Nuevo Mundo. Foster, Helen Bradley. New Raiments

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84 De desnuda a modista: el vestido de la esclava... Carme Manuel Actas del Curso “Folklore, lliteratura e indumentaria”

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85 Vestidas para Dios, vestidas para el diablo... Rosa E. Ríos Lloret Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Vestidas para Dios, vestidas para el diablo: ropa y modelos femeninos en la España de la Restauración

Rosa E. Ríos Lloret I.E.S. Rodrigo Botet (Valencia)

1. Introducción de las aptitudes de las mujeres. Más aún, cuando a lo largo del siglo Con frecuencia existe una conside- XIX sea el hombre el que altere la ración frívola del traje, más acusada moda, esos cambios recibirán un aún cuando se refiere al de la mujer. valor trascendente, ya revoluciona- En ella, la ropa se convierte en un rio, como el sansculottismo; ya pro- instrumento del pecado, es la vocador, como el de los románticos demostración palpable de su vani- y bohemios o transgresor, como el dad y, por ende, incluso de su luju- decadentismo o el dandysmo de O. ria. Sin embargo, la ropa es tam- Wilde o del barón de Montesquieu. bién la expresión de un estatus El vestido, pues, tiene un carácter social, por eso el aristócrata debe fronterizo, ya que se ha estudiado mostrarse al mundo con todo el en un terreno intermedio entre el orgullo de su clase, por lo que su propio cuerpo y el exterior, y sin apariencia debe estar en conso- embargo, constantemente está nancia con su esencia, la de perte- cruzando esta frontera porque par- necer a un estamento privilegiado y ticipa tanto de la construcción del superior a los demás. Con todo, el individuo como en la explicación de ascenso de la burguesía al poder una sociedad; tal vez por ello se le con los valores de igualdad social, ha definido como un hybrid subject o de rechazo a las distinciones de (Entwistle, 2000). Es, pues, su nacimiento y renta, desarrollarán la carácter mestizo el que interesa crítica y el desprecio al varón ocio- aquí, porque permite entender so y preocupado por su aspecto, tanto al que lo lleva como al entor- que se identificará con un modelo no que lo exige o lo condiciona aristocrático que ha entrado en cri- para que lo vista. Es este aspecto sis. Se le acusa de falta de virilidad, de la ropa sobre el que voy a refle- de afeminamiento, porque se ve el xionar, concretamente la que usa- vestido como algo superficial, y el ron las españolas de la Restau- gusto por él como sólo femenino. ración en sentido más que amplio, Hay en esto una misoginia soterra- 1875 / 1914. Y, sobre todo de las da, puesto que la identificación de mujeres de la burguesía, de todos la inclinación hacia lo banal como los estratos de la burguesía, de esa algo propio de la mujer, aún envuel- clase media, que no deseaba ser to en el oropel del encanto, supone pueblo y que miraba con recelo, un sentimiento peyorativo acerca pero también con envidia, a las

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Fig. 1.- Ignacio Díaz Olano. La envidia (1902). Colección particular damas de la aristocracia. (Fig. 1). Y Van a ser miradas masculinas, por- para todo ello, utilizaré como docu- que son ellos los que pintan y escri- mentación fundamental pinturas y ben, pero también codifican, lo cual textos. Cuadros y escritos hechos no significa que no hubiera mujeres por los hombres. Será el hombre el que contribuyeron a implantar esas que, siguiendo la estela de mismas normas, de la misma Pigmalión (no olvidemos la obra de manera que hubo otras que transi- Bernard Shaw) las construye, pero taron por los duros caminos de las también el que las viste y desnuda. disidencias, y quienes utilizaron En Sonata de Otoño, Valle Inclán otras vías más estratégicas. (1979) describe al marqués de Cuando se observan los cuadros Bradomín en el proceso de vestir a de una señorita o señora (Fig. 2), la moribunda Concha: "Después de pocas diferencias hay entre ellas en las medias de seda negra, le puse cuanto a sus maneras, gestos, las ligas, también de seda, dos ropas, colores y espacios. Una lazos blancos con broches de oro. señora o señorita debía presentarse Yo la vestía con el cuidado religioso ante el pintor y ante el mundo como y amante que visten las señoras tal antes que dejar prevalecer su devotas a las imágenes de que son individualidad como persona. El camaristas" (p. 17). siglo XIX es el siglo de la mujer, no

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para establecer la verdadera natu- raleza femenina, lo cual pasaba por influir en su mente, pero también en su cuerpo, por lo que estas normas afectarán también a sus vestidos, accesorios, peinados y maquillaje. Por tanto, la ropa, como tantas otras cosas, pero no en menor medida, construye, crea imagen, y las imágenes nunca son inocentes, hasta tal punto de que con ellas se legislan moralidades, por eso los bienpensantes alzarán su voz críti- ca cuando la moda pueda agrietar aquellos principios que se conside- ran inalterables para definir a la mujer honesta. Así pues, el vestido, la ropa de la mujer se aliará con la norma social y moral, con la religión e incluso con la ciencia, para desa-rrollar dos arquetipos femeninos, dos cons- trucciones masculinas que articula- rán dos modelos de mujer: la buena, el ángel del hogar; y la mala, la pecadora, la descarriada.

2. Vestidas para Dios

Cada etapa de la vida de una mujer exigía ropas específicas que eran las que se reglamentaban como Fig. 2.- Ramón Casas. Retrato de las adecuadas. Palacio Valdés (1942), señoritas N.N. (1890). Colección particular de las mujeres. Ahora bien, ese en Maximina, narra el encuentro en modelo tan ansiado ¿cómo se defi- el tren de los recién casados prota- nía? ¿qué procesos se seguían gonistas, Maximina y Miguel, con para construirlo? Antes que una unas hermanas gallegas, solteras y instrucción, una joven recibía una maduras, que viajan con su herma- educación sobre su conducta, no, otro solterón. El autor las pre- sobre su comportamiento y sobre senta cómicas y grotescas porque los protocolos sociales que debía se comportan como jovencitas, conocer y obedecer si quería ser "con sus más de cuarenta y cinco considerada dentro de ese grupo. años mal contados". Su rubor, su En estos tratados educativos se romanticismo, su conducta, pero reglamentan los mecanismos nece- también los vestidos y peinados sarios para modelar, o más bien, que llevan son ridículos en mujeres

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condición de mujer a la de madre, y ésta era una de las mayores acusa- ciones que podía recibir. Desde la más tierna infancia a una niña se le enseñaban reglas de comportamiento. Sus ademanes, gestos, trajes, etc., deben adecuar- se a esas reglas, que les enseñan y preparan para lo que debe ser una honesta dama (Fig. 3). Los libros, las revistas apropiadas, el púlpito, el confesionario, los edu- cadores, los médicos... todos coin- ciden en el mensaje. Es interesante señalar que, a pesar de las disiden- cias entre ciencia y religión, entre conservadores y progresistas, ambos coincidieron, salvo honro- sas excepciones, en defender un mismo modelo ortodoxo de mujer, de tal forma que, ya fuera avalado por los Padres de la Iglesia, o por retóricas "científicas", se estructuró un arquetipo femenino en el que Fig. 3.- Ramón Casas. Retrato de María conceptos como modestia, abne- Rusiñol (1893). Colección particular de su edad: "Aquellas tres señoritas gación, sumisión y sus manifesta- vestían de un modo inverosímil y, si ciones, tales como el pudor, el podemos decirlo así, anacrónico. recato, el silencio, la inocencia, se Sus trajes eran vistosos, pintores- definieron como propias y exclusi- cos y hasta un si no es fantásticos, vas de la naturaleza femenina, como solo se consiente a las niñas como indispensables en la esencia de quince años" (p. 345). Esta de lo que era una verdadera mujer, facultad ética que se otorgaba a la por lo que aquellas que se rebela- ropa afectaba no sólo a la que la lle- ban, que lo negaban con sus com- vaba, sino a aquella que decidía por portamientos y actitudes, no sólo otra el vestido que debía usar. Éste atentaban contra una norma social, es el caso de las madres. En efec- sino que cometían un pecado y to, el vestido de una niña permitía alteraban su propia naturaleza. las faldas cortas bajo las que sobre- Eran, pues, pecadoras, enfermas o salían unos pantalones con punti- degeneradas. llas que les llegaban hasta la rodilla. Así, una señorita honesta debía Si una madre mantenía a su hija comparecer ante los demás con con este tipo de vestimenta hasta una imagen de virtud y de inocen- edades tardías para no parecer ella cia, por eso se las representa rode- mayor, se la criticará con una dure- adas de animalillos, como pajaritos za inusitada, ya que antepone su

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Fig. 4.- Tomás Muñoz Lucena. Deleitán- dose con el canario (s.f.). Colección parti- cular

Fig. 5.- Ignacio Pinazo. La Primavera (Retrato de Maria Jaumandreu) (1885). Colección particular (Fig. 4), palomas, en espacios como jardines, rodeadas de flores (Fig. 5) porque ellas son primavera. Los colores de sus ropas tampoco son fruto de la casualidad y, así, el blanco es el color por excelencia de la joven. Cuando Oller (1985), en La bogeria, desea participar al lector la frágil moralidad de una joven, describe su modo de vestir, calificándolo como exagerado porque usa colo- res chillones y que llaman la aten- ción. La discreción de una señorita era fundamental, no sólo como reconocimiento de su buena edu- cación, sino de su honradez, sin embargo, debía conseguir un novio y, por esto, tenía que agradar. Una joven tenía que ser bella, porque su belleza era lo primero que podía atraer a un posible pretendiente. Tal vez por ello, Asís Taboada, la protagonista de Insolación de Pardo Bazán (1957), recurre a algu- nos imprescindibles trucos de belleza para conseguir el amor deseado. Sin embargo, no debía excederse, porque era lugar común

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que una vanidosa o con gustos caros estaba predispuesta a la luju- ria y a provocar la ruina de una familia. La presumida y coqueta (Fig. 6) se convertía en una candidata a la sol- tería, terrible estado, al que, por otro lado, podía llegar caso de no conseguir conquistar a un hombre. Por ello, tendrán que desarrollar estrategias: mostrar pero sin que parezca que muestran. En Epitalamio, Valle Inclán (1992) explica el efecto seductor que ejer- ce Augusta sobre el personaje masculino, al verla abandonada en la mecedora: "Augusta (...) reclina- da en la mecedora, agitaba un gran Fig. 6.- Luis Álvarez Catalá. Mujer delante del abanico de blancas y rizadas plu- espejo (1878). Colección particular mas; mecíase la dama, y su indo- lente movimiento dejaba ver en inci- les formas, que así mostradas, no tante claroscuro la redonda y tor- convenían a la santidad del lugar" neada pierna" (p. 204). Una idea (p. 31.) semejante se muestra en el cuadro "El taconeo irrespetuoso de las de F. Masriera ¡Fatigada! (1894), y botas imperiales, color bronce, que Pérez de Ayala, en La pata de la enseñaba Obdulia debajo de la raposa (1970), describe todos los falda corta y ajustada; el estrépito detalles del atavío de la viuda de la seda frotando las enaguas; el Ciorretti, que ella lleva y enseña con crujir del almidón de aquellos bajos desenvoltura para atraer las mira- de nieve y espuma que tal se le das masculinas y conseguir excitar antojaba a Don Saturno... hubieran a los hombres. Y es que la ropa sido parte a despertar de su sueño femenina se explica con delecta- de siglos a los reyes allí sepultados" ción por muchos novelistas espa- (p. 31) ñoles de los siglos XIX y XX, convir- Con todo, las mujeres debían res- tiéndola en símbolo erótico de una petar las normas de comporta- evidente fascinación fetichista. Así miento, y no hay que olvidar que sucede en algunos párrafos de la algunas veces eran de una restric- novela de Clarín La Regenta (1979): ción extraordinaria. Esta coerción "La falda de raso, que no tenía de movimientos se manifestaba en nada de particular mientras no la la ropa, y una de las piezas básicas movían, era lo más subversivo del fue el corsé. Así se refiere Clarín traje en cuanto la viuda echaba a (1979) a Obdulia Fandiño en La andar. Ajustábase de tal modo al Regenta: "Pero lo peor de todo era cuerpo, que lo que era falda parecía una coraza de seda escarlata que apretado calzón ciñendo escultura ponía el grito en el cielo. Aquella

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Fig. 7.- Francesc Masriera. Señora fuman- do (1894). Museo del Prado, Madrid

coraza estaba apretada contra de la omnipresencia divina. algún armazón (no podía ser Si el fin necesario de una joven era menos) que figuraba formas de una casarse, el día de la boda se con- mujer exageradamente dotada por vierte en el día más feliz, y el traje la naturaleza de los atributos de su de novia (Fig. 8) es uno de los Fig. 8.- Vestido de novia (1909). Museo del Traje (MT093533, donación de Dª Teresa sexo. ¡Qué brazos! ¡qué pecho! ¡y deseos más publicitados en las Picardo Castellón) todo parecía que iba a estallar!" (p. revistas de lectura para familias o 29). Quizá ese mismo constreñi- en las revistas específicamente miento hiciera tan erótico el que no femeninas, en las que aparecen lo llevaran. En un cuento titulado artículos y reseñas, debidamente ¡Madre mía! se describe a Lorenza, fotografiados, con el ajuar de la sin vestir y sólo cubierta por una novia de las señoritas de familias "ligera bata de batista con ricos nobles o adineradas. Es interesante bordados, sin peinar, con los cabe- que el traje de novia, los aderezos llos sueltos, perezosa, soñolienta y de joyas, así como otros vestidos, en lánguido abandono" (Fig. 7). Esa sean regalo del novio. Palacio muchacha afloraba sin disimulos Valdés (1942) quiere demostrar lo sociales, totalmente desinhibida, bondadosa y modesta que es precisamente por el hecho mismo Maximina. En la novela del mismo de creerse en soledad. Todo ello título, hace que la joven no se con- hacía que estas imágenes resulta- sidere digna de un vestido tan lujo- ran tan poderosamente atractivas a so y prefiera regalarlo a la imagen la mirada masculina, que ejercía su de la Inmaculada Concepción de la vigilancia aun cuando no lo parecie- iglesia de su pueblo. Las que no ra. El ojo del hombre aprehendía a eran tan virtuosas estaban absolu- la mujer y la controlaba a manera tamente ilusionadas por llevar esas

92 Vestidas para Dios, vestidas para el diablo... Rosa E. Ríos Lloret Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Fig. 9.- Joaquín Sorolla, La primera comu- nión (Carmen Magariños) (1892). Colec- ción Masaveu

ropas en un día en el que ellas eran les habían hecho soñar con ese las absolutas protagonistas. Y a momento de su vida al que habían esto se veían empujadas por la llegado a entender como funda- sociedad que lo propiciaba, de la mental y definitivo porque así se lo misma manera que, desde niñas, habían enseñado. El traje de comu- nión y su exaltación en el mes de María es una anticipación de lo que será después el traje de novia (Figs. 9 y 9 bis). Una vez casada y convertida en una señora, una mujer se debía a la autoridad del esposo y aceptar, comprender, resignarse e incluso sentirse gozosa ante los sinsabores y sacrificios que su nuevo estado le pudiera deparar. Su felicidad es la de su familia, y no se le enseña, más bien lo contrario, que pueda exigir la propia, y en todo ello coin- cidieron iglesia y ciencia. Sin embargo, aunque se acepta que la mujer honrada no tenga deseos,

Fig. 9 bis.- Pablo Picasso, La primera debe presentarse atractiva para su comunión (1892). Museo Picasso, Bar- esposo, pero siempre dentro de celona

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Fig. 10.- Francisco Miralles. Después del té (s.f.). Colección particular

Fig. 11.- Román Ribera. Salida del baile (1913). Colección Abadía de Montserrat

unos límites marcados para evitar que controle a su marido y que, por lo tanto, lo pueda dominar median- te su sexualidad. El buen esposo debe vigilar el vestuario de su mujer, pero ésta también estará sujeta a la opinión de su confesor y director espiritual, como se ve en el diálogo entre Ana Ozores y el Magistral en La Regenta, acerca del traje que ella habría de lucir en un baile. Ser reconocida como "señora de" le exige unos protocolos sociales que suponen vestuarios adecuados para cada uno de ellos, tales como las visitas para cumplimentar a las amistades y familia (Fig.10), las fun- ciones teatrales, los bailes (Fig.11), los diversos actos de las distintas festividades religiosas (Fig.12), etc. Así, en Cuaresma, los vestidos de las damas de los años ochenta eran oscuros y sin escote, y cu- brían totalmente los pies, pero es

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significativo que caiga en desuso el capital, ir a algún balneario, playa o hábito, lo que implica que muchas cualquier otro lugar de moda le per- de estas pretendidas devociones mite ser reconocida como señora femeninas eran también excusas o, por lo menos, ser clase media, para un callejeo permitido. Incluso no ser pueblo. La moda de verano el luto se convierte en un ejemplo tenía también sus exigencias, no de distinción social. López-Bago sólo en cuanto al grosor y calidad (s.a.), en el capítulo V de su novela de las telas, sino también en lo refe- La pálida, hace un sugestivo relato rente a los colores. La esposa de de la situación de doña Angustias, Sorolla en el cuadro Clotilde en la viuda de Pérez, cuando el cabeza playa, o las damas de su más que de familia, que es capitán, muere famoso Paseo a orillas del mar (Fig. en acto de servicio. Ella es capaz 13) son algunos de los muchos de gastarse un capital desorbitado ejemplos que la pintura nos propor- en los lutos por su marido, antes ciona. Pero no sólo se pasean en que renunciar a todo un mundo de las playas, el baño de mar comien- apariencias, que la permita conti- za a popularizarse y algunos lo nuar perteneciendo a la deseada recomiendan como medida higiéni- clase media. También las estacio- ca y salutífera, mientras que otros

Fig. 12.- José Benlliure. Angelita Benlliure. nes exigen renovar el vestuario y no se recatan en manifestar las furi- Museo de Bellas Artes de Valencia que no se repita de año a año, bundas críticas que causan los tra- sobre todo cuando se impone la jes de baño de las señoras: "Hay costumbre del veraneo. Salir de la bañistas de repertorio y bañistas de

Fig. 13.- J. Sorolla. Paseo a orillas de la playa (1910). Museo Sorolla, Madrid

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Fig. 14.- Ignacio Díaz Olano. Extraviada (1894). Colección particular

buena fe. Las primeras forman Dice un caballero que yo conozco clase y van al baño como las actri- que de estos misterios está lleno ces a las tablas. Se pintan, se des- Madrid. Muchas no comen para nudan, (...) se ponen cintura regen- poder vestirse, pero algunas se las te con o sin rellenos, se precintan y arreglan de otro modo. Yo sé histo- se enfundan en ligeras mallas de rias, ¡ah!, yo he visto mundo. Las franela, de punto o de seda, y así tales se buscan la vida (...) de vistosas y planturosas, como se Grandísimas, les digo yo para mí, diría en el argot de las cocottes, se yo no engaño a nadie; yo vivo de mi lanzan al agua a paso corto y firme trabajo. Pero vosotras engañáis a (...) Al salir del baño se escurren (...) medio mundo" (Pérez Galdós, y emprenden gallardamente la vuel- 1941, p. 1671). Por todo ello no es ta hacia las casetas donde dejaron extraño que el lujo sea constante- los pergeños de vestir, sin capa de mente anatematizado, tanto por hule, entre los aplausos y vivas ínti- sacerdotes como por laicos. mos de los espectadores aficiona- Considerado casi como intrínseco dos al desnudo natural y artístico" en la mujer, provoca su caída por el (Sepúlveda, 1888, p. 362). Esa afán de conseguir sus caprichos. A necesidad de aparentar las lleva a él se debe su desvergüenza, pero realizar gastos que para muchas su pecado es tanto más terrible están fuera de sus posibilidades, cuanto que no tiene justificación. por lo que, para sufragarlos, pue- Estas mujeres no se han perdido den llegar hasta su propia corrup- por amor o por una situación extre- ción. Así habla Refugio, en La de ma, sino por algo más mezquino, Bringas, de estas mujeres: "Conoz- como puede ser su necesidad de co señoras de empleados que figurar, de poseer bellos vestidos y están cesantes la mitad del año, y adornos (Fig. 14). Pardo Bazán da gusto verlas tan guapetonas. (1957) hace exclamar a Dolores, Parecen duquesas y los niños, prin- uno de los personajes del cuento cipitos ¿Cómo es eso? Yo no lo sé. La dama joven: "¡Y el lujo! Eso, eso

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compras se presenta como demostración de la debilidad de las mujeres, lo que explica la necesi- dad de que ellas estén bajo el férreo control de padres o esposos, porque si no es así, la desgracia cae sobre la familia. Quizá por ello, también se critica a aquellos hom- bres que no se afanan, antes al contrario, en mantener a sus muje- res dentro de las directrices de comportamiento ortodoxas. En un texto de Picón, La honrada (1910), se describirá al marido como un individuo abominable, porque viste a su mujer como una prostituta. Cuando una prendera va a la casa a ofrecer a la señora cintas y otros adornos, el esposo no tiene incon- Fig. 15.- Ignacio Díaz Olano. La modista (1902-1905). Colección particular veniente en comprarle unas medias era lo que ponía a Dolores fuera de a las que la propia vendedora califi- sí. ¡Bailes, chaquetas de terciopelo, ca de la siguiente manera: "... no disfraces en Carnaval, botitas de a son para señoras. Las piden para el cuatro duros! ¡Muchachas que teatro, y mujeres que andan por ganaban una peseta y cinco reales ahí, ya me entenderá el señorito" (p. diarios, dígame usted, por Dios!: 117). Por lo tanto, ser una señora ¿de dónde lo han de sacar? Ya se no era algo improvisado, se apren- sabe: teniendo un oficio de día y día desde la cuna, y las madres otro de noche. ¡Malvadas!" (p. 905). enseñaban a sus hijas esa tenue Tal es la relación entre lujo, ropa y frontera entre lo permitido y lo inco- pérdida de la virtud que, a veces, se rrecto (Fig. 16). presentan las tiendas de ropa, sombrererías... como lugares Fig. 16.- Ignacio Díaz Olano. Consejos de madre (1912). Colección particular donde una casada puede vender su honor (Fig. 15). Por todo ello, las mujeres que han caído no son tan malas si no tienen ese interés por el lujo, esa vanidad de la ropa. En Fortunata y Jacinta de Galdós (1942), el desprecio por los vesti- dos y por el lujo de que hace gala Fortunata sirve al novelista para manifestar el fondo de honradez de esta muchacha que ha pecado por amor y por ignorancia. Esa imposi- bilidad femenina de resistirse a las

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Un texto de la Condesa de Campo 3. Vestidas para el diablo Alange (1990), que narra la prueba de un vestido de fiesta de su madre Ya se ha señalado anteriormente venido de París, refleja este fino cómo se advertía del riesgo que pero poderoso encaje de la apa- corrían muchas señoras, quienes, riencia social que excluye la mera por seguir determinadas modas, frivolidad, ya que permitía descubrir podían ser confundidas con muje- por la ropa la calificación moral de res no demasiado honorables. la mujer que la llevaba: "Recuerdo Enrique Sepúlveda escribe en que era un traje de noche de un 1888: "Todas las tardes el Parque delicado color malva. Ciñendo el de Madrid, a primera hora, y la pecho y la falda, cerca de las rodi- Castellana, al anochecer, están en llas, estrechando el vuelo de la grand complet. En trenes lujosísi- misma y acortando el paso, cosa mos se dejan admirar las bellezas que estuvo por entonces de moda, del gran mundo y las del medio tenía una estrecha franja de tercio- mundo, las nietas de las altivas pelo color rubí, que contrastaba ricas hembras tan honradas y tan valientemente con el tono del magnánimas, y las hetairas que por fondo, logrando un efecto atrevido una debilidad del espíritu de imita- y sugestivo" (p. 73). Los que esta- ción y una ley del vicio fastuoso y ban presentes en la prueba quedan despreocupado pretenden aclima- admirados de lo maravillosamente tarlo en Madrid para sonrojo de las atractiva que está, pero ante la sor- buenas almas y espanto de las presa de la futura Condesa de familias" (p. 48). Campo Alange, su madre dijo: Y es que por su propio oficio, las "Verdaderamente, el traje no puede cortesanas debían tener un nutrido ser más bonito de lo que es, pero y variado guardarropa, más aún, no debo quedarme con él. Una debían gastarse sin orden ni con- señora no puede llevarlo" (p. 74). cierto, ser caprichosas hasta lo Esta decisión desconcertó a la indecible. Parece que hay una autora: "Di muchas vueltas a este estrecha relación entre la fugacidad asunto (...) y al fin comprendí que de la moda y el ansia convulsiva de las cosas estaban establecidas de gasto de la cocotte. Este lujo des- la siguiente forma: una señora no medido es la demostración de su podía ponerse trajes demasiado triunfo, pero también el de su pro- sugestivos y atrayentes, los trajes tector, el del que lo sufraga, pues demasiado sugestivos y atrayentes demuestra a los demás su poder. estaban reservados exclusivamente Pero también deben comportarse para ser llevados por unas mujeres de forma osada, manifestarse. ¿No muy guapas -aquellas que yo veía son mujeres públicas? ¿No son cruzar desde lejos en magníficos mundanas? Pues, al contrario de coches de caballos, que dejaban las honestas y honradas, recluidas tras sí una estela de perfume y mur- en sus casas, ellas tienen que mos- muraciones- y a las cuales (...) no trarse y exhibirse sin pudor, con un se les podía llamar señoras" (pp. desenfado producto de su belleza, 74-75). porque la fama de su hermosura les

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Fig. 17.- Ignacio Díaz Olano. En el ante- palco (1895-1899). Colección particular

proporcionará la fortuna (Fig. 17). El poldina riendo: La dama de las Padre Coloma (1975), en Peque- camelias" (p. 274) ñeces, relata cómo en un palco del Estas hetairas tienen que crearse Real aparece una extranjera desco- una leyenda, un nombre que haga nocida joven y guapa, acompañada volver la cabeza a los que las ven de otra mujer mayor. Después de la pasar, tienen que excitar el deseo primera sorpresa se descubre que de poseerlas, no ya porque sean es una cortesana famosa, ahora las más bellas, sino porque son las amante de Jacobo Téllez: "...más más conocidas. Periódicos como bien que para ver, parecía estar allí Le Figaro hablaban de sus conquis- para ser vista, y la exagerada ele- tas y de sus gustos, lo que las con- gancia, algún tanto extravagante, vertía en árbitros de la moda. de su traje de terciopelo negro con Cuando Isabel Ortego, en Memo- camelias rojas, indicaba claramente rias de una cortesana de Zamacois el plan preconcebido de atraer (s.a.), describe su aspecto dice: todas las miradas (...) -Negro y "Soy alta y gallarda, y desde que el encarnado, ¡malo!, los colores del marqués de Lágaro se suicidó por diablo, ¿y quiénes son esas indivi- mí, visto de negro: negros son mis duas? dijo Leopoldina Pastor (...) - vestidos, mis sombreros, mis cor- Si nadie la conoce. El martes se sés; negros también mis abanicos presentó en ese mismo palco; ves- de pluma y los caballos de mi tía de blanco, con camelias rosas. landó; esto ha creado a mi alrede- Ayer estaba en la Castellana en un dor una leyenda romántica que no milord muy bonito, con camelias me perjudica, y hasta me llaman la blancas en el sombrero y en el dama negra muchos pisaverdes pecho. Hoy, terciopelo negro con mentecatos que llegaron a ver de camelias rojas. -Pues ya tenemos cerca el color de mis camisas" (p. nombre que darle, exclamó Leo- 5). Tienen que ser extravagantes,

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das. Sus trajes parecían cortados con el solo propósito de que lucie- ran bien lo airoso del talle y lo levan- tado del pecho; mas esto, que todas procuran, estaba en ellas levantado hasta la exageración, cual si desearan que quien las mira- se abarcara en una sola ojeada todos sus encantos. Llevaban el pelo teñido de rubio, algún toqueci- llo de pintura en el rostro, y por donde pasaban iban dejando rastro de perfumes intensos" (p. 126). De la cortesana lujosa no se espera que sea ahorrativa ni laboriosa, para eso está la mujer legítima. Ella debe gastar y consumir, y cuanto más inútil y más desaprovechado sea el derroche, más fama obtiene Fig. 18.- H. Anglada Camarasa. Le paon distinguirse, hacerse notar (Fig. 18). ella y su proveedor. Porque, hasta blanc (1904). Colección Carmen Thyssen Bornemisza Jacinto Octavio Picón (1910), en La en el vicio hay una dependencia del honrada, describe a la Revoltosa y hombre, ya que lo que diferenciaba a la Rubia, dos cocottes, de la a una auténtica cortesana de una forma siguiente: "...llamaban la petit cocotte era el amante que la atención dos mujeres de picante protegía y la pagaba. Como dijo hermosura, esbeltas, graciosas, Émilienne D'Alençon con verdadero engalanadas con llamativa elegan- conocimiento de causa: "Si te cia y aún mejor calzadas que vesti- acuestas con un burgués, no eres

Fig. 19.- Joaquín Sorolla. Otra Margarita (1882). Washington University Gallery of Art, Sant Louis

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Fig. 20.- Daniel Vázquez Díaz. Aves noc- nes sobre la mala influencia que turnas (1907). Colección particular ejercen estas mujeres sobre la juventud femenina. Sobre todo, a aquellas que estaban impelidas a trabajar para sobrevivir, con suel- dos muy bajos, para las que era una auténtica tentación esta prosti- tución clandestina que les permitía conseguir algo de dinero. La relación de la ropa con la prosti- tución se observa también en la obsesión por parte de las institucio- nes para redimir a estas mujeres, por ponerles un uniforme, por elimi- nar su vanidad, causante de tantos males. Galdós (1942) describe muchas de estas obligaciones al relatar el paso de Fortunata por las Micaelas. Así, cuando ella ingresa también debe llevar una especie de más que una puta, pero si lo haces uniforme: "pusiéronle una toca con un rey, eres una favorita." blanca; (...) Luego le hicieron poner Lógicamente, este tren de vida un vestido de lana burda y negra, hacía suspirar a las jovencitas y muy sencillo; pero aquellas prendas constantemente se hacen reflexio- sólo eran de indispensable uso al

Fig. 21.- José Villegas Cordero. Mujeres asomadas a la ventana (1890). Colección particular

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bajar a la capilla y en las horas de lector compadezca a Antonia, pro- rezo, y podía quitárselas en las tagonista femenina de En la carre- horas de trabajo, poniéndose ra, hace que, a pesar de que es ya entonces una falda vieja de las de una prostituta sifilítica, encanallada su propio ajuar y un cuerpo, tam- e irrecuperable, mantenga el pudor bién de lana, muy honesto que que le impide quedarse desnuda recibían para tales casos" (p. 241) con las medias y las ligas puestas, Frente a la repulsa general hacia o desvestirse lentamente siguiendo las cortesanas del gran mundo, el típico ritual erótico delante de un con frecuencia suele aparecer una cliente. mirada más compasiva hacia las Dentro de las prostitutas con carti- jóvenes de extracción popular que lla, es decir, las legalizadas y con- han caído en esta situación por troladas, se encontraban las carre- miseria, engaño o seducción. Sus ristas y las pupileras. Las primeras ropas no suelen distinguirse de las no siempre se distinguían, en de otras trabajadoras, aparecen cuanto a sus ropas, de las jóvenes encogidas, no son desafiantes, de pueblo, no podían hacerlo por- sino temerosas (Fig.19). Con fre- que corrían el peligro de que las cuencia, el conservar una cierta arrestaran. Con todo, la búsqueda vergüenza en su ropa, en desnu- del cliente las obligaba a atraerlos, darse, se presenta como síntoma a pesar del riesgo (Fig. 20) En de que no están totalmente degra- cuanto a las segundas, el burdel dadas. Es muy significativo que exigía determinados atuendos (Fig. Fig. 22.- Ignacio Zuloaga. La Celestina (Las pupilas de Matilde) (1906). Centro de Trigo (1988), como desea que el 21). Corpus Barga (1979) describe Arte Reina Sofía, Madrid el sofisticado prostíbulo al que acu- den el alcalde de Riaño y el secre- tario del ayuntamiento de Berbegal. No debía de ser extraño, antes al contrario, el que hombres de provincias que tenían que acu- dir a la capital por negocios se convirtieran en asiduos clientes y, para atraerlos, muchos burdeles, como éste, preparaban a sus parroquianos toda clase de nove- dades. Con todo, lo característico del ves- tuario de las pupileras era su casi total desnudez, sólo aliviada por ligeros mantoncillos, alguna desha- billé y las inevitables medias y chi- nelas, tal y como aparece la prota- gonista del cuadro de Zuloaga Las pupilas de Matilde (Fig. 22).

102 Vestidas para Dios, vestidas para el diablo... Rosa E. Ríos Lloret Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

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104 Símbolos del cuento y complementos del vestido... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Símbolos del cuento y complemen- tos básicos del vestido: del zapato de cristal a la caperucita roja D. José Manuel Pedrosa Universidad de Alcalá

La cabeza y los pies, y, por exten- la cabeza (la boca) del flautista da sión, los sombreros y los zapatos, las órdenes que obeceden los pies han tenido siempre una gran impor- de quienes escuchan. tancia simbólica dentro de lo que En definitiva, el sombrero que cubre podríamos llamar "la cultura del la cabeza y los zapatos que prote- cuerpo y la cultura de la indumenta- gen los pies (o el sombrero que ria". A los mismos conceptos de protege la cabeza y los zapatos "cabeza" y de "pies" se les suelen que cubren los pies) nunca son, ni asociar significados extraordinaria- en el territorio de la ficción ni en el mente complejos, mucho más de lo territorio de la vida, simples com- que podemos desarrollar aquí, que plementos ni triviales aderezos del tienen que ver, entre otras cosas, vestuario. Es imposible resumir con la gramática del poder: la siquiera lo que los sombreros y lo cabeza es, obviamente, un órgano que los zapatos han aportado al rector, mientras que los pies no lenguaje de los cuentos y al mundo dejan de ser unos auxiliares servi- de la ficción en general. Atengá- les. La cabeza se halla simbólica- monos, de momento, al enredadísi- mente relacionado con la inteligen- mo mundo de los sombreros, y cia y con la voluntad. Y los pies, recordemos, aunque sea a vuela- con la fuerza y con la movilidad. pluma, el sombrero de y el Motivos absolutamente esenciales casco de Perseo, los gorros tintine- de los mitos, de los cuentos, de las antes de los bufones medievales, el leyendas, pero también constantes yelmo del Mambrino quijotesco, las ineludibles en la biografía de cual- ridículas cabezas de burro de El quier humano. La cabeza es la que sueño de una noche de verano, la da las órdenes, y los pies los que manzana de Guillermo Tell, el gorro las ejecutan... en combinaciones a de piel de Robinson, el sombrero veces tan extravagantes como la que Napoleón perdió en Waterloo, del cuento de El flautista de el gorrito de miga de pan de Hamelin (al que tantas veces se Pinocho, la indumentaria del Som- pinta, por cierto, con una especie brerero Loco de Alicia en el País de de gorro de duende), en el que la las Maravillas, las guerras de gorras cabeza que dirige y los pies que de Madame Bovary o de Tartarín obedecen no corresponden a la de Tarascón, el fúnebre sombrero misma persona, como suele ser lo que el viento arrancó de la cabeza habitual, sino a sujetos diferentes: del capitan Achab, las sombras

105 Símbolos del cuento y complementos desl vestido... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

ambiguas de El sombrero de tres pués de la muerte (en el esqueleto, picos, de Tres sombreros de copa más que en ninguna otra cosa, la o de los fetiches-sombrero de La presencia del sombrero natural y insoportable levedad del ser. O el tácito es efectiva). Se llama som- brero artificial aquel que se adquie- alto sombrero cubierto de barras y re en las sombrererías y del cual estrellas del tío Sam, el que Indiana podemos separarnos momentánea Jones estuvo a punto de perder en o eternamente [...] El sombrero una cripta, el que prestaba sus ser- determina el carácter y la fisonomía vicios en el internado de Harry del hombre y de los demás seres y Potter, o el casco prodigioso del cosas. El sombrero es el hombre."1 jefe de los X-Men. O el autorretrato Y el sombrero es, también, la mujer. de Van Gogh con su sombrero de Aunque no siempre, o no del modo paja, la barretina de Dalí, el sombre- más previsible. Ahí está, para des- ro-zapato de Gala, los hongos de mentir el acuñadísimo tópico, el Magritte, la peluca pop (que una caso de Caperucita Roja, a quien vez le robaron) de Andy Warhol, el todo el mundo tiende a identificar bombín de Chaplin o las pamelas con su tocado, como si fuesen dos de la Ninotchka de Ernst Lubitsch, entes inseparables. Aunque no sea en la que retumba la frase: "¿Cómo así. Es cierto que el personaje de la sobrevive una civilización que per- versión inmortalizada por Charles mite a sus mujeres llevar cosas Perrault en sus Historias o cuentos como ésa en la cabeza?". O el que del tiempo pasado de 1697, y de es, quizá, el más notable sombrero todas las (innumerables) versiones de todos los que ha ideado el inge- que derivan directa o indirectamen- nio humano: el del avestruz con una te de ella no dejan de lucir la famo- cubretetera de cuerno en la cabeza sísima caperuza de color encarna- que asoma por las Historias de cro- do. Pero, según quienes han inves- nopios y de famas de Julio tigado las (escasísimas) versiones Cortázar. plenamente tradicionales del cuen- No podía tener más razón el gran to (registradas sólo en el área fran- César Vallejo cuando defendía que co-alpina) que parecen no influidas "todas las cosas llevan su sombre- por la versión de Perrault, "las ver- ro. Todos los animales llevan su siones orales independientes... per- sombrero. Los vegetales también miten constatar que el tocado rojo llevan el suyo. No hay en este de la muchacha es un motivo acce- mundo quien no lleve la cabeza sorio, particular de la versión de cubierta. Aun, cuando nos quita- Perrault, más que un motivo gene- mos el sombrero, siempre queda ral sobre el cual se pueda uno nuestra cabeza tocada de algo que basar para explicar el cuento".2 1 VALLEJO, C., "El sombrero es el podríamos llamar el sombrero inna- hombre", Desde Europa: Crónicas y artículos (1923-1938). Ed. J. to, natural y tácito de cada perso- Aunque tampoco faltan los estudio- Puccinelli. Lima, 1987. pp. 128-130. na, que no es del todo inseparable. sos que han defendido que la 2 DELARUE, P. Le conte populaire Los sombreros se clasifican en caperuza, y, sobre todo, su color français I. París, 1976. p. 382. sombreros naturales y sombreros rojo, son elemento esenciales de la artificiales. Se llama sombrero natu- 3 VAZ DA SILVA, F., "The Girl in Red construcción simbólica del perso- and the Wolf: A Symbolic Reading", ral aquel que nace con cada perso- Estudos de Literatura Oral 7-8. naje3. 2001-2002. pp. 257-276. na y que le es inseparable, aun des-

106 Símbolos del cuento y complementos desl vestido... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Rastrear sombreros en los casi "Un día de paseo inabarcables dominios de la litera- una señora tura de tradición oral sería una tarea rompió con su sombrero bien difícil, más por exceso, desde una farola. Al ruido de los cristales luego, que por defecto. La breve y salió el gobernador: apresurada antología de textos que - ¿Quién ha sido esa señora vamos a conocer puede servir, en que ha roto el farol? cualquier caso, para abrirnos una - Señor gobernador, puerta y para ofrecernos una que yo no he sido, pequeña muestra de lo que nos que ha sido mi sombrero esperaría si abordásemos una por atrevido. recolección más exigente y siste- - Si ha sido su sombrero mática de sombreros folclóricos. usted ha de pagar, para que sepa su sombrero Empecemos por un típico juego de otra vez por dónde va."5 niños y de jóvenes, que inmortalizó nada menos que Mark Twain en ¿Quién desconoce que criaturas Las aventuras de Tom Sawyer: tan recurrentes en el imaginario "- Si te pones tonto, es lo que voy a popular (infantil y adulto) como los hacer. duendes han de ir casi obligatoria- - Ya; conozco a montones de tíos mente tocadas por su característi- como tú. co gorro? Veamos lo que se cuenta - ¡Enterado! Te crees alguien, ¿no? en Jutiapa (Guatemala) acerca de ¡Con esa gorra! un tipo de duende cuyo nombre “el - ¿Qué pasa con la gorra? Te Sombrerón” no puede ser más apuesto a que no me la quitas. Y si no te atreves es que eres un gallina. revelador: 4 - ¡Mentiroso !" "En Guatemala tenemos hombres que atraen a las mujeres. El Som- ¡Así es como dio comienzo una de brerón, por ejemplo. O El Duende. esas pugnas de a ver quién quita El Sombrerón es un hombre, es un antes la gorra al otro en que se han duende en realidad, y es pequeño. enzarzado, más o menos en serio o Pero lleva un sombrero muy grande más o menos en broma, niños y parecido a los charros mejicanos, jóvenes de tantas épocas y de tan- pero que sin adornos. Es un som- tos lugares! Y que hereda, en cierta brero no de paja: de petate, que lla- manera, algunos tópicos de la lite- mamos nosotros. Es un sombrero negro muy grande, que, como es ratura épica antigua y de sus deri- un duende, pues le cubre la mitad vados orales (asoma, por ejemplo, de la cara prácticamente, y nadie le en el romance de El conde preso), ha visto la cara nunca. Y bueno, en que el derribo, de un manotazo, este hombre no es tan malo en rea- de alguna corona real, solía tener lidad, porque este hombre parece consecuencias muy conflictivas. ser que ayuda a los hombres que 4 TWAIN, M., Las aventuras de Tom están borrachos, o a los hombres... Sawyer. Trad. F. Santos Fontenla. Más folclore infantil alusivo a som- Es como la contraparte de la Cigo- Madrid, 2003. p. 27. breros: la siguiente disparatada rrota. Necesitábamos uno también. 5 FUENTES VÁZQUEZ, T. y ESCRIBA- canción de corro, tradicional en los Entonces, se cuentan leyendas [de] NO PUEO, Mª L., Canciones de rueda. Danzas. Granada, 2003, núm. 49. pueblos de Granada: que se les ha aparecido El Som-

107 Símbolos del cuento y complementos... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

brerón a gente. Normalmente es mos a una curiosísima anécdota para ayudar a los borrachos, o a la acerca de Hans Christian Ander- gente que anda de noche trasno- sen, quien pasó a la historia como chando, de fiestas, o lo que sea. uno de los grandes recreadores Algunas veces, pues llega el duen- literarios del cuento folclórico, aun- de a tocar a tu casa, a pedirte que bien hubiera podido pasar, posada. Tú le das posada y tal, y no te das cuenta [de] que es El además, como uno de los sujetos Sombrerón hasta después, cuando más excéntricos y de humor más tú ya miras cosas extrañas dentro insoportablemente cargante que de tu casa, o que han pasado haya habido nunca: cosas extrañas en la noche. Pues te das cuenta [de] que es El "Charles Dickens, cuyos Cuentos Sombrerón. de Navidad deben mucho a Y siempre va con una guitarra y da Andersen, quiso conocerlo y lo invi- serenatas también. Nunca se le ve tó a pasar un tiempo en su casa de la cara, porque el sombrero es muy Londres. Andersen, para quien grande."6 Dickens era "el autor más grande del mundo", aceptó entusiasmado En ocasiones, la simpatía de los y permaneció más de un mes en duendes ensombrerados deriva en casa del novelista. Para la familia de la malignidad espectral de otros Dickens, la visita fue una pesadilla. seres no tan inofensivos. Aprecié- Como Andersen decía perderse moslo a través de esta leyenda de fácilmente en los laberintos de fantasmas de Nariño (Colombia): Londres, se quedaba días enteros en el salón recortando innumera- "Mi mamá nació en Nariño, en un bles muñequitos de papel o hacien- pueblo que se llama San Pablo. Me do ramitos de flores que prendía a contaba que, cuando los hombres escondidas a los sombreros de sus toman mucho y se emborrachan y anfitriones. Mientras tanto, hablaba salen borrachos, ven siempre a una sin parar, pero nadie entendía lo mujer muy hermosa, preciosísima, que decía."8 que lleva un sombrero grandísimo Tras nuestro recorrido por esta pin- puesto de medio lado y que les toresca galería de sombreros, es mira muy coqueta. Ella les va lle- preciso pasar rápidamente de pági- vando hacia la parte de afuera del pueblo. Cuando les lleva lejos, se na, dirigir la mirada hacia el suelo y voltea y se quita el sombrero, y plantear la pregunta de qué símbo- resulta que la mitad de la cara es los y qué valores podrán esconder- una calavera. Entonces se tira a se dentro de unos zapatos. Pues ellos y les araña. Y desde ese muchos, muchísimos. Tantos, por momento, los hombres dejan de lo menos, como debajo de un som- 6 El informante Alfonso Romero tomar. Esto se lo contaba mi mamá brero. Y la literatura oral vuelve a Sandoval, de 28 años, de Jutiapa, a mi hermano de quince años, para Guatemala, fue entrevistado por José ofrecernos claves y testimonios Manuel Pedrosa en Alcalá de Henares, que no bebiera."7 Madrid, en noviembre de 2004. bien reveladores. No disponemos Para cerrar esta rápida incursión 7 Leyenda registrada a Marta de espacio para analizar como Camargo, de Nariño (COlombia), tras las huellas de sombreros y de sería preciso los zapatos de cristal entrevistada por José Manuel Pedrosa en Manchester (Gran Bretaña) el día 5 gorros que asoman por aquí y por de Cenicienta, las botas de siete de septiembre de 2003. allá en las costumbres y en la litera- leguas, ni los zapatos en que los 8 MANGUEL, A. "Cuentos de nunca tura oral del pueblo, nos acercare- acabar", Babelia. 2 de abril de 2005. niños esperan recibir sus regalos p. 10.

108 Símbolos del cuento y complementos desl vestido... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

navideños, ni el calzado de hierro que la tenemos anotada en con que las protagonistas de algu- Extremadura, la creencia de que la nos cuentos deben salir en busca muchacha que en el momento en de sus maridos perdidos. Ni tam- que los novios están casándose, al darse la mano, toca los calcetines poco de evocar al pobre Charles del novio, se casa en el año con Chaplin en el momento de meren- uno de los asistentes a la boda."10 darse una bota, ni de analizar los varios pares de botas viejas que el Este curioso rito propiciatorio resul- gran Van Gogh inmortalizó, y cuyo ta casi inocente si lo comparamos sentido intentó desentrañar Jac- con el erotismo, en ocasiones sutil- ques Derrida en las páginas intensí- mente velado y otras francamente simas de su libro La verdad en pin- descarnado, que rodea a los zapa- tura. tos en el cancionero tradicional. Los siguientes versos han sido docu- Pero sí podemos avanzar que, en la mentados en tradiciones muy dife- tradición del pueblo, los zapatos rentes del mundo hispánico, y jue- pueden servir casi para cualquier gan con metáforas tan recurrentes cosa. Las siguientes supersticiones como las de pisar el pie o romper andaluzas dan algunas pruebas de los zapatos, que tienen connotacio- ello: nes sexuales muy bien documenta- "Si se desea saber cuál ha de ser das desde hace muchos siglos: nuestra suerte durante un año pró- ximo, se cuidará el día primero de "Quiera tu madre o no quiera, tirar por lo alto un zapato y observar te la tengo que meter su caída: si al quedar en el suelo el zapato por la media está derecho, la suerte será buena; y la media por el pie."11 si queda de lado, será regular; y si "La punta y el tacón queda boca-abajo, será adversa. se baila con el pie, Para evitar que se vuelva a soñar que me ha salido un novio alto, se dará suavemente en la que se llama Miguel.” boca del dormido con un zapato. “La punta y el tacón, Poniendo los zapatos o medias a se baila con la pata, la cabecera de la cama, se sueña primero con la derecha, durante la noche. 12 Para que un muerto no se aparez- y luego con la zocata." ca ni inspire horror a una persona, "Alce usted la patita, 9 GUICHOT Y SIERRA, A., Supers- deberá ésta besarle los zapatos que hay un charquito, ticiones populares andaluzas, ed. S. 9 Rodríguez Becerra. Sevilla, 1986. que lleve puestos a la sepultura." que se va usted a mojar núms. 116, 121, 122 y 302. Para lo que más sirven los zapatos los zapatitos.” 10 HOYOS SANCHO, N., "Costum- bres referentes al noviazgo y la boda y sus complementos asociados, “Los zapatitos, niña, en La Mancha", Revista de Dialec- como los modestos calcetines a son elegantes, tología y Tradiciones Populares 4. y por eso los venden 1948. pp. 454-469, p. 456. quienes casi nadie concede casi los comerciantes.” 11 URBANO, M., Sal gorda: cantares nunca la menor importancia, aparte picantes del folklore español. Madrid, “Los zapatitos, niña, 1999. p. 82. de para posibilitarnos el caminar, es son de pulsera, 12 URBANO, M., Sal gorda: cantares picantes del folklore español. Madrid, para intervenir en los asuntos amo- y por eso los vende 1999. p. 82. rosos: la cascabela."13 13 FUENTES VÁZQUEZ y ESCRIBA- NO PUEO, Canciones de rueda. Danzas. Granada, 2003. núm. 81. "Es curiosa y muy extendida, ya "Al entrar en mi jardín

109 Símbolos del cuento y complementos del vestido... José Manuel Pedrosa Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

me quité las zapatillas por ver si veo venir para no pisar las flores el correo de La Habana."23 de las orillas."14 "Un zapatito bien hecho 14 FUENTES VÁZQUEZ y ESCRIBA- "Entrada, salida y salvada en el pie de una muchacha, NO PUEO, Canciones de rueda. Danzas. Granada, 2003. núm. 56C. mantón de Manila, sabiéndolo menear, zapatos de charol. cuántos corazones mata."24 15 ESCRIBANO PUEO, M. L., FUEN- TES VÁZQUEZ, T., E. GÓMEZ-VILLA- ¡Vaya usted con Dios!"15 BA BALLESTEROS, E., MORENTE MUÑOZ, F., y ROMERO LÓPEZ, A., "Un zapatito bien hecho Juegos infantiles granadinos de tradi- "Dicen las mocitas para una linda muchacha ción oral. Granada, 1994. núm. 139 A. que les duele un pie, bien ajustadito al pie: 16 FUENTES VÁZQUEZ y ESCRIBA- 25 NO PUEO, Canciones de rueda. luego van al baile ¡cuántos corazones mata!" Danzas. Granada, 2003. núm. 24. y se jalean bien.” 17 LORENZO PERERA, Manuel J., El “Zapatitos blancos, "En la punta del zapato Folklore de la Isla de El Hierro. El Hierro, 1981. p. 32. medias de perdiz, lleva la novia una estrella, con los tacones con un letrero que dice: 18 IRIBARREN, J. Mª, Vocabulario navarro. 2ª ed. Pamplona, 1984. p. tipí, tipí, tí."16 "¡Viva quien se va con ella!"26 433. 19 ABADÍA, G., Coplerío colombiano. Bogotá, 1971. p. 81. "Si yo fuera zapatito "Me mandaste a decir, que le sirviera a tus pies, con el criado de casa, 20 ÁLVAREZ CURIEL, F., Cancionero popular andaluz. Málaga, 1991. p. para de cuándo en cuándo que te hiciera unos zapatos, 207. mirar lo que el zapato ve."17 que te tenían descalza. 21 MANZANO, M., Cancionero de fol- klore zamorano. Madrid, 1982. p. 194. Y yo te mandé decir, "¡Oh! ¡Quién fuera zapatito con el mismo mensajero: 22 FLORES DEL MANZANO, F., Cancionero del valle del Jerte. de tu pulidito pie, busca, niña, quien te calce, Cabezuela del Valle, 1996. p. 110. para ver, de cuando en cuando, que yo no soy zapatero."27 23 MANZANO ALONSO, M., lo que el zapatito ve!"18 Cancionero de folklore zamorano. Madrid, 1982. p. 303. "Amañola los zapatos "Quén juera alpargate jino y aprieta bien las correas, 24 FLORES DEL MANZANO, F., Cancionero del valle del Jerte. para calzar en tu pie que ésta es la última vez Cabezuela del Valle, 1996. p. 129. y pa mirar de p'arriba que vas de casa soltera."28 25 PALAY SAMPIETRO, M., Coplas, lo quel alpargate ve."19 gentes y relatos de la Ribera del Cinca. Terrassa, 1990. p. 15. "Carmiña pasou o río 26 FLORES DEL MANZANO, F., "Zapatéate, serrana, con zapatos de papel. Cancionero del valle del Jerte. zapatéate en el suelo; Tente, Carmiña, non caias, Cabezuela del Valle, 1996. p. 186. si te rompes los zapatos, arrímate a Manuel."29 27 GUTIÉRREZ MACÍAS, V., "Antro- 20 pología popular. Datos para un cancio- yo te compraré unos nuevos." nero de Piornal", Revista de Folklore "Si vais a la andecha, neñas, 250. 2001. pp. 115-123, p. 120. "Compraste unas zapatillas nunca vayáis de zapatos, 28 RODRÍGUEZ PASCUAL, F. y RODRÍGUEZ PELÁEZ, N., "La boda con intención de engañarme, procurad llevar madreñas, tradicional de Carbajales", Juan rompistes ésas y otras que huyen de ellas los llagartos."30 Manuel Rodríguez Iglesias, coord., Edades del hombre (el ciclo vital en y por fin no te casaste."21 Zamora y León) II Noviazgo y boda. Docenas, centenares de canciones Familia y vecindad. Zamora, 2005. pp. 23-54, p. 37. "Los zapatos tengo rotos populares podrían seguir alimen- 29 ALUMNOS DO REAL SEMINARIO de subir al campanario tando este elenco de zapatos teñi- SANTA CATALINA DE MONDOÑEDO, por ver si veo venir dos de erotismo y, en no pocas A Carón do Lume, ed. A. I. Rodriguez Vázquez. Lugo, 1999. p. 31. los soldados a caballo."22 ocasiones, convertidos en poco 30 PENDÁS TRELLÉS, E., Cuentos disimulados fetiches sexuales. populares recogidos en el penal del "Tengo los zapatos rotos Puerto de Santa María (1939). Añadamos sólo esta cancioncilla Cancionero y obra poética, ed. Jesús de subir a la muralla, Suárez López. Gijón, 2000. p. 128. antigua, muy bien documentada en

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la tradición del siglo XVII: me echarás una naranja y un zapatito de oro, "Abríme, Menguilla, lleno de almendras y agua."32 abríme, y te daré botín cerrado Quizá no sea necesario, a estas que te repique en el pie."31 alturas, que nos pongamos a des- Y estos preciosos versos, moder- entrañar el simbolismo del zapato nos, de Rafael Alberti: que Cenicienta perdió y volvió a cal- zar ante los ojos de su enamorado "Al pasar por tu azotea príncipe...

31 Parnaso español, Manuscrito 3915 de la Biblioteca Nacional de Madrid, f. 71v. Véanse, sobre esta canción, FRENK, M., Nuevo corpus de la anti- gua lírica popular hispánica (siglos XV a XVII), Madrid, 2003, núm. 1707; ALZIEU, P., JAMMES, R. Y LISSOR- GUES, Y., Poesía erótica del Siglo de Oro, Barcelona, 1983, núm. 47. Y YNDURAIN, D., "Unos versos de Góngora: Brújula, Pinta, Pie, Botín cerrado", Dicenda I, 1982, pp. 123- 132. 32 ALBERTI, R., Marinero en tierra. La amante. El alba del alhelí. Ed. R. Marrast. Madrid, 1972. pp. 110-111.

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La indumentaria femenina en el Romancero: descripción y significados

Ana Valenciano López de Andújar Universidad Complutense de Madrid

Cuando aludimos a un poema en miles de romances que nunca forma de romance, nos remitimos, necesitaron de la escritura para en principio, a una forma métrica darse a conocer, cuya vía de trans- genuinamente española cultivada misión ha sido y sigue siendo la por nuestros escritores más insig- oralidad. Un patrimonio que tam- nes, Lope, Quevedo, Góngora, del bién forma parte de nuestra literatu- Siglo de Oro, Zorrilla, Espronceda, ra, que se ha venido transmitiendo El Duque de Rivas, en el siglo XIX o, de padres a hijos desde la Edad en época más cercana, Machado, Media y que ahora permanece en el Lorca, Alberti y tantos otros. Unos ámbito de la cultura llamada tradi- poemas elaborados por autores cional o, si se quiere, popular; un cultos, letrados, que, con mayor o medio cultural este último casi con menor fortuna, utilizaron esa siempre tratado con cierta descon- forma poética para expresarse en sideración desde los centros aca- sus obras. démicos donde, obviamente, pre- ¿Quién no ha leído, aprendido o, al dominan unos criterios acerca de la menos, escuchado alguna vez los cultura firmemente basados en los altisonantes versos en romance del conocimientos almacenados en los duque de Rivas....? libros o, más recientemente, en el soporte informático que invade Hola hidalgos y escuderos nuestra cultura. de mi alcurnia y mi blasón, Algunos de aquellos romances ora- mirad cómo bien nacidos les se divulgaron en forma impresa de mi sangre y casa en pro. Esas puertas se defiendan en los siglos XVI y XVII, en pliegos que no ha de entrar ¡Vive Dios! sueltos, en cancioneros o en los lla- por ellas quien no estuviera mados romancerillos; después más limpio que lo está el sol, etc. dejaron de publicarse y, de nuevo, Un molde formal en versos de ocho reaparecieron y comenzaron a más ocho sílabas, con cesura inter- recogerse entrado ya el siglo XIX. media y en rima asonantada. Todavía, aunque manteniéndose contra viento y marea por las pro- Pues bien, esa forma de poetizar, fundas transformaciones socio-cul- de componer esos romances que turales de los últimos tiempos, se han venido divulgando en sopor- tenemos la oportunidad de poder- te escrito, no es, en absoluto, patri- los oír, de viva voz, cuando en las monio de las clases letradas, por- investigaciones de campo tenemos que hay otro Romancero, otros

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la fortuna de toparnos con alguno cia convertidos en oraciones; de los guardianes de este tesoro romances jocosos cantados o reci- cultural en cualquiera de los pue- tados para divertimento del audito- blos de España, en Portugal, en rio o romances integrados en el Brasil, en Hispanoamérica, en los repertorio infantil usados en activi- lugares en donde en la actualidad dades lúdicas. En resumen, los habitan las comunidades sefardíes romances tradicionales abordan o en cualquier otro lugar del mundo una extraordinaria diversidad de donde se encuentre un hablante de asuntos que se integran en lo que las lenguas íberorománicas que entendemos por Folklore. guarde en su memoria esa catego- Estos romances se han difundido ría de relatos. en versiones más cortas o más lar- De este Romancero de la Tradición gas, con más o menos variación en Oral Moderna, que milagrosamente el proceso de su transmisión oral, sobrevive entre los habitantes de lo pero, por tratarse al mismo tiempo que constituye el medio rural de de un género conservador, codifi- nuestro país, es de lo que vamos a cado poéticamente, los romances, tratar; de la importancia que tiene, los temas romancísticos mantienen en esos poemas cantados o recita- su identidad que reconocemos en dos, el vestido femenino; en unas cada una de las versiones que los historias que, por decirlo sencilla- representan. mente, tratan de la vida, de los pro- Unos se expresan en un lenguaje blemas familiares, de la posición que parece venir de muy atrás y que, en último término, toman casi que, como se ha dicho, todavía nos siempre las mujeres (que son, hablan de antiguos héroes, reyes mayoritariamente, las transmisoras condes o princesas; otros, los lla- de esos relatos) ante los asuntos mados "vulgares", se han podido que se plantean en esas historias. introducir en la cadena de transmi- Se trata de narraciones poetizadas sión oral en época más reciente. Se que, aunque puedan conservar del cantan o se recitan en catalán, en pasado escenarios y personajes gallego, en portugués o en judeo- regios o aristocráticos, nos hablan español. El amplísimo repertorio de de valores universales, de vengan- temas del Romancero se canta o zas y de engaños, de la fidelidad o se recita con las mencionadas infidelidad de las esposas, del variaciones, se modifican sobre incesto, de doncellas asediadas todo los comienzos y los desenla- que suplican la ayuda divina, de ces, pero todos los romances, caballeros y mujeres en cautividad, todas las versiones de esos roman- de la posición del hombre o de la ces tienen, en términos generales, mujer en el ámbito familiar y social, un especial y excelente estilo poéti- de damas astutas y doncellas inge- co, un lenguaje figurativo que la nuas, de amor, etc. etc. En este colectividad, a menudo iletrada, ha mismo género poético, también fraguado de memoria en memoria y podemos encontrar la presencia de ha sabido transmitir a la siguiente los santos, de Cristo o de la Virgen, generación para comentar poética- estos últimos poemas con frecuen- mente las cosas de la vida.

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Entrando ya de lleno en nuestro - ¡Así revientes, María, tema, debo reconocer de antema- por telas del corazón, no la dificultad de "representar", de siete partos has tenido ponerles delante de los ojos los y entre ellos ningún varón! vestidos, los atuendos femeninos Pero la tradición, los que han de tan enorme significación en los memorizado y transmitido este relatos romancísticos. Por eso pro- romance, no puede permitir ese pongo imaginar cómo son esos maltrato, y la más pequeña de las atuendos, y cómo la colectividad hijas sale de inmediato en defensa de transmisores de las baladas los de su progenitora y se ofrece a usa en los ejemplos seleccionados cumplir el mandato del rey sustitu- entre los muchos posibles. yendo a su acobardado padre:

* * * - ¡Calle usted la boca, padre, Comenzamos con una versión leo- yo iré a la guerra por vos! nesa del difundidísimo romance Y, ante el desconcierto del pater titulado La doncella guerrera, un familiae por su condición de mujer: asunto el de la dama encubierta en un mundo de hombres, presente en - Esos tus ojos tan lindos, el folklore y, por supuesto, en la lite- hija, no son de varón, ratura universal. La muchacha responde que endu- El tema, donde se impone la nece- recerá la dulzura de su mirada: sidad de utilizar un disfraz, está - Yo los revolveré, padre, documentado en dos tipos o for- como si fuera varón. mas que cuentan la misma historia. A continuación, propone la solución Una muy breve, muy fija en sus del problema: el disimulo de su palabras y en su tonada, que ha aspecto mediante el cambio de entrado a formar parte del reperto- atuendo; una vestimenta adecuada rio infantil, y que comienza casi para ocultar su condición de mujer: siempre así: - Me comprará usted, mi padre, En Sevilla, un sevillano, un delgadito jugón,1 siete hijos le dio Dios, y yo los apretaré y tuvo la mala suerte al par de mi corazón. que ninguno fue varón. ... Ataviada con este adecuado disfraz y adoptando el nombre de "Olive- Otra forma, mucho más compleja y ros", la doncella cumplirá su come- bella, es la que corresponde a tido a la perfección. Siete años nuestra versión leonesa que nada menos sin que el relato nos comienza con el reclutamiento obli- informe del descubrimiento de su gatorio de los hombres que deben verdadera personalidad. ir a la guerra. El padre, único varón de una numerosa familia, se resiste Pero, "de los siete pa los ocho", momento siempre crucial en el des- 1 Jugón por jubón, alteración fonética a cumplir el mandato, se enrabia, y muy propia de la transmisión oral, que se despacha contra su esposa lan- arrollo de las narraciones romancís- en el Diccionario de la RAE se descri- be como una 'vestidura que cubría zándole una terrible maldición cier- ticas, sí se nos informa de que el desde los hombros hasta la cintura rey (más frecuentemente el hijo del ceñida y ajustada al cuerpo'. tamente machista:

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rey) ha descubierto en el guerrero Los otros se dan a prisa, su condición de doncella. Perdida- y Oliveros mucho más, mente enamorado pero todavía ya llevaba un pie descalzo inseguro, se sincera con su madre: y otro a medio descalzar, pero, en esta crítica situación, la - De amores me muero, madre, doncella sale del trance gracias a la y amores me han de matar. llegada de una noticia (extrañamen- que los ojos de don Marcos son de mujer natural. te calificada) que va a cambiar el rumbo los acontecimientos: La madre atiende solícita a su hijo y le sugiere que ponga a prueba a la Le ha venido una noticia doncella, que la implique en activi- de alegría y de pesar dades tradicionalmente adjudica- que su padre estaba muerto das a los hombres para que la y su madre poco más. muchacha tenga que ponerse en El atuendo masculino de la mucha- evidencia (estas pruebas varían en cha, el disfraz en este caso, ha fun- una u otra versión del romance) cionado eficazmente en el relato, En la versión que manejamos apa- porque solo las desgracias familia- rece, por ejemplo, la invitación a res la decidirán a reconocer el fumar (curiosa prueba en un texto engaño para poder regresar junto a que todavía se canta). Por la misma los suyos. razón, la madre del enamorado - Págueme el sueldo, buen rey, aprovecha la afición a las compras si me lo quiere pagar, de las mujeres, su gusto por los que siete años le ha servido adornos, algo que debemos reco- una doncella real. nocer muy propio del sexo femeni- La doncella regresa apresurada- no. mente, seguida muy de cerca por el - Pues llévala tu, hijo mío, rey: a las tiendas a comprar, Por unos campos arriba Oliveros es mujer, corre más que un gavilán, a las cintas ha tirar. y el hijo del rey tras ella Pero la doncella resiste la tentación por ver si la pue alcanzar. y, curiosamente, en esta versión se Se reinstala en el papel que parece trasfieren atípicamente los papeles: corresponderle:

Los otros van a las cintas, - Déme usted la rueca, madre, y Oliveros al puñal. por ver si yo la sé hilar Por último, la prueba del baño, la porque la espada del rey más arriesgada, puesto que implica bien la supe manejar. la necesidad de desvestirse en Y final feliz, acaba casando con el público, aunque el texto se refiera a rey. ello de forma eufemística: En resumen, un relato que viene a - Pues llevadla vos, mi hijo, destacar la capacidad de la mujer a los ríos a bañar, para hacer frente a las dificultades y si Oliveros es mujer, salir airosa. Una doncella que modi- no se ha querer descalzar.- fica su apariencia mediante el cam-

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bio de indumentaria para suplir sin ma en el cambio de atuendo; un desdoro el papel que corresponde- vestido apropiado permitirá a la ría a su padre, para sustituirle en la joven esposa pasar desapercibida actividad guerrera propia de hom- hasta culminar su aventura. bres, sin perder por ello un ápice de En numerosas versiones que tratan su femineidad, ni la posibilidad de el mismo asunto, la condesa encar- contraer un ventajoso matrimonio ga la compra de los vestidos a su una vez cumplida su misión. padre, pero en nuestra versión de * * * Salamanca ella misma resuelve el Y pasamos a otro romance, tam- problema del vestuario y, después bién muy difundido dentro y fuera de pedirle su bendición, la protago- de España, que, como el anterior, nista se retira desconsolada y se nos habla de la decidida actitud de cambia de ropa para emprender el una mujer joven ante las adversida- viaje des. Es el tema que se denomina Se ha metido para un cuarto La Condesita, y que también se hartándose de llorar; reconoce como "La boda estorba- ha puesto unas ricas galas, da", objetivo perseguido por la pro- encima un tosco sayal, tagonista y conseguido al final de la coge el bordón en la mano, narración. emprecipia a caminar... Y, de nuevo, el atuendo femenino, Es decir, cubre el vestido que aunque por otras razones, consti- corresponde a su rango con la ves- tuirá un elemento crucial en el des- timenta que le permitirá pasar des- arrollo de la historia. apercibida: el sayal de lana burda y el bordón o bastón adornado En esta ocasión, el caballero, casa- característicos de los peregrinos. do o comprometido con la joven condesa, no duda en cumplir la Con la elección de este atuendo orden del rey y parte para la guerra, nuestra protagonista parece perse- dejando a su desconsolada esposa guir dos objetivos: evitar riesgos in- a la espera de su regreso. Pasan necesarios y conseguir información los siete años pertinentes en el acerca del paradero de su esposo: Romancero, y la carencia de noti- Por caminos y veredas cias parece indicar que el caballero no deja de preguntar, ha muerto en batalla. Sin embargo, hasta que confirma que el conde la condesita no se resigna y, des- está vivo y descubre que está a oyendo los consejos de su padre punto de contraer matrimonio. que la anima a contraer un nuevo matrimonio, se decide a salir en El doble vestido de la dama, el de busca del conde. Pero ¿cómo se rica seda debajo y el de burda lana las arreglará la joven condesa para que lo cubre, adquirirá un relevante recorrer sin riesgos el largo camino significado cuando, finalmente, la que le espera?. Condesita dé con el paradero de su olvidadizo marido: Una vez más la tradición, los suce- sivos transmisores del romance - Señor, si da usted limosna encontrarán la solución del proble- a la peregrina honrá.

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El conde se muestra interesado por que, en unas versiones, acaba de el lugar de procedencia de la pere- dar a luz y, en otras, está a punto grina pero, aunque parece recordar de hacerlo. su país, su vida pasada, no recono- Bien es cierto que, como se ha ce a su esposa. mostrado en un minucioso estudio Y es aquí donde el relato se sirve del romance2, la razón del silencio eficazmente del doble atuendo de de esta "buena suegra" parece la condesa para desembocar en el obedecer, principalmente, a la pre- esperado reencuentro: servación de su especie, puesto que la fatal noticia podría afectar a Para meter la limosna la buena marcha del parto o a la ha alzado el tosco sayal. crianza del nieto, del futuro herede- - Esa basquiña, señora, me ha costado una ciudad. ro. - Si a la basquiña conoces, Se trata de un tema compartido también me conocerás.- con la balada europea, con otras Se ha bajado del balcón narraciones cantadas en el pasado y la ha empezado a abrazar. en Francia o en Escandinavia. Una Actitud que desencadena la airada balada ya olvidada en esas regio- protesta de la novia que estaba a nes folklóricas que, sin embargo, punto de casarse, aunque de nada ha sido conservada celosamente le sirva. por los depositarios y transmisores del Romancero de Tradición Oral - Calla, Anita, calla Anita, que tienes por qué callar Moderna, porque este poema, que los primeros amores difundido en forma hexasilábica o son muy malos de olvidar. en octosílabos, se ha recogido de boca de sus transmisores en * * * numerosas regiones españolas de Pero no todas las protagonistas del habla castellana, en Hispanoamé- Romancero actúan de forma tan rica, en Galicia, en Cataluña y así resuelta como lo hacen "la doncella mismo se ha conservado en guerrera" o "la condesita" porque Portugal y entre los judíos sefardíes también en esos relatos hay muje- (afincados en el Norte de África y en res más vulnerables, más depen- Centro Europa). dientes de la opinión de los demás El relato se inicia con la salida del como vamos a comprobar en nues- caballero a la caza de donde regre- tra versión zamorana del romance sa a casa de su madre herido de de La muerte ocultada, donde una muerte. Tras ser informado (en este joven esposa se engalana con ves- caso) del reciente nacimiento de su tidos poco apropiados porque hijo: nadie la ha informado de la muerte de su marido. - ¡Albricias, señor don Pedro, Podríamos considerar que se trata que dármelas bien podría aquí del engaño de una suegra que doña Alda ya parió 2 Mariscal, Beatriz (Ed.). La muerte y un hijo varón tenía. ocultada, Romancero Tradicional de compasiva que cumple la última las lenguas hispánicas, XII. Madrid, voluntad de su hijo con la única Don Pedro, que sabe cercana la Seminario Menéndez Pidal-Gredos, 1984-1985. intención de proteger a su nuera hora de su muerte, le pide a su

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madre que no se lo comunique a su que de saberse tenía. esposa hasta pasado un plazo: Aquí se entierran los reyes cuantos lo son de Castilla - No diga nada a doña Alda, y aquí se enterró don Pedro, a doña Alda de mi vida, la prenda que más querías. que no sepa de mi muerte La joven viuda se revuelve airada- hasta los cuarenta días. mente contra su suegra, maldicién- De ese modo, doña Alda se recu- dola por el engaño y por no haber- pera del parto, ajena a lo ocurrido y le permitido mostrar públicamente dando por hecho que su marido su dolor. continúa ausente. Pero, transcurrida la cuarentena, - ¡Oh malhaya , la mi suegra, qué engañada me traía, doña Alda se muestra dispuesta a que en vez de venir de luto cumplir con la obligación de asistir vengo de linda parida. a la misa, a la misa de Pascua Una transgresión social imperdona- Florida, y solicita el consejo de su ble que el romance atenúa por la suegra: candidez de la viuda joven e igno- - Diga, diga, la mi suegra, rante de su situación. ¿qué vestido llevaría? * * * - Como eres alta y delgada, lo negro bien te estaría. A continuación pasamos a comen- tar la función del vestido femenino La suegra le sugiere disimulada- en dos poemas que abordan el mente que vista de negro; sugeren- espinoso tema del incesto, una cia rechazada por la joven esposa transgresión tratada desde antiguo que, ajena a la ocurrido, prefiere en todas las culturas que el engalanarse como merece la oca- Romancero plantea poéticamente sión: sirviéndose, a menudo, de escena- - Yo no quiero llevar luto rios o ambientes regios o aristocrá- que voy de linda parida. ticos, como una forma de distan- Un atuendo obviamente inadecua- ciamiento que permite opinar más do para una viuda (como saben libremente a los transmisores de los muy bien las transmisoras del poemas sobre culpas o atenuantes romance), que escandaliza a cuan- sin el riesgo de sentirse implicados tos la ven y que constituye una de en los hechos que se relatan; los las claves de esta historia dramáti- dos romances desembocan en ca: desenlaces divergentes que pare- cen ajustarse a los principios mora- A la entrada de la iglesia les de la colectividad que los ha toda la gente la mira. conservado y los transmite. Una llamada de atención sobre su Aunque no son los únicos que atuendo que desconcierta e inquie- recogen el tratamiento de tan deli- ta a la joven esposa que acaba cado asunto, estos dos relatos descubriendo la razón del escánda- destacan por su amplia difusión, lo: por haber sido abundantemente - Diréte una cosa, Alda documentados en muy diversas

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regiones folklóricas del Romancero precisamente al vestido (que pre- Panhispánico. tenden poner en evidencia el esca- Ambos se identifican por el nombre so atractivo de la esposa en com- de alguno de sus protagonistas: paración con la fresca belleza de una mujer, Sildana, hija joven de un Sildana): padre autoritario, casi siempre rey, y - ¡Qué bien te sienta, Sildana, Tamar, el hermano incestuoso, hijo la ropa de cada día, de rey, que consigue su objetivo. que no a tu madre, la reina, El personaje de Sildana, una don- vestida de plata fina! cella consciente de su belleza va a El rey, cuya autoridad es indiscuti- conseguir la ayuda de su madre ble, remata el halago con la malicio- para librarse de la infame propues- sa propuesta: ta de su progenitor. Y, una vez más, - ¡Quien te tuviera, Sildana, el ropaje femenino va a constituirse una hora cada día! en un elemento esencial, tanto en el desarrollo como en el desenlace de De nada le vale a Sildana la amena- la trama, como podremos verificar za de la condena divina, en el siguiente texto, atestiguado - ¡ Al tenerme, señor padre, en la isla de La Gomera, donde la una hora es toda la vía! balada se canta en versiones Y las penas del purgatorio, acompañadas de un "responder" o buen Dios ¿quién las pasaría? estribillo, en esta ocasión referido al porque la tradición echa mano de suceso que se va a relatar: una fórmula poética muy usual en el La Sildana, desde niña, género, referida a la dispensa papal del amor es perseguida. para aquel que comete un pecado Paseándose está Sildana imperdonable: en su corredor un día, si bien canta, mejor baila, - Un Padre Santo está en Roma, mejor romance decía, sí, ese nos ensolvería. vigüela de oro en sus manos En consecuencia, la doncella pro- que bien la toca y tenía. cura retrasar el encuentro con el Esto es, una doncella que luce pretexto de que necesita tiempo públicamente sus habilidades, eso para desvestirse, para prepararse sí, ajena por completo a que su para la ocasión: lucimiento puede provocar el deseo - Váyase mi padre, el rey, de su progenitor. Pero: a la misa de garría Su padre la está mirando mientras me cambio de ropa de un mirador que tenía. y pongo rica camisa. Una aparición en escena, una pre- A continuación se maldice, (parece sentación dramática característica que en alta voz) por su belleza, por del Romancero donde el rey/padre su habilidad para la música y el observa desde una posición privile- baile, pero, sobre todo, por carecer giada. de una hermana a quien confiarse en tan penosa situación; una Con frases halagadoras, referidas lamentación que va a dar lugar a la

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intervención de su madre a la que complicidad entre madre e hija, rei- Sildana revela la razón de su teradamente identificadas a lo largo angustia: del relato por la vestimenta propia de la edad y condición de cada una - ¿Qué tienes hija Sildana? de ellas. ¿Qué penas o qué fatigas? - Los amores de mi padre * * * que me trae apreseguía, Menos funcional, pero también sig- que él allá me está esperando nificativa, es la indumentaria feme- en la misa de garría nina en el romance de Tamar, un mientras cambiaba de ropa poema de asunto bíblico y, como el y ponía linda camisa. anterior, extraordinariamente exten- Una confidencia que va dar lugar a dido a lo largo y a lo ancho de la la solución del problema: geografía folklórica del Romancero. - No te fatigues, Sildana, El texto de Burgos que manejamos no te fatigues, mi hija, comienza, como es lo habitual, con que yo me pondré tu ropa la presentación del personaje que, y tu te pondrás la mía. de inmediato, se siente atraído por En suma, la complicidad entre su hermana, pero, hasta tal punto, madre e hija, la propuesta del inter- que: cambio de atuendo, va a constituir- se en el elemento clave para evitar A otro día a la mañana 3 el incesto. Puesto que el padre, Tranquilo cayó en la cama. ajeno por completo a la estrategia Siempre con el doble sentido que acordada entre las dos mujeres, caracteriza el lenguaje poético del cae de lleno en la trampa cuando Romancero, Tranquilo reconoce se dispone a cumplir su propósito. ante su padre la verdadera causa de su enfermedad: - ¡Qué bien me vienes, Sildana, qué bien vienes, hija mía! - Tengo unas calenturitas Que si te encuentro doncella, que me las ha dao mi hermana. serás reina de Sevilla Una enfermedad que, con el mismo y si doncella no estás, lenguaje figurado, el solícito padre te mando quitar la vía. se ofrece a remediar con una oferta Desconfianza que provoca la inme- que no deja lugar a dudas: diata réplica de la madre que des- - ¿Quieres que te mate un ave vela su verdadera identidad: de las que vuelan por casa? - ¡y cómo ha de estar doncella Como era de esperar, Tranquilo siendo tres veces paría! acepta de inmediato el sugerente Parí a mi hijo don Pedro ofrecimiento (que, en otras muchas y a Sebastián de Castilla, versiones es "la pechuga de una parí a mi hija Sildana, hija tuya y hija mía. pava"): Un desenlace que, obviamente, ha - Máteme usted la que quiera, frustrado el malintencionado propó- que me la suba mi hermana. sito del rey gracias a la mencionada Y es aquí donde el atuendo de la 3 Irónico nombre para este personaje.

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víctima podría inducir a interpreta- regarán todos los campos ciones que cabría considerar ate- de Sevilla y de Granada. nuantes de la violación que se ave- Caracterizando a una muchacha cina: que atrae la atención del hombre que acaba muriendo a sus manos Como es tiempo verano, subía en enaguas blancas. en el romance intitulado Una fatal ocasión, mediante un tópico asi- Un atenuante escasamente válido, mismo propio de la literatura culta: a mi modo de ver, en un relato de clara violencia doméstica, puesto Por los campos de Malverde que el atuendo de la pobre mucha- se paseaba una niña, con los pies siega la hierba, cha está justificado por ser tiempo con la mano la cogía, de verano y no hay indicio alguno con el vuelo de la saya de provocación por parte de ella, toda la deja tendida. menospreciada por su propio padre Ella miraba pa atrás que no pone reparos a los deseos por si alguien la vía; de su hijo varón. Ya la llevaba alcanzada * * * galán que la pretendía.... Otros muchos ejemplos, que por Hasta la Virgen María se sirve de un razones de espacio no se comen- especial atuendo en el romance de tan en detalle, vendrían a corrobo- La Virgen romera. Resulta tan bella rar la significativa función del traje que el rey se decide a cortejarla: femenino en los relatos romancísti- ... en el medio del camino cos, cuyo lenguaje figurativo echa a se encuentra con la romera menudo mano de este recurso para toda vestida de oro, expresar poéticamente situaciones zapato y media de seda que la colectividad de recreadores y por cima todo eso de los romances ha sabido y sigue un manto que resplandeya, una toca toledana, sabiendo interpretar. Versos que que daba la gloria verla, salpican constantemente los distin- - Bien venida, la señora, tos relatos, algunos de muy antigua solita por esta tierra etc. raigambre. Sirvan los siguientes El rey le manda recado con un cria- ejemplos: do para que vaya a palacio y el Representando la trágica despedi- romance termina con la tajante res- da de un agonizante enamorado en puesta de la Virgen: la narración denominada La muerte del príncipe don Juan, relato gene- Dígale al señor, su amo, rado a la muerte del único hijo de que defienda cuanto tenga; los Reyes Católicos: si el es rey de sus vasallos, yo soy la de cielo y tierra. - Tu llevas vestido negro, ¡Válgales Dios a los hombres yo llevo mortaja blanca, mucho trabajo les diera, yo me quedaré en la iglesia, desque ven a mujer guapa, tu te vendrás para casa, pronto se enamoran de ella, tus ojos serán dos fuentes que hasta la madre de Diós que manarán agua clara, no se respeta en la tierra.

121 La indumentaria femenina en el Romancero Ana Valenciano López de Andújar Actas del curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Y terminamos con un último ejem- Un día yendo pa misa, plo porque, también en el Roman- su padre la remiraba. cero, el atuendo femenino, que - ¿Qué me mira usted, mi padre, hemos visto realzar la belleza de las qué me mira usté a la cara? damas, puede resultar funcional - Qué te he de mirar, mi hija, para descubrir situaciones com- que te respinga la saya. prometidas que interesa ocultar. Un - La culpa la tiene el sastre ejemplo de ello lo encontramos en el denominado La infanta preñada que la dejó mal cortada. con una fórmula poética también El miércoles de ceniza, frecuente en otros poemas y siem- dolor de parto le daba. pre con el mismo sentido:

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Faldellín y zapatos de charol: imagen y palabras para vestir en el repertorio infantil Ana Pelegrín Universidad Politécnica de Madrid

Introducción tos, bestida con camisa y pañal de algodón, jubón de indiana azul con líneas de barios colores, fagero azul Este texto pensado para una de seda, pañuelo de fondo blanco comunicación oral de las Jornadas con puntilla y un abrigo de lana de Folklore, Literatura e Indumen- negro." taria, con la audición de villancicos "Lleva el niño puesto una camisa y canciones tradicionales cantados, llana y un jubón blanco con redon- combinadas con las palabras a deles encarnados, un gorro blanco modo de guión y una presentación con una tira bordada, un pañal de visual de imágenes1, dejaba abier- [h]ilo, una mantilla pajiza con ribete tos los cauces de participación y la negro y un mandil encarnado."3 memoria de los asistentes. Anoto los elementos del vestuario4 Sugiero al lector seguir el entrama- que en los documentos se citan: do e hilado de esta pequeña anto- - camisa y pañal logía oral de la indumentaria de los Fig. 1 Dibujo de Gustavo Cotera - mantilla pajiza (Niño con gorro, jubón, mantillas). niños ilustrada con documentos - gorro fotográficos, dibujos de autor, y - jubón de indiana reproducciones de imágenes de las - fajero revistas infantiles del s.XIX. - pañuelo Inserto temas, como se insertan pequeñas cuentas, confiando que Camisita: realizada en algodón, hilo lo fragmentario de las imágenes y o lino fino, abierta en el cuello. palabras, logren un pequeño mural Prenda interior directamente sobre armado de mosaicos textuales del el torso del niño. repertorio infantil. Esta camisita que Dios me ha dado, Vestir al niño pequeño sin merecerla. Dios me de salud y gracia En los archivos de Alba de Tormes, para romperla. 1 Conchita Pérez Martínez realizó la Salamanca, en los Protocolos nota- presentación visual. Mi papá para ganarla riales (de los siglos XVIII-XX), y en 2 Protocolo notarial (1897-1890), mi mamá para coserla. Alba de Tormes. Salamanca. las cédulas de los niños abandona- (Versión de Ávila, hacia los años 50. Inf. Mª Ángeles Fernández, Madrid 2006). 3 R. Lorenzo, "El niño en la socie- dos, se registran datos de la indu- dad tradicional", en V V.AA. El niño, Salamanca, Dip. Pcial. 1999. mentaria de los pequeños2. Fajero: cinta de telar, o de tela de 4 Las imágenes del vestido tradicio- lino que sujeta a los pañales y man- nal del niño pequeño, pertenecen a "Fue hallada, en el torno de expósi- tilla. la zona de Castilla y León.

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Ya le llevan al recién nacido un delantal que se monta sobre si mantillas de lana, faja y fajín misma, es una "falda de paño con porque vienen los fríos de enero orla, abierta por detrás"6. y el rey de los cielos está por vestir. El faldellín de vuelta suele estar rea- lizado en paño pajizo, o en colores verdes, azules con orilla de cinta, se sujeta con faja o fajero7. Mantillas: trozo de tela, de tejido artesanal sobrepuesto al pañal que guarda del frío, con ribetes y orilla de colores. Mantilla pajiza, de lana, de color amarillo ocre.

Indumentaria en Villancicos navide- Fig. 2 Foto de Ortiz Echague, en Cotera, Indumentaria tradicional de ños Aliste. Zamora (Madre y niños con indumentaria tradicional; niña con En la literatura oral, no es fácil gorro, jubón, pañuelo-corbata, faldellín de vuelta). encontrar los elementos del vestua- rio del pequeño, salvo en contados Gorro: de algodón, a manera de Villancicos navideños, y en las capucha sobre la cabeza atado en ofrendas de pastores en el teatro la barbilla con algún añadido de popular de las Pastoradas, repre- adorno. Sobre el gorro blanco usan sentados en Nochebuena8. otros de tela y lana de colores con Aluden a los regalos de las prendas adornos en las paredes laterales, (pañales, mantillas, gorros) para realizados artesanalmente. Llevan vestir al Niño Dios en su desnudez. cosidos algunos amuletos, con- En el Villancico del Hatico recogido chas de caracol. en Andalucía, por Virtudes Atero; Jubón: de mangas anchas, confec- recientemente en Castilla-La Man- cionado con mangas abombadas cha por Fraile Gil, se enumera el sobre la camisa. Jubón de indiana, ajuar del recién nacido; es una con tela estampada de varios colo- canastilla navideña cantada. res. Este es el texto de Ciudad Real "Los envolvían apretadamente en recogido por Fraile Gil a quien agra- los pañales y demás ropas y enci- dezco su generosa colaboración al ma una amplia bayeta que los facilitarme la grabación, con la voz 5 R. Lorenzo. Ob.cit. cubría. Sobre esta bayeta fajaban al de Manuela González de 75 años 6 Concha Espina. La mara- 5 gata. Madrid. 1914. niño en toda su longitud." en la población de Miguelturra9, del 7 G. Cotera. Indumentaria tradicio- Al cumplir tres años, niñas y niños Villancico de hatico. nal en Aliste. Diputación de Zamora. 1999. vestían con ropón o sayo, un vesti- El hatico, hatillo, es un pequeño 8 Trapero; L., Siemens. La pastorada do largo, y con el rodao, de bayeta hato o atado con las prendas de leonesa, una pervivencia del teatro pajiza, falda cortada en círculo, medieval. Musicología. Madrid. vestir; también hardillo, jardillo en 1982. antiguamente llamada redondela, Andalucía; jatío de los judíos espa- Alonso Ponga. Teatro popular. Valladolid. Centro Etnográfico de que envolvía desde la cintura. ñoles en Marruecos10. Documentación.1986. El manteo rodao, o faldellín, falda Anónimo. La Pastorada de la Granja En el Villancico se enumeran las de Moreruela. Casa de Zamora. abierta y envolvente a manera de prendas de vestir del niño: camisi- 1986.

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lla, chambra, pañal, metodorcillo (o y luego nos lleve empapador), jubón, matilla, faja, (y) al cielo con él. gorrito calado. (Versión de Miguelturra, Ciudad Real, recogido por J.M. Fraile Gil. 2003.) Villancico del hatico Doncellitas y caballeritos El veinticuatro del mes va a nacer el Dios Divino La moda francesa en el vestir, se y como su Madre es pobre impuso en los modelos urbanos de no tiene para vestirlo. la burguesía a finales del s.XVIII y en Yo le haré el hatico el transcurso del XIX. A las cancion- lo mejor que pueda, cillas y retahílas infantiles llega su que no esté desnudo influencia, en versiones del roman- mi querida prenda. La camisilla y la chambra ce de Mambrú; Estaba una pasto- se la haré de holanda fina, ra; en juegos de corro: Ambó ató con puntillas y entredoses matarile (Un beau château); La y bordados de la China, Torre en guardia; Gran zapatero. también el pañal y el metedorcillo A la mousulé, versos de los lechu- se lo voy a hacel guinos, geringonza de vocablos de hilo finito. trastocados11, burlas de "la moda El jugón y la mantilla de París". se lo haré de lana buena, Los jóvenes adoptaron las chaque- bordado en hilillo de oro tas/levitón con hombros ajustados, y estrellas de lentejuelas. abiertos por delante dejando ver la La faja la haré de raso finito camisa con encajes y el pañuelo al para le fajen cuello. Los pantalones muy ceñidos ese cuerpecito. y calzado de botas, o zapatos con El gorrito, niño mío, grandes hebillas. verás cómo te lo formo, me da pena de taparte "Mucha hebilla, poquísimo zapato: ese pelito de oro; media blanca bruñida y sin calceta te lo haré de tul, calzón que con rigor el muslo aprie- todo muy calado, ta."12 para estarte viendo Goya retrata al joven Javier Goya, el pelo rizado. vestido a la moda, destaca el levi- Ya tiene el hatico hecho, tón abierto y la camisa. De fines del muy limpio y muy aseado, XVIII y comienzos del XIX es la no como tú te mereces hermoso cielo estrellado, estampa del dibujante español que tu te mereces Manuel Altarriba: 9 Fraile Gil. Rev. de Folklore nº 279. vestirte de oro Valladolid, 2004. Describe minuciosa- Dos niños camino a la escuela se mente las prendas del hatillo. porque en ti se encierran visten a la moda francesa, con los 10 Información recogida por Susana todos mis tesoros. ceñidos pantalones a modo de cal- Weich-Shahak.. Te suplico, Madre mía, zas; llevan diferentes modelos de 11 El baile de: "A la mousulé", "a la cuando nazca tu hijo, musalpé", corruptela de la canción chaquetas: una corta y la segunda burlesca del personaje duque "mon- que te ocupes de pedirle sieur D'Anguleme": a musiur del por este pequeño hatico, con faldón siguiendo una curva, Angulem,/un pé, otro pé", posible- mente cantada desde 1823; [El baile que nos dé salud dejando a la vista la camisa y el del musulpé], en Fitzgibbon. Cancio- pañuelo al cuello. nero infantil español. Madrid.1955. y para comer,

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Es la moda de petimetres, (petit maître) lechuguinos y currutacos, en el apelativo burlesco que reflejan las canciones:

Para ser lechuguino se necesita un pantalón de paño y una levita.

Un bastón de Triana y un buen sombrero, un chaleco escotado ¡Y ande el salero!13

Anota Rodríguez Marín14, esta burla canción semejante al baile del Fig. 5. Anónimo, Estampa, en J. Amades, Fig. 3. Goya, Don Javier Goya (Joven con Apunts d’imatgeria (Jóvenes con levita, y chaqueta-levitón, vamisa de chorreras) musulpé levita escotada, pantalones blancos ceñi- moda de finales del s. XVIII-principios del dos). XIX. Bin, bon, bon de la vere vere vancia. El atuendo del marinero y cadetes Segundón sigue entre los usos actuales del de la Peña de Francia. niño vestido de fiesta, en aconteci- A lo mosulé, a la garrafé. Si vas a Madrid mientos señalados como su prime- a la Plaza Mayor ra comunión. verás los lechuguinos bailando el rigodón, Zapatitos color de miel con zapatito blanco Las niñas de la burguesía de las y medias de algodón. Turutú ,que te salgas tú villas y ciudades, usaron zapatitos y por la puerta de Mambrú. zapatillas de seda, se entusiasma- (Versión de Asturias, s.XIX) ron con zapatos de lazo, y botitas de charol, de aquel brillante barniz En el siglo XIX irrumpió la moda ins- aplicado al cuero del calzado. pirada en la indumentaria de mari- neros, cadetes y almirantes, que Fig. 4. Dibujo de Altarriba - BNM, en A. Pelegrín, Libro de Estampas (Dos niños recuerda de su infancia Rafael camino de la escuela, pantalones ceñi- Alberti: dos, chaqueta corta y chaqueta levita escotada). Madre vísteme a la usanza de la tierra marinera, el pantalón de campana y la cita milagrera. y la canción infantil 12 Diario de Madrid, año 1777. 13 En A. Santiago y Gadea. Lolita Un marinerito Cantares y juegos de niñas. Madrid. 1910. me tiró un papel a ver si quería 14 Rodríguez Marín (1882). Cantos Fig. 6. Anónimo. Baile de disfraces (niños a la populares españoles. 2ª edición casarme con él. moda del s. XVIII), en A. Pelegrín, Libro de Buenos Aires. Bajel. p. 522. Estampas.

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La pedigüeña Zapato de raso blanco también me van a ofrecer pues tengo el pie chiquitito y me lo estropearé.

Las niñas en sus canciones piden ir a la zapatería, a comprar relucien- tes botines.

La zapatería del señor Manuel Una linda mañana / en el mes de abril encontré una morena / Fig. 8. Dibujo de Luis Cuevas (detalle) en la revista regando el jardín. Mundo de los niños (Niño vestido de marinero, jugando). Yo le dije a la niña / tener seguro que arreglará los cal- - ¿Quiere usted venir? zados de la señoritas que van de -A la zapatería / paseo: del señor Manuel a comprarme unas botas / Gran zapatero que me queden bien. - Niñas hermosas ¿para donde van? Yo no soy buen moza / - Gran zapatero, vamos a pasear. ni lo quiero ser - Niñas hermosas, zapatos gastarán. porque las buenas mozas / - Gran zapatero, usted los compon- Fig. 7. Anónimo, Príncipe Albeto se echan a perder. drá. Eduardo, BN de París (Niño con indu- (Versión de Córdoba, Argentina) - Niñas hermosas ¿cuánto pagarán? mentaria de marinero). - Gran zapatero, un besito y nada más. El oficio del artesano zapatero (Versión de Córdoba, Argentina, 1950)15 surge en la canción (de proceden- cia francesa) en un dialogo para

Fig. 9. Anónimo, en Rev. Los Niños, t. XI, p. 16, s. XIX (Niña con vestido con polisón y botitas).

127 Faldellín y zapatos de charol... Ana Pelegrín Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

y medias caladas al estilo andaluz. (Frag. José Grimaud) 16

Vestido de volantes

Fig. 10. Anónimo, en A. Pelegrín, Libro de estampas A mitad del novecientos irrumpió la (Niña con zapatitos de lazo). moda del vestido y falda de volan- tes, que aparecen en canciones de corro:

Vestido de volantes Si quieres casarte y tienes con quién cómprate un vestido de color café, cortito por delante cortito por detrás con cuatro volantes Canesú, calado guipur y adiós mi capitán. (Serranía de Ronda. Málaga) Esperados y deseados como las botitas de charol y los vestidos del La niña que está en el medio / catálogo de modas que figuraban se le ha caído un volante en las revistas infantiles para las y no lo quiere coger / porque está el novio delante. niñas de villas y ciudades españo- las, eran las muñecas de la juguete- en una de las coplas de la canción ría francesa y alemana. La canción de la Tarara de la muñeca que nombra al "cane- sú" (pieza superior unida al vestido, Lleva la Tarara / o blusa), es un reflejo de ese deseo: un vestido verde con falda de volantes / Tengo una muñeca que el aire lo mueve. vestida de azul con su camisita El polisón y su canesú. El polisón proporciona una figura recta en la delantera y abultada por La popular canción tiene su glosa detrás, es un armado ahuecador, en los cuadernos de escenas infan- una almohadilla ceñida a la cintura, tiles: usado (hacia fines del novecientos) La muñeca para dar un volumen redondeado a Tengo una muñeca la vestimenta en la parte posterior, vestida de azul como lo recuerda una imagen de G. con cuerpo escotado Lorca: 15 Canciones de corro; corresponden y su canesú, a la memoria de recreo escolar de La luna vino a la fragua Colección A. Pelegrin (1970-1996). adornan la falda Otras versiones en Llorca (1914) Lo calado guipur con su polisón de nardos. que cantan los niños. Madrid; Santiago y Gadea (1910). Lolita. y a su gargantita Cantares de niñas. una hermosa cruz. Lírica imagen que contrasta con la 16 José Grimaud. El cancionero Tiene zapatitos burla popular en Fortunata y infantil. Tercer cuaderno. Madrid. Imp. El Cascabel. 1865. y velo de tul Jacinta (1886), de Pérez Galdós:

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"- Señá Mariana ¿ha visto que nos tengo yo mis manos blancas hemos traído el sofá en la rabadi- para atarme el miriñaque lla?" y también las enaguas blancas. (Granada)18 La canción de corro de los niños recuerda: Retahílas Las señoritas del polisón Las retahílas son textos orales que ¡Ay chungala cata chunga acompañan a los juegos, frecuen- Ay chungala, cata cachón temente de versificación irregular. las señoritas del polisón! Las señoritas de ahora Estas letrillas nombran una serie de dicen que no beben vino elementos, personajes en diálogos,

Fig. 11. Dibujo de ASA (detalle), en Ilustración de la infancia, 1877, p. 13 (Niña con pañuelo, vesti- do de volantes y botitas).

Fig. 12. Detalle, dibujo anónimo, BN de París, s. XIX (Miriñaques o crenolinas).

y debajo del polisón o en series enumerativas, encade- llevan el jarro escondido. nados y adicionales. Presentan una ¡Ay chungala cata chunga Ay chungala, cata cachón variedad temática en las que desta- las señoritas del polisón! can sorteos, conjuros, disparates, (Versión de Madrid)17 burlas, trabalenguas, y son un juguete verbal porque las palabras Miriñaques trastocan el sentido para jugar con El artilugio para aumentar el volu- los sonidos, las onomatopeyas y men de las faldas (así como en el las jitanjáforas. s.XVII se llevaba guardainfantes), es Textos sin aparente sujeción lógica, el miriñaque con aros de metal, la deparan sorpresas múltiples, por- crinolina, en el argot de la moda que a veces se corresponden con parisina. vocablos de siglos anteriores, con El artilugio presentaba sus inconve- usos perdidos, creencias ocultas, nientes en el movimiento como se su brevedad a veces enigmática observa en los dibujos aparecidos frena su posible interpretación en revistas, y en el divertido diálogo como el ejemplo de Don Juan de Fig. 13. Detalle, Rev. Los Niños, p. 183 (Niñas a la moda del s. XIX, con polisón y zapatos aboti- con un solícito caballero ante el las Calzas blancas/¿Cuántos panes nados). percance de la damisela hay en el horno?

17 José Manuel Fraile Gil me transmi- Una dama en un balcón te la versión madrileña. También la Don Juan de las Calzas Blancas recoge a mediados del s. XX, se le soltó el miriñaque Fitzgibbon. Cancionero infantil. Ma- En diferentes versiones orales varía drid. 1955. y le dijo un caballero el nombre del personaje, a quien se 18 Escribano Pueo, Mª L.; et al. Cancionero granadino de tradición - ¿Quiere Ud. que se lo ate? dirige un interlocutor para formular oral. Universidad de Granada. 1994: - Muchas gracias caballero 34. la pregunta, a Don Juan de las

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Cadenetas, a Fray Juan de las la acción corporal de engastar y Cadenetas, o Juan de la Caleta; su encadenar en la acción casi danza- larga permanencia es posible ras- da del juego, en el apelativo de Don trearla en textos del Siglo de Oro, y Juan de las Calzas Blancas, es de en la tradición moderna19. La reta- especial caracterización la prenda híla acompaña a un juego: formada del vestir. Las variaciones orales una hilera, desde el uno al otro han sustituido por "Casas Blancas", extremo los jugadores dialogan con a las "Calzas Blancas", evidente- preguntas y respuestas, pasando mente más comprensible en la ver- uno a uno por debajo del "puente", sión y actualización moderna. brazos en alto, hasta quedar Llamo la atención sobre esta retahí- engastados; al final tiran de los la para resaltar la importancia de las extremos para comprobar por calzas que adquieren oscuras reso- donde se rompe la cadena. nancias según el Vocabulario Esta es la versión del norte argenti- (1626) de Gonzalo Correas21: no: "Xuan de las kalzas blankas. - Don Juan de las Calzas Blancas, Dízenlo por: difunto ke sale de la ¿cuántos panes hay en el horno? sepultura". - Veinticinco y un quemado. - ¿Quién lo quemó? - El perro traidor. El color asociado con los paños de (Jujuy. Argentina) mortaja, y la imagen fantasmal del personaje de Don Juan de las y otra recogida por Carrizo20: Calzas Blancas, añade otra débil - Don Juan de las Casas Blancas. huella textual. Pero la retahíla per- - Mande su señoría. manece enigmática y no logro con- - ¿Cuántos panes hay en el horno? jeturar su complejo significado. - ¡Veinticinco y un quemado! Solo indicios y preguntas ¿quién es - ¿Quién lo ha quemado? este perro traidor?; ¿un señalado - La perrita Judas. de la discriminación religiosa?, ¿un - ¡Hórquenla por pícara! judas?, ¿un converso?22 El acusa- En la denominación del personaje do de quemar los panes, es en cobra una especial importancia, la otros textos perro traidor, judas, prenda de vestir que lo caracteriza. ladrón, bellaco, sarnoso23: piden Las calzas de uso común en la para él apresamiento y ejecución en Edad Media y, en el Siglo de Oro, la horca y hoguera. Un difunto per- por los distintos estamentos mas- 19 A. Pelegrin, "Don Juan de las sonaje aparece al final de una ver- Cadenetas", en Repertorio de juegos culinos desde la nobleza a los rústi- sión de retahíla: infantiles. Madrid. CSIC. 1998: 142- 144. cos, se confeccionan con distintos 20 Carrizo, A. "Rimas infantiles", en tipos de telas: en paño fino; o en - Un perro muerto. Rev. Mundo Hispánico nº 23, - ¿Con qué está tapado? Febrero, año III. estameña grana de lana, similar a la - Con un paño deshilado. Vocabulario de de sayos y hábitos; en cordollate, 21 Gonzalo Correas. - ¿Quién lo deshiló? refranes y frases proverbiales. tela de trama forrada con cordonci- Edición L. Combet. Bourdeaux. - La vieja hiladora. Université de Bourdeaux. 1967, p. llos. 674b. - ¡Quémela, quémela por traidora! 22 Rodríguez Marín: Varios juegos Si Fray de las Cadenetas o Juan de (Versión de Jujuy. Argentina) infantiles del s. XVI. Madrid. Archivos y Bibliotecas. 1932. las Cadenetas se corresponde con

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La visión del figurado "perro muer- - Primo, en una muchacha. to" tapado con el paño deshecho, a - Primo, vamos a verla. modo de mortaja, y la invocación - Primo, no tengo capa. de la muerte / la parca, en la figura - Primo, parte la mía. - Primo, me viene larga. de la vieja deshiladora, tienen una - Primo, la cortaremos de las espal- aproximación con la fantasmal apa- das. rición de Don Juan de las Calzas (Versión de Cuenca) Blancas, saliendo de la sepultura. Aunque solo son huellas, indicios Comadrita la rana textuales, enigmas, conjeturas de su significado total, con una de sus En la antigua retahíla juego de claves centrada en la indumentaria. Comadrita la rana en distintas ver- siones recogidas en el s. XIX y s. XX, en España e Hispanoamérica Capas se enumeran las prendas que de En algunas retahílas y adivinanzas regalo traerá el marido a la protago- rastreamos otras prendas del vestir nista: de épocas pasadas, o de la vesti- Abanico: un objeto de adorno, con menta tradicional, por ejemplo la varillas y telas pintadas. capa, un manto sobre los hombros usadas por hombres de toda con- Camisa: prenda interior, de hilo, o dición. Las telas principales de de hilo de holanda. paño grana, negro, o paño pardillo Cordón: ajusta el jubón, una prenda usadas comúnmente. sin mangas que se lleva sobre la La adivinanza popular de bailar con camisa. En la canción popular: o sin capa, se construye sobre la (Arroyo claro / fuente serena / tu reiteración de vocablos, que otorga eres la rosa / yo soy el lirio / ¡Quién una dinámica veloz, un giro cons- fuera cordón / para tu justillo!). tante, un ritmo breve y ágil como Jubón: con mangas abultadas, o corresponde a la imagen de la sin mangas, ceñido el talle, como el peonza. justillo. Por bailar me pongo la capa. Para bailar me pongo la capa Mandil: prenda sobrepuesta, delan- para bailar me la vuelvo a quitar. tera que desde el talle cubre el ves- Yo no puedo bailar con capa tido. y sin capa no puedo bailar. Mantón: pañuelo, que se populariza (La peonza) con bordados (el mantón de la Conjeturo la antigüedad de la reta- China). híla Primo ¿cuándo has venido? por Peineta: o peinecillo de adorno y su composición reiterativa, por su sujeción de los cabellos. semejanza con el diálogo en otras Ropón: vestido largo, amplio, reali- retahílas. zado con telas de terciopelo, seda, - Primo, ¿cuándo has venido? raso, o de paño pajizo. - Primo, ayer mañana. Saya: falda de uso rural, "saya - Primo, ¿qué me has traído? 23 Los apelativos discriminatorios de sobre saya", prenda interior, ena- los s. XVI-XVII son aplicados a la - Primo, un real de plata. población morisca y judía (perro moro, gua. perro judío). - Primo, ¿en qué lo has echado?

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1 Sopita y pon, Comadrita la rana. que no tiene tapón. Comadrita la rana (Versión de Madrid, en - ¿Ha venido su marido? Juegos de todas las edades. 1852) - Si, señora. - ¿Y qué le trajo? 5 - Un vestido. Comadrita la rana - ¿De qué color? Buenas tardes compañera. - De verde limón. ¿Y su marido? - ¿Vamos a misa? - A Granada ha ido. - No tengo camisa. - ¿Qué te ha traído? - ¿Vamos al sermón? - Una peineta. - No tengo ropón. - ¿De qué color? - Pues sopita y pon - Verde limón. quiquiricón. - Pues vaya usted con Dios. (Versión de Catamarca, Argentina; (Versión de Puerto Lope, Granada; recogida en Villafuertes, 1955) en Pueo, 1995:195)

2 6 Comadrita la rana Comadrita la rana - Voy a comprarte una saya - ¿Qué llevas ahí? - ¡Vaya! - Un ramito de flores, y otro de - ¿De qué color? agua. - De verde limón. - ¿Me das uno? - Siiii. - No quiero. - ¡Nooo! - Pues no te digo quién ha venido. (Versión de Madrid, - ¿Quién ha venido? en Santiago y Gadea, 1910) - Tu marido. - ¿Qué me ha traído? 3 - Un abanico. Comadrita la rana - ¿De qué color? - Comadrita la rana - De agua limón. - ¿Quién ha venido? - Tómalos, to (todos). - Mi marido. (Argamasilla de Alba, Ciudad Real. - ¿Qué te ha traído? Recogido por A. Pelegrin en 1982) - Un jubón. - ¿De qué color? El vocabulario de esta retahíla guar- - De cosquillón de cosquillón da los términos usados en los de quiquiricón quiquiricón. siglos XVI-XVII (es citada en un per- 24 4 gamino del s. XVI ) y en la indu- Comadrita la rana mentaria tradicional: jubón, camisa, - Comadrita la rana. ropón, cordón. - Señor, señor. El jubón es nombrado en varios - ¿Ya vino su maridito del campo? romances que cantaron los niños - Si, señor. (La doncella guerrera): - ¿Y qué le trajo? - Un mantón. "- Tienes los pechos muy altos - ¿De qué color? para ser hombre y varón. - De verde limón. - Yo los esconderé padre - Pues sopita y sopita debajo de mi jubón." que no tiene tapita.

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En la retahíla de Comadrita la rana ke ansi dice la pera la insistente pregunta, que si el kon el bimbriyu. marido ha cumplido trayéndole el (Sefardí) vestido de color verde limón, de Vístete de verde color agua limón, "el verde limón" qu[e] es linda color, cumple la función de una fórmula como el papagayito del lenguaje tradicional, presente en del rey mi señor. casi todas las versiones recogidas, (Frenk, 2003, t.II)25 que enumeran casi todas las pren- das del atuendo femenil. El verde limón, el verde naranjal, el Las vecinas de la casa de arriba, o verde laurel son fórmulas que enla- la casa de abajo, mantienen un vivo zan con el motivo del lugar deleito- interrogatorio: que si el marido está so, el locus amoenus, el vergel pro- de viaje, que si ya ha regresado, picio al encuentro de la doncella que si le ha regalado su camisa, su con su enamorado26. ropón, su vestido y saya, su man- Debajo del limón la niña, tón, jubón, cordón, mandil, abani- sus pies en el agua fría, co. En algunas versiones termina su amor por ahí vendrá. en un alborozado y rítmico saltare- (Tetuán, en llo en cuclillas, en el juego del qui- Manuel Alvar, Cantos de boda) quiricón (s. XVII), un pasatiempo bailado de las niñas y mujeres hasta Las niñas de España e Hispano- el s. XX, por ej. en Asturias. américa siguen cantando una viejí- sima canción: A la formulaica pregunta :"¿de qué color?", es la prenda de regalo, se Estaba la pájara pinta / contesta con la fórmula "de verde sentada en un verde limón. limón". Esta fórmula (como otras, Con el pico cortaba la rama / por ej. "los cabellos son de oro") se con la rama cortaba la flor. inserta en una red simbólica y ¡Ay, Ay, Ay! Cuándo veré mi amor! adquiere su función de motivo tra- dicional. Verde limón, lugar deleitoso del encuentro, indumentaria verde, de El vestido verde se inscribe en un perla flor, de amor, en el final de la canon de gala de la indumentaria retahíla: femenina: "La que se viste de verde, con su - Un mandil hermosura se atreve." (s.XVII) - ¿De qué color? "La que se viste de verde, por - De verde amor. guapa se tiene." (s.XXI)

Vestíme de verde Misa del amor; Monjita a la fuerza por hermosura En las canciones y romances de la como hace la pera tradición oral moderna, y especial- cuando madura. mente en los romances de la Misa (Correas, Vocabulario, p.519ª.) del Amor, y Monjita a la fuerza, se 24 "Memorial de un pleito", en Ella si viste de verdi nombra las galas y vestimentas de Rodríguez Marín, Varios juegos las doncellitas, entremezclando tér- infantiles del s. XVI. Madrid. 1932. i de amariyu,

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minos antiguos, con otros de la El romance del repertorio infantil moda del siglo XIX. Monjita a la fuerza, canta la tristeza En el romance de La bella en misa, de la niña al ser despojada de sus entra en la iglesia la dama "relum- prendas, encerrada en un conven- brante como el sol": to, la alegría de los padres y las recomendaciones de la abadesa. "Lleva medias de seda zapatitos de charó[l] Esta es una versión de Camagüey el vestido que llevaba (Cuba); en contraste con el lamento una falda y un jubón, del despojo de las galas del vestir, el jubón era de seda finaliza con un marcado contoneo la falda de perla flor." de caderas, remarcando en aire (Versión de Tetuán) caribeño el invisible polisón de la "Una camisita blanca cintura. de aquella fina de holanda Una tarde de verano / un jubón de perla flor me sacaron a paseo rodeado de esmeralda al doblar por una esquina/ una saya en tela de oro me encontré con un convento. toda della engalanada." Desde allí salía una monja / (Versión de Tetuán) toda vestida de negro con una vela en la mano / La camisa blanca de hilo de holan- que parecía un entierro. da, de Cambray, tenía sobrada Me sentaron en la sillita / fama por la levedad de su textura. me cortaron la melena La camisica fina de holanda, anillito de mi dedo / encuentra en una breve retahíla, en pulsera de mi muñeca. nuevo entramado y color: Gargantilla de mi cuello, / pendientes de mis orejas, Mi hermanita la chiquitica polisón de mi cadera / se encontró una camisica. polisón de mi cadera. - ¿De qué color? (versión de Camaguey, Cuba, cantada por - De pita flor. las niñas en los años 40. Inf. Alma Flor Ada, recogida por A. Pelegrin, (Versión de Zaragoza, en Brewster, 1965) en Madrid, julio de 1999).

La camisica de pita flor, la falda, el Monjita a la fuerza (Versión en jubón de perla flor del romance, Fernando Llorca) aluden a perla fiori, tela de excelen- cia y calidad. El color de la tela en la Yo me quisiera casar / percepción que queda en nuestra con un mocito barbero, audición, es de brillo tornasolado, y mis padres me querían / por la significación que se desplie- monjita del monasterio. ga en el reflejo dorado, quizás por Una tarde de verano / me sacaron a paseo, la imagen de luz primaveral y de y al volver una esquina / gozo, de la canción infantil: estaba el convento abierto. 25 M. Frenk. Nuevo Corpus de la antigua lírica popular Hispánica. "A la flor, a la piti flor Salieron todas las monjas / (Siglo XV a XVII). I-II. México. El todas vestidas de negro, Colegio de México. FCE. 2003. a los rayos del sol me agarraron de la mano / 26 Daniel Devoto, "Naranjas y limo- se peina la niña." nes", en Textos y contextos. Madrid. y me metieron adentro. Gredos. 1974. Monjita a la fuerza

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Me empezaron a quitar / figura surge en la canción de la los adornos de mi cuerpo: Tarara que adquiere valor simbólico pulserita de mis manos / en la generación del 27, rememora- anillitos de mis dedos, da por el escritor e investigador pendientes de mis orejas / Juan Marichal a bordo de la nave gargantilla de mi cuello, Ipiranga, en la larga ruta del exilio. mantilla de tafetán / y jubón de terciopelo. Tiene la Tarara Lo que más sentía yo / un vestido blanco era mi mata de pelo. con lunares rojos para el Jueves Santo. Y vinieron mis padres / con mucha alegría La versión lírica de la canción de La me echaron el manto / Tarara (porque hay versiones bur- de Santa María. lescas) recogida por Lorca es una Si pongo zapatos / eclosión de engalanamiento feme- Fig. 18. Detalle, dibujo E. Zarza; Otero, en Rev. La Aurora de la vida (1860) (Niñas con vestidos de color lila / nino: y miriñaques, y falda de volantes). dice la abadesa / que allí no se estila. Lleva la Tarara / un vestido verde Si gasto zapato / lleno de volantes / y de cascabeles. de verde limón, [que el aire lo mueve] dice la abadesa / La Tarara si, la Tarara no que eso es de amor. La Tarara niña / que la bailo yo.

Luce la Tarara / su cola de seda La abadesa que despoja a la niña sobre la retama / y la yerbabuena. de su jubón y faldellín, de sus ani- llos, del polisón y corta su mata de Entre el amarillo de la retama, la pelo, en Monjita a la fuerza ,sabe olorosa y verde yerbabuena, veo que el verde limón debe ser supri- deslizarse la seductora figura feme- mido en el claustro del convento: nina con su traje de seda, con su "Si gasto zapato vestido verde de volantes y una tin- de verde limón, tineante vibración en el aire, que dice la abadesa despierta nuestra sensorialidad, la que eso es de amor." emoción del sentido, sonido y color, (Fitzgibbon, 1955:p.30) tres elementos esenciales en la poesía infantil como lo quería Juan Verde y verde limón Ramón Jiménez. En la retahíla de Comadrita la rana ,atuendos y adornos se convierten en claves del texto; en la Bella en Bibliografía Bernis, Carmen. (1979). Trajes y Misa resplandecen las galas de la modas en la España de los Reyes doncella, en el romance de Monjita Católicos. I- II. Madrid. CSIC. a la fuerza la niña llora el despoja- Casado, Concha; Piñel, Carlos. miento de sus prendas, en otras (1990). El mundo infantil en la Zamora citas la camisica de perlaflor/pita de principios de siglo. Guía de expo- flor y el verde limón concentra la sición. Zamora. esperanza del amor. Una presencia Cotera, G. (1999), "La indumentaria femenina con sus vestidos y su infantil", en La indumentaria tradicio-

135 Faldellín y zapatos de charol... Ana Pelegrín Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

nal en Aliste. Zamora. Inst. de Estu- niño. Etnografía de una vida que se dios Zamoranos. Caja de España, pp. crea. Salamanca. Dip. Provincial, pp. 432-480. 83-104. Exposición de juguetes de los siglos Pelegrin, A. (1989). Libro de Estam- XIX y XX. Jugando jugando hacemos pas. Almanaque del niño. Madrid. historia (Enero 1991). Comunidad de Comunidad de Madrid. Madrid. Consejería de Educación. Madrid. Porro Fernández, C. A. (2003), "La Fraile Gil, J.M. (2004), "La canastilla indumentaria infantil en Castilla y del niño. Un villancico enumerativo", León", Revista de Folklore, Tomo Revista de Folklore Nº 279, pp. 75- XXIII, pp. 96-108. 79. VV.AA. (1983). Como vestía Europa Lorenzo, Rosa, (1998), "El niño en la (1450-1850). Barcelona. Edit. sociedad Tradicional", en VV.AA. El CYMYS.

136 Vestirse y desvestirse para el baile... Carlos A. Porro Fernández Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Vestirse y desvestirse para el baile: murmuraciones en copla

Carlos A. Porro Fernández Museo Fundación Joaquín Díaz

La llamada "tradición oral actual" se también, no lo olvidemos) que conforma con todo aquello que, hemos ido reuniendo diferentes heredado de forma verbal, se trans- especialistas, folkloristas y etnógra- mite de padres a hijos, de vecino a fos, con mucha urgencia en ocasio- vecino, de pueblo a pueblo hasta el nes, en los últimos años. El reperto- momento presente. Esta transmi- rio, de toda índole, abarca temas sión ha dejado de ser habitual de acerca del desarrollo de nuestra manera muy clara desde los años vida e historia, y pueden ser de tipo sesenta del siglo pasado y en nues- novelesco, real o cotidiano, cos- tros días, casi inexistente, ya que tumbrista, burlesco, político, etc, muy pocos elementos que poda- repartiéndose en un abanico más mos consideran enseñanzas de tra- grande todavía de clasificaciones dición oral van a pasar a la genera- dependiendo de su uso y su fun- ción siguiente por vía natural o ción dentro de los dos grandes directa (básicamente no hay unos ciclos del hombre, el de su propia conocimientos locales, naturales o vida y el del calendario ritual y festi- un repertorio común que se oiga vo que lo rige. con frecuencia, se depure, se asi- El primero, se establece mediante mile y pase a representar a un una clasificación que tiene en cuen- colectivo durante largo tiempo y ta los hitos más importantes en la cuyos miembros se sientan identifi- evolución vital, así se origina con el cados con él). Ciñéndonos al nacimiento, sigue con su desarrollo campo de la literatura, nuestra tra- juvenil, su boda y acaba con la dición antigua, folklórica o popular - defunción. Aquí tendríamos cancio- cada uno de estos términos añade nes de cuna (se conservan entre los un matiz de diferenciación impor- sefardíes los cantos de las paridas tante- acoge en su seno un reper- que animan con diferentes tonadas torio que más veces de las que cre- y romances a la mujer en el emos nos acerca al mundo clásico, momento del alumbramiento), de a la Edad Media y frecuentemente bautizos y presentación en el tem- al Siglo de Oro español. El XVIII y el plo, de los primeros juegos infanti- XIX, por la proximidad en el tiempo les (de comba, de corro, de cade- a nuestra época, nutre de tonadas, nas, de calles, etc) hasta los cantos textos, romances, coplas, cancio- de angelitos o mortijuelos que pre- nes, a un amplio repertorio en boca gonaban el descanso eterno de los del pueblo (y de tradición escrita niños y el desconsuelo de sus

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de espadarlos, cantes de esquileo y trilla, de coger algarrobas, avella- nas, aceituneras, de encerrar el muelo, específicos de terminar la siega (la mansiega o la maña), de segar con guadaña, para cerner y ajechar la harina, de amasar el pan y para cribar el muelo o las legum- bres, de sacar la miel y preparar la colmena, de majar el yeso, de aca- rrear y cortar las piedras, de arrie- ros, bueyeros y de pescadores, para marcar el ritmo de los remos en las barcas, etc. También se incluyen los cantos pro- pios de los cambios estaciones y de los ritos de paso: Canciones del inicio del año y de bienvenida a la primavera, muchas veces paganas Grijota (Palencia) y naturalistas que se presentan padres, canciones de mocedad cristianizadas: cantos de marzas, (rondas y contrarrondas, cantos de rondas a las mujeres y enramadas a taberna, de bailes, etc), cantos de las novias, aguinaldos para hacer boda (despedida y enhorabuena de meriendas de mozos, cantes de la víspera, cantos del convite y quintos, con sus relaciones para sobremesa, de acompañamiento, correr los gallos y pinar el Mayo, las galas, respigos y de cencerrada) y fiestas del agua (vinculadas a San cantos de despedida, propios de Juan), cantes del toro y romerías, los oficios de difuntos, dentro etc. Los cantos del Verano: vincula- muchas veces de un repertorio reli- dos a la recolección de la cosecha gioso latino. y las fiestas que festejan el final de este trabajo, también los bailes El segundo gran ciclo está marcado mayores y danzas de la fiesta local, por el calendario agrícola, y en él se las logas patronales. Los del Otoño: desarrollan los diferentes momen- el trabajo y la preparación de la tie- tos festivos y rituales de la comuni- rra y los de Invierno, con el desarro- dad estando muy influenciado por llo de los hilandares con un reperto- el culto católico a pesar de hallarse rio de entretenimientos (adivinan- en ellos muchos elementos pre- zas, trabalenguas, etc), juegos y cristianos de manera muy clara burlas y el romancero, cantos de (culto al agua, a los árboles, etc). Se rabel, temas conocidos por la localizan aquí los cantos de trabajo comunidad o solistas propios de de cada labor agrícola y ganadera: estos tiempos, rondas de navidad y cantos de escanavaneo, de arada o del Reinado, sorteos de mozos y gañanadas, de sementera, de ven- mozas, etc. dimiar y podar viñas, de majar linos, Podríamos hablar todavía de un

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ciclo o calendario específicamente septenarios, quinarios, triduos litúrgico, estrictamente ritual basa- dedicados a las advocaciones de do en el culto católico, con el reper- santos locales y particulares, con torio que la Iglesia ha dividido sus gozos, himnos, rogativas, loas según seis ciclos: El tiempo de y logas, romances de sus milagros Cuaresma, el Tríduo Pascual, el y vidas y el ciclo Mariano: el culto a tiempo Pascual, el tiempo de la natividad la Virgen María el 8 de Adviento, el tiempo de Navidad y el septiembre, la presentación en el tiempo Ordinario. templo (Las Candelas), los mila- Los momentos principales se inicia- gros, la anunciación del 25 de rían con el nacimiento de Cristo y marzo y encarnación de María, la acabarían con su muerte: En primer visitación de Santa Isabel en julio, lugar la Navidad (repertorio de su asunción al cielo en agosto y la villancicos, romances acerca de la proclamación como Inmaculada Sagrada Familia y los Reyes Concepción el 8 de diciembre. Magos, danzas y representaciones Por tanto, el repertorio tradicional De Formentera teatrales de pastores en la iglesia, de canciones, o sea todo lo que ramos y ofrecimientos u ofertorios con sentido rítmico, melódico y de de la misa del gallo, etc). El segun- verso pertenece a la tradición, se do gran tiempo es el de la Semana nos antoja variadísimo y amplísimo. Santa con los ritos precedentes de Los temas se enclavan dentro de la Cuaresma y los Carnavales (mur- rítmicas, binarias, ternarias, cuater- gas, juegos y danzas, manteo del narias, quinarias y de metro irregu- pelele o del judas, canciones de lar variado (3/4, 3/8, 2/4, 4/4, 8/8, burla y aguinaldos, peticiones cua- 7/8, 5/8, 10/16, etc) y las composi- resmales para pedir la cera y velas ciones van desde un sencillo pare- Tocador de flauta de Ibiza de la iglesia, etc) y un repertorio de ado a las cuartetas, seguidillas, Calvarios y Vía Crucis, glosas, sal- sonetos, décimas, en versos octo- ves, rosarios de Pasión, de la sílabos, endecasílabos o hexasíla- Buena Muerte, semanas pasionis- bos. Las más frecuentes serían las tas con un canto característico para cuartetas, las seguidillas y el verso cada día (la entrada en Jerusalén, el octosílabo teniendo buen ejemplo lavatorio, la cena, la oración en el en el romancero tradicional. huerto, la venta de Jesús por Rodríguez Marín en sus Cantos Judas, el prendimiento, las siete Españoles de 1883, realiza una palabras, el entierro, la resurrec- compilación de estas coplillas, de ción, el encuentro con la samarita- miles de cuartetas y seguidillas na) ritos del descendimiento, principalmente, que clasificaba en romances y coplas de las procesio- diferentes apartados según su con- nes, cantos de la Pascua de tenido, a saber: para requiebros, Resurrección y Albricias, Manda- ternezas, constancias, serenata y mientos, y otros temas en muy dife- despedida, de declaración, teoría y rentes metros y medidas poéticas. consejos amatorios, religiosos, sen- Entre medias del nacimiento y tenciosos y morales, de fiesta y muerte, podríamos situar el reper- baile, jocosos y satíricos, de estu- torio hagiográfico, de novenas, diantes y soldados, carcelarios,

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locales, de ausencias, celos, quejas es un hecho indiscutible dentro de y desavenencias, desdenes, odios, las relaciones de pareja. Esta idea penas y reconciliaciones. Esta de belleza manifestada a través de temática se desarrolla en relación a la propiedad, es muestra de orgu- las diferentes circunstancias de la llo, de soberbia o humildad por el persona y su vida, sus sentimien- contrario, de pobreza o de riqueza tos: el amor y el desamor, además que se refleja en los cantes de baile de la envidia, la avaricia, la sober- y de ronda en infinidad de ocasio- bia, los celos, la humildad, la belle- nes. La muchacha que busca za, etc. Otro apartado a destacar casorio (dentro de este comporta- nos habla de un sentido más físico miento ma-chista de épocas pasa- y terrenal: la pobreza y la riqueza, la das) no solo ha de ser decente, propiedad, que se manifiesta en la sino aparentarlo. El indumento cui- posesión de la tierra, el ganado, los dado y bien dispuesto advierte de enseres y entre ellos la indumenta- esa apariencia aunque prima siem- ria como elemento destacado. pre a la hora de formalizar la pareja, la situación económica y la hacien- da. Algunas coplas nos recuerdan gra- ciosamente ahora, lo que en tiem- pos hubo de ser muy duro para los hombres y mujeres que no pudie- ron disponer de su libertad a la hora de escoger pareja:

Anda diciendo tu padre que tienes un olivar, y el olivar que tú tienes es que te quieres casar.

Anda diciendo tu padre que yo contigo no igualo y ha de ser en la estatura, porque en las tierras te gano. Soledad, de Filiel (León) Para qué andas preguntando si mi padre, tiene, tiene, El hecho de que la indumentaria se mi padre tiene tres hijas ponga en coplas, se canten las y a ti ninguna te quiere. alhajas o atavíos de los individuos no es más que la manifestación de Aunque tu padre me de, un sentimiento presente en el la vaca y el burro rojo, colectivo, aunque también particu- yo no me caso contigo lar, vinculado a la relación humana y porque eres tuerta de un ojo. búsqueda de pareja. Tu madre a mi no me quiere, La belleza del hombre queda ensal- porque no tengo que dar zada por la joyería y la indumentaria cásate con el reloj, que se ve y el sentido de propiedad que a todas las horas da.

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Y en explícitas coplas queda paten- copleros, viajes a los mercados, te este casamiento por interés, disi- ferias y pueblos cercanos. mulado de un acento chusco y que 2. -A veces la copla se mantiene en ahora nos parece imposible: la memoria más que el recuerdo del Yo caseme con un viejo uso de la propia prenda a la que por la saya colorada, hace referencia, sobre todo cuando la saya rompióse toda el verso está inmerso en una arma- y el viejo nunca se acaba. dura rítmica o poética más estanca, como puede ser el romance o can- Mi madre quiere casarme ciones de tipo ritual (danza de con un rico de chistera, palos, fiestas religiosas, coplas de pero mi cuerpo se cría maya, etc), cuya rigidez en la cele- para un mocito de huerta. bración del rito hace que sea más Caseme y calabaceme, estricto todo aquello que lo confor- mi fortuna fue contraria, ma. Aquí la tradición evoluciona de soltera saya nueva, más lentamente al permitirse cam- de casada rota y mala. bios o transformaciones en menor medida (hoy en día hay fiestas La copla (por tal vamos a entender populares consideradas tradiciona- básicamente la cuarteta y la segui- les en las que aparecen junto al dilla) la podemos tomar como traje "regional" del XVIII o XIX, otros documentos histórico y costum- más "desfasados" de tipo cortesa- brista, y va a aportar muchos datos no, de soldadescas del XVI o ala- sobre la indumentaria, pero siempre barderos reales, napoléonicos, de Peñaparda (Salamanca) ha de tenerse en cuenta que no labradores del XVII o XVIII, o de podemos utilizarla como fuente moda urbana de principios de siglo fidedigna a priori y fundamental XX) para conocer el arreo local. 3.- Al estar constituido el verso Varias son las circunstancias que como una medida concreta, cuan- nos obligan a tomar con cautela do se cantar ha de amoldarse a la estas informaciones lo mismo que canción en la que se emplea por hemos de observar el subjetivismo ello ha de remodelarse. Cuando en grabadores y dibujante de los una copla aprendida en un marco siglos pasados cuando imprimen externo, se canta es porque encaja las fastuosas colecciones de tipos en la medida musical aunque no populares, trajes nacionales y sea de la zona siendo frecuente al estampas regionales: cantar estas coplas foráneas que la 1.- Los versos, las coplas (y en imaginación tienda a transformar general toda la tradición oral) viajan ese contenido adecuándolo a lo mucho, bien mediante impresiones local. La presencia del coplero en pliegos o pregonadas a viva voz. local, el trovero o improvisador del No es raro encontrar las mismas canto es una figura importantísima melodía, letras o coplas idénticas en la tradición pues tiene la facilidad en diferentes territorios merced al para cambiar los nombres, las pala- trasiego de los arrieros, ciegos bras y los hechos en un momento,

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siempre y cuando sea fiesta espon- comarca. tánea, fuera de un rito rígido. La 15. Cuándo se estrenaban y en qué presencia del especialista es funda- momentos de la vida del hombre o mental para entender la adaptación de la fiesta se ponían. de textos foráneos a la tradición Estas coplas de todo tiempo son local, sustituyendo vocablos y con- propias de momentos desenfada- tenidos para hacerlos más compre- dos, de libre espacio, de bailes, de sibles a la entidad local que repre- carnaval, de bodegas, de calle, de senta. reuniones de amigos y familias Las coplas a pesar de estas suspi- donde pueden salir a relucir con cacias, van a aportar infinidad de frescura, y bajo el arropo de la datos acerca de los trajes -informa- comunidad, las faltas de los hom- ciones muchas veces comunes en bres y de las mujeres, los desaires un sustrato nacional- y mil caracte- de la moza, el ansia del enamora- rísticas sobre el uso y valoración do, el orgullo de una mujer o la que ya se han perdido en la memo- soberbia del hombre, las miserias o ria local a pesar de mantenerse las grandezas que muchas veces se prendas-testigo. Entre otros deta- muestran por el uso abusivo de un lles podremos apreciar estos: color, de una prenda o un tejido. 1. Enumeran prendas citándose Todo esto se dice en el baile, se con un nombre local. canta en la ronda. Se canta en 2. Se habla de los colores y su sig- grupo, y aunque a veces no haya nificados. un auditorio, también en el trabajo. 3. De los tipos de paños y varieda- Así estas referencias al vestir pue- des de tejidos. den aparecer en cantos de arada, 4. Atestiguan su uso y presencia en de vendimias, en villancicos, refra- la zona. nes, en el romancero, cuentos, etc. 5. El lugar de procedencia. Otros apartados de la literatura oral 6. La forma de adquisición (regalo, añaden datos o aclaran la condi- compra, heredad, préstamo). ción del traje como los refranes o 7. El precio. los dichos: 8. La duración de las prendas. - Por el vestido se ganan amigos. 9. La manera de colocarse y ceñir- - Más que por el nombre, por el se. vestido se conoce al hombre. 10. Asocian tipo con traje y comar- - Por el traje se conoce al persona- ca, identificando los tipos populares je. según sus atavíos. - Un duque mal vestido en poco 11. El uso o exclusión de determi- será tenido. nadas prendas entre diferentes cla- - Ponle al duque un tosco sayal y ses sociales y laborales. parecerá un gañán. 12. El prestigio de poseer cada una - Buen vestido y buen semblante todas las puertas abre. de ellas. - Conforme ven al traje tratan al 13. Los sentimientos que desenca- paje. denan su porte: envidia, amor, - Viste un palito, y verás qué bonito. belleza, lujuria. - Viste un madero y parecerá un La tía Maxima de Gomezseracín (Segovia) 14. La época de introducción en la escudero.

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tanta basquiña y los piojos bailando la marusiña.

Pareces en el vestir hija de algún tesorero eso me parece a mí, vanidad y no dinero.

Pero retomemos otro de los gran- des apartados que versan sobre el indumento, además del de las coplas: el romance. En ellos pocas veces localizamos descripciones amplias y detallistas del traje. Abundan, eso sí, citas de los nombres, pequeños comenta- El paloteo del Corpus de Fuentepelayo - El hombre por el traje y la perdiz (Segovia) rios de briales y cotas de nobles, por su plumaje. princesas y caballeros, aunque a la - Una madre y una capa, todo lo par existen otros romances neta- tapa. mente populares que presentan a - Aunque la mona se vista de seda, mona se queda. serranos, arrieros, labradores, pas- - El hábito no hace al monje. tores y que se recrean en un ambiente más rural y pastoril. Esa necesidad de consideración La descripción de los personajes social por el traje obligaba en oca- del romance siempre llamó la aten- siones a un falseamiento de la pro- ción a un atento auditorio, y el can- pia realidad, pretendiendo aparen- tor, sabedor del interés suscitado tar lo que no se era . Esta situación por el físico, el vestido, las alhajas, salía a relucir en muchas ocasiones reservaba algunos versos en sus avergonzando a aquellos que lo coplas y romances para iluminar la pretendían, y en coplas echaban en imaginación pública. Tal circunstan- cara a los hombres del pueblo y los cia es hoy día más que impensable, devolvían a su verdadera realidad, dado que el mundo actual de la que a la larga no pasaba desaper- imagen, la televisión, el cine, las cibida para los vecinos del lugar revistas que muestran un amplio que cantaban: espectro de colores e imágenes, Tanto pañuelo blanco tanto de la realidad como de la fan- tanta bombolla, tasía impide un desarrollo alto de la y el puchero a la lumbre imaginación. La descripción sirve con agua sola. además para situar en un marco más real la escena aunque se trate Tanto jubón de seda de elementos fantásticos (descrip- tantos encajes, sin tener una silla ciones de hadas, princesas, seres donde sentarse. mitológicos) ya que a pesar de ser historias ilusorias o novelescas, la Tanto vestido blanco descripción del indumento y del

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paisaje, del físico de los personajes en silla de oro sentado, los vuelve mucho más cercanos y con sombrero cordobés creíbles en nuestra realidad, forján- y zapatito picado. dolos en nuestra mente de mil El aspecto suele figurar en los pri- maneras. meros hemistiquios del romance o El romance necesita crear una cada vez que aparece un persona- situación real para hacer efectivo su je. La serrana de la Vera, el segador mensaje moralizante. La ambienta- de la bastarda, la Peregrina o un mozo arriero se visten y desvisten tan sutilmente que basta un octosí- labo para presentarnos al persona- je de manera rotunda y característi- ca, con aires chulescos, nobles, divinos.

Camino para la Mancha caminaba el mozo arriero, buen zapato buena media, buen bolsillo de dinero... (El mozo arriero y los bandoleros)

Las mujeres matadoras y vengado- ras de su honra aparecen en muchos romances como fieras ante los despechos de los hombre El paloteo a la Virgen de Castillo de y el maltrato familiar. Su fiereza se Cisneros (Palencia) ción espacial, la personalidad y hace patente en su forma de vida, nombre de los personajes, sus tra- agreste, luchadora, portando jes, reclaman la atención del oyente armas, etc. Estas mujeres bravuco- y su interés. Esos datos se fijarán nas aparecen en una actitud en su memoria y junto a otros muchas veces insinuante y casi las- mecanismos de composición, el civa ante el auditorio, atraen a los lenguaje poético (las repeticiones, hombres con artimañas, y apare- paralelismos, etc,) servirán como cen envueltas en un halo atractivo elemento de recuerdo para poste- seductor, muy expresivo a veces, riormente cantar y recordar - que el oyente entiende con un sen- muchas veces reelaborando- ese cillo verso o una traza ligera. romance o esa copla. Raro es el romance tradicional o popular en el Se retiró a su aposento que no aparezca algunas descrip- como una leona fiera se despoja de su ropa, ciones del traje, su color o la rique- tomando capa y montera, za del paño. Incluso los romances rico coleto de ante de corte infantil remueven la imagi- calzón de la misma pieza. nación del niño en mínimos detalles y zapato a lo moroño en sus cantos: de rica media de seda. Un charpa con dos pistolas, Estaba el Señor don Gato también su espada y rodela,

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y un trabuco que pendiente que te irán sacando el alma. de su cintura lo lleva... - No tiemblo tus siete perros (Doña Josefa Ramírez) ni tu perra segoviana, 8 que tengo yo unos colmillos Allá arriba en aquel alto, como puntas de navaja. en las vegas de Plasencia, Ha entrado en la pastoría se pasea una serrana, cogió la mejor primala una serrana pasea, 10 - Y andar, perritos a él, con la faltriquera corta quitaímele esa primala, por andarse a la ligera, que si no se la quitáis tiene el pelo de azabache, os daré cachiporrada, ojos de garza morena... 12 y si se la quitáis (La serrana de la Vera, os daré cena doblada: Siero de la Reina, León) siete calderos de leche Una visión más campestre aparece y otras tantas de cuajada, 14 siete panetes de trigo en el romance netamente popular mientras seas dueña la cabra. de la Loba parda, que acaba con la - Y han andado siete leguas pelleja del animal repartida en mil y alredor de una montaña pedazos, utilizados para la ropa de 16 y otras siete la han corrido los amos o la propia del merinero. y en poco tierra llana; y al pasar de un arroyito Estando yo en mi reguero la loba ya iba cansada. remendando mi zamarra, 18 - ¡Tomae perro, tu borrega, 2 vide venir siete lobos toma perros tu primala! y en medio una loba parda. -¡Tomae perros, tu borrega, - Detente, loba, detente, que de ella no quiero nada!. no me seas determinada, 20 - No quiero yo mi borrega 4 que tengo yo siete perros de tus dientes maltratada, y una perra segoviana. lo que quiero es tu pellica - No tiemblo tus siete perros, "pal" pastor una zamarra, 22 l'espinazo "pa" garrote para dominar las cabras, las costillas "pa" badajos, "pa" las cencerrillas claras 24 las orejas "pa" abanicos para abanicar las damas, y el rabo para agujetas para atacarse las bragas; 26 y aquí termina la historia del pastor y la zamarra. Versión de Villanueva de Avila, cantada por Justo Muñoz López de 72 años, grabado por Carlos A. Porro y Carlos del Peso el 17 de agosto de 1996.

Otras versiones castellano-leone- sas añaden diferentes datos sobre el vestir popular: El cambio generacional. La familia reunida. ni tu perra segoviana, Abastas (Palencia) 6 un perro con unos yerros No queremos la borrega de tu boca enlobatada,

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jan muchos textos acerca de la moda, la llegada de prendas nove- dosas -mantones de Manila, gorras, los botines- y la incorpora- ción y cambios en el vestir tradicio- nal merced a la influencia extranjera con títulos como "las mujeres con pantalón", "la mujer sin medias", esta de "los pantalones del señor Fermín" o la que sigue acerca del uso de las botas femeninas de media caña que se abotonaban a lo largo del tobillo, en un repertorio de cuplés y tonadillas.

Yo soy el señor Fermín el que el pantalón compró, La danza de la Virgen de Lastas de Cuéllar que queremos la pelleja (Segovia) 2 mi historia voy a decir, pal pastor una zamarra, escuchen con atención. las tripas para guitarras El año sesenta y cuatro para que bailen las damas, se hicieron mis pantalones, las orejas pa abanicos 4 con ojales y pretinas, para abanicarse el ama, faldriqueras y botones. loa cabeza pa un zurrón Me les hicieron en Segovia, para guardar las cucharas, conmigo les ajustaron los ojos para candiles 6 y al sacarles del comercio para acostarse el ama, treinta reales me costaron. las patas para unas ligas No vayan a creer ustedes para el pastor y su dama, que la vida que han tenido las uñas para hacer silbos 8 ha sido como otros pantalones para silbarse a las cabras, de estar en arca metidos. las uñas para dedales Han pasado más martirios para las mozas de Babia, que pasó San Sebastián; el rabo para agujetas 10 han sido tres veces muertos para atarcarse las bragas, y han vuelto resucitar; el rabo para hacer cinchas han andado entre basura para atacarse las bragas, y en barros en ocasiones; el rabo para correas 12 unas veces sin ojales para atarse las polainas, y otras veces sin botones. el rabo para correas Me les tenía sentenciados para atarse mal las bragas. pa un molino de papel, y el culo para que chupen 14 me dijo una señorita: los que escuchan la tonada. -yo se los remendaré-. Con metro y medio de tela El afán periodístico -y de acercar y los trapos que me puso las novedades- de los ciegos 16 quedaron los pantalones ambulantes que vendían de norte a otra vez medio nuevos. sur los romances vulgares y las Que viva Dios del cielo, hojas de las coplas hace que reco- que vivan los pantalones 18 que viva, que viva, viva,

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que viva vuelvo a decir dades". Ya de por si advierten los que viva la secretaria propios cantores en sus presenta- y que viva el señor Fermín. ciones muy certeramente, sabiendo Copla cantada por Higinio Santos de 72 años de edad, de este afán español por criticar, natural de Pinarnegrillo (Segovia). verdulear y meterse en la vida de Grabado por María Eugenia Tardón y Carlos los demás: A. Porro el 18 de mayo de 2002. Aquí me pongo a cantar Un zapatero me dijo ayer lo primerito que encargo que él conoce bien a las mujeres que no me corten la ropa 2 en el modo de llevar las botas, que ya lo traigo cortado. de seguro los años que tienen. Las de quince a veinte llevan las botitas Los enfrentamientos de mozos por 4 de nueve botones una muchacha, o de dos primas y muy ceñiditas; por un mismo hombre, la envidia, el las de veinticinco / deseo, el secreto a voces del amor, las llevan holgadas, ese desliz con un , todo se 6 luego las de treinta canta en el baile y con gracia se ya desabrochadas. dice, procurando no ser muy hirien- Los tipos de Aliste (Zamora) De cuarenta como te. También la ronda de mozos es el ya no piensan echar suerte momento idóneo para echarse en 8 van perdiendo los tacones y hasta el contrafuerte; cara y responder a las mujeres a las y las viejas, solteronas afrentas que éstas les cantaron con que no se han casado, la pandereta en el baile el domingo 10 esas llevan unas chanclas anterior. que huelen a cocido atrasao. Una ronda de mozos que describe Pues dile a tu novio, perfectamente la indumentaria de la si es que es zapatero, 12que las botas de nueve botones mujer, -y ocasionalmente de mane- las quiero. ra muy local adaptando las versio- Zapatero, tómame con cuidao nes al uso de las prendas de la la medida zona - es la ronda del vestido, muy 14 que yo quiero, zapatero, popular antaño en zonas serranas que la bota me venga ceñida. madrileñas, abulenses, segovianas, Zapatero, tómala, sorianas y toledanas. tómala con cuidao 16 que yo quiero, zapatero, Dame niña tus tijeras que me venga justito el calzao. para cortarte un vestido Cantado por Eugenio Tardón de 70 años de que nadie le ponga faltas edad. Grabado por Mª Eugenia Santos y a ti te venga cumplido. Tardón y Carlos A. Porro en Pinarnegrillo (Segovia) el 1 de junio de 2002. Comienzo por el cabello, y que es el primer lugar que tienes una madeja La ronda y el baile son los lugares que se puede dibujar. en los que los cantares afloran a Debajo de esa madeja viva voz vistiendo y desvistiendo al esas que llamáis orejas, personal. Las muchachas a son de esos que llamáis oídos, almirez o pandereta y los mozos de por donde escucháis las quejas. ronda de guitarra "se dicen las ver- Las cejas son dos columnas,

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repompollúa de abajo y de centura delgada. El devantal que te pones para adorno tu centura, a mi me robas el alma y engrandeces tu hermosura. Esa medias que te pones yo no sé de qué serán merecían de que fueran de seda fina bordás. Las ligas que te pones yo no sé de qué serán, pregúntaselo al tendero que allí está y te lo dirá. El zapato que te pones en ese pulido pie quién fuera zapaterito para dírtele a poner. Detente lengua, detente, no lo lleves tan deprisa, que debajo te has dejado De la Ribera leonesa las enaguas y la camisa. Versión de la Puebla de la Sierra (Madrid). tus ojos son dos luceros, Cantada por Lucia Bernal Bravo y grabada que alumbran de día y noche por J. M. Fraile Gil en 1989. lo que no hacen los del cielo. Esas narices que tienes Otras variantes añaden más deta- están derramando perlas lles al indumento serrano: ¡ay! quién fuera pajarito para volar y cogerlas. Empezando pol pañuelo Esa boquita que tienes que te cubre la cabeza, tan querida y tan triunfante por eso te ha dado Dios para dar conversación memoria y entendimiento. al querido de tu amante. El delantal que te pones, Esas cuentas que te pones pingadito a la cintura para adorno tu garganta guarnecido de claveles, merecían de que fueran del jardín de tu hermosura. de cristal fino y de plata Zapatos de esta morena, Ese justillo que te pones curruquita ya querrás, te le acrochas con primor quién te pusiera el zapato, acuérdate de aquel majo quien te pudiera calzar, que te regaló el cordón. quién te pusiera la "herbilla" Ese jubón que te pones quien te pusiera el zapato para adorno de tu cuerpo quién te pusiera la "herbilla", por eso te ha dado Dios en ese pulido zapato. memoria y entendimiento. Dame mayas tus tijeras Ese pañuelo que te pones que no te voy a hacer daño con encaje to alredor para cortarte el romance el pañuelo era de estambre que te ha cantado tu mayo. y el encaje de algodón (Garganta de los Montes, Madrid) El refajo que te pones pareces a la campana Ese pañuelo que llevas

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bien cubre tu lindo talle, que vou ve-las de Couceiro vale más lo que agrada que lo que el pañuelo vale. Perdín no meu xustillo, Los pendientes que te pones perdín o meu xustillo, campanillas de oro son perdín o cordón dél, que descansan en tus hombros mira Pepa, perdín o cordón dél tocan en mi corazón. Meu marido traem´outro, El justillo que te pones queu darei conta dél.

Adiós hasta mañanhe, adiós hasta mañanhe, adiós los que se quedan, adiós los que se vanhe. Cantada por Avelina Méndez, de Bembibre, Val do Doubra, A Coruña. Grabado por Tecnosaga en 1985.

Canciones de canto en común pro- pias de cualquier reunión son las denominadas enumerativas y acu- mulativas, que con motivos numéri- cos (las doce palabras), animalísti- cos (la cena de la novia, los diez perritos) o del traje popular entretie- nen las horas en veladeros, taber- Danzantes de la Virgen de Rombrada, abróchale con primor, nas o corros de calle reclamando Támara de Campos (Palencia) acuérdate del galán un estribillo gracioso que corean los que te regaló el cordón. asistentes. (Reinosa, Cantabria). - Mi mujer, mi mujer yo te comparé unas medias. Diferentes cantares de enamorado - No marido mío, no, en la ronda o acompañándolo en la que las medias rascan piernas con soledad del camino hacen volar la los choclos. imaginación de aquel que lo oye: Con el vino, sano yo, marido, Por que non hei de cantare con el agua, por que non hei de cantare, me pongo muy mala, por que hei d´andar alegre, con el vino no, mentras non teño pesare. que me sana, que me sana. - Mi mujer mi mujer, Perdín no meu refaxo, yo te compraré un mandil. perdín non meu refaxo - No marido, mí, no, perdín o rodo dél, mira, que el mandil me hace carril Pepa, perdín o rodo dél. y las medias rascan piernas con los Meu marido traem´outro, choclos. que darei conta dél. Con el vino, sano yo marido Arriba meu pau de pino con el agua, por debaixo Vieiteiro, me pongo muy mala, adiós nenas de Bembibre con el vino no,

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que me sana, que me sana. El cura no va a la iglesia, - Mi mujer, mi mujer. le dice el ama: -¿Porqué? yo te compraré un manteo, Porque no tiene calcetas. - No marido mío, no, - Calcetas yo le daré. que el manteo me da arqueo, Las calcetas con trabetas, que el mandil me hace carril los zapatos con sus lazos, y las medias rascan piernas con los con su punta y su tacón, choclos. Christe eleisón. Con el vino, El cura no va a la iglesia, sano yo marido... le dice el ama: -¿porqué?. -Mi mujer, mi mujer Porque no tiene camisa. yo te compraré un mantón. - Camisa yo le daré. -No marido mío no, La camisa larga y lisa, las calcetas con trabetas... El cura no va a la iglesia, le dice el ama: -¿Porqué? Porque no tiene calzones. -Calzones yo le daré. Los calzones con botones, la camisa, larga y lisa... El cura no va a la iglesia, le dice el ama: -¿Porqué? Porque no tiene sotana. - Sotana yo le daré. La sotana con su pana, los calzones..... El cura no va a la iglesia, le dice el ama: -¿Porqué? Porque no tiene bonete. - Bonete yo le daré. El bonete con copete, El paloteo de Fuentes de Nava (Palencia). al sotana...... que el mantón me da calor, Versión de Trévago (Soria), y el manteo me da arqueo... recopilada por iris Lázaro en 1987. Mi mujer, mi mujer, yo te comparé un borrico Las navidades abren el arca de los -Sí, marido mío sí villancicos con mil referencias a las que el borrico trae vinico, albarcas, zamarras, zahones y el mantón me da calor, gorras de pellejas de pastores y y el manteo me da arqueo.... zagalas. Otros temas -más raros e Versión cantada por Ildefonsa Díez de 87 años, natural de Villarrodrigo de la Vega interesantes- describen el trajecito (Palencia). Grabada el 20 de agosto de 1993 del Niño Jesús en el momento de la por Carlos A. Porro. adoración, que se corresponde con El cura no va a la iglesia, el vestir tradicional de cualquier le dice el ama: -¿Porqué? niño de épocas pasadas, como Por que no tiene zapatos. este tema. - Zapatos yo le daré. Los zapatos con sus lazos, Adorémosle, ensalcémosle, con su punta y su tacón, arrodillémonos al son de Dios. Christe eleison. Viste la Virgen su Niño,

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y le pone el culerito, la Virgen al Salvador. y le dice: -Rey Chiquito-, Adorémosle... la Virgen al Salvador. Viste la Virgen su Niño Adorémosle... y le pone el babatel Viste la Virgen su Niño y le decía: -Clavel-, la Virgen al Salvador Adorémosle.... Viste la Virgen su Niño y le pone el enaguao y le dice: -Resalao-, la Virgen al Salvador. Adorémosle.... Viste la Virgen su Niño y le pone el babero y le decía:- Lucero-, la Virgen al Salvador. Adorémosle... Viste la Virgen su Niño con una capa de lana y le canta una nana, la Virgen al Salvador. Adorémosle... Viste la Virgen su Niño

La ronda maragata en Villavieja (León) y le pone la gorrilla y le pone los pañales, y le canta una coplilla y le decía:- Corales-, la Virgen al Salvador. la Virgen al Salvador. Adorémosle... Adorémosle.... Viste la Virgen su Niño Viste la Virgen su Niño y le daba de mamar y le pone las meaderas y lo dejaba dormido y le dice: -Primavera-, en su pecho virginal. la Virgen al Salvador. Adorémosle.... Adorémosle... Ya se acabaron las coplas Viste la Virgen su Niño de este cante tan bonito y le pone el camisito cómo la Virgen vestía a Jesús y le dice: -Rebonito-, cuando era Niño. la Virgen al Salvador. Adorémosle... Adorémosle... Versión de Luque (Córdoba), cantado por la Viste la Virgen su Niño zambomba de "los segaores" en 1995. y le pone el jugón y le decía: -Primor-, Dentro de los mil apartados de la la Virgen al Salvador. tradición oral que nos interesan Adorémosle.... aparecen las danzas de palos. Las Viste la Virgen su Niño letras que cantan los danzantes y le pone los patines y le decía: -Jazmines-, fosilizan expresiones del siglo de la Virgen al Salvador. oro, textos arcaicos romancistas Adorémosle... con detalles locales del vestir, como Viste la Virgen su Niño este "palotiau" oscense que detalla y le pone la toquilla las diferencias en el vestir de las y lo mira con risilla, niñas y de las mozas de Jaca, Ansó

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y Hecho. Y pañuelo a la cabeza, faja alpargata y calzón Verde la quiere es el querido uniforme la niña saya de los hijos de Aragón. verde la quiere que no colorada. Los ansotanos de Ansó Y aunque le cueste gastan calzón y sombrero la vara un doblón porque los ansonatos son, verde la quiere ansotanos caballeros. que no de color. (Embún, Huesca) Gasta la molinera ricos anillos y el pobre molinero sin calzoncillos. Otros lazos anotan el uso y algún detalle: Acerca de los pantalones, prendas más modernas que dieron al traste El zapato está roto con el calzón corto: por la puntilla por bailar con Don Diego Qué contento y qué alegría las seguidillas. que me está haciendo mi madre, Tres para Pedro, unos pantalones nuevos tres para Juan, de unos viejos de mi padre. tres para el cura y el sacristán. Ese bailador que baila (Hoyocasero, Avila) se le caen los pantalones, la culpa la tuvo el sastre Haciendo un repaso por el amplísi- que se los hizo grandones. mo cancionero tradicional reunimos aquí un puñado de canciones, unas Prendas de busto: la chaqueta, el pocas, pues podrían contarse por chaleco y la camisa: miles (cuartetas o seguidillas princi- palmente) que refieren los usos Es tanto lo que te quiero, que te quisiera llevar anteriormente enumerados, colores en el bolso del chaleco y materias, funcionalidad, etc. De como papel de fumar. tipo festivo, utilizan las letras dentro de un soporte rítmico del baile, para Catorce camisas tengo, la jota, muñeira, seguidilla, charra- quince con la delgada, da, etc, para el trabajo o para la la que se case conmigo ronda. tendrá una buena colada.

De pantalones, calzones y bragas: Benditas sean las manos y quien te enseñó a coser A Torrelavega voy, que me has hecho una camisa de Torrelavega vengo con la pechera al revés. compréme allá unos calzones, una faja y un moquero. Si supiera que eras mía Pa la mujer una saya, te mercara una camisa, un elástico al mozuelo pero no visto yo altares y un paraguas trasmerano para que otro diga misa. pa taparnos todos ellos. Los mineros de la mina, gastan camisa planchada

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con un letrerin que dice: de restos y recortes la mina todo lo paga. la capa pa mi marido.

Ese de la blusa larga Ya se acabaron los tiempos y a la orilla los botones, de lucir tanto manteo chavales como esos ahora van en minifalda, los tengo yo a puntillones. las mozas a San Mateo . (Reinosa, Cantabria) El chaleco de aquel mozo le falta un botón al medio, Cómo menea el manteo échale majo de plata cuando a Reinosa bajaba, que sé que tienes dinero. el día de San Mateo una moza campurriana, La corbata: lleva el pañuelo y va en albarcas. Los mozos de Villalpando todos gastan de corbata, Sandunguera menea esa saya y es para tapar la roña que ayer tarde bien la meneabas, que tienen en la garganta. sandunguera menea el refaxo que lo tienes roto por riba y por Mi amante es alto y buen mozo baxo. y no gasta corbatín, porque no lo necesita Te compré una senaguas para enamorarme a mí. pa que en el baile, las lucieras pegando El cuerpo de la mujer: las sayas, blincos al aire. manteos, vasquiñas, guardapiés, refajos, etc. En el ruedo de la falda tiene Tadea una estrella Aunque me veas aquí con un letrero que dice: con la saya redondela -¡Viva quien baila con ella!. tengo yo los mis amores en San Roque de Riomiera. Tienes una cinturita que anoche te la medí Qué llevas en esa saya, con vara y media de cinta que tanto vuelo le das, catorce vueltas te dí. salero y más salero, salero y nada más. Tienes una cinturita que anoche te la medí Aquella de lo verde, con la cincha de la burra / lo azul encima, y la tuve que añadir. la mujer de mi hermano, cuñada mía. Llevan las lebaniegas en el refajo media vara de cinta Date la vuelta maja de contrabando. que se te vea, esa enagua encarnada Ese tu zagalejo, zagalejera, que colorea. ¡a cuántos ha servido de cabecera!

Del pellejo de una rata Levántate tabernera tengo cortar un vestido la de la saya redonda

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para darnos de beber con dos vueltas de coral a los mozos de la ronda. que todas las madrileñas Levántate tabernera vestidas de faralás. y ponte una saya mala y nos darás de beber La del manteo verde, a mi y a mis camaradas. verde verdoso Levántate tabernera lleva el azul debajo y ponte el manteo bajero maravilloso. para darnos de beber La del manteo verde, a mi y a mis compañeros. verde verdea lleva una rica enagua El borde de tu manteo que se la vea. me ha llamado la atención los picos de tus enaguas La madre que tiene una hija me roban el corazón. y la viste a lo bolero no la puede pretender Vengo de la romería ningún pobre jornalero. de la Virgen el Collado de estrenar la saya nueva ¡Quién fuera clavito de oro y el pañuelo colorado. donde cuelgas el candil para verte desnudar Toda mi vida he andado y a la mañana vestir!. tras de una saya y ahora que la tengo Sobre el mandil, mandila, devantal me viene larga. o delantal: -Si te viene larga, niña, métele alforza Eso que te tapas con el delantal, -Ahora se la he metido dos columnas fuertes y el Palacio y me vienen corta. Real.

Salid mozas a bailar En Chinchón hay una moza y romped vuestros vestidos que se tiene por formal, que después que vos caséis y en la puerta de la villa no vos faltarán suspiros. ha perdido el delantal.

La moza que se enamora Hay una moza en mi pueblo del vestido y no del hombre que se tiene por doncella falta de conocimiento, y tiene roto el mandil porque el vestido se rompe. de mirar a las estrellas.

La mujer del escribano Debajo del delantal lleva vestido de indiana tiene un pozo muy hondo, -El demonio de la pluma donde se cayo mi hermano ¡cuánto dinero que gana!. con las alforjas al hombro.

En el baile bailando Debajo de tu mandil te vi los bajos tienes un tintero negro, creí que eran puntillas déjame mojar la pluma y eran pingajos. que soy escribano nuevo.

Valen más las serranas Ay que te lo ví, ay que te lo ví

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por un agujero que tiene el mandil. Por atar el dengue la saya me cayó Eso no puede ser, eso no pué ser -átala si quieres que no te la ate yo. por un agujero no se puede ver. Tengo siete justillos Mucho me gusta el mandil y los siete envarillados, que lleva aquella aldeana, también tengo siete novios mucho me gusta el mandil, y seis viven engañados. pero más aquella dama. Llevan las montañesas en el justillo Vale más una pasiega un letrero que dice:- ¡Viva Campillo!. con cuévano y delantal que unas cuantas señoritas Los pañuelos, mantones y tocas: vestidas de tafetán. Desde que vino la moda No verás a una pasiega de los pañuelitos blancos vendiendo tela o manteca parecen las labradoras sin delantal bien cumplido palominas en el campo. y colgando la tijera. Ahí está la pasiega, Tienes una cintura que en ella te la del pañuelo terciado pones y la mano en la cintura una cinta que roba los corazones. ¡ay que tipo resalado!.

En un baile Zapatierno Portalito de la iglesia no me deixaron entrar si tú pudieras hablar, porque no levabe picos ¡cuántos pañuelos de seda debaixo del devantal. habrás visto regalar!. (Gistaín, Huesca) El hombre para ser hombre Con ese mandilín ha de gastar tres pañuelos, y esas medias coloradas uno en cada faldriquera van enamorando, neña, y otro debajo el sombrero. a los mozos de Carreña. (Horcajuelo de la Sierra)

Debajo de mi mandil tengo Serrana no eres serrana, un racimo de uvas que ese traje no es de Sierra con permiso de mi padre que no gastan las serranas ven a ver si están maduras. tanto pañuelo de seda.

Dama hermosa del mandil florido, Eres chula en el andar dama hermosa yo me voy contigo. y en ponerte los pañuelos pero más guarra que tú Arriba compañeritos no lo guardan los porqueros. que ya la veo venir con el porron en la mano -¿Donde está aquella morena y la torta en el mandil. que cortaba aquellas flores? (Aguinaldo de Nomparedes, Soria) -Está lavando el pañuelo que tendió de sus amores. El talle: justillos, pañuelos y den- gues: Mírala por donde viene, mírala por donde va

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la que me lavó el pañuelo medias de seda en el agua de fregar. y al pobre molinero lo lleva en piernas. Cuatro pañuelucus tengo y los cuatro son de seda La faja: que me los ha regalado una mozuca de Miera. No porque seas buen mozo extiendas tanto la faja Un cazador cazando también a los buenos mozos perdió el pañuelo, se les dan las calabazas. una moza en el baile lo lleva al cuello. Date la vuelta majo, que se te vea, Niña del pañuelo negro, dime: esa faja encarnada -¿quién se te murió?, que te rodea. si se te ha muerto tu amante, no llores que aquí estoy yo. Para pasear tu calle no necesito navaja Siguela, majo, que va por agua que ese novio que tú tienes con el pañuelo que ella llevaba me lo meto yo en la faja. puesto a la moda que enamoraba. Anoche en la ronda La madrina lleva, lleva, perdí la faja, pañuelo de cien colores el pañuelo de seda y el padrino feligrana y la navaja. colgando de los calzones. (El Berrueco, Madrid) El calzado:

Tiene la Tarara Un Juanito es la hebilla una manteleta de mi zapato, que se la ha ganado un Pepe los ribetes, haciendo calceta. Manuel el lazo. Digo y repito, Las medias y las ligas: que el lazo del zapato, es Manolito. Cada vez que te veo (Sevillanas) los senojiles se me ponen los ojos Zapatito picado como candiles. trae la escribana anda el diablo a la pluma Portalito de la iglesia que tanto vuela cuantas ligas habrás visto (Maragatería, Léon) cuantos pecados mortales habrás cometido a Cristo. Bailar, mocitas bailar, y romper vuestros zapatos Dime que señas tiene que después que vos caséis tu enamorado: os cargaréis de muchachos. -tiene las ligas verdes y el calzón pardo. Esos pulidos zapatos con que sales a bailar Gasta la molinera merecieran ser de plata,

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la punta de cordobán. átate bien las albarcas que hay gente criticadora Todas las amas de cura amiga de sacar faltas. se crían muy regalosas buen zapato y buena media, Una moza en el baile buena leche que se toman. se lo miraba el tacón de la bota Gasta la molinera ricos zapatos que la apretaba. y el pobre molinero anda descalzo. Salid a bailar mozas, Manolo si vas al baile unas con otras, atácate los botines que los mozos no quieren que la hija la panadera romper las botas. la zumban los cataplines. Voy facerte unes madreñes Vale más las albarqueras de tacón y que levanten que llevan las ansotanas porque eres muy baja y alcances que las cintitas de seda a los brazos de tu amante. que llevan las riveranas. Esta noche la ronda Esta noche fui de ronda a la sanjuanada a cortar la cola al gato con una chola rota se la espigaré a la novia y otra esgarrada. pa que se ate los zapatos. Tocados para la cabeza, mantillas, En la plaza de Reinosa cintas, sombreros y monteras: vi bailar a un campurriano, A cantar me ganarás en albarcas y escarpines y a poner bien la montera en el rigor del verano. pero tocanti al trabaju tienes muy mala madera. El galán que a mí me ronda gasta pantalón de pana Pensaste de engañarme pañuelo de seda al cuello por la monteira y alpargatas aldeanas. ya no se cogen truchas en la ribera. Gastas alpargatas blancas con las cintas de color, En Lamedo los letrados o no tienes pa zapatos y en cualquier tiempo que sea o te sobra presunción. siempre llevan una letra debajo de la montera. Te quiero como si fueras cinta (Cantabria) de mi alparagata, mira si te quiero bien Ahí va la cochina que te quiero por las patas. de la montera, más quisiera ser vaca Esos que están bailando que no vaquera. que alcen las patas (Brañas asturianas). que se han encarecido las alpargatas. Ea, ea, ea con el de la montera ea, ea, ea que el aire se la lleva.

Si te vas a Peguerinos Acaba galán, acaba,

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de echar la cinta al sombrero, Llevan las lebaniegas que hoy en día se gasta en el rodete más fantasía que dinero. cintas rojas y verdes que comprometen. Álzate esa gorra, majo, que no se te ven los ojos, Quítate esa mantillina esos labios de coral que te quiero ver el pelo, y ese moreno gracioso. que para ver a una imagen antes se descorre el velo. Mi padre me da de palos por querer a un granadero Llevan las sevillanas en la mantilla y al sol de los palos digo: un letrero que dice: - ¡Viva Sevilla!. -¡Vivan las gorras de pelo!. Cógete la mantillina y arrecógete en la sala Si quieres que te quiera y ponte a considerar más que te quiero, lo que vas a hacer mañana. quítate la boina ponte el sombrero. La capa: Por la calle abajo va, por la calle abajo viene, Que te vayas que te estás, la cinta de mi sombrero, de la capa no te tiro, colorada, azul y verde. el sentimiento que tengo es de haberte conocido. Cómo quieres que te dé lo que no te puedo dar, Cuando paso por tu puerta la cinta de mi sombrero cojo la capa con aire si no la puedo arrancar. que tienes una vecina que corta mejor que un sastre. Por bailar y no baile, perdí la cinta del pelo, Del vuelo de tu capa por bailar y no baile, me enamoraba yo, de una mujer en el baile, del vuelo de la capa, ¿qué menos puede perder?. del que la lleva no.

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Las prendas de la novia: canciones de boda en la tradición judía sefardí

Paloma Díaz-Mas Grupo de Investigación Antropológica sobre Patrimonio y Culturas Populares (CSIC)

En esta colaboración analizaremos Grecia y los Balcanes, buena parte cómo la indumentaria se refleja en de Oriente Medio y del Nordeste de los cantos sefardíes, y concreta- África). mente en las canciones específicas En 1497 los judíos de Portugal - que acompañan (o acompañaban) entre los cuales se contaban uno de los ritos del ciclo vital en que muchos exiliados de Castilla y -para todos los pueblos- la vesti- Aragón- fueron obligados a conver- menta cobra una importancia pri- tirse; una parte de ellos adoptaron mordial: la boda. el cristianismo sólo de manera for- Pero antes de seguir adelante con- mal y siguieron practicando a viene aclarar algunos conceptos escondidas la religión judía, cosa acerca de los sefardíes, su lengua, que pudieron hacer en parte por- su cultura, etc. que entonces no existía Inquisición en Portgual (no se implantó en ese 1. Los sefardíes y su lengua reino hasta 1531). Fueron estos El término sefardí viene de Sefarad, conversos criptojudíos (literalmen- un topónimo que aparece en la te, 'judíos escondidos') los que for- Biblia -concretamente en la profe- maron las comunidades sefardíes cía de Abdías, versículo 20-- para de los Países Bajos (sobre todo en referirse a un lugar lejano hoy no Amberes y en Amsterdam), en identificado. En la Edad Media, Inglaterra o en las colonias portu- Sefarad se identificó con el extremo guesas y holandesas en América occidental del mundo conocido, (Brasil, Guayana) en los siglos XVI y que era entonces la Península XVII. Por otro lado, algunos de Ibérica. De ahí que llamemos sefar- estos conversos judaizantes se fue- díes a los judíos descendientes de ron incorporando paulatinamente a los expulsados de la Península las comunidades sefardíes consti- Ibérica a finales de la Edad Media. tuidas en Italia, el imperio turco o el Norte de África para vivir en ellas Los expulsados de las Coronas de abiertamente como judíos. Castilla y Aragón por los Reyes Católicos en 1492 se dirigieron a Los sefardíes del imperio turco y del algunos países europeos (Sur de Norte de África conservaron duran- Francia, Italia, Portugal), al Norte de te siglos el uso del español como África o al entonces pujante imperio lengua de comunicación y lo utiliza- otomano (que abarcaba no sólo lo ron como lengua literaria. Natural- que hoy es Turquía, sino también mente, la variedad del español que

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hablaban los judíos fue cambiando bién la desaparición de algunas con el tiempo, en parte por la lógi- comunidades sefarditas en Grecia y ca evolución interna de cualquier los Balcanes. lengua viva, y en parte porque reci- Como consecuencia de ello, hoy en bió múltiples influencias de las len- día el judeoespañol es una lengua guas con las que estaba en contac- casi en fase de extinción, aunque to (el árabe, el turco, el griego, el todavía quedan sefardíes que la serbocroata, y también lenguas conocen y la hablan en Turquía, occidentales como el italiano o, Grecia o Israel; también existen más modernamente, el francés). unos pocos escritores que procu- Además, dentro del judeoespañol ran seguir utilizándola como lengua (llamado también ladino o judesmo) literaria, aunque su universo poten- se desarrollaron distintas varieda- cial de lectores es muy escaso y la des locales; y en general, las varie- cultivan más bien como un home- dades el judeoespañol de Oriente naje a la cultura de sus antepasa- tienen unas características comu- dos. En Marruecos la variedad local nes que las diferencian del judeoes- (la hakitía) desapareció ya en la pri- pañol de Marruecos, (llamado haki- mera mitad del siglo XX, por influen- tía). cia del español peninsular. Con el tiempo, el judeoespañol fue Algunos de los cantos de bodas quedando relegado al uso en el que comentaremos aquí muestran ámbito familiar, perdiendo peso los rasgos dialectales propios del como lengua literaria y de cultura a judeoespañol de Oriente: una mez- favor de otras lenguas como el cla de arcaísmos del español con francés (por influencia de la educa- influencias de otras lenguas y ele- ción francesa que los sefardíes reci- mentos específicamente sefardíes; bían en las escuelas de la Alliance otros, de los sefardíes de Israèlite Universelle desde la segun- Marruecos, están en un español da mitad del siglo XIX), el italiano, muy semejante al peninsular, aun- las lenguas de los países de asen- que con algún rasgo dialectal espe- tamiento como el turco, el griego, el cífico. serbocroata o el rumano (a raíz del nacimiento de los nacionalismos 2. Cómo es una boda judía locales entre el siglo XIX y las prime- Para entender el papel de la indu- ras décadas del XX) o incluso el mentaria en los cantos de boda español de España. Por otra parte, sefardíes es necesario antes cono- las comunidades sefardíes tradicio- cer dos cosas: cómo es una boda nales fueron deshaciéndose a lo judía y qué usos y costumbres largo de la primera mitad del siglo específicos tenían los sefardíes de XX por causa de la emigración los distintos lugares en esa oca- hacia Europa occidental o hacia sión. Hay usos concretos que varia- América del Norte y del Sur o a ban de unas comunidades sefardi- Israel. El Holocausto nazi, con el tas a otras, y que en gran parte se exterminio de millones de judíos en han perdido hoy, al haber dejado de toda Europa (entre ellos, decenas vivir los sefardíes en sus países tra- de miles de sefardíes) produjo tam-

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dicionales de asentamiento y en una fiesta en la que las mujeres haberse acomodado en otros paí- de la familia acompañaban a la ses donde el entorno social no faci- futura desposada, la aderezaban lita la práctica de algunas costum- para la boda, cantaban, bailaban y bres. comían dulces en el mismo baño Sin embargo, otros son ritos pro- público. pios de toda boda judía, que se La boda propiamente dicha celebran siempre. Podemos desta- comienza cuando la novia acude al car los siguientes: lugar en el que ha de celebrarse el El proceso de cualquier boda judía matrimonio, donde el novio la espe- comienza con anterioridad al día ra. No es preciso que la ceremonia del matrimonio, con una serie de se celebre en la sinagoga; aunque ritos de purificación, entre ellos un actualmente se hace a veces así - ayuno que deben observar el novio más por cuestiones de comodidad y la novia unos días antes. que de otra cosa- precisamente lo tradicional es celebrar la boda en Otro acto de purificación es el baño una casa particular, generalmente ritual que ha de tomar la novia en el domicilio de la familia del antes de la ceremonia nupcial; pro- novio. bablemente esta era una prescrip- ción que tenía en sus orígenes En el lugar de la ceremonia se ha razones higiénicas, pero que se ha preparado la hupá, palabra hebrea ritualizado, adquiriendo un sentido que suele traducirse al castellano de purificación espiritual, no sólo como 'tálamo', pero que en reali- para el caso de la boda; así, por dad es un dosel o baldaquino ejemplo, las mujeres tienen que hecho de tela, sostenido por cuatro tomar un baño de purificación varas, una en cada esquina. La todos los meses después de la hupá evoca los tiempos en que los menstruación. judíos eran un pueblo nómada del desierto, que habitaba en tiendas, y Por otra parte, y también como un la novia era conducida a la tienda elemento de pureza ritual, la halajá del novio para ser desposada e (normativa rabínica) establece que integrarse en la familia del marido. la boda sólo puede celebrarse si han pasado por lo menos siete días El encargado de bendecir la unión desde la última menstruación, ya es un rabino, quien recita un qui- que durante el tiempo de sangrado dúsh o 'bendición' sobre una copa vaginal están prohibidas las relacio- de vino, que da de beber a ambos nes sexuales. contrayentes para representar que han de estar dispuestos a compar- Ese baño previo a la boda se toma tirlo todo. en el micvé o 'baño ritual' que suele existir en una dependencia aneja a A continuación se realiza la entrega la sinagoga; aunque en sociedades del anillo: el novio le coloca a la tradicionales de Oriente era fre- novia un anillo de oro pronunciando cuente que el baño de la novia unas palabras hebreas que signifi- tuviese lugar en un establecimiento can 'he aquí que tú estás consagra- de baños públicos y se convirtiese da a mí por este anillo, según la Ley

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de Moisés e Israel'. cualquier boda judía, sea sefardí, Se lee entonces en arameo el texto askenazí (es decir, de los judíos de la ketubá o 'contrato matrimo- procedentes de Centroeuropa) o de nial', que es el documento que cer- judíos de cualquiero otro grupo u tifica la unión, y que la pareja ha de origen. Por otra parte, los sefardíes conservar. En él se especifican las tenían costumbres específicas, que obligaciones de los contrayentes y variaban de una comunidad a otra la dote de la novia, que hoy es sim- y, sobre todo, entre los sefardíes de bólica, pero que hasta las primeras Oriente y de Marruecos. Muchas de décadas del siglo XX era real, al esas costumbres se conservaron menos entre los judíos más tradi- hasta las últimas décadas del siglo cionales. Como la ketubá es un XIX o principios del siglo XX y luego documento destinado a conservar- se abandonaron, aunque queda un se y posee además un importante eco de ellas en los cantos de bodas. Otras se han conservado Ilustración 1 valor sentimental para los contra- yentes, lo más frecuente es que hasta épocas recientes; entre ellas esté escrita en un papel o un per- podemos señalar una relacionada gamino decorado con caligrafía y con la indumentaria: la velada de motivos iconográficos, a veces de novia o despedida de soltera que gran belleza. las sefardíes de Marruecos realiza- ban unos cuantos días antes de la Tras la lectura de la ketubá, el rabi- boda, en la cual la futura novia ves- no recita una serie de bendiciones tía el suntuoso traje de bodas tradi- (sheba` berajot o 'siete bendicio- cional (llamado traje de paños o nes') ante los contrayentes. Por últi- traje de berberisca: véase más ade- mo, se coloca en el suelo una copa lante e Ilustraciones 1 y 2, que Ilustración 2 envuelta en un pañuelo, que el representan sendas mujeres sefar- novio ha de romper pisándola con díes de Marruecos de principios del el pie. Aunque los judíos dan a este siglo XX con el traje de bodas tradi- acto un valor simbólico-religioso, en cional) y reunía en su casa a sus memoria de la destrucción del amigas y parientes femeninas en Templo de Jerusalén, cuyo recuer- una fiesta de mujeres en la que se do debe estar presente incluso en cantaban cantos tradicionales y se los momentos de mayor regocijo, comían alimentos (sobre todo, dul- resulta obvio también el sentido ces) propios de la ocasión; aunque erótico-sexual de ese gesto de las costumbres han variado mucho, romper un recipiente (que en sus todavía algunas sefardíes de origen orígenes debía de representar la vir- marroquí celebran la velada de ginidad de la novia), sobre todo novia en España, en Francia, en teniendo en cuenta que ritos pare- países de Hispanoamérica (como cidos se practican también en cere- Venezuela, donde hay muchos monias nupciales de otras culturas. sefardíes procedentes de Marrue- 3. Usos y costumbres específica- cos), en Estados Unidos o Canadá, mente sefardíes o en Israel. Incluso algunas sefardí- es de esos países siguen casándo- Estas son las fases principales de se con el traje de berberisca here-

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dado de sus abuelas y conservado Como en esas épocas los matrimo- con mimo en el entorno familiar. nios se concertaban entre los padres, la preparación del ajuar 4. La indumentaria y el arreglo de la correspondía a la novia, pero el fijar novia en los cantos de bodas la dote y el ajuar que la mujer lleva- ba a la boda se negociaba entre los En los cantos de boda, como padres, y muy especialmente entre vamos a ver, se reflejan algunas las madres. El ajuar normalmente fases de la boda judía y de las cos- estaba compuesto de ropa de tumbres sefardíes, incluso de las casa, vestidos y joyas, se exponía que han caído en desuso y cuyo para que lo vieran las dos familias y recuerdo sólo se conserva en testi- se tasaba por los llamados precia- monios antiguos o, precisamente, dores y, en tiempos, su tasación en estos cantos epitalámicos. Lo figuraba en la ketubá o contrato comprobaremos a través de varios matrimonial. Veamos dos cantos de cantos de bodas que provienen de bodas que reflejan esto: colecciones publicadas (Alvar, a) Del primero (que solemos titular Attías) y de las encuestas de La vela del ajuar) tenemos aquí una campo realizadas en Israel entre versión de Marruecos (concreta- sefardíes de distintos orígenes, en mente de Tánger, recogida por los años 80 y 90 del siglo XX, por la Susana Weich en Holon, Israel). En musicóloga Susana Weich-Shahak, la canción se anticipan las posibles que han sido publicados en varios críticas de la futura suegra y las discos de grabaciones documenta- cuñadas, argumentando que la les; damos las referencias bibliográ- novia se ha pasado muchas ficas y discográficas al final de este noches en vela bordando y cosien- artículo. do a la luz del candil para hacer su 4.1 Preparando el ajuar y tasando ajuar (axuar, con pronunciación de la dote la x igual la sh inglesa, que es una Como en todas las religiones de las características que el judeo- donde hay divorcio, la novia llevaba español ha conservado del español algún patrimonio a la boda: la dote medieval); la canción continúa con (que recuperaba en caso de divor- estrofas alusivas al baño de la cio, lo cual suponía una salvaguar- novia, con un doble sentido erótico: da económica para ella); y el ajuar, 1 Y axuares nuevos que la muchacha iba preparando delante vos los pondré. con de antelación. Hasta finales del Suegra y cuñada, siglo XIX -o, entre las clases más no tengáis qué decir populares, todavía a principios del de nuestra novia, XX--, se concertaba el matrimonio y muncho lo veló al candil. se hacían los esponsales (promesa de matrimonio) cuando la novia 2 Anoche, madre, apenas había llegado a la pubertad, cené y me eché a dormir. y desde entonces hasta la boda (a Soñaba un sueño, tan dulce lo he de decir. veces dos o tres años después) se que me bañaba hacía el ajuar.

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y a las orillas del Sir. 'collar') de oro; pero ni siquiera eso Con amor madre, contenta a su consuegra, que sigue con amor me iré a dormir. pidiendo más, y la madre de la novia ofrece también siete salvares b) El segundo texto es de Salónica ('calzones anchos que llevaban las (lo publicó el estudioso Moshé mujeres') para que su hija pueda Attias en su libro sobre Romancero mudarse todos los días; y, sobre sefardí de 1956) , y se refiere tam- todo (estrofa 3), le dará un buen bién a cómo la novia ha cosido el mazal (hebreo 'suerte') para que lo ajuar: disfrute con su nuevo marido.

1 Axuagar d'oro labrada 1 - Poco le das, la mi consuegra, que la labró la novia galana. poco le das a vuestra hija, Para el amor. vuestra hija, la querida. Que bien estaba en la vedror, - Li daré sieti camisas, mijor estaba en con el amor Una que se troqu'a cada día. mi novia d'honor. 2 - Yiné's poco, mi consuegra, 2 Que la labró la novia galana poco le das a la vuestra hija con agujica de filigrana. vuestra hija, la querida. Para el amor... - Li daré un yerdán de oro, que se lo ponga con el novio. 3 Axugar d'oro cusida que la cusió la novia lucida. 3 - Yiné's poco, mi consuegra Para el amor... Poco le das a la vuestra hija, vuestra hija, la querida. c) El tercero solemos titularlo El - Li daré un mazal bueno, regateo de las consuegras (tene- que se lo ponga con al novio. mos aquí una versión de Bulgaria recogida por Susana Weich), por- 4 Li daré sieti salvares, que refleja precisamente cómo las uno que si ponga cada día. dos consuegras discuten acerca de - Poco le das, la mi consuegra Poco le das a la vuestra hija, qué ajuar llevará la novia: la madre vuestra hija, la querida. del novio reprocha a la de la novia que le da poco ajuar a su hija. Y, en d) El cuarto canto de bodas es una respuesta, la madre de la novia va versión de Chanakalé (Turquía) tam- enumerando las prendas de vestir y bién recogida por Susana Weich- las joyas que piensa incluir en ese Shahak y se refiere a la tasación del ajuar: primero ofrece darle siete ajuar: ya llegan los tasadores a ver camisas para que pueda ponerse cuánto dinero (contante) vale el una cada día de la semana (la cami- ajuar, mientras la novia sale a los sa era prenda interior, aunque el balcones para verlos llegar (entién- traje femenino sefardí de Oriente dase chadrak, turco. 'terraza, pér- dejaba ver la pechera de la camisa: gola'); la desposada ha recibido véanse Ilustraciones 3, 4 y 5 ); la como regalo (quizás, del novio) un madre del novio le contesta que lujoso cuxaque (turco 'cinturón') todavía (en tuco, yiné) es poco, y su adornado con piedras preciosas y consuegra ofrece un yerdán (turco, diamantes; y a continuación se

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hacen alusiones al amor casto de A su vez, tanto en Oriente como en los enamorados. En la mención del Marruecos era frecuente que la "quince del mes" seguramente novia enviase al novio una serie de haya una alusión a la prescripción regalos, entre los que se contaban de dejar pasar por lo menos una joyas y prendas de vestir. Veamos semana desde el final de la última algún canto de bodas que se refie- menstruación para poder celebrar re a esto: la boda. a) Muestro novio con amores: tene- 1 Ya viene la tasa con el contante, mos aquí una versión de Salónica ya sali la novia a los chadraques. publicada por Moshé Attías, que Ha ricibid' un buen cuxaque cuenta cómo el novio ha mandado con piedras preciosas y dïamantes. oro a occidente (a Franquía) y con- En quince del mes la luna creciente cretamente a Venecia, para que le amor alegrente, amor con su gente. hagan a su novia un yadrán o Nunca la alcanzó a besar la frente 'collar' y unas manías o 'pulseras' 4.2 Regalos que se intercambian como regalo antes de la boda. Se los novios acaba deseando que el mazal (hebreo 'suerte') de los novios sea Ya hemos visto que el espléndido también de oro, en alusión a una cinturón que había recibido la novia frase hecha ("mazal de oro que ten- en el canto de bodas anterior qui- gas") que los sefardíes utilizaban zás era un regalo del novio. Y es como expresión de buenos deseos. que entre los sefardíes de Oriente era costumbre que el novio enviase 1 Muestro novio con amores a la novia, después de preciarse al mandó el oro a los labores. ajuar, un regalo consistente en los Para la galana, pertrechos necesarios para un filo d'oro en mano de la galana, baño turco y alguna joya o un que la llamen bien casada. número de monedas de oro que 2 Mandó el oro a Franquía dependían de la posición del novio hacer yadrán con las maníllas. y de la importancia de la dote que Para la galana... éste recibía de la novia. En Marruecos el novio enviaba a la 3 Mandó el oro a Venezia, novia los paños o vestidos tradicio- cien años nos ture contenta nales para la boda (el traje de Y esta galana... paños o de berberisca: véanse 4 Mandó el oro y tornólo, Ilustraciones 1 y 2) y alheña. El traje que mos tenga el mazal del oro. de berberisca se componía de: Y esta galana... chialdeta o 'falda'; cazoto o 'chale- co'; punta o 'peto'; mangas; ukaya b) En la siguiente, Buenas noches, 'faja de seda roja con una franja de Hanum Dudún (en una versión de oro que se coloca detrás de la Salónica también publicada por falda'; cuchaca o 'ceñidor'; y crin- Attías), el novio alude a las prendas ches 'madejas de hilo negro que se de vestir que mandó a la novia colocaban como postizo para el como obsequio y hace, de paso, pelo'. una descripción de la indumentaria

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femenina de las mujeres casadas mañana de mañana. de Oriente (véanse Ilustraciones 3, 4 y 5). 4 El anillo que tú llevas el diamante es mío, Dudún es el nombre de la chica y el kunyulí que te lo dio hanúm o hanún es un apelativo es primo hermano mío. cariñoso que se suele dirigir a las muchachas jóvenes. El novio dice a 5 El fostán que yo te cortí esta Dudún que el yardán ('collar') de haré corelado, que le prometió lo tendrá al día que te lo vistas tú, hanum, Ilustración 3 siguiente por la mañana; el anillo cuando veníx del baño. que lleva ella también es un regalo 6 El fostán que yo te cortí del novio: él dio el diamante y ade- de los ramicos pretos, más el kunyulí (turco 'joyero, orfe- que te lo vistas tú, Hanum, bre') que lo ha hecho y se lo ha cuando hablamos secretos. entregado es primo hermano del novio; también el novio ha manda- 7 Hanum Dudún te llamaré, do cortar un fostán ('vestido de siñora de mi casa, mujer, especie de falda que solía te cortar sayo pembé ser de flores') de color rojo (corela- con antarí de faxas. do 'colorado') para que ella se lo c) En el siguiente canto, Yo le ponga cuando vuelva del baño y mandí a mi novio (versión de otro de con dibujos de ramitos de Chanakalé, Turquía, recogida por flores negras (ramicos pretos) para Susana Weich en Israel) es la novia que se lo ponga en la intimidad de la que habla de los regalos que ha la casa. Además, promete que mandado a su futuro marido, alu- cuando estén casados y pueda lla- diendo a su vez a elementos de la marla ya señora de su casa, le indumentaria masculina (véase mandará hacer un sayo ('vestido Ilustración 6) y él inteviene también propio de las mujeres casadas, que para mencionar alguno de los rega- era una especie de abrigo de seda los que le ha hecho a su novia. Así, con mangas que sólo cubría la la muchacha le envió a él un fez espalda y los lados, es decir, abier- ('sombrero turco de forma tronco- to por delante': véase Ilustración 5) Ilustración 4 cónica') de alé ('seda') adornado de color pembé (turco,'rosa' o con un ducado ('moneda de oro') 'anaranjado') y un antarí ('vestido del tamaño de medio kundoklé o de mujer sin mangas que se colo- kunduklí (turco' avellana'). A su vez, caba encima de la camisa, se cru- él le ha mandado a ella un top zaba bajo el pecho y se ceñía al ('pieza de tela enrollada') de xalé lado izquierdo': pueden verse en ('chal, mantón'), es decir, tela para Ilustraciones 3 y 4) con faxas ('faja, que se haga un chal, y además un banda de tela usada para la cintu- fustán farbalalé 'falda fruncida' de ra')...... rayitas (listica menuda); ella, ade- más, le ha mandado unos pasteli- 3 Buenas noches, hanúm Dudún, tos de aceite (turcoh, yaglí ). En el repuesta ni palabra, estribillo se alude a los miniyanin el yadrán que t'aprometí,

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(minyanim, grupos de diez varones adquieren valor simbólico: que son necesarios para la oración a) En El baño de la novia (del que pública) y a las sheba berajot o tenemos aquí una versión de 'siete bendiciones' nupciales, parte Tetuán publicada por Manuel Alvar) fundamental de la ceremonia de la subyace una vieja creencia sefardí, boda. tomada de la tradición de algunos 1 Yo le mandí a mi novio, madre, países islámicos: que por los luga- una fez d'alé res donde hay agua estancada con un ducado'n la frente, (como pozos, el baño, etc) pueden medio kundoklé. asomarse al mundo de los mortales Ansí, ansí, mi alma, ansí los genios malignos del mundo Oh, qué buena la mi vintura, subterráneo, a los que los sefardíes que vos alcancí. solían llamar eufemísticamente los Con diez minyianín de yente d'embaxo (literalmente 'los de sheva berajot vos dé. abajo') o los mijores de mosotros 2 Yo le mandí a mi novia ('los que son mejor que nosotros'); un top de xalé ; hay incluso cuentos populares que Ilustración 5 de la listica menuda, narran cómo una novia es raptada fostan farbalalé. por uno de estos genios, que la Ansí, ansí. lleva a su mundo para casarse con ella. 3 Yo le mandí a mi novio Por eso en esta canción se reco- pastelicos de yaglí. Porqu'era mi primo'rmano mienda a la novia que, cuando yo me enamorí. acuda a tomar el baño ritual previo Ansí, ansí... a la boda, no acuda al baño sola, sino acompañada de mujeres de su 4.3 El baño familia (la madre, la suegra) para Como hemos visto, el baño ritual de evitar que los genios del mundo la novia es obligatorio antes de subterráneo puedan surgir del agua cualquier boda judía. Y hemos y hacerle algún mal o llevársela rap- señalado que entre los sefardíes de tada. Pero -y esto es lo que nos Oriente y de Marruecos se convirtió interesa aquí--, en el canto se intro- en una fiesta de mujeres, en la que ducen alusiones a la camisa (o del- las familiares y las amigas llevaban gada) que ha de quitarse la novia en procesión a la novia al baño para ponerse otra limpia tras el público, a veces cantando y tocan- baño; una mención que es al do instrumentos. Allí se hacía una mismo tiempo un detalle absoluta- auténtica fiesta en la que la novia se mente realista (ya que, en efecto, la bañaba, se le arreglaba y adereza- novia se pone muda limpia tras el ba, se comían dulces, se cantaba y baño), pero también una alusión se bailaba. Algunos cantos de simbólica a la virginidad de la novia, bodas hacen alusión a esa ceremo- representada por su camisa. 1 Que si te fueres nia del baño y a la vestimenta de la a bañar, novia, novia, donde además las prendas lleva a tu madre, Ilustración 6 del vestido y los colores de la ropa no vayas sola.

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Para quitarte amarío 'amarillo', al 'rojo') que son la tu camisa a la vez sígno de alegría y anuncio para meterte de fecundidad. en l'agua fría. 1 Mi esposica está en el río 2 Que si te fueres con un vistido de amarillo. a bañar, novia, Échate a la mar, la galana, lleva a tu suegra, échate a la mar y alcanza. no vayas sola. Para ponerte 2 Con un vistido de amarillo, la tu delgada, se lo mandó su novio querido. para meterte Échate a la mar... en l'agua clara. 3 Mi esposica está en el baño b) En La galana y el mar (ofrecemos con un vestido de al y blanco. Échate a la mar... aquí una versión de Salónica reco- gida en Israel por Susana Weich): la 4 Con un vistido de al y blanco, galana (apelativo frecuente para la se lo mandó el su novio amado. novia en cantos de boda sefardíes, Échate a la mar... como estamos viendo) sale de un mar que en realidad representa el 4.4 El aderezo de la novia baño ritual, y viste un lujoso vestido Como hemos dicho, lo normal es blanco adornado con sirma ('hilo de que la boda judía se celebre en el oro'); las menciones de frutos y domicilio (y especialmente en el de plantas aromáticas, como el bim- la familia del novio). Así que la brío o 'membrillo' y la canela aluden mañana de la boda se arreglaba a tanto al buen olor de la novia recién la novia en su casa y se la llevaba aderezada como a su futura fecun- en procesión, con cantos y bailes, didad. hasta la casa del novio en la que había de tener lugar la ceremonia. 1 Ya salió de la mar la galana; con un vestido de sirma blanca, Por eso algunos cantos de bodas ya salió de la mar aluden a ese proceso del arreglo de la novia, qué vestimenta y arreglo 2 Entre la mar y el río, lleva, cómo sale y baja a la calle, crició un árbol de bimbrío; cómo va a la casa del novio, cómo ya salió… es recibida allí.

3 Entre la mar y l'arena a) Un buen ejemplo es esta versión crició'n árbol de canela; de Sofía (Bulgaria) de El arreglo de ya salió… la novia, recogida en Israel por Susana Weich. Se supone que nos c) Mi esposica está en el río es otra encontramos en una típica casa de versión de Salónica (ésta publicada vecindad de los sefardíes de por Moshé Attías) del mismo canto Oriente, en la cual las viviendas se epitalámico. Nuevamente la mar y organizaban en torno a un patio el río representan el baño ritual, y se interior con corredor de barandillas alude a la vestimenta de la novia, (el varandado); los familiares y ami- hecha de colores alegres (blanco, gos de la novia, desde el patio, lla-

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man a ésta y la instan a bajar desde a) Otro ejemplo de lo mismo sería la el piso superior al patio para salir a versión de Salónica de Madre, un la calle y dirigirse a casa del novio, caballero publicada por Moshé donde tendrá lugar la ceremonia. Attías, donde el novio aparece Ella, entre temerosa y coqueta, representado como un caballero demora su aparición pretextando vestido de blanco o de verde (colo- que se está peinando y vistiendo res de alegría y de fecundidad), que para mostrarse hermosa ante el emprende una caza de cetrería (fal- joven (el mancebico) con el que se cone 'halcón') de claro significado va a casar. Los familiares e invita- erótico, para asaltar la casa de su dos, a su vez, le aconsejan qué amada; las alusiones a venir desar- tiene que hacer cuando se encuen- mado y las armaduras tienen senti- tre por primera vez con su nuevo do obsceno: marido: 1 Madre, un caballero 1 -Ah, siñora novia, de vedre vistido abaxés abaxo. saltó de la torre -No puedo, no puedo, vino a mi castillo que me'stó peinando Ansí y ansí, peinado de novia mucho me agradó, mi madre, para'l mancebico. este novio que tomí. ¡Me lo dexe el Dio vivir! 2 -Ah, siñora novia, abaxés abaxo. 2 Madre, un caballero, -No puedo, no puedo blanco lleva el sayo. que me estó vistiendo Saltó de la torre vestido de novia vino al mi palacio. para'l mancebico. Ansí y ansí...

3 -Cuando verés, novia, 3 -¿Qué buscáx, falcone al vuestro amado, por el mi palacio? tomalde la mano -Buxco a la novia y llevadvolo al lado, que se me hay volado. que el hijo del hombre Ansí y ansí... servido quere. 4 -¿Qué buxca a la novia 4.5. Vestidos simbólicos y viene desarmado? -Las mis armaduras Como ya hemos visto en el aparta- con mí vo las traigo. do 4.3, algunas veces en los cantos Ansí y ansí... de bodas aparecen menciones de la vestimenta que no (o no sólo) 4.6. Un caso especial: cómo un representan la realidad, sino que romance se convierte en un canto tienen un carácter simbólico; tal era de bodas, y la vestimenta de la el caso de la alusión a la camisa o novia sefardí de Oriente irrumpe en delgada como símbolo de la virgini- un romance viejo dad, o de los colores como signo Uno de los romances viejos hispá- de alegría y de fecundidad, que ya nicos más hermosos es el que hemos señalado. suele titularse La bella en misa, que

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conocemos por dos pliegos sueltos lleva un poco de alcohol. del siglo XVI, y que no es sino un A la entrada de la ermita, avatar del tema de La boda estor- relumbrando como el sol bada: la mujer que irrumpe en la el abad que dice la misa no la puede decir, non; iglesia justo a tiempo para impedir monacillos que le ayudan que su amado o su esposo (que se no aciertan responder, non: ha marchado a la guerra y lleva por decir "Amén, amén" muchos años perdido por el decían "amor, amor". mundo) se case con otra. El romance tiene paralelos en sen- En la tradición de los sefardíes das baladas catalana, italiana, fran- orientales, y concretamente en la cesa y griega, y ha pervivido en la de Salónica (de la cual ofrecemos tradición oral moderna de la aquí una versión publicada por Península Ibérica (en castellano y Moshé Attías), el romance ha con- en portugués), en Argentina y entre servado (adaptándolo a la realidad los sefardíes de Oriente y de sefardí) la descripción del espléndi- Marruecos. do atavío de la mujer. Pero también El texto antiguo (véase Díaz-Mas se ha amplificado, en parte por Romancero núm. 86), procedente influencia de la balada griega equi- del pliego suelto, es un típico valente, que los sefardíes saloni- romance-escena en el que se nos censes debían de conocer (de ella describe cómo la deslumbrante deben de provenir las secuencias belleza de la mujer es capaz de finales del romance) y, además, por desconcertar al oficiante de la misa la influencia de un canto de bodas e interrumpir el servicio religioso muy conocido (Las prendas de la (entiéndase: saya 'vestidura feme- novia), en el cual se enumeran las nina, especie de falda'; mantillo partes del cuerpo de la muchacha 'manto que cubre la cabeza'; torna- de la cabeza a los pies, comparán- sol 'tela que hace visos o reflejos'; dolas con objetos hermosos o lujo- garzos 'azulados'; alcohol 'polvo sos o con joyas, entre ellas con fino que se usaba para ennegrecer algunas piezas propias de la indu- el pelo o las cejas o para dar color mentaria de bodas. El romance se a los párpados'): utilizó como canto de bodas, y es indudable que los sefardíes debían En Sevilla está una ermita de imaginar a la bella protagonista cual dicen de San Simón vestida como una novia. adonde todas las damas iban a hacer oración; En el texto sefardí, entiéndase: allá va la mi señora, xiboy, turco 'alhelí' (xiboy d'alta sobre todas la mejor. nación debe de ser deformación de Saya lleva sobre saya, una formulación primitiva del tipo mantillo de un tornasol, de jubón de tornasol); holanda 'un en la su boca muy linda tipo de tela fina, usada sobre todo lleva un poco de dulzor, para prendas interiores y sábanas'; y en la su cara muy blanca sirma, en griego 'hilo de oro' que se lleva un poco de color y los sus ojuelos garzos usaba en bordados de pasamane-

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ría; cabezón debe de estar por cla- las d'enfilar ya son. vedón 'filigrana', ya que existe en Ya se viste, ya se endona, judeoespañol la expresión sirma y para la misa partió. clavedón 'hilos de oro y pasamane- Ella entrando en la misa, la misa s'arrelumbró. ría', con los que se solían decorar El papás qu'está meldando los trajes de bodas; briles 'hilos de de meldar ya se quedó. oro', especie de largos flecos dora- --Melda, melda, papasico, dos que en el traje de novia de los que por ti no vengo yo; sefardíes orientales se colocaban por aquel que yo venía en la cabeza y colgaban hasta los a la misa no'stá hoy. pies; narcada 'arqueada'; pretos Siete años hay que l'aspero 'negros'; vixnas 'cerezas'; Stambol como mujer de razón; 'Estambul'; caras 'mejillas'; muxos si al de ocho él no viene, con otro me caso yo: 'labios'; corelados 'colorados, tomaré al Papa de Roma rojos'; merjanes 'corales' (compara o al duque d'Estambol; los labios de la novia con las cuen- si el duque no me quiere, tas de un collar de coral, por eso se me toma el tañedor, dice que son d'enfilar 'para meter que me taña día y noche por un hilo', lo mismo que los dien- y de mañanica al albor.- tes comparados con perlas); endo- Estas palabras diciendo na 'arregla, compone'; papás el buen rey que allegó. 'pope, sacerdote ortodoxo'; mel- Se tomaron mano con mano y juntos se hueron los dos. dando 'leyendo'.

Tres damas van a la misa Bibliografía por hacer oración, Alvar, Manuel, Cantos de boda judeo- entre medio la mi esposa españoles, Madrid, CSIC, 1971. telas de mi corazón. Attías, Moshé, Romancero Sefaradí: Sayo lleva sobre sayo Romanzas y cantes populares en y un xiboy de alta nación, judeo-español, Jerusalén, Instituto camisa d'holanda lleva, Ben-Zwi, 1961.. sirma y perla al cabezón. Su cabeza una toronja, Cohen, Judit, "The Music of the sus cabellos briles son, Songs: Musical Transcriptions and cuando los quita a peinares Commentary of the Songs Discussed en ellos despunta el sol; by Oro Anahory-Librowicz in Expre- la su frente reluciente ssive Modes in the Jude-Spanish que vola la raya del sol; Wedding Song. New Horizons in 8 la su cejica narcada, Sephardic Studies, Albany, State arcos de tirar ya son; University of New York Press, 1993, los sus ojos lindos pp. 297-304. pretos vixnas de Stambol ya son; Cohen, Judith R. y Oro Anahory- 10 su nariz aperfilada, Librowicz, "Modalidades expresivas las sus caras rosas son, de los cantos de boda judeo-españo- la su boca chiquitica les", Revista de Dialectología y que no le cabe un piñón; Tradiciones Populares XLI (1986), pp. los sus muxos corelados, 189-209. merjanes d'enfilar ya son; los sus dientes muy menudos, per- Díaz-Mas, Paloma, Los sefardíes:

171 Las prendas de la novia: canciones de boda... Paloma Díaz-Mas Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

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173 Folklore, literatura e indumentaria...

Actas del Curso “Folklore, literatura e indumentaria”

Créditos de la edición

Curso desarrollado en el Museo del Traje en 11 - 11 de febrero de 2006, organizado por el Museo del Traje y el Colegio de Licenciados y Doctores de Madrid, bajo la dirección del profesor Rafael Beltrán, de la Universidad de Valencia.

© De los textos los autores

© Sucesión Pablo Picasso. VEGAP. Madrid, 2007 © Anglada Camarasa, Daniel Vázquez Díaz, Ignacio Zuloaga. VEGAP. Madrid, 2007. © Herederos de José Ortiz Echagüe. VEGAP. Madrid. 2007 © Ministerio de Cultura. Museo del Traje (Lucia Ybarra, Munio Rodil, David Serrano)

Se han realizado todos los esfuerzos razonables para localizar a los autores de las imágenes aquí reproducidas con el fin de obtener las autorizaciones nece- sarias para su publicación. Todos los derechos reservados.

© de la edición: Ministerio de Cultura. Museo del Traje. Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico.

NIPO: 551-08-007-0 (CD-ROM); 551-08-006-5 (Internet)

Diseño de la maqueta: Pepa Cano

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