ROQUE DALTON Pobrecito Poeta Que Era Yo Roque Dalton
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ROQUE DALTON Pobrecito poeta que era yo Roque Dalton Pobrecito poeta que era yo R Pobrecito poeta que era yo Roque Dalton Primera edición impresa por el Ministerio de Educación, 2018 Primera edición digital por el Ministerio de Educación, 2020 © Fundación Roque Dalton, 2020 Imagen de cubierta: © Archivo de la Fundación Roque Dalton Diseño de cubierta: Diego Hermolina Nayib Armando Bukele Ortez Comité Editorial del Ministerio de Educación Presidente de la República de El Salvador (hasta junio de 2019) Carlos Mauricio Canjura Linares, Félix Ulloa, h. Sandra Micaela Hernández, Sandra María Castillo, Vicepresidente de la República de El Salvador Hugo Higinio López, Carlos Rodríguez Rivas, Miguel Huezo Mixco Carla Evelyn Hananía de Varela Ministra de Educación Coordinación editorial Susana Reyes, Sandra Micaela Hernández, Ricardo Cardona Alvarenga Osvaldo Hernández Alas Viceministro de Educación Levantado de texto Wilfredo Alexander Granados Paz Doris Paulina Gómez, Blanca Berta Portal, Director Nacional de Educación Media María Teresa Torres, Sandra Haydeé Vega interino ad honorem (III Ciclo y Media) Corrección Carlos Rodríguez Rivas Ricardo Castrorrivas, Francisco Méndez Coordinador ad honorem del Instituto Nacional de Formación Docente Diseño y diagramación Jonathan Isaí Rivas Edición digital de circulación libre en el marco de la emergencia por la pandemia covid-19. Cualquier forma de reproducción requiere permiso previo del editor. Índice Presentación ...................... 5 Nota editorial ..................... 7 Prólogo y teoría general Los blasfemos en el bar del mediodía .............11 I. Álvaro y Arturo Un día común ..........................23 II. Roberto Conferencia de prensa......................71 III. Todos El party ..............................111 IV. Mario La destrucción. Diario ......................167 Intermezzo apendicular Documentos, opiniones, complementarios (en OFF).....259 V. José La luz del túnel..........................291 Presentación La literatura, ese vehículo capaz de transportarnos en el tiempo y en el espacio, constituye una de las mejores opciones para cultivar el espíritu, acrecentar el capital cultural y practicar el ocio positivo. En cualquier circunstancia, pero sobre todo en tiempos de incertidumbre como el que súbitamente hemos tenido que afrontar ahora que la inminente amenaza del covid-19 nos ha obligado a permanecer puertas adentro, la lectura es un sabio ejercicio de esperanza y buen ánimo, de fe y certeza en el porvenir. Esta razón nos ha movido, como Ministerio de Educación, a acercar a toda la población salvadoreña, y con especial cariño a la comunidad educativa, la palabra esclarecedora y contundente de Roque Dalton, nuestro poeta mayor, símbolo de coherencia intelectual, estatura humana y alegría por la vida, embajador de la idiosincrasia salvadoreña, «interpelador» irónico y crítico infatigable. Expresamos nuestro profundo agradecimiento a la familia Dalton y a la Fundación Roque Dalton por permitir la difusión libre de tres de las obras más significativas de nuestro autor, la antología poética Para ascender al alba, el poema-collage Las historias prohibidas del Pulgarcito y la novela Pobrecito poeta que era yo, que estarán disponibles de manera virtual durante el periodo de confinamiento domiciliar por la pandemia covid-19. Es nuestro mayor deseo que las familias salvadoreñas aprovechen positivamente las circunstancias adversas y compartan el placer de la lectura de este y otros libros durante este tiempo en el que la mejor decisión es quedarse en casa. Carla Hananía de Varela Ministra de Educación Nota editorial La novela que tienen hoy en sus manos es una de la apuestas más osadas que pudiera imaginarse para una biblioteca escolar. Leer a Roque Dalton en su poesía no lo es menos, pero encontrarnos con los límites de la ficcionalización en la novela plurivocal y fragmentaria que es Pobrecito poeta que era yo no solo nos reta a una lectura atenta de la trama, sino a un juego constante entre los referentes de una época y la ficción de los mismos. Con la selección de este título, el Comité Editorial del Ministerio de Educación apuesta por un diálogo constante entre las claves de la literatura y la estética de la novela o la narrativa extensa, así como la propuesta de escudriñar entre los hechos, los mitos y los registros de la historia salvadoreña, que a veces, a simple vista, parecieran estar reñidos en un análisis desde los cánones tradicionales del aula salvadoreña. La apuesta por esta novela se basó tanto en criterios técnicos y pedagógicos, como en los valores estéticos que permitirán la comprensión y el goce estético de lo que los personajes ficcionalizados nos plantearán del mundo literario nacional, la época histórica y los conflictos de la sociedad a los que hacen referencia. Ambiente que para los lectores actuales se convierten en un reto de indagación, cotejo, contraste y comprensión del afán estético de la novelística. Temas como la identidad nacional, el amor, la patria, la poesía, la vida y los ideales de nación en los que creyó el poeta, así como las características estético literarias, hacen de la obra de Roque Dalton un antes y un después en las letras nacionales y latinoamericanas se ven reflejados en esta selección. Todo con el propósito de provocar en los estudiantes del sistema educativo un gusto por la lectura y una valoración de la literatura nacional, y formarlos como personas conscientes y sensibles cuyas competencias ciudadanas y productivas los conviertan en hacedores de una cultura de paz. Dejamos, pues, a disposición de los estudiantes de Tercer Ciclo de Educación Básica y de Educación Media, en particular, y de la población salvadoreña, en general, esta novela de uno de los escritores más prolíficos de El Salvador, cuya trascendencia va más allá de las fronteras patrias. Comité Editorial A Armando López-Muñoz y Otto René Castillo: In memoriam A Arqueles Morales: en testimonio de amistad PRÓLOGO Y TEORÍA GENERAL LOS BLASFEMOS EN EL BAR DEL MEDIODÍA Es una obligación de todo patriota odiar a su país de una manera creadora. Pursewarden, en Balthazar El cuarteto de Alejandría, de Lawrence Durrell. Hombre joven, ligera (es un decir) mente sofocado por el calor de la calle (este país es un viejo incendio, etc.). Ha entrado en este bar de nombre tan europeo (Chalo Olano lo decoró con maderas arrojadas por el mar, palmas disecadas, plywood en retazos y bellos trastos inservibles traídos de Nueva York y de aquel México de 1955-1957, irrepetible, México de consumo personal donde todo el mundo parecía salvadoreño y podía uno alquilar por un mes un apartamento de lujo en las calles de Génova y aspirar realísticamente a viviseccionar los encantos de incipientes estrellas de cine y la Zona Rosa no se llamaba así y se gozaba más y más barato) precisamente a causa de ese calor anonadante y no ha podido perder aún cierta aureola denunciadora de su prisa santa por llegar de una buena vez a determinado destino final (¿de su jornada, de su vida?) apasionadamente suyo, inentregable. En cierto sentido, pues (hablo de prisa porque se me desorganiza pronto el raciocinio de estos días que me falta la cloropromacina), se trata de un hombre claramente en tránsito, antirraigal, interesado en el paréntesis no más por matar la sed (pero, además, para eso está el agua, ¿no?) poco, o nada, o en todo caso muy superficialmente comprometido con la suma de diurnos borrachos, espléndidas palabrotas como emitidas por un corno de caza, viñetas bucólicas de calendarios para turistas con operatividad máxima de cincuenta kilómetros a la redonda, mesas, lustradores, seudoclientes que solamente entraron a mear, ruidos y estruendos, retratos de un candidato a algo con aspecto de angelote zulú, meseros que van y vienen, gordas viejas provincianas que creen que el lugar es el summun del lujo barato y de la decencia como para intentar almorzar con la marimba de monos, una vez Pobrecito poeta que era yo 11 en la vida, como decía el general Martínez, vendedores de billetes de lotería, de postales pornográficas, plumas fuente, bolígrafos, llaveros y condones, que lo rodea. Cabello negro, abundante, de ese que suelen llamar quebrado en la clasificación nacional de cabellos, tan ingenua y tan alejada de las connotaciones del racismo mundial. Un metro sesenta y cuatro de estatura (descalzo). Señales particulares: un no sé qué de inquietante en los ojos (ver, aunque el punto de referencia peque de común, alguna foto juvenil de don Paquito Kafka), visible a pesar de los espejuelos sostenidos ostentosamente (como si fuera tan importante ser choco) por gruesos aros negros de fabricación italiana y que, de seguro, podría apostar sobre ello si es menester, se le agrava al escuchar el Preludio número veinticuatro de Chopin o el tema central del inmortal Mambo número ocho, en medio de la noche estrellada y con camisa de seda con monograma de pelo en la bolsa del peine, agarrando entonces talle de ensoñación o de entuturutamiento, tal es la fuerza del secreto que solo yo conozco, evidencia caudalosa que no tiene nada sin embargo de bien público. Ha debido traer otra silla para evitar poner los libros sobre la mesa, pegajosa de viejos tragos derramados (le acompañan unas viejas Obras escogidas de Villiers de L´lsle Adam; El final de juego, de Julio Cortázar; La conjura de Xinum, de Ermilo Abreu Gómez; y el manuscrito —tomo XXVI de la vigésima sección— de las Memorias políticas y confidencias matrimoniales, de José Luis Salcedo, abogado salvadoreño de mediana edad en cada colmillo). Como quien tiene prisa