De Sevilla Al Yucatán
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MARIO ROSO DE LUNA DE SEVILLA AL YUCATÁN VIAJE OCULTISTA A TRAVÉS DE LA ATLÁNTICA DE PLATÓN PRÓLOGO POR , ^ CÉSAR LUIS DE MONTALBÁJm' jar Ilustrado con dibujos de J. MI. de Puelles y fotografías. MADRID EDITORIAL. f=»UEYO ARENAL, 6 50 318- BIBLIOTECA DE LAS MARAVILLAS. TOMO De Sevilla al Yucatán Viaje ocultista a través de la Atlántida de Platón por Mario Roso de Luna prólogo por César Luis de Montalbán Ilustrado con dibujos de J. 11. de FUELLES y fotografías Edición especial de quinientos ejemplares numerados Editado por VIDA Y CIENCIA SEVILLA IMPRENTA «LA EXPOSICIÓN» 1918 A los generosos patricios aracenences, Don Javier y Don Miguel Sánchez Da/p y Calonge, dedica esfe homenaje i o ¿o de c^u/txco. Historia, quoquomoao scripta, delectat. La Historia, de cualquier modo que se escriba, es agradable. Plinio, libro ó, cap. 8. La Atlántida sería el primer con finente histórico si se prestase mayor atención que hasta aquí a las tradiciones de los antiguos. La famosa isla así llamada por Platón, era sólo un fragmento del primitivo continente. H. P. Blavatsky. La Doc• trina Secreta. T.° II, intro• ducción. DE SEVILLA AL YUCATÁN íííiiiiiliiAiiillliiiitíiiii» Para que todo sea raro y paradógico en esta Biblioteca de las Maravillas, debida a la consagrada pluma de El Mago de Logro- sán, no es el prólogo quien presenta al libro, sino a la inversa, razón por lo cual el desconocido prologuista de este quinto to• mo de aquella ya popular publicación, resulta un verdadero tra• sunto de El médico a palos, francés, o de El Alguacil alguacila- do, de nuestro clásico. (1) (i) En este punto peca de modestia Don César Luis de Montalbán, por• que no es él ni un indocumentado ni un desconocido, sino un moderno Li• vingston español, que, prescindiendo de sus viajes por Europa y por Asia Menor y también de su travesía del continente africano desde el Transvaal al Atlas, conoce palmo a palmo Ins más misteriosas regiones de América, que ha recorrido en diversos sentidos, como las recorrieran siempre nues• tros descubridores y colonizadores por los siglos XV y XVI, es decir sólo, sin abundancia nunca de dinero y expuesto a peligros inauditos, aun más por los hombres que por las fieras y el clima. Su recorrido más célebre fué des• de Puerto Limón, en Costa-Rica, hasta Puerto-Padreen la Tierra del Fuego, pasando por las regiones menos conocidas de Panamá, Colombia, Ecuador, 7 DE SEVILLA AL YUCATÁN ¿Cómo hablar, en efecto, de Roso de Luna, cuando tan conoci• dísimo es en España y en el Extranjero en las siete más altas ma• nifestaciones del pensamiento humano, como son la cáledra, la conferencia, el periódico, la revista, el libro, la invesligación y lo que vale muchísimo más; la conducta modelo? Si ha descubierlo él un astro, pretender descubrirle yo a él sería algo así como que• rer descubrir el Mediteráneo. Si ha dado por docenas las confe• rencias mas sugestivas y profundas, de cuyos efectos ulteriores en Brasil, Uruguay, Argentina y Chile he sido testigo, hacer yo su elogio sería redundancia necia. Si es en fin un sugestivo na• rrador, con la palabra casi más aun que con la pluma, haciendo con su espíritu fraternal un amigo de aquel a quien por vez prime• ra habla, parecería hasta poner en duda respeclo a él lo que ya ha pasado en autoridad de cosa juzgada, que dicen los jurislas. Pero si hablar del autor es cosa harto difícil,, hablar de su ac• tual obra novelesca, de su fantástico viaje ocullista a través déla «Atlántida» de Platón, es punto menos que imposible... ¡Atlánfida! ¿Quién en su alma ancestral, en la más honda capa de la geología de su insconsciente, no sintió, al oiría pronunciar por vez primera, el mágico efecto evocador de tal palabra? Desde los tiempos más remotos se sabe de ella; se viene ha• blando de ella; mas, ¿existió realmente la Atlántida y puede pro• barse su existencia?—Sí, pero hay que interrogar para ello al mar, Perú, Bolivia, Chile y la Patagonia, donde más de una vez fué preso como sospechoso, ora por las facciones políticas, ora por los neciomanlespísteteos o sacerdotes-caciques del interior, y a cuyo lado ¡ÍÍV/.Ó también del dudoso privilegio de presenciar sacrificios humanos en los dólmenes, ni más ni me• nos que hace mi les de siglos los celebraran n ueslros antepasados atlantes y di lai• das crueles. Otro recorrido complementa: ¡o de nujstro explorador fué el de la Patagonia al valle de la Araucana, entrando por los Andes de la Argentina, para buscar en el temible Chaco central los restos de la desdichadísima expe• dición del cé;ebre botánico espmol Ubanreta, victima de la justicia guaraní, y rescatar las armas, papeles y demás electo; del sabio. La nobleza castellana de Monta Iban con aquellos indígenas le sirvió de kármico salvo conducto para retornar al Brasil a través de las tribus del interior, por las comarcas de los grandes ríos, donde aun no se atreven a aventurarse'los europeos. Un tercer recorrido del valiente segoviano le llevó a las Antillas. Venezuela, Costa-Rica, Nicaragua, Honduras, Salvador, México, Estados Unidos y Ca• nadá, hasta Alaska, tomando en México el gusto a los estudios de prehisto• ria atlante que hoy le ocupan en Madrid a base del Códice Cortesiano.al que se refiere la obra de Roso de Luna La ciencia hierática de los mayas, de la Piedra numeraria de'los incas, con la que el gran pueblo de los quipos pu• do contar gráficamente lo mismo que hoy nosotros, y de las inscripciones iberas acerca de las ¡fue tiene ya, según parece, las claves de su lenguaje, que hasta aquí ha desafiado la perspicacia de arqueólogos y filólogos. (Nota del editor.) 8 DE SEVILLA AL YUCATÁN en cuyo seno yacen sus restos; a la montana costera; a la ruina azteca y maya, como a la ruina celta e ibérica; a la tradición po• pular y a los viejos cultos; al sacerdote-pistaco y a la sacerdotisa druida; a la encina germana del Donar cortada por San Bonifacio, como al dolmen marroquí y al templo yucateca, porque todo ello constituye el fósil de las edades y la lengua de los misterios per• didos, lengua de la que yo escribiría lodo un libro si pudiera ha• cerlo con la maravillosa pluma del gran Roso de Luna. Si lo dudas, sal un día, lector, y llega al Guadarrama. Cuando, ya en la cumbre tengas ante tu visla la meseta castellana, deten• te a contemplarla, y, reconcentrándote místicamente en lu yo más íntimo, experimentarás sensaciones desconocidas; tu alma se pon• drá en puro contacto con la naturaleza; y tu yo, elevándose por encima de las miserias humanas, na vivirá más que para la con• templación de la bellza, fiel imagen del Dios único; del Dios sus• tentador del tolteca y del tihuaguanaco, del Dios Egipcio; del Dios Atlante, encarnado en el culto de la verdad, tan admirable• mente intuido por la perspicacia ocultista de nueslro amigo. Entonces, en tu retina se reflejará un paisaje espléndido, verás lejos, muy lejos, pueblecillos diminuios; caminos que serpentean por colinas y valles; prados de esmeralda, vegetaciones exube• rantes; árboles milenarios, tejados rojos, casitas blancas, campa• narios centenarios, y percibirás ruidos misteriosos, algo que llega al alma, embriaga tu yo y te pone en puro contacto con la ver• dad; sentirás así algo desconocido y, estando solo, te verás en compañía; comprenderás el lenguaje cierno e insonoro; se rasga• rá en tu cerebro un espeso velo, y con los ojos del alma llegarás hasta el reino lina, cantado en la obra de nuestro polígrafo, Dé gentes del otro mundo, y entonces, al examinar lo queje rodea, verás picachos en forma de seres monstruosos; piedras que son estatuas; acantilados en forma de palacios; jardines elíseos.... y hasta HJ alma más que a tu tímpano llegarán ruidos melódicos, que el viento arranca de las peñas y árboles; ruidos vagos, que son como cantos druidas, como salmodias litúrgicas; como tro• vas de amor y sentires de arcadianos pastores primitivos. Alguna vez oirás también marchas de guerra; músicas como maldiciones, instrumentos que blasfeman, lloran, ríen y aman, porque hay algo wagneriano, místico, romántico, todo como un bello conglomerado de lo grande y lo pequeño, de lo monstruoso con lo racional, de lo incomprensible con lo comprendido, que em• briaga, subyuga, encanta y transporta al ser, convirtiéndole en 9 DE SEVILLA AL YUCATÁN otro ser distinto, haciéndole gritar, hablar a las plantas, a las ro• cas, a las montanas, mientras que las montanas, las rocas y las plantas a la vez, también le hablan. Si en estos momentos preguntáis a las montañas: «Seres mis• teriosos, que con vuestras cúspides llegáis al azul del infinito, que nacisteis de las grandes convulsiones del planeta, ¿Qué sois ¿Qué hacéis ¿Sois seres o no? ¿Sabéis que existen hombres que os contemplan?» Veréis entonces que vuestra voz va repercutien• do por las concavidades rocosas, que el eco multiplica y írasfor- ma; que los ruidos del bosque cesan luego, y que un silencio au• gusto os envuelve un instante, apenas interrumpido por el charlar de la fuente, por la corriente del arroyo, que con cánticos llama a sus hermanos. Ruidos de besos fraternales; uniones de aguas y resonancias de cataratas y torrentes, que entre su charla y el susu• rrar del bosque os trasportan a lo infinito. Y luego de este silen• cio, percibís en el alma el lenguaje de la montaña que os res• ponde: —«¿Veis que representamos la tranquilidad austera y la temible contextura de la muerte? Pues bien de esta muerte aparente na• ce la vida del globo entero.