Desde Las Orillas Del Sena Desde Las Orillas Del Sena Tomo XIX Serie “Cartas a Ofelia”
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Desde las orillas del Sena Desde las orillas del Sena Tomo XIX Serie “Cartas a Ofelia” Félix José Hernández 1 Desde las orillas del Sena A: Luigi y Paolo 2 Desde las orillas del Sena Miguel de Cervantes Saavedra "La Libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".Miguel de Cervantes Saavedra. 3 Desde las orillas del Sena Mis Memorias de Exilio París, 14 de marzo de 2018. Queridos amigos: El origen de Cartas a Ofelia está en las narraciones surgidas inicialmente a partir de las cartas que escribía cada semana a mi madre, Ofelia Valdés Ríos, contándole mis experiencias del exilio parisino. En ellas cuento lo que veo y siento: filmes, obras de teatro, museos, exposiciones, los libros que leo, las relaciones con los galos, la sociedad francesa, la política, Cuba vista desde aquí, los viajes por 72 países a lo largo de estos 37 años, mis éxitos y mis fracasos, mis nostalgias y mi amor por la Libertad, las relaciones con personalidades del exilio, 4 Desde las orillas del Sena mi trabajo en el Instituto y en la Universidad como profesor de Civilización Latinoamericana, las relaciones con colegas, alumnos y estudiantes, etc., en resumen, es la experiencia vivida por una familia cubana en todos estos años.Además aparecen los testimonios de numerosas personas que han logrado conquistar la Libertad. En realidad son mis Memorias de Exilio. Encontrarán los análisis políticos, con la fecha en que salieron fundamentalmente en revistas y periódicos de Francia y Bélgica. Al propio tiempo, he contado numerosas anécdotas sobre mi infancia en mi querido pueblo natal de Camajuaní (1949-1959), así como de mi adolescencia y juventud habaneras (1959-1981). Un gran abrazo a todos desde La Ciudad Luz, Félix José Hernández. 5 Desde las orillas del Sena Octavio Paz “Mis palabras irritarán a muchos; no importa, el pensamiento independiente es casi siempre impopular”. Octavio Paz 6 Desde las orillas del Sena Prólogo: Milán, 2 de marzo de 2018. Querido amigo: Es un honor que me haces al pedirme que escriba el prólogo de tu nuevo libro de crónicas. Pero te confieso que después de haber leído los de tus libros anteriores, no sé qué podría agregar que ya no se haya escrito. Recuerdo cuando nos conocimos en el campo de refugiados en el sur de Francia en la primavera del 1981. Yo llegaba de La Habana con mi historia a cuestas de mítines de repudio, golpes e insultos al igual que tú, tu esposa Marta y tu hijo Giancarlo que si mal no recuerdo, tenía cinco años. Nació una amistad que ya dura 37 años y que estoy seguro que continuará hasta el final de nuestro tiempo, como sueles decir. Cuando lograste mudarte para París, me ayudaste a encontrar un pequeño alojamiento gracias a una familia francesa que habías conocido. Recuerdo como íbamos juntos a limpiar oficinas por las noches y nuestro lujo era el arroz con pollo que Marta nos preparaba. Tuve la suerte de conocer en tu casa a Anna, una chica italiana encantadora, que había ido desde Milán a verles y había llegado cargada de regalos como uno de los 7 Desde las orillas del Sena Reyes Magos. Simpatizamos inmediatamente y como bien me has dicho, parece que aquella tarde Cupido estaba volando sobre París. Dos meses después fui a visitarla a Italia y no regresé a París. De aquella historia de amor nacieron nuestros dos hijos: Luigi y Paolo. Tanto Anna como yo hemos seguido por tu sitio web, facebook y tus libros, todas tus aventuras por este ancho mundo, tus éxitos, las películas y las obras de teatro que has visto; las exposiciones, museos, catedrales, monumentos que has visitado; los éxitos en los estudios y en la vida de Giancarlo; tus premios como periodista y un largo etcétera. Tus Cartas a Ofelia son una especie de diario cultural de un cubano más que parisino, universal. He aprendido a apreciar mucho de lo que para mí era desconocido y que he descubierto gracias a tus crónicas. Tanto Anna como yo les esperamos de nuevo por acá, bien saben tú y tu esposa que aquí siempre serán recibidos al igual que como ustedes nos han recibido en París. Un grande abbraccio da Milano, Carlos. 8 Desde las orillas del Sena Música nocturna, de John Connolly París, 5 de febrero de 2017. La bella pluma de John Connolly nos ofrece un excelente libro de relatos. Muchos de cuyos protagonistas son los libros, de los cuales se escapan los personajes, incluso 9 Desde las orillas del Sena para discutir con sus creadores como Sherlock Holmes y el doctor Watson con Conan Doyle. Otros personajes, que nos logran aterrorizar, aparecen de donde menos lo esperamos. En resumen: un libro fascinante que permite pasar un buen momento. “En aquel momento oyó un pitido lejano y el escalón de madera en el que estaba sentado empezó a vibrar. Se acercaba el último tren de la tarde, un expreso. El señor Berger vio sus luces a través de los árboles a medida que se iba aproximando. Volvió a mirar a su derecha. La mujer se había detenido, porque ella también había oído el traqueteo. El señor Berger supuso que la mujer esperaría a que pasara el tren, pero en lugar de esperar ella apretó el paso. «Puede que quiera cruzar la vía antes de que llegue el tren», pensó el señor Berger, pero aquello le pareció muy arriesgado. Era fácil calcular mal las distancias en aquellas circunstancias, y Berger había oído que a algunos se les había enganchado el pie en una traviesa, o habían tropezado mientras corrían, y el tren los había arrollado. —¡Eh! —gritó Berger—. ¡Espere! Instintivamente, bajó del escalón y se dirigió a toda prisa hacia la mujer, quien se volvió al oírlo. Incluso desde lejos, el señor Berger pudo distinguir su belleza. Estaba pálida, pero no parecía angustiada. Desprendía una serenidad misteriosa y perturbadora. —¡No intente cruzar! —gritó Berger de nuevo—. ¡Deje que pase el tren! 10 Desde las orillas del Sena La mujer salió de entre los arbustos. Se arremangó la falda, dejando a la vista un par de botines con cordones, y se dispuso a subir por el terraplén. El señor Berger ya corría hacia ella, pero continuó gritándole incluso cuando el expreso retumbó con más fuerza antes de pasar por su lado en una exhalación de ruido, luz y gasóleo. Vio que la mujer dejaba en el suelo su bolsito rojo, hundía la cabeza entre los hombros y, con los brazos extendidos, se arrojaba de rodillas delante del tren. El señor Berger se estremeció. El ángulo de la vía le impidió presenciar el impacto, y los posibles gritos de dolor quedaron ahogados por el rugido del motor. Cuando abrió los ojos, la mujer había desaparecido y el tren continuaba su marcha. El señor Berger corrió hasta el lugar en el que había visto a la mujer por última vez. Se armó de valor, esperando encontrar las vías cubiertas de sangre y restos humanos, pero allí no había nada. Sin embargo, Berger no había presenciado nunca un atropello y desconocía si, al arrollar a alguien a semejante velocidad, los trenes dejaban tras de sí cuerpos mutilados. Era posible que la fuerza del impacto hubiera enviado fragmentos de la mujer en todas direcciones, o incluso que hubiera arrastrado su cuerpo destrozado hasta otra parte de las vías. Después de buscar entre los arbustos junto al lugar del impacto, Berger caminó siguiendo las vías durante un rato, pero no descubrió manchas de sangre, y 11 Desde las orillas del Sena tampoco ningún cadáver. Ni siquiera pudo encontrar el bolsito rojo del que la mujer se había deshecho. Aun así, la había visto, de eso no le cabía la más mínima duda. No se lo había imaginado. Ahora se hallaba más cerca de la ciudad que de su casa. Glossom no tenía comisaría, pero había una en Moreham, a unos ocho kilómetros de allí. El señor Berger se dirigió apresuradamente al teléfono público de la antigua estación, desde donde llamó a la policía y describió el atropello que acababa de presenciar. A continuación, tal y como le ordenaron, se sentó en el banco situado frente a la estación y esperó la llegada del coche patrulla.” Un funcionario, gran amante de la lectura, descubre tras su jubilación una inquietante biblioteca; un matrimonio desea ayudar a su hija, dotada de extraños poderes; un niño asiste a un colegio construido junto a un cementerio; una joven decide dar rienda suelta a sus deseos de venganza; una cuadrilla de ladrones entran a robar en la casa de una indefensa anciana... Con estos planteamientos arrancan los relatos del nuevo volumen de John Connolly, donde seres envueltos en el olor azufrado del Mal pueblan la oscuridad en las frías noches de invierno, y donde tampoco faltan los libros malditos o los amantes capaces de trascender la muerte. Un texto autobiográfico del autor, «Vivo aquí», que nos regala agudos 12 Desde las orillas del Sena comentarios sobre sus escritores de terror favoritos mientras relata una escalofriante historia real, pone un originalísimo colofón a este título. «Indispensable. » BOOKLIST «Mucho más que relatos de terror que producen escalofríos. » Claire Hennessy, THE IRISH TIMES «Este libro es una prueba más de que leer un cuento de Connolly es, en verdad, una experiencia deliciosa y fascinante.