El Esplendor De Unos Valles
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24 Reportaje Aísa y Borau, el esplendor de unos valles Los valles de Aisa y Borau encierran algunos de los paisajes más bellos y mejor conservados de toda la Jacetania. Conforman una de las joyas de la comarca. Los valles de Aisa y Borau son dos de las joyas más dos con el Aspe. Sólo les importaban las montañas El siguiente valle que nos espera es el de Borau. preciadas de la comarca de La Jacetania. Vincula- y apenas dejaron en sus crónicas las impresiones de Estamos cruzando transversalmente la histórica co- das entre sí históricamente por numerosos lazos los pueblos donde se alojaban y de las gentes que les marca de la Jacetania a través de un nudo de carre- económicos, sociales y naturales, han llevado vidas acogían. Hay alguna excepción como la del famoso teras interiores que se construyó mediado el siglo paralelas y en la actualidad representan una de las alpinista francés Edouard Wallon, que en uno de sus pasado. Estas mismas carreteras fueron durante mejores opciones para aquellos que todavía prefie- viajes al Pirineo en 1878 contaba de forma sincopada siglos pistas de montaña, las únicas vías de comu- ren lugares silenciosos, en los que el tiempo parece su breve estancia en el pueblo: “Aisa, cabeza del par- nicación posibles. A los 6,5 kilómetros llegamos a retenido en la atmósfera. Los dos pueblos son un tido del valle, buena fonda, limpieza y amabilidad en Borau, uno de los veinte municipios que conforman primor de rehabilitación y conservación. casa de Víctor García. Es fácil conseguir provisiones y la comarca jacetana. El puerto es breve pero con en- los precios son moderados”. canto; la carretera una suerte de baches, gravilla y La localidad de Aisa, y por extensión el valle al que cerradas curvas. da nombre, están fagocitados por la omnipresencia Aisa es pues un apéndice de la gran montaña. Pero del pico del Aspe, uno de los montes totémicos de la también un hermoso pueblo que ha sido sometido Atravesado por el Lubierre, un riachuelo de mo- cordillera, verdadero baluarte montañero que puen- en los últimos años a una limpieza de cara que le ha destas pretensiones, Borau se conserva de forma tea el valle de Echo y el de Canfranc con sus escoltas; dejado con un aspecto espléndido. Es posible que mu- milagrosa casi como era a principios del siglo XX. la Llana del Bozo y la Llana de la Garganta. Todos chos no sepan que la estación de esquí de Candanchú, Las fotos del empedernido viajero catalán Juli Soler los pirineístas que escribieron de Aisa durante el si- la más veterana del país junto con la de La Molina, Santaló así lo atestiguan. Encerrado en el fondo del glo XIX fueron aventurados montañeros obsesiona- pertenece al término municipal de Aísa. Su extensión territorial revela, por lo tanto, su importancia en el pasado y su pujanza económica que no pasa desaper- cibida en su homogéneo casco urbano. Aisa es origen de interesantes y atractivas excursiones y senderos en los que hay que incluir los pueblos de Sinués y Esposa, que también forman parte de su término. La iglesia actual de la Asunción de Aisa, construida en sillarejo, es del siglo XVIII aunque en su exterior conserva un testimonio de una construcción prece- dente: un pequeño muro en el ala Sur con un con- trafuerte adosado. Presenta planta de cruz latina con una única nave, capillas entre los contrafuertes y crucero no acusado al exterior con testero recto y coro alto a los pies. En el lado Sur, junto a la ca- becera, se adosa la sacristía y sobre ella se alza la torre campanario. El crucero se cubre con cimborrio octogonal. En la parte meridional, en la zona de los pies, se abre una portada de pequeñas dimensiones cobijada por un pequeño pórtico. Revista de la Asociación de Empresarios de Comercio y Servicios de la Jacetania 25 Reportaje valle, escalonado en el anfiteatro sobre la ribera iz- quierda del río, su lejanía de las principales vías de comunicación lo sometieron a un duro aislamiento que reforzó su condición de cabecera principal de los dos valles: el de Aisa y el suyo. Borau tiene cate- goría de Villa, un privilegio real que procede de los tiempos en que la madera de sus montes era una poderosa fuente de ingresos. De nuevo la pluma del alpinista Edouard Wallon nos permite descifrar las imágenes del pasado. En el vera- no de 1878 visitó el pueblo y dejó escrita una descrip- ción que conserva toda su vigencia: “entramos por la primera calle del gran pueblo de Borau donde, por lo que veo, no tendremos problemas a la hora de elegir una casa cómoda. Mientras cruzamos la plaza cen- tral, observo especialmente una hermosa fachada con grandes ventanas, cosa poco común en Aragón”. Borau presume de ser uno de los pueblos que me- jor ha sabido protegerse de los azotes de la especu- lación inmobiliaria. Y no le falta razón. De hecho, no hay ni una sola casa que altere la armonía del conjunto. Llama la atención sobremanera el edificio de las escuelas a la entrada del pueblo, inaugurado en 1929. La torre rematada con el reloj es única en todo el Pirineo. A finales de los 70 del pasado siglo Vinculada con la tesis de que fue sede episcopal, se confluencia de los barrancos Cancil y Lupán, perma- Borau atravesaba un irreversible proceso de deca- propagó la idea de que los obispos de Huesca se lle- neció semienterrado durante muchas décadas hasta dencia manifestado en el cierre y abandono de un varon a Sasabe el Santo Grial, lo que explica en bue- que a finales de los años 50 del pasado siglo logró importante número de sus casas. Hoy no queda nin- na medida la importancia de la iglesia. Los obispos recuperarse, descubriendo entonces su importante guna sin rehabilitar, cuenta con bar abierto todo el residieron en el templo hasta que se creó el obispa- valor artístico e histórico. Sin embargo, las aguas año y varias viviendas de turismo rural. do de Jaca en 1077. Formada por una única nave que fluyen permanentemente sobre sus cimientos cerrada en ábside semicircular, constituye un claro han sido una constante amenaza para su integridad El pueblo tiene la Iglesia de Santa Eulalia del siglo ejemplo de las afinidades entre el románico jaqués hasta que hace pocos años se pudo encontrar la fór- XVI, que domina en lo alto todo el valle, pero per- y el lombardo. El edificio, que se construyó en la mula para drenar con eficacia la estructura. manece cerrada por su deteriorado estado de con- servación. Aunque pudo existir un templo románico -del que quedaría como único testimonio un tímpa- no con un crismón embutido en el muro Norte del presbiterio-, la actual iglesia parroquial obedece al proyecto constructivo que (en la segunda mitad del siglo XVI) probablemente realizara el maestro cons- tructor Juan de Landerri, autor de la capilla de la Santísima Trinidad de la catedral de Jaca y del claus- tro de las benedictinas de esta misma ciudad. Poco antes de llegar a Borau hay un desvío a mano izquierda que nos interna en un camino de piedra que culmina en la ermita de San Adrian de Sasabe (s. XI). Sobre este austero edificio sobrevuelan infini- dad de leyendas y teorías de su origen y su historia. De entrada, hay quienes aseguran que el triángulo conformado por San Juan de la Peña, la cumbre de la Peña Oroel en Jaca y Sasabe tiene fuerzas esoté- ricas y poderes mágicos. Ésta es probablemente la menos científica de las versiones. La más rigurosa confirma que fue sede de la Dióce- sis de Huesca mientras la ciudad estuvo sometida al poder musulmán. De mediados del siglo XI data el primer documento que atestigua la existencia del cenobio. El rey Ramiro I lo acababa de reformar y lo entregaba para su custodia al obispo García I..