Ética, Sufrimiento Y Procreación Posibilidad De Una Ética Naturalista
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Ética, sufrimiento y procreación Posibilidad de una ética naturalista del deber Miguel Schafschetzy Steiner [email protected] Contenido: Introducción......................................................................................................................2 Parte I: Teoría ética ..................................................................................................................................8 Consideraciones metafísicas.............................................................................................8 Consideraciones biológicas ............................................................................................29 El hedonismo de Epicuro................................................................................................41 Kant y el deber................................................................................................................53 Teorías alternativas.........................................................................................................82 Los valores sociales........................................................................................................97 El juicio de valor ..........................................................................................................107 Parte II: La renuncia a la descendencia................................................................................................135 Derivaciones prácticas de la teoría ...............................................................................136 Sufrimiento y procreación ............................................................................................143 La especie .....................................................................................................................169 La muerte......................................................................................................................181 El descubrimiento de Malthus ......................................................................................187 Ética de los números absolutos.....................................................................................196 Una nueva competencia................................................................................................200 Conclusiones.................................................................................................................203 Bibliografía...................................................................................................................209 2 Sufrir es la manera de estar activo sin hacer nada. E. M. Cioran Introducción Distinguir entre el bien y el mal tiene sentido. Y no se puede reducir esta distinción a asuntos moralmente neutros. Es cierto, por otra parte, que la historia de la filosofía moral nos ofrece muchos modelos éticos donde es muy patente una confusión entre la valoración moral y su fundamentación, confusión que conlleva opciones dogmáticas -con el esperable conflicto entre la pretensión teórica y los condicionantes culturales- que ya proporcionan contenidos necesariamente relativos al contexto, aunque presentados como vigentes de forma absoluta. ¿Por qué no se debe maltratar a un niño? Muchas teorías no permiten dar una respues- ta racionalmente argumentada a esta pregunta. A falta de respuesta teórica clara, también se podría opinar que es una pregunta inadecuada, que el presupuesto mismo de que no hay que maltratar a un niño es cuestionable. Conviene desarrollar una teoría ética que explique los aspectos básicos de nuestros juicios de valor y caracterice adecuadamente el contenido de toda moral racionalmente justificable. Nuestra propuesta tiene como tesis central la siguiente: el deber es la asunción racional de la naturaleza coactiva del sufrimiento desde una perspectiva global. Esta teoría permite, entre otras, enfocar y destacar un ámbito de decisión humana hasta ahora casi completamente marginado: la decisión de engendrar nuevos seres humanos. Si bien así ya entramos en contenidos morales, este tema requiere desarrollos teóricos especiales, 3 debido a que trasciende el propio escenario del bien y del mal en sentido tradicional, la vida sensible de facto. Analizaré las posibilidades de tratar la procreación como un tema ético y defenderé que, en general, la decisión de tener un hijo es éticamente cuestionable. El trabajo está estructuralmente dividido en dos grandes partes acordes con las dos tesis principales. La primera está dedicada al intento de desarrollar una teoría ética que explique y permita describir adecuadamente la condición moral del ser humano. Buena parte del trabajo pretende caracterizar los elementos constitutivos del contenido de cualquier opción moral racionalmente justificable. Se llevará a cabo una reflexión teórica fundamental, partiendo del análisis de ciertas corrientes básicas del pensamiento ético histórico. No pueden ser todas y se dejarán de lado obras importantes, cuya especialización o cuyo carácter más bien pragmático o meramente descriptivo nos apartarían del objetivo de caracterizar los elementos básicos de nuestra condición moral y nuestras pretensiones morales. Especialmente fructífera me parece la contrastación de dos modelos, que en muchos aspectos siempre se han visto como antagónicos. Por un lado, tenemos la ética hedonista y, por otro, la deontológica. Hay fuertes intuiciones en favor tanto de una opción como de la otra y, aun sin conocimientos teóricos, es frecuente que las acciones se justifiquen en concordancia con uno de estos dos modelos. Cabe resaltar que, a pesar de la contraposición más o menos frecuente en la discusión filosófica, comúnmente se mezclan o alternan ambas opciones. Esto apunta, en principio, hacia una cierta complementariedad. Partiendo de Epicuro y de Kant, principalmente, se analizará el verdadero grado de tensión conceptual insalvable entre estos dos modelos. Así se puede establecer tanto lo sintetizable como lo que requiere una reformu- lación para posibilitar una teoría consistente que integre coherentemente aspectos importantes de ambas líneas teóricas. Nuestra teoría requiere la separación y la puesta en relación de, por un lado, la 4 racionalidad y, por otro, la sensibilidad (de sentir, no de sentidos de percepción). Esta separación también deriva en una crítica de la dialéctica del monismo idealista versus monismo materialista. Reivindicamos una metafísica en la que ocupa un lugar destacado la realidad sensible, la realidad de los intereses y necesidades, que es, al fin y al cabo, la causan- te de todo lo que podemos llamar acciones, la práctica de la ciencia incluida. Se trata de una realidad de hechos sensibles en forma de vivencias de sensaciones positivas o negativas, cuya negación o disolución en un mundo material, valorativamente neutro, es insostenible, a pesar de que no pueden ser empíricamente intersubjetivos. El científico como tal no alcanza a teorizar la mediatización de la verdad científica. No siempre se ve que esto se debe a una autolimitación (muy fructífera) de las ciencias naturales y no a que la formulación de las verdades empíricas no requiera una explicación extracientífica. La formulación misma sí la requiere. En este punto el positivismo no parece tener mucho que decir, porque prescinde de la causa de los espejos racionales que ponemos delante del mundo material y se limita a hablar de lo reflejado. Reconocemos como filosóficamente más satisfactorias las metafísicas monistas (por el simple hecho de reducir el mundo a un único enigma elemental). Y lejos está de mi ánimo reivindicar el misterio como subterfugio para el consuelo místico. Aun así, considero contrario a un análisis mínimamente compatible con nuestras intuiciones, renunciar a la distinción entre lo físico, lo mental y lo sensible. Será ésta una reflexión que supone el coste de incrementar enigmas ontológicos. Pero no parece que este punto esté históricamente despejado en algún sentido, por lo cual no queda descartado como hipótesis de trabajo. Si, por un lado, importa el marco metafísico de la moral en general, por otro, haciendo el oportuno movimiento en dirección opuesta, hay que estudiar la compatibilidad con las conclusiones teóricas de las manifestaciones concretas de la preocupación moral, para cuya explicación, tal vez justificación, debe servir precisamente la teoría. Se hace entonces necesa- 5 rio un análisis de los elementos constitutivos de los valores y de los juicios de valor. Hemos utilizado la expresión “explicación, tal vez justificación”, lo cual (si es defendible) apunta a una problemática que aparece si comparamos el juicio de valor con el juicio científico, el cual, si tomamos como ciencia paradigmática la física, no admitiría el concepto de justificación teórica; una explicación científica no justifica los hechos. Creemos que la dificultad central para la comprensión de los juicios de valor está en su empiricidad específica. Para aproximarnos a una solución, analizamos la llamada falacia naturalista de acuerdo con el planteamiento inicial de Hume y también con el sentido más camaleónico que adquiere en los escritos de Moore. Aunque en principio parezca bastante implausible, defendemos que no es el tipo de juicio sino su objeto lo que establece la diferencia. En otras palabras: no se puede constatar y valorar el mismo tipo de cosas. En “X es pequeño” y “X es bueno”, en contra de las apariencias, no tenemos el mismo sujeto lógico. La solución está en considerar como referencia de la valoración (sintácticamente oculta, si el paradigma es la estructura