Número 139: 21. º De Pentecostés-1. º De Adviento
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Estudios Exégeticos Homiléticos Volume 2011 | Number 139 Article 1 November 2011 Número 139: 21.º de Pentecostés-1.º de Adviento Follow this and additional works at: http://digitalcommons.luthersem.edu/eeh Part of the Christianity Commons, and the Practical Theology Commons Recommended Citation (2011) "Número 139: 21.º de Pentecostés-1.º de Adviento," Estudios Exégeticos Homiléticos: Vol. 2011 : No. 139 , Article 1. Available at: http://digitalcommons.luthersem.edu/eeh/vol2011/iss139/1 This Article is brought to you for free and open access by Digital Commons @ Luther Seminary. It has been accepted for inclusion in Estudios Exégeticos Homiléticos by an authorized editor of Digital Commons @ Luther Seminary. For more information, please contact [email protected]. et al.: Número 139: 21.º de Pentecostés-1.º de Adviento 1 ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 139 – Noviembre de 2011 Instituto Universitario ISEDET Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001 Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET Buenos Aires, Argentina Este material puede citarse mencionando su origen Responsable: Juan José Barreda Toscano 6 de Noviembre (21º de Pentecostés): Verde Isaías 25:1-9; Salmo 23; Filipenses 4:1-9; Mateo 22:1-14 El texto que corresponde a esta semana, Mt 22:1-14, está ubicada dentro de una discusión que tiene Jesús con los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mat 21:23). Mc 11:27-33 y Lc 20:1-8; que incluyen a los escribas que con los dos grupos mencionados por Mat conformaban el sanedrín. Es probable que en Mat los ancianos incluya a todos aquellos que no son sacerdotes dentro del sanedrín. Jesús está en Jerusalén en el tiempo de la Pascua y ha logrado captar la atención de mucha gente. Es así que estos líderes del pueblo lo increpan públicamente cuestionándole su autoridad para enseñar al pueblo. Jesús no procede de ningún círculo perteneciente al sanedrín. No se trata de una mera pregunta, sino de un cuestionamiento que espera ridiculizar a Jesús y desacreditar sus enseñanzas ante la gente. En este contexto Mat ubica tres parábolas relacionadas una con la otra. La primera cuenta la historia de dos hijos que fueron encomendados por su padre a una tarea. Uno al principio dijo que no pero luego cambió de parecer y la realizó. El otro le había dicho que sí, pero llegado el momento no la hizo. Esta parábola la usa Jesús para hablar de aquellos que habiendo rechazado los preceptos divinos inicialmente, cambian de posición y siguen las disposiciones de Dios. La segunda parábola es más fuerte y señala el uso de la violencia para arrebatarle el lugar a Dios. Habla de unos labradores a quienes se les dejó asignado el cuidado de la tierra hasta el tiempo de la cosecha. El dueño estaba ausente pero llegada la fecha envió a tres siervos a buscar los resultados de la cosecha. Los labradores los golpearon y mataron a dos de ellos. El dueño de las tierras volvió a enviar a más siervos, seguramente precaviendo que podrían también ser agredidos, pero también fueron maltratados y expulsados del lugar. Finalmente envió a su hijo pensando que no se atreverían a agredirlo. Pero rompiendo con lo esperado, lo mataron pensando que ahora no habría heredero y que se quedarían con las tierras que no eran suyas. En esta parábola se explicita la violencia que significa apoderarse de aquello que le pertenece a Dios, tanto material como simbólicamente. El final de estos labradores malvados no será necesariamente la muerte (obsérvese que tal conclusión está en la respuesta de la gente que oye la parábola, no en labios de Jesús mismo), solo se advierte la severidad de su castigo usando como ejemplo lo que haría el dueño de tal tierra. Lo que sí queda claro es que dichos labradores serán hechos a un lado y se pondrán nuevos labradores. Ha de observarse que en 21:43 se habla del cambio a un pueblo que obedezca a Dios, no simplemente de su liderazgo. La lectura del poder y la autoridad que hace Jesús en este texto nos advierte que el pueblo es responsable de esta dinámica de relaciones, que los sacerdotes y fariseos (nótese que en 21:23 se habla de ancianos) ocupan lugares de privilegio y dominio sobre los otros pero que no son los únicos. De allí que en 21:45-46 se diga que éstos querían apresar a Jesús pero no podían por temor al pueblo (cf. 21:26, cuando habla de Juan el Bautista). Published by Digital Commons @ Luther Seminary, 2011 1 Estudios Exégeticos Homiléticos, Vol. 2011, No. 139 [2011], Art. 1 2 Notas exegéticas La parábola de Mt 22:1-14 sigue en esta misma línea de polémica contra las autoridades del pueblo, aunque incluye al mismo pueblo, que rechazan a Jesús. A diferencia de su paralelo en Lc 14:16-24 que habla de una banquete ofrecido por un señor, aquí se habla de la cena nupcial del hijo de un rey. Si ambas historias son reelaboraciones de una misma historia ha de observarse que Mt le da un tenor en el que el rechazo es visto como una ofensa mucho mayor puesto que se trata de una boda y de la invitación de un rey. Vv. 1-2. Se puede advertir aquí que se trata de una parábola que retoma el desafío público que han hecho respecto a la autoridad de Jesús después de las reacciones de los sacerdotes y fariseos en 21:45-46. El tema de las "bodas" es usada también en 9:15 y señala un evento social festivo y de fortalecimiento de las relaciones vinculares en la comunidad. Esta parábola ilustra la relación de Dios con el pueblo como "reinado de Dios". Vv. 3-6. Están quienes ven a los "siervos" como figuras de los "profetas" enviados por Dios, pero hay que pensarlo en términos todavía más amplios. La idea principal es que Dios aproximó su invitación a quienes pareció dignos de recibirla a través de sus siervos (profetas, escribas, maestros, etc.). La insistencia del rey en enviar una segunda vez a los siervos es poco usual. Por una cuestión de honor se esperaría que los invitados le respondiesen afirmativamente la primera vez, o en todo caso, que presentaran excusas suficientemente justificables. Pero el texto presenta un gran desaire, directamente se dice que "no quisieron venir". El texto presenta una situación exagerada en la que ni uno acepta la invitación. A diferencia del relato de Lc 14:16-24, estos invitados ni siquiera presentan excusas para su ausencia, sino que simplemente priorizan sus ocupaciones personales. Por las costumbres y creencias vinculadas al honor y la dignidad se puede pensar que tales invitados eran del estrato dirigente del reino. Esto se ve corroborado por las actividades que realizan destinadas al comercio y al cuidado de sus tierras (v. 5). En esta segunda invitación se ve entonces que el rey está dispuesto a romper con las prácticas y normas correspondientes al honor. En el v. 4 se puede observar que en esta segunda oportunidad envía a otros siervos que deberán explicarles todo lo que este rey ofrece en la cena nupcial de su hijo. En tal descripción se puede apreciar la dignidad del acontecimiento ("he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto"; cf. Lc 14:16-17, no hace tal descripción), pero también el honor y la dignidad que tienen para el rey los invitados. Tal descripción no es entonces una simple muestra de grandeza, sino el intento de persuadir a los invitados rebajándose de su posición para contar con ellos en la boda de su hijo. El maltrato y asesinato a los siervos del rey se contrapone a la buena voluntad de este último. Tal rechazo a la invitación no se trata ya de un desprecio y una humillación al rey, sino que se trata de un desafío a su condición de realeza. No se habla mucho del hijo del rey, es su vinculación filial suficiente para que éste merezca la participación de los invitados. V. 7. La reacción del rey a la agresión contra sus siervos es lo que desata su ira y lo lleva a acabar con aquellos asesinos y a la destrucción de su ciudad. Pero no es necesariamente el amor a sus siervos, sino que sobre todo lo motiva su honor al haber sido rechazado y agredido (siervos como pertenencia). La acción de asesinar y destruir la ciudad no debe pensarse necesariamente como un símil detallado del proceder de Dios (cf. Lc 14:21, no se menciona represalia alguna). La parábola debe de ser leída como un todo y advertirse que parte de su función es dejar abiertas ciertas http://digitalcommons.luthersem.edu/eeh/vol2011/iss139/1 2 et al.: Número 139: 21.º de Pentecostés-1.º de Adviento 3 preguntas. En este caso sería preguntarse si Dios castigaría como lo hace este o cualquier rey. La parábola se focaliza en el rechazo a la invitación insistente de Dios y en las repercusiones que traerá el rechazo y asesinato de sus siervos. Pero no se debe de llegar tan lejos como pensar que este texto alude a la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Esto sería ir muy lejos con la parábola. El incendio de las ciudades enemigas fue una práctica común por lo que esta alusión debe tomarse de forma genérica para aludir las represalias del rey. Nadie pensaría que Dios ofreció "literalmente" una cena nupcial para Jesús, por lo que creer que el asesinato a quienes mataron a sus siervos y la destrucción de su ciudad se refiere a las autoridades judías y a la ciudad de Jerusalén es inadecuada; más todavía cuando posesionaría a los ejércitos romanos como agentes del accionar de Dios.