Arturobarea Postal Variante2.Qxp Maquetación 1 13/12/17 9:46 Página 1
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CbtaArturoBarea_Postal_variante2.qxp_Maquetación 1 13/12/17 9:46 Página 1 ARTURO BAREA la ventana inglesa la ventana inglesa ARTURO BAREA 9 7 8 8 4 9 2 6 3 2 7 4 9 | 1 | | 2 | | 3 | | 4 | ARTURO BAREA la ventana inglesa instituto cervantes catálogo director edita Juan Manuel Bonet Instituto Cervantes secretario general edición a cargo de Rafael Rodríguez-Ponga Salamanca William Chislett Juan Marqués director de gabinete José María Martínez Alonso coordinación editorial Luz Bejarano director de cultura Martín López-Vega González textos Juan Manuel Bonet gabinete bibliográfico William Chislett Juan Marqués organiza Antonio Muñoz Molina Instituto Cervantes asesoramiento lingüístico patrocina Pilar Rodríguez Collell Iberdrola diseño gráfico comisario Miguel San José Romano William Chislett fotografías asesor Javier Rosa Juan Marqués fotomecánica e impresión coordinación de la itinerancia Lerner & TF Departamento de Actividades Culturales del Instituto Cervantes isbn: 978-84-92632-74-9 depósito legal: m-31746-2017 jefe de departamento nipo: 503-17-023-5 de actividades culturales Ernesto Pérez Zúñiga © De las fotografías: sus autores © De los textos: sus autores coordinación Luz Bejarano Coca Al amparo de la vigente legislación sobre la propiedad María Florencia Fergnani Brion intelectual y con apercibimiento de las sanciones previstas en la misma, salvo autorización por escrito de los titulares administración del copyright, queda rigurosamente prohibida la reproducción José Javier de la Fuente Sanz total o parcial por cualquier procedimiento o tecnología, José Luis Molina-Prados Iniesta aun citando su procedencia. Yolanda Moñino Rodríguez Todos los libros y documentos expuestos han sido cedidos Javier Sanz Moreno amablemente por: Centro de Estudios Senderianos del Instituto de Estudios Altoaragoneses, William Chislett, Michael Eaude, documentación Pedro Fernández Melero, Juan Marqués, la Red de Bibliotecas Cristina Gonzalo Iglesia del Instituto Cervantes, Victoria Tierz y otros particulares. Sylvia López Rodríguez agradecimientos diseño gráfico Miguel de Avendaño, Ben Chislett, Pedro Corral, Fernando Elvira, Miguel San José Romano Editorial Salto de Página, Estate of T. S. Eliot (Set Copyrights Ltd), Isabel Fernández, Fundación Pública Gallega Camilo José Cela, digitalización disco Juan García Rodríguez, Ian Gibson, Ferdi Grafe, Rosmarie Grafe, Radio Gladys Palmera Alex King, Beatriz Martins, Antonio Muñoz Molina, Eva Nieto McAvoy, Ester Puyol, Yolanda Riquelme, Enriqueta Rodríguez Barea, Uli Rushby-Smith, Yolanda Sánchez, Nigel Townson, Andrés Trapiello seguro y Susana Urberuaga Aon, Gil y Carvajal | 9 | presentación Juan Manuel Bonet | 13 | la vocación de arturo barea Antonio Muñoz Molina | 21 | arturo barea: del madrid de la guerra civil al exilio en la campiña inglesa William Chislett | 41 | catálogo | 87 | apéndice documental | 103 | los libros de arturo barea Juan Marqués uijotesco paladín de la causa Arturo Barea, el británico William Chislett Qllegó a mi despacho del Instituto enviado por nuestro común amigo Antonio Muñoz Molina. Arrastraba una maleta con ruedas, de la que fue extrayendo ma- teriales raros relativos al gran escritor extremeño que terminó sus días en el exilio inglés, donde durante años, como «Juan de Castilla», fue una de las voces hispá- nicas de la BBC. Obviamente, no se trataba de una maleta tan baqueteada como las de Robert Capa, Agustí Centelles y demás fotógrafos errantes, pero lo que contenía eran pecios de la misma época trágica (la guerra civil española) a la cual asociamos los nombres de esos grandes artistas de la cámara, pecios de tal interés que decidí sobre la marcha exponerlos. Entre las obras literarias inspiradas en esos años, la magistral trilogía o saga bareana La forja de un rebelde, tan llena de detalles autobiográficos, que tanto tardó en editarse aquí y a cuyo conocimiento ayudaría su conversión por Mario Camus en una serie televisiva, constituye un auténtico monumento al Madrid («Madrid huele a sol por las mañanas») y a la provincia de Madrid de comienzos del siglo xx. El primer volumen empieza con una escena inolvidable, homenaje del escri- tor a su madre lavandera: doscientos pantalones de la Escolta Real secándose, flotando en el aire junto al Manzanares, uno de los paisajes más pintados y foto- grafiados y escritos del Madrid de finales del siglo xix y comienzos del xx: el río, el Campo del Moro, el Palacio Real, la Almudena, las Vistillas, el Seminario, el viaducto (todavía de metal) cantado por Cansinos y por Borges, San Francisco el Grande… Admirable es la capacidad del autor para adoptar la mirada, el lenguaje del niño y del adolescente de familia humilde que fue. El segundo volumen es una cruda evocación, en la que no faltan viñetas de Franco, Dámaso Berenguer o Millán Astray, de la guerra de Marruecos vista por un combatiente que percibe aquello como «un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensos». Notable | 9 | contribución tardía a una literatura africanista que tuvo entre sus hitos títulos de, entre otros, Pedro Antonio de Alarcón, Giménez Caballero, Luys Santa Ma- rina, José Díaz Fernández, Sender… En cuanto al tercer volumen, el más impre- sionante y apasionante, habla de los prolegómenos de la Guerra Civil, de la resis- tencia heroica de la ciudad sitiada y bombardeada, del trabajo del autor como censor de prensa extranjera y como locutor de radio («La voz incógnita de Ma- drid», directo precedente de su trabajo como «Juan de Castilla»), pero también de las sacas, de las checas, de las luchas internas en el seno del bando republi- cano… De los tres, es aquel en el que comparecen más personajes reales, de Miaja a Constancia de la Mora, pasando por Norman Bethune, John Dos Passos, He- mingway, Mihail Koltsov o Sefton Delmer, el futuro genio, durante la Segunda Guerra Mundial, de la batalla británica de las ondas. Como no podía ser de otro modo, Muñoz Molina nos acompaña en el pre- sente catálogo. En su contribución enfatiza el no-cerrar los ojos de Barea a los crí- menes que se cometían en su propio bando, hecho por el que muy pertinentemente lo compara con Azaña, Manuel Chaves Nogales, Elena Fortún o Julián Zugaza- goitia. Le agradezco también al autor de El jinete polacoel que nos enviara a Chislett. Encomiable el trabajo de coordinación, como siempre eficaz, que en conjunción con este ha realizado Juan Marqués, que hace poco evocó para nosotros a Max Aub, otro que supo convertir Madrid en materia literaria perdurable, y uno de los pocos cuyas obras bélicas pueden ser colocadas cerca de las de Barea o de Sender (del que aquí se enseña una carta), o cerca, en el otro bando, de las de Agustín de Foxá o Salvador García de Pruneda. Una célebre novela de Miguel Delibes se titula Las guerras de nuestros antepa- sados. Podría ser oportuno parodiar el título para referirnos a cómo leemos a Barea hoy, pues, por fortuna, nuestro país, pese a que algunos se empeñen en lo contrario, ha sido capaz de practicar el difícil arte de la reconciliación nacional. A la sombra de Arturo, la figura de Ilsa Barea, su mujer y traductora al inglés, merece que nos detengamos en ella. Oportunamente, se incluye en la exposición, y en este catálogo, su excelente libro sobre su Viena natal, aparecido en Londres en 1966, y aquí traducido en una de las colecciones de bolsillo de Plaza & Janés. Hija del profesor judío Valentin Pollak, Ilsa estuvo casada con un temible agente del Komintern, Leopold Kulcsar, y aunque durante un tiempo militó en las filas comunistas, la mayor parte de su vida política transcurrió en las socialdemócratas. En su blog «Hemeroflexia», Andrés Trapiello, otro lector entusiasta de Barea, del que elogió su pureza, así como su cervantino huir de la afectación, dedicó en 2013 tres preciosas entradas a esta mujer que nos honramos en homenajear no | 10 | solo porque fue decisiva su presencia junto a Barea, que la convierte en uno de los personajes centrales del tercer volumen de la trilogía, sino además por ese libro vienés, que merecería ser reeditado. Quiere este pequeño gabinete literario contribuir al conocimiento de un es- critor que supo convertir en gran literatura —apreciada por Orwell y por Gerald Brenan, pero también por historiadores como Raymond Carr, Gabriel Jackson o Hugh Thomas— sus vivencias madrileñas: el Viejo Madrid, las iglesias, el Teatro Real, la Puerta del Sol, las corralas, los cafés, las tabernas, las posadas, los co- mercios, los tranvías, la Casa del Pueblo, la Cibeles, el Retiro, la zona rastrista y ramoniana de las Américas y del Mundo Nuevo, las Injurias, las Ventas, y por supuesto, ya refiriéndose a sus vivencias de los años de la contienda, el fantasmagó- rico y piranesiano edificio de la Telefónica y el Palacio de Santa Cruz (sedes sucesivas de su oficina), los hoteles de los corresponsales extranjeros, el de los asesores sovié- ticos… Lejos quedaba el hundimiento de su primitiva vocación de escritor, narrada hacia el final del primer volumen. Fue pluma en mano, leyendo a los periodistas, a los que tenía por misión controlar, cómo el censor tomó conciencia de que ahora sí era capaz de hacer literatura, tomando su propia vida como materia: el primer re- sultado fueron los veinte relatos recogidos en el libro con el que se estrena como es- critor, Valor y miedo(1938), con cubierta presumiblemente diseñada, según Trapiello, por Mauricio Amster, y con quince fotografías (dos de ellas, en cubierta y contra) que en estricta sintonía con los relatos, documentan distintos aspectos de la guerra en la capital, incluidas las destrucciones en la zona cercana a la Telefónica. Horacio Fernández, que en 2014 expuso un ejemplar del volumen en su gran muestra para el Reina Sofía sobre el fotolibro español, ha logrado identificar convincentemente a Walter Reuter como el autor de varias de ellas, aunque en algunos casos, por ejemplo en la del incendio del mercado del Carmen, que encontramos en otras publicaciones republicanas (concretamente, en dos que Michel Lefebvre-Peña ha incluido en 2013 en su monumental suma Guerra gráfica), abre la posibilidad de que haya instantá- neas de otros fotógrafos.