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CONTIENE MUSICA DE FONDO para leer los poemas elije la estantería del autor y haz clic Salir

García Lorca Gabriela Mistral

Rosalía de Castro Pablo Neruda

Jorge Luis Borges José Martí

Antonio Machado Gustavo Adolfo Bécquer

Mario Benedetti Miguel de Unamuno

* Federico García Lorca 1898 el 5 de junio nace Federico García Lorca en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, hijo Granada 1898-1936 de Federico García Rodríguez y Vicenta Lorca Romero. Será el mayor de cuatro hermanos: Francisco, Concha e Isabel. 1908 Pasa unos meses en Almería, donde comienza sus estudios de bachillerato. Primeros estudios de música. 1909 se traslada con su familia a vivir a Granada. 1915-1917 Estudios de Filosofía y Letras y de Derecho en la Universidad de Granada. Amistad con el núcleo intelectual granadino (Melchor Fernández Almagro, Miguel Pizarro, Manuel Ángeles Ortiz, Ismael G. de la Serna, Angel Barrios,...). Viajes de estudios, dirigidos por el Catedrático Martín Domínguez Barrueta, por Andalucía, Castillla y Galicia. Inicia su amistad con el compositor Manuel de Falla, quien fija su residencia en Granada.1918 Publica en Granada su primer libro Impresiones y Paisajes y escribe algunos poemas que aparecerán más tarde en su primer libro de versos, Libro de Poemas.

Siguiente → Romance de la Luna La luna vino a la fragua con su polizón El jinete se acercaba tocando el tambor del de nardos. llano. El niño la mira, mira. El niño la está Dentro de la fragua el niño tiene los ojos mirando. En el aire conmovido mueve la cerrados. luna sus brazos y enseña, úbrica y Por el olivar venían, bronce y sueño, los pura, sus senos de duro estaño. gitanos. Huye luna, luna, luna. Si vinieran los Las cabezas levantadas y los ojos gitanos, harían con tu corazón collares entornados. y anillos blancos. ¡Cómo canta la zumaya, Niño, déjame que baile. ay, cómo canta en el árbol! Cuando vengan los gitanos, Por el cielo va la luna con un niño de la te encontrarán sobre el yunque mano. con los ojillos cerrados. Dentro de la fragua lloran, dando gritos, Huye, luna, luna, luna, que ya siento los gitanos. los caballos. El aire la vela, vela. Niño, déjame, no pises mi blancor El aire la está velando. almidonado

Siguiente → Preciosa y el aire Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen. Cantan las flautas de umbría y el liso gong de la Su luna de pergamino Preciosa tocando viene nieve. por un anfibio sendero de cristales y laureles. ¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete, verde! cae donde el mar bate y canta su noche llena de ¡Preciosa, corre, Preciosa! peces. ¡Míralo por donde viene! En los picos de la sierra Sátiro de estrellas bajas con sus lenguas os carabineros duermen guardando las blancas relucientes. torres donde viven los ingleses. Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que y los gitanos del agua levantan por distraerse, tiene, más arriba de los pinos, el cónsul de los glorietas de caracolas yramas de pino verde. ingleses. Asustados por los gritos tres carabineros Niña, deja que levante tu vestido para verte. vienen, sus negras capas ceñidas y los gorros en Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu las sienes. vientre. El inglés da a la gitana un vaso de tibia leche, y . Preciosa tira el pandero y corre sin detenerse una copa de ginebra El viento-hombrón la persigue con una espada que Preciosa no se bebe. Y mientras cuenta, caliente. llorando, su aventura a aquella gente, en las tejas de pizarra el viento, furioso, muerde.

Siguiente → Reyerta El juez, con guardia civil, por los olivares viene. En la mitad del barranco Sangre resbalada gime las navajas de Albacete muda canción de serpiente. bellas de sangre contraria, Señores guardias civiles: aquí relucen como los peces. pasó lo de siempre. Una dura luz de naipe Han muerto cuatro romanos recorta en el agrio verde y cinco cartagineses. caballos enfurecidos y perfiles de jinetes. En la copa de un olivo La tarde loca de higueras lloran dos viejas mujeres. y de rumores calientes El toro de la reyerta cae desmayada en los muslos se sube por las paredes. heridos de los jinetes. Ángeles negros traían Y ángeles negros volaban pañuelos y agua de nieve. por el aire del poniente. Ángeles de largas trenzas Ángeles con grandes alas de navajas de Albacete. y corazones de aceite. Juan Antonio el de Montilla rueda muerto la pendiente, su cuerpo lleno de lirios y una granada en las sienes. Ahora monta cruz de fuego, carretera de la muerte.

Siguiente → Romance Sonámbulo Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con menos hasta las altas barandas, ¡dejadme subir!, dejadme la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que donde retumba el agua. te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la están Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. mirando y ella no puede mirarlas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de lágrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el Mil panderos de cristal, herían la madrugada. camino del alba. La higuera frota su viento con la lija Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas dos compadres subieron. El largo viento, dejaba en la boca agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...? Ella sigue un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la ¡Compadre! ¿Dónde está, dime? ¿Dónde está tu niña mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo amarga? ¡Cuántas veces te esperó! ¡Cuántas veces te por su casa, esperara cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Sobre el rostro del aljibe Compadre, vengo sangrando, desde los puertos de se mecía la gitana. Verde cama, pelo verde, con ojos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba. Pero fría plata. Un carámbano de luna la sostiene sobre el yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, agua. La noche se puso íntima como una pequeña plaza. quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde puede ser, con las sábanas de holanda. que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco ¿No ves la herida que tengo desde el pecho a la sobre la mar. Y el caballo en la montana. garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca.

Siguiente → La monja gitana Por los ojos de la monja galopan dos caballistas. Silencio de cal y mirto. Un rumor último y sordo Malvas en las hierbas finas. le despega la camisa, La monja borda alhelíes y al mirar nubes y montes sobre una tela pajiza. en las yertas lejanías, Vuelan en la araña gris, se quiebra su corazón siete pájaros del prisma. de azúcar y yerbaluisa. La iglesia gruñe a lo lejos ¡Oh!, qué llanura empinada como un oso panza arriba. con veinte soles arriba. ¡Qué bien borda ! ¡Con qué gracia! ¡Qué ríos puestos de pie Sobre la tela pajiza, vislumbra su fantasía! ella quisiera bordar Pero sigue con sus flores, flores de su fantasía. mientras que de pie, en la brisa, ¡Qué girasol! ¡Qué magnolia la luz juega el ajedrez de lentejuelas y cintas! alto de la celosía. ¡Qué azafranes y qué lunas, . en el mantel de la misa! Cinco toronjas se endulzan en la cercana cocina. Las cinco llagas de Cristo cortadas en Almería.

Siguiente → San Miguel Se ven desde las barandas, San Miguel canta en los vidrios; efebo de tres mil por el monte, monte, monte, noches, fragante de agua colonia y lejano de las mulos y sombras de mulos flores. El mar baila por la playa, cargados de girasoles. un poema de balcones. Las villas de la luna Sus ojos en las umbrías pierden juncos, ganan voces. Vienen manolas se empañan de inmensa noche. comiendo En los recodos del aire semillas de girasoles, los culos grandes y ocultos cruje la aurora salobre. como planetas de cobre. Un cielo de mulos blancos Vienen altos caballeros y damas de triste porte, cierra sus ojos de azogue morenas por la nostalgia de un ayer de dando a la quieta penumbra ruiseñores. Y el obispo de Manila, ciego de azafrán y pobre, dice misa con dos filos para un final de corazones. Y el agua se pone fría mujeres y hombres para que nadie la toque. San Miguel se estaba quieto Agua loca y descubierta en la alcoba de su torre, con las enaguas cuajadas por el monte, monte, monte. de espejitos y entredoses. San Miguel, rey de los globos San Miguel lleno de encajes y de los números nones, en la alcoba de su torre, en el primor berberisco enseña sus bellos muslos de gritos y miradores. ceñidos por los faroles. Arcángel domesticado en el gesto de las doce, finge una cólera dulce de plumas y ruiseñores.

Siguiente → Muerto de amor Sólo por los corredores las cuatro luces clamaban ¿Qué es aquello que reluce con el furor de San Jorge. por los altos corredores? Tristes mujeres del valle bajaban su sangre de Cierra la puerta, hijo mío, hombre, tranquila de flor cortada y amarga de acaban de dar las once. muslo joven. En mis ojos, sin querer, Viejas mujeres del río lloraban al pie del monte, relumbran cuatro faroles. un minuto intransitable de cabelleras y nombres. Será que la gente aquella Fachadas de cal, ponían cuadrada y blanca la estará fregando el cobre. noche. Serafines y gitanos tocaban acordeones. * Madre, cuando yo me muera, que se enteren los Ajo de agónica plata señores. Pon telegramas azules que vayan del Sur la luna menguante, pone al Norte. cabelleras amarillas Siete gritos, siete sangres, siete adormideras a las amarillas torres. dobles, quebraron opacas lunas en los oscuros La noche llama temblando salones. al cristal de los balcones, Lleno de manos cortadas y coronitas de flores, el perseguida por los mil mar de los juramentos resonaba, no sé donde. Y el perros que no la conocen, cielo daba portazos al brusco rumor del bosque, y un olor de vino y ámbar mientras clamaban las luces en los altos viene de los corredores. corredores. * Brisas de caña mojada y rumor de viejas voces, resonaban por el arco roto de la media noche. Bueyes y rosas dormían.

Siguiente → El Camborio de camino a Sevilla Antonio Torres Heredia, Antonio Torres Heredia, hijo y nieto de Camborios, hijo y nieto de Camborios, viene sin vara de mimbre con una vara de mimbre entre los cinco tricornios. va a Sevilla a ver los toros. Antonio, ¿quién eres tú? Moreno de verde luna Si te llamaras Camborio, anda despacio y garboso. hubieras hecho una fuente Sus empavonados bucles de sangre con cinco chorros. le brillan entre los ojos. Ni tú eres hijo de nadie, A la mitad del camino ni legítimo Camborio. cortó limones redondos, ¡Se acabaron los gitanos y los fue tirando al agua que iban por el monte solos! hasta que la puso de oro. Están los viejos cuchillos Y a la mitad del camino, tiritando bajo el polvo. bajo las ramas de un olmo, A las nueve de la noche guardia civil caminera lo llevan al calabozo, lo llevó codo con codo. mientras los guardias civiles El día se va despacio, beben limonada todos. la tarde colgada a un hombro, Y a las nueve de la noche dando una larga torera le cierran el calabozo, sobre el mar y los arroyos. mientras el cielo reluce Las aceitunas aguardan como la grupa de un potro. la noche de Capricornio, y una corta brisa, ecuestre, salta los montes de plomo.

Siguiente → El Camborio Mis cuatro primos Heredias hijos de Benamejí. Voces de muerte sonaron Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban cerca del Guadalquivir. en mí. Voces antiguas que cercan Zapatos color corinto, medallones de marfil, y voz de clavel varonil. este cutis amasado Les clavó sobre las botas con aceituna y jazmín. mordiscos de jabalí. ¡Ay Antoñito el Camborio, En la lucha daba saltos digno de una Emperatriz! jabonados de delfín. Acuérdate de la Virgen porque te vas a morir. Bañó con sangre enemiga ¡Ay Federico García, su corbata carmesí, llama a la Guardia Civil! Ya mi talle se ha pero eran cuatro puñales quebrado como caña de maíz. Tres golpes de y tuvo que sucumbir. sangre tuvo Cuando las estrellas clavan y se murió de perfil. rejones al agua gris, Viva moneda que nunca cuando los erales sueñan se volverá a repetir. verónicas de alhelí, Un ángel marchoso pone voces de muerte sonaron su cabeza en un cojín. cerca del Guadalquivir. Otros de rubor cansado, Antonio Torres Heredia, encendieron un candil. Camborio de dura crin, Y cuando los cuatro primos moreno de verde luna, llegan a Benamejí, voz de clavel varonil: voces de muerte cesaron ¿Quién te ha quitado la vida cerca del Guadalquivir. cerca del Guadalquivir?

Siguiente → El Piyayo Sin mas sombra que la del abuelo... ¡poca sombra, porque es tan chicuelo; en el altozano tiene un cuchitril ¡a las vigas alcanza la mano; y por lumbre y por luz, un ¿Tu conoces al ”Piyayo” candil. Vacia sus alforjas Que son sus bolsillos, un viejecillo renegro, reseco y chicuelo; Bostezando los siete chiquillos, Se agrupan riendo. Y entre la mirada de gallo pendenciero y hocico de raposo carantoñas les va repartiendo Pan y pescao frito, Con la tiñoso... que pide limosna por "tangos“ y maldice parsimonia de un antiguo rito: cantando "fandangos“ gangosos? ¡chavales! ¡A chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me ¡pan de flor de harina! Mascarlo despasio. causa un respeto imponente! Mejo pan no se come en palasio. Y este pescaito, ¡no es na? Ata a su cuerpo una guitarra, Que chilla como una sacao uno a uno del fondo del má! ¡gloria pura él! Las corneja Y zumba como una chicharra Y tiene espinas se comen tamié, Que to es alimento... Asi.... arrumacos de vieja Pelleja. Yo le he visto cantando, despasito. ¡no llores, Manuela! Babeando De rabia y de vino, Bailando Tu no pués, porque no tiés muelas. ¡es tan chiquitita mi Con saltos felinos Tocando a zarpazos,. niña bonita!.. así, despasito. Los acordes de un viejo"tangazo“ Y, a sus contorsiones de Muy remascaito, Migaja a migaja, que dure, Le van ardilla, Hace son con la sucia calderilla. dando fin A los cinco reales que costo el festín. Luego entre ¡ a chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me guiñapos durmiendo, Por matar el frío, muy apiñaditos. causa un respeto imponente! La Virgen María contempla al “Piyayo” Riendo Y hay Es su extraño arte su cepo y su cruz, un Angel rubio que besa la frente De cada gitano su vida y su luz, su tabaco y su aguardientillo... y su chiquito. A chufla lo toma la gente!... pan y el de sus nietecillos: "churumbeles" con greñas de ¡y a mi me da penay me causa un respeto imponente! alambre y panzas de sapos. Que aullan de hambre Tiritando bajo los harapos; Sin madre que lave su roña; Sin padre que "afane“ Porque pena una muerte en santoña

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La casada infiel Yo me quité la corbata. Ella se quitó el vestido. Yo el cinturón con revólver Ella sus cuatro corpiños. Y que yo me la lleve al río Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni creyendo que era mozuela, los cristales con luna relumbran con ese brillo. pero tenía marido. Sus muslos se me escapaban como peces Fue la noche de Santiago sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad y casi por compromiso. llenos de frío. Se apagaron los faroles Aquella noche corrí el mejor de los caminos, y se encendieron los grillos. montado en potra de nácar sin bridas y sin En las últimas esquinas estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas toqué sus pechos dormidos, que ella me dijo. La luz del entendimiento me y se me abrieron de pronto hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena, como ramos de jacintos. yo me la lleve del río. Con el aire se batían las El almidón de su enagua me espadas de los lirios. Me porté como quien soy. sonaba en el oído, Como un gitano legítimo. La regalé un costurero como una pieza de seda grande de raso pajizo, y no quise enamorarme rasgada por diez cuchillos porque teniendo marido me dijo que era mozuela Sin luz de plata en sus copas cuando la llevaba al río. los árboles han crecido, y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos, bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo.

← Volver a la biblioteca Nació en Santiago de Compostela. Fue bautizada con los Rosalía de Castro nombres de María Rosalía Rita. hija de padres Santiago de Compostela (Galicia) 1837- desconocidos. Muy poco se sabe de su educación. Se sabe 1885 que en la escuela mostró talento de versificadora. También le gustaba el dibujo, la música y la declamación. Rosalía de Castro contrajo matrimonio con Manuel Martínez Murguía, erudito cronista de Galicia. Al año siguiente Rosalía da luz a su primera hija, Alejandra, a la que han de seguir seis hijos más. Su domicilio cambió varias veces, entre Madrid y Simancas. Rosalía nunca disfrutó de buena salud. Luchó siempre contra enfermedades, y a menudo con la penuria, vivió dedicada a su hogar, a sus hijos y a su marido, nunca aspiró a la fama. Su marido fue quien la convenció para que publicara sus obras. Murió de cáncer a los cuarenta y ocho años en su casa de Padrón, la cual hoy es un museo. Todos sus hijos murieron antes que ella, sin poder dejar herederos. Compuso sus primeros versos a la edad de 12 años. A los 17 años ya era conocida en el "Liceo de San Agustín". por su primer libro; La Flor. y Follas Novas: es el título de su último libro que contiene su manera de ver la vida, en el muestra su esencia vital. Rosalía muestra una visión sombría de la existencia humana. En los Cantares, Rosalía asume la voz del pueblo gallego. Su obra maestra en castellano es En las Orillas del Sar, versos de tono íntimo, de extraña penetración, cargados de nocturna belleza. Merece ser considerada, al lado de Gustavo Adolfo Bécquer, como la precursora de la Modernidad e iniciadora de una nueva métrica castellana.

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2 1 ¡Otra vez!, tras la lucha que rinde y la incertidumbre amarga A través del follaje perenne del viajero que errante no sabe que oír deja rumores extraños, dónde dormirá mañana, y entre un mar de ondulante verdura, en sus lares primitivos halla un breve descanso mi alma. amorosa mansión de los pájaros, Algo tiene este blando reposo desde mis ventanas veo de sombrío y de halagüeño, el templo que quise tanto. cual lo tiene, en la noche callada, de un ser amado el recuerdo, El templo que tanto quise..., que de negras traiciones y dichas inmensas, nos habla a un tiempo.Ya no lloro..., pues no sé decir ya si le quiero, y no obstante, agobiado y afligido mi espíritu, que en el rudo vaivén que sin tregua apenas de su cárcel estrecha y sombría osa dejar se agitan mis pensamientos, las tinieblas dudo si el rencor adusto para bañarse en las ondas vive unido al amor en mi pecho. de luz que el espacio llenan. Cual si en suelo extranjero me hallase, tímida y hosca, contemplo desde lejos los bosques y alturas y los floridos senderos donde en cada rincón me aguardaba la esperanza sonriendo.

Siguiente → 3 4 Oigo el toque sonoro que entonces a mi lecho a Tras de inútil fatiga, que mis fuerzas agota, caigo en la senda llamarme venía con sus ecos que el alba anunciaban, amiga, donde una fuente brota siempre serena y pura, mientras, cual dulce caricia, un rayo de sol dorado y con mirada incierta, busco por la llanura no sé qué sombra alumbraba mi estancia tranquila. vana o que esperanza muerta, no sé qué flor tardía de Puro el aire, la luz sonrosada, ¡qué despertar tan virginal frescura que no crece en la vía arenosa y desierta. De dichoso! Yo veía entre nubes de incienso, visiones con la oscura Trabanca tras la espesa arboleda, gallardamente alas de oro que llevaban la venda celeste arranca al pie de la vereda La Torre y sus contornos cubiertos de la fe sobre sus ojos... Ese sol es el mismo, mas ellas no de follaje, prestando a la mirada descanso en su ramaje acuden a mi conjuro; y a través del espacio y las nubes, cuando de la ancha vega por vivo sol bañada que las pupilas y del agua en los limbos confusos, y del aire en la azul ciega, atraviesa el espacio, gozosa y deslumbrada. Como un transparencia, eco perdido, como un amigo acento que sueña cariñoso, el ¡ay!, ya en vano las llamo y las busco. Blanca y familiar chirrido del carro perezoso corre en alas del viento y desierta la vía entre los frondosos setos y los bosques y llega hasta mi oído cual en aquellos días hermosos y brillantes arroyos que bordan sus orillas, con grato misterio en que las ansias mías eran quejas amantes, eran dorados atraerme parece y brindarme sueños y santas alegrías. Ruge la Presa lejos..., y, de las aves a que siga su línea sin término. nido, Fondón cerca descansa; la cándida abubilla bebe en el Bajemos, pues, que el camino agua mansa donde un tiempo he creído de la esperanza antiguo nos saldrá al paso, hermosa beber el néctar sano, y hoy bebiera anhelosa las aunque triste, escabroso y desierto, aguas del olvido, que es de la muerte hermano; donde de los y cual nosotros cambiado, vencejos que vuelan en la altura, la sombra se refleja. lleno aún de las blancas fantasmas que en otro tiempo adoramos

Siguiente → 5 6 ¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iria ¡Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella! Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que Viendo cuán triste brilla nuestra fatal estrella, extraje de tu seno, como el sediento niño el dulce del Sar cabe la orilla jugo extrae del pecho blanco y lleno, al acabarme, siento la sed devoradora de mi existencia oscura en el torrente amargo y jamás apagada que ahoga el sentimiento, pasaron, cual barrida por la inconstancia ciega, y el hambre de justicia, que abate y que anonada una visión de armiño, una ilusión querida, un cuando nuestros clamores los arrebata el viento suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde de tempestad airada. consonancia, ya para el alma yerta tornóse bronca Ya en vano el tibio rayo de la naciente aurora tras y dura a impulsos del dolor; secáronse tus flores de del Miranda altivo, valles y cumbres dora con su virginal fragancia; perdió su azul tu cielo, el campo resplandor vivo; en vano llega mayo de sol y aromas su frescura, el alba su candor. lleno, con su frente de niño de rosas coronada, y con La nieve de los años, de la tristeza el hielo constante, su luz serena: en mi pecho ve juntos el odio y el al alma niegan toda ilusión amada, todo dulce cariño, mezcla de gloria y pena, consuelo. Sólo los desengaños preñados de temores, y mi sien por la corona del mártir agobiada y para de la duda el frío, avivan los dolores que siente el siempre frío y agotado mi seno. pecho mío, y ahondando mi herida, me desti rran del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.

Siguiente → 7 8 ¡Cuán hermosa es tu vega, oh Padrón, oh Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que ¡Ya que de la esperanza, para la vida mía, extraje de tu seno, como el sediento niño el dulce triste y descolorido ha llegado el ocaso, jugo extrae del pecho blanco y lleno, a mi morada oscura, desmantelada y fría, de mi existencia oscura en el torrente amargo tornemos paso a paso, pasaron, cual barrida por la inconstancia ciega, porque con su alegría no aumente mi una visión de armiño, una ilusión querida, un amargura suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde la blanca luz del día. consonancia, ya para el alma yerta tornóse bronca y dura a impulsos del dolor; secáronse tus flores de Contenta el negro nido busca el ave agorera; virginal fragancia; perdió su azul tu cielo, el campo bien reposa la fiera en el antro escondido, su frescura, el alba su candor. en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido La nieve de los años, de la tristeza el hielo constante, y mi alma en su desierto. al alma niegan toda ilusión amada, todo dulce consuelo. Sólo los desengaños preñados de temores, y de la duda el frío, avivan los dolores que siente el pecho mío, y ahondando mi herida, me desti rran del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.

← Volver a la biblioteca Jorge Luis Borges Nació en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Buenos Aires 1899-1986 Fue bilingüe desde su infancia ya que su abuela materna le hablaba en Inglés. "Georgie", como le decían en casa, tenía apenas seis años cuando dijo a su padre que quería ser escritor. En 1910 aparece su primera publicación en el diario El País, de Buenos Aires, donde tradujo El príncipe feliz, de Oscar Wilde. En 1914, el padre de Borges se jubiló debido a su ceguera casi total, por lo que la familia pasó una temporada en Europa. Sorprendidos por la guerra, se instalaron en Ginebra donde el joven Borges escribió algunos poemas en francés y cursó la preparatoria (1914-1918). Vivió en España de 1919 a 1921 y dos años después la familia regresó a Buenos Aires. En 1923 publicó el poemario Fervor de Buenos Aires.

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Alguien Alhambra Un hombre trabajado por el tiempo, un hombre que ni siquiera espera la muerte (las pruebas Grata la voz del agua de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal), un hombre que ha a quien abrumaron negras arenas, aprendido a agradecer grato a la mano cóncava las modestas limosnas de los días: el sueño, la rutina, el el mármol circular de la columna, sabor del agua, una no sospechada etimología, un verso gratos los finos laberintos del agua latino o sajón, la memoria de una mujer que lo ha entre los limoneros, abandonado hace ya tantos años que hoy puede grata la música del zéjel, recordarla sin amargura, un hombre que no ignora que grato el amor y grata la plegaria el presente ya es el porvenir y el olvido, un hombre que ha sido desleal y con el que fueron dirigida a un Dios que está solo, desleales, puede sentir de pronto, al cruzar la calle, una grato el jazmín. misteriosa felicidad que no viene del lado de la Vano el alfanje esperanza sino de una antigua inocencia, de su propia ante las largas lanzas de los muchos, raíz o de un dios disperso. Sabe que no debe mirarla de vano ser el mejor. cerca, porque hay razones más terribles que tigres que le Grato sentir o presentir, rey doliente, demostrarán su obligación de ser un desdichado, pero humildemente recibe que tus dulzuras son adioses, esa felicidad, esa ráfaga. Quizá en la muerte para que te será negada la llave, siempre seremos, cuando el polvo sea polvo, esa que la cruz del infiel borrará la luna, indescifrable raíz, de la cual para siempre crecerá, que la tarde que miras es la última. ecuánime o atroz, nuestro solitario cielo nfierno.o...

Siguiente → Arte poético Antelación del amor Mirar el río hecho de tiempo y agua y recordar que el tiempo es otro río, Ni la intimidad de tu frente clara como una saber que nos perdemos como el río y que los rostros pasan como el agua. fiesta Sentir que la vigilia es otro sueño ni la privanza de tu cuerpo, aún misterioso y que sueña no soñar y que la muerte tácito y de niña, que teme nuestra carne es esa muerte ni la sucesión de tu vida situándose en palabras de cada noche, que se llama sueño. o acallamiento Ver en el día o en el año un símbolo serán favor tan persuasivo de ideas de los días del hombre y de sus años, como el mirar tu sueño implicado convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo, en la vigilia de mis ávidos brazos. ver en la muerte el sueño, en el ocaso Virgen milagrosamente otra vez por la virtud un triste oro, tal es la poesía absolutoria del sueño, que es inmortal y pobre. La poesía quieta y resplandeciente como una dicha en la vuelve como la aurora y el ocaso. selección del recuerdo, A veces en las tardes una cara me darás esa orilla de tu vida que tú misma no nos mira desde el fondo de un espejo; el arte debe ser como ese espejo tienes, que nos revela nuestra propia cara. Arrojado a la quietud Cuentan que Ulises, harto de prodigios, divisaré esa playa última de tu ser lloró de amor al divisar su Itaca y te veré por vez primera quizás como Dios ha verde y humilde. El arte es esa Itaca de verte, de verde eternidad, no de prodigios. desbaratada la ficción del Tiempo También es como el río interminable que pasa y queda y es cristal de un mismo sin el amor, sin mí. Heráclito inconstante, que es el mismo y es otro, como el río interminable.

← Volver a la biblioteca (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta español. Aunque Antonio Machado influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresión lírica del ideario de la Generación del 98. Hijo Sevilla 1875-1939 del folclorista Antonio Machado y Álvarez y hermano menor del también poeta Manuel Machado, pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se instaló con su familia en Madrid. Se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en otros institutos madrileños. En 1899, durante un primer viaje a París, trabajó en la editorial Garnier, y posteriormente regresó a la capital francesa, donde entabló amistad con R. Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a J. R. Jiménez, R. del Valle- Inclán y M. de Unamuno. En 1907 obtuvo la cátedra de francés en el instituto de Soria, cuidad en la que dos años después contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensión para estudiar filología en París durante un año, estancia que aprovechó para asistir a los cursos de filosofía de H. Bergson y Bédier en el College de France. Tras la muerte de su esposa, en 1912, pasó al instituto de Baeza. Doctorado en filosofía y letras (1918), desempeñó su cátedra en Segovia y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al comenzar la Guerra Civil se encontraba en Madrid, desde donde se trasladó con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendió camino al exilio, pero la muerte lo sorprendió en el pueblecito francés de Colliure.

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A un olmo seco A un viejo y distinguido señor Al olmo viejo, hendido por el rayo Te he visto, por el parque ceniciento y en su mitad podrido, con las lluvias de abril y el sol de mayo que los poetas aman algunas hojas verdes le han salido. para llorar, como una noble sombra ¡El olmo centenario en la colina vagar, envuelto en tu levita larga. que lame el Duero! Un musgo amarillento El talante cortés, ha tantos años le mancha la corteza blanquecina compuesto de una fiesta en la antesala, al tronco carcomido y polvoriento. ?¡qué bien tus pobres huesos No será, cual los álamos cantores ceremoniosos guardan!? que guardan el camino y la ribera, habitado de pardos ruiseñores. Yo te he visto, aspirando distraído, Ejército de hormigas en hilera con el aliento que exhala va trepando por él, y en sus entrañas ?hoy, tibia tarde en que las mustias hojas urden sus telas grises las arañas. húmedo viento arranca?, Antes que te derribe, olmo del Duero, del eucalipto verde con su hacha el leñador, y el carpintero el frescor de las hojas perfumadas. te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta; Y te he visto llevar la seca mano antes que rojo en el hogar, mañana, a la perla que brilla en tu corbata. ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino; antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas; antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas, olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida. Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera.

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A un naranjo y limonero A Miguel de Unamuno Este donquijotesco Naranjo en maceta, ¡qué triste es tu suerte! don Miguel de Unamuno, fuerte vasco, lleva el arnés grotesco Medrosas tiritan tus hojas menguadas. y el irrisorio casco Naranjo en la corte, ¡qué pena da verte con del buen manchego. Don Miguel camina, tus naranjitas secas y arrugadas!. jinete de quimérica montura, Pobre limonero de fruto amarillo cual metiendo espuela de oro a su locura, pomo pulido de pálida cera, ¡qué pena sin miedo de la lengua que malsina. mirarte, mísero arbolillo criado en A un pueblo de arrieros, lechuzos y tahúres y logreros mezquino tonel de madera! De los claros dicta lecciones de Caballería. bosques de la Andalucía, ¿quién os trajo a Y el alma desalmada de su raza, esta castellana tierra que barren los vientos que bajo el golpe de su férrea maza de la adusta sierra, hijos de los campos de aún durme, puede que despierte un día. la tierra mía? ¡Gloria de los huertos, árbol Quiere enseñar el ceño de la duda, limonero, que enciendes los frutos de antes de que cabalgue, el caballero; cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda pálido oro, y alumbras del negro cipresal cerca del corazón la hoja de acero. austero Tiene el aliento de una estirpe fuerte las quietas plegarias erguidas en coro; y que soñó más allá de sus hogares, fresco naranjo del patio querido, del campo y que el oro buscó tras de los mares. risueño y el huerto soñado, siempre en mi Él señala la gloria tras la muerte. recuerdo maduro o florido Quiere ser fundador, y dice: Creo; de frondas y aromas y frutos cargado! Dios y adelante el ánima española... Y es tan bueno y mejor que fue Loyola: sabe a Jesús y escupe al fariseo.

Siguiente → ¡Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos A orillas del Duero y roquedas, de campos sin arados, regatos ni arboledas; Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día. Yo, solo, decrépitas ciudades, caminos sin mesones, y atónitos por las quiebras del pedregal subía, buscando los recodos palurdos sin danzas ni canciones que aún van, de sombra, lentamente. A trechos me paraba para enjugar abandonando el mortecino hogar, como tus largos ríos, mi frente y dar algún respiro al pecho jadeante; o bien, Castilla, hacia la mar! Castilla miserable, ayer ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante y hacia la dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto mano diestra vencido y apoyado en un bastón, a guisa de ignora. ¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada pastoril cayado, recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada? Todo se trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de mueve, fluye, discurre, corre o gira; cambian la mar y el altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor ? monte y el ojo que los mira. ¿Pasó? Sobre sus campos romero, tomillo, salvia, espliego?. Sobre los agrios aún el fantasma yerta de un pueblo que ponía a Dios campos caía un sol de fuego. Un buitre de anchas alas con sobre la guerra. La madre en otro tiempo fecunda en majestuoso vuelo cruzaba solitario el puro azul del cielo. capitanes, madrastra es hoy apenas de humildes Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, y una redonda ganapanes. Castilla no es aquella tan generosa un día, loma cual recamado escudo, y cárdenos alcores sobre la cuando Mío Cid Rodrigo el de Vivar volvía, ufano de su parda tierra nueva fortuna, y su opulencia, a regalar a Alfonso los ?harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra?, huertos de Valencia; o que, tras la aventura que acreditó las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero para sus bríos, pedía la conquista de los inmensos ríos formar la corva ballesta de un arquero en torno a Soria. ? indianos a la corte, la madre de soldados, guerreros y Soria es una barbacana, hacia Aragón, que tiene la torre adalides que han de tornar, cargados de plata y oro, a castellana?. Veía el horizonte cerrado por colinas oscuras, España, en regios galeones, para la presa cuervos, para la coronadas de robles y de encinas; desnudos peñascales, lid leones. algún humilde prado donde el merino pace y el toro, Filósofos nutridos de sopa de convento contemplan arrodillado sobre la hierba, rumia; las márgenes de río impasibles el amplio firmamento; y si les llega en lucir sus verdes álamos al claro sol de estío, y, sueños, como un rumor distante, clamor de mercaderes silenciosamente, lejanos pasajeros, ¡tan diminutos! ? de muelles de Levante, no acudirán siquiera a preguntar carros, jinetes y arrieros?, cruzar el largo puente, y bajo ¿qué pasa? Y ya la guerra ha abierto las puertas de su las arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas casa. Castilla miserable, ayer dominadora, del Duero. El Duero cruza el corazón de roble de Iberia y envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora. de Castilla.

← Volver a la biblioteca Mario Benedetti nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso Mario Benedetti Tacuarembó de Toros, en Tacuarembó, Uruguay, fruto del matrimonio (Uruguay) 1920-2009 entre Brenno Benedetti y Matilde Farugia. La economía familiar se vio seriamente afectada por un engaño que sufrió el padre de Mario y así con tan sólo 4 años, la familia se trasladó a Montevideo (no en vano en Montevideo vive más de la mitad de la población de Uruguay, el mayor porcentaje de población que vive en una capital de toda Sudamérica). Este engaño condujo a tiempos difíciles para la familia Benedetti que tuvo que vender multitud de objetos de valor para seguir adelante y que obligó a Brenno a la clandestinidad económica para evitar a los acreedores y en busca del soñado empleo público, un auténtico sueño en el Uruguay de la época en el que el sueldo de un funcionario era inembargable y echarlo era casi una cuestión de Estado. Mario estudió en un colegio alemán, en parte por la admiración que el padre tenía por ese país. De esta experiencia, además de aprender el idioma, aprendió el gusto por el trabajo bien hecho y por la puntualidad. Pero en 1933 el padre le obligó a salir del colegio, ya que en éste obligaban a utilizar el saludo nazi, otro año en un Liceo y termina su educación.

Siguiente → Que nadie quiere estar solo. Desde los afectos Que para no estar solo hay que dar. Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo? Que para dar debimos recibir antes. Que uno solo tiene que buscarlo y dárselo. Que para que nos den Que nadie establece normas salvo la vida. también hay que saber cómo pedir. Que la vida sin ciertas normas pierde forma. Que saber pedir no es regalarse. Que la forma no se pierde con abrirnos. Que regalarse es, en definiva, no quererse. Que abrirnos no es amar indiscriminadamente. Que para que nos quieran debemos mostrar quiénes Que no está prohibido amar. somos. Que también se puede odiar. Que para que alguien sea hay que ayudarlo. Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la Que ayudar es poder alentar y apoyar. vida!... Que adular no es ayudar. Que el odio y el amor son afectos. Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara. Que la agresión porque sí, hiere mucho. Que las cosas cara a cara son honestas. Que las heridas se cierran. Que nadie es honesto porque no roba. Que las puertas no deben cerrarse. Que el que roba no es ladrón por placer. Que la mayor puerta es el afecto. Que cuando no hay placer en hacer las cosas, Que los afectos nos definen. no se está viviendo. Que definirse no es remar contra la corriente. Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se muerte. dibuja. Que se puede estar muerto en vida. Que buscar un equilibrio no implica ser tibio. Que se siente con el cuerpo y la mente. Que negar palabras implica abrir distancias. Que con los oídos se escucha. Que encontrarse es muy hermoso. Que cuesta ser sensible y no herirse. Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida. Que herirse no es desangrarse. Que la vida parte del sexo. Que para no ser heridos levantamos muros. Que el porqué de los niños tiene un por qué. Que quien siembra muros no recoge nada. Que querer saber de alguien no sólo es curiosidad. Que casi todos somos albañiles de muros. Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana. Que sería mucho mejor construir puentes. Que nunca está de más agradecer. Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve. Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo.

Siguiente → Corazón coraza Estados de ánimo Porque te tengo y no porque te pienso A veces me siento porque la noche está de ojos abiertos como un águila en el aire porque la noche pasa y digo amor Unas veces me siento porque has venido a recoger tu imagen como pobre colina y eres mejor que todas tus imágenes y otras como montaña porque eres linda desde el pie hasta el alma de cumbres repetidas. porque eres buena desde el alma a mí Unas veces me siento porque te escondes dulce en el orgullo como un acantilado pequeña y dulce y en otras como un cielo corazón coraza azul pero lejano. porque eres mía A veces uno es porque no eres mía manantial entre rocas porque te miro y muero y otras veces un árbol y peor que muero con las últimas hojas. si no te miro amor Pero hoy me siento apenas si no te miro como laguna insomne porque tú siempre existes dondequiera con un embarcadero pero existes mejor donde te quiero ya sin embarcaciones porque tu boca es sangre una laguna verde y tienes frío inmóvil y paciente tengo que amarte amor conforme con sus algas tengo que amarte sus musgos y sus peces, aunque esta herida duela como dos sereno en mi confianza aunque te busque y no te encuentre confiando en que una tarde y aunque te acerques y te mires, la noche pase y yo te tenga te mires al mirarme. y no..

Siguiente → Hagamos un trato Pasatiempo

Cuando sientas tu herida sangrar Cuando éramos niños cuando sientas tu voz sollozar cuenta conmigo. los viejos tenían como treinta Compañera,usted sabe un charco era un océano que puede contar conmigo, la muerte lisa y llana no hasta dos ni hasta diez no existía. sino contar conmigo. Luego cuando muchachos Si algunas veces los viejos eran gente de cuarenta advierte que la miro a los ojos, y una veta de amor reconoce en los míos, un estanque un océano no alerte sus fusiles la muerte solamente ni piense que deliro; una palabra. a pesar de la veta, Ya cuando nos casamos o tal vez porque existe, los ancianos estaban en cincuenta usted puede contar conmigo. un lago era un océano Si otras veces me encuentra la muerte era la muerte huraño sin motivo, no piense que es flojera igual puede contar conmigo. de los otros. Pero hagamos un trato: yo quisiera contar con usted, es Ahora veteranos tan lindo ya le dimos alcance a la verdad saber que usted existe, el océano es por fin el océano uno se siente vivo; y cuando digo esto pero la muerte empieza a ser quiero decir contar aunque sea hasta dos, la nuestra. aunque sea hasta cinco. No ya para que acuda presurosa en mi auxilio, sino para saber a ciencia cierta que usted sabe que puede contar conmigo. Siguiente → Rostro de vos Si Dios fuera una mujer

Tengo una soledad tan concurrida ¿Y si Dios fuera mujer? tan llena de nostalgias y de rostros de vos pregunta Juan sin inmutarse, de adioses hace tiempo y besos bienvenidos vaya, vaya si Dios fuera mujer de primeras de cambio y de último vagón. es posible que agnósticos y ateos Tengo una soledad tan concurrida no dijéramos no con la cabeza que puedo organizarla como una procesión y dijéramos sí con las entrañas. por colores tamaños y promesas por época por tacto Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez y por sabor. Sin temblor de más me abrazo a tus para besar sus pies no de bronce, ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos. su pubis no de piedra, Estoy lleno de sombras de noches y deseos sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso. Si Dios de risas y de alguna maldición. fuera mujer la abrazaríamos Mis huéspedes concurren concurren como sueños para arrancarla de su lontananza con sus rencores nuevos su falta de candor y no habría que jurar yo les pongo una escoba tras la puerta hasta que la muerte nos separe porque quiero estar solo con mi rostro de vos. ya que sería inmortal por antonomasia Pero el rostro de vos mira a otra parte y en vez de transmitirnos SIDA o pánico con sus ojos de amor que ya no aman como víveres nos contagiaría su inmortalidad. que buscan su hambre Si Dios fuera mujer no se instalaría miran y miran lejana en el reino de los cielos, y apagan mi jornada. sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con Las paredes se van sus brazos no cerrados, queda la noche su rosa no de plástico y su amor no de ángeles. Ay Dios las nostalgias se van mío, Dios mío no queda nada. si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué Ya mi rostro de vos lindo escándalo sería, cierra los ojos qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa y es una soledad blasfemia. tan desolada.

Siguiente → Alguien Allende Para matar al hombre de la paz Alguien limpia la celda para golpear su frente limpia de pesadillas de la tortura tuvieron que convertirse en pesadilla que no quede la sangre para vencer al hombre de la paz ni la amargura tuvieron que congregar todos los odios alguien pone en los muros y además los aviones y los tanques para batir al el nombre de ella hombre de la paz tuvieron que bombardearlo hacerlo ya no cabe en la noche llama porque el hombre de la paz era una fortaleza ninguna estrella para matar al hombre de la paz tuvieron que desatar la alguien limpia su rabia guerra turbia para vencer al hombre de la paz y acallar con un consejo su voz modesta y taladrante tuvieron que empujar el y la deja brillante terror hasta el abismo y matar más para seguir como un espejo matando para batir al hombre de la paz tuvieron que alguien piensa hasta cuando asesinarlo muchas vecesporque el hombre de la paz alguien camina era una fortalezapara matar al hombre de la paz suenan lejos las risas tuvieron que imaginar que era una tropa una armada una bocinay un gallo que propone su canto en hora una hueste una brigada tuvieron que creer que era otro mientras sube la angustia la voladora alguien piensa en ejército pero el hombre de la paz era tan sólo un afuera que allá no hay plazo piensa en niños de vida y pueblo y tenía en sus manos un fusil y un mandato y en un abrazo alguien quiso ser justo no tuvo suerte es eran necesarios más tanques más rencores más bombas difícil la lucha contra la muerte alguien limpia la celda más aviones más oprobios porque el hombre del paz de la tortura lava la sangre pero no la amargura. era una fortaleza para matar al hombre de la paz para golpear su frente limpia de pesadillas tuvieron que convertirse en pesadilla para vencer al hombre de la paz tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte matar y matar más para seguir matando y condenarse a la blindada soledad para matar al hombre que era un pueblo tuvieron que quedarse sin el pueblo.

Siguiente → Amor de tarde Ausencia de Dios Digamos que te alejas definitivamente hacia el pozo de olvido que prefieres, Es una lástima que no estés conmigo pero la mejor parte de tu espacio, cuando miro el reloj y son las cuatro en realidad la única constante de tu espacio, y acabo la planilla y pienso diez minutos quedará para siempre en mí, doliente, y estiro las piernas como todas las tardes persuadida, frustrada, silenciosa, y hago así con los hombros para aflojar la espalda quedará en mí tu corazón inerte y sustancial, y me doblo los dedos y les saco mentiras. tu corazón de una promesa única en mí que estoy enteramente solo Es una lástima que no estés conmigo sobreviviéndote. cuando miro el reloj y son las cinco Después de ese dolor redondo y eficaz, y soy una manija que calcula intereses pacientemente agrio, de invencible ternura, o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas ya no importa que use tu insoportable ausencia o un oído que escucha como ladra el teléfono ni que me atreva a preguntar si cabes o un tipo que hace números y les saca verdades. como siempre en una palabra. Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche desgarradoramente idéntica a las Es una lástima que no estés conmigo otras que repetí buscándote, rodeándote. Hay solamente cuando miro el reloj y son las seis. un eco irremediable de mi voz como niño, esa que no Podrías acercarte de sorpresa sabía. Ahora que miedo inútil, qué vergüenza no tener y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos oración para morder, no tener fe para clavar las uñas, no yo con la mancha roja de tus labios tener nada más que la noche, saber que Dios se muere, se tú con el tizne azul de mi carbónico. resbala, que Dios retrocede con los brazos cerrados, con los labios cerrados, con la niebla, como un campanario atrozmente en ruinas que desandara siglos de ceniza. Es tarde. Sin embargo yo daría todos los juramentos y las lluvias, las paredes con insultos y mimos, las ventanas de invierno, el mar a veces, por no tener tu corazón en mí, tu corazón inevitable y doloroso en mí que estoy enteramente solo sobreviviéndote..

Siguiente → Síndrome Táctica y estrategia Mi táctica es mirarte Todavía tengo casi todos mis dientes aprender como sos casi todos mis cabellos y poquísimas canas quererte como sos. puedo hacer y deshacer el amor Mi táctica es trepar una escalera de dos en dos hablarte y correr cuarenta metros detrás del ómnibus y escucharte construir con palabras o sea que no debería sentirme viejo pero el grave problema es que antes un puente indestructible. Mi táctica es no me fijaba en estos detalles. quedarme en tu recuerdo no sé cómo ni sé con qué pretexto pero quedarme en vos. Mi táctica es ser franco y saber que sos franca y que no nos vendamos simulacros para que entre los dos no haya telón ni abismos. Mi estrategia es en cambio más profunda y más simple. Mi estrategia es que un día cualquiera no sé cómo ni sé con qué pretexto por fin me necesites.

Siguiente → Te quiero Una mujer desnuda Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos; Una mujer desnuda y en lo oscuro te quiero porque tus manos tiene una claridad que nos alumbra trabajan por la justicia. de modo que si ocurre un desconsuelo un apagón o una Si te quiero es porque sos noche sin luna es conveniente y hasta imprescindible tener mi amor, mi cómplice, y todo. a mano una mujer desnuda. Una mujer desnuda y en lo Y en la calle codo a codo oscuro genera un resplandor que da confianza entonces somos mucho más que dos. dominguea el almanaquevibran en su rincón las telarañas Tus ojos son mi conjuro y los ojos felices y felinos miran y de mirar nunca se contra la mala jornada; cansan. Una mujer desnuda y en lo oscuro es una vocación te quiero por tu mirada para las manos para los labios es casi un destino y para el que mira y siembra futuro. corazón un despilfarro una mujer desnuda es un enigma y Tu boca que es tuya y mía, siempre es una fiesta descifrarlo. Una mujer desnuda y en Tu boca no se equivoca; lo oscuro genera una luz propia y nos enciende el cielo raso te quiero por que tu boca se convierte en cielo y es una gloria no ser inocente una sabe gritar rebeldía. mujer querida o vislumbrada desbarata por una vez la Si te quiero es porque sos mi amor mi cómplice y todo. Y muerte. en la calle codo a codo somos mucho más que dos. Y por tu rostro sincero. Y tu paso vagabundo. Y tu llanto por el mundo. Porque sos pueblo te quiero. Y porque amor no es aurora, ni cándida moraleja, y porque somos pareja que sabe que no está sola. Te quiero en mi paraíso; es decir, que en mi país la gente vive feliz aunque no tenga permiso. Si te quiero es por que sos mi amor, mi cómplice y todo. Y en la calle codo a codo somos mucho más que dos.

Siguiente → Ustedes y nosotros Viceversa Ustedes cuando aman exigen bienestar una cama de cedro y un colchón especial, nosotros cuando amamos es fácil de arreglar con sábanas qué bueno sin sábanas Tengo miedo de verte da igual. Ustedes cuando aman calculan interés necesidad de verte y cuando se desaman calculan otra vez, nosotros esperanza de verte cuando amamos es como renacer y si nos desamamos desazones de verte. no la pasamos bien. Ustedes cuando aman son de otra magnitud hay fotos chismes prensa y el amor es un Tengo ganas de hallarte boom, nosotros cuando amamos es un amor común preocupación de hallarte tan simple y tan sabroso como tener salud. Ustedes certidumbre de hallarte cuando aman consultan el reloj porque el tiempo que pobres dudas de hallarte. pierden vale medio millón, nosotros cuando amamos Tengo urgencia de oírte sin prisa y con fervor gozamos y nos sale barata la alegría de oírte función. Ustedes cuando aman buena suerte de oírte al analista van él es quien dictamina y temores de oírte. si lo hacen bien o mal, o sea, nosotros cuando amamos resumiendo sin tanta cortedad estoy jodido el subconsciente piola y radiante se pone a disfrutar. quizá más lo primero Ustedes cuando aman exigen bienestar que lo segundo una cama de cedro y también y un colchón especial, viceversa. nosotros cuando amamos es fácil de arreglar con sábanas qué bueno sin sábanas da igual.

Siguiente → Ayer Bienvenida Se me ocurre que vas a llegar distinta no exactamente más linda Ayer pasó el pasado lentamente ni más fuerte con su vacilación definitiva ni más docil sabiéndote infeliz y a la deriva ni más cauta con tus dudas selladas en la frente tan solo que vas a llegar distinta como si esta temporada de no verme te hubiera sorprendido a vos también ayer pasó el pasado por el puente quizá porque sabes y se llevó tu libertad cautiva cómo te pienso y te enumero cambiando su silencio en carne viva después de todo la nostalgia existe por tus leves alarmas de inocente aunque no lloremos en los andenes fantasmales ni sobre las almohadas de candor ayer pasó el pasado con su historia ni bajo el cielo opaco yo nostalgio y su deshilachada incertidumbre/ tu nostalgias con su huella de espanto y de reproche y cómo me revienta que él nostalgie tu rostro es la vanguardia fue haciendo del dolor una costumbre tal vez llega primero sembrando de fracasos tu memoria porque lo pinto en las paredes y dejándote a solas con la noche. con trazos invisibles y seguros no olvides que tu rostro me mira como pueblo sonríe y rabia y canta como pueblo y eso te da una lumbre inapagable ahora no tengo dudas vas a llegar distinta y con señales con nuevas con hondura con franqueza sé que voy a quererte sin preguntas sé que vas a quererme sin respuestas.

← Volver a la biblioteca Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida Gabriela Mistral mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. Vicuña (Chile)1889- Nueva York 1957 Hija de un maestro rural, que abandonó el hogar a los tres años del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niñez difícil en uno de los parajes más desolados de Chile. A los 15 años publicó sus primeros versos en la prensa local, y empezó a estudiar para maestra. En 1906 se enamoró de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicidó al poco tiempo; de la enorme impresión que le causó aquella pérdida surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el título de maestra en Santiago, y cuatro años después se produjo su consagración poética en los juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro Desolación (1922), que publicaría el instituto de las Españas de Nueva York. En 1925 dejó la enseñanza, y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperación intelectual de la S.D.N., fue cónsul en Nápoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colaboró decisivamente en la campaña electoral del Frente popular (1938), que llevó a la presidencia de la república a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibió el premio Nobel de literatura; viajó por todo el mundo, y en 1951 recogió en su país el premio nacional.

Siguiente → Adios Agua En costa lejana Hay países que yo recuerdo y en mar de Pasión, como recuerdo mis infancias. dijimos adioses Son países de mar o río, sin decir adiós. de pastales, de vegas y aguas. Y no fue verdad Aldea mía sobre el Ródano, la alucinación. rendida en río y en cigarras; Ni tú la creíste Antilla en palmas verdi-negras ni la creo yo, que a medio mar está y me llama; «y es cierto y no es cierto» ¡roca lígure de Portofino, como en la canción. mar italiana, mar italiana! Que yendo hacia el Sur Me han traído a país sin río, diciendo iba yo: tierras-Agar, tierras sin agua; «Vamos hacia el mar Saras blancas y Saras rojas, que devora al Sol». donde pecaron otras razas, Y yendo hacia el Norte de pecado rojo de atridas decía tu voz: que cuentan gredas tajeadas; «Vamos a ver juntos que no nacieron como un niño donde se hace el Sol». con unas carnazones grasas, Ni por juego digas cuando las oigo, sin un silbo, o exageración que nos separaron tierra y mar, que cuando las cruzo, sin mirada. son ella, sueño y el alucinación. No te digas solo ni Quiero volver a tierras niñas; llévenme a un pida tu voz albergue para uno al albergador. Echarás blando país de aguas. la sombra que siempre se echó, morderás la duna con En grandes pastos envejezca y haga al río fábula y fábula. Tenga una fuente por mi madre y en la paso de dos... Para que ninguno, ni hombre ni dios, siesta salga a buscarla, y en jarras baje de una nos llame partidos como luna y sol; para que ni roca peña un agua dulce, aguda y áspera. Me venza y ni viento errador, ni río con vado ni árbol pare los alientos el agua acérrima y helada. sombreador, aprendan y digan mentira o error del Sur y del Norte, del uno y del dos! ¡Rompa mi vaso y al beberla me vuelva niñas las entrañas!

Siguiente → Amor Ausencia Se va de ti mi cuerpo gota a gota. Se va mi cara en un óleo sordo; Anda libre en el surco, bate el ala en el viento, se van mis manos en azogue suelto; late vivo en el sol y se prende al pinar. se van mis pies en dos tiempos de polvo. No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:

¡le tendrás que escuchar! ¡Se te va todo, se nos va todo! Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,

ruegos tímidos, imperativos de mar. Se va mi voz, que te hacía campana No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave: cerrada a cuanto no somos nosotros. ¡lo tendrás que hospedar! Se van mis gestos que se devanaban, Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas. en lanzaderas, debajo tus ojos. Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar. Y se te va la mirada que entrega, No te vale decirle que albergarlo rehúsas: cuando te mira, el enebro y el olmo. ¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina, Me voy de ti con tus mismos alientos: argumentos de sabio, pero en voz de mujer. como humedad de tu cuerpo evaporo. Ciencia humana te salva, menos ciencia divina: Me voy de ti con vigilia y con sueño, ¡le tendrás que creer! Te echa venda de lino; tú la y en tu recuerdo más fiel ya me borro. venda toleras. Te ofrece el brazo cálido, no le sabes Y en tu memoria me vuelvo como esos huir. Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque que no nacieron ni en llanos ni en sotos. vieras que eso para en morir!

Sangre sería y me fuese en las palmas de tu labor, y en tu boca de mosto. Tu entraña fuese, y sería quemada en marchas tuyas que nunca más oigo, ¡y en tu pasión que retumba en la noche como demencia de mares solos! ¡Se nos va todo, se nos va todo!

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Besos Desde entonces en los besos palpita Hay besos que pronuncian por sí solos el amor, la traición y los dolores, la sentencia de amor condenatoria, en las bodas humanas se parecen hay besos que se dan con la mirada a la brisa que juega con las flores. hay besos que se dan con la memoria. Hay besos que producen desvaríos Hay besos silenciosos, besos nobles de amorosa pasión ardiente y loca, hay besos enigmáticos, sinceros tú los conoces bien son besos míos hay besos que se dan sólo las almas inventados por mí, para tu boca. hay besos por prohibidos, verdaderos. Besos de llama que en rastro impreso Hay besos que calcinan y que hieren, llevan los surcos de un amor vedado, hay besos que arrebatan los sentidos, besos de tempestad, salvajes besos hay besos misteriosos que han dejado que solo nuestros labios han probado. mil sueños errantes y perdidos. ¿Te acuerdas del primero...? Indefinible; Hay besos problemáticos que encierran cubrió tu faz de cárdenos sonrojos una clave que nadie ha descifrado, y en los espasmos de emoción terrible, hay besos que engendran la tragedia llenaron sé de lágrimas tus ojos. cuantas rosas en broche han deshojado. ¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso Hay besos perfumados, besos tibios te vi celoso imaginando agravios, que palpitan en íntimos anhelos, te suspendí en mis brazos... vibró un beso, hay besos que en los labios dejan huellas y qué viste después...? Sangre en mis labios. como un campo de sol entre dos hielos. Yo te enseñe a besar: los besos fríos Hay besos que parecen azucenas son de impasible corazón de roca, por sublimes, ingenuos y por puros, yo te enseñé a besar con besos míos hay besos traicioneros y cobardes, inventados por mí, para tu boca. hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa

en su rostro de Dios, la felonía, mientras la Magdalena con sus besos fortifica piadosa su agonía.

Siguiente → Canción amarga El cordero está espesando el vellón que he de tejer. ¡Ay! ¡Juguemos, hijo mío, Y son tuyas las majadas, a la reina con el rey! ¿De quién más podrían ser?

Este verde campo es tuyo. Y la leche del establo ¿De quién más podría ser? que en la ubre ha de correr, Las oleadas de la alfalfa y el manojo de las mieses para ti se han de mecer. ¿de quién más podrían ser?

Este valle es todo tuyo. (¡Ay! ¡No es cierto que tiritas ¿De quién más podría ser? como el Niño de Belén Para que los disfrutemos y que el seno de tu madre los pomares se hacen miel. se secó de padecer!)

(¡Ay! ¡No es cierto que tiritas ¡Sí! ¡Juguemos, hijo mío, como el Niño de Belén a la reina con el rey! y que el seno de tu madre se secó de padecer!)

← Volver a la biblioteca Pablo Neruda Parral Neftalí Ricardo Reyes Basoalto, nombre auténtico de (Chile) 1904-1973 Pablo Neruda —seudónimo que utilizó por primera vez en 1920 y adoptó desde 1946—, nació el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, pero se crió en la localidad de Temuco, entre «la poesía y la lluvia», como diría en sus memorias. Sus padres fueron Rosa Basoalto, que murió de tuberculosis cuando tenía un mes de nacido, y José del Carmen Reyes, quien abandonó el campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco. Neruda aprendió a amar la naturaleza en sus años de infancia, durante sus recorridos en tren hacia la exuberante vegetación de Boroa. La región había sido en el pasado escenario de enfrentamientos entre los conquistadores españoles y los araucanos, que con el tiempo fueron despojados de su territorio y posteriormente aniquilados por los colonos protagonistas de la «pacificación de la Araucanía». Esas frías y húmedas tierras australes, bordeadas por el más puro océano Pacífico, emergen en una poética de la desesperanza, de la soledad del ser humano y del amor, como en Veinte poemas de amor y una canción desesperada, libro que llevó a su autor a los circuitos internacionales y le dio una fama similar a la de Rubén Darío, hasta hacerlo merecedor del Premio Nobel en 1971

Siguiente → Poema 1 Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos, te pareces al mundo en tu actitud de entrega. Mi cuerpo de labriego salvaje te socava y hace saltar el hijo del fondo de la tierra. Poema 2 Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros y en mí la noche entraba su invasión poderosa. Para sobrevivirme te forjé como un arma, En su llama mortal la luz te envuelve. como una flecha en mi arco, como una piedra en mi Absorta, pálida doliente, así situada honda. contra las viejas hélices del crepúsculo Pero cae la hora de la venganza, y te amo. que en torno a ti da vueltas. Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme. Muda, mi amiga, Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia! sola en lo solitario de esta hora de muertes Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste! y llena de las vidas del fuego, Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia. Mi pura heredera del día destruido. sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso! Oscuros Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro. cauces donde la sed eterna sigue, y la fatiga sigue, y De la noche las grandes raíces el dolor infinito. crecen de súbito desde tu alma, y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas, de modo que un pueblo pálido y azul de ti recién nacido se alimenta. Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava del círculo que en negro y dorado sucede: erguida, trata y logra una creación tan viva que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.

Siguiente → Poema 3

Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose, lento juego de luces, campana solitaria, crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca, Poema 4 caracola terrestre, en ti la tierra canta! En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye como tú lo desees y hacia donde tú quieras. Es la mañana llena de tempestad Márcame mi camino en tu arco de esperanza en el corazón del verano. y soltaré en delirio mi bandada de flechas. En torno a mí estoy viendo tu cintura de niebla Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, y tu silencio acosa mis horas perseguidas, el viento las sacude con sus viajeras manos. y eres tú con tus brazos de piedra transparente Innumerable corazón del viento donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida. latiendo sobre nuestro silencio enamorado. Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla en el Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, atardecer resonante y muriendo! Así en horas como una lengua llena de guerras y de cantos. profundas sobre los campos he visto doblarse las espigas en la boca del viento. Viento que lleva en rápido robo la hojarasca y desvía las flechas latientes de los pájaros. Viento que la derriba en ola sin espuma y sustancia sin peso, y fuegos inclinados. Se rompe y se sumerge su volumen de besos combatido en la puerta del viento del verano.

Siguiente → Poema 5 Poema 6 Para que tú me oigas mis palabras Te recuerdo como eras en el último otoño. se adelgazan a veces Eras la boina gris y el corazón en calma. como las huellas de las gaviotas en las playas. En tus ojos peleaban las llamas del Collar, cascabel ebrio crepúsculo. para tus manos suaves como las uvas. Y las hojas caían en el agua de tu alma. Y las miro lejanas mis palabras. Apegada a mis brazos como una enredadera, Más que mías son tuyas. las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Van trepando en mi viejo dolor como las yedras. Hoguera de estupor en que mi sed ardía. Ellas trepan así por las paredes húmedas. Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. Eres tú la culpable de este juego sangriento. Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: Ellas están huyendo de mi guarida oscura. boina gris, voz de pájaro y corazón de casa Todo lo llenas tú, todo lo llenas. hacia donde emigraban mis profundos Antes que tú poblaron la soledad que ocupas, anhelos y caían mis besos alegres como y están acostumbradas más que tú a mi tristeza. brasas. Cielo desde un navío. Campo desde Ahora quiero que digan lo que quiero decirte los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de para que tú las oigas como quiero que me oigas. estanque en calma! Más allá de tus ojos El viento de la angustia aún las suele arrastrar. ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño Huracanes de sueños aún a veces las tumban. giraban en tu alma. Escuchas otras voces en mi voz dolorida. Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas. Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme. Sígueme, compañera, en esa ola de angustia. Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras. Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas. Voy haciendo de todas un collar infinito para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Siguiente → Poema 8 Poema 7 Ebrio de trementina y largos besos, Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma estival, el velero de las rosas dirijo, y te tuerces en lentas espirales de humo. torcido hacia la muerte del delgado día, Soy el desesperado, la palabra sin ecos, cimentado en el sólido frenesí marino. el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo. Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. Pálido y amarrado a mi agua devorante En mi tierra desierta eres la última rosa. cruzo en el agrio olor del clima descubierto, Ah silenciosa! aún vestido de gris y sonidos amargos, Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. y una cimera triste de abandonada espuma. Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa. Tienes ojos profundos donde la noche alea. Voy, duro de pasiones, montado en mi ola única, Frescos brazos de flor y regazo de rosa. lunar, solar, ardiente y frío, repentino, Se parecen tus senos a los caracoles blancos. dormido en la garganta de las afortunadas Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de islas blancas y dulces como caderas frescas. sombra. Ah silenciosa! Tiembla en la noche húmeda mi vestido de besos He aquí la soledad de donde estás ausente. locamente cargado de eléctricas gestiones, Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas. de modo heroico dividido en sueños El agua anda descalza por las calles mojadas. y embriagadoras rosas practicándose en mí. De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas. Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Aguas arriba, en medio de las olas externas, Revives en el tiempo, delgada y silenciosa. tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos como un pez infinitamente pegado a mi alma Ah silenciosa! rápido y lento en la energía subceleste.

Siguiente → Poema 10 Poema 9 Casi fuera del cielo ancla entre dos montañas Hemos perdido aun este crepúsculo. la mitad de la luna. Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas Girante, errante noche, la cavadora de ojos. mientras la noche azul caía sobre el mundo. A ver cuántas estrellas trizadas en la charca. Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye. He visto desde mi ventana Fragua de metales azules, noches de las calladas la fiesta del poniente en los cerros lejanos. luchas, mi corazón da vueltas como un volante loco. A veces como una moneda Niña venida de tan lejos, traída de tan lejos, se encendía un pedazo de sol entre mis manos. a veces fulgurece su mirada debajo del cielo. Quejumbre, tempestad, remolino de furia, Yo te recordaba con el alma apretada cruza encima de mi corazón, sin detenerte. de esa tristeza que tú me conoces. Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raíz soñolienta. Entonces, dónde estabas? Desarraiga los grandes árboles al otro lado de Entre qué gentes? ella. Pero tú, clara niña, pregunta de humo, Diciendo qué palabras? espiga. Era la que iba formando el viento con Por qué se me vendrá todo el amor de golpe hojas iluminadas. Detrás de las montañas cuando me siento triste, y te siento lejana? nocturnas, blanco lirio de incendio, ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo, Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, es y como un perro herido rodó a mis pies mi capa. hora de seguir otro camino, donde ella no sonría. Tempestad que enterró las campanas, Siempre, siempre te alejas en las tardes turbio revuelo de tormentas para qué tocarla hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas. ahora, para qué entristecerla. Ay seguir el camino que se aleja de todo, donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno, con sus ojos abiertos entre el rocío.

← Volver a la biblioteca José Martí La Habana (La Habana, 1853 - Dos Ríos, Cuba, 1895) Político y 1853 -Dos Ríos 1895 escritor cubano. Nacido en el seno de una familia española con pocos recursos económicos, a la edad de doce años José Martí empezó a estudiar en el colegio municipal que dirigía el poeta Rafael María de Mendive, quien se fijó en las cualidades intelectuales del muchacho y decidió dedicarse personalmente a su educación. El joven Martí pronto se sintió atraído por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Años y el encarcelamiento de su mentor, inició su actividad revolucionaria: publicó una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco después una revista, La Patria Libre, que contenía su poema «Abdalá». A los diecisiete años José Martí fue condenado a seis de cárcel por su pertenencia a grupos independentistas. Realizó trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le valió el indulto. Deportado a España, en este país publicó su primera obra de importancia, el drama Adúltera. Inició en Madrid estudios de derecho y se licenció en derecho y filosofía y letras por la Universidad de Zaragoza. Durante sus años en España surgió en él un profundo afecto por el país, aunque nunca perdonó su política colonial. En su obra La República Española ante la Revolución Cubana reclamaba a la metrópoli que hiciera un acto de contrición y reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres años por Europa y América, José Martí acabó por instalarse en México.

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Dolor Arbol de mi alma

¡Dolor! ¡Dolor! eterna vida mía, Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero! Como un ave que cruza el aire claro Siento hacia mí venir tu pensamiento Goce en buen hora espíritu mezquino Y acá en mi corazón hacer su nido. Al son del baile animador, y prenda Ábrese el alma en flor: tiemblan sus ramas Su alma en las flores que el flotante lino Como los labios frescos de un mancebo De mujeres bellísimas engasta:? En su primer abrazo a una hermosura: Cuchichean las hojas: tal parecen Goce en buen hora, y su cerebro encienda Lenguaraces obreras y envidiosas, En la rojiza lumbre de la incasta A la doncella de la casa rica Hoguera del deseo:? En preparar el tálamo ocupadas: Ancho es mi corazón, y es todo tuyo: Yo, ?embriagado de mis penas,? me devoro, Todo lo triste cabe en él, y todo Y mis miserias lloro, Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere! Y buitre de mí mismo me levanto, De hojas secas, y polvo, y derruidas Y me hiero y me curo con mi canto, Ramas lo limpio: bruño con cuidado Buitre a la vez que altivo Prometeo. Cada hoja, y los tallos: de las flores Los gusanos del pétalo comido Separo: oreo el césped en contorno Y a recibirte, oh pájaro sin mancha Apresto el corazón enajenado!

Siguiente → Con la Primavera Cese señora el duelo

Con la primavera Viene la canción, La tristeza dulce Cese, señora, el duelo en vuestro canto, Y el galante amor. ¿Qué fuera nuestra vida sin enojos? ¡Vivir es padecer! ¡sufrir es santo! Con la primavera ¿Cómo fueran tan bellos vuestros ojos Viene una ansiedad Si alguna vez no los mojara el llanto? De pájaro preso Que quiere volar. Romped las cuerdas del amargo duelo. Quien sufre como vos sufrís, señora: Es más que una mujer, algo del cielo, No hay cetro más noble Que el de padecer: Que de él huyó y entre nosotros mora. Sólo un rey existe: El muerto es el rey.

Siguiente → Copa con alas Cuando me puse a pensar Una copa con alas: quién la ha visto antes que yo? Yo ayer la vi. Subía con lenta majestad, como quien vierte Cuando me puse a pensar óleo sagrado: y a sus bordes dulces La razón me dio a elegir mis regalados labios apretaba:? Entre ser quien soy, o ir Ni una gota siquiera, ni una gota del bálsamo perdí que hubo en tu beso! El ser ajeno a emprestar,

Tu cabeza de negra cabellera Mas me dije: si el copiar ?Te acuerdas?? con mi mano requería, Fuera ley, no nacería porque de mí tus labios generosos Hombre alguno, pues haría no se apartaran. ?Blanda como el beso Lo que antes de él se ha hecho: que a ti me transfundía, era la suave atmósfera en redor: La vida entera Y dije, llamando al pecho, sentí que a mí abrazándote, abrazaba! ¡Sé quien eres, alma mía!? Perdí el mundo de vista, y sus ruidos y su envidiosa y bárbara batalla! Una copa en los aires ascendía y yo, en brazos no vistos reclinado tras ella, asido de sus dulces bordes: Por el espacio azul me remontaba!

Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista: en rueda o riel funde el herrero el hierro: una flor o mujer o águila o ángel en oro o plata el joyador cincela: Tú sólo, sólo tú, sabes el modo de reducir el Universo a un beso!

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A los espacios A Emma A los espacios entregarme quiero Donde se vive en paz, y con un manto De luz, en gozo embriagador henchido, No sientas que te falte Sobre las nubes blancas se pasea, ? el don de hablar que te arrebata el cielo, Y donde Dante y las estrellas viven. no necesita tu belleza esmalte Yo sé, yo sé, porque lo tengo visto ni tu alma pura más extenso vuelo. En ciertas horas puras, cómo rompe Su cáliz una flor,? y no es diverso No mires, niña mía, Del modo, no, con que lo quiebra el alma. Escuchad, y os diré: ?viene de pronto en tu mutismo fuente de dolores, Como una aurora inesperada, y como ni llores las palabras que te digan A la primera luz de primavera ni las palabras que te faltan llores. De flor se cubren las amables lilas... Triste de mí: contároslo quería Si brillan en tu faz tan dulces ojos Y en espera del verso, las grandiosas que el alma enamorada se va en ellos, Imágenes en fila ante mis ojos no los nublen jamás tristes enojos, Como águilas alegres vi sentadas. Pero las voces de los hombres echan que todas las mujeres de mis labios, De junto a mí las nobles aves de oro: no son una mirada de tus ojos... Ya se van, ya se van: ved cómo rueda La sangre de mi herida. Si me pedís un símbolo del mundo En estos tiempos, vedlo: un ala rota. Se labra mucho el oro, el alma apenas!? Ved cómo sufro: vive el alma mía Cual cierva en una cueva acorralada:? ¡Oh, no está bien: me vengaré, llorando!

← Volver a la biblioteca Gustavo Adolfo Bécquer Sevilla 1836 - (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Madrid 1870 Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta español. Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo, el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de España fue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo García».

Siguiente → Amor eterno Rima I

Podrá nublarse el sol eternamente; Yo sé un himno gigante y extraño Podrá secarse en un instante el mar; que anuncia en la noche del alma una Podrá romperse el eje de la tierra aurora, Como un débil cristal. y estas páginas son de ese himno ¡todo sucederá! Podrá la muerte cadencias que el aire dilata en las sombras. Cubrirme con su fúnebre crespón; Pero jamás en mí podrá apagarse Yo quisiera escribirle, del hombre La llama de tu amor. domando el rebelde, mezquino idioma, con palabras que fuesen a un tiempo suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar, que no hay cifra capaz de encerrarle; y apenas, ¡oh, hermosa!, si, teniendo en mis manos las tuyas, pudiera, al oído, cantártelo a solas.

Siguiente → Rima II Rima III

Saeta que voladora Besa el aura que gime blandamente cruza, arrojada al azar, las leves ondas que jugando riza; y que no se sabe dónde el sol besa a la nube en occidente temblando se clavará; y de púrpura y oro la matiza; la llama en derredor del tronco ardiente hoja que del árbol seca arrebata el vendaval, por besar a otra llama se desliza; sin que nadie acierte el surco y hasta el sauce, inclinándose a su peso, donde al polvo volverá; al río que le besa, vuelve un beso.

gigante ola que el viento riza y empuja en el mar, y rueda y pasa, y se ignora qué playa buscando va; luz que en cercos temblorosos brilla, próxima a expirar, y que no se sabe de ellos cuál el último será;

eso soy yo, que al acaso cruzo el mundo sin pensar de dónde vengo ni a dónde mis pasos me llevarán.

Siguiente → Rima IV Mientras se sienta que se ríe el alma, sin que los labios rían; No digáis que, agotado su tesoro, mientras se llore, sin que el llanto acuda de asuntos falta, enmudeció la lira; a nublar la pupila; podrá no haber poetas; pero siempre mientras el corazón y la cabeza habrá poesía. batallando prosigan,

mientras haya esperanzas y recuerdos, Mientras las ondas de la luz al beso ¡habrá poesía! palpiten encendidas,

mientras el sol las desgarradas nubes Mientras haya unos ojos que reflejen de fuego y oro vista, los ojos que los miran, mientras el aire en su regazo lleve mientras responda el labio suspirando perfumes y armonías, al labio que suspira, mientras haya en el mundo primavera, mientras sentirse puedan en un beso ¡habrá poesía! dos almas confundidas,

mientras exista una mujer hermosa, Mientras la ciencia a descubrir no alcance ¡habrá poesía! las fuentes de la vida,

y en el mar o en el cielo haya un abismo

que al cálculo resista, mientras la humanidad siempre avanzando

no sepa a dó camina, mientras haya un misterio para el hombre, ¡habrá poesía!

Siguiente → Locura que el espíritu Rima V exalta y desfallece, Sacudimiento extraño embriaguez divina que agita las ideas, del genio creador... como huracán que empuja Tal es la inspiración. las olas en tropel. Gigante voz que el caos Murmullo que en el alma ordena en el cerebro se eleva y va creciendo y entre las sombras hace como volcán que sordo la luz aparecer. anuncia que va a arder. Brillante rienda de oro Deformes siluetas que poderosa enfrena de seres imposibles; de la exaltada mente paisajes que aparecen el volador corcel. como al través de un tul. Hilo de luz que en haces Colores que fundiéndose los pensamientos ata; remedan en el aire sol que las nubes rompe los átomos del iris y toca en el zenít. que nadan en la luz. Inteligente mano Ideas sin palabras, que en un collar de perlas consigue las indóciles palabras sin sentido; palabras reunir. Armonioso ritmo que con cadencias que no tienen cadencia y número las fugitivas notas encierra en ni ritmo ni compás. el compás. Cincel que el bloque muerde la estatua Memorias y deseos modelando, y la belleza plástica añade a la ideal. de cosas que no existen; Atmósfera en que giran con orden las ideas, cual accesos de alegría, átomos que agrupa recóndita atracción. Raudal en impulsos de llorar. cuyas ondas su sed la fiebre apaga, oasis que al Actividad nerviosa espíritu devuelve su vigor... Tal es nuestra razón. que no halla en qué emplearse; Con ambas siempre en lucha y de ambas sin riendas que le guíen, vencedor, tan sólo al genio es dado a un yugo atar caballo volador. las dos.

← Volver a la biblioteca Escritor, poeta y filósofo español, principal Miguel de Unamuno exponente de la Generación del 98. Entre 1880 y Bilbao 1864- Salamanca 1936 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid, época durante la cual leyó a T. Carlyle, Herber Spencer, Friedrich Hegel y Karl Marx. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana. Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Desde el principio trató de articular su pensamiento sobre la base de la dialéctica hegeliana y más tarde acabó buscando en las dispares intuiciones filosóficas de Spencer, Sören Kierkegaard, W. James y H. Bergson, entre otros, vías de salida a su crisis religiosa.

Siguiente → Dime que dices mar Porque esos lirios que los hielos matan

¿Por qué esos lirios que los hielos matan? ¿Por qué esas rosas a que agosta el sol? ¡Dime qué dices, mar, qué dices, dime! ¿Por qué esos pajarillos que sin vuelo Pero no me lo digas; tus cantares se mueren en plumón? son, con el coro de tus varios mares,

una voz sola que cantando gime. ¿Por qué derrocha el cielo tantas vidas

que no son de otras nuevas eslabón? Ese mero gemido nos redime ¿Por qué fue dique de tu sangre pura de la letra fatal, y sus pesares, tu pobre corazón? bajo el oleaje de nuestros azares,

el secreto secreto nos oprime. ¿Por qué no se mezclaron nuestras sangres

del amor en la santa comunión? La sinrazón de nuestra suerte abona, ¿Por qué tú y yo, Teresa de mi alma calla la culpa y danos el castigo; no dimos granazón? la vida al que nació no le perdona;

¿Por qué, Teresa, y para qué nacimos? de esta enorme injusticia sé testigo, ¿Por qué y para qué fuimos los dos? que así mi canto con tu canto entona, ¿Por qué y para qué es todo nada? y no me digas lo que no te digo. ¿Por qué nos hizo Dios?de amar.

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Que es tu vida alma mía Amor de la lumbre

¿Qué es tu vida, alma mía?, ¿cuál tu pago?, Al amor de la lumbre cuya llama ¡Lluvia en el lago! como una cresta de la mar ondea. ¿Qué es tu vida, alma mía, tu costumbre? Se oye fuera la lluvia que gotea ¡Viento en la cumbre! sobre los chopos. Previsora el ama

¿Cómo tu vida, mi alma, se renueva?, supo ordenar se me temple la cama ¡Sombra en la cueva!, con sahumerio. En tanto la Odisea ¡Lluvia en el lago!, montes y valles de mi pecho orea ¡Viento en la cumbre!, de sus ficciones con la rica trama ¡Sombra en la cueva! preparándome el sueño. Del castaño Lágrimas es la lluvia desde el cielo, que más de cien generaciones de hoja y es el viento sollozo sin partida, criara y vio morir, cabe el escaño pesar, la sombra sin ningún consuelo,

y lluvia y viento y sombra hacen la vida. abrasándose el tronco con su roja brasa me reconforta. ¡Dulce engaño la ballesta de mi inquietud afloja!

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Castilla Dormirse en el olvido Tú me levantas, tierra de Castilla, en la rugosa palma de tu mano, al cielo que te enciende y te refresca, ¡Dormirse en el olvido del recuerdo, al cielo, tu amo, en el recuerdo del olvido, y que en el claustro maternal me pierdo Tierra nervuda, enjuta, despejada, y que en él desnazco perdido! madre de corazones y de brazos, toma el presente en ti viejos colores ¡Tú, mi bendito porvenir pasado, del noble antaño. mañana eterno en el ayer; Con la pradera cóncava del cielo tú, todo lo que fue ya eternizado, lindan en torno tus desnudos campos, mi madre, mi hija, mi mujer! tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro y en ti santuario.

Es todo cima tu extensión redonda y en ti me siento al cielo levantado, aire de cumbre es el que se respira aquí, en tus páramos.

¡Ara gigante, tierra castellana, a ese tu aire soltaré mis cantos, si te son dignos bajarán al mundo desde lo alto!

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