DIARIO

DE UN CUIDADOR

DE

ALZHEIMER

José Fidel Santacruz

PROLOGO su cuerpo dejarán, no su cuidado; serán ceniza, más tendrán sentido; polvo serán, mas polvo enamorado.

Quevedo

Fidel Santacruz es uno de los escritores salvadoreños más prolíficos; sin embargo, la mayoría de su producción se encuentra inédita. Su pasión por la lectura y la escritura lo ha acompañado a lo largo de su azarosa vida. Una vida consagrada al trabajo, al amor y a los más altos ideales sociales.

Fidel, nació en Ahuachapán, El Salvador, en 1939, en sus palabras: “El año que finalizó la guerra civil española”. Ha desempeñado diversas labores y oficios en el difícil arte de ganarse la vida dignamente. Militante de la revolución salvadoreña, desde su juventud, vivió de forma intensa los distintos procesos político-sociales, que culminaron con la guerra civil, a cuyos frentes marchó en distintas ocasiones. Ha vivido fuera del país por algunos intervalos, y sobre todo, ha rubricado en las letras su concepción poética del destino humano. En este sentido, ha dado a la luz pública algunos tomos de prosas y versos: “Cartas y poemas desde California” (poesía, 2004), “A un paso del amor” (novela, s.f.) y “Esplendor otoñal” (poesía, 2006, libro ganador en de los XIII Juegos Florales Ahuachapanecos de ese mismo año). Esperan publicación sus textos: “Pedregales del dolor” (Testimonio de la guerra popular revolucionaria en El Salvador); “Tardío otoño” (poesía, 2003); “Cadalsos en flor” (poesía); “Escuchando el silencio” (poesía); “Ente la rosa y la espina” (poesía); “Esquina del haikú” (poesía); “La Virgilia” (cuento); “Los adobes” (cuento) y “Yadaly” (narración novelesca), entre otros.

Como constatamos, su trabajo abarca la poesía, el testimonio y la narrativa. Además, escribe con gran intuición, reseñas y comentarios de índole literaria. Al contrario de muchos escritores nacionales que discurren sobre obras que nunca realizan, Fidel, desde su anonimato, lejos de lo salones literarios, ha labrado, a lo largo del tiempo, con paciencia y dedicación, una obra significativa, no sólo en su extensión, sino en su excepcional humanismo y aliento lírico. Porque Fidel, es como todo poeta, un lírico. Un lírico que tañendo el arpa de su apremiante voz individual, exalta y retoma la voz del colectivo. En él se cumple el verso profético de Claudia Lars: “Cuando digo yo, quiero decir todos conmigo”. De esta manera, la poesía de Fidel, encarna la inconfundible personalidad del creador salvadoreño y centroamericano, envuelto en una Patria donde la injusticia, la opresión, y el engaño han sido los cotidianos y duros panes históricos. En su “Diario de 2011”, (Diario de un Cuidador de Alzheimer) Fidel Santacruz, nos ofrece un testimonio vibrante de una profunda relación amorosa, ensombrecida por los vaivenes insuperables del tiempo personal, y por una dolencia física, que va borrando la memoria, la identidad de la amada, hasta volverla más frágil que nunca. Es el drama del Alzheimer, que lo invade todo. Todo, menos la zona más preciada del ser humano, la consciencia invisible a toda minusvalía física, el verdadero ser, que sigue percibiendo, luchando, amando, más allá, de los quebrantos externos. Y aun, cuando callen los labios, y la mirada, sólo sea un

aparente horizonte vacío, tras la ventana de los días infames, existirá siempre un paraíso indestructible donde no cale ni el viento frío del invierno, ni todos los pesares y sufrimientos, de esta ilusión que confundimos con la verdadera existencia. Esos son “los senderos del alma”, “las estrellas silenciosas que gravitan en las interioridades”, que el escritor reconoce y contempla. Son “los rosales de tu vida”. Por ello, a pesar de las soledades compartidas, vienen los recuerdos, con todos los sueños posibles de lo que fue, y de lo que pudo ser. Y se instala otra vez, la juventud dorada, la brisa, el tierno amanecer de las mejores ilusiones; pero también los sinsabores, los senderos laberínticos, poblados de numerosos espejos, que no se cansan de señalarnos, por más que huyamos como aquella pareja, expulsada del Paraíso. Crece la música en el fuego del hogar, se alzan los ritmos. Una pareja baila después de medio siglo. Afuera aúllan los lobos, destrozando lo que encuentran a su paso. Destrozándose, incluso, a sí mismos. Pero nada perturba a la pareja que sigue bailando, un bolero, una sentida balada. Es la danza del amor, después de todas las reales e inútiles batallas. De pronto, el pasado regresa. Fidel avanza en su bosque de palabras. En su bosque encantado, poblado de pájaros y de helechos, pero en su travesía, se cruza con la historia de los cuatrocientos muchachos que combatieron a los Ogros de Cuscatlán y a los gigantes del Norte. Es la historia noble y cruel, del paisito poblado de hadas, de duendes y de brujas terribles. Fidel combate también, pero de su mochila surgen más, medicamentos y versos para los heridos y moribundos. Llega la noche, y el esposo poeta, vela el sueño de la amada. Es ella, la que recorre toda su poesía en “Diario de 2011”. Es ella, el tibio estanque, donde se sumerge su voz, para dejarnos este texto hermoso, como una huella fiel, del triunfo del amor, sobre toda oscuridad. Escribe Fidel Santacruz, casi al final del texto: “Sólo perdurará el amor entre Idis y yo”. Y ante esta verdad incuestionable, permita el lector, anotar una más: Y al final, de todos los finales, sólo perdurará este amor, que fue palabras. Palabras altas como los pinos, palabras ásperas, dulces y fragantes, como las que se dicen, los enamorados de siempre.

San Salvador Febrero de 2013

ÁLVARO DARÍO LARA

ENERO

Amanecimos solos con Idis este primer día del año. La casa se llena de silencio; el bosque se cubre de silbos, de viento y de vuelos. Me abrazo a la presencia de las horas que nos llevan y nos traen recuerdos de otros años, nos traen alegrías y hasta sonrisas diluidas entre las sombras ocultas de su memoria. Idis duerme aún. Disfruto las cadencias del bosque que nos rodea, me acerco a las ventanas, diviso el amanecer y a las huacalchías que beben el rocío y picotean los insectos atraídos por la luz nocturna. Adentro de la casa nos rodea la penumbra, la quietud y el Alzheimer destrozando poco a poco las neuronas de Idis. Canta el bosque, cantan las ventanas y el rocío se levanta. También se levanta Idis, siento su presencia humedecida a mis espaldas. --Hola, vamos al baño, le digo. Me sonríe, en su mundo inconsciente se deja llevar por lo que yo le digo; casi estoy seguro, que reconoce su propia desventaja, pero también estoy seguro que desconoce por completo sus propias necesidades.

2

Ahora encontré los lirios florecidos en tus ojos, cuando te acercaste a las ventanas donde yo contemplaba el amanecer. Me sonreíste y juntos divisamos el albor, rojo y brillante como ayer y mañana con los pájaros alegres, mientras recogen los insectos entre las hojas de los arbustos. No dijiste ni una sola palabra, pero le sonreías al canto de los pájaros, al colorido brillante de la mañana; sonreías a mis caricias, hasta que te arrastré al baño para limpiar otras cadencias que ignoras, pero que te acercan más a mi corazón. Enciendo el aparato de música y pongo ese disco para celo y orquesta que tanto me gusta. Rubinstein y los claros del amanecer se vislumbran en este momento de suprema alegría. El bosque entre los últimos ronquidos de la noche, los pájaros danzando y cantando al pregón de la mañana; tú, bañándote en este instante y yo, muy feliz, con la espuma entre mis manos y hasta en mi camiseta.

3 OQUEDADES

He besado el polen de los años que aún germina en el huerto de tus labios y se nutren los cerezos de recuerdos en la seda augusta de tus manos.

1

Mi voz se arrastra como las hojas en el viento recorre los senderos sobre el arco iris se detiene en el cadalso de la tarde vibra en las oquedades del silencio se despierta en la ilusión de tu sonrisa y muere cuando se cierran los capullos del olvido.

***

La noche se tragó la esperanza que tenía de encontrar el rayo de luz de tu mirada. Nada me dijo el lucero de la soledad de tu sonrisa. Solamente el fugaz incendio de nuestros labios cuando repartimos los últimos claveles de aquel beso. El resto de la tarde se quedó perdido en la oquedad del camanance al lado de tu boca. Ayer te leía Platero y Yo y Los Veinte Poemas de Amor de Neruda. Antes que se convierta en algo aburrido, prefiero cambiar a otro libro y lo tomo al azar y saco y lo abro y te leo otro poema “Égloga” de Vicente Rosales y Rosales. Te he dedicado todo el día y toda la tarde para entretener tu soledad y la mía. Cuanto más necesitas de ayuda, más deseos siento, por hacerlo. Veo caer el resto de la tarde entre el verde profundo de mi amor y de tu amor que es más tierno, silencioso y puro.

4 RÍOS INTERIORES

Han brotado enjambres en el bosquecillo de tu soledad. Me han acercado a las fuentes que alimentan el cielo crepuscular de tu mirada. Se ha fortalecido el aroma primaveral que dio vida a los rosales sensitivos de tu corazón. Y las gemas del ensueño se despiertan cuando te siento muy cerca. Y mis ríos interiores se desbordan sin lastimar los cauces que nutren mi conciencia.

5 Te dejé dormir una hora después que almorzamos. Yo me caía de sueño, pero si me duermo, tú dormirías mucho tiempo y tendrías problemas por la noche. Te reviso si tienes mojada la toalla sanitaria y me dices que no. Escucho a Vivaldi y me lleva a épocas muy lejanas. Ahora es mi última noche en casa de Iris. Ella y su familia regresan mañana.

Duermes cuando el hastío de la noche se alimenta de recuerdos. Cuando el pensamiento se prolonga más allá de los abismos del dolor. Cuando las huellas ajadas de la vida se retuercen en las cavernas de la penumbra. Me dejas en la soledad arañando las cuerdas que lastiman las burbujas de los sueños. Me quedo con los embriones del silencio, con la ventana abierta hacia el vacío donde se desbordan todas mis rosas marchitadas.

2

6

Regresó mi hija y su familia de Perú. Ya no estamos solos. Lo primero con que me tientan, es con César Vallejo. Hace varias décadas que leí “Los Heraldos Negros” y ahora los volveré a leer. Me traen además “Tungsteno Paco Yunque Fabla Salvaje” Una novela que no he leído de Vallejo. Los “Siete Ensayos de Mariátegui”. Se les olvidó que ya tenía “Poemas Humanos”. “Los Ríos Profundos” de José María Arguedas, uno de los más grandes escritores peruanos y no lo he leído. Además ese tema que siempre había querido leer del Inca Garcilaso de la Vega. Y otros temas.

7

Por la mañana ya me había leído Los Heraldos Negros; al llegar a casa de Iris me encuentro con otros libros: VITE “Memorias de UKU Pacha” un poemario de Víctor Tenorio García, divididos en dos: “Retazos del Vivir” y me deja muy impresionado en el acercamiento a la tradición cultural peruana. De Huamanga 1941 Ayacucho, Perú y con este seguiré la lectura ahora.

Me uno a tu voz para decir el amor es el sol que sazona el sabor el agua que limpia la impureza el mar que baña el mundo de tu cuerpo la estrella que brilla en la oscuridad la voz que vibra en el silencio la paz que vence toda discordia la bondad que nos aleja de toda maldad. El amor en fin, el mejor pan cotidiano que alimenta nuestra conciencia.

8

Sin ánimos de escribir ni de leer como siempre me ha gustado. Leí esa poesía peruana, es muy bella, pero mi estado de ánimo es decadente. No hubo alcohol y anoche dormí bien. Pero me siento con una moral muy quebrantada, talvez porque no puedo profundizar en algo que el tiempo no me lo interrumpa.

9

Estuve al lado de la tarde para encender las hogueras de tu voz pero apenas nos cobijó la noche se apagaron tus sirios con mi beso.

3

La soledad y el silencio en la penumbra se abrazaron al Nocturno de Chopin y rodaron por el suelo los cuchillos con una sonrisa abrazada a tus recuerdos.

La noche me libera y me retiene al lado de tus sirios apagados mientras una cigarra espera el alba otro día restituido de campanas.

10

Cuando tenía planes este año de publicar otro de mis libros se me complica porque ahora fui al odontólogo para que me hiciera unas reparaciones dentarias. Las caries llegaban muy hondas; ya había infección a punto de alcanzar el hueso. Más de cuatrocientos dólares el total de la reparación.

La ventana me acercó a tu rostro me alejó de mi dolor entre las rejas de lejanas horas enrojecidas con estallidos de crecientes gritos.

Escondí mi dolor en una copa trituré los aceros que me acechan dibujé manantiales en las nubes diluidas espumas en las rocas hasta llegué a las cumbres de los volcanes pero tú no estabas ahí.

11

Al trabajar el doctor en reparar una corona central arriba, hay mucho daño y necesidad de dos endodoncias. Se incrementa a seiscientos dólares, incluyendo otros daños. Adiós publicaciones.

12

Los dientes de abajo están llegando a su fin, con frecuencia hay sangramiento. Una corona más dos endodoncias; no puedo decir no. Se incrementan trecientos cincuenta dólares más. Estoy preocupado. Me quedaré en la calle. Sin ningún centavo. Debo una reparación del techo en la casa Apopa y unos meses de impuesto municipal del año pasado. A mi edad sin trabajo, sin abrigo y sin el pan cotidiano.

4

13

Entré al sendero de tu risa vi pasar los cristales de tu mirada llevaban gotas de tu dulzura llevaban gotas de tu soledad llenaban ríos de tu felicidad y juntos bebimos sus aguas sagradas.

Mi delirio es recorrer todos los senderos por los que viajamos juntos. Poco a poco se han ido borrando de tus recuerdos mentales por el Alzheimer que flageló tu cerebro. Pero se han fortalecido todos los jardines de mi mente, de mi corazón y por eso, los cuido y los riego cada día, cada hora, cada segundo, para que no mueran nunca.

14

Estaba pensando, recordando y los recuerdos son como el mejor brebaje de la vida en la vejez. Fue aquella tarde que mi hija Iris con su familia, salieron del avión en Comalapa. Lo primero que hice fue tomar en mis brazos a mi nieta Katy. Han sido uno de los momentos más felices de mi vida.

15

Duermo en la distancia lejana de tus brazos. Pero tú estás aquí en la cama de al lado. He ido a verte y duermes como una bebita. He tocado tus muslos para comprobar que no hay humedad. A pesar de nuestras edades, quisiera apachurrar tus caderas entre mis brazos, como cuando fuimos muy jóvenes.

16

Me pierdo del remar de tu memoria me voy haciendo nube de otro pasado y aunque viaje en la herida de tu mirada me quedo entre vagones de tu soledad.

Distante y primitivo me aferro a tu sombra me agarro de tus penas y viajo con tus sueños pero la tarde llora escenas apagadas cuando la sangre corre sobre las tempestades.

Tiritan tus recuerdos en tu ventana rota se agitan tus palabras quebradas en el viento y lloran los cristales heridos de mi alma pero te ofrezco rosas risueñas de mis labios.

5

17

No he podido olvidar aquella vez que te besé por vez primera. Es posible que dentro de mi se redoblen los recuerdos a cambio de los que se borran de tu memoria. Nunca quiriste contarme que sentiste aquella tarde que nos dimos aquel beso. Fue porque todo tu amor y todos tus dolores florecieron alrededor de tu propio corazón.

18

He viajado alrededor de 50 años que llevamos arrastrando los jirones de nuestro amor. A pesar de todas las ofensas y agravios que dirigí hacia ti durante ese corto período ¿Qué podría ofrecerte ahora para demostrarte la garantía de mi amor por ti?

Últimamente he estado pensando que cada vez nos acercamos a la muerte y no hay manera de evadir ese futuro. Si la vida fuera como Pedro Páramo, no tendríamos ese sufrimiento de pensar en el ocaso, sino en el albor de cada día. En la primavera y en el principio.

19

Miro hacia tus cabellos y la tarde me recuerda los quebrados senderos de las horas.

Miro hacia mis sentimientos y el corazón me responde que todavía te amo.

20

La poesía es un instrumento que sirve para manifestar los sentimientos poéticos que uno siente por la persona amada. Lo que yo siento por ti en estos momentos a 50 años de habernos conocido: No cabe en la palabra de la poesía que yo no puedo escribir para ti y demostrarte todo el universo de mi amor.

21

Nunca me he arrepentido de haberte amado. Pero si mi vida retornara al pasado que nos ha unido, con toda seguridad yo sería más cariñoso contigo. Después de esto cabe una idea tuya que se ocultó en las sombras sublimes de tu casta soledad. …Y que fue la causa principal del amor que siempre sentí por ti.

6

22

Tenía e hice planes para ir a ver a mi madre pero Idis no pudo realizar sus necesidades fisiológicas. Fuimos al acto público del Movimiento por la Democracia Participativa. Después de las 10 PM escuché los valses de Chopin, la 9ª Sinfonía de Beethoven. Gracias hijo me dejaste una conexión que tanto venía deseando. Tu madre duerme, yo no molesto a los vecinos y disfruto solo la música. Si tú leyeras los diarios y cartas de Idis, te darías cuenta de cuanto es ahora la distancia de mi amor hacia la poesía.

23

Nunca me imaginé que arrastraría los lazos del olvido de mi propia desventura. Estoy solo con Idis, atrapados en un inmenso y eterno mar de soledad. Lo más agradable es que ella está siempre a mi lado pero es como una primavera, envuelta en las eternas cortinas del Hades. Si yo pudiera, ofrecería mi vida a Hermes para que lleve a mi amada todo el amor que guardo por ella, capaz de salvar al mundo de todos los odios y de todas las guerras.

24

El olvido es como una miseria de palabras en las puertas del vocabulario hablado. Cuando me le acerco a Idis y la abrazo, ella me responde en silencio con las caricias más tiernas que expresarse pueda con el cariño y gestos de ese rostro asaltado de sonrisas dulces y nobles. Gestos de sus manos y brazos. Como una madre acariciando a su hijo tierno con todas las sonrisas en la profundidad del alma, y en los destellos de sus ojos, su sonrisa y todo su cuerpo alborotado de alegría. Quisiera ser como Platero, el borrico de don Juan Ramón… La poesía más pura y suave.

25

Yo podría haber muerto muchas veces a lo largo de todo mi pasado liberal y descuidado, pero nunca te mentí acerca de mi amor que siempre alojé en los aposentos de mi corazón. Aún en aquellos momentos que fui grosero contigo, te amaba. Toma en cuenta que yo nunca fui un hombre educado para ser amable; fui educado para expulsar mis piedras a las alboradas de cada mañana de mi vida.

26

La memoria te arrastra al Hades del olvido y se te aleja cada día todo recuerdo de nuestro pasado y de todo lo que te hacía sufrir. Cada día nos recuerdas mucho menos, de lo que nos ha rodeado siempre. Pero a cambio mi memoria te retiene en todos mis recuerdos, tú estás más presente, más vivos todos los detalles. Mi amor se fortalece con los meses y los años.

7

27

Una arañita gritó por todas las constelaciones de la tarde que envolvía su tejido diminuto, que tejió con las angustias de la noche anterior. ¡No destruyas mis tejidos, pronto nacerán mis hijas! Nadie le escuchó porque el poeta estaba ciego por el odio y la ignorancia. No le escuchó porque estaba sordo como una rosa muerta.

28

Jorge nos pasó un dinero para gastos, pero se me complica problemas de parásitos, me hacen exámenes de heces y no aparecen. Voy al hospital y me explica la doctora que los oxiuros no salen en el examen de heces, me da medicina y un examen más, pero el malestar continúa. Podría ser por la sangre que me trago aún después de varias semanas del trabajo dentario. Los gastos médicos me están matando antes que las enfermedades.

29

Me abrazo a tus recuerdos, para morir a tu lado abrazado a las cadencias tardías del olvido. Si yo muero primero, tú quedarás liberada de todos nuestros juramentos de amor. Pero si fueras tú, mi compromiso será recordarte siempre al lado de aquella pizarra donde nos besamos la primera vez.

30

He viajado a todos los senderos de la tarde buscando la grieta de los olvidos de aquella tarde que los muñequitos nos indicaron el camino de mi juramento y que tú aceptaste seguir “pasara lo que pasara”… Fueron tus palabras.

31

Una flor se detiene en tu memoria una plegaria se detiene en el rocío perdido de tu palabra pero la miel se derrama en tu mirada la mañana está presente en tu sonrisa a pesar del pedernal que lastima tus recuerdos.

Cabe la flor ausente de tus sueños en la cisura hendida de mis versos cabe toda la distancia de los años en la onda musical que lloran tus recuerdos.

8

FEBRERO

1

Quisiera apoyarme en tus recuerdos y vibrar con tu voz martirizada. Quisiera lapidar todos los recuerdos tristes y gritar a tu lado: ¡Somos viento, fuego y alborada!

2

Me acerco a tus recuerdos de lánguidas angustias. Los vi rodar y desvanecerse, en el lirio implume de tu soledad… Por esa razón, mis rosales se fortalecieron en los viveros sagrados de tu corazón. Nunca he olvidado ningún detalle de nuestro pasado: el día que nos conocimos, el día que resolvimos un problema de ecuaciones frente a tu pizarra, el día que emigramos juntos para entrar al mundo de otras ecuaciones sin resolver… Todo lo recuerdo, desde las rosas que rodearon siempre nuestros corazones a los pedernales que lastimaron los jardines de tu vida.

3

Quisiera refugiarme en tu misma soledad. Palpar las cuerdas de tu silencio, herir las distancias de los recuerdos; los mismos que yacen perdidos en tu semblante sombrío y triste, pero que lastiman todas las memorias acumuladas en las interioridades de mi dolor, de tu silencio y mi resignación.

4

Déjame arrastrarme hasta el infinito inerte de tus brazos… Te darás cuenta de lo mucho que te amo. Si por alguna razón tu cerebro lo ha borrado, por la mañana cuando arranqué los despojos sucios de tus caderas, llegó un instante dentro de tu propia realidad, como que aceptaste que era necesario, cambiar el pañal y descendiste un grado muy profundo de tu propia personalidad. Me alegré porque encontré un grado de tu conocimiento hecho realidad. Lo que no recordarás nunca es que se me llenaron las manos de tu propia soledad, de inmundicia que sólo con las espadas del amor, pueden derrotarse.

5

Anoche soñé hacer el sexo con más de una mujer joven, elegante, como Idis en su juventud. Pero al despertarme me di cuenta que ni siquiera alcancé la erección en las lejanas cenefas de la aurora. Recordé al Padre Delgado en su poema de Roque Dalton.

9

6

Siempre que me acerco a tu memoria para reconstruir todo mi amor y el tuyo, me traslado a todos tus recuerdos y a todo aquello que construyó un jardín de amor y humildad al interior de tu alma, de tu corazón y del mío.

7

Mientras quepa una sonrisa en las alas de nuestra soledad, cabrá toda la tarde en el infinito de nuestro amor. Yo estaré siempre a tu lado y tú, fortaleciendo los lasos de mi amor y el tuyo.

8

Escucho todas las cadencias del bosque y del atardecer; escucho las pulsaciones de mi propio corazón arando en el crepúsculo de las horas. Todo eso me indica la existencia de la vida, del movimiento, de todo lo que bulle a nuestro rededor… Pero no escucho tu voz; tu voz está perdida en un brebaje de soledad, mirando tu silencio al lado de alguna hormiga tan pequeña y silenciosa como tos ojos, tu cabellera y tu sonrisa ausente. Pero el dolor me arrastra al lado de tu soledad y arranco a pedazos los pétalos de tu sonrisa. Me miras y ensayas un tierno beso que se eleva hasta la cima de mi felicidad. Mi corazón llora en silencio y cantan las horas al lado de tus ojos que me miran con la inocencia más pura y divina.

9

Siempre caminamos y te arrastro hasta las algas de este amor que se retuerce con estos pasos que damos cada tarde. Katy nuestra nieta elocuente y bella como las algas del amanecer. Siempre nos sonríe cuando nos encontramos, ella corriendo y yo y tú arrastrándonos como cangrejos moribundos.

10

Me gustaría quedarme con tus brazos junto a los míos. Llevarlos como los barcos que llevarían mis sueños por los mares del mundo. Cuando los arrastro a mi lado, me doy cuenta que sólo les falta el amor y la poesía para que se consuman en las selvas moribundas de la tarde.

11

Quisiera estar entre tus brazos en cada amanecer. Destruir las algas que se alojan en las sendas de tu pasado y retornaras a mí, con aquel amor cuando nos casamos. Aunque ese día fue uno de los momentos, un tanto dolorosos. Yo trabajaba en una fábrica, pedí permiso dos horas para estar en la ceremonia contigo. Tú te fuiste a la habitación con Paulino uno de los testigos; yo retorné con Toribio el otro testigo, a la fábrica a reanudar nuestro trabajo.

10

12

Si pudiera retornar a tus recuerdos te llevaría por todas las sendas de nuestro pasado y te dejaría sentada en aquella cama del Hospital de Metapán, cuando desde tu lado, recogiste a Janeth, nuestra primer hija y me la entregaste para que yo la momentos sintiera también entre mis brazos. Cuando ella se puso a llorar, me dijiste: -Tiene hambre. –Y vi pechos de luceros alimentar a nuestra hija.

13

Abrázame si quieres. En el confín lejano de los recuerdos y te darás cuenta que nunca traicioné mi promesa de amor. Reconozco que siempre lastimé las sedas de tu corazón, pero no olvides nunca que yo nunca fui educado para ser bondadoso. La burla y la crueldad me arrastraron, desde mis diarreas y parásitos infantiles.

14

Todo se vuelve luz cuando te siento todo se vuelve sombra cuando te alejas todo se vuelve mar cuando regresas y recoges los rosales de mi alma.

Hace 49 años Cabe una rosa en los costados del recuerdo; una sonrisa, una mirada risueña con celajes de alegría. Un hálito aromado en tus ventanas nasales, una caricia circular rozando tus labios, un beso a la rosa y finalmente un beso de tus labios con olor a pétalos sin olvidos y solamente dos frases… Gracias Fidel.

15

Todo se puede remediar entre dos personas que se aman. Lo que no se puede remediar son las borrascas destructoras que interrumpieron en aquel amor que aún, no ha sido lapidado. A pesar de las rocas persistentes, no olvidemos que las rocas son como los monolitos eternos de la vida. Así es tu amor y el mío.

16

Mañana viajaré al rayar la aurora, para alzarme a las rocas de tu suerte. Quiero estar a tu lado en toda la trascendencia del crepúsculo. Si algo falla, no importa; me quedaré con tu amor y tu silencio. Pero sin perderme ni un momento de los pétalos de tus labios que aromaron siempre mis recuerdos.

11

17

Ahora estoy tiritando con esta soledad. Si estuvieras a mi lado, arrancaría tus últimas sonrisas que se desprenden en medio de la tarde que lastima todos tus recuerdos.

18

Todos tus recuerdos me lastiman cuando están abonados de mis propias ofensas aún en los cielos de mi propio amor por ti. La suerte tuya es que poco a poco las fuiste olvidando; mi amargura consiste en que no las podré olvidar nunca. Las arrastraré como un castigo hasta mi tumba. Esos recuerdos abonan los cansados ocasos en que viajamos tú y yo.

19

Se fueron… Como las tardes olvidadas de nuestro amor. Las flores y los romances se esfumaron. El amor… ¿Qué sería de ti si mi amor no hubiese sido verdadero? Posiblemente yo no habría llegado nunca a crear un solo verso, una metáfora otoñal.

20

Hay un proceso de avance en la enfermedad de Idis. Prácticamente ya no puede controlar cuando tiene necesidad de orinar. Aunque uno la lleve al baño a veces no hace y al salir se orina en el pañal. Yo bendigo su inocencia que excita todo mi amor por ella. Y bendigo la suerte que tengo de fortalecer mi amor a lo largo de estos 50 años. No es fácil esta tarea, pero estoy a prueba contigo y conmigo mismo. ¿Sería honroso de mi parte apartarme de ti en estos momentos que el Alzheimer te arrastra al Valhala más desventajoso de tu vida?

21

Déjame lanzar un grito que llegue más allá de los rincones profundos de la percepción. Si olvido tu dolor, será señal que no existí nunca. Pero si lo recuerdo, sufriré el castigo de recordar todos lo agravios del mundo.

22

He perdido la pista inspiradora para ir en la ruta que encontré para mi libro Oquedades. No me sale ni un verso. El hígado no me funciona bien, lo mismo la mente y todo el organismo necesita cambio de baterías. Hago todo lo posible por ayudar a Idis y salvo algunos momentos, se me aceleran los cables, pero lucho por superarlos. El amor que conservo por ella es el único que no ha sufrido variaciones; lejos de eso se ha fortalecido y eso es bueno para mí, porque me aleja de mi propia muerte. Porque el día que yo no ame a Idis, es porque he muerto.

12

23

En la cresta del bosque se levantan los vuelos de la tarde y de las horas

Muchas veces aparece y se derrama la inspiración. Pero también se presenta la necesidad de apoyar a Idis en más de alguna de sus necesidades o entretenimientos… Y este último poema, me es más amado que el primero, que comencé a escribir.

24

Pasamos una buena parte del tiempo: ella con el juego de lego, libros de gráficos, pintando; Yo leyendo y ayudándola. No produzco nada, consumo y sirvo poco. Por eso mi estado de ánimo no prospera bien. Me apoyé en Kamil Gibrán y trato de leer Dafnis y Cloe, borrosa. La auto estima sufre por la falta de ingresos al bolsillo y al cerebro.

25

Idis tiene algunas semanas que ya no puede controlar sus micciones. Anoche me quedé donde Iris y por tres veces quise tomarle con mis propias manos una muestra de orina para un cultivo; no lo logré. Momentos después se orinaba en la toalla sanitaria. Pero debo reconocer que estoy sufriendo el “síndrome del cuidador de Alzheimer”. Estoy preocupado y hago todo lo posible por ayudarla, entretenerla, pero no dejo de regañarla, o de reñir con ella muchas veces durante el día. Sufro una depresión, un cansancio. ¿ Podría ser esa la causa de su incontinencia? ¿Le infundo miedo? Pero a cada hora, cada día, reacciono y la ayudo con amabilidad. Por difícil que sea mi tarea, nunca he llegado al maltrato más allá de algunos segundos; siempre reacciono a tiempo, lloro en mi interior por mi propia impotencia, pero en las álgidas heridas de mi propia soledad, salta la sonrisa, la dulce broma y mi abrazo dolorido, pero risueño. Nunca su corazón y su amor estuvo más cerca de mí.

26

Después de dedicar el día en las atenciones a Idis, abrí un programa en la computadora y busqué la constelación de la Osa Menor; ahí estaba Polaris, por encima del Océano Glacial Ártico. Fui a otras estrellas y constelaciones. Pero me llegó un fuerte olor nauseabundo. Fui a la cama de Idis y comprobé la inmundicia. Me llené de amor y de paciencia. La llevé de una vez al baño, pero fue dejando suciedad por todo el piso. Al desvestirla se embadurnó mi ropa, mis manos y hasta mis cejas. Mis pies ya no se diga. No teníamos agua caliente y no había tiempo para calentarla. La fui bañando con agua helada; ella presentó resistencia y como dos luchadores nos enfrentamos en una batalla campal; todo estaba sucio, era necesario

13 bañarla y lavar todo: el piso, paredes, el sanitario. Al final yo apestaba más que ella, pero la acosté y salí a botar todo lo más sucio. Después de lavar y desinfectar todo, me bañé como nunca lo había hecho. Me senté a escuchar alguna música reflexionando: ¿Qué clase de escritor podría ser yo en tales circunstancias? No tiene mayor importancia; lo único que debe prevalecer es el amor, la paciencia, la solidaridad. Sonrío y a mi interior predomina la satisfacción.

27

Nos la pasamos bien. Un poco aburridos los dos, pero la aguantamos. Cabe la palabra “amor” al lado de este laberinto en que estamos atrapados. Lo mejor es que tú, no tienes ninguna preocupación. Yo te tengo a ti y cabes en todo mi corazón. Es como un pequeño mundo donde sólo cabemos tú y yo, donde se comparte amor y sufrimiento.

28

A pesar de toda tu timidez, a partir del tiempo en que te conocí, me diste muchos albores en los que demostrabas un inmenso amor por mí. Pero yo toda la vida vine arrastrando mis rabietas y más allá, de mi ancestral conducta, de lejanos recuerdos que trasladé al martirio de tu lóbrego pasado.

MARZO

1

Son las 2 AM y tengo unas dos horas con la presión por las nubes. Hasta en la cabeza siento los empujones desesperados que da el pobre corazón por salir de apuros. No hay manera de dormir. Siento el cosquilleo en la mano y brazo izquierdo. Amanecí.

Por la tarde llevé a Idis a control particular con el neurólogo doctor José Ricardo López Contreras. Le dejó el mismo tratamiento. Me explicó sus valoraciones y muchas recomendaciones. Yo le expliqué los avances que encuentro de su enfermedad; la incapacidad de sus micciones y su entendimiento en deficiencia, con esa “manía” de su lengua, como una niña. Antes de caer quebrado por el cansancio, la monotonía y el sueño:

Arrulla el bosque una canción un guijarro de sueños apagados una queja fugaz del corazón un rumor de duelos reflejados.

14

2

Me diste a beber las esencias sagradas de tu amor, sin malicia ni maleficios. Porque siempre encontré en toda tu conducta, la más leal y sublime inocencia. En parte me aproveché de tu debilidad, pero a cambio, fui leal en lo más puro a tu casto amor. Aunque tuve oportunidad de lacerar esa tu desventaja, nunca me fue admitido a mi dignidad, burlarme de una persona a quien yo amaba.

3

Por todas las esquinas de la tarde se derramaban tus palabras y tus sueños se desbordaban tus fantasmas memoriales se derramaban tus álgidas auroras.

Para darle forma a la idea o el sentimiento que inspiró el poema, necesito mucho tiempo, para trabajarlo. Idis me espera en casa de nuestra hija; yo estoy en los Apartamentos y debo salir para allá cuanto antes. Mis recuerdos de esta casa son como mis helechos heridos. Nunca volverán a germinar como en aquella primavera.

4

Desde hace algunos meses y en la medida que pasan las semanas, los días, Idis ha perdido su capacidad de sentir los deseos a la hora de sus necesidades fisiológicas. Se moja a cada momento y en su mundo todavía consiente, ella quisiera como evitar que se produzca esa desventaja. Intenta hacerlo ella por su cuenta, pero casi siempre llega demasiado tarde. Con una sonrisa mía, con un beso cariñoso, le infundo confianza y ella sonríe llena de alegría.

5

Me arrastro a tus pies para buscar el amparo de mi soledad y dejarte enterita en las enredaderas de mis cuidados. Ya nunca podrás existir fuera de mis barreras. Perteneces a mi propia soledad y nunca dejaré que mancillen lo que ayer, ahora y siempre he amado de ti. No te puedo ofrecer más que los cuidados de mi amor y mi constancia.

6

Siempre me hace andar buscando más de alguna cosa que Idis guarda. Eso es cosa de todos los días. Ahora es un zapato, sin duda guardó uno cuando hizo limpieza; sólo uno he podido encontrar. Por suerte estamos en el apartamento y puedo disponer de otros zapatos.

15

7

La vida me arrastra siempre por las tierras áridas de las vacas flacas. Me dejé llevar por las trampas de mis propias emociones y fui presa fácil de las corrientes engañosas de confabulaciones adornadas de lenguajes pintorescos, pero carentes de una leal sinceridad. Cuando leo las noticias internacionales, las Reflexiones de Fidel sobre todo, y algunas opiniones de Rebelión, Prensa Latina, Granma, Juventud Rebelde, me doy cuenta del peligro que se nos viene encima sobre la crísis climática, la criris alimentaria y el rumbo que llevan las potencias imperialistas y guerreristas como objetivo principal. Me doy cuenta que en mi caso sin trabajo, con una pensión de setenta y nueve al mes, mi futuro ya está echado a la suerte inevitable de la muerte.

8

Amanecí en las quebradas desérticas de mi propia soledad. Me levanto y tú no estas a mi lado. Iris te ama mucho, pero jamás llegará a sustituir a ese viejito bravo que te cuida mejor. Mi desayuno es breve, solitario y sin ti, da lo mismo que ser un limosnero en esta casa que solamente tu presencia, le da vida. Y la vida es amor eterno, como el viento que sopla sobre nuestros cabellos.

9

Siempre que me encuentro solo en el apartamento, siento el vacío de los helechos heridos, por la soledad y la angustia. Es como buscar las alas de mi canto, sin las palabras sagradas de tu presencia. No hay música, ni hay amor, no hay poesía. Sólo hay bruma en los ensueños de cada día.

10

Me arrastro en las alas de la noche y llego a las sombras del bohío. Tú no estas aquí y quisiera retornar a las pendientes borrascosas de la tarde que me empujó hasta aquí. ¿Por qué tendré que vivir lejos de ti? Si me debo a tus recuerdos destrozados, quiero morir llevándome tus últimas memorias y tu última sonrisa.

11

Amanecimos en tu cuarto. Aquí la Idis duerme bien. Yo me levanto 3, 4 o más veces a orinar y siempre la observo. Es muy raro que aquí se levante por la noche. Algunas veces que escucho música o veo alguna película, uso audífonos tanto por ella, como por los vecinos. Cuando ella lavaba los platos del desayuno, se mojó en la ropa; ya no repara sobre sus necesidades fisiológicas. Muchas veces se ha ensuciado en el pañal y hay que asearla, bañarla. Sigo intentando tomar la muestra de orina y he dedicado tiempo especial para ello; no ha sido posible.

16

12

Idis se salió de la casa en la noche. Al menos antes de la una de la mañana se levantó dos veces y Carlos la llevó a la cama. Pueda que salió a eso de las dos de la mañana. Se había cambiado y hasta arregló su cama, se confundió con el tiempo. Quería salir a buscarme, porque mientras estoy con ella, nunca quiere irse “para su casa”, salvo cuando está muy aburrida, me pide que se quiere ir “para su casa” esté en el apartamento o donde Iris. Encontró con llave la salida del terreno y retornó, pero se cayó en las gradas, hacía mucho frío sobre todo en esa parte del volcán de San Salvador. En parte se desmayó y no pudo incorporarse. Pasó tres o más horas casi inconciente. Iris escuchó un “portazo”, pero siempre sale Dany o alguien y no le dio importancia; escucharon que Doly la perrita lloraba, pero desconocían el aullido dolorido de los perros, no son campesinos. Siempre Iris la levanta a las 5 AM para que vaya al baño y hasta le cambia la toalla sanitaria y ropa de cama antes de irse a trabajar, pero por ser día sábado –La dejaré dormir una hora más –pensó Iris. A las 6 AM fue a verla y no la encontró en la cama, pasó a los baños, no estaba allí; salió y la encontró casi desmayada, con una herida en el frontal izquierdo. Me llamaron a esa hora, yo sólo alcanzo a escuchar menos de un 40%, estoy a punto de acercarme a Francisco Leonelde Goya, a Beethoven en esa desventaja física. Pero yo había olvidado el teléfono en el vehículo. Fue a través de Anita nuestra vecina que me llamaron, para que me uniera con ellos en el Hospital Pro Familia, Yuri lss llevó y nos esperó: le dieron 6 puntos. Era un golpe grave, mucha inflamación. He pasado todo el día con ella y dormiré a su lado unos cuantos días. Nunca he estado separa de Idis. Durante el día nos la pasamos en casa de Iris.

13

Ahora duermo o vivo al lado de Idis. Estoy como atado a una prisión e Idis es mi cómplice. Pero ella no sabe que ambos somos prisioneros. Yo mismo me debato en las barreras de mi propia decadencia que no me deja actuar en libertad de mi libre albedrío. Siento que soy un depende de otras liebres perseguidas por una partida o jaurías de lobos. Después de pasar cada día entero con Idis y apoyar a mi nieta Katy y a mi nieto Dany en sus actividades deportivas, me voy a dormir al apartamento, allá duermo mejor, descanso, pero en el fondo del subconsciente, siento siempre una necesidad “protectora” de estar cerca de Idis. Aquí no duermo bien porque no tengo todo lo que muchas veces se me antoja. Me levanto a buscar a cualquier hora del día o de la noche, algún dato, algún libro, alguna palabra, el nombre de algún personaje. Soy un sonámbulo en un mundo de soledad.

14

Siempre se orina en el pañal. Aunque se le lleve al sanitario ya no puede hacer. Se le cambia pañales y cuando se vuelve a sentar, se moja. Se gastan muchas sanitarias diariamente.

17

Con un alto grado de picardía se me viene a la memoria Érika, aquella prostituta nicaragüense. Una de tantas noches que me la llevé al motel, tomamos muchas cervezas. Era rubia de arriba, pero negra de otras regiones. Y era bonita. ¡Qué negro les pinta la vida el camino a muchas mujeres de esa vida! Una de aquellas noches la bendita Erika se orinó dormida en la colchoneta. Me obligó a que le diéramos vuelta. Lo empapado por Erika, quedaría bajo otros romances que pasarían por aquellos cadalsos del placer. Todo aquello sucedió cuando tú, te negaste a seguirme hasta Nicaragua y fue cuando nuestros hijos ya estudiaban en Rusia.

15

Dentro de los senderos del alma, corren las temblantes liebres del miedo perseguidas por la jauría salvaje. Se esconden las mariposas y aletean las golondrinas sonriendo la presencia del verano acogedor.

El cansancio se tarda para doblegar las estrellas silenciosas que gravitan en las interioridades. El sueño tarda, las liebres se niegan salir de la cueva, atormentadas por el salvajismo de la vida. Creo que ya te orinaste porque el cuarto arde en mi nariz.

16

Para mí jamás habrá otro crepúsculo que me haga feliz si no estoy a tu lado derramando todos mis dicterios, pero a la vez cargando dentro de mí, todos los ríos y mares del amor que arrastro sobre mis alas y que me sirven para llegar hasta tus brazos.

17

Paso todo el día intentando tomarle la muestra de orina. Le di agua como a un borracho. Como que estaba seca. Después estuvo orinando como una chicharra. Pero no fue posible tomarle la muestra. Mañana le tomarán unas muestras de sangre en el Hospital.

18

La resignación se vuelve como una llaga consoladora, si no hay escapatoria, hay que esperar que te hundan las garras como aquel instante que el ratón no alcanzó la madriguera perseguido por Misifú.

19

Todos mis recuerdos caben en la esquina del último crepúsculo que siempre estoy pensando en ti.

18

20

Fuimos a ver a mi mamá. Yuri nos llevó y por lo que hablamos creo que lo hizo por lo que Iris le habló de asumir algún día con el cuidado de Idis. Yuri suspendió sus estudios el último día, fue cuando Idis se cayó. La llevamos al hospital. Siento pena por Iris y por Yuri, yo no estoy trabajando y soy el que tengo que asumir esa tarea y la hago con gusto. Comentaron sobre mi “bebida”, admití la verdad, pero rechacé lo que no es cierto: la frecuencia y cantidad que me atribuyen.

21

Desde antes de acostarme anoche sentí un fuerte olor desagradable. Pensé que Idis se había ensuciado. Nada de eso; me acosté tarde y volví a sentir las emanaciones; Idis dormía sin ningún contratiempo. A las cuatro de la mañana calenté el agua para lavarla; estaba húmeda nada más. Le cambié su ropa mojada y la de cama. Se volvió a acostar y yo me bañé a esa hora. Las emanaciones que yo sentí era por las perfumadas aguas que bajan por el finado río Acelguate. Hace unos treinta o más años no apestaba tanto como ahora; no tenía tantos desagües de cloacas como en la actualidad. De mi apartamento nos separan poco más de doscientos metros. ¿Cómo sentirán aquellas personas que duermen más cerca de nuestro antiguo río “de aguas caudalosas y cristalinas.”

22

Anoche nos vinimos a dormir al apartamento; desde que Idis se cayó el sábado 12 no me había separado de ella. Hasta anoche pero a última hora me la traje al apartamento. No dormí bien debido al exceso de comida para la cena a las 9 PM, pero leí un poco.

23

Estoy durmiendo otra vez aquí sobre los helechos. La única casa que nunca me gustó. Pero fue por Idis que renunciamos a tomar un apartamento en segunda Planta en Zacamil. Ella quería estar cerca de su familia y concretamente de su madre en aquellos años y lo logró. Yo nunca estuve de acuerdo. Pero lo acepté porque la amaba demasiado. Ni siquiera le quise alegar ningún argumento, de sobra deseaba su felicidad.

24

Casi es media noche y no puedo dormir. El sueño me agobia, influyendo sobre mis ojos perezosos y mi cuerpo atolondrado de cansancio. Me voy a la cama y cierro los ojos, relajo toda mi indumentaria humana y busco el vacío para perderme hasta el fondo del reposo. ¡Qué alivio, qué tranquilidad! Pasan talvez 20 minutos, a lo sumo media hora y se invierte la cama. Ahora siento que soy yo que la sostengo a ella. El cuerpo no me soporta y me vuelvo al lado para librarme de su peso, y del peso de la

19 realidad que cargo sobre mis andrajos, sobre mis costillas, sobre mi cabeza. Me levanto nuevamente y voy a tu cama, veo que no estás. Duermes como una bebita en casa de Iris; nada te preocupa, soy yo el único preocupado en esta casa de las alturas del espacio que nos rodea. Regreso a la cama; no duermo a profundidad, pero descanso, descansa mi cuerpo y trato de poner en reposo mi mente, mi cerebro. Mi mente es lo más interesante que necesito. Es necesario mantenerla en reposo, en un limbo de tranquilidad, de quietud. Me olvidaré que sólo llevo menos de tres dólares en el bolsillo y mañana comeremos en esta casa.

25

Amanezco bien, pero me voy temprano con un montón de información y temas a casa de Iris. Al menos leo la última Reflexión de Fidel y muchas otras opiniones alrededor de los planes de EE.UU. con respecto a Cuba y el mundo al que pretende invadir de una u otra manera.

Te encuentro cansada de tu propia soledad. Con la que yo arrastro desde hace muchos años, abonaremos las eternas horas, para que no mueran en vano los rosales de tu vida.

26 y 27

Nadie cambió a Idis durante la mañana. Yo estuve con la gente de Alzheimer. Hasta el cuello tenía mojado; no la vuelvo a dejar en casa, si Iris no está en ella. “Toto” creo que es el nombre, del gato de Gaby. Hace un tiempo saltó por entre la celosías; luego a la mi cama a las dos de la mañana. Me asustó y salté de la cama. Se había equivocado, pero lo ayudé a salir. Hace unos semanas o meses viene de vez en vez a pedir comida; no le gusta cualquier “chuchería” aún ni los billetes de a veinte dólares. Pero le busco algo, lo mejor y se lo come. Viene muy seguido a pedirme algo. Ahora lo encontré en el lavadero, junto a dos sopas que descongelaba, pero las tenía bien protegidas “por las moscas”. La enorme olla de presión no le pudo dar vuelta. No me controlé y le vacié sobre el lomo una guacalada de agua helada y huyó y todavía lo perseguí con el agua. Cuando regresé del mercado lo encontré durmiendo en mi cama. No le molesté y fui hacerle caricias. Pobrecito está bien desnutrido; no come muy bien y necesita del veterinario. Todo lo que tenía era pan integral y leche con avena; le serví un poquito y sólo lamió la leche, el pan no lo comió. Está bien seco como Jorge cuando era chiquito. Llevé a Idis que lo viera y sólo dijo “chuchito” y le sobó el espinazo. –Es nuestro invitado para almorzar –Le dije –Pobrecito. De la comida de la abuela le saqué unos cachitos de carne y caldo; se lo sirvo y comió más de lo que debía comer un gato. Ojalá no le pase como a Rigo en su Última Cena. Lo voy a ver y lo vuelvo a encontrar en mi cama, ya más me parece como el Gato de Cheshire. Idis toma su sopa con suma tranquilidad. Yo pienso en las Guerras Destructoras del Imperialismo USA, del Inglés y del Francés en la Conquista del dólar y del Petróleo de Libia y otros países árabes.

20

28

Entre todas las soledades la más triste es aquella que se vive sin amor y sin esperanza. Tú debes estar segura de mi amor que cada día se fortalece. Yo estoy convencido que tu amor por mí, no ha sido lastimado por el Alzheimer, se mantiene y vive como un manantial de aguas cristalinas.

29

Te obligué a caminar a mi lado, para alejar los pasos de tu reposo prolongado. Te arrastré sobre cadalsos de luz para encender tus sirios apagados. Cuando llegamos al final del sendero, yo había perdido mis últimas metáforas. Pero recuperamos unas cuantas madejas de energía y muchos claveles nacieron en tus labios, cuando reías a mi lado.

30

Mi corazón se levanta cada mañana para contemplar los albores que se desprenden de tus ojos. Cierro la puerta de la noche y me dirijo a los cantos del día que me abraza y me retiene entre tus brazos, tu soledad y tus recuerdos… Es todo lo que me queda.

31

Estoy frente a las rocas de mi propia realidad. Con los pies cansados de la tarde, me acerco a los trigales que se desbordan en los campos sin alcanzar a germinar.

ABRIL

1

He vuelto a perder mi capacidad e interés de escribir poesía o cualquier otro tema literario. Mi pretexto es que dedico mucho tiempo a cuidar a Idis y tal vez un poquito al resto, de la familia. Si no fueran estas responsabilidades, probablemente ya me hubiera enfermado más de lo que estoy. De tal manera que eso salva en parte mi tiempo. Para escribir se necesita tener purificada la mente o se terminan descargando las baterías de la imaginación y la inspiración se tornan como los trancazos de la vida.

2

Sólo me quedan tus alas y tu sonrisa tu voz extraviada y tus recuerdos heridos por los cuchillos de la vida todo lo demás me lo llevo entre las lentas horas de la tarde.

21

Las heridas y los gritos salen a encontrarme. Las horas me rodean y se llevan todo mi dolor y se llevan todas las cenefas que guardo de tus besos. Me quedan los capullos que forjé con las rosas y me quedan los rayos que iluminan mis senderos. Me queda todo el amor y tus recuerdos.

3

No me canso de prolongar los recuerdos que me unen a las tempranas y avanzadas horas de nuestro amor… Son como las eternas primaveras de nuestra vida que siempre están floreciendo al interior de nuestra juventud y que perdura siempre en los Edenes de nuestro amor juvenil, aquel que es eterno en todo ser humano. Sin esa condición ni tú, ni yo, tendríamos razón de existir.

4

Se han apagado mis velas bajo las rocas escardadas de los años. Se han diluido mis últimas campanas, entre las resonancias cansadas de la tarde. Unas cuantas gotas de tu voz, me salvan de morir en los mares del silencio.

Amanecí con las alas apagadas. Tú dormías aún. De manera muy suave para no lastimar tu sueño, comencé a escuchar el Concierto Nº 1 para violín Op 26 de Bruch y mis alas se van despejando hasta alcanzar el sendero del día.

5

La vida se presenta tan llena de monotonía que muchas veces olvido las fechas y confundo los días. Todo es lo mismo cada día y lo único que encuentro de diferente es el día y la noche; la mañana y la tarde. Con Idis cada día estamos más cerca del amor, con ella y para ella se abren todas las ventanas de mi corazón. Cada día ella depende más y más de nuestro apoyo. Hacemos lo posible por no dejarla “en su mundo de soledad” y para eso, sólo es posible desprendernos de todos nuestros planes y dedicar una parte del tiempo para ella. Cuando ella trabajaba tenía una familia. Sus ingresos no eran pocos y sobraban lugares de entretención para invitarla. Era una invitación rusa. Pero entonces no era el marido ni los hijos, sólo tenía hermanas “muy cariñosas”. Ahora se distancian como algas de dinosaurios.

6

Ahora se me escaparon unas golondrinas que había capturado al filo del amanecer. Pero en ese instante te levantaste y requerías mi atención, para asear tu cuerpo empapado de soledad y desprendido de los rosales que hace muchas décadas, aromaban tus jardines que despertaron mi amor.

22

Los preparé para que alcanzaran el día, sonreíste cuando hundía mis dedos antiguos en las grietas lejanas.

7

A veces quisiera escapar de este claustro en que me atrapó la vida. Salir corriendo detrás de las horas y encender los sirios frente a mi propia soledad. Pero estoy siempre a tu lado fortaleciendo los girasoles que nunca dejan de girar y florecer para ti.

8

No hay duda que frecuentemente pierdo un estribo cuando dedico mi atención para atenuar tus desventajas. Desde luego que hay cansancio en mis huesos, enredijos en mi cerebro y miedo a las paredes de este encierro. Pero nunca he perdido los dos y a pesar de mis desbalances, siempre recupero a tiempo mi estado emocional y continuamos; te acaricio, te regalo un beso, una sonrisa y juntos conquistamos el día.

9

Mi corazón se llena de todos tus recuerdos y me libera de todos los fantasmas del olvido, para reposar sobre las cansadas horas que me acercan más y más a las sombras de los años que nos atan. Miro los andrajos de tu sonrisa inocente, casi triste, casi llegando al albor de decir una frase dulce y cariñosa. Adivino esa frase perdida en tu mirada.

10

A pesar que estás a mi lado, siento la ausencia de las rosas que florecieron en los manantiales de tu corazón. Y a pesar de todas tus penalidades que viviste a mi lado, mi amor por ti sólo finalizará con mi muerte cuando llegue mi hora.

11

Abrimos los caminos que nos guían a nuestra propia destrucción. Pero a mí en particular me arrastran a una profunda convicción de mi amor y solidaridad por ti, Idis. En muchos momentos he leído fragmentos de tus diarios breves, pero valiosos para mí. ¿Me amaba Idis o me necesitabas? Creo que sólo al final, con los años ella terminó amándome, porque nos unían nuestras hijas y nuestro hijo.

23

12

Todas las enredaderas de una vida caben alrededor de una sola palabra: amor. Hay un sufrir dentro de mi propia soledad. Pero sólo encuentro mi salvación en la devoción y en el amor que siento por Idis. Parte de su propia destrucción, yo soy uno de los principales culpables. Ella buscó su salvación en mí… Pero al ir al fondo del conocimiento de sus diarios… Me lo dijo aquella noche en “La Confianza” en Ahuachapàn: “Yo sólo quería escapar de al lado de aquel hombre que me ha humillado”. El resto es parte de mi novela que aún no comienzo a escribir. Porque un día le juré que jamás escribiría nada sobre mis conocimientos alrededor de ella, si estaba viva. Han pasado 50 años –Mi amor por Idis siempre fue puro… Por favor. Algún día moriré y me llevaré los secretos que Idis nunca conoció… Yo nunca la traicioné con mi amor; fue su familia. En parte, su propia madre.

13

Ni tú ni yo podemos escapar de esta soledad. Porque querámoslo o no, hay unos momentos que me entrego a mi mismo, busco las horas con el martirio de mi propia soledad y son los momentos que te abandono, pero viene la reacción, abandono mis castillos ilusorios y regreso a tu lado de sombra y de soledad. Al menos no estamos solos. Tú me tienes y yo tengo todo lo que quiero en ti.

14

Por lo general me levanto cada día una hora antes del amanecer y lo primero que hago es acercarme a tu cama. Si duermes regreso a mi baño de agua helada para apagar las últimas velas de la noche. Si estas despierta es señal que me esperabas para que te ayude a despojarte de tu ropa sucia y darte el baño necesario. Lavar todos los rincones, toda la maleza turbia que lastima tu cuerpo divino. Muchas veces se me han rodado las lágrimas al encontrarte tan sucia y tú sin reparar en nada, sin notar nada, sin distinguir esa distancia inconciente que te acerca más y más a mi corazón.

15

Con la roca que llevo a la espalda he subido a la montaña de la soledad. El frescor me acerca a tu dolor que se dispersa en la bruma de mis ansias. La roca rueda hacia el abismo de nuestro destino y se vuelve a iniciar el ciclo de la vida, del amor y la esperanza. Porque tú me llamas para encender los sirios que se fortalecen al interior de mi corazón y de mi conciencia, en donde el amor se torna roca.

24

16

Son las 4 de la mañana y desde antes que Aurora le abra sus piernas a Apolo, toda mi alma se ha llenado de poesía, porque también todo el apartamento se ha llenado de mierda, de olor y perfumado con la mierda de aquella muchacha bonita que conocí hace 50 años. Me despertó el penetrante olor de sus orines, pero al ir a verla no eran sólo sus orines. La levanté y me la llevé al baño, la bañé. Por suerte Yuri nos reparó el sistema eléctrico para la ducha del agua caliente. Le hice su cama y la acosté. Lavé parte de la casa, luego me bañé a las 4.55 AM. Para dejar de pensar en mi desventaja de escritor empedernido, pongo un disco al azar, la 5ª Sinfonía de Beethoven y con los audífonos la escucho a muy alto nivel. Soy feliz porque aún me queda bueno en un porcentaje de mi oído izquierdo, ya que el otro prácticamente lo perdí totalmente. Todo me huele a excremento en estos momentos, pero se acerca un nuevo día y ahí está acostada, sin ninguna preocupación esa viejita que conocí hace 50 años.

17

Las plagas de mi hacienda rodean mis últimos trigales y me acompañan con todas las mareas de la soledad. Ella durmió bien; yo muy poco y amanecí como en una celda sin poder escapar. Desayunó bien, almorzó bien y nada pasó a su lado. Pareciera que la niña que hay en ella, se ha olvidado de sus propias muñecas. Transido de dolor continúo digitando el diario de Idis. Lo suspendo de vez en cuando porque lastima mi amor por ella. ¡Más que nunca, ahora la quiero más que nunca! Yuri y Ana María nos llevaron a almorzar. Estuvimos bien, le adelanté algo a Ana María que ni Yuri sabe de que le hablé. Fue alrededor del sufrimiento de Idis cuando se vio obligada a escapar con migo. La razón de mi amor por ella.

18

Caben todos los recuerdos en un solo instante de reflexión que surge de las grietas tormentosas de tu vida. Tu vida me enseñó que cuando se ama de verdad, se produce el sacrificio más humano, más noble en el ser que entrega toda su felicidad, toda su vida por el ser amado. Ayer lloré al encontrar las agujas que laceraba los jardines de tu corazón. Me sentí muy desdichado al conocer todo el daño que ocasioné en el vendaval de todo tu dolor y tu martirio. Me hizo pensar en el misterio de mi propia muerte, si tú, no estuvieras a mi lado.

19

Cansado de mi soledad me alejo de tu lado para ascender al viento y a la cima de la alborada. No me llevo nada más que la llave que encierra mi amor y mi nostalgia. Desciendo, me acerco a ti y aún duermes liberada de los dolores.

25

Es diferente cuando te levantas. No dejas de manifestar un ligero temor. Sumisión y una enorme distancia de lo que significa aseo personal. Te llevo al baño empapada de todos los martirios; inconcientemente te tocas donde hay incomodidad, comezón cuando te arrastro hasta el agua caliente para lavarte, te apoyas en mi y ensucias mi ropa. Te baño y me baño y finalmente lavo todo, desinfecto aquí, por allá y la sensación continúa. Pero es más poderoso mi amor, mi solidaridad por ti.

20

Salí tarde a buscar unas frutas; dejé sola a Idis y me tardé más de la cuenta. Me sentía igual a mi madre cuando bajaba al río a lavar la ropa de toda la familia. Dejaba en casa a una de mis hermanitas tiernita. Lavaba y lavaba y se lamentaba que su hija estaría llorando de hambre. Llorando, llorando de hambre. ¡Pobre mamá! Mi entretención fue por buscarme alguna película y me la encontré: El Rey David. Venía apurado y hasta compré un pollo ya asado y me encontré a Yuri que vino. Almorzamos juntos y luego nos llevó al Parque de Los Pericos. No se me ha olvidado aquella vez que regresábamos del río con los senos de mi madre que se le salía la leche y mi hermanita muriéndose de hambre en el rancho. Yo estaba pequeño, apenas podía sostener el gran tanate de ropa lavada y ascendíamos, madre con un porrón lleno de agua. Me deslicé y se me soltó el tanate y cayó al camino lleno de polvo, de tierra y rodó hasta los pie de mamá. ¡Por Dios casi me mata! Ella regresó al río a lavar una vez más la ropa. Mi hermanita por poco se le salía el alma de tanto llorar.

21

Mientras recorría por el viejo camino de la memoria, llegué a un risco que no cruzamos nunca cuando caminábamos por la mañana de nuestra vida. A pesar de los tropiezos encontramos los vados posibles para superar las debilidades de nuestro recorrido. A estas alturas sólo la muerte podrá debilitar nuestro amor.

22

Sólo me quedan las alas para volar en los recuerdos y para recordar ahora tu silencio. Para sentir las cuerdas que me ataron a tu divino pasado y cargar a mis espaldas, las pesadas correas de la vida, del amor y la nostalgia. Tú ya no lo recuerdas. Yo nunca lo he olvidado a pesar de aquel mi ateísmo fanático. El primer día Viernes Santos que pasamos juntos e hicimos el sexo por la noche. --¿No será pecado? –Me preguntaste, pero ya íbamos en camino hacia el río… No dejé de dudar un poco en aquel instante que me trasladaste a mi infancia y adolescencia de fe cristiana. Pero lo hicimos, como quien hace un poema de amor y de fe.

26

23

Estoy ya muy anciano y siempre fui un hombre dedicado a mi hogar y procuré, a pesar de mis aventuras, no dejar un hijo fuera de las áreas de mi hogar. Tuve grandes dificultades contigo por tu cansancio eterno con el sueño. Durante los años de guerra solamente una vez, me escapé a las expectativa de Lito y Mariano. Me resultó un tanto desagradable aquella escapatoria. Te pregunté hace un instante, si deseabas el ritual; me respondiste que no. Y reconocí que realmente no lo deseabas y nunca he intentado hacerlo en los últimos tres años.

24

Me retienen las angustias colgado a tu lado de recuerdos desciendo hasta los acantilados oscuros de tu memoria. Me agarro siempre de tus penas para saltar al vacío de tu soledad Al final de las horas me quedo escondido en tu silencio.

25

Quiero viajar contigo al lado de los recuerdos, para que no se borren en la distancia del tiempo. Quiero estar a tu lado, para que perdure la promesa, para regar todas las rosas que se van marchitando en nuestros laberínticos rincones de la memoria… Porque también en esa disyuntiva, me parece que voy siguiendo tus pasos doloridos.

26

Todo lo tengo, todo lo poseo si estoy a vuestro lado. Tu amor sigue intacto, tus caricias son como el reflejo de la aurora celebrando cada día la alborada… Te arrastro muchas veces a la fuerza hacia la regadera para limpiarte, lavar tus desventuras. Muchas veces te opones debido a la parquedad de mis lirios destrozados. Después lloro en lo más profundo de mi desventura, muy alejado de Dios. Entonces retorno a nuestro pasado que fue como una promesa de amor. ¡Y ahí me quedo!

27

Siempre que leo un fragmento de tus recuerdos, de tus diarios: me llevan a un lejano pasado dolorido y triste, borroso, quejumbroso como las alas viajeras de los ignorados cuervos del amanecer.

28

Por la mañana me asomé al balcón y vi la aurora como un reflejo de tu juventud; como la mañana de nuestra vida que nos conocimos… El amor que nació al interior de mi conciencia, no se ha desvanecido nunca.

27

29

Se me fue el día arando sobre las tinieblas de espuma de mis recuerdos. Me arrastré por todas las distancias del tiempo y finalmente fui a dar al sendero de tus brazos, que en estos momentos son como los lazos del amor que nos une en esta disyuntiva… Y yo no tengo más. ¡Tú, eres todo lo que tengo!

30

Se develará la placa conmemorativa a Francisco Morazán. No puedo asistir por la necesidad de la encuesta, como desmovilizado. Ayer conocí a una compañera que estuvo vinculada a la guerra por haber nacido y vivido en una comunidad de Cabañas. Fueron expulsados por el Plan Conara. Llegaron a Mesa Grande, Honduras. Ella todavía era una niña, hablamos mucho y ahora ella me fue a saludar cuando estaba haciendo fila y a la hora que salió con su madre, afectada por una bomba lanzada por la aviación y ahora tiene problemas de la memoria.

MAYO

1

Amanecí bien y toda la mañana nos dedicamos a hacer limpieza en la cocina. Un tanto presioné a Idis para que me ayudara, pero al final la mandé a ver la televisión porque sale más cansado que ella ayude porque se le olvida lo que comienza hacer y luego se distrae haciendo o viendo cualquier otra cosa. Fui al mercado por algunas frutas y dejé sola y bajo llave a Idis. El calor no me dejó hacer nada por la tarde. Después de la cena Idis se ensució fuera del sanitario y regresó muy sucia a ver la TV. Yo también quería ver la película. Pero necesitaba bañarme por el calor y descubrí lo sucio. Llamé a Idis y comencé a limpiar el baño y a ella. No siempre ella acepta el baño que no sea por la mañana. La obligué y hasta la desvestí con cierta presión e impaciencia, pero sin enojarme. La bañé y fui a traer la toalla; cuando regresé nuevamente se había defecado sobre los depósitos para la reserva de agua. Aunque utilicé la fuerza por la necesidad de limpiarla a ella, pero tampoco me enojé. Lavé el baño y luego la bañé otra vez a ella. Yo tenía mierda hasta en la cara, pero me reía. La preparé y la llevé a la cama. Lavé y desinfecté. Me siento a escuchar unas sonatas de Mozart. No siento deseos ni siquiera de sentarme a escribir un pensamiento. Se fue la tarde azul para tus ojos. Yo te siento en las profundas oquedades de mi pecho, a la par del amor que siento por ti.

2

Los helechos heridos siguen viviendo en esta casa a tu lado mientras te encojes en forma fetal sobre el sofá. Yo busco en la memoria aquellos recuerdos de la infancia de nuestros hijos. Miro hacia la puerta y allí está el apagador de luz

28 sobre las cabezas de ellos que no alcanzaban a tocar a esa altura. Siempre estarán esas luces encendidas en tu corazón y el mío.

3

Las golondrinas están adentro cuidando el nido de todos tus recuerdos. Calentando las distancias que nos acercan más a las llamas que viven flameando en nuestras interioridades. Todo se vuelve un río de aguas caudalosas en las profundidades de nuestros corazones. Sólo hay un vacío intenso y proletario que lastima las fibras de tu memoria, pero tus lasos del amor se mantienen latentes a pesar de los quebrantos de tu vida.

4

Siempre me adelanto a todos los recuerdos. Para estar callado me quedaría sólo en tus recuerdos. No quiero más de ti… Pero si pudiera desearte y poseerte ¿Sabes qué haría? –Volver a las horas, a los amaneceres cuando lactabas a nuestras hijas, a nuestro hijo frente a los costados de mi alegría; tu pálido rostro ablandaba las cascadas de mi corazón y las primaveras cantaban al interior de mi alma.

5

Con el Danubio Azul y comiéndome una tortilla con el queso que nos llevó Yuri. Te invito a bailar y comenzamos a celebrar el día de tu cumpleaños. Ahora más que nunca siento esa necesidad de amarte más, de estar pendiente de tus necesidades, de estar siempre a tu lado. No caben en mi mente los claros vacíos del olvido sino es para vivir atado a un compromiso que me une a tus brazos y a todo mi amor convertido en solidaridad.

6

Me desperté herido por los recuerdos y lo más triste es que no tenía a mi lado la pócima necesaria para curarme de las heridas. Tus manos fueron una bendición en otro tiempo, pero ahora reposan en las sombras de la soledad. Las adoro y tú eres siempre mi sombra y mi luz en las interioridades de mi corazón.

7

Me basta un poquito de tu sonrisa en medio de toda tu soledad, para desperdigar todas las lluvias que se derraman de mi corazón. Me vasta un solo lirio de tu mirada para despertar entre los destellos sublimes de todo tu amor que se siente aún en la desventura. Pero es como una llama que perdura latente, silenciosa y pura como los rayos del sol.

8

La mañana se detuvo al lado de tus recuerdos. Yo me desperté cercano a tu dolor y en vez de consolarte, me alejé a las profundidades del llanto que lastima

29 todas las cuerdas de mi alma. Con mucha pena aparté algunas piedras del camino para que tus pasos siguieran por la vereda que nos une y nos amarra.

9

Por algunos días me he alejado de la lectura y sobre todo aquella que más da esperanza. No es bíblica, ni religiosa; es política y social. Las Reflexiones de Fidel, Rebelión, Prensa Latina, Granma, Juventud Rebelde y El Correo del Orinoco. Son varias las causas: podría ser un porcentaje mínimo de mi salud, pero se eleva mi déficit económico, Idis que cada día necesita más esmerada atención y a veces se desvanecen las fuerzas. Nunca he llorado por ello, pero valoro mucho su situación y la mía.

10

Ana María y Yuri nos invitaron a almorzar en su casa para celebrar el día de las Madres. Preparamos una sopa que no nos quedó como yo hubiera querido; por la tarde vimos una película controversial: El Cisne Negro y luego bajamos a tomar el café con delicioso pastel. Yo me sentí muy bien y la Idis me parece que la pasó mejor. No dejo de sentir un vacío muy profundo. Una especie de amargura y soledad al valorar mi situación sin trabajo, sin más familiares que Iris y mis nietos y Yuri que viene apoyándonos desde hace muchos meses. A un año de cargar los amaneces sin otro amparo más que la poesía:

AMANECER

Amanece sin el maíz cotidiano, sin tu risa sin el haz de cielo destrozado en tu mirada sin la grada oscura ni la luz diluida de tus cabellos amanece con el día cansado que paren los vientos con olor a olvido.

Amanece con los silbos del bosque en tus recuerdos con los besos de la aurora al lado de tus ojos con las rosas tangibles rodeando tu corpiño amanece volando en las alas del día.

(Del libro “Oquedades” finales del año 2010)

11

No se puede renunciar a los acontecimientos más sublimes y queridos de nuestro pasado. A ti se obligó hacerlo; a lo mejor yo mismo inconcientemente fui labrando las puyas que fueron lacerando tu augusto pasado y me baso al leer tus diarios. Nunca me dijiste, para no ofenderme. Pero ahora tu silencio es más frío que el Estigio de mi antigua alegría.

30

Hay un cierto temor de mi parte para continuar digitando tus diarios, tu correspondencia, porque descubro el daño que te hice muchas veces sólo por el hecho de decir una de mis hirientes palabras; muchas veces fueron intencionales, a manera de bromas, pero no siempre fue así. Había alguna razón de tu parte acumulada que alimentaba tu estado de ánimo.

12

Cada día me acerco más a tu pasado cruel y dolorido. Lo que más lamento es haberte causado tantos daños, a pesar que tanto te he amado y te seguiré amando por el resto breve de mi vida. Pero yo no fui educado en la conducción de mi propia conducta. ¡Cómo lo siento! Haría cualquier cosa con gusto para llevarte felicidad. ¡Nunca he olvidado lo feliz que fuiste cuando regresó Yuri después de seis años de estudios; cuando regresó Iris con nietos a los once años y cuando Janeth retornó, por unos días con la nieta, habían transcurrido más de quince años! ¡Ni la pobre Penélope, ni Argos!

13

A pesar de todos los daños que te causé, te sigo amando; ahora más que nunca y si pudiera retornar a nuestro pasado, con la experiencia de ahora, te amaría mucho más que antes. Eso no quiere decir que ahora te ame menos. Siento que te amo más y si yo pudiera conocer la Biblia, mi amor por ti sería más puro, más sagrado, como dice –al azar abrí la Biblia, leí un versículo, pero se me olvidó de donde lo leí: “¡cómo me gustaría volverlo a leer!” para terminar mi idea.

14

A pesar de los flagelos, nunca me imaginé que mi cuñada más mimada en la juventud de mi matrimonio con Idis, se encontrara en adversas situaciones. La adoro mucho, pero no pudimos con Idis, apoyarla en este momento tan difícil para ella. Lo haremos en otro momento oportuno. Yo en lo personal apreciaba mucho a Don Quique, su esposo.

15

En varios días no he tomado cervezas y no recordé que ahora era día domingo. Me llevé a Idis y nos regresamos del San Luís. ¿Será que voy en el mismo camino de Idis? La llevé a comer a un restaurante y de regreso pasamos al supermercado. Nos costó llegar a casa. Seguí trabajando en digitar mis cartas y me gustó una que le envié a Iris y a Yuri. También se la envié a mi amigo Álvaro Darío Lara con una nota. Sólo él podrá entender mis sueños de convertir los diarios de Idis y míos, además mi correspondencia, en una novela.

16

Álvaro me respondió y que bien los conceptos y las recomendaciones que me hace. Continuaré digitando los diarios de Idis y nuestra correspondencia.

31

Encontré las llaves que había extraviado. Pero no encuentro los lentes bifocales que aún me resisto a usar de manera permanente. Tengo la esperanza que Idis los haya metido en alguna cueva.

17

Antes de las 6 PM me vi obligado a cenar con mi mamá. Apenas tragó la comida, cerró puertas, trancó y enllavó las puertas y ventanas. La oscuridad es funeraria, de murciélagos, de ultratumba. Encerrarme y sin poder leer, mi gran deseo de leer ahora con la oscuridad y el silencio. Me resisto ir a su dormitorio, me siento como un extraño, con un poco de miedo a que piense algo de mí. Me siento en un muro del patio por la cocina, ella se sienta en la hamaca un par de minutos; ya no necesita estar en esta parte de su casa. Me baño y en la soledad de la noche que comienza me quedo revisando mis “Pasajes de la Vida”, pero la luz es tan débil y distante que me acerca a un sentimiento de hojas marchitas. 8 PM. Como le regalé a mi sobrina Andrea “Los l00 Sonetos de Amor” de Pablo Neruda, no tengo otra cosa que leer, pero por suerte encontré entre mis trapos el libro juvenil “Agnes Cecilia” de María Gripe. Pero la poca luz en la cocina, en una posición incómoda, me cansa y me acerca más a la vejez y a la soledad. Recuerdo Mis Prisiones de Silvio Pellico.

18

Amanezco con mi madre, desayunamos con ella, pero te echo de menos. Aunque estás con Iris, ella tiene que cumplir otras obligaciones y me gusta liberarla de aquellas que yo pueda ejecutar cumpliendo tus necesidades. Me arrastran los deseos, la necesidad de crear algo, de generar alguna lucecita que ilumine esa grieta que se interpone en mis soledades y en mi propia incapacidad inspiradora.

19

Después de una hora y media que estamos sentados a la mesita en el porch, dormitas y mueves la mano derecha con gestos como que escribes. Arrastras la armazón del “lego” que has formado hasta la orilla de la mesa y después de algunos equilibrios, se va al suelo y se riegan la pedacera. Después y para decirte cuanto te amo, me acerco a ti, te abrazo, te beso y dejo que me beses. Recojo las piezas. Por la tarde te llevamos a emergencia, hay una celulitis en tu brazo izquierdo, tenías fiebre. El origen fue unas vacunas que por segunda vez, te las pucieron. Fue culpa mía por no comunicárselo a Iris. No he dormido al final de la noche. Pero te amo.

20

Me quedo encaramado en la cumbre de la tarde; se acerca el ocaso de la última alborada y lo único que puedo hacer, es agarrarme de tu última sonrisa, disfrutar del último equinoccio de la primavera y esperar junto a las cadencias de la tarde, que se diluyan todas las auroras vivificantes, que renacen a cada instante, en los remansos de mi corazón y del tuyo.

32

21

Me arrastro hasta tus pies y hasta me hundo en la profundidad de tu pubis, para limpiar tus impurezas tardías. Ahora sólo con olor a orines de la tarde. Me alejo mucho de la pureza en la que divisé tu bonito cuerpo hace ya casi, 51 años. ¡Cómo añoro las sentimentales aguas que purificaron aquellos manantiales de la primavera donde nació y se forjó nuestro amor! Todo lo que venga, todo lo que sea… Que venga y sea en la primavera de mi amor por ti. Compartimos una mañana de sol con Dany nuestro nieto. Él muy emocionado en una mañana deportiva juvenil, en el Estadio Cuscatlán. No pudimos invitarlo a comer algo, a tomar algo especial, porque estamos flagelados por las siete vacas flacas.

22

Salimos con la nostalgia de los días aburridos. Querías ir conmigo, pero yo iba a la Alcaldía, al mercado. Te llevé, pero qué trágico es el cambio “decorativo” del transporte realizado por la llegada de Obama, pero que difícil para ti caminar a empujones desde la Iglesia El Rosario, Alcaldía, Parque Bolívar… Ese fue el regalo a los viejitos por la decoración de la Comadre Gobierno para quedar bien con el amo.

23

Me alegro mucho de este amanecer. Me levanté temprano, porque me acosté después que te dormiste antes de las nueve. Fui a verte varias veces y dormías como una bebita. Te bajaste temprano de la cama 5:20 AM. Te cambié pañal, pero al ver la cama, oh. Nadabas en orines y hasta en tu cuello se veía la tristeza. Preferí bañarte de una vez; no querías quitarte mi poncho blanco, pero era necesario el aseo. Por suerte Yuri nos reparó la ducha del agua caliente. Sólo con la toalla sanitaria y mi poncho te volviste a dormir, aunque te arropé con la frazada bonita que nos regaló Ana María. Lo mejor es que al final disfruté mi café caliente escuchando con audífonos “marca Yuri” unas sonatas para piano y violín de Mozart. Después, mientras duermes me doy un baño de agua tibia, doblo el espinazo para estar a la altura de tus olvidos. Pero sabes: toda la vida caías como una berenjena de ácidos fulgores. Más de una vez me escapé de la casa en mis delirios juveniles… Y tú no despertabas. Por una parte te comprendía; por otra me hacía el loco. Hace más de tres años te hice el sexo por última vez. Soy como un animal salvaje que por ese instinto respeta a la hembra. El animal es más educado que el hombre. Prefiero ser como un animal en ese sentido.

24

Te arrastré hasta las cuerdas laceradas de la tarde. No querías caminar por los senderos oscuros de tu alegría. Te obligué a despegar las quietas aguas que bañan tus últimas sonrisas. Los conacastes nos dieron un beso de alegría. A mi

33 también me dolían las cascadas de la tarde. Entramos a casa y tus recuerdos rotos se quedaron perdidos entre las polvorientas cunetas de la tarde. Todo por la tarde.

25

Cada día me siento más cerca de ti, me haces más falta y se me pierden los caminos del día si no estoy a tu lado. Tu soledad y tu silencio le da vida a las cansadas horas de mi amor y todo mi amor se fortalece en la soledad de los recuerdos.

26

Las sombras. Muchas sombras. Todo tu mundo se llena de sombras. Pero ese mundo es el que fortalece todos los ríos que bañan las flores de mi corazón. Entre todo eso me cruzo con más de alguna roca, la escalo entre gritos y lloros, pero al final del día cierro las puertas de todas las tempestades y en mi pecho vibran solo las cadencias con las dulzuras de tu amor.

27

Ya no podemos salir con Idis, al menos a lugares cercanos y aún así, ella se moja en la ropa. Por mucho que uno la recuerde que vaya al baño, sostiene que no quiere hacerlo. Se le empuja a que lo haga y no lo hace. Cuando llega al asiento, al sofá, llega sólo a orinarse. Cuando entramos al apartamento, llegó empapada a pesar que Iris la cambió y la llevó antes al baño. No siento pena que venga mojada; no me incomoda. Siento mucho cariño por ella. No es lástima; es una actitud de solidaridad con ella lo que siento. Antes cuando yo estaba enfermo, sobre todo con síndrome de Meniere, ella fue muy atenta y solícita a prestarme todo tipo de ayuda. No es por una deuda con ella; es un compromiso Moral, un tanto religioso si así lo queremos ver. Les recomiendo que lean mi libro inédito Pedregales del Dolor. No Para conocer una historia literaria de Amor, sino para conocer mis debilidades. Como aquellos versos de Bertolt Brecht, que llamó Debilidades:

Tú no tenías ninguna yo tenía una: amába.

28

Por mucho que intento volver a las cabañas antiguas de inspiración, no logro hacerlo. Tenía mucho sueño y me dormí una media hora en el horno de este apartamento. Cuando me levanté te habías mojado en el sofá individual sin protección. El olor es fuerte y penetra hasta el fondo. No está cayendo agua para lavarlo. Desde ayer estoy leyendo “diarios, cartas y Noches de Insomnio” de Hermann Hesse. He perdido el interés de escribir.

34

29

Aquí los helechos reviven los recuerdos, reducen el espacio, pero se amplía la distancia de tus alas y todo se vuelve más cercano a tu memoria. Vas y vienes de un cuarto al otro. Todo se te pierde con el paso de las horas. Yo mismo escucho tu silencio, palpo tu soledad y renuncio a mis proyectos para alcanzarte los pétalos que van cayendo de tus rosas y los acerco a tus ojos, a tus manos, a tu rostro cuando se baña de sonrisas. Me duele tu dolor y tu silencio. Me lastima tu soledad. Pero tu presencia fortalece las flores de mi jardín interior.

30

Amanecimos en el apartamento al lado de los helechos, al lado de mis libros, de mis discos y de todas las alboradas infantiles y adolescentes que tú misma protagonizaste junto a nuestros hijos. Nuestras entrañas cada vez carcomidas por los años, siempre están presentes. Todo se hizo helecho en esta casa. Salvo el amor sigue siendo la barrera que soporta las tempestades del tiempo… Resiste y se mantiene. Muy temprano nos fuimos a casa de Iris. Como siempre llegamos cansados: tú de tus costillas; yo de mi inspiración abatida con las alas del invierno que destruye mis últimas metáforas. Pasamos la mañana entre los aleteos de las mariposas, entre las ramas soñadoras del viento y diluidos ensueños de las sinfonías calladas y serenas de las románticas hojas que saludan tu presencia… Así las veo yo con un algo de tristeza. Tú no las observas, pero ellas me agachan un ojo y te miran ahí sentada mirando el infinito suelo de las hormigas. Tú, callada y triste. En ese instante se elevan todos los pesares, te miro más cerca de mi corazón y de mis brazos y entre el fulgor infantil más puro, desciendo hasta el costado dolorido de tus alas: las tomo entre mis manos y volamos juntos entre los rotos recuerdos. Pienso en aquel acróstico de hace casi 51 años: I si triste me ves día tras día De una pena que llevo en el alma I esa pena hace poco me perdía Sin temor del embrujo de mi calma. ¡Yo se que tú no recuerdas el acróstico completando tu nombre entero! Te lo escribí en la novelita “Una Vida en el Cine” de Masferrer que te regalé aquel año. Tú me regalaste aquella camisa muy bonita color gris. Miro tu rostro ahora y te recuerdo hace 51 años, cuando tú tenías 20. Todo se vuelve amor y renacen los girasoles que florecieron al lado de tu nombre. Por eso… Si algún día se publicara mi libro de memorias con tus diarios y tus cartas: sólo cabe un nombre… IDIS.

31

Aquí junto al bosque se refrescan los recuerdos y la mirada vuela entretenida con alas coloridas y los silbos dialogan con las ramas como eternas cadencias, mientras las mariposas tocan sus guitarras como sirenas encantadas, enamoradas de Odiseo.

35

Yo a tu lado leyendo Rosshalde de Hermann Hesse y tú formando castillos con las piezas de un juego que perteneció a nuestro nieto, ejercitando tus últimos rosales memoriales. Componiendo poesías difíciles de escribir. Pero muy fáciles de sentir. Se va este Mayo tan diferente de aquellos de nuestras lejanas primaveras. Yo me quedo junto a tus recuerdos... Así tú y yo, continuaremos esperando las golondrinas para que aniden cerca de nosotros. Se acerquen a ti. Y Bécquer continúe cantando junto a tu ventana.

JUNIO

1

Ahora le tocó a Idis su control hospitalario y particular en la clínica del doctor José Ricardo López Contreras, en quien hemos depositado una inmensa confianza porque él es un médico Neurólogo, no solamente profesional, sino profundamente humano… Ya no se diga en el aspecto psicológico. El médico por muy bueno que sea, si la institución estatal no le presta todo el apoyo necesario, su conocimiento no lo puede ejercer más allá por las limitaciones institucionales. Esto lo conocí desde los tiempos que trabajé en mi “empírica” labor de Auxiliar de Enfermería en el Hospital Rosales y otros lugares. Los que dieron origen a mis limitados conocimientos desde 1956. Por ahora no pudimos acompañar a Dany ni a Katy a sus ejercicios deportivos. Pero pasé al lado de la tarde, esperando el ocaso y vigilando todas tus tristezas. Muy tarde retorné al apartamento, cansado de mi soledad, pero arrastrando tus recuerdos.

2

Llego tarde pero a tiempo como dijo Schafik. En el fondo siento pena por la tardanza. Pero fui a Apopa a cobrar la pequeña renta. Ya se que tú me esperas sin decir nada como aquellos lejanos años que te quedabas flagelada de soledad y de silencio sin decirme nada, sin una sola queja, sin una sola lamentación de tus quebradas auroras.

3

La mañana fue más colorida y entretenida para ti. Nos acompaña el bosque y todos sus huéspedes bullangueros y su trinar armonioso nos acerca al día divertido y hasta sonríes cuando silbo imitando a ese pajarito: “dichoso fui”… Él vuelve a silbar con perfecta belleza; yo silbo torpemente por eso te ríes y el pájaro también se ríe de mí. No pude leer ni escribir ni siquiera media página. Te acerqué el equipo de colorear y te fui preparando el pincel con la acuarela para que tú pintaras. Lo hiciste un tanto burdamente, como una niña de primero de kinder. Pero el payaso maltrecho por el vendaje, te quedó bonito.

36

Nos vinimos para el apartamento. Yo desde ayer andaba un poco golpeado de pesimismo. Me dediqué a preparar la cena y otras labores caseras. Finalmente leí unas 30 páginas de Rozadle, de H. Hesse. Yo también tenía mucho sueño.

4

Me ha costado mucho esfuerzo digitar tus diarios, porque cuando te refieres a algún detalle que yo te ocasioné un agravio, me causan una pena increíble porque fueron ciertas. Yo nunca supe medir los alcances de la palabra y los daños que te ocasionaba. De tu correspondencia también tengo dificultades para continuar digitándolas y tantas cartas que me escribiste cuando estuve en California; que nos escribimos, yacen aquí debajo de la cama. Las últimas cartas tuyas y las mías son diferentes, pero hay una diferencia de casi 20 años. Aquel cambio operado en ti, creo que ya había un anuncio; una fuerza interna destructora como los anuncios tempranos en la Coral de Beethoven. En él, el drama de la sordera; en ti las garras destructoras de tu memoria: El Alzheimer. En esos centenares de cartas tuyas y mías, de los hijos, se esconde una novela.

5

Desde hace unos días estoy trabajando en digitar mis diarios 2011, ya estoy al día. Trabajo en el 2010, pero hay muchos vacíos y disparates míos. Ahora desde por la mañana comencé con otro impulso de digitar el “diario de Idis” primera parte. Lo que ella escribió casi está terminando. Pero al llegar a ese relato de cuando Iris se nos escapó a morir es tan dramático para un padre, ya no se diga para una madre, limitada de todos los medios elementales. Esto que siento es lo que me ha hecho tardar tanto tiempo para digitarlo. A partir de este momento que son la 9 PM. He hecho un juramento a mi mismo de terminarlo y mientras no logre hacerlo, renunciaré a tomarme un trago de alcohol. Con eso veré si puedo demostrar todo mi amor a Idis. A su inmenso sacrificio y a mis hijas, hijo y a mis nietas y nieto.

6

El día amanece espléndido, el sol comienza a asomar sus cabellos de oro pálido. Las huacalchías bullangueras coquetean buscando insectos en las ventanas que fueron atraídos por la luz nocturna. Otros pajarillos vuelan más allá piando detrás de las ramas. Después de un baño de agua fría mi estado de ánimo permanece en las primeras gradas del optimismo. Estoy en medio de una ruta interminable como la de Sísifo, subo la pendiente pero el vacío vuelve. Todo es de subir y bajar. El vacío de soledad no me alcanza aunque tú yaces dormida y quiérase o no, te acompaña la ropa húmeda, la penumbra de horas marchitas, la tristeza de los días sin mucho alimento espiritual. Levántate y llena este vacío al lado de la mesa. Al menos eso ya será bastante; será como un empujón a la roca que voy arrastrando.

37

7

No dormí bien acosado por la presión y los lobos que acechan a los alrededores aprovechando mis debilitadas fuerzas, para convertirme en su festín. No encuentro ningún asidero donde apoyarme; hacia un lado y otro las jaurías de toda laya arremeten contra mi mísero ajuar y mis huesos. Sin ninguna queja, sin decir una sola palabra, sin pensar en los males que nos rodean, pero tú me esperas siempre con tu sonrisa divina y la alegría en tu mirada… Eso es suficiente para mí; no puedo pedirte nada más que eso. Por la madrugada me sentí mal y el brazo izquierdo dormido y dolor al lado del corazón, pero siento la presión muscular y el corazón como trotando. En mi intuición loquera me parece que es por estar encerrado. Toda la mañana pasé como angustiado, dolor de cabeza y así estuve toda la tarde y a las diez de la noche me vuelve a doler al lado del izquierdo, podría ser muscular, pero no la cabeza.

8

Frecuentemente te acerco a los recuerdos. Te bajo las ramas con los frutos que juntos cultivamos, te los acerco lo más posible hasta que logro encender las velas apagadas de tu memoria. Una y otra vez… Las miras entre nubladas sombras. Pero es lo más cercano que alcanzas a recordar. Me duelen las distancias en mi corazón, pero mi dolor me hace llevarte a los jardines ocultos en tus recuerdos, pero vivos y latentes entre una llama que flamea siempre en mi interior y el tuyo.

9

Las sombras cada vez se acercan y cubren las distancias más cercanas que rodean tus recuerdos. Pero en la medida que la esfera del tiempo nos abraza con sus tinieblas, esas sombras, poco a poco se van extendiendo al lado de tu memoria. Por ahora todavía se abren las cortinas de tu conocimiento: me miras y me reconoces. Si te pregunto quién soy, no sabes responderme; si te pregunto por mi nombre, muy raras veces lo recuerdas; así los nombres de nuestras hijas e hijo, el de tus padres… Poco a poco se van hundiendo entre las sombras que flagelan tu memoria. Pero se agigantan, florecen y viven, las rosas de mi corazón que siempre fueron tuyas.

10

La aurora asomó su frente a las ventanas y yo estoy despierto, pero muy cansado, porque la vejiga me obliga a levantarme tres, cuatro; muchas veces. Te pienso dormida allá entre los árboles, sin enterarte de los silbos, ni del viento que se filtra entre las ramas de cada pájaro que le canta a la aurora para que se levante muy temprano a esperar a Apolo a las puertas del día.

38

11

Apenas comienzan a aparecer los rayos del sol, corro las cortinas y la noche como aquellas tan lejanas, que tan cansada las esperabas en otro tiempo… La Noche… Se retira y me deja en lontananza con tus cabellos entre mis manos, con tus recuerdos al lado de la aurora. Con tu sueño perdido debajo de las sábanas, dormida como una bella durmiente envejecida al lado de mis años. … Cuatro cervezas. Rompí la promesa. Carlos estaba cumpliendo años. Pasamos una noche alegre y estimulante.

12

Dormimos en la montaña entre pájaros y las hojas del bosque. Pero nos vinimos a bañar y desayunar al apartamento. Para estimular tu desayuno te pongo los valses de Strauss. Por el momento yo sólo necesito un café y una vereda que me traslade a mares muy lejanos, a tierras remotas. No dejo de sentirme muy cansado de algo monótono que me estrangula con las cuerdas del destino. El día fue más extenso, te llevé a dar una vuelta en bus, pero no sentí que se desplegaran nuestras alas… La noche fue más lenta y como un fantasma medio intelectual, te dediqué, mi último sueño.

13

Después de un fin de semana de encierro, en el apartamento, volvemos a las entrañas del bosque que nos brinda siempre su verde intenso, su frescura con aroma de pájaros y mariposas que arrastran nuestras miradas más allá de los azahares. Hay una disminuida actividad en tu estado de ánimo. No puede ser la caminadita, pues al fin y al cabo fue corta, lenta y yo venía estimulándote… Te siento como distante, como esperando algo que nunca llegará, La mañana se esfumó entre los sueños de las hojas, las hojas nos acompañan pero los pájaros se han alejado a buscar su alimento… Ya volverán como ayer, como siempre.

14

Con un café y Vivaldi comienzo el día. Siento que amanece más temprano y las fibras del corazón están como en tiempos de antaño: reviviendo recuerdos y estirando los tirantes del tiempo. Ni siquiera las cortinas he recorrido, no he encendido la luz para estimular más la paz y la tranquilidad de este amanecer sin ti. Pero en dos horas estaré nuevamente a tu lado. Dormí bien sin olor a orines.

15

Cada mañana de cada día, se diluyen en los cuidados que tú necesitas. El aseo, el desayuno; en los juegos, en los libros de estampas que te doy para entretener tu vida activa y no dejarte caer en ese fondo inactivo que tanto me lastima verte sentada como en las profundidades de un claustro, de meditación sin propósito alguno. Te leo un poco y me ayuda a matar por unos minutos la monotonía y el

39 castigo que estoy pagando de pasar, de vivir mi vida, sin poder discutir nada contigo. La compartimos porque tu vida es mi vida y mi vida es tu vida.

16

Toda la noche estuve colgado de tus recuerdos. Descendí hasta los últimos capullos de tu alegría Y retuve el polen que germinó en los frutos de mi poesía. Todo lo retengo: desde tu más lejana mirada, a tu más cercana sonrisa.

17

Ahora que te bañaba por segunda vez para limpiar los despojos que fortalecen mi amor y mi comprensión por ti, se me vinieron a la memoria infinitos recuerdos de juventud y de otros momentos. Son como las añoranzas de un lejano pasado que me traen gratos recuerdos, felices instantes, prolongados períodos de dolor y de alegría; de amor y de sacrificio. Todo perdura. Nada se borra de nuestro pasado: perdura en tus huesos, en tu mirada, en tu cuerpo aún bonito y hasta en tu sonrisa. Cuando estás a punto de alcanzar tus setenta y tres primaveras, yo me aferro con amor y nostalgia a tu pellejo, a tus costillas.

Hay campanas diluidas entre el bosque hay sombras de pesar y de silencio hay aleteos que viajan con tu nombre retorcidos en el cenit de tu presencia.

Aquí junto a las arrugas de las horas me aferro a los costados de los días aquí junto a la ausencia de tu risa cultivo los claveles tardíos de tu vida.

18

Quiérase o no, pero estoy atrapado en una gradual distancia del optimismo. No hay duda que me encuentro perseguido por el síndrome del cuidador de persona con Alzheimer. Hago todo lo posible de superarlo, pero la noche de mi vida me envuelve con todos sus tentáculos. Peleo contra ellos, logro vencerlos, pero luego se repone y como la diabetes me ataca por aquellas partes más sensibles. Lo que más se fortalece en mis defensas, son las ansias que llevo ocultas para transformar en literatura el sufrimiento ignorado por Idis. Pero cuando las horas se alejan en mi atención por ella, los tentáculos del síndrome, distorsionan mis ideas. Es como una lucha entre ellos y yo.

Mientras la tarde se aleja de tus ojos arrastrando el rocío de tus venas llevándose mis lágrimas cuajadas de ternura me aferro a tus sandalias, tu luz y tu silencio.

40

Me pierdo en los cristales borrosos de tus huesos revivo las hogueras marchitas de tus labios ignoro los guijarros que corren por mis sienes para alcanzar los lirios ausentes de tu risa.

19

Pronto amanecerá. Me levanto descansado pero hay un vacío que no me deja recorrer con el día y con las horas. En la penumbra me acerco a tu cama. El olor a orines es muy fuerte, el frío hace que estés bien enrollada y dormida. Sin interrumpir tu sueño te echo encima otra colcha y regreso. No me acuesto, quiero escuchar alguna música, en la oscuridad saco un disco, me pongo los audífonos y resulta que es el clarinete y orquesta imponente de Benny Goodman en que termina acompañándome, mientras tú, duermes.

20

En los dos últimos días no he podido recorrer los senderos distantes de nuestros recuerdos. Son tan cambiantes que unos me lastiman; otros me rejuvenecen, sin el amparo de Mefistófeles. A él ya no lo necesito porque la Margarita que yo amé de joven, sigue siendo idealizada como Beatriz por mis sueños y la conquisté para no abandonarla nunca.

21

Estamos en el apartamento desde ayer y nos iremos mañana. A pesar de hacer un auto esfuerzo por elevar mi estado de ánimo, no logro, ni siquiera escribir. Terminé de leer otra vez Hermann y Dorotea y comenzado con Reineke el Zorro de Goethe. Este último me gustó mucho porque me coloca contra todos esos reinekes de parásitos políticos de nuestro país y todos en general.

22

Sin ingresos fuertes pero con gastos inevitables sentimos que uno va cargando el mundo y no al revés. La casa de Apopa requiere reparaciones. El alquiler no da y no es fácil venderla y encontrar otra más o menos. Ahora pagaré más de ciento sesenta dólares en reparaciones. Dura situación.

23

Estoy digitando y llegando al final del “diario” que juntos comenzamos a escribir en 1964, omito muchos datos carentes d fundamentos. Pero al final de la parte que tú escribiste, da comienzo mi vida en el Partido Comunista. Me he tardado porque he encontrado tus valoraciones y no he podido superar lo que me lastiman esas afirmaciones que no son pocas, en unas pocas notas. Con los años previos a tu enfermedad del Alzheimer, me mantuve o nos mantuvimos aún más distantes en la comunicación y en la forma de acercarnos. Y fue el tiempo que en tu interior se fortalecieron las valoraciones siempre en negativo hacia mí. Siempre en negativo. Nunca o casi nunca valoraste de mí, el lado positivo o bueno. A lo mejor nunca lo tuve. ¿Qué elementos ayudaron para que yo pasara a

41 ocupar un 2º plano, aún? Aunque cuando murió tu madre, ya no estabas con tus neuronas completas. Tu actitud fue indiferente… El Alzheimer ya había hecho su aparición.

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+ Estamos esperamos a Yuri, pero a penas son las 4 PM. A las 6 PM yo estaré en una actividad sobre un homenaje a Schafik. Como te dije que vendría Yuri para llevarnos a un lugar, no se te ha olvidado. Hace un instante fuiste al baño y luego te lavé parte de tu cuerpo y te quedas con pañaly bata, mientras se acerca la hora. Pero te acercas como preocupada a mí y quieres preguntarme algo y no encuentras las palabra accesibles a tu memoria y me dices: --¿Y cómo tengo? –Y auque te costó encontrar esas palabras, no se te olvidó el gesto dulce de tu sonrisa, no se te olvidó un gesto de tu manos agarrándote la bata. Entendí antes que me hablaras lo que querías y te calmé enseñándote tu ropa que está lista y te la pondrás en un momento. + Ahora terminé de digitar tu diario que fue la primera parte que escribiste. Estoy contento. Continuaré con tu correspondencia que tan variada la tengo en diferentes períodos del tiempo, de los años. Le pediré ayuda a Yuri para ordenarla con la 2ª parte de tu diario, además mi introducción de Pasajes de la Vida. Luego Evasión y mis notas adjuntas a tu diario.

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Los pedernales de tu cerebro se han ensañado en lacerar tu vida y tu memoria sobre todo. Dedicamos la tarde para mirar fotografías, te leí algunos poemas míos que escribí para ti. Te enseñé algunos objetos que fueron de nuestros hijos y te alegraste como si de pronto retornaras de un largo pasado. Después escuchamos música que tanto te gustaba y son los discos que tú compraste. Bailamos, nos besamos y hasta metí mis manos para acariciar tus glúteos, tus senos, tu sexo acolchonado. Hasta que te fuiste a la cama. Me descuidé sentado en la silla con los audífonos. Te fui a ver y estabas mojada, muy mojada. Te cambié la ropa de cama, mientras te ponías una nueva ropa de dormir.

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Un día muy duro de encierro. Ni siquiera la basura bajé a tirar; lo hice hasta por la noche, cuando tú te acostaste. Ahora es mi turno, a las 8.05 me libero de ti, no dejándote en otra isla como dejó Teseo a Ariadna. Necesito fortalecer mi alma, si es que aún la tengo. Trabajé un rato en digitar parte de mis memorias, pero llegué a un momento que me defraudó lo que escribí aquellos años. Es algo duro, pero fue una realidad. Da vergüenza admitir una realidad amarga. Beethoven vino en mi auxilio: primero su Concierto para Violin opus 61, luego la Pastoral y por últimos la Novena. Me acosté muy tarde cerca de tus necesidades.

42

27

No podría vivir sin los lirios que tú, le inyectaste a mi vida. Siempre me apoyo en Beethoven, algunas veces en Chopin, pero Beethoven me lleva a soportar todo el sacrificio de una persona viviendo en soledad su propio dolor. Ahora todo es soledad y silencio. Peor si por alguna razón me encuentro solo escuchando el ascenso de la Coral de la Novena de Beethoven… Y aunque te lleve a la cama y te de un beso y hasta me quedé unos minutos acariciando tu rostro, tu soledad y hasta las quebrantadas alboradas que se desgranan en tu mirada y en las profundidades de mi alma. Cuando siento que mi vida existe porque tú… Aún vives para amarme.

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Posiblemente lo más difícil para el “cuidador” de persona con Alzheimer sea mantenerse siempre en un estado normal. Pendientes de todas las necesidades de su ser querido, sin violentar una sola acción. No es posible. En más de alguna manera el cuidador traiciona o se le olvida, (aunque ante el público no se admita) A mí en lo personal me ha sucedido infinidad de veces. Lo único que ha sido es que siempre he reaccionado en los momentos más lacerantes de mi alteración. La mirada, una sonrisa, la broma para que Idis sonría conmigo. Cuando uno grita o hace gestos desagradables, se produce el miedo y la persona con Alzheimer, es tan pacífica. Así es Idis: calladita y sobre todo en los últimos años. Al principio exigía alguna cosa como el de salir de la casa, “el de irse para su casa,” aunque estuviera en ella; ahora muy raras veces lo hace, cuando yo llego un poco tarde. Pero una vez ella se siente que vamos a realizar alguna actividad, un juego, un entretenimiento, nunca exige nada.

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Dormí bien y llego temprano donde Iris. Estabas fuera de la casa queriendo salir del terreno hacia la calle. Lo primero que hacemos es abrazarnos al mismo tiempo que nos besamos. Nos vamos al porch debajo del almendro y saco de mis interioridades nuevas alas para volar contigo por los cielos de nuestra alegría. Te saco el equipo de lápices, crayones, acuarela y la libreta de pintar. Te saco las cartas y jugamos de irlas colocando y tú las vas corrigiendo, ordenándolas en línea sobre la mesita. Te saco el juego de lego y juntos armamos un castillo; yo dejo las piezas sin engranar y vienes tú, por iniciativa a corregirlas. Saco los libros con gráficos y les dedicas tu atención. Saco un libro de poesías y te leo en alta voz. Saco de mi cansada imaginación los hilos y agujas para remendar las alas rotas de nuestra soledad. Ah. Pero hay algo que saco y tanto te gustan: mis bromas, mis besos, mis caricias y hasta mis picardías que te decía cuando éramos jóvenes y me dices que no las has olvidado.

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Continúo buscando evidencias de tus notas en los diarios que tanto me han lastimado tus valoraciones distantes de mis sentimientos durante aquellos años y durante siempre. Yo mismo me traslado a los senderos de todo tu pasado y

43 todo lo encuentro en esa búsqueda: es solamente amor lo que se generó en ti. Sumisión y profundo espíritu de humildad en tu antigua creencia religiosa la que fuiste perdiendo, en la medida que te di a leer a Dostoievski, a Gorki, a Martí. Un poco después a Jorge Amado, a Carlos Luís Fallas y otros. Nunca perdiste la bondad aprendida de aquellas enseñanzas morales, de tus antiguas creencias religiosas y yo te estimulé siempre para que vivieras con ellas. Nunca te hice un reproche por tu fe religiosa, pero te contagiaste un poco de mis creencias ideológicas.

JULIO

1

Muchas veces siento como que Iris colabora conmigo para que tú, te vengas desde antes al apartamento. Yo mismo me siento mejor cuando nos venimos a estos helechos. Pero me gusta más allá por el medio ambiente. Nunca he podido olvidar una fotografía que se les tomó a nuestras hijas e hijo; nadie alcanzaba la altura del “toma corriente”… Sólo teníamos una silla en la sala y fue en 1969, cuando Neil Armstrong, posó sus pies y caminó sobre la superficie lunar diciendo: “Un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad”.

2

Aunque me encuentre a tu lado, la soledad es como un sinónimo de cadencias ocultas en la noche que nos abraza. Si esta noche fuera al menos como aquella que inspiró a Ricardo Martell Caminos, para escribir su poema “ILUSIÖN”, que tanto me gusta; hasta le envié su libreto a más de una amiga, “compañera” cubana hace más de 10 años. Pero me conformo al menos de estar cerca de ti.

Erguido entre la sombra de esta madrugada me asomo a los costados de tu lejana aurora diviso golondrinas cantando viejos sueños cantando viejos sueños perdidos en los mares.

Me acerco a los cadalsos viajeros de tu nombre me uno a tus recuerdos ausentes de la tarde recojo los rosales marchitos de tu sombra y los cultivo siempre en tu jardín sagrado.

3

Dejo de hacer todo lo que tenía planeado después del desayuno. Hay muchas cosas que hacer, pero a mí no mucho me interesan las cosas de la casa. Quisiera dedicarme a leer, leer o escribir. La limpieza del piso que no está tan limpio, le pido a Idis que barra y trapee. Pero ya no es capaz de hacerlo. Lo convierto en un juego y le digo: --Voy hacer limpieza ¿quieres ayudarme? Ella encantada… Barre un pedacito y llego con la pala… La deposita y en lo que voy al basurero, ella barre otro

44 pedacito y así vamos hasta que dejamos un poco limpio. Werther me espera desesperado porque lo vuelva a leer… Sólo que esta vez, no va a ser él, sino yo, el que deje sin abrir “La Familia Gallotti” porque yo ni si quiera lo he podido leer. No se quien fue ese Gotthold Efraín Lessing.

4

Hace exactamente 32 años tú, con nuestras hijas y nuestro hijo me fueron a despedir a la Terminal de buses de occidente cuando emigraba hacia el Norte a consecuencia del ascenso de la Guerra Civil que se avecinaba como un cáncer en nuestro país. Fue uno de tantos golpes con que la vida laceraba los costados de nuestro hogar. Fue una de tantas despedidas que lastimaba los flancos de nuestra conciencia. Al retornar por esas rutas, encontraremos muchos helechos lastimados que aparecen dibujados en todas las líneas que cruzan por los suelos de nuestros recuerdos. Tú aparentemente los has olvidado de tu memoria. Pero no de las heridas que aún flagelan tu cuerpo y tu corazón. No de los martirizados jacintos dibujados en las cenefas tardías de tus ojos. Con ellos viví los últimos 50 años de mi vida a tu lado.

5

Desde el miércoles anterior nos encontramos en el apartamento. Fuimos donde Iris pero retornamos. Aquí los días siento que son más largos; con más actividad productiva casera para mí, pero con más “peleas” contigo y por eso me gusta menos permanecer aquí. Mis atenciones son mejores aquí debido a la distribución de las áreas de la casa. Descanso más allá pero mi vida es más aburrida a pesar del ambiente externo. Las peleas son simples palabras. Uno te pone a que hagas algo, ayudándote y tú sólo puedes responder: “Esta bien”, “está bien”. Si te dejo sola barriendo antes de dos minutos se te olvida la tarea que empezaste y regresas. Yo intentando escribir un verso, formar una metáfora, y antes llega la fuga. No una de Juan Sebastián Bach, sino la fuga de mi idea creadora, la que se estaba formando en mi mundo imaginario.

6

He llegado bastante lejos con la parte inicial de mis Pasajes, al menos lo tengo en el programa sin taller y cada día encuentro los helechos en la memoria y los riego para que perduren y rescatarlos. Cuando estoy distribuyendo las rosas en las oquedades de mis recuerdos, reaparecen revividas en los escenarios de mi corazón y siento que nos trasladamos al pasado primaveral de nuestro amor revolcado en las ascuas rocosas de la vida con lo que se fortalece mi amor y el tuyo.

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7

Amanecí cansado pero lo primero que encuentro es el sendero que me traslada a todos tus recuerdos. Tonifico todas mis ansias para que el día sea más placentero y brindemos juntos por otra primavera.

CUANDO CAE TU SONRISA

Me duelen tus olvidos, tu mirada cuando toca mis ojos de tenerte en espléndidas horas de quererte liberarte de lianas atrapada.

Cuando cae tu sonrisa destrozada se acrecienta la pasión de protegerte el temor de los años de perderte y la vida se torna más cansada.

Cuando cantan senderos alejados en la senda del alma perdurables cuando vuelan claveles adorados.

Los jardines retoñan cadenciosos entre bosques y silbos adorables los dolores se vuelven más hermosos.

8

Te dediqué toda la tarde para libar la dulzura de tu corazón. No te dejé ver la TV. Saqué las fotografías viejas, las coloqué en la mesa y nos sentamos a verlas y te fui preguntando si las recordabas. No encontrabas las palabras para responder, yo te ayudaba diciéndote el nombre de nuestros hijos. El interés con que las veías me decía que adornaban los jardines de tu corazón. La música de fondo de José Luís Perales, de Julio Iglesias, Los Bukis que tanto te gustaban colmaron nuestra soledad. Después bailamos con Strauss y con la Marimba Chapinlandia. Así alimentamos nuestro amor al lado de la tarde, al lado de tus ojos que tanto me miraban y me sonreías cuando nos besábamos.

9

Por fin te he acostado. He querido escribir y es muy poco lo que logro. ¿Crees que estoy estresado? Te respondo “no”. No hace ni 12 minutos que te di mi beso debajo del mosquitero y ahora me siento en la penumbra a escuchar Sonatas para flauta de Handel. Ahora mi sobrino Elmer, es lo más importante, porque gracias a él, conservo en cassetts a Handel, a Vivaldi, a Mozart y tantos genios de la música.

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Cuando yo muera, no me gustaría esos rezos tradicionales de blablablablabla o huehuehuehuehue. Me gustaría que se escuchara música, poesía, historietas. Que se diga que la muerte es el fin de la vida, sino el principio de otro proceso.

10

Yuri nos llevó a Dulce Nombre de María; fuimos a saludar a Sonia y a su esposo. Fue muy agradable. La Iris regresó muy encantada. A mí, me atrajo el lugar, algunos recuerdos de cuando nos movíamos entre los bosques durante la guerra. Pero esos recuerdos yo no los recojo como algo agradable, sino como una herida de nuestra vida lacerada para mal en toda nuestra relación conyugal. Sonia me regaló un dinero en un momento para mí, de muchas dificultades económicas.

11

Estoy tratando de revivir el interés de continuar escribiendo mis Pasajes de la Vida. Muchas veces entro al archivo, leo datos dispersos. De uno u otro documento que son parte de la misma idea: Pasajes de la Vida. Estoy a punto de encontrar el libre camino de la inspiración; enciendo las velas apagadas del olvido y de pronto se me presenta la alborada que despierta nuevos sueños de mi amor por ti. La mente y la inspiración se despejan en la lontananza de los sentimientos, se proyectan las ideas, las palabras, para generar un paisaje oculto en la memoria. Pero tú ¿Qué haces en estos precisos momentos? Me levanto, la televisión encendida. Te busco en el baño, te busco en tu dormitorio. Por fin te encuentro sentada en una silla en la penumbra del otro dormitorio, como perdida en las adversidades del olvido; hundida en un pozo profundo bañada con todo el infinito de tu soledad, como mirando en sueños borrosos la distancia de un día interminable. Te levanto entre halagos, te abrazo y te arrastro hasta mis besos; aprisiono tus caderas, tu espalda infinita y tu sonrisa se pierde, entre mis labios y tus ojos se destellan en relámpagos de alegría. Me siento culpable de todo tu pasado, de tu dolor al lado de mis destrozadas auroras que soñamos en la infancia de nuestro amor. Yo viajaba entre las redes conspirativas, lo que nos ocasionó serias dificultades. Me siento culpable de tu soledad y quisiera en la vida de mis besos retener tu sonrisa y tu alegría al lado de toda mi ternura.

12

Con el brindis de la Travista sobre la cisterna, rodeados de árboles, plantas y flores, leo a Idis mis últimas notas de pasajes. No recuerda nada de la primera noche que pasamos en Ahuachapán. Pero le dio risa cuando le expliqué que me mandó a dormir al suelo.

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13

Las estampas del día me dejan abiertas las ventanas de los recuerdos. Por la mañana rodeados de árboles, nos acompañan los pájaros, las mariposas, los salta monte con sus saltitos sobre la cisterna donde se empoza el agua lluvia por unas horas; las ardillas nos dejan caer las almendras sobre el techo del porch. Yo leyendo otra vez El Reto de Chéjov y vuelvo a Werther para estar más cerca de ti. Te leo muchas estampas de este libro: “Leamos lo Nuestro”, que utilizó Dany el año anterior. Te encanta escucharme leer en voz alta. A mí me gusta entretener tu imaginación, mientras disfrutas la sandía y la manzana. Las guacalchías se acercan a buscar los insectos tostados por los reflectores de la noche anterior. Te leo “El Pijuyo” de Vicente Rosales y Rosales: Pijuyo charralero, selvantino inferior del paisaje y bajo vuelo, que teniendo un azul huyes del cielo, y mendigas las frondas del camino. De vez en vez, durante algunas tardes se cruzan los sanates más que todo, por el verano. Los pijuyos no he visto desde mi adolescencia allá en el caserío, junto a los bueyes y la carreta.

14

Hasta donde ha llegado la destrucción de tu entendimiento. Te ayudo a extender las cartas de un naipe sobre la mesa, te pido que me des la nº 1, están colocadas en desorden. --¿Esta? –Me preguntas. Talvez porque al ver el az o la letra A, no la distingues del Nº 1 --Esa es un cinco. Te oriento, te pido un dos: lo encuentras, pero te cuesta. Te pido otra vez un dos y lo encuentras más rápido. A pesar que el 3 está junto al 4, no aciertas; me das el 4. Colocamos una sola línea en orden hasta el rey y aciertas casi en todas. Te doy el resto de las cartas para que las coloques una a una sobre la carta que corresponde. Hace un mes y medio lo hacías mejor. Te confunden las caras porque son igual; sólo cambia la letra. --¿Qué número es este? –Te pregunto después que Rufina te sirvió sandía partida. No me puedes responder porque los pedazos de sandía son como para caballos, muy grandes y así te has metido uno en la boca. Y eso no te deja hablar. Radio Clásica estuvo toda la mañana sobre la cisterna con nosotros. Siento que sigo enamorado de ti; a pesar de nuestras desventajas, te amo mucho más que nunca.

15

Me encuentro remendando algunos senderos por donde cruzamos a lo largo de tantos años. A veces llego y reconstruyo las ventanas que dieron luz a muchas

48 auroras de tus alegrías. Recojo todo lo que puedo y quisiera llevarme hasta tus últimas sonrisas para clavelizar los jardines de tu corazón, que dieron vida a nuestro amor.

TUS AURORAS DOBLEGADAS

Amarilla se torna mi alegría detrás de tus estrellas apagadas como lejanas rosas olvidadas me recuerda tu mirada más sombría.

Al mirar tu cansada lejanía se quiebran tus auroras doblegadas y se van tus sonrisas alejadas con trenes arrastrando tu agonía.

Me quedo con la sombra de tus besos con las viejas ojeras de la luna arañando los viejos embelesos.

Cuidando tus cansadas lontananzas te detienes a reír como ninguna ignorando los trenes de añoranzas.

16

Por la mañana me puse a lavar el baño. Tenía los pies llenos de jabón y no quería salir por la escoba. Te llamé: --¡Idis, ven! –Llegaste a la segunda vez que te llamé. Te mandé que pasaras la escoba. Fuiste y regresaste diciendo: --No está. --Allí está, ve a buscarla y me quedé repitiendo: ¡escoba, escoba, escoba, escoba! --Aquí no está –Me dijeste. Salí del baño ensuciando el piso de jabón, de espuma y cuando me miraste con una mirada como de pregunta: yo te sonreía y me acerqué a tu rostro y te di un beso riéndome. Tú me correspondiste, pero yo tenía sucia las manos, sólo me limité a recibir tu abrazo dulce y cariñoso. Tomé la escoba: --Continúa viendo la televisión. Ya cenamos y lavé todos los trastes porque están muy mantecosos. Sólo queda tu plato porque estoy apurado en mis Pasajes. Continúas dándole a la papaya. Ya te preparé las cosas que llevaré mañana. ¿Te acuerdas cuando íbamos para Ahuachapán con los niños? Pasabas muchas horas un día antes preparándole sus cosas… Ahora me toca a mí preparar las cosas. Pero soy feliz tenerte a mi lado.

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Fuimos a Ahuachapán con Yuri y la Iris. Con los años nos volvimos a encontrar con Toña y le regalé unos fragmentos de mis Pasajes y algo sobre el diario de Idis y otros trabajos de poesía. Hablamos mucho con Toña tanto del presente como del pasado. Mi madre y yo cada día más sordos. Ella por tacañería no ha comprado su aparato; yo por la criris, no tengo como comprarlo. Pero poco a poco voy adquiriendo la habilidad de leer en los labios de las personas.

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Continúo trabajando en Pasajes, con mucha lentitud. Casi nunca me gusta utilizar la computadora de donde Iris por temor a los virus, que pueden ir en mi USB Ahora lo hice. Estoy seguro que la guardé en mi maletín, mientras esperábamos a Katy. No la encuentro y ahí están todos mis documentos literarios.

19

Ahora estuve remendando pedazos de Pasajes, que se extinguían en mi memoria. Los escribo a tu lado en la libreta para digitar por la noche en la IVU. Te leí Cartas a Idis de mi libro para estimular tu imaginación ya casi extinguida, para que vuele conmigo en toda la extensión del universo que cada día, cada hora, cada minuto se extiende más en mi corazón.

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Mi plato de avena lo disfruto acompañado de “La Grande” de Schubert. Son las 7 de la mañana y estoy desesperado por irme para estar contigo. Pero aquí duermo mejor y descanso de tus cuidados por la noche. Luego pasar un día aquí en el apartamento no es lo mismo. Si quiero ver un árbol tengo que pararme en una silla y mirando a través de la celosía; toda mi poesía se hunde en ese inmenso vacío de soledad.

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Con Mozart al fondo de mi soledad y una página de “Mi Hermano Ibes” me siento a la mesa. Dormí bien, pero no tengo deseos de desayunar. Me acerco mucho a los helechos de aquí del departamento, pero si tú no estás aquí, yo no me siento bien: debo partir para compartir contigo una mañana de árboles, de pájaros y de cielo.

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El día es espléndido con un brillante sol, un vientecillo suave y refrescante acariciando las copas de los árboles. Allí retozan las huacalchías buyangueras muy alegres; un sanate se rasca la panza en la rama de un mango, un torogoz baja a tomar agua y hasta se sumerge, tomando un refrescante baño. El color azul del guacal entre las hojas del papayo, del limonero, el naranjo más allá y tú aquí a mi lado con las alas de la imaginación ocultas en las gráficas de un libro

50 de estampas para niños, forman un mosaico de colores con el torogoz coquetón. Allá el pájaro carpintero, “las chiltotas que cantan su lamento”, el cenzontle con su múltiple canto y su “dichoso fui”, pero yo sigo siendo feliz. Los pájaros buscando su alimento; yo busco mi alegría para que renazcan tus alas y tu sonrisa. Aquí a tu lado como avergonzadas, las florifundias a punto de caer al suelo; las heliconias, las chulas, el clavel amarillo que nunca deja de florecer. Los guayabos están en lo mejor de sus cosechas y sus frutos se desintegran como se desintegra la vida, para darle vida a la muerte aparente, para darle vida a otras generaciones. Por momentos se abren las ventanas de la inspiración, se amplía el horizonte de la imaginación, con Radio Clásica aquí en la cisterna, de la mano con Franz Von Suppé, llenan todas las auroras de este bosquecillo. Me traslada a mis antiguos parajes campesinos, alimentando mi alma de poeta. A los pájaros también les gusta la música. Hay unos tres escondidos en el limonero, otro baja al papayo colocando su oído en dirección al radio… Yo siempre aquí a tu lado.

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Pasé un día a tu lado aquí en el apartamento. Desde la mañana a la noche, pendiente de ti y tus necesidades. Pero eso alimenta los cielos fugaces que se diluyen en las interioridades del inmenso vacío. Quería escribir sobre mis Pasajes, pero a la vez estaba cocinando. Estaba tan emocionado en los últimos detalles y olvidé que la estufa estaba encendida. Se quemó la sopa; busqué lo mejor para ti, comí a tu lado el brócoli ennegrecido; el resto inservible; lo dejé ir por el sanitario… Una pera, una manzana, un bananito, les sentiste mejor gusto que a mi sopa que te serví. Perdóname.

Me quedo con las alas de tu boca con la luz de tu mirada en la penumbra con la llama de tu amor que se vislumbra en las álgidas auroras que provoca.

vagué por los albores tempranos de tu cuerpo vagué por los caminos sedientos de tu alma me diste las dulzuras de tu barca de sueños y juntos provocamos las brechas del futuro.

24

A veces pierdo el entusiasmo de continuar escribiendo mis memorias que inicio con Lo Pasajes. La preocupación es que diga algo que afecte a mis hijas, a mi hijo, acerca de Idis. Ahora no he querido escribir nada.

25

Anoche en el apartamento me deslicé debajo del mosquitero de tu cama. Me acosté a tu lado, te abracé y te eché la pierna; en respuesta me besaste y feliz, te reíste.

51

--¿Quieres que durmamos así? –Te pregunté. --¡No! … Muy feo. –Me reí y envolví tu cabeza entre mis manos… Posiblemente en tus necesidades querías decirme que si. --¿Porqué no quieres que duerma contigo? –No me respondes, porque no puedes encontrar la respuesta. Te comprendo. Pero cuando no estabas enferma del Alzheimer, aún ya cincuentona y más allá de las edades románticas, me decías con ansias: --¡Ay! ¡Cómo me gustaría dormir toda la noche así contigo! –Casi me asfixiabas y yo nunca aguanté porque poco te faltó para que fueras una “bella durmiente”. No pasaban ni siete minutos; te tocaba por aquí, te tocaba por allá y hasta mi dedo entraba a los laberintos de “tu oído” y tú no te dabas cuenta. Y si me tocabas la animalita, antes de dormirte y estaba encogida, chiquitita: --¡Ay¡ chuchuy –Y te reías de ella… Y que pena; más luego te dormías.

26

Ya he llegado a Metapán en mis Pasajes. Estoy a punto de llevarte y a ti y a Armando, mi hermano. He dejado en el vacío, datos interesante, acontecimientos de la vida social. Me costó mucho llegar hasta allí. Pero tengo una ventaja: tus diarios que serán parte de mis Pasajes, así como Evasión, ya están digitados, sólo falta que les de algún taller.

27

Por momentos los pájaros se ausentan; solamente unos dos, silban a cierta distancia. Pero la caricia del viento es muy agradable. Tú me sobas la espalda desnuda, mientas recorto y limpio las uñas de tus pies y allí sobre la cisterna, Radio Clásica nos traslada hasta España a unos cuantos kilómetros de Madrid, con el Concierto de Aranjuez en armonía con el bosquecillo y las mariposas que danzan sobre los arbustos y las flores… Yo me deleito con ese mundo externo. Aunque me he detenido en mis Pasajes, llevo aquí a mi Pierre Loti y a Mi Hermano Ibes que desde mi juventud he querido leer y ahora sólo lo miro allí junto a mi libro de notas. Pero también tú estas a mi lado, entretenida hojeando uno de los libros que hace unos años utilizó nuestra nieta Katy sobre ciencias.

28

Cada noche, todas las noches, una sola noche no puedo dormirme sin antes estar al lado de tus recuerdos. Lo que tú has olvidado, de los papiros de tu memoria, han aparecido en los rodillos vivientes de mi cerebro. Tu cerebro y el mío son como dos lámparas : una que se apaga en nuestro camino oscuro; la otra que todavía “pispilea” ansiosa de iluminar las oquedades del ocaso. Me agradaría que el palpitar del tiempo, cesara en la misma hora, en la misma gruta, en el mismo instante, para ti y para mí.

29

Pasó otro día que vamos siguiendo tus huellas. Con Iris te dedicamos una buena parte de la mañana. Fue un día de salidas y entradas para ti. Sólo que la

52 contemplación del bosque nos la pasamos una buena parte con unas visitas. No pude traerte aI apartamento, porque venía a una actividad y a última hora la suspendieron. Estamos llegando contigo a Metapán cuando aún no estabas embarazada y nos movíamos con facilidad, casi como novios. Mis Pasajes continúan haciendo su parte testimonial.

30

Caben todas las horas de un día en la cuenca de un recuerdo. Caben todas las primaveras y los inviernos que nos acompañaron durante los últimos 50 años. Caben todas las auroras y los ocasos en una sola grieta de tus labios al lado de tu sonrisa que divisé durante toda la tarde cuando veíamos las fotos viejas, cuando escuchábamos tu música favorita “románticas de ayer” y al final cuando bailábamos con la Marimba Chapinlandia y en este momento que ya duermes: cabe todo un mar de paciencia, de amor y de cuidados, para que el viento no se lleve las alas de nuestra soledad.

31

Posiblemente si vuestro padre y vuestra madre estuvieran vivos y en condiciones físicas de movilizarse, estarían constantemente muy cerca de tu soledad, de tu silencio y de tus ausentes recuerdos. Cuando te miro así, sentada, mirando tu “horizonte” alrededor de tus pies, me despojo de todas mis inspiraciones y traslado toda mi emoción al rescate de otros amaneceres de tu vida.l

Hoy me toca vivir con tus olvidos con las alas truncadas de tu mente, hoy me toca mirarte diferente soñar con tus recuerdos ya perdidos.

Me quedo con tus sueños divididos entre sombra y destello refulgente un hálito de luz sobre tu frente rosales en tus labios florecidos.

Escucho mis dolores y tus penas me trago tu silencio y tu mirada pero cubro los vacíos de tus venas

Con tropiezos y clavos caminando se marchita nuestra última alborada pero rayos rutilantes van rotando.

53

AGOSTO

1

Mucho antes de la alborada, me levanté y encendí una vela de nuestros recuerdos. Tú duermes encogida como un feto. Divisé los albores como un sendero que viene de muy lejos. Busqué Bolero de Ravel y durante unos segundos no escuché nada, pero se fue acercando con un agradable compás. Pasó muy cerca de nosotros, pero sólo yo lo escuchaba con los audífonos; luego se fue alejando como se aleja una dicha que marcha hacia un mundo lejano. Me quedo solo con tus recuerdos y los últimos destellos de la aurora.

2

Amanecí otra vez al lado de la aurora con las cortinas transparentes de alegría. Tú duermes como una bebita. El bosque se llena de ruidos y movimientos en camino hacia el oriente de toda la familia; menos tú ni yo. Yo parto de todos los recuerdos que me gritan al lado de tu rota memoria, reconstruyo escenarios en blanco y negro para dejarlos escondidos en las cenefas del día y de la tarde.

3

Desde las 4 de la tarde te dediqué mi tiempo completo para escuchar música desde Frank Sinatra, L. Lamarque, J. Negrete. Pero esa colección que tú compraste de Homenaje a las madres: 10 de Mayo, nos hizo bailar más de dos horas. Iris y familia regresan hasta mañana, del paseo por Copán, así es que estamos como en una “luna de miel”. Tú eres la más feliz, porque hemos bailado. Lo que más disfruté de esas canciones viejas, fue que mientras las escuchábamos, tú ibas repitiendo la canción al lado de mi oído bueno como “usted es la culpable, de todas mis angustias, de todos mis quebrantos”… Nunca te abracé ni te besé con más emoción como ahora.

4

Desde antes de las cinco de la mañana estoy despierto y me levanto a ver si estas en la cama, porque dormimos entre el bosque y no fuera ser que te haya raptado un lobo feroz. Pero ningún lobo llegó por la noche y si hubiera llegado el peligro más grande era para mí, porque dormí sin pantalones y hasta me despojé del calzoncillo en la cama de Dany. Pongo un disco de Pablo Infante bien suavecito; no se pero esa canción “Mi Cariñito” y afuera las huacalchías con ese canto de “comete mi culo” “comete mi culo”, mientras buscan los insectos atraídos por los rayos de luz de los reflectores.

54

5

Somos viejos amigos y sin embargo, ahora que te iba a bañar, te oponías que te despojara de toda tu ropa. Te arrastré a la regadera riéndome y haciéndote bromas picarescas. --¡Hay que feo todo esto! –Me dijiste. --¡Ah, déjese de babosadas viejita! Yo la voy a bañar, la voy a fregar como nunca y después me como esta cosa. Pero no recordaste a que me refería, no recuerdas nada de nuestro pasado.

6

A veces amanezco muy cercano a los cadalsos que te persiguieron al lado de mi nombre… No lloro, pero en el fondo siento una dosis de culpabilidad por haberte arrastrado a los laberintos de mis emociones juveniles equivocadas. Me lo dicen todas las distancias, todos los papiros que se van desintegrando al lado de tu memoria y de los últimos atardeceres de mis recuerdos.

7

Todo el día estuve pegado a los plumajes que me arrastran a tus lejanos recuerdos. Divagué por las cadencias de tus alegrías hasta llegar a los azotes del dolor. Fueron aquellos años aciagos; yo sin trajo, tú no trabajabas, Janeth tenía dos años y medio, Iris, año y medio; Yuri, un par de meses. Yo militaba en el Partido Comunista, varias veces en la cárcel por mis ideas políticas; los hijos sin zapatos, sin leche, sin pan, enfermos como nunca lo estuvieron. Nada he olvidado; nunca Idis estuvo más delgada como en esos años. Ni siquiera cuando se requerían todos los elíxeres, para apantallar todas tus angustias, he olvidado.

8

A veces siento una profunda nostalgia por retornar tan siquiera una hora a las orillas de la aurora cuando nos conocimos. Pero todo se vuelve lumbre en las oquedades del tiempo. Pero mirando siempre las agotadas caricias de la vida, encuentro pedazos del cielo de tus ojos, cuidando y protegiendo a nuestras hijas e hijo.

9 Ayer te tocó el control con el doctor José Ricardo López Contreras, el neurólogo que ha logrado impedir el avance acelerado del Alzheimer, que flagela tus neuronas cerebrales, como la tristeza flagela las odas de mi amor que siento por ti. Te suspendió la medicina que te ayuda a elevar tu estado emocional; ya la había disminuido a 3 veces por semana. Te arrastré por las sendas del viejo mercado para comprar algunas verduras, legumbres y frutas. Regresaste muy cansada, mojada y muy sudada hasta de los aromáticos azahares. Te bañé y luego te comiste la fruta helada de reserva. Te acosté en la hamaca, mientras me esperaba la cocina para preparar tu sopa favorita. Almorzamos muy tarde, pero la computadora estuvo apagada. Quedó buena la sopa. Mañana besaré el alba que me une a tus recuerdos.

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10

Constantemente siento en mis interioridades una profunda soledad aunque me encuentre a tu lado. Quiero hablarte y lo hago; me acerco lo más que puedo a tu soledad y grito a las estrellas que me iluminen los senderos para alcanzar el mismo vacío en el que tú, haces que yo, también muera a tu lado… Ambos morimos al mismo tiempo… Tú no lo sabes.

11

Antes que el alba raye por las cejas del cerro, yo voy y vengo por los desperdicios de esta madrugada que me retiene muy ceca de tu sueño tan puro y sin ninguna preocupación. Hay muchos despojos y tristeza en mi corazón. Tomo un disco al azar y me encuentro con el Concierto Nº 1 para Piano de Brahams. En parte alivia mi soledad.

12

En un Centro Cultural, se está celebrando un acto en homenaje al Natalicio de FIDEL. El año anterior pude asistir, pero ahora no quise sacrificar a Iris con sus estudios. Ella continúa estudiando; mañana tiene exámenes y además tiene otras obligaciones elementales del hogar con los hijos. Me dijo que le dejara a Idis, pero yo estoy conciente que Idis absorbe mucho tiempo. Los estudios de nuestra hija son más importantes para mí que el Natalicio de FIDEL. y estoy seguro que si Fidel estuviera en mi lugar, haría no sólo lo mismo, sino algo mejor para el pueblo. No quise llevarte porque en esa zona es muy difícil acceder al bus después de las 8 PM. A cambio he comenzado a leer nuevamente de su Antología Miníma “La Revolución en Chile de Allende”. Tenía mucho sueño. Me dormí temprano. Pero antes de las 3AM ya no pude quedarme en la cama… Me voy a la computadora, pero antes de encenderla, me esperaba el libro de FIDEL.

13

Me levanté muy temprano, pero nada nuevo me dijo el albor. Me acerqué a tu cama y te pedí que fueras al baño para cambiar tu ropa húmeda. Todo estaba empapado de tu soledad. Pero con toda la ropa limpia y seca te volviste a dormir como en las horas de los más dulces sueños de los niños recién nacidos. Yo me quedé con los cabos de las horas, en las puertas de un nuevo día al lado de tantos y tantos recuerdos que nos rodean, que nos imponen cadenas de eternos sepulcros: ni tú, ni yo, podemos escapar de esa eterna soledad que nos espera.

14

Desde el amanecer yo estaba listo para pasar un día más a tu lado sin muchos ánimos, pero sin abandonarte. Yuri nos llamó para llevarnos a pasear a Juayua. Fuimos y pasamos un día muy agradable. Comimos sobre las bancas del parque. Yo encontré chicha de maíz, compré un vasito, estaba rica y le gustó a la suegra

56 de Yuri. Estaba buena la “onda” para quedarse un rato más. Me quedé con las ganas. Lo que Yuri no se dio cuenta fue que entre los pañales de Idis, me traje una bolsada de chicha. Más de dos vasos. Ya me la tomé mientras Idis come una fruta, verdura y una taza de arroz con leche. Lo único que me sentí mal fue porque las niñas de Ana María y Yuri, se fueron sentados en la parte de atrás del vehículo; por lo demás fue muy agradable.

15

Tú nunca has estado en uno de estos suburbios en los alrededores nocturnos al oeste del Mercado Central y un tanto al norte poniente. Me duelen todos los miedos de la vida que nunca publiqué en mis años mozos de tránsfuga y de mis oceánicas aventuras. Me dormí en el bus cuando retornaba al apartamento y me fui a bajar allá por el Parque Bolívar. Ya no había servicio de buses a las ocho de la noche para llegar a la IVU. (En tiempos de la dictadura militar uno viajaba en buses hasta las once de la noche y hasta más tarde) Me acompañaba menos de dos dólares en el bolsillo y que delicia ir caminando por las viejas rutas de Chiva Vieja con su carreta de palo y hojalata. Por suerte la ropa que visto no es explosiva; más bien parece sacada de los últimos vagones que nos envían los gringos como desechos de petróleo sintetizada. Pero a pesar de este nocturno paseo, yo te sigo amando y tú eres más importante para mí, que cualquier fórmula electrónica, tamizada de propaganda.

16

Hay dureza, hay azotes que flagelan nuestra vida. Ningún medio radial, televiso o escrito, te traen un mensaje, una noticia alentadora, que te infunda paz y tranquilidad. Cuando no es un disco de mi música preferida, enciendo Radio Clásica; su repertorio musical me conforta, pero cuando tú estás a mi lado, todo cambia: la música, la televisión, los entretenimientos diferentes.

17

Me dejé llevar por los cadalsos de las horas que estrangulaban todos mis deseos para continuar escribiendo. Mi tren de soledad se ha salido de sus rieles y ni la lectura me ha confortado. Aunque me he leído unos cuentos clásicos de autores franceses y más de algún botón de mis rosales, tiemblo de emoción. Diviso los pétalos que aún germinan al lado de tu sonrisa cuando me miras llegar con mis ramas de alegría.

Se marchita la rosa en el cadalso, se marchita tu sonrisa y tu mirada, se marchita mi alegría al mirarte viajar en la distancia de las horas.

57

Marchita está la luz de la mañana, marchita la alborada y tu alegría. Pero en mi alma florecen los rosales, como florece tu amor y mis recuerdos.

18

En la medida que avanzan los meses de este año aciago para nosotros los ancianos proletarios de más abajo, los deseos de volver a las andanzas erróneas del ayer, se desintegran de mi entusiasmo como los primeros síntomas del vómito, con los sudores fríos rodando por el rostro y por el alma. Me fortalece contemplar tus alas destrozadas dentro de mí; ellas me mantienen despierto para cuidar el nido y los polluelos.

19

La esperanza por “los cambios” murió en el alma de este pueblo. Los comandantes guerreros de universidades del pasado, ahora políticos, son los mismos que embaucaron al pueblo en otro tiempo al negocio de la guerra. Fueron los primeros en desarmarse ideológicamente. Ahora, muchos son empresarios, ministros, diputados, alcaldes estériles porque se auto castraron políticamente. La Revolución la miden según los votos.

20

Dormí bien, aunque siempre me levanto unas 4 veces a orinar cada noche debido a afecciones urinarias. Tomando unas tabletas de trimetropin he sentido una ligera mejoría, pues lamentablemente la medicina que por cuatro meses que me recetó el urólogo, no me la despacharon en el Seguro Social: “pa voz nuay”. La próxima cita con el urólogo será en seis meses. Mi estado de ánimo está muy bien esta mañana. He estado reflexionando sobre lo que mi nieto Dany me planteó ayer, lo que yo le recomendé, pero tan breve fue lo que hablamos. A las 5 AM me levanté y volví a las Memorias de una selección de don Juan Bosco.

21

Yuri nos llevó a ver a mi madre a Ahuachapán. Pasamos un día muy ameno; hablamos mucho con Marina y un poco con Pablo y Arnoldo. Al final de la tarde Marina y Arnoldo me plantearon sobre la posibilidad de irme con Idis para Ahuachapán, con la idea de estar más cerca de mi madre. Desde hacía mucho tiempo yo había visto esa posibilidad, pero ponía como “pero” el problema del agua por el aseo de Idis. Ahora eso está resuelto, siempre está cayendo el agua. A la vez, Marina me plantea otras posibilidades de cooperación de la familia desde California y la que estamos aquí. Le respondí que llegaría la próxima semana para amarrar ideas.

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22

ANSIEDADES

Quisiera ser un jazmín florecido y aromado, para adherirme en tus ojos y penetrar en las recónditas profundidades de tu pecho. Quisiera ser un recuerdo escondido en los fulgores latentes de tu corazón. Quisiera ser el fulgor y despertarme cada mañana… En tus ojos. Quisiera ser el calor del ocaso, para fundirme en las montañas de tu cuerpo. Quisiera cortar todas las flores y las rosas, florecidas en los jardines ocultos de tu mansión interior. Quisiera ser la rutilante espuma, que limpia tu cuerpo, con diáfanas caricias. Quisiera ser la armonía musical, que alimenta las profundidades del silencio. Quisiera ser el vuelo más profundo de la imaginación, para alcanzar la paz excelsa. Quisiera retornar al más lejano pasado, volver a ser niño, escondido en la virtud de la rosa. Quisiera morir en toda la eternidad de mi egoísmo, de mi vanidad y de mi orgullo.

23

Le llamé a Marina por la tarde y quedamos que en unas 4 horas nos encontraríamos nuevamente en Ahuachapán. Llegué y me esperaban para cenar. Después hablamos un poco pero las visitas no nos dejaron concluir. Pero que mamá rotundamente ya no puede viajar a California por achaques de salud, pero si a Cuba. Ella quiere ir a Cuba. Fue fructífera nuestra conversación, amena, un tanto crítica hacia mí, pero muy injusta de parte de Marina.

24

Desde muy temprano y parte del medio día volvimos a tocar el tema con Marina y volvimos a lo de mamá. Mamá se excusó por sus achaques de salud, de edad, de la dormida en casa de Marina. Puros pretextos de la niña que nunca maduró en la vida de mi madre. Aquí no le gusta y le da miedo dormir sola y se queja de su soledad, pero tampoco quiere salir de la casa. En cambio está en perfectas condiciones de viajar a Cuba. Quedamos que me voy la próxima semana con Idis para Ahuachapán. Me llevaré algunas cosas elementales muy necesarias para mí y para Idis. A pesar de todo el amor a una madre, pero yo le temo a la mía por su mezquindad, su desconfianza y por su apego a los calaches y cacharros; el miedo a que la roben una cuchara de lata, alguna caja de fósforos. Mientras que para mí, todo eso, a lo que ella teme la roben, me ha dejado en la más absoluta libertad. Durante la guerra pasé diez años que todo lo que yo poseía, lo llevaba siempre adentro de una mochila, o de un pequeño maletín.

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25

--Yo también te quiero mucho… Fueron mis últimas palabras de esta noche a las 8.15 PM cuando te ayudé a cambiar tu pañaly ponerte pijama para que te fueras a la cama. Pero antes de acostarte, con toda ternura, me expresaste: -Te quiero, al instante que yo iba a depositar un beso en tus labios. Te dejo en la cama y me espera otra vez, como una obsesión, “Platero y Yo” y como segunda opción Los Cuentos de Hans Christian Andersen… No sé, pero siento en estos momentos una inmensa ternura por todo lo infantil que encuentro en ti.

26

Muerte: desde mi infancia y adolescencia invoqué tu nombre. Pasaron los años de mi juventud; la primavera y el otoño de mis alegrías y siempre pronuncié tu nombre con arrogancia, con indiferencia. Ahora en el ocaso de mis últimos inviernos, te provoco con los retos de mi locura, de mis amargas realidades. Pero no quisiera acompañarte sin antes llevar a Idis a tu regazo. Si pudiéramos viajar juntos, con ella, hacia tu morada sería lo ideal.

27

Tanto en diáfanas soledades de los días, como en las insomnes noches de amargas reflexiones, siento que me persiguen los recuerdos de tantas realidades que compartimos sin escapar de las centellas que atravesaron nuestro destino. Por eso estoy más convencido que nunca, de acompañarte hasta el fin de nuestra vida. Durante esta tarde te acompañé con los juegos infantiles que hace muchos años, fueron el mundo feliz de Katy y Dany, nuestra nieta y nieto. Yo me sentí como el anciano que nunca deja de ser un niño.

28

La suma de tus alegrías a lo largo de estos 50 años de nuestra unión familiar, fueron muy escasas. Yo siempre fui feliz a tu lado y al lado de nuestros hijos y nietos. Sólo que ahora los colibríes diminutos tocan las campanas de alegría de mi corazón. Con penas, con rocas, con los motores golpeando los costados de la tarde, siempre te llevo a caminar, te cuido y regresamos al ocaso arrastrando tu cansancio. Ahuachapán se disuelve en tu mirada, en tu silencio y en toda mi soledad mientras velo al lado de tu cama y de tu sueño. Estoy cansado de no hacer nada; estoy cansado del mismo silencio de las horas. Como pasan los años, hasta las nietas y el nieto se hicieron adultos. Ya no hay con quien hablar, reír, llorar.

29

Muchas veces, tantas veces, tus alegrías son leves como la vida de los lirios. Se mueven solamente un instante si yo las estimulo y después de un momento, se vuelven como nubes imaginarias y vuelan como estrellas fugaces.

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Me dejas el olor de tu cuerpo entero. (La mayoría de veces, desagradable); me dejas las ventanas de la esperanza abiertas. Me dejas colgado de una soga de satisfacción y a muchas sogas de amargura, cuando veo decaer las golondrinas de tu alegría, más allá de los abismos del Valhalla.

30

Mañana llenaré el vacío que me dará en su seno. Regaré sobre sus faldas, los despojos de mi pobre indumentaria; sólo quedarán mis huesos para ser devorados por los molares del tiempo. Después de una hora de meditación, muere el estrés, se fortalece la paz interior y se abren las puertas al sueño de la noche.

31

En los últimos años, cuando había llegado a congeniar con Erato, la musa que me regalaba los sonidos de las auroras, se interpuso un enemigo impidiendo que tú entendieras el lenguaje del tiempo. Me acerqué más a tus oscuras mañanas y me fui divorciando de mi musa la que también me regalaba la sonrisa de tus rosales. Ya no hay poesía que brote de los bosques interiores; vivo la poesía cada mañana, cada tarde cuando limpio con mis propias manos las inmundicias desesperadas de tu propia soledad.

SEPTIEMBRE

1

Cada noche que me levanto de tres a cinco veces para ir al baño, no puedo dormir, si no paso a divisarte. Anoche a la 1 AM, te encontré despierta. –Son la 2 de mañana, vuelve a dormir, te dije y te arropé; no estabas mojada. A las 3 AM, a las 4 AM te volví a encontrar despierta; estabas mojada, lo que me indica que desde antes habías sentido deseos y no te ayudé. Te pedí ir al baño y te ayudé a cambiarte ropa y la toalla sanitaria. Te cambié la ropa de cama. A las 8 de la mañana continuabas dormida; yo desvelado y cansado para leer algo; Sentí más largas las horas, más estirado el día por la parte que tú, inconcientemente le quitaste.

2

Mientras las horas y los días se nutren de tu silencio y te hundes en el vacío de todos los recuerdos, yo me acerco más y más a ti, busco al interior de las auroras que me diste en otro tiempo y devolverte aunque sean pequeñas lámparas que iluminen los laberintos oscuros de tu vida. La inspiración casi siempre se apaga en las primeras aguas del sueño. Me quedo dormido en el quicio de la noche.

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3

Duermes en el vacío del día y yo igual que Don Quijote, en batalla contra los gigantes impuestos por el Alzheimer que te persiguen día y noche. Velo tu sueño, tu hambre, tu sed y peleo contra las adversidades de tu soledad, de tu silencio y te llevo a escenarios infantiles para que te rodeen sus vivencias.

4

Siempre que te acerco los zapatos tenis, aunque no te diga que vamos a salir, te acercas a mí y me preguntas -¿Nos vamos Fidel? –Sobre todo si me has visto calzándome los zapatos. Siempre te respondo que si, te arrastro por nuevas calles, por los senderos y parques, hasta por los mercados; miramos, oímos y hasta nos comemos alguna chuchería. Regresas cansada y ahora sólo caminamos unos seis kilómetros en las dos salidas que hicimos.

5 y 6

Ahora más que nunca, estás más distante de las cosas que te rodean, de los objetos que tocan tus manos; de todo lo que miran tus ojos y de todo lo que escucha tu oído. Cada día las barreras de tu conocimiento, se vuelven cenizas, se vuelven aves sin alas, se vuelven noches eternas en las tempestades del olvido… Pero hay un designio que lo miras, que lo escuchas; lo tocas y lo sientes a tu lado, aunque ya no lo recuerdes… Yo estoy más cerca de ti para encender las mañanas, revivir la primavera de nuestro amor. Eres muy feliz cuando te abrazo, cuando sientes mis caricias y aunque no lo entiendas bien, te hablo, te leo poesías, canciones y hasta te hago cosquillas para estimular tus sensaciones.

7

Ni una bebita dormiría tan apaciblemente como tú duermes en estos momentos. ¿Qué diera yo por dormir a tu lado tan suavemente como lo hicimos aquellos años de nuestra juventud? ¿Verdad que has olvidado cuando más de una vez te hice el sexo y no te diste cuenta? Dormías como una borracha abatida por el cansancio y en parte liberada de todo estrés. Era el cansancio de las horas en las costillas de la noche,

8

Mientras caminamos en silencio por las calles de Ahuachapán, te empujo, te voy molestando para estimular tu auto defensa, tus sensaciones y te ríes cuando te puyo las costillas o te araño tus hombros. Nunca te enojas conmigo como antes. Esa actitud me lastima porque desde hace muchos años, te encuentras en un estado indefenso. Antes te amaba mucho; ahora hay algo más que el amor dentro de mí: hay una alta dosis de comprensión, solidaridad… Y amor ante todo.

62

9

Quisiera ser invisible pero poseedor de un rayo luminoso para iluminar las negruras de tu memoria. Lo invisible sería para viajar adentro de tus recuerdos, llevarte hacia el pasado al lado de Janeth nuestra hija que nació aquel 9 de Septiembre de 1964.

10

Un camanance de ensueños rozó los aposentos de mi corazón. Una guirnalda de sonrisas se dispersó esta tarde cuando estuve leyéndote poesías de Vicente Rosales y Rosales y algunos versos míos. Como una niña enamorada de las fantasías, te pegaste a mi lado y acariciaste muchas rosas de recuerdo. Lástima que no tenemos donde escuchar música aquí en Ahuachapán. De lo contrario, te habría echo bailar abrazada a los viejos azahares. Pero me acosté a tu lado hasta que a los cinco minutos ya estabas dormida. No me extraña. Desde joven fuiste de fácil dormir, salvo cuando una hija o el hijo estaban enfermos. Amanecíamos desvelados.

11

Marchitos estarán mis recuerdos al otro lado de la vida. Eso tiene que ser así, para que a nadie lastime y nadie quiera cobrarme intereses como el F. M. I. extorsiona a los pueblos débiles. Yo sólo me llevo una deuda: la de haber dedicado muy poco tiempo para amarte y servirte.

12

A veces brotan en mi memoria, algunas raíces de los helechos que lastimaron los pilares de tu vida pasada. Tú, sin duda alguna, luchabas con gran tenacidad para borrarlos de tu memoria. Si tú pudieras recordar mi actitud frente a ellos, te darías cuenta que siempre los divisé sin darles mucha importancia y hasta traté de infundir un cambio de actitud en ti. Es posible que tu infancia y adolescencia, fue preparada en la pureza espiritual divina y sin mácula, lo religioso.

13

Mañana moriré al lado de todas mis angustias. Pero sólo me asomaré a una: a la posibilidad del amor que tú, aún sientes por mí. Todo me viene a la memoria cuando duermes y yo descanso al abrigo de pequeñas reflexiones. Casi siempre las notas de este diario, las escribo lleno de una paz interior; cuando he practicado en la penumbra mi hora de meditación.

14

Los primeros sonidos del amanecer en Ahuachapán, son como danzas satánicas y duran todo el día hasta las nueve de la noche. La vida espiritual se llena de pitos y motores y en nuestra alma repercuten las percusiones de la orquesta sinfónica de alta ronquera del infierno. Pero la Idis ya no los recuerda y

63 su oído no los siente. Duerme sin alterarse para nada, posiblemente ya no sabe que es el ruido.

15

Tus recuerdos, tu memoria no están nítidos; los veo juntos al amparo de tu soledad y lo que más me lastima es tu silencio. Te miro como ausente aunque estés a mi lado. He renunciado a todo lo mío, para ayudarte; logro entretener el caudal pedregoso de tu soledad. Dentro de toda esa barrera que te encierra, hay un amparo fortalecedor a mi sufrimiento: ¡Tu amor endulzado de humildad y silencio! ¡El amor vive siempre en ti! Tierno como el rocío, sencillo como el canto de la cigarra, dulce como el interior de las flores.

NOSTALGIA POR TU AUSENCIA

Quiero sentir el sol de tu sonrisa acercarme a tu faz arrebolada extinguirme entre la onda de la brisa al rojo de tu boca idolatrada.

Quiero tener tu rostro de castiza junto a mi corazón con tu mirada los rosales gentiles de tu risa los claveles que te dio la alborada.

Quiero vibrar de amor y de codicia aspirar tu mano perfumada con la gracia infantil de una caricia.

Quiero dejar mi mente revelada entre tu corazón como delicia del candor entre mi alma reflejada.

16

A pesar de todo lo que yo te ame en estos duros momentos de tus desventuras, es por demás que en más de un momento cada día, no se me volteen los cables dentro del agotamiento de mi conciencia. Nunca he llegado a la grosería, pero siempre entre el martirio hago todo lo posible por desprender entre mi dolor y mis lágrimas, una sonrisa para ti, acompañada de caricias dentro de toda mi angustia. No es fácil cuidar a una persona con Alzheimer las 24 horas, los 365 días del año y mucho más peor cuando lo hace uno solo. Se produce un cansancio psicológico, sobre todo. En esto me ha servido mucho la formación que logré adquirir mediante la lectura por muchas décadas; también el haber recibido hace unos años unos cursos de Vipassana, aunque me salgo de sus enseñanzas, pero ese método de vivir que nos dejó el Buda, me ha servido mucho.

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17

No podría alejarme de este mundo satírico y cruel, sin dejar de recordar todas las auroras, todas las tormentas, todas las tristezas y alegrías que hemos vivido juntos. ¿Qué sería de mí, si me olvidara un solo momento de ti, de tu nombre? ¿Qué fuera de ti, si yo no recordara tantas escenas de nuestro pasado? He pasado los últimos días a tu lado sin separarme. Te duermes y no te das cuenta que me levanto muchas veces a observarte. Duermo bien, pero muchas veces siento que no descanso.

18

Con el conjunto de eslabones se forman las cadenas. Las cadenas nos amarran a lejanas latitudes de la vida. Pero la vida fue mucho más escabrosa para ti y por eso se rompió la cadena de tus recuerdos. Yo trato de soldar esos eslabones. Mientras nos comemos una porción de pastel, te cuento que estamos celebrando aquí en Ahuachapán, el cumpleaños de Iris, nuestra hija. Tú sonríes y se despeja una diadema de recuerdos y alegría en tu mirada; no dices nada, pero adivino que algo se queda en la semblanza de tu mirada, algo se desprende de tu interior.

19

Te perdí por un momento. Te dejé al lado de mi madre, mientras yo iba al baño. Pero no sólo fui al baño, fui al libro “Fidel Por el Mundo”; fui a Beethoven y llegué hasta Chopin. Cuando te busqué no te encontré y comencé a correr de un lado a otro, preocupado. --¡Ella está aquí adentro de la casa! Ella ha estado conmigo. –Me decía mi madre segura que no habías salido de casa. Por fin te encontré encogida, como un feto, al extremo de tu cama… Más parecías una pequeña almohada. En la penumbra, sin hacer ningún movimiento, como dormida al extremo de la eternidad. ¡Ay qué alivio! Me río de mí mismo.

20

Siempre que de alguna manera guardo todos nuestros recuerdos, siempre me lleva a recordar las apacibles tardes que pasé a tu lado y te veía con aquellos vestidos bonitos y durante aquellas tardes románticas, flageladas en tus recuerdos, pero muy presentes en mi memoria. ¿Sabes una cosa? ¡Cuánto más distante del tiempo, más firmeza en mis recuerdos y en mi amor por ti. En la medida que el Alzheimer te obliga a olvidar los detalles de nuestra vida, mi memoria me obliga a recordarte siempre.

21

En Ah, los regazos de la tarde se dispersan por todas las romanzas de la noche que nos cobija, mientras te lavo todas las distancias, protestas porque no calenté bien el agua. Pero al final te dejo aseada como lista para otros menesteres, si tus condiciones emocionales fueran normales. No llegas ni a ser una niña de dos años. Duermes. Yo aspiraré la madrugada fragante y vigorosa, aún a mis años, sueño con alguna Eva, mordisqueando aunque fuera la esquina de la almohada.

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22

En el Supermercado de Ahuachapán, compramos agua en garrafa, dos leches, dos cervezas para el abuelo que soy yo. Pero al momento de tomar la moto taxi, tú llevabas en las manos dos latas de atún. Me asusté y te obligué ir de regreso a devolverlas. Le expliqué al vigilante tus dificultades. Fue una suerte que no te detuvieran. La persona que venía detrás de nosotros estaba comprando como unas 10 latas de atún y de esas tomaste las tuyas, las devolvimos pidiéndole disculpas a la señora y a la cajera que no se habían dado cuenta que les estábamos robando. Ahora volvimos a caminar un poco más de los seis kilómetros; yo tuve que regresar porqué olvidé el bolsón en el supermercado.

23

El otro día te arrastré a caminar por los senderos y calles de Ahuachapán, Fue un día espléndido por la mañana cuajado de nubes y de sol. Por la tarde fue tempestuoso; no salimos, pero abrí la puerta de nuestra soledad y la dediqué a tu entretenimiento de pintura infantil, te leí poesías incluyendo algunas mías. Toda la tarde estuvo saturada de lluvia, de frescor y de mis monótonos cuidados en las tempestades del olvido que lesiona los fulgores de nuestra vida. Por eso me amas y por eso te entrego mi amor y mi vida. A mi madre le dedico muy poco tiempo y me duele no hacerlo, me conformo con estar cerca de ella. ¡Esta es la cuenta que pago por tantos años y daños que ocasioné a tu vida!

24

Me acerco a tus soledades en todo momento, me acerco a tu silencio en cada queja de las horas, me acerco a tu memoria en toda la distancia de tus castillos olvidados. Cada vez que busco las puntas clavadas de tu vida, encuentro muchas madejas desperdigadas en la hecatombe de tu pasado y fui yo, quien siempre estuve más cerca de conocer y comprender mejor que nadie, los dilemas martiriales de tu pasado, de tu corazón y de tus virtudes y debilidades.

25

Me quedé muy triste cuando te ayudé a ir a la cama. Me quedé muy triste al lado de tus recuerdos. Se me olvidó que fuimos novios y a pesar de todas aquellas desventajas… Tú y yo, sabíamos que nos amábamos. ¿Será posible para mí, olvidar algo? ¿Verdad que no? Recuerdo los primeros días después que nos conocimos. Te acompañaba cada tarde, caminando desde el Mercado Belloso, hasta el Edificio Chaín en donde quedaba la Facultad de Economía de la Universidad de El Salvador y donde tú estudiabas.

26

Ahora no te reñí por ninguna cosa; ni siquiera por la rosa que se marchitó cuando caminábamos juntos a la parroquia la Asunción. Entramos a ella y nos sentamos a descansar en la interioridad sagrada. Me sentí confortado muy cerca de ti y de Dios. Te recordé hace 50 años cuando me pediste que te acompañara a

66 la parroquia San Francisco por el parque San José en San Salvador. No lo recordaste, pero te lo dije al oído para revivir tus recuerdos. --¡Vámonos, no me gusta aquí! –Me dijiste. Te di un beso en la mejía adentro de la Parroquia y comprendí que querías continuar caminando y contemplar otro horizonte, al aire libre. Siento que estuve muy cerca de ti y de Dios.

27

Las cadencias del amanecer aquí en la casa de Ahuachapán, son como las ondas esmeriladas del infierno, para una inspiración de locos o drogadictos endemoniados. Me levanto a verte preocupado; me doy cuenta que estoy loco, huyendo de los manicomios. Tú duermes con la dulzura angelical de una bebita. Son las 3.45 AM. ¡Qué suerte la de los ángeles “allá arriba” lejos de estos amaneceres, de la casa de mi madre. Pero en mis recuerdos viven otros amaneceres:

AMANECERES

Por las mañanas cuando llegabas me despertaba tu voz a solas mi barca rota sobre las olas loca de sueños porque me amabas.

Límpidos cielos se reflejaba en las cortinas de la mañana y t vibrante nota de grana entre mi pecho se desgranaba.

Hacia la tarde surgió la lumbre en el sendero de mi destino en sol poniente sobre la cumbre.

Quemó mis sueños tristes y lerdos cantar lejano del campesino perecen solos, entre recuerdos.

28

Me cansé de esperar el fulgor de este día en la casa de mi madre en Ahuachapán. Me atolondraron todos los ruidos de un manicomio de demonios y fantasmas. ¡Pobre poeta en el albor de su viaje eterno! Muriendo en los acantilados de ruidos infernales; en vez del cántico de pájaros en casa de Iris, me despiertan desde antes de las 4 de la mañana, la presencia horripilante de buses y camiones con sus ruidos y pitos propios para despertar demonios. El olor de tus orines vienen entre los humos del amanecer. En vez del agradable cántico de las chiltotas, se escuchan los treponantes silbatazos de los diablos que nos

67 adormecen antes de entrar al Hades. ¡Deploro el lejano llanto de los trenes de mi infancia y de mi adolescencia!

29

Llegamos a San Salvador. Adela y Oscar fueron a ver a mamá y a negociar un perro. Pensé que era Concervero. Nos trajeron y nos resultó de maravilla. ¡Qué bien me siento en casa de mi hija y su familia! Un doble compromiso moral me obliga a quedarme en Ahuachapán. Idis y mamá. Pero esto me a afectado mucho. Me vengo al apartamento por la noche y me descuido al entrar a los jardines de Baco. Me descuido y me pierdo en oscuros laberintos; duermo en las cadencias borrascosas. Me liberé de ti, pero me dejé atrapar de Baco.

30

No pude rendir la cantidad de orina para un examen. Sólo me tomé ocho cervezas por la noche previa al examen, un error, pero sinceramente se me olvidó lo del examen. Libre de ti y libre de mi capacidad conciente de pensar y actuar correctamente. Prefiero estar a tu lado porque al menos me ayuda a evitar mis desordenes. Pasé un día aciago, pero al llegar la noche me abrazó la sombra del sueño poco después del ocaso. Dormí más de doce horas.

OCTUBRE

1

Susurra la noche lejanos recuerdos Mi corazón susurra cercanas melodías Mis ansias cobijan destellos de luna De lunas de plata, de luz y de viento.

Mis ojos te miran callada y sombría Como una azucena cansada y marchita Y lloran los cielos cuajados de sombra Y lloran ligeras las sendas de mi alma.

Me levanté a las 4 AM. A bañarme, dormí bien y frente al amanecer de mi café pulí los versos que llevaba en el bolsillo. ¡Cómo me gustaría escuchar “Sueño de una Noche de Verano” para olvidar los dolores de mis recuerdos.

2

Todo lo que me queda de ti son los recuerdos. Aún dentro de mis ganas de volverte hacer un sexo al estilo de novios… Me quedo sumiso a tus sublimes necesidades y frente a esas realidades se me aguadaron todas las distancias que me llevan a tus recuerdos. ¿Qué otra cosa podría yo hacer frente a todas tus desventuras?

68

3

Traicioné a Fidel con ese libro “Fidel Por el Mundo” que me prestó Pablo mi hermano… Casi lo termino de leer, pero hace una semana, Laura mi hermana me pidió que le prestara un libro bonito: -“de esos que yo puedo leer.” – Me dijo. Vine a San Salvador y escogí no menos de 10 de mi pequeña biblioteca: El Príncipe y el Mendigo, Mark Twain; La Hija del Espanta Pájaros, Agnes Cecilia, María Gripe; Platero y Yo, Juan Ramón; El Libro de la Selva, R. Kipling; Las Mil y Una Noche, casi 2000 páginas. ¿Qué libro llevarle a mi hermana? Luego pensé: si a Narda y a Evelio les gustó, este es el libro: Historias para Tener Presente, luego le llevaré la segunda parte. Si ya no puedo dormir, me levanto descansado; la Poesías Completas de Antonio Machado me ayudan a esperar el día.

4

El día amanece lleno de sueño con muchos ruidos de automotores que van y vienen por ese pedacito de la calle Panamericana. Tú duermes en la penumbra de las horas. Me levanto antes que las estrellas se despidan de la noche moribunda, cuando tú, aún duermes con las muñecas al lado de tu “segunda infancia”.

5

Ahora me lastimé una costilla en el baño y es esa de donde tú viniste a mí. A pesar de tus soledades, de tu memoria truncada, quiero vivir en los últimos espacios libres de tu cerebro… ¡Y aún si mañana amanecieran cegadas en las truncadas auroras del celeste día, yo viviré a tu lado hasta que se apaguen las últimas auroras!

6

Siempre que trato de acercarme a tus recuerdos en los tiempos de nuestra procreación familiar, me detengo en aquellos momentos más difíciles de nuestra vida, viendo crecer a nuestras hijas y a nuestro hijo, en las desventajosas situaciones de la vida… Pero a pesar de todo, fue el momento que más te amaba y más cerca estuve de ti… Fue cuando sentí que había hecho mi juramento de ingreso al Partido Comunista de El Salvador, el 1º de julio de 1967. Nunca me he arrepentido de ese paso; hice lo correcto, aunque fueron muy duros los trancazos que recibimos de parte de la dictadura oligárquica y militar.

7

Un abrazo cariñoso y muchos besos que te doy cada vez que te grito desesperado. Sin lastimarte físicamente, pero mi grito te asusta y me miras al rostro. Siempre reacciono a tiempo: te sonrío y de mis ojos nacen fulgores de amor y sonrisas de alegría en mis labios. Es cuando te abrazo casi llorando de dolor y apago con mis besos doloridos, el temor que te he infundido… A pesar de tus soledades, aguantas las flagelaciones de mis dicterios, pero ignoras las profundidades de mi propio dolor, de mi impotencia. Talvez sea un poco de cansancio.

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8

Estamos en Ahuachapán, compartiendo tinieblas y humedades. Antes de escribirte estas notas, tenía en mis manos el libro “Alemania” de Enrique Heine, que me regaló Ana Rosa Ochoa hace varias décadas. Siempre que leo algo de este libro o algún otro, me arrastra hasta Fausto o Don Carlos, este último de Schiller y deliro por retornar a mi juventud, para volver a enamorarme de ti como lo hice hace 50 años, cuando te escribí aquel acróstico. El amor es muy corto y el olvido muy largo, como lo dijo Pablo Neruda. Pero yo siento que nada he olvidado de ti.

9

Busco entre las veredas de la tarde, pedazos de la memoria que viajan arrastrando lejanas nubecillas. Muchas veces entramos a viejos y descoloridos callejones donde las campanas repican sus últimos sonidos. Mi corazón cada día marcha más acelerado alrededor de quebradas cenagosas.

10

Los vehículos y sobre todo los buses viejos, nos dejan hundidos en montañas de humo negro y de ruidos rompedores de esta agonizante soledad. Pero cuando te veo sentada al lado de mi madre, recibo un segundo de alegría y te ordeno que te levantes para sentarte en otro lugar. Ella me dice que te deje ahí, pero ha sido precisamente ella, la que retiró la manta doblado para evitar que mojes el sofá donde ella se acuesta.

11

Ahora no pudimos salir a caminar. Todo el día estuvo lloviendo y no traje el paraguas la última vez que fuimos a San Salvador. Ni siquiera las notas de este diario he tenido deseos de pasar en limpio. Las escribo en papel y se van acumulando. Sin televisor, sin radio, sin computadora y sin las películas para niños que le traje a Idis. Me siento muy desmotivado. He pensado que no le reparen la dentadura mientras ella pueda utilizar la parcial actual. Lo más probable es que tendría problemas para que acepte la anestesia. Continuará con su aspirina.

12

Salí yo solo a buscar unas frutas y leche para ti. A pesar que fui a orinar a un negocio de Janeth mi sobrina, cuando retorné a casa me cambié ropa porque la mojé; más bien dicho, me oriné. Terminé de leer Julio Cesar de Plutarco, dejé a Alejandro de Vidas Paralelas y comencé a leer Las Novelas de Torquemada de Pérez Galdós. La tarde es eterna. Llena de soledad, de sombras, de lluvia y tormento moral al verte tan inactiva en esta casa de las oscuridades de mi madre.

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13

Tres días sin poder salir, sin medios de sonidos agradables. Tan siquiera pudiera ponerte una película para entretener tu soledad. Lo más desesperado es que la casa es muy oscura; el tiempo lluvioso. Sin sol. Todo nublado como un pequeño diluvio. A mi madre le gusta la oscuridad y se molesta que enciendan la bugía de 25 wats. que ni a los mosquitos atrae, Tenemos que pasar la mayor parte del tiempo en mi cuarto con una pequeña lámpara de mesa. Tres días sin poder secar la ropa que tú has humedecido. El día parece más largo y más lejano. Los libros de colorear, las revistas y unos naipes, es lo único que tenemos para tu entretenimiento. Nunca he estado más cerca de ti como ahora.

14

Saltamos por todas las soledades de esta era lluviosa. Desde hace muchos días el calor del sol nos abandonó. Toda tu ropa de dormir está húmeda y fría. Anoche te puse una camisa mía a falta de tu pijama. Me desvelo mucho más porque el frío me indica que te hará falta alguna otra manta y me acerco a tu cama más veces que otros días. Dios está más cerca de nosotros y fortalece nuestra soledad en los aposentos de nuestro amor.

15

Desde las 2 am te encontré despierta. A las 3 am te levanté, cambiamos tu ropa mojada y te mandé a ver revistas al escritorio. A las 6 am te quedas doblada, caliento el agua para tu baño diario. Desayunamos y antes de la 8 am te ví muy cansada. Tienes 50 minutos de estar dormida en mi cama. Yo gritando con mi madre por su sordera. Pero se fue a pelear con la señora que la ayuda, por un leño que le está utilizando para calentar los frijoles. Nadie, ningún vecino quiere a mi mamá por su tacañería, por su egoísmo. Nunca ví a gente o persona más mezquina que mi madre. Ella no va a morir en la miseria, pero está muriendo en la soledad, rodeada sólo por algunos hijos, que la juzgamos en algunas cosas. Seguiré leyendo Las Novelas de Torquemada; algo parecido encontraré en la vida, un poco cerca de la hoguera. Pero a tu lado antes de la muerte.

16

Por segunda vez y durante unos diez minutos iluminó el sol. Saqué a Idis de la casa para que lo viera, pero luego retornó al interior. Fui a buscar a mi madre, pero estaba muy dormida. Hay una persistencia por zonas la nebulosa, pero hay pedazos de cielo con el azul triste y moribundo. Es como una pelea entre el fin diluviano y la energía solar. El resto de la tarde pudo más la lluvia y tú estabas muy cansada por la inactividad. Parece que estamos retornando a Macondo.

17

La mañana se llena de alegría cuando un rayo de luz se asoma rompiendo los laterales del día nebuloso. Pero nuevamente se cubre de líquida soledad. Nunca el tiempo nos acercó tanto como ahora, aunque se produce una dosis de celos

71 de mi madre, porque encuentra un exceso de mi atención hacia ti y nada para ella. Mi madre está más cuerda que cada uno de sus hijos, solamente su actividad física está debilitada, pero su eterna mezquindad y egoísmo, la hace vulnerable a toda comprensión. A lo lejos una chiltota llora en su desventura diluviana. Yo me conformo con nuestra soledad en esta sórdida aventura de la vida.

18

Un día más en la encrucijada de esta responsabilidad que me ata a tu destino. Un día más de peleas, de dolor, de sufrimiento. Un día más de silencio y soledad. Yo siempre me peleo con tu impotencia. Te maltrato de palabra y algo en lo físico sobre todo cuando te baño, peleo cuando rechazas el aseo mejor en el rostro y te obligo a topar la cabeza en la pared para lavarte o enjabonarte el rostro. Tú luchas con el jabón dentro de los ojos y la desgracia es la falta de la ducha con agua caliente. Me duele hacer todo eso pero es necesario; sufres tú y yo también. Cada día se cierra más y más la puerta de tu entendimiento y me hundo en la soledad cuando no me entiendes. Peleo y me río contigo, al menos hago lo posible por ayudarte. Pero ahora salimos por la mañana y por la tarde a caminar. Al sumar el recorrido casi llegaríamos a los 8 kilómetros. A las 7 PM estabas muy cansada y te ayudé a irte a la cama, mientras ahora tiendo la ropa lavada que teníamos rezagada y dos mantas gruesas que mojaste durante el día. Hago grandes esfuerzos para alejarme en lo posible del alcohol y me alegro porque llevo más de 12 días sin tomarme un solo trago. La poesía se desvaneció de mis laberintos. Vivo en una amarga realidad a la que no puedo escapar. ¡Que le vamos hacer!

19

Resulta muy difícil permanecer en la oscuridad al lado de mi madre. Y no porque ella odie la oscuridad. Su problema es la mezquindad, que le salgan cinco centavos más de energía. Para mí y sobre todo para Idis, es una tortura desesperada estar al lado de mi madre. ¡Toda su vida vivió en la oscuridad! ¡Pobre mamá! Se va a morir muy pronto y nunca se dio cuenta de las desventajas de la mezquindad que ella padeció toda su vida.

20

He retornado a los jardines del pasado casi moribundos en las esferas de mi memoria. Me arrastro por veredas diluidas en tu sonrisa que flagela los costados de mi corazón. Me inclino en la borrasca de tu mirada distante, salto sobre los bosques para alcanzar la sabia de las horas y darte a beber las lágrimas calladas que ruedan de mis venas. Para combatir la soledad y tus laberintos de silencio, te llevo a caminar por el vacío conciente que cargo a mis espaldas. Al llegar al Alejandro Humboll, retornamos recogiendo los marchitados rosales que destrocé a lo largo del camino.

72

21

Los vuelos y los cantos del día se me apagan como lejanos recuerdos. Aquí en Ahuachapán hay muchos ruidos de buses y camiones, pero no hay pájaros, ni mariposas volando por el aire. Hay solamente los quejidos de mi madre, sus hambrunas de toda la vida y aunque siempre esté masticando. Cada día va muriendo el poeta que yo llevaba adentro. Poco a poco lo estoy intoxicando con mi pesimismo.

22

Como todos los días ya fuimos a caminar. Ahora sólo caminamos por la tarde unos cinco kilómetros de ocho o nueve o de un mínimo de seis que caminamos todos los días en las dos salidas. La mañana fue alegre, porque estuvimos pintando, ordenando los naipes y escuchando música en el mini radio o mirando la televisión. Mi madre te está habla que habla y tú nunca le contesta nada, pero ella habla con alguien y tú escuchas sus palabras. Mi madre no sabe que tú, no le contestas nada, porque está casi sorda. Pero ella es feliz al hablar con alguien.

23

De Vivaldi a los Bukis. Mientras hacías tu siesta fui a comprar una antena para el televisor. Al retornar me senté a escuchar a Vivaldi. Pero habías dormido más de una hora. Cuando te levanté, te pregunté si te gustaba la música barroca. --¡No, no me gusta! --¿Té gusta esta otra? –Te puse a los Bukis, un disco que tú misma compraste hace muchos años. --¡Si, esa me gusta más! Así cambié a Vivaldi con sus Estaciones a los Bukis que también me gustan mucho sus melodías.

24

Muchas veces he buscado una parva de alimentos para llenar el vacío del alma. Hay tanta insatisfacción en mis alforjas vacías de la música y de los instrumentos, pero al final del ocaso de nuestra vida que lo entiendo y tú, ni antes ni ahora puedes decirme el mejor alimento para mi ego, ni la dirección en donde buscarlo… Pero ahora sin que puedas decirme algo, adivino lo que tú quieres y eso hago. Viajo por todas las escaleras de las horas, para que el tiempo nos abrace juntos.

25

El mejor brebaje de mi vida fuiste tú, nuestras hijas e hijo; nuestras nietas y nieto. Ahora cerca del ocaso, hasta nuestros nietos se van alejando por esos caminos de la vida, arrastrando sus propias conquistas, sus propios entusiasmos… Nos hemos quedado solos con los recuerdos rotos y en proceso de quemarse en las ventiscas de la tarde. Tú ya no sabes que aún me tienes; yo te tengo y eso es suficiente brebaje para mí.

73

Partiré cargado de recuerdos cargado de distancias y cielos despejados, me llevaré las horas viajeras de tu mente, me llevaré tus besos, tu amor, tus soledades.

Nada podrá borrar este calvario, estas espinas que viajan con nosotros nada podrá borrar la zarzamora, alojada en nuestro caminar.

26

Ya estás en la cama dormida y sin ningún obstáculo que perturbe tu sueño. Nuestra vida me da la impresión que ha sido y seguirá siendo como el Bolero de Rabel que escucho al lado de tu sueño… Comenzó suave y distante, fue tomando fuerza y acercándose. A pesar de su existencia, ahora se va alejando por esas veredas que un día no volveremos a alcanzar.

27

“Lejos como mi querer y otros cuentos”. Hace muchos años leí un librito de cuentos que lleva ese nombre y se encuentra allá en casa de Iris. Su autora Marina Colasanti, etiope. Lejanos son los recuerdos, los primeros besos de nuestro arbolito que creamos juntos. Mi querer vendrías a ser tú. Los recuerdos y tú, están aquí frente al escritorio donde se pegan las horas a mi soledad… Aunque ya estás dormida y te tengo ahí al lado de la pared, me siento solo con la esperanza que nunca se apaguen mis recuerdos y nuestro amor.

28

El Alzheimer ha penetrado a lo más profundo de tu cerebro y abarca más allá de todas nuestras auroras boreales. Pero a pesar de todas esas borrascas de tu vida, hay siempre dos palabras para mí que no se han apagado de tus labios: “te quiero” y el acompañante beso a mis labios cada mañana, cada noche y cuantas veces me acerque a ti para darte un abrazo.

29

Muchas veces, tantas veces he intentado alejarme de los fantasmas de mi soledad montado en una y otra lata de cerveza. En más de una ocasión he llegado más allá de los abismos del miedo. Lo que más me duele es haberme descuidado de ti, durante esos lapsos. He descuidado mi propia vida y finalmente, asesiné al poeta que siempre me acompañaba.

74

30

Celebramos el Cumpleaños de mi madre. Desde ayer comenzó a inmigrar la familia. Adilio y su descendencia. Hasta Adela de igual manera. Por la noche divisé a mamá haciendo un “recuento” de las cosas de comida que le compramos con Adela.

31

Ahora es el día de las brujas. Ahora es exactamente el cumpleaños de mi madre. Desde antes de las cinco de la mañana, se despertó Idis. Yo tenía mucho sueño y la obligué que se acostara, pero unos pocos minutos después andaba como la Siguanaba, rondando todavía en la oscuridad. Cuando lactaba a nuestras hijas, e hijo, ella se desvelaba. Me pasa lo mismo; ahora me desvelo yo, lactando las horas.

NOVIEMBRE

1

Ayer celebramos sin la familia completa el cumpleaños de mamá. Adilio compró algunas cervezas y yo compré otras. Me sobraron cuatro y les di jaque mate. Algunas horas de soledad se pierden entre el ruido del alcohol. Me hacen alejarme del amargor de la vida, pero el amargo alucinante de las cervezas, me hace pequeño y pobre de lo que siempre he sido. Por eso me acerco más a ti porque eres mi refugio para olvidar los puertos que nunca pude alcanzar.

2

En más de una ocasión mi madre, a exaltado la personalidad sin ningún vicio de Beto. No tanto de otro hermano o hermana. Discutí con ella acerca de su sufrimiento por el extremo de cuidar tanto sus “cacharros”, sus sábanas, sus calaches viejos. ¿Qué daño le podrían causar a usted si le robaran una caja de fósforos, un cacharro que guarda desde hace años bajo siete llaves y que se lo trajeron a regalar y nunca los ha usado? ¿No le parece que hay algo en usted cómo avaricia por no usar las cosas que le trajeron a regalar? –Pero es la única manera de llegar a tener algo- me responde. --¡No sufra por lo que se le puede perder; sea feliz sus últimos días, cuando se muera nada se llevará. --¡Hay les queda a ustedes, se los reparten. --Cuando usted se muera mamá, yo no me llevaría ni siquiera una cuchara de esas oxidadas; soy el que vivo más pobre en la familia, pero vivo muy feliz. Nunca me preocupo por lo que tengo o por lo que no tengo. --¡Pero tenés tu vicio hijo. Me quebró. Ya no dije nada pero recordé que desde que cuidé a mi padre, ella me catalogó como a un Gran Borracho. Reflexioné acerca de su verdad en aquellos años de mi padre. Ahora no es lo mismo. Aunque me tome algunas

75 cervezas allá de vez en vez; ayer lo hice. Mi situación no es tan agradable, pero buscaré la flor o la zarza; que mi madre siga pensando lo que quiera de mí. Para ella, Beto, Marina y su yerno Arnoldo son todo su ideal como me lo expresó; ya no se diga su descendencia. Le hice una pregunta acerca de lo que ella afirmaba, de su yerno Arnoldo; se levantó furibunda y se fue a la otra casa.

3

Me sentí bien todo el día porque estoy cerca de ti y de mi madre. He notado un apego de mamá hacia ti y hasta trata dentro de sus limitadas capacidades de ayudarte. Te invita a jugar cartas; intenta enseñarte un juego llamado “burro”. Te va explicando y siente una decepción cuando se da cuenta que eres incapaz de distinguir los oros o las copas.

4

1º Siempre me arrastro detrás de tu memoria destrozada. Voy recogiendo todas las arenillas calcinadas al lado de tu dolor. Pero también voy alisando uno a uno los pétalos de los lirios que alegraron tu corazón y siempre me los regalabas envueltos en tu sonrisa y endulzados con tus besos. Tu sonrisa aún persiste, pero muy lenta y tus besos aún alimentan toda mi soledad, pero son como pequeños vientos del atardecer.

2º La segunda vez que salimos a caminar eran las 5 PM. Cuando te pregunté si querías entrar a la parroquia La Asunción, daba comienzo la misa y nos quedamos. Me sentí confortado cuando te persignaste y cruzabas los brazos por el pecho y los extendías hacia delante. Sólo veía tus manos como alas de mariposas… Pero yo, no me persigno y durante una vez me arrodillé un tanto ridículo a tu lado. El sermón del párroco lo sentí que estaba dirigido a mí. El Padre habló de la fé verdadera a Dios, a Cristo, a la Iglesia y de aquellos que aún, no damos un paso hacia la fe. Al final hablé con una “hermana” acerca de mi creencia y de ti. Salí muy feliz porque fuiste tú, que quiriste escuchar toda la misa. Estuve más cerca de ti, que de la fe.

5

Estoy buscando interiormente desde hace varios días, las alas de una fuerza que me ayude a impulsar un carácter más lleno de bondades, acompañado de acciones que lleven sonrisas azucaradas, que lleven diáfanas mañanas de alimento espiritual. Para cambiar el panorama decidí que nos trasladáramos a San Salvador. Almorzamos en casa de Iris, calenté agua para lavar tus malos olores y por la noche me vine al apartamento. Para limpiar un poco el apartamento escuchando Radio Clásica. Cené solo; lavé algunas impurezas de mis recuerdos y me acosté sobre sábanas que tantas veces sintieron las caricias del agua, del sol y de tus manos.

6

Tuve dos sueños esta noche: primero que te empujaba la cabeza de manera imperiosa para quitarte el jabón de tus hombros con la misma agua que resulta

76 escasa allá en Ahuachapán. Dormí bien; sólo sentí dolor y deseos de llorar. Segundo: me encuentro con una niña de unos siete años lavando trastes en una casa pobre, mientras otros niños juegan en la estancia. Sentí que le dije una broma a la niña y la lastimé. Ella sonrió con humildad mirándome. Pero ví que le rodaban lágrimas. Me le acerqué y le pregunté si lloraba por la broma suave que yo le dije y me respondió que sí. Me acerqué más y le pedí perdón. Adiviné que se trataba de una Cossete como la de Víctor Hugo en Los Miserables. No tenía yo nada especial que regalarle, más que mis palabras cariñosas. Ya no pude dormir. Llevo a esa niña en el pensamiento como un juguete perdido dentro de mi alma.

7

La madrugada llegó descansada, sin sueño de los ruidos de buses y camiones que me despiertan en los últimos copos de la madrugada. No hay soledad, no hay tristeza. Solamente siento un poquito de frío en la madrugada sin la pijama a mi edad. Me dan deseos de escuchar Invierno de Las Estaciones de Vivaldi o aquella otra música relacionada que compuso.

8

Como siempre me desperté al lado de todos tus recuerdos, entre mis sienes hasta el lecho de oscuridades de tu cama. Ví las pupilas de la alborada y con el frío entre los huesos, me arrastré hasta la sombra de tus necesidades. Ya no dormías, pero yo arrastraba las cortinas del sueño. Te arrastré con los pies fuera de la cama como señal que te querías levantar. Me alegré de verte, no te acaricié; simplemente adoré las soledades de tus húmedos recuerdos. Tchaikovsky vino a reforzar mi amor y mi gusto por ti.

9

Tan cansado de los días y de las noches; cansado de la horas de silencio y soledad. Pero a pesar de todas esas adversidades, los trigales del tiempo amanecen cada día empapados de tu memoria. Antes de encender las velas del día, diviso una y otra vez, las sombras de tu cuerpo, las olas que asolan tu soledad. En más de una vez, te encuentro casi fuera de la cama, empapada y esperando que llegue yo, a elevar tu disposición para recorrer el día a mi lado.

10

Ambos sentimos las cadenas del encierro, del aburrimiento, de las horas cargadas de tedio y un ligero cansancio de soledad en las pretinas que sostienen los faldones de mi cerebro. ¡Quisiera amarte mucho más! Pero también quisiera escapar de esta aventura de mi amor. ¿Por qué no? No es tan fácil ser el esposo amado, a convertirse en el cuidador sin posibilidad de escapatoria, de escapar sin flagelar los cristales de mi propia conciencia. A pesar de todo eso, no me arrepiento de haberte conocido, de haberme casado contigo, de haberte amado. Fue por ese medio que llegué a amar a mis hijas, a mi hijo; a mis nietas y nieto. Todo está compensado en el amor.

77

11 a) Llevo dentro de mí todo un conjunto de alas viajando conmigo hacia otros horizontes. Llego donde estás durmiendo, viejita mía. Katy y Dany me saludan cuando entro. Llevo en el bolsillo todas las tristezas de mi vida y una hoguera cerca de mi pecho. Aguijones escondidos en los laterales de mi alma. Solamente dos diminutas mariposas cruzaron por los castillos de la mañana, pero me elevaron los cerezos que llevo en el alma para ti. b) Te provoqué para que fuéramos volando entre las sombras nocturnales de mi última víctima. Te arrastré sin que tú te dieras cuenta que estabas actuando al lado de mis últimas desventuras.

12

Amanecimos entre los ruidos de la casa de mi madre en la antigua puerta de la ciudad de Ahuachapán. No del Ahuachapán que duerme rodeado de cerros, bosques y cantos de pájaros volando por los viejos bohíos de Alfredo Espino, aromados de cafetos en flor o floreciendo en cada madrugada salpicadas con las aguas del Apunía. Antes, cuando El Salvador fue más grande, aquí era el kilómetro 99. Pero ahora en una casa enfrente que fue de don Jorge Bahia, han instalado una oficina de los servicios de agua. Tú y el chorrito sólo viven en mis recuerdos. Si no fuera por tanta basura de la ropa usada que nos importan desde EE.UU., Don Jorge, le estaría dando trabajo a muchos cientos de personas en Ahuachapán.

13

He renunciado a contemplar los fulgores del amanecer, a buscar las catacumbas del pasado, a hilvanar recuerdos negativos retenidos entre los tábanos atormentadores por el humo de los años. Pero aquí estoy a tu lado. Nadie nos llamó ahora, pero yo continúo a tu lado. Por la tarde fuimos al Parque Central; caminamos mucho, pero al observar la humedad de tu ropa, dispuse adelantar el retorno a la casa de mi madre. No del todo la pasamos solos: Mamá, Pablo, Esperanza y más tarde Amanda y Margarita.

14

Fuimos con las caídas de la tarde a rodar sobre los escombros de nuestra soledad. Yo iba triste; tú callada sin pronunciar ni una sola palabra, a pesar de las tempestades amorosas que olean alrededor de mi corazón. Pero caminabas a mi lado, tomada de mi brazo alentando los rosales marchitos de mi edén interior. Nos quedamos sentados en un banco del Parque Central; vimos pasar las horas que se llevaron entre galopes las últimas amarguras alojadas esta tarde en mi corazón. Cuando regresamos, me asomé a contemplar tus necesidades; estabas húmeda y cambiamos tu ropa sucia y yo cambié mis angustias por el resto de la tarde, hasta que llegó la hora de llevarte a la cama y te di mi beso lloroso, pero con una sonrisa que me brotaba desde las fracturas del corazón. Después encontré la alternativa en los valses de Chopin, los cassettes que me regaló mi sobrino Elmer hace más de 20 años.

78

15

Un día espléndido en Ahuachapán pero lleno de ruidos aturdiendo las pupilas del albor. Nos besa el sol y nos inunda de antojos ventiscos, de deseos por revivir los años idos. Dos sueños octubriles de aquel Ahuachapán saturado de pájaros, de cafetales, de trenes. Ahora todo es diferente: hasta mis sueños, viajando con las rocas trenzadas de los años. Mi madre muy amorosa, pero tirada en el suelo, ahí debajo de una estructura de madera hurgando entre los calaches viejos, contando sus ollas antiguas. Comprobando que no le falte ni una. Tú siempre silenciosa y triste, pero me buscas para que te lleve de paseo, no importa si sólo te arrastro por las aceras doloridas de mi eterna Ahuachapán. Te llevo cada mañana, cada tarde; me conmueve tu silencio, casi tu soledad. Caminas a mi lado, callada y sumisa. Yo te comprendo y lloro en lo más profundo de mi corazón, porque ansiaría entregarte todos mis lirios vivientes para que siquiera se forjara al lado de tu soledad, una sola sonrisa de alegría. Sufro. No hay duda cuando me doy cuenta a cada segundo que tú no sabes como expresarme tus necesidades, tu dolor y todo el sufrimiento.

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Sentí las cosquillas de los años cuando llegamos caminando por segunda vez durante el día, allá por aquella casa “aquella vez que estaba abierta” (no lo olvides nunca) Ahora estaba cerrada, pero se esparcieron otros recuerdos de neblinas viajeras de mi adolescencia. Me tomaste de la mano y en ese instante recordé aquel ensueño, que corría por las calles empedradas de mi Vieja Ahuachapán y la sonrisa juguetona de aquella muchacha. Te arrastré hasta la casa de mi madre, traicionando mis viejos recuerdos.

Me gritan tus miradas con alas de tristeza me gritan las angustias al verte doblegada me gritan las cadencias de mis campanas rotas y ruedan los cristales de mi alma casi triste.

Quisiera refugiarme al lado de las horas al lado de tus alas, tu amor y tu silencio quisiera deshacerme en tus vacíos crueles que arrastras en silencio, sumisa y cariñosa.

17

A eso de las 3 am o antes escuché con mi oído deforme un golpe; talvez un portazo. Fue un ruido que inicialmente se lo atribuí a la gata. Yo dormía al lado de mi oído enfermo y no distinguí nada más, pero me volví al otro lado y dormí una hora más. Cuando me desperté fui a verte, eran las 4.20 am. No estabas en la cama. Fui al baño, al comedor, a la sala o antigua tienda de Amanda y no estabas. Corro en calzoncillo a ponerme el pantalón y zapatos sin calcetines,

79 para emprender tu búsqueda fuera de casa. Te encontré afuera, en el espacio enrejado donde mi padre colocaba su hamaca. Te abracé casi llorando, te llevé al baño para cambiar tu ropa húmeda. Cambié la ropa de tu cama y te ordené que te acostaras porque eran las cuatro de la mañana. Ahora son las 7 am y tú continúas dormida; yo con los aleros del sueño que me estiraron las horas y los ánimos para continuar afilando mi paciencia. Desde ahora en adelante tendrás que dormir bajo “siete llaves” y serás mi prisionera.

18

Me lastimó otra vez la disposición y decisión de Iris y en parte la necesidad de trasladar su apoyo a mi querido nieto Dany. Al analizar el papel que yo jugué en el carácter de mi nieto y en parte en mi hija Iris, siento que soy el principal responsable y culpable del carácter de mi nieto. A estas alturas de mi vida, sólo me alimenta una idea trágica: la encontré en unas obras literarias: un contemporáneo colombiano de Rubén Darío y en “La Lucha Contra el Demonio” de Stefan Zweig, que leí hace unos 50 años o más. Me encuentro solo en el apartamento y estoy un poco triste. A pesar de ello escucho de un cassette “Elmer” la Heroica de Beethoven.

19

Me quedo al lado de la tarde para encontrarme erguido en el momento que la noche nos sepulte. No me apartaré de ti, sino hasta haber enterrado las últimas cenefas de tus recuerdos.

20

Estuve al lado de tus recuerdos que se esfumaron mientras atravesábamos las últimas radas de la tarde. Estuvimos contemplando la agonía del ocaso y divisamos juntos los pétalos sagrados del amor que nos une. Al morir el día ví rodar algunos pétalos vivos y graciosos en tu sonrisa cuando me mirabas acariciar los cabellos de tu frente.

21

Ahora moriré sin que lo sepas Que te amaba desde antes de mi muerte Desde antes que los sirios se encendieran En el pregón crepuscular de la alborada.

Al morir me llevo todos tus recuerdos Hasta las algas tempranas de la vida Me llevo en las alforjas todas tus caricias Tus ensueños, tus besos y tus alas.

Déjame depositar mi última caricia En la diadema nocturnal de tu inocencia Déjame morir al lado de tus brazos Al lado de tu voz, reviviendo mi alegría.

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22

Las luces se apagaron en tu rostro, tu sonrisa se perdió a mi espalda cuando te dejé junto a mi madre; yo a buscar otros silencios que apacigüen mis cansadas horas. Tus manos cayeron silenciosas sobre tus muslos al momento que me alejaba, me mirabas y retorné a decirte que ya iba a regresar por ti; cuando te besé volviste a reír. Yo sé que querías ir conmigo pero el sol estaba ardiendo sobre los costados de la tarde. Por la noche te leí poemas míos y de Vallejo. Pero también estuvimos mirando la televisión.

23

Nunca he podido olvidar los días y las horas la luz y la tiniebla que descubrí en tu aliento.

Las horas se esfumaron cercanas al amor y desde entonces vengo con los idilios rotos.

Me quedo con el llanto con la noche oscura me quedo con la penumbra sin la celeste aurora.

24

Debajo de la tarde viajé sobre tu nombre viajé sobre las alas que llevo en la nostalgia pero al sentirme solo muy cerca del ocaso quiero retornar al alba, al alba que tú eres.

Yo no estaba llorando ese día que te dejé en casa de Iris, simplemente no deseaba irme porque quería estar a tu lado. Al lado de mi vida, al lado de la aurora.

25

Talvez nunca te amé tanto como te amo ahora que estas atrapada en el Alzheimer y me arrastra a tu lado. Como en todos los caminos siempre aparecen algunos atajos. Tú y yo los encontramos; tú por suerte los has olvidado; yo los arrastro como se arrastran las cintas de los zapatos cuando se sueltan. Pero una vez se atan bien, no vuelven a soltarse. Nos alejábamos, volvíamos a acercarnos una y otra vez. Ahora sólo habrá un atajo para cada uno de nosotros: la muerte.

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26

Janeth nuestra hija se encuentra otra vez con nosotros, por una cuarta vez desde el año de 1984 que emigraron por problemas de la Guerra Civil y por los estudios. Nos duele mucho que ella viva lejos de la familia y a mi en especial, porque fue debido a mis inclinaciones políticas e ideológicas que los arrastré por una vida llena de miseria, de penalidades, de vicisitudes. Ahora sólo me queda tragarme las lágrimas, con las bilis que han ido brotando al final de nuestra vida.

27

Con varias cervezas metidas en el cerebro, sin desayuno, sin almuerzo, me quedo solo en el apartamento, disfrutando la música que Janeth me trajo. Más de 25 discos. El Va, pensiero de Verdi lo he escuchado muchas veces. Idis está con mis hijas y en estos momentos me siento liberado de responsabilidad. A las 4 PM voy a comer una carne de pollo sustanciosa. Retorno a darle manivela a mi fonógrafo tratando de no elevar el volumen para no afectar la tranquilidad de los vecinos. Duermo hasta las 9 pm y me levanto a comer algo. No más cervezas y me quedo con Mozart y vuelvo al Va, pensiero, ya que siempre que lo escucho, me traslada al coraje del pueblo cubano resistiendo en su propio pellejo los azotes del bloqueo imperialista, el Nabucodonosor de América.

28

Vivaldi me trajo sus horas de invierno, me llevó por otros mundos en el tiempo lejano. Desde la madrugada me levanté para disfrutar la música con mis audífonos. Pero me dí cuenta que estabas mojada y despierta a las 4 AM. Estabas así al lado de mi sueño, de mi amor y de mis manos. En otra ocasión volveré a Vivaldi, me quedo contigo todo el día.

29

Llego solo a Ahuachapán y envuelto entre las alas del día que está muy ventisco desde ayer. Me haces mucha falta, porque siempre te garantizo aquí nuestra caminata. Janeth te cuida muy bien, pero algo tengo que ponerlo yo. No logro convencerme que yo deba estar lejos de ti. No se, pero algo se me escapa; pueda ser mi propia debilidad, impotencia de vivir solo. A lo mejor yo mismo necesito mucha ayuda, pero ¡dónde pedirla? Estoy con mi madre y desde que venía en el bus, “La Quinta Columna” y otras historias de Hemingway me van acompañando por estas tierras muy lejanas de la España y de su Guerra Civil.

Penumbra de las Horas

Me asomo a los senderos de la noche a despertar las horas engrilladas me laten los silencios, me gritan tus recuerdos me abrazan las plegarias cercanas del ocaso.

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Me asomo a tu silencio en medio de las horas protejo los costados heridos de tu sueño me abrazo a la esperanza erguida de los años y vuelvo a la montaña, para esconder mi herida.

Me quedo entre las horas bañadas de la aurora diviso tus recuerdos, los vientos y la espiga acurrucado y solo me abrazo a la nostalgia me abrazo a los cristales lejanos de la luna.

30

He podido comprobar la escasa comprensión de mi familia, unas más que otras. No alcanzan a entender mis dificultades por la decisión de trasladarme a la casa de mi madre en Ahuachapán. A pesar que hubo cierta oferta, en el fondo me utilizaron. A nadie excluyo, pero a nadie puedo culpar. Los sentimientos y los intereses de cada una o uno de nosotros son muy diferentes. A pesar que todas y todos saben cual es mi situación y no la detectan por falta de cerebro o de interés personal. La incomprensión humana sólo la siente la persona que está siendo triturada por las poleas de su propia vida.

Desde las cuatro paredes del amanecer vengo a consultar los oráculos ocultos retenidos en las grietas de tu silencio ahí están gravados todos tus recuerdos todas tus palabras gravadas en la aurora gravadas en las rosas de tu corazón de tu corazón que siempre fue mío.

DICIEMBRE

1

El frío aquí en Ahuachapán está a punto de congelar todos mis recuerdos. Estoy cerca de mi madre pero distante de ti, sólo han pasado tres días y me haces mucha falta. Me hace falta verte perdida en tu mirada de sombra, de silencio y de soledad. Aunque me entristece verte cuando te pierdes del mundo en que nos conocimos, pero prefiero permanecer cerca de ti, para divisar tu soledad y tu sonrisa.

2

Me duermo con los recuerdos en las carcomas de la noche; se apagan todos los silencios y se van esfumando en los oleajes del tiempo. Cuando brota la lucecilla estelar en la punta de la tiniebla, aparece uno a uno todos los detalles alegres o tristes; blancos o negros de nuestra vida. Pero lo mejor de todo el escenario es que tú, siempre eres el centro luminoso dulcificado con el amor fortalecido.

83

Ya no me quedan perdidos los recuerdos, todos se fueron concentrando en las ojeras de la memoria, en las cuencas oscuras de tu voz, en la nostalgia erguida de mi soledad, en la metáfora que nunca floreció.

3

Arrastro las alas doradas de la tarde, me sigues tomada del brazo como imanada por el calor de nuestro afecto. Te llevo muy lejos a recorrer distancias borrosas de tu memoria. Por mucho que intento desplegar los pétalos de tus recuerdos, éstos permanecen marchitos. Pero tus ojos y tu sonrisa me gritan en la distancia de tus palabras: si tú estás a mi lado y siento una sola de tus caricias, florecen una y otra vez, todas las flores de mi corazón.

4

Me toca cruzar las aradas cultivar los trigales de recuerdos y florezca tu nombre en las vibraciones del olvido.

Cultivo una esperma, una palabra un girasol que guíe tu mirada que arrastre tu silencio hacia las horas bañadas con las sedas cansadas de la aurora.

5

Este día amanecimos en el apartamento. Tú, dormida sin haberte mojado porque te levanté a las 4 am, te fuiste otra vez a la cama; yo me quedo en la penumbra con Haydn no sé como traducirlo “The Season”. Abro de par en par los bemoles de mi voz, de la luz y la tiniebla, del amor y la esperanza. Tú no cierras nunca las ventanas del amor; si por alguna razón especial, ciérralas, pero nunca dejes de lamentarte, mientras una sola persona, aún afectada por el Alzheimer te reconoce y te ama. Talvez no pueda ya pensar en ti, pero te ama y cuando tú extiendes tus alas a proteger sus más íntimas necesidades, sus mínimas emociones, el Alzheimer desaparece de su mundo y se convierte solamente en amor y alegría.

Desde tu corazón me alcanza tu silencio, me alcanza tu mirada de cálida ternura me alcanza la alborada y tu sonrisa, me alcanza tu soledad cuando me miras.

Desde mi voz forjada en la penumbra, me lanzo a la batalla de las horas a compartir tu soledad y los ocasos y abrazarme a la nostalgia de tus brazos.

84

6

Mi felicidad siempre estuvo pegada a tu pellejo; a tus auroras y ocasos. Pero desde hace algunos años que leí el “Libro del Fiel” de David Escobar Galindo, mi felicidad estuvo contigo y más cerca de tu vida material y espiritual. I “Feliz amor que a tu lado está presente aunque a la vez en nada se resuma. Sombrío altar de la encendida bruma. Radiante voz de la emoción silente.”

II

Todo el amanecer se llena de ti cuando despierto pegado a tus recuerdos. Se abrazan las alas en el bosque, se abrazan con el viento todas las nostalgias, se abrazan las cadenas que llevo entre los años y amarro tu sonrisa erguida entre mis brazos.

Salimos caminando por la puerta del día cruzamos la frontera de tu pudor sagrado te limpio las ojeras ajadas de la noche te lavo las distancias viajeras de la luna.

Para empezar el día me olvido de las horas, me asomo a la cadencia cercana de tus besos el trigo y la simiente latentes en la mesa, esperan tu llegada, tu luz y tu sonrisa.

7

Disfrutamos el día con nuestra hija Janeth. La pasamos bien, ella atendió tus necesidades; yo por ti sin hacer nada pero feliz. Dany colocando adornos navideños. Almorzamos juntos y por la tarde leímos un poco en intenet unos datos que a mí, me interesaban. Salimos, fuimos a dejar a Janeth, fuimos a saludar a Adela y después matando las horas en un centro comercial y luego a caminar, mientras Katy salía de sus ejercicios de gimnasia. No hubiera querido venirme solo al apartamento.

La noche duerme sola a mi costado me abraza entre las horas de recuerdos me cierra los cristales oscuros de tus ojos y duermo en la distancia de liras en el viento.

85

La noche me retiene entre la cuerda herida tañendo los silencios de todas las edades me cierra las ventanas, los faros del sendero me cierra las auroras, la luz y la distancia.

Es la noche sin ti de alas viajeras navegando entre lunas y quimeras y me acerco a las espumas y los sueños en la rada boreal de tu alegría.

8

Durante mi juventud tuve inseguridad y debilidades para menejar mis decisiones en general. Cuando nos casamos pensé que cambiaría, pero continué actuando y manejando mal el timón de mi vida y les arrastré a miserables condiciones, casi a las catacumbas de la miseria. Pero con el tiempo tu experiencia de madre, las decisiones fueron mejorando por ti hasta el final de tus capacidades. Yo me sentí seguro, pero distante de ti. No diré las causas externas, pero las hubo de afuera y mías por su puesto. Continué amándote. Ahora que todas las decisiones son mías, las cosas vuelven por los puentes de hamacas, por la cuerda floja. No sirvo para manejar esta carreta vieja. Por eso me gusta estar más cerca de ti.

Dormí solo detrás de tus recuerdos detrás de los castillos silenciosos el frío de las horas hicieron más extenso la copa de los años, los ríos de silencio.

Me cobijé de sueños de larga cabellera viajé por los andamios heridos del romance con Fausto me llevaron detrás del campanario a revivir las horas, los días y los años.

Después de la alborada viajé por amargura cargando a las espaldas el peso de los años atormentado y triste bogué por la esperanza buscando los floreros atrás de tus recuerdos.

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9

Desde hace unos días vengo escribiendo en la penumbra de las horas unos versos para ti, para que sirvan para regar los claveles de nuestro amor. Con ello trato de evitar que se marchiten el resto de de nuestros recuerdos. Algunos vienen desde muy atrás, pero no podría apartarme de ti. Ahora que te cuida Janeth e Iris, he ido a la fuente a recoger las aguas para ir regando tus claveles que llevo adentro.

Este año me llevó detrás de la pobreza con sueños triturados en medio de la selva me arrastra a las ventanas del cadalso me cierra los caminos del trigo y la cebolla.

Me deja entre políticos ajados sin espadas entre jaurías negras de fieras endiosadas me deja entre las rejas doradas de asesinos, serpientes venenosas de todos los rincones.

Con esto celebramos nuestro 50 aniversario de idas y retornos por todos los caminos tú, en las rejas negras del Alzheimer yo a tu lado regando los olvidos.

10

Siento un río de alegría cada vez que hablo contigo. Busco en la distancia del tiempo, el piar de pájaros, aletas de ángeles, perdigones de flores y manzanas para derramarlos alrededor de tu mirada. Me despojo de mis años, tiro al sexto de la basura todas las metáforas que llevo en el bolsillo de mi alma y solamente así, el niño que llevo adentro habla y juega con la niña que me ama y no me olvida. Ambos, tú y yo, somos niños: jugando a dibujar estrellas; jugando a escondedero de nuestra propia realidad. Ahora, cuando estas perdida en la aurora del sueño, vuelvo a la realidad cruzando todos los vientos de la vida y me quedo sentado en la última cenefa del otoño, frente a tu recuerdo. A 50 años mi recuerdo sigue intacto y mi amor más tierno y florecido.

Se me ablandaron todas las estrellas que llevaba pegadas en el alma estuvieron durmiendo silentes y drogadas entre los pergaminos marchitos de los años.

87

Me desperté bogando entre las sombras arrastrando los despojos del silencio me acurruqué al lado de todos los recuerdos te divisé pasar alegre en la penumbra.

11

Mancillé la aurora de tus sueños penetré más allá de tus ánforas sagradas indagué en los ríos caudalosos que viajaban hacia todos los silencios.

Fui como un esclavo de las tempestades corriendo por todos los senderos del día alcancé las borrascas del ocaso y divicé palidecer tus lirios apagados.

12

El calor de tus recuerdos me hace rectificar cada noche, sobre las acciones benéficas que abonaron las margaritas doblegadas de tu vida. Pero también me hace rectificar sobre mis acciones nocivas que te empujaron más allá de los silencios, de tus soledades. Lloro solo en la madrugada: en la distancia oscura. Me acerco a una ventana para que ilumine el sendero de la mañana, limpio los encajes y regreso hacia el rayo luminoso.

“No digáis que agotado su tesoro De asuntos falta enmudeció la lira: Podría no haber poetas; pero siempre habrá poesía.” – Bécquer

13

Me levanté aquí en el apartamento con Strauss, pero sin ti. Desde hace días estoy más cerca de la música que me trajo Janeth esta última vez que se encuentra con nosotros. He descansado mucho en estos días y hasta me he alejado en una buena parte del alcohol que venía consumiendo. Pero la necesidad de estar cerca de ti ahora es doble, porque también quiero estar cerca de nuestra hija. Prácticamente no he podido leer. Pero sueño con los jirones de la tarde porque cada día estamos más cercanos al ocaso. Viajé por todas las constelaciones de tu cuerpo; escudriñé todas las sombras y destellos que recorrían mares y montañas. Llegué a posarme alrededor de las estatuas cinceladas en los costados sensitivos de tu figura hecha al dolor que traspasa las distancias y la alegría que nunca alcanza a llegar al amanecer de tu vida. A pesar de todos los cascajos que fui arrojando sobre tus heridas, ahora busco desesperado en las sombras de tu corazón, cómo suavizar las rocas que aún lastiman tu existencia. También lesionan toda mi alegría.

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Canto a la lujuria de las horas a la espuma desprendida de mis sueños canto para no morir de tedio de encierro sosegado en mi único ataúd.

Canto a la merienda de la tarde después de un largo día fugaz y retorcido canto porque mi voz te llame a compartir ensueños de vírgenes quiméricas.

Canto para que tu memoria vuelva a la inicial cadencia del crepúsculo canto apabullado y triste al lado del ocaso para encender la aurora en tu sonrisa.

14

No me cabe tu nombre en la rendija de los recuerdos. No me caben tus palabras en las carcomas memoriales del cerebro. Tu nombre y tus palabras sonarán más allá de mis capacidades de retenerlas más pegadas a la vida.

15

A pesar de las edades que te lastiman en las esferas tangible de la mente, ahora más que nunca, quisiera retenerte al lado de aquellos años durante la niñez de nuestras hijas e hijo. La vida social nos mantenía en una eterna criris, pero el amor, nos acercaba.

16

Amanezco en la esfera de las alas y tu recuerdo aquí en Ahuachapán. No me alcanza la distancia ni las horas para retornar a vuestro lado. No me gusta la vida sin ti, siento como que se me escapan las ojeras de la esperanza, no me alcanzan las horas, para saltar las gradas más allá de mi propia libertad. Eso quiere decir que yo jamás seré libre si no estoy a tu lado. Me siento algo así, como cuando escribí aquel poemita en California: “Golondrina ven a mí,” fue en 1979 a fines de aquel año… Y más que aquel año, te amo ahora.

17

Me dirijo a los momentos sublimes de nuestra primavera. Nada obstaculizará aquella alborada. Yo era un loco, casi un vagabundo. Pero tú naciste para el amor y el sufrimiento. Mis lazos te ataron al martirio, flagelaron todas tus emociones, cuando la vida te arrastró al lado de mi nombre. Por eso ahora acepto una crisma de sacrificio para derretirlo en los costados de todas tus desventuras… Ese escaso sacrificio mío, eleva el arco iris de nuestro amor.

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18

Poco a poco nos acercamos a los tenebrosos abismos del Hades. Tu estado de salud es más evidente, pero mi estado espiritual va más debajo de las simas del nadir. Ahora no pudimos salir a caminar, ni siquiera ver la TV o escuchar música, porque tienes una descomposición digestiva. Llamé a Yuri para avisarle de la necesidad que te vea un médico, pero antes debo tomarte una muestra de heces. Esperamos. Hay un grado punto cuatro de fiebre. Prácticamente no cenaste, apenas media taza de atol de maíz.

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Ahora lloré abrazándote y mirándote desmayada entre mis brazos. Íbamos para el hospital, pero queriendo ahorrarme lo del taxi, caminamos a esperar el bus. Convulsionaste y por suerte no me descuidé y te tomé a tiempo. Era un vómito y en la desesperación te arrastré hasta unas gradas, pero la cabeza se te iba hacia atrás, hacia delante; yo deteniéndote para que no cayeras. Ví cómo que te estabas muriendo y cuando al fin comenzaste a expulsar restos de la sopa de pescado y verduras, te ayudé más y más y en ese momento, dos amables señoras, que posiblemente se dirigían a su trabajo me ayudaron a prestarte auxilio. Vimos que te reponías, que ya respirabas. Ellas me ayudaron a buscar un taxi, pero estabas tan débil que no podía ni soltarte. Llamé a mi hijo y decidimos llevarte a un hospital. Estarás aquí por algunas horas o lo que el médico estime necesario. Ayer prácticamente comiste muy poco, ahora la sopita de pescado en tu estómago debilitado no la toleró. Mi espíritu se nubla frente al espejo de tu mirada triste y sombría. Pero reposas en parte por el medicamento “dramamine” que te han inyectado. Lo conozco desde 1970 cuando comenzó a afectarme el “síndrome de Meniere.”

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Con mucha dificultad te llevamos al hospital del Seguro Social. Estás muy debilitada por la diarrea. Pero todo salió bien. No me siento bien de salud hay un trastorno digestivo, gripal, así como la escalera de años que arrastro sobre mi cacastle viejo. Duermo y duermo para reponerme como los perros cuando se enferman. Nunca lloro frene a las personas que nos rodean. Lloré ayer frente a tu rostro moribundo y frente a aquellas dos señoras amables que me auxiliaron contigo. Me aparto con mi dolor al lado de tu dolor. Tú ignoras tu propia soledad; yo lo entiendo así y te amo mucho más. Pero la ignorancia de tu propio sufrimiento, multiplica el mío y eleva mi amor por ti hasta el sacrificio. Si yo pudiera hacer un sacrificio para ayudarte a escapar de ese sufrimiento ignorado, pero real: lo haría con gusto. Haría cualquier sacrificio para liberarte de ese monstruo: el Alzheimer.

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Me gritan tus miradas con alas de tristeza me gritan las angustias al verte doblegada me gritan las cadencias de mis campanas rotas y ruedan los cristales de mi alma casi triste.

Quisiera refugiarme al lado de las horas al lado de tus alas, tu amor y tu silencio quisiera deshacerme en tus vacíos crueles que arrastras en silencio, sumisa y cariñosa.

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Me duelen todos tus recuerdos cuando veo que poco a poco se van marchitando tus mejías; se van alejando tus miradas antiguas, se van apagando hasta tus sonrisas y aunque estruja los costados de tu alegría, aunque las estimule con las aguas de mi amor, de mis caricias, muy poco, con una dosis de lejana alegría, arranco esas sonrisas que tan feliz me hicieron en los últimos 50 años.

22

Amanecimos en el apartamento y en una aparente distancia. Tú protegida por Janeth e Iris. Yo arrastrando todos mis recuerdos que me traen y me llevan a todas las latitudes que nos rodean al lado de nuestras hijas y de nuestro hijo. Antes de olvidar un solo detalle que me retorne al lado de tu memoria, antes, lo repito: antes prefiriera no haber existido nunca, antes de olvidar, un solo reflejo de lo que me une a tu nombre: IDIS. Para garantía de mi amor por ti y mi fidelidad a tu memoria destrozada. Estos tres nombres y otros tres nombres que sumarían un total de seis: son Nicole, Katy y Dany. Más Janeth, Iris y Yuri. Testigas y testigos de mi amor por ti. Y hasta agregaría a mi madre que aún vive y algunos de mis hermanos y hermanas.

23

Amanecimos clavados en esta morada de altos recuerdos y altares. En este resinto que fue la última cuna de tu dolor y de tu última limitada alegría. Aquí libramos nuestras últimas batallas por la subsistencia de nuestras hijas e hijo. Y tú, te coronaste en la cruzada martirial por la salvación de nuestras hijas y de nuestro hijo. Pero tú, te convertiste como la simiente de los alacranes recién nacidos que, para que ellos vivan como especie: yo debo morir. Pero en los alacranes yo no sé quien muere: si la madre que incubó los huevos o el macho que los sustenta con su propia vida. Pero en nuestra realidad: el sacrificio es el de la madre que viene arrastrando todo su sufrimiento desde antes que nacieran sus propios hijos, de quienes nunca se quiso separar sólo por la posibilidad de irse al Norte. Cuando el tiempo dio vuelta, las hijas, el hijo se vieron obligados a emigrar a otras esferas del planeta… Fue la suma de todos sus dolores. Posiblemente fue el total de todos mis errores.

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24

Aquel 24 de Diciembre hace 50 años yo me encontraba por las catacumbas de un mundo desconocido, que yo arrastraba detrás de mi existencia, pero también detrás de mis antiguas mocedades campesinas y solamente con un segundo grado a mis espaldas. La vida se me presentaba cruel y despiadada con suspiros y humores de motores, en vez de estornudos: de pequeñas lagartijas, cusucos o boscajes de mis antiguos parajes campesinos. Un joven sin planes, sin ambiciones, un poco loco y vagabundo (Léase A Un Paso del Amor) Eso era yo en aquellos años. En ese mundo nos conocimos unos dos días más tarde. Desde entonces mi vida encontró un asidero en la rada de tu destino. Tú me salvaste, pero quizás yo te hundí en los negros oleajes del Hades… Ahora como Orfeo, estoy pagando mi cuota de amor por ti. Pero es todo lo que tengo, todo lo que me queda de ti y por eso ahora soy más feliz que me toca desvelarme a tu lado.

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Llego a los alejados rincones de la alegría me alejo de las cadencias de la mañana encuentro los buques hundidos de tu voz las brumas lastimeras de tu mirada y recojo los despojos caídos de tus manos.

Los saltamontes se alejaron con sus alas rotas se llevaron los gruñidos de la tarde entre los azotes grises de la noche todo es soledad y distancia a tu lado todo se vuelve triste, silencio y olvido.

Pero yo no me olvido de ti y así moriré abrazado a tu nombre y tu recuerdo. Abrazado a tu dolor, a tu silencio y cuanto más olvides mi nombre y mis besos más cerca y más amada estarás de mi corazón.

26

Hace cincuenta años nos conocimos con Idis. No he olvidado un solo detalle de nuestra relación conyugal. Los recuerdos viven siempre, florecen, cantando odas de alegría. Desde antes, muchos meses antes yo había planeado celebrar esta fecha en la intimidad contigo: humildemente, pero cometí el error de pregonarlo y lo terminamos planeando un poco más allá de mi ego. Nos resultó mal involuntariamente. Luego mi caída durante la Noche Buena, por ir detrás de los alcances de Baco. Pero al final te escribí este poema en Ahuachapán por la noche.

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TARDÍAS PRIMAVERAS

Entré a la soledad unida a los peñascos tan presente y solidaria en nuestra vida como una diosa frente a los marineros como cadena ciega de los calabozos.

Nostálgico refugio de nuestra soledad estrujo los despojos marchitos de mi alma trituro las angustias, mi ónice de sueños como la última lámpara que llevo encendida.

Me inclino a verter mis últimos otoños deshojar las últimas rosas de tus labios para que renazcan auroras al lado de tu risa y juntos recojamos tardías primaveras.

Según tenía planes de darle forma a mi novela, aquí terminaría de escribir este diario con un contenido diferente, más amoroso, más poético, más social. Pero a más de dos meses de no poder acceder a una computadora, mi plan se frustró y casi considero que ha muerto, igual yo, que también estoy muriendo.

Sólo perdurará el amor entre Idis y yo. La eterna promesa que nos hicimos. Por su enfermedad, yo la libero a ella, aunque ella siempre me ama. Yo asumo la bandera del amor eterno entre ella y yo: Ni la muerte mía o de ella podrá impedir nuestro juramento de amor. (Si alguien quiere conocer más sobre nuestra intimidad, por favor lea mi fragmento de novela Pasajes de la Vida y los Diarios de Idis y Fidel y alguna correspondencia nuestra.

27

Desde antes yo había pensado que finalizaría mi diario este 26 de diciembre. Pero en Ahuachapán, comencé a escribir unos poemas, porque quería celebrar nuestro 50 aniversario, pero quise esconderlos por mis vínculos con el alcohol y la poesía.

28

Pero fue aquí en Ahuachapán apareció otro poema bonito que al final me gustó. Fueron naciendo otros. ¿Dónde están?

29

Le dediqué tiempo y amor a Idis y continué en mis poemas a manera de diario, pero ayer y ahora le entré a unas cinco cervezas. Janeth me descubrió y me preguntó si había tomado. No podía negarle una verdad. Me sentí mal, humillado, tal vez un poco triste. Pero aun así, he encontrado alguna escapatoria en unas cuantas cervezas y en la poesía. No debiera ser así, pero algo malo tengo que hacer, para no terminar en un manicomio.

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30

Ayer sentí pena por las cervezas que me había tomado. Pero mis poemas fueron creados bajo aquel estado de ánimo. (Aunque no siempre) Me gustan, pero lo mejor es no dales la importancia, más de lo que merece mi esfuerzo en los cuidados de Idis. No lo justifico, pero sostengo que mi tarea no es nada fácil. Son las veinticuatro horas del día y los trecientos sesenta y cinco días del año, mi esfuerzo personal con mi esposa.

31

Así llegamos al final de este año que nos deja tantos recuerdos, tantas tristezas y alegrías; infinitos sueños que no se han cumplido, pero que abren ventanas a muchas esperanzas y alegrías. No digo que fue un año de bonanzas para nosotros, pero nos trajo infinitas muestras de bondades, de alabanzas, de esfuerzos y propósitos de ir más adelante buscando nuevos senderos de alegría, de luz y de perseverancia. La felicidad más grande de este año ha sido que nuestra hija Janeth está nuevamente con nosotros y de manera especial, este fin de año, aquí en Ahuachapán. Ella haciendo un sacrificio por estar a nuestro lado. Siento por ella el mismo cariño que sentí durante su vida infantil, en su niñez y en su adolescencia. No encuentro palabras en este momento para expresarlo. Vivo en el alma con las Golondrinas de Bécquer. Vivo para soñar, para llorar y reír. Pero sobre todo, vivo para amar. ¡Oh Poesía… Por favor vuelve a mí!

CERRANDO ESTA VENTANA

Con la lentitud cansada de la vida que vamos arrastrando, continúo escribiendo mi diario y allá de vez en vez, escribo algún poemita, una nota cualquiera. Algunas veces entro a otros trabajos ya elaborados, pero sin darles taller. Logro agregarles alguna nubecilla. El conjunto de todos ellos forman mis PASAJES DE LA VIDA, pero todo es tan tosco que me resulta más fácil abandonar el propósito de convertirlos en una novela. De la misma manera continúo leyendo un poquito; la mayor parte de veces lo hago con Idis a mi lado, mientras la entretengo con algún juego, coloreando algún caballo, recorriendo con sus manos y sus ojos algún libro con estampas. Mi lectura no avanza porque el interés de Idis de permanecer haciendo una misma cosa, no dura más de cinco o seis minutos a lo sumo. Leo en su mirada la necesidad de pasar a otra actividad, abandonar el lugar donde se encuentra; salir de la casa a caminar, ya no se diga si viaja aunque sea en un bus lleno de ruidos y de latas. Con sólo que valla mirando otro mundo

94 diferente para ella, muere su inquietud, su angustia y mi interés por la lectura se transforma en un solo pensamiento: Idis va feliz mirando un contorno que tal vez alimente su memoria y los últimos jirones de la noche que nos envuelve, sea menos desagradable para ella y para mí. Agradezco a todas aquellas personas interesadas en leer este diario y de manera especial a la Asociación de Alzheimer de El Salvador, así como a mi amigo Álvaro Darío Lara, por su esfuerzo en apoyarme en las correcciones más visibles de este trabajo.

San Salvador, Febrero de 2013 Email: [email protected]

En Facebook volveré en poco tiempo.

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