LAS CVENCAS

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LAS CUENCAS DEL aCCIDENTE DE MÉXICO Época Prehispanica

Eduardo Williams y Phil C. Weigand Editores

El Colegio de Michoacan ~I Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos CA:CM Instituto de Investigacion Cientifica para el Desarrollo en Cooperaci6n 930.1 '723 Williams, Eduardo, ed. WIL-c Las cuencas deI Occidente de México: época prehispânica/Eduardo Williams y Phil C. Weigand, editores.- Zamora, Mich.: El Colegio de Michoacan., 1996. 455 p.: il.; 23 cm. ISBN: 968-6959-50-5

1. Arqueologia 2. Cuencas hidrograficas 3. Lagos-Michoacân-Historia 4. Lagos--Historia I.t. II. Weigand, Phil, c., Coed.

Portada: Fotografias de Eduardo Williams.

© CEMCA,1996 Sierra Leona No. 330 11000 México, D. F.

© ORSTOM,1996 Av. Ciceron No. 609 11530 México, D. F.

© El Colegio de Michoacân, 1996 Martinez de Navarrete No. 505 59690. Zamora, Mich.

Impreso y hecho en México Printed and made in México

ISBN 968-6959-50-5 iNDICE

Presentacion 9 Eduardo Williams y Phil C. Weigand

Desarrollo cultural en las cuencas deI Occidente de México: 1500 a.c.- 1521 d.C. 15 Eduardo Williams

Investigaciones paleoambientales en la cuenca lacustre de Zacapu: programas "Michoacém li" y "Laguna" 61 Charlotte Arnauld

La monumentalidad deI sitio de Loma Alta. Michoacém. revelada por métodos de prospeccion geoflSica 83 Patricia Carot y Marie-France Fauvet Berthelot

Nuevos hallazgosfunerarios en Loma Alta. Zacapu. Michoacém 105 Grégory Pereira

La transformacion de élites regionales en Michoacan central 131 Helen Pollard

La tradicion arquitectonica de los patios hundidos en la vertiente deI Lerma Medio 157 EÜ"ain Cardenas

La evolucion y ocaso de un nucleo de civi/izacion: la Tradicion Teuchitlézn y la arqueologia de Jalisco 185 Phil C. Weigand El Complejo El Grillo dei centro de Jalisco: una revision de su cronologia y significado 247 Chris S. Beekman

La arquitectura prehispanica y la secuencia cultural en la cuenca de Chapala, Jalisco: observaciones preliminares 293 Phil C. Weigand y Acelia Garcia de Weigand

Los recursos naturales y su uso en las cuencas lacustres dei sur de Jalisco: el casa de Sayula 325 Francisco Valdez, Catherine Liot y Otto Schondube

El sur de la cuenca de Sayula, Jalisco: el sitio Caseta, un ejemplo 367 Ma. Del Rosario Acosta Nieva, Jean-Pierre Emphoux y Susana Ramirez

Cerritos Colorados, un sitio dei Clasico tardio en la cuenca de Sayula, kfuoo 3~ Jean Guffroy y Luis G6mez Gastélum

El cuerpo humano y su adaptacion al medio: la poblacion prehispanica de Atoyac, Jalisco 427 Gabriela Urufiuela PRESENTACION

Eduardo Williams Phil C. Weigand

Desde los inicios deI poblamiento humano en Mesoamérica (hace unos 20 000 afios) las cuencas lacustres, palustres y fluviales fueron sitios privilegiados para la habitacion humana, por su concentracion de flora, fauna, agua, tierra fértil y otros eIementos de importancia vital para la supervivencia; 10 anterior es igualmente cierto para eI Occidente de México que para el resto de Mesoamérica. Las cuencas lacustres y fluviales de nuestra region vieron los mas importantes desarrollos culturales en la época prehispanica: el Estado tarasco surgio en la cuenca de Patzcuaro y se extendio hasta las de Cuitzeo en Michoacân y Sayula en Jalisco; la cuenca palustre de Zacapu estuvo ocupada por sociedades bastante complejas desde antes de la era cristiana; el area de Etzatlan-Teuchitlan, Jalisco, presencioel. surgimiento y desarrollo de sistemas culturales de inusitada complejidad y sofisticacion. El Rio Lenna probable­ mente sirvio como ruta de comunicacion a través de una extensa porcion deI centro-occidente de México, mientras que el Rio Balsas -hasta ahora todavia pobremente conocido arqueologicamente- demarco los limites sur-orientales deI Estado tarasco, y parte de la frontera de éste con los mexicas. Estas areas deI Occidente de México también fueron extremadamente ricas en recursos preciosos: obsidiana, malaquita, azurita, crisacola, plata, cobre nativo, cinabrio, hematita, etcétera. Muchos de estos minerales y com­ puestos fueron explotados desde épocas muy tempranas dentro de la secuencia cultural deI Occidente, y todos ellos fueron componentes importantes de la estructura comercial mesoamericana. Finalmente, a través de esta zona de rios y lagos se transportola gema preciosa mas valuada en todo Mesoamérica, que incluso supero al jade en el Postclasico: la turquesa deI noroccidente. Después de varias reuniones convocadas por El Colegio de Michoacan -en 1980, 1990, 1991 Y 1992- sobre temas reIacionados con la arqueologia y etnohistoria deI Occidente, cuyos resultados ya se han publicado (ver Miranda 1981; Boehm de Lameiras y Weigand 1992; Williams y Novella 1994; Williams

9 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

1994; Williams y Weigand 1995), se penso que el tema de las cuencas occi­ dentales, de interés vital para comprender los desarrollos culturales deI pasado en nuestra region, ameritaba ser discutido a fondo. Con ese fin se convoco a los principales investigadores que han hecho trabajos en el area, y el resultado fue el presente volumen. Este libro incluye una seleccion de los trabajos presentados en el Simpo­ sio sobre arqueologia y etnohistoria de las cuencas dei Occidente de Méxi­ co, efectuado en el Consejo de Etnohistoria de El Colegio de Michoacan los dias 15, 16 Y 17 de maya de 1995. 1 Tanto los trabajos presentados en esta reunion académica coma las discusiones entre los asistentes permitieron una puesta al dia sobre las ultimas investigaciones arqueologicas y etnohistoricas en el area bajo discusion. A grandes rasgos, los temas discutidos en el Sim­ posio, y que en su mayor parte se incluyen en este volumen, fueron los siguientes: patrones de asentamiento y de urbanizacion; explotacion de recur­ sos naturales; costumbres funerarias y estudio de restos oseos; cronologia y contactos culturales dentro y fuera deI Occidente. Pensamos que estos temas representan varias de las consideraciones bâsicas para el desarrollo de la arqueologia y etnohistoria dei Occidente de México. Las instituciones patrocinadoras deI Simposio fueron El Colegio de Michoacân, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos de la emba­ jada francesa, y el Instituto de Investigacion Cientifica para el Desarrollo en Cooperacion. Los editores desean agradecer a la Dra. Brigitte Boehm de Lameiras, presidenta de El Colegio de Michoacân, el apoyo para la reaIizacion deI Simposio y la pubIicacion de estas memorias. También merece nuestro agradecimiento el Dr. Tomas Calvo, director deI CEMCA, por su copatrocinio tanto deI evento académico coma de su publicacion. Finalmente, gracias al Dr. Andrew Roth, coordinador dei Centro de Estudios Antropologicos de El Cole­ gio de Michoacân, por su ayuda para la realizacion dei Simposio.

1. VeT la lista de participantes al final de esta Presentaci6n. Los trabajos de etnohistoria se editarân posteriormente en Wl volumm par separado.

10 PRESENTACI6N

REFERENCIAS CITADAS

BOEHM DE LAMEIRAS, Brigitte y P.C. WEIGAND (coordinadores) 1992 Origen y desa"ollo de la civilizacion en el Occidente de México: homenaje a Pedro Armillas y Angel Palerm, El Colegio de Michoacân.

MIRANDA, Francisco (editor) 1981 La cultura purhé: segundo coloquio de antropologia e historia regionales, fuentes e historia, El Colegio de MichoacânJ Fonapâs Michoacân.

WILLIAMS, Eduardo y R. NOVELLA (coordinadores) 1994 Arqueologia dei Occidente de México: nuevas aportaciones, El Co­ legio de Michoacân.

WILLIAMS, Eduardo (editor) 1994 Contribuciones a la arqueologia y etnohistoria dei Occidente de México, El Colegio de Michoacan.

WILLIAMS, Eduardo y P.C. WEIGAND (editores) 1995 Arqueologia dei Occidente y Norte de México, El Colegio de Michoacan.

LISTA DE PARTICIPANTES EN EL SIMPOSIO SOBRE ARQUEOLOGIA y ETNOHISTORIA DE LAS CUENCAS DEL OCcIDENTE DE MÉXICO

Rosario Acosta, ORSTOM

Charlotte Arnauld, CNRS

Chris Beekman, UV

Brigitte Boehm de Lameiras, COLMICH

Ma. Teresa Cabrero, IIA-UNAM

Efrain Cârdenas, INAH

11 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Patricia Carot, CEMCA

Ma. de la Luz Correa Gomez, COUAL

Herb Eling, Jr., COLMICH

Jean-Pierre Emphoux, ORSTOM

Acelia Garcia de Weigand

Luis Gomez Gastélum, U de G

Jean Guffroy, ORSTOM

Catherine Liot, ORSTOM

Carlos Lopez Cruz, IIA-UNAM

Lorenza Lopez Mestas, INAH

Angelina Macias Goytia, INAH

Grégory Pereira, CEMCA

Helen Pollard, UEM

Susana Ramirez, ORSTOM

Jorge Ramos de la Vega, INAH

Otto Schôndube, INAH

Gabriela Urufiuela, UDLA

Francisco Valdez, ORSTOM

Phil C. Weigand, COLMICH

Eduardo Williams, COLMICH

12 PRESENTACION

SIGLAS

CEMCA: Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos CNRS: Centre National de la Recherche Scientifique COUAL: El Colegio de Jalisco COLMICH: El Colegio de Michoacân lIA-UNAM: Instituto de Investigaciones Antropologicas, Universidad Nacional Autonoma de México ORSTOM: Instituto de Investigacion Cientifica para el Desarrollo en Coopera­ cion INAH: Instituto Nacional de Antropologia e Historia U de G: Universidad de UDLA: Universidad de las Américas UEM: Universidad Estatal de Michigan UV: Universidad de Vanderbilt

13

DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO: 1500 A. C.-1521 D. C.

Eduardo Williams El Colegio de Michoacézn

INfRODUCCI6N

El Occidente de México es una extensa zona geografica, ocupada actualmente por los estados de Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa y Michoacan; algunos investigadores también inc1uyen en ella porciones de , y Querétaro. Otros mas consideran a todo el estado de Guerrero dentro deI Occidente, pero esto ultimo es dificil de asegurar con certeza (SchOndube 1994a: 19; para el caso de Guerrero, ver Schmidt y Litvak 1986: 34-35). SeglIn Otto Schôndube, la subarea de Mesoamérica que conocemos como Occidente de México se caracteriza por la gran diversidad ecol6gica y una consecuente variabilidad cultural prehispânica:

Siendo los nichos naturales dei accidente tan numerosos y variados, es logico que [se] haya propiciado el surgimiento de diversas fonnas de ser, es decir, de multiples culturas. Evidencias de esta diversidad cultural nos son dadas por el gran numero de lenguas indigenas que eran habladas en el poniente mexicano al momento de la Conquista, asi como [...] por la diversidad que muestran los restos de cultura material encontrados hasta ahora en las investigaciones. La diversidad cultural es propiciada ademâs por las relaciones entre culturas tanto en el interior dei propio accidente, como con las de otras areas mesoamericanas, 0 con los grupos mas 0 menos nomadas dei norte de México, con los que comparten largas fronteras. [...] la peculiar configuracion dei accidente y su ubicacion le otorgan un pape! importante como un corredor a través dei cual se difundieron ideas (incluso al sudoeste de Estados Unidos), por el que se movieron los bienes materiales como la turquesa y el metal, y por el que también se desplazaron algunos grupos en sus migraciones, transformando las formas previas de vida (SchOndube 1994a: 19).

15 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

El presente articulo ofrece una vision panorâmica deI desarrollo cultural prehispânico en las principales cuencas lacustres, palustres y fluviales de la porcion occidental de Mesoamérica 1 desde el inicio de la vida aldeana (en ca. 1500 a.c.) hasta la conquista espafiola. Estas cuencas fueron claves para el desarrollo cultural en tiempos antiguos, coma siguen siendo en la actualidad. Su importancia la resalta Boehm de Lameiras con las siguientes palabras:

quiza la clave para entender por qué ciertas formulas bâsicas de la cultura mesoamericana se mantuvieron desde sus origenes se encuentra en [...] la organizacion simbiotica dei espacio y de sus recursos. Aqui cobran interés las cuencas hidraulicas, pues las regiones comenzaron a integrarse alrededor de ellas (Boehm de Lameiras 1988: 17).

A las cuencas deI Occidente de México (fig. 1) puede aplicarse eI con­ cepto de area clave, ya que desempefiaron un papeI dominante geogrâfica y economicamente durante un periodo de desarrollo, asi coma el de zona simbi6tica, 0 sea "âreas que complementaron sus recursos y sus productos por medio deI comercio, de la tributacion, de la organizacion politico-religiosa y de la conquista militar" (Boehm de Lameiras 1988: 6). Seglin las palabras de Jaime Litvak King, el Occidente de México es

una region que se definio sin que nadie la definiera. Al hacer la historia de la defmicion de Mesoamérica se deben ver momentos anteriores a su enunciado formai y con ellos la caracterizacion de algunas de sus regiones componentes. Un ejemplo es la contribucion de Kroeber en Natural and cultural areas in native North America, donde define el area maya, encontrando en ella una unidad cultural y de desarrollo asi coma una definicion ecologica. Para Oaxaca Kroeber encuentra definiciones similares. El Golfo y el centro de México son igualmente concebibles. Para el Occidente mas 0 menos todo 10 que dice es: "[...] and west is probably also a region". Obviamente en ese momento (Kroeber estaba escribiendo en los afios veinte) no se sabia gran cosa sobre el Occidente de México[...] El area es poco conocida. Incluso es posible pregun­ tarse en consecuencia si el Occidente de México es mesoamericano 0 no, 0 qué parte de la zona 10 es y hasta donde es un area independiente, 0 incluso si no es en realidad parte dei Suroeste de Estados Unidos. No es solo una cuestion de tipologia cultural, es importante para poder estudiar la relacion entre Mesoamérica y esa region de Norteamérica (Litvak 1994: 97-98).

1. Ver Williams (1994a, J994b) para otras discusio!les sobre la arqueologia dei Occidente. En Williams (1993) se presenta una historia de la arqueoJogia de Michoacân, incluyendo las principales investiga­ ciones realizadas en las cuencas dentro de este estado.

16 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL aCCIDENTE

El Occidente interactuo con sus vecinos de Mesoamérica y contribuyo de manera importante al enriquecimiento deI oikoumene mesoamericano. Segtin Meighan (1974:1260) varios autores han sefialado que el Occidente de México se encuentra fuera de la tradicion cultural bâsica de Mesoamérica, pero "esta idea es mas exacta para unos periodos que para otros, y se aplica con toda su fuerza solamente a la tradicion de las tumbas de tiro. Durante el milenio anterior a la llegada de los espafioles, el Occidente fue una variante regional de la tradicion mesoamericana" (Meighan 1974: 1260). Por otra parte, Weigand y Foster (1985: 2) mencionan que "la civilizacion mesoamericana tuvo multi­ ples zonas nucleares culturales (cultural hearths), todas las cuales florecieron en estilos regionales distintivos. El Occidente de México [...] representa una de esas zonas nuc1eares".

EL MARCO GEOGRÂFICO

Siendo la mas extensa subârea de Mesoamérica, al igual que la mas diversa desde el punto de vista deI medio ambiente, el Occidente de México no es una unidad geografica, ni siquiera una unidad cultural, considerando su gran variedad cultural en tiempos antiguos. El Occidente ocupa varios ambitos geograficos, que incluyen un buen nfunero de nichos ecologicos muy diversos y aun en casos contrastantes. De acuerdo COll el anâlisis geogrâfico de West (1964), el Occidente de México ocupa porciones de las siguientes regiones geogrâficas: la Mesa Central; la Cordillera Neovolcânica; la Sierra Madre Occidental; las tierras bajas costeras deI Pacifico. Seg6n 10 ha indicado Jardel,

el occidente de Mesoamérica [...) es casi irnposible de defmir coma una unidad con criterios fisicos 0 biol6gicos, ya que se trata de un espacio de contacto y transicion entre, al menos, cinco regiones fisiogrâficas (la Planicie Costera Noroccidental, la Sierra Madre Occidental, el Eje Neovolcânico, el Altiplano Central, la Sierra Madre dei Sur y la Depresion dei Balsas) y cuatro provincias biogeogrâficas (Sinaolense, Sierra Madre Occidental, Volcânica Transversal y Nayarit-Guerrero) [...) Al parecer, tanto en 10 que se refiere a su geografia fisica y biol6gica, coma en 10 cultural, el accidente es una region caracterizada por la diversidad y la transici6n, y esta es probablemente 10 que mejor la defme (JardeI1994:18).

Ninguna discusion deI marco geografico deI Occidente estaria completa sin mencionar sus rios y lagos; la siguiente se basa en Tamayo y West (1964). La vertiente deI Pacifico recibe menos lluvia y cubre un area menor que la deI Atlântico, y se caracteriza por corrientes superficiales de poca descarga. Solo

17 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO dos grandes cuencas ocurren en esta regi6n: los sistemas deI Lerma-Santiago y deI Balsas. Un sistema marcadamente estacional caracteriza a la mayoria de las corrientes permanentes de la vertiente deI Pacifico y muchos de los rios pequefios son intermitentes. El Sistema deI Lerma-Santiago es una de las cuencas hidrograficas mas grandes de América Media. El actual sistema fluvial se origina en los pantanos y lagos en el extremo sur deI Valle de Toluca; corriente abajo el rio recibe muchos tributarios, atravesando porciones de los actuales estados de México, Querétaro, Guanajuato, Michoacan y Jalisco. El Lerma es un rio lento con poca gradiente y muchos meandros en su camino. El Lago de Chapala es una gran cuenca de 80 kil6metros de longitud (de este a oeste). Es la (mica que queda de una serie de cuencas deI Terciario, y antiguamente recibia una descarga apreciable de los rios Lerma, Duero y Zula. El Rio Grande de Santiago (0 Rio Tololotlan) se origina en el Lago de Chapala y cruza el extremo sur de la Sierra Madre Occidental, hasta desem­ bocar en el Océano Pacifico en las costas de Nayarit. Los tributarios mas importantes son los rios Verde, Juchipila, Bolafios, Apozolco y Guaynamota. El Area de desagüe deI Pacifico Central de México se encuentra entre las cuencas deI Lerma-Santiago y deI Balsas. Los rios son cortos y torrenciales, bajando bruscamente por taludes empinados. De norte a sur los rios mas grandes son el Ameca, el Armeria y el Coahuayana. El sistema deI Rio Balsas desagua una cuenca de 105 900 kil6metros cuadrados, una de las mayores areas de desagüe de la América Media. Finalmente, la geologia, hidrologia, topografia y clima se combinan para dar forma a la cubierta vegetal deI Occidente de México. La mas abundante configuraci6n floristica es la deI bosque tropical deciduo, seguida por una configuraci6n de montafia tipificada por coniferas y Quercus; menos abundan­ te es el bosque tropical subdeciduo. En las porciones mas secas deI area -en particular hacia el norte- encontramos el bosque espinoso, pastizales y xerofiticas (Rzedowski y Equihua 1987:14).

PERIODO FORMATIVO TEMPRANO (CA. 1500-500 A. cy

Rasta hace aproximadamente un par de décadas nuestros conocimientos sobre el Forrnativo en el Occidente eran practicamente inexistentes. Aunque todavia

2. Los ténninos Fonnativo, Cltirico, Postclilsico y sus equivalentes se emplean en un sentido meramente cronol6gico, sin implicaciones de desarrollo cultural para cada época.

18 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE existen grandes lagunas en nuestra informacion y hay muchos problemas por resolver, nuestro entendimiento de este periodo ahora es un poco mas completo. Los trabajos de Joseph Mountjoy en la llanura costera deI Occidente ofrecen datos importantes, que probablemente pueden hacerse extensivos al resto de nuestra area cultural durante este periodo:

El patron Preclasico de adaptacion probablemente tuvo éxito en parte porque incluia la practica de la agricultura en combinacion con la amplia explotacion de recursos naturales [...] gran variedad de animales y [...] de plantas silvestres [...] el Preclasico no llego mas alla de un nivel socio- economico- politico caracterizado por un patron de asentamiento de un pueblo principal con unas aldeas asociadas, y una religion enfocada en el culto de los muertos (Mountjoy 1989: 22).

En otras areas deI Occidente, los desarrollos culturales deI Formativo temprano esmn representados por El Opefio, un sitio aldeano localizado en Michoacân, deI cual hasta la fecha solamente se conocen sus tumbas (fig. 2) Y los objetos colocados en ellas como ofrenda (fig. 3). Estas tumbas podrian ser eI antecedente mas temprano de las "tumbas de tiro" tan caracteristicas deI Occidente de México. Pudieron haber funcionado como criptas familiares, con entierros multiples, pues hay evidencia de reutilizacion en la antigüedad (Oliveros 1974: 195). La ceramica de este sitio consiste en cuencos sencillos y ollas chicas, decoradas con lineas incisas, con punzonado y con aplicaciones deI mismo barro, muy similar a la encontrada en Tlatilco, estado de México, sitio mas 0 menos contemporaneo con El Opefio. Las ollas tienen decoracion pintada al negativo (rojo 0 negro), que puede ser el antecedente mas antiguo de la ceramica tarasca decorada con esta misma técnica (Oliveros 1989:126­ 127). Las fechas obtenidas por CJ4 dieron un rango de tiempo en tomo a los 1500 afios a.c., que parece coincidir con periodos de considerable actividad volcanica que cubrieron de ceniza los sitios de ubicacion de las tumbas, y tal vez los lugares de habitacion contemporaneos, haciendo hasta ahora muy dificilla localizacion de estos ultimos (Oliveros 1992: 241-244). Otro complejo arqueologico de gran importancia es el de Capacha, Colima (fig. 4), contemporaneo al de El Opefio, y con el cual parece haber tenido fuertes lazos culturales. La fecha de CI4 que se tiene para el material Capacha es de ca. 1450 a.C., que se confirma indirectamente por el fechamiento ob­ tenido para El Opefio, y por semejanzas entre la ceramica de ambos sitios (Kelly 1970: 28). Seglin Greengo y Meighan (1976: 15), Capacha tiene doble importancia, pues es el horizonte ceramico mas antiguo de la region Colima-

19 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Jalisco-Nayarit, y cuenta entre sus fonnas caracteristicas de cerâmica a las vasijas con boca de estribo, que sugieren afinidad con las piezas similares encontradas en contextos deI Fonnativo, tanto en México como en la zona andina. La distribucion de ceramica Capacha hasta ahora se ha documentado en una zona relativamente amplia, que abarca, aparte de Colima, los estados de Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Michoacan y Guerrero (Kelly 1980: 22). Segtin Kelly (1980: 29), la semejanza de la ceramica de Capacha con el resto de Mesoamérica es ligera, y aparentemente no fundamental, aunque, como ya se dijo, existen lazos evidentes con la fase Opefio deI sitio deI mismo nombre, y con el mal definido estilo Tlatilco. Fuera de estos dos casos, conta­ mos con pocas bases para comparar a Capacha con los conjuntos ceramicos estrictamente mesoamericanos que corresponden mas 0 menos a la misma fecha. El estilo de la ceramica Capacha, entonces, no es mesoamericano, pero tampoco se podria definir como sudamericano, aunque tiene ingredientes que 10 vinculan a la parte noroccidental de Sudamérica. Sus peculiares ollas con vertedera en fonna de "estribo" usualmente triple son unicas. Por otra parte, ciertas ausencias deben de ser significativas, pero son dificiles de explicar, por ejemplo la escasez de botellas con un solo cl;lello delgado, asi como deI esgrafiado con conchas y deI rocker stamping. Finalmente, las figurillas Capacha son totalmente distintas a los productos sudamericanos presumiblemente con­ temporaneos (Kelly 1980: 37). También se han encontrado materiales de los complejos Capacha y Opefio en las siguientes regiones: costa de Michoacan (Cabrera 1989: 138); cuenca deI Rio Tomatlan, Jalisco (Mountjoy 1982: 325); San Juanito, Teuchitlan, El Refugio y Citala, Jalisco (Weigand 1992: 221 y comunicacion personal). Segun Joseph Mountjoy (1994a), existen muchos problemas 0 enigmas que quedan por resolver en relacion con la interpretacion de los restos arqueo­ logicos que han recibido el nombre de Capacha. Las principales dudas son las siguientes: 1) si Capacha fue un desarrollo preolmeca 0 si fue contemporaneo con esta cultura, que existio entre ca. 1200 y 300 a.c. (Las Unicas fechas que se tienen para Capacha, segun el citado autor, parecen ser demasiado tempra­ nas); 2) si los indigenas que dejaron los restos Capacha enterraban a sus difuntos en tumbas de tipo "tiro y boveda", pues de ser asi, constituirian un importante eslabon con la cultura de El Opefio, Michoacan; 3) saber si Capacha tuvo su origen en México 0 en América deI sur. Como ya mencionamos, Kelly subrayo la posibilidad de un origen sudamericano de la cultura Capacha, probablemente derivado de la cultura Machalilla deI Ecuador. Sin embargo, hay algunas dificultades con esta hipotesis, pues en la ceramica de Capacha

20 DESARROLLO CULTIJRAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE hay formas que no estan presentes en Machalilla, incluyendo el bule, el canta­ ro de cuello largo, el trifido, el tecomate y el cuenco doble 0 triple. Existen mas semejanzas entre Capacha y Tlatilco que entre la primera y Machalilla, pero también hay que subrayar ciertas semejanzas entre la iconografia Capacha y la olmeca, que Kelly no reconoci6 0 no acept6. Una de ellas es el disefio "sol con rayos", probablemente una variaci6n de la "cruz de San Andrés" de los olmecas. En conclusion, Capacha aparentemente deriv6 de varias raices cultu­ rales, y a su vez sirvio de raiz para varios desarrollos prehispanicos locales en la regi6n deI Occidente (Mountjoy 1994a: 40). El periodo Formativo temprano no esta muy bien documentado en Jalisco, pero las investigaciones de Phil Weigand (1989) han producido infor­ macion que llena parcialmente algunas de las lagunas que todavia existen en nuestro conocimiento. La zona lacustre de las tierras altas de Jalisco ha produ­ cido cuatro sitios indisputablemente deI Formativo temprano, aunque hasta la fecha solamente se cuenta con informacion de tipo funeral. Dos tumbas deI tipo El Opefio se han encontrado en el pie de montafia cerca deI pueblo de Teuchitlan, mientras que otras, cerca de El Refugio y de Tala, pueden ser deI mismo periodo, aunque se encontraron muy derrumbadas. Las figurillas procedentes de esta area localizadas en colecciones privadas reafirman esta conexion con El Opefio. En la misma region lacustre se han localizado dos sitios pertenecientes al complejo Capacha, con tumbas saqueadas: San Juanito y San Pedro. El primera produjo cuentas de crisacola, cristales de cuarzo, pirita y dos navajas de obsidiana de forma lanceolada. En la segunda localidad se encontro un monticulo funerario deI Formativo medio, con una estructura en forma de altar, de planta circular u ovalada, de 6 m de diametro y 1 m de altura. Esta es la mas temprana evidencia de arquitectura reportada hasta ahora para el distrito lacustre de Jalisco, aunque desgraciadamente no se ha conservado. Huesos largos y craneos fueron depositados en la base deI altar, incluyendo por 10 menos a cuatro individuos. El relleno deI altar contuvo ceramica Capacha, y un pozo parcialmente saqueado debajo deI altar tuvo el mismo material (Weigand 1989: 41).

PERJODO FORMATIVO TARDio (CA. 500 A. c.- 0 D. c.)

Durante el siguiente periodo, el Formativo tardio, contamos ya con una base de datos mas amplia que permite la comparacion sistematica con otras areas de Mesoamérica, tanto de estilos ceramicos coma de otros elementos culturales. incluyendo patrones de asentamiento. formas de subsistencia. estra-

21 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO tificaci6n social, etcétera. El sitio mejor conocido deI Occidente en este perio­ do es Chupicuaro, Guanajuato, situado en la cuenca sur-oriental dei Rio Lerma. La gente de Chupicuaro construy6 pocas estructuras mas elaboradas que simples casas de bajareque con suelos de arcilla, y algunos drenajes cubiertos de piedra. Segtm Beatriz Braniff (1989: 108), los ejemplos de arquitectura de caracter civico 0 religioso pertenecientes a este complejo arqueol6gico, que son pocos, se concentran en el sur deI estado de Guanajuato, y constan de una plataforma rectangular con construcciones superpuestas que recuerda la de Tlapacoya, y una versi6n de la geometria tetraespacial, aunque falta un lado. Estas estructuras pueden considerarse monumentales, pues alcanzan entre 80 y 120 m por lado. Ademas existe una piramide circular en Chupicuaro, y una construcci6n circular en la regi6n de Salvatierra, Guanajuato. Chupicuaro fue un sitio habitacional en el cual los metates y manos indican el método comtm de procesar el maiz. La caza probablemente seguia siendo importante, aunque los artefactos 0 armas de piedra no fueron numero­ sos. Sin embargo, ésta no fue unir existencia libre de conflictos para los habitantes de la regi6n, a juzgar por los "craneos trofeo", los esqueletos decapitados y los entierros de crâneos aislados encontrados en Chupicuaro (porter Weaver 1969: 8). La tradici6n cerâmica de Chupicuaro es una de las mas conocidas deI Occidente; incluye figurillas de cerâmica decoradas con motivos geométricos (fig. 5), asi coma una gran variedad de formas de vasijas, incluyendo la "boca de estribo" (fig. 6). Este sitio jug6 un papel importante durante la fase Tezoyuca 0 Cuicuilco IV (ca. 200-100 a. C.), enviando al valle de México grandes cantidades de figurillas antropomorfas dei tipo H4 y de "ojos rasgados", asi como las caracteristicas vasijas policromadas. La tradici6n Chupicuaro ejerci6 una gran presi6n sobre la cuenca de México, contribuyendo al colapso de Cuicuilco (Porter Weaver 1969: 9). La ocupaci6n humana en el area probablemente Beg6 a su fin hacia el inicio de la era cristiana, aunque la tradici6n Rojo sobre Bayo que persiste en el "horizonte tolteca" conserva algunos motivos, estilo y técnicas notablemente parecidos a los de Chupicuaro, aplicados sobre formas distintas (porter Weaver 1969: 14; cfr. Braniff 1972). El Rio Lerma forma un corredor natural hacia âreas dei Occidente de México accesibles desde el centro dei pais. Puesto que este rio ofrece una linea de comunicaci6n bien definida y de facil transito, es razonable suponer que el asentamiento inicial hubiera tenido lugar sobre los margenes dei rio. Ademas de la facil comunicaci6n, los arroyos tributarios deI Lerma ofrecieron nichos

22 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

ambientales unicos, adaptables a la tecnologia agricola traida por los pioneros (Florance 1985: 43). SegUn Boehm de Lameiras,

las caracteristicas de la cuenca deI Lenna hasta Chapala permiten suponer que el atractivo para su utilizacion agricola pudo haber sido su potencial chinampero. Cabe recordar que el rio avanzo muy lentamente llenando con sus depositos aluviales 10 que hoy son extensas llanuras y, en aquel entonces, una serie de lagos escalonados que vertian sus excedentes de uno al otro con grandes fluc­ tuaciones estacionales de inundacion y desecaci6n (Boehm de Lameiras 1988: 20-21).

La cronologia de ocupacion dentro deI Formativo tardio y terminal en la cuenca deI Rio Lerma sugiere una subsistencia basada en la agricultura seden­ taria. 3 La consideracion de factores ambientales en reIacion con la distribucion de asentamientos no deja duda de que los lugares para asentarse se escogieron principalmente por la proximidad a micronichos donde la productividad agri­ cola podia ser maximizada y los riesgos agronomicos minimizados (Florance 1989: 565). La comparacion de asentamientos deI Formativo tardio y terminal en el sureste de Guanajuato con los de la cuenca de México revelo que los tipos mas pequefios de sitio identificados en la cuenca --easerios, caserios pequefios y loci de una sola familia- predominan en esta porcion deI Occidente de México. Los asentamientos deI Formativo en el suroeste de Guanajuato, lejos de repre­ sentar un sistema cultural dominante en la region, reflejan a simples aldeas agricolas con escasa complejidad sociopolitica. Pueden entenderse coma com­ ponentes de un sistema cultural autoctono, centrado en una de las cuencas lacustres asociadas con eI Bajio (Florance 1989: 683-685; cfr. Braniff 1989). Se han encontrado restos ceramicos de estilo Chupicuaro en una muy extensa region de Mesoamérica, desde La Quemada, , en el noTte, hasta Gualupita, Morelos, en el sur (McBride 1969: 33). Después deI fin deI apogeo de Chupicuaro, este estilo ceramicp no desaparece por completo, sino que perdura -aunque modificado- hasta el Postclasico, por ejemplo en el tipo Rojo sobre Bayo, entre otros (Braniff 1972: 295).

3. La observaci6n de practicas modemas de irrigaci6n es sugerente deI potencial prehispanico de esta cuenca aluvial. Actualmente existe un sistema simple, que utiliza una pequei'ia presa y canales poco profundos, excavados con la mano, que desvian agua dei arroyo hacia el aluvi6n. Existe posible evidencia de este tipa de sistema temprano de riego en un sitio arqueol6gico deI complejo Chupicuaro (Florance 1989: 44).

23 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

En Jalisco, materiales dei Formativo medio (fase San Felipe, 1000-300 a.C.) se han encontrado en varias localidades dentro dei norte de la zona lacustre. Es frecuente la arquitectura compuesta de monticulos funerarios cir­ culares u ovalados y plataformas, estas ultimas frecuentemente construidas sobre las laderas de los cerros. Los monticulos usualmente se localizan en la parte superior de la playa, 0 en las primeras terrazas sobre ella. Se encuentran colocados a intervalos regulares alrededor de los lagos; su esquema de organi­ zaci6n parece reflejar centros ceremoniales basados en aldeas, con escasa evidencia de integraci6n politica a mayor escala (Weigand 1989: 42). Los restos de habitaci6n asociados con estos centros incluyen fragmentos de metates, tiestos de ollas y lascas de obsidiana. La densidad de estos elemen­ tos es ligera, pero la evidencia sugiere que los centros sirvieron como lugares de residencia a por 10 menos una parte de la poblaci6n de cada sistema sociopolitico. Por otra parte, la fase El Arenal (ca. 350/300 a.C.- 150/200 d.C.) parece representar la culminaci6n dei "culto funerario" asociado con el periodo Formativo en la regi6n, asi como la consolidaci6n de los patrones bâsicos y asociaciones de la arquitectura que vemos en las subsecuentes fases arqueol6­ gicas pertenecientes al periodo Clâsico (Weigand 1989: 42). La ocupaci6n dei Formativo en la regi6n deI bajo Balsas, otra de las grandes cuencas fluviales dei Occidente, se representa por la fase Infiemillo (ca. 1200 a.c.- 500 d.C.). Este periodo se caracteriza por la presencia de grupos humanos con asentamientos permanentes formando pequefias aldeas a 10 largo dei rio. Asimismo, por la ocurrencia de artefactos de molienda y los restos de otros materiales, se piensa que practicaban la agricultura y comple­ mentaban su dieta con la caza y recolecci6n. En sus costumbres funerarias estos grupos se caracterizan por tener un modo de enterramiento primario, sobre todo la posici6n extendida en sus distintas variantes (Cabrera 1986: 126). Por la cerâmica, se infiere que los grupos dei bajo Balsas -Michoacân y Guerrero--- tuvieron fuertes reIaciones culturales con grupos de la costa, no solamente la de Guerrero, sino de todo ellitoral dei Pacifico hasta Guatemala. Por otra parte, la regi6n dei bajo Balsas durante este periodo no s610 tenia contactos con grupos dei sur, sinD que por la presencia de trompetas de caracol y otros materiales de concha provenientes dei Caribe, se infiere que se mantenia comunicaci6n con esa regi6n (Cabrera 1986: 127).

24 DESARROLLO CULlURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

PERiODO CLÂSICO (CA. 300-900 D.C.)

Rasta hace algunos afios era muy poco 10 que se conocia sobre el desarrollo cultural en el Occidente durante este periodo. Gracias a recientes investigacio­ nes, sin embargo, esta laguna en nuestro conocimiento empieza a desaparecer. Los sitios conocidos coma "las Lomas" en la gran ciénega de Zacapu, Michoacan, fueron ocupados durante aproximadamente los ocho primeros siglos de nuestra era (periodos Protoclasico- Clasico), siendo después practi­ camente abandonados. La abundancia de vestigios funerarios en esta zona hace pensar en una ocupacion especializada para estas actividades y para otras igualmente de tipo ritual (fig. 7), aunque es muy probable que la gente que iba a honrar a los muertos a las Lomas también supiera explotar los recursos palustres y lacustres de éstas (Arnauld et al. 1993: 208; Carot 1994). Por otra parte, existen pruebas de que la gran masa de Loma Alta (la mayor de las Lomas) esta construida en su mayor parte de rellenos antropicos contenidos por decenas de metros de muros de sostén. Loma Alta es un sitio (mico en su tipo, un centro ceremonial de una importancia excepcional en el pIano sociopolitico y religioso. Los sistemas de construccion dan prueba de la movilizacion de una mana de obra importante y competente (Arnauld et al. 1993: 209-210). El material ceramico de este sitio refleja una gran calidad y un alto control técnico (figs. 8-9), particularmente en los tipos negativos, ademas de una muy compleja iconografia que nunca fue superada en las fases posteriores (Carot 1994: figs. 5-7, 1992: figs. 7-13). Carot y Susini (1989) reportan para Loma Alta una practica funeraria hasta ahora desconocida en Occidente y, al parecer, en el resta de Mesoamérica: la pulverizacion de osamentas previamente calcinadas a alta temperatura y su disposicion en umas depositadas en fosas. En total fue descubierto un conjun­ to de 31 recipientes (28 umas y 3 vasijas semiesféricas), de los cuales fueron extraidos y tamizados mas de 100 kg de cenizas provenientes de la cremacion y pulverizacion de huesos; pero es dificil determinar si se trata de restos humanos 0 animales. Puede suponerse que los homos de cremaci6n se encon­ traban al aire libre, coma los descubiertos en Snaketown, Arizona (Carot y Susini 1989: 112-115). El periodo Clasico esta representado en la cuenca de Cuitzeo por la ceramica proveniente de Queréndaro, misma que presenta una técnica decora­ tiva poco conocida en Mesoamérica, que consiste en aplicar la pintura después deI cocimiento y luego marcar y raspar los disefios, predominantemente

25 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO geométricos. Las figurillas son muy similares a las de Chupicuaro, por 10 que se les considera como pertenecientes a una cultura desarrollada desde el For­ mativo (fig. 10). Esta clase de ceramica se ha identificado como diagnostica deI Bajio y de parte deI Occidente (Macias Goytia 1989: 174). El sitio de Loma Santa Maria, 10calizado en las afueras de la actual ciudad de Morelia, ha proporcionado informacion muy valiosa sobre el desarrollo local durante el periodo Clasico. La ocupacion de este sitio proba­ blemente se inicio con una cultura preclasica local, cuyas técnicas decorativas de la ceramica la ligan con el Rojo sobre Crema y la alfareria policroma de Chupicuaro. En este sitio se encontraron indicios de una fuerte interaccion cultural con la cuenca de México, excavandose en los niveles estratigraficos medios y superiores ceramica de tradicion teotihuacana, perteneciente a las fases II, lIA YIII (fig. Il). Posiblemente a través de esta relacion con el centro de México se obtuvieron otros materiales procedentes de varias areas de Mesoamérica, como la alfareria Rojo sobre RosaIBlanco de Morelos, la Ana­ ranjado Delgado que al parecer se fabricaba en Puebla, y algunos vasos y "juguetes" con ruedas procedentes deI Golfo. Por otra parte, el sistema cons­ tructivo, aunque sencillo, es muy similar al estilo talud-tablero de Teotihuacan (Manzanilla 1988: 153-155). Otro sitio de Michoacan donde se han encontrado materiales teotihuacanos es Tres Cerritos, en la cuenca de Cuitzeo (Macias Goytia 1994). Al excavar el monticulo 3 de este sitio se encontro una tumba, cuyos materiales culturales tienen caracteristicas deI Altiplano de México, concretamente de Teotihuacan. Se rescataron de esta tumba, ademas de 9 m3 de ceniza, 19 entierros primarios completos, dos craneos con huelIas de decapitacion y Il entierros secundarios. Entre los objetos se encontraron 120 de arcilla, mas de 4 000 cuentas de concha, jade, turquesa y cristal de roca, numerosos caracoles marinos y gran cantidad de omamentos y herramientas de obsidiana. También se encontro una mascara de alabastro de claro estilo teotihuacano, asi como abundante cerami­ ca idéntica a la que se conoce deI gran sitio deI centro de México. Por todo 10 anterior, se infiere que Tres Cerritos tuvo una ocupacion relacionada de algu­ na manera a las culturas deI Altiplano, en especial la teotihuacana (Macias Goytia 1994: 34-35). El sitio de Tinganio, en el municipio de Tingambato, Michoacan, parece haber tenido dos épocas de ocupaci6n, la primera entre 450 y 600 d.C., y la segunda entre 600 y 900 d.C. En la ultima se introdujo un estilo arquitectonico que se ha interpretado como parecido al teotihuacano. La ubicacion deI sitio se escogio no solamente por ser un lugar privilegiado con abundante vegetacion y

26 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE agua, sino también porque era un punto estratégico entre las regiones fria y caliente, capaz de servir de lazo de union a los pueblos de ambas regiones, como sucediô en tiempos coloniales. Entre los materiales intercambiados pue­ den mencionarse los siguientes: caracoles y conchas marinos dei Pacifico, turquesa, pirita, jade y otras materias primas (Pifia Chan y Oi 1982: 93-99). Seria erroneo pensar que el Occidente (especialmente el area Jalisco­ Colima-Nayarit) fue tan fuertemente influenciado por las culturas deI centro de México durante el Clasico como otras regiones de Mesoamérica, notable­ mente el valle de Oaxaca, las tierras altas de Guatemala 0 la costa deI Golfo; esto es evidente al ver el cuadro de distribucion de rasgos teotihuacanos en Mesoamérica presentado por Santley (1983: cuadro 2). Los hallazgos de ceramica teotihuacana en Occidente aparte de los ya mencionados han sido escasos, limitândose a diversas partes de Colima (McBride 1975; Meighan 1972; Matos y Kelly 1974). En Jalisco y Nayarit la situacion ha sido resumida por Weigand (1992: 227-228) con las siguientes palabras: "de la misma manera què el Formativo en el Occidente de Mesoamérica estuvo bastante libre de influencias artisticas olmecas, los periodos Clasicos de la misma area muestran notablemente pocas influencias dei centro de México". Finalmente, las palabras de Michelet (1990: 288) sirven para resumir 10 poco que sabemos sobre Michoacan durante el periodo Clasico:

Mucho se ha dicho que Michoacan antes deI horizonte tarasco se caracterizaba por una fuerte fragmentacion geo-cultural. Hoy empezamos a creer que esa vision deI Clasico michoacano era tal vez sencillamente la consecuencia de la escasez de trabajos arqueologicos [...] Si bien no existiO una fuerza centripeta potente antes deI surgimiento deI imperio tarasco, ciertas tendencias unificado­ ras se manifestaron a 10 largo dei primer miienio de nuestra era [...] La region de Zacapu [...] alcanzo incIuso una pizca dei prestigio de Teotihuacan.

La época que nos ocupa es todavia poco conocida en la region dei Bajio central, por 10 cual no se puede hablar de un "periodo Clasico" en un sentido estricto como el dado en el centro de México, prefiriéndose hacer referencia al marco cronologico (ca. 250-900 d.C.), puesto que esta region ademas de presentar rasgos afines con el centro de México y otras areas, tiene modalida­ des propias. Las raices culturales de Chupicuaro se ven enriquecidas por otras tradiciones llegadas a través deI corredor dei Rio Lerma (Sanchez y Marmolejo 1990: 269). Durante este periodo en el Bajio, con el desarrollo regional se consolidan y fortalecen algunos centros civico-ceremoniales ubicados en cimas y laderas

27 LAS COENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO con posibilidades estratégico-defensivas (fig. 12), que evidencian una posible inestabilidad sociopolitica, debida a la presencia de grupos belicosos en la region. Estos sitios mayores que fueron posible refugio para la poblacion asentada en el valle, muestran una arquitectura elaborada, ademas de ubicarse en lugares desde los que se podian explotar y controlar los recursos. Los sitios hasta ahora conocidos presentan estructuras arquitectonicas de tipo piramidal asociadas a patios 0 plazas, plataformas, plazas 0 patios cerrados 0 "hundi­ dos" y en algunos casos eIementos circulares, asi coma calzadas y columnas. Estos elementos varian en su distribucion en funcion de la topografia deI terreno, pero regularmente conservan una orientacion definida en su conjunto principal, donde la estructura piramidal mayor se ubica al oriente de la plaza 0 patio principal (Sânchez y Marmolejo 1990: 269). Para la segunda mitad deI periodo Clasico se habia consolidado una tradicion propia en esta region, pero a la vez se denota una cierta inestabilidad en el area, posiblemente por comenzar las incursiones de grupos "nomadas" con los que colindaba (Sanchez y Marmolejo 1990: 276; clr. Faugere 1988). Los asentamientos prehispânicos deI Bajio se caracterizan por tener con­ centraciones de grandes estructuras civicas y religiosas, que se diferencian claramente de las unidades habitacionales menores. Estos agrupamientos de edificios pudieron haber sido cabeceras de diferentes unidades politico-territo­ riales. Estos conjuntos arquitectonicos se arreglaron de una forma ordenada y orientada con los puntos cardinales, y se construyeron sobre grandes plataformas que sirvieron de sostén a basamentos piramidales, juegos de pelota, habitaciones de la élite, lugares de almacenamiento, etcétera. Ademas presentan plazas, espacios abiertos y calzadas. Un elemento que se encuentra exclusivamente en estas cabeceras es el de estructuras con espacios hundidos que se conocen en la literatura coma "patios hundidos" (Brambila y Castafieda 1993: 73; Cârdenas s.f.). En la zona lacustre de Jalisco el periodo Clasico esta evidenciado por la Tradicion Teuchitlân (Weigand 1985, 1990a, 1994). La fase Ahualulco (ca. 200-400 d.C.) representa una intensificacion de procesos que ya existian du­ rante el Formativo tardio. Se construyeron juegos de pelota monumentales, usualmente adosados a plataformas 0 piramides, mientras que los circulos arquitect6nicos son mayores y los monticulos mas altos (ver el articulo de Weigand en este volumen). El centro de gravedad dentro de la zona lacustre comienza a desplazarse hacia el valle de Ahualulco-Teuchitlan-Tala, con una consecuente baja en eI nUmero de sitios en los valles vecinos, 10 que sugiere que la implosi6n de poblacion de la fase Teuchitlân 1(400-700 d.C.) inicio en el Clâsico temprano (Weigand 1990a: 29).

28 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

Durante esta época existio en la zona bajo discusion una jerarquia de centros ceremoniales de dos niveles, el mas complejo de los cuales (v.gr. Teuchitlân) tiene juegos de pelota y conjuntos de plazas y patios rectangulares bien construidos, que pudieron haber funcionado coma residencias de la élite. Se han definido tres tipos de sitios no ceremoniales: pequefias aldeas de multi­ ples plazas y patios con cementerios; otras iguales a las anteriores pero sin cementerios, y pequefias aldeas con por 10 menos dos complejos de plazas y patios sin areas de enterramiento. Es evidente un sistema de asentamiento de por 10 menos cuatro niveles; todos los asentamientos comparten un factor critico: localizacion estratégica para un facil acceso a las buenas tierras agricolas (Weigand 1990a: 31). En la laguna de Magdalena, Jalisco, se han encontrado obras hidraulicas a gran escala, similares a las "chinampas" deI centro de México 0 a los "campos levantados" de la zona maya; esta sofisticada infraestructura agricola debi6 de proveer de alimentos a una abundante pobla­ ci6n en la época prehispanica, principalmente durante el periodo Clasico (Weigand 1994). Finalmente, el periodo Clasico en el bajo Balsas es dificil de definir; no se caracteriza por un gran desarrollo tecno16gico y cultural, sino unicamente por la presencia de algunos tipos ceramicos que indican ciertos contactos con grupos de mas alto nivel de desarrollo. Los elementos ceramicos costefios y surefios deI periodo anterior dejan de existir, y la influencia deI centro de México se manifiesta poco en el bajo Balsas. Por los entierros encontrados es evidente que hay una continuaci6n de las costumbres magico-religiosas, asi coma del uso de craneos trofeo coma ofrenda a entierros primarios (Cabrera 1986: 131-132).

PERioDO POSTCLÂSICO (CA. 900-1521 D.C.)

Segun Diehl y BerIo (1989), cambios importantes ocurrieron en Mesoamérica durante los mil afios anteriores a la conquista espafiola, y muchos de éstos se originaron durante el periodo Epiclasico (ca. 700-900 d.C.). Algunos de ellos simplemente fueron elaboraciones menores de fonnas ya existentes, mientras que otros tuvieron consecuencias profundas. Algunas de las transfonnaciones mas importantes incluyen: 1) el surgimiento de nuevos centros politicos; 2) movimientos de poblaci6n; 3) nuevas disposiciones comerciales; 4) innova­ ciones en religion y arquitectura. En Mesoamérica virtualmente todos los centros de poder deI Clasico temprano fueron abandonados para fines deI siglo VlII de nuestra era. Nuevas comunidades los reemplazaron prontamente, pero

29 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO los procesos que generaron estos cambios no son bien comprendidos. Lo que si es claro es que el colapso de Teotihuacan no fue un evento Unico; ninguno de los centros regionales coma Monte Alban, Matacapan, KaminaljuyU, Coba, Tikal y otros, sobrevivio la caîda de Teotihuacân (Diehl y BerIo 1989: 3). Una caracteristica distintiva de este periodo es la inestabilidad. Los rela­ tos historicos fragmentarios que algunos investigadores piensan se originaron en estos tiempos confirman la evidencia arqueologica de frecuentes migra­ ciones de un tipo u otro. Los movimientos poblacionales a pequefia escala debieron de haber sido frecuentes en todos tiempos en Mesoamérica, pero en estos dos siglos hubo cambios dramaticos de tamafio de la poblacion, localiza­ cion de las comunidades y distribucion de asentamientos. El comercio a larga distancia en Mesoamérica sufrio importantes modificaciones después de 700 d.C. Ciertas rotas de comercio aumentaron su popularidad a expensas de otras; las redes de Teotihuacan hacia el Occidente y Norte de México sufrie~ ron un eclipse, y la restauracion deI comercio con estas tierras bajo los toltecas en los siglos X y XI aparentemente siguio rotas y direcciones diferentes (Diehl y BerIo 1989: 3-4). Durante el siglo X de nuestra era la Tradicion Teuchitlân tuvo un colapso total y definitivo. Este colapso fue precedido por varios siglos de decline aparente (fase Teuchitlân II; ca. 700/900- 1000 d.C.). La caida de la Tradicion Teuchitlân se refleja en la totalidad deI inventario cultural; 10 mas importante es que la configuracion arquitectonica de cinco elementos circulares, que sir­ vio coma rasgo distintivo de la tradicion, fue abandonada por completo. En vista de que los cambios evidentes en el sistema cultural son tan dramaticos y absolutos, y aparentemente se suscitaron de manera tan rapida, parece razona­ ble suponer que estuvieron en parte auspiciados desde fuera de la region, tal vez relacionados con el surgimiento deI imperio tarasco. Ya fuera directa 0 indirectamente, la presencia de un nuevo actor tan poderoso en el ambito politico deI Occidente debio de haber alterado por completo las estructuras socioeconomicas y politicas deI ârea (Weigand 1990b: 215,220). Durante el Postclasico temprano (ca. 900-1200 d.C.) el Occidente de México experimento un considerable aumento en la influencia cultural deI centro de México. Las tumbas de tiro ya habîan dejado de utilizarse desde varios siglos atras y una nueva tradicion puede obs~arse en el area Jalisco­ Colima-Nayarit. De hecho, estas fuertes influencias deI centro de México aparecen en el Occidente durante el siglo VII, si no es que antes (Meighan 1976: 161), y se caracterizan principalmente por la introduccion de conjuntos de monticulos y plazas planificados y orientados hacia las direcciones cardina­ les (fig. 13).

30 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

Durante el periodo Postclasico en el Occidente es comun, en muchas zonas, la ceramica con los elementos estilisticos de la tradicion Mixteca­ Puebla. Este hecho es senal de una influencia (a partir dei 900 d.C.) que pudo haber sido en parte religiosa, en parte militar y en parte mercantil, emanando desde el centro de México. Aunque no se puede hablar de un "imperio", la ceramica, la iconografia, los patrones comunitarios y la mayoria de los objetos manufacturados revelan la influencia deI altiplano central (Meighan 1974: 1259). Para Nicholson (1982: 229) la tradicion Mixteca-Puebla es un "hori­ zonte-estilo", pues tiene una distribucion temporallimitada, una distribucion espacial amplia asi coma una complejidad estilistica y atributos generales lInicos. La tradicion Mixteca-Puebla fue un fenomeno panmesoamericano, apareciendo desde el norte de México hasta Nicaragua (Nicholson 1981: 253). Uno de los ejemplos mejor conocidos de presencia Mixteca-Puebla en el Occidente es el complejo Aztatlan de Guasave, Sinaloa (fig. 14). De acuerdo con Gordon Ekholm, "considerando simplemente el numero de rasgos compartidos entre la cultura deI complejo Aztatlan de Guasave y las varias culturas deI centro de México, no puede haber duda de la filiacion cultural entre ambas areas" (Ekholm 1942: 126). Otros ejemplos de estilos ceramicos con parecido al Mixteca-Puebla fueron encontrados en Chametla (Kelly 1938: figs. 1 y 8) y Culiacan (Kelly 1945: figs. 19-37 y Lams. 1,2,4), ambos en el estado de Sinaloa. Durante el Postclasico temprano, los rasgos Mixteca-Pue­ b1a "estaban siendo transmitidos hacia el Occidente de México a 10 largo de una rota bien organizada, via las cuencas de los rios Lerma y Santiago. La antigüedad de esta rota se pudo haber remontado hacia 600 d.C., y su inicio pudo haber estado relacionado con la aparicion de la metalurgia en la costa occidental" (Publ 1986: 26).4 SeglIn Joseph Mountjoy, Aztatlan fue la cultura arqueo1ogica mas di­ fundida en el Occidente de México, y estuvo asociada con el desarrollo y distribucion de tecnologias avanzadas, coma la metalurgia y la fabricacion de navajas prismaticas de obsidiana, asi como en algunos sitios pipas y malacates, tal vez relacionados con la industria textil y el cultivo deI tabaco, respectiva­ mente. La decoracion de vasijas con disefios "estilo codice", la presencia de ceramica plumbate y el uso de figurillas estilo Mazapa, indican eslabones con

4. Kelley menciona la existencia de un "camino deI cobre", que representaba un sistema de explotacion y redistribucion involucrado en el comercio de la turquesa y en la metalurgia de cobre. El comercio en esta ruta inclula "algod6n y textiles dei Occidente de México y otros recursos materiales, como plomo, estafto. probablemente oro y con seguridad pericos en el none" (Kelley. manuscrito inédito, citado en Pub11986: 46-47).

31 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MEXICO las culturas postclasicas deI Altiplano central (Mountjoy 1990: 543). La cultura Aztatlân ha sido fechada hacia 800-1400 d.C., y se han encontrado materiales diagnosticos de ella en Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Michoacan y aun en regiones tan lejanas coma Durango, Chihuahua y Nuevo México (Mountjoy 1990: 542; cfr. Mountjoy 1994b). En una reciente investigacion arqueologica de la cuenca de Sayula (Schôndube et al., s.f.) se localizaron mas de 60 sitios con acumulaciones significativas de restos, ademas de otro tanto de sitios con vestigios dispersos. Estos probablemente reflejan el patron de asentamiento generalizado, asi coma areas especificas de actividad y transito (Valdez 1994: 28-29). En la cuenca de Sayula se encuentra uno de los mayores yacimientos de saI dentro de las tierras altas de Mesoamérica. En la época colonial, coma probablemente en tiempos prehispanicos, el recurso mas importante fue la saI, aunque en la cuenca existen igualmente depositos de cobre, oro y plata, que pudieron haber sido explotados antes de la Conquista (Valdez y Liot 1994: 289). La abundan­ te produccion de saI probablemente no fue totalmente para consumo local, sino que fue exportada a otras regiones de Mesoamérica. En otra region deI oeste mesoamericano, hasta 1939 los nahuas de la cuenca deI Balsas comerciaban la saI de manera itinerante. Durante gencraciones combinaron el comercio de la saI en la época de secas con la agricultura, esta ultima de junio a octubre. La relacion simbiotica entre produccion estacional de saI y agricultura debio de haber existido en los periodos mas tempranos (Good 1995: 8-11), al igual que en otras regiones de Mesoamérica coma la cuenca de Sayula. Al hablar sobre los elementos arqueologicos encontrados en la zona de Sayula, es necesario resaltar la abundante evidencia de materiales pertenecien­ tes a la cultura tarasca de Michoacan, encontrados junto a los restos de las culturas locales. La evidencia detectada en esta zona lacustre es indicativa deI papel estratégico que asumio el grupo tarasco al interior deI antiguo poblado de Atoyac (Valdez y Liot 1994: 301-305). Los materiales tarascos encontrados en Atoyac corresponden principal­ mente a vasijas con vertedera que' pueden tener asa de estribo 0 asa canasta (fig. 15), cajetes tripodes miniatura, fragmentos de pipas, pinzas y cascabeles de cobre y bezotes y orejeras de obsidiana; muchos de estos objetos son practicamente idénticos a los materiales procedentes deI area nuclear de los tarascos (Noyola 1994: 69). Los siguientes puntos merecen ser resaltados al considerar los rasgos de filiacion tarasca encontrados en Atoyac: 1) el carâcter elitista de los omamentos corporales encontrados en los entierros; 2) la calidad general de todos los objetos, que denota el alto status de sus poseedores; 3) la

32 DESARROLLO CULruRAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE gran variedad de objetos importados, desde simbolos ideologicos hasta instru­ mentos utilitarios; 4) la cantidad elevada de artefactos fonineos en la aldea; 5) la presencia de un ârea de enterramientos especifica, donde se concentran individuos con atributos étnicos tarascos (Valdez y Liot 1994: 303). Segun Schôndube (1994b), la lengua tarasca debe haber sido la que tuvo una introduccion mas tardia en la cuenca de Sayula, y su existencia es resulta­ do claro de la expansion hacia el Occidente. Por otra parte, parece ser que el dominio tarasco (exceptuando los sitios en la cuenca dei Tepalcatepec) no fue muy fuerte ni duradero en la region circunvecina a Tamazula y Amula; un dato que refuerza esta idea es el que los tarascos hayan establecido sus sitios de frontera, Jiquilpan y Tangamandapio, precisamente al norte de la region de Tamazula (Schôndube 1994b: 286; cfr. Schôndube 1994c). El Postclasico temprano en la region deI Balsas esta asociado principal­ mente con figurillas tipo Mazapa, que podrian definir un "horizonte tolteca". La presencia de objetos de cobre en abundancia indica una importante indus­ tria desarrollada en la region, tal vez desde el Clasico final (Cabrera 1986: 133). Para el Postclasico habia una numerosa poblacion asentada a 10 largo deI Rio Balsas. Los asentamientos mas grandes se establecieron en el delta, mientras que en los lugares limitados por el encajonamiento deI rio y por la sierra, no se desarrollaron grandes centros de poblacion, siendo los sitios irregulares 0 lineales a 10 largo deI rio. Politicamente, algunos nucleos de poblacion dependian de otro mayor, y por su ubicacion se piensa que habia sitios que regian a otros menores, los que podrian ser sus tributarios. Final­ mente, los edificios de caracter ceremonial son basamentos rectangulares formados por piedras y rellenos de tierra; entre estos edificios abundan los de caracter funerario, probablemente para el uso de la comunidad (Cabrera 1986: 134-137). Seg6n Helen P. Pollard (1995), durante el periodo Postclasico ocurrio una importante transformacion entre las poblaciones de las tierras altas deI centro de Michoacân. Por primera vez comunidades previamente autonomas se unificaron politicamente, y la cuenca dellago de Patzcuaro se transformo en el nucleo geografico de un Estado expansionista. Las excavaciones realizadas por Pollard en 1991-1993 en el sitio de Urichu, en la cuenca de Patzcuaro, proporcionan nueva informacion acerca deI periodo Postclasico, concretamen­ te sobre la formacion deI Estado en esta zona. Seg6n Pollard (1995), durante el periodo 1000-1200 d.C. (postclasico temprano) en la cuenca de Patzcuaro coexistian diez comunidades autonomas, cada una organizada intemamente de manera estratificada y gobemada por una pequefia élite. Estas sociedades

33 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO variaban en el tamano de su poblacion y territorio, asi coma en el grado de acceso a tierras irrigables, y en el nivel de especializacion economica y de complejidad politica. En algun momento dentro de este periodo, cambios climaticos menores ocasionaron la subida deI nivel dellago, probablemente debido a una mayor precipitacion pluvial, aunada a menor evaporacion. Como consecuencia de 10 anterior, la tierra irrigable se vio reducida (Pollard 1995: cuadro 1). Patzcuaro y Tzintzuntzan eran los asentamientos de la cuenca que mas dependian de la tierra irrigable, por 10 cual las élites de guerreros de estos sitios dirigieron a sus poblaciones en la conquista de las poblaciones vecinas, asegurândose de esta manera recursos adicionales, pero también incrementando el grado de desigualdad sociopolitica entre y dentro de las comunidades. Para el ano 1350 d.C. todo el tributo y botin de las campanas militares estaba fluyendo hacia Tzintzuntzan, y la cuenca se encontraba unificada tanto en su estructura intema coma en su territorio, bajo el control politico de la élite residente en esta ciudad (pollard 1995). . A principios deI siglo XVI una gran parte deI Occidente de México, casi 75 000 km2 en los actuales estados de Michoacan, Guanajuato, Jalisco y Guerrero (Pollard 1993), estuvo bajo el dominio dei Estado tarasco, cuya capital fue la ciudad de Tzintzuntzan (Castro Leal 1986; Pollard 1980), una urbe comparable a cualquiera de los grandes centros urbanos de Mesoamérica (fig. 16)(Williams 1994b).

PROCESOS CULTURALES EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

El Occidente de México participo de manera activa en la tradicion cultural mesoamericana, altemadamente aceptando y contribuyendo elementos al complejo cultural mesoamericano, inc1uyendo la tecnologia, religion, arte y politica. En otras palabras, el Occidente contribuyo a la formacion y funciona­ miento de 10 que podria llamarse un "sistema mundial" (cfr. Wallerstein 1974; Blanton et al. 1981 :245). Segun las palabras de Boehm de Lameiras,

las cuencas hidrâulicas deI Occidente de México, las que desembocan en el Océano Pacifico, no siempre estuvieron con igual intensidad en la mirada deI dominio central. Si bien este hecho no nos permite desde esta perspectiva defmir la evoluci6n global de esta parte de Mesoamérica [...] si puede aportar­ nos elementos para detectar la variaci6n en el tipo de los recursos culturalmente considerados como estratégicos en diferentes momentos y las condiciones tec­ nol6gicas y demogrâficas, econ6micas y poHticas, bajo las cuales fueron explo­ tados (Boehm de Lameiras 1988: 6-7).

34 DESARRaLLa CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

La participacion de las culturas occidentales dentro deI âmbito economi­ co y politico mesoamericano desde fechas tempranas puede atestiguarse por la evidencia de comercio de obsidiana, entre otros. El flujo de la obsidiana de Zinapécuaro-Ucareo, Michoacân, dentro de Mesoamérica parece haber sido bastante intenso. Durante el Prec1âsico temprano (ca. 1500-900 a.C.) y media (ca. 900-300 a.c.) esta obsidiana se comercioampliamente en el centro y sur de México, apareciendo arqueologicamente en la cuenca de México y en Oaxaca. Por otra parte, durante el Prec1âsico tardio (ca. 300 a.C.-O/lOO d.C.) se sabe que fue comercializada en Morelos y Oaxaca, y durante el Clâsico temprano (ca. 100-500 d.C.) aparece en las tieITas bajas mayas y el Soconusco. Ucareo fue la fuente primaria de obsidiana para Tula y Xochica1co; igualmente sabe­ mos que reemplazo a la obsidiana de Pachuca en Azcapotza1co, en la cuenca de México (Pollard y Vogel 1994: 175). Finalmente, a partir del Clâsico tardio (ca. 550-900 d.C.) la obsidiana de Ucareo constituyo casi el 44% de la encon­ trada en la cuenca inferior del Rio Verde, Oaxaca (Joyce et al. 1995: Il). Durante el periodo Clâsico la cultura dominante en el centro de México fue la teotihuacana, que dejo sentir su presencia por todas las partes de Mesoamérica, inc1uyendo el noroccidente. SeglIn Kelley, durante los primeros siglos de nuestra era se registro una "intrusion masiva" de elementos pro­ cedentes del centro de México -probablemente teotihuacanos- en el centro ceremonial de Alta Vista, Zacatecas, donde existia una cultura relativamente simple de agricultores viviendo en aldeas pequefias (Kelley 1976: 32-33). No sabemos cuâles eran los propositos de tales incursiones desde el centro de México hasta las zonas nortefias, pero las palabras de Coggins aITojan algo de luz a esta incognita:

En los siglos tercero y cuarto de nuestra era, grupos de teotihuacanos viajaron hacia los desiertos deI Tr6pico de Cancer [... ] dejando huellas inconfundibles de su presencia [...] Durante muchas décadas los arque6logos han tratado de explicar estos viajes en ténninos de la producci6n e intercambio de bienes esenciales, particulannente la obsidiana, 0 como evidencia de conquista. Sin embargo, este argumento ha sido puesto en tela de juicio, al describirse el comercio teotihuacano a larga distancia como algo de pequefia escala dedicado a bienes especializados de élite [...] La conquista también parece poco probable porque no existe un territorio dominado entre ambas regiones, y la evidencia de guerra es muy poca (Coggins 1993: 141).

SegUn Millon, la principal atraccion para los teotihuacanos en el narte era la existencia de abundantes recursos minerales. En el distrito de

35 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Chalchihuites, Zacatecas, se estaban explotando durante el siglo quinto de nuestra era cinabrio, hematita, limonita, malaquita, pedemal y otros minerales (Millon 1991: 132-133). La presencia teotihuacana en Michoacan discutida en paginas anteriores, podria sugerir la funcion de estos sitios como puntos intermedios para las rotas de comercio entre el centro de México y el noroccidente. En el periodo Postclâsico la situacion cambio radicalmente; después de la caida de Teotihuacan las relaciones entre los habitantes de las cuencas lacustres de Michoacan y las culturas deI centro de México se tornan hostiles. Es bien sabido que los mexicas libraron numerosas guerras contra los tarascos, y la frontera entre ambos Estados estuvo fuertemente vigilada por medio de for­ talezas (Hemândez Rivero 1994). Los tarascos no solamente impidieron el acceso directo deI centro de México al corazon de Occidente, sino que ellos mismos conquistaron partes de esta region, como es el caso de Sayula, Jalisco, descrito en paginas anteriores. Los Estados que incursionaron en diversas âreas deI Occidente en distin­ tas épocas (por ejemplo, Teotihuacan durante el Clasico, los tarascos en el Postclâsico) estaban probablemente buscando el acceso a bienes estratégicos 0 a rotas de comercio. SegUn Algaze, los puestos de avanzada (como serian Alta Vista, Zacatecas, 0 Tres Cerritos, Michoacan) son un rasgo comtm en la expansion de los Estados tempranos, pues representan una forma eficiente de canalizar el intercambio entre distintas sociedades con niveles de complejidad sociopolitica marcadamente distintos. Estos puestos de avanzada reflejan un sistema de hegemonia economica en el cuallos Estados emergentes tempranos trataron de explotar a sistemas politicos menos complejos, localizados fuera de los limites deI ârea bajo su control politico (Algaze 1993: 304). En conclusion, las cuencas hidrâulicas deI Occidente de México represen­ taron desde épocas tempranas "âreas clave", conformandose en regiones nucleares para el desarrollo cultural. Esto en gran medida se debio a la abun­ dancia de recursos naturales, que distinguieron a las cuencas por su enorme potencial productivo, algo que es tan cierto en la actualidad como 10 fue en la época prehispânica.

36 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

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100 Km.

1. Capacha 10. Tinganio 2. Chupicuaro 11 . Tres Cerritos 3. El Opeiio 12. Tzintzuntzan 4.lhuatzio 13. Urichu 5 LomaAlta 6. Loma Santa Maria 7. Patzcuaro 8. Queréndaro 9.Teuchitlan / Etzatlan

Fig. 1. Mapa de las cuencas deI Occidente de México, indicando los principales sitios arqueologicos mencionados en el texto. (Mapa base seglin Tamayo y West 1964. fig. 4; representa las cuencas alrededor de 1500 d.C)

37 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

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Fig. 2. Tumbas de El Opeiio, Michoacân (segillt Oliveros 1974: fig. 6).

38 Fig. 3. Figurillas antropomorfas encontradas en las tumbas de El Opefio (Museo Michoacano, Morelia, Mich.; foto de Ricardo Sanchez).

Fig. 4. Vasijas de ceramica deI complejo Capacha (seglin MOllntjoy 1994a).

39 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 5. Figurilla antropomorfa de Chupicuaro, Guanajuato, con decoraci6n geométrica (Museo Michoacano, Morelia, Mich.; foto de Ricardo Sanchez).

Fig. 6. Vasija cerâmica de Chupicuaro, Guanajuato, con "boca de estribo" (Museo Michoacano, Morelia, Mich.; foto de Ricardo Sanchez).

40 DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 7. Excavacion de Ulla zona de entierros en Loma Alta, Michoacan (segim Arnauld et al. 1993: fig. 27).

Fig. 8. Escudilla (tapadera de urna) con decoracion blanco y negro negativo sobre rajo; Loma Alta, Zacapu, Michoacan (foto cortesia deI CEMCA).

41 LAS CU ENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

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Fig. 9. Escudilla policroma dei ripo Tres Palos Tricromo, depositada coma ofrenda funeraria. Loma Alta, Michoacan (segUn Arnauld et al. 1993: fig. 35 d).

Fig. 10. Figurillas antropomorfas de cerâmica procedentes de Queréndaro, Michoacân (Museo Michoacano, Morelia, Mich.; foto de Ricardo Sanchez).

42 DESARROLLO CULnJRAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXJCO

Fig. Il. Cerâmica "Anaranjado Delgado" de tradicién teotihuacana encontrada en Loma de Santa Maria, Morelia, Michoacan (Museo Michoacano, Morelia, Mich.; foto de Ricardo Sanchez).

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Fig. 12. PIano deI sitio "La Gloria", Guanajuato (segUn Sanchez y Marmolejo 1990: fig. 2). DESARROLLO CULTURAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

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Fig. 13. PIano parcial deI sitio Amapa, Nayarit (segtin Meighan 1976: mapa 2).

45 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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Fig. 14. Cerâmica deI complejo Aztatlân (segUn Meighan 1971: figs. 7-8).

46 DESARROLLO CULTIJRAL EN LAS CUENCAS DEL OCCrDENTE DE NIÉ ICO

••• Fig. 15. Vasija policroma con "asa canasta", de estilo tarasco, encontrada coma ofrenda funeraria en la cuenca de Sayula, Jalisco (seglin Valdez y Liot 1994: pag.293).

47 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Lago de Pàtzcuaro

Cerro Tariàcuri

Cerro Yaguarato

1iPOiO 1ipOii. Limite dei àrea estudiada 1ipoiii@

~ - Campos de cultivo

Limite dei àrea estudiada

Fig. 16. PIano deI sitio Tzintzuntzan, Michoacân, indicando el esquema de urbani­ zaci6n (segful Pollard 1993: fig 2.2).

48 DESARROLLO CULllJRAL EN LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE

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59

INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE DE ZACAPU: PROGRAMAS "MICHOACAN II'' y "LAGUNA"

Charlotte Arnauld Centre National de la Recherche Scientifique

El trabajo aqui presentado resulta de un proyecto concebido y dirigido por el arql,1e610go Pierre Pétrequin,1 con la colaboraci6n de M. Susana Xelhuantzi L6pez, Oscar Polaco, M. Magdalena de Los Rios Paredes,2 Sarah Metcalfe3 y Hervé Richard,4 entre los analistas que participaron en la investigaci6n. Es parte de un estudio a largo plazo, que esperamos poder desarrollar en varias etapas, después de la primera que hemos llevado a cabo entre 1988-1992, es decir el programa "Michoacan Il'' (véase Pétrequin 1994), iniciando ahora el programa "Laguna" (abril de 1995). La idea inicial de la investigaci6n paleoambiental sobre las fluctuaciones de la ciénega de Zacapu surgi6 en 1986, después de completar algunas excavaciones arqueol6gicas en los sitios de Loma Alta (Mich. 66) y Guadalupe (Mich. 215), localizados en el fondo de la cuenca occidental, a muy pocos metros encima deI niveI deI agua.s La autora deI presente resumen plante6 una problemâtica ligada a los resultados arqueol6gicos que habiamos obtenido, proponiendo para su estudio poner en marcha una colaboraci6n entre espe­ cialistas mexicanos y franceses de ambientes lacustres. Asi fue lanzado el

1. Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), Francia 2. Subdirecci6n de Servicios Académicos, INAH, México 3. Univ~idad de Hull, Gran Bretaila 4. CNRS 5. Proyecto Arqueol6gico Michoacân l, dei Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (CEMCA), con las arque6logas Charlotte Arnauld, Patricia Carot y Marie-France Fauvet-Berthelot, financiado por el Ministelio de Asuntos Extetiores de Francia y el CNRS (Arnauld, Carot y Fauvet 1993). Quiero aprovechar la oportunidad para agradecer a los no pocos colegas delINAH que nos invitaron inicial­ mente a trabajar en Michoacan y nos dieron la posibilidad de desarrollar los estudios en las mejores condiciones; 10 mismo agradezco al CEMCA y en particular a Dominique Michelet por su constante apoyo a la idea inicial y al desarrollo de Michoacan Il, proyecto que no carecla de cieJ1a oliginalidad en su momento, también a su actual director, Thomas Calvo, quien nos blinda Ioda clase de ayuda.

61 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco programa Michoacan II. Posteriormente al trabajo de campo y a los analisis subsecuentes, eI ultimo seminario de trabajo tuvo lugar en las montafias deI Jura en Francia (sierra de interés por su importante ocupacion neolitica lacus­ tre). En 1993, mientras se trabajaba en la preparacion de la monografia dedi­ cada a presentar los resultados deI programa (Pétrequin 1994), fue decidido definir un segundo programa para completar dichos resultados, insuficientes en cuanto a los periodos correspondientes a la ocupacion arqueologica conoci­ da. Mientras en Miehoacan II habiamos localizado los puntos de muestreo en la ciénega propia y en Las Lomas, eI nuevo programa debe concentrarlos en la Laguna de Zacapu, ultimo cuerpo de agua conservado en la actualidad, justo al norte de la ciudad, después de la desecacion de la ciénega realizada a principios de este siglo. Ademas, en el nuevo programa "Laguna", se proyec­ ta ampliar la problematica de las fluctuaciones de la ciénega a la cuestion de las prâcticas horticolas intensivas, cuyos ejemplos existen, fosiles y en cultivo, esparcidos en las orillas de la Laguna de Zacapu. Es precisamente a esta parte deI programa que hemos dedicado nuestra temporada de campo de 1995, cuyos resultados preliminares reportamos al final de este trabajo.

PROGRAMA MICHOACÂN II

Problematica (fig. 1 Y2)

El proyecto Michoacan 1 enfocaba en particular la ocupacion humana mas antigua (que se conozca) en la cuenca de Zacapu, la que habiamos detectado en la peninsula de Las Lomas, localizada adentro de 10 que todavia se llama la "ciénega de Zacapu" (a pesar de su drenaje en 1900, como ya vimos) a una altura inferior de 10 m encima deI nivel deI antiguo pantano. La ocupacion aparece densa desde el inicio de nuestra era hasta 850 d.C. (fechamiento mas temprano: INAH 331, 1961 +/- 34 BP, 86 a.C. - 68 d.C, calibrado). A pesar de haber descubierto vestigios de construccciones de piedras y adobe, complejos funerarios y otros vestigios de probable actividad ceremonial, 10 mismo que restos de una hipotética ocupacion doméstica, nuestro desconocimiento deI contexto ambiental de dicha ocupacion (debido al drenaje y otros trastomos ambientales recientes) limitaba por mucho la interpretacion de los vestigios arqueologicos en términos de actividades humanas. De acuerdo con el testimonio de algunos ancianos purhépechas de Zacapu y pueblos vecinos, en la ciénega todavia a finales deI siglo pasado se podia circular en canoas por unas suertes de canales abiertos en la vegetacion acua-

62 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE tica muy espesa. Mas temprana, otra descripcion fechada en 1590 indica que existia en la peninsula de Las Lomas una aldea en media de barbechos y milpas, con muchos arboles y magueyes. Pero nada permite pensar que estos cultivos se practicaban también a principios de nuestra era 0 en cualquier momento de la época prehispanica. Ademas ninguna descripcion, ya sea etnohistorica 0 etnografica, ayudaba a precisar la localizacion de los asentamientos excavados en relacion con la ribera de la ciénega, tampoco a evaluar el nivel deI agua en las partes mas bajas adentro de la peninsula de Las Lomas, partes que llamamos los "bajos". Por 10 tanto, la problematica definida para el programa Michoacan II abarcaba tres interrogantes: - la posicion de la orilla y las fluctuaciones deI nivel de agua; - el impacta de la ocupacion humana en Las Lomas, en particular la posibili- dad de que el hombre haya cultivado la peninsula antes deI siglo XVI; - Y finalmente, el modo de formacion de las mismas Lomas adentro de la ciénega. Esta ultima cuestion obviamente referia a una escala temporal mas am­ plia que las otras preguntas, las cuales estaban mas ligadas al conjunto de datos arqueologicos obtenido en nuestras excavaciones.

Metodologia: muestreo por transecto (fig. 3)

De acuerdo con la metodologia aplicada en cuencas lacustres de Francia para semejantes estudios paleoambientales, y teniendo en cuenta las caracteristicas de la sedimentacion en la ciénega y en las orillas de Las Lomas, hemos seleccionado cuatro puntos de muestreo: el punto 1 (P 1) se halla a 900 m de la orilla de Las Lomas adentro de la ciénega hacia el noreste; el punta 2 (P2) se localiza justo en la orilla de Las Lomas con la ciénega (determinada gracias a la micro-topografia y al cambio de suelo); el punto 4 (P4) se encuentra en un "bajo", es decir un pantano interior en media de Las Lomas, a proximidad inmediata de los sitios arqueologicos investigados; y finalmente el punto 5 (P5) corresponde a una serie de muestras sacadas de los cortes estratigraficos en el mismo sitio arqueo16gico de Loma Alta (Mich. 66). De esta manera, los cuatro puntos forman un transecto desde el interior de la ciénega hasta los asentamientos prehispanicos de Las Lomas. Dicho de otra manera, el transecto va desde 10 menos antropizado hasta 10 mas antropizado. En la comparacion entre los puntos se fundamenta la interpretacion paleoambiental, evitando en la medida de 10 posible las peculiaridades de un muestreo a partir de un solo punto.

63 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Para evaluar el transcurso deI tiempo en las columnas estratigraficas, 18 muestras han sido fechadas por radiocarbono (8 en Pl, 5 en P2 y 5 en P4; P5, Loma Alta, ya estaba fechado). Estas fechas revelan un problema mayor: la fecha mas reciente (arriba de P2: IN AH 890-ZAC79, 2170 +/- 60 a.p., 208 +/- 190 a.C, calibrada) es un poco anterior a la mas temprana obtenida en las excavaciones arqueologicas de Loma Alta, de tal manera que el estudio paleoambiental no cubre la secuencia arqueologica de Las Lomas, al menos la que nuestras excavaciones han revelado. No por eso debemos excluir ocupa~ ciones anteriores y efectivamente, coma 10 veremos, algunas muestras de P2, en particular, indican una presencia deI hombre bien anterior a nuestra era. Las cuatro columnas extraidas llevan sobre una secuencia larga y co­ rrectamente dilatada, cuyo inicio esta fechado en 8220 +/- 160 a.p. (INAH 890-ZAC133-134), con un espesor maxima de 3.85 m en Pl (385 cm). Para la correlacion de las tres columnas Pl, P2 YP4, nos hemos apoyado en las fechas de radiocarbono y en las figuras sedimentarias (véase fig. 4), asi coma en los diagramas polinicos y en los analisis de diatomeas. Estos cuatro métodos permiten controlar las correlaciones de manera confiable para los grandes episodios sedimentarios, con solo contradicciones menores.6

Resultados: Fases A-D (desde 8000 hasta 4000 a.p.)

La primera fase conocida (hacia 8000 a.p.) de azolvamiento de la ciénega se caracteriza por un c1ima templado, humedo a subhUmedo. En los paisajes floristicos, el bosque de pino, de Quercus y de Alnus, con estrato herbâceo, alterna con praderas (es decir, el bosque domina la pradera, luego la pradera al bosque), cambios que podrian corresponder a destrucciones parciales de la cubierta aroorea por erupciones volcânicas y proyecciones de cenizas, algunas de las cuales han dejado huellas en los rellenos. En la ciénega misma, el agua es poco profunda con algunos puntos bajos y una vegetacion acuâtica desarrollada en las orillas. El ambiente es mas 0 menos acido, con aportes por erosion. De tres sondeos, Pl, P2 YP4, tanto los sedimentos coma los polenes y las diatomeas son idénticos, 10 que solo se explica por la existencia de un gran pantano Unico en los tres puntos. Dicho de

6. Bajo la direcci6n de Pierre Pétrequin y con la atenta coordinaci6n de Marie France Fauvet-Berthelot y Patricia Carol en CEMCA, S. Xelhuantzi realiz6 los anâlisis pollnicos, M.M. de Los Rios Paredes las fechas CI4, H. Richard y P. Pétrequin los anâlisis sedimentarios y S. Metcalfe los de diatomeas (pétrequin 1994).

64 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE otra manera: la clenega, Las Lomas y los bajos interiores de Las Lomas todavia no se diferenciaban antes de 8000 a.p. Hacia 8000-7000 (Fase B), en la secuencia estratigrafica un evento ma­ yor viene a interrompir la evolucion deI pantano grande, 0 ciénega: indican este accidente mayor tanto la sedimentacion7 coma el magnetismo (picos suce­ sivos bien marcados), las diatomeas (cambio completo de flora) y los polenes (Pl: entre 258 y 290 cm). Se trata de una crisis de vo1canismo, fechada entre 6300 y 6000 a.c., seguida por un episodio tectonico, de enormes consecuen­ cias sobre la morfologia y el funcionamiento deI gran pantano. En efecto, después de una serie de erupciones con el incendio de parte de los bosques en la cuenca, por juego tectonico se levantan Las Lomas, que vienen a segmentar la parte occidental deI pantano. Luego se intensifica marcadamente la erosion. Durante el episodio mayor, las diatomeas indican que el pantano es poco profundo. En los conjuntos de diatomeas domina Fragilaria, que tolera ambientes fuertemente mineralizados. Posiblemente el aporte de silice a partir de las cenizas vo1canicas favorece el aumento de la cantidad de diatomeas, 10 mismo que el material aportado por la erosion. El episodio de erosion drastica se mantiene hasta alrededor de 6500 a.p., durante la Fase C, la cual corres­ ponde al retorno al equilibrio sedimentario. Polenes y diatomeas sugieren una disminucion de la humedad, con una transicion muy progresiva hacia un clima templado semiseco, ya bien definido al final deI periodo (6000 a.p.). Se reduce la extension de la ciénega de Zacapu, con aguas poco profundas y mas eutroficas. Se desarrolla una abundante vegetacion acuatica, 10 mismo que las herbaceas sobre las partes emergidas de Las Lomas, mientras va bajando el nivel de la ciénega. Hacia 6000-4000 a.p., durante la Fase D, se produce un descenso maxi­ mo deI nivel deI agua. Los depositos de turbas y arcillas negras se generalizan en los puntos bajos de la ciénega de Zacapu y en los bajos interiores de Las Lomas. Hay marcados indicios de un clima mas seco y de un pantano a1calino poco profundo. 8 Finalmente, el inicio deI segundo milenio a.c. (hacia 4000 a.p.) es marcado por una nueva extension de la ciénega y el retorno a condicio­ nes climaticas templadas subhUmedas que marcan el final de la fase D.

7. Inversion deI echado en las capas de fase A. depositos de cenizas vo1canicas en estratros sucesivos. erosi6n muy marcada de las diatomitas tempranas en Las Lomas. 8. Fuertes variaciones de la presion osm6tica que muestran las diatomeas. desarrollo de Bolryococcus. de las aguas muertas y de la eutrofizaci6n.lo que indican también los polenes.

65 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Resultados: Fase E, antropizacion dei ambiente (4000-2000 a.p.)

Al volverse el clima un poco mas hUmedo, los charcos poco profundos vuelven a aparecer en la ciénega,ahora con especies aer6filas. Los diagramas polinicos muestran que, posterionnente a 2000-1600 a.c., el bosque regional es c1ara­ mente afectado por desmontes y talas, mientras que disminuyen los Cheno-Am y aumentan las gramineas. En la ciénega, cerca de, y en Las Lomas, la presencia de1 hombre esta sefialada por un tepalcate en las arcil1as negras de P4 (en -50 cm), algunas piedritas ex6genas (en Pl) y un cuchil10 de basalto (en P2, en las arcillas negras también). Sin embargo, no existe ningun indicio de que Las Lomas hayan sido cultivadas, aun al final deI primer milenio a.c., cuando se instalan los primeros asentamientos conocidos. De esta manera, e1 estudio de los tres nuc1eos l1eva a detectar a nivel regional fen6menos de desmontes y talas antr6picos anteriores por dos milenios a los vestigios arqueol6gicos descubiertos en la cuenca (Las Lomas), pero mas o menos contemponineos a los mismos fen6menos en la cuenca de Patzcuaro (véase Watts y Bradbury 1982). No hemos tratado de las muestras extraidas en P5, en los cortes deI sitio arqueol6gico de Loma Alta (Mich. 66): éstas han proporcionado pocos p61enes mal conservados, entre los cuales no hay ningu.n polen de planta cultivada.

Discusion

Debido a la falta de corre1aci6n cronol6gica entre los sondeos Pl, P2 YP4 Y los sitios arqueol6gicos excavados, queda un problema no resuelto: (,cual era la posici6n de las riberas de Las Lomas en relaci6n con los asentamientos excavados? Los datos cartograficos que hemos logrado juntar (Arnauld et al. 1993) ofrecen alguna imagen de la posici6n de la ribera al considerar que no hay ningun asentamiento humano visible abajo de la curva de nive1 1977 m s.n.m., durante todos los periodos de ocupaci6n (fig. 2; entre 100 a.c. y 850 d.C. aproximadamente). Esta conclusi6n es valida solamente si aceptamos los siguientes postulados: 1. e1 hombre no acostumbraba construir en agua (de 10 contrario, si e1 hombre construia en agua, la localizaci6n de los asentamientos no puede reflejar la posici6n de la ribera); 2. hemos localizado todos los vestigios de ocupaci6n humana sin excepci6n (de 10 contrario, si los asentamientos debajo de la curva 1977 no estan

66 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE

conservados, 0 si estan conservados pero no visibles en superficie, la locali­ zacion de los sitios detectados no refleja tampoco la posicion de la ribera). En cuanto al postulado l, las recientes excavaciones realizadas bajo la direccion de Patricia Carot en el bajo interior proximo al sitio de Loma Alta (fig. 2) sugieren que no hubo ocupacion 0 antropizacion en terreno pantanoso, sino solamente en suelo drenado y rellenado (en la fase Lupe, 600-850 d.C.). Este resultado, aunque no carece de cierta ambigüedad, mas bien confirmaria la validez del postulado. Los resultados deI programa Michoacan Il dejan sin resolver el problema de las orillas Lomas/ciénega, y por consiguiente el de su ecologia palustre 0 lacustre. Por 10 tanto, no disponemos de ninglin dato paleoambiental cuantita­ tivo para explicar el casi abandono de Las Lomas alrededor de 850 d.C.: es imposible afirmar que este fenomeno haya resultado de una subida (0 bajada) de la ciénega. A nivel cualitativo, sin embargo, la observacion de los estratos superiores de las columnas analizadas deja ver unas arcillas negras relativa­ mente homogéneas, que indican cierta estabilidad general de la ciénega durante nuestra era, 0 mas bien dicho, ningun cambio drastico. Este dato cualitativo sugiere que el abandono de las Lomas se deberia explicar por factores sociopoliticos, mas que ambientales. TaI conclusion quedaria por confirmar, por medio de analisis cuantitativos aplicados a muestras fechadas de los perio­ dos arqueologicos. Como ya 10 hemos senalado, las columnas sedimentarias analizadas du­ rante Michoacan II no a1canzan el periodo de la ocupacion humana conocida arqueologicamente (los dos ultimos milenios): en efecto, sus estratos superio­ res, correspondientes a nuestra era, aparecen fuertemente alterados por el drenaje de la ciénega y por el sistema agrario modemo, de tal manera que las muestras superiores han sido descartadas. Por 10 tanto, conviene colocar nue­ vos sondeos para muestreo en unos sectores donde la sucesion sedimentaria no haya sido tan alterada. Un sector de la cuenca occidental de Zacapu que responde a tales condiciones es el de la laguna de Zacapu (fig. 1 Y2): se trata de una pequena subcuenca, situada a un nivel un poco superior al deI fondo de la ciénega, separada de ella por un umbral, donde todavia se conserva un cuerpo de agua de hasta 14 m de profundidad. Los estudios anteriores de Sarah Metcalfe (1985) confirman que, en la laguna, es muy alta la posibilidad de unas condiciones sedimentarias optimas para reconstruir el paleoambiente de los ultimos dos milenios.

67 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

EL PROGRAMA LAGUNA: PLANTEAMIENTOS E INICIOS

El programa Laguna buscaria determinar las condiciones lacustres y ambien­ tales y sus cambios durante nuestra era. Se trataria de aplicar los mismos métodos analiticos que en el programa Michoacan II, a una serie de muestras sacadas de varios sondeos (con nucIeadora) por realizar en la laguna, una vez establecida la geometria general de la sedimentacion en la depresi6n lacustre, por medio de otros sondeos a 10 largo de un transecto entre ribera y centro; sin embargo, en este programa se daria prioridad al estudio de los restos macrof6siles vegetales, mejores indicadores de cultivos que los polenes. Otra condicion favorable que ofrece la subcuenca de la laguna consiste en la presencia de camellones, 0 parcelas drenadas en las arillas, tanto moder­ nas coma f6siles (visibles en la superficie y en las fotos aéreas). Dos factores llevan a considerar la hipotesis de una antigua agricultura intensiva en las orillas de la laguna: i) ano tras ano, el nivel deI agua debe haber sido mas estable en esta subcuenca que en la ciénega (Arnauld et al. 1993: 32-33); ii) la laguna se encuentra justo debajo deI gran sitio postclasico de El Palacio, cuyas viviendas mas bajas quedan a proximidad de las orillas y, por consiguiente, de los camellones; El Palacio (Mich. 23) es un sitio de .5 km 2 de superficie, con una fuerte densidad de viviendas en varios barrios periféricos, coma Achembo y Pante6n Viejo (Mich. 313 y 314). Una concentraci6n de poblaci6n tan importante a finales deI Clasico y durante eI Postclasico daria crédito a la hip6tesis de una agricultura intensiva de orillas en la subcuenca de la laguna. Ejemplos deI Clasico de camellones, 0 "zonas de chinampas", han sido recientemente descubiertos y estudiados sobre grandes superficies en varias cuencas lacustres deI Occidente (Weigand 1993, 1994). Por 10 tanto un componente importante deI programa Laguna seria el estudio de los camellones modemos y fosiles, asi coma de sus condiciones lacustres: estudio morfol6gico, arqueologico, etnografico y etnohist6rico. Es precisamente este estudio que hemos iniciado Patricia Carot y la autora de estas lineas, en la laguna de Zacapu, durante una breve temporada de campo en el mes de abril de 1995 (fig. 5).

Cronologia de los campos drenados

De acuerdo con nuestros informantes, la técnica de cultivo en las riberas pantanosas que consiste en abrir "zanjas", "vallados" 0 canales para formar un rectângulo interiar que se va rellenando y levantando con eIlodo asi excavado,

68 INVESTIGAClONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE se inicio en tiempo de la fonnacion de los ejidos de Zacapu (1925) y de La Angostura (1932), en una época en que el espejo de la laguna, mas grande que el actual, se iba reduciendo (fig. 5). Aquel momento fue también marcado por la llegada de numerosos migrantes en busqueda de una parcela, sobre todo deI lado norte, en La Angostura. Segun podemos apreciar por la extension de los sistemas de vallados y canales aun en cultivo actualmente y de los fosiles visibles en las fotos aéreas y en el suelo, esta horticultura de chinampas 0 campos drenados (véase abajo) tuvo su auge entre los afios treinta y la década de los setenta, cubriendo todas las riberas de pendiente leve. Tanto los datos proporcionados por los infonnantes como la morfologia de los sistemas fosiles (orientacion, tamafio de los camellones y de los vallados, entrelazamiento con las partes urbanizadas) y su relativa conservacion hablan en favor de su cultivo reciente (entre 1930 y 1990). Ya que los camellones todavia en cultivo cubren una superficie muy inferior a los fosiles, debemos conc1uir que esta modalidad agricola se esta desmoronando. La razon que todos dan es la subida deI nivel deI agua, pro­ vocada aparentemente por la instalacion de la Celanese y de su planta de electricidad con bomba (1946), Ypor crecidas brutales debidas a intervencio­ nes de la municipalidad de Zacapu sobre las compuertas deI rio que drena la laguna. La ultima ocurrio en 1983, y desde esta fecha, el nivel relativamente alto ha pennanecido estable, a pesar de los conflictos que esta provoca entre diversos grupos de intereses de Zacapu y de La Angostura. Hay quienes consideran que el nivel actual es tan solo la recuperacion parcial y legitima de un nivel anterior mucha mas alto, y que los vecinos de La Angostura y usufructuarios de los camellones no tienen por qué quejarse: "...el agua no roba, solo reconoce 10 que es de ella" (miembro de la Comuni­ dad Indigena de Zacapu). Los que opinan de esta manera insisten en que la laguna no ha dejado de bajar desde tiempo. En efecto, son muchos los infonnantes (de 50 a 80 afios de edad) que recuerdan un nivel mas alto (aparentemente de un metro, 0 un poco mas), localizando las antiguas arillas con cierta precision. Las causas deI descenso serian multiples y simultaneas, pero podemos avanzar que la principal seria una eutrofizacion general de la laguna durante el siglo xx. Con este resumen de las fluctuaciones deI espejo de la laguna y de los grandes "eventos" socioeconomicos locales durante el siglo xx (ejidos, Celanese... obviamente una historia detallada seria mas compleja), queremos subrayar tres hechos fundamentales:

69 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

1. el cultivo de chinampas 0 campos drenados depende deI niveI deI agua en la subcuenca de la laguna, y de su estabilidad; 2. estos dos factores, niveI y estabilidad, dependen de los intereses de quienes se aprovechan de la laguna, de diversas maneras; la multiplicidad de intere­ ses economicos en tomo a la laguna es claramente la consecuencia deI fuerte crecimiento demografico de Zacapu y de La Angostura y de las transformaciones ocurridas en la villa y en la ciénega durante eI siglo XX; 3. las condicioncs agrarias deben permitir el acceso a las tierras riberefias; en efecto, la creacion de los ejidos favorecio grandemente el desarrollo de los campos drenados.

1. Chinampas 0 campos drenados?

Observando los camellones cultivados en la ribera suroeste, claramente no se trata de suelos construidos en el agua por acumulacion de lodo y vegetacion acuatica, sino que son suelos drenados y levantados por acumulacion de lodo sacado al excavar los vallados y canales circundantes. Es mas, el cultivo se hace sin abonar con vegetacion acuatica y la practica de sembrar en almacigos no es comUn. En suma, la tecnologia usada no es tipica de las chinampas de la cuenca de México; es mas sencilla y corresponde a campos drenados y levan­ tados (Rojas Rabiela 1983, 1984). Camellones rectangulares que nunca alcanzan mas de 15 020 m de largo estan rodeados de dos canales anchos (hasta de 2 m en general) y de dos vallados estrechos (de 0.50 a 1 m). La altura de la superficie encima deI agua es inferior a los 20 cm en las zonas mas amenazadas de la ribera sur, de 40 a 60 cm en el sector suroeste de los ojos de agua, es decir donde el nivel de la laguna afecta menos. Se abona con estiércol de ganado. Se obtienen dos cosechas al afio: la primera de maiz, entre marzo y agosto, la segunda de verdura 0 de alfalfa entre agosto y diciembre. Se suele sembrar frijoles, toma­ tes, chicharos 0 calabazas junto con el maiz. La clase de maiz sembrado es criolla, de cuatro 0 cinco meses; aparentemente no se siembra maiz de tres meses. Las heladas impiden sembrar de noviembre a febrero, pero todavia durante nuestra estancia a mediados de abril se dio una fuerte "helada negra". Si bien los cultivos de campos drenados estan actualmente en proceso de desaparicion en la laguna de Zacapu, antes cubrian casi todas las orillas y riberas, y sin duda tuvieron alguna relevancia en la economia ejidataria. Mientras se ha abandonado la mayoria de los campos drenados, se siguen cultivando las parceIas riberefias un poco mas altas, las que no necesitan

70 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE drenaje pero si aprovechan la humedad deI subsueIo: se trata de una agricultu­ ra en otras partes llamada "de humedad", 0 mas bien "de jugo" (Toledo et al. 1980; Nufiez 1989). El arado se hace con tronco de caballos 0, si eI acceso a la parcela 10 pennite, con tractor. Se siembra maiz 0 alfalfa. Se riega con el agua de pozos excavados en la parceIa 0 bien se busca mantener la humedad por medio de un canal en la extremidad mas baja y de vallados laterales. Las parcelas sueIen confonnar rectangulos estrechos y largos (hasta 10 x 100 m), perpendiculares al canal, con surcos igualmente orientados. Es probable, aunque no comprobado, que incialmente en los afios treinta, los ejidatarios buscaban ante todo practicar esta agricultura de jugo en parce­ las de tamafio regular, que se puedan labrar con animales. Cuando la subida deI nivel deI agua les obligo a excavar mas vallados, a reducir eI tamafio de las parcelas y a levantar eI sueIo, en otras palabras a intensificar la agricultura en parceIas pequefias, muchos de eIlos (pero no todos) han preferido abandonar el cultivo de las riberas.

;,Postclasico?

Las condiciones en la subcuenca de la laguna durante el siglo xx muestran (como cualquier otro casa analogo) que tres factores son necesarios para que se desarrolle en ella un sistema de cultivo en campos drenados y levantados: · niveI de agua estable que deje playas de muy leve pendiente; · crecimiento demografico muy fuerte, contexto socio-economico dinamico y consenso entre grupos en cuanto al aprovechamiento deI ambiente lacustre; · estructura agraria que pennita eI acceso a las tierras riberefias a individuos 0 a pequefios grupos de horticultores. A continuacion, evaluamos estos factores para las épocas anteriores al siglo xx.

Datos etnograficos

Para eI periodo anterior a la Refonna Agraria, es decir a finales deI siglo XIX y principios deI XX, ninguno de los tres factores estaba presente. El espejo de la laguna era mas amplio, por 10 tanto el agua cubria las playas aprovechables y, arriba de ellas, las riberas tenian pendientes demasiado marcados ùusto abajo de la curva 1990 m en la fig. 5). Las tierras riberefias y el lago mismo eran de usa colectivo y, todavia en la actualidad, miembros de la Comunidad Indigena de Zacapu desaprueban la apropiacion individual de las orillas, tanto las de La Angostura coma las de Zacapu.

71 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MEXICO

En cuanto al factor demografico y socioeconomico, nuestros informantes de origen purhépecha insisten en que Zacapu no era un pueblo grande (5655 habitantes en 1921,6169 en 1940, 14346 en 1950, Mummert 1994: 42) y que la tierra era disponible donde quiera que sea en el malpais y en las vertientes. No era necesario sembrar en las riberas de la laguna. Los cultivos riberefios actuales van con unas practicas de drenaje y una dinamica de regresion deI espejo de agua que eIlos desaprueban y resienten. El consenso entre ellos en cuanto al aprovechamiento deI ambiente lacustre es que la cosècha deI agua en aquel tiempo no era de maiz y verduras sino de peces, tortugas, ajolotes, aImejas, tule y chuspata. El proposito de las compuertas establecidas por la Comunidad Indigena en la salida deI rio era estabilizar el nivel de la laguna para las necesidades de la pesca y de la recoleccion deI tule. Se insiste en la importancia, por un lado deI pescado en la alimentacion de los zacapenses (y aparentemente en sus exportaciones a tierra caliente), por el otro de la arte­ sania deI tule en el Zacapu tradicional.

Datos limnologicos

Si tal fue el cuadro a finales deI siglo XIX, no por eso podemos aplicar estas conclusiones etnograficas a todo el periodo colonial, y menos al Postclasico. Nos hace falta ante todo poder evaluar la dinamica deI espejo de la laguna durante el ultimo milenio, 0 al menos en los ultimos 600 afios. En casa de que se pueda mostrar que el espejo de finales deI siglo XIX haya sido estable anteriormente, la existencia de campos drenados en superficies importantes de las riberas seria altamente improbable. De 10 contrario, al documentarse algUn periodo de contraccion deI espejo parecido al actual, se podria hipotetizar algUn desarrollo de campos drenados, siempre y cuando los factores demogra­ fic os, socio-economicos y agrarios hayan sido favorables. Los estudios limnologicos y de diatomeas que Sarah Metcalfe hizo sobre las muestras de un sondeo de 14 m sacado deI fondo de la laguna con nucleadora (Metcalfe 1985), llevan a las conclusiones siguientes en cuanto a nuestra era (Metcalfe, 1991, citada en Pétrequin 1994: Introduccion). En un primer periodo (2200-1100 a.p.), ellago a1canzo su maxima pro­ fundidad en toda la secuencia correspondiente al muestreo (0 sea 4000 afios); este periodo corresponde al Clasico y hubiera sido desfavorable a cultivos en campos levantados, debido a que las aguas profundas coinciden logicamente con un espejo extendido y unas playas muy anegadas. Pero 1100 a.p. (850 d.C.) marca el episodio de mas bajo nivel deIlago y posteriormente, es decir

72 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE durante el Clasico final y el Postclasico, subio poco a poco el agua desde este nivel muy bajo; por 10 tanto, no podemos descartar la hipotesis de un nivel adecuado para cultivos riberefios en campos drenados durante al menos el Clasico final y el inicio deI Postc1asico (850-1200 d.C.).

Datos arqueologicos

Para el Postc1asico, solo disponemos de los datos referentes a la relacion espacial entre campos drenados deI siglo xx y sitios arqueologicos de la subcuenca, es decir Mich. 23, Mich. 313, Mich. 314, Mich. 24 y Mich. 263. Estos sitios presentan una ocupacion local desde el Clasico, pero el crecimien­ to demografico notable data realmente deI Postc1asico, a juzgar por la exten­ sion de los sitios deI malpais (Migeon 1990). Al menos la condicion demogra­ fica necesaria para el desarrollo de campos drenados podria estar presente para el Postc1asico, aunque tal opinion es subjetiva y conjetural (véase Warren 1977: 390, descripcion por Caravajal deI pueblo de Tesca1co, es decir Zacapu, en 1524: 45 casas). Weigand (1993, 1994) define tres tipos de indicadores espaciales que permiten asociar campos drenados fosiles (en si mismos muy dificiles de fechar) con asentamientos antiguos: 1. material arqueologico contemporaneo a los asentamientos hallado en los campos drenados; 2. proximidad de las obras hidraulicas con los sitios antiguos; 3. imbricacion de unas con otros. En la laguna de zacapu, los campos drenados deI siglo XX han evidentemente borra­ do cualquier hipotético sistema anterior. Por 10 tanto, es imposible conseguir indicadores de tipos 2 y 3. Quedamos con algunos indicadores de tipo 1,0 sea de actividades y/a presencia prehispanicas en contextos de campos drenados modernos, 0 a proximidad. Varios de nuestros hallazgos indican una ocupacion (l,doméstica?) en las partes altas muy cercanas a las orillas. Otros corresponden mas bien a vesti­ gios detriticos en contextos pantanosos, lacustres 0 fluviales. Aunque esta segunda evidencia pueda eventualmente haber resultado de antiguas activida­ des horticolas en sueIos drenados, no se puede demostrar; igualmente puede haber resultado de actividades domésticas (lavar trastos 0 ropa) 0 de pesca realizadas en agua mas 0 menos profunda. El 20 de abril de 1995, hemos excavado eI sondeo SI en una tabiquera deI sector sur de la Zarcita, el pequefio lago que recoge el agua de multiples manantiales brotando de la base deI malpais, y que alimenta la laguna. El sondeo esta localizado a 5 m de un vallado fosil de campos drenados cultiva-

73 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO dos entre los afios cuarenta y los ochenta, y a menos de 30 m al sur de la orilla actual de la Zarcita. Segun nuestros informantes, SIse ubica en el antiguo pantano que existia al sur de la Zarcita cuando su espejo estaba mas extendido (antes de 1940). Presenta la estratificacion de un relleno aportado hace menos de 15 afios para desecar este sector de campos drenados abandonados, y, abajo de -70 cm, de una tierra muy negra, poco compacta, humeda, con abundantes raices, piedritas y gravas en cantidad, asi coma material deI Clasi­ co tardio, deI Postc1asico, y un poco de material colonial y modemo. En -100 cm dejamos la excavacion al niveI deI agua, en eI lodo negro sembrado de piedras grandes. Las caracteristicas de la capa negra lodosa con piedras y material prehispanico, colonial y modemo revuelto, indican sin lugar a duda que el sondeo a1canzo eI lodo deI fondo de un antiguo pantano, mismo que fue drenado, cultivado y finalmente rellenado durante eI siglo xx. Quizas la repeticion de sondeos de este tipo en los sectores mas cercanos a la laguna y a los sitios arqueologicos podria permitir poner en evidencia algun rasgo que se interprete en términos de campos drenados 0 chinampas fosiles prehispanicos, totalmente sellados por la horticultura modema. Nuestro unico sondeo no demuestra mas que la abundancia de vestigios de actividades prehispanicas en el fondo deI pantano de la Zarcita; indica también que, en aquella época (l.Clasico tardio 0 Postc1asico?), eI nivel de agua era mas alto que el que conocen la Zarcita y la laguna desde 1983. La investigacion aqui reportada tan solo representa un inicio; asienta las bases para orientar excavaciones especificas y encuestas detalladas. Sin em­ bargo, las condiciones locales de urbanizacion y de modificacion deI paisaje van borrando las huellas deI pasado -inc1uso el reciente- con tanta rapidez y de manera tan sistematica que cualquier investigacion posterior sera aun mas dificil de realizar que ésta. A menos que las encuestas etnohistoricas aporten datos precisos al respecto, quizas no sea posible ya comprobar, de manera firme y confiable, nuestra hipotesis de chinampas postc1asicas en la laguna de Zacapu. El ojo de mar, coma 10 identifica una informante purhépecha, guarda sellados sus secretos.

74 INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE DE ZACAPU

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• Cuenca cerrada

Pequeno lago

Figura 1: La cuenca lacustre de Zacapu, Michoacan.

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Ciénega N CD

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Figura 2: Mapa de los sitios arqueolôgicos (puntos negros) y de los puntos de muestreo deI proyecto Michoacan II (estrellas con numeros) en Las Lomas, Ciénega de Zacapu, Michoacan. INVESTIGACIONES PALEOAMBIENTALES EN LA CUENCA LACUSTRE DE ZACAPU

Pantano en eràter dei Tule

c

*6,64 m

A -Diatomita-einerita vole. B -Sedimentos orgànieos C -Formaei6n areillosa * Alturas relativas

Figura 3: Ubicaci6n de los puntos de muestreo l, 2, 4 Y 5 para el proyecto Michoa­ can II.

77 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

(LOMAS)

1977 m

197~ m

1972 m

CIENEGA DEZACAPU

ceDizaa vokaDic:as [':"':"':"': o el cin:uIo es proporciooal t.:.:.:::::J o • lu CUI••cucoci•• locales de la erupc:ion

[l\:mm:j:!il lIIItu Dq1U

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Figura 4: Correlaci6n sedirnentaria entre los puntos l, 2a y 4.

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~ '" t.2 5: o'!"~ 100 200 )00 400 SOOItt. n ~ Charlone ARNAULD. Abril de 1991 "'rruIU'"-00 ""~Cul"'J(Nj ~ ~~ ~ t'""' $eelo, con campos drcnados en producci6n Césped Canal que recibc manlenimiento 8 M :::: Puente de 2 tablas !al Seclor con campos drcnados f6siles Parcelas Mdejugo aradas con animales 0 traclor ~ ~ Ojo de agua. venero. mananliaJ Tulillo •D Pasto para ganado * Unea de sauces [il] Chuspala, lule Urhanizado 1".:JJI frenle de lava • Presencia de: malerial arqucol6gico comprobado FalO' aérea, INEGI 21 A·RI2) 2 J.4 22·4 2)-4 YRI)' 18-) de 197 1 1971 -.1 Cana urba.a ZACAPU MICH-I-J.1I10000< :ii=:;i '00 :."') 0) Silio arqueol6gico visible en la fo\o aCrea Figura 5: Mapa de la Laguna de Zacapu, campos drenados, Michoacan. LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

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LA MONUMENTALIDAD DEL SITIO DE LOMA ALTA, MICHOACAN, REVELADA POR MÉTODOS DE PROSPECCI6N GEOFiSICA

Patricia Carot Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos

Marie-France Fauvet Berthelot Museo dei Hombre, Paris

Desde las primeras excavaciones realizadas en Loma Alta en 1983, nuestra vision de este sitio cambio considerablemente al convertirse éste coma centro de mayor importancia no solamente para la historia purhépecha sino también a un nivel mas amplio, mesoamericano. Recordemos que la eminencia de Loma Alta es parte de un conjunto geografico que llamamos Las Lomas constituido de pequenas elevaciones es­ parcidas alrededor de la peninsula de Jauja, en la ribera occidental de la antigua ciénega de Zacapu, la cual ha sido desecada artificialmente a principio de nuestro siglo (fig. 1). Las Lomas funcionaban en realidad, antes de la desecacion, coma islotes rodeados de pantanos internos. En medio de este conjunto de unos 18 km2 de superficie, Loma Alta ocupa una posicion central; es también, coma 10 indica su nombre, el punta mas alto, con 6-7 m de altura total, natural y artificial, y el mas grande, con mas de ocho hectâreas de extension (figs. 2-3). Se pensaba de manera tentativa, al principio deI estudio de esta antigua zona lacustre, que Las Lomas habian sido utilizadas con fines domésticos por unos pescadores-campesinos que aprovechaban los recursos naturales de la ciénega y sobre las cuales habrian practicado la agricultura. Las primeras temporadas de campo en Loma Alta (1983, 1985, 1986) no proporcionaron los elementos para apoyar tal hipotesis. 1 Al contrario, todo apuntaba hacia un

1. Después de estas primeras temporadas se elabor6 un nuevo prograrna de investigaci6n dei Proyecto Michoac'n, la etapa Il, cuya meta era la reconstrucci6n de! ambiente de la cuenca de Z8capu durante los ultimos milenios, con base en indicadores pollnicos y de diatomeas principalmente. Se comprob6 que la antigua ciénega de zacapu habia tenido cierta estabilidad conservando por mucho tiempo el mismo aspecta de gran pantano poco profundo. Este programa estaba también enfocado adetermiftar si las Lomas habian sido utilizadas con fines agrlcolas, pero ningim indicio de tal priètlca file evide'ttciado (pétrequin el al. 1994). .

83 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO lugar muy particular, especifico, que no parecia haber sido utilizado con fines domésticos, sinn mas bien coma lugar ceremonial, funerario principalmente, por 10 menos para las primeras fases de ocupacion de la loma (150 a.C.- 350 d.C.). Se evidenciaron costumbres funerarias insolitas y desconocidas hasta ahora en Occidente y Mesoamérica, coma la cremacion colectiva de osamentas humanas procedentes de antiguas sepulturas primarias reexhumadas para este ritual, su reduccion a polvo, su blanqueo con ca1cita y la introduccion de esta mezcla con unas cucharas en recipientes, principalmente umas, las cuales eran protegidas de toda contaminacion extema por unos tapones de barra y por tapaderas, generalmente cajetes dispuestos boca abajo. Las umas fueron des­ pués enterradas en un lugar particular en el noroeste de la loma, el mismo durante los 500 aiios que duro este ritual (150 a.C.-350 d.C.). Se ha despejado 2 asi, concentrado solamente sobre 12 m , un total de 28 umas ytres cuencos que representan cuatro depositos sucesivos de cuatro, tres, seis y 18 recipien­ tes cada uno, totalizando unos 100 kg de cenizas. Conjuntamente a este ritual, se realizaba otro que consistia en quebrar las ofrendas (ceramica en su mayo­ ria) que acompaiiaban a las sepulturas antes de su cremacion secundaria y cuyos fragmentos estaban enterrados junto con las umas (Carot 1990; 1993; Carot y Susini 1989; Arnauld et al. 1993).2 Aparecio también, en el transcurso de las diferentes temporadas de cam­ po, una gran cantidad de elementos arquitectonicos de gran elaboracion, en piedra labrada, coma muros de contencion,3 que reflejaba cierta monumentalidad pero que no se podia despejar por completo, siendo estos contenidos dentro de rellenos antropicos muy gruesos y a una profundidad que varia entre 0.50 a 2.50 - 3 m. Durante las excavaciones mas extensivas llevadas a cabo en 1994 en la parte oriental de la loma,4 resaltaron atm mas la monumentalidad de Loma Alta y la complejidad de su sistema constructivo. También -dato de

2. Estos dos rasgos, la cremaci6n y el hecho de quebrar ritualmente las ofrendas, son caractéristicos de la cultura Hohokam deI Suroeste de los Eslados Unidos. 3. El estudio geomorfo16gico de Jas Lomas ha comprobado la ausencia de piedras naturales en este entomo. Todas las piedras encontradas en las Lomas fueron entonces acarreadas por el hombre. Ademâs y muy extrailamente, no se utiliz6 la materia prima directarnente disponible, como los derrames holocénicos basalticos que constituyen el Malpais; las piedras provienen (Barba corn. pers.), de escurrimientos basâlticos mucha muy antiguos, todavia no identificados, desconocidos por la gente actualmente. Es decir que la fuerza de trabajo acumulada en estas obras arquitect6nicas monumentales es considerable, todavia mis de 10 que se habia pensado. 4. Se abrio una trinchera de unos 70 m de largo por 2 m de ancho que abarca la parte alta y gran parte de la ladera oriental de la loma hasta la parte plana localizada al pie y al este de la loma, interpretada como antiguo pantano.

84 LA MONUMENfALIDAD DEL SITIO DE LOMA ALTA, MICHOACÂN gran relevancia que confinna la importancia deI sitio- se puso en evidencia una larga secuencia de ocupacion que remonta al final deI Preclasico y sigue practicamente sin hiatus hasta el Postclasico tardio, abarcando unos 1600 afios (150 a.c. - 1450 d.C.) (Carot 1994 b) (fig. 4). En esta largasecuencia, se destaco una continuidad cultural en las manifestaciones materiales, coma ciertas técnicas y motivos decorativos (Carot 1992), 0 ciertas prâcticas fune­ rarias (Pereira, este volumen) que penniten remitir a un origen mucho mas antiguo (unos 1000afios) la historia purhépecha. Tradicionalmente y de mane­ ra muy erronea, se han presentado los purhepéchas coma recién llegados en estas tierras, coma "chichimecas" que venian del norte, cazadores versus agricultores ya instalados en el area, surgidos de repente en el Postclasico, y que logran, milagrosamente, 0 sea en pocas generaciones, sedentarizarse, urbanizarse y crear uno de los Estados prehispanicos mas poderosos que no dej6 de impresionar a los conquistadores. Por otra parte, siempre para las primeras etapasdesu ocupaci6n, el material que ha proporcionado Loma Alta ha pennitido poner a este sitio en relacion con el Altiplano central, por la presencia de navajas prismaticas de obsidiana verde procedente del Cerro de las Navajas de Pachuca, Hidalgo, y por su ceramica decorada, con sitios de cultura Chalchihuites de Mesoamérica septentrional y otros deI Sudoeste de Estados Unidos perteneciendo a la cultu­ ra Hohokam (Carot 1992, 1993, 1994 a y b). En efecto, la excelencia de la ceramica policromada de Loma Alta caracteristica de las fases tempranas de la secuencia ceramica establecida por D. Michelet (s.f.) para la regi6n deI proyecto (fases Loma Alta 1 y 2), reflejaba un desarrollo cultural bastante avanzado. Esta cerâmica tiene sus antecedentes en la antigua tradicion de Chupicuaro (600-100 a.c.) cuya influencia e importancia son ya conocidas (Braniff 1972; Haury 1976; MC.Bride 1969; Porter Weaver 1969) y en la ceramica de la fase Morales de Guanajuato (300-100 a.c.) (Braniff 1972; 1989, s.f.), pero consta de un corpus iconografico mucha mas diversificado con mas de 40 motivos ya inventariados (Carot 1993). Se observa también una tendencia general en afinar las paredes y simplificar las formas de las ceramicas presentando asi una superficie mas adecuada para este arte decora­ tivo muy elaborado. Pero sobre todo, la ceramica de Loma Alta asienta las bases de la tradici6n pictografica caracteristica de la cultura Chalchihuites de la Mesoamérica septentrional y en particular la de la cultura Hohokam deI Sudoeste de los Estados Unidos (B. Braniff, M. A. Hers, P. Weigand, P. Fish y L. Teague, corn. pers.), tradicion que se desarrolla en estas regiones entre los siglos VI y X.

85 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

A pesar de todos estos datos acumulados durante mas de diez afios de investigaciones en eI sitio mismo y de estudio deI material, que ponian en evidencia por una parte la monumentalidad deI sitio y por otra su importancia a nivel mesoamericano, no se tenia todavia una visi6n general, ni se habia determinado su funci6n exacta. En cuanto a la forma y las dimensiones de su sistema constructivo, se sabia que seria imposible alcanzar a conocerlas por la gran extensi6n deI sitio (y el espesor de los rellenos en el cual estaban conteni­ dos) y por los métOOos tradicionalmente utilizados en arqueologia. Se decidio entonces acudir a otras técnicas de prospecci6n arqueol6gica coma son la prospecci6n magnética (fig. 5) Yeléctrica (fig. 6), las cuales fueron llevadas a cabo respectivamente por el Ing. Luis Barba deI Laboratorio de Prospeccion Arqueol6gica deI Instituto de Investigaciones Antropologicas de la Universi­ dad Nacional Aut6noma de México y por el Dr. A. Hesse dei Centro de Inves­ tigaciones Cientificas de Francia, durante las dos primeras semanas de febrero de 1995. Los resultados de esta prospeccion fueron particularmente positivos, revelando con claridad tOOo un sistema de muros, alcanzando algunos mas de 80 m de largo y con espacios cuadrados 0 rectangulares muy bien definidos.

MORFOLOOtA DE LA LOMA.

Loma Alta es una eminencia de 6 a 7 m de altura, en parte natural y en parte artificial, y de 6 a 8 ha de superficie, constituida en realidad de tres sectores, central, noreste y oriental: - el sector central, el mas importante, de 4 ha, de forma mas 0 menos circular, en el cual se han concentrado todos los trabajos desde el principio; en su parte superior, se distinguen tres pequeiias elevaciones 0 "cumbres", al noroeste, sur y este; tiene una altura artificial entre 2.50 y 4 m; - el sector noreste, que constituye un apéndice en forma de creciente, de unas 2 ha de extensi6n y con unos 2 m de rellenos antr6picos; - el sector oriental, al pie de la loma, de unas 2 ha de extension, que corres­ ponde al emplazamiento deI antiguo pantano que bordeaba la loma al este hasta el siglo V 0 VI de nuestra era y que, al secarse, fue rellenado progresi­ vamente de unos 2 m de material. En el sector central, antes de toda intervencion antropica, la loma tenia una altura inicial, en relacion con los antiguos pantanos que la bordeaban, de 3.50 a 4 m al sur y noreste y solamente 2.50 m al noroeste. Ha sido realzada en el transcurso de su larga ocupaci6n (1600 afios) por una serie de rellenos antr6picos que alcanzan entre 2 y 4 m de altura, hechos de barro mezc1ado con

86 LA MONUMENTALIDAD DEL SIT/O DE LOMA ALTA, MICHOACAN pequefios bloques 0 nadulos de tepetate y/a cinerita, con pequefias piedras naturales 0 lascas de basalto pero sobre todo con vestigios antr6picos, esen­ cialmente tepalcates.S

SECUENCIA DE OCUPACI6N DE LoMA ALTA

Aunque limitadas, las diversas excavaciones que se realizaron en Loma Alta permitieron establecer a grandes rasgos la secuencia general de ocupaci6n de la loma que se describe a continuacian. (Se indican entre paréntesis los sondeos, trincheras y/a cuadriculas en donde aparecieron los elementos perte­ neciendo a las distintas etapas de ocupaci6n).

Etapas 1Y Il, sector central

Al final de las dos primeras etapas de ocupaci6n (100 a.C.- 250-350 d.C.) que corresponden a las fases ceramicas Loma Alta 1, 2 a y 2 b, los rellenos artificiales alcanzan en la cumbre sur 2 m de espesor (S25) y 1.20 m en el sector noroeste (S3, S14, S15, S19), donde se excava la zona funeraria con las ornas cinerarias (S3); estos rellenos estaban sellados por un piso de barro de unos 30 cm de grueso, muy bien conservado (se distingue la superposici6n de capas muy finas de barro que fue mezc1ado con vegetales cuyas impresiones se conservaron), y que fue extendido sobre toda la superficie de la loma en uso en esta época, ya que se despej6 tanto en el sector noroeste coma el sector sur, distantes unos 80 m entre si. Sobre este piso fueron construidas varias estruc­ turas, evidenciadas por simples lineas de piedras (Estr. 1,2,3) (S14, S19, S15) 0 coma plataformas (Estr. 4) (C24). Hacia el este, se descubrieron los vestigios de una estructura monumental ba'itante compleja en piedra, la numero 5, con un aplanado de lodo muy duro coma recubrimiento, constituida de una pequefia plataforma (2 m norte-sur por 4 m este-oeste y de 1m de alto) a la cual se subia por una escalera de cinco gradas (fig. 7) Yque permitia el acceso a la plataforma principal, mas amplia (fig. 8), de la cual s6lo se conoce parte de los muros inferiores oeste y este construidos a cada lado de la pequefia plataforma de acceso, hechos con

5. La presencia constante y en densidad bastante uniforme de tepalcates en estos rellenos de barro nos lIam6 la atenci6n y pensamos que debian jugar un papel muy especifico en su elaboraci6n, dandole cierta plasticidad 0 sea mas resistividad al barro, como hace el desgrasante en la ceramica. .

87 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO bloques grandes de piedra recubiertos también de lodo (C30, T28) (fig. 9). Segun aparece en los cortes, una capa gruesa de barro (20-30 cm) hubiera sido extendida encima de estos muros, 10 que debia constituir el piso superior de la estructura; se despejo ademas, al pie de la escalera, 0 sea hacia el sur, un piso amarillo de tierra del malpais (tupuri) que resalta por su bello COlOT muy particular: es el primera de este tipc conocido hasta ahora. En etapas mas recientes, la estructura 5 fue recubierta por muros de contencion, unD de los cuales esta construido justamente encima de la pared este-oeste de la platafor­ ma principal, casi con la misma orientacion a unos grados de diferencia, 10 que nos impidio conocer sus dimensiones y su forma exacta. Precisamente al pie y al este de la escalera de esta estructura 5 se localizo la segunda zona funeraria deI sitio, también de etapa II, con la particularidad de presentar las primeras sepulturas primarias conocidas deI sitio con sus ofrendas completas: dentro de los limites de las excavaciones de la trinchera (T 28), nueve sepulturas fueron asi despejadas sobre unos 14 m2 (7m x 2m); fueron depositadas directamente sobre el tepetate 0 en fosas de profundidad variable cavadas en él, algunas en forma de botellon con arreglo de piedras, que anuncian las formas de entierro de las fases siguientes, Jaracuaro-principio Lupe (Pereira, este volumen); en medio de este conjunto estaba presente también una sepultura en urna de un neonato (sep. 1), la primera conocida de esta época sin huellas de cremacion. Esta area funeraria estaba sellada por un piso de tierra apisonada de superficie blancuzca de 10 cm de grueso.

Etapa Ill. sector centraly oriental

La etapa ma (350-450 d.C.) (fase Loma Alta 3) esta marcada por una eleva­ cion impresionante de la loma: un relleno de entre 1 y 2 m de espesor esta extendido en una sola operacion sobre toda la loma, nivelando entre si las distintas areas centrales y recubriendo todos los vestigios de las ocupaciones anteriqres (S3, S14, S15, S19, S25); para contener este relleno, se construyo un imponente sistema de muros de contencion alcanzando algunos hasta 1.70 m de altura (Tl7, T26, T28). Durante la etapa mb (fase Jaracuaro) (450-550 d.C.) se inicia la extension de la loma hacia el este, aprovechando el espacio dejado por el pantano que al principio existia al pie de la loma, en su lado oriental, y que se hubiera secado a partir deI final de la segunda etapa de ocupacion deI sitio. (T29 SI, SIl, sm Este)

88 LA MONUMENTALIDAD DEL srno DE LOMA ALTA, MICHOACAN

Etapa IV, sector central, noreste y oriental

Durante la etapa siguiente, etapa IV, que corresponde a la fase Lupe (550-850 d.C.), la loma esta extendida hacia el noreste, con un relleno homogéneo de mas de 1.50 m de grueso (sI) y realzada en la parte oriental de la loma (C30, T28, T29) Y en la parte baja de 10 que fue el antiguo pantano (T29 SI, sn, SIII), recubriendo los rellenos de etapa mb. Toda una serie de muros de contencion de menor altura que los de la etapa anterior fue construida para contener los nuevos rellenos (de unos 50 cm de espesor) de la ladera oriental de la loma.

Etapa V, sector central y oriental

La etapa final de ocupacion, etapa v, corresponde a la ocupacion postclasica (1200-1450 d.C.) (fase Milpillas); se evidencio principalmente en la parte alta oriental de la loma (C30, T28), con una concentracion muy marcada de mate­ rial caracteristico de esta época pero, segUn parece, sin vestigios arquitectoni­ cos asociados, siendo éstos probablemente destruidos desde mucha tiempo porque se encontraban casi en la superficie. En la parte noroeste, la zona funeraria fue reocupada, coma 10 demuestra la presencia de una urna de gran tamafio con tapadera que contenia los restos de una sepultura sin huellas de la cremacion caracteristica de los entierros postclasicos (Puaux 1989), introduci­ da en una fosa a unos metros mas al norte de los depositos antiguos de urnas cinerarias.

PROSPECCI6N MAGNÉTlCA y RESISTIVIDAD ELÉCTRICA

Los resultados de estos dos métodos de prospeccion, complementarios unD del otro, fueron sorprendentes (Barba, et al. 1995) (ver fig. 3). Primero, una reticula de ttabajo con modulos de 20 x 20 m fue tendida sobre la 10ma, orientada de tal manera que no coincidiera con la orientacion que presentaban los muros ya excavados, cubriendo 16000 m2 (40 modulos de 20 por 20 m). Para el estudio magnético, se utilizo el gradiometro de lectura automatica Geoscan para cubrir en el menor tiempo posible toda la superficie deI monti­ culo. El registro sistemâtico de los valores en todos los modulos de la reticula permitio la elaboracion de un mapa magnético (fig. 3) que muestra la presen­ cia de las piedras sepultadas en el terreno, siendo la mayor parte de éstas de

89 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO basalto: existen lineas anchas que indican la contigüidad de varios muros, coma 10 hemos evidenciado con las excavaciones en 1'27 y C30, por ejemplo, y lineas delgadas que pueden interpretarse coma una hilada de piedras. Se hicieron dos pozos de verificacion, al noreste (T35) y al oeste (T36) que comprueban tales alineamientos sencillos de piedra. Con 32,000 lecturas mag­ néticas registradas -

COMPARACIONES

Las 6nicas comparaciones arquitectOnicas que se habian establecido antes de la realizacion de este piano general, giraban alrededor de sitios de tradicion

90 LA MONUMENTALIDAD DEL smo DE LOMA ALTA, MICHOACÂN.

Chupicuaro (500-100 a.C.) y otros mas tardios, c1asicos, localizados a 10 largo de los rios Lerma, Turbio y Laja en el estado de Guanajuato, por ser estos sitios monticulos constituidos por la acumulaci6n de rellenos preparados, antr6picos, que "funcionaban no solamente coma centros de la vida civico­ ceremonial, coma 10 indican los conjuntos arquitect6nicos de plataformas y plazas 0 patios hundidos, pero que servian también de necr6polis" (Castafieda et al. 1988; Castafieda y Romero 1993; Crespo y Saint Charles 1993). Por ejemplo, en el sitio de La Virgen localizado a 7 km al sudeste de Chupicuaro, el Ûlmulo principal, "La Nopalera", es un edificio rectangular de 100 por 70 m por lado en donde se localizan tres patios hundidos (dos cerra­ dos con una profundidad de 50 cm y uno abierto con una profundidad de 1 m) y en el centro una plataforma cuadrangular de 50 centimetros de altura. Los materiales de construcci6n (piedra amarrada con barro, capas de adobe mez­ c1adas con arena, tierra mezc1ada con cal) que aparecieron durante las excavaciones realizadas en este sitio "tienen las mismas propiedades, las de contener formando un nucleo compacto que ha preservado los edificios hasta nuestros dias". (Castafieda et al. 1988: 323). Con el nuevo mapa obtenido de Loma Alta, las comparaciones con los sitios de esta regi6n se acentuaron, destacandose 10 que podria resultar ser un sistema de "patios hundidos" y/a plataformas, coma 10 indican estos espacios cuadrados 0 rectangulares con elementos centrales (l,"altares" ?) que s6lo se podrian interpretar con futuras excavaciones arqueol6gicas. Loma Alta perteneceria asi, al principio de su ocupaci6n, a una tradici6n bastante antigua de grandes tUmulos que caracteriza la arquitectura deI fin deI Prec1âsico en la regi6n deI estado de Guanajuato, y cuya funci6n era principal­ mente funeraria, coma se ha comprobado en los sitios de Chupicuaro y La Virgen. Quedan por defmir las funciones de las construcciones monumentales posteriores, presuntamente de carâcter "civico-ceremonial", coma los conjun­ tos conocidos de los sitios deI Clâsico deI estado de Guanajuato (Ramos de la Vega et al. 1988, 1992, 1993; Castafieda et. al. 1988).

CONCLUSI6N

Los métodos de prospecci6n utilizados en Loma Alta proporcionaron una imagen de la composici6n general deI sistema constructivo de la loma, desta­ cando su monumentalidad. Permitieron por fm colocar el sitio en el rango que le pertenecia, es decir el de un sitio de mayor importancia a nivel local y a nivel mesoamericano.

91 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Si uno compara la extension de nuestras excavaciones realizadas en el 2 transcurso de los ultimos trece afios (alrededor de 250 m ) en relacion con la 2 extension minima deI asentamiento prehispânico (16,000 m ), parece que que­ da practicamente todo por conocer de este sitio. Gracias a los avances de la prospeccion resultara ahora mas facil escoger con precision los puntos por excavar en las proximas temporadas.

92 LA MONUMENTALIDAD DEL SlTIO DE LOMA ALTA, MICHOACÂN ------

N CD

Fig. 1. Localizaci6n deI sitio de Loma Alta (Mich. 66) en la cuenca de Zacapu.

93 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Cota4.22m \ Haci~2" , ", Loma Norte '~~ ~ "- """ ~1 ""v"""-,,"

Baio A' Cota 4, 08m

\,Q,.,CUNas de nive' cada o,som..

1983 Cuadrieula 53, Bm': dep6sito funerario CJ 1983 Cuadrieula 53, ampliaei6n de 4m': dep6sito Sondeo 52, 4m' funerario Sondee 51, 4m': eslratiticaei6n anlr6pica Cuadr,eula C24, 53m': plataforma _ 1985 Cuadrieula 53 con 514,516, 2Bm': 50ndee 525, 9m', 4m de profundidad: dep6sitos funerarlos eonstrucei6n ~~~~~~~,a2~6P.i:"s'ruceiones Sondee 515, 9.75m'; Y 519, 4m': estratiticaei6n antr6pica y eonslruceiones 1985 Trinch.,a T28-T29 Yeuadrieula C30 Trineheras T17, 8m', y T18/ 2m': construceiones Sondee de prueba sur, 5m : pared

Fig, 2, El sitio de Loma Alta, pIano y corte,

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~- '·"0 ;/1-"-... \ /r. / / 10 VI Fig. 3. Mapamagnétlco. de Loma Alta. f\ LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

d. C d.C

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Milpillas ij 1j:1il Milpillas

Palacio Palacio

La Jaya .. /Recienle Lupl! "" 700 LUpe~ecienie 'TOfT4"8I'O ~ I~ llOO 'Temprano Jaracuaro 1 l , 500------lomaAIla 3 ------Jal'Bcuaro

lomaAIla2 XlO Loma Alle

Loma Alle 1

".BC s.c. Fechas Calendéricaa Fochas 14C (ca~_)

Fig. 4. Cuadro cronol6gico para el centro-norte de Michoacan (seg6n Arnauld et al. 1993: 12).

96 LA MONUMENTALIDAD DEL SITIO DE LOMA ALTA, MICHOACÀN

Fig. 5. Prospeccion magnética en Loma Alta.

Fig. 6. Prospeccion eléctrica en Loma Alta.

97 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MEXICO

Fig. 7. Loma Alta (Mich. 66), estructura 5: vista hacia el este deI sistema de acceso a la gran plataforma de la estructura 5, constituido por una escalera de cinco gradas que permitia el acceso a una pequena plataforma. Se notan aqui las distintas superposiciones posteriores, coma los dos pequenos muros transversales en el primer piano, agregados sobre las gradas de la escalera, y hacia la izquierda el mura 3, que atraviesa la pequena plataforma de acceso a la estructura 5.

Fig. 8. La estructura 5 de Loma lta (Mich. 66). Vista hacia el norte dei sistema de acceso a la gran plataforma de la estructura 5 y dei mura 3, superpuesto al mura inferior de grandes bloques de esta gran plataforma (corresponde al mura sur de la misma).

98 LA MONUMENTALIDAD DEL SITIO ilL LOMA ALTA, MICIIOACÀN

Fig. 9. Loma Alta (Mich. 66) los trcs muros sin los derrumbes; arriba y hacia la derecha, vestigios de los pisos 1 y 2.

99 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN LOMA ALTA, ZACAPU,MICHOACAN

Grégory Pereira Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos

IN'IRODUCCl6N

Como 10 han comprobado las excavaciones llevadas a cabo durante 1985 y 1986 en el marco deI Proyecto Michoacan l, el sitio arqueo16gico de Loma Alta (Mich. 66) desempefi6 un papel ceremonial y funerario importante desde el Prec1asico final (Arnauld et al. 1993; Carot 1994, Carot, en este volumen). Estos trabajos permitieron encontrar un importante conjunto funerario en el sector noroccidental de la loma (Carot 1993; Arnauld et al. 1993). Su estudio detallado mostr6 que, durante la fase Loma Alta (100 a.C. - 500 d.C.), nu­ merosas sepu1turas fueron depositadas en el mismo 1ugar en cuatro etapas sucesivas. Se encontraron varias inhumaciones primarias y secundarias asi como un numero elevado de incineraciones en urnas. Estas u1timas llamaron mucho la atencion ya que contenian cenizas cuyo analisis ensefio que se trata­ ba de huesos humanos y/o animales que fueron molidos después de haber sido incinerados con a1tas temperaturas (Carot y Susini 1989). Considerando la importancia deI sitio, se decidio realizar nuevas investi­ gaciones de campo (Arnauld et al. 1994). Éstas empezaron en febrero-marzo de 1994 y tenian como proposito conseguir datos en cuanto al sistema cons­ tructivo de la 10ma artificia1 asi como entender la relacion entre el sitio y los pantanos que 10 rodeaban. Se decidi6 entonces excavar una larga trinchera en la 1adera oriental de la loma de 70 m de largo por 2 de ancho. Este sistema de excavacion permitio 10grar datos estratigraficos continuos desde la parte alta deI sitio hasta la zona correspondiente a la ribera. Sin embargo, durante el transcurso de los trabajos, se hallaron varios vestigios funerarios que a su vez proporcionaron datos nuevos acerca de las costumbres funerarias durante la fase Loma Alta.

105 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

LA ZONA SEPULCRAL

La mayoria de las sepulturas se hallaron en la parte alta de la loma (cuadros B, C, D, E de la trinchera T28), en un area de 8 m de extension ubicada al lado este de la escalinata de la estructura monumental 5 (fig. 1). Por su situacion estratigrafica, la zona sepulcral esta relacionada con la etapa constructiva 2 de la loma que pudo ser fechada por la ceramica de la sub-fase Loma Alta 2 (100-350 d.C.). La mayoria de los entierros estan asociados con lajas coloca­ das horizontalmente 0 en posicion oblicua. Un total de 10 sepulturas pudo ser excavado. Sin embargo, falta sefialar que la zona sepulcral era seguramente mas extensa y que solo pudimos estudiar los vestigios ubicados dentro de los limites de la trinchera. Al respecto, el Elemento 10 (E.l0) que se encuentra en el cuadro D corresponde probablemente a otra sepultura. Se trata de una fosa de forma ovalada cubierta por una gran laja horizontal que no pudo ser excavada por tener su parte sur fuera de los limites de la excavacion.

Caracteristicas arquitect6nicas

Todas las sepulturas son primarias e individuales. Con excepcion de la Sepul­ tura 1 que corresponde a una urna que contenia los restos de un nifio de seis meses, se trata siempre de inhumaciones en fosas asociadas con lajas. Los cuerpos fueron depositados en fosas cuya excavacion alcanza el tepetate en varios casos. La diferencia sedimentaria entre el substrato natural muy com­ pacto y el relleno de las sepulturas nos permitio observar de manera precisa los limites de las fosas, 10 que habitualmente resulta muy dificil dentro de los rellenos antr6picos en los sitios de la zona. Se pudieron identificar dos tipos de sepulturas: - las sepulturas con fosa de perfil simétrico, tapadas 0 no por lajas horizonta­ les. El casa mas ilustrativo es el de la Sepultura 6 (fig. 2): la fosa es de planta sub-rectangular, con paredes verticales. El lado norte esta reforzado por lajas verticales y la fosa esta totalmente tapada por lajas horizontales. - las sepulturas con fosa de perfil asimétrico tapadas por lajas colocadas en posicion oblicua. En estos casos, el cuerpo deI difunto esta parcialmente metido en una pequefia cavidad excavada en una de las paredes de la fosa. Las Sepulturas 7,9 Yprobablemente 10 son de este tipo (figs. 3,4,5). Es interesante sefialar que existen entierros muy parecidos en otras zonas deI Occidente durante el Formativo tardio. En el sector lacustre septentrional de Jalisco, este tipo de sepulturas fue registrado por Weigand (1993) en varios

106 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN LOMA ALTA sitios como Las Cuevas - Atitlan, donde se encuentra asociado con tumbas de tiro. Segun este autor (comunicacion personal), estas sepulturas son muy comunes dentro de la tradicion de Teuchitlan (representan el 90% de los entierros) aunque las tumbas de tiro llamaron mas la atencion de los arqueologos por su caracter espectacular.

Posicion dei cuerpo (cuadro 1)

El cuerpo se encuentra en decubito dorsal (cuatro casos) 0 lateral (lateral derecho en un caso, izquierdo en dos casos). Los miembros estan generalmente flexionados. En un solo casa (Sep. 9), el difunto (un nifio de 10 a Il afios) fue colocado en decubito dorsal extendido dentro una fosa de perfil asimétrico (fig. 4). Respecto a la orientacion deI esqueleto, solo dos tipos fueron registrados: norte-sur con la cabeza hacia el sur (cinco 0 seis casos) y este-oeste con la cabeza hacia el oeste (dos casos).

Obje/os asociados

En cuanto al tipo de objetos asociados con los muertos, se cuenta con varias vasijas de ceramica con decoracion pintada, al negativo 0 monocromas, carac­ teristicas de la sub-fase Loma Alta 2, asi coma objetos de obsidiana, basalto y pedemal. El unico adomo encontrado procede de la Sepultura 9: se trata de un collar de concha con cuentas cilindricas que incluye un pendiente antropomor­ fo labrado en el mismo material. En fin, falta sefialar la presencia de pigmento en tres sepulturas. En las Sepulturas 7 y 9, una capa blanca muy delgada cubre totalmente el esqueleto (sefialada con trama de lineas en el dibujo). Como 10 mencionamos mas adelante, en la Sepu1tura 10, esta capa de pigmentos incluye tres colores. Es interesante notar aqui que esas tres sepulturas son deI tipo con perfil asimétrico. La distribucion de los objetos entre las sepulturas no es homogénea. Parece relacionada con la proximidad de la Estructura 5. Como 10 muestra la grafica (cuadro 2), las ofrendas son mucho mas numerosas en las sepulturas localizadas a proximidad de la escalinata que en aquellas que se encuentran a mas de cuatro metros de distancia. La Sepultura 10 (fig. 5), ubicada mas cerca de la escalinata, era probab1emente de un personaje importante. Contiene los restos de un adulto masculino en decubito lateral izquierdo flexionado, acompafiado de la ofrenda mas rica: consta de tres vasijas, una tapadera

107 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO zoomorfa de cerâmica, una piedra de basalto pulido, un bloque de pigmento amarillo y una navaja prismâtica de obsidiana verde de Pachuca. Su cuerpo est!ba cubierto por una capa delgada de pigmento rojo, verde y blanco, restos probables de una tela 0 petate pintado. Encima de las lajas oblicuas que cierran la sepultura, un individuo adulto de sexo femenino fue colocado en decubito lateral derecho flexionado, con una vasija cerca de la cabeza (Sep. 5.2). Este personaje parece relacionado con la urna que contiene restos de nino y su deposito perturba los restos de un adolescente también asociado con una vasija (Sep. 5.1). Esa complejidad y riqueza deI conjunto nos indican que el individuo de la Sepultura 10 era una persona importante cerca de la cual fueron sepultados otros difuntos.

Datos bioantropologicos (cuadro 1)

El estudio bioantropologico preliminar acerca de los esqueletos proporciona los datos siguientes: - contamos con un nino de 6 meses (Sep. 1), uno de 1 ano y medio (Sep. 2) y otro de 10 anos (Sep. 9); un adolescente de 15 a 18 anos (Sep. 5-1) Y seis adultos de ambos sexos. - a pesar deI mal estado de conservacion de las osamentas, se comprobo que todos los crâneos estudiados presentaban una deformacion cefâlica artificial. En los crâneos en que la reconstruccion fue posible, se puede observar el tipo tabular oblicuo. No se reporta ningUn casa de muti1acion dental.

Conclusion

Aunque la muestra analizada sea muy reducida, el estudio de estas sepulturas indica la existencia de ritos funerarios relacionados con patrones determina­ dos: la posicion y orientacion de los cuerpos, su disposicion en el espacio asi coma la distribucion de las ofrendas corresponden a reglas precisas que ates­ tiguan una clara diferenciacion social. Estos ritos parecen vinculados con edificios de carâcter ceremonial. Desde este punto de vista, esta zona revela diferencias marcadas con los entierros excavados en 1985 en la cumbre noroccidental de la loma (Arnauld et al. 1993). Éstos, al contrario de los que acabamos de revisar, mostraban una variabilidad muy fuerte en cuanto al tipo de deposito (ya sean primarios 0 secundarios), a la posicion deI cuerpo y su orientacion, de tal forma que no se puede identificar ningUn patron especifico.

108 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN loMA ALTA

Ademas, ninguno de los esque1etos estaba relacionado con ofrendas, 10 que contrastaba con las urnas cinerarias encontradas en la misma zona. Es muy dificil todavia entender las relaciones que existian entre el sistema de entierro de la zona noroccidental con el que acabamos de estudiar. Por la estructuracion bien definida de sus componentes, las sepulturas de la zona sepulcral excavada en 1994 no parecen corresponder a un rito bien establecido, mientras que las inhumaciones de la zona noroccidental parecen tener un carâcter excepcional, relacionado tal vez con el rito de incineracion. También, es importante mencionar que las sepulturas descritas en este articulo reflejan una tradicion funeraria que se va a perpetuar durante todo el periodo Clasico: en el sitio funerario de Guadalupe (ubicado a 2 km de Loma Alta, en el sector sur de las Lomas), muchas sepulturas correspondientes a las fases Jaracuaro y Lupe (Clasico medio y tardio) muestran fuertes similitudes en cuanto al tipo de sepulturas (entierros de niiios en umas, sepulturas en fosas simétricas 0 asimétricas tapadas por lajas horizontales y oblicuas) y a la posicion y orientacion deI cuerpo.

EVIDENCIAS DE ACfIVIDADES RITUALES EN RESTOS HUMANOS

El 6nico deposito secundario (Deposito 4) fue encontrado a unos 40 metros al este de la zona sepulcral (T27-D), en un contexto totalmente distinto. Aparecio en el relleno de una fosa grande que ha sido interpretada como un "basurero" ceremonial (Arnauld et al. 1994). Los huesos estaban amontonados en la parte sureste de la fosa, descansando sobre una capa blanca delgada que contenia tepalcates horizontales. La ceramica asociada corresponde a la sub fase Loma Alta 1 (100-0 a.C.), es decir a la etapa de ocupacion mas antigua deI sitio. En el pIano (fig. 6) se puede ver que los huesos no conservan ninguna relacion anatomica. Los huesos deI lado derecho aparecen con trama oscura, los dellado izquierdo con trama clara y como se puede notar, los dos lados estan entremezclados. Sin embargo, no fueron tirados al azar en la fosa: se ven agrupados y descansan horizontalmente. Los restos pertenecen a un adulto joven de sexo muy probablemente masculino, cuyo esque1eto esta muy incompleto a pesar del excelente estado de conservacion de los huesos. El deposito consta 6nicamente de los elementos deI torax y de los miembros superiores. En realidad, los huesos presentan huellas que muestran que el difunto fue descamado y desarticulado intencionalmente. Al revisar el material oseo con lupa binocular, nos dimos cuenta de que estas huellas se encuentran en todos

109 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO los elementos esqueléticos (fig. 7). Son de cuatro tipos y su estudio y registro detallado permiten reconstituir el tratamiento que las ocasionan: . cortes sobre huesos (fig. 8). Este tipo de huellas fue definido por Pijoan y Mansilla (l990a: 90) coma "[...] el resultado indirecto deI corte de las partes blandas adyacentes al hueso, que produce marcas sobre éste al servir de apoyo [.. .]". Se trata de incisiones delgadas de seccion aguda que apare­ cen en la mayoria de los huesos; son generalmente rectilineas, cortas y se encuentran agrupadas en los alrededores de las inserciones musculares 0 de las capsulas articulares (figs. 12, 13). Su orientacion es perpendicular al eje de los musculos, 10 que sugiere que estan relacionadas con el desprendimien­ to de las masas musculares y con eI corte de las contenciones articulares. La morfologia de las incisiones indica que fueron realizadas con un instrumenta de filo delgado coma podria ser una navaja prismatica. En los huesos deI antebrazo derecho, se puede comprobar que este tipo de corte sucedi6 antes de la desarticulaci6n. En la cara posterior deI radio y deI cubito, se observa una serie de incisiones perpendiculares, al mismo nivel y con la misma orientaci6n en los dos huesos, 10 que sugiere que fueron provocadas durante la misma operaci6n. . cortes de hueso (fig. 9, 14). Segun Pijoan y Mansilla (l990a), corresponden al "[...] resultado, ya por desgaste 0 por percusion, de la separacion en dos partes de hueso". En nuestro caso, estas marcas fueron registradas unica­ mente en las articulaciones que unen las costillas y las vértebras toracicas; en esta zona se corto directamente el hueso al nivel de la union entre la tuberosidad costal y la ap6fisis lateral de las vértebras para desprender la columna vertebral deI resto de la caja toracica; todas las extremidades de las costillas y las ap6fisis laterales fueron seccionadas por una herramienta cortante pesada de filo relativamente burdo. Esta operacion dejo muescas profundas en algunas vértebras y costillas, provocadas al golpear 0 aserruchar el hueso. Sobre el borde inferior de la costilla once deI lado derecho, la presencia de un pedacito de basalto incrustado en una de estas muescas nos indica que la herramienta usada era probablemente hecha con esta roca (fig. 9). A diferencia de las incisiones que son eI resultado deI corte de las partes blandas, las muescas corresponden al corte deI hueso mismo. Sin embargo, la operacion se asemeja a una forma de desarticulacion. Falta sefialar la existencia de un corte parcial de la extremidad esternal de la quinta costilla izquierda. Es perpendicular al hueso y aparece en la cara endotoracica de éste. Corté la mitad deI hueso y se arranco el pedazo

110 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN LOMA ALTA

produciendo una descamacion de la cara cortical externa de la costilla. Esta forma de desprendimiento llamada peeling por White (1992: 140) es tipica deI hueso fresco. huellas de impacto (figs. 10,12). Se encuentran unicamente en las extremida­ des de algunos huesos, cerca de las articulaciones. Se presentan bajo la forma de depresiones circulares que a veces dejan aparecer la parte esponjo­ sa deI hueso. Fueron realizadas con un instrumento contundente de tipo indeterminado. Estos impactos de golpes son muy marcados en la articula­ cion hUmero-escapular: la apofisis coracoide y el acromion deI homoplato estan quebrados y hay impactos en la epifisis proximal deI hUmero. Segura­ mente, esta operacion tuvo coma proposito sacar la cabeza humeraI de la cavidad glenoide. Huellas de impacto aparecen también en la extremidad esternal de las clavlculas y de las costillas. En zonas articulares mas débiles, coma la mano, se uso también un punzon coma palanca para separar los huesos deI carpio. Estas huellas corresponden a una operacion de desarticu­ lacion que sucedio en un momento en que las partes blandas habian sido quitadas. . huellas de raspado (figs. Il, 13). Después de haber sido descarnados y totalmente desarticulados, los huesos fueron raspados para eliminar los ulti­ mos ligamentos y tendones. Esta operacion dejo largas estrias longitudinales que alteran la superficie deI hueso. La mayoria de los huesos largos y las costillas presentan este tipo de huellas, 10 que indica que fueron verdadera­ mente limpiados de los ultimos residuos de partes blandas.

Comparaciones e interrogantes

El ejemplo de Loma Alta es el unico conocido hasta ahora en el Occidente de México. Por 10 tanto, resulta todavia dific il interpretar este hallazgo aislado. Como 10 han subrayado Pijoan y Mansilla (1990a), el estudio de este tipo de huellas proporciona datos importantes, ya que su analisis detallado permite reconstituir tratamientos perimortem que reflejan varias costumbres, una de éstas el canibalismo. Como 10 mostraron varios autores, este comportamiento puede ser identificado a base de un conjunto de criterios tafonomicos. En los casos estudiados en el sitio neolitico de Fontbrégoua (sur de Francia) por Villa et al (1986), en el suroeste de Estados Unidos por Turner (1993) y White (1992) 0 en el sitio formativo de Tlatelcomila (Cuenca de México) por Pijoan y Pastrana (1989), los restos humanos conocieron un tratamiento muy pareci-

III LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO do al que muestran los huesos de animales en contexto doméstico. No s6lo presentan huelIas de corte 0 de desarticulaci6n, sino también las diâfisis y los crâneos fueron fracturados intencionalmente para exponer la médula 0 la masa encefâlica; presentan ademas huellas de exposici6n al calor y, en algunos casos, fueron probablemente hervidos (Tlatelcomila); otros muestran un des­ gaste caracteristico lIamado pot-polishing (White 1992) relacionado con la cocci6n en ollas de barro. En fin, aparte de haber sido descamados y descuartizados, parecen haber sido cocinados. Nada semejante sucedi6 en Loma Alta: si podemos decir que este indivi­ duo fue descamado y desarticulado, pero no hay evidencias de fracturaci6n intencional, de exposici6n al calor 0 de pot-polishing. Al contrario, el desmembramiento fue realizado sin quebrar los huesos y raspando cuidadosa­ mente su superficie con el prop6sito de limpiarlos. Indudablemente, en el caso deI Dep6sito 4, se trata de un acto rituaI. Es posible que la came fuese consumida ritualmente, pero nada nos permite comprobarlo. Desde un punto de vista comparativo, varios sitios deI Altiplano central y deI noroeste de México nos proporcionan ejemplos de huesos encontrados en contexto ceremonial con huellas semejantes a las que hemos observado (hue­ lIas de corte e impactos de desarticulaci6n). En los sitios deI Postclasico tardio como Tlatelolco (Pijoan et al. 1989), Cholula (Serrano 1972) y Teotenango (Zacarias 1975), estas alteraciones estan relacionadas con el sacrificio humano. En Tlatelolco, el entierro masivo de individuos descamados y desarti­ culados esta vinculado con el sacrificio y la exposici6n de los craneos en el tzompantli. Por su mayor cercania cronol6gica y cultural con Loma Alta, la compa­ raci6n con los sitios clasicos de la cultura de Chalchihuites nos parece mas valida. En sitios como Alta Vista (Pickering 1985), La Quemada (Pijoan y Mansilla 1990b) 0 el Cerro deI Huistle (Hers 1989; Pijoan y Mansilla 1990b), el sacrificio también parece relacionado con el desmembramiento y la exposi­ ci6n de partes esqueléticas. Los restos 6seos encontrados en las estructuras ceremoniales muestran huellas de descamamiento y desarticulaci6n, y fueron colgados desde el techo deI edificio como en el caso deI tzompantli deI Cerro deI HuistIe (Hers 1989) 0 de los restos encontrados al lado de la piramide de Alta Vista (Pickering 1985). En Loma Alta, otro dato nos parece interesante: si los huesos que hemos estudiado fueron enterrados en una fosa, loqué sucedi6 con el resto deI esquele­ to? Lo que falta· es justamente 10 que se suele exponer en los templos de la cultura Chalchihuites: los crâneos y los huesos largos de los miembros inferio-

112 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARlOS EN LOMA ALTA res (Pijoan y Mansilla 199ûb). i.El casa de Loma Alta podria corresponder a este tipo de ritual? Esta hip6tesis nos parece todavia muy arriesgada dada la insuficiencia de los datos. Sin embargo, yale la pena subrayar este tipo de semejanzas con las culturas deI norte si consideramos que, basandose en los estudios de la ceramica, Patricia Carat (1993) mostr6 que existian relaciones entre la tradici6n de Loma Alta y la de Cha1chihuites.

113 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Cuadro 1. Datos bioantropol6gicos preliminares y posici6n de los esqueletos.

Sep Edad Sexo posici6n orientaci6n deformaci6n craneal

1 6 meses indet. ? ? ? 2 1aflol/2 indet. Dec. dorsal flex(?) sur-norte tipo indeterminado 3 adulto indet. ? sur-norle(?) ? 5-1 15a 18aiios indet. ? ? tipo indeterminado 5-2 adulto medio femenino Dec. lat. derecho sur-norle tabular oblicua 6 adulto avanzado femenino Dec. lat.izquierdo oeste-este tabular oblicua 7 adulto masculino Dec. dorsal flex. sur-norte ? 8 adulto indet. Dec. dorsal flex. sur-norte tipo indeterminado 9 10a 11 aiios indet. Dec. dorsal ext. oeste-este tipo indeterminado 10 adulto medio (?) masculino Dec.lat. sur-norle Upo indeterminado

7 6 5

Nûmerode 4 objetos 3 2 ::.:::::.::.~::.::::::::~:::~::~::.1:.::.:::.l::·.~:.: •••••••••••••• .::·.::.. .. o -f--L:.:.:.:.:..:.y...a.:I..I·III.:.;..III.:.:.·.IIL..f-1.:.:..:.:.:.:..:.L..JI--_-t-__f-Io=o..:.;... .:.:....:.y.----l 2 3 4 5 6 7 8 Distancia en metros

Cuadro 2. Distribuci6n de los objetos de ofrenda en relaci6n con la distancia con la estructura 5.

114 ~ IIja de Indcsill Obasalto

/" huesos

indi

..: ...> ~ ."UJ ~T- .::":i CIl s; ':'~.:''';~.: o_ N10 , . '. ..". 1,- • ":' :. ~.~.~~f ~ ~ ~ E.ca lora E.lr. ~ - o ~ CIl ~ m Sep.IO: ~ !~~V9 à CIl /'1' ~ S.p 3-1 b ~ »

-28S ~

B c F ___ T28

Fig. 1. PIano general de la zona sepulcral.

...... VI NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN LoMA ALTA

Fig. 10. Huellas de impactos (indicadas por flechas) en la epifisis proximal deI hlimero izquierdo (escala grâfica= 3mm) (foto R. Avila).

Fig. Il. Huellas de raspado longitudinal en la diâfisis deI cubito derecho. En el extremo derecho de la foto aparecen dos huellas de corte sobre hueso alteradas por el raspado (escala grâfica= 2mm) (foto R. Avila).

123 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

"""------..... /' .... " / \ --' \ /---- / " 1 1 1 1 1 \ 1 1 1 1 -~A"'--- . I-~ _JLJn,,\'J,I.---; 1 1 \ \ \ \ \ \ 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 \ " ------' o 20 cm ~.-'-I I -z..:·-----

Fig. 2. Sepultura 6. Fosa de perfil asimétrico tapada con lajas horizontales; aduito femenino en decubito lateral izquierdo flexionado.

II6 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS-=--=--=----=------EN loMA ALTA

20cm, ~a \-- 07

1 ~\~~.\~--:- - -)- --.-

-~----"'--- -- .. --~_.--- \ o---tfJ "'------

Fig. 3. Sepultura 7. Fosa de perfil asimétrico tapada con lajas oblicuas (a: limite de la fosa a nivel de las lajas; b: limite de la misma fosa a nivel deI esqueleto); adulto masculino en decubito dorsal flexionado.

117 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

1 ï

'20cm c_~_--" N 1

Fig. 4. Sepultura 9. Fosa de perfil asimétrico tapada con lajas oblicuas; individuo infantil en decubito dorsal extendido.

118 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN loMA ALTA

, 1 ------

1 N \ 1

1 1 1 1 Sep. JO Il

\

1

1 1

1

1 1 1 1 1 1 1 /

/ - ---l __

Fig. 5. Sepulturas 5-1. 5-2 Y 10. Dep6sitos sucesivos.

119 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

N /' limite de la fosa / 1 -l ~/~ .....___/ 0 20cm ---__ _ L...I ----'- ----J1

Fig. 6. PIano deI deposito 4. Los huesos dellado derecho estan indicados con trama oscura, los deI lado izquierdo con trama clara; los tepalcates asociados estan marca­ dos con la letra "t".

120 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARJOS EN loMA ALTA

= Cortes sobre hueso (la orientaci6n de las lineas no corresponde a la orientaci6n real)

ZCortes de hueso

• Impactos de golpes

# Huellas de raspado

Fig. 7. Distribucion general de las huellas en los huesos dei torax y de los rniembros superiores (a: vista anterior, b: vista posterior). Los huesos presentes estan dibujados con linea continua.

121 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 8. Huellas de corte sobre hueso en el humero derecho (escala grafica= 3mm) (foto R. Avila).

Fig. 9. Muescas en el borde inferior de la costilla Il dei lado derecho, producidas durante el corte dei hueso. La flecha sefiala la presencia de un fragmento de basalto incrustado en el hueso (escala grafica= 3mm) (foto R. Avila).

122 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Leyenda de a: /- '/ Huellas de cortes sobre hyeso

1; Huellas de raspado "»0 Impactos de golpes

of !,fi 1· '/

b

Leyenda de b: 1- capsulas articulares • 2- porci6n larga dei triceps 3- subescapular 4- coracobraquial y porci6n corta dei biceps 5- pectoral mayor 6- redondo mayor y dorsal ancho 7- deltoide 8- braquial anterior 9- pronador redondo

Fig. 12. Detalle de las huellas en el hûmera y om6plato izquierdo en vista anterior (a). El esquema b muestra las principales inserciones musculares y las capsulas articulares.

124 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARIOS EN LOMA ALTA

a b

c

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Fig. 13. Detalle de las huelias (misma simbologia que la figura 14a) en el antebrazo y la articulaci6n dei codo derecho en vista anterior (a) y posterior (b). El esquema c muestra las principales inserciones musculares y la capsula articular en la cara anterior. 1- capsula articular deI codo 2- braquial anterior 3- flexor comlin profundo de los dedos 4- pronador cuadrado 5- flexor largo deI dedo pulgar 6- biceps braquial.

125 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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Fig. 14. Cortes de hueso a nivel de la articulaci6n costo-torâcica (las flechas indican los cortes y las muescas): a) detalle de las huelias observadas en las costillas Il y 12 dellado derecho. b) articulaci6n costo- torâcica en vista superior (arriba) y posterior (abajo).

126 NUEVOS HALLAZGOS FUNERARJOS EN LOMA ALTA

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129

LA TRANSfORMACION DE ÉLITES REGIONALES EN MICHOACAN CENTRAL

Helen P. Pollard Michigan State University

INTRODUCCI6N

En el proceso de transfonnacion social que caracteriza al surgimiento de Estados centralizados, las élites juegan un papel critico en el enlace entre el poder politico, economico y social. Por esa razon la naturaleza de las élites, tanto dentro coma entre senorios, ha sido un componente importante de las teorias de fonnacion dei Estado. Desde luego, la relacion entre la etnicidad, la fonnacion de clases sociales, y el control politico ha sido de gran interés en las ciencias historicas, y sigue siendo un interés central en los estudios sobre la Mesoamérica prehispânica (v.gr. Blanton et al. 1993; Chase y Chase 1991; Earle 1991). Las investigaciones arqueologicas durante la década pasada en el centro y noTte de Michoacân han proporcionado la primera evidencia sistemâ• tica de élites durante los periodos Clâsico, Epic1âsico y Postclâsico. 1 Esta evidencia sugiere que durante el Epic1âsico y Postclâsico temprano ocurrio una transfonnacion de estas élites, desde jefes locales hasta una c1ase de élites estratificadas. Los cambios en la manera en que esos grupos dominantes marcaron su rango social en los contextos mortuorios, también proporcionan evidencia preliminar para ver los cambios (a nivel regional y macroregional) en la manera en que las poblaciones dentro de Michoacân eran afectadas por, y a la vez afectaban, la dinamica economica y politica de Mesoamérica en general. En este articulo se demuestra una manera en que se pueden usar los nuevos datos para hacer un modelo que explique esta transfonnacion. A la llegada de los espafioles el Occidente de Mesoamérica (fig. 1) estaba dominado politicamente por el imperio tarasco, cuyo surgimiento parece haber

1. Aparte de las excavaciones en sitios tarascos protohist6ricos, especialmente Tzintzuntzan, que se han publicado de manera incompleta y no se han fechado cronométricamente (Gorenstein y Pollard 1983; Pollard 1980, 1993; Pollard y Vogell993; WillialTB 1993).

131 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO tenido lugar durante el periodo Postc1âsico (900-1520 d.C.), entre poblaciones de la Mesa Central de Michoacân (fig. 2). En este momento las comunidades anteriormente autonomas se unificaron politicamente, y la cuenca de Pâtzcuaro se transformo en eI nuc1eo geopolitico de un imperio. Esta unificacion politica se asocio con la creacion de una élite con una sola cultura en comun, resultan­ do en la estandarizacion de la ideologia y de su expresion material en la prehistoria de la cuenca. El surgimiento de una region nuc1ear en Michoacân indudablemente se relaciono con cambios en los sistemas de interaccion de élites, asociadas con Estados centralizados a nivel macroregional en Mesoa­ mérica. Pero la ocurrencia, ubicacion y naturaleza de este proceso deben de ser entendidos primeramente en un nivel regional.

URiCHU

Desde 1990 se han conducido excavaciones en el sitio de Urichu (fig. 3) ubicado en la cuenca de Pâtzcuaro (Pollard 1995). La investigacion incluyo un reconocimiento de superficie y mapeo, excavaciones de prueba en tres âreas deI sitio, y anâlisis de laboratorio de los artefactos y restos oseos humanos. La primera temporada (1990) comenzo con un reconocimiento sistemâtico deI sitio de Urichu, el cual se ubica sobre un derrame de lava (malpais) al sur deI actual pueblo de San Francisco Uricho. El sitio se dividio para su estudio en ocho âreas, con base en las diferencias en la topografia y restos arqueologi­ cos en superficie. Se preparo un pIano topogrâfico usando fotografias aéreas disponibles (1 :50 000; 1: 10 000) y mapas topogrâficos (1 :50 000) de DETENAL (1973, 1977). Debido al tiempo disponible y a las metas deI proyecto, se excavaron diez pozos de prueba en tres âreas dei sitio. Durante la segunda y tercera temporadas (1991, 1992) fueron analizados los artefactos liticos (obsidiana, basalto, cuarzo), los objetos de concha, de metal, de cerâmica, y los huesos humanos y de animales. En 1994 se realizo una excavacion de bloque (10 por 6 m) en un ârea deI sitio, y se planea efec­ tuar otras excavaciones similares en las otras dos âreas deI sitio anteriormente examinadas por los pozos de prueba. Hasta ahora se han procesado diez muestras de radiocarbono dei sitio, pertenecientes respectivamente a los perio­ dos Clâsico, Epic1âsico y Postc1âsico (cuadro 1). Urichu cubre mas de 85 hectareas, y contiene por 10 menos dos zonas publicas que inc1uyen complejos de pirâmides y plazas, depositos arqueologi­ cos estratificados de gran profundidad, y entierros humanos intactos. Hay evidencia de ocupacion de una serie de terrazas artificiales en el extremo sur

132 LA TRANSfORMACION DE ÉLITES REGIONALES deI sitio (area 5) durante el Clasico y el Epiclasico; por 10 menos dos areas deI sitio (2 y 5) se vieron ocupadas durante el Postclasico temprano, una (la 2) durante el Postclasico medio, ytres (1, 2 Y 5) durante eI Postclasico tardio (cuadro 2). El sitio se ubica entre 2 080 Y2 120 m sobre eI nivel deI mar, en un valle pequefio y junto a un arroyo que corre por el pueblo modemo de Uricho y vacia en eIlago de patzcuaro. El proyecto ha obtenido los siguientes materiales de depositos estratificados: 117 155 artefactos ceramicos, 14663 de basalto, 3 505 de obsidiana, 65 de concha, cinco de hueso, 19 de bronce, asi coma restos de hueso animal, 24 entierros humanos, muestras de carbono, suelo, adobe y hematita, y finalmente tres petroglifos. Cinco pozos de prueba se excavaron en el area 1 dei sitio; unD de eIlos se ubico en eI centro de la platafonna principal para detenninar su profundidad, antigüedad y el tipo de construccion. Los cuatro pozos restantes se ubicaron sobre ellado norte de dos monticulos localizados en la porcion oriental de la citada platafonna. Estos monticulos son rectangulares, rellenos de piedra, similares a los encontrados en otros centros rituales/administrativos de los tarascos. Las excavaciones revelaron una estructura residencialladministra­ tiva, conteniendo por 10 menos tres pisos superpuestos de arcilla, todos fechando hacia el periodo Postclasico tardio (1400-1550 d.C.). Varios entie­ rros intactos de la élite fueron excavados en las paredes, los pisos, y fuera de esta estructura. Estos entierros c~ntuvieron una gran cantidad de objetos de ofrenda relacionados con eI status social (v. gr. artefactos de bronce, vasijas de ceramica policroma, huesos labrados) y con la identificacion de género (v.gr. herramientas para hilar y tejer, cuchillos y puntas de proyectil y vasijas ceramicas, todos los cuales pueden correlacionarse con la identificacion inde­ pendiente dei sexo de los restos oseos). Estas excavaciones han pennitido la definicion de la cultura material de la élite de este centro administrativo cuan­ do estuvo bajo el control dei Estado centralizado. Tres pozos de prueba se excavaro~ en eI area 2, una pequefia colina con terrazas artificiales y con muros de contencion grandes que separan los niveles de las terrazas. No hay estructuras visibles en esta area, pero tiene la mas alta densidad de artefactos en la superficie de todo eI sitio. El primer pozo de prueba contuvo casi tres metros de depositos estratificados; en base a los analisis de los artefactos y de los suelos, se cree que aqui estan representadas tres capas de depositos culturales: (1) un deposito residencial, probablemente de plebeyos, con fecha deI Postclasico temprano (niveIes ! 2-26); (2) un depo­ sito de basurero residencial con una serie de pisos de arcilla que fecha hacia el Postclasico medio (niveles 4-10); y (3) un basurero residencial que pertenece

133 LAS CUENCAS DEL ÛCCIDENTE DE MÉXIco al periodo deI Estado tarasco (1350-1525 d.C.) en los niveles superiores, sobre un piso de arcilla roja. Los dep6sitos deI ârea 2 han permitido la definici6n de la cultura material de la génte comUn de los periodos anterior, durante y posterior a la formaci6n deI Estado tarasco. El area 5 es la ubicada mas hacia el sur sobre el dep6sito de lava en el que se encuentra el sitio; consiste de laderas terraceadas artificialmente, separadas por muros grandes de contenci6n. La densidad de artefactos de superficie es frecuentemente muy alta en esta area. Dos pozos de prueba fueron excavados en 1990 sobre la terraza que contiene tres monticulos. Una estructura ubicada sobre esta terraza parece ser una versi6n pequefia de la plataforma caracteristica dedicada al dios tutelar de los tarascos, la yacata. Los dos pozos de prueba se ubicaron adyacentes a esta estructura. En 1994 se excav6 un bloque (10 x 6 m) en.Ia terraza (fig. 4), incorporando uno de los pozos de prueba donde se encontr6 parte de una tumba. En los niveles superio­ res (1-4) de todas las unidades se encontraron pipas cerâmicas, navajas prismâticas de obsidiana y cerâmica policroma indicadora de rituales asocia­ dos con la élite de la religi6n estatal tarasca, coma se conoci6 ésta en la capital durante el periodo Protohist6rico. Posteriormente se encontr6 (niveles 5-7) un pavimento de roca, y un relleno secundario con fecha dentro deI Postclâsico temprano (ca. 900-1000 d.C.); este relleno estaba sobre un basurero primario (niveles 8-16) consistiendo de una serie de pisos sellados que fechan desde el Clâsico tardio hasta el Epiclâsico (500-900 d.C.). Debajo de los pisos de esta estructura residencial de élite, y parcialmente excavada en la roca viva de la terraza, se encontr6 una tumba sellada cubierta de piedras (fig. 5), que contu­ vo por 10 menos diez entierros y 87 objetos de ofrenda (fig. 6). Tanto los materiales excavados en esta tumba coma la residencia asociada a ella han perrnitido la definici6n de la cultura material de la élite para los periodos Clâsico y Epiclâsico (cuadro 3). Los restos materiales indican tanto continuidad como cambio durante el surgimiento deI Estado; los tipos cerâmicos bâsicos, incluyendo dos lozas distintivas, se encuentran a 10 largo de la secuencia. Sin embargo, los policro­ mos complejos, frecuentemente en formas inusitadas, son bastante distintivos para el Clasico/Epiclâsico (fig. 7) Y el periodo posterior al surgimiento deI Estado; en ambos periodos aparecen principalmente en asociaci6n élite/ritual. La anterior sugiere que la producci6n cerâmica, que se cree fue primariamente local, no cambi6 fundamentalmente con la formaci6n deI Estado. Sin embargo, toda una gama de ofrendas asociadas con miembros de la élite cambi6 consi­ derablemente.

134 LA TRANSFORMACION DE ÉLITES REGIONALES

En los entierros de élite mas tempranos las vasijas policromas, inc1uyen­ do una que parece haber sido importada de Jalisco/Zacatecas, se encuentran junto con concha marina, turquesa, hematita y navajas prismaticas verdes. Todo esta parece haber sido importado como productos acabados, traidos desde regiones a 10 largo de México central y occidental. Todos los individuos encontrados en estas tumbas se sepultaron en posicion extendida, y los varones de élite se enterraron en tumbas formales. En el Postclasico tardio, los indivi­ duos pertenecientes a las élites de Urichu se sepultaron en las paredes y pisos de las estructuras, en posicion flexionada, acompaiiados de ceramica policro­ ma omamentada (figs. 8, 9) Y herramientas de cobre y bronce (fig. 10), asi coma malacates para el hilado deI algodon, y pipas ceramicas, que aparecen exclusivamente en los dep6sitos correspondientes al Estado tarasco (cuadro 4). Mientras que estas ofrendas pueden ser importaciones al sitio de Urichu, todas fueron producidas dentro de la cuenca de patzcuaro. Las excavaciones planea­ das para el verano de 1995 en el area 2 se han diseiiado para aumentar la muestra de material deI periodo Postclasico medio, para permitir la defmici6n de la expresion material de la élite durante este periodo critico. Mientras que algunas navajas prismaticas de obsidiana verde se encuen­ tran a 10 largo de los dep6sitos, la navajas prismaticas gris/negras se restrin­ gen casi por completa a los niveles que fechan después de la formaci6n deI Estado. Lascas de basalto de origen local y pequeiias lascas de obsidiana se encontraron en abundancia en todos los depositos anteriores a la formaci6n deI Estado unificado, disminuyendo proporcionalmente después. Los artefactos liticos de la tumba y deI basurero primario localizado sobre ella (con fecha deI Clasico, Epiclasico y Postclasico temprano), asi coma de otro basurero prima­ rio deI area 2 (deI Postclasico temprano-medio) fueron hechos de basalto, revelando una gran dependencia sobre una industria local de este material, asi coma el uso de cantidades limitadas de nuc1eos secundarios y lascas de obsidiana negra. Las navajas prismaticas de ob~idiana verde estan presentes pero son raras, indicando algUn acceso a las redes comerciales de intercambio de obsidiana a larga distancia. Por otra parte, la escasez de navajas prismaticas negras sugiere que las poblaciones locales, inc1uyendo a las élites, no estaban vincula­ das fuertemente con las redes comerciales de Zinapécuaro (Pollard y Vogel 1993, 1994). Si 10 anterior llegara a confirmarse para toda la cuenca, sugeriria que la producci6n de Zinapécuaro, que abastecia a las grandes ciudades deI centro de México durante eI Epic1asico y el Postc1asico temprano, incluyendo a Tula (Healan 1989) y a Xochicalco (Hirth 1989), efectivamente excluy6 al Michoacân central de este comercio. El aumento en la producci6n de las minas

135 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO de Zinaparo en el Epic1asico (Michelet et al. 1989) no parece haberse registra­ do en Urichu, pudiendo haber sido unicamente para el consumo de la cuenca de Zacapu. Esto sugiere una reordenaci6n importante de mercados regionales después de la formaci6n deI Estado, por la cualla obsidiana de las minas de Zinapécuaro-Ucareo (noreste de Michoacan) no fluyo hacia el este a lugares coma Xochicalco y Tula, entre otros sitios deI Epic1asico-Postc1asico tempra­ no, sino mas bien se dirigio hacia el centro de Michoacan.

LAS ÉLITES DE URICHU DENTRO DE MICHOAcÀN

Ademas de los analisis preliminares realizados en el sitio de Urichu, hay evidencia de élites deI Clasico y Epic1asico en los siguientes lugares: Loma Santa Maria (Manzanilla Lopez 1988); Tingambato (Lagunas Rodriguez 1987; Pifia Chan y üi 1982); Guadalupe, en la cuenca de Zacapu (Arnauld et al. 1993; Michelet 1988, 1990, 1992; Michelet et al. 1988, 1989) YTres Cerritos, en la cuenca de Cuitzeo (Macias Goytia 1988, 1989; Macias Goytia y Vackimes 1988). Mientras que no se han publicado fechas cronométricas para Tingambato o Tres Cerritos, y la publicacion de resultados ha sido escasa para los otros sitios, crea que se puede usar la evidencia disponible para formular un modelo de transformacion de élites. En el futuro las investigaciones en la cuenca de Patzcuaro y en otros lugares podran disefiarse para probar este modelo. En el periodo 500-700 d.C. habia élites en varios sitios deI centro de Michoacan, que compartian una tradicion cultural comun derivada de variaciones regiona­ les de la cultura Chupicuaro (tales coma la cultura Morales deI sur de Guanajuato). Los individuos de estas élites al fallecer fueron enterrados (cua­ dro 5) junto con ofrendas preciosas importadas de otras regiones, 0 bien objetos hechos de materia prima traida de muchas partes de Mesoamérica: concha deI océano Atlantico y Pacifico (fig. Il), turquesa, hematita, obsidiana verde de Pachuca, jadeita, pirita, cristal de roca y vasijas de ceramica. Tales bienes suntuarios distinguian a la élite deI resto de la poblacion, junto con otros atributos como la deformacion craneal y la mutilacion dental. El status de la élite a nivellocal se derivaba en parte de su participacion en el sistema de intercambio macroregional a través deI cual se obtenian los objetos mencio­ nados; su importaci6n coma bienes acabados da a conocer la dependencia de estas élites deI poder social y economico generado en otras partes de Mesoamérica occidental. En los sitios de Guadalupe y Tres Cerritos se han encontrado mascaras de piedra verde de estilo teotihuacano, asi coma tiestos

136 LA TRANSFORMACION DE ÉLITES REGIONALES de ceramica Anaranjado Delgado (en Guadalupe) y copias posiblemente loca­ les de algunas vasijas de este mismo tipo (en Tres Cerritos), 10 cual indica que se estaban obteniendo objetos de prestigio deI centro de México. Por otra parte, en la cuenca de Zacapu, la unica zona para la que tenemos datos regionales sobre patr6n de asentamiento, las poblaciones se ubicaron princi­ palmente dentro 0 cerca de las ciénegas dei lago, sobre islas. Durante este mismo periodo el numero de asentamientos se duplic6, y unD de ellos, conoci­ do actualmente coma Yacata la Virgen, es tan grande coma el area 5 de Urichu, mas de 30 hectareas. A pesar de su tradici6n cultural comun, estas élites variaron en la com­ plejidad de los centros que controlaban, y en el grado de diferenciaci6n social interna. Esta variaci6n puede observarse en el tamano de las tumbas, en la gama de individuos sepultados dentro de ellas, y en la cantidad de ofrendas por persona. En Urichu parecen haberse sepultado solamente hombres en las tum­ bas formales, mientras que las mujeres, ninos e infantes se enterraban debajo de los pisos 0 dentro de cajas hech[:s de lajas de piedra. Urichu difiere de las tumbas de Guadalupe, a s610 20 km de distancia dentro de la cuenca de Zacapu, en que ninguna de las vasijas encontradas en el primer sitio fue policroma, aunque la mayoria de las vasijas de Urichu tienen decoraci6n al negativo. En el periodo 700-900 d.C. sigue la misma tradici6n funeraria en Urichu, posiblemente representando a los descendientes directos de la élite mas temprana. Sin embargo, el numero de ofrendas por individuo aument6 drama­ ticamente. No sabemos si esta ultimo ocurri6 también en otros sitios de élite, debido a la perturbaci6n de los entierros ocasionada por el uso repetido de tumbas, y a la falta de fechas de radiocarbono directamente asociadas con las tumbas en estos otros sitios. Esto parece representar en Urichu un aumento en la capacidad de la élite local de obtener objetos ex6ticos para sepultarlos coma ofrendas, asi coma para controlar el trabajo de los productores locales de ceramicas policromas. En la cuenca de Zacapu durante este periodo se ob­ serva nuevamente una duplicaci6n en el numero de asentamientos, pero la mayoria de ellos ahora se localiza lejos de la ciénega. Para 900 d.C. la zona deI lago se encuentra vacia, pues las poblaciones ahora radican sobre derra­ mes de lava, coma es el casa de Urichu, y de la zona entre Zacapu y el rio Lerma. Los asentamientos contienen piramides, juegos de pelota y plazas. Es probable que mucho deI material excavado pertenezca a esta época, asi coma las fachadas "talud-tablero" de Tingambato y Tres Cerritos (Taladoire 1989).

137 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Este fue también un tiempo de expansi6n importante para las minas de obsidiana de Zinapécuaro-Ucareo y Zinâparo. En Urichu las grandes navajas prismâticas negras encontradas en una de las tumbas, probablemente de Zinapécuaro­ Ucareo, pertenecen a este periodo y sugieren una ruta de contacta indirecto con el centro de México. En la cuenca de Pâtzcuaro hay evidencia de una serie de grandes sequias durante los periodos Epiclâsico y Postclâsico temprano, en algful tiempo entre 750-1000 d.C. (O'Hara et al. 1993; O'Hara 1993),10 que puede haber reduci­ do el nivel dellago entre cuatro y cinco metros. En fechas recientes, durante el veranD de 1994, se registr6 un descenso en el nivel dellago de hasta 2 033 m. s.n.m., dejando expuestas extensiones grandes de tierra. La mayor parte de esta reducci6n actual ha ocurrido desde 1990, y se debe a la utilizaci6n de agua para irrigaci6n y uso doméstico en la regi6n. Durante la temporada de trabajo de campo de 1994, Christopher Fisher hizo un reconocimiento pre­ liminar deI ârea en la porci6n sudoeste de la cuenca adyacente a Urichu, encontrando 10 que parece ser campos de cultivo antiguos, con evidencia de riego y de posibles "campos levantados" 0 chinampas. Asi, durante el Epiclâsico/Postclâsico temprano la productividad potencial para la agricultura probablemente aument6 dramâticamente, mientras que los recursos lacustres se vieron reducidos. Cambios similares se han sugerido para la cuenca de Zacapu (O'Hara 1993). No obstante 10 anterior, la presencia de restos de pescado en tres de los cajetes tripodes encontrados en una tumba de Urichu testifica la importancia simb6lica (y material) de los recursos lacustres en estos momentos. Durante el presente siglo se ha observado que al bajar el nivel dellago, se ha producido en la cuenca de Pâtzcuaro una competencia importante entre comunidades locales por el acceso a las tierras nuevamente expuestas, asi coma pérdidas importantes para las poblaciones dependientes sobre los re­ cursos lacustres, especialmente la pesca. Estos cambios habrian significado grandes ventajas para las élites con la capacidad de controlar tierras irrigables, permitiéndoles aumentar en tamaiio y poder en relaci6n a otras comunidades de la cuenca. Tales cambios en la base de recursos pueden verse reflejados parcialmente en la arquitectura publica fonnal, y en el aumento en cantidad y tipos de ofrendas ex6ticas en los entierros dentro de algunos centros de élite. La limitada evidencia arqueol6gica con que contamos para otras partes de Michoacân sugiere que durante el Postclâsico temprano/medio las élites locales que compitieron por el control de varias comunidades, marcaron su éxito relativo con deidades tutelares y ceramica policroma. La ausencia de

138 LA TRANSfORMACr6N DE ÉLITES REGIONALES autoridad regional al tiempo en que parece haber aumentado la poblacion, condujo a la formacion de asentamientos muy grandes en algunas areas. El mejor ejemplo documentado de ello es el de Zacapu, con una ocupacion esti­ mada en el malpais (conocida coma El Palacio en la literatura) de Il km2 Y mas de 20 000 habitantes (Michelet 1988; Michelet et al. 1989), mientras que la zona deI lago se abandono. En Urichu la zona de ocupacion densa en esta época inc1uye a las areas 2 y 5, duplicando eI tamafio de la comunidad. En la cuenca de Patzcuaro hay evidencia de un aumento deI niveI dellago aIrededor de 1300 d.C. (O'Hara 1993) y de aumento en la erosion deI suelo después de 1250 d.C. (O'Hara et al. 1993); este ultimo fenomeno se interpreta coma evidencia de deforestacion adicional, aunada a una expansion de la tierra bajo cultivo en la cuenca. Posiblemente esto estuvo reIacionado con incremen­ tos en la poblacion y/a con una mayor desigualdad dentro de las comunidades donde las élites tuvieron control directo sobre la tierra irrigable, 0 derechos tributarios sobre la produccion, forzando a familias a cultivar tierras anterior­ mente no utilizadas, frecuentemente con una mayor gradiente y por ende mas proclives a la degradacion deI sueIo. La competencia entre las élites de los sefiorios de la cuenca por el acceso a recursos basicos se da coma causa para las guerras sucesivas en las que el poder economico y politico se concentro en la élite UacUsecha. SeglIn la historia oficial de los tarascos (la Relacion de Michoacan, 1541), el lider guerrero Tariacuri uni6 a los sefiorios independientes de la cuenca de Pâtzcuaro en un Estado unificado durante la primera mitad deI siglo XIV. Después de su muerte, su hijo y sobrinos extendieron el Estado mas alla de la cuenca de Patzcuaro, comenzando los cambios economicos y politicos que vieron la formacion de un nuevo imperio en Mesoamérica. En este momento Urichu lleg6 a ser un centro administrativo terciario, ubicado dentro deI nucleo econo­ mico y politico de un Estado. Los difuntos de la élite local de Urichu fueron sepultados con ofrendas fabricadas dentro de la cuenca, utilizando materias primas obtenidas de fuera por los mercaderes estatales, las minas deI Estado, 0 el sistema imperial de tributo. Las élites mas tempranas importaron objetos fabricados reflejando ideologias y sociedades distantes, pero ahora la élite local de Urichu midio su status por la similitud de sus objetos con los de la capital tarasca de Tzintzuntzan, que se encontraba al otro lado dellago. Por otra parte, las élites locales de muchos otros lugares, coma Zacapu, Tres Cerritos, y otros dentro deI imperio, también definieron su status con importaciones y copias de bienes suntuarios de la cuenca de patzcuaro.

139 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

LAS ÉLITES REGIONALES DENTRO DE MESOAMÉRICA

Mary ReIms ha escrito ampliamente sobre la obtencion de bienes a larga distancia, como algunos de los artefactos encontrados en las tumbas deI Clasi­ co y Epic1asico en Michoacan. Segun esta autora (1993: 4), al obtener tales mercaderias desde lejos, las personas de influencia, 0 élites, se vieron involucradas en actos de adquisicion y transformacion, que tenian un valor simbolico, con 10 que aumentaban su poder politico local. A la vez, ReIms ve un paralelo con la produccion de artesanias finas, y los patrocinadores de tal produccion, también asociados con el poder y prestigio de las élites. Asi, la produccion de bienes suntuarios es algo de naturaleza politica e ideologica mas que economica (ReIms 1993:16). TaI produccion local se refleja, por ejemplo, en las vasijas policromas de todos los periodos asociadas con las élites de Michoacan, los textiles de algodon y la metalurgia de la nobleza deI Postc1asico tardio. El enterramiento de tales bienes exoticos junto con los miembros difuntos de la élite, se puede interpretar como algo que reafirmaba sus lazos con los antepasados y con los seres sobrenaturales, ademas reafir­ mando su riqueza y contribuyendo a los intereses de la sociedad entera. Los bienes suntuarios asociados a las élites durante el Clasico/Epic1asico se cree fueron importados principalmente como productos acabados desde lugares distantes, mientras que durante el Postc1asico tardio estos bienes eran manufacturados por los propios tarascos. Cada una ae estas situaciones se puede relacionar con tipos distintivos de sociedad. En el primer caso, las llamadas por ReIms (1993) acquisilional poUlies (0 sea, sistemas sociopoliticos adquisitivos), son generalmente dependientes, como las sociedades periféricas que ubican a los centros cosmologicos en una distancia geografica; se puede 0 no asociar tal dependencia ideol6gica con la dependencia politica 0 economica de los centros cosmologicos. Durante el Clasico, Teotihuacan era claramente un centro cosmologico para las élites deI norte y centro de Michoacân. Duran­ te el periodo Epic1asico esta centralidad parece haber continuado, a pesar de los cambios profundos en la economia y politica dei centro de México. La presencia de ofrendas procedentes deI Occidente, como un cajete con coyotes encontrado en Urichu y las vasijas cloisonné de Tingambato, pueden reflejar cambios en la ubicacion de los centros de poder. Durante el Postc1asico medio/tardio las comunidades dentro de la cuenca de Patzcuaro, especialmente Tzintzuntzan, Ihuatzio y Patzcuaro, habian llega­ do a ser centros de rango superior (ReIms 1993: 174), mientras que la cuenca de Patzcuaro llego a ser el centro cosmol6gico de la religion estatal (Pollard

140 LA TRANSfORMAClaN DE ÉLITES REGIONALES

1993). Para este periodo sabemos que la centralidad cosmol6gica se asoci6 también con la centralidad politica y econ6mica. El grupo distintivo de ofren­ das encontrado en los entierros de la élite en todo el centro de Michoacan c1aramente refleja el surgimiento de un nuc1eo regional nuevo, que oper6 dentro de muy diferentes redes macroregionales.

COMENTARIOS FINALES

Habiendo observado estos dos patrones mortuorios de élite, podemos ahora aislar en el tiempo y espacio una zona critica de transformacion durante los periodos Epiclasico y Postc1asico temprano. Nuestras proximas excavaciones en Urichu se dirigiran a esc1arecer este periodo, entre 1000 y 1200 d.C. Los datos presentados en este articulo, aunque de caracter preliminar, sugieren que la expresi6n material de la identidad de élite refleja la reestructu­ raci6n local, regional y macroregional que se sintio a través de Mesoamérica. Una de las direcciones importantes de las investigaciones en los afios que vienen sera el planear las estrategias regionales de investigacion que nos per­ mitiran comprender precisamente coma y por qué ocurrio este proceso, y el papel jugado por las élites del antiguo Michoacan en el mismo.

141 LAS CUENCAS DEL OCCIDENfE DE MÉXIco

Cuadro 1. Fechas de radiocarbono dei Proyecto Urichu.

8·39996 510 +/. 80 1426 (1328-1449) 2·1 rivel8 95% 1300-1621 8·50863 1090 +/. 60 972.978 (890-1014) 5-1 rivel12 95% 819-843 Y857-1033 Ent.13 8-50864 1210 +/. 90 821,840.860 (689-961) 5-1 rivel12 95%656-1014 Ent.13 8-39998 280 +/- 50 1647 (1525-1663) 5-2 rivelll 95%1481·1954· 8-39999 3190 +/. 90 1436 aC. (1523-1328) 5-2 niveles 16-17 95% 1675 a.C.-1226 a.C: 8-76923 1070+/- 70 990 (895-1020) N1E3 rivel58 95% 855-1055 Y1000-1150 8-76926 1150 +/- 70 890 (800-985) N5E2 rivelll 95% 705-1020 8-76927 1340 +/- 80 675 (645-775) N5E3 rivel12 95%590-880 8·76928 1590 +/- 90 450 (395-590) N4E1rivel14 95%250-650 8-76929 1600+/- 70 440 (405-555) N2El nivel148 95%330-620

• Rechazada

Nota: todas las tachas fueron procesadas por Bata Analytic lne. Calibraciones hachas ulilizando el ~ de calibraci6n de radiocarbono dei Quatemary Isotope Lab de la Universidad de Washington (1993. Rev. 3c). Fechas con numeros 8-769 por'éeta Analytic lne.• con el programa de correcci6n de 1993. () Probabilidad de un sigma (68%); 95% de IJQbabilidad (dos sigmas).

8-39996 8-39998 --+-- 8-39999 ---+\ 8-50863 --+- 8-50864 --+-- 8-76923 -+-- 8-76926 -+-- 8-76927 -+-- 8-76928 8-76929 --+- 1600 1200\ 0 200 400 600 bl 1000 1200 1400 1600 lbl 2000 cal aC caldC

142 LA TRANSfORMACI6N DE ÉLITES REGIONALES

Cuadro 2. Urichu: fases representadas par area

Localizaci6n Naturaleza Perlodo Fase local de dep6sitos de dep6sitos

Postdasico Tariacui âreas1', 2' y 5 Publicos: administrativos, ritua/es tardio (1350-1525d.C.) (p1ataformas, piramides, p1azas); Residenciales: élite, p1ebeyos (estructuras, entierros)

Postdasico Urichu tardio ârea 2' Residencial: p1ebeyos medio (1100-1350 d.C.)

Postdasico Urichu temprano ârea 2' y 5 Residencial: élite y p1ebeyos tempraoo (900-1100 d.C.)

Epidasico Ll4l8" La Jaya ârea5 Publico: ritual (p1atalormas); (600-900 d.C.) Residencial: élite (estruct1J'as, posibles entierros)

Clâsico Jarâcuaro ârea5 PUblico: rituaJ (p1atalormas); (5Q0-600 d.C.) Residencial: élite (estructuras, tumba, entierros)

Los nombres de fases son tentativos, hasta que se termine la investigaci6n en curso. La fase Tariaron se defini6 en 1972, basândose en materiales de Tzintzuntzan; la fase Urichu se basa en el proyecto actualrnente en curso; Lupe, La Joya y Jaracvaro se basan en el proyecto de lacapu (1983-1987).

, En estas âreas se lIevarân acabo excavaciones mayores en el verano de 1995.

143 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Cuadro 3. Ofrendas en entierros de Urichu (Clasico-Epiclasico).

Area 5: Tumba dei Clasico-Epiclasico Fuente Lugar de manufactura

4 puntas de proyectil/ cuchillos de basalto local CLP' 3 puntas de cuarzo Michoacân CLP 8 puntasl cuchillos de obsicfiana negra Ueareo (?) Ucareo (?) 1 punta de obsidiana dara Zinâparo (?) Zinaparo (?) 8 navajas prismaticas de obsidiana negra Ueareo (?) Ueareo (?) 7 navajas prismaticas de obsidiana verde Pachuca (?) Pachuca (?) 1 hacha de piedra verde pulida Michoacân no de CLP 12 artefactos de concha (placas. cuentas. Pacifico brazaletes) (posiblemente Atlantico); 1CLP no de CLP 2 piedas azules (1 cuenta. 1placa) 1Turquesa-Zacatecas (?) nodeCLP 8 cajeteslollas de ceramica (sin soporles) local (?) local (?) 18 cajetes tripodes de ceramica (13 policromos local local al negativo) JaliscolZacatecas (?) importado 1 cajete tripode con diserio de coyote (negativo) 1 incensario de cerâmica (Rojo sobre Crema) local local 1 malacate de ceramica grande local local 1 sello de ceràmica (piano) ? ? 3 flautas de ceramica (azul y negativo ? ? sobre rojo) ollita miniatura lIena de hematita molida no de CLP nodeCLP pescado (huesos y escamas en 3 cajetes CLP (probablemenle pescado CLP tripodes) blanco, Chirostoma esto"

Area 5: entierros dei Clâsico fuera de tumbas 4 cajetes de ceramica (3 al negativo) local local 1 "plancha" de ceràmica (negativo sobre rajo) local local 1 malacate de ceramica local local 47 cuentas de concha Pacifico 0 CLP Pacifico 0 CLP 4 piezas de concha en forma de media luna prOOlabiemente Pacifico no de CLP 3 cuentas de piedra azul no de CLP no de CLP 4 puntas de proyectil de basa/lo local local

1. Cuenca dei Lago de patzcuaro.

144 LA TRANSfORMACI6N DE ÉLITES REGIONALES

Cuadro 4. Ofrendas de entierros en Urichu, perlodo Postclasico tardio.

Area 1: entierros dei Postclasico tardio Fuente Lugar de manufactura

13 vasijas de ceramica (policromo tarasco) CLP CLP 3 figurillas de ceramica (patos) CLP CLP 68 cuentas de ceramica CLP CLP 10 malacales de ceramica (pequeflos) CLP CLP 6 pulidores de piedra CLP(?) CLP 1 cuchillo de obsidiana negra Prob. Ucareo Prob. CLP 2 "espadas"2 de hueso de venado (1 labrada; "espalulas") CLP CLP 2 cuentas de piedra azul Michoacan CLP (?) 2 cuentas de concha Pacffico 0 CLP ? 19 artefactos de bronce (agujas. aras, Cuenca dei Balsas (cobre); leznas, pinzas. areles con pendientes Imperio (p1ata)(?) (estatio); Prob. Tzintzuntzan (CLP) deconcha)

Cuadro 5. Tumbas de los periodos Clâsico y Epiclasico en Michoacân.

Guadalupe (Cuenca Tres Cerritos Urichu (Cuenca de Tingambato de zacapu) (Cuenca de Cuitzeo) Patzcuaro)

ca. 11 m2 ca.ll m2 (tumba EF1) ca. 14 m2 ca. 14 m2 110 artefactos 157 artefactos mas de 120 artefactos. 87 artefactos cuentas mas de 108 adultos; 24 individuos mas de 30 individuos 10 individuos (aprox) juveniles masculinos, femeninos. masculinos. femeninos. masculinos. femeninos masculinos (preliminar) juveniles juveniles ijuveniles?)

2. Espada 0 machete. instrumento utilizado en el telar prehispânico, para apretar cada hilo de la trama.

145 , ,, ~ , 1 \, -0'\ (; \ "'" , , --, ...._" ,J '" ~,1 '"----,- )'fll "'"'\ (, 1 / }- III '\ , / \ 1 ( / - \. 1 "'---""L 1 \ " /- ...... - ..... -.... '-:... \.- -_ ... .., l "" ,-, 1 \ \ 1 - ., ...... "'-'" l , 1 1 ~ .. 1 1 ~...... "'\ ..... Las ~entanas / ,.._1 ,,_,," "'\ , _"'" / 1 _, ' 1" __ ' ... -'- 1 , 1 U l r' 1 \ r \ ' 1 - ...... 1-' '"Cl l ,,' ~ ,,"',' (; 1 1 ,\ - " f,1 Lerma 1 /-...... \ Z \a ,,/!.. t:, -\,1'- Cl -- L. CUltzeo' _ /' \ Tula... , 1 / » ~~-~ ~ '.' 1 • 1 0'" Ef~~~i'lo.Zacapu ...... Zlnapecuaro ,_, v--, 1 : tn J r r \ ..• Teotihuacan. _ ~ 0 •" \ ' ,1 l " ,-... ' • ... _-} Cl Cl (1 l .. ,'''' '" ,', ,~ '. L Pâtzcuaro \ 1 1 l ', '_, 6 , ,...__ .1... 1 1 tn ,.- , 1 .....-1 / " 1 r"'" 1 1 1 l__ l' ~ 1 1 ,-, 1 l " 0 1 1 ,'" l "'...... , tn / \ ..... ,' \,. ..., , ..._' ,~ ' ...... - ...,, ...." ,,'" '- I~ " 1"" 1 -, ~ ,. -" '-' Cl "", -" - 0

Fig. 1. Mapa de la zona centro-occidente de México. LA TRANSfORMACION DE ÉLITES REGIONALES EN MICHOACAN CENTRAL

20' N , ) CD ,.,

JALISCO

1 MExICO \. 1~v~t' ,:'_. "

"

1 1 10 20 60 Km lIl' .03' 101~

Fig. 2. Sitios arqueo16gicos de Michoacan mencionados en el texto (seglin Michelet 1993: fig. 1).

147 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 3. El sitio de Urichu, viendo hacla el norte, con el lago de Patzcuaro en distancia.

Fig. 4. Excavaciones en el area 5, terraza 1 de Urichu (1994). Al frente la tumba excavada, y al fondo un piso asociado con la ocupaci6n de) PostcJâsico tardlo (vista hacia el norte).

148 LA TRAt'ISfORMACrON DE ÉLITES REGIONALES

-N~

Fig. 5. Tumba de Urichu, mostrando los restos de varios individuos y las ofrendas asociadas (los cuadros son de 2 x 2 m).

149 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 6. ConteIÙdo de la tumba encontrada en el area 5. terraza 1, de Urichu.

Fig. 7. Vasija policroma de ceramica encontrada en el piso de la tumba deI area 5, terraza 1 de Urichu.

150 LA TRANSFORMA ION DE ÉLITES REGlO ALES EN M.rCHOACAN CENTRAL

Fig. 8. Vasija policroma tarasca dei Postclasico tardio, area de entierros 1 de Urichu.

Fig. 9. Vasija llÙniatura policroma tarasca dei Postclasico tardio, area de entierros 1 de Urichu.

151 LAS CUENCAS DEL OccmENTE Da MÉXJCO

~ig. 10. Arete tarasco de bronce con pendiente de concha, Postclasico tardio, area de entierros 1 de Urichu.

IN CM

Fig. Il. Disco de concha grabado y perforado, encontrado en el piso de la tumba deI area 5, terraza 1 de Urichu.

152 LATRANSFORMACION DE ÉLITES REGIONALES

AGRADECIMIENfOS

Las temporadas de campo de 1990-91 se realizaron con la ayuda econ6mica de la National Geographie Society y de la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research. La temporada de laboratorio de 1992 fue apoyada por una beca Global Competence deI Center for International Studies, Michigan State University. Las temporadas de 1994-95 se financiaron por una beca deI National Endowment for the Humanities. Quiero agradecer a los estudiantes que han estado participando en el Proyecto Urichu, especialmente a Laura Cahue Manrique, Christopher Fisher, Amy Hirshman, Mary Avilés, Vincent Versluis, Michael Murphy y, finalmente, a Frank Krist, quien digitaliz6 el dibujo de la tumba.

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156 LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDIDOS EN LA VERTIENTE DEL LERMA MEDIO

Efrain Cardenas Garcia Instituto Nacional de Antropologia e Historia

INTRoDuccr6N

El presente articulo es, en cierto modo, una sintesis parcial de los trabajos realizados en el estado de Guanajuato por el Proyecto Atlas Arqueol6gico durante los afios de 1987 y 1988 Y de los reconocimientos que he venido realizando durante el presente ano, actualizando y precisando la gran cantidad de datos obtenidos en aquella ocasion. Al mismo tiempo, es el inicio de una investigacion mas amplia pues una version similar de este trabajo ha sido presentada coma proyecto de tesis de maestria en El Colegio de Michoacân. Los objetivos de este trabajo son: primero, mostrar la existencia de una notable tradicion cultural cuya extension territorial abarco la porcion media deI rio Lerma y sus afluentes principales coma son los rios Laja, Apaseo, Silao, San Juan, Guanajuato y Turbio. Los 175 asentamientos pertenecientes a esta tradicion cultural detectados hasta el momento, varian en tamafio y com­ plejidad y tienen coma constante arquitectonica la presencia de -por 10 menos­ un patio hundido. Si analizamos la distribucion de los elementos al interior de cualquiera de los sitios, veremos que se trata de un elemento central en el disefio arquitectonico, 10 mismo se presenta en los centros de poder que en los sitios de menor importancia politica. Por la elevada cantidad de sitios con patio hundido y por la magnitud y diversidad de estos elementos, sin equivalente en otras regiones de Mesoamérica, es interesante explorar la posibilidad de que se trate de un desarrollo local. Con el fin de profundizar en esta posibilidad, el segundo objetivo es demostrar que en la region existieron las condiciones necesarias para la subsistencia y el desarrollo social. El medio ambiente favorable para la agricultura y la existen­ cia de recursos estratégicos en la region, sin duda, son dos factores condicionantes para el desarrollo de una sociedad.

157 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Algunos aspectos que parecen apoyar esta suposicion son analizados en esta presentacion, por ejemplo, la elevada cantidad de sitios con el mismo patron arquitectonico en la region, situacion que no se presenta en otros luga­ res de Mesoamérica; la existencia en la misma region de un antecedente tan importante como 10 fue la cultura Chupicuaro; la evidencia de una ocupacion continua y posiblemente de un cierto contacto 0 influencia entre la cultura Chupicuaro y la tradicion arquitect6nica de los patios hundidos; las excavaciones realizadas en Morales y Santa Maria deI Refugio mencionan la existencia de un estrato antiguo con materiales Chupicuaro, seguidas --en un estrato mas tardio- por los materiales ceramicos que consideramos estân asociados con los patios hundidos: Rojo sobre Bayo, Blanco Levantado y Negro sobre Anaranja­ do. Cabe enfatizar que 10 que estoy proponiendo es solo una posibilidad, afirmar que la tradicion arquitectonica de los patios hundidos es consecuencia de un proceso de desarrollo cultural local requerira de muchos mas datos de los que aqui estoy manejando, especialmente cronologicos y sobre las funcio­ nes de los espacios hundidos; se tendra que realizar un estudio comparativo mas completo de los patios hundidos existentes en la Vertiente deI Lerma Medio y en el contexto mesoamericano, analizando no solo la arquitectura sino también los materiales cenimicos asociados.

LA VERTIENTE DEL LERMA MEDlü

Identificamos como Lerma Medio a la porcion comprendida entre las pobla­ ciones de Tarandacuao, Guanajuato y La Piedad, Michoacan (fig. 1). La longitud aproximada deI Lerma en este tramo es de aproximadamente 350 kilometros, a 10 largo de este tramo el agua baja desde los 1870 m hasta los 1650 m, tiene una caida de 220 m. Por vertiente entendemos aquel territorio cuyos sistemas de drenaje pluvial terminan en un rio. En ocasiones suele identificarse esta region como la "cuenca" deI Lerma, evidentemente se trata de un error pues como sabemos una cuenca es un lugar cerrado, es decir, es una region donde el sistema de drenaje pluvial termina en un lago, las aguas de las cuencas no tienen salida al mar. Nuestra delimitacion espacial obedece a la distribucion de los asentamien­ tos donde existe la arquitectura de patio hundido, por 10 tanto, la Vertiente deI Lerma Medio debe ser considerada como una region cultural. La region se caracteriza por tener amplias superficies susceptibles de ser cultivadas, suelos de alta fertilidad, precipitaciones pluviales por arriba de

158 LA TRADlCI6N ARQUITECT6NICA DE LOS PATIOS HUNDlDOS

los 700 mm y abundancia de agua gracias a la proximidad de los innumerables arroyos, rios y, anteriormente, manantiales. La Vertiente deI Lerma Medio abarca en su totalidad la provincia fisiografica deI Eje Neovolcanico en el estado de Guanajuato, esta inc1uye las subprovincias: El Bajio, Sierras y Bajios Michoacanos y Llanos y Sierras de Querétaro; parcialmente ocupa la provincia fisiografica de la Mesa Central, Llanuras y Sierras deI Norte de Guanajuato. En otras palabras estamos hablando de dos terceras partes deI estado, pero fundamentalmente, de la parte meridional, 10 que conocemos coma El Bajio.

LA ARQUITECTURA DE PATIO HUNDIDO

En distintas regiones de Mesoamérica y dei Norte de México encontramos patios hundidos, destacando por su ubicacion e importancia cultural Monte Alban, Teotihuacan y La Quemada (fig. 2). En cada uno de estos sitios, los patios hundidos adquieren formas y estilos constructivos distintos, siendo Monte Alban el asentamiento donde se presentan con mayor complejidad y diversi­ dad, por ejemplo, la enorme plaza principal, los dos conjuntos de basamento y patio cerrado identificados coma sistema IV y V Yla plataforma al norte de la plaza principal. En Teotihuacan la Ciudadela es otro de los mayores patios hundidos conocidos hasta el momento, existe cierta semejanza con El Bajio pues aparentemente sobre la banqueta que rodea al patio hundido se levanta­ ron algunas habitaciones. Esta misma situacion se presenta segUn Ramos et al. (1988) en Cerrito de Rayas; por nuestra parte 10 hemos podido constatar en sitios coma Cerrito de Jerez y Peralta. La Quemada, por su parte, también presenta dos patios hundidos, uno de los cuales tiene unidades habitacionales sobre la banqueta que delimita el patio. En esencia todos los patios hundidos en Mesoamérica tienen un mismo principio formaI en su construcci6n, sus variantes son en magnitud y estilo constructivo. En Guanajuato la arquitectura de patio hundido es una extensa e im­ portante tradici6n cultural, hasta el momento es la regi6n donde mas sitios existen. Si bien Monte Albân y Teotihuacân son las maximas expresiones de esta singular arquitectura, la Vertiente deI Lerma Medio representa el lugar donde esta tradici6n cultural alcanza su mayor grado de expansi6n (ver fig. 1). La temporalidad de este notable desarrollo social y cultural es un aspecto dificil de sustentar en este momento, pues se cuenta Unicamente con dos fechamientos absolutos, el primero obtenido por Zubrow (1974) para el sitio Cafiada de Alfaro, ubicândolo entre los afios 240 y 450 d.C. y el segundo

159 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO aportado por Carlos Castafieda, que sitUa la aparentemente ÜI1ica ocupacion de San Bartolo Aguacaliente hacia el ano 600 d.C. Otro dato cronologico es que la estratigrafia de Santa Maria deI Refugio (Castafieda 1982) y Morales (Braniff s.f.) muestra una secuencia interesante: en los estratos mas antiguos encontramos materiales Chupicuaro, seguidos por ll:la capa donde la ceramica dominante es Rojo sobre Bayo. Los 175 asentamientos que conforman la muestra en estudio tienden a ubicarse en las laderas bajas, aunque con menos frecuencia tarnbién es posible observarlos en laderas altas y esponidicamente en las cimas de los cerros. Los diseiios y combinaciones de elementos arquitectonicos a los cuales suelen asociarse los patios hundidos son ocho: 1) plataforma con un patio hundido y monticulo, II) plataforma con dos patios hundidos, III) plataforma con un patio hundido, IV) paltaforma con 2 patios hundidos y un monticulo, v) patio hundido y monticulo, vI) plataforma con un patio hundido y dos monti­ culos, VII) plataforma con patio hundido ytres monticulos, VIII) patio hundido delimitado por cuatro monticulos. El primer diseiio suele presentarse en los asentamientos mayores, por 10 general presenta construcciones habitacionales sobre la plataforma y presumiblemente se realizaban actividades publicas 0 ceremoniales, tales son los casos de San Bartolo Aguacaliente y Cerrito de Rayas, entre otros (ver figs. 3,4). El altar es un elemento importante en este tipo de disefios arquitec­ tonicos, sin embargo, solamente en tres sitios esta presente. Desde mi punto de vista se trata de un elemento aloctono. Existen dos casos ÜI1icamente -San Bartolo y San Miguel Viejo- en los que a una combinaci6n de esta naturaleza se agrega un altar. El tercer casa de altar se presenta en el sitio Rancho Arias. El tipo II también suele presentarse en los sitios mayores, solo que en este casa los monticulos 0 basamentos para templos no forman parte deI mismo conjunto arquitectonico; suelen ser plataformas y patios de grandes dimensio­ nes; dos buenos ejemplos son San Miguel Viejo, ubicado al poniente de San Miguel de Allende, y El Monte de los Juârez, ubicado en la Ciénega Prieta. El tipo III es la variante mas frecuente; igual podemos observarlo en sitios coma San Bartolo Aguacaliente, Los Cucillos de Apaseo El Grande (fig. 5), etc, coma en los sitios de menores dimensiones. El tipo IV: en ciertos casos los dos patios que forman este conjunto no se encuentran sobre la misma plataforma, hay casos en los que uno de los patios parece mas bien adosado a la plataforma principal, el sitio de Cerrito de Jerez (fig. 6) es un buen ejemplo de ello. San Miguel Viejo tarnbién tiene dos patios a distinto nivel aparentemente sobre la misma estructura.

160 LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDlDOS

El tipo V consiste en dos estructuras asociadas, el patio esta delimitado por una estructura en forma de "U" adosada a un monticulo, con 10 cual se forma el patio cerrado 0 hundido. Este tipo de conjunto suele presentarse en los sitios mas pequeiios y puede ser considerado coma la célula 0 principio bâsico de la arquitectura de patio hundido. Como vemos en la fig. '7, esta sencilla combinacion se mantiene hasta en los conjuntos arquitectonicos mas complejos. Los tipos VI y VII son muy parecidos, ambos estan construidos sobre una plataforma, son conjuntos de tamaiio medio. Como es de suponerse se trata de conjuntos localizados en los principales sitios. Un solo sitio de estas caracte­ risticas (Rancho Arias) presenta un altar dentro dei patio hundido. La ultima variante de patio hundido es cuando se observa delimitado por cuatro estructuras que pueden ser monticulos 0 plataformas 0 una combina­ cion de ambos elementos. Otras clasificaciones de la arquitectura de Guanajuato se han realizado, coma el trabajo de Ramos et al. (1993), quienes definen seis tipos de arquitec­ tura en el municipio de Leon. La clasificacion logra dar cuenta de la variedad de combinaciones que se presentan en ese sector de El Bajio, pero no podemos utilizarla debido a que combinan elementos que no necesariamente son parte de la tradicion de los patios hundidos. En este momento de la investigacion considero necesario centrarme unicamente en los sitios que presenten patio hundido en alguna de sus ocho variantes. 1 Otro analisis de los edificios 10 realizaron Martinez y Nieto (1987) para los sitios de la porcion central deI rio Laja. Lograron distinguir y clasificar los conjuntos arquitectonicos por el numero de esquinas que presentan. Evidente­ mente esto refleja un trabajo muy minucioso, pero desde mi punta de vista, el resultado es muy cuestionable pues los sitios presentan un estado de deterioro tal, que hay ocasiones en las que es muy dificil definir con seguridad el tipo de estructura que estamos viendo, mucho mas impreciso sera entonces definir el n\imero de esquinas que presenta una determinada plataforma.

1. Es importante mencionar que no todos los croquis de los sitios mencionados por Rarnos el al. (1993) y anteriormente por Rarnos y Ramirez (1987) son legibles. Es importante entender la configuracion interna de los sitios y para lograrlo una buena estrategia es geometrizarlos. pero en algunos casos dicha geom:trizaci6n iJTllide entender la volumetria.

161 LAS CUENCAS DEL ÛCCIDENfE DE MÉXICO

Los materiales ceramicos asociados a esta arquitectura varian significa­ tivamente de un sitio a otro 0 de un sector a otro de El Bajio. No obstante hay tipos que son comunes, por ejemplo, Rojo sobre Bayo, Blanco Levantado, Anaranjado y Negro sobre Anaranjado.

INVESTIGACIONES PREVIAS

La propuesta sobre la existencia de un importante desarrollo cultural en Guanajuato no es novedad; Armillas (1991, publicado originalmente en 1964) se refiere a la existencia de una importante poblacion agricola con rasgos particulares asentada en la region y reconstruye 10 que en su opinion fueron los acontecimientos mas destacados de la época prehispanica. Seiiala los posi­ bles desplazamientos de los grupos que poblaron este sector de Mesoamérica y analiza la incidencia que estos movimientos tuvieron en la caida y el floreci­ miento de otras entidades culturales. Braniff (1972) plantea que los grupos que participaron en el fin de Teotihuacan pudieron proceder de Guanajuato y de âreas vecinas. Seiiala que se dio una integracion de estos grupos y de algunos de sus rasgos materiales a la cultura teotihuacana, dando coma resultado una nueva tradicion material­ cultural. Evidentemente se refiere a la ceramica Coyotlate1co (Rojo sobre Bayo). Considera que en Guanajuato, en eI altiplano potosino, Zacatecas y Durango, existieron grupos agricolas sedentarios con una cultura que, a pesar de ubicarse en la época Clasica, no recibio influencia deI poderoso centro urbano de Teotihuacan. Como veremos poco mas adeIante, estas propuestas tienen cierta validez, en particular cuando se refieren a la existencia de un desarrollo cultural propio sin notables influencias extemas. La presencia de una tradicion cultural con rasgos propios, particularmen­ te en El Bajio, empieza a formar parte de la problematica arqueologica con los trabajos de rescate en Santa Maria deI Refugio (Castaiieda 1982), sitio ubica­ do en la ladera oriente deI Cerro Grande, donde existe el tipo de manifestacion arquitectonica que nos ocupa. La excavacion demostro la asociacion de mate­ rial ceramico Rojo sobre Bayo con la plataforma arquitectonica con patio hundido ytres monticulos; en eI trabajo referido se menciona que este diseiio arquitectonico es caracteristico deI Bajio. Los trabajos de Martinez y Nieto (1987) en la porcion central deI rio Laja, dan cuenta de una importante poblacion distribuida en 87 sitios, en su mayoria contemporaneos. Estos asentamientos presentan una configuracion interna variable, pero caracterizada por la presencia de patio hundido y monti-

162 LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDIDOS culo sobre una platafonna. De ese trabajo tomamos la infonnacion respecto a la ubicacion de los sitios y el conocimiento sobre la asociacion que hay entre el patron arquiteet6nico y la cerâmica Rojo sobre Bayo y el Blanco Levantado. Los autores sugieren la existencia de un cacicazgo como fonna de organiza­ cion social, y que esa porcion del rio Laja y El Bajio tuvo un desarrollo independiente dei Centro de México, con influencia de la cultura Chupicuaro. En 1988 Ramos et al. publican el ultimo infonne de los trabajos de rescate en el sitio conocido como Cerrito de Rayas al norte de Leon, Gto.; en este trabajo nuevamente aflora el tema de la existencia de una arquitectura distintiva dei Bajio, asociada a la tradicion alfarera Rojo sobre Bayo, como producto de un desarrollo local. Entre las estructuras destacadas deI sitio encontramos una enonne platafonna con dos patios hundidos y monticulo; hipotéticamente, los autores hablan de la existencia de espacios de tipo habitacional sobre la misma platafonna. Basândose en los fecharnientos de Zubrow (1974) proponen su ocupacion entre los afios 240 y 450 d.C. Desde hace algunos afios, los investigadores del Centro INAH Guanajuato han trabajado sistematicamente la regi6n y abordado el terna que nos ocupa. Los ejemplos principales son: Castafieda et al. (1988); Brambila y Castafieda (1991) y Crespo (1991). En el primero se propone una secuencia cultural prehispânica donde el periodo que llarnan Desarrollo Regional (ubicado entre los afios 350 y 900 d.C.) representa la expansion de los centros de poblacion, entre los que destacan Peralta, Uruétaro, San Bartolo, Cerro Gordo y Apaseo El Grande (Los Cuicillos); todos ellos con la arquitectura mencionada. Entre los materiales ceramicos asociados mencionan el Rojo sobre Bayo, Blanco Levantado y Garita Black Brown. Brambila y Castafieda (1991) Y Crespo (1991) amplian la infonnacion sobre la ubicacion y distribucion de sitios con patio hundido; sus reconoci­ mientos de superficie en el valle de Querétaro y en las inmediaciones dei rio Huimilpan, Qro., dan cuenta de la existencia de 16 asentamientos con los rasgos culturales mencionados. Los trabajos mas recientes sobre la arquitectura distintiva de El Bajio han sido publicados en la revista Cuadernos de Arquitectura Mesoamericana, que inc1uye una serie de textos descriptivos con escaso nivel interpretativo. Es interesante destacar que todas las investigaciones que dieron origen a esos textos han reportado la constante arquitectonica; inc1uso, no faltan las referencias de que el patio hundido sobre platafonna representa el patron arquitectonico distintivo de la region, entre ellos, Brambila y Castafieda (1993); Crespo (1991); Martinez y Nieto (1987); Ramos y Ramirez (1987).

163 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXlcO

Mencionaba al principio que los datos usados en este articulo proceden fundamentalmente de los trabajos que realizamos en el estado de Guanajuato coma parte de Proyecto Atlas Arqueologico. En esa oportunidad (1987 y 1988) se realizo un inventario arqueologico muy completo, se actualizo el conocimiento sobre los sitios en la entidad, 10 que significo revisar nuevamente los sitios ya mencionados en la bibliografia y efectuar nuevos reconocimientos en superficie. Utilizamos la fotointerpretacion coma estrategia fundamental para detectar los sitios, con fotografias aéreas escala 1:50 000. Los trabajos deI proyecto fueron interrumpidos en 1988 y entre los productos se encuentran el inventario arqueologico de 1 180 sitios en el estado de Guanajuato y un informe sobre la situacion deI patrimonio arqueologico de la entidad, pero con pocos datos que pudiesen ser utilizados para fines de investigacion (Cardenas 1988).

SOBRE LA POSffiILIDAD DE UN DESARROLLO LOCAL

Como hemos podido observar, parece haber consenso entre los diversos inves­ tigadores que han trabajado en el estado de Guanajuato, en que la arquitectura de patio hundido es una tradicion cultural local, con un claro antecedente en la cultura Chupicuaro. Esta aseveracion tiene soporte en el hecho de que en las excavaciones de Morales y Santa Maria deI Refugio la capa mas temprana presenta materiales Chupicuaro y la inmediata superior y mas tardia contiene materiales Rojo sobre Bayo, principal tipo ceramico asociado a los patios hundidos. Es necesario realizar un analisis mas detallado de la ceramica para tener mayores datos cronologicos y de filiacion cultural. Mastache y Cobean (1991) y Braniff (1992), entre otros, han sugerido que la ceramica Rojo sobre Bayo es distintiva de El Bajio. Demostrar cabalmente que esta tradicion cultural tiene su origen en la Vertiente deI Lerma Medio requiere de una investigacion mas amplia dentro y fuera de la region que rios ocupa. Por eI momento mi proposito es demostrar que en la region existieron las condiciones naturales necesarias para la subsis­ tencia y desarrollo economico y social, esta es que hubo fuentes de agua disponibles, abundantes especies naturales animales y vegetales, elementos que son considerados coma recursos esenciales para la subsistencia. También es­ tan dadas las condiciones naturales que, sin duda, favorecieron un desarrollo economico y social muy importante basado en la agricultura y en la explota- . cion de distintos recursos considerados coma estratégicos tales coma obsidiana, riolita, pedemal, caolin, etc.

164 LA TRADICI6N ARQUITECT6NICA DE LOS PATIOS HUNDlDOS

Condiciones propicias para el desarrollo de la agricultura

Historicamente, el estado de Guanajuato ha sobresalido por su abundante produccion agricola, de 10 cual dan testimonio la gran cantidad de haciendas de El Bajio y de la Mesa Central. Para la época prehispanica las evidencias de agricultura no son muy abundantes; en la literatura no existen referencias a hallazgos concretos de obras agricolas coma sistemas de riego, desviaciones de agua, pozos, etc. Pedro Annillas (1991) menciona la existencia de una explotacion agrico­ la controlada en terrazas, laderas poco pronunciadas y lomenos en El Bajio. Durante las temporadas de trabajo de campo de 1986 y 1987, tomamos en cuenta esta propuesta y la tesis deI mismo Annillas, de que el factor central en la practica agricola no son las obras hidraulicas, sine la domesticacion de plantas. Tratamos, por consiguiente, de encontrar terrenos con las condiciones propicias para los cultivos y ubicar las terrazas y las laderas, asi coma las porciones de la planicie posiblemente cultivadas. Como resultado identifica­ mos extensos conjuntos de terrazas y terrenos pIanos sobre los lomenos en los que actualmente se practica la agricultura de temporal y donde, dependiendo de la oportuna temporada de lluvias, se tiene una abundante produccion de granos; también reconocimos amplias superficies donde, pot la riqueza de sus suelos y por su ubicacion un poco mas arriba deI nivel de inundacion, pudo practicarse otro tipo de agricultura, basada en el aprovechamiento de las crecientes de los nos que daban al terreno las condiciones favorables de hume­ dad y fertilidad sin necesidad de obras de riego. En resumen, considero que la agricultura prehispanica en Guanajuato pudo tener dos variantes: una de temporal en laderas, lomas y mesetas y otra de humedad efectuada en determinadas porciones de la planicie aluvial. De hecho, las areas potencialmente cultivables y los asentamientos caracterizados por la presencia del patio hundido se encuentran asociados espacial y tempo­ ralmente, aunque dicha asociacion es relativa, pues se basa en la presencia de los mismos materiales cerâmicos.

Recursos estratégicos: la obsidiana.

Entre los recursos estratégicos tenemos yacimientos de obsidiana, riolita, cal­ cedonia 0 perdemal, silex, cuarzo, caolin y amplias areas de extraccion de arcilla y desgrasante para la manufactura de ceramica. La presencia de estos bienes en diversas porciones de la region, ademas de ser una situacion favora-

165 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco ble para el poblamiento humano, nos permite afirmar que en El Bajio existie­ ron las circunstancias necesarias para el surgimiento y mantenimiento de una cultura local, la Chupicuaro, y que posteriormente propiciaron un nuevo desa­ rrollo cultural con caracteristicas propias, siendo el que nos ocupa. Las principales materias primas explotadas 0 existentes en la region son: obsidiana, riolita y caolin. La informacion que hemos logrado reunir se refiere fundamentalmente a los yacimientos de obsidiana. Esta materia prima se en­ cuentra en la region en einco lugares: a) Sierra deI Rincon, Qro., b) Sierra Los Agustinos, c) üjo Zarco, d) Abasolo y e) Sierra de Pénjamo, todos en Guanajuato. Es posible que también se usara obsidiana procedente de yaci­ mientos ubicados en las inmediaciones, coma Ucareo-Zinapécuaro, Zinâparo y Cerro Prieto, en Michoacân (fig. 8). Por el evidente contacta entre la tradicion Teuchitlân y la tradicion cultural que nos ocupa, es muy probable que la obsidiana verde del yacimiento de La Joya (principal fuente de abastecimiento de aquella cultura) también se haya consumido en algunos de los sitios de patio hundido. a) SieIT"c1 El Rincon. Se ubica al sur deI estado de Querétaro, muy cerca de los limites con Guanajuato y Michoacân (fig. 9). En general, la materia prima es de buena calidad, se encuentra tanto en superficie coma en el subsuelo. De los cinco yacimientos mencionados, solamente en este fue posible en­ contrar evidencias de explotacion, se observaron excavaciones a cielo abierto de forma circular y algunas muy pequefias de forma cuadrada, también se registraron extensas concentraciones de desecho de talla. b) Sierra Los. Agustinos. Se ubica en el extremo sureste deI estado de Guanajuato (fig. 10). La obsidiana se presenta tanto en superficie coma en el subsuelo, no hay evidencias de excavaciones, por 10 que suponemos que la materia prima Unicamente era recolectada y transportada a los sitios. Es de color negro opaca 0 translûcida principalmente, aunque también es posible observarla de color café y café con negro en menor proporcion y en menor nûmero de localidades; los cantos de estos ûltimos colores dificil­ mente rebasan los 10 cm de tamaiio. La materia prima es de buena calidad pues es resistente y no presenta inclusiones cristalinas que dificulten la talla. c) üjo zarco. Se ubica en el extremo oriental de El Bajio, justamente en un conjunto de lomerios que marcan el limite de esa subprovincia fisiogrâfica y la separan deI valle de Querétaro. La obsidiana es de color negro; de buena calidad, pues no presenta inclusiones que dificulten la talla y es resistente.

166 LA TRADlCI6N ARQUITECT6NICA DE LOS PATIOS HUNDIDûS d) Sierra de Abasolo. Se ubica al sur deI estado de Guanajuato (fig. Il). La obsidiana en este yacimiento se encuentra asociada a riolita, se presenta en superficie en forma de cantos que miden en promedio 9 cm, es de color gris verdosa muy translucida. Por el tamafio de los nOdulos y la cantidad exis­ tente, la explotacion de este yacimiento debio ser muy limitada. Suponemos que el aprovechamiento de esta obsidiana se dia a partir de la simple recoleccion, pues no detectamos evidencias de excavaciones ni restos de trabajo de talla. e) Sierra de Pénjamo. Se ubica en el limite poniente de El Bajio. La obsidiana se presenta asociada a riolita, se observa en superficie y en subsuelo. Aunque no detectamos evidencias de excavaciones, por el tamafio de los cantos y la considerable cantidad observada, es altamente probable su explotacion mediante recoleccion. Tampoco hay restos de trabajo de talla, por 10 que la manufactura de artefactos debio realizarse en los mismos asentamientos. La materia prima es de buena calidad, es de color gris, gris verde opaca y translucida. Esta ultima es parecida a la que existe en La Joya, Jalisco y en La Sierra de las Navajas, Hidalgo, con la diferencia de que la de Pénjamo es menos translucida y muestra bandas 0 lineas parale­ las de diminutos puntos claros (inclusiones), que no alteran la direccion de los golpes. La obsidiana de estos yacimientos se encuentra tanto en superfi­ cie, en forma de cantos, coma en el sl.lbsuelo formando enormes estratos. En general, la calidad de la materia prima es buena, salvo en Abasolo donde los cantos son de menor tamafio y presentan intrusiones de cuarzo que dificultan la talla. En ningtin casa se detectaron excavaciones para extraer la materia prima ni evidencias de trabajo de talla, por 10 que suponemos que la obsidiana era recolectada y transportada a los sitios donde eran manufacturados diversos artefactos de reducido tamafio. Otra materia prima fundamental para la poblacion ligada a la arquitectu­ ra de los patios hundidos es la riolita. Por la dureza y su fractura concoidal, esta roca permitio la elaboracion de distintos artefactos, puntas de flecha y raspadores principalmente; suele encontrarse en prâcticamente todas las sie­ rras y lomerios deI estado de Guanajuato; se presenta en forma de grandes estratos yaunque no podemos hablar de puntos especificos para su extraccion, pues no se detactaron grandes canteras ni restos de trabajo de talla, la utiliza­ cion y explotacion de este recurso es evidente. En los sitios de la region es posible observar lascas y artefactos terminados en riolita de distintos colores. Los bancos de arcilla y âreas de extraccion de desgrasante para la cera­ mica son dificiles de precisar, no solo por su abundancia sinD por el alto grado

167 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO de transformacion del medio. Encontrar, pues, evidencias de este tipo es una tarea por demas dificil y poco productiva en términos de informacion. Considero que el caolin es un recurso tan importante coma la arcilla y el desgrasante, en virtud de que la decoracion deI tipo ceramico Blanco Le­ vantado (asociado en ocasiones con los materiales Rojo sobre Bayo) esta hecha precisamente a partir de esa materia prima. Otras materias primas coma la ca1cedonia 0 pedemal, el cuarzo y el basalto fueron recursos esenciales para la economia de la poblacion prehispanica. La fig. 12 muestra la distribucion de los sitios en relacion con los recursos considerados coma estratégicos.

COMENTARIOS FINALES

Como mencioné al principio, este articulo es un resultado parcial de las inves­ tigaciones que realizamos en 1986 y 1987 Yque hasta el presente ano han sido reiniciadas. Por el momento podemos senalar que se trata de una cultura muy importante, que existe una alta probabilidad de que estemos ante una tradicion cultural local con un claro antecedente en la cultura Chupicuaro. Como podemos ver, la informacion espacial reunida hasta el momento es bastante amplia, no siendo el casa de los datos cronologicos. Por esta razon la estrategia de investigacion en 10 sucesivo debera canalizarse a obtener fechamientos de los patios hundidos y a tratar de entender la 0 las funciones que tuvieron los mencionados espacios hundidos.

168 LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDIOOS

Fig. 1. Distribuci6n de sitios arqueol6gicos en la vertiente deI Lerma Medio.

169 LAS COENCAS DEL ÛCCIDENTE DE MÉXIco

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Fig.3 PIano deI sitio San Bartolo Aguacaliente 1CI> (geometrizando a partir deI mapa de Castafleda et al. 1988)

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Fig. 4. PIano dei Sitio Cerrito de Rayas (segUn Ramos y RaIDirez 1987).

172 LA TRADICION ARQUITECfONICA DE LOS PATIOS HUNDIDOS

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173 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

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Sitio: El Cerrito de Jerez

A. Platalorma ceremonial con adoratorio y patios hundidos. B. Platalorma habitacional. 1 C. Zona habitacional. 1 U.R. Unidad de recolecci6n 1 1 1 / 1 1 1 ( 1 1 ...# ~ J 1 1 '-----'-__1 40m J J 1 1

Fig. 6. PIano deI sitio El Cerrito de Jerez (segUn Ramos y Ramirez 1987).

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53-18 la Cruz dei Palmar

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~ Cl MICHOACÂN MÉXICO Itn

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Fig. 8. Distribuci6n de yacimientos de obsidiana en la zona de estudio. LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDIDOS

Yacimiento de Obsidiana Sierra El Rincon

* Localidades con obsidiana D Poblaciones actuales

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Fig. 9. Yacimientos de obsidiana localizados en la Sierra El Rinc6n.

177 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Yacimiento de Obsidiana Sierra Los Agustinos

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Fig. 10. Yacimientos de obsidiana localizados en la Sierra Los Agustinos.

178 LA TRADICION ARQUITECTONlCA DE LOS PATIOS HUNDIOOS

Yacimientos de Obsidiana Sierra de Pénjamo Sierra de Abasolo

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Fig. Il. Yacimientos de obsidiana localizados en las sierras de Pénjamo y de Abasolo,

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Fig. 12. Localizaci6n de recursos estratégicos en la zona de estudio. LA TRADICION ARQUITECTONICA DE LOS PATIOS HUNDIDOS

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LA EVOLUCION y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACION: LA TRADICION TEUCHITLÀN y LA ARQUEOLOGIA DE JALISCO

Phil C. Weigand l El Colegio de Michoacan

INTRODuccION

Desde hace mucho tiempo se ha reconocido que los sectores occidentales de México cuentan con ricas culturas arqueologicas. Las figuras ceramicas de esta zona han constituido un componente importante de museos y coleccio­ nes privadas por espacio de un siglo, pero los investigadores han visto a estas colecciones en aislamiento, separadas y descontextualizadas de su entorno fisico y cultural. Una tradicion antropologica se desarrollo acerca de las socie­ dades antiguas de Jalisco, Colima y Nayarit, llegando a conc1usiones que hoy sabemos son erroneas sobre la naturaleza de los sistemas socioculturales en esa region. Los argumentos historiograficos acerca de estos dogmas no se repetiran aqui (ver Weigand 1985, 1990, 1993; Hers 1990); baste decir que proyectos de campo recientes han demostrado de manera conc1uyente la exis­ tencia de una expresion (mica de arquitectura monumental, grandes asentamientos y sistemas de irrigacion, altos perfiles demogrâficos, un posible sistema deescritura ideogrâfica y otros marcadores seguros de civilizacion en algunas partes deI Occidente de México mucho antes de los inicios deI Postclasico. Sera mi proposito en estas paginas delinear estos desarrollos, enfatizando la evolucion de un area economica clave (cfr. Chi 1936) en los distritos lacustres de tierras altas deI oeste de Jalisco durante los periodos Formativo y Clasico, asi como su ocaso y colapso, y su reconstruccion durante el Postc1âsico.

1. Traducido por Eduardo Williams.

185 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

EL ESCENARIO

Las regiones lacustres deI oeste de Jalisco son ecosistemas naturales muy ricos (fig. 1). Abundan los suelos excelentes, y el perfil de recursos escasos es superior al de la mayoria de las otras areas de civilizacion temprana en Mesoamérica. Obsidianas de alta calidad, piedras verdiazules, varios tipos de cristales y la saI se cuentan entre los minerales que se obtenian facilmente en esta region. Por otra parte, el régimen c1imatico semitropical hacia posible la obtencion de dos cosechas al afio, si se empleaba la irrigacion durante la temporada de secas. La precipitacion pluvial varia entre 900-1600 mm al afio a través de la region, con alrededor de 1000 mm como promedio, de los cuales entre el 85 Yel 90% caen durante los meses de junio-octubre. Contrariamente a las ideas expresadas en gran parte de la literatura arqueologica (cfr. SchOndube 1980), el area, si bien tiene montafias escarpa­ das, no se encuentra irremediablemente dividida en pequefios y aislados valles; no existen barreras naturales entre la cuenca media e inferior deI Lerma y los distritos lacustres, ni barreras de tipo alguno entre los mismos valles lacustres, desde Sayula en el sur hasta Chapala en el este y Etzatlan en el noroeste. Este enorme sistema de valles esta de hecho rodeado por montafias y cafiones, pero éstos no obstaculizan su continuidad natural. Mas bien, estas montafias y cafiones amplificaban dramaticamente el perfil de recursos, al ofrecer bienes muy distintos en zonas cercanas. En esta region la variabilidad ecologica existe, pero no a expensas de una zona enorme de pisos de valles relativamente pIanos ideales para la explotacion agricola. La combinacion de perfiles de alta calidad para recursos tanto escasos como estratégicos ofrecio un excelente trasfondo para el desarrollo de sociedades complejas.

Los DESARROLLOS DEL FORMATIVO

En la fig. 2 se presenta la secuencia cultural sugerida para el ârea nuclear de surgimiento de la civilizacion en el Occidente de México. Aparte de algunos hallazgos aislados de fauna pertenecientes al Pleistoceno tardio y Holoceno temprano, hay muy pocos datos confiables sobre actividades culturales de los perlodos Paleoindio 0 Arcaico en esta zona. Esto sin lugar a dudas se debe a la falta de investigaciones sistematicas enfocadas en estas épocas tempranas. El mejor resumen de estos perlodos es el de Solorzano (1980), y sus hallazgos mas recientes merecen especial mencion, pues este investigador (comunicacion

186 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CNILIZACI6N personal) ha encontrado un esqueleto humano fosilizado procedente de los distritos lacustres, que posee rasgos muy distintivos, que en la opinion de su descubridor son pre- Homo sapiens sapiens. En vista de la excelente aso­ ciacion de este esqueleto dentro deI Pleistoceno, el material de Solorzano ciertamente deberia de ser examinado por un nfunero mas grande de cientificos interesados en la paleoantropologia. En un terreno mas seguro, solamente se han encontrado algunas puntas acanaladas en esta ârea, aunque son bastante frecuentes las puntas de la variedad general Lerma-Angostura (Hardy 1994). Las culturas deI periodo Arcaico, posteriores a las mencionadas arriba, también definidas casi exclusi­ vamente en base a puntas de proyectil, se encuentran con mayor frecuencia, aunque siguen siendo bastante raras. En la zona lacustre de Teuchitlan­ Ahualulco-Etzatlan hemos llamado a este material San Pedro Arcaico, por el sitio con la distribucion mas abundante de puntas, raspadores y fragmentos. Las culturas deI periodo Formativo temprano estân mejor definidas, aun­ que son pobremente comprendidas desde una perspectiva antropologica. En el sitio de El Opefio, Michoacân, Oliveros (1974, 1989, 1992; cfr. Noguera 1939) ha definido las mejores evidencias de culturas deI Formativo temprano en los distritos lacustres deI Occidente de México. Su trabajo en este sitio tan importante continUa hasta la actualidad, y algunas de las observaciones sobre El Opefio que se presentan a continuacion se derivan de las investigaciones mas recientes. Los trabajos arqueologicos en esta area no han logrado descu­ brir una zona de habitacion, ni cualquier otro rasgo arqueologico que no sea una tumba. Las tumbas, sin embargo, muestran que la sociedad en este gran sistema de valles ya estaba iniciando un proceso de diferenciacion. A las tumbas se accedia a través de tiros y escaleras excavados en eljal consolidado (ceniza volcanica); las camaras son ovaladas, cada mitad formando un cuarto funerario para entierros multiples. Estos entierros se realizaron de manera repetida por un largo periodo de tiempo, cada uno de ellos acompafiado de ricas ofrendas de figurillas, elaboradas vasijas de ceramica, piedras semipreciosas y artefactos de obsidiana. Durante la mas reciente temporada de trabajo de campo, Oliveros encontro una tumba de tiro deI mismo estilo ge­ neral que las otras, pero mucho mas grande. Parece entonces que existian diferencias de status aun dentro de la élite a quien se enterro en este elegante cementerio; también se encontraron reducidas cantidades de turquesa y de jade. Las fechas de C14 obtenidas por Oliveros para este complejo funerario, aunque no son abundantes, se sitUan alrededor de 1500 a.C.

187 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Nuestro propio reconocimiento en otras partes de la zona lacustre ha descubierto tres sitios con tumbas de tiro deI estilo El Opeiio, aunque todas se encontraron saqueadas y carentes de casi todo su contenido original. Estos sitios se localizan en San Juanito (en el area de Etzatlan), cerca de Teuchitlan (en la cuenca de Ahualu1co-Teuchitlan-Tala), y cerca de CitaIa (en la cuenca de Atoyac-Sayula, ver fig. 3), de tal forma indicando una distribuci6n muy extensa para este tipo de tumba en el distrito lacustre. Lo anterior puede significar que laCs) cultura(s) que participaron en la tradici6n funeraria de El Opeiio formaron el estrato cultural bâsico para toda esta zona lacustre. Esta aseveraci6n, sin embargo, debe de ser matizada por las siguientes observacio­ nes: también se han encontrado dentro de nuestra area de estudio sitios con ceramica Capacha, especialmente las vasijas con asa de estribo, y recipientes de silueta compuesta, asi como otros en forma de calabaza 0 bule policromos, muy similares a los ilustrados en el reporte de Isabel Kelly para Colima (1980). Estos materiales se han encontrado en tres sitios: cerca de Mazata, en San Juanito y en San Pedro, todos dentro deI valle de Etzatlan. Es interesante seiialar que los sitios que contienen los materiales Capacha no tienen tumbas elaboradas arquitect6nicamente, pero estan localizados cerca de dep6sitos de obsidiana de alta calidad. El sitio en San Pedro tenia un altar con un pozo en el piso que contenia huesos largos humanos. Este altar estaba dentro de una plataforma perteneciente a la fase San Felipe deI Formativo medio, y podria representar nuestro ejemplo mas temprano de arquitectura sobre la superficie en los distritos lacustres deI Occidente de México. Desafortunadamente, este sitio ha sido muy daiiado por la construcci6n de la carretera Magdalena­ Etzatlan. En vista de la ocurrencia simultanea de sitios con rasgos de El Opeiio y de Capacha, puede ser que los distritos lacustres de tierras altas ya eran multiculturales y multiétnicos desde fechas tan tempranas como los inicios de la secuencia deI Formativo. Gracias al estudio de Harbottle (1975), sabemos que existen diferencias tecno16gicas entre las ceramicas de El Opeiio (Michoacan) y Capacha (Colima); las problematicas interrelaciones entre es­ tas dos culturas -si eso es 10 que son- no se pueden resolver con los datos disponibles hasta el momento, ni tampoco las relaciones de estas culturas con otras regiones, por ejemplo los materiales de la costa. Los materiales arqueo16gicos pertenecientes a la fase San Felipe deI Formativo medio también son pobremente entendidos, aunque para ca. 1000 a.c. parece que la idea de construir monticulos funerarios se estaba extendien­ do dentro de los distritos lacustres, aunque los unicos documentados hasta

188 LA EVOLUCI6N y üCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACI6N ahora estan dentro de los valles de San Marcos, Etzatlan y Teuchitlan­ Ahualulco-Tala. Mientras que muchos de ellos estan en condiciones pésimas de conservacion, debido al saqueo y a la agricultura, unos cuantos se encon­ traron 10 suficientemente bien preservados como para ser mapeados (figs. 4 y 5). Son de forma redonda-ovalada, con 28-30 m de diametro promedio, y 2 m de altura. El que esta mejor conservado es el que se encuentra en San Felipe, y tiene muestras de terraceado. Cada plataforma tiene por 10 menos dos tumbas de tiro, las cuales son ocasionalmente muy profundas (8-10 m), pero con mayor frecuencia se encuentran mas cercanas a la superficie. Todas tienen una câmara en forma de bota, con una grada en la base del tiro. Las figurillas planas, que se pueden aislar estilisticamente con facilidad, abundaron entre las ofrendas, y también se encuentran en entierros posteriores, pero acompafiadas de figurillas huecas. El proyecto que actualmente realiza Jane Day deI Museo de Historia Natural de Denver debera de ayudamos a evaluar esta tradicion de figurillas planas de una manera mas completa en el futuro proximo. Debe de sefialarse que la mayoria de los entierros en plataformas de la fase San Felipe ocurren en pozos sencillos, y aunque también tienen ofrendas, éstas son menos elaboradas. Al igual que 10 indicado para la anterior fase El Opefio, el sistema social parece haberse diferenciado en por 10 menos dos niveles. La presencia de dos elegantes tumbas por cada plataforma puede indicar un principio de dualismo que operaba dentro de la organizacion de la(s) sociedad(es) de esta fase. No se han excavado cientificamente entierros de esta época, ni se han reportado estas plataformas para otras areas deI Occidente de México; esta fase arqueologica sigue siendo comprendida apenas de una manera superficial. Las figurillas de las culturas del Formativo tardio del Occidente de Méxi­ co han sido el sostén de los historiadores del arte y del mercado ilicito durante toda la historia de las investigaciones arqueologicas en esta region. Gracias a recientes trabajos de campo en los distritos lacustres, ahora estas figurillas pueden contextualizarse dentro de una discusion antropologica de su papel cultural dentro de las sociedades de la fase El Arenal (ca. 300-100/200 a.c.). Apenas acaban de iniciarse las investigaciones que utilizan los conceptos de la ;'ecologia ceramica" (cfr. Matson 1965) enfocadas sobre las figurillas y cera­ micas funerarias de la region (Aronson 1993; Butterwick s.f.); estos estudios sin duda complementaran la tradicion mas analitica establecida por historiado­ res deI arte como von Winning (von Winning y Hammer 1972) y Graham (1989). Los estudios realizados por Graham, Aronson y Butterwick han tenido la ventaja de contar con los resultados de programas de campo recientes

189 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco dentro deI area donde el desarrollo de las tumbas de tira alcanzo su mas alta expresion. Estos estudios en conjunto muestran que las figurillas y ceramicas funerarias tienen complejos significados sociales, mas alla de las ideas expre­ sadas por la historia dei arte y arqueologia normativas (cfr. Diaz 1987). Las tumbas de tiro por si mismas, al igual que la arquitectura asociada a ellas, muestran que estaba empezando a desarrollarse un nucleo de actividades socioculturales cornpIejas dentro de algunas areas de los distritos lacustres. De hecho, esta area empezaba a dejar atras a sus vecinos en el ritmo de cambio y en su complejidad. En otras palabras, estaba empezando a verificarse un proceso de desarrollo diferencial, marcando de esa manera los origenes de una relacion nuc1eo-periferia que siguio existiendo, aunque perdiendo complejidad, por los siguientes mil mos. Nosotros hemos llamado a este periodo de crecien­ te desarrollo diferencial, incluyendo a su culminacion en el periodo Clasico, la Tradicion Teuchitlan. Durante la fase El Arenal, los grupos de figurillas y maquetas arquitecto­ nicas de ceramica nos ofrecen una vision de los edificios ceremoniales de esa época, pues son casi fotograficos en el detalle y calidad etnografica. Estas figurillas frecuentemente muestran plataformas habitacionales alrededor de un patio circular, el cual a la vez circunda a un altar redondo. Los altares son ocasionalmente el punto focal de postes para el volador y su ceremonialismo (Weigand sJ.). Es importante sefialar que la arquitectura representada en estas figurillas puede localizarse en el campo, frecuentemente de manera bastante exacta. En el campo, sin embargo, los conjuntos circulares son mucho mas complejos, contando hasta con ocho plataformas alrededor de los elementos concéntricos interiores (figs. 6, 7 Y 8). Algunos de estos circulos arquitec­ tonicos se encuentran en grupos de hasta tres, y estos recintos son los que usualmente tienen mas de unjuego de pelota (también hasta tres en numero). En el casa de circulos multiples y juegos de pelota, sin embargo, un conjunto siempre es mas elaborado y grande que los demas. Debido a que la mayoria de sitios de este periodo no tiene multiples circulos ni juegos de pelota, parece que se estaba gestando el surgimiento de una jerarquia regional de asentamientos dentro de la zona de Etzatlân-Teuchitlân. Se pueden encontrar descripciones mas detalladas de esta configuracion arquitectonica 6nica en Weigand (1985, 1990, 1992a, 1993 y s.f.). En este momento basta decir que los circulos arquitectonicos aparecen exclusivamente en este sector de la antigua Mesoamérica, e indican la pertenencia 0 afiliacion con los periodos mas tempranos de la Tradicion Teuchitlân.

190 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NûCLEO DE CIVILIZACION

Las zonas habitacionales seguian siendo bastante pequefias; la que se encuentra en El Arenal, por ejemplo, tiene un radio de solamente un kilometro, inc1uyendo 18 conjuntos 0 agrupamientos de conjuntos dentro de esa area. Otra zona habitacional que pudo ser cuantificada es la de Cerro de los Monos, cuyo radio mide casi un kilometro, y cuenta con 20 conjuntos 0 agrupamientos de conjuntos. Nuestros ca1culos de poblacion para estas zonas de habitacion deI Formativo tardio oscilan entre 500 y 1 000 individuos. Estos recintos se encuentran en promedio separados 7-10 km uno de otro, y se localizan sobre las playas fosiles superiores de los lagos. Como ya ha sido mencionado, las tumbas dentro de estos recintos 0 cercanas a ellos han sido eI foco de una de las actividades mas sistematicas de saqueo en todo México. En el valle de Atemajac, por ejemplo, solamente las relativamente poco eIaboradas tumbas de Tabachines (Galvan 1991) han sido estudiadas cientificamente. La tumba de Cerro Encantado estudiada por Bell (1972, 1974) -localizada a una distancia considerable deI nuc1eo emergente­ también fue estudiada cientificamente, pero nunca se reporto completamente la excavacion. Recientemente Jorge Ramos y Lorenza Lopez realizaron excavaciones de rescate en el recinto de Cerro de las Navajas, dentro de la zona habitacional de Huitzilapa (fig. 6). Estas investigaciones fueron iniciadas en 1993, auspiciadas por el Centro Regional Jalisco deI INAH, Ydescubrieron una tumba de tiro de ocho metros de profundidad, con dos camaras, entierros multiples y un sinnumero de artefactos, muchos de ellos perecederos. Esta es la Unica tumba excavada cientificamente hasta la fecha en la zona nuc1ear emergente. El estudio de Long (1966) fue realmente la observacion de los saqueadores en el proceso de vaciar una tumba en El ArenaI, y habia sido 10 mejor con que contâbamos. Al igual que la arquitectura circular y los juegos de pelota asociados a ella, las tumbas también expresan la idea de una jerarquia social. Las que son verdaderamente monumentales (de mas de 12 m de profundidad) son extrema­ damente raras, y se localizan solamente dentro 0 cerca de los recintos mas grandes. La mejor conocida de eIlas es la de El Arenal, reportada por Corona NUflez (1955), con una profundidad de 18 m, pero existen otras, por ejemplo en San Juan de los Arcos (22 m) y otros lugares. Son mas frecuentes las tumbas de tiro de tamafio mediano, como la explorada por Ramos y Lopez en Huitzilapa. Estos dos tipos de tumba de tiro, sin embargo, solamente se encuentran dentro de la zona nuc1ear emergente; las tumbas de tiro menos profundas, como la de Tabachines, son mucho mas frecuentes tanto dentro de la zona nuc1ear como en los valles colindantes.

191 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Los artefactos de la fase El Arenal, aparte de las figurillas, son comple­ jos; ejemplo de ello es la loza Oconahua Rojo sobre Blanco (a veces con negro fugitivo), una ceramica de uso predominantemente funerario, pero que también se encuentra dentro de las areas de habitacion de la élite y de los recintos circulares. Es tan delgada coma cascaron de huevo, y suena coma campana al golpearse. Las arcillas tienen un alto contenido de caolin, y las vasijas fueron quemadas a altas temperaturas en circunstancias bien controladas. Los disefios pintados son cuidadosamente ejecutados, y aunque estân pulidos, no estan manchados, coma se ve en las ceramicas posteriores de Teuchitlân Rojo sobre Crema. Los objetos de barro cocido son bastante raros en las areas habitacionales, especialmente las piezas decoradas. Las lozas para preparar 0 almacenar alimentos son las mas frecuentes, pero aparecen en cantidades mas bien pequefias. Es probable que la falta de tiestos en las zonas de habitacion se deba a la utilizacion de "bules" 0 de otros recipientes perecederos para muchas de las funciones que la ceramica cumplia en otras partes de Mesoamérica. Por 10 anterior, las areas habitacionales son dificiles de definir y de fechar. Para ver la relacion entre tipos de ceramica, de figurillas, tumbas y otros rasgos arquitectonicos, consultar la fig. 9. Los artefactos de obsidiana son mas abundantes que los tiestos dentro de las areas habitacionales y recintos. En las tumbas, estos artefactos fre­ cuentemente son elaborados: cruciformes, formas de luna, discos de1gados, pendientes largos, enormes cuchillos de dos puntas hechos cuidadosamente, discos gruesos (probablemente la parte posterior de espejos, seg(In SchOndube, comunicacion personal), cuentas, orejeras, etcétera. Todos estos elementos fueron populares también durante el periodo Clasico, pero sus origenes corres­ ponden a la fase El Arenal. El cuidadoso trabajo de la obsidiana, junto con la presencia de navajas prismaticas, indica que la obtencion de materias primas de alta calidad era una actividad economica importante, y queexistia cierto grado de especializacion para producir tal gama de artefactos, tan variados y finamente manufacturados. Es abundante la lapidaria en piedras verdiazules (inc1uyendo pequefias cantidades de turquesa y jade), en cristales de cuarzo, ocasionalmente en opalo, conchas marinas (especialmente las finas trompetas de caracol), asi coma otros materiales raros y exoticos. Tomando en su con­ junto la alta calidad de las figurillas estilo retrato, las trompetas de caracol, las lozas Oconahua Rojo sobre Blanco y los artefactos de obsidiana, representan evidencias fuertes para la existencia de alg(In grado de especializacion artesanal. Por otra parte, los edificios estaban empezando a adquirir las caracteris­ ticas de arquitectura formaI durante este periodo (Weigand s.f.); esta implica,

192 LA EVOLUC16N y OCASO DE UN NUCLEO DE ClVILlZACl6N

como 10 ha senalado Graham (1989) desde otra perspectiva, el surgimiento de complejos simbolicos altamente organizados, y de los especialistas sociales para administrarlos. Lejos de ser un remanso, los desarrollos sociopoliticos en el Occidente de México se estaban desenvolviendo al mismo ritmo que en otros micleos emergentes de civilizacion compleja en Mesoamérica.

EL PERiODO CLÂSICO

Nosotros vemos la transicion deI Formativo tardio al Clasico coma un proceso de intensificacion, el cual, si bien resulto en el surgimiento de una sociedad (0 sociedades) diferentes en tipo de sus antecedentes deI Formativo, de todas formas retuvo una continuidad de expresion dentro de la misma herencia cultural. Por 10 anterior, preferimos el término "tradicion" al de "cultura", para caracterizar la continuidad pero a la vez enfatizar las dramaticas diferen­ cias en caracter social entre los periodos Formativo y Clasico. Las razones para esta intensificacion siguen siendo poco claras; se han propuesto algunos escenarios (p. ej. Weigand 1992c, 1993) en los cuales Teotihuacan ejercio apenas la suficiente presion socioeconomica sobre la regi6n coma para estimu­ lar una respuesta a través de la intensificacion. Mientras que hay casos bien conocidos de formacion deI Estado por respuesta a esthnulos extemos, en realidad todavia tenemos poco entendimiento de los procesos enjuego durante esta intensificacion. Aronson (1993) ha presentado una evaluacion critica de estas hipotesis, pero tampoco ha llegado a una conclusion firme. Otro problema con la separacion entre las fases El Arenal y Ahualu1co (respectivamente Formativo tardio y Clasico temprano, con la fase mas tardia entre 200 y 400 d.C.) se refiere a la cronologia. Aunque sabemos que la fase Ahualulco es de hecho eI periodo de mayor intensificacion y de implosion (que culmino durante la fase Teuchitlan 1; ca. 400-700 d.C.), sigue estando pobre­ mente definida. Esto se debe a las reconstrucciones posteriores que parecen haber experimentado casi todos los recintos de la fase Ahualu1co. Sin embar­ go, existen varios perfiles excelentes, el primera de los cuales esta en la pirâmide "A" de Ahualulco, donde se puede ver la primera reconstruccion de la arquitectura deI Formativo, que se puede fechar por la presencia de una pequena cantidad de tiestos de Anaranjado Delgado, identificados por Pedro Armillas (comunicacion personal) coma "Teotihuacan III", con una fecha de ca. 300 d.C. Sin embargo, Florance (1993) ha sugerido una modificacion de la fecha para el inicio de esta fase, que se situaria mas temprano, alrededor de 100

193 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco d.C., para que concuerde con la secuencia coma se entiende desde Chupicuaro. Gracias a las recientes excavaciones en el area de Zacapu, Michoacân (Michelet 1990; Carot 1990, 1992; Arnauld et al. 1993), ahora es posible ver de mejor manera las continuidades entre la region de Chupicuaro y los distritos lacustres mas occidentales. Aunque esta pueda ayudar a resolver algunas preguritas sobre fechamiento, contribuye poco a resolver la controversia sobre qué significa realmente el concepto de "cu1tura Chupicuaro", y cual fue su impor­ tancia en las regiones occidentales. En los distritos lacustres deI occidente de Jalisco existio una compleja y caracteristica variedad de arquitectura y tumbas de tiro, que se estaban convirtiendo en monumentales durante este periodo. En el area de Zacapu, al menos existian las tumbas cornpIejas, mientras que en la zona Chupicuaro no se han encontrado arquitectura ni tumbas complejas. En vista de que la "cultura" Chupicuaro ha sido definida casi exclusiva­ mente basandose en tipos de figurillas y de ceramica (cfr. Florance 1985, 1993), podemos preguntamos qué significa esta cuando se postula un centro de difusion 0 de influencia basandose solamente sobre este débil rasgo cul­ tural. Solamente por haberse definido una elegante asociacion de ceramica primeramente en un cementerio menor en el sudeste de Guanajuato, no quiere decir que esta area deba de ser vista coma el centro de un complejo que afecto culturalmente a una gran area deI Occidente de México. El centro, que presumiblemente incluma a un complejo arquitectonico, bien puede existir en otro lugar, probablemente mas cercano a la region de Zacapu. Al igual que en muchos otros casos en la arqueologia deI Occidente, un punto de vista ceramocéntrico de la arqueologia parece haber distorsionado nuestras ideas sobre la civilizacion antigua, en las cuales las provincias ceramicas se han convertido en culturas, y se han manipulado coma si fueran entidades antropologicas de algu.n tipo. Para el presente autor, la entera cuestion de la naturaleza de las influencias de "Chupicuaro" a 10 largo de los valles deI Lerma y lacustres deberia de reevaluarse, evitando caer en la trampa de las provincias ceramicas vistas coma culturas. Otras criticas a este enfoque ceramocéntrico en Occidente pueden verse en Rousseau (1990) y Weigand (1 992a). Como quiera que sea resuelto el problema cronologico deI inicio de la fase Ahualulco, 10 que sucedio dentro de esa fase parece ser bastante claro. Durante sus dos 0 tres siglos de duracion, la enorme implosion demografica inicio y para fines practicos culmino entre 300 y 400 d.C. La arquitectura monumental sobre la superficie reemplazo a las tumbas de tira a gran escala coma simbolo de poder sociopolitico dentro de la region. Muchas de las tum-

194 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NùCLEO DE CIVILIZACI6N bas de tiro mas elegantes pertenecen a la fase Ahualulco temprana, pero para su conc1usion las tumbas eran bastante simples, aunque todavia seguian siendo ricamente provistas de ofrendas, y decoradas con murales pintados. Conside­ rado conjuntamente con la implosion demografica, el cambio de arquitectura monumental funeraria a otra también de tipo monumental pero sobre la super­ ficie, probablemente significa que se habia alcanzado un orden social estratificado, probablemente organizado coma un Estado 0 varios, dentro deI nuc1eo. Las figurillas también cambian; se hacen mas formalizadas, perdiendo sus caracteristicas de retrato. Este cambio probablemente denota la importan­ cia de los cargos mas que la de los individuos que los desempefiaban dentro deI orden sociopolitico. Al proseguir la intensificacion y la implosion, el territorio inmediato al nuc1eo parece haber perdido un alto porcentaje de su poblacion. No existio nada similar a las estructuras monumentales deI periodo Clasico deI area nuc1ear (figs. 10 y Il) en este sector deI territorio inmediato, aunque se construyeron recintos relativamente pequefios con arquitectura circular y po­ cos juegos de pelota. La cantidad de asentamientos decae dramaticamente en comparacion con la fase El Arenal, y los asentamientos que persistieron se localizaron en lugares estratégicos para la obtencion de recursos escasos, 0 coma fortificaciones para cuidar el acceso al area nuc1ear. Para ca. 400 d.C., esta zona nuc1ear se encuentra rodeada de sitios fortificados: en el acceso noreste, cuidando el facil paso hacia el valle de Atemajac, esta el sitio de La Venta, recientemente descubierto y estudiado por Chris Beekman (s.f.); en el sudeste se encuentran dos complejos fortificados: El Molino, que cuida el acceso desde la cuenca de Chapala, y Santa Maria de las Navajas, que se ubica sobre el acceso desde la cuenca de Tlajomulco; en el extremo sudoeste de la zona nuc1ear esta la fortificacion de Pipiole, en 10 alto dei acceso desde el rio de Abajo y el valle de las Banderas; finalmente, en el extremo sudoeste esta Llano Grande, cuidando el sistema de caminos de montafia hacia las areas de Ahuacatlan-Ixtlan, etcétera. Al intensificarse el area nuc1ear, sintio la necesidad de protegerse. TaI vez la reduccion en la poblacion de los valles vecinos creo un vacio, con densidades demasiado bajas coma para dar a algunas areas la masa demogra­ fica necesaria para actuar coma buffers dei area nuc1ear, 0 para mantenerse a si mismos ante las migraciones. Este pudo haber sido el casa para el valle de Atemajac, donde la transicion de la fase Tabachines a la Ixtépete fue abrupta (ca. 300-400 d.C.), esta ultima representando un elemento enteramente extra­ no tanto en el ceremonialismo funerario coma en la arquitectura y produccion

195 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO cenimica (Galvan 1991, Aronson 1993). Mientras que estas mismas tenden­ cias pueden verse dentro deI area nuclear durante las fases Teuchitlan 1 y II, parecen ser mucho mas graduales que la abrupta y anterior transicion en el area de Atemajac. Por ejemplo, la tradicion de entierros en fosas en forma de caja, un obvio marcador de estas influencias extemas, fue lentamente adopta­ da dentro deI ârea nuc1ear, coexistiendo por un periodo largo de tiempo con los formatos funerarios mas tradicionales. Debe también sefialarse que las miniaturas ceramicas, que frecuente­ mente acompafian a los entierros en forma de caja, fueron hechas en estilos enteramente locales, siendo especialmente notables las lozas Teuchitlan Rojo sobre Crema (fig. 9). Ciertamente eI ârea de Teuchitlan fue 10 suficientemente populosa coma para haber sido multiétnica y multicultural, y también fue 10 suficientemente flexible coma para responder a circunstancias cambiantes a través deI tiempo. Pero la transicion en el valle de Atemajac es de un orden diferente, pareciendo representar la llegada durante eI Clasico medio de gentes influenciadas por el centro de México y/a el Bajio mucho antes de que se iniciara el mismo proceso en la zona de Teuchitlan. La inclusion deI valle de Atemajac en la esfera de interaccion postulada por Jiménez (1992) tendria una fecha dentro deI mismo periodo, puesto que en épocas anteriores fue una periferia de las cuencas lacustres al occidente (Galvan 1991). Los descensos demograficos (y tal vez vacios) creados en la periferia inmediata (segundo circulo en la fig. 1), sin embargo, no reflejan 10 que estaba ocurriendo dentro deI territorio circundante lejano (fig. 1, fuera deI tercer circu­ 10). A partir de ca. 200 d.C. se empezaron a construir pequefios complejos circulares en localidades estratégicas (desde la perspectiva tanto de la obten­ cion de recursos escasos coma de la comunicacion) dentro de esta zona. El ejemplo mejor entendido de este fenomeno es el de la saliente de Bolafios (Weigand 1977, 1985, 1993; Cabrero 1989, 1992; Jaramillo 1984; Kelley 1971). Las fechas de radiocarbono obtenidas por Kelley en Totoate abarcan el periodo entre 200 y 700 d.C., de esa manera marcando no solamente el origen sino toda la larga vida de esta saliente. El disefio arquitectonico de los edificios circulares en el valle de Bolafios muestra sin lugar a dudas que la inspiracion llego de la region de Teuchitlan. Otro hecho que hay que resaltar es la direc­ cionalidad asumida por la saliente: su puesto de avanzada mas hacia el norte, en La Florida, Zacatecas, esta literalmente en eI patio trasero de la cultura Chalchihuites de Zacatecas (Jaramillo 1984). En vista de esta direccionalidad, ademas de la fuerte presencia de vasijas pseudo-cloisonné en la region de Chalchihuites -marcadoras de la alta cultura

196 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NÙCLEO DE CIVILIZACION de la zona nuc1ear (ver infra}-, parece poco probable que la difusion 0 las relaciones no estructuradas hayan caracterizado a los asentamientos de Bolafios, y por ende a los contactos entre la zona nuclear y el sistema de Cha1chihuites. Puesto que el area de Cha1chihuites se caracteriza por una de las mas grandes operaciones mineras hasta ahora descritas en el Nuevo Mundo (cfr. Weigand 1968, 1982; Kelley 1971; Jiménez 1992; Hers 1989), que produjo una mucho mayor cantidad de minerales de la que pudo haber consumido, debe de haber tenido relaciones sistematicas con el mundo exterior. El mismo argumento puede plantearse -aunque con menor fuerza, por la falta de una cronologia c1ara- para la region de Comala en Colima, donde recientemente se han estu­ diado varios circulos por Angeles Glay deI Centro Regional de Colima; 10 mismo puede decirse de varios circulos pequefios estudiados por Catarina Serat cerca de Guaynamota, Nayarit, y de un sector deI Bajio de Guanajuato (Sanchez y Marmolejo 1990). En el Bajio, Sanchez y otros han encontrado cinco sitios con arquitectura circular dei tipo Teuchitlan (Sanchez y Marmolejo 1990), la mayoria de los cuales estan insertados dentro de la arquitectura rectangular que es mas tradicional para el Bajio, pero en Mesa de la Gloria, cerca de Leon, un circulo monumental se encuentra libre de la presencia de patios rectangulares. Mesa de la Gloria se encuentra en una posicion fortificada, al igual que la mayoria de los circulos de Bolafios, pero también se encuentran cerca de puntos esenciales ya sea para el control directo sobre los recursos escasos, 0 el movimiento de esos recursos a través dei territorio. Estos sitios ubicados estratégicamente parecen ser "puestos de avanzada en la periferia circundan­ te", para usar el término de Algaze (1993: 310). Segun el analisis de Algaze, estos puntos de avanzada son una ocurrencia comlin en la historia temprana de las civilizaciones, reflejando su habilidad tanto de proyectar su poder cultural coma de servir a sus economias expansionistas. El control directo de los sistemas politicos deI area nuc1ear sobre estos puntos de avanzada no es un requisito, pues se definen por su filiacion cultural y por sus servicios a una economia de comerciolintercambio a larga distancia (Algaze 1993). Estos circulos lejanos no tienen sentido alguno a menos que se interpreten de esa manera. Mientras que los circulos en la saliente de Bolafios y en la regi6n de Colima tienen una distribucion continua con la arquitectura deI territorio inme­ diato y de la zona nuc1ear, esta no sucede para las estructuras deI Bajio, pues las culturas de los val1es de Atemajac y Lerma inferior interfieren. Cualquiera que haya sido su papel, la imagen que ahora tenemos para la distribuci6n de los circulos fuera deI area nuc1ear y deI territorio inmediato es muy compleja y multifacética.

197 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Al avanzar la implosion demogrâfica en el ârea de Teuchitlân-Ahualulco• Tala, la zona empezo a sentir la presion sobre sus recursos naturales. Un estudio paleopolinico preliminar realizado por Glenn Stuart (1992) ha demos­ trado la posibilidad de un periodo de masiva deforestacion asociada con la implosion demogrâfica, que culmino en la fase Teuchitlan 1(400-700 d.C.). El clima se hizo un poco mas calido, tal vez reflejado en los niveles menores de agua en los lagos y pantanos dentro de la zona nuclear. Las diferencias botâni• cas entre las comunidades de plantas deI margen superior y las de las laderas desaparecieron, al ser reemplazada la cubierta cerrada de pino y roble por una cubierta abierta de huizache, mezquite y acacia. Este proceso botânico obvia­ mente se relaciona con la intensificacion sociocultural dentro de la misma ârea; el impacta humano sobre el medio ambiente natural fue severo. La implosion y su resultante transformacion ecologica requirieron de una estrategia a fin de aumentar la produccion de alimentos en un media ambiente que atravesaba por los cambios descritos; la respuesta fue intensificar la produccion agricola construyendo 10 que parece ser un sistema integrado de terrazas y chinampas. Estas ultimas son bastante geométricas (fig. 12), por 10 que sugieren que fueron planeadas y elaboradas con la participacion deI Esta­ do. Estas obras de ingenieria unieron a varias subcuencas, desviaron arroyos hacia otros drenajes, y construyeron mas de 30 kilometros cuadrados de jardi­ IJ.es en el pantano. Esta cifra es probablemente solo una fraccion de 10 que realmente se construyo, pues la nivelacion deI terreno para la siembra de la cana de azUcar ha destruido todos los indicios en muchas âreas (Weigand 1993a). El potencial productivo alcanzado por estos campos de cultivo deI tipo chinampa debe de haber sido impresionante. Si un hogar de entre cinco y siete individuos se podia alimentar de un cuarto 0 tercio de hectârea de chinampa (como 10 sugieren los datos etnohistoricos para el centro de México), entonces tan solo los campos que hemos documentado podrian haber alimentado entre 40 000 y 50 000 individuos. Debemos de affadir a este potencial productivo los campos abiertos de terrazas, que mejoraron substancialmente otra gran ârea dentro deI nucleo (Weigand 1993b). El simbolismo cultural de los circulos arquitectonicos debe de haber sido algo distinto de cualquier otra cosa en el mundo mesoamericano deI periodo Clasico. No hay duda de que esta arquitectura es formaI (fig. 12a; ver también Weigand s.f.), pues los edificios circulares en general son dificiles de disefiar y de construir, pero dentro deI Occidente de México, coma ya se menciono, hay varios cientos de ellos. Pueden haber servido coma los puntos focales para el

198 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACION culto a una deidad relacionada con Ehécatl (entre otras), el que se ha identifi­ cado utilizando las figurillas de tipo "volador" asi coma el estilo de codices de las vasijas de pseudo-cloisonné (Weigand 1992b). Al discutir este punto, debemos de tener en mente que la defmicion de monumentalidad no es simple­ mente una medida de volumen, sino también de la complejidad deI disefio. Los circulos concéntricos ciertamente fueron algo complejo desde la perspectiva de su disefio, y algunos de ellos son a la vez edificios de mamposteria, hechos con piedra y cementa de caliche y arcillas finas. Estas estructuras de mamposteria lograron a1canzar grados muy inclinados de construccion, por ejemplo los "guachimontones" de Teuchitlân (fig. 10). Si se consideran desde la perspec­ tiva deI complejo disefio y construccion de mamposteria, los aproximadamente 80,000 m3 de relleno de estos edificios resultan mâs impresionantes. Aparte de los enormes talleres de obsidiana, coma el que explora Soto de Arechavaleta (1982) cerca de Teuchitlân, y otros cerca de San José de los Arcos y Huitzilapa, existen otras evidencias de especializacion. La saI deI valle de Atoyac-Sayula parece ser otro recurso escaso que se estaba explotan­ do en una escala masiva, a juzgar por las grandes cantidades de pozos para la evaporacion de la saI en las partes superiores de la Playa de Atoyac. El proyecto actualmente desarrollado por Francisco Valdez y otros (VaIdez 1994; Schôndube et al. 1992) finalmente ha encontrado la fecha de estas obras. Siempre se habia supuesto que eran contemporâneas con los complejos de arquitectura monumental deI Epic1âsico y Postc1âsico, coma el de Techaluta, pero ahora se sabe que la época de mayor intensidad en la produccion de saI fue durante el periodo Clâsico. Sin embargo, no hay complejos arquitectonicos importantes para eI Clâsico en eI ârea, y los niveles de produccion de saI indican firmemente que no se estaba produciendo solamente para el consumo local. El tmico sistema sociopolitico con intensidad y bien organizado cercano al ârea capaz de consumir tan grandes cantidades de saI era el vecino valle de Teuchitlân. De hecho, parece que la region de Atoyac se habia convertido en parte de la periferia inmediata, primeramente despoblada (a juzgar por la escasez de restos arquitectonicos), y después reorientada al servicio de la zona nuc1ear de Teuchitlân. Los "monopolios" (el término implica acceso prefe­ rencial a la obtencion de bienes para uso regional e intercambio) sobre la adquisicion de obsidiana de alta calidad y saI, pueden haber ayudado a la formacion de las bases economicas de los sistemas politicos evidentes en la zona nuclear. La especializacion en la adquisicion y produccion de estos dos recursos (desde la extraccion y evaporacion hasta el procesamiento y distribu-

199 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO cion) también se sugiere fuertemente. De hecho pudo haber existido competen­ cia dentro de la zona nuc1ear por la obtencion y distribucion de estos recursos bâsicos, pero ciertamente no habia competidores fuera deI nuc1eo. Las cerâmicas de pseudo-cloisonné parecen representar otra especia­ lizacion dentro de la zona nuc1ear, aunque eI estilo geométrico es 10 suficiente­ mente generalizado y sencillo como para no requerir de tal especializacion. El estilo codice, por otra parte, es un caso completamente distinto. Su muy compleja iconografia y fina ejecucion requirieron cuando menos de la parti-cipacion de especialistas para dirigir estos trabajos, y se ha presentado el argumento de que estas piezas transmiten conjuntos organizados de informa­ cion, en un formato ideogrâfico, pero de todos modos glifico. Contamos con numeros, nombres de lugares, listas de personajes de muy alto status, proce­ siones, y dioses representados en estas vasijas (Weigand 1992b; Holien y Pickering 1973). Aparte de los numeros, los posibles glifos son evidentes en otras âreas de la civilizacion ~esoamericana donde la escritura ideogrâfica 0 jeroglifica ha sido reconocida desde hace mucho como parte deI inventario sociocultural. Graham (1989) ha postulado el mismo punto: si existen glifos entre las sociedades complejas de otras partes de Mesoamérica, entonces tam­ bién deben de haber existido entre las sociedades complejas deI Clasico en el Occidente de México. Las vasijas de pseudo-cloisonné que fueron ampliamente distribuidas por todo el Occidente de México antes de 1 000 d.C. (fig. 1) ciertamente fueron una inspiracion desde dentro de la zona de Teuchit1ân, aunque existen muchos ejemplos de manufactura fuera de la zona nuc1ear (Holien 1977; Aronson 1993). El estilo de codice parece haberse originado alrededor de 500 d.C. en la region de Teuchitlan, diseminandose rapidamente desde ahi a otras areas, inc1uyendo la zona de Cha1chihuites (Holien y Pickering 1973; Holien 1977) y el valle de Atemajac (Galvan 1991; Aronson 1993), de tal manera indicando algUn tipo de participacion ideologica dentro de la Tradicion Teuchit1an. Debe de sefialarse que las artes deI pseudo-cloisonné pueden haber precedido a su aplicacion en ceramica por muchos siglos, pues es una tecnologia que también se adapta a la aplicacion sobre bules. Justo al oriente deI area de Teuchit1an esta otra zona, donde se utilizaron los negativos policromos, que se encuentra obviamente integrada de manera similar. Jiménez (1992) y Carot (1992) han examinado distintos aspectos de esta esfera de interaccion, pero no se han sugerido centros 0 mecanismos sociales mas alla deI intercambio entre sistemas sociopoliticos equivalentes para su amplia distribucion y obvia importancia cultural. En la zona de entie-

200 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NUCLEO DE CIVILIZACI6N rros de Estanzuela (dentro de la zona habitacional de Teuchitlan), Lumholtz recolecto durante los 1890 varios policromos negativos, que se encuentran actualmente en eI American Museum ofNatural History. Galvan (1991; Aronson 1993) los encontro también en el valle de Atemajac, y han aparecido periodi­ camente en otros lugares durante el reconocimiento de los distritos lacustres. Es posible que el valle medio-inferior deI Lerma haya sido el punto focal de este amplio sistema de intercambio de bienes exoticos, que en muchos aspectos igualaba 0 superaba al sistema caracterizado por las lozas pseudo-cloisonné. Claramente, no habia centros fu1icos de produccion para el pseudo-cloisonné ni para el negativo policromo; mas bien es una cuestion de la idea, y de la participacion dentro de un sistema, que estas lozas parecen estar indicando para el periodo Clasico.

EL PAISAJE DEL PER.lODO CLÂSICO EN LA REGI6N NUCLEAR

El paisaje de la Tradicion Teuchitlan dentro de la region nuc1ear fue un logro impresionante. Los paisajes, definidos como organizaciones a gran escala de espacios hechos por el hombre, disefiados y creados como elementos de la sociedad, pueden ser vemaculos 0 politicos (clr. Jackson 1984). Un paisaje politico se constituye de "espacios y estructuras disefiados para imponer 0 preservar una unidad y orden en el terreno, 0 ajustândose a un plan a gran escala y largo plazo", mientras que eI paisaje vemaculo consiste de espacios que son "...usualmente pequefios, de forma irregular, sujetos a cambios rapi­ dos en uso, propiedad [y] dimensiones" (Jackson 1984: 150-151). Durante el periodo Clasico en eI area bajo discusion estamos evidentemente tratando con un paisaje politico. Resulto obvio desde temprano en nuestras investigaciones de campo que el tamafio de las zonas habitacionales dentro deI area nuc1ear era algo impresionante. En 1985 presenté una estimacion de la escala total de los sistemas de habitacion en el area de Teuchitlan, siendo ésta de 30 000 hectareas. Las subsecuentes investigaciones de ühnersorgen y Varien (1993) han refinado considerablemente este trabajo, utilizando el mapa de sistemas de habitacion y de asentamiento generado por nuestros trabajos de campo en 1992 (fig. 13); las figuras 13 y 14 visualizan e interpretan los contomos de densidad de asentamientos para toda la zona habitacional. La ultima figura ofrece el rango de perfiles demograficos sugeridos basandose en estimaciones de contemporaneidad. Debido a que los conjuntos habitacionales son tan dificiles de fechar, hemos decidido que un porcentaje de contemporaneidad

201 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco conservador es mas aceptable en esta etapa de la investigacion; el 50% nos da una cifra probable de 50 000-60 000 personas dentro deI gran arco de asentamientos que se extiende desde San Juan de los Arcos en el sudeste hasta Ahualulco en el sudoeste, el ârea de San Juanito en el noroeste, y la zona deI 2 Refugio en el nordeste, un arco que cubre alrededor de 240 km • Teniendo en mente los niveles de productividad estimados para los campos de chinampas, esta probable cantidad de habitantes parece razonable. Algunos de los calculos de cantidades de conjuntos se obtuvieron estadisticamente; en las âreas donde el cultivo de la cana de awcar ha destrui­ do por completa todos los elementos arqueol6gicos excepta los mas profundos (usualmenteentierros 0 canales), la arquitectura residencial simplemente no pudo localizarse. En estas zonas, que constituyen alrededor deI 30% deI area representada en la figura 13, multiplicamos una constante de 10 conjuntos por cada cementerio importante (definido por tener 1000 mas saqueos exitosos), para llegar a un calculo de la densidad de asentamientos deI area. En lugares donde si podemos contar las cantidades de conjuntos asociados con un cemen­ terio importante, la cantidad es mas cercana a 18 conjuntos 0 agrupamientos, por 10 que pensamos que nuestra convencion estadistica es conservadora; en otros casos las curvas de densidad se establecieron contando los elementos. La figura 15 presenta el analisis que Ohnersorgen y Varien (1993) lograron por areas y por tipo de curva de densidad en cada zona habitacional; su grafica (fig. 16) muestra el alto grado de correlacion entre los diametros de algunos circulos y sus volfunenes. Estos calculos se utilizaron para la evaluacion critica de la estructura de niveles dentro de la zona total de habitacion. En 1985 se postularon originalmente cuatro niveles de edificios ceremo­ niales con aspectos de arquitectura formaI dentro de la zona habitacional; el estudio de Ohnersorgen y Varien (1993) sugiere fuertemente que solamente estân representados tres niveles. En vista de la jerarquia regional (ver la discusi6n deI territorio inmediato arriba), esta es de todos modos suficiente para proponer un nivel estatal de organizaci6n politica y social en la zona nuclear. La grâfica (fig. 17) que compara el volumen con el tamafio de las âreas habitacionales de alta densidad asociadas, muestra varias tendencias interesantes: para las âreas habitacionales de niveles II y III, el volumen y la densidad concuerdan bastante, aunque las de nivel II comienzan a separarse de la linea volumétrica. Las figuras 20 y 21 muestran ejemplos de arquitectura de recintos de nivel II dentro de la zona habitacional, y la fig. 22 uno de nivel III. Con las âreas de nivel J, sin embargo, hay una divergencia completa, 10 cual quiere decir que la arquitectura monumental de estas areas tenia que ser

202 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILlZACI6N sostenida por una comunidad mas grande que solamente las habitaciones cer­ canas (ver figs. 10 y Il para ejemplos de recintos de nivel 1). En otras palabras, Ohnersorgen y Varien (1993) han demostrado estadisticamente 10 que ya sospechabamos nosotros en base a nuestras propias impresiones: la presencia de una jerarquia de arquitectura ceremonial y zonas residenciales asociadas dentro de la zona total de habitacion, y la probable organizacion de las zonas habitacionales en barrios. En referencia a este ultimo punto, Ohnersorgen y Varien también caracterizaron a la zona nuclear con diagramas utilizando modelos de gravedad para calcular los vecinos que interactuaban entre si para las areas con arquitectura formaI. La primera grafica, que enfatiza volumen y ârea como variables (fig. 18), muestra que el conjunto Guachimonton es claramente el primero en importancia de esos recintos dentro de todos los sistemas de asentamiento; la segunda grafica, que enfatiza a la distancia como variable (fig. 19), muestra la posible organizacion en barrios dentro deI siste­ ma de asentamiento total. Estas dos graficas no son mutuamente incompati­ bles; la primera muestra a la sociedad dentro de la zona nuclear operando a nivel regional, y representa una vision dei sistema desde arriba y desde afuera, mientras que la segunda 10 muestra operando desde una perspectiva de barrio, o sea dentro de la zona habitacional, y es una vista deI sistema desde abajo y desde el interior. El trabajo de los citados autores permite por primera vez una metodologia que incluye cuantificacion real para ayudar a explicar las dinami­ cas y caracteristicas de esta enorme zona de habitacion. Mi deuda a estos dos estudiantes sobresalientes no puede expresarse en palabras; su manuscrito esta siendo revisado para publicarse, e incluira por completo los argumentos y datos desarrollados por el analisis y utilizados para elaborar las figuras 14,18. Resulta evidente que no solo el ceremonialismo que incluia a los conjun­ tos circulares, sino también la jerarquia de juegos de pelota, proporcionabati los mecanismos sociales que mantenian unida a la zona nuclear. Los juegos de pelota monumentales solamente se encuentran asociados directamente con los circulos mas grandes; los de menor elaboracion se relacionan con los recintos de nivel II y III. Muy pocos juegos de pelota de las variedades menores, y ninguno de los monumentales, se han encontrado fuera de la zona nuclear. Este patron distribucional sugiere fuertemente que el juego de pelota tuvo un papel integrativo muy importante dentro deI nucleo, pero no necesariamente entre éste y el territorio interior (Weigand 1991). Estas estructuras son can­ chas en forma de "1" abierta, y muy frecuentemente se encuentran pegadas a los edificios circulares (p. ej.: figs. 7, 10,20, 21 Y 22), aunque también hay ejemplos de juegos de pelota independientes (p. ej. figs. 6 y Il).

203 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

La pregunta sobre el nivel de urbanizacion que se alcanzo en el area de Teuchitlân sigue sin resolverse, aunque parece claro que los procesos de urba­ nizacion ya se habian iniciado, si bien no sabemos hasta qué punta ya habia una sociedad urbana. Obviamente, en su mayor parte esta discusion depende de coma se definan las ciudades para empezar. Basandonos en una impresion general, la gran zona habitacional de Teuchitlan (alrededor de 240 km2 de recintos y conjuntos habitacionales, mas de 30 km2 de chinampas, mas de 300 km2 de campos abiertos terraceados) se asemeja a las "nuevas ciudades" polinucleadas que se reparten sobre el paisaje de Norteamérica. En la antigua Mesoamérica, el sistema de asentamientos presente en la zona de Teuchitlân se parece mas a la experiencia de los mayas de las tierras bajas durante el Clasico (cfr. Folan, Kintz y Fletcher 1983; Ashmore 1981; Culbert 1977; Culbert YRice 1990) que a los sitios urbanos mononucleados coma Teotihuacân (Sanders, Parsons y Santley 1979; Millon, Drewitt y Cowgill 1973), Cantona, y tal vez Cholula. Sin embargo, coma han senalado historiadores deI fenomeno urbano coma Lewis Mumford (1938, 1961), Handlin y Burchard (1963) y Wheatley (1971), el formato altamente centralizado y mononucleado no es el Unico que puede existir. Igualmente antiguas, y tal vez mas dispersas en la Mesoamérica prehispânica, eran las "ciudades verdes", 0 sea ciudades abiertas semi dispersas 0 semi nucleadas, con una densidad demografica de 2 alrededor de 800-900 personas por km • El utilizar un tipo excepcional de forma urbana, por ejemplo el de Teotihuacân 0 de Tenochtitlan (con densi­ dades de alrededor de 2000 por km2) para caracterizar todo el experimento de urbanizacion en Mesoamérica, obedece a una logica equivocada. Una manera grafica de representar a las ciudades centralizadas mononucleadas, es con un modelo de cubo y rayo de rueda, mientras que las urbes descentralizadas multinucleadas se asemejan mas a una reticula, donde las redes de produccion, consumo y administracion se sobreponen solo en parte. Las configuraciones urbanas en forma de reticula 0 enrejado ponen énfasis sobre la yuxtaposicion y repeticion en la estructura economica y sociopolitica. La producci6n usualmente es altamente descentralizada, aunque el consumo suntuario 10 es en menor grado. Si vemos a la enorme zona habitacional de Teuchitlân coma un ârea donde se tenian los procesos de urbanizaci6n, entonces parece que estaba evolucionando hacia un tipo de ciu­ dad multinucleada en forma de reticula, contrariamente al formato mononucleado de cubo y raya de rueda. Como 10 ha senalado Gottman (1964), las ciudades de todos tipos deberian de conceptualizarse coma regiones economicas, en lugar de solamente coma sitios; el sitio es s610 una secci6n pequena, nucleada

204 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NUCLEO DE CIVILIZACI6N o semi nuc1eada, de una ciudad-region. El paisaje cultural dentro y alrededor de una ciudad de cualquier tipo es parte de su construccion (Cattaneo 1956). Arensberg (1968) sefiala que las ciudades en la historia deben de definirse empiricamente, sin usar suposiciones a priori 0 derivativas. Posiblemente la peor variedad de suposiciones se refiere a la centralizacion: "considerada coma algo sagrado en la escala... esta la nocion de que la ciudad es un agregado denso y grande de poblacion" (Arensberg 1968:39); el mismo autor también sefialo 10 siguiente:

Lo que parece oscurecer la percepci6n dentro de las ciencias sociales de las formas variables de la ciudad, y de las variedades de patrones de asentamiento comunes tanto a la ciudad coma a comunidades rurales, es no solamente la falta de farniliarizaci6n de los antrop610gos con las ciudades de diversas civili­ zaciones y de los soci610gos urbanos con las aldeas tribales y de campesinos. 19ualmente de oscurecedora es la influencia (quizâs inconsciente) de conceptos unilineales de evoluci6n social y cultural (Arensberg 1968:43).

Mas recientemente, Fischer (1976) también ha sefialado la influencia que los conceptos unilineales de urbanizacion tienen en las ciencias sociales, y que éstos son el resultado de teorias deterministicas acerca de la urbanizacion y deI urbanismo. Como ya ha sido mencionado, el tipo semi nuc1eado de experimento urbano fue muy difundido en la antigua Mesoamérica, y deberia de evaluarse bajo sus propios términos, mas que tratar de encasillarlo dentro de conceptos unilineales.

EL COLAPSO DEL CLASICO y LA REORGANlZACI6N DEL POSTCLAslCO

Para el periodo Epic1asico, 0 sea la fase Teuchitlân II (700-900 d.C.), la gran zona habitacional en el valle de Ahualulco-Tala-Teuchitlân se estaba empezando a desintegrar. Muy pocos recintos circulares estaban siendo cons­ truidos durante esta fase, aunque muchos fueron remodelados moderadamente. Algunas variaciones sobre el tema de la arquitectura circular son evidentes: el hacinamiento de las plataformas sobre la banqueta frecuentemente alteraba la simetria y balance de los circulos mas viejos (ver fig. 21); la ubicacion de plataformas hacia la parte trasera de la banqueta interior (0 patio) para enfati­ zar su monumentalidad; y otras variaciones similares son comunes a la fase Teuchitlân II. Pero mas que otra cosa, es notable la construccion de nuevos recintos junto a la zona habitacional (pero nunca dentro de ella) sin arquitectu-

205 LAS CUENCAS DEL OCCIDENfE DE MÉXICO ra circular, contando solamente con distintos tipos de edificios cuadrados y rectangulares. Sin duda, esta demuestra que estaban ocurriendo cambios socioculturales dramaticos dentro de la zona nuclear. Los entierros en fosas en forma de caja se estaban convirtiendo en la norma, aunque otros utilizando POZos campaniformes 0 muy modestas tumbas en forma de bota seguian ocu­ rriendo. Los cambios en tipos ceramicos también fueron importantes; la serie Huistla de molcajetes bicromos y policromos, con soportes tripodes hechos con molde aument6 rapidamente en popularidad. Ademas cambi6 el pesudo­ cloisonné; las ollas se hicieron bastante grandes, y las copas, que habian sido un elemento independiente deI conjunto, se fijaron, la cabeza hacia abajo, con el borde de las ollas para formar una sola vasija. Los estilos c6dice continua­ ron, pero incluyendo motivos y elementos de fuera de las cuencas occidentales incorporados a su iconografia. En general, se introdujeron algunos elementos de la iconografia Mixteca-Puebla (Bell 1971). El liderazgo artistico de que habia gozado la Tradici6n Teuchitlân ahora fue sustituido por el estilo pseudo­ cloisonné deI sur (presumiblemente centrado en Michoacan después de ca. 900-1000 d.C.) que acabamos de mencionar, y por la elegante tradici6n de policromos Iguanas-Roblitos de la zona general de Amapa en Nayarit (Meighan 1976; Bell 1971). Ambos tipos ceramicos mencionados arriba empiezan a aparecer en los distritos lacustres de Jalisco alrededor de 900 d.C., si no es que un poco antes. Los malacates de cerâmica se vuelven populares, y a veces estân estampados con molde. Las figurillas deI tipo Tula-Mazapa hechas con molde aparecen a fines de la fase Teuchitlân Il. Los asentamientos mas nuevos parecen estar mas nucleados, aunque todavia bastante dispersos; ninguno de ellos llega a acercarse en tamafio a 10 que habia sido la zona habitacional de Teuchitlân. Complejos abiertos de patio y piramide en forma de "V" se observan en El Grillo (valle de Atemajac), Tepehuaje (cuenca de Chapala), La Venta (entre los valles de Teuchitlân y de Atemajac, mapeado por Chris Beekman), Santa Cruz de Barcenas (en el valle de Teuchitlân; ver fig. 23) Yotras 10calidades. Este es un formato arquitect6ni­ co que se ha documentado también para la zona de Hidalgo cerca de Tulancingo (Muller y Lizardi 1956). El presente autor postula que la llegada de este formato arquitect6nico a los distritos lacustres deI Occidente de México signi­ fica en parte tanto la direccionalidad desde la que se originaron los cambios (0 sea el Bajio y el norcentro de México) coma los tipos de nuevas culturas que se estaban estableciendo en el ârea. En Santa Cruz de Bârcenas, el edificio en

206 LA EVOLUCl6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILlZACl6N fonna de "V" abierta es tan solo un complejo dentro de la zona de habitacion de tamano moderado; ademas existen dos complejos de piramides con estruc­ turas rectangulares y cuadradas. Todas las piramides cuadradas en Santa Cruz de Barcenas miden 40 m2 de planta y alrededor de 8-10 m de alto; la piramide cuadrada en la figura 23 tenia estelas de piedra labrada sobre su terraza superior; los Ü11icos fragmentos de estas estelas que pudimos examinar se parecian a los "atlantes" de Tula, que originalmente se localizaban en 10 alto de una piramide similar. Galvan (comunicacion persona}) identifico tiestos deI sitio de Santa Cruz de Barcenas como pertenecientes al Epiclasico y al Postclasico. El sitio aparentemente alcanzo su maximo desarrollo alrededor de 1000-1100 d.C.; antes de su ocaso en ca. 1250-1300 d.C. cubria un area de unas 450 hectâreas. Su caida se acompafi6 con el surgimiento de los Estados protohistoricos de Etzatlan y Tala (Weigand 1993). En Tepehuaje, en la cuenca de Chapala, el complejo en el extremo norte tiene una posible doble piramide, 0 sea dos piramides lado a lado, sobre una misma platafonna. Este complejo tiene una fecha dentro deI Epiclasico­ Postclasico temprano, como ya ha sido senalado. Es interesante observar que este mismo tipo de estructura se encuentra en Thuatzio (cfr. Caso 1930, Noguera 1931), en la cuenca de Patzcuaro en Michoacan. La doble piramide de Thuatzio definitivamente no es deI estilo de la yacata que caracterizo a la actividad constructiva auspiciada por los tarascos. La yacata fonno el rasgo distintivo de esa tradicion arquitectonica de la misma manera que los edificios concéntricos circulares fueron la huella de la Tradicion Teuchitlan en tiempos anteriores. Es posible que la piramide doble de Thuatzio sea anterior a la difusion de la yacata, estando entonces de alguna manera relacionada con la estructura de Tepehuaje. En base a estas observaciones muy preliminares, parece que la idea de una piramide doble no es Ü11ica al centro de México, pudiendo de hecho ser mas temprana en Occidente. Los sitios grandes deI valle de Atemajac, como El Ixtépete (Castro Leal y Ochoa 1975; Galvan s.f.), Coyula (Weigand s.f.) y El Grillo fueron remodeIados y ampliados durante el Epiclasico y el Postclâsico temprano. El estilo cons­ tructivo caracteristico de este valle durante esta época es una platafonna rectangular grande y relativamente baja, como la que se encuentra en El Ixtépete, 0 las cuatro (por 10 menos) que tenia Coyula (Coyutla), junto con la Ü11ica platafonna crucifonne hasta ahora reportada para Occidente. Este ulti­ mo sitio estaba situado en una saliente natural hacia la canada deI Rio Grande de Santiago, por 10 que tenia una vista completa de todo ese sector de la

207 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco barranca. La ciudadela cubria alrededor de 55 hectâreas, y la zona habitacional nunca fue estudiada. El sitio ha sido destruido durante la construccion de un basurero para la ciudad de Guadalajara. El sitio de Techaluta en el valle de Atoyac-Sayula parece haber florecido durante estos periodos (Valdez, comunicacion personal). Las piramides princi­ pales en estos recintos usualmente ven hacia el occidente a través de hundidas cuadradas; en el lado occidental de estos recintos hay plataformas mas pequefias que miran hacia el oriente; en este lugar la mamposteria tabular es muy fina. Uno de los tipos ceramicos predominantes es una loza naranja y negra sobre crema, con los disefios ejecutados de manera conspicua. Hacia el occidente, gran parte de la actividad constructiva observada en Ixtlan dei Rio también pertenece a estos periodos (Bell 1971). En la zona costera de Nayarit prosperaron sociedades dinamicas en expansion, representadas por la fase Cerritos (ca. 700/800-1200 d.C.; Meighan 1976). Los complejos hacia el sur de la zona nuclear que se colapsaba también estaban en expansion, siendo el mejor documentado ejemplo de ello el area de Autlan-Tuxcacuesco (Kelly 1945, 1949). Toda esta actividad cultural en 10 que habia sido el relativamente despo­ blado territorio inmediato (con la excepcion de la zona costera de Nayarit) deI nucleo de Teuchitlan es muy contrastante con los periodos anteriores. Parece ser que cuando se colapso el nucleo, el territorio inmediato recupero su independencia, pero los modelos culturales que se escogieron para este resur­ gimiento no fueron los de la Tradicion Teuchitlan; ahora estaban basados en patrones arquitectonicos rectangulares 0 cuadrados que habian sobrevivido a las implosiones, 0 a tradiciones arquitectonicas que fueron traidas deI este. Obviamente, los cambios que ocurrieron dentro de los distritos lacustres dei Occidente de México no fueron Unicos, sino que el cambio se sintio en todo el oikoumene mesoamericano, desde la zona maya y el colapso de su civiliza­ cion deI Clasico, hasta las intensificaciones socioculturales entre los hohokam y anazasi, incluyendo todos los puntos intermedios. Los cambios fueron profundos y frecuentemente revolucionarios (ver a Porter Weaver 1993 para una discusion general). Sin embargo, el hecho de que se presentaron cambios en todo Mesoamérica dentro deI mismo periodo de tiempo aproximado, no explica las particularidades deI colapso y reorganizacion en alguna area espe­ cifica, coma el Occidente de México. El colapso de la Tradicion Teuchitlân puede explicarse de tres maneras, ninguna de las cuales es realmente mutuamente excluyente:

208 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CNILIZACI6N

1) Vis inertiae: esta hipotesis enfatiza el periodo de ocaso representado por la fase Teuchitlan II. Parece ser que los sistemas sociopoliticos perdieron su impulso, y tal vez inc1uso su razon de ser, con el ocaso y colapso de Teotihuacân, pues este evento disminuyolas presiones culturales, politicas y/o economicas que se ejercian sobre ellos, directa 0 indirectamente, desde el este. Este argumento tiene una premisa: la Tradicion Teuchitlan se cohesiono, en parte, coma respuesta al crecimiento de Teotihuacan, y en su ocaso el sistema se debilito y se volvio susceptible a cambios estructurales importantes, incluyendo los introducidos desde fuera. 2) Vi et armis: esta hipotesis enfatiza el colapso definitivo de la Tradicion Teuchitlân coma un evento 0 serie de eventos, que inc1uirian migraciones yi o invasiones hacia el area nuclear desde fuera, presumiblemente el oriente. Dado que las leyendas de las migraciones tolteca-chichimecas parecen bas­ tante probables, sabemos que los pueblos estaban frecuentemente migrando y causando cambios socioculturales en su camino. Los recién llegados a los distritos lacustres del Occidente pudieron no estar dispuestos favorable­ mente a las tradiciones exoticas que habian existido antes de su llegada, y por eso realizaron los cambios profundos que son evidentes. 3) Cambios en las relaciones de obtenci6n e intercambio. Esta hip6tesis enfatiza el papel econ6mico que la Tradici6n Teuchitlan habia jugado antes de su colapso, con sus posibles "monopolios" sobre la obsidiana de alta calidad y la saI (probablemente junto con piedras verdiazules, cristales y otros productos), y su fuerte papel cultural reflejado en los materiales pseudo­ cloisonné. Sabemos que la metalurgia estaba empezando a surgir en el Epic1asico (RosIer 1988), aunque no fue ampliamente popular hasta des­ pués de ca. 900-1000 d.C. Los saqueadores han encontrado muy pequefias cantidades de cobre en entierros pertenecientes a la fase Teuchitlân II, pero el surgimiento de la metalurgia perse sin duda introdujo demandas entera­ mente nuevas sobre los sistemas de obtenci6n de recursos escasos, asi coma sobre las redes de distribuci6n, para incluir a estos bienes nuevos. Al entrar los metales a la ecuaci6n de obtenci6n y distribuci6n, la Tradici6n Teuchitlan pudo no haber estado preparada para adaptarse a las nuevas circunstancias, pudiendo haber sido ec1ipsada por sociedades mas flexibles y mejor ubicadas para explotar la nueva situaci6n creada por la populari­ dad de los objetos de meta1.

209 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Sea 10 que sea que haya sucedido en la realidad, el nucleo de la civiliza­ cion mesoamericana en eI Occidente se mudo definitivamente fuera de los distritos lacustres, para no regresar hasta el florecimiento de la ciudad de Guadalajara en los periodos colonial y modemo. Las actividades que caracte­ rizan a un ârea nuc1ear (como la construccion de un ârea economica clave, implosion demogrâfica, "monopolios" de recursos escasos, etc.) se colapsaron de manera conclusiva en la region de Ahualulco-Teuchitlân-Tala, para even­ tualmente resurgir en los distritos lacustres orientales deI Occidente de México durante el Postclâsico tardio. El surgimiento deI imperio tarasco (pollard 1987, 1993) ofrece una cronica de esta transformacion, y este Estado expansionista jugo un papel importante en la historia cultural y desarrollos sociales de la zona transtarasca (fig. 24; Weigand 1993).

210 LA EVOLUCION y üCASO DE UN NÙCLEO DE C1VILIZACION

La Tradici6n Teuchitlân dei occidente de México y sitios relacionados L;~~~'::-6~7:' ~::: • / ,j ( /,' 66/ _ - - - \ .)-. >/ 1 : 65 ,,' \/ Zona nuclear \ \ i ~,... -' 1 Chalchlhulles Il \ .-t-- :: I( 64~' \ •• , '. 1 • /' - ',':' \ _;,....._~~ ';..". ~ ,-,' Za~alecas \ 0 50 100 "~'. \'1 63. ',-' \ \ kilometros 5?~' :'62 --='~OIOOle 60 La Quemad~.\ 75 0 20 40 60 80 Y 100 \. ,.\ Il , \ j \ millas (.. .\1 ~ r:' ~.,\.. '" Limite pseudo-cloisonne Ji· "'( antes de 1000 O.C. " \ ... \ ... \ ..~--., . -- ...-" 76 , \ 77\ :-.. f

" f-,"" :J ./

'-. .. _ ••. J...-.

J -..J'

S.lios modernos Zonas de hab.lac.On Sillos de los periodos Epiclasico de la Trad'c.On Teuchltlan y Postclas.co (700·1500 OC) Volcanes Silios de la TradlciOn Lagos Teuchltlan (400 AC·1000 AC)

Fig. 1. La Tradicion Teuchitlan deI Occidente de México y sitios relacionados,

211 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

Fig. 2. Cronologla de la regi6n de Teuchitlân, Jalisco.

Fecha Nombre de fase Referencia

1500-1000 a.C. EIOpeiio OIiveros (1974) (Formativo lemprano) Weigand (1985)

1000-300 a.C. San Felipe Weigand (1985) (Formativo medio)

300 a.C.-200 d.C. El ArenaP Long (1966) (Formativo tardio) Weigand (1985)

2()()..4()() d.C. AhuaJulco Weigand (1985) (Clàsico lemprano)

400-700 d.C. Teuchitlan 1 Weigand (1985) (Clasico medio) Galvan (1984)

700-900 d.C. Teuchiflân Il Solo de A. (s.1.) (Epiclasico) Weigand 1985 Galvan (1984)

900-1250 d.C. Santa Cruz de Sarcenas G1assow (1967) (Poslclâsico lemprano) Weigand (199Ob)

1250- al contacto Etzaflân Galvan (1984) espariol Weigand (199Ob, 1991) (Poslclâsico tardio)

1. Florance (1992) sugiere una revisi6n de las fases El Arenal y Ahualulco hacia fechas mâs tempranas.

212 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACION

Area de Las Citalas (Mpio. Teocuitatlan) Tumba #4 (Weigand)

Posible plataforma PerfiIA-A'

A A'

Huellas de la J excavaci6n

Fig. 3. La tumba 4 dei area de Citalas, Municipio de Teocuitatlan, perteneciente a la fase El Opefio.

213 Montfculo de San Pedro N N Puerta Oriental ..... N ~ ... .-- ! San Felipe /' 1', "V." CD CD ~o 0(l)~',\ Tumba de tire \ (2 camaras, 10 m de 1 { Posible l , profundidad. figuras) \\ Plataform~/@/~ Grilla inferior dei ' ~ ,,\t:J ~ monticulo, erosionada \ - ( \ - \ \ ...... " 7 M STF ® 1 ...... r , "' ..... (") 1 ...... ~ z 3+5 M () ...... :» (N-S RESP.) STF .··/0 ,/ U> tJ [T1 \ ~ ~ r ..... B M STF / /Z>--@ -- '" "" ~ (® ~ ®\ "- iQ c; ;-LSMSTF @ ®f/)i® \ '2 Tumba de tire ? -; ~ t:"l (2 camaras. 12 m de 1 ® Plataforma ®® ®\ profundidad, figuras) o I® @ \IY 1.75M 1 rn ~ \ ®® ® f\J'\ I\l\ ® 1 x Clave: \ ® VYv:Y 0' no ® Pozo de saqueo \~~ m. 10.,0.. Q?) / STF Sin tumbas ni figuras \~ "" 2.0 "'" \lY ®~

~ / Grillade ....,.. la terraza ~...... 1 1 1 1 1 1 ----'--' 5 10 15 20 25 M L- 1 1 1 1 1 o 5 10 15 20 25 M Fig. 4. La platafonna de San Felipe, fase San Felipe. Fig. 5. La plataforma de San Pedro, fase San Felipe. LA EvoLucroN y OCASO DE UN NÛCLEO DE CrVILIZACrON

Afloramiento de roca

Huitzilapa Cerro de las Navajas

o , '. F,6 "-' OF'50 Posible ...) plataforma '.- ConcentraciOn o • de obsidiana

1 1 1 o 510 30 SOM

Fig. 6. El recinto de Cerro de las Navajas, en la zona habitacional de Huitzilapa.

215 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Circulo de Cortacena-Loma Alta cb , , .'.2M 1 "" ...... '''\ Plataforma arada

Plataforma arada !- ",

-,

1 1 1 1 1 1 o 10 20 30 40 50 M

Fig. 7. El recinto de Cortacena-Loma Alta dei sector Ahualulco de la zona habitacional de Teuchithin.

216 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NùCLEO DE CIVILIZACION

El Arenal

cuesta arriba \ ." ... - ..,, 1. #4 ,\ '.. ~'

'\ Banqueta posterior '\, de terraza \~,.;'\ (orilla inferior) \ #7 : ...... - " #2"- , , ". 1, 0 , , 1 , 0 • ~.' . .' , #1 " W Plataforrna '- El Frijolar Banqueta posterior, '- posible te rraza ' , L-\ @D \ \ \ _... .. " \ , .. , ,', '~Ix; ,x / '---' -,.,.~,<: ..,

Indentaci6n de banqueta \ Clave: . X Concentraci6n de rocas \

, _--"I,I~---L_-,!I~--,-_...,/I ~ 10 30 50 M Cf) -~~~ ~- .... ~, ...... -----,,.

Fig. 8. El recinto de El ArenaI: tumba 1 (Corona Nufiez 1955), tumba 2 (Long 1966).

217 IV Prim,,.. ~ =:r:i'~'urI"" 00 1 1 Eltb 1 FlpurHleaôfËi:8UllldU 1 PtOducciOn ",Qg de l,urinai en mo6d. 1 7. 1 Figuril'" TIM·... zapa 1 - (..1"_' plo""') 1 TM.ICNI.-n MgIO y blanca lOtIr. rop'bCromo 1

T!9u1&aroto 1Obf. na,.,@. 1 • (1..... _ ..... m...... do) PolE","",' nOVaI"""

GuII)I rojo lObrII Cf-ma Po..-...om. ~-- (lIn.. -----..'IdlIt..... ) O":=;:.o 1 P.eiUda:IoiIonn' ellanlu'" COda 1

1 OconahuarojolObreblw'lco TMlChIIMrotcWIancCH:r-m.

1 Ah...lu6co 1OP!lanco-er-ma 1 1 Hulst\l. po~o (t.mprano) 1 r 1 EItIIo CaI.... ·RIo S..do • i fil t'"" ~ Il Weigand 1992 ~ , fil /-/ fi ~ r_nom /1 8 O---~ .00 360 ,60 ,60 0 ----.00 ----.00 ------.00 -----sIlo --600 __ ,000 ~ ~

F... El Arenal , Fa.. AhuallAoo , Fa.. Teuchk'-' , , Fa.. TaucNlII6n Il ,

Fig. 9. Tipos cerâmicos de la regi6n de Teuchitlan, comparados con los tipos de tumba. Colina

Areo de cultivo ~ (,;, . '1" 1 Guachimontôn 0'" 1" 2 Iguana ---:r o ~ "' o~o .3 Azquelito .~ "0/ ? vr T Terrazo ;!."; OI r tr1 P Plata/arma < o Posible plata/ormo ~ c: () o O' Z .,0 0,,('0 -< e- o ,0 ~ 0".'e-~~-/oo_~o::!:'l'-- q o v.'-'(o. Cl tr1 ~("o(::::\l~oo.,"\': ---" ~ Lugor de troboio .,<~.::~. <~ ~, d. " '""d"o' M., d. '"",•• -' n f -..... ;.: (0 ::~~"È3asurer~ -'0-' "ô Cr', ~ ~ :- Q' ." ~o /' " ...~ Ô" r;; Cl \o\o( /Terroza natural tr1 1-00c:~ r-': n :.:..: . ~e9:~";~~~)~.~) :< f( o~,'O'\ \..1". :';"'; '-..' Col,no ~ DepresicSn O'z Posible plat%rma .... de cuitivo (:::; Teuchiflan Jalisco complejo Guachimontén Pendiente ~~.:_~~ " .... 0 •• _. _. "/.':,'. ._'., 50 100 • "_0" Polio IV C '/ 0 ',_

\0 \..J-.·~~... 'Muro - \.~: ..~,,--' ~uro l'.J l'.Jo

COllllllA Z('.:; 4-9 ..•.':'

"":""°0 " <-.oP031ILI

A W.)~-':, :.~.. .U.O L,...... ':9~ :Jo •• -' •. : ~URAZ"DE '" =rrA.~·.'\'LO~lrNTO ~.....(~ :~ g r .10 ':>. Fi (.- '" ~_... COLIN. ~6·.. o -~L~ .;._._ \",/ ~. POS'ILl ~.:À.:P"~IO ~ (~J'tr;.;;":f::> @ !rD}.: ~.~ :".;.P TA~ORI... ;~.:T'~1~~7 ~ 0 ;~~~~ .;:;. , tj &\::?-'Ai,,"A ~.. 'J. '" ,!.~@ 'Q}V "'. ~ .... c:: ~ ~.,>; '.';:r;\L'~"'~~ DRILLA o .""~2." D~L AR_OYO n :...·T~·~AAZAS.'-.iR~\n COUIENTE Co a ~\.Q=~i'c:- ~~~~AV~DAS:~---' C; ~ ~é'~- ~~~p~.~~~ ... l; Cl _ " -,.c~. ')~. tr1 ~:~ t TERRAZA ~.,,::~ci P"~IObJ PL"T""'O."" C . OltU.lA P . ..~'<...{f').'. ~ DEL " •• OVO X ...... 00 o/'i.:j ':J'J~..ff"'i\~ ~ n o

00 100 o, , , •• tl'Ol

Fig. Il. El complejo de Santa Quiteria-Rancho Nuevo. Aparicncia Real Leyenda: A:------Escala dei kca agrandada Rango de los canaJcs. -/ ~ 1 Ancho: 4 ni. + Ac=ode 4 a 1 /:OOOOOOi t""' 25 5601 :<> 2 Ancho 3 m. Ac=ode4. 2 Ô 3 / ;0000000; 0 tn / IOQOO_OI o< t"" !~' .. ~I\".IIU .-.111. zz::: '--41LodoUod 03Ç\;unuan.a / 1------/ ?3 / 100000°\ l- 5· I 1 z 1 10000001 -<: r-to-l ~ / 1 / )-==IDOOOO(:)1______:;.1 o 0 50 lOOm. 1 n / / ?; 1 // J1 o 2 2 , • 1i1 " IF , i/II ~ 7Zi- , 101'7 2- 2 " n '" fi, t"" tn - " "lrlI1 o ~ ~ ]J 1i1 YI!" n =2 I~ t= f'V kD ~ ~ ~ âV 5·z 1 1 ... -.., ~ ,.' '"

N N Fig. 12. Bloques de chinampas y canales de la laguna de Magdalena. LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Geometrfa de la Tradici6n Teuchitlan

Trazo de las plataformas sobre la banqueta: la geometria oculta

71E----+:---+----~:.....---__1----=4--__4l3

Cuadro Il

Cuadro 1 -~-.. Plataforma 3'3-4'4

./ Plalaforma 5'5-6'6 5

Tanto los cuadros 1(2-4-6-8) como los Il (1-3-5-7) son tangentes dei circulo C y secantes dei circulo D, con las tangentes tocandose en 1'-3'-5'-7' y 2'-4'-6'-8'.

Fig. 12a. Geometria formaI de la arquitectura de la Tradici6n Teuchitlân.

222 LAEVOLU06N y OCASO DE UN NÜCLEO DE CMLlZACI6N

PERloooClAsIco '-- """"" -.., (Phil Welvand. 19931

(2) l::depeklta PoIrIllO

,î<) 100melroI 0 menoa 0200melroI 0300melroI

(Cln88 dedenaidad)

Dortvododo: f-13, -63, -54,·S""" lliIqo: fco...... ~_

Fig. 13. Mapa de curvas de densidad para las zonas habitacionales de la Tradici6n Teuchitlé.n, rase TeuchitlAn 1. LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 14. Calculos demograficos para cada zona de curvas de densidad; zona habitacional de Teuchitlan-Ahualulco-TaJa. 1

No. de No. de Porcentaje de hectareas habitantes en contemporaneidad por conjunto cada categoria No. por Km2 por hectarea

75 1 53336 1125 11.3 4 28434 282 2.8 9 11436 175 1.3 (total) (93206) (promedio) (390) (3.9)

60 1 42669 915 9.2 4 22748 228 2.3 9 9149 100 1.0 (total) (74566) (promedio) (310) (3.1)

50 1 33558 710 7.1 4 18956 190 1.9 9 7624 80 0.8 (total) (60 138) (promedio) (250) (2.5)

40 1 28446 600 6.0 4. 15165 150 1.5 9 6099 67 0.7 (total) (49710) (promedio) (207) (2.1)

(1) Una hectilrea porconjunto: 4741 has; 4 has porconjunto: 10110 has; 9 has. porconjunto: 9149 has; total de heclâreas en numeros redondos: 24 000.

224 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIV1UZACI6N

Fig. 15a. Sitios de la regi6n de TeuchiUân con arquitectura formai, ytamaiio de las areas inmediatas de habitaci6n de densidad alta, mediana ybaja (segun Ohnersorgen yVarien 1993).

Area habitacional Sitio Nivel de alta densidad (hectareas)

1. Guachimontoo 1 1011 2. Mesa (Loma) Alta Il una parte dei No. 1 3. Arroyo de los Lobas 1\ una parte dei No. 1 4. Mesa (Loma) Baja II-III una parte dei No. 1 5. Estanzuela III una parte dei No. 1 6. Capilla III-IV una parte dei No. 1 7. Camparilla III 103 8. Caldera de los Lobas III 105 9. Mesa Alta (El Refugia) II-III 112 10. La Mesa (El Refugia) II-III una parte dei No. 9 11. Rio Salado III 209 12. Enlronque IV 420 13. Escheveria III una parte dei No. 12 14. La Noria IV 85 15. Chivas Palacio 44 16. Potrero de las Chivas II-III 219 17. Arroyo de las Chivas II-III una parte dei No. 16 18. Basque III 48 19. EISaucilio II-III 90 20. La Pena III-IV 47 21. Chapulimita IV 32 22. El Carmen III 37 23. San Juan de los Arros 1 1617 24. Mezquite II-III una parte dei No. 23 25. Cusillos Il una parte dei No. 23 26. Arroyo de Ahuisculco II-III una parte dei No. 23 27. Las Navajas Il 86 28. Ahualulco 1 426 29. Ahualutco Este III-IV una parte dei No. 28 30. Cortacena III 62 31. Laguna CoIorada III 51 32. La Providencia Il 93 33. Ahualulco Norte III-IV 79 34. HLitzilapa 1-111 397 35. Huitzilapa- A III una parte dei No. 34 36. Huitzilapa- B III una parte dei No. 34 37. HLitzilapa- C III una parte dei No. 34

225 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

38. Las Rosas II-III una parte dei No. 55 39. Los ceborucos Il 71 40. Santa Ouiteria 1 202 41. Los Bailadores Il una parte dei No. 40 42. Mesa Alta Il una parte dei No. 40 43. Uano Grande IV 36 44. Santa Rosalia Tumbas dei Formativo 36 45. El Arenal II-III 60 46. EtzaUân III-IV 29 47. Oconahua Il 47 48. Pipiole IV 21 49. Amititân II-III 63 50. Amititân 08ste Il 54 51. Animas II-III una parte dei No. 23 52. Las Cuevas tumbas dei Formativo 53. Mesa de las Pilas IV una parte dei No. 55 54. NogaIera IV una parte dei No. 13 55. Las Pilas Il 260 56. zaoometate IV 32 57. LaMora III-IV 39 58. Cerro de los Monos IV 49

Fig. 15 b. Zonas habitacionales de la regi6n de TeuchiMn y sus âreas habitacionales asociadas de mediana y baja densidad.

Area habitacional Area habitacional Zona habitacional de mediana densidad de baja densidad (hectâreas) (hectâreas)

1. Guachimont6n-San Juan de los Arros 9057 2. Ahualuloo 1053 3. Guachimont6n·Ahualul~San Juan de los Arros 9149 4. HLitzilapa 420 5. Las Pilas 878 6. Santa Quiteria 335 7. Las Navajas 176

226 LA EVOLUCION y ûCASO DE UN NÙCLEO DE CIVILIZACION

15 c. Zonas habitacionales de la regi6n de Teuchitlan: total de areas habitacionales.

Zona habitacional Total dei area habitacional

1. Guachimonl6n-Ahualulco-San Juan de los Aroos 23886 2. Huitzilapa 817 3. Las Pilas 1128 4. Santa Quiteria 537 5. Las Navajas 262

Fig. 16. Grafica que muestra la relaci6n entre el diâmetro y el volumen de los cfrculos (segun ühnersorgen y Varien 1993).

227 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Areas habilacionales y= -1238.3 + 561.77 x R= 0.86203 l 10000 iü o E 8000 .2 f! 6000 ~ °5 4000 ~ ca a> 2000 "0

g 0 0 10 20 30 40 Areas dominadas par silios de nivel III Raiz cuadrada de àrea habilacional (Ill')

y= 6210.7 + 527.66 x R= 0.56888 l 24000 20000

16000

12000

8000

4000 o o 10 20 30 40 Areas dominadas par silios de nivel Il Raiz cuadrada de àrea habilacion~1 (m')

y= 46672 + 864.19 x R= 0.37269 l 110000 iü E 100000 .2 f! 90000 ~ ~ 80000 '5 ~ 70000 ca CIl "0 60000 g 50000 0 Areas dominadas por silios de nivel 1 10 20 30 40 Raiz cuadrada de àrea habilacional (Ill')

Fig. 17. GréÜica de volumen de arquitectura formal comparado con el tamafio de las âreas de habitaci6n asociadas de alta densidad (segiIn Ohnersorgen y Varien 1993).

228 LA Evowa6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE ClVILlZACI6N

6 Silio de nlvel 1

o Silio de nlvel Il

• Silio de nlvel III

- Primer vecino de interaeei6n

- -. Segundo veeino de inleracci6n o 5"m

Fig. 18. Grafica de rnodelo de gravedad que rnuestra prirneros y segundos vecinos de interaccion para sitios con arquitectura formaI, con "a" en 0.5 (seglin ühnersorgen y Varien 1993).

229 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

6 Sitia de nivel 1

o Sitia de nivel Il

• Sitia de nivel III

- Primer vecina de inleracciOn S.m _... Segunda vecina de interacci6n o

Fig. 19. Grâfica de modelo de gravedad que muestra primeros y segundos vecinos de interacci6n para sitios con arquitectura formaI, con "a" en 2.0 (seglin Ohnersorgen y Varien 1993).

230 LA EVOLUCION y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACION

Area de posibles platalormas destruidas por el arado

Platalorma cb

1 Area de platalormas "':',1.3: destruidas por el arado \,_ • • ' ~ ...... Arroyo de Los Lobos :, 1.2"...... ,,- .... " Circulos A y B : 1.8 : Posiblemente •• 1 1 1 ~ 10 20 M conectados " Elevaciones de Platalorma Posible platalorma CirculoA Pilamide central: 3.75 m.

Numero de Lado dei Lado platalorma: patio: posterior. 1 .9m 2.5m 2 .95 1.55 3 1.3 2.2 4 1.15 1.8 5 1.5 1.5 6 1.55 1.25 7 1.7 .4 8 1.7 .7 9 1.3 1.35 10 1.5 2.6 11 .75 1.35 12 1.15 1.85 Circulo B e==-~o\ Piramide central: 1.35 m. Numero de Elevaci6n platalorma: central: . 0 : 2m . . 1 .6m >..,\ 0.' 1.7 2 .85 , 1 Posible ~ 3 .65 1 • monticulo 4 1.0 5 1.6 6 .95 7 1.15 8 1.35

Fig. 20. El recinto de Arroyo de Los Lobos de la zona habitacional de Teuchitlân.

231 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

,§ {();ltij!Jy El Saucillo

~ 2).:li~ 1 1 1 1 1 .•: 8 ... o lb lb 50 M /8l..~(·\ / : ~ Cuartos de roea ~ amonlonada Loma ~ 1 , CDN ~ 1

-.

Clave: p Plalalonna q Posible plalalonna 1 Terraza

Fig. 2]. El recinto de Saucillo de la zona habitacional de Teuchitlân.

232 Rfo Salado-Potrera de Tépopote Cfrculos a, h, c y juego de pelota Plataformas Doble hilada N de piedras r CD ~ 8. o ~ ~·tfo:..-oLoma ~ ~. t: . ~ Loma (l ~• Patio o­z ~ 'B' ("',, .. ,.: Cuarto de doble hilada ,.-, -< ,,:,.: Muy p~'rtUrbado:".:r ' Loma y afloramiento rocoso Piso § elevado '""'"~ . '4J.~t·'~"t:'". 1 o "8 -\-" of '"-1,-:=J:'" [il ~ #;'l''(~.~ ~ • #8 Patio #6 ~ ~. .-;. ..- Tlerra ~ ..··· (gID#1 _1.1m., o ...... #s(§) trl GD (l ~·,f-".....- =2 • \:J ...,

~ '~rt=\l Roca~~_ © l.!:.:U Posible plataforma ~ ..:. .... o·z ~\-~ Afloramiento 1 1 1 1 J Jo rocoso o 10 20 30 ~ M

l'o.J tM tM Fig. 22. El recinto de Rio Salado-Potrero de Tepopote de la zona habitacional de Teuchitlan. LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

.. -:-

",

,...... :0.511 : \ Complejo Tabacal­ ...... · : : e..--. · Sta. Cruz de Barcenas '...•:.fIiOClI ·· ...... 0.-.-",< · '. "'''- ·

." flmlUi j'" ,,.

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1 1 1 1 0.0 Z5 50 ..

Fig. 23. El complejo de Santa Cruz de Barcenas-Tabacal.

234 LA EVOLUCI6N y OCASO DE UN NÛCLEO DE CIVILIZACI6N

La "doble frontera" trans-tarasca trans-caxcana en visperas de la Conquista espaiiola (1460-1521) segun Weigand (Los limites territoriales son aproximados)

_-__ Chichlmeca Guamares Guachlchlles

., TZlnllunlzan 'UHualllo ro~ Pillllcuaro '-~ ImperlO Pur6pecha

Estados eaxeanes Estados fronlerizos Fonitieaeione. de Tonalà 1. Tuilltn 1. Elzatlén •. Las parede. 2. Tlalenango 2. Tonalll b. Coyul. 3. Teul 3. Zaccalco c. Alcnca 4. Sayula • Silio. de balalla 4. Juchilp. d. Huentitin 5. J.lp. 5 Autlàn e. Mes. Calor.dl @Lagos 6. NothiSlltn 6. Acoliman ~ Ruta de invasion 0 acometida

Fig. 24. La "doble frontera" transtarasca-transcazcana en visperas de la conquista espaiiola (1460-1521 d.C.).

235 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

REcONOCIMIENTOS

El trabajo de campo representado en este estudio se llevo a cabo con el permiso deI Centro Regional de Jalisco deI Instituto Nacional de Antropologia e Historia. Reconozco con gratitud el apoyo a la investigacion proporcionado por el Instituto de Investigaciones Antropologicas de la UNAM, la Secretaria de Recursos Hidraulicos, y El Colegio de Michoacân. Mis gracias especialmente a quienes han proporcionado ayuda, criticas y apoyo moral al proyecto: Mtra. Acelia Garcia de Weigand, Ing. Francisco Ron Siordia, Dra. Brigitte Boehm de Lameiras, Dr. 1. Charles Kelley, Profr. Pedro Armillas, Dra. Dolores Soto de Arechavaleta, Dr. Michael Spence, Dr. James Schoenwetter, Dr. Joseph Mountjoy, Dr. Emil Veakis, Dr. Michael Cinquino, Dra. Marie-Areti Hers, Dr. Michael Foster, Dr. Robert Shadow, Dr. Jay C. Fikes, Arqlgo. Jorge Ramos, Mtro. Otto SchOndube, Ing. Francisco Francillard Châvez, Lic. Luis Arias, Chris Beekman, Meredith Aronson, Mark Varien, Michael Ohnersorgen, Glenn Stuart, Dr. Eduardo Williams, y muchos otros. Finalmente, mi agrade­ cimiento especial al arqueologo Javier Galvân, deI Centro Regional de Jalisco, por su estimulo y ayuda.

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EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO: UNA REVISION DE SU CRONOLOGIA y SIGNIFICADO

Christopher S. Beekmanl Vanderbilt University

INfRODUCCI6N

En algilll momento dentro deI periodo Clâsico medio 0 Epiclâsico, el Occiden­ te de México experimento transfonnaciones dramâticas, que muchos autores desafortunadamente han descrito coma la "mesoamericanizacion" de esta re­ gion (clr. Meighan 1974; Schôndube 1980), y cuyos eIementos frecuentemente se ha sugerido son de naturaleza "tolteca" (v. gr. Weigand 1978). De igual manera, se ha sugerido que varios sitios poseen evidencia de una orientacion cultural "teotihuacanoide" (v.gr. Jiménez Betts 1992). Esta referencia recu­ rrente al Altiplano central y a sistemas politicos grandes ha oscurecido otras posibles fuentes para las disyunciones arqueologicas deI Occidente y norte de México. Pretendo demostrar en estas paginas que la mayoria de los materiales que se atribuyen a la interferencia deI Altiplano (tanto "teotihuacanos" coma "toltecas") en realidad pertenecen a una transformacion deI periodo Epiclasico con origenes en Guanajuato. El Altiplano central parece no haber jugado un papel importante en este caso, a menos que la caida de Teotihuacan se cite coma un impulso para el rapido crecimiento y expansion de sistemas politicos regionales en eI Occidente y norte ~periféricos". Utilizaré al centro de Jalisco coma punto de partida para la discusion mas amplia sobre cronologia, re­ gresando a esa misma area para una vista mas detallada de los contextos asociados con los nuevos materiales.

ELGRILLO

Durante la fase El Grillo deI valle de Atemajac, las tumbas en forma de caja y el complejo ceramico asociado a ellas reemplazan a las anteriores tumbas de

1. Traducido por Eduardo Williams.

247 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco tira y de pozo coma la forma dominante de entierros; esta transformaci6n esta bien documentada en el sitio de Tabachines (Galvân 1976; SchOndube y Galvân 1978; Aronson 1993). En este lugar la posici6n de los difuntos fue bastante uniforme: el individuo estaba muy flexionado, en posici6n sedente y viendo hacia el norte, siendo las ofrendas tipicas vasijas miniatura. Las ceramicas de El Grillo son distintivas, formando un rompimiento brusco con los materiales anteriores (fig. 1). Las nuevas formas incluyen bases anulares, soportes huecos tripodes, molcajetes con punzonado 0 incisiones (usualmente con base anular, pero ocasionalmente con soportes cilindricos 0 mamiformes), tipos de borde muy distintivos, placas 0 "bateas" rectangulares y casi planas, y la frecuente ocurrencia de copas y ollas miniatura en las tumbas. La.s ollas usualmente estân decoradas con una pequefia cara modelada sobre el borde (Castro Leal y Ochoa 1975; Galvân 1976, sJ.b; Schôndube y Galvân 1978; SchOndube 1983; Aronson 1993). Los nuevos tipos de decora­ ci6n incluyen pseudo-cloisonné, negativo, grabado con relleno de pigmenta rojo y manchado decorativo, miéntras que la pintura fugitiva se usa de manera mas extensa que anteriormente. Las combinaciones de colores incluyen las de perlodos anteriores, anadiendo nuevos colores, mientras que la organizaci6n y elementos individuales de disefio son bastante distintos de los anteriores (fig. 2), incluyendo cruces, espirales, disefios en forma de "s" (xonecuillis), grecas escalonadas (xicalcoliuhquis), medias lunas, ondas, secciones cortadas de con­ chas, bandas entretejidas, espirales unidas a extensiones en forma de ala, lineas ondulantes, bandas rajas simples en el borde, y ocasionalmente disefios zoomorfos (Galvân 1976, s.f.b; SchOndube y Galvân 1978; Schôndube 1983). Todos los tipos ceramicos, incluso las lozas utilitarias, parecen haber sido reemplazados por el nuevo complejo en el valle de Atemajac. El analisis de materiales hecho por Aronson (1993) documenta un dramâtico rompimiento en relaci6n con las anteriores cerâmicas de las tumbas de tira, en 10 que se refiere a tipos, formas, disefios, métodos de producci6n y el uso de las cerâmicas. Las nuevas formas arquitect6nicas son muy distintas de los dos circulos de la Tradici6n Teuchitlân de la fase anterior (Galvân s.f.a; Beekman s.f.a). Mientras que las fachadas talud-tablero deI Ixtépete, El Grillo y Coyula han sido los marcadores arquitect6nicos mas ampliamente enfatizados hasta la fecha (Corona NUi'iez 1960; Weigand 1992a; Galvân s.f.c), es mucho mas util la arquitectura en forma de "U" encontrada en El Grillo. Se le conoce de esa manera porque se compone de un patio central con estructuras unidas en tres de los cuatro lados (fig. 3). La estructura mas grande en el medio es una pirâmide, y usualmente hay un altar ubicado hacia delante entre los extremos

248 EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENfRO DE JALISCO de las estructuras laterales. Se supone que este complejo es una nueva forma de arquitectura publica (aunque las estructuras laterales podrian estar asocia­ das con habitaciones de la élite), y en casi todos los casos es el foco de asentamientos extensivos (Weigand 1990a; ver Beekman s.f.a para un ejemplo pequefio y aislado). Los patios hundidos/encerrados con altares (una categoria re1acionada con la anterior, que se discutini por separado mas adelante) y plataformas rectangulares grandes coma la deI Ixtépete (Galvan 1975) estân entre las otras formas distintivas de arquitectura que empiezan a aparecer en esta época. Los grupos de estructuras en patrones que forman una "U" se encuentran desde la fase El Arenal hasta fechas posteriores dentro de la se­ cuencia de Teuchitlân, coma la que se ha ilustrado procedente de Caldera de los Lobos (Weigand 1990b: fig. 12), pero tanto su forma coma su funcion parecen haber sido bastante diferentes (Beekman s.f.a). De cualquier manera, el complejo en forma de "U" es solamente un ejemplo de las formas arquitec­ tonicas rectangulares que proliferan por todo el centro de Jalisco comenzando en el Epiclasico, y un dudoso antepasado para una de ellas sirve poco para explicar la presencia de las otras. Sin fechas de radiocarbono, los calculos cronologicos para el complejo de El Grillo han ido desde el Clasico temprano/medio (Corona NUfiez 1960; Galvân s.f.c; Jiménez Betts 1988a, 1988b, 1992; Aronson 1993) hasta el Epiclasico (Schôndube y Galvân 1978; Schôndube 1980), 0 el Postc1asico temprano (Castro Leal y Ochoa 1975), aunque la mayoria de los investigado­ res 10 han considerado coma intrusivo en alglin sentido, con escasa relaci6n con las anteriores sociedades de las tumbas de tiro. Quienes han excavado en El Ixtépete (Castro Leal y Ochoa 1976; Galvân s.f.c) indican parale10s con la ceramica de las fases Corali11o, Cofradia y Nogales deI sur de Jalisco (Kelly 1945, 1949; Schôndube 1980), asi coma con Tepetate y Tingambato en Michoacân (Kelly 1947; Piffa Chan y Qi 1982). Jiménez Betts (1988a, 1988b, 1992) ha presentado uno de los mas convincentes argumentos en favor de una fecha temprana, sugiriendo paralelos con los materiales deI valle de Juchipila, La Quemada, el Bajio, los Altos de Jalisco, y la fase Alta Vista deI norte de Zacatecas, intentando ademas ligar los materiales relacionados dentro de una "esfera de interaccion" (cfr. Caldwell 1964), constituida por "Estados equi­ valentes" (cfr. Renfrew y Cherry 1986), que a su vez forma la periferia de un sistema mundial centrado en Teotihuacân (Wallerstein 1974a, 1974b). Sin embargo, la mayor parte de estas comparaciones se basan en paralelos entre elementos individuales mas que en complejos enteros, y algunas de las regio­ nes involucradas no cuentan todavia con una secuencia cronologica de fases.

249 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Este modelo también junta elementos de fases que se puede demostrar son diferentes, pero por falta de espacio no me es posible discutir aqui sus multi­ ples problemas de historia cultural y teoricos. Lo que me gustaria hacer a continuacion es enfocar esta discusion sobre otras secuencias donde materiales similares aparecen coma complejos intrusivos, con la finalidad de ubicar a la fase El Grillo en el tiempo, y en segundo lugar examinar coma cambios similares tuvieron lugar en el cercano nucleo de la Tradicion Teuchitlân, para después sugerir una interpretacion. Esto es una sintesis de un trabajo mayor sobre la cronologia de la Tradicion Teuchitlân (Beekman s.f.a), por 10 que las comparaciones seran presentadas de manera un tanto abreviada. Weigand (1990b, 1992b) ya ha sefialado algunas de las grandes similitu­ des entre la arquitectura publica deI complejo El Grillo y las de Guanajuato y Querétaro, donde las variaciones se agrupan bajo el nombre general deI "com­ plejo pirâmide-patio hundido-altar" (fig. 4) (Castafieda et al. 1988; Cârdenas, este volumen). La historia de este complejo no se entiende bien todavia, pero hay fechas de radiocarbono dentro deI Clâsico temprano/medio para uno de estos sitios en el noroeste de Guanajuato (Zubrow 1974:41-43), y parecen iniciar en la fase Morales (Efrain Cârdenas, comunicacion personal 1995), habiéndose encontrado incluso restos Chupicuaro en algunos de estos sitios (Castafieda et al. 1988; Crespo 1991a). Las funciones sugeridas para estos edificios son las mismas que las contempladas para los ejemplos de Jalisco (cfr. Ramos et al. 1993). Se llego a la maxima ocupacion durante el Epiclâsico, junto con un cambio hacia terrenos altos, después de 10 cualla arquitectura de este tipo desaparece, coma parte deI abandono general de la region por las poblaciones sedentarias (Castafieda et al. 1988, 1989). Las cerâmicas Chupicuaro deI Formativo tardio incluyen muchos de los mismos diseiios, formas y combinaciones de colores que aparecen primera en Jalisco con El Grillo (ver varias ilustraciones en Porter 1956; Frierman 1969), y que fâcilmente podrian ser el origen Formativo de las cerâmicas de El Grillo, pero yo no he encontrado todavia una secuencia cerâmica continua que llegue hasta el Epiclâsico y que nos permita rastrear esta evolucion. Las secuencias cerâmicas para el Bajio son escasas, y se han discutido principalmente en informes y tesis sin publicar, 0 en presentaciones orales. Existen secuencias para los siguientes sitios: Morales y Acambaro, Guanajuato (Braniff s.f.; Gorenstein 1985), Electra, sur de San Luis Potosi (Braniff 1992), y el valle de Querétaro (Crespo 1991b). En todos ellos se ve un contraste entre un complejo temprano, con rafces en Chupfcuaro y ocasionales lazos con las ceramicas de

250 EL COMPLEJO EL GRILW DEL CENTRO DE JALISCO

Teotihuacan, y uno tardio asociado con la expansi6n de la poblaci6n, ca­ racterizado por cuencos rojo sobre bayo con bases anulares, ocasionalmente decorados al negativo, asi como lozas grabadas cocidas en atm6sfera reductora, y una nueva iconografia compuesta de simbolos notablemente similares a los descritos para el complejo El Grillo (figs. 5, 7). Todas las nuevas fases en cuesti6n, 0 sea las San Miguel, Lerma, San Luis y Cerrito, son bastante distintas de los materiales mas tempranos. Existen fechas de radiocarbono sin calibrar para tres de estas cuatro secuencias, las cuales -tomando en cuenta la calibraci6n- sitUan a la transici6n consistentemente en el periodo entre 500 y 600 d.C. (Gorenstein 1985:45; Crespo 1991b:165; Braniff 1992:181). Un probable ejemplo deI complejo piramide-patio hundido-altar aparece en San Luis Potosi junto con los nuevos materiales (Crespo 1976: 81-83, fig. 30), mientras que los ejemplos de Querétaro pueden ser anteriores a los cambios en la cenimica (Crespo 1991a). Los patrones funerarios en el Bajio son en gene­ raI pobremente conocidos 0 poco publicados, pero las excavaciones en Cafiada de Alfaro localizaron entierros tanto flexionados como extendidos (LOpez 1992: cuadros 8, 9).

LA TRANSfORMACI6N DEL EPICLAsICO

Durante su punto culminante en el Epiclasico, la tradici6n arquitect6nica deI Bajio se expandi6 hacia las areas adyacentes, ocurriendo conjuntamente con un complejo cenimico reconocible. A veces vemos cambios en la cenimica sin que se reporten correlaciones arquitect6nicas, pero esto usualmente sucede en las regiones estudiadas en los primeros dias de la arqueologia en el Occidente de México, cuando los patrones de asentamiento frecuentemente se ignoraban y las descripciones de cenimica formaban el grueso de cualquier reporte. La relativamente bien fechada secuencia de Zacapu en el noroccidente de Michoacan es un buen lugar para comenzar. La fase temprana Loma Alta incluye cerâmicas con algunos de los disefios posteriores, pero con muy distin­ tas formas, patrones funerarios y arquitectura (Arnauld et al. 1993:87-118). Posteriormente aparecen entierros flexionados en cajas de piedra, en la fase Jaracuaro (500-600 d.C.) (Michelet et al. 1989:80; Arnauld et al. 1993:119­ 128), mientras que en la fase Lupe, que inicia en 600 d.C., hay criptas de piedra mas grandes, y formas, disefios y métodos decorativos de vasijas muy similares a las de El Grillo (fig. 8) (Arnauld et al. 1993:119-128, 153-155). Finalmente, para la subfase tardia (700 d.C.) se han descrito para el area arquitectura ceremonial en forma de "U" y otras formas deI norte (Faugere

251 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

1988: 148; Michelet 1989:287; Faugere- Kalfon 1991). Otro ejemplo es el complejo de piramide-patio hundido-altar en Tinganio, acompafiado de cera­ micas parecidas a las de la fase Lupe (fig. 9) (pifia Chan y ai 1982). Helen Pollard (este volumen) sugiere una mayor continuidad para la iconografia de la ceramica a través de esta transicion, pero también es evidente la disyuncion en la combinacion de colores, formas y funciones de las vasijas y patrones funerarios. Los cambios arquitectonicos son bastante claros, aun­ que el reciente hallazgo de un posible patio hundido en contextos de Loma Alta 3 (Carot, este volumen) presenta la posibilidad de otras continuidades. En la cuenca de Chapala, las ceramicas de la fase mas temprana, Pitallo, estân claramente ligadas con el assemblage2 de las tumbas de tiro (Bond 1971), mientras que las fases subsecuentes Chapala y Puerta Nueva de los margenes sur (Lister 1949; Meighan y Foote 1968) y norte (Bond 1971) incluyen vasijas grabadas cocidas en atmosfera reductora (que tienen fecha posterior en el norte), rojo sobre bayo con los disefios familiares, molcajetes, formas distintivas de ollas, copas y bordes, bases anulares, etc., aunque exis­ ten diferencias regionales entre los mârgenes norte y sur. En esta fase y en la subsecuente, Cojumatlân, aparecen sobre el margen sur entierros flexionados (Lister 1949:86-87; Meighan y Foote 1968:42-50), una estructura en forma de "U", una posible piramide doble y plataformas rectangulares estilo Ixtépete (Weigand y Weigand, este volumen). La cuenca de Sayula en el centro de Jalisco experimento una transicion de las tumbas de tiro de la fase Verdfa a los entierros flexionados de la fase Sayula, junto con un cambio en las ceramicas. Los siguientes rasgos ligan a Sayula claramente con el complejo El Grillo: molcajetes en forma de copas/ cuencos con base anular, decoracion al negativo, vasijas oscuras grabadas, ollas miniatura con caras sobre plaquitas adheridas, y diseii.os en forma de escalera, circulos, espirales y "S" (fig. 10) (Noyola 1994). Los datos sobre arquitectura presentados por Guffroy y Gomez Gastélum (este volumen) inc1u­ yen patios hundidos con altares en Cerritos Colorados, situando a esta region mas de lleno dentro deI patron Epiclâsico. Los complejos Colima y Armeria de la secuencia de Isabel Kelly para Colima incluyen molcajetes incisos y con acanaladura, con soportes tripodes 0 anulares, cuencos grabados de la misma clase que los dei sur de Jalisco, asi

2. Este ténnino. sin equivalente exacto en espaflol. se refiere a un grupo de objetos de distintos tipos encontrados en estrecha asociaci6n entre si (N. deI T.).

252 EL COMPLElO EL GRll..Lû DEL CENTRO DE JALISCO coma un cambio de las tumbas de tiro a otras pequefias de câmara, y final­ mente la primera aparicion de estructuras rectangulares dispuestas alrededor de plazas (Kelly 1978, 1980). Varias fechas de radiocarbono enmarcan la aparicion de estos materiales entre 550 y 600 d.C. (Kelly 1980:4). Solamente mencionaré de manera breve los complejos contemporaneos de la costa definidos por Mountjoy (1970, 1982, 1993) y Grosscup (1976). Estos complejos (Guayacan, Los Cocos, Amapa, y aparentemente Llanitos) demues­ tran algUn contacta con los materiales tierra adentro, a través de nuevos disefios. Sin embargo, no hay un rompimiento brusco en la secuencia hasta la siguiente fase, con la aparicion deI complejo Aztatlân, cuando tenemos arqui­ tectura rectangular de gran tamafio, asi coma formas, disefios, tipos y métodos decorativos en la cerâmica que son notablemente parecidos a los complejos deI Epiclâsico, aunque los diseiios de Aztatlân son mucho mas elaborados. De esta manera parece que hemos llegado al limite occidental de la transforma­ cion epiclâsica, aunque parece moverse hacia el occidente y la costa después de algunos siglos. Las extensivas excavaciones en Huejuquilla el Alto, en las montaiias deI noroccidente de Jalisco, han sido publicadas solo en parte, pero en la fase III, con una fecha de radiocarbono deI siglo VII, se tiene la primera aparicion de un patio hundido con altar y una estructura con columnas (Hers et al. 1981 :271­ 272,277; Reginster 1982:34; Fauconnier 1992:26-29). Las ceramicas pseudo­ cloisonné se reportan coma pertenecientes a esta fase (Hers 1983:27-28), pero fuera de esta los datos de la cerâmica no se han publicado. Cabrero documenta otra transformaci6n en la arquitectura, patrones funerarios y cerâmica, en el cafion de Bolanos deI norte de Jalisco. Hay un cambio de la arquitectura circular (predominantemente caracteristica de la Tradici6n Teuchitlan) hacia otra con énfasis en formas rectangulares (Cabrero 1989; Kelley 1971:770-771), inc1uyendo 10 que podria ser una estructura en forma de "U" en San Martin de Bolanos (Cabrero 1989:129), un patio hundi­ do con altar en Totoate (Kelley 1971:771-773), y probablemente en otros lugares también (Cabrero 1989:283-284). Las tumbas de tira de la primera fase de Cabrero son reemplazadas por "tumbas de câmara" construidas en los cerros, que ella compara con las tumbas en forma de caja deI valle de Atemajac; todo esta coincide con el cambio en la arquitectura descrito ante­ riormente (Cabrero 1989:129, 283-284). La secuencia cerâmica que existe para la region necesita de ser mas elaborada, puesto que algunas comparacio­ nes regionales parecen ser poco probables, pero hay varios indicios de que las lozas decoradas al negativo son mas tempranas en esta area que en otras

253 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco partes (Cabrero y Cruz 1993:76; Cabrero 1993:15). Las dos fechas de radiocarbono sin correccion con que contamos para Totoate aparentemente ubican al patio hundido y altar en los siglos V-VI (Kelley 1971:770-773),0 tal vez mas tarde después de la calibracion. La cronologia de La Quemada ha sido objeto de recientes estudios por Ben Nelson (1995), y su analisis de la extensa serie de fechas de radiocarbono sitUa a la principal ocupacion desde el siglo VI hasta el IX de nuestra era. El assemblage ceramico en su conjunto es muy similar a la ceramica de El Grillo, con tipos con grabado relleno de rojo, bateas pintadas, disefios distinti­ vos, tipos de bordes, etcétera (Trombold 1990; Strazicich 1995). Estructuras con columnas y complejos de patio hundido y altar, con 0 sin pirâmide, se han publicado para este sitio y para otros dentro deI valle de Malpaso (v. gr. Weigand 1978:82-83; Trombold 1991 :150, 153), mientras que el patron fune­ rario tipico aparentemente consiste de entierros flexionados 0 semiflexionados (Nelson et al. 1992:308). La presencia de etapas de construccion sepultadas en el sitio parece ser clara, pero no se ha determinado su antigüedad, ni si tuvieron origenes externos 0 locales; la elaboracion de una secuencia de fases cerâmicas ayudaria considerablemente a resolver este problema. Quisiera considerar brevemente la secuencia de Chalchihuites, aunque las dificultades cronologicas asociadas a ella hacen imposible una correlaci6n simple. Yo sugeriria una correlaci6n de El Grillo con la fase Alta Vista, con sus tipos Suchil Rojo sobre Bayo, pseudo-cloisonné, negativo y Michilia grabado relleno de rojo (fig. Il) (Kelley y Kelley 1971). Sin embargo, existen tipos de rojo sobre la base y grabado relleno de rojo, de decoraci6n considera­ blemente mas simple, desde antes de esta fase (Canutillo), por 10 que la exacta correlacion sigue siendo vaga. Los patios hundidos con altares centrales se consideran la forma dominante de arquitectura residencial y ceremonial a 10 largo de la secuencia Chalchihuites (Kelley 1971), mientras que en el sitio ceremonial de Alta Vista la piramide oriental parecida a la encontrada en el centro de Guanajuato ha sido reemplazada por la bien conocida columnata, y un poco cambiada su orientacion con fines astron6micos (Kelley 1976:25, 38). La ubicacion de la fase Alta Vista ha variado desde 300-500 d.C. (Kelley y Kelley 1971), hasta 750-850 (Kelley 1985), y la fecha definitiva seguramente caerâ entre estos dos extremos. El complejo Coyotlatelco deI Altiplano central de México es definido de manera distinta dependiendo si se encuentra en el valle de Toluca, Teotihuacân, o Tula. Sin embargo, las excavaciones de Rattray (1966) en Cerro Tenayo, asi coma las fases Prado y Corral de Tula (Cobean 1990:75-130) contienen com-

254 EL COMPLFJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO plejos que esos autores y otros han relacionado con las cenimicas deI Bajio (v. gr. Braniff 1972). Estos complejos variantes de Coyotlatelco estân com­ puestos principalmente de una loza rojo sobre baya con disefios distintivos de variable complejidad, un tipo con combinaci6n de rojo sobre baya y negativo, cuencos cocidos en atm6sfera reductora, 0 cuencos tripodes con disefios gra­ bados, y finalmente el uso extenso de cuencos de base anular y tripodes (figs. 12-14). La arquitectura de Coyotlatelco parece haber sido definida s610 en parte, pero Rattray (1972) ha excavado una estructura Coyotlatelco con co­ lumnas en un patio hundido en Pueblo Perdido. Por otra parte, también se han descrito entierros flexionados para las fases Corral y posteriores de Tula (G6mez Serafm y Fernandez Davila 1990). Coyotlate1co ha sido fechado con anterioridad, por calculos aproximados, hacia 750-950 d.C., pero recientemente ha habido muchos cambios a la crono­ logia deI Altiplano central en este periodo; el colapso final de Teotihuacan ha sido empujado mas hacia atras en el tiempo, y los marcadores crono16gicos que alguna vez se asociaron con la fase Metepec han sido encontrados en Xolalpan tardio, por 10 que la fase Metepec puede no existir (Saburo Sugiyama, comunicaci6n personal1994). También parece haber una creciente aceptaci6n deI hecho que Coyotlate1co se traslapa con el fin de la secuencia de Teotihuacân. Finalmente, una serie de fechas de radiocarbono calibradas, recientemente obtenidas y procedentes de un buen contexto Coyotlate1co, ahora ubican al inicio de la fase en 550-600 d.C. (parsons et al. 1995; Nichols y Charlton 1995). Estos cambios enfatizan la volatilidad de la secuencia deI Altiplano central, y el hecho de que no se encuentra grabada sobre la piedra. Los intentos de algunos de ver influencia de Teotihuacân en el Occidente 0 norte de México deberân de prestar mayor atenci6n a esta cambiante base de datos. Mi argumento es que el complejo El Grillo deI centro de Jalisco es uno de muchos complejos ceramicos parecidos que aparecen de manera intrusiva, caracterizados por disefios, formas, técnicas decorativas y colores distintivos, mas no por elementos individuales, en los estados de México, San Luis Potosi, Hidalgo, Querétaro, Michoacân, Jalisco, Colima y Zacatecas (fig. 15). Mu­ chos de los elementos de estos complejos aparecen tan temprano como el Formativo tardio en Guanajuato, aunque todavia no se ha formulado una secuencia continua que abarque desde ese periodo hasta el Epiclasico. Algunos pocos elementos cerâmicos tienen discutiblemente historias mas largas en otras partes, coma los tipos pseudo-cloisonné 0 negativo de Jalisco, pero estos ultimos fueron escogidos y explotados de manera mas extensa que nunca antes. Asociadas con estas fases paralelas tenemos nuevas y distintivas formas

255 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco de arquitectura que tienen sus origenes convincentemente en Guanajuato. Por otra parte, los patrones funerarios son considerablemente mas variables y ambiguos, al igual que la base de datos existente sobre entierros, pero muchos de estos complejos también se acompafiaron de cambios en la forma de ente­ rrar a los muertos. Aparte de las transformaciones sociales reflejadas en los drasticos cambios en la arquitectura publica y patrones funerarios, existen otros puntos en comUn. Este es un periOOo de mayor ~xplotaci6n de recursos naturales; por ejemplo, las inmensas salinas deI lago de Sayula pertenecen a la fase Sayula (Valdez 1993; Valdez et al. este volumen). Por otra parte, aunque no es claro qué se estaba extrayendo de la extensa red de tUneles en Chalchihuites (Weigand 1968, 1982), una reciente serie de fechas de radiocarbono ubica a la gran mayoria de las actividades mineras en el periodo 600-900 d.C. (Schiavitti 1995). Las vastas minas de obsidiana de Ucareo en el noreste de Michoacân empiezan a ser explotadas extensivamente, y sus productos son enviados a todo Mesoamérica, durante una fase caracterizada por cerâmicas rojo sobre baya descritas coma comparables a Coyotlatelco (Healan 1995). Muchas de las escuetamente reportadas cerâmicas "teotihuacanoides" de las extensivas minas de cinabrio de la Sierra Gorda de Querétaro son en realidad muy similares a los assemblages que en otras partes se han asignado al Epiclasico (Secretaria de Educaci6n PUblica 1970:28-31, figs. 18, 19,21,35,36); el sitio de procesamiento de cinabrio y mercurio en San José Ixtapa en el estado de México, justo al sur de las minas y seguramente relacionado con ellas, tiene una fecha dentro deI mismo periodo (Lim6n y Barba 1981; Barba y Herrera 1986; Barba 1990). Las observaciones de Pollard (este volumen) sobre el incremento en las demandas de bienes de prestigio en este periOOo coincide con el patron mas amplio observado en toda la region. Finalmente, algo que tam­ bién es comUn a varios de los complejos Epiclasicos deI norte es la evidencia de tzompantlis, as! coma varias formas de desmembramiento post mortem, descarnado, quema y exhibicion de restos humanos, y posiblemente canibalis­ mo (E. Kelley 1978; Holien y Pickering 1978; Pickering 1985; Hers 1989; Piojan y Mansilla 1990; Nelson et al. 1992). En los casas en que contamos con fechas absolutas, esta serie de comple­ jos se ubica de manera bastante uniforme dentro deI siglo VI d.C., en tOOo el marco geogrâfico incluido en esta discusion (fig. 16). Esto coincide con una expansiOn local de la poblacion deI Bajio, el cual después sufrio el abandono de poblaciones de reconocible filiacion mesoamericana alrededor deI siglo x, \Dl evento que se ha sugerido fue ocasionado por carnbios ambientales (Annillas

256 EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO

1964; Braniff 1974), aunque los datos ecologicos siempre han sido ambiguos (v.gr. Brown 1985). Mientras que los cambios parecen representar claramente algUn tipo de transformacion a 10 largo deI norte de México, podemos pregun­ tamos coma hemos de interpretarlos, especialmente en vista de la informacion tan fragmentaria sobre patron de asentamiento y datos sociales con que conta­ mos para estas areas.

EL CENTRO DE JALISCO y TEUCHITLÂN 1-11

En el valle central de la Tradicion Teuchitlan, justo al oeste deI valle de Guadalajara, el complejo funerario y ceramico de El Grillo aparece durante la parte media de la fase Teuchitlan J, que se ha definido por la arquitectura. Existen algunas diferencias con el complejo El Grillo "puro", por ejemplo, Weigand reporta que algunos tipos continuan brevemente junto con el nuevo assemblage, y que eI maxima desarrollo sociopolitico en eI nuc1eo de Teuchitlân parece tener lugar en estos tiempos (Weigand 1985, 1992b: fig. 9). Los com­ plejos en forma de "U" y los patios hundidos aparecen un poco después que la ceramica y las tumbas en forma de caja, al inicio de la fase TeuchitIan II, tal vez tanto coma 100 afios mas tarde (Weigand 1990a). Esta nueva arquitectura publica esta notablemente ausente deI viejo nucleo de asentamientos de Teuchitlan, y parece estar centrada en Santa Cruz de Barcenas, justo al sur (Weigand 1992b). Dentro de la vieja area nuc1ear, las piramides circulares distintivas de la Tradicion Teuchitlân con estructuras subsidiarias siguen sien­ do construidas y utilizadas, pero con modificaciones que inc1uyen numeros impares de estructuras alrededor dei monticulo central, coma en El Saucillo (Weigand 1979:415-416, fig. 3). Los pocos circulos que todavia se siguen utilizando fuera de la zona nuclear, ocasionalmente tienen estructuras rectan­ gulares anexadas, coma el patio hundido de Santa Maria de las Navajas (fig. 17) (Weigand 1994a). Los sitios fortificados que anteriormente habian vigila­ do los accesos al valle nuc1ear fueron abandonados en estos tiempos (Beekman s.f.b). Para complicar las cosas aUn mas, también tenemos la primera aparicion de estructuras residenciales muy sencillas, llamadas "corrales". Las excavaciones de Javier Galvan en Bugambilias Arriba (Galvan s.f.a), y pos­ teriormente las dei presente autor en Cerro de Tepopote (Beekman s.f.a), encontraron un complejo cerâmico distintivo, eI Atemajac, que solamente tiene lazos muy tenues con las ceramicas de El Grillo, y que incluye molcajetes tripodes rojo sobre bayo, ollas grandes y distintivas con engobe rojo, comales

257 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco y placas incisas y sin pintar cuya forma, mas no su decoracion, es similar a las deI complejo El Grillo. Estos "corrales" se localizan en terrenos elevados en eI occidente deI valle de Guadalajara (Galvân s.f.a), al menos en dos sitios de la Sierra La Primavera (Beekman s.f.a), y en el cuadrante noreste deI valle de Amatitân, donde a veces se sobreponen en la parte superior de las estruc­ turas circulares anteriores (fig. 18) (Weigand 1992b: Fig. 4, comunicacion personal 1994), formando un interesante paralelo con la distribucion de las nuevas estructuras rectangulares en eI sur. Exceptuando estos casos, los corra­ les no aparecen junto con estructuras publicas, y su disefio no sigue un patron particular. Estructuras muy similares se encuentran en varias localidades deI norte de Jalisco y Zacatecas, en fechas tanto anteriores coma posteriores (fig. 19) (Foster 1978; Zepeda y Vackimes Serret 1991; Cabrero 1989: figs. 53, 55,60,82; Deltour-Levie 1993). En resumen, la fase Teuchitlân II marca un periodo en el que el antiguo valle central de la Tradicion Teuchitlân se ha dividido, con corrales en terrenos altos de la parte noreste deI mismo valle y en el de Guadalajara, mientras que la arquitectura circular sigue principalmente en su viejo dominio a 10 largo de la orilla dellago, y la arquitectura rectangular ocurre fuera deI ârea nuc1ear, centrada en el sur, con Santa Cruz de Bârcenas. Yo interpreto la division espacial durante el Epiclâsico coma algo que apoya fuertemente la hipotesis de que los complejos El Grillo y Atemajac estân cuando menos vagamente aso­ ciados con distintas poblaciones biologicas, con origenes en el este y el noTte. Aronson (1993) ha llegado a sugerir que las distintas manifestaciones deI complejo El Grillo en el ârea de Guadalajara y en el nuc1eo de Teuchitlân se deben a la mayor pob1acion y comp1ejidad social en esta ultima ârea, permi­ tiendo una râpida transicion en el valle de Guadalajara, mientras que procesos mâs comp1ejos de interaccion social tuvieron lugar hacia el oeste. Un fenome­ no similar podria explicar la evidencia a veces ambigua de continuidad 0 rompimiento en Teotihuacân durante la fase Coyotlate1co. Esta interpretacion de los cambios en cerâmica, arquitectura, patrones funerarios y sus contextos, funciona mejor en Jalisco y el Altip1ano central, y la transformacion deI Epic1âsico puede ligarse con la primera aparicion de la lengua nahua en esas areas. Esta explicacion parece ser mâs débil para Michoacân, donde el distintivo idioma tarasco debe de haberse desarrollado tras un largo periodo de aislamiento en la Sierra Tarasca, y es interesante que parece haber una mayor continuidad en algunos aspectos de la cultura material en Michoacân. La sugerencia de que poblaciones deI Bajio se trasladaron a las âreas vecinas durante el Epic1âsico sigue siendo una hipotesis, y mayores

258 EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO pruebas al respecto habrân de requerir programas de excavaciones extensivas, con analisis métrico, no métrico 0 de ADN sobre las poblaciones de esqueletos (a la Christensen 1995). Estoy consciente de que los movimientos de poblaciones son bastante poco populares como parte de las reconstrucciones de historia cultural. Sin embargo, movimientos de poblacion de relativamente gran escala esmn bien documentados durante la prehistoria de Mesoamérica (v. gr. Fowler 1989), y tres grupos independientes hablantes de nahua (cocas, tecuexes y cazcanes) se registran durante el periodo de contacto en el proceso de un graduaI movimien­ to (pero rapido en términos arqueologicos) deI norte hacia el centro de Jalisco, cada uno empujando al anterior mas hacia el sur (Baus 1982, 1985; Weigand 1993; Weigand y Garcia de Weigand s.f.). También debe de tenerse en mente que el area bajo discusion se encuentra en la orilla de 10 que se ha llamado la frontera norte de Mesoamérica, la zona de transicion entre poblaciones seden­ tarias y las que no 10 eran, y correlacionada con los limites de la agricultura (Armillas 1964). Asi pues, las sociedades que vivian en esta zona estaban dentro de un marco ecologico potencialmente inestable, y cambios grandes 0 pequeiios en la poblacion pudieron haber tenido lugar en la prehistoria. Los movimientos de poblacion son una forma de contacto cultural, y sus aspectos mas interesantes son los siguientes: l.por qué hubo un cambio de localidad? l.como interactuaron las nuevas y viejas poblaciones entre si? y finalmente, l.como se formaron las nuevas relaciones sociales y politicas? Para resolver de manera adecuada cualquiera de estos puntos se necesitaria de proyectos gran­ des, pues estas importantes preguntas estân mas alla de 10 que puede resolver la base de datos existente.

CaMENTARIaS FINALES

Un ultimo punto que quiero seiialar es que éstas no son migraciones al azar, de tipo deus ex machina. Hay numerosos sitios con circulos de la Tradicion Teuchitlan en el norte de Jalisco, ellugar de origen sugerido para el complejo Atemajac durante las fases Teuchitlan 1 y II (Cabrero 1989); también hay ejemplos de arquitectura de esta tradicion en sitios grandes deI Bajio durante el mismo periodo (Sanchez Correa y Marmolejo 1989; Nalda 1987; Jorge Ra­ mos y Efrain Cârdenas, comunicacion personal, 1994-95), y en el sitio de El Cobre uno aparece junto con un complejo de pirâmide-patio hundido-altar, aunque estân en sectores distintos deI sitio (Sanchez Correa y Marmolejo 1989: fig. 4; Castaiieda et al. 1988: fig. 17; Moguel Cos y Sanchez Correa

259 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

1988). También se ha sugerido p1ausiblemente que algunos pocos sitios en el Bajio tieneri lazos no bien definidos con Teotihuacân durante las fases Xolalpan y Metepec (Brambila y Velasco 1988; Castai'ieda et al. 1988:326-327). Parece haber estado operando una relaciôn sistematica, ligando a los movimientos de poblaciôn hacia el sur con lineas anteriores de comunicaciôn hacia las tierras altas. Es lôgico suponer que tal flujo de poblaciôn pudo haber sido una carga demasiado pesada para las sociedades/sistemas sociopoliticos de las cuencas lacustres del sur. Nuevamente, los datos arqueolôgicos concuerdan plenamente con la informaciôn etnografica sobre movimientos de poblaciôn (v. gr. Anthony 1990). Para conc1uir, las transformaciones deI Epiclasico en el Occidente y norte de Mesoamérica no fueron causadas por algun macro-sistema sociopolitico en particular, y ciertamente no por alguno deI Altiplano central de México, que usualmente ha recibido demasiado crédito por eventos que sucedieron en regio­ nes distantes de Mesoamérica. El gran aumento en la actividad econômica durante este periodo se puede adjudicar mejor a la pro1iferaciôn de pequefios sefiorios poco estables, cuyas demandas por considerables cantidades de bie­ nes de prestigio pudieron haber sido mucho mas grandes que las de Teotihuacan. Es necesario tener una cronologia mucho mas refinada para la regiôn bajo discusiôn, antes de poder postular relaciones de causa y efecto entre las poblaciones cambiantes, los probables cambios en el medio ambiente, y la caida de redes econômicas y politicas basadas en los varios sistemas lacustres de las tierras altas. Pero la evidencia arqueolôgica de movimientos de pobla­ ciôn significativos desde la periferia nortefia, parece ser ahora mas fuerte para el Epic1asico que para las migraciones documentadas etnohistôricamente desde Aztlan durante el Postc1asico.

260 EL COMPLEJO EL GRILLa DEL CENTRO DE JALISCO

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Fig. 1. Fonnas y decoraci6n de ceramica dei complejo El Grillo (tomado de Galvan 1976: lam. Il).

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Fig. 2. Diseiios deI complejo El Grillo (tomado de Galvan 1976: lâm. 13).

262 EL OMPLEIO EL GRJLLO DEL CENTRa DE JALISCO

Fig. 3. Complejo en forma de "u" en El Grillo, Jalisco (fotografia deI autor).

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r­ en> (') §i R >en Clm r- a 8a ~ tri Clm ~ ------..::;;:..:---.. m· ::::-...... >< .<·r Figura 7 § ~...:·;r San Bartolo ~ Aguacaliente Estructuras./:==--· .---: ..... A,E Conjunto patio cerrado G ;'f -- - _ • -- .... B, C, 0 Plaza contres basamentos ~ •- -. ------Cota edilicio 1m F Calzada •.•... :.... • --_ Cota terreno 10m G Manantial -. - -- --. .... t ! Fig. 4. Ejemplos deI complejo pirâmide-patio hundido-altar en San Bartolo o 7

Aguacaliente, Guanajuato (tomado de Castafleda et al. 1988: fig, 7). Castaiieda, 1980 EL CûMPLFJO EL GRll.Lü DEL CENTRO DE JALISCO

Fig. 5. Cerâmica asociada con el complejo pinimide-patio hundido- altar de Guanajuato (tomado de Castafieda et al. 1988: figs. 10 y 13).

265 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Fig. 6. Cerâmica dei complejo Lerma de Guanajuato (tomado de Gorenstein et al. 1985: figs. 3 y 75).

266 EL COMPLEJO EL GRILLa DEL CENTRO DE JALISCO

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Fig. 7. Disenos de la fase San Luis de San Luis Potosi (tomado de Braniff 1992: him.45).

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Fig. 8. Cerâmica deI complejo Lupe, Michoacan (tomado de Arnauld et al. 1993: figs. 53 y 54).

267 LAS CUENCAS DEL QCCIDENTE DE MÉXICO

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Fig. 9. Cerâmica de Tinganio, Michoacan (tomado de Piiia Chan y Qi 1982: fig. 6).

268 EL COMPLEJO EL GRILLû DEL CENTRO DE JALISCO

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Fig. 10. Ceramïca dei complejo Sayula, Jalisco (tomado de Noyola 1994: figs. 1 y 5).

269 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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Fig. II. Cerâmica deI complejo Alta Vista, zacatecas (tomado de Kelley y Kelley 1971: Iams. 12 d, i, 18 d, C, 48 a).

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Fig. 12. Cerâmica negra esgrafiada deI complejo Coyotlatelco -N~ (tomado de Rattray 1966: figs. 3 y 4). LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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Fig. 13. Diseiios principales deI complejo Coyotlatelco (tomado de Rattray 1966: fig. 21).

272 EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO

Fig. 14. Ceramica deI complejo Prado, Hidalgo (tomado de Cobean y Mastache 1989: fig. 5.15).

273 ~ El Occidente en el Epiclasico

~ Nucleo dei Complejo Piramide-Patio Hundido­ ~ Altar en el Clasico • Complejos Analogos de CeramicalArquitectura o Fases de Cambio o Sitios de Referencia

1 1 1 o 10: 200 Km cD r

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105' Fig. 15. Mapa deI Occidente durante el Epiclasico. EL COMPLEJO EL GRILLO DEL CENTRO DE JALISCO

zaeatecas 1 Jalisco 1 Michoac~ Guanajuato ~erétaro SLP Hidalgo, /------r---r-J..---,--,-----L----,--+---,---r---t-----i Mexico, OF Cuenca Olapala Villa 1-----1 Suchil La Valle de de Chalchihuites ~ BalaDas Nayarita H. 1 S. zacap.! Morales AcHbaro ~erétaro Reyes Mesa Central

Calichal Clapala/Fuerta"._ "._*iSi 800 '1 La Hum ~ Tardio III !.lIpe san San Coyotlatelco 100 Alta Vista ltiguel Itœ Cmito Luis 600 Metepec SOO II Pitallo lœ Arado Xolalpan Canutillo Alta 100 .. san liiIiilWt Morales ItiItl~ Juan Tlamililolpa 300 .. _lIil~&: sin Miccaotli 200 nlliire ~t~1rfl1'kt 100 Tzacualli IlI!Wf[l[f 0

O1upicuara Fatlachique 100 Tardia .'tt141 TicllllaD IV 200

Nayarit Jalisco Colila Jalisco

Valle TilIilzula san de Tuxca- Tuxpân Alapa BIas Banderas Tclatlân Colilla Autlân cuesco zapotl~ sayula Magdalena AteEjac

Cmitos S.Cruz A1tatl~ A1tatl~ Laurel 1 1 .. ;;'" ..... 900 • meria .. Teuchitl~ - -- II 800 Los .. :j 100 AIapa Cocos Llanitos Q1ayaw Colilla Caf radia Caralilla Iogales sayula Bl Grillo Teuchitl~ 600 Il?II 811 -1 • 500 1 cœla Tuxca- Verna larly ••--1 -cuesco -1 Tabachiœs 400 Gavilan Ixtl.\n La Pintada -Ahualulco 300 Ortices - 200

Fig. 16 (a yb). Cuadro crono16gico con fechas sugeridas.

275 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

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1.5 BanQuetai ..l~t 1"terraza l. Plazalll Ex Hacienda de Santa Maria de las Navajas, Jalisco :i:i •• ..J Weigand, 1993 '.;. m·······

Retallo ~:. (8L.~ 1 1 1 1 1 10 zo 30 40 150 101 (8:0"'~~.T'~'a ,-- TerrazalPlatalorrna ,'" '" Arado Plol_ Banqueta . do."'"u ,. "':.. SaQueo 110'01""" 5 5 ~ ,.~ 10 Plaza Il ~ Platalorrnas Platalorrnas cb

Fig, 17. Ejemplo de la fusion de arquitectura circular y rectangular en la fase Teuchitlân II, Jalisco (tomado de Weigand 1994).

276 . Colina ~"I cb "'l \', (j~:';;I~"',:~:Posible ~ ~pr~.. -. t-;.:",:: de .' , . ."".. t· ': Terraza ' '. ' '. '. , , '. . (Gy'.. miento ".: ....." ::.' ?: .allora ' ...'ll .: Il> ::, ". ". n "1,. V ~ ~ o .. ~ ~(..'~"':~:::'~'\';m' ..~ v~._...... ~.....'~', , ielfllZ3s ~:; o Terrazas .: , tr;Jl .,.". , '.'.. :'; 1fJ . ~ • - P'" ~ I:i' .' . ~ ~.".~e !' ,P.~@ .. '.:.'~ :.@~\~.~~~~'O"O:1 ~ œ CS I~.".: .• ,~.#~~ Banqueta ,. ,.:...... J ?",AY ,g, ••.,'. 0"" 0 '._A_II...

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18. N Fig. Ejemplo de la superposici6n de "corrales" sobre circulos de la Tradici6n -.l -.l Teuchithin (tomado de Weigand 1990b: fig. (,). N -..J 00 ~ ~ ---...... -...... a...... ~ r :'111.-CI b (ft<' ..... on,,~ t""" "1 n ""if' l\. • "li!; ~ » Q [ en ~ () ., t:;; ,.• "-.- --::-- c: ~ ~.l, ~l~~a"1!"''f~ëJ~~'~~.~Q...... ~» î en { o Li 01 · ~lit ~~"t "'q.. ~~.Cl Il !!l 1 ~'-0 !: 'i J. O:::-~1er J:t..... _ o . .: ~, 8 .. "'t"~•.-•. ., .. .., .. '. ". "il a ~\"~.~ ~t Iil~ ·"'«.JO}.. l"I!ii' It Oa ~..''i~... E:::::':ir •.fP (' • ,..." '- . 4. l'i s. " ,... ~ o ~ 0"~~~~.j,m \ fi.c., 1 Q...... • Iibœ .. - .. c 1 ! ~ m· ~<;)Q~tt:~·"tL~"~C7"e!!!!,'('~~.!:\ Il. fil. Il 0 .~.....~ ...... ta;.. '."_. ..J X § CERR) DEL PUEBLO~_. ~._~-

Fig. 19. Piano general de la cumbre dei Cerro dei Pueblo, Tenzompa, Jalisco, mostrando los "corrales" (tomado de Hers 1989: fig. 19). EL COMPLEJO EL GRILLû DEL CENTRO DE JALISCO

AGRADECIMIENTOS

Gran parte del presente trabajo fue escrito mientras el autor estaba como becario de estudios precolombinos en Dumbarton Oaks, Washington. El traba­ jo de campo fue financiado por la National Science Foundation, Sigma Xi, el Explorer's Club, y la Universidad de Vanderbilt. Quisiera también agradecer a Javier Galvan y Phil Weigand por proporcionarme sus datos inéditos. Su ejemplo es un modelo de profesionalismo entre los investigadores. Finalmente, gracias a Eduardo Williams por haber realizado la traduccion de este trabajo, y por su invitacion a participar en el Simposio.

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291

LA ARQUITECTURA PREIDSPANICA y LA SECUENCIA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA, JALISCO: OBSERVACIONES PRELIMINARES

Phil C. Weigand y Acelia Garcia de Weigand1 El Colegio de Michoacém

INl'RODUCCI6N

Han sido publicados varios estudios sobre aspectos lirnitados de la arqueologia prehispamca de la cuenca de Chapala, Jalisco. El primer estudio importante sobre esta zona fue el de Starr (1897), pero su enfoque se 1imit6 a las figuri11as miniatura y vasijas. Los reportes mas informativos han incluido informacian derivada de excavaciones de entierros y/o descripciones de tipos cerâmicos (Noguera 1944; Lister 1949; Meighan y Foote 1968; Bond 1971). Introduc­ ciones 0 resUrnenes de la arqueologia de esta area general deI Occidente han sido presentados por los siguientes autores: Annillas (1948); Kelly (1948); Lister (1955); Bell (1971); Chadwick (1971); SchOndube (1980); y mas recientemente, en ellibro editado por Boehm de Lameiras (1994). Varios de estos resUrnenes contextualizan brevemente 10 poco que se conoce de la cuenca de Chapala, situandola dentro deI marco regional mas arnplio. Mientras que el estudio distribucional de Lister (1955) es el mas completo, ya resulta bastante anticuado. Una serie de articulos breves fue publicada por la Sociedad Arqueol6gica de Chapala en la revista Pantoc,2 aunque su enfoque en gran medida se limita

1. Traducido par Eduardo Williams. 2. Esta es una rcvista, ahora descontinuada, de la E3cuela de Antropologla de la Universidad Aut6noma de Guadalajara. Pantoc (publicacione& Antropoiogica& dei Occidente de México) fue editada par el Licenciado Alfonso Magafta durante los seteota y ochenta. Los articulos de la Socied&d Arqueol6gica de Chapala fueron reoolectados, coordinados y editados par Robert Koll, un residento amaicano 1lItira­ do de Ajijic. Son muy dificiles de encontrar hoy en dia, especialmente el juego completo, pero son una valiosa adici6n a la arqueologla de la cuenca de Chapala.

293 LAS CUENCAS DEL OCCIDENfE DE MÉXIco a descripciones bastante sencillas de cerâmica de superficie. En estos articulos se identifican cerca de 25 sitios alrededor de las playas de la laguna de Chapala. En todos estos reportes y resumenes, existen pocas observaciones sistematicas sobre arquitectura, y casi nada sobre los patrones de asentamiento prehispânicos de la cuenca. Excepto por algunos pocos articulos breves y tesis aparte de los ya senalados, el interés sobre esta cuenca parece haber disminui­ do.

EL RECONOCIMIENTO DE CHAPALA

Nuestro interés sobre la cuenca de Chapala se inicio como un esfuerzo para contextualizar geograficamente los complejos arqueologicos de la seccion nuclear de la Tradicion Teuchitlan, localizada en la region al noroeste de Chapala (cfr. Weigand 1993). Nosotros observamos, como 10 han hecho mu­ chos otros (cfr. Kelley 1974), que la cuenca de Chapala se encuentra sobre una mta natural de comunicacion entre el valle deI Rio Lerma (y puntos al este), y los distritos lacustres deI centro-occidente de Jalisco (y mas alla, hacia el litoral Pacifico de Nayarit y Sinaloa). En vista de que se ha encontrado arquitectura deI tipo Teuchitlân en varios sitios deI Bajio (Sânchez y Marmolejo 1990; Ramos y Lopez 1992; Cârdenas s.f.), y deI estado de Hidalgo (Nalda 1987), parecia logico realizar un examen de la cuenca de Chapala en busca de esta configuracion arquitectOnica. Nosotros descubrirnos dos sitios con la arquitectura de CIrculos concéntricos propia de la Tradici6n Teuchitlân en la cuenca de Chapala: el que esta sobre el rancho El Molino tiene dos circulos y una gran cantidad de plataformas, incluyendo algunas terrazas bajas. El circulo mas grande tiene un diametro de ca. 80 metros. La posicion de este complejo esta fortificada naturalmente, viendo hacia el ingreso a la cuenca de Chapala al sudeste, y a la cuenca de San Marcos/Zacoalco al sudoeste. Nosotros pensamos que este complejo es una "comunidad de entrada" (gateway community) entre las cuencas de Chapala y Zacoalco y el nuc1eo de la region Teuchitlan. La presencia de ceramica Ahualulco y Teuchitlân Rojo Sobre Crema permite fechar provisionalmente estos circulos entre las fases El Arenal tardia y Teuchitlân 1 (ver cuadro I). Estas estructuras han sido mapeadas, pero el reconocimiento deI ârea de habi­ tacion circundante sigue incompleto, aunque se ha notado que es bastante dispersa. Mas hacia el sudeste, en Jocotepec, se encuentra otro edificio circular de 75 metros de diametro, junto a una serie de plataformas. Esta estructura ha

294 LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA sido completamente destruida por la dramatica expansi6n urbana de Jocotepec durante los ultimos anos. Afortunadamente, nosotros mapeamos la estructura circular y plataformas adyacentes poco antes de que fueran destruidas (fig. 1). Otras estructuras cercanas a las anteriormente mencionadas fueron destruidas sin haber sido estudiadas. Recibimos reportes de saqueadores y de obreros de la construcci6n sobre el hallazgo de figurillas huecas de ceramica y vasijas en esta area; se observ6 ceramica deI tipo Ahualulco Rojo Sobre Crema. Pen­ samos que la estructura de Jocotepec es otro complejo "de entrada", mas retirado que los de El Molino y c1aramente no fortificado, pero en gran parte contemporâneo con este ultimo. El circulo de Jocotepec miraba directamente hacia ellitoral de Chapala. Ninguno de los complejos circulares mencionados parece haber tenido juego de pelota; ambos se encuentran en el extremo nor­ occidental de la cuenca de Chapala. Aparte de los ya mencionados, existen otros complejos de platafonnas en el ârea de Jocotepec, aunque muestran una distinta inspiraci6n arquitect6nica y parecen ser de fecha posterior a los edificios circulares mencionados arriba. Las plataformas cerca de Chantepec (0 El Chante, ver fig. 2) son de las mejor preservadas en todo ellitoral norte de la cuenca de Chapala. La morfologia arquitect6nica de este sitio es estrictamente rectangular. La presencia de ties­ tos en superficie es escasa, pero parece ser predominantemente de los periodos Epiclasico y Postclâsico. También existen tiestos diagn6sticos de otras regio­ nes en el sitio, coma la variedad policroma 19uanas (0 Roblitos) de la regi6n de Amapa, Nayarit (cfr. Bell 1971; Sweetman 1974; Meighan 1976) y un soporte de molcajete moldeado similar al tipo Huistla Policromo (cfr. Glassow 1967). Este complejo de plataformas parece c1aramente pertenecer a una fase posterior a Teuchitlân. Al igual que en el Bajio, sin embargo, no es raro encontrar edificios circulares en asociaci6n con arquitectura de diferentes tradiciones fuera deI ârea nuclear de la Tradici6n Teuchitlân. La pregunta que nos planteamos fue la siguiente: l.qué hay mas alla de estos sitios de entrada con arquitectura circular en el ârea de Jocotepec, y mas lejos hacia el coraz6n de la cuenca de Chapala? A fin de responder esa pregunta, examinamos entre otras las series de fotografias aéreas de DETENAL, y comenzamos a recorrer lentamente la red de caminos alrededor deI litoral y laderas bajas de la cuenca, examinando detalladamente las âreas que parecian ser especialmente promisorias al combi­ nar los complejos arquitect6nicos observados en las fotografias aéreas con la inspecci6n de superficie. Aunque no encontramos otros sitios con restos

295 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco reconocibles de arquitectura circular concéntrica deI tipo Teuchitlân, si logra­ mos ubicar muchos de los sitios mencionados en los capitulos de Pantoc, asi coma la mayoria de los reportados por Meighan, Foote, Lister y Noguera, aparte de mâs de 30 sitios que no habian sido reportados antes de este recono­ cimiento preliminar (fig. 3). Ademâs, en las fotografias aéreas de las zonas que han sido "recobradas" para la agricultura de sub-irrigacion, observamos una gran zona de posibles chinampas en el delta cerca de La Barca, aunque hasta la fecha no ha sido posible encontrar indicios de ellas en la superficie. Dentro de esta ârea de delta se observa una serie de pequeiios cuadrados y rectângulos muy efimeros, mas 0 menos deI mismo tamafio de las chinampas de la region de Teuchitlân (Weigand 1994), por 10 que pensamos que es muy probable que existan chinampas en la cuenca de Chapala.

TEPEHUAJE

En el ârea entre San Luis Soyatlân y Tizapan el Alto, sobre el litoral sur deI lago, encontramos varios sitios grandes y bien conservados que ofrecieron la posibilidad de anâlisis locacional, deI tipo "vecino mâs cercano" y "modelo de gravedad" (ver el estudio de Ohnersorgen y Varian [s.f.] para la region de Teuchitlân). El mâs grande de estos sitios se encuentra en Tepehuaje; en estas pâginas presentamos una descripcion preliminar de este fascinante complejo, el mas elaborado y monumental encontrado hasta la fecha en toda la cuenca de Chapala (con la posible excepcion de la grande pero muy dafiada ruina cerca 3 de San Gregorio, Michoacân ), aunque aparentemente no tiene plazas. El sitio de Tepehuaje se encuentra en el Municipio de Tuxcueca, Jalisco, aproximadamente a un kilometro al occidente deI rancho deI mismo nombre.

3. La localizaci6n de San Gregorio se encontraba anteriormente mas cercana a las mflrgenes dellago de Chapala que en la acb.Jalidad. Tanto la remoci6n de tierra como el saqueo han sido intensivos en este sitio, par 10 cual muy poco de la arquitectura se ha conservado 0 sigue siendo entendible. Mientras que varios de los monticulos son grandes, no parecen tener plazas asociadas. Meighan y Foote (1968:20) calcularon que todo el sitio ocupaba una extensi6n de alrededor de dos kil6metros cuadrados con "monticulos culb.Jrales (sic) grandes y pequeflos", un calculo que pensamos es razonable. Los infor­ mantes de la localidad recuerdan cuando el ârea dei sitio se encontraba ocasionalmente rodeada de agua poco profunda durante perlodos de lIuvia abundante. El ma pantanosa entre San Gregorio y la acb.JaI orilla de la laguna de Chapala ha sido transformada en campos de cultivo, con una de las mas intensivas agriculturas de subirrigaci6n deI ârea. Meighan y Foote (1968) reportan otro sitio muy daftado cerca de San Pedro, al sur de San Gregorio. Nosotros encontramos una serie de montlculos cerca de Pajacuarân, que pueden ser el sitio al que los citados autores se refirieron. Ademas, el saqueo y la nivelaci6n dei terreno en este lugar han sido extremos.

296 LA SECUENCIA CULlURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Este ultimo se localiza a medio camino entre Tuxcueca y San Luis Soyatlân. Tanto el rancho coma el sitio son de facil acceso por la vieja carretera interna­ cional No. 15, a 10 largo de la orilla sur de la Laguna de Chapala. De hecho, los dos recintos principales (figs. 4 y 5) son visibles desde la carretera. Lo­ calmente se conoce a la parte monumental de este extensivo sitio coma "Los Cerritos". El sitio mira hacia la Laguna de Chapala, y los principales conjuntos arquitect6nicos se localizan en la secci6n media de las laderas, aproximadamente a medio camino entre la orilla deI lago y el Cerro el Alto. Algunas secciones de la zona habitacional se encuentran entre los principales conjuntos y la orilla dellago, tanto al oriente coma al occidente de los recintos principales. Un reconocimiento preliminar de superficie fue llevado a cabo en este sitio y en otros lugares entre Soyatlan y Tizapân, durante periodos breves de trabajo de campo empezando en 1992 y continuando hasta la fecha. No se hizo recolecci6n de material de ningUn tipo, ni se modificaron de manera alguna los elementos arqueo16gicos durante el mapeo y fotografia, de acuerdo con la naturaleza deI permiso extendido por el INAH para estudios de superficie. La ceramica y otros artefactos se examinaron in situ, y se dibujaron perfiles de muchos pozos y trincheras de saqueo. Los potreros en los que se localiza el sitio se encuentran bajo cultivo intensivo, pero en las areas mas protegidas junto a los muros de piedra se puede ver una comunidad densa de bosque de matorral con huizache, mezquite y nopal. Un arroyo intermitente corre a través de la parte oriental deI area de habitaci6n; este arroyo tiene c1aras muestras de terraceado interno, que actual­ mente esta siendo alterado por una nueva actividad de corte. Pudo haber sido una corriente de agua permanente antes de la masiva deforestaci6n registrada durante los recientes siglos. El dafio causado por la agricultura a las areas habitacionales ha sido extremo, y solamente un poco menor en las areas con mayor construcci6n de los recintos, aunque muchas de estas estructuras siguen en condiciones relativamente buenas. Las rocas han sido y siguen siendo removidas sistematicamente de los edificios que se encuentran en tooo el sitio, la mayor parte para utilizarse en la construcci6n de las cercas que separan a los potreros. También hay evidencias de saqueo dentro de los recintos, y algunas de las trincheras son bastante ambiciosas. La pirâmide "A" de la plaza No. 1 deI recinto Cerrîtos (fig. 4) es la que mas ha sufrido. Los informantes locales sostienen que estas trincheras no produjeron una gran cantidad de objetos vendibles. Sin embargo, fragmentos de dientes humanos encontrados en la

297 LAS CUENCAS DEL OCCIDENfE DE MÉXIco plataforma "F" de este sitio indican que hubo entierros involucrados en el saqueo. También se encontraron huesos que pueden ser humanos en la superfi­ cie de la plataforma "M"; este material fue removido por el saqueo. Sin embargo, el saqueo no parece ser el problema mas seria para la conservacion de estos recintos; la integridad de la arquitectura en este sitio actualmente se ve mas seriamente amenazada por la extraccion de piedra y por el cultivo. Los recintos ilustrados en las figuras 4 y 5 estân separados por la carre­ tera No. 15, estando el ultimo al sur de la misma y al este deI arroyo. Los Cerritos se localiza alrededor de 300 m al norte de la citada carretera y al oeste deI arroyo. Entre los dos recintos hay una distancia aproximada de 450 metros. Otros conjuntos arquitectonicos menos bien conservados se localizan al este y al oeste de los recintos mencionados. No han sido mapeados debido a su mala condicion y a la falta de suficiente detalle arquitectonico. La zona general de habitacion es semidispersa, y las areas de mayor densidad tienen en promedio dos 0 tres complejos residenciales por hectârea, aunque la mayor parte deI area es mucho menos nucleada que eso. La zona habitacional cubre aproximadamente 275-300 hectâreas, aunque en este momento el calculo es solamente una aproximacion preliminar. Debido al lugar prominente que ocupan los recintos en relacion con la Laguna de Chapala, recorrimos extensiones de los margenes, tratando de defi­ nir elementos que pudieran indicar algUn tipo de utilizacion deI lago en la antigüedad. En otras areas de los distritos lacustres deI Occidente se han identificado puertos para canoas (por ejemplo en El Reliz, Las Cuevas y El Guaje, todos en la cuenca de Etzatlân [Weigand 1993]). Sin embargo, no se pudieron identificar elementos especiales bien definidos en la parte de Tepehuaje que esta junto al margen deI lago, aunque algunos informantes nos han hablado de terrazas de roca y de "pavimentos" que antes existian junto al lago, mismos que han sido destruidos debido a la extraccion de rocas. Los informantes también nos hablaron de un ârea a las afueras deI Rancho Tepehuaje donde se encontraron "monos" huecos de cerâmica. Sin embargo, ya no existen en la superficie evidencias de estos saqueos. El recinto de Los Cerritos (fig. 4) representa el principal complejo de estructuras, no solamente en este sitio sinD en toda esta seccion de la orilla sur de la Laguna de Chapala. De hecho, nosotros no conocemos ningUn otro complejo arquitect6nico preservado tan intrincado y monumental dentro de la cuenca de Chapala, aunque por supuesto un reconocimiento mas sistemâtico podria cambiar esta observacion. El recinto de Los Cerritos se compone de plataformas y pequeiias pirâmides agrupadas alrededor de plazas tanto abier-

298 LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA tas como cerradas. El eje mas largo mide 300 m de sur a norte, e incluye a las plazas 3, 1,4 Y5. El eje este-oeste mide 250 m, e incluye las plazas 1,4 Y2. 2 2 Dentro de esta area de 74 000 m , alrededor de 45 000 m se encuentran construidos y/o encerrados dentro de las plazas. Las plazas 1 y 4 son cerradas, o sea hundidas y rodeadas por banquetas y platafonnas/piramides. La plaza 1 es por mucho la mas compleja; su patio tiene dos niveles, el inferior de los cuales (nivel "B") debi6 de haber tenido elementos de drenaje para mantener­ 10 libre deI agua que se acumulaba. La terraza que separaba estos patios se encuentra dafiada por el arado, pero de todos modos esta clara su orientaci6n este-oeste. El nivel "A" de este patio en realidad es una gran platafonna basal sobre la que estan situadas las platafonnas "E", "F", "G" Y "H". Las dos pirâmides mayores de esta plaza -que también 10 son de todo el sitio- estan en el extremo norte deI patio inferior, y también descansan sobre una platafonna basal. Desde el piso deI patio estas pequefias piramides miden cuatro ("A") y cinco metros ("B") de altura, aunque desde la parte trasera son un poco mas altas (mas de siete metros). Ademas, la platafonna "e" de la plaza 1 mira hacia la plaza 4 en el norte y la 2 en el este; las platafonnas "F" y "G" aparentemente también miraban hacia las plazas 1 y 3. Estas piramides, al igual que todas las otras estructuras deI recinto, son cuadradas 0 rectangulares, terraceadas a intervalos regulares, y de cima plana. No existe evidencia de algUn tipo de fonnato circular para la arquitectura de este recinto, ni en alguna otra parte deI sitio. El relleno de todas las estructuras en este recinto esta compuesto de escombro de roca y tierra; algunas de las rocas son bastante grandes, y la tierra deI relleno es frecuentemente bastante friable, 10 que indica un alto contenido de ceniza volcanica y caliche, y la probabilidad de que haya sido preparada como mortero. Los infonnantes dicen que originalmente habia un tenninado 0 cubierta de piedra trabajada preserva­ da en algunas de las estructuras en este recinto, aunque no se pudo observar durante nuestro reconocimiento. Parte de esta cubierta se dice que estuvo trabajada, 0 "grabada"; pequefios fragmentos de esta cubierta de cantera pueden encontrarse poco frecuentemente en la zona de arado. De esa manera, parece que los edificios estaban bien tenninados, con una apariencia mas bien e1egante. Las piramides "A" y "B", como se mencion6, se encuentran en 10 alto de la misma platafonna, la cual esta indentada en ambos lados. Estas dos estructuras pueden ser una 'variedad temprana deI tipo de "piramide doble" que vemos en otras partes de Mesoamérica. La analogia mas cercana en el area parecen ser las pirâmides gemelas deI recinto principal de Ihuatzio, que

299 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco son mucho mas grandes que las descritas arriba. Las pirâmides dobles de Ihuatzio no siguen el fonnato clasico de la ''yacata'' tarasca, y por eso tuvieron sin lugar a dudas origenes anteriores a los purépechas; Efrain Cârde• nas también coincide en esta observaci6n (comunicaci6n personal; ver también Pollard 1994, especialmente las dramaticas fotografias de Ricardo Sanchez Gonzâlez en las paginas 234-5, 244, 247 Y248-49 en el articulo de Pollard). Como se mencion6, al igual que las platafonnas enfrente deI nivel "b", las piramides "A" y "B" también estân localizadas encima de una muy alta (y mal conservada) platafonna base, que incluye a la mayor parte de las otras estructuras de la Plaza l, a la mayoria de las estructuras de la Plaza 4, asi coma a la mayoria de las platafonnas mas grandes de la Plaza 5. En el extremo oeste de la Plaza 1 se encuentra un patio largo y angosto (ca. 35 m de largo, y 15 m de ancho, con eje norte-sur) que muy proba­ blemente es un juego de pelota cerrado y semihundido, aunque no tiene la configuraci6n en fonna de "1". La esquina sudeste de este posible juego de pelota esta separada por una banqueta deI nivel inferior deI patio, mientras que su superficie es muy plana. Las plazas 2,3 Y 5 difieren considerablemente en caracter de las 1 y 4; siendo bastante abiertas las primeras. Las plazas 2 y 5 tienen platafonnas y/a terrazas en todos sus cuatro lados. Los extremos oriental y occidental de la plaza 3 estân tan seriamente daftados por el arado, que no es seguro si comparten 0 no esta morfologia. Las plazas 2, 3 Y5 tienen mas la apariencia de "mercado", mientras que las 1 y 4 parecen haber tenido un carâcter mas bien ceremonial y/a administrativo. En este sentido, por su alternancia de mercado con centro administrativo/ceremonial, parecen acercarse mucha a sitios de Oaxaca deI mismo periodo general (Stephen Kowalewski, comunica­ ci6n personal). Ninguna de las platafonnas de las plazas 2,3 Y 5 son de mas de 2 metros de altura (preservadas), aunque algunas cubren un ârea bastante grande. Un infonnante nos mostr6 un metate en un muro de roca, que venia deI ârea de la plaza 2. Por otra parte, la obsidiana, aunque no es abundante, es comÜIl sobre la superficie; varias navajas prismaticas fueron obviamente obte­ nidas deI yacimiento de La Joya, que es facil de reconocerse (ver el analisis quimico de elementos traza de este yacimiento por activaci6n de neutrones, en Weigand y Garcia de Weigand 1994). Sin embargo, una multiplicidad de fuentes de obtenci6n esta claramente representada en este recinto, probable­ mente incluyendo a La Primavera, Santa Maria de las Navajas y Ahuisculco, todas en Jalisco (Ibid.), ademas de otras cercanas en Guanajuato y Michoacan

300 LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

(Cârdenas 1994). Una punta de proyectilcompleta se asemeja a la variedad con muesca lateral reportada por Meighan y Foote (1968: 143, # C). A pesar deI saqueo, la cubierta de tiestos sobre la superficie no es densa. La mayoria de los tiestos representan ollas color bayo 0 naranja y otras vasijas para cocinar, 10 cual indica fuertemente que se llevaron a cabo el almacena­ miento y preparaciôn de alimentos dentro de los limites de las plazas. Las lozas decoradas fueron bastante poco frecuentes; varios fragmentos de molcajete con seguridad pertenecen a un tipo relacionado cercanamente con la serie de policromos Huistla, defmida inicialmente en el ârea de Etzatlân (Glassow 1967), 0 con los molcajetes de borde rojo de Cojumatlan (Lister 1949: fig. 14). Un tiesto de esta categoria general tiene el soporte de sonaja hecho con molde caracteristico de Huistla, en forma de aguila. Otro fragmento de cerâmica tiene vistosos patrones de bloques rojo y naranja, similares a los encontrados en la cuenca de Sayula-Atoyac, mientras que uno mas es ejemplo tardio de la serie de negativos policromos, similar a las lozas reportadas por el proyecto deI CEMCA en Zacapu, Michoacân (Carot 1992, 1994), Y tal vez derivado de éstas. Finalmente, se encontraron también varios fragmentos deI Cojwnatlân Policromo, con y sin esgrafiado, al igual que ejemplos de Cojwnatlân Blanco sobre Rojo (ver ilustraciones en Meighan y Foote 1968, paginas 100, lOI Y 102, respectivamente). Aunque los tiestos no son 10 suficientemente abundantes como para formar una muestra con significado estadistico, es muy probable que su fecha se remonte a los periodos Epiclasico y Postclasico temprano. El marco cronol6gico sugerido por nosotros para esta secciôn deI sitio es 600-1250 d.C.; las fechas de CI4 sin corregir de Tizapân abarcan el periodo 1000-1200 d.C. (Taylor y Berger 1968). Utilizando el prograrna de calibra­ ciôn de radiocarbono deI Quaternary Isotope Laboratory de la Universidad de Washington, estas fechas resultan ser un poco mas tempranas. Descartando una muestra de mas de 4,000 aiios, aparentemente se agrupan aIrededor de los 900 aiios d.C. (VCLA 1073a en 950+/-80; VCLA 1073g en 955+/-80). Meighan y Foote (1968) piensan que su secuencia en Tizapân y la de Lister (1949) en Cojumatlân son cuando menos en parte contemporâneas, aunque el material mas temprano en el ultimo sitio no esta presente en Tizapân. Puesto que el material de superficie en Tepehuaje parece representar todas las tres fases postuladas por Meighan, Foote y Lister (0 sea, la fase Chapala en Cojumatlân, la fase Cojumatlân en Cojumatlân y Tizapân, ver cuadro 1), es probable que este sitio abarque la secuencia completa. Ademas, esta afirmaci6n es compati­ ble con la morfologia arquitect6nica. Debe de recordarse, sin embargo, que

301 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco figurillas deI Formativo tardio 0 deI Clasico temprano han sido encontradas en areas cercanas al sitio; parece entonces probable que tiene una larga historia anterior a 600 0 700 d.C. La estructura que aparece en la figura 5 es similar a otros edificios abiertos en forma de "U" que se encuentran en toda la zona lacustre de las tierras altas de Jalisco, hacia el oeste y norte. Se han documentado para Santa Cruz de Bârcenas (Municipio de Ahualulco, ver Weigand 1993), La Venta de Astillero (en los limites occidentales de Guadalajara, ver Beekman s.f.), El Grillo (Municipio de Zapopan, en los limites norte de Guadalajara, Javier Galvan, comunicacion personal), al igual que en otras localidades. La estructura en forma de "U" de Tepehuaje mira hacia el norte, hacia la laguna de Chapala, y cuesta abajo. Se entraba a ella por una subida terraceada, posiblemente una pequefia escalinata, que daba al patio. No existe altar en el patio; la mas grande plataforma esta en el extremo oriental deI patio, por 10 que queda en un lado deI complejo, en vez de estar enfrente de la terraza abierta de acceso, coma es el casa en Santa Cruz, el Grillo y La Venta. Todas las plataformas que miran hacia el patio estân sobre la misma banque­ ta. La naturaleza inclinada deI potrero en esta parte deI sitio significa que esta estructura parece ser mas grande cuando se ve desde el norte que desde el sur. Hacia el oeste de esta estructura se encuentra uno de los pocos conjuntos habitacionales mas 0 menos bien conservados que pudimos localizar en toda la zona de estudio. Se encontraron en la superficie de esta parte deI sitio un fragmento de metate, un martillo de piedra y grandes fragmentos de olla color baya 0 naranja. En el ârea entre el conjunto habitacional y el complejo de patio/plataforma, encontramos un pedazo de bajareque quemado, con las hue­ lIas deI carrizo evidentes, por 10 que parece probable que las superestructuras sobre las plataformas (y posiblemente las mismas pirâmides) estaban hechas de bajareque. El saqueo en esta seccion deI sitio ha sido extensivo, y continUa sobre la plataforma en el extremo oriental, que es la mas grande deI complejo en forma de "U". Los perfiles dentro de esta plataforma son recientes, y muestran por 10 menos dos niveles de construccion. El relleno inferior parece haber sido mas grueso que el superior, basândonos en el tamaiio de las piedras; aparte de esta no se not6 alguna diferencia en las técnicas constructivas. También se encon­ traron en el desecho pedacitos de lascas blancas muy fragiles, que pueden indicar que una superficie anterior a esta plataforma estaba cubierta de un aplanado. Un tiesto decorado pequeno, probablemente de la variedad Cojumatlan

302 LA SECUENCIA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Blanco sobre Rojo, se encontro en el desecho deI pozo de saqueo en la plata­ fonna oriental. Se encontro un solo fragmento de navaja prismatica de obsidiana deI tipo La Joya en el desecho de la mencionada excavacion; al igual que sucede en el recinto deI noroeste, existe una multiplicidad de fuentes representada en las obsidianas. Se encontro también un fragmento de artefacto de concha en el patio, el cual parece haber sido parte de un brazalete. Solamente unos pocos tiestos decorados se encontraron en la superficie de este conjunto; uno de ellos tenia una linea roja bien marcada sobre una superficie naranja mate con poco engobe. Otros fueron posibles ejemplos de parientes cercanos deI molcajete tipo Huistla 0 Cojumatlan. Los tiestos de otros tipos decorados fueron dema­ siado pequefios como para ser asignados con certeza a tipos especificos. Un fragmento grande deI cuello de una olla tiene una configuracion similar a la ilustrada por Galvan (1991, lamina 3, "cuello acampanado"). Hay muchas razones para creer que este conjunto es en gran medida contemporâneo al complejo grande de Los Cerritos. Este juicio se basa en la compatibilidad arquitectonica evidente entre los recintos, a pesar de sus obvias diferencias en funcion, y en algunos de los tipos ceramicos. Las estructuras representadas en la figura 2 probablemente funcionaron como un conjunto residencial de élite.

CONCLUSIONES

El sitio de Tepehuaje se encuentra muy bien conservado, en comparacion con otros complejos de plataforma y patio que hemos visto en la cuenca de Chapala, a pesar deI dafio ocasionado por los saqueadores, asi como por la extraccion de roca y el arado. Los complejos representados en las figuras 4 y 5 estân todavia en gran medida definidos de manera clara. El sitio parece pertenecer principalmente a un periodo post-Teuchitlan (0 sea, posterior 0 coetâneo al ocaso de los complejos de circulos concéntricos en Jocotepec y El Molino), aunque es anterior al surgimiento deI Estado tarasco. Tepehuaje es probable­ mente contemporâneo en gran parte al complejo de platafonnas de Chantepec (fig. 2); otros sitios cercanos que parecen ser mas 0 menos contemporâneos a Tepehuaje son los siguientes: Cojumatlân (Lister 1949), Jiquilpan (Noguera 1944) y Tizapân el Alto (Meighan y Foote 1968). Sin embargo, ninguno de estos sitios se acerca al nivel de elegancia arquitectonica y monumentalidad visible en Tepehuaje; 10 mismo puede decirse de todos los sitios hasta ahora

303 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco encontrados en otras partes de la cuenca de Chapala, con la ya mencionada posible excepci6n de la arquitectura en la ruina cerca de san Gregorio, Michoacân, pobremente preservada. La localizaci6n de este ultimo asenta­ miento en un ârea de posibles chinampas debe también de destacarse. San Gregorio fue aproximadamente contemporâneo con Tepehuaje, Tizapan y Cojumatlân, a juzgar por la cubierta de tiestos que hernos visto, y que Meighan y Foote (1968) también notaron. La mayoria de los demas complejos en otras partes de la cuenca de Chapala con arquitectura 10 suficientemente bien conservada coma para ser examinada, usualmente tienen varias plataformas alineadas, algunas veces en arreglos que son bastante impresionantes (p.ej. los deI sector norte de la peninsula de Tizapân), 0 bien plataformas de frente a patios rectangulares pequei'ios 0 modestos. Aunque algunas de estas plataformas individuales son bastante grandes, con mayor frecuencia la linica arquitectura visible en un sitio sera una sola plataforma, por 10 que puede ser que el complejo de El Tepehuaje representa la cUspide de una jerarquia de asentamientos deI Epiclâsico y/a deI Postclâsico temprano dentro de un sector grande de la cuenca de Chapala, mas seguramente a 10 largo de su litoral sur. El cuadro 1 muestra la organizaci6n cronol6gica sugerida para la cuenca de Chapala, y su relaci6n con las fases propuestas para la vecina ma de Teuchitlân. Parece seguro que solamente unos cuantos de estos sitios sobrevivieron hasta el periodo de apogeo de los tarascos, por 10 cual postulamos que las dislocaciones militares y politicas inicialmente causadas por el surgimiento de ese sistema politico en un ârea mayor, incluyendo a la cuenca de Chapala, pueden ser en parte responsables deI abandono y/a decaida de esos sitios. Seguramente durante el periodo tardio parece haber un alto grado de variabilidad arquitect6nica dentro de la cuenca de Chapala, 10 cual se expresa dentro de un mismo sitio, coma es el casa en Tepehuaje. Sin embargo, hasta este momento no puede defmirse qué tanto de esta variabilidad es funcional dentro de la organizaciOn social de un mismo sistema politico, 0 bien cultural, en términos de distintas aspiraciones y tradiciones durante los periodos Epiclasico y Postclâsico. La variabilidad arquitect6nica entre el periodo Clâ• sica y estas fases mas tardias también es pronunciada, aunque todavia no entendemos todo el repertorio arquitect6nico por completo para el Clâsico en la cuenca de Chapala. Debe de enfatizarse de nuevo el hecho de que el reconocimiento arqueol6­ gico orientado hacia estudios deI paisaje, patrones de asentamiento e incluso registros sistemâticos de localizaci6n de sitios, estân en su infancia en esta

304 LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA enorme cuenca. Sin embargo, no importando qué mas se encuentre en otros lugares, el municipio de Tuxcueca cuenta con un recurso arqueol6gico bien conservado e importante, que sin lugar a dudas merece protecci6n formaI.

RECONOCIMIENTOS

El apoyo de El Colegio de Michoacan se reconoce con agradecimiento. El interés de la doctora Brigitte Boehm de Lameiras en la evoluci6n dei sistema de asentamientos en la cuenca de Chapala fue muy importante para reiniciar nuestro interés en el area. Chris Beekman, Efrain Cardenas y Jav,ier Galvan nos proporcionaron datos e hicieron sugerencias. Michael Foster y Chris Beekman son responsables por la recalibraci6n de las fechas de radiocarbono de Tizapan, utilizando el programa de la Universidad de Washington. Parte de la informaci6n incluida en este capitulo fue presentada en el reporte titulado Tepehuaje, entregado al Centro Regional dellNAH en Jalisco en 1993.

305 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

APÉNDICE I: Los TOP6NIMOS DE LA CUENCA DE CHAPALA EN DOS MAPAS DEL

SIGLO XVI.

1. El mas antiguo mapa comprehensivo deI Occidente ha sido llamado Mapa de Compostela 0 Pintura deI Nuevo Reino de Galicia. Acui'ia ha publicado recientemente este mapa (1988, frente a la p. 150), utilizando el ultimo de los titulos mencionados arriba. Acui'ia postula que el mapa debe de ser posterior a 1546, debido a la mencion de "minas ricas de los zacatecas", y a la compleja representacion de Guadalajara, ya en su localizacion definitiva. La primera razon es la menos convincente, puesto que el area de Zacatecas se muestra todavia con arquitectura indigena y "flecheros" indios. El término "los zacatecas" es una clara referencia al grupo étnico de ese nombre, y no al asentamiento espafiol. El térrnino "minas" significa ''yacimientos'', y no necesariamente minas en el sentido formaI de la palabra. En vista de que esta ârea tenia minas indigenas desde el periodo Clasico, mil afios antes de que los espafioles entraran en escena (Weigand 1993), indicando que los indios eran muy diestros etnomineralogistas, el fechar al Mapa/pintura por este rasgo parece algo débil. Ademas, tanto el area cazcana coma la tecual se presentan activamente en guerra, por 10 que es posible que la Rebelion de no se habia resuelto por completa cuando este mapa fue dibujado, 0 cuando se inicio. Por otra parte, la localizacion de Guadalajara en el Mapa/pintura cierta­ mente esta en el Valle de Atemajac, pero el dibujo no es 10 suficientemente exacto coma para decir con seguridad en qué sitio. Debido a 10 elaborado de la representacion de Guadalajara, sin embargo, parece muy probable que sea posterior a 1542. Es posible que el Mapa/pintura mezcle varios periodos presentandolos coma uno solo, de tal manera ilustrando una dinamica historica de alrededor de 15 afios en el formato de una sola figura, desde la perspectiva final de mediados de los 1540. ' Los sitios de la cuenca de Chapala que se representan en el Mapa/ pintura son los siguientes (de este a oeste, sobre ellitoral norte): 1. Chinacatengo, al este de la confluencia del Rio Lerma con el lago de Chapala, en ellado norte del rio; aparentemente sin paralelo contempora­ neo, pero probablemente en el ârea general de La Barca, 0 justo al oeste de ésta. Representado con una casa, sin cruz. 2. Jamay, con el mismo tOpOnimo y misma localizacion actual. Representado con una casa, sin cruz.

306 LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

3. Cuyseo, lado occidental de la desembocadura deI Rio Santiago, es el Cuitzeo contemporâneo. Representado con una casa, sin cruz. 4. Yeguacan, al sur de Cuyseo, en el area deI actual Zapote. Representado con una casa, sin cruz. 5. Mexcala, la actual Mezcala, representada con una casa, sin cruz. 6. Chapala, actualmente tiene el mismo nombre, representada con una casa, sin cruz. 7. Tomatlân, sin toponimo actual, pero se localiza a medio camino entre Chapala y Ajijic, donde hoy se encuentra Tlayacapan. Representado con una casa y cruz. 8. Axixic, actualmente Ajijic, aunque se localiza mas cerca de Jocotepec en el dibujo de 10 que estâ en la actualidad. Representado con una casa y cruz. 9. Sin nombre, en el ârea de Jocotepec, en el extremo occidental de la laguna de Chapala. Representado con una casa y cruz. 10. Sin nombre, en el ârea de Tesistân, 0 menos probablemente, Zapotitlan, localizado en el extremo sudoccidental de la laguna. Representado con una casa y cruz. Excepto por la localidad sin nombre deI nUmero 9, no bay otros top6nimos para el margen sur de la cuenca de Chapala en el Mapa/pintura, aunque otro sitio sin identificar se localiza a poca distancia deI litoral, pudiendo tratarse deI area de Citala y/o Teocuitatlan, por 10 cual no estaria dentro de la cuenca.

II. Uno de los mejores ejemplos de la cartografia deI siglo XVI es el mapa de Ortelius (1579) conocido como Hispaniae Novae Sivae Magnae Recens et Vera Descriptio. Este mapa fue compilado a partir de muchos reportes, y nunca fue verificado en el campo por Ortelius, por 10 que tiene muchos errores y malas localizaciones de lugares. El ejemplar examinado por nosotros esta tomado de una fotografia deI original de 1579, con 10 cual se evito utilizar copias holandesas posteriores u otras reproducciones. La geografia de Ortelius deI ârea Lerma/Chapala/Santiago es confusa, si no es que peor, al igual que su ubicacion de Cajititlân sobre ellitoral de Chapala. De oriente a poniente, sobre el margen norte dellago de Chapala, se encuentran las siguientes localidades: 1. Cuyseo, el actual Cuitzeo, localizado correctamente, sin arquitectura reli­ giosa. 2. Iamay, obviamente el actual Jamay, pero localizado al oeste de la desem­ bocadura deI Santiago y de Cuitzeo, aunque en la ubicacion apropiada en relaci6n a un rio que no existe; sin arquitectura religiosa.

307 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

3. Mexcala, la actual Mezcala, localizada en el lado occidental deI rio inexis­ tente mencionado arriba; sin arquitectura reIigiosa. 4. Caxictlan, aunque esta localizado un poco al norte deI litoral, esta mas cerca a la orilIa deI lago que Chapala; obviamente se trata de la actual Cajititlan, por 10 que no se encuentra propiamente en la cuenca; sin arqui­ tectura religiosa. 5. Chapala, obviamente se trata deI actual pueblo deI mismo nombre, pero esta mal ubicado, apareciendo mucho mas lejos deI lago; sin arquitectura religiosa. 6. Axique, actualmente Ajijic, localizado correctamente, sin arquitectura religiosa. 7. Tomatla ya no existe como toponimo contemporaneo. Localizado al norte y tierm adentro de Ajijic, sin arquitectura religiosa. 8. Xocutep, actualmente Jocotepec, localizado algo tierra adentro con reIa­ cion allitoral, sin arquitectura religiosa. Los siguientes toponimos se registran en el Mapa de Ortelius en la orilla sur dellago de Chapala, de poniente a oriente: 9. Sin nombre. Aunque esta bastante retirado dellago, parece indicar eI area de Soyatlan; sin arquitectura reIigiosa. 10. Tucuexo, la actual Tuxcueca, localizada correctamente, sin arquitectura reIigiosa. Il. Paxacoran, localizada en una gran isla. Con este toponimo existen dos alternativas que debemos de explorar: A) De acuerdo con la ubicacion deI sitio en el margen sur de la laguna de Chapala, esta isla debe de ser una representacion de la peninsula de Tizapan. La parte sur de esta peninsula era bastante pantanosa hasta bien entrado el siglo XX; ademas, Paxacoran esta localizada junto a un gran rio en el mapa, que podria ser el actual rio Pasion, el cual hasta hace poco llevaba agua al pantano de Tizapan y a la playa de la laguna de Chapala durante todo el ano. Paxacoran no ha sobrevivido como toponimo en esta area. B) Esta isla es en realidad el sitio de Pajacuaran en Michoacan, al sur de San Gregorio y en eI margen oriental (no eI sur) deIlago de Chapala. Si esto es cierto, entonces esta representacion de la isla muestra al sitio cuando estaba completamente rodeado por eI agua deI lago. Si aceptamos esta localizacion (siendo la mas razonable), entonces eI error representado en el Mapa de Ortelius es muy grave. De cualquier manera, Paxacoran esta representada sin arquitectura religiosa.

308 LA SECUENCIA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Al comparar los dos mapas, tenemos la impresion general de que el Mapa/pintura, aunque es un ejemplo mas elemental de cartografia, es el mas exacto en términos de la ubicacion realista de los asentamientos y de la indica­ cion de presencia de arquitectura religiosa. El Mapa de Ortelius, en contraste, tiene mas toponimos, aunque unD de ellos (Caxictlan) no corresponde a la cuenca, y otros (Chapala, Iamay, y probablemente Paxacoran) estan bastante mal ubicados. Ambos mapas tienen toponimos que aparentemente ya no se utilizan (Tomatlan cn ambos, aunque en distintas localidades; Yeguacan en el Mapa/ pintura, y posiblemente Paxacoran en el Mapa de Ortelius). En ambos mapas hay muy pocos asentamientos a 10 largo deI litoral sur, en contraste con la gran cantidad de restos arqueologicos. Esto puede deberse a la proximidad de esta region a la marcha militar tarasca, siendo entonces un artefacto de la estructura politica de la region. Ninguno de los dos mapas apoya la idea de que hubiera existido una rota prehispanica importante de comunicacion 0 de comercio a través de la cuenca de Chapala, desde el Lerma inferior con destino en puntos hacia el oeste. Mas bien, ambos mapas docu­ mentan de manera clara que esa rota iba a través deI Valle de Poncitlan. De hecho, en el Mapa/pintura se representa un camino que sigue esta rota, atrave­ sando hacia el valle de Santiago al norte de su desembocadura en el lago. Como ya se menciono, sin embargo, esto es probablemente un resultado de la actividad militar tarasca en el area, por 10 que no debe de tomarse como elemento para explicar los periodos anteriores al Postclasico tardio.

APÉNDICE II: PLATAFORMAS PLANAS DEL TIPO IXTÉPETE EN LAS CUENCAS DE CHAPALA y DEL BALSAS INFERIOR.

La gran plataforma plana deI Ixtépete es bien conocida (Corona Nui'iez 1972; Galvan 1975, 1981; Castro Leal y Ochoa 1975), aunque los reportes comple­ tos de las excavaciones siguen sin publicarse. La plataforma deI Ixtépete ha sido considerada como Unica en el Occidente hasta hace poco, pero ahora sabemos que otros sitios en el valle de Atemajac tienen este mismo tipo de plataforma; la mayor concentracion de ellas estaba en Coyula (0 Coyutla) en el Municipio de Tonala (Weigand 1987), aunque fueron destruidas durante el desarrollo deI basurero de Manantlan en la ciudad de Guadalajara. No hubo un programa de rescate arqueologico, 0 cualquier otro esfuerzo para conservar a esa ciudadela de 55 hectareas, evitando su destruccion. De hecho, el recinto

309 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco de Coyula era una version mas grande deI Ixtépete, contando por 10 menos con cuatro de las plataformas grandes, una cruciforme, una pirâmide truncada de 12 metros de altura, dos plazas, y varios otros elementos relativamente bien conservados antes de su irreflexiva destruccion. De todos estos edificios, sola­ mente queda un fragmento de la piramide truncada. En el valle de Atemajac todavia se pueden ver restos de otra plataforma de ese tipo en Las Paredes (Weigand 1986), aunque ésta ha sido muy daiiada por el saqueo. Hasta hacepoco no estaba claro donde se habia originado la inspiracion arquitectonica para las plataformas de Atemajac, aunque la presencia de la técnica decorativa de talud-tablero sugeria fuertemente al Bajio y/o al centro de México. Nosotros consideramos que en aiios recientes hemos encontrado datos suficientes coma para proponer que las plataformas de Atemajac pueden haberse inspirado en una tradicion arquitectonica cuyo centro se encontraba en las cuencas deI Lerma inferior y de Chapala. Existen seis sitios en esta zona que sin lugar a dudas tienen este tipo de plataformas grandes y planas, pero se encuentran demasiado daiiados 'por el arado 0 por otras causas coma para asegurarlo absolutamente sin excavaciones arqueologicas. Los monticulos que se encuentran al norte de Tizapan el Alto pertenecen a esta categoria (cfr. Meighan y Foote 1968), pero la mayor concentracion de ellos fuera de Coyula esta en San Gregorio y cerca de San Pedro Caro (ambos en Michoacan), aunque las estructuras en estos sitios estân extremadamente daiiadas, coma ya se menciono. El mapeo de estas mal conservadas estructuras no se ha inten­ tado. Cerca de Yurécuaro, sin embargo, existe una serie de sitios que estân mucho mejor conservados que los mencionados anteriormente. El sitio 2 de Yurécuaro tiene dos plataformas grandes y planas, que estân 10 suficientemen­ te bien conservadas coma para haber sido mapeadas (fig. 6). AIrededor de este recinto se encuentra un ârea habitacional extensa, aunque muy dispersa. El recinto per se se compone de dos grupos de edificios, separados por una distancia aproximada de 75 m, y cubriendo un ârea de ca. 250 por 230 m. La pequefia pirâmide en el extremo norte ha sido dafiada por saqueo, pero su configuracion general se ha conservado, con una altura de 5 m en su punto mas alto preservado. Esta estructura rectangular (ca. 30 por 25 m) esta enci­ ma de una plataforma de mayor tamaiio (ca. 85 por 60 m); esta ultima puede tener un patio hundido en su extremo occidental. Al sur deI ârea descrita arriba se encuentran las plataformas tipo Ixtépete, la mayor de las cuales tiene proporciones mas 0 menos rectangulares (60 por 50 m), ytres metros de altura. Una segunda plataforma se encuentra separada

310 LA SECUENClA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA de esta estructura por un posible juego de pelota, mismo que esta elevado mas de un metro en relaci6n a la superficie deI suelo. El pasillo deI posible juego de pelota es de casi 70 m de longitud, con menos de 10 m de ancho. La plataforma mas hacia el sur mide 50 por 65 m, aunque se confunde con una prominencia natural en su esquina sudeste. Una pequeiia pirâmide se localiza en la esquina noreste de este complejo de plataforma. Las plataformas obviamente estuvieron terraceadas, pero la roca de la superficie exterior ha sido removida, y ninguno de los perfiles expuestos mostr6 la técnica decorativa deI exterior; el relleno de estos edifi­ cios, al igual que de las estructuras al norte, esta compuesto de tierra y escombro de roca, conteniendo algo de restos ceramicos y de obsidiana, ademas de fragmentos de carbOn. Un corte en la esquina sudoeste de la plata­ forma de 60 por 50 m permite observar dos periodos de construcci6n. La mayoria de las ceramicas decoradas son ollas y cuencos Rojo sobre Anaranjado 0 Anaranjado; un tiesto grueso y pIano color baya probablemente representa una "paleta". Cerca deI posible juego de pelota se encontr6 un fragmento policromo esgrafiado, probablemente perteneciente a la serie Cojumatlân; en la superficie de la plataforma se detectaron restos de cerâmica monocroma roja y negra pulida, uno de estos ultimos tiene una linea irregular incisa junto al borde. La obsidiana no es frecuente, pero parece representar varias fuentes de obtenci6n; una navaja prismatica es sin lugar a dudas de La Joya (clr. Weigand y Garcia de Weigand 1994). La cantidad de ceramica y litica (incluyendo fragmentos de metate) en la superficie de las plataformas sugiere fuertemente algunas funciones residenciales. Es probable que estas estructuras, al igual que otras de similar morfologia arquitect6nica, tengan una fecha dentro deI Clâsico medio-tardio, posiblemente durando hasta el Postclasico temprano. El sitio 2 de Yurécuaro se localiza un poco distante deI actual litoral de Chapala. Su ubicaci6n refleja algunos de los mismos cambios dinamicos vis­ tos mas al sur en el ârea de San Gregorio: la progresiva acumulaci6n de suelo en el delta deI Lerma inferior, y la retirada de la laguna de Chapala. Desde una perspectiva arquitect6nica, las cuencas inferior deI Lerma, de Chapala y el valle de Atemajac, parecen compartir, cuando menos en parte, una experiencia cultural mutuamente relacionada. Aunque existe bastante variabilidad cerami­ ca entre las âreas citadas (algo que también OCUITe en el nucleo de la tradici6n Teuchitlân, incluso durante su periodo de apogeo), la importancia sociocultural de las plataformas grandes y planas aparentemente es un rasgo unificador para toda la zona. Es tentador explicar el origen de estas grandes estructuras en

311 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO ténninos funcionales: ofrecen una superficie elevada grande y plana, en areas que se caracterizaban por estar rodeadas de pantanos proclives a la inunda­ cion a intervalos frecuentes. Sabemos por la historia oral que los monticulos en la zona de San Gregorio se transfonnaban en islotes durante periodos de mucha lluvia. Por 10 anterior, son la variedad de arquitectura ideal para estructuras ceremoniales y residenciales en las cuencas deI Lerma inferior y de Chapala. Su presencia en el valle de Atemajac puede reflejar las dinamicas de la expansion de la tradicion arquitectonica en un periodo algo posterior. Las platafonnas descritas arriba pudieron haber sido los puntos focales de un sistema importante de explotacion de los pantanos y lagos, el cual inc1uia chinampas, como ya se ha mencionado. Es ciertamente muy pronto como para definir una "provincia cultural" en base a estas observaciones preliminares sobre la distribucion de platafor­ mas de tipo Ixtépete, pero es muy notable el contraste en ténninos morfologicos entre estas estructuras, los edificios circulares de la tradicion Teuchitlan hacia el oeste (Weigand 1993) y ladistrlbucion de los patios hundidos hacia el este (Cardenas s.f.), con los cuales son al menos en parte contemporaneos.

312 LA SECUENCIA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Cuadro 1

Fecha Regi6n Teuchitlân Cuenca de Chapala

Conquista Fase EtzaUan P~i~dee~~~nwa&a

1250 Fase Sta. Cruz de Sarcenas Fase Tizapân (1000) 000 Fase TeuchiUân Il Fase CojumaUan (BOO) 700 Fase Teuchitlan 1 Fase Chapala (600)

400 Fase Ahualjjco Fase Jocotepec (100)

200 d.C. Fase El Arenal

300 a.C. Fase San Felipe ?

1000 a.C. Fase El Opei'lo Materiales parecidos a El Opei'lo en coIecciones locales

1800 a.C.

313 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Arado Concentraci6n ..... -e""... de rocas .,' '. ..,.~ . 1. .6m ~ .. '" , 1.• , ~3m '" ,,' Concentraci6n :[::?:J~" ,'<:~ de roces ,3m 12m" \ l' 14m .. , 8nl~:'\ ' /'0\ Ir;:;:) Patio ,1' • (sin altar) • 1 }; Ara~..~", .' 1 • p;.:.mJ. (l~:~:j Arado 1 1 :- ••••• ' 1 '1_ ••_'..,. .:"""": ., · ,. .. _... 1 ( . ·' .... ' ~ ,;4 m..... Retlenode rocas /'''''sC>'J...... •. o •• "''@' suollas ylieml ....,' '. ' ••' lierra " " ,.. - _. - ••••\: .4m ~" Arado • .' •.1 4m "• '\.... / ~-.. 1 •' •• ~' 1.5m\8)- , ..'...... ' ..: J ._-_.'

La Peiia-Circulo Jocotepec (Weigand)

® Saqueo • Datum L--J 10 M

1. El complejo circular de Jocotepec y las plataformas asociadas, representando el estilo de arquitectura de la Tradici6n Teuchitlân (Municipio de Jocotepec).

314 Jocotepec- El Chante (Weigand 1994)

® Saqueo 1 1 1 1.7 m .10 M _-----J1.5 m c 1 ~Muro de terraza ( Metate 1 t'"" 1 > 1 .5~ 1 Patio exterior 1 lS Posibles 1 1 ,.1 Terraza ê cb escaleras 1 ~ i 1 ..,Gl ______f. _ 1 ,~ J . - ::;; 'l' ------.... - /; ...... 1 m 1 r~1 Plata/orma i 1 3m ~ l ' 1 1 1 1 Concentraci6n \ 1 ~ \ de rocas 1 1 1 , 1 2m 1 1 'ÇZ)' '... / ~ - --_... Plataforma - -- .-- ...: ~ ) 1 > Terraza basal g lm Patio Plata/orma 1 1 ...-.... 1 Obsidiana ("-----"""1 / ,.... 1(--- 1 1 .5m, ~ 11 .5 m~ 1 Plataforma {concentraci6n 1 11 destruida par \ de rocas 1 1 f el arado , 1 1 1 , 1 lm ~-----) ... 1

\.1.) 2. El complejo de platafonnas dei ma de Chantepec (El Chante), al este de Jocotepec. ­VI VJ -0\ Sitios Arqueol6gicos de la Cuenca de Chapala (Weigand y Garcia de Weigand --- 1995)

JALISCO JALISCO • Molino • ,Jocotepec • I!le •• ~ r ~-I• '" .. Mezcala It./

~ Tesista~ ~ ... LAGUNADE '" Alacranes CHAPALA ~ .. ?? ~~~ () Soyatlan 1 (. Chinampas ?• ..-, ~ • San Gregorio Tepehuaje Tuxcueca Tizapan g ~

cb ?:S JALISCO • 8 SahUayo~~ MICHOACÂN • • 1 1 1 1 1 20Kms. Jiquilpan --.-..r:f

3. Localizaci6n de sitios en la cuenca de Chapala. LA SECUENCIA CULTIJRAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Recinto Los Cerritos, Jalisco, 1992-3 Tepehuaje, jalisco (Weigand) ~ ';:.; Clave: :' N' " , (~: Concenlrad6n de rocas, " 1 / ,pm," 1 LagurII de ..... poslble plalalorma l''-~ Chapala ," ", Muro de lerraza visible , Oal\o causado por e\ arado ..l­ F Nûmero de pirll.midelplalalorma I ~ -~~~~-----\ " Cambio en elevaci6n PlaZll5 ,. __ .... 1 1.5.. Melros de altura desde la plaza 0 patio 1 1 r --,' 1 1 1 1 L" ((ID)(0) loi 1 (0' Aftura dei eXlerlor 1 l '..1_"! 1 • 3m 1 • Oatum pr1mar1o , \, -. _. '" . .,,1 r 1m~- .. __ ..... t- .. ~-" ~.\' ,r------Tr1nchera__ de 1 K ,1 1 PlI t _ • • IlQU80 1 1 l ' 1 1 25'" Poslble luego , J• ..,'. 1 1 1 Plaza 4 1 1 1 :~:,~~~~~5.,' [:f~-1·;1;Ù·-] rs~::~"': :t5~J ~--

1 : 1 1', (5) A Il l , .... ' .5m - --~-- ....,

':• 1m.:.1 • , ~m.'\ 5m • '----~---, rmUlilJ 1\

\~ .... :.-.\.~- \ r ~''M ~ '... ' ----1 ~:t..::;), /' m"----",_2m !o' -: 0; • Plala 1 ~ m Plala :z 8) ••.. 25m· Nlvelb" ~~ ::-- 1~~ ·\_·'Jtl~J\.-._. t;,---' 2~' Nivela '119, s .5m_ "'-G-'~ \ 1 lm --~.-1. ------... l, Trinchera de '- ... : 1m .: • - saqU80 F·•••• , ! ...-t-- m .\----' m_____J " PlaZll3 Reclnto separada de Los Cerrilos y arroyo Tepehuale (400m)

,.--'" \ ([ Tl~i cb

4. Mapa de las platafonnas y plazas dei complejo Los Cerritos de la ruina Tepehuaje, Municipio de Tuxcueca, cuenca de Chapala.

317 w -00 Tepehu . Comple 1 ,..- , Weigan cb rr--t : 1 1 1 o 10 20M

.5m~ [j lJ -' - • - \ Arado - - 1 m r- ~ r r -, ' ,.- Plataforma , ,1 2.5m n 1 Plataforma ' 1 ~ Patio 1 1 3.5m ~ Escalinata .,. 1 ~ t .... J \ --- -::...... 1.1 m 1 m '1' 1 \. i \ ~ ...... ~ --~ ' ..-f- -- ...., --\-- ~ -'- Plataf~ - , \ ( , r --1 _- .... 1 1 Arado _-r 2.5m ,-- -, Patio 1 r '1 1 , ~ , 1 .5 l' 1 l' mI, 1 1 1 3m ' l, 1 . '-l..... Arado \ J: t\ Mado Il \ 1 --_ .... , Posible platafonna \ ------~ , --_.... t_ ,----- .... ------~ -----r----- a ca. SOm

5. Mapa deI conjunto en fonna de "V" en el sur de la ruina Tepehuaje, Municipio de Tuxcueca, cuenca de Chapala. LA SECUENCIA CULTURAL EN LA CUENCA DE CHAPALA

Yurécuaro No. 2 (Weigand, 1995) ,\- --,- ----, : 1 m Terraza .. - _ 1 \ 1 Explanada de 1 m_ 20 M : Plalaforma " la plalaforma : 1 l , nerra ~ 1 " " t;:.--~', y , m l' 5 ',Y; f ~:---=-:;.: :_T'~~ cb ~ , \.,,nT f 1 1 m 1 \ \1-----_ 1 .5m 1 Terraza ';'.5 m Elevaciôn ,.1 _ nalural ,1 , 1 1 -- - -~':m (lB] 1 r;=.:!:::======::::"l·1 ~ -- 3m 2m !" Plalaforma 1 (muyplana)

2me______;3m 2m r- ...... : ,;,;Posiblë j~ëg~ dePé'lôlâ 1 1 '1-m- ":-~:::::::':l'''1"' 3 m : Posible , Plalaforma ,plalaforma .2m

l,-----, 1 .3m 1 ... , Elevaci6n 1Plalaforma 1 nalural ,.... _-_.-"' .5m

6. Las plataformas de estilo Ixtépete en el sitio 2 de Yurécuaro, en el delta dei Lerma inferior en Michoacân.

319 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

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323

LOS RECURSOS NATURALES y SU usa EN LAS CUENCAS LACUSTRES DEL SUR DE JALISCO: EL CASa DE SAYULA

Francisco Valdez1 Catherine Liot2 Otto Schôndu1Je3

INTRODUCCION

El presente trabajo pretende discutir la utilizacion regional de los diversos recursos naturales en la cuenca lacustre de Sayula, y analizar su incidencia en el desarrollo de las fonnaciones sociales que se suceden a través deI tiempo en su territorio. La discusion se va a centrar en los siguientes puntos: 1) Identificacion y caracterizacion deI ârea de carga regional y de su potencial. 2) Evidencia de complementaridad de recursos disponibles en distintos secto­ res de la cuenca. Subrayando dos niveles claros: eI altitudinal y eIlongitudinal (ejes horte/sur y este/oeste). 3) Postular mecanismos de interaccion entre los diversos sectores para explo­ tar y redistribuir los recursos a nivel regional. En este proceso, se piensa, van a surgir grupos 0 sectores hegemonicos que tienden a captar y a dirigir la adquisicion, transfonnacion y distribucion de los recursos dentro y fuera de la region. No se excluye la posibilidad de que en este proceso interven­ gan también grupos notables deI exterior de la cuenca y que a través de mecanismos ejerzan su influencia en los grupos locales. 4) Evidenciar la presencia de los grupos hegemonicos por la categoria (calidad) de los vestigios de su actividad. El estudio arqueologico deI aprovechamiento 0 explotacion sistemâtica de los recursos disponibles en un ârea detenninada, comienza generalmente con

1. ORSTOM 2. ORSTOM 3. INAH

325 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO un inventario detallado de los recursos naturales aparentes en el paisaje modemo. Este listado se complementa con la evidencia arqueologica extraida dei campo (Blanton et al. 1994). En muchos casos, aparece en el registro recuperado una serie de materiales que, dada su naturaleza, no son originarios de la region estudiada (i.e.: conchas marinas, plumas exoticas 0 determinados minerales). En consecuencia, se hace indispensable explicar la presencia de estos recursos dentro deI contexto analizado. En los ultimos afios varias teorias han surgido para explicar estos feno­ menos en términos mas convincentes que el simple difusionismo primario. Partiendo deI hecho de que ninguna sociedad funciona coma un sistema adaptativo cerrado, se ha postulado la existencia de esferas de interaccion entre diversos grupos 0 sociedades. La interaccion fomenta el intercambio de ideas, bienes y servicios; homogeneizando de alguna manera el grado de desa­ rrollo tecnologico, y reorganiza eventualmente las fuerzas productivas. Ciertas hip6tesis presuponen inclusive una jerarquizacion en eI tipo de relaciones que se dan entre distintas formaciones sociales. IrnmanueI Wallerstein ha propuesto una teoria para el funcionamiento deI sisterna mundial modemo, en la que muestra como, desde tiempos pretéritos, se ha ido dando una division deI trabajo interregional. SegUn su teoria, en el mundo (0 dentro de un conjunto de unidades politicas diversas) hay centros 0 âreas nodales y areas periféricas. Los centros paulatinamente imponen un vinculo, esencialmente economico, sobre su entomo y montan una estructura con una division deI trabajo bien establecida. En 10 que Wallerstein denomina una "economia mundo", los vinculos entre las partes, adernâs de economicos, pueden ser culturales 0 hasta de parentesco. Pero en todo caso, la periferia dota al centro de materias primas, que al ser elaboradas y redistribuidas desde el centro, le dan a éste una supremacia politica y economica sobre el conjunto de unidades (Wallerstein 1979, Trigger 1989: 332). Esta teoria implica un estudio macrorregional donde se puede identificar al sisterna, conformado por entidades espaciales amplias y variadas. La teoria deI Sistema Mundial sostiene que el desarrollo economico social de todas las regiones involucradas esta lirnitado 0 frenado por los roles (intercambiantes) que éstas juegan dentro deI sistema. Si bien la teoria se aplica a sociedades que anteceden en Europa (desde el siglo xvI) al capitalismo modemo, se pueden tomar algunos de los instrumentos analiticos que emplea este autor para tratar de identificar el funcionamiento socio-economico de una region en un momen­ to anterior al surgimiento deI sistema capitalista.

326 RECURSOS NATIJRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

Wallerstein afinna que "ninguna economia campesina esta orientada Uni­ camente hacia el autoconsumo, en la producci6n agricola 0 artesanal siempre hubo la noci6n de mercado" (1979: 27-28). El trueque funcion6 desde el estadio en que las sociedades se organizaban en bandas, por 10 que no es raro que la necesidad de complementar la dieta y de obtener los recursos no disponibles en una zona detenninada, haya llevado a que surjan vinculos de comercio desde épocas tempranas. Este tipo de relaciones no siempre fue igualitario y se podria pensar que, siendo la naturaleza humana 10 que es, desde un inicio se trat6 de "incrementar el flujo de excedente desde los estra­ tos inferiores a los superiores, de la periferia al centro, de la mayoria a la minoria" (Wallerstein 1979: 22). Si bien el modelo te6rico es demasiado ambicioso para aplicarse en tiempos prehispanicos en el marco de una sola regi6n, se piensa que algunos principios pueden ser utiles para el analisis y la interpretaci6n de las eviden­ cias arqueol6gicas de los grupos asentados en la cuenca de Sayula.

ENTORNO GEOGRÂFICO

La descrlpci6n deI contexto geografico de la cuenca ha sido ya hecha en varias ocasiones (Valdez 1993: 49, 1994: 27-28 y Valdez y Liot 1994: 288-291) por 10 que aqui s610 se mencionarân algunos de los aspectos mas importantes. El ârea de estudio se ubica en la parte central-sur deI estado de Jalisco, confonna una entidad geogrâfica claramente definida por dos cadenas montafiosas que la entoman practicamente por sus cuatro lados. La Sierra deI Tigre limita por el norte, este y sur con terrazas onduladas que suben paulatinamente hasta alcan­ zar alturas superiores a 2200 metros s.n.m. A su vez, la Sierra de Tapalpa bordea la cuenca de una manera mas empinada a 10 largo de su extremo oeste. Sus cumbres mas prominentes se eIevan sobre los 2700 metros s.n.m. El valle intermedio se conforma por dos 0 tres terrazas aluviales que bordean la vasta planicie deI lago de Sayula, también 'conocido como eI lago de Atoyac. La altura promedio deI valle fluctUa entre 1500 y 1350 metros s.n.m., siendo esta ultima cota propia al lecho lacustre. Dado su caracter endorreico, el lago no tiene otras fuentes de alimentaci6n extema que las precipitaciones anuales (las isoyetas varian entre 570 y 850 mm), por 10 que el espejo de agua permanece estable Unicamente en los meses de lluvia (julio a noviembre). El resto deI afio el lecho se deseca, dejândose expuestas extensas playas de sueIos salitrosos. La humedad reIativamente baja y las temperaturas promedio que flucman

327 LAS CUENCAS DEL ÛCClDENTE DE MÉXIco entre 18 Y 21 0 C dan lugar a una vegetaci6n tipica de bosque montano bajo seco. En época de secas, predominan sobre las terrazas las especies xerofiticas, mientras que en los meses de temporal rapidamente se sustituyen por cultivos.

Los RECURSOS.

El analisis espacial deI territorio, efectuado mediante la prospecci6n intensiva de la cuenca, ha identificado el patr6n de asentamiento y la amplitud deI area de carga que sustenta. Ésta cuenta con diversas posibilidades de abasteci­ miento dentro de los distintos micro-nichos altitudinales. El potencial de los recursos es rico, variable y en muchos casos, estacional. El aprovechamiento inteligente de los recursos disponibles se refleja en la rnanera en que las comunidades prehispanicas se organizaron dentro deI espacio de la cuenca. La figura 1 muestra la distribuci6n de los sitios detectados hasta ahora, en el reconocimiento fisico del area de estudio. Por un lado, se puede constatar una clara tendencia a la ocupaci6n de las terrazas aluviales y de los flancos de las sierras, en altitudes que varian entre los 1400 y los 1600 metros s.n.m. Por otro lado, se puede apreciar la evoluci6n que sufre paulatinamente este patr6n, con una ocupaci6n preferencial de las terrazas bajas (1400-1450 metros) hacia la parte tardia del periodo Postclasico. La significaci6n de esta variaci6n refleja un cambio en los modos de vida de las poblaciones. En efeeto, se aprecia una aglomeraci6n de asentamientos en las zonas bajas pr6ximas al lecho lacustre, particularmente en areas, quizas hasta entonces, anegadizas. Es probable que desde la época prehispanica se hayan llevado a cabo procesos de drenaje en la regi6n central deI este de la cuenca, aprovechando asi la planicie aluvial para establecer aldeas junto a las zonas agricolas mas hfunedas. En la figura 2, se observa un corte esquemâ.tico de la cuenca en sentido este/oeste, donde se muestra la ubicaci6n altitudinal de los diversos recursos disponibles. Se identifican asi tres zonas basicas, caraeterizadas por acti.vida­ des especificas: 1) La Zona 1 (2700 a 1800 metros), bosque montano alto donde predomina el pino (Pinus sp.) yencino (Quercus sp.); con recursos faunisticos variados que incluyen, entre otros, venado, jabali y conejo. En esta zona existen iguahnente varios tipos de rocas y minerales usados coma materia prima para la fabricaci6n de instrumentos, alfareria y eventualmente para la escultura. En esta area se ven asentamientos reducidos donde probablemen­ te se practi.c6 una agricultura marginal, sobre las laderas empinadas. Se

328 REcuRsos NATIJRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

puede decir que esta zona estuvo mas bien destinada a actividades de caza, recoleccion y obtencion de materias primas (maderas y rocas). 2) La Zona Il (1799 a 1500 metros), bosque montano bajo con arboles varia­ dos coma el guamuchil (Phitecebollium dulce), guayabo (Psidium guajaba), ciruelos (Spondias y Prunus sp.) camichines e higueras (Ficus sp.), guâzimas y naturalmente las cactâceas, los mezquites (Prosopis sp.) y los huizaches (Acacia sp.). Los recmsos faunisticos son igualmente numerosos: armadillos, tejones, tlacuaches, conejos y aves: codomices, chachalacas, etc. En esta zona se encuentran varios afloramientos de arcillas y minerales ferruginosos utilizados en la alfareria. Se han detectado igualmente depositos de cobrey estafio que pudieron haber sido explotados antiguamente. Sin embargo, el principal recurso de esta zona es la tierra que se utiliza con fines agricolas. En esta zona son frecuentes los ojos de agua, vertientes y desagües de barrancas que irrigan de forma natural los suelos de la zona. Hay que mencionar, sin embargo que en las pendientes de las serranias la capa vegetal es delgada (de 15 a 30 cm de espesor) por 10 que, para las expecta­ tivas de la producci6n agricola moderna, el rendimiento puede resultar mas bien precario. 3) La Zona III (1499 a 1350 metros), bosque montano bajo con las mismas especies de fauna y flora que en la zona II. En las terrazas pr6ximas a las orillas deI lago abundan los mezquites, los huizaches y otros arbustos espinosos. En ciertas orillas particularmente humedas crecen tules y gramineas donde anidan algunas variedade~ de aves. Estos sitios son igual­ mente zonas de reposo de multiples especies migratorias que transitan por los aires deI continente norteamericano (gansos, patos y pelicanos). Las primeras terrazas lacustres son, sin duda alguna, el sector mas fértil de la cuenca, en él hay suelos de tipo chernozem y chestnut, tierra negra orgânicamente rica que llega a alcanzar un metro de profundidad. La incli­ nacion de esta ârea hace que el agua procedente de los diversos drenajes sature sus suelos. Sin embargo, ellecho mismo dellago no es propicio para las labores agricolas. En época de secas, cuando el espejo de agua se evapora, afloran por capilaridad sales que imposibilitan todo cultivo. Es entonces que aparece uno de los recursos mas importantes de la cuenca: la saI. La disecaci6n estacional dellago ha permitido la recoleccion de sedi­ mentos salitrosos 0 tequesquite, que luego de un proceso de purificacion se convierten en saI. En el lecho seco crecen estacionalmente romeritos y zacates ha16filos que pueden ser aprovechados por varias especies de ani-

329 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

males. En la parte baja de esta ultirna zona no se han detectado asentamientos habitacionales, sino mas bien multiples estaciones de extracci6n de saI. Estas son Hamadas localmente "tepalcateras" y deben ser consideradas coma sitios especializados en la producci6n de saI. El patr6n de asentamiento observado sugiere que entre los habitantes de las tres zonas identificadas se dieron relaciones de interacci6n a 10 largo de todo el periodo prehispânico, con una probable jerarquizaci6n de asentamientos en varios sectores de la cuenca. Su ubicaci6n estuvo seguramente relacionada con el acceso, uso y control de los recursos mas importantes. Pero l,cuales fueron, 0 pudieron ser, los recursos mas significativos para las sociedades pretéritas? Los recursos utilizados se pueden dividir en: a) minerales: presentes en los suelos, disponibilidad de agua, variedades de arcillas, piedras y minerales utilizados por los artesanos; b) vegetales: plantas, frutas silvestres y cultiva­ bles, maderas, cortezas y fibras; y c) animales: caza, pesca, crianza. En la vida econ6mica de la comunidad, el uso de estos medios interviene a dos niveles: 1) subsistencia cotidiana (fauna y recursos vegetales), y 2) actividad artesanal con grado tecnol6gico variable (materias primas y energia calorifica). Para evaluar la importancia de cada categoria de recursos, el arqueol6go sufre de un sesgo cultural importante. Por un lado, ha perdido la noci6n de 10 que implican las actividades de subsistencia primaria, y por otro no tiene ya las mismas necesidades que antes se colmaban con productos artesanales, hoy considerados rudimentarios. Ideol6gicamente, este sesgo es tanto mas grande, cuanto mas alejado esté el investigador de la realidad deI modo de vida rural tradicionaI.

APREClACI6N DEL VALOR y DEL usa DE LOS RECURSOS LLAMADOS DE SuaSISTENClA

Cuando se hace el estudio arqueol6gico de una regi6n; cuando en el proceso deI mismo hay que recorrerle constante y metOdicamente en busca de vestigios deI pasado, el arque610go se va empapando en el paisaje y de los recursos que en eHa existen. Ciertamente este paisaje no es el mismo en sentido estricto que el existente en las épocas deI pasado prehispanico; sin embargo en cierta forma conserva muchas de sus caracteristicas que permiten inferir c6mo era y c6mo 10 usaron sus antiguos habitantes. Para un trabajo de este tipo, aparte de buscar el material arqueol6gico, el investigador debe ver los cambios que se dan en el paisaje con el paso de las

330 RECURSOS NAlURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES estaciones; c6mo es su area en las "aguas" y en las "secas"; debe ver c6mo usa la gente comUn y corriente 10 que la tierra le ofrece, y platicar con sus peones y con quien encuentre en el campo, para de este modo, ir captando el potencial de los recursos bi6ticos e inorganicos que el paisaje ofrece a los habitantes que ocupan determinado territorio. En esta parte deI trabajo se hara especial menci6n al importante papel que jugaron en la vida prehispânica (y aUn juegan en la poblaci6n actual) los productos vegetales no cultivados y animales no domesticados. Para los investigadores modernos (criaturas esencialmente urbanas) que de primera impresi6n siguen con el antiguo esquema evolutivo deI paso de una economia "predadora": caza-recolecci6n (nomadismo), a una economia de producci6n: agricultura (sedentarismo); la caza y la recolecci6n parecen acti­ vidades inexistentes, 0 poco importantes entre los pueblos agricolas, sean estos antiguos 0 contemporâneos. Sin embargo, la observaci6n de la realidad mues­ tra que pensar asi es errado, y por 10 mismo se retoma aquello sostenido ya hace tiempo por uno de los presentes autores :

En la literatura sobre Mesoamérica, se habla en exceso de la mada de alimen­ tos mesoamericanos : maiz, frijol, calabaza, tanto que a veces hace que uno se olvide que el México antiguo dia al mundo muchas mas plantas que éstas, y, que ademas los indigenas dependieron en mucho para su subsistencia de la recolecci6n de frutos silvestres, aun para épocas recientes. Las plantas recolec­ tadas, coma nos 10 hacen ver las fuentes dei siglo XVI, jugaron un papel muy importante en la economia de la mayoria de los pueblos dei Occidente (de México); hasta cierto punto les eran indispensables (Schôndube s.r.).

En esta ocasi6n, se amplia un poco mas en este tema y se recalca que la recolecci6n de productos 0 materias primas "silvestres" tiene también un aspecto muy importante en campos que no tienen que ver solamente con la dieta humana. Muchos prOOuctos especificos fueron buscados con otros fines, V.gr.: medicinales, tint6reos, rituales, omamentales, constructivos, textiles, fa­ bricaci6n de utensilios, combustible, etc. En m1Jchisimos casos, si no es que en tOOos, la informaci6n directa sobre este tipo de materiales y su uso, procedente de los yacimientos arqueol6gicos es muy escasa, dada su naturaleza mayoritariamente perecedera. La evidencia es casi nula para los restos botânicos y un poco mas amplia para los restos animales que se manifiestan sobre todo en material 6seo, piezas dentarias y comamentas. Otra evidencia arqueol6gica posible, pero no demasiado frecuen­ te, son las representaciones botânicas 0 zool6gicas que se dan en el arte de los

331 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco pueblos prehispanicos. De este tipo, como claro ejemplo estân las hechas en Colima en material ceramico durante la fase Comala: loros, jabalies, felinos, tortugas, etc. asi como pitayas, cirue1as, calabazas, zapotes, cuahuayotes, etc. En el transcurso de los trabajos efectuados en la cuenca de Sayula se han podido observar operaciones de recolecci6n de productos silvestres tanto por gente local, como fuerefia que se aprovecha de ellos: "pesca" con redes de malla fina de larvas de insectos y peces pequefios en el lecho lacustre; la colecta de romeritos en gran escala para llevar a México; la pesca en los canales sobre todo por la Semana Santa y la "caza" de ranas (plato tradicio­ nal de Atoyac y Usmajac); el rastrillado de tequesquite para el ganado y para preparar de manera especial los e1otes; el corte de varas especiales usadas en la manufactura de los equipales. De la misma manera se ha observado a nifios trepados en los arboles cortando guamuchiles; no tan frecuentes pero también presentes, estân los varones con armas diversas incluyendo carabinas de "taco" para la caza de güilotas, aves acuaticas (patos, anseras) asi como conejos y ardillas (las liebres, bastante abundantes, no son apreciadas localmente). El corte de las pencas tiemas de nopales y la cosecha de pitayas que si bien ahora se dan mayoritariamente en huertas, también las hay abundantemente en las laderas de los montes. Cabe hacer hincapié en que estas actividades de explotaci6n son espora­ dicas y cada una de ellas se practica en determinada época deI afio. Un lugar donde se nota la presencia e importancia de los productos silvestres es en los mercados locales, donde muchos de ellos se expenden de manera regular 0 estacionalmente. Es 16gico que mientras mas nichos ecol6gicos existen, mas recursos bi6ticos habra. 19ualmente mientras mas cercanos estén entre si dichos nichos, mas aprovechables seran para la poblaci6n que ocupa una localidad dada. Ambos aspectos se dan claramente en la regi6n de la Cuenca de Sayula, que como ya se ha dicho, esta conformada por un graben que aloja un lago cuyo almacena­ je de aguas varia mucho en el mo y alIn en ciclos mas largos. Actualmente la mayoria de los poblados importantes se reparten alrede­ dor de la laguna (Techaluta, Atoyac, Sayula, Usmajac, etc.), los que seglIn el esquema antes descrito y tomando el eje norte/sur que pasa por el centro de la cuenca, no tendrian que desplazarse mas de 10 km para obtener productos con una variante altitudinal de cerca de los 1300 metros (fig. 3). Fuera quizas de unos cuantos recursos muy localizados, los que habria que definir, cada una de las cabeceras 0 poblados de la cuenca tiene acceso a los mismos productos. Al menos en un sentido muy general, se puede afirmar que en 10 que se refiere

332 RECURSOS NAruRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES a la biota no hay mucha diferencia en el sentido que un pueblo estuviera mas favorecido que otro. Una situacion analoga pudo haberse dado en tiempos prehispânicos. En el estudio de las pocas fuentes historicas que existen para la region de Sayula, se encuentra una division tripartita similar a la postulada en este trabajo. En un documento anonimo de 1880 se establece que la municipalidad de Sayula tiene una extension de 421eguas cuadradas, de las cuales 26 (61.9%) son de serrania, 10 (23.8%) de tierras mas 0 menos planas; y 6 (14.3%) de ciénaga y playa. Conforme al esquema altitudinal antes presentado, se identifi­ can estos mismos tres niveles. En la zona 1 domino la extraccion de saI, asi como la caza de aves migratorias' predominando las acuaticas. La zona II de laderas fue usada sobre todo en las actividades agricolas y para la obtencion de maderas, en especial las duras como el mezquite, el tepehuaje, etc. Es asimismo, el area mas rica para la colecta de frutos silvestres. Por ultimo, la parte mas alta esta destinada a la caza de especies mayores y al corte de madera, predominantemente de pino. Ya desde el siglo XVI, las famosas Relaciones Geograficas dan una serie de datos sobre los productos explotados en las diversas regiones de México y por ser tempranas son un espejo que refleja de manera bastante cercana la economia indigena al momento deI contacto espaiiol; desgraciadamente, la Relacion de Sayula esta perdida y por ende, hay que manejar datos mas recientes como los que proporciona el Cuadro General Estadistico de la Muni­ ~ipalidad de Sayula, impreso en 1880. 2 Para esas fechas se indica que solo se cultivaba la quinta parte deI territorio y que el resto era ciénaga, playa, monte de mezquite, huizache, ~anjeno, pino, madrono y encino. Para la region se da el nombre de 409 Jlantas de las cuales 75 tienen apelacion indigena. En este trabajo solo se han :omado en cuenta 148 plantas de las que se tiene constancia dë ser silvestres f no cultivadas. De éstas al menos 124 son utilitarias con las siguientes ;lasificaciones: alimenticias 48, medicinales 39, maderables Il, fibras 8, oma-

1. En la temporada invemal gran cantidad de aves lIegan a los lagos de Sayula y Zacoalco, en particular patos de varias clases y gansas; esta se debe a que Ires de las cuatro lUtas migratorias tienen int1uencia sobre estas lagas. Dichas lUtas son : la deI Paclfico, la Central y la deI Mississippi. (Delgadillo Vâzquez 1993: 73). La obra en la que aparece el artlculo de esta autora, contiene adernas otros 12 articulos que proporcionan infonnaci6n general e importante acerca de los recursos de las cuencas lacustres que estudiamos. !. Si bien no tenemos la Relacion de Sayula deI Siglo XVI, es conveniente leer las que existen de las zonas circunvecinas, en particular las publicadas en la edici6n de René Acu6a (1987).

333 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco mentales 5, saborizantes 5, desinfectantes 4, tintes 3, narcoticos 3, vasijas y "acocotes" 3, taninos 2, ritual 2, saponificantes 2, bastones 1, venenos 1, impenneabilizantes 1. Si se suman estos usos se tiene la cantidad de 138 usos; el que este numero no coincida con el numero de plantas analizadas (124) se debe al hecho de que a menudo una sola planta tiene varias aplicaciones. Esta fuente por desgracia menciona poco a la fauna (aves y mamiferos) y no dice qué utilidad tenian; el escrito tampoco es explicito en cuanto a la abundancia deI recurso vegetal, ni tampoco en cuanto a su uso, el cual en su mayoria debe ser inferido con lecturas e investigaciones paralelas. Una de estas investigaciones involucra la Relacion de Ixtlahuacan (Colima), una de las fuentes mas ricas en cuanto a la descripcion de la biota en el Occidente de México. Esta fuente no solo da nombres de plantas, sinD también su abundancia relativa, usos y tiempos de recolecta en el casa de las que producen frutos. La Relacion en cuesti6n es de 1778 y fue escrita por Juan José Morales. Este escrito describe al menos 198 plantas silvestres, 93 de las cuales tienen nombres indigenas. Los usos dados a ellos son los siguientes: medicina­ les 82: alimenticias 48; materiales de construccion 56; fibras 10; venenos 6; tintes 5; teneria 4; saponificantes 3; desinfectantes 3; e instrumentos diversos (canoas, coas, mangos para instrumentos, etc.) 25. La suma de éstas da un gran total de 240 usos. Se usa la Relacion de Ixtlahuacan, pese a que se encuentra a cierta distancia y a una altura sobre el nivel deI mar diferente a la cuenca de Sayula, no solo por su amplia informacion, sinD porque muchas de las plantas que menciona existen en la region estudiada. La fuente sefiala un aspecta in­ teresante: bace una distinci6n dentro de la categoria de alimentos y de sus utilizaciones diversas entre criollos, mestizos e indios, notândose que en éstas bay un uso 0 preferencia mayoritaria por parte de los llamados indios. La Relacion de Ixtlahuacan hace mencion en menor numero de animales, la mayoria de ellos predadores (también existentes en Sayula) e indica como sus pieles y otras partes (como sus tripas) eran usadas para elaborar corazas, vestidos, ZWTones, cordeles y parches de tambor. Hay que recalcar el hecho de que en fechas tan tardias coma las de estas dos fuentes citadas, 1778 para Ixtlahuacan y 1880 para Sayula, los productos recolectados eran numerosos e importantes para el bienestar de los grupos asentados en ambas areas. Estos 16gicamente 10 son mas para las poblaciones rurales, cabe notar sin embargo que en la regi6n de Sayula en la época

334 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES colonial e independiente existian al menos tres poblados importantes : Sayula, Atoyac y Usmajac. Pareceria normal que el papel de los recursos recolectados fue mas im­ portante en cantidad y variedad en la época prehispanica. Estos recursos no solamente eran empleados por los habitantes de los "ranchos" 0 unidades dispersas menores, sino también por los que ocupaban conglomerados mayo­ res (aunque modestos) en la region.

EVIDENCIAS DE LA EXPLOTACl6N DEL RECURSO SAL

Para comprender mejor la problematica relacionada con el recurso escaso de la saI, conviene en primer término tratarla de manera regional, para evidenciar las redes de intercambio. En la figura 4, se presenta un mapa de las zonas en las cuales se hace referencia a la saI. Este mapa se realizo a partir de los datos deI trabajo de Othon de Mendizabal sobre 10 que llamo "las salinas prehispânicas de México" (OthOn de Mendizâbal 1946: 260). La informacion se completo con los datos de las Relacîones Geograficas deI siglo XVI de Nueva Galicia y Michoacân (Acufia 1987 y 1988), Y el trabajo de Sauer Co/ima de la Nueva Espafla en el siglo XVI (Sauer 1948). Cabe hacer algunas ac1araciones a proposito de este mapa: No deberia llamarse "Las-salinas prehispânicas deI Occidente de México" porque por un lado, una gran parte de los lugares no son productores sino que pagan tributos de saI; por otro lado, las âreas marcadas con una estrella no son necesariamen­ te lugares prehispanicos de produccion de saI. En efecto, este mapa se realizo con base a datos deI sigl0 XVI y XVII, es decir datos deI periodo colonial. De hecho, durante esta etapa ocurrieron cambios significativos sobre la produc­ cion y las redes de distribucion de la saI. A partir de la mitad deI siglo XVI una gran parte de la producci6n era destinada al proceso de "patio" de fundici6n de la plata (Gutman 1972: 42). Asi se crearon las grandes salinas de San Luis Potosi y Zacatecas entre otras (Ewald 1980). Hay que apuntar que el mineraI utilizado en este proceso era el sodio, eso quiere decir que bien se podian utilizar otros tipos de sales, coma los carbonatos de sodio que se encuentran en la cuenca de Sayula. Este proceso fue utilizado hasta finales deI siglo XIX. Se trata de un estudio preliminar; se necesitaria profundizar la base de datos con una buena compilaci6n de las fuentes etnohist6ricas, completada por un recorrido arqueologico sistemâtico de los sitios ubicados en zonas naturales con extracci6n potencial de saI.

335 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Sin embargo, se puede hacer un primer balance de los datos presentados en este mapa dividiendo la informacion en cuatro grandes partes: - Los lugares productores de saI. - Los lugares que pagan un tributo en saI, sabiéndose que no producen, pero conociéndose de donde la sacan. - Los lugares donde la Unica informacion es que pagan un tributo de saI. - Los lugares que pagan un tributo, pero para los que no se precisa de donde sacan la saI. Aqui hay que subrayar el hecho de que existe una gran diferencia entre los niveles de tributo que pagan los pueblos, yeso debe tener cierta relacion con la dificultad para proveerse de saI. Para ilustrar esta diferencia, se pueden dar algunos ejemplos. En Cuyutlân, en la parte central deI estado de Jalisco, se dice que dan "cada dos meses... un pan de saI" (Paso y Troncoso 1905,TI: 93), en cambio en Tlacotlân al lado de la Sierra de Nochistlân, dan "cada cinco dias... dos panes de saI" (Paso y Troncoso 1905, TI: 269). Los lugares que pagan tributo sin ser productores de saI, se sabe donde se proveen de saI. La mayoria de los pueblos ubicados en la sierra que forma la frontera noroccidental de Jalisco con Zacatecas se proveian en Zacatecas (entre otras partes, en las famosas salinas deI Penon Blanco). Como se dijo anteriormente, estas salinas tuvieron su mayor explotacion durante la Colonia, por su gran riqueza y su proximidad a las minas de Zacatecas, San Luis Potosi y Guanajuato. Todavia no se han evidenciado sitios prehispânicos de produccion de saI en esta region, pero se sabe que existen muchas cuencas cerradas donde afloran las sales, fenomeno favorecido por el clima semiârido de la region. Por 10 tanto, es muy probable que hubiera un aprovechamiento de los recursos aun con la simple recoleccion de los afloramientos de saI. Para los lugares productores de saI, el punto interesante es la gran varie­ dad de escalas de produccion. Para ciertas zonas se precisa que producen gran cantidad de saI, yeso les permite proveer a otras partes. Es el casa de la zona de Sayula, y de la zona costera de los estados actuales de Nayarit y Colima. En cambio para otros lugares, se dice que la producen de manera muy trabajo­ sa y sacan poca cantidad, asi se da una descripcion de coma se hace la saI en el puebla de Tlatilca Gunto a Coalcomân):

E110s hacian sai en pequeiias cantidades y con alguna dificultad irrigando primero la playa con vasijas conteniendo agua de mar. Despues de dos 0 tres irrigaciones, amontonaban en pilas esta arena irrigada. Hecho el asiento, toma­ ban vasijas (ollas 0 tinajas) y ponian una arriba de otra. La ol1a de arriba tiene

336 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

algunos pequeiios agujeros en su base como las aberturas de las flautas sobre las cuales son colocados unos tendidos de paja. Dentro de la olla de arriba ponian entonces dicha arena empregnada de agua hasta que se hacia mas pequeiia que la rnitad de ella y ellos la giran hasta expeler el agua de mar, esta agua se vierte dentro de la olla de abajo; y esta agua filtrada sale muy saludable y es sacada de sus vasijas, la cual ellos toman para hervir en sus casas, poniendola en el fuego hasta que es hervida y convertida en saI. Este es el arte y manera de hacer saI, la cual ellos tienen en sus pueblos y en aquellos de Motin, Maroata, Pasmori y Cachan, porque ellos no tienen salinas naturales tales como hay en otros lugares (Acuiia 1988: 171).

Otro ejemplo es el de Iztayutla, tierra adentro en el actual estado de Guerrero: "dijeron (los de Tetela dei Rio) que en una estançuela pequeiia llamada Estayutla ay un ojo de agua pequeiio de que açen alguna poca de saI, que no tienen para el sustento deI pueblo y se probeen de saI de Cuçamala y Alaustlan" (Paso y Troncoso 1905 TVI: 136). Estos ejemplos permiten introducir observaciones a proposito de la varie­ dad de los recursos y técnicas utilizados. Por un lado, parece que se estin explotando de manera importante las lagunas y los esteros costeros generali­ zandose el trabajoso pioceso de filtracion de los suelos arenosos. Luego, para los lugares de tierra adentro los recursos que se estin utilizando son basica­ mente de dos tipos: el agua salada que proviene de manantiales termales, y los suelos salinos que se desarrollan en los puntos bajos de las cuencas cerradas. Se necesitaria un articulo entero para hablar de las diferentes técnicas que se inventaron para extraer las sales en diferentes ambientes: desde la simple recoleccion de los afloramientos de saI, hasta procesos complejos de filtracion, decantacion y evaporacion. Lü que se puede destacar aqui es la diversidad de las técnicas en relacion con las necesidades, partiendo de los que buscan saI "a toda costa" para su propio sustento, hasta llegar a los que desarrollaron una verdadera "industria" con redes de intercambio y talleres organizados. Al parecer las cuencas dei sur de Jalisco (Zacoalco, San Marcos y Sayula) fueron un gran lugar de abastecimiento para los alrededores meridionales, occidentales y hacia la region tarasca. En la Reladon de Zapotlim se dice: "en este pueblo no hay salinas; proveense de saI de Atoyaque y Zayula, que ion pueblos de la provincia de Avalos que estan a cuatro y cinco leguas deste )ueblo" (Acuiia 1988: 394). En la Reladon de Xiquilpan: "en este pueblo no lay salinas; proveense de saI los naturales, de la que traen de Colima, que es l veinte leguas deste dicho pueblo, y de la provincia que se dice de Avalos, lue seran quince leguas" (Acuiia 1988: 413). Los factores que influyeron en

337 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXlCO estas cuencas, en un "desarrollo industrial" de la extraccion de saI fueron: su riqueza relativa en sales, su proximidad a la zona oriental de la region tarasca, y su ubicacion en un corredor natural para llegar hacia la costa. Sin embargo, el mercado de la saI fue compartido en esta amplia region con los lugares costeros de Colima (la "Provincia de los Motines", alrededor de Coalcoman). En la Relaciim de Zapotltin se dice: "En este pueblo no hay salinas; proveense de saI de la provincia de Colima, comarcana a este pueblo" (Acuiia 1988: 389). Por otra parte, en la.Relaciôn de Tingüindin se lee 10 siguiente: "dicen que la saI se provee de la provincia de Colima y de otras partes, de veinte y treinta leguas deste pueblo" (Acuiia 1988: 327). Para las regiones de Zacoalco/Sayula (Provincia de Âvalos), y de Los Motines, las fuentes hacen referencia a un eventual control de los tarascos en la produccion de saI. En la Relaciôn de Xiquilpan dicen:

los indios de este pueblo antiguamente, tenian guerra con los indios de la provincia de Avalos y otros pueblos, los cuales se gobemaban por un capitân que Cazoncin les enviaba de Patzcuaro, y otras veces, salia con ellos el dicho Noxti. En este pueblo no bay salinas; proveense de sai los naturales, de la que traen de Colima, que es a veinte leguas deste dicho pueblo, y de la provincia que se dice de Avalos, que seran quince leguas (Acufia 1988: 413).

Por otro lado, hablando de la Provincia de los Motines Sauer precisa: "parece que el area de Coalcomân estaba regida por los tarascos [...] despa­ rramaron influencias culturales de Michoacan en la costa, a través de Coalcoman, al tiempo de la Conquista (posiblemente para el proposito de asegurar saI?)" (Sauer 1948: 100). La discusion sobre este supuesto control de los tarascos sobre la produccion de saI en las cuencas deI sur de Jalisco y en la costa de Colima no esta deI todo resuelta, en realidad faltan aUn muchos datos por comprobar. En la cuenca de Sayula se ha podido evidenciar una presencia tarasca, sin embargo debido al corto lapso de su estadia resulta dificil relacionar esta presencia con cambios significativos en los sitios arqueo­ logicos de produccion de saI (Valdez y Liot 1994). Lo que se puede afirmar con certeza, es que los tarascos vinieron a buscar saI en estas regiones, porque carecian de este producto vital en la parte oriental de su territorio, ademas que deseaban ejercer control sobre toda la circulacion de bienes y recursos de importancia econornica. Para la zona central y nororiental de la region tarasca, se hace referencia a dos lugares de produccion, pero no se tiene mayor informacion al respecto. Para Puruândiro se dice: "dan cada veinte dias quinze almudes de saI [...]

338 RECURSOS NAruRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES tienen una laguna [...] y hazen saI de ella" (Paso y Troncoso 1905, TI: 117). Para Xacona: "a1cançan parte de una laguna salada" (Ibid, TI: 302). En la parte noroccidental de Michoacan (que se podria llamar "micro­ regional"), se subrayan las fuentes de los a1rededores de la cuenca de Cuitzeo. En efecto en la Relacion de Cuiseo de la Laguna se dice : "en cuanto al capitulo treinta: se proveen estos naturales de saI deI pueblo de Chucandiro, que es a cuatro leguas deste pueblo, y ansimismo, se proveen deI pueblo de Araro, que esta a otras cuatro leguas. Y esta salles traen en cantidad a trocar por el pescado que toman en su laguna" (Acufia 1988: 89), y en la Relaci6n de Acambaro: "la saI que han menester la compran de un pueblo llamado Araro, que es a dos leguas desta dicha cabecera" (Acufia 1988: 67). En la parte sur deI actual estado de Michoacan, existen lugares que tienen también cierta importancia regional; en la Relacion de Ajuchitlim se explica:

hay unas salinas en el termino de Cuzarnala, y hacese la sai desta manera: tienen un pozo, de donde sacan el agua y cavan la tierra por sus eras y rieganla con aquella agua, muy regada, y dejanla despues secar. Y, desque esta seca, tornanla a mojar muy bien y echanla en unos cestos que hacen, con punta abajo, a manera de nasas, y por alli destila toda el agua. Y ponen a cocer aquel agua que destila, hasta que se cuaja y hace saI. Es poca la que se hace, aunque para la comarca abasta (Acuiia 1987: 43).

Para Texcatitlân, en esta misma regi6n, nada mas se dice que "tienen salinas" (Paso y Troncoso 1905, TI: 256). La ultima regi6n salinera que abarca este mapa es la deI actual estado de Guerrero, con las zonas serranas de manantiales termales de Alahuistlan y sus alrededores. Hablando de Otzoman se dice:

tres leguas dei dicho pueblo, en unos sujetos, unas salinas en dos partes, que açen sai la quai sacan de unos poçuelos de agua salada y la açen de la manera que en los pueblos de atras ba declarado (Alahuiztlan y Tzicaputzalco); aprovechanse de esta sai para sus neçesidades y para pagar su trebuto, bendenla para las mynas de Zaqualpa y Zultepeque, y a muchos yndios mercaderes que 10 tienen por grangeria para tratar con ellos en toda esta sierra (Paso y Troncoso 1905, TVI: 112).

Finalmente es de notar la importancia relativa de los lugares productores :le la costa en esta misma regi6n.

339 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Como se puede comprobar, es mucha la inforrnacion que se puede obte­ ner sobre la produccion y el mercado de la saI, sobre todo para la época de transicion cuando esta industria tuvo su mayor expansion. Pero falta todavia mucho por estudiarse para poder sacar mayor provecho de esta inforrnacion. Con estos antecedentes se puede ahora tratar en detalle sobre la pro­ blematica de la saI en la cuenca de Sayula. Para comenzar se debe afirrnar que los trabajos arqueologicos realizados en la region parecen confirrnar la importancia regional de su produccion, asi coma de su activa participacion en el mercado de la parte central dei Occidente de México. A continuacion se presentan los datos obtenidos recientemente en la excavacion de dos sitios salineros, ubicados en los dos extremos de la actual laguna de Sayula; estos son: PCS-ll, Cerritos Colorados y pcs-24, La Motita. Para comprender mejor el proceso de extraccion de saI, se hace coma introduccion una breve presentacion de coma se dio la produccion local de saI hasta los afios 60. Hay que sefialar que los mismos procesos siguen utilizândo• se en la costa de los estados de Colima y Guerrero.

PASOS DEL PROCESO ARTESANAL DE PRODUCIR SAL

1- En la temporada seca, cuando la superficie de los suelos se enriquece con el afloramiento de sales, se cosecha el tequesquite (salitre) sobre los primeros 5 cm dei suelo donde hay una mezcla de sedimento con sales. 2- El salitre se amontona para dejarlo secar antes de ser lavado 0 lixiviado en un filtro llamado localmente tapanco (aunque en otras regiones salineras 10 llaman tlapechtli). Este filtro esta sostenido por horquetas de troncos de madera; se compone de una base rectangular de palos, en la que se colocan carrizos, zacate y arena. 3- Los artesanos echan sobre el filtro varias capas de un sedimento compactado que llaman "lodo" (arcilla mojada), luego ponen cierta cantidad de salitre y 10 lavan con agua. 4- Recuperan el agua salada debajo deI filtro en un estanque llamado "taza". 5- Del estanque, el agua es transportada hacia las eras (grandes tinas de evaporacion) para que se evapore el agua y se cristalice la saI. En las fuentes no se mencionan evidencias de evaporacion solar en esta region, siempre se hace referencia a la cocci6n de un liquido obtenido, sea por filtraci6n 0 por decantaci6n. No se presentan tampoco descripciones de los filtros. Sin embargo, siempre hay la necesidad de una filtraci6n, un lavado, 0 una decantaci6n de los sedimentos salinos, ya que el agua de la cuenca (tanto

340 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES de la laguna, como deI acuifero) no esta 10 suficientemente cargada de minera­ les como para poder obtener saI, solo a partir de ese liquido (Liot et al. 1993). Hay que insistir en eI hecho de que las excavaciones en los sitios Cerritos Colorados y La Motita acaban de realizarse, por 10 que se presenta un estudio muy preIiminar de los resultados hasta aqui obtenidos.

LAS EVIDENCIAS DE CERRITOS COLORADOS

Cerritos Colorados esta ubicado en eI extremo norte de la cuenca. Por sus caracteristicas, es eI asentamiento de mayor presencia, con estructuras de carâcter monumental. La organizacion de su espacio intemo en âreas funcio­ nales, con una ocupacion especializada (y posiblemente jerârquica) hace que se presente como un importante asiento de poder politico; inclusive es posible que en su momento, fue la cabecera dominante en la cuenca de Sayula (ver Guffroy y Gomez en este volumen). En el transcurso de la primera fase de investigaciones en el sitio se ha podido establecer que su desarrollo abarco deI siglo IV al XI d.C., lapso en que se presentan varias etapas de construccion de edificios. Hasta el momento se sugiere la existencia de cuando menos tres âreas distintas en su interior: una residencial, otra civico-ceremonial, y una de produccion posiblemente vincula­ da con la extraccion de saI (fig. 5). En la parte oriental deI sitio se detecto y se excavo un pequetio monticu­ 10, que pertenece a una ârea constituida de varias estructuras deI mismo tipo, que se prolonga en sentido oeste/este unos tres kilometros. El monticulo estâ cubierto de tepa1cates, y presenta varias estructuras circulares en sus faldas (fig. 6). En la excavacion, se disecto una parte deI monticulo de manera escalonada para guardar un testimonio de las diferentes capas estratigrâficas. Los primeros 30 cm deI monticulo resultaron ser capas de ceniza y carbon que rellenaban pequetias depresiones. Estos niveIes presentaron mucho material cerâmico, deI que se tratarâ posteriormente. Abajo de estas capas de ceniza se encontro un sedimento tipo limo arcilloso decolor café con muy poco material cultural. Aunque este sedimento presenta rasgos naturales, su compactacion y fuerte desecacion (caracteres asociados con la presencia de huellas de paja en ciertos lugares) hacen pensar en un sedimento natural que sufrio una transformacion antropogénica. Se tomaron varias muestras de este sedimento para hacer anâlisis quimicos (medidas de los contenidos de sales) y sedimentarios (observaciones micromorfologicas en laminas delgadas de sue­ 10). Ademâs, durante la excavacion se tomaron medidas de resistividad para

341 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO tratar de levantar un mapa de la salinidad deI monticulo. Estos estudios tienen coma proposito confirmar la hipotesis de que los monticulos son el resultado de la acumulacion de los desechos de filtracion deI salitre. Monticulos pareci­ dos, pero procedentes de una produccion reciente se pueden observar en varias partes de la cuenca. Estos datos aUn estan en proceso de anâlisis; no obstante hay que recalcar que esta informacion es dificil de interpretar de manera directa en el campo. Muchos factores, ademas de la salinidad, pueden influir sobre la resistividad deI suelo (estructura y textura deI sueIo, contenido de agua).

Posibles homos de evaporacion

En los flancos deI monticuIo se excavaron cinco estructuras circulares (una en la parte norte, cuatro en la parte sur), de las cuales tres presentan un mismo rasgo. Son fosas cilindricas de 90 cm de diametro, la mayor tiene 55 cm de profundidad; en las restantes no se pudo distinguir el fondo. Todas tienen un revestimiento de arcilla, aparentemente quemada, sobre las paredes. En donde fue posible distinguir el fondo, se evidencio un piso de tepalcates igualmente revestido con arcilla quemada. El interior de las estructuras presenta un relle­ no de limo y arena de playa. Analisis de difractometria de RX daran la certeza sobre la posible coccion de las paredes, pero el hecho de que la superficie de la boca de las estructuras se encuentra justo debajo deI nivel de cenizas deI monticulo, hace pensar en algUn tipo de homo. Los desechos de su utilizacion, aparentemente se fueron acumulando progresivamente en el cuerpo deI monti­ culo. Se excavaron también estructuras en el flanco sur, que da hacia la playa. Primero se detecto una fosa cilindrica de 1 m de diametro y 15 cm de profun­ didad. En su interior se encontro una depresion al fondo, hecha de ceramica y de un revestimiento de arcilla gris. Varias estructuras similares se han encon­ trado en el sitio llamado La Motita (fig. 7), por 10 que damos su descripcion detallada y dibujos (fig. 9b). Otro tipo de estructura encontrada es una fosa cilindrica de un poco mas de 1 m de diâmetro y 60 cm de profundidad. Las paredes estan igualmente hechas con tepalcates y un revestimiento espeso de arcilla cafe y negra. El interior de la estructura estuvo muy alterado, por 10 que fue dificil evidenciar el fondo. Un pozo de sondeo realizado en su costado exterior permitio definir mejor su forma (fig. 8). El relleno fue igualmente de limo y arena de playa. La forma general y el acabado de las paredes sugieren un homo, aunque (aparté

342 RECURSOS NATIJRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES de manchas de coccion de las paredes) no se evidenciaron cenizas ni carbon en eI relleno. La ultima estructura que se encontro, es una variante de las encontradas en la Motita (fig. 9a). Consta de tres partes: una cilindrica en el centro, de unos 20 cm de profundidad, ligada a dos depresiones mas altas y mas amplias, pero menos profundas. La estructura no tiene un recubrimiento de tepa1cates, presenta paredes de arcilla con eI interior de color negro. La superficie deI monticulo presenta una gran acumulacion de material que se define en su mayor parte como cajetes de paredes rectas y fondo pIano, de color café con una linea roja en eI borde (fig. lOb). Gran parte de los fondos encontrados presentan un revestimiento de arcilla blanca, aparente­ mente quemada, con huellas de paja. Bajo los niveIes de ceniza, se encontraron tres fondos de cajete, dispuestos horizontalmente sobre el nivd que correspon­ de al de las fosas antes descritas. Los cajetes detectados, son de paredes rectas con fondos pIanos, de color bayo con un acabado interior brufiido. Su fondo presenta impresiones de "petate" (fig. 10a). En el estado actual deI estudio, es dificil proponer interpretaciones defini­ tivas para esta area. Sin embargo, se pueden formular ciertas observaciones: - La composicion y estructura deI monticulo permite pensar en un area especializada. La presencia de 10 que pudieran ser homos asociados a espesos niveles de ceniza, parece coincidir con la etapa ultima deI proceso de extraccion: la coccion de la salmuera en recipientes especializados de ceramica. Los desechos de estos, forman la espesa capa de fragmentos de cajetes que se observan en la superficie deI monticulo. Cabe recordar que los recipientes utilizados en la coccion de la salmuera, deben ser quebrados para poder retirar la saI cuajada, pues durante el proceso de cristalizacion aceIerada por el fuego se forma una masa 0 "un pan" que se adhiere a las paredes deI recipiente. El acabado especial deI fondo, revestido de arcilla quemada sigue siendo un enigma. Por un lado, se puede pensar que la fabricacion de estos recipientes, se hizo sobre petates que dejaron su impre­ sion en el fondo. Por otro, es posible que durante eI proceso de coccion se utilizo algUn soporte 0 pretil de barro para alejar el calor directo deI fuego de la salmuera. Riehm (1961) hizo experimentaciones que demostraron la necesidad de una temperatura poco elevada y progresiva para una buena cristalizacion de la saI. - En cuanto a los supuestos desechos de filtracion -hipotesis propuesta para la acumulacion de sedimentos limo-arcillosos de color café- hasta el mo­ mento no se ha encontrado evidencia que apoye la idea de una lixivaci6n de

343 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

la tierra. Evidencias posibles pueden ser la fosa cilindrica que tiene una depresion en el fondo y la estructura compuesta por tres secciones. A 10 largo de las playas, se observan en superficie varias siluetas de estructuras similares que pudieran ser variantes de las utilizadas en el lavado deI tequesquite, pero en general, estas se encuentran muy alteradas coma para dar datos fidedignos al respecto. En el area deI monticulo excavado las estructuras se encuentran en los niveIes bajos que reciben los vientos domi­ nantes, por eIlo han sido sometidas al escurrimiento continuo y a la erosion eolica. En la presentacion de los hallazgos de La Motita se hace una interpretacion posible de estas estructuras coma parte de los procesos de filtracion 0 decantacion deI salitre. Todavia no se ha definido el proceso exactQ que se pudo utilizar en la lixiviaci6n deI salitre. Ponce vio el proceso durante su viaje en la cuenca en eI siglo XVI, y hace la siguiente descripcion:

de aquellos salitrales allegan JllUchos montones de polvo y salitre que esta encima y echandolo en tinajones, le van echando agua, meneandolo y removiendolo muchas veces y cebandolos siempre con agua hasta la cantidad que ellos saben, y de esto sacan lejia, como se saca de la ceniza mezclandole agua (Ponce 1873).

Lo que Ponce Barna "tinajones" podrian ser los grandes recipientes de ceramica 0 las pequei'ias fosas excavadas en el suelo y cubiertas de cerami­ ca y de arcilla. Por otra parte, hay que pensar que aunque no se hace referencia en los textos deI siglo XVI, las antiguas formas deI "tlapetchli" actual, serian casi imposibles de encontrar, ya que se componen enteramen­ te de rnateriales perecederos. Con estas primeras observaciones se pueden resumir los diferentes procesos que aparentemente ocurrieron : 1- Un procesamiento deI salitre permite obtener salmuera, sin poder definir con detalle si se trata de una filtraci6n, a la manera actual 0 de una decantaci6n/ concentraci6n coma la descrita por Ponce. 2- De la salmuera se obtiene saI con un proceso de coccion en homos. Los detalles de esta etapa tampoco estan bien ac1arados todavia, pero es muy probable que la gran cantidad de fragmentos de cajetes encontrados en el sitio fueran utilizados para este prop6sito. Su forma y su tamai'io no pare­ cen muy adaptados para el transporte de agua dulce 0 para la elaboracion de saImuera (mezc1a de agua con salitre). Para los procesos de esta etapa se piensa mas bien en un recipiente grande y bastante hondo, 0 en una fosa excavada en el sueIo (fig. 9a 0 9b). Uno de los problemas que debe ser atm

344 RECURSOS NATIJRALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

resuelto es la falta de manchas de coccion en la mayor parte de las vasijas y/a de los artefactos relacionados que hubieran permitido alejar los recipien­ tes deI fuego. Los homos aparentemente fueron levantados cuando eI niveI de construccion deI monticulo era menor. En la estratigrafia se aprecia que el amontonamiento de tierra ya existia cuando se hicieron los homos. Los niveles que cubren las fosas estân constituidos por desechos de ceniza y carbon, siendo evidente que la construccion de éstas y su utilizacion perte­ nece a la ultima etapa de uso de esta area. Se espera que eI anâlisis final de los materiales y de los sedimentos de esta area, permita resolver los puntos pendientes. Si se confirman las grandes hipotesis emitidas, es probable que la acumulacion de tierra en esta parte deI monticulo excavado, se haya hecho en eI curso de una sola temporada de trabajo. Los diferentes niveles, que representan eI resultado de cada una de las etapas deI proceso, no parecen repetirse en la estratigrafia. Sin embargo, es muy probable que la acumulacion de estratos no sea unicamente eI resultado de las diferentes etapas cronologicas de producci6n. En efecto, se sabe que los desechos de las acciones anteriores pueden ser reutilizados en eI transcurso de las distintas fases posteriores. Asi, los salineros de Nezquipayac, en la cuenca de Texcoco, utilizan la ceniza para enlucir los cubrimientos de arcilla de las tinas de filtraci6n. Segun eIlos, esta da mas resistencia y aumenta la impermeabilidad (Parsons 1989). Testimonios parecidos dan los antiguos salineros de la cuenca de Sayula que utilizaban ceniza para enlucir eI recubri­ miento calizo de los estanques de evaporaci6n solar. Se puede notar que el enlucido gris de las fosas, que pudieron servir en un proceso analogo de decantaci6n (fig. 9b), se ennegrecen segUn eI grado de hUmedad al que estân sujetos. Los mismos salineros de Nexquipayac utilizan desechos de salitre ya filtrado para hacer una mezcla con salitre nuevo para "equilibrar" la concen­ traci6n de sales de la tierra recogida para filtrar. Las reutilizaciones sucesivas generan poco a poco una especie de terraplén, cuya estratigrafia resulta dificil de poner en correspondencia con etapas de produccion. Uno de los problemas que subsisten es la interpretaci6n de la presencia masiva de tepalcates en la superficie de los distintos monticulos. Mas aUn porque en la estarigrafia deI monticulo excavado no se evidencian capas 0 niveles de este tipo de material. Si se considera que estos monticulos pueden ser el resultado de varias temporadas de t>roducci6n, no habria raz6n para que los tepalcates se encuentren acumulados Unicamente sobre la superficie. El recubrimiento de tiestos de distintos tipos, sobre diversas areas deI sitio, pareceria corresponder a la variedad de material utilizado en las distintas instancias de la producci6n salinera.

345 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

De estas observaciones se puede deducir que se trata de un nivel masivo de producci6n (diriase casi "industrial"). La gran cantidad de material ceramico desechado es muy homogéneo y recurrente sobre todas las estructuras simila­ res que existen a 10 largo de la margen oriental deI sitio. Sin embargo, no se debe perder de vista que estas técnicas generan una gran acumulaci6n de material en poco tiempo. De hecho es muy fâcil llegar a sobrestimar la cantidad realmente producida. En el momento actual, se estan desarrollando técnicas de experimentaci6n para reconstituir las diferentes etapas deI proceso productivo. S610 asi se podrâ comprobar la reIaci6n entre cantidad de saI producida y desechos generados. Para determinar la temporalidad precisa de estas estructuras, se estan realizando fechamientos de Ci4 sobre materiales orgânicos encontrados en los rellenos. El poco material cerâmico diagn6stico encontrado aparenta ser de la fase Sayula deI periodo Clâsico. Por otra parte, el estudio deI material cerâmico encontrado en los sitios San Juan de Atoyac y Caseta (ver Acosta et al. en este volumen), reveI6 que los cajetes de paredes rectas, fondo pIano y acabado brui'iido en eI interior, pertenecen a un periodo de transici6n entre eI Sayula Tardio y eI Amacueca Temprano; es decir, la parte final deI Clâsico y el inicio dei Postclâsico.

LA MOTITA

Este sitio esta ubicado en el interior dellecho lacustre, que se ve estacionalmente rodeado por el espejo de agua. Se le asocia una calzada 0 camino en terraplén recto. El sitio se compone de una serie de dunas aparentemente artificiales, dispuestas a manera de un arco abierto orientado hacia el sureste. El conjunto de evidencias mide aproximadamente 300 m de largo por 20 m de ancho (fig. 7). Isabel Kelly 10 conoci6 en 1940, con el nombre de "La Lobera" y 10 describe con dunas de hasta dos metros de altura y con dep6sitos culturales que varian entre 50 y 150 cm de profundidad (Kelly, s.f.). La mayor parte deI material que se encuentra en superficie, esta muy erosionado y sin decoraci6n aparente. La Motita junto con La Mota, otro sitio similar dentro deI perimetro deI lecho lacustre, puede ser considerado coma una de las ultimas grandes tepalcateras deI extremo sur de la cuepca (Schondube et al. 1994). Las exploraciones se realizaron sobre un ârea de aproximadamente cuatro hectâreas, ubicada en la playa sur a unos 300 m de los monticulos. Es una ârea sin vegetaci6n donde se aprecian en superficie, numerosas siluetas 0 circulos formados por fragmentos de cerâmica, clavados antafio en eI sueIo deI

346 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES lago. Como referencia, se planto una reticula con cuadros de 2 m por 2 m. En primer término, se retiro el sedimento salitroso que afloraba en superficie, sobre cada cuadro para revelar asi las evidencias. Luego se excavaron 20 estructuras en toda el area, dejando algunas como simples dibujos sobre la superficie. El hallazgo mas interesante de esta excavacion fue un conjunto de estruc­ turas complejas alineadas en una misma direccion (fig. 7). Éstas presentan dos partes: una pequeiia fosa cilindrica (regularmente de unos 30 cm de profundi­ dad y 50 cm de diametro) de la cual sale un pequeiio tUnel que liga el cilindro a una depresion mas profunda. Tanto la depresion, como el tUnel, tienen una cierta pendiente inclinada hacia la fosa cilindrica original (fig. 9a). Estas estructuras estan delimitadas por tepa1cates que tienen ademas un revestimien­ to de arcilla gris. Es de notar que se encontro una variante de este tipo de estructuras, en un nivel ligeramente mas bajo que el de la superficie actual (alrededor de 5 cm). Presentan una orientacion diferente a las anteriores y no tienen el recubrimiento de tepalcates. Se identifican por un enlucido de arcilla color café oscuro. Otra variante encontrada, tiene el mismo acabado que las primeras, pero deI cilindro principal salen dos tUneles ligados a dos depresio­ nes. El relleno de todas estas estructuras es de un sedimento fino muy parecido al que se encuentra en la superficie de la playa actual. Junto con estas estructuras se encontraron cuatro fosas cilindricas, poco profundas (alrededor de 15 cm) con un diametro de 1 m. Todas presentaron una depresion en el fondo (fig. 9b). Las fosas tienen igualmente un recubri­ miento de tepa1cates y pueden presentar un enlucido de arcilla gris. Dos de ellas tenian un relleno muy heterogéneo, con muchisimos tepa1cates. Las otras tuvieron como relleno un sedimento fino, tipo arcilla de playa, y arenas eolicas. El ultimo tipo de estructuras encontrado fue un conjunto de fosas excavadas sin forma particular, de una profundidad aproximada de 50 cm. Sus paredes son muy irregulares, parecen ser hechas de cal (fig. 9c). Presentan un relleno antropogénico con muchos tepalcates, ceniza y numerosos fragmen­ tos de carbOn. En general, se encontro muy poco material en superficie. La ceramica recogida proviene de las fosas excavadas y de una acumulacion tipo basurero, je unos 4 m de amplitud. Esta acumulacion no llego a ser delimitada como fosa. Del analisis inicial deI material se pueden hacer algunas observaciones. Se trata de una ceramica muy burda, con paredes muy gruesas (alrededor de ~ cm) y gran utilizacion de desgrasantes vegetales. La forma predominante Jarece ser de grandes cajetes (diametro probable de 40/50 cm) con una pro-

347 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO fundidad de alrededor de 30 cm. Sus paredes son abiertas y el fondo ligeramente curvo. Este material es burdo y pesado, pero a pesar de ello, presenta una cierta fragilidad que los hace dificiles de transportar. Los frag­ mentos recogidos no presentan tizne 0 manchas por contacta con el fuego. Dos hipotesis pueden ser propuestas para la funcion de estas vasijas: 1- Utilizadas durante la coccion de la salmuera con algtm tipo de soporte que las alejara deI calor intenso deI fuego. El grosor y la gran porosidad de la pasta favorecen la buena circulacion y conservacion deI calor en todo el recipiente. 2- Utilizadas en la preparacion (decantacion 0 concentracion) de la salmuera antes deI proceso de coccion. Podian ser los "tinajones" de Ponce. Sin embargo, por su fragilidad aparente y por no tener un fonda pIano es menester ponerlos en un lugar fijo, ya sea enterrados, apoyados con piedras o arrimados unos contra otros. La ubicacion de la zona y su caracterizacion hacen pensar en un area de actividad especializada en ciertas etapas de produccion de saI. La forma y el acabado de las estructuras de tepalcates alineados, permiten proponer la hipo­ tesis de una funcion relacionada con el proceso de filtracion y decantacion deI salitre. En el casa de las estructuras que presentan dos partes unidas por un tUnel, se puede pensar en un proceso de filtracion. Al poner el salitre en la parte mas alta y poco profunda, se puede fabricar una especie de filtro en la entrada deI tUnel (arena y/a vegetales) para luego regar el contenido de la fosa superior con agua y recuperar la salmuera en el cilindro inferior. Esta hipote­ sis se basa en la observacion de la forma y el acabado de la estructura. El recubrimiento de tepalcates y el enlucido de arcilla dan a las paredes cierta impermeabilidad. Sin embargo, hasta el momento no se han encontrado refe­ rencias en la literatura de tales estructuras. Se espera que los analisis deI revestimiento de arcilla den alguna indicacion de su uso exacto. En cuanto a las estructuras circulares con una depresion en el fondo, se puede pensar en algtm tipo de recipiente de decantacion para una mezcla de salitre con agua. Por su peso, la tierra se queda en la depresion deI fondo, pudiéndose recuperar la salmuera en la parte superior. Una observacion obvia sobre el conjunto de estas estructuras, es que no pueden contener una gran cantidad de salitre. La impresion general de esta area es que, aunque parece muy especializada, no abarca una gran produccion. Otro problema, es la ausencia de acumulaciones de los desechos deI proceso de la extraccion deI salitre. Los famosos monticulos son un rasgo diagnostico de los sitios de produccion de saI mediante un proceso de filtracion de salitre.

348 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

Para tratar de resolver este problema, se esta excavando un monticulo ubicado a 300 m al norte deI area trabajada. Como ya se ha dicho, la mayor parte de estos monticulos aparentan ser antropogénicos y estan constituidos por un sedimento heterogéneo de tipo limo-arcilloso café. La casi totalidad esta cubierta por una gruesa capa de tepalcates muy erosionados que podrian ser a su vez, el resultado de la acumulaci6n de desechos de la cocci6n de la salmue­ ra. Falta estudiar mas estas evidencias y hacer analisis de los sedimentos acumulados para confirrnar estas hip6tesis. En cuanto a las dos estructuras encontradas con un espeso relleno de tepalcates, ceniza y carbon; se las puede definir como fogones. Podrian corres­ ponder a fosas excavadas para cocer la salmuera, en recipientes de ceramica. La temporalidad de las estructuras de esta area, se esta deterrninando igualmente con fechamientos C14. En el material obtenido deI basurero, se aprecian algunos tepalcates con decoracion de la fase Sayula. Con estos datos preliminares, se puede llegar a ciertas conclusiones gene­ raIes sobre la produccion de saI en la cuenca de Sayula: 1- Parece ser que la produccion de saI se generaliza en la cuenca durante el periodo Clasico. Los datos de excavacion aportan evidencias que confirrnan las observaciones hechas en la etapa de prospeccion. Por una parte, todavia no se han encontrado evidencias de extraccion salinera en el periodo Preclasico. No obstante, esto puede ser solo consecuencia de la menor importancia de estos procesos en la primera época. Si la produccion fue exclusivamente de tipo doméstico, los restos materiales deI proceso serian bastante mas reducidos y probablemente se confundirian con las evidencias deI periodo posterior. Hay que sefialar que resulta dificil seguir la cronologia de sitios salineros, ya que por 10 general pueden ser utilizados durante largos periodos de tiempo y sobre todo pueden ser reutilizados en épocas muy diferentes. Los materiales usualmente encontrados no presen­ tan rasgos cronologicamente diagnosticos (Valdez y Liot 1994). 2- Por otra parte, se nota un aparente abandono de los sitios de playa durante el Postclasico, las estaciones mas tardias se encuentran alejadas deI borde de la playa, ubicadas en las laderas bajas de las sierras proximas (Valdez 1993). No obstante, como ya se ha visto, existen referencias historicas que evidencian una explotacion importante de los depositos salinos, hasta fina­ les deI siglo XVI. Se puede suponer que durante los periodos posteriores los sitios fueron reutilizados exclusivamente para la extraccion de saI, dejando un material poco diagnostico que no se diferencia deI material utilitario anterior (Valdez y Liot 1994).

349 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Aunque hace falta obtener datos mas precisos sobre la temporalidad de las areas excavadas, se pueden destacar diferentes tipos de sitios que reflejan diferentes niveles de produccion. Por un lado, se observa una produccion doméstica con 10 que probablemente se aprovisionan los habitantes de aldeas cercanas. Un ejemplo de esta puede ser el sitio La Motita que pese a su acceso dificil y su relativo aislamiento fue explotado sin dejar grandes depositos .de desechos. Por otro lado, se tiene una produccion corporativa, de nivel casi "industrial", coma la evidenciada en eI sitio Cerritos Colorados, donde su posicion estratégica le permitio sin duda aprovisionar otras regiones dentro y fuera de la cuenca. Una vez descritos los principales recursos naturales de la cuenca de Sayula, conviene ahora ver coma su aprovechamiento pudo articular una serie de interacciones que posiblemente llevaron a la configuracion de un sistema regional.

HIP6TESIS SOBRE LA GESTI6N ECON6MICA DE LOS RECURSOS

Al describir las tres zonas ambientales identificadas, se ha caracterizado la amplitud deI area de carga disponible en la region. En 10 que incumbe a la distribucion de los recursos minerales, ésta es a la vez dispar y comple­ mentaria. Las tierras fértiles se encuentran en el sector noTte de la cuenca, fundamentalmente en la Zona II; mientras que en el sector sur incumben tanto la anterior coma la III. La saI aflora exclusivamente en la mitad noTte de la Zona III; entretanto que los minerales e inclusive los pocos metales3 que existen se encuentran sobre todo en las Zonas II y III de la mitad sur. Esta distribucion disimil de los recursos debio haber influido en el establecimiento de "contac­ tos interesados" entre miembros de los distintos sectores. La necesidad de

3. En el Ensayo Historico-Politico dei Reyno de la Nueva GaUcia, escrito en 1816 por el Intendente Antonio GutiélTez y Ulloa, se dice que ellmico pueblo de la Provincia de Avalos que tenla minas era Cocula (GutiélTez y Ulloa 1983: 43). Isabel Kelly -citando a la SUmD de Visitas publicada por Paso y Troncoso- comenta que: en Chiquilistlin habla cobre, plata y plomo, Amacueca tenla minas de plata y cobre (aparentemente no trabajadas) y Cocula, que era considerado el centro minera mâs imporante de la Provincia de Avalos, tenla minas de plata y cobre (Kelly s.f.: 28). En la prospecci6n realizada par el equipo dei Proyecto Cuenca de Sayula, se han ubicado recientemente minas de cobre, mezc\ado con otros minerales, en las faldas intermedias de la Sierra de Tapalpa. Esto en un area amplia comprendida enlre Sayula y Amacueca. Se tienen igualmente noticias, mâs 0 menos fidedignas, de la presencia de minas de estaflo en las faldas bajas de la Sierra de Tapalpa. hacia el sur dei actual poblado de Sayula. Sin embargo. la presencia f1sica de minas en la regi6n, no significa que éstas fueron explotadas por la poblaci6n indlgena antes de la lIegada de \os espaftoles.

350 RECURSüS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES abastecerse de ciertos recursos escasos reforzo los nexos de parentesco exis­ tentes, 0 favorecio el establecimiento de lazos entre grupos mas 0 menos pares. La interaccion reciproca de estos grupos ciertamente se complemento con las afinidades de orden ideologico, ritual y probablemente politico que imperaban entre los pueblos de la cuenca. Evidencias de esta afinidad generalizada se encuentran en el registro arqueologico a todo 10 largo de la region. Dandose a un micro nivel, estas esferas de interaccion regional homogeneizaron los patro­ nes culturales que hoy se ven en los materiales de cada una de las tres fases arqueologicas identificadas en la cuenca de Sayula (Kelly sJ.: 31-35). En el transcurso de la existencia cotidiana, una comunidad hace uso deI conjunto de recursos naturales a distintos niveles. En el rango doméstico se emplean esencialmente para asegurar la subsistencia deI grupo y en la produc­ cion de instrumentos 0 artefactos de uso ordinario. A este nivel hay una fuerte tendencia hacia la recoleccion de muchos insumos que son consumidos 0 transformados de manera inmediata. Cuando el nivel de produccion doméstica rinde excedentes (cosa inusual en las sociedades tribales) y se asegura por un tiempo determinado la subsistencia, el exceso puede utilizarse para obtener productos 0 recursos que normalmente se hallan fuera deI dominio inmediato deI grupo. El mecanismo de obtencion de estos recursos es el trueque, una forma de reciprocidad equilibrada que se da entre las partes con un caracter mas economico que social: "el aspecto material de la transaccion es tan importante como el social, y debe haber cierto ajustamiento mas 0 menos exacto, ya que las operaciones deben compensarse" (Sahlins 1984: 132). Hasta ahora, entre los materiales recolectados en los reconocimientos arqueologicos en la region, solo dos no son de origen local: la concha marina y la obsidiana, los que debieron ser importados. La posesion de estos bienes foraneos, y por ende escasos, incide en el status que adquieren los miembros que los poseen y que los distribuyen. Si la importancia de este hecho es reconocida y aprovechada por el grupo que adquiere y maneja los recursos exoticos, su prestancia social 0 status puede llegar a afianzarse y convertirse en un rasgo distintivo dentro deI grupo. En las sociedades tribales los procesos que Bevan al surgimiento de grupos notables son ciertamente mas complejos que el caso esbozado, pero de hecho este mecanismo pudo haber sido parte de las circunstancias propicias para su aparicion. En el rango comunitario, la utilizacion de los recursos se da generalmente li niveles corporativos mas bien primarios, usualmente como consecuencia de un trabajo que no puede efectuarse de manera individual en el pIano doméstico (la construccion de una casa, la preparacion de una partida de caceria 0 de una

351 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO fiesta). En estos casos la organizaci6n esta bien definida dentro de los canones de la reciprocidad generalizada. El nivel de desarrollo sociopolitico incide en las distintas formas en que se estructura la comunidad y se refleja en la manera en que estos dos aspectos de la economia se articulan al interior de la comunidad. En principio, a mayor desarrollo en la organizaci6n social, mejor aprovechamiento y redistribuci6n de los recursos disponibles. Las sociedades prehispanicas de Occidente estuvieron esencialmente cons­ tituidas por unidades domésticas dedicadas a la producci6n agricola, con un desarrollo relativo en la producci6n artesanal, a nivel individual 0 comunitario. La riqueza relativa de una unidad dependia, entre otras cosas, de la capacidad de almacenar los excedentes agricolas (a nivel individual 0 comunitario) y de intercambiarlos por productos no perecederos de manera mas 0 menos cons­ tante. Entre los grupos que habitaron los distintos sectores descritos de la cuen­ ca de Sayula, la producci6n agricola tuvo que ser practicamente la misma, con diferencias estacionales en cuanto a los rendimientos alcanzados. Siendo una agricultura basicamente de temporal, los grupos asentados en las zonas hu.medas deI sur/sureste de la cuenca tuvieron una ventaja cierta sobre los habitantes deI norte. Sin embargo, la capacidad de un posible almacenaje de los excedentes alimenticios fue probablemente un factor decisivo en la forma­ ci6n de grupos mas aventajados. En este caso, los sectores mas aridos deI norte se prestan mejor a la implantaci6n de dep6sitos de granos y de otros insumos. Hay que recordar no obstante que la complementaridad aparente en los diversos sectores de la cuenca no implica necesariamente que un tal dispo­ sitivo existi6. De hecho, aunque la l6gica modema (mercantilista) occidental no fue la norma entre los pueblos prehispanicos, conviene no perder de vista los rasgos ambientales de esta hip6tesis. A diferencia de los centros urbanos en otras partes de México, como Teotihuacân, Tenochtitlân 0 Monte Alban, en los que se puede hablar de sectores especializados de tiempo completo, en Sayula parece que este fen6me­ no no se haya dado. Con pocas excepciones, las especializaciones no fueron en realidad muy comunes (el trabajo de los metales) puesto que la elaboraci6n de los productos, ni requeria largo tiempo, ni una "formaci6n profesional" larga para los artesanos. Asi, mas que especialistas personales, se dan en la regi6n a 10 sumo poblados que de acuerdo a su ubicaci6n y a sus recursos hacen hincapié en la elaboraci6n u obtenci6n de productos determinados. En este sentido y tomando no s6lo Sayula como regi6n, sino todos los llamados Pue­ blos de Avalos, se tiene que actualmente zacoalco produce equipales; Atemajac

352 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES es llamado de las "tablas" por trabajar la madera, y San Martin recibe el apelativo de "la cal" por la extraccion y procesamiento de las calizas. Al evaluar la evidencia arqueologica deI conjunto de la cuenca, aparecen ciertas tendencias claras que sugieren la presencia de grupos influyentes 0 inclusive, dominantes en el extremo norte. En este sector aparece igualmente, la mayor cantidad de vestigios relacionados con la extraccion de saI. En algunos casos, hay conjuntos de estructuras arquitectonicas ubicados en las inmediaciones de la playa salitrosa y claramente parecen guardar relacion con las actividades salineras. Los sitios Playas de Atoyac, Carmelita, La Mota, La Motita y probablemente La Picota son claras muestras de esta relacion. El sitio Cerritos Colorados es quizas el ejemplo mas significativo de toda la cuenca y coma tal merece ser tratado por separado (ver Guffroy y Gomez en este volumen). Los sitios de menor importancia, ubicados a todo 10 largo de la playa lacustre, son sobre todo estaciones de extraccion, sin âreas de habitacion adyacente. Sin duda alguna, fueron 6nicamente zonas de trabajo utilizadas en la época de secas. Por su lado, los patrones de asentamiento indican que sobre la mayor parte de la cuenca hubo una ocupacion en toma a los lugares con un potencial agricola significativo. Durante casi toda la historia prehispânica, los mismos sitios de habitacion no invaden los terrenos de cultivo, sinD que se agrupan en las laderas bajas y medianas que bordean el ârea preferencial de las milpas. En este sentido, hay inclusive la ocupacion intensiva de las zonas mas elevadas, donde perdura todavia la tradicion de coamiles en terrenos agrestes 0 muy empinados. Es evidente que las dos actividades bâsicas de produccion en Sayula, la agricultura y la extraccion de saI, no son excluyentes ni competitivas. Se ha dicho ya que la mayoria de los cultivos debieron ser de temporal, mientras que la extraccion de saI se realizaba en la época de secas. Es decir, los agricultores de tiempo de aguas podian transformarse en salineros durante los meses sin lluvia. Bajo esta optica, se podria pensar que el conjunto de la cuenca se pudo ~aber articulado coma un sistema mas 0 menos bien fusionado, dedicado tanto 1 la produccion de insumos agricolas, coma a la extraccion corporativa de saI. En ambos casos pudo haber una generacion de excedentes que debio ser ilmacenada temporalmente para su ulterior redistribucion. Volviendo a la evidencia arqueologica de carâcter arquitectonico perdu­ 'able que pudiera representar un conjunto de âreas de dep6sito de productos rariados, resalta nuevamente el sitio Cerritos Colorados. Se puede postular lue buena parte de las estructuras rectangulares 0 circulares de tamafio media-

353 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO no 0 reducido existentes en el sitio, pudieron haber servido como espacios protegidos de almacenaje. El conjunto es en si bastante grande y esta estructuralmente ligado a varios otros tipos de construcciones. En el estado actual de la investigacion, nada permite afirmar a ciencia cierta4 que un com­ plejo de silos existio en realidad, sobre el sitio. No obstante, se puede emplear este género de evidencias para formular hipotesis de trabajo sobre el sitio y sobre el funcionamiento posible deI sistema ambiental de la cuenca. Por otra parte, la localizacion de este mismo sitio resulta estratégica como punto de contacto con varias regiones aledafias a la cuenca. Al observar la figura 1 se aprecia como la ubicacion de Cerritos Colorados coincide con un doble eje de comunicaciones posibles. En sentido norte/sur, el sitio domina el paso entre las cuencas de Sayula y Zacoalco y por ende, de manera efectiva, controla el paso sobre una parte deI corredor que comunica la region costera de Colima y Jalisco con el altiplano interior. En sentido este/oeste, su ubica­ cion pr6xima coincide igualmente con el paso entre la cuenca de Sayula y la region de Chapala que se une con el actual estado de Michoacan. Para los detentores de un sitio de almacenamiento de productos variados la proximidad, o inclusive un cierto control sobre las vias de comunicacion, es una ventaja critica sobre el resto de productores 0 posibles mercaderes. El "costo social" deI montaje y deI mantenimiento de una infraestructura semejante a la que se evidencia en Cerritos Colorados, debio ser a la larga sufragado por las ventajas materiales e ideologicas que los detentores deI sitio pudieron haber redistribuido entre los habitantes de la cuenca que contribuian a su funcionamiento. No se entranl, por el momento, a tratar de las implicaciones politico-religiosas que pudieron manejar quienes controlaban el sitio, pero es indudable que ambos aspectos tuvieron consecuencias economicas sensibles sobre la totalidad de la cuenca de Sayula. Dentro deI esquema hipotético esbozado, la presencia de la saI -eomo recurso escaso en las regiones aledafias deI interior- puede servir como motor inicial para el flujo de productos de género y origen diversos hacia la regi6n. Luego, hasta cierto punto la sàl puede constituirse en la excusa aparente para que el sistema siga funcionando. Pues la riqueza y el poder que adquieren los que manejan la red de intercambios, ya no se basa unicamente en el recurso

4. Si bien es cierto que en el inlerior de algunos recinlos se han encontrado fragrnenlos de grandes recipientes que pudieron haber seIVido para almacenar multiples produclos, los arqueologos responsa­ bles dei estudio deI sitio piensan prematuro lIegar a cualquier conclusion definitiva sobre la funcion de las estructuras excavadas.

354 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES saI, SinD mas bien en la variedad de productos foraneos que se pueden agen­ ciar. La importancia de cada recurso debio tener sus altas y bajas, de acuerdo a las necesidades cambiantes de los que participan en el sistema; pero es innegable que el valor de los recursos escasos 0 estratégicos siempre fue ponderable. Basta recordar que la sai y quizas la existencia de ciertos minera­ les en las montafias de la cuenca fueron la causa economica que motivo la invasion tarasca a la zona sayulteca. Para concluir, parece improbable que una organizacion social de cierta complejidad y de poder se haya dado solo en base a las necesidades internas de la region por si sola, sinD en re1acion a sus nexos y problemas con el exterior: control de la produccion y distribucion de la saI. Mas importante quizas, fue el control de la region en general, por estar situada en un corredor cultural y comercial importante que une al altiplano con la costa. Por otro lado, es probable que un grupo hegemonico poderoso, surgiera por la necesidad de defensa frente a la ambicion de los grupos circunvecinos.

355 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

'800

'400m

La Cuenca de Sayula Distribuci6n de Sitios

• Verdla 6.sayUa

• AmacU8Cll

Fig. 1. La cuenca de Sayula con la distribuci6n de sitios arqueol6gicos detectados.

356 RECURSQS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

Z700 SIERRA ΠZ600 T/lPAVA

Z500

Z400

ZONA 1

1800 ZONA Il

1700 ~

1600 ={f

1500 ZONA III

1400

1350 ~CN'UC_ ...

CESTE ...41------26.5Kmm------_. ESTE

Fig. 2. Zonificaci6n de recursos naturales disponibles en la cuenca de Sayula.

ZOOOm ------3 - Sian ------

ZONA Il

4D 1450 ·1600 m :50m •

:<'ig. 3. Corte altitudinal dei ârea preferente de asentarnientos habitacionales.

357 Fig. 4. Areas de producci6n y de tributaci6n de sai entre los siglos XVI y XVII (basado en Mendizâbal 1946).

Y.l VI 00

ÂreJiA 1.01ita· 2. Me.zca~1Ién• 3. lapolillo" 4. Izlapa' 5. Apeta1UCa ÂreaB '1. Juchlplla t"" 2. M1zquillcacén Golfo de México >en 3. Yahualca • <î 4. XuchllIén c: 5.Amalitlén 6. T\aIa ~ 7. Tluomulco > 8. CuyuIIén en 9. Ocottc ÀrcaC o 10. Taponahuasco 1. Cuyutlén " f'l 11. Amatallén 2. Naulapan 12. l1aca1lén o 13.lzcallén ÂreJiD R 14. Cuisllén 6 15. Cuyuposn... 1. Tequepan 16. Nuchlsllén 2. CoaIc:omM • 26 ~ 17.AlIamaxque 3. Penbén tTl \ 18. Atlzlaque 4. Xiroslo 2r 34' o 1 31' 9 tTl 19. ZaIalitIén 5. Chatapan \ 29" 32" Oced~OA~ 20. TONlI6 6. Xaratango (El 5alilnl) 3033" :s:: 21.Taquepaque 7.Atapan \ tTl· Qc0' o >< 22. Tellén 8. Uruapan c n 23. Tape~1Ién 9. Zscapu o 24. ChcIa (Zia)" 10. Puruéndlro • 25. Ameca 11. Guango ÀrcaE 26. CoctJa 12.C_· 1. Camolla 27. ZacoaIco " 13. Tartnbaro 2. Ixtapan (XI/luaclln) • 28. Ouomaro • 14. Zlnal*:uaro 3. Tequepa" 29. Amacueca " 15. Neco' 4. SoIoc:huca(Fondeadero cie Jap~) " JO. Tapeque 16. Acémbaro' 5. Iztayulla • 31. Techalula • 17.Huacana 6. Quetzala • 32. Atayec" 18. Ctzjo 7. OlzomW1" 33. SayIJa' 19. Cutzamala • 8. AIahuizIIén • 34. T8OCIAca1lén" 20. Coyuca 9. TzIcaputzaIco· 35. Iztapan " 21. Te._· 10. Te_ * 36. CarrtzaI 22.Xacona • 11. crnallén' Areas de producci6n RECURSOS NATURALES EN LAS ClJENCAS LACUSTRES

Lagunilla de Verdîa '. v...,..,...,..,.., ...... ,...,...,...,...,...,"v t o

Civico Ceremonial Produccion de sai

Teocurtatlan --

Unea de la playa actual de Laguna de Sayula

Fig. 5. Areas funcionales dei sitio pes-ll, Cerritos Colorados.

Fig. 6. Excavacion de una "tepalcatera". En primer piano se aprecian varias estruc­ turas utilizadas en los procesos de produccion de saI.

359 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Unidad de Excavaci6n 2 (UE2) o o O

Unidad de Excavaci6n 1 (UE1)

00

_ 00 ., Q ~ 00 • :l • ~ (' 0 CV o o 0 00 0 o 0 ~i

il' ,<. Basurero (acumulaci6n de lepalcales) o Eslrucluras con paredes de lepalcales o Eslrucluras con paredes de tepalcales y reveslimiento de arcilla gris. o Eslrucluras con reveslimienlos de cal (fogones?) " .. " .. Eslrucluras no excavadas

Fig. 7. Conjunto de evidencias estructurales relacionadas con la explotacion salinera en el sitio pcs-24, La Motita.

360 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LAèuSTRES

Fig. 8. Posible homo utilizado en el proceso de coccion de salmuera.

8

B 0 A

A B c A: Estructuras con paredes de tepalcate y revestimiento de arcilla gris.

B: Fosas cillndricas con paredes de tepalcate y revestimiento de arcilla gris.

c: Fosas con reves~miento de cal (fogones?) fondo sin reves~miento especlfico, relleno de cal, fragmentos de earb6n y cenizas.

Fig. 9. Planta y corte seccional de algunas de las estructuras que se encuentran en la superficie de la playa salitrosa en la cuenca de Sayula.

361 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

A .._------1------',

~---...... ------··--··-·---1 1 .. ----- 1 1 , , , 1 \ \ 1 \1 ~, ,1 1 1 1 1 / , / ..... ------' o- - 10 cm.

B

A: Cajete con base impresi6n 'petate'

B: Cajete con base y parte de paredes con revestimiento de arcilla crema y huellas de paja.

Fig. 10. Recipientes cerâmicos utilizados en los procesos de extraccion de saI.

362 RECURSOS NATURALES EN LAS CUENCAS LACUSTRES

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366 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO: EL SITIO CASETA, UN EJEMPLO.

Maria deI Rosario Acosta Nieva 1 Jean-Pierre Emphoux2 Susana Ramirez Urrea3

INfRODUCCI6N

En los ultimos afios, estudios sistematicos realizados dentro deI Proyecto Arqueologico Cuenca de Sayula (ORSTOM-INAH-U de G) han venido a dar nuevas luces y perspectivas para eI Occidente de México y esta region en particular. La Cuenca de Sayula forma parte deI eje Neovo1canico y esta ubicada a 60 km aproximadamente al sur de la ciudad de Guadalajara, en el estado de Jalisco (ver figura 1 en Valdez, et al., en este volumen). Como ya se ha mencionado en este volumen (Valdez et al.), la cuenca esta formada por varios nichos ecologicos que obviamente influyeron en su poblamiento y explotacion de recursos, tanto en tiempos prehispanicos como en nuestros dias. En eI transcurso de la prospeccion sistematica deI sureste de la cuenca, se detectaron dos tumbas de tiro saqueadas hace varios afios. Las estructuras funerarias y las evidencias arqueologicas en superficie han permitido definir los sitios Casco y Caseta. Con la hipotesis de trabajo de que las tumbas de tiro suelen agruparse entre si, se decidio sondear el subsueIo de ambos sitios mediante una prospec­ cion por el método de resistividad eléctrica. Los resultados obtenidos fueron positivos, 10 que obligo al equipo a realizar trabajos de rescate en el sitio Caseta.

1. Universidad de Guadalajara. 2. Instituto Francés de Investigaci6n Cientifica para el Desarrollo en Cooperaci6n, ORSTOM. 3. Universidad de Guadalajara.

367 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

EL SITIO

El sitio arqueologico de Caseta se localiza en las faIdas de una colina de aproximadamente 40 m de altura sobre el nivel medio de la laguna de Sayula. Es parte deI pie de monte que forman los contrafuertes de la Sierra deI Tigre que cierra la cuenca por el sureste (ver figura 1 en Valdez et al., en este volumen). El entomo ecologico deI area es tipico deI bosque montano bajo. Es importante sefialar que el extremo sureste de la cuenca se presta a la agricultu­ ra intensiva, dadas las caracteristicas humedas deI suelo y, sobre todo, porque los sueIos contienen menos sales que en la parte norte de la cuenca. Los estratos reposan sobre la toba volcanica 0 tepetate. La escasa capa de tierra entre eI tepetate y la superficie -de entre 20 a 40 cm-, aunada a los trabajos agricolas en la loma, favorecieron a que los niveIes ocupacionales se encontraran varias veces mezclados. Las evidencias culturales corresponden claramente a varias etapas de ocupacion definidas para el sur de Jalisco y la cuenca misma (Kelly 1942, 1945), y que estarian ubicadas en: (1) época de tumbas de tiro dentro de la fase Ortices-Tuxcacuesco, (2) las fases Verdia y (3) Amacueca; la ocupacion correspondiente a la fase Sayula todavia no es muy evidente, ya que nos encontramos en eI proceso de analisis deI material (figura 1). Por otro lado, los trabajos de prospeccion eléctrica en el sitio mostraron la existencia de varias estructuras y fosas subterraneas que ya han sido descri­ tas en el informe técnico deI proyecto (SchOndube et al., 1994). Dentro deI perimetro sondeado se detectaron tres estructuras funerarias que entran en la categoria de tumbas de tiro y han sido objeto de trabajos previos (VaIdez 1993). Entre las evidencias que sei'i.alo el resistivimetro, destacan cuatro pozos cilindricos que han sido interpretados como "pruebas de suelo" para la exca­ vacion de tumbas de tiro. Como los tiros de acceso a las camaras, los pozos son circulares y tienen un diametro de mas 0 menos 80 cm y las técnicas de construccion son recurrentes en todos los casos, sean tiros 0 pozos. La clara delimitacion deI espacio dada por la prospeccion eléctrica, como la sobreposi­ cion de varios individuos encontrados posteriormente en la excavacion, hacen pensar en un area destinada especificamente a las inhumaciones de la fase Amacueca y que corresponde al panteon sur, punto que se tocara mas adelan­ te. También, se encontraron dos estructuras grandes: una de forma rectangular formada por cimientos de piedra sin argamasa al sur de la cima, y otra de forma eliptica, delimitada por hiladas de huecos de poste, que en su interior albergaba fosas y homos entre otras cos~. Esta ultima se encontro ubicada al

368 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO norte, en la parte baja de la colina y que colinda con otro espacio delimitado destinado a los enterramientos humanos (panteén norte) (figura 2).

Los ENfIERROS

La muestra osea deI SlUO Caseta, para la fase Amacueca, cuenta en su to-talidad con 96 entierros, que representan 132 individuos situados en fosas circulares excavadas en el tepetate. Debido a la superficialidad de los hallaz­ gos y a la accion dei arado, los restos se encuentran muy fragmentados y removidos, por 10 que en muchos casos fue imposible obtener datos tan impor­ tantes como posicion y orientacion. En esta oportunidad se presentara el patron de enterramiento deI sitio, complementado por la determinacion de edad y·sexo de los individuos; solo se proporcionaran los datos que resultan pertinentes para la mejor comprension deI arreglo mortuorio deI sitio, pues el anâlisis oseo se encuentra en su fase inicial. Del total de la muestra, 101 individuos presentaron depositacion pri­ maria, 25 secundaria y en seis casos no pudo ser determinada debido a la remocion de los restos, pero 10 mas probable es que se trate de entierros primarios, pues se encontraron dentro de una fosa de manera individual. Los secundarios se hallaron coma parte de los entierros mUltiples, ya sea coma un "paquete" 0 dispersos entre los individuos primarios y en ningUn caso estu­ vieron acompafiados de ofrendas. Un 18% de los entierros fueron multiples, siendo siete el nUmero mâximo de individuos inhumados dentro de una misma fosa; los cuerpos no presentaban orientaciones ni posiciones uniformes. AIgu­ nas veces, en los entierros individuales se observo que las fosas eran de un tarnaiio mayor al necesario para contener un solo cuerpo, ademas éste se hallaba "arrinconado", coma dejando espacio para inhumaciones subsecuentes. Ambos hechos pudieran indicar una reutilizacion de las fosas con posible usa familiar; a medida que avance el anâlisis se podrâ corroborar esta hipotesis. La posicion general dentro dei sitio fue flexionada ya sea en decubito dorsal, lateral 0 sedente; la variante mas representada fue la sedente con los brazos cruzados sobre el pecho, 10 que hace suponer que los individuos fueron amarrados 0 envueltos para mantener dicha posicion. Se encontro gran varie­ dad de orientaciones pero la mas frecuentemente utilizada fue hacia el este. Las ofrendas que acompafiaban a los entierros eran principalmente caje­ tes y molcajetes tripodes, vasijas miniatura y en mucho menor proporcion cajetes de fondo plano. En la mayoria de los casos se encontraban colocadas a

369 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco los pies deI individuo 0 allado derecho deI cuerpo. Los objetos mas frecuente­ mente asociados a los entierros fueron navajas y lascas de obsidiana, cuentas de piedra y de concha, pectorales y omamentos deI mismo material, asi como algunas herramientas de hueso. Cabe destacar la presencia de 14 malacates incisos que se encontraron, en su mayoria, en el fondo de las fosas. En el caso de los entierros mûltiples es dificil precisar su pertenencia a un individuo especifico debido a la proximidad de los cuerpos dentro de ellas.

EL ANÀLISIs

La determinacion deI sexo de los individuos esta basada exclusivamente en la revision de la sinfisis pûbica, segfut los criterios de Brothwell (1972) y Ubelaker (1978). Desgraciadamente, esta parte deI esqueleto solo se conservo en pocos casos, por 10 que la informacion en cuanto a sexo podra ser modificada y ampliada posteriormente, una vez que se cuente con los datos métricos. Por el momento, solo el 28% de los individuos ha podido ser sexado, 10 que no resulta representativo de la muestra. A continuacion se enunciarân las tenden­ cias observadas, pero de ningûn modo se pretende aplicar estos resultados al patron de enterramiento de todo el sitio. De los 132 individuos que componen la muestra, solo en 38 casos se pudo determinar el sexo (figura 3), encontrandose 25 individuos femeninos y 13 masculinos. Se observ6 que tanto hombres como mujeres presentan la misma posicion y orientacion, y se acompaiian por el mismo tipo de omamen­ tos, salvo en el caso de las ofrendas, que si bien son deI mismo tipo, la incidencia difiere ya que la mayor parte se asocia a la poblacion masculina. Existe también una diferencia en la distribucion de los malacates, ya que casi la totalidad de ellos acompafian a mujeres, solo se cuenta con un caso de un malacate asociado a un hombre y otro a un infante. Esta diferencia entre hombres y mujeres sugiere que la poblacion femenina probablemente tenia un estatus inferior al masculino dentro de esa sociedad. Por otro lado, el hecho de encontrar una herramienta de hilado relacionada con esqueletos femeninos sugiere una division sexual de trabajo. Esto podrâ ser verificado, a medida que se afine el anâlisis osteologico. En cuanto a edad, tentativamente se dividio la muestra en adultos e infantes, siendo estos identificados en base al grado de union de las epifisis. Se detect6 un total de 12 infantes que presentan un patron de enterramiento distinto deI de los adultos (figura 4). Seis de ellos son secundarios, y se

370 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO localizan dentro de entierros mûltiples de adultos. Los seis restantes fueron depositaciones primarias individuales dentro de fosas pequeftas, en posicion flexionada, ya sea dorsal 0 lateral, contando entre ellos con el Unico caso de posicion extendida dentro dei sitio. No tienen un patron definido de orientacion puesto que los seis presentan orientaciones distintas entre si y en relacion a los adultos; tampoco contaban con ofrendas asociadas aunque uno de ellos tenia un malacate y otro un objeto de concha. Es interesante hacer notar el bajo porcentaje de infantes dentro de la muestra, que asciende apenas a un 9%, cuando seria normal hallar una canti­ dad mas importante de ellos, pues es durante esa etapa de la vida que se produce el mayor nÛlnero de decesos en una poblacion. Esto nos lleva a pensar que los infantes posiblemente estin enterrados en otro sector dei sitio. Pero en base a los escasos restos de infantes se puede inferir que no se les confiere el mismo estatus que a los adultos dentro de la sociedad, ya que, aderruis de no contar con ofrendas, ni siquiera guardan la misma posicion y orientacion que los adultos, y solo la mitad de ellos son entierros primarios.

LAS ÂREAS

Dentro dei sitio se encuentran dos areas principales de enterramiento que en conjunto representan aproximadamente un 10% de la superficie total excavada 2 (ver figura 2). El area norte abarca 21 m , se sitUa en la parte baja de la colina y cuenta con 26 entierros mejor conservados que los dei area sur, pues los restos se hallan en promedio a mayor profundidad. El area sur se extiende 2 alrededor de 36 m , se localiza en la parte media de la colina, donde excavaron 67 entierros. Ambos sectores presentan diferencias entre si en cuanto a patron de enterramiento; la mas evidente la constituye la utilizacion dei espacio, ya que en el area norte el patron es mas disperso pues se utiliza en promedio 80 cm2 por individuo, en tanto que en la sur el espacio se reduce a 53 cm2. Por otro lado, la totalidad de los entierros multiples se localiza hacia el sur, mientras que al norte solo se hallan los individuales. La posicion mas frecuente entre los individuos dei area norte fue decubito dorsal flexionado, en tanto que los dei area sur se colocaron en su mayoria en posicion sedente (figura 5). Las ofrendas en el sector norte son muy escasas, ya que solo seis entie­ rros las presentan, 10 que significa un 4.5% dei total de individuos dentro de esta area; normalmente se encuentra una sola vasija por entierro, que puede

371 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco ser miniatura 0 cajete tripode. En tanto que en el sector sur, las ofrendas son mas variadas hallandose ademas de las ya mencionadas, molcajetes tripodes y cajetes de fondo pIano, que en algunos casos aparecen mas de uno por entie­ rro. En dicha area, 33 individuos estân acompaiiados por ofrendas, 10 que representa un 25% deI total. Los objetos asociados también suelen ser mas abundantes y variados en el area sur que en la norte, pues en esta ultima solo hubo 3 individuos que los presentan,'es decir un 2.2%, en tanto que en la sur son 36, 10 que representa un 27.3%. Por otro lado, los objetos de cobre y los malacates se encuentran circunscritos al area sur. Con base en 10 anterior, resulta posible que ambas areas sean contempo­ raneas y sus diferencias se deben a que corresponden a dos grupos sociales distintos, esta es, que elarea sur albergara los restos de un sector privilegiado de la poblacion, y que hacia el norte se situara el panteon de los menos poderosos, coma parecen indicar las divergencias en cuanto a patron de ente­ rramiento.

COMPARACIONES

A continuacion se harân algunas observaciones comparativas a fm de verificar si el sitio Caseta comparte la misma tradicion funeraria con areas cercanas. Se tomarâ coma referencia el sitio San Juan, en Atoyac Jalisco (ver figura 1 en Valdez et al., en este volumen), dentro de la misma Cuenca de Sayula, pues hasta el momento es el Unico sitio cercano que cuenta con una muestra compa­ rable con la deI sitio que nos ocupa. El sitio San Juan se sitUa en la parte central de la Cuenca de Sayula, al borde de la laguna, en él se excayaron 78 entierros correspondientes a la fase Amacueca, distribuidos en tres zonas distintas: dos areas de enterramiento numeradas coma 1 y 3, Yel area 2 de unidades habitacionales con entierros asociados a ellas. Para efectos de comparacion se excluirâ el area uno, pues corresponde probablemente a fa Colonia temprana (Acosta y Urufiuela 1994:4), asi se harâ referencia solamente a entierros con una clara afiliacion Amacueca. En cuanto a patron de enterramiento, la similitud mas evidente se halla en el tratamiento de los adultos de ambos sexos que son colocados en posicion sedente, preferentemente orientados hacia el este y con las ofrendas situadas cerca de los pies (figura 6). La diferencia estriba en el hecho de que en Caseta la cantidad de mujeres con ofrendas es muy reducida, mientras que en San Juan, Atoyac, esta cifra es muy similar a la de los hombres.

372 EL SUR DE LA CuENCA DE SAYULA, JALISCO

En ambos sitios se nota un porcentaje muy reducido de infantes, con la particularidad de que en San Juan presentan la misma posicion y orientacion que los adultos y hay varios casos de ellos acompafiados de ofrendas. En Caseta sucede todo 10 contrario, pues tienen posiciones y orientaciones varia­ das que contrastan con las de los adultos y en ning(m caso se acompafian de ofrendas. En base a esto se puede deducir que el tratamiento por edad varia de un sitio a otro, en San Juan parece otorgârseles el mismo estatus a los infantes que a los adultos, mientras que en Caseta pudieran tener una impor­ tancia menor. Cabe aclarar, sin embargo, que esta diferencia puede deberse a que en San Juan se excavaron unidades habitacionales y es alli donde se encontraron restos de nifios con ofrendas, en tanto que en Caseta se cuenta con las âreas de enterramiento exclusivamente. TaI vez la situacion seria similar si se hubieran localizado las unidades habitacionales correspondientes a la pobla­ cion de Caseta. Otra diferencia interesante radica en el hecho de que en San Juan, los entierrosson en su mayoria individuales y los multiples contienen solamente dos individuos, mientras que en Caseta hay una alta incidencia de entierros multiples compuestos hasta por siete individuos dentro de una misma fosa (figura 7). Otro punto de divergencia entre ambos sitios 10 constituyen las ofrendas; en San Juan el porcentaje de individuos que las presentan es mayor que en Caseta, ademas de ser mas variadas y numerosas. Aunados a los materiales Amacueca se cuenta con vasijas tarascas y diversos objetos como cascabeles, pinzas y punzones de cobre y bezotes de obsidiana. Caseta carece de ellos, a excepcion de 5 casos en que se hallaron anillos de cobre y una pinza asociados a diferentes individuos. Al parecer Caseta no tuvo influencias fuertes de sitios fuera de la cuenca, mismas que se hubieran visto favorecidas por su localiza­ cion, que facilitaba la comunicacion con las poblaciones situadas fuera de ella hacia el sur y con las de la cuenca misma. La influencia tarasca en San Juan (Noyola 1994; Valdez y Liot 1994, Acosta y Urufiuela s.f.) se refleja en las ofrendas y la parafemalia asociada, mientras que en Caseta no esta presente de manera significativa. Desde el punto de vista de los patrones de enterramiento, no resultan claras las relaciones deI sitio Caseta con el resto de la cuenca, pero a continua­ cion se abordarâ el aspecto cerâmico deI sitio, a partir deI cual se enriquecera la vision deI mismo como sujeto de un analisis global.

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CERAMICA

Las fases ceramicas en la Cuenca de Sayula fueron establecidas por Kelly (s.f.) en base a material de superficie recolectado en forma &istematica y a comparaciones con material cerâmico de las regiones de Autlân y Tuxcacuesco, proponiendo tres fases tentativas: la fase Verdia (0 a 600 d. C.); la fase Sayula (600 a 1100 d. C.) y la fase Amacueca (1100-1521 d. C.). Kelly incluyo al material de la region de Sayula dentro de las 14 provincias ceramicas recono­ cidas para el Occidente de México (Kelly 1948:63). Como ya se ha venido mencionando, estudios recientes en la cuenca han documentado material relacionado con la tradicion tumbas de tiro y que corresponderia a la fase Ortices-Tuxcacuesco de Colima y Jalisco (Kelly 1980) (ver figura 1 ). El material que aqui se analiza proviene deI sitio Caseta y esta asociado tanto a enterramientos humanos' depositados, coma ya se menciono, en un panteon, coma a otros contextos entre los que se encuentran pozos, fosas, rellenos de estructuras, asi coma a posibles estructuras de actividad y de uso comUn que llamaremos "otros contextos" (ver figura 2). Desgraciadamente, a excepcion de las ofrendas asociadas a entierros, la muestra ceramica docu­ mentada en el sitio es relativamente pobre, y debido a la casi inexistente estratigrafia, el material se encontro varias veces removido por el arado y erosion natural y en ocasiones bastante fragmentado, dificultando el analisis y posteriormente su clasificacion. Ademas de varios objetos coma silbatos y malacates, se documentaron un total de 63 ofrendas ceramicas asociadas a entierros y mas de 3 500 tiestos procedentes de otros contextos y coma relleno de las fosas funerarias. Las ofrendas asociadas a entierros documentadas en el sitio corresponden a la fase Amacueca, etapa de ocupaci6n mas tardia de la Cuenca. Dentro de éstas se registraron nueve molcajetes tripodes con 0 sin decoraci6n monocroma (Amacueca Rojo) y policroma, similar al Autlân Policromo documentado por Kelly (1945) (figura 8a, b, c). Pueden llevar 0 no un reborde mesial al exte­ rior, algunas veces decorado con muescas; con excepcion deI fondo siempre estân pulidos al interior y hasta el reborde mesial en el exterior, el resto deI cuerpo no lleva engobe y/a pintura y solo esta alisado. A diferencia de los hasta ahora documentados en otros contextos no funerarios, los molcajetes asociados a entierros llevan siempre las lineas incisas en el fondo encerradas por uno 0 dos circulos incisos sobre el ângulo basal interior (ver figura 8a, b, c). Encontramos ademâs que éstos presentan una variedad en el diseiio y combinacion de los fondos incisos mucho mas abundante, que consiste en

374 EL SUR DE LA CuENCA DE SAYULA, JALISCO lineas rectas y lineas quebradas, lineas rectas, lineas punteadas y lineas rectas cruzadas, circulos y lineas cruzadas, y lineas rectas cruzadas formando enreja­ dos, siendo este ultimo el mas comUn. Es importante sefialar que el 95 % de estos recipientes no presentan huellas de uso y/o desgaste. Los soportes casi siempre son conicos y en menor grado cilindricos y hasta ahora no se han documentado con decoracion. Tienen un diametro de entre 12 y 21 cm y 7 a II cm altura. Con base al analisis tanto de los recipientes de este tipo asociados a contextos funerarios coma a los de otros contextos, pudimos evidenciar diferencias claras entre dichos recipientes. Encontramos que los molcajetes "funerarios" difieren de los encontrados en otros contextos en 10 siguiente: (1) mientras que los molcajetes de uso doméstico presentan las incisiones a partir deI hombro interior con claras huellas de desgaste (ver figura 8d), las incisiones de los "funerarios" solo las llevan al fondo y son mucho mas finas; (2) observamos que varios de los disefios no se han documentado hasta ahora en los utilitarios y raras veces presentan huellas de uso. Por ultimo, (3) la decoracion policroma solo se ha visto en los "funerarios" y nunca en los de usa doméstico. Una posible explicacion pudiera ser que estas variaciones corresponden a diferencias temporales, ya que similares incisiones (finas), con disefios variados y exclusivamente en el fondo se han reportado dentro deI material de la fase Sayula (Kelly s.f.). l.Pero por qué entonces no hemos registrado estos molcajetes "funerarios" en contextos domésticos de la fase Sayula y/o Amacueca? Pensamos que estos molcajetes asociados a entierros al parecer tuvieron un usa restringido y especifico, estrechamente relacionado al contexto funerario. Por otro lado, aunque la muestra de estos recipientes aUn no es muy grande y no encontramos todavia diferencias precisas entre las ofrendas que nos revelen diferenciacion social marcada, es interesante hacer notar que estos molcajetes solo se encontraron asociados a inhumaciones deI panteon sur, 10 que apoyaria la idea respecto a que posiblemente los individuos enterrados en esa ârea tuvieron un estatus distinto a los de la parte norte de la cima. Se registraron ademas 30 cajetes tripodes, de forma semiesférica, semiesférica extendida y concava. Dentro de éstos se detectaron los grupos propuestos por Kelly (s.t) coma tipo Amacueca Policromo, Amacueca Rojo y uno que Kelly no especifica, que son los ahumados, que pensamos es una variante deI Amacueca Rojo y pueden llevar reborde mesial. Estan pulidos al interior y al exterior, tienen pulido interior y alisado exterior 0, pulido interior y banda-bord~ exterior y en su caso, hasta el reborde mesial. Encontramos

375 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco ademas una diversidad en los soportes tales coma los de forma almenada (figura 9b), conical (figura lOb), angulares (figura ge), hemisférica solida y tipo sonaja (figura 10a), siendo los mas comunes los cilindricos ligeramente bulbosos con 0 sin muesca (figura 9d, f, g); los menos abundantes son los antropomorfos tipo atlante y conico-curvo 0 tipo zapato (figura 9a, c). Estos ultimos, al igual que los de forma almenada, aparecieron en raras ocasiones en otros contextos. Estos recipientes presentan en ocasiones decoracion plastica tipo impresion de espatula, impresion de cafta, y/o al pastillaje tipo botones aislados 0 en grupos de cuatro, boton tipo grano de café, algunas veces en combinacion con decoracion tipo impresion de espatula, todas estas decoracio­ nes siempre van al exterior (figura 9d, f, g Yfigura 10a). Los diametros varian de entre Il a 18 cm y de 6 a Il cm de altura. Encontramos dos grupos importantes en los cajetes tripodes: los cornunes tanto en contextos funerarios coma en otros contextos y los no comunes en ambos contextos, pero mas frecuentes en los de tipo funerario. Dentro deI primer grupo tenemos los cajetes en el tipo Amacueca Rojo y Ahumado con soportes cilindricos con 0 sin muesca (el mas abundante), angulares y con decoracion en impresion de espatula, botones y botones tipo grano de café. En el segundo grupo encontra­ mos que los soportes antropomorfos tipo atlante, tipo zapato y almenado se encuentran presentes en las ofrendas y muy poco en otros contextos. Aunque la decoracion policroma esta registrada en ambos contextos, su uso parece restringido a otros ambitos, 10 mismo pasa con la decoracion en impresion de cana. En este entomo es dificil marcar diferencias entre los recipientes asocia­ dos a entierros y los encontrados en contextos no funerarios, pero es claro que algunos de los cajetes tripodes antes mencionados, tuvieron una relacion, uso y funcion aparentemente mas de tipo funerario que doméstico. Otro tipo de ofrenda muy comUn fueron las ollas pequeiias y miniatura de forma compuesta, globular; tipo cantimplora y botellon, todas con fondo pIano o ligeramente concavo. Se registraron un total de 22 ollas de las cuales 14 fueron miniatura. Solo cuatro se encontraron con decoracion en pintura: tres deI tipo Amacueca Policromo y una con disei'i.os en pintura blanca sobre la superficie ya sea engobe 0 no, en color rojo y que es similar a las Tuxpan blanco-sobre-rojo documentadas en el sur de Jalisco (SchOndube 1994:403) (figura lIb, c, d). Pueden llevar una banda 0 reborde mesial aplicado en la

1. Aqui es importante sei'lalar que s610 se encontr6 un recipiente dentro de las ofrendas con este tipo de soporte, en contraste a otros contextos que jlD1to con el de forma angular fue el mas abundante.

376 EL SUR DE LA CuENCA DE SAYULA, JALISCO parte media con muescas (figura lIa). A veces llevan asas sobre 0 en el hombro y botones tipo nariz a la altura deI ângulo basal. Una de ellas presento ademas tres soportes (figura Ile). Generalmente estân pulidas y en menor grado alisadas, casi ninguna tuvo huellas de uso. Dos de las miniatura exhiben una franja decorada con disefios incisos y esgrafiados muy finos, una de ellas muestra una forma hasta ahora no documentada para esta fase tanto en el sitio Caseta coma en San Juan, Atoyac 0 Cerritos Colorados; su decoracion es similar a la de los malacates documentados en épocas tardias. Por otro lado, Schôndube (1994: 130) encontro algunos tiestos mas 0 menos similares que por su limitada cantidad sugiere podrian ser no locales, probablemente rela­ cionados con la region de Nayarit y Sinaloa (Ibid). Varios de estos tiestos estuvieron asociados a material tipo Tuxpan Blanco-sobre-Rojo ubicandolos en la fase Terla (Schôndube, comunicacion personal). También, algunos de los motivos se encuentran representados en decoraciones policromas similares a las deI tipo Autlân policromo, aunque presentan una filiacion mas marcada con las regiones deI sur de Jalisco y Colima (ver figura lIb). Por otra parte, a excepcion de una olla de tamafto mas bien mediano con un diametro de 10 por 15 cm de altura, los diametros van de 3.2 a 5.7 cm y de 5 a Il cm de altura. Es importante resaltar que, a excepcion de unos fragmen­ tos de ollas grandes y una mediana, solo se encuentran las de tamafto pequefio y miniatura y no se tienen representadas en la muestra las de tamafto mediano y grande. Por otro lado, solo se han podido documeritar y reconstruir cuatro ollas de forma tipo cantimplora, de las cuales dos son miniatura, ytres estu­ vieron asociadas a entierros. Al parecer las ollas pequefias fueron fabricadas para usarse coma ofrendas, ya que no tenemos evidencia de ellas dentro de otros contextos. Una de estas reportada para el sitio de San Juan, Atoyac (Valdez y Liot 1994:294) estuvo en asociacion con material tarasco, en el sitio Caseta, sin embargo éste no fue el caso. Por ultimo, se registraron tres cajetes semiesféricos de fondo pIano, dos Arnacueca Rojo y uno ahumado, pulidos en ambos lados. A diferencia de las otras ofrendas, este tipo de cajete se encuen­ tra con frecuencia en otros contextos (figura 9h). POT otra parte, en los otros contextos, fue interesante notar en la muestra que a diferencia deI material de tipo "funerario", encontramos gran cantidad de tiestos correspondientes a ollas de tamafio mediano y grande; uso regular de soportes conicos y angulares, uso limitado de cerâmica policToma, evidencia muy escasa de decoracion incisa y casi siempre asociada al tipo Arnacueca Policromo; utilizacion de cajetes semiesféricos de fondo pIano con pulido moderado y menos frecuentes los altamente pulidos tipo "fundente" en el

377 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco interior.2 Aunque registramos cajetes de paredes rectas con 0 sin banda-borde en pintura roja, no se hallaron los reportados por Noyola (1994:68) en San Juan, de fondos rugosos 0 con impresi6n de petate asociados a estos cajetes. También se documentaron cajetes de fonna asimétrica pero en una proporci6n notoriamente menor que en el sitio San Juan, Atoyac. La presencia de bordes carenados 0 angulares tampoco fue reportada para San Juan. La decoraci6n plâstica de tipo impresi6n de espàtu1a es constante en Caseta y menos comoo la de impresi6n de cana. Observamos que esta Ultima decoraci6n difiere de la registrada en San Juan puesto que las incisiones son mas grandes, burdas e irregulares en Caseta y presentan una mayor similtud con las que aparecen en los soportes trenzados y vasijas de la fase Sayula tardia 0 superior. En cuanto a la decoraci6n al pastillaje-modelado no es muy constante en Caseta y s610 encontramos tiras 0 bandas aplicadas con muesca 0 hundimiento pre-cocci6n dando la impresi6n de un trenzado. Tampoco es muy abundante el uso de botones y botones tipo grano de café en cajetes y muy pocas veces en ollas (s610 botones). Por otra parte, estudios comparativos con el material ceràmÏco deI sitio evidencian que existi6 relaci6n e intercambio con diversas zonas deI sur de Jalisco, la Cuenca de Chapala y con el estado de Colima. Encontramos afini­ dades con la regi6n de Zapotlân, Tuxpan y Tamazula con la fase Terla y en menor proporci6n con la fase Laurel (Schôndube 1994). Con las regiones de Autlân y Tuxcacuesco en las fuses Autlân y Milpa y Tolimân respectivamente (Kelly 1945). Algunos de los tiestos documentados con decoraci6n tipo Mixteca­ Puebla de la tradici6n Aztatlàn nos sugieren posibles contactos e intercambios con Sïnaloa. 19ualmente alglin tipo de relaci6n hasta ahora no muy evidente con Nayarit, 10 mismo que con el estado de Colima, aunque en ambos casos no son todavia muy claras.

OcupACI6N CRONOLOOICA y DISCUSI6N

Aunque aqui hemos estado refiriéndonos exclusivamente a la fase Amacueca, hay algunas consideraciones importantes que competen al tema. De acuerdo al anâlisis realizado en la ceràmica, asi como a los datos de excavaci6n proce­ dentes deI sitio, tenemos registrada la presencia de cuatro fases cronol6gicas

2. Algunos de los tipos 0 grupos de ccrimi.ca de la Case Amacucca mencionados en este trabajo y que no se han reportado hasta abora, son parte de un estudio en preparaci6npar Susana Ramirez Urrea.

378 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO preestablecidas por Kelly: Ortices-Tuxcacuexco,3 Verdia y Amacueca cla­ rarnente definidas, y en menor cantidad la fase Sayula (Schôndube et al. 1992); sin embargo, de acuerdo a estudios recientes en el material cerâmico y correlaciones con sitios Ultimamente excavados en la Cuenca, hemos podido detectar que ademâs de estas tres fases clararnente evidenciadas, existe una presencia importante de material similar al que en Cerritos Colorados esta siendo clasificado como perteneciente a la fase Sayula tardia 0 "superior" (1. Guffroy, comunicaci6n personal). Encontrarnos la existencia de bordes de ollas con borde compuesto parecido a los deI Ixtépete, soportes trenza.dos con 0 sin impresi6n de caiia y una cantidad de ollas y tiestos con atributos comunes en este periodo. Ademâs, tarnbién se documenté la pasta comoo (abundante en cineritas y/a con mica) y que es de uso cotidiano en la fase Sayula. Por otro lado, contarnos con un material que comparte atributos con grupos diagn6sticos de arnbas fases: Sayula y Amacueca y en algunos casos no corresponde a las formas y grupos conocidos en estas fases, 10 que nos lleva a la idea de que podria tratarse de un periodo de transici6n entre arnbas fases en el Epiclâsico, 0 de material temprano de la fase Amacueca aoo no identificado, y que requiere de otro estudio detallado. Dentro de la muestra cerâmica deI sitio Caseta, pudimos poner en evidencia netorias diferencias con el material deI sitio San Juan, Atoyac. Encontrarnos que mientras en el sitio de San Juan los cuencos asimétricos, los cajetes de paredes rectas con base rugosa 0 impresi6n de tepetate son muy abundantes (ver figura 10 en Valdez et al. en este volumen), en el sitio Caseta la evidencia es escasa 0 prâcticarnente nula, al igual que los soportes antropomorfos representado caras y cuerpos humanos. Los soportes tipo Atlante en San Juan parecen presentar una evoluci6n, siendo menos realistas y mas estilizados. Tarnbién algunos acabados como el altarnente pulido tipo "fundente" y los que presentan un acabado "metâlico" parecido al plumbate son muy abundantes en San Juan y escasos en Caseta.4 Pensarnos que algunos de los recipientes anteriormente citados estuvieron relacionados con la extrac-

3. Aquf es importante aclarar que la prcacncia rqx>rtada de esta fase estA apenas siendo cstudiada y documentada en forma clara y evidcnte en la cucmca, es por cao que utilizamos cl nombre de la fase contemporinea que file dado por Kelly para la zona de Tuxcaeucsoo y Anncria. 4. Los ténninos en la ccrimica quo aquf 80 citan son dcscritos en un cstudio en proparaci6n por Susana Ramfrez Uma.

379 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco ci6n de la sal,5 10 que apoyaria la idea por un 1000, de que el sitio San Juan tuvo entre otras cosas una funcién especializada relacionada con la explota­ cién de la sal (Valdez y Liot 1994); y por el otro la casi ausencia de estos materiales en el sitio Caseta nos sugieren una divergencia en el trabajo, activi­ dad y especializaci6n dentro de los asentamientos de la cuenca. En cuanto a la diferencia deI resto de los materiales entre ambos sitios pensamos que ta! vez se debe a que pertenecen a temporalidades distintas. Contamos con evidencias documentadas en el sitio San Juan, Atoyac, que muestran una importante ocupacién tarasca, que de acuerdo a las fuentes estaria ubicada en el siglo xv o XVI d. C. (Paso y Troncoso 1905; de Alcalâ 1988) y que ha sido previamen­ te descrita (Schôndube et al. 1992, 1994; Noyola, 1994; Valdez y Liot, 1994). Se tienen OOemâs fechas de CI4 obtenidas recientemente, asociadas a material de la fuse Amacueca de este sitio -siempre mezc1000 con material tarasco- de los siglos xm, XIV, xv d. C. e inclusive una correspondiente· a la época de contacto espafiol (Acosta y Urufiuela, en prensa). En el sitio Caseta, en cambio, la presencia tarasca consiste en algunos tiestos aislados dentro deI relleno de otros contextos de uso cornlin y funerario, y algunos objetos, como ya se mencion6, de cobre y oro, algunos de ellos claras insignias tarascas asociOOos a entierros, siendo esta una muestra no representativa. Asimismo, contamos con fechas Cli deI sitio Caseta procedentes de un entierro (No. 57), de la estructura cima y de una hoguera. Las fechas correspondientes a la estructura cima son: 830 +/- 50 a. p. (que calibrada con dos sigma es 1150­ 1278 d. C.) y 800 +/- 40 a. p. (calibrada con dos sigma es 1160-1279 d. C.). La concerniente al entierro dio 840 +/- 60 a. p. (ca1ibrada con dos sigma es 1040-1290 d. C.); la muestra procedente de la hoguera dio una fecha mâs tardia, 580 +/- 55 (calibrada con dos sigma es 1290-1440 d. C.). Contamos con otra fecha procedente deI relleno deI tiro de un tumba que da 990 +/- 50 a. p. (calibrada con dos sigma es 980-1170 d. C.) que seria la fecha mâs tempra­ na de ocupaci6n Amacueca deI sitio, por 10 que las fechas estarian ubicadas entre los siglos XI y xm d. C.

S. Estos recipientes fueron documClIItados en San Juan, Atoyac por Noyola (1994) en donde menciona que posiblemente tuvieron una uociacilln con la produccilln de sai. Tambi6n, oomo fue mencionado por SchOndube y otros en este lIÙIIno vo1umal, estos recipientes estAn siendo encontrados en asociaci6n a estlUcturas relacionadu con esta misma actividad. 6. Todas las fechas fueron calibradas; las dos primcns fueron realizadas en ellaboratorio de servicios de ORSTOM, Centre de Bondy, en Paris, Francia. El resta de las fechas en el Laboratorio Dela Analytic., deMiami,Florida.

380 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO

Por otra parte, los resultados obtenidos de comparaciones deI material de ambos sitios y regiones cercanas a la cuenca nos presentan varias interrogantes. Primero, en las ofrendas y en menor grado en otros contextos no funerarios registramos material conocido coma Autlân Policromo, que Kelly propuso coma deI periodo tardio-terminal de la fase Amacueca. Entonces, l.por qué en el sitio Caseta la presencia de este material es constante, especialmente en las ofrendas, y en el sitio San Juan es baja? pensamos que una respuesta pudiera referirse a afinidades regionales estrechas entre el sitio Caseta y la zona sur de Jalisco. Sin embargo el anâlisis de la muestra ceramica evidencia similitudes estilisticas, que no son exclusivas de este sitio. También, coma vimos, el patr6n de enterramientos no muestra similitudes con esta regi6n. Todo esta sugiere que tal vez el material policromo que Kelly ubic6 en la parte cercana a la conquista en la regi6n de Autlan, al sur de Jalisco, comience a aparecer desde inicios de la fase Amacueca. En resumen, las diferencias estilisticas, tecnol6gicas, y la ausencia 0 pre­ sencia de material en uno u otro de los sitios podrian apuntar mas bien a diferencias en tiempo que regionales, por 10 que pensamos que la fase Amacueca estuvo dividida probablemente en dos etapas: una temprana precedente a la ocupaci6n tarasca, y otra tardia, aunque estamos conscientes que estudios futuros seran necesarios para corroborar y refinar esta propuesta, y resolver las interrogantes que aUn nos quedan pendientes.

CaMENTARIas FINALES

El sitio Caseta, ubicado en el extremo sureste de la Cuenca de Sayula, fue un ilsentamiento pequefio establecido en una cima de pie de monte en los contra­ fuertes de la Sierra deI Tigre. Al parecer estuvo ocupado desde principios de rluestra era, 0 tal vez antes, hasta probablemente la conquista. Encontramos ~ue una parte importante de la loma estuvo dedicada a las inhumaciones, y probablemente las estructuras de gran tamano cercanas estuvieron en estrecha relaci6n con esta prâctica. Pensamos que la ausencia de ocupaci6n de tipo :loméstico en el sitio se debe tal vez a que el patr6n de asentamiento ubic6 al irea mortuoria lejos de estas zonas. Detectamos que existe una diferencia :mtre el material ceramico de la fase Amacueca asociado a entierros y el :loméstico, siendo el primera mâs elaborado y en ciertos casos exclusivamente :elacionado a contextos mortuorios, 10 que podria evidenciar la ideologia fune­ ~aria de la poblaci6n.

381 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

Suponemos que el sitio Caseta estaba habitado por una sociedad aldeana probablemente no igualitaria, que tuvo relaciones con la region deI sur de Jalisco, reflejadas en el material cenimico. Hasta ahora no hemos podido determinar la naturaleza de éstas, que aparentemente, no llegaron a influir en el ambito ideologico de sus moradores, ya que en cuanto al patron de enterra­ miento ambas zonas son diferentes. Por otro lado se vislumbra una subdivision cronologica de la fase Amacueca, basada en los estudios hechos en las muestras cerâmicas de los sitios San Juan, Atoyac y el sitio Caseta, y su subsecuente comparacion. Es decir, la diferencia entre los materiales responde posiblemente a una division cronologica mas que regional, sin embargo pensamos que estudios futuros seran necesarios para corroborar esta hipotesis y resolver otras interrogantes que aUn quedan pendientes.

382 1 CRONOLOGIA 1 Cuenca de Tamazula, Autlan Tuxcacuexco Chapala Armeria Sayula Tuxpan y Zapotlan 1500 1400 Autlan Periquillo 1300 Amacueca Terla Toliman Tiz.apan trl 1200 Milpa Chanal r- 1100 ~ o 1000 Laurel tt1 ç 900 Cojumatlan Armeria (') 800 Sayula Cofradia Coralillo ~ 700 Rosales Chapala > o 600 Colima tt1 500 u:l ~ 400 r- 300 Comala ? ..... 200 Verdia Tuxcacuexco >r- ëii 100 8 OC 0 Ortices AC 100 200 300 w oc w Figura 1. Cuadro cronol6gico de algunas regiones de Jalisco y Colima. LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Area de Entierros Norte

o

• 0

Estructura Eliptica ()) '. • .0 ••~ ." .~ ".. ". i 0' •" Turnb;; de Tin> ~- -. . .. ~.,' o ,0 A (1 :;'p.... r-,_ ~. i'> ~tlJ~~(':,. • .]>.~ ë~ ~': .~6'.. ;' ,. 0: ~I.- - , 0.. o' o. flI. m /V • ," ~ ~l ~:.~ ~ • Aru de Entie~ros Sur

/ " •18

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o-=-=­4 h • EsUuctutll CIma

Figura 2. Planta deI sitio Caseta, Sayula, Jalisco.

384 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO

Sitio caseta Sexo y patr6n de enterramiento

Posici6n Orientaci6n Porcentaje Sexo Cantidad predominante predominante de individuos Malacates con ofrenda

Masculino 13 sedente al Este 60% flexionado Femenino 25 sedente al Este 39% 8 flexionado Indeterminado 94 sedente al Este 1% 5 flexionado Total 132 100% 14

Figura 3. Correlacion entre sexo y patron de enterramiento.

Sitio caseta Edad y patr6n de enterramiento

Edad Cantidad Posici6n Orientaci6n Cantidad de predominante predominante individuos con ofrenda

Adulto 120 sedente al Este 39 Flexionado lateral Infante 12 flexionado dorsal variable 0 sedente extendida Total 132 39

Figura 4. Correlacion entre edad y patron de enterramiento.

385 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

Sitio caseta Areas de enterramiento

Individuos Individuos Entierros Posici6n con con Area Superficie Entierros multiples predominante ofrenda objetos (%) (%)

Norte 21 m2 26 0 Decûbilo dorsal 4.5% 2.2% flexionado Sur 36m2 67 17 Sedenle 25% 27.3% flexionado Total 57m2 93 17 29.5% 29.5%

Figura 5. Comparaci6n entre las diferentes areas de enterramiento deI sitio Caseta.

Comparaci6n entre sitios

Posici6n Porcentaje Porcentaje Porcentaje Posici6n Porcentaje Sitio predominante femeninos masculinos de predominante infantes adultos con con infantes infantes con ofrenda' ofrenda2 ofrenda

Caseta sedenle 40% 60% 9.8% variable cero flexionado San Juan sedenle 77% 81% 12.5% sedenle 6.1% flexionado flexionado

1. Del total de femeninos identificados. 2. Del total de masculinos identificados.

Figura 6. Comparaci6n entre los patrones de enterramiento de los sitios Caseta y San Juan.

386 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO

t N

o 20 1 cm

.... :..

Figura 7. Entierro multiple dei sitio Caseta.

387 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

a b

o 3 o blaneo an • naranja

d

o1 _ 16 c cm

Figura 8. Molcajetes tripodes de uso "funerario" (a, b, c) y de uso doméstico (d), fase Amacueca, procedentes deI sitio Caseta.

388 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO ------

il b

..-/'", c d "')

e

g Cl)

o 3 • rojo mJ blanco an rïgura 9, Cajetes con y sin decoraci6n de la fase Amacueca, sitio Caseta,

389 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

b o 3

a cm

• naranja

• rojo Il blanco

Figura lO. Cajetes con decoraci6n al pastillaje y policroma de la fase Amacueca, sitio Caseta.

390 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO

b c

e d

• rojo

[SI b1anco o baye

o 3

cm g

Figura Il. Ollas pequefias y miniatura con y sin decoraci6n, rase Amacueca deI silio Caseta.

391 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

REFERENCIAS CITADAS

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392 EL SUR DE LA CUENCA DE SAYULA, JALISCO

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393

CERRITOS COLORADOS, UN SITIO DEL CLÀSICO TARDIO EN LA CUENCA DE SAYllLA, JALISCO

Jean Guffroy Instituto Francés de Investigacion Cientijica para el Desarrollo en Cooperacion (ORSTOM)

Luis G6mez Gastélum Departamento de Estudios dei Hombre Universidad de Guadalajara

INTRODUCCI6N

Los trabajos realizados en el sitio arqueol6gico de Cerritos Colorados, ubicado en el municipio de Techaluta, Jalisco, forman parte de las investigaciones que lleva a cabo el Proyecto Arqueol6gico de la Cuenca de Sayula (PACS) en dicha regi6n desde finales de 1990. En el mismo participan la Universidad de Guadalajara (u. de G.), a través de su Departamento de Estudios deI Hombre; el Instituto Nacional de Antropologia e Historia (INAH), mediante su Centro Jalisco; y el Instituto Francés de Investigaci6n Cientifica para el Desarrollo en Cooperaci6n, ORSTOM. Con e110s se busca avanzar en el cumplimiento"de sus objetivos, presen­ tados tanto en la VI Mesa de Trabajo deI Centro de Estudios Antropol6gicos de El Colegio de Michoacan en 1992 (Valdez 1994), coma en el Segundo Coloquio de Occidentalistas organizado por el Laboratorio de Antropologia --en la actualidad Departamento de Estudios deI Hombre- de la Universidad de Guadalajara en 1993 (Emphoux 1994), interesando principalmente a la pro­ blemiltica que se refiere a la complejidad social dentro de la Cuenca de Sayula, sin olvidar a la que concieme a la producci6n y a los intercambios de la mlSma. Cerritos Colorados fue registrado por el PACS durante su primera tempo­ rada de campo, en la fase de prospecci6n, correspondiéndole el numero Il dentro dei registro de sitios. Ésta fue realizada mientras corrian los meses de noviembre y diciembre de 1990 y enero de 1991. La primera impresi6n sobre

395 LAS CUENCAS DEL aCCIDENTE DE MÉXICO este lugar, que qued6 asentada en el Primer informe al Consejo de Arqueolo­ gia (Schôndube et al. 1992: 19), y de la que se desprenden algunas hip6tesis a corroborar, fue la siguiente:

el conjunto es un mega-sitio, que aparenta ser multifuncional. Hay un sector, proximo a la playa, c1aramente vinculado a la produccion de saI. Otro sector, ubicado sobre la parte mas alta de las primeras terrazas, tiene una apariencia mas bien habitacional (0 quizas ceremonial), dado el tamafio y la extension de los cimientos visibles en superficie. Por otro lado, en este sector se aprecian multiples pozos de saqueo que han expuesto sepulturas humanas. El conjunto esta cubierto por un espeso piso de tiestos que, aunque muy erosionados, apa­ rentan ser todos contemporaneos y pertenecen a un tipo predominante. La acumulacion de tal cantidad de material cultural debe reflejar una ocupacion prolongada dei sitio y parece explicarse solo por la industria extractiva de sai en el sitio. Es probable que los métodos empleados hayan requerido de las ingentes cantidades de 'recipientes especializados' (los salt-pans que describe Kelly) que tuvieron una vida muy limitada en el tiempo. Parece evidente que las técnicas implicaron una continua acumulacion de material terroso, que poco a poco fue forrnando monticulos tipo duna con su consiguiente desecho ceramico. Por su ubicacion en la parte alta de la cabecera de la laguna, el sitio parece dominar el conjunto de las orillas de la cuenca. Siendo su situacion estratégica para el control dei paso hacia otras regiones vecinas. Segun Kelly, la ceramica mas antigua de la secuencia proviene de sitios en Verdia, ubicados a espaldas dei sitio Cerros Colorados. En superficie se detec­ tan algunos materiales que por su decoracion podrian ser parte dei conjunto Verdia, y quizas son indicativos de una ocupacion original que marca el inicio de la ocupacion continua y prolongada dei sitio. Una intervencion futura en el sitio se hace indispensable para comprender la historia dei mismo y de la ocupacion de la cuenca.

El acceso al sitio es sumamente fâcil, ya que se puede llegar a él por carretera. Se encuentra aproximadamente a un ki16metro al este dei poblado de San Miguel deI Zapote (también conocido como El Zapote), delegaci6n mu­ nicipal de Techaluta, sobre el camino asfaltado que va hasta la cabecera municipal de Teocuitatlân, al cual se puede arribar por la carretera libre a Ciudad Guzmân, 0 por la autopista que une a Guadalajara con Colima.

MARco GEOGRÂFICO

La Cuenca de Sayula es una unidad geografica bien delimitada por los accidentes orograficos. Esta ubicada al sur del estado de Jalisco, aproximada-

396 CERRITOS COLORAOOS mente a 60 km de Guadalajara, capital deI mismo. Sus coordenadas geografi­ cas corren entre los 19° 50' Y20° 10' de latitud norte y los 103° 20' Y 103° 40' de longitud oeste, y se eleva sobre los 1350 m.s.n.m. Se limita por la Sierra deI Tigre al norte, este y sur; por el oeste la circunscribe la Sierra de Tapalpa. Su temperatura promedio fluctUa entre los 18° y los 21 ° C, y su precipitaciém pluvial varia entre los 570 y los 850 mm anuales, con temporadas seca y de lluvia bien marcadas. Administrativamente cubre los municipios jaliscienses de Techaluta, Amacueca, Sayula, Atoyac y Teocuitatlan. El entomo inmediato al sitio de Cerritos Colorados tiene las siguientes particularidades: sus coordenadas geograficas son 20° 08' de latitud norte y 103° 31' de longitud oeste, y se asienta sobre los 1340 m.s.n.m. De acuerdo con datos publicados por el gobiemo deI estado de Jalisco (1992), se trata de una zona plana, con un suelo predominante de tipo Solonchak ortico.' La precipitaci6n media anual es de 610.7 mm, con una minima de 500.3 mm y una maxima de 892.5 mm; su temperatura corre entre una minima de 12.8° C y una maxima de 29.8° C. Aunque no hay corrientes de agua permanentes, y la delegaci6n munici­ pal de El Zapote se abastece mediante un pozo profundo, existen en las cercanias deI sitio una serie de "ojos de agua". El mas cercano se encuentra a unos 250 0 300 metros al noroeste de los monticulos ubicados en ese mismo sentido, y al parecer tiene elliquido vital durante todo el ano. Una serie de tres o cuatro manantiales mas se sitUa al norte de Cerritos Colorados, aproximada­ mente a un kilometro, a medio camino entre el sitio y el poblado de Verdia, éstos, al igual que el primero, se utilizan en el presente para dar de beber al ganado. En 10 que respecta a la agricultura, en el municipio de Techaluta actualmente se cultiva maiz y sorgo, en su modalidad de cultivo de temporal, y no es raro que las cosechas se pierdan por falta de lluvia. Los terrenos sobre los que se asienta el sitio se utilizan coma agostadero.

ANTECEDENTES ARQUEOL6GICOS

Son dos los trabajos de tipo arqueologico que anteceden a nuestras actividades formales, propiamente dichas. El primero fue realizado por Isabel Kelly en los inicios de la década de los anos 40, y el segundo por Frederick W. Sleight, a principios deI decenio de 1960.

1. Suelos areil1o-limosos. salinos, caracterizados por la presencia de una capa salada cerca de la superficie (Grunberger,laneau y Liot 1994: 211).

397 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Kelly realiz6 un recorrido intensivo de superficie, el cual le perrniti6 definir tanto la provincia cerâmica de Sayula-Zacoa1co, coma sus complejos cerâmicos caracteristicos (Verdia-Sayula-Amacueca). Ello fue publicado en la Memoria de la IV Mesa Redonda de la Sociedad Mexicana de Antropologia, dedicada al Occidente de México (Kelly 1948: 63-64). Ademas, existe un manuscrito inédito (s.f.) donde ella describe de manera amplia la cerâmica recolectada en dicha exploraci6n. En éste se presenta también un catâlogo de los sitios que visit6, desafortunadamente el que reporta con el nombre de "Cerrito Colorado", con el numero 45, no corresponde al nuestro. En este sentido, una de las tareas deI PACS ha sido dilucidar a qué sitio, 0 sitios, deI inventario de la citada autora corresponde el nuestro. A partir deI citado manuscrito inédito de Kelly, Francisco Valdez et al., (s.f.), seiialan que

el sitio Cerritos Colorados originalmente fue llamado Verdia # 41/42, esta localizado cerca deI modemo caserio de El Zapote. Este lugar no debe ser confundido con otro sitio, denominado invariablemente Cerro Colorado por Lumholtz, Cerrito Colorado por Kelly, 0 Cerro Rojo por Sleight. Este ultimo sitio, ubicado cerca del caserio de San José Garcia, ha sido redesignado por los habitantes locales como las Pirâmides de Tehuantepec. 2

Sin embargo, una revisi6n mas cuidadosa deI multicitado documento reveIa que Cerritos Colorados, el sitio numero Il deI PACS, puede identificarse mejor con el conjunto de sitios Verdia deI # l al 5, Nos. 40 al 44 en ellistado de Kelly, ya que ella rnisma seiiala que no hay un rompimiento claro entre éstos, ademas de que cuando 10 sugiere las distancias mencionadas no superan los 200 metros, esta situaci6n, a nuestro juicio, habla mas de unidad que de diversidad. Por su parte, Sleight (1965) indica que presenta los primeros resultados de un programa de recorridos y sondeos iniciales realizados bajo los auspicios de la Sociedad de Ciencias Naturales deI Lago de Chapala, con la colabora­ ci6n de la Universidad de Guadalajara, el Instituto Jalisciense de Antropologia e Historia, y la Cornisi6n para la Investigaci6n de la Zona Atotoni1co-Zacoalco­ Sayula.Dicho proyecto tenia coma objetivos iniciar el registro de los recursos

2. Traducci6n de L.G.G. La cita original es: "The site Cerritos Colorados was originally called Verdia # 41/42 by Isabel Kelly, it is located near the modern caserio El Zapote. This station shuold not be confused with another site, called invariably, Cerro Colorado by Lurnholtz, Cerrito Colorado by Kelly, or Cerro Rojo by Sleigth. This latter site, located near the caserio San José Garcia, has been renamed by the local villagers as Pirâmides de Tehuantepec" (Valdez et al. s.f.).

398 CERRITOS COLORADOS arqueologicos de Jalisco, asi coma realizar sondeos en varios sitios para deter­ minar su profundidad temporal, e1 carâcter de los depositos, definir las vajillas cerâmicas, y realizar estudios que dieran alguna luz sobre las re1aciones geo­ grâficas 0 temporales de las poblaciones tempranas (Sleight 1965: 156). Segun este autor, sus excavaciones vinieron a corroborar, en todas sus partes, la descripcion de la e1aboracion de saI que presenta Fray Alonso Ponce para la region de la Cuenca de Sayula. Otorga a los materiales recuperados una cronologia que va de 900 a 1500 d.C., colocando a los sitios estudiados dentro deI periodo Postc1âsico. Sleight excavo en varios sitios de la Cuenca, y la descripcion que ofrece de1 sitio que denomino Sayula Norte corresponde, sin duda, a la de Cerritos Colorados. El PACS llevo a cabo, con anterioridad a los trabajos permanentes inicia­ dos en maya de 1994, las siguientes actividades: en primer término emprendio la realizacion de un primer levantamiento topogrâfico de1 sitio, en el que participaron los arqueologos Rosario Acosta, Jean-Pierre Emphoux y Andrés Noyola, cubriendo aproximadamente la mitad deI ârea que corresponde al nuc1eo principal de1 sitio. Por otro lado, los geologos y sedimentologos Olivier Grunberger, Jean Louis Janeau, y Catherine Liot (1994), hicieron algunos sondeos estratigrâficos con la finalidad de estudiar los parâmetros naturales para comprender e1 origen y la formacion de los yacimientos arqueologicos ubicados en la orilla de la laguna, y supuestamente relacionados con la pro­ duccion de saI. Como ya se menciono, en maya de 1994 se iniciaron los trabajos de1 PACS que tienen coma centro de atencion a este sitio. Quedo coma responsable de los estudios el Dr. Jean Guffroy de1 Instituto Francés de Investigacion Cientifica para el Desarrollo en Cooperacion (ORSTOM), y coma asistente de ~ampo Luis Gomez Gastélum, de1 Departamento de Estudios deI Hombre de la Universidad de Guadalajara. Las primeras labores fueron la e1aboracion de un mapa de las estructuras arqueologicas visibles en la superficie, asi coma la ~xcavacion de unos pozos de sondeo para conocer la profundidad de los vestigios, y preparar una primera secuencia cerâmica. El procedimiento para elaborar el pIano de los vestigios visibles fue el ;iguiente: en primer término se eligio el monticulo mâs alto deI sitio para ~olocar en él una estacion, que llamamos "punto cero", a partir deI cual y tomando como referencia e1 norte magnético, procedimos a colocar marcas Jermanentes a cada 50 metros siguiendo los puntos cardinales, de manera de formar una reticula compuesta por cuadrados de 50 metros por lado. Poste­ °iormente, se decidio que una zona estuviera formada por cuatro de estos

399 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO cuadros, resultando que la misma es equivalente a una hecwea, con la ventaja de que ya estaba dividida en cuatro cuadrantes. Para su identificacion las zonas fueron numeradas con cifras romanas a partir deI siguiente orden: la numeracion inicia en la esquina noroeste, a cuya zona corresponde la cifra l, y progresa corriendo al sur, y desplazândose hacia el este. Los transectos norte-sur abarcan cada vez cuatro zonas. Por su parte los cuadrantes se reconocen con las primeras cuatro letras deI alfabeto (A ­ D), en caracteres maylisculos, de la siguiente manera: la "A" corresponde a la seccion noroeste; la "B" a la porcion noreste; la "c" al sector suroeste; y la "D" al sureste. Con la llegada de la temporada de lluvias fueron suspendidas las labores, mismas que se reanudaron en el mes de octubre deI mismo ano. A partir de entonces se iniciaron las excavaciones extensivas, cuyos primeros resultados presentamos a continuacion.

EXTENSION y COMPONENTES DEL smo

El nucleo principal deI sitio ocupa una extension de 25 ha, y se presenta coma un conjunto de terraplenes y monticulos que se elevan entre 1.5 y 4.5 metros sobre los terrenos circundantes. Esta limitado al sur por la antigua linea de playa de la laguna de Sayula, al oeste por una zona plana, que se vuelve pantanosa en época de lluvias, y al noroeste por la laguna temporal de Verdia. En su extremo noreste se extiende un area en la cual se observan algunos monticulos muy erosionados, asi coma pequenas concentraciones superficiales de materiales arqueologicos, todo dispersa sobre una extension de aproxima­ damente 100 ha. Con rumbo al este se nota la existencia de varios monticulos alineados sobre la antigua linea de playa, a 10 largo de un kilometro. Dentro de este nucleo es posible reconocer varios sectores, de caracteris­ ticas diversas. En primer término, la zona ubicada en la parte noroeste deI sitio, que por 10 mismo denominaremos "Sector Noroeste", se compone de una serie de monticulos que alcanzan alrededor de 2 metros sobre el suelo actual. Son visibles en su superficie varias estructuras de piedra de forma cuadrangular y rectangular, al parecer restos de edificios de buen tamano; estân cubiertos en su superficie por tiestos, aunque éstos son mas abundantes en unas zonas que en otras, destacando entre ellos un gran numero de cuencos incisos de buena factura, que no se presentan en la misma cantidad en otras âreas deI sitio.

400 CERRITOS COLORAOOS

Recientemente este sector ha sido victima de fuertes saqueos, que han lejado al descubierto restos de entierros, asi coma de fragmentos de objetos :eramicos, sus probables ofrendas, entre los que resaltan los cuencos mencio­ lados. Estos pillajes son mayores y constantes en la parte sur y en la porcion lOroeste deI sector. Unos 200 metros al oeste deI area mencionada existen todavia los restos le una antigua calzada, que coma hacia el norte, y que estaba destinada a >ermitir el croce de la laguna de Verdia. La parte conservada tiene un largo Lproximado de unos 50 metros. En las partes sur y oeste deI sitio, el "Sector Oeste", se encuentra una :erie de monticulos altos que a1canzan entre los 3.50 y los 4 metros sobre el :uelo, cuya particularidad es la de estar cubiertos por millares de tiestos :eramicos, entre los que predomina una forma particular de cuenco, mas bien >arecido a una cazueIa, que es 10 que Isabel Kelly denomino Sayula salt pans. ~stos cubren un area aproximada de una hectarea y media. Dos de eIlos, que :e ubican en la parte terminal deI sitio --en sus extremos suroeste y oeste- se :ncuentran bastante deteriorados, pues hace varios afios fueron utilizados coma >ancos de material para niveIar las calles de El Zapote antes de su empedrado. Como particularidades, este sector presenta un sistema de acceso al sitio :onservado coma los restos de una especie de camino en alto, delimitado por los muros hechos de piedra tosca amarrada con lodo, que corre hacia, 0 desde, :1 oeste. En su parte sur es posible apreciar los vestigios de 10 que podrian ser :scalinatas, que, de ser asi, podrian ser otro tipo de sistema de acceso. Ademas :on visibles en su superficie varias hiladas de piedra, al estilo de muros lislados, asi coma algunas estructuras cuadrangulares y rectangulares deI nismo materia1. También, los cortes hechos por la maquinaria, aunados a la :rosion natural, han sacado a la luz restos de construcciones hechas con idobes. La parte central dei sector esta ocupada por los restos de una estructu­ a rectangular, mientras que la parte posterior es una explanada, en la que Iparecen escasos restos de construcciones. AI este dei sector anterior, y c1aramente distinto de él, se inicia 10 que ,odriamos denominar el "Sector de Edificios", que se caracteriza por la :xistencia de numerosos monticulos bajos3 cuyo material de superficie predo-

Aunque hay que aclarar que son bajos en relaci6n a su suel0 actual, pues los monticulos que 10 limitan al sur se elevan sobre los 3.5 metros en promedio sobre el suelo de la playa, y luego de ellos el nivel ya no baja sino que permanece constante.

401 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXlco minante son las piedras y las lajas basalticas, entre las cuales se aprecian abundantes hiladas de piedra, varias en ocasiones, que forman estructuras rectangulares 0 cuadrangulares de gran tamai'io. En el arreglo principal, éstas se encuentran ubicadas alrededor de espacios libres, sin duda formando pla­ zas. Se aprecia claramente un numero de dos plazas, que se describen a continuacion. La plaza A, u occidental, se encuentra delimitada por, cuando menos, cuatro edificios y un monticulo que casi no presenta piedras en su exterior, aislados unos de otros, entre los cuales se nota claramente la existencia de corredores de circulacion. Éstos alcanzan cuando mucho un metro sobre el suelo circundante. Es una explanada de aproximadamente 76 m de largo por 30 de ancho, abierta por su costado norte y con restos de una pequei'ia estruc­ tura de piedra muy deteriorada en su parte central, tiene dos accesos, uno por el flanco oeste y otro por el sureste. Al norte y al este de la mencionada plaza, aparecen en superficie un gran nUmero de bases de construcciones de menor tamai'io, que pertenecen posible­ mente a distintas etapas de construccion, las que se discutiran mas adelante. La mayoria forma parte, casi seguramente, de un mismo sistema de pequei'ias plataformas, que cruza el sitio en su parte central corriendo de sur a norte. Algunos de estos basamentos pudieron haber presentado estructuras en su parte superior, coma se vera mas adelante. También existen vestigios de es­ tructuras circulares, de varios tamai'ios, asi coma de inhumaciones que por su poca profundidad podrian pertenecer a las ultimas fases de ocupacion. Tanto la plaza coma el sistema de plataformas ocupan un area cercana a las dos hectâreas. Al norte y al sur se distinguen dos monticulos altos, en ellos casi no aparecen restos de construcciones de piedra, y estan totalmente cubiertos de tiestos ceramicos. Al este se extiende una zona en la que no hay ningun vestigio arqueologico, de un ancho aproximado de 25 metros, que divide todo el sitio de sur a norte. Al este deI hiato mencionado, se presenta la plaza B, u oriental. Ésta tiene un arreglo arquitectonico mas complejo que la otra, puesto que se presenta cerrada por sus cuatro lados, con accesos claros en sus esqui­ nas suroeste y noroeste, asi coma al sur. La cierran cinco edificios, mas un monticulo cubierto de tepalcates, a esta explanada se le adoso al sur un pequei'io adoratorio (fig. 1). Al este de la plaza B se levantan algunos edificios, sin arreglo especial aparente, con 10 que termina el "sector de edificios". Al noreste deI nucleo principal, a una distancia de unos 200 metros, sobresalen un par de monticulos

402 CERRITOS COLORADOS iistantes entre ellos unos 100 6 150 metros. Ambos alcanzan hasta unos 2.5 netros de alto. El primero, mas cercano al nucleo principal, presenta en ;uperficie algunas lineas de piedra, sin embargo esta muy dafiado por los ~fectos deI saqueo, que se han acentuado por la erosi6n naturaI. El segundo, lUnque también ha sufrido el pillaje, esta mejor conservado; no presenta sefia­ es de construcciones, pero esta materialmente cubierto de tiestos ceramicos.Al lvanzar hacia el norte desde estos monticulos existen otros, sin embargo esos ion de tipo duna y mucho mas bajos. En ellos hay poco material arqueol6gico, {en algunos se presentan tiestos vidriados que, al parecer, son de manufactura ·eciente. Iniciando en la parte sureste dei sitio, todavia frente al "sector de edifi­ :ios", y extendiéndose hacia el este, se encuentra 10 que podriamos denominar ~l "sector de producci6n". Se trata, por un lado, de disefios de tiestos en el iUelO que sefialan pequefias fosas de arreglo cuidadoso -que afectan formas :irculares, 0 de "cucharas", entre otras-, por otro lado una serie de pequefios nonticulos, que Ilegan a alcanzar entre 2.5 y 3 metros de altura, separados :ntre si a una distancia de 20 a 30 metros, éstos se encuentran recubiertos de iestos, entre los que destacan unos cajetes grandes de paredes rectas y fondos >lanos, cuyas bases pueden tener impresi6n de petate. En ocasiones ambas nanifestaciones Ilegan a estar asociadas, es decir, en los monticulos Ilegan a >resentarse disefios de tiestos, aunque de manera casi exclusiva los de forma :ircular. Como ya se mencion6, este sector se extiende sobre la antigua linea le playa, a 10 largo de casi un kilometro. Se considera, hasta el momento, que $te "sector de produccion" se encuentra asociado al procesamiento deI salitre )btenido en la laguna, para la obtencion de saI.

JA ESTRATIGRAFiA

JOs datos que cubren casi toda la secuencia ocupacional de Cerritos Co­ orados proceden, hasta ahora, de la zona XIV, cuadrantes A y B, en donde :e excavo un pozo de sondeo que Ilego a la capa estéril, y alcanz6 una lrofundidad de 3.25 m. Otras referencias, provenientes de otras zonas, seran lresentadas al final de esta parte, para completar el panorama. La descripcion leI material y de las estructuras asociadas nos permiten esbozar una primera econstitucion de la ocupacion deI sitio, coma se discutira mas adelante. En la zona XIV'- AlB, la secuencia estratigrafica se compone de diez :apas sedimentarias, de textura y espesor variables, que se describiran si­ :uiendo el orden de la acumulacion natural: la superficie de la capa estéril

403 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

(numero Il) se encuentra a una profundidad de 3.25 m. Se trata de un mate­ rial arenoso gris, bastante hUmedo ya que el nive1 freâtico se encuentra cerca. Los primeros testimonios de la ocupacion humana aparecen en seguida, en la capa 10 de 0.30 m de espesor, formada por un sedimento arcilloso claro que contiene numerosos pedazos gruesos de carbon, asi coma varios fragmentos de vasijas ceramicas. Una muestra tomada en esta capa fue sometida a la técnica deI carbono 14, obteniéndose una fecha de 1490 +/- 50 aiios antes deI presente (A.P.). La capa 9 es bastante heterogénea. Se compone principalmente de un sedimento arenoso humedo de color gris obscuro, que presenta manchas de tierra negra, asi coma de arcil1a de color gris. Existe material arqueologico asociado a este estrato, varias piezas de uso no comun (una orejera, figurillas, y otros), asi coma utensilios de obsidiana (puntas de proyectil, navajas prismaticas) cuidadosamente trabajadas, y un fémur humano fragmentado y quemado, aparecieron a un mismo nivel a 2.60 m de profundidad, en asocia­ cion con grandes pedazos de carbOn. Hacia los 2.40 m, e1 sedimento vueIve a cambiar (capa 8), siendo mas claro y arcilloso. Contiene manchas mas obscu­ ras y poco material ceramico. La capa 7 es de nuevo arenosa y contiene numerosos fragmentos de carbon, asi coma una importante concentracion de tiestos en los 2.00 m de profundidad. Ademas aparecio un fragmento de crâneo humano, quemado, en este mismo nive!. El estrato 6, que mide unos 0.05 m de espesor, se presento a los 1.80 m. Esta formado por arcilla gris, y tiene poco material arqueologico. Esta faja es de importancia estratigrafica y cultural, ya que marca la desaparicion de las capas arenosas (con excepcion de la capa 1) en favor de sedimentos arcillosos y limosos, asi coma la aparicion de materiales ceramicos muy distintos de los que se venian presentando. La capa 5, primera de esta posible segunda ocupacion, mide 0.80 m de espesor, y se compone de un sedimento muy duro de color pardo obscuro. Una fuerte concentracion de tiestos se manifesto entre 1.30 y 1.50 m de profundi­ dad, asi coma en la parte superior de este estrato, ubicado hacia 1.00 m. Este nivel corresponde, indudab1emente, al suelo asociado a la primera etapa de construcci6n observada en este sector", esta recubierto por las piedras caidas de una pared cercana, atrapadas en un sedimento arcil1oso c1aro que forma la faja 4. Este sedimento, que podria corresponder a un relleno intencional, esta

4. Véase infra "Las etapas ytécnicas de construccion", en especialla etapa o.

404 CERRITOS COLORADOS recubierto por un suelo -ubicado a 0.45 m bajo el actual- directamente aso­ ciado con otra etapa de construcci6n. 5 Las capas 3 y 2, de colores pardo obscuro y pardo, respectivamente, presentan, aderruis, diferencias de textura siendo la segunda mas blanda. Presentaron grandes cantidades de material cerâmico fragmentado, y estân asociadas a las dos etapas de construcci6n mas recientes. 6 Todo el conjunto esta cubierto por dep6sitos de origen e61ico, arenosos, que constituyen la capa l, es decir, el suelo moderno. En la zona VIT - D, en uno de los monticulos afectados por su utilizaci6n coma banco de material, se llev6 a cabo la limpieza de un perfil, mismo que mostr6 la presencia de depositos acumulados sobre una altura de 2.50 m, a partir deI suelo actua1, repartidos en 17 capas heterogéneas con una fuerte concentracion de material cerâmico en todas ellas. Muestras de carbOn procedentes de una de las capas superiores (nUmero Il)7 proporcionaron una fecha de 800 +/- 50 afios AP. Otras, provenientes de la parte baja deI corte (estrato 5), suministro un computa de 970 +/- 70 afios AP. Sin embargo, de una capa intermedia (faja 9), viene una fecha de 1410 +/- 50 afios AP., que parece demasiado temprana. La estratigrafia se dividia aqui en dos etapas, separadas por un suelo muy duro, no obstante que no hubo cambio en los materiales cerâmicos. Otro sondeo, practicado por geologos y sedimentOlogos en 1992 (Grunberger, Janeau y Liot 1994), a 30 metros de distancia deI anterior, revelola presencia de material cerâmico en una profun­ didad de casi 4 m bajo el suelo actual. Ellos reconocieron unos 30 niveles sedimentarios.8

LAS ETAPAS Y TÉCNICAS DE CONsmUCCI6N

Como ya se ha indicado, las excavaciones realizadas permitieron evidenciar la existencia de varias etapas de construccion, con extension variable de un sector a otro. Estas han sido diferenciadas a partir de los siguientes criterios:

5. Ibid., atiéndase la etapa C. 6. Ibid., relaci6nense con las etapas B y A, respectivamente. 7. En este perfil, a diferencia dei sondeo anterionnente descrito, la numeracion de los estratos siguio el orden inverso a la deposicion, es decir, el nfunero mayor correspondio a la capa de superficie, y el menor a la mas profunda. 8. Aqui hay que aclarar que la diferencia entre los aqui denominados niveles sedimentarios y las capas estratigrâficas, esta dada por las distintas maneras que tienen los geologos y los arque6logos para reconocer los renomenos de su interés (1. G.).

405 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

1) su estilo constructivo, y 2) la profundidad a la que aparecen. Como conse­ cuencia de 10 anterior hasta el momento es posible definir cuatro etapas, siendo las siguientes y presentândolas de 10 mas reciente a 10 mas antiguo: etapa A: se trata de estructuras elaboradas con una sola hilada de piedras, sin trabajar, y amarradas con lodo. Las edificaciones mas comunes tienen fonna cuadrada, rectangular, 0 circular; éstas se encuentran aflorando en la superficie actual, y son facilmente distinguibles; etapa B: tiene las mismas caracteristicas que la anterior, solo que no es visible en la superficie; etapa C: la caracteristica predominante de este momento es que se trata de obras hechas con lajas basalticas amarradas con lodo. Éstas no presentan un trabajo distinto al de su extraccion, pero siempre se busco que la mejor de sus caras quedara al exterior. Con este estilo se construyeron largas platafonnas bajas, que varian entre 0.50 y 1.20 m de altura en sus restos recuperados (fig. 2). Etapa D: mismas particularidades que la anterior, solo que se encuentra a mayor profundidad, y a la vez esta sepultada por aquella. En la zona XIV - B, donde se realizo la unidad de excavacion de mayor extension, y por 10 tanto aparecio la secuencia mas completa, estaban visibles en superficie varias etapas yuxtapuestas y sucesivas. En la parte este de la unidad de excavacion se exploro un sistema de platafonnas bajas -parcial­ mente interconectadas- con una altura reconstituible de 0.50 a 0.60 m, que rodean una "plaza" de acceso desde el norte (etapa C) (figs. 2 y 3, a-b), y donde la parte superior de las paredes conservadas afloraba en el suelo actual. Los muros de estas platafonnas tienen las caracteristicas ya sefialadas arriba. En una zona de este sistema aparecieron huecos de postes, 10 que sugiere que al menos algunas de sus partes estaban cubiertas. También se encontraron en varios puntos pequefias cajas de piedra 0 de adobe. Al oeste de la unidad, en donde el suelo asociado aparecio a una profun­ didad de 0.45 m, la parte que inicialmente estaba en desnivel se relleno con los depositos que corresponden a dos etapas posteriores (A y B). Las construccio­ nes de la etapa B descansan directamente sobre el suelo de la etapa C, cuyos arreglos seguian, tal vez, al descubierto y en uso. Varias vasijas ceramicas, colocadas sobre este suelo parecen pertenecer a esta etapa B. Se trata en consecuencia de un momento de construccion masiva y marginal a la planifi­ cacion precedente. Los vestigios asociados a él, como ya se menciono, son estructuras cuadradas y circulares, de tamafio pequefio (fig. 4), que estan fijadas, 0 bien descansan, sobre el piso referido. Durante la etapa A, al parecer la ultima deI sitio, se utiliza la misma técnica, quizâ con caracteristicas mas burdas, en la construccion de las estruc-

406 CERRITOS CoLORADOS turas circulares de varios metros de diametro (fig. 5), cuyo uso todavia no hemos podido vislumbrar. En este momento postrero, el desnivel de las plataformas de la etapa C se encontraba totalmente cubierto, y el suelo de ocupacion se encontraba a pocos centimetros abajo deI actual. Muy posible­ mente estan asociadas a esta época unas pequefias estructuras circulares con forma de copelas, que tienen de 0.30 a 0.40 m de diametro y estan hechas con pequefias lajas amarradas con lodo. Cinco de ellas estan dispersas sobre un area de aproximadamente 100 m2• No tienen huella alguna de haber sido utilizadas como fogones, y mas bien parecen haber sido destinadas para servir como base de sostén de recipientes de gran tamafio. La secuencia fue completada por el descubrimiento de una etapa D, completamente cubierta por las construcciones de la época C (fig. 5). Las limitantes de la unidad de excavacion no permiten reconstituir las estructuras asociadas, pero, al igual que el momento que la recubre, parece ser un sistema planificado con areas en desnivel, sin embargo las excavaciones sugieren que tiene una implantacion distinta de la que presenta la época posterior. Los muros conservados de la etapa D tienen unos 0.50 m de alto, y su suelo asociado se ubica por los 0.90 m abajo de la superficie actual. La sucesion de ocupaciones tardias (etapas C, B, y A) esta confirrnada por las excavaciones realizadas en la unidad situada en la zona X- B, ubicada a unos 75 métros al oeste de la anterior. En ella aparecio una construccion cuadrangular, atribuible a la época C, y a su costado sur se implanto una estructura con la misma forma, deI momento B, que a su vez habia sido recubierta por una estructura circular de la etapa A (fig. 6). En la esquina NE de la construccion mas antigua se localizaron dos entierros, que se describirân mas adelante. Un monumento distinto, que probablemente corresponde a la etapa C, fue liberado en la parte sur de la plaza B (fig. 1), tratandose de una pequefia estructura cuadrada, con gradas, de unos 6 metros por lado (fig. 7, a-b ). Los dos primeros escalones estaban bien conservados, y llegaban a una altura de 0.90 m. La altura deI edificio pudo haber a1canzado el doble, en época prehispanica, sin tomar en cuenta la estructura que debio haber estado en su cima. El relleno interior, formado por tierra y grandes bloques de piedra, asi como alineamientos delimitando la parte superior, aparecieron en la cumbre. Las paredes periféricas estan hechas con grandes bloques que presentan una cara plana y estan unidos con un lodo arcilloso (fig. 8). Hacia el sur, existen los vestigios de un sistema de acceso formado por una pequefia plataforrna, q4e tiene evidencias de, al menos, dos etapas constructivas 0 de ampliacion

407 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO parciaI. Un sondeo realizado en esta platafonna, mostro la presencia de vesti­ gios arqueologicos a mas de 1.50 m de profundidad. Excavaciones realizadas en uno de los monticulos deI "sector de pro­ duccion", han sacado a la luz pequeiias fosas circulares y con fonna de "cuchara" compuesta, asi como un homo. Las paredes de varias de estas estructuras fueron cubiertas con tiestos, y luego recubiertas con lodo. Actual­ mente la Mtra. Catherine Liot lleva a cabo varios analisis de los materiales recuperados de estas exploraciones, para detenninar su asociacion con la supuesta produccion de saI.

DISCUSI6N DE LOS DATaS DE EXCAVACl6N

Actualmente es imposible definir la extension y naturaleza de la ocupacion de la fase Verdia. Sin embargo, varios indicios -<:omo la distribucion deI material ceramico asociado a este momento en superficie- sugieren una buena exten­ sion de ésta en la porcion nortefia deI sitio, ya que este material atm no ha aparecido en el centro y el sur de Cerritos Colorados. La importancia de su acumulacion en el pozo realizado en la zona XIV - B, asi como la existencia de distintos niveles de ocupacion, aunado a la pequeiiez de la zona observada, sugieren la existencia de una ocupacion persistente e importante desde esta época. Sin embargo, son necesarias excavaciones de mayor extension -dificiles de realizar por la profundidad y la cantidad de vestigios sobrepues­ tos- para entender la naturaleza de esta poblacion. La segunda época de poblamiento, asociada a la fase Sayula, podria comenzar con una etapa pre-constructiva -al menos en las areas periféricas­ representada en la zona XIV -B por la capa 5, y en la zona VII -D por eI estrato 3. Sin embargo, la existencia de un momento constructivo anterior a la época D no puede ser descartada en otros sectores deI sitio. Al igual que en el caso anterior, hay una buena acumulacion de material asociado a esta fase en el pozo de la zona XIV - B, pero 10 reducido deI area observada no pennite fonnular hipotesis alguna. En la etapa D es probable la existencia de un arreglo planificado de toda la porcion norte, con base en la construccion de terrazas en desniveI. Otra vez hacen falta excavaciones de mayor amplitud para caracterizar la naturaleza de esta ocupacion. En el momento C se corrobora la planificacion deI sitio. A este lapso pertenece, seguramente, la mayoria de los vestigios arquitectonicos visibles en la superficie, entre los que destacan las construcciones pertenecientes a las dos plazas. Para este tiempo, en la zona XIV - B, existe al parecer un cambio

408 CERRITOS CoLORADOS importante en la planificacion, acompafiado de un aporte de sedimentos que alcanza en algunas zonas hasta 0.40 m de espesor. El sistema de plazas y terrazas que corresponde a esta etapa pertenece a un conjunto mas amplio que cubre toda la porcion nortefia y la central de Cerritos Colorados. Algunas de estas estructuras pudieron haber llevado una techumbre de material perecede­ ro. El uso de adobes para afirmar los pisos parece corroborado, su uso en la elevacion de muros es menos probable, pero no puede ser descartado. Los vestigios correspondientes a las etapas B y A no parecen pertenecer a un sistema planificado coma el anterior, cuyo uso podia ser mantenido, cuando menos en parte, durante esta época final. Es obvio que durante el tiempo A varios de los arreglos precedentes ya estaban cubiertos. Actualmente es imposible definir la funcion de las pequefias estructuras cuadradas y circu­ lares, edificadas al lado, 0 sobre, los arreglos mencionados. Durante las excavaciones no aparecieron evidencias de paredes laterales, por 10 que parece tratarse de simples delimitaciones, sin mas elevaciOn. Una pequefia fosa cir­ cular, y evidencias de la existencia de un poste central, se manifestaron al centro de una de las estructuras circulares mayores en la zona XIV - A. Todavia son visibles en la superficie los restos de una decena de arreglos de este tipo, y estân dispersos por casi todo el nucleo central, concentrândose en la periferia norte deI sitio. Si bien las técnicas de construccion son totalmente diferentes, y mucha mas sencillas que las de las etapas D y C, el material cerâmico asociado sigue siendo el mismo.

EL MATERIAL ARQUEOL6GICO

El estudio deI material recuperado durante esta primera etapa de excavaciones se encuentra en proceso, por 10 que la presentacion que sigue es de caracter general, y debera ser precisada una vez obtenida la distribucion detallada deI mismo por sectores y niveIes, asi coma de las tipologias correspondientes.

La ceramica a) Fase Verdia: con excepcion de algunos tiestos recogidos en superficie pro­ cedentes de las porciones norteiia y oriente deI sitio, el material ceramico de esta fase proviene en su totalidad dei pozo de sondeo realizado en la zona XIV - B, de los niveles comprendidos entre 1.80 y 3.25 m de profundidad. Aun asi, los aproximadamente 200 fragmentos recuperados no permiten una descripcion detallada dei bagaje cerâmico de la época. Sin embargo, es

409 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

posible reconocer una cierta evolucion entre los tiestos que aparecieron en los niveles inferiores (de 2.50 a 3.25 m) y en los superiores (de 1.80 a 2.50 m de profundidad). En las capas profundas 10 y 9 aparecieron fragmentos de cuencos finos bien pulidos, decorados con lineas pintadas de color rojo; pedazos de ollas de cuerpos gruesos y finos; asi coma platos burdos de unos 0.20 a 0.25 m de diametro. En este mismo nivel, se rescataron dos porciones de figurillas diferentes entre si, destaca una que parece ser cu­ bierta por la representacion de una capa de plumas, y presenta una orejera circular finamente incisa. En los estratos superiores 8 y 7 el material decorado es mas numeroso, y aparecen tipos no representados anteriormen­ te, coma son ollas de cuello recto pequeno y platos finos bien pulidos, que parecen representar la evolucion de los platos toscos anteriores, y se sigue presentando la decoracion realizada por medio de bandas pintadas de color rOJo. b) Fase Sayula: desde los 1.80 m de profundidad, y hasta la superficie, se rescato un material completamente distinto al anterior, perteneciente a la fase Sayula. Entre éste hay representados unos pocos tipos dominantes, y un buen numero de tipos secundarios. Sin duda alguna, el tipo ceramico dominante en grado superlativo, en la mayoria de los sectores y nive1es, son los cuencos ordinarios de fondo profundo y concavo, quiza mas parecido a una cazuela, denominados "cuencos salineros" (Sayula salt pans) por Isabel Kelly. Éstos, coma su nombre 10 indica, han sido tradicionalmente asociados a la produccion de saI. Sin embargo, y aunque aqui no entrare­ mos a la discusion detallada de la funcion de los mismos, hemos de indicar que no concordamos con 10 anterior. Tres argumentos son importantes: la existencia de variaciones importantes en el tamafio y la forma dentro de este conjunto; la presencia de estos cuencos en zonas de muy probable funcion publica y ceremonial; y, por ultimo, su ausencia en los sectores donde existen huellas claras de produccion, quizâ de la saI, en donde se presentan los cajetes de base plana y paredes rectas ya mencionados. Coexistiendo con este grupo dominante, se presenta otro, caracterizado por una pasta de color blanquecino crema, que contiene un gran nUmero de fragmentos de vidrios y particulas volcânicas, que parecen proceder de cineritas alteradas. Las formas asociadas que destacan son ollas de cuello compuesto y borde escalonado, cajetes y molcajetes con base pedestal, todos decorados con bandas y motivos pintados de color rojo y/o anaranjado sobre un fondo crema. Un tercer conjunto engloba a ollas de varios tamafios, algunas presentan tam­ bién el borde escalonado, que tienen soportes grandes decorados de varias

410 CERRITOS CoLORADOS maneras. Unas de estas ollas estân hechas con la pasta descrita arriba, pero la mayoria 10 son con una arcilla mas comûn. El cuarto conglomerado se compo­ ne de cuencos y cajetes de tamai'ios variables, que presentan una decoracion hecha con incisiones profundas, rellenadas con pigmento de color rojo, en el exterior; 0 bien una omamentacion de lineas brui'iidas 0 ligeramente incisas en el interior. Como ya se sei'ialo, existen otros tipos representados por pocos tiestos, entre ellos se presentan ollas con bordes concavos, platos con soportes, etcéte­ ra. Entre ellos es de destacar un fragmento de un cajete que en su interior presenta decoracion al cloisonné. Éste se mostro en el sedimento de la unidad de excavacion de la zona X-B, a pocos centimetros de la superficie.Los estu­ dios que se estân llevando a cabo probablemente evidencien alguna evolucion entre los materiales de los niveles inferiores y los superiores de esta fase, aunque hay que indicar que el grupo bâsico (cuencos ordinarios, ollas con soportes, mo1cajetes con base pedestal) es el dominante en todos los niveles excavados. Las figurillas solidas (fig. 9) son numerosas, tanto en la superficie coma en los niveles correspondientes a la fase Sayula. Pertenecen en su mayoria, un 95% aproximadamente, a un mismo tipo denominado "Cerro de Garcia". Éstas, casi todas representaciones femeninas, son modeladas, tienen algunos rasgos agregados al pastillaje, coma los senos y los ojos, y en ocasiones presentan tocados, collares, orejeras, y narigueras -juntos 0 por separado-. Varian mucho en cuanto a su tamai'io (van de los 0.05 hasta mas de 0.30 m), 10 que aunado a 10 anterior hace que no existan dos ejemplares iguales. Sin embargo, casi tOOos los tipos definidos por Lopez Mestas (1990) estân presen­ tes. El 5% restante en las figurillas representa a tipos distintos, son fragmentos muy escasos y parecieran corresponder a piezas procedentes de otros sitios.

Los materiales liticos

A pesar de la fuerte recoleccion sufrida desde hace mucho tiempo, es posible observar en la superficie de Cerritos Colorados un gran numero de lascas y utensilios, completos y fragmentados, de obsidiana de varios colores (que van desde el negro hasta el rojo, pasando por el gris). En los utensilios predominan las lascas de bordes retocados, los raspadores, y las puntas de proyectil con pedûnculo, de las cuales es posible reconocer cuatro tipos de forma y tamai'io diferentes, seguramente utilizados para la caza de distintos animales, desde venados hasta aves, y quizâ para la pesca también. Existen igualmente varias

411 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO herramientas multiples, asi coma cuchillos de gran tamafio.En contexto estratigrâfico la distribucion de los fragmentos de obsidiana es muy diferente de uri nivel a otro, siendo escasos en varias capas y numerosos en los suelos y en los estratos profundos asociados a la tradicion Verdia, en donde aparece un tipo particular de punta de proyectil, que tiene el pedUnculo en forma triangular. Finalmente, también son frecuentes, tanto en superficie coma en excavacion, fragmentos de manos de moler, de metates, y de otras herramien­ tas elaboradas en piedra volcânica. Existen también fragmentos de mazas finamente trabajadas en roca granitica verde.

Otras

Entre los distintos materiales arqueologicos, muy escasos por cierto, recuperados en excavacion se tienen algunos hechos en conchas marinas, prin­ cipalmente cuentas de collar y algunos fragmentos de orejeras. Destaca el descubrimiento de cuatro fragmentos de esculturas de piedra volcânica. Tres de ellos, de 0.20 a 0.25 m de altura, proceden de una misma zona. Dos corresponden a personajes antropo-zoomorfos de rasgos burdos; el tercera es un personaje masculino sentado, al que le hace falta la parte supe­ rior deI cuerpo. La cuarta pieza, encontrada en superficie, representa a una cabeza antropomorfa de una pieza de mayor tamafio que las anteriores. También se han rescatado durante las excavaciones restos de olotes, fragmentos de huesos de animales -posiblemente de venado, de roedores, y de aves-, asi coma huesos humanos quebrados y quemados.

LAS INHUMACIONES

Rasta la fecha el PACS solo ha localizado un par de enterramientos en Cerritos Colorados, éstos se encontraron en la zona X-B, en la esquina noreste de una estructura rectangular posiblemente correspondiente a la época C. El primero de ellos fue ubicado al ampliarse la unidad de excavacion original, ensancha­ miento que fue motivado por la presencia de un pozo de saqueo que mostraba en sus alrededores varios fragmentos de craneo humano, bajo el cual se encon­ traron sus restos, entre los 15 y los 40 cm de profundidad. Se presento coma un enterramiento donde el cuerpo mostraba una posicion en decubito dorsal, con las extremidades inferiores flexionadas hacia arriba de manera que los pies quedaban al mismo nivel que la pelvis. Los brazos se encontraban semiflexionados, descansando las manos sobre la region pélvica. La cabeza

412 CERRITOS COLORADOS posiblemente se encontraba recargada en la parte interior del mura este de la estructura citada, aunque ésta no se encontr6 quizi debido al saqueo mencio­ nado. La orientaci6n deI esqueleto, en su eje crane-pies, correspondi6 a los 85 0 NE,9 es decir praeticamente con la cabeza colocada al este. Este entierro no present<'> ofrenda, aunque es imposible asegurar si la tenia 0 no debido a la depredaci6n que sufri6. En cambio tenia a la altura de la mufieca izquierda cuentas de concha y un pequefio caracol, probablemente ambos de procedencia marina, en 10 que sin duda fue una pulsera donde el molusco completo pudo haber jugado el papel de un pendiente. Los tiestos que aparecieron en el relleno que cubria el cuerpo, sin asociaci6n aparente con él, tienen filiaci6n con la fase Sayula, 10 que sugiere que es esa la temporalidad deI momento deI entierro.No se detect6 una fosa, 0 continente alguno, pero el cuerpo pudo haber sido acomodado sobre una capa de lodo, pues una capa irregular de este material parecia yacer a pocos centimetros bajo el esqueleto.Una identificaci6n preliminar deI sexo del individuo, realizada por la Mtra. Rosario Acosta con base en los rasgos pélvicos, sefiala que en vida fue una persona de sexo masculino. Un fragmento de la mandibula inferior que apareci6 en el relleno deI pozo deI saqueo, sugiere que era un hombre adulto, quizi de edad avanzada. La segunda inhumaci6n fue localizada al aumentarse el tamafio deI pozo de excavaci6n que se hizo para rescatar al primero, a un metro escaso al sureste de donde se localizaron los pies de aquél. Éste, a diferencia deI ante­ rior, se encuentra casi en la esquina NE de la misma estructura; la parte mas alta del entierro se 10caliz6 a 45 cm de profundidad, y la mas baja a los 113 cm. Este entierro se encontraba depositado en posici6n de decubito dorsal, con las extrernidades inferiores completamente extendidas y levantadas, colocadas un poco a la izquierda en relaci6n al eje craneo-pies. Los pies no se presenta­ ron en relaci6n anat6rnica, sino en el relleno asociado, praeticamente desde la altura mâxima de las tibias hasta la pelvis. Los brazos estaban extendidos a los costados, con la mano izquierda descansando sobre la regi6n pélvica y la derecha junto a esta ultima, y ambas estin contraidas. El craneo se encontr6 ladeado hacia el costado izquierdo, visto de frente, es decir su costado dere­ cho. La orientaci6n del esqueleto fue de 800 NE, es decir casi al este. Como ofrenda present<'> un tiesto de cerâmica trabajado, colocado bajo el tronco, y reconocido coma de fase Sayula, posiblemente también un instru­ mento de obsidiana que apareci6 a pocos centimetros bajo sus fémures,

9. Las orientaciones de los entierros fueron tomadas con Ulla briljula tipo brunton de cuadrantes.

413 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco

aunque cabe la posibilidad de que éste haya sido parte deI relleno. Su ajuar personal estaba compuesto de cuentas de concha de distintos tipos a la altura deI cuello, formando seguramente un collar; ademas tenia cuentas en la muiie­ ca izquierda, a la manera de una pulsera. Es de hacer notar que tuvo asociado un pigmento de color rojo, colocado de la siguiente manera: una mancha ovalada sobre la parte izquierda deI frontal deI craneo, una concentracion a manera de collar a la altura deI cuello, y, por ultimo, a un costado deI Mmero derecho, una linea a 10 largo deI mismo. Quiza por esta raron todos los huesos al momento de la excavacion mostraban un color rojo, con excepcion de las tibias, los peronés, y algunos huesos de los pies, que tenian un color gris oscuro. Al parecer el individuo descansaba en una fosa de forma ovalada, que fue rellenada con cientos, tal vez miles de tiestos, todos identificados con la fase Sayula. Una primera identificacion deI sexo deI individuo, realizada por la Mtra. Acosta con base en rasgos pélvicos, sefiala que en vida se trato de una persona de sexo femenino. De igual forma, la revision inicial de sus piezas dentarias, que presenta completas, sugiere que se trata de una mujer joven. Es obvio que nuestra muestra funeraria es infima y no permite, en modo alguno, hacer algUn tipo de generalizacion. Sin embargo, al compararlos con los entierros procedentes deI Fraccionamiento San Juan, en la cabecera muni­ cipal de Atoyac, reportados por Acosta y Urufiuela (1994: 185), es posible advertir que el entierro No. 1 de Cerritos Colorados, corresponde al patron sefialado para la fase Sayula, en su variante mas frecuente, es decir, con una clara tendencia de orientacion hacia eI este, y los individuos colocados en decubito dorsal con la cabeza levantada y las manos sobre la cadera, "...con las piernas flexionadas y los pies sobre el piso a la misma profundidad que la pelvis". (yéase la fig. 3 de dicho articulo). La inhumacion No. 2 tiene una postura atipica, que no coincide con ninguna de las variantes sefialadas por dichas investigadoras.

DISCUSI6N GENERAL

Organizacion interna

Aunque todavia faltan varios anâlisis que realizar para poder explicar la or­ ganizaci6n y eI funcionamiento deI sitio, principalmente durante sus etapas [males de ocupaci6n, es posible seiialar algunas generalidades. Los primeros datos obtenidos sostienen la hip6tesis de que nos encontramos ante un sitio multifuncional, ya que la existencia de sectores publicos, ceremoniales, y

414 CERRITOS CoLORADOS dedicados a la produccion parece estar corroborada. Asi 10 sugiere, para los dos primeros, la planificacion existente durante la etapa C. Para el tercero, la asociacion deI "sector de produccion" con la elaboracion de la saI atm no es completamente clara, que si bien es una actividad muy importante, como 10 indica la gran cantidad de estructuras dedicadas a ello, sobre todo las existen­ tes al cruzar la autopista, la evidencia recuperada no es determinante en favor de que ésta sea la actividad primordial deI sitio. Mas atm, la liga con las actividades de distribucion y comercializacion de la sal-todavia mas dificil de corroborar- es todavia muy problematica. Ahora bien, si consideramos las etapas mas tempranas de ocupacion, en particular la fase Verdia, en el nivel de los estudios actuales es imposible presentar cualquier hipotesis sobre el carac­ ter deI sitio. Por ultimo, es posible proponer que la ocupacion de Cerritos Colorados inici6 en el siglo IV d. c., y conc1uyo en el siglo XII. La transicion entre la fase Verdia y la de Sayula puede ser sugerida para el siglo VII u VIII de nuestra era, aunque ello deberâ ser corroborado con mas fechamientos.

Relaciones al interior de la Cuenca de Sayula

Cerritos Colorados esta ubicado en un punto estratégico, en la entrada norte a la Cuenca de Sayula, y tiene facil acceso a las regiones norteiias (Laguna de San Marcos), como a las orientales (Lago de Chapala). Es probable que este emplazamiento haya jugado un papel importante en el desarrollo deI sitio. Para la fase Verdia es dificil insinuar cualquier cosa, puesto que la misma esta mal definida en toda la Cuenca. Para la fase Sayula es probable que este sitio tenia una actuacion destacada en la dinamica de la region, aunque queda por ac1arar tanto su complejidad social interna, como la situaci6n de colaboraci6n, domi­ nio, 0 competencia que tenia con otros sitios, como podria ser Carmelita, otra gran localidad arqueol6gica -ubicada a unos 20 km al Sur.

Relacionesfuera de la Cuenca

Los datos hasta ahora obtenidos sugieren una vinculaci6n c1ara de Cerritos Colorados con regiones ubicadas al norte, principalmente eI Valle de Atemajac, principalmente durante la fase Sayula. Son varios los materiales que apoyan esta presunci6n, tales como las ollas de borde escalonado, que recuerdan a las de tipo Iztépete; las ollas tripodes de soportes largos; los cuencos incisos y rellenados con pigmento rojo; el cloisonné; y las figurillas tipo "Cerro de Garcia", Entre ellos, las ollas de borde escalonado, los cuencos incisos, y eI

415 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO cloisonné, han sido reportados coma parte de las ofrendas funerarias en las "tumbas de caja" asociadas a la tradicion Iztépete (Galvan, 1976). En nues­ tro sitio los dos primeros objetos parecen formar parte también deI ajuar mortuorio, 0 al menos asi 10 sugiere su presencia en el sedimento extraido de los entierros dafiados por los saqueadores. El cloisonné en Cerritos Colorados solo es un fragmento, sin asociacion alguna, pero es una prueba positiva de su existencia. En cuanto a las ollas tripodes y a las figurillas "Cerro de Garcia", en ninguna de las dos partes tiene un contexto definido. En ambos sitios se les localiza tanto en superficie coma en excavacion, pero en este casa solo coma parte deI relleno, sin asociacion alguna aparente. Asi 10 sefialan para el Valle de Atemajac, Saenz (1966), y Castro-Leal y Ochoa (1976). Sin embargo, la presencia de estos materiales unicamente sugiere que existian relaciones; falta averiguar de qué tipo fueron éstas, qué es 10 que involucraron, y sobre todo por qué se presentaron. En pocas palabras, es mas 10 que desconocemos de Cerritos Colorados, casi todo, que 10 que sabemos. Continuar las investigaciones en el sitio permitira, ademas de tratar de expli­ car los fenomenos que ocurren en él, y por ende en la Cuenca, aportar datos que aclaren la problematica de la transicion deI periodo Clasico al Epiclâsico en el Occidente de México.

416 CE~TOSCOLORADOS

Muros y allneamientos de pied ra Limites de la concenlraci6n de tiestos y rocas .... '. "'7";.,'_ " ,'- :.-;'J'r'·~'I--'tj ,( N -'" " .,, .,1 " = : ': 't{: CD " 1 ~!~~"~,,,,!.,; 1 1 (t" f/ , ~-----_ ,· 1 "-... ' :.. . · 1 1 1· "l , · \ l , \ ­ l ,. 1 \ : =--=:!L ~ 1 ·~\ J, .. ------.------',1 " ·,",, l , · , 1· •. -" ... :, ', 1 ,, 1, , = 1 1 , I­ (..iD/ILl' 1 \.. -..' ~ '1 -.

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Fig. 1. PIano de la Plaza B, u oriental, de Cerritos Colorados. Vestigios visibles en la superficie.

417 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Fig. 2. Zona XIV-B: detalle de la construccion.

418 CERRJTOS COLORADOS

·ig. 3. Zona XIV-B: a) pequeiia plaza en desnivel; b) vista de los arreglos occidenta­ es.

419 Fig. 4. Zona XIV-A: pequeiia estructura circular de la etapa B.

Fig. 5. Zona XIV-B: superposiciôn de las etapas A, BYD.

420 CERRITOS COLORADOS

;ig. 6. Zona X-B: superposicion de las ultimas dos etapas de construccion.

421 L,\S CUE CAS DEl OcrLDENTE DE MÉX1CO

Fig. 7. Zona XXlII-A: a) sector sur de la plaza B, li oriental; b) vista deI altar adosado al sur de la pIaza oriental.

422 CERRITOS COLORADOS

Fig. 8. Zona XXIII-A: detalle de la construccion.

423 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

a, 3 cm

o Blanco ~ROjO

D Negro

Fig. 9. Figurillas de Cerritos Colorados. Las dos de arriba son dei tipo "Cerro de Garcia", la inferior difiere de ellas en la pasta y en su color. (Dibujo de Ros.a A. de la Torre Ruiz).

424 CERRITOS CoLORADOS

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425 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

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426 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACION AL MEDIO: LA POBLACION PREHISPÂNICA DE ATOYAC, JALISCO

Gabriela Urufiuela y L. de G. Universidad de las Américas

INTRODUCCION

La adaptacion al medio no solo se produce en términos conductuales, otro vehiculo adaptativo esta constituido por el propio organismo biologico y las respuestas que es capaz de proporcionar tanto al entomo fisico como al cons­ truido por la cultura. La capacidad de sobrevivencia de cada individuo, cuya suma resulta en la deI grupo como tal, esta ciertamente condicionada a que su naturaleza biologica maneje adecuadamente los retos ambientales y culturales a los que se enfrenta. Esta dinamica adaptativa medioambiente-cultura­ organismo opera a partir de que el individuo nace y hasta su muerte, y en ciertas circunstancias las huellas generadas por ese proceso llegan a afectar a la propia armazon estructural deI cuerpo: el sistema oseo. De ahi se deriva la importancia del estudio de las alteraciones en esqueletos de poblaciones anti­ guas. Aunque la muestra a la que nos referiremos en esta ocasion incorpora materiales correspondientes a varias fases arqueologicas consecutivas dentro de una misma area, no es nuestra intencion adoptar un enfoque darwiniano en el sentido de tratar de valorar el cambio adaptativo producido a través deI tiempo; rara vez un serie esquelética arqueologica es util para ello, particular­ mente porque los periodos temporales que manejamos los arqueologos son excesivamente cortos evolutivamente hablando para manifestar diferencias sig­ nificativas entre el principio y el fin de los mismos. El objetivo es mas bien utilizar el material oseo como otro indicador para ayudar en la interpretacion de los sistemas de vida del pasado, ya que, como atinadamente 10 expresara Wells (1964: 17):

El patron de enfennedad 0 lesion que afecta a cualquier grupo de personas nunca es cuestion de la casualidad. Invariablemente es la expresion dei stress y

427 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

esfuerzo a los que estaban expuestos, una respuesta a todo en su medioambiente y su conducta. Refleja su herencia biol6gica (que es su medioambiente intemo), el clima en el que vivieron, la tierra que les dio sustento y los animales 0 plantas que compartieron sus lugares. Esta influenciado por sus ocupaciones diarias, sus hâbitos alimenticios, su selecci6n de viviendas y ropas, su estructu­ ra social, e incluso su folklore y rnitologia.

No obstante, toda evidencia arqueologica tiene sus restricciones en cuan­ to a la infonnacion que puede proporcionar, y los restos oseos no son una excepcion a ello. De hecho, al utilizar datos oseos -y particulannente osteopatologicos- para contribuir a obtener un reflejo de las sociedades anti­ guas, se vuelve crucial el no menospreciar las fuertes limitantes inherentes a este tipo de estudio y que quizas podemos dividir en tres rubros principales: 1) Un aspecta primordial es el problema de la preservacion, ya que siendo de naturaleza organica el hueso tiende a descomponerse, y aunque su grado de conservacion depende del tipo de matriz en el que se haya depositado, no deja aUn en las mejores circunstancias de ser desventajosamente fragil y susceptible a deterioro. La deteccion de patologias 0 de caracteristicas anomalas esta condicionada en buena medida a que el material se encuentre en un estado adecuado para ser observado. 2) Otro factor a considerar compete a la validez representativa de la serie en estudio. En primera instancia, solemos contar con una muestra reducida de la poblacion original en la cual no es factible establecer diferencias tem­ porales finas entre los esqueletos, de manera que, al igual que en los estudios de variabilidad mortuoria, nos enfrentamos con el dilema de que los cementerios que no tuvieron un uso prolongado serian los mas conve­ nientes para minimizar el potencial de cambio diacronico, pero los restos que contienen pueden ser insuficientes para que el analisis sea significativo, mientras que los cementerios utilizados por largo tiempo y por ende con mayor cantidad de esqueletos son mas dados a presentar una distorsion diacronica (O'Shea 1984: 14). A esta hay que ai'iadir que regularmente es dificil estimar la proporcionalidad de la serie recuperada en cuanto al todo poblacional. Al respecto White (1991) hace un apropiado resumen de las condiciones que pueden alterar la representatividad de una muestra, y aun­ que él se refiere a sus implicaciones paleodemogrâficas, sus sefialamientos son aplicables también a los estudios paleopatologicos. De acuerdo a sus consideraciones, las principales dificultades incluyen la diversificacion deI tratamiento mortuorio otorgado a los difuntos dependiendo de su status,

428 EL CUERPÛ HUMANÛ y SU ADAPTACION AL MEDIÛ

variacion que incide directamente en si efectivamente el area de enterra­ miento en cuestion incluye 0 no a todos los individuos fallecidos en un tiempo dado; la preservacion diferencial que tiende a favorecer la conserva­ cion de adultos jovenes en contraste con niiios 0 adultos viejos, ya que los agentes tafonomicos suelen afectar mas a estas ultimas dos categorias cuyos huesos son menos fuertes; el hecho de que muchos cementerios sean excavados parcialmente y de que con frecuencia solo los especimenes completos sean recuperados para su estudio en laboratorio; y el problema del tratamiento inadecuado que puede ocasionar la consecuente pérdida de parte deI material (White 1991: 373-374). 3) La tercera limitante, a diferencia de las dos anteriores, es prerrogativa deI material oseo, y concieme a las posibilidades reales de que las afecciones que sufrio una persona en vida dejen su marca en el hueso. Aunque Ortner (1992: 5) ha calculado que alrededor de un 15% de los esqueletos de una muestra arqueologica tipica norteamericana suelen presentar evidencia de enfermedades significativas, la falta de ella en el 85% restante no nos da una medida de su salud sino de la incapacidad de los padecimientos de incidir en el tejido esquelético. En muestras prehispanicas las patologias representadas suelen dividirse en tres categorias principales: traumas, enfermedades degenerativas e infecciones. Las dos primeras no resultan tan problematicas en cuanto a su identificacion y evaluacion, en cambio las enfermedades infecciosas presentan un panorama bastante mas complejo ya que sus manifestaciones agudas rara vez llegan a expresarse en el tejido oseo, de manera que casi todas las condiciones paleopatologicas infec­ ciosas evidentes corresponden a enfermedades cronicas; ademas, las infecciones virales no dejan huella obvia en el esqueleto, las enfermedades infecciosas que si 10 afectan son principalmente bacteriales, y hasta eso, encontrar evidencia de estas ultimas depende de que el agente infeccioso y el huésped hayan coexistido el tiempo suficiente para que esa huella se manifieste (Ortner 1992: 5-6). Asi, es claro que por los tres problemas esbozados, la identificacion paleopatologica siempre tiende a dar una estimacion mas baja de 10 que fue la realidad. Pero para complicar mas el panorama, no todos los individuos que comparten una condicion patologica presentan una misma patogénesis, ya que ésta depende, entre otras cosas, de la edad deI individuo, su status nutricional y su respuesta inmune, asi como de la biologia -principalmente la virulencia­ de los agentes infecciosos, la via de entrada de los mismos, la efectividad de los métodos curativos empleados, y hasta de las condiciones sociales que

429 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO pueden afectar la transmisi6n deI padecirniento 0 la respuesta deI individuo (Ortner 1992: 8). Con este preâmbulo podemos apreciar que la capacidad de reconstruc­ ci6n de las condiciones de vida y salud de un grupo antiguo en base al aruilisis de sus restos 6seos es ciertamente limitada, de alti que, sin negar su utilidad, es preciso reconocer que cualquier valoraci6n que resulte de ese tipo de estudio debe considerarse bajo esta luz y tratar de relacionarse con el resto de la informaci6n arqueo16gica a fin de procurar apoyarse mutuamente.

LA MUESTRA 6SEA

En esta oportunidad presentarernos informaci6n sobre al anaIisis de patologias de 114 entierros procedentes de Atoyac, en la zona central de la Cuenca de Sayula, Jalisco. Los esqueletos fueron recuperados en 1991 por el Proyecto Arqueo16gico La'Cuenca de Sayula integrado por el Instituto Francés de Investigaci6n Cientifica para el Desarrollo en Cooperaci6n (ORSTOM), la Uni­ versidad de Guadalajara, yel Instituto Nacional de Antropologia e Historia. Los trabajos correspondieron a excavaciones de rescate, debido a que hacia la parte suroeste de Atoyac las labores de construcci6n deI Fraccionamiento San Juan expusieron una serie de evidencias arqueo16gicas entre las que se inc1uian los entierros en cuesti6n. Con base a la cronologia regional propuesta pOT Kelly (1948) fue posible establecer que de los 114 entierros dos correspondieron a la Fase Verdia (0­ 600 d.C.), 32 a la Fase Sayula (600-1100 d.C.), y 80 a la Fase Amacueca (1100-1520 d.C.) (aunque en laboratorio s6lo se cont6 con 78 de estos Ulti­ mos). No tratarernos aqui los entierros Verdia justamente por ser tan pocos. Los entierros Sayula (32 entierros con 51 individuos) se localizaron en una concentraci6n discreta que se denomin6 Area 2. Los entierros Amacueca se encontraron en varias agrupaciones: en el Area 1 (27 entierros con 36 indivi­ duos), en el Area 3 (31 entierros con 45 individuos), en el Area 4 (18 entierros con 21 individuos), y dos entierros individuales aislados que inc1uirernos en un Area 5. El Area 4 contuvo evidencia de una zona habitacional de Amacueca identificada por la presencia de otro tipo de elernentos arqueo16gicos, pero las âreas restantes parecen haber fungido casi exc1usivamente como lugares de enterramiento. Ya en otra ocasi6n (Acosta y Uruîiuela 1995) hemos tenido oportunidad de exponer algunos razonamientos que nos conducen a proponer que los entierros deI Area 1 son mas tardios que el resto de los de Amacueca, quizâ inc1uso coloniales, y que los deI Area 3 probablemente formen parte de

430 EL CUERPü HUMANü y su ADAPTACION AL 1'viEOIü un grupo no local de tarascos, por 10 cual en esta exposici6n separaremos nuestra muestra por area. Considerando los planteamientos arriba expuestos sobre el problema de representatividad, desafortunadamente encontramos que la colecci6n en estu­ dio presenta casi todas las dificultades que White (1991) sefiala: los datos apuntan en efecto hacia la existencia de tratamiento mortuorio diferencial tanto por edad como por sexo (Acosta 1994; Acosta y Urufiuela 1995; Urufiuela 1994a y b) en algunas de las areas (figura 1). Las variaciones en preservaci6n no competen en este caso a las edades, pero el estado de los restos depende de su cronologia, ya que los de la fase Sayula se conservaron mejor al estar depositados a mayor profundidad, mientras que los de la Amacueca, que eran mas superficiales, se vieron muy afectados por la maquinaria de construcci6n, y esto unido a la presencia de entierros secundarios ocasiona que muchos de los esqueletos estén s610 parcialmente representados; ademas, las areas de enterramiento no fueron excavadas en su totalidad, de modo que obviamen­ te no contamos con todos los individuos inhumados en ellas. Quizas el unico problema que no se presenta es el de tratamiento inadecuado, ya que los restos fueron cuidadosamente manejados en laboratorio. Estando pues conscientes de los problemas de la muestra, hemos selec­ cionado para esta presentaci6n algunos de los padecimientos mas usuales: fracturas, periostosis, artritis degenerativa, des6rdenes metab61icos y deI de­ sarrollo, y los aspectos principales de patologia dental. As! se abarca una variedad suficiente de afecciones para proporcionar una idea general sobre el estado de vida y salud de la serie en estudio, al mismo tiempo que se facilita el tratar de detectar patrones y ver c6mo estos se comparan entre las diferentes areas.

PATOLOG1AS 6SEAS

Fracturas

De acuerdo a Ortner y Putschar (1985: 55), se consider6 como fractura al resultado de un evento traumatico expresado en la discontinuidad parcial 0 total de la pieza 6sea; sus causas pueden ser meramente accidentales, resultar de violencia intencional, 0 derivarse de ciertas condiciones m6rbidas que favo­ recen el desarrollo de fracturas pato16gicas. Aunque el registro de fracturas involucr6 una descripci6n precisa de cada una de ellas, aqui nos restringire­ mos a la presentaci6n de algunos datos generales, sin hacer referencia al tipo

431 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco especifico de fractura, ni distinguir entre infraccion --euando la rotura no es completa- y separacion total deI hueso. También es de seftalar que, ademas de las limitantes generales ya mencio­ nadas, para las fracturas existen otras condiciones que colaboran a que su registro tienda a subestimarse, ya que las causadas por stress solo son identificables radiogrâficamente -procedimiento que no se llevo a cabo en este analisis-, y también la cuestion de que cuando ocurrieron poco tiempo antes de la muerte las fracturas pueden ser practicamente indistinguibles de las postmortem causadas por procesos culturales 0 transformacionales 0 hasta por las propias actividades de excavacion. Pero aUn con esas restricciones, las fracturas constituyen una interesante fuente de informacion, ya que los riesgos para que se produzcan son distintos segun las variantes culturales y medioambientales. En la literatura (Ortner y Putschar 1985: 55) se ha sefiala­ do por ejemplo que los patrones de estos traumas difieren entre grupos con tipos de subsistencia distintos (e.g., cazadores v.s. agricultores), entre hombres y mujeres, y entre nifi.os y adultos. En Atoyac la incidencia mas alta de casos afectados corresponde a las Areas 2 y 3 (figura 2), y solo en ellas se detectaron fracturas multiples (en el sentido de mas de un hueso fracturado por individuo); todas las fracturas son en adultos y tienden a ser mas comunes para el sexo masculino (con excepcion deI Area 4 que Unicamente tiene un caso, pero 10 reducido de la muestra desvirtUa su representacion porcentual). Ciertamente estos datos son un tanto burdos y s610 ofrecen una idea aproximada de la distribucion de las fracturas, ya que 10 correcto seria considerar el nUmero de fracturas sobre la cantidad de huesos de la misma c1ase en los que la observacion fue viable, 10 que redunda­ ria en porcentajes mas altos que los aqui expuestos. En cuanto a las piezas oseas afectadas (figura 3), la incidencia mayor de fracturas en costillas y huesos deI antebrazo en el Area 2 se presta al comenta­ rio de que quizâs estamos viendo aqui el reflejo de enfrentamientos violentos, no s610 por ser el ârea con mayor frecuencia de fracturas -aun si eliminaramos de este conteo dos de las vértebras que parecen corresponder a fracturas patologicas-, sinD ademas por la localizacion de ellas; un magnifico ejemplo que apoya esta idea 10 constituye una costilla que aUn conserva fragmentos de proyectil incrustados (figura 4). En el Area 3 también abundan las fracturas en costillas, aunque no se registran en antebrazo. Es interesante seftalar que el Area 3 tiene las mayores frecuencias de puntas de proyectil asociadas a entierros (nueve casos con 15

432 EL CUERPO HUMANü y SU ADAPTACIÙN AL MEDlü

puntas asociadas, en contraste con ningim casa en el Area 1 ni en la 5, un casa con una punta asociada en el Area 2, y dos casos con tres puntas asociadas en el Area 4). No podemos detenninar si estos artefactos constituyen ofrendas, ciertamente no se cuenta con otro ejemplo de proyectiles incrustados, pero la variedad de su localizacion y la regularidad con que aparecen sobre el esquele­ to 0 entre los huesos mas bien indicaria que tal vez fueran proyectiles que incidieron solamente en el tejido blando. También es de sefialar que, por 10 menos para el Area 3, que en otros momentos hemos propuesto coma confor­ mada por posibles tarascos (Acosta y Urufiuela 1995), no seria tan extrafio el no encontrar las puntas afectando el hueso, ya que las fuentes mencionan repetidamente (Acufia 1987) el usa de protectores en el torso que impedian de manera bastante eficiente la penetracion de las flechas; sin embargo no se hace ninguna referencia a qué tan efectivos eran dichos protectores contra las otras annas usadas para dar golpes contundentes, coma las macanas, porras, y especies de arietes. Llama la atencion, sin embargo, la ausencia de fracturas en craneos, mismas que suelen ser comunes en otras muestras arqueologicas (Ortner y Putschar 1985: 77), y que serian de esperar coma producto de acciones violentas, pero también es posible que si estas fracturas causaron la muerte pronta de los individuos nos enfrentemos con el problema antes sefiala­ do de su dificil identificacion. Asi, aunque el registro diferencial de fracturas pudiera argumentarse coma un resultante de la conservacion variable de los esqueletos, relacionando la infonnacion osea con la de las puntas de proyectil tenemos que de todas maneras ambos datos en conjunto apuntan hacia evidencia de violencia en el Area 3 y ausencia de la misma en el Area 1. En resumen, los patrones de distribucion de fracturas son mas semejantes entre las Areas 2 y 3, no obstante ser cronologicamente distintas; la similitud podria deberse a que estas areas presentan una proporcion considerablemente mayor de individuos masculinos adultos, mismos que estarian mas involucrados en actividades bélicas que otros sectores de la poblacion. Las Areas 1 y 4 en cambio, con perfiles demogrâficos mas balanceados, coinciden también en que la presencia de fracturas en ellas sea baja.

Periostosis

El ténnino periostosis implica que hay una fonnacion de hueso periostaI. La periostosis es un sindrome comim de diversas afecciones especificas, pero

433 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXIco también existe la denominada periostosis primaria, aludiendo a circunstancias en que no es posible un diagnostico que la relacione con alguna entidad particular, aunque sin eliminar la posibilidad de que constituya una reaccion secundaria a un proceso de enfermedad especifico. Este tipo de periostosis normalmente resulta de dos condiciones patologicas, trauma e infeccion, sien­ do muchas veces indeterminable cuâl de las dos la produjo (Ortner y Putschar 1985: 132). En el casa de la infeccion, ésta puede originarse de condiciones locales -coma una cortada infectada-, pero también puede haberse diseminado desde un foco alejado deI lugar donde se manifiesta la periostosis (Ortner y Putschar 1985: 40). En cuanto a trauma, toda fractura causa l'a activacion del periosto, pero el hueso reactivo periostal también puede ser estimulado por golpes que no l1egan a fracturar al hueso (Ortner y Putschar 1985: 132). En esta seccion incluiremos solamente los ejemplares que no pudieron ser atribuidos a agentes particulares. Asi, dejaremos fuera los casos con enferme­ dades infecciosas de tipos especificos; tampoco se incluirân aquel1as instancias en que la periostosis se relaciona de manera clara con una fractura previa. Al igual que las fracturas, la periostosis tuvo frecuencias mas altas en las Àreas 2 y 3 (figura 5), en las que también resulta mas comtm en hombres que en mujeres. El Ârea 4 solo presento un casa en un infante, mientras que en el Ârea 1 los dos casos detectados corresponden a mujeres; finalmente, el Ârea 5 no tuvo ninglin caso. De nuevo vemos pues que el patron de distribucion de esta patologia difiere entre las varias areas, siendo mas similar entre las Âreas 2 y 3, en tanto que las Âreas 1 y 4 presentan menos ejemplares afectados. En la figura 6 se desglosa la informacion por tipo de hueso, y con excepcion de las falanges para las otras secciones oseas se incluye el dato de cuantos huesos de cada clase estaban en condiciones adecuadas para ser ob­ servados. Claramente el hueso mas comunmente afectado por periostosis es la tibia (figura 7); al respecto Ortner y Putschar (1985: 132) mencionan que esta suele ser recurrente en colecciones arqueologicas, y aunque las explicaciones para el10 todavia no son claras, proponen que pueden estar involucrados dos factores: el que al encontrarse mas cercana a la superficie la tibia presenta un medio ambiente mas frio, y el que justo por su misma localizacion la tibia esta mas expuesta a trauma directo que otros huesos protegidos por musculo. Esta ultima estipulacion es de particular interés para nosotros debido a que de nuevo sugiere, junto con las fracturas y las puntas de proyectil, mayor involucramiento en actividades productoras de trauma en los individuos de las Âreas 2 y 3.

434 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACION AL MEDIO

Artritis degenerativa

La artritis degenerativa se conoce también coma osteoartritis, y corresponde a una degeneraci6n progresiva del cartilago articular, afectando eventualrnente tanto a la propia superficie articular coma a sus margenes. Lo mas comUn es que la expresi6n de este padecimiento en el hueso involucre aetividad destructiva (osteolisis) en la superficie subcondral y crecimientos osteofiticos en los margenes de la misma; la intensidad de estas condiciones puede ser muy variable, yen estados de destrucci6n avanzada deI cartilago puede establecerse contacto directo entre los huesos, dando lugar a porosidad y pulirnento de las superficies articulares (Ortner y Putschar 1985: 419-422; Williams 1994: 94). Aunque la osteoartritis se relaciona con el avance en la edad dei individuo, el trauma también puede incidir en su desarrollo, por 10 cual dejaremos fuera los casos de la misma que parecen estar asociados con fracturas previas. Ocupindonos primera de la osteoartritis expresada en vértebras, la figura 8 incluye esta informaci6n identificada tanto por la presencia de osteofitos en los cuerpos vertebrales, coma por cambios en las superficies articu1ares co­ rrespondientes a picos y rebordes 6seos, pulirnento, y acribamiento. Aunque se cuenta con el registro del grado de osteofitosis presentado por cada vértebra de acuerdo a los criterios de Stewart (1957, citado en Ubelaker 1978), para esta presentaci6n hemos omitido esa especificaci6n y s610 estamos registrando la presencia 0 ausencia de los osteofitos. Los datos consideran Unicamente a los adultos, ya que, por las caracteristicas de su desarrollo, no es un padecirnîento que se encuentre en individuos j6venes, y hernos separado la informaci6n por area y sexo, proporcionando el dato deI total de individuos en los que por 10 menos alguna vértebra de la secci6n correspondiente podia ser evaluada. Esta­ mos evitando el uso de porcentajes ya que dado 10 reducido de algunas de las divisiones la expresi6n porcentual en realidad no seria muy apropiada. Puede verse que la osteoartritis en columna fue bastante comUn en todas las areas, siendo mas frecuente en las vértebras lumbares, seguidas por las toracicas, cervicales, y sacro. En cuanto a osteoartritis en el resto deI esqueleto (figura 9), debido a que los huesos afectados fueron muy variados agrupamos aqui los datos pon juntura afectada por individuo. Puesto que, coma ya se ha mencionado, en algunos casos s610 se cont6 con representaci6n parcial de los esqueletos, no se cuantific6 bilateralmente justo para evitar sobreestimaciones. A diferencia de la osteoartritis vertebral, las degeneraciones articulares en el resta del esqueleto fueron muy escasas, con excepci6n deI Area 2 (figura

435 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

10). En esta ultima encontramos que las articulaciones mas frecuentemente afectadas corresponden al codo, la muiieca, y el dedo gordo deI pie, siendo sus proporciones semejantes entre hombres y mujeres. La mayor incidencia de osteoartritis en el Area 2 probablemente se relacione con que mas de un 40% de su poblaci6n correspondi6 a adultos mayores de 35 afios.

Des6rdenes metab6licos y dei desarrollo

Regularmente se ha considerado que los patrones de des6rdenes metab6licos suelen ser mas dramaticos en poblaciones agricolas con dietas menos balan­ ceadas que las de poblaciones cazadoras-recolectoras. Estos des6rdenes tienen una variada gama de manifestaciones, pero pueden encontrarse tres categorias principales: porosis ectocraneal, hiperostosis por6tica, y criba orbitalia, y su causa mas comun es la anemia producida por deficiencia de hierro (Williams 1994: 99). Sin embargo, en Atoyac solamente se detect6 un posible casa de porosis ectocraneal muy leve correspondiente a un individuo deI Area 3 de la fase Amacueca. No cabe duda que estas poblaciones eran agricolas, pero probablemente su sistema de subsistencia era 10 suficientemente variado para mantener Ulla poblaci6n sana en este aspecto. Hay otras malformaciones correspondientes a tres defectos vertebrales que, aunque no dependen directamente deI metabolismo, pueden reflejar disturbios en el desarrollo: la espondylolysis, la espina bifida, y la presencia de vértebra transicionallumbo-sacral (Williams 1994: 100). La espondylolysis se refiere a la separaci6n deI arco neural deI cuerpo vertebral, y la espina bifida compete a que el proceso espinoso se encuentra abierto dejando expues­ to el canal medular, 10 que es relativamente comun particularmente en el area sacral (Ortner y Putschar 1985: 355-357). Aqui se cuantific6 coma espina bifida a sacros que tuviesen mas de un arCO neural abierto, pudiendo apreciar­ se que frecuentemente esta condici6n ocurre entre la tercera y quinta sacral. Aunque la etiologia de estas anomalias no es la rnisma, hay evidencia que sugiere que la espondylolysis y la vértebra transicional lumbo-sacral forman un complejo con los defectos de arco neural (Williams 1994: 103), pero no fue posible confirmar esta posible relaci6n aqui debido a que pocas de las colum­ nas estaban completas. Se detectaron varios casos de espina bifida, particularmente para las Areas 2 y 3 (figuras Il y 12). La espondylolysis s610 se registr6 en dos individuos del Area 2, donde también hubo varios casos de vértebra transicional;

436 EL CUERPO HUMANO y su ADAPTACION AL MEDIO incidentalmente, dos de estos ultimos presentan esta vértebra fusionada al sacro, yen otro se presenta anquilosamiento de coxis a sacro. Para estos defectos es dificil la separaciém entre factores genéticos y ambientales. La espina bifida se ha citado como un rasgo hereditario dominan­ te, pero también hay evidencia que sugiere que la deficiencia en zinc puede ser un factor contribuyente. Por otra parte, aunque la espondylolysis puede ser de origen traumatico también muestra patrones familiares (Williams 1994: 103). Si estos defectos fueran resultado de stress regional de origen metab61ico 0 nutriciona1, esperariamos encontrarlos distribuidos de manera relativamente homogénea entre las distintas areas. Su distribuci6n sin embargo nos lleva a pensar que se trata de una etiologia genética coma sugieren Williams (1994: 104) y Ortner y Putschar (1985: 356) donde se estaria reflejando una herencia comun mas que un sustrato medioambiental compartido.

PATOLOGIAS DENTALES

Consideraremos a continuaci6n las alteraciones dentales en cuanto a pérdidas antemortem -recesi6n alveolar, caries y calculos, abscesos e hipoplasia-, refiriéndonos exclusivamente a los individuos adultos. Aqui de nuevo presen­ taremos la informaci6n de una manera generalizada, tratando cada condici6n de acuerdo a su presencia por individuo, aunque los detalles se incluyen en Urufiuela (1994c), donde aparecen los datos especificos no solamente por esqueleto sino también por cada pieza dental.

Pérdida dental

La pérdida de dientes antemortem puede deberse basicamente a cuestiones culturales 0 a procesos pato16gicos. En la figura 13 se presentan los casos de individuos con pérdida dental, divididos en los que tienen ausencia de una sola pieza, de dos a cinco piezas, y seis 0 mas. No se incluyen los de sexo no identificado, ya que no registraron pérdidas antemortem. En la misma tabla (fig. 13) se muestra la informaci6n por sexo, y también el porcentaje de casos afectados en comparaci6n al total de individuos que presentaban por 10 menos parte de alguna arcada dental. Puede verse que Sayula presenta una de las mayores incidencias de individuos con pérdidas dentales antemortem, y ademas es la que registra mas pérdidas masivas, de mas de seis piezas (figura 14). Su diferencia con las

437 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXlCO otras âIeas podria relacionarse con cambios en la composici6n de la dieta, pero seguramente un factor que influye aqui es también la cuesti6n de la edad, que ya se habia seiialado para los padecimientos osteoarticulares, en el sentido que Sayula presenta un alto porcentaje de individuos mayores de 35 afios.

Recesi6n alveolar

La recesi6n alveolar es un resultado de enfermedades periodontales que involucran una respuesta inflamatoria a factares irritantes, ocasionando fre­ cuentemente la reabsorci6n deI hueso alveolar y dando lugar a una distancia anormal entre el mismo y la uni6n de cementa y esmalte dental (Ortner y Putschar 1985: 442), pudiendo causar eventualmente la pérdida deI diente. Dado que es dificil distinguir entre pérdidas dentales ocasionadas por periodontitis y aquellas causadas por otros factores coma las caries, hemos considerado la pérdida dental aparte, independientemente de sus causas, y esta claramente puede producir unà subestimaci6n de la recesi6n alveolar real. Aunque puede que la deficiencia de calcio 0 el exceso de f6sforo tengan un papel en las enfermedades periodontales, no se ha establecido una asociaci6n firme al respecta. La que si es claro, es que las dietas altamente procesadas tienden a bajar la habilidad de controlar la higiene oral y es comun que den lugar a periodontitis (Williams 1994: 100). Para el registro de la recesi6n alveolar se utiliz6 la variaci6n en grados expuesta por Brothwell (1972: 151, fig. 58a) para cada pieza individual, anotando si no hay destrucci6n deI hueso alveolar, si hay recesi6n alveolar ligera (cuando puede apreciarse expuesta menos de una cuarta parte de la raiz), media (cuando ha quedado expuesta alrededor de una tercera parte), y considerable (cuando la exposici6n de la raiz es mayor a una tercera parte de la misma). Dado que practicamente todos los casos de dentadura de adultos mostraron por 10 menos recesi6n alveolar ligera, aqui 10 que presentamos son los casos de individuos que tuvieron piezas dentales que mostraban mayor recesi6n alveolar (figura 15). Se estân considerando ambos sexos en conjunto, y cada individuo aparece cuantificado una sola vez, con el grado mas avanza­ do de recesi6n alveolar detectado en sus dientes, ofreciéndose también la especificaci6n de en cuântos individuos pudo hacerse la observaci6n. Aunque la recesi6n alveolar aÜll en sus grados avanzados se report6 de manera generalizada (con excepci6n de los dos individuos deI Area 5), el Area 2 muestra mas cantidad de casos con recesi6n considerable (con tres casos en

438 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACIDN AL MEDIO que mas de seis piezas resultaron afectadas), 10 cual es coherente con su mayor pérdida dental ya sefialada arriba, y ambos con un patron demogrâfico predominante en adultos medios y avanzados. Aunque no se niega la posi­ bilidad de que algün factor en los habitos alimenticios hubiese contribuido también a eIlo, no nos queda claro cuâI seria el cambio de ingesta experimen­ tado entre Sayula y Amacueca.

Caries y câlculos

Tanto las caries coma los câIculos responden al pH de la placa bacteriana; si los periodos de acidez en la misma superan a los alcalinos -situacion relacio­ nada al alto consumo de carbohidratos- con la consecuente pérdida de minerai dei esmalte, se provoca la produccion de caries, mientras que con una dieta fuerte en proteinas que permite que la placa sea alcalina, la mayor parte dei tiempo se deposita minerai extra sobre la superficie dei esmalte, dando lugar a la formacion de câIculos (Marquez 1982: 119). También se ha visto que la incidencia de caries puede relacionarse con dietas altamente procesadas, y parece que el zinc, cobre y hierro tienen un efecto cariostâtico, mientras que el niquel tiene un efecto cariogénico (Williams 1994: 102). En cuanto a los câIculos, a diferencia de las caries éstos no constituyen una enfermedad en si mismos, pero pueden estimular el desarroIIo de ciertos padecimientos, ademas de que pueden fungir coma indicadores de la dieta. En 10 concerniente a las caries, en el anâIisis se registro su ubicacion en cuanto a las superficies de la corona, y también los casos de caries cervicales, ubicadas en la union entre raiz y corona. Para efectos de este trabajo, sin embargo, simplificarernos la informacion como 10 hernos hecho con los otros aspectos, y de nuevo solamente presentarernos los datos de cantidad de indivi­ duos afectados por caries sin considerar la locaIizacion 0 la extension de las mismas, ni la cantidad de cavidades por pieza. También en las caries los individuos de Sayula no solamente son uno de los grupos con mayor incidencia, sino con mas dientes afectados por individuo (figuras 16 Y 17). La proporcion es sorprendenternente baja en el Area 3 en comparacion con las otras agrupaciones, y también hay menos recurrencia de caries afectando mUltiples piezas dentales; si efectivamente se tratara de un grupo de tarascos de alto status, coma se ha planteado en otra oportunidad (Acosta y Uruiiuela 1995), quizas podria sugerirse que tenian una dieta mas balanceada que otros grupos de la poblacion.

439 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉxICO

La presencia de calculos se registr6 para cada pieza individual dividida en tres posibles grados siguiendo los criterios de Brothwell (1972: 151, fig. 58c), considerando coma ligeros aquellos que aparecen coma una linea sobre la corona, medios cuando abarcan aproximadamente la mitad de la corona, y considerables cuando ocupan mas de la mitad de la corona. Aqui también simplificaremos la informaci6n y presentaremos los datos de manera semejante a las caries, pero coma la presencia de calculos suele de por si afectar a mas de un diente, solamente la registraremos en los individuos en los tres grados mencionados sin hacer referencia a la cantidad de piezas afectadas; de nuevo cada individuo aparece cuantificado una sola vez, en referencia al grado maxi­ mo de calculos presentado por cualquiera de sus dientes. En los calculos (figura 18) encontramos que aunque si se les registra para Sayula, aparecen mas hacia valores medios y leves, mientras que para el Area 3, en contraste con las pocas caries reportadas los calculos son mas abundantes, dando idea de una ingesta de proteinas mas alta que en las otras areas, 10 que de nuevo refuerza el argumento de una dieta probablemente mejor balanceada en este grupo de la poblaci6n.

Abscesos

Los abscesos dentales pueden tener dos posibles causas. Pueden ser el resulta­ do secundario de la destrucci6n por caries que penetran la cavidad pulpar, infectândose asi los tejidos que soportan al diente y ocasionandose entonces la reacci6n 6sea que implica la destrucci6n dei hueso para crear un drenaje para el pus producto de la infecci6n. En estos casos se forma normalmente una cavidad circunscrita en el hueso alrededor dei foco infeccioso, constituyéndose un absceso periapical (Ortner y Putschar 1985: 442). Por otro lado, los absce­ sos también pueden originarse de enfermedades periodontales relativamente localizadas, en cuyo caso, aunque el efecto en los tejidos de soporte puede ser semejante al de los abscesos periapicales, el foco de infecci6n se localiza fuera de la cavidad pulparia y frecuentemente entre las raices de dientes que tienen mas de una raiz (Ortner y Putschar 1985: 443). Los abscesos fueron muy escasos, y dadas las caracteristicas de su for­ maci6n no es de extrafiar que los pocos casos reportados correspondan, con excepci6n de uno que es deI Area 4, al Area 2 (figura 17), donde se ha visto que la frecuencia tanto de caries coma de enfermedades periodontales es alta. En total se registraron para esta ârea cuatro abscesos periodontales y cinco periapicales, afectando a un total de seis individuos.

440 EL CUERPü HUMANü y SU ADAPTACION AL MEDlü

Hipoplasia

La hipoplasia es un defecto en la superficie deI esmalte que puede apre­ ciarse coma puntos 0 bandas, y se asocia tanto a la presencia de infecciones no especificas coma de fiebres altas -infecciosas 0 no-, asi coma con deficiencia vitaminica y malnutricion. De hecho, cualquier alteracion sistémica importante aumenta las probabilidades de que ocurra un episodio hipoplasico (Williams 1994: 101). Aqui solo se reporta la hipoplasia que pudo ser observada macroscopicamente. Aunque eI grado y numero de dientes involucrados depen­ de tanto de los dientes que ya se h:hian formado al ocasionarse la falla en el desarrollo deI esmalte -y por 10 tanto éstos no estaran afectados-, coma de la cantidad de corona formada antes dei evento y de la duracion deI factor que la causa (Brothwell 1972: 152), en esta ocasion solamente mencionaremos los individuos que registran hipoplasia en cualquiera de sus dientes y de acuerdo al grado maximo presentado, que se dividio en tres niveles conforme a la intensidad de las depresiones observables: leve, media y considerable. La hipoplasia se detecto de manera generalizada en todas las areas, pero comoomente en intensidades leves (figura 19), sin apreciarse diferer.cias im­ portantes en sus patrones de distribucion, siendo muy pocos los casos con manifestacion extrema; "in embargo, probablemente las estimaciones de hipoplasia son mas bajas de la realidad debido al alto nivel de atricion dental de muchos de los individuos, que no permitio la observacion adecuada de este rasgo.

SUMARIO

Hemos dejado fuera de este trabajo las afecciones poco comunes que, aunque conforman estudios de casa muy interesantes, no resultan adecuadas para la identificacion de posibles patrones. Tampoco se inc1uyeron algunos casos en que todavia no ha podido establecerse un diagnostico firme de las alteraciones que presentan; asi, es obvio que la informacion expuesta dista de poder consi­ derarse coma el cuadro completo de patologias identificables en la muestra estudiada. No obstante, los aspectos seleccionados si nos proporcionan un panorama general de las condiciones de vida y salud de los antiguos habitantes de Atoyac. La incidencia de fracturas, asi coma de periostosis, y la 10calizacion de ambas, nos permite suponer patrones de conducta compartidos entre los indi­ viduos de las Areas 2 y 3 (fases Sayula y Amacueca respectivamente), en el

441 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO sentido de que parecen reflejar mayor involucramiento que los de las areas restantes en actividades violentas. La osteoartritis en columna se detecto de manera generalizada, pero la presencia de esta condicion en otras junturas esqueléticas solo fue importante en el Area 2, acorde con su patron demografi­ co que inc1uye mas individuos de edades avanzadas. Los defectos metab6licos son practicamente nulos en estas poblaciones, pero si hay malformaciones relacionadas a disturbios en el desarrollo que se concentran principalmente en los individuos del Area 2,10 que permite suponer un sustrato genético para las mlsmas. En cuanto a patologia dental, de nuevo el Area 2 presenta las frecuencias mas altas tanto en pérdidas antemortem coma en recesion alveolar, mismas que se correlacionan bien con el patron demografico seiialado. Las caries tuvieron en general una presencia mas relevante que los calculos, coma seria de esperar en grupos agricolas prehispanicos con dietas importantes en carbohidratos; sin embargo, la inversion a ello en el Area 3 sugiere que estos individuos tenian acceso a otras fuentes proteinicas que hacian su alimentacion mas balanceada. Finalmente, la hipoplasia se registro de manera generalizada en grados leves, reflejando situaciones comunes de stress infantil, siendo po­ cos los casos que la presentaron en grados considerables. Seria ingenuo pensar que los patrones inferidos no estén influenciados por la variabilidad en el estado de conservacion de las diferentes areas. Sin embargo, es interesante que las sugerencias que el analisis oseo permite hacer concuerdan adecuadamente con las propuestas a partir de datos arqueologicos y etnohistoricos, en el sentido de mostrar diferencias entre los individuos de las fases Sayula y Amacueca, y entre las Areas 1 y 3 de esta ultima fase. Si estas diferencias responden meramente a cambios culturales, 0 si en efecto son producto de cambios étnicos coma varias veces hemos propuesto (Acosta y Uruiiuela 1995; Uruiiuela 1994a, b y c) es todavia una incognita que espera­ mos que la utilizacion de analisis de ADN nos ayude en un futuro cercano a resolver.

442

EL CUERPü HUMANü y SU ADAPTACION AL MEDIü

Figura 1 Distribuci6n de individuos por fase y sexo

No No Tolal Area Fase Femeninos Masculinos idenlificados idenlificados de adullos Inl. y Juven. individ.

2 Sayula 11 21.56% 28 54.90% 9 17.64% 3 5.88% 51 (600-1100) 3 Amacueca 5 11.11% 32 71.11% 4 8.88% 4 8.88% 45 (11()(}1520) 4 Amacueca 6 28.57% 7 33.33% 0 0 8 38.09% 21 (11()(}1520) 5 Amacueca 2 0 0 0 0 0 0 0 2 (11()(}1520) Postclâsico Tardio- 16 44.44% 7 19.44% 2.77% 12 33.33% 36 Colonial Temprano?

Figura 2 Frecuencia de fracturas por area y sexo

Total % Total Tolal Area Fase de % Fracturas de % de % individ. Alectado multiples lem. Alectado masc. Aleclado

2 Sayula 51 15.68 50.00 11 0.00 28 28.57 (600-11 (0) 3 Amacueca 45 13.33 33.33 5 0.00 32 18.75 (11()(}1520) 4 Amacueca 21 9.52 0 6 16.66 7 14.28 (11()(} 1520) 5 Amacueca 2 0 0 2 0.00 0 0.00 (11()(} 1520) Postclâsico Tardlo- 36 5.55 0 16 6.25 7 14.28 Colonial Temprano?

443 LAS CUEN AS DEL OCCIDENTE DE lliXIrQ

Figura 3 Frecuencia de fracturas por area ytipo de hueso afectado

Talai Àrea Fase huesos Coslillas Cubilo Radio Vérlebra Mela- Mela- Falange fracturados larso carpo pie

2 Sayula 22 12 2 4 2 (600-1100) 3 Amacueca 16 14 (1100-1520) 4 Amacueca 2 (1100-1520) 5 Amacueca (1100-1520) Poslciasico Tard.- 2 2 Colonial Temp.?

Figura 4. Tercera costilla derecha que todavia conserva fragmentos de proyectil incrustados. Entierro 18, individuo l, masculino, Àrea 2.

444 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACr6N AL MEDIO

Figura 5 Frecuencia de periostosis por area y sexo

Total %% Total % Total % Total % Total % Area Fase de alec!. Perios!. de Alec!. de Alec!. ? Alec!. ? Alec!. Indiv. mull F M adul!. Inl.

2 Sayula 51 13.72 71.42 11 9.09 28 21.42 9 0.00 3 0.00 (600-1100) 3 Amacueca 45 11.11 40.00 5 0.00 32 15.62 4 0.00 4 0.00 (1100-1520) 4 Amacueca 21 4.76 0.00 6 0.00 7 0.00 0 0.00 8 12.50 (1100-1520) 5 Amacueca 2 0 0.00 2 0.00 0 0.00 0 0.00 0 0.00 (1100-1520) 1 Poslclâsico Tardio· 36 5.55 50.00 16 12.50 7 0.00 1 0.00 12 0.00 Colonial Temprano.

Figura 6 Frecuencia de periostosis por area y tipo de hueso afectado

Total ~rea Fase Huesos Tibia Perané Fémur Hûmera Clavicula Falange Falange Periostosis Mano Pie

Sayula 14 5de60 4de62 1de 64 00055 Ode58 2 2 (600-1100) Amacueca 8 5de 41 Ode39 1de 45 Ode30 1de 22 (1100-1520) Amacueca Ode31 1de 30 Ode 31 Ode29 Ode27 (1100-1520) Amacueca 0 Ode2 Ode 2 Ode2 Ode2 Ode2 (1100-1520) Postc!asico Tardio- 4 10050 1de 51 1de 49 1de 48 Ode25 Colonial Temprano?

445 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXICO

Figura 7. Tibia izquierda con periostosis, vista mesia1. Entierro 32, Individuo 1, masculino, Area 2, Fase Sayula.

Figura 8 Osteoartritis en vértebras

Area Fase No. Adullos Cervicales Tonixicas Lumbares Sacro Afeclados

F M Total F M F M F M F M

2 Sayula 6 de 8 19 de 23 25 de 31 4 de 8 6 de 19 6 de 8 12 de 23 6 de 8 19 de 21 1 de 7 6 de 18 (600·1100) 3 Amacueca 1de 3 12 de 17 13 de 20 1 de 2 2 de 13 Ode 0 5 de 11 Ode 0 7 de 8 Ode 1 2 de 9 (1100-1520) 4 Amacueca 3 de 4 4de 4 7 de 8 2 de 3 2 de 3 1 de 2 Ode 3 2 de 2 4 de 4 1 de 2 1 de 2 (1100·1520) 5 Amacueca 2 de 2 Ode 0 2 de 2 Ode 2 Ode 2 Ode 2 Ode 2 2 de 2 Ode 2 Ode 2 Ode 2 (1100-1520) 1 Poslchisico 3 de 5 2 de 4 5 de 9 Ode 3 Ode 3 2 de 5 1 de 3 2 de 4 2 de 2 1 de 3 Ode 1 Tarel- Colonial Temp.?

446 EL CUERPO HUlvIANO y su AUAPT.·\C1Ù~ AL ~, "DJO

Figura 9 Osteoartritis en diversas junturas

A Costi· Costi· r No. adultos lias! lias 0 Oedo e afeclados Hombro Codo Muneca Mano vérte· c1avic.l Rodilla gordo Pie a bras ~stern6n pie - F M Total FMFMFMFMFM F MF M F M F M - - 2 6 de 11 14 de 28 20 de 48 1 3 4 1 4 1 4 1 3 1 3 2 3 2 4 4 6 3 Ode 5 4 de 32 4 de 41 1 1 3 4 1 de 6 3 de 7 4 de 13 1 1 1 2 5 Ode2 Ode 2 Ode 2 1 1 de16 1de 7 2 de 24 1 1

;igura lU. Tibia derecha con artritis, vista antero-mesial. Entierro 31, Individuo 1, emenino, Area 2, Fase Sayula.

447 LAS CUEl\CAS DEL OCCIDEN"ffi DE MÉXICO

Figura 11 Espina bifida, espondylolysis, vértebra lransicionallumbo-sacral

Area Fase Espina Bifida Espondylolysis Vértebra Transicional

FM FMF M

2 Sayula 2 6 2 1 5 (600-1100) 3 Amacueca 1 4 (1100-1520) 4 Amacueca 1 1 2 1 (1100-1520) 5 Amacueca (1100-1520) 1 Postclasico Tardio- 1 Colonial Temprano?

Figura 12. Sacro con espina bifida. Entierro 35, Individuo 2, masculino, Àrea 2, Fase Sayula.

448 Figura 13 Frecuencias de pérdida dental

------r------~rdida Pérdida 1 Pérdida rea Fase 1 Total de individuos 1· ~e 1 de 2 a 5 de 6 0 1__ afectados _1 Pie_z_a_-+-_p_ie_z_a_s-j__m_à_s_p_ie_za_s_ ,F ~ LTota, I_F ~ FM F M

Sayula f2de7 15de24 1 17de31 1 6 2 8 (600-1100) 5483% Amacueca 2 de 4 8 de 26 10 de 30 2 5 2 (1100-1520) 3333% 1 Amacueca 3 de 4 2 de 5 1 5 de 9 2 2 (1100-1520) 5555% Amacueca 1 1 de 21 0 de 0 1 1 de 2 (1100-1520) 5000% Postciàsico Tardio-12 de 12 3 de 6 5 de 18 2 Colonial Temprano? 1 2777% 1

gura 14. Pérdida dental total anlelllorlelll Cil ma.\iJar. Enlieno 44_ individuo 1. asculino, Area 2, FClse Savula

449 LAS CUENCAS DEL OCCIDENTE DE MÉXJcO

Figura 15 Frecuencias de recesi6n alveolar

Recesi6n A1veolar Media Recesi6n A1veolar Considerable

Total de 1Pieza 2a5 60+ 1Pieza 2a5 60+ Area Fase Individuos Piezas Piezas Piezas Piezas Afectados Afecl. Afecl. Afecl. Afecl. Afecl. Afecl.

2 Sayula 21 de 28 1 2 3 4 8 3 (600-1100) 3 Amacueca 16de 22 4 6 2 1 3 (1100-1520) 4 Amacueca 8de8 1 1 1 4 (1100-1520) 5 Amacueca Ode2 (1100-1520) 1 Postclasico Tardio- 900 10 4 2 2 1 Colonial Temprano?

Figura 16 Frecuencias de caries

Caries Total de Area Fase Individuos 1Pieza 2a3 Piezas Mas de 4 Piezas Afectados Afectada Afectadas Afectadas

2 Sayula 22 de 30 7 7 8 (600-1100) 3 Amacueca 12de31 7 5 (1100-1520) 4 I\macueca 8de9 3 5 4 (1100-1520) 5 Amacueca Ode2 (1100-1520) 1 Postclasico Tardlo- 11 de 18 7 3 1 Colonial Temprano?

450 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACrON AL MEDIO

'igura 17. Caries y absceso periapical en primer premoJar inferior izquierdo. Entie­ TO 45, individuo 1, femenino, Ârea 2, Fase Sayula.

Figura 18 Frecuencias de calculas

Total de Calculos ,rea Fase individuos afeclados Leves Medios Considerables

2 Sayula 21 de 30 11 8 2 (600-1100) 3 Amacueca 23 de 31 14 6 3 (1100-1520) 4 Amacueca 6 de 9 1 3 2 (1100-1520) :; Amacueca 1de 2 1 (1100-1520) 1 Poslclasico Tardio- 14 de 18 6 7 1 Colonial Temprano?

451 LAS CU CAS DEL OCCIDENTE DE MEXICO

Figura 19 Frecuencias de hipoplasia

Total de Hipoplasia Ârea Fase Individuos Afectados Leve Media Considerable

2 Sayula 27 de 30 20 5 2 (600-1100) 3 Amacueca 21 de 31 15 5 1 (1100-1520) 4 Amacueca 4de9 2 1 1 (1100-1520) 5 Amacueca 2 de 2 2 (1100-1520) 1 Postclasico Tardio- 10 de 18 8 1 1 Colonial Temprano?

452 EL CUERPO HUMANO y SU ADAPTACION AL MEDIO

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