PRINCIPADO DE REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (C.E.C.E.L.)

BOLETIN DEL REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

N.° 153

AÑO LUI OVIEDO Enero Junio 1999 CONSEJO DE REDACCIÓN

Director: Jo sé L u is P é r e z d e C a st r o

Subdirector: Ju a n Ig n a c io R u iz d e l a P e ñ a

Director del Boletín de Letras:

M a n u e l F e r n á n d e z R . A v e l l o

Presidente de la Comisión 1* (Lingüística, Literatura y Tradiciones): Jo sé M a M a r t ín e z C a c h e r o

Presidente de la Comisión 2“ (Historia, Geografía, Antropología, Folklore y Etnografía): M a Jo se f a S a n z F u e n t e s

Presidente de la Comisión 3* (Artes, Arquitectura y Urbanismo): In m a c u l a d a Q u in t a n a l S á n c h e z

Presidente de la Comisión 4" (Derecho, Ciencias Sociales y Económicas):

R a fa e l A n e s A lvarez

Director del Boletín de Ciencias y Presidente de la Comisión 5* (Ciencias de la Naturaleza y Tecnología): E n r iq u e Ju n c e d a A v e l l o

Conservador de la Biblioteca:

R a ú l A r ia s d e l V a l l e

Secretaria General: B l a n c a S u á r e z V a l l e

Esta revista no es responsable de las opiniones expuestas por sus colaboradores. No se mantendrá correspondencia sobre trabajos no aceptados para su publicación. PRINCIPADO DE ASTURIAS REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (CONFEDERACIÓN ESPAÑOLA DE CENTROS DE ESTUDIOS LOCALES)

BOLETIN DEL REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

N= 153

AÑO LIII OVIEDO E n ero 1999 Junio I.S.S.N. 0020-384X Depósito Legal: As. 43-1958 Imprime: I. Gofer. Oviedo SUMARIO

Págs.

Paleoeconomía asturiense.José Manuel Quesada López ...... 7

Decoración pictórica en la arquitectura suroriental asturiana (épocas medieval y moderna.María Fernanda Fernández e Isabel Ruiz de la Peña González ...... 43

El estamento eclesiástico en Asturias, 1591-1797.Alfonso Menéndez González...... 67

Vecinos, caseros, señores, amigos y parientes en la Asturias del Antiguo Régimen.Florentino López Iglesias...... 109

La Exposición Regional de 1899.Rafael Anes Alvarez ...... 159

El diario “El Independiente”: un eslabón en la cadena del periodismo asturiano (1907-1909). Natalia Tielve García ...... 177

De la Extensión Universitaria a la revolución proletaria: el caso de Wenceslao Roces. Benjamín Rivaya ...... 191

La sidra en la poesía.José Luis Campal Fernández ...... 211

DOCUMENTA

Precisiones en tomo a una moneda romana de la ceca de Iulia Traducía hallada en Bandujo (Proaza, Asturias).Enrique Burguet Fuentes y Sergio Ríos González ...... 237

Documentos inéditos del concejo de Valdés sobre el nombramiento de Jovellanos, Ministro de Gracia y Justicia.Me Antonia Fernández Ochoa ...... 241 BOLETIN DEL REAL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

AÑO LIII ENERO-JUNIO NUM. 153

PALEOECONOMIA ASTURIENSE

JOSÉ MANUEL QUESADA LOPEZ Dpto. de Prehistoria e Historia Antigua. UNED

RESUMEN Este estudio constituye una primera aproximación al registro paleoeconó- mico disponible actualmente sobre las sociedades cazadoras-recolectoras que poblaron las comarcas litorales del oriente asturiano durante los primeros tiempos postglaciares (Holoceno Temprano). En estas breves páginas avanza­ mos algunas sugerencias particulares sobre las conductas de adquisición de alimentos relacionadas con la caza mayor, marisqueo y recolección vegetal, así como ciertas reflexiones sugestivas sobre la distribución del poblamiento, los condicionamientos ambientales y las técnicas de aprovechamiento alimen­ ticio. Este acercamiento constituye un punto de partida para futuros estudios específicos sobre las fórmulas de adaptación empleadas por las comunidades asturienses cantábricas.

1. Introducción En la antigua monografía titulada "El Asturiense. Nueva industria pre- neolítica" (Vega del Sella, 1923) ya aparecen apuntados algunos de los crite­ rios paleoeconómicos más elementales utilizados comúnmente para caracteri­ zar a las comunidades asturienses cantábricas. En un momento de escasa pre­ ocupación por cualquier contextualización paleoeconómica de las industrias paleolíticas, el interés por los elementos paleoclimáticos y arqueozoológicos resultó ser tan sólo un pretexto eficaz para justificar la caracterización postpa- leolítica de unos instrumentales líticos desconocidos hasta ese momento, que 8 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

se caracterizaban por la simplicidad formal y la superposición a niveles mag- dalenienses (Vega del Sella, 1915, 1916). La adscripción postpaleolítica de los depósitos asturienses sugerida por su peculiar situación estratigráfica intentó también justificarse a partir de dos argumentos complementarios: la presencia de acumulaciones masivas de conchas que recordaban a los "kjókkenmód- dings" postpaleolíticos nórdicos, y la abundancia de fragmentos correspon­ dientes aMonodonta linneata, una especie singularmente escasa en las fases paleolíticas cantábricas. La necesidad de ofrecer una explicación plausible a los procesos erosivos que afectaban ciertos depósitos asturienses promovió al mismo tiempo una interpretación paleoclimática vinculada al "óptimo postgla­ ciar", que con algunos matices técnicos ha permanecido hasta la actualidad. Los estudios paleoeconómicos experimentaron cierta recesión tras la apa­ rición de los planteamientos revisionistas de finales de la década de los cin­ cuenta, que pusieron en duda la adscripción postpaleolítica de las industrias asturienses (Crusafont, 1963; Hernández Pacheco et al., 1957; Jordá, 1957, 1959). Bien es cierto que apenas una década después se asistió a la implanta­ ción de un nuevo marco metodológico de investigación prehistórica que, asu­ miendo las corrientes anglosajonas orientadas hacia la contextualización pa- leoambiental mediante la aplicación de estudios multidisciplinares, encontró en las comunidades asturienses un campo perfecto para la experimentación (González Morales, 1996). Las excavaciones arqueológicas desarrolladas du­ rante 1969 en los yacimientos de La Riera (Clark, 1974; Clark y Richards, 1975), Balmori (Clark y Clark, 1975), Coberizas (Clark y Cartledge, 1973) y Penicial (Clark, 1976) permitieron consolidar de una forma definitiva las in­ terpretaciones tradicionales sobre la adscripción cronoestratigráfica de los de­ pósitos, ampliar los conocimientos sobre las estrategias de subsistencia basa­ das en las actividades de caza/recolección y desarrollar las principales varia­ ciones paleoambientales en los tiempos asturienses (Clark, 1976). Todavía en la actualidad, cualquier reconstrucción paleoambiental sobre el Asturiense cantábrico se fundamenta de manera casi exclusiva en la docu­ mentación ofrecida por aquellas excavaciones realizadas a finales de la déca­ da de los sesenta (Arias, 1991; González Morales, 1982). Pues aunque algu­ nas investigaciones más recientes han aportado informaciones complementa­ rias interesantes, su utilidad sigue siendo todavía restringida, bien porque só­ lo aportan datos sobre algunos ámbitos específicos como los espectros de ca­ za (tal como sucede con el nivel asturiense obtenido en las excavaciones de La Riera -Straus y Clark, 1986), bien porque no se han publicado las memorias detalladas de excavación (tal como sucede en la secuencia de niveles extraída de Mazaculos II -González Morales, 1978, 1995b; González Morales y Már­ quez, 1978, González Morales, Márquez et al., 1980), bien porque ofrecen es­ tudios muy especializados aunque interesantes (Fano Martínez, 1996, 1998). PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 9

Otros Otros concheros señalados en el mapa (Fuente: Arias 1991): Fig Fig .1. Distribución de yacimientos asturienses mencionados en el texto. 11. 11. Llongar. 12. Collubina. 13. El Águila. 14. Sierra Plana. 15. Molino de Gasparín. 16. Mazaculos. 17. La Franca. 18. Colombres. Toralete. Toralete. Molino de Gasparín. Tronía. Pindal. San Emeterio. Tina (6 concheros). Cuesta Pimiango I. Las Covariellas. Pechón. La Paja. Posada. Posada. Bricia. Torca del Alloru. Tres Calabrés. Quintana. Castiello. Los Menores. Niembro. El Quintanal. Llongar. Alloru. Grandiella. Sector Sector Occidental: Cuetu La Ventana. El Molino. Pando. El Cierro. El Cuetu. Ucio. Ceñil. Junco. La Cuevona. Cuetu la Hoz. Molerá. El Comontán. 1. 1. Carmona. 2. Lloseta/Río. 3. San Antonio. 4. Penicial. 5. Cámara. 6. Coberizas. 7. Amero. 8. La Llera (La Riera/Cueto de la Mina). 9. Fonfría. 10. Balmori. Santamarina. Puerto Santamarina. Puerto Vidiago. Solleo. Ovales. La Jartosa. La Cuevona (Pendueles). Arenillas. La Silluca. Sierra Plana de la Borbolla C. La Huerta del Monje. El Cuevona Cuevona (Cué). Collubina. El Toral. Collamosa. Río Purón. Puente de Puertas. Cordoveganes. Entecueva. Purón. Juan de Covera. Cáraba. Maragateo. Ordaliega. Sector Sector Oriental: Parres. Cueva de la Pallota. Covajomo. Gustianroy. El Infierno. Abrigo de la Pallota. Torrevidiego. Colmenera. Cuartamentero. El Elefante. Toro. La Sector Sector Central Cuevas : del Llamorey. Mar. Colomba. El Camaleón. El Palacio. Cámara. Coberizas. San Antolín. Amero. Carretera de Niembro. La Llera de la Cueva. 10 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

Es así como, de la veintena de concheros asturienses que ofrecen datos paleo- económicos precisos (fig.l), apenas cinco aportan reflexiones verdaderamen­ te relevantes para determinar los contextos paisajísticos, establecer las ideas elementales sobre las estrategias de caza o precisar la variabilidad de las es­ trategias de recolección de moluscos litorales.

2. La configuración geológica Las primeras monografías sobre el tema ya reconocían la distribución es­ trictamente litoral de los concheros asturienses. La distancia media a la costa apenas supera los dos kilómetros, aun cuando en verdad existen algunos con­ cheros en ciertas vías de penetración interior (Arias, 1991). Un análisis por­ menorizado de la distribución litoral de los concheros en las comarcas del oriente asturiano descubre algunas diferencias significativas en la densidad de ocupación territorial y el modelo de agrupación local. Los concheros situados en el sector occidental (alrededores del río Sella) sugieren una ocupación dis­ persa y más o menos continuada por el territorio. Por su parte, los concheros situados en el sector central (La Llera/bahía de Niembro) apuntan una ocupa­ ción intensiva en algunos agrupamientos de habitación tradicionales desde fa­ ses paleolíticas. Y los concheros localizados en el sector oriental (Llanes) pa­ recen confirmar una ocupación muy intensiva y extendida a lo largo de la zo­ na estrictamente costera. En buena medida todas estas singularidades están condicionadas por ciertos aspectos elementales de la configuración geológica como la distribución de las franjas calizas (figs.2a-2b). a) Las comarcas que se extienden tras la vertiente occidental del río Sella parecen haber sido objeto de una ocupación intensiva a juzgar por la disposición de los numerosos concheros registrados. Estos parecen ordenarse alrededor de peque­ ños cursos fluviales que penetran hacia aquellas serranías próximas a la vertien­ te oriental de la Cordillera del Fito (530 ms.). La mayoría de los concheros se lo­ calizan entre los márgenes de la plataforma litoral, junto a las primeras estriba­ ciones montañosas, aunque rodeados todavía por las lomas y planicies costeras que lentamente declinan hacia la línea litoral. La relativa equidistancia que se ad­ vierte entre estos concheros viene a ser simplemente resultado de la configura­ ción geológica del territorio pues la serie local perteneciente a la unidad tectóni­ ca correspondiente (Escama del Fito) descubre una alternancia correlativa entre los distintos materiales geológicos de la región: unas estrechas franjas de calizas packestone y wackestone (de un color blanco a grisáceo/rosado) que alternan con tramos de cuarcitas, areniscas y lutitas. La aparición de macizos cársticos junto al estuario del río Sella resulta ser tan sólo consecuencia de la penetración caliza de esta Escama del Fito en la plataforma litoral que bordea el estuario. PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 11

Fig. 2a. Distribución de las calizas en el área de estudio (Ribadesella). Fuente: Mapa Geológico de España (31), Instituto Geológico y Minero de España.

Fig. 2b. Distribución de las calizas en el área de estudio (Llanes). Fuente: Mapa Geológico de España (32), Instituto Geológico y Minero de España. 12 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ b) El territorio litoral que se extiende entre las desembocaduras de los ríos Se­ lla y Cabras no parece haber sido ocupado con demasiada intensidad tras con­ siderar el reducido número de yacimientos registrados. Los concheros se lo­ calizan en los alrededores de la cuenca del Sella y de algunos pequeños cursos próximos al río Bedón, una estrecha zona aterrazada limitada por las estriba­ ciones septentrionales de la Sierra de Santianes (750 ms.). Esta limitada pre­ sencia de concheros contrasta con el amplio desarrollo local de las calizas: la unidad tectónica correspondiente, conocida como Escama de El Carmen-Co­ llera y constituida por calizas blancas y beiges y por calizas nodulosas rojas, origina una banda litoral totalmente carbonatada. c) El estrecho territorio litoral que se extiende entre las desembocaduras de los ríos Cabras y Deva constituyó una zona de intensa ocupación asturiense. Los innumerables concheros identificados aparecen concentrados en una re­ ducida plataforma litoral que se va estrechando progresivamente hacia orien­ te, coincidiendo con la paulatina proximidad de las serranías costeras. Los concheros se distribuyen a lo largo de las unidades conocidas como rasas lito­ rales: unas superficies planas y paralelas a la costa, de origen marino y consti­ tuidas por diversos niveles de erosión. En términos más rigurosos, la disper­ sión de los concheros se encuentra limitada al conjunto de rasas aterrazadas inferiores a los 100 ms., concretamente a aquellas que componen el segundo nivel de erosión, situado en tomo a la cota de 70-80 ms. Se trata de un nivel bastante irregular, formado por calizas carboníferas posteriormente carstifica- das, con varios depósitos de gravas, arenas blancas y arcillas (Mary, 1983; Flor, 1983). El paisaje resultante está caracterizado por suaves ondulaciones inclinadas ligeramente hacia el mar, que ofrecen cierta regularidad en las for­ mas de erosión (Hernández Pacheco, 1957; Martínez Alvarez, 1965). Las ele­ vaciones representadas por las primeras estribaciones de la Sierra del Cuera (Villa y Llabres), formadas por altitudes moderadas próximas a los 700 ms., y los aterrazamientos reconocidos como "sierras planas" (Pimiango, Borbolla, Los Llanos) constituyen los límites estrictos a la distribución asturiense en es­ te sector. Las sierras planas representan realmente el nivel superior de las ra­ sas (Nonn, 1966; Flor, 1983): más concretamente la Sierra de Pimiango re­ presenta el nivel medio de arrasamiento (situado a unos 140 ms.) y las Sierras de La Borbolla o Los Llanos conforman el nivel superior (localizado entre los 180-250 ms.). La proliferación de los concheros en la vertiente oriental resul­ ta ciertamente comprensible considerando que la banda litoral aparece com­ pletamente carbonatada. En efecto, el dominio local registra una alternancia paralela entre bandas estrechas compuestas por calizas claras bioclásticas y bandas más o menos extensas de calizas oscuras laminadas, calificadas de manera convencional como "Calizas de montaña". Bien cierto que a lo largo PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 13 de esta franja carbonatada se adoptaron diferentes patrones de poblamiento. El amplio desarrollo de las bandas calizas en las proximidades del río Cabras contrasta ciertamente con el poblamiento concentrado alrededor de limitados macizos calizos (como "La Llera", un complejo cárstico de reducidas dimen­ siones localizado junto al pequeño curso fluvial del río Calabrés) y de lugares óptimos para el aprovechamiento de recursos (como las inmediaciones de la pequeña bahía de Barro). Según se avanza hacia levante se advierte una pro­ gresiva restricción territorial de los concheros que viene a ser tan sólo conse­ cuencia de la limitación paulatina de la banda de calizas de montaña y de la expansión progresiva de las bandas de cuarcitas con intercalaciones lutíticas. Esta restricción contrasta con una notable tendencia a la dispersión de los concheros, tanto en las inmediaciones a las pequeñas cuencas fluviales como en la misma línea costera (aún existiendo complejos cársticos que generan nú­ cleos de intensa ocupación en sus varias aberturas). El dominio cuarcítico al­ canza su máximo desarrollo en las Sierras Planas de la Borbolla y de Pimian- go, de tal manera que el escaso margen de las calizas de montaña limita la aparición de cuevas y abrigos al perfil costero, provocando una compactación territorial del poblamiento que contrasta en apariencia con la amplia disper­ sión de concheros en la zona carstificada. Los reducidos retazos de calizas de montaña que aparecen dispersos entre el dominio cuarcítico y las estrechas bandas de arenas y limos, en ciertas vías de penetración interior como los cur­ sos del Purón y Cabras, permitieron iristalar algunos concheros interiores en zonas inmediatas a las primeras estribaciones de la Sierra del Cuera, próximos a las elevadas cotas de Turbina y Liño (1.200 ms.).

3. La sucesión paleoclimática Las industrias asturienses se desarrollaron durante la época postglaciar correspondiente al Holoceno Temprano, coincidiendo así pues con el período culminante del proceso de desglaciación que se consolidó definitivamente tras el último coletazo glaciar del Dryas III (10.800-10.000 B.P). Los análisis iso­ tópicos reflejan perfectamente el proceso de deshielo de las calotas glaciares polares que provocó la transgresión flandriense a partir del 10.000 B.P. De es­ te modo, los cazadores-recolectores asturienses disfrutaron de un clima esen­ cialmente templado, aunque afectado por oscilaciones periódicas particular­ mente perceptibles a partir de las alternancias en el grado de humedad. Las primeras industrias asturienses surgieron durante el episodio climáti­ co del Preboreal (10.000 B.P.-8.800 B.P.), coincidiendo con la recuperación de unas condiciones ambientales benignas templadas, tras la interrupción re­ pentina representada por el brusco enfriamiento del Dryas III (Hoyos, 1995, Straus, 1995). En el transcurso de estos mil doscientos años el clima se con­ 1 4 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ virtió en relativamente templado aunque seco. Pero desde los primeros sínto­ mas del Boreal se produjo un sustancial incremento de las temperaturas y la humedad a juzgar por los resultados obtenidos de los análisis de foraminíferos entre los fondos marinos de Irlanda y Golfo de Gascuña. La transición entre Preboreal y Boreal (9.500 B.P./8.500 B.P.) se caracterizó por una repentina subida de las temperaturas estivales en la superficie del océano, que parecie­ ron aumentar unos 10 °C en Nantes y 9 °C en Burdeos (Duplessy et al., 1981). Tan importante aumento favoreció a partir de entonces un clima relativamen­ te templado (22 °C) y húmedo que perduró durante unos mil trescientos años (8800-7500 B.P.). El ambiente particularmente húmedo fue con toda probabi­ lidad consecuencia de un régimen regular de precipitaciones, bastante similar al que persiste en la actualidad, De este manera, la temporada de lluvias po­ dría prolongarse entre seis y ocho meses, pudiendo alcanzar los mínimos plu- viométricos hacia julio y los máximos en tomo a finales de otoño/comienzos de invierno, más concretamente entre noviembre y diciembre, tal como suce­ de en la actualidad (Muñoz, 1982). Las industrias asturienses pervivieron hasta el episodio climático del Atlántico. Las condiciones ambientales no parece que experimentasen modi­ ficaciones apreciables respecto de lo previsto en el episodio precedente, si bien los diversos registros palinológicos parecen sugerir una nueva dulcifi­ cación climática que acabaría por provocar un ambiente particularmente hú­ medo y templado durante unos dos mil quinientos o tres mil años (7.500- 5.000/4.500 B.P.). Desde luego, los componentes polínicos señalan dos seg­ mentos bien diferentes en tan prolongado período. La primera fase contem­ plaría una tendencia de incremento constante de la humedad que bien podría finalizar alrededor del 6.800 B.P., momento reconocido como óptimo postgla­ ciar. La segunda fase contemplaría una tendencia moderada de retroceso del grado de humedad que resultaría especialmente perceptible durante el episo­ dio siguiente (conocido como Suboreal). Los cálculos realizados en base a los foraminíferos confirman que las temperaturas oceánicas se encontraban du­ rante este episodio 1 °C ó 2 °C por encima de lo registrado en la actualidad (Labeyrie, 1984). Debemos recordar cómo este episodio adquiere singular re­ levancia porque todas las muestras radiocarbónicas asturienses se localizan precisamente alrededor del óptimo postglaciar. El retroceso que experimentó la línea costera hasta cotas similares a las actuales, paralelamente a la retirada progresiva del inlandsis continental, apa­ rece nuevamente reproducido en los análisis realizados para las costas atlánti­ cas francesas (Labeyrie, 1984; Duplessy et al., 1981). Las tímidas variaciones del nivel marino registradas en la transición al Preboreal (apenas 4 ms.) cons­ tituyen una antesala de la profunda regresión reproducida tras la dulcificación climática del Boreal. Esta regresión provocó un notable ascenso del nivel ma- PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 15 riño, calibrado en unos 30 ms., de tal modo que la línea de costa en este pe­ ríodo se situaba apenas 12 ms. por debajo de la cota actual. La retirada del in- landsis continental también provocó la restricción de los fenómenos estricta­ mente glaciares a aquellas regiones más elevadas de los Picos de Europa que ofrecían las condiciones geomorfológicas idóneas y que se situaban por enci­ ma de 1.400-1.500 ms. de altitud (como las depresiones appalachianas de re­ lieves cóncavos o las depresiones creadas por la disolución de calizas masi­ vas), si bien algunas de las lenguas glaciares mejor alimentadas pudieron des­ cender hasta los 1.000 ms. (Llopis Lladó y Jordá, 1957). En síntesis, podemos establecer que el clima imperante durante los tiem­ pos asturienses resultaba relativamente próximo al que se encuentra en la ac­ tualidad, probablemente más templado y húmedo durante el óptimo climático del Atlántico. La atmósfera presentaría rasgos muy templados, con oscilacio­ nes térmicas bastante moderadas, elevada humedad relativa, abundantes precipitaciones líquidas y frecuente nubosidad. La moderación de las tem­ peraturas se manifestaría en veranos suaves (localizándose los máximos du­ rante el mes de julio) e inviernos bastante privilegiados (situando sus mínimos durante el mes de diciembre). Basta comprobar como en la actualidad las tem­ peraturas invernales oscilan entre los 10°-8.5 °C y no suelen descender nunca por debajo de esta última cifra. Un efecto particularmente relevante en la cos­ ta sería la intensa humedad causada por la inmediata cercanía de la serranía del Cuera, que resultaría además constante en el transcurso de todo el año a pesar de que las estaciones equinocciales ocasionarían un relativo descenso de las precipitaciones en los meses invernales.

4. La trama paisajística La dulcificación climática generada por el incremento de humedad y temperatura a comienzos del Preboreal facilitó una intensificación sustancial de la productividad ambiental. La desglaciación definitiva favoreció el desa­ rrollo de la vegetación y proporcionó las condiciones idóneas para una colo­ nización de los paisajes abiertos, que habían predominado esencialmente du­ rante los períodos glaciares, por una extensa y en ocasiones densa cubierta forestal. Las fases transicionales hacia el Preboreal conocieron el incremento de la vegetación arbórea compuesta por ciertas especies frondosas como abe­ dul(Betula vulgaris) y, acaso en menor abundancia, también avellanoCory ( - lus avellana ), encina (Quercetum mixtum) y olmo (Ulmus gabra). De esta manera, los primeros cazadores-recolectores asturienses encontraron alrede­ dor amplias extensiones de bosques caducifolios y bosques mixtos de fron­ dosas, así como bosques de ribera allá donde existían cursos de agua perma­ nentes. 16 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

El diagrama polínico reproducido por la muestra asturiense de La Riera aporta hasta el momento la única imagen paisajística del oriente asturiano pa­ ra el amplio período que se extiende desde las primeras etapas del Boreal has­ ta el óptimo climático del Atlántico. Dicha muestra descubre una composición paisajística bastante similar a la registrada para las fases azilienses del Alle- rod: una pradera de herbáceas salpicada por bosques densos de avellanos. Pues en efecto, los pólenes arbóreos integran más de la mitad de los esporas identificadas (53% -sin considerar las elevadas cantidades de filicales), resul­ tando así superiores a las cifras registradas durante la primera importante ex­ tensión de la masa forestal local representada por el Aller0d. Las masas bos­ cosas que rodeaban el yacimiento estaban compuestas esencialmente por ave­ llano (pues sus cifras constituyen cerca del 30% del total de pólenes identifi­ cados), lo que constituyó el máximo desarrollo de la especie en toda la se­ cuencia reconocida del yacimiento. Entre el resto de pólenes arbóreos identi­ ficados se contemplan escasas cantidades de abedules y encinas, junto a pro­ porciones mínimas de olmos y pinos. El tapiz no arbóreo estaba dominado esencialmente por compuestas (lo habitual en el yacimiento tras el período so- lutrense) pero también contenía varias gramíneas. En contrapartida, fue este el único momento de la extensa secuencia del yacimiento donde las ericáceas desaparecieron del registro. Desde luego todo parece sugerir que los cazado­ res-recolectores de este lugar se encontraban rodeados por una pradera de gra­ míneas salpicada con bosques de avellano. El diagrama polínico de La Riera parece asegurar el cambio paisajístico reproducido por los perfiles de algunas turberas durante la transición hacia el Preboreal (Arias, 1991; González Morales, 1982): el retroceso de los bosques de coniferas y la expansión de los bosques mixtos caducifolios de avellano. Fueron precisamente las muestras proporcionadas por las turberas de regiones colindantes como Cantabria (Riofrío -Florschütz y Menéndez Amor, 1962) y Burgos (Valle de la Nava III -Menéndez Amor, 1968) las que permitieron de­ tectar en principio una transición desde las formaciones mixtas de caducifo­ lios y coniferas hasta las formaciones de bosques caducifolios compuestos por robledal mixto (especialmente Quercetum mixtum ) y avellano (Clark, 1976). En los alrededores de La Riera este bosque mixto litoral parece com­ puesto específicamente por avellanos y pinos, pero a su amparo habrían de crecer también probablemente otras especies tan significativas como fresnos, robles y tilos. Los brotes de pino silvestre podrían arraigar entre los matorra­ les bajos pero apenas llegarían a desarrollarse entre los matorrales altos y nun­ ca prenderían entre los musgos. En aquellos lugares más húmedos brotarían álamos y sauces; y entre los matorrales podrían hallarse castaños, arces y es­ pinos blancos. Esta imagen podría convertirse en representativa para los epi­ sodios asturienses posteriores, ya que todo parece indicar que la evolución cli­ PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 17 mática posterior al Boreal no introdujo modificaciones significativas en la composición paisajística de ciertas turberas (Mariscal, 1983; Mary 1975). El atemperamiento climático favoreció previsiblemente el desarrollo de microclimas litorales óptimos en las proximidades de los cursos fluviales que discurren por las cuevas, tales como los bosques de ribera compuestos funda­ mentalmente por alisos y sauces. Estas formaciones se extenderían junto a las orillas de los cursos de agua, formando posiblemente unas cintas arboladas anchas y puras allí donde el agua discurría de forma permanente. El estrato ar­ bustivo del bosque de ribera, formado por sauces, bien podría desarrollarse en los márgenes fluviales y en zonas más distantes. En cualquier caso, tanto la extraordinaria capacidad de regeneración que ofrece este tipo de bosques co­ mo su notable sensibilidad a las más leves modificaciones ambientales, tuvie­ ron que favorecer su amplio desarrollo desde los primeros síntomas de incre­ mento de la humedad. Durante el óptimo climático se habrían de formar in­ cluso sotos o galerías de techos cerrados, donde alternaban alisos y sauces, ar­ bustos, hierbas y musgos. Fue así como la desglaciación definitiva iniciada hacia el 10.000 B.P. origi­ nó una nueva configuración del paisaje regional, cuya estructura básica bien

Fig. 3. Series de vegetación en los Picos de Europa. Fuente: Rivas et al. 1984. 1. Fresnedas. 2. Encinares cántabro-euskaldunes. 3. Robledales colino-montanos. 4. Hayedos basófilos y ombrófilos. 5. Encinares orocantábricos basófilos. 6. Enebrales rastreros basófilos. 7. Pastizales basófilos alpinos. 18 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ puede asimilarse a las actuales series de vegetación (Rivas et al., 1984). Consi­ derando la disposición altitudinal de las series de vegetación climatófilas de los Picos de Europa (fig.3), los cazadores-recolectores asturienses debieron de aprovechar sobre todo aquellas zonas litorales pobladas por bosques caducifo- lios de avellanos, encinas y pinos. Pero también tuvieron que aprovechar las amplias posibilidades ofrecidas por las zonas más bajas de las montañas que, correspondientes al piso montañoso colino, permitieron el desarrollo de los ex­ tensos bosques mixtos compuestos por castaños, robles y abedules, así como de los bosques frescos de fresnos, avellanos y tilos (400-500 ms.). Acaso también podrían haber accedido de manera ocasional a zonas de mayor altitud, pertene­ cientes a la base del piso montano, por donde se extendían los robledales y los bosques atlánticos mixtos. Pues no en vano, el ambiente húmedo propiciado du­ rante todo el año por estas últimas zonas favorecía particularmente la riqueza faunística y ofertaba tanto una elevada biomasa como una apreciable diversidad específica al representar ecosistemas maduros y evolucionados. Este espectro paisajístico parece reproducirse con especial énfasis en las zonas más orientales de la región debido a la cercanía de las serranías prelitorales.

5. Las estrategias de caza de ungulados Las informaciones paleoeconómicas tradicionales han demostrado que las comunidades asturienses dependían fundamentalmente de las cacerías se­ lectivas de ciervos, tras intensificar las capturas de especies forestales a costa de aquellas otras especies mejor adaptadas a los ambientes fríos (Arias 1991; Clark, 1976, 1983a, 1983b, 1995; González Morales, 1982, 1989, 1995a). Desde luego esta es la imagen inmediata que se desprende de una aproxima­ ción sencilla desarrollada a partir del grado de riqueza taxonómica de espe­ cies (fig.4). Así, el ciervo resulta ser la única especie presente en la mayoría de las muestras mientras tanto corzo como jabalí aparecen con relativa fre­ cuencia. Las restantes especies sólo aparecen esporádicamente en algunos ya­ cimientos. Pero una reflexión crítica mucho más pormenorizada de la docu­ mentación arqueozoológica disponible confirma que la mayoría de las mues­ tras no pueden ofrecer resultados muy solventes debido tanto al limitado nú­ mero de fragmentos identificados como a las imprecisiones lógicas que deri­ van de las estimaciones cualitativas basadas en los índices sobre presencia/au­ sencia de especies. La documentación básica para evaluar las conductas estra­ tégicas de selección de especies estipuladas por los antiguos cazadores astu­ rienses del oriente asturiano se halla en La Riera y Balmori (fig.5):

• La muestra más numerosa obtenida hasta el momento procede del conchero representado en el nivel 29 de La Riera (Altuna, 1986). Las cifras confirman PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 19 un predominio neto del ciervo pero no resuelven cual fue su contribución re­ lativa precisa pues las frecuencias difieren a partir del método de análisis. Las valoraciones obtenidas del número de fragmentos sugieren un escenario es­ pecializado por la elevada concentración de fragmentos de ciervo (85%), al­ gunos escasos fragmentos de cabra (9%) y corzo (6%), y algún fragmento in­ significante de rebeco. En contrapartida, las estimaciones sugeridas por el nú­ mero mínimo de individuos confirman un escenario diversificado, de tal mo­ do que el ciervo representaría algo más de la mitad de las capturas reconoci­ das (52%), y las restantes capturas llegarían a distribuirse por igual entre ca­ bra, corzo y rebeco (12% respectivamente). Una aproximación crítica al re­ gistro asturiense de La Riera revela un espectro ciertamente limitado de ungu­ lados pues entre los fragmentos identificados no se halló rastro alguno de es­ pecies tan habituales como caballo, bóvido o jabalí. Los sondeos efectuados unos años antes en este mismo yacimiento permitieron identificar algunos po­ cos fragmentos de caballo pero nunca llegaron a descubrir fragmento alguno de bóvido o jabalí (Clark, 1974). Tan reducida riqueza taxonómica contrasta bastante con la documentación proporcionada por algunos registros asturien- ses aparentemente menos representativos como Cueto de la Mina, Pindal o Mazaculos, que parecen sugerir espectros taxonómicos mucho más diversifi­ cados. De forma particular debemos destacar que la ausencia de fragmentos de bóvidos y jabalíes en La Riera contrasta con las breves referencias dis­ puestas por el yacimiento inmediato de Cueto de la Mina, que asegura la casi totalidad de ungulados, y con la muestra asturiense obtenida en el yacimiento cercano de Coberizas, que confirma la importancia del jabalí en las estrategias locales de caza.

• La muestra faunística obtenida en el nivel 1/cata E de Balmorí a partir del número de fragmentos (Clark y Clark, 1975) sugiere un escenario de diversi- ficación taxonómica que se nos antoja ciertamente significativo pues tal pro­ cedimiento tiende a sobreestimar el grado de concentración dominante dis­ puesto por la especie básica. Los fragmentos de ésta, el ciervo, representan tan sólo la mitad de los restos identificados (50%). Las restantes especies re­ gistradas alcanzan proporciones muy similares: bóvido, cabra, jabalí, rebeco y en menor medida caballo. En cualquier caso, estas cifras sólo pueden con­ siderarse provisionales por el escaso número de restos (apenas medio cente­ nar) y la restricción de los sondeos realizados.

• Desconocemos los modelos estratégicos adoptados en los concheros orienta­ les salvo breves referencias provisionales obtenidas recientemente en Maza- culos (González Morales, 1995a) y El Aguila (Gavelas, 1980). Las valoracio­ nes dispuestas a partir del número de fragmentos en Mazaculos parecen suge- 20 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

NR Solea Teleosteos ParacentropCancer Porturnus Crustáceos sp. indet.erm. lividus paguruspúber ¡ndeterm Penicial 28 138 Coberizas B1 6 70 1 Arnero A 2 144 Riera B 1 62 90 1 Riera A 1 Bricia A 5 32 Balmori 11 39 1 Fonfría B 7 2 Llledías B 2 C.Mina PPP Balmori E E E Fonfría PPP P

Fig. 4. Muestras faunísticas asturienses. Número de fragmentos (Número mínimo individuos). Referencias cualitativas: A.- Abundante P.-Presente ? Posible Fuentes: La Riera B/A2/A3 (Clark 1974); La Riera 29 (Altuna 1986); Coberizas (Clark y Cartledge 1973); Balmori El (Clark y Clark 1975); El Aguila (Gavelas 1980); Penicial, C.Mina, Tres Calabrés, Bricia A, Fonfría, Lledías B, La Franca B, Colombres (Clark 1976). rir un escenario especializado por la extrema abundancia de restos de ciervo (70%), así como la relativa presencia de fragmentos de corzo y bóvido, la aparición de ciertos restos de jabalí y algunos fragmentos insignificantes de cabra y rebeco. En contrapartida, los resultados obtenidos tras las prospeccio­ nes superficiales en el conchero de El Aguila sugieren un escenario netamen­ te diversificado, tanto a partir del número de fragmentos como del número mí­ nimo de individuos. Dado que este último procedimiento resulta mucho me­ nos fiable por el escaso número de ejemplares estimados, otorgaremos espe­ cial mención a las frecuencias obtenidas del número de fragmentos. Los re­ sultados así dispuestos garantizan una equiparación entre ciervo y gran bóvi­ do (37%), así como una elevada presencia de jabalí (20%). Cada una de las restantes especies documentadas no superan el 5% del total de fragmentos (corzo y cabra).

En verdad desconocemos si existieron diferencias logísticas entre yaci­ mientos contemporáneos o cambios diacrónicos correlativos a la evolución paleoclimática, si bien existen algunos indicios sobre la posibilidad de varia- PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 21

La Riera

Balmori E1

Fig. 5. Frecuencias compositivas por especies en las muestras de ungulados de La Riera y Balmori (cata E/nivel 1). 22 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ ciones en las cacerías oportunistas en función de la variabilidad fisiográfica de la región (especialmente en función del recorrido longitudinal de la serra­ nía a lo largo del litoral). Sea como fuere las cacerías selectivas de ciervo aportaron la fuente básica de alimento para los cazadores asturienses. Las capturas se efectuaban sobre la manadas que poblaban los bosques caducifo- lios de los pisos colino y mediomontano (Darling, 1963; Brick, 1967). Acaso también ocasionalmente podrían realizarse entre los bosques de coniferas cos­ teros. Los datos obtenidos de La Riera sugieren una aparente rentabilidad ya que tal especie representó en torno a la mitad de las capturas registradas (50%) pero concentró más de las tres cuartas partes de la producción alimen­ ticia proporcionada por la caza (80%). Las cacerías de cabras pudieron representar una alternativa relevante a las capturas de ciervos en las inmediaciones de yacimientos como La Riera y Bal- mori. Las capturas se efectuaban en aquellas laderas rocosas que discurren en­ tre las serranías prelitorales próximas (600-700 ms.), particularmente en aque­ llas pendientes acusadas situadas en tomo a márgenes forestales y zonas des­ pobladas cubiertas por herbáceas (Hainard, 1972). En los alrededores de La Riera la especie concentraba en torno a una décima parte de las capturas (12%), convirtiéndose en el componente alternativo al elevado protagonismo del ciervo en la dieta. Bien es verdad que no está claro todavía el papel de esta especie en las economías asturienses de la región, de tal modo que la presencia de fragmentos de cabra en La Riera y Balmori contrasta con la ausencia de res­ to alguno en los yacimientos próximos de Coberizas, Bricia o Lledías. Las cacerías de jabalíes fueron posiblemente consecuencia de prácticas oportunistas de caza tras rastreos aleatorios entre los bosques caducifolios y mixtos integrados por densas masas de vegetación, aunque el animal también podría ser capturado en los alrededores de pequeñas lagunas, marjales y pas­ tizales (Brink, 1967). La territorialidad de una especie propensa a ocupar de forma estable áreas entre 60-70 has. pudiera haber favorecido particularmente las actividades de caza. Bien es cierto que los concheros asturienses no apor­ tan todavía pruebas suficientes para asegurar un protagonismo similar al que alcanzó la especie en algunos yacimientos epipaleolíticos situados en el Can­ tábrico oriental (Arenaza y Marizulo). Las cacerías esporádicas de rebecos serían probablemente resultado de rastreos aleatorios de las partidas de cazadores por los bosques de montaña compuestos por caducifolias o coniferas, singularmente en zonas escalonadas o cortados rocosos situados sobre la línea de vegetación arbórea. Aunque en los alrededores de La Riera esta especie representaba una proporción bastante exigüa de la dieta alimenticia (acaso un 5%), su presencia resulta constante en los yacimientos próximos. Las cacerías de corzos también debieron ser conse­ cuencia de actividades oportunistas de rastreo, preferentemente por las avella­ PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 2 3 nedas y aquellos bosques mixtos integrados por vegetación suficientemente densa. De manera más ocasional también podrían haberse cazado entre los matorrales o campos abiertos que ofrecían densas coberturas de vegetación. En realidad, esta especie podría encontrarse en todas aquellas zonas que dis­ pusieran de un alto grado de humedad ambiental (Brink, 1967). Su presencia está constatada en la mayoría de los yacimientos, a pesar de que en La Riera constituyó el componente menos relevante de la dieta (pues apenas proporcio­ naba el 3% del consumo obtenido de la caza de ungulados).

6. Las estrategias de recolección de moluscos litorales Uno de los parámetros esenciales en la definición de los sistemas de adaptación asturienses es el desarrollo de intensas actividades de explotación de moluscos litorales. Los patrones asturienses en la selección de los recur­ sos malacológicos fueron en realidad introducidos por los recolectores azi- lienses más tardíos, según aparece perfectamente representado en los regis­ tros malacológicos de La Riera (Ortea, 1986) y Balmori (Clark y Clark, 1975). Los datos de La Riera sugieren un abandono del espectro tradicional de recolección representativo del TardiglaciarPatella ( vulgata y Littorina lit- torea) y una creciente preocupación por la recolección de ciertas especies tí­ picas de aguas templadas, más concretamentePatella intermedia y Mono- donta linneata (Clark, 1976; González Morales, 1982; Moreno, 1995a, 1995b). Las diversas informaciones malacológicas disponibles en la actuali­ dad ofrecen un modelo básico de selección de especies (figs.6a-6b) cuya me­ jor representación se encuentra en los concheros localizados a lo largo del macizo calcáreo conocido como La Llera, particularmente Balmori, Coberi- zas, La Riera B y Bricia (fig.7).

• Las diversas muestras recogidas en Balmori ofrecen resultados bien distintos en función de la calidad de los diversos muestreos. Las cifras proporcionadas por el enorme volumen de conchas recuperadas inicialmente tanto de sedi­ mentos como del conchero cementado (aproximadamente 3.300 ejemplares - Clark, 1971) descubren un espectro bastante diversificado pues la proporción de Patella sp. resulta moderada (63%) y la proporción correlativa deM.linne­ ata ciertamente elevada (32% como mínimo). Pero he aquí que las cifras al­ ternativas obtenidas tras estudios posteriores a partir de pequeños sondeos en los niveles denominados DI y E2/3 (basados en un número de individuos li­ mitado, 128 y 187 respectivamente) confirman sin ambages la selección casi exclusiva de Patella (sobre el 88% del total de las capturas) frente a infre­ cuentes capturas deL.littorea (8%) y capturas esporádicas tanto deM.linnea­ ta como de P.lividus. Dentro del géneroPatella ambas muestras revelan un 2 4 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

NMI Patella MonodonlaLittorina Mytilus Ostrea Gasteróp P.sp. vulgata aspera intermedialinneata littorea edulis edulis indetermi Penicial 1494 117 6 42 Coberizas B1 2205 775 3 69 2 119 Arnera A 163 91 1 40 La Riera 29 481 137 1 La Riera B 2299 751 6 72 La Riera A 556 132 80 Bricia A 1237 280 3 237 Balmori E1 10 11 3 Balmori D1 2 106 2 10 1 Lledías B 420 82 1 Fonfría B 5 8 1 2 Mazaculos 3 1342 1130 1269 Mazaculos 2 411 192 346 Mazaculos 1 1127 671 718 La Franca B 60 20

Fig 6a. Muestras malacológicas asturienses: datos cuantitativos. Fuentes:Coberizas B1 (Clark y Cartledge 1973); La Riera A/B (Clark 1974);Penicial, Amero A, Bricia A, Lledías B, Fonfría B, La Franca B (Clark 1976); Mazaculos (González Morales 1978); La Riera 29 (Ortea 1986).

Patella MonodontLittorina Mytilus OstreaGasteróp P.sp. vulgata aspera intermedia linneata littoreaedulis edulisindetermi Carmona P P P San Antonio P P PA P C.Mina A A E Balmori A A E Fonfría A A E Aguila A A A P Cámara super A P A Llongar A A Molino Gaspa AEP Sierra Plana P P Collubina PP Mazaculos 3 EE E Mazaculos 2 E Mazaculos 1 E E La Franca A AEP Colombres A AEE

Fig 6b. Referencias malacológicas asturienses: A.-Abundante R-Presente E.-Escaso. Fuentes: C.Mina, Fonfría B, La Franca B, Colombres (Clark 1976); Mazaculos (González Morales 1978); Carmona, El Aguila, Cámara superior, Llongar, Collubina (Gavelas 1980); San Antonio, Molino de Gasparín, Sierra Plana (Arias 1991). paleoeconomìa a st u r ie n se 25

Fig. 7. Frecuencias compositivas por especies en diversas muestras malacológicas. predominio notable deP.intermedia (80%) y una presencia mínima deP. vul- gata sautuola.

• Las muestras recogidas en La Riera ofrecen mucha más homogeneidad. Las ac­ tividades de recolección de moluscos reproducidas por la restringida muestra ex­ traída de las más recientes excavaciones (650 individuos aproximadamente -ni- vel 29) parecían concentrarse básicamente en tomo a P.intermediala (79%) y en mucha menor medida alrededor deM.linneata la (20%). Estos resultados no di­ fieren demasiado de lo percibido en aquellas otras muestras extraídas de los anti­ guos sondeos del yacimiento (Al, A2 y muy especialmente B 1 -cuya muestra es­ tá compuesta por 3.100 ejemplares), si bien el mayor volumen de conchas recu­ peradas esta vez incrementa el espectro taxonómico de recogida y diversifica un tanto el régimen de capturas. En la amplia muestra proporcionada por B1Pa- la tella sp. representa unas tres cuartas partes de las capturas (73%) yM.linneata la la cuarta parte (24%). Tanto las excavaciones más recientes como los antiguos sondeos de la cata B también sugieren la recolección esporádicaParacentro- de pus lividus, aunque resulta difícil precisar su representación proporcional al care­ cer de cifras sobre el número de individuos respectivo. Su presencia no resulta casual tras apreciar que el exhaustivo análisis malacológico de las recientes ex­ cavaciones ha permitido identificar un extenso abanico de especies de carácter ornamental (cuya representación proporcional resultaba mínima). 26 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

• La muestra obtenida de Coberizas sugiere unas cifras bastante similares a las reproducidas por La Riera. LaPatella sp. concentraba unos dos tercios de las capturas (concretamente el 69% del total de los individuos) mientrasM.linne- la ata alcanzaba una cuarta parte (24%). Fue así como la recogida de ambas espe­ cies representaría un 90% del total de capturas, circunstancia especialmente sig­ nificativa a juzgar por el gran volumen de conchas identificadas (más de 3.000 ejemplares). También han podido detectarse algunas capturas esporádicas de M.edulis (2%) y capturas muy ocasionales deOstrea, Cardium y Littorina. El registro contiene además varios fragmentos deP.lividus y de crustáceos.

• Los resultados proporcionados por Bricia también coinciden con el modelo de selección obtenido en los yacimientos anteriores. Las actividades de reco­ lección litoral representadas en el conchero de este lugar (correspondiente al nivel A y compuesto por unos 1.500 ejemplares) concentrarían algo más de los dos tercios de las capturas en tomo a Patellala sp. (70% del total de los in­ dividuos). Si acaso las cifras parecen descubrir un menor interés porM.lin- la neata que en otros casos (pues esta especie tan sólo representa un 15% del to­ tal de ejemplares), pero estas cifras pueden resultar equívocas si se acepta que el extenso número de gasterópodos indeterminados (13%) pertenecen proba­ blemente a aquella especie (Clark, 1976). También se aprecian capturas espo­ rádicas deP.lividus debido a la presencia de algunos escasos fragmentos (aun­ que sin poder determinar su precisa representación proporcional).

• El espectro de recogida de moluscos litorales reproducido por la pequeña muestra de Amero (nivel A), compuesta a la sazón por 250 ejemplares, parece distanciarse levemente de lo advertido en los otros registros de la zona. Pues si bien es verdad que laPatella sp. representó la especie dominante, lo fue en proporciones muy inferiores a lo percibido en los yacimientos anteriores (55% del total de individuos registrados). Las proporciones M.linneatade re­ presentaron casi una tercera parte del total de las capturas (30%), pero muy bien podrían alcanzar cifras superiores tras considerar que la mayoría de los gasterópodos marinos no identificados (15%) representan probablemente es­ pecímenes fragmentarios u oscurecidos por carbonato de aquella misma espe­ cie (Clark, 1976). Un aspecto ciertamente singular es el elevado número de fragmentos deP.lividus (aproximadamente 150) a pesar del limitado volumen del muestreo, lo que sugiere una recogida bastante más frecuente que en los casos anteriores (aún sin poder determinar con precisión su representación proporcional).

• La muestra proporcionada por Penicial revela algunas sustanciales diferencias con el espectro básico reproducido por los concheros más occidentales de La PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 2 7

Llera. Las actividades de recogida en este nuevo yacimiento parecían concen­ trarse casi exclusivamente alrededor de Patellala sp. (pues cerca del 92% de los individuos pertenecen a esta especie) e incorporar sólo ocasionalmente capturas de M.linneata (7%). Así que en este conchero de notables proporciones (com­ puesto por 1.600 individuos) ambas especies representaron la práctica totalidad del espectro de recogida. Por lo demás, resulta particularmente significativo el elevado numero de fragmentos deP.lividus (casi 140 fragmentos), una cifra só­ lo similar a la obtenida en el pequeño conchero de Amero.

• La muestra extraída de los diferentes niveles asturienses en Mazaculos re­ presenta un caso ciertamente singular por la diversificación entreP.vulgata, P.intermedia y M.linneata. En las ocupaciones asturienses más antiguas, cada una de estas especies representaba un tercio del total de las capturas (nivel 3). Y durante las ocupaciones más recientes se advierte una mayor concentración en tomo a la P.vulgata (nivel 1), que representaba poco menos de la mitad de las capturas (45%), de tal manera que las dos especies restantes concentraban aproximadamente una cuarta parte (25%).

Las escasas informaciones malacológicas disponibles hasta el momento no impiden concebir una cierta homogeneidad en las estrategias de selección de especies. En efecto, todo parece confirmar que no existieron grandes dife­ rencias en las pautas de selección aunque en verdad desconocemos todavía si existieron variaciones diacrónicas correlativas a la evolución paleoclimática. Desde luego, la mayoría de concheros localizados en La Llera muestran un modelo básico de selección: laPatella sp. concentraba algo más de dos ter­ cios de las capturas y laM.linneata cerca de una cuarta parte. La recogida sistemática de P. intermedia, en estas comarcas confirma las actividades in­ tensivas de explotación de las zonas intertidales propias de los hábitats roco­ sos, charcos tidales cubiertos temporalmente por el reflujo de las mareas y altas paredes de ensenadas (incluso con tres metros sobre la marca más baja de la marea -Madariaga, 1967) capaces de soportar el impacto directo de las olas. También podrían recogerse en zonas asociadas a arenas consolidadas o arenas guijosas resguardadas (aunque en mucha menos densidad que en aquellas otras zonas rocosas descubiertas y desnudas del bajío rocoso, ex­ puestas al embate de las olas). Las tareas de recogida de conchas M.linne­de ata también se desarrollaban en zonas intertidales rocosas, pero posiblemen­ te en alturas inferiores ya que la especie no puede soportar períodos prolon­ gados sin agua. La recogida esporádica de ejemplares M.edulis de podría efectuarse tanto en los hábitats del bajío rocoso, rocas poco inclinadas de aguas muy movidas representadas por las plataformas de rompientes, como en hábitats de estuario. 2 8 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

7. Las estrategias de pesca y de recolección vegetal Hasta este momento se han documentado restos de peces en muy pocos concheros asturienses: Amero, Bricia, Coberizas, Balmori, Fonfría, Mazacu- los y singularmente La Riera y Penicial (fig.8). Las precisiones al nivel de es­ pecies resulta ciertamente una cuestión problemática. Apenas se han registra­ do ciertos restos deLabrus sp. y de espáridos indeterminados en Mazaculos, así como varios restos de Solea en Fonfría y La Riera (nivel B+conchero). Aunque en verdad no existen referencias pormenorizadas al respecto, todo pa­ rece sugerir que las conductas de pesca desarrolladas en estos tiempos habían sido introducidas años antes por los últimos pescadores azilienses. Así apare­ ce representado en La Riera, cuyas comunidades azilienses más tardías deci­ dieron sustituir las tradicionales artes de pesca en estuario por nuevas prácti­ cas orientadas hacia áreas de litoral y mar abierto, mediante la incorporación de procedimientos de captura particularmente adaptados a los hábitats ribere­ ños (utilización de palangres en los períodos óptimos de bajamar o aplicación de simples trampas compuestas por ramas o cañas en pequeñas desembocadu­ ras de los ríos -González Morales, 1982). Desde luego las áreas favorables de

NR Solea Teleost. Paracent Cancer PorturnusCrustac sp indet. lividus pagurus púber indeterm Penicial 28 138 Coberizas B1 6 70 1 Arnero A 2 144 Riera B 1 62 90 1 Riera A 1 Bricia A 5 32 Balmori 11 39 1 Fonfría B 7 2 Llledías B 2 C.Mina PPP Balmori E E E Fonfría PPPP

Fig.8. Referencias asturienses sobre peces, equinodermos y crustáceos: P.-Presente E.-Escaso. Fuentes: Coberizas B1 (Clark y Cartledge 1973); La Riera A/B (Clark 1974); Balmori (Clark y Clark 1975); C.Mina, Fonfría B, Penicial, Amero A, Bricia A, Lledías B, Fonfría B (Clark 1976). PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 2 9 captura podrían haber sido aquellas zonas de agua salobre propias de aquellos estuarios que por sus reducidas dimensiones ofrecen las condiciones más óp­ timas para el desarrollo de tácticas sencillas de pesca (Morales, 1984). La proliferación de los bosques caducifolios permitió intensificar las acti­ vidades de recolección vegetal de frutos, semillas y tubérculos. Las evidencias de restos macrobotánicos en los concheros asturienses son todavía muy esca­ sas y apenas permiten reconstruir siquiera con cierta aproximación las conduc­ tas de recogida vegetal de las poblaciones asturienses. Tan sólo se han recono­ cido fragmentos de madera deQuercus robur en Mazaculos y Molino de Gas- parín, así como la posible existencia de madera deBetula en Mazaculos. Las evidencias indirectas ofrecidas por los restos palinológicos parecen sugerir ciertas facilidades para la recogida de los frutos silvestres proporcionados por componentes arbustivos (sobre todo de la familia de las moráceas) y por espe­ cies arbóreas propiamente caducifolias (especialmente de la familia de las fa­ gáceas). Así, entre los ribazos y espesuras nuestros recolectores podrían en­ contrar una gran variedad de frutos como moras, frambuesas, grosellas, fresas, arándanos o saúcos. Entre las masas boscosas no muy densas podrían encon­ trar también avellanas o cerezas silvestres. Y entre las masas pobladas de cas­ taños, hayas y robles podrían recoger los hayucos, castañas y bellotas.

8. Las tácticas asociadas de caza y recolección La planificación táctica de las estrategias de caza de ungulados en tiem­ pos asturienses todavía resulta en buena medida desconocida. No obstante ya se dispone de algunas referencias para analizar aspectos tan relevantes como la distribución anual de las capturas, las pautas de selección de individuos en función de su edad, las conductas de descuartizamiento de los animales y los patrones de traslado de piezas a los asentamientos. Bien es cierto que las in­ formaciones resultan bastante exiguas más allá de los resultados recientes proporcionados por la cueva de La Riera.

La selección de individuos: Los estudios más recientes sobre las estrategias de caza asturienses han su­ gerido la utilización de actividades selectivas de captura de ciervos, encamina­ das a la matanza específica de hembras y crías (Clark, 1995; González Morales, 1982). En verdad que este patrón de comportamiento ya había sido desarrollado por algunos cazadores cantábricos azilienses en lugares como La Riera o Ekain a juzgar por el elevado número de capturas de cervatillos recién nacidos regis­ trados a finales de primavera/inicios de verano. Las evidencias arqueológicas disponibles para las fases asturienses son mucho más someras: los cazadores asturienses de La Riera capturaron en su mayoría animales adultos (tal como 3 0 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ había sido tradicional en este asentamiento -Quesada, 1997) aun apreciándose algunas diferencias entre especies. Así, mientras las capturas de las especies complementarias como corzo, cabra y rebeco, parecen haber sido particular­ mente animales adultos (un ejemplar en cada caso), las capturas registradas de ciervos sugieren cierto equilibrio entre animales adultos (tres) y animales jóve­ nes (dos, uno de los cuales resultó ser un cervatillo apenas recién nacido).

La distribución anual de las actividades de adquisición de alimentos: En cualquier hipótesis sobre la caza selectiva de las manadas integradas por ciervas y cervatillos recién nacidos subyace implícitamente una controversia bas­ tante frecuente en los estudios paleolíticos más recientes: la tendencia intencionada hacia la concentración estacional de la temporada de caza de ciervo. En verdad que este patrón de comportamiento ya había sido desarrollado por las comunidades azi- lienses instaladas en un asentamiento costero como La Riera, donde una tercera parte de las capturas de ciervos procuraban concentrarse durante el período crítico de reproducción de esta especie (Quesada, 1997). Las únicas informaciones dispo­ nibles sobre los ciclos estacionales de caza de ungulados en fases asturienses pro­ ceden precisamente de este último yacimiento: apenas se documenta la captura de un cervatillo recién nacido a finales de primavera/inicios de verano (junio/julio) y de un ciervo juvenil con unos dos años (17-21 meses) durante la mitad fría del año (noviembre/marzo). Se desconoce la fecha precisa de caza de los otros tres ciervos registrados y de cualquiera de los ejemplares de corzo, cabra y rebeco identifica­ dos. En estas circunstancias debemos reconocer que todavía no existen datos certe­ ros sobre una concentración estacional de las cacerías de los ciervos, a pesar de que algunas referencias provisionales más recientes sugieren la caza intensiva de tal especie a finales de primavera/inicios de verano (Mazaculos nivel 3.3 -González Morales, 1995). En verdad todo parece sugerir que los procedimientos establecidos por los cazadores asturienses se asemejaban a las tácticas desarrolladas por los ca­ zadores azilienses en asentamientos costeros como La Riera: una distribución con­ tinuada de la temporada de caza de especies a lo largo de todo el año con una rela­ tiva concentración estacional de las capturas de ciervos hacia finales de primave­ ra/inicios de verano (Quesada, 1997). Estos indicios contrastan con aquellas otras hipótesis más tradicionales que sugerían una concentración de las capturas de cier­ vas y crías en los meses invernales, bien justificando un descenso en altura del ani­ mal (Darling, 1963), bien considerando la estructura social de los grupos hacia los meses fríos del año (González Morales, 1982). El ritmo estacional de la producción primaria en los bosques caducifolios posiblemente originó alternativas estrictas en el aprovechamiento alimenticio de los recursos vegetales. Así las actividades de recolección resultarían parti­ cularmente favorables desde finales de primavera hasta mediados de otoño y PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 31 descenderían sustancialmente desde finales de otoño hasta mediados de pri­ mavera. La época básica de floración localizada hacia abril (anunciada un mes antes por ciertos arboles y arbustos, particularmente por los arces, avellanos y cerezos silvestres) representó probablemente el arranque del ciclo básico de productividad estacional en estos hábitats. La maduración de los primeros fru­ tos disponibles en arboledas y arbustos coincide con el comienzo del verano (julio), si bien el primer potencial de aprovechamiento sólo se encontraría dis­ ponible en la época estival (agosto), pues por entonces terminarían definitiva­ mente de madurar los primeros frutos jugosos y apetecibles de algunos mato­ rrales cantábricos correspondientes básicamente al género de las moráceas (frambuesas, moras, fresas, arándanos, grosellas, saúcos...). La disponibilidad de este tipo de frutos suele incrementarse hacia finales de verano (septiem­ bre), coincidiendo particularmente con la época de maduración de los frutos entre los robles carvallos y avellanedas. Bien es cierto que la fructificación más importante de los árboles caducifolios sólo se reproduce en fechas tardí­ as correspondientes a comienzos de otoño (octubre): por entonces terminan de madurar los frutos de las fagáceas como el castaño, el haya y el roble (ha­ yucos, castañas y bellotas). En noviembre se desarrolla la antesala de las gran­ des nevadas y se restringe sustancialmente las posibilidades de recolección vegetal.

El descuartizamiento de los animales: La mayoría de los estudios arqueozoológicos desarrollados sobre coleccio­ nes asturienses no incluyen una diagnosis tafonómica siquiera elemental. Tal circunstancia resulta especialmente singular para los análisis sobre distribucio­ nes anatómicas, pues no existe ninguna documentación sobre las piezas esque­ léticas que componen las muestras faunísticas salvo en los casos de La Riera y El Aguila (fig.9). En términos estrictos, estos dos registros no pueden resultar paralelizables porque la muestra de La Riera procede de excavaciones sistemá­ ticas y extensas, mientras la muestra de El Aguila fue recopilada tras una reco­ gida meramente superficial. Aun con estos inconvenientes, un estudio de estos registros desde una dimensión basada en los tradicionales patrones de rentabili­ dad alimentaria (Binford, 1978) ofrece algunas ideas muy interesantes. La muestra del ciervo en La Riera reproduce una imagen prototípica de los yacimientos de traslado integral de los animales (fig.10). Pues en grandes líneas se registra un predominio moderado de fragmentos apendiculares (40%), cierta riqueza de fragmentos axiales (35%) y una relativa pobreza de fragmentos craneales (25%). La importancia del esqueleto axial resulta cier­ tamente comprensible tras comprobar que las costillas constituyen el compo­ nente esquelético más frecuente (pues representan el 32% de todos los frag- 3 2 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

La Riera El Aguila Capra Rupie. Cerv. Capr. Capra Cerv. Capr. Bos Sus pyren. rupie. elaph. capr. pyren. elaph. Capr. Bison scrop. 1. cuerna 2. cráneo 6 3. maxilar 1 4 4. mandíbula 11 2 3 1 1 5. diente 1 1 11 1 5 3 7 6. hioide 7. vértebra 3 4 1 4 8. costilla 4 32 2 5 9. esternón 10. escápula 2 11. húmero 5 1 2 2 12. radio 1 5 1 13. ulna 1 14. carpo 1 1 15. metacarpo 8 1 1 16. pelvis 17. fémur 2 1 18. patella 19. tibia 5 20. fíbula 21. calcáneo 22. astràgalo 1 1 23. otro tarso 1 1 1 24. metatarso 1 6 1 1 25. metapodio 7 26. falange 2 4 1 27. sesamoide 1 Total 12 1 113 8 2 14 2 21 12

Fig.9. Distribución de los fragmentos de ungulados de La Riera (nivel 29) y El Aguila a partir de la taxo­ nomía esquelética. Fuentes: La Riera (Altuna 1986); El Aguila (Gavelas 1980). mentos identificados). Entre los fragmentos apendiculares se comprueba un notable predominio de los componentes inferiores (61%) sobre los compo­ nentes superiores delanteros (23%) y traseros (16%). El modelo de desarti­ culación así diseñado puede ser representativo de unas condiciones de tras­ lado completo del animal al asentamiento, acaso con la intervención previa de labores de desarticulación destinadas a seccionar las partes anatómicas menos rentables para ser abandonadas de inmediato (como la cabeza). Estos patrones previos de despiece básico también parecen sugeridas en el esquele­ to axial, pues la acusada desproporción contemplada entre las elevadas pro­ porciones de costillas y los escasos fragmentos de vértebras sugieren unas PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 3 3 actividades inmediatas de desarticulación de la caja torácica tras la matanza de los animales. La muestra de la cabra en La Riera confirma un esteriotipo de traslado se­ lectivo de las partes más rentables con el propósito de rentabilizar los esfuer­ zos (fig.l 1). El predominio de fragmentos axiales, particularmente costillas y vertebras (que representan un 58% del total de los fragmentos identificados de la especie), junto a la escasez de fragmentos craneales (apenas un 8% del to­ tal) y apendiculares (tan sólo un 25%), sugiere un perfil bastante productivo de consumo, que por otra parte resultaba frecuente en muchas de las ocupa­ ciones anteriores del yacimiento (Quesada, 1997). Pues a lo largo de casi toda la secuencia de este lugar el modelo anatómico exhibido sugiere intensas acti­ vidades de despiece integral de los animales en el lugar de matanza, localiza­ do entre los entornos rocosos de los cordales montañosos cercanos, para aban­ donar inmediatamente las partes menos rentables del animal (fundamen­ talmente la cabeza) y trasladar las partes más rentables al yacimiento (esen­ cialmente tronco y extremidades traseras). Los resultados de La Riera confirman un perfil típico de los asentamientos residenciales de consumo. Pero resulta difícil extrapolar esta imagen a los res­ tantes concheros del área. Los resultados procedentes del análisis tafonómico en ciertas colecciones superficiales como El Aguila ofrecen una imagen bien distinta. El perfil anatómico obtenido del ciervo se caracteriza básicamente por la abundancia de los fragmentos craneales (55% del total de los fragmentos), la relativa presencia de los fragmentos apendiculares (50%) y la escasez o ausen­ cia de fragmentos axiales (fig. 12). Ese cuadro recuerda bastante bien los perfi­ les de escasa rentabilidad representativos de los campamentos de despiece pri­ mario, y se aleja de los perfiles de elevada rentabilidad característicos de los campamentos de consumo. Bien es cierto que este registro tan provisional tam­ bién sugiere ciertos indicios de variabilidad taxonómica en función del tamaño de las especies, ya que el perfil dispuesto para grandes bóvidos ofrece bastante rentabilidad por la elevada proporción de los restos axiales (las vértebras y cos­ tillas suponen más del 40% del total de los fragmentos identificados de la es­ pecie -fig. 13).

9. Recapitulación En este ensayo hemos esbozado las principales líneas de investigación que, a nuestro parecer, sustentan las bases paleoeconómicas esenciales para una reconstrucción de las estrategias adaptativas desarrolladas por las anti­ guas comunidades cazadoras-recolectoras asturienses. Las propuestas anun­ ciadas aquí sugieren en primer lugar la necesidad de una profunda reflexión sobre las posibilidades de estudio que ofrecen las fuentes de información dis- 3 4 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

Cervus elaphus

Cervus elaphus

Fig. 10. Frecuencias compositivas del ciervo en La Riera (nivel 29) según la distribución de los fragmen­ tos esqueléticos y de las unidades anatómicas básicas. E.C: esqueleto craneal E.A: esqueleto axial E.AP1: esqueleto apendicular (miembros superio­ res delanteros) E.AP2: esqueleto apendicular (miembros superiores traseros) E.AP3: esqueleto apendicular (miembros inferiores). paleoeconomìa a s t u r i e n s e 3 5

Capra pyrenaica

Capra pyrenaica

Fig. 11. Frecuencias compositivas de la cabra en La Riera (nivel 29) según la distribución de los frag­ mentos esqueléticos y de las unidades anatómicas básicas. E.C: esqueleto craneal E.A: esqueleto axial E.AP1: esqueleto apendicular (miembros superio­ res delanteros) E.AP2: esqueleto apendicular (miembros superiores traseros) E.AP3: esqueleto apendicular (miembros inferiores). 3 6 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ

Cervus elaphus

Cervus elaphus

Fig. 12. Frecuencias compositivas del ciervo en El Águila según la distribución de los fragmentos esque­ léticos y de las unidades anatómicas básicas. E.C: esqueleto craneal E.A: esqueleto axial E.AP1: esqueleto apendicular (miembros superio­ res delanteros) E.AP2: esqueleto apendicular (miembros superiores traseros) E.AP3: esqueleto apendicular (miembros inferiores). PALEOECONOMÍA ASTURIENSE 3 7

Bos/Bison priscus

Bos/Bison priscus

Fig. 13. Frecuencias compositivas de los grandes bóvidos en El Águila según la distribución de los frag­ mentos esqueléticos y de las unidades anatómicas básicas. E.C: esqueleto craneal E.A: esqueleto axial E.AP1: esqueleto apendicular (miembros superio­ res, delanteros) E.AP2: esqueleto apendicular (miembros superiores traseros) E.AP3: esqueleto apendicular (miembros inferiores). 3 8 JOSÉ M. QUESADA LÓPEZ ponibles actualmente. Una aproximación crítica a algunas variables paleoeco- nómicas básicas revela los escasos avances que se han prooducido en la inves­ tigación sobre las sociedades asturienses durante los últimos años y las apre- ciables dificultades para formular los criterios de variabilidad estratégica lo­ cal. Bien cierto que ciertas líneas de investigación pueden ofrecer propuestas interesantes para una aproximación sugestiva a los principios básicos que re­ gulaban las economías de subsistencia en estas antiguas sociedades. El entor­ no geomorfológico y geológico condiciona en muy buena medida las trazas del poblamiento en las comarcas litorales, pero revela al mismo tiempo algu­ nas variaciones significativas en la densidad y distribución de los yacimientos, posiblemente relacionadas con una variabilidad entre áreas nucleares y áreas periféricas de ocupación. Los modelos actuales de variación paisajística alti- tudinal pueden ofrecer algunas claves para la reconstrucción de las pautas te­ rritoriales de aprovechamiento, pero debemos contemplar en este sentido las particularidades paisajísticas locales (distancia a serranías costeras, valles flu­ viales y estuarios). Podríamos pensar que las diferencias advertidas en la den­ sidad de ocupación están determinadas por las variaciones locales en los ni­ chos alimenticios de recursos potenciales, si bien las posibilidades de análisis a este respecto están condicionadas por las sensibles carencias documentales (singularmente en la esfera de captación de los recursos de caza). No obstan­ te, algunos indicios apuntan en verdad hacia una ocupación intensiva de terri­ torios que garantizaban una sustancial diversidad ecológica y notable abun­ dancia de recursos; algunos especialistas consideran que ésta es la base nece­ saria para la implantación de unas economías de amplio espectro con reduci­ da movilidad logística basada en la alternancia cíclica entre las zonas costeras e interiores. Nuestra intención al trazar estas páginas era demostrar cómo la base empírica disponible apenas soporta algunas de las hipótesis convencio­ nales establecidas para las comunidades asturienses. El ejemplo más signifi­ cativo es la ausencia de datos sobre la estacionalidad de las capturas de ani­ males, lo que impide cualquier aproximación solvente a los sistemas de plani­ ficación temporal de las actividades de subsistencia y a las posibilidades de complementariedad logística altitudinal.

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Una simple revisión de la bibliografía asturiana referida a nuestro patri­ monio histórico-artístico1 es suficiente para darse cuenta del mínimo interés que suscita la pintura mural en comparación con la arquitectura o la escultu­ ra. Esta escasez de estudios sobre los ciclos pictóricos que cubren los muros y bóvedas de nuestros templos parroquiales y capillas, no favorece sino el desconocimiento y, por lo tanto abandono, de esta rica parte de nuestro lega­ do artístico. Aunque es reducida la muestra de pinturas conservadas del perío­ do medieval (Santullano, Lillo, Valdediós, Sebrayo2, etc...), es, sin embargo, suficiente para constatar la importancia que se le otorgaba ya en este momen­ to a la decoración fresquista, cuya finalidad no era sólo estética sino también didáctica. Esta tradición artística no fue interrumpida tras los siglos finales del Medievo: se mantuvo durante la época moderna, alcanzando un gran auge en el barroco, si bien desde finales del s. XVI y principios del XVII las comuni­ dades religiosas más pudientes comenzaron a encargar retablos para ornar el interior de sus templos. Es en las áreas rurales más apartadas donde mejor se conservaron estas pinturas, a pesar del estado de ruina de muchas iglesias y ermitas tras su cierre al culto, debido al despoblamiento de estas zonas. Este

1 Entre los trabajos publicados que no mencionaremos más adelantey que, sin embargo, nos ofrecen datos de interés sobre los ejemplos arquitectónicos aquí analizados, destacamos:G il López, J. M.: “Zona sur oriental: Peñamellera Baja, Peñamellera Alta, Cabrales, Onís, , Amieva, Ponga, Parres”, Liño, ne4, Departamento de Arte de la Universidad de Oviedo, 1983, pp. 837 -911;G il López, J.M. y Paniagua Félix , P: “La pintura del románico al siglo XVI”, enBarón T haidigsmann , J. (dir): El Arte en Asturias a través de sus obras, Oviedo, Prensa Asturiana, 1996, pp. 741 - 756; VV.AA. enGran Atlas del Principado de Asturias, vol. 8, Oriente. Oviedo, Nobel, 1998, pp. 134-147, 167-168 y 236-238. 2 Para las iglesias del ciclo del Prerrománico disponemos del ya clásico y excelente estudio de H. S c h lu n k y M. Berenguer: La pintura mural asturiana de los siglos IX y X, Oviedo, 1957, reed. Oviedo, 1991. No existe, sin embargo, una obra de conjunto similar para las iglesias de época poste­ rior, aunque sí aportaciones puntuales; por ejemplo, la reciente de P. GARCÍA CUETOS: Informe his­ tórico - artístico de las pinturas de la iglesia de Santa María de Sebrayo, Villaviciosa, presentado a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes del Principado de Asturias en 1997. 44 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M9 FERNANDA FERNÁNDEZ

tipo de decoración de tradición barroca, se encuentra frecuentemente en edi­ ficios de fábrica medieval y no contemporánea a las pinturas, cubriendo gene­ ralmente los muros y la bóveda de la cabecera, así como el lienzo del arco triunfal. En estos espacios de montaña, en ocasiones de difícil acceso y casi siempre de escasos recursos, la pintura mural sustituía a la imaginería, des­ plegando una iconografía centrada en los ciclos hagiográficos o pasionales, e incluso -como veremos más adelante- en el desarrollo de completos retablos fingidos. Ya se han apuntado las posibles causas que explicarían esta singular manifestación artística: económicas (menor costo) y jurídicas(Circular pro­ mulgada por Carlos III enM il sobre “El modo de executar las obras ocu­ rrentes en las iglesias y sus altares”, con el objeto de prevenir posibles incen­ dios)3. En general estos talleres populares ejecutarán obras atrasadas estilísti­ camente, de repertorio limitado y modelos poco innovadores, no mermándo­ se por ello su valor y fuerte carga expresiva. Nuestro artículo se centra en la zona suroriental asturiana, mas debemos mencionar algunos de los templos que, dispersos por el resto de la geografía regional, conservan interesantes ciclos pictóricos, como S- María de Celón o S- María de Berducedo (Allan­ de)4, San Pedro de Tineo, S- María de Carceda (Cangas del Narcea), N- Seño­ ra de Limanes (Siero-Oviedo), la antigua iglesia parroquial de Santibáñez de la Fuente, la capilla del cementerio de Soto o la iglesia de Villar de Casomera (Aller).

CONCEJO DE CANGAS DE ONÍS Uno de los mejores ciclos murales existentes en el oriente asturiano se encuentra en la iglesia deSanta Eulalia de , elevada sobre una coli­ na distante unos dos km. de Corao. Las pinturas -datadas en el s. XIV, cro­ nología que quizá debiera retrasarse5- cubren los muros del presbiterio, aun­ que también los nervios de la bóveda presentan policromía. Debido a su esta­ do de deterioro no es fácil identificar la iconografía de todas las escenas, que se disponen en grandes recuadros de trazo rojizo, color dominante en toda la composición. Las del muro del Evangelio y testero hacen referencia a momentos de la vida de Cristo y la Virgen, con grupos de personajes situados en espacios arquitectónicos fingidos (puede verse un amplio zócalo de moti­

3 Esta reflexión se recoge en A lo n so Á l v a r ez , R., M en é n d e z L o r e n t e , B. y N o v a l G a r c ía , S.. “La pin­ tura mural del siglo XVIII en los concejos de Cangas de Onís y Onís (Asturias)”, Jomadas sobre patri­ monio histórico - artístico y etnográfico asturiano, Oviedo, 1987, inédito. Por cortesía de los autores. 4 Véase el artículo de G o n z á l e z S a n to s, J.: “Pervivencias medievales en las artes figurativas del siglo XVI: el Maestro de Celón y las manifestaciones pictóricas murales en la zona suroccidental asturiana”, Liño, nQ10, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1991, pp. 93 - 111 5 C aso M a c h ic a d o , A.: “Santa Eulalia de Abamia: sus pinturas”, I Semana del Patrimonio Artístióo Asturiano, Gijón, Mercantil, 1979, pp. 7 6 - 8 0 DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 4 5 vos geométricos o un pavimento en damero) o bien en marcos paisajísticos, como es el caso de la escena de María e Isabel abrazándose bajo una palme­ ra. Igualmente podemos apreciar, pero no descifrar, algunas inscripciones al pie de ciertas figuras. En la disposición del grupo de personajes nimbados del lado izquierdo del testero (quizá Cristo en el Lavatorio) se observa incluso un cierto intento de perspectiva.FOTO 1. Sobre este ciclo narrativo se superpo­ ne, en nuestra opinión, una segunda capa decorativa algo más tardía, que finge los sillares perfectos del paramento mediante un doble trazo rojo. Este recur­ so decorativo aparece en otros templos rurales del oriente asturiano, como Santa M- de Lias o la arruinada iglesia de Santa Eulalia de Puertas, ambos en el concejo de Cabrales. Otra serie de frescos que imitan a los de la cabecera recubren los muros y bóveda de la sacristía, adosada al muro de la Epístola en 1849. La iglesia de Santa Eulalia de Abamia es Bien de Interés Cultural desde el 15.111.62 y ha sufrido desde entonces diversas obras de restauración arqui­ tectónica, pero sus pinturas se encuentran en muy mal estado, con abundan­ tes grietas y riesgo de desaparición si no se interviene urgentemente. La capilla del palacio de Soto-, fechado en 1763, en Corao- Castillo, de gran valor histórico-artístico, se halla hoy en franca ruina. La estructura sencilla del recinto sagrado (el habitual cabildo, nave y cabecera englobados en un volumen y con cubierta a cuatro aguas) se enriquecía con el ciclo mural que cubría su bóveda de ocho paños, el testero y parte de los muros de la Epístola y del Evangelio. En el testero, enmarcando la hornacina de arco de medio punto de la fábrica, se finge un retablo de perfil mixtilíneo; dos calles flanquean la central y albergan sendos santos frailes con hábito oscuro, entre columnas de fuste entorchado y aletones. El ático se decora con rocalla, óvalos, tornapuntas y lo que parecen figuras angelicales; la alteración química de los pigmentos impide un mayor detalle. En la plementería, meda­ llones ovales realzados por flores representan a los evangelistas bajo forma humana y con el Tetramorfos, y tal vez los Santos Padres de la iglesia. En el muro lateral se pinta el escudo de la familia con la inscripción “ARMAS DE LA CASA DE SOTO”; en el opuesto aparece la sombra o silueta de una vaca y un “paisano” con bastón, madreñas y boina, motivo éste muy peculiar. El estilo de estas pinturas parece adscribirlas a la cronología indicada para el palacio6. La Corralada, casona tradicional de gran calidad arquitectónica sita en Intriago y relacionada con la torre renacentista próxima, nos propone la única muestra de pinturas en construcción civil que hemos encontrado. En el corre­ dor, emplazado ante el piso noble de la fachada principal, se conservan varias

6 Véase la próxima publicación de F ernández G utiérrez , M. F. y Ruiz de la Peña G onzález , I.: “El patrimo­ nio monumental”, en Asturias, concejo a concejo: Cangas de OnísyOnís, Oviedo, R.I.D.E.A., en prensa. 46 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M- FERNANDA FERNÁNDEZ escenas enmarcadas por cenefas sencillas sobre el enlucido de los muros de cierre: una cruz de color rojizo recortada sobre el fondo neutro, y tal vez acompañada de una figura; el descendimiento de Cristo; dos personajes: un hombre imberbe con teja y ropajes que muestra un libro abierto y otro tras él, que sostiene otro libro y se toca con un turbante o nimbo, y por último Cristo crucificado flanqueado por sendos soldados. La casa está fechada con una ins­ cripción en el dintel de la puerta abierta al corredor que reza: “AÑO DE 1705 / HIZO ESTA CASA / PQ INTRIAGO”. En esta misma localidad se halla la capilla de Santa Ana, cuyo muro testero conserva pinturas de estilo popular barroco que componen varias escenas encerradas en recuadros, de iconogra­ fía difícilmente descifrable por la asociación inusual de motivos cristianos. Así, a la izquierda se representa la Cruz del Calvario flanqueada por dos ánge­ les que sostienen una sábana, con la luna y el sol en la parte superior, así como las lanzas. La imagen de Cristo se ha perdido, pero a sus pies dos personajes barbados se asocian a un ave y una escalera; este último motivo podría hacer pensar en un Descedimiento. Bajo este conjunto una cenefa acoge la mano de Dios Padre y una crátera. A la derecha otro cuadro muestra un santo con hábi­ to de monje -quizá San Nicolás de Barí- que sujeta un libro abierto con la mano derecha mientras bendice a un niño desnudo que sale de una tinaja. Por último, coronando el testero, un caballero ataviado con uniforme de una orden militar extiende sus brazos hacia un ave que está a su izquierda y una caldera que cuelga del techo. Los colores ocres y rojizos, así como el negro de los contornos de las figuras están muy desvaídos siendo conveniente para recupe­ rarlos una pronta intervención. Han dasaparecido, tras la última restauración, tanto la decoración de estrellas que cubría la bóveda como los fragmentos de un retablo barroco cuya ubicación actual se desconoce. La capilla de San Emeterio (Santu Mederu) de Isongo es el segundo ejemplo que mencionamos que se haya catalogado como Bien de Interés Cultural (20.111.92); este reducido templo, datado en el s. XVIII, fue enrique­ cido por un extenso ciclo de pinturas en 18687, pero éstas siguen sin renova­ ción u originalidad alguna las pautas que en el arte mural popular se dictaran siglos atrás. Este continuismo, junto a la sencillez de sus características de mano anónima es el que dificulta habitualmente la asignación de una fecha y la periodización de las manifestaciones artísticas de este tipo. En la bóveda estrellada de nervios moldurados con trazos blancos y rojos enmarcados por dientes de sierra, las claves se labran y policroman en rojo y gris, con cruces, flores, y una mano que ase un puñal con una leyenda “SEMO” FOTO 2; los plementos muestran flores, hojas y cabezas de ángeles alados; en los muros,

7 C o bo A r ia s , F. et alii, Guía básica de monumentos asturianos, Oviedo, Servicio de Publicaciones del Principado de Asturias, 1984, p. 61 DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 4 7 junto a las cenefas y motivos fitomórficos, aparecen escenas figurativas de índole hagiográfica y litúrgica. En el muro testero, parcialmente ocultas por el retablo barroco popular con tallas destacadas, aparecen varios recuadros decorados con triángulos: el martirio de San Andrés en su cruz de aspa acom­ pañado de soldados, a la derecha, y a la izquierda, a modo de retablo de dos calles y dos pisos, aparecen Santiago Matamoros, una figura armada, la Theotocos de raigambre bizantina, y una santa, con una cruz, hábito blanco y manto negro, bajo la que se representan tres bustos orantes. Sobre éstos figu­ ra una secuencia de estaciones del Vía Crucis, con jarrones y cruces de rema­ te: Descendimiento(XIII), Santo Entierro, y en el lado opuesto, Ila y II esta­ ciones, relativas al camino hacia el Gólgota de Cristo con la cruz a cuestas. FOTO 3. En el muro derecho, sobre las estaciones, enmarcados por una cene­ fa de rombos verdes y amarillos, aparecen varios seres entre las llamas del infierno. Sobre unos vuela en forma de paloma el Espíritu Santo, y destaca en el centro una figura que podría ser Dios Padre, por su mayor tamaño. En el muro izquierdo se halla la muerte representada bajo forma de esqueleto con guadaña que amenaza a un hombre tocado con sombrero y un hatillo al hom­ bro. Sobre el arco de ingreso figura -ardiendo en las llamas del infierno- un ser humano en una caldera, en color sanguina y muy esquemático. Es un ciclo habitual de carácter salvífico o redentor a través de la fe, en el que figuran los males y castigos que debe temer la persona piadosa. En Soto de Cangas hallamos dos interesantes ejemplos (por lo dispar de su conservación) de estos ciclos pictóricos; el de mayor sencillez aparece en la antigua capilla de Santa Lucía, en la zona o barrio de Cambre, hoy abando­ nada y en un lamentable estado; las huellas del ciclo mural figuran en las jam­ bas del arco de ingreso, en las que un doble trazo rojo enmarca los sillares, motivo éste que se repite en las cadenas angulares e intersección de muros. Las ménsulas que recogen los nervios de la bóveda octopartita se pintan de rojo simulando gallones, y la plementería recibe triángulos concéntricos. El resto de la fábrica estuvo cargado y enlucido mas sólo se conserva parcialmente el revoco. El nuevo templo, bajo la misma advocación, de mayores dimensiones, interés y en uso, ha sido restaurado con el imperante criterio de muros picados con la piedra a la vista, aunque respetando la decoración polícroma de la bóve­ da de cuatro paños que cubre la cabecera; en ella trazos ocres y azulados sobre un fondo blanco diseñan una trama de triángulos en los que se inscriben flores y hojas estilizadas, con líneas más oscuras de contorno. En la localidad de Caño se encuentracapilla la de la Salud, vinculada en su origen a la casa de Vega Celis (que se halla frente a ella) y nos muestra un ejemplo más de retablo fingido mediante decoración pictórica, una solución económica al ornato del espacio sagrado. Actualmente la mitad inferior de los muros muestra la piedra vista, pero el resto de la fábrica se mantiene enluci­ 4 8 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M- FERNANDA FERNÁNDEZ da y en el muro testero se representa en tonos verde, azul, blanco y ocre (empleado primordialmente como trazo delimitador de las formas) un senci­ llo retablo, semioculto por la moderna imaginería. De gusto clasicista, consta de una única hornacina de medio punto avenerada entre pilastras, con enta­ blamento decorado con guirnaldas y motivos de inspiración vegetal; en el ático, entre tornapuntas, se inscriben los anagramas de Jesús y María, y el nombre de “Josef’, flanqueados por ángeles y con cruz de remate. La clave de su bóveda de ocho paños se labra con una cruz policromada igualmente. En un alto que domina el valle de Corao se localizacapilla la de Santa Eugenia de Sobrecueva, del s. XVIII, aislada del caserío y de estructura idén­ tica a la de Isongo. Al igual que ésta, cuenta con interesantes pinturas murales que cubren la bóveda y lunetos, y han sido fechadas en 18688. Sobre fondo azul se disponen los siguientes motivos en los lunetos: en el testero, sobre los ale- tones de un retablo barroco de talla, se alzan las figuras de San Antonio de Padua y San Ignacio, portando sendos Crucificados; en el muro del Evangelio las escenas se distribuyen en dos planos superpuestos, separados por una cene­ fa geométrica. En la parte superior un león devora a un hombre desnudo junto a dos gallos afrontados, y en el inferior se disponen siete estaciones del Via Crucis encerradas en óvalos. La decoración del muro de la Epístola muestra en su parte alta, y de izquierda a derecha, un personaje en pie ricamente ataviado, el Purgatorio con un ángel que salva de las llamas a los fieles, y otro persona­ je que porta una crátera. En el registro inferior se hallan otras cuatro estacio­ nes del Via Crucis. Los seis paños de la bóveda exhiben -encerrados en óva­ los- a los Padres de la Iglesia sentados frente a su escritorio, excepto el que está sobre el testero, que contiene una escena de Calvario coronada por el disco solar, bajo la cual se lee la inscripción: “FERIA QN” flanqueada por dos ánge­ les que tocan las trompetas. En los ángulos de los seis plementos aparecen motivos vegetales de tradición barroca. Los nervios se decoran en ocre y rojo con líneas que imitan su despiece y cenefas de triángulos enfilados. Aunque este ciclo pictórico no se haya sido relizado por manos expertas, sino por un artista rural inspirado aún en modelos tardobarrocos, es interesante por su rica iconografía y por la expresividad de sus personajes. La capilla de Santa Eugenia de Sobrecueva es Bien de Interés Cultural desde el 20.111.92 y fue res­ taurada en 1989 a partir del proyecto de la arquitecta Nieves Ruiz y los arqui­ tectos colaboradores Javier Felgueroso, Juan G. Moriyón y Fernando Nanclares, a pesar de lo cual las pinturas presentan abundantes grietas, situa­ ción denunciada en la prensa en febrero de 19989.

8 C obo A rias , F. et alii, op cit, p. 65 9 C a r v a ja l , J. M.: “L os vecinos de Sobrecueva alertan de las grietas en su capilla de Santa Eugenia”, La Nueva España, Oviedo, 21.11.98 DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 4 9

En un cerro que domina Mestas y Llano de Con se encuentraantigua la parroquial de San Pedro de Con, buen ejemplo del románico popular de la zona. En este caso, las pinturas hoy visibles datan quizá de una etapa avanzada del barroco, y cubren no sólo las paredes y bóveda de la cabecera, sino también parte al menos de los muros de la nave y del toral de acceso al presbiterio. La iconografía de estos frescos no conforma un ciclo narrativo: muestra elementos arquitectónicos y vegetales barrocos en el muro toral y rosca del arco triunfal. En el muro de la Epístola de la nave se reconoce un escudo con una inscripción ilegible. La pintura del muro testero se ha perdido casi en su totalidad, conser­ vando la bóveda el conjunto más completo de todo el templo, a base de entre- lazos mixtilíneos en tonos ocres que encierran grandes florones grises y moti­ vos heráldicos, como el que encierra las llaves de San Pedro, cerca de la clave; los nervios presentan dobles líneas rojas que fingen su despiece.FOTO 4. La condición de Bien de Interés Cultural de que goza esta iglesia dede el 23.11.93 no ha impedido su total abandono, acusando el testero una profunda grieta que aconseja una rápida consolidación de la arquitectura y sus pinturas. La capilla de San Roque, ubicada en Llano de Con, sorprende por su esmerada conservación y restauración (1996) debida a la colaboración vecinal y desligada del frecuente picado de muros o modernización; en ella el abanico cromático es reducido: sobre el blanco del enlucido destacan el ocre amari­ llento, un tono rojizo similar a la sanguina, gris y alguna línea negra para seña­ lar contornos. La decoración en la bóveda de cañón que cubre la cabecera se limita a un casetonado muy regular en el que se inscriben flores geometrizadas y variados motivos de inspiración vegetal estilizados. En el muro testero rea­ parece el retablo fingido, carente de banco, pero con triple calle, entablamen­ to y ático. En el cuerpo se dibujan tres hornacinas en arco de medio punto sobre esquemáticas columnas, con la cuenca gallonada, decoración floral y tar- jetones surmontándolas; se separan mediante estípites y la central muestra flo­ res en las enjutas. El entablamento sólo conserva parte de un friso de dentícu­ los y semicírculos enfilados, cobijando el ático la habitual cruz de Calvario; en los aletones aparecen toscas aves entre roleos vegetales.FOTO 5. Entre los templos del concejo de Cangas de Onís que presentan una deco­ ración pictórica no figurativa se encuentra iglesia la parroquial de San Martín de , de fábrica románica, cuya bóveda del presbiterio y rosca del arco triunfal se cubren con pinturas geométricas que forman un reti- culado de estrellas en tonos blanco, rojo y ocre. El alfiz de su portada Sur muestra el motivo pictórico del doble trazo rojo que finge el aparejo del muro; su grado de conservación es aceptable. Una de las construcciones románicas más interesantes de la zona es la ermita de Santa María de Villaverde, situada en un alto, a la orilla de la carretera que atraviesa el concejo. Sus pinturas, adscritas estilísticamente al 5 0 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M3 FERNANDA FERNÁNDEZ barroco popular, se concentran en la cabecera, cubriendo el testero, parte de la bóveda y muros laterales, mostrando una variada iconografía en la que se com­ bina figuración y abstracción10. A la derecha de la ventana del testero se repre­ senta a Santiago Matamoros, vestido a la manera barroca y persiguiendo a un personaje que trepa por un árbol. FOTO 6. A la izquierda se conserva parte de una Crucifixión con la Jerusalén Celeste al fondo, cobijada por una hornacina de la que penden cortinajes y rematada por una cruz. Posiblemente el Crucificado formaría parte de un Calvario completo, hoy desaparecido por el lamentable estado del muro. Sobre estos frescos se superpone una segunda capa pictórica, formando una suerte de retícula de trazos rojizos en cuyos cua­ drados se inscriben aspas, estrellas, triángulos, etc. A escasos km. de Villaverde encontramos el mismo recurso decorativo cubriendo en la cabecera de la ermi­ ta de San Bartolomé de Sobrepiedra, perteneciente ya al concejo de Parres. El muro de la Epístola se recorre a la altura del arranque de la bóveda por dos cenefas horizontales: la inferior de hojas enroscadas y frutos, que se continúan en motivos zoomórficos, y la superior formada por una doble hilera de triángulos emparejados formando rombos. Próxima al testero y enmarcada por un recuadro de motivos geométricos, se encuentra una escena de martirio que parece inconclu­ sa, en la que el santo (San Andrés o San Esteban quizá) recibe su castigo atado a dos troncos de árbol en forma de aspa, flanqueado por sendos verdugos vestidos según la moda barroca. El muro del Evangelio se decora con una triple cenefa vegetal, semejante y a la misma altura que su opuesta de la Epístola, diferencián­ dose de ésta en el mayor detalle del dibujo de los triángulos y en la clara identifi­ cación de una hilera de jabalíes, cuya presencia ratifica la pervivencia del simbo­ lismo medieval en época tan avanzada. FOTO 7. En este lado otra escena trata muy posiblemente el tema de la Coronación de espinas, con una composición de rigurosa simetría en la que un Cristo frontal entronizado aparece flanqueado por dos personajes de perfil en actitud de coronarlo. Sobre este recuadro se suceden varias cenefas paralelas con motivos de hojarasca y un pavo real. En la cima de la bóveda y dentro de un óvalo se representa al sol, símbolo del cosmos, y al Ojo Divino en un triángulo resplandeciente. La gama cromática utilizada es bastante pobre, limitándose a los tonos rojo, ocre, gris y negro. A pesar de tratarse de uno de los templos medievales más interesantes de la zona oriental de la región, la ermi­ ta de Santa María de Villaverde no goza de ninguna ayuda oficial y su estado es de semirruina, con enormes grietas abiertas en sus muros a causa de la humedad11.

10 Consultar C a s a r e s R o d ic io , E. y M o r ales S a r o , M. C.: “La iglesia de Santiago de Villaverde: sus pin­ turas” , en B. I.D.E.A., nQ 87, 1976,pp. 205 - 215 11 En 1998 I. Ruiz de la Peña remitió un informe histórico-artístico sobre esta ermita al Servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura en el que se testimoniaba su lamentable estado de conservación y se proponían diversas medidas de urgencia para salvar el edificio, sin obtener respuesta alguna por parte de dicho organismo. DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 5 1

Se encuentra en Miyarla ermita de la Virgen del Buen Suceso, perte­ neciente a la parroquia de San Vicente de . Parte de la bóveda de cañón que la cubre conserva decoración pictórica a base de casetones octo­ gonales delimitados por trazos rojos en los que se inscriben motivos florales que mantienen las características gamas de ocres y grises barrocas. La data- ción de estos frescos coincide seguramente con la del interesante retablo que se conserva en el testero de la capilla, en un estado de avanzado deterioro: segunda mitad del s. XVIII12.FOTO 8. Manzanares y González13 datan en el s. XVIII las pinturas que decoran las bóvedas del triple ábside de la espléndidaiglesia monasterial de San Pedro de Villanueva, con los motivos tan reiterados en la época de entrelazo mixtilíneo, veneras, ramos de hojas enroscadas y cortinajes. Sería aconsejable su restauración, ya que, a pesar de pertenecer a un edificio declarado Bien de Interés Cultural en 1907, se encuentran en un estado lamentable. La iglesia parroquial de San José de Zardón, que destaca por la con­ servación del antiguo suelo de madera con enterramientos así como por otras riquezas artísticas, nos interesa ahora por algunas muestras pictóricas. En el segundo tramo de la nave, en el muro de la Epístola, se representa un corti­ naje que cae con ondas, en color rojo, con forro azul y ribete amarillo, con tra­ zos negros sombreando y delineando; la inscripción es única en nuestro reco­ rrido: “PINTOR ESCULTOR FRANCQ PEREZ”. Otros restos pictóricos apa­ recen en el testero, donde se simula un arco, y en la clave de la bóveda de aris­ ta con nervios fingidos por la menuda decoración vegetal de florecillas.

CONCEJO DE ONÍS Cuenta este pequeño concejo con dos capillas cuyo interior conserva res­ tos de pintura mural. La bellaermita barroca de N- Señora de Rozada, perte­ neciente a la parroquia de Santa Eulalia de Onís, ha sido recientemente restau­ rada, encalándose la bóveda del presbiterio y ocultándose así un friso de moti­ vos florales en tonos azules que la decoraba. Unicamente ha quedado a la vista el anagrama de Jesús encerrado en una guirnalda vegetal que remata la bóveda. La capilla de San Julián de Pedroso podría añadirse al grupo de las que decoran su testero con retablos pintados, en este caso en tonos azules. Su avan­

12 Sobre esta capilla, se puede consultar el interesante artículo de Alonso Álvarez , R., M enéndez Lorente , B. y Noval G arcía , S. op cit 13 M anzanares Rodríguez , J. y González , J. M.: “Introducción”, en SAZ, FrayJ. del: Manuscrito de San Pedro de Villanueva, Oviedo, R.I.D.E.A., 1955, p. 30. Seguramente esta decoración pictórica data de la reforma llevada a cabo en el templo en1773 siendo abad Fray Pedro Gala; véase a este respecto Díaz C aneja , J. T.: “Abades distinguidos en las reformas de Villanueva”,B.I.D.E.A., n973, Oviedo, 1971, p. 321 5 2 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y Mä FERNANDA FERNÁNDEZ zado deterioro sólo nos permite distinguir dos hornacinas aveneradas, los aleto- nes y el remate de pináculos. Parece ser una pintura algo posterior y de calidad ligeramente inferior a las de su misma iconografía encontradas en la zona.

CONCEJO DE CABRALES La iglesia parroquial de San Miguel de Asiego nos propone un intere­ sante ejemplo en el concejo de Cabrales14. No sólo encontramos las habitua­ les líneas rojas sobre el enlucido que fingen despiece de sillares y cruces, sino también podemos advertir en la bóveda de cañón apuntada que cubre el ábsi­ de cómo se delimitan cuatro espacios mediante una trama decorativa en tonos azul y ocre, en la que aparecen sobre un fondo oscuro estrellado (alusivo a la bóveda celeste) los cuatro evangelistas, con su nombre, el libro de las escri­ turas y su representación simbólica; cada uno se muestra diferenciadamente, con un volumen y sombreado que descollan sobre la media habitual de cali­ dad en la zona. En el muro testero se representa un retablo, que carece de frontal y predela; su cuerpo se divide en tres calles, separadas mediante columnas de tipo corintio cuyo fuste se muestra entorchado en su mitad infe­ rior y estriado en la superior. Se disponen de izquierda a derecha las efigies de San Andrés, por ser este templo filial de Carreña, San Miguel (el santo patrón) y San Pedro con las llaves; en los extremos aparecen aletones. El ático alberga una escena habitual: Cristo con el paño de pureza muy plegado y una anatomía que le dota de fragilidad, en la cruz, acompañado de San Juan joven y la Virgen, con la cruz hincada en el cráneo de Adán y las tibias cruzadas. Otro par de aletones enmarcan este piso, así como pináculos, y las columnas parecen de fuste liso. La estructura del retablo se representa en color amari­ llo, con volumen y sombras hacia la izquierda del espectador, como si el foco luminoso se hallara en el muro de la Epístola.FOTO 9. Uno de los conjuntos pictóricos más importantes del oriente asturiano es el que alberga la iglesia gótica de Santa María de Lias, en Arenas de Cabrales15. En 1786, D.Toribio Díaz de Moradiellos, benefactor del pueblo, financió la sustitución de la techumbre de madera de la nave por los tres tra­ mos de bóveda de cañón apuntada que hoy tenemos, así como su total cubri­ ción con pinturas. Éstas, adscritas al mejor barroco popular, fingen bóvedas

14 Sobre esta iglesia cabe consultar A lo n so Á l va r ez , R. y Ruiz d e l a P e ñ a G o n z á l e z , I.: “El patrimo­ nio monumental”, en Asturias, concejo a concejo: Cabrales, Peñamellera Alta y Peñamellera Baja, Oviedo, R. I.D.E.A., 1998, pp. 98-100 15 Son varios los trabajos referidos a este templo: A r d isa n a B u e rg o , J.: Templo parroquial de Santa María de Lias. Monumento histórico artístico, Arenas de Cabrales, 1990; Ruiz d e l a P e ñ a , I.: “La igle­ sia gótica de Santa María de Lias (Cabrales)”, en El Oriente de Asturias, Lianes, número extraordina­ rio, Julio 1997, pp. 35 - 37; A lo n so Á l v a r ez , R. y Ruiz d e l a P e ñ a G o n z á l e z , I., op cit, pp. 94 - 98 DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 5 3 de lunetos desplegando todo un repertorio de motivos geométricos, entrelazos mixtilíneos, guirnaldas y florones que culminan en la inscripción central con­ memorativa del donante. La gama cromática se limita a los ocres, grises que imitan mármoles veteados y rojos; la bóveda del presbiterio muestra la misma decoración. Mayor interés por la escasez de su número presentan las pinturas recientemente descubiertas por los trabajos de restauración de Jesús Puras16 que cubren los muros de la cabecera. Quizá sean tardogóticas las imágenes de trazo esquemático entre las que D. Juan Ardisana ha identificado a S~ Elena portando la Vera Cruz, a San Cosme, y a un Pantocrátor al que un personaje ayuda a sostener la cruz17, personajes entre los que se conserva alguna ins­ cripción. FOTO 10. Una segunda capa pictórica muestra dos blasones de color negro de los escuderos de Arenas, pertenecientes a la orden militar de Calatrava, cuya cruz lleva inscrita uno de ellos, mientras el otro exhibe dos cabras superpuestas; a su lado figuran dos inscripciones fechadas en 1591 y 1491. Quizá de uno de estos años date el doble trazo rojo que imita el apare­ jo de los muros, sobre el que se lee otra inscripción. Por último, de etapa barroca serán los restos pictóricos, que en la parte superior del testero fingen los aletones y recuadros de un retablo. Esta iglesia fue declarada Bien de Interés Cultural el 20.111.92, y en 1997 fueron restauradas las pinturas de las bóvedas por Jesús Puras, por lo que su estado actual es satifactorio. En Ortiguero, lacapilla de San Julián alberga una decoración pictórica, contemporánea en este caso a la fundación del edificio, cuya iconografía y calidad de ejecución nos permiten relacionarla con la conservada en la cerca­ na capilla de Asiego18. En el testero se finge un retablo de dos pisos y sendas hornacinas, realizado en tonos ocres, que imitarían el dorado de su superficie. El piso inferior está flanqueado por columnas salomónicas y el superior, que acoge la imagen de San Julián, por dos columnillas entorchadas y sendos ale­ tones avolutados. Se remata con peineta mixtilínea y dos pirámides. Su estructura y repertorio decorativo nos hablan de un artista conocedor de modelos de un barroco más culto. A ambos lados del retablo, sendos recua­ dros nos muestran un macabro esqueleto, con una inscripción que invita al cristiano a reflexionar sobre la muerte, y la lápida fundacional, que atribuye la construcción y decoración de la capilla a D. Francisco Rodríguez Castillo, cura de S- Eulalia de Puertas y de San Roque de Prado (ambas localizadas en

16 Para más información sobre otros trabajos de restauración de este profesional, véase: P u r a s H ig u e r a s , J.: “Planificación y metodología de intervención en la pintura mural del prerrománico asturiano” y “Tratamientos de conservación de las pinturas murales altomedievales”, en La intervención en la arqui­ tectura prerrománica asturiana, Gijón, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Oviedo, 1997, pp.259 - 275 17 A r d isa n a B uer g o , J.: op cit, pp. 18 - 20 18 A lo nso Á lvarez , R. y Ruiz de la P eñ a G o nzá lez , I.: op cit, pp. 109 - 110 5 4 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y Ma FERNANDA FERNÁNDEZ el concejo) con la fecha de 1686. Sobre ésta se dispone un escudo que exhi­ be un torreón. FOTO 11. En la bóveda, cuyo intradós simula casetones, se distribuyen los evangelistas dentro de óvalos con tarjeta recortada y marcos de pan de oro. Sería aconsejable una restauración de este ciclo pictórico antes de su total degradación, ya que se trata de una obra de calidad excepcional para el contexto rural en el que se ubica.

CONCLUSIONES Existen tres grandes grupos o conjuntos de ciclos pictóricos en esta zona oriental, concejos de Cabrales, Cangas de Onís y Onís: 1Q) Revestimiento de enlucido, con trazos rojos para señalar el recercado de sillares o fingir el despiece del aparejo19, con algún motivo sencillo, de tipo geométrico, simbólico (cruces), etc. Debía ser habitual esta animación de la caja de muros en el pasado, aunque ha desaparecido frecuentemente, en parte por el hábito de restauraciones que descubren la piedra, y también por el abandono y destrucción de muchos templos. 2Q) Decoraciones en bóvedas, de tipo geométrico o fitomórfico, y en muros testeros donde se fingen retablos, con o sin imaginería pintada; el tono amarillo se equipara al dorado de los de talla. 3Q) Ciclos complejos, que reúnen escenas figurativas, del Via Crucis, asuntos bíblicos, hagiográficos, o de carácter moralizante. Resultan ser los de mayor interés, pero su carácter popular y la imprecisión cronológica (por el mantenimiento de las pautas estilísticas a lo largo de los siglos) dificultan su estudio y lastran su valoración.Existen, igualmente, dos medidas provenien­ tes de sendas instituciones que permiten la salvaguarda de este legado. La inclusión en el Inventario del Patrimonio Arquitectónico Asturiano, financia­ do por la Consejería de Cultura del Principado, que se realizó por primera vez en 1980 y actualmente se está revisando y ampliando; y la catalogación o inclusión en las Normas Subsidiarias o Plan General de Ordenación de cada municipio que propone diversos grados de protección para los inmuebles, aunque la última palabra siempre la tienen los Ayuntamientos, quienes con­ ceden o deniegan los permisos de obras y pueden activar la recuperación de un edificio20.

19 Fuera del territorio regional e incluso nacional, encontramos este motivo ornamental en ciertos templos de la costa atlántica francesa, como por ejemplo la iglesia de Saint Symphorien en Grézac (Charente - Maritime), donde los muros de la cripta osario se cubren con pinturas que fingen el paramento, muy semejantes a las mencionadas en las iglesias del oriente asturiano. 20 Para mayor información sobre este tema remitimos a las siguientes fuentes documentales: Catálogo del Patrimonio Histórico Artístico, título V. Normas subsidiarias aprobadas del concejo de Cangas de

Onís; F e r n á n d e z F l o r e s , D.: “Catálogo y mapas. Anexo 2”, Normas subsidiarias del concejo de Onís

(en revisión); F e r n á n d e z F l o r e s , D.: “Catálogo y mapas. Anexo 2”, Normas subsidiarias del concejo de Cabrales (en revisión). DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 5 5 5 6 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M3 FERNANDA FERNÁNDEZ DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 5 7 58 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M3 FERNANDA FERNÁNDEZ

Foto 1. Lavatorio. Muro testero. Iglesia de Santa Eulalia de Abamia. Corao (Cangas de Onís) DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 5 9

Foto 2. Motivos florales, ángeles y dientes de sierra. Bóveda. Capilla de San Emeterio de Isongo (Cangas de Onís).

Foto 3. Estaciones del Vía Crucis y Santos. Muro testero. Capilla de San Emeterio de Isongo (Cangas de Onís). 60 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y Ma FERNANDA FERNÁNDEZ

Foto 4. Motivo heráldico que exhibe las llaves de San Pedro. Bóveda. Antigua iglesia parroquial de San Pedro de Con (Cangas de Onís).

Foto 5. Retablo fingido. Muro testero. Capilla de San Roque de Llano Con (Cangas de Onís). DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 6 1

Foto 6. Santiago Matamoros. Muro testero. Iglesia de Santiago de Villaverde (Cangas de Onís). 6 2 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y Ma FERNANDA FERNÁNDEZ Foto Foto 7. Frisos de jabalíes, roleos y triángulos enfilados. Presbiterio. Muro del Evangelio. Ermita de Santa María de Villaverde (Cangas de Onís). DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 6 3

Casetones de la bóveda y retablo barroco. Ermita de la Virgen del Buen Suceso de Miyar (Cangas de Onís) 6 4 ISABEL RUIZ DE LA PEÑA Y M- FERNANDA FERNÁNDEZ

Foto 9. Retablo fingido y Evangelistas. Muro testero y bóveda. Iglesia de San Miguel de Asiego (Cabrales).

Foto 10. Santa Elena portando la Vera Cruz. Presbiterio, muro del Evangelio. Iglesia parroquial de Santa Martía de Lias. Arenas de Cabrales. DECORACIÓN PICTÓRICA EN LA ARQUITECTURA SURORIENTAL ASTURIANA 6 5

Foto 11. Retablo fingido. Muro testero. Capilla de San Julián de Ortiguero (Cabrales). EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

“Lo que no hiciere un fraile no lo hará el diablo” Jerónimo de Barrionuevo . Avisos. *

Un punto de controversiaen la España del Antiguo Régimen era el deba­ te sobre el elevado número de sacerdotes y religiosos y su desigual distribu­ ción por regiones y comarcas. Arbitristas y tratadistas -como Fernández Navarrete o Caxa de Leruela- advertían sobre la proliferación de “religiones” y su pernicioso efecto para la economía del reino; y aún dentro de la pruden­ cia, muchos eran los que -como el Dr. Sancho de Moneada- culpaban a los eclesiásticos de la despoblación del Reino. “La tercera causa -escribe Moneada en La Restauración Política de España (1.619)- dicen que es haber la cuarta o la tercera parte del Reino de eclesiásticos y religiosos, que cada día van en aumento, porque dicen que en lugares grandes hay muchas casas donde todo son eclesiásticos, y pocas donde no haya alguno, y haciéndose tantos cada día y no casándo­ se, se va agotando el Reino”. El propósito inicial de este trabajo se presenta como un simple comenta­ rio al texto de Moneada con aplicación específica a Asturias. Explora algunos indicadores demográficos con el fin de conocer la contribución de Asturias a la ruina y decadencia del Reino, por seguir a Moneada. También se aventura -para gozar de perspectiva suficiente- en un esbozo de panorámica general del estamento, apurando en navegación indagatoria diversos recursos del con­ texto. Recala así en aspectos de orden jurisdiccional, económico y cultural, perfil y complemento adecuado de una realidad cotidiana, la del poder ecle­ siástico, aún poco conocida.

1.- LOS CENSOS

Para medir la incidencia y significado del clero en el conjunto de la población acudimos a los datos de los Censos Generales de 1.591, 1.787 68 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ y 1.797 cuyas estimaciones son de conocida fiabilidad, habida cuenta de los beneficios que reportaba al estamento privilegiado -léase devolución de impuestos sobre arbitrios via “refacción” y otros- un ajustado recuen­ to. Las cifras del llamado “Censo de Aranda” -por obispados- tienen en cuenta el territorio del Principado de Asturias,por lo que no se contabili­ zan los datos de conventos de tierras leonesas (Benavente y Gordón, por ejemplo). En el CUADRO-1 presentamos los datos comparados de Asturias, la Corona de Castilla (1.591) y España atendiendo a las categorías básicas de clero secular -curas y beneficiados- y regular, o frailes y monjas, estable­ ciendo los porcentajes estimados sobre el conjunto regional y peninsular res­ pectivamente. Destaca, a primera vista, la escasa presencia del clero en el Principado si se compara con el resto de España. Podemos estimar en un exi­ guo 1,2% el porcentaje de los eclesiásticos de la Corona de Castilla residen­ tes en Asturias según el censo de 1.591. Este porcentaje sube discretamente hasta el 1,6% -en 1.787- y el 1,8% en el Censo de 1.797, repunte alcista que se debe al ámbito territorial de los censos. Que la región no parece atractiva para al clero, en tomo a 1.591, es algo a todas luces evidente: una proporción de 5,3 eclesiásticos por millar de segla­ res. Aunque esta cifra se sitúa muy por debajo de la media territorial hispáni­ ca, el cambio de orientación que se observa en las centurias del amplio perío­ do intercensal indica un sensible y lento progreso de asentamientos y voca­ ciones eclesiásticas en la región. Así se alcanza -acaso por saturación de otras regiones o por crecimiento natural de la población- un índice de 7,4 eclesiás­ ticos por millar de seglares en el tramo final del Siglo de las Luces. Moneada parece no tener presente la peculiaridad de Asturias cuando imagina y pro­ nostica la despoblación en la Corona de Castilla. La realidad parece ser más bien otra, posiblemente en línea y sintonía con la descripción del país que ofrece el canónigo Andrés de Prada en carta a (San) Francisco de Borja, fechada en 1.569. El “paraíso natural” del Principado no es más que tierra de evangelización:“Hay muy pocos monasterios de frailes -escribe Prada- y los clérigos y curas de ordinario son idiotas porque los beneficios son muy tenues”1. Las cifras que ofrecemos son el referente censal de la situación de Asturias a fines del reinado de Felipe II e ilustran por sí solas aspectos del texto.

1 J. L. González Novalín: Historia de Asturias. Edad Moderna. I. Salinas-1.979, pf>. 247-250. Compárese la situación de 1.591 con la actual, en 1.998: en Asturias hay un único monasterio de mon­ jes (Valdedios) y 10 de monjas. El panorama en España es el siguiente: 969 monasterios, de los que 44 son de monjes y 925 de monjas. (Fuente: Conferencia Episcopal Española. -Anuario.) EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591 -1797 6 9

CUADRO 1. EL ESTADO ECLESIASTICO

1591 1787 1797 Astur. C. Castilla Astur. España Astur. España Clérigos 779 40.599 1.836 70.850 1.968 70.840 Frailes 216 25.445 393 52.300 501 53.098 Monjas 119 25.041 226 25.813 224 24.471 NQ de conventos

A) De frailes 15 15 2.067 15 - B) De monjas 4 - 8 1.122 8 - Total eclesiásticos Secular y regular 1.114 91.08 2.455 148.963 2.693 148.409 Eclesiásticos por Millar de seglares 5,3 11,3 7,1 4,3 7,4 14 Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de los censos.

CUADRO 2. DISTRIBUCION DEL CLERO REGULAR EN 1591

2.1. Los frailes

Ben. Bern. Dom. Fran. Jesu. Merce. Total Oviedo 13 - 8 33 22 - 76 Corias 15 --- 15 Avilés 24 24 Castrillón --- 5 5 Onís 3 -- 3 Llanes 12 12 Villaviciosa - 16 ---- 16 C om ellana - 6 ---- 6 Villanueva De Oseos 9 ----- 9 Tineo --- 20 - 20 O bona 16 ----- 16 Belm onte - 14 ---- 14 TOTAL 68 36 8 77 22 5 216 Siglas-Fuentes: Ben-Benedictinos; Bem-Bemardos; Dom-Dominicos; Fran-Franciscanos; Jesu-Jesuitas; Merce-Mercedarios. *Censo de 1591. Nota. Los “Jerónimos” que aparecen en la relación de Asturias no están en la provincia sino en territorio de la diócesis en Benavente (Zamora).

2.2. Las monjas (1591)

Benedictinas Bernardas Clarisas Total Oviedo 53 - 40 93 Avilés - 26 26 TOTAL 53 26 40 119 7 0 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

Si, como afirman algunos jesuitas, Asturias es como una especie de Indias interiores a la monarquía hispánica que precisan de urgente evangeli- zación, llama la atención la desigual distribución de recursos y efectivos en tan apremiante tarea. Y como rasgo a destacar fijemos la atención en el alto grado de concentración urbana de los efectivos, tanto del clero regular como del secular. Podemos abonar esta afirmación con el ejemplo de la Ciudad y concejo de Oviedo, centro de las apetencias de privilegio, poder y vocación que se fusionan en la vida eclesiástica. El padrón de 1.705 censa un total de 111 clérigos y 304 monjes de uno u otro sexo, lo que viene a suponer un 6,2% de la población total. De estos 111 clérigos, unos 53 son canónigos y perso­ nal de servicio (raciones, etc.) de la S. I. Catedral de Oviedo, elevada clerecía prebendada que ha venido disminuyendo a lo largo del XVII. La despropor­ ción -por exceso de número- del cabildo ovetense es pareja a la abultada nómina de regimientos perpetuos que se han creado en el consistorio munici­ pal, institución con la que parece competir, al menos en honores, cuando no en escaparate de la vanidad del mundo. La estimación de miembros del cabil­ do viene a ser de unas 14 dignidades, 50 canonjías y 24 raciones, rivalizando con Toledo, diócesis que supera a Oviedo en 10 canonjías y 26 raciones. La realidad elocuente de la crisis que se agrava con la entrada de Felipe IV y la corrupta privanza de Lerma,es algo que se proyecta a su modo sobre el cabil­ do ovetense. Este se apresura (en 1.622) y acuerda declarar “a extinguir” 26 prebendas; pretende así la mejora del estipendio en al menos doscientos duca­ dos,medida necesaria para hacer frente a la periódica devaluación y resello del vellón. El ajuste se revela como beneficioso y las medidas de 1.622 se com­ plementan con otras que conducen, a lo largo del siglo a una drástica dismi­ nución de efectivos, tal y como mostramos en el siguiente cuadro:

CUADRO 3. EL CLERO EN OVIEDO (CIUDAD)

AÑO PRESBITEROS CANONIGOS TOTAL 1.722 52 33 85 1.737 6 45 105 1.751 27 35 62 1.766* 25 49 74* 1.773 33 34 67 1.780 32 30 62

(*) Datos incompletos. Fuente: Archivo Municipal de Oviedo. Padrones de moneda forera.

Pese al carácter parcial de las fuentes y a las posibles deficiencias de cómputo -población de hecho y de derecho y canónigos que no se registran EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 7 1 en los padrones municipales2- todo parece apuntar hacia un descenso paula­ tino del clero secular en las primeras décadas del XVIII, al tiempo que se con­ solida, mantiene e incrementa -en el tramo final del siglo- la cifra de los con­ ventuales o regulares. Es posible que la cifra de 111 clérigos para Oviedo se corresponda con datos globales del concejo, pero adviértase aún así un sensi­ ble descenso de efectivos en la Ciudad a lo largo de la centuria. La curia cate­ dralicia se apresura a tomar nota y a dar ejemplo a su modo: cierra el paso a la multiplicación de prebendas y estabiliza el número de capitulares en una cifra -de 30 a 35- más ajustada a las exigencias corporativas de salario -ingresos de la Mesa Capitular- y consolidación de estatus. El clero regular parece seguir una tendencia diferente como puede apre­ ciarse en los cuadros siguientes:

CUADRO 4. EL CLERO REGULAR EN OVIEDO

ORDEN RELIGIOSA 1752 1766 Benitos (San Vicente) 40 41 Benitas (San Pelayo) 52 54 Benitas (La Vega) 34 33 Dominicos 40 34 Jesuítas 20 0 Franciscanos 85 80 Clarisas 33 34 TOTAL 304 276 Fuente: A.M.O. Libro de Eclesiásticos de la única Contribución. (Catastro) B.R.A.H. Censo de 1768. Signatura. 9/6154, 9.6155, 9.6156

CUADRO 5. EL CLERO REGULAR EN ASTURIAS

FRAILES ORDEN RELIGIOSA 1591 1766 1787 1797 Benitos 59 134 120 169 Bernardos 36 65 52 60 Dominicos 8 31 39 31 Franciscanos 77 108 159 219 Jesuítas 22 - M ercedarios 5 21 23 22 TOTAL 216 359 393 501

2 J. L. G o n z á l e z N o v a l í n : Ibid. pp. 214-220. El autor estima en unos 80 individuos la cifra total de miembros del cabildo, incluyendo capitulares y personal de servicio. En 1.622 se declararon a extinguir 26 prebendas, aplicándose sus frutos a la Mesa Capitular y con el fin de aumentar las congruas y racio­ nes. Durante el siglo XVIII -y conforme a los datos extraídos de los padrones municipales de Oviedo- su número se ha reducido sensiblemente, tal y como puede verse en el Cuadro-3. 7 2 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

MONJAS ORDEN RELIGIOSA 1591 1766 1787 1797 Benitas 53 72 97 85 Bernardas 26 2 27 25 Clarisas 40 55 53 33 D om inicas - 24 12 12 Agustinas calzadas - 18 37 46

Recoletas - 18 - 23 TOTAL______U 9______202______226______224 Fuente: Censos citados y B.R.A.H. Sign. 9.6233. Nota: Se ha excluido a criados, niños, sacristanes y acólitos de los censos de 1787 y 1797, pero no a los donados-as, legos-as y “señoras con vestido secular”. Han sido excluidos del censo de Aranda los monas­ terios de León integrados en la diócesis de Oviedo.

Lejos de corregir el desigual reparto del clero secular, el regular agravó la situación congestionando las ciudades. El desinterés por el campo es mani­ fiesto: basta observar la ausencia de nuevas fundaciones en los siglos XVII y XVIII. Las dos ramas de la Orden de San Benito (“benitos” y “bernardos” res­ pectivamente) son quienes mantienen una mayor presencia en el medio rural. Los “benitos” están mejor representados y durante el siglo XVIII mantienen abiertos monasterios en Oviedo, Tineo (Obona), Llanes (Celorio), Salas (Comellana), Cangas del Narcea o de Tineo (Corias) y Cangas de Onís (San Pedro de Villanueva). Los claustros o capítulos de más entidad corresponden a Oviedo y Corias, con 38 y 36 monjes respectivamente, en el Censo de Aranda (1.768); su presencia es casi testimonial en Cangas de Onís, cuya comunidad de San Pedro de Villanueva cuenta con tan solo tres o cuatro frai­ les que se renuevan cada cuatro años. Su misión, al parecer, es la de mantener la ficción de una vida monástica plena, cosa que al parecer no existía en tan menguada comunidad.Su actividad se centra en la supervisión de apeos, cobros y actividades financieras (préstamos censales) de la orden dentro de la zona. Se trata más bien de una decanía o sucursal que de un verdadero monas­ terio. Los “bernardos”, por su parte tienen conventos asociados a explotacio­ nes señoriales o “cotos”, de los que luego trataremos: son los de Valdediós (Villaviciosa), con 27 frailes, Villanueva de Oseos, con 17 conventuales y Santa María de Belmonte, con 21 monjes, según el Censo citado. La vocación urbana y mendicante de los franciscanos hace dos excepciones: a sus monas­ terios de Oviedo y Avilés añade dos pequeñas hijuelas en Tineo y Villaviciosa, con 15 y 11 frailes respectivamente. Estas comunidades aumentan considera­ blemente sus efectivos a lo largo del siglo XVIII, sin acrecentar por ello su prestigio. El testimonio de Jovellanos -en su visita a Tineo en 1.796- es harto elocuente: “Tineo: al convento, ruin, pobre; mantiene, sin embargo, treinta frai­ les que arruinan al pueblo” (Diarios. B.A.E. LXXXV. p. 245) EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 73

Dominicos, jesuítas y mercedarios presentan establecimientos con meno­ res efectivos pero disputándose por igual el ámbito de las conciencias, la for­ mación y los derechos sobre la “buena muerte”. En esta piadosa lucha sin cuartel por la atención y ceremonia de los momentos postreros merecen espe­ cial mención los frailes de la Merced, establecidos en las proximidades de Avilés, en el concejo de Castrillón. La historia de su arribada a la villa de Don Pedro Menéndez -en pugna con los franciscanos- es narrada con magistral ironía y economía de medios, de nuevo, por nuestro insigne Jovellanos: “Los mercedarios... venían a la villa (Avilés) con ocasión de entie­ rros, etcétera. Una noche se quedaron en una barraca que tenían donde ahora el convento, y a la mañana amaneció en ella campana y capilla ” (Diarios. B.A.E. LXXXV. p. 112) Similitudes varias podrían ofrecerse con ocasión de fundaciones femeni­ nas dado que estas apuntan con marcada preferencia por las villas y ciudades; no es de extrañar, por ello, que más de dos tercios del total de monjas con­ ventuales tengan su asiento en el triángulo urbano definido por Oviedo, Gijón y Avilés. Destaca la capital del Principado por tener el 50% de la clausura femenina con tres conventos: San Pelayo, el mayor, con 46 monjas, Santa María de la Vega,con 26, y Santa Clara con 28, según el Censo de Aranda. Las clarisas o franciscanas tienen además una pobre fundación en Villaviciosa, con 20 monjas en estado precario, al igual que las agustinas de Llanes y Gijón, unas 36 mujeres en idéntica situación de penuria (que intentan aliviar con captaciones sustanciales, como se verá). No en mejor situación parecen hallarse las dominicas de Cangas de Tineo (Monasterio de Hermo) o las ber- nardas de Avilés, pequeñas comunidades que oscilan entre 20 y 26 profesas, en 1.768, y que aún irán a menos -caso de las dominicas- en las décadas fina­ les de la centuria. Resulta de interés destacar un hecho aún poco comentado en los contex­ tos generales: la crisis general del siglo XVII no parece haber afectado en modo alguno a los monasterios; más bien les benefició, como veremos. Y en los años finales del siglo, cuando parece que la recuperación se insinúa de forma tímida en el Norte Peninsular, algunos monasterios -como el de Santa María de la Vega, en Oviedo- incrementan considerablemente no solo su patrimonio sino el número de postulantes y personas acogidas. La alta concentración del clero en tomo a los centros urbanos queda, por otra parte, manifiesta si evaluamos su presencia -mediada la centuria del XVIII y con datos de la “Unica Contribución”- en los tres núcleos con una cierta actividad comercial y cultural del Principado, esto es, Oviedo, Gijón y Avilés. 74 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

Monjas en Santa María de la Vega. Oviedo A ño Velo nesro Velo blanco Júnioras Novicias Lesas 1.677 42 - 3 7 9

1.689 50 7 - 5 -

1.693 67 ----

1.765 31 ---- 1.793 28 ---- Fuente: Andrés Martínez Vega: El Monasterio de Santa María de la Vega. II Historia, s. XII-XIX. Oviedo, 1994, p. 365.

CUADRO 6. EL CLERO EN LA ZONA CENTRAL, 1752

CONCEJOCLERIGOS FRAILESMONJAS % S. POBLAC. OVIEDO 112 185 119 3,4% AVILES 18 72 31 2,8% GIJON 70 - 20 0,9% TOTAL 200 257 170 2,4% Fuente: Archivos municipales de Oviedo, Gijón y Avilés. Libros de la Unica Contribución-Catastro. “Eclesiásticos”.

No es sólo el contraste entre un clero regular agrupado en medios urba­ nos y un clero rural disperso entre las782 parroquias del censo de1.797, sino la progresión sensible del número de entradas masculinas en religión que se observa en el período intercensal de1.787-1.797 lo que llama poderosamen­ te la atención. El número de los presbíteros aumenta132, en un7%, acaso en consonancia con las nuevas parroquias creadas, en número94; de pero, al contrario, las vocaciones conventuales masculinas se disparan en un incre­ mento del30%, en esa década, sin que se produzcan nuevas aperturas claus­ trales. Este crecimiento -que de por sí llama la atención al estar por encima de la media nacional, del10,1 al 12,7- se produce de forma desigual ya que afecta a franciscanos y benedictinos, y, en menor medida, a sus hermanos cis- tercienses. Contrasta, igualmente, con la crisis de los monasterios femeninos que, tras un largo período de expansión selectiva entre1.600 y 1.750, afron­ tan con más problemas las décadas finales del XVIII.. Por otra parte no puede olvidarse que este crecimiento se produce en el contexto de graves penurias económicas y crisis de subsistencias o “hambrunas” cíclicas, de las que el año de 1.789es buen ejemplo. Más que de “hambre de vocaciones” cabe hablar, al menos parcialmente, de“vocaciones de hambre”, en un contexto de pau­ perización progresiva de las clases rurales. Nada nuevo, se dirá, pues éste fenómeno ya había sido destacado por Caxa de Leruela un siglo antes cuan­ do afirmaba: “La retirada que han hecho muchos a los Claustros y sacerdocio en España ha sido ocasionada de las miserias, trabajos y necesidad del siglo” (Restauración de la abundancia de España. 1.630) EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 75

En suma, lo que se configura así como un lugar común en la crítica de arbitristas e ilustrados pudiera pensarse que no reza con el Principado, habi­ da cuenta de su relativamente escasa presencia, como estamento y efectivos, en el conjunto demográfico. Y que como corolario a esto la proyección de su fuerza y poder en la región no reviste un carácter esencial ni altera de modo significativo la estructura básica productiva. Nada más lejos de la realidad: la acumulación de riqueza y poder del clero supera con creces el ámbito que la regla proporcional pudiera adjudicarle. No se trata de una clerecía marginal en ningún caso ya que participa plena y activamente en la gestión de los recur­ sos con un considerable beneficio. Veamos, como ejemplo, su participación en la esfera jurisdiccional.

2.- JURISDICCIONES ECLESIASTICAS. En la década final del siglo XVI la Iglesia ha perdido una parte conside­ rable de su poder jurisdiccional como consecuencia de las desamortizaciones auspiciadas por la Corona3. Los concejos sometidos a la Mitra de Oviedo (“obispalías”) han recuperado su libertad pasando a jurisdicción “realenga”. La oportunidad de comprar su “redención” no ha sido ofrecida a las jurisdic­ ciones de abadengo o a los excepcionales casos -como Noreña o Llendelafaya- en los que el privilegio de titularidad personal, en manos del Obispo o Dean, han impedido la venta. Con ello la presencia de los eclesiás­ ticos en el ámbito del régimen señorial ha quedado reducido a un estrecho margen territorial de jurisdicciones dispersas en tomo a monasterios rurales. En el Cuadro que sigue se muestra el estado y efectivos de los cotos eclesiás­ ticos a fines del XVII y su evolución posterior durante la primera mitad del XVIII. La entidad de los señoríos eclesiásticos no es algo de especial relevancia si se la compara con el conjunto del Principado y la Corona de Castilla al que pertenece. Son unos 1.448 vecinos, a mediados del XVIII, los que están suje­ tos a dominio señorial de monasterios, Obispo, Deán y Cabildo de Oviedo, lo que viene a ser un 2% de la población de Asturias en esa época. Y en exten­ sión es posible que el “minifundio señorial” eclesiástico no sobrepasara el 6% de la superficie de la provincia. Pero, lejos de restar importancia a éste fenó­ meno, por lo escasamente representativo o simbólico que pudiera parecer, el señorío eclesiástico asturiano se proyectaba sobre otras realidades económi­ cas y sociales de amplia repercusión en la vida de los campesinos. Merece la pena destacar un hecho: algo más de la mitad de los vecinos sometidos a juris-

3 Para el contexto general de las medidas tomadas por la Corona y su repercusión en Asturias véase mi trabajo “La desamortización eclesiástica en Asturias en la época de Felipe 11 ", en Boletin del Instituto de Estudios Asturianos. nQ 109-110 y 111, Ia y 2- partes. 76 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

CUADRO 7. SEÑORIOS ECLESIASTICOS. SIGLOS XVII Y XVIII

VECINDARIO JURISDICCION 1694 1713 1752 TITULAR -La Riera 52 41 72 Abad de Covadonga Valdediós 102 53 170 Monasterio de Valdediós Cam as 20 15 60 Monasterio de Valdediós San Bartolomé de Nava

C astañera -- 47 Monasterio de San Pelayo-Oviedo Noreña y La Felguera 200 199 419 Obispo de Oviedo Belm onte 102 68 215 Monasterio de Belmonte O bona 77 61 63 Monasterio de Obona

Corias 54 - 69 Monasterio de Corias Llendelafaya 2 6 2 Dean Iglesia Cat. Villanueva de Oseos 122 - 152 Monasterio de Oseos

Llames de Parres -- 70 Monasterio de San Pelayo-Oviedo Lindes -- 7 Monasterio de Arbas

Fuentes: Ms-92 de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo. Vecindario de 1713. A.G.P. Libros de Actas de Juntas y Diputaciones del Principado. Archivo General de Simancas. D.G.R. Ia R. Libros 366, 367, 368, 372, 374, 375 y 376. dicción de la Iglesia vivían en cotos donde los frailes eran a la vez los mayo­ res hacendados de los mismos, cuando no -como en Belmonte o Comellana- dueños absolutos del dominio directo y útil del territorio. Esto significaba, en la práctica, que la extensión jurisdiccional se solapaba sobre la vida cotidiana del campesino que era a la vez cultivador de tierras aforadas al monasterio o de otros bienes de exclusiva propiedad de los frailes. De este modo la virtual carga simbólica del señorío -en los derechos señoriales tardofeudales, por ejemplo- quedaba eclipsada por la dependencia casi total y absoluta del cam­ pesino con relación al entorno monástico. En el Cuadro que sigue mostramos los indicadores básicos de los recur­ sos que se computan a los monasterios que son “mayores hacendados” en los cotos de su jurisdicción, sin perjuicio de los bienes que poseen -y de los que son titulares de hecho- en otras localidades y que aquí no se computan. También, en éste caso, la “lista de los mayores hacendados” rebasa, por lo simbólico, los límites que quiera imponérsele. Si los indicadores mostrados inducen a pensar en un yugo patriarcal, el del señorío eclesiástico, fácil de soportar, es porque se ignora la realidad coti­ diana del vasallaje y de los múltiples abusos que comporta. Más allá de la carga simbólica que representan los derechos señoriales -en forma de “emi- nas” de pan, “copines” de escanda o “marrana de San Martín”- está la agre­ sión continuada y apropiación indebida de pastos y bosques comunales, diez­ mos y primicias abusivos (caso del Monasterio de San Juan de Corias), facen­ deras, vendimias y estaferias no retribuidas (en Belmonte, por ejemplo) y una EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 77

CUADRO 8. LOS MONASTERIOS COMO MAYORES HACENDADOS

(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7) (8) (9) (10) Belmonte 7.546 1.139 205 108 Castañera 1.315 634 172 Comellana 4.388 423 18.112 22 1.353 330 120 Corias 187 - 870 41 936 761 Valdediós 1.573 36 163 1.080 19 9.902 880 574 O bona 6.044 7.963 6.153 Villanueva de Oseos 2.655 1.350 136 1.807 4.114 Lindes 28 225.151 (1) Diezmos y primicias. (2) Derechos señoriales. (3) Esquilmos de ganados. (4) Productos de heredades. (5) Rentas de casas. (6) Foros y censos. (7) Juros. (8) Molinos y herrerías. (9) Alcabalas. (10) Derechos sobre pesca. - Valores en reales de vellón. Fuentes: A.G.S.D.G.R. Is R. Libros 442, 449, 447, 450, 453 y 454. Libros del Mayor Hacendado. amplia gama de derechos feudales sobre molinos, herrerías y apóstales de sal­ mones (Comellana), que en todo y sobre todo participaba el monasterio. En algunos casos -como en el Coto de Villanueva de Oseos- el abad no percibía derechos señoriales pero cobraba íntegros los diezmos y primicias del coto.Tampoco se percibían derechos en los cotos titulares de Castañera, (Nava), o Llames de Parres, y eran más que simbólicos -seis reales por quin­ quenio (Corias)- en algunos. ¿Cómo explicar entonces la animadversión de los vecinos, creciente y pacífica, sin duda, que aflora en pleitos y litigios? Veamos un ejemplo significativo: el Monasterio de Valdediós, en Villaviciosa. Los frailes bernardos de Valdediós son titulares de dos cotos: el formado por las tierras y lugares inmediatos al Monasterio de Santa María, y el com­ prendido en los términos de Cabranes y Nava conocido como “Coto de Camás”. En el primero la contestación al poder señorial parece quedar pron­ to sofocada por la erección de una “cárcel de coto” en las proximidades del monasterio; en el segundo los vecinos se han movilizado contra los frailes en un pleito interminable sobre los comunes de la parroquia y los derechos de “Nuncio”, “Mañería” y “Yantar de San Lorenzo”. Los frailes poco obtienen, en verdad, en concepto de “derechos señoriales” -unos 80 reales anuales- pero suman a ello 240 reales de alcabalas y derechos no reconocidos sobre pastos y montes del Común. De ahí que los vecinos hayan tomado 190 Ducados a censo de la Mesa Capitular de Oviedo para litigar contra los frai­ les y el asunto aguarde aún resolución del Consejo en 1.7524.

4 ARCHIVO DEL AYUNTAMIENTO DE CABRANES. Santa Eulalia de Cabranes. Libros de la única Contribución (Catastro). Vol. Seglares y Eclesiásticos. Coto de Camás. Respuestas Generales. 7 8 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

La clave de la supuesta benignidad del señorío eclesiástico reside en la apropiación de comunes que pertenecen a los vecinos, pieza fundamental del régimen señorial al ser los únicos “bienes de propios” de que disfruta la inmensa mayoría de los municipios y parroquias del Principado. Más que la intromisión de los frailes en las sucesiones “ab intestato”, importaba a los vecinos litigar y conseguir el pleno dominio de sus montes y brañas, usurpa­ dos -como en Belmonte- por las reducidas comunidades conventuales encar­ gadas de velar por sus almas. De ahí que la autentica realidad de la jurisdic­ ción eclesiástica resida precisamente en aquello que no se escribe y cuantifi- ca -acaso porque es de difícil justificación- pero que agrede y vulnera a lo más hondo del sentir comunitario: la apropiación del común y la carga inso­ portable, aunque simbólica, del tributo señorial. ¿En qué medida esta resistencia antiseñorial halla eco en las instancias superiores de audiencias y consejos? Las limitaciones del reformismo ilustra­ do son bien conocidas y más allá de la política de promoción regalista en las altas esferas, poco o nada se hace para defender al campesino sometido a jurisdicción señorial. Ejemplos bien significativos de estos abusos jurisdic­ cionales los hallamos en la situación denunciada por los campesinos de Allande y Cangas de Tineo y los pescadores de Tazones (Villaviciosa) y Lastres (Colunga). En el primer caso las quejas proceden de los campesinos pecheros de los concejos de Cangas de Tineo y Allande sometidos al feudal“derecho de adras” por el Arcediano de Tineo. El motivo por el que pleitean los campesi­ nos no parece ser tanto la cantidad anual -unos 1.500 reales viene a sumar el citado “derecho”- que deben satisfacer al Arcediano Llanes, sino que la pro­ pia carga señorial se transmita a los laicos herederos (la familia Llanes), que éstos reivindiquen el derecho por herencia (Joseph Antonio de Llanes, en 1.774) y que la Audiencia de Asturias falle a favor de la consolidación del vín­ culo feudal hereditario en la poderosa familia de Oviedo. En los casos de Tazones y Lastres hallamos de nuevo la peculiar combi­ nación de habilidad y astucia negociadora de frailes y monjas para esquilmar sutilmente a los honrados pescadores exigiendo derechos de foro inmemorial sobre el suelo edificado. En Tazones son los frailes del Monasterio de San Vicente de Oviedo quienes reclaman el pago a cada vecino -en concepto de foro inmemorial- de pescada “ y melga”, asegurándose un fácil y gratuito suministro de frutos y peces. Lastres, activo puerto pesquero en el concejo de Colunga, no se libra tampoco fácilmente de la plaga y asedio eclesiásticos: en 1.670 la villa ha ganado carta ejecutoria contra el Deán y Cabildo de Oviedo en su pretensión deque “ cada vecino les había de pagar seis pescados gran­ des por cada casa de morada”. Pero a poco de celebrar ufanos el triunfo los ecos del pleito remueven la codicia de las monjas del Convento de San Pelayo EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 7 9

(Oviedo) quienes revisan sus archivos y -¡extraña casualidad;- descubren que también gozaron de ese derecho, decaído en 1.646, y por el que cobraban -en razón de foro perpetuo por el suelo-“dos arrobas de pescado zizial de a 25 libras mayores cada una”. Iniciado pleito y tras dos años de litigio en la Real Chancillería de Valladolid, monjas y pescadores se avienen conviniendo res­ cate y redención perpetua en 400 ducados5. ¡Dumlicet...!

3.- RENTAS ECLESIASTICAS

“La perversa división de las rentas de la Iglesia, aborto de las falsas decretales y de la avaricia de la Corte de Roma, tiene trastornado el universo” JOSE LEON DE ARROYAL. Cartas al Conde de Lerena.

No es sólo esa “perversa división” a la que alude Arroyal, sino la prover­ bial riqueza del clero la que ha sido objeto de diferentes controversias y esti­ maciones, en muchos casos no ajustadas a criterio alguno de objetividad No disponemos de estimación alguna, elaborada con un mínimo de rigor, sobre la riqueza del clero asturiano. Y los datos más fiables proceden de la época de disolución del Antiguo Régimen: se trata de la valoración que Pascual Madoz ofrece sobre los bienes del clero en vísperas de la desamortización de 1.836. Partiendo de esos datos -que toman como referente los bienes en tasación6-, se podría afirmar, con la debida cautela, que:

1. En la provincia de Asturias se hallaba solo el 1,5% de los bienes de eclesiásticos de toda España, valor porcentual que guarda cierta rela­ ción con el establecido para la relación eclesiásticos-seglares en las décadas finales del XVIII. 2. El clero asturiano tenía más posesiones y riqueza que los de Cantabria, Guipúzcoa o Vizcaya, y estaba en situación equiparable al de la pro­ vincia de La Coruña. 3. El clero secular venía a tener, potencialmente, el doble de riqueza que el clero regular, si nos atenemos a los valores en tasación de los bienes amortizados.

5 ARCHIVO HISTORICO PROVINCIAL DE ASTURIAS (citado en adelante como A.H.P.) Oviedo. Protocolos de Oviedo. Inventario de Joseph Antonio de Llanes. Leg-952 f. 384. (Sobre los derechos de los Llanes a las adras de Allande y Tineo.) Ibid. Leg.-958 f. 112 y ss. (Sobre los derechos del Monasterio de San Vicente en la localidad de Tazones).Ibid. Prot. Oviedo. Leg-247 fs. 127-134 (Sobre los derechos del Monasterio de San Pelayo en Lastres). 6 Francisco Simón Segura : La desamortización española del siglo XIX. Madrid-1.973, p. 156. Véase igualmente, José María Moro : La desamortización en Asturias. Madrid-1.981. 80 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

4. Los bienes del clero regular suponían un 0,95% del total evaluado para el clero regular en España, pudiendo afirmarse que los regulares astu- res eran más ricos que sus vecinos de la comisa cantábrica. A este res­ pecto cabe destacar como los bienes de los frailes y monjas de Asturias se tasaban en casi el doble del valor que obtenían los bienes de frailes y monjas en La Coruña (provincia), y muy por encima de los valores adjudicados a los de Cantabria,Vizcaya o Guipúzcoa. 5. Los bienes del clero secular venían a significar un 2% de los estima­ dos para su categoría en España. 6. En su conjunto la relación porcentual establecida sobre tasación arro­ jaba el siguiente resultado: 34,3% para los bienes del clero regular y 65,6 % para los del secular.

El contraste y verificación de estas afirmaciones es tarea que aún queda por realizar y que requiere el estudio detallado de las economías monásticas y de las rentas específicas del clero secular. Dado que distamos aún de pose­ er estudios de conjunto podemos matizar, sin embargo,el alcance de estas esti­ maciones globales con datos parciales significativos.

3.1 El clero regular La desigual distribución de los bienes y riqueza de los monasterios era junto con la dispersión geográfica de las parcelas una de las características de la economía monástica. Los monasterios más poderosos se hallaban en el cen­ tro y área occidental de la provincia y se correspondían con la orden bene­ dictina en sus dos ramas. Se hallaba a la cabeza el de San Juan de Corias, en Cangas de Narcea, seguido a distancia por el de Santa María de Valdediós, y los de Comellana, Obona, Belmonte y Oseos. Foros, censos y arriendos for­ maban el grueso de sus bienes dispersos por los municipios (promedio de unos 12 a 14 para los grandes cenobios del centro y occidente). Un seguimiento específico de la formación del patrimonio de cada comu­ nidad monástica nos permitiría conocer mejor y rectificar, posiblemente, algunas apreciaciones. Tomando como ejemplo el Monasterio-Colegio de San Vicente, en Oviedo7 se puede avanzar sobre un conjunto significativo de datos reveladores del dominio monástico y su formación, probablemente comunes a otros cenobios asturianos. La dispersión, por supuesto, es pauta común: los bienes del monasterio están repartidos en un total de 26 concejos, en el cen­ tro y occidente, concentrando el grueso de sus posesiones en el área de

7 Baudilio Barreiro : “El dominio de San Vicente en la Edad Moderna” en Semana del monacato can- tabro-astur-leonés. Oviedo-1.982, pp. 491-529. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 81

Oviedo, Siero y Llanera, la zona más próxima a la sede ovetense de la comu­ nidad. El grueso de sus ingresos -al igual que los de la Mitra asturiana- está for­ mado por el arriendo de préstamos (beneficios curados, diezmos, etc.), lo que supone un 70% de la renta percibida; el resto procede de rentas de la tierra y alquileres. Se calculan al Monasterio -en apeo de 1.821-propiedades que suman 1.325 Ha. de superficie, pequeñas explotaciones llevadas a través de contratos de foro o arriendo (403 arriendos y ya tan solo 64 foros a principios del XIX) con una superficie media de 23 días-bueyes. El valor de las rentas cobradas -que fluctúa bastante- se estima en 69.410 rs y 1.324 fanegas de grano anuales. El proceso paulatino de sustitución de los foros por arriendos a cuatro años -mucho más rentables- y la compra-venta judicial a campesinos endeu­ dados, son los mecanismos principales de consolidación del dominio monás­ tico asturiano. Deudas y ejecuciones de censos hipotecarios son dos instru­ mentos altamente valorados por los frailes para incrementar su patrimonio, por mucho que la benignidad abacial acceda luego a convertir al propietario endeudado en cultivador de la tierra que ha perdido. En la zona oriental perviven, sin embargo, los mecanismos tradicionales y parece que se prolonga durante más tiempo la vigencia del foro y una tra­ dición menos especulativa. Tomando como referencia un extracto de las cuen­ tas del Monasterio de San Pedro de Villanueva, en Cangas de Onís, para el año de 1.806, se puede perfilar la tendencia secular recaudatoria en cuanto al cobro en especie de los foros.

Rentas del monasterio y valores Escanda ...... 282 fanegas M aíz ...... 273 fanegas DINERO Censos ...... 1.122 reales vellón A rriendos ...... 21 279 reales vellón A rriendo castañas ...... 1 173 reales vellón

Fuente: Fray Juan del Sanz. Manuscrito de San Pedro de Villanueva. Oviedo, 1955. Pp. 161-162.

Mayor pobreza hallamos en las órdenes femeninas, propietarias de un 20%, aproximadamente, de los bienes que se computan al clero regular en la provincia. Los contrastes son también evidentes: el Convento de San Pelayo, en Oviedo, es con diferencia el más rico ya que se le estima dueño de más de un tercio de la riqueza de las monjas ovetenses. El viajero inglés Joseph Townsend lo visita, en 1.786,“atraído, sobre todo, por su gran riqueza. Lo habitan solamente cincuenta monjas, que disfrutan de unas rentas anua­ les de veinte mil ducados”, escribe8. Si a ello se le suma el patrimonio del

8 Joseph Townsend : Viaje por España en la época de Carlos III. 1.786-1.789. Turner Ediciones. Madrid-1.988, p. 166. 82 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

convento ovetense, de su comunidad, en Santa María de la Vega, resulta que ambos poseen un 13% del valor estimado a la clerecia femenina. Cantidades inferiores se asignan a las “bemardas” de Avilés y clarisas ovetenses (un 3,6 y 3% respectivamente) y en situación de pobreza reconocida parecen estar los conventos de agustinas recoletas de Gijón y Llanes, las dominicas de Cangas de Tineo y las clarisas de Villaviciosa. Las veinte monjas recoletas de Gijón tienen que vivir recogidas en aus­ teridad y pobreza cumpliendo la regla. La evaluación exhaustiva de sus rentas que se practica en 1.752 revela, sin duda, los estrictos límites de una convi­ vencia que se mantiene a flote durante el XVIII con la captación de algunas Ramírez y “la monja” de Jovellanos.

RENTAS DEL MONASTERIO DE AGUSTINAS RECOLETAS - GIJON 1. Casas arrendadas en Gijón ...... 297 Rs. 2. Tierras de labor y casas en el concejo ...... 99 fanegas trigo 3. Réditos de censos ...... 5.520 Rs. 4. Foros ...... 75 celem ines pan Fuente: Archivo Municipal de Gijón. Libros del Catastro. Eclesiásticos. Vol. 16, fs. 588 a 687 y Vol. 17, fol. 1.740 y ss.

Por lo general la naturaleza de los bienes y rentas es muy similar al de las órdenes masculinas: sustitución progresiva de foros por arriendos en la zona centro-occidental y predominio de bienes alodiales en la oriental, junto con censos y rentas de casas. Una estimación sobre datos del Catastro de 1.752, tomando como referente a las comunidades de frailes y monjas de Avilés arro­ ja el siguiente resultado: CUADRO 9. RENTAS DE LOS CONVENTOS DE LA MERCED Y SAN BERNARDO EN AVILES

LA MERCED SAN BERNARDO Rentas casas 150 rs. 637 rs. Arriendos rust. 160 fanegas Foros 9 fanegas 250 rs. = 65 f. Réditos censos 400 rs. 2.300 rs. Fuente: Archivo Municipal de Avilés. Catastro. Libros 1 a 4. Eclesiásticos y seglares.

La exigua renta de las ordenes femeninas de Gijón o Llanes, contrasta con la desahogada posición de las monjas de San Pelayo de Oviedo, monas­ terio del que poseemos algunos indicadores precisos sobre su patrimonio en los siglos XVI y XVII9). Los ingresos en especie se sitúan en medias anuales

9 José A. Alvarez V ázquez : “La vida económica del Monasterio de San Pelayo en los siglos XVI y XVII", en Semana del monacato.... op. cit., pp. 477-483. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 83 que oscilan entre 500 y 550 fanegas de grano en la segunda mitad del XVI; estas cantidades se incrementan considerablemente a lo largo del XVII hasta llegar a ingresos promedio de 829 fanegas en los años de 1.656-1.660. Es bien significativo que este crecimiento vaya acompañado de un progresivo endeu­ damiento del campesino, según reflejan los “libros cobradores”, de modo que las deudas atrasadas llegan a superar con creces a los ingresos anuales y ter­ minan en procesos de venta judicial. Se estima que un 40% del patrimonio del monasterio se forma precisamente por venta judicial en relación con deudas por réditos de censos, complementario al 52% en que se evalúa el patrimonio formado a través de la venta, aunque ésta encubra muchas veces, en realidad, la ejecución de deudas. El censo es un mecanismo básico que las monjas utilizan como recurso habitual para incrementar su patrimonio, un activo que mejora progresiva­ mente su liquidez con las rentas en metálico. Estas pasan de 14.495 reales en el período 1.622-1.625 a 118.797 reales entre 1.758-1.763, cifras bien dife­ rentes a las que poseemos para las monjas de Avilés. Parte importante de estas rentas procede de alquileres de casas en Oviedo, unas 18 en total, cifra bastante similar y próxima a la que se estima para las clarisas (27 viviendas) o benedictinas de La Vega, unas 22 casas en el casco de la ciudad y periferia. La comunidad de benedictinas de La Vega, en Oviedo, ha sido objeto de un interesante estudio9 bis que muestra, antes que nada, las importantes lagunas documentales para el período del que tratamos.Aún así, Martínez Vega advierte sobre la pujanza económica del monasterio en los siglos XVII y XVIII, basada en estrategias patrimoniales muy estrictas: recepción de dotes y legítimas en bienes raíces, muy pocas compraventas y múltiples ejecucio­ nes y embargos sobre censos cedidos “generosamente” al campesinado. A fin de cuentas las monjas saben que el ejercicio de la “caridad censal o crediti­ cia” tiene como recompensa la venta judicial, embargo del campesino endeu­ dado en una época de crisis (en especial el “período negro” de 1.690-1.700) amén de un incremento sustancial del patrimonio que se extiende por 30 municipios del centro de la provincia. Sumado a esto la sustitución de foros por contratos de arriendo a 4 años (el 70% de los bienes se ceden en arriendo durante el siglo XVII), la generosa política de préstamos que conduce a la eje­ cución y venta judicial les permite consolidar un sustancial patrimonio, que para el período 1.793-1.797 supone 501.432 reales de ingresos anuales, unas rentas que ya quisieran para sí el Dean y Cabildo de Oviedo.

9-bis A n d rés M a r t ín e z V e g a : El Monasterio de Santa María de la Vega. II.Historia. S. XII-XIX. Oviedo-1.994, en especial pp. 317-352. 8 4 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

En cualquier caso es preciso valorar en su justa medida el papel que juega el censo, instrumento privilegiado si los hay en la formación de los dominios monásticos, máxime si se tiene en cuenta que -como ha apuntado Ubaldo Gómez- el 34,5% el capital censal está en manos del clero regular de la región, y esta cifra, ampliada al conjunto del estamento eclesiástico, alcanza la estimable proporción del 76 % del conjunto del censo circulante entre 1.680 y 1.71510. No es extraño, por tanto, que en la experiencia y el sentir común aflore la acuciante necesidad de rebajar los censos al menos en dos puntos porcen­ tuales, esto es, del 5 al 3%; tanto es así que, cuando el Consejo recaba la opi­ nión de la Junta General del Principado sobre éste y otros asuntos, el parla­ mento regional transmite a la Corte un mensaje muy elocuente sobre el poder soberano de la Iglesia en la esfera económica: “Si no se acude al reparo en lo obrado de diez años a esta parte por los censualistas, dentro de otros diez se hallarán todos los bie­ nes libres espiritualizados” dice el memorial de la Junta. Y ante las posibles alegaciones de los eclesiásticos perjudicados se repli­ ca de antemano con firmeza destacando los frecuentes abusos: “Dícese que se dirán menos misas y sufragios y que se recibirán menos pobres, que acortarán las raciones las religiones, y tam­ bién enseña la experiencia que el juez eclesiástico si el que dejó hacienda que renta cuatro reales gravada con la limosna de qua- tro misas que en aquel tiempo se puso por bastante, lo modera hoy a que se digan dos misas con aquella limosna y por esto no le falta en la parroquia al cura o receptor sus diezmas con que fue fundada su congrua, ni en la gruesa de los frutos de las preben­ das se baja porque les falta más misas de hebdómadas que decir ni las religiones han crecido sus raciones por los empleos de los censos. Lo que se ve es que compran más posesiones y hacen mayores edificios de sus habitaciones sin que por esto sea Dios más alabado... No se ve que por este aumento de renta en los conventos de religiosas hayan minorado las dotes a las mujeres de vocación de serlo antes en monacales y mendicantes que al paso que por los medios de los censos se han multiplicado sus rentas han doblado las dotes, en algunas partes cregido más que la ter­ cia parte imposibilitando a la pobre este remedio aunque sea de la calidad que se le debiera dar por no tener para otro, por cuya ragon se debieran bajar las dotes como los censos11.

10 Ubaldo Gómez Alvarez:Estudio histórico de los préstamos censales del Principado de Asturias, 1.680-1.715. Luarca-1.979, p. 110. 11 ARCHIVO GENERAL DEL PRINCIPADO. (A.G.P.). Junta General del Principado de Asturias. Oviedo. Libros de acuerdos. Nü 86, fs. 35-36. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 85

Las alusiones son directas y apuntan -sin nombrarlas- a las monjas de La Vega, ese aristocrático dominio de mujeres enclaustradas que ha subido las dotes de 1.200 a 1.400 ducados en los años de referencia.

3.2 El clero secular Que el clero secular tuviese mayores riquezas e ingresos que el regular es una estimación que, teniendo en cuenta las tasaciones efectuadas para las ven­ tas, precisa alguna aclaración.La más importante es,sin duda, la que otorga a la Mesa Capitular y Dean catedralicios buena parte de esos bienes globales, más de un 60% del total, quedando el resto disperso en bienes de parroquias, fábricas, préstamos, simples y demás beneficios anexos. Las rentas de la Mesa Capitular y Dean son considerables pero no dispone­ mos de estudios básicos para evaluar su importancia. Los bienes rústicos apare­ cen dispersos por más de catorce municipios (predominando en Oviedo y Villaviciosa) en forma depréstamos y beneficios, con muy pocos foros y desta­ cando por su importancia los bienes urbanos: en Oviedo el Cabildo es propietario de cerca de 90 casas, de las que casi un tercio están ocupadas por canónigos “Un canónigo con cinco o seis mil ducados, y un cura con doscien­ tos o trescientos; un obispo riquísimo y otros padeciendo los rigores del hambre... esto es lo que tenemos a la vista” José León de Arroyal. Cartas (1.786). La severa crítica de Arroyal no discurre por derroteros de demagogia, salvo en el hambre presunta de algunos obispos. No es el caso del titular de Oviedo, cuyo menú saborea Townsend sentado a una larga mesa de roble. Sus rentas se perfilan sensiblemente superiores a las de algunos colegas castella­ nos, tal y como mostramos en el cuadro que sigue: CUADRO 10. RENTAS DE OBISPADOS EN EL SIGLO XVII

OBISPADO PERIODO RENTA BRUTA Astorga 1750-1774 209.124 rs. Ciudad Rodrigo “ 109.209 rs. León “ 229.414 rs. Palencia “ 362.781 rs. Oviedo 1755-1759 385.385 rs. Salamanca 1750-1774 301.137 rs. Valladolid “ 280.874 rs. Zam ora “ 344.438 rs.

Las valoraciones que se ofrecen por quinquenios a las vacantes de obis­ pados nos permiten apreciar el estado de las rentas episcopales. La muestra que ofrecemos se instala en un período de crecimiento o más bien en la fase inicial de una onda expansiva en todo caso. 86 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

CUADRO 11. RENTAS EPISCOLAPES. OVIEDO (1755-1759)

CONCEPTO VALOR Préstamos (arriendos) 348.243 Rs. Sinodático 1.606 Rs. Foros 3.814 Rs. Juros 5.206 Rs. Rentas en especie (74 fanegas escanda) 2.072 Rs. Rentas Vicaría de San Millán 24.445 Rs. TOTAL 385.386 Reales vellón

Deducciones Cargas 32.112 Rs. Pensiones 94.424 Rs. TOTAL 126.536 Rs. v.

RENTA NETA 258.850 Rs. v. Fuente: A.H.P. Oviedo. Protocolos de Oviedo. Legajo ne 887.

Las rentas del obispado y cabildo crecieron, sin duda, de forma especta­ cular en la segunda mitad de la centuria del XVIII. A juicio del ponderado Joseph Townsend, en 1786, las del obispado se estiman en unos 60.000 duca­ dos, solo superadas por los 80.000 ducados que atribuye al cabildo catedrali­ cio. Todo ello contrasta con la moderada austeridad que el viajero inglés apre­ cia en la vida y entorno del obispo Llano Ponte al describir su palacio:

“El estilo de vida que se desarrolla en él es todavía más sencillo que su arquitectura. Resulta cómodo, apenas lujoso y en absolu­ to ostentoso. La comida, generalmente, consistía en una sopa, o pan cocido en caldo, seguida de una olla, compuesta de vaca, car­ nero, un poco de tocino, chorizo y garbanzos, que son una espe­ cie de grandes guisantes característicos de España (Cicer arieti- num) En otras casas agregan ternera y pollo. A continuación ser­ vían carne asada o de caza, y cerraba la comida algún plato de pescado. Por la mañana y por la tarde, en lugar de té se tomaba chocolate, que se servía con bizcochos de Nápoles“12. En cuanto a las rentas del Cabildo, congruas y beneficios crecen de forma espectacular durante el siglo XVIII, de modo que si en tomo a 1.725 se esti­ maba la renta de un canónigo en 800 ducados -y mil para las “dignidades”13- cinco décadas después la media de ingresos se había triplicado al menos. Tomando como referente 22 almonedas de canónigos entre 1.752 y 1.797 hallamos unas rentas promedias de 3.200 ducados, y en algunos casos -como

12 Joseph Townsend:Viaje por España...op. cit. p. 159. 13 J. L. González Novalín: Historia de Asturias... op. cit., pp. 214-220. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 8 7 el Chantre Francisco Javier de Junco- considerables fortunas. No es seguro que todas lasdignidades llevasen su tren de vida pero es bien significativo hallar una considerable bodega con más de 300 botellas de vinos y licores españoles y extranjeros al lado de una menos surtida biblioteca (139 volúme­ nes), ropas de mujer (“de madama Dominca”), gran acopio de plata labrada, más de 3.000 ducados en dinero y otros 173.853 reales en su casa de Leces14. El contraste entre la opulencia de los cabildos y los ingresos de los párro­ cos y curas rurales era, sin duda, de una ostentación que provocaba la crítica, debida en parte a la elevada participación de la Mesa Capitular en la masa decimal de la provincia. Muy pocos son los curas párrocos que logran íntegro el diezmo parroquial: en una muestra de las 52 parroquias de Oviedo y Gijón, en 1.752 hallamos parcos resultados: sólo en tres casos de parroquias el cura disfruta de la integridad del diezmo. Mermados sus ingresos, párrocos y cape­ llanes viven de los derechos de “estola y pie de altar”, asalariados como mayordomos de aristócratas y del usufructo de rentas de la tierra. Los ingre­ sos de tres parroquias de Avilés, en 1.752, pueden servir de ilustración y medida a un panorama bastante habitual en la época.

CUADRO 12. RENTAS DE PARROCOS

Renta San Nicolás Sabugo Corros Tierras 0,5 fan. pan 126 rs. (casas) sin datos Diezmos 576 rs. 384 rs. 784 rs. Aniversarios y misas 1.967 rs. 538 rs. 27 rs.

4.- CARRERAS Y VOCACIONES Era característica de la España del Antiguo Régimen la posibilidad de combinar sacerdocio y carrera eclesiástica con el servicio al Estado en pues­ tos de responsabilidad. La opción por la tonsura no suponía así merma algu­ na en las ambiciones profesionales de quien la elegía ya que era compatible con la presidencia de Audiencias, Consejos o Chancillerías. Con todo, la obligación social que imponía el linaje y la descendencia eran condiciones que alteraban en muchos casos las posibles vocaciones “auténticas”; de tal modo que la carrera eclesiástica, cuando se perfilaba como tal, venía a ser una opción meritoria para “segundones” o hijas de difí­ cil dotación -por “estrecheces patrimoniales”- en el mercado matrimonial. Así y todo, “entrar en religión” no suponía, en modo alguno, segregación o

14 A.H.P. Prot. Oviedo. Leg-843. ARCHIVO CAPITULAR DE OVIEDO. Almonedas de canónigos. 15 A. D o m í n g u e z O rtíz : Las clases privilegiadas en la España del Antiguo Régimen. Madrid-1.973, p. 204. 88 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ ruptura con la esfera civil sino más bien todo lo contrario: la entrada en un orden privilegiado.“La frontera entre el mundo secular y el eclesiástico era muy fluida -escribe Domínguez Ortíz-más que la que separaba a nobles y plebeyos. Era grande el número de simples tonsurados que llevaban una vida enteramente seglar, aunque se prevalían de los privilegios de su estado para alcanzar beneficios o para no pagar tributos. La tonsura llegó a ser algo... que se buscaba porque capacitaba para muchas cosas, aunque con frecuen­ cia, no se ejerciera”. La combinación de fuero y beneficio junto con el régimen de patronato e “iglesia propia” orientaban en gran parte muchas vocaciones; las solidarida­ des familiares hacían el resto. Un mero examen de la documentación capitu­ lar del cabildo catedralicio de Oviedo nos adentra en el complejo mundo de la selección y formación de la oligarquía eclesiástica, espejo del entramado civil de los consistorios municipales bajo control de regidores perpetuos. Al igual que en otras provincias, los “segundones” de la aristocracia regio­ nal que toman estado religioso ponen sus ojos en las canonjías del capítulo ovetense, algunos como paso previo o escala en una carrera que puede culmi­ nar en un obispado o en el Tribunal de la Inquisición. La consulta de los 47 libros que forman la sección de “Pruebas de Genealogía y Limpieza de Sangre” en el Archivo Capitular de Oviedo nos permite avanzar sobre el grado de ocupación de plazas por la élite del Principado. El resultado es el siguiente: 1Q La parentela aristocrática que se mueve en tomo a la Junta General del Principado, está bien representada en los puestos clave -dignidades, etc- pero no supone, en el conjunto, más de un 10% de las plazas ocupadas (38 expe­ dientes para el período 1.568-1.805) 2- La estructura social del Cabildo es mayoritariamente mesocrática, fiel reflejo de intereses oligárquicos que se traban en la propia escala de promo­ ción endogàmica, sujeta a las severas leyes del patronazgo eclesiástico, auten­ tico instrumento de satisfacción vicaria -como en la profiliación- de la pater­ nidad frustrada (al menos legalmente). 3g Los gastos de “probanza” -auténtica dote canónica- suponen una barrera infranqueable para los pequeños hidalgos, forzados en sus opciones posibles hacia las “vocaciones” mendicantes, con escasas excepciones. Los linajes mejor representados son, por este orden, los siguientes16:

A) Los Miranda, con 7 plazas: Rodrigo de Miranda, en 1.568; Sancho y Lope de Miranda, en 1.598; Gutierre de Miranda, en 1.630; Femando

16 ARCHIVO CAPITULAR DE OVIEDO.(Catedral de Oviedo). Expedientes de genealogía y pruebas de limpieza de sangre. Vols. VII,XI, XXIX,XXX,XXXVI, Y XLVI, en especial. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 89

de Miranda, en 1.634; Alvaro Díaz de Miranda, en 1.665; Pedro Analsode Miranda, en 1.685, (Obispo de Teruel). B) Los Bernardo de Quirós, con 5 plazas: Ruy Díaz Bernardo de Quirós, en 1.599; Sebastián Bernardo de Quirós, en 1.634; Tomás Isidro Bernardo de Quirós, en 1.634; Juan Manuel Bernardo de Quirós, en 1.750; Rodrigo Bernardo de Quirós, en 1.783. C) Los Ramírez de Jove, con 3 plazas: Luis Ramírez de Valdés, en 1.665; Fernando Ramírez Vigil, en 1.697; Francisco de Paula Ramírez, en 1.727. D) Los Vigil de Quiñones, con 3 plazas: Lope de Vigil, en 1.609; Toribio de Vigil Quiñones, en 1.603; Juan de Vigil, en 1.633. E) Los Cañedo con 3 plazas: Juan de Cañedo, en 1.614; Antonio de Cañedo Velez, en 1.729; Alvaro de Cañedo Velez, en 1.723. F) Otros, como los Velarde (Eusebio Velarde, en 1.691; Joaquín Cosme Velarde, en 1.724), los Doriga y Malleza (Sancho de Doriga, en 1.681; Manuel José de Doriga, en 1.687), losCienfuegos (Gutierre González de Cienfuegos, en 1.578; Francisco Xavier de Cienfuegos, en 1.789), los Ruiz de Junco (Francisco Ruiz de Junco, en 1.676;Francisco Javier R. De Junco, en 1767), los Hevia (Gutierre de Hevia, en 1.621), los Duque de Estrada (Sancho Duque de Estrada, en 1.677), los Queypo de Llano (Antonio María Queypo de Llano, en 1.805), los Jove Dasmarinas (Gaspar de Jove, en 1.777), los Arguelles Quiñones (José Diego Argüelles Quiñones, en 1.777) y los Valdés Prada (Nicolás de Valdés Prada, en 1.733).

Vinculadas a la carrera canónica, en cuanto a promoción, están las aba­ días de patronato, privilegio de los “parientes mayores” de Asturias: las Casas de Quirós y de Miranda. Los Bernardo de Quirós ejercen su derecho de pre­ sentación y patronato en la Abadía de Villoría, en la jurisdicción de su nom­ bre cuyo titular es el pariente mayor del linaje, el Marqués de Camposagrado. Los Miranda ejercen idéntido derecho sobre la Abadía de San Pedro de Teberga, en la que colocan a segundones y parientes. La concesión de una canonjía en Oviedo es paso previo a la investidura como abad en Teberga de modo que las siete canonjías de las que se posesionan los Miranda en el siglo XVII, son mero trámite para la posesión en la Abadía. Retirados los Miranda a la Corte, las plazas pasan a miembros colaterales, como los Ramírez de Jove17.

17 ARCHIVO DE VALDECARZANA. Real Instituto de Estudios Asturianos. Provisión de la Abadía de Teberga. Siglo XVII. 9 0 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

Tengamos presente, en cualquier caso, que pocas carreras eclesiásticas se inician y terminan en la provincia y que las mas importantes suponen impor­ tantes desplazamientos y largos años de espera y taimada negociación de patronazgo en los colegios salmantinos. El Colegio de San Pelayo parece ser, en muchos casos, la antesala y plataforma desde la que se impulsan algunas careras. Tomemos el ejemplo de los Queypo de Llano, bien situados en la jerarquía de los órganos del poder. Al menos tres miembros de la rama fami­ liar principal salen de San Pelayo, en la centuria del XVII, para ocupar obis­ pados en Guadix (1,640), Jaén (1.650), y la Paz y Charcas, en América, en tomo a 1.700. Y de otros dos Queypo conocemos sus canonjías prebendadas en Arbás (León, en 1.640, Suero Queypo) y en la codiciada Toledo (Antonio Queypo, en 1.680)18. La solidaridad grupal de la parentela es acaso más decisiva que la simple probanza positiva. La larga mano del “pariente mayor” protege y ampara vocaciones alumbradas por desconocidos designios. Sirva de ejemplo el “cur- sus honorum” de Pedro Analso de Miranda, un pequeño déspota cuya momia -la única de un eclesiástico de su época- sirve hoy de patético espectáculo a la vanidad del mundo. Hermano del Señor de la Casa de Miranda (I Marqués de Valdecarzana), se forma en los colegios de San Pelayo y Cuenca en Salamanca, donde es ordenado sacerdote en 1.675. Se le obsequia con una canonjía en Oviedo, siendo presentado por su hermano para la Abadía de Teberga como titular en 1.685. Sus malos modos y carácter le sirven de pre­ sentación para ocupar plaza en la Inquisición de Santiago, donde posesiona como Inquisidor de oficio en 1.715. La influencia de la familia en la Corte le permite alcanzar el obispado de Avila, en 1.719 y el de Teruel en 1.720, donde fallece once años después19. Se trata de un modelo de carreras coronadas por el éxito que supone la mitra y que hallamos en segundones de algunos linajes de la aristocracia astu­ riana. Tales son los casos de Benito de Omaña, hermano de Ares de Omaña y gran protector de la familia, que recibe la diócesis de Jaén en 1.708; el de Romualdo Velarde y Cienfuegos, Obispo de Avila entre 1.758 y 1.768; o el de los Llanes, familia de arcedianos,cuyo miembro más destacado Alonso Marcos de Llanes alcanza la mitra segoviana en 1.770. En estos y otros casos hallamos, con frecuencia, la escala deseada -por el poder e información pri­ vilegiada que detentan sus miembros- en los tribunales de la Inquisición. Tales son los casos de Gutierre Bernardo de Quirós, colegial en San Pelayo, en 1.585, luego Inquisidor de Méjico, pasando luego al Tribunal de Toledo y

18 S e n é n A l va r ez d e l a R ib e r a : Biblioteca Histórico-genealógica-asturiana. Santiago de Chile - 1.924, pp. 71 y 86 19 ARCHIVO VALDECARZANA. Provisión de la Abadía de Teberga. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 91 por último al obispado de Trascala, en Indias; Diego de Omaña, colegial en 1.652, fiscal de la Inquisición de Cuenca e Inquisidor de Murcia en sus últi­ mos años; el citado Juan Queypo de Llano, colegial en 1.656, Inquisidor de Lima y posterior obispo de La Paz; Antonio de Ribero y Cienfuegos, colegial en 1.692, y fiscal de los tribunales de Cuenca y Canarias antes de terminar su carrera como Inquisidor de Zaragoza; o el ya citado Analso de Miranda, entre otros20. Un detallado estudio prosopográfico revelaría, sin duda, como el estrecho marco del cabildo era incapaz de saciar las apetencias de los tonsurados de linaje aristocrático, que buscaban vias de acceso al poderoso aparato de la Inquisición para un mayor medro personal. Con todo, el paso por el Cabildo ovetense podía favorecer la promoción ulterior y algunos ejemplos así lo tes­ tifican. Sirvan los de Lope de Omaña, Dean en Santiago,en 1.703; Rodrigo Bernardo de Quirós, canónigo penitenciario en Oviedo, en 1.783 y Dignidad en Sevilla cinco años después, donde su primo Francisco es Doctoral; o Sancho de Doriga y Valdés, canónigo de Toledo y posterior Inquisidor de Valladolid en 1.655; o Bernardo de Vigil y Quiñones, que ocupa la prebenda de Dean en Oviedo para luego pasar a la Suprema y figurar en nómina entre 1.686 y 1.689. Son estos, en cualquier caso, ejemplos de una movilidad geo­ gráfica de la élite eclesiástica que sería preciso determinar en sus justos tér­ minos. Excepción, valor y vocación más acendrada suponía el ingreso en las ordenes mendicantes donde se aceptaba a postulantes sin graves problemas de dote o enconada oposición de acceso. No eran carreras eclesiásticas propia­ mente dichas -salvo las excepciones de rigor que conducían por cupo y tumo hacia algún obispado- y por ello no es frecuente que los segundones de la nobleza entrasen en la orden seráfica, por otra parte tan solicitada en su hábi­ to para mortaja. Excepciones las hay y sirva de ejemplo la de Francisco Bernardo de Quirós, colegial en 1.637, que deja sus carrera para hacerse fran­ ciscano. Otros, como Juan de Cañedo y Miranda, colegial en 1.658 optan por los más selectos de San Agustín, e incluso algunos -como Femando de Doriga y Valdés, abandonan las honras del mundo para profesar en la belico­ sa Compañía de Jesús. Ninguno supera, en lo que sabemos, al hijo menor del arrogante Conde de Nava (Sebastián Alvarez de las Asturias) que profesa como cartujo en Miraflores, Burgos21. En la práctica, los regulares -con la excepción parcial de agustinos, jeró- nimos y, en cierto modo, jesuítas- se nutrían de sectores de clase media baja y campesinado, seleccionaban a sus miembros en largos períodos de novicia­

20 S en én A lv a r e z d e l a R ib e r a : Biblioteca... op. cit., pp. 62, 115 y 143. 21 A. H. P. Prot. Oviedo Leg-601. 9 2 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ do y reservaban ciertas plazas para prácticas endogámicas de las que no que­ dan restos documentales. En algunos casos, la pequeña nobleza tenía que rebajar sus pretensiones si los mayorazgos eran exiguos y la prole excesiva. Sirva de ejemplo el de la familia de Femando Pantaleón Inclán Leiguarda, Procurador General del Principado y regidor de Oviedo y Pravia en la prime­ ra mitad del XVIII. Son siete hijos varones los que aporta a la “repoblación del Reino” pero - “para satisfacción de Moneada”, diríamos- cuatro encuen­ tran acomodo en el seno de la Iglesia: Sancho, como Dignidad en Oviedo, con el arcedianato de Ribadeo; Pedro, en la Orden de Predicadores, como Maestre Regente en el Colegio de San Gregorio de Valladolid; Joseph, como Arcipreste de Valdés y párroco de Luarca; y Joaquín, en la Orden de Predicadores, como su hermano y Maestre del convento de San Pablo, en Palencia22. “Lo cierto es que los que toman este camino es gente más morigera­ da que los que siguen la milicia, y que es mayor su falta para la Agricultura y otros oficios útiles a la República que la de aquellos”23 escri­ be Caxa de Leruela, en 1630, lamentándose de la proliferación de monaste­ rios. No parece que incluya en su crítica a los monasterios femeninos, acaso porque se considera su utilidad social. Criterios más selectivos son los que orientan la entrada en religión de las mujeres. Algunos conventos, como los de Santa Clara o San Pelayo, en Oviedo, exigen altas dotes que no pueden satisfacer las pobres que alimentan vocación, por más que se les abra la puerta falsa de entrar como legas o dona­ das (siervas, de hecho). La aristocracia asturiana desea tener sus “ Descalzas Reales” en Oviedo y por ello presiona para mantener el tono y status adecua­ do para el convento. Lo consigue, en parte, colocando de prioras a miembros del clan y reforzando los capítulos con gente del linaje, hijas que difícilmen­ te pueden hallar marido de adecuada posición en el estrecho marco del mer­ cado marital del Principado24. A un aristócrata le resulta altamente rentable meter en religión a sus hijas no casaderas -a 1.200 ducados la dote en San Pelayo y 1.300 en Santa Clara durante el siglo XVIII- pensando en la econo­ mía doméstica y patrimonial y habida cuenta de que la dote promedio de su rango no ha de bajar de 8.000 ducados. Y al tiempo, pueden presionar para que no baje la dote impidiendo que el monasterio pierda estatus y rango y deprecie con ello el de sus inquilinas.

22 ARCHIVO MUNICIPAL DE OVIEDO. Padrón de 1.766, folio 105. 23 M iguel C a x a de Leruela:Restauración de la abundancia de España. Edición de Jeal Paul Le Flem. M adrid-1.975, p. 61. 24 ARCHIVO DEL MONASTERIO DE SAN PELAYO. Oviedo. Libro de profesiones y hábito de mon­ jas. (incompleto y lleno de lagunas documentales, solo cubre, parcialmente, el siglo XVIII). EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 93

Un ejemplo significativo es el de la familia Ramírez de Jove, marqueses de San Esteban del Mar, en Gijón. Los Ramírez de Jove tienen abundante prole y no están muy holgados, para su rango. El I Marqués muere en 1.749 y declara siete hijos vivos, de ellos dos religiosos: un canónigo-abad de Teberga y una hija monja en San Pelayo. El II Marqués, tiene nueve hijos y se ve “forzado” a meter en religión a tres hijas, en las Recoletas de Gijón; otros dos hijos son capellán y Arcediano de Villaviciosa, respectivamente, lo que supone que cinco de los nueve hijos están en el clero. El III Marqués de San Esteban recibe una pesada herencia: trae al mundo seis hijas y no ve otro remedio que meter a tres en religión25 para seguir la costumbre y capear de algún modo las estrecheces patrimoniales. ¿Qué papel juega en todo esto la honra, la combinación de estatus y voca­ ción sobrevenida, las presiones y obediencia patemofilial, y las argucias fami­ liares de parientes enganchados en la penumbra de la claustra conventual? Jovellanos nos ofrece acaso la mejor pincelada satírica sobre el sistema cuan­ do escribe:

“Hay cierta especie de enganchadores que ponen toda su gloria en el número de las reclutas. Salió de Oviedo antes de rayar el día, llegó a las siete, tomó su velo y ya es novicia: ahora son las nueve”26 La novicia es la hermana de Jovellanos -a quien luego llama en sus dia­ rios “la monja”- reclutada y enrolada “ad maiorem Dei gloria” y en la mejor tradición de los Jove a los que hemos hecho referencia. Y del noviciado a la profesión un corto trecho -un año, normalmente- que se salda con el pago de la dote y gastos de profesión, muchas veces en bienes raíces27, en ajustada estipulación de legítimas paternas28, y con deudas y censos sobre mayorazgos, en muchos otros29. El ejemplo de los Jove y la mordaz mirada de “Jovino” al panorama con­ ventual donde se encierra su hermana no ha de hacemos olvidar que se trata de un fenómeno muy extendido y del que solo cabe presentar aquí los casos más notorios entre la reducida aristocracia del Principado. Cerremos la mues­

25 A.H.P. Prot. Gijón. Leg-1.913 fs 117-122. Leg-1.953 fs. 20-21. Ibid. Leg-950 f. 202 y Leg-839, p. 195- 198. 26 G. M. de Jovellanos : Diarios. Edic de la Biblioteca de Autores Españoles. Tomo L. Madrid- 1.952, pp. 183-184. 27 A.H.P. Prot. Oviedo Leg-723 fs. 941-944. Dote de una monja (parentela Bernardo de Quirós,rama de Aller) en bienes raíces. 28 A.H.P. Prot. Oviedo Leg-942 f. 238. Ibid. Leg-717 f. 197. 29 A.H.P. Prot. Oviedo Leg-950 f. 202. 30 Los “parientes mayores” de estos dos linajes tienen su casa-palacio en la plaza de la Catedral de Oviedo. 9 4 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ tra con dos linajes de “solar conocido”: los Llanes y los Heredia, rivales y vecinos en competencia espacial solariega frente a la Catedral de Oviedo31. En la familia de Joséph Antonio de Llanes, -que testa y muere en 1.775- hallamos a un hermano (Alonso Marcos) obispo en Segovia y a ocho hijos, dos varones y seis mujeres. Entre las hijas hay dos destinadas a la claustra: Teresa Benita “dotada para Carmelita Descalza, en Segovia” -donde está su hermano y entrará casi sin dote, suponemos- y María del Carmen “admitida en las Descalzas Reales de Madrid” gracias a la influencia familiar y a los ofi­ cios del primogénito Menendo, que estudia en la Corte32. Los Heredia, por su parte, acomodan a su posición y rango las vocacio­ nes que surgen de modo más o menos perentorio. En la familia del caballero Joseph de Heredia -que testa en 1.753- hay siete hijos, de los que tres toman estado religioso: un varón opta por canonjía protegida ya de atrás por el lina­ je, y a dos hijas las acomoda en conventos de Gijón y Santa Clara de Oviedo, respectivamente. Y es aquí, entre las clarisas ovetenses, donde puede explo­ rarse la tupida red que forma la parentela de los Heredia, tías y sobrinas, enganchadoras y enganchadas: Juana de Heredia, abadesa, y sus sobrinas Antonia -que vive en la celda de su tía Juana, la abadesa- e Ignacia de Heredia y Velarde, en unión con las Ramírez de Jove -Josepha y María Antonia- y otras hijas de aristócratas endeudados33. Sometidas a las reglas del honor y en la estricta vigilancia de la regla monástica, la red familiar interna que se teje en las celdas suministra algó más de lo que trasciende al exterior y compensa con satisfacción vicaria un mundo que se les escapa. Acaso en este sentido -como recuerda Lawrence Stone con perspicacia- “For those women who sought power, the Ufe of an abbess was clearly preferable even to that of an aristocratic wife”M.

5.- CULTURA LETRADA: LIBROS Y LECTORES No es cuestión a debatir o tratar aquí la aportación del clero al entrama­ do de lo que pudiera llamarse “cultura espiritual”-o incluso material- del país, suponiendo que la hubiere y superase los estrictos límites de una evan- gelización precaria. Más bien se trata, de nuevo, de un comentario sobre el yermo espiritual que envuelve a la “cultura del libro” justo en la época de las

31 A.H.P. Prot-Oviedo. Leg-952 fs. 364 y ss. 32 A.H.P. Prot. Oviedo Leg-732 f. 900. 33 A.H.P. Prot. Oviedo Leg-839 fs. 180 y fs. 195-198. En el Convento de La Vega (Oviedo) profesan y cohabitan también varias hermanas, tal el caso de las Campomanes, en 1.744, o de las hermanas Menéndez de Luarca, en 1.762. (Cf. A. Martínez Vega: El Monasterio de Santa María de la Vega... op. cit., pp. 358-359. 34 L a w r e n c e S t o n e : The Family, Sex and Marriage in England, 1.500-1.800. Ab. Ed. Middel. -1.979, p. 38. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 95

Luces, cuando éste sirve de vehículo a la renovación de mentes y sensibilida­ des entre la élite culta. El texto es de Feijóo: desde su celda, en Oviedo, se lamenta de no poder tener otras noticias “que las que me ministran mis pocos libros... viviendo en un país en que apenas hay más libros que los míos... con excepción de los destinados a aquellas facultades que se enseñan en nuestras aulas.’™. En otro lugar he precisado el alcance de esta afirmación para el contexto de la élite culta y lectora del Principado36 e interesa aquí por cuanto el clero forma parte de esa “leisure class” que dispone de tiempo y formación para internarse en los placeres de la lectura. El inventario de bibliotecas y almonedas de clérigos nos permite cuanti- ficar y precisar títulos y materias y, en ocasiones, valor en subasta, lo que no es mucho. De ahí a saber si los libros son objeto de lectura, meditación y com­ prensión, o mero escaparate de estatus para vigilias que se cubren con juegos de salón, hay un trecho insalvable que solo podemos cubrir con la imagina­ ción y algunos datos. Pero no es éste el caso ni la tarea: sobre una muestra de 77 bibliotecas inventariadas y dispersas entre una selva documental formada por 295 legajos de escrituras notariales, podemos formular algunas apre­ ciaciones a la sagaz advertencia del benedictino. Presentamos -en los cuadros 13 y 14- de forma esquemática y porcen­ tual el papel y significado de los libros del clero en el contexto de la muestra, de la que ofrecemos relación nominal de propietarios en el apéndice final.

CUADRO 13. BIBLIOTECAS

PROPIETARIOS(*) Na DE BIBL. Na DE VOLS. TAMAÑO MED. BIBL. Alto 13 1.654 127 CLERO Bajo 17 451 27

Alta 5 1.145 229 NOBLEZA M edia 5 882 176 Baja 3 59 20

FUNCIONARIOS A ltos 13 5.723 440 Y M edios 4 842 210 LETRADOS Bajos 3 99 33

BURGUESIA 5 366 73

OTROS 8 106 13

35 Citado por R. O te r o P e d r a y o : El Padre Feijóo. Su vida, doctrina e influencias. Orense - 1.972, p. 115. 36 “Libros y lectores en la Asturias del siglo XVIII", en Actas del Primer Congreso de Bibliografía Asturiana. Oviedo-1.993 Vol. II. Pp. 879-900. 96 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

La muestra apunta hacia múltiples interrogantes a la vez que desvela par­ cialmente otros. El clero ocupa el primer puesto en cuanto al número de bibliotecas -el 40% de la muestra- aunque no destaque luego por el volumen de las mismas. Si se compara la entidad de las bibliotecas de los clérigos con la de funcionarios y letrados la diferencia es sensible, incluso si la compara­ ción atiende al uso previsible, esto es, a la biblioteca como “instrumento de trabajo”. Adviértase, no obstante, la desigual proporción que las “materias de trabajo” -esto es, Derecho para los letrados, y Religión para los clérigos- ocupa en cada grupo estamental. Frente a una casi abierta “especialización” de los letrados en su materia, los clérigos optan por una mayor “diversifica­ ción” de lecturas dejando más espacio a la literatura y al ocio contemplativo del que hacen gala en todos sus niveles. Las diferencias son, en todo caso, muy sensibles: contrasta un alto clero, formado por canónigos esencialmente, con bibliotecas de 127 volúmenes-promedio, con un bajo clero parroquial con escasos libros, 27 volúmenes-promedio, de escasa calidad, muy próximos a los niveles de la nobleza de menor rango o los pequeños funcionarios y escri­ banos. La “proletarización cultural” del bajo clero es un hecho, máxime tenien­ do en cuenta que la muestra se ciñe a una época de expansión de la cultura del libro. En todo caso algo se ha logrado, si cabe, si comparamos la muestra con el informe que redacta el obispo Aponte de Quiñones en la visita “ad limina” de 1.594. De aceptar lo que dice el prelado “ad pedem litterae” -y no hay motivo para rechazarlo- “la mitad del clero asturiano no sabía traducir los evangelios del misal ni sabía lo más indispensable para la administración de los sacramentos ni el sentido de los artículos de la fé”37. Años después será el obispo Alvarez de Caldas quien afirme -en 1.630- que“los clérigos de ésta diócesis llevan por lo general buena vida; sin embargo son poco doctos”. Leer es, siempre y en todo momento, una aventura de interpretación, interpretar el mundo como Libro; y sólo los ángeles están exentos de lectura porque -como San Agustín recuerda- ven directamente al Autorallí, “y sin las sílabas del tiempo, leen Tü voluntad eterna. La leen, la eligen, la aman. Leen siempre y lo que leen no llega nunca a su fin... El libro que leen nunca se cerrará, el pergamino nunca volverá a enrollarse. Porque Tú eres su libro y eres eterno”38 Aún siguiendo en el marco de la metáfora trazada sutilmente por Agustín de Hipona, pocos son los que se aventuran por ese camino o lo transitan con cuidado sin ángel custodio. El cuadro que mostramos a continuación diseña

37 M. Fernández Conde:España y los seminarios tridentinos. Madrid-1.949. 38 Citado enHenri de Lubac:Augustinisme et theologie moderne. Paris -1.965, p. 35. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 97 las líneas maestras de las preferencias del clero lector por géneros o discipli­ nas, de modo porcentual en relación con el conjunto de la muestra. Y la rea­ lidad es bien prosaica: nuestros clérigos están cerca del estado seráfico y ya no leen -absortos muchos en su mística ignorancia. Solo unos pocos, canóni­ gos y prebendados o algún cura ilustrado venido a menos, poseen libros y se empeñan, a veces, en leer.

CUADRO 14. GENEROS

FUNCIONARIOS MATERIAS CLERO % NOBLEZA % BURGUESIA % Y LETRADOS % Religión y devoción 53 20 13 11 D erecho 6 1,7 89,7 0,2 Historia 15 69 14,5 1,5 Idiomas 9,6 80 2,5 1,5 Literatura española 29 23 31,5 8 Literatura extranjera 13 22,5 58 6,5 Ciencias experim entales 1,8 50,5 10 38,5 Filosofía 16 35 28 12,5 Clásicos griegos y latinos 18,5 58 18,5 2 Feijoo 20 30 35 12,5

La lectura especializada, de oficio y profesión,destaca con nitidez: el clero posee el 53% de los libros de Religión y afines contabilizados en la muestra. Es el único género en el que compite, como es obvio, sin rival. A éste siguen la Literatura española, la lectura de Feijóo o los Clásicos grecolatinos, pero ya en preferencias compartidas con otros grupos estamentales laicos. Destaca -y aquí la paradoja del benedictino ilustrado- su desprecio por las Ciencias Experimentales y el escaso atractivo que supone para los tonsurados el estudio o lectura en idiomas extranjeros y sus letras, solo parejo al desinte­ rés -salvo el Canónico- que muestran hacia el Derecho. Religiosidad lectora, canónica y ritual, con ciertos rasgos arcaizantes, pro­ pios de una región periférica en la que el fanal de Feijóo es rara luz entre tinie­ blas. Difícil de atisbar rasgos de jansenismo o de mística centroeuropea: todo legal y recogido en prontuarios (diurnos, breviarios, tenebrarios, Libros de Horas, catecismos de Ripalda o Valladolid. Disputaciones tomistas (de Villegas, Zumel, Ñuño o Arauxo, entre otros) se abren espacio junto a la “Summa Contra Gentiles” y la patrística mayor de Agustín, Ambrosio y Gregorio, emergiendo, a veces, el disidente Orígenes en dos tomos emparedado -para corrección perpe­ tua- con un Escobar y el inefable “Liber Sententiarum” de Pedro Lombardo. 98 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

Biblias pocas y algunas “de Estampa”, para que se digiera bien el traba­ jo de San Jerónimo. Se adquiere -y presenta menos problemas- el libro de piedad y devoción, tal el “Flos Sanctorum”, bestseller el de la “Vida del Venerable Palafox”, o las obras de la Madre Agreda, auténtico“rag-time” para espíritus sensibles. A su lado los innumerables “Espejos” de virtudes y moral de confesonario, como la obra del Padre Calatayud -sus repetidas edi­ ciones del “Catecismo “ tuvieron gran difusión- y no tanta las de Corella o Barcia, con su “Despertador Christiano”. Pero el terreno de la mística queda, con todo, dominado por Tomás de Kempis y el más asequible Fray Luis de Granada. Más de un ocioso canónigo -como Domingo Lorenzo del Carpio- habrá justificado sus horas de lecturas meditando en éste hermoso texto: “¿Qué serán luego todas las criaturas deste mundo, tan hermo­ sas y tan acabadas sino unas como letras quebradas e iluminadas, que declaran bien el primor y la sabiduría de su autor?... Así nosotros..., habiéndonos puesto vos delante este tan maravilloso libro de todo el universo para que por las criaturas dél, como por unas letras vivas, leyésemos y conociésemos la excelencia del Criador que tales cosas hizo”39 La llama de la metáfora -agustinismo literario- despide, como podemos ver, un lejano resplandor. Combinar la meditación religiosa con la discreta y selecta lectura de Feijóo y otros ocios librescos es, a fin de cuentas, pasa­ tiempo libre de sospechas. Poco trabajo hubieran tenido el cura y barbero cer­ vantinos si hubieran de expurgar con cuidado las bibliotecas de nuestros clé­ rigos. Acaso el “Argenis y Poliarco” de Don Ignacio Menéndez Valdés y poco más, respetando -sin duda la “Historia de los Trabaxos de Persiles y Sigismunda” que en la biblioteca portátil (solo 5 volúmenes) tiene su herma­ no Don Antonio, Capellán del Rey Casto. Sepultada la novela de caballerías y arrastrando en su caída -entre nues­ tros lectores- a la literatura castellana, tal parece que el Siglo de las Luces prolonga en gran medida la “invasión devota” del último tercio del XVII. Libros de “intelligentia pauca” cuya circulación se afirma sobre un nuevo for­ mato, en cuarto, y en lengua vernácula, vehículos de una escritura sencilla, “libros de entendimiento, sin perjuicio de tercero” como asegura el cura cer­ vantino. Libros que circulan -en almoneda- pasando a manos de colegas y aristócratas40 en condiciones ventajosas, facilitando así una suerte de comuni­

39 Fray Luis de Granada : Introducción al Símbolo de la Fé. Edi. Salamanca- 1.583, f. 25. 40 Sirva de ejemplo la almoneda del Chantre de Oviedo Francisco Javier de Junco en 1.777. Canónigos y aristócratas acuden a la puja llevándose más de 300 botellas de vinos, licores y cervezas, así como 139 volúmenes. El Conde de Peñalba “se adjudica” 11 volúmenes por poco más de 160 reales; entre ellos 5 de Quevedo, 3 de Sor Juana Inés de la Cruz, “una Dorotea” (de Lope) y un Feijóo. El Conde gusta de comprar y regalar libros, al menos a Jovellanos, como sabemos por los diarios de éste. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 9 9 dad de bienes intelectual que la sociedad asturiana, cerrada entre montañas, preserva largo tiempo,

6.- SOCIABILIDAD La breve mención a un “Tratado de Sociabilidad” que hallamos en el inventario de los 260 volúmenes de la biblioteca de D. Ignacio Menéndez Valdés -Capellán de Honor de Su Majestad, Dignidad Prior de la Catedral de Oviedo y Rector del Colegio de San Gregorio de los Pardos, en 1.770- sirve aquí de nuevo pretexto para adentramos en el complejo mundo de la vida del clero en sociedad. No se trataría tanto de explorar los márgenes de esa “ socia- bilitas” -que defienden a ultranza escritores como Arthur Young o Adam Smith en el mundo anglosajón- cuanto de conocer algunas formas del “deco­ ro”, virtud ilustrada por excelencia, y las infracciones más frecuentes a esa regla. Son distintas las posibilidades y muy amplia el área de intervención y registro de las pautas de sociabilidad: de lo público -en tertulias,cafés y salas de juegos o romerías, entre otros- a la discreta esfera de lo privado, que encu­ bre relaciones de sexo, crimen y poder, ocultas casi siempre en anotaciones marginales u oscuros expedientes que nunca se sustancian. Avanzar sortean­ do las dificultades de una documentación exigua o inexistente no puede ser obstáculo en ningún caso para presentar datos conocidos y piezas -aunque fragmentarias, emblemáticas- del que adivinamos amplio y desconocido “puzzle” de la sociabilidad eclesiástica. Del texto que leía nuestro canónigo al que dejó -tras su visita a Oviedo- el sagaz observador Joseph Townsend solo hay un trecho: el que media entre la lectura y la anotación cuidadosa del viajero que conserva así para otro tiem­ po la estampa de una vida. “Sociabilidad eclesiástica” pudiera ser el título. Invitado por el obispo auxiliar Llano Ponte, el reverendo Townsend describe aspectos del cotidiano quehacer episcopal:

“El buen obispo empleaba las mañanas en atender a las obliga­ ciones propias de su cargo; después de comer dormía la siesta, a continuación daba un paseo a pie o a caballo, y al atardecer con­ versaba con los amigos que se reunían en torno suyo. Su capellán, su secretario, dos pajes y un sobrino canónigo constituían toda su familia”41

La alta sociedad ovetense tenía diferentes lugares de esparcimiento en el reducido espacio de la muralla que cercaba a la ciudad. Ya fuera la concurida

41 Joseph Townsend:Viaje por España... op. cit., p. 159. 100 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

“mesa de trucos” del palacio de Valdecarzana, la distinguida tertulia -en su época- del Padre Feijóo o las animadas veladas en la mansión de los Navia Osorio -donde la marquesa se atrevía a tocar, a veces, su bellísima espineta- el espacio de la sociabilidad cortesana de esta antigua corte venida a menos -des­ crita por Jovellanos en sus diarios42- se ampliaba con la tertulia del obispo. Esta, “tenía lugar en dos elegantes salas, una de ellas destinada a la conversación y la otra, que era espaciosa y bien proporcionada, al juego de cartas. En ésta última encontraba siempre a un nume­ roso grupo de personas jugando a la lotería....mientras que la sala de conversación se encontraba siempre desierta”43 ¿Se conversaba poco o nó lo suficiente para satisfacer la curiosidad del viajero? La sugestión del juego era entonces acaso un sucedáneo casi inocen­ te de lo que siglos después sería el espectáculo mediático para la imbecilidad común de las masas. A ello se sustraían, sin embargo, los observantes de la regla monástica que conservaban mejor, si cabe, las reglas de la sociabilidad natural. Tal sucede cuando Townsend acude a visitar a las benedictinas ove­ tenses de La Vega:

“El canónigo, mi joven amigo y yo accedimos a su invitación de tomar el té, lo que hicimos en un locutorio donde unas rejas nos separaban de las monjas, las cuales se encontraban reunidas en torno a la madre abadesa. Sus conversaciones eran muy anima­ das, y sus actitudes completamente naturales”44

Lo que llama la atención del viajero es justamente la pervivencia de una sociabilidad “entre rejas” que conserva sus virtudes naturales de animación y naturalidad, aspectos que, curiosamente, no destaca Jovellanos en sus visitas a “la monja”, como llama cariñosamente a su hermana. La objetividad con la que Townsend trata de adornar su discurso se hace más patente días después en Avilés en una nueva visita a la clausura femenina. Allí comprende que la vida retirada es presa fácil de enfermedades endémicas, como la tisis o la demencia senil y escribe:

“Las dos monjas cuyos amigos habían requerido mi asistencia estaban tísicas y estoy seguro de que otras que me consultaron llevaban camino de estarlo. Sin duda la naturaleza no las había destinado a las actividades conventuales”45

42 Gaspar M elchor de Jovellanos: Diarios. Edición de Angel del Río. Oviedo- 1.954. Vol. II, p. 24. 43 Joseph Townsend : Viaje por España... op. cit., p. 160. 44 Ibid. p. 166 45 Ibid. p. 172-173. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 101

La dureza de la vida monástica era algo que podía volverse insoportable en ocasiones, pese al incontable beneficio de una subsistencia garantizada en épocas de hambruna y a la recompensa espiritual en la vida perdurable. Pero no todos, una vez dentro, arrendaban la ganancia. Nos gustaría saber -y lo desconocemos todo- cuantas eran las “bajas” y abandonos en conventos y en que períodos se producían con mayor frecuencia, suponiendo que las cifras fueran significativas. Los silencios documentales alcanzan a veces sonoridad inusitada cuando se produce una “ fuga” significativa, casi a ritmo y pedal de la tocata dórica del gran maestro de Leipzig. Es el caso de la huida, sin rastro ni huella, del padre prior del Monasterio de Belmonte, P.Alonso Rivero, en 1.667. Las pesquisas monacales, dirigidas desde la casa matriz, dan por hecho que el prior “se abía embarcado y ydo fugitivo”46, a las Indias, suponemos, quedando“descomulgado”. Nada de extrañar, dirían los vasallos, en un con­ vento de vida regalada y en el que los frailes vivian en concubinato abierto y sin vestidura talar en muchas ocasiones, obteniendo extrañas dispensas para comer carne los viernes de Adviento y Cuaresma47, entre otras regalías. En todo caso la sociabilidad de nuestros frailes parece más tradicional, apacible y rural y no puede competir con la excitación cosmopolita de los frai­ les madrileños de losAvisos de Barrionuevo, que viven de seglar con hermo­ sas mujeres, intervienen en raptos y bandidaje o aparecen en extraños contu­ bernios conyugales48. Son casos aislados, se dirá, pero ejemplos señeros de una moral, la eclesiástica, que por obsoleta, llama la atención de los viajeros. Así Townsend, tan moderado en sus observaciones críticas, no duda en apun­ tar hacia una“corrupción generalizada de la moral (que) tiene su origen, si no me equivoco, en el celibato del clero... (este) tiene sus parejas y sus hijos, pero no de la forma honorable que debiera”49. Esta breve reflexión, aunque fugaz, nos conduce en un momento al punto de encuentro de la “sociabilidad concubinal” -estable, frustrada o “ de tapa­ dillo”- en la que parte del clero participa en mayor o menor grado. Las obser-

46 Citado por El v ir o M a r t ín e z : Los clérigos asturianos en el siglo XVII. Tesis mecanografiada. 1.977.- Biblioteca Asturiana. Gijón. p. 96. 47 Ibid. p. 95 48 Jer ó n im o d e B a r r io n u e v o : Avisos, 1.654-1-658. Biblioteca de Autores Españoles. Tomo 221. Madrid- 1.968 .Madrid, 19 de junio de 1.665: “Ayer prendieron un fraile carmelita descalzo, sacerdote de misa, junto al noviciado, en la calle de San Bernardo, que vivía casado en hábito de seglar, con una muger hermosa de Getafe. Lo que no hiciere un fraile no lo hará el diablo” (p. 150). Barrionuevo -aunque tam­ bién con hábitos, pero arremangados- nos suministra otras noticias (curiosamente destinadas a un alto cargo de la Iglesia) relacionadas con la vida y trapisondas de algunos frailes, que aparecen en actos de secuestro y bandidaje (p. 225) o durmiendo plácidamente con marido y mujer en amoroso “menage á trois” (18 de marzo de 1.656, p. 254). 49 Jo seph T o w n s e n d : Viaje por España... op. cit. p. 213. 102 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ vaciones de nuestro mentor anglicano revisten de nuevo especial interés, cuando afirma:

“Incluso en Asturias, mi amigo el buen obispo auxiliar de Oviedo... ordenó que ninguno de sus sacerdotes tuviera hijos en sus casas. Insistió en éste sacrifìcio en aras de la decencia, aunque no consideraba justo ser demasiado rígido en sus exigencias”50

La extensión de la incontinencia era a veces de tal magnitud que los obispos dudaban o -flaqueaban, como Llano Ponte- sobre las medidas a tomar. Recogían en informes reservados gran acopio de datos sobre clérigos en concubinato, nom­ bres de las amancebadas y tiempo que llevaban en ello. Pero poco o nada se con­ seguía para remediar la situación: los intereses corporativos de los cabildos cate­ dralicios -en guerra cuasi perpetua con sus obispos- frenaban cualquier intento de reforma. Y así los prelados no hacían sino cumplir con su deber de queja y pro­ pósito de la enmienda en sus visitas “ad límina” en la corte apostólica. A la Iglesia le preocupaba la noticia y difusión de los hechos, el escán­ dalo, más que la entidad de los mismos y buscaba a toda costa mitigar los efectos cuando éstos se producían. El ejemplo del arzobispo Femando de Valdés Salas, Inquisidor General, que envía a su manceba preñada a tierras castellanas para que alumbre allí, fuera de Asturias, es un caso señero. Y sabe­ mos que el hijo del tenaz inquisidor nace y se cría en Salamanca, donde figu­ ra como “hermano” de otros dos muchachos, hijos del Dean de Oviedo, Menén Pérez de Salas51. Pero no todos podían actuar como el arzobispo y el Dean, costeando los gastos de sus barraganas con cuenta al peculio de la Mitra, y era eso precisa­ mente lo que preocupaba en grado sumo a las autoridades eclesiásticas. Oigamos sino al obispo Lorenzo de Aponte, que al denunciar la extensión de la incontinencia del clero en su diócesis de Asturias, la diluye en lo genérico y común a muchas diócesis, para así disculpar su presunta negligencia:

“...los actuales prelados todavía tienen mucho que hacer para apagar esta hoguera con sus chispas, cenizas y humo; por ello se esfuerzan con gran trabajo y molestia por desarraigar de ellos la malvada y escandalosa costumbre de tener en casa, alimentar y criar desahogada y, si se me permite decirlo, honoríficamente a sus hijos hasta que se casan y aún por más tiempo”52

50 Ibid. p. 213. 51 J. L. G onzález Novalín : El Inquisidor General D. Fernando de Valdés Salas. I. Vida y Obra. Oviedo - 1.968. 52 J. L. González Novalín : Historia de Asturias. Edad Moderna. I. Salinas-1.979, pp. 247-250. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 103

Tapar, ocultar a toda costa lo que se considerafoedissimum contuber- nium, y quejarse -como el obispo Bernardo de Paredes, en 1.646- de la jac­ tancia y altanería de las mancebas, que no se resignan a aceptar el papel de magdalenas penitentes, forma parte del juego y contraluz de la doble moral eclesiástica de la época. La promoción corporativa de los bastardos es la secuela, y a ello apunta el obispo Reluz, en 1.701 cuando reconoce que,

“son muchos en número los sacerdotes y aún párrocos filii presbyterorum y aunque yo quisiera poner el remedio para que no prosiguiera esta tan frecuente indecorosidad... me atan las manos con breves apostólicos así desa Santa Sede como de su nuncio en estos reynos de España para que los haya de admitir a las órde­ nes”53

La denuncia de Reluz apunta hacia las altas esferas de la jerarquía ecle­ siástica, cuyos altos niveles de corrupción y nepotismo son sobradamente conocidos, y no sólo en la Corte de Roma. ¿Desconoce acaso que uno de sus predecesores en la Mitra ovetense -el obispo Alfonso Antonio de San Martín (1.676-1.681)- era “hijo de casado con soltera”? Aunque costoso, el trámite de la dispensade ilegitimitate natalium se conseguía con relativa facilidad. González Novalín apunta que 55 de las 508 dispensas que se conceden en el período 1.658-1.675 pertenecen a clérigos de la diócesis asturiana. Y sería posible obtener aún más y mejores datos si se investigara en las colaciones de beneficios o en las abundantes notas margi­ nales -a veces curiosamente borrosas- de los libros de bautismo. La “sociabilidad concubinal” se forjaba, sobre un complejo tapiz de ocul­ tación que eludía fácilmente la acción de la justicia secular. No parece que se tuvieran en cuenta las advertencias de Rousseau -quien escribe,con un punto de ironía que “en buena regla, los clérigos no deben tener hijos sino de mujeres casadas”54. Los registros documentales advierten sobre clara pre­ ferencia de los ordenados por las solteras, acaso porque no sumaban dos peca­ dos (fornicación y adulterio) satisfaciendo sus ansias de paternidad. Y las sol­ teras accedían, a lo que parece, sin mucha vacilación a las solicitacionesad libidinem con la salvaguardia del fuero eclesiástico protector en caso de “visi­ ta de preñadas”. Son diligencias de la justicia secular las que permiten conocer las andan­ zas de algunos clérigos pillados, a veces, “in fraganti”. Tal sucede con una inspección nocturna en una casa de “mala fama”, en el Oviedo de 1.622. El

53 Ibid. p . 2 5 0 . 54 Ju a n Jac o bo R o u ss e a u: Confesiones. Madrid-1.979 p. 117. 104 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ escribano relata los pormenores de lo que allí encuentra“ya después de media noche y dadas las doce della”. Entre otros que yacen“juntos en una cama encima una sarda” -pero en distinta habitación y con hermosa mucha­ cha- está el cura de Santa María del Mar (Castrillón), Francisco Suarez, que acaso está en la práctica de su sagrado ministerio, puesto que no se le encar­ cela. Pero el “malvado” escribano no se olvida de añadir que la diligencia judicial se efectúa por ser casa frecuentada“por gente de mal vivir y malos tratos y que los jueces pasados habían hallado en ella cierto sacerdote durmiendo con una muger casada, de que hubo mucho escándalo en esta Ciudad”55. La recomendación de Rousseau se sigue a veces, como vemos, pero son más los casos de concubinato con soltera, con resultado de evidencia y escán­ dalo popular, lo que motiva la “visita”. Así nos hallamos con la diligencia practicada a Francisca Heres, soltera y preñada“de unos seis meses”que declara estarlo “de cierta persona privilegiada”. Su declaración ante la Justicia descubre al autor de la preñez, Don Nicolás de Valdés Bango, presbí­ tero de Avilés, que la ha persuadido y movido a incontinencia con distintas prendas y regalos. Convertida en concubina accidental, según parece, del cita­ do presbítero, la Justicia la requiere para que evite los contactos con personas sospechosas y permanezca recluida en casa. Y las diligencias judiciales se detienen en ése trámite informativo, con diligencia de excusa y separación de la visita del autor de la preñez y“omitiéndose su nombre”56. El privilegio del fuero eclesiástico -con diligencias que, al parecer, pasan al ordinario- es un acicate más para la declaración enculpatoria de los tonsu­ rados. Pero al igual que en los sainetes que hoy en día se forman en tomo a la vida privada del presidente norteamericano, los resultados son claramente negativos para los acusados. Esto es: que las acusaciones no parecen gratui­ tas. Sirva como ejemplo la pesquisa que se abre en tomo a la preñez de María Antonia López de Cenolleda, del concejo de Grado. A su condición de solte­ ra, doncella y menor -solo tiene 22 años- une su reiterada insistencia en que el autor de su embarazo es Don Antonio Menéndez Posada, presbítero y canó­ nigo de la Colegiata de Pravia, que la ha solicitado en reiteradas ocasiones. No parece que mienta, pues a instancias reiteradas del Juez insiste en negar cualquier tipo de trato camal con otra persona, ratificando de firme la pater­ nidad del canónigo57. La escasa efectividad de las leyes -que prohiben las mandas y donacio­ nes testamentarias de los clérigos a sus bastardos- contrasta con la farisaica

55 A.H. P. Prot. Oviedo Leg-154. 56 A.H.P. Prot. Avilés. Leg-263 (29-6-1.748).Visita de preñadas. 57 A.H.P. Prot. Avilés. Leg-263 (31-10-1.748) Visita de preñadas. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 105 actitud de evitar el escándalo a toda costa. Pero en la práctica menudea tanto lo uno como lo otro. Sirvan de ejemplos los del presbítero Juan Pérez, de Villaviciosa, que deja 300 ducados a su hijo Alonso Pérez; o el generoso donativo del cura de Proaza a su hijo Domingo de Ladredo58. También son fre­ cuentes las donaciones de canónigos a sus hijos y mancebas bajo forma de dote o ayuda de alimentos: tales los casos del canónigo Leandro de Solís, que dota a su hija María de Solís con la espléndida suma de 600 ducados, en 1.59859; o la de su colega Juan González de Oviedo, que destina mil ducados para educación y crianza de su hijo “natural”60. Los ejemplos podrían multi­ plicarse con un atento análisis de la documentación notarial de la época, como puede verse, y no parece que la pastoral seudoiluminista del siglo XVIII tenga mucho efecto en la inversión de la tendencia, como piensan los que toman referencia del discurso oficial de los obispos. Cabe pensar más bien que la modernización de los ejércitos llevada a cabo por los equipos reformistas bor­ bónicos, relega a la Iglesia a un discreto segundo plano en las preferencias de las mancebas. De ser así -lo que está aún por demostrar- se cumpliría la ati­ nada observación de Townsend:“cuando hay guarnición, los militares escogen y la Iglesia no recoge más que lo que aquellos no quieren”. Cautela, sigilo y ocultación no eran siempre posibles por más que se invocasen a la hora de tratar la “sociabilidad reservada” dentro del estamen­ to. Los ánimos podían alterarse y las disputas -por mujeres o deudas de juego- llegaban hasta la agresión. Tal es el caso del canónigo Agustín Allande, de quien sabemos por las actas capitulares de 1.635, que“esta noche próxima pasada ha dado una cuchillada a Antonio Cacho, bajón de esta Santa Iglesia”61. No sabemos en que para el asunto de éste canónigo airado que no puede -como Don Fermín de Pas- tragarse y sublimar la rabia de una ofensa. Violencia, en todo caso, doméstica, pero que a veces, en conflictos de jurisdicción y protocolo, supera los márgenes de la ocultación corporativa para regocijo y espectáculo del pueblo. Acaso, en este sentido, la función del Jueves Santo de 1.568 en el templo mayor de la Ciudad de Oviedo, fuera recordada por los fieles durante mucho tiempo. El espectáculo del dominico Escalante obligado a descender del púlpito a golpes y empellones ante la expectación de los asistentes, nos es conocido gracias a su relación personal y al esmero de Menéndez y Pelayo. Según relata el dominico:“quitáronme la saya o túnica, trajéronme delante de todo el pueblo por espacio de

58 A.H.P. Prot. Oviedo. Leg-14 s.f. Donación que hizo el cura de Proaza a Domingo de Ladredo, su hijo natural. 59 A.H.P. Prot. Oviedo. Leg-34. Dote para María de Solís. 60 A.H.P. Prot. Oviedo. Leg-104. Testamento e inventario de Juan González. 61 R. A r ia s d e l V a l l e : La orquesta de la S. I. Catedral de Oviedo. Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo-1.990 p. 29. 106 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

media hora por la Iglesia Mayor, dándome muchos golpes, llamándome muchas infamias y luterano”. Emulando luego al obispo Acuña relata la huida en fuga de la cárcel en que yacía:

“Con el temor de que me matarían, quité los grillos, salté por una ventana sobre un tejado, sin capa ni zapatos y sin cintas; la ven­ tana estaba del suelo diez o doce brazas más o menos. Viome mucha gente sobre el tejado, concurrieron dando voces no me echase del tejado abajo. Quité las tejas y techumbre e hice un agujero. Bajéme en un desván y salí ansí por la puerta. Vino mucha gente conmigo, acompañándome, no me tornase a coger la gente del obispo”62

Los conflictos de competencias estaban, como vemos, a la orden del día y el pueblo gozaba con estos espectáculos gratuitos e improvisados que daban pie a tertulias y comidillas en los espacios públicos. Lo ocurrido en el Monasterio de San Vicente, en Oviedo, con motivo de la profesión de fé de una novicia, en 1.601, es prueba de las tensiones solapadas que recorren la sociabilidad estamental. Al cruzar el Abad el interior del templo para imponer el velo a la novicia: “arremetióle con alboroto el Juez, quitóle la mitra y el báculo haciéndo éste pedazos y quedándose con el báculo que era de plata. Algunos de los asistentes, para defender al Abad, echaron mano de la espada,y gracias a la modestia del dicho Padre Maestro Marcilla, no hubo muertes ni daños”63. En el fondo, un simple, pero estruendoso ejemplo de conflicto de competencias entre el Juez Eclesiástico y los abades en tomo a los derechos de uso del pontifical. No todo era, en fin, conflicto de etiqueta: la común extracción social del bajo clero y de los frailes mendicantes predisponía muchas veces a una sinto­ nía de hábitos e intuición comunes en las ocasiones en las que el peso de la Justicia se sentía, acaso, como opresión. Sirva de ejemplo la sentencia de pena capital que la Real Audiencia de Oviedo impone en 1.718 a Francisco Menéndez. El reo -según relata Sangrador-“subió los últimos peldaños de la horca, acompañado del verdugo, y colocadas las cuerdas al cuello, se arrojaron ambos desde aquel punto; mas como el verdugo, al dar impul­ so al reo, quedara prendido en los mismos peldaños por los pies, cabeza abajo, y el reo balanceándose solo en la cuerda, se promovió un grande alboroto, y lanzándose un fraile de San Francisco hacia el infortunado Menéndez, cortó con un cuchillo la cuerda que le oprimía el cuello, y

62 M. M enéndez y Pelayo : Historia de los Heterodoxos Españoles. Biblioteca de Autores Cristianos. Tomo II. Madrid-1.956 pp. 97-98. 63 Elviro M artínez : Los clérigos asturianos... op. cit. p. 79. EL ESTAMENTO ECLESIÁSTICO EN ASTURIAS, 1591-1797 107 auxiliado por varios clérigos y los cofrades de la misericordia, lograron salvar al reo introduciéndole inmediatamente en el colegio de la Compañía de Jesús, no obstante de los esfuerzos que hicieron el Receptor y demás dependientes de justicia que presenciaban la ejecución. Aunque se dictaron por el tribunal enérgicas disposiciones para proceder a la pri­ sión de Menéndez, no produjeron ningún resultado, porque los PP. de la Compañía, condolidos, sin duda, de la situación de aquel desgraciado, le facilitaron la fuga por medio de un disfraz”64. Ya se trate de la aplicación del viejo principio - “mdubio pro reón- del simbolismo del juicio de Dios o de mera muestra de sentimiento solidario con la tribulación del pueblo personificada en el reo, la actitud de los frailes es reveladora de múltiples facetas. Acaso las mismas que la vida cotidiana mani­ fiesta en su decurso y que debiéramos seguir, con modestia, como James Boswell en su diario. Sirva su advertencia, reverente, al Doctor Johnson, de sugerente epitafio a este trabajo:

“-Le dije al Señor Johnson que apuntaba en mi diario toda clase de pequeños incidentes. -Señor -dijo él- no hay nada demasiado pequeño para tan pequeña criatura como el hombre. Estudiando cosas pequeñas es como obtenemos la gran sabiduría de experimentar la menor desdicha y la mayor felicidad posibles”65

APENDICE EL CLERO LECTOR. BIBLIOTECAS

NOMBRE EMPLEO TITULOS VOLUMENES FECHA INVENT. José Miguel de Arcediano de M ier Villaviciosa 110 172 1.760 Francisco Pinero Cura de Oviedo 17 17 1.764 Francisco Antonio Canónigo de Buelta O viedo 83 154 1.764 Francisco Glez. Cura de Oviedo A rm ada (Naranco) 13 13 1.766 Ignacio Menéndez Prior Catedral Valdés Oviedo 225 260 1.770 Juan Fco. Suârez Capellán Cated. Bravo Oviedo 21 21 1.747 Pedro Palomino Cura Oviedo 18 29 1.766

64 M a tía s S a n g r a d o r y V íto r e s : Historia de la Administración de Justicia y del Antiguo Gobierno del Principado de Asturias. Oviedo-1.866 pp. 309-310. 65 Ja m es B o s w e l l : Diario londinense, 1.762-1.763 (London Journal). Barcelona 1.997. 108 ALFONSO MENÉNDEZ GONZÁLEZ

NOMBRE EMPLEO TITULOS VOLUMENES FECHA INVENT. Francisco Longoria Miranda Canónigo. Oviedo 103 1.752 Juan Dorado Canónigo. Oviedo 54 54 1.738 Santiago Ordóñez M edina Canónigo. Oviedo 84 147 1.718 Domingo Lorenzo del Carpió Canónigo. Oviedo 87 179 1.775 Juan Rojo Cura. Llanera 24 28 1.734 Antonio Menéndez Capellán Cated. Valdés Oviedo 5 5 1.777 Arias Antonio Valledor Canónigo. Oviedo 8 33 1.760 Juan Antonio García Trelles C ura Párroco 10 10 1.760 Joseph Bustamante Cura. Oviedo 4 4 1.751 Gabriel de Maojo Cura. Oviedo 5 5 1.752 Manuel Pantin Cura. Oviedo 17 20 1.753 Francisco Menéndez Posada Cura. Oviedo 9 10 1.754 Feo. Antonio Bdo. de M iranda Clérigo Ledo. 31 35 1.725 Domingo Antonio Díaz Rosales Cura y abogado 195 1.731 Francisco Morán Cura. Corvera 12 12 1.732 Francisco Javier de Junco Canónigo. Chantre 111 139 1.777 Femando González Canónigo 17 23 1.769 Francisco Tamargo Cura. Oviedo 14 14 1.774 Andrés González Tuñón Capellán 12 13 1.775 Andrés Feo. García Miranda Cura. Carreño 14 20 1.790 VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES EN LA ASTURIAS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

¿Y adonde iré a esconder mi vida desdichada? ...Sin patria, sin familia, prófugo y desconocido sobre la tierra, ¿dónde hallaré refugio contra la adversidad? G. M.de JOVELLANOS, El delincuente honrado, B.A.E., t. XLVI, pág. 86a.

En la antigua Asturias la aldea, el señor, la familia y los parientes eran los refugios naturales contra la adversidad. La añoranza por las grandes y amplias familias de antaño puede resultar equívoca, pues es posible que no añoremos tanto aquellos modelos familiares como su entorno social1. La con­ dición de vecino o pariente era el punto de partida para las demás sociabili­ dades. En Avilés, las constituciones de la cofradía del Santísimo Cristo de San Nicolás, prohibían en su constitución 10- que en las vacantes “se llama­ se a quien no sea tal vecino o por parentesco le tocase no sea admitido por los incombenientes que se dejan reconocer”2; tales inconvenientes se referí­ an a la imposibilidad de cumplir el conjunto de obligaciones recíprocas3. El trabajo urbano generaba lazos de integración y solidaridad cuyos vínculos y relaciones pueden detectarse a través de la designaciones de padrinos en las

1 Para A. B u rg u ié rela descomposición de la vida familiar procede de la desaparición de las sociedades locales que impedían que las familias se encerraran sobre sí mismas “La historia de la familia en Francia. Problemas y recientes aproximaciones”, Familia y sexualidad en Nueva España, FCE, México, 1982, pág. 25; R. Muchembled, Culture populaire et culture des élites dans la France Moderne, Flammarion, 1978, pág. 47; G. L e v i, La herencia inmaterial, ed. Neira, Madrid, 1990, pág. 54; O res Ramun, “Los refugios de la intimidad”, en Historia de la vida privada. Del Renacimiento a la Ilustración, pág. 211; J. D ichondt , “Les Solidarités médievales”, Annales ESC, 1957, nro. 4. 2 A.H.N., secc. clero, libro 8737, libro y constituciones de la cofradía del Santísimo Christo de San Nicolás de Avilés, de 6 de febrero de 1734. 3 Los ejemplos son abundantes: Juan García Susacasa, vecino de Barros (concejo de Langreo), alude a otra obligación vecinal: “en aquella Parroquia ay la costumbre de nombrar todos los años Mayordomo de Fábrica el que tiene la obligación de salir en el mes de mayo a casa de todos los vecinos a rrecojer un celemín de Pan con que contribuyen de limosna para la fábrica de dicha Parroquia” (A.H.A., secc.prot., leg. 1274, f.4 11, año 1799). 110 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS parroquias urbanas. Con el compañero se compartía el pan, el trabajo y las necesidades. Reunidos en el salón del hospital del glorioso san Nicolás sito en la calle de Cimadevilla, el 30 de septiembre de 1750 los oficiales y maes­ tros del arte de zapatería ante las “nezesidades y menesteres que están espe- rimentando (...) cayendo en yndisposición o emfermedad no pudiendo trava- jar” acordaron que

“todos los domingos de cada semana han de poner y depositar en una Arca de tres llabes (...) quatro quartos de vellón cada uno y dos de la misma moneda por cada uno de los oficiales que haya de servir para el remedio y manutención de los que cayesen enfermos y no tengan disposición de poderse alimentar en aquellos dias que no puedan tra- vajar”4. Son ejemplos de un juego de reciprocidades que ha dejado escasos ras­ tros en oposición a la tupida trama documental de los bloques institucio­ nales.

LAS SOLIDARIDADES HORIZONTALES En la sociedad campesina tradicional la amplitud de los comunes conlle­ va que los lazos comunitarios y vecinales tuvieran una importancia básica5. Los institutos aldeanos se insertan en un mundo en el que el aparato del Estado estaba apenas esbozado; cuando se verifique el avance de las institu­ ciones estatales (escuela, guardia civil, administración municipal y de justicia a la medida del centralismo liberal), se reducirá y extinguirá el protagonismo adquirido por la comunidad aldeana en la Asturias del Antiguo Régimen, pero mientras tanto la aldea y la parroquia lo son todo. En un informe del fiscal de la Audiencia leemos que “en muchos concejos del Principado, por no haver cárceles si prenden un reo le guarda el vecindario repartiendo la carga entre los vecinos por dias y noches lo que es pesadisimo”6. Bajo tales condiciones, la aldea o la parroquia constituían la sociedad, toda la sociedad que el cam­

4 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg.867-I, f.s.n. (1750), también serie Oviedo leg. 1094-1, f. 109 (1796), ó leg. 8, f. 103 v. (1752). 5 En su catálogo de instrucciones para los párrocos, don Jo sé O r t iz C a n te r o observa que “siendo el cura en su Parroquia el principal vecino de ella” es razonable “que goze con prelación de los beneficios y aprovechamientos que tienen los demas vecinos en dichas Repúblicas”, a saber: “gozar de los pastos comunes (...) y lo mismo si se rompen algunas tierras para sembrar (...) que en todo debe ser primero atendido y respetado que los demas vecinos y tener igual aprovechamiento en plazas, rios, pesca, caza, fuentes, leña, molinos, hornos, puentes y demas cosas a todos los vecinos comunes” (Directorio parro­ quial, Madrid, 1727, pág. 99). 6 A.H.N., Consejos, leg. 661, informe de 20-IX-1771, f. 12. En la Junta General de 1 de noviembre de 1787, don Francisco Bernardo Miranda, apoderado del concejo de Riosa, se lamentaba de que a “los reos de algún cuidado los asen con una cadena al pie de un orrio (...) hiendo a la parte en la pena del delito del reo los inocentes moradores por ser preciso a las Justicias destinarlos en continuas alternadas guardias con visible perjuicio de su quietud y descanso” (A.G.P.-A.A., libro 115, f.l 17 v.). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 111 pesino podía concebir7; más allá existía un mundo extraño del que sólo se esperaban levas e impuestos y ante el que se erige la esfera protectora de la comunidad aldeana; en abril de 1707 seis “be^nos” de la feligresía de San Juan de Berbio (concejo de Piloña), estaban presos en la fortaleza ovetense “por aber sido acusados de aber echo en la carmel publica rotura y ronpimien- to para sacar un soldado de dicha 9carel”8; un año antes, Santiago Muñiz, en su nombre y en el de otros convecinos de Felechosa (concejo de Aller), res­ pondía a una demanda en que se le imputaban “malos tratamientos de obras y palabras e ynpedido la prisión de un soldado para el servicio de su Magestad”9. En el concejo de Lena, inmediato el final de la guerra de la Independencia, don José Ordóñez, militar retirado, no se recataba de mani­ festar a parientes, vecinos y curas sus ideas sobre Dios, el infierno, el diluvio o los frailes, pero también que “no tenia que obserbar mas regla que ser buen vecino y que de esta suerte tenia entendido que habría de salir mejor logrado que todos los demas”10. Las ordenanzas concejiles y de pastos elaboradas en la segunda mitad del siglo XVIII son un exponente de la disciplina colectiva de las antiguas comunidades rurales asturianas, tal como rezan las ordenanzas de Tama de 1796 “hay la costumbre de que los naturales para su bien estar y buen rejimen de los pueblos en el gobierno económico de ellos formar una regla para vivir cada uno sugeto a ella". La explotación del terrazgo exigía un permanente consenso vecinal12. En los concejos de montaña, los usos colecti­

7 H en r y K a m e n se ha referido al pueblo como fuente primaria de la identidad en la España del Antiguo Régimen (La España de Carlos 11, ed. Crítica, 1981, pág. 15), P rie to B a n c e s , R., “La comunidad rural en Asturias”, Obra Escrita, Universidad de Oviedo, 1976, pág. 1118. 8 A .H .A ., secc.prot., serie Oviedo, leg. 749, f.s.n. (1707), poder de 23-IV-1707. Del pánico de las levas: en un poder dirigido a S .M . contra el regente don Nicolás José Flores, encabezado por el marqués de Camposagrado, se acusaba al Regente de prohibir a los jueces “que prendiesen soldado alguno hasta el día diez de febrero”, fecha en que la leva ya se había publicado “hasta el ultimo pueblo” lo que llevó a que “no tubiese efecto porque se ausentaron todos los mozos antes del plazo” (id. serie Oviedo, leg. 713, f.87, año 1733); sobre estas “deserciones generales”, A lfo n so M e n é n d e z, Elite y poder, IDEA, Oviedo, 1992, pág. 382. 9 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 655, f. 34 (1706). 10 A.H.N., Inquisición, leg. 3.720, exp. 2, f. 1 v. 11 A.H.A., secc.prot., leg. 1102, f.95 (1796); vid. F er m ín R o d ríg u ez G u t ié r r e z, La organización agraria de la montaña central asturiana, Oviedo, 1989; R. P rieto B an c es, en Obra Escrita, “La comunidad rural en Asturias”, pág. 1191 y “La casería asturiana” pág. 440 y ss. Vid. una descripción sumaria del modelo en S u s an T a x F r e e m a n , “Estructuras igualitarias en los sistemas sociales ibéricos: los contextos de rota­ ción en lo urbano y rural”, en Antropología de los Pueblos de España, Taurus, 1991, pág. 520 y ss. 12 El cultivo de “erias” y “sienrras” suponía una rigurosa disciplina colectiva que conciliase los intereses individuales con el característico pautado espacial y temporal del terrazgo; disciplina reflejada en la minuciosidad de las ordenanzas concejiles. No obstante, los protocolos muestran que la disciplina agra­ ria del Antiguo Régimen no era absoluta y que eran habituales los conflictos acerca de las rotaciones de las hojas; en la Junta General de 14 de noviembre de 1790 se abogaba “cortar ese recien nacido abuso solicitando providencia de la Superioridad para que se guarde la costumbre de no promiscuar ambos frutos pan y maíz en las herías padroneras y si se observe inviolablemente la alternativa de un solo fruto” (A.G.P.-A.A., libro 116, f.272). 112 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS vos se referían al trabajo con el ganado; la vecera o tumo vecinal para la vigi­ lancia del ganado ocupaba una posición central; aquí, el régimen de explota­ ción de la cabaña iba acompañado de una partición del espacio en tomo a unas líneas ideales que el ganado no debía rebasar y que variaban según la época del año e incluso en las ordenanzas de Bulnes de 1780 se regulaba el uso de cue­ vas para el ganado13. En cuanto al bosque, las diversas ordenanzas recogen diferentes controles vecinales acerca de la explotación silvícola; así el consen­ timiento vecinal, y así el fomento de la planturía de arboles frutales y no fru­ tales. Algunas figuras e institutos colectivos, como la sextaferia, estaban en retroceso. Los ilustrados se lamentaban de las sextaferias; Gil de Jaz dice de ellas “que solo se hacen por pura ceremonia y con la repugnancia con que se suelen executar las cosas del bien publico”14; en Jovellanos el tono es más pon­ derado y la crítica se limita a la institución y no a sus protagonistas15 al com­ prender que la inutilidad de la sextaferia nace de su corrupción por emplearse en obras públicas que desbordan el estricto marco de la comunidad aldeana. El Procurador General del Principado achacaba la corrupción de la sextaferia a la ignorancia de su naturaleza y objeto; consideraba que en su origen “... los pueblos en estos dias concurrían ciertas horas compatibles con otros trabajos precisos de sus lavores y con la commoda y proporcio­ nada refección en sus propias casas a componer los caminos servide­ ros por la mayor parte que les son tan necesarios para la comunicación de heredad con heredad; de Prado con Casería y de lugar con lugar”16. En la Junta General de 22 de agosto de 1796 se comprendía bien que “el rompimiento de peñas, hechura de alcantarillas y paredones”, “no son propias de las jentes del campo” por lo que se solicitaba al Consejo el empleo de sobrantes de propios o el repartimiento entre los vecinos para tales obras17. Las monterías, de especial relevancia en las áreas de montaña, también esta­ ban en retroceso; don Juan Fernández Valdés, montero de Gijón, puso deman­ da contra los vecinos de Guimarán (Carreño), porque teniendo obligación de

13 A.H.A., fondo Posada Herrera, caja 11457, “Real Carta Executoria de 1801 en el pleito sobre el Puerto de Oston”, f.221. 14 A.H.A., fondo Aurelio de Llano, caja 11.513,1, 22, providencia de 8-IX-1753. 15 “Torrestío (...). Estaban los vecinos en sextaferia, trabajando poco y mal, para dejar el camino peor que estaba, pero perdiendo su tiempo Más de ciento cincuenta personas se emplearían entre hombres y mujeres ¡Qué lástima!” (D iarios, IDEA, Oviedo, 1953,1.1, pág. 277); “Compuesto el camino por sex­ taferia, y así salió él” (t. II, pág. 353). 16 A.G.P.-A.A., libro 117, f.227 v., informe elevado a la diputación de 19 de septiembre de 1793. 17 A.G.P.-A.A., libro 118, f.62, Junta de 22 de agosto de 1796. La delimitación de la necesidad de una sex­ taferia era una fuente de conflictos campesinos; un caso tipo; Gregorio Menéndez, vecino de Alienes (Valdés), había pretendido que sus vecinos “concurriesen al desocupo de la broza y mas despojos” que habian invadido un camino servidero al habersele caído la casa en que vivía, a lo que sus convecinos se negaron, lo que provocó insultos, enfrentamientos y una querrella de injurias que llegó ante la Real Audiencia (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 788-1, f. 49, año 1791). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 113 asistir los sábados a montería “no lo quisieron azer antes bien lo embarazaron pasando azer leña con sus azadas por donde avian de pasar los animales para el pozo que ay destinado para eso”18. La andecha era la figura que regulaba el trabajo comunitario19 y en la que cada vecino participaba aportando todos sus recursos: sus hijos, sus domésticos, sus bueyes... Este instituto no estuvo libre de corrupciones, por lo que las ordenanzas del Principado pretendieron pre­ servar el carácter comunal de la institución frente al abuso de los poderosos20. La esfoyaza del maíz es un ejemplo del carácter festivo de la “andecha”; dice Jovellanos que “esta operacion es de mucha alegría: se canta mucho; se tiran unos a otros las panoyas; se retoza y se merienda”21. En una escritura titulada “declaración de una desgracia no pensada” y firmada en el hospital de Santiago de Oviedo, Manuel Alvarez, vecino de Villoría (concejo de Laviana), declara el carácter fortuito que ha tenido la amputación de su brazo; todo había comenzado cuando

“haviendo concurrido con algunos vecinos suios en un dia de sabado antecedente al de San Pedro Apóstol que se contaron veinte y cinco de junio proximo pasado, cabar un brabo para Thoribio García Zerezaledo vecino de dicha parroquia y haviendo hido a la casa de este todos los cabadores a hacer medio dia y despues de haber comido, saliendo de ella todos alegres y retozando unos con otros dándose embotes, lo que quasi es ordinario en todas las andechas que se hacen en las aldeas, y haviendo dado un emburrion o embote Thoribio Perez...”22 declara que exculpa a Toribio y a Francisco Pérez “con quienes siempre ha profesado amistad verdadera como buenos vecinos”.

18 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 668, f.s.n. (1721), poder de 4 de abril; cfr. JUAN URIA RIU, “Las monterías en el concejo de Oviedo”, en Los vaqueiros de alzada y otros estudios, Oviedo, 1976, pág. 303 y ss. La ordenanza número 34 de las de Llanes de 1775 extinguía las monterías en el concejo “aten­ diendo a la ninguna utilidad que se sigue” y en la Junta General de 5 de agosto de 1778 se lamentaba el “... abandono de las monterías pues en vez de correrlas con avilidad y viveza suelen los aldeanos que­ dar unos en casa pretestando achaques exempciones que no tiene y otros aunque salgan emplean poco tiempo deteniendose en comversar al sol, quando no se vayan a la tavema...” (A.G.R-A.A., libro 112, f.40 v., Junta de 5 de agosto de 1778). 19 En definición abundantemente repetida en la respuesta 35- de las generales del catastro de Ensenada se la define como: “que no hay individuo alguno que viva a expensas del jornal diario de otros pues para las precisas tareas del campo se ayudan reciprocamente dándose dia por día sin mas Ínteres que el de la com ida...” 20 “Que no llamen los dichos jueges a los veginos de sus jurisdigiones para sus labores o obras que llaman endechas, ni para las de sus parientes, o amigos, ni consientan que otros particulares lo agan contra su voluntad, ni que sobre esto los poderosos agan vexagion a los pobres, ni los molesten por no aber ydo de cualquier genero, que sean las dichas labores, o obras como coxer pan, o abellana segar yerba, corta leña, hacer estaqueras, carretar piedra y otras cosas semejantes pena de veynte mili m rs”, en “Ordenanzas de Santos de San Pedro de 1659”, tit. VI,5 ( Ordenanzas Generales del Principado de Asturias, Bibliófilos Asturianos, Luarca, 1974). 21 Diarios, t.I, pág. 143. 22 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.975, f.51 (1757), de 27 de julio. 114 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

Las relaciones aldeanas tenían unos espacios públicos definidos. En los pueblos grandes, la plaza era el eje de todas las actividades23. En los pequeños, el pórtico de la iglesia era el ámbito donde se cruzaban las situaciones24; el síno­ do del obispo Reluz exhortaba a los párrocos que “no permitan se hagan en las yglesias ni en las sachristias porticos o atrios de dichas iglesias autos judiziales ni al tiempo de el ofertorio se lean despachos que no sean de nuestro tribunal”25. El homo de pan, el lavadero y la fuente pública eran el centro de reunión y acti­ vidad de las mujeres: “A Tremañes. Las mujeres asustadas por la pérdida de su fuente, no se contentaron con un caño”26; el Acuerdo de la Real Audiencia en un informe de 18 de enero de 1792 se refería al “intolerable abuso que estaba intro­ ducido de pasar las noches en los caños de las Fuentes publicas algunas Mugeres y criadas de servicio, a titulo de labar ropa, con ocasion de gravísimos daños”27. La taberna, en cambio, era el ágora masculino28. Los juegos eran otro marco de sociabilidad paralelo a la taberna; Bernardo San Germán arrendó a

23 El presbítero, don Juan González Bermúdez, vecino de Berbio (concejo de Piloña), al ser agredido por Antonio Estébanez “con una espada desnuda”, se hallaba “al tiempo que se ponia el sol en la plaza pública de la dicha Villa [Infiesto] en conversazion con algunos amigos suyos” (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 918, f.s.n. año 1723); vid. C a r m e l o L iso n, Antropología social: Reflexiones inci­ dentales, ed. Siglo XXI, Madrid, 1986, pág.38. 24 Don Juan Suárez, cura de Quinzanas (concejo de Pravia), “por hazer bien a sus feligreses e ynstruir a sus hijos en la doctrina christiana dispuso darles escuela y enseñarles aquella diariamente en el Portico de la Yglesia parroquial como mas proporcionado y capaz para este objeto”, pero en la tarde del 9 de sep­ tiembre de 1799, “el escribano Vizente Bances se presentó en dicho Portico a tomar ciertas declaracio­ nes a barios deudores (...) y como fuese notable el ruido que ocasionaba dicho escribano le reconbino el otorgante no le incomodase y que se bolbiese a la Casa de Taberna de donde habia benido” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1127, f.512). El apoderado de Riosa en Junta General de 1 de noviembre de 1787 solicitaba ayuda para la construcción de un edificio consistorial ya que por carecer de él “les es forzoso hacer las elecciones del oficio de Justicia en el Portico de la Yglesia donde la precisa común concurren­ cia de todos los indibiduos de la Jurisdicion poco civilizados en la mayor parte no pueden menos de pro­ ducir efectos irreberentes y muy impropios de aquel lugar; las Audiencias se hacen en qualesquiera Portal o suelo de Orrio de la Capital” (A.G.P.-A.A., libro 115, f. 117 v.). Territorio incluso fuera de la justicia pues las ordenanzas de Santos de San Pedro disponían “que ningún juez en dias de fiesta pren­ da, ni tome juramento, ni haga otra alguna diligencia judicial con los vecinos quando ban a oyr misa, ni en las Iglesias, ni de lante dellas” pues de lo contrario “a resultado que muchos temiendo las diligencias no vayan a la Iglesia y se queden en días defiesta sin oyr misa” (Tit. VI, 6.). Don Ignacio de Totasans y Nobot, subdelegado de la Unica en los Oseos, firmaba en fecha de 23 de julio de 1752, las Respuestas Generales de San Martín “en el portico de la yglesia parroquial del concejo”. 25 A.H.N., Clero, leg. 4947, Sínodo de don Fr. Thomas Reluz del año 1698, constitución 3a; la constitu­ ción 18a tras prohibir los bailes mixtos “según los ynstiga el demonio”, prohibía cualquier danza “den­ tro de las yglesias ni hermitas ni en sus porticos o atrios”; las sinodales de 1553 (libro III, f. XXX). tam­ bién prohibían los usos profanos de las iglesias tales como concejos, ayuntamientos ( Constituciones synodales del obispado de Oviedo (...) de 1553, edición facsimilar de la Bib. Ant. Asturiana, 1981). 26 G. M. d e Jo v e l la n o s , Diarios, 1.1, pág. 402. 27 A.H.N., Consejos, leg. 1435, doc. 4, f. 15. 28 vid. José Ig n ac io H o m o b o n o , “Ambitos culturales”, en Antropología de los pueblos del norte de España, Universidad Complutense, 1991, pág. 87; J. S o u b e y r o u x , “Pauperismo y relaciones sociales en el Madrid del siglo XVIII”, Estudios de Historia Social, nros. 12-13 (1980), pág. 119, Je a n -L o u is G u e r e ñ a , “Una aproximación a la sociabilidad popular: el caso de Asturias bajo la Restauración (1875-1900)”,Estudios de Historia Social, números 50-51, pág. 215. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 115 don Santos Alvarez vecino de Villaviciosa “una mesa de Juego de Villar que tiene en la enunciada villa por espacio de dos años” y una renta mensual de 320 rs.29 y don Manuel Pérez Valdés, vecino de Oviedo, arrendó a José Izaguirre por cuatro años y 100 rs. anuales “la Bolera que el otorgante tiene entre su Arboleda a Pumarin”30. Como también lo eran los paseos y las alamedas próximas; en Oviedo, el campo del convento de San Francisco: “dixo que en la noche del dia trece de julio proximo antecedente salió de la casa del Sr. otorgante Don Alonso Huergo Presbitero su cape­ llán en compañia de otro sacerdote y otros dos licenciados cuyo nom­ bre ignora a orearse al campo que llaman de San Francisco dentro de esta ciudad y parece a ser queestando sentados en los Poyos que fron- tean al Real Hospicio en ocasion que no havia persona alguna en el campo empezaron los quatro a hablar en voz alta algo mas de lo regu­ lar para que correspondiese el eco que regularmente en noches sere­ nas y apacibles como aquella se encuentra a espaldas de dicho Real Hospicio”31 Las relaciones vecinales se formalizaban mediante usos o incluso ritos que provocan la vivencia de un nosotros; las ordenanzas de los lugares de Zalee, Molina, Hortigueras y Canales (parroquia de San Roque de Prado, con­ cejo de Cabrales), estatuían: “Yten que ninguno de afuera asiente vecindario en nuestros lugares sin que ante todas cosas preste ymformacion verdadera por donde acredite ser christiano viejo limpio de toda mala raza y de buena vida y costumbres y que entregue al vecindario donde quiera establecerse cinquenta ducados en dinero efectibo para un refresco”32 Las numerosas fiestas, acordes con los ciclos agrarios, eran otras tantas oportunidades para afianzar el sentido comunal y de grupo de cada aldea o lugar, pero también eran una reactualización y puesta al día de los vínculos. Así describe el corresponsal del Diccionario de Martínez Marina una romería en Perlora:

Su modo de divertirse lo dara a entender la breve descripción de una fiesta de Perlora parroquia cerca de el mar situado en unos terrenos entre peñasquedos frondosos y pintorescos: la yglesia esta en un 11a- necico inclinado cerca de un arroyo y tres hermosas fuentes con un gran fresno al portico y envuelta en hiedra (...) Pero como es en el campo y que campo! refrescado con el aire del mar que suena en el

29 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1248, f. 135, año 1791. 30 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1101, f. 117, vid. R. M uchembled , Culture populaire, pág. 126. 31 A.H.A., secc. prot., id. serie Oviedo, leg. 799, f. 417, año 1764. 32 A.H.N., Consejos, leg.899, exp.16, “Ordenanzas de San Roque de Prado” de 14 de octubre de 1778, ordenanza nro. 14. 116 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

gran fresno retozando los muchachejos encintado por entre sus gen­ tes convidándose y alegrándose los amigos y parientes que viven dis­ tantes, todo esta arrimado: a tu “¿como esta la mió rapaza?” decía una madre a otra de la romería que venian de una parroquia distante donde se habia casado la hija, “non deixa punto acordándose de la su madre” dixo la forastera, abrazóla la madre y entre lagrimas dixo “ye mió fiya!”, es hija mia, no la habia visto despues que se le habia ido a casar pero aquel “mió fiya” dixo quanto hay que decir y quanto podia, es hija de esta madre que tanto la siente que tanto la ama. Remato con decir que en imaginación, sensibilidad y suavidad, Candás con su Carreño, tiene un buen lugar en el Principado”33. Los ritos de la comensalidad festiva y aldeana terminaban de fijar, deli­ mitar y comprometer a las personas y su grupo vecinal: “También en sus fiestas observan la costumbre de una mesa de dos­ cientos o trescientos y mas o menos convidados parientes y no parientes quienes regularmente regalan en el dia anterior al Factor que convida con dos gallinas o un camero del Pais, con leche quaxa- da y manteca fresca de Bacas o con truchas y aquel que no regala suele despues de la Mesa hacer el regalo en dinero mas o menos según su liberalidad y uso o antes de comer cuya atención admiten los factores bien que algunos la tienen a menos y no reciven dinero”34 Las penas vinales que hallamos en las diversas ordenanzas concejiles contribuían a reforzar y cerrar la sociabilidad aldeana; como reza la Real Orden de 12 de mayo de 1765 que las prohibía, tales penas ocasionaban el “juntarse los vecinos los dias festivos a beber y embriagarse de cuenta publi­ ca, repartiendo entre si estos viciosos gastos”35. Los velatorios eran otras tantas oportunidades de comunión vecinal pues cuando acaecía un falleci­ miento todos los vecinos se despedían del difunto. El sentimiento de perte­

33 B.R.A.H., 9/6035, “Descripción del concejo de Carreño”, en papeles para el Diccionario Geográfico-Histórico de Asturias Sobre la génesis y desarrollo del Diccionario vid. J. L. P érez de C a s tro , El Diccionario Geográfico-Histórico de Asturias dirigido por el Dr. Don Francisco Martínez Marina, IDEA, 1959. Un testimonio sobre festividades nocturnas lo tenemos en la muerte de don Gonzalo González Candamo originada “de una estocada dada en la boca en negocio de tumulto y en ocasion que mucha gente de noche procurara entrar en la hermita referida de Sta. Cathalina en el sitio y termino llamado comunmente Monsagro en el referido concejo de Morcin y que para reprimirla era cosa natural dicho Don Agustín [el homicida] sacase la espada” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 853, f. 3, año 1708, apartación de 25 de enero). 34 B.R.A.H., 9/6034, “Descripción del concejo de Llanera”, papeles para el Diccionario Geográfico- Histórico de Asturias. U otras formulas más simbólicas y sumarias de la comensalidad: “En el concejo de Morcin se observa la inmemorial y loable costumbre de que los vecinos cada uno en el dia de domin­ go que le toca llevan a Iglesia un pan que ofrecen al tiempo del ofertorio de la misa parroquial y al fin de ella se reparte un bocado a cada concurrente y lo llaman pan de caridad, con cuyo nombre y otros es bien conocido enla antigua disciplina de la iglesia” (B.R.A.H., 9/6032, doc.l, “Costumbres de los asturianos”). 35 A.H.A., fondo Aurelio de Llano, caja 11513,1, 35. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 117 nencia a una comunidad aldeana, a una aldea, a una parroquia, queda patenti­ zado en las mandas testamentarias destinadas a perpetuar la memoria del tes­ tador en su parroquia de nacimiento36. Entre estas mandas, junto a la funda­ ción de misas y aniversarios destacan por su repercusión económica la funda­ ción de escuelas, dotación de doncellas, obras públicas. Cuando el hijo de una vecina cuya “yntencion siempre fue inclinación a el estado sacerdotal” no puede acceder a dicho estado “que tanto apetece” por falta de “congrua sus­ tentación” los miembros de la comunidad aldeana le hacen donación de los bienes necesarios “hasta tanto tenga otra renta eclesiástica” y sin que los pueda dar en herencia a su fallecimiento37. La parroquia o la aldea sucedían a los derechos de la línea del parentesco; en su testamento, el presbítero don Bartolomé Fernández Sopeña, tras fundar un vínculo de bienes y establecer la línea de sucesión, indicaba que, agotada la línea de sus parientes, “el cura que fuese de dicha parroquia de Pelaio de Olloniego acompañado de quatro vezi- nos los mas antiguos de dicha Parroquia elijan un hijo de pila el mas virtuo­ so que lleve dichos vienes para aiuda de sus estudios” y cuando cumpla vein­ tiséis años le suceda otro hijo de vecino elegido del mismo modo38. Esta pro­ longación de los derechos consta en algunas ordenanzas parroquiales; en las ordenanzas de 1778 de los lugares de Zalee, Molina, Hortigueras y Canales, se aplica al círculo vecinal el derecho de tanteo propio de los familiares de línea directa:

“Yten que ninguna persona pueda vender ninguna cassa ni posesion a persona alguna de fuera del lugar sin que en el concejo publico requiera al vecindario donde fuere el vendedor para si alguno lo qui­ siere tomar por el tanto o a tasación lo pueda hacer antes que el foras­ tero al que ha de ser preferido qualesquiera vecino de la parroquia que lo quiera comprar”39 Figuras, como la del tonto del pueblo no son ajenas a esta civilización campesina tradicional y a sus hábitos y normas de integración y solidaridad:

36 Gabriel Menéndez, muerto en Voghera (Pavía), funda una misa en su Pravia natal (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 731, f. 326, de 2-VIII-1746); Juan Fernández Malleza, moribundo en Oviedo, pide que “el tercero dia oficios y cavo de año se me haga en la parroquial de San Andrés de Agüera del con­ cejo de Miranda donde soi feligres y rezivi el sacro sacramento del Bauptismo” (id. serie Oviedo, leg. 515, f.s.n., año 1706 ). 37 A.H.A.,secc. prot., serie Oviedo, leg. 1388, f. 44 (1797), escritura de 12 de febrero de 1797; se trata de don José Antonio Madera, cuya “buena aplicación conducta y prendas morales” movieron a que sus vecinos de la parroquia de Ferreros, concejo de la Ribera de Arriba, le hicieron una donación conjunta cuyo producto total renta anualmente unas 35 fanegas de pan. La donación está suscrita por 27 vecinos de la parroquia cuya aportación media es de 1 d.bb. o la renta de una fanega de pan. 38 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.672, f.219 (1728). 39 A.H.N., Consejos, leg.899, exp. 16, ordenanzas de la parroquia de San Roque de Prado de 1778, orde­ nanza 12a. 118 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

“Al principio me sorprendió, y me desagradó, la aparición de un hombre andrajoso y casi desnudo, que vino a la hora de comer, se paseó alrededor de la mesa, habló a toda la familia con confianza, aunque de una manera casi ininteligible para mí; se sentaba a veces al extremo de la mesa, o agarraba un hueso, y entonces se echaba a reir y a chillar como un mono; pero todas estas cosas no parecían molestar a nadie. Supe después, que este desgraciado era el tonto del pueblo y que, como tal, gozaba del privilegio de ir donde le parecie­ se y hacer lo que quisiera, sin restricción alguna”40 y reza el testamento del canónigo don Eusebio Velarde “digo que tengo en mi casa un bobo mando le asistan y alimenten mis herederos”41. Estas solidari­ dades que en expresión de Jovellanos nacen de la “muchedumbre de afectos que engendra la amistad, el parentesco y el paysanage” se prolongaban más allá del solar de procedencia y ayudaban a superar las dificultades de un medio hostil. Late siempre el deseo de seguir ligado a la patria chica -la morriña, el raigañu- y de reproducir y mantener el universo de intercambios que en la aldea proporcionaban un marco de seguridad y convivencia que nin­ guna otra instancia podía ofrecer; como expresara el fiscal de la Audiencia: “... en Asturias mas que en otra parte (...) a todos los Regnícolas exce­ den sus naturales en el amor a la cuna y quieren vivir aunque sea lle­ nos de miseria en ella”42. El Diccionario de Martínez Marina describe a los naturales de Cangas de Tineo como de “estatura regular pero hacia los puertos mas robustos y agra­ ciados: aguantan mucho trabajo: su Índole generalmente es pacifica y son muy adheridos a su pais”43. El equilibrio y el juego de reciprocidades de la vida aldeana del Antiguo Régimen no debe confundirse con la armonía, el idilio pastoril o la mística comunitaria de los costumbristas Un permanente juego de tensiones propor­ cionaba equilibrio al sistema. Hábitos como el comadreo constituían una fór­ mula de control social. En una época en que no habían aparecido las formas de control social contemporáneas y en las que por demás el repertorio de con­ ductas sancionables era más extenso, las relaciones de vecindad, y su soporte comunicativo, el rumor, eran los encargados de mantener la cohesión y el orden comunitario. El rumor aparece como el agua que mueve el molino de la justicia. El carpintero ovetense Andrés González, hombre casado y de 34 años de edad, y la tejedora Rosa de la Iglesia, de 25 años de edad, pudieron dar fe

40 El Rev. J. Townsend y su viaje por Asturias en 1786. Con el texto del viajero inglés traducido y anota­ do, IDEA, Oviedo, 1986, pág. 96. 41 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 645, f. 238, año 1728. 42 A.H.N., Consejos, leg.661, informe de 31 de julio de 1774, f.42. 43 B.R.A.H., 9/6032, “Descripción Geografíca-Historica del concejo de Cangas de Tineo”, f. 39. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 119 de la fuerza del cotilleo y el murmullo; ambos fueron encarcelados acusados de haber incurrido en tratos ilícitos. Las pruebas se basaban en las declara­ ciones de los testigos, y tales declaraciones estaban construidas a partir de las versiones de terceras personas; Francisco San Tirso, testigo, declaró que “en algunas ocasiones vio llegava Andrés González a conbersazion con la referi­ da de dia y de noche” y que a causa de ello “davan escandalo y se parlava entre los vezinos de dicho varrio pareziendoles muy mal dicha comunica- zion”; Francisco San Tirso, que se consideraba amigo del Andrés, “le repren­ dió y aconsejo cuidase semejante comunicación por lo que del se dezia y mur- murava”, además “oyo dezir de publico en dicho varrio” que cuando “la dicha Rosa estubo muy a los últimos de su vida (...) y quando la estavan poniendo la Santa Unzion se hallara presente dicho Andrés (...) el escusador que la esta- va administrando le echara”, por último declara que “tan vien fuer mormura­ do en dicho varrio y tan bien oyo dezir aun que no tiene memoria a que per­ sonas que allandose dicho Andrés en el concejo de Quirós travajando a su ofi­ cio de tal carpintero tubiera un tropiezo con una moza de que resultara pre­ ñada”; otros testigos -Antonio de Vallina, Santos García, Bartolomé de Grado, Pedro Díaz- proceden a declaraciones que repiten los mismos térmi­ nos, lejanos e impersonales. El reo negó todas las acusaciones, entre ellas la de haber puesto en letras de relieve en un telar que hizo para la Rosa la frase “Soy de Rosa”, lo que en el código de las murmuraciones era “yndicio de la amistad y aficcion que profesa a la susodicha”; alegó el Andrés que “es yncierto hubiese puesto la letra que se le ymputa y aunque la hubiera puesto no pudiera yncurrir en pena alguna, pues semejantes señales preserban de ser urtados o permutados semejantes ynstrumentos como con frequencia suele subceder”; la contestación de Rosa de la Iglesia a este punto nos lleva a otro flujo de rumores, el de los estudiantes: “pero es yncierto exculpiese en dicha obra tal letrero, atribuyelo la confesante a ociosidad o divertimiento de algu­ no de los estudiantes que posaban en casa de la dicha Thorivia menendez donde la confesante travajaba”44. Se vivía rodeado de ojos y murmullos. La

44 Andrés y Rosa fueron liberados de la prisión con apercibimiento “de que de noche no se buelvan a comunicar (...) y pagando las costas devengadas en las que se les mancomuna combista de estos autos” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1082, s.n., año 1744, auto de procesamiento instruido por el juez don José Granda Toro). Otra ilustración: Dominga García, esposa de Francisco López, vecinos de Luarca, estaba presa en la fortaleza ovetense; acusada de alcahueta en una denuncia de estupro alega­ ba “que todo lo referido assido a disposizion de diferentes personas poderosas de dicha villa y conze- jo que tienen mala voluntad a la otorgante” (id. serie Oviedo, leg. 703, f.s.n., año 1729). “Emulos” y “malas voluntades” despliegan repetidamente sus velas en los poderes de descargo. Bernarda Alvarez Torre, vecina del concejo de Laviana solicita la libertad para su marido alegando que se debe a “varios vezinos que le siguen de enemiga” y son “contrarios rencorosos” que no han “podido conseguir varios pleitos que antes de aora contra el mobieron” (id. serie Oviedo, leg. 1185, f. 66, año 1791). El rumor y la maledicencia tienen objetivos precisos destinados a presionar, aislar y modificar la conducta de las personas; Juan Antonio González, hombre casado y vecino de la parroquia de Celada (Cabranes), a su 120 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

figura de la comadre no era un tópico: una noche de principios de octubre de 1794 Micaela Menéndez -esposa de Pedro Pérez, ausente-, su hermano Manuel, su cuñado Antonio Fernández y su vecino Antonio Menéndez, de regreso de una romería

“se pusieron en conversación en la Corrada de la casa a la Luna y estando para partirse cada uno a la suya vieron venir a una muger y conocieron ser Manuela Perez y que desviándose del camino que llebaba se acercara acia la corrada por reconocer los que alli estaban y habiéndola dicho el hermano de la otorgante que era una buena curiosidad contesto que hacia muy bien que quien era dicha otorgan­ te (...) la espresada Manuela es tal su caracter chismoso y maldicien­ te que a nadie perdona y aun se alaba ella misma de que quando están dormiendo sus vecinos sale por el lugar a ver como se vive”45 El comadreo y las ruidosas broncas vecinales eran canales de difusión y denuncia de actos socialmente inaceptables que contribuían al mantenimien­ to y reproducción de normas, conductas y valores, y esta tarea de integración estaba desempeñada por las relaciones de vecindad - “faluca despaciquín que non l’oya to vecin”- que de este modo realizaban funciones de cohesión y control social46. Manuel Pérez, vecino de Santullano, que se declaraba “ene­ migo de lo ageno y de aberiguar bidas agenas”, denunciaba a su vecino Antonio Cabal porque “sin tener el mas lebe motibo” salvo “su embidia y mala fee á aruinarle” habia dicho de él que sus dos cerdos “los mantenia a costa de las Calabazas que hurtaba a el y a otros pero que esperaba cogerle y entonces le habia de quebrar el cuerpo a palos”47. Si hoy el vecino debe ayu­

regreso de Madrid tras una ausencia de tres años tuvo un pleito sobre amojonamiento de lindes con su vecino Antonio Naredo y la esposa de éste, Gertrudis Casal. Juan Antonio González, después de su regreso había visitado a una mujer privilegiada “por tres ocasiones en su casa con motivo de ser el Marido de la referida su pariente y aun compañero en la Corte que fue el motivo de irla a ver para darle noticia de su estado y salud”; estas visitas fueron motivo para que el cura de Fresnedo y tío de Gertrudis Casal le denunciase “por el trato que decia tenia” con una mujer privilegiada. En las acusaciones tam­ bién actúan “unos parientes de la susodicha [privilegiada] con quienes trahia pleito” también. Juan Antonio González, tuvo que dirijirse a la Real Audiencia “porque a pesar de la reserva judicial siempre en los lugares pequeños son públicos los dichos” por lo que “presiente” que dicho agravio “se le habra de seguir en la tranquilidad de su matrimonio por un termino tan injusto”. El rumor se había converti­ do en el arma de sus enemigos (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1127, f. 310, año 1799, poder de 4 de junio). 45 A los pocos minutos la situación era tumultuaria pues “como a estas voces hubieran salido y juntado- se algunas gentes entre ellos fue Joseph Pulido convecino inmediato de la otorgante quien tomando por suya la causa de la Manuela llamo a la otorgante picarona, bribona, Puta que antes de ocho dias la habia de poner en una Galera con cuyos auxilios repitió la Manuela las mismas expresiones ofensivas de que no han querido retraerse por mas que el hermano y cuñado de la otorgante les representaron su exceso y adelantamiento con una muger bien opinada no la quedando otro arbitrio que el hacer testigos para vindicar su agravio”, en A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1352, f. 236 (1794), poder de 6-X-1794. 46 Vid. esta función homogeneizadora en M a r ía C á t e d r a T o m á s, “Notas sobre la ‘envidia’: los ojos malos entre los vaqueiros de alzada”, en Temas de Antropología Española, ed. Akal, Madrid, 1976, pág. 43. 47 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1234, f.59, año 1793. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 121 dar sin entrometerse, en el siglo XVIII la vecindad iba acompañada del dere­ cho de intromisión48. Ana Calvo, esposa del ausente José Puerta Rivera, había sido “apercivida por la Xusticia para que no trate ni comunique con Francisco Gil”, este Francisco Gil habitaba en “su cuarto de habitación que le tiene en el portal de la Casa en que habita Lope Miranda” pero como un dia “dadas las diez de la noche vajo la Manuela (esposa de Lope Miranda) al portal de ella a efecto de cerrar su Puerta con una luz y al pasar a la imediacion del quarto en que vive Francisco Gil vio salir de el a Ana Calbo por mote la mambruna (...) que hiva corriendo y retirándose de dicha luz”, en ese momento Manuela García “la recombino combuenos modos espresandola que sino la dava ver­ güenza estar en compañia de este a aquella hora y al Francisco que como andava combersando con dicha Ana quando estava ya apercivido y amonesta­ do por el parrocho”, poco después la calle ya estaba ocupada por un “crecido concurso de gentes”; la versión de Francisco Gil era “que la muger del López que espresaba en boces altas que que picar- dia hera que el esponente estubiese con la Mambruna en dicho su cuarto (...) y le trato de Borracho, Brivon y Picaron con otras injurias que escandalizaron a los circunstantes”49. y la versión del Lope Miranda hace referencia a que “el Gil sin otro fundamento tuvo el adelantamiento de principiar embozes a llamar a la conjunta del que dice puta de los frailes, borra­ cha, alcahueta con otras mil injurias que repitió una y muchas veces tratandola ademas de arrastrada”50 La Iglesia, que en Trento había hecho hincapié en la confesión anual y el sacramento de la penitencia, a través de la confesión había elaborado una fór­ mula individual y privada de modulación de las conductas51. El rumor, como canal de informaciones y denuncias, que la Iglesia no podía modular ni cor- tocircuitar -solo un rumor se superpone a otro rumor- era objeto de un recha­

48 J ulián V iejo Y harrasarry , “Familia y conflictividad interpersonal”, Estudios de Historia Social, 1985, números 34-35, pág. 69. 49 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1270, f. 209, de 1-VIII-1795. Otro ejemplo de intervención veci­ nal: don Julián Alonso Cuervo Arango, vecino de Oviedo, había puesto una querella criminal contra la viuda María Cruz porque “la susodicha fue a casa del dicho Don Julián” y “a Da Melchora Manuela García su conjunta diciendola diferentes cosas muy suficientes a que la susodicha creiese que dicho otorgante la quería matar y que la tenia muy malas ausencias como el que andaba mal debertido y otras cosas que de los autos resultan lo que executo dicha acusada con intención deprabada y a fin de que por esta causa hubiese quimera u diborcio entre el dicho Don Julián y su conjunta como en efecto la hubo...” (id. serie Oviedo, leg. 1036, f.s.n., año 1729); Adriana y Estebana Menéndez, vecinas de San Cucao de Llanera, estaban bajo arresto domiciliario “por querella de Roque Rodríguez vecino deel sobre dezir le havian las rreferidas ynduzido a Juana Rodríguez su mujer que con el no coabitase y otras cosas” (id. serie Oviedo, leg. 638-1, f. 220, año 1699). 50 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1270, f. 207, de 31-VII-1795. 51 J ean Delumeau , La confesión y el perdón, Alianza Universidad, Madrid, 1992, pág. 146 y ss. 122 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

zo frontal, tajante y encarnizado. El rumor como proceso colectivo, gregario y difuso52, que hace homogéneas las conductas y las conciencias, que posee códigos propios53 y que no admite controles ni razones, provoca la desespera­ ción o el espanto en la literatura religiosa; son aplicables al rumor las palabras de fray Antonio Arbiol:

“No te introduzcas en las cosas del Pueblo, no sea que ofendas a la multitud, y arruines tu casa por donde la imaginabas autorizar. El pueblo es un monstruo, huye de él”54 En la literatura religiosa, el tratamiento del rumor era amplio y exhausti­ vo. Como consecuencia de su carácter inmediato y espontáneo, se denuncia­ ba de modo insistente la falta de conciencia de pecado en la murmuración: “... pregúntales el Confesor: Ha quitado usted la fama a su proximo? Y responde muy sereno: No padre. Pues no ha murmurado alguna vez? Eso, sí Padre: muchas veces. Y no ha desacreditado con esa mur­ muración a otros? No padre (dice) porque yo no levanté de mi cabe­ za: allá se dixo en la Plaza, en el Homo...”55 El mal es universal, “apenas hay honra que se escape, asi apenas hay len­ gua que se libre”56. La murmuración, sin embargo, remite a la esfera del pue­ blo; para Señeri es “el empleo de hombres ociosos” que pasean en las plazas,

52 Las imágenes empleadas remiten a las fábulas animales: “Son los murmuradores como las gallinas, escarban en la tierra, y aunque encuentren una piedra preciosa, no dicen nada; hallan un gusanillo, todo es cacarearlo” (Fr. Ju a n B l á z q u e z , Trompeta evangélica, alfange apostolico y martillo de pecadores, Madrid, 1742, pág.204). También: “[los murmuradores]... semejantes por eso a las Ranas emplean todo su espíritu en juzgar y censurar las acciones agenas y toda su voz en referirlas sin perdonar a alguno” (P a b lo S e ñ e r i , El cristiano instruido en su ley, Barcelona, 1748, t.I, pág.521) 53 “... aun con callar se murmura peor: Si yo dixera: no quiero decir nada: yo sé, yo sé (...) Aun con solo ademanes, meneos de cabeza, gestos y señas, se hacen en esto gravísimas deshonras y pecados morta­ les. Aun con alabar, (¿quién tal pensara?) aun mostrando lastima del otro (¿quien tal creyera?) se des­ pedaza la honra y la fama” (Juan Martínez de la Parra, L uz de verdades católicas, Madrid, 1783, pág. 246, plática de 17 de abril de 1692). 54 La familia regulada, Madrid, 1770, pág.422; el capítulo XI del libro IV se ocupa de “El grave cuidado que han de tener los Padres de familia, para que no se introduzcan en su casa las emulaciones, embi- dias y chismes que la perturben” 55 vid. Fr. F ra n c isc o d e Ec h e v e r z , Quaresma de sermones para las dominicas mayores, Madrid, 1775, pág.265. Escribe J. B. S c a r a m e l l i : “ S i un christiano supiese haber cometido veinte o treinta hurtos en el discurso de su vida, se avergonzaría ciertamente de si mismo y por tan graves excesos se tendría por indigno de vivir entre los hombres. Y sin embargo sabiendo haber murmurado veinte y treinta veces de la fama de su proximo que es delito mas grave, no por eso siente algún rubor, ni experimenta algún remordimiento y amargura como si no hubiese hecho mal alguno. ¡O engaño! ¡O ceguedad! ¡O aluci­ nación de nuestros entendimientos! (Directorio ascético, Madrid, 1794, t.II, pág. 182). 56 P. Juan Martínez de la Parra , Luz de verdades católicas, pág.246, plática de 17 de abril de 1692. “La murmuración y la detracción habitan en todas partes. Es el pecado de los Reyes, y de los Pueblos, de los Sacerdotes, y de los legos, de los Grandes y de los pequeños, de los mozos y de los viejos, de los hombres y de las mugeres, y mas de estas que de aquellos”, dirá Mr.Lafitau , obispo de Sisteron (Sermones, Madrid, 1770, t.II, pág.97); el PadreC alatayud , que predicó en Asturias, preguntaba: “Has metido chismes por embidia o por genio o costumbre de parlar entre Amos, criados, entre Amigos o VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 123 se sientan en los pórticos o a las puertas de las tiendas y “dexan en todas par­ tes la baba sucia de su lengua inhumana”57. Precaverse contra la murmuración era la causa de que J.A. de Eguileta reconvenga “abstenerse de todo lo que es malo sino también de lo que lo parece, aunque no lo sea”58, y de que B. Pacheco recomiende a los jefes de familia que en las conversaciones de sus hijas, esposas o criadas con extraños, las aparten “aun de lo que es indiferen­ te, para no ser murmuradas”59. De la obsesión por evitar las “susurraziones” surgen las demandas que hallamos en los protocolos acerca de rompimientos de paredes para la apertura de ventanas; José García Casielles, se indignaba porque su vecino del barrio de Santo Domingo, don José de Valledor, había roto una pared y puesto en ella un balcón de madera “con el qual le priba al otorgante no solo la vista hasta el harco de la soledad sino es que le rexistra los quartos principales de su casa”60. El cotilleo y el comadreo actuaban como correctivo y sanción de las inclinaciones y conductas no tolerables provocan­ do un estado de vigilancia y alerta permanente61 que proyectaba sus sanciones a diversos ámbitos; en la constitución 13- de la cofradía de Nuestro Padre San Francisco “el hermano ministro y mas discretos” tenían la obligación de “espeler de ella a los escandalosos que corregidos no enmedasen todo como lo manda la santa regla”62. Iniciado el comadreo, a la víctima sólo le quedaba el recurso de Justicia para limpiar públicamente los comentarios acerca de su conducta: los vecinos del coto de Luerces, en el concejo de Pravia, habían observado que una criada de nombre Nicolasa

parientes?” Doctrinas( practicas, Valencia, 1737, pág. 276), y Fr. A n to n io d e S a n Jo sef instaba a los hijos a que el amor que tiene a sus padres incluyese el “reverenciarlos hablando de ellos honorífica­ mente, no murmurando jamás de ellos” ( Compendio moral salmanticense formado en lengua vulgar, Madrid, 1808, t.I, pág.353. 57 El cristiano instruido en su ley, Barcelona, 1748, t.I, pág.251. 58 Sermones para todas las dominicas del año, Madrid, 1791, pág.4; y prosigue: “El contraer matrimonio es bueno e irreprehensible; pero si aunque entres con este fin en casa de la que pretendes por tu espo­ sa, das que hablar, que murmurar, y que pensar a los vecinos, habrá pecado de escándalo” (id. pág.4). 59 Suma moral, Madrid, 1731, t.II, pág.37. 60 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.745-I, f.s.n. (1723); don Alvaro José de Inclán, regidor ovetense, carecía de jardín en “la casa de su abitacion que es de las de mayor buque y servicio de esta dicha Ciudad” por lo que en julio de 1760 comenzó las obras para acondicionar una superficie de huerta y jardín pero su vecino don José del Camino “sin mas fin que se pueda penetrar que el de una mui cul­ pable curiosidad” abrió “una ventana sobre el solar que a de servir a dicho jardin consiguiendo en ella su vista y oydo y facultad de rama pero no otra vista, sol, luzes ni ayres que su casa necesitare” (id. serie Oviedo, leg.1082, f.28, año 1760); la literatura religiosa muestra un horror a las ventanas, dice A rb io l: “cuiden las señoras prudentes de no dexarse ver freqüentemente por las ventanas de sus casas ni ser curiosas en ellas” (La familia regulada, pág.78). 61 La murmuración hacía posible diversos flujos de información necesarios para el desenvolvimiento per­ sonal; como se preguntaba E g u ile ta : “¿Qué responerá en el juicio de Dios el padre de familia, que ni procura inquirir en la vida de su mujer y de sus criados?” (Sermones para todas las dominicas del año, pág. 354). 62 A.P.Gs.de Salime, Constituciones de la cofradía fundada en la colegiata parroquial de San Salvador de Grandas de Salime de 2 de agosto de 1789. 124 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS .

“se hallaba embarazada por que se le behia mui abultado el bientre y se aumentaron las sospechas por que luego desapareció de la casa en que estaba sirbiendo y se refugio en una que no tenia habitantes per­ maneciendo en esta tres semanas (...) y despues se le obserbo con el bientre mui menguado”. A causa de estas “susurraziones” Nicolasa presentó demanda ante la Real Audiencia contra Angel García, vecino del coto, quien alegó que “no se esce- dio en estas combersaciones mas que qualquiera vecino del Pueblo”63. Para el hombre del siglo XVIII la descalificación social que incorporaba el comadreo tenía fuerte impacto pues podía ir acompañada de sanciones penales o econó­ micas, amén de sanciones morales como el descrédito y la mala reputación. Ramona González demanda por injurias a Antonia “cuio apellido doy por espreso”, viuda de Manuel Bosco pues “prorrumpió contra Ysabel (hija de la Ramona) diciendo publicamente a presencia de las personas que se hallavan en las camecerias que para mal parir havia tomado diferentes yervas siendo asi que dicha Ysabel siempre se a portado con el mayor areglo”, palabras que “sobre ser denigratibas y de la maior consideración causaron a la Ysabel el agravio que deja advertirse en la proporcion de su acomodo si el brazo de la Justicia no toma las precauciones correspondientes”64. Y la burla; para Pitt-Rivers65 la burla es una de las sanciones que mantiene el código del honor en el pueblo al ser destructora de la reputación. Manuel Carreño, vecino de Llanera, hizo un uso indebido de la burla como sanción por lo que se vió obli­ gado a desdecirse:

“... cualquiera espresion que hubiese dicho contra el onor del Bernardo y las referidas muchachas a sido puramente voluntaria sin reflexión ni madurez sin otro fin que el de chanziarse y llebar ade­ lante la chacota que sobre las mozedades tenian Antonio y Josef Alonso del Campo sus conbezinos el dia primero de este mes”66 Sin embargo el aviso estaba dado, la comunidad permanecía vigilante. La organización comunitaria sostenía y articulaba facetas fundamentales de la vida del campesino, y esta sólo era posible en tanto en cuanto el campesino se integraba en una comunidad, pues no se admitía ni toleraba la no sujeción a los usos comunes: “... Don Diego González Tuñon vecino del concejo de Proaza y dijo que desde algunos años hasta haora han acordado y convenido entre si los vecinos del lugar de Villamejin que lo es del otorgante guardar

63 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1054, f. 31, poder de 17-11-1794. 64 A.H.A, secc. prot., serie Oviedo, leg. 1345, f. 142, de 9-VII-1790. 65 Antropología del honor o política de los sexos, editorial Crítica, Barcelona, 1979, pág. 50. 66 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1444, f. 12 (1791). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 125

y apastar por tumo y becera sus ganados desde el San Miguel de mayo de cada año hasta el septiembre (...) de otro modo hizo con algunas cabezas de ganado sacandolo diariamente a los cierros y pas­ tos con palo y pastor y no fiando el cuidado de ellos a la negligencia de sus vecinos por cuia causa se esperimenta en el concejo de Proaza notable decadencia en el ramo del ganado en fin ya fuese porque algunos de los que viven en Villamejin miran desde tiempo hace con celo y embidia a la casa del otorgante o ya por que entre si mismos menos les acomoda sujeto de distinción, dieron en el fanatismo de que habia de turnar y hacer becera como uno de tantos sin dejarse de satisfacer ni de la falta de la costumbre ni de que haun susistiendo esta le hera facultatibo el custodiar su ganado privatibamente su ganado con palo y pastor como lo hacia debia cada uno acudir a jui­ cio y deducir sus razones que tan lejos estubieron de acordarlo asi que antes bien agabillados formando un publico tumulto y alboroto se arrojaron maliciosos a un crimen y un atentado...”67.

67 Los sucesos, narrados por el demandante don Diego González Tuñón, se desarrollaron así: “Es el caso que aviendose juntado la mañana del domingo dia doce del presente la mayor parte del becindario de Villamejin principio entre todos llebar la vod Thomas Rodríguez mayor a quien siguió su hijo Thomas Rodríguez menor su cuñado Josef Bernardo con su hijo Francisco y Juan García Aicera pariente de todos y en altas y descompasadas voces especialmte. al Thomas mayor que forma particular empeño de des­ pertar el silencio de los que haun callaban acompañando a las palabras unas espresiones infames y lle­ nas de desberguenzas principio al primero diciendo guarde el Diego guarde el canalla, guarde el indig­ no y en fin el otorgante le satisfizo con toda suavidad y modestia por si de este modo tembla su enarde­ cido encaloramiento que las cosas no se componían con voces y desberguenzas que para eso habia Justicia (...) quando de alli a poco rato los arriba espresados agregándoseles de nuebo Francisco Alonso de la Torre mayor y menor se presentaron en el sitio de la Fuente del lugar en donde por casualidad se hallaba un hijo del otorgante y principiando todos poniéndose a la parte de arriba descargar contra el tal nube de piedra que según la ira y tropel con que las arrojaban le hubieran muerto sin duda a no ser el amparo y refugio de un pie de panera que alli habia por casualidad, en esta confusion y alboroto no se oian otras voces que las de mueran, mueran, matarlos, cortarles las cabezas y sacarlos del lugar (...) de perder la vida a no presentar compasibo el Procurador Josef Garcia Camarino increpando la indignidad y procedimiento que ejecutaban y quando el asunto se iba serenando segunda vez bolbio encender la palestra Francisco Alonso de la torre menor que se presento en aquel sitio con un brazado de garrotes para repartir entre los de su bando y entonces es quando el otorgante lleno de susto a vista desta pre- bencion recombino al Padre de este nuebo delinquente para que le contubiese lo que hubiera consegui­ do a no ser el Procurador que se arreglo, a los palos impidiendo su uso y se los quito en sustancia por fuerza pero sin la boluntad de su padre quien junto con su hijo miran con fastidio y resentimiento la casa del otorgante desde mucho tiempo por causa de una denuncia que contra el Juan Garcia ha dado sobre la derrota de una heria destrucion de frutos y otros atentados que no fueron capaces de contener los pre­ ceptos judiciales (...). Por ultimo habiendo logrado el otorgante la felicidad de retirarse a su casa acom­ pañado de sus hijos atentos y obedientes siempre a sus preceptos le hicieron salir de ella las voces dolo- rosas de una niña que se habia quedado junto a la fuente y a quien llenaron de sopapos tirandola por el suelo y asustandola de modo que no seria estraño trastornar su débil juicio (...) los demas principiaron de nuebo a encender la quimera dar palo sobre el otorgante diciendo a una boz muera este infame y toda su familia muera en términos que le desampararon y le dejaron como muerto su pobre conjunta DLi Theresa Garcia tomo por mejor partido refugiarse a la capilla que esta immediata a su casa pidiendo al cielo serenase aquel desenfreno y ceguedad y al tiempo de salir que vio a su marido en aquella disposi­ ción se cayo como muerta y acidentada y ambos hasta hoy se vieron obligados a no poder salir de casa y gastar el mas del tiempo en la cama: este es el miserable estado en que unos díscolos vecinos han pues­ to un hombre de bien distinguido y que hasta haora siempre tubo por genio faborecer a los mismos que asi hultrajaron ellos han lebantado un tumulto que pudo traher mortales consequencias son los mismos 126 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

La densa red de intereses comunitarios provocaba que los conflictos, aún particulares, se transformasen en enfrentamientos entre comunidades. Las amenazas proferidas por extraños a algún miembro de la comunidad aldeana lo eran contra toda la comunidad68 y las amenazas a la comunidad se percibí­ an de modo directo por cada uno de los vecinos. Uno de los focos de conflic­ to intercomunal más frecuentes eran los pleitos sobre cuestiones de pastos. Cañedo y Canga Argüelles, conscientes de las asimetrías aldeanas y parro­ quiales en cuanto a disponibilidad de pastos, habían previsto que “la Parroquia sobrante en pastos” estuviese obligada a “dar á la necesitada de ellos los que le sobre por una pensión anual”69; tres años antes, en la Junta General del Principado se habían considerado los “pleytos y cuestiones” que nacían de que “vecinos y lugares situados a las faldas o imediaciones de estas montañas se aprovechan de dichos pastos sin permitir que los demas vecinos del concejo entre en ellos sus ganados”, y las propuestas al respecto, de for­ malizar apeos en todos los concejos o hacer “comunes a todos los vecinos los referidos pastos”70 se desestimaron pues “seria por evitar unos pocos pleytos acer que ardiese la Provincia unibersalmente en ellos”71. En los casos de comunidades colindantes podemos encontrar comunidades que compartan sus áreas de pastos intercambiando sus derechos sobre las mismas y constituyen­ do mancomunidades de pastos o facerías. Los pastos eran una fuente perma­ nente de litigios; reza la respuesta 26- de las Generales de Rozagas (Valle de Peñamellera) “que este dicho lugar en Común sus Vecinos deben quinientos y diez ducados de principales de zensos que han sacado para defensa de sus términos con los comarcanos”; en ocasiones los conflictos por el acceso a lugares de pasto eran brutales, tal como ocurrió en noviembre de 1793 entre los vecinos del coto de Ludeña y los de la parroquia de Pintueles en el con­ cejo de Piloña en que los primeros invadieron literalmente las erías de los segundos72. Cada comunidad era celosa guardiana de sus propiedades y se

contra quienes las leyes declaman y que solo en un presidio podran dar parte de la satisfacion que deben a estos arrojos...” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1188, f. 308, escritura de 18 de agosto de 1792). En la Galicia de Viana do Bolo, al vecino incumplidor de la vecera -’’res de aldea”- se le ponían los perros a la puerta de su casa (N. T en o r io , La aldea gallega, 1914, pág.62). 68 Los vecinos del lugar de Caleao (concejo de Caso), inmediatamente movieron pleito cuando “por dife­ rentes vecinos de la parroquia de Peón conzejo de Villaviciosa se passo con poco temor de Dios y en menosprezio de la Xusticia a dar de palos con otros tratamientos ofensivos a esteban del cavallin veci­ no de este dicho lugar quien guardava diferentes ganados de este dicho lugar y pastavan en dichos tér­ minos de villaviciosa” (A.H.A., secc.prot., leg. 1086, f.10, año 1757 ). 69 “Ordenanzas judiciales y políticas de 1781”, XII,32 70 A.G.P.-A.A., libro 112, f.124, Junta de 11 de agosto de 1778. 71 A.G.P.-A.A., libro 112, f. 159 v., Junta de 11 -VIII-1778. Veintiún años después, en la Junta de 4 de junio de 1799 (id. libro 120, f. 121 v.), la respuesta de la Junta a una proposición “de que se acuerdfs que todo el Principdo. se tenga en ade lante por un solo pasto Común de todos los naturales” fue de “haber por omitida dicha proposición”. 72 “... presente Manuel Solarez vecino de la parroquia de Pintueles conzejo de Piloña dijo que adbirtien- do los vecinos de dicho lugar que los del Coto de Ludeña introducian sus ganados en las herias luego VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 127 vigilaba que los vecinos llevasen a los pastos comunes solamente los ganados suyos propios criados en su casa73. Los límites de pueblos se fijaban median­ te una constelación de marcas, linderos, portillas y mojones; todavía en los años treinta del siglo XIX el incipiente régimen liberal ordenaba que los cie­ rros que separaban a unos pueblos de otros señalando sus límite cerrasen úni­ camente las heredades “y desaparezcan los estorbos de las portillas que hay en las comunicaciones de unos pueblos con otros, aún se nota que algunos las conserban”74.

que levantavan el fruto causándoles un notable perjuicio por no tener puertos ni brañas a donde mante­ ner los propios ocurrieron a la Sala en el año de ochenta y cinco pidiendo que los de ludeña se astu- biesen de dicha introducion vajo de allanamiento que hacían los de Pintueles de no llebar sus ganados a las herías de Ludeña y Borines de que se comunico traslado y por haverse pedido aquella Real Provisión se pidió otra en el dia siete del corriente que se notifico en el diez de esto tomaron causa y resentimiento los de ludeña patrocinados de Don Rafael de Valdes señor del Coto que fue el que llebo fabor para que se juntasen en crecido numero y bien armados con sus garrotes cojiesen sus ganados y los llevasen a la hería de Pintueles nombrada del Barredo no por las portillas y carriles por donde se acostumbra y si derrotando y abriendo las seves con mucha algazara no obstante de que en la hería aun se hallaba pendiente fruto recombinieronles dichos vecinos sobre que cesasen y que caso de introducir sus ganados fuese por las portillas y a donde no estubiese fruto pendiente lo que fue causa para que como los de Ludeña hivan armados y dispuestos a toda quimera patrocinados de Don Rafael sin otro motivo prorrumpieron en dar crecidos palos y malos tratamientos a quantos de Pintueles hallavan (...) aquietóse esta turbulencia hasta que publicada en Ludeña salió el hijo del Don Rafael por tras el lugar llamando a todos sus caseros para que ¡mediatamente soltasen sus ganados y concurriesen todos arma­ dos hombres y mugeres a dicha heria a ultimar la derrota de ella y de los vecinos de Pintueles levan­ tando para ello nueva quimera como asi sucedió capitaneándolos el hijo del Don Rafael y su page de forma que repitieron muchos palos y malos tratamientos de obra y palabra y principalmente dicho hijo del Don Rafael siendo funestas las consecuencias por que con los de Ludeña no tienen mas juez que el del coto y este le pone D. Rafael siempre se juzgan preservados de su castigo y pretenden conseguir por fuerza con el palo de que usan continuamente el logro de sus intenciones y asi sucedió en el presente pues no solo privaron de que los de Pintueles pastasen en su heria sino que quieren por fuerza disfru­ tarles sus frutos y pastos blasonando que les han de hacer retirarse a las montañas con otras espresio­ nes muy impropias” (vid. A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1352, f. 74 (1793), escritura de 15 de noviembre de 1793). 73 En un convenio suscrito por varios vecinos del coto de Pademi se exponía que “con motivo de haver admitido y alvergado en su casa el referido [Francisco Rodríguez] Campal un revaño de ovejas proprias de Francisco frz. vecino de Torrestio permitiendo que pastasen en los termos, de dicho concejo de Pademi se quejaron de ello sus vecinos por que asi se les privaba de los pastos que necesitaban para sus proprios ganados y con efecto haviendose juntado segn. lo tiene de costumbre acordaron obligar al Campal a que se deshiciese de dichas ovejas y no las admitiese en su casa (...) reflexionando el Campal no ser justo de seguir dicho Pleyto contra sus vecinos por ser suyos propios los intereses de estos y que como vecino que es antes deve defender que oprimir los intentos justos de que ninguno de la parte de afuera pretenda violentante, aprovecharse de los pastos y terms. comunes de dicho concejo por ser cor­ tos y apenas suficientes para el alimento de sus propues individuos” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1066, f. 5, año 1796). Los vecinos de La Manjoya demandaron sucesivamente a José García “resi­ dente en la misma Parroquia” “con motibo a los daños y perjuicios que el ultimo causa en aquella Parroquia con sus ganados lanares”, finalmente se convinieron en que José pagase 30 rs. al año “de Ínte­ rin permanezca en aquella Parroquia con los ganados mencionados y que “en principios de Abril de cada año permitiéndolo el tiempo que no aya llubia niebes u otra cosa que se lo impida ha de sacar a los limites de la enunciada Parroquia los ganados lanares sin que los pueda traher pastando en ella” (id. serie Oviedo, leg. 1101, f. 283, año 1801). 74 “Ordenanzas del concejo de Lena de 1836” cap.III, art. 6, en Noticias históricas sobre Mieres, C o s ta le s, J. (editor), Mieres, 1988, pág. 134. Leemos en la respuesta 3- de las Generales del coto de 128 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

La densidad de los vínculos comunales entre los miembros de una misma aldea o lugar y el carácter exclusivo y refractario de la vida económica de cada comunidad respecto a las comunidades vecinas conducía a que las riva­ lidades aldeanas fuesen algo connatural a esta sociedad campesina. La rivali­ dad entre los pueblos requería a su vez una articulación interna de la capaci­ dad de enfrentamiento y eran los mozos solteros quienes proporcionaban esa articulación interna. Los mozos de las aldeas vivían en un estado de gracia para la violencia menor; José García Solís, un mozo soltero vecino de Santullano, había calificado durante una sextaferia a Andrés de Paredes como “picaro Alcalde de Basura” y que “le havía de sacar las tripas con una hoz” por lo que Andrés de Paredes reprendió al padre del mozo” de la mala ense­ ñanza que daba a su hijo” a lo que el padre “respondiera que un mozo solte­ ro no cometia delicio”75. Domingo Fernández, vecino del lugar de Teijedo en la parroquia de Santianes de Molenes (concejo de Grado), al denunciar el “ruydo alboroto” y amenazas de que fue víctima, cita el nombre de algunos feligreses y a los demás los envuelve bajo la expresión de “y otros mozos sol­ teros”76. En Carreño “los mozos cantan los endiablados romances de valento­ nes con que a veces se enferozan pero que luego aquietan los viejos y muje­ res que no suelen traer raices rencorosas estos hervores de función”77. En Llanera el corresponsal del Diccionario de Martínez Marina escribe:

Villapañada (concejo de Grado) que dicha jurisdicción se hallaba “finsada y amojonada desde elque lla­ man de la fuente de Santiago, va a otro que se halla tras de la Casa de Juan Alvarez y sitio de Gallinal y desde este a otro que esta en la cumbre y sitio de Santa Marina y últimamente mirando al N. el que llaman délos Llanos y Juego de la Bola”. El sentido excluyente de estas comunidades tenía su máximo en la oposición entre los vaqueiros y los xaldos o mamuetos que llegaba al extremo de la separación entre unos y otros dentro de las iglesias mediante vigas y esquelas lo que provocó numerosos pleitos. Uno de ellos fue el planteado por Pedro Alvarez Arguelles vecino de la parroquia de Berdicio, concejo de Gozón, acerca de la sepultura de su esposa: “dijo que la espresada feligresía esta dividida en dife­ rentes barrios y lugares, pero el del otorgante sin otro motibo que el de acostumbrar sus vecinos llebar los ganados a pastar a los puertos de Somiedo de este Principado tubo la desgracia de incurrir en sumo desprecio de los demas confeligreses que los distinguen con el renombre de Baqueros (...) se presento a su lado entre algunos otros Manuel Martínez de la misma vecindad con el propio empeño jurando y blasfemando con un palo en la mano como el otorgante les dijese que era noble y de ygual calidad res­ pondió el Pumariño que no se sabia de que casta ni rraza eran el otorgante y sus vecinos. El párroco con su acostumbrada modestia y suabidad propia de su caracter le dijo que se rreportase mirando que eran christianos bautizados en la propia pila como el y recivia los mismos Santos Sacramentos a que repuso el Pumariño que también estubiera en Francia y habia bisto muchos a este modo que resultaban ser judios y prosiguiendo con el Martinez en los mismos retos y demostraciones conminantes a ocasion que ya en el entierro se acercaba añadieron que ya el cadaber no se enterraría alli y quedaría para esca­ beche lo qual entendido por los circunstantes y el otorgante temerosos de una fatal reyerta cedieron a la fuerza mandando romper la sepultura un trozo mas abajo de la que estaba señalada” (A.H.A, secc. prot., serie Oviedo, leg. 1314, f. 44, escritura de 15 de mayo de 1793). 75 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 827, f. 221 (1757). 76 A.H.A., secc. Prot., serie Oviedo,leg. 858-11, f.s.n., 1704). 77 B.R.A.H., 9/6035, “Descripción del concejo de Carreño” (papeles para el Diccionario Geográfico- Histórico de Asturias). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 129

“Y usan también la danza asturiana con hoguera en el vispera de la fiesta (...) y victoriando (...) y cuyo auto de victoriar se reduce a decir viva Llanera, muera Corvera o cosa semejante resultando Palicias o Quimeras de Palos y aquel que mayores los da es el mas guapo bien que en este particular ya hay mucha moderación por la Providencia de Prohibir el uso del palo”78 Los desenlaces trágicos están presentes: Josefa González Berbeo, viuda de José Casero, vecina de Santullano “dijo haber quedado tal viuda originado del golpe casual que se le dio en el Prado que se halla tras de la Casa y taver- na de Marina de la Fuenta en la tarde de S. Juan veinte y quatro de junio del año proximo pasado en el lugar de la Corredoria con motivo de la Romería de dicho Santo”79. Tras la romería de San Bartolomé de Bandujo, don José de Bariñaga, vecino de Trubia y asentista de carbones, denunció que se había cometido “el atentado de maltratar a unos vizcainos fabricantes de carbones” “por unos mozos del pais” y hubiera sucedido alguna desgracia “a no haber­ se los vizcainos huido pero sin embargo uno no dejo de salir bien erido y se halla sacramentado”80. En la legislación asturiana del Antiguo Régimen son numerosas las normas que pretenden evitar los disturbios en las romerías81. Una Real Provisión de 7 de noviembre de 1753 prohibía asistir a las romerí­ as con “armas palos ni garrotes algunos” a “los mozos solteros ni otra perso­ na”82. Don Justo Fernández, juez noble del coto de la Riera de Covadonga, tras abrir diligencias por alboroto a un par de mozos de durante la romería del 8 de septiembre de 1799, fue zarandeado y vapuleado por “la mayor parte sino todos los mozos solteros y casados de dicha Parroquia de margolles armados con sus palos”, comportamiento acorde con su actitud de “hacer alarde de ser balentones y Palistas mobiendo quimera en quantas romerías concurren”83. Don José de la Peña, vecino de Noreña, denunciaba a “algunos mozos deel Pueblo” por el “ruido y alboroto”, “voces y gritería”,

78 B.R.A.H., 9/6034, “Descripción del concejo de Llanera” (papeles para el Diccionario Geográfico- Histórico de Asturias). 79 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1017-11, f. 12, 1796. 80 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1129, f.440, año 1801. 81 El art. 4 de las ordenanzas ovetenses de 1814 prohibía a “toda persona que asista a la danza-prima, usada en los dias festivos y en las romerías, llevar palo u otra cualesquiera arma ofensiva”. Una Real Provisión de 12 de enero de 1775 de la Real Audiencia hacía obligada la presencia de un juez en cada romería reiterando la prohibición de palos y garrotes (A.H.A., fondo Aurelio de Llano, caja 18, libro I, nro. 46) y otra Real Provisión de 27 de julio de 1784 prohibía introducir en las romerías todo tipo de palos de grueso superior al de medio duro y de largo inferior al de vara y medía (id. caja 18, libro II, nro.41). Las ordenanzas de Candás de 1684 establecían que “ninguna Persona de esta villa noble, ni de qualquiera calidaz que sea, traiga Palo alguno ni bara en la mano por los riesgos e yncombenientes que se pueden causar, Pena de tres mil marabedis Y carmel Y que ademas se pro§edera a lo que aya lugar de derecho” (A.H.A., secc.prot., leg. 2194, f.s.n., año 1684). 82 A.H.A., fondo Aurelio de Llano, caja 18, libro I, nro.21. 83 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1372, f. 163 (1799). 130 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

“trabesuras”, arrojar “pedradas a las Puertas y Bentanas de los vecinos” -una de las cuales tumbó a su esposa-, echar “a rodar y poner en diversos parajes Pipas y Carros que aquellos moradores suelen tener delante de sus casas”; para don José se trata de actos intolerables y carentes de pretexto “aunque fuese con el de ser aquella la Noche de San Juan lo que sucede también en otras muchas noches del año particularmente en los dias de fiesta”84. Estas peleas y alborotos aldeanos hermanaban a los mozos del pueblo y autoafir- maban su sentimiento grupal85; aquí se afianzaban las amistades y obligacio­ nes que religaban los vínculos vecinales de la aldea. Un ejemplo de esta afi­ nidad homogeneracional de los mozos solteros rota por la diferente condi­ ción social: Juan Antonio Martínez Pabon, vecino de San Cucao de Llanera, se dolía de que don Juan Martínez Valdés, “vecino de la misma Parroquia y en tiempo de la jubentud de ambos y antes de tomar estado de matrimonio se profesaban especial amistad tutiandose el uno al otro y despues que le tomar el susodicho, prosiguiendo con el siempre que se encontraban con el mismo trato llegara a conocer le parecia mal y que esperaba se le hiciese con algún mas respeto”; surgieron así varias asperezas que llevarían a varias demandas por motivos menores86. El “derecho de piso”, comentado por Prieto Bances87, era otra fórmula de intervención consistente en un presente o regalo que debían pagar los mozos forasteros a los mozos solteros de la aldea para cor­ tejar a una moza de ésta. El matrimonio de un mozo extraño a la aldea con una moza del lugar, no solo suponía la pérdida de una opción matrimonial

84 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1054, f. 49 (1793). Estos alborotos debían ser habituales, las orde­ nanzas de 1781 (tit. V.14.), pretendían que “no se corran Camabales (...) ni se hagan bullas, músicas, ni algazaras en las noches de San Juan ó tiempo de Navidades”, y Carlos III por bando de 23-VI-1785 y Real Orden de 18-VI-1787 (Novísima, libro XII, tit. XXV, ley IX), disponía que “ninguna persona, de cualquier sexo o calidad, se propase en las noches de San Juan y San Pedro ni otra alguna a usar de panderos, sonajas, gaitas ni otros instrumentos rústicos y ridiculos, griterias ni algazaras”. En Gijón, los carnavales de 1728 provocaron la detención de todos los regidores (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 689, f.s.n., 1728). 85 Vid. acerca de la cultura de los mozos solteros y sus fratrías en la ciudades de la Francia meridional el estudio deN athalie Z. Davis , “The Reasons of Misrule Youth Groups and Charivaris in Sixteenth Century France”,Past and Present, 50, 1971, pág. 41; J. Rossiaud , “Prostitución, sexualidad y socie­ dad en las ciudades francesas en el siglo XV”,Sexualidades en occidentales, Paidos, 1987, pág. 136; en el charivari clásico de los folkloristas, la juventud es el brazo ejecutor de la comunidad rural como han señalado R.B onnain -M oerdyk y D. Moerdyk (“A propos du charivari: discours bourgeois et cou- tumes populaires”,ANNALES ESC, 1977, 2, pág. 384). Cuando en el verano de 1808 la Junta General del Principado levantó un ejército contra Napoleón,R amón D. A lvarez V aldés se felicitaba por la decisión de agrupar a los mozos según sus concejos de procedencia, “idea feliz con la que se consigue que mire el soldado el Regimiento en que sirve con tanta afición como a la casa paterna y a sus com­ pañeros como a individuos de una misma familia. Quien desconozca la índole de las costumbres astu­ rianas, no sabrá apreciar debidamente la sabiduría que la disposición encierra”Memorias ( del levanta­ miento de Asturias en 1808, B.H.A., ed. Silverio Cañada, Gijón, 1988 (la. ed. de 1889), pp. 156-157). 86 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.975, f.65, año 1751. 87 P r ie t o B a n c e s , R a m ó n "Cocktail asturiano (Costumbres jurídicas populares)”, Obra Escrita, pág. 1013 y ss. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 131 para los mozos de la aldea, sino que implicaba que los recursos del común habrían de ser compartidos con un foráneo; alegan las ordenanzas de Tañes de 1794: y asi mismo por las regalias que goza este lugar el mozo foraste­ ro que se case en este dicho lugar aya de pagar para entrar a gozar del vecindario una cantara de vino para refresco de los vecinos y esta aya de ser para el primer domingo despues de casado con mas cinquenta reales los que se aplicaran para la manutención de la puente lo que los procuradores que lo fuesen les ayan de egecutar y esto se entien­ da solamente con los de afuera de parroquia...”88 En un registro simbólico, el derecho de piso afirmaba la solidaridad del grupo aldeano en oposición a las injerencias de mozos extraños al grupo. Si se trata de matrimonios en el que alguno de los cónyuges es viudo la inter­ vención habitual es la cencerrada o lloquerada. Carlos III, por bando de 27 de noviembre de 1765 (Novísima, libro XII, tit.XXV, ley VII), había prohibido “el abuso de darse cencerradas a los viudos y viudas que contraigan segundos matrimonios”; las ordenanzas de 1781 (título V.14.) prohibían que “se den las que llaman cencerradas á casados nuevos” y una Real Provisión de la Audiencia de Asturias de 22 de julio de 1791 insistía en la prohibición de las cencerradas a causa de que “se esperimenta (según llego a noticia del Real Acuerdo de esta Audiencia) un abuso muy pernicioso, tanto en esta Ciudad, como en varios Pueblos y Lugares de este Principado, causado en la frequen- cia de los bullicios y alborotos nocturnos con el titulo de cencerradas, que ademas de ser muy perjudiciales a la quietud publica se ocasio­ na diferentes excesos”89 La cencerrada no era bien recibida por sus destinatarios: “... que de resulta del matrimonio que contrajo Rosa Alvarez soltera con Josef femandez Urbano viudo en el dia siete de mayo pasado (...) algunos jovenes como lo acostumbran les dieron cencerrada según estilo de aquel Pais resentido de ello el nobio y muchos mas don Manuel Alvarez Presbitero hermano de la Rosa procuraron distraer la gente que les hacia aquella dibersion siendo como una hora de noche

88 A.H.A., secc. prot., leg. 1096, f. 12, año 1794. En Sobrefoz (Ponga), según acuerdo de 1817, “todo forastero que contraiga matrimonio con hijo o hija de vecino y desee pertenecer a la parroquia pagara la cantidad de doscientos reales (...) habrá de presentarse a los vecinos del mismo solicitando de ellos, en el dia señalado, el usufructo de los bienes comunales, quedando privado del mismo si no lo hiciese asi” (vid. N e m es io M a r t ín e z A n t u ñ a , “El concejo abierto en Asturias”, en BIDE A, nro. XIV, diciem­ bre 1951, pág. 259 y ss.); en Cantabria las exclusiones sobre avecindamiento eran más tajantes que en Asturias (R a m ó n L a n z a G a r c ía , Población y familia campesina en el Antiguo Régimen. Liebana, siglos XVI-XIX, Universidad de Cantabria, 1988, pág. 12). 89 Archivo parroquial de Grandas de Salime, Ordenes 1790-1792. 132 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

el citado Don Manuel y su cuñado salieron con una escopeta en las manos cada uno jurando y botando con muchos ademanes y bozes abian de matar a uno (...) sonaron dos tiros de escopeta de que dicho Manuel otorgante quedo grabemente herido”90. De nuevo encontramos a los mozos como protagonistas del alboroto. Son comportamientos que remiten al sentido del grupo y a su espacio de poder -las jóvenes casaderas de la aldea.

LAS SOLIDARIDADES DEL PARENTESCO Entre las familias nobles, al tener la propiedad y patronazgo de numero­ sas capillas exentas y conventuales, la contigüidad de las sepulturas estaba generalizada; en los testamentos y con expresiones dirigidas a los jefes de las casas nobiliarias, los parientes manifiestan su deseo de ser enterrados en las sepulturas de las capillas familiares91, hasta el punto de que el duque del Parque, don Francisco Antonio de Cañas Acuña Silva, pide que en su capilla sólo se sepulten sus descendientes directos: “Ytem digo que en la referida capilla que estoi para reedificar en el colegio de la Compañia de Jesús de esta Ciudad con la advocación de nra. sra. de la Soledad han de poder enterrarse en ella y en su bóveda vaja todos mis hixos y descendientes y solo en los entierros altos tumulos o urnas que se hicieren se haian de poner los cuerpos mió y de mi muger si gustase enterrarse alli. Y mas subcesores que fueren de mis mayorazgos y en las demas sepulturas terrenas de uno y otro suelo los dichos mis deszendientes y no otro alguno que no lo sea ni

90 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1066, f. 52 (1796), escritura de 6 de agosto de 1796 otorgada por Manuel Sánchez y Manuel de Riba vecino de la parroquia de Santa Maria del Candanal del concejo de Villaviciosa. En los Diarios de Jo v ella n o s también encontramos una esporádica referencia: “Gran turullada al casamiento del Perol viejo. Lectura en Cook (...) sigue la turullada” (t. II, pág. 321). Se lee en el sinodo diocesano de 1886: “Procuren los párrocos reprender y desterrar el abuso de molestar con cencerradas y otras manifestaciones escandalosas a los viudos que pasan a segundas nupcias” (Sinodo diocesano de 1886, Oviedo, 1887, tit. XVII, const. XV). 91 En su testamento, doña Isabel de Malleza y Dóriga solicita ser sepultada “en una de las sepulturas de dicha capilla mayor [del convento de San Francisco de Oviedo] que eligiere mi primo el Marques de Campo Sagrado, patrono de ella” (en A.H.A, secc. prot., serie Oviedo, leg. 730, f. 575, de 22-VIII-1751); otra Señora de la Casa de Malleza, doña Isabel de Malleza y Miranda, pedía, a finales del siglo XVII, que su cadáver fuese “sepultado en la Yglessia de nuestro padre San Francisco desta Ciudad y en la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios sita en ella en una de las tres sepulturas que tienen en ella mi sobrino el Sr. Marques de Baldecarzana” (en id. serie Oviedo, leg. 601-11, f. 122, año 1699). La condesa de Nava en una primera fase “por via de deposito” solicita a “mis parientes los seño­ res Don Melchor Valdes Prada y Don Joseph Miguel de Heredia” ser sepultada en una de las capillas que poseen en la iglesia conventual de Santo Domingo de Oviedo pues “espero con toda confianza me la conzederan por lo mucho que les estimo” para transcurridos dos años ordenar que sus huesos se tras­ laden “a la Yglesia Parroquial de San Bartholome de Nava en una de las sepulturas de la capilla maior de dicha Yglesia y junto a la sepultura en que esta enterrado el dicho Conde de Naba mi marido y señor que fue de que es Patrono al pressente mi hijo Don Manuel como dueño de la Casa de Nava...” (en id. serie Oviedo, leg. 601-11, s.n., de 15-VIII-1699). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 133

mi hixo ni los demas subcesores que le siguieren den licencia para ello a ninguna persona aunque sea de la maior graduación en manera alguna porque dichos entierros desde luego he querido solo dedicar­ los para mi, mi muger y mas subcesores y descendientes”92 Fuera del núcleo familiar, la familia consanguínea poseía una importan­ cia que iba más allá de la presencia rutinaria en las liturgias de la vida y de la muerte. Los hermanos, y sus hijos, revestían una gran transcendencia en el sistema familiar del Antiguo Régimen. Faltando el padre es el hermano mayor el que asume la función tutelar respecto a sus hermanos, o a los hijos de sus hermanos. Este fenómeno es de orden capital dadas las expectativas de dura­ ción media de los matrimonios. Jovellanos: “La Corita, que viene a hablar de su boda con el hijo de Antón de Granda (...) indiqué a los interesados que se dirijan a su hermano; que le proponga el partido que hacen al novio de sus padres, y que nada ofrezca que no sea bajo la plena aprobación de su hermano, a quien debe mirar y obedecer como padre y bienhechor”93 Del mismo modo en los testamentos se observa una preocupación por asegurar el destino de los hermanos menores “Ytem asiste en mi compañia una hermana lexitima llamada María Antonia Ludeña y encargo a mi esposa e hijo la tengan en su compañia y no que­ riendo estas la susodicha se le den de mis vienes por una vez zinquenta ducados vellón en atenzion a dicha hermana y cariño que la profeso”94 y de los sobrinos

92 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 754, f. 113 v. (1733); estas necrópolis familiares constituían un tes­ timonio de las solidaridades familiares (I. A t ie n z a , “Pater familias, señor y patrón: oeconómica, clien- telismo y patronato en el Antiguo Régimen”, en R. PASTOR (Comp.), Relaciones de poder, de produc­ ción y parentesco en la Edad Media y Moderna, CSIC, Madrid, 1990, pág. 439). Los 1.500 ducados que don Angel de la Buelga, vecino de Oviedo, recibió como dote de su esposa, doña Isabel de Tineo, incluí­ an “la dotazion de una sepultura que perteneze a dichos vienes y se alia en la Yglesia Parroquial de San Ysidoro de esta dicha Ciudad ynmediata a la grada de la capilla mayor y devajo de la lampara de dha Capilla con declarazion” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 450, f.s.n., año 1697). 93 G. M.de Jo v e l l a n o s , Diarios, t.II, pág. 206. En los Diarios los ejemplos son abundantes: “(en Melgar, cerca del Pisuerga)... tiene una hermanita joven; acaba de perder sus padres” (t. II, pág.34); también: “Antes de comer visitamos de despedida en casa de D. Santiago de Bango, donde está la familia de D. José de Salas, casado con su hermana y heredera; de D. Narciso López; cuya cuñada cuida de sus huér­ fanas” (t. I, pág.318), o en: “Visita a la Marquesa de Villacampo, mujer de espíritu, viveza y talento; cuida de sus sobrinos, hijos de D. Gerónimo Salamanca, ya difunto y hermano de su marido Aquilino, y sucesor de sus mayorazgos” (t. II, pág.36). Fr. F ra n c isc o Ec h a r r i recuerda que “el hermano mayor a quien por muerte de los padres queda encomendado el gobierno de la familia, está obligado a dar los alimentos a los demas hermanos aunque no sean uterinos” porque, al igual que la dote de las hermanas, “lo pide la caridad y la conjunción de la sangre” ( Directorio moral, Madrid, 1799, t. II, pág. 269). 94 A.H.A., secc. protocolos,serie Oviedo, leg.848, f.89, testamento de Diego Ludeña, de 18 de junio de 1749. Los ejemplos son abundantes: Don José Rubin de Celis encarga en su testamento a su mujer “mui encarecidamente” que se ocupe de su hermano don Manuel “en la forma que le fuer posible” (A.H.A.,secc. prot., serie Oviedo,leg.733, f.917, testamento de 2 de noviembre de 1754). 134 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

“Ytem a mi sobrino Cosme Cabeza se le de una baca dexando a mi marido el cuidado del teniendole siempre en su casa y compaña”95 La figura de los abuelos es complementaria a la de los hermanos mayo­ res. La muerte de uno de los esposos, y las segundas nupcias del supèrstite dejaban a los hijos del primer matrimonio en una posición desfavorable, sino marginal, dentro del nuevo núcleo familiar dando lugar al síndrome o com­ plejo de “la Cenicienta”. Lo define Gil de Jaz:

“... pero componiendo de un numero excesibo de familias pobres que se alimentan con el corto rendimiento de haciendas agenas arren­ dadas, sucede que muriendo el padre dexa seis o siete hijos sugetos a la mendicidad y si la Madre viuda passa a segundo matrimonio los abandona con impiedad atendiendo mas al presente estado que a las bendiciones que logro en el primero”96 El catastro de 1752 de la parroquia de Villaverde y Celón (concejo de Allande) recoge la familia de Domingo del Campo donde se observa un tono muy duro para una hija del primer matrimonio de la esposa: Domingo, de 24 años de edad, está casado con María Santos de 37, y tienen por hijos a María y Josefa menores y a una cuñada, Lorenza Santos, de 34 años y tejedora, y además “a una entenada llamada Teresa Miranda (hija del primer matrimonio de María Santos) del estado llano de doce años a quien alimenta viste y calza sirviéndola por criada sin sueldo”. Esta situación común en la antigua socie­ dad cristalizaría en la figura literaria de la huérfana o el huérfano maltratados por la madrastra o el padrastro correspondiente junto a la desidia de un padre o una madre desaprensivos97. Una solución, adulto el huérfano, era el aban­ dono del hogar paterno a través del matrimonio, salida que no solía contar con los parabienes paternos:

95 A.H.A., secc. prot.,serie Oviedo, leg. 861, f.47, testamento de María Fernández Hevia, vecina del coto de Cerdeño, parroquia de San Julián de los Prados del concejo de Oviedo, de 27 de septiembre de 1748. Otro ejemplo de la figura del tío tutelar: Don Gabriel García Pola, presbítero de Gozón, exigía un cura­ dor para su sobrino camal José María Suárez Pola y un administrador para los bienes de su padre don José Joaquín Suárez Pola, escribano de Luanco, ya que a la muerte de la esposa de éste y hermana de aquel “quedo el espresado Joseph Maria constituido en una deplorable situación a causa de que su Padre lejos de procurar la conserbacion de sus vienes y su christiana educación los disipa por sus embria- guezes y distracciones llegando al estremo de ensaiar al mismo hijo para que aprenda a veber como el lo hace (...) se desenfrena y empeña el Joseph Joaquin en enagenar sus vienes para sus borracheras haviendo tomado una el propio dia del entierro de su muger de que se queda la ruina del pobre hijo” (id. serie Oviedo, leg. 1188, f. 210, año 1792 ). 96 Ordenanzas aprobadas por S.M. para el regimen y gobierno del Hospicio y Hospital de Huérfanos, Expositos y Desamparados (...) en la Ciudad de Oviedo, 1751, pág. 20. 97 Vid. A urelio de Llano (Cuentos asturianos, recogidos de la tradición oral, Madrid, 1925; Roberto G onzález -Q uevedo , “Mitos y creencias La fantasía astur en los cuentos populares”, Enciclopedia temática de Asturias Etnografía y folklore II, Gijón, 1988, t. IX. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 135

“Juan Alvarez del Rivero, vecino de Agüeria en el Concejo de Tudela a Vss. con la devida veneración y respeto expone: Hace de veinte a veinte y un años falleció su madre Maria Fernandez de las Cuartas quedando el deponente por su único heredero, mas por la menor edad en que se hallaba en aquel entonces, disfruto su Padre Domingo, del usufruto y aprovechamiento de los vienes pertenecientes a su difunta primera muger y madre respective del que dice, volviéndose a casar, de cuyo segundo matrimonio tiene una porcion de hijos. En este pre­ sente año haviendo cumplido veinte y cinco años el suplicante trato de tomar estado con persona de igual y vecina de entrepuerta a lo que se opuso mi relacionado estorbándome el casamiento sin que se supiere el motibo que tuviese para ello por que no lo manifestó, que no podia ser otro sino la poca voluntad que tenia de entregarme lo que era de mi madre; de suerte que me vi en la necesidad de acudir al tri­ bunal competente quien le obligo a prestar el consentimiento para casarme, como efectivamente lo realice hace pocos dias, valiéndome de vecinos y amigos para soportar los gastos que son consiguientes de una boda, mediante a que mi padre se denegó abiertamente a pres­ tarme los auxilios para ello, pues ni aun asistió a la boda; de manera que hoy me hallo enteramente desamparado y en la calle por la teme­ ridad de mi repetido Padre en no querer entregarme ni aun lo que ya tengo heredado, sobre lo cual tengo que acudir a la Justicia ordina­ ria...”98 Pedro Fernández, vecino de Piedramuelle, que vivía con su madrastra Josefa Solís, al casarse tuvo que vencer la oposición de ésta que acusaba a su novia de hallarse embarazada “y que no miraba mas que mantenerse en la Casería que correspondia al Pedro” y todavía después de casado, Pedro tenía que oir como Josefa Solís decía que su esposa “se halla amancebada con hom­ bres casados y que de noche se junta con ellos”99. El catastro de Ensenada también revela como alternativa a la convivencia de un padrastro o madrastra el recurso a los abuelos: en el catastro de Gijón, Justo de la Rubiera, de 50 años, campesino y tratante de bueyes, está casado en segundas nupcias y tiene consigo dos hijos y dos hijas nacidos de su segundo matrimonio; respecto a los hijos mayores del primer matrimonio uno está sirviendo y el otro está ausente en Castilla y respecto a los menores están con su abuelo. O el caso en el mismo catastro de Gijón de don Juan de Villanueba, de 44 años, preceptor de gramática, casado en segundas nupcias, quien tiene a su hija -menor de edad- fruto de su primer matrimonio en compañía de su abuelo. El gijonés Luis Ensucho Estrada, marinero matriculado, casado de segundas nupcias tiene tres hijos y tres hijas menores, y el hijo también menor que tuvo con su

98 A.H.N., secc. clero, leg. 5136, s.n.; es una solicitud de auxilio dirigida al Cabildo de la Catedral cuya datación corresponde a los primeros años del siglo XIX. 99 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1352, f. 29, año 1793. 136 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS primera mujer está viviendo con su abuela. El libro personal de legos del coto de San Bartolomé de Castañera recoge un pliego sin fecha pero correspon­ diente con probabilidad a las comprobaciones de 1761, donde Tomás Noriega y su mujer, Luisa Faya, tienen consigo a una “nieta huérfana llamada María Canteli, digo tiene padre quien por haber pasado a segundas nupcias no la tiene en su compañia”; este Tomás Noriega además tiene consigo a su hija Josefa, casada con Juan del Cueto, ausente, y a dos nietos, hijos de ésta, “que mantie­ ne dicho Noriega como padre y abuelo de los susodichos”, y la revisión de 1761 para Avilés da cuenta de que dos hijos del regidor don Francisco Antonio Menéndez Valdés, llamados Ramón y Bernarda y fruto de su primer matrimo­ nio, estaban viviendo con su abuelo don Luis Menéndez Valdés mientras don Francisco Antonio vivía con su segunda esposa, doña Josefa Alonso de la Viña con la que tenía dos hijos. De este modo, cuando el cónyuge viudo pasaba a contraer segundas nupcias, los abuelos tendían a intervenir para proteger a los huérfanos. Reparemos en el siguiente texto de Jovellanos: “... entramos al bal­ cón del presidente; su nietecito, que estaba allí, es un ángel en hermosura: ten­ drá tres años; huérfano por haber perdido a su madre; paseo con los Alonsos”100; pierde a su madre y se va con su abuelo. La documentación nota­ rial aporta repetidos testimonios sobre la función tutelar de los abuelos:

“Item ya algunos años tengo en mi compañia a María de Valdes mi nieta la cual me asiste con todo cuidado y caridad en remuneración de lo qual y paga de su serbicio mando se le den veinte y quatro duca­ dos de vellón junto con alguna cosa que le toca de lexitima mando a mis testamentarios lo depositen asta que tome estado o muera Thomas de Valdes su padre sin que a este se le entregue cosa ni parte alguna de ella porque según su genio lo gastara como lo izo no lo de lo que le entregue por cuenta de mi capital sino también lo que al tiempo de la dicha partizion llevo dejando por este medio a dicha mi nieta, sin el mas lebe amparo para su acomodo ni modo de poder recobrar cosa alguna de lo que su padre recivio por haver gastado este quanto tenia y pasado a segundas nupcias por cuio medio sino hubie­ ra sido mi amparo tal vez hubiera dicha mi nieta espuestose a las con- tingenzias del mundo y se puede presumir se esponga a ello siempre que se resuelba a la compañia de su padre por el poco cuidado que tiene con su familia”101

100 G. M. de Jo v e l la n o s , Diarios, t.I, pág. 198. 101 A.H.A.,secc.prot.,serie Oviedo,leg.787, f.270; testamento de Benito de Villanueva, vecino de la parro­ quia de Colloto del concejo de Oviedo, de fecha 25 de noviembre de 1750. El testamento de María Antonia González Villarmil, vecina del barrio del Fresno, arrabal de Oviedo (id. serie Oviedo, leg.788, fol.27, año de 1752) recoge la siguiente disposición: “Item es mi voluntad que por quanto para se casar Ana de Hevia mi hija le mande entre otras cosas una casa por los dias de mi vida y mediante es capital de dicho mi primer marido muerto ya, mando se traiga a globo de partizion y lo que correspondiente a Josepha González mi nieta hija de la susodicha por razón de lexitima mando VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 137

El parentesco se constituía en base a la sangre o a la alianza; la adopción era algo extraño102. Cuando los efectos son similares se prefiere utilizar otras vínculos como la relación heril: Isabel Izquierdo, casada y sin hijos en su tes­ tamento tras nombrar a su marido como usufructuario de sus bienes nombra por heredero de ellos a “Francisco Rozada mi criado por el mucho amor y cariño que lo profeso a quien le heducamos y criamos desde su infancia”103. Los parientes más cercanos no sólo estaban unidos por estas redes de solida­ ridad y protección durante la orfandad de los menores también les unía una red de convenciones en las transmisiones de los bienes. A la hora de repartir de los bienes de un difunto sucedía que en ocasiones las particiones no eran absolutas: los herederos de Manuel González, vecino de la parroquia de Latores, dividieron los bienes forales en dos partes, una para los hijos y otra para las hijas bajo la clausula de dejar “sujeta, subrrogada y especialmente hipotecada la una porzion de los bienes a la otra y esta a aquella para que esperimentandose en lo benidero alguna inzertidumbre le satisfaga la mitad de su importe la otra parte que lo tal no esperimentase”104. Los hermanos y sus familias, a pesar de la partición formal, seguirían, de una u otra manera, jun­ tos -y vigilantes respecto a los incumplimientos de algún hermano- en la explotación del foro, unidos por el pago del canon foral. Los herederos de Andrés del Casero e Isabel Cuesta, vecinos de Villameana, tras hacer el repar­ to de los predios acordaron “no se poder pribar los unos a los otros, y los otros a los otros de regar, cada uno su quarta parte de posesion los unos por la tie­ rra y sitio de los otros y estos por la de aquellos con igualdad y proporcion”105;

se deposite mediante a que Melchor González su padre tiene consumido y gastado todo el capital de dicha mi hija que oy es difunta y haber pasado el susodicho a contraer en segundas nupcias y no ser capaz dicha mi nieta para poder manejarse y que pueda ser por tan piadoso medio aszender a estado”; la testadora y abuela, a su vez, había estado casada con Francisco de Hevia en primeras nupcias y con Antonio Pondal en segundas; en un testamento redactado dos años antes, la testadora ya anticipaba sus prevenciones hacia dicho yerno: “y lo que correspondiese a la dicha mi nieta quiero se deposite y no se entregue a su Padre, sin fianza que asegure asi este ymporte como el que tiene recivido cuio deposito sea en persona de todo abono y que no sea pariente alguno sobre que en cargo de la con- ziencia a mis testamentarios y aunque sea pariente el depositario como sea abonado quiero que valga” (id. serie Oviedo, leg. 787, f. 278 v., testamento de 12-XII-1750). 102 Dos únicas referencias: el libro personal de legos del concejo de Allande, en la parroquia de Lomes recoge la familia de Francisco Rodríguez Baraye, de 40 años, casado con Isabel Pérez y tiene por hijos a Juan de 2 años, a Manuela de 20 y a María de 15, y a Pedro García “su padre adoptivo al que alimenta”. El segundo caso apenas ofrece diferencias respecto a una criada; Juan de Quirós, ciego, casado y vecino de Oviedo, tiene consigo a Sinforosa de la Iglesia “por averlacriado de tierna hedad teniéndola en su compañía como hixa adoctiva” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 660, f. 10, año 1722). 103 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1237, f. 42 (1795). María de la Cuesta, viuda sin hijos y veci­ na de Faro, dice de una criada huérfana “que me asistió y asiste con todo cariño como si fuera hija propia y por tal la tengo y por el cariño que me tiene” (id. serie Oviedo, leg. 674, f. 126, año 1731). 104 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 789, f. 280, partición de 3-IV-1754. 105 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 796, f. 510, partición de 30-VI-1761. 138 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS y los hijos de Romano González, vecino de San Cloyo, acordaron que la mitad de una tierra “con su mitad de carga por no admitir comoda división la dejaron separada de la partición para gozarla promiscuamente”106. Son expo­ nentes sueltos que nos conducen a un sentido familiar del trabajo y de la pro­ piedad; los parientes tenían un derecho preferente de compra cuando una tie­ rra se ponía en venta, en su testamento, José Rodríguez Campal, juez noble del coto de Cajigal, mandaba medio día de bueyes a una nieta

“y a falta de dicha mi nieta mando subceda en su goze y propiedad la dicha su Madre con prohivicion y condicion expresa de que si nece­ sitase venderla para sus urgencias no lo pueda hacer sin que antes y primero sean requeridos los parientes mas cercanos para que no salga de entreellos”107 En su testamento mancomunado, Julián Vázquez y Antonia González Villarmil explican cómo cubrieron los gastos del pleito sobre una tierras que Antonia Ramírez “nuestra parienta” que “tenemos en nuestra casa y compa- ñia por criada” reclamaba para sí; el matrimonio condona a Antonia los gas­ tos del pleito en caso de perderlo “y si saliese a favor de la Antonia y sacase

106 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 805, f. 589, partición de 24-V-1760. José Díaz, vecino de Brañes: “que por la persona de su conjunta le es perteneciente y a Juan de Santa de la propia vecin­ dad el castañedo nominado de Cuevaladrona y todos sus arboles mancomunadamente sin partición ni discusión alguna y quando se ofrece aprovechar todos sus productos los comparten entre si a propor­ ción avisándose y combiniendose al efecto de los aprovechamtos.” (id. serie Oviedo, leg. 1220, f. 268, año 1793). 107 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1024, f. 28 (1752), testamento de 9-VI-1752; en el testamento que había hecho un año antes concretaba los parientes: “a de requerir a sus tios por parte de su Madre para que si quisiesen por el tanto lo agan y no lo aziendo asi quede nula qualquiera escritura que en contrario se hiziere” (id. serie Oviedo, leg. 1039, f. 3, año 1751, testamento de 10-X1I-1751). En una donación de bienes leemos: “... todos los quales dichos vienes suso expresados le dona según dicho es para que los lleve y goze con la bendizion de Dios y la de la otorgante los quales es condizion no puedan ser enajenados sino que sean los de la familia de la otorgante y no los queriendo estos por la cantidad que fuere justo e ynporta su valor el dicho su hijo y los suyos ymmediatamente los puedan vender trocar u enajenar a la persona que mas por ellos diere” (id. serie Oviedo, leg. 563, f. 3, año 1700, de fecha 23-V-1700); y en los esponsales de Antonio González su padre le “deja de baldre [el horreo] que no les a de cobrar renta por el y llegado el caso que aya menester benderlo aya de ser pri­ mero al dicho Antonio González su hijo dándole por el beinte ducados aya de quedar librado al dicho Antonio su hijo” (id. serie Oviedo, leg. 782-1, f. 1, año 1751). Antonio Fernández Hevia, vecino de Santullano, al casarse, recibió de sus padres, una heredad labrantía de 2,5 dd.bb. “con tal que no la pueda vender ni enagenar sin requerir primero a dichos sus padres para si la quisieren por el tanto que otra persona por ella le diere las puedan tomar y asi no lo aciendo la tal venta y enagenacion que en contrario se hiciere sea nula y de ningún valor” (id. serie Oviedo, leg. 545, f. 41, año 1706). Vid. sobre este derecho que alcanza a los parientes dentro del cuarto grado del vendedor y siempre que descien­ dan del ascendiente de quien se deriva la cosa vendida,Martínez F. M arina , Ensayo histórico-críti- co sobre la antigua legislación y principales cuerpos legales de los Reynos de León y Castilla, impor de la hija de don Joaquín Ibarra, Madrid, 1808, pág. 193;Juan Sala , Ilustración del derecho real de España, Valencia, 1803, pág. 275; Ignacio Jordán de A s s o y M iguel de M anuel , Instituciones del derecho civil de Castilla, Madrid, 1771, pág. CCXIII. Las leyes LXX a LXXV de Toro regulaban el derecho de tanteo y retracto estableciendo un plazo de nueve días. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 139 los vienes que por el le tocan entonces pague los gastos que por ella supli­ mos”108. Los bienes de un pariente se sentían como propios. La propiedad que perteneció a mis ascendientes, y que ahora disfruta alguno de mis parientes colaterales, algún día podrá volver al poder de alguno de mis descendientes, pero a tal efecto es preciso que no salga de las líneas con expectativa de suce­ sión, en este caso, un matrimonio estéril o sin sucesión, un hermano soltero, un matrimonio de primos camales son situaciones que limitan la disgregación de la propiedad en las áreas geográficas y en los medios sociales en los que predomina la partición igualitaria. Frente a la “familia de residencia” que agrupa a los parientes que com­ parten una vivienda, la “familia de interacción” define a los parientes con los que se mantienen una relaciones activas y significativas; la dificultad aquí reside en encontrar el registro documental que testimonie la significación y magnitud del vínculo. Disponer de una amplia parentela era fundamental para la superación de las crisis y los conflictos. Manuel del Solar, vecino de la parroquia de la Peñal, concejo de Illas, y Antonio Alonso se envolvieron en una discusión tabernaria con motivo de unas impertinencias acerca del pago de una ronda de vino; al poco, el primero recibía una desagradable sorpresa cuando Antonio Alonso “buscando testigos de su facción parientes suyos y llebandoles a la tavema de la Peral y dio cierta justificación para preparar el arresto contra el otorgante”109. Inversamente, una parentela extensa multiplica el numero de portavoces, negociadores y mediadores. En el arrabal ovetense de El Fresno, una tarde de 1732, Basilio Ferrero durante el fervor chispeante de una comida tabernaria arcabuceó con polvora a un vecino suyo dejándole medio ciego; Basilio eludió la prisión gracias a “personas parientes de dicho Basilio ferrero y amigos espeziales de uno y otro entradose de por medio” que convencieron a la victima de “que dicho tiro no fue echo por el menzionado Basilio ferrero por mal fin si (no) in advertidamente”110; la fuente no es explí­ cita pero podemos imaginamos el cúmulo de conversaciones y encuentros

108 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1324, f. 55 (1793). Un caso del mismo tenor, María Alvarez, viuda y vecina de la Ribera de Arriba, litigaba un pleito con Francisco de Ribera acerca de la propie­ dad de unas tierras, pero ella se consideraba una “muger de ninguna ynteligenzia para letigar el pley- to que se le ha puesto”, por lo que para retener al menos el usufructo hizo donación de la propiedad de dichas tierras a Adriano López “por hallarse al presente casado con una primar camal (...) hi por los vuenos serbizios que hanvos a dos han hecho a la otorgante hasta aqui, hi espera que para en ade lante le hagan” y porque Adriano López es “persona de toda capacidad y bastante ynteligente para letigar dicho pleito” (id. serie Oviedo, leg. 775, f. 23, donación de 16 de agosto de 1751). 109 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1188, f. 63, poder de 6-II-1791, y prosigue “asi lo han dispuesto persuadido de que metiendole en la carzel accederia a qualquiera conbenio...”; José González, veci­ no de Balsera (Las Regueras), en la querella que mantenía con un vecino de Pravia sobre malos tra­ tamientos le acusó de amañar los testimonios con “testigos suegros, cuñados Parientes y contrarios de el otorgante” (id. serie Oviedo, leg. 1099, f. 77, año 1796). 110 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.928, f.s.n. (1732). 140 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS desatados, los ires y venires de los parientes, las disuasiones, los intentos de concordia y conciliación hasta hallar una solución aceptable para ambas par­ tes1". Un amplio número de parientes permiten a la persona necesitada, tener la posibilidad de recurrir a alguien en las situaciones difíciles; en diciembre de 1798, María Cotiello, vecina del lugar de Soto, concejo de Caso, hacía donación de sus bienes a Vicente Cotiello “vecino del propio lugar de Sotos y primo camal de la otorgante”, María era una mujer casada de quien su mari­ do “se sustrajo por entero de havitar ni suministrarle como debe el alimento y aseo necesario en su compañia a consequencia de ser asquerosa la enferme­ dad que padeze” viviendo “separados hambos consortes cada uno mantenién­ dose a sus espensas”, en esta situación María encontró el apoyo de su vecino y primo “del que se halla sumamente faborecida” esperando “que durante su bida le atienda como sus posibles alcancen, esto es como el socorrerla en algunas ocasiones contribuirle leña y otras asistencias como verdadero parien­ te”112. Un hombre sin parientes no sobreviviría en las encrucijadas de la vida y la sociedad. A los parientes más próximos también se les reconocía un ascendiente moral, un estatuto de guardia moral de las conductas; cuando Javiera Alvarez del Ribero, casada y vecina de Tudela, denuncia a su tio por injurias vertidas en una taberna, Gabriel Alvarez del Ribero, su tio, se justificará alegando que

“lo que hizo fue reprender como tio su modo de proceder escandalo­ so por no vastar las correcciones que la tiene echo en secreto y por haver dado motivo la misma a que en aquel lance la increpase su con­ ducta pues tuvo el atrebimiento de insultarle por que la reprendió de que tuviese en su tavema el sugeto con que hace el espacio de ocho años trata sin que se les haya podido separar (...) sin que jamas la haya reprendido su marido sin embargo de no estar innorante de lo mucho que siempre se dijo del asunto”113

111 En una situación habitual, Toribio Suárez y Alvaro Suárez, vecinos de Viedes (Las Regueras), dieron fin a sus querellas por “ser como son las mugeres de los referidos primas carnales y vecinos de entre­ puerta deviendo de conservar la paz parentesco y vecindad” (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.874-1, f. 112, año 1731). En las comunidades rurales la justicia no es abstracta, no responde a cri­ terios racionales sino específicos y cuyo objetivo es la búsqueda de arreglos humanos, vid. J. V ie jo Y aharrassarry, “Familia y conflictividad”, pág.18; R. K a g an también se refiere a la obligación de compromiso entre los miembros de un mismo círculo de sociabilidad (Pleitos y pleiteantes en Castilla, Junta de Castilla y León, Salamanca, 1991, pág. 43). 112 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1099, f. 204 (1798). 113 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1188, f. 284, de 30-VII-92; en los folios 282 y 286 figuran las denuncias de Javiera Alvarez del Rivero y de su marido Sebastián Fernández; el convenio que cerró esta litis que las partes plantearon ante el escribano Juan Cruz Alvarez fue inmediato, ya que el mismo día y ante el escribano Jerónimo López de Porto se firma el apartamiento de la querella (id. serie Oviedo, leg. 818, f. 446, año 1792, apartamiento de 30 de julio). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 141

En la sociedad del Antiguo Régimen el honor, antes que un patrimonio personal adquirido por el trabajo y mantenido a través de la conducta, era un bien transmisible heredado de un antepasado más o menos remoto que com­ partían todos sus descendientes, de ahí un honor vivido mancomunadamente: En el año de 1800 don Diego y don Jacinto Méndez Villamil apelaron a la Audiencia el auto del Alcalde mayor de Castropol “que declaro irracional el consentimiento que el primero ha prestado al segundo para casar con Ramona López” a cuyo matrimonio “se opusieron una hermana e hija respective y otros parientes de los sovredichos acreditando que difamaba la familia por quanto esta goza de notoria hidalguia y la contrayente es hija de un carnicero y conexionada con otros que están en actual ejercicio”114. D. Angel Prieto, abogado de Ribadesella, cuando su sobrina doña Mariana Manuela “despues de una larga y particular amistad fue seducida por los finjidos alagos, falsas promesas y repetidas palabras de Casamiento de D. Juan Manuel del Peso” intervino como parte pues el ultraje inferido por don Juan Manuel no fue solo a Mariana Manuela “sino también al linaje fama y reputación de su parentela (...) y por lo mismo no le permite su honor que deje de vindicar las ofensas que se le hazen y a los suios”115. Un caso extremo: Don Miguel Rubin de Celis, casado con doña Josefa de Piles, había sido acusado de especular con algunas partidas de mercurio exportadas a Centroeuropa, posteriormente había sido protagonista, en los años del “pánico de Floridablanca” de varias actividades de agitación en la Francia revolucionaria llegando a adquirir la nacionalidad francesa; el primogénito de sus hermanos, don Femando Rubín de Celis y Pariente, “por la amargura en que se halla mi familia y io como el maior de ella”, en fecha de 6 de diciembre de 1792, se había dirigido al duque de Alcudia, afirmando respecto a la conducta de su hermano que “la familia por quien hablo cuio buen nombre adquirido y mantenido y heredado por sus maiores mas haze de quatro siglos y distinguida por los Gloriosos projenitores de S.M. se halla mancillado por el estravio de este individuo que fue de la familia”.

114 A.H.N., Consejos, leg. 2043, exp.3; el fiscal del Consejo avaló el auto del Alcalde a pesar de las dudas de la Audiencia acerca de la ampliación del disenso a los parientes pues la Pragmática lo limitaba a los padres, pero como algunos padres “acrecen la misma debilidad” que sus hijos “bien sea por Ínte­ res u otros fines particulares que se suelen proponer no puede dudarse que este defecto se podra muy bien subsanar por los demas parientes siempre que su objeto sea conservar el honor y lustre de las familias”. Para F ra n c isc o A n to n io d e Eliz o n d o , fiscal de la Chancillería de Granada, cuando para un matrimonio existe el disenso de los parientes frente al asenso paterno serían “acreedores el padre y el hijo, aquel por la irracionalidad de su asenso a una pena arbitraria y este por casar contra una voluntad regulada y prudente de sus parientes y propinquos a la pena temporal de privación de la sucesión de estos”(Práctica universal forense, Madrid, 1783, t, III, pág. 118). 115 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1188, f. 189, poder de 20-IV-1792; fianza en id. f. 197, de 26 de mayo; vid. también el convenio por alimentos de una hija natural entre el padre de doña Manuela, don Miguel del Peso y don Juan Manuel del Peso, en id. serie Oviedo, leg. 1131, f. 613 (1813). 142 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

Una semana antes, en fecha de 29 de noviembre de 1792, en carta diri­ gida a Aranda, se refería a su hermano Miguel como “el aborto miserable de nuestra familia” proponiendo borrarle de los padrones municipales, archivos parroquiales y de los expedientes del Consejo y de las Ordenes Militares -como caballero del habito de Santiago que era- “por que se ignore en los siglos venideros huvo sugeto de su apellido que haia podido hacer traycion a las deudas sagradas de noble, cavallero y christiano”116. En carta de 14 de octubre de 1792, don Femando se dirigió a su hermano Miguel en estos tér­ minos: “y ni te acuerdes de mi ni de otro alguno de la familia: que te miran y te miraran como a un mostruo y se conformarían con que no hubieses nacido, o con que hubieses muerto, antes de poderte haver precipitado en el avismo en que te has querido sumergir”, firmando “quien fuera tu hermano”.

LAS SOLIDARIDADES VERTICALES La familia señorial y la familia campesina son realidades inseparables, como lo son sus figuras emblemáticas: el señor y el aldeano117. La relación entre el noble propietario de la tierra y su casero no se agota en el pago del foro o el arriendo, se prolonga a base de fidelidades y obligaciones persona­ les. Don Pedro Argüelles Meres, dueño de la Casa de Meres, mandaba en su testamento “que a los pobres de la felegresia de la paranza se les den quatro anegas de pan de limosna que se repartan entre todos”118; en 1752 la respues­ ta 2- de las generales del coto de la Paranza, de la Casa de Meres, recoge la descripción de un rito de comensalidad por el que se formalizaba la situación de dependecia global que unía a señores y colonos. El día de Navidad los vecinos del coto pagaban al señor, que era don Diego Ramón Argüelles Quiñones, copín y medio de pan y dos gallinas, y a su vez “el referido Don Diego tiene la obligación de hazer que dicho dia se de una comida a todos los vezinos y a sus mugeres de modo que de cada casa sean dos personas”119. En

116 A.H.N., Estado, leg. 2899. 117 vid. J.-L. F l a n d r in , Orígenes de la familia moderna , editorial Grijalbo, Barcelona, 1979, pág.86; las catalanas casas pairals y de masovers son un paradigma de esta conexión, A. B a r r e r a , Casa, heren­ cia y familia, Alianza Universidad, Madrid, 1990, pág. 7; R. P r ie to B a n c e s, “La casería asturiana”, pág. 425. 118 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 508, f.s.n. (1695). 119 A Jo v e l la n o s debemos otra descripción de un rito de comensalidad por el que se formalizaba la situación de dependencia global que unía a señores y colonos: “El día de año nuevo u otro inmedia­ to concurren a casa del propietario todos los caseros con sus mujeres e hijos. Cada familia lleva un regalito de aves, huevos o fruta, como en reconocimiento del señorío y protección en que vive (...). Al mediodía se pone una mesa común a lo largo de la mayor sala del palacio o casa, a cuya cabece­ ra se sienta el señor, después con su mujer e hijos, y en seguida todos los aldeanos” (G. M. de Jo v e l l a n o s , Cartas del Viaje de Asturias (Cartas a Ponz), editorial Ayalga, 1981, carta VI. 52); sobre estas relaciones de dependencia global y clientelismo vid. I. A t ie n z a , “Pater familias, señor y patrón”, pág. 147. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 143 la actitud de los “señores” asturianos hacia sus caseros todavía se reconoce la supervivencia de un latido medieval, cuando la riqueza y el poder -en un mundo escaso de hombres- no residían en la posesión de un suelo entonces ilimitado sino en la posesión de las personas. En un “memorial del Principado” inserto en una Real Provisión de 14 de febrero de 1636 que con­ vocaba a la Junta General para que “platicase” sobre la tasa del pan se decía “que a ninguno toca mas la conserba5Íon de los labradores y su alivio que a los que tienen algunas haciendas” y para ello “les prestan y ayudan” pues “... no lo haciendo anssi se despoblarían sus ha?iendas y se vendrían a estos reynos de castilla como vienen muchos con sus cassas y fami­ lias y pues esto es cierto y materia de estado que deve de seguir cual­ quiera persona que tenga renta en el dicho principado para la conser- bacion de ella”120 El poder y riqueza de un señor todavía eran sus colonos; bajo esta premisa no les resultaba indiferente el estado de éstos; doña Josefa Ponce de León, ya viuda, reprocha en una demanda de alimentos, a su hijastro que varias fincas “las han arrendado a los labradores que les acomoda subiéndoles la renta annual hasta cerca de veinte anegas tolerando uno y otro el marido de la Sra. Otorgante con bastante dolor hacia sus caseros por su bondaz y no mezclarse en mas disputas con su hijo y nuera res­ pective”121 En los testamentos de la nobleza es habitual una preocupación por los colonos; el testamento de la Señora de Malleza rezaba: “... a los renteros mando que lo que se hubiese obrado adjudicándo­ me algún horrio o cassa que yo oy este poseyendo se los buelba por que les hago grazia y donazion de ellos por hazerles bien y por el afecto que les tengo122 y doña María Luisa de Mier, esposa del regidor don Alvaro de Inclán Valdés y Leiguarda perdonaba “como perdono la mitad de todas las deudas de rentas atrasadas a mis caseros pobres cuia condonacion tenga efecto aun quando no muera de esta enfermedad”123. Doña Petronila Alvarez Caldas y Valdés, había encargado a sus testamentarios “que sean caritativos con los pobres y en especial se lo ruego a mi hijo Don Manuel la tenga con los ren­ teros de su casa y la mia por lo mucho que los amo y la buena corresponden­ cia que siempre ha encontrado en ellos”124; dice don José García Avello, pres­

120 A.G.P.-A.A., libro 3, pág.9. 121 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.1345, f.l 13 (1790). 122 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 601-11, f. 122 (1699). 123 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1299, f.67 (1791). 124 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.601-II, f.s.n., año 1699. 144 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS bítero: “quiso dicho mi hermano que se diesen a cada uno de sus comuneros veinte rs. de vellón por una vez y assi lo cumpliré”125. Del “señor” asturiano constata Jovellanos “su alabada humanidad”, la “siempre pronta protección” que brindan a sus colonos para “consolar sus aflicciones, socorrer sus necesi­ dades, componer sus desavenencias, dirigirlos, acariciarlos”; estos “caballe­ ros” son para sus caseros “sus protectores, sus jueces, sus amigos, sus padres”126. La confianza y la seguridad en los amos no son mensurables, pero a veces los documentos transmiten su estela; el campesino ovetense Francisco Alvarez Santullano había arrendado a don Ramón de Pontigo y a su madre doña Manuela de Valdés Prada una heredad de tierra en la ería de Villameana; en su testamento declaraba que solo debía “la renta de dicha eredad que cae por este presente año” y que los años anteiores “les tengo pagado yntegra- mente todo quanto les devo aunque es zierto no tengo rezivo de ellos ni se los pedi por ser como son personas de toda autoridad”127. Para Jovellanos, el auténtico señor debe velar y asistir a sus colonos, y con sus colonos:

“...le aconsejo que se venga aquí los veranos; que vea y sea visto de sus colonos; que los socorra; que inspire a su hijo los mismos senti­ mientos; que así sera verdaderamente un señor. Indico el mal de las provincias, de la ausencia de los propietarios”128 Durante el siglo XVIII los señores asturianos, aún cuando prolonguen sus estancias en sus casas de Oviedo, siguen de cerca los problemas de sus pueblos y aldeas; el 3 de abril de 1766 el conde Marcel de Peñalba expedía un poder porque “varias personas han arrendado alguna porcion” de sus bienes de mayo­ razgo en el concejo de Cangas de Tineo, “con el fin de bolverlos a subarrendar” “tiranizando por este medio a los que los labran y benefician siendo esto contra la piadosa mente del Sr. otorgante”129. Las mandas testamentarias muestran la

125 A.H.A., secc.prot., Oviedo, leg.732, f.869. Este tipo de mandas formaban parte de la buena muerte; dice F ra n c is c o A m a d o P o u g et : “Si se poseen tierras y principalmente si es Señor de algún pueblo, dar con preferencia a los pobres del Pueblo donde se poseen los bienes, y sobre todo a aquellos pobres que han trabajado por nosotros: tal es el orden de la caridad” ( Instrucciones generales en forma de catecismo, Madrid, 1803, 5a reimpresión, t.III, pág. 132) 126 Cartas del Viaje de Asturias, t.I, VI. 51. La proximidad se vive en las fiestas; en éstas aún no se ha impuesto la rígida separación que traería el siglo XIX. Jo v e l l a n o s : “... fuimos a casa de San Isidro, donde hubo baile, en que danzaron y se alegraron las gentes del pueblo. Cantó también la marquesa” (Diarios, t.I, pág.306). En expresión de T o l iv a r F a e s, Townsend se quedó “pasmado” de la laxa sepa­ ración de los grupos sociales: “y la tarde se termina con bailes. Estos los ofrece el principal persona­ je de la villa, y en esta alejada provincia reina tal sencillez, que se permite a los criados y a los alde­ anos aglomerarse a la entrada de la sala para ver bailar” (El rev. Townsend y su viaje por Asturias, pág.88). 127 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.1039, f.l (1751). 128 G. M . de Jo v e l la n o s , Diarios, t.II, pág.412; por ello un lamento previo a una visita: “A casa de Juan Caballero. No tiene hijos, y va a faltar al pueblo esta rica casa” (id. t.II, pág.477). 129 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.801, f.475 (1766). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 145 vinculación al “solar” de la nobleza, dice el marqués de Vistalegre: “Yt. mando se den cien ducados de vellón por una vez a la Yglesia de la Parroquia de Zerezeda en el zitado concejo de Piloña donde se halla mi casa principal y que se entreguen al cura y Mayordomo de Fabrica de ella, para que los ynviertan en lo que tubieren por mas conveniente a la decenzia de la misma Yglesia”130. El sentido familiar y patrimonial de la nobleza está ligado a un espacio físico con­ creto; A. Guerreay-Jalabert ha propuesto para definirlo el término “topolinaje” que refleja la mixtura feudal entre espacio y parentesco131; la síntesis entre tie­ rra y familia, el solar. El solar tenía su expresión en las arcanas torres rurales. La torre es un referente obligado porque esta nobleza además de ligada a una sangre siente la atracción de una tierra, de una torre, de una “casa”; don Jerónimo Valdés Granda se autocalificaba como “natural y orixinario y deszen- diente lexitimo de la torre antigua del Pico y Cassas Ilustres de Valdes sitas en lugar y Parroquia de San Cucado del concexo de Llanera”132; y al relatar sus pro­ piedades, el regidor ovetense don Pedro Velarde Calderón y Prada, vecino de la calle de Santa Ana, no omite una “torre antigua de que solo subsisten sus pare­ des vestidas de hiedra de que solo se compone y que parece sirvió de fortin en aquel tiempo y se halla sita en el barrio del campo y centro de dicha parroquia de Proaza e inhabitable”133. La proximidad del propietario se perderá a lo largo del siglo XIX; Oviedo y Portal se lamenta de la marcha de los señores: “... los palacios que antes eran el consuelo y el alvergue del desvalido, son la residen­ cia de administradores que esquilman en vez de fomentar”134 y prosigue:

130 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1151, f. 61 (1794); Pouget recomendaba como destino de las man­ das testamentarias “la Parroquia pobre de una Aldea donde se tiene hacienda” ( Instrucciones generales en forma de catecismo, Madrid, 1803, 5a. impresión, t.III, pág.132). Don Damián de Buelga Argüelles dicen en su testamento: “Yten mando que de un platón o fuente grande que tengo y tres platillos todos de plata se aga una lanpara para la capilla y santuario de nuestra sra. del Carbayo de la parroquial de ciaño concejo de langreo donde soi natural” (id. serie Oviedo, leg. 601-11, f. 141); y don Matías de Faes, arcediano de Gordón, encargó una luminaria “perennemente” en el “Santísimo Sacramento de la Yglesia parroquial de San Román de Carabanzo que se alia contigua a las Casas de su nazimiento” (id. serie Oviedo, leg. 928, f.99, año 1734). Don Toribio de Mier Inguanzo, arcediano de Villaviciosa, disponía que “si los succesores en dicho vinculo hizieren alguna hermita o capilla en el sitio de el Pedroso donde están las cassas prinzipales es mi voluntad se digan perpetuamente en dicha ermita las misas de dicha capellanía” (id. serie Oviedo, leg. 601-II, f. 152, año 1699). Los derechos de presentación en los cura­ tos que ejercían los patronos era un elemento decisivo para el control de la vida religiosa y social de las aldeas, vid. Bartolom é Yun C a sa lilla , “Vasallos y señores en el marquesado de Cuéllar: relaciones sociales, aprovechamiento de recursos y gestión señorial a fines del Antiguo Régimen”, Señores y cam­ pesinos en la Península Ibérica. Siglos XVIII-XX. 1, editorial Crítica, Barcelona, 1991, pág. 251. 131 “El sistema de parentesco medieval: sus formas y su dependencia con respecto a la organización del espacio”, en R e y n a P as to r (comp.), Relaciones de poder, de producción y parentesco, pág. 103. 132 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 582, f. 7 (1723). 133 A.A.Proaza, Cat.de E., f. 4566. 134 “Informe sobre las causas de la decadencia de la ganadería en Asturias y medios de mejorarla forma­ do de orden de la Real Sociedad Económica de Amigos del País” (Oviedo, 1844), en Memorias de la S.E.A.P.A., ed. facs., B.A.A., Gijón, 1983, págs. 21-22). 146 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

“aquel natural despejo, franqueza e hidalguía” del rústico asturiano se debe “a la manera paternal en que la nobleza del país trata a sus dependientes”. En 1855 exponía José Arias de Miranda que “ausentes de la provincia muchos de los primeros hacendados no ejercen como en otro tiempo actos de caridad y de miramiento con sus renteros dejándolos entregados a desabridos rabadanes que los esquilman y desangran”135. La penetración del Estado corroería la rela­ ción amos-caseros al estrechar la capacidad tutelar y dirimente de los señores: “Estas mismas reflexiones se deben tener también presentes en veneficio de los hacendados para la contribuzion con el citado ympuesto en las rentas que perciben en granos por que siendo constante que muchas de ellas son inco­ brables por los motivos espresados deberán los arrendatarios oprimidos con grave detrimento por que los dueños o propietarios de las Haciendas les estre­ charan por quantos medios les sea posible a la paga de sus rentas esponiendo que no cobrándolas no podran dar cumplimiento a las Reales pagas de que resultara contra los pobres colonos la mayor miseria, biendose en un conflic­ to que ni podran ebadirse de el, ni remediarse los dueños”136. La inmediatez física del propietario resultaba beneficiosa para ambas partes y generaba las relaciones imponderables de las tramas de la dependencia mediante obliga­ ciones recíprocas. Los trabajos esporádicos para los amos constituían un cré­ dito de obligaciones y gratitudes que reforzaba los vínculos entre el amo y el colono137. Constituir e incrementar el crédito de las obligaciones era una razón más para elegir a los criados entre las familias de los caseros. Sabemos por los protocolos, que los domésticos de la nobleza se reclutaban entre los colo­ nos; don Francisco Lorenzo Martín Maldonado y Tineo mandaba en su testa­ mento que: “Pelayo Fernandez por la fidelidad con que me ha servido y sirve se le paguen ocho ducados de vellón en cada un año (...) y que se le de por sus dias y vida la mi casería de Agüera, sin añadirle o suplirle mas renta que la que oy paga su padre”138. En el testamento de doña Francisca de Rivas Hevia leemos “que Antonia Fernandez mi criada abra por espacio de doze

135 En P ro ta sio G o n z á l e z -S o lís C a b a l , Memorias asturianas, Madrid, 1890, pág.27. 136 A.G.P.-A.A., libro 116, f.s.n., diputación de 25-X-1787, informe del conde de Toreno. 137 Reza el testamento de don Alvaro Antonio de Hevia y Hevia: “... y descontando a sus caseros un Real de a ocho a cada uno por si les soy a cargo de algún trabajo aunque sus jornales por entero siempre los pague” (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.733, f.913). 138 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 866, f.101; doña Isabel de Malleza y Miranda disponía en su testamento: “Ytem digo que Juan femandez de alasca me esta deviendo la rrenta de algunos años se pase lo que es y perdónesele la mitad de lo que deve por lo que an servido sus tios y mayores en mi cassa” (id. serie Oviedo, leg. 601-11, f. 122, año 1699); una disposición similar hallamos en el testa­ mento de doña Isabel María de Malleza y Dóriga Bemaldo de Quirós: “Iten es mi voluntad que en remuneración de los buenos servicios que me ha hecho Doña Lucia Menendez mi criada se le de durante sus dias y vida el usufruto de la casa en que vive su hermana Antonia y que por la misma causa y ademas de lo referido se le den dos mil reales de vellón por una vez” (id. serie Oviedo, leg. 730, f. 575). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGO§ Y PARIENTES 147 años me sirve como también al dicho mi marido mientras vivió y quando entro en casa era muy niña sirvióme y io la fuy criando (...) se la den mis vie­ nes treinta ducados de vellón y una cama de ropa destilo de aldea y que no se le pida cosa alguna que su padre como casero que a sido de mi casa este deviendo atrasado”139 y en un testamento posterior doña Francisca señala que “queriendo la susodicha vivir en la casería del Barrero en cargo a dicho mi hijo se la de con alguna conbiniencia para que la susodicha la tenga y siem­ pre la mire y ampare”140. Las amas de cría también procedían de la órbita de los caseros; dirá doña Petronila Alvarez Caldas: “Ytenmando que a María Blanco que crio algunos de mis hijos y en especial a mi hijo Don Juan que esta en el cielo le condono y hago gracia de todo lo que esta deviendo de la renta que lleva excepto la que va a caer en este año presente”141. Las obliga­ ciones de los colonos se aprecian más nitidamente desde el exterior del cír­ culo protector de la relación amo, criados y caseros. Don Raimundo de Campo tenía planteada una querella ante la Real Audiencia contra don Sancho Pardo Donlebun, hijo del Señor del coto de Figueras; don Raimundo se veía perdido ante la información que iba a abrir la Real Audiencia porque el Señor del coto y su hijo “solizitaran y aran todo quanto sea posible para que testigos de su debozion declaren lo que por ellos se les suministrare los unos por ser caseros y renteros suyos y los otros por temor y dadibas o otras cau­ sas (...) ademas de que los mas an sido criados y domésticos de la Casa de Don Lebun”142 Don Antonio Martínez Valdés, cura de Barcia (Valdés) en un pleito con don Diego García Villademoro declaraba que éste era “persona poderosa y emparentado con los mas principales de dicho concejo” quien en “consecuzion de dicha enemistad a solicitado algu­ nos vecinos de dicha parroquia le capitulasen ofreziendoles buscar testigos declarasen los capitulos que le pusiesen y aviendo consegui­ do dichos capitulos se andaba publicamente solicitándolos saliendo a los caminos con un papel en las manos llamándoles y leyendosele y a los que le respondian no tenian que dicir de su contenido a los unos lo ofrecia ms. promesas y a otros amenzaba aziendoles estorsiones con las quales consiguio se le molestase por el tribunal eclesiástico”143 En los pleitos son habituales las referencias al papel coaccionador de los criados; don José Arias, vecino de Sama de Grado, en la demanda que inició

139 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 571, f.260, año 1702. 140 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 575, f. 128, año 1708. 141 A.H.A., secc.prot., leg.601 -II, f.s.n. 142 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.928, f.s.n. (1753). 143 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 639-1, f. 96, año 1700. 148 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

contra las brutalidades de don Pedro Valdés Prada, marido de su nieta y here­ dera vincular, exigió que “el y sus criados salgan de dicho concejo de grado mientra dura dicha informazion quatro leguas fuera para que los testigos pue­ dan hazer sus declaraciones con libertad”144. Un informe de la Real Audiencia de 1771 elevado al Consejo exponía:

“No ignora V.S. que los mas de los Juezes y escrivanos de los Concejos son caseros, renteros y comensales de los Poderosos, i pues como puede administrar Justicia, quien sobre la ignorancia y Pobreza tiene por director el respecto y el temor de que se le despida de la Casería y se le despoje de el único arbitrio de poder vivir, sino hace lo que se le manda”145 En julio de 1800, los vecinos de Bulnes, incursos en un pleito de pastos con el Señor de la Casa de Cebos, manifestaban argumentos similares para recusar a la justicia del concejo de Onís, porque en este concejo “todos sus moradores son colonos indinos enfitectuarios o censualis­ tas de dicha Casa ya porque el que no tiene la entre ellos reputada for­ tuna de estos respectos se halla forzosamente enlazado con los vin- culos mas estrechos de ser ascendiente descendiente o proximo cola­ teral de los innumerables dependientes de dicha Casa la que como tal influye de un modo decisibo aunque indirecto en las elecciones de Justicia”146 Cepeda, como Visitador Real, denunciaba en su informe de 1711 a los “particulares poderosos” que por la “lamentable facilidad que ay en dicha pro- vinzia de hallar y tener testigos parziales y domésticos prueban executan y logran quanto Justa o ynjustamente quieren”147. Don Femando Pantaleón Inclán Leyguarda, don Pedro Antonio de Peón, el marqués de Camposagrado, don Rafael de Valdés Sorribas, don Francisco Carreño, don Juan Alonso de Navia y Arango, don Baltasar de Jove Dasmarinas y don Joaquín de Rivero y Madrid, diputados del Principado, habían elevado un memorial al Consejo de Castilla denunciando los “las extorsiones y opresion” del Regente don Nicolás José Flores que “en ocho años que ha goviema el principado ha echo tres reclutas y aunque en la primera manifestó bastantemente su propensión a utili­ zarse y recivio algunas partidas de dinero por mano de sus criados fue

144 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 672, poder de 18 de enero de 1728); en la división doméstica del trabajo, son los criados -la figura del lacayo- quienes tenían encomendados los trabajo “sucios” (I.ATIENZA, “Pater familias, señor y patrón”, pág. 427). 145 A.H.N., Consejos, leg. 1869, exp. 32, s.n. (1771). 146 A.H.A., fondo Posada Herrera, leg. 11457, “Vista ocular de Ostón”, s.n. 147 A.H.N., secc. Consejos, leg. 5800-3, informe de Cepeda de 5-III-1711, f.80 v., todo el informe tiene como fondo a los “poderosos” y sus “cabilaziones”. VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 149

con moderazion y cautela (...) en la segunda (...) si los comisarios de las parroquias ofrecian dinero por que se reciviese el soldado se reci- via y si los Padres o Parientes ofrecian mas por que se despidiese se despedia manejándose este sordido comercio por medio de una cria­ da, de un criado vizcaino y de su escribano Pablo Valdes por esto fue interminable aquella quinta...”148 Por poder de 2 de diciembre de 1733, don Nicolás Flores salía contra las “juntas y confereraciones liga y monipodio” de los sobredichos que preten­ dían “atraher a su parcialidad otras personas parientes y dependientes” y descalificaba, uno por uno a los fiadores del memorial; de uno de ellos, don Blas de Tineo, dice que “vibe en casa propia de don Miguel de Heredia the- niente de dicho Don Joachin de Rivero”, además “la corta renta que tiene es vinculada, no llega para su alimento y el de tres hixas que continuamente están sirbiendo en las casas de los mismos diputados”; de otros dos -don Antonio Jacinto Hevia Bemaldo y don Juan Antonio Suárez Quirós- que son “parientes en grado conocido” del marqués de Camposagrado, del segundo añade que “le es preciso suxetarse a otras providencias -además de las rentas vinculadas- para pasar el año”; un cuarto fiador -don Clemente Vigil- es yerno del marqués de San Esteban del Mar y el quinto -don José Vigil- es hermano del anterior149. Sesenta años después, la Audiencia proseguía simi­ lares lamentaciones: “las gentes de humilde condicion se sujetan con facilidad a las orde­ nes del Tribunal. Los de elevado nacimiento o Poderosos en bienes de fortuna y apoyados de estos los de inferior esfera son los únicos que se atreven a resistirlos con el maior empeño”150 La sociabilidad nobiliaria exigía un permanente juego de visitas e inter­ cambios para establecer y reforzar las afinidades; Jovellanos, en su amado Gijón, pasaba las noches rodeado de sus parientes y amigos entretenidos en agradables y livianas conversaciones alternadas con juegos de mesa, lecturas de ciencias, historia y viajes; los días transcurrían suaves, apacibles, salpica­ dos de tertulias, paseos en compañía, comidas entre familiares, veladas musi­ cales, pequeñas fiestas. Diríase que su profesión y su medio de vida era hacer amigos y mantener la tensión del parentesco. Es un mundo acomodado y sociable que surge permanentemente en sus diarios; del hogar de los Benavides en Pola de Lena dice: “... comimos muy bien y con bastante finu­ ra. Tienen bellísimo trato (...). Es casa muy franca; acoge a todas las personas

148 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.713, f.87 (1733), poder de 9 de julio. 149 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.676, f.61, año 1733, vid. el expediente instruido en A.H.N., Consejos, leg.144. 150 A.H.N., Consejos, leg. 1435, doc. 4, f. 19 v. 150 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS visibles del concejo, que se juntan allí a diversión”151. El informe del médico González Reconco exponía las implicaciones sanitarias de estos comporta­ mientos:

“que las fiebres entraron en casa del Coronel Llanos [don Bernardo de Llanos Cifuentes] (...) De aqui salió contagiada una multitud de gentes ricas y acomodadas pues la politica que las obligaba a visitar los enfermos amigos y parientes extendió el contagio a muchas casas de honor y lebanto los gritos y clamores que ya deben ir cesando”152. La red de palacios que la nobleza titulada poseía distribuidos por todo el Principado daba un soporte físico a la red de las conexidades. Así se elabora­ ban, mantenían y transmitían de generación en generación las conexidades que controlaban el gobierno y la vida pública municipal153. Los bienes comu­ nales situaban en una posición capital el control de las instituciones conceji­ les o parroquiales154. En concejos de entidad, el poder municipal permitía con­

151 Diarios, 1.1, pág. 343. De su casa, decía Jovellanos a su cuñada Gertrudis: “Necesito una franca entra­ da y trato de gentes en casa, y esto es poco combinable con la vida solitaria y comoda que es propia de tu genio” (0 0 .CC. Correspondencia, Centro de Estudios del Siglo XVIII, Gijón, 1985-1990, t. III, pág. 389). 152 A.G.P.-A.A., libro 120, f. 246, “Ynforme que sobre la Epidemia de fiebres pútrido malignas de Gixon y su concejo dio a la Suprema Junta de Sanidad el Medico Don Manuel Maria González de Reconco”, de 16 de febrero de 1799. Otro ejemplo de esta sociabilidad nobiliaria: doña Isabel de Malleza y Doriga, mientras el marqués de Camposagrado levantaba su palacio dispuso “lleve la Casa de Malleza sita en esta ciudad dicho mi primo el Marques de Campo Sagrado como lo hace al presente sin que se lleve ni pida Ínteres ni estipendio alguno por ella por el tiempo que la habitare” en A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 730, f. 575; vid. sobre el aforamiento del palacio de Valdecarzana por los Heredia, id. serie Oviedo, leg. 802, f. 441 (1767). 153 Don Esteban Lorenzo de las Alas Pumariño, procurador síndico general por el estado noble de Villa de Avilés, en mayo de 1749, elevaba una denuncia al Consejo de Castilla por los “fraudes que se ori- jinan” en “la bolsa común de dicha Villa” a causa del “amaño de dichos mayordomos por ser las mas de las bezes parientes y apasionados de los bocales y rejidores contadores” (A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.823, f. 160 (1749), poder de 7 de mayo). Alfonso Menéndez González ha diseccionado la red jerárquica de relaciones y vínculos de la élite nobiliaria asturiana, su articulación geográfica y su control de los oficios y cargos públicos ( Elite y poder, pp. 535-610); los nodulos de esta red (los Bemaldo de Quirós, Miranda, Queypo de Llano, Navia y Arango, Cienfuegos-Marcel de Peñalba, Ramírez de Jove, Antayo, Heredia, Omaña, etc.), son continuación directa de aquella Asturias de los siglos XIV, XV y XVI en que los grupos familiares de los Quiñones, los Miranda, los Bemaldo de Quirós, junto con otros grupos familiares dependientes (Valdés, Caso, Flórez, Argüelles, Nava, Estrada), controlaran la vida política, social y económica del Principado (Cuartas Rivero, Margarita, Oviedo y el Principado de Asturias a fines de la Edad Media, IDEA, Oviedo, 1983, pág. 7 y ss y pág. 150 y ss). Sin embargo las diferencias son notables, los bandos y “conexidades” del siglo XVIII, articulados en tomo a diferentes apellidos principales ya no cuarteaban el orden político y jurí­ dico establecido por la Corona en oposición a los bandos de los linajes bajomedievales. El conflicto que a lo largo del siglo XVIII envuelve a los “nobles gremios” de Grado es un síntoma de la pérdida de legitimidad de linaje (vid. al respecto J. L. Pérez d e Castro, “Los Nobles Gremios de Grado”, BIDEA, nro.l 19, Oviedo, 1986, pág.905; R. Prieto Bances, “La jurisdicción concejil de Candamo”, Obra Escrita, pág. 1091). 154 vid. B a r r e ir o M a l l ó n , B., “La sociedad asturiana de los siglos, XVI y XVII”, en Historia general de Asturias, Silverio Cañada, Gijón, 1984, t.III, pág. 21 y 54; vid. acerca de la instituCionalización de VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 151 trolar el orden público, los repartimientos, las obras públicas, el régimen agra­ rio del municipio155, la discrecionalidad de los rompimientos de comunes o las rentas de los propios, así, en Oviedo el regidor don Miguel Antonio de Rojas, denunciaba en vísperas de la elección por los regidores municipales de los jueces ordinarios y procurador general que “en ellas pretenderán entrar en suerte muchos de los Rexidores que tienen por si sus Padres, suegros, enría­ nos, primos, cuñados y otros parientes pleitos con esta dicha Ciudad sobre haciendas censos y devitos de otras cantidades de mrs. tocantes y pertene­ cientes a sus propios y rentas a fin de ausiliarlos y favorecerlos con dichos empleos...”156. La demanda de varios vecinos de San Antolín de Ibias es ilus­ trativa de una intervención similar en los abastos y los precios de los produc­ tos básicos; en mayo de 1753, los vecinos del concejo de Ibias convocados en concejo abierto en el pueblo de San Antolín, “sin rreconocer mas vasallaje que el de S.M.” decidieron litigar contra el pretendido señorío de “algunos vecinos poderosos como hera don Bartholome de Balcarce y Ron, don Bartholome Francisco Tormaleo y Donis y Don Femando de Mon y Valledor” que “se intitulan señores en las felegresias y Jurisdiciones de San Antolin, Cecos, Tormaleo y Uria”, éstos, usurpados los oficios concejiles, pasaban “con violencia y de su propia authoridad a poner valores a los granos que se venden en dicho conzejo mui superiores a lo justo en grave detrimento de la rrepublica siendo ellos mismos ynteresados y los que venden la maior parte de los que se consumen y en la misma forma se hampropasado a poner pre­ cio al vino que se vende por menor en las tavemas del Concejo”157. En muni­ cipios como Oviedo, Gijón o Avilés es la nobleza titulada la que gobierna merced a la propiedad de los regimientos perpetuos mientras en los munici­ pios más pequeños es la mediana y pequeña nobleza la que detenta el control de los mismos pero articulada con la nobleza de título presente bien través de

las oligarquías González Alonso, B.,Sobre el Estado y la administración de la Corona de Castilla en el Antiguo Régimen, ed. S.XXI, Madrid, 1981, pág.81. Para Asturias, el espectro de la valoración es amplio, F. Tuero señala la menor penetración y enquistamiento de las oligarquías municipales en Asturias y Cataluña (vid.La creación de la Real Audiencia, IDEA, 1979, pág. 103), y en M. Fernández Alvarez reconocemos una democracia nobiliaria asturiana{La sociedad española del siglo de Oro, ed. Nacional, Madrid, 1984). Una visión más matizada hallamos en Fernando Inclán Suárez (vid.El campo asturiano y el derecho, Oviedo, 1988); así, en algunos lugares donde la pro­ piedad del común tenía gran relevancia se pueden reconocer algunos de los elementos que la histo­ riografía liberal y romántica había atribuido a los concejos abiertos; las ordenanzas de Bulnes de 1780 establecían que “en dichos concejos hayan de hablar proponer y contradecir oyendose unos a otros sin alborotar ni alterar el concexo con voces desentonadas ni en otra forma guardando el devido res­ peto unos a otros” (A.H.A., fondo Posada Herrera, leg. 11457, Real Carta Executiva de 1801, f. 6). 155 C astillo de Bovadilla, Jerónimo, Política para corregidores y señores de vasallos, IEAL, ed. fac- sim. de 1979, lib. III, cap. VIII, 286. 156 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.686, f.10, año 1725. 157 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg.825, f.37, año 1755, sustitución de poder de 12 de marzo; sobre este pleito cfr. G. A n e s, Economía y sociedad, pág. 172-173. 152 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS tenientes y representantes, bien mediante las estructuras del régimen señorial; en Allande, al Conde Marcel de Peñalba le corresponde presidir las eleccio­ nes como Señor de su concejo y jurisdicción pero en caso de tumulto o desa­ cuerdo “dicha elección es suia pribatibamente” por lo que a su representante le da la instrucción de que “presida las referidas próximas elecciones de jue­ ces ordinarios y mas ministros de Xusticia de dicho Conzejo y en caso de haver la espresada discordia las haga en las personas que le pareciere y por bien tuviere en la propia forma que el señor otorgante lo pudiera executar si se aliase presente”158. En numerosos concejos, la elección de algunos regi­ mientos no enajenados o de los demás oficios municipales se hacía bien mediante tumultuosos concejos abiertos o bien mediante asambleas de los vecinos de una parroquia, sexmo o colación159. Cuando los oficios estaban enajenados, las oligarquías municipales sólo precisaban de brazos ejecutores que hacieran con mayor o menor discreción su labor, pero cuando el acceso a los oficios pasaba por las elecciones, las tramas de la dependencia dejaban una estela documental en sucesivos litigios. Las denuncias elevadas a la Real Audiencia describen una política municipal polémica y encarnizada160 y unos procesos electorales viciados por coligaciones de parientes y amigos y donde los colonos votaban siempre con sus amos -¿cómo podrían votar de otro modo?161. Los bandos municipales, articulados por los vínculos del parentes­ co y la dependencia, conducían a una visión bipolar de la vida municipal; como ha señalado G. Hanlon162, en un lado estaban mis parientes y amigos, en

158 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 732, f. 602, poder de l-V-1753 del don Baltasar José de Cienfuegos Caso y Valdés. En Oviedo, el método del doble sorteo para elección de oficios era una cooptación aleatoria que dirimía las posibles pugnas de los regidores (S a n g r a d o r y V íto r e s , M., Historia de la administración de justicia y del antiguo gobierno del Principado de Asturias, Oviedo, 1882, pág. 154 y ss.). 159 vid. una panorámica general en A l fo n so M e n é n d e z G o n z á l e z , “Edad Moderna (siglos XVI-XVIII)”, Enciclopedia Temática de Asturias, t. XI, pág. 225; sobre el régimen jurídico de las elecciones municipales, José M a r ía G a r c ía M a r ín , La burocracia castellana bajo los Austrias, INAP, Madrid, 1986, pág. 249 y ss. 160 D o m ín g u e z O r t iz , A., “La venta de cargos y oficios públicos en Castilla y sus consecuencias econó­ m icas y sociales”, en Anuario de Historia Económica y Social, 3. (1970), pág.134; vid. la Villaviciosa del siglo X V I en Ju a n U r ía R iu , Estudios sobre la Baja Edad Media asturiana, Biblioteca popular asturiana, Oviedo, 1979,pág. 399 yss. En los comienzos del liberalismo, Agustín de Argüelles inter­ pretaba la intensidad de la vida política en algunos municipios del Antiguo Régimen como un mero propósito del Gobierno absoluto que hubiese “creido conveniente alucinarla [a la nación] dejando subsistir un simulacro de libertad que se oponía poco a la usurpación que había hecho de sus dere­ chos políticos” (A g u stín d e A r g ü e lle s , Discurso preliminar a la Constitución de 1812, ed. del Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1981,pág. 114). 161 En la Junta General del Principado de 26 de junio de 1772 se trató el control de las elecciones con­ cejiles por “los poderosos” (A.G.P.-A.A., libro 110, f.6 y ss.). 162 “Les rituels de l’agression en Aquitaine”, Annales ESC, 2, 1985, pág.245. La activación del paren­ tesco tenía un doble coste político: las cuestiones familiares, internas a la propia familia o respecto a una segunda familia, adquirían rango político y a su vez los actos políticos se interpretaban como movidos por el parentesco (José A. D u r á n , Historia de caciques, bandos e ideologías en la Galicia no urbana, ed. Siglo XXI, Madrid, 1976, pág. 206). VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 153 medio los vecinos de los que espero un trato afable, y en frente mis enemigos mortales con sus respectivos parientes y amigos. En este medio, los exilios no eran extraños en las luchas por el poder municipal. En abril de 1751, el veci­ no del concejo de Parres, don Diego Villar pasó a Indias pues a la muerte del juez Domingo de la Vega “con el motivo de tener el otorgante diferentes ému­ los en el dicho Conzejo se empezaron a esparzer bozes en el de que el citado juez se le havian dado algunos palos o golpes en la noche del mismo dia diez y seis por el otorgante y Joseph Granda Valdes sescribano”, a pesar de que el dictamen de los cirujanos y el testimonio de la propia viuda no recogían nin­ guna agresión. Tras siete años con un cuñado que tenía en Indias decide vol­ ver y “faltando algunos vecinos de los que patrocinaban la acusazion y sose­ gados otros, bivio en su conzejo con toda tranquilidad y la misma estimazion que antes”, hasta que “haviendo llegado el dia de las eleiziones de oficios en el conzejo y por las calidades recomendables que sin jactanzia le concurren para el desempeño del oficio de juez noble y como alguno de sus émulos anti­ guos quedase descontento de ygual eleicion passo la notizia al Sr. fiscal de esta Real Audiencia para anularla por el medio de estar mandado arrestar el otorgante en dicho año de cinquenta y uno”163. Con fecha de 24 de octubre de 1764, el Regente don Manuel de Verdeja, comunicaba la Real Orden de 27 de septiembre de 1764 que requería a las justicias relación “sigilosa” de los “que sean viciosos y mal entretenidos” pero advirtiendo contra incluir “como vagos a los que la mala voluntad, o el espiritu de venganza quiera dar voluntaria­ mente este titulo”164. Esto es lo que le ocurrió a José de la Vega y Vega, veci­ no de Póo (concejo de Llanes), “quien siempre ha procurado hacer el posible bien y principalmente a los pobres al paso que otros pudientes no han hecho en obsequio suio el menor fabor”, antes bien “alaban el celo del otorgante se conjuran contra el los mas abonados”, y “no entendió el otorgante llegase tan alia el tiro de sus enemigos”165. En una denuncia por incontinencia contra Manuel González, escribano de ayuntamiento del concejo de Aller, éste se defendía atacando a sus denunciantes: “... por que al uno por rejidor y al otro por escribano no les sovra otra cosa que testigos de confianza que si alguna vez an visto al que otor­ ga ablando con alguna mujer sea la que fuese depongan de sospechas y a caso se pongan lanzes que jamas an pasado a tanto llega la vio­ lenta pasión de venganza que reina en los dos referidos (...) y aquel como rejidor en dicho conzejo a querido muchas vezes que el que otorga como escribano de ayuntamiento le diese ciertos testimonios en que no pudo condescender por que nunca quiso contrivuir a

163 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1082, f. 132, año 1760, poder de 23 de agosto de 1760. 164 A.H.A., fondo Aurelio de Llano, caja 11513,1,32. 165 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1023, f.21, año 1788. 154 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS

fomentar con ellos el dispendio y usurpación de los caudales de el concejo”166. Los bandos actuaban como constelaciones de personas aunadas según diferentes intensidades; entre ellos, una tierra de nadie de individuos se dila­ taba o contraía en función de la envergadura de los conflictos. El fiscal de la Real Audiencia, recomendaba al juez primero ovetense que para evitar las coligaciones con las que “concurren determinados a nombrar alcalde al suge- to que los combido o porquien tienen Ínteres particular”, procediese “en caso necesario si lo estimase combeniente tomar el voto de todos los vecinos del Barrio con lo que seguramente podra conseguirse una elección libre”167. Los enfrentamientos en las elecciones eran habituales y la formación de los ban­ dos rutinaria. En las elecciones del concejo de Taramundi de 1794 se forma­ ron dos bandos en tomo a las candidaturas de Ramón Fernández Freyge, escribano del concejo y de Don Benito Lastra; en elecciones de 31 de diciem­ bre se eligió como juez al Fernández Freyge, pero esta elección a instancia de Don Francisco Bermúdez, del partido del Lastra, fue anulada por la Real Audiencia que ordenó repetir las elecciones por lo que

“... en su consecuencia comboco el juez el dia diez y nuebe de Enero proximo pasado a los vecinos para las nuebe de la mañana del veinte concurrio en efecto lo mas de el vecindario, pero no asi el Alcalde maior por que este se introdujo en las Casas de San Vicente en donde permaneció juntamente con el Bermudez Don Diego Cotarelo y su hijo Don Xabier, vecino de el concejo de el Franco, sus parciales el Receptor Comisionado y otros hasta las tres de la tarde que se deja­ ron llegar juntos y como de pandilla al sitio en donde se habia de celebrar las elecciones llebando en su compañia a Martin osorio escribano del Reyno de Galicia y quien esta mandado no actuase en este Principado quedándose el citado Alcalde oculto juntos asi los vecinos propuso el Don Vicente Trelles se eligiese por Juez a Don Benito Lastra vecino del concejo de Castropol resistiéronlo quasi todos los circunstantes a excepción de los pocos que acompañaban al Trelles y Bermudez por ser forasteros y ademas parientes del Alcalde y del Rexidor Decano que salia dentro del tercero grado...”168

166 A.H.A., secc.prot., serie Oviedo, leg. 1060, f. 210, poder de 11-IX- 1792. 167 A.A.O., estante 1, leg. 122, doc.8, respuesta de 18-XII-1775 del Fiscal de la Real Audiencia a la denuncia del juez primero desta ciudad acerca de parcialidades y coligaciones en la elección de alcal­ des de Barrio; los bandos son “realidades dinámicas”, esto es, existen unos núcleos organizados arro­ pados por una mayorías corales cuya actuación se limita a los clímax del conflicto; vid. Enrique Luque Baena, “Amigos y enemigos: manipulaciones y estrategias en la dinámica conflictiva de un pueblo andaluz”, en Temas de Antropología española, ed. de C.Lisón, ed. Akal, Madrid, 1976, pág.215; G. Levi, La herencia inmaterial, pág. 181. 168 y sigue: “a lo que espusieron el Trelles Bermudez y consortes que esto no era impedimento siempre que el vecindario quisiese acordar lo contrario a lo que replico la maior parte de vecinos que en tal VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 155

De 1791 data una denuncia firmada por don Manuel Alvarez Cienfuegos quejándose de que en el concejo de Santo Adriano el sistema de cooptación de los oficios provoca que éstos recaigan siempre en la familia del escribano Clemente García: dijo que en aquella jurisdicción se nombran rexidores y Juez por ser redimida entre sus vecinos alternando en quatro partes en que se dibide poniendo por cada una un rexidor y la vara de Juez alterna en estos quantos, un año en una y otra en otro y los rexidores electos eli- jen a los que an de entrar y el Juez en su respectibo sesmo llamado asi dichos quartos y no haviendo concordia se haze por suerte pero de algunos años a esta parte se halla en el sesmo del otorgante una coli­ gación y amaño en la casa y familia del escribano Clemente Garcia vecino del mismo sesmo, solizitando la concordia antecedentemente de forma que ya la tiene compuesta y apalabrada para su hijo Clemente soltero que abita en su compañia y no bereficandose para este para su yerno Josef Garcia que tiene pleyto pendiente con aquel vezindario con cuyo ardiz pretende hazerse dueño de dichos oficios de Rexidor y Juez de aquel sesmo para manipularlo y mandarlo todo y hazerse temido tolerando este agrabio ya mas de catorze años, lo que ya no es posible sufrir por mas tiempo por ser conzejo redimido y haver en aquel sesmo sujetos abonados...”169 Don Manuel Antonio Cañedo, vecino de Candamo, concejo de Grado, denunciaba “las concisiones y parentescos que juez y Rexidores tienen con los que acaban de salir y aquellos con los antecedentes por manera que siem­ pre seba en lazando una cadena de unos a otros”170. Estas denuncias eran un arma arrojadiza de las diversas facciones; en las elecciones a diputados y per-

caso tampoco debia serlo para el Freyge otorgante y que si tenían facultades para uno también lo tenian para otro y que por lo mismo le eligian de nuebo [a Ramón Fernández Cotarelo] (...) y se con­ tinuo dicha elección insistiendo los mas de los vecinos en que habia de ser Juez Freyge y el Trelles y Bermudez con otros de su pandilla en que lo habia de ser el Lastra a quien ya llebaban preparado desde la casa de aquel con lo que se feneció el asunto y se retiraron los susodichos a formar nueba junta”; las razones alegadas por el Freyge son relativas a su actuación independiente como escribano ajena a los manejos de D. Francisco Bermúdez y D. Vicente Trelles: “que la enemiga que profesan al Freyge y el deseo quetienen de hecharle del Concejo por no tenerle a su disposición como lo hacia con el antecesor en su oficio Lope González del Cañedo ante quien actuara el Juez de Letras y el que esta asimismo enemistado con el Freyge por haber entrado en su escribania” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1054, f. 42, poder de 26 de febrero de 1794). 169 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1218, f. 433, poder de 29-XII-1791. 170 y prosigue: “que con estos enlaces y respetos de los que salen y entran se alian los caudales del con­ zejo estinguidos y en una total estenuacion baliendose de ellos para su manejo y sus amigos con lo que se halla abandonado el fondo publico que devia pasar de mas de quarenta mil rs. de modo que no ai marabedi en el arca probenido de estos enlaces amañados de los oficiales de aiuntamiento y lo mismo se ha berificado este año pues Don Diego Raion vecino de San Thirso que salió electo juez primo hermano de la mujer del antecesor y Don Simón de Agüera Rexidor hermano de la mujer del juez que acava de ser y Francisco de Granda del Valle primo del escribano areces y el juez del año pasado hermano del Don Josef Cuervo Palacio y cuñado de Juan de la Viña Rexidores que fueron en el año anterior de ochasta y ocho y en este mismo fue tamvien Rexidor Don Josef ferandez agüera 156 FLORENTINO LÓPEZ IGLESIAS soneros del concejo de Piloña del año 1790, don Isidro del Cueto vecino de la parroquia de Sorribas fue recusado por su parentesco con el regidor decano, de modo paralelo, algunos vecinos promovían la recusación del personero y del diputado electos, el primero -don Joaquín García- por ser comerciante del propio concejo y el segundo -don Juan Blanco— por ser pariente en tercer

hijo de Don Simón que salió electo este año y lo fue ygualmte. Don Josef de areces vo. de Cuero her­ mano del eescribano y a este modo si exeminasen bien las eleizs. pasadas se encontrarian otros barios enlaces que al tiempo de la elizion no se pueden proponer por que los que las presiden se quedan solos con los electores que regularmente son amañados y para que se deshaga esta cadena se anulen las eli- ziones de este año y se buelban acer...”. La denuncia de don Manuel Antonio Cañedo se inicia ponien­ do de manifiesto la intención de don Narciso López de hacerse con el medio voto en la Junta General del Principado que el año de 1790 correspondía a la parroquia de Candamo (medio voto que llevaba en alternancia con el alfoz). La denuncia recoge como para ello don Narciso López, aliado con don Manuel de Areces, escribano del ayuntamiento y don Antonio López de la Fuente se propusieron en primer lugar controlar la elección de regidores y en segundo lugar nombrar a don Antonio como juez de Candamo, y para mayor “garantía” de la elección en lugar de ser presidida por el juez primero de Grado solicitaron a la Real Audiencia juez de letras que resultó ser don Manuel López de la Fuente, hermano del citado don Antonio López de la Fuente, situación que aunque puesta en conocimiento del juez primero de Grado no impidió la celebración de las elecciones. La narración de don Manuel Antonio Cañedo es como sigue: “... el escribano electores y el Don Narciso y algún otro de su faizion entre los quales se trato acer la elezion y como los tres electos yndiferentes no conbiniesen con los proyectos de Don Narciso escribano comisionado y electores del bando de ellos y despues de barias contiendas entre unos y otros por largo rato se acordo por los coligados de que los electores se sorte­ asen en tres que solos hubiesen de elijir los oficios de Xusticia e inmediatamte. paso el escribano a hacer papeletas que puso en la montera como las antecedentes y sacando por el mismo muchacho yndustriado las tres primeras que havia de ser de los tres que havian de quedar lectores salieron pre­ cisamente los tres del bando de Don Narciso y dependientes suios por renteros y caseros y quedaron sin suerte los tres yndiferentes y opuestos a el y queriendose conocer por el uno de ellos las suertes que quedavan en la montera no dio lugar a ello el escribano pues ynmediatamente este cojio la mon­ tera y las bertio debajo de la mesa en donde havia mas de trescientos de los vecinos que havia entra­ do en las primeras suertes diciendoles que alli lo pudian ber de que colijieron que aquel suceso no era casualidd. pues no se podian dar tan repetidas casualidades en un mismo auto tan a contemplazion de los coligados y quedaron en el firme conceuto de que las monteras no tenian mas que las tres suertes u si tenia las seis eran duplicadas de los tres que se quedaron solo espeliendo a los demas de la junta y quedándose aquellos como el Don Narciso hicieron las eleiziones tañ el beneplácito de este del escribano y comisionado como perjudiciales al bien común del partido del Don Narciso por que fue­ ron a contenplazion los Rexidores para afianzar el medio voto en junta por notoriamente amigos del escribano y comisionado por haver echo juez a su satisfazion (...) y fue asi que juntos los vecinos de cinco o seis parroquias entre las quales por tocarles el tumo se havian de sortear seis electors. y no haviendo conformidad entre estos tres de ellos se adbirtio que de la parroquia de fenolleda al respeto de otras y lugar de Baldemora que es casi todo en propiedd. del Don Narciso y tiene mucho influxo en la parroquia se amontonaron muchas papeletas de las que havia de ser sorteadas y unas maiores que otras recojidas en una montera en lugar de cantaro y sin enbuletarse mandaron a un niño sin duda yndustriado que las estrajese de la montera y puntualmente saco tres de las grandes de vecinos de fenolleda de la parcialidad y surrogazion de el Don Narciso y entre estos tres fue uno el Don Antonio de la fuente hermano del abogado comisionado y vecino de aquella parroquia y pretendiente de bara de juez y adbertiendo los circunstantes que aquel suceso no era de casualidad sino de amaño se clamo por alguno que las demas cédulas se sacasen por otro niño que tanvien se hallaba presente y no podiendo resistir esta solicitud y sacando las cédulas el otro niño se bio salieron tres electores de tres distintas parroquias en que no tenia ygual ynfluxo el Don Narciso que con los primeros y asi deduci­ do el numero de electores se pidió por el otorgante reconocimiento de las papeletas que estavan en la montera y entre ellas encontraron tres por el Don Antonio de la Fuente quien no devia tener sino una VECINOS, CASEROS, SEÑORES, AMIGOS Y PARIENTES 157 grado del regidor don Jacinto Piloña; en la recusación promovida por los veci­ nos, obvios partidarios de don Isidro del Cueto, se alegaba que éste había sido recusado a causa que “por su zelo y circunstancias combenia al publico y acaso no acomodaría a las ideas de prepotenzia que no notan en aql. ayunta­ miento”171. No eran estas las únicas razones que motivaban la necesidad de tener una nutrida parentela. El escribano Bernabé Salvador Morán, marido de doña Escolástica González Valdés poseedora del dominio útil de tres molinos de don Diego de Hevia instalados en la parroquia de Ferrones (concejo de Llanera), denunciaba que Francisco Martínez, vecino de Ferrones y “protegi­ do de dicho Don Diego (cuio casero y rentero es)”, en la víspera de Jueves Santo “se propaso fraudulenta y clandestinamente con tropa de parientes y parciales de su faczion y confianza a poner y fabricar otro nuebo molino en medio de los tres de el citado foro”172. Una red de caseros y parientes se aba­ tió sobre el escribano Morán.

como otro qualquiera vecino y clamando con este motibo los ynteresados por la nulidad del sorteo de electores y que se bolbiese acer de nuebo el abogado comisionado desprecio de solicitud y solo por aber caido la mancha en su hermano puso otro en su lugar de la faizion del Don Narciso y con esto cerrando los oidos a toda protesta para continuar mas a su saibó hi^o despejar toda la jente...” (A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 1081, f. 4 y ss., poder de 6 de marzo de 1790 ); vid. A lvar o F e r n á n d e z d e M ir a n d a , Grado y suconcejo, M adrid, 1907, págs. 181-182.Situaciones herméticas de poder que se reproducen en casi todos los concejos del Antiguo Régimen; vid. D o m ín g u e z O r t iz , “Ventas y exenciones de lugares durante el reinado de Felipe IV”, AH DE, XXXIV, 1965, pág. 190; sobre tra­ mas familiares y clanes locales que establecían vínculos cerrados impenetrables, C h a r le s Ja g o , “ La ‘crisis de la aristocracia’ en la Castilla del siglo XVII”, en J. H. El l io t (Ed.), Poder y sociedad en la España de los Austrias, ed. Crítica, Barcelona, 1982, pág.271. 171 A.H.A.,secc. prot., serie Oviedo, leg. 1345, f.50, poder de 12-11-1790. Refería el Real Acuerdo de la Audiencia en informe de 18 de enero de 1792 que “las conexiones de Parentesco y otros respetos par­ ticulares suelen ser otras tantas trabas para la recta administración de Justicia y para el mas exacto arreglo de la policia y buen gobierno del Pueblo” (A.H.N., Consejos, leg. 1435, doc. 4, f. 18). La den­ sidad de los parentescos en las pequeñas comunidades explica la proliferación de estos pleitos tal como ponen de manifestó los tratadistas pues siendo “necesario que los nombrados no tengan paren­ tesco dentro del cuarto grado por consanguinidad o dentro del segundo en el de afinidad con los que eligen (...) si bien en los pueblos cortos y donde no es fácil encontrar personas para su gobierno que no tengan entre sí excepción alguna, la misma necesidad obliga a que se disimulen; pero en todo caso debe procurarse se nombren aquellos sujetos que tengan menor excepción” (L o r en z o S a n ta y a n a B u s t il l o, Gobierno político de los pueblos de España_( 1742), edición del IE A L , Madrid, 1979, cap. II, 6.) 172 A.H.A., secc. prot., serie Oviedo, leg. 848-1, f. 169 (1750), poder de 23-IX-1750. LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899

RAFAEL ANES ÁLVAREZ

En el mes de julio de 1899 se inauguró en Gijón una Exposición Regional, clausurada en el mes de octubre, para mostrar la prosperidad de la región y “como grandiosa enseñanza para leer y estudiar el porvenir de Asturias”, como diría Fermín Canella1. Había transcurrido más de un siglo desde la que se consideraba primera exposición del Principado, la que en 1783 había celebrado en Oviedo la Sociedad Económica de Amigos del País, que repitió en años siguientes, destacándose la de 1814, “para el fomento de la decadente agricultura, dormida industria y desconocidas artes útiles”. Seguía a otras exposiciones y a un proyecto de Exposición Asturiana a cele­ brar en Oviedo en 1887. Pero no fue una exposición más, con mayor o menor éxito, sino que la de 1899 ha tenido un sentido y un significado especiales, por lo que creemos su centenario debe ser recordado. En Asturias tuvo repercusión grande la guerra y la pérdida de Cuba, dentro de las últimas guerras en las colonias españolas de ultramar. Esa repercusión grande era consecuencia de los muy importantes vínculos que a lo largo de los años se habían ido estableciendo entre Asturias y la isla del Caribe por medio de los emigrantes, que tenían como destino preferente esa posesión española. La riqueza y prosperidad de Cuba, así como sus buenas comunicaciones2, atra­ ían a los inmigrantes, entre los que estaban los asturianos, que llegan a consti­ tuir una colonia muy importante, sólo superada, de las españolas, por la canaria y por la gallega. De 1891 a 1895 de los 22.040 emigrantes asturianos que hay el 81,3 por 100, 17.914, tienen como destino Cuba3. En 1899 la colonia astu­ riana en la Isla alcanzaba el 28,1 por 100 de la población de peninsulares allí4.

1 Fermín Canella Secades,“Al lector”,Gijón y la Exposición de 1899, Tipografía La Industria, Gijón, 1899, pp.I-XI 2 Manuel R. Moreno Fraginals y José Luis Moreno Masó,Guerra, migración y muerte. (El ejército español en Cuba como vía migratoria), Archivo de Indianos, Ediciones Jucar, Colombres (Asturias), 1993, p. 7. 3 Rafael Anes Alvarez, La emigración de Asturianos a América, Archivo de Indianos, Colombres (Asturias), 1993, pp. 32, 34 y 119. 4 Jordi Maluquer de Motes,Nación e inmigración: los españoles en Cuba (ss. XIX y XX), Archivo de Indianos, Ediciones Jucar, Colombres (Asturias), 1991, p. 133. 160 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

Todo lo que sucedía en Cuba se sentía en Asturias como propio. Prueba de ello es que con motivo de la guerra de los diez años, la de 1868 a 1878, la Diputación Provincial patrocina y financia un batallón de voluntarios, el bata­ llón Covadonga. Cuando en 1895 comienza nuevamente la guerra en Cuba, en Asturias se constituye una Junta Patriótica, presidida por el Obispo, Fray Ramón Martínez Vigil, que promueve la apertura de una suscripción para con­ tribuir al fomento de la marina y a los gastos generales de la guerra, de acuer­ do a lo establecido por Real Decreto de 14 de abril de 1898, presidiendo el Obispo la Junta auxiliar asturiana. Antes de eso, el Obispo bendijo la bande­ ra del Batallón Principado y ofició la misa que se celebra con motivo de la jura de bandera de los últimos soldados voluntarios de ese batallón. Al pro­ ducirse la marcha de esos soldados también la Universidad está presente con un acto académico. Esas son pruebas de lo que suponía para Asturias la guerra de Cuba, una guerra, como ha escrito Valentín Andrés Alvarez, con un significado muy especial para el Principado, pues “rara era la familia asturiana que no tenía pariente en Cuba, así que aquella contienda no estaba en un frente lejano, sino entre casas y fincas de hijos, nietos y sobrinos de convecinos nuestros”. Añade, que por ello “en Asturias no se veía la guerra como un conflicto de la nación sino de cada pueblo asturiano, contra los insurrectos cubanos primero y contra los Estados Unidos después, que eran quienes realmente atizaban el fuego allí”5. Así veían también la guerra los contemporáneos, como muestra un artículo publicado enEl Carbayón, en el que señalándose que “otra vez la bandera de la traición y de la ingratitud es levantada por separatistas y ban­ doleros en la Isla de Cuba”, y que “para los primeros elementos de combate nueve batallones saldrán de un momento a otro para la Habana y es de espe­ rar que de una vez para siempre se ahoguen los gritos de separación y se aplaste la cizaña del filibusterismo que pretende desgarrar nuevamente la ban­ dera española que flotó y ha de flotar siempre sobre la almena del Morro”, añade, que “en Asturias, que tantos hijos tiene en aquella provincia española, se han recibido con profundisima indignación las noticias del nuevo levanta­ miento de foragidos y traidores, y todos hacen votos porque el ejército y los voluntarios triunfen una vez más y aseguren la tranquilidad de aquella isla tan querida por los asturianos”6. Al terminar la guerra, con el cambio lógico en la opinión pública espa­ ñola, “la exaltación dejó su lugar a las críticas, los apoyos fueron sustituidos por grandes dosis de desafección, y las movilizaciones contra el gobierno y

5 Valentín Andrés Alvarez,Guía espiritual de Asturias, Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo, 1982, p. 14. 6 “¡Viva Cuba siempre española!”, El Carbayón, año XVII, nB 5.108 (Oviedo, 4 de marzo de 1895), p.3. LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 161 los poderes establecidos alcanzaron al menos la misma intensidad que antes habían tenido las demostraciones de respaldo a la guerra”7. Esa opinión públi­ ca se vió impresionada por el estado en que llegaban los soldados repatriados y por la información que suministraban acerca de las condiciones en que habí­ an tenido que vivir durante la guerra. Los soldados que volvían, convertidos “en millares de esqueletos que asustan, con sus rostros demacrados y con sus ojos hundidos; con sus piernas temblorosas y su cabeza caida sobre el pecho”, como se escribía en El Carbayón, era lo que quedaba de “la juventud espa­ ñola que en el 95 y 96 fue a Cuba, vigorosa y fuerte, llena de ardor bélico, descosa de castigar el delito de traición como castigarlo saben los héroes anó­ nimos. Sintiendo el patriotismo con la magnitud y santidad con que debe sen­ tirse”, añadía el periódico8. En ese clima de derrota y de protesta, surge y se desarrolla la idea de organizar una muestra que constituyese manifestación de la riqueza y poten­ cialidad económica del Principado. Meses después de clausurado el certamen, al hacer balance, se señala eso, pues se dice, que “en momentos por cierto bien angustiosos para la patria, una humilde asociación mercantil de esta villa acogió la idea de realizar en sólo cinco meses que faltaban para el 15 de julio de 1899, una Exposición Regional dentro de Gijón, que sirviera para eviden­ ciar los ricos y múltiples productos del suelo, lo creciente y variado de su industria y lo peregrino de su peculiar ingenio”9. Al recordarlo siete años más tarde se abundaba en esa idea, pues se decía, que arrebatados a España, Cuba, Filipinas y Puerto Rico, “y cuando la fuerza del dolor oprimía el corazón de todo buen español”, hubo unos pocos que “creciéndose ante la desgracia, con­ ciben la idea de realizar una Exposición Regional, desafiando los obstáculos que habían de oponerse a su paso, dadas las circunstancias especiales de aba­ timiento que dominaba en las esferas de la actividad, trabajo y capital”10. La idea de montar una Exposición que mostrase tanto el desarrollo alcan­ zado en Asturias, como su capacidad industrial y mercantil, parte del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial. Constituido en el año de 1896, agrupaba el Círculo a las clases mercantil e industrial y de las reuniones que se cele­ braban en su sede, instalada en una magnifica casa de la calle del Instituto, han sido muy importantes las iniciativas que surgieron. Además de la que nos

7 Manuel Peréz Ledesma,“La sociedad española, la guerra y la derrota”, en Juan Pan-Montojo (coor­ dinador), Más se perdió en Cuba. España, 1898 y la crisis de fin de siglo, Alianza Editorial, Madrid, 1998, p. 119. 8 Alberto Menéndez Acebal,“Unos que vienen y otros que van”, El Carbayón, año XIX, ns 6.086 (Oviedo, 23 de diciembre de 1898), pp. 1-2. 9 “La Menoría de la Exposición”, El Comercio, año XXIII, ns 6.476 (Viernes, 30 de marzo de 1900), p. 1 10 “23 de julio de 1899”,El Comercio, año XXIX, ns 8.417 (Domingo, 22 de Julio de 1906) p. 1 162 RAFAEL ANES ÁLVAREZ ocupa, es de señalar la proposición aprobada por la Junta Directiva, presidida por Luis Belaunde, el 28 de Mayo de 1898. Un grupo de socios presentó la moción siguiente, acogida con interés por la Junta Directiva: “ Dadas las cir­ cunstancias por que atraviesa España con motivo de la guerra con los Estados Unidos y el peligro a que está expuesto el comercio y la propiedad de esta población, a ser víctima de una agresión por parte de cualquier buque nortea­ mericano, y teniendo en cuenta la actitud del comercio de otras poblaciones del litoral, creemos conveniente el que se gestione por esa Junta para que inmediatamente se fortifique la plaza de Gijón, poniéndola en condiciones de defensa, para garantía de sus habitantes, sus múltiples industrias y sus pro­ piedades. Téngase en cuenta que un puerto de embarque de carbones, mate­ rial de Artillería, pólvoras de Lugones y Santa Barbara, puede no quedar en olvido de una infame agresión de nuestros enemigos”11. Esa idea de celebrar una exposición tiene inmediatamente el apoyo de la prensa y la hace suya la Cámara de Comercio, Industria y Navegación, que se había constituido el 19 de diciembre de 1898, después de que el día 2 de ese mes quedase constituida en el Ayuntamiento por el Alcalde la Junta interina para su creación. Acordado que se celebrase entre el 15 de julio y el 15 de sep­ tiembre de 1899, fue solicitado el concurso del Ayuntamiento, que acordó prestarlo en sesión de 28 de enero de ese año de 1899. Para la organización del certamen fue nombrada una Junta mixta formada por Eduardo Martínez Marina, Félix Costales, Baldomero Rato y Benito Conde, en representación del Ayuntamiento, Luis Belaunde, Calixto Alvargonzález, Víctor Fernández Carvajal y Benigno Piquero, en representación de la Cámara de Comercio. Esa Junta celebró su primera reunión, en los locales del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial, el 7 de febrero de dicho año de 1899 y en ella quedó constituida la Comisión organizadora de la Exposición Regional. Esta estaría formada por: Alfredo Santos de Arana, Javier Aguirre de Viar y Benigno Piquero y Olay, por el Círculo; Isidoro Fernández Quirós, Gerardo Uría y José Ruiz Gómez, por el Casino de Gijón; Julio García Mencía, por el Ateneo- Casino Obrero; Mariano Marín y Magallón y Francisco G. López, por la Escuela de Artes y Oficios; los Directores deEl Comercio y El Noroeste, por la Prensa local; Justo del Castillo, por el Insituto de Jovellanos; y Carlos Bertrand y Ruperto Velasco, por el Casino “La Peña”. La Comisión organiza­ dora nombró Presidente a Luis Belaunde; Vicepresidente a Alfredo Santos y Arana; Secretarios a Victor F. Carbajal, Javier Aguirre de Viar y Ramón Alvarez García; Tesorero a Santiago Alonso; Vocales a Félix Costales, Francisco López, Calixto Alvargonzález, José Ruiz Gómez, Julio Mencía,

11 Gijón y la Exposición de 1899, Tipografía La Industria, Gijón, 1899, pp. 123-124. LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 163

Carlos Bertrand, Baldomero Rato, Mariano Marín, Benigno Piquero e Isidoro Quirós, y Arquitecto de la Exposición a Mariano Marín. Como se señalaba al referirse a la organización de la Exposición, “con­ vencidos todos los señores de la Comisión organizadora de las grandes difi­ cultades que había que salvar para conseguir la realización de la árdua tarea que a su celo se había enconmendado, pues los apremios del tiempo, la caren­ cia de recursos y el estado de postración en que se hallaba el país, habían de ser obstáculos que estorbasen sus propósitos; pero alentados por la certidum­ bre de que trabajaban por el bien del pueblo de Gijón, y seguros de que su esfuerzo no había de ser estéril, pues el Certamen había de reportar positivas ventajas a la Industria, el Comercio y el Trabajo regional, acordaron desple­ gar todo su esfuerzo, hacer uso de todas sus energías y poner en acción todas sus iniciativas, para realizar con la brillantez que la importancia de la villa requería, la trascendental misión que se les había confiado”12. El 11 de febrero de ese año de 1899 quedó aprobado el Reglamento. En él se decía que la Exposición, a celebrar, como se ha dicho, entre el 15 de julio y el 15 de septiembre, tendría lugar en el edificio, dependencias y jardines de los Campos Elíseos y en los terrenos contiguos que se juzgasen necesarios. Los terrenos de los Campos Elíseos habían sido cedidos por Eduardo Martínez Marina. Se acuerda invitar especialmente a los productores de la región asturiana y a concurrir a los del litoral Cantábrico y a las provincias del interior limítrofes con la de Oviedo. También quedaba establecido que la Exposición comprendiese cinco grupos: 1) Ciencias; 2) Artes liberales; 3) Minerales y Productos Metalúrgicos y Químicos; 4) Agricultura y Aquacultura; 5) Industria fabril y manufacturera. Cada uno de esos grupos se dividía en clases, según una clasificación general que se establecía, que indi­ caba los objetos correspondientes a casa una13. Para el más eficaz desarrollo de los trabajos, la Comisión organizadora constituyó cuatro comisiones, la técnica, la de reglamento, la de administación y la de propaganda. La técnica la integraban Calixto Alvargonzález, Francisco G. López, Julio García Mencía, José Ruiz Gómez, Carlos Bertrand e Isidoro Fernández Quirós; la de reglamento la formaban Félix Costales, Baldomero Rato y Javier Aguirre de Viar; la de administración la constituían Luis Belaunde, Javier Aguirre de Viar y Benito Conde, mientras que Luis Belaunde, Eduardo Martínez Marina, Benigno Piquero y Ramón Alvarez García y Javier Aguirre de Viar compo­ nían la de propaganda. Más tarde se designó a la de festejos, presidida por

12 “La Exposición: su historia”, Gijón y la Exposición de 1899, Tipografía La Industria, Gijón, 1899, pp. 275 y ss. 13 “Exposición Regional de Gijón. Reglamento y clasificación de los productos”, El Comercio, año XXII, ns 6.139 (Martes, 14 de febrero de 1899), p. 1 164 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

Baldomero Rato y los vocales Francisco G. López, José Ruiz Gómez, Javier Aguirre de Viar y Ramón Alvarez García por la Comisión organizadora, así como Manuel Fernández Pozo, Manuel Velasco, Arturo Truán y Alejandro Alvargonzález, como agregados, y Miguel Ramos Carrión y Vital Aza, como agregados madrileños. Al aprobar el Reglamento también se presentan formulas para allegar recursos, que eran muy escasos, y se alcanza acuerdo en lo relativo a la cir­ cular que se iba a dirigir a los industriales, los comerciantes, los artistas y los obreros. En la circular se les rogaba, “con el más vivo interés, por mutua con­ veniencia y por el buen nombre de todos, que concurrieran al certamen en proyecto, para que, unidos en una común aspiración, pudieran decir con ínti­ mo y legítimo orgullo: esto es; esto vale; esto significa; esto representa, la laboriosa región Cantábrica ’. Para alcanzar una mayor eficacia en las tareas preparatorias, la Comisión organizadora nombró representantes en todas las localidades importantes de la zona en que se querían captar expositores y una comisión para que actuase en Madrid como auxiliar de la de Gijón, que presidía Genaro Alas, que enton­ ces también presidía el Centro Asturiano, contando como vocales con Angel García Rendueles, Calixto Rodríguez, Vicente Innerárity, Rufo Rendueles, Toribio Granda, Vital Aza, Miguel Ramos Carrión y Jesús Pando y Valle. Una de las tareas principales de la comisión auxiliar de Madrid fue conseguir la ayuda del Gobierno. El objetivo muy pronto fue alcanzado, pues a comienzos de abril se señala en la prensa que “es ya un hecho el auxilio del Gobierno, bien sea modestísimo”. Se añadía que, “algo han conseguido ya los gijoneses (gracias a la diligencia de la Comisión de Madrid y a las valiosas personas que por Asturias se interesan), obteniendo del gobierno 50.000 pesetas; de S.M. el ofrecimiento de premios valiosos, a la par que merecidos elogios a las indus­ trias de Asturias, especialmente a dos o tres de reciente fundación; del Sr. Villaverde, la promesa de aceptar algún otro arbitrio distinto al de la Lotería, con que auxiliar a la buena marcha económica del certamen”14. A comienzos de abril también convocó la Comisión organizadora con­ curso entre artistas españoles para los bocetos de medallas y diplomas que habían de adjudicarse. En cuanto al boceto de la medalla, se especificaba que se presentaría vaciado en escayola, tendría un diámetro de veinte centímetros, exigiéndose sólo el anverso, por dedicarse el reverso exclusivamente a la ins­ cripción. El boceto del diploma sería al claroscuro y de un tamaño de ochen­ ta por sesenta centímetros, aproximadamente. El plazo para la presentación de los bocetos terminaba el 5 de mayo, y los autores de los trabajos elegidos, que

14 “La Exposición Regional de Gijón”, Revista de Economía y Hacienda, reproducido en El Comercio, año XXII, nB 6.179 ( Miércoles, 5 de abril de 1899),p.l LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 165 recibirían quinientas pesetas por la terminación de la obra, tendrían quince días para ello15. La Exposición contó también con al apoyo del Obispo de Oviedo, que insertó una circular enBoletín el Oficial Eclesiástico del Obispado de Oviedo, firmada el 27 de marzo de 1899. En ella se decía que “son de todos conoci­ das las ventajas de estas Exposiciones, cuando se verifican con sentido prác­ tico y positivo, como es de esperar suceda en la que se anuncia para el próxi­ mo verano: muchos fabricantes darán a conocer los productos de sus indus­ trias y aumentará el número de sus parroquianos...; los consumidores adqui­ rirán noticias exactas de las industrias regionales, de sus precios y de sus fle­ tes, para que no se repitan los casos de pedir fuera de la región lo que en esta se produce, con detrimento de la riqueza del país y desamparo de su propia industria; y todos conocerán mejor la región que habitamos, sus adelantos, sus necesidades, sus aspiraciones, y podrán consagrarse con más acierto a mejo­ rar las condiciones materiales y morales de la vida”, Añadía la circular, que “nada de esto es extraño al espíritu de la Iglesia y del sacerdote que inmedia­ tamente la representa cerca de los fieles” y se refería a la encíclica del Papa León XIII sobre la condición de los obreros, para terminar exhortando al clero a que siguiese sus “hermosas enseñanzas, ilustrando a sus fieles en lo concer­ niente a la futura Exposición para que obtengan de ella las ventajas posibles, y den ellos ejemplo de amor a la patria y de interés por sus legítimos progre­ sos, presentando en la misma los objetos de que acaso puedan disponer16. La prensa de otros lugares se hizo pronto eco de la Exposición, como fue el caso de La Información, de Madrid, con un artículo firmado por Femando. Comenzaba el articulista señalando, que “el que conozca un poco los podero­ sísimos elementos de riqueza con que cuenta el Principado de Asturias, y se interese de veras por el adelanto y bienestar general del país, no puede mirar con indiferencia la patriótica iniciativa que en Gijón ha surgido; y que por todos los asturianos ha sido entusiásticamente secundada, de organizar un cer­ tamen en el que se reúnan y manifiesten con toda su bondad y valor los pro­ ductos con que aquella región puede contribuir al restablecimiento de las decaídas fuerzas españolas”. Después de referirse a esos productos, termina el articulista afirmando que, “los asturianos hacen lo que pueden; en el deber del gobierno y de todos los buenos españoles está ayudarles... y alentar ini­ ciativas parecidas”17.

15 “La Comisión Organizadora de la Exposición Regional de Gijón”, El Comercio, año XXII, ns 6.179 (Miércoles, 5 de abril de 1899), p. 2 16 “Exposición regional. Circular del Obispado”, El Comercio, año XXII, nB 6.180 (Jueves, 6 de abril de 1899),p. 2 17 “Exposición regional en Gijón”,El Comercio, año XXII, n9 6.187 (Viernes, 14 de abril de 1899), p. 1 166 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

Los trabajos en los terrenos de los Campos Elíseos, que comienzan a mediados de febrero, son rápidos y las solicitudes de espacio para instalación de stands se suceden. La Fábrica Nacional de Armas de Oviedo anuncia que va a demandar el terreno mayor posible que se le pueda conceder, porque desea presentarse con arreglo a la fama que tiene. La Fábrica de Cañones de Trubia, por su parte, estudiaba “hacer una instalación lucidísima y bien orde­ nada, presentando con arrogancia sus más famosas labores de Artillería”. Por todo ello, la Exposición prometía “ser magnífica y solemne, constituyendo un verdadero triunfo para Gijón y para Asturias en general” y se mandaba cobi­ jarse “todos bajo la bandera protectora del trabajo”, y “enarbolándola al espa­ cio con entusiasmo y buena voluntad”, se colocase en ella el lema siguiente: “Todo por Asturias y para Asturias”18. En los treinta y cinco mil metros cuadrados del parque Campos Elíseos, que formaban un triángulo de trescientos metros de longitud, con el lado mayor limitado por la Carretera de la Costa, se colocó la puerta principal en la parte que daba a la Calle Uría, una de las más importantes del ensanche gijo- nés y los terrenos quedaron divididos en tres partes: los jardines de la izquier­ da; el Circo-Teatro, y los jardines de la derecha. En los jardines de la izquier­ da se colocó la galería de las secciones industriales. Se construyó un edificio de cien metros de largo por diecisiete de ancho, coronado por una esbelta cúpula. La parte exterior del edificio tenía “la portada principal de estilo rena­ cimiento moderno y formada por tres grandes arcos”, con las estribaciones ter­ minadas “en chimeneas alegóricas de la industria de la región” y coronando los entablamentos “una serie de escudos de las capitales y pueblos” que concu­ rrían al Certámen, “enlazados con los atributos del comercio”. Había “dos naves fantásticas” franqueando las gradas que iban hasta los arcos de entrada, que estaban separados por “dos grandes estatuas” que representaban a la indus­ tria y al comercio. En el interior de la galería estaban los pabellones que expo­ nían los productos de la minería, de la industria y de la agricultura, entre otros: los de V e H de Zarracina y Pérez Conde; la instalación del Valle de Langreo, que agrupaba a las industrias mineras y siderúrgicas de ese valle; el de Cifuentes Stoldz y Cía., fábrica de fundición, maquinaria y dique de repara- ciópn y construcciones; el de Laviada y Cía., en un quiosco de vidriera en el que exponía sus últimos productos de baterías de cocina y utensilios domésti­ cos en hierro esmaltado; el que reunía a las industrias del Valle de Mieres; el que mostraba los productos de la fábrica de vidrios de Cifuentes y Pola, el de la fábrica de sidra Muñiz, Gamba y Belaunde; el que reunía las muestras de aceites, mantecas y otros productos industriales de los Señores Posada; el que

18 Gervasio Arenal, “Asturias y la Exposición”,El Comercio, año XXII, nQ 6.236 (Martes, 13 de junio de 1899), p. 1 LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 167 mostraba el modelo de casa de madera, para residencia de verano, de Demetrio F. Castrillón y Cía.; el pabellón de la Sociedad Fábricas de Moreda y Gijón, que exponía los productos de primera fusión, hierros laminados, alambres y puntas, en un quiosco de estilo japonés; el de fabricantes de licores París y Huerta; el de Hijos de Pablo Pérez, de Colunga, que era un hórreo construido con botellas de sidra achampañada; el de Viuda de Amorós, que exponía una artística mesa de billar; la vitrina con aceites de Femando Pallarés; la muestra de sidra achampañada y coñac de Blanco Hermanos, de Ribadesella; el pabe­ llón de Trevijano e Hijos, de Logroño, con muestras de conservas alimenticias; el de Rufino Prendes, con máquinas de tejidos de punto; el de los decoradores Alonso y Herrero; el de productos de cerámica de Viuda e Hijos de Guisasola, de Lugones, y el que presentaba Don Luis Montoto, “un hermoso caballo, en instalación al aire libre y bajo elegante toldilla”19. La Exposición, que en palabras de Fermín Canella era “el palenque de Asturias y comarcas limítrofes”, por lo que había que aplaudir “desde los altos poderes que facilitaron medios y recursos, hasta el expositor más modes­ to y el suscriptor más humilde; desde los directores y empresarios hasta el rendido obrero que duplicó la tarea, día y noche, entre apremios del tiempo y plazo angustiosos”20, tenía fijada la inauguración para el día 15 de julio de ese año de 1899. Decía el programa: “A las diez en punto de la mañana se for­ mará en la Plaza de la Constitución la procesión cívica, cuya presidencia la formarán el Delegado Regio que S.M. se digne nombrar, el Excmo. Sr. Ministro de Fomento (cuya asistencia al acto se gestiona), el Sr. Alcalde Constitucional de esta Villa, los Gobernadores Civil y Militar, Obispo de la diócesis y Representación del Comité Ejecutivo de la Exposición y los invi­ tados al efecto. Esta Comitiva se dirigirá al recinto de la Exposición por las calles que se designen, las cuales estarán engalanadas con gallardetes, bande­ ras y arcos de triunfo. Una vez en el local de la Exposición, se procederá al acto solemne de la apertura oficial, siguiendo el ceremonial que se designe por la comisión organizadora”. De cuatro a siete de la tarde había programa­ do una gran concierto en los jardines de la Exposición, en el que intervendrían las bandas de Zaragoza y la Municipal. De nueve a doce de la noche habría, en el Paseo Alfonso XII, “sorprendente iluminación”, con actuación de esas dos bandas de música. Los actos programados se cerrarían el 15 de septiem­ bre, en que tendría lugar el “cierre oficial de la Exposición con el ceremonial y festejos que se convengan”21.

19 La Comisión Organizadora, “La Exposición por dentro”, Gijón y la Exposición de 1899, Tripografía La Industria, Gijón, 1899, pp. 283 y ss. 20 Fermín Canella Secades,“Al lector”,Gijón y la Exposición de 1899, Tipografía La Industria, Gijón, 1899, pp. I y ss. 21 “Fiestas en Gijón”,Gijón y la Exposición de 1899, Tipografía La Industria, Gijón, 1899, pp. 309 y ss. 168 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

Con fecha de 11 de Julio se publica la circular que la Comisión organi­ zadora de la Exposición dirigió a las empresas fabriles e industriales de Gijón, a las sociedades comerciales, de instrucción y de recreo y a los cen­ tros políticos, en la que se pedía que una representación de ellos figurase en la procesión cívica que habría el día de la inauguración de la Exposición. Firmada por el presidente Luis Belaunde, la circular decía: “Esta Comisión organizadora, deseando dar todo el realce debido al acto inaugural que se ha de celebrar el día 15 de este mes, ha acordado que en la procesión civica figure esa empresa fabril representada por V. y una Comisión de obreros de su elección, y, a ser posible, concurran con una bandera o estandarte, según es costumbre en esta clase de fiestas”. Añadía la circular de la Comisión organizadora: “mucho agradeceríamos, que de acceder a nuestras solicitud nos lo participe inmediatamente, pues es de mucha importancia para dispo­ ner el orden de la comitiva”22. No obstante esos propósitos, en sesión de la Comisión organizadora de la Exposición de 12 de julio, un día después de se publicase la circular referida, el Secretario leyó un escrito dirigido al Presidente de la Junta directiva, sus­ crito por los expositores, en el que decían: “No perdona el tiempo lo que se hace sin él, y sin que ni la Junta de su digna presidencia, ni nosotros, haya­ mos escatimado esfuerzo de ningún genero, es lo cierto, y mucho más des­ pués de la lluvia torrencial de anoche, que nos faltan siquiera unas horas para que la apertura de la Exposición coincida con la terminación de los trabajos”, Por ello, añadían, “estando estos como están casi concluidos, podría tener lugar el día 15 la ceremonia de la inauguración, pero como tendrían que simultanearse la continuación de aquellos con la entrada del público, tendría­ mos nosotros, expositores, que luchar con grandes dificultades para terminar­ los”, por lo que “en interés de todos, y del mismo pueblo de Gijón, rogamos a la Junta que señale para la inauguración, el 23 o el 25 de julio; bien enten­ dido, que este pequeño plazo, no ha de servir para que las actividades duer­ man, sino ser prenda segura de que todo estará concluido cuando la inaugu­ ración se celebre”, La Junta directiva, en vista de ese razonamiento y sabien­ do que había envíos de instalaciones en espera de la salida de los vapores que los transportasen al puerto de Gijón, en la certidumbre de que convenía que no sufriesen interrupción los trabajos, para que estuviesen terminados el día de la inauguración y con el fin de que la fiesta tuviese el mayor esplendor, “acordó acceder a lo solicitado, señalando como fecha definitiva e improrro­ gable, el día 23 del actual, encareciendo a todos los expositores la convenien­ cia de que dicho plazo les sirva para despertar sus actividades”. Para dar la

22 “Gijón al día. La Exposición regional”, El Noroeste, año III, ns 875 (Martes, 11 de julio de 1899), p. 2. LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 1 6 9 difusión debida al acuerdo, remite la Junta a la prensa el telegrama siguiente: “Reunida la Comisión organizadora de la Exposición y examinada solicitud mayoría expositores, quienes pedían prorroga apertura Certamen, acordóse acceder con la condición terminante de que definitivamente se inaugurase el día 23”23. Al final concurren 513 expositores, después de inscribirse 612, de los que 38 eran asturianos, 90 de las provincias del Norte, Galicia, León, Santander, Vizcaya y Guipúzcoa, y 34 de provincias no comprendidas en la región para la que estaba pensada la Exposición, de los que 22 eran de Madrid24. El éxito estaba, en principio, garantizado, pues no cabía esperar más de un proyecto que contó con apenas unos meses para ponerlo en marcha, un plazo “cortísi­ mo para que obra de tanta magnitud pudiera ejecutarse de un modo perfecto y acabado”25.

NUMERO DE EXPOSITORES POR PROVINCIAS

DE LÁ REGION NO COMPRENDIDAS EN LA REGION Asturias 389 Madrid 22 León 18 Toledo 1 Santander 12 Barcelona 4 Bilbao 22 Navarra 2 San Sebastián 7 H uelva 1 C oruña 18 Jaén 1 Lugo 9 Zam ora 1 O rense 4 Rom a 1 París 1 FUENTE: “La Memoria de la Exposición, El Comercio, año XXIII, n9 6.476, (Viernes, 30 de marzo de 1899), p. 1

Para “la procesión civica” del domingo 23 de julio, quedó establecido que en primer lugar fuese una sección de la Guardia Civil, a caballo, seguida de la Banda Municipal de Música, el Cuerpo de bomberos, maestros y maes­ tras del Concejo y de la Villa con sus alumnos, portando estandartes, las comi­ siones y agrupaciones también con estandartes y banderas, la Marina Mercante, con representación de capitanes, la Banda Militar de Zaragoza, la Corporación Municipal e invitados, el Escuadrón de Caballería y las fuerzas de Infantería del Principe.

23 “Gijón al día. La Exposición regional”, El Noroeste, año III, n9 877 (Jueves, 13 de julio de 1899), p.2. 24 “La Memoria de la Exposición”, El Comercio, año XXIII, n9 6.476 (Viernes, 30 de marzo de 1900),

p. 1. 2 5 Ibidem . 170 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

El acto inaugural, según reseñó la prensa, quedó como “una fecha glo­ riosísima” para Gijón, “digna de ser contada por la inspirada musa del poeta brillante y relatada por la pluma donosa de los escritores de privilegio”. Desde las primeras horas de la mañana la animación fue grande y se organizó en el Campo Valdés la procesión cívica que debía partir a las once. Salió a las once y media y a las doce entraba la procesión en los Campos Eliseos al acorde de la marcha real, interpretada por las bandas de música; un poco antes había lle­ gado el Obispo de la diócesis. El “teatro de los Campos Eliseos presentaba aspecto deslumbrador”, con la mesa presidencial en el escenario y con el busto de Jovellanos a la derecha. Abierto el acto por el Delegado Regio, el Conde de Revillajigedo, hizo uso de la palabra Ramón Alvarez García, Secretario de la Comisión Ejecutiva, para reseñar los trabajos llevados a cabo y terminó diciendo que la Comisión dedicaba la Exposición “a la patria como ofrenda sagrada de una devoción que acrecientan las desgracias del venci­ miento”. Después intervino el Presidente de la Comisión Ejecutiva, Luis Belaunde, quien dedicó el primer saludo “al insigne varón cuyo solo nombre llena una época, a don Melchor Gaspar de Jovellanos”, pues, añadió, “si el objeto de la Exposición... es poner de manifiesto cuanto nuestra provincia y la región Cantábrica han logrado hacer en ciencias, artes, agricultura, minería e industria, ¿cómo no hemos de recordar al genio que hace un siglo trazaba con mano segura el camino que había de seguirse para llegar a este resultado? “, ya que “el ilustre gijonés dotado de poderosas facultades intelectuales, de una voluntad inquebrantable, probado por toda clase de contrariedades y envi­ dias, parece el ser destinado por la Providencia para guiar a sus conciudada­ nos en una época histórica, acaso la más compleja y difícil de cuantas ha pasa­ do la humanidad; compleja y difícil para todas las naciones europeas y mucho más trascendental y difícil para nuestra España, en cuanto que a partir de ella cambia por completo nuestro modo de ser histórico, político y social, gracias a la inflluencia ejercida por Jovellanos”. Agradeció, también, la buena acogi­ da que la idea de la Exposición tuvo en la Casa Real y en el Gobierno, con referencia especial a “los ilustres asturianos Marqués de Pidal y D. Raimundo Fernández Villaverde”, quienes desde sus ministerios ofrecieron todo lo que las circunstancias habían permitido. El Alcalde de Gijón, Ramón García Sala, con referencia también a Jovellanos, calificó de héroes a los miembros de la Comisión Organizadora. El Rector de la Universidad de Oviedo, Félix Pió de Aramburu y Zuloaga, señaló que “en este dolorosísimo duelo nacional que a todos nos aflige, pocos consuelos podríamos hallar como éste que la indus­ triosa villa de Gijón nos ofrece al inaugurar su Exposición Regional. Porque después de haber lucido constantemente el sol en nuestros dominios, parece que sobre esta España infortunada se puso una noche polar, una lóbrega y trístisima noche que priva al corazón de toda alegría y le quita toda esperan­ LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 171 za. Hemos perdido inmensos territorios; ha luchado en insanos climas la flor de nuestra juventud, con muy dolorosas bajas; hemos perdido cuantiosas sumas, gastadas o despilfarradas en aprestos bélicos que de nada nos han ser­ vido y os diré un secreto terrible, os lo diré al oído de compatriotas, como se dice en el hogar, en el seno de una familia a quien se ama mucho, a puertas cerradas, para que no llegue a oídos de quienes no debe llegar: Casi hemos perdido el honor inmaculado”. Refiriéndose a los organizadores de la Exposición, les alabó, también, la elección del lugar: “los Campos Elíseos, que recuerdan los Eliseos de Grecia y los de París, limitados éstos, de un lado por la Plaza de la Concordia y de otro por el Arco de Triunfo; la concordia que debe quedar aquí establecida entre el capital, el trabajo y el triunfo que en este Certamen han de obtener la Ciencia y el Trabajo”. Al terminar los dis­ cursos, el Delegado Regio declaró, en nombre de Su Majestad, abierta la Exposición Regional de Gijón, dándose vivas a España, a Asturias y a Gijón, colocando el Alcalde de Gijón una corona de flores a los pies del busto de Jovellanos. Después de ese acto se celebró una misa en un altar levantado en el paseo central del recinto26. De los elogios de la prensa se aparta un pocoEl Avance. Está de acuer­ do en que el Teatro tenía un aspecto deslumbrador y que el espectáculo fue grandioso, “en verdad grandioso, conmovedor, y prestábase a meditaciones que abrían el corazón a la esperanza de vivir días mejores en que la justicia y la igualdad imperen como únicos reyes de la tierra”, pero, se preguntaba, “¿Que faltaba, pues allí? Faltaba, ¡hay que decirlo!. Faltaba una cabeza oga- nizadora que de antemano comprendiera las sublimidades de aquel acto y le rodease de los elementos indispensables para que la elocuencia levantase los corazones y el raciocinio esculpiese en los cerebros el recuerdo imperece­ dero de la Exposición regional”. En cierto modo eso quedó subsanado, pues, añade, “por dicha, el sabio Rector de nuestra Universidad estaba presente. Si él no hubiera venido, el acto en sí resultaría un rosario rezado, al que pusiese término el Sr. Obispo con una larga letanía, magnífica para ser leída en unCírculo de obreros católicos”. Pero nada podía hacer disminuir la importancia de la Exposición, que en sí misma era grande, aunque en el acto de apertura faltase “la voz de la industria, del comercio, de la prensa, y del trabajo; ni estuvo bien que cuatro señores se mostrasen más fervientes monárquicos que entusiastas españoles, asturianos y gijoneses”, aseveraba El Avance21.

26 Tomado de Luis Adaro y Ruiz,El Puerto de Gijón y otros puertos asturianos, Tomo II, Gijón, 1979, pp. 249 y ss. 27 “La Exposición. Impresiones del acto de apertura y el discurso del Sr. Aramburu”, El Avance (Domingo, 30 de julio de 1899), p. 1 172 RAFAEL ANES ÁLVAREZ

De la Exposición se ocupó tambiénLa Ilustración Española y Americana , en sus números del 8 y el 15 de agostoBlanco y y Negro , en el número del 19 de agosto y siguió prestándole atención la prensa asturiana. Esta no escatimaba los elogios. Sirva de ejemplo el artículo que bajo el título “Una ojeada a la Exposición”,El Comercio publica el 29 de julio. Comienza refiriéndose a los “cruentos desastres”, a que ha “disminuido el territorio nacional en una gran parte, prohijados por extraña bandera once millones de compatriotas”, a la juventud española “muerta por hambre, enfermedades y en el campo de batalla”, a que estaba “agotado casi nuestro crédito y el Tesoro público en vías de bancarrota”. Después se refiere a la organización de la Exposición: “Digna de alabanza y de admiración es la actividad de esta que­ rida villa nuestra, que en el corto espacio de 4 meses ha organizado brillante­ mente aquella fiesta de la inteligencia y del trabajo”. Añade, que “produce entusiasmo la congregación de la ciencia, la industria, el arte y la agricultura regionales, en los Campos Elíseos de Gijón, señalando el derrotero que deben elegir las clases directoras, combatiendo con energía el que siguen hoy, y pro­ bando que España no sólo quiere vivir, sino que tiene aspiraciones y derecho para figurar dignamente entre las naciones civilizadas y para que sea alzado el anatema de decadentismo, y la consideración de nación moribunda lanza­ do cínicamente por el jefe conservador inglés”. Respecto a la Exposición, se dice, que las visitas “no pueden ser más instructivas, a la vez que amenas”. En referencia más pormenorizada al contenido de los stands, se explica que “el amante de la ciencia encontrará en todas las instalaciones algo que estudiar, y en la que reproduce en escala al 1 por 100 las obras ejecutadas del Musel, y en los proyectos y planos de teatro, puente y otras obras, presenta­ dos por D. Eugenio Rivera, admirará el dominio del hombre inteligente sobre la naturaleza, experimentando noble estímulo para profundizar en las ciencias mediante las cuales se adquiere”. Por lo que se refiere al industrial, se asegu­ ra que “quedará complacido, y obtendrá las enseñanzas para mejorar la indus­ tria propia, ante las innumerables instalaciones de este género contenidas en el Pabellón Central y en los pabellones especiales”, de los que se cita varios. El artesano, se asegura, también podía “examinar con fruto” varias muestras expuestas. El agricultor, se afirma, “perfeccionará las condiciones en que explota el suelo, o se determinará a cumplir o variar el cultivo, según su con­ veniencia y las circunstancias, visitando la preciosa columna que constituye la instalación de “la Azucarera Asturiana”, construida con los productos, sin preparación alguna, de dicha fábrica; la instalación de semillas de D. Pedro Somonte, jardinero de Gijón y algunas otras”. De igual forma, “el amante de la belleza, el artista, pasará deliciosos ratos contemplando las obras expuestas en el pabellón de Bellas Artes”. LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 173

Mención especial hace el periódico de las instalaciones de las fábricas de armas de Oviedo y Toledo y de la fábrica de cañones de Trubia. Igualmente, se dice, no cabía olvidarse de la farmacia de los señores Menéndez y Escalera, que exponía 139 productos de su laboratorio de Gijón. Hay referencia al pabe­ llón de los señores París y Huerta, que simulaba una cesta o cubierta de dama­ juanas, o el del luanquín, residente en Barcelona, José García Salinas, que reproducía la fragata Nuestra Señora de Begoña. Concluía la reseña señalando que “la obra acometida por Gijón, y reali­ zada en tan breve espacio, es prueba de su vigor y de su actividad y de lo mucho que es capaz”. Por ello, añade, “no hemos nosotros, por ser hijos suyos, de escatimarle nuestros aplausos y nuestra admiración naturales y jus­ tificadísimos”. Se aprovecha la ocasión para decir que “es digno de notarse que todas las iniciativas particulares alcanzan en Gijón enorme éxito”, por lo que han “de felicitarse a esas iniciativas, y estimularles para que continúen perseverantes en la obra de civilización y de progreso”28. El éxito de la Exposición, en lo que se refiere al número de visitantes, fue grande. Hasta su clausura el 3 de octubre, no el 15 de septiembre como en principio estaba previsto, 146.666 personas pasan por las instalaciones del Certamen. Del 23 al 31 de julio son 24.730 los visitantes, que, se dice, “fue­ ron pregonando a todos los vientos la importancia y grandiosidad relativa de los elementos industriales y artísticos que se encierran en este Región”. En el mes de agosto se expenden 80.922 entradas y 40.902 en septiembre. Esos dos meses, pero especialmente el de agosto, han sido los de concurrencia mayor. Se refiere que “los trenes de todas las líneas y los vapores costeros venían repletos de viajeros, cuya primera orientación, al pisar el suelo gijones, era la Exposición”. La Comisión organizadora, a pesar de tanta asistencia, no tuvo que atender ninguna reclamación por que algo faltase hasta que liquidó la entrega de todos los efectos29. Otra prueba del éxito del Certamen, del mérito de los productos presen­ tados, es el número de premios concedidos, cuatrocientos cincuenta y cinco. El reparto fue el siguiente: Primera División, 7 medallas de oro, 14 de plata, 24 de cobre, 6 menciones honoríficas y 8 diplomas de cooperación; Segunda División, 6 medallas de oro, 27 de plata, 20 de cobre, 21 menciones honorífi­ cas y 9 diplomas de cooperación; Tercera División, 14 medallas de oro, 16 de plata, 10 de cobre y 9 menciones honoríficas; Cuarta División, 15 medallas de oro, 27 de plata, 14 de cobre, 3 menciones honoríficas y 1 diploma de coope­

28 “Una ojeada a la Exposición”, El Comercio, año XXII, ns 6.278 (Sábado, 29 de julio de 1899), pp. 1 y 2. 29 “23 de julio de 1899”,El Comercio, año XXIX, n9 8.417 (Domingo, 22 de julio de 1906), p. 1. 174 RAFAEL ANES ÁLVAREZ ración; Quinta División, 32 medallas de oro, 49 de plata, 60 de cobre, 62 men­ ciones honoríficas y 1 diploma de cooperación. No obstante todo eso y que se parte de que los beneficios de las Exposiciones “son tan evidentes y palmarios que ni necesitan ni pueden fácil­ mente enumerarse”, la de Gijón, se expone, “ha originado uno de trascenden­ cia suma, como es el de haber movilizado los grandes capitales que por temo­ res de orden político o económico permanecían ociosos en las arcas particu­ lares o de Sociedades Bancarias, lanzándoles de una manera decidida y con­ fiada al fomento de las grandes y pequeñas industrias, del Comercio y Navegación y a la construcción de edificios urbanos”30. Se conectará así a la Exposición con el auge inversor que hay en Asturias en esos años finales del siglo XIX y primeros del siglo XX31. Años más tarde, cuando ese auge inversor había remitido en gran medi­ da, se explica que “al entusiasmo de entonces, sucedió el apocamiento, el jus­ tificado temor, porque la inestabilidad de los Gobiernos trae aparejado el desequilibrio general, no pudiendo esperarse algo práctico que vigorice el desarrollo industrial, que ensanche la esfera de acción de nuestro comercio, llevando la confianza al capital”32. Así, pues, nacida la idea, como expuso el Rector de la Universidad de Oviedo en el acto inaugural, en momentos de doloroso duelo nacional, como consuelo, parece que los efectos de la Exposición han sido inmediatos e importantes.

30 “La Memoria de la Exposición”, El Comercio, año XXIII, nfi 6.476 (Viernes, 30 de marzo de 1900), p. 1. 31 Francisco Erice Sebares, La burguesía industrial asturiana (1885-1920), Silverio Cañada, Editor, Gijón, 1980. 32 “23 de julio de 1899”,El Comercio, año XXIX, nQ 8.417 (Domingo, 22 de julio de 1906), p. 1 LA EXPOSICIÓN REGIONAL DE 1899 175 EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO ASTURIANO (1907-1909)

NATALIA TIELVE GARCÍA Profesora de Historia del Arte Universidad de Oviedo

El Independiente fue un semanario político y literario que, creado en Gijón, tuvo una efímera existencia, siendo publicado entre el 25 de mayo del año 1907 y el 24 de abril de 1909. Constituye uno de los más notables repre­ sentantes del periodismo asturiano a comienzos de la presente centuria. Afecto al programa de Melquíades Alvarez, estaba dirigido por el gijonés Juan Alvargonzález Lanquine y, con motivo de su fallecimiento, el periódico desaparece en la primavera de 19091. Su redacción y administración se vieron ubicadas en tres diferentes lugares a lo largo de la corta vida del semanario: desde su primera dirección en la calle Alfonso XII, 25, su posterior traslado en el mes de agosto de 1907 a la calle del Agua, 1, y su última localización en la calle del Arenal, 6, a partir del mes de febrero de 1908. El propio título con el que la publicación se daba a conocer-E l Independiente- aludía a los principios que, teóricamente, habrían de guiar sus contenidos; principios de los que dejaba constancia el primero de sus números con estas palabras:

“Desinfectadas las puntas de las espadas y colocadas por los padrinos frente a frente los contendientes, salúdense éstos cayendo inmedia­ tamente en guardia”2. En esta frase se reunían las instrucciones que contienen todos los códigos del honor, para ser observadas en lances entre caballeros, sirviendo como

1 Ver Alvarez Santullano, G. y C a sta ñ ó n , L.: Estudio histórico de los periódicos y revistas de Asturias. Trabajo de investigación inédito. Fondos de la Hemeroteca Provincial de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Gijón, p. 419. 2 El Independiente, nQ 1, 25 de mayo de 1907, p. 1. 178 NATALIA TIELVE GARCÍA saludo al resto de las publicaciones periódicas que ya discurrían entonces en la villa de Jovellanos, planteándose una sana competencia basada en el uso de la pluma. El ideario de la publicación, en el orden político y social, aparecía al mismo tiempo recogido del siguiente modo:

“...nosotros no tenemos programa, por entender que un programa por amplio que fuese habría de matar nuestra independencia. Será pues este semanario fiel expresión de nuestro carácter; templo de la franqueza, santuario de la sinceridad, faro siempre encendido para aquellos que naveguen en demanda de justicia y campo al que pueden acudir todos los partidos que lleven por divisa en sus bande­ ras: Libertad e Independencia.”3

Pero esta proclamada independencia en la práctica no fue tal. Antes bien, en todo momento el semanario mostraría su simpatía con respecto a los idea­ les republicanos y con relación a los movimientos de agitación social, tal como da muestras el artículo que sirve como cierre a este primer número y que lleva por título “Nos parece bien”:

“Los elementos republicanos de esta villa se agitan estos días con una actividad que demuestra el interés grande que toman en salir a la defensa de los derechos que tienen todos los ciudadanos a exponer sus ideas y a hacer que se respeten... Nada más justo que la protesta viva cuando los atropellos son incali­ ficables y cuando la mordaza se quiere imponer a viva fuerza a los hombres de ideas libres que proclaman la libertad en todas partes. La defensa es permitida, y si la fuerza de la razón no bastara para hacer prevalecer los derechos que todos tenemos a manifestamos como propagandistas del bien común, entonces no extrañen los encargados de velar por el orden público que estallen esos movi­ mientos de indignación popular que a cada momento se suceden y que repercuten con ímpetu de destrucción en los corazones de los exaltados.”4

Su firme afinidad con respecto al melquiadismo era constante en los diversos artículos que atañían a la crítica sociopolítica y buen ejemplo de ello lo constituyen los calificativos que en algunos de estos se hacen extensibles a la figura del orador gijonés Melquiades Alvarez:

3 El Independiente, ne 1, 25 de mayo de 1907, p. 1. 4 El Independiente, ns 1, 25 de mayo de 1907, p. 4. EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO... 179

“Melquíades Alvarez, derrochando el valor cívico que es su pimcipal característica, lo ha hecho exponiéndose a la impopularidad como otras veces por hablar la voz de la verdad y la justicia... para llegar a la reconstitución de la Patria... no hace falta crear perjudiciales anta­ gonismos entre las regiones; todas unidas en esfuerzo común han de lograr el mejor objeto que a todos interesa, la regeneración de la Patria bajo la base de la unidad de sentimientos y unidad de aspira­ ciones, la verdadera unidad nacional”.5

Ilustrativos de estos idearios defendidos por el semanario son los subtí­ tulos con los que acompaña su encabezamiento, que varían según los núme­ ros y las fechas de publicación. Entre ellos sobresalen los deSemanario Estratégico, Semanario Ascendente, Semanario Caritativo, Semanario Retrasado, Semanario Colérico, Semanario Exhumador, Semanario Samartinesco, Semanario Orfeonista, Semanario Anodino y Semanario Bloquista. La publicación mantiene viva la línea tradicional del periodismo gijonés, de orientación localista, pese a que en ocasiones trasciende con mayor profu­ sión hacia los ámbitos provinciales y nacionales. Son estos momentos de especial florecimiento para el conjunto de la sociedad gijonesa. Los efectos de la Revolución Industrial habían propiciado un fuerte impulso demográfico y espacial en la villa, que de los 12.800 habitantes empadronados en 1865, pasaría a alcanzar 37.221 en 1910, siendo el crecimiento del 190.8%6. Esta expansión demográfica abría de reportar un potencial aumento de la deman­ da y una proliferación del sector terciario. A partir de 1910, la ciudad atra­ viesa un momento difícil desde el punto de vista económico. Entre sus causas se encuentra la prolongación durante muchos años de las obras del Musel, lesionando los intereses de las clases comerciales y mercantiles de la villa7. Consecuencia de ello es el exiguo número de nuevas industrias que se unen al amplio abanico fabril creado en los inicios del siglo. Pese a ello, Gijón sigue manteniendo durante esta época el liderazgo industrial dentro de la región, así como el concerniente al campo de las finanzas -que Oviedo sólo conseguirá arrebatarle a partir de 1922 de la mano del Banco Herrero-, principalmente gracias al Banco de Gijón, sucesor del Crédito Industrial Gijonés, el cual con­ solidaba su primera posición como entidad crediticia que obtenía pingues beneficios. El puerto del Musel pesaba más que ninguna otra actividad en la existencia gijonesa. Comercio e industria, íntimamente ligados a la comuni­

5 El Independiente, n9 5, 22 de junio de 1907, p. 1. 6 Ver S en d ín G a r c ía , M. A.: Las transformaciones en el paisaje urbano de Gijón (1834-1939). IDEA, Oviedo, 1995. 7 Ver B o n e t , J.: Historia de la villa y puerto de Gijón,Tomo II, Gijón, 1968, p. 53. 180 NATALIA TIELVE GARCÍA cación marinera, superaban ampliamente las actividades agropecuarias, que iban a experimentar una progresiva reducción año tras año. Paralelo a este crecimiento demográfico y económico, Gijón registraba también un aumento de su importancia desde el punto de vista político, hasta llegar a situarse al mismo nivel que Oviedo y, en ocasiones, incluso a un nivel superior. Con el sistema de 12 diputados y de doce distritos en el Principado, Gijón pudo con­ tar con su propio representante en las Cortes. Conviene en este sentido considerar que en la ciudad de Gijón de la época que contemplamos el nivel de vida era muy bajo. Un periódico diario debía representar para la economía de la mayor parte de las familias un ver­ dadero lujo; y aún teniendo dinero para comprarlo, es dudoso que dispusie­ ran de tiempo para leerlo. Pero, durante los primeros años del siglo, a la difi­ cultad que constituía la miseria para la expansión de la prensa, se añadía un elemento aún más importante: el analfabetismo afectaba en la España de 1900 a un 63.79% de la población adulta, especialmente en el campo. Es cierto que un periódico podía ser leído por el que sabía a un grupo de com­ pañeros y ejercer así una cierta influencia -práctica que era frecuente- pero lo que también es seguro es que este paliativo no favorecía el aumento de las tiradas y la expansión de la prensa. Era habitual que varias personas se reu­ niesen para pagar a escote una suscripción y que los suscriptores de periódi­ cos distintos, los intercambiasen. A medida que el nivel de vida, así como el nivel cultural, aumenta asistimos a un crecimiento en el nivel de consumo de estas publicaciones, que ven aumentar progresivamente su tirada y, con ello, sus beneficios. La escasez de medios de información caracterizabaEl a Independiente, como a la generalidad de la prensa asturiana en aquellos años. Las noticias, con excepción de las de ámbito local, llegaban por vía telegráfica y, con el tiempo, por vía telefónica. A dicha fuente se unían los recortes de otros perió­ dicos, y las crónicas de los corresponsales locales que solían llegar por correo. La penuria económica que atravesaban estas publicaciones hacía que el per­ sonal de plantilla se redujese al máximo, en beneficio de los colaboradores ocasionales y gratuitos. El periodista, en este sentido estaba considerado como una suerte deescritor de papeles públicos 8, como un individuo que, por las exigencias de su oficio, debía ser especialista en todo, lo cual equivale a no serlo en nada; un individuo con gran amplitud de visión cultural y huma­ na, aunque con menor profundidad de conocimientos parciales. En relación con este aspecto, tenemos que hacer referencia al bajo esta­ tus social que el periodista mantenía durante los años iniciales del siglo XX,

8 Ver C a s a r ie g o , J. E : “Visión periodística de Asturias, Ayer y Hoy”,BIDEA, n. 54, Oviedo, 1965, p. 184. EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO.. 181 puesto que la del periodista no era considerada una auténtica profesión. Sólo gradualmente va a ir alcanzando una profesionalización definitiva. Tanto por mal pagados, como por la inexistencia de contrato alguno, los periodistas debían considerar con frecuencia su labor en prensa como una actividad extra9. Las más de las veces, se veían obligados a compaginar el periodismo con un trabajo realmente remunerado -con frecuencia en la Administración Pública-, empleos que con frecuencia eran proporcionados por los propios propietarios de los periódicos en recompensa a sus bajas retribuciones econó­ micas. Carecían de seguridad alguna en el empleo y de un horario fijo -las horas laborables dependían de las necesidades del momento- y hasta el año 1914 no se impone el día semanal de descanso. El semanario constaba de un total de cuatro páginas por número y se había impuesto en su presentación el gran formato, lo que dificultaba la comodidad de su manejo. La letra impresa se distribuye entre varias colum­ nas y las diferentes noticias se recogen bajo el nombre genérico de una sec­ ción -local, gacetillas, extranjero, etc.-. La última página solía reservarse a publicidad. Priman los contenidos de carácter político, de orden nacional y regional, pero preferentemente de índole local -una de las secciones habitua­ les son las denominadas “Impresiones” en donde se reflexiona en tomo a las sesiones del pleno municipal gijonés-. Proliferan los artículos de contenido e intencionalidad crítica, en los cuales, a modo de editoriales, se barajan temas candentes de la actualidad con un alto componente de subjetividad en sus apreciaciones. Otras noticias de interés general -sucesos, cultura, deportes-, vienen a sumarse a estos contenidos prioritarios y, en ocasiones puntuales, bajo encabezados como “Cosiquines” o “Asturianas”, se recogen artículos escritos en la lengua autóctona asturiana, abundando en ellos la firma de Pachín de Melas, -en ocasiones cuentos o bien reflexiones sobre temas de interés regional- escritos las más de las veces en clave de sátira o parodia . La política cultural del semanario en todo momento se dirigía a evidenciar los avances que la sociedad gijonesa conquistaba, sobre todo bajo el impulso de su burguesía industrial y comercial. Contribuyó al acentuado éxito queEl Independiente tuvo en vida el prestigio de sus colaboradores, entre los que destaca la intervención de pres­ tigiosos periodistas y literatos asturianos, participes asiduos en la prensa local de la villa -El Comercio, El Noroeste- como fue el caso de Alfredo Alonso, Pachín de Melás, Emilio García de Paredes, Manuel Vega, José Valdés Prida,

9 Como dato ilustrativo, en 1910, los redactores de la prensa de Oviedo cobraban un promedio de seten­ ta y cinco pesetas mensuales. En 1936, los sueldos fluctuaban entre las doscientas cincuenta y las cua­ trocientas pesetas al mes, escasamente el jornal de un peón de mina. Ver C a sa r ie g o , J. E.: “Periódicos Asturianos: su número, clase y distribución”, BIDEA, n. 75, Oviedo, 1971, pp. 163 y 164. 182 NATALIA TIELVE GARCIA

Femando García Vela, Benito y Julio Delbrouck, Ramón Alvarez García, Evaristo Graiño, Ricardo Serrano, Francisco Menéndez y del pintor gijonés Evaristo Valle (1873-1951) -quien le enviaría periódicamente caricaturas y dibujos de personajes gijoneses, desde París, que tomaban asiento en la pri­ mera plana de la publicación sirviendo como ilustración a las crónicas y crí­ ticas con las que se abría el semanario-. Destaca entre estas plumas la deManuel Vega Rodríguez (1887-1920)10. Este periodista, redactor deEl Noroeste, fue colaborador habitual también de El Comercio durante estos años, diario del que llegaría a ser redactor-jefe. Junto con Joaquín A. Bonet, iba a ser el fundador de la publicación anual Gijón Veraniego. Se ocupaba en sus escritos de muy diversos aspectos rela­ cionados con la realidad sociocultural asturiana, encontrándose especializado en crónicas literarias y artículos políticos. Otro de los más ilustres colabora­ dores del semanario esBenito Delbrouck (1878-1926)11, quien había abando­ nado sus estudios de Derecho para dedicarse a actividades literarias, indus­ triales y financieras. Fue secretario de la Cámara de Comercio gijonesa y asi­ duo colaborador en las publicaciones periódicas locales, ostentando el cargo de director del diarioEl Noroeste, entre 1914 y 1917. José Valdés Prida (n.1870) es otro de los periodistas más renombrados de estos comentarios; fundador del diarioEl Musel y director del mismo entre 1892 y 1898; funda­ dor también de la efímera revistaEl Cuento Asturiano (1911) y colaborador habitual deEl Noroeste desde 1908. Se convertiría en redactor-jefe de este último diario, entre 1914 y 1917, y más adelante habría de ejercer como últi­ mo director del mismo. Por lo que respecta a los artículos firmados por colaboradores ocasiona­ les o habituales de la publicación, hay que señalar que estos escritores podían ser tanto personas ajenas a la empresa como, menos frecuentemente, redac­ tores de plantilla que redactan artículos sobre asuntos de su competencia y conocimiento. Es frecuente que el colaborador no tenga titulación periodísti­ ca y que sea un escritor de nota, o al menos un especialista en una materia que sólo esporádicamente interesa a la publicación -con lo que ésta se ahorra la carga de sueldos fijos que implica tener un redactor especializado-. En oca­ siones aparece el colaborador espontáneo, que intenta publicar un trabajo no solicitado y cuya firma no suele ser conocida por el público. En este caso, el escritor no tiene por que recibir una remuneración económica, sino que lo que

10 Ver S u á r e z , C.: Escritores y artistas asturianos. índice bio-bibliográfíco. Vol VII, Oviedo, 1959 y ss., pp. 401 y 402. 11 En S u á r e z , C.: Escritores y artistas asturianos. índice bio-bibliográfico. Vol. III, Oviedo, 1959 y ss., pp. 16 y 17. EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO... 183 pretende con su publicación es alcanzar un cierto prestigio o el dar notoriedad al asunto que trata. Los comentaristas que trabajan para el periódico suelen expresar un punto de vista afín, o al menos no opuesto a la línea editorial de la publica­ ción. Sin embargo, sus apreciaciones no representan el juicio del diario, sino que su validez depende del prestigio o de la aceptación personal que el escri­ tor tenga ante los destinatarios de la publicación. Suele tratarse de escritores de prestigio más o menos reconocido que cuentan con la confianza del direc­ tor del diario. Sus escritos resultan especialmente personalistas y se basan en su capacidad de análisis, en la expresividad literaria y en la coherencia dis­ cursiva del redactor. En arreglo a ello, desarrollan un proceso argumentativo en virtud del cual se demuestra que la postura o interpretación que exponen es consistente y coherente. Por todo ello, los colaboradores esporádicos del semanario son selec­ cionados por su destreza literaria, por ser especialistas en los temas que tra­ tan, o bien por tratarse de personalidades culturalmente representativas. Su éxito depende de su habilidad para combinar una exposición convincente de sus ideas, de la que se desprenda un dominio sobre el tema, con la máxi­ ma fluidez expositiva. De ahí que pretendan demostrar su cultura y su expresividad literaria, pero sin caer en un texto denso, dogmático y osten­ toso. Por otra parte, el escritor se va a presentar de manera bastante habitual ante sus lectores como el defensor de la opinión pública. Trata en sus escritos de satisfacer las necesidades que juzga siente su público y, en función de ello, selecciona entre la información de la que dispone aquella que desea que inte­ rese a sus lectores. Al efectuar esta selección, tiene presentes una serie de cri­ terios previos que van desde la ideología del periódico, la existencia o no cen­ sura, la documentación y la cultura media y los intereses de su público. La noticia, de este modo, tiende a presentarse más o menos manipulada, dirigida y controlada. Los periodistas, con todo, describen los sucesos o analizan las situaciones en función de su propia manera de ver las cosas, en acorde con su formación, idiosincrasia, preferencias o intereses particulares, así como en arreglo a los dictados generales de la publicación. La subjetividad aumenta cuando el redactor de los comentarios no ha contemplado directamente los acontecimientos que trata, sino que es informado por terceras personas. En estas situaciones, el periodista, de manera inconsciente o consciente, toma posición ante los hechos narrados, aprobándolos o condenándolos despecti­ vamente. En este sentido se manifiesta en buen grado el carácter de los artículos publicados enEl Independiente, cuyo resultado definitivo no debe conside­ rarse responsabilidad exclusiva de sus autores. Antes bien, el texto sufría, una 184 NATALIA TIELVE GARCÍA vez llegado a la redacción del periódico, un proceso de elaboración en el que intervienen una serie de sujetos ajenos al escritor. Estos sujetos, aún en el caso de que todas sus líneas sean respetadas, transforman el texto sin intervenir de modo directo en él: el tipo de letra empleado, el hueco definido dentro del espacio de la página, los recuadros o la posible imagen ilustrada que pueda acompañar al texto, son manifestaciones de responsabilidad redaccional que potencian, valoran o desvalorizan, dan relieve o restan importancia. Es de destacar, al propio tiempo, el lenguaje con el que nos encontramos en el semanario, caracterizado por los principios de claridad, rapidez y conci­ sión, explicándose por la circunstancia de que el redactor pretende captar la atención de sus lectores y dirigir la opinión del público de acuerdo con los intereses de la publicación. Con este fin persigue, al menos en teoría, hacer uso de un orden de exposición, una claridad de pensamiento y una visión de conjunto. Sirviéndose de un lenguaje depurado, procura realizar afirmaciones que despierten el interés del público y que le animen a proseguir en la lectu­ ra, puesto que un texto sin garra y sin interés no invita a ser leído. La rapidez y concisión de su lenguaje responde además a la falta material de tiempo de que el periodista dispone para una elaboración cuidada, así como a los lími­ tes de extensión de papel impreso de los que dispone. Dado que las noticias son un bien perecedero y en constante competencia, deben hacerse llegar a los lectores con la máxima celeridad posible. Por ello, el redactor no aspira tanto a alcanzar una lectura de altos vuelos, sino dejar constancia de la noticia que narra y que interesa a una mayoría de personas. En arreglo a este criterio, su expresión debe adecuarse a un lector múltiple de distinta extracción social y de un nivel cultural muy diferente. El lenguaje debe ser claro y fácilmente comprensible por todos. De ahí el predominio en los artículos de las frases cortas por encima de los largos enunciados que, cuando aparecen, más bien confunden al lector, el cual termina por perder el hilo del asunto entre incisos e incisos. Se procura, con este fin, utilizar un estilo breve, incisivo, vigoroso y rápido. El redactor tiene en cuenta también el principio de la simplicidad: no carga sus textos de complicadas terminologías que hagan que el lector pre­ cise del auxilio de un diccionario para comprender su significado. Salvo en algunos casos concretos, se huye de los cultismos y de términos enrevesados; de ser estos incorporados, suelen aparecer acompañados de una somera defi­ nición con el fin de facilitar al lector su comprensión. El redactor de estas noticias se cuida, ante todo, de hacer la lectura inte­ resante y atractiva. Debe dirigirse al público utilizando un lenguaje conciso, claro y atractivo, aún a riesgo de parecer incorrecto. Con este fin, desarrolla en su lenguaje y su estilo una estrategia que está en función del destinatario de sus escritos. El público lector es heterogéneo, pero de una heterogeneidad relativa, ya que se mueve en la gama del lector interesado -con la suficiente EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO.. 185 cultura como para interesarse por la lectura- y el lector apresurado. El públi­ co, de cualquier modo, espera noticias, información y razonamientos. La misión, por ello, del escritor es la de dar a conocer los hechos y de presentar la información que el lector demanda, y no tanto la de expresarse a sí mismo. La estructura de su relato, en función de estas premisas, responde a la necesi­ dad de cautivar la atención del lector desde las primeras líneas del texto. Para concluir, los colaboradores deEl Independiente se convierten de esta forma en muchas ocasiones en una suerte de interpretes de la mayoría. En este sentido, entre los fines de estos redactores se encuentra el de orientar al lector sobre la trascendencia de determinados acontecimientos, admitiendo en esta labor ciertos matices de presión sobre el público, unas veces claramente manifiestos, y en otras ocasiones de manera solapada. El periodista, además de informar e interpretar, trata de persuadir al destinatario de su escrito para que acepte un punto de vista concreto sobre el significado de los hechos que relata. No sólo expone su opinión, sino que también argumenta por qué han ocurrido las cosas o cómo deberían haber ocurrido en relación con las reglas del juego social. Con frecuencia, conjetura y relaciona unos datos con otros, ofreciendo su interpretación personal sobre los hechos. El redactor esclarece a través de su artículo si los hechos y situaciones son buenas o malas, conve­ nientes o inconvenientes, y proyecta esos juicios sobre las acciones necesarias para que el futuro sea mejor que el presente. 186 NATALIA TIELVE GARCÍA

Es oculista euiícente 7 hace curas milagrosas y entusiasta por Gijón, en nuestro santo Hospital. y fundador con Donato (1) Le quiere todo Gijón, de la altruista Asociación. j del arte no hay que hablar, Trabaja para los pobres, pues ato ser artista él ninguno le quiere mal, es un perfecto Gir&rd. (0 Arriullta.

Lam. 1. EVARISTO VALLE: “Donato Argüelles”, El Independiente, 14 de septiembre de 1907. EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO. 187 2 2 de noviembre de 1907 El El Independiente, Lam. 2. EVARISTO Lam. 2. EVARISTO VALLE: “Horrible asesinato de nuestro querido compañero Sr. García de Paredes”, 188 NATALIA TIELVE GARCIA

L O S M O N O S

El caricaturista ha tenido en estos secuentes lectores de El I n d e p e n ­ inocer.tada, á fir. de alejar h malici"

monos ur. felicísimo acierto, insei ■ d i e n t e . . y sobre todo pira que los intercí“- pretando con su ingenioso lápiz la La índole dei asunto, picaresca­ dos, si se dan por entendidos al se: idea de un nuestro amigo que al re­mente delicado, y el nombre do las descubiertos, achaquen á la festivi­ ferirnos cierta escena altamente có­ personas que representan esas gro­ dad del día la ¡:occ::c:a. mica ocurrida entre personas muy tescas, egipciacas figuras, nos veda-i Conste pues que so trsti de una conocidas ce G;;o:i, se ie ocurrió abrir un concurso para premiar al perfecta é inofensiva inocentada y que de ella pjdicra hacerle un je­primero de nuestros lectores que que no respondemos de la traduc­ roglifico para que entretengan ¿us presente la solución. Por eso prete­ ción quo ios maliciosos quieran d.u ocios los amables, asiduos y con­ rimos publicar el jeroglífico como al jeroglifico

Lam. 3. EVARISTO VALLE: “Jeroglífico Los Monos”, El Independiente, 28 de diciembre de 1907. EL DIARIO “EL INDEPENDIENTE”: UN ESLABÓN EN LA CADENA DEL PERIODISMO... 189

Lam. 4. EVARISTO VALLE: “El periodista Valdés Prida”, El Independiente , 11 de abril de 1908. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO DE WENCESLAO ROCES

BENJAMÍN RIVAYA Universidad de Oviedo

Para cuando Wenceslao Roces ingresó en la Facultad de Derecho, el movimiento de Oviedo ya estaba liquidado. Leopoldo Alas había fallecido casi con el siglo, en 1.901, mientras que Adolfo Alvarez Buy lia, Adolfo González Posada, Félix Aramburu y Rafael Altamira, por diversos motivos, se habían trasladado a Madrid en la primera década. Tras aquel capítulo de la historia de la Universidad de Oviedo1, en cualquier caso, la institución, y en particu­ lar su Facultad de Derecho, había salido prestigiada. Entre el profesorado todavía quedaban algunos representantes y, además, las experiencias pedagó­ gicas y sociales de la Extensión Universitaria, serían recordadas como la expresión de un tiempo glorioso. No es extraño que quien principiara su vida universitaria en 1.913, si era avispado y estaba atento, sintiera la impresión de hallarse en un lugar casi sagrado, donde hasta hacía poco se habían intentado las experiencias innovadoras más avanzadas2. Tampoco es raro suponer que, por aquellos años, quien allí estudiara sentiría el influjo de los reformistas asturianos y, a través de ellos, del institucionismo krausista. De hecho, un his­

1 Sobre el movimiento de Oviedo y la Extensión Universitaria existen interesantes investigaciones. Para un primer acercamiento: S a n tiag o M elón F er n á n d e z , Un capítulo en la historia de la Universidad de Oviedo (1,883-1.910), Oviedo, Instituto de Estudios Asturianos, 1.963 (100 p.); L eo n tin a A lo nso Ig lesia s y A su n c ió n G a r c ía -P r e n d e s , La Extensión Universitaria de Oviedo (1.898-1.910), Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, separata del na 81, 1.974 (53 p.); M - Do lores G ó m e z M o l l e d a , Los reformadores de la España contemporánea, Madrid, CSIC, 1.981 (Ia ed ., 1.966), (522 p .), p. 312- 322; Ju a n Jo sé G il C r e m a d e s , El reformismo español. Krausismo, escuela histórica, neotomismo, Barcelona, Ariel, 1.969 (410 p .), p. 199-205. 2 Sobre la figura de Wenceslao Roces, creo que el trabajo más amplio, del que éste es una síntesis, es del autor del actual: B enjamín R ivaya , “Comunismo y compromiso intelectual: Wenceslao Roces”, que se publicará próximamente en los Papeles de la Fundación de Investigaciones Marxistas. También, el interesante trabajo de A dolfo S án ch ez V á zq u ez , “En homenaje a un español ejemplar: Wenceslao R o c e s”, en Del exilio en México. Recuerdos y reflexiones, M éxico, Grijalbo, 1.997 (p. 147-156). Por lo demás, quien constantemente ha reivindicado su memoria en artículos y conferencias ha sido José M ar ía L a so P rieto . Por ejemplo, “Wenceslao Roces, un intelectual comunista”, Mundo Obrero, m arzo de 1.993 (p. 26). 1 9 2 BENJAMÍN RIVAYA toriador franquista, Comín Colomer, así lo supuso, y definió a Roces de la siguiente guisa: “Mentalidad preparada conforme a los deseos de Sanz del Río y de Giner, Roces pasa al campo comunista para, con sus dotes intelec­ tuales, “posibilitar” más eficazmente la revolución”3. Digode la siguiente guisa porque Comín parecía dar a entender que la mentalidad de Sanz del Río y de Giner empujaba o propiciaba el salto al comunismo (¡!). Roces, por cier­ to, lo negará tajantemente cuando declare que “desde un primer momento” su orientación había sido otra, que el pueblo tenía “que crearse su propia cultu­ ra y los intelectuales” no se la podían “llevar desde fuera, como una limos­ na”4, con lo que daba a entender su visión de las labores Instituciónde la Libre y la Extensión Universitaria. Cuando se refirió a las huelgas universitarias que se produjeron en México en los primeros setenta, lo expresó aún más cla­ ramente: “Nosotros, los profesores del movimiento, no queremos ser la “minoría ilustrada” de Jovellanos o de Floridablanca, el “despotismo ilustra­ do” de Carlos III, ni los que, en Oviedo, en la generosa y populista “extensión universitaria”, descendían de la cátedra para “abrazar al pueblo”5. Así todo, por mucho que luego lo negara, sí parece que en sus orígenes tuvo que pesar aquel ambiente reformista con el que se topó en la Universidad asturiana, aun­ que por sí solo no valga para explicar su azarosa biografía, evidentemente. Pero hago referencias al jurista asturiano y tal vez muchos no lo conozcan. Realmente,

¿QUIÉN FUE WENCESLAO ROCES6?

I Para cuando Wenceslao Roces puso fin a la carrera de Derecho (bri­ llantemente, con elPremio Extraordinario de Licenciatura), en 1.919, la deci­ sión de seguir la carrera docente ya estaba tomada. Lo demuestra el que al año siguiente dé lectura en Madrid a su tesis doctoral, tituladaEl caso fortuito en el Derecho de obligaciones, con la que obtiene elPremio extraordinario de Doctorado. Será también en 1.920 cuando obtenga una beca deJunta la para la Ampliación de Estudios, beca con la que se marcharía para Alemania hasta 1.922. Allí estudiará bajo la dirección de un romanista, Otto Lenel, en

3 E du a r d o C omín C o lom er , Historia secreta de la II República, Barcelona, AHR, 1.959 (719 p.), p. 590. 4 En A sc en sió n H. de L eó n -P ortilla , España desde México. Vida y testimonio de transterrados, México, UNAM, 1.978 (465 p.), p. 355. 5 W enc eslao R o c e s , Los problemas de la Universidad. Artículos y Conferencias, México, SPAUNAM, 1.975 (111 p.), p. 19. 6 Wenceslao Roces nació en Soto de Sobrescobio, el 3 de febrero de 1.897. Pasaría su infancia en Gijón, donde cursaría sus estudios de Secundaria. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO... 193

Friburgo, y de un iusfilósofo, Rudolf Stammler, en Berlín. De aquella prime­ ra estancia en Alemania, Roces traería un inmejorable conocimiento de la lengua, lo que determinará su orientación en un futuro. Encontrándose en Berlín, el becario tiene noticia de la convocatoria de la oposición para cubrir la plaza de catedrático deInstituciones de Derecho Romano , en la Universidad de Salamanca, y solicita ser admitido. Un año más tarde, en abril de 1.923, se celebran los ejercicios de la misma, y Roces obtie­ ne la plaza7. Amén de la indiscutible preparación del candidato propuesto, hay que suponer que contó con el apoyo incondicional de Castillejo, cuando aquél había sido becario de laJunta y, además, al igual que éste, había estudiado con Stammler en Alemania. En la relación Roces-Castillejo, por cierto, se observa la vinculación del joven romanista con el ambiente krausista y, a tra­ vés de él, con los restos delMovimiento de Oviedo 8. Dato más que anecdóti­ co: unos años más tarde, en 1.925, el joven catedrático solicitaría la admisión para presentarse a las oposiciones para cubrir la cátedra deElementos de Derecho Natural, en la Universidad de Oviedo, oposiciones a las que, con fundados motivos, no llegaría a presentarse9. Sin éxito intentó, por tanto, tro­ car el Derecho Romano por la Filosofía del Derecho, y Castilla por Asturias.

II Para cuando Miguel Primo de Rivera se hizo con el poder, por tanto, Wenceslao Roces ya era catedrático deDerecho Romano en la Universidad de Salamanca, y será uno de los pocos que desde un primer momento se declare

7 La dedicación de Roces al Derecho Romano fue peculiar. Entre sus trabajos algunos hay que se ocu­ pan con esta materia, pero no llegan a constituir un número significativo, al menos si los comparamos con los que dedicó a otros asuntos. Entre las principales traducciones que dedicó al Derecho romano, hay algunas imprescindibles: R obert von M ay r , Historia del Derecho Romano, Barcelona, Labor, 1.931 (2 vols.); R u d o lf S o h m , Instituciones de Derecho Privado Romano: historia y sistema, Madrid, Revista de Derecho Privado, 1.928 (711 p.), libro este que sirvió como manual a multitud de promo­ ciones. Mucho después aportaría una nueva visión del Derecho Romano en un artículo que tituló “Necesidad de actualizar la enseñanza del Derecho Romano: Derecho Romano y marxismo”, INDEX 4, 1.973 (p. 35-45). En todo caso, también fue un especialista en la historia de Roma, materia de la que también tradujo obra fundamentales. 8 Téngase en cuenta que José Castillejo, el padre de la Junta para la Ampliación de Estudios, había sido becado por la Universidad de Oviedo a principios de siglo, cuando el Movimiento de Oviedo todavía se hallaba en su apogeo. Sobre aquel viaje de Castillejo es fundamental conocer el informe que él mismo escribiría posteriormente, informe en el que se aprecia su admiración por Stammler: José C a stillejo , “Memoria presentada por el segundo pensionado de la Universidad de Oviedo”, Anales de la Universidad de Oviedo III, 1.903/1.905 (p. 149-191). Hay todos los indicios para suponer una estrecha relación entre Castillejo y Roces, con el consiguiente influjo institucionista. 9 Es razonable que el romanista no se presentara, pues el tribunal estuvo controlado por la escuela de Mendizábal, un jurista escolástico. Al respecto, vid. B enjamín R ivaya , “Personalismo, democracia cris­ tiana y filosofía del Derecho: Alfredo Mendizábal Villalba”, Anuario de Filosofía del Derecho XI, 1.994 (p. 497-520), p. 499 y n. 194 BENJAMÍN RIVAYA firme opositor a la dictadura. Allí, además, se encontraba Miguel de Unamuno, que pronto se convertiría en el símbolo de la lucha contra el Directorio, y con él entabló Roces una cordial amistad.

¿QUÉ RELACIÓN MANTUVIERON ROCES Y UNAMUNO? Realmente su contacto pasó de ser simplemente personal, toda vez que ambos no sólo se significaron por su abierta y decidida oposición contra el dictador, sino que colaboraron en el empeño por derrocarlo. Ya se conocen bastante las peripecias de Unamuno10. En síntesis, tras el golpe de Primo de Rivera la mayor parte de los intelectuales mostraron un apoyo más bien tibio, mientras que fueron los menos quienes se opusieron radicalmente ante el nuevo estado de cosas. De entre éstos, Unamuno se significó desde un princi­ pio y, tras varias declaraciones, fue sancionado con el destierro. Aunque tam­ bién a él le supusiera una sanción, como así fue, Wenceslao Roces acompañó a Unamuno a Madrid para despedirle cuando éste iniciaba viaje a Fuerteventura, donde sería confinado. A partir de aquí se iniciará una corres­ pondencia entre los dos profesores que duraría, al menos, hasta el año trein­ ta11, y que mostraría sus manejos contra el dictador. La primera comunicación que Roces envía a Unamuno será un telegra­ ma, y además dirigido a un tercero. Pocas palabras, pero cargadas de signifi­ cado: “ ¡¡Viva la inteligencia!! Abrázale” [nQ 1, 6-IV-1.924]. Después serán más o menos largas cartas en las que Roces se queja agriamente de la situa­ ción, idea proyectos para acabar con la dictadura o informa a Unamuno de diversas gestiones que realiza a su favor, le da noticias de su familia y resuel­ ve malos entendidos. El golpe de Primo no pudo ser “ni más tosco ni más burdo” -le dice [nQ 2, 5-V-24]-, pero la “impresión de la gente aquí es que esto se consolida (¡!) con cada día que pasa” [nQ 3, 19-V-24]. Realmente la impresión variará según la fecha, pero no el juicio: el “zafio Primo” se con­ vierte en “Timo de Primera” como lo llaman en la capital [n2 3, 19-V-24]; la dictadura “no es Dictadura ni es nada!! Y yo me irrito sobremanera -clama Roces- cada vez que oigo motejar aesto de “Dictadura”. La Dictadura es un especial régimen jurídico, a su modo, y esto es arbitrariedad de cretinismo,

10 Para ilustrar esta etapa de la vida de Unamuno y su enfrentamiento con la dictadura, vid. G e n o v e v a García Queipo de Llano, L os intelectuales y la dictadura de Primo de Rivera, Madrid, Alianza Editorial, 1.987 (560 p.). 11 La correspondencia que Roces dirigió a Unamuno se conserva en el Fondo Miguel de Unamuno, Archivo de la Universidad de Salamanca. Se trata de un total de 36 comunicaciones, casi todas cartas y algún telegrama, y se extienden desde el 1 de abril de 1.924 hasta 1.930 (en las dos últimas no cons­ ta fecha). En el cuerpo de este trabajo se citarán por la numeración del Archivo y la fecha en que fue­ ron escritas. En cuanto a las que dirigió Unamuno a Roces, salvo excepción, no se conservan. Desde luego, no obran en el archivo que Wenceslao Roces dejó a su muerte. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO... 195 despotismo, chulería” [nQ 7, 4-X-24]; en el fondo se trata de “un estado de hecho sin la menor base jurídica” [nQ 10, 23-X-24]. Sólo siente “repugnancia -le dice- de vivir en España bajo este régimen” [n9 8, 2-VII-24]. Especialmente la clase política será el blanco de sus ácidos comentarios. Basta con una muestra: “en Madrid -comenta-, sólo Ossorio me dio la impre­ sión de hombre. ¡Qué miseria y degradación todos los demássabios y políti­ cos” [n- 5, 28-VII-24]. La Universidad y sus compañeros tampoco se librarán de las críticas. Otra muestra: “Hay que ver que el 90 por ciento de los cate­ dráticos estafan el sueldo que reciben, con ser tan miserable” [nQ 16, 10-111- 25]. En el trasfondo de todo, “esta pobre España” [n9 25, 7-XII-25]. Con tin­ tes regeneracionistas, los apelativos que le dedica son rotundos: “este misera­ ble país invertido” [nQ 3, 19-V-24], “páramo desolado” [nQ 4, 26-V-24], este “pueblo miserable y hambriento” al que la “industria extranjera” le roba “el suelo y el cielo”, que “no ha tenido nunca una vida financiera orgánica ni un ritmo constante” [nQ 18, 10-IV-25]. Y la esperanza: “Sólo una lucha social renovadora puede hacer renacer a nuestro país con la vitalidad del pueblo, que no podemos decir hipócritamente que ha perdido bajo este régimen, porque jamás la tuvo en la historia moderna” [n9 18, 10-IV-25]. Aunque no nos detengamos en los proyectos de los que le hablaba a Unamuno, la correspondencia de Roces mostraba la oposición que desarrolló en diversos frentes contra la dictadura, y que le valió varias sanciones de diverso tipo. Por lo que se refiere a su relación con Unamuno, que creo que no tuvo continuidad, mucho después hará balance y explicará cómo le había influido: “No ideológicamente, pero sí intelectual y moralmente. Me ayudó a romper el aislamiento como profesor pedante, interesado solamente en sus problemas y a volver los ojos sobre el contorno social. En aquel momento creía que el Derecho Romano era la salvación de la humanidad, que la lucha por la justicia tenía magníficos guías en los juristas romanos”12. En efecto, y por eso durante todo aquel tiempo Roces no descuidará sus obligaciones aca­ démicas, docentes e investigadoras.

¿CUÁL FUE LA SIGNIFICACIÓN DE ROCES EN EL TERRENO ACADÉMICO? En el ámbito de la docencia, sin duda influido por las enseñanzas krau- sistas y de los de Oviedo, además de los deberes ordinarios y de dirigir la biblioteca de la Facultad de Derecho, el catedrático deRomano fundará un Seminario de Estudios Jurídico que, en la dirección de los que había conoci­ do en la Universidad alemana, tendría tres funciones: la enseñanza sistemáti­

12 En Ascensión H. de León Portilla, España desde México, cit., p. 354. 196 BENJAMÍN RIVAYA ca, el aprendizaje práctico y la introducción a la investigación. En el curso de 1.924, del que hay noticia, hubo ocho seminarios, de los cuales dos eran diri­ gidos por él, y otros dos co-dirigidos13. Desde luego, la actividad política no le impidió desarrollar, incluso más allá de lo exigible, sus obligaciones profe­ sionales. Por lo que se verá, de la literatura científica, más que puesto al día hay que decir que impresionaba que la conociera toda. En efecto, durante la década de los veinte, con mayor intensidad durante el primer lustro, Wenceslao Roces participó en el proyecto de Revistala de Derecho Privado. Con la disciplina que siempre le caracterizó, se dedicó a dejar noticia de las publicaciones que consideraba más importantes, pertene­ cieran a una u otra rama de la Jurisprudencia, y estuvieran escritas en uno u otro idioma. Que yo sepa, la colaboración comenzó en 1.920 y se extendió hasta 1.927, si bien es cierto que en los dos últimos años se registraron esca­ sas contribuciones suyas. Se encargó del capítulo titulado “En idioma extran­ jero” (junto con José Castán, por cierto), escribió multitud de notas biblio­ gráficas, firmó casi todas las necrológicas que aparecieron en aquel tiempo y presentó a diversos juristas extranjeros a los que tradujo en las páginas de la revista, trasladó al castellano artículos diversos y sintetizó algunas conferen­ cias de especial valor. Si bien los artículos propios podían otorgarle mayor prestigio, optó por una labor callada y casi anónima, la de introducir (¡en número impresionante!), aunque fuera con breves comentarios, las obras que él mismo juzgaba más valiosas para las disciplinas jurídicas, y utilizo esta expresión amplia a sabiendas, pues escribió sobre filosofía del Derecho y pedagogía jurídica, Historia del Derecho y Derecho Romano, Derecho civil, hipotecario, procesal, mercantil y otros. Entregado a tal empeño, casi no dejó rama sin tocar, y siempre con gran erudición y con opinión propia. Aunque no apareciera nunca en un primer plano, sí fue consciente de la elevada misión que había asumido, la de introducir en España una ciencia jurídica nueva que estaba alcanzando, sobre todo en Alemania, una perfección asombrosa. Esa misma razón hizo que no soliera ahorrarse sus juicios, positivos o negativos, pero siempre orientadores para la comunidad de los juristas españoles a la que se dirigía. De entre sus contribuciones, algunas merecen especial detenimien­ to, pues muestran un pensamiento propio que no expresó de forma autónoma. Me refiero, sobre todo, a la filosofía del Derecho14.

13 W enc eslao R o c e s , “Creación de un Seminario de Estudios Jurídicos en la Universidad de Salamanca”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia vol. 145, 1.924, p. 714-717. 14 Otro asunto al que dedicó gran empeño fue el de la pedagogía jurídica. Informó del movimiento de reforma de los estudios de Derecho en Alemania y tomó clara opción por una metodología integral y científica: no se requería tanto la memorización como una visión de conjunto del sistema jurídico. Por fin, cuando se preveía que las Facultades de Derecho podían perder su carácter eminentemente teórico, Roces exigió reflexión: “Ahora que en un curioso avance ministerial de reforma se habla de implantar en nuestras Facultades de Derecho “institutos profesionales” (algo así como Centros de Preparación de DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO... 197

¿CUÁL FUE LA FILOSOFIA JURIDÍCA DE WENCESLAO ROCES? Si sólo conociéramos sus contribuciones a laRevista de Derecho Privado, diríamos que Wenceslao Roces parecía mostrarse partidario de la Jurisprudencia de Intereses, pues en varias ocasiones halagó las opiniones de Heck. Desde luego, en perspectiva metodológica parecía encontrarse lejos tanto del formalismo jurídico que ya entonces representaba Kelsen, cuyo método puro le parecía inadecuado para conocer el fenómeno jurídico, como de las corrientes “anarquistas” delDerecho Libre, que no suponían -decía- ninguna novedad. Pero su preferencia por Intereses los no significaba en medida alguna aprecio por el iusnaturalismo, que siempre dijo rechazar. Por otra parte, aunque por aquel entonces también se hiciera eco de la última pro­ ducción bibliográfica marxista, su visión de aquellos años no parecía ser deu­ dora de ningún tipo de materialismo jurídico. A veces decía repudiar cual­ quier idealismo, pero también afirmaba que el Derecho no era “un instru­ mento de opresión” ni “un juguete de tiranía en manos de cualquier aventure­ ro”15, lo que muy probablemente decía en referencia al dictador, por cierto. Por lo demás, ya entonces repudió el espíritu antijurídico del fascismo, y advirtió contra Rocco, ministro de Justicia con Mussolini, y sus pretensiones de limitar el Parlamento a favor del Ejecutivo: “El propio autor invoca el resa­ bido apotegma desalus populi suprema lex. Y el médico llamado a entender de esta “salud del pueblo” y de sus remedios es el gobierno, naturalmente”16. Pero el aprecio que sintiera por laJurisprudencia de Intereses no debe distorsionar el juicio. Por aquel tiempo Roces era, sin duda, seguidor del neo- criticismo de Stammler. Lo dejó claro con los artículos que publicó en la Revista General de Legislación y Jurisprudencia11, y sobre todo con su labor

Oposiciones), sería especialmente recomendable a los reformadores la lectura de estas páginas con- densadas de Stoll, cuya doctrina tiene tan añeja y noble genealogía entre los universitarios alemanes. La Universidad no es “servidora de la práctica”, ni tiene por qué amaestrar a sus estudiantes para el pro­ fesionalismo. Para la Universidad no hay futuros Jueces, Notarios ni Registradores, sino “juristas”. Su misión es dar al estudiante personalidad, adiestrarle a pensar jurídicamente y a equiparle con una visión científica, es decir, reflexiva y honda, sistemática e histórica, de los problemas del Derecho”: vid. La recensión de “H.S toll : “La ciencia del Derecho y la práctica”, Archivfür die civilistische Praxis, N.F., VI, págs. 174-207”, Revista de Derecho Privado 160, 15-1-1.927, p. 30-33. 15 Recensión de H. Stoll , “La ciencia del Derecho y la práctica”, cit., p. 30-31. 16 Recensión de A. R occo, prof. en la Universidad de Roma: “Sobre la facultad del Poder Ejecutivo para emanar normas jurídicas”, Archivio Giuridico, XCIV, 2, págs. 177-206”, Revista de Derecho Privado 148, 15-1-1.926, p. 23. 17 “El concepto del Derecho (y su distinción de la moral, de las normas convencionales y del poder arbi­ trario)”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia vol. 144, 1.924 (p. 408-418); “La idea de la justicia en los juristas romanos”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia vol. 145, 1.924 (p. 274-283); “Stammler, filósofo del Derecho y civilista”, Revista General de Legislación y Jurisprudencia vol. 147, 1.925 (p. 449-468). 198 BENJAMÍN RIVAYA traductora, que hizo que se pudiera conocer en España, de primera mano, la producción stammleriana. Roces trasladó al castellano nada menos que cua­ tro grandes obras de Stammler18, conjunto donde se contenía su completa doc­ trina. Sin duda hubo otras, pero la labor de Roces venía a coronar la intro­ ducción del neokantiano en España, cuando ya en 1.908 se había producido la traducción de un escrito suyo, varios españoles habían estudiado con él en Berlín y, además, también tenía aquí algún entusiasta seguidor. Otra vez se intuye el vínculo entre Roces y los krausistas19. En fin, en un ambiente donde lo que predominaba en la filosofía del Derecho era una escolástica ortodoxa, probablemente el nuevo idealismo alemán actuara como disolvente. Roces fue su transmisor, uno de ellos; seguro que el más importante. Desde luego, si Stammler fue conocido en España, eso se le debe al romanista. Por supuesto, Roces se declaró seguidor de la filosofía jurídica de Stammler, aun críticamente, sobre todo en aquellas cuestiones que tenían inmediata relevancia politica. En el artículo que tituló “El concepto del Derecho”, dijo: “Las doctrinas aquí expuestas se mueven de lleno, como desde luego advertirá el lector iniciado en estos problemas, dentro de las orientacio­ nes filosófico-jurídicas trazadas por Rodolfo Stammler, salvo muy ligeras variantes de concepto. Sólo en el diagnóstico conceptual de los males sociales bosquejados al final de la lección, nos hemos desviado esencialmente del maestro, que ve en ellos fenómenos “fronterizos” entreDerecho el y el poder arbitrario, mientras que para nuestro modo de ver representan flagrantes nega­ ciones de lo jurídico y manifestaciones acabadas de arbitrariedad”20. Era en lo político donde no reinaba el acuerdo entre ellos, sin duda porque el pensa­ miento de uno era conservador, y el del otro muy avanzado. Así, resulta curio­ so que en Roces el neokantiano sirva para atacar a Primo de Rivera y la dicta­ dura. Cuando se ocupó con el concepto del Derecho, fue desgranando una por una “las notas lógicas, fijas y permanentes” que aquél le había asignado: “que­ rer entrelazante, autárquico e inviolable”21. La última nota, la inviolabilidad, era la que le servía a Stammler para discernir entre Derecho y arbitrariedad, y

18 La génesis del Derecho, Madrid, Calpe, 1.925 (142 p.); Economía y Derecho según la concepción materialista de la historia: una investigación filosófico social, Madrid, Reus, 1.929 (672 p.); Tratado de Filosofía del Derecho, Madrid, Reus, 1.930 (455 p.). Tradujo otro libro de Stammler, la Teoría del Derecho justo, pero sólo sé de su existencia por la información que proporcionó el mismo Roces en un curriculum. 19 Las primeras noticias que “se tienen en España de Rudolf Stammler provienen de Giner de los Ríos y de sus discípulos, se continúan con la presencia física del profesor alemán en la Universidad de Granada invitado por Femando de los Ríos en la primavera de 1.922, y concluyen con la traducción de la Introducción a la ciencia del Derecho editada en 1.930 y realizada por Luis Recaséns Siches”: Ju a n José G il C r e m a d e s , “Filosofía del Derecho y compromiso político: Alfredo Mendizábal (1.897- 1.981)”, Anuario de Filosofía del Derecho IV, 1.987 (p. 563-566), p. 565-566. 20 W enceslao Roces , “El concepto del Derecho”, cit, p.408. 21 Para el desarrollo de las mismas, R udolf Stammler , Tratado de Filosofía del Derecho, cit., p. 28-122. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO., 199 a Roces para afirmar que la dictadura española no era un régimen jurídico: “si la norma se dicta con carácter permanente, para la regulación del caso previs­ to y de cuantos puedan surgir idénticos a él en la práctica, la norma es norma de Derecho y el régimen que así gobierna un verdadero régimen jurídico [...] Por el contrario, si toda la ordenación de la vida social se halla pendiente de los caprichos y las fluctuaciones de ánimo de una persona o de un grupo de personas, de un gremio, de una taifa o de una oligarquía, sin que el que da la norma quede él mismo vinculado a ella hasta su derogación y sin que de ante­ mano se sepa cuál ha de ser la suerte que pueda correr jurídicamente un caso que ocurra, porque todo depende de las veleidades del que mande o de los que manden, de quienes detenten el poder, entonces triunfa la arbitrariedad y la sociedad en que tal acontezca, sin las garantías de la continuidad, sin la segu­ ridad y estabilidad que sólo puede dar un verdadero régimen jurídico, se des­ peñará infaliblemente, a menos que se acuda a poner remedio a ese estado de cosas, conteniendo el poder arbitrario dentro de cauces de Derecho”22. Es curioso que el resultado fuera el mismo al que podría llegar un iusnaturalista23: por injusto, por arbitrario, el Derecho de la dictadura no era Derecho. Pero amén de la crítica, Roces se mostraba como un discípulo de Stammler, por lo menos en lo relativo al problema conceptual, tal vez menos (es difícil un juicio definitivo a este respecto) en lo tocante a lo axiológico. Por lo que luego se verá, lo que llama la atención entonces es su evolución intelectual posterior: ¡del neokantismo al marxismo! Quizás más cuando había traducidoEconomía y Derecho, el alegato antimarxista de Stammler, donde decía que el materialismo histórico era una doctrina “incompleta y superficial”. Incompleta porque le faltaba un concepto claro de sociedad y economía, nociones éstas que no podían existir sin hacer referencia a la otra de norma. Y superficial porque su pretensión de que todo está determinado materialmente era excesiva y contradictoria24. La argumentación stammleria- na se compadecía mal con el respeto que, creo que ya entonces, Roces sentía por el comunismo. Sea como fuere, la cuestión sigue en pie: ¿por qué un ide­ alista se pasa con armas y bagajes al materialismo? Políticamente siempre participó en aquellas causas que consideraba progresistas, lo que para nada le impedía considerarse un neokantiano. Realmente, más que de una mera trans­ formación académica, el cambio fue vital: la realidad española y su carácter combativo, le hicieron marxista25. Por cierto, ya en 1.931,

22 W enc eslao R o c e s , “El concepto del Derecho”, cit., p. 416-418. 23 Precisamente por aquel entonces a esa misma solución llegaba Angel Ossorio, maurista introductor en España de la democracia-cristiana, y por el que Roces siempre sintió admiración. Vid. por ejemplo Un libro del abate Sturzo, Madrid, Estudios Políticos, Sociales y Económicos, 1.928 (258 p.), p. 120-127. 24 R ud olf S tam m ler , Economía y Derecho, cit., p. 407-415. 25 Y parece que un viaje a Alemania alrededor de 1.930: A dolfo S á n ch ez V á z q u e z , “En homenaje a un español ejemplar”, cit., p. 150-151. 200 BENJAMÍN RIVAYA

¿QUÉ POSTURA ADOPTÓ ROCES ANTE LA REPÚBLICA?

III Para cuando se instauró la II República, parece que Wenceslao Roces aún no militaba en el Partido Comunista. A ciencia cierta no se sabe cuando ingre­ só en el partido26, pero lo que sí es cierto es que en abril del treinta y uno, ante el nuevo régimen, ya adoptó la postura del PCE: “el cambio de monarquía a república burguesa es, simplemente -dijo-, el cambio de la forma bajo la cual se ejerce el imperio de la clase gobernante sobre la clase oprimida, a veces también [...] una mudanza del órgano que ejerce ese predominio, pero jamás la abolición del predomino mismo, que sólo puede ser obra de la revolución proletaria”27. No causa extrañeza que Roces comenzara una etapa de militan- cia política que ya no abandonaría. Trabajó intensamenteEl en Ateneo28, había ayudado a crear el GIARGrupo ( Intelectual de Acción Revolucionaria), junto con Bergamín, García Valdecasas, Sánchez Román, Dorrosoro, Lacasa y otros; y ya en la órbita del Partido Comunista, se integraría enFrente el Antifascista, en la Asociación de Escritores y Artistas Proletarios, en la Asociación de Amigos de la Unión Soviética o en el Socorro Rojo Internacional29. En todas esas organizaciones, desempeñó un papel destacado, cuando no fue el animador y el director principal30. Ante el estallido de la revolución de octubre, en 1.934, Roces se trasladó inmediatamente a Asturias para colaborar con los alzados. De nuevo, poco tiempo necesitaría para darse cuenta de que el intento revolucionario estaba llamado al fracaso. Otra vez rápidamente, volvió a Madrid para tratar de evi­ tar la previsible represión. Allí se entrevista con Angel Ossorio, uno de los

26 Aunque hay datos contradictorios, lo más seguro que en 1.932. 27 En el Prólogo a Leonardo MORAES, Portugal bajo la espuela militar. Cinco años de terror blanco, Madrid, SRI, ¿1.931? (31 p.), p. 1. En este texto Roces ya hacía una propuesta original, la creación de una “Unión Federativa de Repúblicas Socialistas Soviéticas Ibéricas” (p. 3). 28 Téngase en cuenta que, en los ámbitos de El Ateneo, formó parte de la Comisión de los veintiuno, encar­ gada de examinar las responsabilidades de la dictadura. Fue constituida en julio del treinta y hasta fines de ese año trabajó sin pausa, recibiendo el testimonio de los afectados por el régimen de Primo de Rivera y ejerciendo en ocasiones la acción popular. Al respecto, vid. A ntonio Ruiz Salvador , Ateneo, Dictadura y República, Valencia, Femando torres Editor, 1.976 (284 p.), p. 72-76. 29 Precisamente en los locales de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, Roces fue víctima de un atentado que daría mucho que hablar por aquel entonces: varios jonsistas irrumpieron en aquellas depen­ dencias donde se encontraba Roces trabajando, lo ataron a una silla y lo amordazaron, destruyeron el material de la Asociación y huyeron con los ficheros. Por cierto que uno de los que con más conocimiento de causa lo narró, Ramiro Ledesma Ramos, lo llamó “conocido dirigente comunista”. En Fascismo en España, en Escritos Políticos. 1.935-1.936, Madrid, Herederos del autor, 1.988 (315 p.), p. 82. 30 Respecto a su militancia en todas estas asociaciones, entre otros, vid. Jacinto Toryho , Del triunfo a la derrota, Barcelona, Argos Vergara, 1.978 (441 p.), p. 127-128; Rafael C ruz, El Partido Comunista de España en la 11 República, Madrid, Alianza Editorial, 1.987 (314 p.), p. 167; Joaquín A rrarás , Historia de la segunda República española, Madrid, Editora Nacional, 1.969 (4 vols.), vol. II, p. 182. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO... 201 pocos políticos no comunistas que le ofrecían confianza, y le pide que haga lo posible por evitarlo. “Cuando llegaban las tropas a Asturias y se advertía el inminente fracaso de la revolución -cuenta Ossorio-, apareció en mi casa un joven catedrático comunista a quien yo había conocido enEl Ateneo, y me dijo: -Vengo de Asturias. Aquello está irremisiblemente perdido, pero los mineros no lo saben porque están incomunicados con el mundo y piensan que su movimiento ha sido secundado y que toda España está ardiendo. Hay que sacarles de su error a todo trance y conven­ cerles de que se rindan entregándose a la Justicia. Para ello es pre­ ciso que se permita a una comisión de personas de su confianza, atravesar las líneas de fuego y llegar a conversar con los sublevados. Vengo a rogar a usted que lo gestione cerca del gobierno. -Pero -le dije- ¿se da usted cuenta del alcance de su petición? ¿Se hace cargo de que muchos de los que se entreguen serán juzgados por los tribunales militares e inexorablemente fusilados? -Sí, sí, demasiado lo comprendo. Pero yo le aseguro a usted que si se cumplen los fallos de la Justicia, no pasará nada. Lo que nos aterra es pensar que puede entrar allí una soldadesca desbocada y entre­ garse a una matanza frenética. Eso crearía en Asturias una tremen­ da huella de odios que no se extinguiría en tres o cuatro genera­ ciones durante las cuales toda la riqueza, toda la cultura, todas las normas de convivencia en Asturias se perderían. Las consecuencias de tal represión serían incalculables. Tenía toda la razón” En sus memorias Ossorio cuenta que lo intentó, pero que ya entonces fue demasiado tarde31. Bastará poco tiempo para que incluso el mismo Roces sea encarcelado por participar en la revolución asturiana. Tras un año en prisión, junto con otros compañeros, se exilia en la URSS, donde pasará unos meses dedicándose a afianzar su conocimiento del ruso (luego traduciría al castella­ no diversas obras escritas en esa lengua) y a desarrollar su proyecto más importante que había iniciado tiempo antes, la traducción al castellanoEl de Capital32. Tras la victoria del Frente Popular, en febrero de 1.936, Roces regresará a España. Pero durante todo el período republicano, Roces no aban­ donó la labor doctrinal, y asumió un papel fundamental. ¿CUÁL FUE LA MISIÓN HISTÓRICA QUE ASUMIÓ WENCESLAO ROCES? Ahora desde fuera de los ámbitos de la Universidad, sigue dedicándose a la traducción, ya no de obras de Jurisprudencia o de Filosofía del Derecho,

31 A ngel O ssorio y G allardo , La España de mi vida. Autobiografía, Barcelona, Grijalbo, 1.977 (253 p.), p. 140-143. 32 Vid. Iren e Fa l c ó n , Asalto a los cielos. Mi vida junto a Pasionaria, Madrid, Temas de Hoy, 1.996 (455 p.), p. 126. 202 BENJAMÍN RIVAYA

sino de la literatura revolucionaria de signo marxista. De hecho, Roces ha pasado a la historia como el mejor traductor al castellano deEl Capital , aun­ que las palabras de Ribas muestran más plenamente su aportación: “es el mar­ xista español del siglo XX a quien más debe la difusión en castellano de la obra de Marx y Engels”33. Aunque la introducciónsocialismo del científico en España comenzó el siglo pasado, hasta los años treinta del presente no exis­ tió un proyecto sistemático de recepción. Pues bien, antes y después de afi­ liarse, la vinculación de Wenceslao Roces al Partido Comunista, sus amplios conocimientos y sus muchas relaciones, lo convertían en la persona adecuada para acometer el proyecto de traer a Marx a España. Si es con la instauración de la II República cuando la recepción aumenta y se vuelve rigurosa, Roces es quien la dirige, y no sólo, aunque también, porque a través de él se esta­ blezcan contactos “con el Instituto editor en Moscú deWerke las de Marx y de Engels”34. La traducción de las grandes obras del marxismo era una misión revolucionaria, un paso más en la construcción del orden nuevo, y Roces aco­ metió esa labor, necesaria también desde otros puntos de vista35. La editorial que acogió el trabajo fue, sobre todo,Cénit36. Estuviera o no vinculada al PCE, el intelectual se incorporó a su equipo y pasó a dirigir una colección fundamental, laBiblioteca Carlos Marx, en la que aparecerían obras no sólo de Marx sino también de Engels, de Lenin o de Rosa de Luxemburgo. Pero también de la editorialCénit dependieron losCursos de Iniciación Marxista, cuya dirección de la edición española otra vez recayó en Roces. En ambos casos, las cuidadas ediciones muestran el rigor con que se acometió la labor, pero también la pretensión de popularizar el marxismo. En cuanto a la Biblioteca Carlos Marx, en la contraportada de casi todos los cuadernos de los Cursos de Iniciación Marxista constaba la exposición de motivos: “En esta colección se reunirán, esmeradamente impresos, en traducciones directas e impecables y magníficamente encuadernados, los libros fundamentales de la teoría socialista y su aplicación a los problemas del día, la historia, la doc­ trina y la polémica de los grandes caudillos del proletariado internacional, la

33 P edro R ib a s , Aproximación a la historia del marxismo español (1.869-1.939), Madrid, Ediciones Endymion, 1.990 (319 p.), p. 134. Sobre la introducción del marxismo en España son fundamentales los trabajos de Pedro Ribas. Además del citado, véanse “Bibliografía hispánica de Marx (1.869-1.939)” y “Análisis de la difusión de Marx en España”, en Anthropos 33-34, Marx en España, 100 años des­ pués, extraord. 4, 1.984 (p. 29-53 y 58-63, resp.), y La introducción del marxismo en España (1.869- 1.939). Ensayo bibliográfico, Madrid, Ediciones de la Torre, 1.981 (231 p.). 34 F r a ncisco F er n á n d e z B u e y , “Marxismo en España”, Sistema 66, mayo de 1.985 (p. 25-42), p. 33. 35 La teoría del marxismo era en gran medida desconocida incluso en el ámbito universitario, y no sólo español sino en el europeo en general: vid. A dolfo S án chez V á z q u ez , “Exilio y filosofía”, Leviatán 47, primavera de 1.992 (p. 113-125), p. 116. 36 Para todo lo relativo a Cénit, vid. G onzalo S an ton ja , La República de los libros. El nuevo libro popu­ lar de la 11 República, Barcelona, Anthropos, 1.989 (191p.); también M a n u e l T uñ ó n d e L a r a , Medio siglo de cultura española (1.885-1.936), Madrid, Tecnos, 1.984 (304 p.), p. 278-281. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO.. 2 0 3 vida y la obra de los grandes pensadores socialistas del campo marxista y de sus adversarios más importantes. LaBiblioteca Carlos Marx será una colec­ ción de obras de consulta indispensables para cuantos quieran capacitarse seriamente frente a los problemas y las luchas sociales de nuestros días”. En cuanto a losCursos de Iniciación Marxista , en la penúltima página del primer cuaderno se advertía que pretendían “llenar las necesidades de los que, dese­ ando estudiar sistemáticamente el marxismo, no disponen de medios o facili­ dades para asistir a una escuela marxista”. De entre las traducciones de aquellos años, baste destacar las más signi­ ficativas: El Manifiesto Comunista y el primer volumen deEl Capital, ambas en Cénit. El Manifiesto, junto con un prólogo y un estudio del traductor, apa­ reció en 1.932, y será la suya la versión que aún hoy se utiliza habitualmente. En el prólogo advertía que se trataba de “la partida de nacimiento del socia­ lismo crítico”, que no pretendía ser “una nueva interpretación del mundo en un plano contemplativo” sino palanca de transformación, y que sus ideas-eje seguían valiendo, aunque también se contuvieran en él otras circunstanciales y, por tanto, revisables. Cosa distinta era -dijo- el planteamiento de los “par­ tidos “socialistas” que se dicen herederos de Marx y de las doctrinas del Manifiesto ”, y que “cifran toda su misión en salvar lo que no tiene salvación, colaborando con la burguesía en el Poder y sobreponiendo al interés de clase del proletariado el interés sagrado de la “nación”, la “sacrosanta riqueza nacional”37. En cuanto El a Capital , en 1.935 apareció el primer volumen38, pero por razones obvias, poco después se produciría la rebelión, los siguien­ tes ya no se publicarían en España. Por cierto,

¿CÓMO COMBATIÓ WENCESLAO ROCES EN LA GUERRA CIVIL? IV Para cuando estalló la guerra, por tanto, Wenceslao Roces ya era un diri­ gente destacado del Partido Comunista. Su primera misión consistirá en tras­ ladarse a París, para tratar de lograr el apoyo del gobierno francés a la República española. Estando allí, recibe la noticia de que se le nombra Subsecretario del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, siendo ministro el también comunista Jesús Hernández. Al hilo de los acontecimien­ tos bélicos, el nuevo cargo lo desempeñará primero en Madrid39, luego en

37 Wenceslao Roces en K ar l M ar x y F riedrich E n g e l s , El Manifiesto Comunista, Madrid, Cénit, 1.932 (502 p.), p. 7-8 y 12. 38 K ar l M a r x , El Capital, Madrid, Cénit, 1.935 (vol. Ia). 39 Ante el curso de los acontecimientos, en los últimos días de 1.936 Julián Besteiro pidió a Roces que saliera de Madrid: G uillerm o C a b a n e l l a s , La guerra de los mil días. II Nacimiento, vida y muerte de la II República española, Buenos Aires, Heliasta, 1.975 (2 vols., 1.361 p.), p. 1.061. 2 0 4 BENJAMÍN RIVAYA

Valencia y, por fin, en Barcelona. Christopher H. Cobb ha descrito al Roces Subsecretario: un intelectual preeminente de la vida cultural de aquel tiempo, enormemente preparado, serio, eficaz, pero con imagen autoritaria e intransi­ gente40. Comunista estricto, no le gustaba presentarse como catedrático. “En el fondo era menos duro de lo que tenía que aparentar”, diría quien entonces fue su secretario41. Respecto al papel que le tocó jugar al comunista asturiano, no cabe duda de su protagonismo en la dirección del nuevo ministerio. El mismo Roces relataría la lucha que entablaron contra el analfabetismo, así como por la creación deInstitutos para obreros y, sobre todo, a favor de la preservación del tesoro artístico nacional. En efecto, las más fundamentales labores que emprendió el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, fueron las de la enseñanza y la preservación del tesoro artístico nacional. En cuanto a la educación, fueron muy diversos los organismos que se cre­ aron desde el Ministerio para extender la cultura y luchar contra el analfabe­ tismo: los Institutos para Obreros ya citados, las Milicias de la Cultura , Cultura Popular , los Clubs de Educación en el Ejército o las Brigadas Volantes de Lucha contra el Analfabetismo. Nada menos que un viejo maes­ tro suyo muy preocupado por la educación, José Castillejo, afirmaría que un “ministro comunista de educación” parecía “haber tenido más confianza en la iniciativa local que los republicanos intelectuales”, al haber adoptado medi­ das de descentralización administrativa. Y refiriéndose a los logros concretos: “A miles de niños se les ha puesto en unas condiciones semejantes a las del hogar, han sido alimentados y educados; los maestros han despertado a un espíritu de sacrificio que ha penetrado tanto en las escuelas como en las fami­ lias; y se han abierto nuevas escuelas elementales [...] La cultura popular ha sido difundida y ansiosamente asimilada en cursos especiales o lecciones en hospitales, cuarteles e incluso trincheras”42. “La España leal era como una inmensa escuela”, diría más tarde M- Teresa León43. Por lo que se refiere al ámbito universitario, se trató de renovar los planes de estudio, las categorías del profesorado e, incluso, las denominaciones (en concreto, la Facultad de Derecho pasaba a denominarse, seguro que por influjo de Roces, Facultad de Ciencias Jurídicas, Políticas y Económicas), amén de comenzarse la corres­

40 Christopher H. C ob b , L os milicianos de la cultura , Bilbao, Universidad del País Vasco, 1.995 (214 p.), p. 34, 37, 43 y 52. 41 Emili Gómez Nadal, en C hristopher H. C o b b , “El Ministerio de Instrucción Pública y la FETE”, en V a r io s , Valencia, capital cultural de la República (1.936-1.937). Antología de textos y documents, Valencia, Generalitat Valenciana, 1.986 (p. 19-42), p. 39. 42 Jo sé C astillejo , Guerra de ideas en España: filosofía, política y educación, Madrid, Revista de Occidente, 1.976 (137 p.), p. 133. 43 Ma T eresa L e ó n , La historia tiene la palabra (Noticia sobre el salvamento del tesoro artístico) (Prólogo, selección de apéndices y notas de G. Santonja), Madrid, Hispamerca, 1.977 (122 p.), p. 30. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO.. 2 0 5 pondiente depuración ideológica44. Los muchos logros alcanzados, empero, tuvieron su reverso en las críticas de sectarismo que los comunistas recibie­ ron por la forma de desempeñar la labor. Téngase en cuenta que dentro del bando republicano existieron diversos proyectos educativos y culturales, y que el Ministerio impuso el del PCE, sobre todo frente a los de tendencia íros­ le i sta y anarquista45. En cuanto al trabajo para proteger el tesoro artístico y bibliográfico espa­ ñol, la voluntad del Ministerio también resultó determinante. Nada más comenzar la guerra se creó, con el fin de velar por muy diversas realidades de valor histórico y artístico, la Junta de Incautación del Tesoro Artístico, orga­ nismo que dirigió José Renau, compañero de Roces en el Ministerio y, como él, miembro de la Alianza de Intelectuales Antifascistas. Fue el equipo del Ministerio, por tanto, junto con los hombres de Alianza,la los que se ocupa­ ron de todo, y Roces era una figura clave tanto de aquél como de ésta. El tra­ bajo del núcleo comunista fue de vital importancia para la conservación de piezas artística y bibliográficas de especial valor, sobre todo del Museo del Prado y de la Biblioteca Nacional. Ahora, las acusaciones de sectarismo tie­ nen que ceder ante la importancia de los proyectos llevados a cabo y la de los logros obtenidos. En fin, “cierta tendencia al cacicato” -en palabras de Mainer-, pero tiempos “felices en las realizaciones concretas”46. Pero la guerra llegaba a su fin. Para cuando las tropas nacionalistas ya sitiaban Barcelona y se dio aviso a los no combatientes para que se retiraran cerca de la frontera con Francia, Roces se presentó en el puesto de la zona militar desde donde Enrique Líster dirigía las operaciones, y pidió que se le admitiese para colaborar en la defensa del sitio: “Vengo a ponerme a vuestras órdenes por si me necesitáis”, dijo. “Lo que menos necesitamos aquí son pro­ fesores de Derecho Romano”, fue la seca respuesta de Líster. Tras el consue­ lo que le ofreció Santiago Alvarez47, Roces retrocedió cerca de Francia. Iba a comenzar un largo exilio.

44 Vid. Juan Manuel Fernández Soria , Educación y Cultura en la guerra civil (España, 1.936-39), Valencia, ÑAU Llibres, 1.984 (311 p.), p. 39; Ma Fernanda M ancebo , La Universidad de Valencia en guerra. La FUE (1.936-1.939), Valencia, Ayuntamiento y Universidad de Valencia, 1.988 (265 p.), p. 79. 45 Roces fue un fiel seguidor de la política bélica diseñada por el PCE. En este sentido adquiere explica­ ción la acusación que habitualmente se le hace, que colaboró en la justificación del asesinato de Nin. La acusación, por cierto proviene del ministro a cuyas órdenes estuvo, pasado ya al campo anticomu­ nista: Jesús Hernández , Yo fui un ministro de Stalin , Madrid, G. Del Toro Ed., 1.974 (339 p.), p. 183. 46 José Carlos M ainer , La Edad de Plata (1.902-1.939), Madrid, Cátedra, 1.983 (466 p.), p. 336. Vid. también M iguel A ngel G amonal Torres , Arte y política en la guerra civil española. El caso repu­ blicano, Granada, Diputación Provincial de Granada, 1.987 (406 p.), p. C23;hristopher H. Cobb , Los milicianos de la cultura, cit., p. 44. 47 La anécdota se cuenta en Santiago Alvarez , Memorias II. La guerra civil 1.936/1.939. Yo fui comisa­ rio político del Ejército Popular, La Coruña, Ediciós do Castro, 1.993 (507 p.), p. 470. 2 0 6 BENJAMÍN RIVAYA

¿CÓMO FUE EL EXILIO DE WENCESLAO ROCES?

V Para cuando la familia Roces se estableció en México, ya había pasado por Francia, Chile y Cuba, impartiendo el intelectual comunista cursos de Derecho e Historia Antigua en las Universidades de Santiago de Chile y La Habana, entre 1.940 y 1.942. Es cierto que en México se estableció una importante comunidad de refugiados asturianos; también otra de comunistas españoles, pero parece que no fueron ésas las razones de la decisión. Roces se había casado en 1.932 con Carmen Dorronsoro, con la que tendría una hija estando en España. Por lo que sé, durante la guerra los padres decidieron enviarla a la URSS y después, con el desconcierto del fin de la española y el inicio de la mundial, no consiguieron dar con ella. La Unión Soviética podría ser un destino, pero cuando Roces lo desechó, sería por algo48. Sea como fuere, lo primero era reunirse con su hija, y de ahí que se asentaran en México, un país que guardaba buenas relaciones con la URSS y desde el que, por tanto, podrían hacerse las gestiones necesarias. No tengo más datos de la peri­ pecia, salvo que al fin consiguieron su propósito. Parece que esa fue la rocam- bolesca razón de que se decidieran por México, donde se acabarían integran­ do49. Hemos “aprendido a ser mexicanos sin dejar de ser españoles”, declara­ ría mucho después el propio Roces50, para quien vale la teoría deltranstierro que formuló Gaos51. En su nueva patria, Wenceslao Roces siguió dedicándose a la actividad política y a la doctrinal. Ya fuera método teórico, ya práctica revolucionaria, por aquel entonces el marxismo se encontraba firmemente asentado en la vida y obra de Roces. Quien quiera explicar y comprender su figura, tendrá que remitirse por tanto a la historia del movimiento comunista del siglo XX. Aquí basten sintéticas referencias para apuntar su significado. Por lo que se refiere a la producción propia, la obra de Roces nunca se destacó por su amplitud. Por qué fue así es algo que ya no podrá saberse, pero poco importan las explicaciones que se concedan al asunto, cuando la activi­ dad en la que se volcó, la traductora, tuvo una importancia asombrosa para la

48 Muy probablemente Wenceslao Roces tendría problemas con el régimen de Stalin, pues “la policía conocía bien sus visitas a Bujarin”. Vid. M a n u e l T a g u e ñ a , Testimonio de dos guerras, México, Ediciones Oasis, 1.974 (670 p.), p. 341; V íc to r A l b a , El Partido Comunista en España, Barcelona, Planeta, 1.979 (388 p.), p. 264. 49 La información apuntada sobre los comienzos del exilio de la familia Roces me fue facilitada por Dña. Teresa Rodríguez de Lecea, a quien le testimonio mi agradecimiento. 50 En A sc en sió n H. d e L eó n -P o r t il l a , España desde México, cit., p. 359 y 352. 51 Jo sé G a o s, “La adaptación de un español a la sociedad hispanoamericana”, Revista de Occidente 38, tomo XIII, mayo de 1.966 (p. 168-178). DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO.. 2 0 7 cultura hispánica. Así todo, durante la etapa del exilio sí dejó unas cuantas publicaciones, a algunas de las cuales, las más académicas, conviene referir­ se, aunque sólo sea para constatar lo obvio, que su filosofía fue la marxista: “un método de investigación” -dijo-, “no un sistema ni un conjunto de ver­ dades inapelables”. Abominó, en cambio, de las otras corrientes del pensa­ miento: del relativismo, que niega los conceptos de verdad y falsedad, de la filosofía del lenguaje, que reduce los problemas reales a cuestiones semánti­ cas, de la bohemia existencialista, del neotomismo, del raciovitalismo orte- guiano52. El suyo era un método que, para el estudio de la historia y de la sociedad, frente a cualquier idealismo, había conseguido fijar las leyes cientí­ ficas que habrían de regirlo53. Pero aun dentro de la ortodoxia, con el paso del tiempo Roces ironizó sobre aquellos que sólo seguían una “dieta marxista”. Precisamente porque su doctrina era sobre todo crítica, ella misma debía someterse a un enjuiciamiento racional. Sólo entonces, superado éste, debía asumirse. “Estudiar marxismo, pero también premarxismo, panamarxismo y hasta antimarxismo. Con los ojos bien abiertos. Y si, en el debate libre y en la brega de las ideas, es el primero, por sus quilates científicos, el que prevale­ ce, a trabajar por él y con él. Pero, como ciudadanos, y no como súbditos”54. Pero al margen de esa cuestión, la necesidad de subsistencia de la fami­ lia Roces produjo dos de las relaciones laborales más fructíferas que podían imaginarse para el ámbito cultural hispánico, las de Wenceslao Roces con el Fondo de Cultura Económica y con Grijalbo. Ambas editoriales le abrieron las puertas para continuar con una labor que ya había comenzado en España, la de verter a Marx y los grandes del marxismo al castellano. En 1.945 apa­ recerá la Historia crítica de la teoría de la plusvalía, “complemento indis­ pensable deEl Capital ”55, y poco más tarde, en 1.947, por fin aparecería la edición completa deEl Capital, también en elFondo56. Debidos a Roces, poco después comenzarían a aparecer clásicos del socialismo enGrijalbo, como los de laAcademia de Ciencias de la URSS. Por ejemplo, El materialismo histó­ rico (de Konstantinov, 1.956), laHistoria de la URSS (1.958) o el Manual de Economía Política (1.965). Hasta fines de los años ochenta seguirán apare­ ciendo nuevas traducciones hechas por Roces de la bibliografía marxista. En fin, quien hoy quiera conocer a Marx por medio de sus versiones en español,

52 W en c e sla o R o c es, El marxismo, humanismo de nuestra época, México, 1.954, inédito (Archivo del Partido Comunista de España). 53 Vid. “Algunas consideraciones sobre el vicio del modernismo en la historia antigua”, Cuadernos del Seminario de Problemas Científicos y Filosóficos de la UNAM 5, 1.958 (p. 77-93); “En el centenario de El Capital”, Cuadernos Americanos, 1.967 (170-186). 54 “En el centenario de Lenin”, Cuadernos, Americanos 4, julio-agosto de 1.970 (p. 135-148). 55 Wenceslao ROCES en C arlos Marx , Historia crítica de la teoría de la plusvalía, México, FCE, 1.945 3 vols.), vol. I, p. IX. 56 K ar l M a r x , El Capital, M é x ico , FCE, 1.947 (3 v o ls.). 2 0 8 BENJAMÍN RIVAYA en muchos casos tendrá que recurrir a las de Roces. Pero tampoco ha de cre­ erse que sólo se ocupó con esa recepción. Aunque no corresponda ahora la enumeración, decenas de obras fundamentales de Historia, Derecho, Filosofía o Economía, se vieron en nuestra lengua gracias a su tesón57. En cuanto a su militancia comunista, no hace falta decir que dentro del partido Roces era un respetado intelectual. En el quinto congreso, en noviem­ bre de 1.954, cuando ya se había iniciado el proceso de desestalinización, será elegido miembro del comité central. Empero, con el conocimiento de la barbarie presentó su dimisión y exigió responsabilidades políticas: “Yo pien­ so -escribió al Buró político- que el pavoroso cuadro de hechos denunciados en el XX congreso y con posterioridad a él -de aceptarse en su realidad total o parcial-, entraña responsabilidades que trascienden con mucho de las per­ sonales de un dirigente, por alto que éste estuviera. Me parece que es incurrir en una interpretación muy poco objetiva de la historia el empeñarse en expli­ car, negativamente, todos los males de una época como la obra de un espíritu satánico, ni más ni menos como antes se explicaba, positivamente, por la acción milagrosa de un semidiós. A mí me parece que es indecoroso y que nada tiene que ver con el marxismo ese escamoteo de las responsabilidades propias por parte de todo el equipo dirigente, colaborante y encubridor. Y temo que semejantes actitudes no ofrecen la menor garantía de que los méto­ dos vayan a cambiar”58. Parece que luego, la intervención de Dolores Ibarruri le hizo repensar su actitud y reingresar en el partido, en el que seguiría mili­ tando durante toda su vida. Así, entre el estudio y la actividad política, fue pasando el exilio.

VI Para cuando murió Franco, el intelectual ya contaba con casi ochenta años. Por cierto,

¿QUÉ HIZO WENCESLAO ROCES A LA MUERTE DE FRANCO? Una vez que pudo volver no se lo pensó, y en 1.977 otra vez estaría aquí. Ya mayor, pero con gran vitalidad, sigue siendo un militante comunista com­ bativo y, con el apoyo de Rafael Fernández, el PCE lo propone como candi­

57 En el ámbito docente Roces también destacó. Fue contratado por la Universidad Autónoma de México como profesor de Derecho Romano y de Historia de Roma. La misma Universidad ya lo contratará en 1.954 como profesor a tiempo completo de las asignaturas de Historia de Grecia y de Historia de Roma, y así hasta la década de los ochenta. Por fin, será nombrado profesor emérito de la UNAM. 58 Tomado de G regorio M o r á n , Miseria y grandeza del PCE, Barcelona, Planeta, 1.986 (648 p.), p. 298- 299. DE LA EXTENSIÓN UNIVERSITARIA A LA REVOLUCIÓN PROLETARIA: EL CASO.. 2 0 9 dato por Asturias al Senado, integrándose enCandidatura la para un Senado democrático, junto con socialistas y democristianos. En una revista de la época, Roces es entrevistado, y allí muestra su ánimo de concordia. Un solo objetivo: “En la España de hoy el problema que se plantea es el de la lucha entre democracia y dictadura”. Nuevos medios: colaboración con los cristia­ nos, crítica al centralismo de la URSS o aceptación de la monarquía y de la bandera bicolor59. Tras una intensa campaña electoral, Roces saldrá elegido pero, al poco de aceptar el cargo, con una edad muy avanzada y casi sordo, decide retomar a México con su familia. Aunque a la vuelta todavía sigue trabajando, a mediados de los ochenta abandonará definitivamente su labor, mientras en México se prodigan los reconocimientos hacia su persona y obra. Si en 1.980 se le concedeCollar el y la Banda del Aguila Azteca, la mayor distinción del Estado mexicano, en 1.985 la UNAM le otorga el Premio Universidad Nacional Autónoma de México de Docencia en Humanidades, y en 1.989 el Instituto Superior de Traductores de México también le homenajea, concediéndole su reconoci­ miento por la inmensa labor de traducción llevada a cabo. Asimismo es nom­ brado Doctor Honoris Causa por las Universidades de Mixoacán, Morelia y Toluca. Ya retirado del trabajo -decía-, allí pasará la década de los ochenta y el comienzo de la siguiente y, con noventa y cinco años, el 28 de marzo de 1.992, fallecerá en la tierra que le acogió, su otra patria.

VII Para cuando murió Wenceslao Roces, la URSS ya había desaparecido.

59 Jo sé M a n u e l V aq u er o /W en c e sla o R o c es, “Nuestro objetivo: que el Senado no sea una rémora”, Asturias Semanal 411, 21-28 de mayo de 1.977, p. 14-16. LA SIDRA EN LA POESÍA

JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

La fabricación y degustación de sidra ha llegado a constituir una de las manifestaciones antropológicas del pueblo asturiano más largamente arrai­ gadas. Aunque los usos y costumbres en su elaboración y consumo han ido modificándose, lógicamente, con el paso del tiempo, la sidra no ha claudi­ cado en su puesto de bebida regional por excelencia, hasta el punto de iden­ tificarse en ella a uno de los productos típicamente asturianos, auge al que han venido a reforzar las cualidades nutricionales que le han sido reconoci­ das a la manzana, la cual, según los expertos, nos aporta, aproximadamen­ te, el 4-5% de la energía calórica que diariamente precisamos. La ingestión de un litro de sidra equivaldría, pues, a unos 125 gramos de carne o medio litro de leche. El origen de la manzana, aunque persiste la discrepancia entre los espe­ cialistas, nos remitiría al mundo asiático, si bien no parecen del todo desca­ belladas las hipótesis que apuntan hacia Grecia o Egipto. En los siglos XVI y XVII florecen las pomaradas asturianas, al aumentarse las plantaciones de manzano, que irán transformando poco a poco el paisaje rural. Del consu­ mo de sidra en Asturias ya hablan los historiadores latinos, y en documen­ tación asturiana tenemos constancia de la presencia de sidra en el siglo VIII, tal y como se desprende del manuscrito fundacional del monasterio tineten- se de Obona, aunque haya arqueólogos asturianos que defiendan la existen­ cia de sidra en época prerromana. Sin embargo, en la primitiva obtención del apreciado mosto de manzana se evitaba someterlo a fermentación, por lo que habrá que esperar hasta el siglo XVIII para que la actividad sidrera se afiance con una normativa fija y al XIX para que tomen carta de natura­ leza las “espichas”, que es término romano con el que se designa el peque­ ño tapón o cuña con que se cierra el pequeño agujero por el que sale la sidra del tonel; sidra que durante el pasado siglo era trasegada, al parecer, en jarras de madera. No es mi propósito extenderme agropecuariamente sobre las particulari­ dades del cultivo del manzano o acerca de los procesos químicos que rodean 212 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ a la elaboración de sidra; no voy a insistir en los pasos que la tradición acon­ sejaba seguir para lograr una cosecha de calidad; y tampoco me centraré en las atractivas cuestiones sociológicas o etnográficas de las que desde siempre la práctica sidrera ha estado adornada. Sólo pretendo mostrar el reflejo que la sidra ha tenido en la literatura lírica, con especial hincapié en la asturiana y en su doble vertiente lingüística; mostrar cómo algo tan ligado a la idiosin­ crasia astur no podía serles ajeno a los poetas, que lo trajeron con relativa abundancia a sus versos, si bien el promedio de textos que se detienen, direc­ ta o tangencialmente, en tal temática no ofrece un balance muy halagüeño en lo que atañe a calidad literaria. La mayoría de estas composiciones presentan encomiásticamente, y con no poca intención chistosa, al entorno sidrero (manzana, “llagar”, espicha, sidra). Muchos versificadores convierten a la sidra en su interlocutor válido. Verán en ella la suprema expresión del carácter asturiano y de una especie de viticultura anímica, santo y seña del empuje y salud de una comunidad a la que se retrata con tendencia a una suerte de regionalismo doméstico, bonan­ cible y desmedido. La gran variedad existente de manzana —se suele afirmar que supera el millar— ya la recoge en la segunda mitad del siglo XVIII el poeta Bruno Fernández Cepeda, un clérigo villaviciosino que, disconforme con la precaria imagen que Asturias tenía fuera de sus fronteras, compone un prolijo canto a las riquezas naturales de la región en el extenso poema titulado “Riqueza de Asturias”. Persona ilustrada, Fernández Cepeda poseía un gran dominio léxi­ co de la realidad agrícola y campesina asturianas; ejemplo de ello son los numerosos tipos de manzana que podían encontrarse en Asturias, y de los que dan cuenta los siguientes versos:

Tenemos de la manzana, ranetes, Manques y pardes, la tardía y la temprana. Camoeses, de rabu-llongu, les de San Pedru y de bara; de balsaín, vizcaínes; peros d’inviernu y de alba, de huera, panera, Infiestu, balbonís, prieta, mesada, de coloradina, d’osu carniadu, carne de vaca, carabiones, de caleyu, repinaldes y d’ escanda, LA SIDRA EN LA POESÍA 2 1 3

picones y castellanes, ramones y huera blanca; de pardona, de Bilbao, de San Xuan y de monsaca, de Ana Menendi, de Aldonza, y otres de triba tan basta, que por ser inomerables, ye imposible ñumeralas.

Ya en el presente siglo, el poeta llanisco Ángel Pola refiere más clases de manzana en el monólogo “Unas manzaninas”, con lo que la nómina aumenta ligeramente:

Veo las verdes doncellas que excitan el paladar y esparciendo su perfume el ricu perú mingán. La repinalda suavina y la Toreno golosa y paneras y gasparas y camuesas como rosas.

Todu el rosariu golosu de las manzanas de Asturias que entre el ramaxe sonoru igual que estrellas fulguran.

En 1926, el médico Francisco Manuel Balbín de Villaverde, natural de Madrid pero con vínculos maliayeses (no en vano, escribe en bable y firma con el sobrenombre de Xiquín de Villaviciosa), imprime en Buenos Aires el libro De la mió Asturies, en el que hay una sencilla poesía en soleás titulada “La mazana”. El fruto es traído ahora a colación para realizar un equívoco intencionado en un diálogo de cortejo:

Y riendo dixo ansí: “¿Quier xintar ista mazana? Ye bona y duce, Xiquín”.

Pero yo respondí: ¿Cuál, la de to fresca maxella? ¡Aquesa antroxo xintar!”. 2 1 4 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

Otros autores, como es el caso de Eduardo González Herpers, otorgan un papel tan primordial a la manzana que la colocan cómicamente en el desen­ cadenamiento de la Reconquista emprendida por el primero de los monarcas asturianos en el siglo VIII. En la pieza “Les manzanes de mió tierra”, excla­ ma este versificador:

/¡Manzanines de mingán, de reineta o collorada!! La que ya comíen moros y tous s esbabayaban, hasta que lus vio Pelayu y dixu: “¡¡Me parta un rayu, déxennos sin pomaradas!!”

Los poetas aluden, o bien a las abundantes cosechas de manzana, o bien a su reverso: la escasez de sidra de determinadas temporadas. A pro­ pósito de lo primero, Ángel de la Moría, pseudónimo del sacerdote llanis- co Ángel García Peláez, llegó a escribir en el siglo XIX en el poema “Noragüena” que:

(...)No cabe n los llagares la sidre (...)

Otro llanisco, Amable González Abín, atiende a la precariedad en la cose­ cha manzanera y reconoce, en la composición titulada “La Candelera”, que, quizá a causa de la vecería del manzano, la producción ese año del que habla fue escasa, y anota:

Sí, no argayaren con ella los mazanales, tampocu pa estruyanos la collecha tuvieren que puxar munchu los llagares (...)

A finales del siglo XIX, el ovetense Xuan María Acebal, un poeta culto del realismo clasicista en lengua asturiana, un meritorio escritor que fue bau­ tizado en su tiempo como “Príncipe de los poetas bables”, nos traslada el pro­ cedimiento artesanal del prensado de la manzana para la obtención de sidra, y lo hace en la parte final de su gran oda “Cantar y más cantar” (1878), una pieza impoluta de sabia estructura métrica. Escribe Acebal que el aldeano canta: LA SIDRA EN LA POESÍA 2 1 5

(...) al coyer la mazana y al pisalla, y al dar güeltes alfusu que la apierta, y al enllenar les pipes co la sidra, mezclándoi torcipiépa dai más juerza...

También el ovetense Lorenzo Novo Mier se detiene en el acto de “mayar” la manzana; en el poema titulado “La sidra”, leemos:

‘N el llagar, los mayadores, entamen la to mayada y surdies tú, sidriquina, mesmamente q’una ayalga p e í cañín del mayaderu.

Ángel Pola nos proporciona un relato más detallado y prosaico de este mismo procedimiento en su poesía escenificable “Elogio de la sidra”:

(...) Entra la manzana en unos caxones grandes; zurriánla con unos mazos unos demonios de homes. Después pénenla en montón en la prensa, y un tornillu la aprieta, estruxa y aplasta hasta que sal como un filu.

Con un estilo refinado que concede especial relevancia a la elección de un lenguaje poético esmerado y de vocación elitista, el llanisco Emilio Fernández Pola lleva a cabo una primorosa descripción lírica del proceso de elaboración de la sidra, tal y como puede apreciarse en este pasaje de su com­ posición “Canción a la buena sidra” (1958):

Al duerno irán las pomas; las majarán los mozos cantando. Volcarán la carne frutal -origen del pecado- en el lagar roblizo oloroso a campo. Ahora hay un girar de palanca o árbol: 2 1 6 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

se entama el estrujón de los pezones pardos y rosas verdes y amarillos del manzano.

Las reminiscencias sensuales del verso de Pola son todavía mucho más acuciantes cuando, en el mismo texto, su autor escribe:

Se oye como un beso de brutales contactos cuando la pulpa fonje -mejilla azucarada del manzano- siente peso de fibras, reciedumbre de brazos...

Los concejos mayores productores de sidra son Villaviciosa, Gijón, Nava, Siero, Oviedo, Colunga, Piloña y Carreño. Manuel Asur -sobrenombre literario de Manuel González García, poeta oriundo de La Güeria Carrocera (San Martín del Rey Aurelio)-, se decanta por los dos primeros, y los reúne en una estrofa:

De Xixón el cuerpu tienes, de Villaviciosa Valma, del corazón de la xente, la fuerza de la tonada.

El poeta avilesino Bernardo Guardado opta, sin embargo, por el concejo de Nava, dado que:

Del zume de la manzana ye la que tién más bon palu y la que mejor espalmia.

Otro avilesino, Marcos del Tomiello, nombre de guerra literario de José Benigno (o Manuel) García, prefiere la sidra que se cosecha en el término de Carreño; así nos lo hace saber en la retadora composición titulada “En defen­ sa de la sidra”, donde no muestra complacencia alguna para con los detracto­ res de la sidra, y a los cuales no vacila en amenazar inclusive con la agresión física; dice este recio poeta que la sidra:

Ye una cosa tan sabrosa como cuido que non haiga LA SIDRA EN LA POESÍA 2 1 7

guian i faga competencia nin con bona comparanza.

El célebre poeta de Mieres Teodoro Cuesta se decanta por el municipio de Villaviciosa, y en su aclamada polémica en verso con Diego Terrero “Andalucía y Asturias”, escribe que esa localidad es:

La que más llagares cuenta Que garbanzos dé Castilla Y granos d ’arroz Valencia.

A su vez, Fabricio, pseudónimo del poeta Fabriciano González García, prefiere la que ha probado en Langreo, que no es un concejo puntero en la producción de sidra a gran escala; estima el que fuera Cronista Oficial de Gijón que la degustación de sidra es uno de los placeres que ningún mortal debe perderse. En su poesía “Xumancia”, leemos:

El que sidre de pipa n’a Felguera por xarra non sorbió, ye un probe tacú, que solo el mundo vio por un furacu y a palu secu va pa la güesera.

Los poetas que tratan del asunto sidrero cantan frecuentemente la superioridad de unas partidas o de unos productores o llagareros. Manín de la Llosa, pseudónimo de Gabino Muñiz García-Robés, afirma esto en la pieza titulada “Al par de la pipa”:

Non hay sidra en todo Asturies como la de ca Pinón perque per munchu qu un beba non ye nada cabezón.

¡Ay! qué sidra; mialma hay que vela, qué beber tien más suave, qué bien se cuela.

En Asturias se les llama “sidreros” a los entendidos en sidra, más que a los fabricantes de ella o a quienes regentan un local o la despachan en los “chigres”. A tal grado, el de especialista en la materia, tal y como escribe Angel Pola, no se accede sin veteranía: 2 1 8 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

Beber sidra ye en Asturies arte de mucha sapiencia que se apriende pocu a pocu por llagares y tabiernas. Y no se apriende en un día como suponlo cualquiera, e cosa de muchu tiempu de afición y... resistencia.

Angel de la Moría, en la composición “Recuerdos de 1’infancia”, apoya tal juicio:

¡Pos son pocos en la Villa los sidreros, en concencia!

El escanciado de sidra —fundamental para apreciar el aroma y sabor de la bebida— queda reflejado, de modo ilustrativo, en composiciones como una contemporánea de Xuacu Valdés titulada “Un culín de sidra” y datada en 1983, que reproduzco íntegramente:

Al escorchar el verde vidriu fai un “pum” agudu, yefl ixuxú d’un canciu. Al entorniar la botella amiya culiebrante’l chorru del llíquidu prestosu. Y al chocar col vasu asemeyantes les pompares gayoleres surden esplumeros xadeantes pal culín persabrosu.

Unas décadas atrás, Lorenzo Novo Mier lo había pintado con una musi­ cal imagen:

Y cuando cayes d’enriba, en remexón afrellada, retinties en el cristal talmente q’una campana, y el trasgu que lleves dientro gorgolla na espluma blanca faciendo mil regolvinos al colar pe la garganta. LA SIDRA EN LA POESÍA 2 1 9

Y con anterioridad a Valdés y Novo Mier, el mencionado Francisco Manuel Balbín había comparado el acto de escanciar con la belleza femeni­ na. En “Carta a Maruxa”, leemos:

Y la dulcísima sidre, que del frascu al vasu cae cual mata de pelu roxu que per les Manques espaldes d’una moza se desliza.

En el acto de escanciar, se produce un deleite visual en el que partici­ pan tanto el escanciador como el bebedor y/o espectador; se crea una esce­ na de plasticidad atrayente. El fértil epígono modernista Alfonso Camín dejó dicho que:

Goza el amo al escanciar

El versificador Kike Amado también lo ha expuesto en verso ripioso:

Esti caldu a toos gusta, non lo podemos negar, y el forasteru disfruta con sólu velu escanciar.

El escritor gijonés Mauro Muñiz lo pinta así en “Tiradme otro culín que me salpique”:

Caída alborozada, audaz y recta. Pulmón despierto y pecho a proa y redes. Rubio “ixuxú” en la voz de los pomares.

La medida del vaso de sidra o “culín”/“culete” nos la despeja Celso Amieva:

En la tarreña, inclinada por mor del buen espumeo, burbujeaba la sidra; un culín, un par de dedos.

Aunque el “culín” se cata de un sorbo y sin pausa, antes de tomarlo, según el versificador Angel Pola, hay que cumplir unos requisitos: 220 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

Mirar el vasu a través pa ver que está cristalinu; dexar que apague el gorxeu bulliciosu de la espuma formando encima una estrella que e señal de gloria pura. Olelo más de dos veces por los laos de la nariz pa saber que tien perfume de los que hacen revivir. Prebar luego un sorbiquín por si tien agrura o taste que ye el sabor del tonel con madera sin secase.

El microcosmos de la sidra ha sido abordado tanto desde planteamientos estróficos de inspiración popular, cual es el verso romanceril, como desde for­ mas aceptadamente mayores de la lírica, como es el caso del soneto, exigen­ te horma de precisión casi matemática donde los autores no pueden permitir­ se deslices si quieren que la disposición de los elementos en juego produzca efectos perdurables y cree un clima propicio. Es sabido que el buen soneto tiene el mérito añadido de que es el molde que más y mejor frena la intromi­ sión de mediocridades literarias. La sidra ha dado pie a dignos sonetos, como el “Soneto de la sidra”, de Celso Amieva, nombre literario del poeta y maestro llanisco José Manuel Alvarez Posada. Es una pieza que Amieva incluiría en su libroLos poemas de Llanes, publicado originariamente en México, uno de los países en los que, tras la guerra civil, se afincaría el escritor; los otros serían Francia y la anti­ gua Unión Soviética. El “Soneto de la sidra” es una atildada composición, correctamente arma­ da, en la que, emocionadamente —un sentimiento que suele repetirse en la poesía sidrera—, se celebra y agradece el espumeante licor desde que entra por la boca hasta que es expulsado del cuerpo. La sidra aparece aquí acom­ pañada de la música tradicional asturiana, de la gaita y la tonada. Organizado como canto laudatorio en segunda persona, los dos primeros cuartetos del soneto rezan así:

Sidra, bendita seas, ora en chorros aurinos de las botellas saltes a vasos cristalinos, ora a tarreñas rudas de metales cetrinos, ora a los frescos labios de Nidia purpurinos. LA SIDRA EN LA POESÍA 221

Bendita sea tu espuma, cual mexar de angelinos de dulce y rumorosa; benditos gorgorinos que de la voz de Nidia humedeceis los trinos. Benditas las manzanas y sus jugos divinos.

Tan sólo disponemos, según mis datos, de un poemario cuyo título nos orientaría a que todo su contenido va a dedicársele al abordaje del asunto sidrero. Se trata deSonetos de la sidra (1998), original del periodista y nove­ lista Mauro Muñiz, y aportación más reciente a la materia. De entrada y pre­ via una lectura minuciosa de sus piezas, el libro podría considerarse una rare­ za editorial porque, entre otras cosas, además de su primorosa edición con el singular complemento de las ilustraciones de Florentino de Caso, viene fir­ mado por un autor bregado en lides prosísticas; y porque todo parece apuntar a que el núcleo temático y la forma sonetil van a ser lo prevaleciente. Después de leído el libro con detenimiento, nos percatamos de que ambos extremos (el soneto y el tema) deben ser matizados. Hay sonetos sí, pero no es en exclusi­ vidad el único armazón estrófico. Y la sidra está presente en varias de las com­ posiciones, mas no en grado primario. La obra de Mauro Muñiz es, más que un tratado sobre los contenidos sidreros al uso, un mojón intimista desde el que su autor se mira hacia aden­ tro con intencionalidad examinadora. Es más bien el acta de “asturianía” de un hombre alejado físicamente de sus raíces, un autohomenaje evocativo a la condición asturiana del escritor, al recuerdo de su paisaje y paisanaje emo­ cionales, que el fluir del tiempo y la memoria nostálgica van acompasando al referente de la manzana y su zumo —representación simbólica de una época y unas relaciones casi extinguidas—, que serán quienes vertebren las sensa­ ciones que atenazan al poeta. La sidra flota en la elaborada disposición sin­ táctica que se advierte en los extensos y exaltados enunciados líricos del poe­ mario, pero raramente se subraya su contacto directo con el objetivo poetiza­ do, no se da un paso más hacia adelante; de ahí lo insólito, y hasta cierto punto novedoso, del método puesto en práctica por Mauro Muñiz. Al lado de sentidos recuerdos de sus amigos y homenajes entre respetuo­ sos y lúdicos, en versos acrósticos, a Garcilaso de la Vega, Jovellanos o Julián Ayesta, el poeta va a fusionar, por ejemplo, la manzana y el mar en el melo­ dioso poema de encarnadura populista titulado “Sidra para la marea baja”:

Bordan sus pisadas leves delicadas pomaradas de arena que la detienen, esa mar que ves tan bella y que a las manzanas, mece. 222 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

La sidra, la tonada y la mitología astures aparecen en otro lugar del libro de Muñiz; “El gaiteru” arranca de la siguiente manera:

El hijo del gaiteru de Gijón toca, como su padre, con pasión: en el punteru la sidra y en el fuelle la manzana y en los ojos una xana que roba su corazón.

La sidra dispone incluso de un elemental caligrama al estilo de los de Guillaume Apollinaire, donde los versos están ordenados tipográficamente de manera que imiten las figuras u objetos sobre los que versa el poema, en este caso una botella de sidra. La composición en cuestión se titula “¡Oh, la sidra!” y se debe al poeta festivo gijonés Ludi, apodo literario de Luis Fernández Valdés, quien la recopiló en 1915 en su libroUn kilo de versos. En ella, el autor remonta el origen de la sidra a la mitología romana:

Queriendo Baco un día probarme que la sidra era gran cosa, cogió varias manzanas sazonadas, y exprimiólas con fuerza poderosa. Crujió el hermoso fruto entre sus dedos y por arte diabólico o divino brotó, como entre rocas, un torrente de jarabe dorado y cristalino.

Al dios romano del vino, Baco, le atribuía Ludi la invención de la sidra; otro versificador asturiano llamado F. Martínez Corbalán, que muy bien pudo haber sido coetáneo suyo, había antepuesto la sidra al vino en sus preferencias:

Y mejor que el bon vino, saboreo y me gusta una xarra colmada de sidra de mi tierra.

El famoso comediógrafo lenense Vital Aza tampoco duda. Tras decla­ rar que:

(...)Los vinos y aguardientes (,..)son unas bebidas indecentes, proclama en otro lugar de su poema “La sidra” lo que sigue: LA SIDRA EN LA POESÍA 2 2 3

¡Y no cambio un copino de manzanas por todas las bodegas jerezanas!

Alfonso Camín contraponía en un sólo verso sidra y vino, y lo hacía con encomiable capacidad de síntesis melodramática:

La sidra es el amor; la tragedia es el vino.

De los múltiples beneficios que podría procurar la sidra ya nos había hablado dos siglos antes Bruno Fernández Cepeda; a su juicio, de la excelen­ cia del fruto no podía por menos que extraerse una bebida de gran calidad, una bebida que avivase el paladar y alegrara el espíritu, ideas que manejarán hasta la saciedad los versificadores que le sigan en el elogio sidrero. Antes que él, en el XVII, el décano de los poetas en bable, Antonio González Reguera “Antón de Marirreguera”, primer autor conocido en lengua vernácula asturia­ na, había escrito un “Diálogo político” entre Xuan y Toribio en el que este último personaje, al final del poema, afirmaba que en la Asturias de entonces se producía:

Mune ha de la bona sidra

Un siglo después, Fernández Cepeda se centraría en las propiedades doblemente salutíferas del néctar de manzana, y nos dirá:

/Qué sidre d’ elles se fai! ¡Qué sabrosa, qué dorada! ¡Y cómo el cuerpu callenta! ¡Cómo refocila V alma!

Pepín Quevedo, alias del Secretario General de la Universidad de Oviedo José Femández-Quevedo y González-Llanos, escribirá a finales del XIX sobre las repercusiones de la sidra en el organismo humano. Y así proclama­ rá en “Nacrióntica”:

Siento la sangre que me retoza.

Teodoro Cuesta, el célebre poeta humorístico de la literatura bable deci­ monónica, insiste en esa vía benefactora en “La presona”, larga composición que la Sociedad Económica de Amigos del País de Asturias le premió en un concurso de 1887. Deudor tal vez de las prácticas curanderas, que buscan las 2 2 4 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ soluciones a los males del cuerpo y del alma en el entorno natural cercano, Cuesta se expresa, en un momento dado, de la siguiente forma:

¿Sidra!... remediu devinu qu’al mortal la vida allarga, y troc’al primer sorbiatu la señalda’n dolce calma. Yo non sé por qué los méricos viend’ un probete na cama que s’encueye o s’ enduviella co la máquina alteriada, como’n sin perder menutu no-i cuelen pe la garganta, encloyando-i un embudu, de sidra una bona xarra. Non hay fiebre, llatidura, cipela, niervu, nin llácara que nonfuxa, si arreciende el zumu de la mazana.

El vate contemporáneo Luis Aurelio Alvarez, natural de Buenos Aires pero radicado en Asturias desde su infancia, achaca a la sidra la reducción operada en la región en el número de enfermedades graves para la salud. En “Cómo me gusta la sidra”, sentencia:

Si en Asturies ya no existen les terribles callentures ye porque mata la sidra to esa clase de gafures.

El acreditado monologista lenense Anxel Menéndez Blanco “Anxelu” realiza, en la pieza titulada “Sidreru garantizáu”, una gráfica descripción de la embriaguez provocada por la sidra:

De vez en cuando, facía con les pates varíes eses, paez que non i respondía el cerebru del tó bien; tan pronto retrocedía como diba pa los liaos en sin guardar simetría LA SIDRA EN LA POESÍA 2 2 5

y sin poder dir diretu con la tranca que traía.

Vital Aza no comparte esa concepción, y, por boca de un personaje que está convencido de la inofensiva influencia etílica de la sidra, exclama:

¡Si no se sube nunca a la cabeza! Se bebe y se desbebe en un instante. ¿Que emborracha, decía? ¡quépoca lacha! La sidra alegra, pero no emborracha.

Por su parte, Ludi opinaba con retranca que la sidra, lejos de embotar las acciones y reacciones del bebedor, actuaba como pócima de milagrosa poten­ cia capaz de infundirle un ánimo tal que, de pronto, se sentía con ímpetu sufi­ ciente como para acometer las tareas más ingentes y poco menos que irreali­ zables. El avezado improvisador Ludi lo condimentaba del siguiente modo:

Quedé como sumido en un letargo (que viene a ser un sueño muy profundo) mas luego desperté sobresaltado con grandes ganas de arreglar el mundo. Quise afianzar el muro, ¡vano intento!, ver abierto en canalel río Piles, averiguar la edad de ciertas hembras, “reanudar” los idilios de Arapiles, terminar el cuartel de Alfonso XIII, abaratar la luz y el comestible, evitar los chanchullos en las urnas, y otra porción enorme de imposibles.

Para el vate gijonés Francisco González Prieto el alcance de la sidra no sólo atañe al sentido del gusto, sino que afecta también al del olfato. De él son estos versos:

Hay quien vesita toes les tabiernes y al olfatiala del secañu sana.

Pertenecen estos versos a “La sidre”, pieza recogida por su autor en 1921 en una colección de sonetos bajo el títuloLa de vida asturiana e’nun cientu de sonetos. Prolífico y encendido activista en pro de la causa asturianista en los albores del presente siglo con sus colaboraciones en prosa y verso en la 226 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ prensa del momento, además de peluquero, González Prieto popularizó el pseudónimo de Pachu’l Péritu. En la mencionada poesía, González Prieto invierte los términos y, yendo a la historia sagrada, sustituye los efectos reha- bilitadores de la sidra por una complicidad aniquiladora. Así sucede con el episodio bíblico de la decapitación del príncipe asirio Holofemes a manos de la israelita Judit. La licencia poética le permite al autor sustituir el vino por la sidra e imaginar cómo pudo transcurrir la conocida escena del Antiguo Testamento. En el primer cuarteto del soneto leemos:

Toi por dicer que’l zume de mazaría que dió Xudite al sátrape Holofiesnes, venció al guerreru que flaquió de piernes costándoi la mollera so galbana.

A propósito del origen bíblico de la sidra se manifiesta en verso hiper- batónico el mierense Julián Burgos Pascual en su composición “El escancia­ dor”:

De la manzana zume, en parayisu diérei un día pa que vier mayala y el néutar saborgalu en forma tala, el Faedor, al so fíu Adán premisu.

Mauro Muñiz, por su parte, ubica a Dios, gracias a la sidra, en un espa­ cio tradicional harto familiar y reconocible. En el cierre de “Festín de pomar” nos revela que:

Siento, y que Él me perdone, amigo mío, que Dios nos está hablando en la Quintana.

Un Dios paganizado y, por ende, más humano que, según Muñiz, brindó con sidra cuando concluyó su magna obra. En el magnífico soneto “Asturiana aseidad”, que sirve de pórtico a susSonetos de la sidra, proclama Mauro Muñiz lo que sigue en su segundo terceto:

Y, entonces, sólo entonces, en el seno de aquella mismidad polifonía bebió en paz Dios la sidra, justo y pleno.

El prodigado escritor lavianés Albino Suárez, en las coplas de “Asturias, Eva y Adán”, les concede a los primeros moradores del Paraíso el papel de LA SIDRA EN LA POESÍA 227 introductores del manzano y la sidra en Asturias cuando fueron arrojados del Edén: Porque el fruto prohibido se daba mejor que allí... Y al no tener más que hacer que llenarlo de pomares y mirarlos florecer, de pomares y lagares desde Tarna hasta Pajares lo llenaron a placer.

El poeta palentino Femando Zamora desentraña, por medio de un cínico desenlace, el objetivo perseguido por Adán y Eva al probar el “fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal”, como puede leerse enGénesis el (2-17). Escribe el poeta castellano en “Expulsión” que:

Airada en su desdicha Eva le gritó: “Sólo pretendíamos hacer algo de sidra ”

De la sidra como don divino se hace eco, igualmente, Luis Cortés Rozada cuando, al tiempo que habla de la fecunda cosecha de manzanas que se da en Asturias, apostilla:

Es esta fruta la que Tú pusiste con abundante mano entre las nuestras para tener el sol que vedan nubes derretido y guardado en las bodegas.

El zumo fermentado de manzana tiene para los poetas, dada la alta cali­ dad enológica que éstos le atribuyen, rasgos de influencia supraterrenal. Más que bebida de mortales, es el licor predilecto de los dioses. José Montero, com- patibilizando los cultos monoteísta y politeísta, decía de las manzanas que:

Dan un zumo que es sagrado Y las gotas, transparentes, como perlas en el vaso cincelado, son el vino consagrado por los dioses en un cáliz cristalino. 2 2 8 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

El adorno que de la sidra se hace a base de elementos sagrados, podría rozar el sacrilegio en “¡Viva Asturies!” si no fuera porque se trata de un texto festivo de este siglo debido a Bernardo Guardado, quien nos cuenta cómo su padre se empeñó en que el sacramento bautismal de su hijo se realizara con sidra en vez de con agua bendecida:

Porfió co nel siñor cura que’ n llugar de ser con agua había de ser con sidra co lo que me baotizara.

La ingestión de sidra exalta generalmente a los bebedores y suele desa­ tar de inmediato sus aficiones musicales, al margen de lo dotados que para ellas pueden estar los eventuales cantantes. Así nos lo recuerda José Campo, cuando pregunta lo siguiente en su poesía “La sidra”:

¿Tú nun t’acuerdes, Pachín, cuandu antes nel llagar, ná más tomar un culín formábamos un corín que daba gusto escuchar?

O el llanisco Emilio F. Pola cuando exclama:

Y ese lírico aljófar generador de cánticos ha de hacernos jocundos estar siempre cantando...

O mismamente el langreano Valentín Ochoa “Antón el Chiova”, cuando en una composición dedicada a los asturianos emigrados al Uruguay escribe:

Pos bebiendu sidra, namás escanciar, Ya empieza algún mozu a char a cantar.

Vital Aza hablaba a finales del siglo XIX del poder medicinal de la sidra, lo que él denominaba con soma “/

Esta bebida es tónica, sedante, febrífuga, diurética y laxante. LA SIDRA EN LA POESÍA 2 2 9

En el soneto titulado “La ’spicha”, Francisco González Prieto se refiere al valor diurético de la sidra, y recurriendo a una hipérbole un tanto burda refiere que unos atléticos bebedores:

Vacinaron un tonel de cinco pipes mientres llenaren utru co la orina.

A la importacia de la adecuada expulsión de la sidra por los conductos urinarios también le presta atención el ovetense José Luis Aguirre Huerta en una de las cuartetas de la serie “Puntaes asturianes”, que incluye en su librito Afalagando a mió Asturies. Para este versificador, ahí radica el auténtico secreto del buen bebedor de sidra:

La sidra nun ye bebela, nin ye tampocu ‘scanciala; nin menos el escoyela. La sidra hay que mexala.

En ocasiones los poetas relatan las consecuencias de una mala digestión de la sidra. El médico naviego Antonio García Oliveros “Ago” es autor de “¿La sidre?... p’amolála”, una desmesurada e irónica alabanza a Asturias en la que, en clave socarrona, el versificador hace hablar a tres mujeres que nos trasladan la repercusión que la sidra tiene en el temple de sus respectivos maridos, volviéndolos tercos, galanteadores o violentos. Una de ellas mani­ fiesta lo siguiente:

El mió Pachu, na mas qu agoléla ya tá de secute piyor qu una cabra. Empecipia ‘xurar comu burru, remiella los güeyos, afúmiai la cara... Y pa min ye que i sube al celébru garrótasei n’elli y, claru, non baxa.

En bastantes autores se identifica a la sidra con Asturias y el carácter de sus gentes. El médico villaviciosino Carlos de la Concha y García Ciaño lo expone de la siguiente forma en unos versos correspondientes a “Los sueños del pobre Lin”: 2 3 0 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

¡Sidriquina de mió tierra fecha de rica manzana! ¡Para mí siempre serás la encarnación de mi Patria!

Marcos del Tomiello colocaba en el mismo plano el amor maternal y la pasión sidrera, llegando a escribir que:

(...)Son una i la otra flor de Dios, canela en caña, lo miyor i lo más neto que florez e na quintana.

Un poeta del movimiento de recuperación y dignificación lingüística conocido como “Surdimientu”, Manuel Asur, incide en la misma considera­ ción en una de las coplas de su composición “Sidra, botellaverde”, donde puede leerse:

Al que nu-y preste bebete, nun ye de nuesa quintana, nin sabe por qué te quieren dafechu perespalmada.

El “llagar”, además del instrumento o artefacto mecánico en el que se machaca la manzana, siempre fue el establecimiento apropiado para el alma­ cenaje, venta y consumo de la sidra, actualmente reemplazado por las sidrerí­ as; del mismo modo, la espicha o fiesta por la apertura del tonel tras su fer­ mentación constituía uno de los sucesos más relevantes de la estación prima­ veral. Celso Amieva traza el diseño de uno de aquellos “llagares” de princi­ pios de siglo en su romance “El llagar del Esperteyo”:

Distinguí enormes toneles, barriles, pipas sin cuento; largo y bajo, un mostrador todo lleno de agujeros y en cada agujero un vaso que parecía de hierro. (...) El piso era todo tierra y, de tirar por el suelo residuos de libaciones, estaba de charcos lleno. LA SIDRA EN LA POESÍA 2 3 1

Desde una perspectiva mucho más exaltada, casi de fervor religioso, nos lo acerca Angel Pola:

Un llagar ye un santuariu con algo de misteriosu donde está el gran catafalco que suda sidra en un pozu.

No ha de extrañar, por lo tanto, que a finales del XIX, Fabricio levante apesadumbrado su clamor contra aquellos “llagares” que se abandonan y son pasto de la decrepitud y el olvido:

De les pipes, toneles y tinaxes, sólo queden estielles y rodaxes, y la viga qu al techu sollevóse, con so pe su a la postre ‘smorciellóse. Es ti triste llagar peresgonciáu, d’arañones y mofu semilleru, pregona de los cures la influyenza. ¿Quién al vete ¡ay llagar! tan olvidáu se tenrá por dicho su y por sidreru, que no i cay a la cara de vergüenza?

Antiguamente, el modo de averiguar en qué “llagares” se celebraba una espicha era colgar de la puerta una rama de laurel. Tal costumbre la recoge en un pareado alejandrino el poeta gijonés Alfonso Camín:

Bajo las frescas ramas de roble y de laurel, la sidra va cantando la gloria del tonel.

La sidra se sirve o directamente del tonel o envasada en botella verde, figurando entonces el nombre del fabricante en el corcho. Algunos autores como el propio Camín, aprovechan esta circunstancia, la del embotellado, para obsequiamos con una estampa de doble sentido e intenso erotismo. Obsérvese, para su comprobación, este fragmento, casi idóneo para freudia- nos, de “La tonada de la sidra”:

(...) La tabernera, que ahoga entre los muslos la botella sidrera, hunde el tirabuzón con el brazo desnudo y es hurra el taponazo. La espuma es un saludo a la moza que tiene las pupilas de brasa. 2 3 2 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

En los “llagares”, en medio de la animación y el jolgorio reinante, los clientes acostumbraban a cantar, a comer sin cubiertos y a beber de pie; Celso Amieva evoca las viandas que podían encontrarse en un “llagar”:

Sacóse marisco abondo, pan y queso cabraliego.

Las consumiciones iban apuntándose con tiza, tal y como lo refiere González Prieto en “La’spicha”:

Abondo comestible unvió’l tenderu pa tar allí sorbiendo cuarenta hores. Y apuntaben con xiz les cantimplores que diben empinando peí gorgüeru.

El mismo poeta apunta en otro soneto —“El llagar”— la costumbre extendida entre los parroquianos de catalogar las calidades de la sidra:

Llamen sidrucalo que ye cenciellu, sidre machulo fuerte que da ardores, les de bon panizalson les meyores, lo floxo y ñuevo llamen del torniellu.

En lo concerniente a las diferentes clases de sidra, Ángel Pola nos apor­ ta varias más en su simplista verso rimado:

Hay sidra de muchas clases que el sidreru conoz bien: la paniza, cabezona, de silbatu y por hacer. La hay dulzona que empelaga, la hay muy zorrina al espiche que engaña al más bebedor; y hayla especial pa el enfile.

Para el vate y dramaturgo avilesino Eloy Fernández Caravera, la buena sidra sería aquella:

Con fuste, con lluces, con garro, con grasa d’ estrella, secante LA SIDRA EN LA POESÍA 2 3 3

d’ espalme, de raxa y d’otres maneres que tien la maera pa ser boladora.

Mauro Muñiz recoge en los dos cuartetos de su soneto “En el llagar, la espicha” un cumplido muestrario de dicha tipología:

Del Fondón, pistonuda, barrigona abre bien, pa corchar, tá encabezada, fai vasu, pue bebe se, tá pasmada, nonfervió, está amante, ye meona.

rasca un poco, tien cuerpu, ye faltona, tá dura, fai estrella, en pomarada, tién palu, tá pa dai, apuxarrada, cantarína, del duernu, tá rutiona...

En los “llagares” se han labrado no pocas leyendas de bebedores de sidra descomunales. En 1894, Fabricio lo apunta en su composición “A las ruinas del ‘Lagar de Pinón’”, cuando escribe:

Aquí sorbió aquel gallu la Quintana, bebedor de tarreña y de lo aneyu, gloria de la tabierna, el Marilanu, más xarres que da’al añu una fontana.

El ritual de la espicha suele ir aparejado en algunas composiciones a la consumición de notables cantidades de sidra y el consabido alarde del que suelen hacer ostentación los bebedores más bravucones. En “Chispes”, un cantar del poeta Albino Suárez, se lee esto:

¡Eh, echa un culete p ’cá y pon ena quella mesa una caja, pero apriesa que hay secañu cuanta ya...!

Y después, sin tardar na, pon una tortilla -o dos... -¿Quién diz que non ye pa nos? ¡Pa nos ye, que la sidrina 234 JOSÉ LUIS CAMPAL FERNÁNDEZ

con boro ña y con sardina sabe que lo lleva Dios...!

El poeta allerano José Campo Castañón se lamentaba en los años 70 de este siglo de la baja calidad de la sidra actual; en una quintilla declara:

Hoy, la sidra asturiana nun calienta les cabeces ni pon a la xenta ufana, comu si en vez de manzana tuviera fecha de nueces.

Cuando la sidra no resultaba apta para el consumo se destinaba a vina­ gre de sidra, un producto muy apreciado como nos informa Marcos del Tomiello:

Pero entoneles non la beben los que saben aprecíala; queda en casa pa vinagre, la que muncho bien se paga.

Para concluir, señalar escuetamente que cuando surgan a finales del siglo pasado las primeras empresas asturianas dedicadas a la elaboración de sidra achampanada, los poetas no les concederán su parabién. El chispeante humor de Vital Aza así lo remarca:

Y no es la sidra dulce achampañada (propia de damisela remilgada), la que los dioses beberán, de fijo. Es la pura, la limpia y transparente, cuyo grato amargor nos enajena; la que busca el sidrero inteligente: ¡la sidra de tonel! ¡Esa es la buena!

El popular vate Marcos del Tomiello opinaba, por su parte, que si la sidra era buena, la variedad achampanada nunca podría hacerle sombra:

Mas la sidra que ye sidra manteguera, la qu espalmia, la que tien un palo güeno, qu escentella i fiende-i Valma, LA SIDRA EN LA POESÍA la qu esfecha en panizales en el vaso da la cara, esa sidra dexa bizcos a los vinos de Champaña. DOCUMENTA

PRECISIONES EN TORNO A UNA MONEDA ROMANA DE LA CECA DEIULIA TRADUCTA HALLADA EN BANDUJO (PROAZA, ASTURIAS)

ENRIQUE BURGUET FUENTES Numismático SERGIO RÍOS GONZÁLEZ Arqueólogo

En el Inventario Arqueológico del Concejo de Proaza, realizado a ini­ ciativa de la Consejería de Educación, Cultura, Deportes y Juventud del Principado de Asturias, se incluye una ficha dedicada a una moneda hallada en la localidad de Bandujo (Ríos, 1995: 201). El principal interés de esta pieza radica en su valor histórico, dado que procede de un ámbito de la región astu­ riana, la cuenca del río Trubia, donde los testimonios de la romanización son muy escasos. Asimismo, esta acuñación presenta algunas características que le dotan de cierto interés numismático. La moneda fue encontrada casualmente por una vecina en una huerta de su propiedad el 24 de febrero de 19941. El lugar del hallazgo se encuentra den­ tro del perímetro habitacional de este núcleo rural del concejo de Proaza, el cual a su vez se enclava en la vertiente norte de la sierra de Gradura, a unos 650 m. de altitud, lo que equivale aproximadamente a una situación de media ladera entre el cauce del río Teverga, uno de los dos afluentes que forman el río Trubia, y la línea cimera del cordal. El paisaje de la zona se caracteriza por la presencia de fuertes desniveles, circunstancia que se traduce en una esca­ sez de terrenos aptos para el cultivo y en el predominio de masas forestales, formadas principalmente por castaños. Como ya se ha indicado, los testimo­ nios de la romanización en la zona son poco relevantes. A este respecto mere­ ce especial mención una explotación minera situada en las inmediaciones, dado que sólo dista del lugar del hallazgo numismático unos 2750 m en línea

1 Agradecemos a D8 Marina Díaz Fernández las facilidades dadas para el estudio de la pieza. 2 3 8 ENRIQUE BURGUET FUENTES Y SERGIO RÍOS GONZÁLEZ de aire. Estos vestigios de antiguos laboreos mineros, que fueron localizados igualmente durante las prospecciones relacionadas con la elaboración de la Carta Arqueológica de Proaza, ofrecen señales evidentes del empleo de la téc­ nica de laRuina Montium, circunstancia que permite adscribirlos a época romana (Ríos, 1995: ibidem; Ríos y García de Castro, e.p.).

Clasificación de la pieza Se trata de un as que participa de las características propias de la segun­ da emisión deIulia Traducía , en tomo a los años 11-10 a.C. (Chaves, 1981: pp.45-54). Valor: As (AE). Módulo: 23'2-24'1 mm. Peso: 6'500 grs. El estado de conservación es deficiente, dado que la pieza acusa un marcado desgaste. Anverso: cabeza desnuda de Octavio a la izquierda, enmarcada por una gráfila de puntos muy perdida. Leyenda: Delante del busto: (PERM.CAES) Detrás: (A)VG (retrógrada) Reverso: láurea cerrada formada por dos ramas enlazadas en su extremi­ dad basal, la cual aparece ornada de tres puntos. Clípeo en el remate. El borde de la cara aparece rodeado por una gráfila de puntos muy perdida. Leyenda (dos líneas separadas por un punto): (IVLI)A/TRAD

El retrato del anverso es el característico de estas acuñaciones hispanola- tinas, presentando el emperador un rostro de hombre joven, con el pelo dis­ puesto en mechones. El cuello aparece incompletamente grabado, circunstan­ cia que igualmente no es rara en las monedas de esta ceca (Chaves, 1979: 79- 84). En el reverso, la alineación de tres puntos en la base de la láurea es por el contrario un motivo poco corriente, ya que comúnmente acostumbran a figurar cuatro. De hecho, Chaves sólo documenta un ejemplar que responda a estas características (1979: pp. 43-44, lám VII, n2469). Por lo que respecta a la técnica de fabricación, la rodaja metálica mues­ tra inequívocas señales de haber sido obtenida a través de la técnica conocida como “del canalillo” (Beltrán, 1950: 57-58). Con este sistema, la obtención del cospel o flan se efectuaba por medio de un molde bivalvo de forma arbo­ rescente. El metal fundido era introducido en un canal de alimentación que ramificaba en diversos canales secundarios, que a su vez desembocaban en los compartimentos estancos que daban forma a los futuros cospeles. Normalmente, estos compartimentos presentaban el contorno biselado, con el objeto de facilitar el desprendimiento en bloque de la totalidad del contenido del molde. Así, una vez enfriado el metal, se procedía a la separación de las PRECISIONES EN TORNO A UNA MONEDA ROMANA DE LA CECA DE IULIA. 2 3 9 rodajas metálicas mediante una fractura provocada por presión, la cual nor­ malmente dejaba una señal en forma de muesca en la pieza, como es el caso del ejemplar asturiano que nos ocupa. El paso siguiente del proceso de fabri­ cación de la moneda era el troquelado que, tal y como era común en el Mundo Antiguo, se realizaba a martillo por medio de dos troqueles, uno fijo y otro móvil. La simplicidad de esta técnica, tanto en lo que respecta al proceso de obtención de la rodaja metálica como en el de acuñación, provocaba inevita­ blemente imprecisiones en la estampación de los motivos y leyendas. De este modo, en la pieza de Bandujo se observa cómo la gráfila de puntos de ambas caras, el cuello del retrato y parte de la leyenda del anverso no fueron graba­ dos al no haber sido convenientemente centrados los troqueles. Se trata en suma de una moneda que manifiesta elocuentemente las características técni­ cas y de la rudeza formal propias de las producciones de las cecas de la Bética y la Lusitania, especialmente de las piezas de Colonia Patricia lulia y Traducía (Beltrán, 1950: 274).

Bibliografía

- Beltrán Martínez, A. (1950): Curso de numismática. Cartagena (2- ed.). - Chaves Tristán, F. (1979): “Las cecas hispano-romanas de Ebora, lulia Traducía y Colonia Romula”,N um ism a , 156-161, pp. 14-84. - Chaves Tristán, F. (1981): “Las cecas de Colonia Romula, lulia Traducía y Ebora (II)”, Num ism a, 168-173, pp.33-71. - Ríos González, S. (1995): “Resumen de la Carta Arqueológica de Proaza”, Excavaciones Arqueológicas en Asturias 3. 1991-1995, pp.200-202. - Ríos González, S.; García de Castro Valdés, C. (e.p.): “La explotación minera de Santa María de Traspena (Proaza, Asturias)”,Castrexos e romanos no noroeste. Coloquio de home- naxe a Carlos Alberto Ferreira de Almeida. Santiago de Compostela. 2 4 0 ENRIQUE BURGUET FUENTES Y SERGIO RÍOS GONZÁLEZ

Fig. 1. As de Bandujo, anverso. Se observan las estrías causadas por la abrasiva limpieza de la pieza realizada por su descubridora.

Fig. 2. As de Bandujo, reverso. DOCUMENTOS INÉDITOS DEL CONCEJO DE VALDÉS SOBRE EL NOMBRAMIENTO DE JOVELLANOS, MINISTRO DE GRACIA Y JUSTICIA

Ms ANTONIA FERNÁNDEZ OCHOA

Con motivo de nuestra investigación sobre Luarca y la tierra de Valdés1 tuvimos la oportunidad de manejar una amplia documentación entre la que se encuentran los documentos que hoy queremos dar a conocer. Estos documentos hacen referencia al nombramiento del ilustre asturia­ no D. Gaspar Melchor de Jovellanos como ministro de Gracia y Justicia, y, aunque breves, poseen el interés de ser un testimonio más que pone de mani­ fiesto cómo impactó en el Principado, concretamente en Valdés, tal nombra­ miento. Nos ha parecido oportuno sacarlos a la luz en este año en que celebramos el bicentenario del paso de Jovellanos por el ministerio de Gracia y Justicia, acontecimiento conmemorado en Gijón, su villa natal, con una magnífica exposición2.

LOS DOCUMENTOS Se trata de cuatro textos, que proceden del Archivo Municipal del Concejo de Valdés y forman parte del Protocolo de Actas de Ayuntamiento del año 1798. Son los siguientes: Documento 1: Acta de la sesión celebrada el 22 de enero de 17983. En ella se da cuenta del nombramiento de Jovellanos como “embajador electo para la embajada de Rusia y actualmente ministro de Gracia y Justicia”.

1 Fernández Ochoa, M. A.: “Luarca y la tierra de Valdés. 1650-1830. Población, sociedad y econo­ mía”. Ayuntamiento de Valdés, 1995. 2 Jovellanos, Ministro de Gracia y Justicia. Gijón, 11 Mayo a 28 Junio 1998. 3 Archivo Municipal Luarca (A. M. L.), Actas año 1798, p. 15 ss. 2 4 2 MARÍA ANTONIA FERNÁNDEZ OCHOA

En este acta se decide comunicar el acontecimiento “a los cuerpos del clero y la nobleza de este Concejo” y se acuerda “el que se le escriba a su Excelencia la enhorabuena manifestándole al mismo tiempo el grande afeuto que le profesa y parte que toma en sus prosperidades”.

Documento 2: Un oficio4 dirigido, cumpliendo el acuerdo anterior, al cuerpo de la nobleza de Valdés, fechado el 31 de enero de 1798. En él se les comunica que “acaba S. M. de confiarle, después de haberle nombrado embajador de Rusia, la Secretaría del Despacho Unibersal de Gracia y Justicia”.

Documento 3: Copia de la carta5 que envía el Ayuntamiento y Junta Municipal al Exce­ lentísimo Sr. D. Gaspar Melchor de Jovellanos, Ministro de Gracia y Justicia, dándole la enhorabuena por la elección, con fecha 29 de enero de 1798. En esta carta el Ayuntamiento valdesano manifiesta que con el nombra­ miento “no deve ser solo el ilustre Ayuntamiento de Xixón quien se congra­ tule” sino todo el Principado, del que Valdés es una parte.

Documento 4: “Contestación de la Enhorabuena dada al Exmo. Sr. D. Gaspar Melchor de Jobellanos”6. El texto fue escrito de mano de su secretario y en él se da las gracias al Ayuntamiento por su felicitación expresando “el deseo de que se proporcione ocasión de poder servir [al Concejo] como a todo ese Principado”. El saludo final y la firma son de puño y letra de Jovellanos “Ilustrisimos de V.S S. su más apasionado seguro servidor. Gaspar de Jovellanos.”

EL NOMBRAMIENTO Nos eximimos de tratar este tema, ampliamente comentado por Gonzalo Anes7. Solamente recordaremos que primeramente en octubre de 1798 fue nombrado embajador en Rusia8, y el 13 de noviembre el Príncipe de la Paz, en carta fechada el día 7, le comunica su nombramiento como ministro de Gracia y Justicia9.

4 A. M. L. Actas año 1798, p. 61 5 A. M. L. Actas año 1798, p. 17 6 A. M. L. Actas año 1798, p. 60. 7 Anes, G.: “D. Gaspar Melchor de Jovellanos: un filósofo ministro.” Catálogo Exposición Jovellanos, ministro de Gracia y Justicia. Gijón, 1998, p. 33 8 Gaspar Melchor de Jovellanos. “Diarios”. Ed. preparada por Julio Somoza, tomo II. Oviedo, 1953, p. 449. 9 Ibidem . p. 453. DOCUMENTOS INÉDITOS DEL CONCEJO DE VALDÉS SOBRE EL NOMBRAMIENTO.. 243

A estos dos nombramientos hacen referencia el Acta de Ayuntamiento y el Oficio al cuerpo de la nobleza, mientras que la carta de enhorabuena se limita a felicitarle por el ministerio de Gracia y Justicia, al que el propio Jovellanos alude en su contestación. El júbilo con que sus paisanos, familiares y amigos acogieron primero el nombramiento de embajador y después el de ministro nos consta por sus Diarios. Desde el primer nombramiento algunos Concejos e instituciones del Principado se hicieron presentes con sus testimonios de felicitación. Así, la villa de Candás le escribió “una atentísima enhorabuena, y envió en diputa­ ción a D. Marcos de Arenas y al Licenciado Solís”10. Más tarde el martes 7 de noviembre “vino la diputación de la Real Sociedad ... que han encargado un elogio y una égloga en obsequio mió”. Esa misma tarde “llegaron los de la Universidad”11. Recibido el nombramiento de Ministro de Gracia y Justicia Jovellanos reseña: “A la Iglesia; se cantó el Te Deum. Noche, luminosos fuegos, baile y demás preparado”12. En este contexto debemos encuadrar la enhorabuena que envía el Concejo de Valdés.

TRASCRIPCION DE LOS TEXTOS DOCUMENTO 1 ACTA DE AYUNTAMIENTO Dentro de las Reales Casas del Ayuntamiento de esta Villa de Luarca, Capital del Concejo de Valdés, en el Principado de Asturias, a veinte y dos días del mes de enero de mil setecientos noventa y ocho, estando juntos en su Ayuntamiento los Señores D. Femando Abello y Valdés, Juez Noble, D. Josef Díaz Bayón, Teniente de Alférez Mayor, Regidor perpetuo y Clavero; D. Domingo García de Trio, D. Ignacio López Oliveros, Diputados del Común, D. Femando José Rico Villademoros, Procurador General Noble, y D. Josef Martin Rico, Síndico personero, y que componen autualmente la Junta muni­ cipal digeron: Que como naturales de este Noble Principado que para su dicha y felicidad merece tener por suyo el Escelentísimo Sr. D. Gaspar Melchor de Jobellanos, embajador electo para la embajada de Rusia y autualmente Ministro de Gracia y Justicia del Rey Nuestro Señor (Dios le guarde) ascen­ sos devidos a los superiores méritos de su Excelencia no debian mirarlo con frialdad e indiferencia y sí abrir las puertas al gozo que tienen, efecto de lo

10 Ibidem. p. 450 11 Ibidem. p. 452 12 Ibidem. p. 454 244 MARÍA ANTONIA FERNÁNDEZ OCHOA mucho que se interesan en tener un Paisano tan bien colocado que a conse­ cuencia no omitirán cuanto sea dable y permitan las circunstancias en cuanto se halla esta municipalidad y su Concejo las demostraciones de jubilo que puedan juzgando deben entrar a la parte ya que son muy acrehedores como tan interesados los Cuerpos del Clero y la nobleza de este Concejo a quienes se les pasaran los correspondientes avisos por medio del dicho Sr. Teniente de Alferez Mayor, que lo hara en la forma que le parezca dirigiéndolos al Clero por medio del Dotor D. Josef Florez Estrada Cura propio de esta Capital y su anexo, y a la Nobleza por el de D. Josef Maria de Meras y Queipo, cuyos tres Señores a quienes se comisiona acordaran entre sí lo demás que corresponda y sea posible afín de manifestar los justos deseos de la Junta. Digeron tam­ bién que es muy debido el que se le escriba a su Excelencia la Enorabuena manifestándole al mismo tiempo el grande afeuto que le profesa, y parte que toma en sus prosperidades; cuyo paso esperan dichos Señores se digne admi­ tir con la veninidad que acostumbra. Quedando este punto también a cargo de dicho Sr. Teniente de Alferez mayor a quien se le de el certificado que pida de este acuerdo. Asi lo acordaron, mandaron y firmaron escepto el Diputado Oliveros por no saber, de que yo Escribano de Ayuntamiento doy fe.= Enmendado digne = Entre renglones a consecuencia = valga. (Firmado) Femando Abello y Valdes - Josef Diaz Bayon - Domingo G- de Trio - Femando Josef Rico Villademoros - Josef Martin Rico. Antemi D. Miguel Garcia de San Julián. En veintinueve de Enero de noventa y ocho saque el certificado que me pidió el Sr. Teniente de Alferez mayor del acuerdo anterior para acompañar la competente carta de enorabuena cuya copia simple saque a este folio. Doy Fe. San Julián.

DOCUMENTO 2 Al cuerpo de la Nobleza dé Valdés Oficio al cuerpo de la Nobleza con motibo del obsequio a dicho Sr Exmo. por medio de Dn José María Merás.

Señor Basta recordar al Noble que lo es para que entre gustoso en todos sus deveres. Será amante de la Patria, y se sacrificará por ella: de aqui nace que si la Nobleza halla que algún Patriota da lustre al Pays, a porfía desempeña­ rá la obligación de dar gracias al Altísimo de un modo público y constante. Estamos en este caso: El Rey, el gran Carlos cuarto Nuestro Soberano atiende los singulares méritos de un Asturiano, del Escelentisimo Señor Don DOCUMENTOS INÉDITOS DEL CONCEJO DE VALDÉS SOBRE EL NOMBRAMIENTO... 2 4 5

Melchor de Jobellanos. Recientemente acaba S. M. de confiarle despues de haberle nombrado Embajador de Rusia, la Secretaria del despacho unibersal de Gracia y Justicia de que esta en posesión. Tengo por excusado decir a la Nobleza, con quien hablo si este compa­ triota da lustre a nuestro suelo y si a consequencia debe hacer una pública demostración de gracias al Omnipotente. A este fin le dirijo este (cuyo honor me ha proporcionado el Ayuntamiento por su acuerdo de 22 del corriente) por mano del Sor Dn. José María Merás y Queipo que esta comisionado para recivir al fin propuesto cuanto franquee la liberalidad de los Nobles de Valdés. Dios guarde a tan Ilustre cuerpo. Luarca y enero 31 de 1798 (Firmado) Josef Diaz Bayon

DOCUMENTO 3 COPIA DE UNA CARTA ESCRITA AL EXCELENTISIMO SEÑOR D. GASPAR MELCHOR DE JOBELLANOS, MINISTRO DE GRACIA Y JUS­ TICIA Excelentsimo Señor: Crehe el Ayuntamiento y Junta Municipal de la Villa de Luarca y su Concejo de Valdés en Asturias que no deve ser solo el ilustre Ayuntamiento de Xixón quien se congratule de que V.E. tenga la satisfación que apetece en sus ascensos, alegrese y regocijese Xixón, que es muy justo, y merezca también las primeras atenciones de V.E. pues ha tenido la dicha de que naciese en aquel fértil suelo; pero también nació V.E. al mismo tiempo en Asturias y para Asturias, y Valdés es una parte del Principado. Por lo mismo Señor Excelentisimo entramos todos a la parte en el jubilo, y a con­ sequencia tiene por obligación acordado este Ayuntamiento y municipali­ dad dar, como da, a V.E. la mas cumplida enorabuena por el ministerio de Gracia y Justicia que la sabia elección del Rey Nuestro Señor puso al cargo de V.E. Suplica este Cuerpo, de que somos miembros, se digne V.E. de admitir con gusto esta levísima demostración del gran afecto que le profesa y deseo que tiene de repetirle otras por mayores ascensos, devidos a las singulares prendas de V.E. Dios guarde a V.E. muchos años. Casas consistoriales de la Villa de Luarca, y enero 29 de 1798

Excelentisimo Señor = Femando Abello y Valdés = José Diaz Bayón = Manuel García de la Villa = Domingo Garcia de Trio = José Martín Rico 246 MARÍA ANTONIA FERNÁNDEZ OCHOA

DOCUMENTO 4

CONTESTACION DE LA ENHORABUENA DADA AL EXMO. Sr. D. GASPAR MELCHOR DE JOBELLANOS

Muy Señores mios: aprecio mucho la honra que me hace ese Ilustre Ayuntamiento y Junta Municipal en felicitarme con el motivo de mi nombra­ miento al Ministerio de Gracia y Justicia, y doy a V.S.S. las mas atentas gra­ cias, esperando que hagan presente mi gratitud al mismo Ayuntamiento, como el deseo de que se proporcione ocasion de poderle servir, como a todo ese Principado. Ntro. Señor guarde a V.S.S. muchos años. Aranjuez 7 de febrero de 1798

limos, de V.SS. su mas apasionado seguro servidor Gaspar de Jovellanos

Al Ilustre Ayuntamiento y Junta Municipal de la Villa de Luarca

A MODO DE CONCLUSION La presentación de estos documentos archivados en Luarca no es sino una modesta aportación que vuelve a poner de relieve el reconocimiento que siempre tuvo la figura de Jovellanos en Asturias. Dichos textos, a pesar de su parquedad, manifiestan el ambiente de satisfacción que se creó en el Principado a propósito del nombramiento de Jovellanos como Ministro de Gracia y Justicia. En este sentido, constituyen una constatación del vibrar del Concejo de Valdés que, por medio de sus representantes, se hizo solidario de la nueva aventura política emprendida por el polígrafo gijonés. Por otra parte, los documentos muestran un aspecto emotivo, es decir, se verifica una vez más, cómo Jovellanos ya en vida gozó no solo del prestigio sino también del cariño de sus paisanos al que siempre correspondió y que, como sabemos, expresó con hechos fehacientes y del que dejó constancia en sus Diarios: “Yo sólo lloro de pena de dejar un pueblo que me ama y de gozo de ser amado”13.

13 Ibidem, p. 450 DOCUMENTOS INÉDITOS DEL CONCEJO DE VALDÉS SOBRE EL NOMBRAMIENTO... 2 4 7 PRECIO DE SUSCRIPCIÓN ANUAL: España, 2.600 ptas. Extranjero, 3.000 ptas.

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