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pensando la política Intelectuales y democracia en Chile, 1973-1988 © The Johns Hopkins University Press, 1994 Traducción a cargo de: Patricio Mason Producción a cargo de Uqbar Editores, 2016 Carlos Antúnez 2441 - Providencia Teléfono (56) 2 2224 7239 Santiago de Chile www.uqbareditores.cl isbn: 978-956-9171-97-0 Quedan prohibidos, dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibi- mientos legalmente previstos, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, el tratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y por es- crito de los titulares del copyright. Diríjase a la Sociedad de Derechos Literarios - Sadel (http://www.sadel.cl), si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Para Miri, Mile y Manchi Índice El porqué de esta publicación xi Prólogo a la versión en español xiii Prólogo xv Agradecimientos xxi Principales centros privados de investigación de Chile xxiii 1. Introducción 1 2. Contexto histórico 15 3. Reinstitucionalización y autocrítica: 1973-1982 47 4. Convergencia y mirada de futuro: 1983-1986 97 5. La modernización de la política: 1987-1988 163 6. Conclusión 211 Índice onomástico 227 El porqué de esta publicación xi El porqué de esta publicación En CIEPLAN hemos decidido republicar este libro traducido al español porque es un excelente análisis sobre el aporte que hicieron los intelec- tuales al mundo político durante la transición a la democracia. En el marco de los procesos que se vivían en América Latina, el libro plantea que un elemento distintivo de la transición chilena fue el importante rol que jugaron los think tanks en la construcción de un país democrático. Por otro lado, esta investigación propone lecciones a partir de esa experiencia que –más allá del contexto histórico específico– siguen siendo útiles y están plenamente vigentes en la actualidad. El texto destaca la importancia del desarrollo de un pensamiento intelectual que permita crear una infraestructura estratégica para influir en las decisiones de los políticos y aportar a un modelo de desarrollo anclado en valores como la democracia, la participación ciudadana y el respeto a los derechos humanos. Estamos republicando esta obra en el marco de la celebración de los 40 años de CIEPLAN porque, además de su valor intrínseco, que- remos agradecer el apoyo incondicional de la Fundación Ford a los think tanks en su trabajo por recuperar la democracia. Sin su apoyo los centros de pensamiento no habrían podido llevar adelante sus proyec- tos de investigación y quizás no habrían logrado subsistir en aquellos tiempos tan difíciles. Especialmente queremos hacer un reconocimiento a personas como Peter Bell, Peter Hakim y Jeffrey Puryear, autor de este libro, quienes per- sonalmente se comprometieron con un apoyo incansable al desarrollo de think tanks de excelencia en Chile y otros países de América Latina. Alejandro Foxley Prólogo a la versión en español xiii Prólogo a la versión en español Después de releer el libro, que escribí hace más de dos décadas, sigo creyendo que el texto captura las extraordinarias condiciones que pre- valecieron durante un periodo clave en la historia de Chile, y docu- menta la respuesta de un grupo de intelectuales (la mayoría de ellos científicos sociales). Además, extrae una serie de lecciones de la expe- riencia chilena que continúan siendo razonables e incluso útiles. Entre ellas se destacan dos: • En tiempos de cambio social fundamental, el potencial de los intelectuales para influir en la política puede aumentar de ma- nera significativa y rápida. • Las redes de intelectuales modernos y autónomos pueden desempeñar muchas funciones positivas, pero es difícil sa- ber de antemano cuáles serán estas funciones. Por lo tanto, es importante pensar en los intelectuales como una especie de infraestructura estratégica, como las modernas carreteras, aeropuertos o redes eléctricas, que deben establecerse y man- tenerse antes de asignarles un uso específico. Tienen que estar a la mano y listos para cuando surja la necesidad. Estoy feliz de que este libro haya sido publicado en español pues facilitará el acceso de este estudio a una audiencia más amplia. En pri- mer lugar agradezco a Alejandro Foxley, que durante años me instó a traducirlo y se ofreció a publicarlo en colaboración con CIEPLAN. Sin su empuje y apoyo la versión en español no se habría realizado. Agradezco también a la Fundación Ford que, después de haber finan- ciado el estudio original, decidió financiar su traducción al español. xiv Pensando la política Durante varias décadas, la Fundación Ford jugó un papel importante en Chile, apoyando el desarrollo de una ciencia social moderna, ayu- dando a preservar el pensamiento crítico e independiente durante un régimen represivo, y promoviendo una transición pacífica y exitosa hacia la democracia. Sospecho que hay pocos otros casos en los que la Fundación Ford haya invertido tantos recursos durante tanto tiem- po con un impacto tan significativo. Agradezco a Patricio Mason, que tradujo el libro al español y respondió con paciencia y profesionalis- mo a más de los doscientos comentarios y preguntas que le formulé. Doy gracias también a mi esposa, Myriam Waiser, por la revisión de cada palabra de la traducción, y por sus valiosos comentarios y suge- rencias. Finalmente, agradezco a CIEPLAN, y especialmente a su jefa de comunicaciones, Cecilia Barría, por convertir el texto traducido en una publicación acabada. Todos merecen reconocimiento por su con- tribución a la publicación de este libro. Jeffrey M. Puryear Prólogo xv Prólogo El presente estudio aborda la forma en que la intelectualidad contribu- yó al diseño de la transición democrática chilena. El 5 de octubre de 1988, una coalición opositora derrotó al general Augusto Pinochet en un plebiscito en que se definía su prolongación en el poder, generando un antes y un después en la larga lucha que dieron los chilenos con- tra una de las dictaduras militares más represivas de América Latina. Tanto fue así, que las elecciones presidenciales y parlamentarias reali- zadas un año más tarde fueron casi un anticlímax. El tema decisivo –si Pinochet se mantendría en el poder sin elecciones libres hasta 1997, o si lo entregaría tras realizar elecciones presidenciales y parlamentarias abiertas en 1989– había quedado zanjado en el plebiscito. Hasta ese momento, Pinochet había parecido prácticamente in- vencible. Luego de hacerse con el poder en un cruento golpe de estado en 1973, el dictador había establecido un férreo régimen militar que transformó drásticamente la institucionalidad social y económica del país. El régimen había logrado superar la desastrosa crisis de la banca de 1982 y retomado la senda del crecimiento. Combinando hábilmente ardides y represión, Pinochet había logrado controlar las masivas pro- testas desatadas tras la crisis económica de 1983. Mantenía un apoyo casi unánime en el empresariado y las fuerzas armadas, y tenía parti- darios en todos los estratos sociales. La oposición, a pesar de años de grandes expectativas y aun mayores esfuerzos, no lograba generar un movimiento amplio en su contra. Muchos dudaban de que Pinochet fuera siquiera a permitir un plebiscito limpio sobre su prolongación en el poder hasta 1997, con- forme lo preveía la Constitución que el régimen y sus partidarios ha- bían impuesto en un polémico plebiscito realizado en 1980. Y aunque xvi Pensando la política así fuera, pocos creían que la díscola agrupación de partidos de centro e izquierda que se le oponían fuera a ser capaz de estructurar una al- ternativa y una campaña capaces de defenestrarlo. No obstante todo lo anterior, el régimen permitió el plebiscito, la oposición estructuró una alternativa, y Pinochet perdió. En América Latina, especialmente a partir de 1980, hubo frecuen- tes transiciones a la democracia. Quince regímenes militares entrega- ron el poder a gobiernos civiles electos, dejando a Cuba como la única dictadura latinoamericana en el poder. Y pese a sus grandes diferencias en cuanto a ritmo y secuencia, ninguna de estas transiciones fue verda- deramente revolucionaria. Todas evolucionaron de forma pausada, en mayor o menor grado conforme a un cronograma fijado de antemano. Y en todas ellas, aunque por distintos motivos, medió una decisión de las fuerzas armadas de dejar el poder. La transición chilena no fue la excepción. Tras el golpe de 1973, la Junta Militar no entregó el poder a los civiles, como muchos esperaban, sino que conformó una comisión para elaborar una nueva Constitu- ción. En 1980 se promulgó una carta fundamental que mandataba un retorno gradual a la democracia: Pinochet seguiría siendo presidente hasta 1989, con la opción de prolongarse hasta 1997. La democracia que se contemplaba estaría cargada de elementos autoritarios, entre ellos la figura de los senadores vitalicios y la tutela militar permanente sobre la vida política. Lo que distingue a la transición chilena fue el extraordinario papel que le cupo a la intelectualidad. En otros países, las transiciones fueron en general iniciativa de altos oficiales, cúpulas partidarias y élites eco- nómicas. El mundo intelectual, cuya crítica a veces inspiró o aceleró los procesos de cambio, rara vez participó de forma directa o extensa, tendiendo más bien a limitarse –con algunas notables excepciones– a la función académica tradicional. En un plano histórico más general, como señaló Lewis Coser: «El conocimiento puede dar poder, pero incluso así, los hombres de conocimiento rara vez han sido hombres de poder» (Men of Ideas: A Sociologist’s View [New York: Free Press, 1965], 135). Pero en Chile ocurrió algo distinto. Muchos observadores que vi- sitaban el país durante la dictadura quedaban impresionados por la visibilidad y vigor de un amplio grupo de centros privados de investi- gación creados por destacados intelectuales formados en el extranjero, Prólogo xvii la mayoría cientistas sociales dedicados casi exclusivamente a la inves- tigación, la publicación, el debate y otras actividades académicas.