MOR000069037 Gobierno Negocios Y Ley Seca.Pdf
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Índice Introducción............................................................................................................................2 CAPÍTULO I. EL DISTRITO NORTE DE LA BAJA CALIFORNIA EN EL PERIODO 1900-1920....................20 1. La coyuntura fronteriza...................................................................................................21 2. El ascenso político del coronel Esteban Cantú...............................................................31 3. El gobierno de Esteban Cantú , las empresas y los negocios “alegres” en el Distrito Norte de la Baja California.............................................................................................36 4. Las relaciones de Cantú con los empresarios y sus negocios particulares......................49 CAPÍTULO II LA MORAL REVOLUCIONARIA DEL GRUPO SONORENSE CONTRA LA HERENCIA VERGONZOSA DEL GOBIERNO DE ESTEBAN CANTÚ.....................................................67 1.La incierta campaña moralizadora en contra de los casinos.............................................74 2. Un costal lleno de vergüenzas.........................................................................................105 CAPÍTULO III. LOS NEGOCIOS DE ABELARDO L. RODRÍGUEZ EN LA DÉCADA DE 1920. LAS FUENTES PARA LA FORMACIÓN DE SU CAPITAL.......................................................119 1. Origen, vocación y destino. En busca de oportunidades...............................................121 2. Los negocios de Rodríguez en la década de los veinte.................................................136 3. Licores y opio. Otras fuentes para la formación de un capital......................................156 CAPÍTULO IV. EL GOBIERNO DE ABELARDO L. RODRÍGUEZ Y LOS CASINOS EN EL DISTRITO NORTE DE LA BAJA CALIFORNIA. UNA OPORTUNIDAD DE MEDRAR.........................................182 1.El gobierno de Rodríguez y los casinos en el Distrito Norte de la Baja California.........183 2. Contribuyentes, colaboradores, amigos y socios............................................................192 3. El juego como negocio. El casino Agua Caliente...........................................................216 Conclusiones.......................................................................................................................236 Fuentes de información.......................................................................................................242 2 Introducción La revolución de 1910 en México propició la formación de una nueva elite política constituida por militares, caudillos y “hombres fuertes”. Algunos de los jefes revolucionarios y sus allegados aprovecharon su triunfo en la lucha armada para enriquecerse valiéndose de diversos medios. Según Héctor Aguilar Camín, apropiarse de una hacienda, vender a buen precio sus influencias en el gobierno, obtener en los bancos estatales préstamos incobrables, saquear el presupuesto y comerciar con el forraje de la caballada de sus soldados fueron algunas de las vías socorridas.1 Con esta base pecuniaria, al amparo del poder político surgió un nuevo empresariado cuyas actividades económicas comenzaron a ser notorias después de 1925, tras la consolidación del Estado posrevolucionario.2 Entre los grupos encumbrados al fin de la revolución destacó el sonorense. En el decenio que dio inicio en 1920, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, miembros conspicuos de ese grupo tuvieron acceso al poder del Estado. Desde allí, en su papel de presidentes de la república patrocinaron el ingreso de algunos de sus coterráneos a dependencias estatales 3 y colocaron en puestos diplomáticos, administrativos y gubernamentales a parientes, amigos y hombres de su confianza, quienes en menor o en mayor medida medraron desde sus posiciones. Para gobernar el Distrito Norte de Baja California en los años entre 1920 y 1929, De la Huerta, Obregón y Calles contaron con la colaboración de cuatro civiles y un militar, 1 Héctor Aguilar Camín, “Los jefes sonoreses de la revolución mexicana” en D. A. Brading, Caudillos y campesinos en la Revolución mexicana, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 158. 2 María del Carmen Collado Herrera, Empresarios y políticos, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, 1996, p. .20. 3 gente de su confianza. El primer gobernador de los sonorenses fue Luis Mauricio Salazar (conocido en la documentación oficial como Luis M. Salazar), originario de Guaymas y amigo de Adolfo De la Huerta. Salazar estuvo al frente del despacho los meses de agosto y septiembre de 1920. En octubre fue sustituido por el ingeniero Manuel Balarezo, nombrado por el mismo De la Huerta. Balarezo duró en el puesto escasos cinco meses y fue reemplazado por Epigmenio Ibarra hijo, designado por Obregón en marzo de 1921. Ibarra fue destituido por el caudillo en menos de un año y el puesto fue ocupado en febrero de 1922 por José Inocente Lugo, pero su estancia tampoco fue duradera, en octubre de 1923 recibió la orden de entregar el poder al general Abelardo L. Rodríguez, quien lo conservó hasta noviembre de 1929.4 Según la información de que disponemos al momento, de estos cinco hombres sólo Luis Mauricio Salazar y Epigmenio Ibarra tenían vínculos con el empresariado antes de llegar al gobierno del Distrito. Salazar había dirigido una empresa familiar establecida al sur de California con intereses en la pesca en el litoral occidental de Baja California; Ibarra había desempeñado en Hermosillo, Sonora, el puesto de gerente del Banco Mercantil y Agrícola de Sonora. José Inocente Lugo era un abogado político y Abelardo L. Rodríguez un militar bien relacionado con el nuevo grupo en el poder. Manuel Balarezo no era político ni militar y al parecer su breve inclusión en el aparato estatal se debió a que De la Huerta vio en él dos cualidades que le parecieron convenientes para nombrarlo gobernador: ser nativo de Baja California y conocer la realidad social y económica de la península.5 3 Barry Carr, “Las peculiaridades del norte mexicano, 1880-1927: ensayo de interpretación”, en Historia Mexicana vol.XXII, núm.3, enero-marzo 1973, p. 321. 4 Max Calvillo Velasco, Gobiernos civiles del Distrito Norte de la Baja California 1920-1924, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, 1994, pp. 49-86. 5 Ibidem, p. 54. 4 Hasta donde sabemos de los cinco gobernadores mencionados sólo Luis Mauricio Salazar y Abelardo L. Rodríguez se convirtieron en empresarios durante ese periodo. Al comenzar el decenio del treinta ambos descollaron en Baja California como inversionistas en compañías pesqueras, pioneras en el litoral occidental de México. Los otros tres gobernadores no sobresalieron como hombres de negocios en ninguno de los poblados fronterizos de la península. La información documental y bibliográfica revisada en el curso de esta investigación, que incluyó libros de notarios y del registro público de la propiedad no refieren que alguno de ellos creara en aquella región empresas o que hiciera negocios. Hay razones para suponer que Salazar y Rodríguez hicieron fortuna durante la década de 1920 con protección del Estado, pues antes de ocupar la gobernatura ninguno de los dos fue un hombre acaudalado. Salazar contó con una mejor base para emprender negocios y hacer dinero al margen de su efímero puesto político. Provenía de una familia pequeño burguesa emparentada con miembros de la elite porfirista de Guaymas, además, antes y después de fungir como gobernador estuvo al frente de empresas familiares.6 Abelardo L. Rodríguez, en cambio, descendía de una familia proletaria. Al asumir el gobierno federal el grupo sonorense intentó controlar las inversiones extranjeras y comenzó a impulsar el desarrollo nacional. Sin embargo a corto y mediano plazo los resultados obtenidos fueron desiguales en el país. En el Distrito Norte de Baja California, región poco poblada, aislada de las zonas populosas de la república y por largo tiempo vinculada de modo primordial a la Unión Americana, el proceso fue lento. El logro más notable del gobierno en el norte de Baja California se dio en términos de colonización y desarrollo agrícola en el valle de Mexicali, pero con resultados limitados. 6 Memorándum del jefe de Pesca en el Distrito Norte de Baja California, s/l, s/f, Archivo Histórico del Estado de Baja California (en adelante AHEBC), caja 413, exp.852/671.42/998. 5 En la década de 1920 las condiciones económicas en el Distrito eran precarias. Las principales actividades económicas eran realizadas por empresas estadounidenses y se concentraban en la agricultura basada en el monocultivo del algodón en el mencionado valle. De acuerdo a los datos registrados en dos informes administrativos que abarcan el periodo 1919-1927,7 la economía en el Distrito Norte de la Baja California se hallaba estancada. Una revisión somera de la información relativa a este periodo indica que los empresarios locales tenían puestas sus expectativas en el comercio. En menor medida se ocupaban de la agricultura y de la ganadería, actividades económicas que eran consideradas seguras y no requerían fuertes inversiones. La industria era incipiente y raquítica debido al tamaño reducido de la población (que además consumía artículos estadunidenses) y a la ausencia de empresarios dispuestos a arriesgar capital en el ámbito de la producción. Entre las pocas empresas industriales existentes eran notorias algunas fábricas de cerveza y vinos así como varias procesadoras de algodón