De los a las instituciones

UERTOS ZAPATA Y CARRANZA, derrotado Villa y en un país militarizado, amenazado por numerosas gavillas, fue im- perativo afrontar éstos y otros problemas políticos para cumplir con los postulados de la revolución. De los más importantes eran entregar tierras a los campesinos (sólo se había repartido el 1 °/o de las tierras laborables), la pacificación total para sentar las bases del desarrollo económico y la institucionalización del poder con el reconocimiento del nuevo gobierno por otras naciones y, particu- larmente de los Estados Unidos.

Los caudillos sonorenses Adolfo de la Huerta, Alvaro Obregón y Plutarco Elias Calles surgieron como nuevos líderes y presiona- ron hasta lograr que el primero fuese nombrado por el Congreso presidente interino, para gobernar del Io de junio al último de noviembre de 1920, en tanto se convocaba a elecciones.

De la Huerta, responsable de mantener la hegemonía de su grupo, neutralizó o eliminó a ciertos enemigos del obregonismo, entre ellos a Jesús M. Guajardo, quien traicionó a Zapata y fue ejecu- tado por intentar sublevarse a favor de Pablo González, quien tiempo después salió del territorio nacional. Amnistió a Francisco Villa por los convenios de Sabinas, entregándole en propiedad la hacienda de Canutillo, y al expulsar a Félix Díaz, anuló al último

105 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 representante militar de la dinastía porfirista. De la Huerta consi- guió la pacificación del país, a pesar de los levantamientos ocurri- dos durante su breve interinato.

Obregón reanudó su campaña presidencial enfrentándose al inge- niero Alfredo Robles Domínguez, considerado "neocarrancis- ta", apoyado por el Partido Nacional Republicano. El programa del divisionario sonorense proponía mantener la inviolabilidad de la soberanía de la nación respecto a sus recursos naturales, esti- mular las inversiones extranjeras y dar apoyo a los terratenientes "progresistas" y pequeños propietarios capitalistas rurales. En profesión de fe agrarista, declaraba una alianza con el movimien- to zapatista.

En junio de 1920 se funda el Partido Nacional Agrarista (PNA) surgido de los antiguos clubes agraristas, encabezado por Anto- nio Díaz Soto y Gama, Aurelio Manrique, Rodrigo Gómez y Feli- pe Santibáñez. Este partido "se integraba casi exclusivamente con campesinos y perseguía como único objeto el desarrollo de Agraria" (Fuentes Díaz, 1969, p. 213).

En las elecciones presidenciales de septiembre, Alvaro Obregón obtuvo el triunfo, el 10 de diciembre de 1920 tomó posesión como Presidente Constitucional, por un período de cuatro años.

Desde que asumió la presidencia se dedicó a resolver los proble- mas nacionales más agobiantes, uno de los primeros, la reorgani- zación del ejército con el propósito de debilitar el poder de los caudillos militares; formó reservas, dio de baja a numerosos miembros del ejército, estableció colonias para ellos y aumentó el número de zonas militares para disminuir la influencia de los je- fes.

Favoreció igualmente la participación de organismos políticos ci- viles en la vida nacional para contrarrestar la preponderancia mi- litar y cimentar la base de poder de su gobierno. Por esta tónica oficial el Partido Nacional Agrarista y la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), dirigida por Luis Napoleón Moro- nes, fueron las instituciones que más apoyaron a Obregón y las más beneficiadas por la política gubernamental.

En el agro mexicano persistió el descontento porque el reparto agrario se había interrumpido, incluso, sólo en el estado de More- los se logró una transformación efectiva en el sistema de tenencia de la tierra. Las demandas campesinas fueron manejadas por el PNA; sin embargo, otras organizaciones lucharon por las reivin- dicaciones en el campo: una de ellas, la Liga de Comunidades Agrarias de , creada en marzo de 1923. "La liga, debido a la influencia comunista, estableció lazos con organismos obre- ros nacionales e internacionales ...Su influencia rebasó Veracruz, y pronto apareció en otros estados donde los gobiernos locales mostraron cierta simpatía por las demandas campesinas, como en Michoacán, Puebla, Jalisco, y Yucatán" (Meyer, 1981, p. 1209).

106 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Obregón comprendió la prioridad política del problema de los campesinos y prácticamente en su gobierno se inició la reforma agraria. ''Durante el primer año de su mandato distribuyó más tierras que Carranza en cinco años, casi en un total de 500 000 hectáreas. Pero después disminuyeron las superficies repartidas... Los acontecimientos políticos obligaron empero a Obregón a ace- lerar el ritmo de la distribución en 1923. Habiéndose rebelado... generales reaccionarios, tuvo que solicitar el apoyo campesino para mantenerse en el poder... Al final de su período, en 1924, Obregón había distribuido... 1 200 000 hectáreas de tierra a unos 100 000 campesinos" (Gutelman, 1983, p. 89).

El programa agrario obregonista tuvo "...los altos y bajos inevi- tables cuando dentro del gobierno mismo hay choques de intere- ses. Para no afectar demasiado los intereses de los latifundistas, Obregón sostenía que debía irse creando la pequeña propiedad agrícola sólo con los excedentes de los latifundios para evitar un desequilibrio económico''(Sánchez/Lafuente, 1979, p.2493). Su política agraria trató de equilibrar por una parte, la exigencia campesina por sus tierras, y por la otra, la resistencia de los terra- tenientes nacionales y extranjeros a entregarla a sus auténticos propietarios: los campesinos. Sin embargo, esta tímida reforma agraria obregonista provocó una violenta reacción de los terrate- nientes, quienes con el apoyo de un sector importante del ejército reprimieron al movimiento campesino.

"...muchos campesinos se vieron amedrentados... por las coléri- cas prédicas de los sacerdotes desde el pulpito y por las amenazas de los terratenientes, en el sentido de que 'las cosas tendrían que cambiar' y a los 'agraristas' ladrones que aceptaban tierras ejida- Ies 'robadas' se les haría 'perros del mal' por el resto de su vida" (Sánchez/Lafuente, 1979, p.2493).

El régimen de Obregón protegió decididamente a la CROM, con- virtiéndose en la institución obrera preponderante. A cambio de este apoyo el gobierno controló a través de la CROM, al movi- miento laboral. Sin embargo, no satisfizo en su totalidad las peti- ciones de los líderes cromistas, particularmente en la creación de un ministerio del trabajo, dirigido por Morones, y si bien nunca apoyó a otras organizaciones sindicales, tampoco su gobierno descansó sobre la base so cial obrera sino en la campesina.

La Confederación General de Trabajadores (CGT) constituida en 1921, fue la principal central obrera anarcosindicalista que se mantuvo independiente de la política oficial, por lo que luchó contra la CROM y el Estapo, aunque su influencia era bastante li- mitada.

Las relaciones entre la CROM y el gobierno acusaron altibajos, pues la Confederación goz:ó del apoyo gubernamental en distintos conflictos laborales. Pero, desde 1921 surgieron diferencias, al oponerse la central obrera a la represión de los trabajadores ferrocarrileros, aunque posteriormente -en 1923- la CROM ayu- dó a romper el movimiento de huelga tranviario en el Distrito Fe-

107 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 deral. Al final del gobierno de Obregón las diferencias se acen- tuaron cuando los líderes cromistas exigían más puestos guberna- mentales, "...entre ellos el de los 'ataches' obreros en las embaja- das de México..." (Fuentes Díaz, 1969, p.211).

En su conjunto, la política de Alvaro Obregón se caracterizó por un complicado juego de equilibrios entre las cosas contradictorias en que debía apoyarse, mas siempre mantuvo claridad en cuanto a sus objetivos revolucionarios y no vaciló en tomar las medidas más drásticas para llevarlos a cabo.

El 8 de julio de 1921 se crea la Secretaría de Educación Pública, nombrándose como titular a José Vasconcelos, quien propuso la regeneración de México mediante la cultura. Esta Secretaría reali- zó una trascendental campaña alfabetizadora: se establecieron es- cuelas rurales, bibliotecas y las "misiones culturales". Su labor editorial fue fecunda, destacando las colecciones de "clásicos", "lecturas clásicas para niños", "lecturas para mujeres", la revis- ta "El Maestro" y las cartillas de alfabetización. Fomentó la obra de Rivera, Orozco y otros muralistas mexicanos.

México atravesaba por una situación difícil a la que se sumó el conflicto religioso. La jerarquía católica criticó severamente la Constitución de 1917 -que aumentó y reafirmó los mandatos an- ticlericales de la de 1857- en especial, los artículos 3, 25, 27 y 130. Incluso, alentó las protestas de la Acción Católica Juvenil Mexi- cana (ACJM). Algunos gobiernos estatales comenzaron a dictar disposiciones un tanto violentas, lo que agudizó el problema. La tensión entre el Estado y la Iglesia aumentó en 1923 cuando el go- bierno tuvo que expulsar del país, por sus ataques al gobierno y violaciones a las leyes mexicanas, al nuncio apostólico Filippi, y detuvo la edificación del monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete, Guanajuato.

Acontecimientos que ensombrecieron aún más el panorama na- cional, fueron las tragedias políticas. En 1922 algunos señalados opositores de Obregón como Francisco Murguía y Lucio Blanco murieron asesinados; Juan Carrasco pereció en combate y Fran- cisco Villa fue acribillado en Parral, Chihuahua, el 20 de julio de 1923.

Por otro lado, el gobierno "...tuvo que responder a las pre- siones de la burguesía industrial y financiera, nacional e interna- cional, que exigía una rápida pacificación del país, y la organiza- ción del sistema financiero, que beneficiara a sus intereses... (así) tuvo que resolver dos problemas principales en materia finan- ciera: la restauración del crédito interno y exterior y la reorgani- zación fiscal" (Sánchez/Lafuente, 1979, p. 2496). Se dispuso la liquidación y devolución de los bancos incautados por el gobierno de Carranza, se dictaron leyes para reglamentar el funcionamien- to de los bancos y se creó la Comisión Nacional Ranearía.

Como los asuntos entre México y los Estados Unidos marchaban penosamente, Obregón, al igual que su antecesor, trató de llegar

108 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Lugar donde fue muerto Francisco Villa Parral, Chihuahua

a un acuerdo con la Casa Blanca para conseguir el reconocimien- to oficial. Las relaciones diplomáticas estaban interrumpidas des- de la muerte de Carranza, y en el intento por restablecerlas, el "Manco de Celaya" comisionó a De la Huerta para negociar la reanudación de pagos de la deuda externa. Utilizando el chantaje diplomático, en 1921 el gobierno norteamericano trató de obte- ner, a cambio de su reconocimiento al nuestro, la firma de un "tratado de amistad y comercio" que incluía cláusulas lesivas a la soberanía nacional.

"En México en 1920 no había una sola rama importante de la economía que no estuviera dominada por el capital extranjero" ' (Semo, 1984, p.250). A esta economía dependiente se sumaba una cuantiosa deuda pública, cuyo monto aproximado era de 1 452 000 000 de pesos, si bien no era de las deudas más onerosas de América Latina.

El Comité Internacional de Banqueros con Negocios en México, creado en 1919 y dirigido por la firma Morgan hasta su desapari- ción en 1942, se apresuró a intervenir cuando Obregón intentó el rescate de la deuda externa. El gobierno mexicano se dispuso a concertar un acuerdo con el Comité en términos aceptables, que culminó con la firma del convenio De la Huerta-Lamont el 16 de junio de 1922. Por este convenio se reanudó el pago de la deuda; para solventarla se ampliaron las responsabilidades del gobierno

109 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 mexicano y se permitió la injerencia del Comité Internacional de Banqueros en la deuda, tanto interna como externa. La admi- nistración obregonista cifraba su optimismo en el citado convenio para propiciar el reconocimiento de los Estados Unidos. Aunque las medidas adoptadas por Obregón complacieron a Washington, se negó, sin embargo, a otorgarle reconocimiento oficial.

Representantes norteamericanos y mexicanos se reunieron poste- riormente en 1923, en una casa de las calles de Bucareli, a discutir los problemas pendientes entre las dos repúblicas. Las sesiones terminaron con la firma de los Convenios o Tratados de Bucareli. Sus principales puntos determinaron: "...las expropiaciones por ejidos se pagarían con bonos, a un interés del cinco por ciento anual, amortizables en una vigésima parte, por lo menos, cada año y aceptables por el gobierno...en pago de impuestos. Que, en caso de reanudarse las relaciones diplomáticas, los ciudadanos americanos podrían reclamar ante la Comisión General el pago por expropiaciones de tierras en extensión superior a 1755 hectáre- as y la devolución de propiedades ilegalmente confiscadas duran- te la revolución...se respetarían los derechos de los titulares de concesiones o contratos para la explotación del subsuelo petrolí- fero de México que hubieran efectuado antes del lo. de mayo de 1917...se nombraría una comisión integrada en términos seme- jantes a los del convenio general de reclamaciones, para resolver todas las reclamaciones de ciudadanos de los Estados Unidos por daños y perjuicios provenientes de las revoluciones o disturbios ocurridos en México desde el 20 de noviembre de 1910 hasta el 31 de mayo de 1920" (Vera Estañol, 1983, pp. 612-613). Aunque los acuerdos de Bucareli no tuvieron validez internacional, deci- dieron al presidente Coolidge a otorgar su reconocimiento al go- bierno de Obregón el 31 de agosto de 1923.

A finales de ese año surgió una nueva crisis política por la suce- sión presidencial.El jefe del Ejecutivo al apoyar la candidatura del general Plutarco Elias Calles, generó el descontento de nume- rosos y conocidos jefes militares. Adolfo de la Huerta, candidato opositor, incubó la asonada que estalló en diciembre de 1923.

La insurrección, que inicialmente se configuró como una disputa entre facciones gobernantes, devino en una lucha antagónica entre las nuevas fuerzas sociales que pugnaban por la moderniza- ción de la estructura capitalista y las que aspiraban a neutrali- zarla, donde se habían infiltrado la oligarquía terrateniente y al- tos jefes militares enriquecidos gracias a prebendas y despojos, quienes actuaban en función de sus intereses.

La rebelión se difundió por diversas zonas del país: "En Ve- racruz, Guadalupe Sánchez; en Jalisco, Enrique Estrada, Rafael Buelna, Manuel M. Diéguez, y otros; en Oaxaca, Fortunato Maycotte y Manuel García Vigil, y en diversas regiones de la República Marcial Cavazos, Carlos Greene, Cándi- do Aguilar y Ricárdez Broca, cuyas tropas asesinaron, en Yuca- tán, al gobernador y líder socialista Felipe Carrillo Puerto" (Mancisidor, 1985, p.319).

110 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Aunque la revuelta contó con una fuerza militar considerable -aproximadamente dos terceras partes de los efectivos del ejército- fue aniquilada en abril de 1924, en parte porque el go- bierno norteamericano decretó el embargo de armas a los fac- ciosos, y en vista de que Obregón sumó a su habilidad militar la falta de coordinación y unidad del mando rebelde y tuvo el res- paldo decidido de contingentes obrero-campesinos. Los campesi- nos organizados en ligas agrarias y armados por Obregón consti- tuyeron la base decisiva del triunfo gobiernista.

Durante y después de la revuelta desaparecieron muchos genera- les, aunque el número de ellos no disminuyó visiblemente pues Obregón ascendió al grado de generales a 54 jefes que comba- tieron la rebelión. El costo para la nación fue muy elevado, mu- rieron 7 000 hombres y se gastaron 70 millones de pesos (Benítez, t. II, 1984).

El movimiento delahuertista, la más grande de las rebeliones mili- tares posteriores a la guerra civil, no fue un movimiento homogé- neo. Más bien se trató de la aglutinación en torno al Exsecretario de Hacienda, de todos aquellos jefes militares que guardaban al- gún rencor hacia Obregón o Calles, o que al ser éste electo Presi- dente de la República, no recibirían ningún beneficio. En síntesis, es uno de los momentos críticos del proceso revolucionario.

El 6 de julio de 1924 se efectuaron las elecciones, triunfando la candidatura de Plutarco Elias Calles, quien asumió la presidencia de la República el siguiente lo. de diciembre. Su gobierno se pre- ocupó en su inicio por atender las demandas de los obreros y cam- pesinos y restaurar la concordia entre los antiguos jefes revolu- cionarios. Su gestión se encaminó a consolidar el Estado y las ins- tituciones, con franca injerencia legal en la economía, las finan- zas, la educación, las cuestiones laborales y aun en materia de cul- tos religiosos.

Calles, a diferencia de Obregón, no protegió al PNA por conside- rarlo instrumento político de su antecesor. A cambio, favoreció a la CROM, que había visto disminuido su poder al finalizar el ré- gimen anterior. Esta confederación, que llegó a ser la central obrera más poderosa del país, comenzó a organizar numerosos grupos de campesinos, quebrantando el dominio del PNA.

La CROM y su apéndice político, el Partido Laborista Mexicano, se convirtieron en el puntal de la gestión callista, valimiento que llevó a su líder Luis N. Morones a la Secretaría de Industria, Co- mercio y Trabajo. Otros dirigentes ocuparon distintos cargos im- portantes, entre ellos el del gobierno del Distrito Federal.

La CGT, principal central obrera rival de la CROM, subsistió con otras agrupaciones independientes de carácter local, ligadas algu- nas a los católicos y otras al Partido Comunista que editaba el pe- riódico "El Machete."

Uno de los movimentos campesinos más radicales e importantes

ni DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 fue la fundación de la Liga Nacional Campesina (LNC) el 20 de noviembre de 1926, al reunir a diversas organizaciones estatales, primordialmente a la Liga de Comunidades Agrarias de Ve- racruz, Michoacán y Morelos. Durante la rebelión delahuertista se asesinó a dirigentes veracruzanos de la Liga, entre ellos a José Cardel y Juan Rodríguez Clara, y en abril de 1926, fue fusilado el secretario general de la Liga de Michoacán, Primo Tapia. La LNC "... agrupaba a 17 Ligas estatales, con cientos de miles de campesinos agrupados en ellas" (Gill. 1975, p.75).

El primer comité ejecutivo de la LNC lo integraron Ursulo Cal- van, J. Guadalupe Rodríguez y Manuel P. Montes. La Liga contó con el apoyo del general Adalberto Tejeda, Secretario de Obras Públicas en el gabinete callista y gobernador de Veracruz de 1920 a 1924. En el seno de las ligas, agrupados varios líderes de fi- liación comunista, desplegaron gran actividad e influencia.

El régimen de Calles promovió inusitadamente el desarrollo eco- nómico de México; "Fue entonces cuando el Estado empezó a to- mar un papel relativamente más activo para resolver los proble- mas económicos. Como México no contaba aún con una bur- guesía nacional importante que sustituyera a la extranjera y diri- giera el sistema económico (esta burguesía surgiría en buena me- dida por la protección y actividad del estado), el sector oficial de- cidió ocupar en parte este vacío. Por ello se crearon, entre otros, el Banco de México, las Comisiones Nacionales de Irrigación y de Caminos, el Banco Nacional de Crédito Agrícola y Ganadero y los regionales, más otras instituciones menores" (Meyer, 1981, p. 1189).

La estabilidad del país volvió a perderse en 1926, al enfrentarse la Iglesia y el Estado. Las disposiciones anticlericales de algunos go- biernos estatales, como los de Veracruz y Tabasco, contribuyeron a agudizar el problema. Incluso, en la ciudad de México se apoyó la formación de una iglesia católica mexicana bajo la conducción del patriarca José Joaquín Pérez.

En 1926 se publicó una declaración del arzobispo de México José Mora y del Río, que censuraba ciertos artículos de la Constitu- ción de 1917. "Ante semejante desafío, el gobierno respondió cerrando escuelas y conventos y deportando a 200 sacerdotes extranjeros. Poco después... la liga Nacional Defensora de la Li- bertad Religiosa (LNDLR)... decretó un boicot contra el gobier- no, que, a su vez, dictó una serie de medidas anticlericales. Las autoridades eclesiásticas decidieron suspender el culto el 31 de ju- lio de ese año. No se hizo esperar la rebelión armada, que en algu- nos casos se inició de manera espontánea y desorganizada, pero finalmente quedó bajo la dirección formal de la LNDLR. La lla- mada guerra cristera tuvo un carácter fundamentalmente rural aunque la dirección de la LNDLR fue urbana... La dirección mi- litar del movimiento quedó en manos de un antiguo oficial fede- ral Enrique Gorostieta, hasta su muerte en junio de 1929. El programa del movimiento fue la llamada Constitución Cristera, con la que se pretendía reemplazar la de 1917, eliminando no sólo

112 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 las cláusulas anticlericales, sino la reforma agraria. La lucha se concentró principalmente en los estados de Jalisco, Guanajuato, Colima y Michoacán" (Meyer, 1981, pp. 1190-1191).

Aunque la lucha cristera nunca llegó a ser una amenza real para el orden establecido, sí originó un clima de descontento hacia el go- bierno. Calles y miembros del episcopado sostuvieron varias entrevistas en 1928 con el fin de acabar con el conflicto religioso.

Calles comprendió la importancia de un "...Estado fuerte capaz de mantener el control de la política, de la economía, de los obre- ros, de las nacientes organizaciones campesinas y de un ejército cada vez más profesional" (Benitez, t. II. 1984, p.166).

Uno de los principales obstáculos para fortalecer el papel del Es- tado era la decisiva dependencia económica del extranjero, parti- cularmente de los Estados Unidos. Ello movió al presidente a controlar los poderosos intereses económicos norteamericanos, valiéndose de las reformas al artículo 27 constitucional. Las le- yes reglamentarias de las fracciones I y IV del citado artículo publicadas en el Diario Oficial en enero de 1926, ocasionaron un delicado conflicto diplomático entre México y los Estados Uni- dos.

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Colima Bruno García, 18V7 The University of at Austin. Austin, Tx., EE. UU

113 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 La modificación a la fracción I del artículo 27" ...afectaba a las empresas que, a pesar de las disposiciones existentes en contra desde el siglo pasado, hubieran adquirido propiedades en una franja de 100 kilómetros de ancho a lo largo de las fronteras y 50 en las costas. Esta disposición ponía en peligro, entre otras, parte de las propiedades ganaderas de William R. Hearst en Chihuahua, de las mineras y ganaderas de Greene en y de las empresas petroleras en Tamaulipas y Veracruz. Sin embargo, la más objetada fue la ley reglamentaria del párrafo IV relativo a los derechos petroleros. Según éste, las empresas con derechos anteriores a 1917 debían cambiar sus títulos de propiedad absolu- ta por meras concesiones, las cuales tendrían una duración de cin- cuenta años" (Meyer, 1981, p. 1224).

Las relaciones mexicano-norteamericanas eran tan tensas que incluso Calles llegó a ordenar que se procediera a incendiar los po- zos petrolíferos de la región huasteca, en caso de una invasión ar- mada. El encargado de cumplir esta orden sería el general Lázaro Cárdenas, Jefe de Operaciones de la Zona Militar, a quien se la transmitió el gobernador del estado de Tamaulipas, Emilio Por- tes Gil (Matute, 1979).

La situación se modificó al cambiar el embajador de la Casa Blanca en México. El nuevo representante diplomático que era un experimentado banquero, Dwight Morrow, por medio del acuer- do Morrow-Calles de 1927, con gran sagacidad y apelando a compromisos financieros de México con Washington, consiguió modificar las leyes reglamentarias. Los derechos de las empresas petroleras fueron reconocidos, eliminando el plazo de 50 años, reformas que beneficiaron a las empresas petroleras norteameri- canas. Por su parte, el gobierno de México tuvo que renegociar su deuda externa en 1925 y 1930 al no poder efectuar los pagos correspondientes.

Calles, ''Siendo presidente, exclamó que el ideal de Zapata era el suyo...en los primeros tres años...entregó un elevado número de hectáreas, si bien descendió en el último año...sabía, como Obre- gón, que el reparto de tierras era fundamental para contar con la alianza campesina, hecho que permitió a sus respectivos gobier- nos contar con el apoyo de las masas rurales... Además de la ac- ción agraria efectiva, en su gobierno fueron expedidas dos leyes importantes...ley Fraga y...ley Bassols...La ley Fraga es la regla- mentaria sobre repartición de tierras ejidales y constitución del patrimonio parcelario... dio su nombre a la Ley...que reglamentaba el artículo 27 de la Constitución...instru- mentalización jurídica...para efectuar la reforma agraria" (Ma- tute, 1979, pp.2527-2528).

"El creciente descontento en el campo obligó a Calles, a pesar de su reticencia, a entregar a los campesinos poco más de 3 000 000 de hectáreas de tierras, o sea aproximadamente el triple que los otros presidentes juntos" (Gutelman, 1983, p. 97).

Además del presidente Calles, el otro hombre fuerte del sistema

114 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 era Obregón. Al acercarse la sucesión presidencial varios grupos políticos se declararon desde 1926 por el retorno al poder del sonorense, especialmente aquéllos cuyos intereses políti- cos habían sido lesionados por el callismo y en particular por el cromismo "...el nuevo caudillismo nacional será un caudillismo revolucionario, que tendrá sobre sí el legado de la revolución y frente a sí a las nuevas fuerzas populares, sin poder desentenderse de sus intereses específicos" (Medin, 1983, p.16).

"Obregón decidió retornar a la política aprovechando el clima contrarrevolucionario, con conflictos como el religioso que había en la República. Expidió un manifiesto lleno de lenguaje radical, en el cual anunciaba su nueva aspiración a la presidencia de la Re- pública" (Matute, 1979, p.2530).

El Congreso modificó la Constitución en sus artículos 82 y 83 a fi- nes de 1926, y en enero de 1927 los elevó a Ley Suprema: aprobó la reelección, siempre que ésta no fuera inmediata. Así se doble- gaba uno de los principios fundamentales de la revolución.

En junio de 1927 otros dos aspirantes presentaron sus candidatu- ras: Arnulfo R. Gómez, jefe de operaciones militares de Ve- racruz, ligado a resentidos carrancistas, y Francisco R. Serrano, gobernador del Distrito Federal y Exsecretario de Guerra obrego- nista. Ambos rompen con Calles y Obregón y conspiran abierta- mente contra el gobierno. Gómez, en franca rebeldía, se levantó en armas en Veracruz mientras Serrano, por intentos de sedición, era sacrificado en Huitzilac. Gómez fue aprehendido poco des- pués y fusilado en Coatepec, el 5 de noviembre de 1927. Obregón triunfó en las elecciones; aun el Partido Comunista lo apoyó"...para intentar contrarrestar la creciente presión norte- americana y evitar que el país se volcara del todo a la derecha" (Medin, 1983, p.24).

La aparente tranquilidad política que reinaba en el país volvió a romperse súbitamente el 17 de julio de 1928, cuando José de León Toral asesinó al presidente electo, en el restaurante La Bombilla, ubicado en San Angel. El suceso reabrió las hostilidades de los je- fes revolucionarios, poniendo en peligro la unidad del grupo go- bernante y cambiando totalmente el curso de la política. La muer- te de Obregón interrumpió las conversaciones entre el Estado y la Iglesia agravando el conflicto cristero.

Animado por el propósito de mantener la unidad y consolidar el Estado revolucionario, el presidente Calles en su último informe de gobierno, del lo. de septiembre de 1928, consideró que era ne- cesario acabar con el período caudillista para sustituirlo por el de las instituciones y las leyes. Asimismo, señaló la urgencia de crear partidos políticos y un mecanismo que permitiera resolver pacífi- camente la sucesión presidencial: el proyecto de constituir un par- tido político que agrupara a los revolucionarios estaba implícito en el mensaje del Ejecutivo. "Los hombres -insistió- deben ser meros incidentes sin importancia real al lado de la serenidad per- petua y augusta de las instituciones y las leyes" (Benítez, t. II, 1984, p.195).

115 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Calles, en consulta con influyentes jefes militares y políticos para designar a su inmediato sucesor, decidió apoyar a , político hábil y conciliador, quien recientemente había enca- bezado a los obregonistas en sus entrevistas con el propio manda- tario. El Congreso de la Unión nombró a Portes Gil presidente provisional de la República, asumiendo su cargo el lo. de di- ciembre de 1928. El nuevo gobernante se preocupó por armonizar los intereses del grupo dominante y buscar la estabilidad na- cional. Había sido diputado federal, gobernador de Tamaulipas y Secretario de Gobernación de Calles.

En diciembre de 1928 se creó el comité organizador del Partido Nacional Revolucionario (PNR) invitando a constituirlo a todas las organizaciones políticas revolucionarias. Se convocó a una convención de representantes de las agrupaciones que decidieran integrarlo para discutir los estatutos del Partido, su programa y principios, designar a un candidato a la presidencia y elegir su co- mité directivo. La convención celebrada en Querétaro a princi- pios de marzo de 1929, el día 4 del mismo mes declaró constituido formalmente el PNR con el lema: "Instituciones y Reforma So- cial". Creado como un frente de revolucionarios, el PNR reunió a 148 "partidos" de 28 estados de la República, y para julio de ese mismo año abarcaba ya 1800 "partidos" regionales y locales (Garrido, 1982).

El PNR nació como una confederación de diversas organiza- ciones políticas revolucionarias, nacionales y locales,que luchaba por conciliar las demandas de los diferentes sectores triunfantes; resolver pacíficamente los problemas del grupo gobernante, en especial, el referente a la sucesión presidencial y concentrar el po- der político en la capital del país. Los caciques y militares consti- tuyeron la base social del Partido. No obstante que obregonistas y callistas fueron los que integraron el PNR, la dirección del mis- mo quedó en manos del segundo grupo. De esta manera, durante el -desde 1929 hasta mediados de 1935- el Partido fue instrumento de Calles para normar la conducta política del jefe del Ejecutivo.

Al plantearse la sucesión presidencial se provocó una nueva dis- tensión entre las dos fuerzas políticas más significadas del país. Finalmente se eligió como candidato del PNR a Pascual Ortiz Ru- bio, a fin de unificarlas, ya que él no tenía compromisos políticos con ellas, por su ausencia durante siete años en el servicio diplo- mático. Ortiz Rubio no era un desconocido como a veces se inten- ta presentarlo. Fue diputado federal maderista, gobernador de Michoacán (1917-1920), fundando la primera universidad es- tablecida por la revolución, la Universidad Michoacana, que es también la primera autónoma del país, teniendo "...como base inconmovible: el respeto a la Constitución de 1917..." (Bernal, 1980, p.29). Se suma al Plan de (1920) entrando, an- tes que las fuerzas norteñas, en la ciudad de México con los sena- dores Cutberto Hidalgo y Porfirio García de León, y 2 000 hombres de la División de Occidente. "Es interesante que en una sesión secreta de la Cámara de Diputados, antes que De la Huerta

116 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 ■ /¿ jr 1 'I , - ' i Í ■■ •'—. ' ar \ ' M .4-- !*' ^ jti*

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