BANCO DE MÉXICO Borrón Y Cuenta Nueva
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EDUARDO TURRENT DÍAZ HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO BORRÓN Y CuenTA nuevA VOLUMEN VI HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO BoRRÓN Y CuenTA nuevA VOLUMEN VI EduARdo TuRRenT DÍAZ primera edición de la historia del banco de méxico: 2016 isbn 978-607-96554-2-6 Obra completa isbn 978-607-96554-7-1 Volumen VI © Eduardo Turrent Díaz © Banco de México Reservados todos los derechos Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Para Alejandra, Eduardo y Ricardo ÍNDICE Presentación | 11 Preámbulo | 19 LA DEVALUACIÓN DEL PESO (1948-1949) | 39 1. Decisión cambiaria vinculante | 41 2. El periodo de flotación incierta | 65 3. Hacia una nueva paridad | 91 EPISODIOS DE BANCA CENTRAL | 123 4. Propuesta de autonomía | 125 5. La regulación del crédito | 151 6. Investigaciones industriales | 187 LA DEVALUACIÓN DE 1954 | 215 7. Lenta gestación de una crisis | 217 8. Desenlace devaluatorio | 241 9. Hacia una nueva senda con estabilidad | 271 10. Las explicaciones incomprendidas de la devaluación | 277 11. Debate ministerial | 289 Bibliografía | 303 Índice de cuadros y gráficas | 309 Índice Presentación Para el Banco de México, y para mí en lo personal, representa una gran satisfacción publicar y difundir en esta ocasión los tomos V y VI de la Historia del Banco de México. En los tomos anteriores, del I al IV, se abordan los antecedentes, la fundación, los primeros años y lo que podríamos llamar los años juveniles de formación de nuestro instituto central. Toca ahora, en este par de tomos, relatar y analizar el papel que desempeñó el banco en un periodo crucial para la conformación del México moderno de la segunda mitad del siglo xx. Estos son los años que van desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta 1954. Como se sabe, al principio de ese periodo se configuró un nuevo sistema financiero mundial, basado, en gran parte, en un vasto enten- dimiento monetario global, a partir de los acuerdos de Bretton Woods, llamados así por el nombre de la localidad de New Hampshire, Estados Unidos, en cuyo hotel Mount Washington se celebró la Conferencia Monetaria y Financiera de las Naciones Unidas en julio de 1944. De tales acuerdos surgirían el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, así como un ambicioso acuerdo monetario mundial diseñado para otorgar estabilidad y mayor certidumbre a las finanzas y al comercio internacionales. 11 Índice HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO VI Desde los prolegómenos de Bretton Woods nuestro país supo hacerse presente en las negociaciones, a pesar de que por su carácter de país en vías de llegar a ser una economía plenamente desarrolla- da, e incluso por su papel relativamente marginal en la conflagración bélica que estaba por concluir, podría pensarse que sería un mero testigo pasivo de las discusiones y de los acuerdos finales. No fue así. Como relata con singular agudeza y acopio de fuen- tes directas Eduardo Turrent –autor de este par de volúmenes–, los representantes mexicanos en la conferencia, entre los cuales desta- caban Daniel Cosío Villegas y Víctor Urquidi, ambos del Banco de México, hicieron importantes aportaciones a la discusión, tanto en la mesa donde se analizaba la conformación de lo que a la postre sería el Fondo Monetario Internacional, como en el panel de discusión sobre la naturaleza que debería adquirir el Banco Mundial, bautizado en aquellos primeros días como Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. Precisamente acerca del nombre de ese nuevo banco de carácter glo- bal –denominación que apuntaba, sin duda, a las que serían sus prio- ridades de acción– surgió una punzante objeción de Daniel Cosío Villegas dirigida nada menos que al célebre economista John Maynard Keynes, quien presidía los trabajos junto con el estadounidense Harry Dexter White. Turrent recoge los pormenores de tal desencuentro, insólito entre un joven y desconocido estudioso mexicano –quien, obviamente, se había preparado con esmero para intervenir activamente en los traba- jos de Bretton Woods– y la señera y venerada figura de Keynes. Cosío Villegas argumentaba que las funciones de fomento del pro- yectado Banco Mundial debieran merecer igual o mayor atención 12 Índice PRESENTACIÓN que las tareas de reconstrucción, destinadas sin lugar a dudas a le- vantar de su postración a las naciones europeas tras la estela de des- trucción y pérdidas que dejó la guerra. Invocando, con razón, que las tareas y prioridades institucionales del futuro banco no debe- rían ser definidas tan sólo en función de la situación inmediata y coyuntural, sino con visión de largo plazo, Cosío Villegas sugería que el fomento del crecimiento y el desarrollo económicos globales, en especial de las naciones más claramente rezagadas en ese cami- no, debiera privar –al menos en la denominación y en la definición institucional del banco– sobre el imperativo de la reconstrucción. Keynes de inmediato desechó y desdeñó la observación, no sin cierta arrogancia, pero además parece que directamente, o través de alguna mediación, hizo llegar una sentida queja a las autoridades mexicanas por el atrevimiento de Cosío, de tal forma que éste fue separado de las discusiones posteriores de dicho panel, instruido para que centrara su trabajo en las conversaciones acerca de lo que sería el Fondo Mo- netario Internacional. La anécdota –más allá de que nos brinde unas significativas pin- celadas de las personalidades tanto de Keynes en sus años finales de vida como figura venerada y hasta cierto punto inaccesible, como del carácter “rabiosamente independiente”, pero lúcido, que caracterizó a lo largo de su vida a Cosío Villegas– es además un botón de muestra de la hegemonía, en ocasiones avasalladora, que las grandes econo- mías desarrolladas, Estados Unidos y Europa, han tenido en la con- ducción tanto del Fondo Monetario Internacional como del Banco Mundial. Considero un acierto que el historiador haya utilizado como de- tonador, y más tarde como hilo conductor de este periodo en la vida del Banco de México, los importantes acuerdos de Bretton Woods, ya 13 Índice HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO VI que definirían el escenario donde se desenvolverían por las siguientes décadas la economía mexicana y, por supuesto, la economía mundial. El gran valor que buscaron y a la postre lograron los acuerdos de Bretton Woods fue el restablecimiento de la confianza en el sistema financiero mundial, después de los aciagos años de la Gran Depresión y de la Segunda Guerra Mundial que, sin exageración alguna, devas- taron dicho sistema y minaron gravemente la confianza de millones de seres humanos en los mercados instituidos, en sus agentes y, en última instancia, en las instituciones financieras. Sin esa confianza básica, esencia de cualquier intermediación fi- nanciera exitosa, resultaría imposible para el mundo reemprender la senda del crecimiento y del progreso; del mismo modo, los anhelos de millones de seres humanos por una mayor equidad en el desarrollo y una mejor distribución de los bienes materiales entre el concierto de las naciones, no pueden encontrar respuesta en un entorno carente de confianza institucional. De una u otra forma, todos los participantes en Bretton Woods buscaban tenazmente el restablecimiento de la confianza; México desde luego estaba comprometido firmemente en esa búsqueda, con- centrada como estaba la nación en el desafío de hacer funcionar efi- caz y eficientemente sus nacientes instituciones como herramientas idóneas para modernizarse y, con ello, lograr el bienestar invocado reiteradamente a lo largo de las primeras décadas del siglo xx. Por ello no es casual que el Banco de México, cuya principal tarea desde su fundación ha sido la de generar confianza y acrecentarla, como sustrato indispensable para el crecimiento y el bienestar, par- ticipase señaladamente en las negociaciones de Bretton Woods. De hecho, tenía que estar presente y activo en la mesa donde se estaba 14 Índice PRESENTACIÓN diseñando el futuro de la economía mundial, y en la que se delinea- ban las reglas, los objetivos y los instrumentos de un nuevo orden financiero mundial. Terminados con éxito los trabajos de la conferencia internacional, se inició la prueba de fuego de lo acordado: la puesta en marcha de los acuerdos y de las instituciones surgidas de Bretton Woods. Y es jus- tamente esa puesta en marcha, ya en el ámbito específico de México, lo que sigue minuciosamente el autor en el resto del volumen V y a lo largo del volumen VI de esta obra. Los acuerdos implicaron para las autoridades financieras mexicanas, y en especial para el Banco de México, un cuidado extremo en el comportamiento de todas las variables económicas que incidían en el tipo de cambio de la moneda nacional. En efecto, el nuevo sistema de tipos de cambio fijos, en un entorno de acelerado desarrollo del mercado interno, supuso un enorme desafío para el país. Asunto que el autor relata con detalle y que, por así decirlo, marca los hitos de la historia del Banco de México en este periodo. En cierta forma el lector de esta historia padecerá, junto con los protagonistas, la lucha de dimensiones que se antojan titánicas por mantener una paridad fija de 4.85 pesos por dólar, vigente desde 1940 a pesar de un entorno adverso y de las inocultables señales de sobre- valuación de la moneda. El objetivo de mantener fijo el tipo de cam- bio no sólo obedecía a la necesidad de honrar los acuerdos de Bretton Woods y seguir los lineamientos del Fondo Monetario Internacional, sino que encarnaba el compromiso del gobierno mexicano con la construcción y el mantenimiento de la confianza. Empero, la consecución del objetivo parecía llegar al límite de lo factible al inicio del gobierno del presidente Miguel Alemán, en 15 Índice HISTORIA DEL BANCO DE MÉXICO VI diciembre de 1946, que es justo donde comienza el relato del VI volumen de esta Historia del Banco de México.