Madrid De Carlos III, El
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$ ES UNA EDICIÓN CONMEMORATIVA 4 + f. + DEL 11 CENTENARIO *i. + C DE LA MUERTE DE CARLOS 111 $++Q*+++*+*+++++*'+****H**H+i*j.f 3. EL MADRID DE CARLOS 111 2 Jr+ 4- l .)r 4- '4- 4 4f 2. .), crir, + omunidad de 4+ 8 Madrid +f. S,, ,,o +X Consejeria +- Bcde Cultura + Secretaria General Técnica EL MADRID DE CARLOS 111 EL MADRID DE CARLOS 111 2 ++ P.&Xi.s. + + a++i 4+ ++ Isx-k *¿l *+ + +<+ 43 PRÓLOGO 4-%S DE ++;+ -+ + JUANA VA~QUEZMAR TÍN 4<+ +=* ++ '~$b4w4b$b&&&~J~-4~bdw~bitb$b~~&$v$b$C<4C~b&&&,$$-* MADRID ES UNA EDICION DE LA CONSEJERIA DE CULTURA DE LA COMUNIDAD DE MADRID 4-;P :%# CON EL ACKr\DECIMIENT'O A LA BIBLIO'I'ECA NACIONAL Y A Sir DIRECTOR. D. JUAN PABLO FLISl Copyright: Juana Vázquez Martín Copyright de esta edición: Comunidad de Madrid, Consejería de Cultura, Se- cretaría General Técnica. ISBN: 84-451-0094-7 Dep. Leg.: M-3768-1989 Imprenta de la Comunidad de Madrid. **-wAr.%**&*M- 4 EL MADRID DE CARLOS 111 .f. PRESENTACION1* Madrid ha sido siempre... Madrid. Una ciudad con su gra- 3. cejo, con su personalidad, con sus costumbres, con sus gentes venidas de todos los lugares de España. Siempre igual y siempre ... * distinta; hecha a cada época, a cada devenir cultural, a cada paso de la historia: Madrid puede presumir de muchos Madrid. Quizás alcanzó su apogeo con la figura de Carlos 111, su alcalde ilustrado, su defensor urbano, su mecenas agradecido. Pero jcó- 3 mo era aquel Madrid?, jcómo era el Madrid interior, el Madrid t callejero, vital, abierto y popular de la Ilustración? Quedan las obras, los monumentos, los testimonios artísticos; pero también quedan escondidas en las páginas de sus gacetilleros, las noticias de sus hechos diarios, sus fiestas, sus modas... En este libro, que es en realidad muchos libros en uno solo, ofrecemos el rescate vivo del latir madrileño durante el .). reinado carolino, desde su llegada a la corte en 1759, hasta su muerte 29 años después, simbolizada en ese catafalco que puso .f' fin a una época espledorosa llena de acontecimientos y sucesos Estos folletos, rescatados con el feruor de la investigación y con el entusiasmo de desentrañar las raíces de la vida y el sentir ib cotidiano, ofrecen un nítido retrato de su época, dibujado por la atenta pluma del escritor costumbrista; donde no fallan los petimetres, el Carnaual, la Navidad, el cortejo, el currutaco, las majas ... Los tipos y el modo de vivir de un Madrid ilustrado uisto por el ojo critico de la sátira, la broma y el regocijo. X Ese Madrid que existió sobrepuesto a otros Madrid y que 4 ahora nos revela de nueuo en las propias páginas de quienes lo conocieron y lo disfrutaron. Ese Madrid al que se llega de pi-e- tendiente y que una ver en él, inmerso en su entramado uital, se a descubre distinto, mhltiple, único. Merecía la pena recorrer las leguas necesarias para conocer mejor aUn nueslra identidad 4 histórica. Ramón Espinar Gallego >, CONSEJERO DE CULTURA wP~i*WW%+* 7 L O G O «...una victoria en cado página. t 'Quiin rocituiba los barzqueier de rada uicbria? Un gran hombre cada diez arios. ¿Quién pagaba su gastos? 3. Una pregunta para cada historia ...m BERTOLD BRECHT .t. El presente prólogo pretende dar una visión distinta de la vida diaria y «menuda» de los cortesanos del siglo xviii, bajo el reinado de Carlos 111. El primero y único paso para lograr este objetivo consiste en unificar la materia variopinta y heterogénea de la que son 4 portadoras los diferentes folletos que se adjuntan. En ellos se encuentra constreñido y disperso el Madrid vivo y cotidiano de la época carolina, captado desde la óptica ingenua, irónica, Q crítica o moral de escritores secundarios, perpetuos observadores de los ambientes, escenas, lugares, tipos, etc. de la corte de *& 4.t España. Estas parcelas inconexas de la realidad diaria, enfocadas a través de las distintas vivencias de cada autor, tienen dos deno- minadores comunes: el lugar donde se desarrollan los Iiechos, .f, Madrid, y el tiempo en el que acontecen, durante la monarquía de Carlos 111. Pero les Ealta un eje central que haga que estos .I. cuadros diversos e inarticulados, y a veces monotemáticos, se animen con el acontecer diario de sus habitantes, en el desarrollo cotidiano de su vida cortesana; y en definitiva se encajen unos en otros formando un entramado social, que sea representativo de los usos y costumbres del madrileño carolino. Para lograr esta unidad social seguiré la estructura niás * representativa de los escritos costumbristas de este siglo, que * consiste en mostrar la forma de vivir de los Iiabitaiites de la 4 Villa y Corte girando alrededor de dos ejes temáticos: «Madrid por fuera», con sus calles paseos, iglesias, fiestas. ambientes y 4 escenas, y *Madrid por dentroa con sus casas, adornos, ci-iados, comidas, tertulias, bailes, juegos, eLc. Respetaré el espíritu de estas escenas, y me limitaré a enlazar y organizar la materia de los diversos folletos presentados *b f -rescatados muchos del silencio de siglos-. La vida típica de 4+ la época con toda su frescura y autenticidad está guardada en las palabras de ellos, sus autores. Procuraré inmiscuirme lo menos posible en su decurso para que conserven intacta su cercanía y veracidad, creando un clima adecuado al tiempo en que se publicaron, a través de un lenguaje expresivo y coloquial. A ellos sacrificaré los preceptos formales, de citas, llamadas, corchetes, etc. También, siguiendo este proceso de acercamiento, modernizaré la ortografía de los textos. Así mismo, cuando haga falta la voz de otro autor, no incluido en los impresos adjuntados, para aclarar, realizar, re- llenar, informar, y en definitiva dar veracidad al retazo de vida, lo tomaré de otro folleto de la época, con el fin de configurar un pedazo íntegro de aquel vivir cotidiano del cortesano carolino. Madrid por fuera Madrid está revuelto, ha llegado Carlos 111, y las majas, manolas y chisperos aguardan al rey en los arrabales: «Muchachas de Barquillo estadme atentas si mis coplas os gustan que van de prueba: en seguidillas a deciros me pongo las ansias mías ... Bien sabéis que a las once del mes pasado se pi-oclamó en la corte el rey Don Carlos... En Leganitos cantan y Maravillas ¿cómo no vendrá Carlos y su lamilia? Cantan lo mismo en Lavapies las majas y sus majitos. Date prisa Rey Carlos y a nada temas la de Atocha te aguarda y la Almudena, y San Isidro: mira que tres pilotos de tu navío». El Madrid carolino era todavía pequeño y se accedía a él a través de las puertas situadas en la cerca que lo rodeaba. Tenía ocho mil casas: «e11 situación alegre, Iierinosa y sana: en la inás cl-iiquitita que previeiieb, vivir puede, aunqiie sea iiiia suliaiia~. Un poco inás había de madrileños: «Quinientas mil personas Iioy mantieiies J de alta clase de baja y de mediana ...» Exageraba un mucho el autor, afanado por realzar la Villa + y Corte ante el nuevo rey, que la paseó en todas sus direcciones, y a lo largo de su recorrido pudo ver sus calles y barrios, llenos de lodo en invierno, y de molesto polvo en verano, y surgieron sus bandos: ~Experimentándose,que sin embargo de el riego diario de las calles de Madrid no se minora el mucho polvo, que tanto incomoda ... Manda su Majestad se una y se recoja lo que produjere el barrido, de la pertenencia de cada vecino en las aceras de las casas, arrimándolo a los cimientos sin impedir la entrada en los zaguanes: Que el riego se ejecute con efecto, todos los días a lo menos una vez con abundancia.» Era el año 1764, y a pesar de éste y otros mucl~osbandos acerca de la limpieza de Madrid, seguía existiendo el conocido método de: jagua va!, para verter las basuras por las ventanas, * y las más de las veces, sin previo aviso, caían en la cliupa o tontillo de algún tranquilo transeúnte, que tenía que camiiiar .I. con tiento para librar de los barros y Iodos la «media de seda 'I, blanca y el zapato a la mahonesa.» Por lo que: «más valor ha menester un hombre para andar en estas calles a pie, que para .t. salir en un desafío a los cantones.» A fin triunfó el monarca, y se limpiaron las vías públicas procediéndose al alcantarillado de sus aguas fecales. El año 1765 se colocaron faroles en las calles, plazas y paseos. Madrid reluce por todos sus contornos, pasadas ya las tinieblas nocturnas y los lodos anteriores: X «iVálame Dios Madrid! .k ¿cuándo se !i,i visio con tal primos tus calles? ¿tal limpieza? Nunca dirás al ojo que aiidó listo, gracias: pues te qiiiió tanta impureza. Tiis calles: no me culpen si es que insisto en alabas tus calles, tu belleza, que aunque no carecías de hermosura, no me gustabas, pul, coii tanta untura ...» Después de lavarle la cara a las calles de Madrid, el rey «alcalde» cuidó de transformar el «poblachón manchego», sucio y oscuro, que había encontrado a su llegada, en la corte de la España ilustrada. «Como están tus paredes tan pintadas una delicia es ver ya tus fachadas con mares, selvas y florones ... No hay un lodo en que puede el pie ensuciarse, vatideros, repechos, arroyos, cuestas, la dama más aquella pasear puede en ellas mejor que en las ilorestas.» Por otro lado inició los incipientes servicios sociales de la corte para que todos tuvieran las más indispesables atenciones. Ya no tenían que amontonarse todos en el Hospital de las «bubas» de Antón Martín: «Hiciste ricos, limpios Hospitales, para pobres Hospicios Generales ..