Isabel de la Trinidad y la nueva evangelización

LUCIO DEL BURGO (Miami)

Repetidas veces, Juan Pablo II ha señalado en sus discur­ sos la necesidad de la Nueva Evangelización. N o se trata de una idea feliz o de un producto de la sociedad de consumo, sino de una nueva conciencia en todas las iglesias. En nuestro trabajo señalaremos las líneas de esta Nueva Evangelización y las aportaciones de Isabel de la Trinidad. Esta mística francesa de finales del siglo XIX y principios del xx tiene algo que decir al evangelizador de nuestros días.

1. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN En primer lugar vamos a señalar en qué consiste esta nueva evangelización para que después podamos ver las aportaciones de Isabel Catez. La Iglesia de nuestros días no puede sentirse satisfecha de sus logros y descubrimientos sino que tiene que estar a la escucha de la experiencia de la comunidad de los Santos, para confrontar y revisar sus caminos.

1. H Que broten las fuentes secas de la fe ': Con estas pa­ labras de Juan Pablo II se expresa lo que quiere ser esta nueva realidad eclesial. N o se trata de una pastoral para conservar la fe sino de un nuevo anuncio del Evangelio que revitalice las raíces más profundas del cristianismo. La Iglesia no está en

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD 51 (1992) 137-154 138 LUCIO DEL BURGO este mundo para conservar unas doctrinas de la antigüedad y para predicar unas leyes morales de una sociedad conserva­ dora, sino para anunciar a un Cristo vivo, a un Dios que es Amor, y mediante la adhesión a su persona, crear un mundo nuevo. "La transmisión viviente de la fe es hoy día una de las tareas esenciales de la Iglesia. No se trata solamente de preservar una fe no falsificada sino también de transmitirla de tal suerte que los corazones se abracen a la Buena Nueva y que los hombres se percaten de que su vida recibe de ella fuerza y claridad para una alianza viva con Dios y también para el servicio de su prójimo y para dar a la sociedad una fisonomía cristiana" l.

2. Una Iglesia convertida. Sólo una Iglesia consolidada en su fe y que vive de la fe puede cumplir eficazmente su misión. Esto plantea serios interrogantes a la evangelización, la pastoral y la catequesis. No se trata de transmitir unas doctrinas sino la presencia de una persona viva, y en este campo tiene un lugar irreemplazable el testigo. La comunidad de creyentes está necesitada de gentes que contagien una nueva vida, que hayan visto y oído y por eso dan testimonio. Si la doctrina del Evangelio no provoca nuevas adhesiones es por­ que no tenemos una Iglesia de testigos. Si el Concilio Vatica­ no II se ha quedado al principio de su andadura es porque no se ha encarnado en personas reales. De aquí el papel impres­ cindible del Espíritu Santo en esta Nueva Evangelización. El es el que convierte el corazón del evangelizador y del que re­ cibe la buena noticia del Evangelio. "Toda forma de predicación de la fe es siempre esencial­ mente una obra del Espíritu Santo. El que toma esto en serio cuidará de que su corazón permanezca suficientemente abierto al espíritu de Dios, a una intimidad permanente con la santa escritura en la fe de la Iglesia, de la misma manera que a esta abnegación que ayuda al catequista y al mensa­ jero de la fe a no proclamarse a sí mismo, sino a Jesucristo.

I JUAN PABLO 11, A la Conferencia Episcopal de Austria, en "La Nueva _ Evangelización", Santo Domingo, Publicaciones CEVREST, 1988, pp. 16- 17. ISABEL DE LA TRINIDAD 139

El, por su parte, debe hacerse transparente, en sus palabras yen sus obras, al más Grande que actúa mediante el testi­ monio de su fe" 2.

El gran problema de la Iglesia es que hemos hecho evan­ gelizadores de poca calidad. Hemos tomado agentes de pasto­ ral que no han vivido en compañía de Jesús como los primeros discípulos. Hemos echado mano de catequistas que enseñaban unas doctrinas sin que antes estuvieran convertidos al Dios vivo. El resultado es que la gente aprendía un catecismo pero no descubría a una Persona viva. Así pues, la comunidad cristiana necesita con urgencia convertirse para ser misionera. 3. Escucha de la Palabra. Para que esta evangelización sea nueva es necesario que el discípulo esté a la escucha del Maestro en su Palabra. Todos, pastores y fieles, han de adqui­ rir un conocimiento actualizado de la fe. Los evangelizadores han de poseer una formación religiosa adaptada a sus capaci­ dades para que puedan dar respuesta a los interrogantes de los hombres de nuestros días. "Los grupos y asociaciones han de mostrar particular interés en una mayor profundización de la vida cristiana, en un conocimiento más hondo de la fe católica, así como una participación más frecuente y activa en la vida litúrgica de la Iglesia. Por su parte, los diversos movimientos de apos­ tolado, los grupos de reflexión y oración, las comunidades de base y asociaciones eclesiales han dado y continuarán dando, con la gracia de Dios, frutos que manifiesten la vitalidad propia de la Iglesia. A todos deseo recordarles que deben ser destinatarios especiales de la evangelización y al mismo tiempo evangelizadores" 3.

Se pasaron los tiempos en los que era suficiente la cateque­ sis inicial. Con esta formación religiosa el cristiano tenía para toda su vida. Los mismos pastores han descubierto que los conocimientos del seminario son una iniciación y que es im­ prescindible la formación permanente para permanecer abier-

2 JUAN PABLO II, ibidem. Cf. V ARIOS, Evangelización, kerigma y evange­ lizadores, Santo Domingo, CEVREST, 1988, pp. 3-4. 3 J UAN PABLO II, op. cit., p. 8. 140 LUCIO DEL BURGO tos al futuro y a los signos de los tiempos. Toda la Iglesia es convocada para escuchar la Palabra salvadora que transforma el corazón y da el talante de discípulo. 4. Nuevo impulso apostólico. Todos los bautizados se hacen protagonistas de la difusión del mensaje de Cristo. La misión de anunciar el evangelio no es patrimonio exclusivo de los clérigos sino de todo discípulo de Jesús. Esta realidad se ha puesto de relieve a partir del Vaticano II y más reciente­ mente en el documento de Juan Pablo II sobre los laicos. De esta Exhortación se ha dicho que "está escrita con pasión misionera. Ante un mundo aquejado de indiferencia religiosa y ávido de respuestas, un tiempo en que coexisten el vapuleo y la exaltación de la persona humana, desquiciado por la conflictividad y ansioso de paz, el texto postsinodal quiere sacudir la tentación de ociosidad y poner allaicado en marcha. 'Id también vosotros a mi viña.' Hay un buen tajo evangeliza­ dor. El documento es una llamada a poner manos a la obra" 4. 5. Opción preferencial por los pobres. Es una categoría muy sentida en la Iglesia de hoy. La mayoría de los documen­ tos postconciliares hacen referencia a esta realidad como cri­ terio de autenticidad evangélica. Esta sensibilidad por el mun­ do de los pobres es un valor tradicional en la espiritualidad. Siempre ha habido personas y grupos que han dedicado sus obras a esta tarea. La novedad, en el momento actual, radica en la globalidad de esta experiencia. Hoy todos los estratos de la comunidad eclesial vibran ante esta realidad. Lo que en el pasado era patrimonio de grupos minoritarios hoyes herencia de todos los creyentes. Y es que "en el cristianismo los pobres y deshumanizados de la tierra no son sólo una realidad social, o un problema que llama a la compasión y justicia humanas: en el cristianismo, el pobre es una categoría religiosa; es decir, tiene que ver con Dios. El amor y servicio al pobre es amar y servir a Dios; la injusticia y la falta de misericordia con el pobre es una ofensa a Dios"5. Si en toda la Iglesia se ha hecho presente el clamor de los

4 Los seglares cristianos, en "Ecclesia", nn. 2410-2411 (1989),5. 5 S. GALILEA, El Camino de la Espiritualidad, Bogotá, Paulinas, 1982, p. 171. ISABEL DE LA TRINIDAD 141 pobres, con mayor intensidad ha resonado en la Iglesia lati­ noamericana. Puebla ha sido la conciencia más lúcida de un continente cristiano que experimenta la voz de los deshereda­ dos de este mundo con palabra que interpela a todas las igle­ SiaS.

"Comprobamos, pues, como el más devastador y humi­ llante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que viven millones de latinoamericanos expresada, por ejemplo, en mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, proble­ mas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo, desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, for­ zadas y desamparadas, etc." (p. 29).

La irrupción de los pobres en la experiencia religiosa es un kairós, un momento de Dios que empuja a una nueva com­ prensión de la Palabra y de la historia de salvación. "Cuando la mediación de los pobres desaparece, la fe y la teología se convierten en la más peligrosa de las ideologías, en la droga más estimulante para todos los satisfechos y poderosos de este mundo, que buscan en la religión la confirmación de su cami­ no de iniquidad. Los pobres constituyen, por el contrario, la clave hermenéutica, hoy más que nunca necesaria, para impe­ dir que la teología pierda su sabor evangélico. Los pobres son la sal de la teología cristiana" 6. No sólo de la teología sino también de la experiencia religiosa. Los pobres nos hacen entrar en una nueva espiritualidad. Ellos nos evangelizan y nos hacen descubrir con más brío lo genuino del Evangelio. 6. Testigos de una Iglesia perseguida. La opción por los pobres ha llevado a la Iglesia latinoamericana a encontrarse con un nuevo elemento de su espiritualidad: ser signo de con­ tradicción. Los poderes de este mundo han visto que el naci­ miento de la solidaridad, inserción y liberación de los más desheredados de este mundo es una amenaza. Como contra­ partida a esta religión encarnada en la realidad social del pueblo, están surgiendo en el suelo latinoamericano un sinfín de sectas, muchas veces apoyadas por ciertos gobiernos. La razón es muy simple e inteligente. Estos grupos religiosos

6 V. CODINA, Seguir a Jesús hoy, Salamanca, Sígueme, 1988, p. 30. 142 LUCIO DEL BURGO pretenden ser un contrapeso al catolicismo. Son portadores de una religiosidad más bien intimista y sin compromiso en la sociedad. De aquí el interés de algunos gobernantes por su promoción 7. "La persecución de que nos habla la bienaventuranza in­ cluye todas las formas de contradicción a causa del reino 'rechazados, calumniados, hablen toda suerte de mal contra vosotros .. .' de las que el martirio es la forma suprema. La experiencia espiritual de la Cruz ha sido así una constante en la vida de la Iglesia, hasta llegar a los actuales perseguidos y mártires a causa de la justicia del reino, en América Latina" 8. U n testimonio privilegiado de la persecución fue monseñor Romero. El estaba convencido de que el martirio era una realidad cercana. Como pastor, estaba dispuesto a dar la vida para que su sangre fuera semilla de nueva esperanza. En una entrevista afirmó: "He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirle que, como cristiano, no creo en la muerte sin resu­ rrección; si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño. Se lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humil­ dad. Como pastor, estoy obligado, por mandato divino, a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadore­ ños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia de Dios que no creo merecer, pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a ma­ tarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan"9.

7 Cf. A. CARRETO, La proliferación de las sectas desorienta a los jóvenes, en "Vida Nueva", n. 1669 (1989),39. 8 S. GALILEA, El Camino ... , p. 191. 9 Citado por V. CODINA, Seguir a Jesús ... , pp. 258-259. ISABEL DE LA TRINIDAD 143 n. ISABEL DE LA TRINIDAD y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN

La Carmelita de Dijon no es una desconocida en las tierras latinoamericanas 10. En los comienzos, cuando su doctrina y experiencia religiosa se van difundiendo, los Recuerdos nos ponen de manifiesto que se empezaba a conocer a Isabel de la Trinidad en Colombia, México y Brasil". l. Una buena noticia. Para que broten las fuentes secas de la fe es necesario un nuevo anuncio del Evangelio. Juan Pablo II se expresa de este modo en la Exhortación sobre la vida de los laicos en el mundo actual: "¡El hombre es amado por Dios! Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respec­ to del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pue­ den y deben hacer resonar este anuncio: Dios te ama, Cristo ha venido por ti; para ti Cristo es el 'Camino, la Verdad y la Vida!" (Jn 14,6) (Christifideles taici, n. 34).

Más allá de todo moralismo, la vida de Isabel se siente inundada por un abismo de amor que ella acoge con la senci­ llez de un niño. Llevada de la mano de San Juan y de San Pablo, ha descubierto que la vida del creyente tiene que estar fundamentada en un derroche de amor que nos persigue y seduce. En una época en la que Dios era presentado con

10 Citamos lo que está más al alcance de los lectores de habla española: C. DE MEESTER, Pensamiento y mensaje de Sor Isabel de la Trinidad, Burgos, Monte Carmelo, 1984; VARIOS, Isabel de la Trinidad, Madrid, Instituto de Espiritualidad a Distancia, 1984; V ARIOS, Alabanza de gloria. Isabel de la Trinidad, Burgos, Monte Carmelo, 1984; M. M. PHILIPON, La doctrina espi­ ritual de Sor Isabel de la Trinidad, Pamplona, DDB, 1958 6; l. BENGOECHEA, Isabel de la Trinidad, una misión trascendente, en "Teología Espiritual", 29 (1985), 353-383; L. DEL BURGO, Isabel de la Trinidad: modelo de identificación para el Carmelo, en "Teresianum", 38 (1987), 325-355; Idem, Una experiencia bautismal singular: Isabel de la Trinidad, en "Revista de Espiritualidad", 46 (1987), 407-426. 11 Hemos usado la edición preparada por C. DE MEESTER, Isabel de la Trinidad, "Obras completas", Madrid, EDE, 1986. Las siglas que empleamos son: C = Cartas; D = Diario; GV = La grandeza de nuestra vocación; NI = Notas Intimas; VE = Ultimas Ejercicios Espirituales. También R = Recuerdos, Madrid, EDE, 1985 3• 144 LUCIO DEL BURGO frecuencia como juez, Isabel proclama con la fuerza de un profeta que ella ha experimentado la realidad del amor. "Escuche todo lo que se canta en su alma, en su corazón. Es el Amor, ese Amor infinito que nos envuelve y quiere asociarnos desde la tierra a toda su bienaventuranza" (C 172). "Me gusta tanto pensar que es por El por quien he dejado todo. Es tan hermoso dar cuando se ama, y yo amo mucho a este Dios que está celoso de tenerme toda para Sí. Siento tanto amor sd'bre mi alma. Es como un océano en el que me sumerjo y me pierdo: es mi visión en la tierra, mientras espero el cara a cara en la luz" (e 77).

Sin duda, esta es la primera experiencia y más fundamental de todo creyente: sentirse acogido por un amor más grande en su condición de criatura. Quien confía en sus propias obras, siempre se encontrará con la amargura de la debilidad y de la pobreza humanas. Pero el que ha creído en el amor que Dios nos tiene y que se ha manifestado en Jesucristo ha construido su casa sobre una roca firme. Como consecuencia de haber creído en el amor, aparece en sus escritos algo que es necesario resaltar: permanecer en el amor, incluso en los momentos de pesimismo, y abandono, como un niño en los brazos de su madre. Deduce consecuen­ cias prácticas para que la vida del cristiano no quede paraliza­ da. Hay situaciones en las que se saborea con fuerza la miseria y la pobreza, entonces, la palabra profética de Isabel nos alienta a seguir confiando y esperando en el amor de Dios. "Cuando el peso del cuerpo se hace sentir y fatiga su alma no se desanime, sino acuda con la fe y el amor a Cristo, que ha dicho: 'Venid a mí y yo os aliviaré' (Mt 11,28). Por lo que hace a su ánimo, no se deje nunca abatir por el pensamiento de sus miserias. El gran San Pablo dice: 'Donde el pecado abunda, la gracia sobreabun­ da' (Rom 5,20). Me parece que el alma más débil, incluso la más culpable, es la que debe esperar más, y este acto que ella hace, para olvidarse y arrojarse a los brazos de Dios, le glorifica y le da más alegría que todo el replegarse sobre sí misma y todos los exámenes que la hacen vivir con sus debilidades, mientras que ella posee en el centro de sí misma ISABEL DE LA TRINIDAD 145

a un Salvador que quiere purificarla a cada minuto" (C 249).

Todo se puede resumir en el amor: la historia de la salva­ ción, el misterio de Cristo, la vocación carmelitana, la voca­ ción carismática de Alabanza de Gloria, la profesión religiosa, la oración, la ascesis, la enfermedad e incluso la misma muerte. En una de sus últimas cartas refiere lo que había sido el pro­ grama de toda su vida: "vivamos de amor para morir de amor y para glorificar al Dios todo Amor" (C 335). También el amor gratuito de Dios es el corazón de la Nueva Evangelización, es la razón última de toda lucha por la justicia. Así lo afirma Gustavo Gutiérrez en la XII Conferencia de Lambeth: "¿Cuál es la razón última del amor preferencial por los pobres? No es la compasión humana, ni la justicia, ni la bondad del pobre. Dios es la razón última ... El punto más importante de la Biblia es el amor gratuito de Dios. Este es el contexto de toda justicia"12.

2. Profeta de Dios. Hoy, como en el tiempo de Isabel de la Trinidad, se está sintiendo la necesidad de revitalizar la vida interior de la Iglesia. Ante el avance del ateísmo, del agnosti­ cismo y de la indiferencia, se está urgiendo la necesidad de palabras verdaderas sobre Dios. "Necesitamos que surjan en­ tre nosotros hombres santos capaces de hablarnos de Dios, de su juicio y de sus promesas con palabras fuertes y verdade­ ras" 13. En este campo tiene un papel irreemplazable la Carme­ lita de Dijon. Ella deseaba que todo nuestro ser fuera un reflejo de Jesús (cf. e 54). Pero antes el discípulo tiene que hacer la experiencia de convivir con el Maestro para después dar testimonio de lo que ha visto y oído. En este sentido, Isabel tiene algo que decirnos a los hombres de hoy. Uno de los puntos neurálgicos de la espiritualidad isabelina es la experiencia de la cercanía de Dios. Ella emplea expresio-

12 M. ALCALÁ, ¿Hacia dónde va la Comunión Anglicana?, en "Vida Nue­ va", n. 1668 (1989), 31. Cf. Mensaje a los Pueblos de América Latina, n. 3. 13 F. SEBASTIÁN AGUlLAR, Presentación, en "Testigos del Dios vivo", Madrid, Conferencia Episcopal Española, 1985, p. 9. 146 LUCIO DEL BURGO nes que indican esta proximidad del Señor: compañero de destierro, el amigo de todas las horas, el maestro, el confiden­ te, la fortaleza, el único tesoro, el huésped ... Cuando se vive en esta presencia, la vida es un cielo anticipado, se siente la libertad de los hijos de Dios, se vence el orgullo, se respeta al hermano y se admira la obra de Dios en el hombre. Este camino es más hondo de la existencia para vivirla en profundidad y no quedarse en la superficie. Esta forma de enfocar el Evangelio se le ha dado como don y ella se siente en la necesidad de comunicarlo a los demás. Los destinatarios son todos: sacerdotes, religiosos y laicos. A estos últimos es­ pecialmente les da el consejo de habituarse poco a poco a esta presencia en las tareas cotidianas. Leyendo sus escritos, los creyentes se contagian de este modo de actuar y de plantearse una vida de fe. "Le voy a comunicar mi secreto: piense en ese Dios que habita en usted, del cual es usted templo (1 Cor 3,16); es San Pablo el que habla así, podemos creerlo. Poco a poco el alma se habitúa a vivir en su dulce compañía, comprende que lleva en sí un pequeño cielo donde el Dios de amor ha fijado su morada. Entonces se halla como en una atmósfera divina en la que respira" (C 249). De mano de San Pablo, ayudada del padre Vallé y de la madre Germana, Isabel ha llegado a la madurez de la vida cristiana con un estilo peculiar: haciendo la experiencia de sentirse habitada por el Amor. Este mensaje nos puede parecer demasiado intimista en la época actual. Sin embargo, Albert Decourtray, obispo de Dijon, dirigiéndose a los jóvenes, les dijo estas palabras: "La joven Isabel Catez parece predestinada a recordar a sus jóvenes hermanos y hermanas cristianos, que un inmenso Amor, presente en cada momento de su vida, les invita a una intimidad dinámica y creadora con El... Si los jóvenes cristianos aprenden a volverse más a Cristo ... entonces muchos oirán la voz que les dice: 'soy yo', y se entregarán totalmente, como Isabel Catez, a El y a la Iglesia, para la vida del mundo y alabanza de la Gloria divina" 14.

14 Isabel de la Trinidad, profeta de Dios para nuestro tiempo, en "Revista de Espiritualidad", 39 (1980), 285. ISABEL DE LA TRINIDAD 147 3. A la escucha del Maestro. La Nueva Evangelización es una llamada a toda la Iglesia para que escuche la Palabra salvadora que transforma el corazón. Todo el Pueblo de Dios tiene que estar atento a la voz del Maestro que habla en las Sagradas Escrituras. Un dato de fácil constatación para el lector asiduo de Isabel de la Trinidad es el amor profundo que tiene al texto bíblico. Ella se ha centrado en muy pocas citas: Pablo, Juan, Salmos y Apocalipsis, pero éstas se han hecho carne de su carne. Por eso, cuando escribe le fluyen con espontaneidad. En Isabel se cumplen las palabras del Vaticano II: "los miem­ bros de los institutos deben cultivar con asiduo empeño el espíritu de oración y la oración misma, bebiendo en las genui­ nas fuentes de la espiritualidad cristiana. Tengan, ante todo, diariamente, en las manos la Sagrada Escritura, a fin de ad­ quirir, por la lectura y meditación de los sagrados libros, el sublime conocimiento de Jesucristo" (PC 6). La primera disposición de Isabel ante la Palabra es la escucha. En la oración a la Trinidad señala: "¡Oh, Verbo Eterno, Palabra de mi Dios! Quiero pasar mi vida escuchán­ doos, quiero hacerme dócil a vuestras enseñanzas, para apren­ derlo todo de Vos. Y luego, a través de todas las noches, de todos los vacíos, de todas las impotencias, quiero miraros siempre y permanecer bajo vuestra gran luz" (NI 15). En sus cartas encontramos una expresión muy querida por ella: "pa­ sión de escucharle" (C 158). Como María Magdalena, a la que evoca frecuentemente, quería estar atenta a la voz del Maestro y a sus pies, para escuchar sus palabras. En segundo término se deja penetrar por esta palabra sal­ vadora. No hace de ella una reflexión intelectual. No proyecta sus inquietudes, sino que es interpelada por el texto bíblico. Cuando proclama el texto sagrado en sus escritos ha pasado anteriormente muchas veces por el filtro de su corazón y se ha identificado con él. En este sentido podemos leer en los Re­ cuerdos: "Tomaba en mis manos las Epístolas de San Pablo, cuya lectura me confortaba siempre, aunque en tales momentos, créame, únicamente la fe me sostenía. Leía y releía algunos 148 LUCIO DEL BURGO

pasajes para mí particularmente atractivos; pedía a mi dulce Jesús me guiase a pastos nutritivos y, rumiando lo que en tales pasajes había hallado, terminaba por triunfar de todo. ¡Pero si supiese usted lo que el Señor me exige! No me consiente ni una sola mirada fuera de El, por más que esté tan escondido. Me exige sencillamente el heroísmo" (R 11,9-10).

Además de esta escucha amorosa y llena de fe, Isabel" ha experimentado que esta lectura atenta y sosegada de la Escri­ tura ha transformado su existencia creyente y ha cambiado su corazón. No es una palabra vacía, sino llena de potencia y fuerza de Dios. En los últimos momentos de su vida escribe:

"Su palabra, dice San Pablo, es viva y eficaz ... Es, pues, ella directamente la que acabará el trabajo de despojo en el alma; porque ella tiene esto de propio y de particular; es ella la que obra, la que crea lo que hace oír con tal que el alma consienta en dejarse trabajar" (UE 27).

Uno de los mejores conocedores de Isabel, Conrad de Meester, ha escrito en este sentido: "El Espíritu desarrolló en el corazón de esta j oven poco instruida un carisma particular, para comprender desde dentro, gustar, vivir los magníficos designios de amor divino que Pablo y Juan descorrían ante sus ojos maravillados. Sin haber leído obras de exégesis, más bien pobres y raras en su época, ella penetra los textos por simpatía interna y los traduce en vida. Ella funda su contem­ plación y su doctrina sobre la palabra revelada, vivificada por el contacto con el Verbo de Dios. Es esto lo que da a sus escritos vigor y salud, profundidad y horizontes" 15. 4. Sentido apostólico. "La Iglesia, mientras advierte y vive la actual urgencia de una nueva evangelización, no puede sustraerse a la perenne misión de llevar el Evangelio a cuantos -y son millones y millones de hombres y mujeres- no cono­ cen todavía a Cristo Redentor del hombre. Esta es la respon­ sabilidad más específicamente misionera que Jesús ha confia-

15 Introducción General, en "Obras Completas", Madrid, EDE, 1986, p.26. r

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do y diariamente vuelve a confiar a su Iglesia" (Christifideles laici, núm. 35). La joven carmelita de Dijon es consciente, como lo mues­ tra su Diario, de que sobre todo discípulo de Jesús recae el mandamiento de predicar el Evangelio a toda criatura. Pero sobre todo en la Misión de 1899 esta necesidad se hace más apremiante: "La Misión se acerca y yo redoblo mis oraciones por su éxito y particularmente por la conversión de esa alma que quiero absolutamente llevar a Dios. Esta idea me persigue díaynoche"(D 17;cf. IB. 18).

Cuando madre Germana, en los Recuerdos, recoge el espí• ritu y el alma de Isabel, refiere de esta forma su ardor apostó• lico: "El sermón de la tarde, magnífico. Es, quizá, el que más me ha gustado hasta ahora. Al oír hablar del celo que debemos tener por la salvación de las almas, mis ojos se inundaron de lágrimas. ¡Oh, Jesús!, si hasta ahora he vivido despreocupada de la salvación de mis hermanos los hom­ bres, ofendiéndoos tanto yo misma, desde este momento, al menos, aspiro a trabajar con todas mis fuerzas porque vuel­ van a Vos las almas. Mi corazón se abrasa y se consume en celo por llevar a cabo esta obra redentora" (R 3,4).

Ya en el Carmelo, vive con toda intensidad la misteriosa fecundidad apostólica por medio de la oración. Su vocación de Alabanza de gloria adquiere todo su sentido en la Iglesia y por la Iglesia. En unas palabras dirigidas al canónigo Angles, su gran confidente, asegura:

"Quisiera estar toda en silencio, toda en adoración, para penetrar siempre más en El, y estar tan llena de El que pueda darle por la oración a esas pobres almas que ignoran el don de Dios" (e 131).

Existen varios objetivos que son el blanco de su oración. El señor Chapuis, propietario de la casa donde vivía su familia y hombre de ideas antirreligiosas. Por él ora y hace orar, llora y se entristece profundamente por su muerte (C 178, 183, 185). 150 LUCIO DEL BURGO Muy particularmente está unida a la actividad pastoral de los sacerdotes, como su madre Santa Teresa. De esta forma su vocación se centra en la actividad evangelizadora de la Iglesia. Su soledad florece en fecundidad apostólica. Bastaría leer la correspondencia que tiene con el sacerdote Chevignard. De aquí hemos sacado esta cita, que es una muestra de cómo Isabel concibe la actividad eclesial de difusión del Evangelio y de cómo lo vivía personalmente. He aquí sus palabras: "Así concibo yo el apostolado, tanto para la carmelita como para el sacerdote. Uno y otra pueden irradiar a Dios, darle a las almas, si están sin cesar junto a estas fuentes divinas. Me parece que convendría estar muy cerca del di­ vino Maestro, comunicar mucho con su alma, identificarse con todos sus movimientos y entregarse como El a la volun­ tad de Padre" (C 158).

Esta misma realidad la ha expresado Juan Pablo II en el documento, varias veces citado, sobre los laicos: "Se ha de decir que la santidad es un presupuesto funda­ mental y una condición insustituible para realizar la misión salvífica de la Iglesia. La santidad de la Iglesia es el secreto manantial y la medida infalible de su laboriosidad apostó• lica y de su ímpetu misionero. Sólo en la medida en que la Iglesia, Esposa de Cristo, se deja amar por El y le corres­ ponde, llega a ser una Madre llena de fecundidad en el Espíritu" (núm. 17).

5. Isabel y la opción por los pobres. Isabel Catez tiene sus lagunas, como cualquier autor. Cada hombre es hijo de su época, con sus luces y sus sombras. Sería absurdo querer encontrar en una mística del siglo XIX algo que es muy carac­ terístico de la Iglesia de nuestros días. Hemos buscado la palabra "pobres" y "pobreza" en el índice de sus obras y está ausente. Hasta cierto punto es normal. Sin embargo los que conocieron a esta joven carmelita atestiguan que era sencilla, cercana a los demás, buscaba la felicidad de los otros, sembra­ ba amor concreto en su entorno, se amaba su presencia... 16.

16 Cf. C. DE MEESTER, Pensamiento y mensaje de Sor Isabel de la Trini­ dad, Burgos Monte Carmelo, 1984, pp. 45-63. ISABEL DE LA TRINIDAD 151 La Iglesia hace una opción preferencial por los pobres porque ellos son imagen y semejanza de Dios. Esta es una de las raíces o motivaciones más profundas. "Por esta sola razón, los pobres merecen una atención especial, cualquiera que sea la situación moral o personal en que se encuentren. Hechos a imagen y semejanza de Dios para ser sus hijos, esta imagen está ensombrecida y aún escarnecida. Por eso Dios toma su defensa y los ama" (Puebla 1142).

La misma razón se pone de manifiesto cuando la Iglesia sale en defensa de los derechos humanos. La lucha contra la desigualdad, el racismo, la marginación de las minorías, la discriminación por causa de la raza, sexo, color, condición social, lengua o religión, tiene aquí su mejor fundamento. "La fe en un solo Dios, Creador y Redentor de todo el género humano, hecho a su imagen y semejanza, constituye la negación absoluta e insoslayable de toda ideología racis­ ta. Pero es preciso extraer de todas sus consecuencias: no podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios" 17. El hombre es imagen y semejanza de Dios. En este terreno, Isabel de la Trinidad ha tenido una experiencia singular. Son abundantes las citas de sus escritos a este respecto. Además, hemos de subrayar que cuando expone esta realidad no es para ella una fría reflexión sino una convicción profunda de toda su vida. "Dios la había creado antes del pecado original a su imagen y semejanza (Gn 1,26). Tal fue el anhelo del Crea­ dor: poder contemplarse en su criatura, ver en ella reflejadas todas sus perfecciones, toda su hermosura, como a través de un cristal puro y sin mancha. ¿No es esto una manera de extensión de su propia gloria? (VE 8). "'¡Sed santos, porque yo soy santo!' Es este, me parece, el mismo deseo que manifiesta el día de la creación, cuando

17 La Iglesia ante el racismo, Documento de la Pontificia Comisión Jus­ ticia y Paz, en "Ecclesia", n. 2412 (1989), p. 27. 152 LUCIO DEL BURGO

Dios dice: 'Hagamos al hombre a nuestra imagen y seme­ janza' (Gn 1,26). Es siempre el deseo del Creador identifi­ carse, asociarse a su criatura" (VE 22). En la persona de Jesús el creyente ha comprendido que el verdadero rostro humano se descubre cuando se ha experi­ mentado como hijo de Dios. Jesús es un hombre libre y ha alcanzado la plenitud humana porque vive abierto a Dios de una manera insólita. Esta relación con el Padre es la raíz más profunda de humanidad y la clarificación más luminosa de su ser. El rostro de Cristo se encuentra desfigurado en el hombre oprimido. Sumido en la injusticia y la pobreza, está necesitan­ do que adquiera conciencia de que es hijo de Dios. Por eso, "el mejor servicio al hermano es la evangelización que lo dis­ pone a realizarse como hijo de Dios, lo libera de las injusticias y lo promueve integralmente" (Puebla 1145). Isabel de la Trinidad ha tenido una experiencia sorpren­ dente en este sentido. Desde los primeros años de la infancia ha tenido conciencia de ser hija de Dios por el bautismo. El acontecimiento del nacimiento de sus sobrinas va a ser una ocasión especial para expresar, desde la cercanía, este misterio. La lectura orante y contemplativa de San Pablo va a influir decisivamente en la clarificación de esta experiencia. En una carta a su amiga Francisca Sourdon, que es un verdadero tratado espiritual, se expresa así: "Es el bautismo quien te ha hecho hija de adopción (Rom 8,15), el que te ha marcado con el sello de la Santísima Trinidad" (GV 9). Yen la correspon­ dencia con su hermana Margarita afirma: "Acabo de leer en San Pablo cosas espléndidas sobre el misterio de la adopción divina. Naturalmente, he pensado en ti. Hubiera sido extraño lo contrario. Tú, que eres madre y sabes qué abismos de amor ha puesto en tu corazón para con tus hijas, puedes comprender la grandeza de este miste­ rio: hijos de Dios. Guita mía, ¿no te hace estremecer? Oye hablar a mi querido Pablo: Dios nos ha elegido en El antes de la creación. El nos ha predestinado a la adopción de hijos para hacer brillar la gloria de su gracia (Ef 1,4-6), es decir, que en su omnipotencia parece que no puede hacer nada más grande" (C 239). ISABEL DE LA TRINIDAD 153 6. Deseos de martirio. La Iglesia francesa vive momentos cruciales en tiempos de Isabel. "En Francia, la ley de 2 de julio de 1901 sobre las asociaciones se aplica con rigor en 1902 y 1903 por el gobierno Combes. Numerosos conventos se cie­ rran, frecuentemente en medio de turbulencias populares ... Una ley de 7 de julio de 1904 prohíbe la enseñanza a todas las congregaciones, lo que repercute en millares de escuelas ... En mayo de 1903 madre Germana (priora del convento) hace un viaje a Bélgica, donde ya espera a las carmelitas un refugio en N oiseux; muy pronto se llevará allí una parte del mobilia­ rio"18. Si esta es la situación general de la nación, el ambiente de la diócesis de Dijon no es menos conflictivo. En efecto, la figura del obispo, monseñor Le Nordez, es un tanto discutida: "Republicano, falto de prudencia, aunque no de ambición, se acusa al obispo de Dijon de ser un francmasón (sin razón, según todas las probabilidades). Isabel le conoce muy bien, ya que presidió su toma de hábito. Pero el Carmelo es tan poco favorable al obispo que para la toma de velo de Isabel se ha buscado una fecha en que estuviera ausente de Dijon ... La prensa local se agita cada vez más. El clero está dividido. En febrero de 1904 los seminaristas rehúsan recibir las órdenes sagradas de manos del obispo, que no ha admitido a algunos. De común acuerdo, todos los seminaristas se declaran en huel­ ga y abandonan el seminario, al que vuelven algunos días más tarde, amenazados con mandarlos al servicio militar ... El 13 de julio numerosos padres de familia rehúsan enviar a sus hijos a la catedral de San Benigno para ser confirmados por monseñor Le Nordez" 19. Isabel es consciente de toda esta realidad. Sería tema de conversación en el locutorio y entre las monjas. En sus escritos encontramos pocas noticias de todas estas situaciones, que se vivirían con temor y angustia. U na lectura atenta de las cartas nos ofrece algunos datos un tanto velados y que son el exponente de unos hechos más profundos y crudos que hacen sufrir. "¡ Se le ofende tanto en el mundo! N o se quiere saber nada de El" (C 149). Ante la

18 C. DE MEESTER, Obras completas, op. cit., pp. 633-634. 19 Ibidem. 154 LUCIO DEL BURGO situación crítica en la que se encuentran las comunidades re­ ligiosas, Isabel responde con fortaleza: " ... ¡Qué feliz sería si quisiese que también yo derrame mi sangre por El! Pero lo que sobre todo le pido es ese martirio de amor que ha consumido a mi santa Madre Teresa, a quien la Iglesia proclama Víctima de caridad; y ya que la Verdad ha dicho que la mayor prueba de amor era dar la vida por quien se ama (Jn 15,13), le doy la mía. Hace mucho tiempo que es suya para que haga lo que le agrade, y si no soy mártir de sangre, quiero serlo de amor" (e 287).

Derramar la sangre por El, deseos de martirio como signo de amor a la Iglesia y como forma de identificarse con el Crucificado por amor. Son experiencias que han nacido en su corazón antes de entrar en el Carmelo. Así lo refleja en su Diario: "Sí, le amo hasta morir de amor ... Buen Maestro, dadme vuestra cruz, os lo suplico" (D 12). "Oh, Amado mío, tú sabías cuánto te debía amar un día, que para devolverte tu amor, para consolarte, para ganarte almas estaría dispuesta a darte mil veces la vida" (D 142).

CONCLUSIÓN

Isabel de la Trinidad ha fundamentado su experiencia re­ ligiosa en la Palabra de Dios, meditada y asimilada en silencio contemplativo. Ella ha insistido en las líneas fundamentales del Evangelio, de aquí su actualidad a pesar de los años. Su influo espiritual ha sido considerable. Hoy, ante el reto de una Nueva Evangelización, es importante escuchar las orientacio­ nes de estos testigos cualificados de la Iglesia.