Nicolás Maduro Moros Nicolás Maduro Moros
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Object 12345 CIDOB Áreas de Investigación Proyectos Expertos Publicaciones Actividades Noticias Prensa » Biografías Líderes Políticos » América del Sur » Venezuela » Nicolás Maduro Moros Nicolás Maduro Moros Venezuela Actualización: 9 marzo 2015 Presidente de la República Mandato: 5 marzo 2013 - En ejercicio Nacimiento: Caracas, 23 de noviembre de 1962 Partido político: PSUV Profesión: Chófer Descarga Editado por: Roberto Ortiz de Zárate Presentación La muerte de Hugo Chávez el 5 de marzo de 2013 convirtió en presidente "encargado", o en funciones, de Venezuela a Nicolás Maduro, su heredero designado de 50 años. Antiguo chófer de autobús y dirigente sindical del Metro de Caracas sin estudios superiores pero adoctrinado en el marxismo ortodoxo y el castrismo, Maduro fue un precoz militante de la extrema izquierda que luego se unió con entusiasmo al movimiento bolivariano, llegando a ser uno de los principales jerarcas de la V República y, sobre todo, un colaborador fidelísimo y de la máxima confianza de Chávez. Político de maneras afables, desde 2005 fue sucesivamente presidente de la Asamblea Nacional, ministro de Relaciones Exteriores y, a partir de octubre de 2012, vicepresidente ejecutivo de la República. La figura de Maduro cobró relieve en los 19 meses transcurridos entre la detección del cáncer a Chávez, al que visitó reiteradamente en el hospital en La Habana, y su ungimiento como sucesor ("ustedes elijan a Maduro", pidió Chávez), por si se planteaba una "falta absoluta", en diciembre de 2012, en vísperas del regreso a Cuba de su mentor para librar una batalla postrera contra la enfermedad. En las semanas que siguieron, Maduro, autocalificado "hijo" de Chávez, al que juró lealtad "hasta más allá de esta vida", fue el portavoz de los sombríos partes médicos y por último el responsable de comunicar, compungido, a la nación el fallecimiento del comandante que le había confiado la conducción de la Revolución Bolivariana. El 8 de marzo, tras encabezar los grandiosos funerales de Estado, Maduro prestó juramento como presidente encargado con el aval del Tribunal Supremo de Justicia, que zanjó a favor del oficialismo la controversia interpretativa de la Constitución sobre la validez de su asunción institucional y su candidatura presidencial. Los observadores retratan al nuevo presidente de Venezuela como el mejor exponente del ala civil del chavismo, donde también tienen peso los sectores militares, amén hombre de muy unido a Cuba. La mayoría, a la luz de su hacer diplomático como canciller, le adjudica posiciones menos radicales y más dialogantes en el seno del partido hegemónico, el Socialista Unido de Venezuela (PSUV), si bien los discursos más recientes del estadista, que inciden en el culto hagiográfico a su predecesor y no han andado cortos de expresiones desabridas y pintorescas, apuntan a una continuidad estricta. Al carecer del carisma arrollador de Chávez, una personalidad histórica irreemplazable, Maduro alimenta las cábalas sobre si su estilo de gobierno será menos generador de confrontación, en un país que sigue polarizado en lo político, sacudido por la violencia delictiva y malparado económicamente por la inflación y el desabastecimiento, o, más probable, si alentará una estructura de poder descentralizada, no caudillista, que reduzca los rasgos personalistas y favorezca un liderazgo colectivo. Todas estas especulaciones dan algo por supuesto: que en las elecciones del 14 de abril Maduro batirá a su potente adversario de la oposición unida, Henrique Capriles, ya derrotado por Chávez en octubre por once puntos. La ventaja que Maduro saque ahora a Capriles -el oficialismo exhorta a superar los 10 millones de votos, cuando Chávez sacó 8,2- dará la medida de su capacidad para llenar el inmenso hueco dejado por Chávez y para preservar su abundante legado en las esferas social e internacional. Por de pronto, el PSUV y sus aliados de la izquierda, reunidos en el Gran Polo Patriótico, cierran filas tras Maduro, dispuestos a demostrar que el chavismo sin Chávez no sólo es factible sino irreversible. (Nota: texto actualizado hasta 1/4/2013) Biografía 1. Un conductor de autobús con alforjas revolucionarias De acuerdo con su biografía oficial, el nuevo hombre fuerte de Venezuela creció en El Valle, parroquia oriental de su Caracas natal, y recibió la educación secundaria en el liceo José Ávalos. Muchacho de carácter alegre, tocó en una banda de rock amateur y desde muy temprano militó en la Liga Socialista, una agrupación de ideario marxista-leninista-maoísta que operaba como la fachada legal de la Organización de Revolucionarios; esta, a su vez, tenía su origen en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), uno de los grupos subversivos que practicaron la lucha armada contra el Estado venezolano en los años sesenta, durante la primera década del sistema político democrático nacido del Pacto de Punto Fijo de 1958. Un perfil del estadista publicado por el diario mexicano La Jornada y que ha sido reproducido – dándole por tanto un carácter semioficial- por la cadena pública Venezolana de Televisión (VTV), aporta información sobre el contexto familiar de Maduro y sus raíces políticas. Así, su padre, Nicolás Maduro sénior, militaba en una facción disidente del ala izquierda de Acción Democrática (AD), el partido socialdemócrata fundado por Rómulo Betancourt y que en su dos primeros turnos de gobierno tras la caída de la dictadura perezjimenista, en 1959-1969, combatió enérgicamente a las desviaciones extremistas adecas que, como el MIR, habían roto con Betancourt al hilo de su enfrentamiento ideológico con Fidel Castro. De la mano de sus padres, que le llevaron a asambleas y mítines, el niño Maduro asistió a la génesis del Movimiento Electoral del Pueblo (MEP), formación socialista escindida de AD en 1967 con el impulso de Luis Beltrán Prieto Figueroa y Jesús Ángel Paz Galárraga. Sin embargo, el muchacho encontraba moderados los planteamientos de sus progenitores, y las ideas procastristas, que voceaba en la escuela con las consiguientes sanciones académicas, y revolucionarias, ejercitadas en grupos juveniles de barriada, se impusieron con la mayor precocidad. Las fuentes discrepan sobre si Maduro llegó a obtener el título de bachiller en el liceo. Las semblanzas oficiales y periodísticas suelen mencionar el espíritu autodidacta de Maduro, que a falta de instrucción universitaria se preocupó por su formación intelectual y política leyendo literatura marxista. Dichas fuentes no aportan información concreta sobre sus andanzas en la Liga Socialista, organización muy pequeña pero bien implantada en la Universidad Central de Venezuela (UCV), a su vez escenario habitual de algaradas estudiantiles y de acciones violentas clandestinas, de tipo guerrilla urbana, cometidas por grupúsculos de la extrema izquierda. En esta época, los años ochenta del siglo XX, las formaciones legales más a la izquierda, el MEP, el MIR, el Partido Comunista (PCV), el Movimiento al Socialismo (MAS) y la propia Liga, se oponían radicalmente al turnismo hegemónico en el poder de AD y su rival socialcristiano, el COPEI, y sostuvieron las alternativas presidenciales de los candidatos José Vicente Rangel, Teodoro Petkoff y Edmundo Chirinos. A principios de 1991 Maduro, tras superar unas pruebas de acceso, entró a trabajar en el Metro de Caracas como chófer de su servicio de autobuses metropolitanos, Metrobús. En esta compañía pública de transportes, el futuro dirigente político se involucró en las luchas gremiales y hacia 1993 organizó el Sindicato de los Trabajadores del Metro de Caracas (SITRAMECA), a cuyo frente se mantuvo en los años siguientes, siendo vocero del comité de empresa en las negociaciones con la patronal. De antes de su primer encuentro con Hugo Chávez Frías tras el fallido golpe de Estado perpetrado en 1992 por el entonces teniente coronel contra el presidente adeco Carlos Andrés Pérez, nada más se divulgó sobre las actividades de Maduro en todos los años que ocupó los más altos cargos de la República Bolivariana salvo el de presidente. Sin embargo, en 2013, a raíz de la sucesión institucional por la muerte de Chávez el 5 de marzo, algunos medios digitales latinoamericanos de limitada difusión y, en ciertos casos, de orientaciones antichavista y anticastrista, difundieron unos datos novedosos que, de ser ciertos, ilustraban la profundidad de la implicación del joven Maduro de la década de los ochenta en las luchas de la extrema izquierda latinoamericana y sus estrechos vínculos con Cuba. Así, el colombiano Diario de Huila, en su edición del 19 de marzo, revelaba que Maduro había vivido en La Habana entre 1986 y 1987, como alumno de la Escuela Superior Ñico López, dedicada a la formación de cuadros del Partido Comunista de Cuba (PCC) y a la instrucción también de futuros dirigentes políticos de agrupaciones ideológicamente afines toda América del Sur, América Central, el Caribe y África. Maduro, según parece recomendado por la Liga Socialista de Venezuela, causó una excelente impresión a sus compañeros de clase e hizo amistades internacionales por su agradable personalidad y su espíritu solidario. Más tajantes son las declaraciones hechas al blog Universo Increíble, mantenido por el periodista y productor televisivo cubano Óscar Suárez, que las publicó en dos partes el 16 y el 18 de marzo, por un ex analista de inteligencia del Departamento América, antiguo aparato del Comité Central del PCC, que se hace conocer con el alias de Hernando. Según el entrevistado, que dice haberle conocido cuando estuvo capacitándose en la Escuela del partido en La Habana a finales de los ochenta, Maduro fue captado por el Departamento América para desempeñarse como un "subversivo profesional" en Venezuela y se ganó la confianza de las más altas instancias del régimen cubano años antes de que Chávez se diera a conocer. Hernando llega a describir a Maduro como un "alumno aventajado de Raúl Castro", quien siempre habría "confiado más en él" que en el propio Chávez, por todo lo cual Maduro se ganó el "respeto" de la extrema izquierda venezolana y del movimiento bolivariano ya en sus etapas más tempranas.