ASTURIAS SIGLO XXI

GRADO Mirando al centro

FERMÍN RODRÍGUEZ RAFAEL MENÉNDEZ

Grado se debate hoy entre la tradición, centro urbano comarcal y extenso territorio rural marginado de las redes modernas de comunicación, y el futuro, la integración en el mundo metropolitano

El extenso y complejo concejo de Grado tiene dos partes bien diferenciadas. Una la que se extiende sobre el valle medio del río Nalón, en la confluencia con el Cubia, que da lugar a un gran espacio abierto y llano, ocupado por una intensa actividad hortícola, agrícola y ganadera, con la villa como referencia comercial y de servicios urbanos para un concejo que hoy tiene poco más de 11.000 habitantes censados pero que en el ciclo agrario tradicional llegó a cobijar varios miles más. El otro Grado es el que se extiende hacia el sur, lejos de los ejes principales de comunicación, sobre los cordales de media montaña. Un mundo de extrema ruralidad, aislamiento y declive, que muestra los negativos indicadores habituales en el mundo rural asturiano de montaña. Todo el concejo, así como los vecinos o parte de ellos, gira sobre la villa, que ha aumentado sus residentes hasta los 7.200 actuales, a partir de la atracción ejercida sobre la población rural propia y la de los concejos cercanos. Grado es villa de primer nivel, situada en el borde oeste del mundo metropolitano, que mira históricamente a Oviedo, con el que penosamente se comunicaba a través de una carretera que, a pesar de incluirse en la red principal del Estado, había quedado obsoleta hasta la construcción de la autovía, aún inacabada. Y cuenta con ferrocarril, que no acaba de convertirse en metro. El problema de Grado han sido sus comunicaciones, tanto con los centros urbanos, como con las comarcas vecinas, el eje costero y sus propias unidades internas del sur montañoso. Además de la villa, 187 pueblos y aldeas completan su poblamiento. En el entorno de la villa, sobre las vegas del Nalón y del Cubia, se sitúan las parroquias más pobladas, con tendencia a dispersar sus caserios y barrios sobre los espacios llanos. La de tiene nada menos que 29 núcleos de población. Peñaflor, Villapañada, Castañedo, y Gurullés completan el conjunto que agrupa a la mayor parte de la población concejil, unos 9.000 habitantes. A medida que avanzamos hacia el sur el poblamiento se concentra en parroquias de pocos o de un sólo núcleo y de población inferior a los 100 habitantes: Vigaña, , Villamarín, , . Además de la villa capital sólo un reducido número de aldeas superan los 100 habitantes: Entrelosrríos, Peñaflor, Fuexo. Son alguno más los que no alcanzan los 50: Acebedo, Rozadas, Casas de Abajo, Alvaré, Llantrales, Santo Dolfo, Anzo, Vega Peridiello, El Lado, El Medio, La Caleya, La Vega, Rañeces, Llamas. El crecimiento, muy moderado, de la villa, impone el predominio de las actividades terciarias en la producción y el empleo locales. 1.800 empleos, el 64% del total, nos llevan la mirada a la progresiva integración de la villa en el área metropolitana y al afirmamiento de su carácter y funciones urbanas, que aún se verán reforzadas, en interés local y del conjunto regional, cuando la villa de Grado se considere como una nueva centralidad, apoyada en su función de bisagra en el borde oeste, de Ciudad Astur, al converger en ella los ejes de Oviedo y de Avilés-aeropuerto, lo que además permitiría integrar los ásperos territorios rurales vecinos, en los que la ganadería sigue teniendo una gran importancia territorial. 650 explotaciones y sólo 65 de producción lechera, lo que implica una importante reducción del volumen de producción láctea respecto al que conseguían las más de 300 de hace diez años. El concejo se está reorientando a la ganadería de producción cárnica, en casi 600 explotaciones, que acogen a una numerosa cabaña ganadera, unas 12.000 cabezas, que aumentan en los últimos años. El empleo ganadero supera los 600 activos, un 20% del total. Destaca también la importancia de la construcción, 300 empleos, el 10%. Y una actividad industrial de cierta entidad, particularmente en el sector alimentario y en el entorno de la capital. Sin embargo, la tasa de población activa es baja y alta la de paro, lo que indica una situación en la que Grado no ha podido aún desarrollar todas sus potencialidades; en ello influye la baja accesibilidad, que comparte con los concejos al oeste de Oviedo y Avilés.. Sin embargo, hay potencial para el crecimiento. La villa es hoy el tesoro de Grado. El desafío, su saludable integración en el área metropolitana, de la que puede captar flujos de actividad y enriquecerla y diversificarla con sus notables atractivos: ferias y mercados, fiestas, suelo empresarial, iniciativa emprendedora, oferta cultural y de ocio, servicios públicos y privados... Pero debe mejorar su conexión con la costa, hoy más dinámica, a través del eje del Nalón, cruzado por una inapropiada carretera y un ferrocarril anticuado y desaprovechado. La carretera de Pravia tiene unas características que impiden su uso metropolitano, a pesar de unir dos pequeñas ciudades muy activas y con gran potencial de crecimiento y de vertebrar comarcas obligadas a cooperar. Hoy separadas, más que unidas, por redes de comunicación y de equipamientos propias del siglo XIX. El ferrocarril, que debería conectar ágilmente Oviedo con Grado, Pravia, el aeropuerto y el occidente costero, dormita en unas condiciones de servicio inapropiadas para las demandas metropolitanas actuales, mientras la conexión con el aeropuerto espera una decisión aplazada, que cuando sea tomada cerrará el periférico oeste de Ciudad Astur. Hay que poner las condiciones para que Grado desarrolle plenamente sus capacidades territoriales, que son muchas. Hay que forzar la vista del área metropolitana hacia el oeste, evitando la saturación y el crecimiento desordenado del espacio entre Oviedo, Siero y Llanera. El desarrollo de las villas tradicionales como Pola de Siero, en esa área, puede señalar el futuro de Grado, ya que la villa tiene que ejercer de arrastre de su extenso concejo, permitiendo la continuidad del poblamiento rural sobre la base de la calidad y de la proximidad a servicios urbanos modernos y asimilables a los metropolitanos. La villa cuenta con posibilidades de ejercer su función residencial, de primera residencia, sobre el conjunto del área metropolitana, ya que en ésta cada vez se disocian más los lugares de residencia, de trabajo, de servicios y de ocio. Para ello, la labor del Consorcio de Transportes se revela fundamental. La conversión de los servicios de cercanías de RENFE y FEVE en un auténtico ferrocarril metropolitano y la mejora del transporte público por carretera, así como su coordinación, son necesidades incuestionables, y no sólo para hacer sostenible una gran ciudad, sino también barata, de calidad, y con muchos centros, que la refuerzan y la abren por dentro, ofreciendo diversidad y riqueza. Figaredo, 9 de noviembre de 2006