CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (c. s. i. c.)

BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

N.° 124

O ctubre AÑO XLI OVIEDO D iciem b re 1987 SUMARIO

Págs.

El concejo de Piloña en el S. XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, por Andrés Martínez Vega ...... 939

Puntualizaciones a una comunicación, por Rodrigo Grossi Fernández ... 985

Los indianos en la literatura, por José Ignacio Gracia Noriega ...... 991

Un religioso capuchino de Navia en la Corte de Fernando VII, por Jesús Martínez Fernández ...... 1.011

El Monte Medulio en territorio astur-bergidense, por Serafín Bodelón ... 1.023

La estela de Duesos, Caravia, por Alberto Fernández Suárez y Alejandro Fernández ...... 1.035

Jovellanos. La enseñanza y las academias, por Fernando Muñoz Ferrer 1.055

Arte parietal paleolítico occidental. Técnicas de expresión e identifica­ ción cronológica, por Magín Berenguer Alonso ...... 1.063

Estudio de la satisfacción laboral en , por Antonio Lucas Marín 1.077

El yacimiento prehistórico de la cueva de Aviao (Espinareu-Piloña), por Ramón Obeso Amado, Germán Rodríguez Calvo y Antonio Juaneda Gavelas ...... 1.109

Laboratorio Químico Municipal de Oviedo. Su importancia sanitaria, por Melquíades Cabal ...... 1.117

Pérez de Ay ala y Bergson, por Pelayo H. Fernández ...... 1.143

Escolares médicos asturianos en Valladolid (1546-1936), por Juan Gran- da Juesas ...... 1.185 CONSEJERIA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS (c. s. i. c.)

BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

N.° 124

Octubre AÑO XLI OVIEDO Diciem bre 1987 Depòsito Legal: O. 43-1958 I. S B. N. 0020-0384

Imprenta “LA CR U Z ” Hijos de Rogelio Labrador Pedregal Granda-Siero (Oviedo), 1987 BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

Año x l i Octubre -D iciem bre Núm. 124

EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII, SEGUN EL CATASTRO DEL MARQUES DE LA ENSENADA

POR

ANDRES MARTINEZ VEGA

Una vez más traemos a estas páginas la transcripción de las «Respuestas Generales» dadas al interrogatorio de la letra A, rela­ tivas en este caso al concejo de Piloña (1), que constituyen parte del conocido Catastro de Ensenada. Con tal empeño pretendemos cumplir un doble objetivo: continuar la labor de los numerosos investigadores (2) que desde años atrás vienen publicando en este mismo boletín las transcripciones de ciertos municipios asturianos, generalmente de la zona occidental;, y por otro lado, dar a conocer a los estudiosos esta documentación de Pilona, concejo centro- oriental, tan falto hasta el momento de trabajos de investigación acerca de su devenir histórico. Con estas respuestas, ejecutadas durante el reinado de Fernan­ do VI (1746-1759), se intentaba establecer la real y «única contri­ bución», tributo proyectado en España durante el S. XVIII para sustituir los múltiples impuestos englobados en las llamadas ren-

(1) El manuscrito de las mismas se encuentra en el Archivo General de Simancas, Dirección General de Rentas, Estadística de Fernando VI, libro 368, fols. 102 y ss. (2) Desde el año 1960 el profesor Martínez Cachero comenzó esta tarea, que recibió un fuerte impulso de otros muchos investigadores, como el señor Pérez de Castro, Celsa García Valdés, Juan Manuel Estrada Alvarez, Ramona Pérez de Castro y Femando Inclán Suárez...... : : . „ 940 ANDRES MARTINEZ VEGA tas provinciales. Ya durante los Ss. XVI y XVII se expuso repeti­ damente la necesidad de sustituir el complejo sistema tributario castellano, heredado de la Edad Media, por una contribución que unificara la mayor parte de los impuestos; y será en el S. XVIII cuando los ministros ilustrados de los Borbones realizaron los pri­ meros intentos en este sentido. En el reinado de Fernando VI, el marqués de la Ensenada inició la realización de una estadística sobre la riqueza de las provincias de Castilla y León para poder repartir equitativamente la contribución; simultáneamente se crea una Junta de la Unica contribución para que centralizara toda la información. Sin embargo, cuando se pudo disponer de las encues­ tas (1756), el marqués de la Ensenada había sido apartado del poder, y Fernando VI no se atrevió a implantar una medida tan radical, a la que se oponían amplios sectores sociales. No obstante, la labor desarrollada por Ensenada con la realización de estas en­ cuestas en los distintos municipios, y aunque se contradice en sus resultados con la que más tarde se realizará bajo el reinado de Carlos III (la riqueza de muchos concejos quedaba reducida a la mitad de lo calculado en 1756), tiene una importancia capital para el conocimiento de las estructuras sociales y económicas de los di­ ferentes municipios. El tenor de dichas respuestas, referentes a Piloña, es el si­ guiente:

«VILLA DEL YNFIESTO EN EL CONZEJO DE PILOÑA

COPIA DE SUS RESPUESTAS GENERALES

En la villa del Ynfiesto, caveza del concejo de Piloña, y casa de posada de el señor don Juan Luis Blanco, subdelegado a este dicho concejo para el establecimiento de la real y única contribución, a ocho dias del mes de mayo, año de mili setecientos cinquenta y dos, se juntaron los señores don Thomás de Valdés, juez por el estado noble de dicha villa y su concejo, don Raphael Alvarez de el Pedrueco y don Francisco González, regidores comisarios de el Ayuntamiento de él, don Manuel Ramón Menéndez Valdés, cura de la parroquial de Santa Eulalia de , y el mas antiguo de los de este partido por no aver al presente arcipreste en él; don Manuel de la Yglesia, procurador general; y Luis González Cienfuegos, es­ cribano de Ayuntamiento; Manuel de Esteli, Jacinto Reguero, Ber­ nardo de el Cueto, Pedro de el Camino, Vizente González, Antonio EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 941

de la Huerta, Joseph Prieto, Manuel Peláez, Domingo Rubio, Jo- seph Solís, Francisco Alvarez, Francisco de Viyao, Gabriel Molina y Zipriano Blanco, vezinos de dicho conzejo, peritos nombrados por la Justicia y Regimiento de él como prácticos y de conocimien­ to de las calidades de las tierras de el término de este concejo y de los frutos que produzen los árboles de él, exquilmos de anima­ les, rentas de casas, grangerías, artefactos, oficios y utilidades de sus vezinos a cuio fin han sido instruidos sobre las materias con­ tenidas en el real interrogatorio de la letra A por dicho señor subdelegado y mas ofiziales de su Audiencia, conforme a las ins- truziones, documentos y práctica con que de ello se hallan instrui­ dos de su señoría el señor don Gabriel Francisco Arias de Saavedra, del consejo de su Majestad y su comisionado general deste Prin­ cipado, y Miguel González, vezino del conzejo de Oviedo, Francisco Antonio Cantora, que lo es del coto de Abedul, don Mathias Gon­ zález, Antonio Llagar, Joseph de Gierta y Juan García, vezinos de la misma jurisdición, peritos nombrados de oficio por dicho señor subdelegado como igualmente inteligentes que los arriva expresa­ dos. Y aviendoles tomado su merced juramento de excepzion del cura por ante mi el presente escribano, le hizieron a Dios nuestro Señor y a la señal de la santa Cruz de dezir verdad de todo lo que supiesen y les fuere preguntado satisfaciendo a las quarenta pre­ guntas del citado real interrogatorio, y con especialidad los peritos nombrados por dicha Justicia y Reximiento mediante a tener como tenían reconocido formalmente todas las heredades y mas haveres del término de dicha justicia y Reximiento y encargados todos en la conciencia con la representación del juramento hecho, so los graves puntos sobre que responden para que según lo que decla­ rasen pueda establezerse por su Majestad la Ünica real contribu­ ción sobre todas las utilidades de los vezinos, heredades y mas artefactos y ganados de el término, en lugar de las provinciales, y siendo preguntado al thenor de dicho interrogatorio respondieron a cada una de sus preguntas lo siguiente:

1.a... A la primera dixeron: Que esta población se llama el con­ zejo de Piloña, cuia capital es la villa del Ynfiesto.

2.a... A la segunda: Que dicho conzejo es del Rey, y perteneze a su Majestad (Dios le guíe) y a su real corona.

3.a... A la terzera: Que dicho conzejo tiene de oriente a ponien­ te tres leguas y M. a N. otras tres y de circunferencia nueve: uno 9 4 2 ANDRES MARTINEZ VEGA y otro, poco mas o menos, y se andaran a pie y no a cavallo por el invierno en diez y ocho horas y por lo fragoso y áspero de sus confines, y de verano en quinze. Sus confrontaciones son por el O. el conzejo de Parres, hasta el rio que se llama de Cúa; y de Poniente, términos del conzejo de Nava y de el de Labiana, hasta donde se juntan los ríos de el Mon, el de la Quintana y de la Cas­ tañal y confines del conzejo de Cabranes; por el N. el sitio que llaman Val de el Aguila, de el puerto de Sueve y confines de los conzejos de Colunga y de el de Villaviciosa; y por el M. el conzejo de Caso y el de Ponga, hasta la collada de Piedrafita; y su figura es la del margen (Véase fig. n.° 1).

Fig. n.° 1: Plano del concejo de Piloña incluso en la descripción física de las “Respuestas Generales”.

4.a... A la quarta: Que el término de este conzejo sólo tiene al­ gunos prados de guadaña con paciones de primavera y otoño, y destejas especies siguientes:- EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 943

1.a Tierras de dar escanda un año, y maíz y favas otro, alter­ nando y sin descanso, con algunos controzos de corta di­ mensión de hortaliza y lino, que equivalen a la misma producción de pan, maíz y favas alternando en tierra de B.C., sin embargo de que qualquiera de las dos especies se siembre en ello, notándose que en algunos de dichos controzos de tierra donde se siembra el lino, levantado, se coje también panizo en un mismo año. 2.a Tierras que dan alcazer, y levantado se siembran de maíz y favas, que uno y otro se coje también en un mismo año. 3.a Tierras que dan siempre maíz, y favas segundamente, sin año de intermedio. 4.a Tierras asimismo que alternando produzen sin descanso pan y panizo. 5.a Prados de yerva de guadaña con paciones de primavera y otoño. 6.a Prados de guadaña con sólo pación de otoño. 7.a Prados en herías y fuera dellas que por costumbre de romperse, levantada la yerva, no se les aprovechan las pa­ ciones. 8.a Prados pacioneros que llaman pascon. 9.a Tierras incultas por desidia, de matorral y pasto, dentro de zierro y otro sin el, a pasto común. 10.a Bosques y matorrales, a rozo de argoma y zarzales. 11.a Montes de robles y de castaños. 12.a Tierras de común, plantadas con diferentes árboles fruta­ les, que se especificaran a la sesta. 13.a Tierras incultas por naturaleza, dentro y fuera de zierros.

Y se nota que las tierras donde se siembran dichas especies de verduras, alcazer, lino y panizo, como queda dicho, se reduzen a unos controzos de cortísima dimensión y que ninguna de las refe­ ridas produze con año de intermedio y el frutificar todos assi se­ gundamente en la forma expresada y sin descansar, consiste en el trabajo y continuo abono con que los labradores las benefician y acuchan.

5.a... A la quinta: Que en las tierras de todo el término hay de B.M. e Y.C. y también de la subinfima inculta por naturaleza, no­ tando que las de matorral y de montes plantados de castaños y robles son de Y.C. en su especie. 9 4 4 ANDRES MARTINEZ VEGA

6.a... A la sexta: Que en las referidas tierras hay plantío de árboles frutales y no frutales como son: manzanos, perales, avella­ nos, nogales, castaños, higueras, zerezales, guindales, nisales y tal qual pavia y pescal, en algunas huertas de particulares, y robles, hayas, abedules, encinas, fresnos, álamos blancos, texos y laureles.

■ 7.a... A la séptima: Que dichos árboles están plantados algunos dentro y en las márgenes de las tierras, y otros a las orillas de los ríos y en las quintanas de las casas y territorio de matorral espar­ cidos por el pasto común de este conzejo, sin orden ni formazion en hileras, de manera que los plantados a las márgenes de las mencionadas tierras y junto a sus cierros, aunque sirven de afir­ marlos mas, ocasionan con la sombra y disipación de la tierra algún perjuicio en aquél sembrado que le cabe mas próximo.

8.a... A la octava: Que dichos plantíos se hallan echos en la forma que queda declarado en la respuesta antezedente.

9.a... A la novena: Que la medida de que se usa en esta villa y su conzejo es por dias de bueyes y la dada por la Justicia y Rexi- miento de la ciudad de Oviedo, y por lo mismo se usa de ella en la mayor parte de este Principado y se compone de veinte y quatro varas claveras de frente y quarenta y ocho de costado o largo, cada una de cinco cuartas castellanas con que viene a componer el frente de cada dia de bueyes treinta varas castellanas y sesenta de largo; y que en el espacio que ocupa una medida se siembran nueve copines de escanda en erga, que hazen tres en limpio. Que una medida de dia de bueyes de qualquiera calidad que sea se siembra con un copín de maíz y quarta parte de copín de favas mezclado. Para álcazer otros nueve copines de escanda en erga; y. de panizo se siembra con quarta parte de un copín, y que no se hace especificación de la linaza y verduras por que (como dicho es) se siembran y plantan en unos pequeños controzos sin que haya tierras destinadas para estas semillas por lo que se regulan por aquellas de B.C. de dar pan, maíz y favas alternando con la parro­ quia de su situación, y se nota que la fanega de este conzejo es como la que se usa en dicha ciudad y se compone de ocho copines, cada uno (de dichos copines) de ocho quartillos y el todo de la fanega haze diez y seis zelemines castellanos por componerse de dos el referido copín. EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 945

10.a... A la diez: Que en el término de este conzejo hay dos­ cientas cinquenta y un mil seiscientos y setenta dias de bueyes, de los quales son de sembradura doze mili novecientos setenta y nue­ ve, los onze mili quinientos ochenta y seis de dar pan, maíz y favas alternativamente sin descanso, y de estos los novecientos y quarenta de B.C. quatro mili doscientos y treinta de M. y seis mili quatrocientos diez y seis de Y., y de dar maíz y favas seguidamente mili ciento y diez dias de bueyes, los ciento y noventa de B.C., qui­ nientos y quarenta de M. y trescientos y ochenta de Y. de dar alcacer, maíz y favas todo en un año, diez y nueve dias de bueyes onze de ellos B.C. y los otros ocho de M. de dar otorlaliza doscien­ tos y diez dias de bueyes de B. y M.C. por mitad de dar pan y panizo, alternando; quarenta y quatro dias de bueyes de Y.C. y de dar lino, levantado, panizo en un mismo año dos dias de bue­ yes B.C. Que de prados de regadío hay tres mili trescientos sesenta y ocho dias de bueyes, y de éstos los seiscientos y cinquenta y ocho de B.C. mili novezientos y cinquenta de M. y setezientos y sesenta de Y.; y prados de secano doze mili novezientos setenta y quatro dias de bueyes, de los quales son de B.C. quinientos y veinte, de tres mili quatrocientos y quatro y de Y. nuebe mili y cinquenta, todos de guadaña. De los que llaman pascon novecientos ochenta y quatro dias de bueyes S.Y.C., y de inculto por desidia, bajo de cierros, trescientos dias de bueyes. De matorral, también con zie- rro, e inculto por naturaleza un mili quinientos setenta y quatro dias de bueyes, y plantado de manzanos ciento veinte y nueve dias de bueyes, de perales doze, de avellanos setezientos, de nogales doscientos treinta y uno, de castaños diez mili seiscientos y qua­ tro, de nisales veinte y quatro, de zerezos ochenta y seis, y de guindas un dozabo y un quinto, y los doscientos siete mili seis­ cientos ochenta y seis dias de bueyes diez dozabos y quatro quintos de otro restante son de matorral en abertal, peñascos y de tierra árida e inculta por naturaleza que también sirve de pasto común para los ganados de el vecindario, y en los que se incluyeron los árboles infructíferos que van expresados en la respuesta sexta y el suelo de las cassas, orrios, paneras, quintanas, caminos y puer­ tos alios.

11.a... A la onze: Que en el término de dicho conzejo se cogen las especies de frutos referidas en la respuesta quarta y sexta, assi de granos como de frutas. 9 4 6 ANDRES MARTINEZ VEGA

12.a... A la doze: Que la medida de un dia de bueyes sembrado de pan en tierra de B.C., de los que comprehenden las parroquias de S. Juan de Verbio, Santa Eulalia de Qués, San Christobal de Pintueles, San Román de Villa, San Martino de , Santa María de y San Vizente de Cerezeda, produze con una arodi- naria cultura y beneficio unos años con otros dos fanegas y media de pan en limpio. Que en las de M. produze dos fanegas y en las de Y. fanega y media. Que una medida de tierra en las restantes diez parroquias de Santo Domingo de , San Pedro de Belonzo, San Lorenzo de Sellón, Santa María Magdalena de Valle, San Pedro de Villama- yor, San Pedro de Sebares, San Pablo de , Santa María de Fios, San Lázaro de Vallobal y Santa Eulalia de Coya con la misma cultura y beneficio produze un año con otro y en cada uno siendo de B.C. dos fanegas de pan, de M. una y media y de Y. una y dos copines. Que la medida de un dia de bueyes de B. y superior calidad en las cinco parroquias que gradúan en el producido de maíz, como son las citadas de San Pedro de Villamayor, Santa María Magda­ lena de Valle, San Juan de Verbio, Santa Eulalia de Coya y San Román de Villa produze quatro fanegas de maíz y quatro copinos de favas, que estos se reduzen a quarenta y un dias y medio de bueyes y son los siguientes: diez en la huerta que se llama del Zercado, propios de don Antonio de Antayo; y otro dia de bueyes en la huerta de junto a la hermita de Santa Theresa, propio de don Balthasar de Cobián, sitos todos onze en términos de esta villa del Ynfiesto de la mencionada parroquia de San Juan de Berbio. Y en el lugar de Valle de dicha parroquia de Santa María Magdalena un dia de bueyes en la huerta que se dize abajo de casa que es de Gabriel Molina, perito nombrado por el Consejo; otro en la huerta de Cueto, propio de Fhelipa de Cueto, viuda de Joseph Vigil. Quatro en el valle del Fuzero pertenecientes al Real monasterio de San Pelayo de Oviedo. Otros dos de don Antonio de Argüelles en la llosa de abajo de su casa. Dos mas de don Joseph Piloña, en la llosa que tiene bajo de su casa. Y otros dos en el valle de que son de Luis Molina. E la parroquia de Villamaior y lugar de Melarde dos dias de bueyes que son del referido monasterio. Otro en el lugar de Villamaior de Angel de el Arenal. Otro en Antrialgo que llaman la huerta de Solises, perteneciente a Pablo González, Francisco y Antonio Solís. Uno y medio en Miyares y huerta que llaman Grande, propiedad de don Francisco de la Villa; y otro me­ dio de Mathias García al sitio del Jabayón. E la parroquia de San EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 9 4 7

Román y lugar de este nombre una huerta de dia de bueyes propia de don Francisco del Llano, presbítero. Otro dia de bueyes de Jo- sep Díaz en la huerta de Corbeio; y medio en la huerta de el Riego que es de don Thomás de Valdés, y en la huerta delante de su casa posehe otro dia de bueyes de partida con don Bernardo de el Lla­ no. Y en la huerta de el Miyar un dia de bueyes de Joseph Espina, y otro de los herederos de Phelipe de San Miguel en la huerta lla­ mada San Miguel. Y medio mas en la huerta de el Llagar delante de la casa de la requerida propia de Ysabel del Llano, viuda de Francisco Valdés y de Pedro de San Miguel. Y en la parroquia de Coia y huerta del Barredo que es de don Pedro Días, tres dias de bueyes. Otros tres en la llosa de Soto, propios de don Pedro de Oviedo, y medio en la llosa de la Cuerba que es de Julián del Ca­ mino. Que de los demas dias de bueyes de las mencionadas cinco parroquias el de B.C. produze tres fanegas y media de maíz y dos copinos de favas, el de M. tres fanegas de maíz y copín y medio de favas, y el de Y. dos fanegas y media de maíz y medio copín de favas; y en las otras doze parroquias graduaron treinta y nueve dias y medio de bueyes de la mejor calidad como son: cinco en el valle de San Juan de dicha parroquia de , pertenecientes dos de ellos a la herencia de don Phelipe de Casso y los otros tres a dicho don Antonio de Antayo y de Juan Martín de Arenas y he­ rederos de Joseph del Prado y de Bernarda de el Prado; y dos mas en la huerta de Solavilla, propios de Magdalena Lobeto, viuda de Joseph Casin, vezina de el lugar de Belonzo donde están sitos. Y en la referida parroquia de Qués, ocho dias de bueyes a los sitios de el valle de Arroes, de el valle de junto a Palacio, y en la hería de la Miere, a los sitios del Ablanar y de del Toyo, propios de dicho monasterio de San Pelayo. Y en la parroquia expresada de Pintueles y otería de San Vizcn- te, al sitio del Requexo, dos dias de bueyes, propios del convento de San Vizente de Oviedo; y otro en la huerta de solafragua que es del deán y cabildo de aquella ciudad. Y en la dicha parroquia de Borines, un dia de btieyes del refe­ rido don Balthasar de Cobián, en la huerta de junto a su casa; y medio dia de bueyes beneficial o de manso de aquella parroquia junto a la casa de Rectoría, y pegado a ello otro medio dia de bueyes que es de Thomás y Francisco Miguel; dos dias de bueyes mas que son de don Zipriano Sánchez, presbítero, y de don Joseph, su hermano, en las huertas que tienen junto a su casa; y otros dos dias de bueyes del mismo don Zipriano Sánchez en la huerta de la Quadra. 9 4 8 ANDRES MARTINEZ VEGA

En la parroquia de Zerezeda, tres dias y medio de bueyes, pro­ pios de dicho don Antonio de Antayo, en el cierro y otuerta que tiene junto a su casa, y otro quarto en la huerta de los Va(roto), que los dos de ellos son de don Pedro del Cueto Valdés y los otros dos de don Gregorio de el Queto, presbitero. Y en la parroquia de Sebares y vega de este nombre, al sitio de entre la peña, quatro dias de bueyes, propios del beneficio sim­ ple de aquella parroquia y de don Raphael Alvarez del Pedrueco; de don Juan López Pandiello y de los herederos de don Andrés Palomo, y de los de don Juan Blanco; y otros dos en la huerta de la Rienda de el lugar de Villar, propios de Domingo de el Collado y de la herenzia de don Raphael Alvarez. Y en la parroquia y lugar de Vallobal dos dias de bueyes que son de aquel hospital, regulando que cada dia de bueyes de estos produze tres fanegas y media de maíz y dos copines de favas. Y que todos los referidos (digo) demás dias de bueyes de las referidas doze parroquias produzen el de B.C. tres fanegas de maíz y dos copines de favas, el de M. dos fanegas y dos copines de maíz y copin y medio de favas, y el de Y. una fanega y dos copines de maíz y medio copin de favas, cuia semilla se malogra quasi todos los años y se estiriliza por no ser este terreno tan a propósito para ella como otros del Principado donde produzen con más abundan­ cia. Y un dia de bueyes de Y.C. sembrado de panizo produze quatro copines. Y un dia de bueyes de prado regadío B.C. produze un carro de yerva y la quarta parte de otro y paziones de primavera y otoño siendo de M.C. un carro de yerva y paciones de primavera y otoño. Y el de Y. tres partes de quatro de carro de yerva y una pación de otoño. Que un dia de bueyes de prado B.C. produze un carro de yerva y paciones de primavera y otoño. El de M.C. las tres partes de quatro de un carro de yerva y una pación de otoño. Y el de Y. medio carro de yerva y una corta pazión de otoño cuia regulación se haze sin distinción de parroquias a todos los prados que hay en los términos dellas, notando que estas paciones no se contemplan a aquellos prados que por costumbre quedan en aber­ tal levantada su yerva como sucede a los que se hallan en herías padroner, esceptuando algunos controzos de tierra inculta por desidia dentro de ellas que, a frutos pendientes, sirven de pasto a diente; y otros prados que unidos a dichas oterías están zercados sobre si porque a estos se contemplan dichas paciones.

13.a... A la treze: Que en los términos de este conzejo hay los árboles frutales y no frutales que se refieren en la respuesta sexta EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 9 4 9 y no están plantados en devida forma si no es según queda expli­ cado en la séptima, pero que si un dia de bueyes se plantara con regla de plantería de manzanos, perales, nisales, zerezales o guin­ dales se ocuparía su fondo en cinquenta árboles, de avellanos con setenta y dos, de nogales, castaños o higueras o robles con diez y ocho; y que el producto de un dia de bueyes plantado de manza­ nos se regula en una pipa de sidra, de perales en cinquenta copines de peras, de nisales en seis fanegas, de zerezales en quatro y de guindales en dos, el de avellanas en otras dos fanegas, el de nogales en fanega y media, el de castaños en una fanega y el de higueras en quatro; y como estos árboles no están plantados con regla de planturia no se puede distinguir su calidad hablando de la medida de dia de bueyes y siendo una materia moralmente impossible ex­ presar la calidad del terreno que ocupa cada árbol, según se hallan puestos, los regulan plantados en tierra de M.C. a excepción de los castaños que regularmente lo están en terreno de Y. sin hazer quenta ni considerazión de los novales mui viejos de una equita­ tiva regulación, les pareze que aunque algunos experimenten gra­ cia, ninguno padezerá perjuicio y se nota que solo el fruto de los manzanos sirve sólo para la compossición de la sidra, y que estos árboles y los perales no produzen seguidamente sino es un año si y otro no. Y que no se haze frada o corta de robles para vender la leña aunque sean de dueños particulares porque sirven sólo de cortarles algunos ramos para las lumbres de los vezinos e sus ca­ sas, mediante abunda de montes comunes y no hazer grangería alguna de la leña de otros árboles, y les pareze que un dia de bue­ yes plantado de ellos produzirá su corta de quinze en quinze años, doze carros de leña.

14.a... A la catorze: Que el valor que ordinariamente tiene la fanega de escanda es de veinte y dos reales, y apreciado assi por la Audiencia de este Principado; la de panizo aunque no han visto (por escasez) venderlo en este conzejo consideran podrá valer a precio de ocho reales la fanega de maíz, su precio común es de onze reales; la de frutas por cogerse en este conzejo blancas y de las manchadas regulan unas con otras a veinte reales; al de ave­ llanas a doze y medio. La pipa de sidra, que consiste en veinte y cinco cántaros de la medida por donde se vende el vino que cada una haze veinte y dos quartillos para vender, la sidra en cinquenta reales declarando que cada pipa necessita de manzana cinquenta copines y cada copín a precio de treynta y quatro maravedís, y el mismo valor se da al producto de el dia de bueyes plantado de 9 5 0 ANDRES MARTINEZ VEGA perales por regular su fruto en otros cinquenta copines; la fanega de nuez en seis reales; la de castaña en cinco; la de higos en dos y medio, y lo mismo la de zerezas; la de guindas en tres; la de nisos en treinta y quatro maravedís. El dia de bueyes sembrado de alcazer, aunque esto sirve para reforzar los bueies con que prepararon las tierras y sementera de maíz y favas desde abril a mayo y no se vende en este conzejo con todo esso y que este fruto dissipa la tierra y levantada produze la cosecha de maíz y favas en un mismo año, estiman el alcazer del expresado dia de bueyes siendo de B.C. en cinquenta reales, y de A. en lo mismo. Y un carro de yerva de los que se usan en este conzejo es de valor de quinze reales. La pación de primavera de prado regadío la estiman en quatro reales, la de secano en tres, y la de otoño de unos y otros prados en dos. Y que el dia de bueyes de pascón se aprecia en veinte y quatro maravedís. El inculto por desidia bajo de zierros en diez y siete maravedís. Y no consideran utilidad algunas tierras incultas por naturaleza aunque sean due­ ños particulares por no se arrendar su rozo o matorral y servir para pasto de los ganados de el vecindario; como tampoco del fruto de las pavías y pescales respecto que todas las que hay en dicho concejo tienen entendido no llegar a cinquenta.

15.a... A la quinze: Que sobre las tierras comprehendidas en este concejo se halla impuesto el derecho de diezmo, que es de diez uno de las espezies de pan y mayz que en las demas hay va­ riedad como suzede en las favas que solo se diezman en las seis parroquias de San Román, San Juan, San Pedro de Belonzo, San Lorenzo, Santo Domingo y Santa Eulalia de Qués. La yerva en las de San Lorenzo y Santa Eulalia de Coya. El lino en Santa María Magdalena, San Martín, San Vizente, San Christobal y en las ci tadas de San Román y Santa Eulalia de Coya. La manzana en las referidas de Santa María Magdalena, San Román y Santa Eulalia de Coya; y las hortalizas como ajos y zevollas en las expresadas de San Lázaro y San Román. Y de las de avellana, nuez y castaña se diezma en las parroquias de San Juan, San Martín, Santa Eula­ lia de Qués y San Vizente; y no se diezma la nuez en las de San Román, Santa Eulalia de Coya, Santa María de Fios, Santa María Magdalena, San Pablo, San Lorenzo, Santo Domingo y San Pedro de Sebares y San Pedro de Belonzo y en las de Santa María de Anayo y San Christobal. Tampoco se diezma la nuez v la avellana en la de San Lázaro ni castaña ni avellana, y esta tampoco se diez­ ma en San Pedro de Villamayor en donde también se diezma el EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 951 lino y lo mismo en la citada de Santa María de Fios, con la dife­ rencia de que dichas especies de frutas no se diezma a rigor sino al arbitrio y voluntad de el contribuiente. Y por lo tocante a fetos o naciones de yeguas, bacas, ovejas, cabras y puercas se paga de cada diez uno de cinco medio y quando no llega a quatro, dos maravedís, excepto en la mencionada parro­ quia de Belonzo donde por cada ternero que cumpla dos San Juanes se contribuien veinte y ocho maravedís, y en otras parro­ quias el diezmo de los guarros en tozino. Y de el derecho de primicia paga cada vezino caveza de casa de las zitadas parroquias de San Pedro de Villamayor y Santa Ma­ ría Magdalena tres parte de quatro de un copín de pan. Dos copines en la de Santa María de Anayo y Santa María de Fíos donde por los vezinos de San Antonio de Nevares que lo son de este concejo, agregada una parroquia a la otra se contribuie con copín de pan y dos partes de otro. Y en las parroquias de San Pedro de Sevares, San Pablo, Santo Domingo, San Juan y San Pedro de Belonzo un copín; en la de San Lorenzo dos partes de tres de un copín; y en las doze de otro; en las de Santa Eulalia de Coya y San Román onze partes de doze de un copín; en las de San Christoval Lin copín y cinco partes de doze de otro; en la de San Martín un copín y onze partes de doze de otro; en la de San Lorenzo nueve partes de doze de otro, en la de Santa Eulalia de Qués diez partes de doze de un copín; en la de San Lorenzo dos partes de tres de un copin; y en las referidas de Santa Eulalia de Coya, San Pedro de Belonzo y Santo Domingo cada molar de molino harinero contribuie también de primicia un copín de pan; y en las de San Román, San Pedro de Sevares, San Pablo, Santa Eulalia de Qués, Santo Domingo y San Pedro de Belonzo, San Juan y Santa María Magdalena contribuie dicha primicia igualmente la viuda o viudo que el casado, y en las restantes parroquias sólo los casados la pagan entera y los viudos y viudas mitad de dicha primicia excepto en la parroquia de San Lorenzo donde la pagan enteramente aquellas viudas que son tu- toras y curadoras de sus hixos; y en la de San Vizente se exceptúa de pagar mitad de primicia aquel feligrés que no tiene bienes o bacas de labranza porque teniéndolos la pagan por entero lo mis­ mo que sea cassado, viudo o viuda; notando que el miel y zera se diezma también a la voluntad de los contribuientes y que uno y otro derecho perteneze a la dignidad episcopal, al Dean y cavildo, al real monasterio de San Pelayo de Oviedo y al de San Pedro de Aslonza, a los párrocos y beneficios simples de las expresadas pa­ rroquias, y no en todas por que unos los tienen en unas y los otros 9 5 2 ANDRES MARTINEZ VEGA en otras, y en algunas corresponde por el todo a los curas y en las demas con diversidad de porciones según resultara de las zer- tificaciones de dichos curas como también en quales se diezman las referidas especies, respecto que en estas y en la de yerva es varia la costumbre entre las parroquias del conzejo.

16.a... A la diez y seis: Que no obstante de las muchas parro­ quias comprhendidas en el término de el, variedad de especies y calidades de su terreno por cuia causa no pueden acotar finxo saber las cantidades de granos, frutos y emolumentos a que ascien­ den dichos derechos de diezmos; sin embargo, por satisfazer en la manera possible a la pregunta dizen que el diezmo de pan asciende a quatrocientas sesenta y siete fanegas y media en limpio; el de maíz a mili seiscientas cinquenta y siete fanegas y dos copines; el de favas a treinta y cinco fanegas; el de castaña a quinientas cinquenta y siete fanegas y seis copines; el de avellana a ciento treinta y cinco fanegas y seis copines; el de manzana a veinte y seis reales; el de panizo a quatro copines; el de hortaliza a diez reales; el de lino a doscientos y veinte y onze maravedís; el de nuez a siete fanegas; el de tozino a ciento sesenta y seis arrovas y cinco libras que al presente y regularmente corre a precio de veinte y dos reales la arrova, y además en especie de dinero se exijirán noventa y seis reales y veinte y ocho maravedís; de el de terneros seiscientos ochenta y siete reales; de el diezmo de leche, queso y manteca seiscientos setenta y seis reales y catorze mara­ vedís; de el de las colmenas ciento setenta y cinco reales; de el de lana ochenta y cinco reales y diez maravedís; de el de corderos ciento sesenta y cinco reales; sobre que se remite a las zertifica- ciones de los curas y también por lo respectivo a la cantidad en que se pueden ar(borroso) dar dichos diezmos y que por la varie­ dad de sus remates y lo perteneziente a dichos curas llevarlo de su casa sin tener jarmias ni libros de assiento de su importe annual en ninguna de las citadas parroquias no pueden dar razón fixa.

17.a... A la diez y siete: Que en los términos de este conzejo no hay minerales ni salinas algunas y que hay ciento y diez molinos harineros, a saber: EL CONCEJO DE PILONA EN’ EL S. XVIII 953

Parroquia de San Juan de Berbío : ^ ;.n!rr::

Uno que llaman de Mestas, perteneziente, por mitad, a don An­ tonio de Argüelles y don Manuel de Salzeda, es de tres molares, montado sobre el rio de , con el que muele de corriente y por falta de concurrirle granos regulan que trabaja sólo con dos molares tres meses del año al de pan, y seis con todos tres al de maíz, y que puede moler en veinte y quatro horas, cada molar, fanega y media de pan, o una de maíz, y que por el premio de mo»ler paga la fanega de una u otra especie quatro maquilas, que doze componen un copín, y noventa y seis la fanega, a cuio res­ pecto rinde el todo útil al año, onze fanegas y dos copines de pan y veinte y dos fanegas y siete copines de maíz, dista de la villa del Ynfiesto media legua. El del Rabanal, de dicho don Antonio de Argüelles, de dos mo­ lares, montado sobre el mismo rio, que sólo de ellos muele todo el año pan y maíz, por mitad; que al referido respecto le rinde de utilidad onze fanegas, tres copines y medio, de pan y siete fanegas y cinco copines de maíz, dista como el antezedente. El de Ferrán, de tres molares, montado sobre el referido rio con que trabaja’un mes a grano de pan, y tres al de maíz, es de don Francisco de Casso, vezino del conzejo de este nombre y le rinde cinco fanegas y cinco copines de pan, y onze fanegas y dos copines de maíz, dista lo mismo. El de el Pandal, de don Raphael Alvarez, montado sobre el ci­ tado rio, que es de dos molares, y trabaja medio mes a grano de pan, y -dos y medio al de maíz, que de este rinde seis fanegas y siete copines, dista como los antezedentes...... ■ El déla Frecha, sobre el mismo rio, es de la: capellanía de Nuestra Señora del Rossario de Espinaredo, de tres molares, que trabajan un mes a pan y dos a maíz, de que rinde siete fanegas y media, y de pan cinco fanegas y cinco copines. Llévalo arrendado Santiago de Obona en fanega y media de pan, dista de la villa de el Ynfiesto tres quartos de legua. : El de Aviados, de dicha capellanía, sobre el mismo rio, también de dos molares, con que sólo trabaja tres meses algunos de maíz, que rinde siete fanegas y media. Llévale el dicho Santiago en una fanega de pan, dista una legua. El de el Fabaion, de dos molares, montado sobre el rio de Es­ pinaredo, es de Zipriana Alvarez, viuda de Joseph del Llano, que por estar muy reparado sólo se le consideró trabaiar un mes a grano de maíz, de que rinde al año dos fanegas y media, y por 954 ANDRES MARTINEZ VEGA otro molar que dentro de la misma casa de este molino tiene para desergar el pan le regulan dos copines, dista como el antezedente. El de Miera, de Domingo Rodríguez de Espinaredo, montado sobre el rio de este nombre, trabaja un mes a grano de pan, y dos al de maíz, que de este rinde dos fanegas y media y de aquél una fanega y siete copines cada año, dista legua y media. El de Raizedo, de un molar, montado sobre el mismo rio, que es de Luis y Manuel Sotil y Pedro Cuiar, y sólo sirve de harina a los sobredichos para sus familias; y considerando tres personas a cada una que por todas se supone nueve, regulan seis fanegas de maíz a cada una para su alimento quotidiano, y rinde dos fane­ gas y dos copines annuales, dista como el antezedente. El de Miera, de Manuel y Pedro Blanco, Francisco y Juan de Espina y Francisco Luis, de un molar, sobre el rio de Raizedo, trabaja tres meses a maíz para otros vezinos, de que rinde tres fanegas y seis copines y por lo que surte a los dueños expressados y otros interesados y sus familias les suple cada año, respecto al antezedente, seis fanegas y seis copines mas de maíz, dista lo v mismo. El de Moniello, de un molar, montado sobre el arroyo de su nombre, es de Gregorio Sánchez, muele de represa y trabaja qua- tro meses a grano de pan, y tres al de maíz que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél siete fanegas y media, está dentro de la población de esta villa. El de las Llamosas, de don Antonio de Antayo, es de dos mo­ lares, montado sobre el rio de la Cueva, que por las continuas quiebras de el cauze regulan trabaja sólo con un molar tres meses al año a pan y a maíz, mitad, y rinde dos fanegas y seis copines y medio de pan, una fanega y siete copines de maíz, dista medio quarto de legua. El de Ferreros, de dos molares, sobre el rio de su nombre, es de don Luis Peláez, trabaja de corriente un mes a grano de pan, y tres al de maíz, que de este rinde siete fanegas y media y de aquél tres fanegas y seis copines, dista un quarto de legua. El de Candanedo, de don Francisco Antonio Melendreras, de tres molares, sobre el mismo rio, trabaja el mismo tiempo que el antezedente y rinde de pan cinco fanegas y cinco copines y de maíz onze fanegas y dos copines, dista lo mismo. EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 9 5 5

Parroquia de Valle

El de las Tercias, del zitado don Antonio Argüelles, que es de un molar, montado sobre el arroyo de Rioseco, muele de represa y sólo medio mes a grano de pan, y mes y medio al de maíz, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquél siete copines y medio, dista de la villa del Ynfiesto un quarto de legua. El de el Prado de el molino, de don Joseph Piloña, de dos mo­ lares, sobre el rio de Nueva, con que trabaja de corriente dos meses a grano de pan y dos y medio al de maíz, por lo que rinde de este seis fanegas, cinco copines y tres partes de doze de otro, y de aquél siete fanegas y media, dista como el antezedente. En la misma casa, y con las mismas circunstancias, tiene don Jacinto Piloña, como capellan de la capellanía de San Antonio, otros dos molares que trabajan y rinden como el antezedente de dicho don Joseph Piloña, que le lleva de su casa como padre del mencionado capellan por tenerle en su compañía. El de Friera de abajo, de un molar, sobre el rio de Valle, que es de Luisa y María Francisca de la Villa, trabaja mes y medio en grano de pan, y quatro y medio al de maíz, que de este rinde cinco fanegas y cinco copines y de aquél dos fanegas y seis copines y medio, dista como los antezedentes. El de Friera de arriva, de dos molares, sobre el mismo rio, pro­ pio de Joseph Rivero y de Isabel Cierra, trabaja nueve meses y de estos la quarta parte a pan y lo restante a maíz de que rinde al año ocho fanegas, tres copines y quarta parte de otro y de aquél quatro fanegas, un copin y tres quartas partes de otro, dista lo mismo. El de la Pipa, de las zitadas Luisa y María Francisca de la Villa, trabaja y rinde como el antezedente por ser de los mismos molares y hallarse sobre el citado rio, dista tres quartos de legua. El de el Pipotón, de un molar, sobre el arroyo de su nombre, propio de Luis Molina, muele de represa sólo medio mes a pan y mes y medio al de maíz, que de este rinde quinze copines y de aquél siete y medio, dista media legua.

Parroquia de Qués

El de Ferreros, de dicho don Antonio de Antayo, de un molar, sobre el rio de su nombre, trabaja un mes a grano de pan, y tres al de maíz, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél una fanega y siete copines, dista un quarto de legua. 956 ANDRES MARTINEZ VEGA

El de Muniello, del mismo don Antonio de Antayo, de dos mo­ lares, montado sobre el rio de Dielva, trabaja dos meses a maíz y uno a pan, que de este rinde tres fanegas y seis copines, y de aquél cinco fanegas, dista media legua.

Parroquia de Coya

El de Solasribas, de un molar, propio de don Cipriano Alvarez, montado sobre el arroyo de su nombre, trabaja seis meses a grano de maíz, del que rinde siete fanegas y media, dista tres quartos de legua. Y a la misma distancia el de Valdés, sobre el arroyo de su nombre, de dos molares, trabaja uno de ellos a pan tres meses y seis el otro a maíz, que de este rinde siete fanegas y media y de aquél cinco fanegas y cinco copines, perteneze a doña Jacinta Val­ dés y sus hermanos y dista como el antezedente. El de Rioseco, de don Juan González, de un molar, sobre el zitado arroyo de Solasribas, trabaja quatro meses a maíz y uno a pan, de que rinde una fanega y siete copines y de aquél cinco fa­ negas, dista lo mismo. El de el Taravico, de Thoribio Lagar, también de un molar, so­ bre el arroyo de la Cantera, muele seis meses a grano de maíz, de que rinde siete fanegas y media y dista como los antezedentes. El de la Llera, de dos molares, sobre el rio Grande, es de Antonio y Thoribio Lagar, muele quatro meses a maíz y uno a pan, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél diez fanegas, dis­ ta media legua. - El de la Debesa, de tres molares, sobre el mismo rio, muele cinco meses a grano de maíz, y uno al de pan, que de este rinde cinco fanegas y cinco copines y de aquél diez y nueve fanegas, dis­ ta una legua. El de Argañoso, de Roque de Barzana, de un molar, sobre el arroyo de su nombre, muele de represa dos meses a maíz, de que rinde dos fanegas y media, dista como el antezedente. El de el Pico, de doña Melchora de la Villa, montado sobre el mismo arroyo, también de un molar, trabaja quatro meses a maíz, de que rinde cinco fanegas y dista como el de la Debesa, penúlti­ mo, que es de don Pedro Díaz. EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 9 5 7 '

Parroquia de Belonzo

El de Liñares, de Francisco Peláez, de dos molares, sobre el rio del Mon, trabaja un mes a pan y tres a maíz, que de este rinde siete fanegas y media y de aquél tres fanegas y seis copines, dista media legua. El de Sobiello, de un molar, sobre el arroyo de su nombre, propio de herederos de don Francisco y de don Phelipe de Caso, muele de represa medio mes a grano de pan y mes y medio al de maíz, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquél siete copines y medio, dista tres quartos de legua. El de abajo, de Diego y Domingo la Fuente, también de un mo­ lar, montado sobre el arroyo de Sotiello, trabaja medio mes a pan y dos y medio a maíz, que de este rinde tres fanegas y un copín y de aquél siete copines y medio, dista media legua. El de arriva, de don Francisco la Huerta, presbítero, de un molar, sobre el mismo arroyo, muele, rinde y dista como el ante­ zedente, y le lleva arrendado Francisco Alvarez de Belonzo en dos ducados. El de Artedosa de abajo, de Gregorio Melendreras y herederos de Juan Carrio, de un molar, sobre el citado rio de el Mon, con que regulan trabaja un mes a grano de pan y dos y medio al de maíz, que de este rinde tres fanegas y un copín y de aquél una fa­ nega y siete copines, dista una legua. Y a la misma distancia el de Artedosa de arriva, de Gregorio Melendi y María González, de un molar, sobre dicho rio, trabaja y rinde como el antezedente. El de el Torno, de Domingo de el Fresno, es de un molar, sobre el zitado rio de el Mon, con que trabaja un mes a pan y tres a maíz, que de este rinde tres fanegas y seis copines, y de aquél una fa­ nega y siete copines, dista tres quartos de legua. Y a la misma distancia tiene Francisco la Viña y Domingo Pe­ láez, ausente, el de Brananueba, de un molar, sobre el rio de-Miera, que trabaja y rinde como el antezedente. El de San Juan, de dichos herederos de don Phelipe de Caso, de dos molares, sobre el rio de Dielva, trabaja un mes a pan" y tres a maíz, que de este rinde siete copines (digo fanega) y media y de aquel tres fanegas y seis copines, dista una legua.- Y a la misma distancia el de Cueto, de los mismos molares que el antezedente, que por estar montado sobre el mismo regulan muele y rinde lo mismo a sus dueños Joseph Cuiar y Joseph An­ tonio de Casso. 9 5 8 ANDRES MARTINEZ VEGA

El de la Carcoba, de Francisco y Juan de la Viña, de un molar, sobre el citado rio de Dielva, trabaja tres meses a maíz y uno a pan, y deste rinde una fanega y siete copines y de aquel tres fane­ gas y seis copines, dista tres quartos de legua. Y a la misma distancia el de Espina, de María de Pedro y Ma­ ría de Pedro, es de un molar corriente y trabaja sobre dicho rio tres meses, quarta parte de ellos a grano de pan, y lo restante al de maíz, que de este rinde dos fanegas y siete copines y dos partes de doze de otro y de aquel y de aquel (sic.) una fanega, tres copi­ nes y quarta parte de otro. El de el Bango, de Juan González y de herederos de Santiago González, de un molar, montado sobre el mismo rio, trabaja, rinde y dista como el antezedente. El de el Bayo, de Manuel de Prieda, también de un molar, so­ bre el citado rio, trabaja -tres meses de el año, y de ellos ocho dias a pan y ochenta y quatro a maíz, que de este rinde tres fanegas y media y de aquel dia fanega, dista una legua. El de Peláez, de Femando Camera y de herederos de Gregorio Peláez. Y el de Cueto, de Gerónimo Martín y de Antonio Melendreras, uno y' otro de un molar, sobre el mismo, rinde y muele cada uno como el antezedente y dista de dicha villa del Ynfiesto legua y media y de aquel dia fanega, dista una legua. El de la Cueva, de don Angel Reguero, presbítero, quien le lleva de su casa, es de un molar, sobre el arroyo de su nombre, trabaja de represa una y media de maíz, y media a pan, que de este rinde siete copines y medio y de aquél una fanega y siete copines, dista una legua. El de el Pradón, de un molar, sobre el arroyo de la Trapa, es de Antonio Cobián y Francisco Peláez, muele de represa y trabaja ocho dias a grano de pan y ochenta y quatro al de maíz, que de este rinde tres fánégas y media y de aquél media fanega, dista co­ mo el antezedente.

Sellón •

El de el ero del rio, de Cathalina Sánchez, viuda de Pedro Gon­ zález, de un molar, sobre el arroyo de su nombre, trabaja también de represa y le regulan muele un mes a pan y tres a maíz, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél una fanega y siete copines, dista legua y media. EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 9 5 9

El de el mismo nombre, sobre el zitado arroyo, de la capellanía de Santo Thomás, de un molar, muele, rinde y dista como el ante- zedente; y le lleva arrendado Francisco de el Riego en una fanega de pan. El de Medio, de Juan Domingo y Ana María Forzelledo, de un molar, sobre el arroyo de las Fuentes, muele de represa y trabaja quinze dias a pan y tres meses a maíz, que de este rinde tres fane­ gas y seis copines y de aquél siete copines y medio, dista lo mismo. El de Valrrocin, de Manuela Rodrigo, viuda de Matheo Sánchez, de un molar, sobre dicho arroyo de el ero de el rio, trabaja de represa quinze dias a pan y dos meses a maíz, que de este rinde dos fanegas y media y de aquél siete copines y medio, dista como el antezedente. El de Collado, de Pedro Forzelledo y Juan Collado. El de las Cabadas, de Cipriano Blanco, perito de el conzejo y de Juan Fe- rrero y sus hermanos, ambos montados sobre el arroyo de las Fuentes. Y el de la Marea, de Domingo Rodríguez y herederos de Juan Rodríguez, sobre el rio de su nombre, cada uno de los tres molinos es de un molar, muele de represa, rinde y dista como el antezedente.

Parroquia de Villamaior

El de la venta de Antrialgo, de don Bernardo de Argüelles, es de dos molares corriente sobre el rio Grande, trabaja dos meses a pan y seis a maíz, que de este rinde quinze fanegas y dos copines y de aquél siete fanegas y media, dista una legua. El de Lledo, de el citado don Bernardo, que aunque es de tres molares sólo trabaja uno de ellos, sobre el mismo rio, ocho meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquél diez fanegas. Llévale en foro perpetuo Joseph Crespo por dos fanegas de pan annuales y dista media legua. El de la Cocina, de dos molares, sobre el rio de Villamaior, re­ gulan trabaja sólo uno de ellos, seis meses a maíz y dos a pan, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél siete fanegas y media. Es del monasterio de San Pelaio de Oviedo. Llévale arren­ dado en siete ducados cada año don Nicolás de Mones y dista tres quartos de legua. El de la Cal, de don Antonio Miranda, de dos molares, sobre el mismo rio, muele, rinde y dista como el antezedente. 9 6 0 ANDRES MARTINEZ VEGA

El de la Cueva, de un molar, sobre el rio de su nombre, es de Domingo Zarabozo, trabaja de represa ocho dias a pan y dos me­ ses y medio a maíz, que de este rinde tres fanegas y un copín y de aquél media fanega, dista una legua. Y a la misma distancia el de la Tejera, de dos molares, sobre el arroyo de su nombre, muele también de represa y trabaja con uno de dichos molares cinco meses a maíz y dos a pan, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquél seis fanegas y dos copines a don Francisco la Villa, su dueño.

Parroquia de Sevares

El de la Piñera, del conde de Peñalva, vezino de la ciudad de Oviedo, es de tres molares sobre el arroyo de su nombre, con que trabaja dos de ellos, un mes a grano de pan y tres con todos tres molares al de maíz, que de este rinde onze fanegas y dos copines, y- de aquel tres fanegas y seis copines, dista legua y media. El de la Careaba, de un molar, sobre el arroyo de la Rozar mue­ le de represa y trabaja un mes a pan y dos a maíz, que de este rinde dos fanegas y media y de aquél una fanega y siete copines, dista lo mismo; es de dicho conde de Peñalva, y le lleva en foro por tres vidas Domingo Pérez en tres reales cada un año. Y a la misma distancia, el de Medio, de Juan Díaz, Pedro Blan­ co y Juan de Estrada, sobre el rio Tendi. El de el Llano, de Joseph y Fernando Villar y otros. El de las Duernas, de Thorivio de Diego, Thoribio Llerandi, Manuela y Thoribio Alvarez y otros. El de la Ro­ za, de la capellanía de San Antonio de la Faeda, que lleva en arrien­ do Martín Alonso en una fanega y tres copines de pan. El de la. Pumarada, de Bartholomé Sánchez, Cosme de el Roxo y herederos de Diego de Granda. El de Rehollada, de herederos de Juan Blanco,’ que lleva en foro perpetuo Joseph de Diego en dos copines de pan.;: El de Rodillado, de Santiago de Ardavín, Joseph, Thoribio y Andrés de Diego y de otros, cada uno de estos siete molinos es de un molar sobre el citado rio, muele en represa, trabaja, rinde y dista como el-antecedente de la Careaba de dicho conde Peñalba, quien tam-, bién tiene otro llamado de Tendi de un molar, sobre el mismo rio, trabaja cinquenta y quatro dias al grano de maíz, de el que rinde dos fanegas y dos copines, dista lo mismo. El de arriva de Joseph Ferrado, de dos molares* sobre el arroyo de la Piñera, trabaja, a represa dos meses y medio a maíz y otro medio mes a pan que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel seis fanegas y dos copines, dista como los antezedentes. EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 961

El de Ardavín, de un molar, sobre dicho rio de Tendi, por mo­ ler de represa trabaja quatro meses a maíz de que rinde cinco fanegas, que es del referido conde de Peñalva, dista lo mismo. El de Tendi, de don Raphael Alvarez, sobre el mismo rio, es de un molar y trabaja tres meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel tres fanegas y seis copines, dista como los antezedentes.

Parroquia de Sorribas

El de Cima, de don Pedro de Oviedo, vecino del conzejo de Langreo, de dos molares, sobre el arroyo de la Escosura, muele de represa mes y medio a grano de pan y dos al de maíz, que de este rinde cinco fanegas y de aquél cinco fanegas y cinco copines; llevale en foro perpetuo Juan Pérez en fanega y media de pan cada año, dista legua y media. Y a la misma distancia y sobre el mismo arroyo el de Cardín y Pedro Solís, es de dos molares y muele y rinde como el antezedente. í -

Píos ■■ ■ , ... ; . , ...... ,

El de Fonfría, de Cosme González, trabaja con un molar, sobre el arroyo de Lloredo de represa dos meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel dos fanegas y media, dista dos leguas. El de Piñoli, beneficial de dicha parroquia, es de un molar, so­ bre el jnismo arroyo y trabaja tres meses a maíz y uno a pan, que este rinde una fanega y siete copines y de aquel tres fanegas y seis copines; llévale arrendado Juan Fernández en doze copines de pan y dista como el antezedente. : Y a la misma distancia el de Medio, de herederos de Pedro Sa- malea y de don Antonio Villanueva, también de un molar, sobre el citado arroyo, que muele y rinde como el antezedente. -

Zerezeda /X&v: V:. r. "'j ¿c/;;,

El de Foíifria, de un molar, sobre el arroyo de su nombre con que muele de represa quarenta dias a maíz y treinta a pan, que de este rinde diez copines y de aquél treze y quatro partes de doze de 962 ANDRES MARTINEZ VEGA otro, es de Vizente González y dista legua y media. El de Medio, de don Antonio de Antayo, también de un molar, sobre el arroyo que sale de la fuente de San Justo, muele de repre­ sa dos meses a pan y seis a maíz, que de este rinde siete fanegas y media y de aquél tres fanegas y seis copines, dista como el ante­ zedente. Y a la misma distancia el de Ruvianes y el de las Llamiellas, ambos del dicho don Antonio, y de un molar cada uno, trabajan y rinden como el antezedente, uno y otro se hallan sobre el mismo arroyo. El de las Llamiellas de abajo, del citado don Pedro de Oviedo, de dos molares, sobre el mencionado arroyo de San Justo, trabaja un mes a pan y tres a maíz, que de este rinde siete fanegas y media y de aquel tres fanegas y seis copines; llévale en foro vitalicio Francisco Laviana de Sorribas en dos fanegas de pan annuales, dis­ ta como los antezedentes.

Anayo

El de el Maladin, de un molar sobre el arroyo de Soelcancio, trabaja de represa dos meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquél dos fanegas y media, es de Josepha Suerdíaz, vezina del conzejo de Colunga, dista dos leguas. El de Miguel, de Juan Alonso Ruiz, Domingo de el Fresno y otros interesados. El de abajo, de don Thomás de Valdés, Juan Antonio Fernández y otros coherederos, montado sobre el zitado arroyo. El de Castañoso, sobre el arroyo del mismo nombre, propio de don Manuel y don Joseph de Valdés, cada uno de estos tres molinos es de un molar y muele, rinde y dista como el antezedente de el Maladin.

San Román

El de la Cantera, de Joseph de el Llano, de un molar corriente muele de represa quatro meses a maíz, de que rinde cinco fanegas, hállase sobre el arroyo de Aguín y dista una legua. El de Bermüdez, de don Juan del Llano Casso, es de dos mola­ res, que el uno está arruinado y el otro trabaja, rinde y dista como el antezedente, y este se halla sobre el arroyo de el Azebal. EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 963

El de Cadafrancia, de don Thomás de Valdés, también de un molar sobre el arroyo de Valdegrandes, trabaja de represa dos me­ ses y medio a maíz y un mes a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquél tres fanegas y un copín, dista media legua. Y a la misma distancia, el Nuevo, de don Bernardo de el Llano. El de la Riega de el molino, de don Francisco Peláez, uno y otro de un molar sobre el citado arroyo de Valdegrandes, muele y rinde cada uno como el antezedente de Cadafrancia.

Pintueles

El del Gayo, de Alonso de Sebares, de un molar, montado sobre el arroyo de el Nabalin con el que muele de represa, y por falta de agua sólo trabaja un mes a pan y dos a maíz, que de este rinde tres fanegas y seis copines, y de aquél una fanega y siete copines, y de dicho molino perteneze la mitad a, digo, que dista una legua. El del Rotello, de don Joseph del Llano, presbítero, una terzera parte de el, que lo demás es de Joseph García y otros ynteresados, es de un molar sobre dicho arroyo y muele dos meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel dos fanegas y media, y lo que corresponde de el a dicho presbítero lo lleva a mitad de ganancia Juan García, dista como el antezedente. Y a la misma distancia el de Bárzana de don Bernardo de el Llano, Vizente y Phelipe González, de un molar sobre el citado arroyo, que trabaja dos meses a maíz y medio mes a pan, que de este rinde siete copines y medio y de aquel dos fanegas y media annuales.

Borines

El molino nuevo, llamado del Azebal, de don Joseph Covian, de un molar sobre el arroyo de Riega Bentana, muele de represa seis meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel siete fanegas y media, dista una legua. Otro del Azebal, también de un molar, sobre el mismo arroyo, que es de don Joseph Sánchez y trabaja quatro meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel cinco fanegas, dista como el antezedente. 964 ANDRES MARTINEZ VEGA

Y a la misma distancia, el de la Roza, de don Francisco Gon­ zález, de un molar sobre el rio de su nombre, con que muele de represa quinze dias a grano de pan y dos meses y medio al de maíz, que de este rinde tres fanegas y un copín y de aquel siete copines y medio. El de el Prado, de un molar, sobre el arroyo que baja de Bori- nes, muele de represa seis meses a grano de maíz, de que rinde siete fanegas y media, es del hospital de San Lázaro de Vallabal; llévale arrendado Joseph de la Huerta en dos fanegas de pan cada año, dista cinco quartos de legua. El de Rioseco, de Cathalina Ruiz Diaz, viuda de Alonso San Pedro, también de un molar, sobre el arroyo de Borines, trabaja tres meses a maíz y dos a pan, que de este rinde tres fanegas y seis copines y de aquel tres fanegas y seis copines, dista lo mismo. El de Santi, de don Balthasar de Covián. El molino nuevo de don Manuel y don Bernardo Valdés, ambos de un molar sobre el citado arroyo, cada uno de ellos muele, rinde y dista como el an- tezedente. El de el Espron, de Francisco de Diego, Juan de San Pheliz y de otros interesados, es de un molar sobre el arroyo de su nombre, trabaja de represa tres meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel tres fanegas y seis copines, dista una legua y media. Y a la misma distancia el de el Estapazo, de el conde de Nava, vezino de la ciudad de Oviedo, de un molar sobre el dicho arroyo de Borines, que trabaja dos meses a maíz y uno a pan, que de este rinde una fanega y siete copines y de aquel dos fanegas y media. El de las Barrosas, sobre el arroyo de su nombre, propio de dicho don Bernardo de Valdés. El de las Barrosas de arriba, sobre el mismo arroyo, que es del zitado don Manuel de Valdés. El de Peñaedrada, sobre el arroyo de la Robeca, de Francisco Pérez. Y sobre el de las Boras, otros dos de dicho Francisco Pérez y mas interesados, llamado el uno del Paraíso y el otro de la Coviella, -y de cada uno de estos cinco, es de un molar, trabaja, rinde y dista como el antezedente del Estapazo por ser de iguales circunstan­ cias. Y se nota que cada molar de molino de los referidos muele en veinte y quatro horas con agua abundante fanega y media de pan, o una de maíz y que paga por el premio de moler cada fanega de una y otra especie quatro maquilas, que doze componen un copin y nobenta y seis la fanega, y que por ser quassi imposible cotejar la harina de que surten dichos molinos a sus dueños o lle­ vadores para el alimento quotidiano de sus familias, considerando EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 965 esto prudencialmente y con equidad regulan por dicha razón una fanega mas de maíz a cada molino de utilidad annual declarando que todos montados sobre arroyos y que no lo están sobre el rio caudal, trabajan por el verano de represa y el motivo de un molar mas tiempo de lo que queda expresado los que abundan siempre de agua, pende en las causas mencionadas al primero molino y de no les acudir frequentemente al grano que pudieron moler.

Batanes:

Y que también hay montados sobre el zitado arroyo de las Fuentes, término de dicha parroquia de Sellón siete batanes, uno que se dize de las Cavadas, que es de Antonio Blanco. El de el Co­ llado, propio de Juan Collado. El que se nombra del molino viejo, perteneziente a Juan Ferrero y sus hermanos. El de el Prado del Pisón, de Bernardo Lobeto. El que se dize Pisón de la Riega, que es de dicho perito Zipriano Blanco. Y también del mismo dueño el de el Pisón de Rivera, y el que se llama de Soltoyo, de Juan Nieto y Thoribio Rivera, todos distantes de esta villa como legua y me­ dia; y por cada uno regulan de utilidad ciento veinte y ocho reales al año, y otra tanta utilidad duplicada a dos batanes pertenezientes al zitado don Antonio de Antayo, que ambos están montados sobre el arroyo de la Fuente de San Justo, y se nombran de Rubianes, termino de la parroquia de Zerezeda, cuios nueve trabajan en te­ las de sayal, fábrica de este concejo. Y que assimismo hay ciento treinta y seis molinos de mano que sirven para desergar la escanda, propio uno de don Zipriano Alva­ rez, otro de don Juan González, otro de doña Rosenda de Casso; otro de don Manuel Menéndez Valdés, cura de la parroquia de Co­ ya, donde son vezinos los arriva dichos; otro de dicho rexidor don Francisco González, otro de Manuel González, otro de don Joseph Sánchez, otro de Francisco de Diego, otro de Joseph de Granda, otro de don Balthasar de Covián, otro de Rodrigo San Pedro, otro de Joseph Martínez, otro de Domingo de Mones, otro de Juan Pérez, otro de Francisco y Thomás de Miguel, otro de Juan de San Pheliz, otro de Thoribio Martín, otro de Juan del Valle, otro de Francisco de el Valle, otro de Juan de Joglar, otro de Juan de el Valle, menor en dias; otro de Andrés de el Valle, otro de don Pedro Antonio Estevanez, cura de la parroquia de Borines, donde son vezinos los demas dueños. Otro de Joseph de la Huerta, vezino de Valladolid; otro de Pedro de Carrandi, otro del perito Domingo Rubio y mas 966 ANDRES MARTINEZ VEGA interesados en el, otro de Juan Antonio Blanco, otro de Juan Fer­ nandez, otro de Juan del Sastre y Cosme González, otro de Ysabel Prieto y Juan de San Pheliz, otro de Francisco Fernández de Ze- rezeda, otro de Francisco Fernández y Juan de Villar de berduzedo, otro de don Pedro Sánchez, vezino de Fios, que lo tiene en Zere- zeda; y en la misma parroquia de este nombre otro de Juan de Buexex, vezino de los Collado, y otro de don Gregorio Carrio La­ vandera, cura de dicha parroquia donde son vezinos los arriva di­ chos; otro de don Francisco la Villa, otro de Rodrigo de el Conde, otro de Juan Crespo, otro de don Francisco de la Pumarada, otro Juan Blanco, otro don Joseph Miranda, otro Joseph Pérez, otro Juan de Zarabozo, otro María Sánchez, otro Juan Riega, otro Ge­ rónimo de Mones, otro don Alonso Pico Villa de moros, cura de la parroquia de Villamayor en que son vezinos los demás dueños; otro Nicolás de la Yglesia, otro Juan de el Cueto, otro los herede­ ros de Joseph Díaz Peláez, otro don Juan del Llano, otro Benito de San Miguel, otro Pedro Xoflar, otro Joseph de Espina y otro don Santos Canvilla, cura de la parroquia de San Román donde todos son vezinos; otro Juan Llerandi, otro Domingo Cofiño; otro Fran­ cisco Ignacio García Ramos, otro don Manuel de Mones, vezino de Villamayor que le tiene en la parroquia de Sorribas donde están los demas, y bolvieron a decir que este y el de Ramos se hallan arruinados. Y en la parroquia de Valle, otro del perito Gabriel Mo­ lina, otro de Luis Molina, otro de Joseph Fernández Gutierrez, usables. Y en la parroquia de San Juan, otro de Antonio Cuyar, otros dos don Joseph Bena, capellán de la capellanía de Nuestra Señora del Rosario de Espinaredo, otro Pedro Bermúdez, otro don Nicolás de Lozana, otro Francisco Blanco, otro Thomás de Salzeda, otro Francisco de el Llano de la Pandiella, otro Domingo de la Canal, otro don Raphael Alvarez de el Pedrueco, rexidor comisio­ nado, otro Juan González, otro Agustín de Casso, otro Pedro Casso, otro Joseph Alvarez, otro Bernardo de Vien. En la parroquia de Sellón, otro don Francisco Sánchez, cura de ella, otro Thoribio Santos de Fresnedo y Joseph Bueno de Rozapanera, otro los me­ nores de Francisco González, otro Domingo y Cosme González, otro Pedro González. Y en la parroquia de la Marea, otro de Juan y Domingo de Yso- ba, otro de Fernando y Antonio Rivera. Y a la de Beloncio, otro de don Francisco Antonio Melendreras, otro de Jacinto Antonio Me- néndez Corrada, otro de Pedro de Escalar, otro de Bernardo Me­ lendreras, otro de Susana, mitad; otro de don Angel Reguero, cura de la Marea, otro de Francisco de Espina, otro de Francisco Muñiz, EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 967 otro de Joseph Peláez, otro de Cosme de Forzelledo, otro de Zipria- no de Prieres, otro de Francisco Morán, otro de Gregorio Melendi y Gregorio Melendreras. Y en la parroquia de Sebares, otro de don Bernardo González Alvarez, presbítero, otro del zitado don Raphael Alvarez de el Pe- drueco, otro de Raphael de la Escalera, otro de Juan de el Llano, otro de Juan de Páramo, otro de Juan Martínez, dos de Agustín y Patricio Díaz, otro de Joseph Llerandi, otro de Pedro Blanco, dos de Julián y Santiago Bermexo, otro de Miguel de Paramo, dos de Diego y Francisco Díaz, otro de Joseph de Alvira, otro de Pedro Pérez, otros dos de Cosme y Cosme de Rojo, mayor y menor en dias, otro de Manuel de Arenas. Y en la parroquia de Pintueles, otro de Juan de Cuesta, otro de don Melchor de Valdés, otro de Joseph de Cuesta, otro del perito Vizente González. Y en la parroquia de Anaio, otro de don Manuel Sánchez, cura de ella, tres de Alonso, Gregorio y Antonio de la Huerta, otro de Juan de Villar, otro de Juan Alonso Lozana, otro de Juan Alonso Ruiz, otro de Francisco Alonso de Coya, dos de Vizente y Gerónimo Alonso, otro de Diego del Llano, otro de don Gregorio de Coya, presbítero, otro de Joseph de Coya, otro de Juan Cardín, y otro de Joseph González. Y en la parroquia de Qués, otro de Francisco de Piernes, otro de Domingo de el Pando, otro de la capellanía de San Francisco de Assis y otro de Domingo Corrada, que con los siete antezedentes componen ciento quarenta y tres y regulan a cada uno de ellos de utilidad annual un copin de pan.

Lagares:

También hay para fabricar sidra de manzana los lagares si­ guientes que componen sesenta y quatro, los que son: uno de don Francisco Sánchez, cura de Sellón, el que tiene en la parroquia de San Juan y en la misma otro de Thomás de Salceda, otro de Alonso de Esteli, otro de doña Rosa y don Balthasar de Vega, otro de Gregorio Sánchez, otro de Juan Cassin, otro de Francisco de Vie- des, todos estos son de pesa y regulan que cada uno esprime doze pipas de sidra. Y de zepo hay uno de don Nicolás de Lozana; otro en Mirabete, de don Francisco de Casso, vezino del conzejo de su apellido; otro de don Luis Peláez; otro en la Paradona, de don 968 ANDRES MARTINEZ VEGA

Mathias González y otros dos de Estevan y Bernardo de Viéñ, ctiia utilidad se pondrá al fin de todos. Y en la parroquia de Sorribas hay uno del conde de Peñalva, vezino de la ciudad de Oviedo, que exprime quatro pipas de sidra. Y en la parroquia de Anayo dos lagares de pesa, el uno de don Manuel de Valdés a quien únicamente sirve para exprimir la sidra de su cosecha, cuia utilidad regulan en tres reales annuales, y el otro de Joseph de Coya que se le reguló lo mismo. Y en la parroquia de Pintueles, otros dos de pesa, propio el uno de don Melchor de Valdés al que consideró exprime cada dos años doze pipas, y al otro que es de Thomás Solares, ocho. Y en la parroquia de Valle oíros tres lagares de pesa, uno de ellos es ¡de Joseph Fernández Gutierrez que regulan trabaja seis pipas de sidra, y los otros dos propios de don Antonio Argüelles y don Joseph Piloña, tres pipas en cada uno. ~ Y en la parroquia de San Román otros quatro lagares de pesa de don Francisco del Llano, presbítero, doña Manuela García Cia- ño, don Raphael Alvarez de el Pedrueco y Luis González Cienfuegos, que regulan quatro pipas a cada uno, y otro mas de Joseph de Es­ pina que es de cepo. - Y en la parroquia de Qués, ai uno de pesa, propio de don Anto­ nio de Antayo, le regulan tres pipas, y otros tres de zepo, propios de Bartolomé Peláez, Francisco de Piernes y de herederos de Cos­ me Peláez. En la parroquia de Zerezeda otros cinco de zepo, de Francisco Fernández, don Pedro del Cueto Antayo y de el citado don Antonio de Antayo, Francisco de Arango y Juan de Buejes, vezinos estos dos del conzejo de Parres. Y en la parroquia de Belonzo, de pesa uno, de Francisco Peláez al que regulan seis pipas, diez a otro de don Francisco 'Antonio Melendreras, y quatro a otro de Pedro Escalar, y tres por cada uno de otros dos, que son de Jacinto Antonio Menéndez Corrada y de María Ana de Viyao, vezina esta de el coto de Abedul. Y en la parroquia de Borines dos de pesa de don Francisco González y de don Joseph Sánchez que a cada uno regulan seis pipas, en cuia parroquia también hay otros cinco de zepo, propios de Francisco de Diego Munio, Alonso San Pedro, Joseph del Valle, Joseph de Granda, Thomás Pérez y don Balthasar de Covián. En la parroquia de Vallobal, otro de don Nicolás de (cortado), cura de dicha parroquia, y de Cathalina Valiente. - ■ Y en la parroquia de Villamayor hay de pesa otro de don Fran­ cisco de la Villa al que regulan seis pipas, quatro a otro de don EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 969

Bernardo de Argüelles, y ocho a cada uno de los otros que son de Josepha Blanco, Angel de el Arenal, don Nicolás de Mones, don Joseph Miranda y Francisco Pumarada; otros quatro lagares de zepo de Juan Diaz, Juan Riega, Francisco Pumarada Reguero y Juan Blanco. Y en la parroquia de Sebares otro de pesa de don Domingo Rol- dán, presbítero, y otro de Juan de Ferrado, que a cada uno regulan dos pipas. En la parroquia de Coya otro de zepo de Antonio de la Huerta, y de pesa uno de Rodrigo de la Huerta que le regulan treinta pipas, seis a otro de don Juan González, ocho a otro de don Pedro Díaz y de otros interesados, y cada lagar de zepo de los expresados re­ gulan exprime dos pipas de sidra y que cada una paga al dueño de el lagar, por el premio de sacarlo en el, dos reales, a excepción de la parroquia de Pintueles donde se cobra tres por cada pipa, y en la de Coya real y medio; notando que esta utilidad es cada dos años conforme a lo que queda mencionado en este punto de el modo de fructificar las manzanas, que es alternando.

Tejeras:

Y que también hay onze tejeras como son: En la parroquia de Valle, una que llaman de Cardes, propia de don Gabriel Molina y mas interesados, que de seis en seis años le regulan puede cozer ocho hornadas de texa y en cada una dos millares y cada millar en quarenta reales; de que sólo se sigue la utilidad de los dueños de doscientas texas que por costumbre contribuien los texeros en el año que trabaja para la iglesia de dicha parroquia. Y en la de San Lorenzo de Sellón, la tejera de el Pando, la Arada, que es de aquel vecindario y trabaja de veinte en veinte años, y el año que trabaja puede cozer ocho hornadas de texa y en cada una millar y medio. La del Moro trabaja de doze en doze años, y en el que trabaja puede cozer seis hornadas de texa y en cada una otro millar y medio, perteneze también a dicho vezin- dario. Y en la parroquia de Sebares, la que llaman de el Canto, en término de el lugar de Buergo que trabaja de veinte en veinte años y regulan puede cozer en el que trabaja ocho hornadas, y en cada una dos millares y medio, es perteneziente a los vezinos de aquella parroquia. Y asimismo la de Pontedo, en el lugar de Priede, y otra en el de la Canal, que también es de dichos vezinos y regulan que 970 ANDRES MARTINEZ VEGA una y otra es de el mismo trabajo y surtido de texas que la citada de el Canto. Y en la parroquia de Beloncio otras dos, propias de el vezinda- rio, la una de ellas llamadas de Beloncio y la otra del Collado a la que regulan trabaja de quinze en quinze años, y a la de Beloncio de veinte en veinte, y que cada una el año que trabaja puede cozer cinco hornadas de texa y en cada una dos millares y medio. En la parroquia de Villamayor, la que está en el lugar de Miya- res, propia de don Francisco de la Villa, que regulan trabaja de ocho en ocho años y que puede cozer el año que trabaja diez hor­ nadas de texa y en cada una dos millares. La de Mones que es de los vezinos de este lugar y le regulan trabaja de veynte años, y en el que trabaja que puede cozer seis hornadas de texa y en cada una dos millares. Y en la parroquia de Borines, la texera de Omedines, término de el lugar de Cadanes, propia de sus vezinos que regulan trabaja de doze en doze años, y el que trabaja que puede cozer seis horna­ das de texa y en cada una dos millares. Y en la parroquia de San Román, la que llaman de Pascual, sita en el lugar de Argandenes, que es de sus vezinos. y le regulan tra­ baja igualmente que el antezedente. Y en la parroquia de Qués y lugar de Berones la que se nomina de Marianes, propia de sus vezinos, que regulan se usa de cinco en cinco años y que el que trabaja puede cozer dichas hornadas de texa y en cada una dos millares, y que excepto la tejera del citado don Francisco de la Villa a quien el año que trabaja se contribuie de ella la utilidad de el importe de una hornada de texa de todas las demas no se sigue a los dueños otra utilidad la de poder com­ prar cada millar de texa que necesitan para sus casas, al referido precio de quarenta reales, y no siendo assi, les fuera preciso traerlo de parajes mas distantes con maiores gastos y quiebras de su con- duzión; notando que de dichas texeras sólo la parroquia de Valle dista de esta villa un quarto de legua, y la mayor parte de las de­ mas media; y otras, tres quartas de legua, una y dos, la mas dis­ tante, que es la de Villar de Buergo.

18.a... A la diez y ocho: Que este conzejo tiene esquilmo de yeguas, de bacas, obejas, cabras, zerdas y colmenas, y que a cada potranca mientras mama le regulan en ochenta reales, y al potran­ co en sesenta, suponiendo que las yeguas paren dos vezes en tres años, y que a cada baca la consideran un ternero y manteniéndole un quartillo diario de leche y regulan aquél mientras mama en EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII .971 treinta y tres reales, y el quartillo de esta en quatro maravedis; a cada cabra la consideran un cabrito y manteniéndole medio quartillo de leche al dia en los tres messes de el año, y que aquel le aprecian en tres reales y el quartillo de esta en quatro marave­ dís; y que a cada oveja consideran un cordero que regulan en tres reales y una libra de lana a cada caveza annualmente, comprehen- diéndose los carneros la qual aprecian en quarenta maravedís, y que no consideran este esquilmo a los corderos por quanto no se les corta lana hasta que cumplan diez y seis o diez y ocho meses de su nacimiento y entonzes se reputan por cavezas maiores, y que la corta de dicha lana la hazen los dueños y tenedores de los ga­ nados en sus (roto) por no aver en los términos de este conzejo esqu (roto) leo alguno. Que a cada puerca le consideran mantiene annualmente dos le- chonzitos, y cada uno mientras mama la aprecian en quatro reales; considerándose assi unas yeguas, bacas, cabras, ovejas y puercas buenas por otras que no lo son_tanto y lo mismo respecto de sus naciones, y que atendiendo es natural en todas las mencionadas especies de ganado particularmente en las ovejas por ser mas de­ licadas que se hagan preñadas todos los años y malparan algunos y que assi en el parto como despues de el se mueren sus naciones y tal vez se degüellan por mantener la madre, regulan annualmente la mitad de el valor de los expresados exquilmos, excepto el de la lana que es annual y el de las puercas por ser animal mas fuerte y fecundo y criarse y mantenerse en las casas y en los pastos co­ munes sin que las trabajen los dueños como suzede a las yeguas y bacas, y que echas varias consideraciones sobre el exquilmo de cada colmena y que unas son mas abundantes que otras y los tér­ minos de los lugares donde las hay de mas o menos flor, la regulan annualmente en seis reales de vellón, y últimamente a una yunta o par de bueyes regulares de labor en treinta ducados, que valen trescientos y treinta reales de vellón.

19.a... A la diez y nueve: Que en los términos de este conzexo hay un mili trescientos y veinte y dos colmenas, propias de dife­ rentes vezinos, que por ser muchos los dueños y tener algunos sólo a dos, quatro o cinco, y la maior parte a una, no los expresan por evitar prolixidad, y que resultaran de las relaciones las personas a que pertenezen y se remiten a ellas.

20.a... A la veinte: Que hay en los términos de esta villa y su conzejo cinco especies de ganados que son: cavallar. bacuno.Ja- 972 ANDRES MARTINEZ VEGA nar, cabrío y de zerda, y que ningún vezino tiene cabaña, yeguada, rebaño ni bacada alguna, excepto dos cavañas de ganado bacuno que pastan fuera de dichos términos la mayor parte del año en los de el conzejo de Ponga y coto de Cazo, que una de ellas es del zitado conde de Peñalva en aparzería con don Pedro de el Cueto Estrada, y la otra perteneze a don Antonio de Argüelles Meres, que aunque no saben a punto fixo quanto es el número de cavezas sólo sé que regularmente tiene cada cabaña veinte y nueve bacas y un toro, y que conzede la del menzionado don Antonio de Ar­ güelles remitiéndose a sus relaciones por constarles; y que el ga­ nado propio de vezinos que pasta en el término de este referido conzejo se reduze a doscientas quarenta yeguas, ciento sesenta y dos potrancos y potrancas, ciento y veinte potros y potras, doscien­ tos cinquenta y ocho cavallos de carga, que sirven para la harrie- ría; seiscientos setenta y cinco bueyes, quatro mili trescientas y quarenta y quatro bacas, dos mili quatrozientos y cinquenta novi­ llos y novillas, siete mili nobecientos quarenta y un ovejas, tres mili ochocientos y doze corderos, dos mili y doscientos carneros, dos mili doszientos sesenta y cinco cabras, doscientos ochenta y tres machos de cabrío, dos mili quinientos quarenta y siete puer­ cas de vientre, dos mili trescientos veinte y quatro mamones, qua­ tro mili quinientos y ocho zerdos de matanza; y que los recividos en aparcería propios de forasteros que pastan en el término y los que algunos vecinos de este conzexo tienen dado en aparzería a otros de el de Casso, Ponga y otros contiguos de este Principado, no los pueden referir con yndudualidad a causa de ygnorar su nu­ merario, por lo que se refieren también a sus relaziones de las que constarán específicamente.

21.a... A la veinte y una: Que en el término de esta villa y sus arrabales hay el número de treinta y un vezinos, ocho viudas y dos solteras, que son de su derecho y potestad, y en el de su con­ zexo que ocupan las casas esparcidas por su distrito con mas de lugares mili setezientos ochenta y quatro vezinos, quatrocientos treinta y una viudas y veinte y ocho solteras, que también son de su derecho y potestad, y todos hazen dos mili doscientos ochenta y quatro vezinos.

22.a... A la veinte y dos: Que en el término de dicha villa y sus arrabales hay treinta y nueve casas havitables, y en el de este con­ zexo esparcidas por su población dos mili ciento v treinta y seis; casa de corral para recoger ganado y yerva con yndependencia de EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 973 las viviendas, quinientas y ochenta; casas de lagar de hazer sidra también yndependientes, treze; casas en los montes para abrigo de los pastores y sus ganados, quatrocientas veinte y ocho; cassas inhavitables, noventa y dos; arruinadas, ciento y siete y de corral quarenta y dos; paneras, miles doscientas y veinte y orrios un mili, arruinados veinte y tres; y que ningún vezino paga en particular cosa alguna por razón de señorío mediante lo respondido a la se­ gunda pregunta. Y por lo tocante a la regulación de alquileres de dichas casas, paneras y orrios se conforman con la que hiziessen los peritos de oficio en el reconocimiento particular sin embargo de que consi­ deran no se deve regular renta alguna a las mencionadas casas puestas en los montes, por quanto sólo sirven al referido fin y de beneficiar con el acucho que hazen dichos ganados algunas tierras y prados contiguos a ellas sin lo que produzirían poco o ningún fruto respecto de su calidad.

23.a... A la veinte y tres: Que perteneze a la bolsa común de esta villa y conzejo algunos propios como son la mitad de una pa­ nera y diferentes zensos, cuios réditos y renta tienen nota ymporta cada año ciento y noventa reales y diez y nueve maravedís, y re­ sultarán por menor de la realización del procurador general a que se remiten.

24.a... A la veinte y quatro: Que la Justicia y Reximiento de este conzejo arrienda todos los años los reales servicios de millones con que se paga el encavezado de rentas provinciales, y las sobras suelen ascender un año con otro a tres mili reales quinientos, mas o menos, la variedad de sus remates en cada uno los que se aplican a los fines que se expresarán a la pregunta siguiente, y también constarán por la citada relación del procurador general, sin que puedan dar razón si cubren o exzeden de su aplicación.

25.a... A la veinte y cinco: Que dicha Justicia y Reximiento no percibe salario alguno por razón de su empleo y que aplica la so­ bra de dichos millones para los reparos de puentes y calzadas reales y satisfación de salarios de el citado procurador general, escribano de Ayuntamiento, a la persona que expide y cobra el papel sellado, y el importe de su consumo por lo respectivo al conzejo, salario de el alcalde y de el correo y veredas como resul­ tara por menor y con yndividualidad también de la relazión del mencionado procurador. 974 ANDRES MARTINEZ VEGA

Y que el vecindario está en la costumbre inmenor de contribuir por repartimientos para las fiestas de Corpus en sus respectivas parroquias, que por la diversidad que hay de unas a otras en el modo de pagar estos gastos annuales omiten especificar en par­ ticular los de cada una; notando que las fuentes empedradas y caminos servideros se reparan y mantienen por su respectivo ve- zindario, cada uno en su distrito, sin que para ello usen de sir­ viente y algunos.

26.a... A la veinte y seis: Que el común de dicho conzejo no tiene otra carga de justicia ni otra alguna mas de las expresadas en la respuesta antecedente.

27.a... A la veinte y siete: Que dicho vecindario está cargado y contribuiendo con los derechos de alcavala, cientos millones y mas comprehendidos en las rentas provinciales y servicio ordinario y extraordinario, en cada uno de los tres tercios del año; y que assi mismo pagan quatro reales de vellón al procurador general por los tres vecinos de estos derechos, que las de todo el año pueden su­ plir doscientos y quatro reales; y también pagan en la ciudad de Oviedo al contador de millones otro real de vellón por el recivo de cada tercio.

28.a... A la veinte y ocho: Que el común de este conzejo contri- buie a S.M. (Dios le guie) todas las referidas rentas y sus derechos porque paga annualmente el vezindario a don Manuel de Cañas, duque de el Parque, vezino de la ciudad de Valladolid, un mili y ocho reales de vellón; si esta regalía y enaxenación de ella fué por servicio pecunario u otro motivo no tienen noticia de ello remitente al título o instrumento que sobre este asumpto huviere; y que la Justicia y Regimiento está usando sin utilidad annual ni diaria alguna los oficios perpetuos de alferez, alcalde y alguazil mayor, regimientos y escribanos, assi de la jurisdicción como del número, los que pertenezían a cavalleros y particulares, que la razón por que usan de estas regalías unos y otros constará de los títulos y reales concesiones que para ello tengan a que igualmen­ te se refieren.

29.a... A la veinte y nueve: Que en esta villa y en los términos de su conzejo hay ocho tabernas, que provehen de vino para ven­ der por menor diferentes personas, que son: don Alonso González, el que tiene en dicha villa una, por la que le regulan de ganancias EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 975

al año, considerando las utilidades que le quedan assi del vino ven­ dido por menor en ella como del que trahe a sus expensas de los reynos de Castilla para proveherla, doszientos reales. Balthasar de Allende por la taberna que tiene en el Orín, término de la parro­ quia de San Juan, razones y grangería expresada, le regulan ciento y quarenta reales. A Francisco de la Puerta que provehe de la misma forma la de la Reboria, término de la parroquia de Santa María de Valle, regulan su utilidad en treinta reales. A Francisco del Peruyero, por la taberna que tiene en el lugar de Belonzo, parroquia de San Pedro del mismo nombre, y concurrir las mismas circunstancias le regulan ciento y veinte reales. A Domingo Gon­ zález que provehe la de la venta de los Llanos, cinquenta reales; y ciento y treinta a Raphael de la Escalera por la taberna que tiene en la venta de la calle Nueva; y sesenta reales a Luis Rodrí­ guez por la de Sotiello, cuias tres tabernas últimas están en tér­ minos de la parroquia de San Pedro de Sebares y en la de San Pedro de Villamayor. La que provehe, en la venta de Antrialgo, Jacinta Riega a quien regulan por su utilidad annual noventa rea­ les. Y que también hay algunas personas que se dedican a comprar algunas pipas de sidra para vender por menor en sus casas y ta­ bernas, como son los citados Luis Rodríguez, Domingo González y Raphael de la Escalera, a cada uno de los quales regulan, cada dos años en que se logra el fruto de manzanas, dos dos (sie) duca­ dos y medio de vellón, considerando se venden en sus respectivas tabernas y la de cada uno cinco pipas de sidra y la ganancia de medio ducado por pipa. Y a María Palomo, vezina de la misma parroquia de Sevares, ducado y medio por tres pipas. Y a Domingo Fernández, vezino de la Goleta, parroquia de San Pablo de Sorri- bas, regulan tres ducados por seis pipas; a Josepha Marina, vezina de la parroquia de San Martín de Borines dos ducados por quatro pipas; y por otras quatro la misma utilidad a Pedro Escalar, ve­ zino de Beloncio. Y en la parroquia de Coya a Bartholomé Castaño diez ducados por veinte pipas; y por cinco, dos ducados y medio a Ana Gutié­ rrez, viuda de Francisco el Cueto; dos a Francisco de Vien por quatro pipas; y por dos un ducado a Domingo de la Prida; y lo mismo a Joseph de la Prida, su vezino. Y en esta villa, a Joseph Teleña siete ducados y medio por quinze pipas; y por veinte, diez ducados a Gregorio Sánchez; qua­ tro, por ocho pipas a Manuel de la Fara; y a María de Allende, tabernera de el Orrín, la misma cantidad. Y diez ducados por otras veinte pipas a Juan Casín; y tres por seis pipas a Francisco de Vie- 976 ANDRES MARTINEZ VEGA des, vezinos de el lugar de este nombre en la parroquia de San Juan. Y en la de Villamayor, a Phelipe de la Arena por doze pipas seis ducados; y quatro por ocho pipas a Francisco Fernández, ve- zino de Miyares. Que también hay en esta villa cinco cassas de possada para toda clase de huéspedes, que se provehen de zevada y yerva, como en los mesones, para vender a los huéspedes, las que dan Juan García, Francisco Blanco, Gabriela Bernardo de Quirós, María Co­ rral y Francisco Castañedo, a esta regulan de ganancias al año ciento ochenta y cinco reales, a la antezedente a ella zinquenta, y a cada una de las otras tres, ciento y cinquenta. También hay diez tiendas de por menor de buhonería, propias de Mathias Fernández, Francisco y Joseph Blanco, a este regulan por la suia de ganancia al año cien reales, ciento y noventa a Fran­ cisco, y ciento y ochenta a Mathias, y la misma utilidad a cada uno de los tres siguientes que son: Antonio Cuervo, Juan de Mon- tiquin y Pedro Muños; a Josepha Munñiz treinta y cinco reales, veinte y seis a Josepha Fernández, sesenta a Domingo Zeñal, trein­ ta a Juan Zeñal, y aunque avia otra tienda de este género propia de Domingo Suárez, cuia utilidad al año le podría suplir veinte y dos reales, al tiempo que se dió principio a esta operazión y despues de aver dado su relación se passó a bivir a la villa de Gixón con su familia donde al presente reside. Que en esta villa y su conzexo no hay casa alguna de panadería, si diferentes mujeres dedicadas a esta provisión y no de ordinario por no aver aquí panaderas con obligación de dar abastos, que por exzeder su número de cinquenta y no llegar las ganancias que regulan a la de mayor abasto a sesenta reales cada año y aver mucho entre estas que no pasan a doze y de quinze reales no se expressan por evitar prolixidad, y consideran al todo de las tales tratantes, un mili quinientos y noventa y seis reales al año. También hay una cassa de carnizería para la distribución y venta de baca y carnero, con su rastro para el degüello de los ani­ males de una y otra especie, propia de don Antonio de Antayo, que la tiene arrendada a Manuela Fernández, viuda de Antonio González, y bividora de ella en dicha villa donde está sita como persona interesada en el remate de este abasto y tablafera de el, sin otra utilidad para dicho don Antonio de Antayo que la de dos­ cientos reales annuales por su alquiler. - Y en los términos de este conzejo hay veinte y siete puentes, que sirben sobre el rio Grande, el de el Ynfiesto, Roza Cativa, de el Soto, el puente Nuevo, el de Antrialgo; y sobre el rio de Aguín, EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 977 el puente de este nombre, el de Villaraaior, de la Vega y de la Mo­ za; sobre el rio de la Cueva y sobre el de la Piñera, el de este nombre y el de Tendi, el de la Vega y el de las Llamiellas; sobre el rio de San Justo y sobre el rio de la Cueva, término de la pa­ rroquia de Qués, el puente de la Cueva; y sobre el rio de el Mon, el de Vegarrionda, Peñueco, Torno y el de Miera; y sobre el rio de Valle, el del mismo nombre, Peleón y Melendreres; y sobre el rio de la Escosura, otro de este nombre y el de Cúa; y sobre el rio de el Fresnedal, el que llaman de este mote, Nabarin y el de los Bayos, que son de pasaje, sin pagar cosa alguna las personas que los transitan como tampoco ningún carruaxe, y que todos los ex­ presados puentes los mantiene el vecindario de los lugares, cada uno en su distrito, excepto seis de ellos que estos se deven mante­ ner a costa de todo el común por ser conzejiles. También hay mercados todos los lunes en esta villa, y las ferias del lunes de la Flor Florina y de San Cipriano, esta se haze junto a la hermita del santo, sita en la citada parroquia de San Juan, a la que perteneze dicha villa. Que los mercados y ferias menciona­ dos son francos y libres de toda contribución, salvo la que por via de limosna contribuien los mercaderes para maior culto de dicho santo y manutención de su hermita, que percive el maiordomo de ella ciento cinquenta y siete reales anuales.

30.a... A la treinta: Que en el término de este concejo, donde se comprehende la parroquia de San Lázaro de Vallobal, hay un hospital real que sirve para recojer en el quatro pobres malatos, naturales de el pays, de que es Antonio Sebastian de Possada y Castillo, cura de la parroquia de Santa Eulalia de Qués, quien en conformidad de el título real de esta fundazión contribuie annual- mente a cada uno de dichos quatro pobres cinco fanegas de pan de escanda en grano, otros cinco al cura de dicha parroquia de San Lázaro, cinco mas al recaudador de las rentas del mencionado hospital, que consisten en quarenta y dos fanegas y media de pan y setenta ducados, impuestos a zenso, que se distribuien en la re­ ferida parroquia y dexando para si en razón de su administración el citado cura de Qués, otras ocho fanegas de pan; el sobrante de dichas rentas que son exijibles cada año se aplican al culto y mas decencia de la iglesia expresada de San Lázaro, y como quiera sin embargo de tenerlo entendido asi se remiten a la relación que die­ re el referido Antonio como también por lo tocante a la manuten­ ción de este hospital. 978 ANDRES MARTINEZ VEGA

31.a... A la treinta y una: Que no hay cosa de lo que en ella se pregunta.

32.a... A la treinta y dos: Que por lo tocante a la primera parte que habla de tenderos de paños, hay don Santiago García, a quien por el surtido que tiene de Herrera de la Rioja y Segovia, esta­ meñas sempiternas y bayetas de Castilla y otras cosas menores de buhonería, regulan de gananzias al año seiscientos y cinquenta reales, y trescientos a Juan García Entrego y no mas por no surtir su tienda sino sólo de dichos paños de Herrera, bayetas sempiter­ nas estameñas de Castilla. Y que en esta villa y su conzejo hay un maestro cirujano, que es Manuel Diaz, y le agan de sueldos los vecinos de quatro parro­ quias al respecto, de copin de maíz cada uno, en el todo quarenta fanegas annualmente, que al precio de onze reales importan qua- trocientos y quarenta y le regulan por las maniobras que efectúa en las demas parroquias doscientos y sesenta reales, que una y otra cantidad compone la de setecientos cada año de ganancia; Manuel Sánchez, sangrador y barbero, ciento y cinquenta reales, y a Pedro de Escalar, que es sólo barbero, setenta y cinco. Y notarios en causas eclesiásticas Bernardo Valdés, Francisco Ignacio García Ramos, Gerónimo de Cué, Rodrigo de el Conde, Bartholomé Sánchez, Fernando de Piernes y Francisco Santos re­ gulan cierto de utilidad al año veinte reales, al antezedente cin­ cuenta, y a cada uno de los demas treinta. Y escribanos del número en dicha villa y su conzejo diez y nue­ ve, de los que sólo exercen diez, a saber: los zitados notarios Bernardo Valdés, Francisco Ignacio García Ramos, Gerónimo de Cué y Rodrigo de el Conde, Luis González, Francisco Miguel del Cueto, Juan Antonio Ferrado, Juan de Arenas, Antonio Jacinto Menéndez Corrada y Joseph Antonio de Casso, a este le regulan de ganancias en cada año ciento veinte reales, y a cada uno de los demas trescientos. También hay dos maestros plateros y les regulan de utilidad al año en sus oficios a Sebastián Cuervo, novecientos reales; y a Bartholomé Santos, quinientos; doscientos y setenta reales a Fran­ cisco Aladro, de Qués, por la ganancia que tiene en hacer zenzerros. Y maestros de maconas hay tres, que a cada uno regulan de ga­ nancia al año noventa reales. También se dedican a la harriería y trajino de conducir avellana a los puertos de mar en los meses de septiembre y octubre ciento sesenta y nueve personas, y de estos los quarenta y siete de transporte de vino de Castilla, y regulan de EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 979 utilidad cada año, por cada uno de los quatro de ellos, quatrocien- tos reales, trescientos a cada uno de otros nueve, doscientos por cada uno de otros catorze, ciento y quarenta a uno de los mismos, que rentan ciento, a cada uno de otros veinte y uno, cinquenta a otro, y treinta por cada uno de los restantes, ciento y diez y nueve; todos los quales se dedican generalmente al exercicio de su la­ branza. También hay personas en este conzejo que en los términos de el por encomiendas de mercaderes de Oviedo, Gixon y Villaviciosa juntan y previenen avellanas para embarcarlas, que regulan llegará a novecientas sesenta y siete cargas, que las trescientas y quarenta juntan por cinco eclesiásticos a cada uno de los quales queda de utilidad por quatro reales, y al mismo respecto por seiscientas veinte y siete cargas de las referidas que juntan treinta y quatro seglares se utilizan en dos mili quinientos y ocho reales. También hay quatro maestros de primeras letras que uno de ellos tiene de situación cada año cinquenta ducados vellón, produ­ cidos de la Obra Pia de escuela de Lozana, parroquia de San Juan, y a cada uno de los otros tres regulan utilizarán cada año cien rea­ les, y a costa de la Obra Pia de gramática, cuio preceptor propieta­ rio es don Andrés del Fresno, presbítero, comunica ochenta ducados a don Francisco Peláez, por sobstituirle en la assistencia de esta obligación. También hay seis sachristanes, uno en la iglesia de Santa Eula­ lia de Qués, cuio servicio le regulan en tres ducados cada año; otro en la de San Martín por el útil de quatro ducados; otros dos en la de San Pedro de Sevares y su anexo por onze ducados el uno, y quatro y medio el otro; y al de San Pedro de Villamayor oíros onze, y al de San Juan, cinco. Y empleados en las reales rentas de el tabaco de este conzexo hay un administrador con el sueldo de tres mili ochocientos reales cada año, y dos verederos al de cien ducados cada uno, y el de tres­ cientos reales a la persona que transporta el tabaco desde la real casa de Oviedo a la de este conzejo. Y en las parroquias de el, veinte y cinco managuillos de por menor, a cuios estanqueros regu­ lan podrá ascender su útil dos mili ochocientos setenta y siete reales cada año. Y que también hay cinquenta y tres personas seglares que usan de la industria de comprar y vender bueyes en los mercados de los conzexos circumbecinos y en el de esta villa, especialmente desde el dia de San Miguel al de la Circuncisión; v otros dos ecle­ siásticos que a estos regulan les queda de utilidad al año doscien­ 980 ANDRES MARTINEZ VEGA tos y cinquenta reales, y aquellos quatro mili doscientos veinte y cinco reales en cada un año, computando uno con otro sin embargo de que no pueden dar quota fixa de la ganancia que les queda en cada buey porque en unos suelen ganar onze o veinte y dos reales, y perder de compra a venta en los otros.

33.a... A la treinta y tres: Que en el término de este conzejo hay treze oficiales de cantería, dos de los quales regulan trabajan quatro meses al año cada uno, y dos cada uno de los onze restan­ tes, y que su jornal diario es el de dos reales y comida, que esta se regula en un real. Y también treinta y cinco carpinteros de los quales reputan quatro por maestros, uno al jornal de dos reales y medio y comida diario, se le contempla trabaja ocho meses, siete el otro y tres cada uno de los dos restantes, por el de dos reales y medio y comida; y de los oficiales también contemplan seis me­ ses de trabajo a cada uno de dos de ellos y tres meses a cada uno de los veinte y nueve restantes con el diario de dos reales y medio. También hay maestro de molinos harineros, llamado Juan Fernán­ dez de Borines, consideranle seis meses de trabajo al año y de jornal diario tres reales y de comida, y a su ofizio Thomás del Calero fixó el mismo tiempo, dos reales y comida cada día. Maes­ tros de carros, Alonso García, Francisco Alvarez, de Belonzo y Francisco de la Villa, de Coya, consideran a cada uno dos meses y medio de trabajo y su jornal diario es dos reales y comida, y esta y real y medio al dia por dos meses al maestro de ferradas Antonio de el Canto, de Pintueles. Y por el mismo tiempo y jornal que el antezedente a cada uno de otros treinta y un maestros de hazer madreñas contemplan esta regulación. Y a Mathias Fernán­ dez por tres meses de trabajo, a Juan Rodríguez y dos, y a Miguel de la Faza por uno al año, todos tres caldereros regulan sus ganan­ cias en mili quatrocientos y quarenta reales. También hay diez y nueve maestros herreros y regularon a uno de ellos quatro meses de trabajo y tres reales y comida al dia de jornal, a otro por tres meses y medio dos reales y comida. Y al mismo jornal diario por dos meses otros siete y al de tres reales y comida los diez restantes dos meses, a excepción de uno de ellos que le regulan tres meses cada uno dos reales, sin comida. Que también hay cinco maestros herradores de los quales a uno de ellos por bivir dentro de la villa contemplan nueve meses de tra­ bajo, quatro a cada uno de otros dos, y a los dos restantes otros dos meses, a cada uno, y a todos el jornal diario de tres reales. EL CONCEJO DE PILOÑA EN EL S. XVIII 981

Y assimismo quarenta y un maestros sastres de quienes regu­ laron a uno, ocho meses de trabajo; a dos, nueve por cada uno; a ocho, seis meses por cada uno; a otro cinco o quatro, quatro meses cada uno; a diez y seis, tres a cada uno; a cinco, dos meses cada uno, y a los quatro restantes un mes cada uno y a todos el jornal diario de dos reales y comida, y esta y real y medio de ve­ llón a siete oficiales por dos meses de trabajo cada uno. Y que también hay treinta costureras que cada una de las diez y siete de ellas contemplan trabaja al año dos meses, quatro cada una de otras onze, y seis cada una de las restantes, cuio jornal es el de medio real y comida regulada la de estas en otro medio real. Te­ jedoras hay ciento y doze, y contemplan seis meses de trabajo a cada una de tres de ellas, cinco a cada una de otras treinta, quatro meses a cada una de otras treinta y dos, tres a cada una de otras veinte y una y dos meses a cada una de las veinte y seis restantes, y su jornal le contemplan igual al que llevan dado a las costure­ ras, excepto a dos texedoras que hay además de las referidas, que a cada una de ellas contemplan cinco meses de trabajo y su jornal diario en dos reales y medio. Y assimismo hay tres maestros de zapateros, que uno de ellos regulan trabaja cinco meses, otro quatro y el otro tres, y de jornal diario quatro reales a cada uno; y el de dos y comida a dos ofi­ ciales que uno de ellos contemplan trabaja cinco meses y el otro dos. Y a Manuela Fernández, tablajera, regulan tiene de salario cada semana seis reales y medio con excepzión de la quaresma por no usar en ella dicho oficio, notando que todos los referidos que usan de los que van expressados se dedican en el restante tiempo del año al exerzicio del campo, cuios nombres, apellidos y vezin- dario omiten por la prolexidad, y que constarán en sus relaciones y assientos de los libros conforme a las anotaciones que dejan en poder del presente escribano a que se remiten.

34.a... A la treinta y quatro: Que sólo de lo que en ella se pre­ gunta y por lo tocante a arrendamientos, regulan doscientos reales cada uno de ganancias a don Gregorio Alvarez, Gregorio Sánchez y Alonso de Esteli, mancomunados en el de el préstamo de la pa­ rroquia de San Juan, y perteneziente al monasterio de San Pedro de Aslonza, horden de San Benito, obispado de León. Y ochenta a don Balthasar Pérez, presbítero, como arrendatario del beneficio simple de la parroquia de Santa Eulalia de Qués, propio de don Enrrique de Noriega, ausente en los reynos de las Yndias; qui­ nientos y cinquenta reales a don Bernardo González, presbítero, 982 ANDRES MARTINEZ VEGA vezino de este conzejo, y a Joseph de la Vega Pesa su consorte, vezino del coto de Llames. Y como arrendatario del beneficio prés­ tamo de la parroquia de San Pedro de Sebares otros trescientos y treinta reales de ganancia en el beneficio simple de la parroquia de San Pablo, digo préstamo, perteneziente uno y otro a don Ni­ colás Ley, presbítero, vezino de la ciudad de Cádiz; y don Pedro de la Pumarada, presbítero, otros trescientos y treinta reales como arrendatario del beneficio préstamo de la parroquia de San Pedro de Villamaior; y doscientos reales a don Santiago García por serlo de el préstamo de Santa María Magdalena de Valle; y a Cipriano Peri de Pivierda, conzejo de Colunga, cien reales como arrendata­ rio del préstamo de San Vizente de Cerezeda; que este y los dos antezedentes pertenezen al real monasterio de San Pelayo de Ovie­ do. Y el beneficio simple de la parroquia de San Christobal de Pintucles a Francisco Caletano de Valdés, de la orden de Predi­ cadores, por cuio arrendamiento regulan de utilidad annual a don (roto) Sánchez treinta y tres reales; y doscientos a Ignacio Mayor, vezino del coto de Tresali, como arrendatario del préstamo de Santa Eulalia de Coya; y serlo del beneficio simple de dicha pa­ rroquia de Sebares, don Raphael Alvarez, y también de el de la citada de San Pablo, de este le regulan cien reales de utilidad y ninguna en el de Sebares por lo suvido de su remate que uno y otro y el dicho préstamo de Coya perteneze al Dean y cavildo de Oviedo; y el beneficio simple de la misma parroquia de Coya pro­ pio de don Joseph Benito de , capitular del citado cavildo, contemplan a su arrendatario don Bernardo de Casso, vezino del conzejo de Nava, trescientos reales de utilidad, y quinientos a Jo­ seph de Granda como arrendatario del préstamo de San Martín, propio de don Juan Lobón Pedrejón, vezino y presbítero en el obis­ pado de Palencia; y el de San Pedro de Belonzo v de San Román de la mesa episcopal y contemplan que da de utilidad en el prime­ ro a doña Theresa Fernández Solís, vezina de el conzejo de Bime- nes, trescientos reales, y en el otro no consideran utildad alguna a Gregorio Sánchez, su arrendatario. Y por quanto el de la parro­ quia de San Antonio de Nevares, unida a la de Santa María de Fios, está inclusa quasi toda en el próximo concejo de Parres y en este de Piloña una cortísima porción de la extensión de ella que no llega a doszientos reales el importe de todo el diezmo de cura y prestamero, que lo es y tal posehedor don Arias de Omaña, vezino del concejo de Siero, no pueden regular por la referida cau­ sa si queda utilidad a don Juan de Escandón, presbítero, vezino del citado conzejo de Parres, notando que el beneficio simple de EL CONCEJO DE PILONA EN EL S. XVIII 983

esta parroquia de Santa María de Anayo, perteneciente a don Ci­ priano Sánchez, presbítero, menor en dias, y los diezmos de las parroquias correspondientes a los curas de ellas, las benefician de su cassa sin arrendarlos. Y regulan de utilidad annual a don Alon­ so González por el abasto del azeyte, sesenta reales y quatrocientos por el de la (ilegible) a don Santiago García y Joseph Blanco, su compañero, y no consideran utilidad en el de carnes a Francisco Cuyar mide el de vino al citado don Alonso González mas de la cantidad expresada en la respuesta veinte y nueve.

35.a... A la treinta y cinco: Hay en esta villa y su conzejo de jornaleros, travajadores de el campo, en entrados en diez y ocho años y que no exceden de los sesenta, un mili seiscientos cinquenta y seis. Y que para las lavores que se ofrecen a estos y demas veci­ nos se ayudan unos a otros sin ningún interés que la comida, y que de no tener entre si esta correspondencia buscarían jornaleros, en cuyo caso se pagaría cada uno un real y de comer y esta comida se regula en otro real de vellón, y lo que consideran dos reales el jornal diario a cada gañan.

36.a... A la treinta y seis que contemplan en el término de este conzejo por pobres de solemnidad hasta ciento y quatro.

37.a... A la treinta y siete: Que no hay individuo alguno que tenga en los términos de este conzejo embarcación alguna en mar ni en rio, y que aunque sobre el de Valle armavan antes de ahora dos canales para la pesca de anguila don Antonio de Argüelles y don Antonio Suárez ninguno de estos arma el suyo de dos años a esta parte, por haver pleito pendiente sobre el uso y aprovecha­ miento de dichos cañales, y estando corrientes regulan su utilidad anual de diez y seis reales en cada uno.

38.a... A la treinta y ocho: Que en esta villa y parroquia de su conzejo hay cinquenta y siete clérigos en que se incluyen los curas de dichas parroquias.

A la treinta y nueve y quarenta que no hay en los términos de este conzejo (que a su noticia llegue) cosa alguna de quanto en ellas se pregunta. Y que todo lo que llevan declarado es de verdad sin cosa en contrario en lo que se les alcanzan según saver y entender para el juramento hecho, en el qual haviendoles leido su desposición se afirmaron y ratificaron, dijeron que pasan de 984 ANDRES MARTINEZ VEGA

vente y cinco años de hedad y algunos de ellos de cinquenta y se­ senta. Lo firmaron el señor subdelegado junto con dicho juez y mas que supieron, excepto dicho cura de Coya que hace veces de arcipreste y por los que no supieron dos testigos, que lo fueron: don Antonio Suárez y don Alonso, escrivano, vezinos de este con- zejo; de todo lo qual yo el presente escrivano doy fee. Don Juan Luis Blanco. Don Thomás Valdés Estrada. Manuel de la Yglesia. Raphael Alvarez del Pedrueco. Gabriel Molina. Manuel Antonio Pe- láez. Francisco González. Vecinos: Juan de Viyao. Luis González Cienfuegos, Joseph de Cuesta, Mathías González, Joseph Prieto, Do­ mingo Rivero, Manuel de Esteli, Pedro del Camino, Bernevé del Cueto, Jacinto Antonio Reguero, Antonio Lagarto, Antonio de la Huerta Llano, Cipriano Blanco, Francisco Alvarez. Trestigos: Alon­ so González. Testigo: Antonio Suárez. Ante mi Francisco Antonio del Soto.» PUNTUALIZACIONES A UNA COMUNICACION

POR

RODRIGO GROSSI FERNANDEZ

Por José María Martínez Cachero, en su prólogo a Clarín y La Regenta, de Manuel Avello, llegó a mi conocimiento que el Cronis­ ta Oficial de Oviedo había exhumado un cuento de Leopoldo Alas, el de «La guitarra», «no incluido en ninguno de los varios volú­ menes de relatos clarinianos , sacándolo de las páginas del Alma­ naque de «El Carbayón» (diario ovetense) para 1896, donde yacía olvidado». No llegué a leer este cuento de «La guitarra», lleno de todos los elementos constitutivos del estilo de Alas (humorismo, ironía, crítica social, ternura, cierto pesimismo) hasta la aparición el año de 1987 de la obra «Cuentos. Leopoldo Alas Clarín», edición de José María Martínez Cachero, en Editorial Plaza-Janés. Debo con­ fesar que me parece un relato muy logrado, digno de figurar al lado de los cuentos más famosos del autor de «La Regenta». Me llamó la atención en «La guitarra» la serie de términos astu­ rianos que aparecen en tal cuento. Esto me movió a escribir unas breves líneas que pretendo sirvan para completar lo dicho por mí en «Algunos motivos asturianos en Clarín», comunicación publica­ da en las Actas del III Simposio de Lengua y Literatura Españolas para Profesores de Bachillerato, celebrado en Oviedo los días 22, 23 y 24 de abril de 1982. Para confeccionar tal comunicación consulté un total de 83 obras narrativas de don Leopoldo, entre las cuales, es obvio de­ cirlo, no aparecía «La guitarra». 986 RODRIGO GROSSI FERNANDEZ

En mi citado trabajo señalo todas las voces bables que apare­ cen en las obras consultadas y que no son muchas, 55, por lo cual es aún más destacable «La guitarra», donde aparecen nada menos que nueve voces de la lengua asturiana, que, para completar el con­ tenido de mi citado artículo, paso a detallar:

1) andecha 2) campaña 3) ñu 4) mió 5) panera 6) pegollos 7) pitu («echar un pitu») 8) quintana, y 9) el adverbio negativo non.

«Pegollos» aparece también en «Su único hijo» y en «Doña Ber­ ta»; «quintana» en «Su único hijo» y «Adiós, Cordera».

Señalo además los topónimos asturianos de «La guitarra», con la misma intención, complementaria a lo que se dice en la comu­ nicación citada:

«Pajares», que aparece también en «Tirso de Molina», y «Piloña», no señalado en tal comunicación, en la que se recogen 51 topónimos relativos a Asturias.

Destacamos, por otra parte, dos párrafos de «La guitarra» que aparecen repletos de términos de nuestra lengua regional:

1) «Pensélo mejor; y traigote eso. Si quiés al mío Pepe, guárda­ lo..., míralo toos los días... y rezay poTalma.» 2) «Yo, pa acordame del mió fiu hasta que Dios me llame na su compaña, ¡non necesito de músiques! »

Debemos destacar que el posesivo asturiano masculino, de pri­ mera persona y un solo poseedor, tónico frente al átono castellano, no aparece como mió, sino en un caso como mío (mío Pepe) y en el otro como mió (mió fiu), grafías que consideramos erróneas y sólo achacables a la imprenta. PUNTUALIZACIONES A UNA COMUNICACION 987

Al lado del vocabulario podemos destacar varios rasgos astu­ rianos en las citadas frases: a) Uso de pronombres personales-objeto en posición enclítica: pensé/o, traigoíe. b) Aparición del pronombre personal de complemento y: rezay. c) Desaparición de fonemas consonánticos en posición intervocá­ lica: quiés, toos, pa. "f ^: ^ d) Posesivo acompañado del artículo: al mío Pepe, del mió fiu. En «Adiós, Cordera» el posesivo aparece sin artículo: mió pa, Cordera de mió alma, Pinín de mió alma. e) Contracciones: poTalma, na. f) Un plural femenino en -es, propio del bable central: músiques.

Ya en la tantas veces nombrada «Comunicación» poníamos de relieve que suponíamos en «Clarín» un conocimiento superficial del bable y pretendíamos demostrarlo con varios ejemplos. Interesa añadir aquí un ejemplo más de lo que afirmábamos y que ahora nos llama la atención por aparecer en «Adiós," Cordera» en forma casi idéntica a como lo hace en «La guitarra». Dice Alas en el primero de estos cuentos: «Pinín y Rosa, sen­ tados sobre el montón de cucho, recuerdo para ellos...» y dice en «La guitarra»: «Pepín... se sentaba sobre el estiércol de la quinta». Es bien evidente que nadie se sienta sobre montones de cucho- estiércol, ni aun cuando está seco. Las afirmaciones «asentadoras» de don Leopoldo, sobre todo en el segundovcaso, vienen a demos­ trarnos que, más que desconocimiento del bable, el docto profesor, a pesar de sus veraneos en Guimarán, no tenía una idea muy clara acerca de la vida y hábitos rurales. Y ya que a «Adiós, Cordera» acabamos de referirnos, me parece interesante poner de relieve que todas las ediciones que maneja­ mos del citado cuento, joya inestimable de nuestra literatura, em­ piezan de la siguiente manera:

«Eran tres, siempre los tres, Pinín, Rosa y la Cordera. El «prao» Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido...»

Si cotejamos este inicio con el ejemplar autógrafo que de «Adiós, Cordera» se guarda en la Biblioteca Nacional, regalado por su autor en diciembre de 1892, y cuya primera cuartilla reproducimos, ve­ remos que hay dos diferencias: h . , 988 ‘ RODRIGO GROSSI FERNANDEZ

I) En el original autógrafo se lee claramente «prado» y no «prao». II) En el autógrafo aparece: «El prado Somonte era un pedazo triangular de terciopelo verde tendido...», o sea: Pedazo y no recorte, que es la forma que viene figurando en tantas edi­ ciones.

Acerca de la forma prao, que aparece en todas las ediciones que conocemos, señalándola como regionalismo, hemos de decir que el original de la Biblioteca Nacional figura tres veces como prado (cuartillas 1, 5 y 15). Sólo se escribe una vez prao (cuartilla 17), forma, además, subrayada en el original. -► No pretendo que con estas puntualizaciones la gran obra cla- riniana gane en calidad o en claridad, pero conviene hacerlas, para respetar así la voluntad del autor. PUNTUALIZACIONES A UNA COMUNICACION 989

En coincidencia con el protagonista masculino de «Adiós, Cor­ dera», su casi homónimo Pepín, el que tocaba la guitarra, ve cortado su destino por la incorporación al Ejército, aunque el destino de Pepín, voluntariamente asumido, es mucho más lamentable que el del hermano de Rosa. Y, volviendo al principio de nuestro cuento de «La guitarra», cabe afirmar, como hacíamos más arriba, que por su tema, sus ti­ pos, su lenguaje, el cuento de Ramona del Cabo y su marido Ro­ sendo Tercias, de Remedios del Capellán y del desgraciado Pepín, es uno de los relatos más «asturianos» del Sr. Alas.

BIBLIOGRAFIA

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POR

JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

En el número 122 del último Boletín del Instituto de Estudios Asturianos, correspondiente a abril-junio de 1987, figura un artícu­ lo del profesor Rafael Anes Alvarez titulado «Asturias y América: la emigración», que se abre y termina con parecidas palabras; tomemos las del final, porque resultan más literarias: «Ricos en ilusiones, cientos de miles de asturianos han salido muy jóvenes de su tierra persiguiendo otra riqueza que sólo han conseguido aquellos que a su actividad inteligente, sin escatimar esfuerzo, vieron unirse lo que se conoce como 'buena estrella'. Por su mag­ nitud, y por las consecuencias que tuvo, a esa emigración se la considera el fenómeno social más importante de la Asturias con­ temporánea». Estas transmigraciones a América, que como escribe el profesor Anes «se hacen masivas a partir de la década de 1880 y duran has­ ta 1930», por su importancia, tuvieron un reflejo en la literatura asturiana y, por extensión, en la española, dado que el fenómeno indiano que vamos a analizar presenta características comunes en Asturias, Galicia y Santander: Armando Palacio Valdés, José Ma­ ría de Pereda y Ramón del Valle Inclán incluyeron a indianos en sus obras, bien que desde una perspectiva desfavorable. De todos modos,* nos centraremos en la literatura escrita por asturianos, por ser la más abundante y variada, aunque esto no suponga el olvido de obras como las de Castelao, Novás Calvo, etc. El propio Anes cita en su trabajo unos versos del poeta bable Marcos del Torniello, 992 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA en los que celebra las remesas de dinero enviadas por los indianos y que mejoraron el nivel de vida de los campesinos:

Asturias sin indianos, la probitina... lo que fos sin indianos no se adivina.

Aunque la emigración dio lugar a muchas polémicas, según veremos enseguida, no produjo demasiada literatura buena, y en una de las mejores obras en las que aparece el indiano como personaje, «Tirano Banderas», de Valle-Inclán, está tratado como un tipo vil. De todos modos, y dejando aparte trabajos de carácter más técnico, sobre los indianos se escribieron numerosas obras que entran en el terreno de la literatura, bajo las formas de novela, poesía, teatro, artículo periodístico, ensayo (a la manera de algu­ nos de Valentín Andrés Alvarez), evocación lírica, etc. Diversos autores asturianos desarrollaron la mayor parte de su obra en América, como Alejandro Casona, Matías Conde, Néstor Astur, etc., e incluso hijos de indianos crearon obras notables, como los na­ rradores mejicanos, oriundos de , Francisco Tario, autor de diversas narraciones que se encuadran dentro de una literatura de signo fantástico y cosmopolita, o Adolfo Velázquez Garaña, cuyo libro de cuentos «Ya nos morimos de tiempo» trae ecos de Juan Rulfo. Sin embargo, aquí nos ocuparemos de pasada de aquellos que marcharon a América y que dieron en escribir en lugar de dedicarse al comercio, y que, en buena parte, ejercieron el perio­ dismo, aparte de otras actividades (Nicolás Rivero, Manuel Fernán­ dez Juncos, Constantino Cabal, etc.), y de lo que se escribió, bien desde América, bien desde España, sobre los indianos. Algunos como el llanisco Angel García Peláez, que firmaba con el pseudó­ nimo de «Angel de la Moría», y que, cosa curiosa, se hizo clérigo en lugar de hacerse abarrotero, céntra su obra en la evocación me­ lancólica de su Llanes natal; otros, como los mencionados Nicolás Rivero y Manuel Fernández Juncos, crearon periódicos y revistas en las islas en que se asentaron, Cuba y Puerto Rico, respectiva­ mente, y tuvieron una gran influencia sobre la sociedad antillana de su tiempo. Luis Alfonso Martínez Cachero, en su libro «La emigración as­ turiana a América», señala una literatura relacionada con los in­ dianos: «Muchas veces se ha dicho, y otras tantas se ha repetido, que. la obra literaria viene a ser, en definitiva, un trasunto fiel de la realidad y de la vida de cada día, y semejante afirmación alcan­ za plena aplicabilidad en el caso del fenómeno humano y social de I

LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 993 la emigración, tan de hoy y tan de siempre en el latir de la vida de España en general y de la provincia asturiana en particular». Y cita, a este respecto, un breve catálogo de obras referidas a la emigración americana, entre cuyos autores figuran Alfonso Camín, inevitablemente; Conrado Villar Loza, de Taramundi, autor de «Lonxe d'aquí»; el médico riosellano Antonio Martínez Cuéíara, con su soneto «El emigrante»; Luis Aurelio; la pieza de teatro en verso «La balada del emigrante», del llanisco Angel Pola; y, en la prosa, a Constantino Suárez, 'Españolito', con sus novelas « ¡Emi­ grantes! » y «Oros son triunfos»; a Angeles Villarta y, sobre todo, a Leopoldo Alas, 'Clarín', con su cuento «Borona» y algunos signi­ ficativos pasajes de «La Regenta». Los indianos hicieron correr ríos de tinta, porque la emigra­ ción a América fue objeto de polémica desde sus comienzos, y ésta tuvo repercusiones en Asturias, por haber sido aquí el fenómeno más constante y numeroso. Ya Jovellanos se hace eco de ella, preocupándose de cómo se podría llenar el vacío dejado por los emigrantes; pero otros autores son todavía más explícitos, como 'Clarín' en el prólogo a «Tipos y bocetos de la emigración astur», de Eduardo González Velasco, donde escribe: «Estamos muy en­ fermos: uno de los peores síntomas es la emigración, efecto de muchos errores jurídicos y económicos, causa de innumerables males». Y en «La joven Asturias», el 14 de mayo de 1865, se escri­ be: «Entre los males que afligen a nuestra provincia figura en primer término la emigración a las Antillas. Nada basta a detener su desarrollo, nada a contener ese horrible contingente que da al sepulcro una juventud rica de esperanza y digna de mejor suerte». Eva Canel, Félix Aramburu, Fermín Canella, Antonio L. Olive­ ros, entre otros, según enumera Juan Santana en un artículo pu­ blicado en el diario «Región» el 1 de diciembre de 1974, mostraron su inquietud por el problema de la emigración. La parte central del problema la constituía la pregunta de quién trabajaría la tierra si la mayor parte de la juventud estaba al otro lado del Océano. Por ejemplo, en el pueblo de Cué, próximo a Llanes, durante más de cuarenta años no entró ningún mozo en quintas, por hallarse todos en Méjico al llegar a la edad militar; y es probable que el nombre de la ancestral danza del «pericote», que se baila por tria­ das, de dos mujeres y un hombre, proceda del hecho de que en esta localidad el papel de hombre hubiera de desempeñarlo una mujer en función de virago, que recibía el nombre de «perico». Pepín de Pría, que había emigrado a La Habana en la última déca­ da del siglo XIX sin resultados positivos, clama en un artículo de 994 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

la serie «Entre sábados», publicada en el semanario «El Oriente de Asturias» entre 1900 y 1901: «¿Quién ha de arar nuestros campos, perforar nuestras montañas, extraer y transformar los minerales en su seno contenidos, dar elementos a la industria, capacidades al comercio, brazos a la agricultura, vida, energía y robustez a España, si la juventud nos abandona?». Por lo general, escritores que fueron a la vez indianos se refie­ ren con amargura, o, cuando menos, de modo muy crítico, al fenó­ meno de la emigración, como es el caso de Manuel Alvarez Marrón, de Tineo, autor de cuentos como «La boda del indiano» o «La fuga del indiano», de los que dice José María Martínez Cachero en su «Antología de narradores asturianos», I: «Claro está que ni el op­ timismo ni el humor bienhumorado suelen hacer acto de presencia en las narraciones de Alvarez Marrón con asunto emigratorio, que son las más en número y, también, las más representativas de su autor». En «La fuga del indiano», por ejemplo, el indiano, desilusio­ nado después de su regreso a Asturias, abandona definitivamente su terruño natal: hecho que también sucede en un relato bastante posterior, «El traje blanco», escrito por otro indiano, Andrés Pe- láez Cueto. No obstante, no puede hablarse de una postura unitaria acerca de los indianos ni siquiera en el mismo escritor. Clarín no los trata de la misma manera en «Borona» que en «La Regenta»; y Palacio Valdés, que los critica con acritud en muchas de sus novelas, los elogia, en cambio, sin reservas, en el brindis del banquete que le ofrecieron indianos orientales en La Franca en 1895, y los compren­ de en una de sus últimas novelas, «Sinfonía pastoral». Pepín de Pría, en su pieza de teatro « ¡A L’Habana! », presenta a Ramón, el indiano que vuelve rico, como un hombre generoso, que ha adqui­ rido una cultura y que, cosa digna de ser señalada, se expresa en español, frente al bable de los familiares que permanecieron en la aldea. Igualmente, en el cuento «Del otro mundo», de Antonio Fer­ nández Martínez, incluido en el volumen «Pinceladas» (1892), se indica la lengua española del indiano como un factor de diferencia­ ción social y cultural: «La primera persona que llegó fue una tía del indiano. — ¡Ave María Purísima!, dijo haciéndose cruces al ver­ le. Pero, ¿é esti? ¡Si paez’un médicu! ». Antonio L. Oliveros, que en ocasiones criticó Ja emigración, re­ conoce en «Americanos», artículo incluido en «Asturias en el re­ surgimiento español»: «La Asturias emigrante produjo una clase social cuyos componentes el vulgo ha bautizado con el apelativo de 'americanos'. Los americanos, gentes errantes del sentimiento LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 995 como de la voluntad, tienen una acción destacada y hasta ahora desconocida por la Historia en el resurgir totalitario de nuestro país. España, beneficiada grandemente con la emigración, ha co­ rrespondido a los 'americanos' con una ingratitud que hiela el ánimo. ¿Será que no ha sabido apreciar sus servicios? Con exceso se ha discutido sobre que si la emigración de los españoles a Amé­ rica era para España un bien o un mal. La discusión se ha plan­ teado regularmente en términos imprecisos». Y, al cabo, Oliveros reconoce a la figura individual del 'americano' o 'indiano': «El emigrante, aun cayendo en la lucha por la fortuna, vencía siempre. Triunfaba, porque analfabeto, se instruía; lejos de la patria, se ha­ cía patriota; distanciado de la familia, añoraba el hogar y lo crea­ ba; castigado duramente por el trabajo, en el trabajo buscaba la liberación. Toda la América latina le debe su esplendor de hoy. España, la reconquista moral de América y gran parte de la ma­ terial y espiritual propias». José Saro y Rojas, en el capítulo «Llanes», de «Asturias», de Bellmunt y Canella, también plantea el problema de la emigración pero con neutralidad, sin emitir juicios, e incluso llega a reconocer algunas de sus ventajas: «La emigración a las Américas españolas, que ni censuramos ni aplaudimos por no ser oportuno, es tan ra­ dical que apenas permite ver a jóvenes de 15 a 25 años en el suelo patrio, y constituye el núcleo más importante de riqueza para el concejo. Como la emigración es antigua y numerosa, no escasean los que han conquistado, a fuerza de trabajar, posición desahoga­ da, habiéndose establecido en el país los que consiguieron realizar el fruto de sus afanes; otros, menos afortunados, socorren desde allá con largueza a sus familias, las que, promoviendo obras de mejoramiento material, son poderoso elemento a contribuir al es­ tado relativamente próspero en que el país vive, habiéndose aumen­ tado considerablemente las comodidades de todo género». José Zorrilla, que vivió algún tiempo en (Llanes), invi­ tado por el indiano Lamadrid, a quien había conocido en Méjico, escribió «El cantar del romero», según dice, para conseguir que la gente' asturiana se corrigiese de dos vicios: de emigrar a América y de ser cosecheros de maíz. Sin embargo, más bien parece que la razón de «El cantar del romero», según insinúa Ignacio Quintana, fue pagarle, siquiera fuera en verso, su hospitalidad a Lamadrid. De la crítica al fenómeno de la emigración se pasa, con mucha frecuencia, a la crítica del indiano. Unos por razones estéticas, otros por orejeras ideológicas, se propusieron no tener en cuenta lo positivo de esta figura, importante en la modernización de Astu­ 996 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

rias y en su desarrollo cultural y social, y de la que es ejemplo esta lápida que campea en la fachada de la escuela de Meré: «Es­ cuela nacional donada por D. Juan Sánchez Galán, hijo de este pueblo, en prueba de su amor a la enseñanza». La incomprensión, e incluso los ataques hacia el indiano, han sido habituales en textos literarios diversos y aun en obras de ca­ rácter pretendidamente científico; así, en su libro «El movimiento obrero en Asturias», el profesor David Ruiz González, con el sec­ tarismo y la mala información que caracterizan a sus trabajos, escribe con toda tranquilidad: «No obstante, cabe hacer distincio­ nes entre una minoría 'americana' que brillará incluso cultural­ mente y que en política se siente arrastrada por el reformismo melquiadista, y la que influirá decisivamente en el borde oriental de la provincia entre el Sella y el Deva-Cares, primero con la lle­ gada de enriquecidos y de forma persistente con las remesas, con­ tribuyendo al sostenimiento de una población de un bajo nivel de vida en la que fue creando una tendencia hacia la ociosidad im­ productiva que incluso consideró infamante el laboreo de las minas, esperó las remesas americanas y continuó emigrando. Esta comarca oriental, con centro en la antigua villa de Llanes, fue siempre, sobre iodo desde la muerte de Posada Herrera, entronizador de la co­ rrupción electoral en España, un feudo conservador que volvió la espalda a la industrialización y se refugió en el cultivo del folklore y de las costumbres tradicionales». Este texto tan breve en el que cabe todo, como en botica, desde el ataque a Posada Herrera hasta el desdén hacia las antiguas tra­ diciones, se comenta por sí mismo; de todos modos, no deja de ser un desatino demagógico afirmar que los habitantes del Oriente asturiano consideraban «infame el laboreo en las minas», dado que en este territorio, salvo excepciones irrelevantes, no hubo ex­ plotaciones mineras. Los indianos tuvieron una presencia muy considerable en la literatura escrita por asturianos a partir del pasado siglo, aunque ocupando muchas veces papeles secundarios y como objetos de críticas más o menos mordaces. El indiano que vuelve enriquecido sirve para retratos crueles, como el cuadro «El indiano», de Eva­ risto Valle, donde la máscara del «americano» se achica y a la vez se acentúa al lado de su opulenta esposa, tal vez también sobrina; o a canciones burlescas, como las que siguen: LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 997

Dicen que con un indianu vas a marchar pa Madrid. Prefieres ser murmurada antes que sayar maíz.

* * *

María, si vas a Gijón no te bajes de la acera, que los coches mejicanos tomen toa la carretera.

* * *

Aquí me tienes, Maruja, que ya vengo de La Habana, voy comprarte unas madreñas y un hórreo pa la manzana.

Clarín, a quien vimos ya como crítico del fenómeno de la emi­ gración, no trata con simpatía a los indianos que aparecen en «La Regenta», de quienes dice: «Los indianos de la Colonia, que e n América oyeron muy pocas misas, en Vetusta vuelven, como a una patria, a la piedad de sus mayores: la religión con las formas aprendidas en la infancia es para ellos una de las dulces promesas de aquella España que veían en sueños al otro lado del mar. Ade­ más, los indianos no quieren nada que no sea de buen tono, que huela a plebeyo, ni siquiera pueda recordar los orígenes de la es­ tirpe; en Vetusta, los descreídos no son más que cuatro pillos, que no tienen sobre qué caerse muertos; todas las personas pudientes creen y practican, como se dice ahora». De modo que la religión para los indianos, según Clarín ve con agudeza, es otra manifesta­ ción de su ascenso social, como la «cadena y el reloj» y la quinta con jardín y en él, palmera. Sin embargo, su cuento «Borona» es una aproximación sentimental y comprensiva al indiano que regre­ sa, cansado y enfermo, y que es víctima de la codicia de sus fami­ liares, uno de los cuales, el cuñado, es también un indiano, pero fracasado, un «indiano de la maleta al agua» o «americano del pote», como se le llama en la aldea, que, colectivamente, no está dispuesta a perdonarle su derrota en América. 998 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

Ya hemos indicado que la actitud hacia los indianos no es mo­ nolítica y que varía mucho, incluso en diferentes obras del mismo escritor. Así, Armando Palacio Valdés, en el referido brindis del banquete celebrado en La Franca el 12 de agosto de 1895, se dirige a los «Señores individuos de la Colonia Americana de Ribadeva y Peñamellera» en estos términos: «Entre las infinitas injusticias que diariamente cometemos los hombres, me parece una de ellas dar en el rostro de los emigrantes a América con su falta de ins­ trucción. ¡Como si fuera posible a quien sale de su patria en los primeros años de su vida y en toda ella no cesa de luchar con las inclemencias de la naturaleza y las asechanzas de los hombres ten­ ga tiempo ni sosiego para dedicarse al cultivo de las letras! El indiano no ha tenido la abnegación que ese cultivo engendra, y la estimación que proporciona en sociedad; se ha privado de lo que todavía es más dulce, de las caricias de sus padres, la compañía de sus amigos, la grata perspectiva de la patria, y tras larga y ruda batalla en la que la mayoría perece, logra traer a España un pu­ ñado de oro. ¿Significa solamente este oro su propio reposo? No; significa también el de sus ancianos padres, el bienestar de sus deudos y convecinos, el pan de los menesterosos, la salvación de los enfermos, y significa, lo que es aún más grande, el progreso de la patria. Si el indiano no ha podido hacerse sabio, prepara al sabio del porvenir, facilita medio a la futura generación para ele­ var su nivel intelectual». Para Palacio Valdés, en este discurso, el «oro bienhechor de las Indias» permite que se muestren «las huellas que la caridad de los indianos ha dejado en esta tierra». Y concluye brindando «por la prosperidad y cultura de nuestra querida provincia, y brindo también por vuestros hermanos de Ultramar, que esperan con anhe­ lo la hora de venir a derramar el producto de su trabapo sobre esta afortunada comarca». No obstante, cuando se pone a escribir otras cosas, la actitud de Palacio Valdés sobre los indianos difiere radicalmente. Los trata con dureza en «El Maestrante», en «El Cuarto Poder», en «El idilio de un enfermo», o en aquel cuento del indiano de Avilés en Cuba que tenía hijos con una negra para venderlos luego como esclavos, hasta el punto que tiene razón Jesús Evaristo Casariego cuando anota que «Don Armando parece que se complace en poner todo lo malo, lo grotesco, lo zafio, en los indianos». Rodrigo Grossi, en su trabajo «'El Cuarto Poder’, una novela asturiana de don Arman­ do Palacio Valdés», escribe: «En aquella sociedad tremendamente dividida que encontramos en ’Sarrio’ aparece, incrustada en la alta LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 999

burguesía, una clase o grupo social a la que Palacio Valdés mues­ tra muy poca simpatía, no sólo en esta novela, sino también en alguna otra. Nos estamos refiriendo a los indianos, los paisanos astures que han vuelto de América con algún dinero. Nuestro autor sabe las angustias que estos pobres emigrantes han de pasar desde el primer momento, y así nos lo demuestra en breve apunte al hablarnos de cómo 'allá se iban de cabeza los pobres chicos en la 'Bella Paula', en la 'Villa de Sarrio' o en otro barcucho de vela cualquiera, a perecer del vómito negro o del hambre, más negra aún'. Conoce Palacio Valdés sus angustias, sabe cuáles fueron sus humildes orígenes, pero no parece disculparlos, se ceba en ellos una y muchas veces, y los ridiculiza, presentándolos como petulan­ tes y avaros, hombres cuya dicha 'se cifraba única y exclusivamen­ te en no trabajar...', paseándose en pandillas que rememoraran los tiempos pasados. Llega a llamarlos 'asnos cargados de plata'. Son personas sensuales, que no están dispuestas a hacer un solo dona­ tivo para contribuir a la mejora de Sarrio». Esta actitud se modifica en «Sinfonía pastoral», cuyo personaje indiano, Antón Quirós, es observado con menos inquina. Según Grossi: «El único indiano que se salva de la dura crítica de don Armando tal vez sea el Antón Quirós de 'Sinfonía pastoral', la úl­ tima novela de nuestro autor, que, ya viejo, conoció mejor la per­ sonalidad de tantos indianos que supieron contribuir con sobrada frecuencia a la mejora de los pueblos y de las villas de Asturias». Sin embargo, puede que la razón que da Alvaro Ruiz de la Peña de este cambio de actitud sea más realista: «Indudablemente, este americano (Antón Quirós) ya no es el que poblaba las novelas de la primera época de don Armando; podría decirse que su admisión en el mundo de los valores consagrados por el novelista se ha efectuado de forma indirecta, es decir, no por su calidad humana intrínseca sino por sus posibilidades como reproductor de ideolo­ gía conservadora». Por el contrario, el poeta Pepín de Pría, crítico severo de la emigración, hace el elogio de la América que acoge a los emigran­ tes, al final de « ¡A L'Habana! », por boca de Ramón, el indiano:

Con empeño, con rudeza, día y noche trabajos, y al fin y al cabo, domamos la agreste naturaleza. Primero estéril, ingrata, nos escondió sus tesoros, 1.000 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

después nos dio ríos de oro y peñas vivas de plata. Y enamorada, sumisa, de honrados trabajadores, nos sonrió con sus flores, nos halagó con su risa y su seno nos mostró deslumbradora y lozana... ¡Bendita sea La Habana y el primero que la vio!

Algunos de los ataques más despiadados al indiano son los de Ramón del Valle-Inclán en «Tirano Banderas». La Colonia españo­ la es recibida por Banderas en el capítulo V del libro primero: «La fila de gachupines asintió con murmullos: Unos eran toscos, encendidos y fuertes: Otros tenían la expresión cavilosa y hepática de los tenderos viejos: Otros, enjoyados y panzudos, exudaban zur­ da pedancia. A todos ponía un acento de familia el embarazo de las manos con guantes». De esta Colonia, el gachupín Quintín Pe­ reda, usurero y asturiano, es presentado sin la menor considera­ ción, con auténtica saña: «El empeñista colgó el rebenque de un clavo, pasó una escobilla por los cartapacios comerciales y se dis­ puso al goce efusivo del periodiquín que le mandaban de su villa asturiana. 'El Eco Avilesino’ colmaba todas las ternuras patrióti­ cas del honrado gachupín». A él le dice el ciego, al salir de la casa de empeños: «España podrá valer mucho, pero las muestras que acá nos remite son bien chingadas». La desgracia literaria del indiano radica en que fue tratado mal o por malos escritores. Sin embargo, su figura, en cuanto que per­ sonaje literario, es formidable; pero, de momento, las más de las veces sólo incita desaforados lirismos, como los que nutren la obra del padre jesuíta Ramón Cué Romano. Sobre los indianos se ha escrito mucha literatura vana y mucha literatura adversa. Jesús Evaristo Casariego, en un artículo titulado «Exaltación del indiano españolismo», publicado en «ABC» el 11 de septiembre de 1955, es­ cribe: «Si las letras españolas de un siglo acá no hubieran sido tan ralas y faltas de imaginación, si en vez de ser copistas o influidas de tendencias y modas extranjeras se hubieran ocupado de las co­ sas entrañablemente nuestras, los temas nacionales tendrían una representación literaria, una elaboración artística y, por consiguien­ te, una difusión mucho más amplia y más noble. Y el indiano sería un gran personaje literario, como lo es de la realidad española LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 1.001

(sólo entre los famosos, Clarín se ocupó justamente de él; Pereda y Palacio Valdés prostituyeron en eso su talento escribiendo la­ mentables caricaturas de rasgos externos del indiano)». Benito Pérez Galdós, en un artículo titulado «España y Améri­ ca», publicado en el semanario «El Pueblo», de Llanes, el 30 de mayo de 1914, defiende sin rodeos al indiano y «un hecho induda­ ble y feliz: la americanización de nuestra Península. Ciego está quien no lo vea. A lo largo de la región septentrional de España, empezando por los valles de Roncal y Baztán y continuando sin interrupción en toda la zona cantábrica hasta Galicia tenemos una espesa población americana, compuesta de individuos que el vulgo llama indianos con mucha propiedad, porque ellos son las Indias conquistadas antaño por nosotros, que, hogaño son la riqueza, la inteligencia y el trabajo que viene a conquistar y civilizar a la ma­ dre caduca, adueñándose de su suelo y fundiendo el vivir moderno con el atavismo glorioso. Esto es tan cierto que salta a la vista de todo el que recorra de punta a punta la hermosa región en los placenteros días del verano. Es América la civilización conquistada con sangre y laureles de guerra que ahora, con filial generosidad, a su vez nos conquista trayéndonos laureles más preciados: el bie­ nestar, la cultura y la paz». Porque también buena parte de la extensa literatura sobre in­ dianos intenta comprender el fenómeno emigratorio y al personaje que lo protagoniza, e incluso ofrece obras sumamente efusivas, co­ mo en los versos de Alfonso Camín y Celso Amieva, indiano en varias ocasiones en Cuba y Méjico el primero, y exiliado político en Méjico el segundo. Camín le dedicó al indiano muchas prosas y versos, algunos de tono e intención épicos:

Hermanos en la lucha, románticos paisanos que rubricáis la ruta de los mares lejanos; nazarenos del éxodo, dolientes peregrinos que jamás de la patria olvidáis los caminos y aún recordáis con íntimo regocijo la era donde pacían, un tiempo, la Pinta y la Cordera.

A pesar de estos versos, y de otros semejantes, como escribo en mi artículo «La poesía indiana», publicado en el número mono­ gráfico «Indianos», de «Los Cuadernos del Norte»: «La emigración asturiana a América tuvo fragmentarios reflejos literarios, tanto en prosa como en verso, en los que, pese al carácter aventurero de esta gesta peculiar, predomina el aspecto nostálgico sobre la 1.002 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA

épica». Y no deja de ser esto curioso, porque los indianos fueron tratados con amplitud, al tiempo que con falta de profundidad. Por ejemplo, pocos son los escritores llaniscos que no tratan di­ rectamente, o cuando menos le aluden, al indiano, debido a que muchos de ellos también lo fueron; de este modo, hay referencias a la emigración en Salvador de la Fuente, poeta de Tresgrandas, que marchó a Méjico muy joven, mediado el pasado siglo; en Angel de la Moria, en Celso Amieva, etc. Y aunque no hubieran emigra­ do, Demetrio Pola Varela, Angel Pola Carral y Emilio Pola Cuesta se refieren al indiano en diversas ocasiones. La novela «Aguas tur­ bias», de ambiente llanisco, escrita por un veraneante, Antonio Valbuena, dicen que para vengarse de unos amores contrariados, pone su granito de arena (pues la novela no da para mucho más) a la «leyenda negra» de los indianos (su título se refiere a los negocios no demasiado honrados con los que el padre de la pro­ tagonista se había enriquecido en América). Luciano Castañón, en el número dedicado a los indianos en el suplemento literario del desaparecido «Asturias Diario», del jueves 22 de marzo de 1979, escribe: «La bibliografía del in­ diano, del emigrante, suele concretarse a dos aspectos opuestos. Uno los dedicados a libros más o menos de creación, pues suelen apoyarse en el autobiografismo, o en el conocimiento de ciertas realidades, como Clarín, que cita en alguno de sus cuentos este ambiente. El otro aspecto es el oficial, formado por Estatutos, Re­ glamentos y, sobre todo, Memorias. En la novelística sólo daremos algún título como mera información. Ceferino Martínez Riestra publicó 'Infierno y Paraíso', México, 1952, y 'Dos patrias y una tumba en el mar', Oviedo, 1958: en ambas se patentiza lo autobio­ gráfico, lo mismo que en las obras de Eva Canel, la cual residió en varios países hispanoamericanos, y que es autora de una come­ dia titulada precisamente 'El indiano', La Habana, 1894, de estilo melodramático». Otras novelas sobre indianos son: «El americanín del automó­ vil», de Andrés González Blanco; «El oro de América», de Ventura Pérez Suárez; «Sonatina gijonesa», de José Barcia; «Un. hombre de nuestro tiempo», de Constantino Suárez; «Mi compadre el ga­ chupín», de Andrés Peláez Cueto, etc. «Mi compadre el gachupín», por ejemplo, relata la historia de un indiano en situación no demasiado boyante y bastante decep­ cionado, que crea una familia en Méjico y termina haciéndose súb­ dito mejicano. LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 1.003

El tema del regreso del indiano es el más frecuente en la narra­ tiva acerca de este personaje, y quien más, quien menos, lo trata con su buena dosis de sentimentalismo, que en ocasiones alcanza extremos lacrimógenos. Sin ir más lejos, en el capítulo titulado «La vuelta del indiano», de «El rediezcubrimiento de América», de Ceferino Díaz Fernández, el indiano se echa a llorar al encontrarse ante su casa de Somiedo. Pueden citarse además diversos cuentos: «El regreso del indiano», de Lorenzo Laviades; «Ida y vuelta», de Rafael Riera, incluido en «Pomarada asturiana», etc. La meta que se fija el indiano cuando marcha a América es volver rico a su quintana, y tanto esta aspiración como ese momento del regreso han sido captados por diversos escritores. El libro «Pinceladas», de Antonio Fernández Martínez, que está dedicado «a los llaniscos de Ultramar», se abre con el cuento «Al otro mundo», en el que un muchacho abandona su casa para tomar el barco que le lleve a América, y se cierra con otro titulado «Del otro mundo», donde el indiano regresa en buena situación económica, bien trajeado y hablando correctamente. Mas no todos los retornos son felices. En «Borona», de Clarín, el indiano tiene un final triste, entre unos familiares que no quie­ ren otra cosa que sus bienes (caso que no desmiente la realidad, sino todo lo contrario), y «Manolín», de Alfonso Camín, publicado en el número 33 de la revista «Norte», julio de 1932, donde el po­ bre y enfermo «indiano de la maleta al agua» termina arrojándose al río al tener la evidencia de que la tuberculosis no le permitirá volver a América, y que en Roces es una carga para sus familiares. La novela «Allorales», de Andrés Peláez Cueto, que fue finalista del Premio Ciudad de Oviedo, pero que permanece inédita, relata en uno de sus capítulos todo el ritual del regreso del indiano: la visita a la escuela, la indumentaria, etc. Sobre los «signos externos» del indiano, imprescindibles en quien regresa para no ser tomado por un fracasado, escribe Rafael Riera en el cuento «Ida y vuelta»: «La cadena del reloj, aunque no muy espesa, lucía el oro sobre su abdomen, mientras que un brillante temblaba en la mano izquier­ da. Su vitola, en suma, si bien no denunciaba al indiano ostentoso, tampoco delataba al vencido». La cadena y el reloj de oro repre­ sentaban el triunfo en Ultramar, del mismo modo que, en tiempos más recientes, lo representaría el coche, el enorme «haiga», cuyo insólito nombre se atribuye al propósito que se hace el mozo al­ deano cuando embarca de volver con el coche mejor que «haiga». Quien no llegara con cadena y reloj primero, y más tarde con un 1.004 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA buen coche, estaba sentenciado socialmente entre los suyos, como lo revelan estas dos canciones, burlescas y malintencionadas:

Americano del pote, ¿cuándo viniste, cuándo llegaste? La cadena y el reloj, ¿ya la vendiste, ya la empeñaste?

Y, en lo que se refiere al coche:

Los indianos de hoy en día vienen de día y con coche; cuando llegó Miguelín vino andando y por la noche.

Sin embargo, también hubo indianos a los que bien poco les importó llegar con la «maleta al agua», como Isaac Garavito, a quien Celso Amieva canta en un soneto de «Más poemas de Llanes»:

De América volvió con jipijapa, espejuelos, bigote y voz criolla. Mas verse en Cué sin pesos ni bambolla, indiano pobre, le importó una papa.

La indumentaria del indiano triunfador es un elemento literario de primer orden, que llamó la atención de numerosos narradores. Juan Ochoa describe al indiano don Cecilio en su novela inconclu­ sa «El señor de Bergamota» de este modo: «En cambio, poseía el solterón mil cosas que le favorecían. Leontina como la de su reloj no la habían visto ojos humanos. Era de oro macizo. Parecía una cadena de levar anclas. Y en punto a poseer rentas, no había en el pueblo dos que le pusieran el pie delante». Félix Fernández Vega juzga a esa indumentaria como algo grotesco en su novela «Juan Polifacético»: «La indumentaria del indiano era por demás pinto­ resca: zamarra con el cuello de astrakán y alamares negros; cha­ leco; bufanda de terciopelo, azul; pantalón de hilo, color crema; zapato blanco... Cuba y Asturias se disputaban aquel figurín, pero el eclecticismo de don Pacho había sabido conciliar lo antagónico, aunque ello produjera estupefacción y escándalo en el espíritu se­ lecto del tío Recaxu, el cual, disimuladamente, se santiguaba para LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 1.005

espantar un diablillo burlón que le bailaba en los ojos y en los labios, regocijándole el gesto». No obstante, y en la misma novela, Fernández Vega advierte la relación entre indianos e industrialización. Cuando Juan Polifa­ cético, que ha vuelto de indiano, le dice al cura don Manuel que va a comprar minas de carbón en Laviana y fábricas de vidrio en Gijón, éste le anima: «Compra, Juan, compra. Esos negocios están madurando ahora. Hacen falta hombres con agallas y con sentido común. El carbón hará de Asturias algo grande. ¡Ya es ocasión de desmontar de la yegua remolona a los terratenientes y de que desaparezca la cominera costumbre de contar por cuartos, como los mendigos! ¡Fuera, fuera la mezquindad de los amos y la sor­ didez y miseria de los criados del campo! ¡A la porra el colono y el aparcero! ¡Arriba la mina y la fábrica! Tú, indiano afortunado, eres uno de los escogidos por la buena suerte...». Valentín Andrés Alvarez destaca, en diversos escritos, la gran contribución de los indianos a la industrialización de España, es­ pecialmente a partir de la pérdida de Cuba: «Terminada la guerra de Cuba, comenzaron a llegar a Asturias aquellos soldados repa­ triados a los que sobró heroísmo y faltó armamento, pálidos y desfallecidos por las penalidades de la guerra y del clima tropical. Pero al mismo tiempo regresaban otros asturianos: con los solda­ dos repatriados contrastaban mucho por su aspecto, bien vestidos, luciendo gruesas cadenas de reloj y sortijas de oro, flamantes jipi­ japas y fumando grandes habanos. Eran los indianos ricos». Y, en otro lugar, afirma: «Se sabe, en efecto, que según estimaciones prudentes, el volumen de los capitales repatriados en aquellos años sobrepasó la cifra de dos mil millones de pesetas oro, ¡de las pe­ setas de entonces!, y esta inyección, esta transfusión de sangre nueva, fortaleció la peseta enferma, fomentó la industria, el comer­ cio y la banca, alivió la realización de los famosos presupuestos de Villaverde; en fin, se hizo revivir aquella España sin pulso de Silvela». José Ortega y Gasset señala en el indiano la continuidad de una cultura tradicional y rural al tiempo que con la adquirida y con sus pesos contribuye a la modernización de España: «'Este vuelve tan vaquero como se fue', oía yo decir en un colmado de Pravia a cierto comensal mientras designaba a un mozacón cuadrado y re­ cio, de jocundo semblante pueril y, según las trazas, recién desem­ barcado de América. Estos hombres que vuelven tan vaqueros, en el fondo, como el día que partieron, son los que están haciendo en Asturias —sin retórica, sin tópicos sonoros, sin gesticulaciones, 1.006 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA sin vanidades— un pueblo apto para realizar aquel mínimum de modernidad que es imprescindible para flotar sobre la corriente de los tiempos. ¡El valle, el valle húmedo, liento, con sus castaños densos en las praderas y sus vacas rubias que mugen en el prado, con su hórreo peraltado sobre cuatro espigones y la casina pintada de añil y sangre de toro!, y junto a ella —no en la ciudad, junto al Gobierno Civil— la villa espléndida del emigrante que un día se fue y otro volvió, como en los cuentos». En este mismo sentido se expresa el profesor Santiago Melón Fernández en su reciente libro «El viaje a América del profesor Altamira»: «Los indianos enlazaron de forma espontánea su patria de adopción con la patria de origen y tendieron un puente tras­ atlántico por el que circularon fluidamente las personas, las cosas, las modas y los capitales. La historia de la Asturias contemporánea no será correctamente entendida hasta que los hechos sociales y económicos de la emigración no sean investigados meticulosamen­ te; por otra parte, el sentido hispanoamericanista no se asienta tanto en las lejanas epopeyas del descubrimiento y la colonización como en los vínculos reverdecidos en época reciente por estos emi­ grantes». En la novela «Bartolo o la vocación», de Luis Santullano, se habla de un indiano que ayuda económicamente a una institución y, de paso, apoya el deporte tradicional de su tierra: «...la Casa ha recibido un donativo de un antiguo alumno, con el encargo, entre otras cosas, de facilitar a estos chicos un juego de bolos. Ese antiguo alumno, que ahora vive en América, es del Norte de España, y piensa sin duda en los días de su infancia». Poco a poco se va acabando con la idea del indiano que marcha a América sólo con ánimo de enriquecerse, y que recoge Camilo José Cela en su libro de viajes «Del Miño al Bidasoa»:

..v ; «-—Estos asturianos se van a Méjico, y después, cuando ya son ricos, se vienen a dar una vuelta por su pueblo, a enseñarse un poco, a hacer una casa y a levantar un grupo escolar. —Sí. —Son valientes y trabajadores, y si tienen suerte se ha­ cen ricos al cabo de los años. Los gallegos no van a Méjico. A Méjico suelen ir los asturianos».

Este indiano tópico está siendo desmentido por una crítica más rigurosa, que destaca su influencia importantísima en las mejoras LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 1.007

materiales y culturales de su tierra. Mucho antes, Pedro Morante escribe en la novela «Pasión»:

«Era un indiano. Todo en él lo delataba: el traje negro y limpio, de buen paño y de tosca hechura, el cuello blanco y almidonado; la corbata negra y el negro sombrero de fiel­ tro; las botas relucientes, bien embetunadas. Y la moneda de oro, que de la cadena del mismo metal pendía. Y ese as­ pecto general, inconfundible, que es como sello patronímico de la americana tierra, sobre la que estos hijos de España vieron pasar, acumulando riquezas, la mayor y aún la mejor parte de su vida. —Créame usted —decía el indiano—, todo es cuestión de problema pedagógico. Al niño español se le educa mal. Sale de la escuela en un estado deplorable de espíritu, lle­ vando en el cerebro, como un pesado bagaje, una cultura clerical sin alma y sin raíces. ¿El culto a lo bello, a lo ideal, a la verdad? No. Mojigatería a todo trapo, y el que pueda, que se emancipe por su cuenta y riesgo. Se hace creyentes antes que ciudadanos. Y ni aun eso siquiera; porque con el mal ejemplo, la fe pura muere. En América... El indiano, que saliera ignorante de su patria, vuelve a ella educado por la batalla de la vida en un ambiente de libertad en el que se impone y medra el más apto, el más fuerte, no el hipócrita ni el intrigante. Frente a lo áspero de la cruda Naturaleza, el indiano aprende a amar a Dios, sin más esplendor que un sol de fuego, sin el refulgir de joyas y el arder de cirios de los suntuosos templos europeos. Darío le replicaba poco, contento de escucharle, halagado por su liberalismo, por la honrada palabra de aquel hombre, que en su rincón de la feraz Asturias anhelaba para su pa­ tria todas las normas de civilización y de progreso que aprendiera en las jóvenes repúblicas en las que amasara su fortuna».

En los últimos tiempos se han escrito diversas novelas en las que de una manera u otra aparece el indiano como personaje, co­ mo «El fabuloso imperio de Juan Sin Tierra», de Dolores Medio, o en «Víbora», de Héctor Vázquez Azpiri, presente en la figura del padre del bandolero, un individuo tenebroso que regresó de Amé­ rica sin fortuna; o en «Agua india», de Víctor Alperi y Juan Mollá, una de las escasas novelas en que se relatan aventuras de un in­ 1.008 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA diano en América: pues por lo general se le presenta en el momento de partir o después del regreso. «La aldea despoblada», de Antonio García Miñor, es una novela de regreso, y de tono marcadamente idealista, pues refiere la historia de un emigrante que regresa a la aldea, la encuentra abandonada y la repuebla con el concurso de los amigos de la infancia y «una gran familia bien avenida». Incluso un escritor muy reciente como José Méndez se ocupa de un indiano en «Nortumbría»: «Eran tiempos de miseria. Hasta el monte llegaban mezclados con las voces de la sangre —los espa­ ñoles estaban muriendo en Africa— aromas del café y la fortuna de América. Cada tres meses salía de Gijón un barco con destino a La Habana o Buenos Aires. Las tres ciudades eran para nosotros desconocidas, incluso la más cercana: signos en el aire, promesas, vanos sueños que abrigaban el invierno. Yo era feliz con mi ali­ mento, con mi austera desnudez, con el tabaco de picón, que éste sí traía a mi mente fantasías e imágenes de América. Así me fui». A la reivindicación intelectual del indiano ha contribuido en gran medida Juan Cueto Alas, que le dedicó un suplemento litera­ rio del «Asturias Diario», ya citado, en 1979, y un número mono gráfico de la revista «Los Cuadernos del Norte», en 1984. Gracias a estos trabajos colectivos, el indiano acapara, últimamente, cierto interés. Hay formas diferentes de abordar el mismo fenómeno, la literaria y la académica, aunque algunos historiadores y economis­ tas tengan críticas para el «punto de vista literario»; así, Germán Ojeda y José Luis San Miguel critican al economista Valentín An­ drés Alvarez, que fue uno de los primeros en acometer la defensa del indiano, aunque desde un punto de vista «literario»: «Esta in­ terpretación, siguiendo la literatura de la época —escriben Ojeda y San Miguel— olvida la importancia de las remesas enviadas du­ rante la segunda mitad del siglo XIX, ignora la significación de las inversiones entonces realizadas y, con una esquemática con­ cepción 'industrialista', niega el impulso de diversificación econó­ mica que generaron los capitales venidos en ese medio siglo. Y al revés, sobrestima el aporte del capital humano y las inversiones llevadas a cabo con el dinero venido de Cuba desde 1898». Naturalmente, el punto de vista «literario» no puede ser admi­ tido por ciertos historiadores y economistas; pero, en mi modesta opinión, el fenómeno indiano se reduce con dificultad a la cua­ driculación, porque es una empresa esencialmente individualista, con todas las variantes que puede ofrecer cada caso concreto. La importancia de los indianos, en el aspecto social y económico, fue LOS INDIANOS EN LA LITERATURA 1.009 enorme; pero si ha de ser llevada al libro, tendrá tanto que ver con la novela como con la teoría económica o política. Hemos visto, muy de pasada, a los indianos en la literatura, y vamos, para terminar, a referirnos a dos indianos, entre los mu­ chos que tomaron la pluma, que fueron más de los que se sospecha, entre otras razones porque representan las dos caras de la moneda de la emigración; o, dicho de otro modo, el indiano con moneda y el indiano sin moneda. Por lo general, los escritores se ocuparon más del indiano que regresa triunfante que del que vuelve sin ha­ ber logrado sus objetivos o que se queda para siempre en América, olvidado y anónimo. Hoy el nombre de Manuel Fernández Juncos rotula una calle en el centro de San Juan de Puerto Rico en tanto que casi nadie recuerda la poesía, de tonos homéricos cuando nom­ bra al mar, de José María Uncal. Manuel Fernández Juncos nació en la aldea de Tresmonte, con­ cejo de Ribadesella, en 1846; emigró a Puerto Rico a los 12 años, y allí fundó el semanario «El Buscapié» y la «Revista Puertorrique­ ña», que fue elogiada por Marcelino Menéndez Pelayo, y de cuya fundación, en 1887, se cumplen ahora cien años. Según escribe Concha Meléndez en su prólogo a «Galería puertorriqueña. Tipos y caracteres. Costumbres y tradiciones», de Fernández Juncos, «El Buscapié» fue el único que promulgó entonces un programa de educación para adultos, por medio de artículos informativos sobre salud, bienestar y problemas de gobierno; era el único periódico que identificaba y retaba y cuando era necesario denunciaba los procedimientos del gobierno dominado por Madrid en Puerto Rico, que impedía el progreso económico y social de la isla». Josefina Rivera de Alvarez, en su libro «Literatura puertorriqueña. Su pro ceso en el tiempo», escribe a propósito de él: «Por espacio de me­ dio siglo desplegó Manuel Fernández Juncos en Puerto Rico, su patria adoptiva, una extraordinaria labor periodística y literaria que abarcó distintas facetas, entre las cuales figuran diversos as­ pectos del cultivo del relato —cuadros de costumbres, tradiciones y leyendas, cuentos— vinculados al suelo isleño». Fernández Jun­ cos fue ministro de Hacienda en el gobierno autonómico y gracias a su labor de educador se sigue hablando el español en Puerto Rico. En cambio, José María Uncal, nacido en Caravia en 1902, emigró a Cuba, pero no tuvo suerte. Como escribe Constantino Suárez en «Escritores y artistas asturianos», tomo VII: «La ilusión que le llevó a América se fue trocando en desengaño». No obstante, ese 1.010 JOSE IGNACIO GRACIA NORIEGA desengaño no afecta a los acentos épicos y líricos de su poesía, que aún está por reconocer. Toda la literatura sobre indianos tiene un interés documental innegable, al estar basada en historias y, sobre todo, en compor­ tamientos bien conocidos por el narrador. Pero aún en la novela predominan las figuras demasiado difusas o demasiado generali­ zadas, y las situaciones tópicas. El tratamiento literario del indiano sigue sin ser eficaz, y sin aproximarse, si no es externamente, al personaje. Como escribe el profesor José Luis García Delgado en el prólogo a mi libro «Indianos del Oriente de Asturias»: «A 'la gesta de los indianos' asturianos —por decirlo al modo de Valentín Andrés Alvarez— le faltaba, para entrar definitivamente en los anales de la leyenda, la oportuna recreación literaria. Los hechos que la nutrían eran más o menos bien conocidos: la importancia numérica de la emigración y de los retornos, los destinos y queha­ ceres en Ultramar, el rito del regreso y la influencia de los indianos sobre la tierra natal recuperada. El propio don Valentín escribió pasajes muy bellos en su 'Guía espiritual de Asturias' acerca de 'la importancia enorme de lo que estos hombres hicieron', impulsando 'el desarrollo de la economía y la sociedad españolas, tradicional­ mente atrasadas'; y muy en particular acerca de los regresados después de la Guerra de Cuba, muchos de los cuales, con méritos sobrados, pueden considerarse integrados en esa 'generación pode­ rosa, activa y dinámica' de empresarios españoles que protagoniza el inicio del novecientos, por citar a otro maestro, el catalán Vicens Vives. Pero, con todo, la emigración de asturianos a América no ha encontrado aún su John Ford, ese providencial aliado que los irlandeses encontraron para hacer su marcha a Norteamérica, hu­ yendo del hambre y de la plaga de la patata, un hermoso capítulo de la épica contemporánea». Y no hay duda de que, hasta que no se escriba la gran novela del indiano, con toda su fuerza y su complejidad, no se podrá con­ siderar como novelada a Asturias. UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII

POR

JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

La vida de don José Francisco Campo Osorio (Fray Fidel de Piñera en religión) no fue heroica ni excepcional como la de mu­ chos ilustres paisanos y contemporáneos suyos. Pero fue admirable por la ejemplaridad de sus virtudes, por la fecundidad de su sa­ grada misión apostólica y por la sublimación de los sufrimientos que se cebaron sobre él al final de sus días, recibidos con una infinita capacidad cristiana de aceptación y una elegante y emocio­ nada actitud de patriotismo. Su piedad y su celo, que se proyectaron durante treinta y cinco años entre sus semejantes se constatan, como luego veremos, en muchos documentos sobre su personalidad, expuestos y dados a conocer en diferentes circunstancias. Las tribulaciones y amarguras que padeció con motivo de los sucesos de la invasión francesa hacen conmovedora y edificante su última singladura vital. Ambos aspectos biográficos justifican su difusión y publicación. Nació en Piñera (Navia) en 1753 y falleció en Madrid en 1817, a los 64 años de edad. En el Libro de Bautizados de la Parroquia de San Salvador de Piñera, Arciprestazgo de Navia, hay una partida en el folio 129 vto, Libro I, certificada en extracto por el párroco don Jesús Jar- dón Fernández, cuya copia dice así: «Don José Francisco-Antonio- Raimundo-Vicente del Campo Osorio Trelles fue bautizado el 14 de 1.012 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

noviembre de 1753. Nació el día 14 de noviembre de 1753 en este lugar de Piñera de esta parroquia. Padres: Don Arias Antonio del Campo Osorio Villademoros y Riego, vecino de Piñera, y doña An­ tonia Trelles Navia y Villamil, vecina de Piñera. No constan los abuelos paternos ni maternos. Fueron padrinos don José Riego Ar- güelles y Quiñones y doña Francisca Rosa del Campo, vecinos él de Coaña, ella de Piñera. Ministro don José Antonio Campo». Fueron, pues, sus padres don Arias Antonio, del palacio de Pi­ ñera, y doña Antonia, de la casa de los Trelles en Villaiz (Villapedre). Abuelos paternos don Arias del Campo Osorio y doña María Jacinta del Riego Lamas y Valdés. Y maternos, don Domingo Antonio Tre­ lles Navia y Villamil y doña Bernarda Trelles y Osorio. Gozaban ambas casas de un reconocido abolengo desde los tiem­ pos más remotos, conservando las líneas sucesorias sin soluciones de continuidad hasta nuestros días. En las genealogías figura como punto de partida de la rama paterna don Lope González del Campo en un padrón de 1533, sien­ do Regidor de la villa de Navia en 1562 y donante de 60 ducados para la redención del concejo. En los archivos de la casa existía una escritura de nobleza de sangre, librada en 1542, a favor del antepasado don Alfonso del Campo Cabernón, que colaboró con otros familiares en la guerra de Granada. Casó don Lope con doña Teresa García, vinculando su casa de campo, torre y huertas, que se hallaban a la entrada de la villa de Navia, a favor de Juan Gar­ cía, su hijo legítimo y primogénito. Los descendientes edificaron a fines del siglo XVI en Piñera una casa-palacio, cerca de lo que fue monasterio y vieja parroquial, que se conserva aceptablemente aunque haya sido desposeída de sus blasones y riqueza mobiliaria a través de los tiempos. La mansión de los Trelles en Villaiz era una casa con menos pretensiones que la de Piñera —con el escudo familiar que campea todavía en su fachada—, residencia de los padres de doña Antonia (abuelos maternos del capuchino), doña Bernarda y don Domingo Antonio, abogado de los Reales Consejos y tristemente célebre por su cooperación con el Regente Cepeda en las depredaciones que efectuó en el concejo de Navia durante los años 1707-1713 (1). Entre las muchas pruebas que se aportan a los expedientes familiares de hidalguía tramitados en el año 1815 existe una con­ testación del patriarca de las Indias en 9 folios (6 de octubre de

(1) Jesú s M a r t ín e z F e r n a n d e z : “Un Regente impopular y arbitrario en Asturias: Don Antonio Joseph de Cepeda”, BIDEA, núm. 120, 1986. UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII 1.013

1815) de la que entresacamos algunos datos: «Todos sus ascen­ dientes por línea paterna y materna fueron hijos-dalgo notorios, de sangre, casa y solar conocido, armas poner y pintar, habidos y comúnmente tenidos por tales; y que muchos de una y otra línea han obtenido los empleos más honoríficos de la República. Asimis­ mo, que de una Real Carta Ejecutoria librada por la Chancillería de Valladolid consta que sus ascendientes por Baronía fueron Se­ ñores de Jurisdicción y de vasallos en el Concejo de Navia con todas las demás preminencias anejas a dicha regalía. Que fueron y son actualmente Señores de la Capilla Mayor de la Iglesia Parro­ quial de San Antolín y Copatronos de los curatos de Arbón y de Boal, con otras preminencias heredadas de sus mayores. Que los ascendientes de su abuela materna Doña María Jacinta del Riego y descendientes de ella estuvieron y están en posesión del coto de San Goñedo, Concejo de Tineo en las mismas Asturias, y el coto de Lamas de Moreira, Concejo de Burón en Galicia, con Señorío de vasallos y demás preminencias anejas, el cual parece haber sido dado en dote a un hermano del Rey Don Fruela; por cuyo motivo se toma a esta familia por descendiente de dicha rama» (2). Se completa la aportación testimonial con unas notas del Dr. Don Lorenzo Serrano, Secretario de Número y del Secreto del Santo Oficio de la Junta de Corte (25 de septiembre de 1815), y la apro­ bación por la Comunidad de Capellanes de Honor de S.M. del Ban­ co de Castilla de las pruebas de legitimidad, limpieza de sangre, linaje, vida y costumbres y otras calidades de Fray Fidel de Piñera (8 de octubre de 1815), dirigidas al Excmo. Sr. Patriarca de las In­ dias don Andrés de Aransay Sancho, del Consejo de S.M. Las armas del palacio de Piñera eran las de Campo Osorio. Se­ gún F. Sarandeses (3) los Campo lucían un escudo partido con el primer cuartel de sinople y torre de plata y doncella vestida de gules arrimada a su homenaje con espada y rodela. El segundo cuartel, de oro, tenía un pino de sinople. Se completaba con el bla­ són de los Osorio que pintaba de oro con dos lobos pasantes de gules puestos en palo y bordura de gules con ocho aspas de oro (4).

(2) Archivo del Patrimonio Histórico Nacional. Caja 7.777. Exp. 6, 1815. Sobre el Coto de San Goñedo, vide Gonzalo A n e s . “L os señoríos asturianos”. 1980, pág. 89. (3) F. S a r a n d e s e s : “Heráldica de los apellidos asturianos”, I.D.E.A. 1966, pág. 89. (4) F. S a r a n d e s e s : Loe. cit., pág. 285. * : • : 1.014 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

Luis Navia Osorio (5) refiere haber visto en los papeles de la casa «un escudo de oro con tres gajos verdes de veros azules y blancos; orla de plata con ocho armiños negros así como van pintados e iluminados en el primer cuartel en el escudo que hace cabeza a esta amplificación de armas». El blasón de los Trelles en Villaiz es un escudo medio partido y cortado. l.° De gules, guerrero de plata con espada en la siniestra, que es Villamil. 2.° De oro, con siete luceros de azur puestos en círculo con dos pinos de sinople, que es Trelles. 3.° Dos sierpes de sinople con la banda de gules atravesada, cruz de gules y águila de sable. Color quizás de sinople como Navia. De soporte dos leones y timbrado de yelmo a la diestra con cinco plumas. Del matrimonio de don Arias con doña Antonia, celebrado en la iglesia de Villapedre el 1 de marzo de 1751 (7), nacieron nueve hijos: Arias José, José Francisco, Bartolomé, Miguel Francisco, Joa­ quín y otros cuatro, Antonio, Juan Rosalino, Rosalía y Manuel, que fallecieron de corta edad (8). Siguiendo la costumbre de las casas señoriales, se vincularon al primogénito, Arias José, las prerrogativas y títulos honoríficos de la familia, la casa solar y la hacienda correspondiente. Al resto de los hermanos, que fueron todos varones en este caso particular, les procuraron estudios superiores para destinarlos después según los casos al servicio de la iglesia, de las armas, de las letras o de la jurisprudencia (9). Arias José cursó Leyes dos años en Oviedo y fue Regidor del concejo de Navia. Muerto en 1804 le sucedió en el mayorazgo su hermano Joaquín Ramón, que llegó a ser abogado de los Reales

(5) L uis N avia O s o r io : “Datos para la historia del concejo de Navia”, 1977, pág. 266. (6) Jesús M a r t ín e z F e r n a n d e z : “Guía de Navia”, 1986, pág. 41. (7) A.P.H.N. Vide 2. Archivo del palacio de Piñera. Acta de matrimonio. Arch. palacio de Piñera. S. XVIII. (8) Testamento de don Arias Antonio del Campo Osorio Villademoros y S. XVIII. (9) A Fray Fidel, por muerte de su hermano primogénito, le hubiera correspondido heredar los vínculos y mayorazgos de la casa de Piñera. Pa­ saron al menor, don Joaquín, por ser religioso el segundogénito. No obstan­ te, al exigir sus derechos hereditarios, Fray Fidel, para forzar la entrega de lo que le correspondía, señalaba en carta al hermano, que era discutible que el ser religioso le impidiera suceder en los citados vínculos y mayorazgos. Carta del archivo de la casa de Piñera representada hoy por doña María Luisa Suárez Valdés, viuda de Ocampo. UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII 1.015

Barrio extramuros de Navia (San Roque actual) con las tierras de don Arias, según un plano de 1739. En el Camino Real señalamos con una O el lugar de la casa Del Campo, que no está representada. 1.016 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

Consejos y del Ilustre Colegio de la ciudad de Oviedo. Casó con doña Isabel de Miranda y Ponce de León. En los Archivos del Patrimonio Histórico Nacional del año 1815 hay un legajo relativo a José Francisco con datos familiares suyos y de los hermanos, faltando sus papeles académicos (10). Los referentes a don Joaquín aportan una «Relación de méritos, grados y exercicios literarios de Don Joaquín Campo Osorio» (1789), que tenía 29 años de edad al redactar el informe. Su resumen, que se inserta al final en letra menuda, dice: «Es hijo legítimo. Natu­ ral del Concejo de Navia en el Principado de Asturias. Caballero Hijo-Dalgo notorio y de las más ilustres familias de él. Cursó por espacio de 13 años los estudios mayores en Filosofía, Leyes y Cá­ nones. Bachiller en ambos Derechos por la Universidad de Oviedo, aprobado nemin.? discrepante, y colocado en la clase superior de las Regulaciones de méritos. Sustentó tres actos mayores y subs­ tituyó varias Cátedras de la Facultad con singular exactitud. Fue Individuo de una Academia teórica de ambos Derechos, y de otra de práctica, Derecho público y de Gentes, obteniendo en ellas los más distinguidos oficios. Presidió varios actos: dixo distintas di­ sertaciones, y desempeñó con el mayor lucimiento otras importan­ tes comisiones. Precedidos los quatro años de práctica se recibió de Abogado de la Real Audiencia de Asturias, incorporándose en aquel Ilustre Colegio el año de 87, y después en los Reales Conse­ jos. Es soltero, de buena vida y costumbres, honesto y desintere­ sado. Su padre y demás ascendientes exercieron, desde tiempo inmemorial, los honoríficos empleos de la República, habiendo nom­ brado a su abuelo Juan García del Campo en Junta pública general, celebrada el año 1522, para formar las Ordenanzas de régimen y gobierno de dicha Villa y Concejo de Navia, de cuya Jurisdicción, sus baldíos, pechos y derechos fueron Señores sus progenitores». Bartolomé, el tercero de los hijos, tenía 30 años al redactar la lista de sus méritos (1786), que también se condensan al término de la misma. Coinciden fundamentalmente con los de su hermano Joaquín, por cuya razón no vamos a repetirlos, aclarando que el examen de Licenciado lo recibió en la Universidad de Toledo. En '1798 y siendo Regidor de la Villa de Madrid, se le exigió certifica- Ción de haber sido admitido en el estado de Caballeros Hijos-Dalgo, firmada por don Manuel Bernabé Odón, Secretario del Estado de Caballeros Hijos-Dalgo de la Villa de Madrid y primero de su Mon­ tepío.

(10) A.P.H.N. Vide 2. Palacio de Piñera. Casa y escudo de los Trelles en Villaiz. UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII 1.017

Sello del protocolo de hidalguía de Fray Fidel.

Firma del capuchino en 1815. 1.018 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

Don Miguel, colegial también en el nobilísimo colegio de los Pardos, se matriculó en escuelas de la Universidad de Oviedo, en­ trando después monje Benito y profesando en el Real Monasterio de Samos, Reino de Galicia, conservando el primitivo nombre de Miguel. ? Abordamos seguidamente los comentarios sobre el tercero de los hermanos> José Francisco, sujeto principal de este trabajo. A los 13 años, después de haber aprendido las primeras letras en su pueblo natal, ingresó en el mismo colegio de Oviedo, graduán­ dose después en ambos Derechos nemine discrepante, verificando gran número de ejercicios literarios y durando 16 años esta pri­ mera etapa de su formación. Sustentó y defendió varios actos, así en dicha Universidad como en la Academia de Leyes, de la cual fue Individuo. Profesó después en el convento de capuchinos de Salamanca, tomando el nombre de Fray Fidel de Piñera. Siguió allí los estudios de la Religión y sufrió los varios exámenes de cos­ tumbre, obteniendo el título de Predicador. Hizo oposición a las cátedras de la Orden, mereciendo general aprobación en todos sus ejercicios. Nombrado Presidente de conferencias morales, des­ empeñó esta función durante 20 años en Salamanca, Valladolid, Segovia y Madrid, viviendo en el convento de la Paciencia en los últimos diez años, siendo nombrado Definidor de la Orden, Califi­ cador del Santo Oficio y Misionero Apostólico. El 29 de junio de 1802 el Padre General Fray Nicolás de Bustillo y en 10 de abril de 1807 el Padre Vicario le concedieron licencia por sus méritos para pretender la gracia de Predicador de S.M., as­ piración que le persiguió obsesivamente en los últimos años y que vería colmada dos antes de morir. Detengámonos en los aspectos más destacables de su biografía: su honda religiosidad, impulsora de una increíble actividad apos­ tólica, que absorbió treinta y cinco años de su vida, y su proyección constante hacia sus semejantes. Cualidades y virtudes que se pue­ den compulsar en informes recabados oficialmente a él y a sus familiares o superiores, en distintas épocas. Veamos algunos ejemplos: «Vida edificante, instrucción y gra­ cia de predicar», Fray Buenaventura de Gumiel, Juez y examina­ dor Sinodal del Obispado de Segovia, Ministro Provincial de am­ bas Castillas (16 de julio de 1815). «Religioso, modesto y humilde, cuyas costumbres son las más castas y puras, sobresaliendo en las virtudes cristianas y celo por la mayor honra y gloria de Dios Nuestro Señor y por la salvación de las almas, y que lo tiene bien acreditado en el confesionario y púlpito», Andrés de Aransay, al UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII 1.019

Excmo. Sr. Patriarca de las Indias (6 de octubre de 1815). «En el ministerio de su predicación sobresale en él la moral más pura, es modesto, humilde y bien inclinado, ejerciendo las sagradas fun­ ciones de su ministerio con gravedad y edificación», Andrés Aran- say, Capellán de H onor de S.M. (3 de octubre de 1815). Siguen testimonios parecidos de don Joaquín Ibarra, canónigo de la Real Iglesia de San Isidro de Madrid (3 de octubre de 1815) y de don Fernando Vázquez Trelles, ministro jubilado del Consejo de S.M. (4 de octubre de 1815). Las muestras de su patriotismo y lealtad al Soberano están patentes en un extenso Memorial dirigido al Rey el 16 de julio de 1815. Recuerda en él que «predicó siempre, como es notorio, con el mayor fervor y libertad contra la invasión de los franceses, ani­ mando a los fieles vasallos de V.M. a la defensa de una justa causa, y luego que no pudo hacerlo en público, por haber tomado aquéllos el mando, lo hacía siempre que podía, como lo verificó en una de las Secretarías del Despacho, al tiempo que un criado Mayor del llamado Ministro de los Cultos exhortaba a varias personas a la sumisión al gobierno intruso, habiendo sido sólo el exponente quien tuvo valor para contradecirles; y cuando le fue exigido ju­ ramento de obedecer al Rey intruso juró en voz inteligible en pú­ blico, y delante del Santísimo Sacramento, obedecer solamente a V.M. A su consecuencia, acabando de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa el día 30 de noviembre de 1809, fue arrestado y condu­ cido a la cárcel de la Corona donde estuvo veinte días sin comuni­ cación, temiendo ser puesto en un patíbulo como lo había sido aquellos días un abogado de esta Corte, y sin haberle oído ni to­ mado declaración alguna, después de tres días de encierro en la cárcel del Buen Retiro, fue destinado al Castillo de Pamplona para donde fue arrancado violentamente, enfermo y cayendo nieve, el 23 de diciembre del mismo año, entre las bayonetas de más de dos mil hombres de tropa francesa, que conducían los prisioneros de la desgraciada batalla de Ocaña, de los que por no poder continuar su camino, a causa de hallarse extenuados, fueron fusilados (según se dixo) diez y nueve, habiendo absuelto el exponente a uno de ellos al tiempo de expirar. Habiendo arribado a Pamplona, después de 26 días de camino, se le encerró tres meses y medio en el castillo y permaneció siete más en la ciudad, de la que se le conduxo con otros prisioneros de Estado a Montauban de Francia, distante más de 60 leguas, y de allí a los diez meses a la villa de Chaumont a donde cuentan más de 1.020 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ otras ciento y treinta de posta en donde permaneció dos años y medio sin recibir auxilio alguno del gobierno y sí sólo de la caridad del pueblo sano, y el que le suministraba su hermano don Joaquín de Campo Osorio a pesar de hallarse con seis hijos y haber contri­ buido con crecidas cantidades para los gastos de la guerra, y sin embargo de haber socorrido también a otro hermano, Procurador de Religión de San Benito en La Coruña, a quien los franceses tomaron su casa, arrestándole con centinelas de vista, a que se si­ guió su muerte. Después de cuatro años y medio de prisionero en Francia, habien­ do resuelto el gobierno internarle, porque se acercaban'los exérci- tos, se ocultó el exponente a la primera jornada y después de seis días, fue puesto en libertad por los aliados; pero en la retirada de éstos, en número de ochenta mil por aquel pueblo, temiendo caer de nuevo en manos del tirano, y no pudiendo retroceder a España por Bayona le fue forzoso emprender su viaje el 26 de febrero del año último, atravesando la Lorena, Alsacia, Suiza, Ducado de Ba­ dén, la Alemania y la Holanda en donde estuvo a la muerte, y per­ maneció dos meses vagando de ciudad en ciudad, y de puerto en puerto, sin poder conseguir que lo embarcasen los ingleses hasta que fue embarcado por último en Hervoesgir (11), puerto de Ho­ landa, para Deal, puerto de Inglaterra, de allí para Portsmouth, y de allí para Plimouth, donde estuvo veinte y quatro días, al cabo de los quales fue embarcado para España con otros españoles en un transporte inglés que después de haberles detenido trece días delante de Fallmouth, y corrido luego una furiosa tempestad, en que temieron todos perecer, fue desembarcado en Pasajes a últi­ mos de julio del año, estropeado y casi muerto; pero recuperado algún tanto y faltándoles aún como cien leguas de camino, se volvió a embarcar para Viavélez, cerca de su ciudad nativa en Asturias, en donde después de haber vestido su hábito capuchino y perma­ necido algún tiempo con licencia de sus Prelados, se restituyó a su convento de San Antonio en esta Corte. En atención, pues, a su salud quebrantada en la edad de 62 años de resultas de los insultos, trabajos, penas, privaciones, en­ fermedades y peligro de muerte que ha sufrido el exponente en los cinco años de que tiene documentos, son testigos fidedignos varios prisioneros y civiles, entre ellos el Marqués de Cilleruelo y los ofi-

(11) Podría referirse al Helvoet actual. UN RELIGIOSO CAPUCHINO DE NAVIA EN LA CORTE DE FERNANDO VII 1.021

cíales de la Secretaría de Don Ventura Palacios, Don Fernando Vázquez, Don Basilio Antelo y Don José Cafranga». Tras exponer Fray Fidel los últimos servicios prestados a la Religión, a la Nación y a la Corona, suplica reiteradamente la gra­ cia Real para alcanzar una plaza de Predicador de la Corte, petición que ya había hecho en 1802 y en 1807, según dejamos apuntado. Pero para desgracia del capuchino, las cosas de Palacio iban despacio. El 16 de julio de 1815, en escrito dirigido al Rey, le pidió una vez más la plaza de Predicador Supernumerario con opción a la primera vacante sin necesidad de nuevo decreto. El 10 de agosto del mismo año, aun reconociendo los méritos que aportaba, justi­ ficativos de la concesión, se aplazó ésta en atención a una Real Orden del 3 de mayo de 1797 que limitaba los puestos existentes a un individuo de cada Religión. Y la del suplicante gozaba de esa prerrogativa en uno de sus hijos llamado Fray Francisco de Sol- chaga. Por fin, en ese mismo mes de agosto le llegó el ansiado nom­ bramiento de Predicador Supernumerario para premiar sus labores literarias y servicios al Rey y al País, expedido por el Mayordomo Mayor de S.M. al Señor Patriarca de las Indias. Y el 26 de septiem­ bre de 1815 Fray Fidel completaba la documentación presentada con una declaración jurada de sus genealogías hasta sus abuelos inclusive. Una condecoración del Rey culminaba los honores que pesaban ya demasiado sobre sus hombros abatidos por tantas amarguras y calamidades. Dos años justos le duraría a Fray Fidel la felicidad experimen­ tada con la realización vocacional tan difícilmente conseguida. El 10 de agosto de 1817 su hermano en religión Fray Buenaventura de Gumiel participaría al Patriarca de las Indias la defunción de Fray Fidel, acaecida el mismo día en su convento de San Antonio de Madrid. Murió relativamente joven. Y sin datos concretos fiables que pudieran aclarar la causa de la muerte, sólo cabe sospechar que las desventuras, frío, hambre y enfermedades que no le abandona­ ron desde el exilio hasta el retorno, podrían haber desencadenado alguna afección crónica de curso lento (una tuberculosis, por ejem­ plo) o precipitar cualquier otra dolencia que estuviera evolucio­ nando larvadamente. En el Memorial de julio de 1815 hay muchas menciones seguramente indicativas de graves perturbaciones orgá­ nicas: «estuve a la muerte», «estropeado y casi muerto», «recupe­ rado algún tanto», «salud quebrantada», «enfermedades y peligro de muerte», etc., etc. 1.022 JESUS MARTINEZ FERNANDEZ

Siempre nos moveremos en la penumbra y en la conjetura al meditar en las posibles causas que pusieron punto final a su vida. Quedan bien claras, empero, las que la hicieron sigular y ejemplar consagrándole socialmente en una gran altura. Y que bastan para dar por históricamente interesante la redacción de este trabajo. EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGIDENSE

POR

SERAFIN BODELON (*)

Se ha escrito mucho sobre la ubicación del Mons Medullius, al que aluden a propósito de la guerra cántabro-astur contra Roma (29-19 a.C.) las fuentes latinas. La revista AQUIANA preparó una fiesta, a la cual asistí el 27 de junio, con ocasión de la cual se inauguró un monumento a todos los muertos del Monte Medulio (Omnibus mortuis Montis Medullii). Tal hecho bien merece un comentario histórico, dado que mi pluma es proclive a efeméri­ des bercianas y muy especialmente a eventos culturales. Pero antes quiero felicitar a la revista AQUIANA porque, en divino solipsismo, afrontó la totalidad de los gastos de tal monumento, al margen de la incuria de las autoridades que debieran ocuparse de la cultura de un patrimonio berciano que es de todos, pero so­ bre todo, nuestro. Veamos las fuentes. FLORO escribe:

Captum tamen postremo fuit Medulli montis obsidio, quem per­ petua quindecim milium fossa comprehensum undique simul ade- unte Romano, postquam extrema barbari uident, certatim igne, ferro inter epulas uenenoque, quod ibi uolgo ex arboribus taxeis exprimitur, praecepere mortem... (edición de JAL, II, 71), que en castellano quiere decir más o menos: ......

(*) Doctor en Filología Clásica. 1 .0 2 4 SERAFIN BODELON

«Finalmente tuvo lugar el asedio del Monte Medulio, sobre el que avanzaron simultáneamente desde todas partes los romanos, tras rodearlo de una fosa todo alrededor de unos 23 km. de perí­ metro; cuando los indígenas se ven sin escapatoria, se dieron muerte con entusiasmo en medio de un banquete mediante el fue­ go, la espada y con el veneno, que allí generalmente se extrae de los tejos...». Hasta aquí Floro.

Floro vivió a principios del siglo II, es decir, más de un siglo después de la guerra cántabro-astur contra Roma; pero Floro be­ bió en Tito Livio, que fue contemporáneo de la guerra, además de amigo de Augusto. Floro resumió de modo caprichoso en dos libros la vasta obra de Tito Livio, dedicando un libro a las guerras civiles de Roma y otro a las guerras exteriores. Y digo de modo capricho­ so porque la obra de Tito Livio abarcaba 142 libros; sólo se con­ servan de Tito Livio los libros del 1 al 10 y desde el 21 al 45; entre la parte perdida se encuentra el libro que trataba sobre la guerra cántabro-astur, con lo que se perdió esta fuente contemporánea de los hechos. No obstante Floro parece bastante fidedigno y por ello resulta la fuente más objetiva. Veamos ahora otra fuente. OROSIO escribe:

Praeterea ulteriores Gallaeciae partes quae montibus siluisque consitae Océano terminantur, Antistius et Furnius legati magnis grauibusque bellis perdomuerunt; nam et Medullium montem Mi­ nio flumini imminentem, in quo se magna multitudo hominum tuebatur, per quindecim milia passuum fossa circumsaeptum obsi- dione cinxerunt; itaque ubi se gens hominum trux natura et ferox ñeque tolerandae obsidioni sufficientem ñeque ...... ad mortem concurrit; nam se paene omnes certatim igne ferro ac ueneno ne- cauerunt... (edición de ZANGENMEISTER, V, 421), que en lengua vulgar quiere decir aproximadamente lo siguiente:

«Además Antistio y Furnio dominaron, tras grandes y difíciles guerras, las partes más lejanas de Galicia situadas junto al Océano, llenas de montes y de bosques; pues también cercaron mediante un asedio el Monte Medulio, que se eleva sobre el Sil y en el que se protegía una gran multitud de hombres; los romanos los rodearon de un foso de 23 km.: así pues cuando la gente, por naturaleza dura y fiera, comprende que ni podrá soportar el asedio ni plantear ba­ talla..., corre hacia la muerte; pues se mataron casi todos a porfía con el fuego, con la espada o con el veneno...». Hasta aquí Orosio. EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGJDENSE 1.025

Orosio escribe a principios del siglo V, esto es, más de cuatro­ cientos años después de la guerra cántabro-astur contra Roma. Y no parece haber bebido en Tito Livio, sino en Floro, añadiendo algo de su propia cosecha. Es, por ende, Orosio fuente de importancia menor que Floro, aunque básicamente coincide con él. Además Paulo Orosio había nacido en Braga hacia el 375 d.C. y tendería por ello a acercar hacia el Oeste los escenarios descritos, cometiendo inexactitudes: por ejemplo, habla de Galecia refiriéndose a hechos del año 24-25-26 a.C., cuando aún no se había hecho ninguna divi­ sión territorial que aludiese a la Galecia. Basándose en Orosio muchos piensan que el Monte Medulio estaba en Galicia; entre ellos Schulten (1), quien postula que el Monte Medulio es el monte San Julián, a siete kilómetros de Túy; apoyan a Schulten, Aguado Bleye-Bosch Gimpera (2), así como Gon­ zález Echegaray (3); Horrent lo sitúa en Galicia, pero sin especificar ubicación concreta (4). Se basan en que Orosio habla de la conquista de Galicia, en que cita el Miño y en que alude al Océano. La más disparatada de las opiniones es la de Eutimio Martino, quien pretende que el Monte Medullius es Peña Sagra, en Santan­ der, en la página 56 de su libro Roma contra Cántabros y Astures, Santander, 1982. Resulta totalmente descabellada la opinión de Schulten y sus seguidores por las razones siguientes: a) El Minius es el Sil como demuestra el testimonio de Ptolomeo (II, 6,1), quien dice del Minius que nace al Oeste de Galicia, por lo que no puede ser el Miño sino el Sil; Estrabón cree que el Minius nace entre los cántabros (III, 3,4), por lo que está más claro que no puede ser el Miño; «minius» signifca «cina­ brio» en latín y el Sil tiene esa coloración a su paso por El Bierzo.

(1) A. Schulten : FHA, V, p. 195. E igualmente en su libro Los cántabros y astures y su guerra con Roma, Madrid, 1962, pp. 174-175. “Yo creo que el Mons Medullius corresponde al monte San Julián, a siete kilómetros de Túy, cerca de la boca del Miño..., lugar que visité en 1906”, puntualiza Schulten. (2) P. A guado B leye -Bosch Gimpera : “La conquista de Hispania por Roma”, en Historia de España, dirigida por Menéndez Pidal, Madrid, 1962, II, pp. 261 y ss. (3) J. G onzález Echegaray: Los cántabros, Madrid, 1966, p. 175. Asegu­ ra que el frente de la guerra se desarrolló simultáneamente y sobre un frente de 400 kilómetros. (4) J. Horrent : “Nota sobre el desarrollo de la guerra cántabra del año 26 a.C.”, Emérita, XXI, 1953, pp. 287 y ss. 1.026 SERAFIN BODELON

Cueva de la Encantada. Sus dimensiones alcanzan los treinta metros de altura. EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGIDENSE 1.027

La Cuevona. 1.028 SERAFIN BODELON b) Orosio cita el Océano, pero no lo relaciona con el Monte Me- dulio, ni menos dice que éste esté junto al mar; pero sí dice que, como consecuencia de la guerra, Roma también dominó hasta el último rincón de Galicia, una vez sofocado el foco de resistencia de Las Médulas: el trágico final de los indígenas allí resistentes, y que allí perecieron «por el fuego, por el pu­ ñal o por el veneno», tras ser rodeados por un foso de 23 km., apagó todos los focos de resistencias, cuando cundió tal no­ ticia por bosques, por cumbres y por brañas. c) La propia zona de Las Médulas, como todo El Bierzo, pertene­ ció a la Galecia en diversos momentos de la Historia, e incluso a Galicia, como en la época del siglo pasado en la que El Bier­ zo fue la quinta provincia gallega; hecho que contribuyó a incrementar el confusionismo reinante sobre el Monte Medulio.

En los últimos tiempos, a medida que se ha ido profundizando en los estudios históricos, se ha ido imponiendo cada vez más la idea clarividente de que, en efecto, el Mons Medullius es la derruida mole aurífera de Las Médulas. Así lo creen, entre otros, Magie (5), Syme (6), Tovar-Blázquez (7), Lomas (8), Santos Yanguas (9), Te­ ja (10). Hay suficientes razones para pensar que tienen razón estos especialistas, dejando a un lado el lógico sentimentalismo regio- nalista: las pruebas están ahí. Basta visitar las Médulas para que

(5) D. Magie : “Augustus war in ”, CPh, XV, 1920, pp. 227 y ss. Cree que a Las Médulas no confluyeron los diversos ejércitos romanos, sino solamente uno de los tres en que Augusto dividió su expedición. (6) R. Sym e : “The Spanish war of Augustus (26-25 b.C.)”, APh, 1934, pp. 312. Cree que en Las Médulas Roma ahogó el último foco de resistencia. (7) A. Tovar -J.M. Blázquez : Historia de la Hispania Romana, Madrid, 1975, p. 117. Luego (Floro, II, 33, 50 ss.) parece que en el año 25 fue reducido el monte Medulio, que creemos son Las Médulas, exploradas por Gómez Mo­ reno sobre el Sil, hacia el lago de Carucedo, donde se hallaba oro que iba a ser una fabulosa riqueza para los romanos, según aseguran los autores. (8) F.J. Lomas : Asturias prerromana y altoimperial, Sevilla, 1975, p. 109. Las Médulas, en la confluencia del Sil y el Cabrera, allí estaba el Mons Me­ dullius. (9) N. Santos Y anguas : El ejército romano y la romanización de los as- tures, Oviedo, 1981, p. 28. De este modo estamos de acuerdo con el emplaza­ miento de dicho monte en la zona de Las Médulas y, en consecuencia, en contra de su colocación en la región cercana a Túy. (10) R. Teja : “Bimilenario de las guerras cántabras”, Historia-16, n.° 61, p. 65. La resistencia final de los astures tuvo lugar en el Mons Medullius (El Bierzo). EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGIDENSE 1.029 a cualquiera se le ocurra que al cavar un foso de 23 km. en torno a las Médulas, suficientemente ancho y profundo como para rendir por hambre a los encerrados dentro de tan exiguo perímetro, los romanos sin duda hallaron muchas pepitas de oro. Los indígenas precisamente habían buscado refugio en un lugar sagrado, donde el oro abunda, porque el oro es un don de los dioses, un conductor de efluvios divinos —no en vano es buen conductor eléctrico—. Y las minas, rudimentariamente explotadas en época celta, comenza­ ron seguidamente a ser excavadas metódica e insaciablemente, constituyendo un secreto de Estado todo lo referente a ellas: be­ neficiario el fisco imperial. Son elocuentes las palabras de figuras tan eximias como los doctos Tovar y Blázquez (11) sobre el particular: «que Orosio diga que el Medullius es mons Minio flumini imminens se basa en la im­ precisión que siempre hubo sobre el Sil, que muchas veces se con­ sideraba el Miño, por lo que no aceptamos la indicación de Schulten de que el Medullius estuviera hacia Túy». Y añadamos que el Sil, con el nombre actual, no aparece nom­ brado como corriente fluvial en ninguna fuente antigua, escaseando incluso durante la Alta Edad Media tal hidrónimo; siempre se cita al Miño, a pesar de ser el Sil de más caudal y de más largo reco­ rrido. Siendo la fuente originaria Tito Livio, es lógico el confusio­ nismo entre Sil y Miño por lo ignoto del territorio y las dificulte des del terreno. Sí parece suficientemente claro que Mons Medullius fue el punto en donde confluyeron los ejércitos que participaron en la guerrr : el ejército de la Citerior capitaneado por Augusto y luego por An- tistio, cuando Augusto enferma y se retira a Tarragona, y el ejército de la Ulterior al mando de Carisio encargado de reducir a los as- tures (Cariseda, un pueblo del alto Burbia, en El Bierzo, evoca aún el nombre de Carisio — Carisii sedes—, campamento de Carisio mientras perseguía a los bergidenses que huían desde Bergida hacia el Mons Vindius). Mas no es mi propósito entrar hoy aquí en otros detalles de aquella guerra. La batalla del Mons Medullius debió ocurrir el año 25 antes de Cristo. Y allí se había refugiado mucha gente al decir de Orosio.

(11) A. Tovar -J.M. B lázquez : Op. cit.. p. 351. Que Orosio, VI, 21,7, di­ ga que el Medullius es mons Minio flumini imminens se basa en la imprecisión que siempre hubo sobre el Sil, que muchas veces se consideraba el Miño, por lo que no aceptamos la indicación de Schulten de que el Medullius estuviera hacia Túy. 1 .0 3 0 SERAFIN BODELON

Las Médulas. Vista parcial desde el Mirador de Orellán EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGIDENSE 1.031

Las antiguas explotaciones auríferas..., he aquí lo que dejaron: este paisaje rojizo y sorprendente. 1.032 SERAFIN BODELON

Fueron, pues, muchos los que encontraron la muerte valientemen­ te «con el fuego, el puñal o el veneno», mientras cantaban en medio de un banquete. La máquina bélica de Roma había podido más que los mágicos efluvios emanados de los dioses de ese hermoso metal, que fluía de las amarillas entrañas de aquel divino monte. Algo había fallado: lo que hoy sigue todavía fracasando: la voluntad despiadada de los hombres por consumar su avaricia a costa de otros hombres. En la revista Ponferrada-FIESTAS se defiende la conocida tesis de Schulten de principios de siglo (12), puntualizando que el Mon­ te Medulio y Las Médulas nada tienen en común; el profesor Ma­ ñanes, de la Universidad de Valladolid, aduce conocimientos de la geomorfología, flora y hábitat del entorno. Pero después de los testimonios anteriormente expuestos parece desechable la opinión que Mañanes había citado ya en su libro El Bierzo prerromano y romano. No se ve por qué la geomorfología puede impedir ubicar en Las Médulas al monte Medulio, pues hay suficientes 23 km. en Las Mé­ dulas y su entorno como para establecer tal cerco: bastaría con hacer un foso del Sil al Cabrera continuando tal cerco por dichos ríos hasta su confluencia en Puente Domingo Flórez. Respecto a la flora, parece que Mañanes opina que los astures- bergidenses se suicidaron con tejo y que por allí no había tejo; podría tratarse del tojo y no del tejo; y aunque se tratase del tejo, bien podría haberlo traído a modo de industria bélica de donde lo hubiese, si es que allí no lo había por aquel entonces. En cuanto al hábitat del entorno, alude Mañanes a que no quedan restos arqueológicos; veamos: en Bergidum aún no se ha excavado, pero aún están allí los muros. De Villadecanes, topóni­ mo harto significativo en la vía de Bergidum hacia Bracara y Las Médulas, se conserva una estela en el Museo San Marcos de León. En Villadepalos, topónimo latino en la vía entre Bergidum y Las Médulas, se halló una muestra epigráfica en honor a un dios indí­ gena, muestra hoy en el Museo San Marcos de León. En la colina sobre el Lago de Carucedo existió una opulenta villa romana, cuyos vestigios existían aún en la Edad Media y de la que se hace eco Gil y Carrasco en El señor de Bembibre, pero sin atribuirlos a

(12) T. Mañanes : “El Bierzo en la antigüedad: La romanización”. Ponfe- rrada-FlESTAS, publicación del Ayuntamiento de Ponferrada, 8 de septiem­ bre de 1987, pp. 22 y ss. Textualmente dice, no sin cierto encono, en la página 23: “el Monte Medulio estuvo en cualquier parte menos en Las Médulas”. EL MONTE MEDULIO EN TERRITORIO ASTUR-BERGIDENSE 1.033

época romana. En el pueblo de Salas existe la llamada «cueva de la palombera», que nutre aún hoy de agua al pueblo: se trata de una construcción romana para desagüe de las minas de Las Médu­ las. Por Biobra, en la vecina provincia de Orense, la tradición po­ pular ha legado romances sobre cómo murieron en Las Médulas debido al cerco romano los valientes guerreros astures y galaicos. Si ante todos estos testimonios, añadimos que además las minas de oro de Las Médulas eran algo así como hoy un secreto de Esta­ do, no se pueden exigir más testimonios en pro de la identificación monte Medulio y Médulas. Necesariamente, además, los miles de toneladas removidas hicieron inevitable la pérdida de posibles res­ tos como huesos, etc. Concluimos, por todo lo anterior, que el Mon­ te Medulio muy bien podría ser el paraje hoy conocido como Las Médulas en el antiguo territorio astur, actualmente en El Bierzo, provincia de León, en las proximidades de la confluencia del Sil con el Cabreras, cerca del pueblo de Carucedo, aproximadamente a una veintena de kilómetros en la carretera que desde Ponferrada conduce a Orense. LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA

POR

ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

EMPLAZAMIENTO

La estela apareció en el exterior de la iglesia parroquial de San­ tiago de Duesos, concejo de Caravia, en la zona costera oriental de Asturias. Esta es la localización geográfica dentro de los límites actuales, pero si pretendemos situarla de igual modo en época pre­ rromana tropezamos con la dificultad de que existen diversas teorías sobre el emplazamiento del límite entre cántabros y astu- res (1): mientras que algunos autores lo sitúan en el Sella, otros lo hacen en Villaviciosa. Por lo tanto, según la teoría que se acep­ te, Duesos pertenecería a uno u otro territorio, pero en todo caso, estaría próximo a la frontera. Por otra parte, Duesos está enclavado en una zona de antiguos asentamientos castreños. El número de castros localizados en la zona varía según las fuentes que se consulten (2).

(1) Marco Simón, Francisco: “Las estelas decoradas de los conventos Cae- saraugustano y Cluniense”. CAESARAUGUSTA, núms. 43 y 44. Zaragoza, 1974; págs. 11 y 12. (2) González , José Manuel: “Catalogación de los castros asturianos”. ARCHIVUM, XVI. Oviedo, 1966; págs. 264 y 265. Cita dos en Colunga y uno en Caravia. Llano R oza de A mpudia , Aurelio de: El libro de Caravia. Oviedo, 1919; p. 35. Cita cinco en Colunga y uno en Caravia. 1.0 3 6 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

Esta es la primera estela que aparece en Caravia, pero el ha­ llazgo no resulta extraño si tenemos en cuenta que en todos los concejos limítrofes se han encontrado piezas de este tipo (3). La estela se encontraba semienterrada en la parte posterior de la iglesia, ante el umbral de la puerta de acceso a la sacristía, y adosada lateralmente a la fábrica de la misma. La parte vista (ca­ ra A) estaba en el mismo plano que el suelo (fig. 1). En esta zona estuvo ubicado el cementerio parroquial hasta que fue clausura­ do en 1916 y posteriormente mondado en los años 1927 y 1928. La sacristía fue ampliada en 1928 (4). Existe una fotografía (fig. 2) que corresponde a las obras de 1928, en la que se aprecia que el terreno está excavado por debajo del nivel en el que apareció la estela (5). En esa misma zona so­ bresale de la tierra algo, que podría ser el espigón de la estela. Si lo fuese, y dada su disposición, la estela estaría enterrada oblicua­ mente y en posición invertida. Pudo aparecer de este modo durante las obras y reaprovecharse como pavimento ante el umbral. De todos modos, lo que es seguro es que antes de 1928 la estela no había sido colocada en la disposición en que nosotros la en­ contramos, puesto que no aparece así en la fotografía y además estaba adosada a un paño de la sacristía que corresponde a la am­ pliación efectuada en ese año. Las personas ancianas a quienes hemos consultado sobre la estela la recuerdan desde siempre, por lo que es posible que fuese durante las mencionadas obras cuando se situase en ese lugar. Es frecuente que este tipo de piezas aparezcan próximas a igle­ sias, o bien empotradas en la fábrica de las mismas (6), lo cual.es interpretado por algunos autores como una cristianización de lu­ gares de culto pagano (7).

(3) D iego Santos , Francisco: Epigrafía romana de Asturias. Oviedo, 1985; p. 9. (4) Libro de Fábrica de la iglesia parroquial de Santiago de Duesos y de su filial de N.a S.a de la Consolación. Libro corriente comenzado en 1908 ; p. 59. (5) Agradecemos las facilidades prestadas por los encargados del Archivo Diocesano del Patrimonio para su consulta, así como para la obtención de la fotografía, cuyo cliché pertenece a sus fondos. (6) A basolo A lvarez , J.A. : Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes. Burgos, 1974; págs. 13-21. También se da en Cantabria, Asturias, Sa­ lamanca y Soria. (7) Carballo , J. : “Las estelas gigantes de Cantabria”. CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLEGOS, T. III. Santiago de Compostela, 1948 ; p. 9. Lopez Cuevillas , F. : La civilización céltica en Galicia. Santiago de Com­ postela, 1953; p. 409...... LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1 .0 3 7

HALLAZGO

En la primera semana de diciembre de 1985, cuando nos en­ contrábamos realizando el «Inventario del Tesoro Artístico de la Región Asturiana», don Faustino Rodríguez Noval, párroco de San­ tiago de Duesos, nos mostró la estela semienterrada (8). Se creía que eran dos losas, ya que sólo aparecían a la vista los dos registros de lacería de la cara A, y el hecho de que ambos estén en diferente plano favorecía esta idea (fig. 1). Por lo tanto era difícil suponer que se trataba de una estela monolítica.

LEVANTAMIENTO

Cuando lo comunicamos a la Comisión Diocesana del Patrimo­ nio, aconsejamos que fuese recogida en lugar seguro, dado que el emplazamiento no era el adecuado para su conservación. El 17 de diciembre de 1985 la Comisión Diocesana acordó pedir al párroco que procediese a su recogida en lugar seguro de la casa rectoral, previo levantamiento. El 6 de febrero de 1986 se procedió a dicho levantamiento bajo la dirección de don Emilio Olábarri y posteriormente se trasladó a la huerta de la casa rectoral, que está protegida por una cerca.

NOTICIA EN LA PRENSA

El día 14 de febrero el diario «La Nueva España» publicó en primera página lá noticia, junto con una fotografía de la cara A. Nuestra intención era esperar a la semana siguiente, para dar la noticia cuando la estela estuviese mejor documentada. Al día siguiente se publicó en el mismo diario, en la quinta página, un artículo más amplio, en el que se intercalaban dos fotografías y algunos párrafos de un texto, que con nuestras primeras conclu­ siones les habíamos entregado el día anterior.

(8) El equipo de campo de dicho inventario estaba compuesto_por_ Alejan­ dro Miyares Fernández, Alberto Fernández Suárez y Amparo Fernández López. Esta última participó en el hallazgo y en las primeras investigaciones hasta que otras ocupaciones le impidieron la continuación del estudio, razón por la cual renunció a la elaboración del presente artículo. 1.038 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

DESCRIPCION

Cuando apareció estaba recubierta en algunas partes por una capa de cemento que cumplía varias funciones (fig. 3):

— Sujetar partes fracturadas. — Regularizar su forma, haciéndola más rectangular. — Unirla a la fábrica de la iglesia. — Completar de modo arbitrario los dibujos, por medio de inci­ siones practicadas sobre el cemento.

Al librarla de dicha capa, los fragmentos que ésta sujetaba que­ daron sueltos. El número de fragmentos de la parte superior es de cuatro: dos grandes, que afectan a la esquina izquierda de la ca­ ra A y a la derecha de la cara B, y dos pequeños, que afectan al canto superior. En la parte inferior sólo hay una fractura, en la esquina izquierda de la cara A, que afecta al espigón. Estos cinco fragmentos fueron unidos posteriormente. 1 Es una pieza monolítica, de piedra arenisca carbonatada (9). Su forma es, en general, de prisma rectangular, aunque con algu­ nas irregularidades (figs. 4 y 5):

— El espigón adelgaza hacia el extremo inferior. — La parte superior, que está fracturada, no ofrece un borde recto. — El ancho es ligeramente mayor en el registro superior. — El registro inferior es 2,5 cms. más grueso que el superior, lo cual se aprecia en el perfil de la estela. Sin embargo, esto sólo afecta a la cara A, cuyo registro inferior está en un plano avan­ zado respecto al superior.

DIMENSIONES

Como son variables, debido a su irregularidad, optamos por re­ coger las máximas en cada caso. Las medidas parciales las hemos tomado de la cara A.

(9) Datos facilitados por el,geólogo Javier Bravo. García tras uñ examen visual de la pieza. Este tipo de piedra se puede encontrar en la zona en que apareció la estela. .. - V . .. .. LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1.039

Altura :

— Espigón: 17,5 eins. r.. J.- — Registro inferior: 57 cms. — Registro superior: 73,5 cms. — Total: 148 cms.

Anchura : -

— Espigón: 72,5 cms. — Registró inferior: 76 erris. — Registro superior: 83 cms.

Grosor:

— Espigón: 17,5 cms. — Registro inferior: 22 cms. ^’ Registro'superior: 19,5 cms. ' -

La descripción y las medidas que hemos dado se corresponden con la forma que presenta en la actualidad, pero pensamos que ésta no sería la original. En primer lugar sería más alta, pues la ornamentación de am­ bas caras se interrumpe en el borde superior, que está fracturado. Habría que añadir en la cara B, al menos, lo que falta de la svás­ tica y del bocel que la enmarca. El diámetro de la figura completa sería la suma del diámetro de la svástica, más el doble del ancho del bocel: 62 cms.+ 13 cms. = 75 cms. La altura de la estela sería entonces la suma de ese diámetro, más la distancia entre el bocel y la base de la estela: 75 cms.+ 113,5 cms. = 188,5 cms. Sería, por tanto, 40,5 cms. más alta que en la actualidad. En segundo lugar, el registro superior, que es 7 cms. más ancho que el inferior, lo sería aún más, puesto que la ornamentación tam­ bién se interrumpe en los bordes laterales a causa de las fracturas y retallas. Por lo tanto, desconocemos el contorno del registro su­ perior. .Es posible que el remate fuese redondeado,'pues es muy frecuente en las estelas que ostentan en su cabecera motivos astral 1.0 4 0 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MI YARES FERNANDEZ les inscritos en circunferencias (10). No obstante, al hacer la des­ cripción de los motivos ornamentales plantearemos otras posibles soluciones. Las modificaciones y el deterioro que ha sufrido la estela no son extraños, pues este tipo de piezas fue muy codiciado para su reaprovechamiento en construcciones posteriores. Para ello se re­ tallaban o fragmentaban, dándoles la forma más adecuada (11). En la zona central de la cara B se aprecian unos huecos sin aparente relación ni continuidad con la decoración, que pudieron practicar? se para su reaprovechamiento. En el interior tienen un color rojizo que puede deberse al óxido de algunos hierros. En dos estelas de Soria, que sirvieron de quicialeras, se ven huecos similares (12).

TECNICA

Talla redondeada que aparenta ser bajorrelieve, aunque en rea­ lidad los motivos no sobresalen del fondo ya que éste no ha sido rebajado. Esto se obtiene practicando incisiones y redondeando los espa­ cios intermedios, de modo que dan sensación de boceles o baque­ tones* En los bordes se redondea el espacio que queda entre la incisión y éstos. Se trata de la misma técnica que se emplea en los relieves cas- treños.

¿•3 re

(10) Marco Simón, F .: Tipología y técnicas en las estelas decoradas de tradición indígena de los conventos Caesaraugustano y Cluniense. Zaragoza, 1976; p. 12. Jimeno, Alfredo: Epigrafía romana de la provincia de Soria. Soria, 1980; p. 228. (11) Navascues, J. M.a: “Caracteres externos de las antiguas inscripciones salmantinas”. BOL. DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA, núm. 152. Madrid, 1963; p. 168. También hay ejemplos en Soria, Vigo, Cantabria y As­ turias. (12) J i m e n o , Alfredo: Op. cit. Estelas núms. 108 y 109. LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1.041

DESCRIPCION DE LA ORNAMENTACION Y RECONSTRUCCION

Se trata de un fragmento de estela anepigráfico y decorado por sus cuatro caras. Esto último es un caso único, si exceptuamos la estela gigante de Barros, que tiene decoradas sus dos caras y cuyo canto es recorrido por unas estrías. La decoración aparece saltada y afectada por la retalla en al­ gunas partes.

Cara A

Espigón:

Es en esta cara donde mejor se conserva. El frente es liso, pero la parte inferior presenta un acabado más tosco. Está fracturado en el ángulo inferior izquierdo. Serviría para mantener la estela en posición vertical, hincándola en la tierra, o bien acoplándola en una pieza hueca que actuaría como caja. Dado el tamaño y el peso de la estela, parece más ló­ gico lo último. El resto de la pieza estaría destinado a ser visto y se divide en dos registros que, como ya dijimos, están en diferentes planos.

Registro inferior :

Está enmarcado por un rectángulo apaisado, formado por un baquetón liso, que en algunas partes se encuentra afectado por las fracturas. El motivo central es una lacería formada por haces de dos cin­ tas. Los espacios interiores de esta figura, libres de cintas, se ador­ nan con almohadillado y punto inciso.

Registro superior :

La separación entre registros viene dada por el desnivel entre sus planos y reforzada por una incisión, que se quiebra en los ex­ tremos y se pierde en los bordes. ... . La lacería está enmarcada lateralmente por dos incisiones rec­ tas, y en la parte inferior por una línea ligeramente curva, que 1.042 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

sobrepasa el cruce con las verticales y continúa hasta la fractura. Esta incisión, en su último segmento, tiene una curvatura seme­ jante a la de la inferior. Ambas pudieron formar un bocel que remarcaría el contorno, lo cual es frecuente en las estelas romanas de tradición indígena y en las propiamente indígenas. La lacería es similar a la inferior, aunque con algunas diferen­ cias:

— Mayor tamaño. — Disposición vertical. — Los haces de cintas se entrecruzan de modo inverso. Sería el resultado que se obtendría al ver reflejada en un espejo la la­ cería inferior.

La lacería se interrumpe en la parte superior debido a la frac­ tura. Le faltan, al menos, 40,5 cms., lo cual permite que tenga mayor número de tramos que la del registro inferior,-pero no podemos hacer más que suposiciones sobre la forma en que se continuaría. Paralelas a la silueta de la lacería hay unas incisiones ondulan­ tes a cada lado. En la derecha está dividida en dos tramos. El pri­ mero arranca de la parte inferior de la lacería y concluye en una forma lanceolada que, en nuestra opinión, representa la cabeza de una serpiente. Existen varios ejemplos de estelas con representa­ ción de serpentiformes (13). Por otra parte, la asociación de moti­ vos solares y serpentiformes no es extraña (14). En la cabeza se interrumpe la incisión, que se continúa un poco más arriba hasta desaparecer en la fractura. La incisión de la izquierda comienza, de igual forma, en la parte inferior y se desarrolla de modo simé­ trico, pero se continúa sin interrupción hasta el borde superior. Tanto ésta como el segmento de la derecha pudieron concluir también en cabezas de serpientes, pues en dos de las estelas que

(13) M arco Simón. F.: “Las estelas...”; p. 51. Son las siguientes (nume­ ración correspondiente al Inventario de Materiales de Marco Simón): Urbiola (N-38), Lombera (C-9), Monte Cildá (0-43), dos en Lara de los Infantes (B-109 y B-121) y Clunia (B-10). En cuatro de ellas la serpiente no forma par.e de una escena, sino que enmarca la ornamentación, como en la de Duesos. (14) C a r b a l l o , J.: Op. cit.; págs. 6 y 12. González Echegaray : Museo Provincial de Prehistoria y Arqueología. San­ tander, 1963; p. 71. Para ambos autores sería un reflejo de la unión de los cultos solar y ofídico. López Cuevillas, F. y Bouza Brey, F.: “Os oestrimnios, os soefes e a ofio­ latría en Galicia”.'ARQUIVOS DO SEMINARIO D’ESTUDIOS GALLEGOS, II, Sección de Prehistoria. Santiago de Compostela, 1929; p. 126. : . : LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA - •- - 1.043 cita Marco Simón (Lombera y Clunia) la orla está formada por varias serpientes y en la de Clunia las serpientes están dispuestas asimétricamente, como lo estarían en la de Duesos. En los bordes laterales se aprecian restos de otra decoración. Son incisiones en forma de arco de circunferencia. Hay tres a cada lado, pero no se distribuyen de modo simétrico, ya que las de la derecha están un poco más altas que las de la izquierda. Una de ellas, la inferior del lado izquierdo, conserva dos incisiones con­ céntricas que forman un bocel curvo. Se puede suponer que las demás serían similares. Dos posibles soluciones de continuidad serían:

— Seis circunferencias en torno a discos almohadillados. — Un bocel continuo a cada lado, de forma ondulante.

~ Pero con ellas no se agotan las infinitas posibilidades que se pueden dar. Como vemos, en esta cara se pueden apuntar una serie de hipótesis sobre la ornamentación original, pero sin poder mate­ rializarlo en un dibujo concreto, como en la cara B.

Cara B

Espigón:

Está totalmente fracturado. Tendría un perfil similar al de la cara A.

Registro inferior :

Se encuentra muy afectado por las fracturas, conservando la decoración únicamente en el lado izquierdo y un par de marcas poco definidas en el derecho. Paralelas a los bordes tenemos tres incisiones rectas, que son seguramente parte de un rectángulo que, de modo similar al de la cara A, enmarcaría la decoración de este registro. De ella se conservan, en torno a un disco almohadillado con punto inciso, un bocel en forma de circunferencia y otros dos en forma de arco de circunferencia. Estos últimos parecen inte­ rrumpirse por la fractura. La circularidad de esta figura no es perfecta: el radio vertical es mayor que el .horizontal y las cintas son más delgadas en el lado derecho. Entre estos boceles y los án­ 1 .0 4 4 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ gulos del rectángulo hay unos discos almohadillados. El inferior con punto inciso. Por simetría (15), resultaría lógico que estos motivos se repitie­ sen en la parte derecha, pero caben dos posibilidades:

1) Que los boceles en forma de arco fuesen originariamente dos circunferencias. En este caso, dado que el diámetro horizontal — sería de 32 cms. (el radio es de 16 cms.), aun cuando la figura de la derecha fuese contigua, sólo restarían hasta el borde de la estela 2 cms. Aunque esta distancia podría aumentar ligera­ mente, debido a las irregularidades de la figura, el conjunto quedaría descentrado y no podría inscribirse dentro del rec­ tángulo.

2) Que las figuras de ambos lados se uniesen por un entrelazo. De este modo los centros de las figuras se aproximarían, dejando así suficiente espacio a la derecha. Esto se puede comprobar gráficamente (fig. 6): se traspasa el dibujo a un papel vegetal, marcando los bordes de la estela; se da la vuelta al papel y en la zona que queda en blanco se repite el calco de la figura. Vemos que una vez completada por medio de líneas disconti­ nuas, la lacería resultante sería factible y simétrica. La marca recta encaja perfectamente en el rectángulo y la marca curva queda paralela y próxima al contorno de la figura. También se repetirían los pequeños discos de los ángulos.

Registro superior :

Ambos registros están separados por una incisión horizontal, mutilada por las fracturas del lado derecho. Sobre ella, otra incisión paralela e interrumpida también por las fracturas, que se curva hacia arriba cerca del borde izquierdo. Esta línea se corresponde con las que existen a la misma altura en la cara A y tiene una curvatura similar, lo cual refuerza la posibi­ lidad, antes apuntada, de que el contorno estuviese remarcado por incisiones o boceles.

(15) La simetría es una constante en el arte castreño, así como en las es­ telas romanas de tradición indígena, con los que se relaciona la estela de Duesos, como veremos más adelante. Ademas en el resto de la decoración también se observa esta regla, aunque de modo un poco imperfecto. LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1.045

Sobre esta incisión se desarrolla una lacería en torno a tres circunferencias, que albergan en su interior discos almohadillados con puntos incisos en su centro. El tramo central está un poco desplazado a la derecha del eje de simetría de la estela y los dos laterales están un poco más altos que éste. El haz de cintas se con­ tinúa en el lado izquierdo hacia arriba, dando lugar seguramente a otro tramo de lacería. En la parte derecha, más afectada por las fracturas y el desgaste, se conserva el espacio liso que quedaría entre el bocel de la svástica y la lacería, e incluso un pequeño frag­ mento de cinta. Todo ello conduce a suponer que también en este lado se continuaría la lacería hacia la parte alta. Como vemos, el conjunto de la lacería se curva hacia arriba, adaptándose a la forma de la svástica, por lo que resulta muy probable que adoptase forma de circunferencia, albergándola en su interior (fig. 7). El diámetro total de esta figura sería la suma del de la svástica con su correspondiente bocel, más el doble de la distancia entre éste y la parte externa de la lacería: 75 cms.+ 70 cms.= 145 cms. Esta sería la anchura de la estela, mientras que la altura total sería el resultado de sumarle a ese diámetro la distancia entre la lacería y la base de la estela: 145 cms.+ 81,5 cms. = 226,5 cms. Estas dimensiones pueden parecer desmesuradas, pero existen ejemplos similares e incluso superiores: la altura de las estelas de Vigo estudiadas por Dolores Juliá oscila entre 200 y 240 cms. (16), y la estela de Zurita tiene un diámetro de 200 cms. (17). Si se acepta la hipótesis de una lacería circular, la forma ñus lógica para el registro superior sería la discoidea, mientras que el inferior cumpliría la función de vástago, lo cual explicaría su- ma­ yor grosor. En este caso la incisión que recorrería el contorno sería una circunferencia, con lo cual el diámetro aumentaría en 12 cms. Los tres huecos rectangulares afectan a la lacería en su parte central. Sobre ella se ve la parte inferior de una svástica múltiple, dextrógira y de radios curvos. Está rodeada por un bocel liso y en su centro se aprecia una incisión curva que podría pertenecer a un círculo interior concéntrico, del que partirían los radios. Existen

(16) Julia , Dolores: Etude èpigraphique et iconographique des esteles fu­ néraires de Vigo, Madrid-Heidelberg, 1971; p. 19. (17) Calderón y G. d e R u e d a , F.: “Aportación al estudio de las estelas de la provincia de Santander”. REVISTA DE SANTANDER (separata). Santan­ der, 1934; p. 10. 1 .0 4 6 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

ejemplos de estelas en que se da este caso (18). Los radios curvos están saltados en algunas partes y en la esquina superior tiene una pequeña fractura. En la reconstrucción ideal que acompaña a este artículo (fig. 7) se puede advertir que las líneas que proponemos, en algún caso, no enlazan perfectamente con las conocidas. No es extraño que suce­ da así, puesto que la reconstrucción se basa en equidistancias, mó­ dulos y diámetros homogéneos, mientras que en el fragmento de estela conservado la ornamentación es imperfecta y sus tramos son heterogéneos y asimétricos: están a diferentes alturas, tienen diá­ metros distintos y sus curvaturas son imperfectas. Sin embargo, bastarían ligeras modificaciones para que el encaje fuese perfecto.

L as caras laterales o cantos

Aunque son similares entre sí, la de la derecha (b) se conserva más completa y perfecta: lacería sencilla formada por dos incisio­ nes ondulantes que se entrecruzan y se unen en los extremos. Llevan un punto inciso en el interior de cada lazo. Está inscrita en un rectángulo inciso cuyos lados verticales se continúan hacia abajo, cruzándose perpendicularmente con tres líneas horizontales, lo cual genera un reticulado. El izquierdo (a) sólo conserva parte del rectángulo, al que le falta el lado superior y su lacería está incompleta, pues su sexto lazo no está cerrado. Todo ello se debe a que la parte superior ha sido retallada. Además, tanto la lacería como el rectángulo están ligeramente curvados hacia la derecha, lo cual denota cierta impe­ ricia en la talla.

RELACION CON LAS ESTELAS ROMANAS DE TRADICION INDIGENA

Este grupo de estelas se distribuye por una amplia zona del Norte y del Noroeste de la Península Ibérica, dentro de lo que fueron en época romana los conventus Caesaraugustanus, Clunien- sis, Asturicensis, Lucensis y Bracaraugustanus.

(18) G arcía y Bellido, A.: Esculturas romanas de España y Portugal. Ma­ drid, 1949; estela núm. 343, Clunia. También hay ejemplos en Orense, Soria y Lara de los Infantes. LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1.047

Revisando las descripciones y tipologías que dan los diferentes autores que se ocupan de su estudio, podemos extrapolar algunos rasgos característicos de estas estelas (19):

— La forma predominante es la prismática, aunque también se dan ejemplos de discoideas sobre vástago. — Están concebidas para ser hincadas en la tierra y algunas con­ servan el espigón. — Se dividen en registros, en los que se distribuye la decoración. — Un rasgo fundamental es que la cabecera se reserva, general­ mente, para uno o más motivos astrales, que con frecuencia van inscritos en círculos. El más repetido es la svástica múlti­ ple de radios curvos. — Es frecuente que aparezcan cercanas a iglesias y capillas, reapro- vechadas en su fábrica, o en la de cualquier otra construcción.

Como vemos, todas estas características, a excepción de la pri­ mera, que no se puede determinar con exactitud, coinciden con las de la estela de Duesos. La mayoría de los autores que estudian estas piezas reconocen en ellas una tradición indígena (20). Marco Simón, por ejemplo, basa esta opinión en los siguientes argumentos:

— El área en que aparecen sufrió una romanización menor que el Este y el Sur de la Península Ibérica. — La antroponimia refuerza la raigambre indígena.

(19) Además de las obras ya citadas hemos consultado las siguientes: A cuña Castroviejo , F.: “Notas sobre la morfología y la decoración en las aras y estelas de Galicia en época romana”. STUDIA ARCHEOLOGICA, núm. 32. Valladolid, 1974; págs. 17 y ss. Cardozo , M .: Catálogo do Museu de Arqueología da Sociedade Martins Sar­ mentó; secgdo de epigrafía latina e de escultura antiga. Guimaraes, 1972. Frankowski , E .: Estelas discoideas de la Península Ibérica. Madrid, 1920. Iglesias Gil, J.M .: Epigrafía cántabra. Estereometría. Decoración. Ono­ mástica. Santander, 1976. Inscripciones Romanas de Galicia: CUADERNOS DE ESTUDIOS GALLL- GOS. Santiago de Compostela. (20) Marco Simon, F .: “Las estelas...”; págs. 6 92. A basolo A lvarez , J.A .: Op. cit.; p. 5. García y B ellido, A.: Op. cit.; p. 321. Navascues , J. M.a: Op. cit,.; págs. 160 y 163. 1.048 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

— Los motivos ornamentales, para los cuales no hay que buscar un origen alóctono, pues son frecuentes en la simbología indí­ gena (21).

Podemos añadir que es frecuente que aparezcan cerca de anti­ guos asentamientos indígenas, como la de Duesos (22).

RELACION CON DOS ESTELAS ASTURIANAS

Se trata de las estelas de Valduno y de Castiello, cuyas inscrip­ ciones en latín testimonian su carácter romano, lo cual refuerza la relación de la de Duesos con el grupo anterior. Ambas presentan motivos de lacería similares a los de Duesos, pero en el caso de Castiello el parecido es mayor, tanto por la decoración como por la técnica empleada. Su historia también re­ cuerda a la de Duesos, pues la de Castiello apareció cerca de un castro y reaprovechada, y la de Valduno cercana a una iglesia. Los antropónimos de las inscripciones son indígenas y los auto­ res les dan una cronología temprana (23). Los motivos de lacería se encuentran raras veces en las estelas romanas de la Península Ibérica.

RELACION CON LAS ESTELAS DECORADAS POR LAS DOS CARAS

Las estelas decoradas por ambas caras son muy escasas. Marco Simón cita nueve en la zona que estudió (24), y nosotros no hemos encontrado más ejemplos en el resto de los conventus arriba cita­ dos. De esas nueve, dos son fragmentos que no permiten conocer todas sus características, por lo que las excluiremos de las consi­ deraciones que a continuación se hacen. Trabajaremos, por tanto, sobre las siete restantes, que son las siguientes (la numeración co­ rresponde al Inventario de Materiales de Marco Simón):

(21) M arco Simón, F.: “Las estelas...; págs. 92-94. (22) Abasolo A lvarez. J.A.: Op. cit.; págs. 15 y 19. J u l i a , Dolores: Op. cit.; p. 5. (23) H ü b n e r , E .: Corpus Inscriptionum Latinarum, Vol. II, Suplementum. Berlín, 1892; p. 923, pieza núm. 5.750 (Castiello). La sitúa en el siglo I d.J.C. Jordá Cerdá, F.: “La cultura de los castros y la tardía romanización de Asturias”. Coloquio Internacional sobre el Bimilenario de Lugo. Lugo, 1977; p. 33. Sitúa ambas piezas en la segunda parte del siglo I d.J.C. (24) Marco Simón, F .: Tipología...; págs. 20 y 21. Fig. 1: La estela, tal como apareció, ante el umbral de la puerta de la sacristía.

Fig. 2: Fotografía de las obras de ampliación de la sa­ cristía. La flechp señala el posible espigón. Fig. 3: Detalle del levantamiento, en el que se aprecia la capa de cemento. Figura 4 : Cara A Figura 4 : Cara B Figura 4 : Cara a Figura 4 : Cara b Figura 5 : Cara A Figura 5 : Cara B Figura 5

Cara b Cara a

Zona fragmentada o------retallada. Figura 6 Figura 7 LA ESTELA DE DUESOS, CARAVIA 1.049

— Cantabria: Barros (C-3), Lombera (C-9), Lombera (C-10) y Zu­ rita (C-73). — Vizcaya: Meñaca (V-10). — Soria: Borobia (SO-6). — Burgos : Clunia (B-10).

Sus características son las siguientes:

— Todas ellas son anepigráficas. — Todas, excepto la de Soria, son discoideas. Incluso en Borobia hay una estela muy similar a la mencionada que sí es discoi­ dea (la SO-5). — Atendiendo al repertorio iconográfico resultan dos grupos:

Motivos geométricos :

- Cuatro de ellas coinciden en un motivo muy peculiar y poco frecuente, consistente en una serie de circunferencias concéntri­ cas en torno a un dibujo formado por varias medias lunas ins­ critas en un círculo. Son las de Barros, Lombera (C-9 y C-10) y Zurita. - La de Meñaca resulta muy similar a las anteriores: circunfe­ rencias concéntricas, de las cuales la más externa presenta un denticulado como en Barros y Zurita, y además tiene svásticas como las dos de Lombera.

Motivos bélicos o cinegéticos :

- Son las estelas de Borobia, Clunia y una cara de la de Zurita, que tienen un repertorio similar, formado por guerreros con caetras, caballos y otros animales.

Pero entre estos grupos se pueden establecer los siguientes ne­ xos de unión:

— La estela de Zurita ostenta en una de sus caras decoración geo­ métrica y en su reverso una escena bélica del segundo tipo. — Las estelas de Clunia y de Lombera (C-9) coinciden en tener una orla circular formada por serpentiformes. 1 .0 5 0 ALBERTO FERNANDEZ, SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

Se trata por tanto de un grupo de estelas que tienen una fuerte relación entre sí. A su vez se puede establecer una relación entre éstas y la de Duesos, por coincidir con ella en las siguientes carac­ terísticas: '

— Todas ellas están decoradas por ambas caras como la de Duesos. — Todas ellas son anepigráficas. — Repertorio ornamental similar: cinco con circunferencias con­ céntricas, tres con svásticas y dos con serpentiformes. — Además, como vimos anteriormente, cabe la posibilidad de que la de Duesos fuese discoidea como seis de ellas.

Aunque estas estelas aparecen frecuentemente en estudios de epigrafía romana, no hay en ellas ningún indicio de romanización, como podría ser, por ejemplo, las inscripciones. En realidad po­ demos hablar de una mayor antigüedad e indigenismo, basándose en los siguientes hechos:

— Varios autores opinan que las estelas gigantes de Cantabria son indígenas (25). — Marco Simón sitúa las cántabras y la de Meñaca entre los si­ glos II al I a.J.C. y la de Clunia en el siglo II o principios del I a.J.C. (26). — La iconografía del segundo grupo es indicativa, para algunos autores, de su carácter indígena (27). — En Clunia se encontraron dos piezas .similares a la que está de­ corada por ambas caras, que tienen inscripciones en caracteres ibéricos (B-12 y B-13). Una de ellas, según M aluquer de Motes, sería de finales del siglo II o de principios del I a.J.C. (28). — En Borobia apareció una estela, similar a la citada, con antro- ponimia indígena (SO-7).

(25) C a ld e r ó n y G. d e R u ed a, F.: “La estela gigante de Zurita” ALTA- MIRA, núms. 2 y 3. Santander, 1946; p. 118. Ca r ba llo , J . : O p. cit.; p. 6. (26) M arco S im ó n , F.: “Las estelas...”; p . 90. (27) C a ld e r ó n y G. de Rueda, F.: “La estela...”; págs. 111 y 112. G a r c ía y B e ll i d o , A.: Op. cit.; págs. 326, 327 y 370. G o n zá lez E c h e g a r a y : Op, cit.; p. 70. (28) M a l u q u e r de M o t e s , J . : Epigrafía prelatina de la Península Ibérica. Barcelona, 1968; p. 67. s6.7‘.'X IY: . * LA ESTELA DE DUESOS, CARA VIA . 1.051

RELACION CON EL REPERTORIO ¿ AL'" ORNAMENTAL CASTREÑO

Para M. Cardozo el arte ornamental castreño es «bien típico y homogéneo en sus aspectos, por diversos que sean los materiales empleados (piedra, cerámica o metales)» (29). Pues bien, en todas estas facetas del arte castreño se pueden encontrar motivos deco­ rativos similares o idénticos a los de la estela de Duesos. A conti­ nuación damos una relación de algunos de los que hemos podido constatar:

— Laceria se n c il l a

- Piedra: Es muy frecuente. Castros de Santa Tecla y de Monte Redondo. Este último con puntos incisos en el interior de cada lazo. - Orfebrería : Muy frecuente. Torques del castro de Masma y frag­ mento de diadema de Ribadeo, ambas con puntosr incisos. - Cerámica: Frecuente. Castro de Vigo, con puntos incisos. - Metal: Placas de bronce de la Citania de Briteiros y del Castro de Sabroso. .

Esta misma lacería también aparece formando una circunferen­ cia como la que rodearía a la svástica de la estela de Duesos: tor­ de Langreo y torques de Lebuçâo.

— Laceria compleja

Nos referimos al tipo de lacería que se desarrolla en la cara A.

- Piedra: Frecuente. Castro de Santa Tecla y puerta dé habitación de Cividade de Ancora. - Orfebrería: Diadema de Ribadeo, con puntos incisos en los es­ pacios internos, como en la estela. - Cerámica: Castro de Coaña.

(29) Ca r d o zo , M.: “Algunas observaciones sobre el arte ornamental del ‘ Noroeste de la Península Ibérica”. IV Congreso de Arqueología del Sureste Español, Elche, 1948 (separata). Cartagena, 1949; p. 345. 1 .0 5 2 " ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

— SVASTICAS ’

- Piedra: Frecuente. Castro de Santa Tecla y Museo de Martins Sarmentó. - Orfebrería: Torques de Santa Tecla y torques de Tourem. En realidad se trata más bien de trisqueles.

— Circunferencias concéntricas

Aunque no quede claro que las del registro inferior de la cara B lo sean, se aprecia el gusto por este motivo y sus variaciones.

- Piedra: Santa Tecla. - Orfebrería: Torques de Foxados. - Cerámica: «Picu l'Castro», en Caravia. - Metal: Fíbulas del «Picu l'Castro».

— Discos CON PUNTO INCISO

Son también muy frecuentes y en algunos casos adoptan una disposición similar a la del registro inferior de la cara B, o sea, ocupando las cuatro esquinas en torno a circunferencias concén­ tricas. De este modo podemos verlos en los siguientes ejemplos:

- Orfebrería: Casco de oro de Leiro y Lúnula de Chao de La­ mas (30). - Metal: Fragmento de arreos de caballo del Museo Arqueológico de Oviedo, procedente del Castro de San Chuis.

— S e r p ie n t e s

- Piedra: Castro de Troña. En otra peña cercana se encontró un grabado solar.

(30) Ca bré A g u il o , J.: “El tesoro de Chgo de Lamas, Miranda do Corvo, Portugal”. ACTAS Y MEMORIAS DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE AN­ TROPOLOGIA, ETNOGRAFIA Y PREHISTORIA, T. VI, Memoria LXIII. Ma­ drid, 1927; objeto núm, 4. LA ESTELA DE DUESOS, CARA VIA 1 .0 5 3

- Cerámica: Santa Tecla. - Orfebrería: Lúnula de Chao de Lamas (31).

En algunos de estos castros se comprueba la existencia de le­ yendas sobre serpientes (32).

CONSIDERACIONES FINALES Y CONCLUSION

Vemos, por tanto, que la estela de Duesos se relaciona, en pri­ mer lugar, con el grupo de estelas romanas, pero no podemos olvidar que éstas mantienen unas tradiciones indígenas y que son esos rasgos precisamente los más similares a los de nuestra estela. La relación con las estelas asturianas de Valduno y Castiello es más directa y nos hace pensar en una cronología más temprana y en un menor grado de romanización. Las similitudes que existen con las decoradas por ambas caras son importantes y refuerzan su carácter indígena, aumentando la posibilidad de una cronología anterior a Jesucristo. A nuestro juicio, la relación con el arte castreño es la más des­ tacada, si tenemos en cuenta los siguientes hechos:

— Identidad total con el repertorio ornamental. — Coincidencia en la técnica empleada. — Aparición en una zona de asentamientos castreños y concreta­ mente cerca de uno, el del «Picu l'Castro», que según Aurelio de Llano no fue romanizado (33), lo cual concuerda con la afir­ mación de J.L. Maya de que se extinguió entre finales del siglo II y principios del I a.J.C. (34). Hemos visto además que entre los materiales extraídos de este castro existen ejemplos de de­ coración similar a la de la estela.

(31) C a bré A g u il o , J .: Op. cit.', objeto núm. 3. (32) L ó pez Cu e v il l a s , F. y B o uza B r e y , F .: Op. cit.; p. 136. L ó pez Cu s v il l a s , F. y P er ic o t G a r c ía , L . : “Excavaciones en la citania de Troña”. MEMORIAS DE LA JUNTA SUPERIOR DE EXCAVACIONES Y AN­ TIGÜEDADES, Vol. 115. Madrid, 1931; p. 11. (33) Llano Roza d e Ampudia, Aurelio de: Op. cit.; p. 48. (34) M aya G o n z á l e z , J.L.: “La cultura castreña asturiana” Indigenismo y romanización en el conventus Asturum. Oviedo, 1983; p. 43. 1 .0 5 4 ALBERTO FERNANDEZ SUAREZ Y ALEJANDRO MIYARES FERNANDEZ

Por lo tanto, esa fuerte relación con el arte indígena y en espe­ cial con el castreño, junto con el hecho de que la pieza sea anepi­ gráfica y de que carezca de cualquier otro indicio de romanización, nos permiter concluir- que puede tratarse de una estela castreña prerromana. Ello explicaría, por ejemplo, la aparición de lacería en las estelas de Valduno y de Castiello, sin necesidad de recurrir a préstamos alóctonos. JOVELLANOS. LA ENSEÑANZA Y LAS ACADEMIAS*

POR

FERNANDO MUÑOZ FERRER**

Desde que finalizó el III Congreso Nacional de Academias de Medicina y donde se tuvo el acierto de designar a esta capital co­ mo sede del próximo Congreso, en nuestro pensamiento estaba rendir cálido homenaje a sus miembros activos —participantes de nuestro Congreso— y a esta bella provincia española. Por todo ello, pensamos durante mucho tiempo cuál sería su mejor homenaje; y creo que había razones de peso para escoger la figura insigne de este asturiano de pro que fue don Gaspar Mel­ chor de Jovellanos. De todas formas, constituye un atrevimiento por mi parte hablar de tan importante figura en su tierra natal y, mucho más, en el seno de la Real Academia de Medicina, cono­ cedora profunda de toda obra fundamental. Pero existía otra causa importante, cual era la vinculación de don Gaspar con mi tierra, pues no hay que olvidar que entre los diputados doceañistas —co­ mo así se les ha denominado— figuraba Jovellanos, y es en el frontispicio de la iglesia de San Felipe Neri de Cádiz donde, entre las placas dedicadas a esa efeméride, figura la de los diputados asturianos.

* Comunicación al IV Congreso Nacional de Reales Academias de Medicina. Oviedo, 1-4 de octubre de 1987. ** Presidente de la Real Academia de Medicina de Cádiz. 1.0 5 6 FERNANDO MUÑOZ FERRER

Otra razón poderosa era, y este es el fundamento de nuestro trabajo, conocer que don Gaspar había realizado una gran labor como miembro de la Junta Central para la Comisión de Instruc­ ción Pública, y estas bases alcanzaron tal importancia que el Rey ordenó tenerlo en cuenta para promulgar el Plan General de Es­ tudios. Finalmente, al tratarse en este Congreso del futuro de las Aca­ demias no podíamos olvidar que dicho plan se ocupaba ya, en aquellas fechas —1809—, del desarrollo de las mismas, como más tarde veremos. Pasamos a comentar, aunque sea brevemente, este inmenso tra­ bajo que se titulaba »Bases para la formación de un Plan General de Instrucción Pública». Es curioso señalar que, como siempre, los españoles de gran formación cultural y categoría se han esforzado y preocupado de la formación de los jóvenes y del prestigio de su patria. Es de total actualidad comentar estos hechos en el momento en que las olas de pasiones y los revuelos estudiantiles nos dicen que hay algo que no marcha en la educación de la juventud. Siempre estamos inven­ tando lo que otros hicieron con conocimiento, cuando sería más fácil tomar aquello que de bueno hicieron los demás, actualizarlo, mejorarlo y encauzarlo en nuestros días. Pero es cierto que predo­ mina nuestro egoísmo y nuestra presunción sobre lo que nos con­ viene y así, desgraciadamente, se marchitan nuestras instituciones. Al igual que el cambio y la caída del monarca hicieron olvidar estas maravillosas bases, vemos en nuestros días cómo se olvidan cosas útiles y se crean otras nuevas que no dicen nada ni mejoran lo existente. Me ha parecido oportuno traer a vuestra consideración este trabajo, ya que las Academias tienen sobre sus espaldas la organi­ zación y el asesoramiento a nuestra superioridad de aquellas ense­ ñanzas que deben ser controladas y mejoradas por ellas y, además, porque en este momento crucial de nuestra historia no hay duda que está en el candelero la reforma de la enseñanza, contrastada por una repulsa general de la misma o, mejor dicho, a su forma, para ser más explícitos. Es hora que las Academias participen y que nos preocupemos más para intervenir directamente en estas reformas que nos atañen a todos y, sobre todo, al bienestar de nues­ tro país. Se atribuyen nuestros contemporáneos ideas y actitudes que ya estuvieron propugnadas por anteriores estudiosos y a las que sólo JOVELLANOS. LA ENSEÑANZA Y LAS ACADEMIAS 1.057 añadiría yo, actualidad, pero que de ninguna forma podemos desestimar. Pasamos directamente a comentar el contenido del maravilloso trabajo de Jovellanos pero, por razones de espacio y tiempo, no podemos hacer un estudio exhaustivo del mismo y hemos decidido refundir los asuntos de mayor importancia. En primer lugar, hace una descripción de intenciones y dice textualmente: «Se propondrá como último fin de sus trabajos, aquella plenitud de instrucción que pueda habilitar a los individuos del Estado, de cualquiera clase y profesión que sean, para adquirir su felicidad personal y concurrir al bien y prosperidad de la nación en el mayor grado posible ». Estas son sus palabras, pero no se limita a esta proclamación de intenciones solamente sino que insiste: «Mirando a su fin, la considerará cifrada en la perfección de las facultades físicas, inte­ lectuales y morales de los ciudadanos, hasta donde puedan ser alcanzadas». Pasa después a hablarnos de la educación privada y pública e insiste en la perfección de la misma, pues al no estar sometida al gobierno, será también perfeccionada ya que este fin será el futuro del individuo, de la sociedad y, al final, del Estado. Es curioso ver cómo dedica un capítulo importante a la educa­ ción del ciudadano cuyos fines son «mejorar la fuerza, la agilidad y la destreza de los mismos». Este desarrollo físico conduciría a disminuir los vicios y los malos hábitos que haya podido contraer el individuo en su anterior educación. Detalla los ejercicios que deben realizar: andar, correr, trepar, mover, levantar y arrojar cuerpos pesados, forcejear, luchar, etc. También se ocuparán de perfeccionar los sentidos de la vista, oído —hacer ejercicios para reconocer ruidos a distintas distancias—, ejercitar el sabor, el olor, el tacto; todo ello mirando al porvenir de los alumnos. Detalla, asimismo, la capacidad de los profesores y las medidas que han de seguir en la enseñanza. Por otro lado, insiste en que ningún ciudadano puede prescindir de esta formación, ya que de ella dependerá la facilidad del Estado y ahonda, aún más, especificando que nadie debe estar excluido de esta preparación, interviniendo en ella el mayor número posi­ ble de individuos. Deberán, asimismo, conocer el manejo de las armas útiles: es­ pada, sable, cuchillo, lanza, chuzo, etc., y todas las que puedan contribuir a la defensa general de los pueblos y de la patria; pero sin olvidar que en esta preparación debe incluirse la formación 1.058 FERNANDO MUÑOZ FERRER

ética y moral, debiendo los individuos mantenerse en forma, ha­ ciéndose para ello concursos y ejercicios, competiciones públicas (tiro al blanco en los pueblos, etc.) y privadas durante todo el tiempo de la formación y después de ella (nos recuerda el régimen suizo). En el capítulo dedicado a la Educación Literaria hace una di­ visión en dos facetas: en la primera, se describen los métodos ne­ cesarios para alcanzar los conocimientos; y en la segunda, los principos de determinadas ciencias que abarquen estos conocimien­ tos. La primera parte incluye a todos los ciudadanos y hay que garantizarla totalmente; la segunda estaría destinada a aquellos que se distingan y estén capacitados para ello. En las primeras letras se enseñará el arte de leer y escribir, la buena pronunciación, la buena ortografía. Al mismo tiempo se de­ be enseñar una formación moral a los alumnos, haciendo que los libros de texto tengan un contenido adecuado para su edad y cono­ cimientos, en relación con la capacidad de compresión del alumno. La Aritmética será imprescindible en estos estudios para el desarrollo de las ciencias. Respecto a la Lengua castellana, el hablar se aprende en la niñez pero tendrá que ser perfeccionado con una gramática; el arte de hablar constituye la retórica y la poesía nos deleita con lenguaje figurado y nos instruye; la dialéctica facilita la ordenación de las ideas a expensas del discurso para llegar, finalmente, a la convicción. Ya decía Jovellanos que la primera formación y educación per­ tenece a las madres pero la instrucción de los individuos debe estar comprendida en los programas de educación de la Instruc­ ción Pública. Por ello y por medio de los grandes humanistas se purifica y se difunde el conocimiento llegando a las buenas letras, el buen gusto y la sabia crítica, para así llegar a la belleza. Después de todas estas consideraciones ordena a la Junta «Que siendo la lengua nativa el instrumento natural para la enunciación de las propias ideas y para la perfección de las ajenas, en ninguna otra lengua podrán los maestros exponer más clara y distintamente su doctrina y en ninguna la podrán interpretar mejor sus alum­ nos». ¡Cuántos comentarios podríamos hacer a este párrafo! Se extiende en otras consideraciones importantes como son, que todos los pueblos empleen su propia lengua, que el intercambio por la lengua castellana es perfecto, que aunque sea necesario el conocimiento de otras lenguas para ciertos estudios los demás se entenderán mejor en la nuestra y, por último, que debemos tradu­ cir y pasar a nuestra lengua todas aquellas publicaciones de ver­ JOVELLANOS. LA ENSEÑANZA Y LAS ACADEMIAS 1.0 5 9 dadero interés, lo cual constituye una buena selección de las obras de más valor, Aconseja, asimismo, el estudio de la lengua latina para llegar al conocimiento de la antigua elegancia y sabiduría, aunque esta enseñanza estará dosificada según el camino que el alumno vaya a seguir en el futuro. Por el contrario, los estudiosos que se vayan a dedicar exclusivamente a ello deberán estudiar la lengua más a fondo. El griego y el hebreo no deben encontrarse en las enseñanzas generales pero serán imprescindibles para ciertos estudios. Insiste en el estudio de las lenguas modernas (inglés, italiano, francés) para ciertas profesiones y las recomienda como muy úti­ les para el porvenir. Nos llama la atención que olvide el alemán entre ellas. Con respecto a las Ciencias, las divide en dos partes: el arte de pensar y el arte de calcular. Para ellas, aconseja un pequeño nú­ mero de universidades pero bien distribuidas por el país, bien dotadas y sabiamente instituidas. Es precisamente la Junta la que debe decir el número de universidades en España así como debe encargarse de la construcción de institutos públicos en las capita­ les de provincia para las Ciencias exactas y naturales. Con respecto a la filosofía especulativa, ésta continuaba por la lógica que constituía el verdadero arte de pensar. Indicaba que el comienzo se hiciese por el estudio de la Ontología que nos llevaría a conocer la causa primera y normal, objeto de la Teología natu­ ral; el estudio de la religión, profundizada por el estudio de la doctrina de nuestro Salvador, junto a la moral social, pública y privada, base de la legislación y de la jurisprudencia, de la econo­ mía pública y de la política y, fundamentalmente, la ética, con ejemplos de virtudes sociales y morales. También se ocupó de la filosofía práctica, que abarca matemá­ ticas puras, física, álgebra y cálculo integral; del dibujo natural científico y de la geometría práctica. Propone la multiplicación de los institutos en las provincias, con objeto de proporcionar una educación sabia y liberal para ele­ var, así, la categoría de los ciudadanos, contribuyendo, de este modo, a la de la patria. Su objetivo fue la formación de individuos que hicieran surgir en la nación la piedad, la justicia y el orden público, y ocupar dignamente los cargos de la Magistratura, Iglesia y Foro. 1.060 FERNANDO MUÑOZ FERRER

Habla también de los colegios profesionales, bajo la tutela del Gobierno. Como ejemplos de estas instituciones están los Reales Colegios de Guardiamarinas, Artillería, Infantería, etc. Detalla, asimismo, la formación de las niñas para que den ma­ dres virtuosas y buenas y de las enseñanzas de la Iglesia. Cree que la enseñanza debe ser gratuita en los seminarios y colegios y en los sitios donde exista una Universidad deben participar las figu­ ras más relevantes dentro de la educación. Propone la unidad de las escuelas y de las universidades en toda la nación. Los profesores gozarán de la libertad de enseñar, siempre que sus ideas no se opongan a la religión moral y al orden público. Los tratados de enseñanza serán breves y claros, impar­ tiéndose en lengua castellana, a la que se adaptarán todos los me­ dios educativos, debiéndose convocar certámenes y premios para los alumnos más aventajados. Pero, para mejor extender las ciencias y la literatura, éstas se harán en las Academias, destinadas a cultivar, a estudiar y a aplicar sus doctrinas, aprovechando todos los medios que el gobierno les proporcione a este fin. Estas Academias se dividirán en cuatro grupos: Academias de Humanidades, donde se estudiará la lengua castellana, la historia y la geografía; Academias para Universidades, donde se estudiarán el latín y el griego y academias para todas las especialidades que abarca la filosofía especulativa; Academias para la filosofía prác­ tica; y, además de las Academias provinciales, se harán Academias generales en la capital del reino que podrán ayudar al gobierno con su consejo para mejorar la enseñanza general. También alude a las sociedades patrióticas; la creación de bi­ bliotecas públicas, bien dotadas en todos los aspectos; la creación de Museos y Gabinetes de Historia Natural; a la multiplicación de las imprentas para la difusión de la cultura; a la creación de pe­ riódicos con libertad de opinión, ya que escribir e imprimir son indispensables para la difusión de la cultura y el progreso de las ciencias. También cree que debe prodigarse la creación de teatros para cultivar a las gentes. Finalmente, piensa que debe crearse un Tri­ bunal o Consejo Superior de Instrucción Pública del Supremo de España e Indias.

Sevilla, 16 de noviembre de 1809. JOVELLANOS. LA ENSEÑANZA Y LAS ACADEMIAS 1.061

Por supuesto, este magnífico proyecto no llegó a realizarse por la caída del Gobierno. Una vez más la insensatez política condena­ ba una obra excelente por ambiciones absurdas. Por último, teminaría contando una anécdota que me sucedió en el curso de una conversación con un viejo cubano, profesor de Universidad hace muchos años. Comentábamos la situación, y yo me quejaba de las cacicadas oficiales y cómo no comprendía que ciertas cosas pudieran suceder, pues eran inconvenientes para to­ dos los españoles y las leyes iban en contra de ellas. El viejo profesor me dijo certeramente: «En mi país no tene­ mos más leyes que las vuestras; la diferencia estriba en que allí las cumplimos». ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL

TECNICAS DE EXPRESION E IDENTIFICACION CRONOLOGICA

POR

MAGIN BERENGUER ALONSO

Organizado por el Departamento de Arte Prehistórico del Museo del Hombre de París, y bajo la dirección del Profesor Denis Vialou, tuvo lugar en 1985 el Seminario Internacional de «Representaciones Prehistóricas», al que fue invitado el Miembro de Número de este Insti­ tuto don Magín Berenguer Alonso. Su aportación en idioma francés, fue publi­ cada en el T. 90, número 4, de 1986, en la Re­ vista «L’Anthropologie». Dado el interés del trabajo se estimó conve­ niente darlo a conocer en el Boletín del I.D.E.A. en su versión española.

Circunstancias personales no me han permitido elaborar con la suficiente calma el presente trabajo. Por ello lo que a continuación expongo lo hago a título de un mero esquema hipotético, sin pre­ tensiones teorizantes. Cuando el hombre implanta en la superficie rocosa de abrigos y cavernas las fórmulas expresivas de su arte y creencias, lo .hace 1.064 MAGIN BERENGUER ALONSO tras una previa y larga experiencia cuyos vestigios nos son desco­ nocidos. Y lo estimo así, porque las primeras muestras de esas manifestaciones artísticas parietales llegan hasta nosotros con cla­ ras muestras de haber alcanzado ya representatividad cultual y práctica técnica. Esas iniciales muestras paleolíticas advienen a nuestro conoci­ miento a través de los grabados de la Ferrassie, Cellier, Belcayre, Castenet, Blanchard des Roches, Souguett, Laussel, etc., con una gran mayoría de representaciones vulvares en su repertorio. Con­ viene recordar que fueron grabadas sobre bloques de piedra en su día desprendidos de las bóvedas o de las paredes, y rescatados en niveles auriñacienses y que, aunque su rescate haya sido en tal da- tación, no podemos desdeñar la posibilidad de que el grabado haya sido realizado antes de la fractura, para sedimentar, después de ella, en el nivel conocido. La técnica es de surco profundo y ancho, en algún caso cercano al bajorrelieve. Probablemente, con simultaneidad a la fijación de estas repre­ sentaciones signíferas de surco ancho y profundo realizadas en abrigos o en las entradas de las grutas, se llevan a cabo, en «san­ tuarios» más o menos profundos, las ejecutadas con pintura de color rojo. Si menciono la probable contemporeneidad de la ejecución por ambos sistemas, lo hago porque sus fórmulas de representación gráfica son semejantes y, en consecuencia, si en su apariencia físi­ ca lo son, lo han de ser también en su filosofía temporal. Incluidas pues en el arte parietal paleolítico las representaciones simbólico- abstractas —que el profesor Jordá Cerdá denominó acertadamente ideomorfos — en su técnica pictórica, hemos de hacer referencia a las que por tal medio quedan recogidas en la cueva «Tito Bustillo» (Asturias), entre las que se hallan las vulvares de forma oval (fig. 1), a las que el profesor Beltrán Martínez destacó como las más com­ pletas y naturalistas, resaltando su paralelismo con las figuras en bloques grabados con datas del auriñaciense1. El profesor Jordá admite también que los signos vulvares de esta cueva, un escaleri- forme en rojo y los laciformes, son del primer ciclo auriñaciense. La «Cueva de Llonín» (Asturias) nos da, asimismo, un amplísi­ mo repertorio de pinturas abstractas en color rojo (fig. 2) que, en su momento, hemos hermanado con las pinturas de la «Cueva de

! ) B e l t r a n M a r t ín e z , Antonio: “Las vulvas y otros signos rojos de la cueva ’Tito Bustillo’”. Actas del Symposium internacional de Arte Prehistórico. Santander, 1972. Fig. 1.—Tito Bustillo: vulvas pintadas en rojo (según M. Berenguer).

' i

Fig. 2.—Llonín: conjunto de pinturas ideomórficas en color rojo (según M. Berenguer).

Fig. 3.—M altravieso: signo pintado en co­ lor rojo (según M. Berenguer). Fig. 5.—Hornos de la Peña: grabado de Fig. 4.—Chufin: grabados en incisión pro­ caballo en incisión profunda y funda y continua, representando continua (dibujo de M. Berenguer, cabras (dibujo de M. Berenguer, sobre foto de J. Vertut, en “Pre­ sobre foto de M. Almagro Bach). historia del arte occidental”, París, 1965).

Fig. 7.—Les Combarelles: posibles figuras femeninas grabadas en incisión Fig. 6.—Chufín: figuras pintadas en color profunda y continua (dibujo de rojo (dibujo de M. Berenguer, so­ M. Berenguer, sobre foto de J. bre foto de M. Almagro Bach). Vertut, op. cit.). Fig. 10.—Pair-Non-Pair: grabado represen­ Fig. 8.—Gargas: grabado en incisión pro­ tando un caballo (dibujo de M. funda y continua, representando Berenguer, sobre foto de J. Ver­ una cabra (dibujo de M. Beren­ tut, op. cit.). guer, sobre foto de J. Vertut, op. cit.).

Fig. 9.—La Pasiega: caballo pintado en Fig. 11.—La Pileta: pintura representan­ rojo (según M. Berenguer). do un caballo (dibujo de M. Be­ renguer, sobre foto de J. Vertut, op. cit.). Fig. 12.—La Pileta: pintura representan­ Fig. 13.—Isturiz: pintura representando do una vaca (dibujo de M. Be­ un caballo (dibujo de M. Beren­ renguer, sobre foto de J. Vertut, guer, sobre foto de J. Vertut, op. cit.). op. cit.).

Fig. 14.—Santimamiñe: Pintura represen­ tando un caballo (dibujo de M. Berenguer, sobre foto de J. Ver­ Fig. 15.—Llonín: grabado representando tut, op. cit.). una cabra (según M. Berenguer). Fig. 16.—Llonín: grabado representando un ciervo (según M. Berenguer).

Fig. 17.—Llonín: grabado representando una cabra (según M. Berenguer).

Fig. 18.—El Buxu: grabado representando un caballo (según M. Berenguer).

Fig. 19.—Tito Bustillo: grabado represen­ tando dos cabezas de caballo (se­ gún M. Berenguer). Fig. 22.—La Peña de S. Román de Canda- mo: caballo pintado en línea ne­ gra (según M. Berenguer).

Fig. 20.—Gargas: grabado representando una cabra (dibujo de M. Beren*- guer, sobre foto de J. Vertut, Fig. 23.—El Castillo: cabeza de cierva gra­ op. cit.). bada sobre un omóplato de caba­ llo (según M. Berenguer).

Fig. 21.—Las Monedas: reno pintado en Fig. 24.—El Castillo: grabado representan­ línea negra (dibujo de M. Beren­ do cabezas de ciervas (según H. guer, sobre foto de J. Vertut, Breuil). op. cit.). Fig. 25.—Altamira: grabado representan­ do cabezas de ciervas (según H. Breuil).

Fig. 26.—Llonín: grabado representando una cabeza de ciervo (según M. Berenguer).

Fig. 27.—Llonín: grabado representando dos ciervas (según M. Berenguer). Fig. 28.—Llonín: grabado representando una cierva (según M. Berenguer). Fig. 29.—Santimamiñe: pintura represen­ tando un bisonte (dibujo de M. Berenguer, sobre foto de J. Ver- tut, op. cit.).

Fig. 30.—Niaux: pintura representando un caballo (dibujo de M. Berenguer, sobre foto de J. Vertut, op. cit.).

Fig. 31.—N iau x: pintura representando un bisonte (dibujo de M. Berenguer, sobre foto de J. Vertut, op. cit.). ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL 1.065

Maltravieso» (Cáceres) (fig. 3)2, de las que el profesor Almagro di­ ce: ...«su época auriñaciense, o tal vez perigordiense antiguo, es indudable»3. También la «Cueva de Llonín» nos ha hecho llegar, en su extenso y variado repertorio, una figuración femenina semiabs- tracta (la parte por el todo), en la que se representa muy destaca­ damente la vulva, abarcando casi un cuarto de la altura total de la figurita. Es ejemplo único conocido en todo el arte paleolítico de la región cantábrica. Se trata, quizá, de un primer intento de llevar en pintura a los parietales la figuración naturalista rodeada de una extensa y variada nómina de ideomorfos. Está dibujada de perfil —fórmula más asequible para manos no habituadas al trazo naturalista—, pero la vulva se representa frontalmente, dado que la posibilidad de ser vista en la posición lateral era imposible. Es de subrayar que en esta etapa primitiva del arte parietal los signos vulvares constituyen un tema muy destacado y reiterativo, acaso proveniente de una anterior raíz, como luego trataremos de considerar. Todo este complicado sistema abstracto-simbólico responde a la necesidad de dar expresión física a unas inquietudes de carácter religioso muy complejas, para cuya representación evidente el hom­ bre aún no había llegado a alcanzar suficiencia, o bien prefería un código más misterioso. Pero estos signos, lejos aún de las re­ presentaciones zoomórficas, son alcanzables en su lectura e inter­ pretación por el hombre paleolítico y repetidas en extensas áreas territoriales, dándonos con ello el conocimiento no sólo de la co­ munidad de ideas sino, también, de los estimables niveles intelec­ tuales de la sociedad que los creó. Estas fórmulas expresivas, por su homogeneidad y capacidad mensajera, han supervivido a través de toda la cultura paleolítica, enriqueciendo su repertorio aún cuando su protagonismo quedara postergado al perder el carácter de fórmula exclusiva, pues otras manifestaciones de figuración imitativa del natural vinieron a compartir con superioridad arro­ lladora las superficies parietales de los santuarios. ¿Cuánto habrá durado el génesis y evolución de este código abs­ tracto? Conocemos su trasvase a las paredes, pero si en los inicios de este acoplamiento ya encontramos variedad de símbolos y de posibles mensajes, es de suponer que sus antecedentes contarían con una larga evolución. Esta etapa formativa es posible que se

2 ) B e r e n g u e r A l o n s o , Magín: “El arte parietal de la “Cueva de Llonín”, I.D.E.A. Oviedo, 1979. 3 ) A l m a g r o B a s c h , Martín: “Cueva de Maltravieso” (Cáceres). Madrid, 1969. 1 .0 6 6 MAGIN BERENGUER ALONSO haya desarrollado en soportes móviles, facilitando su traslación y con ella la comunicación a todos los ámbitos de la sociedad. Tam­ bién probablemente eran expresados en materiales de fácil manejo y elaboración —cortezas de árboles, pieles, maderas—, y posible­ mente tuvieron sus inicios en la decoración del propio cuerpo humano. Como podemos constatar, eran materiales fácilmente co­ rruptibles, razón por la cual no han llegado hasta nosotros. Algunos autores estiman que el arte paleolítico tiene su inicia­ ción con la técnica del grabado y de manera fortuita: rasguños en huesos por disección cárnica, frotamiento de dos materiales de desigual dureza, etc., y que una serie de incisiones accidentales en un momento concreto crea la invención surgiendo la imagen. Pienso que la entrada del hombre en el mundo del arte no se produce por casualidad. El hombre tiene ya una larga historia den­ tro de su prehistoria, que cuenta con cientos de miles de años en la aplicación de sus esfuerzos conscientes para lograr la efectividad de sus armas. Trabaja, esculpe la piedra y utiliza las tres dimen­ siones en un empeño que no tiene nada de casual, pues responde a una intención razonada y guiada desde sus inicios a la consecu­ ción de unos fines concretos, como son los de hacer más fácil —o menos difícil— su vida. El utillaje, ya en el achelense, había alcan­ zado una perfección técnica y una variedad considerables. Por eso creo que cuando el hombre siente inquietudes de carácter espiritual —segunda necesidad, ya que la primera ha de ser de orden mate­ rial— está en posesión de medios técnicos e imaginativos, desarro­ llados para poder representar el mito, mensaje o impetración; llámese como se desée. Llegados aquí hemos de considerar la doble vía de expresión que el hombre utilizó para manifestar sus ideas cultuales. De una parte está la figuración imitativa del natural, principalmente zoo- mórfica, y de la otra la abstracción con el variado y complicado catálogo ideomorfológico. La pregunta que se plantea es si las manifestaciones abstractas son anteriores a las figurativas, si son contemporáneas, o bien pos­ teriores. En el estado actual de nuestros conocimientos resulta difícil pronunciarse en un sentido o en otro. No obstante creo que, en lo que respecta al arte parietal, el mundo de los ideomorfos es ante­ rior al de la figuración imitativa o interpretativa del natural. Sin embargo, también creo que ambas tendencias han de estar próxi­ mas en el tiempo. La abstracción requiere un enriquecimiento ima­ ginativo —proceso intelectual más que de habilidad técnica— que ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL 1.0 6 7

conduce a una fórmula de expresión que también ha* de ser «leída» y comprendida por la sociedad que la convive. Es un procedimiento indirecto reelaborado intelectualmente, sin la inmediatez natural de figurar lo percibido por los ojos, y supongo que se manifiesta así por la dificultad de poder desarrollar sobre una superficie pla­ na lo que el hombre está habituado a ver en todo su volumen y movilidad. La otra vía de expresión, la imitativa del natural, creo que nos propicia más facilidad de seguimiento en lo que se refiere a su nacimiento y evolución. Mas para ello es preciso que antes de in­ troducirnos en el tiempo de su ubicación en los parietales de los «santuarios», consideremos aquellos vestigios que nos pueden dar noticias de la entrada del hombre en el mundo del arte. Fue E. Piette el primero en manifestar que los caminos recorri­ dos por el arte paleolítico comienzan con la escultura de bulto exento, seguida de los bajorrelieves y de los contornos recortados, mientras que en el magdaleniense dominan los grabados4. Esta teoría, años ha rechazada mayoritariamente, creo que merece una reconsideración y, personalmente, me parece en parte aceptable, aunque para llegar a esta conclusión mi discurso transcurra por derroteros no exactamente iguales. El arte imitativo naturalista, el gran arte paleolítico, nos entre­ ga con la estatuaria femenina una serie de dataciones en cierto modo controladas. El magnífico estudio del profesor Henri Delpor- te5 sobre las representaciones de la mujer en el arte prehistórico, nos proporciona, entre otras importantísimas aportaciones, un muy completo catálogo de los hallazgos de esculturas sobre dicho tema. De este catálogo hemos entresacado algunas de las esculturas de bulto exento que se refieren a las etapas más primitivas. El profesor Delporte clasifica por grupos la situación geográ­ fica de las distintas estaciones donde se efectuaron los hallazgos y cita, con rigor y espíritu objetivamente analítico, las circunstan­ cias de los hallazgos. Para nuestro fin vamos a resumir las particu­ laridades de algunos de ellos. En el grupo renano-danubiano, o de la Europa central, se reco­ nocieron en la estación de Trou-Magrite cuatro niveles, los dos más antiguos correspondían al Musteriense, y la estatuilla fue hallada

4) P ie t t e , E . : “Notes pour servir à l’histoire de l’art primitif”. Anth. t. V., 1894. 5) D e l p o r t e , Henri: “La imagen de la mujer en la prehistoria”. Traducción al español. Edt. Istmo. Madrid, 1982. 1.068 MAGIN BERENGUER ALONSO en el tercer nivel. En la estación de Hohlenstein la estatuilla apare­ ció en situación estratigráfica auriñaciense. En la estación de Vogelherd se reconocieron tres estratos auri­ ñacienses en los que se recogieron buena parte de esculturas de animales y la estatuilla femenina. Todas las figuras talladas en marfil. En la estación de Weinberg, una estatuilla antropomorfa en nivel auriñaciense superior, aunque en él fueron hallados útiles musterienses y del auriñaciense inferior. En Willendorf, el primer ejemplar de estatuilla fue hallado en nivel auriñaciense II occidental. Catas posteriores de control, en las que parece que la industria era gravettiense. En Dolni Vesto- nive, excavaciones en 1924 reemprendidas en 1945. Utiles m uste­ rienses y algunas piezas auriñacienses. Carbono 14=27.000/26.000 años a. de J.C. La Venus I hecha con una mezcla de arcilla y hueso, hallada entre cenizas de hogar. En la estación Petrkovice, planta de hábitat al aire libre con ca­ bañas de formas ovales, en alguna de ellas varios hogares y un cierto número de fosas excavadas en el suelo. Datado en período interestacial Würm II/III de Europa central. Utiles musterienses y auriñacienses. La estatuilla fue hallada al mismo borde de un aguje­ ro excavado en el suelo de una de las cabañas. En el grupo ruso, la estación de Kostienki 1-1 dio seis estatuillas, halladas entre 1923 a 1951. Zo'iak A. Abramova insiste en el hecho de que de ordinario estas estatuillas daban la impresión de haber sido «conservadas » o guardadas en fosas excavadas en el suelo de la habitación. En la estación de Gagarino, construcción también en hábitat al aire libre. Se puede advertir la presencia de varias fosas en el interior de la cabaña-, industria lítica publicada por Zamiatnin y clasificada como perteneciente al auriñaciense final; alguna pieza chatelperroniense. Ocho estatuillas o esbozos recogidos junto a las paredes de la habitación. En la estación de Eliseevitchi, cabaña como las anteriores. Una estatuilla femenina: datación carbono 14 = 31.000 años a. de J.C. La estación de Mezine, con cabañas campamentarias al aire li­ bre. El suelo de las casas presentaba hoyos que constituyen fosas de formas y tamaños diversos. En el grupo siberiano, la estación de Malta, con abundantísimo material de ornato personal. Escultura de bulto exento variada y rica; 29 estatuillas femeninas, algunas fragmentadas, que no pre­ ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL 1 .0 6 9

sentan una fórmula muy homogénea. El estilo no es excesivamente opuesto a las europeas. Triángulo púbico vigorosamente trazado. Nos hallamos ante el hecho de que algunas de estas estatuillas fueron halladas en niveles musterienses, otras en auriñacienses su­ periores pero en los que, en algún caso, aparecen piezas musterien­ ses, o del auriñaciense inferior, y, en ocasiones, chatelperronienses. A veces, análisis por carbono 14 proporcionan fechas de 27.000 a 31.000 años a. de J.C. También es curiosa la circunstancia de que en varios casos aparezcan las pequeñas fosas excavadas en el suelo de las casas y que se haya dicho que las estatuillas dan la impre­ sión de haber sido «conservadas» o guardadas en ellas. Estas circunstancias que reseño me conducen a considerar la hipotética posibilidad de que algunas de las pequeñas esculturas, precisamente por su carácter de piezas cultuales, pasaran de una generación a otra, rigurosamente custodiadas. Por otra parte nos hallamos ante muestras de un trabajo muy bien elaborado técni­ camente, que responde a un largo proceso de perfeccionamiento —acaso desconocido para nosotros por haber sido elaborado en materiales más frágiles, tales como la arcilla—, pues en los mo­ delos recogidos se emplean recursos de modelado, pulimento, etc., sobre materiales de gran dureza. Si a ello unimos la amplia difu­ sión de este elemento representativo de una comunidad cultual desarrollada y extendida a través de miles de kilómetros, pienso que la antigüedad de estas pequeñas esculturas puede ser muy anterior al que nos proporcionan los datos recogidos. Otra circuns­ tancia digna de tener en cuenta es el tamaño de estas pequeñas figuras. Su término medio no llega a los diez centímetros, que responde, más o menos, a tamaños que el hombre está habituado a manejar en sus útiles. Como anteriormente he dicho, el hombre talla la piedra en la confección de su utillaje con una tradición de cientos de miles de años; está habituado al manejo de las tres dimensiones y lo natu­ ral es que cuando se plantée la necesidad espiritual de representar sus mitos con figuración física, lo haga por el medio al que está habituado, que es el de las tres dimensiones; en volumen que puede rodear y dominar en todas sus partes, a las que ve de modo completo. El trasvase de formas desde las tres dimensiones a las dos en la superficie plana, es una conquista muy laboriosa. La representa­ ción artística imitativa del natural sobre un soporte plano, es falsa. Exige una reelaboración que requiere un proceso mental compli­ cado y, también, un dominio en el trabajo sobre las tres dimensio- 1 .0 7 0 MAGIN BERENGUER ALONSO nes para poder transformarlas en dos. Es necesario simular la presencia, la realidad, de aquello que no vemos porque está oculto tras otra porción opaca, precisándose que, cuando alguna de sus partes se presenta a la vista, ha de conjugarse razonadamente con el fragmento que se quedó oculto. Por ello —insisto— el arte imi­ tativo naturalista formulado en un solo plano, es la consecuencia del dominio previo de las tres dimensiones; en definitiva, es el resultado final después de haber pasado la escultura de bulto exento al relieve, que es la segunda fase lógica de articulación: bulto exento, bulto en relieve (sistema intermedio; mitad dibujo en el plano, mitad modelado con tímida intervención de la tercera dimensión) y, finalmente, la figuración en la superficie plana. Y en la técnica de los relieves de figuración imitativa del natural hemos de reseñar las muestras muy representativas del Grand Abri de Laussel, relieves dedicados también a la imagen de la mujer, recogidos al parecer en estratos gravettienses. ' Debe de entenderse que nuestro propósito es determinar la po­ sible primacía de la escultura como el principio de las fórmulas expresivas del arte paleolítico. Esto no quiere decir que, a través de su largo recorrido, el procedimiento escultórico carezca de_re- presentatividád en pleno auge del arte parietal dibujístivo-pictóri-- co, como lo demuestran por ejemplo los magníficos relieves de los uros de Bourdeilles o el gran friso de los caballos de Cap-Blanc, o la pareja de bisontes de Tuc d'Adoubert. ' Volviendo a los relieves de Laussel, en la «Mujer del cuerno» se observa una técnica de modelado semejante a la de las figuritas exentas, mas el contorno aparece profundamente excavado. La mu­ jer que sostiene una especie de cesta de pelotari, tiene el relieve muy carcomido, habiendo perdido toda sutileza de modelado. En la visión frontal de las figuras es posible que aún prosiga la fórmu­ la tradicional de las estatuillas de bulto exento, para poder deter­ minar con claridad el triángulo púbico. Recordemos a este propó­ sito las dificultades que se le presentaron al artista de la cueva de Llonín, en su intento figurativo de la mujer en un solo plano, al dibujarla de perfil (situación más fácil), que le obligó a colocar la vulva totalmente de frente. Una técnica de grabado muy tosca, de surco anchísimo y pro­ fundo qué recuerda alguno de los ejemplos de La Ferrassie, es la de la plaqueta con dos figuras femeninas de Terme-Pialat (Dordo- ñá), datada en el gravettiense. . ! ' •i''Es-curioso observar cómo en estas primeras figuraciones en bajorrelieve él tema sigue siendo el de la mujer, circunstancia que ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL 1.071

también se da en las^ representaciones abstractas'con la formula­ ción de signos vulvares. Y ello hace pensar en la continuidad de un ideal simbólico profundamente arraigado y que vive los prime­ ros tiempos de representación cultual casi con exclusividad. ~ 1 ■ La siguiente experiencia en el arte parietal es la del grabado. Se realiza en línea única de surco bastante ancho y profundo, sin sutilezas ni matices de movimiento. Con este sistema hay represen­ taciones zoomórficas en las que sumariamente se dibuja el contorno de la cabeza, la línea cérvicodorsal, la parte anterior del cuello, parte del pecho y, a veces, la tímida iniciación de una de las patas. Ejemplos de este tipo de representación parietal los tenemos en la región cantábrica en la «Cueva de Chufín» (Santander) (fig. 4), es­ timados como gravettienses por el profesor Almagro6 y considerán­ dolos como uno de los ejemplos más antiguos del arte cuaternario. También la cueva de Chufín presenta la novedad de incluir los dos tipos de santuario: el exterior y el interior. Hasta el descubrimien­ to de la cueva de Chufín, sólo había en España como muestras de con i untos exteriores los de las cuevas de Hornos de la Peña (San­ tander) y Venta de la Perra (Vizcaya). Almagro Basch paraleliza los tres conjuntos. Con posterioridad tuvo lugar en Asturias el im­ portante "hallazgo del Abrigo de la Viña con un extraordinario y extenso conjuntó de grabados de características semejantes a los de Chufín. En el"«Gran muro» de la cueva de «La Peña», de San Román de Candamo', también en Asturias, hay varios grabados que se integran dentro del mismo grupo anterior. Nos queda por re­ cordar #que a la izquierda de la entrada de «Hornos de la Peña» hay una figura de caballo profundamente incisa (fig. 5), que H. Breuil comparó reiteradamente por su similitud, con la figura también de caballo grabado en un omóplato del mismo animal, hallado en un nivel auriñaciense de la cueva. Por último, y en relación nuevamente con 'el conjunto de la cueva de Chufín, hemos de mencionar dos figuras pintadas en co­ lor rojo claro, desvaído, que representan toscamente un toro y un caballo (fig. 6). Considero que estas figuras pueden ser uno de los primeros intentos de llevar a cabo la pintura parietal de imitación figurativa, y con ellas la^mujer de Llonín» y las cabecitas de ¿cá­ pridos? pintadás en la comunicación de la cueva^«Tito Bustillo» con la de la «La Moría», or«Lloseta». — ' '

f>) A l m a g r o B a s c h , Martín: “Las pinturas y grabados rupestres de la* Cueva v de Chufín-Rielones (Santander)”. Instituto Español de Prehistoria. Madrid, 1973. ~ 1 .0 7 2 MAGIN BERENGUER ALONSO

Dentro del mismo tipo de grabados y ya fuera de la región cantábrica, incluiríamos algunos ejemplos como un bisonte de Mon- tespán (Alto Garona); figuras femeninas de perfil de Les Comba- relies (Dordoña) (fig. 7); un bisonte con la cornamenta en perspec­ tiva retorcida, uro y caballo en Le Gabillou (Dordoña); cabras en Gargas (Altos Pirineos) (fig. 8); caballos y cabras en Pair-non-Pair (Gironde); tres cabras y un ciervo en Erbou (Ardéche), etc. Todas estas formulaciones creemos que se pueden considerar compren­ didas en el ciclo auriñaco-perigordiense del profesor Jordá, o Estilo I del profesor Leroi-Gourhan. Del tiempo de estos grabados hay también muestras pictóricas en las que, aparte de las ya citadas en la región cantábrica, men­ cionaremos, a modo de ejemplo, el ciervo en línea rojo oscuro, solamente representado por la cabeza y línea cérvico-dorsal, en Pech-Merle (Lot); macho cabrío en color rojo de línea desvaída señalando solamente la cabeza, el dorso y parte anterior del cuello, en Cougnac (Lot); cornamenta de ciervo, ciervo y caballo de Le Portel (Ariége); cabezas de caballo en El Pindal (Asturias); en la galería A de La Pasiega (Santander) (fig. 9), caballo y ciervo..., etc., pues seguiría una larga lista. Dispuestos a seguir el camino de la evolución, podríamos consi­ derar el tipo de grabado que anlaza con el reseñado y que tiene características de incisión de línea seguida menos profunda y más fina que los anteriores, rara vez con repetición de trazos, y en la pintura, la línea también seguida, menos ancha y más fina, en color rojo o negro. Otra nota importante es que, tanto en el gratíado co­ mo en la pintura, los animales se representan con una sola pata adelante y otra atrás; es decir, no se representan las cuatro patas en perspectiva, seguramente por dificultades en la práctica expre­ siva, insuficiente aún para la modalidad del trabajo sobre soporte plano. Sin embargo la línea va haciéndose sensible en los movi­ mientos dibujísticos. A modo de ejemplo de esta etapa, citaré, en los grabados, caba­ llos en Pair-non-Pair (Gironde) (fig. 10), con línea ventral muy abombada y la dorsal hundida, y un bisonte, que también tiene la línea ventral exageradamente abultada con el mayor pronuncia­ miento hacia la zona posterior. En La Gréze (Dordoña), un bisonte; bisontes en Montespán (Alto Garona); cierva en Isturitz (Bajos Pi­ rineos); cierva y cabras en Ebbou (Ardéche), etc. En pintura de esta etapa hemos de mencionar caballo y vaca de línea ventral abultada en La Pileta (Málaga) (figs. 11 y 12); un bison­ te en Echeberriko-Karbia (Bajos Pirineos); caballos en Isturitz (fig. ARTE PARIETAL PALEOLITICO OCCIDENTAL 1.073

13); en Marcenac (Lot), caballo; bisonte en Bedeilhac (Ariége); bi­ sonte y caballo en Santimamiñe (Vizcaya) (fig. 14); caballo de la ga­ lería 3 de Le Portel; en Altamira, bisonte en línea negra de la sala D y caballo, también en línea negra, de la galería profunda; en Pech- Merle (Lot), caballos, bisonte, mamuts y antílopes, etc. Todos es­ tos ejemplos y, naturalmente, muchos más, creo que podrían ser clasificados dentro de un gravetto-solutrense inferior. A la etapa que comprende desde el Solutrense medio hasta el Magdaleniense medio, corresponde al gran arte parietal paleolítico. En el Solutrense medio entiendo que el grabado se manifiesta con surco y delincación de una gran sensibilidad, haciéndose suma­ mente expresivo y, aunque mantiene la línea seguida, dentro de ella formula gruesos y finos con precisión caligráfica, allí donde lo re­ quiere el dibujo, reforzando con pequeños trazos algunos contornos. Por otra parte, recoge detalles tales como los párpados, agujeros de la nariz, movimiento de la boca y de toda la figura, pezuñas, pelo, etc., y, por supuesto, están plenamente incorporadas las cuatro pa­ tas a las figuras. En la cueva de Llonín (Asturias) hay varios ejemplos de este tipo de grabados. Son los que en mi trabajo sobre dicha cueva7 describo como «de líneas simples, ligeramente repasadas en algún detalle» (figs. 15-16 y 17). En las cuevas de «La Peña de Candamo», «El Buxu» (fig. 18), «Tito Bustillo» (fig. 19), etc. (Asturias), hay también, entre otros, este tipo de grabados. En Gargas (Altos Piri­ neos) una de las figuras de cabra (fig. 20), patas anteriores de un caballo, otra figura bastante completa de caballo; en Lascaux, una cabeza de ciervo; en Teyjat (Dordoña), grupo de vacas y toro; en Les Combarelles (Dordoña), caballo; en Roufignac (Dordoña), con­ junto de caballos y mamuts. En Le Tuc d'Audoubert, cabeza de bi­ sonte; en Trois-Fréres (Ariége), cabeza de gran bisonte, etc. La pintura parietal de este momento recoge gran parte de las representaciones formuladas en línea negra, incorporando al dibujo de las mismas rasgos complementarios de un carácter más relacio­ nado con la pintura. Así tenemos en Las Monedas (Santander) la figura de caballo y reno (fig. 21). En El Pindal (Asturias), reno o ciervo del panel del fondo; en «La Peña de Candamo» (Asturias), caballo del «Camarín» (fig. 22); en Niaux (Ariége), ciervo y caballo del panel IV, y bisonte con el eje longitudinal perpendicular al sue­ lo; en Le Portel (Ariége), varios caballos, en alguno de los cuales

") Berenguer Alonso, Magín: Obra cit. 1.074 MAGIN BERENGUER ALONSO

se dibuja también la línea del manteado; en Rouffignac (Dordoña), pareja de cabras y mamuts; en Lascaux, ciervos de la entrada, etc. Dentro de la etapa Solútreo-magdaleniense, el grabado se define con una técnica de surco fino y superficial de rayado múltiple que busca una fórmula dibujística con claroscuro para definir zonas claras del pelaje e incluso —por medio de ese claroscuro— el mo­ delado anatómico de la figura, intenciones éstas que Jordá Cerdá puso de manifiesto ya en 1957 refiriéndose en términos generales a las muestras del grabado cuaternario de este tipo8. La intencio­ nalidad del claroscuro queda bien manifiesta, pues la viveza de los tonos claros es resaltada por el abundantísimo rayado sobre la pie­ dra que, en muchos casos, está entintada suavemente de color rojo en los fondos y, si no lo está, siempre tiene una pátina más oscura que al ser rayada desaparece, aumentando esta riqueza de matices la propia proyección de las sombras que producen los surcos de las finas y múltiples líneas grabadas. ~ ' Almagro Basch, en el estudio de los grabados en omóplatos de la cueva de El Castillo9 (fig. 23), nos da a conocer un muy completo repertorio de este tipo de grabados, que se hermanan de forma gfemela con los de técnica similar en los parietales de dicha cueva de El Castillo (fig. 24) y de la de Altámira (fig. 25). Asimismo con­ tamos con varios modelos exactamente iguales en la «Cueva de Llonín» (figs. 26-27-28). Todos ellos están bien datados en un solú­ treo-magdaleniense10. Además de en las cuevas antedichas, tenemos esta técnica de grabado representada en el «Gran parietal» de la cueva «Tito Bus- tillo»; en dos renos y un caballo de Les-Trois-Fréres (Ariége) y en otras varias. La técnica en pintura correspondiente a esta etapa, se definiría por el empleo del color de tal forma que, aparte de delimitar la silueta del animal en línea seguida, rellena con líneas sueltas —co­ mo si se practicara también una especie de rayado en color— las zonas de cambio de claroscuro, el pelo, y detalles de ojos, nariz, etc., así como una línea de manteado, sobre todo en los caballos, que se define en forma de M, a veces suavizando en curva sus ángulos. Tendríamos tipos con estas fórmulas en Santimamiñe (Viz-

8) J ordá Cer dá , F .: ’’Altamira, cumbre del Arte Prehistórico”. Instituto Espa­ ñol de Antropología Aplicada. Madrid, 1968. n) A lm ag ro B a s c h , M artín: “Los omóplatos decorados de la Cueva de El Cas­ tillo”. Trabajos de Prehistoria. Bol. XXXIII. M a d rid , 1976.- i°) Berenguer Alonso, Magín: O b r a c it. ARTE PARIETAL PALEOLÌTICO OCCIDENTAL 1.075 caya) (fig. 29) én los bisontes del panel central; en Niaüx (Ariège) (figs.’30 y 3l),r còri'la cabra del panel III, lòs bisontes dé los pane­ les II y III y en el caballo dèi panel III; en Le Portel (Ariège), el caballo de la galería III; en Font-de-Gaume, una vacá, etc. A continuación llega là excelente fase pictórica'dermagdalenien- se medio, que'hunde sus raíces en el antiguo y se extiende hasta el reciente. En este! estadio tendríamos como más representativos los grandes conjuntos de Altamira, Láscaux y Tito Bustilló, en sus fi- guracionés sobresalientes. ' " - ^ f ' ^ v ' ? Lá^ mancha pictórica se ha hecho más generosa invadiendo la superficie de las'figuras con sutilezas de fundidos de color,^polí- crómíá, claroscuros, etc.; los tamaños se hacen mayores "y todo parece indicar que la técnica junto á la sensibilidad han" alcanzado su ápice, trasluciendo, en cierto modo, el disfrute que los artistas debieron de experimentar en esta labor creativa, junto con la se­ riedad y trascendencia de las exigencias cultuales. A partir de esta gran meta alcanzada, el arte parietal entrará en un período de decadencia tornando a la monocromia, general­ mente negra, esquematizándose y llegando otra vez a fórmulas abs­ tractas. Otra faceta técnica en el arte parietal paleolítico es la combina­ ción del grabado con la pintura en una misma figuración. En oca­ siones son grabados completos —bien en surco único o bien en surco múltiple—, los que son «tocados» en algunas zonas o deta­ lles con el color. Otras veces es el grabado previo, sobre el que se pinta completamente la figura y, en otros ejemplos, es el grabado el que se superpone a la pintura. Estas combinaciones de grabado y pintura juntos en una misma figuración, no son frecuentes con exceso pero sí se dan. La determinación cronológica de esta fórmula expresiva no es fácil, pues es muy posible que el grabado y pintura, en su mayoría, no se correspondan en el tiempo de su realización.

* * *

Contemplando en su conjunto el nacimiento v desarrollo del arte paleolítico parietal conforme a nuestra exposición, apreciamos una escala gradual, perfectamente matizada, que comienza con unos acentos secos y rotundos aún sometidos a la escultura, excavados en la piedra, cargados de un fuerte claroscuro real, motivado por los efectos del relieve. 1.076 MAGIN BERENGUER ALONSO

Tras este efectismo descarnado se suavizará el surco y sensibili­ zará la línea haciéndose más ligera y graciosa, marcando los carac­ teres, el gesto expresivo, la mirada, el movimiento, etc. Ha llegado el dibujo dominando las dificultades de reflexión sobre el soporte plano y, detrás de él, el claroscuro completando, agilizando, hacien­ do más trasparentes y sensibles las figuraciones; haciéndolas «mo­ verse» por los grandes parietales. Ya no son las figuras atadas, entumecidas, secas y pasmadas en la piedra. Finalmente, con el empleo de todos los recursos de la pintura, llegamos a esa etapa final asombrosa, donde el arte parietal se completa plenamente porque, en ese magnífico y último exponen­ te, entran en juego las tres fórmulas que componen el arte sobre la superficie plana: el dibujo, el claroscuro y el color. ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS (*)

POR

ANTONIO LUCAS MARIN

Los estudios empíricos sobre la satisfacción laboral son todavía escasos en España, aunque en los últimos años se han realizado diferentes investigaciones sobre el tema siguiendo pautas ya esta­ blecidas en otros países (1). El objetivo aquí propuesto es, por una parte, hacer algunos comentarios teóricos que nos puedan ir ayu­ dando a clasificar el concepto de satisfacción en el trabajo, y, por otra, mostrar los resultados de una investigación empírica realiza­ da en Asturias, que intenta darnos una idea de la satisfacción la­ boral subjetiva de sus habitantes.

(*) Deseo agradecer la ayuda prestada en la recogida de datos por los alumnos de 3.° curso de la E.U.E. Empresariales de la Universidad de Oviedo. Especialmente debo destacar la colaboración de Francisco Femando González Valdés, sin cuya ayuda hubiera sido difícil la ter­ minación de este trabajo en su parte empírica. (1) K o r m a n : Psicología de las organizaciones, Madrid, Marova, 1978, págs. 165-172. Un ejemplo de investigación por el método comparativo con uti­ lización de índices y realizado en España, donde se confirman muchas de estas conclusiones: A. L u c a s : “Una aproximación sociológica al estudio de la satisfacción en el trabajo en la provincia de Santander”, R.E.I.S., n.° 13, 1981, págs. 65-100. Otros estudios empíricos sobre la realidad española: J. Ca st il l o Ca s t il l o : “Satisfacción con el trabajo de los trabajadores andaluces”, Anales de Sociología, núms. 4 y 5, 1969, págs. 189-199; A.de M ig u e l y otros: Informe Sociológico sobre la situación social de España, 1970, Madrid, Euroamérica, 1.078 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

I. SUPERAR UN ENFOQUE IDEOLOGICO

Vamos a referirnos, primeramente, a algunos planteamientos teóricos que se mueven en el entorno del estudio de la satisfacción en el trabajo, pero que consideramos pueden apartar de un trata­ miento sociológico, aunque su comprensión nos ayudará a precisar más el campo en que nos movemos. Nos centraremos en unos co­ mentarios sobre el concepto de alienación, que con frecuenca se utiliza superficial e impropiamente confundiéndolo con el término insatisfacción. El'empleo del término alienación en el campo de la Sociología Industrial tiene sus orígenes en las aportaciones de diferentes autores marxistas. En efecto, la teoría marxista de las clases socia­ les se basa en el concepto de alienación, el enajenamiento o extra­ ñamiento que existe entre el hombre y el producto de su trabajo. El hombre, en este esquema considera lo que produce como algo extraño a sí, pues ha sido hecho propio por otros, propietarios de los medios de producción. Se ve, por tanto, siguiendo los pasos de Rousseau, una definitiva disociación entre el hombre y la natura­ leza, como consecuencia de la propiedad privada. El ambiente intelectual del concepto de alienación viene dado en la herencia de la filosofía hegeliana, donde desempeña un papel fundamental. Pero en Marx hay una materialización del concepto, al referirlo* a posibles personas concretas, a obreros-y a empresa­ rios. En este sentido, comenta, acertadamente Aron en su estudio de la teoría marxista: «la alienación imputable a la propiedad priva­ da de los instrumentos de producción se manifiesta en que el tra­ bajo,-actividad esencialmente humana, que define la humanidad del hombre, pierde sus características humanas, porque ya no es para los asalariados más que un medio de existencia. En lugar de que el trabajo sea la expresión del hombre mismo, se ve degradado a la condición de instrumento de medio de vida.» (2). Pero para la comprensión profunda del proceso de alienación y de su evolución, tal y como es entendido por los marxistas, es necesario tener en cuenta que en el curso de toda su vida Marx conservó en el trans­ fondo estos temas filosóficos. El análisis de la economía capitalista

1970t págs. 1.067-1.069; V.P erez D í a z : “L os obreros españoles ante la empre­ sa en 1980”, Papeles de Economía Española, n.° 7, 1981, págs. 282-309; J. F. Te- za ño s : “Satisfacción en el trabajo y sociedad industrial”, R.E.I.S., n.° 22, 1983, págs. 27-52. (2) Raymond A r o n : Las etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Siglo XX, 1980, vol. 1, p. 210...... ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1 .0 7 9

GRAFICO 1

Indices de satisfacción general por sectores.

GRAFICO 2

Indices de satisfacción general por sexos. 1 .0 8 0 DR. ANTONIO LUCAS MARIN era para Marx el análisis de la alienación de los individuos y las colectividades, que perdían el dominio de la propia existencia en un sistema sometido a leyes autónomas. La crítica de la economía capitalista era al mismo tiempo la crítica filosófica y moral de la situación impuesta al hombre por el capitalismo (3). En definitiva —en versión marxista moderna—, el vago ma­ lestar que puede apreciarse en nuestra época, experimentado his­ tóricamente como alienación o extrañamiento del hombre de su propia naturaleza y de la realidad que le rodea, tiene su exacto sentido en la separación en el obrero, que caracteriza la sociedad capitalista, de la propiedad y el control de los medios de produc­ ción. El obrero está alienado porque ha sido despojado del pro­ ducto de sus manos por el capitalismo, al que ha vendido su fuerza de trabajo. Pero esta visión del hombre, planteada con frecuencia como científica, no deja de tener una fuerte carga valorativa. Como ha sido erconocido más recientemente al indicarse que la aliena­ ción es una categoría ideológica, que pertenece al análisis de la ideología, por lo que toda tentativa de objetivizar esta palabra, de captarla como objeto designado y no como esta designación misma, lleva a ocultar totalmente las estructuras positivas del ob­ jeto de la ciencia. En consecuencia, que el fracaso del tratamiento sociológico de la alienación es su mejor suerte (4). Los intentos de ampliar el concepto marxiano de alienación para intentar su utilización sociológica han ido paralelos a las pro­ puestas encaminadas a permitir el contraste empírico. Y han venido fundamentalmente por tres caminos: el existencialista, el cultura- lista y el positivista. En primer lugar, algunos autores emparen­ tados con la filosofía existencialista han intentado permear la alienación en el ámbito de otros conceptos como el apoliticismo, el desajuste, la anomía o el aislamiento que caracterizan al hombre industrial; pero los resultados no han dado lugar a estudios con­ trastabas (4). En segundo lugar, está la ampliación cultural del concepto, al referir la alienación al ámbito de la relación necesaria entre medios y fines, considerándola como carencia de los medios institucionales convenientes para la consecución de los bienes cul­ turales; este intento, que habría que considerar dentro de la escuela

(3) Ibidem, p . 211. (4) J. F. Te z a ñ: oAlienación, s dialéctica y libertad, Valencia, Eduardo Torres, 1977, p. 21. Cfr. Igor K o n : “El concepto de la alienación en la socie­ dad moderna”, en La alienación como concepto sociológico, Buenos Aires, Ed. Signos, 1970, p. 87. ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.081

GRAFICO 3

Indices de satisfacción general por antigüedad. 1 .0 8 2 DR. ANTONIO LUCAS MARIN funcionalista, tiene todas las dificultades señaladas en su momento al análisis estructural funcional (5). En tercer lugar, hay una am­ plia corriente formada por los que ponen el acento en la situación psicológica del individuo, buscando diferentes dimensiones de esta situación que puedan ser objeto de medición directa (6); a esta nueva concepción de la alienación no puede negarse sus posibili­ dades empíricas, aunque sí su validez teórica pues lo que se intenta añadir es muy probable que esté implícito en el término insatis­ facción. Especial interés tienen estas propuestas positivistas de utilizar el término alienación en la sociología empírica, que provienen del ámbito cultural norteamericano, y que mantienen fuertes influen­ cias psicológicas. En los orígenes de este movimiento se ha señalado a Melvin Seeman, en su distinción de cinco aspectos integrantes de una visión multidimensional de la alienación: impotencia, falta de significado, anomía, aislamiento y autoextrañamiento. Sobre cada uno de estos aspectos se considera que es posible elaborar unas escalas que han servido de punto de partida para numerosas investigaciones empíricas. El tratamiento es, por tanto, considerar más bien la alienación como insatisfacción, es decir, como imposi­ bilidad de conseguir los resultados buscados. Con todo lo dicho, hay que destacar también los intentos re­ cientes de mantener el término alienación en las ciencias sociales por el lado del estudio de las condiciones objetivas de trabajo, que hay que considerar como resultado de la experiencia histórica de un determinado sistema de relaciones de producción. Esta dimen­ sión estructural de la alienación es la considerada realmente im­ portante por los neorrevisionistas marxistas, que creen que debe prescindirse en la práctica de la consideración del estado psicoló­ gico del individuo, mero reflejo del sistema de valores dominante. En este esquema —como en el inicial de Marx— estamos muy probablemente yendo más allá de una consideración sociológica, pues como nos ha señalado Castillo Castillo: «El concepto de alienación en el pensamiento de Marx y de los revisionistas adop­ ta una dimensión esencialmente ética... En consecuencia es un concepto que se sitúa en el dominio de los juicios de valor, cuyo

(5) Robert M e r t o n : Teoría y Estructura sociales, Madrid, F.C. Económi­ ca, 1964, págs. 140-201. Cfr. A. L u c a s : Fundamentos de teoría sociológica, Ma­ drid, Tecnos, 1986, pp. 163-166. (6) Melvin S e e m a n : “On the meaning of alineation”, en A.S.R., vol. 24, n.° 6, 1959, pág. 783-791. ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.083 contenido no puede ser aprehendido por asépticos conceptos ope- racionalmente definidos» (7). En definitiva, el concepto marxiano de alienación ha servido al mismo tiempo para denotar una clase de fenómenos y para expresar un juicio de valor sobre ellos. Si queremos seguir utilizándolo, se hace necesario establecer dos niveles de análisis: el objetivo, que

GRAFICO 5

Indices de satisfacción por edad.

más en consonancia con un esquema ideológico se dedica al estu­ dio de las relaciones de poder, y el subjetivo, que ha acabado en el estudio de la valoración de las personas incluidas en la relación de trabajo y que incide esencialmente con el estudio de la satis­ facción en el trabajo.

(7) J. C a s t i l l o C a s t i l l o : “Problemática del estudio empírico de la alie­ nación en el trabajo”, en J. J.C a s t i l l o : Para acabar con la alienación, op. cit., p. 175. 1 .0 8 4 DR, ANTONIO LUCAS MARIN

Para estudiar empíricamente la satisfacción laboral, sus posibles componentes y la estructura en que se organizan estas distintas partes, se ha acudido a tres métodos que cubren lógicamente las posibilidades de acercarse al problema: 1. El método directo o de análisis de las actitudes expresadas, de las alegrías y de las quejas; 2. El método indirecto, fundado en el análisis de los buenos y ma­ los recuerdos; 3. El método comparativo, que profundiza en el tema mediante el análisis de las situaciones resultantes a diferen­ tes niveles en función de algunas variables individuales y sociales. Las dificultades de cada método han sido ya claramente expre­ sadas (8). En el estudio empírico que hemos hecho de Asturias —cuyos datos ofrecemos a continuación— se ha procurado conju­ gar el método directo con el comparativo, para soslayar algunas de las críticas evidentes, asumidas por el método directo. Con este trabajo se pretende dar una visión de la situación actual de la satisfacción subjetiva con el trabajo en Asturias. El estudio es paralelo a otro con similar metodología, ya publicado, realizado en Cantabria. Hemos realizado 612 encuestas, repartidas por toda Asturias. Para la recogida de los datos hemos empleado la entrevista personal, preguntando, en primer lugar, a cada uno de los encuestados: sexo, edad, antigüedad en la empresa, catego­ ría profesional; complementando estos datos con: el tamaño de la empresa, sector productivo a que pertenece y la zona en que se halla enclavada. En segundo lugar, se solicitó del encuestado que indicara su grado de satisfacción (MUY; BASTANTE; POCO; NADA) con su salario, tipo de trabajo, empleados dependientes, jefes o superiores, compañeros y organización del trabajo; y se terminó pidiéndole su grado genérico de satisfacción en el trabajo. El análisis de los resultados lo hacemos fundamentalmente me­ diante la construcción de unos índices de satisfacción, que nos reducen y ponderan las respuestas, al intervalo 0-1, con un signi­ ficado exclusivamente ordinal (9). Las variables utilizadas en el

(8) A. L u c a s : Sociología de la Empresa, Madrid, Ibéricc-Europea, 1984, págs. 214-218. (9) Ibídem, págs. 220-225. Las ciencias sociales, en su intento de buscar procedimientos cada vez más exactos, han procurado por todos los medios cuantificar sus resultados, de una manera que pudieran establecer compara­ ciones en la intensidad y generalidad de los procesos estudiados. Así nacieron los índices sociales como un paso adelante en la metodología sociológica. En la práctica y en el campo de la ratisfacción laboral, la elaboración de índices se ha basado en la administración individual de un test, donde todos los miembros del grupo se definen en una escala acerca del grado de satis- ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.085 trabajo son las siguientes: sectores (primario, secundario y ter­ ciario); sexo; años de antigüedad en la empresa (9 columnas agru­ padas de cinco en cinco años); profesión (agricultor, pequeño co­ merciante, peón, empleado, obrero cualificado y técnico); zona .■r • - • >1 : G RAFICO 6 ' u ;

Indices de satisfacción general por profesiones.

facción sentido con cada uno de los aspectos determinados del trabajo. En esta escala, a cada uno de cuyos peldaños se concede una ponderación, para formar el índice en función de los porcentajes de los miembros del grupo que se consideran incluidos en cada peldaño o subgrupo. Si ponderamos, por ejemplo, como 3 al subgrupo de los muy satisfechos, que formarán un porcentaje M; 2 a los bastante satisfechos, con porcentaje B ; 1 a los poco satisfechos, con porcentaje P ; y 0 a los nada satisfechos, en un porcentaje N. El índice obtenido sería: M.3+B.2 + P.1 ... .. i — —------, donde M + B + P + N = 100 " 300 El valor del índice calculado oscilará entre 1 y 0, sin tener 0’5 significación estadística. 1 .0 8 6 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

(Gijón, Oviedo, Avilés, Cuenca Minera y las otras poblaciones que agrupamos en el «resto»); edad (6 columnas agrupadas de diez en diez años) y tamaño de la empresa (pequeña, mediana y grande). Nuestro intento de analizar empíricamente la satisfacción la­ boral en Asturias se realizará progresivamente, con base en los re­ sultados de la encuesta efectuada. Dado que la encuesta nos da una gran cantidad de datos, nos fijaremos en una primera aproxima-

GRAFICO 7

Indices de satisfacción general por el tamaño de la empresa.

ción sólo en la satisfacción general manifestada por los encuesta- dos, que manejaremos a efectos empíricos mediante los índices elaborados y que podremos estudiar en función de las diferentes variables de análisis elegidas. En segundo lugar, centraremos nues­ tra atención en cada uno de los diferentes aspectos de la satisfac­ ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.0 8 7 ción que se consideran en la encuesta (salario, tipo de trabajo, jefes, subordinados, compañeros y organización). Señalaremos com­ parativamente el valor de los distintos índices globales y podremos ver incluso la influencia en cada uno de estos aspectos de las va­ riables objeto de estudio. Al final procuraremos hacer unas consideraciones que nos sir­ van a modo de conclusión de esta investigación.

II. ESTUDIO DE LA SATISFACCION GENERAL EN ASTURIAS

Vamos a estudiar el grado de satisfacción general de los habi­ tantes de la región asturiana en función de las variables ya dichas. Para ello, en esta primera aproximación nos fijamos exclusiva­ mente en la última fila de los cuadros que aparecen a continuación y cuyos índices representaremos gráficamente en un diagrama de barras. Los demás aspectos de la satisfacción (salario, tipo de tra­ bajo, etc.) serán analizados posteriormente. Veremos también la satisfacción asturiana comparativamente con la de Cantabria, según los datos que tenemos. El punto de parti­ da es un grado similar de satisfacción general (0,57 en Asturias y 0,54 en Cantabria).

1. LA SATISFACCION GENERAL POR SECTORES PRODUCTIVOS

Siguiendo los tres sectores económicos clásicos considerados por Colin Clark, puede observarse claramente en el Cuadro 1 que el mayor índice de satisfacción general en Asturias corresponde al sector terciario (0,62), mientras en el primario y secundario, a pe­ sar de no estar lejos de éste, se está por debajo del índice global (0,57). Los niveles más altos de satisfacción aparecen en Asturias con los compañeros (0,76), mientras que con el salario, con los su­ periores y con la organización del trabajo son los niveles más bajos. Todas estas pautas son similares a las de Santander, aunque allí en el sector primario hay una satisfacción ligeramente superior (0,55). 1.0 8 8 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

CUADRO 1

INDICES DE SATISFACCION POR SECTORES

Indice Primario Secundario Terciario Global

Número de encuestas 138 123 351 612

1. Salario 0,38 0,49 0,53 0,49 2. Tipo de trabajo 0,66 0,58 0,65 0,64 3. Subordinados 0,68 0,62 0,55 0,59 4. Jefes, superiores 0,53 0,43 0,56 0,53 5. Compañeros 0,79 0,72 0,76 0,76 6. Organización trabajo 0,34 0,48 0,60 0,54 7. Satisfacción general 0,50 0,52 0,62 0,57

2. SATISFACCION EN FUNCION DEL SEXO

Como vemos en el Cuadro 2, la muestra está compuesta por ma­ yoría de hombres, cosa lógica debido a que en la «población activa» la mayoría de los trabajadores son hombres, y no tuvimos en cuen­ ta el trabajo de las amas de casa.

CUADRO 2

INDICES DE SATISFACCION POR SEXOS

Indice Número de encuestados Hombres Mujeres Global

Número de encuestados 468 144 612

1. Salario 0,50 0,45 0,49 2. Tipo de trabajo 0,65 0,61 0,64 3. Subordinados 0,62 0,50 0,59 4. Jefes, superiores 0,54 0,52 0,53 5. Compañeros 0,77 0,72 0,76 6. Organización trabajo 0,52 0,59 0,54 7. Satisfacción general 0,57 0,59 0,57 ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.089

Los resultados obtenidos en Asturias nos confirman que la in­ fluencia del sexo en la satisfacción laboral no ha sido establecida de una forma clara y uniforme. En nuestro estudio vemos que en la satisfacción general las mujeres tienen unos índices un poco más altos (como en Cantabria y en otros estudios nacionales), al igual que en la organización del trabajo. Sin embargo, en el resto de las cuestiones, con diferencias, hay una mayor satisfacción de los hombres; esto es contrario a lo sue ocurría en Santander, donde en todos los aspectos considerados, las mujeres estaban más sa­ tisfechas que los hombres.

3. LA SATISFACCION CON BASE EN LA ANTIGÜEDAD

Los resultados para estudiar la satisfacción en función de la antigüedad los hemos agrupado en el Cuadro 3. En él se han con­ siderado períodos de antigüedad de cinco en cinco años, dando lugar a nueve columnas. Al final, como siempre, figuran los índices globales del total de la encuesta. El grupo de personas comprendido entre 31 y 35 años de an­ tigüedad nos ofrece la menor satisfacción (0,44). Parece que hasta los 15 años de antigüedad la satisfacción es superior a la global, para bajar en los grupos de 16 a 35 años, y volver a subir a partir de los 36 años. En los grupos de los comprendidos entre 6 y 10 años y el de más de 40 años de antigüedad se dan los índices de satisfacción máxima (0,60). La conclusión que sacamos es que en Asturias, para las personas entrevistadas entre los 16 y los 35 años de antigüedad en la empre­ sa, nos encontramos con un notable bajón en la satisfacción laboral, para luego volver a subir. Los resultados obtenidos en Cantabria son diferentes, pues allí la satisfacción mínima se da en el grupo de menor antigüedad y la máxima en los que tienen más de 41 años, mientras que los grupos intermedios oscilan por encima y por de­ bajo de la global.

4. LA SATISFACCION SEGUN LAS ZONAS

Hemos dividido la geografía asturiana, como se ve en el Cua­ dro 4, en cinco zonas, en función de los núcleos de trabajo. Y es en la zona central (Oviedo, Gijón y Avilés) más industrializada don­ de se han hecho la mayoría de las encuestas. 1.090 DR. ANTONIO LUCAS MARIN úeo e nusao 23 4 9 6 3 3 2 1 5 612 5 18 21 36 35 60 90 144 203 encuestados de Número . opñrs ,4 ,3 ,9 ,5 ,0 ,1 ,8 ,2 ,0 0,76 0,59 0,53 1,00 0,64 — 0,55 0,82 0,67 0,78 0,58 0,55 0,81 0,65 0,59 0,72 0,80 0,66 0,53 0,74 0,75 0,58 0,59 0,63 0,65 0,79 0,50 0,66 0,73 0,65 0,61 0,59 0,74 0,65 0,51 0,60 0,73 0,50 0,68 0,61 Compañeros superiores 5. Jefes, 4. Subordinados trabajo3. de Tipo 2. . aai 05 05 04 04 04 05 03 04 04 0,49 0,46 0,48 0,35 0,54 0,47 0,47 0,48 0,50 0,51 6 Salario 1. . aifcin eea 05 06 05 05 05 05 04 05 06 0,57 0,60 0,59 0,44 0,53 0,53 0,56 0,58 0,60 0,59 general Satisfacción 7. Ognzcó taao ,8 ,9 ,4 ,3 ,7 ,9 ,9 ,3 ,0 0,54 0,60 0,53 0,39 0,49 0,47 0,43 0,54 0,59 0,58 trabajo Organización . - 61 1-5 62 2-5 63 3-5 64 Ms e 0 Global 40 de Más 36-40 31-35 26-30 21-25 16-20 11-15 6-10 1-5 NIE D STSACO PR NIÜDD , ; ANTIGÜEDAD POR SATISFACCION DEINDICES ñs e antigüedad de Años UDO 3 CUADRO Indice

f

ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.091

CUADRO 4

INDICES DE SATISFACCION POR ZONAS GEOGRAFICAS

Zonas geográficas

Cuenca Indice Gijón Oviedo Avilés Minera Resto Global

Número de encuestados 132 103 100 137 140 612

1. Salario 0,50 0,49 0,45 0,40 0,51 0,49 2. Tipo de trabajo 0,69 0,59 0,59 0,68 0,62 0,64 3. Subordinados 0,75 0,41 0,44 0,69 0,62 0,59 4. Jefes, superiores 0,58 0,48 0,45 0,55 0,59 0,53 5. Compañeros 0,84 0,68 0,74 0,80 0,76 0,76 6. Organización trabajo 0,75 0,50 0,42 0,46 0,53 0,54 7. Satisfacción general 0,71 0,57 0,50 0,51 0,56 0,57

Los resultados obtenidos señalan unas conclusiones evidentes a través del Cuadro 4 y de su correspondiente gráfico. Se nos mues­ tra que en la satisfacción general la zona de Gijón tiene un índice alto (0,71), claramente mayor que el resto de Asturias. Este mayor índice de la zona de Gijón no es sólo en la satisfacción general, sino en todos los aspectos estudiados de la satisfacción, especial­ mente con los compañeros (0,84). Los índices mínimos de satisfacción general los encontramos en Avilés (0,50) y en la cuenca minera (0,51), coincidiendo Oviedo (0,57) con el global de Asturias. Llama también la atención en el Cuadro 4 la baja satisfacción existente en la zona de Oviedo en los diferentes aspectos de la satisfacción que hemos considerado, especialmente en los más per­ sonales (con los subordinados, con los jefes y con los compañeros), situándose en todos los casos por debajo del índice global calcu­ lado para Asturias.

5. LA SATISFACCION ATENDIENDO A LA EDAD

De forma similar al análisis efectuado con la antigüedad, aun­ que en unos conjuntos más amplios, hemos agrupado los resultados de las encuestas de diez en diez años, considerando en total seis columnas, la primera de ellas con los encuestados de menos de 20 años y la última con los de más de 61. 1.092 DR. ANTONIO LUCAS MARIN úeo e nusao 1 29 8 18 9 612 4 59 138 187 209 15 encuestados de Número . ee, ueirs ,2 ,0 ,2 ,9 ,8 ,5 0,53 0,59 0,64 0,55 0,66 0,41 0,58 0,66 0,69 0,59 0,65 0,66 0,52 0,66 0,67 0,50 0,42 0,59 0,62 0,62 0,64 superiores Jefes, 4. Subordinados trabajo 3. de Tipo 2. . opñrs ,3 ,1 ,8 ,9 ,9 ,0 0,76 0,57 1,00 0,58 0,79 0,56 0,79 0,59 0,78 0,59 0,71 0,54 0,83 0,66 general Satisfacción 7. 6 Compañeros 5. . aai 06 04 05 05 05 04 0,49 0,41 0,50 0,51 0,50 0,46 0,66 Salario 1. Ognzcó taao ,5 ,4 ,4 ,2 ,4 ,6 0,54 0,66 0,54 0,52 0,54 0,54 0,75 trabajo Organización . Años » eo d 2 2 a 0 1 4 4 a 05 a 0 á d 6 Global 61 de Más 50 60 a a 41 51 40 a 31 30 a 21 20 de Menos NIE D STSACO O EA ¡ , ' ¡ EDAD SATISFACCION POR DEINDICES U DO 5 CUADRO Indice ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1:093

Siguiendo los resultados expuestos en el Cuadro 5, nos encon­ tramos con que el índice máximo es para el grupo de los menores de 20 años (0,66) y un mínimo para los que tienen entre 21 y 30 años (0,54), mientras que los otros grupos oscilan en torno al índi­ ce global (0,57). La diferencia con Cantabria en esta variable es notable, pues allí el grupo de los de menos de 20 años era el más insatisfecho (0,46), quizás pueda influir en esta consideración la evolución creciente del paro en los últimos años; para los demás grupos de edad el índice de satisfacción calculado oscila alrededor del global.

6. LA SATISFACCION DE LAS CATEGORIAS PROFESIONALES

Para estudiar la influencia de la situación profesional en la sa­ tisfacción hemos tomado 6 denominaciones en las cuales incluimos a toda la muestra: agricultores y trabajadores del campo, propie­ tarios de pequeños comercios, obreros y peones, empleados, obre­ ros cualificados y técnicos. Los resultados obtenidos sobre la satisfacción en Asturias nos vienen dados en el Cuadro 6, que nos muestra que el grado más alto corresponde a los técnicos (0,66), luego a los agricultores (0,62) y a los propietarios de pequeños comercios (0,60). Los obreros no cualificados son en esta provincia los que tienen un índice de satis­ facción global más bajo (0,47), prácticamente el mismo que se encontró en Santander para el conjunto de todos los obreros. Sin embargo los empleados santanderinos —con un índice de 0,60— están en términos generales más satisfechos que los asturianos —con un índice de 0,52—.

7. LA SATISFACCION SEGUN EL TAMAÑO DE LAS EMPRESAS

Para la clasificación por el tamaño de la empresa empleamos la conocida tipología de empresas: pequeña (menos de 100 personas), mediana (de 100 a 500) y grande (más de 500). 1.094 DR. ANTONIO LUCAS MARIN úeo d ecetds 2 7 6 36 0 612 101 336 67 72 28 8 encuestados de Números . opñrs ,5 07 07 07 07 0,76 0,53 0,76 0,76 0,53 0,54 0,73 0,50 0,76 0,55 — — 0,95 0,33 Compañeros superiores 5. Jefes, 4. . aifcin eea 06 06 04 05 05 06 0,57 0,59 0,54 0,66 0,64 0,57 0,66 0,64 0,59 0,53 0,77 0,64 0,52 0,39 0,54 0,56 0,47 0,61 0,43 0,55 0,60 0,56 — 0,58 0,62 0,52 0,50 0,58 general Satisfacción trabajo 7. Organización 6. Subordinados trabajo de3. Tipo 2. . aai 05 ,9 ,2 ,4 ,1 ,4 0,49 0,54 0,51 0,44 0,42 0,39 0,5 Salario 1. giutr rpeai Orr Eped Orr Tcio Indice Técnico Obrero Empleado Obrero Propietario Agricultor NIE E AIFCIN O PROFESIONES POR SATISFACCION DEINDICE e. oec pó caii Global cualifi. peón comerc. peq. UDO 6 CUADRO ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.095

CUADRO 7

INDICES DE SATISFACCION POR TAMAÑO DE LA EMPRESA

Indice Pequeña Mediana Grande Global

Número de encuestados 200 138 274 612

1. Salario 0,56 0,45 0,46 0,49 2. Tipo de trabajo 0,66 0,58 0,65 0,64 3. Subordinados 0,66 0,39 0,70 0,59 4. Jefes, superiores 0,64 0,43 0,54 0,53 5. Compañeros 0,82 0,69 0,77 0,76 6. Organización trabajo 0,65 0,46 0,50 0,54 7. Satisfacción general 0,66 0,49 0,56 0,57

Nos encontramos aquí con que los obreros de las empresas me­ dianas son a nivel general los que tienen claramente unos índices menores de satisfacción (0,49); mientras la pequeña empresa es la que tiene los índices más elevados (0,66), y la gran empresa está situada en una satisfacción intermedia entre las dos anteriores (0,56). Y esto es así también en el resto de los aspectos de la sa­ tisfacción estudiados. En Santander, sin embargo, los resultados del estudio parecían indicar una satisfacción mayor en la empresa intermedia (0,62), seguida de la pequeña y en último lugar la gran empresa.

III. DIFERENTES ASPECTOS DE LA SATISFACCION EN ASTURIAS

Nos hemos referido anteriormente al carácter complejo que tie­ ne la satisfacción en el trabajo, pues aunque podemos hablar de ella de una forma genérica, también acudimos al estudiar su rea­ lidad a diferentes dimensiones o aspectos de esta satisfacción. En el cuestionario utilizado distinguíamos los siguientes aspectos de la satisfacción: con el salario, con el tipo de trabajo, con los em­ pleados que dependen del entrevistado, con los jefes, con los com­ pañeros y con la organización del trabajo. Respecto a cada uno de estos aspectos podemos calcular unos índices globales que nos indiquen el grado de satisfacción de toda la muestra. Estas medidas de la satisfacción nos pueden servir en 1.096 DR. ANTONIO LUCAS MARIN todo momento como punto de referencia para saber la influencia de las diferentes variables estudiadas, al dar lugar a unos índices mayores o menores que el global. En el estudio que vamos a hacer de cada uno de los aspectos de la satisfacción intentaremos conocer los cambios de magnitud de los índices según los valores de las variables y será el índice global el punto obligado de referencia. Pero antes vamos a mos­ trar una comparación entre sí de los diferentes índices globales, que hemos puesto ordenadamente en el Gráfico 8.

GRAFICO 8

Indices globales de los diferentes aspectos de la satisfacción.

Podemos ver que la máxima satisfacción en Asturias se da cla­ ramente con los compañeros (con un índice de 0,76), seguida de la satisfacción con el tipo de trabajo (0,64); que el aspecto de menor satisfacción es el salario (0,49), y que el índice global de satisfac­ ción general (0,57) se sitúa en este orden establecido, entre los ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS subordinados (0,69) y el correspondiente a la organización del tra­ bajo (0,54). Si comparamos estos resultados con los conseguidos en Canta­ bria, puede comprobarse que en los dos sitios la máxima satisfac­ ción es con los compañeros y la mínima con la organización del trabajo y el salario. Igualmente el índice de satisfacción con los subordinados y con el tipo de trabajo es superior al global, y con los jefes y superiores inferior al global. Es decir, el índice global general de satisfacción es en Cantabria (0,54) inferior al asturiano, pero la estructuración de los diferentes aspectos es muy similar. Pasemos ahora a estudiar cada una de las dimensiones de la satisfacción independientemente. Para ello representaremos gráfi­ camente los valores que alcanza el índice de satisfacción en la dimensión correspondiente para cada uno de los valores de las variables consideradas.

1. SATISFACCION CON EL SALARIO

Todo lo referente al salario, contraprestación al trabajo reali­ zado, encierra un entramado de elementos de difícil comprensión y análisis. Puede decirse que la complejidad del tema hace que la determinación de su cuantía dé lugar a numerosos conflictos, lle­ gando con frecuencia a unos sofisticados procedimientos para el reparto de la masa salarial. Sabemos que el término encierra al menos un triple significado: económico, psicológico y social. El salario da poder económico, es como una recompensa al trabajo realizado, y al mismo tiempo da un status. Las respuestas que hemos recibido en nuestra encuesta a la pregunta sobre el grado de satisfacción con el salario las podemos plasmar en el Gráfico 9, mediante la elaboración de los correspon­ dientes índices. Para hacer comparaciones con el índice global de­ bemos de tener en cuenta que el salario es el aspecto que obtiene la menor satisfacción (Gráfico 8). Vemos que el índice más bajo de satisfacción con el salario está, en función de la antigüedad, en el grupo de los comprendidos entre 31 y 35 años (0,34), seguido del sector primario (0,38), de los pequeños comerciantes (0,39) (profesiones), de los habitantes de la cuenca minera (0,44) (zonas) y de las personas mayores (0,41), antes de jubilarse (0,34). El índice más elevado está en el grupo de los de edad inferior a 20 años (0,66), seguido de la zona de Gijón. 1.098 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

GRAFICO 9

Indices üe satisfacción con el salario.

0130

Sectores A:NTIGÍJEDAD ZoNA P rofesión

1. Primario. 1. De 1 a 5 años. 1. Gijón. 1. Agricultor. 2. Secundario 2. De 6 a 10 ” 2. Oviedo. 2. Comerciante. 3. Terciario. 3. De 11 a 15 ” 3. Avilés. 3. Peón. 4. De 16 a 20 ” 4. Cuenca minera. 4. Empleado. Sexo 5. De 21 a 25 ” 5. Resto de Asturias. 5. Obrero cualificado. 6. De 26 a 30 ” 6. Técnico. 1. Hombres. 7. De 31 a 35 ” E dad 2. Mujeres. 8. De 36 a 40 ” T am año 9. De 41 y más. 1. Menos de 20 años. 2. De 21 a 30 1. Pequeña (menos de 3. De 31 a 40 ” 100). 4. De 41 a 50 ” 2. Mediana (100-500). 5. De 51 a 60 ” 3. Grande (más de 6. De 61 y más. 500).

Si nos fijamos ahora en la influencia del salario y los valores de cada variable, tenemos que las mujeres asturianas que trabajan y han sido encuestadas están menos satisfechas que los hombres. En lo referente al tamaño de la empresa, hay una mayor satisfac­ ción en las pequeñas empresas, siendo la satisfacción en las media­ nas y grandes muy parecida. Si prescindimos de los agricultores, parece claro que el ascenso en la escala laboral viene acompañada de un crecimiento en el índice de satisfacción con el salario, cosa por otra parte que parece lógica. Con respecto a los sectores vemos que va aumentando la satisfacción al pasar del primario al secun- ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.099

dario y de éste al terciario. Por zonas vemos que Gijón (0,60), Ovie­ do (0,49) y el resto (0,52) están por encima del índice global del salario, mientras Avilés (0,45) y la cuenca minera (0,40) se encuen­ tran por debajo. Finalmente, la variación de la satisfacción con la edad aparece oscilante, máxima en el grupo de edad inferior a 20 años, más baja en el grupo de 21 a 30 años, para pasar a una situación sobre la media en los grupos de 31 a 60 años, y volver a bajar en los de 61 y más años, quizás ante la proximidad de la jubilación. Comparando los resultados anteriores con los obtenidos en Cantabria hay una coincidencia de pautas de satisfacción con el salario en cuanto a sectores productivos y a profesiones. Esta simi­ litud no está tan clara respecto a la antigüedad y la edad, que en ambas provincias presentan alternancias, aunque en Cantabria no se da el alto grado de satisfacción con el salario de los más jóvenes que observamos en Asturias. El sexo y el tamaño de la empresa dan lugar a pautas de satisfacción diferentes en las dos provincias.

2. GRADO DE SATISFACCION CON EL TIPO DE TRABAJO

Los resultados obtenidos al medir la satisfacción con el tipo de trabajo en Asturias nos muestran un índice global alto (0,64), situado en segundo lugar, después del obtenido globalmente con los compañeros. Observando el Gráfico 10, que nos resume la influencia de las diferentes variables en el grado de satisfacción con e-1 tipo de tra­ bajo, vemos que respecto a los sectores económicos no se mantiene las mismas pautas de satisfacción que con el salario, ya que el sector primario es el de más satisfacción (0,66) y el secundario el de menos (0,58). Sin embargo, con respecto al sexo, se sigue man­ teniendo que los hombres (0,65) están más satisfechos que las mujeres (0,60). En lo referente a la antigüedad, se observa cierta uniformidad, con los índices más bajos en el grupo de 26 a 30 años (0,58) y en el grupo de 1 a 5 años (0,61), mientras el resto está por encima de la media (0,64), y siendo el más alto el grupo de 6 a 10 años (0,68). Por zonas geográficas, se sigue manteniendo la máxima satis­ facción en Gijón (0,69), luego viene la cuenca minera (0,68), el resto (0,62), Avilés (0,60) y finalmente Oviedo (0,59). En Oviedo es pues donde aparece la máxima insatisfacción con el tipo de trabajo. 1.100 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

Fijándonos también en el Cuadro 10 en la edad, vemos cómo el grupo de más de 61 años sigue siendo el de menos satisfacción y curiosamente con el mismo índice que para el salario (0,42), lo que significa una satisfacción muy baja con el tipo de trabajo; y el .resto se mantienen, con respecto a la satisfacción global, en unas pautas de variación similares a las del salario. Con respecto a la profesión, es claro que existe una relación directa entre nivel profesional y grado de satisfacción con el tipo de trabajo, a mayor nivel mayor satisfacción, destacando especial­ mente la gran satisfacción de los técnicos con el tipo de trabajo (0,76). En el tamaño de las empresas se mantiene la máxima satisfac­ ción en la empresa pequeña (0,66), con unos índices muy similares a los de la grande (0,65), significativamente diferenciados de los de la mediana (0,58). La comparación con la investigación hecha en Santander en este aspecto de la satisfacción no es fácil. Más bien se apuntan unas pautas de satisfacción diferentes en casi todas las variables. Pero no hay diferencias muy significativas.

3. GRADO DE SATISFACCION CON LOS SUBORDINADOS

La relación entre los diferentes valores de las variables estu­ diadas y el grado de satisfacción con los subordinados nos viene resumida en el Gráfico 11, donde se nos muestra un índice global de la satisfacción en este aspecto intermedio (0,59). Y es de destacar la elevada satisfacción con los subordinados detectada en Gijón (0,75), que contrasta con la encontrada en Oviedo (0,40). Aparece, claramente, que la satisfacción con los subordinados es mayor en el sector primario (0,69), seguida del secundario (0,62), y finalmente, ya por debajo del índice global, el sector terciario (0,54). En cuanto al sexo, se sigue manteniendo el esquema de una mayor satisfacción en los hombres (0,61). Con respecto a la anti­ güedad, parece que hay un crecimiento de la satisfacción con la edad, para empezar a decaer en los últimos años de trabajo. Es el grupo de 26 a 30 años de antigüedad en la empresa el que muestra unos índices superiores de satisfacción (0,74). Por zonas geográfi­ cas, también se sigue manteniendo destacada la situación de Gijón con el índice más alto (0,75); le siguen las cuencas de cerca (0,69), y muy alejados Avilés (0,45) y Oviedo (0,40). ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.101

GRAFICO 10

Indices de satisfacción con tipa el de trabajo

G RAFICO 11

Indices de satisfacción con los subordinados. 1.102 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

Si estudiamos la satisfacción en relación con los subordinados por grupos de edades, podemos observar (Gráfico 11) que las per­ sonas mayores de 41 años son las que tienen el mayor índice (0,67); y que es el grupo de 31 a 40 años el de índice más bajo (0,43), mientras que el resto de los grupos se mantienen más o menos por encima del global con respecto a la satisfacción con el tipo de trabajo. En cuanto a la satisfacción con los subordinados por profesiones, vemos que los obreros tienen un índice (0,61) su­ perior al que tiene este mismo grupo en la satisfacción con el tipo de trabajo; aunque el índice más alto sigue siendo el de los téc­ nicos (0,66). Finalmente, y con referencia al tamaño, vemos la elevada satisfacción existente en la gran empresa (0,71), algo me­ nor en la pequeña empresa (0,66) y muy baja en este aspecto en la mediana em presa (0,39). En una visión general comparativa con los resultados de la misma encuesta efectuada en Cantabria, es de destacar la menor satisfacción con los subordinados de las mujeres, en términos ab­ solutos y relativos. También la clara influencia de la edad y la antigüedad en Asturias, que en Cantabria es más oscilante. Igual­ mente que la máxima satisfacción en este aspecto corresponde a los técnicos. En cualquier caso, la satisfacción global en este as­ pecto es prácticamente la misma.

4. GRADO DE SATISFACCION CON LOS JEFES

El índice global de satisfacción con los jefes (0,53) es uno de los más bajos, sólo es menor la satisfacción global con el salario (0,49). Lo mismo y en un grado similar ocurre en Cantabria (0,55 y 0,49). Analizando el Gráfico 12, que nos da un resumen de los índices para las diferentes variables, se observa que al igual que ocurrió en la satisfacción con respecto al salario, el sector terciario es el de un índice de satisfacción con los jefes más elevado (0,56), mien­ tras que el sector secundario es el de menor satisfacción (0,42) y además el índice más bajo que hemos observado en este sector. El sexo no aparece como variable significativa en la satisfacción con los jefes. Sin embargo, con respecto a la antigüedad, nos en­ contramos con un índice sorprendentemente alto en el grupo de los recién incorporados (de 1 a 5 años) (0,73). Con referencia a las zonas, vemos que la satisfacción con los jefes es similar a lo que ocurría en otros aspectos: máxima en Gijón. Con respecto a la ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.103

GRAFICO 12

Indices de satisfacción con los jefes.

G R A FIC O 13

Indices de satisfacción con los compañeros. 1 .1 0 4 DR. ANTONIO LUCAS MARIN edad, la satisfacción con los jefes es oscilatoria; observamos el índice más elevado en el grupo de menos de 20 años (0,62), para en el grupo siguiente de 21 a 30 años tener el índice más bajo (0,44), luego es mayor en los grupos de 41 a 50 y 51 a 60 (0,59), para bajar en el grupo de más de 61 años (0,55). Es de destacar que por pro­ fesiones, el índice más elevado corresponde a los obreros no espe­ cializados (peones) (0,55) y el más bajo a los agricultores (0,33). En lo referente al tamaño, la pequeña empresa tiene el índice máximo de satisfacción con los jefes (0,63); la mediana empresa sigue teniendo el menor índice (0,43), como ya vimos en todos los apartados anteriores, y la empresa grande está en una posición interm edia con un índice de 0,53, muy próximo al global. De la comparación con Santander debe destacarse, además de la similitud en el índice global en este aspecto de la satisfacción, la influencia inversa de la variable sexo, que en Asturias es peque­ ña. También son los agricultores en los dos sitios los menos satis­ fechos con los jefes, con el mismo índice en los dos casos (0,33).

5. GRADO DE SATISFACCION CON LOS COMPAÑEROS

La relación con los compañeros se manifiesta siempre como el aspecto más positivo del trabajo realizado, Y en este sentido es ya normal que los índices de satisfacción con los compañeros sean tradicionalmente los más elevados. En nuestro estudio los resulta­ dos no ofrecen duda, tanto por el índice global (0,76), como por los índices calculados para ver la influencia de cada una de las variables consideradas (Gráfico 13). Es definitiva la observación de que el índice mínimo de la satisfacción con los compañeros —en Asturias se da en la zona de Avilés y es de 0,68— es superior al máximo absoluto alcanzado en el salario —0,66 en Asturias para los menos de 20 años—. Por sectores, vemos cómo el primario tiene la máxima satisfac­ ción con los compañeros (0,79), mientras que al igual que en la satisfacción con los jefes el sector secundario tiene el menos (0,72); muy cerca del índice global está el del sector terciario (0,76). Si discriminamos según el sexo, puede verse que es mayor la satis­ facción en los hombres (0,77). Si tenemos en cuenta la antigüedad, podemos afirmar que la satisfacción con los compañeros va creciendo con ella aunque hay altibajos; en cualquier caso se ha llegado a obtener el índice má­ ximo (1,00) en el grupo de los trabajadores con una antigüedad ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.105 superior a 41 años, aunque lógicamente poco significativo. Por zo­ nas, como en otros casos, el mayor índice está en Gijón (0,83), y los menores en Oviedo (0,68) y Avilés (0,74). En relación con la edad, los índices más elevados están en los grupos de más de 61 años (1) y en el grupo de menos de 20 años (0,83), el menor índice es el del grupo de 21 a 30 años (0,71) y los otros tres grupos restantes tienen unos índices similares por enci­ ma del índice global. Por profesiones, observamos que destaca la satisfacción con los compañeros de los agricultores (0,95), mientras que el resto de profesiones consideradas oscilan en sus índices alrededor del global. Por su parte, al estudiar la satisfacción de los compañeros en función con el tamaño de las empresas, se vuel­ ve a repetir que el mayor índice es en la pequeña empresa (0,81) y el m enor en la mediana (0,68). Comparando los resultados de las encuestas realizadas en As­ turias y Cantabria puede deducirse un índice de satisfacción global muy similar. Pero en Cantabria las oscilaciones alrededor del índice global son muy pequeñas (± 0,1), cosa que no ocurre en Asturias. Una vez más la relación con la variable sexo es diferente en este aspecto de la satisfacción, están más satisfechos los hombres. Los agricultores, que en Asturias son destacadamente los más satisfe­ chos con los compañeros, en Cantabria están con un índice inferior al global. Y mientras que las empresas de tamaño intermedio apa­ recen en Asturias como las de menor satisfacción con sus compa­ ñeros, en Cantabria son las más satisfechas.

6. GRADO DE SATISFACCION CON LA ORGANIZACION DEL TRABAJO

El índice global de la satisfacción con la organización del tra­ bajo (0,54) se encuentra en Asturias por debajo del índice global de la satisfacción general (0,57), pero la organización no es aquí, como en Cantabria, el aspecto menos satisfactorio. Vamos a ir analizando el Gráfico 14, que nos resume los índices de satisfacción con la organización en función de las variables con­ sideradas. Vemos que, respecto a los sectores, vuelve a repetirse el orden de los índices que vimos en la satisfacción con el salario, aunque el mayor índice, el del sector terciario (0,60), es más eleva­ do, y con índices menos elevados que en la satisfacción con el sala­ rio en el sector secundario (0,48), y en el primario (0,34). Con res­ pecto al sexo, es la organización del trabajo el único aspecto en 1.106 DR. ANTONIO LUCAS MARIN que las mujeres (0,59) afirman estar más satisfechas que los hom­ bres (0,52). En relación con la antigüedad, los índices más elevados están en el grupo de más de 41 años (0,6), luego aparece el grupo de los comprendidos entre 6 y 10 años (0,59) y el de 1 a 5 años (0,58); menos satisfechos con la organización del trabajo están todos los grupos intermedios, con índices inferiores al global.

GRAFICO K

Indices de satisfacción con la organización del trabajo.

Con respecto a las zonas geográficas, también alcanza Gijón los índices de máxima satisfacción respecto a la organización (0,75), mientras que las otras zonas ninguna supera el índice global, sien­ do los menos satisfechos los de Avilés (0,42) y de la cuenca minera (0,46). Si tenemos en cuenta la edad, los índices más elevados son —como en la antigüedad— los de los grupos extremos, de menos de 20 años (0,75) y de más de 61 años (0,66), mientras el resto oscilan alrededor del índice global, aunque todos ellos muy pare­ cidos. En lo que a la profesión se refiere, el índice más elevado es el de los técnicos (0,64) y el índice más bajo el de los peones (0,43), manteniéndose el resto bastante próximos al índice global. En lo referente al tamaño de la empresa, volvemos a ver en este aspecto de la satisfacción que el índice más elevado es en la pequeña em­ presa (0,65) y el más bajo en la empresa mediana (0,46). ESTUDIO DE LA SATISFACCION LABORAL EN ASTURIAS 1.107

CONCLUSIONES

En todo este trabajo hemos ido analizando la satisfacción en el trabajo en Asturias, que sólo podemos entender en la idea de que nos muestra unas tendencias probables, con más sentido al coincidir con los resultados de otras zonas con unos resultados en general similares como la de Santander. Vamos, ahora, a enumerar las conclusiones más claras de los resultados ya vistos:

1. El sector productivo más satisfecho parece ser el terciario (se­ gún los índices de satisfacción general, con el salario, con los jefes y con la organización del trabajo), al igual que vimos en el estudio similar de Santander.

2. En Asturias no parece claro que estén más satisfechas las mu­ jeres, como ocurre en Cantabria y parece indicar aquí el índice general de satisfacción, pues los hombres tienen unos índices superiores de satisfacción en todos los aspectos parciales con­ siderados, a excepción de la satisfacción con la organización del trabajo.

3. En cuanto a las zonas, la de Gijón es la más satisfecha de As­ turias de forma clara. Todos los índices de satisfacción que hemos calculado dan para Gijón su máximo valor, de forma destacada.

4. No se aprecia ninguna clara relación entre satisfacción y anti­ güedad. Tampoco en lo referente a la edad es clara la relación con la satisfacción, aunque los más satisfechos son ordinaria­ mente los más jóvenes, el grupo de los menores de 20 años, tanto en la satisfacción general como en diversos aspectos de la satisfacción (con salario, jefes y organización del trabajo). Se confirma la disminución de la satisfacción en algunos aspec­ tos más personales (con los jefes, salario, tipo de trabajo) in­ mediatamente antes de la jubilación.

5. Se confirma que los profesionales más satisfechos en general son los de mayor nivel, en especial los técnicos en Asturias (en la satisfacción general, salario, tipo de trabajo, subordinados y organización del trabajo). Y los menos satisfechos los em­ pleados (con compañeros y subordinados) y los obreros (con el tipo y la organización del trabajo y la satisfacción general). 1.108 DR. ANTONIO LUCAS MARIN

6. En Asturias los trabajadores más satisfechos parece que son los de las pequeñas empresas, con unos índices de satisfacción superior prácticamente en todos los aspectos considerados. Sin embargo, en Cantabria la máxima satisfacción era para los que trabajan en las empresas de tamaño intermedio, que en Astu­ rias han resultado las de mínima satisfacción.

7. La satisfacción más elevada la encontramos, según lo esperado, en la relación con los compañeros, mientras los índices más bajos están en la satisfacción con el salario, con los jefes y con la organización del trabajo. La tendencia es la misma que la observada en Cantabria.

8. La satisfacción en el trabajo en Asturias es muy similar a la de Cantabria, aunque ligeramente superior, tanto en términos generales como en los diversos aspectos analíticos en que he­ mos considerado se puede estudiar. EL YACIMIENTO PREHISTORICO DE LA CUEVA DE AVIAO (ESPINAREU - PILOÑA)

POR

RAMON OBESO AMADO GERMAN RODRIGUEZ CALVO ANTONIO JUANEDA GAVELAS

En el curso de las prospecciones de tipo arqueológico y espe- leológico que desde hace algún tiempo venimos realizando en la cuenca alta del río Piloña, realizamos una visita a la cueva de Aviao. La recogida de materiales arqueológicos en superficie, que creemos de gran interés, y el estado de abandono en que se en­ cuentra actualmente nos ha motivado el darlos a conocer antici­ padamente. La primera referencia sobre Aviao (1) se debe a E. Hernández Pacheco en 1919, quien nos dice que fue descubierta por el Conde de la Vega del Sella junto a otros dos yacimientos próximos (Cue­ va de Collareu y Peña Ferrán) (2). Si bien existen referencias para la cueva de la Peña Ferrán de hallazgos magdalenienses y neolíti­ cos, no tenemos información alguna al respecto para la cueva de Aviao. Se conocen, sin embargo, la existencia de algunos restos

(1) H e r n á n d e z P acheco , E.: “La Caverna de Candamo (Asturias)”. Madrid, C.I.P.P., 1919, pág. 27. (2) Se desconoce la fecha exacta de su descubrimiento; se conserva, sin embargo, el dibujo de un arpón de una hilera de dientes y perforación basal con indicación de procedencia: Peña Ferrán, Piloña: este dibujo está fechado en Labra el 31 de agosto de 1914, por lo que es posible que por esas fechas ya fuera conocida por el Conde la cueva de Aviao. 1 .1 1 0 R. OBESO AMADO, G. RODRIGUEZ CALVO Y A. JUANEDA GAYELAS conservados actualmente en el Museo Arqueológico Provincial de Oviedo. Estos materiales fueron recogidos por el Conde, aunque desconocemos si son el resultado de la realización de una cata o, por el contrario, fueron recogidos en superficie. A primera vista no se observa en el yacimiento indicios de excavación alguna. Con vistas a la realización de este trabajo hemos revisado estos materiales y que a continuación describimos (Lámina 4):

INDUSTRIA LITIGA

Una lasca de sílex negro, de mala calidad, con retoques denticu­ lados inversos en la mitad de uno de sus bordes. Una raedera de cuarcita. Una pieza de cuarcita con retoques denticulados sobre el bor­ de distal convexo y pequeños retoques en un borde de la cara ventral. Un pequeño raspador sobre lasca de sílex. Un fragmento de hoja de sílex. Tres hojitas sin retoque (dos de sílex y una de cristal de roca). Un fragmento de hojita de dorso en sílex blanco. Un fragmento amorfo de cristal de roca. Un canto de cuarcita areniscosa con posibles huellas de per­ cusión en uno de sus extremos. Un canto alargado de cuarcita de sección rectangular con hue­ llas de talla en uno de los bordes. Presenta huellas de machacadu- ras en el centro de las caras planas y en los bordes; así como huellas de percusión en uno de los extremos. Pudo servir de yun­ que y percutor.

INDUSTRIA OSEA

Dos pitones de ciervo; posiblemente sean dos frontales perte­ necientes a un mismo ejemplar. Un fragmento distal de punzón de hueso de sección aplanada (Mide 40 mm. de largo por 8 mm. de anchura máxima). Un fragmento de punzón de asta de sección circular (Mide 18 mm. de largo por 8 mm. de anchura máxima). Un cilindro de candil de ciervo (Mide 64 mm. de largo por 21 mm. de diámetro máximo). EL YACIMIENTO PREHISTORICO DE LA CUEVA DE AVIAO 1.111

FAUNA

Un molar de caballo. Un fragmento mandibular de ciervo. Cuatro piezas dentarias de cabra. Tres ejemplares de Littorina littorea. Tres ejemplares de Patella vulgata «var. pleistocena» (con diá­ m etros máximos de 56, 60 y 63 mm.). Un fragmento de Cardium sp. Un ejemplar de Monodonta lineata.

Estos materiales se encontraban dentro de una caja con una tarjeta manuscrita en su interior que decía: «Infiesto, Cueva de Aviao. Donante: Conde de la Vega del Sella», y en su reverso: «en una caja cartón perfectamente cerrada y con este papel dentro. Cueva de Aviao. Infiesto. En la tapa se respetan estos datos».

SITUACION Y DESCRIPCION DEL YACIMIENTO

La cueva de Aviao se encuentra a unos 250 metros del pueblo de Espinareu, siguiendo curso arriba por el río del mismo nombre y a escasos metros de la carretera que va desde Infiesto a Riofa- bar (Lámina 1). Aviao es en realidad un abrigo en cuyo interior se desarrollan algunas galerías de escaso desarrollo. La entrada se abre al Norte y a una altura aproximada sobre el nivel del mar de unos 300 me­ tros. Sus coordenadas son: 43° 17’ 50" Long. N. y Io 40' 15" Lat. W.; según la hoja núm. 54 del mapa de España 1:50.000 del I.G.C. «Rio- seco» (1945). La cavidad se ha formado en la caliza de montaña (edad Na- muriense) del carbonífero inferior (Paleozoico). Las dimensiones del abrigo son: 9 m. de anchura máxima, 4 m. de altura máxima y unos 15 m. de profundidad. El techo debió tener mayores proporciones que en la actuali dad, a juzgar por los grandes bloques de piedra desprendidos y observables en la superficie del yacimiento (Lámina 2). En la actualidad el abrigo cumple la función de gallinero y almacén de desechos, ocupando éstos gran parte de su superficie, y en tal cantidad que obstruyen prácticamente la entrada que da acceso a la galería. A estos inconvenientes hay que añadir la nu­ merosa presencia de roedores que parecen residir en el abrigo. 1.1 1 2 R. OBESO AMADO, G. RODRIGUEZ CALVO Y A. JUANEDA GAYELAS

Estas circunstancias han hecho especialmente penosa y desagrada­ ble nuestra tarea. Prácticamente en toda la superficie puede apreciarse materiales arqueológicos, denotando la existencia de nivel(es) de ocupación. En algunos puntos del interior de la galería aparecen brechas for­ madas por osamentas en su mayor parte. En el suelo aparecen igualmente vestigios de numerosos restos líticos y óseos mezclados con gran cantidad de desperdicios de época actual. La gran mayoría de los restos faunísticos pertenecían a la cabra. A riesgo de recoger huesos actuales, procedimos a seleccionar aquellos que presenta­ ban restos de concreción. Entre los materiales recogidos destaca un fragmento de masa brechosa compacta, probablemente despren­ dido de una de las paredes. La posterior limpieza de este fragmento ofreció los siguientes materiales: Diez fragmentos de huesos indeterminables. Dos fragmentos de hueso largo con algunas finas marcas pa­ ralelas y oblicuas (¿huellas de descarnado?). Una lasca simple de cuarcita. Un fragmento de maxilar de Capra pyrenaica (Cabra). Una lasca de sílex con retoques planos paralelos. Una punta triangular de cuarcita que presenta en ambos bor­ des una serie de retoques planos y paralelos que convergen en el ápice de la pieza (Lámina 5, 3). Un fragmento de estalagtita de sección circular. Mide 73 mm. de largo por 29 mm. de diámetro máximo. Está decorada por tres series de marcas cortas y profundas, transversales al eje mayor de la pieza y paralelas entre sí. Las incisiones, cuya sección del surco es en V, están rítmicamente separadas. Las longitudes de las mar­ cas oscilan entre los 5 y los 11 mm. (Lámina 8). La ruptura de uno de los extremos interrumpe la prolongación de este tema y cuyo número de marcas conservadas es el siguiente: 8-10-8. En la parte opuesta de la pieza se observa un tema decorativo de difícil inter­ pretación. Hay una línea ondulante realizada con trazo múltiple, ancho y profundo, y que discurre paralelamente al eje mayor de la pieza. La alteración superficial de la pieza interrumpe la conti­ nuación de este motivo, que parece concluir al final de la misma. Al lado de él y siguiendo el mismo sentido aparece una figura com­ puesta principalmente por dos formas cerradas, realizadas median­ te el entrecruce de trazos curvilíneos. Parte de este motivo está cubierto por una delgada costra que impide ver con claridad la totalidad del grabado. Una posterior limpieza de la pieza y su pos­ terior estudio en detalle se dará a conocer en breve. Lámina 1: Situación geográfica de la cueva de Aviao, en Espinareu (Piloña). Lámina 2 : Planta de la entrada de Aviao. Lámina 3: Dibujo de la entrada de la cueva de Aviao, ocupada parcialmente por la presencia de un corral y numerosos desperdicios. Lámina 4: Diversos materiales recogidos por Vega del Sella. Lámina 5. Lámina 6. Lámina 7. Lámina 8. EL YACIMIENTO PREHISTORICO DE LA CUEVA DE AVIAO 1.113

El resto de los materiales recogidos en superficie se distribu­ yen de la siguiente manera:

INDUSTRIA LITICA

Una hoja simple de sílex (Lámina 5, 2). Tres núcleos de lascas de sílex. Dos núcleos mixtos de sílex. Tres núcleos amorfos de sílex. Una lasca de sílex de descorticado 1.° Siete lascas simples de cuarcita. Tres lascas simples de sílex. Dos fragmentos de cristal de roca. Una punta triangular de sílex con retoques en uno de los bor­ des (Lámina 6, 1). Un raspador-buril de sílex (Lámina 5, 5). Un raspador abultado de cuarcita (Lámina 6, 2). Tres denticulados: dos de sílex (Lámina 5, 1,4) y uno de cuar­ cita (Lámina 5, 6).

INDUSTRIA OSEA

Un fragmento de diáfisis ósea con retoques directos en el ex­ tremo de uno de los bordes (Lámina 7, 2). Una azagaya de asta (fragmentada en dos partes) de sección oval y de base monobiselada. Le falta el extremo distal. La parte conservada mide 160 mm. de largo por 10 mm. de anchura máxima y 10 mm. de espesor. Está decorada a lo largo de todo el fuste con las llamadas «marcas de caza». El bisel, situado en la cara opuesta, presenta algunas marcas paralelas «de enmangue» (Lámina 7, 1).

FAUNA

Los pocos restos recogidos corresponden en su totalidad a la Capra pyrenaica. Estos son: un calcáneo, dos astrágalos, un frag­ mento de cuerno, una falange y cuatro piezas dentarias. Un ejemplar de Turritella communis (Lámina 7, 3). 1.114 R. OBESO AMADO, G. RODRIGUEZ CALVO Y A. JUANEDA GAYELAS

La industria lítica conservada es muy escasa como para hacer un estudio estadístico, y máxime habiéndose recogido en superficie. Tipológicamente carecen de valor diagnóstico —a excepción de la punta solutrense—, pudiendo atribuírseles cualquier momento del Paleolítico Superior. La punta triangular con retoques solutrenses tiene sus parale­ los en algunos ejemplares aparecidos en el nivel E de Cueto la Mina. Este tipo de puntas bien pudieran ser esbozos, es decir, pie­ zas sin terminar. La punta triangular con retoques abruptos en uno de sus bordes parece ser relativamente frecuente en algunos yacimientos solu­ trenses, apareciendo en el nivel F de Cueto la Mina y en el nivel 7 del Buxu; siendo réplicas de las puntas de estilo musterienses. La industria ósea, representada prácticamente por una esplén­ dida azagaya. Tanto por la morfología como por el tema decorativo, esta pieza está presente en casi todos los períodos del Paleolítico Superior, por lo que resulta difícil adscribirla a algún momento determinado dentro del mismo.

Aviao es un yacimiento de reducidas dimensiones, con una su­ perficie en la actualidad de unos 35 m.2, cuya actividad principal, a juzgar por los restos de que disponemos, fue la caza de la cabra montés (Capra pyrenaica). Este tipo de actividad viene dada por el emplazamiento o enclave topográfico de la cueva. El río Espinareu está encajado, en esta zona, en un estrecho valle circundado por numerosas altitudes superiores a los 1.000 m., con fuertes pendien­ tes escarpadas. Según ascendemos río arriba (aquí el río cambia su nombre por el de Infierno) el terreno se hace cada vez más abrupto, formando pequeñas gargantas de paredes verticales. La actividad cárstica es más intensa, con la consiguiente formación de cavidades todavía sin prospectar. En definitiva, un biotopo idóneo para el desarrollo de la citada especie. Otra especie de gran importancia fue la del ciervo (Cervus elaphus), y de manera más esporádica el caballo (Equus c.) y la recogida de algunos muluscos marinos que más adelante comenta­ remos. Otros restos recogidos en Aviao, si bien escasos pero significa­ tivos, nos manifiestan otros tipos de actividades aparte de la acti­ vidad cazadora recolectora, como es la talla de la piedra y del hueso en sus distintos procesos de elaboración (lascas, núcleos, candiles de ciervo, yunque-percutor, etc.). EL YACIMIENTO PREHISTORICO DE LA CUEVA DE AVIAO ' 1.115

La presencia de especies marinas en Aviao evidencian una acti­ vidad recolectora en la costa con fines alimenticios ( Littorina littorea, Patella vulgata, etc.) y decorativas ( Turritella communis). Esta explotación de los recursos marinos nos indican por otra par­ te la existencia de un movimiento (¿estacional?) de gentes entre la costa y los valles montañosos del interior. Es posible que tuvieran un campamento base en la costa, desde donde grupos de cazadores saldrían en expediciones de caza de corto plazo hacia la montaña. No es una excepción encontrar en un yacimiento del interior es­ pecies marinas. Son numerosos los yacimientos situados a una considerable distancia de la costa, como son los casos de Chufi o Rascaño en Cantabria, o el de la Peña de Candamo en Asturias (3). Los tamaños gigantes de la lapa Patella vulgata var. (Pleistóce- na) nos indicaría una explotación poco intensiva de la costa du­ rante esa época como consecuencia de las condiciones climáticas rigurosas durante el Pleistóceno, como parece confirmarlo la pre­ sencia de una especie de aguas más bien frías: La Littorina litto­ rea. La presencia entre las muestras recogidas por el Conde de especies termófilas como la Patella v. y el bígaro Monodonta junto a las especies de aguas más frías arriba indicadas, puede entender­ se bien como pertenecientes todas a un mismo momento cültural; esto puede resultar contradictorio a primera vista, pero vemos sin embargo cómo en algunos yacimientos, como el del nivel Magda- leniense (indeterminado) de Balmori y en el nivel 26 de La Riera, estas mismas especies, de ambientes diferentes, llegan a coexistir en un momento determinado, posiblemente a partir del Magdale- niense superior; o bien que pertenezcan a momentos cronocultura- les diferentes.

CONCLUSION FINAL

Hacer una interpretación a partir de los escasos restos recogi­ dos por Vega del Sella y por nosotros en las circunstancias. ya reseñadas resulta siempre difícil; sin embargo, a juzgar por la presencia de algún elemento característico (punta solutrense) de un período o la presencia de algunas especies marinas significati­ vas suponen unos indicios como para poder reconstruir —siquiera hipotéticamente— la existencia en Aviao de por lo menos dos asen­ tamientos culturales diferentes:

(3) La distancia entre la costa y Aviao debió ser, durante el Peniglacia- cial, de 5 a 7 kms. mayor que en la actualidad. 1.116 R. OBESO AMADO, G. RODRIGUEZ CALVO Y A. JUANEDA GAVELAS

1.° Una ocupación Solutrense que viene dada por una pieza (La punta) característica de esta cultura. En este período podrían encajar las especies marinas Littorina l. y la Patella v. (Pleis- tócena), si bien ambas puedieran pertenecer a cualquier mo­ mento del Paleolítico Superior, ai igual que el Cardium sp. y la Turritella c.

2.° Una ocupación posterior a la Solutrense, determinada por la presencia del bígaro Monodonta, especie en principio ajena a este período y más propia de un período cultural que compren­ dería entre un Magdaleniense terminal y el Epipaleolítico. Dentro de este espacio cultural entrarían asimismo todas las especies citadas en el anterior apartado; si bien ya a partir del Aziliense la Littorina l. y la Patella v. (Pleistócena) desapa­ recen, siendo sustituidas por el Trochas y la Patella vulgata, respectivamente.

Es la primera vez que se constata la presencia de indicios de una ocupación Solutrense —hasta ahora ausente-— en esta «franja intermedia» de la región asturiana, es decir, entre las áreas geográ­ ficas conocidas: Por el Este, con Cova Rosa, El Cierro, El Buxu, Cueto la Mina, etc. Por el Oeste, con Cueva Oscura, Las Caldas, La Viña, etc. Sin duda, con el aumento de prospecciones arqueológicas en la cuenca del río Piloña se irán conociendo nuevas ocupaciones solutrenses. Esperemos que lo aquí expuesto sirva de acicate para una ma­ yor atención hacia el yacimiento por parte de los organismos competentes, con el fin de evitar el continuo deterioro al que está siendo sometido.

AGRADECIMIENTOS

Queremos expresar nuestro agradecimiento por su colaboración en este trabajo a los señores: Luis González Herrero, Begoña Tejo, Angel Fernández Alvarez, Pablo Obeso e Iría Juaneda. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO

SU IMPORTANCIA SANITARIA

POR

MELQUIADES CABAL

ORIGEN DEL LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL

El Laboratorio Químico Municipal de Oviedo tuvo comienzo tras el informe emitido por una comisión nombrada por e-1 Ayun­ tamiento en fecha 12 de noviembre de 1884 para preparar las bases y reglamento del futuro laboratorio, haciendo presente en su in­ forme los motivos de conveniencia y utilidad que aconsejaban su creación en una ciudad del rango científico que Oviedo poseía. Integraban el proyecto, además de nueve bases y seis artículos del Reglamento, el presupuesto del material necesario para su ins­ talación, que ascendía globalmente a la cantidad de mil doscientas pesetas (1). Para la ubicación del laboratorio propuso el arquitecto muni­ cipal utilizar el local que ocupó en el patio de la escuela de niños de la calle Quintana la Asociación de las Escuelas Dominicales, efectuando algunas pequeñas obras, reducidas a la apertura de una puerta de comunicación con los almacenes, así como la construc­ ción de un fogón especial con su respectiva campana y salida de humos, dotación de los servicios de gas y agua y el menaje más indispensable para - las manipulaciones, suponiendo todo ello un gasto de setecientas sesenta y ocho pesetas. -

(1) AAO.—Libro de Acuerdos 1884, 12-1-1884, folio 7. 1.118 MELQUIADES CABAL

Ante tan exiguo presupuesto, acordó la Corporación la ejecución de las obras, que habían de llevarse a cabo según indicase el facul­ tativo (2). En este local improvisado —dice don Fermín Canella— se fue­ ron colocando diversos útiles imprescindibles: una mesa, una es­ tantería, un mostrador de trabajo y los ya citados fogones y chi­ meneas, gas del alumbrado y servicio de agua (3). Decidido el lugar de emplazamiento del laboratorio químico, se acuerda a la vez crear una plaza de químico-analítico con catego­ ría de director, dotada con el haber anual de mil quinientas pese­ tas, cantidad por entonces valorable, que había de proveerse por oposición ante un tribunal compuesto por el alcalde, que actuaría como presidente, un catedrático en ciencias físico-químicas, un in­ geniero industrial y dos doctores o licenciados en farmacia, jueces que serían nombrados por el presidente. El agraciado que obtuviese la plaza estaría facultado para pro­ poner la adquisición del material necesario y el Jugar donde insta­ lar el laboratorio (4). Este trascendente acuerdo municipal ocurría en Oviedo en fecha 23 de mayo de 1884, firmando la proposición don Cándido Díaz González, don Maximino Elvira, don Andrés Sánchez, don Antonio Landeta, don Adolfo G. Rúa y don Manuel Díaz Argüelles. Aclaraba la Comisión Municipal en su informe que el químico nombrado no adquiriría otros derechos que los relacionados con la dirección del laboratorio en tanto subsista, y que si por cualquier motivo o causa se acordase la supresión del mismo, concluiría todo compromiso ulterior con el empleado, que cesaría en sus funciones sin opción a excedencia ni haberes por ningún concepto. No obstante estas condiciones tan restringidas, se presentaron como aspirantes a la plaza tres personalidades científicas: don Luis González Frades, catedrático en propiedad en el Instituto Provin­ cial de la asignatura de Física y Química; don Eugenio Piñerúa Alvarez, farmacéutico por oposición de la Beneficencia Provincial, y don Elias Ricardo Gimeno Brun, catedrático en propiedad en el Instituto Provincial, que enseñaba Historia Natural, todos doc­ tores en sus respectivas disciplinas.

(2) AAO.—Libro de Acuerdos 1887, 18-X-1887, folio 191. (3) Can ella S ec ad es , Fermín.—“El Libro de Oviedo”. Imp. de Vicente Brid. Oviedo, 1887. (4) AAO.—Libro de Acuerdos 1884, 24-V-1884, folio 99v. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.119

No mencionan con suficiente claridad los libros de acuerdos si hubo o no oposición, señalando por el contrario haberse procedido a la elección por medio de papeletas, obteniéndose el resultado si­ guiente: Votos: Don Elias Ricardo Gimeno Brun, 11; don Luis Gonzá­ lez Frades, 4, y don Eugenio Piñe-ra Alvarez, 1. Nombrado don Elias Ricardo Gimeno por mayoría de votos, solicita licencia ilimitada para - la atención de asuntos propios, señalando que el importe de las gratificaciones que pudieran co- rresponderle durante su ausencia se aplicasen a los fondos destina­ dos a la adquisición de material para el laboratorio (5). La experiencia analítica del doctor Gimeno, superior a los de­ más aspirantes, fue sin duda la razón que inclinó a su favor el ánimo del tribunal, así como el haber practicado análisis de sus­ tancias alimenticias, vinos, féculas, vinagre, sulfato de quinina, opio y té. Asimismo era el doctor Gimeno autor de un trabajo original publicado en 1879 por el cual era posible detectar la materia colo­ rante agregada fraudulentamente a los vinos —la fucsina— y aislar y reconocer dicha sustancia aun mezclada con otras que pudiesen encubrirla, siempre que su proporción en el vino fuese del uno por seis mil. Años antes, durante el curso 1872/73, residiendo en Zaragoza, su tierra natal, fue profesor de Historia Natural, Fisiología e Higiene en el colegio privado de don Miguel Bell, y en 1877 estudió en la Facultad de Ciencias de la capital aragonesa la licenciatura de Ciencias Físico-Químicas, siéndole expedido el título el 30 de octu­ bre de 1877, y un año después, en 1878, actuaría como profesor de Aritmética y Algebra en la Escuela de Artes y Oficios creada por la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo. Pero el mérito preferente, al buen juicio del tribunal, fue haber obtenido por oposición la cátedra de Historia Natural del Instituto ovetense, siendo el primero de la terna, y en virtud de R.O. de 21 de junio de 1877, plaza de la que tomó posesión el 17 de julio del mismo año. Durante algún tiempo anterior a las oposiciones a cátedra fue encargado de explicar la asignatura de Fisiología e Higiene, tenien­ do entonces ocasión de demostrar experimentalmente la acción del O2 y del ácido carbónico sobre la sangre y la presencia del mismo en los productos finales de la respiración.

(5) AAO.—Libro de Acuerdos 1887, 14-VIII-1887, folio 136. 1.120 MELQUIADES CABAL

Obtenida la cátedra, evidencia mejor aún sus cualidades de in­ vestigador, instalando en el gabinete de Historia Natural del Ins­ tituto la micrografía, obteniendo preparaciones visibles con su rudimentario microscopio, por entonces en fase de perfecciona­ miento, a la vez que enseña a un grupo de alumnos la determina­ ción por medio del análisis químico diversas especies minerales, ejercicios que sin intervención del alumnado efectuaba como prác­ tica habitual desde su incorporación docente como complemento de las lecciones teóricas. Estudioso habitual, el 7 de enero de 1881 superaría con éxito los ejercicios del grado de doctor en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. Al margen de sus conocimientos analíticos, fue integrado en una comisión que intervino en el reconocimiento de una caverna «hue­ sosa» en Val de Dios, en colaboración con el Instituto Provincial, de cuyo examen redactó una Memoria acompañada de planos y texto que obra en el Archivo del Rectorado. En periódicos locales, colaboró con cierta asiduidad con artícu­ los de calidad científica sobre praderías e higiene, muy interesan­ tes al público en general. En fecha 22 de junio de 1878 formó parte de la comisión espe­ cial encargada de estudiar la enfermedad de la patata en Asturias, y en noviembre de 1879 fue nombrado individuo nato de la Junta de Defensa contra la Filoxera, dictando una conferencia sobre los medios naturales, químicos y mecánicos capaces de combatir el insecto productor, conferencia que fue remitida a Madrid por la Secretaría de la Junta de Industria, Agricultura y Comercio de Oviedo. A su vez y por acuerdo del Gobernador Civil, en septiembre de 1882 evacuó informe sobre las aves, insectos y plantas perjudicia­ les a la agricultura. Su prestigio se hizo tan popular que rara era la sociedad cien­ tífica de Oviedo a la que no perteneciese. El 4 de agosto de 1878 fue nombrado individuo de la Sociedad Antropológica correspon­ diente a Oviedo, y meses más tarde, el 27 de septiembre del mismo año, ingresaría en la Sociedad Económica de Amigos del País de Oviedo, y seguidamente, tras un breve período, el primero de enero de 1883 formaría parte de la Junta de Agricultura, Industria y Co­ mercio de la Provincia, siendo posteriormente, desde el 11 de marzo del año en curso, secretario de la proyectada exposición asturiana. El prestigio de que venía precedido y el alcanzado posteriormen­ te como director del Laboratorio Químico Municipal le sirvieron LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.121 de aval para participar en todo acontecimiento local o provincial, recordando a este efecto que en diciembre de 1885 fue incorporado al grupo de científicos integrado por Loredo, Albuerne y Nocedo, médicos en ejercicio en Oviedo, al objeto de estudiar la enfermedad colérica que reinaba en Gijón, con la misión de examinar en las deyecciones de los enfermos, en preparaciones microscópicas, y cultivos el tipo de bacilos supuestos responsables. A su vez, el Ayuntamiento de Oviedo acordó en fecha 2 de mar­ zo de 1966 dar el nombre de «Catedrático Gimeno» a una de las calles de la ciudad.

COMIENZA A FUNCIONAR EL LABORATORIO QUIMICO

El Laboratorio Químico Municipal comenzó a prestar público servicio a principios del año 1887, siendo su misión primordial el análisis de los productos alimenticios obtenidos por los delegados de la autoridad municipal en las expendedurías o bien de particu­ lares abonando derechos tarifados en las oficinas del Ayuntamien­ to, misión importante por cuanto se trataba de velar por la salud e higiene públicas, castigando al infractor comerciante que come­ tiese fraudes actuando de mala fe. Si como señalamos anteriormente el local era poco adecuado para un cometido tan importante, igualmente comenzaron siendo escasos y simples los instrumentos de trabajo, reducidos a matra­ ces, embudos, probetas, tubos de ensayo, frascos con reactivos, desecadores, campanas, buretas graduadas al quinto y décimo de c.c., etc. Poco tiempo después se fueron añadiendo útiles más pre­ cisos e importantes: una balanza de precisión, una estufa Wiesneg de regulador, un horno de calcinación del mismo autor, un horni­ llo para evaporaciones, un neceser acetimétrico de Raveil y Salieron, un aleurómetro tipo Roland, un apreciador de Robiné, un oleóme- tro de Lefebre, un aparato Granier para petróleos, un alímetro de Yusch, un baño María Houdart, alambiques, barómetros, densíme­ tros, termómetros de laboratorio, etc. El alimento de Yusch, modi­ ficado posteriormente por Reichelt, era utilizado para determinar la cantidad de agua que contenían ciertos líquidos, principalmente la leche y la cerveza. A la relación instrumental que pormenoriza Canella en su libro se fueron añadiendo poco a poco, según las necesidades, nuevos y numerosos instrumentos de trabajo: vasos de precipitado, probetas de pie, vasijas graduadas, reguladores de temperatura para las estu­ 1.122 MELQUIADES CABAL

fas, trompas para filtraciones en aire enrarecido, buretas, vasos para pesadas de sustancias higroscópicas, balanzas de media pre­ cisión, piknómetros, extractores Soxhlet para sustancias grasas, tubos Rose para reconocimiento de alcoholes, lactolutinómetros Marchandt para ensayos de leche, densímetros, crisoles, cápsulas, hornos, etc., así como los reactivos adecuados a los tipos de aná­ lisis que se pretendía llevar a efecto. Cuando el Laboratorio Químico se estaba instalando le fueron ofrecidos a la Corporación Municipal por don Eugenio Bertrand otros útiles y reactivos por la cantidad de mil doscientas pesetas, lote que no pormenoriza el Libro de Acuerdos, existiendo constan­ cia no obstante de componerse de aparatos, utensilios y material que sumaban cincuenta objetos y un número similar de reactivos, todo ello inventariado por el director del laboratorio y corporación del ramo (6). La consignación del Laboratorio Químico, mil pesetas anuales en un principio, se fueron incrementando en años sucesivos hasta alcanzar la cantidad de dos mil pesetas anuales al poco tiempo de comenzar a funcionar con normalidad.

REGLAMENTO DEL LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL

El Laboratorio Químico se regía por un Reglamento que conte­ nía siete artículos, señalando el primero de ellos que su misión principal era el reconocimiento de la pureza de los artículos de alimentación y consumo mediante el análisis químico y micrográ- fico, desinfección de locales y ropas. Incumbía igualmente al laboratorio el reconocimiento micro- gráfico de las carnes, pescados y embutidos, aspecto este último encomendado a los inspectores veterinarios, trabajo que realiza­ ban en el laboratorio, facilitándoles el director los reactivos y ma­ terial necesario para ello, en tanto que el análisis químico estaba a cargo del director auxiliado por dos ayudantes y un mozo de ser­ vicio. Desde su comienzo, el laboratorio no sólo atendía los trabajos oficiales, sino también los particulares, siendo los primeros a ini­ ciativa del alcalde, concejales e inspectores técnicos, químico y veterinario en la parte que a cada uno pudiera corresponder, en tanto que los particulares podían ser a iniciativa de los vecinos o colectividades, devengando los honorarios estipulados en la tarifa.

(6) AAO.—Libro de Acuerdos 1887, 29-X-1887, folio 204. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.123

El resultado de los análisis era norma general expresarlos co­ mo bueno, malo no perjudicial para la salud o malo perjudicial cuando sólo se pretendía conocer el análisis cualitativo. Para comodidad del usuario, el laboratorio funcionaba todos los días no festivos, desde las diez de la mañana hasta las cinco de la tarde en los meses de invierno, aumentando el horario en una hora más en la tarde durante la primavera y verano. La tarifa de los análisis de leche, sal, azúcar, papeles, vasijas, té, café, achicoria, condimentos y especias estaba tarifado en 0,50 pesetas. El análisis de aceites vegetales, manteca y grasas animales, chocolates, vinagre, conservas alimenticias, jarabes, petróleo y pro­ ductos de confitería incrementaban la tarifa a una peseta, en tanto que los realizados en aguas potables, vinos, bebidas fermentadas, alcoholes, licores, pan, pastas, pasteles y harinas la aumentaban a dos pesetas y media. Aunque los precios se nos antojan hoy insignificantes, no lo eran tanto por entonces, y más aún cuando el análisis era cuanti­ tativo, pues un examen de alcohol y extracto seco a 100 grados habían de pagar por ello una minuta de cinco pesetas; los sulfatos, alúmina, azúcar reductor, antisépticos, materia colorante y sustan­ cias extrañas ascendían los honorarios a veinte pesetas; las hari­ nas, pan, pastas y pasteles, su examen microscópico, agua, ceniza y grado aleurométrico para la determinación de la cantidad de gluten contenido en las mismas, así como las materias extrañas, costaba diez pesetas; la investigación de las mezclas de azúcar, glucosa y miel, cinco pesetas; los jarabes y productos de confite­ ría, naturaleza del azúcar, colorantes y antisépticos, doce pesetas; otros análisis, como manteca de vaca y grasas de cerdo, aceite de oliva, tenían un costo de diez pesetas por cada uno de los alimentos; el té, pimiento, azafrán, sal y demás condimentos, cinco pesetas; el vinagre, conservas alimenticias y metales tóxicos, diez pesetas; la densidad e inflamabilidad del petróleo figuraba igualmente en la tarifa con diez pesetas. La importancia higiénico-social de los análisis era aceptado en general con beneplácito por fabricantes y usuarios, no obstante implicar ello la prohibición de venta de todo género calificado por el Laboratorio Químico de malo perjudicial para la salud. ---- La importancia adquirida por el Laboratorio Químico fue no­ table en poco tiempo, al extremo de sugerir en la Memoria de 1907 la necesidad de ampliar el local, presentando con este propó­ sito el arquitecto municipal un proyecto que permitiría asociar el análisis micrográfico de carnes y pescados, misión hasta entonces 1.124 MELQUIADES CABAL

llevada a cabo por los inspectores veterinarios, así como el estudio bacteriológico de aguas y otros elementos que en lo sucesivo se irían organizando, completando los servicios existentes relaciona­ dos con los exámenes de alimentos (7). El auge experimentado por el Laboratorio Químico Municipal fue debido en gran parte a iniciativa y entusiasmo del primer di­ rector, don Elias Ricardo Gimeno Brun, que, tras haber dirigido el laboratorio durante dieciséis años, había de fallecer en acto de servicio el 20 de julio de 1903 a consecuencia de una hemorragia cerebral, cuando contaba cincuenta y un años de edad. Natural de Zaragoza, fue nacido en 1852 y había contraído matrimonio en pri­ meras nupcias con doña Mariana Poderoso y Egurbide, del que nacieron dos hijos, Joaquín y Ricardo. Al enviudar, siendo aún muy joven, contrajo segundas nupcias con doña Marta Poderoso Egur­ bide, hermana de su primera esposa, con la que tuvo cuatro hijos, Elias, Mariana, Concepción y Manuel. Sus restos fueron inhumados en el cementerio de Oviedo (8). Al fallecer don Elias Ricardo Gimeno Brun se procedió sin di­ lación alguna a la convocatoria de la vacante, señalando un plazo de veinte días para la presentación de solicitudes. Mas en esta oca­ sión no hubo más aspirantes que don Enrique Uríos, que interina­ mente la estaba desempeñando y que, a juicio de la Comisión Municipal, reunía las condiciones necesarias para confiarle la di­ rección. El cargo objetivado por su remuneración no era apetitoso, pues durante el tiempo que duró la interinidad estaba dotado con una gratificación de novecientas noventa y nueve pesetas anuales. El Ayuntamiento, acorde con la propuesta de la Comisión Mu­ nicipal, ordenó se expidiese a su favor los correspondientes títulos y credenciales en fecha 18 de diciembre de 1903, señalando en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo las condiciones que había de poseer para desempeñar el cargo (9). A juzgar por los méritos presentados en la solicitud, era don Enrique Uríos persona de excelente preparación para el cargo. Es­ taba en posesión del título de doctor en Ciencias Físico-Químicas,

(7) AAO.—'‘Memoria del Laboratorio Químico Municipal de Oviedo de 1907”. Imp. de Eduardo Uría. Progreso, 4. Oviedo, 1903. (8) Archivo Parroquial de San Juan el Real de Oviedo. Libro de difuntos 1899/1911, folio 103v. (9) AAO.—Cuerpo de estante 1, estante núm. 1, legajo 136, documento 21, 1903. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.125

cuyos ejercicios practicó en Madrid el 12 de marzo de 1881, sién­ dole expedido el título el 16 de noviembre de 1882. Un año antes, el primero de mayo de 1880 estudia farmacia en la Universidad de Madrid, obteniendo el título el 15 de junio de 1886, aprobando posteriormente las asignaturas del doctorado en dicha disciplina. En virtud de oposición o concurso, según la legislación respec­ tiva, fue ayudante de clases prácticas y profesor auxiliar en la Facultad de Ciencias Físico-Químicas en la Universidad de Zarago­ za, obteniendo poco después, por oposición, la Cátedra de Química General en la Universidad de Oviedo, cargo que desempeñaba al optar a la dirección del Laboratorio Químico. Por sus merecimientos y formación profesional, fue designado vocal de tribunales de oposiciones para la provisión de cátedras de Química, nombramiento otorgado por el Ministerio de Instruc­ ción Pública. Conocedor del idioma alemán, tradujo las obras del profesor F. Beuleaux «Las fuerzas de la naturaleza y su aprovechamiento» y «La química de la vida diaria». Se tenía conocimiento también de haber practicado numerosos análisis de aguas, productos comerciales, etc., en un laboratorio de su propiedad y ser vocal de la Junta Provincial de Sanidad de Oviedo por ser catedrático de Química.

MEMORIA DE LA LABOR REALIZADA POR EL LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL

La labor del Laboratorio Químico Municipal había de quedar reflejada según el artículo 7.° del Reglamento aprobado por la Corporación en sesión del 30 de octubre de 1906 y comunicada por la Alcaldía en 1.° de mayo de 1907 en una Memoria cuya síntesis incumbía hacerla al director del establecimiento, abundando en datos estadísticos de los análisis tanto oficiales como particulares encargados al laboratorio, Memoria que se imprimía en la Impren­ ta de Eduardo Uría, Progreso* 4, de Oviedo, conservándose en el Archivo Municipal los ejemplares pretenecientes a los años 1907 y 1908. Estas Memorias, además de permitirnos conocer los datos re­ feridos a estos años y su comparación con la documentación y antecedentes a la vida del laboratorio desde su inicio en 1887, ser­ vían de estímulo para mejorar en cuanto fuera posible su quehacer, 1.126 MELQUIADES CABAL siempre que el Ayuntamiento no restrinja o niegue los medios ne­ cesarios para llevar a cabo mayores inquietudes como la desinfec­ ción de las viviendas, «hasta lograr que Oviedo deje de ser uno de los pueblos para los cuales son letra muerta los progresos de las ciencias médicas y sus auxiliares en cuanto tienden a evitar las enfermedades combatiendo sus causas». No obstante ser consciente el equipo directivo del Laboratorio Químico de la dificultad que entrañaba la desinfección de edificios, ropas y demás objetos «contumaces», era una aspiración que al correr del tiempo habría de llevarse a efecto (10). Según la Memoria del año 1907, eran escasos y de poca impor­ tancia las adulteraciones, en su mayor parte referidas a las leches y chocolate, consistente en la adición de agua y substracción de manteca en las primeras, y en la mezcla de harinas de cereales y otros granos en las segundas, siguiendo en importancia y frecuen­ cia el aceite de oliva y vino. Los resultados obtenidos, recopilados en la Memoria, eran los siguientes: Mes de enero: Vinos, 3 malos no perjudiciales y 1 bueno; cho­ colates, 3 buenos. Mes de febrero: Vinos, 1 malo perjudicial y 6 buenos; chocola­ tes, 1 malo no perjudicial y 2 buenos; particulares, 1 malo. Mes de marzo: Vinos, 13 malos perjudiciales, 2 regulares y 4 buenos; aceites, 3 malos y 1 bueno; leche, 1 malo no perjudicial; particulares: vinos, 5 malos perjudiciales y 2 regulares. Mes de abril: Vinos, 15 malos perjuidiciales, 3 regulares y 4 buenos; aceites, 2 malos y 2 buenos; chocolates, l malo no perju­ dicial; leches, 2 buenas; particulares: vinos, 4 regulares y 1 bueno. Mes de mayo: Vinos, 5 malos perjudiciales; aceite, 1 bueno y 1 malo no perjudicial; aguas, 2 buenas. Mes de junio: Vinos, 9 malos perjudiciales; 5 regulares y 3 bue­ nos; aceites, 7 malos y 1 bueno; vinagres, 1 malo perjudicial; 1 re­ gular y 1 bueno; bombones, 1 malo no perjudicial. Mes de julio: Vinos, 12 malos perjudiciales, 7 buenos y 1 regu­ lar; aceites, 8 malos y 1 bueno; chocolates, 7 buenos; dulces, 7 bue­ nos y 1 malo; azafrán, 1 bueno; sal común, 1 bueno; gaseosa, 1 buena; particulares: vinos, 2 malos perjudiciales, 3 regulares y 1 bueno; leche, 1 mala no perjudicial; aceite, 2 malas; agua, 1 mala.

(10) Se aplica la palabra “contumaz” en este caso a aquellas materias o sustancias que se estiman propias para retener o propagar los gérmenes de un contagio. Diccionario de la Lengua Española. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.127

Mes de agosto: Vinos, 12 malos perjudiciales, 3 regulares y 4 buenos; aceites, 8 malos y 1 bueno; chocolates, 3 malos y 1 bueno; bombones, 4 buenos; azafrán, 1 bueno; café, 3 buenos; primiento, 1 bueno; azúcar, 1 buena; limonadas, 4 buenas y 1 mala; particu­ lares: vinos, 2 malos perjudiciales y 2 regulares; leche, 1 buena. Mes de septiembre: Vinos, 5 malos perjudiciales, 8 regulares y 8 buenos; vinagres, 3 buenos y 1 regular; aceites, 8 malos; guisan­ tes, 2 buenos; té, 1 bueno; ciruela en conserva, 1 buena; dulce de ciruela, 1 buena; bombones, 1 bueno; particulares: vinos, 1 malo y 1 regular; aceite, 2 malos; vinagre, 1 bueno. Mes de octubre: Vinos, 6 malos perjudiciales, 3 regulares y 1 bueno; vinagre, 1 bueno; leches, 14 buenas y 1 mala perjudicial; licores, 2 buenos; aceites, 2 malos y 2 buenos; guisantes, 2 buenos; chocolates, 2 malos; pimiento, 1 bueno; dulces, 3 buenos; harina, 2 buenos; café, 1 bueno; particulares: vinos, 1 malo perjudicial, 1 regular y 8 buenos; ácido cítrico, 1 bueno; esencia de limón, 1 buena; esencia de zarza, 1 buena; jarabe de limón, 1 bueno; le­ ches, 2 malas y 1 buena; aceite, 1 buena. Mes de noviembre: Vinos, 21 malos, 4 regulares y 1 bueno; aceites, 7 malos y 1 bueno; chocolates, 2 buenos y 3 malos; vina­ gre, 1 bueno; dulces, 2 buenos; pimiento, 1 bueno; guisantes, 1 bueno; café, 1 bueno; azafrán, 1 bueno; particulares: vinos, 4 ma­ los perjudiciales y 1 bueno; aceites, 2 malos; leches, 2 malas y 1 buena; chocolate, 1 malo no perjudicial. Mes de diciembre: Vinos, 3 malos perjudiciales, 4 regulares y 2 buenos; leches, 11 malas v 68 buenas; cañas, 2 buenas; turrones, 24 buenos; particulares: vinos, 3 malos judiciales y 3 regulares; aceite 1 malo no perjudicial; chocolate, 1 malo no perjudicial. Esta pormenorización del número de análisis realizados por me­ ses durante el año 1907, especificando las especies alimenticias más propicias al fraude, nos da idea exacta del rigor con que actuaba el Laboratorio Químico. De ahí la importancia, a nuestro juicio, de plasmarlas anualmente para conocimiento del público en general. Por otra parte, el director del laboratorio era conocedor de la ley que protegía la salud pública y los intereses de los ciudadanos en cuanto afectase a la pureza de los artículos alimentarios y de consumo, que permitía a las autoridades gubernativas y judiciales la persecución de todo fraude en el comercio de los referidos ar­ tículos, proscribiendo las adulteraciones fuesen o no perjudiciales a la salud de los consumidores. Además de la Memoria anual, editaba también el Laboratorio Químico un boletín que comenzó a publicarse en 1908, insertando 1.128 MELQUIADES CABAL en el número primero un artículo dirigido al público original del propio director, de fecha 27 de julio, donde advierte a los con­ sumidores la importancia de los análisis para la evitación de las adulteraciones. Con esta ventaja de poder, al estar amparado por la ley, se in­ sertaba en el boletín relación nominal y domicilios de las personas o entidades que vendían productos de buena calidad, señalando el lugar donde podían ser adquiridos. En relación con los vinos, bebida de uso muy corriente en As­ turias, se hacía igualmente la nominación, calificando como vinos malos perjudiciales para la salud los que contuviesen más de dos gramos de sulfato potásico por litro procedente del enyesado. En relación con los aceites, se consideraban como de mala ca­ lidad pero no perjudiciales para la salud los que estuviesen mez­ clados con aceite de sésamo. Para facilitar que el público tuviese conocimiento de lo que ad­ quiría, el boletín del laboratorio se daba gratuitamente a toda persona que lo solicitase para previamente orientarse antes de comprar ningún artículo alimenticio. En el Archivo del Ayuntamiento de Oviedo se conservan varios ejemplares del boletín: los números 1, 2, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 13, 14, 17, 20, 22, 23, 27 y 29.

INSPECTOR Y AYUDANTE DEL LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL

Como la vida y actividad del laboratorio aumentase sin cesar, fue necesario crear una plaza de ayudante, recayendo el nombra­ miento en don Enrique Luis Uría y Mata-Vigil en sesión del Ayun­ tamiento de fecha 25 de febrero de 1905, con el haber anual de setecientas cincuenta pesetas. El ayudante elegido, aunque de profesión abogado, había cur­ sado y aprobado los ejercicios de Perito Químico en fecha 25 de septiembre de 1903, cuando contaba 27 años de edad. Se nos antoja que su mérito principal fuera probablemente la ayuda que le ofrecía el director don Enrique Uríos, pues al parecer figuraba ya inscrito voluntariamente como asistente, trabajando en la realización de los análisis habituales practicados en el labo­ ratorio. Por esta razón y no oirá fue propuesto para el cargo, que confirmó el primero de año de 1905 el alcalde de la ciudad, don Fermín López del Vallado. D. Elias Ricardo Gimeno Brun, primer Director del Laboratorio Químico Municipal de Oviedo (1852-1903). 4

Laboratorio de Análisis Químico adquirido por la Corporación Municipal de Oviedo a D. José Cima García, en el Campo de los Patos.

Restauración edificio del Laboratorio Químico Municipal, destinado en la actualidad para Casa de Juventud. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.129

Por ser preceptivo para validar el nombramiento, había de evi­ tar omitir el cúmplase mandando darle posesión y la certificación de haber tenido efecto por la oficina correspondiente, pues de lo contrario no percibiría sueldo alguno (11). Un año después aproximadamente se planteó, por razones de vigilancia sanitaria, la necesidad de nombrar un inspector afecto al laboratorio, siendo designado para el cargo don Mauro Olay Argüe- lles, con el sueldo anual de mil doscientas cincuenta pesetas, Este fue elegido entre otros aspirantes por reunir las condiciones exigi- bles, en especial no presentar incapacidad física para el desempeño del cargo y muy especialmente por tener superados varios cursos de química en un centro oficial. Procedía don Mauro Olay Argüelles de Noreña, y tras conseguir el grado de bachiller en el Instituto de Oviedo y la licenciatura de química en la Universidad, había realizado prácticas en un labora­ torio que poseía don Antonio Camino en Gijón, así como servicios de la misma naturaleza en el laboratorio de la Fábrica de Veriña y en la Azucarera de Lieres, con certificación expedida por míster John S. Arnot de Gijón, haciendo constar haber practicado análisis de alimentos y bebidas en su laboratorio. Con la preparación química señalada y los certificados de las fábricas donde había mejorado su formación profesional, el Ayun­ tamiento acordó, en votación secreta y por mayoría de votos, nom­ brarle para el cargo en fecha primero de septiembre de 1906. Poco tiempo desempeñó don Manuro Olay Argüelles el cargo de ayudante inspector del Laboratorio Químico Municipal, pues me­ diado el año 1911, el 4 de julio, se le declaró cesante al habérsele instruido expediente por denuncia (12). Interpretando el interesado que el acuerdo de la Comisión de Beneficencia era ilegal y además injusta, recurre al Gobernador Civil al considerarse perjudicado de llevarla a efecto, amparado en los artículos 140 y 171 de la Ley Municipal. La Alcaldía entendía que en dicho expediente no se habían practicado todas las pruebas conducentes al mejor esclarecimiento del hecho de la denuncia, pudiendo darse el caso que por la preci­ pitación de resolverlo sin la admisión de pruebas se hubiera come­ tido un lamentable error.

(11) AAO.—Cuerpo de estante núm. I, estante 1, legajo 136, documento 20, 1905. (12) AAO.—Cuerpo de estante núm. 1, estante 1, legajo 136, documento 23, 1911. 1.130 MELQUIADES CABAL

La Corporación, no sólo por razones de justicia, sino también de equidad, debía haber admitido al denunciado la ampliación de pruebas, opinión compartida por cuatro abogados en ejercicio que, como concejales, formaron parte del Ayuntamiento, dato elocuente en favor de la pretensión del recurrente, toda vez que las personas que por su carrera interpretan con frecuencia los preceptos legales estimaban de imprescindible necesidad la ampliación de la prueba. Había de tenerse en cuenta también el daño que se podía cau­ sar a su honra profesional, máxime tratándose de una persona aún muy joven, que podría tener fatales consecuencias en su futuro, interpretando la Alcaldía debía concederse toda la amplitud necesa­ ria para el esclarecimiento de la verdad, y a la vista de las pruebas aportadas, juzgar con perfecto conocimiento de causa y condenar o absolver al expedientado. El ayudante inspector del Laboratorio Químico había sido ob­ jeto de una denuncia formulada por doña Laura Fernández, vecina de Trubia, según la cual el señor Olay había recibido de ella la cantidad de quinientas pesetas que como tal inspector le había exi­ gido. Un asunto deplorable un tanto manipulado, donde parece haber sido víctima el inspector, que al final de todas las pruebas fue con­ firmado su cese (13).

ADQUISICION DEL LABORATORIO QUIMICO QUE DON JOSE CIMA GARCIA POSEIA EN EL CAMPO DE LOS PATOS

Durante muchos años, veintidós aproximadamente, el Labora­ torio Químico Municipal de la calle Quintana cumplió, superándose asimismo con rigor y acierto, su cometido hasta el año 1909. Por esta fecha la Comisión de Beneficencia presentaba una mo­ ción al Ayuntamiento, signada por San Román y don José García Braga, interesando la adquisición por la Corporación del Labora­ torio Químico Aturiano que don José Cima García poseía en el Campo de los Patos (14). Consciente el Ayuntamiento que el Laboratorio Químico Mu­ nicipal 'de- la calle Quintana no ofrecía en la actualidad condiciones para la función que tenía asignada, y menos aún con perpectivas de futuro, se explica fuese tomada en consideración la moción pre­ sentada por los ediles del Ayuntamiento.

T13) * AAO.—Libro de Actas, folio 93. Oviedo, 1911. (14) AAO.—Moción de la Comisión de Beneficencia, 17-11-1909. Oviedo. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.131.

El dueño del Laboratorio Químico Asturiano, don José Cima García, estaba dispuesto a ceder al Ayuntamiento el inmueble y el laboratorio en él instalado previa tasación de lo que pudiera valer, efectuada por el arquitecto municipal y director del Laboratorio Químico. El primero en la valoración de los inmuebles y el segun­ do de los aparatos y materiales en él contenidos. La tasación —prueba que la moción interesaba al Municipio ove­ tense— no sufrió demora alguna, pues un mes después, el 17 de marzo del año aludido, iniciaba su hacer el arquitecto municipal. El laboratorio como inmueble, juntamente con la vivienda del en­ cargado, ocupaba un solar rectangular de dieciséis metros de frente por treinta y cuatro de fondo, a los que había de añadirse la coche­ ra, otro rectángulo adosado al anterior, de nueve metros de frente por veinticuatro de fondo. La extensión del laboratorio, excluyendo el resto de los inmuebles, también de forma rectangular, era de once metros de fachada por veinte de fondo. El informe emitido por don Enrique Uríos y Grass, como direc­ tor del Laboratorio Químico Municipal, fue igualmente favorable, pues el laboratorio ofrecido disponía de instalación completa de agua y gas, así como de grandes mesas y mostradores de construc­ ción especial, con cámaras de humos, gases, chimeneas de ventila­ ción y una amplia red de desagües. El edificio para coches, cuadra y habitación del cochero, pajar, etc., estaban pavimentados de hormigón, y como accesorios de la cochera, pesebres y tableros divisorios de la cuadra y la marquesi­ na de abrir con armadura de hierro. El arquitecto municipal don Miguel de la Guardia valoró los terrenos y edificios en 67.448,20 pesetas, ascendiendo el inventario de los reactivos y productos químicos existentes según criterio del director don Enrique Uríos a 17.642,50 pesetas. Para una justa valoración de los reactivos y productos químicos hallados en diversos departamentos y anaqueles, el director efectuó una relación pormenorazida y pesadas de todo el material, así co­ mo un minucioso recuento de los muebles; figurando dos mesas de forma ministro, librería, sillas, portalámparas eléctricas, arma­ rio para la trompa de Schlesing, mesas para las estufas, mesa para la bomba Mather, una mesa para el polarímetro, otra para la foto­ grafía, cristales y luz eléctrica, útiles en la sala de limpieza, ban­ quetas, aparatos para sostener pipetas, contador de agua y un armario con dieciséis huecos, puedas v venera. Completaba el material cientíheo dos termómetros calorimétri­ cos con su correspondiente estuche, dos tubos con -mil litros de 1.132 MELQUIADES CABAL oxígeno líquido, una balanza, caja de pesas, otra balanza de brazos cortos con caja de cristal y madera sensible al quinto de miligra­ mo, otra balanza de alta precisión de dos columnas, cuchillos de ágata, desecadores de Scheiller, campanas de 500 c.c., etc., etc. La relación fue tan minuciosa que incluso fueron anotados los libros que, en opinión del director, se consideraban útiles: un dic­ cionario de química de Wurtz, otro diccionario de adulteraciones Chevallier, otro de análisis agrícola de Grandean. otro de análisis electrolítico y otro de alimentos Girard. En realidad era un laboratorio que sin ser realmente completo, llenaba las necesidades que una ciudad como Oviedo necesitaba, catalogado entonces a la altura de los mejores, a un precio relati­ vamente reducido. El Ayuntamiento, considerando beneficiosa la adquisición, dio su conformidad a lo propuesto por la Comisión de Beneficencia, adquiriendo los terrenos, inmuebles, aparatos y demás enseres por la cantidad de 85.090,74 pesetas, cantidad que debía ser reintegra­ da en el plazo de veinte años, reditando las cantidades no satisfe­ chas un cuatro y medio por cientp de interés anual al propietario enajenante, cumpliéndose los demás requisitos legales, siendo por entonces alcalde de la ciudad don Fermín López del Vallado (15). Conforme el Ayuntamiento, y según preceptuaba el artículo 85 de la Ley Municipal y Real Orden de 19 de mayo de 1891, se publicó en el Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo el 18 de mayo de 1909, efectuándose la escritura de compraventa otorgada por don José Cima García a favor del Ayuntamiento de Oviedo ante el doc­ tor notario don Secundino de la Torre y Orviz, a 20 de junio de 1909, en Oviedo. Formalizada la compra por la escritura, se tomó posesión del edificio, laboratorio y demás pertenencias en fecha 17 de junio del año previamente indicado por don Emilio del Peso por su condi­ ción de concejal; don Enrique Uríos Grass, como director del labo­ ratorio, y por don José Alvarez Santullano en representación del arquitecto municipal, acompañados en este acto por su anterior propietario don José Cima García, quien hizo entrega al concejal señor Peso de las llaves de la casa y laboratorio, y éste a su vez se las dio al señor Uríos para que desde este momento dispusiese cuanto creyere conveniente, no sin antes firmar los comparecidos don Emilio del Peso, don Enrique Uríos, don José Cima García, don José A. Sntullano y don L. Estrada, concluyendo con este último

(15) AAO.—Boletín Oficial de la Provincia de Oviedo, 21-V-1909, núm. 116. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.133 trámite la adquisición del laboratorio del señor Cima por el Ayun­ tamiento de Oviedo. Una vez que el Ayuntamiento se posesionó del edificio que fuera laboratorio de don José Cima García, se procedió a su adecenta- miento, arreglando techumbres y pintura, empleando óleos finos, tratando de conseguir un aspecto esmerado y agradable, procedien­ do igualmente al arreglo de canalones y maderas. Al contratista encargado de las obras se le concedió un plazo de treinta días, cuyo incumplimiento daría ocasión a un descuento diario de cinco pesetas en concepto de indemnización, ascendiendo el total de las reparaciones a mil trescientas cincuenta y cinco pesetas. Desconocemos la fecha exacta en que comenzó el trabajo en el nuevo laboratorio, si bien todo hace suponer fue inmediatamente a la reparación y adecuamiento al que se hace mención anterior­ mente, pero sí se puede asegurar llevó desde un principio una vida próspera, mejorando y ampliando su campo de acción sin aconte- ceres reseñables, existiendo una laguna de bastantes años, carente de toda información. Con el fallecimiento de su director don Enrique Uríos y Grass, de nuevo surge documentación refiriendo el suceso, ya que durante 24 años desempeñó con gran acierto la responsabilidad del centro, realizando durante su mandato mejoras sensibles en los métodos y sistemas de trabajo efectuados en el laboratorio. Procedía don Enrique Uríos y Grass de Alicante, contrayendo matrimonio, después de llevar algún tiempo en Oviedo, con doña María Uría, probablemente asturiana, de cuyo enlace nació una hija llamada Dolores. Al fallecer su primera esposa, contrajo nuevo ma­ trimonio con doña Bernardina Fernández Trapa, de quien no dejó descendencia (16). Le cupo a don Enrique Uríos conocer las dificultades por las que hubo de pasar la Universidad de Oviedo hasta conseguir crear la Sección de Ciencias, en cuya Facultad llegó a. ser catedrático decano, siendo tan reducido el número de alumnos matriculados en los primeros tiempos, referidos a los años 1858/59, que entre ambos sumaban seis alumnos. Muchos años después, en 1897, sien­ do ya catedrático, el número de alumnos matriculados pudo paran­ gonarse con los asistentes a las ramas de Filosofía y Letras (17).

(16) Archivo Parroquial de San Juan el Real de Oviedo. Libro de difun­ tos 1923/1947, folio 118. (17) Ca n ella S e c a d e s , Fermín.— “Historia de la Universidad de Oviedo”. Imp. de Flórez, Gusano y Cía. San José, 6. 1903-1904. Oviedo. ?_ 1.134 MELQUIADES CABAL

Su fallecimiento tuvo lugar en las últimas horas del día 14 de mayo de 1927, contando 67 años de edad, suceso que recoge el Libro de Actas de la Comisión Permanente, según la cual y acogiéndose al artículo 36 del Reglamento del personal técnico acuerda nom­ brar para el mismo cargo con carácter interino a don Bernardo Rodríguez (18). Sus restos fueron funerados en la iglesia San Juan el Real de Oviedo el día 16 y trasladados seguidamente al cementerio La Ca- rriona de Avilés. Vivía don Enrique Uríos en la calle de Uría n.ü 20, sobrevivién- dole su esposa doña Bernardina Fernández Trapa, su hija Dolores, su hermano Balbino y sus hermanos políticos don Eduardo y don Luis Uría y don Eladio Fernández Trapa (19). Según el cronista de «La Voz de Asturias», sus 67 años de edad no habían mermado su vigor físico ni intelectual, siendo grandes los prestigios ganados en la ciudad en una labor inteligente e inen- terrumpida en un lapso de muchos años, y llevando una vida de austeridades, logró ganar el respeto, afectos cordiales y estimación de todas las clases sociales (20). Meses después de fallecido don Enrique Uríos, su viuda, doña Bernardina Fernández Trapa, solicitaba de la Corporación Munici­ pal sufragase los gastos funerarios, acompañando las facturas co­ rrespondientes, incluyendo entre ellos los ocasionados en la iglesia de San Juan, funeraria, esquelas en «El Carbayón» y «La Voz de Asturias», carroza de primera, arbitrio municipal, derechos del Sub­ delegado de Medicina, médico del Registro Civil, comisión de la agencia, etc., gastos que ascendían a mil seiscientas setenta y tres pesetas. Como curiosidad anecdótica comentable, no dejó de llamar nues­ tra atención la existencia de la factura del féretro, de caoba con doble tapa, valorado en cuatrocientas pesetas, más dos metros de goma impermeable para su interior y el servicio de cuatro mozos, que hacían un total de setenta pesetas. Durante veinticuatro años dirigió don Enrique Uríos con acier­ to el Laboratorio Químico Municipal, pero al ocurrir su óbito fue cubierta la plaza por el funcionario municipal don Bernardo Ro­ dríguez, licenciado en Ciencias Químicas, en sesión de la Permanen-

(18) AAO.—Libro de Actas de la Comisión Permanente, 1926/27. folio 228. --(10.) “La Voz de Asturias”, año V, núm. 1.268, 15-V-1927. Oviedo. (20) “La Voz de Asturias”, año V, núm. 1.269, 17-V-1927. Oviedo. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO -1,135 te, el día 2 de junio de 1927, confirmado posteriormente en el cargo en sesión del 18 de noviembre del mismo año y 14 de enero de 1928 por el doctor en medicina y teniente alcalde, presidente de la Co­ misión de Beneficencia y Sanidad don Emilio Grande del Riego'.. Con anterioridad al fallecimiento del profesor Uríos, se había enriquecido en conocimientos la plantilla del Laboratorio Químico Municipal con la incorporación a ella del doctor Alfredo Martínez, quien en sus inicios profesionales estando destinado en Trubia co­ mo médico de la Beneficencia Municipal instala un modesto, labo­ ratorio por su afición a la bacteriología, conocimiento que había de ampliar posteriormente al ser pensionado por la Junta-de Am­ pliación de Estudios para trabajar en el Instituto Pasteur bajo la dirección de Roux y Metchnikof. Cuando regresa a España vuelve a Oviedo, y es entonces destinado al Laboratorio Municipal que el Ayuntamiento tiene en el Campo de los Patos, encargándose de la Sección de Bacteriología, en tanto que don Enrique Uríos sería el jefe de la Sección de Química (21). . ••■■■£■ El fallecimiento dev don Enrique Uríos conmociona en cierta manera la vida del Laboratorio Municipal, dando ello lugar a que en noviembre de 1927 se reuniesen las Comisiones de Beneficencia y Sanidad, asesoradas por sus respectivos secretarios, para estudiar la reforma de las plantillas de los Laboratorios Municipales Quí­ mico y Bacteriológico. - . Como resultado de la reunión, establecen la siguiente escala: Un jefe de Sección de Química con el haber anual de 4.500 pesetas, un jefe de Sección de Bacteriología con el mismo haber, un auxiliar químico de 1.a con 4.000 pesetas y un auxiliar químico de 2.a con 3.000 pesetas anuales, que ocuparían, respectivamente, don Bernar­ do Rodríguez, don Luis Valdés y don José A. Fernández Villaverde, asignando en el capítulo de gastos de los laboratorios las siguien­ tes cantidades: Jefe de Sección de Bacteriología, 4.500 pesetas; jefe de Sección de Química, 4.500; auxiliar químico de 1.a, 4.000; auxiliar químico de 2.a, 3.000; m aterial, libros, revistas química, 1.750; material, li­ bros, revistas bacteriología, 1.750, y salidas, 457. En el Archivo Municipal de Oviedo se conservan impresas las Memorias de los trabajos efectuados'por el Laboratorio Municipal durante los años 1926 a 1930, Memorias muy interesantes en cuan-

(21) Cabal , Melquíades.—“100 Médicos Asturianos”. Edtv Richard Gran- dío. Oviedo, 1976. i**-'? rilit 1.136 MELQUIADES CABAL to se refieren al quehacer de las Secciones de Química y Bacterio­ logía. En el Laboratorio de Bacteriología se efectuaron durante el año 1926 las atenciones siguientes: Desinfección de habitaciones, 86; desinfección de ropas en la estufa, 22; análisis sobre reconocimientos de masas encefálicas (gatos y perros) presuntos portadores de lesiones características de rabia (no se indica número); análisis de muestras de aguas (no se indica número). En el mismo año el Laboratorio Químico verificó los siguientes análisis: Sustancias alimenticias, 1.381, de las que 1.078 dieron resultado bueno, alteradas una, adulteradas sospechosas de peligro 162 y adul­ teradas no peligrosas 140. En cuanto a los análisis particulares sujetos a tarifa su número fue muy reducido, verificándose solamente 37, percibiendo 84 pe­ setas por derechos según tarifa (22). En el año 1927 la labor realizada fue la siguiente: Laboratorio Bacteriológico Municipal : Desinfecciones practica­ das, 103; ropas de todas clases esterilizadas, 66; análisis de masas encefálicas (gatos y perros) con supuesta rabia (no se indica nú­ mero); análisis de muestras de agua (no se indica número). Laboratorio Químico Municipal : Sustancias alimenticias anali­ zadas, 290; buenas, 221; adulteradas, 1; adulteradas peligrosas, 6, y adulteradas no peligrosas, 62 (23). La desinfección de las viviendas no fue fácil llevarla a efecto en un principio por falta de medios y personal. Ello no obstante, la Comisión Municipal Permanente en fecha 23 de noviembre de 1928 propone, para que pueda ser realidad efectiva, agregar a la tarifa de desinfección la regla de no conceder permisos para el transpor­ te de muebles a las viviendas desalquiladas y que no hallan sufrido reciente e inmediata reforma sin la presentación del volante del Laboratorio Bacteriológico que acredite haberse practicado la des­ infección en momento oportuno (24).

(22) AAO.—“Memoria de la Secretaría de los trabajos realizados por el Excmo. Ayuntamiento de Oviedo durante el año 1926”. Edit. Tip. “Región”. Altamirano, 5. Oviedo. (23) AAO.—'‘Memoria de la Secretaría de los trabajos realizados por el Excmo. Ayuntamiento de Oviedo durante’ el año 1927”. Edit. Tip. “Región”. Altamirano, 5. Oviedo. (24) AAO.—Libro de Actas del Pleno Municipal, febrero 1926-noviembre 1928, folio 106v. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.137

A partir del fallecimiento de don Enrique Uríos en 1927, se ob­ serva un declinar en el trabajo que realiza el Laboratorio Químico y un incremento de actividad en la Sección del Laboratorio Bacte­ riológico que en un principio no afecta al cometido de la Comisión de Beneficencia y Sanidad, la cual trata de mejorar en distintos aspectos los centros que de ella dependen, instalando calefacción central en los Laboratorios Químico y Bacteriológico, Casa de So­ corro y Tribunal Industrial (25). Sin embargo, próximo a finalizar el año 1927 se solicita la ins­ talación en la Casa de Socorro de la Sección de Bacteriología y Análisis Clínicos que por entonces incumbía realizarlos al Labora­ torio Municipal, deseo que no se llevó a efecto por falta de espa­ cio (26). Como la desinfección de ropas y efectos que se vendían en el mercado del Campillín (El Rastro) producían gastos, la Comisión Municipal de Beneficencia con el fin de reducirlos pensó se podía aplicar una tarifa mínima a pagar por los vendedores, deseo que no se llevó a efecto por informe desfavorable del director del La­ boratorio Bacteriológico, que consideraba que, dado el exiguo gasto de la desinfección y la modestia de los vendedores y compradores, debía seguir haciéndose gratuitamente. Los documentos examinados hacen pensar, sin que exista una evidencia indubitable, que ambas secciones, la Química y la Bac­ teriológica, tratan de independizarse, rompiendo la forma inicial que unía a las dos bajo el común denominador de Laboratorio Químico Municipal, pues en tanto el Laboratorio Químico se ins­ cribe a la Enciclopedia Química Industrial, el Laboratorio Bacte­ riológico Municipal carece de útiles esenciales para el trabajo, ya que mucho del material allí existente era propiedad de don Alfredo Martínez, por entonces director del Laboratorio Bacteriológico (27). A su vez el director del laboratorio manifiesta a la Comisión de Beneficencia y Sanidad que determinadas especies alimenticias derivadas del reino animal, incumbencia del inspector veterinario, deben ser analizadas en el Laboratorio Químico Municipal, así co­ mo se procede con el análisis de las leches, recogiendo muestras en las estaciones por ser más sencillo para el personal del labora-

(25) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1927/28, 23-IV-1927, folio 13. (26) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1927/28, 13-XII-1927, folio 46. (27) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1927/28, 22-VI-1927, folio 25. 1.138 MELQUIADES CABAL

torio y de mayor seguridad para el comercio, si bien el no anali­ zarlas no exime de responsabilidad al comerciante si el resultado resultase desfavorable (28). Como el problema suscitado con los inspectores de sustancias alimenticias no fuese resuelto de manera breve y satisfactoria, se presentó una moción suscrita por don Santiago F. Peña, proponien­ do se cumpliese lo dispuesto en el R. D. de 22 de diciembre de 1908 sobre la creación de inspectores de sustancias alimenticias, asu­ miendo dicha labor don Bernardo Rodríguez, don Luis Uría y don José Villaverde, restando tiempo a otros análisis exclusivamente químicos, añadiendo que el nombramiento de inspector, además de ser un precepto legal su cumplimiento, era una necesidad sentida. Como insistiese don Santiago F. Peña en su deseo, el secretario de la Corporación señala que los químicos Uría y Villaverde desempe­ ñaban en su cometido una actuación de inspección. En la Memoria de 1929/30 se alude a la reforma del Laboratorio Bacteriológico, así como la necesidad de adquirir una camioneta para el servicio de desinfección, con remuneración extraordinaria de veinte mil pesetas anuales al personal que atendiese este nuevo cometido. A su vez, en el Laboratorio Químico se efectúan obras de acon­ dicionamiento y reparación de varios departamentos, cuyo importe, de mil ochocientas treinta y ocho pesetas, se aprueba en sesión de la Comisión Permanente en fecha 29 de diciembre de 1930. Puesto de nuevo el Laboratorio Químico en servicio, fueron in­ coados setenta y cinco expedientes de análisis de distintos géneros recogidos por los funcionarios encargados de este menester, prac­ ticándose asimismo mil ochenta operaciones de desinfección, ya por traslados a nuevo domicilio, enfermedades o defunciones. No obstante esta aparente actividad, existe un declinar en las actividades del laboratorio, pues en 1931 la Memoria de Secretaría sólo recoge haberse incoado en el año ciento treinta y nueve aná­ lisis. A partir de esta fecha existe como un colapso en el hacer del Laboratorio Químico que quizá pudiera estar relacionado con la inestabilidad política que culminaría con el movimiento revolucio-

(28) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1927/28, 17-IV-1928, folios 73 y 74. LABORATORIO QUIMTCO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.139 nario de 1934, renovado posteriormente en 1936 coincidiendo con el estallido de la guerra civil. Cercado Oviedo por las fuerzas republicanas, entra el labora­ torio en una nueva fase de actividad, interesando las autoridades militares el análisis diario del agua que abastece la población, or­ den que sin demora se lleva a efecto a partir del día 20 de julio, dando por resultado ser todas ellas potables y sin peligro para la población, cerficación que firmaría el director del Laboratorio Químico, don Bernardo Rodríguez. Como hubiese preocupación de infección bacteriana, se practi­ caron análisis de todas las fuentes de la ciudad y barrios próximos. En la fuente denominada de Pando, fuentes del Prado Picón, Her- manitas de los Pobres, finca de Herrero y Roel los resultados eran satisfactorios en su aspecto bacteriológico, siendo por el contrario malas para el consumo las aguas procedentes de la finca de Choco­ lates Sarri y manantial de Fitoria, según informe de fecha 17 de agosto del año en curso. Extendiendo su campo de acción el Laboratorio Químico y Bac­ teriológico, no quedó fuente o manantial que no fuese debidamente estudiado; el agua del túnel de Vega existente en las proximidades de la Plaza de América resultó beneficiosa en su aspecto químico y bacteriano, en tanto que un grifo existente en la calle de Argüe- lies y una muestra del depósito de Pérez de la Sala presentaban un aumento del número de bacilos coli que no tuvieron confir­ mación en muestras sucesivas, debiendo interpretarse como un aumento accidental transitorio al tomar la muestra. En todos estos trabajos colaboraron con acierto y desprendi­ miento don Pedro Suárez Cabeza y don Francisco Pascual Martínez, ambos vecinos de la ciudad, el primero Químico de la Universidad de Oviedo y el segundo Licenciado en Ciencias Químicas. El personal del laboratorio en fecha 2 de noviembre de 1936 era el siguiente: Jefe Bacteriología, don Luis Valdés Villazón, muerto el 18 de septiembre de 1936; jefe Química, don Bernardo Rodríguez; quí­ mico interino, don Domingo Casaos; auxiliar 1.°, don Luis Uría Mata-Vigil; auxiliar 2.°, don José Antonio F. Villaverde; practican­ te, don Domingo Pintado (fallecido), y ordenanza, don Angel Villar.

Don Alfredo Martínez, que desempeñaba el cargo de jefe de Bacteriología, fue muerto a consecuencia de dos disparos efectuados en la noche del día 22 de marzo de 1936. 1.140 MELQUIADES CABAL

Retrocediendo en nuestro estudio al año 1931, algo parece entur­ biar la magnífica labor del Laboratorio Químico Municipal, exis­ tiendo un escrito dirigido a la Alcaldía por el Gobernador Civil dándole cuenta de la obligación del Ayuntamiento de formar parte de la Mancomunidad para el sostenimiento del Instituto Provincial de Higiene, acordando la Corporación elevar consulta a la Direc­ ción General de Sanidad solicitando una mayor información (29). No obstante esta aparente inquietud, continúa el Laboratorio Municipal ejerciendo su función con normalidad, de tal forma que en 1932 se solicita de la Comisión de Beneficencia y Sanidad la adquisición de un microscopio, y en los comienzos del año 1933 se acuerda aprobar el Reglamento por el que a partir de entonces ha de regir el establecimiento, aceptándose el informe de la Secretaría Municipal, a excepción de la parte que hace alusión a la dirección del laboratorio, y se adquiere a la vez material para ambas sec­ ciones del laboratorio a la casa García Zaloña (30). En este mismo año el médico ovetense don Bernardo Antonio Martínez Vega solicita se le nombre médico supernumerario de la Beneficencia Municipal con destino al Laboratorio Bacteriológico, sin remuneración alguna y sin que ello signifique derecho alguno para el solicitante. Siguiendo la cronología histórica, en 1939 se trata de reorgani­ zar el Laboratorio Municipal, dividiéndole en dos secciones: Quí­ mica y Bacteriológica, asignando la dirección de la primera a un licenciado en Ciencias Físicas y Químicas y la segunda encomen­ dada a un licenciado en Farmacia y Bacteriología. A esta última sección le estaría encomendada los trabajos de desinfección, aná­ lisis de aguas, alimentos, alcoholes vínicos, esputos, sangre, orina. Las personas pobres acogidas al régimen de beneficencia y sanidad obtendrían los análisis sin abonar estipendio alguno, mientras que los particulares pagarían los derechos tarifados. El servicio de mayor importancia, la desinfección a domicilio, obligatorio para todo inquilino que ocupase nuevo piso en la po­ blación, devengaría derechos por tal concepto, abono que incre­ mentaba la consignación asignada para cubrir las necesidades del personal, calculada por entonces en veintiuna mil pesetas, desti­ nando para material la cantidad anual de quince mil pesetas.

(29) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1929/32, 7-X-1931, folio 73. (30) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 17-1-1933, folio 20. LABORATORIO QUIMICO MUNICIPAL DE OVIEDO 1.141

La reorganización del Laboratorio Químico no pasó de ser un buen deseo, pues víctima neutral de los acontecimientos bélicos fue perdiendo en poco tiempo el prestigio adquirido en cincuenta y dos años de constante labor sanitaria, orgullo de la población. A partir del año 1938/39 languidece la vida de actividad del La­ boratorio Municipal, a tal extremo que raras veces se alude a él en las Memorias, y tal es el abandono que incluso la venta de las leches se hacía sin el análisis previo encomendado al centro. El problema de la venta de leches, por su importancia, dio lu­ gar a la redacción de un nuevo Reglamento, según el cual en su artículo 13 especificaba que los expendedores o repartidores de leche del concejo de Oviedo se atendrían a partir de entonces a las siguientes condiciones. Los expendedores de una sola vaquería ha­ bían de satisfacer dos pesetas en concepto de autorización, en tanto que los vendedores de leche procedentes de varias vaquerías ha­ bían de abonar, como licencia, cinco pesetas. Estas cantidades se incrementaban notablemente para la venta de leches procedentes de fuera del cocenjo, satisfaciendo por licencia quince pesetas, cantidades que se harían efectivas todos los años durante la pri­ mera quincena del mes de enero, previo recibo-autorización, estan­ do incluido en ellos el importe de las medallas y un ejemplar del Reglamento (31). No obstante esta sensación de abandono, en sesión ordina­ ria del día 2 de diciembre de 1938 aún se acuerda adquirir mate­ riales y útiles de trabajo para el Laboratorio Municipal por un importe de seis mil trescientas cuarenta y dos pesetas con cargo al vigente presupuesto ordinario (32). Poco tiempo después la Comisión de Sanidad acordaba la rea­ lización de las obras precisas en los locales del laboratorio, a fin de restablecer los servicios e incluso el gabinete de desinfección y desratización, dedicando para tal fin cuatro mil ochocientas se­ senta y una pesetas (33). La realización de las obras no fueron hechas con la premura debida, por cuanto el secretario del Colegio Farmacéutico de Ovie­ do solicitaba el abono de gastos por consumo de agua y luz mien­ tras estuvo allí instalado provisionalmente, cobro que no se llevó

(31) AAO.—Libro Actas de Beneficencia y Sanidad, 20-111-1939, folios 96 y 96v. (32) AAO.—Libro de Actas de la Comisión Permanente, 1938/39, 29-XII- 1938, folio 147. (33) AAO.—Libro de Actas de Beneficencia y Sanidad, 1938/39, 2-1-1939, folio 167. 1.142 MELQUIADES CABAL a efecto de inmediato, acordando fuese sometido a estudio a pro­ puesta del presidente Rodríguez Sampedro (34). Los años que siguieron, de imprecisada exactitud, la vida física y científica del Laboratorio Municipal, sin dejar de existir, llevó un quehacer de mínimo rendimiento, muy próximo a la inactividad, siendo escasas las referencias alusivas a su función y necesidades materiales, recibiendo la impresión, al manejar documentos de aquella fecha, que su fin estaba condenado al cierre definitivo del laboratorio. En efecto, el Laboratorio Municipal ya había dejado de funcio­ nar años atrás, pues los útiles y enseres pertenecientes al mismo habían sido recogidos por la Mancomunidad Sanitaria de la pro­ vincia, acordando recabar de este organismo el ingreso en las arcas del Ayuntamiento el importe de los mismos, que ascendían a cin­ cuenta y tres mil ciento trece pesetas el material incautado (35). De esta manera imprecisa, poco clara en relación a fechas con­ cretas, dejaba de existir el antiguamente famoso Laboratorio Quí­ mico Municipal de Oviedo, cuya función sanitaria fue de suma importancia durante los sesenta y tres años que controló con acierto la bondad de los artículos alimenticios consumidos en la ciudad.

(34) AAO.—Libro de Actas c7.e Beneficencia y Sanidad, 1939/42, 30-X-1939, folio 25v. (35) AAO.—Libro de Acuedos, 15-I-1942/23-1I-1944, 20-111-1942, folio 28v. PEREZ DE AYALA Y BERGSON

POR

PELAYO H. FERNANDEZ

PREAMBULO

El libro Le rire (La risa) (1) del filósofo francés Henri Bergson, que se imprime por primera vez en 1900, es una obrita de breves dimensiones pero densa y con repercusiones que sobrepasan con mucho su tamaño físico. Su extraordinario éxito a través de los años —dentro y fuera de Francia — lo evidencia el hecho sobresa­ liente de que, la teoría de lo cómico que encierran sus páginas, haya sido «la más ampliamente discutida entre todas» (Piddington, 169). O el merecer juicios como éste: «La risa presenta la más ingeniosa y la más original de todas las teorías dz lo cómico » (Stern, 25). En lo concerniente a España, el libro fue leído pronto por los noventayochistas y, desde luego, por la generación que encabeza Ortega y Gasset (2), uno de cuyos principales representantes, Ra­

il) Para el presente estudio utilizo las siguientes ediciones: Le rire. Essai sur la signification du comiaue. París. Presses Universitaires de France, 1969. Y La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico. Valencia, Ed. Prometeo, 1971. Para entender correctamente el título del libro conviene tener presentes estas advertencias de Alfred Stern: “Compruébase, por lo pronto, que la teoría bergsoniana expuesta en su célebre libro La risa no es propiamente hablando una teoría de la risa, sino tan rólo de la risa provocada por lo cómico” Cp. 36).' (2) Ejemplos respectivos a cada generación, son: Pío B a r o ja , “La caverna del humorismo”, Obras completas. V. Madrid, Biblioteca Nueva, 1948, p. 404. Y José O r t eg a y G a s s f t , “Meditaciones del Quijote”, Obras completas, I. Ma­ drid, Alianza Editorial, 1983, p. 395. ... ;■ 1.144 PELAYO H. FERNANDEZ món Pérez de Ayala, utiliza conscientemente su contenido en los ensayos que componen el libro titulado Las Máscaras, editado en 1917, pero con estudios que comienzan ya en 1910. Los criterios bergsonianos sobre lo cómico y el arte teatral le sirven de instru­ mento al escritor asturiano para poder cumplir un doble propósito : enfrentarse con la dramaturgia de Jacinto Benavente, cuyos elemen­ tos negativos denuncia sistemáticamente, y discurrir sobre el género dramático en general. Esto en lo tocante a esa colección de ensayos. En un plano más ancho, esos mismos criterios — rebasando los con­ textos ensayísticos — se insertarán en la misma concepción ayalina del arte y se manifestarán en la obra narrativa del autor en versión tragicómica: «De lo últimamente apuntado interesa subrayar la co­ mún actitud de Ortega y de Pérez de Ayala —con su raíz en Berg- son — frente al tema de la tragedia y de la comedia, y el suave tránsito de una a otra. Por aquí se llega a la tragicomedia y a lo que de tragicomedia hay en toda novela, en el sentir de uno y otro escritor» (Baquero, 166) (3). Naturalmente, esta fuerte y definitiva presencia de las ideas claves de La risa en el arte de Pérez de Ayala —iniciada significa­ tivamente durante la etapa formativa de su pensamiento — no supone detrimento para la originalidad del escritor. Ayala mismo, al señalar la influencia de Cervantes en Dickens, acude indirecta­ mente a su propio rescate:

Por influencia literaria no debe entenderse imitación, re­ medo o calco serviles. La influencia fecunda siempre ha con­ sistido en la revelación, repentina o gradual, de la propia genialidad creativa, por virtud de la claridad pue se desprende y recibe de una gran personalidad ajena. Es la influencia literaria. de una parte , del que la ejerce, magisterio, y de otra parte, del aue la recibe, herencia ; el resultado es acaso la originalidad. La historia se prosigue y encadena mediante ese doble juee,o de magisterio y herencia: piedra y eslabón aue provoca la chispa de la originalidad. De lo contrario, la historia carecería de continuidad y fluencia, y no sería sino una yuxtaposición de fenómenos incoherentes e inconexos sin sentido ni explicación (PN, 63).

(3) He pretendido comprobar el paralelismo entre las ideas de Bergson y las de Ortega en mi artículo “La teoría de la novela realista de Ortega y la teoría de lo cómico de Bergson”, Cuadernos del Sur, núm. 14. Bahía Blanca (Argentina), 1982. PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.145

A fin de poder precisar con justeza la huella de Bergson en la obra de Pérez de Ayala, he rastreado el nombre del filósofo galo por los escritos ayalinos aparecidos hasta hoy. Una pesquisa de tonalidades positivistas —de «pincharranas» diría Unamuno— me ha permitido reunir 21 citas con mención expresa del nombre de Bergson, seis de las cuales versan sobre la teoría de lo cómico. Las restantes —en general demasiado breves (con la excepción de una) y esporádicas para poder desarrollar una teoría — son sin embargo orientadoras en otro sentido, en guiarnos con respecto a los conocimientos que Ayala poseía de la filosofía del escritor francés. En consecuencia, un dato queda claro: después de La risa el libro más citado es La evolución creadora (1907). Para la mente inquisitiva, añado al final del presente trabajo un apéndice con los textos de esas citas. Pero hay más aún. A modo de recompensa, en esa misma rebus­ ca, he descubierto no sin grata sorpresa la existencia de un número considerable de textos afines a otros que se encuentran en La risa, aunque el nombre de Bergson no figure en absoluto. Como com­ probará el lector, algunos de dichos textos constituyen verdaderos préstamos. Los ofrezco recopilados y contrastados en tas páginas que siguen (capítulo III).

P.H.F. University of New México

SIGLAS UTILIZADAS

AA = Ramón P é r ez de A y *l a : Ante Azorín. Edición recogida y prolo­ gada por J. García Mercadal. Madrid, Biblioteca Nueva, 1964.

AD = R. P. de A .: Apostillas y divagaciones. Selección de J. García Mercadal. Madrid, Ed. Cultura Hispánica, 1976.

AR = R. P. de A .: Amistades y recuerdos. Edición recogida y ordenada por J. García Mercadal. Barcelona, Aedos, 1961.

NS = R. P. de A .: Nuestro Séneca y otros ensayos. Recopilación de J. García Mercadal. Barcelona, Buenos Aires, EDHASA, 1966.

PE = R. P. de A .: Pequeños ensayos. Edición recogida y ordenada por J. García Mercadal. Madrid, Biblioteca Nueva, 1963.

PN = R. P. de A .: Principios y finales de la novela. Madrid, Taurus, 1958. 1.146 PELAYO H. FERNANDEZ

OC = R. P. de A. : Obras completas, 4 tomos. Recogidas y ordenadas por J. García Mercadal. Madrid, Aguilar, 1963,

TI = R. P. de A. : Tributo a Inglaterra. Prólogo de J. García Mercadal. Madrid, Aguilar, 1963.

R = Henri B e r g s o n : La risa. Ensayo sobre la significación de lo có­ mico. Valencia, Ed. Prometeo, 1971.

Rire = Henri B e r g s o n : Le rire. Essai sur la signification du comique. Paris, Presses Universitaires de France, 1969.

I. LA CITA DE 1905 (4)

Comencemos nuestra navegación con la cita más trascendental de todas, la que reúne la triple virtud de ser la más temprana, la más extensa y la que resume lo más sustancial de la teoría de lo cómico de Bergson según se expone en La risa. Data de 1905 y se halla inserta en el ensayo ayalino que lleva por título «Don Quijote en el extranjero», publicado en tres partes en la revista La Repú­ blica de las Letras (5). Será el propósito de este primer capítulo fijar y ubicar los textos que integran la cita dentro de la estruc­ tura de La risa, pues aunque formen un todo y figuren juntos Ayala los ha extraído de distintas secciones del libro. Empleo con tal fin un esquema que reproduce y coteja los textos en francés y en español. El crítico asturiano Leopoldo Alas, «Clarín», había expresado en sus escritos el siguiente juicio: «verdaderamente familiarizado con Cervantes, yo no conozco a ningún gran hombre». Ramón Pérez de Ayala lo recoge y denuncia a su vez la multitud de ocasiones en que los autores extranjeros —aquellos que han expuesto teorías sobre lo cómico— se han olvidado de tener presente el Quijote, viniendo como venía al caso. Henri Bergson será excepcionalmente uno de los contados teorizadores que trae a colación al famoso hidalgo y

(4) El meollo de este capítulo, con el título “Bergson y Pérez de Ayala. Teoría de lo cómico”, salió publicado en la revista Cuadernos Americanos, con fecha mayo-junio de 1983, págs. 103-109. (5) He podido consultar La República de las Letras en la Hemeroteca Mu­ nicipal de Madrid. La primera parte del estudio ayalino vio la luz el 13-V-1905, p. 8; la segunda, el 20-V-1905, p. 8, y en ella se encuentra la cita; la tercera parte, el 27-V-1905, págs. 2-3. José García Mercadal ha reproducido el ensayo entero —aunque con algún error ortográfico— en las Obras completas de R. Pérez de Ayala, tomo I Madrid, Aguilar, 1963, págs. 1.219-21. PEREZ -DJE AYALA Y.-BERGSON a su escudero al afrontar rigurosamente el tema de lo cómico, aunque todavía no tan a menudo como Ayala quisiera. Lo primero que sorprende al lector erudito en las palabras in­ troductoras de la cita es que Pérez de Ayala presente el libro La risa como publicado «hace contados meses», cuando de hecho se había editado inicialmente en 1900. Dice así: «Bergson, en un libro pu­ blicado hace contados meses, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico, sienta una teoría muy ingeniosa y acertada, que pue­ de resumirse en los siguientes rasgos sintéticos». ¿Error de cálcu­ lo? ¿Una nueva edición? Sin duda lo primero, pues la segunda edición sale en 1901 y la tercera en 1906, fechas que no concuerdan con el contenido de la declaración ayalina hecha en 1905 (6). Se debe descartar asimismo una posible versión española ya que no se realiza hasta 1939, cuando aparecen simultáneamente dos en Buenos Aires, editadas respectivamente por Tor y por Losada (7). En verdad, si hubiera existido por aquel entonces alguna traduc­ ción española en el mercado, creo que Ayala —siempre al acecho de novedades— se habría referido a ella en beneficio del lector, y también que habría sido más esquemático en la segunda mitad de la cita. De hecho, Pérez de Ayala presenta La risa como novedad editorial, por lo que se esmera por transmitirle a sus lectores lo más sustancial de sus páginas. En este sentido, Ayala se convierte él mismo, automáticamente, en primer traductor. Pasando ahora al resumen ayalino de rasgos sintéticos notamos primeramente que las cuatro primeras líneas, «Cuanto nos sugiera ideas de automatismo, de tiesura mecánica, es cómico: y al revés, todo lo cómico lo es en virtud de hacernos pensar en esta incons­ ciencia y agarrotamiento a lo fantoche», no reproducen exactamen­ te ningún texto bergsoniano, pero responden en. cambio a conteni­ dos como éstos: _ - -■ .!

(6) Por orden cronológico, Le rire se publica por primera vez en 1900, en Revue de Paris, I. Edita el libro el mismo año Félix Alean, quien lanza a su vez la segunda edición en 1901. Las ediciones sucesivas se siguen en 1906, 1908, 1911, 1912, etc. Consúltese : Henri B e r g s o n , Oeuvres (seconde édition). Paris, Presses Universitaires de France, 1963. (7) Véase Alfredo Co v iello , El proceso filosófico de'Bergson y su biblio­ grafía. Ed. Revista Sustancia. Tucumán (Argentina), 1941, segunda edición, p. 69. En la Biblioteca Nacional de Madrid se encuentra un ejemplar de La risa en español con la fecha puesta entre interrogantes (¿1914?), pero de acuerdo con los datos que constan en el libro de Coviello no parece que haya habido edición en lengua española antes de 1939. 1.148 PELAYO H. FERNANDEZ

«Ce qu’il y a de risible dans un cas comme dans l'autre, c’est une certaine raideur de mécanique là où l’on voudrait trouver la souplesse attentive et la vivante flexibilité d’une personne» (Rire, 8). «Cette raideur est le comique, et le rire en est le châti­ ment» (Rire, 16). «Dès que nous oublions l’objet grave d'une solennité ou d’une cérémonie, ceux qui y prennent part nous font l'effet de s’y mouvoir comme des marionnettes. Leur mobilité se règle sur l’immobilité d’une formule. C'est de l'automatis­ me (Rire, 35).

Estudia Bergson primeramente lo cómico en las formas, es de­ cir, en la fisonomía y en las deformidades del individuo; y pasa luego a sorprender la comicidad en los gestos y los movimientos humanos. De ello resulta la subsiguiente ley:

«Les attitudes, gestes et mouvements du corps humain sont risibles dans l'exacte mesure où ce corps nous fait pen­ ser à une simple mécanique» (Rire, 22-23).

(AYALA: «Actitudes, gestos y movimientos del cuerpo son risibles en la exacta medida que este cuerpo nos hace pensar en una simple mecánica».)

Distingue Bergson tres elementos principales de «lo mecánico calcado sobre lo vivo» («Du mécanique plaqué sur du vivant»); es decir, de toda rigidez que intenta imitar la flexibilidad de la vida. Y son: 1) el disfraz —incluyendo la moda—, las ceremonias socia­ les, la pedantería, etc.; 2) el cuerpo adelantándose al alma —por éjemplo: el orador que estornuda, el tímido a quien le estorba el cuerpo—, la explicación maquinal de reglas, etc.; 3) la cosificación de las personas —el hablar de ellas como si fueran simples cosas—; ciertos saltos y movimientos de los clowns, etc. (págs. 29-50). Mien­ tras sintetiza los dos últimos apartados en sendas fórmulas:

«Est comique tout incident qui appelle notre attention sur le physique d'une personne alors que le moral est en cause», p. 39. «Nous rions toutes les fois qu'une personne nous donne l'impression d'une chose». Y añade a continuación: «On rit de Sancho Pança ren­ versé sure une couverture et lancé en l'air comme un simple bellon», p. 44. PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.149

(AYALA: «todo incidente que lleve nuestra atención a la parte física de una persona cuando la causa debiera ser lo moral, es cómico»; «reímos siempre que una persona nos da la sensación de una cosa»; «se ríe viendo a Sancho Panza manteado y por los aires como una pelota».)

Uno de los síntomas que acompaña a la risa es la insensibilidad —indica Bergson—. Por lo que afirma: «No hay mayor enemigo de la risa que la emoción» («Le rire n’a pas de plus grand ennemi que l'emotion», p. 3). Y es que para el pensador francés lo cómi­ co «se dirige a la inteligencia pura» («Il s'adresse à l'intelligence pure», p. 4). De ahí que al tratar la comicidad de los caracteres teatrales, declare: «Allí donde el prójimo deja de conmovernos, comienza la comedia» («Où la personne d'autrui cesse de nous émouvoir, là seulement peut commencer la comédie», p. 102). Para que se dé lo cómico, pues, se requiere esta condición, doble y si­ multánea: la insociabilidad de los personajes y la insensibilidad del espectador. Resume Bergson:

«En résumé, nous avons vu qu'un caractère peut être bon ou mauvais, peu importe: s'il est insociable, il pourra deve­ nir comique. Nous voyons maintenant que la gravité du cas n'importe pas davantage: grave ou léger, il pourra nous fai­ re rire si l'on s'arrange pour que nous n'en soyons pas émus. Insociabilité du personnage, insensibilité du spectateur, voi­ là, en somme, les deux conditions essentielles. Il y en a une troisième, impliquée dans les deux autres, et que toutes nos analyses tendaient jusqu'ici à dégager. C'est l'automatisme» (Rire, 111).

(AYALA: «Lo distintivo de lo cómico en los caracteres es la insociabilidad. Si un carácter es insociable puede ser có­ mico. Grave o ligero nos hará reír si se las arregla de modo que no nos conmovamos. Insociabilidad del personaje, in­ sensibilidad del espectador; he aquí las dos condiciones esenciales, juntamente con el automatismo que está implíci­ to dentro de ellas».)

Desde el comienzo del libro destaca Bergson la distracción co­ mo un fenómeno que procede de la misma fuente de lo cómico; razón —dice— por la cual el personaje distraído ha tentado siem­ pre a los autores cómicos. Será Don Quijote la figura que mejor encarne el tipo: 1.150 PELAYO H. FERNANDEZ

«Et plus profonde est la distraction, plus haute est la comédie. Une distraction systématique comme celle de Don Quichotte est ce qu'on peut imaginer au monde de plus co­ mique: elle est le comique même, puisé aussi près que possi- “ ble de sa source», pp. 111-112.

(AYALA: «Toda distracción es cómica, y cuanto más pro­ funda la distracción más alto linaje de lo cómico. La distrac­ ción sistemática, la de Don Quijote, es lo que de más cómico se puede imaginar en el mundo. Es lo cómico mismo, agota­ do, dentro de lo posible, en su propio manantial».)

Una de las manifestaciones más sobresalientes de la comicidad se asienta en la lógica que caracteriza al personaje cómico; lógica que puede dar cabida a lo absurdo. El personaje cómico —afirma Bergson— «peca siempre por obstinación de espíritu o de carácter, por distracción o por automatismo» («le personnage comique pè­ che par obstination d’esprit ou de caractère, par distraction, par automatisme», p. 141). Don Quijote servirá nuevamente de para­ digma (por la extensión de esta porción de la cita, transcribiré solamente los aspectos más importantes; baste añadir que Pérez de Ayala traduce el texto fielmente):

Théophile Gautier a dit du comique extravagant que c'est la logique de l'absurde. Plusiers philosophies du rire gravi­ tent autour d'une idée analogue [...] L'absurdité, quand on la rencontre dans le comique, n'est donc pas una absurdité quelconque. C'est une absurdité dé­ terminée [...] Don Quichotte verra'donc des géants là où nous voyons des moulins à vent. Cela est comique, et cela es absurde. Mais :r r-- ' est-ce une absurdité quelconque? - C'est une inversion toute spéciale du sens commun. Elle consiste à prétendre modeler les choses sur une idée qu'on a, et non pas ses idées sur les choses. Elle consiste à voir devant soi ce à quoi l'on pense, au lieu de penser à ce qu'on voit [„ .] Une fois l'illusion formée, Don Quichotte la développe d'ailleurs raisonnablement dans toutes ses conséquances; il s'y meut avec la sûreté et la précision du somnambule qui joue son rêve. Telle est l'origine de l'erreur, et telle est la logi­ que spéciale qui préside ici à l'absurdité (Rire, 139-41).

(AYALA: Teófilo Gautier ha dicho de lo cómico extrava­ gante que es la lógica del absurdo. Numerosa filosofía de la risa se asienta sobre ideas análogas. PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.151

Lo absurdo en lo cómico no es un absurdo cualquiera. Es un absurdo determinado [...] Donde vosotros veis molinos de viento, ve Don Quijote gigantes. Esto es cómico y es absurdo. Pero ¿es un absurdo cualquiera? Es una inversión especial del sentido común. Consiste en pretender modelar las cosas sobre una idea y no la idea so­ bre las cosas. Consiste en ver delante aquello en que se piensa, en lugar de pensar en aquello que se ve [...] Formada la ilusión, Don Quijote razonable, la desenvuel­ ve, hasta sus últimas consecuencias: se entrega a ella, segu­ ro y preciso, como un sonámbulo. Ved, pues, el origen del error y la lógica especial que rige aquí el absurdo.)

Dos conclusiones fundamentales pueden obtenerse de esta re­ producción y cotejo de textos. Una, la gran fidelidad con que Pérez de Ayala traduce los originales bergsonianos; y otra, el gran inte­ rés y acierto con que selecciona las ideas principales que contiene La risa.

II. APLICACION DE LA TEORIA BERGSONIANA AL ARTE TEATRAL

Contiene este apartado exclusivamente citas que registran el nombre de Bergson; otras, relacionadas también con el género dramático, aparecerán en la sección dedicada a lo cómico ininteli­ gente y lo cómico inteligente. Analiza Pérez de Ayala la obra de Jacinto Benavente Los cacho­ rros y declara que le produce una impresión de languidez debido a su estructura episódica, por «ignorar la acción, concediendo valor intrínseco al episodio», peligro sobre el cual ya había advertido la preceptiva aristotélica: «los episodios deben ser escasos, imprescin­ dibles y sobrios, so pena de anular la unidad de la obra dramática y suprimir el interés de la acción». La acción —explica Ayala— ha de obedecer a una «motivación recóndita» o a una «íntima historia sentimental» (O.C., III, 114 y 116), de lo contrario corre el riesgo de trocarse en una escena risible. La teoría bergsoniana respalda el aserto:

Indica sagazmente Bergson que la primera condición de lo cómico es la ausencia de simpatía por parte del especta­ dor. En el punto en que es espectador se interesa por el personaje risible, penetrándole el fuero de su vida interior 1.152 PELAYO H. FERNANDEZ

y compenetrándose con él, con sus emociones y estímulos de acción, en el mismo punto cesa el efecto risible (OC, III, 116).

Pone a continuación Ayala dos ejemplos que elucidan esas ideas. El primero dice así: «Si en una sala de baile cerramos los oídos a la música, ¿habrá nada más extraño y risible que aquel tropel de personas moviéndose de un modo insensato e incongruente?» (OC, III, 1.116). Texto que reproduce este otro de Bergson: «Basta que cerremos nuestros oídos a los acordes de la música en un sa­ lón de baile, para que al punto nos parezcan ridículos los danza­ rines» (R, 10). El segundo ejemplo recrea la siguiente escena: «Paseamos por la calle, oímos gritos burlescos y carcajadas que salen de un gran corro; nos acercamos y vemos dos mujeres, en medio del círculo, que andan a la greña». Esa pelotera de mujeres, concluye nuestro autor, es «tema de sainete» si se ve desde fuera; en cambio, si «se nos revelase la historia sentimental de las dos mujeres» el sainete se convertiría «en drama, quizás en tragedia». Benavente no revela la historia sentimental de las dos mujeres, por lo que la escena «no pasa de ser una pelotera cómica» (OC, III, 116). Ideas que reconfirma Ayala en otra ocasión al considerar nue­ vamente la metamorfosis de lo cómico en dramático:

Citábamos en un ensayo anterior cierta observación de Bergson sobre lo cómico, y es que tan pronto como un per­ sonaje cómico inspira interés o simpatía, cesa el efecto risi­ ble, cesa lo cómico. Así es, en efecto. Cesa lo cómico, pero no nace necesariamente lo dramático sino cuando la interio­ ridad del personaje externamente cómico, en la cual pene­ tramos, es de naturaleza dramática, a causa de las pasiones o torturas que le atosigan y remueven (OC, III, 324).

No es difícil sorprender en esta aclaración, así como en las ex­ plicaciones que la preceden, los fundamentos del arte tragicómico y el concepto del humor ayalinos. Como suele ser costumbre en él, define Pérez de Ayala etimo­ lógicamente el término comedia: «palabra griega, que significa 'burla o simulación chistosa'»; y el vocablo farsa de este modo: «La necesidad, obrando como fatalidad dentro de cada individuo, en forma de rutina, de instinto habitual». Para fundir el contenido de ambas definiciones en la siguiente declaración: «La comedia clásica, la comedieta italiana, la comedia de Molière, son, en el con­ cepto, farsas». La fusión se hace posible a través de la teoría de lo cómico bergsoniana: «La teoría de Bergson acerca de la risa con­ PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.153 viene con la esencia de la comedia clásica: nos hacen reír los organismos superiores cuando se mueven y obran como mecanis­ mos». Se evidencia sobre todo en los personajes. Tanto en la comedia como en la farsa «cada personaje es una marioneta, con un hilo que la mueve»; en ambas las pasiones se degradan, «pierden múscu­ lo y descubren el esqueleto, la armadura, el resorte; pasan a ser costumbres, vicios», que equivalen a infravitalidad, a «falta de elasticidad, de adaptabilidad». De ahí el castigat ridendo mores propio de la comedia clásica, donde el vicioso, por incapacidad pa­ ra adaptarse a las normas sociales, recibe el castigo del ridículo. La moralidad de la comedia, concluye Ayala bergsonianamente, se explica «porque despierta o esclarece el conocimiento de aquello que en nosotros es más bien automático que vivo y libre» (OC, III, 562 y 156-57).

III. PRESTAMOS Y TEXTOS AFINES

DRAMA Y TRAGEDIA

Explica Bergson que en un buen drama, «más que lo que nos contaron de otro, nos interesa lo que de nosotros mismos nos de­ jaron entrever [...] como si hubiesen evocado en nosotros recuer­ dos atávicos», por lo cual el objeto del arte dramático será siempre el mismo: «descubrir una parte muy recóndita de nosotros, aquello que podría llamarse el elemento trágico de nuestra personalidad» (R, 129). Pérez de Ayala, comentando el misterio de Gregorio Martínez Sierra titulado Navidad, reconoce que, quien carezca de aptitud para sentir lo religioso, se quedará frío presenciando dicha pieza teatral, pues «es arte aquello que nos revela algo de nosotros mis­ mos. Se revela lo que anteriormente existía en senos arcanos» (OC, III, 429). Rechaza Bergson la común creencia de que la imaginación crea­ dora actúa recogiendo retazos en torno como si se tratara de un traje de arlequín. La vida no se recompone, si se da el caso de que los personajes creados por el poeta nos parecen vivos, «es porque son el poeta mismo, el poeta multiplicado, el poeta ahondando den­ tro de sí mismo [...] lo que la Naturaleza le dejó abocetado o como simple proyecto» (R, 134). De ahí que el poeta trágico no necesite observar a los demás hombres, pues «la visión de hondos estados 1.154 PELAYO H. FERNANDEZ

del alma, de ciertos conflictos completamente íntimos» no se obtie­ ne desde fuera ( R, 133). Le parece a Pérez de Ayala pueril alegato la afirmación de Be- navente de que ha arrancado todos sus personajes del natural, de la vida misma, pues opina que si el arte fuera solamente copia del natural cesaría de serlo. ¿Estarán tomados del natural y extraídos de la vida corriente «el centauro, el sátiro, la sirena, la ninfa»?, pregunta. La creación artística —dirá el escritor astur en otro con­ texto— «no se concibe que sea copia mecánica de la realidad exterior, ni la realidad artística es tal realidad, por doblarse me­ ticulosamente a imitar la realidad exterior». La realidad de una obra de arte así como su suerte se dan «en virtud de un don pere­ grino de que está dotado el verdadero artista, el don de crear» (OC, III, 189-90). Para Bergson, «el héroe de tragedia es una individualidad única en su género» {R, 131), puesto que ni se asemeja a nadie ni a nadie se asemeja. De ahí que al dramaturgo no se le ocurrirá jamás rodearle de personajes secundarios que sean una copia suya, pues ello equivaldría a una imitación paródica que lo transformaría inevitablemente en tipo cómico. Niega Ayala que los tratados clásicos sobre las pasiones —el de Aristóteles, Epicuro, los estoicos, Espinosa y Descartes— versen, hablando con rigor, sobre caracteres trágicos; se trata más bien de caracteres de comedia, pues «el personaje trágico trasciende toda psicología especulativa; es un caso único, síntesis suprema: no se da sino en la vida misma o en la obra de arte trágico» (OC, III, 156). - El título constituye según Bergson una diferencia esencial entre ■ la comedia y el drama. No admiten el mismo título:

Un drama, aun cuando nos pinte pasiones o vicios que tienen su nombre propio, los incorpora con tal arte a las personas, que aquellos nombres se olvidan, se borran sus caracteres generales y ya no pensamos para nada en ellos, sino en la persona que los asume. He aquí por qué el título de un drama sólo puede serlo un nombre propio (R, 18).

Otra diferencia fundamental es que la acción es esencial en el drama y secundaria en la comedia, que repercutirá inevitablemen­ te en el título. En el drama:

Sus personajes y situaciones van ensamblados en un to­ do, o por mejor decir, los hechos forman parte integrante PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.155

de las personas, de modo que si el drama tuviese otro argu­ mento, ya no podrían conservar sus nombres los actores, pues serían otros personajes totalmente distintos ( R, 117).

Para Bergson, el arte tiende siempre a lo individual y el arte dramático no es excepción. Si el pintor fija en un lienzo con colo­ res una escena que no verá de nuevo; y si el poeta canta una expe­ riencia íntima irrepetible,

el dramaturgo presenta a nuestros ojos el desarrollo de un alma, una trama de sentimientos y de hechos, algo, en fin, que se produjo una vez para nunca más reproducirse. Es difícil asignar nombres generales a estos sentimientos; en otra alma ya no serán completamente iguales. Están indivi­ dualizados (R, 129-30).

Distingue Pérez de Ayala entre «grandes obras teatrales» y «obras dramáticas secundarias», situando dentro de esta última clasificación la obra teatral entera de Jacinto Benavente con la sola excepción de Señora Ama (OC, III, 147). No me voy a detener a especular sobre el severo juicio ayalino de que la dramaturgia del escritor madrileño supone para el momento teatral español un «valor negativo»(OC, III, 107), la crítica lo ha hecho ya con gran extensión y minuciosidad (8); pero sí me voy a fijar en una de las razones aducidas por Ayala cuando arguye que en el teatro bena- ventino «no hay situaciones dramáticas; pero, sobre todo, no hay personas dramáticas, no hay caracteres» (OC, III, 143). Prueba de ello es que no se les recuerda, como ocurre en cambio con las fi­ guras del teatro griego, las de Shakespeare, Moliére o Galdós. Pero se revela además —y esto es fundamental— por el título de las obras: «No sé por qué, pero ello es que las grandes obras dramá­ ticas siempre llevan por título un nombre personal: el del prota­ gonista». Sin embargo, «las obras dramáticas secundarias jamás llevan por título un nombre personal» (OC, III, 144-45) (9). Se pre-

(8) Véase, por ejemplo, Cesáreo G. H o n t iy u e l o , “Pérez de Ayala, crítico teatral. El teatro español en Las Máscaras”, Nueva Conciencia, Mieres del Ca­ mino, octubre 1980, págs. 69-85 ; Mariano de P aco , “Pérez de Ayala y el teatro de Benavente”, Monteagudo, Unviersidad de Murcia, 1980, págs. 19-22 ; o ante­ riormente, Angel L ázar o , Vida y obra de Benavente. Madrid, A. Aguado, 1964, págs. 209-16. (9) Hay un interesante estudio sobre este tema —aunque sin trazar su raíz bergsoniana— por Manuel M a r t ín e z A r n a l d o s , “Semántica del título en la narrativa breve de R. Pérez de Ayala”, Monteagudo, Universidad de Mur­ cia, 1980, págs. 23-29. 1.156 PELA YO H. FERNANDEZ gunta Ayala por qué quienes escriben obras dramáticas que aspi­ ran a competir con las mejores son incapaces de imitar el pormenor del título. Cree hallar la respuesta en esa doble génesis teatral —grandes obras y secundarias—:

Acaso la razón se cifra en la génesis contrapuesta de una suprema creación artística y de una simple obra de arte de esas de tensión media. Acaso en la imaginación creadora del verdadero dramaturgo el drama nace como un individuo poderoso, con un carácter peculiar, del cual se engendran necesariamente ciertas acciones desusadas, éstas o aquéllas, igual da, puesto que la tónica de las acciones la da el carác­ ter; así como las acciones dan la medida del carácter; de donde el contenido de la creación dramática son las accio­ nes... (OC, III, 145).

El carácter de esa individualidad poderosa habrá de manifes­ tarse en el modo como exalta la situación en que se encuentra —por insignificante que ésta parezca—, originando con su actua­ ción extraordinaria una natural dicotomía en los títulos y los tipos de obras teatrales:

La situación entre dos enamorados no varía de una a otra pareja. Pero Romeo es Romeo, y Arlequín es Arlequín. Por eso las obras clásicas llevan un nombre individual, y las obras que siguen el dechado de la Commedia dell’Arte sue­ len intitularse con una frase descriptiva, que define la situa­ ción culminante o formula una moraleja (OC, III, 571).

LA COMEDIA

Los rasgos propios de la comedia destacan a su vez contrastán­ dolos con los del drama. La esencia y el objeto de la comedia, declara Bergson, es «pin­ tar caracteres, es decir, tipos generales» (R, 120); en eso se distingue del drama, la tragedia y otras formas artísticas. El poeta cómico, «apenas ha ideado su personaje central, hace que giren a su alre­ dedor otros que presenten los mismos rasgos generales (R, 132). Contrariamente al dramaturgo, la observación del comediante es externa:

... no alcanza sino la envoltura de las personas, el punto por donde muchas de ellas se tocan y son capaces de ase­ mejarse unas a otras [...] Para que nos dé la tentación de PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.157

la risa, es menester que localicemos su causa en una región media del alma. Es menester, por tanto, que el efecto se nos aparezca a lo sumo como expresión de un promedio (.R, 135).

El personaje cómico —dirá Ayala— «es un caso genérico» (OC, III, 156). Distingue nuestro autor entre actor y comediante: «El actor hace; el comediante, como no puede hacer, suplanta el acto con la parodia retórica, provocadora acaso de la risa». Este aspecto lo ejemplifica históricamente el bobo de la comedia: «En nuestro teatro clásico y en Shakespeare, par a par del héroe, protagonista o actor sobre quien incumbe la acción principal, va siempre, como sombra deforme y eco truncado, su escudero, remedándole servil­ mente y dando que reír» (OC, III, 562-63). Encuentra Pérez de Ayala en el teatro de Benavente el defecto de ser «antiteatral» por no necesitar de actores propiamente dichos, ya que las personas dramáticas benaventinas apenas tienen nada de dramáticas, «y en cuanto a personas, no pasan de personillas. Son seres medios, seres habituales (average people), cuando no entes pasivos» (OC, III, 142). El vicio cómico —escribe Bergson— «por íntimamente que se una a las personas, siempre conserva su existencia independiente y simple. Si un personaje de tragedia «no cambiará en nada su conducta porque llegue a tener noticia del juicio que nos merece, el personaje cómico, hombre ridículo, «desde el instante que ad­ vierte su ridiculez, trata de modificarse, al menos en lo externo». En este sentido se puede afirmar «que la risa castiga las costum­ bres, haciendo que nos esforcemos por parecer lo que debiéramos ser» (R, 18-19). «La comedia clásica, la comedieta italiana, la comedia de Moliè­ re, son, en el concepto, farsas», declara Ayala. Las pasiones pasan a ser costumbres, vicios, que se caracterizan por su «falta de elas­ ticidad, de adaptabilidad». Si pasión equivale a «superabundancia biológica», vicio equivale a «infravitalidad»; de ahí que, si el apa­ sionado no se adapta por exceso, el vicioso «no se adapta, por de­ fecto, y es vencido mediante el ridículo» (OC, III, 156). Si el título de un drama sólo puede ser para Bergson un nombre propio,

son muchas, por el contrario, las comedias que llevan por título un nombre genérico: El avaro, El jugador, etc. Si hubiéseis de imaginaros una obra que pudiese llamarse, por ejemplo, El celoso, seguramente os acordaríais de Sganarelle 1.158 -PELAYO H. FERNANDEZ : -

o de Jorge Dandin, pero ni por un instante pensarías en Otelo : El celoso no puede servir de título más que a una comedia ( R, 18).

Y es que, como sabemos, el objeto de la comedia es pintar ca­ racteres que ya habíamos encontrado y que volveremos a encontrar. La comedia presenta tipos y subraya las semejanzas. «Hasta los títulos de las grandes comedias lo dicen. El misántropo, El avaro, El distraído, etc., no son más que nombres genéricos». Por la mis­ ma razón, por darse cita diversos personajes que reproducen un mismo tipo fundamental, «muchas comedias llevan como título un nombre plural o un término colectivo: Las mujeres sabias, Las preciosas ridiculas ...» (R, 132). Las obras dramáticas secundarias —afirma Ayala— «jamás lle­ van por título un nombre personal» (OC, III, 145). A diferencia de las grandes obras dramáticas, en las obras dramáticas secunda­ rias: . „

el punto original de su génesis no es un carácter, sino un hecho o serie de hechos, un argumento, vistos desde fuera y no en su motivación; hechos encadenados mecánicamen­ te, a modo de fábula; hechos genéricos, que no individuales; o bien sentimientos e ideas genéricos asimismo (el amor, la bondad, la tolerancia, el egoísmo, el maurismo, la germano- filia), como en la mayor parte de las obras del señor Bena­ vente; de donde, siendo las ideas y los sentimientos de orden genérico, los personajes que las emiten e incorporan tendrán que ser imprescindiblemente tipos indistintos y genéricos: Pepas y Juanas. ¿Cómo, entonces, han de llevar por título el nombre de un personaje singular? Esto es materialmente imposible, aunque el autor se lo propusiera (OC, III, 146).

De ahí que sería absurdo adscribir títulos genéricos a la trage­ dia griega o a los dramas de Calderón, Lope, Shakespeare y Galdós, títulos que llevan las comedias de Benavente: El mal que nos ha­ cen, La noche del sábado, Lo cursi, etc. Los personajes benaventinos —dirá Ayala en otro lugar— «siempre se llaman Pepita, Juanita, Pepito, Juanito, doña Josefa [...] Lo que quiero decires que los per­ sonajes se llaman X» (OC, III, 144). PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.159

LA FRASE Y EL TONO

Según Bergson, la frase ingeniosa «evoca siempre la imagen clara y precisa de una escena cómica», lo cual viene a significar que «lo cómico del lenguaje debe corresponder, punto por punto, a lo cómico de los actos y de las situaciones» ( R , 90). Las frases profundamente cómicas «son esas frases ingenuas en que un vicio se muestra al descubierto» (R, 118). La materia prima del teatro —asevera Ayala— es «la palabra, yuxtapuesta y contrapuesta; o sea, el diálogo. El arte dramático se reduce a la frase». Dos obras semejantes en todo puede resultar una admirable y otra frustrada, «según que la frase sea o deje de ser ajustada, precisa, eficaz; en resolución, teatral. Nada más sen­ cillo que convertir El rey Lear o La vida es sueño en una Venganza de Don Mendo, con un pequeño trastrueque de frases» (OC, III, 533). Una de las fuerzas cómicas de la transposición —escribe Berg­ son— es la que contiene esta regla: «Se obtendrá un efecto cómico siempre que transporte a otro tono la expresión natural de una idea». Es decir, una frase será cómica «cuando se la obtiene trans­ portando una idea en el tono que no sea el suyo» ( R , 99 y 96). Explicando el concepto de lo natural, resume Ayala diciendo que su manera de producirse «consistirá en el término medio, en el tono habitual, afable pero indiferente, y en el ademán acompa­ sado». Lo contrario —prosigue— «es ridículo, es afectado, es cari­ caturesco». Existe una serie de tonos —el trágico, el lírico, el paté­ tico, el iracundo, el sarcástico— que son para Ayala «salidas de tono», no «tonos naturales», por lo que sólo ha de hacerse uso de ellos «como parodias, al modo de recursos con que mover a risa» (OC, III, 631-32).

BELARMINO, EL ZAPATERO FILOSOFO

A la rica serie de interpretaciones —múltiples y polifacéticas— que la crítica ofrece sobre la gran figura humorística del repertorio artístico ayalino que es Belarmino, quiero añadir un sugestivo pá­ rrafo de Bergson que no puede menos de evocarnos la peculiar idiosincrasia del genial filósofo de portal. Busca Bergson precisar el sentido de la palabra ingenio distin­ guiendo en ella dos acepciones, una más amplia y otra más estricta. Conforme a la primera, se llama ingenio a «cierta dramática ma­ nera de pensar». Y lo explica en estos términos: 1.160 PELAYO H. FERNANDEZ

En vez de manejar las ideas como símbolos indiferentes, el hombre de ingenio las ve, las escucha, y sobre todo las hace dialogar entre sí como si fuesen personajes. Las hace salir a la escena y sale él también en cierto modo ( R, 86).

Dos párrafos altamente significativos —dentro de la estructura y total sentido de la novela Belarmino y Apolonio — casan con es­ pecial acierto con esa formulación bergsoniana. En el primero co­ nocemos la manera belarminiana de concebir el talento:

El talento, que él se lo figuraba como un ser sustantivo, independiente, hasta corpóreo, misterioso huésped interior, comenzaba a rebullir, a desasosegarse, y dando unos golpeci- tos con los nudillos por la parte de dentro de las paredes del cráneo, le decía: «Ea, Belarmino, aquí estoy yo; vamos a discurrir cosas nunca oídas» (OC, IV, 59-60).

El segundo explica el modo belarminiano de entender y utilizar el diccionario:

Leía las palabras del cosmos —es decir, del diccionario—, evitando con el mayor escrúpulo que rozase sus ojos la de­ finición de que iban acompañadas. Leía una; en rigor, no es que la leyese, la veía, materialmente, escapándose de los pajizos folios, caminar sobre el pavimento, o volar en el aire, o diluirse nebulosamente en el techo. Unas veces eran seres; otras eran cosas; otras, conceptos e ideas; otras, sensacio­ nes de los sentidos; otras, delicadas emociones [...] Camello, decía el cosmos —es decir, el diccionario—; Belarmino veía, en efecto, brotar de la página el dicho cuadrúpedo rumiante, aunque muy mermado de proporciones, y salir andando des­ paciosamente por el piso... (OC, IV, 99).

LO RIDICULO

Dice Bergson que en todos los objetos ridículos se da la imagen de «lo mecánico en lo vivo», y que «sólo somos ridículos por aquel aspecto de nuestra personalidad que se escapa a nuestra concien­ cia», pues «lo cómico es siempre algo inconsciente —y visible para el resto del mundo» (R, 65, 135, 137)—. Don Quijote, personaje dis­ traído inconsciente de su distracción y por eso ridículo, se cae «por ir mirando a una estrella»; tropieza con la realidad mientras per­ PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.161 sigue el ideal. Evidente desproporción entre lo que se cree estar ejecutando y lo que de verdad se hace. «La generalidad de los caracteres humorísticos son ridículos sin saberlo», afirm a Ayala categóricamente (OC, III, 326). El sentido ayalino del ridículo se apoya característicamente en el concepto de seriedad que, como sabemos, consiste «en el sometimiento a la ley de la propia naturaleza, esto es, en llenar la función para la que uno ha sido creado, en ser útil». Fundamentalmente, se incurre en el ridículo o por defecto o por exceso. En el primer caso el sentido del ridículo nace en las cosas «por no estar incluidas dentro de su arquetipo propio»; en el segundo «por rebasar con superfluida­ des la linde del arquetipo» ( R , III, 43). La vieja fórmula clásica del justo medio que sustenta la noción de seriedad rige aquí tam­ bién. Otros textos enriquecen y redondean esta perspectiva: «El ri­ dículo, esencialmente, consiste en la desarmonía entre el propósito y el acto». Cervantes, en el Quijote, «hizo ridículo el ademán caba­ lleresco, contrastando con deliciosa fruición la desarmonía entre su propósito y su logro [...] la discordancia entre lo que Don Qui­ jote cree estar ejecutando y lo que en rigor hace» (OC, III, 509, 511) (Ideas que vienen a repetir en IV, 1.159). Al analizar el valor de la tragedia grotesca de Carlos Arniches, surgen nuevas explicaciones sobre el ridículo. Los antiguos —escribe Ayala— distinguían entre tragedia y comedia, según las personas que intervenían fueran gente noble o baja. Semejante diferenciación sigue prevaleciendo hoy. A los personajes vulgares, por ejemplo, no se les toma en serio, y no precisamente porque sean vulgares sino por otras razones. Para comprenderlo conviene separar lo vul­ gar de lo ridículo:

Lo ridículo jamás es una cualidad personal intrínseca; es un juicio subjetivo sobre la conducta ajena. No hay perso­ nas ridiculas, hay acciones motejadas de ridiculas, y a una persona vulgar, esto es, a quien no tomamos en serio ni en cuya dignidad humana penetramos, se nos antoja que no le cuadran sino acciones perfectamente vulgares, y si en ella sorprendemos algo desproporcionado con su vulgarismo, de­ cretamos que esto es ridículo (OC, III, 508).

Tres puntos de este texto encajan perfeclámente dentro de la teoría de lo cómico de Bergsor Primern la insensibilidad que acompaña a la risa: persona vulgar «a quien no tomamos en se­ 1.162 PELAYO H. FERNANDEZ rio». Segundo, en la comedia la observación es exterior, ve al personaje desde fuera: «ni en cuya dignidad humana penetramos». Tercero, lo mecánico incrustado en lo vivo: «si en ella sorprende­ mos algo desproporcionado con su vulgarismo».

LO GROTESCO

La transición de lo ridículo a lo grotesco se verifica en Pérez de Ayala merced al mecanismo de la caricatura:

Este sentido del ridículo en las cosas por no estar inclui­ das dentro de su arquetipo propio es el que manifiesta el caricaturista. Lo han poseído en grado maravilloso y tras­ cendental los mejores caricaturistas que ha habido, a saber: los primitivos de la pintura y los canteros y los tallistas de la Edad Media, cultivadores de lo grotesco (OC, III, 43).

La definición de lo grotesco nos la proporciona la etimología del vocablo —recurso habitual en Ayala—: «grotesco» procede del italiano «grottesco», que a su vez viene de «grotta», gruta. Lo gro­ tesco, según Ayala, refleja la teoría de la evolución natural: «La Naturaleza está de continuo en vías de transformación», de ahí que sus manifestaciones sean «monstruosas a la par que bellas» (OC, III, 330-31). Para nuestro autor lo grotesco es «estilización» que deforma o transforma las formas naturales. Los personajes galdosianos en Sor Simona, en su falta de seriedad, «llegan a la deformación de lo monstruoso», convirtiéndose en modelos a pro­ pósito «para una gárgola o una ménsula de silla de coro». Son «almas de piedra, talladas a lo grotesco, hacinadas en una vaga aspiración hacia la verdad» (OC, III, 44). Vemos nuevamente a través del concepto de seriedad el enlace entre lo ridículo y lo gro­ tesco. Si son almas grotescas por falta de seriedad ello significa que no encajan dentro del arquetipo y son ridiculas por eso. En las grutas —dirá Ayala— se sorprende un «abigarrado ha­ cinamiento de formas fantásticas», animales y vegetales, que sin embargo no se presentan separadas sino enredadas y entretejidas, obedeciendo a «una jerarquía de lo inferior a lo superior»: mundo mineral, vegetal, animal, humano. Ahora bien, «cabe en lo grotesco la posibilidad de subvertir el orden de la naturaleza a voluntad del hombre, comenzando por lo último para concluir por lo primero, PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.163 como se hace, por ejemplo, con una cinta cinematográfica», pro­ pone Ayala, y ofrece el ejemplo del salto de trampolín visto al revés. La definición de lo que es una tragedia grotesca al estilo de Arniches queda ahora manifiesta: «Una tragedia grotesca será una tragedia desarrollada al revés». Si en la tragedia clásica «la fata­ lidad conduce ineluctablemente al héroe trágico a la muerte», en la tragedia grotesca «no hay manera de que se muera ni manera de matarlo» (OC, III, 334-35). La lectura de estos textos sobre la tragedia grotesca no pueden menos de evocarnos otros de Bergson. En el capítulo dedicado a lo cómico de las situaciones éstas —dice el filósofo galo— se apo­ yan en la siguiente ley: «Es cómico todo arreglo de hechos y acontecimientos que, encajados unos en otros, nos den la ilusión de la vida y la sensación clara de un sueño mecánico». El primer arreglo o procedimiento nos lo proporciona «el diablillo del resor­ te» que al salir de su caja «se le aplasta y vuelve a levantarse. Cuanto más se le comprime, con más fuerza se estira». Viene a ser «el conflicto entre dos terquedades», «de una fuerza que se obstina y de otra obstinación que la combate» ( Rf 59-60). El segundo procedimiento es el de «la bola de nieve» que se agranda a medida que rueda. Se trata de un efecto que se va pro­ pagando, pero susceptible siempre de hacerse reversible: «el me­ canismo es cómico cuando el movimiento se desarrolla rectilíneo; pero es más cómico todavía cuando el movimiento se hace circular, cuando todos los esfuerzos de los personajes, por un encadena­ miento de causas y efectos, tienden a volverle al mismo sitio» (R, 69). Contrastemos una vez más estas ideas con las de Ayala:

Imaginémonos ahora un individuo desastrado que, ha­ biendo acudido inútilmente a todos los procedimientos para poder vivir, determina suicidarse; pero su ananké o Némesis han dispuesto que no lo consiga, y tantas veces como inten­ ta realizar su designio, sucede que causa a los demás algún contratiempo, pero él sale incólume. Esta era la tragedia grotesca de \Que viene mi maridol (OC, III, 508).

Como modelo de poetización patética de la esencia de lo gro­ tesco, escoge Pérez de Ayala la famosa escultura de Rodrín, La pensée (El Pensamiento): 1.164 PELAYO H. FERNANDEZ

La pensée en donde una delicada y evanescente cabeza femenina va surgiendo, an­ gustiada y serena, de un bloque de piedra mármol”.

En el pensamiento más puro —dirá Ayala— actúa una fuerza de gravitación hacia la materia bruta, «como si la roca aspirase con ciega energía hacia el pensamiento, y el pensamiento, fatigado de conocer, sintiese en todo punto la nostalgia de ser roca». Obser­ vaciones que, trasladadas al terreno de lo dramático y al mundo de las motivaciones psicológicas, configuran para nosotros las almas grotescas:

... aquellas en que las formas superiores de la conciencia aparecen implicadas, apenas nacientes y casi absorbidas en las formas inferiores del instinto; almas oscuras que en vano se afanan hacia la claridad; pequeños monstruos inofensi­ vos, porque ni el instinto ni la inteligencia están lo bastante deslindados para determinar acciones violentas. En estas al­ mas hay un asomo de conciencia, que es lo que de ellas sale PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.165

al exterior; pero la conciencia está reintegrada en el instinto, que es el móvil recóndito y confuso de los actos que ejecu­ tan (OC, III, 331-32) (10).

Estos textos nos remiten a las páginas donde Bergson discurre sobre la fisonomía cómica, las deformidades y la caricatura. Pro­ pone el filósofo galo que el efecto cómico gana en intensidad cuando el automatismo, la rigidez, es atribuible a una causa pro­ funda, a cierta «distracción fundamental» de la persona, «como si el alma se hubiera dejado fascinar, hipnotizada por la materialidad de una simple acción». Para resumir:

En toda forma humana advertirá el esfuerzo de un alma que modela la materia, alma infinitamente flexible, de movi­ lidad constante, exenta de pesadez por no estar sometida a la atracción terrena. Esta alma comunica algo de su ligereza alada al cuerpo que anima, le infunde su inmaterialidad, que al pasar a la materia constituye lo que llamamos gracia. Pero la materia se resiste obstinadamente. Atrae a la activi­ dad de ese principio superior, y le querría infundir su propia inercia y reducirlo a un puro automatismo ( R, 26-28).

De La evolución creadora —libro bien conocido por Ayala— po­ dríamos entresacar contenidos como éstos:

«No hay inteligencia en la que no se descubran trazas de instinto, ni instinto que no se halle rodeado de una franja de inteligencia». «De ese modo puede ya presumirse que la inteligencia estará más bien orientada hacia la conciencia, y que el ins­ tinto lo estará hacia la inconsciencia». «De ese modo, todas las fuerzas elementales de la inteli­ gencia tienden a transformar la materia en instrumento de acción, es decir, en el sentido etimológico de la palabra, en órgano [...] la inteligencia siempre se comporta, invariable­ mente, como si estuviera fascinada por la contemplación de la materia inerte» (La evolución creadora, págs. 128, 135, 149).

(10) En otro contexto anterior, utilizando la imagen de la osmosis y la endósmosis, dice refiriéndose a las almas trágicas —otra denominación para “almas grotescas”— : “son aquellas que, con particular angustia y dolor, sien­ ten este fenómeno de cómo el espíritu se les diluye en el medio y cómo otras veces el medio se les adentra tiránicamente en el espíritu” (OC, III, 46). 1.166 PELAYO H. FERNANDEZ

LOS CARACTERES HUMORISTICOS

Los caracteres humorísticos ay aliños constituyen personajes tragicómicos que combinan en su composición psicofísica rasgos ridículos y caricaturescos (o sea, grotescos) con otros dramáticos o patéticos, envueltos todos ellos en un halo de simpatía compren­ siva: «cuerpos de ridicula traza y de entrañas sanas, de alma buena y un tanto ridicula al propio tiempo, criaturas conjuntamente bu­ fas y adorables» (OC, III, 325). En un pasaje donde estudia lo cómico romántico vemos cómo Ayala cultiva esas diversas tonalidades: 1) cuerpo risible; 2) alma, no ya violenta y exaltada, sino de normal diapasón, tierna y sencilla; 3) en servidumbre de flaquezas comunes y parvas contrariedades; 4) que ella, en la estrechez de su conciencia a que ha reducido el vasto mundo, se las figura de aspecto desmesurado y trágico sen­ tido. Tonalidades que originan en el espectador «un sentimiento equívoco, epiceno de serio y cómico»:

... con el corazón estamos al lado del alma cuitada, pero con la inteligencia analizamos su cuita y echamos de ver que la desproporción entre la causa y el resultado nos induce a una sonrisa de burla que la compasión nos reprime; no ha cesado ahora para nosotros el efecto cómico del exterior del personaje, pero lo cómico material se ha modificado, amal­ gamándose con lo cómico-psicológico y con la simpatía (OC, III, 324).

Sabemos que para Ayala el género apropiado para representar el humorismo de los caracteres es la novela, cuya amplitud espa­ cio-temporal permite desarrollar los personajes con pormenor y deleitación, según se aprecia en las novelas de Galdós donde el pergenio físico de los caracteres «abunda en trazos caricaturescos y agudos que punzan inmediatamente los músculos de la risa». No así en el teatro, que es suma objetividad artística. Allí los perso­ najes humorísticos están «no más que insinuados» y «la caricatura se mitiga hasta casi desaparecer». (Como nota de excepción destaca Ayala al Sr. Trevélez, creación feliz de Carlos Arniches. A medida que se va desarrollando como carácter se le está mostrando conti­ nuamente en caricatura. Por un lado el espectador halla en el per­ sonaje «un cúmulo de ridiculas particularidades» que hacen que le tome a chanza «y se ría a su costa». Pero por otro, el espectador va compenetrándose espiritualmente con el alma del Sr. Trevélez PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.167 hasta descubrir que «es digno de veneración sin dejar de ser ri­ dículo») (OC, III, 3.25-26). La concepción tragicómica la explica Ayala a través de las si­ guientes elucidaciones. Los tratadistas clásicos —como Aristóte­ les— exigían que los personajes de la tragedia fueran elevados y nobles, pues por definición la tragedia es «fracaso de un empeño grande y derrocam iento de una cabeza eminente» (OC, IV, 1.159). Por eso el fracaso de Don Quijote es un fracaso trágico en su mag­ no empeño por transformar el mundo. Ahora bien, en lo tocante a lo elemental humano, o sea a la dignidad, no hay clases sociales, según propone Ayala. Es decir, que los sentimientos elementales humanos son los mismos en el personaje trágico y en el cómico: «el toque está en penetrar la dignidad humana de los personajes vulgares, sin por eso emanciparlos de su vulgaridad efectiva; en­ tonces el personaje es grotesco y es trágico de consumo, que no alternativamente». En nuestro teatro clásico, por ejemplo, se yuxta­ pone lo dramático y lo ridículo («lo ridículo es la contrafigura de lo dramático»); y si en La Celestina se lee tragicomedia, «no se ha de entender que en la obra sobrevienen lances para llorar y lances para reír, sino que intervienen promiscuamente personas nobles y personas plebeyas, con lo cual está sobrentendido que éstas darán que burlar tanto como aquéllas que sentir» (OC, III, 509-12). En este sentido y en el bergsoniano Don Quijote es personaje tragicómico. La novela lleva por título el nombre del héroe y los vicios de éste son a la vez trágicos y cómicos. Transcribamos los textos de Bergson. En los vicios trágicos, «el alma se hunde profundamente, con toda su fuerza de potencialidad fecunda, lle­ vándolos más intensos, vivificados, a un círculo de eternas trans­ formaciones». El vicio cómico, en cambio, «nos trae de fuera como un marco ya hecho al que hemos de ajustarnos, aquel que nos impone su rigidez en lugar de amoldarse a nuestra flexibilidad» (R, 17).

LA PARODIA

El arte narrativo perezayalino es intrínsecamente paródico. La mirada del novelista asturiano es —como pedía Ortega— intencio­ nadamente oblicua, es decir, irónica. Si el mito es «fermentó de la historia», según el meditador escurialense, la realidad, por su par­ te, es «fermento del mito» (Ortega, OC, I, 376, 383). La m irada irónica, que ve el espejismo como tal espejismo, critica el mito en 1.168 PELAYO H. FERNANDEZ un intento de destruirlo. En la narrativa de Pérez de Ayala acom­ pañamos siempre al mito en su descenso, en su caída, y la novela se define así como tragicomedia (Baquero, 170). Indudablemente los títulos, el simbolismo onomástico y el len­ guaje orientan al lector de Ayala sobre las posibilidades paródicas de las obras, pero la intención ayalina trasciende lo obvio median­ te una estructura novelística compleja y polifacética. Una breve ojeada por el campo de la crítica nos lo ilustra. En Alberto Díaz de Guzmán se ha visto a un nuevo Hamlet (Baquero, 182). En Teófilo Pajares, figura ridicula, a un símbolo del poeta modernista (Amorós, 211). En Marco de Setignano, la antítesis del mito del superhombre (Salgués, 27). En Belarmino, la parodia de los poetas obscurantistas modernistas y de los krau- sistas (Leighton, 55), nueva recreación de Don Quijote (Salgués, 61). En Apolonio, la parodia de los dramaturgos hueros y de los poetas pedestres de la estirpe de Campoamor (Leighton, 54), o una ridiculización del dramaturgo gallego Manuel Linares Rivas y nue­ va recreación de Sancho Panza (Salgués, 70, 61). En la urraca do­ mesticada y encerrada en un tonel clara parodia de Diógenes (Suárez, 150). En Urbano y Simona, ecos de La vida es sueño de Calderón y del Émile de Rousseau (Baquero, 173), o del Hermán y Dorotea goethiano (Nora, 504), el mito de Adán y Eva (Urrutia, 70). En Tigre Juan, un bosquejo del mito de La Bella y la Bestia (Salgués, 88). A todo lo cual, y para resumir, han de añadirse las «glosas a lo profano de motivos divinos» (Baquero, 202) y otras parodias bíblicas y dantescas (Suárez, 167). La tesis central de la teoría de lo cómico de Bergson apuntando siempre a lo mecánico incrustado en lo vivo sirve nuevamente de pauta para fijar la noción de parodia. Sugerir la interpretación mecánica de los gestos «debe ser uno de los procedimientos favo­ ritos de la parodia», escribe el filósofo galo (R, 32). La clasificación de la parodia la coloca dentro del juego de la «transposición» —tanto en lo tocante al lenguaje como en lo relativo a la come­ dia—: «Si la transposición va de lo solemne a lo familiar, tendre­ mos la parodia» (R, 99). Sin pretender sugerir que Pérez de Ayala aprende exclusivamen­ te de Bergson el concepto de parodia, la transcripción de ciertos textos paralelos del escritor astur cumple perfectamente con los propósitos de nuestro estudio. Teorizando sobre la diversidad de tonos, distingue Ayala entre los tonos naturales y las salidas de tono, para concluir sobre estas últimas: «no se debe hacer uso de ellos [los tonos], sino como parodias, al modo de recursos con que PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.169 mover a risa» (OC, III, 632). Y en Nuestro Séneca, decide: «Todo conato de transposición de una obra clásica, desde su generatriz sensibilidad expresiva hasta otra forma de sensibilidad interpreta­ tiva, redundará en una especie de parodia cómica» (NS, 197). Afirma Bergson que «empezamos a ser susceptibles de imitación allí donde dejamos de ser nosotros mismos... que no se pueden imitar nuestros gestos sino en lo que tienen de mecánico y unifor­ me» (R, 31). Trata Pérez de Ayala el tema de la unicidad del estilo presentándolo como «un quid divino, un no sé qué evidente e in­ imitable», para advertir como contrapunto: «Tan pronto como un escritor se deja reconocer y distinguir [...] en virtud de ciertos sucesos, o bien defectos, o vicios [...] se deja, al propio tiempo, contrahacer y parodiar, de suerte que la parodia y contrafigura llegan a confundirse con el original». En la primera parte del Qui­ jote, por ejemplo, «casi todos los parlamentos del hidalgo manche- go están calcados por Cervantes con intención satírica sobre el lenguaje enfático y envuelto de los libros de caballería» (OC, IV, 1.054-55). Sin embargo los recursos bergsonianos de la «transposición» e «interferencia de las series» arrojan, combinados, mayor luz aún al intentar comprender el dualismo y la visión paródica del arte novelesco ayalino, caracterizado por «la ambivalencia, el gusto por los desdoblamientos, la doble visión, el haz y el envés, los enfren­ tamientos de perspectivas opuestas, las parejas, las polaridades, etc.» (Baquero, 171). «Toda situación es cómica —declara Bergson— cuando perte­ nece a dos series de hechos absolutamente independientes y se puede interpretar a la vez en dos sentidos totalmente distintos». Tal la «interferencia de las series», una de cuyas formas es el quid pro quo, donde se da una situación que presenta simultáneamente dos sentidos diversos, «posible el uno, el que los autores le dan, y real el otro, el que le da el público». Otra forma superior todavía al quid pro quo se produce cuando «en vez de dos series contem­ poráneas podría tomarse una serie de hechos antiguos y otra de sucesos actuales» (R, 79, 81). Fórmulas en las que encajan perfec­ tamente los tratamientos ayalinos de los mitos clásicos y tradicio­ nales. 1.170 PELAYO H. FERNANDEZ

IV. COMICIDAD ININTELIGENTE Y COMICIDAD INTELIGENTE

Nos trasladamos en esta fase de nuestro estudio de la etapa temprana formativa del pensamiento de Pérez de Ayala a la etapa madura y definitiva (el escritor ha rebasado ya los 65 años). Sal­ tamos, pues, de Las Máscaras a los artículos aparecidos en el diario ABC de Madrid, donde, entre 1948 y 1962, nuestro autor publica «unos 450 artículos en la tercera página» (Vázquez-Dodero, 7). Pérez de Ayala ha regresado de su exilio en la Argentina, nación con la que le une una experiencia vital de unos 12 años. En los artículos —verdaderos ensayos— de ABC resurge el tema de lo cómico con nuevo ímpetu y pretensiones novedosas. La teo­ ría de lo cómico de Bergson, rectificará ahora Ayala, «aunque cierta en parte, es notablemente limitada e insuficiente». El texto que utilizo para el presente trabajo se haya recogido en el libro Ante Azorín, págs. 193-222. García Mercadal reproduce una porción del mismo en Amistades y Recuerdos, y Vázquez-Do­ dero otra en Las terceras de ABC. He notado algunas variantes en ciertas frases u oraciones con respecto al texto de Ante Azorín, pe­ ro no afectan en nada sustancial al contenido. Se enfrenta Pérez de Ayala a las opiniones «peregrinas» que existen en España sobre el concepto de humorismo; opiniones que, por otra parte, no obedecen a estudios serios en torno al tema sino a presupuestos ajenos a toda posible definición. Ejemplo de ello son los escritores calificados comúnmente de humoristas por el simple hecho de adoptar una actitud «de broma frente a la vida». Nuestro autor reclama para el humorismo un «más alto abolengo». Si la opinión española interpreta lo humorístico como «lo risible por antonomasia», Ayala lo ve como «el único antídoto contra lo risible». El concepto de seriedad, fundamental para el recto entendimiento del pensamiento ayalino, cimenta también en este caso la teoría del humorismo. El verdadero humorista afronta y contempla la vida «en la justa medida de seriedad, ni demasiado por lo liviano, lo cual sería frivolidad desdeñable, ni demasiado por lo serio, lo cual redundaría en flaqueza risible» (AA, 194-95). La falta o exceso de seriedad que Ayala identifica con la vanidad —propia de los escritores para quienes todo es tema risible— se caracteriza por «rebasar con superficialidades la linde del arqueti­ po que a cada ser y cosa les ha sido impuesto» (OC, III, 43). Con­ trariamente, el humorista, fiel a una justa medida de seriedad y por tanto a su arquetipo, adopta la siguiente actitud: PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.171

Cuando ante un acto o persona risibles, cuya comicidad percibimos de primera intención, en vez de manifestar esta sensación nuestra, la cual, por el momento, significa una superioridad a nuestro favor respecto del objeto cómico (persona o acto), nos esforzamos en comprender en su inti­ midad afectiva y viviente y averiguar si aquello que al pronto hace reír no encerrará quizá un contenido de seriedad hu­ mana, digno de recíproco afecto y de respeto, entonces es bien cierto que hemos dejado de tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos (abdicando de nuestra superioridad aparente, puesto que pudimos con razón reírnos de lo otro) y, en cambio, hemos tomado en serio la vida misma... (AA, 198-199) (11). Mediante esa polarización de lo serio fuera de él y hacia la vida misma, el humorista consigue que la risa que suscitaba lo cómico se convierta en «sonrisa comprensiva, afectuosa, entrañable y hu­ mana: humorística» (AA, 199). El concepto de seriedad ayalino sustenta un humorismo cuya idiosincrasia exuda siempre una com­ prensión tolerante y sonriente. Como la mayoría de los escritores españoles que han considerado el tema, Pérez de Ayala contrapone la risa a la sonrisa, siendo aquélla propia de la comicidad y ésta del humorismo (12). En las páginas venideras iremos comprobando cómo Ayala busca perfilar las diferencias entre estos dos últimos conceptos mediante la creación de una dicotomía entre «comicidad ininteligente» y «comicidad inteligente», incluyendo dentro de la primera la simple comicidad y en la segunda el humorismo y la que el escritor denomina «comicidad ejemplar».

LO COMICO ININTELIGENTE

Este tipo de comicidad, que Ayala califica de «pseudohumoris- mo» y de «risa incomprensiva», refleja en el observador de lo cómico una actitud fundamentalmente ininteligente, pues «supone

(11) Implícito en este párrafo encontramos un rechazo de la teoría de la risa de Thomas Hobbes que se apoya en un súbito sentimiento de superiori­ dad: “gloria súbita surgida de una también súbita concepción de alguna emi­ nencia o distinción en nosotros mismos; por comparación con la debilidad de los otros o con una nuestra anterior”. Un hombre del que se ríe es un hombre “sobre el que se triunfa” (Piddington, 135). (12) Afirma acertadamente Evaristo Ace vedo que se trata de una tesis ad­ mitida en España sin discusiones, tesis que sintetiza citando a Julio Casares: “Muy acertada y atrayente es la idea que recoge Wenceslao Fernández-Flórez cuando señala la correspondencia entre lo cómico y la risa, por una parte, y entre la sonrisa y el humorismo, por otra” ( Teoría, 67). 1.172 PELAYO H. FERNANDEZ una actitud de clausura en lo subjetivo del autor cómico; no ve el objeto sino desde fuera». Es decir, «no ve sino la falla ocasional, aquello que no es ni el mismo objeto ni la manera habitual de ser y de comportarse del objeto» (AA, 202, 206). Todas las teorías tra­ dicionales que se ocupan del origen de lo cómico siguen según Pérez de Ayala ese esquema y pueden sintetizarse en esta fórmula: «la impresión de lo cómico se produce a causa de la falla en la ma­ nera de comportarse de un objeto (persona, o cosa, o fenómeno), según la naturaleza o rutina en el obrar que estamos acostumbra­ dos a atribuirle» (AA, 203). El vocablo clave es «falla» y se darán fallas accidentales u ocasionales y fallas naturales o innatas —y como fenómeno adicional encontraremos fallas adquiridas. Las fallas accidentales u ocasionales provocadoras de la risa se caracterizan por su carácter obvio, juzgando por los ejemplos que pone Ayala: «el gallo de un cantante, una nota falsa de un instru­ mento, una canción desentonada, una orquesta desafinada» (AA, 203). Las fallas naturales e innatas, en cambio, presentan una es­ tructura más compleja. Sigamos con los ejemplos ayalinos —que se limitan a fenómenos acústicos— y consideremos en primer lu­ gar «el rebuzno del jumento». Se trata de un sonido de por sí cómico, pero ¿de dónde proviene la hilaridad? Responde Ayala:

Proviene, sin duda, de que al sonido que emite un ser orgánico le atribuimos una especie de naturaleza más o me­ nos musical. Cuando ese sonido, a pesar de ser orgánico, falla en su musicalidad y más bien repercute como ruido, esto es, sonido mecánico, inorgánico, en cierto modo contra natura, nos hace reír (AA, 203-204).

Del mismo modo nos impresiona una persona falta de buen oído y buena voz, de la cual decimos que canta como un «serrucho» o un «cerrojo», ambos sonidos mecánicos. El ejemplo que sigue, sin embargo, ofrece un cariz más sutil:

Nos hace reír igualmente la voz aflautada de un varón corpulento y la voz profunda de una mujer endeble. Pero en este caso no es por el timbre ni la calidad del sonido en sí, sino porque estamos acostumbrados a la voz robusta de la masculinidad y al delgado acento femíneo, por donde la excepción se nos presenta como una falla en el comporta­ miento esperado (AA, 204).

La importancia de este último ejemplo radica para nosotros en que le permite a Pérez de Ayala enfrentarse con la teoría berg- PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.173 soniana de lo cómico: «Este ejemplo concreto demuestra que la teoría sobre la risa, de Bergson, aunque cierta en parte, es nota­ blemente limitada e insuficiente». Le parece al ensayista astur innegable que se produzca la comicidad cuando bergsonianamente «la realidad que corresponde al orden vital obra de modo corres­ pondiente a la realidad de orden mecánico», pero advierte: «se produce en otros muchos casos. Sirvan los ejemplos del varón con voz atiplada y de la mujer con vozarrón de bajo». Para concluir entre paréntesis con esta breve aclaración sumamente relevante si queremos entender bien estas ideas: «(los cuales se producen den­ tro del orden vital)» (AA, 205-206). A fin de poder examinar el contenido de las afirmaciones y los ejemplos ayalinos a la luz de la teoría de Bergson y averiguar si en efecto Pérez de Ayala modifica o supera en algún sentido o en algún grado dicha teoría, conviene que reproduzcamos ahora los ejemplos presentados por Bergson al comienzo de su libro. El primer caso se refiere a un hombre «que va corriendo por la calle, tropieza y cae; los transeúntes se ríen». El segundo describe a «la víctima de una broma de taller», «una persona que ejecuta sus quehaceres con regularidad matemática. Un chusco ha mixti­ ficado los objetos que la rodean». Dos observaciones extrae Berg­ son de estos ejemplos. La primera, que la fuente de la comicidad es una y la misma en ambos casos, o sea, «cierta rigidez mecánica que se observa allí donde hubiéramos querido ver la agilidad des­ pierta y la flexibilidad viva de un ser humano». La segunda que, aunque uno ha sido inesperado y otro provocado, los dos ejemplos obedecen a una circunstancia exterior, por tanto «lo cómico es... accidental, y queda, por decirlo así, en la superficie del individuo» (R, 13-14). Ahora bien, confirmadas y aceptadas la accidentalidad y la ex­ terioridad de esos casos, ¿qué hará falta para que pasen al interior?, se pregunta nuestro autor. Y responde:

Será menester que la rigidez mecánica no necesite ya. para manifestarse, de un obstáculo colocado ante ella por el azar de las circunstancias o por la malicia de los hombres. Menester será que saque de su propio fondo, mediante una operación natural, la ocasión constantemente renovada de manifestarse al exterior (R, 14).

De esa manera lo cómico «tendrá entonces su asiento en la persona misma, y ésta es la que se lo facilitará todo, materia y forma, causa y ocasión» (R, 15). Palabras que se encaminan a idcn- 1.174 PELAYO H. FERNANDEZ tificar a un personaje cómico universalmente popular: el distraído. Figura clásica cuya rigidez mecánica —la distracción— tiene su asiento en la persona misma. Su grado de comicidad puede ser doble. Hay una ley general, escribe Bergson, que se formularía así: «cuando de cierta causa se deriva cierto efecto cómico, éste nos parece tanto más cómico cuanto más natural juzgamos la causa que lo determina». En este sentido el hecho de la mera distracción ya nos mueve a risa. Sin embargo, el efecto cómico de la distrac­ ción es susceptible de incremento, de parecemos más ridículo. Y es cuando «conocemos su origen y podemos reconstituir su histo­ ria». Como ocurre con la distracción de Don Quijote: «No hay duda que una caída es siempre una caída —admite el filósofo galo—; pero una cosa es caerse en un pozo por torpe distracción, y otra cosa es caerse por ir mirando a una estrella. Y una estrella es lo que contempla Don Quijote» (R, 15-16). Comicidad doble e indicio de un doble tipo de distracción, la innata y la adquirida. Sólo que ésta, que comienza siendo acciden­ tal u ocasional —se inicia con las lecturas de los libros de caballe­ rías en el caso de Don Quijote—, llega con el hábito a constituirse en una segunda naturaleza, a hacerse constitutiva transformada en distracción sistemática; o sea, a asentarse en el mismo ser y el mismo obrar del personaje. De ahí su grado supremo de comici­ dad: «Una distracción sistemática como la de Don Quijote es lo más cómico que se pueda imaginar en el mundo: es lo cómico mismo, tomado lo más cerca posible de su fuente» ( R, 118). Y de ahí también «la superioridad de su distracción sistemática» sobre la de otros tipos de distraídos de menor calibre, pues los grandes distraídos engendran a su alrededor «una risa que va agrandándose indefinidamente» ( R, 17). Es curioso, sin embargo —pero revelador para comprender la postura de Pérez de Ayala, según veremos—, que, al ponerse a ex­ plicar el origen de la comicidad de esos grandes distraídos, Bergson no establece diferencia ninguna con los demás casos sino que los juzga a todos por el mismo patrón, es decir, aplicando rigurosa­ mente la fórmula de lo mecánico superpuesto a lo vivo:

Y, sin embargo, al restablecer la idea de distracción que debe servir de intermediaria, vemos cómo este carácter có­ mico profundísimo se enlaza con lo cómico más superficial. Sí; estos espíritus soñadores, estos exaltados, estos locos tan entrañablemente razonables nos hacen reír, hiriendo en nosotros las mismas cuerdas, poniendo en juego el mismo mecanismo interior que la víctima de una novatada o el PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.175

transeúnte que resbala en la calle. También ellos son anda­ rines que caen, ingenuos a los que se les burla, corredores que van tras un ideal y tropiezan contra las realidades, cán­ didos soñadores a quienes acecha maligna la vida ( R, 16-17).

Elucidemos ahora las ideas de Pérez de Ayala sobre lo cómico ininteligente al trasluz de los textos de Bergson. Lo cómico ininte­ ligente:

1) «Supone una actitud de clausura en lo subjetivo». Declaración que nos reenvía a la premisa bergsoniana que postula la insen­ sibilidad en los personajes y los espectadores: «Lo cómico, para producir todo su efecto, exige como una anestesia momen­ tánea del corazón» (R, 10).

2) «No ve el objeto sino desde fuera». Ciertamente, lo cómico, para Bergson, es «accidental, y queda, por decirlo así, en la superficie del individuo». Por eso el género de observación de la comedia será siempre «exterior»(R, 10, 135). Ahora bien, en la frase ayalina va implícita la idea de que el objeto cómico es susceptible de ser visto desde otros ángulos. Por lo pronto desde tres: a) desde fuera; b) desde dentro; c) desde fuera y dentro a la vez. Las dos primeras miradas —diríamos para­ fraseando a Ortega— son rectas, la tercera oblicua o irónica, y como comprobaremos en su momento, humorística. La mi­ rada bergsoniana sorprende la comicidad del objeto risible solamente desde fuera, incluso en el caso excepcional del dis­ traído, aun sabiendo que el origen de su mecanización es in­ terno, natural, o que, como en Don Quijote, ha adquirido carta de naturaleza. Y es que la pupila del filósofo galo persigue la simple comicidad y no precisamente el humor; en tanto que a Pérez de Ayala le subyuga este último. Pero esto se aclarará con mayor profusión de datos más adelante.

3) «No ve sino la falla ocasional, aquello que no es ni el mismo objeto ni la manera habitual de ser y de comportarse del ob­ jeto». Esto significa de momento dos cosas: una, que la falla ocasional no es el ser del objeto; y dos, que la falla ocasional tampoco es el obrar del objeto. Ni el ser, pues, ni el obrar; si acaso un ser y un obrar ocasionales. El error consistiría, en­ tonces, en confundir lo ocasional con lo permanente; error que no podemos imputar a Bergson. Es más, en este aspecto el 1.176 PELAYO H. FERNANDEZ

punto de vista de los dos autores concuerda perfectamente; sólo tenemos que proceder a casar los términos. La «agilidad des­ pierta» y la «flexibilidad viva» que Bergson pide para el orden vital, corresponde a «la manera habitual de ser y de compor­ tarse del objeto»; en tanto que «la rigidez mecánica» equivale a «la falla en la manera de comportarse». En cuanto al ser y al obrar, una misma respuesta es válida para ambos pensadores: esse est percipi. Si la mirada que persigue la comicidad contem­ pla el objeto sólo desde fuera, y si el objeto cómico manifiesta su comicidad siempre externamente, ser cómico es obrar cómi­ camente —en el sentido de un ser y un obrar ocasionales—. El mismo razonamiento es aplicable al distraído —nato o por adopción—, sólo que en este caso su ser y su obrar cómica­ mente son continuos y permanentes.

Encerrada entre paréntesis, en una frase compendiosa, nos con­ cede Ayala una variante interpretativa con visos de originalidad: «(Los cuales se producen dentro del orden vital)». La observación —con pretensiones correctivas y refutadoras— va encaminada di­ rectamente al doble orden que establece Bergson para concebir la realidad: el vital y el mecánico. Cuando el escritor español califica la teoría bergsoniana de «notablemente limitada e insuficiente», sabemos que una de las explicaciones se encuentra dentro de este paréntesis (otras las ofrece su concepto de comicidad inteligente). Bergson —insinúa Ayala— no incluye ni identifica, como debiera, fallas dentro de lo vital mismo; es decir, no vislumbra como posi­ bilidad ni menos como realidad lo mecánico en cuanto constitutivo de lo vivo, ab origine. Al menos no se lo plantea en estos términos: el orden vital también comete aberraciones. Pérez de Ayala no acepta una concepción del mundo tan límpidamente dividida entre orden vital y orden mecánico. Por el contrario, se dan fallas en el orden vital ah initio y por ello, la teoría bergsoniana de lo cómico no es aplicable ni tan tajantemente ni tan universalmente como el filósofo francés pretende. Retomemos los ejemplos ayalinos sobre fenómenos acústicos cómicos. El primero es el del rebuzno del jumento. Un ser vivo emitiendo un sonido mecánico. ¿No tenemos aquí la confirmación de la teoría bergsoniana? Evidentemente, pero con esta salvedad —advertiría Ayala— y es que se trata de un sonido congènito al animal, al jumento, por lo que no nos hallamos ante un caso de superposición accidental de lo mecánico sobre lo vivo —ni de una falla en el comportamiento: los asnos rebuznan así; el rebuzno PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.177 resalta comparándolo con otros sonidos no con otros rebuznos—, sino de un fenómeno de mecanización ocurrido dentro del orden vital ab origine, de una falla inherente al hecho de ser jumento. El rebuzno es, pues, un sonido natural que siempre nos chocará e im­ presionará cómicamente, por constituir la manifestación externa constante de una dualidad íntima de lo vivo y lo mecánico actuan­ do a la par. Los otros dos ejemplos, más significativos, comprenden «la voz aflautada de un varón corpulento y la voz profunda de una mujer endeble». Cuestión no ya de timbre ni de calidad de sonido sino de «una falla en el comportamiento esperado». Por lo que ambos casos encajan armónicamente dentro de la definición de lo cómico propuesta por Ayala. Por costumbre y vía comparativa con perso­ nas de voces y estaturas distintas solemos atribuir voz viril al hombre corpulento y voz femínea a la mujer endeble. Perfectamen­ te, se ratifica el concepto de «falla» ayalino, pero ¿y el concepto de «mecanización» bergsoniano? También, lo mecánico se ha su­ perpuesto a lo vivo y produce la consiguiente comicidad. Pero con la misma salvedad del ejemplo precedente: se trata de nuevo de una mecanización o falla originada dentro del mismo orden vital, ab origine. Ironías de la naturaleza, designios sorprendentes con faz jánica: por un lado notamos la inesperada falla externa; por otro percibimos su oriundez interna, contra natura. Con el tiempo nos habituamos a captar ambas sensaciones al unísono, pero sin cesar de sentirnos motivados cómicamente. Surge ahora la pregunta de rigor. ¿Estamos ante un tipo de comicidad ininteligente según pretende Pérez de Ayala? La respues­ ta es afirmativa puesto que se trata de fijarse exclusivamente en la falla ocasional externa sin buscar trascenderla. Los apartados que siguen a continuación nos lo ilustrarán con nuevas perspec­ tivas.

COMICIDAD INTELIGENTE

Dentro de esta clasificación distingue Ayala dos maneras de lo cómico: la comicidad ejemplar y el humorismo.

1) Comicidad ejemplar: «castigat ridendo mores»

Paradójicamente, esta clase de comirH?d posee en común con la comicidad ininteligente dos rasgos básicos: «no ver en el objeto sino sus fallas» y «se desentiende intencionadamente de la subjeti­ 1.178 PELA YO H. FERNANDEZ vidad e intimidad» del objeto cómico (AA, 209). Pero se diferencia en cambio en algo fundamental, en que trasciende la falla ocasio­ nal, pues el autor se propone una «finalidad ética»:

... la comicidad no se agota en sí propia, sino que es un estado psíquico trascendente [...] nos hace trascender des­ de el objeto cómico hasta la totalidad del género humano, considerado como colectividad ética, como conjunto y teji­ do de costumbres saludables (AA, 208).

«Comicidad inteligente es la de la comedia clásica, desde Me- nandro», afirma Ayala. Sus personajes son «criaturas genéricas», promedios de hombres, sin que el autor se afane por penetrar en su psicología sino que los observa «de fuera y sólo en su manera de obrar». Características que coinciden con las que definen la comicidad ininteligente y, por tanto, con la teoría bergsoniana, pues como advierte Ayala: «Vistos así los hombres, más parecen autómatas que seres vivos y racionales». Cree el escritor astur que «acaso esto confundió a Bergson», pero insiste en que no «reside ahí la esencia de lo cómico» (AA, 209-10). Estos tipos genéricos «incorporan sendos vicios o fallas noto­ rias y frecuentes en la manera de obrar»: la avaricia, los celos, la vanagloria, la lujuria, la mendacidad lucrativa e interesada, etc., que en la comedia son considerados desde un punto de vista ex­ terno al personaje, pero «dentro de una colectividad ética», de don­ de dimana la función correctiva de la comedia —castigat ridendo mores — (AA, 210-11). El personaje cómico —explica Ayala— perturba con su egoísmo individual las costumbres saludables de la colectividad ética, la cual «toma su desquite contra él y le inflige al fin duro escarmien­ to». Este desenlace aflictivo «constituye el ápice de comicidad en las comedias clásicas». El individuo que «va de tropezón en tro­ pezón» se convierte en objeto cómico, recibiendo la sanción mere­ cida por su necedad y torpeza, tal sanción es «la risa» (AA, 211-13). La función correctiva de la comedia —ampliamente reconocida por los escritores que han estudiado la risa— forma parte inte­ grante de la teoría de lo cómico de Bergson. Un par de citas nos bastarán para establecer el nexo con Pérez de Ayala. «Es cómico todo personaje que sigue automáticamente su camino, sin cuidarse de ponerse en contacto con sus semejantes. Allí está la risa para corregir su distracción y sacarle de su letargo». Y más adelante: «La risa, algo humillante siempre para quien la motiva, es verda­ deramente una especie de broma social pesada» (R, 10-109). PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.179

2) El humorismo (nuevos aspectos sobre el tema)

Al igual que la comicidad ejemplar, el humorismo es para Ayala un estado psíquico trascendente, pero en vez de trascender desde el objeto cómico hasta la totalidad del género humano, el humo­ rismo «nos hace trascender desde nuestra subjetividad hasta la subjetividad del objeto cómico». El humorismo aplica la facultad juiciosa «a una intimidad ajena, que estamos viviendo como pro­ pia nuestra» (AA, 208-209). Mediante esa polarización del sujeto hacia la intimidad del objeto —hacia su motivación psíquica, emo­ tiva o intelectual— el objeto risible —cómico, ridículo o grotesco— se convierte en un «objeto serio y, por tanto, patético de signo po­ sitivo (puesto que la seriedad humana no es otra cosa que la sim­ patía humana)» (AA, 200). Si el autor cómico crea personajes genéricos y mediocres, «ta­ llados por el patrón medio y usadero de todos los hombres (mitad risibles y mitad patéticos)», el humorista, en cambio, se- propone más arduos empeños: «infunde la más irresistible y representativa simpatía humana en personajes de insuperable traza ridicula o repulsiva, grotescos»(AA, 221). Hemos visto cómo Bergson encuentra en Don Quijote la fuente misma de lo cómico; pues bien, Ayala ve en él «el canon constante y arquetipo del humorismo moderno» (AA, 200). Cervantes, según nuestro autor, toma en un principio a Don Quijote y a Sancho como personajes cómicos, ridículos y grotescos, pero luego se en­ cariña con ellos tomándolos en serio hasta descubrir en ellos «una plenitud de sustancia humana que los hace patéticos, en el sentido de la simpatía sin que por ello hayan perdido su prístina virtud de comicidad» (AA, 207) (13).

(13) Este tipo de humor es el que se ha identificado desde Juan Pablo Richter como lo “cómico romántico”. Ayala les concede el honor a los estetas románticos alemanes de haberlo descubierto, pero advirtiendo que “lo descu­ brieron porque preexistía” (AA, 201). El término Einfüklung, sobre el que según Ortega y Gasset gravitaba toda la estética alemana contemporánea y que el meditador escurialense traduce por simpatía, lo había utilizado Pérez de Ayala en Troteras y danzaderas, donde a través de su alter ego Alberto ex­ plica el hecho primario en la actividad estética de este modo: “el hecho esté­ tico esencial es, yo diría, la confusión (fundirse con) o transfusión (fundirse en) de uno mismo en los demás, y aun en los seres inanimados, y aun en los fenómenos físicos, y aun en los más simples esquemas o figuras geométricas: vivir por entero en la medida de lo posible las emociones ajenas, y a los seres inanimados henchirlos y saturarlos de emoción, personificarlos” (OC, I, 600). 1.180 PELAYO H. FERNANDEZ

Bergson había afirmado que «lo cómico se dirige a la inteligen­ cia pura: la risa es incompatible con la emoción» ( R , 112), pero la justeza de ese principio ha sido puesta en duda por los teóricos por considerarla limitada. Sobre todo por los escritores ingleses cuya postura viene a estar representada por estos juicios de John Palmer quien, al enfrentarse con la teoría de Bergson, observa que el ensayo del filósofo galo «se basa casi enteramente en las come­ dias de Molière», que el señor Bergson «no ha explicado la risa de toda la humanidad» sino «la risa de los franceses» («M. Bergson's essay is based almost entirely upon the comedies of Molière. M. Bergson has not explained the laughter of mankind. But he has explained the laughter of the French»). Si los franceses se obstinan —prosigue más adelante— en separar diametralmente la comedia de la tragedia, los ingleses, en cambio, son incapaces de hacerlo. Shakespeare, por ejemplo, «no reía con sólo la mente. Reía con toda el alma» {«did not easily laugh with his brain alone. He lau­ ghed with his whole soul»). En Shakespeare, concluye Palmer, «no hallamos risa que no conviva con el sentimiento o rodeada de sim­ patía» («we find no laughter which cannot live with feeling or be edged with sympathy» (Comedy , 13, 22, 29) (14). Como afirma Al-

En su estancia en Alemania para ampliar sus conocimientos de Estética (1912), establece Ayala contacto directo con las escuelas y las doctrinas de Wolfflin y Lipps, que influyen definitivamente en sus ideas (Concha, 295-97). (14) Thomas Carlyle, que considera a Cervantes como el más puro de los humoristas (“Cervantes is indeed the purest of all humoristas”, Critical..., 17), asevera que la esencia del humor es la sensibilidad, pero una sensibilidad amable, de confraternización tierna hacia todas las formas de existencia (“The essence of humour is sensibility; warm, tender fellow-feeling with all forms of existence”. Ibid.. 16). Y luego reafirma que el verdadero humor brota no tanto de la cabeza como del corazón; no es desprecio, su esencia es el amor; se expresa, no en risas, sino en sonrisas quietas, que yacen más profundas (“True humour springs no more from the head than from the heart; it is not contempt, its essence is love: it issues not in laughter, buy in still smiles, which lie far deeper”, Ibid., 17). George Meredith dice que el espíritu humorista se apiada del individuo tanto como le ridiculiza (“pity him as much as you expose”, An Essay..., 134). Ve también en el Quijote la forma más elevada de humor, capaz de fundir el sentimiento trágico con la narrativa cómica. El corazón y la cabeza se ríen de Don Quijote, pero todavía te hace cavilar (“Heart and mind laugh out at Don Quixote, and still you brood on him”, Ibid., 136-37). Max Eastment, refiriéndose al humor, emplea la frase “sympathetic feeing”, equivalente a la perezayalina “simpatía sentimental” (Enjoyment..., 229). Finalmente, en James Sully encuentro un breve párrafo cuyo contenido recuerda la definición ayalina de lo cómico en cuanto “falla”: (“The most pro­ mising way of bringing the several laughable qualities and aspects of things PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.181

fred Stern, «las entidades que nos hacen reír y llorar no son ra­ cionales, sino emotivas», pues «la inteligencia comprende; ni ríe ni llora» (Filosofía , 37). Pérez de Ayala, admirador de la cultura inglesa y sin duda lec­ tor de los teóricos del humor, se sitúa dentro de esa postura y esa tradición al calificar la simple comicidad de «ininteligente», por adolecer de sentimientos, de capacidad de comprensión emotiva del objeto cómico. La inteligencia pura, esfera abstracta, queda manca sin la dimensión de la esfera sentimental.

APENDICE

(CITAS DE PEREZ DE AYALA RELATIVAS A BERGSON)

“Sin la filosofía de Bergson y la psicología de Freud no acertaríamos a comprender la actual poesía rematadamente centrista y quietista” (OC, II, 133). “Sensibilidad es lo mismo que originalidad; es la facultad más alta, raíz de otras facultades y principio de toda grande empresa; sin ella, inteligencia y voluntad no existirían, como han demostrado Ribot y Bergson” (OC, III, 399). de donde se infiere, como exigencia o postulado racional, la creencia (y aquí ’creencia’ encierra el sentido bergsoniano de imaginación creadora), la creencia, digo, de un Supremo Hacedor, para el poeta” (OC, III, 581). “ (La filosofía de Henri Bergson, por Manuel G. Morente, publicación de la Residencia de Estudiantes. Aconsejo la lectura de este profundo, ameno y pro­ vechoso libro, que acaba de publicarse.)” (OC, IV, 829). “Plutarco cita la siguiente definición: ’Las fantasías literarias, a causa de su energía, son sueños de un hombre despierto’. Y para Bergson, la emoción estética es una especie de hipnosis” (OC, IV, 862, nota). “Hagamos la insinuación (sin tiempo ya para elucidarla y justificarla) de que Bergson, afluente de importancia en la corriente esteticista, es, en cierto modo, una hijuela de Schopenhauer”. Y en nota al pie: “Para Bergson, la emoción estética es una manera de hipnosis” (OC, IV, 1.073). “Tampoco la filosofía de Bergson es un sistema que intente aprisionar la última naturaleza del universo. Comoquiera que, a juicio de Bergson, el uni­ verso no es un sistema completo de realidad, sino que está en continua mu­ danza, se infiere que el valor y la convicción de una filosofía no dependen de su irrefutabilidad lógica; antes bien, de la realidad y significación de unos pocos y simples hechos de conciencia hacia los cuales dirige nuestra atención” (OC, IV, 1.103). “De este linaje, en la Francia del siglo XIX ha habido dos filósofos: Comte y Bergson. En Comte no echamos de ver similitud ni proyección helénica nin­ gunas. En Bergson nos hechiza una superficie formal de belleza helénica y, under one descrptive head would seem to be to say that they all illustrate a presentation of something in the nature of a defect, a failure to satisfy some standard-requirement, as that of law or custume”, An Essay..., 139). 1.182 PELAYO H. FERNANDEZ aquí y acullá, de estilo platónico. Pero ¿cuál es más helénico, en el sentido del helenismo vital: Bergson o Nietzsche? Bergson nos perora de continuo acerca de l’élan vital. Pero en Nietzsche experimentamos el estado de presen­ cia; más aún, de contacto con el impulso vital, con el caudal tumultuoso de auténticas apetencias de vida que exigen su plenitud: ideal helénico” (OC, IV, 1.137). “(Advirtamos, al paso, la ascendencia del panta rei heraclitano sobre Berg­ son)” (OC, IV, 1.142). “A estos ’bichos raros’, que producen una nueva fórmula vital, la reciente biología les llama sports ... y al fenómeno en general ’evolución emergente’. Yo les hubiera puesto el título bergsoniano de ’evolución creativa’” (TI, 329). “Ver es lo mismo que elegir y excluir (sea con los ojos de la carne, sea con la pupila del entendimiento, como advierte, con delicada y pulcra dialéctica, B ergson” (PE, 264). “Este mismo vocablo conceptual, ’durar’, lo emplea Bergson, a fin de cris­ talizar su filosofía vitalista. La esencia de la vida, para Bergson, es ’la durée’, la duración, o mejor, la perduración en el cambio” (NS, 179-80). “La novísima generación francesa se ha formado con Bourroux [sic] y Bergson; Bourroux mostrando la contingencia de las leyes de la naturaleza, a las cuales se había sacrificado hasta el libre albedrío, asestó recio golpe a la ciencia. Más tarde, Bergson oponía al rigor de la inteligencia el temblor con­ fuso de la conciencia; aconsejaba desconfiar de las palabras y de todo esque­ ma lógico y rígido; enseñaba que había muchas más cosas en los oscuros limbos de nuestro ser que en nuestra inteligencia, que la vida es demasiado densa y rica, demasiado compleja, demasiado cambiante, demasiado continua, armoniosa y libre, harto sutil para que geómetras y sabios acierten a aprehen­ derla, definirla y enderezarla. Entre la inteligencia y el instinto como faculta­ des directivas de la conducta, Bergson supone que lo es el instinto, al cual llama intuición de lo real. He aquí en qué sentido es ’realista’ la nueva gene­ ración francesa” (AD, 24-25). “Por contraste, no deja de guardar conexión la teoría de la relatividad de Einstein con la doctrina de Bergson. Según el filósofo, el conocimiento cientí­ fico es insatisfactorio e imperfecto, porque el universo es absoluto y continuo en tanto la ciencia no trasciende de los fenómenos relativos y discontinuos. Mas si, como quiere Einstein, el universo es relativo y discontinuo, la ciencia se empina a la jerarquía de verdadero conocimiento del universo” ( AR, 111-12). “Homo sum”, quiero decir que yo también procedo por saltos, y desde la Atica, después de una parábola instantánea de muchos siglos, vengo a caer en nuestros días no lejos del filósofo francés Henri Bergson. En él hallamos un esfuerzo, bastante afortunado, hacia la conciliación entre lo platónico y lo aristotélico. Para nuestro propósito, el bergsonismo cabe reducirlo esquemáti­ camente a esto: la realidad es continua, movimiento sin solución de continui­ dad ; su esencia es la vida, su presencia la evolución creadora, y así el presente conduce consigo todo el pasado y se resuelve en un impulso hacia el futuro; por donde el conocimiento del presente vale tanto como conocimiento de la vida, de la realidad en su esencia, y es una intuición de eternidad; este cono­ cimiento no lo puede proporcionar la ciencia, porque la ciencia'es producto de la inteligencia y la inteligencia conoce como el ojo ve, concentrándose en un foco, separando e ignorando lo que no es objeto de la atención actual, y es por tanto su función ignorar para conocer, por donde la inteligencia recor­ PEREZ DE AYALA Y BERGSON 1.183

ta, disocia, reparte el movimiento fluido de la realidad en estados sucesivos de quietud —como lo está el movimiento en una película de cinematógrafo, dice Bergson— sin tránsito ni nexo entre sí, pero relacionados hipotéticamen­ te por los postulados de espacio y tiempo, los cuales no existen en el conoci­ miento esencial de la realidad o intuición de presente absoluto e inextenso; síguese que la ciencia no provee, sino en el conocimiento de la parte negativa de la realidad, esto es, la realidad física o resistencia que se ofrece al impulso vital en su evolución creadora, y en este sentido la ciencia es instrumental, de orden práctico, en dependencia y beneficio de la vida, y asimismo lo es en su órgano productor, el intelecto, como lo es el instinto, forma peculiar de inteli­ gencia en las especies infrahumanas; el órgano del conocimiento esencial es la “consciencia total”, en cuya matriz se contienen los datos inmediatos e in­ tuiciones directas de la vida, que es la última realidad, y el modo de este cono­ cimiento esencial es la filosofía y tal vez el arte. (Excuso indicar al lector de buena fe que en esta apretada sinopsis, en la cual me he preocupado ante todo de la claridad, se han preterido no pocos rasgos importantes de la doctrina de Bergson.) Las ideas de Bergson han influido, acaso más que las de ningún otro pen­ sador contemporáneo, si se exceptúa a Nietzsche, en el pensamiento y en el arte de nuestros días, ya con influencia confesada, ya por elipsis y disimula­ damente. Su magisterio se deja sentir hasta en las teorías sociales modernísi­ mas ; aludo al sindicalismo, cuyo máximo definidor es Sorel. Un axioma de la doctrina bergsoniana es que la vida, en su impulso de creación continua, no consiente ser disecada en cuadrículas intelectuales; si el intelecto no puede conocer la vida, dedúcese que el intelecto no podrá dar leyes que sometan y encaucen el curso de la vida, cuya esencia es la espontaneidad creadora, el ilogismo, la libertad (el análisis que hace Bergson de la libertad, no como acto individual aislado, sino como serie continua de actos, o tendencia íntima de la personalidad a realizarse, condicionadas de dentro a fuera, y no de fuera a dentro, es de lo más agudo y perspicuo); el intelecto no puede prevenir, ni menos obligar a la vida a que adopte tales o cuales formas, sino simplemente proporcionar ciertos procedimientos prácticos para el presente como corolario de ciertos conocimientos limitados del pretérito; al servicio de la intuición e impulso vital: el conocimiento intelectual jamás precede, como estímulo, a la actividad creadora, sino que le sigue a guisa de explicación: a lo sumo, podrá movilizar y avivar aquella actividad una intuición profunda, la cual no se puede expresar en una idea o sistema de ideas, sino por medio de un símbolo o un mito. Todos estos principios los ha aplicado Sorel en su propaganda re­ volucionaria” (AR, 109-11). ESCOLARES MEDICOS ASTURIANOS EN VALLADOLID (1546-1936)

POR

JUAN GRANDA JUESAS

La Facultad de Medicina de la Universidad de Valladolid, desde el primitivo embrión que representó la Cátedra de Física fundada por el rey Enrique III en 1404, hasta el inicio de la actividad do­ cente de la Facultad de Medicina de Oviedo en el curso 1969-70, fue uno de los centros españoles en los que se formaron en el arte de curar un buen número de asturianos que desde los más distintos concejos se dirigían fuera del Principado para aprender los saberes de Hipócrates, Galeno y Avicena. Aun cuando la Universidad de Oviedo se fundó, tras grandes dificultades, en 1604 careció de sec­ ción de Medicina a pesar del deseo de prohombres de la categoría de Antonio García Valdés y de la presencia de médicos ilustres de la talla de Casal. Un tímido intento llegó a cuajar en 1785 (1), pero las ilusiones fueron vanas, pues irregularidades tanto académicas como financieras y la necesidad de revalidar la titulación en Ma­ drid motivaron que en los inicios de 1800 se suprimiesen por Real Orden los estudios médicos (2). Avatares en la organización de la enseñanza, tanto de la medicina como de la cirugía, a lo largo de casi cuatro siglos han restado uni­ formidad a las sucesivas promociones de alumnos tanto asturianos

(1) F e r n a n d e z -R u i z , César. Historia médica del Principado de Asturias. Edit. I.D.E.A. Oviedo, 1965. (2) A c tas del A yuntamiento de O viedo . Sesión ordinaria del día 19 de febrero de 1800. 1.186 JUAN GRANDA JUESAS- como de cualquier otra procedencia. Las reformas de Carlos III en 1771, las disoluciones y posteriores reapariciones del Tribunal del Protomedicato en los años finales del siglo XVIII y primeros del XIX, la invasión francesa, la desafortunada gestión ministerial de Calomarde y los continuos cambios en los planes de estudio impedían la necesaria estabilidad de la enseñanza, logro que se consiguió con la promulgación en 1857 por el entonces ministro de Fomento, Claudio Moyano, de la Ley de Instrucción Pública, que organizó definitivamente la formación médica y que, con algu­ nos retoques, alcanzó los primeros años de nuestro siglo. En este trabajo, tomando como base documental la recopilación que ha hecho Raquel García González de los expedientes de todos los graduados en Medicina que se encuentran en el Archivo Univer­ sitario de Valladolid, se pretende realizar un análisis de la distribu­ ción cronológica y geográfica de los escolares de origen asturiano, buscando con ello obtener una relación entre la situación socioeco­ nómica del Principado a lo largo de casi cuatro siglos y el número y procedencia de los asturianos desplazados a Valladolid a estudiar Medicina. La obra de la citada autora se condensa en dos tomos, el primero de los cuales abarca hasta 1870 (3), año en que se supri­ mió el grado de Bachiller, y el segundo (4) desde esa fecha hasta 1936. El listado de todos los bachilleres, licenciados y doctores apor­ ta en cada caso el lugar de origen concreto, tanto ciudades como villas y aldeas, pero se ha considerado más útil agruparlos por concejos, y en esta labor nos hemos guiado por los datos suminis­ trados por Pascual Madoz en su Diccionario (5). Con ello se dispone de una visión de conjunto más sencilla que facilita tanto la expo­ sición como la comprensión. También hemos acotado los 390 años objeto de análisis en períodos de 25 años, habida cuenta de lo ex­ tenso del período a considerar y porque ello no desvirtúa ni hace perder valor a las conclusiones que de este trabajo puedan deri­ varse.

(3) G a r c ia G o n z a l e z , Raquel. Bachilleres médicos en la Universidad de Valladolid (1546-1870). Edit. Secretariado de Publicaciones de la Universidad. Valladolid, 1974. (4) G a r c ia G o n z a l e z , Raquel. Licenciados en Medicina y Cirugía en la Universidad de Valladolid (1871-1936). Edit. Secretariado de Publicaciones de la Universidad. Valladolid, 1979. (5) M a d o z , Pascual. Diccionario Geográfico-Histórico-Estadístico (Asturias). Edición facsímil. Edit. AMBITO. Valladolid, 1985. ESCOLARES MEDICOS ASTURIANOS EN VALLADOLID (1546-1936) 1.187

Un total de 260 alumnos asturianos pasaron por las aulas de la Facultad vallisoletana a lo largo de estos casi cuatro siglos. De ellos la casi totalidad se dedicó al ejercicio práctico de la medicina con más o menos fortuna. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII no todos los bachilleres y licenciados volvieron al Principado tras su graduación, optando muchos por trabajar en la Corte, donde el mayor número de familias con abundantes recursos económicos les permitía mantener unos ingresos estables. Entre los que re­ gresaban a Asturias se encontraban Luis de Balsera, formado en Salamanca y Valladolid, y José Dorado González, de quien César Fernández-Ruiz sostiene que era natural de Aranda de Duero (Bur­ gos) y formado en Salamanca, pero en nuestra investigación lo tenemos reflejado como natural de Oviedo y graduado de Bachiller en Medicina en Valladolid el día 26 de abril de 1708, y José Ramón Tolivar Faes también escribe de él como nacido en Oviedo, hijo de Francisco Dorado, y cuya labor profesional se desarrolló en Villa- viciosa entre 1714 y 1715 y en Oviedo desde 1715 hasta su falleci­ miento en 1735 como médico de la ciudad y del Cabildo (6). También Hernández de Monasterio, Francisco Menéndez Pavón y Diego Antonio Serrano de Paz y Quirós, fallecidos en 1706 (7), ejercieron la medicina en Oviedo. El mismo Tolivar Faes (8) cita un licenciado Santoyo, residente en Oviedo entre 1584 y 1586, que no parece se corresponda con la figura de Andrés Santoyo, natural de Oviedo, y que sólo alcanzó el grado de Bachiller, y ello no fue sino hasta el año 1591. Hubo una reducida minoría que se incorporó a la docencia en Valladolid, encontrándose entre ellos Alonso de Ribera Quirós o Alonso Rodríguez de Ribera, quien tras obtener el grado de Bachi­ ller en Artes en Oviedo se desplazó a Valladolid, donde se graduó de Bachiller en Medicina en 1654, siendo con posterioridad sustitu­ to en varias cátedras. Pero el que alcanzó un gran renombre fue, sin duda alguna, Juan de las Cuevas Noriega (9), natural de Llanes, y que tras su bachilleramiento en 1629 y licenciatura en 1649 des-

(6) T o l iv a r F a e s , José Ramón. Oviedo, 1705. Discurso de recepción como Miembro de Número del Instituto de Estudios Asturianos pronunciado en se­ sión del 19 de diciembre de 1975. Edit. I.D.E.A. Oviedo, 1981. (7) Ibídem. (8) T o l iv a r F a e s , José Ramón. Historia de la Medicina en Asturias. A yal- ga Ediciones. Salinas, 1976. (9) A l c o c e r M a r t í n e z , Mariano. Historia de la Universidad de Valladolid. Bio-bibliografía de médicos notables. Tipografía Cuesta. Valladolid, 1931. 1.188 JUAN GRANDA JUESAS empeñó en propiedad las cátedras de Súmulas, Método, y Prima de Filosofía, de Hipócrates, de Medicina y de Avicena. Valorando desde un punto de vista exclusivamente estadístico los datos obtenidos en nuestra investigación, destacan los concejos de Oviedo y Gijón, el primero de los cuales arroja un número total de 62 médicos a lo largo de los 390 años considerados y el segundo una cifra de 31, justo la mitad de la anterior, pero muy por encima del resto de las estudiadas. En conjunto ambos concejos, que sobre el total de 78 que existen en Asturias sólo representan un 2'56%, suponen en lo referente al número de escolares la elevada pro­ porción del 35’76%, lo que nos habla de una extraordinaria con­ centración en núcleos muy concretos, con mayor nivel económico y cultural. En el extremo opuesto de la lista aparece un grupo constituido por 31 concejos en los que no hay noticia de que alguno de sus vecinos se hubiese formado como médico en Valladolid. Supone este número un 39'74% del total, cifra muy importante porque indica que en casi dos quintas partes del Principado se carecía de las condiciones idóneas, fundamentalmente económicas, para per­ mitir que alguno de sus habitantes se desplazase y residiese en la Facultad vallisoletana durante un período mínimo que oscilaba entre 4 y 7 años, dependiendo de la titulación conseguida. Entre ambos puntos aparece un amplio abanico de concejos que pudieron enviar a la ciudad castellana a un número más o me­ nos amplio de escolares. En casi todos ellos la cifra es mínima, aun cuando en los casos de Avilés. Aller, Mieres y Lena ésta alcan­ zó valores que oscilaron entre 14 para el primero y 11 para el último, lo que representa que sobre un valor del 5' 12% de todos los concejos les correspondía un 18'84% del conjunto de médicos, con una media de 12'25 médicos por concejo. Al referirse a la región asturiana es común hablar de una zona costera o del interior, de una Asturias oriental, occidental o cen­ tral. Hasta qué punto esa división coloquial y familiar se cumple en lo referente a la distribución de nuestros escolares médicos es algo que merece ser estudiado. La franja costera, en la que por razones obvias incluimos Pra- via, representa, con un número de 21 concejos, el 35'76% del total de ellos, agrupando a su vez 93 médicos, que corresponden al 26’92%, valores ambos que dan una media de 4'42 médicos por concejo. Profundizando en el análisis nos encontramos con la zona oriental, de Ribadedeva a Colunga, donde en 5 concejos el número de médicos es de 14 y el valor medio de 2'80. Una zona occidental, ESCOLARES MEDICOS ASTURIANOS EN VALLADOLID (1546-1936) 1.189 de Castropol a Luarca, con 6 concejos y 14 médicos, valores ambos que suponen una media de 2’33. Finalmente la zona central, de Cudillero a Villaviciosa, con sus 65 médicos y 10 concejos eleva la media al 6’50, cifra que se reduce a una más similar a las anterio­ res, 2'50, si prescindimos de Gijón y Avilés que con sus elevadas cifras incrementan el valor final. Para un mejor estudio de la costa debemos, en último lugar, repasar cuántos concejos no aportan ningún escolar médico, y nos encontramos que así como tanto en el oriente como en el centro sólo uno carece de representación, en el occidente son 3 de un to­ tal de 6, lo que nos demuestra una mayor uniformidad de la zona centro-oriental y una mayor concentración en los concejos occiden­ tales de Castropol, Navia y Luarca. El interior del Principado, con sus 57 concejos, el 73'07% del total, y 168 médicos, el 64’61°/o, presenta una media de 2'9 médicos por concejo. Siguiendo el mismo protocolo de trabajo que hemos llevado al estudiar la franja costera, al subdividír el interior en una zona oriental, otra central y otra occidental nos encontramos con datos reveladores. Así, en el oriente, en un total de 10 concejos, de los cuales 4, esto es el 40%, no aportan ningún médico, hallamos un total de 20 escolares, el 7’69%, valores que representan una media de 2 médicos por concejo, cifra que se aleja un poco tanto de la media del interior como de la zona oriental costera. Oviedo, al igual que Gijón y Avilés lo hicieron en el centro de la costa asturiana, in­ troduce una variante al valorar la porción central del interior del Principado, donde en un total de 31 concejos se encuentran, ade­ más del ya mencionado, los de Aller, Lena y Mieres, que elevan el número de médicos a 135, el 51’92% del total, con una media de 4’35 médicos por concejo, y una proporción simpar de concejos que carecen de escolares médicos, e! 38'70%. Finalmente en el oc­ cidente astur es donde el interior se presenta con el menor número de médicos en proporción al número de concejos, como lo demues­ tra que en 16 concejos, el 20’51%, sólo se encuentran 13 médicos, el 5%, lo que explica que la media de médicos por concejo sea la más baja de todas, de 0'81. A estos valores tan bajos contribuyo que un 62'50% de los concejos de esta zona no aportan ningún médico formado en Valladolid. Como síntesis de lo expuesto hasta ahora destacan dos hechos evidentes, como es que, en conjunto, la costa tiene un mayor nivel de escolares médicos formados en Valladolid que el interior, y por otro lado que la zona central del Principado, tanto costera como 1.190 JUAN GRANDA JUESAS NOREÑA NAVIA PONGA BAJA PILONA FEÑAMELLERA PARRES OVIEDO QUIROS PROAZA PRAVIA RIBADESELLA S. MARTIN DEL REY AURELIO AURELIO REY DEL MARTIN S. SALAS RIOSA OO E BARCO DEL SOTO ABRES SIERO DE TIRSO SAN VILLAVICIOSA TINEO TEVERGA CONCEJOS ESCOLARES MEDICOS ASTURIANOS EN VALLADOLID (1546-1936) 1.191

CONCEJOS ILLAS LLANES LAVIANA LUARCA LANGREO LENA NAVA CUDILLERO GRANDAS DE SALIME MIERES MUROS DE NALON CASTRILLON CASTROPOL GIJON GOZON GRADO CARAVIA CASO COLUNGA CABRANES CANDAMO CANGAS DE NARCEA CANGAS CANGAS DE ONIS 30AL ALLER AVILES ALLANDE 1.192 JUAN GRANDA JUESAS del interior, presenta unos valores muy superiores a los del orien­ te y occidente astur. Esta distribución geográfica se comporta de un modo unifor­ memente coordinado a lo largo de los 390 años estudiados. Obser­ vando la gráfica del reparto cronológico llama la atención el escaso número de escolares médicos que aparecen en los siglos XVI, XVII, XVIII y primeras décadas del XIX, con un total de sólo 25 médi­ cos en los primeros 304 años, lo que supone sólo un 9’62% frente al 90'38% que representan los 235 médicos restantes que estudia­ ron en Valladolid en los 86 años que transcurrieron de 1851 a 1936. Esta desigualdad en el reparto cronológico es también marca­ damente discrepante en el período que abarca la segunda mitad del XIX y primeros años del XX, pues de un número de 17 esco­ lares entre 1851 y 1875 se pasó en los siguientes 25 años a un total de 59, cifra que se incrementa en las primeras dos décadas y me­ dia del XX, llegando a 82, y que finaliza en nuestro repertorio con los 77 médicos formados entre 1926 y 1936. El corto número de referencias sobre estudiantes asturianos en Valladolid que hemos hallado entre 1546 y 1850 no permite que en este período podamos llegar a delimitar nítidamente épocas de mayor o menor incidencia, pero sí es notorio que los concejos de Oviedo, Gijón y en menor medida los de Siero, Llanes, Colunga, Grado y Cangas del Narcea contaron entre su población en los años finales del XVII con un relativamente alto número de estudiantes de medicina desplazados a la capital vallisoletana. Es ahora el momento de i atentar ver si existe y es evidente una relación entre el nivel de desarrollo socio-económico del Prin­ cipado y la distribución geográfica y cronológica de los escolares médicos en Valladolid, o si por el contrario las diferentes distri­ buciones y porcentajes hallados son datos que eslán por completo desconectados de las pautas de desarrollo que a lo largo de esos 390 años se han dado en la región asturiana. Desde antiguo su población, condicionada en gran medida por " la orografía, se encontraba dispersa, con escasos núcleos urbanos de alguna importancia, pues incluso la propia capital, Oviedo, en el siglo XVI no era sino una pequeña agrupación ciudadana nacida y mantenida al amparo de la Iglesia y de las delegaciones de los poderes centrales tanto ejecutivo como judicial. Aparte de ella destacaban algunas villas, principalmente Avilés, cuya importancia residía en ser la depositaría de los alfolís o almacenes de sal (10).

(10) Historia de Asturias. Tomo VI. x^yalga Ediciones. Salinas, 1977. ESCOLARES MEDICOS ASTURIANOS EN VALLADOLID (1546-1936) 1.193 artículo éste de grandísima importancia por ser esencial para la conservación de carnes y pescados. A lo largo de los siglos XVII y XVIII la situación sufrió pocos cambios. Oviedo, con aproximadamente 6.000-7.000 habitantes; Gi­ jón, con poco más de 4.000, y en tercer lugar Avilés continuaban siendo las aglomeraciones urbanas más importantes, no pasando la población total del Principado a finales del XVII de 258.000 personas, estructuradas en tres estamentos sociales muy marcados: los clérigos, los hidalgos de mayor o menos rango y el estado llano, los pecheros. Casi todos ellos, independientemente de su nivel so­ cial, se movían dentro de unos estrechos márgenes económicos, con elevadísimos índices de pobreza y hambre. En los años finales del XVIII y comienzos del XIX empieza a surgir una incipiente actividad industrial al amparo de los prime­ ros descubrimientos y explotación de recursos minerales, principal­ mente carbón, que atrae capitales y hombres de negocios, tanto nacionales como extranjeros, principalmente franceses, ingleses y belgas (11). A este despegue económico del Principado se suma el empuje de las remesas, más o menos cuantiosas, de dinero enviado desde los países centro y sudamericanos por el contingente de as­ turianos que desde hacía algún tiempo, pero sobre todo desde me­ diados del siglo XIX, salieron de su región en busca de mejores perspectivas de vida (12). La asociación de la renta agraria, tradicional en Asturias, con la suministrada por el trabajo en la industria y los capitales de los «indianos» permitieron que los recursos monetarios del astu­ riano medio fuesen lo suficientemente amplios para permitir con­ tar con unos recursos de libre disposición tras haber cubierto los mínimos precisos para la alimentación y el vestuario. Este breve repaso a las grandes líneas generales de la historia económica del Principado nos permite afirmar que ellas corren parejas con la distribución cronológica y geográfica de los esco­ lares médicos asturianos en Valladolid. A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII fueron los núcleos de población más importantes como Oviedo, Gijón y Avilés de donde salieron los futuros médicos, pues en ellos se aglutinaban las familias que podían sostener su traslado y estancia en Vallado- lid. Eran hidalgos de renta media-alta y profesionales médicos que

(11) Historia de Asturias. Tomo IX. Ayalga Ediciones. Salinas, 1977. (12) O je d a , G erm án; S an M ig u e l , José Luis. Campesinos, emigrantes, in­ dianos. Ayalga Ediciones. Salinas, 1985. 1.194 JUAN GRANDA JUESAS buscaban la continuidad en sus hijos, aun cuando eran pocos los que volvían al Principado, como lo demuestra que entre 1650 y 1725 se graduaron catorce médicos asturianos en Valladolid, pero la cifra total de los que ejercían en Asturias era de cinco: uno en Avilés, uno en Gijón, uno en Villaviciosa y dos en Oviedo. A partir del siglo XIX, sobre todo de la segunda mitad, se asis­ te a un extraordinario incremento tanto del número de escolares como de sus lugares de origen. Provenían sobre todo de la costa y de los concejos del interior centro-oriental, lugares que fueron más beneficiados por el incremento de las rentas, bien de la in­ dustria o de los «indianos». El interior occidental, con sus peores comunicaciones, vivió siempre en un gran aislamiento, lo que dificultó la llegada a sus concejos de capitales e inversiones que mejorasen su renta y por ello la posibilidad de invertir excedentes monetarios en formar ti­ tulados superiores, en este caso médicos. INDICE 1987

N U M ER O 121

Págs.

“Nuestra Natacha”, en la pantalla, por Juan Bonifacio Lorenzo Bena- vente ...... 3

Los entalles romanos de la Cruz de los Angeles, por Fabiola Salcedo Garcés ...... 73

Epidemia de peste en Oviedo en 1598. Estudio y consideraciones, por Melquíades Cabal ...... 103

Teodoro Cuesta: músico y poeta, por Antonio García Miñor ...... 145

Proceso de formación de las Ordenanzas del Principado de Asturias en la segunda mitad del siglo XVIII. (Historia del proyecto de 1781), por Justo García Sánchez ...... 155

Gradas de benedictinos profesos en monasterios asturianos (S. XVIII- X IX ), por Ernesto Zaragoza Pascual ...... 179

Informes de los vecinos de Cabrales sobre su concejo en el siglo XVIII y réplicas del Estado por medio de la cobranza de los diezmos, por José Tomás Díaz-Caneja ...... 201

Evolución de la economía asturiana durante la crisis de los 70 y en los años de crecimiento: Análisis comparativo de algunos indicadores económicos, por José Luis Sanz Benito ...... 229

Los caminos de Llanes a finales del siglo XVIII, por Eloy Gómez Pellón 253 “La elección de la “historia” y el “discurso” en el cuentoMiguelín y Margarita, de Ramón Pérez de Ayala”, por Adolfo Casaprima Co­ llera ...... ••• 283

Vida de fray Servando Teresa de Mier Noriega, por José Ignacio Gracia Noriega ...... ^99

numero 122

La corte asturiana de Pravia. Influencias visigodas en los testimonios arqueológicos, por F. J. Fernández Conde y M. C. Santos del Valle ... 315

San Salvador de Deva y su monasterio hasta la Edad Moderna, por Isi­ doro Cortina Frade ...... 345

Localización y análisis funcional de las entidades de población del con­ cejo de Lena, por Inocencia Fernández Fernández ...... 383

Aportaciones a la epigrafía de Valdediós, por Leopoldo González Gu­ tiérrez ...... 411

Menéndez Pelayo, senador por la Universidad de Oviedo. Notas de su “Epistolario”, por Francisco Serrano Castilla ...... 429

Aspectos regionales en Jovellanos, Palacio Valdés y Clarín, por José Gon­ zález Fernández ...... 433

Las variantes textuales de El señorito Octavio, de Armando Palacio Val­ dés, por Brian J. Dendle ...... 463

Un soneto necrológico de Manuel Fernández Juncos, por J. I. Gracia Noriega ...... i....;.:...... "....V...... ;...... 475

Los primeros naturales de Navia que viajaron a Indias, por Jesús Mar­ tínez Fernández ...... 481

Las capitulaciones matrimoniales en el concejo de Tineo durante los si­ glos XVIII y principios del XIX, por Ramona Pérez de Castro ...... 489

Nuevas consideraciones en tomo a varias malaterías asturianas, por José Ramón Tolivar Faes ...... 519

El historiador Floro y la romanización de Asturias, por Narciso Santos Yanguas ...... 527

Abadologio del monasterio de Santa María de la Vega, de Oviedo (1196- - 1862), por Andrés Martínez Vega ...... 565 La recuperación del queiso de bota y de pan de escanda, por Celso Peyroux ...... 579

Asturias y América: La emigración, por Rafael Anes Alvarez ...... 587

LIBROS

Las cruces de Oviedo, por Helfnut Schlunk ...... __:...... 609

NECROLOGICAS

José María Fernández Pajares, por José Ignacio Gracia Noriega ...... 615

Recuerdo de la vida y la obra de José María Fernández, director del Boletín del IDEA, por J. E. Casariego ...... 617

Memoria de José María Fernández Menéndez, por José María Martínez Cachero ...... 625

numero 123

Descripción del Principado de Asturias y derechos eclesiásticos de los monasterios de Corias y Obona (1753), por Ernesto Zaragoza Pascual 631

Análisis de la malacofauna recuperada en la Cueva de “Tito Bustillo” (Ribadesella, Asturias), por Ruth Moreno Ñuño y Arturo Morales Muñiz ...... 663

Nombres de sitios relacionados con la batalla de Covadonga, por Ramón Sordo Sotres ...... 689

El concejo de Amieva, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, por Ramona Pérez de Castro ...... 697

Una epidemia de calenturas gástrico-biliosas en el Principado de Astu­ rias (1800-1804), por Juan Granda Juesas ...... 729

Novela y crítica: Noticias de una polémica, por Adolfo Casaprima Co­ llera ...... 739

Vocabulario de la fala de Cadavedo (Luarca), por Oliva Avello Menén­ dez ...... 771 El cabello femenino en la tradición asturiana, por Elsa P. San Martín (f) y J.L. Pérez de Castro ...... 803

La fundación del mayorazgo de la casa de Navia (Anleo) en el siglo XVI, por Jesús Martínez Fernández ...... 825

La industrialización de Asturias en el siglo XIX: Una transformación económica parcial, por Rafael Anes Alvarez ...... 843

Una punta de cobre tipo Palmela procedente de Fariza de Sayago (Za­ mora), por Antonio Juaneda Gavelas ...... 859

La corte de Pravia. Fuentes documentales, cronísticas y bibliográficas, por F.J. Fernández Conde-M.C. Santos del Valle ...... 865

LIBROS

Medicina popular en Asturias, por Enrique Junceda Avello ...... 933

numero 124

El concejo de Piloña en el S. XVIII, según el Catastro del Marqués de la Ensenada, por Andrés Martínez Vega ...... 939

Puntualizaciones a una comunicación, por Rodrigo Grossi Fernández ... 985

Los indianos en la literatura, por José Ignacio Gracia Noriega ...... 991

Un religioso capuchino de Navia en la Corte de Fernando VII, por Jesús Martínez Fernández ...... 1.011

El Monte Medulio en territorio astur-bergidense, por Serafín Bodelón ... 1.023

La estela de Duesos, Caravia, por Alberto Fernández Suárez y Alejandro Miyares Fernández ...... 1.035

Jovellanos. La enseñanza y las academias, por Fernando Muñoz Ferrer 1.055

Arte parietal paleolítico occidental. Técnicas de expresión e identifica­ ción cronológica, por Magín Berenguer Alonso ...... 1.063

Estudio de la satisfacción laboral en Asturias, por Antonio Lucas Marín 1.077

El yacimiento prehistórico de la cueva de Aviao (Espinareu-Piloña), por Ramón Obeso Amado, Germán Rodríguez Calvo y Antonio Juaneda Gavelas ...... 1.109 Laboratorio Químico Municipal de Oviedo. Su importancia sanitaria, por Melquíades Cabal ...... 1.117

Pérez de Ay ala y Bergson, por Pela/yo H. Fernández ...... 1.143

Escolares médicos asturianos en Valladolid (1546-1936), por Juan Gran- da Juesas ...... 1.185 ULTIMAS PUBLICACIONES DEL I.D.E.A.

Pts. Pts. CASARIEGO, J. E.—Asturias carbón y su importancia para por la Independencia y la li­ la economía asturiana.—174 bertad de España.—54 págs. 125 páginas ...... 500

CASARIEGO, J. E.—Caminos CLEMENT, Jean-Pierre.—Las y viajeros de A sturias.— 179 lecturas de Jovellanos.—392 páginas ...... 800 páginas ...... 1.100

BOLETIN NUMERO I—Ree­ ROCA FRANQUESA, José dición facsím il.— 151 págs. ... 350 M.a—Clases sociales y tipos CABAL GONZALEZ, Mel­ representativos en la novelís­ quíades.—Historia de los Bo­ tica de Palacio Valdés ...... 250 ticarios en el siglo X IX .— 107 TOLIVAR FAES, José Ramón. páginas ...... 400 Oviedo, 1705.—299 págs...... 800 FERNANDEZ MENENDEZ, AGUILERA CERNI, Vicente. José M.a—Misterios y Proble­ Vaquero.—259 págs., con abun­ mas de la Cámara Santa.—45 dancia de grabados en negro páginas ...... 150 y color ...... 3.000 SANCHEZ-ALBORNOZ, Clau­ MARTINEZ, Elviro.—El Mo­ dio.—El Reino de Asturias. nasterio de .—122 págs. 400 (Selección).— 542 págs...... 800 BOLETIN DE LETRAS, nú­ TUERO BERTRAND, Fran­ mero 100 ...... 250 cisco.—La creación de la Real Audiencia en la Asturias de BOLETIN DE LETRAS, nú­ su tiempo, siglos XVII y mero 101 ...... 250 XVIII.—513 págs ...... 1.500 BOLETIN DE CIENCIAS DE BOLETIN NUMERO II DE LA NATURALEZA, núme­ LETRAS.—Reedición facsímil. 350 ro 27 ...... 250

Boletín de Ciencias de la Na­ BOLETIN DE LETRAS, nú­ turaleza número 25 ...... 250 mero 102 ...... 250

CASO GONZALEZ, José—El VARIOS. “Pérez de Ayala”. pensamiento pedagógico de (Once estudios críticos sobre Jovellanos y su real Institu­ el escritor y su obra), to Asturiano.—62 págs...... 225 529 págs...... 1.500

PATAC DE LAS TRAVIE­ CORTINA FRADE, Isidoro.— SAS, J. M.a—La Guerra de la Católogo Histórico y Monu­ Independencia en Asturias en mental de Gijón. 424 págs. ... 1.200 los documentos del archivo del GREGOR O’OBRIEN. — El Marqués de Santa Cruz de Ideal clásico de Ramón Pé­ M arcenado.— 161 páginas ... 500 rez de Ayala en sus ensayos PERTIERRA PERTIERRA, J. en la prensa de Buenos Ai­ M.—La hidrogasificación del res. 209 páginas ...... 600 Pts. Pts. BOLETIN DE CIENCIAS DE TOLIVAR FAES, José Ra­ LA NATURALEZA, núm. 29. 250 món.—Los enfermos del Doc­ tor Casal. 239 págs ...... 800 BOLETIN DE LETRAS, núm. 105-106 ...... 1.000 ARCE PINIELLA, Evaristo.— “Obra Inédita de Casona”. (Charlas radiofónicas). 320 BUSTO RODRIGUEZ, Ma­ págs...... 1.100 nuel.—El Pensamiento socio­ económico de Campomanes. GARCIA MIÑOR, Antonio.— 358 págs ...... 1.100 “Romances Nuevos de la Vie­ ja Luarca”. 190 p ágs...... 600 CABAL GONZALEZ, Mel­ quíades.— Farmacéuticos as­ CASARIEGO, J. E.—Historias turianos. 492 págs ...... 2.400 Asturianas de hace más de mil años ...... 1.600 CLISSON ALDAMA, José — Juan Agustín Ceán Bermúdez CUARTAS RIVERO, Margari­ escritor y crítico de BellaL Ar­ ta.—Oviedo y el Principado tes. 414 p ágs...... 1.250 de Asturias a fines de la Edad Media ...... 1.700 DISCURSO DE INGRESO DE MANUEL LAINZ: Mis con­ GARCIA FERNANDEZ, tribuciones al conocimiento de Efrén.—NAVIA: Normas Ur­ la flora asturiana ...... 350 banísticas M unicipales ...... 2.200

DISCURSO DE INGRESO DE GOMEZ FERRER, Guadalu­ “M AROLA” ...... 225 pe.—Palacio Valdés y el mun­ do social de la restauración 1.700 DISCURSO DE INGRESO DE GARCIA DE CASTRO: Sem­ BOLETINES DE LETRAS, blanza intelectual de Estanis­ núm eros 107 y 108, cada uno lao Sánchez Calvo ...... 350 a ...... 500

FERNANDEZ CONDE, Fran­ BOLETIN DE CIENCIAS DE cisco Javier.-La Clerecía Ove­ LA NATURALEZA, número tense en la Baja Edad Media. 30 ...... 500 176 págs. (D iscurso de Ingre­ so) ...... 600 CASADO FUENTES, Ovidio. D. Francisco Cuerbo Valdés ...... 650 LLANO, Aurelio.—La Iglesia de S. M iguel de Lillo. 95 págs. 325 CABAL, Constantino.—Mito­ logía Asturiana. (Reedición) LLANO, Aurelio.—La Revolu­ ...... 1.100 ción en Asturias. 216 págs. ... 400 CANO GONZALEZ, Ana Ma­ LLANO, Aurelio.— El Libro ría.—Vocabulario del Bable de Caravia. 242 págs ...... 600 de Som iedo ...... 1.700 Pts. Pts. CASARIEGO, J. E —BOBES- SEVILLA RODRIGUEZ, Mar­ Reivindicación del Mariscal tín. — Toponimia indoeuropea Asturiano ...... 400 prelatina en Asturias ...... 500

TOLIVAR FAES, José Ra­ LLANO, Aurelio.—Del Folk­ món.—José Robles, pintor de lore Asturiano. (Reedición) Asturias ...... 1.000 ...... 650

FERNANDEZ MENENDEZ, SANCHEZ ALBORNOZ, José María.—Del Folklore de Claudio.—El Reino de Astu­ Pajares ...... 600 rias. (Selección) ...... 1.000

JUNCEDA AVELLO, Enri­ HURLE MANSO, Pedro.—An­ que.—Historia del Real Hos­ tecedentes históricos de la Es­ picio y Hospital Real de la cuela Universitaria Técnica e ciudad de Oviedo ...... 1.300 Industrial de Gijón ...... 400 CABAL, Constantino. — Con­ FERNANDEZ DE LA CIGO- tribución al Diccionario Folk­ ÑA, Francisco. — Jovellanos, lórico de Asturias ...... 1.100 ideología y actitudes religio­ sas, políticas y económicas ... 850 PUBLICACIONES CASTAÑON, Luciano.—Noti­ RECIENTES cias en tomo a la vida airada en Asturias ...... 290 GOMEZ TABANERA, José Manuel.—Orígenes sociales de GARCIA VALDES, Celsa la Monarquía asturiana a la Carmen.—Teatro en Oviedo luz de la antropología y etno- (1498-1700) ...... 1.500 historia.—77 págs...... 750

VARIOS: El Marqués de Sta. CARANTOÑA DUBERT, Fran­ Cruz de Marcenado. 300 años cisco. — Las mascaradas de después.—206 págs...... 1.300 Evaristo Valle ...... 400

BUSTO GARCIA, Mariano — COLETES BLANCO, Agus­ Diccionario Bable de Gonzá­ tín.—Gran Bretaña y los Es­ lez Posada y Academia Astu­ tados Unidos en la vida de riana de Letras.— 100 págs. ... 500 Ramón Pérez de Ayala ...... 2.000

FERNANDEZ BUELTA, Jo­ MARTINEZ FERNANDEZ, sé.—Ruinas del Oviedo pri­ Jesús.—Navia Medieval.—155 mitivo ...... 1.250 págs...... 900

GALAN MARTIN, Belén. — REDONDO CADENAS, Feli­ El pintor José Ramón Zara­ ciano.—San Tirso de Oviedo goza ...... 800 a través de la Historia ...... 900 Ptas. Ptas. RAMALLO ASENSIO, Ger­ BARRIUSO FDEZ., Emilio.— mán.—Escultura Barroca en La Lengua Marinera.—118 Asturias.—634 págs., 225 gra­ páginas ...... 750 bados ...... 4.200

M. TORNER, Eduardo.—Can­ CASTAÑON FDEZ., Luciano. cionero Musical de la Lírica Poesías Asturianas: “Fabri- Popular Asturiana.—276 págs. 1.500 cio”.— 189 páginas ...... 1.000

BARRIUSO FDEZ., Emilio — FERNANDEZ AVELLO, Ma­ El Léxico de la fauna marina nuel.—Novelas y Cuentos. 212 en los Puertos pesqueros de páginas ...... 1.300 Asturias central ...... 2.000

BOLETIN DE LETRAS, núm. BOLETIN DE LETRAS nú­ 119 ...... 500 mero 122 ...... 500 BOLETIN DE CIENCIAS, nú­ mero 36 ...... 500 JUNCEDA AVELLO, Enrique. Medicina Popular en Asturias. BOLETIN DE LETRAS nú­ 339 páginas ...... 2.000 mero 120 ...... 500

LA OBRA DEL I.D.E.A...... 700 PEREZ DE CASTRO, Ramo­ na.—Los señoríos Episcopa­ MARTINEZ CACHERO, José les en Asturias: El régimen María.—Seis Narraciones. 193 jurídico de la Obispalía de páginas ...... 1.400 Castropol.—287 páginas ...... 1.500 FRIERA SUAREZ, Florencio. Pérez de Ayala y la Historia BOLETIN DE LETRAS nú­ de Asturias.—519 páginas ... 2.800 mero 123 ...... 500

BOLETIN DE LETRAS nú­ mero 121 ...... 500 GARCIA SANCHEZ, Ju sto- Noticias de los expedientes de FERNANDEZ CONDE, Fran­ incorporación de colegiales en cisco Javier.—La Iglesia de el Colegio de San Gregorio, Asturias en la Baja Edad Me­ durante el Siglo XVIII.—391 dia.— 207 páginas ...... 1.500 páginas ...... 1.900

PEDIDOS A: LIBRERIA CIENTIFICA MEDINACELI VITRUBIO, 8.— MADRID, 6. INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS PLAZA DE PORLIER,5. OVIEDO. INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS

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SECRETARIO EN FUNCIONES:

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