La Revolución Mexicana : Atlas Histórico
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Triunfo del constitucionalismo Hi l 15 DE AGOSTO DE 1914 fue ocupada la ciudad de México por el Ejército Constitucionalista al mando del general Obregón. El 20 llegó Venustiano Carranza, quien conforme al artículo 5 o del Plan de Guadalupe, asume la presidencia como encargado del Poder Ejecutivo Pedral. El primer gabinete carrancista lo integraron; enRelaciones, Isidro Fabela; Gobernación, Elíseo Arredondo; Hacienda, Felicitas Villarreal; Comunicaciones, Ignacio Bonillas; Instrucción Públi- ca y Bellas Artes, Félix F. Palavicini; Fomento, Colonización e Industria, Pastor Rouaix, y Guerra y Marina, Eduardo Hay. Una de las primeras disposiciones de Carranza, satisfaciendo las demandas de Villa y Zapata, fue convocar a una convención de jefes revolucionarios, a celebrarse el Io de octubre siguiente. Otra de sus preocupaciones era la de entablar pláticas conciliadoras con el caudillo del sur, comisión que encomendó a Luis Cabrera y Antonio I. Villarreal. En Cuernavaca se iniciaron las conferen- cias el 28 de agosto de 1914, con la participación, entre otros Za- patistas, de Manuel Palafox, Alfredo Serratos y Antonio Díaz Soto y Gama. Según los informantes de Zapata, el primer jefe norteño era: "...ambicioso, rodeado de abogados coludidos con él, que eran indiferentes a las miserias y desdichas del pueblo" (Womack, 1984, p. 196), y no cesaban de argumentar la amarga experiencia histórica de engaños y explotación a la que siempre habían estado 71 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 w Map of Mexico prepared especially for The Nacional Geographic Magazine Gilbert H. Grosvenor/The Mattews-Northrup Works, 1916 University of California, Los Angeles, Map Library. Los Angeles, Ca., EE. UU. DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 sometidos los campesinos, experiencia que generaba en los Zapa- tistas natural desconfianza hacia el antiguo hacendado coahuilen- se. Carranza, a su vez, no veía con buenos ojos la independencia con la que se manejaba el movimiento popular en el sur, "...aun cuando él mismo había declarado ya que la reforma agraria era inevitable. Lo que contaba para Carranza era que la reforma tu- viera una fuente oficial... Y para él, los Zapatistas no eran sino forajidos del campo, peones advenedizos que nada sabían de có- mo gobernar" (Womack, 1984, p. 195). Las pláticas se efectuaron en un tono de constante tirantez; las discrepancias en torno a la política agraria a seguir se ahondaron, así como en la forma de nombrar al jefe de la revolución. Los Za- patistas exigían el cumplimiento de los postulados del Plan de Ayala, particularmente el reparto agrario. Los delegados carran- cistas sólo tenían instrucciones de convencer a Zapata para incor- porarse al constitucionalismo. Pero sus comisionados plantearon además, que el encargado del Poder Ejecutivo debería nombrarse de común acuerdo. Los carrancistas no aceptaron negociar sobre estas bases y regresaron a la capital, rompiéndose las pláticas de paz y comenzando pocos días después las hostilidades entre am- bos bandos. El 8 de septiembre Zapata promulgó un decreto para ejecutar el artículo 8 del Plan de Ayala, que ordenaba la nacionalización de los bienes rurales o urbanos de quienes se oponían a la revolución de Ayala. La propiedad rural se entregaría a los pueblos que ne- cesitasen tierras, o se destinaría al sustento de huérfanos y viudas... El ingreso procedente de la propiedad urbana se utiliza- ría para formar instituciones de crédito para los pequeños agri- cultores y para pagar pensiones... los 'terrenos, montes y aguas' que... nacionalizarían y redistribuirían no podrían ser vendidos o 'enajenados' de ninguna manera... (Womack, 1984, pp. 207- 208). Carranza simultáneamente se esforzaba en pactar con Villa, pues desde el mes de julio se había firmado el pacto de Torreón por el que el "Centauro del Norte" reconocía el Plan de Guadalupe, sin embargo, subsistían dificultades y Carranza había enviado al ge- neral Obregón desde finales de agosto a dialogar amistosamente con el guerrillero. Las dificultades aumentaron para el grupo constitucionalista por fricciones entre Maytorena —quien ya había regresado de los Es- tados Unidos— y Plutarco Elias Calles, jefe militar en Hermo- sillo, y el general Benjamín Hill. A principios de septiembre Obregón volvió a México acompaña- do de dos representantes de Villa, con el compromiso de regresar a Chihuahua a mediados de ese mismo mes para entablar nuevas conversaciones con el general norteño e invitarlo a la convención de jefes constitucionalistas a efectuarse el Io de octubre en Méxi- co, donde se discutiría el programa de la revolución. El resultado de esta segunda entrevista fue un fracaso que estuvo a punto de 73 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 costaría la vida a Obregón, acusado de alentar la sublevación de Hill contra Maytorena. El 22 de septiembre de 1914, Villa envió un telegrama a Carranza donde le comunicó que no asistiría ningún delegado villista a la Convención y lo desconocía como Primer Jefe de la República: "...desde luego le manifestó su desconocimiento como Primer Jefe de la República, quedando usted en libertad de proceder co- mo le convenga" (Silva Herzog, t. II, 1984, p. 146). A pesar de esta disidencia la Convención se inició en la ciudad de México el Io de octubre con la sola asistencia de los delegados carrancistas. En ella, Venustiano Carranza presentó su renuncia como encargado del Poder Ejecutivo; pero, a propuesta de Luis Cabrera, el pleno de la Convención no la aceptó y lo ratificó en su puesto. Lucio Blanco, Ignacio L. Pesqueira, Rafael Buelna y otros que trataron de conciliar las facciones constitucionalistas y atraer a los zapatistas, formaron la Junta Permanente de Pacifi- cación que logró el traslado de la Convención a la ciudad de Aguascalientes, con la participación exclusiva de militares, como lo habían acordado previamente Obregón y Villa. Así, el 10 de octubre se reanudaron sus trabajos bajo la presidencia de Anto- nio I. Villarreal. "Los convencionistas acordaron solemnemente declarar Sobera- na a la Convención, con el compromiso de que sus disposiciones fueran respetadas y observadas por todos los mexicanos" (Langle, 1979, p. 2452). Carranza se opuso, pues sólo le daba a la Convención el carácter de consultiva. En la asamblea se decidió invitar a los zapatistas, ya que sin su participación no podría llegarse a una conciliación entre todas las fuerzas revolucionarias. El 27 de octubre, con la asistencia de los delegados zapatistas se iniciaron los debates de los puntos funda- mentales. Estos, encabezados por Soto y Gama, propusieron que la Convención aceptara el Plan de Ayala, lo que lograron al si- guiente día con la aprobación inicial de sus artículos 4, 6, 7, 8 y 9, que amparaban las demandas agraristas; "...la votación en favor de los mismos le dio una significación enorme. La Convención de Aguascalientes era entonces el gobierno efectivo de México y su adopción a los artículos del Plan de Ayala, aun cuando no fue más que en principio, era el primer compromiso oficial de llevar a cabo una política de bienestar rural de que se tuviese noticia en la historia de la nación" (Womack, 1984, p. 214). La Convención pronto se empezó a dividir; de una parte estaban los carrancistas con Obregón al frente, y por la otra, la gente de Villa, encabezada por Felipe Angeles y apoyada por los zapatis- tas. Villistas y zapatistas coincidían aparentemente en intereses, tanto por su carácter popular como por su conflicto con Carran- za. El 30 de octubre la Convención resuelve desconocer a Villa co- mo jefe de la División del Norte y a Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y como encargado del Poder Eje- cutivo. Tal decisión provocó el disgusto de Carranza, aumentan- 74 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 do su inconformidad con la designación el 1 ° de noviembre de Eulalio Gutiérrez como presidente provisional, a partir del día 5 y por un periodo de 20 días, de acuerdo a una propuesta de Obre- gón. Se nombraron dos comisiones para notificar los acuerdos de la Convención a Carranza y a Villa. El 5 de noviembre se advirtió a Carranza que se le declararía en rebeldía si no entregaba el poder a Gutiérrez a más tardar el día 10. El Primer Jefe, a su vez, el 8 de noviembre declaró en Córdoba, Veracruz, ilegal a la Convención y llamó a los jefes del ejército a combatirla. El 31 de octubre de 1914, Carranza abandonó la ciudad de Méxi- co y se dirigió a Veracruz, donde el 3 de diciembre la declaró capi- tal de la República. Las últimas fuerzas constitucionalistas eva- cuaron la capital el 24 de noviembre y el mismo día entraban las temidas tropas zapatistas. Zapata y Villa se entrevistan en Xochimilco, acordando una alianza político-militar. El 6 de diciembre, el Ejército Libertador del Centro y del Sur y la División del Norte ocuparon formalmen- te la capital. Después de largos años de lucha el movimiento cam- pesino estaba en el poder, parecía que al fin iban a cumplirse las aspiraciones de reparto agrario y podrían dictarse resoluciones en beneficio de las mayorías. Pero la realidad fue otra, los campesi- nos tenían "...la sede del poder, pero no el poder" (Gilly, 1983, p. 355). Descontada la entrega de la tierra a los trabajadores del campo, no existía un programa político nacional elaborado hasta ese mo- mento, dirigido a crear un proyecto de Estado. Existía sólo el anhelo de justicia y transformación revolucionaria y el deseo de mejorar la vida del pueblo; "...la Convención no logró los objeti- vos políticos y de reformas sociales, agrarias y administrativas que se había propuesto" (Langle, 1979, p. 2456). Ante la resistencia de Villa, y al disminuir la autoridad como líde- res de Zapata y Gutiérrez, la Convención empezó a perder cohe- sión; Villa se retiró a Torreón y Zapata a Tlaltizapán.