Triunfo del constitucionalismo

Hi l 15 DE AGOSTO DE 1914 fue ocupada la ciudad de México por el Ejército Constitucionalista al mando del general Obregón. El 20 llegó , quien conforme al artículo 5 o del Plan de Guadalupe, asume la presidencia como encargado del Poder Ejecutivo Pedral.

El primer gabinete carrancista lo integraron; enRelaciones, Isidro Fabela; Gobernación, Elíseo Arredondo; Hacienda, Felicitas Villarreal; Comunicaciones, Ignacio Bonillas; Instrucción Públi- ca y Bellas Artes, Félix F. Palavicini; Fomento, Colonización e Industria, Pastor Rouaix, y Guerra y Marina, Eduardo Hay.

Una de las primeras disposiciones de Carranza, satisfaciendo las demandas de Villa y Zapata, fue convocar a una convención de jefes revolucionarios, a celebrarse el Io de octubre siguiente. Otra de sus preocupaciones era la de entablar pláticas conciliadoras con el caudillo del sur, comisión que encomendó a Luis Cabrera y Antonio I. Villarreal. En Cuernavaca se iniciaron las conferen- cias el 28 de agosto de 1914, con la participación, entre otros Za- patistas, de Manuel Palafox, Alfredo Serratos y Antonio Díaz Soto y Gama.

Según los informantes de Zapata, el primer jefe norteño era: "...ambicioso, rodeado de abogados coludidos con él, que eran indiferentes a las miserias y desdichas del pueblo" (Womack, 1984, p. 196), y no cesaban de argumentar la amarga experiencia histórica de engaños y explotación a la que siempre habían estado

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Map of prepared especially for The Nacional Geographic Magazine Gilbert H. Grosvenor/The Mattews-Northrup Works, 1916 University of California, Los Angeles, Map Library. Los Angeles, Ca., EE. UU. DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 sometidos los campesinos, experiencia que generaba en los Zapa- tistas natural desconfianza hacia el antiguo hacendado coahuilen- se. Carranza, a su vez, no veía con buenos ojos la independencia con la que se manejaba el movimiento popular en el sur, "...aun cuando él mismo había declarado ya que agraria era inevitable. Lo que contaba para Carranza era que la reforma tu- viera una fuente oficial... Y para él, los Zapatistas no eran sino forajidos del campo, peones advenedizos que nada sabían de có- mo gobernar" (Womack, 1984, p. 195).

Las pláticas se efectuaron en un tono de constante tirantez; las discrepancias en torno a la política agraria a seguir se ahondaron, así como en la forma de nombrar al jefe de la revolución. Los Za- patistas exigían el cumplimiento de los postulados del Plan de Ayala, particularmente el reparto agrario. Los delegados carran- cistas sólo tenían instrucciones de convencer a Zapata para incor- porarse al constitucionalismo. Pero sus comisionados plantearon además, que el encargado del Poder Ejecutivo debería nombrarse de común acuerdo. Los carrancistas no aceptaron negociar sobre estas bases y regresaron a la capital, rompiéndose las pláticas de paz y comenzando pocos días después las hostilidades entre am- bos bandos.

El 8 de septiembre Zapata promulgó un decreto para ejecutar el artículo 8 del Plan de Ayala, que ordenaba la nacionalización de los bienes rurales o urbanos de quienes se oponían a la revolución de Ayala. La propiedad rural se entregaría a los pueblos que ne- cesitasen tierras, o se destinaría al sustento de huérfanos y viudas... El ingreso procedente de la propiedad urbana se utiliza- ría para formar instituciones de crédito para los pequeños agri- cultores y para pagar pensiones... los 'terrenos, montes y aguas' que... nacionalizarían y redistribuirían no podrían ser vendidos o 'enajenados' de ninguna manera... (Womack, 1984, pp. 207- 208).

Carranza simultáneamente se esforzaba en pactar con Villa, pues desde el mes de julio se había firmado el pacto de Torreón por el que el "Centauro del Norte" reconocía el Plan de Guadalupe, sin embargo, subsistían dificultades y Carranza había enviado al ge- neral Obregón desde finales de agosto a dialogar amistosamente con el guerrillero.

Las dificultades aumentaron para el grupo constitucionalista por fricciones entre Maytorena —quien ya había regresado de los Es- tados Unidos— y Plutarco Elias Calles, jefe militar en Hermo- sillo, y el general Benjamín Hill.

A principios de septiembre Obregón volvió a México acompaña- do de dos representantes de Villa, con el compromiso de regresar a Chihuahua a mediados de ese mismo mes para entablar nuevas conversaciones con el general norteño e invitarlo a la convención de jefes constitucionalistas a efectuarse el Io de octubre en Méxi- co, donde se discutiría el programa de la revolución. El resultado de esta segunda entrevista fue un fracaso que estuvo a punto de

73 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 costaría la vida a Obregón, acusado de alentar la sublevación de Hill contra Maytorena.

El 22 de septiembre de 1914, Villa envió un telegrama a Carranza donde le comunicó que no asistiría ningún delegado villista a la Convención y lo desconocía como Primer Jefe de la República: "...desde luego le manifestó su desconocimiento como Primer Jefe de la República, quedando usted en libertad de proceder co- mo le convenga" (Silva Herzog, t. II, 1984, p. 146).

A pesar de esta disidencia la Convención se inició en la ciudad de México el Io de octubre con la sola asistencia de los delegados carrancistas. En ella, Venustiano Carranza presentó su renuncia como encargado del Poder Ejecutivo; pero, a propuesta de Luis Cabrera, el pleno de la Convención no la aceptó y lo ratificó en su puesto. , Ignacio L. Pesqueira, Rafael Buelna y otros que trataron de conciliar las facciones constitucionalistas y atraer a los zapatistas, formaron la Junta Permanente de Pacifi- cación que logró el traslado de la Convención a la ciudad de Aguascalientes, con la participación exclusiva de militares, como lo habían acordado previamente Obregón y Villa. Así, el 10 de octubre se reanudaron sus trabajos bajo la presidencia de Anto- nio I. Villarreal.

"Los convencionistas acordaron solemnemente declarar Sobera- na a la Convención, con el compromiso de que sus disposiciones fueran respetadas y observadas por todos los mexicanos" (Langle, 1979, p. 2452). Carranza se opuso, pues sólo le daba a la Convención el carácter de consultiva.

En la asamblea se decidió invitar a los zapatistas, ya que sin su participación no podría llegarse a una conciliación entre todas las fuerzas revolucionarias. El 27 de octubre, con la asistencia de los delegados zapatistas se iniciaron los debates de los puntos funda- mentales. Estos, encabezados por Soto y Gama, propusieron que la Convención aceptara el Plan de Ayala, lo que lograron al si- guiente día con la aprobación inicial de sus artículos 4, 6, 7, 8 y 9, que amparaban las demandas agraristas; "...la votación en favor de los mismos le dio una significación enorme. La Convención de Aguascalientes era entonces el gobierno efectivo de México y su adopción a los artículos del Plan de Ayala, aun cuando no fue más que en principio, era el primer compromiso oficial de llevar a cabo una política de bienestar rural de que se tuviese noticia en la historia de la nación" (Womack, 1984, p. 214).

La Convención pronto se empezó a dividir; de una parte estaban los carrancistas con Obregón al frente, y por la otra, la gente de Villa, encabezada por Felipe Angeles y apoyada por los zapatis- tas. Villistas y zapatistas coincidían aparentemente en intereses, tanto por su carácter popular como por su conflicto con Carran- za. El 30 de octubre la Convención resuelve desconocer a Villa co- mo jefe de la División del Norte y a Carranza como Primer Jefe del Ejército Constitucionalista y como encargado del Poder Eje- cutivo. Tal decisión provocó el disgusto de Carranza, aumentan-

74 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 do su inconformidad con la designación el 1 ° de noviembre de Eulalio Gutiérrez como presidente provisional, a partir del día 5 y por un periodo de 20 días, de acuerdo a una propuesta de Obre- gón.

Se nombraron dos comisiones para notificar los acuerdos de la Convención a Carranza y a Villa. El 5 de noviembre se advirtió a Carranza que se le declararía en rebeldía si no entregaba el poder a Gutiérrez a más tardar el día 10.

El Primer Jefe, a su vez, el 8 de noviembre declaró en Córdoba, Veracruz, ilegal a la Convención y llamó a los jefes del ejército a combatirla.

El 31 de octubre de 1914, Carranza abandonó la ciudad de Méxi- co y se dirigió a Veracruz, donde el 3 de diciembre la declaró capi- tal de la República. Las últimas fuerzas constitucionalistas eva- cuaron la capital el 24 de noviembre y el mismo día entraban las temidas tropas zapatistas.

Zapata y Villa se entrevistan en Xochimilco, acordando una alianza político-militar. El 6 de diciembre, el Ejército Libertador del Centro y del Sur y la División del Norte ocuparon formalmen- te la capital. Después de largos años de lucha el movimiento cam- pesino estaba en el poder, parecía que al fin iban a cumplirse las aspiraciones de reparto agrario y podrían dictarse resoluciones en beneficio de las mayorías. Pero la realidad fue otra, los campesi- nos tenían "...la sede del poder, pero no el poder" (Gilly, 1983, p. 355).

Descontada la entrega de la tierra a los trabajadores del campo, no existía un programa político nacional elaborado hasta ese mo- mento, dirigido a crear un proyecto de Estado. Existía sólo el anhelo de justicia y transformación revolucionaria y el deseo de mejorar la vida del pueblo; "...la Convención no logró los objeti- vos políticos y de reformas sociales, agrarias y administrativas que se había propuesto" (Langle, 1979, p. 2456).

Ante la resistencia de Villa, y al disminuir la autoridad como líde- res de Zapata y Gutiérrez, la Convención empezó a perder cohe- sión; Villa se retiró a Torreón y Zapata a Tlaltizapán. "La Con- vención, que había reiniciado sus trabajos en la capital desde el Io de enero, en lugar de consolidar un acuerdo político entre las dos fracciones, ahondó las diferencias..." (Escobar Toledo y otros, 1978, p. 372). En sus debates se pusieron de manifiesto discrepan- cias de diversa índole, como las relativas al derecho de huelga y a la sindicalización, oponiéndose varios delegados norteños al sufragio universal.

La alianza entre Villa y Zapata fue frágil, más circunstacial que programática. Algunas diferencias entre ellos explican esta si- tuación.

En las fuerzas villistas militaban trabajadores asalariados del campo: vaqueros y pastores, mineros, campesinos y pequeños

75 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 propietarios. "Esta conjunción de elementos le dio a la División del Norte una mayor movilidad y la posibilidad de formar gran- des ejércitos que en el caso de Zapata nunca se pudieron reunir, por la vinculación de los campesinos a su comunidad y al cultivo de sus tierras que se negaron a abandonar. Pero estas limitaciones del zapatismo le dieron también una ventaja que nunca hubo en el norte: la posibilidad de consolidar 'zonas liberadas' donde los campesinos reorganizaran su vida económica y política llevando a la práctica en forma más radical y sólida la revolución al mismo tiempo que luchaban por ella con las armas... el poder militar del villismo era todo su poder... no pudo ganar la lucha por organi- zar a las masas para transformar la sociedad. El zapatismo, en cambio basaba su fuerza no sólo en su ejército profesional, sino también en la milicia popular..." (Escobar Toledo y otros, 1978, p. 374).

Poco más de mes y medio se sostuvo el gobierno en la Conven- ción en la ciudad de México, ya que el 15 de enero de 1915, Eula- lio Gutiérrez y sus ministros Lucio Blanco, José Vasconcelos y J. Isabel Robles, acompañados de algunas tropas leales emigraron hacia San Luis Potosí.

Carranza, mientras tanto, desde Veracruz seguía una política que aunada a la acción militar, se basaba en decretos y disposiciones tendientes a transformar la organización del país en aspectos fun- damentales. Una de sus primeras medidas políticas fueron las Adiciones al Plan de Guadalupe el 12 de diciembre de 1914, re- dactadas por Luis Cabrera en colaboración con Obregón. Su artí- culo segundo ilustra claramente los objetivos que se pretendían alcanzar: "El Primer Jefe de la Revolución y Encargado del Po- der Ejecutivo expedirá y pondrá en vigor durante la lucha, todas las leyes, disposiciones y medidas encaminadas a dar satisfacción a las necesidades económicas, sociales y políticas del país, efec- tuando las reformas que la opinión pública exige como indispen- sables para establecer un régimen que garantice la igualdad de los mexicanos entre sí; leyes agrarias que favorezcan la formación de la pequeña propiedad, disolviendo los latifundios y restituyendo a los pueblos las tierras de que fueron injustamente privados; le- yes fiscales encaminadas a obtener un sistema equitativo de im- puestos... establecimiento de la libertad municipal como institu- ción constitucional... revisión de las leyes relativas a explotación de minas, petróleo, aguas, bosques y demás recursos naturales del país..." (Cabrera, 1975, p. 459).

Otro decreto fue la ley del 6 de enero de 1915, atribuido también a Luis Cabrera:

"Que una de las causas más generales del malestar y descontento de las poblaciones agrícolas de este país, ha sido el despojo de los terrenos de propiedad comunal o de repartimiento, que les habían sido concedidos por el Gobierno Colonial... Que el despojo de los referidos terrenos se hizo, no solamente por medio de enajena- ciones llevadas a efecto por las autoridades políticas en contra- vención abierta de las leyes... sí no también por concesiones,

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Carta General del Estado de México y Distrito Federal Luis G. Becerril, 1911 Archivo General de la Xacirin México, D F

77 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 composiciones o ventas concertadas con los Ministros de Fomen- to y Hacienda... Que, según se desprende de los litigios existentes, siempre han quedado burlados los derechos de los pueblos y co- munidades... es palpable la necesidad de volver a los pueblos los terrenos de que han sido despojados, como un acto de elemental justicia y como la única forma efectiva de asegurar la paz y de promover el bienestar y mejoramiento de nuestras clases pobres..." (Fabela, 1963, pp. 113-114). Por esta ley se creó la Co- misión Nacional Agraria. También se promulgaron leyes y decre- tos relativos al divorcio, la regulación de la explotación petrolera y reconocimiento a los derechos obreristas.

Se legislaba para atraer a las masas campesinas y obreras a enar- bolar una bandera que justificara el carrancismo para sostener los próximos combates.

Después de abandonar la ciudad de México Eulalio Gutiérrez, el 16 de enero de 1915 se hizo cargo de la presidencia de la Repúbli- ca Roque González Garza, representante villista en la Conven- ción, quien designó al propio Villa jefe de las operaciones milita- res de su gobierno. El grupo del norte todavía contaba con mayo- ría en la asamblea, sin embargo, poco a poco fue siendo domina- da por los sureños de Zapata, que se preocupaban fundamental- mente por las reformas sociales y poco por combatir a los carran- cistas. Los villistas, en cambio, seguían una política opuesta, enfrentándose militarmente al Ejército Constitucionalista, donde consideraba estaban sus más serios adversarios.

Destacó en el gabinete convencionista Manuel Palafox, joven Za- patista de 29 años, quien se propuso sacar avante la causa agraris- ta. Como secretario de Agricultura fundó un Banco Nacional de Crédito Rural, ordenó el establecimiento de escuelas regionales de agricultura y una fábrica nacional de herramientas agrícolas, instalando también una oficina especial para reparto de tierras.

Para llevar a cabo la reforma agraria se necesitaban técnicos, éstos se presentaron voluntariamente; eran estudiantes de la Escuela Nacional de Agricultura. "A mediados de enero, la Convención designó formalmente a noventa y cinco de estos jóvenes agróno- mos para que formaran parte de las comisiones agrarias 'encarga- das del deslinde y repartición de terrenos', en Morelos, , México y el Distrito Federal... De manera que, el 30 de enero, con sus trípodes, sus niveles y sus cadenas, cuarenta jóvenes se pre- sentaron en Cuernavaca... Una vez instalada una comisión... se ponían a examinar lo que los agricultores del lugar llamaban 'la mapa', los títulos de tierras del pueblo que a menudo databan de los tiempos virreinales. Y luego... avanzaban por los campos... para determinar los límites de tierras. No era una tarea fácil. Co- mo puntos de referencia, 'la mapa' señalaba a menudo 'una piedra grande', 'un amate frondoso', 'un cerro boludo'... Y, con el tiempo, el duro trabajo de los jóvenes y su evidente sinceridad se fueron ganando la confianza de la gente del campo" (Wo- mack, 1984, pp. 227-229).

78 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Felipe Carrillo Puerto, entonces coronel zapatista, y posterior- mente gobernador y reformador socialista de Yucatán, se incor- pora a la revolución del sur en 1917: "...formó parte en 1915 de la tercera comisión agraria del distrito de Cuautla, en la que ocu- pó el cargo de representante agrario; tuvo entonces... tres ayu- dantes, entre ellos un joven de 17 años llamado Fidel Velázquez..." (Paoli/Montalvo, 1977, p. 81).

Obregón reorganiza en tanto sus fuerzas militares y toma la ciudad de Puebla el 5 de enero de 1915, trasladándose sin oposi- ción el 28 a la capital de la República, evacuada por los Zapatis- tas. Ante el avance obregonista, González Garza marchó el 27 de enero con destino a Cuernavaca, donde el día 31 "...se confirmó la unión de norteños y sureños. Sin embargo, era patente que el triunfo de la Convención dependía de los resultados de la campa- ña militar de en el norte, pues Zapata había de- mostrado escaso interés en la lucha..." (Langle, 1979, p. 2458).

En México permanece Obregón mes y medio, haciendo distribuir víveres, ropa y dinero. La población más pobre sufría de hambre y falta de vestido por el cierre de algunas fábricas textiles; el aisla- miento de la capital respecto de los centros productores del cam- po, ocasionaba escasez de alimentos. El militar sonorense exigió al clero una elevada suma de dinero en efectivo, y al no cubrirse, ordeno la detención de todos los curas. Ante la presión de las representaciones diplomáticas puso en libertad a los religiosos extranjeros, continuando los mexicanos encarcelados.

El gobierno constitucionalista tuvo que enfrentarse a dos proble- mas internacionales entre enero y marzo de 1915 "...el de las contribuciones extraordinarias que Alvaro Obregón les exigió a los ricos nacionales y extranjeros... y el bloqueo que decretó el Primer Jefe por razones militares al puerto de Progreso y que afectó al comercio norteamericano del henequén" (Ulloa, 1981, p. 1151).

Cada uno dio lugar a un ultimátum de Estados Unidos, seguido del envío de barcos de guerra a Veracruz. El primer caso se suavi- zó con notas personales entre Carranza y Wilson, uno aseguran- do protección a los norteamericanos y el otro insistiendo amisto- samente en el peligro que corría nuestro país, de no hacerlo efi- cientemente; en el segundo caso ya no tuvo efecto, pues se había levantado el bloqueo.

Durante su estancia en la capital, Obregón obtuvo un gran triun- fo político al lograr la alianza con la Casa del Obrero Mundial. El 17 de febrero sus principales dirigentes, acompañados del propio Obregón, viajaron a Veracruz para firmar el pacto por el que se comprometían los obreros a combatir al lado de los constitu- cionalistas con el nombre de Batallones Rojos: "Los obreros de la Casa del Obrero Mundial, con el fin de acelerar el triunfo de la Revolución Constitucionalista e intensificar sus ideales en lo que afecta a las reformas sociales... han tomado... las armas ya para guarnecer las poblaciones que están en poder del Gobierno cons- titucionalista, ya para combatir a la reacción". (Silva Herzog, t.

79 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 II, 1984, pp. 214-215). El siguiente día 20, el Pacto fue ratificado en la metrópoli por el Comité Revolucionario obreromundialista.

El 10 de marzo de 1915, el general constitucionalista abandonó nuevamente la ciudad de México, de inmediato ocupada por Za- patistas, y avanzó hacia el centro del país en busca de las tropas villistas replegadas en Querétaro.

El 31 de marzo siguiente las tropas de Obregón entraron sin com- batir en Querétaro, obligando al enemigo a retirarse a Guana- juato. Poco a poco iba llegando el momento en que los grandes ejércitos se involucrarían en una sangrienta lucha —la más gran- de de la revolución constitucionalista— que pondría fin práctica- mente, a la poderosa División del Norte y consolidaría el triunfo de la causa constitucionalista.

En Celaya se inició el 6 de abril la primera de las 4 grandes ba- tallas que vinieron a definir la supremacía revolucionaria. El Ejército Constitucionalista contaba, a decir del propio Obregón en su obra "Ocho mil kilómetros en campaña", con: "once mil hombres de las tres armas, como sigue: artilería, 13 cañones de grueso calibre y 86 ametralladoras; caballería 6,000 jinetes, e in- fantería, 5,000 hombres, incluyendo personal de la artiljería, en sirvientes y sostén" (Obregón, 1970, p. 319). Por su parte, el ejér- cito villista mantenía una fuerza de 22 000 hombres con una mo- ral elevada por los triunfos hasta la fecha obtenidos. En ese pri- mer choque las fuerzas obregonistas resistieron a duras penas los embates villistas, y después de dos días de inútiles esfuerzos se re- tiraron. El 13 de abril tuvo lugar el segundo enfrentamiento: con refuerzos y nuevos pertrechos Francisco Villa y su División del Norte atacan en vano intento la población de Celaya, pues los villistas fueron desgastándose poco a poco a costa de gran canti- dad de vidas, y el triunfo carrancista se consumó al anochecer del día 15 de abril. Las fuerzas villistas se repliegan hacia la ciudad de Aguascalientes y deciden salir a enfrentar al enemigo adelante de León, Guanajuato. El 29 de mayo se inició formalmente la ba- talla que, teniendo como centro la estación Trinidad cubría un amplísimo frente. La caballería, arma predilecta del general Villa, llevó la mayor parte de las operaciones, "...con cargas impresionantes por su número, hasta 5 000 hombres de una sola vez, y por su temeridad" (Tiempo de México, 3, 1984, p. 2).

El 3 de junio la artillería villista atacó la Hacienda de Santa Ana del Conde, donde se encontraba el general Obregón, quien a con- secuencia de la explosión de una granada perdió el brazo derecho, tomando el mando Benjamín Hill.

El 5 de junio el triunfo favoreció finalmente a los constituciona- listas, teniendo que huir Villa hacia la ciudad de Aguascalientes, donde reorganizó sus tropas y esperó la batalla decisiva. El 6 de julio se iniciaron las hostilidades con un Villa obstinado, que re- siste más por su prestigio que por sus posibilidades de éxito, pues finalmente el 10 de ese mes las fuerzas obregonistas logran la vic- toria definitiva, retirándose el "Centauro del Norte" a Zacate- cas. 80 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 m rsíAiwl

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Mapa del Estado de Aguascalientes levantado de orden del Exmo. Sr. Gobernador Don Jesus Teran Isidoro Epstein, 1857 The University of Texas at Austin. Austin, Tx., EE UU. DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Los batallones villistas huyeron hacia el norte en un intento por reorganizarse. "En esta última fase sus principales perseguidores fueron Francisco Murguía, Joaquín Amaro, Manuel M. Diéguez, Plutarco Elias Calles y Lázaro Cárdenas". (Langle, 1979, p. 2460).

Las derrotas en Agua Prieta, Hermosillo y otras poblaciones ani- quilaron el ánimo de Villa quien, posteriormente, provocaría gra- ves conflictos con los Estados Unidos debido al fusilamiento —en la estación Santa Isabel— de varios mineros norteamericanos, así como por sus incursiones al vecino país.

En el resto de la República los acontecimientos igualmente se mostraban favorables a los constitucionalistas: Veracruz estaba controlado por Cándido Aguilar; en Yucatán, Alvarado, Jara y de los Santos rindieron a grupos sublevados; en el norte, Maclo- vio Herrera combatía favorablemente contra su ex jefe Villa; Il- defonso Vázquez, en abril, tomaba la ciudad de Matamoros; Pablo González derrotado en Monterrey y Montemorelos había pasado a defender El Ebano, importante región petrolera, que luego fue protegida por Jacinto B. Treviño durante tres largos meses, deteniendo al villista general Tomás Urbina; Francisco Murguía y Manuel M. Diéguez habían hecho campaña en Jalisco tomando Guadalajara, mientras Iturbe en Sinaloa y Calles en So- nora, combatían a Maytorena, seguidor del jefe de la División del Norte.

Al tiempo que se desarrollaba la campaña contra Villa, los gene- rales Coss y Millán combatían en Puebla e Hidalgo a los Zapatis- tas, permitiendo así configurar para fines de 1915 el triunfo del constitucionalismo.

Mas la revolución avanzó no sólo en el aspecto bélico, y así entre 1914 y 1915 algunos jefes militares promulgaron decretos en fa- vor de las clases populares. Alberto Fuentes, gobernador de Aguascalientes, el 23 de agosto de 1914 estableció el descanso se- manal y la jornada máxima de 8 horas; Pablo González, en Puebla y Tlaxcala, acuerda, hacia septiembre de 1914, la aboli- ción de las deudas del proletariado del campo y las ciudades; Luis F. Domínguez, en Tabasco, también ordena desconocer las deudas de los trabajadores, fija un salario mínimo y la jornada máxima de 8 horas; Eulalio Gutiérrez, en San Luis Potosí, es- tablece un salario mínimo, jornada máxima de 9 horas, supresión de las tiendas de raya y, entre otras disposiciones, que se descono- cieran las deudas de los peones.

El 9 de abril de 1915, Obregón impone en Celaya el salario míni- mo; Francisco Villa, en mayo de 1915, expide una ley agraria; Al- varado, en Yucatán, pone en práctica la ley del 6 de enero de 1915 expedida por Carranza en Veracruz y desarrolla una labor guber- nativa dirigida a satisfacer las necesidades de las grandes mayo- rías. Destacan primordialmente el impulso a la expropiación de terrenos incultos y el mutualismo, fortalecimiento de la autono- mía municipal y la fundación de la compañía para el Fomento del

82 DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 MEXICO M' H t Uúpulilie} «vfei CHIEF CITIES. jAlaniofdr^* ft|,—Ti«ltí4» m »(»»!«.. y 5 II* ra, W##w* ^ \ \K #1 Mt.ni'r'f F 3 '.I» a-i- •' v-\,Sti feKjaasSii lag! r*k;b&, | r&vJr. i*i i ". .1:. '" M*Ate OrVatU» sa£« villa iem> ''HfiADflu. BRS'Z" ¿I r í IVíiVilü áfi x^ríl 15 UmuijuHu Aft* .%i */ 89 SaStlliv . p nK h#WM* p U'u rtHury i; 4 v/ \ -»'•«■•• <• , ha». °V&5 W .M» ífefkíÍB# "* i / 94"' ^ Rvi'iwi H«. ícrscoretl Si v'rínlrt.. H I í»/rfi" **• 1' pü IS M»>it'.lnn .Dé W Ciuónit u«¿- GOLI» «VP \ Vhm^ü» j— ®*4tfW»íí/t 'I i ¿«i BSi ^-4-^.,1 Of'W BROWN B¡ ««•m\ ■ #wA#W IS UofSiosillu • #«* &4^ww#m51 14 M»(#tiiwl« I I ; 3rd II [WtlMl ¡i» fi- H fmri*j¡í, A- A o. UÓ' A ^ VISION 1» S*ialli»«l!# rt itvi1*4,- ttr&4 "',r\ 14 finlUteu../) 8 ______» í»mii»»écp me, í'tifpí *J~ Xpr£PARAT0£1 15 Bsu .limp ■-? y* p3 It8«(l! 9 1( 8 [a,.,,:.; V (k yM / 13 SuUiUiuum -I»*»® ñ *>* M -¿ OfíDEfíSC »3 TfilufHn.rS ?L i-»:i prífvl Aítr.ij i » rbtü-ia (i j.u hiuu U S MEXICO It Crac#»* yuí i« jrJ*í»éa>tí il Ktialliii i 5 (A CATECÍAS H SCALES ' *• ¢-1¾¾ HM*igM£t iwtqjj Il Xot-UiuíJU-u ^ 6mtm«iiiHK, t§a«* in^ji. ^'y.'wá (I'": >CT», to Salvntlerr^ ^ «@»sí^i?ií.3..-'¿i¿^r i-. - =-¾ ■áliW. -Tggja* jw%un W'»« Ittlinfir»!.!^2- ! Inrb. 10 T«ttu«n* o a :%Cf«t7.-.-;;v.;aii.f. T: *••". -a-, "•Mav.ySjB - »...:> seafcfcrrwBg»fii- 1,1 ,*"■ ■* C»ij>M, to fax in» IS 6 S»t II t H «i,-«f M.ti». V U) TeuftttcJiH'y «.'vpj'ftífe! iqt * & Mis runa ' # I. Itiúi «4A ffkl 0 lint ftp»» Il „ JSU n. H n a. Cm?A | f^v IN THE MEXICAN SITUATION V'^*" ¡Í liuAWfeitAf O 8 ki SÜB Apdri# It _ Wtl« #§ 8@ iumtia . . D< 3| 8 TíJueaUlcí»! The Chicago Daily News \ü- ,í E 4 '•""I,,;,. # S 8 V 3 f. RlTa«Vud*«n*te 8 Acmwb&m.) L5 Will command all possible news re- 1 (. * # AUitivHuiw* &>•- /Vt%/.i\ » ' i >w¡*2 f feniRtno.. h 5 8 Stvrr* . sources. In addition to the always reliable «ujftdü. f'T 3 ' "r*""n •'•••• 9 SdU #i Associated Press reports, it will receive special fcs 6 cín*i«alíu"f8 I . ' &C. s . r« dispatches from its own Staff correspondents t» *1 iiiiwt isslai-»» ,16If 5 with both the Army and the Navy. Every effort I Shi Hi * . Jv-I ,WN 8 V WipajutuMO will be made to maintain THE DAILY NEWS' well estab- \ r ««I.»»» ■ rjfcw*S4, 8 Aullpn . i>5 8 tí 01110¾ r#w lished reputation for trustworthiness in its news service. It will I I'lni.i "". !'| 8 ¡'«tU' itnro l- a Kl 1 JpM». . ., K S print all the war news that is true news. It will give mere ? >Ui>itiii: ..« 3 t i;li»i. ¡.I. .. rumor only its value as rumor. 7 Z»utl«iimlo ,H5.1>6 k », s¡«.» 7 litijisliipn H .1 7 l.iqJMii ff7uii.ii k fF I For "all the news" that is news read THE DAILY NEWS. ÍTmI» II J I'liuhii» . _.1'4 APH28I9W IxjttijHiid» Vy't-4 íi. ti* i! bTli It ■'* ./i 7 MwfilJWT», M a h/A&WWl 7 ^#*mak'u b,, 4

Mexico Rand Mc NhIIv and Companv, 1914 The Library of Congress. Washington, D. C., EE UU. DGE. La revolución mexicana : atlas histórico. 1991 Sureste de México y la Comisión Reguladora del Mercado del He- nequén, creación de las escuelas vocacionales (comercio, artes y oficios y artes domésticas), organización de la administración de la educación y muchas otras basadas en el principio de que el Es- tado estaba al servicio del pueblo, y paulatinamente debería susti- tuir a la iniciativa privada. En Michoacán, el gobernador Gertru- dis Sánchez dio un impulso decisivo a la educación en 1914, "ex- tingue las deudas de peones, confisca propiedades de enemigos de la Revolución... declara: "La educación primaria elemental es obligatoria, gratuita y laica". El 25 de enero de 1915 emitió un decreto para la creación de la Oficina de Reclamaciones, el cual previene: "Que para obtener una paz estable en nuestra patria, más que lucha armada se hace necesario el cumplimiento de las promesas de la Revolución... la reivindicación de los derechos de la clase proletaria y la devolución de sus tierras a los indígenas despojados de ellas..." (García de León, 1985, pp. 63-64).

En el mismo estado, el gobernador Alfredo Elizondo continuan- do la obra progresista de su antecesor, "prohibe al clero que es- tablezca planteles de instrucción; decreta la anulación de rentas de tierras, aguas y montes de los pueblos; prohibe la venta de bienes raíces a los extranjeros; inaugura la Escuela Normal para Maestros... establece la Comisión Local Agraria... Apoya la fun- dación de la Escuela Libre de Ingenieros del Estado de Mi- choacán..." (García de León, 1985, p. 64).

Reconoce la personalidad de la Escuela de Ingenieros, le concede el edificio del recién secularizado Convento de la Visitación, le otorga un subsidio y un premio de $300.00 a los alumnos que se recibieran de ingenieros agrarios.

Todos estos gobernantes que actuaban en el período preconstitu- cional "no sólo legislaban y transformaban el país, en unos cuan- tos meses, sino que también tenían que combatir..." (García de León, 1985, p. 63).

Cuando sus tropas ya controlan gran parte de la República Carranza decide abandonar Veracruz y se traslada al interior del país.

El tiempo dedicado por los ejércitos constitucionalistas a comba- tir el villismo favoreció "... la prolongación de un lapso de paz para los Zapatistas, el cual había empezado al acercarse la caída de Huerta. En ese intervalo, durante el cual la zona controlada por el Ejército Libertador del Sur vivió aislada del resto del país, se manifestó cuál era el propósito final y casi único de su increíble resistencia: la vida civil, la vida campesina, el disfrute de la tierra, de su trabajo, y una organización a base de asociaciones libres de familias y pueblos... todo era propio y a la vez compartido: las tierras, las aguas, los bosques distribuidos equitativamente con la ayuda de los ingenieritos voluntarios..." (Carbó, 1979, pp. 2425- 2430).

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