LOS SABERES DEL HOMBRE EN EL NORTE

Autores | André Hubert Robinet SJ, Jose Antonio González Pizarro, Mauricio Ostria González, Osvaldo Maya Cortés, Patricia Bennett Ramírez, Waldo Valenzuela Maturana, Rubén Gómez Quezada, Julio Vasquez, Manuel Berrios, Enzo Acuña Soto, Fernando Alvarez Castillo, Francisco de la Fuente Vásquez. Coordinación y Edición | Erika Tello Bianchi LOS SABERES DEL HOMBRE EN EL NORTE

1° Edición Octubre 2018

Colección Iglesia-Mundo

Ediciones Universitarias

Universidad Católica del Norte

PROPIEDAD INTELECTUAL N˚ DE REGISTRO: xxx

ISBN: 978-956-287-416-8

Comité Editorial: Andres Hubert Robinet SJ, Jose Antonio González Pizarro, Fernando Orellana Torres, Fernando Álvarez Castillo, Claudio Ostria González

Coordinación y Edición: Erika Tello Bianchi

Fotografías: xxxx

Portada: xxx

Diseño: Ediciones Revista Mensaje

Impresión: Ediciones e Impresiones Copygraph

Antofagasta, 2018. Sumario

7 PRÓLOGO

ARTÍCULOS

13 La universidad como signo profético. André Hubert Robinet sj

65 Las ciencias sociales en la Universidad del Norte: Génesis, desarrollo y eclipse: 1966–1981. José Antonio González Pizarro

137 Los estudios literarios y las humanidades en la Universidad del Norte. Mauricio Ostria González, Osvaldo Maya Cortés y Patricia Bennett Ramírez

181 El desierto, el arte y la universidad. Waldo Valenzuela Maturana

213 Una crónica en construcción en el primer cincuentenario de periodismo de la UCN. Rubén Gómez Quezada

233 Fructíferos 35 años de la Facultad de Ciencias del Mar de la UCN. Julio Vasquez y Manuel Berrios. Anexo: La normativa institucional de la Facultad de Ciencias del Mar. Enzo Acuña Soto

265 Facultad de Economía y Administración: 50 años de vinculación y compromiso con el desarrollo de la región de y el país. Fernando Alvarez Castillo

287 Formación farmacéutica regional: Dimensión social. Francisco de la Fuente Vásquez

297 Universidad Católica del Norte A nuestros 15 años trabajando por la Salud de la Región. Sergio Häberle Tapia Prólogo a Universidad es el hogar del saber institucionalizado. Aquello se traduce en algo se excede tanto el conocimiento popular y lo mero intuitivo como el aquél desprovisto de método o reglas alejados de toda validación lógica Lu experimental. El nacimiento de la Universidad del Norte supuso establecer una institución en el norte chileno, dado que tuvo diversas sedes en el desierto, desde hasta , que fueron estrechándose en el tiempo por diversas circunstancias que ya no vienen al caso mencionar.

Esta institución nació bajo el alero de la Iglesia. Específicamente bajo el resguardo de la Compañía de Jesús. Y más concretamente por el tesón de un nortino que pertenecía a la Orden Ignaciana: Gerardo Claps Gallo.

Desde sus inicios cobijó un equilibrio de saberes y la búsqueda de la verdad. Al lado de la experiencia de los viejos changos pescadores acomodó los inicios de los técnicos pesqueros, de los ingenieros en pesca hasta profundizar en lo profundo de los arcanos submarinos mediante la biología marina, la ingenieria en acua- cultura. Al registro de cuantificar los salarios domésticos de hombres y mujeres, la Universidad entregó a la región los utillajes profesionales no solamente para emprender negocios y acrecentar la riqueza familiar y de la zona sino auscultar los recursos económicos que yacen en el territorio. A los descendientes de los pintores pioneros de la urbe, a los inquietos por las diversas artes, la Universidad comenzó a pincelar nuevos colores en las mentes de jóvenes, hombres y mujeres, introduciéndolos en las diversas corrientes pictóricas que constituyen el espí- ritu de toda ciudad. A los primeros escritores que cantaban la épica salitrera, le proporcionó el manejo prístino del idioma y sus antecedentes en España; de igual modo, no le fue indiferente a la Universidad las tasas de analfabetismo existente. Contribuyó a la formación de nuevos educadores en las letras y en las ciencias. Comunicar lo que acontecía en nuestros lugares cercanos y lejanos, las noticias que tenían incidencia en la percepción de un mundo cada día más amplio y desconocido, marcó un rumbo definitivo en la universidad: la radio, la televisión se unieron a la prensa escrita. La Universidad fue protagonista en el norte de tales rumbos audaces.

7 Como forma de una identidad con lo trascendente, impregnó en todos sus docentes los valores del cristianismo imperecedero, mostrando caminos de comprender lo inefable a través de las preguntas formuladas por la teología. Explicarse y comprender lo contingente, la Universidad lo tuvo claro desde que logró su autonomía en 1964 de la Universidad Católica de Valparaíso.

Fueron la historia, la geografía, la arqueología, la sociología aquellas disci- plinas que modelaron un compromiso universitario por el rico pretérito que nos une con otras culturas precolombinas, con el pasado salitrero que explica en gran medida los asentamientos urbanos costeros de la región. Entender los flujos demográficos y la necesidad de conectar los Andes con el litoral también comprometió a la Universidad. Desde el alero de una colaboración estrecha de las ciencias sociales se pudo comprender mejor nuestra historia total, de lo social, a lo económico, a la vida cotidiana y sus problemas, a la organización comunitaria y nuevos horizontes económicos, como el turismo.

La Universidad se situó en un contexto en su adolescencia —sus primeros lus- tros— que embargó al país en buscar nuevos sueños de una sociedad más justa. De tales sueños, debemos rescatar dos aspectos que repercutieron fuertemente en la Universidad del Norte: la colaboración de académicos latinoamericanos en el quehacer de diversas disciplinas y la urgencia de formar una planta docente que viese en la investigación científica no solo el fundamento de la universidad sino su contribución a la prosperidad regional.

Las colaboraciones que se leerán rastrean los años de épica de la Universidad, vinculados a la Universidad del Norte, y su prosecución e incluso su madurez en la actual Universidad Católica del Norte.

Como podrá cotejarse, las ciencias sociales alcanzaron su mayor apogeo en la fase de la Universidad del Norte, mientras otras, como Química y Farmacia, florecieron en el transcurso de la Universidad Católica del Norte.

Como en otras ocasiones, nuestro llamado a participar fue abierto a variados académicos representantes de las distintas disciplinas que posee la Universidad Católica del Norte. Sin embargo, al igual que ayer, compromisos acogidos por

8 académicos no se verificaron, haciendo un silencio sobre saberes universitarios que no acompañan a los que se podrán leer.

Nuestro agradecimiento y reconocimiento a los académicos que hicieron posible este volumen.

9

ARTÍCULOS

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La universidad como signo profético

André Hubert R. sj*

* Teólogo. Director 1. Introducción. del Departamento de teología de la Hoy la universidad está en la encrucijada. En y en UCN–Antofagasta. [email protected] el mundo entero. El desarrollo de las ciencias (sobre todo, las llamadas ‘ciencias exactas’) ha dado un gran impulso al desarrollo científico y económico del mundo, pero, al mismo tiempo, ha transformado la universidad en una repetidora o una transmisora del conocimiento, muchas veces en desmedro de la búsqueda del mismo conocimien- to. Además este conocimiento se fraccionado en miles de sub–disciplinas que no saben o no pueden relacionarse. Y ¡qué decir de las relaciones entre las distintas disciplinas y entre los científicos!

Muchos hoy se preguntan sobre el rol exacto de la universi- dad. Este trabajo quiere aportar una pequeña atención sobre este rol. Se hablará de ‘universidad profética’ y de ‘profetis- mo universitario’. Esto significa que la universidad tiene todavía un rol importante si se le acepta su valor profético. Veremos lo que significa ‘Universidad’ y lo que significa el ‘profetismo’. Después uniremos los dos conceptos.

13 Cada persona debe presentar su reflexión desde su propia realidad y, con ella, buscar universalizar. Yo soy académico de la Universidad católica del Norte (An- tofagasta–Chile) y la investigación siguiente tendrá relación con el desarrollo histórico y actual de esta universidad. Yo soy teólogo y los ejemplos que tomaré tendrán relación muchas veces con la teología. Sin embargo, la finalidad de este trabajo no es el estudio de una universidad como católica, sino de la universi- dad como universidad. Una universidad debe ser universidad antes de tener un adjetivo (católico, estatal, u otro). La reflexión quiere ser un aporte. No se trata de una crítica sobre el sistema o la política actuales, sino una reflexión sobre la universidad en sí. Ojalá motive a otros a seguir profundizando con humildad. La tesis desarrollada será: una universidad es profética o no es universidad.

2. La Universidad

La universidad es “una de la instituciones que ha tenido mayor impacto en la historia de la humanidad”1. Debe mucho a los esfuerzos de la Iglesia católica y la misma Iglesia le debe mucho2. Es difícil definir lo que es la Universidad en sí. Todos están de acuerdo que ella se realiza a través de sus funciones principales, docencia e investigación, a las cuales se añade la extensión. Como definición, diremos que la universidad es

“el lugar en que por excelencia se genera y transmite el conocimiento, la búsqueda de la verdad, la racionalidad, argumentación y amplia libertad académica y autonomía institucional, (así) construye y es expresión de modos particulares tanto de relación con el entorno, como de gobierno y gestión internos… Algunas (universidades) conservan parte de los rasgos de la original universidad, son complejas, es decir, desarrollan investiga- ción, docencia y extensión, cultivan con profundidad ciertas disciplinas

1 CARBONE Ricardo (2017), Mediaciones institucionales para gestionar la identidad en universidades latinoa- mericanas confiadas a la Compañía de Jesús, Tesis doctoral (no editada), Universidad de Deusto 2017, Facultad de Ciencias Sociales y humanas, 19. 2 NÚÑEZ Manuel (2007), Autonomía y libertad de enseñanza en las universidades con ideario religioso. El caso de las universidades católicas, en NÚÑEZ M. (Coord.), Las universidades católicas. Estudios jurídicos y filosóficos sobre la educación superior católica, Antofagasta, Ed. Universitarias UCN, 49.

14 (cuentan con investigación y doctorados); otras están muy conectadas con las necesidades del mercado o del Estado, formando profesionales y gene- rando conocimiento aplicado; finalmente, hay otro número importante de universidades que son únicamente docentes y se dedican a la formación de profesionales, siendo, en general, poco selectivas”3.

Por otra parte, la RAE define la universidad (en su primera acepción) como

“Institución de enseñanza superior que comprende diversas facultades, y que confiere los grados académicos correspondientes. Según las épocas y países puede comprender colegios, institutos, departamentos, centros de investigación, escuelas profesionales, etc.”.

La ‘Universidad’ proviene la ‘universitas’ que es el conjunto de las cosas, uni- versalidad, totalidad4. Es universal porque propone todas las áreas del saber, pero también porque ayuda al ser humana a llenar su necesidad de una visión general, universal5: “Ver muchas cosas como un todo, asignarle su verdadero lugar en un complejo sistema, concederles sus respectivos valores y determinar su mutua dependencia”6. La universidad es la ‘Universitas scientiarum’7: Uni– versus recalca la unidad del saber (‘uni’) y la búsqueda de este saber universal en su unidad (‘versus’). Se refiere al saber integral que se distingue de lo par- ticular. No es que lo local o particular no sea importante. Lo parcial nos hace caminar con los pies en la tierra. Lo universal nos permite ampliar la mirada para reconocer el bien mayor sin perder la identidad8. Para los cristianos, el evangelio y su anuncio muestran la alegría de integrar o reintegrar cada oveja al redil, es decir, ayudar a cada uno en su individualidad para ser fermento de la masa universal y llegar todos a la única mesa del reino9. Las universidades de

3 CARBONE R., (2017), 1. 4 NEWMAN, J.H. (2016), La idea de una universidad (Traducción P. Jullian), , Ediciones UC, 45. 5 NEWMAN, J.H., (2016), 105. 6 NEWMAN, J.H., (2016), 106. 7 BENEDICTO XVI, Discurso en la universidad de Ratisbona, Martes 12 de septiembre de 2006. 8 FRANCISCO, (2013), Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium” (EG) sobre el anuncio del Evange- lio en el mundo actual, 234–235.

9 EG 237

15 occidente nacieron bajo el alero de la Iglesia. La primera de ellas, la universidad de Bolonia nace desde un grupo de estudiante y maestros que se reunían para discutir y generar conocimiento10. Lo que hoy llamamos ‘búsqueda de la verdad’.

Existen varios tipos de universidades. La universidad medieval, nacida al alero de la Iglesia, insistía en la unión de maestros y estudiantes. Desde su nacimiento, la universidad tenía rasgos diferenciales. La Sorbona de París se centraba en la persona del alumno y en su actividad mediante clases graduadas y ejercicios, mientras la universidad de Bolonia (y las universidades españolas) era más expositiva11. Entonces, nacieron la universidad de Bolonia (1088), de Salamanca (1218), la Sorbona de París (1200) y otros más. El siglo XIX transformó las universidades. En Alemania, el barón von Humboldt creó la universidad de Berlín (1810) insistiendo en la unidad entre investigación y docencia, libertad de enseñanza y auto–gobierno universitario. En la misma época, Napoleón promovía la universidad al servicio total del Estado12.

Los anglosajones aceptan la influencia de Newman: la Universidad significa universalidad, totalidad; es el lugar donde se imparte conocimiento universal13. Para Newman, toda ciencia debe aceptar a las demás; es importante la convi- vencia14. Es importante hacer esfuerzo porque todas las ciencias se relacionan lo que se concreta en la unión de los sabios15 y de allí en el respeto entre los alumnos. Newman insiste en una educación liberal que se dedica a formar hábito

10 CARBONE R., (2017), 19. 11 SOTO ARTUÑEDO, (2017), W., El apostolado ignaciano de la educación: Institutio puerorum para la reforma- tio mundi, Manresa 89, N° 353, 321–322.

12 CARBONE R., (2017), 21. APAZA SEMBINELLI, M. F., Configuraciones y Características actuales de la uni- versidad en relación a los modelos tradicionales, http://www.feeye.uncu.edu.ar/web/posjornadasinve/ area1/Politicas%20de%20educacion%20de%20evaluacion%20y%20evaluacion%20de%20la%20 politica/221%20-%20Apaza%20-%20FEEyE.pdf (visitado el 31/10/2017), 1–3. SOTO ARTUÑEDO, W., (2017), 328.

13 NEWMAN, J.H., (2016), 45. BRUNNER J.J. (1998), La universidad latinoamericana frente al próximo mi- lenio, http://200.6.99.248/~bru487cl/files/la_univlatinoamericana_bunner.pdf (visitado el 29/12/2017) § 3. 14 NEWMAN, J.H. (2016), 47. 15 NEWMAN, J.H. (2016), 88.

16 intelectual con libertad, equidad16. Cuando hablamos de ‘educación liberal’ que- remos insistir en dos aspectos. En primer lugar, para los antiguos, liberal es lo contrario de servil. Solo el que tiene tiempo disponible, puede estudiar; el siervo o el esclavo debe trabajar. Hoy, esto significa que un universitario (académico o estudiante) debe tomarse su tiempo para estudiar. En segundo lugar, liberal es lo contrario de fructífero. El estudio se hace por amor al estudio y no para buscar directamente un fruto; enseñar, investigar son un placer en sí mismo17.

¿Cómo, porqué y para qué se crearon las universidades? En un comienzo, no se pensaba en la investigación18. Desde siempre (por lo menos desde la civilización griega), el ser humano sintió la necesidad de profundizar sus conocimientos. Para esto, necesitaba conservarlos y compartirlos. Esto es el punto de partida. Pero no podemos olvidar otro ingrediente: toda cultura necesita profesiones que estén a la altura de mandar19. No se trata solamente de conservar y ampliar el conocimiento, sino también de formar personas que puedan utilizar este conocimiento en bien de toda la sociedad. Tiene razón entonces un gobierno (cualquiera) que quiere supervisar la educación, y especialmente la educación superior. Tiene razón si busca lo mejor para la sociedad en su conjunto y para cada ciudadano. Tenemos las 3 funciones de la universidad, según Ortega y Gasset: la transmisión de la cultura, la investigación y la enseñanza de profe- siones liberales20.

La Universidad es el lugar donde se imparte el conocimiento universal21. La universidad católica es en primer lugar una universidad22. Y en este sentido, “los cristianos se unen a los demás hombres en la búsqueda de la verdad y en la acertada solución de tantos problemas morales que surgen en la vida individual

16 NEWMAN, J.H. (2016), 89. 17 NEWMAN, J.H. (2016), 92.

18 ORTEGA y GASSET, J., Misión de la Universidad, http://www.esi2.us.es/~fabio/mision.pdf (visita- do 30/09/2017), 4. 19 ORTEGA y GASSET, J., 5.

20 ORTEGA y GASSET, J., 6. 21 NEWMAN, J.H. (2016), 31 y 45. 22 JUAN PABLO II (1990), Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae” (ECE) sobre las universidades católicas, 27.

17 y social”23. La Iglesia siempre “ha hecho uso de toda verdad y sabiduría que ha visto en las enseñanzas de otros”24 porque tiene la convicción que “el saber y la razón son fieles servidores de la fe”25.

El concepto de universidad y el desarrollo de la búsqueda de la verdad nos re- cuerdan que “todos tienen uso de razón, pero no todos saben dar razones”26. Buscar razones es parte fundamental de la vida humana. Buscar razones lleva a la certeza que la certeza está fuera del alcance. La verdad es una meta prevista, pero nunca alcanzada; y ésa es la única certeza real. El racionalismo solo llega al relativismo27. El ser humano necesita de su razón, pero sin olvidar su corazón28. Por eso la conciencia es el fundamento de la religión y es fundamental para todo ser humano, porque es una voz que nos indica el bien y que hay que escuchar29.

Y podemos acoger las primeras preguntas: ¿De qué sirve formar profesionales si carecen de una visión armónica del saber y del mundo, si no están preparados para hacer frente a los problemas éticos y morales que el ejercicio de la profesión les va a plantear inexorablemente? Esto muestra la incidencia de la formación humanista en la formación universitaria.

Los rectores de las universidades europeas, reunidos en Bolonia, el 18 de Sep- tiembre 1988, se comprometieron con una “Carta magna de las universidades europeas". Para ellos, la universidad es

“una comunidad académica, que, de modo riguroso y crítico, contribuye a la tutela y desarrollo de la dignidad humana y de la herencia cultural

23 CONCILIO VATICANO II (1965), Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes’ (GS) sobre la Iglesia en el mundo actual.

24 NEWMAN, J.H. (2016), 41. 25 ECE 4, citando a Newman 26 SOLARI, G. (2017), John Henry Newman: la croyance au naturel, Communio XLII/5, 116.

27 SOLARI, G., 2017, 117.

28 Recordemos que el lema de Newman era “cor ad cor loquitur”: el corazón habla al corazón: SO- LARI (2017), 119.

29 CONCILIO VATICANO II (1965), Constitución Pastoral ‘Gaudium et Spes’ (GS) sobre la Iglesia en el mundo actual, 16.

18 mediante la investigación, la enseñanza y los diversos servicios ofrecidos a las comunidades locales, nacionales e internacionales”30.

Estos mismos rectores se comprometieron

“a hacer todo lo posible para los Estados y los organismos supranacionales implicados se inspiren progresivamente en las disposiciones de esta Car- ta, expresión unánime de la voluntad autónoma de las universidades”31.

Esta carta magna habla de ‘comunidad’. No define el concepto, pero la historia de las universidades nos muestra las distintas formas que toman las relaciones, la convivencia entre los diferentes estamentos de las universidades. La universi- dad es la comunidad de maestros y escolares (Magistrorum et scholarium: ECE 1) unidos en el mismo amor y búsqueda del saber. La Universidad, por su sola existencia, ayuda formar una comunidad de pares32 en la interdisciplinariedad y ayuda a formar la capacidad de diálogo entre estamentos y generaciones33. En resumen, la universidad habla de la universalidad del saber, pero también del lugar donde todos se encuentran, sin distinción de clase social, de religión, de opción política, de nación34. Hacer universidad exige un esfuerzo común35. Y porque es comunidad, el conjunto es importante, cada uno es importante y cada uno tiene una misión indispensable36.

30 Carta Magna de las Universidades Europeas, «Principios fundamentales». Bolonia, Italia, 18–IX–1988. Este texto está retomado por Juan Pablo II en la Constitución Apostólica “Ex Corde Ecclesiae” (ECE 12). Esta Carta Magna es todavía el punto de partida de todas las discusiones y evoluciones de las universidades de la Unión Europea.

31 Carta Magna de las Universidades Europeas, «Principios fundamentales». Bolonia, Italia, 18–IX–1988 32 ECE 21. 33 MORANDÉ COURT, P. (2013), la vocación de servicio de la universidad a las personas y a la sociedad, en: Di- rección de Pastoral y Cultura Cristiana PUC, Ex Corde Ecclesiae, Perspectiva Académica, Santiago, Edi- ciones PUC, 55. El Papa Francisco, en su discurso en la PUC (enero 2018) habla de “hacer de la universidad un espacio privilegiado para practicar la gramática del diálogo.

34 CARBONE R. (2017), 28 35 ECE 26. 36 KOLVENBACH, P–H. (1993), Discurso en el Centenario de la Universidad de Deusto (05/06/1987), en: KOL- VENBACH, P–H, Selecciones de escritos (1983–1990), Madrid, Provincia de España de la Compañía de Jesús, 380.

19 Todas las universidades tienen rasgos idénticos, pero al mismo tiempo, cada universidad tiene su identidad propia, tiene su alma propia. Por eso, con razón se la llama Alma Mater. Este sentido de la identidad es importante para la Ins- titución misma como para cada uno de los integrantes. Pero aún más, porque refleja la comunión entre todos los seres humanos. Tomemos el ejemplo de la Universidad Católica del Norte (UCN):

“La diversidad es un valor que da pie a la construcción de una universidad integradora, pluralista y tolerante. La UCN tiene distintas sedes y cada sede comprende un mundo diferente, estas diferencias están relacionadas con las historias particulares de éstas, los programas académicos que ofrece cada una y su propia relación con el entorno inmediato. De esta forma es importante respetar las particularidades de cada sede, generando medi- das y acciones que permitan reconocer, valorar y potenciar las distintas culturas comunitarias que se presentan al interior de la Universidad, comprendiendo así que la identidad institucional es compleja, no es es- tática y que funciona a partir de la relación dinámica entre institución y cultura local”37.

La elaboración de una historia institucional integral es crucial para posibilitar “el conocimiento de la trayectoria de la institución”38. Esta historia permite forjar una cultura e identidad fuerte de la universidad y, al mismo tiempo, unir con lazos profundos a los distintos estamentos de la universidad39.

La carta de Bolonia insiste también en ser “la expresión unánime de la voluntad autónoma de las universidades”. ¿Qué es la autonomía? La autonomía no puede ser separación del entorno o de otra universidad; no puede solamente tener un sentido jurídico40, aunque en Chile, la autonomía se presenta jurídicamente como la proyección de la libertad (si es universidad privada) o privilegio de carácter

37 Informe Comisión Ejecutiva de Identidad, Coquimbo, UCN, (2017), 65. 38 Informe Comisión Ejecutiva de Identidad, Coquimbo, UCN, (2017), 65. 39 CARBONE R. (2017), 4. 40 KOLVENBACH, P–H. (1993), 379.

20 administrativo (si es estatal)41. La autonomía fue reconocida ya en el Concilio Vaticano II42. Aquí podemos verla como la posibilidad y capacidad de elegir a sus autoridades según reglas acordadas internamente; también de aprobar los estatutos docentes y planes de estudios, o la posibilidad de auto–determinar los objetivos, fines y métodos de diálogo43. En resumen, la autonomía es el reflejo de la plena institucionalidad y de la plena responsabilidad ad intra y ad extra. La autonomía vela para que ninguna ideología se imponga; busca la libertad de pensamiento y de cátedra. Así permite crear institutos de investigación, seminarios de difusión de la cultura. Permite reflexionar sobre los grandes temas actuales, sociales y económicos; por eso la importancia de las facultades ‘humanistas’. También ayuda a profundizar temas científicos; por eso, la im- portancia de las facultades de ingeniería y ciencias exactas. Permite también criticar y mejorar las leyes estatales sobre universidades. Tiene que recordar que la crítica desleal de la libertad de enseñanza tal como la homogeneización de la educación superior a través de la imposición de criterios de calidad, competiti- vidad e igualdad juegan en contra de la autonomía44. Es decir: responsabilidad de investigar todos los caminos para integrar el saber45. Para esto debe tener autonomía respeto de cualquier poder externo. Para esto, necesita un modo adecuado de gobierno y fuentes de financiamiento estables. Además, autonomía va con libertad académica (libertad de cátedra y libertad de investigación), que no es aislarse, sino entrar con una mirada integradora y holística46. La vincu- lación y responsabilidad del académico para con su universidad se muestra en una “deber de fidelidad funcionario”, es decir, no puede traicionar la confianza que en él se depositó47.

41 NÚÑEZ M., (2007), 54. 42 GS 36. 43 CARBONE R., (2017), 21. 44 NÚÑEZ M., (2007), 50.

45 ZECCA, A.H. (2013), Ex Corde Ecclesiae. Una lectura a 20 años de su promulgación, en: Dirección de Pasto- ral y Cultura cristiana PUC, Ex Corde Ecclesiae, Perspectiva Académica, Santiago, Ediciones PUC, 81.

46 CARBONE R. (2017), 32. NÚÑEZ M., (2007), 64. 47 NÚÑEZ M., (2007), 66.

21 No podemos olvidar que el mundo también ha cambiado: los cambios demográ- ficos sin precedentes a través de los migrantes y refugiados; el sistema econó- mico ha creado riquezas, pero también desigualdad y distancia creciente entre ricos y pobres; el fanatismo y la intolerancia hacen crecer la violencia a veces en nombre de la religión; la crisis ecológica y la cultura del descarte deterioran las relaciones sociales; la cultura digital transforma la manera de pensar; hay decepción frente a la política y a los hombres políticos porque no se ve en ellos la búsqueda del bien común48. J.J. Brunner resume los cambios de esta época a través de los 6 ‘M’, es decir, los 6 entes que ahora dirigen este mundo: Moneda (con todo lo financiero), Matemática (y las tecnologías), Música (que es la cul- tura más industrializada), Migraciones (por distintos motivos), Militares (y sus recursos en aumento), Meteorología (relacionada con la ecología)49.

En este mundo concreto, la universidad también ha evolucionado mucho. Esto se debe al contexto nuevo en que se desenvuelve, la masificación de la enseñanza universitaria, la competencia entre universidades, la disminución del financiamiento público50. Las cifras son elocuentes: había medio millón de estudiantes universitarios en 1960 en América Latina en 164 Instituciones. En el año 2000, son 15 millones en 7.500 Instituciones, de las cuales 1.300 son Universidades reconocidas51. En la universidad, muchos piensan, investigan y aprenden, pero no necesariamente de manera articulada, ni pensando en el bien de la sociedad52. Las miles de instituciones, los millones de estudiantes no reflejan su importancia: América Latina contribuye muy poco en la formación de científicos, las publicaciones y patentes son escasas y además tiene mala

48 SOSA sj, A. (2017), La educación de la Compañía: una pedagogía al servicio de la formación de un ser humano reconciliado con sus semejantes, con la creación y con Dios, Rio de Janeiro 20 de octubre 2017, pp. 1–15. http://jesedurio2017.educatemagis.org/wp-content/uploads/2017/10/SOSA-Arturo-EDUCA- CION-JESUITA-HOY-RiodeJaneiro-171020.pdf (visitado 31/10/2017). 5–6.

49 BRUNNER José Joaquín (1998), La universidad latinoamericana frente al próximo mile- nio, http://200.6.99.248/~bru487cl/files/la_univlatinoamericana_bunner.pdf (visitado el 29/12/2017). 50 CARBONE R. (2017), 1.

51 VALLAEYS, F., CRUZ, C. de la, SASIA, P.M. (2008), Responsabilidad Social Universitaria. Ma- nual de los primeros pasos, McGraw Company, México. https://publications.iadb.org/hand- le/11319/245 (visitado 31/10/2017), vi. 52 VALLAEYS, F., CRUZ, C. de la, SASIA, P.M. (2008), 2.

22 infraestructura y calidad educativa53. Hoy criticamos mucho a los políticos y gobernantes del mundo. Tenemos que recordar que la gran mayoría de ellos salen de lo que llamamos ‘las buenas universidades’54.

Podemos resumir mostrando cuatro rasgos de la universidad actual: una cre- ciente participación del sector privado; la vinculación, lo que significa una pre- sión fuerte para la investigación aplicada; las tensiones entre varios objetivos: generar conocimiento y resolver problemas sociales, con escasez de recursos; desafío de la cobertura por el crecimiento demográfico55.

3. El profetismo

La voz ‘profeta’ anuncia un rasgo religioso. Vamos a estudiar primero este rasgo religioso en el judaísmo y el catolicismo. Pero veremos que este rasgo es inhe- rente a la condición humana.

La teología habla de las 3 funciones de Cristo (en latín: munera Christi) profética, santificadora, real; y la liturgia bautismal proclama que el recién bautizado y marcado con el crisma “entra a forma parte de Cristo sacerdote, profeta y rey”.

La Iglesia es en primer lugar una comunidad histórica, es decir, inserta en la historia concreta de los hombres. Esto significa que su misión (que es prolongar la misión salvadora de Cristo) se entiende desde su inserción en el mundo56. La Iglesia se une al mundo de los hombres, dialoga con ellos y acepta los descubri- mientos de la razón y la ciencia. No está en la defensiva como en el siglo XIX, ni desarrollando e imponiendo la jerarquía como en el siglo XX. La Iglesia se define como una comunidad integrada por personas: todos participan. Esta comunidad quiere crecer y abarcar a todos los habitantes de este mundo.

53 BRUNNER J.J. (1998), § 2. 54 VALLAEYS, ¿Qué es la Responsabilidad Social Universitaria?, http://creasfile.uahurtado.cl/ RSU.pdf (visitado 31/10/2017), 4 55 CARBONE R. (2017), 1–2. 56 GS 1.

23 ¿Qué es un profeta?57 Los pueblos del oriente Antiguo conocían a varios personajes carismáticos que llamaban ‘profetas’. Son los sucesores de los magos o videntes (1 S 9,9) o de los visionarios (Am 7,12). Se suponía que recibían mensajes de la divinidad. En la Biblia, el profeta es un hombre elegido por Dios para anunciar su palabra. El pueblo puede designar sus gobernantes, pero no puede darse un profeta. El profeta es un don de Dios; recibe su vocación y sabe describirla: su misión es real. En toda la historia bíblica, han existido profetas, desde Abrahán (Gn 20,7) hasta Juan el Bautista (Mt 11,9), pasando por todos los que han dejado influencia profunda (Natán, Elías, Eliseo) y los que dejado sus escritos (Isaías, Jeremías, Ezequiel y los demás). Moisés también es profeta (Dt 18,15), y aún el más grande (Dt 34,10).

El carisma profético es carisma de revelación: Dios descubre sus designios a sus profetas (Am 3,7), da a conocer al hombre lo que no podría descubrir por sus propias fuerzas. El designio es la salvación de todo el pueblo. Por eso, el profeta tiene que recibirse siempre de Dios so pena de equivocarse. Natán alaba el pro- yecto de David de construir un templo, pero Dios tiene que cambiar la orden: Él mismo construirá una casa a David (2 S 7,1–17). Jananías recibirá el castigo de la muerte por anunciar un mensaje que no venía de Dios (Jr 28,15–18). El profeta siempre se recibe y su palabra no es propia sino del mismo Dios. Por eso, tiene que repetir: “Así habla el Señor Dios” o “Oráculo de Yahvé”.

Su misión primera y más común es denunciar: arrancar y derribar (Jr 1,10); por eso, a veces, el profeta quiere escapar (Jr 20,7–9). No es normal que un profeta anuncie la paz y si lo hace, su misión deberá presentar pruebas de su anuncio (Jr 28,9). Los profetas anunciaron muchas desgracias, no como castigo, sino como resultado de un alejamiento de Dios por culpa del pecado. Al mismo tiempo, los profetas siempre anunciaron esperanza. Así Isaías proclama la consolación (Is 40, 1ss); al pueblo oprimido anuncia que Dios llega con fuerza (Is 40,10s). Por

57 Para lo siguiente, hemos utilizado: X. Léon–Dufour, Vocabulario de teología bíblica, Barcelona, Her- der 1976, voz: profeta, pp. 722–730; y R. Brown et alii, Comentario bíblico ‘San Jerónimo’, Madrid, Cris- tiandad 1971, Tomo I, pp. 603–638. Las referencias bíblicas así como las abreviaciones bíblicas se tomaron de la Biblia de Jerusalén en www.pastoral–biblica.org.

24 eso, hay que preparar el camino (Is 40,3). Esa misma voz resuena al inicio del Evangelio (Mc 1,23).

Cada profeta es único, cada uno tiene su personalidad muy distintiva para anunciar un mismo mensaje. El profeta es vigía para anunciar al malvado de abandonar su mala conducta (Ez 33,7–9). El profeta se esmera en criticar. Por eso, los gobernantes los odian: Ajab ve a Elías como “el flagelo de Israel” (1 R 18,17); Miqueas profetiza contra el rey (1 R 22,8). Pero la palabra profética es poder divino y el profeta es instrumento de Dios y lo sabe. La palabra profética tiene vida propia una vez que ha salida de la boca del profeta y éste se identifica con la palabra que ha pronunciado.

Lo importante es la Alianza que Dios ha concluido con su pueblo y que el mismo pueblo ha roto al aceptar y adorar dioses extranjeros. Solo dentro de la Alianza tiene sentido la voz del profeta. Por sus gritos, Dios mismo se queja: “Oíd, cielos; escucha, tierra, que habla Yahvé: «Hijos crié y saqué adelante, pero se rebelaron contra mí. Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne.» (Is 1,2–3). El profeta anuncia descalabro, pero Dios siempre deja sobrevivientes (Is 1,9): siempre hay esperanza. Dios no busca el castigo, sino la vida plena en él:

«Venid, volvamos a Yahvé; él ha desgarrado, pero nos curará; él ha herido, pero nos vendará. Dentro de dos días nos dará la vida, al tercer día nos hará resurgir y viviremos en su presencia. Dispongámonos a conocer, alcancemos el conocimiento de Yahvé: su salida es cierta como la aurora; nos llegará como lluvia temprana, igual que la lluvia tardía que empapa la tierra.» (Os 6,1–4).

Y esta vida viene de la cercanía con Dios, como él mismo lo dice: “yo quiero amor, no sacrificio, conocimiento de Dios mejor que holocaustos” (Os 6,6). Para atraer a su pueblo, Dios recuerdo los momentos importantes y difíciles de la salida de Egipto: “Ve y grita a los oídos de Jerusalén: Esto dice Yahvé: De ti recuerdo tu cariño juvenil, el amor de tu noviazgo; cuando tú me seguías por el desierto, por tierra no sembrada. Consagrado a Yahvé estaba Israel, era las primicias de su cosecha” (Jr 2,2–3). Dios quiere atraer de nuevo al camino recto: “Buscad el

25 bien, no el mal. De ese modo viviréis, y estará con vosotros Yahvé Sebaot, tal como decís. Aborreced el mal, amad el bien, implantad el derecho en la Puerta; quizá Yahvé Sebaot tenga piedad del Resto de José (Am 5,14–15). Y para eso, Dios suscita a los profetas (Am 2,11). También Dios recuerda su revelación más pro- funda: es el Dios de la creación por amor: “Porque él es quien forma los montes y crea el viento, quien descubre al hombre cuál es su pensamiento, quien hace aurora las tinieblas y avanza por las alturas de la tierra: su nombre es Yahvé, Dios Sebaot” (Am 4,13). El Creador es el Salvador:

“¡El Señor Yahvé Sebaot...!, el que toca la tierra y ella se derrite, y hacen duelo todos sus habitantes… El que edifica en los cielos sus altas moradas y asienta su bóveda en la tierra; el que reúne a las aguas de la mar y las derrama sobre la faz de la tierra. ¡Yahvé es su nombre! Todos los pecadores perecerán —oráculo de Yahvé— ¿No hice subir a Israel de Egipto…? Mi- rad, los ojos del Señor Yahvé vigilan al reino pecador; voy a exterminarlo de la faz de la tierra, aunque no exterminaré del todo a la casa de Jacob —oráculo de Yahvé—. Pues voy a dar la orden de zarandear a la casa de Israel entre todas las naciones, como se zarandea con la criba sin que ni un grano caiga en tierra” (Am 9,5–10).

Juan el Bautista es el último profeta. En su vida, se resume todo lo que es el profeta: enseña la ley, anuncia el juicio inminente (Mt 3,2.8), pide arrepenti- miento. Su bautismo quiere ser un gesto de conversión. Jesús no reivindica este título de profeta, pero sus contemporáneos lo ven así: ¿no es ese el profeta? (Mt 13,57; 16,14; Jn 9,17). Los discípulos de Emaús reconocen en su desolación que “Nosotros pensábamos que era el profeta” (Lc 24,19).

Pentecostés fue la revelación del carisma de profecía para todos los creyentes (Hch 2,4.17s) y la primera Iglesia conoció los profetas que tenían en encargo de exhortar, consolar, edificar (1 Co 14,3) en unión con la autoridad apostólica (1 Co 14,27.33).

La teología actual ha retomado la intuición del profetismo. En la ceremonia del bautismo, el sacerdote recuerda que todo cristiano es miembro de Cristo “sa- cerdote, profeta y rey”. El cristiano, todo cristiano, comparte los tres oficios (en

26 latín: munera) de Cristo: ser sacerdote porque santifica, profeta para enseñar sin claudicar y rey para gobernar. Si todo cristiano participa de los tres ‘munera’ de Cristo, cada institución también, a su manera, debe santificar, enseñar y dirigir.

Es evidente que la noción de profetismo tiene una connotación religiosa, sobre todo judía o cristiana. Sin embargo cuando en este trabajo se habla de ‘univer- sidad profética’, estamos poniendo una cualidad (un adjetivo) indispensable a toda universidad. Hay muchos tipos de universidades: estatales, privadas, confesionales, etc. Todas, sin excepción deben aceptar ser proféticas, so pena de no ser universidad. Es la tesis que se defiende en este trabajo. Ya hemos visto que la cuestión de la autonomía de la universidad le permite (le obliga) a tomar posición: lo que haga, lo que quiere hacer (o dejar de hacer) la universidad tendrá un impacto y este impacto es profético. Este ‘profetismo’ será positivo o negativo en primer lugar para la universidad misma y después para la sociedad en la que se inserta y a la que se debe. Enseñar no es solo impartir clases o entregar títulos. Enseñar es ayudar a cada persona y a la sociedad toda a crecer en conocimiento, en desarrollo económico y social para el bien de todos.

La universidad es profética: Su misión es enseñar, es decir, formar personas profesionales y ponerlos a disposición de la sociedad toda. El profetismo va en la manera de enseñar: enseña la verdad una; da una voz en la sociedad porque está inserta en esta sociedad; debe ensenar a la sociedad toda y no solo a los estudiantes.

De por su naturaleza docente, la universidad es por definición ‘profética’. Desde la historia también, porque la universidad ha sido y es garante, custodio del conocimiento. Ser custodio es distinto de guardar escondido. En la parábola del Evangelio (Mt 25,14–30 y Lc 19,12–27), los servidores han recibido un cantidad de dinero para hacerla fructificar; el que esconde lo recibido es un siervo malo. Custodiar es conservar para hacer producir. Pablo habla de custodiar el depósito (2 Tm 1,14). No se trata de cuidar, esconder o proteger de manera extrema, hasta alejar de todo acontecimiento. Se trata de proteger de toda falsa doctrina. Pablo pide a Timoteo que sepa mostrar, interpretar correctamente a pesar de las falsas doctrinas y dentro de un mundo que acoge fácilmente las falsas doctrinas. En concreto, para san Pablo, conservar el depósito significa profundizar la novedad

27 de Jesucristo y mostrar que esta novedad ayuda a afrontar el mundo concreto, ofrece novedad para dar sentido a los hombres concretos de cada siglo y de cada cultura. El conservar el depósito es el trabajo del profeta.

En concreto, para a universidad, conservar el depósito es profundizar y entre- gar el conocimiento. En términos comunes, se llama “búsqueda de la verdad”. Tendremos que estudiar esta expresión. Por el momento aceptemos que la uni- versidad es profética o no es universidad.

La misión de toda Universidad se puede presentar de distintas maneras. Básica- mente, debe formar profesionales y ponerlos al servicio de la sociedad. Tenemos que desarrollar esta misión: hablamos de formación, de enseñar y tendremos que profundizar lo que es la enseñanza; hablamos de profesionales, es decir, de personas que ejercen una profesión, y eso es central; hablamos de la sociedad, es decir, la Universidad no termina en sí misma; es responsable de la sociedad en que se inserta. ¿Cómo vivir esta misión y cómo vivirla de manera profética? Vamos a profundizar, sabiendo que lo central es la persona. Pero ya se puede entender el propósito que este trabajo irá desarrollando: una universidad es profética o no es universidad.

Estas preguntas, y muchas otras que se podrá añadir, indican claramente el camino profético de la universidad. La universidad debe utilizar su capacidad de autonomía y de custodio del conocimiento para influir en la sociedad. Debe también aprender lo que es el discernimiento.

Hoy se habla de un “exceso de diagnóstico”58. Sin embargo, con todo lo que posee en propio, la universidad está capacitada para discernir y estudiarlos signos de los tiempos59. Para eso, debe estar atenta a lo que pasa en el mundo y en su interior. El discernimiento no es solo un ‘darse cuenta’, sino una sensibilidad para mirar los acontecimientos, leer en ellos el mensaje de la historia60 y tomar

58 EG 50. 59 EG 51.

60 EG 154. PABLO VI, (1975), Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” (EN), 43.

28 decisiones acorde a la situación en que vivimos61. Entonces, se puede ver casos particulares desde las exigencias de la verdad y ayudar a encontrar caminos de crecimiento62, sabiendo que la ley (ley natural, ley positiva o directrices) no es algo a priori establecido o conocido. El discernimiento debe ayudar a crecer y es importante, para la universidad, sentirse responsable del crecimiento de la sociedad63.

También hay que añadir dos criterios: por una parte, el discernimiento es también comunitario y la universidad tiene herramientas para ello por la formación de sus académicos y su sentido de comunidad, por otra parte, discernir es buscar un camino, pero también (y primero) es reconocer y aceptar las motivaciones internas del que discierne. El discernir es realmente una acción profética64.

61 EN 63; FRANCISCO (2016), Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” (AL) sobre el amor en la familia, 30. 62 AL 305. 63 EG 44.

64 BACHER C. (2017), El discernimiento de los signos de los tiempos en el pueblo de Dios, en: Azcuy V.R., Garcia

29 4. Universidad Profética

Es evidente que la universidad actual es reflejo de la cultura vigente 65: se le exige formar personas útiles a la sociedad en que está inserta. Pero este utilitarismo pone en peligro el sentido mismo de la universidad. Es importante formar bien a las personas, pero hoy se entiende como ‘útil’ a alguien que puede ‘rendir’. El profesional ideal se compara a un jefe de empresa que sabe organizar personas y materiales, que tiene un objetivo claro y cómo cumplirlo, que vislumbra el crecimiento de la empresa y se entrega totalmente. Hablar de vocación profe- sional, a veces, parece ser inadecuado e impertinente.

¿Cuál es la misión de la universidad? La universidad es profética, y como ocurría a los profetas, la misión primera es la enseñanza. En la universidad esta misión se refleja en dos aspectos principales: la búsqueda de la verdad y la formación de personas.

La búsqueda de la verdad

La Universidad medieval se preciaba de entregar un saber unido; cada ciencia tenía su autonomía y sabía vincularse con las demás. Poco a poco, la separación de los saberes provocó “el recelo cada vez mayor hacia la razón misma. Algunos comenzaron a profesar una desconfianza general, escéptica y agnóstica, bien para reservar mayor espacio a la fe, o bien para desacreditar cualquier referencia racional posible a la misma”66. Al separar fe y razón, los investigadores modernos olvidan que la verdad es algo que transciende al ser humano67. Existe el peligro que el hombre se encuentre ‘alienado’ por el fruto de su trabajo: el miedo y la desconfianza de hoy muestran que a veces su genialidad y su iniciativa pueden ser dirigidas de manera radical contra el hombre mismo68.

D., Schickendantz C. (eds.), Lugares e interpelaciones de Dios. Discernir los signos de los tiempos, Santiago, Ed. Universidad Alberto Hurtado, Centro Manuel Larraín, 139. 65 MORANDÉ COURT, P. (2013), 52.

66 JUAN PABLO II, Carta Encíclica “Fides et Ratio” (FR) sobre la relación entre fe y razón, 1998. 67 FR 5. 68 FR 47.

30 La misión de la universidad católica, como de toda universidad, es

“la búsqueda desinteresada de la verdad… El gozo de buscar la verdad, de descubrirla y de comunicarla en todos los campos del conocimiento… su tarea es unificar la búsqueda de la verdad y la certeza de conocer ya la fuente de la verdad”69.

Se trata de la “búsqueda de la verdad y su transmisión desinteresada”70. Hay que consagrarse “sin reservas a la causa de la verdad”71. En resumen, la misión de la universidad es ser

“el lugar donde los estudiosos examinan a fondo la realidad con los mé- todos propios de cada disciplina, contribuyendo así al enriquecimiento del saber humano… Tal investigación, además de ayudar a los hombres y mujeres en la búsqueda constante de la verdad, ofrece un eficaz testi- monio… de la confianza que tiene la iglesia en el valor intrínseco de la ciencia y de la investigación”72

De estas definiciones, rescatemos la importancia del ‘gozo’. todo ser humano busca la alegría o felicidad. La búsqueda de la verdad, en su sola búsqueda, permite esta alegría. Recordemos que para Newman, la enseñanza y la investigación son un placer en sí mismas73. ¿Puede vivir un ser humano sin buscar la verdad de alguna manera? ¿Puede llamarse universidad una institución que no busca la verdad? Esta búsqueda de la verdad siempre ha sido importante y lo será más en el futuro74. Sin esta búsqueda, una universidad se reduce rápidamente en un instituto tecnológico o en una fábrica de diplomas75. Sin esta búsqueda, real y

69 ECE 1. 70 ECE 2. 71 ECE 4. 72 ECE 15. 73 NEWMAN, J.H. (2016), 92. 74 ZECCA, A.H. (2013), 67. Cf. FR 85.

75 La Unesco, en su reporte sobre la Educación Superior de 2009, habla de ‘fábrica de grados’ y otra traducción pone ‘usina de títulos’. UNESCO (2009): Conferencia Mundial sobre la Educación Superior – 2009: La nueva dinámica de la educación superior y la investigación para el cam- bio social y el desarrollo, http://www.unesco.org/education/WCHE2009/comunicado_es.pdf o (otra formulación: http://www.me.gov.ar/spu/documentos/Declaracion_conferencia_Mun-

31 profunda, todos los esfuerzos anunciados (avance tecnológico, promoción social, etc.) se transforman en mero sentimentalismo que llega al relativismo. Nuestra época entró en el juego de un relativismo peligroso: relativismo gnoseológico que niega al hombre la capacidad de conocer la verdad absoluto; relativismo metafísico que niega todo fundamento de lo que existe; relativismo moral que reduce el bien a la voluntad de un grupo; relativismo teológico–religioso que da a toda religión el mismo valor salvífico76.

Hay dos tipos de conocimientos: de orden sensible y de pura inteligencia. El orden sensible pide experiencia para su verificación. La teología parte de una base no verificable: se trata de creer. Pero pide verificación desde la razón so pena de transformarse en ideología o sentimentalismo. Es que la verdad no puede convivir con la discriminación o la fragmentación del saber. Para New- man, la finalidad de la universidad es la cultura intelectual, es decir, educar la inteligencia. Se trata de saber no solo cosas o las cosas, sino sus relaciones mutuas, sin excepción77.

La búsqueda de la verdad significa también inclusión. Una universidad que, por decisión reflexionada, excluye una rama del saber porque la desprecia o porque no ve su utilidad, secciona de sí misma una parte de la verdad, es decir, se resta de su misión original. Hoy, ya lo vimos, hay fragmentación del saber y, como consecuencia, exclusión de ciencias porque no se ve su utilidad (por ejemplo, la filosofía y teología).

La ciencia es humana, es decir, sujeta al error. Pero la universidad porque es comunidad, es decir, unión de personas y métodos, encuentro de opiniones diversas, intercambio de trabajos (interdisciplinariedad), porque es comunidad de almas, mentes y cuerpos, la universidad puede crecer en avanzar hacia la verdad: es su derecho, su finalidad y su camino.

Tomemos el caso de la teología como ejemplo de exclusión y como ejemplo de ciencia. Por una parte, la teología debe mostrar que es imprescindible para for-

dial_de_Educacion_Superior_2009.pdf (visitados 31/10/2017) 76 ZECCA, A.H. (2013), 71. 77 ZECCA, A.H. (2013), 90.

32 mar la inteligencia. Si no se enseña teología, su dominio será usado por otras ciencias que no ofrecen garantía78. ¿Qué llamamos teología? Es la ciencia que parte de la palabra revelada y busca acercar a la verdad que es Dios mismo. No todos comparten la fe y no se les puede obligar. Pero hay que ver que la teología, unida a la filosofía, son las ciencias que buscan presentar el mundo desde lo no visible, frente a las ciencias exactas que solo aceptan y estudian lo empírico.

Si la teología quiere ser ciencia, no puede ser repetidora de los escritos de la Biblia, de los grandes teólogos de la historia o del Magisterio. Debe, de manera original y actual, presentar el depósito de la fe para que los hombres de cada siglo lo puedan entender y para que su voz contemple y ayude a enfrentar los problemas concretos de hoy. La vocación del teólogo es ayudar a todos los hom- bres: creyentes y no creyentes. En concreto, la teología debe escuchar y dialogar para poder discernir y enseñar79. Solo así será profeta y ayudará a su institución a ser profeta.

Este ejemplo de la teología es ejemplar para cada ciencia. Todo científico debe mostrar la profundidad e importancia de su ciencia. Debe respetar y repetir los experimentos y teoremas de sus predecesores. Pero no puede ser solo repetitivo de fórmulas o leyes aprendidas. El científico debe anunciar (ser profeta) en su manera de presentar su ciencia: debe renovar, mejorar su manera de enseñar (sea en aulas o investigaciones) y debe unir experimentos y leyes de las ciencias con la vida concreta de la sociedad. Toda ciencia significa diálogo con los colegas (interdisciplinariedad), con los estudiantes (enseñanza), con la sociedad (ética).

Si los filósofos miran la historia desde su propia filosofía, si los teólogos miran los acontecimientos desde la Palabra revelada, todo científico debe mirar el mundo (sea físico, químico, económico o social) desde su ciencia propia para dialogar con este mundo. Nadie puede restarse del diálogo. Una universidad porque reúne a los científicos, porque se precia de buscar la verdad, porque se precia de reunir maestros y estudiantes, o simplemente porque es comunidad,

78 ZECCA, A.H., 2013, 92.

79 SÖDING, G. (2017), Una escucha ‘estereofónica’. El texto y la vida interpretan la Palabra, en: Azcuy V.R., Garcia D., Schickendantz C. (eds.), Lugares e interpelaciones de Dios. Discernir los signos de los tiempos, Santiago, Ed. Universidad Alberto Hurtado, Centro Manuel Larraín, 79.

33 no puede (es imposible) aislarse del mundo. No puede solamente repetir en- señanzas, so pena de ofrecer solo la ciencia en su pasado sin conexión con el presente. Una universidad así no merece el nombre de ‘universidad’ aun cuando a veces presenta algún sentido social. No puede llamarse universidad porque le falta el sentido profético.

Tenemos que profundizar más. La filosofía actual ha centrado su atención en el hombre, pero parece olvidar que éste

“está llamado a orientarse hacia una verdad que lo transciende… y así queda a merced del arbitrio y su condición de persona acaba por ser valorada con criterios pragmáticos basados esencialmente en el dato experimental”, es decir, la filosofía moderna “en lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar sus límites y condicionamientos”80.

Nuevamente, hay crisis de sentido porque hay fragmentariedad del saber. Aún más, “muchos se preguntan si todavía tiene sentido plantearse la cuestión del sentido”, es decir, “se degrada la razón a funciones meramente instrumentales, sin ninguna auténtica pasión por la búsqueda de la verdad”. “Una filosofía que quisiera negar la posibilidad de un sentido último y global sería no solo inade- cuada, sino errónea”81 El Papa Benedicto XVI advirtió que:

“la ética de la investigación científica, debe implicar una voluntad de obe- diencia a la verdad y, por tanto, expresar una actitud que forma parte de los rasgos esenciales del espíritu cristiano. La intención no es retroceder o hacer una crítica negativa, sino ampliar nuestro concepto de razón y de su uso… En este sentido, la teología, no sólo como disciplina histórica y ciencia humana, sino como teología auténtica, es decir, como ciencia que se interroga sobre la razón de la fe, debe encontrar espacio en la uni- versidad y en el amplio diálogo de las ciencias… Una razón que sea sorda a lo divino y relegue la religión al ámbito de las subculturas, es incapaz de entrar en el diálogo de las culturas. Aquí me vienen a la mente unas

80 FR 5. 81 FR 81.

34 palabras que Sócrates dijo a Fedón. En los diálogos anteriores se habían expuesto muchas opiniones filosóficas erróneas; y entonces Sócrates dice: «Sería fácilmente comprensible que alguien, a quien le molestaran todas estas opiniones erróneas, desdeñara durante el resto de su vida y se burlara de toda conversación sobre el ser; pero de esta forma renuncia- ría a la verdad de la existencia y sufriría una gran pérdida». Occidente, desde hace mucho, está amenazado por esta aversión a los interrogantes fundamentales de su razón, y así sólo puede sufrir una gran pérdida”82.

Pero la primera pregunta que surge es: ¿qué es la verdad de la que tanto se habla y se busca? Y: ¿Qué significa buscar la verdad y buscarla de manera desinteresada?

Hay que insistir sobre lo de ‘manera desinteresada’. Newman no aceptaba lo fructífero. De por sí, es un honor y una responsabilidad consagrarse sin reser- vas a la causa de la verdad83. Dicho de otra manera, la universidad es “el lugar donde los estudiosos examinan a fondo la realidad con los métodos propios de cada disciplina académica”84. La Investigación abarca necesariamente a) la consecución de una integración del saber b) el diálogo entre fe y razón; c) una preocupación ética; y d) una perspectiva teológica85. Además es indispensable la interdisciplinariedad86. Veamos.

Si hablamos de la búsqueda de la verdad, tenemos que recordar que la verdad es una. El gran problema de la ciencia hoy es la fragmentación del saber87, que hace olvidar lo transcendental88 y se olvida de la fe89. Además, viene de y conduce a un crisis de sentido90. Este peligro se vive concretamente en las universidades: cada rama de la ciencia depende de su método propio y tiene dificultad para conversar con otras ramas; a veces, con otras ramas de la misma ciencia. Cada vez se sabe

82 Benedicto XVI, (2006). 83 ECE 4. 84 ECE 15. 85 ECE 16–19. 86 ECE 20. 87 FR 81. 88 FR 5. 89 FR 46. 90 FR 81.

35 más sobre menos cosas. Cada vez es más difícil encontrarse entre científicos. No solo el saber se ha fragmentado, sino que depende mucho (demasiado) del financiamiento, es decir, de algo externo a la ciencia y a la universidad, lo que pone en peligro la autonomía. Además los avances de la técnica se ordenan a un simple utilitarismo. Igual como se habla de un ‘multiverso’ en física y astro- nomía, algunos quisieran hablar de un multiverso de la verdad (que sería otro nombre de la ‘verdad líquida’ o de la ‘post–verdad’).

Para la búsqueda de la verdad, el creyente tiene una ventaja porque sabe que la verdad es Dios mismo. Pero este mismo creyente debe dar razón de su fe (1 P 3,15). Para el no creyente, para el científico (porque, metodológicamente, la ciencia es atea), hablar de búsqueda de la verdad parece algo idealista. Muchos prefieren hablar de profundización de la ciencia. En fin, ¿qué es la verdad? Quizás sea la pregunta fundamental del ser humano. Es la pregunta que Pilato hizo a Jesús (Jn 18,38) y no recibió respuesta. Quizás lo importante es buscar, tender hacia la verdad, tender con otros hacia la verdad. Lo trascendente es la meta. Pero, la ciencia actual ¿busca realmente la verdad? Recordemos que el hombre es más que un simple ser humano, y el mundo es más que lo visible.

El científico necesita una visión sobre su trabajo. ¿Cuál es el sentido de la ‘búsqueda de la verdad’? La verdad es inalcanzable y es meta deseada; es fin escatológico; es esperanza real. La verdad no se obtiene, se busca. Esa misma búsqueda ya tiene sentido en sí misma y da sentido a la ciencia si se conoce la verdad.

Conocer la verdad permite dar un sentido profundo y real a la búsqueda. Si la verdad es solo dominar la naturaleza, el ser humano busca dominar, se afana en afirmar su poder y este poder produce lo que vemos con la civilización del descarte91. Si la verdad es el ser humano en su profundidad, estamos mejor, pero llega el liberalismo que entrega una libertad sin verdad o una verdad según los consensos; llega el marxismo que hunde la persona en la colectividad. En cada caso, el hombre termina como anónimo e indefenso92.

91 FRANCISCO (2015), Encíclica “Laudato Sí” (LS) sobre el cuidado de la casa común, 22.

92 FOSBERY Anibal E. OP (2012), Principios para la integración de los saberes en la universi- dad FASTA, Mar del Plata, Universidad FASTA ediciones, https://issuu.com/craiufasta/

36 Si la verdad transciende el ser humano, entonces la búsqueda se hace más real, más justa para todos y el científico, como todo ser humano, se pondrá en camino con otros en toda humildad. Esto permite una búsqueda imparcial y universal, permite poner la ciencia y la técnica al servicio de todos. Además pone al hombre y la ciencia a su justo nivel.

La Universidad debe abordar la totalidad de la situación del ser humano, es de- cir, unir todas las ciencias, todas las que permiten su propio desarrollo con una visión de crecer hacia la totalidad completa. Debe también ofrecer una visión humanista transcendental y que este ofrecimiento sea concreto. Debe por fin,

docs/9789871312405 (visitado 10/09/2017), 45.

37 ofrecer un sentido de comunidad profunda entre todos sus participantes, en su vida de cada día y en la interdisciplinariedad.

Buscar la verdad es buscar intencionadamente “los fundamentos de lo real y el sentido final y trascendente de las cosas, de las acciones y de las técnicas”93. En esta búsqueda, el centro es la persona con su libertad. Por eso, tenemos que ver ahora la formación de personas.

La formación de personas

El objeto de la universidad es formar la persona correcta, con claridad de men- te, noble, culta y de buen gusto94. Las preguntas son conocidas: ¿Qué persona quiero educar? ¿Para qué sociedad estoy formando? ¿Qué significa educar hoy en un mundo en constantes cambios? ¿Qué significa construir una sociedad mejor y cómo intervenir en ella, es decir cómo responsabilizarse de nuestra sociedad concreta? ¿Qué significa hoy estudiar mecanismos pedagógicos para mejorar la educación superior? ¿Qué significa tener un proyecto educativo, cómo implementarlo y quién debe implementarlo: los directivos, los académicos, los estudiantes, todos juntos?

La universidad busca formar la inteligencia, pero también quiere ayudar a obrar bien y rectamente. Para eso, necesita académicos “que logren inspirar en los alumnos el deseo y el hambre de profundizar el misterio de lo real en toda su amplitud y complejidad95. Es decir: ser maestros y no repetidores.

Para algunos, la educación se ha convertido en un proceso violento, porque es competitiva, con la angustia de tener buenas notas y buenos títulos, lo que trans- forma todo en rivalidad; porque es unilateral cuando el profesor es fuerte y sabe todo; porque es alienante cuando no se relaciona con la vida real del alumno. La relación maestro–discípulo permite ser evocadora, dar acceso al interior de la experiencia vital: el maestro depende del discípulo porque éste tiene que darle su

93 FOSBERY OP, A.E. (2012), 11. 94 NEWMAN, J.H. (2016), 97. 95 ZECCA, A.H., (2013), 93.

38 confianza. Permite ser bilateral, porque maestro y discípulo aprenden cada uno del otro. Permite también ser actualizadora porque se experimenta el sentido de comunidad y el aprendizaje es intercambio96. Para superar, es importante darse cuenta de errores. En primer lugar, hay una suposición equivocada: se supone que el profesor entrega conocimiento, pero, ¿deja libertad para recibir? El que recibe debe ser capaz de recibir, de reconocer que recibe y de tener el deseo de recibir. El alumno crece cuando sabe que ofrece algo, aunque sea solamente su confianza. Su autoestima es fundamental. El segundo error es una falsa presión que nos hace creer que somos mejores cuando tenemos un título. Por fin, el error más poderoso: tener horror a encontrarse consigo mismo, resistir a la conversión porque significa descubrir nuestra realidad con sus debilidades97.

La educación es construcción de la personalidad. Demanda la comprensión de fenómenos complejos, la adquisición de conocimientos científicos y el ejercicio de comportamientos ciudadanos no instintivos98. Significa acompañamiento, seguimiento y cercanía, atención personal desde tutorías, orientación99. Significa contemplación el centro lo ocupa la otra persona, no el yo. Dejarse sorprender, no tener ideas preconcebidas100. Es acoger. El diálogo rompe la autosuficiencia, abre puertas, exige descentramiento, prudencia, confidencialidad101.

Educar una persona significa educar la conciencia y el discernimiento: la persona humana necesita ser responsable y sentirse responsable del mundo y de su propia existencia con honestidad102. La universidad debe enseñar a cada uno lo que es el mundo, cómo ser consciente de sí mismo y del mundo que nos rodea, y cómo

96 NOUWEN H. (1998), Un ministerio creador, Madrid PPC, 25–37.

97 NOUWEN H., (1998), 39–43. 98 VALLAEYS, F., CRUZ, C. de la, SASIA, P.M. (2008), Responsabilidad Social Universitaria. Manual de los primeros pasos, McGraw Company, México, 19.

99 HORMAZA ACI, M.L. de la, (2017), Educar acompañando, acompañar educando. Hacia dónde vamos en la educación ignaciana, Manresa 89, N° 353, Octubre–Diciembre 2017, 332.

100 HORMAZA ACI, M.L. de la, (2017), 338 101 HORMAZA ACI, M.L. de la, (2017), 340.

102 FRANCISCO, (2016), Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” (AL), La alegría del amor, 303.

39 discernir las situaciones y tomar decisiones responsables. “Estamos llamados a formar las conciencias; no a pretender sustituirlas”103.

¿Qué es formar? No es el momento de entrar en una filosofía de la educación, que nos llevaría muy lejos. Una Universidad forma personas, antes que profesionales. Una Universidad no se dedica solamente a entregar títulos, aún importantes, sino a formar. Para esto, se necesita una base sólida tanto humanista como profesional. Necesita entregar un saber y formar para discernir.

¿Qué llamamos ‘Profesionales’? Poner por delante el utilitarismo es transformar a los jóvenes, estudiantes y profesionales, en robots, esclavos de nuestras ideas del mundo. Nuestra sociedad necesita ingenieros, abogados, médicos, etc., pero sobre todo, profesionales que sepan actuar bien, con responsabilidad. Que sepan mandar con todo lo que significa ‘mandar’: saber dar órdenes, saber qué ordenar, por qué, para qué y a quién ordenar104.

La sociedad necesita profesionales, es decir, especialistas en ciertas profesiones. Todas las profesiones son importantes, pero según los tiempos, unas se hacen más importantes, más imprescindibles que otras. Sin embargo, no podemos olvidar que una profesión no existe si desprecia a otras profesiones. En un cuerpo, todas las partes son importantes, según el ejemplo de san Pablo (1 Co 12,12ss): no todo es cabeza, no todo es pie. El cuerpo no puede avanzar si no tiene pie; no puede pensar si no tiene cabeza. Se necesitan profesiones, llamémoslas, pensantes, humanistas y otras exactas, precisas. En su discurso en la PUC, el Papa Francisco recuerda que educar no es juntar conocimiento; es “generar una dinámica de convivencia”, es enseñar a pensar y razonar de manera integradora105. E insiste: hay que armonizar afectos y manos, es decir, cabeza y acción; hay cuidarse de la fragmentación, enseñar a pensar lo que se siente y se hace, a sentir lo que se piensa y hace, a hacer lo que se piensa y siente. Todo espacio público exige un mínimo de trascendencia. El sentido real de comunidad universitaria puede ayudar mucho y, ojala, alcance la comunidad universal de los antepasados (la

103 AL 37. 104 ORTEGA y GASSET, J., 5.

105 FRANCISCO (2018), Discurso en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Enero 2018, § 1.

40 historia), de los actuales (ser ciudadanos responsables) y del futuro (la ecolo- gía)106. Nuestra época permitió una cierta pérdida de prestigio de las profesiones humanistas para dar relieve a otras más lucrativas, más fructíferas, como las ingenierías o la medicina. Aún más, entrega una aureola de prestigio a las ca- rreras universitarias en desmedro de los institutos profesionales.

Un profesional universitario es una persona que gracia a la formación (profe- sional) que recibió puede demostrar que sabe algo (tiene una buena formación profesional), pero al mismo tiempo, sabe (aprendió a) responsabilizarse de su trabajo y a sentirse responsable de la sociedad que lo acoge y le ofrece estas res- ponsabilidades, es decir, tiene sentido de responsabilidad sostenido por valores éticos profundos. Es la madurez profesional. La universidad entrega (debe en- tregar) una búsqueda del saber. El peligro actual es que la universidad enseña muchos saberes, pero no cultura. El hombre es sabio en una materia y es culto en general. El profesional de hoy es más sabio y más inculto107.

Pero al mismo tiempo, la universidad debe cuidarse del utilitarismo. Si solamente busca formar a profesionales, depende de las necesidades de la época. Esto signi- fica ver la importancia de las profesiones y de la formación de profesionales, pero también no olvidar la finalidad primera de búsqueda de la verdad: no se puede confundir ciencia y profesión108. La ciencia es vocación; la profesión también. Pero la ciencia es primera porque es investigación, es creación mientras que la profesión es aplicación responsable de lo aprendido.

Nuestra época se juega por la aplicación porque ve lo útil (y también lo económi- co), pero entrega poca importancia a la investigación. La universidad profética debe denunciar y promover la búsqueda real de la verdad.

106 FRANCISCO (2018), Discurso en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Enero 2018, § 1. 107 ORTEGA y GASSET, J., 4. 108 ORTEGA y GASSET, J., 13.

41 La creación, como la ciencia, no puede reducirse a esquemas interpretativos. Siempre hay un misterio que asombra. El profesor enseña los esquemas; el maestro debe despertar ese asombro en sus discípulos y en su alrededor109.

En definitiva, lo fundamental es el ser humano, su vida, su dignidad. Es lo que llamamos la persona. La filosofía occidental ha acogido la definición de Boecio (siglo VI): la persona es una “substancia individual de naturaleza racional”. Boecio insiste en lo individual, es decir, lo único, lo indivisible y lo racional que transciende, que es más que lo solo material. La persona es una unidad que tiene su dignidad en la perfección, la totalidad y la incomunicabilidad (es distinto a todos los demás). Quizás la mejor representación (y menos filosófica) viene de un pequeño salmo de la Biblia: el Salmo 8.

“Cuando veo tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides? Apenas inferior a un dios lo hiciste, coronándolo de gloria y esplendor; Señor lo hiciste de las obras de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies” (Sal 8,4–7).

El cristianismo insiste en que el hombre es imagen de Dios. Esto significa que es microcosmos, irrepetible y además representante del Creador. En eso, está su dignidad que es disfrute de los derechos fundamentales110.

Pero la Universidad no termina dentro del recinto universitario (el campus) ni dentro de los años de estudio de los alumnos. Ni siquiera termina en sus alumnos que la llaman su ‘Alma Mater’. La universidad está inserta en una región, en un país y de alguna manera, en este mundo globalizado, en el mundo entero. Porque sus ex alumnos están forjando un mundo nuevo y porque sus académicos están investigando lo que permitirá el nacimiento de un mundo nuevo, lo que permitirá resolver problemas actuales mundiales (pensemos en la ecología).

109 FRANCISCO, (2018), Discurso en la Pontificia Universidad Católica de Chile, Enero 2018, § 2. 110 NÚÑEZ M. (2007), 72.

42 En resumen, se busca la verdad de 2 maneras. 1) buscar, aún sin alcanzar, aun sabiendo que es difícil o imposible alcanzar, da un sentido a la búsqueda y 2) ¿cómo buscar?

5. Profetismo Universitario

La universidad, cada universidad, tiene una vocación pública, es decir, “se hace cargo de los problemas y desafíos que transcienden al individuo”111.

La crisis que afecta a la universidad es la crisis de nuestro mundo. Muchos hablan de crisis económica con consecuencias sociales. La crisis actual es más profunda: es crisis de sentido. Muchas cosas que eran evidentes, normales, hasta hace poco, hoy no tienen sentido. Por ejemplo, hoy se habla de post–verdad o de verdad líquida; la palabra dada o el compromiso adquirido para siempre hoy no existen. Pasa lo mismo con las grandes convicciones (Dios existe), con los fundamentos de la razón y de la ciencia: ¿existen fundamentos? La educación no alcanza a entusiasmar ni a satisfacer a los jóvenes. Nuestra relación con la realidad ha cambiado: las cosas cambian de significado.

Toda crisis es difícil, pero también es oportunidad. Así lo es para la universidad. Además la universidad es el mejor (quizás el único) lugar donde estudiar, entender en profundidad la crisis y buscar soluciones originales. Pero si la universidad no se da cuenta de su rol profético, se transforma en una empresa entre otras. Por eso, tenemos (la universidad tiene) que reflexionar sobre la crisis. Esto significa mirar de frente a los grandes interrogantes de hoy.

Tomaremos dos aspectos del profetismo universitario: el coraje de presentar y asumir preguntas y la Responsabilidad Social Universitaria (RSU).

111 CARBONE R. (2017), 32.

43 Las preguntas

Una universidad tiene que tener el valor de hacer las preguntas, todas las pre- guntas que flotan en el aire, es decir, que todos conocen y nadie (o pocos) se atreve a sentirse responsable. La universidad debe tener el valor de asumir las preguntas de nuestra época y buscar respuestas, aun cuando sabe que, muchas veces, no hay respuestas o, por lo menos, no hay respuestas evidentes o claras. A costa de repetirnos, presentamos algunas preguntas que dividimos en tres ítems: en cuanto a la universidad en sí y en sentido de la educación, en cuanto a la sociedad donde está inserta y, por fin, en cuanto a las ciencias y la ética.

El primer tema refiere a la universidad y su misión. Si la universidad no in- vestiga solo por investigar, sin buscar (en primer lugar) una utilidad, ¿quién lo hará? Porque las empresas externas solo se fijan en ganancia, a veces sin pensar en el bien de los clientes o de la sociedad toda. Preocuparse de que los estudiantes, aun en pre–grado, puedan hacer investigaciones (para una tesina o para acompañar a un académico en su área) es importante porque da sentido a la investigación gratuita (es decir, no fructífera) y permite abrir el camino a la vocación científica.

La universidad misma está en crisis. Pero si la universidad misma no aprende a criticarse, a criticar a su propio sistema de educación (Proyecto educativo), a buscar cómo mejorar este proyecto, ¿quién lo hará? Los políticos están dema- siado entregados a sus partidos, a sus ideas filosóficas, a buscar consensos; los economistas, sociólogos y otros humanistas, los ingenieros y otros científicos ven solamente desde su visión propia. Si no se involucra la universidad toda, pone en peligro su vivencia propia. Ya dijimos que la universidad es reflejo de la sociedad. Ahora hay que rectificar porque esto no es suficiente. La universidad es más que la sociedad en el sentido que influye en ella.

La educación chilena permite y quizás ayuda a profundizar las desigualdades de la sociedad. La educación (primaria, segundaria y universitaria) depende en gran parte del origen social. La universidad debe estudiar el origen de las des- igualdades y proponer soluciones. Los políticos parecen incapaces. La educación debe ser un espacio de integración y la universidad debe tomar el primer lugar.

44 Dicho de otra manera: en cuanto a la formación de personas, la universidad es intelectualmente selectiva y socioculturalmente integradora112.

La universidad es una comunidad. Está bastante definido el rol de los académicos. Pero ¿cuál es el rol, la misión de los estudiantes? No pueden ser solamente entes pasivos que reciben conocimientos, reglas morales para su vida futura. ¿Cómo pueden ser protagonista de sus estudios y de la vida misma de la universidad? ¿Cuál es el rol de los estudiantes? No de crear proyectos, carreras o mallas. Sí, en los que es pasantías, modalidades de extensión, creación de proyectos socia- les, movilidad estudiantil, movilidad de la malla (hacer su propio programa), decisiones administrativas y organizativas. ¿Cómo ayudar a los estudiantes a sentirse parte de la universidad y de su propia educación? Además, ¿Cuál es el rol exacto de los demás funcionarios en la vida activa de la comunidad univer- sitaria y en la misión concreta de la universidad?

¿Puede llamarse universidad, una institución que no integra, aunque sea en parte, la filosofía y la teología. Muchas universidades que se llaman laicas o ateas, tienen escuelas que imparten ramos de filosofía o teología (ciencia de la religión, filosofía de la religión, historia de las religiones, etc.). No basta tener una escuela, también hay que darle importancia. La teología tiene como tarea unificar el orden sobrenatural y natural, la razón con la fe, la fe con las culturas113.

Las preguntas llegan también (segundo tema) de la universidad hasta la socie- dad en que está inserta. Hoy los problemas se universalizan, pero las soluciones deben pasar por cada país. Para darnos cuenta, será suficiente ver los problemas que tiene el mundo actual para aplicar el Protocolo de Kioto (de 1997) y los resul- tados de la Conferencia de París sobre el cambio climático (de 2015). La dificultad proviene del proteccionismo que aplica cada país (sobre todo, los grandes) para no perder su competitividad económica. La universidad debe ayudar. Hoy se necesita una ética planetaria, un cambio cultural sobre la manera de vivir, un diálogo más profundo entre las culturas. Es responsabilidad de todos. Pero, ¿quién se atreverá a discernir, a guiar, si no lo hace la universidad? Ella tiene

112 CARBONE R. (2017), 32. 113 ZECCA, A.H. (2013), 76.

45 las herramientas, psicológica, antropológica, ingenieril y otras, para compren- der los cambios necesarios, difundirlos y ayudar a aplicarlos. Además ella está preparada para el trabajo en equipo.

Nuestra economía consumista e utilitarista nos lleva a una cultura del descarte: “Grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del descarte que, además, se promueve”114. ¿Cómo arriesgarnos a criticar el mode- lo económico liberal actual? ¿Quién puede hacerlo? ¿Cómo buscar remedios al sistema económico actual, cómo cambiar este sistema, cómo pensar siquiera un cambio posible? Si no lo hace la universidad, ¿quién podría hacerlo? Puede haber algunos economistas, quizás Premios Nobel, que se atrevan, pero sin respaldo, ¿hasta dónde llegarán?

El problema de las migraciones es un tema importante en nuestro mundo y en nuestro país. El valor de los pueblos originarios no se ha descubierto todavía con toda su fuerza. Si no ayuda la universidad a investigar, ¿quién lo hará? Al- guna persona buena, alguna ONG podrán aportar algún grano de arena, pero la universidad tiene toda su fuerza en lo social, lo económico, lo filosófico, lo histórico, lo antropológico para ayudar entender los problemas en su profundi- dad. La universidad puede y debe denunciar los condicionamientos culturales, sociales, políticos, económicos115. En este mundo cambiante, con cultura y lenguaje cambiantes, la universidad permite el encuentro de las culturas, el entendimiento entre ellas y la preparación de una cultura mundial116.

Se habla mucho de humanismo y de humanismo cristiano. Pero ¿qué es eso cuando vemos las guerras, el hambre, el tema de la mujer tan sensible hoy, las migraciones forzadas y los países que cierran sus fronteras y sus corazones? Si la universidad no estudia estos fenómenos desde el humanismo para proclamarlos

114 EG 53; LS 22. 115 AL 201. 116 V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe, Documento de Aparecida, CELAM–Conferencia episcopal de Chile, Santiago, 2007 (DA), 100d.

46 e intentar soluciones, ¿quién lo hará? Las naciones y los políticos ven solo su propio bienestar y seguridad: no saben ver más allá.

El tercer tema dice relación con la ciencia: ¿Cómo humanizar la ciencia? ¿Cómo humanizar el humanismo? ¿Cómo unir ciencia (exacta) y filosofía o teología? ¿Cómo buscar entendimiento entre las distintas disciplinas y entre los cien- tíficos? Si una universidad no lo hace o no ayuda a hacerlo, ¿quién lo hará? La universidad es una comunidad que refleja la comunidad universal y ayuda a cada persona (estudiante o adulto) a superar el egoísmo humano117. El egoísta deshumaniza la creación, las personas y a sí mismo. Humanizar es poner todo al servicio de la humanidad118.

Hoy el ser humano domina la naturaleza: quiere que ella revele todos sus secretos. La ciencia se difunde y hay interdisciplinariedad. Pero llega la tecno–ciencia119. Entonces, vuelve la misma pregunta: ¿cómo humanizar la ciencia? Ver para qué la ciencia y para qué el progreso. Tenemos que preguntarnos: ¿para qué la ciencia, para qué el progreso? Si se trata solo de dominar, no es suficiente. Hay que interpretar la vida. Un profesional universitario debe saber reflexionar sobre su ciencia y, desde su ciencia, sobre el hombre y el mundo entero. La búsqueda es una actividad fundamental del ser humano; es una vocación. No es simple curiosidad; es buscar saber más no para vivir mejor, sino para superarse. Es una toma de conciencia que el mundo en vivimos es más que nosotros y está en crecimiento (está en ‘génesis’, según la expresión de Teilhard de Chardin). La tentación es explicar lo real a través los fragmentos, sin percibir que la compren- sión está en lo que une. La búsqueda pide, hoy más que nunca, que las discipli- nas y los investigadores se unan: la relación es otra virtud fundamental del ser humano. Esta interdisciplinariedad exige una reflexión ética que se hace cada día más urgente cuando sabemos que los adelantos de la ciencia traen nuevos

117 Recordemos que Rabelais (siglo XVI) ya anunciaba el peligro de una ciencia sin reflexión (“cien- cia sin conciencia no es más que ruina del alma”). Lo que podemos poner en paralelo con lo dicho (supuestamente) por Einstein: “La ciencia sin religión es coja; la religión sin ciencia es c iega”.

118 KOLVENBACH P.H. (1993), 362. 119 FOSBERY OP, A.E. (2012), 47.

47 problemas éticos y que este mundo cambiante necesita nuevos fundamentos para su reflexión ética.

La búsqueda de la verdad significa inclusión. La verdad es una. Pero, ¿cómo buscar realmente la verdad, cuando hemos visto que hay fragmentación del saber? La integración del saber debe siempre perfeccionarse120. Los científicos, dejados a sí mismos no la pueden lograr; los laboratorios externos pueden ser muy importantes pero refuerzan la misma fragmentación. Si no lo hace la uni- versidad que es comunidad, que viven de la interdisciplinariedad, ¿quién lo hará?

Hablemos de libertad y autonomía. La ciencia tiene su método y su autonomía121. La ciencia no puede doblegarse ante los poderes de todo tipo, especialmente el poder del dinero o el poder del deseo de éxito, poderes tan de moda en una socie- dad consumista e utilitarista. La búsqueda de la verdad exige la responsabilidad fuerte de dirigirse únicamente hacia esta verdad. Ella es el único norte. Por otra parte, la universidad no puede entregarse a modas, que por definición son pasajeras, o a la sola búsqueda de un ranking. Se arriesga con perder su alma. La universalidad no es solo horizontal (de todas las ciencias), sino también verti- cal, es decir, histórica. Lo cambiante es la descripción y la profundización de la verdad que varían según las culturas y los tiempos, es decir, según los modos de comprender. El principio básico es que la unidad de la verdad sea un postulado fundamental de la razón humana. Ya lo expresó en sí el principio de no contra- dicción122. El ser humano es capaz de llegar a una visión unitaria y orgánica del saber123. Es lo que buscaron dentro de las ciencias exactas Newton y Einstein, y fue la fuente de un gran éxito. Esa unidad sigue siendo el gran desafío para hoy. La pregunta es entonces: ¿cómo puede la universidad soportar los vaivenes de las olas, de las ideas, cómo puede prepararse para hablar proféticamente en un mundo utilitarista y frente a poderes que, para ayudar a la universidad, piden (exigen) una cierta obediencia? No podemos olvidar que, porque busca la

120 ECE 16. 121 GS 36; FR 45. 122 FR 34. 123 FR 85.

48 verdad, la universidad es una escuela de libertad. La libertad es incompatible con la mentira, con la servidumbre y es muy compatible con la felicidad.

Nuevamente podemos preguntar: ¿para qué la ciencia? Si es solo para dominar la creación, no es suficiente. Si es cuidar, es decir, conocer, dialogar, interpretar la vida para que todos los seres humanos y la naturaleza podamos vivir bien y en paz. Y ¿para qué el progreso? El progreso de la ciencia permitió a la población mundial conocer mejor el mundo, el universo, la naturaleza, crecer en desarrollo. Pero al mismo tiempo, permitió la bomba atómica, los problemas ecológicos que vivimos, los problemas sociales no resueltos. Si la universidad no se hace o no profundiza estas preguntas, ¿quién lo hará? Además recordemos que el asombro es fundamental para ser científico.

¿Los descubrimientos sirven para el bien de la humanidad? ¿Qué significa ‘sirven’? ¿Utilitarismo puro? Newman está totalmente contrario al utilitarismo. La ecología actual nos indica que no todo es color de rosa124. Los nuevos descubri- mientos al servicio de las personas y de la sociedad. Esto implica una formación profesional que comprenda valores éticos y la dimensión de servicio a las personas y a la sociedad, diálogo con la cultura125.

Buscar una visión teorética (que no se contrapone a experiencia), es decir, con- templación de la verdad de las cosas como visión primera, totalizadora que hace posible una práctica fundada y ordenada por el recto saber de aquellas cosas126.

Todo esto es obra, es deber imprescindible de la universidad. Si ella no actúa, ¿quién podrá hacerlo? Si ella no lo hace, falta algo en el mundo y la universidad pierde su credibilidad porque deja de ser profética.

124 FOSBERY OP, A.E. (2012), 51. 125 ECE 49; V Conferencia General del Episcopado latinoamericano y del Caribe, Documento de Apa- recida, CELAM–Conferencia episcopal de Chile, Santiago, 2007 (DA), 341.

126 FOSBERY OP, A.E. (2012), 55.

49 La Universidad debe abrir y abordar la totalidad de la situación del hombre127. Una universidad no puede dedicarse solo a la docencia. Debe formar personas íntegras, que se puedan insertar en la sociedad con herramientas para mejo- rarla, que están no solo abiertos a los cambios, sino preparados para recibirlos y provocarlos para el bien de la sociedad.

En resumen, porque están relacionadas con los problemas económicos, las uni- versidades se manejan como empresas. Esto significa: según su rendimiento académico o económico. Entonces se olvidan (hay peligro de olvidar) que lo fundamental es el esfuerzo para renovar lo académico (la universidad no es fábrica de títulos), el esfuerzo para pensar la sociedad, es decir, ser profeta en la sociedad donde se inserta, esfuerzo y refuerzo para ser una sociedad de in- clusión, de innovación. Si la universidad hace estos esfuerzos, quizás sea por obligación (para la acreditación o para no recibir multas), pero no porque debe sentirlo en su alma profunda.

Es evidente que el párrafo anterior debe ser matizado. Pero también es bueno leerlo así para mostrar una realidad (aunque virtual o posible). Recordemos que la finalidad de este trabajo no es criticar el sistema universitario, sino mostrar cómo es la universidad hoy (toda universidad). En Chile, existen universidades estatales y privadas, universidades afines a una religión o congregación reli- giosa y otras laicas u afines a una idea o partido político; universidades que se presentan y se dirigen como empresas y universidades con vocación social.

Responsabilidad Social Universitaria (RSU)

La universidad es parte de la cultura en que vivimos, es parte de la sociedad en que está inserta. Nuestra sociedad está en crisis y es lógica que también la universidad lo sea. La crisis no es solamente económica; es crisis de sentido. Muchas cosas que antes eran evidentes, normales, hoy han perdido su sentido. Por ejemplo, se habla de post–verdad o de verdad líquida; la palabra dada o el compromiso adquirido para siempre no existen; la educación no logra entusias-

127 FOSBERY OP, A.E. (2012), 64.

50 mar ni a satisfacer a los jóvenes. La cultura está impregnada de globalización; los medios de comunicación social tratan de imponer una nueva colonización al despreciar las culturas locales o indígenas; muchas veces exageran los derechos individuales128. Toda crisis es difícil, pero también es oportunidad. Así lo es para la universidad. Además la universidad es el mejor lugar (quizás el único) donde estudiar, entender en profundidad la crisis y buscar soluciones. En esto consiste su rol profético. Veamos.

En la cultura actual, el mercado, al parecer, controla todo. El neoliberalismo ha permeado toda la sociedad con su sequito de consumismo e individualismo. En las universidades, los problemas de financiamiento, las modas de metodologías de enseñanza, la exigencia de investigación, la especialización extrema, la mer- cantilización son factores que limitan la autonomía, que no apoyan la libertad y, a veces, pueden desfigurar la imagen de la universidad ad intra y ad extra129.

Desde hace tiempo, los empresarios han creado la Responsabilidad Social Em- presarial (RSE) que quiere ser sobre todo una toma de conciencia de la empresa misma y de su relación con su entorno. Quizás sea solamente para crear un ambiente interno agradable, ameno para que los trabajadores y funcionarios de la empresa trabajen más y con gusto. Quizás sea para crear un ambiente acogedor, agradable para el entorno, sea clientes o entorno ecológico, para así dar la imagen de una empresa responsable. Sea por otro motivo más o menos profundo, más o menos egoísta, las empresas crearon este concepto de Respon- sabilidad Social Empresarial. Hay entonces una voluntad ética de hacer bien las cosas desde los valores y principios que se definen130.

La universidad no puede restarse de este esfuerzo. Aún más, debe liderarlo. No es filantropía, caridad que abre el corazón a los pobres (con el riesgo de paterna- lismo). Tampoco se puede considerar como una extensión de la universidad131.

128 DA 43–49. 129 NÚÑEZ M. (2007), 69. 130 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 2–3. 131 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 1

51 Se critica a veces a los académicos de estar demasiado centrado en la academia, en sus aulas e investigaciones, y de olvidar el mundo externo concreto. Con la Responsabilidad Social Universitaria (RSU) no se trata de buscar iniciativas sociales puntuales y para especialistas. La RSU es

“una política institucional que se encarga de la gestión de todos los im- pactos sociales (internos y externos) que la universidad genera, en diálogo participativo con los diversos grupos de interés (internos y externos) que pueden ser afectados por dichos impactos”132.

Es posible que muchos vean la RSU como una colección de iniciativas sociales con la metodología ‘Aprendizaje y Servicio (A+S) o relacionadas con el campus sustentable. Desde hace varios años, la UCN insiste en la metodología ‘A + S’ para ayudar a sus alumnos en los últimos años de carrera a practicar las ense- ñanzas que recibieron, tanto en el ámbito profesional como en lo ético. En todos los esfuerzos, tenemos que destacar la labor que realiza la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana en Antofagasta y Coquimbo–La Serena: prepara a todos los estamentos de la universidad —estudiantes, académicos, funcionarios— para trabajos sociales de varias índoles en favor de los desvalidos. Un trabajo enorme se hace en estos años (aunque no es el único) en favor de los migrantes. Aunque estas ideas sean muy importantes, muy provechosas y educativas, hay que ampliar el concepto.

La RSU busca: ¿qué ética, forma de vida, valores transmitimos realmente? En otras palabras, debemos buscar cuál es el ‘currículo secreto’ de nuestra univer- sidad, es decir, las cosas, valores, costumbres inscritas en el ADN de la univer- sidad, pero que no están reflejadas en ningún papel o contrato, es decir, están muy presentes, pero de manera inconscientes. Hay que aprender a diagnosticar este currículo oculto para revelar la diferencia entre discurso y práctica133. Este currículo secreto está ‘inscrito’ en la imagen y el sentido de pertenencia que presenta la institución. Por esto, es necesario generar lineamientos a nivel general especialmente relacionados con la imagen corporativa, los símbolos,

132 VALLAEYS, F., CRUZ, C. de la, SASIA, P.M. (2008), 23. 133 VALLAEYS, F., ¿Qué es…?, 8.

52 signos y personajes relevantes134. Los símbolos, ritos y signos institucionales deben ser fortalecidos135.

Este currículo secreto debe hacerse consciente. Por Por ejemplo, la UCN, inscribe en su misión:

La Misión de la Universidad Católica del Norte es, desde los principios del Humanismo Cristiano contribuir al desarrollo de la persona, de la socie- dad y de su herencia cultural, en el Norte de Chile, creando y difundiendo conocimiento a través de la docencia, la investigación y la vinculación con el medio136.

Y proclama sus valores propios:

La Libertad: Es uno de los dones más distintivos del ser humano, como herramienta para construir su destino. Con ella la persona es responsa- ble de su vida y de la sociedad. Este don implica respetar la diversidad de pensamiento, de opinión, de expresión y de conciencia.

La Verdad: Es el concepto central del quehacer universitario, el fin último de la generación, transmisión y difusión del conocimiento con transpa- rencia y honestidad. Debiera, dada las circunstancias culturales actuales, considerarse que en la indagación de la Verdad, ésta se construye a partir de los aportes de las distintas disciplinas y con un referente “ético” para lograr la concreción o aplicación de las verdades científicas y tecnológicas sin poner en riesgo a la “persona en su dignidad”.

La Justicia: Es la virtud de dar a cada uno lo suyo, asegurar que cada uno dé y reciba lo que le corresponde, tanto considerando al individuo en sí mismo como en sus relaciones con las demás personas, grupos o institu- ciones y con la comunidad entera137.

134 Informe Comisión Ejecutiva de Identidad, Coquimbo, UCN, (2017), 70 135 Informe Comisión Ejecutiva de Identidad, Coquimbo, UCN, (2017), 75. 136 http://www.ucn.cl/sobre-ucn/somos-ucn/mision-y-vision/ 137 http://www.ucn.cl/sobre-ucn/somos-ucn/valores-ucn/

53 Este currículo secreto debe entrar en la manera de ser de todos los que participan de la universidad: académicos, funcionarios, estudiantes. Sólo así podrá vivir e implementar una RSU digna y real.

La RSU es una manera de ayudar; es algo que se construye. En una pequeña encuesta para conocer la realidad de la RSU en las universidades chilenas, se encontró que varias universidades se han adscrito en un plan común llamado ‘Universidad construye país’. Se han unido para profundizar, han organizado seminarios, congresos, internos, nacionales e internacionales. Pero es difícil (para un externo) visualizar los esfuerzos y avances de los proyectos solamente a través de las páginas–web de estas universidades138.

Las ideas básicas de la RSU son139: preservar el capital social del saber con la formación de profesionales y apoyo a la elaboración de políticas de desarrollo; crear vínculos entre académicos, estudiantes y funcionarios; formar profesio- nales íntegros y comprometidos con los valores de servicio; incluir un currículo transversal que asuma una visión de la realidad del mundo y del país; ofrecer formación permanente a fin de educar para la ciudadanía y la participación activa en la sociedad; estar abierto al cambio, generar debate, buscar, decir y actuar con la verdad. La RSU es una forma de vida y una manera de hacer universidad: dar y vivir conscientemente con sentido de responsabilidad.

138 Solo se puede acceder en las páginas de los congresos y a veces de los resultados de éstos. Como unión de universidades chilenas, existe el proyecto “Universidad construye país” que une a 11 universidades. En las páginas–web, lo más fácil fue la universidad católica de (UCT) que creó el ‘Centro de ética y responsabilidad social Juan Pablo II’ (www.centroetica.uct.cl). En la universidad de Concepción (UDEC), los alumnos de la facultad de Economía (FACEA) han he- cho un esfuerzo grande, pero la página parece abandonada desde el 2014 (www.faceaudec.cl). En la universidad de Chile, el nexo RSU pertenece a la facultad de Economía y Negocios que busca “promover y difundir la responsabilidad social universitaria para lograr una formación integral de la comunidad educativa, a través de la vinculación de la academia con la ciudadanía y la co–creación de cambios sociales que aportan a la construcción de una sociedad sustentable” (www.nexorsu.cl). En la universidad de Santiago (USACH), la RSU es una unidad que depende de la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio (http://rsu.usach.cl/).

139 Universidad construye país, Marco conceptual sobre la Responsabilidad Social Universitaria, Diciembre 2002, www.rsuchile.cl, pp. 4–5. Mónica JÍMENEZ de la JARA, Educar para la Responsabilidad Social, http://ucv.altavoz.net/prontus_unidacad/site/artic/20081113/asocfile/20081113180134/edu- car_para_rs.pdf (todos visitados entre el 08 y 15/12/2017)

54 Hemos presentado anteriormente varias preguntas. Debemos pro- fundizarlas añadiendo algunas: ¿la universidad ayuda realmente a la inclusión? Se habla de la frag- mentación del saber y de la hipe- respecialización. ¿La universidad es consciente de ello? ¿La relación académico/alumno es solo verti- cal? ¿Hay relación entre ciencia y humanismo? ¿Hay visión holística de la realidad y de la historia? ¿Hay esfuerza para enseñar la ecología?140 Otros temas tienen que sumarse: las migraciones, el género y en es- pecial, el tema de la mujer.

La RSU busca profundizar la forma- ción de todas las personas de todos los estamentos de la universidad; busca profundizar el sentido de

Último logo oficial congreso. responsabilidad de todos ya que adquirir conocimientos significa mayor responsabilidad. Por eso, a las preguntas anteriores, podemos añadir: La ciencia inventa nuevos problemas (contaminación, riesgo nuclear, manipulación genética, etc.). Las leyes están muy atrasadas al respecto. La universidad es el primer lugar donde promover la búsqueda de soluciones141. ¿Hay conciencia y preparación para ello?

Además, responsabilidad no es una palabra vacía. Significa sentirse responsable del mundo, es decir, ser ciudadano responsable del mundo. Por eso, la RSU busca promover la formación de ciudadano democrático: a nivel nacional y mundial,

140 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 9. 141 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 13.

55 se toman decisiones sin fiscalización de parte de los ciudadanos que tienen el único derecho (al parecer) de quejarse142. Se necesita formar, informar, enseñar a juzgar, a dialogar, a razonar, decidir, militar. La universidad es el único lugar que puede lograrlo143.

Se habla hoy de la construcción de una ciudadanía global, pero nadie sabe con exactitud lo que es. Todavía hay muchos privilegios e injusticias a pesar de tantos esfuerzos. Es importante e urgente la formación de profesionales con respon- sabilidad social y no con búsqueda de éxito personal144. Sobre todo, esforzarse para construir redes de colaboración, es decir, suscitar y consolidar la cultura de la generosidad, y para eso, compartir, cooperar, aceptar liderazgos y guardar equilibrio entre iniciativa local y autoridad global145.

En resumen, es importante hoy un contrato social entre la sociedad y la univer- sidad, que podría presentarse:

“Tú, sociedad, me garantizas autonomía y recursos, y yo, universidad, te doy (1) más Democracia a través de la formación de estudiantes y ciudadanos responsable, (2) más Ciencia responsable, lúcida y abierta a la solución de los problemas sociales de la humanidad, y (3) mejor Desa- rrollo equitativo innovador y sostenible, con profesionales competentes y comprometidos”146.

6. Conclusión

Nuestra sociedad se rige según las reglas neoliberales147. ¿Qué significa eso? El neoliberalismo no tiene ideología definida. Se justifica hablando de libertad y de técnica. Pero es una teoría económica: la rentabilidad es el único criterio,

142 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 14. 143 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 15. 144 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 16. 145 SOSA A. (2017), 13. 146 VALLAEYS, ¿Qué es…?, 18. 147 Este párrafo se inspira del dosier, bajo de la dirección de S. Simon, “Néoliberalisme. De quoi parle–t–on?”, Revue ‘En Question’, 2018, N° 124, 21–57.

56 es decir, el utilitarismo y el espíritu de competencia; es una concepción de las políticas públicas: el rol del Estado se reduce a permitir organizar la vida bajo el signo de la libre competencia; es una nueva visión antropológica: el llamado ‘homo oeconomicus’ cuyo valor proviene de su empeño en aumentar la productividad. La unidad básica no es el individuo, sino el dato científico, los cálculos empíricos.

La universidad impacta en la sociedad y se ve impactada por ella148. Se hace cargo de los problemas y desafíos que transcienden al individuo149. En eso, reside su fuerza profética. Los términos ‘profetas–profetismo’ quizás reflejan demasiado el aspecto religioso. Sin embargo, este trabajo ha mostrado con creces que el ser profeta es un rasgo del ser humano como ser humano y no solamente como ser religioso. Si ser profeta significa educar a través del anuncio y la denuncia, cada ser humano tiene la obligación de anunciar y denunciar porque es responsable de la sociedad en que está inserto. Si se habla de cada ser humano, con mayor razón hay que decir lo mismo de cada organización. Y entre ellas, la universidad tiene un rol primordial como lo mostró a través de la historia. Cuando se habla de universidad, se trata de la universidad como institución educativa. Pero también de la universidad como comunidad de Maestros y escolares150, donde la comunidad como comunidad es profética, es decir, en su manera de convivir y de trabajar, y donde cada uno de los miembros de la comunidad se siente pro- féticamente responsable de la institución y de las repercusiones de su trabajo y del trabajo de todos en la sociedad regional o mundial.

En la Biblia, el profeta es un hombre que se dice enviado por Dios. Para sus oyentes, es un hombre que habla con autoridad. Así se arriesga a ser rechazado por sus compatriotas. Se arriesga también a creer que su palabra, cualquiera de sus palabras, es palabra de Dios. El peligro de vanagloria está siempre latente. Por eso, debe aprender a fundamentar sus dichos e ideas. La pelea entre Jeremías

148 CARBONE R., 31.

149 CARBONE R., 32.

150 ECE 1

57 y Jananías (Jr 28) es un ejemplo excelente. Sin embargo, estos riesgos, estos peligros (reales) no deben permitir que el profeta o el profetismo se apaguen.

El profetismo no es solamente algo que atañe a la religión (judía, católica u otra); es algo inscrito en el corazón de todo ser humano y de toda sociedad. Todo ser humano y toda organización humana son profetas en cuanto anun- cian la verdad, cada uno a su manera y con su fuerza. Si la universidad es el punto más fuerte de una sociedad, entonces debe dar muestra de su fuerza. Y la manera más excelente de cumplir su misión es ser un universidad proféti- ca, con humildad y aceptando los riesgos (persecución y vanagloria). Eso es su compromiso y su responsabilidad.

Hemos hablado de autonomía, autonomía necesaria de la filosofía y de las ciencias para poder dedicarse a sus respectivas investigaciones151. Pero hay un serio riesgo de fragmentación del saber que puede llegar a oponerse a la verdad. Además, hoy se reduce a la filosofía en una de las tantas parcelas del saber152 porque solo se ve la razón como “razón instrumental al servicio de fines utili- taristas, de placer o de poder”153. Entonces el ser humano llega a ser alienado por lo que produce.

En lo concreto, tenemos una sociedad de descarte154 y una sociedad en globa- lización. Se necesita diálogo entre todos. La universidad es la punta de lanza del esfuerzo (gigantesco) de hoy. Ella debe aprender a sentirse responsable. La universidad es centro del saber. El saber se consigue y se enseña. La universidad educa, da un saber y da herramientas para discernir.

La universidad educa: da un sello formativo (identitario) y desarrolla potenciali- dades individuales, conocimientos y valores para que el educando pueda crecer, realizarse e integrarse en la sociedad de manera responsable.

151 FR 45.

152 FR 46.

153 FR 47.

154 LS 22.

58 La universidad da un saber: forma profesionales, es decir, personas con profe- sión; que sepan lidiar con el mundo contemporáneo desde su profesión, como ciudadanos activos. Para esto, necesitan un humanismo profundo para reconocer (no solo ser pasivos) y rehacer la civilización (ser activos).

La universidad da herramientas para discernir. En un mundo cambiante, es importante aprender a reconocer y discernir los signos de los tiempos. Así se puede asumir nuevos desafíos, asumir nuevos valores históricos y expresar de modo nuevo los valores tradicionales155.

La universidad educa, da saber, ayuda a discernir. Todo esto significa que la universidad es profeta en el fondo de su alma. Si se la llama ‘Alma Mater’ es porque ella sabe educar con firmeza y con identidad a ser responsable. En otras palabras, la universidad es profética o no es universidad.

7. Abreviaturas

AL: Amoris Laetitia, 2016.

DA: Documento de Aparecida, 2007

ECE: Ex Corde Ecclesiae, 1990.

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155 BACHER C. (2017), 145.

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63

Las Ciencias Sociales en la Universidad del Norte: génesis, desarrollo y eclipse: 1966–1981.

José Antonio González Pizarro*

* Doctor en Historia Introducción. por la Universidad de Navarra. Al momento de erigirse la Universidad del Norte —hoy Profesor Titular. Académico de Universidad Católica del Norte—, el vasto espacio del deno- la Escuela de minado Norte Grande exhibía una realidad preocupante. Derecho. Director del Centro de Estaba sumergida en una crisis integral que involucraba una Estudios Histórico carencia de una industria, que absorbiera la mano de obra Jurídicos de la Facultad de que expulsó la industria salitrera, en su crisis terminal. Ciencias Jurídicas Sobrevivían algunas oficinas que laboraban con el sistema de la Universidad Católica del Norte. Shanks y sus innovaciones, vinculadas a la Compañía de Salitres de Tarapacá y Antofagasta, y las dos más impor- tantes las oficinas María Elena y Pedro de Valdivia, de la Compañía Salitrera Anglo Lautaro1. La majestuosidad de la actividad extractiva del mineral de cobre de Chuquicamata y, en menor medida, Mantos Blancos, no alcanzaba a cu-

1 Vid. José Antonio González Pizarro, La épica del salitre en el desier- to de Atacama 1880–1967. Trabajo, tecnologías, vida cotidiana, conflicto y cultura. Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2017.

65 brir las expectativas laborales pero sí ingresos a las arcas fiscales, derivados del Nuevo Trato del Cobre, de 1955 que favoreció al norte chileno2.

A la situación descrita se agregaba una falta de inversiones en la infraestructura vial, problemas dramáticos respecto al abastecimiento de agua, electricidad y alimentos de primera necesidad para la población3. Se notaba de modo fehaciente el descuido del gobierno central por las provincias —Tarapacá y Antofagasta— que habían mantenido al Estado, por espacio de cincuenta años, con la explotación del caliche hasta la crisis de 1930.

Ese pasado salitrero, empero, había forjado una historia social que había en- hebrado en el cuerpo social de la nación nuevos sujetos, el obrero pampino, el proletariado y una gesta de luchas sociales. Aquello estaba vigente en el imagi- nario social de cada poblado del Norte Grande. Sabella lo había puesto de relieve con su novela fundamental Norte Grande, uniformando el topónimo de las antiguas provincias salitreras.

La falta de perspectivas fue modificándose a partir del segundo gobierno de Carlos Ibañez del Campo (1952–1958) quien sostuvo un decidido apoyo a la zona norte, en especial a la región fronteriza de Arica.

La creación de la Universidad del Norte en 1956 se tradujo en el planteamiento de una estrategia educacional de fuerte sello regionalista avalada por el Estado, pues esta Casa de Estudios Superiores fue creada por ley de la república. En tal perspectiva, pudieron acomodarse la formación de profesionales con el desa- rrollo de variadas disciplinas que rápidamente dieron los esperados resultados académicos, tendientes a reforzar tres aspectos que nos interesa subrayar:

1) El rescate de la documentación histórica y la prosecución de los estudios sobre el pretérito de las poblaciones en ciudades, valles, conjuntamente con la historia económico–social.

2 Nos referimos a la ley 11.828 de 1955, que fue conocida como Nuevo Trato del Cobre. 3 Una visión contemporánea de lo enunciado en Universidad de Chile, Seminario de problemas regionales de Antofagasta organizado por…Ediciones del Departamento de Extensión Cultu- ral de la Universidad de Chile, 1957.

66 2) El análisis de los componentes identitarios regionales, lo que consistió en dar cuenta de los pueblos originarios, el rescate patrimonial tangible e intangible del norte chileno.

3) Los estudios preliminares en tentar abrir espacios de investigación en el área del turismo, mejorar la vialidad urbana y el estudio de las condiciones físicas y demográficas del espacio geográfico.

En este marco se constatan dos lineamientos que refieren de los objetivos uni- versitarios: dotar a la zona norte de una instancia de preparación de su capital social y acometer las investigaciones pertinentes a los intereses regionales. Cabe indicar, sin embargo, que las disciplinas se desenvolvieron en el seno de carreras universitarias homólogas cuya apertura sirvieron tanto para la for- mación de profesionales como para dar inicio a las investigaciones apuntadas, como fueron las tareas asignadas a las disciplinas de la Arqueología, Historia, Sociología y Geografía. Escapa a la intención de estas páginas dar cuenta del decurso de las otras carreras universitarias en los años en que hemos fijado nuestro marco temporal4.

En este contexto, convergieron la percepción que poseía la sociedad regional en cuanto a sus problemáticas y la fortaleza de su identidad, conjuntamente con las metas que se fijó el Estado al retomar su acción en pro de la modernización de la zona norte del país. En este sentido es necesario resaltar los criterios que determinadas instituciones locales, como el Centro para el Progreso de Antofa-

4 La situación educacional era paradójica en Tarapacá y Antofagasta. Para 1952, ambas provincias mostraban buenos indicadores de alfabetismo en el contexto nacional, sin embargo, en cuanto a los referidos a población que había proseguido estudios universitarios, eran paupérrimos: en Tarapacá, de una población total de 87.023 personas, solo 21 declaraban estar en la situación descrita; en Antofagasta, de un total de 156.892 personas, la cifra era de 55 personas con título universitario. El dato de la población activa era elocuente: por cada 1.000 activos, Tarapacá tenía una proporción de 18 y Antofagasta de 33. Vid. Servicio Nacional de Estadística y Censos, XII Censo General de Población y I de Vivienda. Levantado el 24 de abril de 1952. Resumen del país. Tomo I, pp. 180 y 211 respectivamente. Disponible en: www.historico.ine.cl/ Para una visión de la formación profesional de la Universidad del Norte, remito al capítulo de Edith Zurita, “La Universidad y la formación de recursos humanos”, en José Antonio González Pizarro (coordinación y dirección), La Universidad Católica del Norte y el Desarrollo Regio- nal Nortino 1956–1996, Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 1996, pp. 113–141.

67 gasta o la propia Municipalidad local, habían avanzado en pro de la resiliencia de la población regional con iniciativas específicas que favorecieran el adelanto industrial, el progreso material de los asientos urbanos y el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. En este encuadre se dieron las críticas a lo emprendido por el Estado a través del Instituto de Fomento Minero e Industrial o mediante las acciones de la Corfo, hasta lograr en la segunda mitad de la década de 1950, debido a las inversiones provenientes de los Fondos del Cobre, un cambio gradual en la realidad nortina con la creación de la Zona Franca Alimenticia en la provincia de Antofagasta, la transformación de Arica como Puerto Libre a la gestión benéfica de la Junta de Adelanto5, conjuntamente con la instalación y apoyo —como Polo de Desarrollo Industrial— de la industria pesquera en la zona norte que abrieron nuevas oportunidades industriales para , Antofagasta, Tocopilla, etc.6

El cambio de la política centralista en tiempos de la administración de Ibañez del Campo proseguida de modo menos entusiasta en los gobiernos siguientes de la década de 1960 motivó también en los académicos de la Universidad del Norte a involucrarse en temas muy sensibles, como fueron el aprovechamiento de la energía solar como del uso del agua, mediante la racionalización de las

5 Vid. Carlos Donoso Rojas, “Una iniciativa de desarrollo precursora para la región salitrera. El Instituto de Fomento Minero e Industrial de Tarapacá, 1934–1953”, en Sergio González (Comp), La Sociedad del salitre. Protagonistas, migraciones, cultura urbana y espacios públicos. Ril Editores, 2013, 453–484; Juan Podestá, La invención de Tarapacá. Estado y desarrollo re- gional en Chile. Ed.Campus, Universidad Arturo Prat, 2004; José Antonio González Pizarro, “Política estatal e interés regional: la legislación minera entre 1930–1945 y su efecto en la región de Antofagasta”, III Jornadas Chilenas de Derecho de Minería, Universidad de Anto- fagasta, Serie Seminarios N° 13, 2001, 237–282; José Antonio González Pizarro, “El despegue de Arica y sus instituciones en la década de 1950 en el marco de las relaciones entre Chile y Perú”, en María–Aparecida Lopes y María Cecilia Zuleta (Coordinación y edición), Mercados en común. Estudio sobre conexiones transnacionales, negocio y diplomacia en las Américas (Siglos XIX y XX), El Colegio de México, 2016, 459–504. 6 Instituto de Fomento Pesquero, Créditos Corfo para el desarrollo de la industria pesquera, 1960–1966, Santiago, IFOP – Departamento de Economía, Circular Nª 18 (Distribución limita- da), febrero de 1968; Jan Cademartori – Amelia Carrero y Martin Arias, “Industrialización en la historia de Antofagasta”, en Agustín Llagostera Martínez – José Antonio González Pizarro – Ser- gio Gaytán (Coordinación), Región de Antofagasta. Pasado, Presente y Futuro. Universidad Católica del Norte–Consejo Regional–Gobierno Regional de Antofagasta–Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, 2013, 421–433.

68 camanchacas o nieblas costeras, con la invención de un atrapa–nieblas, en el campo de las ciencias exactas7.

Cabe hacer mención de paso que el desarrollo de las carreras mencionadas en el transcurso de los últimos años de la década de los 60’ requirió de la contratación de profesores de historia, geografía y educación cívica de la Universidad Católica de Chile, principalmente en la orientación hacia la geografía durante el recto- rado de los sacerdotes jesuitas, y de la Universidad de Chile en los ámbitos de la geografía profesional y de la pedagogía en historia, después de la reforma y el rectorado laico. También se verificó en otras disciplinas, como la sociología, una presencia importante de profesionales latinoamericanos y un contingente de sociólogos procedentes de la Universidad de Concepción. Una referencia sin- gular fue la actividad desplegada por la arqueología–antropología, que aunó a profesionales europeos y nacionales.

La actividad de las ciencias sociales, en general, apuntó a determinar el papel de la industria salitrera en el desarrollo económico y social del norte, uniendo el decurso de la tecnología, las inversiones y las áreas geográficas de explotación conjuntamente con el despliegue del sujeto social basal, como fue el obrero sali- trero devenido en el proletariado pampino y la continuidad de las investigaciones arqueológicas en el desierto tarapaqueño como antofagastino y la dimensión cultural que desarrollaron los cultores de la sociología.

7 En torno al profesor Carlos Espinosa Arancibia, físico, se creó a fines de la década de 1950 el CIESA, Centro de Investigación de la Energía Solar Aplicada. Vid. Aníbal Gálvez Z., “Estudio en calentadores solares de agua”, Revista de la Universidad del Norte, Noviembre de 1966, N° 1, 29–38; Carlos Espinosa A., “Posibilidades de acumular energía solar en el desierto de Atacama”, Revista de la Universidad del Norte, Abril de 1967, N° 2, 75–82; Carlos Espinosa Arancibia, “La ciencia en la fundación de la Universidad del Norte”, en VV.AA., 60 Años. Universidad Católi- ca del Norte. Desde 1956 formando los mejores profesionales del Norte de Chile, Ediciones Universidad Católica del Norte, 2016,161–169. Destaquemos en el espíritu universitario de aquellos años, que el profesor Carlos Espinoza Aran- cibia, dirigió en 1972 la Memoria de Título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívi- ca, de Jorge Barraza Espinoza, Joaquín Cortés Araya, Jorge Elizalde Cortés, Julio Salinas Alfaro y Jorge Stavros Bracamonte, intitulada “ Distribución geográfica de las nieblas (camanchacas) en el Norte de Chile”. Elizalde Cortés como Cortés Araya se incorporarán a la Sección de Geografía de la Carrera de Historia, Geografía y Ed.Cívica.

69 Nos interesa centrarnos en la actividad desplegada por el Instituto de Ciencias Sociales, a partir de 1966, y de la Facultad de Ciencias Sociales creada en 1971 que concluye hacia fines de la década del 70’. En tal sentido, las ciencias sociales en la Universidad del Norte de su Casa Central en Antofagasta desplegaron una doble función: por un lado, la ingente labor docente, de formación de profesionales en las distintas áreas y, por otro, una atención investigativa selectiva por el contexto y la propia experiencia personal de algunos académicos, que abrieron sendas de investigación al interior del Instituto y después en la Facultad.

Vamos a entender como disciplinas de las ciencias sociales las que se consideraban en la época hasta inicios de los 80 —a juicio de Manuel Antonio Garretón— la economía, la antropología, la sociología y la historia.

Para nuestra finalidad, nos centraremos en examinar la historia, la geografía, la sociología, la arqueología que fueron las que tuvieron una mayor vinculación con las temáticas que nos interesan explorar y que estuvieron sujetas al destino de la Facultad de Ciencias Sociales. Por razones de espacio nos centraremos fun- damentalmente en el quehacer desplegado en Antofagasta, con determinadas menciones pertinentes hacia sus otras sedes.

II. El Instituto de Ciencias Sociales: El rescate de la documentación histórica y los estudios económico y social de la época del salitre y de La Colonia.

La Universidad del Norte comenzó a articular esta combinación de carreras profesionales con la investigación científica en el ámbito de las ciencias socia- les —incluida en ellas la Historia—, una vez que alcanzó su autonomía de la Universidad Católica de Valparaíso, en 1964. Dos años después, en marzo de 1966, se contrató al profesor Hugo Hernán Bodini Cruz–Carrera, titulado como Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica en la Pontificia Universidad Católica de Chile, en 1960, para formar la Escuela de Historia y Geografía. Su tesón le condujo a establecer el Instituto de Ciencias Sociales, como la unidad que iba a cobijar a la docencia y a la investigación histórica. Bodini, cuyo interés

70 era la geografía, percibió claramente que esta dualidad entre la historia y geo- grafía debía desarrollarse ampliamente. En el campo de la historia, por medio del Instituto de Ciencias Sociales, se contrataron en 1966, al investigador Oscar Bermúdez Miral y al Licenciado en Historia y en Derecho, el español José María Casassas Cantó, para fortalecer la docencia en la carrera de Pedagogía en Histo- ria y acrecentar las tareas investigativas del Instituto. Ambos fueron los pilares de la investigación historiográfica de la Universidad hasta la década de 1980.

Es necesario detenerse un poco, para visualizar el rol que comienzan a tener los personajes reseñados.

Hugo Bodini Cruz–Carrera tuvo como colaborador en el ámbito de la geografía a otro profesional procedente de la Pontificia Universidad Católica de Chile, el geógrafo Luis Velozo Figueroa. En el número inicial de la Revista de la Uni- versidad del Norte, en 1966, se consignan dos trabajos, uno de Bodini y otro de Velozo. En su artículo, Bodini planteaba, con mirada avizora, que le va a caracterizar, lo siguiente:

“Entre las múltiples dificultades e inquietudes que asaltan a aquellos que en el presente pretenden dedicar sus estudios a esta nueva forma de ciencia integral, que es la Geografía, es probable que la menos conocida sea la problemática teórica…Sin embargo, somos de aquellos que creen que en el momento presente se han producido alteraciones de tal envergadura en el campo de la ciencia, que es prácticamente indispensable resolver algunas definiciones y conceptos básicos antes de poder elaborar con éxito algún estudio particular…En nuestro país, en este mismo momento que parece haber despertado una cierta conciencia geográfica, resulta indis- pensable aclarar tales problemas, ya que para el joven recién iniciado en su estudio o para el profesional que se ve de pronto con un geógrafo a su lado, no es fácil resolver tales dudas…Aunque todavía no ha surgido la carrera de geógrafo profesional”8.

8 Hugo Bodini Cruz–Carrera, Centro de Estudios Geográficos, “Nuevas aplicaciones en la evolución de la geografía”, Revista de la Universidad del Norte, noviembre de 1966, Número 1, 39–45. Cita páginas 39 y 42.

71 Para Bodini era necesario insistir en que la geografía era una ciencia integradora y siempre de aplicación, por lo que desde los estudios particulares o regionales deberían surgir aportes para acometer una geografía general de Chile. En este predicamento, su compañero de labores universitarias, Luis Velozo Figueroa, dio a conocer un estudio preliminar sobre la costa de Antofagasta:

“Indudablemente lo que más llama la atención del observador en la costa del Norte Grande de Chile, es su forma de muralla escarpada que se levanta frente al mar en un alto acantilado, sólo muy raramente interrumpido por pequeñas bahías y promontorios. Sin embargo, a pesar del aspecto continuado y monótono de sus formas, la región litoral de Antofagasta presenta aspectos interesantes que vale la pena destacar. A pesar de nues- tro poco tiempo de residencia en el Norte, nos ha tocado visitar algunas veces el litoral de la provincia”.

En sus apreciaciones, Velozo distinguía tres áreas: De Cobija a Mejillones; la península de Mejillones propiamente tal, y desde cerro Moreno hasta la bahía de Coloso9.

El trabajo de ambos en la década de 1960 brindó la calidad adecuada en la for- mación pedagógica, aunque fue breve por espacio de dos años10. La vivencia en la zona norte del país tuvo una influencia imperecedera en su experiencia como geógrafos. Cabe indicar, tal como lo puntualizaba Bodini en su artículo, hacia 1967 se ha indicado como fecha de inflexión del nacimiento universitario de la profesión de geógrafo. Este movimiento muy probable junto a factores de

9 Luis Velozo Figueroa, Profesor de Geografía General, “Algunos aspectos morfológicos del litoral de Antofagas- ta”, Revista de la Universidad del Norte, noviembre de 1966, Número 1, 47–48. Constituye par- te del informe al Tercer Encuentro Nacional de Geografía, celebrado en la Universidad Católica de Valparaíso, 12 al 17 de setiembre de 1966. 10 El 6 de noviembre de 1967 Bodini presentó su renuncia. En la respuesta del rector de la Univer- sidad, P. Carlos Aldunate Lyon S.J, de 25 de noviembre, sintetiza el aporte del profesor Bodini: “Solo resta dejar estampado un testimonio de aprecio y gratitud. En dos años escasos Ud., ha creado la Escuela de Historia y Geografía y organizado un Instituto vigoroso, de gran interés. Ud. Ha impulsado las investigaciones e infundido entusiasmo en sus colaboradores”. Universi- dad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: Antecedentes Perso- nales Académicos–Carpeta de Hugo Bodini Cruz –Carrera.

Agradecemos al Sr. Carlos Díaz, Director de Recursos Humanos de la Universidad Católica del Norte, la compulsa de las carpetas de académicos de la institución.

72 oportunidades y factibilidad en el área de la geografía, hizo que Bodini y Velozo retornaran a Santiago. El primero, a ser parte del giro de la geografía en la Pontifi- cia Universidad Católica de Chile, además de proseguir su doctorado en geografía en los EE.UU.11. Velozo le seguirá y también prosiguió estudios de doctorado en Francia en la década de 1980. La estada de Bodini en

Oscar Bermúdez Miral Antofagasta y en la Universidad del Norte le posibilitó el encuentro con el historiador Oscar Bermúdez Miral, colega suyo en el Instituto de Ciencias Sociales desde 1966, quien le introdujo en el saber colonial de Antonio O’Brien, un ingeniero irlandés al servicio de la corona hispana que proyectó un sistema de irrigación en la pampa del tamarugal que interesó vivamente a Bodini12. Este contacto le

11 Se ha estimado que en torno a los años 1967–1968 las dos principales universidades chilenas, sita en Santiago, comenzaron los cursos profesionales de geógrafos, según refieren Hernán Santis A – Mónica Gangas G, “Notas para la historia de la geografía contemporánea en Chile (1950–80)”, Revista de Geografía, 1982, vol.16–17, Nº 1, 5–21. Bodini Cruz–Carrera no solo transformó en 1970 junto a dos geógrafos —Hernán Santis y Basilio Georgudis— el departamento de Geografía en el actual Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Chile sino en 1974 creó, junto con el antropólogo Horacio Larraín Ba- rros, la Revista de Geografía Norte Grande —un dejá vu de ambos de su estada investigativa en la zona septentrional de Chile—, la principal revista de la especialidad en Chile y una de las más relevantes en América Latina. Cf. “Geografía UC rinde homenaje a Hugo Bodini, uno de sus fundadores” Disponible en http://geografia.uc.cl/Noticias/geografia-uc-rinde-home- naje-a-hugo-bodini-uno-de-sus-fundadores.html?server=1 Bodini no solo estimuló los estudios geográficos en la Universidad del Norte sino también en la Universidad de Santiago y en la Uni- versidad de La Serena. Huelga decir, que los profesores Hugo Bodini y Luis Velozo desplegaron sus carreras académicas en Santiago. 12 Es interesante el nexo que se estableció entre historiadores y geógrafos, al interior del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad del Norte, pues, en julio–agosto de 1971, en torno a Juan Bergoeing se formó el “Programa Interdisciplinario en Tarapacá entre la Universidad Católica de Chile y la Universidad del Norte”, cuya investigación Pampa O’Brien.Objetivos, Metodología y Con- clusiones 1ª Etapa, involucró a Hugo Bodini, Luis Velozo, Juan Bergoeing, Oscar Bermúdez y Jorge Checura (de la Universidad del Norte, sede Iquique). El Programa surgió gracias al conocimiento del Plano de O’Brien por Oscar Bermúdez, en abril de 1971, ocasión en que el Instituto de Geografía pudo articular la investigación en Tarapacá. Uno de los productos de este Programa fue la publicación de “Pampa O’Brien: verificación de indicadores de implantación humana por fotointerpretación”, Boletín de Prehistoria. Univer-

73 abrió la posibilidad a Bermúdez de publicar en el Boletín de la Asociación de Geógrafos de Chile13.

A la Escuela de Historia y Geografía se incorporó en 1966 Sergio Adolfo Conta- dor Varas, titulado de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de Chile. Ingresó como profesor especial de Historia y Geografía y en 1969 como docente media jornada a cargo de las asignaturas de Historia de Chile14. Casassas asumió, en reemplazo de Bodini, la dirección de la Escuela de Historia y Geografía, en agosto de 1967 hasta marzo de 1969. Y entre 1967 y 1968 fue Director Subrogante del Instituto de Ciencias Sociales.

Destaquemos que tanto Bermúdez como Casassas coincidían en la necesidad de la recuperación de la rica documentación histórica de la provincia. Bermúdez,

sidad de Chile. Nº Especial 1972–1973. La información y los datos provienen de Horacio Larraín Barros, “Antecedentes históricos para un estudio de la reutilización de suelos agrícolas en la pampa del Tamarugal, provincia de Ta- rapacá, Chile”, Revista de Geografía Norte Grande, marzo de 1974, Vol.1, Nº 1, 9–22. Posteriormente, esta relación entre ambas universidades católicas prosiguió cuando el Institu- to de Geografía de la UC, dirigido por Bodini, y el Taller del Norte Grande, a cargo del arqueó- logo–antropólogo Horacio Larraín Barros, fundan la Revista de Geografía Norte Grande, en 1974, como lo demuestra, precisamente, el número inaugural con trabajos del Dr. José María Casassas Cantó y del Dr. Juan van Kessel, incorporado recientemente a la Universidad del Norte. Posteriormente, Bermúdez Miral se sumó como colaborador. Larraín Barros, puntualicemos, formó parte del Museo Regional de Antofagasta, creado en 1960, vinculado a la Universidad del Norte y, después, fue integrante en 1966 del Departamento de Antropología de la misma universidad. Concluido su periplo o fase académica en Santiago retornó al norte a la recién creada Universidad de Antofagasta en la década de 1980 y fundó la revista Hombre y Desierto. Una perspectiva cultural, en 1987, en el Instituto de Investigacio- nes Antropológicas, de desigual impacto a su anterior iniciativa. 13 Los artículos “Las oficinas salitreras adyacentes a la línea del ferrocarril de Antofagasta a Boli- via” y “Perfil histórico de Cobija”, ambos en Boletín de la Asociación de Geógrafos de Chile, 1967, Número 3. 14 El profesor Contador se había recibido de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica por la Universidad de Chile, en 1963, con una Memoria de Título que versó sobre el Desarrollo Económico y Social de Chile a través de la prensa julio de 1873–diciembre 1875, asesorado por el Profesor Hernán Ramírez Necochea. Se desenvolvió como profesor en su especialidad en distintos establecimientos de educación secundaria de Antofagasta, simultáneamente como profesor universitario. Se destacó como dirigente sindical del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación, entre 1971–1973. En mayo de 1974 fue contratado como profesor de Jornada Completa en la Universidad del Norte. Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. Sergio Adolfo Contador Varas.

74 se había dado a conocer en la comunidad de los historiadores nacionales y alcan- zado un reconocimiento al publicar en 1963 su Historia del Salitre, desde sus orígenes hasta la Guerra del Pacífico, editada por la Universidad de Chile, y en 1966 con su Orígenes históricos de Antofagasta, auspiciada por la Ilustre Municipalidad de Antofagasta, premiada en el Concurso Histórico Nacional, que promovió la Corporación edilicia. Cabe acotar que el municipio era dirigido por el Alcalde Floreal Recabarren Rojas, titulado como Profesor de Historia, Geo- grafía y Educación Cívica por la Universidad de Chile, en 1954, con una Memoria de Título sobre el proletariado de Tarapacá y Antofagasta, dirigida por Hernán Ramírez Necochea. Bermúdez tenía a su haber una serie de trabajos anteriores dedicados a la historia de la región15.

En el transcurso del año 1967 Michel Romieux, antropólogo, y su señora María Teresa Cobos Noriega, Licenciada en Historia, habían tomado contacto con el Rector de la Universidad para la eventual incorporación de ambos. Finalmente, él se incorporó al departamento de Antropología, dependiente del Instituto de Ciencias Sociales, y ella a la Escuela de Historia y Geografía, en marzo de 1968.

María Teresa Cobos se había titulado de Profesora de Historia, Geografía y Edu- cación Cívica por la Universidad Católica de Valparaíso en 1959. Entre 1963–1966 se desenvolvió como profesora investigadora en la Universidad Nacional de Colombia y en 1963 en la Universidad Libre de Bogotá, después de ser profesora en su Casa de Es- tudios Superiores entre 1967–1968. Cursó María Teresa Cobos Noriega, historiadora.

15 A títulos de ejemplos: “Historia de la municipalidad de Antofagasta”, Revista Chilena de His- toria y Geografía, 1958, N° 126; “Las exploraciones del desierto de Atacama dirigidas por Fran- cisco San Román”, Revista Chilena de Historia y Geografía, 1958, N° 124; “La pólvora durante la Colonia”, Revista Chilena de Historia y Geografía, 1962,N° 130; “Una compañía para el comercio de Chile con Charcas y Potosí en el siglo XVIII”, Boletín de la Academia Chilena de la Historia, 1962, N° 67.

75 estudios conducentes al doctorado en la especialidad de Historia de América Colonial en la Universidad de Sevilla, 1960–1962.

A su ingreso a la Universidad del Norte tenía a su haber diversas publicaciones. Fue Jefa de la Sección de Historia del Instituto de Ciencias Sociales.16

El alejamiento de los profesores Bodini y Velozo y seguidamente del profesor Casassas17, para proseguir los estudios de doctorado en Historia en Madrid, en 1969 sumado a la falta de especialistas en el área de Historia de América, produjo a fines de 1969 e inicios de 1970, una crisis en la Escuela de Historia y Geografía. Para ello se procuró contratar pedagogos titulados en la Universidad de Chile posiblemente por la propia inflexión que vivía la Universidad, con la reforma

16 Cuatro artículos en el Boletín Cultural y Bibliográfico de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Bogo- tá entre 1963 y 1966, y uno en la Revista Universitaria, Universidad Católica de Valparaíso, en 1958. Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. María Teresa Cobos Noriega.

La carrera académica de Cobos Noriega, se desarrolló posteriormente en la Universidad Católica de Valparaíso. 17 Casassas, nacido el 18 de noviembre de 1905, además de ser Licenciado en Historia y en Derecho, había cursado un año de estudios doctorales en historia en la Universidad Complutense, en el bienio 1926–1927, y habíase desempeñado como profesor de Historia en establecimientos de educación secundaria en Barcelona hasta el año 1938. Exiliado, a raíz de la guerra civil españo- la (1936–1939), se radicó en la República Dominicana, en 1940–1941, ejerciendo su magisterio y colaborando en la Secretaría de Estado de Instrucción Pública en la redacción de los programas oficiales de Geografía e Historia para los planteles de segunda enseñanza. Radicado en Chile, probablemente en la década de 1950, obtuvo la nacionalidad en julio de 1956, y se integró en 1958 a la Universidad Católica de Chile como profesor de Historia de la Edad Media e Historia del Arte, en la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación, además de supervisar los informes de memorias de títulos. Incorporado a la Universidad del Norte, se involucró en su proceso de reforma, entre diciembre de 1968, como miembro de la Comisión de Redacción del reglamento para elección del rector, y julio de 1969, como Secretario General de la Sede de Antofagasta. El 15 de julio de 1969 fue autorizado para realizar investigaciones en el Archivo de Indias en Es- paña, hasta el 15 de junio de 1970. Cabe apostillar que Casassas, en su patria natal, había publicado un pequeño libro intitulado, Rafael Casanova. Noticia Biográfica, Editorial Barcino, Barcelona, 1932. Además, redactó dos estudios de exigencias en el programa de doctorado en Historia, uno sobre Agustín Querol. No- ticia biográfica y otro sobre El Capitán Juan Mateo Mange. Sus exploraciones en California, inéditos. Obtuvo su grado de Doctor en Historia en la Universidad Complutense de Madrid, el 26 de noviembre de 1970, a los 65 años de edad. Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. José María Casassas Cantó.

76 y el alejamiento de los sacerdotes jesuitas del rectorado. Se contactó a Salvador Dides Muñoz, profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica18. Dides Muñoz se incor- poró a la Universidad en marzo de 1971 como profesor extraordinario para desempeñar “funciones de docencia e investigación en la carrera de pedagogía en Historia y Geogra- fía, dedicándose preferentemente a tareas de documentación y trabajos bibliográficos en la zona”19. Empero, su estadía en Antofa-

José M.Casassas Cantó, historiador. gasta fue muy breve, pues en junio de 1972 renunció por motivos familiares.

Previamente, había arribado Leonardo Humberto Jeffs Castro, con estudios en la Universidad de Chile, a la que ingresó en 1958 y se encontraba en situación de egreso, en Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica, y con va- riados cursos de especialización en los ámbitos de la doctrina social eclesial y cooperativismo. Había logrado una experiencia en trabajos de capacitación en INDAP e ICIRA. En octubre de 1970 fue contratado como Profesor Extraordinario en la Universidad del Norte, desarrollando seminarios medios en la carrera de Historia y Geografía, que posteriormente analizaría como campos de investi- gación especializada: la revolución boliviana de 1952 y cristianismo y realidad latinoamericana. Ejerció las cátedras de Historia de Chile y de América en la mencionada carrera hasta su renuncia en octubre de 197320.

18 Contactado el profesor Salvador Dides Muñoz, de la Universidad de Chile, para integrarse a la Universidad del Norte, le expresó al geógrafo Roberto Santana Ulloa, que había sido contra- tado por la Universidad del Norte y se buscaba un “geógrafo para formar un equipo capaz de enfrentar la crisis de una carrera de Historia y Geografía”, por lo que Santana también viajó a incorporarse a la universidad en Antofagasta. Cf. Roberto Santana Ulloa, “Chile. Memorias in- completas “En el desierto”. Disponible en www.robertosantanaulloa.com/chile-memorias-in- completas 19 Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal:Ante - cedentes Personales Académicos. Salvador Dides Muñoz. Y comunicación personal del Dr. Lautaro Núñez Atencio, 26 de diciembre de 2017. 20 Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. Leonardo Humberto Jeffs Castro.

77 Indiquemos de paso que el proceso de reforma agraria llevado a cabo por el go- bierno de Eduardo Frei Montalva, con sus organismos rectores CORA e INDAP, constituyó una experiencia, una praxis, para un número relevante de nuevos académicos que se incorporaron a la Universidad del Norte. Así, se puede cons- tatar en los antecedentes académicos de geógrafos, como Julia Rodríguez, de sociólogos, como René Ríos, entre otros, una vivencia de involucrarse con el proceso de transformación socio–económica del país y el aporte fundamental de la juventud profesional.

Las visiones de Bermúdez y Casassas sobre el rescate, catalogación de los reper- torios documentales, las transmitieron en sus obras de este periodo.

Bermúdez, anota en los Orígenes Históricos de Antofagasta:

“No obstante el aporte que han dado las provincias del Norte, Tarapacá y Antofagasta, tanto en el aspecto económico como en el demográfico y social, a lo largo de más de ochenta años, se carece de una historia completa de este territorio, en la que pueda seguirse detenidamente su desenvolvimiento. Aunque el objetivo perseguido a través del Concurso se refiere exclusivamente a la ciudad de Antofagasta, el estudio histórico que responda a ese objetivo significará, también, un aporte a la historia general del Norte. En lo que concierne al pasado de Antofagasta —espe- cialmente a sus orígenes y las primeras etapas de su desarrollo— el campo que se ofrece a la investigación es relativamente reducido”21.

Casassas fue muy prístino en tal sentido. Incorporado a la Universidad no dejó pasar el tiempo y, ese mismo año, examinó los fondos documentales del archivo del Arzobispado de Antofagasta, erigido en 1966 en la arquidiócesis. Así, en su primera obra en el norte, estampa:

En su ejercicio docente hizo una convergencia muy interesante con el profesor y escritor Andrés Sabella Gálvez, académico de la Carrera de Castellano y de la Escuela de Periodismo de la Uni- versidad del Norte, de trazar visiones del pasado nacional conjugando la historiografía con la literatura colonial, en cuanto a las interpretaciones, que tuvimos la experiencia de asistir. 21 Oscar Bermúdez Miral, Orígenes históricos de Antofagasta, Ilustre Municipalidad de Antofa- gasta, 1966, 11.

78 “Incorporado a la vida antofagastina por mi labor profesional en la escuela de Historia y Geografía, creada en 1966 en la Universidad del Norte, he proyectado realizar algunas investigaciones sobre diversos aspectos de la historia del Norte Grande …Ello me ha impulsado a redactar estas no- ticias, así como a publicar íntegramente algunos documentos de dichos archivos, que fundamentan el presente estudio y, además, pueden ser base de trabajos e investigaciones posteriores”.

No dejaba de mentar los agradecimientos a Oscar Bermúdez Miral, “por sus amables orientaciones sobre la historia nortina” y evocar la figura de Monseñor Luis Silva Lezaeta, cuya labor de dejar “consignados en los registros de la Vicaría y del Obispado, como buen historiador que era, todos cuantos datos, del pasado o contemporáneos al mismo, proporcionaban adecuado marco histórico a los acontecimientos que, desde su elevado ministerio, él protagonizaba”22.

La seriedad del trabajo emprendido por el Instituto de Ciencias Sociales hizo que en 1968 la Intendencia de Antofagasta entregara en depósito el archivo institucional del periodo boliviano.

En 1970 publicó su “Inventario de los archivos del Arzobispado de Antofagasta, de la Prelatura de Calama y de sus respectivas parroquias”, que vio luz en los Anales de la Universidad del Norte, número 8.

La necesidad entonces de contar con una unidad que asumiera la tarea de reco- lectar los diversos papeles diseminados en la provincia, no siempre guardados en instituciones, comenzó a tomar un cariz importante.

La presencia del profesor Dides Muñoz contribuyó a este diseño. En noviembre de 1970, los académicos del Departamento de Ciencias Sociales presentaron a la Universidad el proyecto de crear un Centro de Documentación, CEDOC. El país vivía, en su historia social, económica y política, una inflexión inédita y la mirada hacia el norte se escrutó con urgencia, para proseguir una historia

22 José María Casassas C., Noticias sobre la Iglesia Católica en la Provincia de Antofagasta. Editorial Orbe,1968, 7–8. Originalmente el texto salió publicado en Anales de la Universidad del Norte, 1967, Nº 6.

79 económica y social, donde la industria del salitre y el proletariado pampino todavía yacían incompletas en los anales de nuestra historia.

El CEDOC fue aprobado y el 14 de mayo de 1971 nacía, con el aporte del departa- mento de Ciencias Sociales, la Dirección de Investigación y la Biblioteca Central.

Salvador Dides fue el primer director del CEDOC e impulsor del Boletín del Centro de Documentación, para dar cuenta de los avances en el rescate de la documen- tación imprescindible para la historia del norte chileno23.

El CEDOC en mayo de 1971 delineó sus objetivos principales:

“a) Concentrar todo el material documental que se refiera al Norte Grande de Chile y que está disperso (archivos estatales y particulares que se encuen- tran en pésimo estado de conservación y sometidos al pillaje constante y de indudable valor científico para investigaciones de carácter estadístico, demográfico, socio–económico, geográfico, antropológico, histórico, etc). b Crear las condiciones para su conservación, clasificación e información para los investigadores del país y del extranjero”.

Las tareas fundamentales que se asignó el CEDOC fue plantear un recorrido por todas las localidades del Norte Grande, “que se consideren de interés”; levantar catastro de la documentación a ser entregada o, en su defecto, microfilmadas. Seguidamente, llevar a cabo una ordenación, clasificación y catalogación de los archivos recogidos, redactar informes sobre los archivos rescatados, iniciar publicaciones de Bibliografías especializadas de los contenidos de los archi- vos, llevar a cabo investigaciones bibliográficas sobre materiales impresos del Norte Grande. Una fase importante del CEDOC era la elaboración de un fondo de materiales “caracterizadores y descriptivos del Norte Grande susceptible de ser utilizado para la información que se requiera del CEDOC en el país y en el extranjero”.

23 Salvador Dides, “Introducción”, Boletín del Centro de Documentación, Universidad del Nor- te, 1971, Nº 1.

80 Importante era la cooperación internacional no solo para recolectar materiales de interés para las ciencias sociales en el norte chileno, principalmente con países vecinos, sino “establecer una colaboración activa con centros similares del país y del extranjero para problemas de documentación”24.

Entre los meses de junio a agosto de 1971 la Universidad del Norte recepcionó los materiales de diversos archivos de la región, de Mejillones (Aduana, capitanía del Puerto, Juzgado Civil, Subdelegación Civil), en Taltal (Aduana, Oficina Salitrera Flor de Chile), en Antofagasta (Embarque a Bolivia, oficina salitrera Chacabuco (“contiene archivos de una gran cantidad de oficinas salitreras”). En las 46 bibliotecas visitadas en Iquique, Antofagasta y Santiago, se había logrado levantar un fichero bibliográfico de 3.000 fichas.

Empero, la acción de rescate documental era muy rudimentaria en infraestruc- tura y en recursos humanos. Para ello se involucró a los profesores, ayudantes y alumnos del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad sin pago de remuneraciones. En su informe a la reunión patrocinada por la CEPAL, en septiembre de 1971, el CEDOC estimó que requería apoyo de un organismo inter- nacional para la asistencia técnica y perfeccionar al personal en diversas tareas (desde la catalogación, dominio de técnicas paleográficas, programación y ope- ración de computadoras hasta tareas bibliográficas, reproducción de fotografías y uso de técnicas apropiadas) y un apoyo de U$59.400 dólares en equipamiento técnico y construcción de locales.

La participación del CEDOC en la reunión, “mereció el más vivo interés de la reunión, evidenciado a través de las numerosas preguntas de los participantes sobre la metodología de trabajo, la edad de los archivos, su conservación y re- producción, su división en secciones, etc”25.

24 Salvador Dides Muñoz, Hugo Ardiles Orrego y Carlos Alberto Padilla Iturra, “Informe de presen- tación del Centro de Documentación, Universidad del Norte, Antofagasta”, Naciones Unidas. Consejo Económico y Social. Comisión Económica para América Latina. Reunión sobre Técnicas Modernas de Documentación, Santiago de Chile, 27 al 30 de septiembre de 1971. 8 pp. Anotemos que Hugo Ardiles Orrego se incorporó más tarde a la planta docente de la carrera de Historia y Geografía. 25 “Informe sobre los debates, conclusiones y recomendaciones”. Naciones Unidas. Consejo Eco- nómico y Social Comisión Económica para América Latina. Reunión sobre Técnicas Mo- dernas de Documentación, Santiago de Chile, 27 al 30 de septiembre de 1971, p.5.

81 El CEDOC comenzó a ser ampliamente reconocido en foros internacionales subre- gionales, como se constató en el tercer Congreso Regional sobre Documentación y Undécima reunión de la Federación Internacional de Documentación, celebra- do en Lima, en septiembre de 1971. Allí, a través de la directora de la Biblioteca Central de la Universidad, Ursula Schadlich, el CEDOC fijó su estrategia de vincular los problemas e intereses del norte chileno con el noroeste argentino, el sur del Perú y el oeste de Bolivia26.

El alejamiento de Dides, por razones familiares, significó la reestructuración del CEDOC, en abril de 1972, nombrándose a un director que recayó en la per- sona del Dr. Casassas Cantó, un Sub–director, en la Licenciada en Historia, Drahomira Srytrova, de nacionalidad checoslovaca, haciéndose más operativo el funcionamiento del CEDOC. Entre mayo de 1973, cuando se inaugura la Serie I correspondientes a Repertorios Bibliográficos, que recogían la bibliografía sobre un tema —en este caso sobre metalurgia en la provincia de Antofagasta— y di- ciembre de 1973 cuando se establece la Serie II de los Repertorios Bibliográficos, correspondientes a indización y análisis de seminarios —en este caso con los Seminarios de Título de la Facultad de Arte, Educación y Ciencias Humanas de la Universidad del Norte— se aprecia un perceptible giro en cuanto a lo que había que desarrollar el CEDOC. Casassas y Srytrova se dieron cuenta de ello y plantearon estas dos series importantes27.

26 Vid. Salvador Dides, “Participación del Centro de Documentación en Encuentros y Congresos Nacionales e Internacionales”, Boletín del Centro de Documentación, Universidad del Norte, 1971, Número 1; Drahomira Srytrova, “Informe de Labores”, Boletín del centro de Documen- tación, Universidad del Norte, 1972, Números 2–3. 27 La estructura del CEDOC a partir de 1974 dependió de la Dirección Académica de Investigacio- nes, con encargadas de la sección de ciencias e ingenierías y sección de educación y ciencias humanas, con una planta de profesores investigadores —10— de los cuales la mitad eran pro- fesores de Historia, Geografía y Educación Cívica, un asistente técnico, tres secretarias y seis alumnos ayudantes. La relevancia del CEDOC se mantuvo a pesar de la creación del complejo in- formático en el año 1973, que aunó la documentación, oficina de proyectos, el IRITUN, Instituto Regional de Investigaciones Tecnológicas de la Universidad del Norte; siendo reconocido por la DIBAM en 1976 para tener la tuición sobre la documentación histórica regional. Empero, el motor del CEDOC, el Dr. Casassas, se acogió a jubilación en marzo de 1979 y junto con el cierre de las Carreras pivotales de la investigación y la desaparición de la Facultad de Ciencias Sociales, hizo que el CEDOC perdiera su primacía en su campo. El 22 de marzo de 1981 quedó incorporado —y supeditado sin su planta de investigadores— a la Unidad de Biblioteca y Documentación, BI- DOC. El itinerario de los ricos depósitos documentales del CEDOC —al que se incorporó en 1981 el archivo de extranjería del Registro Civil e Identificaciones— entre 1981 y 1985 fue errático,

82 En la investigación historiográfica en este periodo pueden distinguirse los li- neamientos que hemos indicado en líneas superiores, esto es, Bermúdez Miral prosiguió sus investigaciones en el campo de la industria salitrera analizando una fase desconocida, como era el comportamiento del gobierno chileno con las pertenencias calicheras en Tarapacá y Antofagasta respecto a la política económica y tributaria que va a aplicar hasta el término de la guerra28 incur- sionando en el litoral con casas comerciales hispanas y dando curso al examen de las actividades mercantiles de los españoles José María Artola y Juan José Aguirrezavala en el siglo XIX abarcando la explotación minera de San Bartolo29.

Un estudio en torno a la presencia del Dr. Nicolás Palacios —el célebre autor de Raza Chilena— en Iquique, testigo de la masacre de la Escuela Santa María, en diciembre de 1907, hizo que Bermúdez abriera el sendero de la industria salitrera en la Universidad del Norte hacia el campo social30. Precisamente, en la Univer- sidad del Norte, Sede Arica, el investigador Enrique Reyes Navarro, titulado de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica por la Universidad de Chile, vinculado al Centro de Investigaciones Históricas, en marzo de 1968, estableció en 1971 el “Proyecto de Investigación sobre Historia Social del Norte Grande”. El primer fruto del proyecto fue su libro El Desarrollo de la Conciencia Proletaria

hasta que desapareció como CEDOC y se incorporó a la Sala de Archivos Históricos de la Biblio- teca Central de la Universidad. 28 Oscar Bermúdez Miral, “El salitre de Tarapacá y Antofagasta durante la ocupación militar chi- len a”, Anales de la Universidad del Norte, 1966, N° 5, 131–182; “Empleo de la balsa de cuero de lobo marino en el embarque del salitre”, Revista de la Universidad del Norte, 1968, N° 5, 35–40. 29 Oscar Bermúdez, Centro de Estudios Históricos, “Las casas comerciales de Artola y Aguirrezavala”, Revista de la Universidad del Norte, abril 1967, N° 2, 31–38. La oportunidad de poder compulsar las cartas de Artola y Aguirrezava, se la dio Santiago Gajardo Peillard, ex alcalde de Antofagasta. 30 Oscar Bermúdez Miral, “El Dr. Nicolás Palacios y la industria del salitre”, Revista Chilena de Historia y Geografía, 1968, N° 136. Consignemos que Oscar Bermúdez Miral desarrolló una amplia escritura de ficción, con cuen- tos y novelas ambientados en el salitre, principalmente en lo que denominó la “civilización Shanks”. Sobre la obra historiográfica de Bermúdez, vid. José Antonio González Pizarro, “La tarea de un historiador del norte chileno: la obra de Oscar Bermúdez Miral (1906–1983)”,Revista de Indias, Madrid, 1985, vol. XLV, N° 175; Eduardo Téllez L., “Oscar Bermúdez Miral, ideario y práctica de una tentativa historiográfica”,Chungará, Arica,1984, noviembre N° 13; Sergio Gon- zález Miranda, “Oscar Bermúdez Miral: investigador del Norte Grande, historiador del salitre, hombre de dos mundos”, Revista de Historia Social y de las Mentalidades, Santiago,2012, Volumen 16, Nº 2. Sobre su obra literaria, la mayoría inédita, remito a José Antonio Gon- zález Pizarro, “Rasgos naturalistas en la novela “Pampa desnuda” de Oscar Bermúdez”, Si Somos Americanos. Revista de Estudios Transfronterizos, Iquique, 2005, vol. VII, N° 2.

83 en Chile (El Ciclo Salitrero), editado por Editorial Orbe en 1971.Aun cuando permaneció en la Universidad hasta 1976, el referido proyecto quedó truncado. Reyes Navarro, alejado de la Universidad retomaría sus investigaciones sobre el salitre en Gran Bretaña.

Casassas no estuvo ajeno a estas nuevas incursiones de los otros investigadores. En 1971 dirigió el Seminario de nivel superior para optar al título de Profesor de Estado en Historia, Geografía y de Educación Cívica de María Teresa Ahumada Manchot, Olimba Julia Hurtado Rojas, Gretel Margarita Miranda Corrales y Luis Armando Ocaranza Figueroa, “Fichaje e índices de documentación de la administración boliviana en la provincia del Litoral (1859–1875)”, aprovechando la entrega del repertorio por la Intendencia, con lo cual complementó lo que hizo Bermúdez Miral.

Simultáneo con este esfuerzo de Reyes Navarro, Casassas dirigió tres Seminarios de Nivel Superior vinculados con el pasado salitrero, aprovechando los fondos documentales del CEDOC. En 1972 el denominado “Contribución al estudio del archivo de Chacabuco: Proyecto metodológico para recuperar la información”, donde participaron los seminaristas que irían a integrar la planta de profesores ayudantes del CEDOC, Guillermo Muñoz Cruz, Carlos Alberto Padilla, Hugo Humberto Ardiles, Gustavo Adolfo Buccioni, Jorge Collao Checura. Este grupo de egresados, vinculado desde sus orígenes al CEDOC había presentado en el primer número del Boletín del CEDOC, el “Catálogo de fotografías de la Ofici- na Chacabuco en su etapa de construcción y otras salitreras de la provincia de Antofagasta (1923–1924)”. Esto sirvió de base para la gran exposición alusiva al mundo salitrero que se brindó en la Sala Ercilla de la Universidad, entre el 11 y el 17 de diciembre de 1972.

La Universidad del Norte se había adelantado en visualizar el patrimonio sali- trero antes que el Consejo de Monumentos Nacionales, que declaró Monumento a la oficina salitrera Chacabuco en 1971.

El CEDOC destinó dos números más a la industria salitrera. En el Boletín número 2–3 apareció “Breve descripción de la oficina salitrera Chacabuco, año 1923” y

84 en el Boletín número 4, Jorge Collao Checura acopió nuevos vocablos calicheros con su “Glosario selectivo de términos salitreros”.

Casassas dirigió dos tesis más sobre el tema salitrero: en 1976 “Catastro de mapas y planos del Archivo de la ex Oficina Salitrera Chacabuco, II Región de Anto- fagasta”, llevado a cabo por Magdalena del Rosario Vásquez Mendoza y Eddie Yapur González, y en 1978 “La industria del salitre en la región de Tarapacá: la crisis y sus problemas (1927–1931)”, realizado por Evangelina Aliaga, Natacha Arancibia y Doralisa Rodríguez. También aprovechó de dirigir el trabajo de Bernardo Matijasevic Goic y Mario Montoya Esquivel, “Fichaje e índice docu- mentos correspondientes a la administración de Bolivia en el departamento de Atacama (1873–1879), de 1972, y el llevado a cabo por Miriam Pérez Zenteno y Humberto Menares Ledesma, “Inventario del archivo del obispado de Iquique” de 1973; el estudio de Juana Fúnez Thodes, “Selección, transcripción, ubicación circunstancial de documentos y sugerencias para el estudio de la historia de la Segunda Región”, en 1975, y la “Ordenación e inventario del archivo de la Adua- na de Mejillones (1905–1958)”, trabajo de titulación de Juan Fuentes Villegas y Enrique Rodríguez Ardiles, de 1976. Matijasevic Goic junto a Jorge Stavros Bra- camonte, fueron contratados para la Escuela de Historia, en 1971, renovándose anualmente sus contratos. Stavros Bracamonte, se había iniciado como Profesor Normalista y se recibió como Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, por la Universidad del Norte, en 1972.

Para mediados de la década de 1970, el esfuerzo de la Escuela de Historia estaba centrado en la determinación de fuentes de investigación histórica. Contaba la Universidad, desde 1967, con la vasta y rica biblioteca privada del que fuera primer Obispo de Antofagasta, Luis Silva Lezaeta, que fue entregada en comodato y en 1971 materializada su entrega oficial. Tenía toda la producción historiográfica nacional de la época, José Toribio Medina, Barros Arana, Vicuña Mackenna, Miguel Luis Amunátegui hasta los escritores eclesiásticos, Crescente Errázuriz, Carlos Silva Cotapos, como también las obras dedicadas a la historia de España, de Ballesteros y Beretta, la Altamira y Crevea, como las de , Bolivia, Perú, de Roberto Levillier, Cúneo Vidal, Alcides Arguedas, Ernest Lavisse,

85 Carlos Pereyra sobre la historia de América Latina y las historias universales de historiadores franceses e italianos, etc31. Próximo a los 4.000 volúmenes.

El otro nicho de investigación historiográfica, alejado del tópico de la in- dustria del salitre, tuvo en Alfredo Wormald Cruz32, en Arica, un destacado investigador. Vinculado a la Universidad del Norte, desde enero de 1960, el contrato de abril de 1965 fue para hacer “una investigación y estudio sobre el folklore y arqueología del departamento de Arica”. Su incursión sobre el pasado colonial de Arica y sus valles se reflejó en varios trabajos, siendo el fundamental Frontera Norte, impreso por editorial Orbe en 1963 y con una segunda edición en 1968: su objetivo fue recoger “sus manifestaciones (la de Arica) que me han parecido características o curiosas de la historia, de la geografía, de las costumbres locales. En otras palabras, del hombre y del medio”33.Wormald Cruz dirigió el Centro de Investigaciones Históricas de la Universidad en Arica. En 1972 publicó Historias olvidadas del Norte Grande. A partir de 1974, cuando su salud se resentía, apoyó con artículos la Revista de la Universidad del Norte. Arica, el número 4 de 1975. En agosto de 1976 fue nombrado “Profesor Emérito”. Dos años después, demostró en dos sen- das publicaciones, su vivo interés por la historia de España en América: Los amigos olvidados de Colón y Algo sobre monedas en las Indias, editadas por el Centro de Investigación y Documentación Histórica de la Universidad del Norte, en 1978. Falleció en 1981.

31 Cf. André Hubert Robinet SJ, “La Biblioteca Silva Lezaeta” en André Hubert Robinet SJ – José Antonio González Pizarro – Coordinación y Edición Erika Tello Bianchi, Luis Silva Lezaeta y

el Norte Grande. Su visión urbana y aporte cultural–eclesial en la zona árida de Chile, Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2013, pp. 151–242. 32 Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. Alfredo Wormald Cruz.

33 Alfredo Wormald Cruz, Frontera Norte. Editorial Orbe–Universidad del Norte, 1968. En esta segunda edición adicionó parte de su estudio sobre “El mestizo en el departamento de Arica”, Anales de la Universidad del Norte, 1966, N° 5, 183–318, que Manuel Dannemann ponderó su método: la observación y “recolección directa de los hechos en el terreno mismo de su vigencia o de la conservación de sus huellas” (p.185). Wormald cruz destinó un par de artículos “A propó- sito del hospital de Arica”, Revista de la Universidad del Norte, agosto 1967, N° 3; “Pisagua, Puerto Mayor”, Revista de la Universidad del Norte, 1968, Número 2

86 Bermúdez también se vinculó con esta arista colonial, volviendo a la región de Tarapacá para estudiar uno de los poblados fundamentales, Pica, al que destinó dos trabajos: “Pica en el siglo XVIII. Estructura social y económica”, Revista Chilena de Historia y Geografía, 1973, N° 141; “La población indígena de la doctrina de Pica. Segunda mitad del s.XVIII”, Chungará, Universidad del Norte, Arica, 1980, N° 634 y un estudio concluyente intitulado Estudios de Antonio O’Brien sobre Tarapacá: Cartografía y labores administrativas 1763–1771, publicado por la Universidad del Norte en 1975.

III. La Facultad de Ciencias Sociales y los nuevos temas: Arqueología Regional, la etnohistoria, el sincretismo cultural, el espacio y su analisis y la potencialidad turística.

La reforma llevada a cabo por la Universidad hacia fines de la década de 1960 —en consonancia con lo que acontecía en las universidades católicas de Valpa- raíso y Santiago— se tradujo, escribe Edith Zurita, en una mayor flexibilidad curricular y una educación orientada hacia el desarrollo integral, “destinada a formar hombres capaces de influir en la sociedad”35 y orientando las horas

34 Este estudio de Bermúdez, que formaba parte de una investigación mayor, El oasis de Pica y sus nexos regionales, publicado en la Revista Chungará, 1980, N°6, pp.145–215, abrió la sec- ción de “Etnohistoria” de la publicación. Chungará, mientras dependió de la Universidad del Norte. Estando al frente de ella Jorge Hidalgo Lehuedé, acogió dos estudios en la sección “Etno- historia”, el citado de Bermúdez, y el otro del propio Hidalgo, “Culturas y etnías protohistóri- cas: área andina meridional”, Chungará, 1981, vol.8, pp. 209–253.El inédito de Bermúdez, El oasis de Pica y sus nexos regionales, fue publicado por Ediciones de la Universidad de Tarapa- cá, en 1987, 157 pp. Fue un libro póstumo. Apostillemos de paso, que Hidalgo Lehuedé, estimaba que Bermúdez era difícil de “definirlo en un género preciso como insinúa la bibliografía al querer centrarlo en la historia, yo creo que se le debe mencionar como un polígrafo”, a propósito de su estudio sobre Pica. Cf. Carta de Jorge Hidalgo Lehuedé, Arica 11 de mayo de 1980, a Oscar Bermúdez Miral. Facsímil facilitado por Bermúdez Miral en 1981 al autor de estas líneas. 35 Edith Zurita, op.cit. 122. Las reformas universitarias se caracterizaron a nivel nacional en la década de 1960 por generarse en el movimiento estudiantil y académico, buscar en el gobierno universitario su democratización y participación estamental, procurar la estructura de depar- tamentos, institutos y centros de investigación y una profesionalización académica.Vid. José J.Brunner, “La reforma de las universidades chilenas:implicaciones intelectuales”, FLACSO. Material de Discusión Nº 114, noviembre de 1988. Carlos Huneeus puntualizará que, la ideología de la reforma universitaria se basa en el supues-

87 de trabajo de profesores y alumnos en el medio productivo, refería el Plan de la Universidad del Norte en el Salitre, en julio de 1971.

La Universidad del Norte vivía tiempos de cambios desde el cese de los rectores de la Compañía de Jesús, en noviembre de 1969 y la elección del rector laico, Miguel Campos Rodríguez (noviembre 1969–octubre 1973).

Una manifestación concreta de la nueva orientación fue la creación de Facul- tades Académicas en la sede de Antofagasta. Por decreto 506, de 27 de marzo de 1972, se crearon tres Facultades: la de Ciencias Sociales, de Educación y la de Ciencias y Tecnología. La Facultad de Ciencias Sociales quedaba integrada por los Departamentos de Antropología y Arqueología, Ciencias Económicas, Comunicación Social, Historia y Geografía, Filosofía y Sociología.

También significó el cambio del Departamento de Ciencias Sociales —heredero del Instituto— y que albergaba a Arqueología–Antropología con Historia y Geo- grafía, por el Departamento de Historia y Geografía36.

to de “reconocer la autonomía relativa del sistema universitario, es decir, la capacidad de la universidad de actuar con relativa independencia dentro de la sociedad. En otras palabras, la universidad puede hacer frente a los problemas económicos, políticos y sociales de la sociedad en virtud a sus propios objetivos y desde su perspectiva propia…la opción ideológica afirma que la universidad puede ser un importante factor que contribuye al cambio social”. Cf. Carlos Hu- neeus Madge, La reforma en la Universidad de Chile, Corporación de Promoción Universita- ria, 1973, pp.8–9. Cabe puntualizar que la reforma universitaria en Antofagasta, guardaba afinidad con lo suce- dido en las otras casas de estudios superiores católicas de Santiago y Valparaíso, donde se inicia- ron y forjaron los cambios universitarios. Garretón señala la concurrencia de cuatro factores en la reforma universitaria en la Universidad Católica de Chile, el clima ideológico que procura la transformación de la sociedad, la modernización parcial de las universidades en determinadas carreras; el papel de la federación de estudiantes y, el cuarto, la particularidad de la universi- dad católica como símbolo cultural conservador, no guardaba ninguna correspondencia con el de la Norte. La Universidad del Norte, estableció una profesionalización en el área de las cien- cias sociales —que es lo que nos interesa resaltar— mediante una “profesionalización académi- ca”, donde la vinculación profesional pertinente es supervisada por procesos de evaluación crí- ticas, realizados a través de un formulario/ encuesta que debe justificar el docente, en cuanto a productividad, que hemos examinado en los “Antecedentes personales–académicos”. Cf. Angel Flisfisch, “La profesionalización académica tardía: conceptos para el estudio de casos”, FLAC- SO. Documento de Trabajo Nº 170, diciembre de 1982.También, Manuel A. Garretón, “Notas sobre los orígenes y desarrollo de la reforma en la Universidad Católica de Chile (1967–1973)”, FLACSO, Material de Discusión Nº 77, diciembre de 1985. 36 Decreto N° 506/72, de 27 de marzo de 1972, firmado por el Vice–Rector, Héctor Alfonso Vera Vera, y el Secretario General, Rafael Luis Guerrero. Vid. Universidad Católica del Norte. Archivo de

88 La nueva estructura significó una mayor agilidad de las contrataciones del nuevo personal académico.

Puntualicemos que este nuevo ordenamiento se modificó en marzo de 1978, quedando la Facultad de Ciencias Sociales, con los siguientes Departamentos: Arqueología, Comunicación Social, Economía y Administración, Geografía, Historia y Sociología37.

En el área de la Historia se integró en octubre de 1972 José del Pozo Artigas, Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Universidad de Chile, titulado en 1966, contratado para desempeñar la asignatura “Historia de las luchas sociales”, aunque fue jornada completa en la carrera de Historia y Geo- grafía. En julio de 1973 presentó su renuncia voluntaria38.Posteriormente, se incorporó en 1979, la titulada como profesora de Historia, Geografía y Educación Cívica por la Universidad Católica de Chile, en 1974, y Doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, en 1978, María Angélica Apey Rivera. Se había especializado en antropología por la Universidad Católica de Chile y sus investigaciones se habían orientado hacia el norte chileno39. Sin embargo, a mediados de 1981, renunció a la Universidad.

la Secretaría General. Comunicación personal de 17 de enero de 2018 —que agradecemos— pro- porcionada por nuestro colega y amigo, Sr. Fernando Orellana Torres, Secretario General de la Universidad Católica del Norte. Los restantes documentos de este archivo fueron facilitados por Orellana Torres. 37 Decreto 12/78, de 1 de marzo de 1978, firmado por Jaime Oviedo Cavada, Rector Delegado, y Ma- rio Garrido Montt, Secretario General. Universidad Católica del Norte: Archivo de la Secretaría General. 38 Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. José del Pozo Artigas. Tuvimos al profesor Del Pozo en la cátedra de Teoría de la Historia, en el primer semestre de 1973, en la carrera de Historia y Geografía, mien- tras el Dr. Casassas tomó a su cargo la Metodología de la Historia. El profesor del Pozo, se exilió después del golpe militar y desarrolló su carrera académica en Canadá. 39 Apey Rivera habíase desempeñado como ayudante de investigación en los años 1974–1975 en el Taller del Norte Grande, liderado por Larraín Barros. En 1974 había publicado en la revista Nor- te Grande (Vol.1, Nº 2) un trabajo sobre las comunidades del norte chileno. Su tesis doctoral versó sobre Hombre y Tierra en Tarapacá. Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. María Angélica Apey Rivera.

Su desarrollo académico lo desplegó alejada de la Universidad del Norte.

89 Entre los titulados en la Universidad del Norte hubo un grupo de profesores que se integró a partir de 1973 a la docencia, donde destacaron María Teresa Ahu- mada Manchot y Diana Veneros Ruiz–Tagle, esta última desarrollará su carrera profesional en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y otras universidades en Santiago.

Los sucesos de septiembre de 1973 también se tradujeron en el arribo de otros académicos, entre los cuales se debe mencionar, en el área de Historia, el paso transitorio en la docencia de Floreal Recabarren Rojas, su hermana María Euge- nia Recabarren y de Eduardo Koenig Carrillo. Todos formados como Profesor de Historia, Geografía y de Ed. Cívica en la Universidad de Chile. Koenig Carrillo, al igual que Floreal Recabarren, habían representado en la Cámara de Dipu- tados al Partido Demócrata Cristiano. El profesor Koenig Carrillo se interesó en la enseñanza de la geografía y fue Secretario General de la Universidad del Norte. Dirigió varios Seminarios Medios en la Carrera de Historia orientados hacia el catastro bibliográfico sobre la climatología, la geografía física regional y nacional40.

Esta relación entre la Historia y la Arqueología, quedó patente en la dirección por Lautaro Núñez Atencio, en la dirección del Seminario Superior para optar al Título de Profesor de Historia y Geografía y Educación Cívica de Dora Alvarez Campos, Mario Antonio Méndez, Juan Quiroga Barraza, Adolfo Rodríguez Plaza y Patricia Rojas medina, “Taxonomía de artefactos líticos de las agrupaciones preagricultoras en el salar de Talabre (Departamento El Loa)”, en 1972 y la Me- moria de Título para Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica de Cora Moragas Wachtendorf, “ La industria lítica del sitio Tiliviche 1–B y su relación cultural (Provincia de Tarapacá)”, en 1972. Destaquemos que Cora prosiguió sus estudios en Arqueología titulándose en 1977.

40 Koenig Carrillo, se desempeñó como Secretario del “Instituto Puebla” establecido por el Arzo- bispo de Antofagasta, Monseñor Carlos Oviedo Cavada, el 28 de junio de 1979, “con la finalidad de promover el estudio y el progreso de las ciencias relacionadas con el hombre y la sociedad des- de la perspectiva del Humanismo Cristiano”. Reunió a académicos de la Universidad del Norte y de la Universidad de Chile, sede Antofagasta. Cf. José Antonio González Pizarro, El catolicis- mo en el desierto de Atacama. Iglesia Sociedad Cultura 1557–1987.Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2002, p. 253

90 Consignemos que en torno al profesor Conta- dor Varas se desplegó una serie de Memorias para optar al Título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica que dieron cuenta de la riqueza del archivo municipal como una fuente relevante para la historia de Antofagasta, conjuntamente con la prensa local, advirtiéndose que todavía hacia fines del primer lustro de la década de 1970, se orientaban los trabajos de titulación hacia el catastro de fuentes, como se constatan

Adolfo Contador Varas, historiador. en Rolando Solar Quinteros, “ Fichaje e índices de documentos correspondientes a la administración de Bolivia en el departamento de Cobija (1875–1878)”, de 1973; Vicente Pereira Flores, “Periodo municipal de Antofagasta 1906–1909: bosquejo de los problemas municipales en el periodo 1906–1909”, de 1973; José Quinteros Martínez, “La Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde el 7 de abril de 1935 al 6 de mayo de 1938. Alcalde don Humberto de Ramón Correa (Médico)”, de 1974; Patricia Rojas Medina, “La Administración municipal de don Maximiliano Poblete Cortés a través de “El Mercurio de Antofagasta”:5 de mayo de 1912–5 de mayo de 1915”, de 1975; Luis Ormazábal Duarte, “La Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde el 6 de mayo de 1894 al 2 de mayo de 1897: Alcaldes: Hermóge- nes Alfaro 6 de mayo de 1894 al 4 de mayo de 1896; Guillermo B. Julio 4 de mayo de 1896 al 2 de mayo de 1897”, de 1975, Julia Díaz Almeyda, “La administración alcaldicia del Sr. Eduardo Le Fort (29 de julio de 1888 al 23 de abril de 1891) y de la Junta de Alcaldes (23 de mayo al 10 de noviembre de 1891)”, de 1975; María Restovic Vergara, “La Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde el 2 de mayo de 1897 al 8 de mayo de 1901”, de 1976”, viéndose una insistencia en el estudio de las administraciones edilicias, en la segunda mitad de la década mencio- nada: Vitorio Pinochet Retamal, “Antofagasta 1931–1935: visión a través de la prensa de la época”, de 1976; Oscar Arispe Godoy, “Administración Municipal de Humberto Albanese Cortés entre el 17 de mayo de 1953 y el 9 de mayo de 1956”, de 1976; Dora Alvarez Campos, “La Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde el 18 de mayo de 1941 al 18 de mayo de 1944”, de 1977; Mirtha Salvador Sagüez,

91 “Don Maximiliano Poblete: Dos periodos de labor administrativa 1918–1924”, de 1977; Mario Méndez Inostroza, “Administración municipal del Sr. Juan Floreal Recabarren Rojas, comprendida entre el 4 de marzo de 1964 y el 11 de mayo de 1967”, de 1977; Dora Alvarez Campos, “La Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde el 18 de mayo de 1941 al 18 de mayo de 1944: Alcalde Don Héctor Albornoz Véliz”, de 1977; Daisy Páez Monárdez y Mario Villablanca Valenzuela, “ Periodo alcaldicio de don Santiago Gajardo Peillard: 1960–1964”, de 1978; Adolfo Rodrí- guez Plaza, “Administración municipal del señor Osvaldo Mendoza Contreras, comprendida entre el 23 de mayo de 1956 y el 14 de mayo de 1960”, de 1979; Héctor Caramello Rodríguez – Walter Flores Herrera, “Administración municipal de don Maximiliano Poblete Cortés, comprendida entre el 11 de mayo de 1927 y 15 de abril de 1930, visto a través de actas municipales y prensa”, de 1981; Marta Vidal Castillo, “Estudio del desarrollo de las actividades del ferrocarril de Anto- fagasta a Bolivia (1915–1924), basado preferentemente en el análisis del servicio de transporte”, de 1982; César Rivera Lara y Jimena Zamorano Gil, “Administra- ción municipal de don Maximiliano Poblete Cortés, comprendida entre el 13 de abril de 1924 al 11 de mayo de 1927, visto a través de Actas Municipales y Prensa”, de 1982; Juan Quiroga Barraza, “Administraciones municipales de los señores Antonio Salas Faúndez, periodo del 22 de marzo de 1949 al 21 de mayo de 1950, Raúl Smith Sánchez, periodo del 22 de mayo de 1950 al 19 de julio de 1951, Julio Zóffoli Montenegro, periodo del 2 de agosto de 1951 al 17 de mayo de 1953”, de 1982; María Pizarro Solar, “ Administración municipal de don Luis Fuenzalida, don Pedro Cáceres Díaz, don Julio Girardi; don Luis Eleuterio Donoso; don Julio A. Flores, don Lanton Hurtado”, de 1982. Un aspecto interesante que recogía el campo abierto por Casassas, fue la memoria de título de Nidia Fiblas Núñez, “Administración eclesiástica de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últi- mos Días en la ciudad de Antofagasta, desde sus orígenes 1966 a 1980”, de 1982. Veneros Ruiz–Tagle prosiguió esta orientación, dirigiendo dos memorias de título destinados al estudio religioso de la zona: Sigfrido Collao Cortés, “Acción de la Iglesia Católica en las oficinas salitreras y puertos adyacentes: 1900–1930”, de 1980; y el de Elizabeth Ríos Hoyos, “Visión de la Iglesia Católica y surgimiento de las ideas socialdemócratas en Antofagasta entre los años 1928 y 1940”, de 1981. Ciclo que cerró Ahumada Manchot, al dirigir la Memoria de Luisa Georgudis

92 Tófalos y Patricio Neira Arriagada, “La administración de Monseñor Carlos Oviedo Cavada, 1974–1984, a través de circulares y decretos”, 1986.

Cabe subrayar que el profesor Contador Varas orientó puntuales trabajos de titulación al tema fronterizo o al periodo de la administración boliviana de la región, donde se deben mencionar: Leonel Lazo Salinas – Eduardo Téllez Lúgaro, “La frontera septentrional del Reino de Chile durante la administración hispana 1534–1810”, de 1980; Rumberto Loyola Urrutia y Miguel Rivera Saldívar, “Mejillo- nes, inicio de una controversia limítrofe entre Chile y Bolivia, 1841–1866”, de 1983.

El profesor Stavros Bracamonte mostró preocupación por los temas limítrofes aportando dos monografías: Glosario de conceptos fundamentales sobre la evolución de los límites de Chile, de 1980, y El conflicto fronterizo del Canal Beagle, de 1984. Inquietudes que se proyectaron en la dirección de dos Seminarios Superiores para optar al Título de Profesor de Historia, Geografía y Ed. Cívica: la de Omar Cayo Molina, Jorge Cornejo Morán, José Díaz Villalobos, Luis Molina González, Wilma Molina Lazo, Humberto Pizarro Barrio, Sady tapia Zenteno, “Síntesis de los problemas limítrofes de América del Sur”, de 1980, y la de Luis Artal Cajiao, Elizabeth Bustos Guzmán, Ana Domic Navarro, Ana Farías Barrera, Hugo Marín Rojas, Robert Sepúlveda Castillo, “ El conflic- to fronterizo del canal Beagle”, de 1984. Tampoco Stavros Bracamonte estuvo ajeno a los intereses que había mostrado la Escuela de Historia, en cuanto a las fuentes documentales, como fueron las Memorias de Título que dirigió en tal dirección: Mario Pérez Salinas y Mónica Salazar Sepúlveda, “Fichaje, clasifica- ción y análisis de los planos y mapas del Archivo Municipal de Antofagasta”, de 1977; María Cristina Rodríguez Pozo, “Rescate y clasificación de mapas y planos de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta”, de 1978; Elena Escudero Garrido y Américo Urzúa Villanueva, “Inventario cartográfico de la mapoteca “Luis Juan V.Abd–El–Kader” de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta (Carpetas Nº 4–7–11–12–13–14)”, 1979; Jorge Aracena cerda, María Bustos Guzmán, Ximena Cancino Méndez, Mirtha Díaz Mercado, Nadia Gutiérrez Silva, Patricia Mon- tenegro Lara, Magna Neuenschwander Torrejón, Jacqueline Plaza Varas, Ana Véliz Barraza, “Antecedentes para el estudio de la historia de la Universidad del Norte a través de El Mercurio de Antofagasta entre 1970–1980”, de 1982; Francisco

93 Diaspro Silva, Eduardo González Estay, Carlos Urenda Vargas, Orlando Suárez Vallejo, “ Rescate y contribución al estudio de la documentación de la oficina salitrera Chacabuco entre los años 1930 a 1945”, 1985.

Casassas dirigió determinadas tesis que mostraron no ya la problemática de las fuentes o su inventario, sino que acometieron una exposición o una interpreta- ción sobre alguna fase histórica, un lugar o algún personaje relevante. En esta perspectiva, un primer esfuerzo provino de Diana Veneros Ruiz–Tagle, “La obra temporal de Monseñor Luis Silva Lezaeta: Primer Obispo de Antofagasta”, en 1974, inaugurando el acercamiento documental sobre el más relevante Vicario del ciclo salitrero; una segunda contribución fue la de Silvia Zolezzi Velásquez, “Periodo Peruano del Puerto de Arica”, de 1974; un tercer aporte fue de Domingo Gómez Parra, que habíase desempeñado como profesor normalista en la precor- dillera por varios años, y en 1975 presentó su Memoria de Título para Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, “Toconce. Estudio de una comunidad andina”. Gómez Parra posteriormente siguió cultivando el poco conocido mundo andino actual. Otro ángulo interesante, fue la que dirigió a Carlos Cortés Tapia, Adolfo Gallardo Aguirre, Alexis Martínez Díaz, Patricio Moreno Santoro, Mi- riam Pérez Zenteno, Luis Salas Pastén, María Valdés Fernández, “Antofagasta 1935–1938: visión a través de la prensa de la época”, de 1978.

La última Memoria de Título que dirigió el Dr. Casassas, fue la conjunta de José Antonio González Pizarro y Jorge Enrique Paniagua Solís, pensada originalmente en partes separadas pero la exigencia de su partida obligó aunar el esfuerzo: “Historia Cultural de Antofagasta. Primera Época: 1870–1930”, en 1979, donde se trabajó con las fuentes documentales del municipio de Antofagasta, la Biblioteca Nacional, la prensa de la época, etc. González Pizarro se constituyó en la única Máxima Distinción de la Carrera de Historia, Geografía y Educación Cívica y de la Facultad de Ciencias Sociales, en toda la historia de la Universidad del Norte.

Jorge Elizalde Cortés, que pertenecía al área de geografía de la carrera de His- toria y Geografía, orientó sus dos Memorias de Título en Historia y Geografía y Ed.Cívica hacia dicho ámbito: la de Juan Luis Ávalos Tapia, “Estudio geográfico turístico de la Segunda Región de Antofagasta”, en 1977, y la de Jorge Enrique Díaz Araya, “Análisis de las crecidas en la cuenca del río Salado”, en 1982, como

94 también los Seminarios Superiores para optar al título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica: el de Carlos Cortés Tapia, Adolfo Esteban Gallar- do Molina, Luis Octavio Quiroz Ardiles, “La actividad agraria de Chiu–Chiu y Lasana. El pasado histórico y problemas actuales”, en 1978, y dos años después el de Luz María Maldonado hevia, Víctor Hugo Salas Vargas, Pilar Isabel Sepúl- veda Olate, “El crecimiento urbano de la ciudad de Antofagasta. El desarrollo educacional y recreacional 1869–1980”, en 1980.

Registremos que el profesor Matijasevic Goic, en las postrimerías de la Carrera de Historia y Geografía, dirigió la Memoria de Título de Francisco Guillier Alvarez, Rubén Miranda Contreras, José Morales Montiel, Yona Muñoz Díaz, Viviana Rossi Dotte, Juan Smith Bruna, Rebeca Vega Arqueros, “Repertorio documental para el estudio de la Guerra Civil Española a través de la prensa de Antofagasta 1936–1939”, 1983. Previamente, el profesor Joaquín Cortés Araya fue guía de Rodolfo Díaz Miranda, Sergio Flores Salamanca y de Carlos Olivares Araya, con su Memoria “Análisis morfométrico de la Cuenca del Río Huasco y su relación con algunas variables físico–geográficas”, de 1982. El profesor Vladimir Misetic orientó deter- minadas Memorias de Título en la carrera de Historia, Geografía hacia el campo de la geografía humana, como ser la de Luis Salgado Ortíz, “La actividad agraria en el marco urbano de la ciudad de Antofagasta”, en 1977, y la de Gloria Robledo Alfaro y Marcia Cortés Reyes, “Estructura urbana de la ciudad de Antofagasta”, en 1982. Salgado Ortíz se incorporará al plantel académico de la Escuela de Historia.

Simultáneamente, con el alejamiento de Dides, se verificó la llegada, de un nuevo grupo de profesionales de la Universidad de Chile, Geógrafos o egresados de la Carrera de Geógrafos, que vinieron a reforzar la Sección correspondiente de la carrera de Historia y Geografía.

Entre los incorporados, todos de la Uni- versidad de Chile, cabe mencionar a José Pedro Reyes Franzani, egresado de Geo- Vladimir Misetic Yurac, geógrafo. grafía, incorporado en abril de 1971; Julia

95 Rodríguez Leiva, egresada de Geografía, contratada en abril de 1971. En igual fecha, abril de 1971, se integró Vladimir Misetic Yurac, quien cursó la carrera de Historia, Geografía y Educación Cívica, titulándose, y había egresado de la carrera de Geografía. Ramiro Lagos Altamirano, fue el último de los profesio- nales de la Universidad de Chile, que se integró en enero de 1974, en calidad de egresado de Geografía. Se tituló en 1980 en la Universidad de Chile con su tesis “Mapa geomorfológico de San Pedro de Atacama”, dirigida por el profesor José Francisco Araya.

La mayoría de los docentes de Geografía prestaron atención prioritaria a la en- señanza de la geografía hasta que se estableció la carrera de Geografía, donde pudieron desarrollar determinadas investigaciones, incorporando a titulados de la Carrera de Historia y Geografía para adentrarse en los derroteros de la geografía, como fueron Osvaldo Muñiz Solari y Joaquín Cortés Araya.

En 1971 se abrió la Carrera de Arqueología que tuvo dos generaciones de alumnos: la de 1972 y la de 1973. A sus espaldas estaba la rica tradición de la investigación realizada por europeos en el desierto de Atacama y dos hitos fundamentales: la relevancia de lo realizado por Ricardo Latcham, que incorporó a la zona en el mapa de los pueblos originarios chilenos en 1938 y la acción desplegada por el sacerdote jesuita belga Gustavo le Paige, desde mediados de la década de 1950 en San Pedro de Atacama, lo que motivó que la antigua cultura atacameña fuese atendida en dos congresos de la disciplina, en 1961 en Arica, el primer congreso arqueológico nacional y en 1963 en San Pedro de Atacama, en el primer congreso internacional de arqueología; estudios que los arqueólogos nortinos exhibieron en el Congreso Internacional Americanista de 1966 en Argentina41.

41 José Antonio González Pizarro, “Ricardo E. Latcham, un científico social. Desde las observa- ciones etnográficas de la sociedad hasta la arqueología de las culturas originarias chilenas”, Alpha, Número 38, julio 2014, pp.67–88; también, “La arqueología y antropología y el rescate patrimonial e identitario del norte grande. La estandarización de los estudios sobre los pueblos originarios en los años 50 y 60” en André Hubert R.S.J – José Antonio González P. – Mario Pereira, Temporalidad, Interacción y Dinamismo Cultural. La búsqueda del hom- bre. Homenaje al Profesor Dr. Lautaro Núñez Atencio, Universidad Católica del Norte, Edi- ciones Universitarias, Antofagasta, 2011, pp. 391–438.

96 La creación del Museo de San Pedro de Atacama y las excavaciones del P. Le Paige, llevaron a la Universidad del Norte a incorporar al jesuita belga en la institución en 1957, durante la gestión de Gerardo Claps Gallo S.J., el visionario primer Rector de la Universidad, aunque administrativamente era el primer director de las Escuelas Universitarias.

Con la contratación en 1968 de Guacolda Boisset, formada en la Universidad de Chile y con una Maestría en Antropolo- gía en México, para apoyar el convenio entre el Museo de San Pedro de Atacama y la Universidad de Columbia, se echaron los cimientos sobre los que se apoyará la Carrera de Arqueología y Antropología en 1971. Era la primera mujer chilena con un postgrado en la disciplina. Boisset centró sus inquietudes arqueológicas hacia la costa antofagastina constituyendo el sitio Abtao 42 Guacolda Boisset 1, un referente en la arqueología chilena . En 1969 se había incorporado Agustín Lla- gostera Martínez, que estuvo en las actividades museográficas destinadas al rescate arqueológico de la zona. Posteriormente se doctoró en antropología en

42 Vid. Guacolda Boisset, Agustín Llagostera, Emilia Salas, “Excavaciones arqueológicas en Ca- leta Abtao, Antofagasta”, Actas del V Congreso Nacional de Arqueología, La Serena, 1969; Guacolda Boisset, “Problemática cultural de Caleta Abtao, Antofagasta”, Actas y Memorias del XXXIX Congreso Internacional de Americanistas. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1972; Guacolda Boisset – Agustín Llagostera, “Fechas radiocarbónicas de Caleta Abtao – Com- paración con otras fechas de sitios costeros”, Resúmenes del VI Congreso Nacional de Ar- queología Chilena, Universidad de Chile, 1971. Destaquemos en Agustín Llagostera Martínez la continuación de la atención arqueológica por la costa del desierto, dirigiendo tres tesis en Arqueología en tal sentido: Alvaro Carevic Rivera, “Proyecto arqueológico “Quebrada las Conchas”: un asentamiento temprano en la costa de An- tofagasta”, 1978; Ángel Durán Herrera, “Investigación arqueológica en Punta Grande–Taltal”, en 1981; y Leandro Bravo Valdebenito, “Abtao 5 – Un modelo de adaptación tardía a la costa de la Segunda Región”, en 1981. En 1994 dirigió la de María Antonieta Costa Junqueira, “Coyo 3 Momentos finales del periodo medio en San Pedro de Atacama”.

97 México. Al frente del Departamento de Antropología decidió la contratación de Juan Munizaga y Bente Bittman43.

Refiere Lautaro Núñez que entre 1971 y 1974 se formó un núcleo de profesores, antropólogos provenientes de la Universidad de Concepción, como Víctor Bustos, Héctor Garcés, Nelson Vergara y más tarde Bente Bittmann, investigadora danesa; de Santiago, provino Juan Munizaga, “el mejor antropólogo físico de Chile”, y se contrató a otra especialista Patricia Soto. A este grupo se agregaron los nombres de Agustín Llagostera Martínez, Branko Marinov y Lautaro Núñez, que había articulado al grupo de arqueología de la Universidad de Chile, sede Antofagasta44.

Los cambios operados en el país con el triunfo de Salvador Allende, en 1970, repercutieron en la actividad universitaria. Los arqueólogos tanto de la Univer- sidad del Norte como de la Universidad de Chile, sede Antofagasta, firmaron un documento en 1972 de apoyo a la construcción del socialismo y una fuerte crítica al capitalismo. Por la Universidad del Norte la suscribieron Nelson Vergara, Víctor Bustos, y por la Universidad de Chile, todos los académicos vinculados al área de arqueología, con Lautaro Núñez Atencio, Patricio Núñez, Vjera Zlatar, entre otros.

En la Sede de Arica, la Universidad del Norte formó el Departamento de Antro- pología en 1971 y la revista Chungará en 1972. El quehacer de la investigación antropológica, dirigido por Mario Rivera, recogió el legado arqueológico ari- queño, integrando en 1967 al Museo de Arqueología, que habían formado Percy Daulsberg, Sergio Chacón, Luis Alvarez y Guillermo Focacci, en 1959. El Museo adherido a la Universidad del Norte se trasladó desde el centro de la ciudad hacia el valle de Azapa45. Rivera planteó una planificación y renovación de las labores arqueológicas y antropológicas para el norte chileno, introduciendo nuevos conceptos y métodos de trabajos y valorar críticamente sus interpreta-

43 Conversación con Agustín Llagostera, 7 de marzo de 2018. 44 Lautaro Núñez, “La Universidad Católica del Norte y su misión antropológica en el desierto chi- leno”, en José Antonio González Pizarro, La Universidad Católica del Norte y el desarrollo regional nortino 1956–1996. Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 1996, pp. 209–245. Cita 223 45 René Lara Quiroz, “Un año más del Museo Arqueológico de San Miguel de Azapa”, Revista Chungará, 1972–1973, vol.1, pp.7–9.

98 ciones46. La presencia de Hidalgo Lehuedé en la Universidad del Norte, Arica, no solamente influyó en la revistaChungará . La revista había quedado discon- tinuada en 1975 con el volumen 5, y retomó su andar definitivo con el número 6 en 1980 coincidiendo con la incorporación de los arqueólogos formados por la Universidad del Norte, como Calógero Santoro Vargas e Iván Muñoz Ovalle47, y una internacionalización de las contribuciones. Hidalgo marcó una inflexión sobre los estudios etnohistóricos en todo el norte48.

El golpe militar de septiembre de 1973 se tradujo en la continuación de estudios de unos pocos alumnos de la Carrera de Arqueología, la separación de deter- minados académicos y la renuncia de Guacolda Boisset, posiblemente la más prometedora arqueóloga chilena dedicada al norte chileno, quien se alejó de la academia, refugiándose en el centro del país49. Exonerado de la Universidad

46 Mario A. Rivera, “Bases para planificar la investigación antropológica–arqueológica en el Nor- te Grande chileno”, Revista Chungará, 1972–1973, vol.1, pp.39–48. Destaquemos que la malla curricular que ofrecía el Departamento de Antropología de la Universidad del Norte, Arica, se destacaban los cursos de “Arqueología Regional” y “Etnohistoria Latinoamericana”. Cf. “Acti- vidades antropológicas realizadas por el Departamento de Antropología de la Universidad del Norte, Sede Arica, en el año 1971”, Boletín Bibliográfico de Antropología Americana, 1973, Vol.36, N° 45, pp.32–39. 47 Sus tesis de Arqueólogos fueron dirigidas por Lautaro Núñez Atencio: Calógero Santoro Var- gas, “Estudio de un yacimiento funerario arqueológico del extremo norte de Chile 1.300aC – 1.300dC”, Universidad del Norte, 1980; Iván Muñoz Ovalle, “Túmulos funerarios: evidencias del proceso de agriculturación en los valles bajos de Arica – Chile”. Universidad del Norte, 1980. Santoro y Muñoz, se integraron en 1982 a la Universidad de Tarapacá, surgida de la fusión de las sedes en Arica de la Universidad del Norte y de la Universidad de Chile. 48 Gonzalo Ampuero B. – Jorge Hidalgo L., “Estructura y proceso en la prehistoria y protohistoria del Norte Chico de Chile”, Revista Chungará, 1975, Vol.5, pp. 87–124; Jorge Hidalgo Lehuedé, “Culturas y etnías protohistóricas: área andina meridional”, Revista Chungará, 1981, vol.8, pp.209–254. También se debe destacar en Hidalgo su mirada hacia la región atacameña, con su estudio “Fechas coloniales de fundación de Toconao y urbanización de San Pedro de Atacama”, Revista Chungará, 1981, vol.8, pp. 255–264. Apostillemos que en el Centro de Antropología de la Universidad de Concepción, antes de su arribo al desierto y a la Universidad del Norte, trabajaron Bente Bittman y Jorge Hidalgo. Cf. Edgardo O. Garbilsky, “ La Antropología en la Universidad de Concepción: (1967–1973). Apuntes de un participante”, III Congreso Chileno de Antropología. Colegio de Antropológos de Chi- le A.G, Temuco 1998. Disponible en https://www.aacademia.org7iii.congreso.chileno.de.an- tropología/25, lo cual establece en el tiempo una interesante red de formación entre el sur y el norte de Chile. 49 Vid. Benjamín Ballester Riesco, “Memorias de té: conversaciones con Guacolda Boisset Mujica”, Chungará, septiembre 2016, vol.48, N° 3. Guacolda Boisset Mujica, nacida en 1929 falleció en 2016. La Universidad Católica del Norte está en deuda con esta destacada mujer arqueóloga. En conversación con Agustín Llagostera nos confidenció que el mismo día que murió Boisset

99 de Chile, sede Antofagasta, en 1974, Lautaro Núñez buscará refugio en el P. Le Paige hasta finalmente incorporarse a la Universidad del Norte, en 197550. Al- rededor suyo se formó una pléyade de arqueólogos que trabajaron sus temas de titulación, desde el norte chico hasta Tarapacá, o en aquel entonces, desde la Primera Región hasta la Cuarta Región51. Determinados alumnos egresados de Arqueología se incorporaron al Museo de Arqueología de San Pedro de Atacama, como Ana María Barón, o al Departamento de Historia y Arqueología, como Cora Moragas Wachtendorff.

Cabe hacer notar la alta colaboración que hubo entre el Departamento de Antro- pología de la Universidad del Norte, sede Arica, cuando pasó a incorporarse a la naciente Universidad de Tarapacá y el Departamento de Historia y Arqueología y el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, evidenciado desde 1982 en la revista Chungará, volumen 9, con estudios de Lautaro Núñez, Cora Moraga, Ana Barón, Bente Bittman.

En 1971 la Universidad del Norte decidió la apertura de la carrera de Sociología, teniendo su primer ingreso de alumnos en 1972.

Mujica había tratado de comunicarse con ella para dilucidar algunos interrogantes sobre las excavaciones en el lugar que arqueológicamente denominaron Abtao, o sea, en los alrededores del balneario de Juan López, en la bahia de San Jorge en Antofagasta. Guacolda Boisset fue consejera de la Comisión de Monumentos Nacionales. Fue la única corres- ponsal en provincia en la década de 1970 hasta su retiro de la Universidad Católica del Norte. 50 La notable contribución de Lautaro Núñez a la arqueología chilena, está registrada cabalmente en el libro que editamos conjuntamente con André Hubert S.J y Mario Pereira, supra nota 41. 51 Miguel Cervellino G. y Francisco Téllez C., “Emergencia y desarrollo en una aldea prehispánica en Quillagua – Antofagasta”, 1975; Cora Moragas Wachtendorff, “Continuidad y cambio socio– económico en una ocupación del litoral desértico: distrito arqueológico de Cáñamo (Norte de Chile, I Región)”, 1977; Custodio Castillo Gómez, “Excavaciones en los sitios Rinconada 1 y 2: nuevos aportes para la arqueología costera del norte chico. Provincia Elqui – IV Región”, en 1978; Ivo Kuzmanic Pierotic, “Excavaciones en las Pircas I y su discusión en la secuencia regional del Norte Chico – Chile”, en 1978; Patricio López Cortés, “Emergencia y desarrollo de una aldea pre- hispánica en Quillagua II Región. II Parte”, 1979; Olaff Olmos Figueroa, “Análisis cuantitativo y comparativos de dos test estratigráficos de los campamentos Puripica 1 y Tulán 52. San Pedro de Atacama”, 1980; Julio Sanhueza Tapia, “Asentamiento precerámico en la costa desértica de interfluvio Caramucho – 3 (Provincia de Iquique – I Región)”, 1980; Ana Barraza Pizarro, “Des- cripción, Análisis y funcionalidad Colección Capdeville. Taltal, Chile”, 1981; Raúl Mavrakis Morales, “Análisis tipológico–morfológico de la cerámica de Caserones (Primera Región, Chile), 1985.Supra nota 46.

100 El primer decano de la Facultad de Ciencias Sociales recayó en la figura del sociólogo brasileño, Nei Cunha Rocha, titulado en la Universidad Federal de Minas Gerais, en 1967, que había proseguido cursos de especialización en la Universidad de Sao Paulo, en 1969, y en 1970 en la FLACSO en Ciencia Política y Administración Pública. Entre 1967 y 1969 había realizado trabajos de campo en Belo Horizonte sobre comportamiento religioso, levantamiento de la reali- dad agraria, etc. Se incorporó a la Universidad en abril de 1971, en la Oficina de Planificación.

La denominada “sociología de cátedra o de cursos” (J. J. Brunner), se había de- sarrollado en la Universidad, principalmente por el pedagogo René Muñoz de la Fuente en el campo de la educación.

La sociología que arriba a la Universidad del Norte goza del privilegio de la denomi- nada “sociología profesional” que se había instaurado hacia 1957 en la Universidad de Chile y en la Universidad Católica de Chile y seguidamente en la Universidad de Concep- ción. Aun así, el desarrollo de la disciplina se consideraba que estaba detrás de lo que había alcanzado en México, Brasil y Argentina.

En el momento de cristalizarse su creación en Antofagasta asumió las tendencias que Mario Fanta Llagostera, sociólogo. en la época —el gobierno de Allende y la Uni- dad Popular— se estaban manifestando, la inclusión de otro paradigma alternativo al del empirismo norteamericano y la teoría de la modernización, como era el análisis desde el marxismo y la teoría de la dependencia52.

52 Vid. J.J. Brunner, “Estudios del campo científico IV. La sociología chilena antes de su fase de profesionalización plena”. FLACSO. Documento de Trabajo Nº 221, octubre de 1984; J.J. Brun- ner, “Las ciencias sociales en Chile: instituciones, política y mercado en el caso de la sociolo- g í a”, FLACSO, Documento de Trabajo Nº 325, diciembre de 1986; Manuel A. Garretón, “Las ciencias sociales en Chile al inicio de los 80: Situación, problemas y perspectivas”, FLACSO. Documento de Trabajo Nº 113, mayo de 1981.

101 El plantel de profesores reunió un crisol de nacionalidades, brasileños como Nei Cunha, Aurivanda da Silva, el haitiano Luc Smart, al boliviano Antonio Canedo y al salvadoreño Salvador Medrano, además de los sociólogos titulados de la Universidad de Concepción, Augusto Iriarte, Mario Fanta Llagostera y René Ríos Fernández, quien se incorporó en 197453.

El golpe militar desarmó el equipo docente de sociología. Nei Cunha terminó detenido y preso en Arica54. La diáspora de los sociólogos latinoamericanos fue una amarga realidad. Fueron profesores de la Universidad Católica de Chile los que ayudaron a concluir los estudios de sociología, donde figuraron Eduardo Vargas Putsch, Mario Soto Slosilov, Freddy Fourtul, Roberto Rebolledo, José Fopiano —de la Universidad de Chile— y algunos titulados de la Universidad del Norte, Orlando Vargas Domínguez, Alejandro Guillier Alvarez55. Un apoyo importante fueron los seminarios dictados por el filósofo Miguel Espinoza Ver- dejo, Ph.D. por Washington University de St.Louis, EE.UU., que había publicado en 1978 El evento de entender, por la Universidad Austral de Chile.

La incorporación del sacerdote Johannes Van Kessel Brouwers, de nacionalidad holandés, en septiembre de 1974 a la Carrera de Sociología marcó un giro notable. Por un lado, disminuir la dependencia que mantenía la carrera con profesores visitantes de la Universidad Católica de Chile y, por otro, la incorporación de un sociólogo, residenciado en Antofagasta desde 1972, ejerciendo como académico de la Universidad de Chile, en la carrera de Trabajo Social y que se había titulado en FLACSO en 1971 con su tesis Los bailes religiosos de Tarapacá y Antofagasta. Van Kessel tenía formación completa en teología, filosofía, pedagogía en francés y cursos de postgrado en la Universidad de París y el grado doctor en sociología en la Universidad de Tilburg56. Van Kessel formó una escuela en la sociología nortina, como veremos, en el lapso de cuatro años pues renunció en 1978. Su

53 Agradezco la información de nuestro amigo Augusto Iriarte, quien se desempeñó como director de la Carrera de Sociología. Comunicación personal de 16 de enero de 2018. 54 Cf.https://comitédaverdadeportoalegre.files.wordpress.com/.../ciudadanos-brasilec3b1os- 55 Agradezco la información a nuestro amigo César Trabucco Swaneck, de la primera generación de sociólogos. Conversación de 2 de febrero de 2018. 56 Vid. Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: An- tecedentes Personales Académicos. Johannes Van Kessel Brouwers.

102 tesis en la Universidad de París, en 1971 Danseurs dans le désert, constituyó en aquellos años el mejor trabajo en la sociología religiosa en Chile. Tampoco estuvo ajeno al proceso de reforma agraria evidenciado en su investigación para la Flacso en 1969, “Reforma Agraria en Ñuble”. En diciembre de 1974 dirigió una investigación en la zona de Cultane.

Este desarrollo de la docencia fue preparando el impulso de una gama de investigaciones que, en el caso de la historia, alteró lo relativo a la historia social nortina.

Cabe apostillar al respecto que van Kessel impartió un curso sobre Metodolo- gía de la Investigación y aportó lecciones —no fue propiamente un curso, nos refiere Bernardo Guerrero57— sobre la cultura altiplánica y andina que aunó a un grupo de cinco estudiantes que fueron sus ayudantes, los que emprendieron la revista Cuadernos de Investigación de la Realidad del Norte. Cuadernos de Investigación Social, cuyo primer número surgió en 1975. Los estudiantes que estuvieron vinculados a esta iniciativa fueron Juan Podestá Arzubiaga, Eduardo Pérez Rodríguez, Víctor Guerrero Cossio, Bernardo Guerrero Jiménez y Luci Ramírez Cassaly58.

Este esfuerzo fue el producto de un “Taller de Investigación” que estableció van Kessel que, por su temática, aglutinó a los estudiantes iquiqueños de Sociolo- gía. En la Presentación de la revista, Augusto Iriarte Díaz, jefe de la Carrera de Sociología, hizo notar que el esfuerzo de van Kessel se constataba también en el acompañamiento de sus discípulos en esta aventura impresa:

57 Comunicación personal de nuestro amigo y colega, Bernardo Guerrero Jiménez, 16 de marzo de 2018. 58 En el primer número aparecieron los artículos de Juan van Kessel, “La imagen votiva en la cos- movisión del hombre andino contemporáneo”, Juan Podestá Arzubiaga, “Notas demográficas sobre Camiña y Sibaya comprendiendo el periodo 1600–1900”, Yerny González – Luci Ramírez C., “Algunos aspectos culturales del habitante lirimeño: vida doméstica, trabajo de la mujer y situación escolar”, Bernardo Guerrero Jiménez, “ Tres elementos configurativos en los cantos religiosos del Norte Grande chileno”, Eduardo Pérez Rodríguez, “La sociedad andina, una socie- dad en desintegración”. Vid. Cuadernos de Investigación de la Realidad del Norte. Cuader- nos de Investigación Social, Universidad del Norte. Nº 1, 1975.

103 “La Carrera de Sociología manifiesta su pleno apoyo a este tipo de acti- vidad y celebra abiertamente la iniciativa y trabajo de los alumnos que acá exponen. Esperamos que el trabajo publicado no solo sea el remate de una actividad sino que más bien se transforme en acicate para todos los alumnos de nuestra Carrera”59

En el campo etnohistórico, el Dr. Casassas junto a la Licenciada Drahomira Srytrova habían reeditado en el Boletín N° 2–3 del CEDOC, del año 1972, “Una Carta del Factor de Potosí. Contribución al estudio de la temprana historia colo- nial de los andes meridionales”, que había sido descubierto por Marcos Jiménez de la Espada en el siglo XIX, como un aporte para su uso para los arqueólogos, antropólogos e historiadores de la región andina. En el Boletín N° 4 del CEDOC, Casassas reforzó su predilección investigativa por la colonia en la región del desierto de Atacama: “Una visita eclesiástica a la doctrina de Chiu–Chiu y a sus anexos (Calama–Cobija) en 1614”. En sus investigaciones en España, archivos de Sevilla y Madrid, había reunido un buen corpus de documentos como una ampliación bibliográfica de la región de Antofagasta. La celebración del Primer Congreso del Hombre Andino, celebrado en Arica, Iquique y en Antofagasta, entre los días 21 y 30 de junio de 1973, le brindó la oportunidad de presentar su trabajo “Fuentes documentales para el estudio etnohistórico de las poblaciones indígenas del Norte Grande Chileno y Tierras Adyacentes” que, en esta ocasión, presentó 760 títulos.

Este esfuerzo se incrementó considerablemente —en 1277 referencias entre libros y documentos inéditos y éditos— cuando Casassas publicó en noviembre de 1974 su Fuentes documentales para el estudio etno–histórico de las poblaciones

59 Augusto Iriarte Díaz, jefe de Carrera de Sociología, “Presentación”, Cuadernos de Investiga- ción de la Realidad del Norte. Cuadernos de Investigación Social, Nº 1, 1975. La iniciativa alcanzó un segundo número en 1977 con el mismo grupo de ayudantes que tuvo van Kessel: Podestá Arzubiaga, Ramírez Cassaly, Guerrero Cossío, Pérez Rodríguez y Guerrero Jiménez. Se debe subrayar que el trabajo de Lucy Ramírez atendió al “Rol sexual y estructura de dominación a nivel de la I y II Región”, centrando su análisis en el caserío de Lirima. Fue el último número publicado bajo la Universidad del Norte, pues en 1980 continuó en Iquique, sin los auspicios de la Universidad en referencia, bajo el cuidado de Bernardo Guerrero Jiménez.

104 indígenas del Norte Grande chileno y tierras adyacentes60. En el prólogo, Drahomira Srytrova puso de relieve la importancia de este acopio:

“Los documentos escritos durante la colonia española ya no sólo dan luz para reconstruir aspectos históricos tradicionales. Papeles administra- tivos, muchas veces no consultados, arrojan datos sobre la incorporación de ganado europeo, cambios de cultivos, tecnologías mineras tempranas, aprovechamiento de aguas, sistemas de parentesco y un sinfín de acon- tecimientos que en conjunto darán lugar a una historia andina de tanta complejidad y relevancia como cualquiera otra historia del Viejo Mundo. Por consiguiente, el rastreo de estas fuentes siguen siendo de gran interés para los historiadores, antropólogos y otros cientistas sociales”61.

Es interesante hacer notar que la experiencia aplicada por John Murra a sus estudios de historia andina, utilizando las fuentes documentales y los deba- tes suscitados en el Primer Congreso del Hombre Andino, celebrado en Arica, Iquique y Antofagasta, del 21 al 30 de junio de 1973, donde concurrió Casassas, convencieron al historiador español–chileno de introducirse en lo que se estaba denominando la etnohistoria vinculada a la historia andina y a los pueblos protohistóricos. Jorge Hidalgo Lehuedé, formado como Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica por la Universidad de Chile, en 1971, con su tesis Las culturas protohistóricas del norte de Chile. El testimonio de los cronistas, dirigida por Sergio Villalobos, coincidía con Casassas en el tratamiento de las fuentes62. Contratado por la Universidad del Norte, Sede Arica, su contribución

60 José María Casassas Cantó, Fuentes documentales para el estudio etno–histórico de las po- blaciones indígenas del Norte Grande chileno y tierras adyacentes. Universidad del Norte. Centro de Documentación. Serie I. Repertorio Bibliográfico N° 3, Noviembre 1974, 142 pp. 61 Drahomira Srytrova, “Nota preliminar” a José María Casassas Cantó, Fuentes documentales para el estudio etno–histórico de las poblaciones indígenas del Norte Grande chileno y tierras adyacentes, op. cit. p.1. 62 Jorge Hidalgo Lehuedé, coetáneamente con Casassas, se interesó por la etnohistoria. Hidalgo había expuesto en el XXXIX Congreso Internacional de Americanista, Lima, 1970, su trabajo “Algunos datos sobre la organización dual en las sociedades protohistóricas del Norte Chico de Chile. El testimonio de los cronistas”, que fue publicado en Noticiario Mensual del Museo Nacional de Historia Natural, Santiago, 1971, N° 178; en el año 1971 presentó “Población pro- tohistórica del Norte Chico”, Actas del VI Congreso Nacional de Arqueología, Universidad de Chile, Santiago, 1971; al año siguiente, su Memoria de Título Culturas Protohistóricas del Norte de Chile, vio luz en el número inaugural de Cuadernos de Historia, Departamento de

105 en esta temática y desde el enfoque de la etnohistoria no solo permitió com- prender la existencia de sociedades duales durante la Colonia sino incentivar el estudio interdisciplinario del norte chileno, aprovechando la fundación de la revista Chungará, en noviembre de 1972 por el Departamento de Antropolo- gía de la Universidad del Norte. Chungará se convirtió en la principal revista antropológica del país.

La etnohistoria tuvo en Casassas y en Bente Bittman los principales cultores en la Universidad del Norte63. La tesis doctoral de Casassas de 1970 había abierto este derrotero en el Norte Grande. La dificultad era evidente. A juicio suyo, el estudio de la región atacameña envolvía dificultades:

“Por diversas circunstancias concatenadas — tierras despobladas, costas inhóspitas, desinterés administrativo, cambio de jurisdicción estatal—, son bien reducidos y conjeturales muchas veces los datos y elementos sobre los cuales puede ir estableciéndose la historia de esta región. Pero, por la misma razón, el trabajo, aunque lento y esforzado, es atrayente, tentador y merece la mejor atención y diligencia.

Las fuentes documentales especialmente, en lo que a la época de la colonia se refiere y aun en un buen número de décadas de la administración independiente republicana, son escasísimas, por las razones antes señaladas, escasísimas y además desperdigadas, en su cronología y en su ubicación actual. Sin embar- go, aunque los resultados de la investigación vayan siendo publicados en la misma forma fraccionada con que se obtienen, podrán constituir las piedras fundamentales sobre las cuales se configure algún día, en forma más ordenada y completa, la historia atacameña”64.

Historia, Universidad de Chile, 1972. 63 Una perspectiva de contexto de sus aportes en el escenario nacional, la ofrece Carlos María Chiappe, “Pioneros de la etnohistoria andina en Chile”, Cuadernos de Historia, diciembre 2017, vol. 47, pp.113–140. 64 José María Casassas Cantó, La región atacameña en el siglo XVII. Universidad del Norte, 1974, p. 11. Constituye la Tesis Doctoral presentada en 1970 en la Universidad Complutense de Ma- drid. El manejo del repertorio documental más antiguo de la región, el Libro de varias ojas 1611–1698 de la Parroquia de ChiuChiu, constituyó una novedad en el Norte Grande.

106 El historiador español–chileno dirigió en 1977 Aproximación a la etnohisto- ria del norte de Chile y tierras adyacentes, que constituyó un “conjunto de estudios”, que publicó la Universidad. Importa subrayar de esta publicación la concurrencia de arqueólogos e historiadores y profesionales de otras disciplinas. De los estudios a destacar podemos mencionar al propio Dr. Casassas, “Las po- blaciones prehispánicas del altiplano perú–boliviano, puna y vertiente oriental andina”. En su estudio, el maestro español exponía:

“Su finalidad estriba en el deseo y necesidad de tomar consideración —en lo geográfico y en lo etnográfico— aquellas tierras del noreste y orientales adyacentes al ámbito espacial que fundamentalmente ha sido el centro de nuestra común investigación. Se pretende con ello evitar las delimita- ciones excesivamente cortantes y bruscas en la visión que conjuntamente ofrecemos en dicha “aproximación” y, por el contrario, dejar establecido una zona de “difuminación” prudente y adecuada”.

Adolfo Contador Varas, “La resistencia indígena durante la conquista en el nor- te de Chile”; Lautaro Núñez Atencio – Cora Moragas Wachtendorff, “Recursos arqueológicos y patrimonio cultural español en el Norte de Chile”; Domingo Gómez Parra, “Aportes en torno a los pueblos agro–ganaderos del Norte Grande”; Bente Bittman, con dos estudios: “La etnohistoria y el norte grande chileno” y “Notas sobre las poblaciones de la costa del Norte Grande chileno”

Casassas se había interesado, a partir de la documentación traída desde España, por explorar la región del desierto de Atacama en el último siglo colonial, como también adentrarse en la región de Tarapacá65.

Bente Bittman se incorporó a la Universidad del Norte cuando todavía se man- tenía la Facultad de Ciencias Sociales. La antropóloga y master en Antropología

65 José María Casassas Cantó, “Noticias sobre demografía en la Región Atacameña durante el siglo XVIII”, Estudios Atacameños, 1974, N° 2, pp.75–92; “Algunas noticias sobre los Partidos de Ari- ca y Tarapacá hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX”, Revista Norte Grande, diciem- bre 1974, Vol.1, N° 2, pp. 217–226; “Avance informativo sobre algunos precios y otros aspectos económicos en la Región Atacameña durante el siglo XVIII”, Revista de Historia, Instituto de Antropología, Historia y Geografía, Universidad de Concepción, Año II, Vol. II, N° II (2° Época), 1977, pp.71–92.

107 había desenvuelto una brillante carrera académica en Europa y América Latina. Desde 1959 comenzó sus investigaciones en México resaltando sus estudios sobre los códices y su manejo de la lengua náhuatl, prosiguiéndolas en Brasil, entre 1962 y 1966, con una prolífica producción. Examinó los fondos de la Biblioteca Real de Dinamarca, realizó excavaciones bajo el patrocinio de la Universidad de Estocolmo y compulsó materiales de la Biblioteca Británica y del Congreso en los Estados Unidos de Norteamérica, que le permitieron analizar diversos periodos de la historia brasileña, ecuatoriana. En 1974 se avecindó en Chile, integrándose a la Universidad de Concepción siendo en 1976 jefa del Depar- tamento de Antropología del Instituto de Historia y Geografía de la referida universidad. En abril de 1976 se trasladó al Departamento de Ciencias Socia- les de la Universidad del Norte. El año anterior había manifestado a Agustín Llagostera, director del Departamento de Antropología de la Universidad del Norte, su deseo de explorar el norte chileno. Bente Bittman fue docente jornada completa de la Universidad hasta 198566.

Bittman llevó a cabo estudios sobre el complejo de Chinchorro con el antropólogo Juan Munizaga67, y en lo que nos interesa subrayar en el campo de la etnohis- toria, estructuró el fundamental proyecto de investigación “Cobija: Proyecto

66 José Antonio González Pizarro, “Bente Bittmann (1937–1997) y los estudios etnohistóricos en el Norte Grande de Chile”, Estudios Atacameños, 1997, N° 12, pp. 7–13. 67 “Algunas consideraciones en torno al Complejo Chinchorro (Chile)”, Actas del VIII Congreso de Arqueología de Chile vol. 1, 1977. Allí sostuvieron que: “a través de este complejo cultural —constituido por la momificación artificial— creemos posible deslindar, dentro de la variabi- lidad cultural del Arcaico, una cultura particular. Por lo tanto, nuestra contribución en este Simposio será la de postular la presencia de una cultura claramente definible, dentro de las muchas otras que pueden haber existido durante el Arcaico: la Cultura Chinchorro.” Aquello inauguró entre ambos antropólogos una colaboración visible y notable en distintos medios es- pecializados. Así puede verse en los estudios: “The earliest artificial mummification in the world? A study of the Chinchorro Complex in Northern Chile”, Folk 18, Museo Nacional de Co- penhague, 1976, pp.61–92; “Om palaeopatologi, trepanation og mumifikation i det sydlige andesomrade”, Medicinsk Forum, Copenhague, 1977, vol.6, pp.155–164. Ambos, darán a cono- cer una serie de estudios en la revista del Instituto Iberoamericano de Berlín, Indiana, como ser, “El arco en América: evidencia temprana y dieta de la Cultura Chinchorro (norte de Chile)”, Indiana, 1979, vol. 5; “Momificación artificial en el Pacífico Sur, ¿paralelismo o difusión?”, Indiana, 1980, vol. 6, donde comparaban los procesos de momificación en épocas históricas en Melanesia y la del Complejo Cultural de Chinchorro. Posteriormente, “Comments on a double mummy containing a spear thrower in the Anker Nielsen Collection, Iquique, Northern Chile”, Indiana, 1983, vol. 9.

108 de investigaciones interdisciplinarias en la costa centro sur andina (Chile)”, iniciado en el año 197668.

Para Bittmann, entre otros antecedentes favorables, para concebir la investi- gación en Cobija, figuraba:

“Su ubicación en un medio ambiente que, aunque siendo en general adverso por los europeos (zona desértica, escasez de agua potable, etc.), desde el punto de vista de poblaciones indígenas con una economía de apropiación, basada en la recolección, la caza y la pesca, y con una tecnología adecuada, presentaba ciertas ventajas en cuanto a recursos naturales (esencialmente del mar, suplementados por elementos de flora y fauna de las lomas de la Cordillera de la Costa), incluyendo la presencia de agua apta para el consumo humano, aunque más o menos salobre. Estos elementos, en su conjunto, podrían haber constituido, desde épocas tempranas, las bases para un modo de vida relativamente estable o sedentario”69.

La concepción interdisciplinaria de Bittmann quedaba recogida en la planifica- ción del proyecto mencionado. En otro estudio vinculado con Cobija, explicita que el proyecto debe cumplir con objetivos que involucran: “la integración de los resultados de trabajos antropológicos (la arqueología prehistórica e histórica, la etnología, la etnohistoria y la antropología física, con los de otras ciencias como la historia, la geología, la geografía y la ecología) y así obtener una visión lo más completa posible de la ocupación humana y cambio cultural dentro de una microzona, desde los tiempos más remotos hasta el presente. Esta zona

68 Para Bittman, la etnohistoria constituía un punto de encuentro entre la antropología y la his- toria, donde la primera aportaba las técnicas y determinados marcos teóricos y la segunda los métodos de crítica de las fuentes escritas (las dimensiones heurísticas y hermenéuticas). En definitiva, puntualizaba en 1969, ambas disciplinas podían aplicar en un mismo estudio los métodos, tópicos y enfoques respectivos. Citado por Jorge Hidaldo Lehuedé, Historia Andina, Editorial Universitaria, Santiago, 2004. 69 Bente Bittman, Cobija: Proyecto de investigaciones interdisciplinarias en la costa centro sur andina (Chile), Universidad del Norte, 1980, Vol.1. En este proyecto, Bittman tuvo como co– investigadoras a María Teresa Ahumada y Cora Moragas, teniendo a la primera como coautora junto con Nancy Montenegro en el trabajo “El surgimiento, desarrollo y abandono de Cobi- ja–Lamar: Notas históricas”, y a Gerda Alcaide en el trabajo “Sistemas de cultivo de Cobija: Canchones y terrazas”. Ambos trabajos publicados por la Universidad del Norte, en 1980, vol. 1.

109 está situada en la costa de la II Región Antofagasta, Chile, entre Gatico a los 22º 31’ Lat S y Punta Tames a los 22º 39’ Lat. S.” Cabe indicar que en el proyecto relativo a Cobija”70.

El interés por la etnohistoria, prosiguió, en base de la documentación recolec- tada por Casassas71

No fue solo la etnohistoria que unión a Casassas y Bittman sino que también la arqueología histórica.

A Casassas le había llamado la atención el nexo de poblados coloniales que ha- bían desaparecido a los que, más allá de la documentación histórica y etnohis- tórica, se les podía estudiar con las técnicas de la arqueología. En su concepto, en nuestro país había una escasa atención a la arqueología histórica donde ella ha resuelto “muchos problemas históricos o dar nueva vida a culturas o

70 Bente Bittman, “Arqueología de Cobija. Fechas radiocarbónicas: un comentario”, El Dorado V (1), 1982. Las investigaciones sobre Cobija le condujeron a publicar otras contribuciones signifi- cativas, como ser, un avance de su proyecto: “Cobija y sus alrededores en la época colonial (1600– 1750)”, recogido en las Actas del VII Congreso de Arqueología de Chile vol. 2, Santiago, 1979. En 1983 la revista de la Universidad de Tarapacá, Chungará volumen 10, publica “Cobija: Pano- rama etnohistórico en relación a los informes del Dr. José Agustín de Arze”. Al año siguiente su aporte al volumen Contribuciones a los estudios de los Andes Centrales, Tokio, 1984, editado por Shozo Mazuda, versa sobre “El Programa Cobija: Investigaciones antropológico–multidiscipli- narias en la costa centro sur andina: Notas etnohistóricas”. Bente Bittman dirigió una Memoria de Título en Historia, Geografía y Ed.Cívica de Margarita Iriarte Díaz, “Cobija: Estudio demográfico de los libros parroquiales 1865–1914”, de 1982. Y dos tesis en Arqueología, la citada de Gerda Alcaide y la de Nancy Montenegro, “Toldo – Sitio Punta Guasilla 1: un aporte a la arqueología del norte desértico de Chile”, en 1981. El antropólogo Horacio Larraín, custodio de varias cajas de materiales del proyecto de Cobija de Bente Bittman, entregado por Hans, hermano de Bente, donó éstas en agosto de 2016 al Museo Regional de Antofagasta. Larraín ha sintetizado el aporte extraordinario de la investigadora danesa —fallecida en 1997— al puntualizar que fue “la gran arqueóloga del Norte de Chile, en nuestra opinión la persona que más certeramente supo relacionar hábitat geográfico, recursos y cultura humana, demostrando poseer un claro enfoque eco–antropológico, para su tiempo muy poco frecuente y ciertamente pionero en Chile”. Cf. Horacio Larraín Barros, “Bente Bittman, etnógrafa y arqueóloga del Norte Grande chileno”, Eco–Antropología. 10 de agosto de 2008. Disponible en eco–antropologia.blogspot.com/2008/08/bente-bittmann-sus-fotografas-de. html .E 71 Jorge Cornejo Morán, Humberto Pizarro Barrio y José Portales Quiñones, hicieron su Memoria de Título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, con “La visita de Salta de 1692 y su aporte al estudio etnohistórico del Noroeste argentino”, en 1982, que dirigió Diana Veneros Ruiz–Tagle.

110 civilizaciones olvidadas… en forma que su labor pudiera complementarse con las investigaciones de los etnohistoriadores o historiadores para conseguir, conjuntamente, una visión más diáfana de la historia de los últimos quinientos años, tan imperiosamente necesaria para que nuestra labor ( la de arqueólogos e historiadores) pueda prestar mayor y mejor servicio para el adecuado enfoque y las pertinentes proposiciones de solución para los diversos problemas que nos presenta el hombre nortino hoy ( de la ciudad o del campo, en el litoral, en la pampa o en el altiplano)”. Mencionaba como ejercicios multidisciplinarios, al Pukara de Lasana, al pueblo de San Lorenzo en Tarapacá, el sitio Pisagua Viejo 1, puerto del Loa, Tarapacá Viejo, Calama, Cobija, etc72.

Para Bittman la arqueología histórica apuntaba al mismo horizonte planteado por el historiador español.

Su discípula, la arqueóloga Gerda Alcaide aplicó en la Oficina José Santos Ossa la modalidad de la arqueología histórica, determinando en base del rescate de evidencia material la dieta de los habitantes y los vestigios de su arquitectura73.

Bente Bittmann con Gerda Alcaide dieron a conocer en 1984 en su estudio “Historical archaeology in abandoned nitrate Oficinas in Northern Chile: A preliminary report” en Historical Archaelogy 18 (1), 1984, la importancia de las técnicas empleadas en asentamientos mineros: “The project has the múl- tiple objectives of: 1) incoporating the abandoned mining settlements into the archaeological records, 2) attempting to demonstrate that archaeology can effectively enlarge and enrich our knowledge of different aspects of life of the people who lived there, and 3) combining the results of archaeological research with evidence obtained from historic records, ethnography, interviews and correspondence with former residents. For purposes of comparison the authors also aim to conduct a “living archaeology” study in one of the only two nitrate settlements still functioning. As present interests are largely oriented toward

72 José María Casassas Cantó, “La arqueología histórica en el Norte Grande chileno”, Anales de la Universidad del Norte. Homenaje al Dr. Gustavo Le Paige S.J., 1976, N° 10, pp. 219–225 73 Gerda Alcaide, “Arqueología histórica en una oficina salitrera abandonada. II Región. Antofa- gasta–Chile. Estudio experimental”, Chungará, marzo 1983, N°.10, pp.57–75. Es un resumen de su tesis intitulada “Arqueología histórica en una oficina abandonada. II Región”, en 1981, que dirigió Bente Bittman.

111 the non–technologically–related aspects of behaviour, it has been preferred to use the term “historical archaeology” rather than “industrial archaeology.”74

Bittman tampoco descuidó el nexo entre la investigación que realizaba y la preservación del patrimonio tangible.

En 1981 convocó a historiadores, arqueólogos, antropólogos y etnohistoriadores a un programa multidisciplinario para el rescate arqueológico de Chile, dada que la enorme riqueza patrimonial seguía siendo saqueada. En este programa, consigna ese año:

“La historia del saqueo y destrucción de estos sitios comienza, por lo menos, a partir de fines del siglo XVI cuando miembros de la tripulación del pirata británico Thomas Cavendish excavan tumbas de la población indígena (pescadores, recolectores y cazadores de fauna marina) en la zona de Morro Moreno y continúa hasta nuestros días con propósitos de comercialización de piezas y de complementación de las colecciones de aficionados y, a veces, en nombre del “progreso”. Ante esta situación, se desprende inevitablemente la urgente necesidad de implementar progra- mas de protección, de salvamento y de rescate”75

Su llamado venía a cerrar diversas acciones que habían promovido los académi- cos de la Sección Historia del Departamento de Ciencias Sociales que, en 1975, representaron el descuido por la monumentalidad y por las señas del pretérito de Antofagasta y la necesidad de hacer cumplir la ley sobre el patrimonio, estable- ciendo para sus fines losCuadernos de la Sección Historia, en el transcurso de ese año. El profesor Contador Varas aunó en torno suyo al conjunto de profesores de Historia, de planta o de jornada parcial, para acometer el trabajo colectivo más importante sobre el tópico, el Repertorio del patrimonio histórico más

74 Bente Bittman–Gerda Alcaide, “Historical Archaeology in Abandoned Nitrate “Oficinas” in Northern Chile: A Preliminary Report”, Historical Archaelogy, 1984, vol.18, N° 1, pp. 52–75. 75 Bente Bittman, “Rescate arqueológico en Chile: informe preliminar II Región”, Reflejos, Uni- versidad del Norte, agosto de 1981. En esta perspectiva, el saqueo favoreció a los museos euro- peos en general, en José Antonio González Pizarro, “Atacama Culture Accumulation Cycle: The Tradition of Excavating and Exhibiting in the 19th and 20 th Centuries”, Journal of Historical Archaeology & Anthropological Sciences, Vol.2, Issue 3, 2017.

112 representativo de la ciudad 1866–1930, publicado por la Universidad del Norte, dos años antes76 Posteriormente, reflexionó sobre lo avanzado entre 1975 y 1984 en cuanto a resguardar el patrimonio regional, la declaración de monumento nacional del Tranque Sloman, la ex Gobernación marítima de Antofagasta, la Estación Antigua, el Muelle del ferrocarril de Antofagasta, etc.77. El profesor Adolfo Contador Varas se retiró de la Universidad del Norte en diciembre de 1983, falleció al año siguiente78

Mencionemos de paso la ardua labor desplegada por la Universidad del Norte en fundar y man- tener museos regionales en el norte chileno, tanto en Tarapacá como en Antofagasta, siendo los más importantes el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, el del Arica, Iquique y el de Antofagasta79.

En este campo de la identidad nortina es donde también aportó su contribución la sociología, a través de una serie de tesis de sus egresados, cuyos resultados se vieron condicionados por el

René Ríos Fernández, sociólogo. golpe militar de 1973.

76 El libro editado por la Universidad del Norte en 1982, examinó diversos espacios públicos —como la Plaza Colón— como inmuebles referenciales de la evolución urbana de Antofagasta, la Cate- dral, la Iglesia Corazón de María, la Casa Giménez, etc., teniendo en Contador Varas, las más relevantes contribuciones, apoyado por María Teresa Ahumada, Jorge Stavros Bracamonte y Guadalupe Durán Díaz, egresada de la Carrera de Historia, que se desempeñaba en el Liceo de Niñas de Antofagasta. 77 Vid. Adolfo Contador Varas, “Reflexiones en torno a la defensa del patrimonio histórico de la II reg ión”, Estudios Atacameños, 1984, Nº7. 78 Vid. Floreal Recabarren Rojas, “Adolfo Contador”, El Mercurio de Antofagasta, 24 de abril de 1984; María Ahumada–Jorge Stavros, “Perfilando la figura de Adolfo Contador”,El Mercurio de Antofagasta, 6 de mayo de 1984. 79 El Museo de Arqueología de San Pedro de Atacama, fue integrado a la Universidad en 1958; el Museo Regional de Arica, en 1967; el Museo de Historia y Arqueología de Tarapacá (Iquique), en 1969 y el Museo Histórico Regional de Antofagasta en 1960. Cf. José Antonio González Pizarro, “Patrimonio, museos y arqueología: de la visibilidad de los pueblos indígenas a la institucio- nalización de los estudios arqueológicos en el Norte Grande de Chile”, Diálogo Andino, Vol.36, 2010, pp.15–32.

113 Los títulos refieren de dos lineamientos claros: una focalización en las organi- zaciones sociales urbanas en Antofagasta y Tarapacá y una atención hacia la religiosidad popular de los poblados andinos.

En este contexto, se apartaron de tales preocupaciones determinadas tesis diri- gidas por Ríos e Iriarte. Ríos dirigió en 1977 dos tesis, la de Alejandro Guillier, “Marginalidad y estructura social en América Latina (Hacia un replanteamiento de la problemática de la marginalidad e integración”, y la de Sandra restovic Pacheco, “Educación Universitaria y subutilización de ingenieros”; mientras Iriarte la de César Trabucco S., “Comprensión histórica de la sociología de Emile Durkheim” de 1977, la de Orlando Vargas Domínguez, “Consideraciones de las teorías del cambio social en América Latina”, de 1979, y finalmente, la de Mi- lena Flores R. – Roberto Rebolledo, “La burocracia de Max Weber. Antecedentes y perspectivas teóricas”, de 1978.

En cuanto a los tópicos de la familia y la niñez en edad escolar, éstos fueron abor- dados en las contribuciones de Annabella Piffardi Cajiao – Dalibor Villalolobos N., con “Condiciones social de la agresividad en los niños de edad escolar de los jardines infantiles de la ciudad de Antofagasta”, 1979; Juan Herrera R. – Angela Villalobos, “La familia marginal: un estudio de caso de una población marginal de Antofagasta”, 1980; Eduardo Guzmán L. – Bernardo López O,” Conductas socia- les desviadas en la ciudad de Iquique: 1967–1982 (Investigación exploratoria), de 1983; Fernando Morla R., “Evolución del consumo y su impacto en la estructura social antofagastina”, de 1982; Juan Pallera B., “La participación: un estudio de comunidad”, 1980; Héctor Contardo Jaramillo, “Sociedad y Educación: las alternativas educacionales en Chile desde 1965”, 1982; Héctor Flores Vega – Ruth Gallardo – Rosa Meneses, “Análisis de la participación femenina en 1983 en los estudios universitarios”, 1983.

Orlando Vargas estuvo a cargo de dirigir determinadas tesis orientadas hacia el registro de las condiciones laborales de puntuales centros productivos, como las llevadas a cabo por Víctor Guerrero Cossío, “El campamento de trabajadores, elemento distintivo de la faena minera: el caso Sagasca”, 1982; Miguel Olmeno R., “Diagnóstico socio–económico de la comunidad de pescadores artesanales de Iquique”, 1982, como también a rescatar el pasado salitrero en el trabajo de

114 Ernesto Lo C., “La organización popular durante la crisis de la economía sali- trera en la ciudad de Iquique (1917–1921)”, 1981; Doris Sepúlveda Báez, “Grado de participación vecinal en la ciudad de Antofagasta (Un aporte al estudio de la marginalidad), 1982. Una tesis que se apartó de la mencionada orientación fue la que dirigió ese mismo año a Wilson Camacho Villarroel, “Seguimiento de personal en entrenamiento con índices P14 y P21 ingresados a la empresa du r a nte 19 7 9”.

Van Kessel articuló toda una escuela de sociología hacia la investigación de la cosmovisión andina y la acción religiosa en los poblados, sin descuidar el pa- sado colonial tarapaqueño, como lo evidencian las tesis de Bernardo Guerrero Jiménez, “Los pentecostales y el proceso de desintegración de las comunidades indígenas del norte grande de Chile”, 1978; Juan Carmona Flores, “Cosmovisión andina: la superestructura autóctona para el desarrollo”, 1981; Eduardo Pérez Rodríguez, “La estructura de la economía colonial en la antigua provincia de T a r apa c á”, 19 7 9.

Esta perspectiva fue proseguida bajo la dirección de otros sociólogos, destacándose Orlando Vargas Domínguez, en adentrarse en el tema reseñado al ser el tutor de los trabajos de Juan Podestá Arzubiaga, “Influencia de la educación fiscal en la comunidad aymara del norte grande chileno”, 1981; Omar William L – Blanca Yañez B.,” Pastoral social andina”, 1983; también en este campo, Alejandro Guillier fue profesor guía en 1978 de Edita Cortés Cortés, “Actividades y conductas sexuales de los alumnos universitarios de la ciudad de Antofagasta”. En el año 1980 fue profesor guía de Patricia Provoste, “Etnia y comunidad: los pueblos del altiplano de Tarapacá”, y de la tesis de Jerny González Caqueo – Lucy Ramírez Cassale, “Hacia un diagnóstico de la familia andina actual”.

Anotemos que los oriundos de Iquique, como Guerrero Jiménez, Podestá Arzubiaga, José Pedro reyes F., geógrafo. Pérez Rodríguez, Lo Carrasco, Guerrero

115 Cossío, entre otros, fueron los más proclives a examinar la realidad religiosa y social de Tarapacá y los que siguieron a van Kessel, en sus orientaciones de campos de estudios.

Una temática que se había desplegado desde el campo de la geografía, como ser el turismo, fue abordado en la tesis de sociólogo de Manuel Parra Cáceres, “Política para un desarrollo turístico en la provincia de El Loa”, 1982.

José Pedro Reyes Franzani, además de dictar cursos en las carreras de Historia y Geografía, Arqueología y Geografía, fue el que configuró la investigación hacia el ámbito del turismo. En 1971 impartió un seminario de capacitación en la For- mación de Guías Turísticos, en el marco de un convenio entre la Universidad y la Dirección de Turismo; en 1974, dictó el curso Geografía Turística en la Primera Escuela de Temporada por TV 3. Sus publicaciones fueron las primeras con un criterio más científico establecidas en la región, como ser Guía Turística de Antofagasta, realizada especialmente para la UNCTAD III, en 1972, de 110 pp. En 1974 levantó un Diagnóstico Turístico de la zona norte, encargado por la Dirección de Investigaciones de la Universidad; este mismo año hizo para SERNATUR de Antofagasta, un breve trabajo intitulado Plan de Desarrollo Turístico de Mejillones. Además de difundir diversos tópicos por los medios de comunicaciones y documentales. En 1972 dirigió el Seminario Superior para optar al Título de Profesor de Historia, Geografía y Ed. Cívica, intitulado “Es- tudio del departamento Loa, comuna de Calama, región de los pueblos en el interior de Antofagasta”, donde participaron Walter Aliaga Moreno, Maritza Campillay González, Elena Escudero Aguirre, José Quintero Martínez, Jorge Ramírez Fernández, Cristina Rodríguez Pozo, Mónica Salazar Sepúlveda, Odilia Tapia Martínez. Cuatro años después, en 1978, dirigió otro Seminario Superior para optar al título de Geógrafo, compuesto por Elizabeth Carvajal, Rafael Díaz Orellana, Geraldo Fernández Triántafilo, Eduardo Núñez Araya y Alejandro Santoro Vargas, “Macrounidades físico paisajista que definen la geografía de la región de Antofagasta”.

En agosto de 1973, Reyes Franzani, fue nombrado por la Universidad del Norte como asesor del Consejo de la Comisión Nacional de Investigación Científica y tecnológica y miembro titular del Consejo Regional de Investigación y Desarro-

116 llo de la Provincia de Antofagasta, según constaba en el documento del 17 de agosto firmado por Galo Gómez Oyarzún, presi- dente de Conicyt, y Claudio Iturra Moyano, secretario ejecutivo.

Estas preocupaciones no fueron las más atractivas para los egresados de la carre- ra de Licenciatura en Geografía. María Aracena Berkhoff, hizo su Memoria de Título de Profesor de Historia, Geografía y Educación Cívica, con el tema “Turismo Julia Rodríguez Leiva, geógrafo. en la Provincia El Loa”, en 1982, que dirigió la geógrafa Julia Rodríguez Leiva.

Rodríguez Leiva, además de colaboradora de la Guía Turística de Antofagasta, llevó a cabo —conjuntamente con J.P. Reyes Franzani, su cónyuge— un estudio sobre el Departamento de El Loa, cuyo proyecto fue presentado en enero de 1971.

Reyes Franzani y Rodríguez Leiva concluyeron sus estudios de Geografía en la Universidad de Chile, presentando su tesis Paisaje árido y desertificación en Antofagasta (Área de estudio entre 22 y 24º lat. sur), dirigido por el profesor Claudio Meneses Bustos, en 1980.

Julia Rodríguez Leiva dirigió en la Carrera de Historia y Geografía una serie de Memorias de Título, hacia la geografía humana, económica, como fueron “Circulación portuaria: el transporte marítimo en el puerto de Antofagasta”, de Ernesto Mancilla Pizarro, de 1980; “Evaluación de recursos del valle del Huasco”, de Maritza Campillay González y Alejandro Flores Alvarez, de 1980; “Jerarquía de lugares centrales: aplicación de coeficientes en la segunda Región”, de Silvia Alvarez Matthews Silva, Johnny Tapia Cubillos, José Araya Olivares, Marcos Barros López, José Díaz Villalobos, Roberto Espinoza González, Gina Henrí- quez Salinas, Juana Taucare, de 1981; “Diagnóstico de la actividad agraria en el oasis de Quillagua”, de Clara Rodríguez Oviedo, Jenaro Sepúlveda Lazcano, Luis Gutiérrez Bermúdez, Guillermo Jopia Díaz, Bernardo Muñoz Aguilar, de

117 1982; Dinolfo Flores Senzano, Luis Gutiérrez Bermúdez, Guillermo Jopia Díaz, Bernardo Muñoz Aguilar, “Diagnóstico de geografía humana de un ayllu del valle de San Pedro de Atacama”, de 1982.

Los estudios de movimientos demográficos desde la perspectiva geográfica co- menzaron con la tesis, dirigida por Vladimir Misetic Yurac, de Osvaldo Muñiz Solari, “Ensayo de flujo migratorio de población aplicado a un área precordillerana de la provincia de Antofagasta”, de 1972. Experiencia que tuvo un antecedente en la ponencia “Estudio preliminar sobre tendencias migratorias de población desde centros menores precordilleranos a centros urbanos Calama–Chuquica- mata”, presentada por Vladimir Misetic Yurac y Osvaldo Muñiz Solari en el Congreso Internacional de Zonas Áridas, celebrado en Arica en 1971. Muñiz Solari, publicará por el Departamento de Geociencias, un breve estudio Urban populations potentials in Northern Chile, en 1982.

Más tarde, Misetic Yurac y Muñiz Solari, incursionaron sobre un campo de estudio importante para la vialidad de Antofagasta, como fue Circulación co- lectiva urbana en Antofagasta, en 1974, el primer acercamiento para regular el tráfico del transporte estatal.

Los ámbitos que trataron las diversas tesis de Geografía podríamos tipificarlas en aproximaciones sobre el transporte urbano, análisis físico de determinadas localidades y los referidos a poblaciones.

Estos trabajos se conjugaron con los estudios de los académicos que establecieron una publicación en el año 1974 intitulada Geografía. Ella recogió las diversas investigaciones geográficas realizadas. Dentro de los trabajos más relevantes, estuvo la “Investigación Geográfica Nº 3”, referido a “Zonación vertical geográfica en Chile, 22º–24º Lat. Sur. Características climáticas de la cordillera costera”, de marzo de 1974, realizado por Guennady Golubev, José Reyes F., y Joaquín Cortés Araya80; Cortés Araya también fue autor de “Algunas características climáticas de la cordillera de la costa (Provincia de Antofagasta)”, en la misma revista. En

80 La publicación, a mimeo, refería que era la publicación Nº6, año 1, Nº 3, marzo de 1974. Golubev, un prominente investigador de la U.R.S.S., era profesor investigador en la especialidad de Hi- drología y Glaciología.

118 1974 dirigió la tesis de Geógrafo de Jorge Ramírez Fernández, “Características morfométricas, hidrometereológicas e hidrológicas de las subcuencas de los ríos Putanajauna y Jauna en la II Región”, en 1974.

El profesor Ramiro Lagos Altamirano dio a luz su Interpretación de cartas y mapas, con la colaboración de Jorge Stavros en los dibujos, bajo las prensas de la Universidad del Norte, en 1975.

En la clasificación que hemos expuesto, en el campo del análisis del transporte, podemos consignar las tesis dirigidas por Julia Rodríguez Leiva, “Estudio de factibilidad de establecer en la cuarta sección operacional del puerto de Valpa- raíso, un área especializada de depósito de contenedores”, de Miguel Araviri Cárcamo, de 1980; “Circulación portuaria: el transporte marítimo en el puerto de Antofagasta”, de Ernesto Mancilla Pizarro, de 1980.

Misetic Yurac fue profesor tutor de Cecilia Ljubetic Rodríguez, “El puerto de An- tofagasta y su rol en el comercio internacional”, de 1981; Carlos Cantero Ojeda, “Impacto de la función corredor de transporte en el puerto de Antofagasta”, de 1982, y de Patricia Jamett Reyes, “Diagnóstico de uso del suelo y edificación en el sector central de Antofagasta, análisis comparativo años 1972–1982”, de 1984.

Los estudios de geografía física en gran medida concentraron los esfuerzos de profesores y alumnos. José Pedro Reyes Franzani guió el Seminario de Geografía de Rafael Díaz Orellana, Geraldo Fernández Triantafilo, Eduardo Núñez Araya, Alejandro Santoro Vargas,” Macro unidades físico paisajísticas que definen la geografía de la Región de Antofagasta”, en 1978. Muñiz Solari dirigió determi- nadas tesis para optar al título de Geógrafo que relacionaron medio ambiente con determinados espacios, como ser el de Eduardo Núñez Araya, “Evaluación del impacto sobre los recursos ambientales del Parque Nacional Lauca”, en 1982; el de Alejandro Santoro Vargas, “Estudio poblacional y bioecológico de la Vicuña”, de 1982, el de Rafael Díaz Orellana, “Estudio preliminar para generar un registro sintético de evaporación en base a información geográfica”, de 1982.

Sin embargo, lo realizado en la década de 1980 eran los estertores de las disci- plinas de las Ciencias Sociales en la Universidad.

119 El golpe militar significó la instauración de los denominados rectores delega- dos: durante el periodo de funcionamiento de la Facultad de Ciencias Sociales, la Universidad tuvo dos autoridades designadas: los ex oficiales de Ejército, el coronel® Hernán Danyau Quintana (octubre 1973 – febrero 1977) y el coronel® Jaime Oviedo Cavada (febrero 1977 – enero 1980), hermano del arzobispo de An- tofagasta, Monseñor Carlos Oviedo Cavada.

El proceso de acoso y desmantelamiento de las carreras vinculadas con las Ciencias Sociales y de su importancia al interior de la Universidad había co- menzado tempranamente. Para el año 1976 ya se constataba las amenazas sobre las disciplinas de las Ciencias Sociales, pues ya no se admitían alumnos para Sociología, Arqueología y en 1977 para Geografía, según informaba un folleto de admisión de la época81.

Puede indicarse que los nombres a cargo de la investigación en las diversas disciplinas ya no estaban hacia fines de la década de 1970, con la excepción de Arqueología que, al desaparecer la Carrera de Arqueología, buscó su alero en el Instituto de Investigaciones Antropológicas y Museo de San Pedro de Atacama y en la revista Estudios Atacameños. No obstante, en algunos casos los roles de investigadores y de docentes pilares se fusionaron en determinados nombres, como fue el caso en Historia, con José M. Casassas y Adolfo Contador, pues Oscar Bermúdez Miral constituyó una situación especial de investigador no ligado a las tareas docentes. En Geografía, en torno a Vladimir Misetic, Osvaldo Muñiz, se constituyeron en los docentes que condujeron de modo principal la Carrera de Geografía. El desmantelamiento de Sociología y el retiro de van Kessel, el más notable investigador en su campo, hizo que el peso de la orientación académica/ docente tuviera en Augusto Iriarte Díaz, su principal puntal. En Arqueología, alejada Guacolda Boisset, la función administrativa docente recayó en Agustín

81 El Arzobispo de Antofagasta, Monseñor Carlos Oviedo Cavada, Gran Canciller de la Universi- dad del Norte, oficio de 7 de diciembre de 1976 al ministro de Educación, Contralmirante Luis Niemann Núñez. Citado por José Antonio González Pizarro, “Monseñor Carlos Oviedo Cavada y su labor como Gran Canciller de la Universidad del Norte y de la Universidad Católica del Norte, 1976–1990”, en André Hubert SJ (Editor), Cardenal Carlos Oviedo Cavada. Hombre y Pastor, Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, 2004, pp.61–98. Cita en p. 71, nota 10

120 Llagostera Martínez, siendo Lautaro Núñez Atencio la figura principal en las investigaciones arqueológicas.

Un papel excepcional recayó en Bente Bittman, que fue una bisagra en las inves- tigaciones arqueológicas y en la etnohistoria, y apoyo a la docencia de calidad en Arqueología y en Historia.

La inflexión definitiva se produjo con el nombramiento del nuevo rector delegado contralmirante® Jorge Alarcón Johnson (enero 1980 – enero 1990), quien decretó la disolución de la Facultad de Ciencias Sociales y las restantes, en febrero de 198082. En abril de 1980 hizo una exoneración masiva de académicos afectando al área de Educación y de las Ciencias Sociales. Esto presagió el destino de la Carrera de Historia y Geografía que se cerró en 1981.

Conclusiones.

La Universidad del Norte, entre los años 1966 y 1982, impulsó la creación y desarrollo de diversas carreras vinculadas con las ciencias sociales, con la con- tratación de destacados profesionales extranjeros pero también con aquellos formados en el país. Es interesante observar las redes que se formaron en el periodo anterior a 1973, entre los sociólogos y antropólogos procedentes de la Universidad de Concepción, los profesores de Historia y Geografía formados en la Universidad de Chile y de la Universidad Católica de Chile, donde algunos abrieron la simiente de los estudios de Geografía profesionalizados a nivel universitario. Fundamentales fueron los esfuerzos que hizo la Universidad del Norte en estimular las investigaciones arqueológicas en todo el norte grande conjuntamente con la promoción de los museos regionales, principalmente en San Pedro de Atacama, Arica e Iquique. El conocimiento más exacto del pretérito prehispánico y los orígenes y reconocimiento hacia los pueblos originarios, fue el cruce de las exploraciones arqueológicas y las reflexiones antropológicas.

82 Decreto 49/80 de 6 de febrero de 1980, firmado por Jorge Alberto Alarcón Johnson, Rector Dele- gado y Fernando Montalvo Bustos, Secretario General. Universidad Católica del Norte: Archivo de la Secretaría General.

121 La investigación histórica estuvo acorde con las sensibilidades por la historia social y económica en torno a la industria del salitre no descuidando los senderos en pro del rescate documental sino de los poblados aislados de nuestra precordi- llera, como también la atención desplegada por la ciudad más importante del desierto de Atacama, Antofagasta.

Fue una pléyade de jóvenes que se forjaron en las diversas disciplinas de las ciencias sociales en todo el septentrión nacional.

Si nos acercamos a la investigación puede decirse que no pudo envidiar con la que se hacía a nivel nacional en los centros regionales. La búsqueda del pasado significó levantar catastros de fuentes documentales y bibliográficas, cons- tituyéndose el CEDOC en un referente importante en el país. A partir de esta preocupación, la Universidad se orientó hacia las investigaciones tanto del entorno físico y humano, mediante la geografía, examinando determinadas épocas y trazando los lineamientos del acervo patrimonial e identitario como también del estudio de las comunidades actuales urbanas y andinas, a través de la historia y la sociología.

Aun cuando el golpe militar de 1973 clausuró los delineamientos de investigación hacia temas económicos y sociales, muy en boga en las universidades chilenas motivados por los aires de la reforma universitaria, las ciencias sociales en la Universidad del Norte aun con la exoneración de académicos y, a veces el des- mantelamiento de unidades de investigación, pudo proseguir y abrir derroteros desconocidos en el país: con Casassas y Bittman, la etnohistoria y la arqueología histórica, con van Kessel la atención hacia los poblados andinos y su religiosidad; con Bodini, la visión interdisciplinar en el estudio de los espacios geográficos, con Boisset y Núñez la formación de una escuela arqueológica preocupada de los yacimientos costeros como del interior del desierto.

Los quince años de formación de profesionales y de la investigación de las cien- cias sociales de la Universidad del Norte, 1966–1981, estuvieron marcadas desde dos instancias, una aglutinadora, inicial, en el Instituto de Ciencias Sociales, y otra, que permitió la autonomía de desarrollo de las unidades que albergaban las carreras bases y sus investigadores, como fue la Facultad de Ciencias Sociales.

122 En su conjunto, el aporte de la Universidad del Norte al progreso de las ciencias sociales en el Norte Grande pudo calificarse de relevante en todo sentido.

La desaparición de la Facultad de Ciencias Sociales significó el acto simbólico final de la desatención por el estudio del pasado y presente del hombre en la comarca nortina.

Lo increíble de esta historia es el silencio que se ha mantenido hasta el presente en esta mutilación grave de la Universidad, que comenzó con un equilibrio entre la tecnología, las ciencias exactas y las ciencias sociales.

123 Bibliografia.

NB: Se han incorporado las referencias bibliográficas que consideramos de mayor relevancia, omitiéndose otras, v.gr, las diversas Memorias y Seminarios Superiores de Títulos de las Carreras de Historia y Geografía, Geografía; y las Tesis de Sociología, Arqueología, cuyas señas bibliográficas se incorporaron en el texto. De igual modo, los diversos decretos emanados de la Secretaría General de la Universidad del Norte.

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Universidad Católica del Norte, Dirección de Recursos Humanos, Oficina de Personal: Antecedentes Personales Académicos–Carpeta de Hugo Bodini Cruz–Carrera. Antecedentes Personales Académicos. María Teresa Cobos Noriega. Antecedentes Personales Académicos. José María Casassas Cantó Antecedentes Personales Académicos. Salvador Dides Muñoz Antecedentes Personales Académicos. Leonardo Humberto Jeffs Castro Antecedentes Personales Académicos. Alfredo Wormald Cruz Antecedentes Personales Académicos. José del Pozo Artigas Antecedentes Personales Académicos. María Angélica Apey Rivera Antecedentes Personales Académicos. Johannes Van Kessel Brouwers. Zurita, Edith. 1996. “La Universidad y la formación de recursos humanos”, en José Antonio González

Pizarro (coordinación y dirección), La Universidad Católica del Norte y el Desarrollo Regional Nortino 1956–1996, Ediciones Universitarias, Universidad Católica del Norte, pp. 113–141.

135

LOS ESTUDIOS LITERARIOS Y LAS HUMANIDADES EN LA UNIVERSIDAD DEL NORTE

No cabe duda, de que lo que última y definitivamente justi- fica y justificará siempre el estudio y fomento de las letras y las artes es que ellas constituyen el supremo producto simbólico de aquello que mejor nos caracteriza como seres humanos: el lenguaje. En efecto, el lenguaje como aprehen- sión del mundo es el supuesto de la cultura en tanto imagen interpretativa de la realidad; como actividad dialógica es fundamento de lo social y de la historicidad del hombre; por eso mismo es instrumento de comunicación y de praxis social; como actividad creadora es el primer fenómeno de la libertad. En síntesis, la lectura adecuada de textos lite- rarios, más allá o más acá de cualquier canon, requiere el desarrollo de una competencia interpretativa tal que nos permita entenderlos como textos abiertos a significaciones plurales en el contexto mayor de los signos de los tiempos. Esta forma de diálogo con los textos y a través de ellos con las culturas a las que pertenecen, no sólo nos otorgará el placer de leer (cuestión que no carece de importancia), sino que contribuirá a insertarnos crítica y creadoramente en nuestro propio ámbito cultural.

Para los efectos de este trabajo, consideramos, en el proceso histórico hasta aquí vivido por la Universidad Católica del Norte, la existencia de tres etapas: la primera —que podemos

137 llamar de fundación y crecimiento, de la entonces Universidad del Norte— se extiende desde marzo 1957 hasta setiembre de 1973; la segunda —de interven- ción— abarca el período de dictadura, entre el 11 de setiembre de 1973 y 1990; la tercera —de consolidación— se inicia en 1990 y se extiende hasta nuestros días. Cada una de estas etapas será abordada por un académico o académica que fue protagonista y/o testigo presencial de la situación de las humanidades y los estudios literarios en su momento: Mauricio Ostria González, Osvaldo Maya Cortés y Patricia Bennett Ramírez.

138 I. La vocación humanista de la Universidad (1959–1973)1

Mauricio Ostria González*

* Miembro de la Buscamos la dimensión exacta Academia Chilena Para el hombre de este anfiteatro, de la Lengua, Profesor Emérito de Queremos abrir en nuestro espacio la Universidad de El surco humanista del ayer Concepción, Socio Honorario de la (Gerardo Claps, “Himno de la U. del Norte”) SOCHEL (Sociedad Chilena de Estudios Literarios).

1 Con gozo me ocupo de este primer período: aquel en que pude asumir con alegría y orgullo, con cariño entrañable y entrega absoluta, las distintas tareas, primero, como estudiante y luego, como académico. Como estudiante fui, además, dirigente estudiantil, presidente de la FEUN y de la AUC, delegado de la Universidad en diversas instancias, miembro solista del coro y actor del teatro universitarios; como aca- démico fui director de la Escuela de Castellano y del Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios, miembro del Consejo de Investiga- ción, del Consejo de Sede (Antofagasta) y del Consejo Superior; seguí actuando en el teatro y participando en muchas actividades de ex- tensión (escuelas de temporada, cursillos, conferencias, homenajes, asistencia a congresos nacionales e internacionales, etc.); publiqué artículos en los Anales y en la Revista de la Universidad, también en su Boletín Informativo. Organicé el Primer Seminario de Literatura Hispanoamericana, con participación de destacados académicos nacionales y extranjeros. Por todo esto, rue- go al lector perdone tanta autorreferencia: no es jactancia sino testimonio. Le ruego, asimismo, perdone las numerosas omisiones de que, sin duda, adolecen estas pági- nas. Espero, algún día poderlas enmendar.

139 1. El 25 de marzo de 1957 se dio inicio a las actividades académicas de la Uni- versidad del Norte: 100 alumnos y 20 profesores, pertenecientes a carreras de Pedagogía e Ingeniería, ocuparon por primera vez sus aulas en las antiguas casonas de calle Prat. Ya desde los primeros tiempos, fue notorio el esfuerzo de la Universidad —encabezada por su primer rector, Gerardo Claps, autor de la letra del Himno de la Universidad que nos sirve de epígrafe— por cumplir un rol significativo en el horizonte cultural del Norte a través del cultivo, entre otros, de las letras y las artes. En efecto, al desarrollo de los cursos regulares de Pedagogía en Castellano, Francés e Inglés, se sumaron conferencias, foros, exposiciones, concursos, semanas culturales escuelas de temporada que contri- buyeron a enriquecer, ostensiblemente, la vida cultural de la ciudad y la región.

No habían transcurrido dos meses desde el inicio de clases, cuando la Universi- dad inauguraba —el 3 de mayo— su Academia de Bellas Artes, bajo la dirección de O’Higgins Guzmán, quien en su discurso remarcaba:

Un numeroso grupo de jóvenes, mujeres y hombres, ha respondido al llamado de la Universidad del Norte, llamado que en el fondo invita a reconocer esta tierra en que vivimos, a conocerla profundamente en su realidad telúrica…

Este grupo nutrido de alumnos (…) parte en busca de la verdad esencial de este nuestro mundo del norte. La Academia de Bellas Artes se propone orientar a este grupo hacia el descubrimiento de la belleza escondida en las formas austeras, majestuosas y perdurables de la tierra….

…creemos que las característica de la región, el conjunto del paisaje duro, esencial y vasto, ofrece incitaciones poderosas y especiales, una riqueza de formas aún no descubiertas, una temática grandiosa, un sentido total casi sobrehumano (…) aspiramos a que nuestros artistas sean capaces de descubrir todo aquello y más… Y sabemos que apenas se entreguen a esa tarea del redescubrimiento del norte de Chile se situarán ante él en una actitud de amor.2

2 De El Mercurio de Antofagasta, 4 de mayo de 1957.

140 En los años siguientes (1958 y 1959) y con el mismo sentido de pertenencia nortina, vinieron el museo histórico, el teatro (a cargo de la Hna. Elsa Abud), el coro polifónico (dirigido por Luis Reygadas), el cine club, las audiciones de música comentada, las jornadas culturales estudiantiles, los desfiles de carros alegóricos, el primer diario mural de los estudiantes, etc3. Las actividades no se limitaron a la ciudad de Antofagasta, sino que se extendieron a Arica, Iquique, Tocopilla, Calama, Taltal, Copiapó (años más tarde a Coquimbo). La Universi- dad se sabía del Norte y para el Norte y su acción se expandía y se hacía notar en ese extenso territorio promoviendo las más diversas expresiones del arte, la literatura, el teatro, el cine4.

Al cumplirse el segundo aniversario de la Universidad (mayo del 59), ésta recibió del Estado los terrenos de las Ruinas de Huanchaca, espacio físico, histórico y simbólico donde se edificarían sus nuevas instalaciones. De ese modo, con el tiempo, la Universidad convertiría el antiguo crisol de minerales de plata, ex- traídos de las antiguas minas de Caracoles, en crisol de juventudes que para el caso de las pedagogías, serían los futuros humanistas. Años después (1964), al celebrar su séptimo aniversario, en hermosa y memorable ceremonia, se colo- caba la primera piedra de los futuros edificios que albergarían a la Universidad.

Mientras tanto, sus alumnos de pedagogía en castellano se nutrían de las lecciones sobre Literatura Universal (Clásica, Medieval y Moderna), Literatura Española (Medieval, Renacentista y Barroca, Neoclásica y Romántica), Filosofía, Gramática, Griego, Latín, Cultura Religiosa y otras disciplinas necesarias para la formación del profesor especialista en letras. En su apoyo crecían las biblio-

3 También en la investigación científica se destacó la vocación nortina de la Universidad: en enero de 1957, se creaba el Centro de Investigación Solar Aplicada (dirigido por el físico Carlos Espinosa), pionero en la materia, así como en la captación de la camanchaca, ambas investi- gaciones, centradas en las infinitas posibilidades del desierto de Atacama. En 1958, se fundó un Centro de Astronomía, a cargo del Padre Germán Saá. Recuerdo que en noviembre de 1957, algunos alumnos del Pensionado Padre Hurtado pudimos ver, instalados en las terrazas del Colegio San Luis (que colindaba con nuestro Pensionado), gracias al telescopio del P. Saá, el paso del primero satélite soviético, el Sputnik 1. Igual sentido de pertenencia, tuvo la creación de la Escuela de Técnicos Pesqueros (1960). 4 En 1959 se incorporó a la Universidad el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama, creado por el P. Gustavo Le Paige, en San Pedro de Atacama. Más tarde, se crearon el conjunto folklórico y el tambo atacameño, la radio F.M. y el canal de televisión.

141 tecas y algunas librerías de la ciudad ofrecían libros especializados que jamás se habían vendido antes y que los nuevos lectores universitarios requerían. En los años siguientes, se unirían a los primeros profesores de literatura, Filosofía y Humanidades (Irma Césped5, Marina Yutronic, O’Higgins Guzmán, Gerardo Claps, Sergio Cavagnaro, Elsa Abud, Daslav Petricio6), otros que fortalecerían la enseñanza de las literaturas modernas y contemporáneas, de la teoría literaria, la lingüística, la gramática y los estudios pedagógicos (entre ellos Matías Rafide7, Jorge Mellado, Osvaldo Mendoza, Luis Díaz Márquez, Alfredo Matus8, José Luis Samaniego9, Andrés Sabella, René Muñoz, Rafael Hernández). Se fundaría el Instituto de Literatura Chilena, que dirigiría Jorge Mellado y que contaría con una biblioteca especializada.

Por entonces (1962), ya egresado de Pedagogía en Castellano —al año siguiente, me convertiría en uno de los tres primeros titulados de la Universidad10—, era honrado con mi primer nombramiento como profesor de Literatura Hispanoa- mericana y Estética Literaria. Años más tarde, en marzo de 1968, al regresar de México, donde realicé estudios de doctorado en Literatura Hispanoamericana en la UNAM. Y en El Colegio de México, fui nombrado director de la Escuela de Castellano. Y después de la reforma universitaria, elegido Director del nuevo departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios.

En 1961 empezó a publicarse anualmente la primera revista universitaria: Anales de la Universidad del Norte. Los cuatro primeros números (1961–196511) fueron dedicados casi exclusivamente, a los estudios arqueológicos, liderados por el P. Gustavo

5 Después de algunos años, Irma Césped (primera directora de la Carrera de Castellano, volvería la U. de Chile y luego asumiría una cátedra en la UMCE, donde culminó una muy destacada carrera, que le valió ser nombrada profesora emérita. 6 Impulsora del teatro en la Universidad. 7 Destacado escritor —además de maestro—, miembro del número de la Academia Chilena de la Lengua. Tuve el honor de sustituirlo en la Cátedra de Literatura Hispanoamericana, cuando asumió un cargo diplomático en la, entonces, República Árabe Unida. 8 Desde 1995, es Director de la Academia Chilena de la Lengua, Profesor emérito de la U. de Chile. 9 Actual Secretario de la Academia Chilena de la Lengua, Profesor emérito de la PUC. 10 Mi tesis de grado, cuya tutora fue Irma Césped, se tituló “Alcides Arguedas, intento de aproxi- mación a un hombre e interpretación de una obra”, fue calificada con ‘Summa cum laudem”, por la Comisión integrada por académicos de la U. Católica de Valparaíso, de la que todavía dependía nuestra Universidad. 11 No se publicó en 1964.

142 Le Paige. El número 5 de Anales ya incluye un par de trabajos históricos y sociológicos. Pero es el numero 6 (1967) donde, por fin, irrumpe la literatura con mi estudio Atisbos“ estéticos y estilísticos en Raza de bronce”12. El trabajo forma parte de mi tesis de grado y aun ahora es citado en la mayor parte de los ensayos y estudios dedicados al novelista boliviano. Fue el primer estudio literario publicado por las prensas de la Universidad13.

El año anterior (1966) había aparecido la Revista de la Universidad del Norte, dirigida por Miguel Campos y destinada a publicar artículos académicos de distintas especialidades. Allí también publiqué un par de artículos: “El estudio de la literatura” (núm. 4, dic. de 1967), y “Análisis de textos y enseñanza de la litera- tura” (vol. 2, núm. 2, agosto de 1967). Eran los tiempos de la vigencia del estruc- turalismo en los estudios literarios y semióticos. Allí aparecieron también —si mal no recuerdo— trabajos de Alfredo Matus y Luis Díaz Márquez, entre otros.

En julio de 1965, con Gerardo Claps a la cabeza de la Dirección de Extensión universitaria, se realizó una importante Escuela de Temporada, la VIII, que contó con nutrida participación de profesores de casa y con importantes visi- tas. Las humanidades tuvieron, entonces, una muy significativa presencia: a Irma Césped, Osvaldo Mendoza, Elsa, Abud, Andrés Sabella, Mauricio Ostria, Gerardo Claps, Daslav Petricio, Waldo Valenzuela, Iván Lamberg, Victoria Ol- mos, Ernesto Vásquez, Arturo Ugalde, Ignacio Vergara, Roberto Char, Haroldo Zamora, Gustavo Arteaga, Sergio Cavagnaro, Ignacio Vergara, de la casa, se unieron relevantes figuras nacionales: Arturo Aldunate Phillips, Rafael Her- nández, Raimundo Kupareo, Luis Merino Reyes, Hugo Montes, Francisco Otta, Francisco Santana, Antonio de Undurraga, Nicolás Velazco, Manuel Daneman.

2. Si bien se mira, los primeros veinte años de la Universidad del Norte se enmarcan aproximadamente en lo que los historiadores y sociólogos han lla- mado los "largos años sesenta" (entre 1958 y 1974). Esos años fueron de crucial importancia en la historia del mundo y, sin duda, han tenido una influencia profunda y duradera en los posteriores. Son los años de la guerra de Viet Nam,

12 Ver Referencias. 13 Debo ese honor al impulso persuasivo de Gerardo Claps, a la sazón, director de Extensión Cultu- ral y director de Anales.

143 del movimiento hippy y de la reforma universitaria; del triunfo y asesinato de Kennedy y de la caída del culto estalinista en la Unión Soviética, de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II.

Inserta en un rápido proceso de cambios mundiales, la década de los 60 en América latina está marcada, en lo político, por un gran optimismo, originado, en buena medida, en el triunfo (1º de enero de 1959) y consolidación de la revo- lución cubana, que esperanzó al continente respecto de la posibilidad de éxito de los movimientos populares. El Che se convirtió en paradigma de los ideales revolucionarios. En toda partes, grupos de jóvenes entusiastas se lanzaron a luchas guerrilleras, rurales y urbanas, que, en general, fracasaron. Las muertes de Camilo Torres, en Colombia y del Che Guevara, en Bolivia simbolizaron ese fracaso. En Chile, los turbulentos largos años 60 culminaron con el triunfo de Salvador Allende y la Unidad Popular en las elecciones presidenciales de 1970 y su desgraciado desenlace tres años después.

Un fuerte incremento de las economías regionales y la inmigración de grandes masas campesinas a las ciudades con el consiguiente crecimiento de los asen- tamientos marginales en éstas, marcaron los aspectos económico sociales de los 60. En Chile se realiza la Reforma agraria (1967), con el decidido apoyo de la Iglesia. En lo cultural, en tanto, se produjo el aumento explosivo de los niveles de educación y profesionalización, así como la radicalización de los movimientos juveniles y la incorporación de muchos de ellos a las luchas de reivindicación político sociales (partidos políticos, guerrilla, renovación de la Iglesia, movi- mientos hippies, feminismo, libertad sexual, reforma universitaria, etc.).

En la Iglesia latinoamericana, después del Concilio Vaticano II, el Consejo Epis- copal Latinoamericano (CELAM), creado en 1955, insiste en la predicación de las reformas sociales necesarias (reforma agraria, justicia social, preferencia por los pobres, etc.). Todo esto da origen, entre otros movimientos, a la llamada teología de la liberación. En 1967, la encíclica Populorum Progressio, especial- mente dedicada a Iberoamérica, fue tema central de discusión en la Conferencia Episcopal de Medellín, Colombia (1968), con la presencia del papa Paulo VI. En Chile, se generaron movimientos como el de Cristianos para el Socialismo o el de la Toma de la Catedral de Santiago.

144 Las universidades chilenas comenzaron a vivir, a fines de los sesentas profundas transformaciones. Todo comenzó con la toma de la Universidad Católica (1967) y continuó con movimientos en prácticamente todas las demás (entonces, eran sólo ocho). En 1968, en la Universidad del Norte, se inició un proceso de Reforma que contó con el apoyo de todos los estamentos y que culminó en el Claustro que aprobó nuevos estatutos y discutió temas cruciales como misión y funciones de la Universidad. El principal efecto fue su democratización y, en consecuencia, la intensa participación de toda la comunidad en las diferentes instancias deliberativas y decisorias. Aunque hubo aspectos positivos, tal vez la excesiva politización y el asambleísmo paralizante suscitaron continuas crisis que, en buena medida, desvirtuaron la reforma. El proceso de cambio fue abortado, definitivamente, por el golpe militar y la intervención de las universidades por la dictadura.

3. Por entonces, los estudiantes14 y profesores de letras de la Universidad nos sentíamos deslumbrados por la irrupción de lo que más tarde, impropiamente, se llamaría el ‘boom’ de la novela latinoamericana; pero, al mismo tiempo, reconocíamos que había antecedentes significativos para explicar ese aparente súbito emerger de la nueva novela en Latinoamérica. En efecto, ya entonces, estudiantes y profesores estudiábamos, en nuestras clases, autores tan importan- tes como Miguel Ángel Asturias15, Alejo Carpentier, Agustín Yáñez, Juan Carlos Onetti, Leopoldo Marechal o Manuel Rojas16, sin olvidar, claro, a la eminente figura de Jorge Luis Borges. Las principales autores del llamado ‘boom’ son Julio

14 Para la actividad estudiantil de entonces, véase el memorioso y emotivo ensayo de Héctor Mu- ñoz, a la sazón, presidente de la FEUN y uno de los principales impulsores del movimiento O Tempora, en Tierra Nueva, 134 (2016). Héctor Muñoz, destacado profesor e investigador en la U. A. M. de Ixtapalapa, en México, estudió Pedagogía en Castellano en nuestra U. del Norte y tuvo relevante participación en los movimien- tos y claustros de reforma universitaria.

15 De hecho, tuve el honor de dirigir la tesis de grado de la que sería académica destacada de la Uni- versidad, Patricia Bennett Ramírez, precisamente sobre aspectos de la novela El Señor presidente, del premio Nobel guatemalteco. Recientemente, Patricia Bennett fue distinguida como académica correspondiente por Antofagasta, de la Academia Chilena de la Lengua:

16 Manuel Rojas, junto a Claudio Giaconi, Enrique Lafourcade, María Elena Gertner, Marta Blan- co visitaron la U. del Norte y tuvieron conversatorios con docentes y estudiantes. Más tarde, también estuvo con nosotros, Pablo Neruda, cuya visita recuerdo en una nota publicada años después en el diario El Sur, de Concepción (ver referencias).

145 Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa.17 A ellos, deben añadirse, al menos, nombres como los de José Donoso, Ernesto Sábato, José María Arguedas, Augusto Roa Bastos, José Lezama Lima, Juan Rulfo.

Semejante entorno, me motivó —con la ayuda de la dirección de Extensión, a cargo, entonces, de Haroldo Zamora y de mis colegas del Departamento de Cas- tellano18— a organizar el Primer Seminario de Literatura Hispanoamericana con el título de “La naturaleza y el hombre en la novela hispanoamericana”. El seminario contó con la importante participación de especialistas chilenos y extranjeros, entre ellos, Cedomil Goic (U. de Chile), Marcelo Coddou (U. de Concepción), René Jara y José Promis (U. Católica de Valparaíso), Hernán Silva y Carlos Opazo (U. Austral), Mario Bahamonde U. de Chile, sede Antofagasta)19; Grazia Sanguinetti (U. Católica del Perú), Leonor Arias y Alicia Chiván (U. Católica de Salta), Alba Omil (U. Nacional de Tucumán), Jorge Siles Salinas (U.M.S.A. de La Paz). Representaron a la U. del Norte, Andrés Sabella, Luis Díaz Márquez y Mauricio Ostria20. Los trabajos del Seminario se publicaron en el número 7 de Anales de la Universidad del Norte, único dedicado completamente a los estudios literarios21. Ese volumen tuvo trascendencia internacional y apareció citado en importantes bibliografías sobre literatura hispanoamericana22.

El libro de 225 pp. se inicia —después del prólogo y el saludo del decano Osvaldo Mendoza— con un espléndido “Discurso inaugural” de Andrés Sabella23. Allí, junto con diseñar una sucinta cartografía diacrónica de la literatura nortina, Andrés esboza la idea de un humanismo nortino, coincidente con los postulados

17 Los dos últimos obtendrían el Premio Nobel de Literatura, en 1982 y 2010, respectivamente. 18 Y, desde luego, con el apoyo fundamental del Instituto Corfo Norte. 19 El trabajo de Mario Bahamonde —“El relato literario en el Norte de Chile”— constituye un real y significativo aporte a los estudios literarios nortinos. (ver referencias). 20 Varios de los participantes ofrecieron, además, diversas conferencias (en la Universidad y en colegios de la ciudad). 21 Después sólo rompió el hiato interminable, el número 11 de Anales, (1978), dedicado a celebrar el Doctorado Honoris Causa, otorgado al gran Andrés Sabella, con sentidos y expresivos home- najes de Osvaldo Maya y Elsa Abud y una antología del poeta. La distinción se convertiría en sarcasmo cuando a poco andar, el poeta fuera cesado en sus actividades universitarias. 22 El volumen tuvo doble publicación, como número de Anales y como libro autónomo. 23 El gran poeta del Norte se había integrado a la Universidad en 1964, dictando clases, tanto en la Escuela de Castellano como en la de Periodismo, que, junto a Nicolás Velazco, creo en 1967. En 1978 fue nombrado miembro de la Academia Chilena de la Lengua.

146 de Gerardo Claps acerca de la misión y funciones de la Universidad del Norte y con las acciones que, hasta entonces, venía desarrollando nuestra Alma Mater en el campo de las humanidades y las ciencias. Por eso, con la intuición certera del vate, Andrés inicia su discurso afirmando:

La universidad del Norte nació entre el bullicio del mar y la austeridad de nuestros cerros, como un desafío más que los hombres de Antofagas- ta formularon a su futuro. Nació apoyándose en tradición de esfuerzo; anhelando que todos los derroteros fructificasen en su atarea de servicio a estas tierras y a estas gentes, pata quienes la palabra desaliento resulta silabeo de cobardes. Somos una joven, muy joven universidad que aspira a beneficiar nuevas vetas y a penetrar en distancias mayores; Universidad minera y cateadora, heredera de la inquietud de los viejos pampinos que tutearon, largamente, a la vida y a la muerte en el vaivén de sus diez mil rumbos (…). Estamos rastreando el tiempo de nuestra tierra, buscando el hueso final de nuestro destino. (Anales de la Universidad del Norte, 7 (1969); 11–12.

Ese mismo año, las humanidades trascendieron las fronteras del país, cuando. Los profesores Guy Manu, Alfredo Matus y Mauricio Ostria dictaron sendos cursos en la U. Católica de Salta24.

Sabella fue pilar fundamental en las actividades llevadas a cabo en la ya legen- daria Sala Ercilla, inaugurada el 14 de mayo de 1969, situada a pocos metros de la Plaza Colón, en la calle Prat, la principal arteria de la ciudad. A poco andar, la Sala Ercilla se convirtió en el centro de las actividades culturales más im- portante de la ciudad. Cito un memorioso e ilustrativo comentario de Osmán Cortés Argandoña, entonces, partícipe directo en la gestión comunicacional de la Universidad:

Verdadero centro integral de expresión artística de teatro, cine, pintu- ra, conferencias, sesiones de música, discusión de ideas, de ideología, antes que el término fuera manoseado por la intransigencia dictatorial. Al trasponer las columnas cuadradas, donde ahora están las depen-

24 Por petición del profesor Carlos García Santillán, anfitrión en la U. Católica de Salta, también dicté un cursillo para profesoras en San Salvador de Jujuy.

147 dencias de la poderosa trasnacional bancaria Scotiabanks, se accedía de inmediato a un salón de exposición de pinturas de artistas locales y foráneos. Más allá estaba la sala de cine y exposiciones orales. Allí fueron estrenadas obras del gran cineasta boliviano Jorge Sanjinés (…), del argentino Fernando Solanas; la mayoría de las obras del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica, fundamentalmente las de Santiago Álvarez y Manuel Gutiérrez Alea…Y el cine chileno, por supuesto, que estaba surgiendo desde Chile Films bajo la presidencia de Miguel Littín y el copiapino Leonardo Navarro, con la responsabilidad del nuevo Estado Nacional. Después de la sala de cine, el Teatro Circu- lar donde no había cortinas. Destacada tarea cultural del Teatro de la U. del Norte dirigido por Luis Imerio Guardia, postergado y olvidado. Lo mejor del teatro nacional de la época: “Nos tomamos la universidad” y “Peligro a 50 metros”, de Alejandro Sieveking; “El Tony Chico”, de Luis A. Heiremans; “Tengo ganas de dejarme barba”, de David Benavente; “Réquiem para un Girasol”, de Jorge Díaz.25

Tuve la oportunidad de participar en una de las primeras actividades literarias de la Sala Ercilla, junto a Andrés Sabella, en un homenaje a Alonso de Ercilla y Zúñiga, con motivo del cuarto centenario de La Araucana;26 también colaboré con él en un sentido homenaje al poeta peruano José María Eguren.

En síntesis, me parece que el Seminario Internacional de Literatura, cuyos resul- tados se publicaron, como queda dicho, al año siguiente y tuvieron repercusión internacional, y la presencia muy fructífera de Andrés Sabella que, además de impulsar la actividad cultural desde la Universidad, por entonces publicó impor- tantes libros de poesía, entre ellos: Canciones para que el mar juegue con nosotros, poemas infantiles, (Santiago, Universitaria, 1964); Hombre de cuatro rumbos. Antología del Norte Grande

(Santiago, Orbe, 1966) y Un niño más el mar, (Santiago, Ediciones Nueva Universidad)27, se me

25 Disponible en: Sala Ercilla. Corporación Andrés Sabella https://museosabella.blogspot. com/2011/08/sala-ercilla.htm 26 Mi charla se tituló “Aproximación a La Araucana” y se publicó después, modificado, con el título de “Para un estudio de La Araucana” en el septuagésimo cuarto cuadernillo de Hacia (1969), que editaba el propio Andrés Sabella, desde 1933. 27 Tuve la alegría de publicar una nota sobre El niño más en el mar, en las Últimas noticias (ver referencias).

148 aparecen como los hitos más importantes y significativos de la presencia de las letras en la Universidad del Norte en la etapa que reseño28 y de su capacidad de proyección hacia la comunidad local y nacional29.

28 El año 68, además, tuvimos conferencistas ilustres como los lingüistas Ambrosio Rabanales y Lidia Contreras (U. de Chile), los literatos Ned Davson (U. de New Mexico), Juan Carlos García Santillán (U.N. de Salta), o el filósofo Gabriel Sanhueza (PUC). 29 Después del 73, Osvaldo Maya con sus estudios y ensayos sobre autores nortinos (especialmente Sabella y Bahamonde), Patricia Bennett con sus intuitivos artículos y Sergio Gaytán, con sus ediciones, antologías e incansables búsquedas y hallazgos de diversos textos, a veces olvida- dos, han sido, quizá, los fieles testigos sobrevivientes de las letras universitarias en la UCN. Es bueno mencionar también que ex alumnas como Guillermo Ross Murray, Doris Araya y Pauli- na Cors, entre los más destacados, han publicado novelas y poemas importantes inspirados en nuestro Norte Grande.

149 Registro Fotográfico

Ceremonia de Inauguración del Primer Seminario Internacional de Literatura Hispanoamericana (1968). En la testera, Haroldo Zamora, Director de Extensión, Osvaldo Mendoza, Vicerrector de Sede y Mauricio Ostria.

En la Televisión de la U. del Norte: Cedomil Goic, Grazia Sanguinetti, José Promis y Mauricio Ostria, participantes en el Primer Seminario Internacional de Literatura Hispanoamericana (1968).

150 Algunos de los participantes en la reunión de clausura del Primer Seminario Internacional de Literatura Hispanoamericana: L. Díaz Márquez, G. Sanguinetti, R. Jara, C. Goic, L. Arias, M. Ostria, A. Chiván, C. Opazo, G. Rodríguez, M. Coddou y A. Sabella.

Andrés Sabella y Mauricio Ostria, en la presentación del Dibujo de Andrés Sabella libro de este último, Escritos de varia lección, realizada en para Mauricio Ostria, por su el Colegio San Luis, en 1989. Hizo la presentación Gerardo participación en el homenaje Claps. a La Araucana, en la Sala Ercilla (1969).

151 Referencias

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152 II. Algunas consideraciones para la evaluación de un proyecto cultural. Universidad del Norte, 1973–1990.

Osvaldo Maya Cortés*

* Doctor en Filología A mí lo que me interesa es el problema del poder, Hispánica, por la cómo, en determinado momento el poder absoluto hace U. Complutense, Miembro de la perder por completo el sentido de la realidad… Academia Chilena (García Márquez. Octubre 1973) de la Lengua.

El uso del lenguaje tiene tal encanto que una vez excedido lo lícitamente consensuado, los parlamentos suelen resultar extraños al entendimiento. Ya en el siglo XVII, el madri- leño Francisco de Quevedo dijo: “Del mérito propio sale el esplendor,/ y no de la tinta del adulador”30.

Aquí la única aspiración es referirse a méritos institucio- nales, sólo a algunos que han permanecido en la memoria; muchos, de modo indudable, estuvieron llamados a res- plandecer. Uno o dos de ellos sustentarán estas páginas. El lapso de estas remembranzas tiene límites muy especiales:

30 Francisco de Quevedo y Villegas: Obras completas, Tomo II, Aguilar, Madrid, 1960, p. 457.

153 desde 1973 hasta 1990 en que la Universidad del Norte pasó a ser la Universidad Católica del Norte.

Para el caso, como el uso lingüístico necesita de los respectivos contextos que iluminan y explican la continuidad institucional, también se recurrirá a ideas y planteamientos que fueron enunciados o en otros tiempos o con intenciones de justificar acciones y hechos axiológicamente controvertibles.

El diario acontecer universitario durante la década de 1970 tiene rasgos inciertos que aún persisten y permanecerán en la conciencia ciudadana antofagastina.

Los pocos renglones precedentes, por formación, llevan al pensamiento hacia el Libro de los libros y, desde el versículo 1: “En el principio creó Dios…”, nos proyectamos a las palabras de la revelación de Juan: “Escribe, pues, lo que has visto, lo que ya es y lo que va a suceder más tarde.” (Ap. 1 19).

Introducirnos en el tema propuesto es admitir que los 17 años iniciales de la entonces Universidad del Norte (1956–1973), le significaron comprometerse, por principios, con un Proyecto Cultural específico. Actividades culturales cimen- taron el vínculo institucional con la comunidad: teatro, música coral, publica- ciones, presentación de conjuntos folclóricos, exposiciones de artes plásticas, conferencias literarias y científicas, los Cursos Populares de Verano, la radio universitaria, el Canal 3 de TV antofagastina (1966), etc. rápidamente llamaron la atención de un público que agradecía esos aportes culturales.31.

Esta realidad, por nueva y aunque suficientemente conocida, debe respaldarse con ideas como las que propone Miguel Espinoza —filósofo formado en la Uni- versidad del Norte—, en su obra El evento de entender: “Toda percepción de una situación implica siempre el evento de entender. Percibir una situación, perci-

31 (2) Detallada información al respecto hay, por ejemplo en: “Terceros Cursos de Verano”, “Uni- versidad del Norte 1966” y “Estadísticas”, en Revista de la Universidad del Norte. N° 1, nov., 1966, pp. 69–125. Vid, además “Departamento de Extensión y Acción Universitaria. Resumen de Actividades Año 1966”, en Revista de la Universidad del Norte. n° 2. Abril 1967, pp. 99–111. Y “De- partamento de Extensión Universitaria. Resumen de Actividades. Año 1967.”, en Revista de la Universidad del Norte, vol. II, Número 1. Abril. 1968. pp. 69–91.

154 bir los elementos y relaciones que componen la situación, implica entenderla aunque el grado de entendimiento sea mínimo y precario.”32.

La atención suscitada por el “grado de entendimiento” de las circunstancias que se interrelacionan en el marco de la diaria convivencia en sociedad, es determi- nante para el progreso de las instituciones. El complemento a la idea de Espinoza especifica que“El evento de entender está esencialmente ligado a las actividades conscientes de percibir, imaginar, sentir, pensar, y estas actividades están, en parte, culturalmente condicionadas.”33. Ese condicionamiento ideológicamente hablando, fue un factor determinante frente a los hechos que se desencadenaron el martes 11 de septiembre de 1973 en las cuatro paredes de una pujante universidad de la región nortina chilena.

A una semana del pronunciamiento militar, el colaborador de Revista Ercilla, Rodolfo Gambetti especificaba que

Oficialmente, el general Joaquín Lagos Osorio, Jefe de la Zona en Estado de Sitio, Antofagasta, informó de cinco (sic) bajas entre uniformados y extremistas. Dos oficiales de Carabineros y su asesino, un funcionario a contrata que fue ejecutado, dos extremistas que asaltaron un retén y Joa- quín Espinoza Ojeda. Posteriormente, tres extremistas de la Universidad del Norte —Nesko Nenad Theodorovic Sertic, Luis Alberto Muñoz Bravo y Elizabeth del Carmen Cabrera Balarriz— fueron ejecutados cuando in- tentaron huir, aprovechando la oscuridad y una avería del vehículo que los transportaba de la ciudad al aeropuerto de Cerro Moreno.34.

Parte importante de la comunidad universitaria asumió un duelo para revivir, en el corazón, a cada uno de esos que murieron en la sinrazón de la aplicación de la ley de fuga. En corrillos universitarios, temporalmente se habló hasta llegar a

32 Miguel Espinoza: El evento de entender. Valdivia, Universidad Austral de Chile, 1978. p. 142. 33 Miguel Espinoza: Op. cit., p. 156. 34 Revista Ercilla: “2.000 semanas”. Talleres de la Editorial Nacional “Gabriela Mistral” Ltda. San- tiago. diciembre 1973, p. 249. Actualmente existe significativa información historiográfica de la Universidad del Norte en el volumen Tierranueva. Número especial de homenaje y memoria histórica: A 40 años del Golpe de Estado en Chile. Revista de la Dirección General de Pastoral y Cultura Cristiana de la Universidad Católica del Norte. Antofagasta, diciembre, 2013.

155 una decena de victimados. Al paso de los años, Rosa Barrientos35, con esa, “su” humanidad, dedicó páginas a Nesko y Elizabeth. En esas páginas de verdades hay que detenerse un instante para apreciar la dimensión de humanidad que las sostiene y ha de sostenerlas para que resplandezca el sentir de quienes, por pensar y expresar su propia interioridad, fueron inmolados.

Al día siguiente del golpe militar, otra noticia en boca de conocidos académicos era la de un anhelado proceso de normalización de la Universidad. El calificativo “an–he–la–do” de esos días era semánticamente polivalente y su intencionalidad, que obviamente superaba lo educativo, reforzaba hasta opciones políticas. No faltó quien iluminado olímpicamente, sintió que su misión vital era normalizar una universidad. ¿Qué atributos singularizaban, académicamente a quienes asumieron esa función?

Nada de “el primero entre los iguales”. ¿Para qué añejos cánones igualitarios? Supues- tas primacías fueron ejercidas como preeminencias jerárquicas que limitaban con la intimidación. La pretendida normalización algo tenía de la maquiavélica instrucción del príncipe: satisfacía recónditas aspiraciones e incubaba las exo- neraciones que sólo necesitaban del Decreto N° 139, de 13 de noviembre de 1973.

En los días señalados, parte de los laicos universitarios tenían una muy relativa valoración. Recién el 15 de agosto de 1990, Juan Pablo II publicó la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae sobre las Universidades Católicas. Según esta Cons- titución, “Del corazón de la Iglesia”, el laicado, en el ejercicio de su propia misión en la Universidad Católica, ha de realizar acciones cordiales, esto es, “de corazón”, que “iluminen y ordenen las realidades temporales, de modo que sin cesar se desarrollen y progresen y sean para gloria del Creador y del Redentor. (E.C.E. 25).

Muchos habían olvidado que el R.P. Gustavo Arteaga Barrios, en su “Discurso de Creación” (Septiembre de 1956), había puesto la piedra miliar de la Universidad del Norte en estos inequívocos juicios de valor: “Creemos en la dignidad per- sonal del hombre, creemos que el hombre tiene derechos naturales que vienen de Dios y no del Estado.” Meses después (marzo de 1957), Gerardo Claps Gallo

35 María Rosa Rodríguez Araya: “¿Qué será de Neskito? http:/vestaldelosandes.blogspot.com/?- view=magazine. 2011.

156 S.J. especificó que, en su dimensión formativa, “El papel primordial de una Universidad es perpetuar la cultura, protegerla y transmitirla.” Estos precep- tos fundacionales gravitaron en las palabras del P. Carlos Pomar Mardones S.J. (1959) al confirmarla en su origen, como “obra de la Iglesia y como organismo propio del Norte del país.” Por fidelidad, fueron estos mismos cánones los que, según sus “Estatutos” de 1964, sustentan la esencia del Artículo Segundo que trata “del objeto y finalidad de la Universidad.”

Ese olvido y otros excesos de un valor inconmensurable, hicieron flaquear la fe de más de alguno. La pretendida normalización si fue motivo de satisfacción para unos, también causó el dolor de muchos que, a partir de delaciones e in- fundios, vieron troncharse valiosos proyectos de vida. Momento llegó en que ser exonerado valía tanto como estar leproso. En la vieja Roma, junto a “exonerare” estaba “destituere”, destituir, cuando se privaba a alguien de su cargo.

Para nadie fue un secreto que la estrategia conduciría a lo que ciertos intelec- tuales y nuevos directivos de la Universidad consideraron como la orden del día: había que eliminar algunas carreras profesionales… ¡la Universidad del Norte debía ser tecnológica! ¿Nadie pensó en eso que se considera el derecho personal a las vocaciones? Algo debía fundamentar esa decisión. En esos días era casi imposible pensar lo que hoy se juzga como el lucro universitario.

¿Se entendía bien lo que sucedía al interior de la Universidad? En el “Discurso del Rector Carlos Aldunate Lyon, pronunciado el 3 de junio (1966), al cumplirse diez años de vida de la Universidad”, éste había dicho:

La Universidad del Norte es católica, y no teme ofrecer esta fe a sus estu- diantes de manera explícita en sus cursos de cultura religiosa, y en forma implícita, pero viva, en la conducta y personalidad de sus profesores, administración y personal en general.

La fe no se impone, se ofrece con sinceridad como un valor, el más grande de la vida y al respetar la libertad ajena, la Universidad del Norte sabe

157 que se hace merecedora del respeto de los demás, aún de los que no com- parten esa fe.”36.

En diciembre de 1967, Hermana Elsa Abud Yáñez C.D.M. en un texto excelente titulado “Carta del Viejito Pascuero”, escribió lo siguiente: “En Dios somos todos hermanos y por eso, todo hombre debe ser de algún modo apoyo, consuelo, fortaleza y compañía para los demás, y demostrar esto en circunstancias concretas, con hechos concretos.”37. Fueron, sin duda, tiempos y mentalidades diferentes.

No eran muchos los años transcurridos desde la enunciación de esas ideas. Sin embargo, pocos las recordaban. Tres lustros después, fe, sinceridad, libertad, fraternidad, consuelo, respeto del prójimo llegaron a ser términos de uso restringido y hasta sospechoso. La Universidad estaba cambiando y ciertas directrices, la alejaban del humanismo que en años pretéritos parecía proyectarla por una senda de innegables méritos.

Una nueva realidad universitaria se había impuesto. Hacer tabla rasa de lo que había satisfecho sentidas aspiraciones, a la par que abrumaba, otorgaba sello de una modernidad y progresismo que ni siquiera requería de fundamentos racionales. En ese entorno pocos hacían memoria del “Discurso del Señor Rector de la Universidad del Norte, D. Alfonso Salas Valdés, al inaugurar las actividades académicas del año 1969”, documento con ideas analizadas en el Claustro Pleno de la Universidad. Luego de una sólida fundamentación en el centro de ese documento, se admite que:

Hay una necesidad de diálogo en nuestra Universidad… “Sólo en el diálogo de las ciencias, las artes, la filosofía y las religiones —afirma el Seminario de Buga sobre la Misión de la Universidad Católica en América Latina— puede hacerse posible la elaboración de auténtica cultura. A este diálogo sincero y abierto deben tender todas la Universidades. Esto supone un ambiente de confianza, de libertad, un auténtico amor a la verdad y un

36 Revista de la Universidad del Norte, n° 1. Noviembre de 1966, p. 8. Vid, además “Carta del Gran Canciller de la Universidad del Norte José Aldunate Lyon, S.J. A los Profesores y Alumnos de la Universidad.”, en Revista de la Universidad del Norte, n° 4, Diciembre 1967, pp. 5—8. 37 Hermana Elsa Abud Yáñez C.D.M.: “Carta del Viejito Pascuero”, en Diálogo. Publicación editada por la Comisión Arquidiocesana de Difusión. Talleres de El Mercurio. Antofagasta, 1976.

158 profundo respeto por la persona humana. Esto y no otra cosa es la Uni- versidad: diálogo institucionalizado. Contacto vivo y enriquecedor entre las diversas disciplinas.”38.

No obstante la desaparición de carreras: Castellano, Francés, Inglés, Artes Plásticas, Historia, etc., etc., los pocos académicos que se responsabilizaron del alumnado que debía concluir con las exigencias de sus respectivos currículos, también continuaron participando en todo tipo de actividades que proyectaba la Universidad hacia la comunidad.

Entre esos profesionales: historiadores, literatos, lingüistas, filólogos, actores, folcloristas, músicos, pintores, escultores, teólogos, etc., las actividades llamadas de difusión y de extensión cultural universitaria prosiguieron, aunque sin el correspondiente reconocimiento institucional. El hacerlas o participar en ellas era, simplemente, una opción manipulada por el sistema y que las recientes autoridades permitían como una sutil forma de justificar el respaldo de que gozaban los incondicionales de las nuevas ideas que regían la universidad. Los cambios revestidos de aparente normalidad, ni siquiera se advierten al facilitar un intencionado toma y daca, como diría un español.

Conferencias, seminarios, talleres culturales, exposiciones de artes plásticas, concursos literarios, asesorías culturales, publicaciones, etc., y un público con experiencia de más de dos décadas, en un ambiente donde nadie se preguntó “¿Estamos aquí, o en Jauja?”, seguían ajenos a la realidad intencionalmente generada por la nueva mentalidad que regía a lo largo del país.

La inexistencia de un verdadero diálogo interdisciplinario comenzó a ser ma- nifiesto al paso de los años. La dinámica cultural se depuraba y los entornos culturales más afectados, paulatinamente se multiplicaban. Los errores de unos pocos y la ceguera, producto de convencionalismos, se impuso y una obra de méritos indudables torció su propio destino. ¿Cuántos de los mentores de esta idea se responsabilizaron de sus acciones?

38 “Discurso del Señor Rector de la Universidad del Norte, D. Alfonso Salas Valdés, al inaugurar las Actividades Académicas del año 1969.”, en Revista de la Universidad del Norte. Vol. II, N° 3—4. julio 1969, p. 12.

159 Hace más de tres décadas, en 1986, y siendo partícipe de la situación aquí de- tallada, escribí:

La dinámica propia de la vida universitaria, exige una reflexión permanente en torno de cada uno de los aspectos que definen su esencia. Nadie puede sustraerse a este imperativo, más aún cuando diariamente, los medios de comunicación están incentivando esta reflexión con informaciones que dan cuenta de una crisis en torno de la Universidad como institución. Pocos parecen estar ajenos, en este sentido, al deterioro que aqueja a las Universidades; consecuentemente, se elevan voces de académicos y de otras personalidades, en un honesto intento de concertar pareceres; se exponen apreciaciones desde puntos de vista teóricos o avalados por la experiencia y que, normalmente, inciden en los fundamentos mismos de la vida universitaria. En esta materia, más que discrepancias, lo que hay son coincidencias, admitido el hecho de que la Universidad esencial- mente se mantiene una y única, trascendiendo el aquí y el ahora de las contingencias históricas. (…)

El público reconocimiento y el prestigio logrado por las Universidades, se entiende como una resultante, si no la única, de esa creación intelectual que en ellas se lleva a cabo. En estricto sentido, la razón de esto parece simple: la creación intelectual, siendo una sola, no excluye nada; no podría hacerlo, sin desvirtuarse. (…)

La idea precedente da los alcances reales para comprender la relación de ciencia, tecnología y humanidades. Esta dinámica relación siempre implica mejorar, progresar, pues es obvio que la Universidad no negará su esencia, dando cabida a la pretensión contra natura de una creación intelectual sustentada sólo por unas disciplinas y con ausencia del apor- te de otras que nunca desdoran a aquéllas, sino que las complementan en su dialéctica. Así, a partir de la conjunción, en plenitud, de ciencia, tecnología y humanidades, se vislumbra segura la posibilidad de formar un hombre integral, sentida aspiración de las universidades.”39.

39 (10) Osvaldo Maya C. “Editorial”, en Boletín de Educación. Revista Semestral. Departamento de

160 La abundante información existente relativa al lapso aquí propuesto, deja poco a la imaginación. Lo sabido por todos —principio y fin en la existencia de algu- nos—, se impone a las conciencias. Pero no falta ese momento en que surge la inevitable pregunta de ¿será verdad todo eso? Una de las veces que esa interrogante se manifestó, durante el segundo semestre de 1981; leía, entonces, el Análisis de la Imaginación de Miguel Espinoza con páginas que nos llevan a entender “cómo las palabras oscurecen o clarifican la inteligibilidad de las cosas.”40.

En el trabajo intelectual, a menudo, las pruebas suelen exhibir rasgos sorpren- dentes que el tiempo se encarga de situar en la categoría de anécdotas. En 1978, un grupo de universitarios de la Carrera de Castellano, creó Hispania Revista Estudiantil, semestral. Fue bien recibida entre sus lectores, incluso se agradeció que inicialmente se prepararan los números 1 y 2, para asegurar su continuidad. La buena nueva alteró alguna conciencia y uno de los directivos educacionales, junto con informarse de todas las circunstancias que explicaban la aparición de la revista, a la par que elogiaba la portada de la misma (quizás no sabía que el artista que la diseñó —Pedro Quiquincha—, era un funcionario de la Universi- dad), terminó “recomendando” (de “commendare”: “Estimar, avalorar, dar precio o estima o mérito”, de modo enfático), reitero, recomendó con gentileza, que el número siguiente… no se editara.

Diez años después se respiraba la misma atmósfera. Para el caso, el académico René Muñoz de la Fuente del Departamento de Ciencias Humanas, especificaba que “Los procesos de racionalización de nuestras universidades, pese a su buena intención original, han contribuido a agravar en mi opinión esta pérdida del espíritu colectivo y esta amnesia de su objetivo esencial.”

En ese ambiente con más de una contradicción, fue un verdadero rayo de luz el leer a continuación esta atinada especificación:

Ciencias Humanas. Facultad de Humanidades. Universidad del Norte (Chile). Vol. 17, n. 1–2. Antofagasta, 1er y 2° Semestre, 1986. Como un dato más, cuando en la Universidad aún se ha- blaba de la Sede Arica, en la Revista Chungará, n° 7, junio 1981, se reconocía una “revitalización en el área (de) los estudios antropológicos interdisciplinarios.”(p. 1). 40 Miguel Espinoza: Análisis de la imaginación. Universidad Austral de Chile. Valdivia. 1981. p. 31.

161 En efecto, —son palabras del académico antes citado— parece haberse olvidado que la universidad —toda auténtica universida— es una insti- tución esencialmente pedagógica; es decir, una institución educacional superior destinada a la formación de personas. La universidad suele o puede realizar diversas tareas y cumplir variadas funciones. Programas de investigación científica, de capacitación de profesionales, de prestación de asesorías tecnológicas a las empresas, de extensión cultural a la comu- nidad, pero todo esto debería entenderse como expresión o en función de su objetivo esencial: el proceso de formación integral de los miembros de la comunidad universitaria.41.

Este llamado a la cordura, para quienes fuéramos sus alumnos, sólo era una reiteración de lo que don René, por años, había publicado en sus libros. Cabe la posibilidad que las nuevas autoridades universitarias, desconocieran las obras pedagógicas de este académico.

Al mirar hacia el pasado, es lícito afirmar que las ideas de Universidad —¡sí, las ideas!, porque de eso se trata aquí—, habían cambiado de modo casi irrespetuoso para nuestra Alma Mater. Alguna vez, cuando los recuerdos me llevaron hasta 1963, dije que antaño

La Universidad era un mundo casi mágico, que no dejaba de sorprenderme con sus atractivas y, a veces, insólitas facetas. La primera clase de latín, por ejemplo, me dejó una sensación extraña luego de repetir, de memoria, una oración… en latín. De pie, cada uno al lado de su pupitre, nos mirába- mos con expresiones desconcertadas, Yo pensaba: “pase, después de todo el profesor es un sacerdote y esta Universidad es Católica.” Luego tuve que admitir que la cosa iba en serio, porque hasta el profesor de filosofía, en el inicio de su clase, invocaba “fe y devoción” para rezar.

“Algo había en ese entonces —actualizando el dato, hoy diríamos, hace cin- cuenta y cinco años atrás— que ligaba al alumno con esta Casa de Estudios y lo normal era obligarse para con ella. Consecuentemente, muchos (creo que todos;

41 René Muñoz de la Fuente. “Editorial”, Boletín de Educación. Universidad del Norte Chile. Vol. 19, n° 1., 1er Semestre 1988.

162 sí, todos) se sentían llamados a ponerse la camiseta de la Universidad del Norte. Yo fui uno de ellos, algo así como un eslabón más en una tradición que habían forjado quienes me antecedieron en las aulas.”42.

El martes 31 de mayo de 1977, un periódico local publicó “La Universidad del Norte en su origen y su presente” del historiador D. José María Casassas Cantó. Leer a este distinguido académico era un placer; su erudición y un español impecable, lo hacían único. Las páginas centrales, 8 y 9, cada una diagramada a cinco co- lumnas, eran una real invitación a la lectura. En la introducción, el tópico de la áurea medianía de los hombres que saben del justo valor de las experiencias vitales, sugería que “Difícil empresa sería la de pretender servirse de estas cortas líneas para reseñar con algún detalle lo que se propuso ser y es actualmente la Universidad del Norte.”

Esa advertencia inicial certifica un total conocimiento de lo que se propuso ser la Universidad del Norte e implica un categórico y definitivo rechazo a la situación que, por esos días se dejaba sentir en el accionar de las nuevas autoridades. Razón tuvo, según recordamos, don Francisco de Quevedo cuando luego de visitar los vestigios de la casa solariega de sus antepasados, sólo dijo: “que es mi casa solariega / más solariega que otras, / pues, por no tener tejado / le da el sol a todas horas.”

Toda sutileza conlleva consecuencias. Razón más que suficiente para darle ilación al texto que confirma lo ya sobreentendido: “Y, ciertamente, tal inten- to —reseñar el propósito básico y el ser actual de la Universidad— no encajaría tampoco en los hábitos y deseos del normal lector de artículos periodísticos en su búsqueda de una información atrayente y sucinta.”

El lector avanza columna tras columna; se informa, en detalle, de lo pretérito y del presente de la Universidad. El último párrafo, con el recurso de un plural de modestia, es un retorno a los orígenes y un elogio al espíritu pionero de los que hicieron la Universidad:

Sinceramente, creemos que los datos enunciados son sobradamente re- veladores y pueden satisfacer a cuantos nos honramos en pertenecer a la

42 Gloria C. Urquieta Godoy: “Última lección de un maestro” (Entrevista). Boletín de Educación. Uni- versidad del Norte. Chile. vol. 19, n. 1., 1er Semestre 1988, pp. 65—69.

163 Universidad del Norte. Pensamos que, en su conjunto, acreditan una labor constante y en auge; y consideramos que la comunidad de nuestro norte chileno puede comprobar que se están cumpliendo con buena voluntad, esfuerzo y tesón aquellos objetivos soñados por los pioneros forjadores de nuestra universidad.

Una vez leída esta gran crónica, satisfecho, pensé varios minutos. Con total serenidad, reconsideré cuanto detalle permitía una segunda lectura, para concluir que merece elogios. Casi a cuatro años del golpe militar, parte de la Universidad vibraba con encendidas alabanzas para la gestión castrense. Como algo curioso, debe anotarse que en toda la crónica de José María Casassas, no hay una mención de lo militar (El vocablo “militar”, no aparece.) En la cima de la intencionalidad, para la ocasión, el autor ni siquiera citó a una de las nuevas autoridades. Simplemente, las ignoró en todo lo que ellas juzgaban la gran obra educacional universitaria del nuevo régimen. En años sucesivos —es opinión estrictamente personal—, este gran historiador no publicó otro texto de tales características.

La singularidad del caso precedente, lo valida, pero al mirar el entorno, en otras carreras humanísticas suprimidas en la Universidad, se advirtieron situaciones donde el deterioro y constantes dificultades, aminoraban significativamente la calidad de sus acciones culturales. ¿Quién ha de referirse a estos hechos? La palabra corresponde a los profesionales vinculados con ellos o que los vivieron, suyo es el derecho de exponerlos y enjuiciarlos43.

43 Para el caso, sólo anotaremos que en otras áreas hay similitudes y hasta diferencias. La Carrera de Historia tenía académicos notables. Importantes aportes historiográficos nortinos fueron publicados en esos años. La pintura mantuvo un nivel que por estos días, 2018, se expone en un excelente volumen de Waldo Valenzuela Maturana que se editará con título de Historia del arte en la región de Antofagasta. La constante ideológica era un dejar hacer, cuando era conveniente. Andrés Sabella pasó a los anales con su caso. En esos días escribí: “La candidatura de Andrés Sabella al Premio Nacional de Literatu- ra, 1978, es —desde el punto de vista organizativo— una gestión universitaria que integra esfuerzos de la Universidad del Norte, las Sedes nortinas de la Universidad de Chile y de la Universidad Técnica del Estado; pero junto a esto, cabe pensar que estas Casas de Estudios Superiores no hacen sino cumplir su rol cultural, acogiendo y encauzando el sentimiento de un sector importante del país: el Norte chileno. La candidatura de Andrés Sabella es, sencillamente, expresión íntima del pueblo chileno y nortino que siente y ve en Sabella y su obra cultural a su mejor exponente.”

Aquí hay una deuda e historia para contar y recontar.

164 En esos días, algún lego debió recurrir a eso de “cuando el río suena es porque…” y eso estaba bien. Al interior de muchas instituciones lo cualitativo estaba desapare- ciendo a vista y paciencia de quienes debían cautelar los bienes patrimoniales. Entre mayo y agosto de 1979 se gestó una importante iniciativa cultural entre el Proyecto ALENOCH, Atlas Lingüístico Etnográfico del Norte de Chile. Anto- fagasta y el Proyecto ALHUILA, Atlas Lingüístico del Huila. Neiva. Colombia. Técnicamente se elaboró el Programa lingüístico para el Plan Piloto de Integración Universitaria Latinoamericana para la Docencia y la Investigación del Español. Su objetivo era crear un Banco Computacional de Datos Lingüísticos que podría replicarse en otras universidades del continente.

En noviembre de ese año llegan a Antofagasta el señor Rafael Cortés Murcia. Director del ALHUILA, Universidad Surcolombiana de Neiva y el señor Héctor Angulo Bulla. Analista–Programador del Centro de Cálculo. Universidad del Valle. Cali, para trabajar con los investigadores y alumnos auxiliares de In- vestigación del Proyecto ALENOCH, dirigido por la señora María Orieta Véliz Castillo. Para el procesamiento de datos se contó con el aporte de profesionales del CECUN, Centro de Computación de la Universidad del Norte, que disponía de tres computadores IBM / 1130 y un Burroughs 2.800.

Hace cuatro décadas, por audaces que parezcan éstas y otras ideas, eran reali- zables. Un centro de computación y un equipo de especialistas podían procesar grandes cantidades de datos de cartografía lingüística, elaborar diccionarios, incluso de léxicos especializados, crear programas de intercambio de informa- ción idiomática, etc.

En documento de noviembre de 1979 (23 páginas), dirigido “A nuestras Autoridades de las Universidades participantes”, podía leerse que “El informe está orientado a la divul- gación de los primeros logros concretos que la integración interinstitucional depara en el orden de las investigaciones dialectológicas sobre la variación del español en América Latina, cuyos frutos tangibles están dados por:

— Iniciación del BANCO DE INFORMACIÓN LINGÜÍSTICA con los primeros datos recolectados para el ATLAS LINGÜÍSTICO ETNOGRÁFICO DEL NORTE DE CHILE, ALENOCH, de la Universidad del Norte de Antofagasta, el ATLAS LINGÜÍSTICO ET-

165 NOGRÁFICO DEL SUR DE CHILE, ALESUCH, de la Universidad Austral de Valdivia, el ATLAS LINGÜÍSTICO DEL HUILA, Primera Parte: Nivel LÉXICO de la Universidad Surcolombiana de Neiva, muestra del ATLAS LINGÜÍSTICO ETNOGRÁFICO DE COLOMBIA, ALEC, del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, y la obra “EN TORNO A UN ATLAS VENEZOLANO” del Profesor Manuel Navarro Correa de la Universidad de Carabobo. Los materiales han sido registrados en cinta magnetofónica y están disponibles en las Universidades participantes.

Por estos días los hechos palmarios señalados demuestran que más de algo podía hacerse. La expectativa de la mayoría estaba en los perfiles cartográficos necesarios para visualizar los hechos lingüísticos. En el informe aludido se da cuenta de la

— Aplicación del modelo de cartografía al computador de la II Región de Chile del cual se imprimieron los primeros sesenta (60) mapas del ATLAS LINGÜÍSTICO ETNOGRÁFICO

DEL NORTE DE CHILE, ALENOCH (…) (Para estos logros se disponía de) “MA- PAREG programa desarrollado en Fortran por el Centro de Cálculo de UNIVALLE. Para la utilización de este Programa se procedió inicialmente a adaptarlo al Sistema B/1726, una vez en funcionamiento se hicieron los cambios estructurales necesarios y se generaron los datos para el mapa de la Segunda Región de Chile, se produjeron aproximadamente 60 mapas de la región con los cuales se puede conocer la riqueza léxica de cada ciudad para las palabras analizadas de ALENOCH.

La “adaptación” de MAPAREG dio por resultado un verdadero “boceto” (simple dibujo, a través del computador), obviamente rústico de un perfil de la II Re- gión. Lo importante está en que se demostraba que el producto era totalmente perfectible.

¿Será necesario ahondar en este entorno? En las recientes cuatro décadas, ¿cuán- tas personas, en el Norte de Chile han tenido conocimiento de estos hechos?

Varios párrafos del Informe aquí citado dan para una reflexión. Pero, más allá de 1979, una vez producido el cambio en la Decanatura de la Facultad de Hu- manidades de la Universidad del Norte, empezó a bajar el telón de la función gloriosa del área donde, por años, Mnemosine la diosa de la memoria y madre

166 de las 9 musas, se había complacido con Calíope (Musa de la poesía épica y la elocuencia), Erato (Poesía lírica y erótica), Clío ( Historia), Melpómene (Tragedia), Talía (Comedia), Polimnia (Retórica, declamación y mímica), Euterpe (Música) y… entonces, vino el silencio y nadie dijo nada de todo esto aquí reseñado.

Muchos son los capítulos que restan de esta crónica. Hoy nada impide darlos a conocer y lo deseable —con el respeto debido a cada uno—, es que se hable de ellos con los argumentos que justifiquen a quienes los ejecutaron. Por expe- riencia y al trastrocar algo dicho en páginas anteriores, la duda se impone a las conciencias. Ciertas opiniones pierden confiabilidad. Hay desautorizaciones prepotentes que generan el caos. Además, ya sea por desconocimiento, ya sea por liviandad, no falta el medio de comunicación social que al referirse, por ejemplo, a temas lingüísticos como los que aquí se han expuesto, se permiten divulgar estimaciones u opiniones que, lamentablemente, tergiversan la ver- dadera intención de los informantes.

En estas circunstancias hay vestigios de tiempos pasados en que hasta la verdad fue puesta en entredicho. En el quinquenio siguiente, específicamente el 12 de noviembre de 1985, en C.A. 110, Radio “La Portada”, en el Programa “Misión por la Vida” de Hermana Elsa Abud Yáñez C.D.M., hablando de “Un Camino a la Reconciliación Nacional”, se dijo lo siguiente:

Es responsabilidad de todos nosotros superar esas causas (de desunión nacional). Pero los desbordes… Padre, hemos visto y oído que los desbor- des no son contenidos, sino REPRIMIDOS; reprimidos o PREVENIDOS por operativos y “comandos” de una irracionalidad tan abismante como espectacular; se ha hecho un despliegue de fuerza guerrera que sobrepasa todo sentido de la proporción, y cuyas consecuencias es difícil evaluar. Estos despliegues y estas acciones nos desconciertan… en el significado originario y profundo de la palabra desconciertan: vale decir, nos desu- nen, nos hacen discordantes, subrayan el quiebre de una armonía, de un concierto de voluntades que PORFIADAMENTE, porque la fuerza de la Vida es PORFIADA, queremos recuperar para nuestra vida personal, para nuestra comunidad nacional. Nos desconcierta NO SÓLO a los que pertenecemos a generaciones que tienen viva una larga experiencia de

167 respeto al distinto; una experiencia de mutuo aprecio del civil por el mili- tar y el militar por el civil; de una época nada lejana en que no se hubiera soñado escuchar que los civiles fueran considerados “adversarios” porque no han perdido su identidad de civiles y los valores que el serlo implica; una época en que no teníamos como causa o pretexto para dividirnos esta extraña situación —jamás dada hasta ahora— en que el “uniformado” se mira con aprensión o se le rinde culto, y son sospechosos los que tratan de recuperar una visión clarificada por la LUZ del Evangelio y la Palabra de la Iglesia, Madre y Maestra de los pueblos. Si nos DES–CONCERTAMOS los mayores, los que nos consideramos “adultos” —y con todos los buenos significados que le ponemos a ese “ser adultos”… ¿cómo esperar y pretender que no se DES–concierten los jóvenes, y que ese desconcierto se agrave y se encone en situaciones que generan tales violencias, y ahondan heridas que es responsabilidad nuestra restañar, y ayudar a sanar? Digo “nuestra” queriendo decir DE TODOS.”

Este párrafo que bien pudieran ser varias decenas, de similares características, es suficiente para entender que en el ámbito universitario, las opiniones relati- vas a las bondades del nuevo régimen, no siempre fueron valoradas al margen de la polémica. Una polémica que, axiológicamente enraizaba en los preceptos de los fundadores. Una posición prestigiada al paso de los años. Una posición condenada, a priori, a desaparecer.

Tempranamente se pensó en una estrategia que permitiera defender la esencia de la Universidad y así, llegó el momento, un 28 de junio de 1983, de una sesión convocada por Monseñor Carlos Oviedo Cavada. Los asistentes: Hermana Elsa Abud Yáñez, Antonio Comis, Renzo Follegati, Orlayer Alcayaga, el padre Eloy Parra, el Asesor Jurídico de la Universidad, otros religiosos, entre ellos el señor Rector del Colegio San Luis y quien escribe. El objetivo era estudiar el “Antepro- yecto de Estatutos de la “Universidad Católica del Norte”. (21 páginas tamaño oficio. 9 Títulos. 49 Artículos. Más 1 Artículo Transitorio.) En la página inicial “Del Nombre, Objeto, Patrimonio y Domicilio de la Institución”, pasando por “De las Autoridades Superiores de la Universidad” y “Del Cuerpo Académico”, hasta “De la Reforma de los Estatutos” fueron objeto de análisis. Los informes

168 personales, en septiembre de 1983, fueron la base para ciertas “Consideraciones para el Documento o Carta Pastoral a la Comunidad de la Universidad Católica del Norte.”

De lejos venían estas preocupaciones. La catolicidad de la Universidad, inicial- mente aceptada de hecho y de derecho, fue reconocida en 1990. Pero estuvo en un primerísimo plano por una década y más. La atención por ella se asociaba con una manera de reforzar todo aquello que en tanto valores y credo de los fundadores sirvieron para el sostenimiento de la institución.

En el plano de los principios, lo que aún subsistía de la Universidad del Norte pasó a ser la Universidad Católica del Norte y en ella, no obstante el cambio, si- guió resonando un clamor “¡Qué distintos nos hemos vuelto a lo que es nuestro modo verdadero de ser!” Luego, Hermana Elsa Abud especificaba en su programa radial que:

Es tarea de todos reconstruir la convivencia nacional. Es tarea de cada uno trabajar por la reconciliación. La reconciliación en Chile pasa por el corazón de cada uno. ¿Por qué no nos detenemos a pensar, y por qué no desgranar una a una estas primeras palabras de la oración que tantas familias, tantos grupos, tantos jóvenes, adultos y ancianos estamos rezando a diario? Padre Dios, mira con bondad a este pueblo de Chile, herido por tantas divisiones y egoísmos. Reconocemos con humildad que no siempre hemos escuchado Tu Palabra y que nos hemos separado en amigos y enemigos. Hemos desconfiado unos de otros. Hemos postergado a los pobres. No hemos respetado nuestra dignidad.44.

Es esa claridad conceptual la que permite a Hermana Elsa estos recuerdos un día de agosto de 1990:

Andrés Sabella tiene una frase bellísima que leyó en la Asamblea sinodal de 1984 donde dice que “descubrir la fuerza de la paz es más grande que el

44 Hermana Elsa Abud Yáñez C.D.M.: Libreto Radial Arzobispado de Antofagasta. “Misión por la Vida y la Resurrección”. Emisora: C.A. 110. Radio “La Portada”. Antofagasta: 29, de oct. De 1985: a: 21.00, hrs.

169 vértigo del odio y que la palabra hermano es un trofeo de oro.” Él siempre está por el Hombre, la Tierra madura de esperanzas y la hermandad en la justicia y la poesía. La justicia es dar a cada cual lo suyo y si uno da a cada cual lo suyo, respeta profundamente lo que el hombre tiene en sí: esa imagen de Dios que, a veces, escondemos tanto, pero que se nos manifiesta y nosotros tenemos que encontrar lo mejor en el otro. Darnos la mano y decir como Andrés nos enseñó: “Digo: Paz. Dilo conmigo.”45

Todas las aguas, como los ríos, fluyen hacia la mar “que es el morir”, dijo Jorge Manrique en “un pie quebrado” de sus coplas. Todo finalmente se ha de integrar en el hondón de la existencia, quizás por eso, en Reflejos, “Edición Especial para el Cuadragésimo Aniversario de la Universidad Católica del Norte”, es imposible no reparar en un detalle respecto del penúltimo de los 12 Rectores que, a la fecha, había tenido la Universidad. En la página 10, el señor Yerko Torrejón Koscina, de muy efímero ejercicio en el cargo (Enero 1990 – Marzo 1990) se le caracteriza como el segundo Rector Delegado de la Universidad Católica del Norte que “presidió el período de transición de la Universidad que inició posteriormente su proceso de normalización institucional y puesta en vigencia de sus nuevos Estatutos, el 11 de marzo de 1990.”

El dato objetivo de estas páginas dice que, junto a las iniciales disposiciones para, 1°“normalizar la universidad” (sic), hay que agregar, 2°“el período de transición” y “posteriormente, 3° la normalización institucional” con los nuevos Estatutos de 1990. La consecuencia lógica es que la Universidad del Norte había cambiado; entre tanto, quien escribe ya por dos años estaba alejado de la institución.

Con estos antecedentes, poco a poco recreamos un entorno que, en función de sus propias circunstancias, se conecta con otras realidades para dar acabada cuenta de algo que no se ha querido apreciar. Pretender “Un mundo feliz” al estilo de un Aldous Leonard Huxley malentendido, llevó al extravío de muchas conciencias que, en vez de preguntarse por la condición humana de los individuos, se dejaron dominar por discutibles pasiones y al desviarse no advirtieron que su interro- gante, el único que les correspondía era: ¿qué nos permite ser universitarios?

45 “Las letras siempre dan en todo luz”, Entrevista a Hermana Elsa Abud Yáñez, de José Astudillo Gómez. El Mercurio de Antofagasta. Domingo 24 de agosto de 1990.

170 para construir ese puente que puede unir el pretérito con el futuro y por donde debieran avanzar las ciencias, las humanidades, las tecnologías, las artes, etc. dado que en la Universidad nada ni nadie es autosuficiente.

Por años, vis a vis (compartía con Hermana Elsa Abud una pequeña oficina), solíamos conversar de estas realidades universitarias. Ocasión hubo en esos coloquios en que recordé el rechazo de Tomás Moro a Guillermo Róper, en Un hombre para todo tiempo. Un hecho típico, uno de tantos, propio de gente dedicada a las Letras y sus connotaciones asociativas. (Lo curioso está en que aún conservo la magnífica traducción hecha por ella de la obra de Robert Bolt.). Caí en un pro- fundo silencio. Nada dije. Con ese inusitado recuerdo y sin agregar nada más, en el centro de la cuestión universitaria de esos días, para mí, quedó instalada la siguiente idea donde discute un cristiano y un luterano:

MORO: (Amablemente, levanta la mano, conteniendo a Róper).

Escuche, Róper. Hace dos años usted era un apasionado hombre de Iglesia; ahora es un apasionado… Luterano.

Debemos rezar para que cuando usted haya terminado de darse vuelta, la cara le quede mirando al frente otra vez. (Acto I. 318).

¿Será necesario algo más para adentrarse en la temática propuesta? ¿Cuántas verdades personales hay en este entorno? Nunca me imaginé abordando peda- zos de esta realidad. Sólo una o dos veces, incluida ésta, luego de alejarme de la Universidad, ha sido tema de mis reflexiones. Con mis años, es opción personal, apenas pienso en términos literarios. Estos párrafos —siempre es bueno que al- guien nos asigne una “tarea”—, obedecen a la petición de uno de mis maestros. Mi convicción fue y es una: la tradición cultural de la Universidad del Norte ha sido fracturada y eso, se sabe, duele.

Antofagasta, 14 de julio, 2018.

171

III. La desaparición de los estudios literarios y las humanidades en la Universidad del Norte. Consecuencias.

Patricia Bennett Ramírez*

* Profesora de Han pasado sesenta y un años desde la fundación de la Literatura Universidad del Norte. La Facultad de Humanidades se ve Hispanoamericana; miembro de la lejana en el tiempo, aunque algunos todavía transitamos Academia Chilena de por el camino de los sueños de entonces. la Lengua.

En ese camino es necesario marcar algunos hitos temporales para facilitar la tarea que se pide y por ello se ha planteado una tripartición temporal que va desde la fundación de la Universidad, en 1957, hasta 1973; desde 1973 hasta 1990, fecha en que toma el nombre de Universidad Católica del Norte y desde entonces hasta la actualidad, compartimentaciones de aproximadamente dieciséis años.

Para quienes fuimos testigos de la impronta fundacional de la Universidad del Norte, resulta complejo mirarla hoy, especialmente desde el ámbito de las Humanidades, célula iniciadora de su ser académico.

Pensar la Universidad Católica del Norte del Norte a partir de la década de los ’90’ representa volver la mirada a una de las etapas más duramente tristes de nuestra Universidad, porque implica poner en relieve la masiva exoneración de

173 académicos en el año 1984, testigos del cambio de la Misión que la Universidad se había dado fundacionalmente. Muchos de ellos pertenecían a la Facultad de Humanidades que se vio claramente fracturada.

Una acción tan contraria a la esencia universitaria produjo un daño profundo en su capital humano y en la preservación de sus bienes culturales. La Biblioteca fue diezmada en sus colecciones del ámbito de las humanidades y la capacidad instalada fue vulnerada seriamente.

La esencia de la Universidad del Norte siempre fue el Humanismo y continuó intentándolo, con fuerza y convicción, a pesar del desmembramiento de sus cuadros académicos y de sus líderes institucionales.

Un número importante de académicos exonerados pertenecientes al ámbito de las pedagogías, buscaron alero en colegios privados de la zona y algunos de ellos trasladaron ese espíritu fundacional a la Universidad José Santos Ossa que nacía a fines de los ochenta como Instituto Profesional.

Durante la década de los ‘noventa’, las tres universidades de Antofagasta (Universidad Católica del Norte, Universidad de Antofagasta y Universidad José Santos Ossa) unieron fuerzas en la defensa de la Misión universitaria y se estimularon mutuamente.

Con el cierre de la UJSO, decretado por el Consejo Superior de Educación en 2003, el diálogo y la interacción académica se vieron interrumpidos. La Universidad José Santos Ossa contaba con Carreras de Pedagogía, y con los Programas de Es- tudios de Género, Identidad Regional, Literatura. La presencia de la Carrera de Lenguaje y el Programa de Literatura en la UJSO, mantuvieron una comunicación estrecha de los escritores nacionales con el público antofagastino que vio en esa Universidad, reconocidamente humanista, un portal que acogía sus demandas.

Las Humanidades estaban seriamente amenazadas. La Universidad Católica del Norte no pudo mantener su perfil fundacional y se convirtió en una Universidad Tecnológica. A quienes no gozaron de esa antigua Universidad del Norte, efer- vescente por el acercamiento a la belleza del arte y las humanidades, les debe resultar contradictorio que la actual Universidad haya tenido esos orígenes.

174 La academia de Bellas Artes, el Canal 3 de TV Telenorte, el Cine Club, las Escuelas de Temporada para los pueblos de la Precordillera y/o de las Oficinas Salitreras, la Sala Ercilla de Conferencias, los Cursos de Verano, la asignatura optativa de Música Comentada, los Talleres de Teatro, el Conjunto Folklórico y las Revistas Universitarias, todavía se agitan en la memoria de toda una ciudad que vivió una Universidad cercana y comunicada con la comunidad.

La otrora Universidad del Norte, que había nacido en la convicción de la defen- sa del humanismo que permite todo desarrollo y modernización sin olvidar al ser humano que los hace posibles, respondiendo sus preguntas e investigando aquello que lo preocupa, había perdido su misión fundacional.

En el Boletín N°2 de la Pastoral Universitaria UCN del año 2002, además de reconocer que la “Misión fundamental de la Universidad es la constante búsqueda de la verdad mediante la in- vestigación, la conservación y la comunicación del saber para el bien de la comunidad” se agrega que “debe entregar una manera de ver el mundo, especialmente el mundo futuro. El académico es testigo y educador”

¿Cómo se fue apagando todo eso? Como en todo sistema y organización, entrópicos y atenidos a la energía del contexto y clima circundantes, los factores son varios. Apuntaremos aquí a cuatro de ellos que nos parecen determinantes.

1. La crisis de las Humanidades.

Siguiendo el pensamiento de Martha Nussbaum, ensayista norteamericana autora de Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las Humani- dades, concordamos en que la tendencia internacional dominante ha restado importancia a las disciplinas humanísticas teniendo en cuenta los intereses pecuniarios y amenazando seriamente las sociedades democráticas.

Dice Martha Nussbaum en “Notforprofit”:

la pérdida de la cultura humanística traerá consigo la pérdida de las sociedades democráticas, las que necesitan que sus ciudadanos sean capaces de pensar independientemente, de concebir soluciones y vías

175 alternativas para las decisiones prácticas, de respetarse a sí mismos y respetar a otros (…)” “ La crisis de las humanidades es la crisis del mundo actual” (Nussbaum en Cordua 2012.)

A partir de los años ochenta la Universidad del Norte se transforma en la Univer- sidad de las Ingenierías. La comunicación institucional desdibuja la centralidad del área humanista y fija la intención y la atención en las tecnologías, relevando la importancia de la Metalurgia, Electrónica, Química, Astronomía, Compu- tación, conocimientos que otrora habían empujado la Misión Universitaria en perfecta vinculación con las Humanidades. Arquitectura acalla su voz hacia la ciudad y el Museo de San Pedro de Atacama desfallece lentamente. De la anti- gua Facultad de Humanidades actualmente se mantienen tres Pedagogías. Las Ingenierías cuentan con 16 Carreras.

La presencia de los Estudios Literarios estuvo ligada hasta mediados de los años ochenta a la presencia de la Carrera de Pedagogía en Castellano, la Sección de Literatura del Departamento de Estudios Lingüísticos y Literarios y a la Facultad de Educación, Artes y Ciencias Humanas que derivó posteriormente en Facultad de Humanidades, inexistente en la actualidad.

Las Humanidades tienen sentido en el análisis del ‘statu quo’ imperante y de la propuesta de soluciones para superarlo. Si se apuesta por la mantención del modelo, las Humanidades no son útiles.

Los medios masivos cultivan el individualismo y apagan las vocaciones sociales. El consumo y la ganancia anestesian la reflexión. La cultura humanística se ha vuelto sospechosa, se ha convertido en una rareza, lo que encierra una amenaza.

Carla Cordua agrega que “en el presente, los estudios humanísticos han sido gravemente recortados, arrinconados y pasados a llevar por la ola de preocupación económica y el predominio de un ventajismo miope y manipulador, incapaz de verse como tal y de reconocer lo que sacrifica” (Cordua: 2012)

176 2. La ausencia de líderes académicos.

La Universidad no ha logrado restablecer y mantener liderazgos que traduzcan en acciones concretas las necesidades de la comunidad a la cual sirven.

La quiebra moral de la fe pública tiene relación con la falta de resonancia de las voces que esperan ser escuchadas. Desaparecieron los líderes universitarios, aquellos que testimoniaban con su actitud: Andrés Sabella, Hugo Alonso, Daniel Carrizo, José María Casassas, René Muñoz de la Fuente, Elsa Abud.

Los liderazgos deben ser promovidos, acogidos y respetados. Su presencia en la vida universitaria es fundamental para el crecimiento. Es preciso generar ambientes que estimulen la aparición de una masa crítica que interprete las necesidades y los problemas de la comunidad.

3. El mantenimiento de plantas académicas debilitadas.

La Universidad no recompuso el nivel de su planta académica exonerada. Se observa la inexistencia de una política tendiente a la recuperación del espíritu fundacional de la Universidad del Norte y del nivel y autoridad de las plantas académicas diezmadas.

Después del apagón cultural posterior al 73 se pretendió que la Universidad no perdiera su perfil, pero ello no fue posible porque mantuvo las mismas plantas, las mismas estructuras debilitadas después del proceso de exoneraciones. La necesidad de autofinanciamiento permeaba el escenario. Hay sedimentaciones que penan en la capacidad de las universidades para renovar sus cuadros.

Para recuperar la Universidad había que cambiar el paradigma vigente, formar dentro de una educación democrática activadora de las potencialidades del ser humano. La mantención del sistema no lo posibilita.

177 4. Un sistema de comunicaciones debilitado, eficiente en la comunicación interpares y/o intramuro, pero ineficaz en el objetivo de comunicar a la Universidad con la comunidad.

Es seguro que hoy exista, tras los muros académicos, mucha y variada actividad de buen nivel que podría usarse para desbaratar este punto, pero lo que espera- mos todos es que se mantenga viva la Misión de la Universidad y como tal sea comunicada y compartida.

Es posible que parte de ello siga vivo, es posible que respire entre las modernas instalaciones de la Universidad, pero Antofagasta y el norte necesitan un nuevo modo de conexión.

No es simple esta tarea porque, como dice Abraham Santibáñez “ningún esfuer- zo, ningún despliegue de apertura sirve si no se es capaz de llegar a la gente, o de invitar oportunamente si es el caso. Un periodista comunicador no puede proclamarse tal si no es capaz de sentir “los signos de los tiempos” y encauzar el debate acerca de ellos” (Santibáñez 1996)

Algo pasa con la invitación a crecer, tan propia de la educación. El académico debe traspasar las barreras que le presentan los cambios de sistema. Concordamos con Hugo Alonso quien en el encuentro pastoral convocado por la Universidad en 2002, precisa que “el espíritu prevalece por sobre los avatares de la historia” (Alonso 2002).

La creatividad de nuestros jóvenes científicos nos ha deparado enormes satis- facciones que nos permiten pensar en transformar la tecnología en una aliada del pensamiento humanista, que brinde respuestas nuevas al viejo problema de la falta de resonancia en otros.

Estar comunicados con la comunidad no tiene que ver sólo con informar, sino con investigar y evaluar el modo en que se está llegando, el nivel de apropiación de los temas y la verificación de la inmersión de la Universidad en el alma co- lectiva que permita hacerla suya.

178 Hemos hablado de cuatro factores que inciden en el debilitamiento o parcial desaparición de los estudios literarios y las humanidades en el seno de la Uni- versidad. Concordamos fuertemente en que la crisis de las Humanidades es una grave amenaza porque su sentido profundo es “la formación de una personalidad compleja y matizada, la preparación para una coexistencia social civilizada y para el desempeño de una ciudadanía consciente y responsable”. (Cordua 2012)

Sin embargo, se genera un círculo vicioso: se requiere pensamiento crítico para proponer alternativas, pero la educación y los medios masivos no lo están for- mando. La Universidad debe asumir su misión. Los jóvenes deben prepararse para recuperar el cultivo de una conciencia crítica capaz de traernos de vuelta lo que nunca debió partir.

REFERENCIAS

Alonso, Hugo et al. “Ser académico, una vocación” (mesa redonda), en Boletín N°2 Pastoral Universitaria, Universidad Católica del Norte, 2002

Cordua Carla. “La crisis de las Humanidades”, Revista de Filosofía, Universidad de Chile, Vol. 68, 2012.

Nussbaum Martha. “Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las Humanidades”, en Cordua, Carla, “La crisis de la Humanidades, Revista de Filo- sofía, Universidad de Chile, Vol. 68, 2012.

Santibáñez Abraham et al. “Los medios de comunicación y la cultura del idioma”. (Mesa redonda). Cuadernos de la Academia Chilena de la Lengua, Santiago, 1996.

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El desierto, el arte y la Universidad.

Waldo Valenzuela Maturana

“La primera respuesta que surge cuando nos interro- gamos por nuestra identidad, dice relación con la inte- racción con el territorio: somos mujeres y hombres de desierto, llegando a concluir que hombre y territorio con- figuran una unidad indiscutible. La huella del hombre en el territorio y la huella del territorio en el hombre es una de las expresiones básicas de la cultura”.

Padre Gerardo Claps Gallo S. J. Rector Fundador de la Universidad Católica del Norte.

“El Norte imprime carácter como un sacramento”

Padre Alfonso Salas Valdés S. J.

181 “Y el espíritu de Dios se cernía sobre el desierto...“

En una oportunidad viajando por la pampa con el “marchand” de cuadros y Galerista de Arte, Enrico Bucci y observando este la vastedad del desierto me dijo con evidente convicción: “En Europa hay una obra de arte a la vuelta de cada esquina...” y abarcando en un gesto la vastedad del horizonte, agrego: “pero Uds. tienen esto: el desierto”. Para muchos esto no tendría sentido, la soledad nos circundaba, no a todos le es posible pre – sentir la presencia del Invisible, aquel de quien dice San Pablo: “En él nos movemos, existimos y somos”.

Quizás podamos entender el fenómeno de los “Empampados”, aquellos que, abandonando la Oficina Salitrera o el caserío, se internaban caminando hacia la vastedad del espacio y horizontes en busca de respuesta para la vida enten- dida como misterio o simplemente desaparecer y aparecer 40 años después, en su cuerpo momificado por la sequedad del desierto.

Sin embargo el desierto esta cuajado de senderos de las ancestrales rutas cara- vanera en que el pueblo Licanantay intercambiaban productos con los Changos del litoral, rutas caravaneras que después fueron utilizadas para el traslado de vacunos durante el auge del Salitre.

Está sembrado además de dibujos o petroglifos realizados por percusión o in- cisos en un lenguaje cada vez más actual, pictografías, pinturas sobre roca, protegidas en aleros rocosos, por lo tanto la pintura Antofagastina no se inicia en los primeros años del siglo XX, su antigüedad retrocede en el tiempo en base a nuevas investigaciones.

Sembradíos para la eternidad son en el desierto los gentilares o cementerios indígenas y por los cuerpos sembrados en los camposantos de las Ex Oficinas Salitreras, vueltas a engalanar cada 1 de noviembre por las coronas y flores de lata policromadas.

En el desierto la vida se transformó en encarnación, en historia. Seguramente aún quedan cuerpos semienterrados de soldados de la guerra del Pacifico o cuerpos hacinados en una tumba colectiva después de una masacre obrera, del pasado o más reciente.

182 Oficina Salitrera, látex sobre madera, Carlos Contreras.

He conocido parejas que después del cierre de la Ex Oficina Salitrera, se queda- ron como cuidadores escuchando el paso del viento y sus remolinos de polvo y más de alguna conversación entre los muros vacíos, en pleno día o al atardecer.

La vida bajo del altiplano, de la precordillera al desierto y de la pampa al lito- ral, me refiero al mundo moderno que se inicia en el siglo XX, pero Juan Lopez posterior a los Changos echo las bases del moderno Antofagasta. En una de sus primeras noches en la playa mirando hacia la cordillera de la costa vio las luces y sintió el rumor de la actual urbe o de una urbe fantástica.

Y la bahía de San Jorge vigilada por los montes tutelares de Coloso y Cerro Mo- reno, nos brinda la gloria de luz y colores de encendidos atardeceres. “Ni el ojo vio ni el oído oyó lo que dios tiene preparado para aquellos que lo aman”. ¿Serán pequeños adelantos, avances de la gloria, de la suma belleza?

183 Antofagasta más que una ciudad de rincones es una ciudad construida entre dos azules: el azul profundo del mar y el azul abisal del cielo. El espacio azul lo embebe todo, incluso los espacios oscuros. Hay algo de azul en cada rincón oscuro, lo sabían los impresionistas franceses (aunque yo me refiero a otra dimensión).

Se recuesta Antofagasta, además, al borde de dos vastedades: la vastedad del océano y la vastedad del desierto, es una joven que duerme en los brazos de la cordillera de la costa y que despierta a veces para volver a ensoñar.

Todo pueblo o ciudad necesita o engendra un artista o un poeta que la traduzca para el hombre común, para aquel que lo consume el tedio, el poeta nos redescubre y maravilla con la ciudad del hombre, encandilándonos con aquel resplandor o luminosidad divisada por Juan Lopez.

Antofagasta tiene un alma, Andrés Sabella es el alma encarnada de la ciudad puerto y nos ha dicho: “Antofagasta, la ciudad donde el sol baila desnudo” o “El patio de mi casa era el mar de Antofagasta”. Andrés desdeño premios y distin- ciones por quedarse, crear en ella y hacer vida entrañable con el puerto, con su gente. Entre el SER y el PARECER se quedó definitivamente con el SER.

Andrés aún sigue caminando nuestras calles, encontrándose con el otro místico poeta Dr. Antonio Rendic, seguramente en Prat con San Martin.

Antofagasta tiene dos valses, dos canciones, que resultan dos himnos ena- morados, escritos cuando a la ciudad le faltaba de todo pero no lo principal: la poesía, la belleza.

Los precursores del arte.

Los precursores del arte en Antofagasta fueron aficionados de paso o pintores que desempeñaron otras actividades para sobrevivir, como fue el caso de Cesar Soto Moraga que además de su condición de pintor poseía una empresa de carretas que trasladaban el salitre desde las Oficinas Salitreras al puerto. Una caída del

184 artista le significo la amputación de una pierna, de ahí su apelativo: el Cojo Cesar Soto Moraga. Soto Moraga visitaba ya el hogar de nuestro poeta Andrés Sabella, que aún era un niño.

El otro pintor de real talento fue Nicolás González que alcanzo a dar clases en la Academia de Bellas Artes de la Universidad del Norte cuando esta aún tenía 3 años de vida académica.

Osvaldo Ventura Lopez fue pintor y funcionario del Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia hasta el final d su vida. Alejandro Galetovic tenía su estudio fotográfico en calle Matta frente a la Plaza Sotomayor, antes que él, en la esquina de Matta

Nicolás González 1925, óleo sobre cartón.

185 Guía, óleo sobre tela, Osvaldo Ventura López.

con Uribe y al igual que Galetovic tuvo su estudio fotográfico el pintor griego Theo Gioldaci, en aquellos tiempos no existían recursos oficiales para hacer arte y no exigían espacios, pero ellos se habrían espacios y caminos.

La Sociedad de Bellas Artes.

En los años 40 era ya Antofagasta una ciudad con una actividad cultural, tal, que la Ilustre Municipalidad de la época respalda la creación de la Sociedad de Bellas Artes que va a acoger a los artistas plásticos dotándolos de una Sala de Exposiciones y talleres, que permanecerán activos entre los años 1942 y 1962. Cuando la Academia de Bellas Artes de la U. del Norte consolida sus talleres la Sociedad de Bellas Artes cierra sus puertas estimando que su aporte había terminado, su tarea seria asumida por las universidades.

186 Pienso que fue un error, siempre junto a las escuelas universitarias de arte debe existir un movimiento plástico independiente y evitar dictaduras estéticas.

La Academia de Bellas Artes de la Universidad del Norte.

Cuando el Padre Gerado Claps S.J. de la U. del Norte, crea la Academia de Bellas Artes existe entonces en la ciudad un substrato cultural conformada por escrito- res, poetas músicos, artistas plásticos, fotógrafos, etc. a quienes ya nos hemos referido y que al visionario religioso Jesuita le permitiría dotar a la naciente Universidad de una Academia de Bellas Artes que en sus inicios fue atendida por artistas locales. Tenía conciencia que tan importante como el patrimonio físico de la Universidad era dotarla de alma, del patrimonio espiritual, clima en el que se mueve el arte.

Su cuerpo docente se fue formando con artistas egresados de las Universidades capitalinas y de Concepción: nombrando solo algunos de toda una pléyade que terminaron haciendo suya la realidad física y cultural de la ciudad: Osvaldo Thiers Diaz, Iván Lamberg Carcovic, Luis Araneda, Emilio Miguel Signo- relli, Ramon Ibarra Laval, Alicia Valenzuela Varas, Gregorio Trincado, Waldo Valenzuela, etc. Posteriormente cuando la Universidad de Chile, Sede Antofagasta abrió su Escuela de Arte se sumaron: Osvaldo Silva

Waldo Valenzuela, Sol músico. Óleo sobre tela 1966.

187 Castellón, Juan León, Teresa Montiel, Margarita Pellegrini, Rene Espíndola, Guillermo Daisler, etc.

En el caso de Ramon Ibarra y Alicia Valenzuela trabajaron en ambas Uni- versidades. Todos ellos son hoy parte de la Historia del Arte en Antofagas- ta. Cabe recordar que varios de ellos fallecieron en tierras de exilio.

La Academia de Bellas Artes de la Universidad del Norte nos ha dejado en herencia la Pinacoteca de la Uni- versidad Católica del Norte y el Salón de Mayo que pese a la interrupción del periodo de la dictadura se reabrió a inicios de los 90. Es cierto que los jóvenes artistas plásticos que se for- maron en aquellos años son los pilares que sostienen la dinámica cultural de Muchacho, Piroxilina, Osvaldo Silva Castellón. hoy. El encuentro de ambos equipos de artistas plásticos en un comienzo no fue fácil, sin embargo, nuestra actitud era sumar y no restar. A mediados de la década del 60, ambos grupos se unieron a través de los ideales socio políticos de la época.

En el vórtice de la década de los años 60.

Quizás no habrá en la historia reciente una década tan intensa donde se dieron inquietudes y anhelos tan profundos de lograr un orden social donde el hombre fuera lo primero. En que como artistas plásticos redescubrimos la belleza mati- nal de la figura humana, como vista por primera vez envueltos en la esperanza de construir un hombre nuevo.

188 La guerra fría marcaba la política internacional de la segunda mitad del siglo XX, pero esa realidad del mundo dividido en dos grandes bloques amenazantes no impedía que en América Latina las inquietudes sociales, políticas, estéticas y también religiosas irrumpieran con una dinámica propia de la búsqueda de una nueva primavera.

En el campo de la Literatura, el “Boom”, de la narrativa Latinoamericana con Gabriel García Márquez, José Maria Arguedas, Cortázar, Rulfo, etc. que se su- maron al aporte de la Mistral, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Nicanor Parra, la Mistral, etc.

El pensamiento de los sociólogos Brasileños, que nos permitieron redescubrir el sentido profundo del sincretismo cultural de las expresiones del arte popular.

Fueron los años del Concilio Vaticano II, que introdujo cambios profundos en la Iglesia Católica. La liturgia de la Santa Misa pasa del latín al lenguaje común de cada país o pueblo. Recuerdo al arqueólogo Patricio Núñez acompañando a su hija que se preparaba para su Primera Comunión que me sorprendía al decir- me:” Me quedo con la Misa en latín…” Patricio acaba de fallecer en Santiago, su universo era el mar, alcanzo a lanzar su última obra el año pasado indagando en los petroglifos abstractos de Punta Negra, obra de los Changos.

La recuperación del Diaconado Permanente, el increíble inicio de la Reforma Agraria por parte de la Iglesia, con el Cardenal Silva Henríquez a la cabeza.

Todas estas inquietudes repercuten en la Universidad y en Antofagasta que en esos años era preponderantemente una ciudad Universitaria, todo se conversa- ba, compartía y discutía. Hoy es la capital minera de Chile y la calculadora es la protagonista silenciosa.

La Reforma Universitaria que comienza en Santiago y prosigue en provincia y que implicó la elección democrática de sus autoridades, tras un movimiento que se inicia con la “toma “del Campus Angamos y como resultado adviene la elección de autoridades elegidas democráticamente.

189 La década de los años 60 se estima que ha sido la Época de Oro de la Plástica Antofagastina, quizás, hoy gracias a la nueva institucionalidad cultural exista una mayor cantidad de protagonistas en el movimiento plástico de la ciudad que logran cumplir o encarnar sus sueños, pero en esos años el nivel de calidad alcanzada por la creación plástica–pictórica no ha tenido parangón. Markp Fra- nasovic, un joven pintor de hoy opina “Eran más modernos que nosotros”, sin embargo, no era nuestra preocupación el ser “modernos”, nuestra pretensión era vivir en el corazón palpitante de la realidad Latinoamericana de aquellos días, no estar ajenos a la realidad, que pretendíamos cambiar.

Entreveradas con las inquietudes políticas de aquellos años, la labor arqueológica del Padre Gustavo Le Paige y Horacio Larraín, se sumaban jóvenes arqueólogos como Lautaro Núñez, Patricio Núñez, Agustín Llagostera, que extraían desde la tierra Atacameña elementos que ponían sobre la mesa la cultura Licanantay, nos hacian conscientes por lo demás de la poderosa influencia del arte de las ancestrales culturas andinas que nos rodeaban y envolvían en su irradiante campo de energía. En la situación política continental, el triunfo de la Revo- lución Cubana y el intento de Ernesto Guevara Lynch de extender la revolución desde Bolivia, donde es asesinado por el Imperio: En medio de la noche en la selva, descansando entre el ramaje de un árbol, abre su agenda donde llevaba la bitácora de su gesta y escribe una interpretación personal del Padre nuestro. Mientras volvía a escuchar el paso de un avión nocturno que seguía los pasos del grupo guerrillero. Su cuerpo yacente después de ser ajusticiado nos pareció la imagen de un Cristo Latinoamericano.

En Colombia se une al movimiento guerrillero el sociólogo y sacerdote Jesuita Camilo Torres que muere en combate, sin combatir. Inspirado en su vida de entrega, pinté un óleo donde vemos su cuerpo fundiéndose con el verde de la selva, que titulé en aquellos años “Semilla en la tierra”, Oleo que decoró algunos años Rectoría y que desaparece después del 11 de Septiembre del 73. Siempre nos hemos preguntado, ¿acaso Camilo Torres no habría servido mejor a la causa de su pueblo como sacerdote y sociólogo? Pero eran los años 60 y todo urgía y no solo en América Latina, también en el mundo, la Revolución de Mayo de los es-

190 tudiantes en Francia, el levantamiento contra el régimen soviético en Hungría aplastado a sangre y fuego.

Pese a que, a nivel occidental, en las grandes metrópolis se daba la batalla en el campo del arte entre el Geometrismo Abstracto y el Informalismo, ambos movimientos iconoclastas, en América Latina gracias al triunfo de la revolu- ción cubana se recuperaba la figura humana en su contingencia histórica, fue la Neo–Figuración. que fue abrazada por los artistas plásticos no solo por los artistas con inquietudes socio–políticas, sino por todo un grupo generacional que recuperó nuevamente un ejercicio del arte con sentido.

El arte abstracto se estimaba al servicio del imperio, a quien no le convenía que los artistas indagaran en la realidad de su pueblo.

Todo este dramático panorama del continente y del mundo se tradujo y celebró en la música popular. Mientras en Europa irrumpían los Beatles, en nuestro país se pasó de la Nueva Ola (en que los jóvenes cantantes traducían sus nombres al inglés) al Neo Folclore y luego la aparición de la Nueva Canción Chilena de contenido socio–político y que incluyó además la música andina. Antofagasta conto con el Tambo Atacameño, una Peña creada por la Universidad del Norte dirigida por Miguel Politis y Jorge Vallejos, donde fuimos testigos del nacimiento del grupo ILLAPU y escuchar a los Inti Illimani, Los Quilapayun, y a veces del Folclor Chileno y Latinoamericano, a importantes conjuntos del área Andina que nos visitaban, El Tambo Atacameño acogió a esa bohemia estética–política de fines de los años 60 e inicios de los 70. La década se tradujo en alegría, canto y esperanza a través de la Nueva Canción Chilena, Fue mucho para tan corto tiempo, fue un proceso vertiginoso de experiencias y tomas de conciencia que conmovieron la historia del continente y que por un corto pero profundo espa- cio de tiempo nos permitió imaginar que podríamos transformar el mundo, es decir humanizarlo. Quizás nuestras preocupaciones tendrían que haber sido más estéticas que políticas, pero estábamos en el ojo de la tormenta… y además éramos y somos hombres comprometidos con su tiempo.

Y más allá de lo que sucedía en el enfrentamiento entre los socialismos reales y el sistema capitalista, nosotros redescubríamos nuestro mestizaje, raíz, del

191 verdadero Nuevo Mundo que aun pujaba por nacer, pero de igual modo preten- díamos con el aporte del arte ayudar a parir un nuevo tipo de sociedad, en que el sistema económico fuera intervenido para encauzarlo hacia la erradicación de la pobreza. “Pintor no pintes la lluvia, haz llover” dice un viejo poema Maya. En los años calientes de la década, no nos bastaba con hacer Arte, había que cambiar el mundo.

La década de los 60 se puede dividir en dos etapas: la primera es la consolida- ción de las Escuelas Universitarias de Arte. La Academia de Bellas Artes de la Universidad del Norte que nace con la Universidad y que posteriormente se transformara en el Departamento de Artes Visuales.

La Escuela de Arte de la Universidad de Chile, sede Antofagasta se inicia el año 1964, con sus primeros talleres en el CUZN, Centro Universitario Zona Norte.

La segunda etapa implica un desarrollo vertiginoso ya que ambas Escuelas Uni- versitarias están en posesión de talleres que entregan docencia y participan en la labor de extensión que desde el comienzo lidera la Universidad del Norte, que a partir de 1965, contara con la legendaria Sala Ercilla ubicada en pleno centro de la ciudad. La Pinacoteca de la Universidad Católica del Norte y el Salón de Mayo, son herencia de aquellos años.

Seducidos por el desierto.

Se dice que Dios trae al desierto a quienes ama y esa es la circunstancia de vida que le tocó vivir al Padre Gustavo Le Paige de Walque, sacerdote Jesuita Belga que recién ordenado y a petición personal, es enviado al África, al Congo Belga, hoy Zaire.

Cuando el Padre Le Paige llega a Antofagasta, la pintura la había ejercido con dedicación y pasión en Zaire, si bien los paisajes que pintó en San Pedro de Ata- cama, transmiten paz y quietud ,de alguna manera había captado el silencio metafísico del espacio andino al igual que en composiciones y sonidos de ins- trumentos andinos. Los Cristos que trae de África son de un contenido expre-

192 sionismo, realmente atormentado, dolorosos que dejan entrever su experiencia misionera en un continente que iniciaba un tortuoso proceso de liberación del Colonialismo Europeo, proceso con el cual el Padre Le Paige se identificó y que lo obligó a abandonar África y llegar providencialmente para nosotros, a San Pedro de Atacama. Aparte de buscar en su pintura el Rostro de Cristo y su Madre, pintó y retrató a sus feligreses africanos con un evidente amor y cariño.

El año 1960 viajé a San Pedro de Atacama y pude conocer sus pinturas que de- coraban su habitación en la Casa Parroquial, sus paisajes transmitían paz y quietud cubiertas por el fino polvo que lo envolvía todo, ya la casa Parroquial albergaba colecciones de cráneos y cuerpos de atacameños, estaba naciendo el Museo Arqueológico de San Pedro de Atacama.

La vocación científica prevaleció sobre la vocación artística, aunque es indu- dable que el goce estético lo acompañaba en sus descubrimientos. En África su vocación sacerdotal se complementó con el arte y en San Pedro de Atacama con la Arqueología, transformando San Pedro de Atacama en un centro arqueológico internacional.

El Padre Gustavo Le Paige había sido seducido por un pueblo del desierto, por el pueblo Atacameño.

Es evidente que el ejercicio del arte primero y de la arqueología a su llegada, fueron complemento indisoluble de su vocación sacerdotal. En su sacerdocio se fundía todo, ya que cualquier oficio o profesión cuando se vive en profundidad se vive sacerdotalmente.

Gracias al sacerdocio bautismal: Somos Reyes, Sacerdotes y Profetas, condición que los laicos cristianos suelen olvidar. Le Paige ofrendó una cultura ancestral al Redentor, aunque nuestros pueblos originarios seguramente se conectaban con el creador con mayor fuerza que el materialista habitante occidental.

Sus obras pictóricas las exhibió en Santiago Enrico Bucci en su Galería de Arte y participó con nosotros en una versión de “Cristo en el Arte”.

193 Lautaro Núñez Atencio, el arqueólogo y Premio Nacional de Historia, acaba de publicar un libro de Arte, con el patrocinio de la Universidad Católica del Norte: “Pinturas de Gustavo Le Paige, Imaginario y vida de un misionero Jesuita”, un testimonio más de la visión holística de nuestros arqueólogos nortinos.

Núñez Atencio en su obra sobre la Pintura de Le Paige, entrega un dato precioso por su importancia: “Pero el día que levantó el Santísimo sobre una piel de leopardo, símbolo de poder en el Congo y rompió flechas como ofrendas en el altar... las noticia llegaron a Roma “. Le Paige estaba “inculturizando “la liturgia Romana.

Posteriormente el mundo de los 60, tras el Concilio Vaticano II, haría posible escuchar en dialecto africano “La Misa Luba”, que tendría su eco y aporte en América del Sur con la Misa Criolla de un conjunto folclórico Argentino y pos- teriormente tuvimos su correspondiente Misa a la Chilena en nuestro país.

Al Padre Le Paige, lo conocí personalmente y viajé con él a través de la Pampa, donde en las antiguas salitreras que aún quedaban, tenía muchos contactos. Recuerdo un viaje con el Padre Le Paige hasta los pies de Huatacondo en la Quebrada de Tamentica donde los Jesuitas llegaban con víveres, gracias al Plan Cordillera, en el cual participaba Bernardo Toloza, fiel ayudante en esos años de Le Paige. En el lugar tuve la oportunidad de conocer los primeros petroglifos con habitantes Changos navegando balsas infladas de cuero de lobo, indicando quizás el camino hacia la costa. Al fondo de la quebrada un geoglifo con diseño solar que me fascinó.

Un dato interesante que recuerdo, a comienzos de los años 60 cuando aún los escritos científicos y místicos del Padre Theillard de Chardin estaban en el Índex, es decir su lectura estaba prohibida para los fieles católicos, él ya estaba empa- pado de la cosmovisión Theillardiana, que asumía la teoría de la evolución pero le otorgaba una dimensión escatológica, es decir alcanzaba su plenitud con el advenimiento final del Cristo Cósmico. Publicaciones prohibidas que él recibía gracias a su amistad con los Reyes de Bélgica de la época.

En la primera mitad de los años 60, Le Paige exhibió unas piezas de oro que ha- bía descubierto en San Pedro, en un salón de la antigua Universidad del Norte

194 de calle Prat entre las calles Ossa y 14 de febrero. En esa oportunidad dictó una charla en torno a su trabajo arqueológico y proyectando diapositivas mostró una imagen donde acompañado de uno o dos jóvenes atacameños, ascendió al volcán Licancabur (montañas que fueron dioses y siguen siendo Padres) no recuerdo con claridad si fue a mitad de su ascenso o al llegar a la cumbre, sobre un altar improvisado de piedras, celebró Misa. Aún tengo grabada la impresionante ima- gen que observamos, en el momento de la Consagración, cuando el levantaba el Cáliz hacia lo alto, y que recordamos hasta hoy, es que en ese momento el sol surgía sobre el cráter del volcán. A esa imagen donde él celebra Misa sobre el Licancabur, el Padre la llamó “La Misa sobre el Mundo”, que, si mal no recuerdo, es el titulo de una obra de Theillard de Chardin.

Al desaparecer el Index, después del Concilio Vaticano II, en la década del 60 fue posible leer ampliamente, especialmente en mi caso “El Medio Divino”. Las obras del científico y místico europeo estuvieron de moda en la Norte un buen tiempo, después vino la vorágine del proceso político y fueron otras nuestras inquietudes.

Pero la vocación científica y su sentido de responsabilidad social,( sacar a la superficie un pueblo que en cierto modo estaba siendo sepultado por el desier- to) y como intelectual Cristiano, superó largamente su gusto por el arte de la Pintura; a pesar de todo, su formación estética le permitió gozar cada obra de arte Atacameño que sacaba a la luz del útero de Gea. Recuerdo el goce con que describía el dibujo de un petroglifo, no figurativo, inciso sobre un trozo plano de piedra lo describía como si él lo estuviera dibujando.

El arte con la imaginación creadora que lo acompaña, fue para él una disciplina importante en su cosmovisión científica.

Es muy posible que, en su condición de dibujante y pintor realista, Le Paige había desarrollado capacidades para ver y descubrir detalles en su entorno que le facilitó en gran medida su labor de arqueólogo. El artista plástico suele no estar muy consciente, porque es natural en él, la intensidad y penetración con que observa y no solo mira, además descubre, guiándose quizás, solo por una raicilla que sobresale de la superficie o cuelga al viento; transformándose en

195 el “hilo rojo” que lo había de llevar al descubrimiento del fardo funerario. El año 1973, cuando Lautaro Núñez Atencio comenzó a trabajar junto al sacerdote, nunca lo vio pintar. Por lo mismo su sorpresa fue enorme cuando después de su muerte, en 1980, mientras Nuñez dirigía el Museo de San Pedro de Atacama, se encontró en la bodega una caja con rollos de telas al óleo en su interior. “Eran muchos cuadros desconocidos que de inmediato enviamos a enmarcar”.

Con esta obra de Lautaro Núñez sobre Le Paige como pintor, hace un aporte valiosísimo a la Historia del Arte Regional y al conocimiento de la vida de un sacerdote católico que concilia n parte importante de su vida: Sacerdocio, Arte y Ciencia.

Sin embargo, su compromiso con la Iglesia era determinante: “Pero si algún día me toman como científico y no como sacerdote, lo abandonaba todo. Lo más importante es que en medio del desierto, en un pueblecito llamado San Pedro de Atacama, rodeado de otros siete pueblecitos mas pequeños, soy el único sacerdote y quiero hacer de sus habitantes cristianos amantes de Dios… busco hacer algo de mi vida. De lo contrario no tiene sentido”.

El Geometrismo Abstracto de la Pintura de Ramon Vergara Grez.

Ramon Vergara Grez había nacido en Mejillones y su formación artística la reci- bió en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile, es muy posible que la permanente contemplación del paisaje desértico en su niñez y adolescencia marcó su vocación pictórica transformándose en el fundador del “Grupo Rec- tángulo” primero y después de “Forma y espacio”, abandonando el recurso del realismo y la figuración para usar como vehículo de expresión la forma pura sin ninguna alusión al mundo de lo real, fue además un teorizador de su causa plástico – pictórica, hasta el punto que en algún momento de los años 50 y 60 un número importante de jóvenes y no tan jóvenes artistas plásticos derivaron hacia el abstraccionismo .

La contemplación del desierto va proyectando en el contemplador con sensibi- lidad artística “el espíritu abstracto” que está presente en muchos capítulos de

196 la Historia del Arte Universal. Hay una abstracción que puede quedar solo en una vacía ornamentación o ser una abstracción con un rico contenido espiritual que nos per- mite asomarnos a otra dimensión.

Pese al diseño abstracto de la compo- sición, a través del juego de formas, contrastes de colores y calidad de la pincelada era evidente que lograba transmitir vivencias muy intensas, relativas al paisaje y proyección de su subjetividad.

Como maestro en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile en Santiago de los años 50, Vergara Grez. óleo sobre tela. ocupaba uno de los talleres del 3er piso junto a otros maestros como Don Pablo Burchard, Israel Roa, Augusto Santelices, etc.

Durante la segunda mitad de los años 60 la Escuela de Bellas Artes del Parque Forestal ardió por sus cuatro costados provocado por un incendio intencional cuya autoría habría sido de un grupo Ultra, solo salvo el Museo de Bellas Artes. Los maestros perdieron gran parte de su obra. Fue un golpe demoledor para varios de ellos, en el caso de Ramon Vergara fue distinto, Ramon conservaba toda su producción en diapositivas, lo que le permitió gradualmente recuperar sus obras volviendo a pintarlas, hasta donde eso era posible, ya que es difícil recuperar el estado de alma del tiempo en que se pintó, pero el acto vandálico, lo marcó políticamente.

Siendo aún estudiante de Pedagogía en Artes Plásticas en Bellas Artes, convenció a sus compañeros de estudio para hacer donación a la Ilustre Municipalidad de Antofagasta, de una pequeña colección de pinturas de su grupo generacional:

197 Recuerdo obras de José Balmes, Gracia Barrios, Iván Lamberg, Egenau, Gustavo Carrasco que era maestro de Dibujo, Santelices, etc. Confío en que la colección la conserve la Ilustre Municipalidad de Antofagasta.

Me he detenido en Vergara Grez por su vinculación con Mejillones y Antofagasta y su vida Universitaria de Antofagasta, exhibió en la Sala Ercilla invitado por la Norte y con la vuelta de la Democracia lo hizo con el patrocinio de la Univer- sidad de Antofagasta. Dictó un curso de Diseño en el Departamento de Artes Visuales en los 70 y en los años 90 realizó un curso de dibujo y diseño para el Liceo Experimental Artístico y artistas invitados.

Carlos Contreras, arquitecto y pintor.

El matrimonio de Carlos y Lola Contreras fueron un matrimonio que transfor- maron su hogar en cobijo y lugar de encuentro para los artistas plásticos de los años 60, además de poetas, músicos y bailarines de Ballet llegados de diversos puntos del país en la llamada “Época de Oro” del Arte en Antofagasta.

Carlos era arquitecto, pero le fue dedicando cada vez más tiempo a la pintura, le conocí un solo tema: el desierto, que lo pintó en las diversas horas del día y bajo diversos efectos climáticos y gradaciones de luz. A lo más, se divisaba la presencia fantasmagórica de las antiguas Oficinas Salitreras, eran amplias pin- celadas con brochas y pinceles espacios luminosos apastelados, sin estridencias, logrando captar fascinantes lejanías del desierto, dejando en el espectador la sospecha, que más que develar los misterios del desierto los velaba y ocultaba. Carlos no quería decirlo todo, le otorgaba al espectador la posibilidad de hacer sus propios descubrimientos.

Su formación de arquitecto le permitió trabajar el sentido de espacio con una soltura distinta a la del pintor con formación académica.

Había dedicado parte de su vida a recorrer los senderos de la pampa, amigo de arqueólogos y científicos de aquellos años, especialmente del Padre Gustavo Le Paige a quien le diseñó en módulos orgánicos y crecedores, el Museo Arqueológico

198 de San Pedro de Atacama, ya que las habitaciones de su casa Parroquial ya no daban abasto para contener las colecciones de cráneos, fardos funerarios y puntas de flechas Atacameñas. Sus relatos del desierto, por lo general eran ilustrados, por algún rápido dibujo, por alguna de sus obras algún objeto o piedra recogida.

Al hogar taller de calle Latorre se podía llegar a cualquier hora a tomar un “tecito” y en la noche hasta podíamos ver al bailarín, Janos Bachora bailar sobre la recia mesa del comedor familiar o escuchar a Mara cantar canciones flamencas. Un cartel de una corrida de toros madrileña decoraba un rincón del hogar, el Padre de Lola había toreado en algún redondel de España.

Después del Concilio Vaticano II y de acuerdo a la Renovación Litúrgica de la Iglesia Católica, Carlos Contreras estuvo a cargo como arquitecto de la remodela- ción del templo Catedral, reubicación del altar retablo, eliminación del pulpito, etc. la celebración de la Santa Misa se comenzaba a celebrar de cara al pueblo creyente y no de espaldas a él y en la lengua vernácula.

Es cierto que se cayó en extremos, en la etapa Post Conciliar, al eliminar imáge- nes como una pintura mural de la Sagrada Familia pintada por sobre el pináculo del altar retablo o altar mayor, pintada por el religioso Benedictino y pintor Fray Pedro Subercaseaux (1881–1955) quien ocupa un lugar importante en la Historia de la Pintura en Chile de Antonio R. Romera, editada en su 4° edición por la Editorial Andrés Bello, 1976, Fray Pedro es el autor del óleo “La primera Misa en Chile” (Museo de Bellas Artes). El crítico e historiador del Arte Antonio R. Ro- mera lo ubica en la pléyade de los pintores objetivistas, agrega que “merece, sin embargo, un lugar aparte por su cultivo serio y exclusivo del género histórico.!

Esta valiosa pintura mural de nuestra iglesia catedral, fue posteriormente recuperada gracias a una cuidadosa restauración durante la remodelación que sufrió el templo tras el terremoto del 2007.

Conviene recordar que Carlos Contreras no tuvo responsabilidad alguna en la desaparición temporal de la pintura, la que se debió a un afán iconoclasta en la Iglesia Católica que afortunadamente duró poco.

199 En la primera obra del Arqueólogo Lautaro Núñez Atencio sobre la vida y obra del Padre Le Paige “Cronología de una misión” publicada el año 1993, se refiere al papel que jugo Carlos Contreras en la gesta de poner en valor la cultura y el arte Atacameño, diseñando los planos del futuro Museo: “Paralelamente en Antofagasta el movimiento museográfico inicial fue también cobijado por la Universidad del Norte. Se sabe que el Museo Histórico Regional se fundó en 1960 en el segundo piso de la casona de calle Prat. Gracias a los desvelos de Horacio Larraín, Bernardo Toloza y el empuje inicial del R. P. Gerardo Claps S: Por los años 1963–1964 se conocen las primeras publicaciones con notas de los pioneros: Horacio Larraín, Ingeborg Lindberg, Bernardo Toloza y del arquitecto Carlos Contreras, autor del proyecto del actual Museo de San Pedro, hasta la llegada de la arqueóloga Guacolda Boisset. Quien fundara la docencia de Arqueología, en donde profesores como Agustín Llagostera y el suscrito formaron las primeras generaciones de arqueólogos de esta Universidad”.

Carlos Contreras murió relativamente joven, víctima de un cáncer. Su rica y singular vida proyectada en el desierto nos dejó la convicción que su legado podría haber sido aún mayor.

Sixto Rojas, el pintor del desierto.

A la entrada de la Casa de la Cultura en nuestra ciudad, (edificio que albergó las antiguas oficinas de la Ilustre Municipalidad de Antofagasta desde los inicios del siglo pasado), hay una pequeña placa que nos hace saber que el Salón de Honor de dicha mansión institucional fue decorada por Sixto Rojas que al igual decoro edificios oficiales en la ciudad de Iquique.

De su vida en la pampa supe a través de Raimundo Rojas funcionario de la Uni- versidad del Norte a quien conocí además a través del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, por el supe que cuando se terminaba el dinero, su padre el pintor Sixto Rojas pintaba sobre un cartón o madera, un colorido gallo cantando y Rai- mundo debía a salir a venderlo dentro de la Oficina Salitrera, con esas monedas “paraban la olla”. Un recuerdo para el muy importante es cuando cierran una

200 Oficina Salitrera y contratan al pintor y su familia a instalarse en la casa de los jefes para su mantención y cuidado, es ahí donde Raimundo se encuentra con una muy bien provista biblioteca y se embarca a navegar por el embrujo de la lectura, lo cual lo llevo posteriormente a escribir.

Raimundo tenia una fuerte personalidad y en una oportunidad un arquitecto de la recién creada Escuela de Arquitectura se intereso en filmar una película inspirada en uno de sus cuentos de la pampa y se inicio el rodaje pero cuando vio a los obreros pampinos vestidos como habitantes de una empresa bananera de América Central, puso el grito en el cielo y no permitió tal interpretación de su narración.

Sixto Rojas habría sobrevivido a la matanza de obreros de la Escuela Santa Maria de Iquique en su condición de dirigente, el hecho de haber quedado cubierto por cuerpos sin vida de los obreros le permitió salvar su vida. Amigos peruanos lo ayudaron a salir del país, estableciéndose en Perú, donde prosiguió estudios.

El poeta Iquiqueño Guillermo Ross Murray, ex alumno de la Universidad del Norte, es parte de una agrupación que conserva los datos de su biografía.

La escultura como respuesta al desierto.

El arte de la forma gestada en toda su densidad y pureza, la Escultura, quizás no como vehículo para expresar otros contenidos no se ha dado en el Norte, salvo excepciones se ha preferido el arte de la Pintura quizás por la no presencia de lo verde, del árbol, de las flores, sin embargo tenemos en el litoral la presencia del mar o de la mar, en su doble presencia masculina y femenina, es ella o el, la que nos brinda la fiesta del color, en los amaneceres o cuando el sol declina.

Los cerros de la cordillera de la costa, de la cordillera de Domeyko o de la pre- cordillera se nos muestran desnudos, provocando más de una depresión para quien llega del Sur lluvioso, sintiéndose en otro mundo. Al faltar el manto verde la geología se nos muestra desnuda haciéndonos sentir su estructura, rica en minerales inacabables: Ayer el salitre, luego el cobre, hoy el Litio.

201 Si nuestro paisaje es solo estruc- tura quizás nuestra vocación por la forma habría de ser la escultu- ra. Pero son escasos, frente a un escultor hay decenas de pintores e incluso más de algún escultor deriva hacia la pintura. Es cierto que en todo esto tienen que ver los costos: los materiales del escultor son escasos y costosos: Piedra, greda, madera, resinas sintéticas, etc.

Es una reflexión que la hice al llegar a Antofagasta y pese a la Mano del desierto de Mario Ira- rrazabal sigue presente como una inquietud. Es cierto que podría- mos pensar que la arquitectura es una obra escultórica para ser habitada por las aves migrato- rias, que están de paso, pero son pocas las casas o mansiones con la densidad necesaria de una escultura, más cercana suelen estar de una “ins- talación “perecedera.

El poeta y dibujante Andrés Sabella soñaba con una escultura en piedra de gran dimensión que se levantara como un puño en alto en medio del desierto como símbolo del movimiento obrero nacido en la pampa salitrera. De algún modo la mano de Mario Irarrazabal vino en parte a llenar ese vacío.

202 Un artículo del Capitán Court.

Gracias a la labor investigativa del pasado cultural Antofagastino de Sergio Gaytán, con el hallazgo de un artículo de Jorge Court publicado el 16 de Diciem- bre de 1956 en “El Mercurio de Antofagasta” bajo el título de “Cincuenta años de Pintura en Antofagasta”. Además de los datos de nombres de los pintores que se sucedieron a través del tiempo, (medio siglo), lo realmente valioso es la reflexión que Court hace en torno a la Pintura Chilena y Antofagastina.

Jorge Court, El Capitán Court, fue un miembro del ejercito que participó además en el movimiento pictórico de la etapa de la Sociedad de Bellas Artes, años 50.

La interrogante que Court se hace al inicio de su artículo, es crucial y vale tanto para la Historia del Arte en Chile como en nuestra corta Historia del Arte en Antofagasta y plantea la interrogante: “¿Existe o ha existido un movimiento pictórico antofagastino?. Puede afirmarse que sí y que el subsiste, pero solo en la medida de la capacidad que en las distintas épocas han manifestado cultores foráneos. Indudablemente que no ha existido una pintura típicamente Anto- fagastina, pues las manifestaciones plásticas de provincias no han sido ajenas al fenómeno nacional. La pintura Chilena ha carecido hasta la fecha de rasgos propios y han oscilado sus manifestaciones entre las tendencias europeas y las latinoamericanas de Méjico y Brasil. Es muy seguro que los pintores chilenos hayamos equivocado el camino en la búsqueda plástica y quizás si un estudio a fondo de nuestra idiosincrasia nos daría un rumbo a seguir. Mientras tanto es un muestrario de diversas tendencias”.

“Ningún pintor viene especialmente a buscar sus temas al Norte Grande”. “Po- dría argumentarse que sus temas son difíciles, que la pampa no se deja estatizar fácilmente en un lienzo. Pero nos parece que la razón principal es la que el Norte es esencialmente escultórico que sus estímulos para el artista están por lo tanto en las formas”. Opinión de Court en la cual coincidimos plenamente, dada la geología desnuda de su paisaje, sin embargo, la pintura ha sido la Reina de las técnicas y expresiones plástico–pictóricas en el Norte.

203 El artículo de Court es del año 1956, justo el año que nace la Universidad del Norte y que de inmediato cuenta con su Academia de Bellas Artes, que posteriormente se transformara en el Departamento de Artes Visuales, donde se formaron jó- venes que hoy sostienen o son pilares del Arte en la ciudad. El año 64, Court ya establecido en Santiago, fue invitado por el Vicerrector de Comunicaciones el Padre Gerardo Claps a exhibir en la Sala del Instituto Chileno Norteamericano de Cultura que estaba ubicado en la esquina de Prat con San Martin, aun no existía la Sala Ercilla. Court exhibió un conjunto de acuarelas de gran calidad donde pese a inspirarse en el paisaje de la zona central, la técnica de mancha libre a la acuarela, superaba largamente el tema, quedando una de sus obras en la naciente Pinacoteca de la Universidad.

En aquella oportunidad junto a Gerardo Claps conversamos con Court, acerca del Cristo Cósmico de Theillard de Chardin *, no era solo pintor, ni militar, era un hombre de amplias inquietudes espirituales y humanistas, evidente en la interrogante al inicio de su artículo y que coincide con la misma inquietud que revela el crítico e historiador del arte, el español Antonio R. Romera y que en las primeras páginas de su Historia de la Pintura en Chile publicada el año 52 y que Court ( el capitán Court) debió conocer, se hace la pregunta ¿ Existe realmente una pintura Chilena? Y termina respondiendo afirmativamente. Era una in- quietud que se planteaba en esos años más allá de todos los Ismos”.

En diversos ámbitos culturales ya se planteaba la inquietud acerca de la Identi- dad, que no consiste en un simple “paisajeo”, de lo Chileno, sino en profundizar en una dimensión que es casi inefable y creo, que más que buscarla hay que simplemente crear, si se da, se da, ocurrirá sin darnos cuenta.

El más duro de los críticos en esos años (años 50) era Albrecht Goldsmith, en Santiago, desde las páginas de la revista ZIG–ZAG, denunciaba que los seguido- res de Paul Cezanne, imitaban su pincelada pero estaban lejos de su concepto estructural (volver al cubo, a la esfera y el cilindro). El pintor que se hacía llamar Magalo, lo había amenazado de muerte, así es que el crítico alemán caminaba por el centro de Santiago provisto de un arma cruzada bajo el veston.

204 La reflexión de Court, al comienzo del artículo, da con el epicentro de la fractura geológica del mestizaje.

• Theillard de Chardin S. J.: Sacerdote Jesuita, teólogo, antropólogo, arqueó- logo, místico del siglo XX, cuyas obras estaban en el Índex ( prohibida su lectura para el lector católico), el Concilio Vaticano II, elimino el Índex y el conocimiento de su cosmovisión se expandió en los ambientes de las Univer- sidades Católicas e intelectuales cristianos. Integra la teoría de la evolución a la revelación Judío–Cristina, si bien el planeta no es el centro del Universo, es su centro Critico. Frente a la visión del cosmos ordenada y jerarquizada de Santo Tomas, se opone la visión llameante y en expansión de Theillard. A mediados de los 60 se leía con entusiasmo al Teólogo Jesuita que a través de su obra “El Medio Divino” el laico cristiano recibía empuje para vivir su sacerdocio común o universal.

La fractura siquica–geológica del mestizaje.

El tema de la búsqueda, de la recuperación de la “Identidad”, no es un simple capricho más, dentro de la perpetua “problemática” del existir. En alguna parte he leído que el fuego del purgatorio consistirá en un fuego frio que devorara todo lo que es mascara en nosotros, aquella mascara que echamos una vida en construirla, ira quedando reducida a cenizas…y estaremos desnudos, seremos simplemente una criatura transformados en mendigos de la misericordia divina, del “YO SOY” o de la soledad eterna.

Esta preocupación, este tormento que tiene que ver con todos y cada uno, es más aguda en el mundo del arte y la cultura donde nos hemos acostumbrado a imitar gestos creadores ajenos, provenientes de las grandes metrópolis a la moda, pro- ducto a veces de sentirnos incapaces de pensar, desde acá, desde nuestra mera realidad, con todas sus limitaciones, pero que es nuestra realidad, poseedora también de virtudes pero que no alcanzamos a ver, porque solo la escuchamos en nuestro idioma vernáculo, al cual le hemos otorgado un menguado segundo lugar.

205 Es por eso que en el campo del arte Chileno Romera y muchos se han preguntado ¿existe un arte chileno? o desde Antofa ¿existe una pintura Antofagastina? Nos lo hemos preguntado incluso siendo protagonistas.

Esta inquietud ha recorrido toda América Latina, especialmente en el siglo recién pasado, hoy con el tema de la globalización a nadie le importa mucho. Se dice que la música autóctona de los jóvenes latinoamericanos es la música anglo y la música nuestra vendría a ser lo exótico.

Esta problemática no se la plantea el creador europeo, que por lo demás desde comienzos del siglo XX se ha alimentado de estilos de las culturas ancestrales del tercer mundo, siendo muy pocos los que se han dado cuenta.

Pensemos lo que le costó a Violeta Parra abrirse paso en su propio país, en Europa celebraron su originalidad y su multifacética personalidad creadora.

Vivimos, hemos construido nuestro pensamiento, sobre fracturas geológico– espirituales que nos arrebatan toda certeza al entrar en movimiento. Es posible que la primera fractura se produjo con la invasión hispana, que para los pueblos originarios significo una “vuelta de mundo”. Tal vuelta de mundo nos marcó con la inseguridad tal, de que ejercíamos una lengua que no habíamos parido.

Tal vuelta de mundo que, si bien nos trajo a Cristo, no dejo de ser un tránsito doloroso, no hay que olvidar que Neruda lo dijo muy bien: “Se llevaron el oro y nos dejaron el oro…” refiriéndose seguramente a la lengua hispana. Recordemos además que Fidel Castro en su visita al extremo Sur en los 70, celebraba el hecho de hablar el español desde el Caribe al Estrecho de Magallanes.

La segunda fractura geológica la produjo en Chile, el golpe militar del 73 y ade- más en gran parte del continente las dictaduras militares. Han pasado algunas décadas y aun las heridas no cierran.

Herencia de la primera fractura es el proceso actual, pacifico o violento de recuperación de tierras de los pueblos originarios y sus exigencias de auto- nomía frente al poder central. En cierto modo vivimos un nuevo proceso de

206 “indianizacion” de pueblos que no desean seguir vistiendo ropaje ajeno y aprender a caminar de nuevo. De ellos podemos aprender mucho con respecto al acto de SER.

Mas de alguien podría pensar que América Latina es un pueblo adolescente con toda la complejidad de tal edad, como que hubiéramos nacido solo en 1492 con la llegada de Colon, pero nuestros ancestros se pierden en el tiempo, hasta el punto que podemos echar más de una vida en profundizar nuestras raíces.

Sin embargo, no podemos olvidar o dejar pasar el hecho de que nuestros pueblos han logrado provocar o crear un fenómeno nuevo, cual es, el sincretismo cultural donde han transformado la música, la danza, las artes de la clase alta que ha sido intervenida, fecundada con su ritmo y espíritu propio, transformándola en una nueva creación.

En nuestro país, donde se hace más palpable, es en los bailes o danzas religio- sas especialmente en el culto de veneración a Maria o de sus Santos Patronos: Solo tres ejemplos: La Fiesta de la Virgen de La Tirana, Nuestra Señora de Gua- dalupe de Ayquina y la Fiesta de San Pedro en la capital arqueológica del país. Los bailes religiosos mal vistos hasta mediados del siglo pasado incluso por la Iglesia, comenzó a ser valorado en toda su riqueza como patrimonio cultural no solo de la Iglesia, sino del país y hoy de la humanidad.

Su influencia ha pasado al folclor y al arte popular. El baile de la Diablada proce- dente de Oruro se ha extendido a toda la geografía del complejo cultural andino.

Con respecto a la búsqueda de identidad, debemos reconocer la validez de las influencias, pero estas deben ser asimiladas y reinterpretadas.

En la medida que estudiemos y profundicemos el aporte que nuestro pueblo ha hecho a una “cultura con sentido”, podremos ir reconociéndonos en ella y aprendiendo a caminar de nuevo.

207 La “pulsión” interior.

Se suele dar en artistas, poetas, músicos, etc. personas que trabajan con instru- mentos delicados: desde la palabra a los sonidos, la línea, la forma, el color, etc.

Se trata de un fenómeno en que pese a la formación eminentemente europea u occidental que hemos recibido desde la educación Básica a Media y desde esta a la formación Universitaria, pese a ello, de manera casi imperceptible percibimos pulsiones delicadas, escuchamos voces, llamados, murmullos, que provienen de una fuente que tenemos en nuestro interior casi ahogada, al borde de la asfixia, pero aun viva que nos conecta con las culturas de nuestros pueblos originarios. Tal experiencia puede confundirnos o llevarnos a tomar una conciencia casi gozosa de ella.

La confusión se puede producir porque puede hacernos dudar de nuestra identi- dad y como estamos insertos en la cultura occidental no estamos en condiciones hoy de abandonarla para acoger y abrirnos a la pulsión que se abre camino en nuestra interioridad.

Esta pulsión nos permite hacer una lectura del arte de las grandes cultura pre– hispánicas, pese a la perdida de los códigos de comprensión, contando solo con la sensibilidad del artista que le permite leer donde solo se ven formas y colores o ritmos y sonidos.

Es cierto que desde el siglo pasado nos acompaña la obra de artistas que se han abierto a tal grado de comprensión de contenidos, y emociones que se estimaban muertas: el aliento indígena está presente en la poesía de Pablo Neruda, en la poesía de Ernesto Cardenal y en Gabriela Mistral el aliento Bíblico e indígena y en varios otros creadores.

En el universo de la música es más directo el mensaje ya que muchos artistas pertenecen a etnias indígenas y recibimos el mensaje en directo. Esta pulsión interior se da además cuando el artista está en contacto con la naturaleza, se la siente como fenómeno telúrico, algo mucho más profundo que contemplarla simplemente como paisaje, se la siente como si aún no hubiéramos roto el cor-

208 dón umbilical que nos une a ella, a la tierra. Para el occidental todos los cerros son iguales, para el mundo indígena hay cerros machos y cerros hembra. En el llano de Limari (Región de Ovalle) el cerro Tamaya me permitió presentir Machu Picchu antes de ver sus primeras fotos al ser descubierto, cuando las vi, me dije, yo he estado ahí... al llegar a Antofagasta en Mayo del 60, la contemplación de Cerro Moreno con su sombrero de nubes, igual fenómeno que en el Tamaya, sentí su condición paterna que me acompañaba.

Esta “pulsión” interior se complica cuando el corazón se transforma en un campo de lucha entre este universo indígena, hecho de barros encendidos y savia y mi formación judía–Cristiana a la cual es imposible abandonar por el tesoro que encierra: la perla escondida, Jesús, el Cristo de Dios.

Reconociendo incluso la preexistencia de Cristo presente en cosmo visiones indígenas. Recomiendo leer “El Cristo Preexistente” en Culturas de oriente, escudriñadas por el maestro Gastón Soublette (nacido en Antofagasta) en su obra. El pensamiento Occidental ha maculado con su racionalismo el mundo de la Fe, lo ha frigorizado haciéndole perder parte de su Misterio, que en gran medida ha conservado la Iglesia Ortodoxa.

Sin embargo, debemos reconocer el respeto de la Iglesia Católica por el mundo religioso indígena y sus rituales, no así el mundo evangélico que los ha recha- zado o sectas no cristianas que se han sumado a tal rechazo.

El sacerdote en las comunidades indígenas es el Chaman presente en comuni- dades originarias a través del mundo, el Chaman, es el puente que une con el cielo o las entidades superiores, a través de rituales, música, canto y danzas. Es posible que el Chaman atacameño haya sido, además el artista que dibujó sobre piedra, símbolo de material eterno, los petroglifos y su acto de realizar un grabado inciso sobre el afloramiento rocoso, que el acto de dibujar, haya sido el centro del ritual.

El Chaman en el mundo Mapuche es la Machi y en la comunidad Atacameña es el Ayavire. El Chaman es el sanador, el curador de su pueblo y es, además, quien devela sueños y aconseja.

209 El movimiento artístico de los 90 y la nueva institucionalidad cultural.

Los años 80, fueron los años del “apagón cultural “en que muchos de los artistas Antofagastinos partieron al exilio, algunos fallecieron en el extranjero otros volvieron a morir en Antofagasta. Cuatro artistas plásticos de los más destacados de los años 60 murieron en tierras de exilio: el pintor Osvaldo Silva Castellón muere en Venezuela, Emilio Miguel Signorelli se suicida en Alemania, Gui- llermo Daisler poeta visual y grabador muere en Francia, Jorge Flores Navea se suicida al volver a Antofagasta.

Guillermo Deisler, Xilografía. Homenaje a Neruda.

210 Para quienes quedamos en Antofagasta, pasando por todo lo que había que pasar en aquellos años, nos fue posible trabajar creadoramente en el recién creado Centro Experimental Artístico que vino a suplir la labor de docencia artística y extensión que nuestras Universidades locales habían dejado de ejercer, al des- aparecer el Departamento de Artes Visuales de la Universidad del Norte (hoy Universidad Católica del Norte) y el Departamento de Arte de la Universidad de Chile, Sede Antofagasta (hoy Universidad de Antofagasta).

La labor del Centro Experimental Artístico que cuenta con el Conservatorio de Música y el Liceo Experimental Artístico, con sus Talleres de Artes Plásticas, Teatro, Ballet, Música y su permanente labor de Extensión, prosigue su labor de docencia artística y extensión hasta el día de hoy, ya que la situación en ambas Universidades no ha cambiado mucho, no han reabierto sus escuelas de arte.

De mis 35 años de docencia artística en el Liceo Experimental Artístico, encau- zando ( no formando) valoro como una experiencia excepcional, tanto para los alumnos como para mi experiencia personal, los viajes que realizamos durante casi 20 años, a través de los poblados de la pre cordillera, orillas del Loa, la Pampa salitrera y el Litoral: Mejillones, Tocopilla, Taltal, Antofagasta, Maria Elena y Pedro de Valdivia, Chacabuco, Baquedano, Quillagua, Toconao, San Pedro de Atacama, Chiu Chiu y Caspana.

Viajábamos con los alumnos más avanzados y nos instalábamos a vivir en el lugar durante 7 días: bocetando y pintando cada jornada, con una sesión de análisis al finalizar el día.

Lo que el desierto, la pre cordillera y el litoral nos transmitieron en cada viaje y estadía sería para largo contar, hubo alumnos que volvían a casa a apagar los aparatos electrónicos y en mi caso de vez en cuando me refugio con la imagina- ción, en algún espacio de silencio de alguna quebrada. Esos viajes a los pueblos “del interior” ha sido la gran beca que me otorgó esa pequeña Universidad del Arte que es el LEA.

La Universidad Católica mantiene hoy vigente la Sala “Chela Lira”, La “Pina- coteca de la Universidad Católica del Norte y el “Salón de Mayo” que convoca

211 anualmente a los mejores exponentes de la plástica Antofagastina. Estas 3 iniciativas que permanecen vigentes nacieron en la Academia de Bellas Artes, anterior al Departamento de Artes Visuales.

La Universidad de Antofagasta ha reabierto su escuela de Música, lo cual es un ejemplo a seguir.

“La Belleza salvara al mundo”, si, pero la Belleza crucificada. Una crónica en construcción en el primer Cincuentenario de Periodismo de la UCN

Rubén Gómez Quezada*

* Periodista, Me han pedido escribir un artículo sobre el aporte de los magister en egresados de la Escuela de Periodismo de la Universidad comunicación social con Católica del Norte a la región y el país. Asunto complejo por mención en cuanto es una historia que tiene más de 50 años de vida. Dirección y Edición Periodística. Su devenir está lleno de apuntes y lazos que sus alumnos Académico de han forjado con las comunidades en las que sirven y han la Escuela de Periodismo de servido. Está plena también de noticias y recuerdos. Y la Universidad cómo detrás de cada hecho hay personas de carne y hueso, Católica del Norte. intentaré abundar en este texto sobre ese último aspecto, aquel que habla de cómo nuestros titulados y tituladas han construido esta gesta con sabor nortino.

En marzo del año pasado, en el campus central de Antofa- gasta, inició el largo itinerario de aniversario que partió con un acto solemne en el cual fueron distinguidos tres de nuestros ex alumnos, muy destacados por cierto por sus trayectorias profesional, política y gremial. Ellos fueron el actual senador Alejandro Guillier Álvarez, Jenny del Río Román y Ramón Reyes Arancibia. De allí en más, se suce- dieron numerosos otros hitos muy significativos.

213 Pertenezco a la segunda generación, la que ingresó a las aulas en 1969 y terminé mis estudios en 1972. Recibí mi título profesional pocos días antes del golpe de Estado y viví luego dos exilios extensos e intensos hasta regresar al país algunos meses antes del plebiscito del Sí y el No que marcarían el retorno a la democracia. Como supondrán bien, estuve ausente en parte importante de la escuela, a la cual retorné como profesor hora en 1990, justo cuando reiniciaba su segunda etapa, y como jornada completa desde 1993. Por tanto, escribo con el auxilio de la memoria, algunos documentos y sobre todo con el cariño por el alma mater y por mi escuela, la de Sabella, la del Norte Grande que ha hecho nido en nuestra universidad. En esa idea, estoy claro que es una crónica necesariamente incon- clusa y que otros más adelante llenarán los vacíos de nombres y circunstancias.

En su primer cincuentenario, sus profesionales se proyectan en los ámbitos más diversos de nuestra sociedad y tienen memoria, orgullo y afectos largos. Creo que durante gran parte de su vida, Antofagasta se ha hecho en la pampa y el desierto. Hoy todavía hace mucho de lo mismo, aunque se esfuerza en hacer cosas diferentes, y felizmente me parece, se adentra en estos días al mar, para dominar las olas de anchos e infinitos océanos, intentando abrir nuevas y fe- cundas playas de humanidad. Estos caminos los hacen hombres y mujeres con nombres y apellidos a quienes intentaré recordar en este texto y pido perdón de antemano por todos aquellos que por ahora quedaron ausentes…

Literatura y compromiso social

El periodismo y la literatura siempre han sido compañeros de ruta muy estre- chos. Por ello iniciaré por allí este camino, destacando el trabajo fecundo que en la novelística y en la crítica cinematográfica realiza Víctor Bórquez Núñez, quien se titulara de nuestra escuela en 1983. Se trata de un destacado escritor, académico y agente cultural en la región y en el país. Víctor casi no escribe de la pampa, ni de la ciudad. Explora más bien las almas y los sentimientos más profundos de las personas. Entre sus obras podemos mencionar su libro de cuentos “Trofeo de caza” publicado en 1985 de cuyas páginas posteriormente se montó una obra de teatro y se rodó un cortometraje. Otras de sus obras son Ritos

214 nocturnos; Primeros Juegos; Relatos de Sueño y Luna; Fiesta de hombres solos y Desde la ternura. Sus viajes y sensibilidad creativa, sin duda, van muy lejos…

Icónico, a esta altura, resulta el trabajo del periodista y escritor Juan Luis Salinas Toledo, egresado de nuestras aulas en 1996. Ha escrito crónicas memorables en el diario El Mercurio de Santiago y en particular en la revista Ya. Juan Luis es una reconocida pluma del periodismo narrativo y entre otras crónicas ha escrito Escuela en llamas; Los mineros de la montaña de plata; La nueva vida del profeta de Peñalolén; La pastora Acorralada; El amargo sabor del azúcar y Las rebeldes de Chaitén. En 2014, publicó su libro “Linda, regia, estupenda: Historia de la moda de la mujer en Chile”.

Igualmente lejos geográficamente, pero nunca ausente, me llega la pluma bella, certeza, fuerte y la descripción ensoñadora de una pampina que echó raíces en Antofagasta y que hoy vive en Texas desde 2011. Hablo de Claudia Maluenda Herrera, egresada de 1997, más conocida en el concierto literario norteamericano como Andrea Amosson. Andrea ha ganado en los últimos años importantes pre- mios en Estados Unidos como la mejor novelista latina. Entre sus obras figuran Rictus, Cuentos Encaderados y Luna de Atacama, que la perfilan como una de las mejores exponentes de la literatura hispanoamericana.

Un poco más cerca, en abril 2017, Milko Cepeda Guerra, destacado docente e investigador en la Universidad de acaba de publicar por la Editorial Monte- cristo Cartonero su libro en verso Poemas Bestiales, el que ha recibido excelente crítica. Cepeda es antofagastino y se tituló en nuestra escuela en 1997.

El periodismo y la política —qué duda cabe— también comparten enormes fronteras. Y en esa versatilidad social que ofrece nuestra profesión, como no destacar al senador por Antofagasta Alejandro Guillier Álvarez, titulado en 1981 y ex titulado también de la otrora Escuela de Sociología de nuestra casa de estudios. Ex presidente del Colegio de Periodistas de Chile ha sido un profesional reconocido en diversos medios nacionales y en diciembre 2017 fue candidato en segunda vuelta a la Presidencia de la República. Alejandro inició sus trabajos periodísticos en las salas de redacción de la Estrella del Norte de Antofagasta; académico universitario y magister en sociología, fue director del diario El

215 Metropolitano de Santiago, medio alternativo que cerró en 2002. Guillier fue hombre ancla en TVN y en otros canales de televisión abierta y fue reconocido en su momento como el periodista más confiable del país.

Otra destacada periodista titulada en 1974 de nuestra escuela, es Margarita Pastene Valladares quien en noviembre 2017 fue elegida presidenta nacional del Colegio de Periodistas de Chile. Margarita participó durante varios años en el comité de ética del colegio y se desempeñó profesionalmente durante largos años en Cuba, Alemania y como académica de nuestra casa de estudios. Actualmen- te, ejerce su trabajo profesional y académico en la Universidad de Playa Ancha.

En los últimos años, también en la arena política, otros dos nortinos decidieron dedicarse a tiempo completo al servicio público. Uno de ellos es Gerardo Espíndo- la Rojas, titulado en 2002, actual alcalde de la ciudad de Arica. Es considerado como uno de los pioneros del periodismo cívico en América Latina. De 2005 a 2015 Espíndola fue gerente de la Red Mi Voz y fundador del diario El Morrocotudo de Arica y de otros 13 periódicos digitales en ciudades cabeceras de regiones. El otro alcalde en ejercicio en el norte es Raúl Salas Aguilera, quien ganó con el voto popular en Chañaral. Salas realizó su trabajo profesional en su ciudad natal, luego fue profesor del liceo chañaralino y hoy es la máxima autoridad edilicia del puerto minero de la Tercera Región. Raúl Salas se tituló en el 2003. Ambos periodistas fueron electos en sus cargos en el 2016.

En materia educacional varios periodistas nuestros han derivado en la docencia en todos los niveles; en el ámbito de la investigación en comunicaciones destacan egresados como los doctores Julio Carvajal Rivera titulado en 1976, actual profesor de la Escuela de Periodismo de la Universidad Austral y por mucho tiempo director del Instituto de Comunicación Social de la Universidad Austral de Valdivia, así como Francis Espinoza Figueroa, doctora en Ciencias Políticas, titulada en 1995 y ex directora de nuestra escuela; el doctor Daniel Torrales Aguirre titulado en nuestras aulas en 1976. Ex alumnos que hoy destacan en las nuevas generaciones de docentes de nuestra unidad académica son Cecilia Gómez Valdivia, Mauricio Matus Barraza, Percy Peña Vicuña, José Luis Villalobos Contreras, Isidro Morales Castillo, José Morales Donaire, Carlos Díaz Rivas, Javiera Palacios, Gilda Herrera Carus, Stjepan Ostoic, Alejandro Rodríguez y Giglia Vaccani Venegas. La actual

216 planta académica cuenta también con las dilatadas trayectorias y experiencias profesionales de la cientista social e investigadora, doctora Paulina Salinas Meruane, la doctora Heleny Méndiz Rojas y las magísteres María Constanza Castro Molinari y Constanza Yáñez Duamante.

Los primeros egresados

Pero el aporte o legado viene desde sus primeros días. En 1972, la Universidad del Norte, nuestra actual Universidad Católica del Norte, entregó su primera generación de periodistas formados en Antofagasta, en este Norte Grande, bautizado así por uno de sus primeros profesores, el cronista, poeta, escritor y humanista Andrés Sabella Gálvez. Fueron doce los flamantes periodistas que comenzaron a abrir el camino de una larguísima saga que ha sido fecunda.

Los primeros periodistas titulados en la Norte fueron Walda Aracena Amas; Cecilia Barnao Astudillo; Osmán Cortés Argandoña; Elena Gómez Cortés; Emi- liana Infante Gutiérrez; Sonia Leyton Delgadillo; Georgina Mora Jiménez; Raúl Morales Gaete; Julia Pavez Swaneck; Lorenzo Reyes Orellana; Rody Robotham Guerrero y Cery Toro González. Walda fue también directora de la escuela y una reconocida profesora a nivel antofagastino. Georgina, dirigió nuestra unidad y fue Decana de nuestra Facultad de Humanidades. Cecilia fue la primera perio- dista mujer de Radio Coya en María Elena en la pampa y destacada profesional en Coquimbo; Osmán fue director de la Radio de la Universidad de Atacama durante años y fundador de varios periódicos políticos en Copiapó; Lorenzo y Sonia hicieron periodismo tradicional en diarios y radios en el norte y desta- caron en funciones gremiales, políticas, periodísticas y en la administración pública. Esa primera generación evidentemente era más numerosa. Algunos terminaron después, o trabajaron en diversos medios sin lograr obtener nunca su título profesional, aunque la mayoría tenía capacidades más que suficien- tes; otros buscaron nuevos derroteros y siguieron una búsqueda infinita por la curiosidad bien entendida. En fin —a mi juicio— la carrera implantó desde el primer día una impronta que se refleja en una disposición notable por buscar

217 lo nuevo, lo desafiante, la aventura y el compromiso en los más diversos planos y eso de alguna manera, creo, marca a fuego.

Once fue el número de periodistas titulados en la segunda generación. Ellos fueron Rosa María Astudillo Cádiz; Sylvia Caamaño Rencoret; Guillermo Ce- peda Guisti; Hernán Cornejo Benedicto; Hermán Cortés Cortés (alumno de la primera generación); Bárbara del Valle; Ricardo Downey Collao; Jorge Iturra Peña; Catalina Larraguibel Lazo; Roberto Mardones Sáez; Víctor Hugo Pérez Carus y Carlos Solar Millar. De ellos guardo los recuerdos como si fuera ayer. Eran mis compañeros de curso y de generación.

Nuestra unidad académica nació como Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Norte mediante el decreto N° 13 del 15 de marzo de 1967 y por decreto 25 del 9 de mayo se oficializó la designación de sus primeras autoridades. En este caso fueron nombrados como director el reconocido periodista Nicolás Velasco del Campo y como subdirector, el joven periodista egresado de la Pon- tificia Universidad Católica, Rodolfo Gambetti del Pino. Ambos provenían del diario capitalino Las Últimas Noticias.

De desafíos e incertidumbres

Desde el inicio nada fue fácil para la escuela. A fines de la década de los 60, el país vivía aires de cambio y de reformas estructurales. Evidentemente, la escuela tenía un sello funcionalista y si bien muchos alumnos aceptaban la línea profesional, otros muy mayoritarios, pedían una mayor apertura crítica y más compromiso social. La Iglesia Católica por su parte, —fundadora de nuestra universidad— buscaba mantener su visión y misión cristiana en la formación. El clima de discusión no hizo más que exacerbarse al máximo durante sus primeros dos años. En 1969, en plena discusión sobre la reforma universitaria, los alumnos de primer año y algunos de la segunda generación, realizaron una huelga inédita durante meses para exigir mayores espacios de participación, elección directa de las autoridades y cambios curriculares. Fue así como el 27 de noviembre de ese año el rector de la época Miguel Campo Rodríguez y el secretario general de

218 la Norte, Mario Garrido Montt firmaban el decreto que declaró en receso nuestra carrera luego del largo conflicto estudiantil, lo que implicó las renuncias de los profesores del Departamento de Comunicación Social y abrió la incertidumbre a los que ingresábamos ese mismo año y a los compañeros y compañeras de tercer año a quienes se les garantizaban la dictación de ramos generales —no profesio- nales— o se les ofrecía un eventual apoyo en becas para continuar estudios en otras partes del país. En esos años había solo otras cuatro escuelas de periodismo en Chile. Esta situación —tensa por cierto— se prolongó durante 6 meses hasta mayo de 1970 fecha en que se puso término al receso mediante el decreto 23/70 del 16 de mayo de ese año y se nombró una comisión para implementar cambios en un plazo de 70 días en la malla curricular, contratación de otros profesores periodistas y otros académicos con dedicación completa y parcial. Como un gran logro estudiantil se dio un plazo de 15 días para la elección por voto de alumnos y profesores de los cargos de director y jefe de carrera, respectivamente. El primer cargo recayó en la oportunidad en el joven profesor Héctor Vera Vera. Oriundo de Concepción, su labor fue intensa y permitió apuntalar una visión crítica la que fue acompañada por otros periodistas y académicos penquistas como Manuel Ortiz Veas, Jaime Quezada, Sofía Cáceres y varios otros.

Como decíamos anteriormente, varios de sus primeros profesores, incluidos sus directivos, pertenecían a la empresa El Mercurio. Entre otros, de allí pro- venían Alfonso Castagñetto, ex Director de La Estrella del Norte local y de La Estrella de Valparaíso. Recuerdo nítido hoy las clases de actualidad que me hacía don Alfonso y las historias extraordinarias de Luis “conejo” Berenguela, singular reportero gráfico. Años después llegaron Mario Cortés Flores quien se desempeñara por mucho tiempo como Director de El Mercurio de Antofagasta. En la línea más humanista de esos días recuerdo como exponentes sin duda a Sabella; al abogado Mario Garrido Montt, quien llegara a ser presidente de la Corte Suprema de Justicia entre 2002 y 2003; al ingeniero electrónico Carlos Rojas Martorell, al profesor de Castellano, Gustavo Rodríguez, a la periodista María Beatriz Beltrán y al padre Francisco Deak, sacerdote jesuita de origen húngaro quien nos acompañó durante días aciagos en el Hogar Padre Hurtado.

219 Otro hito fundamental de la universidad y de nuestra escuela resultó ser la elección estamental del periodista Héctor Vera como vicerrector de la sede Antofagasta de la Universidad el Norte en 1971 como un ejercicio pionero de la reforma universitaria en el continente. La fórmula ponderada de la elección fue 40% para los académicos; otro 40% para los estudiantes; 10% para el personal administrativo y otro 10% para el personal de servicio.

En nuestras aulas y en la Norte en esos días hubo un gran número de académicos de otros países. Muchos españoles, argentinos, cubanos, brasileños y un sin- fín de nacionalidades que llegaban atraídos por los aires propios de la reforma universitaria. El 21 de enero de 1972, en pleno periodo de la Unidad popular, el Consejo Superior acuerda que la carrera otorgue a sus alumnos el título profe- sional de periodista.

Lo demás es conocido, pero en muchos planos es también historia desconocida. Era lunes 10 de septiembre de 1973 y un amigo me sugería que comprara El Mercurio de Antofagasta ya que yo aparecía en una foto de portada recibiendo mi título de Periodista. Efectivamente, si la memoria no me falla, el viernes anterior, el día 7 de septiembre se hizo la ceremonia de entrega de títulos. Estábamos nerviosos y ansiosos y el ambiente era frío y amenazante. Esa tarde fuimos 53 nuevos egresados de distintas disciplinas —entre ellos 11 periodistas— para servir desde el norte a la región y el país. La mayoría de los titulados proveníamos de las carreras de las ciencias sociales y educación. En esas carreras estaban los pilares originales, formativos y críticos de la Norte. Los nuevos profesionales éramos de castellano, de comunicación social, es decir, periodismo, de cons- trucción civil, contadores públicos, de educación general básica, de educación física, de electrónica, de francés, de inglés, orientadores escolares y de historia y geografía…

Y como sucedió también con la primera generación, este segundo curso era mu- cho más numeroso, pero no todos llegaron a la ceremonia por distintos motivos. A la mayoría de compañeros y compañeras les perdí la pista aquel día y hasta hoy, nunca hemos podido reencontrarnos, quizás marcados a fuego por la vida, la política y sus circunstancias.

220 Un país muy distinto y experimental

En 1974, y como reflejo del despiadado golpe de Estado y las en ese entonces irreconciliables posturas políticas que atravesaban cada rincón del país, hubo una sola titulada en nuestra Escuela de Periodismo. El horno evidentemente no estaba para bollos…

Recién en 1975 se titulan otros tres y en 1976 lo hacen nueve periodistas. Todo había cambiado violentamente en Chile y en nuestra escuela y la generación que había ingresado en 1973 demoró mucho tiempo en regresar a las aulas y fueron pocos los estudiantes que pudieron hacerlo. Fueron innumerables los alumnos y profesores que vivieron la cárcel, tortura, exilio y la relegación en los lugares más inhóspitos del país. El golpe de Estado marcó profundamente a la escuela al extremo que dos de sus estudiantes, Nesko Teodorovic y Luis Alaniz Álvarez fueron asesinados por la dictadura.

Pero ello no sucedía solo en Periodismo, sino también en toda la Universidad. A fines de octubre de ese año, el Rector Delegado Hernán Danyau Quintana firma el decreto 23/73 a través del cual autorizaba el funcionamiento de las carreras de Sociología, Arqueología y Periodismo. La letra chica que debutaba en esos tiempos señalaba “vistos: lo informado por las autoridades académicas de la sede de Antofagasta en cuanto a la conveniencia de que funcionen las carreras de Arqueología y Periodismo, previo estudio de la orientación que tendrá cada una de ella, como de suprimir los cursos de postgrados, decreto: facúltase a mantener Sociología, Arqueología y Periodismo. En el punto 2 agrega; Se auto- riza a la sede Antofagasta para que ponga término a los cursos de Postgrado en Economía; grados de Maestría y Doctorado”.

Un año después, el 2 de octubre de 1974 mediante decreto 39/74 se ratifica en el punto 2 “Reábrese, en forma experimental, las carreras de Sociología, Arqueo- logía y Periodismo en la sede Antofagasta, cuya permanencia está condicionada a la evaluación que realice durante 1975 la Vicerrectoría Académica”. El mismo documento establecía un giro fundamental en su artículo 1. “Créase, a contar del año 1975, en las sedes dela Universidad que se indican, las siguientes carreras profesionales y grados académicos:

221 En la sede de Arica: a) Ingeniería Matemática. En la sede Iquique: a) Kinesi- terapia; b) Bachillerato en Ciencias Naturales. En la sede de Antofagasta: a) Ingeniería Civil y de Ejecución en Metalurgia; b) Ingeniería Civil y de Ejecución en Obras Civiles; c) Licenciatura en Matemáticas y d) Licenciatura en Química.

El panorama de los cambios y transformaciones en esos años se puede resumir de la siguiente forma: En la sede Antofagasta a partir de 1976 no se permite el ingreso de alumnos nuevos en las carreras de Pedagogía en Inglés; Educación Física; Educación general Básica; Licenciatura en Matemáticas; Licenciatura en Química; Pedagogía en Artes Plásticas; Bachiller en Artes; Periodismo; So- ciología; Orientación Escolar y Contadores Públicos. En tanto, sí se permite el ingreso de alumnos nuevos en Pedagogía en Castellano y Filosofía; pedagogía en Francés; Historia y Geografía; Matemáticas y Físicas; Geografía; Contadores Públicos (diurnos); Geología y las Ingenierías de Ejecución en Química; Civil Química; Ejecución en Metalurgia; en Electrónica; Constructor Civil; Comer- cial; programador en Computación e Ingeniería en Ejecución en Pesca. Todo esto acaecía en la sede Antofagasta. En Calama no se permite ingreso de alumnos nuevos en Contadores Públicos ni en Ciclo Básico. Al extremo norte del país, en la sede Arica nuestra universidad permite entre otros el ingreso de alumnos nuevos en las Ingenierías de Ejecución eléctrica; en Electrónica; en Mecánica; Comercial y Educación Parvularia, todas ellas en régimen diurno. En Iquique, por su parte, se permite el ingreso de alumnos nuevos en Kinesiología, Educa- ción General Básica y en el Ciclo Básico.

A diciembre de 1978, la Universidad del Norte tenía 19 carreras de pregrado en el campus de Antofagasta de las cuales nueve eran pedagogías y una era licen- ciatura; Existía cuatro ingenierías, además de ingeniería comercial y contador público; construcción Civil; Geología y Periodismo. En la sede Arica había tres ingenierías y contador auditor y en la de Iquique Kinesiología, Pedagogía en Educación General Básica y un bachiller en Ciencias Naturales. La tónica de esos años era que desde 1973 operaba con sumo celo un concepto de racionalización docente que revisaba periódicamente contenidos de carreras, cursos, orienta- ción, años de ingresos, cierres y otros tópicos al amparo del decreto ley N° 139 del 13 de diciembre de 1973.

222 Encuentro de periodistas formados en la UCN. De izquierda a derecha, Viviana Muñoz Alvarez, un colega sin identificar, Lorenzo Reyes Orellana, Daniel Díaz Segovia, el maestro Andrés Sabella Gálvez, Sonia Leyton Delgadillo, Michael Müller Salomón, Juan Constantinidis, Rubén Gómez Quezada y Juan Alcapio Valenzuela. Fotografía tomada en octubre de 1987 en Antofagasta.

En medio de esta paulatina transformación de la universidad y en concordancia con la racionalización universitaria se dispone que para el año 1982 se mantiene el ingreso en Arica en las carreras de Ingenierías Civil Eléctrica; Civil Industrial; Comercial; Ejecución Electrónica y Ejecución Mecánica y contador auditor–Con- tador Público y se crean las carreras de Ingeniería Civil Mecánica e Ingeniería Civil Electrónica. Paralelamente se crean las carreras de Ingeniería Civil; Civil en Computación e Informática; Civil en Geología; Arquitectura; Licenciatura en ciencias básicas mención Matemáticas; mención Química; licenciatura en Ciencias de la Comunicación y Contador Auditor–Contador Público.

En una etapa clave en el cambio de orientación que privilegia las ingenierías y otras carreras ligadas más bien a los ámbitos materiales y productivos en

223 desmedro de las visiones humanistas mediante el Decreto del 16 de septiembre de 1986 se dispone el cierre definitivo de Pedagogía en Francés, Pedagogía en Artes Plásticas; Arqueología; Pedagogía en Inglés, Pedagogía en Filosofía y Periodismo. Nuestra carrera registró ingresos de alumnos nuevos solo hasta el año 1979 y desde esa fecha y hasta 1986 solo hubo egresos.

Periodismo reabrió sus puertas recién en 1990 y funcionó en ese tiempo en salas y talleres ubicados en el Pabellón S, al costado sur del Museo Geológico, hasta su traslado en 1998 a sus actuales dependencias sitas en el Barrio Humanista, cerca de las Ruinas de Huanchaca.

Desde su creación en 1967 hasta 2017, ha titulado a casi mil estudiantes muchos de los cuales han desarrollado con éxito su camino profesional en radio, televisión, diarios, revistas, multimedio, oficinas de comunicaciones, asesorías, medios digitales, empresas públicas y privadas, en la docencia básica, secundaria, universitaria y centros de formación técnica, la diplomacia y emprendimientos profesionales comunicacionales.

En la actualidad, tiene una acreditación de seis años y dispone de un postgrado en Comunicación Estratégica, varios diplomados y una Unidad de Producción Audiovisual. El 2017, nuestra unidad académica celebró su primer cincuentenario con conversatorios, encuentros con las primeras generaciones y las más nuevas, tertulias, romerías y actos de camaradería lo que fue una ocasión propicia para renovar los bríos ante los nuevos desafíos al servicio del norte y del país. Fue también una ocasión única para muchos reencuentros y recuerdos…

De partidas tempraneras

En materia de recuerdos, resulta complejo y muchas veces hasta injusto, desta- car a profesionales de una lista tan extensa e inspiradora, por lo cual intentaré recordar quizás a algunos y algunas a quienes tengo hoy más nítidos en la me- moria y que ya han partido.

224 Una destacadísima periodista nuestra fue Cery Toro González. Oriunda de Tocopilla se tituló en 1972 y comenzó su carrera en El Mercurio de Antofagas- ta. Previamente, había ejercido durante algún tiempo como jefa de carrera de nuestra escuela. Años después se traslada al sur donde se desempeñó como jefa de crónica del Diario Austral de Valdivia, la capital de la región de los Ríos, e ingresó a la docencia universitaria en el Instituto de Comunicación Social de la Escuela de Periodismo de la Universidad Austral de Chile. Cery falleció en la madrugada del 24 de octubre de 2010 a consecuencia de un infarto cerebral.

Otro periodista notable de esa misma primera generación fue Manuel Vega Oli- vares, antofagastino, quien hizo gala de excelente pluma, sentido del humor y del reporterismo ligado a medios de la cadena El Mercurio desde sus inicios en nuestra ciudad. Luego se trasladó a Santiago a la siga de su mentor el periodista Nicolás Velasco del Campo donde le acompañó en numerosos medios de prensa escrita y en la editorial Ziz Zag. Manuel nunca logró sacar su título profesional, ya que desde joven destacó como ayudante, reportero muy viajado, alma inquie- ta y bohemia. Fue también profesor de la otrora Escuela de Periodismo de Las Condes que fundara también Velasco del Campo. Manuel brilló con luces propias como periodista especializado en la cobertura político policial y no le fue ajena la farándula bien reporteada. Falleció víctima de una leucemia el 13 de Julio de 2011 a la edad de 65 años. En su última etapa profesional fue un destacado cronista y editor del Diario La Cuarta y The Clinic on line.

Una tarde del 2013, en mis clases de reportajes, tuve el placer de presentar a mis alumnos a un invitado especial. Se trataba de mi amigo Rody Robothan Guerrero, titulado en nuestra escuela en 1972. Hombre multifacético y soñador impenitente, conoció los rigores de la cárcel y la tortura en nuestra ciudad y luego el exilio tras el golpe de Estado. Con los años trabajó en numerosos conti- nentes como periodista de guerra y casi siempre como free lance. Fue una ocasión inmensamente emotiva. Rody no había regresado nunca a Antofagasta ni a su escuela. Y lo hacía por primera vez esa tarde, a cuarenta años del golpe de 1973. Su charla fue una apasionante historia de cómo los periodistas ejercen su pa- sión en territorios de peligro y tensiones máximas. Rody había trabajado como corresponsal de guerra y a ese título cubrió entre otros numerosos conflictos

225 en Centroamérica, Africa, Rusia y Los Balcanes. Magister en Políticas Públicas falleció en Santiago en enero de 2017. Yo le recordaba con su cabellera frondosa y su voz intensa. La última era aún más penetrante. No así el pelo. Estaba calvo… Al preguntarle sobre el cambio en la fisonomía explicó a los alumnos ensimis- mados, con lujo de detalles, que era una costumbre profiláctica adquirida sobre todo en la guerra de los Balcanes donde los periodistas alejados de las grandes agencias, evitan los piojos, rapándose el pelo ante los infortunios de la miserias en los territorios ensangrentados…

De la segunda generación —la mía— también nos han dejado Julio Valderrama Bonilla, un destacado gestor cultural y quien trabajara durante varios años en la Estrella del Norte y El Mercurio de Antofagasta. Fuimos muy cercanos y le acompañé hasta poco antes de su muerte en el hospital de su ciudad natal, Va- llenar. Otro destacado egresado de la segunda generación también fallecido fue Jorge Iturra Peña, iquiqueño, quien fuera jefe de comunicaciones en la Cámara de Diputados tras el retorno de la democracia. Jorge fue periodista en Telenorte y otros medios y además era un gran exponente de la música folklórica y en esa medida me facilitó los contactos para que yo consiguiera en 1974 mi primer trabajo como periodista en Salta, Argentina. De esa misma generación también nos dejó Gloria Rojas, quien también era del puerto histórico y la tocopillana Patricia Manríquez quien vivió largos años exiliada en Alemania y regresó a Chile a solo morir. Y suma a la lista el destacado periodista de El Mercurio de Antofagasta; la Estrella de Valparaíso y jefe de prensa del municipio antofagas- tino, Juan Alcapio Valenzuela, muerto en enero de 2013.

Impactante fueron también la partida muy joven de nuestro estudiante Claudio Alvarado Farías y muy sentida la de Roberto Estay Pacheco, ex trabajador de la Norte y después periodista nuestro experto en policiales y tribunales en El mer- curio de Antofagasta y con reconocimientos a nivel nacional en su especialidad. A Roberto como a tantos nortinos se lo llevó el cáncer…

En generaciones posteriores, nos han dejado también periodistas como Alejandro Vicuña Leiva, editor de diario El Día de La Serena quien falleció en la madrugada del 12 de enero del 2008. Alejandro era un alumno inquieto y apasionado por su trabajo. Falleció en un accidente automovilístico luego de realizar coberturas

226 periodísticas en la comuna de Ovalle. Otros periodistas destacados que partie- ron fueron el iquiqueño Javier Encalada quien murió el 27 de diciembre de 2012. Del mismo modo fue muy triste la partida de Valentina Bedregal Johnson, gran colaboradora de nuestra escuela quien falleció en 2015. Valentina fue una gran periodista de Telenorte y empresaria radicada años después junto a su familia en la Quinta Región.

En 2013, por primera vez, nuestra escuela entregó un título de periodista post morten al conocido reportero José Astudillo Gómez, quien trabajara durante muchos años en La Estrella del Norte, El Mercurio de Antofagasta, diversas radios y nuestra misma universidad. “Pepe” Astudillo, un amigo entrañable y compañero de muchas batallas, murió el 31 de enero de ese año en Antofagasta. En junio del año pasado también nos dejó el ex jefe de prensa de Telenorte, y ex presidente regional del Colegio de Periodistas, Cristián Matus Calderón, quien se había titulado en nuestra escuela en 1984.

El mundo es ancho y no ajeno

En sus 50 años, Periodismo UCN ha titulado a alrededor de mil periodistas y uno de sus rasgos más característicos es que sus egresados tienen un concepto muy claro de su continuidad histórica, independiente de los avatares de la política y las sorpresas de la vida lo que se refleja en gran capacidad de adaptación y de búsqueda de nuevos horizontes. Es así como muchos han destacado no solo en Chile, sino también en distintas latitudes del mundo.

Es el caso de Herman Cortés Cortés, alumno de la primera generación que labora hoy en la administración pública regional y que tiene una vasta trayectoria pro- fesional en Argentina y Venezuela tanto en medios escritos, televisión, radio, oficinas de relaciones públicas y emprendimientos comunicacionales; también destacó por su labor en el noroeste argentino, Diana Alvarez Muñoz, quien ejer- ció en el Diario El Tribuno de Salta donde compartió labores con Juan Antonio Abarzúa Rojo. Este último, periodista antofagastino de reconocida y brillante pluma en El Tribuno salteño, recibió su título en gracia de nuestra Escuela en

227 2013, en ocasión del homenaje de reparación moral a las víctimas del golpe de Estado. Con ese trío de valiosos periodistas antofagastinos tuve la suerte de compartir y trabajar en Salta, Argentina, en la década de los 70.

Desde esos años brillaron en diversos medios y empresas, periodistas como Luis Maturana Carter quien fuera gerente comercial de La Tercera y Jefe de Ediciones Especiales en El Mercurio de Antofagasta, Daniel Díaz Segovia, editor de La Cuarta, Adolfo Vargas, Luis Toledo Vilca, Johny Guarachi, Sonia Leyton, Raúl Morales y Juan Vargas, entre muchos otros…

Pero nuestra escuela no solo formó buenos periodistas, también ayudó a la formación de varios diplomáticos que tras haber realizados estudios de post grado en la Academia Diplomática Andrés Belllo prestan en estos días valiosos servicios al país. Los recuerdo muy bien a todos ellos ya que fueron mis alumnos y algunos mis ayudantes.

Una de ellas es Carla Serazzi Chang, oriunda de la Tercera Región y titulada en 1996 y que en la actualidad está destinada en Ginebra, Suiza; la tocopillana Verónica Rocha Ormeño, titulada en 1997 y actualmente con destino diplomá- tico en México; Carlos Gajardo Gallardo, titulado en 1998, con sede de trabajo en Budapest, Hungría; Fernando Salas Gárate, titulado en 1996 y asignado en estos días en Kuala Lumpur, Malasia, donde se desempeña como encargado comercial de la Embajada chilena.

La lista es larga y sigue siendo muy fecunda; desde abril de 2017, Phillip Durán Pastene, titulado en 2005, es el coordinador de comunicaciones de la defensa de Chile ante La Haya, Holanda, por el conflicto que enfrenta a Chile y Bolivia en ese tribunal. En 2015, cuando cubría por años las noticias relacionadas con política y diplomacia, en las salas de redacción de La Tercera, Phillip escribió el libro “La hora de los halcones; la trastienda del conflicto Chile–Perú en La Haya. Phillip fue mi ayudante en Periodismo de Interpretación.

Pero también tuvieron destacadísima participación profesional en Estados Unidos otras periodistas nuestras como Viviana Muñoz Álvarez. Reportera en El Nuevo Herald de Miami, fue elegida como una de las profesionales más im-

228 Ex académicos de la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica del Norte. De izquierda a derecha, Héctor Vera Vera, Rubén Gómez Quezada, Manuel Ortiz Veas y Carlos Rojas Martorell.

portantes e influyentes de origen latino en ese país. También en Florida brilló el trabajo periodístico de Nazeli Nazar Miranda quien trabajó con mucho éxito en diversos frentes y notables, entre otras, fueron sus coberturas a los juicios contra Michael Jackson en Norteamérica tanto en Univisión como en CNN desde la ciudad de Miami. Ambas periodistas se titularon de nuestra escuela en 1983.

Otro de mis alumnos ayudantes es el iquiqueño Héctor Vera Azargado, de di- latada trayectoria profesional en Chile y México. En ese último país se desem- peñó como director general de la Revista América Economía y como director de nuevos negocios, director de marketing y director de operaciones de la editorial IASA Comunicación. Fue también periodista de la Revista Qué Pasa y director editorial de Revista Entrepreneur especializada en negocios y emprendimientos y destacó como fundador del Laboratorio de Medios Digitales de la Universidad Diego Portales. Héctor es socio director de la agencia de marketing digital La Fábrica Imaginaria.

229 Reconocidas trayectorias profesionales

En prensa escrita, brillante ha sido el cometido de Marco Antonio Pinto Zepeda, titulado en 1980 y quien fuera director del diario El Mercurio de Valparaíso, el periódico en circulación más antiguo del país y el mundo en lengua castella- na. Marco Antonio dirigió ese periódico entre el año 2000 y 2007 y también fue director del Diario Austral de Temuco y El Mercurio de Antofagasta. Pinto es miembro de la Academia Chilena de la Lengua y profesor de Estado de Castellano.

Actualmente, los directores de la Estrella de Arica y la de Iquique son titulados nuestros. En la puerta norte del país ejerce ese cargo David Doll, y en la ciudad heroica lo hace Eduardo Campos, ciudad en la trabajó anteriormente Juan Vargas, quien por décadas fue jefe de informaciones, Juan era estudiante de la segunda generación y originario de la Cuarta Región.

Cabe apuntar que la dirección de la Estrella de Iquique estuvo durante un largo lapso a cargo de Caupolicán Márquez Vergara, titulado en 1976. En este recorri- do por el Norte Grande puntualizamos que el actual director de El Mercurio de Calama es Javier Orellana Vera, titulado en 1984; Ya en la década de los 80 ocu- paba el mismo cargo Luis Lino Torrico, titulado en 1979. Una larga trayectoria similar ocupa Isidro Morales Castillo, quien tuviera altísimos cargos directivos en la empresa El Mercurio en Antofagasta y Calama y quien es actualmente académico de nuestra escuela. Hoy, la Estrella del Norte de Antofagasta está bajo la dirección de otro egresado, Sergio Mercado Richard y su antecesor en el cargo fue el también periodista nuestro, Sergio Montivero Bruna; el diario El Atacama de Copiapó es dirigido por Mauricio Rojas y lo secunda como jefe de Informaciones Cristian Morales Cuello, ambos periodistas titulados en nuestra escuela. Otro recordado ex director de El Pampino de Iquique fue Héctor Rojas Cabrera y con quien han trabajado numerosos periodistas nuestros.

En radio y televisión han descollado numerosos periodistas de la Norte. Uno de ellos es Michael Müller Salomón, compañero de curso mío en la generación que ingresó a la escuela en 1969; Michael trabajó en Televisión Nacional de Chile donde ocupó el cargo de jefe de prensa y gerente del área deportiva y recorrió el planeta cubriendo eventos como mundiales de fútbol, juegos olímpicos y or-

230 ganizando megaeventos televisivos de altísimo nivel. Michael recibió en 2004 el Premio Nacional del Periodismo Deportivo y es hijo Ilustre de Antofagasta.

También es de relevar el trabajo como editores, periodistas, presentadores de noticias y comentaristas de figuras como Jenny del Río Román, titulada en 1983, actual periodista de El Mercurio de Santiago; René Cortés Molina; Miguel Serrano Julio; Fernando Tejeda Rojas, Jaime Canitrot Paniagua, Juan Carlos Maya, José Miguel Alfaro, Ricardo Henríquez Saa; Karin Butti, Juan Pablo Pérez y Miguel Acuña formado este último también en nuestra casa y destacado periodista de policiales; Susana González, periodista de Telenorte y académica universitaria, Patricia Aguilar Maturana, titulada en 1995, entendida en deportes y “azul” como Pitufo; Eduardo Guggiana Jorquera, director de radio Sol, lector de no- ticias y profesor de radio. Claudia Zazzali y Patricia Cerda Henning, destacan la televisión local y otros cientos que realizan un trabajo sin estridencias, pero siempre comprometido en innumerables rincones de Chile.

Y si bien la razón de ser de las primeras generaciones de la escuela fue la de formar periodistas destinados a trabajar en medios tradicionales, es muy significativo también el aporte al emprendimiento y es así como podemos destacar a varios titulados que han ido dejando contribuciones significativas en su hacer cotidia- no. Entre ellos podemos señalar a María Díaz Campillay y Rodolfo Stumptener, titulados ambos en 1978 y que en 1990 fundaran la editorial de servicios mineros y productivos Nor Press, empresa dedicada en diferentes formatos a la industria en el Norte Grande del país. En esa misma línea se desempeña actualmente luego de una larga trayectoria en El Mercurio de Calama, Eduardo Alegría Oliva, titulado en 1980 quien desde Copiapó dirige su revista Crisol destinada íntegramente los desafíos de la minería. El extinto periodista nuestro José Astudillo Gómez ya citado anteriormente, fundó y dirigió el periódico La Pluma sobre informaciones de las comunas de la región. Un emprendimiento similar realizó Sonia Leyton con su periódico la Linterna, lo que acompañó con sus actividades políticas y su rol como presidenta del consejo regional del Colegio de Periodistas.

En el ámbito de la convergencia multimedio, destacan en estos días, Cristian Reyes Herrera, fundador y director del Diario Antofagasta y de una extensa red de diarios digitales en toda la Segunda Región. Timeline, por su parte, es

231 una comunidad informativa creada en octubre de 2013 por nuestro periodista, doctor Patricio Figueroa Encina y por el profesor hora de nuestra unidad acadé- mica Jorge Ortiz; Cabe destacar que también es un semillero actual de plumas nuevas y profesionales muy destacado, el medio on line El Pensador 2 de nuestra escuela que dirigen el periodista José Morales Donaire y que tiene como editores generales a Carlos Rendón Bejarano, y José Montecinos, ambos formados en nuestra unidad académica.

Como puede apreciarse, la nuestra es una historia larga, hecha en silencio y con constancia, pero bien vale la pena comenzar a escribirla ahora que hemos cumplido medio siglo de existencia. Al inicio de este artículo destacaba que Antofagasta se ha hecho en la pampa y el desierto. A esos elementos, sin duda le debemos parte importante de nuestra identidad y memoria, pero las nuevas historias junto con hacerse con cariño, amor y compromiso se adentran a las olas del océano.

De la primera generación de la escuela quiero rescatar los afectos como otra pieza fundamental y la resumo en el trabajo incansable, inspirador y fecundo de Alberto Texidó, (Don Tato) en sus intentos por mantener viva la llama del amor por nuestra escuela de periodismo; también las banderas que tomó hace años en Santiago nuestro titulado de 1976, el antofagastino Ramón Reyes Aran- cibia, quien desde el diario La Tercera en su edición on line y desde el sindicato de trabajadores de la empresa, vivifica el recuerdo de Sabella y del alma mater.

Lo de las olas, permítanme la licencia, es por el trabajo emprendedor de tipo social, con niños y jóvenes vulnerables que realiza desde hace tiempo Danicelly Vallejos, periodista nuestra de las más nuevas generaciones que tiene una escuela de surf en la caleta Coloso. Danicelly es una joven periodista, empresaria social y es una deportista de elite. En octubre del 2017 participó de su segundo mundial de Bodyboard. La cita se realizó en Praia Grande e Isla de Madeira en Portugal y sus resultados le permiten ocupar hoy el décimo lugar mundial en su especiali- dad llevando sobre las olas de los mares no solo deslizamientos y piruetas, sino una parte vital del espíritu siempre renovado de nuestra escuela de periodismo.

Antofagasta, enero 2018

232 Fructíferos 35 años de la Facultad de Ciencias del Mar de la UCN

Julio A. Vásquez* y Manuel Berrios R.**

* Julio A. Vasquez, Si bien la Facultad de Ciencias del Mar se crea en 1983, sus doctor en ciencias orígenes se remontan a la fundación de la entonces Uni- (biología), postdortorado en versidad del Norte. En 1960 el Consejo de la Universidad Scripps Institution del Norte y la Universidad Católica de Valparaíso, crean en of Oceanografy de la Universidad Antofagasta la carrera de Técnicos Pesqueros, dependiente de California, de la Escuela del mismo nombre, la que se transformaría Académico de la Facultad de posteriormente en el Departamento de Pesquerías. Esta Ciencias del Mar de unidad académica llegó a ser la de mayor importancia en la la UCN. Universidad, con 21 funcionarios de apoyo a la academia y ** Manuel Berríos R., 22 académicos de jornada completa. El Departamento logró ex funcionario del implementar laboratorios, talleres, una planta piloto, y Departamento de Biología Marina contaba con tres embarcaciones, entre ellas la B/I “Stella de la Facultad de Maris I”, goleta de fierro de 21 m de eslora y 95 toneladas Ciencias del Mar de la UCN. de desplazamiento. El Departamento de Pesquería realizó investigación básica y aplicada en Oceanografía Física, Química y Biológica, Ecología, Taxonomía de organismos marinos, prospección y evaluación de recursos pesqueros, así como tecnología de extracción y elaboración de recursos marinos en todo el Norte Grande de Chile. El Departamento de Pesquería formó generaciones de Técnicos Pesqueros e Ingenieros de Ejecución en Pesca entre 1960 y 1986.

233 Con el crecimiento de la sede de Antofagasta, y la relevancia que las Ciencias del Mar alcanzan en ese momento, la Universidad del Norte se expande hacia otras ciudades, creando sedes en Arica (1965), Coquimbo (1968) e Iquique (1974). Las de mayor relevancia resultan ser las sedes de Iquique y Coquimbo.

La sede de Iquique centró su actividad en el estudio de los recursos marinos y su aprovechamiento para el consumo humano, y para beneficio económico del país. Estudios de prospección, evaluación y cultivo experimental fueron algunas de sus actividades. En 1981, la Sede Iquique sufre un proceso de regionalización universitaria: cierra sus puertas y algunos académicos, y los estudiantes de la recién creada carrera de Bachillerato en Ciencias del Mar, fueron trasladados a Coquimbo.

A Coquimbo

En Coquimbo, la Universidad del Norte establece una sede en 1968, donde se instala la Escuela Normal Universitaria para formar profesores de Enseñanza Básica. Sin embargo, el inicio de las actividades relacionadas con las Ciencias del Mar sólo ocurre en 1972, y es producto de un pequeño grupo de entusiastas, visionarios y buzos, conocidos como el Grupo PECTEN. El director del Centro Coquimbo, y quien acoge la propuesta de iniciar las actividades submarinas, es don Augusto Michau Chacón, asistente social trasladado desde la Sede An- tofagasta. En su corta gestión, remoza y construye pabellones en la Casona de la Quinta de Las Palmeras, transformándose en el Campus Miraflores de la Universidad del Norte. En este campus, ubicado en un costado de la carretera Panamericana (Ruta 5) hacia la ciudad de La Serena, se desarrollan todas las actividades de la naciente sede universitaria.

El Grupo PECTEN, nombre genérico para los “ostiones”, inserto en el Centro de Investigaciones Submarinas (CIS) en 1972, ya proyectaba las actividades en el mar, en el desarrollo de una eventual universidad regional. Su lema era “EL CIS ES LA UNIVERSIDAD PROYECTADA EN EL MUNDO SUBMARINO, la universidad

234 capacitando, investigando y trabajando junto al ingeniero que proyecta, junto al científico que investiga, junto al buzo trabajador y cultivador del mar”.

Actividades de buceo y entrenamiento en el muelle del Campus Guayacán durante la década de los 70.

235 La incorporación del Grupo Pecten en 1972 a la Sede Coquimbo, establece formal- mente una unidad de investigación aplicada, para el estudio y la realización de tareas especializadas para la introducción del hombre bajo el mar en tareas de investigación y desarrollo. En esos años, nadie había instrumentalizado las actividades submarinas como una herramienta de investigación y desarrollo de actividades productivas. El CIS se constituye como un referente y un pionero en actividades submarinas tecnificadas a nivel nacional.

Los gestores involuntarios de lo que es hoy la Facultad de Ciencias del Mar fueron personas de distintas formaciones, orígenes e intereses: Salvador Villanueva fue el primer director (ad honorem) del CIS, funcionario del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), en comisión de servicio en la Universidad del Norte. Ricardo Parot, ingeniero metalúrgico, Celso Castillo Baeza, mecánico, aficionado al buceo, quien diseña y construye diferentes artefactos submarinos que fueron utilizados en estudios y prospecciones bajo el agua. Héctor Cabeza (fotógrafo), Alex Gajardo (buzo profesional), Gary Díaz (buzo profesional) y Osvaldo Donald Gallo (profesor de Estado e instructor de buzos). Alfredo Cea Egaña, médico ciru- jano especialista en baromedicina, buzo, explorador, investigador y dibujante eximio. Gonzalo Tocornal, funcionario de la CAP y Carlos Pineda, este último es quien introduce el alga Gracilaria o “pelillo” en Playa Changa, iniciando las primeras actividades de acuicultura en Bahía Coquimbo.

Otros importantes protagonistas de los albores de la futura Facultad de Ciencias del Mar son el ingeniero civil, Juan Carlos Valle, quien dirige la unidad de Geología, Hidrografía y Topografía que en 1975 se transforma en la Unidad de Ingeniería de Costa e Hidrografía. Esta unidad estaba integrada por los ingenieros en Ejecu- ción en Geomensura Manuel Berrios y Álvaro Pacheco. En 1977 se integran a esta unidad el oceanógrafo físico Jorge Alfsen y el oceanógrafo químico Jorge Olivares.

Paralelamente, en la unidad de Biología Marina del CIS, se incorporan Elías Alarcón (biólogo) y Erika Fonck (médico veterinario), iniciando las primeras recolecciones y prospecciones de organismos marinos y los pioneros estudios de oceanografía fisicoquímica de las bahías de la Región de Coquimbo.

236 Las unidades de Biología Marina e Ingeniería de Costa e Hidrografía contaban con el apoyo de buzos profesionales especializados en actividades de buceo científico y de prospección, entre los cuales cabe mencionar a Álex Gajardo, Osvaldo Donald, Patricio González, Gary Díaz, Leonardo Rojas y Carlos Aguirre. En fotografía y filmaciones submarinas, Carlos Monsalve, laboratorista, y Juan Carlos Contreras, camarógrafo de televisión y cine.

Numerosos proyectos con apoyo submarino, desarrollo de artefactos para la prospección bajo el agua y la filmación de la Esmeralda en 1977, expedición li- derada por Alfredo Cea, son actividades emblemáticas del CIS de aquella época. En los años siguientes a la creación del Centro de Investigaciones Submarinas, se desarrollan proyectos de investigación en ambientes marinos costeros, de asistencia técnica y extensión de interés regional, en oceanografía, ingenie- ría de costa, prospección pesquera, y las primeras actividades de acuicultura. También se inicia el trabajo y la colaboración con organizaciones de pescadores artesanales y numerosas actividades de buceo experimental.

El CIS, tal como fue concebido por Alfredo Cea y sus colaboradores, tenía una clara focalización en servicios submarinos y en el apoyo especializado a las actividades productivas del borde costero. En esta época se destacan proyectos como: Estudio batimétrico del muelle SOGESE en Caldera (1976), Batimetría e instalación del ducto submarino COPEC en Caldera (1977), Levantamiento topo– batimétrico y control de dragado del Muelle Mecanizado del Puerto Guayacán (1978), Determinación de las características oceanográficas físicas y químicas de Bahía La Herradura de Guayacán (1977–1978), Determinación de los sedi- mentos marinos en Bahía La Herradura de Guayacán (1978), Instalación de estación meteorológica en Campus Guayacán (1979), Determinación de curvas de zarpe y recalada de barcos e instalación de señales náuticas. Asimismo, en Puerto Guayacán (1979), Levantamientos topográficos submarinos (1979), Estudio oceanográfico para la disposición final de aguas servidas La Serena–Coquimbo (1979–1980), Descripción del plancton y sus fluctuaciones estacionales en Bahía La Herradura de Guayacán (1981).

A medida que el Centro de Investigaciones Submarinas se consolida, el desarrollo de estos proyectos permite la compra, en 1977, de la primera embarcación oceano-

237 gráfica de la Sede Coquimbo, "El Corsario" y el equipamiento para laboratorios, oficinas e implementos para el trabajo submarino.

El año 1974 se reinicia con una nueva estructura administrativa; suprimen algunos estamentos y funciones de la misión original de la sede, concentrán- dose principalmente en investigación y apoyo tecnológico de las actividades submarinas y del borde costero.

El 27 de junio de 1974, la Universidad recibe de la Compañía de Acero del Pacífi- co (CAP) un amplio terreno en la Bahía de Guayacán a espaldas de la ciudad de Coquimbo. Esta propiedad fue destinada a albergar los Centros de Investigación de Capacitación Agrícola (CICA) y el Centro de Investigaciones Submarinas (CIS), la superficie total alcanzaba 122.183 m cuadrados. Estos terrenos eran pretendidos además por el sindicato de la CAP para un centro vacacional y una industria pesquera. Las gestiones de la Universidad del Norte y el apoyo de don Agustín Argalusa de la CAP, fueron fundamentales para conseguir los terrenos que albergan a la Sede Coquimbo de la Universidad del Norte. El año 1985, este terreno es ampliado a 156.183 m cuadrados, mediante la compra de un terreno vecino colindante perteneciente a ENDESA. Hasta el día de hoy permanece un relicto de esa compañía, en la forma de una subestación eléctrica, emplazado en el Campus Guayacán.

Las importantes proyecciones del CIS en los ambientes costeros y el creciente interés de la Universidad del Norte por su sede en Coquimbo determinan en 1979, mediante decreto de Rectoría, el cargo de vicerrector del Centro de Inves- tigaciones Marinas, reemplazando el cargo de director del Centro. El primer vicerrector es el Dr. Alfredo Cea Egaña. Así la Universidad del Norte establece presencia formal en la docencia y en la investigación básica y aplicada en Cien- cias del Mar en las regiones de Iquique (Campus Huaiquique), Antofagasta y Coquimbo (Campus Guayacán).

238 Campus Guayacán de la Universidad del Norte (1974). Donación de la Compañía Minera del Pacífico de las instalaciones de la otrora Minera Santa Fe.

El Centro de Investigaciones Submarinas de la Universidad del Norte, recibe los terrenos que ocupaba la Minera Santa Fe, de propiedad de la compañía de Aceros del Pacífico (CAP), un amplio terreno en la bahía de Guayacán a espaldas de la ciudad de Coquimbo.

239 Consecuencias del Golpe de Estado

El Golpe de Estado de septiembre de 1973 obliga a la suspensión de las actividades por unos días. El 26 de septiembre de 1973, el Decreto N° 37 del jefe de la Plaza de la Provincia de Coquimbo y de los Departamentos de Huasco y Freirina, el coro- nel Ariosto Lapostol Orrego, nombra ejecutivos superiores de la Universidad del Norte, Sede Coquimbo, a los señores: Alfredo Cea, Ricardo Parot Benavides y José Salvador Villanueva Fernández. Sus nombramientos son oficializados por Decreto 9/73 de fecha 26 de septiembre de 1973, quienes debían determinar y distribuir las funciones y cargos que asumirían en la organización académica y administrativa de la Sede Coquimbo. Esta nueva orgánica de funcionamiento debía ser presentada al entonces rector de la Universidad del Norte, don Miguel Campos Rodríguez.

La Universidad se declara en reestructuración, y a partir de ese momento la autoridad máxima de la Universidad del Norte será el Consejo Ejecutivo de Di- rección, organismo donde los tres ejecutivos, recién designados por el jefe de plaza de la Provincia de Coquimbo, pasan a integrarlo. El mismo año 1973, por Decreto Nº 1.328 del Ministerio de Educación, se designa como rector–delegado de la Universidad del Norte a don Hernán Danyau Quintana. Como consecuencia de la designación de un nuevo rector, el Decreto N. 20/73 del 17 de octubre de 1973, designa vicerrector de la Sede Coquimbo, a don Alfredo Cea y se confirma en su calidad de interino como secretario general de la Sede Coquimbo, a don Hugo Kyonen López.

El director del Centro Coquimbo, don Augusto Michaud, es detenido en septiem- bre del 73, encarcelado, pierde la vista durante el encierro y muere en Bélgica en los años 80, durante el exilio.

La apuesta docente y de investigación científica

En los inicios de la década de los 80, la Universidad del Norte decide concentrar las Ciencias del Mar en la Sede Coquimbo, trasladando a profesionales y estu- diantes del Bachillerato en Ciencias con mención en Biología Marina de la Sede

240 Iquique. Con el traslado de estudiantes y profesores, la Universidad del Norte crea en 1981 la carrera de Biología Marina. Esta iniciativa académica cubre los intereses de formación profesional de jóvenes interesados en el estudio de los ambientes marinos costeros entre Arica y Concepción. El cierre de la carrera de Biología Marina en la Estación Marina de Montemar de la Universidad de Chile a mediados de los 60, había dejado un enorme vacío en la formación de profesionales asociados a ambientes marinos y a las pretensiones de entender el funcionamiento de los ecosistemas costeros.

Reunión de camaradería durante la década de los 80, en el bosque del Campus Guayacán de la Universidad del Norte (Emplazamiento actual de la Facultad de Medicina).

241 En 1980, con la llegada a la Universidad del contralmirante Alberto Alarcón Johnson como rector delegado, se producen profundos y radicales cambios en la dirección de la sede y el Centro de Investigaciones Submarinas. Se establece nuevamente la estructura de Centro de Investigación, y la sede se denomina nue- vamente “Centro Coquimbo de la Universidad del Norte”, con un director general como autoridad máxima. En esta nueva estructura sólo permanecen en la sede el CIS y el Centro Teológico, y se eliminan el Centro de Desarrollo Rural —CDR y el Centro de Investigaciones y Capacitación Agrícola— CICA, desvinculando a profesionales valiosos y abandonando el esfuerzo en lo social, y el apoyo a las comunidades agrícolas de la Región de Coquimbo que la Universidad del Norte venía haciendo desde sus inicios.

Con la llegada de nuevos biólogos, profesionales y estudiantes, y en especial por la apertura de la carrera de Biología Marina, la estructura organizacional vuelve a cambiar en los inicios de los 80. Se establece una estructura departamental, con dos unidades: Departamento de Biología Marina, que concentra la actividad docente de la carrera de Biología Marina y cuyo primer director es el Dr. Jorge Castillo, biólogo de la Universidad de Concepción, doctorado en la Universidad de Oregon; y el Departamento de Investigaciones Marinas, que concentra la actividad de investigación y asistencia técnica, cuyo primer director es el Ms. Pablo Schmiede. El Prof. Schmiede había sido contratado para hacerse cargo de la investigación en biología marina en la Sede Iquique, sin embargo, el cierre de la sede en esa ciudad lo obliga a bajarse en Coquimbo. Pablo venía de la Pon- tificia Universidad Católica de Santiago, permaneció 28 años como académico del Departamento de Biología Marina, nunca llegó a Iquique. El Departamento de Biología Marina funcionó inicialmente en el Campus Miraflores, en tanto que el Departamento de Investigaciones Marinas en el Campus Guayacán, en la Bahía de La Herradura. Originalmente, en la estructura de la Sede Coquimbo había un divorcio, al menos espacial, entre la docencia y la investigación: los biólogos ejercían la docencia, en contraste la asistencia técnica y la investiga- ción aplicada que daba sus primeros pasos se desarrollaba en las dependencias del Campus Guayacán.

242 La incorporación de tres académicos extranjeros al Departamento de Biología Marina, dejan huella en la docencia y principalmente en la diversificación de nuevas líneas de investigación. Hans Black y Mathias Wolff llegan a la Facultad de Ciencias del Mar a través de convenios con el DAAD (Agencia de Cooperación Alemana para el Desarrollo). Hans durante la década de los 70 implementa e incorpora a estudiantes y a jóvenes investigadores a la botánica marina, de- sarrollando la taxonomía de macroalgas y los cultivos marinos. Mathias se incorpora a mediados de los 80, generando un importante foco de interés en la investigación pesquera, desarrollando modelos pesqueros, y estudios ecológi- cos cuantitativos en especies bentónicas de importancia comercial del norte de Chile. Ambos generaron escuela en sus disciplinas, formando especialistas a nivel nacional; su paso en la Facultad de Ciencias del Mar quedó plasmado en numerosas tesis de estudiantes de pregrado.

El aterrizaje de Louis Di Salvo en la Facultad de Ciencias del Mar desde USA es distinto. Con un doctorado en Zoología en la Universidad de Carolina del Norte (USA), y luego de enseñar en Salisbury State College, en la Catholic University of America, y en la Universidad de California en Berkeley, viaja a Chile para desarrollar actividades e inversiones asociadas a los cultivos marinos. En 1978, se incorpora al naciente Centro de Investigaciones Marinas (CIS), donde imple- menta los primeros cultivos de ostiones, abalones y su mayor desafío: el cultivo del “loco”. Louis formó parte del Departamento de Acuicultura hasta 1989, cuando se retira voluntariamente a continuar, en su propio laboratorio, estu- dios sobre el cultivo de invertebrados marinos en condiciones experimentales. Louis fue pionero en el estudio de nuestra fauna bentónica, en el desarrollo de los cultivos del ostión, abalón y un incansable científico en la búsqueda de los secretos del “loco”. Para Louis, Chile fue su patria por elección. Fallece en su casa–laboratorio de Guayacán en La Herradura en 2008; sus cenizas descansan en estas tranquilas aguas de corsarios y aventureros, tal como él lo fue.

243 Se crea la Facultad de Ciencias del Mar

La Sede Coquimbo refuerza su misión académica en la formación de profesionales y la Universidad del Norte, por Decreto del Consejo Superior del 27 de julio de 1983, crea la Facultad de Ciencias del Mar. El primer decano es designado por el rector Alarcón, quien nombra a don Andrés Hoyl Sotomayor. Con la recupera- ción de la Universidad del Norte por parte de la Iglesia, en 1990, los decanos son democráticamente electos entre los profesores de mayor jerarquía académica de la Facultad.

En 1984 los sobrevivientes del Departamento de Pesquerías, de la Facultad de Ingeniería de la Sede Antofagasta, son trasladados a Coquimbo, e incorporados a la Facultad de Ciencias del Mar. El Departamento que los recibe es el recién creado Departamento de Acuicultura, el cual reemplaza al Departamento de Investigaciones Marinas. El primer director del Departamento de Acuicultura es el Dr. Juan Enrique Illanes.

Un tercer impulso en las actividades de docencia e investigación ocurre con el aumento de la planta académica entre 1985–1988, como consecuencia de la ne- cesidad de implementar los cursos de los últimos años de la carrera de Biología Marina. En esa época se incorporan especialistas en genética, reproducción y desarrollo de organismos marinos, ecología de comunidades y poblaciones ma- rinas, pesquerías, oceanografía física, entre otros. Con estas incorporaciones, llega también la inquietud científica y el interés por comunicar estos nuevos hallazgos en publicaciones tanto en revistas de circulación nacional como in- ternacionales. A principio de los 80, algunos de los académicos jóvenes de Co- quimbo y de Iquique emprendían viaje a sus doctorados y maestrías, por lo que se sentaban las bases de las nuevas contrataciones; todas debían tener al menos el grado de Magister. Esta temprana visión en la contratación de académicos con formación de posgrado ha permanecido durante los últimos 35 años, donde la productividad científica y la gestión de fondos externos concursables ha sido uno de los factores del exitoso desarrollo de la Facultad de Ciencias del Mar.

244 La donación del Gobierno de Japón

La década de los 80 es un periodo clave para las Ciencias del Mar y en particular para el desarrollo de la acuicultura en la Región de Coquimbo. Con apoyo de la Agencia Internacional de Cooperación de Japón (JICA) y la Subsecretaría de Pesca, se incorpora a la Facultad de Ciencia del Mar, un experto japonés en el cultivo de moluscos. La llegada de Shizuo Akaboshi marca un hito en la historia de la Facultad. Shizuo y un grupo de académicos del Departamento de Acuicultura, gestionan el apoyo de la Intendencia Regional para la construcción de un centro de investigación para el desarrollo de la acuicultura, mediante una donación de más de US $ 5.000.000. En septiembre de 1984, en la Intendencia de la IV Región, se suscribe un convenio por el que ésta repartición se compromete a entregar a la Universidad del Norte, los fondos donados por el Gobierno de Ja- pón a través de la JICA, para construir y equipar el Centro de Acuicultura y de Investigaciones Marinas.

Esta donación permite construir uno de los centros más modernos en Lati- noamérica para el desarrollo de la acuicultura, cuya misión incluye el apoyo y capacitación a pescadores artesanales del norte de Chile, y su aumento en la calidad de vida. La infraestructura diseñada y construida por profesionales japoneses, embarcaciones y equipamiento de última generación (microscopios y lupas estereoscópicas, computadores, lectores de otolitos, instalaciones para cultivo en condiciones controladas, microscopio electrónico de barrido, entre tantos otros) son entregados en comodato a la Universidad del Norte por la Inten- dencia Regional por 25 años. Toda esta infraestructura y equipamiento serían transferidos a la Universidad en forma definitiva.

En abril de 1986 el proyecto se ha ejecutado inaugurándose el Centro Costero de Acuacultura y de Investigaciones Marinas. Sin lugar a duda, la construcción y puesta en marcha del Centro significó para la entonces modesta Facultad de Ciencias del Mar un enorme impulso para su desarrollo y proyección.

245 Académicos de la Facultad de Ciencias del Mar en el frontis del recién inaugurado Centro Costero de Investigaciones, donado por la Agencia Internacional de Cooperación de Japón (JICA).

La puesta en marcha del Centro Costero de la Facultad de Ciencias del Mar ha contribuido significativamente en la domesticación de especies marinas endé- micas e introducidas. En este contexto, los estudios en el ostión del norte y en abalones, han permitido el crecimiento de la industria del cultivo de estos molus- cos a nivel nacional. La incorporación del experto japonés Shizuo Akaboshi en el cultivo de estas especies y su gestión en la donación de JICA, ha sido reconocida por la Universidad, quien le otorga el grado de Doctor Honoris Causa en 1988.

La creación de la carrera de Ingeniería en Acuicultura en 1986 es un producto natural del crecimiento académico y en equipamiento e infraestructura de la Facultad de Ciencias del Mar. Esto genera un nuevo y paralelo crecimiento en investigadores y docentes, que cubren las necesidades regionales en la formación de profesionales en investigación en especies marinas cultivables, que impacten en el desarrollo de la industria acuícola a nivel nacional.

Aprovechando las oportunidades que ofrece el mercado laboral y la experticia docente y de manejo ambiental con que cuenta la Facultad de Ciencias del Mar, en el 2001 se crea la carrera de Ingeniería en Prevención de Riesgo y Medio Am-

246 Facultad de Ciencias del Mar (1972–2018)

biente, cuya misión es la formación de profesionales en la gestión ambiental, el desarrollo sustentable de la actividad productiva y el cuidado del ambiente, donde el hombre es un actor relevante.

El fantasma de la Dictadura

A comienzo del año 1990, la comunidad universitaria de Antofagasta y Coquimbo en conjunto advierte al arzobispo y gran canciller de la Universidad del Norte, don Carlos Oviedo Cavada, de rumores fundados que indicaban un traspaso de

247 bienes patrimoniales de la Universidad del Norte. Uno de estos bienes incluía la Sede Coquimbo.

El último rector delegado de la Universidad del Norte fue Yerko Torrejón Koscina, ingeniero civil de minas, especializado en abrir y cerrar faenas mineras. Desig- nado por la dictadura para reconvertir la Sede de la Universidad Técnica del Estado, en la Universidad Regional de Magallanes, Torrejón asume como “Rector Delegado Normalizador” de la Universidad del Norte el 1 de enero

248 de 1990, con tres misiones que debían ejecutarse antes del 11 de marzo de 1990, fecha de término de su rectorado. Patricio Aylwin asumiría en esa fecha, por lo que estas acciones que atentaban directamente al patrimonio de la Univer- sidad del Norte debían hacerse con la mayor celeridad: (1) privatizar Telenorte, la Radio Sol y la imprenta Norprint, (2) traspasar la Sede Coquimbo a manos de una universidad privada de la Región Metropolitana y (3) ceder 10 hectáreas de terreno a la Primera División del Ejército de Chile.

Cada uno de estos traspasos constituían un jugoso botín: sólo las 10 hectáreas en uno de los pocos terrenos planos de la ciudad de Antofagasta representaban una fortuna. Los traspasos de bienes se debían realizar lo más cercano al día en que las nuevas autoridades retomarían, en democracia, el control de la Univer- sidad, así no podría haber gestiones para recuperar lo cedido. Semanas antes de asumir la dirección de la Universidad del Norte, el nuevo rector Juan Music había formado sus equipos. La secretaria de la Vicerrectoría Económica, María Arancibia, había recibido órdenes de Torrejón Koscina de destruir documentación comprometedora de estos ilícitos traspasos. La “Maruja”, fiel funcionaria de la Universidad del Norte, guardó copia de estos documentos, los que, en manos del nuevo vicerrector económico Andrés Araya, encendieron la alerta.

En Coquimbo, se forma la Asociación de Académicos en defensa de la sede, las noticias del traspaso se hacían cada vez más evidentes y peligrosas. Había que actuar rápidamente o el riesgo era grande, e implicaría mucho más que perder instalaciones... Luego de una ardua lucha por mantener la Sede Coquimbo en manos de la Iglesia y la Universidad, la entonces pequeña comunidad univer- sitaria de Coquimbo recibía noticias desde el Arzobispado de Antofagasta. El 24 de enero 1990, el Prof. Mario Edding, quien era parte de la agrupación de académicos junto a los profesores Enzo Acuña, Misael Camus, Julio Moraga y Manuel Berrios, recibía una carta del gran canciller de la Universidad del Norte comunicándole que la Sede Coquimbo permanecería en manos de la Universi- dad del Norte, y se reconocía su pertenencia a la Iglesia. Comunicaba también que se habían recuperado Telenorte, la radio y la imprenta de la Universidad. Recuperar las 10 hectáreas cedidas al Ejército costó un poco más. El gran can- ciller de la Universidad, Monseñor Oviedo Cavada, asumió al poco tiempo de la

249 recuperación de los bienes de la Universidad, el Arzobispado de Santiago, y fue a su vez nombrado cardenal. Pareciera que desde esa posición pudo condicio- nar el traspaso de las 10 hectáreas, a un acuerdo de comodato por 10 años. La Primera División del Ejército de Chile devolvió los terrenos en el 2000, a la ya Universidad Católica del Norte.

250 Presente

Si bien el proyecto del Dr. Cea y del Grupo Pecten, no consideraba un desarrollo académico y en consecuencia no tenía relación con lo que hoy es la Facultad de Ciencias del Mar, lo alcanzado a la fecha supera con creces los sueños de un grupo de amantes del buceo. También supera con creces lo que cada uno de los académicos que forman parte de esta Facultad pensó, cuando individual y se- paradamente fueron invitados a participar de este proyecto de Universidad. La Facultad de Ciencias del Mar es el producto de la voluntad, del trabajo y la con- secuencia de sus académicos, del trabajo abnegado y voluntarioso del personal de apoyo a la academia, de la voluntad de la Iglesia de recuperar la Universidad del Norte y de generar la Universidad Católica del Norte; un proyecto de for- mación de personas, de investigación y desarrollo científico y tecnológico con conciencia social, y de la visión de Universidad que en distintos tiempos han tenido nuestras autoridades superiores.

Hoy la Facultad de Ciencias del Mar es una institución consolidada, de alta productividad en ciencia y tecnología, posicionada en la asistencia técnica y en la asesoría especializada, en el manejo, producción y uso sustentable del ambiente y de nuestros recursos naturales. La Facultad en Ciencias del Mar es competitiva a nivel nacional e internacional en la obtención de recursos en fondos concursables. Compleja en lo docente con ofertas de carreras acreditadas en el pregrado y una relevante oferta de posgrados para la formación de recursos humanos avanzados.

En este andar de 35 años, la Facultad ha sido consecuente con el perfecciona- miento de sus académicos. Así el 97,5% de los profesores tiene el grado académico; de ellos, el 48,7% de los académicos tiene el grado de doctor en universidades en Chile o del extranjero. La diversidad de origen de los grados obtenidos, las distintas escuelas de pensamiento en las que los académicos obtienen sus doc- torados y maestrías, es una de las grandes fortalezas de este grupo humano. El retorno de doctores y maestros en ciencia, la creciente productividad científica, y la necesidad de formar recursos humanos avanzados desde el norte del país, motiva a crear el Programa de Magíster en Ciencias del Mar en 1993, programa

251 acreditado que constituye el inicio de la oferta de posgrado de la Facultad. En 2017, con 25 años de funcionamiento, el Programa de Magíster es acreditado por la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) por 10 años, siendo el programa de maestría con mayor número de años de acreditación a nivel nacional.

La Facultad de Ciencias del Mar imparte, además, los programas de Doctorado en Acuicultura, en consorcio con la Universidad de Chile y la Pontificia Univer- sidad Católica de Valparaíso, y el Doctorado en Biología y Ecología Aplicada, en colaboración con la Universidad de La Serena, y la participación del INIA y el CEAZA. Ambos programas se encuentran acreditados por la CNA por seis y cinco años respectivamente. Además de los programas mencionados, el Departamento de Acuicultura imparte el Magíster en Acuicultura, y la Escuela de Prevención de Riesgo y Medio Ambiente un Programa de Magíster del mismo nombre en un régimen horario especial para profesionales en ejercicio.

Académicos de la Facultad de Ciencias del Mar y de la Universidad de La Serena fueron los gestores, en el 2002, de la creación del Centro Regional CONICYT, Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas CEAZA. Esto ha permitido au- mentar la competitividad regional, incorporar a científicos jóvenes al sistema de ciencia y tecnología de la Región de Coquimbo, y a trabajar en sinergia con un enfoque multidisciplinario e interdisciplinario en la solución de preguntas científicas aplicadas. Después de 16 años de fructífero funcionamiento y ge- nerosa colaboración con las universidades de la región, el CEAZA se constituye como el Centro Regional CONICYT de mayor productividad y mejor desempeño a nivel nacional.

Las carreras de pregrado de Biología Marina, Ingeniería en Acuicultura y Pre- vención de Riesgo y Medio Ambiente mantienen una población estudiantil de ingreso de aproximadamente 80 estudiantes por año. Estas carreras están estructuradas de acuerdo con las nuevas modalidades docentes con mallas curriculares restructuradas en función de los nuevos paradigmas docentes. En los cinco programas de Posgrado, la Facultad de Ciencias del Mar mantiene en régimen para obtener sus grados de Magíster y Doctor a más de 80 estudiantes, provenientes de Chile, México, Perú, Argentina, Venezuela, Panamá, Brasil, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Mozambique, Francia y España.

252 En cuanto a la difusión de la ciencia a la comunidad, y despertar el interés por la investigación científica en niños y jóvenes, es una tarea que parece obvia e imprescindible; sin embargo, no siempre ha tenido la dedicación, la voluntad institucional y el financiamiento necesario para su desarrollo. La Facultad de Ciencias del Mar ha privilegiado numerosas iniciativas en este sentido: El Programa EXPLORA IV Región es el programa más exitoso en la difusión de la ciencia a nivel nacional, y los Detectives de la Basura que promueven el cuidado del ambiente costero, a través de la detección de focos de contaminación y basura- les, se han expandido en todo el territorio de Chile continental e Isla de Pascua.

En relación a la divulgación de los resultados de las investigaciones, y aun cuando la investigación siempre estuvo en la misión del CIS, del Centro de Investiga- ciones Marinas y de la Facultad de Ciencias del Mar, la cultura de publicación se adquiere a finales de los 80, cuando se publican algunos trabajos en revistas locales. A finales de los 90 la Facultad de Ciencias del Mar publicaba menos de 20 trabajos por año, la mayoría en revistas locales o regionales, sin mayor im- pacto en el contexto mundial. En la actualidad, la Facultad publica más de 85 trabajos científicos por año, en revistas internacionales de corriente principal de alto impacto. Por lo anterior, la Facultad de Ciencias del Mar es una de las Facultades en Ciencias del Mar de mayor productividad a nivel nacional, y la más productiva al interior de la Universidad Católica del Norte.

Las publicaciones y el avance en el conocimiento del ecosistema marino y su entorno, se sustenta con proyectos de investigación financiados con recursos externos. En este ámbito, la Facultad ha sido tremendamente exitosa y alta- mente competitiva en la captación de fondos concursables. Hace 10 años los académicos de la Facultad ejecutaban anualmente entre 25–30 proyectos de investigación en ciencia y tecnología, y de asistencia técnica. Diez años des- pués, los académicos e investigadores de la Facultad participan en más de 70 proyectos de investigación, asistencia técnica y vinculación con el medio, por año. De la misma forma como ha crecido el número de proyectos, también los recursos para la investigación y la innovación han crecido en varios órdenes de magnitud en relación a su financiamiento. De la ejecución de iniciativas perso- nales (Proyectos FONDECYT), los académicos de la Facultad de Ciencias del Mar

253 trabajan en colaboración generando redes nacionales (CEAZA, Núcleo Milenio) e internacionales (Fraunhofer IBMT, Unión Europea), lo que les ha permitido aumentar significativamente las publicaciones, su impacto y el alcance de sus contribuciones.

Futuro y proyecciones

Por el entorno privilegiado de su campus, las oportunidades que existen en el país en investigación, desarrollo e innovación en ambientes marinos costeros, por la diversidad y excelencia de sus académicos, por la dedicación y voluntad de servicio del personal de apoyo a la academia, a la Facultad de Ciencias del Mar le depara un futuro de mayor crecimiento y productividad. Para ello debemos abordar nuevos desafíos, algunos ya están en marcha como la modernización y el aumento de nuestra oferta de carreras profesionales, y la consolidación de los programas de posgrados. Otros, como el aumento en infraestructura, re- cambio y modernización del equipamiento para la investigación y la docencia, se hacen necesarios y urgentes. Es necesario aumentar las redes de acción y conectividad, incorporando a la industria y la empresa para establecer proyectos conjuntos donde la ciencia, la tecnología y la asistencia técnica especializada tengan impactos significativos en la productividad natural y bajo cultivo, en la sustentabilidad de nuestros ecosistemas costeros y terrestres, y en la valorización de nuestros recursos naturales. Sólo así la Facultad de Ciencias del Mar podrá contribuir significativamente al crecimiento de la región y del país, y entrar en una nueva fase de país exportador de valor agregado, y no sólo exportador de nuestros recursos naturales como materia prima para procesos que se desa- rrollan en el extranjero.

254 Decanos de la Facultad de Ciencias del Mar

NOMBRE INICIO DE GESTIÓN

Dr. Juan Macchiavello Armengol 04 de septiembre de 2017

Dr. Alfonso Silva Arancibia 28 de septiembre de 2013

Dr. Ernesto Cortés Pizarro 27 de septiembre de 2010

Dr. Julio Vásquez Castro 02 de septiembre de 2007

Dra. Elisabeth von Brand Skopnik 02 de septiembre de 2005

Dr. Exequiel González Balbontín 03 de septiembre de 2004

Dr. Juan E. Illanes Bücher 01 de septiembre de 2001

Mg. Enzo Acuña Soto 01 de septiembre de 1998

Dr. Wolfgang Stotz Uslar 01 de septiembre de 1995

Dr. Jaime Meruane Zumelzu 27 de agosto de 1992

Dr. Ramiro Trucco Bello 31 de julio de 1991

Mg. Enzo Acuña Soto 05 de abril de 1991

Mg. Mario Edding Villablanca 12 de abril de 1990

Dr. Juan E. Illanes Bücher 01 de noviembre de 1989

Sr. Andrés Hoyl Sotomayor 27 de julio de 1983

255

Anexo

Enzo Acuña S.

"LA NORMATIVA INSTITUCIONAL DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DEL MAR".

PLAN DE DESARROLLO DE LA FACULTAD DE CIENCIAS DEL MAR, 1998–2003.

1. Reseña histórica

Históricamente, las Ciencias del Mar en la Universidad Católica del Norte se desarrollaron en Coquimbo: en el Centro de Investigaciones Submarinas (CIS)1. Antofagasta: en el Departamento de Tecnología Pesquera2, el que fuera poste- riormente reemplazado por el Departamento de Pesquerías3 e Iquique: Centro de Investigaciones Marinas (CENIMAR)4.

Estructura Superior de la Sede de Coquimbo

La actual Sede Coquimbo de la Universidad Católica del Norte, donde se inserta la Facultad ha sufrido diversos cambios en su estructura administrativa y ran- go académico, a lo largo de su historia. El Centro Universitario Coquimbo de la Universidad del Norte fundado en 1970 se pasa a denominar Sede Coquimbo,

1 (Dcto. U. del Norte Coquimbo N° 18/72 COQ. De ¿21 de Julio de 1973?) 2 (Acuerdo N° 622 del Consejo Superior de 1969) 3 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 1010/74 de 26 de Julio de 1974) 4 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° ./75 de de 1975)

257 con un Vicerrector en Julio de 19735, status que vuelve a ser alterado cuando se pone término a la Sede y se crea el Centro de Investigaciones de la Universidad, el que incluye un Instituto de Investigaciones Submarinas6. Posteriormente, en 1981, éste pasa a denominarse Centro Coquimbo de la Universidad del Norte y se nombra un Director7. Finalmente, durante 1985 recupera su status de Sede, transformándose en la actual Sede Coquimbo de la Universidad Católica del Norte con un Vicerrector como máxima autoridad unipersonal8.

Desarrollo del Área Mar en la Universidad Católica del Norte

En marzo de 1960, la Universidad del Norte instala la Escuela de Técnicos In- dustriales Pesqueros, con el objeto de preparar especialistas, con formación universitaria, en disciplinas y técnicas relacionadas con la industria pesquera, tanto en la fase extractiva de materias primas como en la elaboración de los productos del mar. En 1970, el entonces Departamento de Tecnología Pesquera en el documento “Realización y Proyecciones del Departamento de Tecnología Pesquera” describe su organización en secciones, las que corresponden a:

1) Sección Sistemas y Métodos de Pesca, con tres subsecciones: Sistemas y Mé- todos de Pesca, Materiales de pesca y Ensayos de Sistemas de Pesca;

2) Sección Biología con dos subsecciones: Biología General y Biología Marina;

3) Sección Oceanografía;

4) Sección Elaboración de productos marinos, con las subsecciones Bacteriología y control de alimentos y Técnicas Industriales, y

5) Sección Prospección pesquera y embarcaciones, con cinco subsecciones: Flota, Cartografía, Técnicas submarinas, Ayudas electrónicas a la navegación y pesca, y prospección pesquera.

5 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte 6/73 de 21 de Julio de 1973) 6 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte 11/75 de 31 de Marzo de 1975) 7 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte 94/81 de 9 de marzo de 1981) 8 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte 1283/85 de 20 de diciembre de 1985.

258 En 1974, el Consejo Directivo de la Universidad del Norte propone organizar la Investigación para el Desarrollo en campos de acción fundamentales para el progreso del Norte del país, esto es, el mar, el desierto y la tecnología industrial; para lo cual crea tres Institutos, uno de los cuales es el Instituto del Mar. Este abarca el conjunto de actividades que se relaciona con el mar y sus recursos (pesquerías, tecnología submarina, biología marina, etc.)9.

En 1978, en un documento interno se define al Centro de Investigaciones Sub- marinas (CIS) como una institución científica–tecnológica de la Universidad del Norte en Coquimbo, cuyo propósito es el estudio interdisciplinario del mar costero aplicado a la explotación racional de sus recursos.

Se describe su organización administrativa que corresponde a:

1) Director,

2) Director científico, que dirige y coordina las investigaciones de carácter básico o aplicado del Centro, a través de proyectos específicos orientados al manejo, explotación y cultivo de recursos animales y vegetales.

3) Ingeniero Jefe, que cumple funciones similares a las del anterior, pero en las áreas de Oceanografía, Ingeniería de Costa e Ingeniería Submarina. a) Departamento de Oceanografía, con laboratorios de O. Física y O. Quí- mica. b) Departamento de Ingeniería Submarina.

Los objetivos del centro fueron:

1) Describir y comprender los fenómenos y procesos que ocurren en el mar cos- tero.

2) Establecer criterios y recomendaciones para la explotación racional de los recursos del mar costero y protección del mismo.

3) Contribuir a orientar la labor docente de la Universidad en materias relativas al mar.

9 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 48/74 de 20 de diciembre de 1974.

259 4) Responder mediante estudios técnicos y proyectos a las necesidades generadas por el desarrollo regional.

5) Asesorar al sector público y privado en todas aquellas materias solicitadas donde el CIS sea competente.

6) Poner a disposición del investigador, el ingeniero y el trabajador del mar, los medios de acceso al ambiente submarino, y estudiar permanentemente la tecnología relativa a esta herramienta: Sistemas de supervivencia, higiene y métodos de trabajo submarinos.

En 1979, en un documento de la Dirección de Investigaciones de la Universidad del Norte se presentan antecedentes sobre los objetivos, actividades de inves- tigación, docencia y extensión, y el plan de desarrollo 1980–1985 del Centro de Investigaciones marinas de Iquique. Se describe su organización en laboratorios, los que corresponden a:

1) Laboratorio de Ictiología,

2) Laboratorio de Biología del Desarrollo y Moluscos,

3) Laboratorio de Algas y

4) Administración.

Con respecto a sus objetivos generales, estos eran:

1) Conocimiento de la Biología de los recursos marinos renovables, potenciales o en actual explotación, del Norte de Chile, tanto nectónicos, bentónicos como planetónicos.

2) Conocimiento de la dinámica de estos recursos.

3) Conocimiento de las interrelaciones biológicas, químicas y físicas que se establecen en el ecosistema marino del Norte de Chile.

4) Desarrollo de la maricultura en la I. Región, e

5) Investigaciones para la conservación del medio marino en la I. Región.

Para cumplir con estos objetivos, se establecían líneas de investigación en:

260 a) Estudios bio–ecológicos en peces litorales (pesca blanca); macroalgas feofíceas productoras de ficocoloides; moluscos de importancia comercial; crustáceos decápodos de interés económico y peces pelágicos. b) Cultivo de microalgas. c) Biología larval de peces de importancia comercial. d) Fito y zooplancton del mar del Norte de Chile. e) Ecología de comunidades intermareales de playa rocosa. f) Estudios de contaminación.

Finalmente su Plan de Desarrollo para el sexenio 1980–1985 considera aspec- tos tales como crecimiento y perfeccionamiento académico, crecimiento en infraestructura, la carrera de pregrado en Licenciatura en Biología y cursos avanzados en Biología Marina, luego de completar el programa de Bachillerato en Ciencias Naturales.

En 1980, al definir las Bases para la Estrategia de Desarrollo, la U del Norte se establece que sus Sedes y Centro presentarían a Rectoría proposiciones referen- tes al desarrollo del Área Mar y las disciplinas que la componen sobre la base de las normas que entregaría el Vicerrector Académico10. Una vez entregadas las bases, se define el Área Mar, ratificando la especial consideración que ésta me- recerá en la Estrategia de Desarrollo de la Universidad, definiéndola como Área Principal de Gestión en ésta y se concluye considerar admisión para la carrera de Biólogo Marino en la Sede Iquique con 40 vacantes; definir durante ese año el perfil del profesional pretendido en el campo de la Ingeniería; describir toda otra función docente a realizar en el área y definir su localización al interior de la Universidad y que la función investigacional deber ser considerada en todo el ámbito geográfico que cubre la Universidad11.

Como consecuencia de lo anterior, en 1981, mediante Decreto de Rectoría de la U. del Norte12 todas las actividades del Área Mar se concentraron en el Centro de

10 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 354/80 de 19 de Junio de 1980) 11 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 450/80 de 8 de agosto de 1980) 12 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 94/81 del 9 de marzo de 1981)

261 Coquimbo de la Universidad del Norte y se nombre un Director General13. Además se traslada a 6 académicos desde el Departamento de Ciencias del mar Iquique al Centro de Investigaciones Submarinas (CIS)14 incluyendo luego los materiales e instrumental de la Carrera de Biología Marina15. También ese año, se crea el Departamento de Biología Marina16 en Coquimbo. En la Tala 1 del Anexo 1 se entrega el listado de los Directores que ha tenido este Departamento desde su creación.

La Facultad de Ciencias del Mar fue creada dos años después, el 27 de Julio de 1983, con dos Departamentos: Biología Marina e Investigaciones Marinas, siendo designado su primer Decano y otorgándose un plazo no mayor de 60 días para que los Vicerrectores Académico y Económico presentaran el proyecto de estruc- tura y funciones definitivas que le correspondería17. En la Tabla 2 del Anexo1 se entrega el listado de los Decanos que ha tenido la Facultad desde su creación y en la Tabla 3 del mismo Anexo los Secretarios de Facultad que los han acompañado en sus gestiones. También se entregan los nombres de los representantes de los académicos en el Consejo de Facultad en la Tabla 4 del mismo Anexo.

A fines de 1983, se traslada el Departamento de Pesquerías desde la Facultad de Ingeniería en Antofagasta y se adscribe a la recientemente creada Facultad de Ciencias del Mar, en Coquimbo18, siendo luego cerrado a contar del 31 de diciem- bre de 1985 y los académicos y no académicos se trasladan al Departamento de Acuacultura19. Este Departamento fue creado en 1984, luego de poner de ponerse término a la existencia del Departamento de Investigaciones Marinas20. En la Tabla 5 del Anexo 1 se entrega el listado de los Directores que ha tenido este De- partamento desde su creación. De esta forma se alcanza la actual estructura de

13 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N°94/81 del 9 de marzo de 1981) 14 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 152/81 de 22 marzo de 1981) 15 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 242/81 de 12 de mayo de 1981) 16 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 74/81 de 23 de febrero de 1981) 17 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 580/83 27 de julio de 1983) 18 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N°1110/83 del 14 de diciembre de 1983) 19 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 255/86 de 3 de abril de 1986) 20 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 780/84 de 10 de agosto de 1984)

262 la Facultad de Ciencias del Mar, constituida por estas dos Unidades ya señaladas: Biología Marina y Acuacultura.

Carreras Pre–grado en la Facultad de Ciencias del Mar.

En 1981, se traslada desde la Sede Iquique al Centro Coquimbo, la carrera de Bachillerato en Ciencias con mención en Biología Marina21. En ese mismo año, se abre la Carrera de Biología Marina desde el 1 de Marzo de 1981 en el Centro Coquimbo22 y que entrega el título de Biólogo Marino y el grado de Licenciado en Ciencias del Mar. En la Tabla 6 del Anexo 1 se entrega el listado de los Jefes de Carrera que ha tenido esta Carrera desde su creación y en la Tabla 7 del mismo Anexo los encargados de Titulación de ese Departamento.

Luego, en 1982 se oficializa el Plan de Estudios del Bachillerato en Ciencias Na- turales en el Centro Coquimbo23. En 1983, se traslada la Carrera de Ingeniería de Ejecución en Pesca24, la que fue cerrada a contar del 1 de marzo de 198825. Finalmente se crea la última Carrera de Pregrado: Ingeniería en Acuacultura26 que otorga el título de Ingeniero en Acuacultura y el Grado de Licenciado en Ciencias de la Acuacultura27. En la Tabla 8 del Anexo 1 se entrega el listado de los Jefes de Carrera que ha tenido esta carrera desde su creación y en la Tabla 9 del mismo Anexo los encargados de Titulación de ese Departamento.

Postgrado

El Programa de Magister en Ciencias del Mar de la Facultad fue oficializado en 199328 para comenzar a funcionar a partir del año académico 1994. En la Tabla

21 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 74/81 de 23 de febrero de 1981) 22 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 184/81 de 23 de junio de 1981) 23 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 467/82 del 14 de julio de 1982) 24 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 1110/83 del 14 de diciembre de 1983) 25 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 185/88 de 23 de marzo de 1988 26 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 140/86 de 17 de marzo de 1986) 27 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 960/87 de 17 de agosto de 1987) 28 (Dcto. de Rectoría de la U. del Norte N° 49/93 de 28 de mayo de 1993)

263 10 se entrega un listado de todos los Directores que ha tenido el Programa desde su creación.

Centro Costero de Acuacultura e Investigaciones Marinas

Otro hito de gran relevancia para el desarrollo actual de la Facultad de Ciencias del Mar corresponde a la gestión de los Directivos y académicos de la Facultad de la década del 80 que posteriormente permitió la obtención de la Donación No Reembolsable realizada por el Gobierno de Japón, a través de su Agencia de Cooperación Internacional JICA, al Gobierno de Chile, en particular a la IV Región. Esta donación fue entregada en Comodato a la Universidad Católica del Norte (a la fecha U. del Norte) por 25 años, tras los cuales la infraestructura y equipamiento pasará a ser propiedad de la Universidad. Ésta sin duda ha re- presentado un importante apoyo e impulso para las actividades académicas de la Facultad, al permitir subsanar la falta de infraestructura de oficinas y labo- ratorios de ésta, lo que coincidió con la incorporación de diversos académicos, la mayoría con postgrado, los que complementaron perfectamente lo anterior. En consecuencia a partir de esto dos hechos se genera la conformación, casi definitiva, de la mayoría de la planta académica actual de la Facultad, teniendo a disposición una infraestructura lograda fundamentalmente como resultado de sus propias gestiones.

264 Facultad de Economía y Administración: 50 años de Vinculación y Compromiso con el Desarrollo de la Región de Antofagasta y del país.

Fernando Alvarez Castillo*

* Académico del Introducción. Departamento de Administración, El presente documento es un relato sobre el aporte que Faculta de Economía y tras 50 años de funcionamiento, la Facultad de Economía Administración, y Administración de la Universidad Católica del Norte, ha UCN. Entre el 2012– 2018 fue Decano de realizado a la Región de Antofagasta, al país y al resto del la FACEA–UCN. mundo. Un aporte que ha estado marcado por el compromiso con el territorio y su gente y que ha tenido como foco central el contribuir al desarrollo de la región y al país. Para cumplir con esta misión la Facultad, desde sus primeros años, se ha organizado a través de Centros de Investigación, los que han concentrado el esfuerzo académico y estudiantil con miras a ser un actor relevante en los temas que han ido marcando la contingencia económica de su entorno.

El trabajo hace un recorrido por los principales aportes re- alizados a través de las actividades de investigación, que se inician en los años ´70, con la creación del Centro Regional de Estudios Económicos (CREE), el cual nace con la misión de aportar al desarrollo de la región mediante el análisis de la contingencia regional y nacional y particularmente

265 en temas de carácter económico y social. La creación de este centro marcó los primeros pasos del trabajo que en las próximas 5 décadas realizaría la Facultad. El CREE se transformó rápidamente en uno de los pilares del trabajo de vincu- lación de la Universidad y de la FACEA con la comunidad regional y lo realiza en momentos de profundas reformas y transformaciones de carácter político, económico y social.

Luego viene una etapa donde la Facultad comienza a crecer y amplía su estructura con nuevas instancias de investigación y vinculación, las que se ven fortalecidas gracias a la creación del Instituto de Economía Aplicada Regional, que viene a hacerse cargo de las principales demandas que el desarrollo de Antofagasta y su gente requerían. IDEAR se instala como un instituto de alto nivel académico y es requerido por diferentes instituciones del ámbito público y privado para asumir labores de investigación en temas de economía regional y diferentes demandas de la Región en torno al desarrollo económico y social. Gracias al trabajo de este instituto, la Facultad comienza a ocupar nuevos espacios en la investigación y vinculación con la región y el país. Se avanza así a una época en donde era necesario especializarse y en este nuevo escenario, bajo la estruc- tura de IDEAR, se incorpora una línea de trabajo más focalizada y centrada en la creación de observatorios de investigación, los que surgen con la misión de monitorear el avance en áreas como el Desarrollo Humano, el Mercado Laboral y la Migración, todas relevantes para la región y su gente.

El primero de estos observatorios fue el ORDHUM, Observatorio de Desarrollo Humano, que nace el año 2002 bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD). El ORDHUM logra sacar adelante una línea de trabajo en torno a indicadores de desarrollo humano para la Región y de la macro zona norte y el país. Luego, durante el año 2015 se incorpora el OLAB, Observatorio Laboral Antofagasta, con el objetivo de producir conocimiento e información sobre el mercado del trabajo de la Región y se encuentra integrado a la red de observatorios laborales coordinada l el Ministerio del Trabajo y el SENCE a nivel nacional. Recientemente, el año 2017 se crea el ORMI, Observa- torio Regional de la Migración, con la finalidad de producir información sobre el fenómeno de la movilidad humana, abarcando la migración internacional, el

266 desplazamiento, la migración interna hacia y desde la Región de Antofagasta, así como la conmutación de corta y larga distancia.

Pero también este crecimiento lleva a la Facultad a ampliar sus líneas disci- plinarias en materia de investigación y vinculación, dando origen al Centro de Investigación en Gestión de Tecnologías para la Empresa (GIGTE) y luego al Centro de Emprendimiento y de la PYME (CEMP). A través de estos centros se fortalece la vinculación con el sector público y privado y la FACEA comienza a ser parte del ecosistema de la innovación y el emprendimiento y rápidamente se posiciona como uno de los referentes en este ámbito y logra establecer una red de trabajo que incorpora a todos los actores regionales y nacionales que trabajan en este ecosistema.

1. La Década de los ´70 y los aportes del CREE

Desde el año 1968, tras la creación de la carrera Contador Auditor Contador Público y luego con la apertura de Ingeniería Comercial en 1972, comienza a gestarse el origen de la Facultad de Economía y Administración (FACEA). Sin embargo, recién se regulariza su funcionamiento como Facultad por medio del decreto 1006/82, el 20 de diciembre de 1982. Desde entonces la FACEA se propuso ser un actor relevante tanto en el desarrollo económico de la región y del país, como así también en el desarrollo de las personas, siendo consistente así con la misión que la institución, para entonces la Universidad del Norte, ya se planteaba entre sus pilares estratégicos.

“Esta Universidad tendrá como principal finalidad arraigar al hombre del norte a su tierra” Gerardo Claps Gallo, Rector Universidad del Norte

(El Mercurio, 31/05/1957)

En las primeras décadas de existencia de la Facultad de Economía y Administra- ción, si bien la actividad de investigación era muy incipiente, la participación de ésta en los problemas de la sociedad y particularmente de la Región, comienza a notarse y existe desde aquellos años una fuerte vinculación entre los procesos

267 de desarrollo que vive la Región y el país y el crecimiento que va exhibiendo la Universidad y la Facultad no es ajeno a lo que la sociedad de entonces requería de esta institución.

En esos primeros años, el universo de académicos y estudiantes de la FACEA era muy pequeño, no obstante su interés por difundir el conocimiento y asumir los desafíos que la sociedad les demandaba, comenzó a ser una tarea de todos. Un primer episodio que la generación pionera de académicos y estudiantes de la Fa- cultad debió enfrentar fue la “Reforma Universitaria” que vivió el país entre los años 1967 y 1973, la cual dividió a la sociedad y al interior de las casas de estudio se generó una fuerte reacción a los principios que esta reforma implicaba para el sistema universitario y el país, Cifuentes y Allard (1997). En este ambiente, la Facultad comienza sus primeros aportes y en medio de un clima político difícil y una educación muy cuestionada, la opinión y la intervención social fue una de las estrategias que la Facultad utilizó para ser parte de la discusión que sostenía la sociedad respecto de la instalación de este proceso de cambio y reinvindicación social que marcaba la agenda del país en aquellos años.

En este mismo período surge un fenómeno económico del cual la Facultad por su orientación debe hacerse parte, la “Nacionalización de la industria del Cobre”. Desde los años 50 el Congreso de Chile manejaba esta iniciativa, no obstante, recién el año 1971, el Presidente Salvador Allende logra sacar adelante un pro- yecto de ley y se crea CODELCO, con la finalidad de administrar y controlar la producción y comercialización de este mineral. Con los resultados de esta in- dustria en manos del Estado se intentaba mejorar las condiciones económicas del país y de su gente, Marshall (2004). Sin embargo, las consecuencias de este proceso, en una primera instancia, no fueron las esperadas, pues se genera una fuerte presión internacional y con ello una secuencia de impactos económicos y sociales para el país, que lo terminan polarizando políticamente, Lagos (2011). El aporte de la Facultad en estos momentos de agitación y contradicciones tras- cendentales en la economía nacional es de mucha relevancia y los boletines, diálogos y propuestas son parte del quehacer de los académicos y estudiantes de la FACEA de aquel momento histórico.

268 A esta época le siguió una de los fenómenos más difíciles que ha vivido el país, el “Golpe Militar de 1973”, durante estos años, la Universidad y la Facultad vi- ven momentos muy complejos y las relaciones entre académicos, estudiantes y comunidad no era algo fácil. La vinculación con la comunidad se torna muy compleja y la sociedad experimenta cambios muy profundos que marcaron fuertemente a las generaciones de aquellos años.

Según relato de estudiantes de la época, rescatadas del “ Primer Encuentro de Exalumnos de la Facultad de los ´70”, quienes señalan que: …”el año 1970 fue un año difícil para estudiantes y profesores de la época debido al momento político que vivía el país, las instalaciones no eran de lo mejor, pues la Universidad y la Facultad estaban en sus primeros años de creación, no obstante el ambiente en el aula creaba condiciones para debatir en torno a la realidad del país y las demandas sociales de la época. El acceso a bibliografía era limitado y controla- do, pero a pesar de ello existía un debate permanente sobre ideas y posiciones políticas respecto a los fenómenos que se vivían. La fragmentación política de aquellos días creó gran rivalidad entre compañeros, hubo muchos desaparecidos y algunos de los cuales nunca más volvimos a ver, sino hasta este encuentro…”.1

Este ambiente hacía que la relación de la Facultad con la sociedad y de manera evidente en el aula, no fuese la mejor, pero a pesar de ello estudiantes y aca- démicos de la época se esforzaron por cumplir la misión de la Universidad y su Facultad y bajo condiciones muy precarias utilizaban los medios disponibles para difundir el conocimiento hacia el interior de la universidad y hacia la comunidad regional. La sociedad demandaba mayor conocimiento sobre los fenómenos que monopolizaban la agenda del país en aquellos días; la racio- nalización económica, las altas tasas de desempleo, la elevada inflación y la precaria situación de las arcas fiscales, fueron temas de los cuales la Facultad se hacía cargo entonces y trataba de aportar a la sociedad sobre su visión frente a estos temas y las proyecciones que se visualizaban para la región y el país.

1 Discurso inicial Ceremonia Exalumnos FACEA, realizada por Javier Herrera, Representante Ge- neraciones FACEA 1970–1980, actividad realizada el 13 de agosto del 2016, en Antofagasta.

269 En esos años comienza a gestarse la creación de uno de los primeros centros de investigación, que marcarían el futuro desarrollo de la Facultad y de la investiga- ción en estas materias al interior de la Universidad, surge así el Centro Regional de Estudios Económicos (CREE) a comienzo de los años ´70. Ya para mediados de esta década el CREE comienza a posicionarse como un referente en estudios y análisis económicos, políticos y sociales y comienza a marcar la presencia de la Facultad en la comunidad. A través del compromiso de su equipo editorial, formado principalmente por estudiantes de la época y algunos académicos que los apoyaban, se comienzan a difundir opiniones y análisis de la coyuntura económica y social que vive la región, el país y el mundo por esos días.

Los años que siguieron al Golpe Militar, permitieron que al interior de la Facul- tad se comenzara a discutir la contingencia política y económica y varios de los procesos de transformación que fue viviendo el país. Este esfuerzo fue dando pie a un trabajo editorial en torno a los temas que la sociedad quería discutir y conocer.

La Facultad de entonces logró sacar adelante sus ideas sobre el desarrollo de la Región y del país y pasó a ser un referente para el medio local, que demandaba propuestas y soluciones a los problemas tan complejos que debió vivir el país en materia económica y social en los años que siguieron a la intervención militar.

2. La Década de los ´80 y la creación de la Facultad de Economía y Administración

El aporte del CREE a la región y al país comienza a tomar fuerza y ya para co- mienzo de los años ´80 contaba con una estructura más consolidada y recono- cida y con el apoyo de la propia Universidad comienza a generar productos más concretos sobre la realidad económica regional y del país. Uno de los productos que el Centro genera es la “Encuesta de Empleo–Desempleo”, que comienza a transformarse en una estadística económica de mucha importancia para la toma de decisiones en el ámbito público y privado. De manera trimestral la comuni- dad regional esperaba los resultados de este indicador que mostraba la realidad

270 del mercado laboral de Antofagasta y sus proyecciones y se fue transformando en una herramienta de orientación para la política pública y las decisiones del sector privado, pues era un instrumento que a diferencia de la estadística ofi- cial del INE y de la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile de entonces, contaba con representatividad comunal para Antofagasta. Los medios de la ciudad esperaban las conferencias de la Facultad sobre la evolución del empleo en Antofagasta y luego realizaban la difusión a toda la comunidad.2 Una de las fortalezas de este Centro es que desde sus inicios contó con el trabajo en equipo entre estudiantes y académicos de la Facultad.

Con la formalización de la FACEA como Facultad el año 1982, se comienza a proyectar un trabajo más sistemático en la vinculación con la región y con su gente y a pesar de poseer una estructura formada por dos unidades académicas; los Departamentos de Economía y Administración y Departamento de Comuni-

2 Las conferencias del CREE se posicionaron como un evento trimestral que era difundido por los diarios locales y los canales de televisión que existían en Antofagasta en aquellos años. Los cuales asistían a una conferencia de prensa, que era convocada por la Universidad y realizada en las instalaciones de la Facultad.

271 cación Social, las actividades de investigación, extensión y asistencia técnica, eran asumidas de manera interdisciplinaria por los académicos pertenecientes a estas unidades.

Durante la década de los ´80, la Facultad continuó desarrollando el Sistema de Información Económica Regional, sustentado en el trabajo del CREE. A este tra- bajo se incorpora una nueva línea de investigación asociada al estudio y análisis de las remuneraciones de la II Región y se fortalece el trabajo con la comunidad regional a través de la vinculación con empresas y gobierno regional y comienza a fortalecer las actividades de extensión y capacitación permanente. Surge así una de las primeras declaraciones de políticas de investigación de la Facultad de Economía y Administración.

“…Políticas de Investigación de la Facultad de Economía y Administración: i. Fortalecer e incentivar el desarrollo de la investigación a través de una pro- ductividad creciente y sostenida, que permita una formación más completa del académico. ii. Orientar preferentemente la actividad de investigación de fenómenos de la realidad regional, sin excluir el aporte en temas específicos de validez general. iii. Proponer hacia la investigación interdisciplinaria, así como mantener una permanente vinculación con otros centros académicos afines…“3

3. La Década de los ´90, la alianza con el GORE y el apoyo del FNDR

El CREE, postergó su trabajo hasta comienzo de los años ´90 y después de apro- ximadamente dos décadas de aporte al desarrollo de Antofagasta, la Región y el país, este centro da paso a una nueva instancia de vinculación de la FACEA con su Región, el país y ahora con una proyección internacional. Esta nueva cara

3 Memoria de Gestión de la Facultad de Economía y Administración, año 1984.

272 de la Facultad hacia la comunidad, se origina como un crecimiento natural de las unidades académicas que la componen, el desarrollo de los sistemas de información, el desarrollo de los medios y los constantes problemas de finan- ciamiento para sostener una encuesta, que operacionalmente era insostenible de mantener. De manera tal que el CREE interrumpe su accionar, para dar paso a nuevas miradas en torno a la investigación, su proyección y la forma de relacionarse con la comunidad.

Es así como en los primeros años de la década de los ´90, la Facultad comienza una nueva faceta de vinculación con su región y tras un primer proceso, donde el esfuerzo fue apalancado principalmente con recursos propios y de algunos privados y empresas interesadas en el desarrollo de Antofagasta, se empieza a utilizar una nueva línea de financiamiento a través de los aportes del Gobier- no Regional de Antofagasta (GORE), fuertemente concentrada en los recursos del FNDR a través del Fondo para Investigación en Universidades Regionales y otras líneas del sector público, las que asociadas a las primeras estrategias de desarrollo regional comienzan a activar una serie de demandas, en torno al desarrollo futuro de Antofagasta y de la macrozona norte.

Surge así una de las primeras iniciativas de investigación que marca el ini- cio de una relación más permanente con el GORE de Antofagasta, esta fue el estudio “Ventajas y Desventajas de la instalación de una Zona Franca Libre Alimenticia para la II Región”4, que fue asumido a través de un trabajo multi- disciplinario por diferentes académicos de la Facultad y marcó una nueva etapa en la vinculación de FACEA con la región. Este estudio permitió visibilizar a la Universidad y a la Facultad con el medio regional y también nacional, pues debido a la connotación que el tema tenía para el país, despertó la mirada de autoridades, parlamentarios y de toda una comunidad que esperanzada en una zona franca para Antofagasta, mantuvo el interés por el estudio, el cual finalmente y con fundamentos muy técnicos logró demostrar que los bene- ficios que la iniciativa prometía no se lograban alcanzar y en consecuencia, la opinión de la Universidad y la Facultad fue no recomendar este proyecto, puesto que los beneficios sociales derivados de su implementación no com-

4 Estudio Financiado por el GORE, a través del FNDR de la Región de Antofagasta, año 1992.

273 pensaban el esfuerzo que el Estado, el país y la región debían realizar para su implementación.

Con posterioridad a este primer trabajo, la década de los ´90 estuvo marcada por una fuerte relación entre la Facultad y el GORE de Antofagasta, producto de la cual se financiaron un número importante de proyectos, que apuntaban a for- talecer la estructura productiva de la Región y mejorar su proyección económica para reducir los niveles de pobreza y como consecuencia mejorar la calidad de vida de los habitantes de Antofagasta. La Tabla N°1 muestra una síntesis de las principales iniciativas desarrolladas durante esta década con apoyo del FNDR, las que se concentraron en abordar temas relativos al desarrollo económico regional y calidad de vida de su gente.

274 Tabla N°1: Proyectos con Financiamiento FNDR/GORE Antofagasta Década de los ´90, ejecutados por la Facultad de Economía y Administración

Año de Fuente de Proyecto Ejecución Financiamiento

Proyecto RADIUS (Desastres Naturales) 1999 ONU–FNDR

Sistema de Información para la Evaluación 1997–1998 F.N.D.R. Antofagasta del Impacto de Proyectos de Inversión sobre el Producto y el Empleo

Diagnóstico y Proyección del Crecimiento 1997–1998 F.N.D.R. Antofagasta del Parque Vehicular en la Zona Urbana de Antofagasta y Efectos sobre la Congestión Urbana

Estudio de Tarifas de Transporte de Mercancías 1995–1996 GORE–CORFO, de la Zona del Centro Oeste Sudamericano a Antofagasta los Mercados Internacionales

Diagnóstico de la Realidad Juvenil de la II 1993–1994 F.N.D.R. Antofagasta Región

Diseño Metodológico de Indicadores 1993 F.N.D.R. Antofagasta Económicos Regionales de Antofagasta

Aplicación de un Instrumento para Medición 1993 F.N.D.R. Antofagasta y Caracterización de la Pobreza en la II Región

Ventajas y Desventajas de la Instalación de 1992 F.N.D.R. Antofagasta una Zona Franca Libre Alimenticia para la II Región.

Fuente: Elaboración propia a partir de Memorias Gestión UCN.

Luego de consolidar su trabajo en el plano regional, la FACEA comienza a proyectar su vinculación a nivel internacional y trabajando sobre la base de convenios de colaboración, logra desarrollar una nueva línea de investigación asociada a la integración económica y comercial con países vecinos y particularmente de la región con las economías fronterizas. En este desafío surge una iniciativa que

275 marcó el comienzo de este proceso de internacionalización y esta fue el convenio que se firma con el Gobierno de Bélgica a través de la Universidad Católica de Lovaina, que reunió a un conjunto de universidades de América Latina para el desarrollo de un estudio destinado a detectar oportunidades de negocio entre economías fronterizas y con miras a potenciar la integración económica entre países del cono sur de América.5

A mediados de los ´90, la FACEA comienza a capitalizar el aprendizaje de más de dos décadas en la investigación y aportando al desarrollo de la Región y el país. El año 1996 se crea el Instituto de Economía Aplicada Regional (IDEAR), con la finalidad de estudiar los problemas socioeconómicos desde una perspectiva re- gional y proponer políticas efectivas para impulsar el desarrollo de las regiones y posicionarse así como uno de los principales referentes en investigación en su especialidad, no sólo a nivel país, sino también a nivel internacional y en particular en Sudamérica.

5 Proyecto IRES–Gobierno Bélgica, participan universidades de Argentina, Perú, Bolivia y Chile, el equipo es liderado por la Universidad Católica de Lovaina con sede en Bélgica y se desarrolló entre los años 1994 a1996.

276 A partir de este momento la Facultad comienza a integrarse en varios círculos de trabajo en torno a temas de internacionalización de la región y del país. Uno de estos ámbitos es la incorporación a la Red de Economía Regional del Consejo de Rectores por la Integración de la Subregión Centro Oeste de Sudamé- rica (CRISCOS), de la cual en esta década asume la coordinación, liderando el trabajo de todas las universidades miembros de la red. En este mismo período se asume activamente la participación de la Facultad en los encuentros de la Zona de Integración del Centro Oeste de América del Sur (ZICOSUR), a partir de la cual se generan varios estudios tendientes a ir consolidando la opción de transformar a la Región de Antofagasta en un Corredor Bioceánico para la salida de mercancías desde la Zona Centro Oeste de América del Sur al Asia–Pacífico.

4. La llegada del Siglo XXI, y los aportes de IDEAR

A fines de los ´90 y a partir del 2000, varios de los estudios desarrollados por la Facultad con financiamiento regional comienzan a ser abordados por IDEAR. Pero así como se amplía la gama de proyectos de investigación, también comienza a diversificarse la estructura de financiamiento de la investigación y surgen nuevas fuentes provenientes del sector público, de organismos internacionales y de empresas privadas interesadas en los temas vinculados al desarrollo de la región, el país y la denominada macrozona norte, que agrupa al norte de Chile y su conexión con todos los países de la Zona Centro Oeste de Sur América.

Durante esta nueva etapa se ejecutan proyectos de desarrollo económico y so- cial, pero también comienza a tomar fuerza el apoyo, mediante la asistencia técnica, al trabajo que realizan empresas privadas, particularmente del sector minero y que contribuyen también al desarrollo de la región y del país. Esta nueva faceta de la vinculación se concentra, particularmente, en la evalua- ción de impactos de programas y de la participación de estas empresas en la actividad económica de la región y del país.

Otra línea de trabajo que comienza a ser importante en el desarrollo futuro de la Facultad es la llegada de los primeros proyectos con financiamiento FONDECYT, que si bien abordan temas de carácter macro, sus resultados también comienzan

277 a tener aplicación en temas regionales, como el caso de la Migración y la Conmu- tación, que incluso en la actualidad son preocupaciones de la región y que siguen demandando la generación de conocimiento al respecto y la medición sobre la evolución de los mismos. Esta línea de financiamiento comienza a posicionar a IDEAR y a la Facultad en ámbitos diferentes de la investigación y la vincula- ción, pues el tipo de investigación que se logra financiar a través de este medio especializa aún más el trabajo del Instituto y de sus académicos, obligando a la Facultad a iniciar un proceso acelerado de actualización y perfeccionamiento de sus estamentos académicos y dar respuesta así a las demandas y oportunidades que esta nueva etapa de la historia ofrece al desarrollo de la Facultad.

La Tabla N°2 muestra una síntesis de los principales proyectos abordados por la Facultad en este período, destacando la diversidad de fuentes de financiamiento y de proyectos, que amplían el campo de acción de la FACEA y sus centros de investigación y vinculación. De manera específica se ejecutan proyectos que apuntan a resolver problemas específicos de algunos sectores de la economía regional, como la minería, las PYMEs, el sector sanitario, y la calidad de vida de los habitantes de la región.

278 Tabla N°2: Proyectos con Financiamiento FNDR/GORE Antofagasta y otras Fuentes 2000–2009, ejecutados por la Facultad de Economía y Administración

Año de Fuente de Proyecto Ejecución Financiamiento

Migración y Conmutación Laboral en Chile 2006–2008 FONDECYT

Estudio comparativo de políticas y prácticas de procesos de internacionalización en instituciones de 2005–2008 FONDECYT Educación Superior en Chile.

Estimación de matrices de insumo producto para el sector minero en general y MEL, en particular de la II 2004 FMEL Región de Antofagasta

Diseño de indicadores de impacto y metodología de seguimiento de PTI Clúster Minero: Desarrollo de un 2004 CDP complejo productivo y de servicios en torno a la minería.

Evaluación programa de Becas Universitarias Indígenas 2004 FMEL para Atacameños y Quechuas de la Segunda Región

Estudio Focalizado de la demanda de 120 medianas y SERCORTEC 2004 pequeñas empresas Antofagasta

Análisis del Costo de la Vida II Región 2004 GORE

Efecto de la Subcontratación de la Gran y Mediana FOSIS 2003–2004 empresa sobre la estabilidad y operación Antofagasta

Análisis del Marco Regulatorio para definición de F.N.D.R. 2002 Tarifas Area Sanitaria. Antofagasta

F.N.D.R. Análisis de la Tributación del Sector Minero 2002 Antofagasta

Catastro Regional de la Micro, Pequeña y Mediana SERCOTEC 2001. empresa de la II Región de Antofagasta. Antofagasta

Estudio de Capital de Riesgo Regional: una alternati- F.N.D.R. 2000–2001 va de financiamiento para PYMEs innovadoras Antofagasta

Fuente: Elaboración propia a partir de Memorias Gestión UCN.

279 5. La Llegada de los 50 años y la Internacionalización de la Facultad

Como parte del crecimiento de IDEAR, se fueron anexando otras unidades que especializaron la investigación y focalizaron el trabajo de los académicos de la Facultad en líneas de investigación más específicas. Se crean observatorios de investigación que van ampliando el trabajo de la FACEA y de IDEAR.

El primero de estos observatorios fue el ORDHUM, Observatorio de Desarrollo Humano, que nace el año 2002 bajo el patrocinio del Programa de las Naciones Unidad para el Desarrollo (PNUD). Este observatorio logra sacar adelante una línea de trabajo en torno a indicadores de desarrollo humano para la Región y de la macro zona norte y el país. Gracias a este trabajo se hacen conocidos los informes del observatorio sobre la evolución del desarrollo humano en la región, los cuales lograron reunir en la UCN a todos los actores con interés en este ámbito del desarrollo de la región y del país. De la mano del PNUD se logra avanzar en temas muy relevantes para la política pública sobre estos temas, pero a través del tiempo el observatorio fue incorporando otros ámbitos de trabajo y hoy, por ejemplo, realiza un fuerte trabajo en el desarrollo de las personas y lo que en sus primeros años fue un trabajo de investigación, por estos días se traduce en un trabajo en terreno con las personas, aplicando todo lo que la experiencia y los resultados de investigación previa han ido generando6.

El año 2015 se incorpora el OLAB, Observatorio Laboral Antofagasta, con el objetivo de producir conocimiento e información sobre el mercado del trabajo de la Región. Este nuevo observatorio surge sobre la base de un convenio de colaboración con el Ministerio del Trabajo y SENCE y se encuentra integrado a la red de observatorios laborales coordinada por SENCE a nivel nacional. Este observatorio fue pionero a nivel nacional y su trabajo ha servido de base para la instalación de otros observatorios a lo largo del país. Desde la creación de OLAB, el trabajo con los sectores involucrados directamente al mercado del trabajo en

6 Desde el año 2016 ORDHUM viene realizando una intervención del tipo A+S, con la participa- ción de académicos y estudiantes se apoya el desarrollo de las personas del campamento los are- nales y se les entregan herramientas para que puedan sacar adelante proyectos comunitarios que les permitan mejorar su calidad de vida y superar las brechas de marginalidad que la vida en campamentos les condiciona.

280 la región se ha intensificado y año tras año se esperan sus reportes y boletines, los que comienzan a instalarse como una herramienta para la definición de políticas públicas y han servido además para reorientar el trabajo de todos los actores que conforman este mercado.

Recientemente, el año 2017 se crea el ORMI, Observatorio Regional de la Migra- ción, con la finalidad de producir información sobre el fenómeno de la movilidad humana, abarcando la migración internacional, el desplazamiento, la migra- ción interna hacia y desde la Región de Antofagasta, así como la conmutación de corta y larga distancia. Con la creación de este observatorio la Facultad se hace cargo de uno de los temas que se toma la agenda pública y privada en estos tiempos, particularmente en la región de Antofagasta, que muestra las tasas más altas de inmigración del país y donde la necesidad de generar políticas públicas que se hagan cargo de manejar la llegada, instalación e incorporación de estas personas a la región.

Producto del trabajo de estos observatorios, realizando un catastro de las inves- tigaciones realizadas desde el IDEAR entre los años 2000–2015, los resultados muestran un total de 124 proyectos/estudios de investigación, la Tabla N° 3 muestra este detalle, desagregando los proyectos por área de investigación.

281 Tabla N°3: Investigaciones Realizadas desde IDEAR entre los años 2000–2015

Área de Investigación N° de Investigaciones y/o Estudios

Migración 14

Minería 17

Desarrollo Económico 6

Mercado Turístico 8

Emprendimiento e Innovación 5

Desarrollo Regional 14

Espacial 16

Otros 44 N° Total de Investigaciones 124

Fuente: Revista I+D+I+e UCN, VRIDT, 2015

El siglo XXI, sin lugar a dudas viene a consolidar la inserción de la FACEA a nivel internacional y sus investigaciones y sus académicos ya no sólo son conocidos en la Región y el país, sino que comienzan a ser parte de una red internacional de vinculación en los temas que la Facultad venía cultivando por cerca de cuatro décadas. Comienzan a abrirse nuevos espacios de vinculación y de investiga- ción y es así como surgen dos iniciativas, la primera de ellas es la creación del Centro de Investigación en Gestión de tecnologías para la Empresa (CIGTE), que nace con la finalidad de fortalecer la relación con las empresas de la Región y disponer de una base de conocimientos y tecnologías aplicables a la gestión de las empresas tanto a nivel regional como nacional7. Comienza así una nueva dimensión del trabajo de la Facultad y este centro comienza a generar estudios sobe la innovación y los sistemas de información empresarial con miras a me- jorar la gestión de las empresas.

Otra iniciativa que viene a cubrir un espacio regional y nacional que en ese mo- mento tomaba fuerza, fue el Centro de Emprendimiento y de la PYME (CEMP). Este Centro se crea el año 2017 y se hace cargo de aportar con su trabajo al eco- sistema del emprendimiento y la innovación, que comenzaba a ser un tema de

7 CIGTE se crea el año 2005

282 interés para la región y el país, por cuanto la PYME comienza a ser considerada como un factor relevante del desarrollo de las regiones, pues es un sector que contribuye de manera significativa a la generación de empleo y su aporte al PIB también es de gran relevancia para la evolución de la actividad económica en la región y el país.

A nivel nacional e internacional estos temas ya eran parte de la discusión y se comenzaban a plantear como uno de los grandes problemas del desarrollo regional y del país, por este motivo se hacía necesario que la Universidad y la Facultad asumieran un rol preponderante en esta nueva esfera del conocimiento y desde entonces el CEMP se hace parte de esta demanda y comienza a transformarse en uno de los referentes a nivel nacional e internacional en estas materias. El aporte del CEMP se materializa en su contribución al fortalecimiento de un ecosistema del emprendimiento que comenzaba a consolidarse y a desarrollar la actitud emprendedora en la región y el país. Uno de los primeros aportes de este Centro a la Región fue el informe GEM8, a través de este informe el CEMP año tras año viene midiendo la evolución del emprendimiento en la Región y generando información respecto a las características de los emprendedores, información de mucho valor para la política pública y para todos los actores que forman parte del ecosistema emprendedor de Antofagasta.

A partir del año 2010 y toda la década actual, la FACEA ha seguido cumpliendo la misión inicial y ya no sólo está preocupada del desarrollo de la región, sino que sus aportes pasaron a ser parte de las demandas del país y del resto del mundo. Hoy los académicos de la Facultad y también los estudiantes son parte de un contexto más amplio y se mueven desde Antofagasta hacia el resto del país y del mundo. La vinculación en la actualidad se realiza de manera presencial y mediante el uso de la tecnología, pero la alianza con el Gobierno Regional continúa siendo un pilar fundamental para el desarrollo de la investigación y el impacto de ésta en la región y el país.

8 GEM, Global Entrepreneurship Monitor, Informe sobre la actividad Emprendedora de la Re- gión. Desde el año 2007 a la fecha.

283 Se continúa haciendo investigación con impacto en el desarrollo local y al igual que en los ´70, la misión de la FACEA sigue estando vinculada al desarrollo de su Región y de su gente. Por estos días sus académicos, estudiantes y unidades asumen un rol más activo con su comunidad más inmediata y también con el resto del país y las redes internacionales. El desarrollo de las tecnologías y el acceso a recursos provenientes de diferentes fuentes de financiamiento nacional e internacional abren nuevas oportunidades para seguir consolidando el aporte de la FACEA al desarrollo de la región y permiten mantener vivos los compro- misos asumidos desde su creación y que han marcado 50 años de vinculación y aportes a toda la sociedad y en especial al mejoramiento en las condiciones de vida de las personas.

Este relato ha pretendido visibilizar el aporte de la Facultad de Economía y Ad- ministración a la región, al país y a las personas y reconocer el trabajo que un número importante de académicos y estudiantes que han pasado por la Facultad, han marcado durante estos 50 años de vinculación y permanente preocupación por los problemas, desafíos. orientaciones y grandes preocupaciones que la región ha demandado a esta unidad académica y cuyos resultados han sido construi- dos por un grupo de personas que dieron vida a este proyecto de Universidad y Facultad y de los cuales muchos han partido, pero han dejado su contribución y en alguna instancia del desarrollo de la región dejaron su huella y a seguirán dejando las nuevas generaciones que siguen este mismo legado.

6. Conclusión

A lo largo de estas cinco décadas, la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Católica del Norte, ha sido parte de los grandes temas del desa- rrollo de la región y el país, hoy al cumplir 50 años de existencia sus académicos y estudiantes siguen cumpliendo la misión que sus primeros integrantes defi- nieron desde su creación. La mirada del CREE, de IDEAR y de los centros más recientes siguen poniendo en el centro de su quehacer el desarrollo de la región y su gente y a pesar de estar liderando proyectos y redes de carácter internacio- nal, la preocupación por lo local no deja de ser prioridad y la vinculación con

284 los actores regionales, del mundo público y privado, son parte de la política de la FACEA como lo fue en sus inicios.

La historia de estos 50 años permite presentar un catastro muy amplio de pro- yectos y actividades que resumen la relación que ha existido entre la Facultad y la comunidad regional y nacional, al tiempo que permite poner en evidencia la preocupación por los grandes problemas y desafíos de la región.

Uno de los aspectos trascendentales del trabajo con la comunidad, desde los primeros años, ha sido la realización de un trabajo conjunto entre académicos y estudiantes, cuyo esfuerzo ha logrado abarcar diferentes ámbitos y necesida- des de la sociedad y ha posicionado a la Facultad como un referente regional y nacional, permitiendo mantener vivo el sueño de muchos de los integrantes pioneros de la FACEA en torno a la misión de ser parte del desarrollo del norte y de su gente.

Para mantener vivo esta aspiración la Facultad ha crecido en términos de su planta académica, en cuanto al número de estudiantes y también en cuanto a

285 su infraestructura, esto ha facilitado su labor de vinculación con la comunidad, la cual ha sido además apoyada por una variedad de instituciones, que han co- laborado y contribuido con recursos al desarrollo de proyectos y actividades de la Facultad con su región, su país y hoy con el resto del mundo.

Tras este relato, agradecer a todos los que han sido parte del crecimiento de la Facultad y que han permitido mantener vivo el sueño de varias generaciones de visionarios académicos y estudiantes que han marcado estos 50 años de vida de la Facultad y de la integración y compromiso permanente con su región.

7. Bibliografía

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Recabarren, Floreal (1994), Libro Forjadores de Antofagasta, 148 años de historia, Edit PROA. Reeditado el año 2015.

286 Formación Farmacéutica Regional: Dimensión social

Francisco de la Fuente Vásquez*

* Académico, I. Introducción histórica de la formación Profedor asociado farmacéutica. Universidad Católica del Norte, Químico La historia de la actividad profesional farmacéutica se pierde Farmacéutico. en el misterio de los tiempos, en el fragor de la lucha de la Magíster en Ciencias Sociales vida y la muerte por dar una respuesta sanitaria a las do- (e–mail: fdelaf@ lencias de los enfermos, todo ello con la fuerza y tenacidad ucn.cl) de hombres y mujeres, que buscaron las soluciones que les ofrecía en primer término la naturaleza, asociándose a lo largo de la historia moderna con los avances de las ciencias y tecnologías.

Atrás han quedado los pueblos primitivos con sus explica- ciones míticas sobre las causas de sus problemas de salud. Desde la antigua China, Egipto, Mesopotamia, pasando por Grecia y Roma, avanzando por la alquimia medieval con un entorno cultural que enmarcaba el paradigma en el cual se desarrollaba el concepto de salud, enfermedad y el medicamento como objetivo terapéutico.

287 Es así, como alquimistas y especialmente paracelsistas orientaron el quehacer farmacéutico hacia la búsqueda de respuestas en una ciencia que iniciaba su camino hacia la Química. Desde este instante esta ciencia ha acompañado la formulación de medicamentos; apoyándose en los avances de la biología y ciencias biomédicas; lo que ha permitido que estas preparaciones se dirijan a dianas de acción, que han logrado traspasar la membrana celular y alcanzando en nuestros días el código genético.

En el transcurso histórico el lugar de trabajo del profesional farmacéutico se fue constituyendo en lo que conocemos como el recinto de “Farmacia”, el cual en Chile tiene un punto de origen marcado por la iniciativa de la Compañía de Jesús, con la presencia en la época colonial de la farmacia de los jesuitas, la cual definió una dedicación con rigor científico a la actividad farmacéutica en la persona del hermano Zeitler, lamentablemente la expulsión de los jesuitas del territorio nacional trabaría este proceso de desarrollo por algún tiempo.

El primer esfuerzo declarativo en cuanto a la formación profesional de farma- céuticos en nuestro país ocurrió un 28 de febrero del año 1833, con la creación de un curso de farmacia, que contaba con un plan de estudio que consultaba con 4 asignaturas, las que estuvieron a cargo de profesores destacados como: Rodolfo A. Phillipi, Ignacio Domeyko y José Vicente Bustillos. Los postulantes debían cumplir con requisitos previos difíciles de obtener, como el haber superado materias de latín, idioma (inglés o francés), filosofía (moral), química, física e historia (sagrada, antigua y moderna).

La formación de farmacéuticos ante la dificultad de encontrar postulantes que cumplieran con las exigencias de la admisión al curso de farmacia, implicó una fuerte inestabilidad del proceso formativo, entregándose inicialmente títulos de Dependientes de Farmacia que no eran atrayentes, hasta llegar sólo a la preparación de Ayudantes de Farmacia.

El cierre de la Universidad de San Felipe y posterior creación de la Universidad de Chile en 1842, motiva el traslado de la enseñanza de la farmacia a su Facultad de Medicina. No obstante, sólo hacia 1885 vino a exigirse un título otorgado por la enseñanza superior para ejercer la profesión y tenencia de un local de farma-

288 cia. Cabe destacar que un hito importante en la formación profesional fue la entrega del Título de Farmacéutico en 1899 por esta casa de estudios superiores, a la primera mujer doña María Griselda Hinojosa Flores oriunda de la ciudad de Copiapó, habían pasado muchos años desde que el Rector Andrés Bello le entregara un primer título de farmacéutico a don José Benito Vargas en 1844.

Hacia 1919 la formación farmacéutica se pone en marcha con la creación de un curso en Farmacia en la Universidad de Concepción recientemente creada, que tuvo un enfoque importante en la cátedra de química analítica, lo cual fue un gran adelanto para la época. En 1922 se recibieron los primeros 15 títulos de farmacéuticos, las cuales todas eran mujeres.

II. Formación farmacéutica en la Universidad Católica del Norte

La formación farmacéutica en el norte de Chile se inició el año 2000 con la crea- ción de las Carreras de Química y Farmacia en la Universidad Católica del Norte en su sede de Antofagasta y en la Universidad Arturo Prat en la sede de Iquique.

La carrera de Química y Farmacia creada en el año 2000, correspondió a una ini- ciativa de académicos del Departamento de Química, quienes algunos años antes visualizaron la importancia de contar con esta oferta académica, entendiendo que estaba dada la oportunidad por no haber otra universidad en la región que la dictará. Además se tuvo presente la fortaleza de más de 25 años de actividad académica del Departamento de Química, considerando la importante base en química que tuvo la propuesta inicial de la malla de dicha carrera.

Las autoridades de la época solicitaron al Departamento de Química que ini- ciaran la postulación a un concurso del MINEDUC, con el fin de encontrar financiamiento para cubrir el área de desarrollo biológico y las necesidades de infraestructura y recursos de profesionales farmacéuticos o afines, como con- dición previa a su aprobación. Es así como el Departamento de Química postuló a dicho financiamiento, adjudicándose el Proyecto MECESUP UCN0109. En definitiva el 17 de mayo de 1999, en la sesión del Honorable Consejo Superior se aprobó la apertura de la carrera de Química y Farmacia en el Departamento de

289 Química, perteneciente a la Facultad de Ciencias de la UCN, participando en el proceso de admisión del año 2000.

Durante el año 2003 la carrera de Química y Farmacia realizó un rediseño curri- cular de acuerdo a un perfil de egreso actualizado, con el cual se buscaba darle un enfoque de formación farmacéutica a las asignaturas del ciclo profesional prioritariamente. Así mismo se propuso mejorar la oferta de electivos que con- tribuyeran al rol de un Químico Farmacéutico.

La Universidad de Valparaíso el 2004 en conjunto con la Pontificia Universidad Católica de Chile, se adjudicaron el proyecto MECESUP UVA0401 que tenía como objetivo principal la generación de un perfil de egreso nacional basado en competencias para la carrera de Química y Farmacia. Por instancias guber- namentales se recomendó la inclusión en el proyecto la participación de otras instituciones de educación superior, que dictaran la carrera y manifestaran la voluntad de trabajar en la elaboración de dicho perfil, con lo cual se invitaron a todas expresando su conformidad de incluirse la Universidad Católica del Nor- te, la Universidad Austral de Chile, la Universidad Arturo Prat y la Universidad Andrés Bello.

El proyecto MECESUP UVA0401 concluyó con la entrega de un perfil de egreso para la carrera de Química y Farmacia, cuyo producto final sería implementado por cada una de las instituciones, oportunidad en que cada centro de formación podría darle un sello institucional que estimaran pertinente. La jefatura de carrera de Química y Farmacia con el apoyo del Departamento de Química pos- tuló a un nuevo proyecto con el objetivo de implementar dicho perfil de egreso basado en competencias y aplicación de metodologías activas que permitieran su logro, adjudicándose el proyecto MECESUP UCN0604.

A partir del proyecto MECESUP UCN0604 los académicos de la carrera de Química y Farmacia comenzaron una exhaustiva capacitación, cuyos objetivos fueron: a) Asumir un rol protagónico en el cambio cultural que implica la formación por competencias; b) Estructurar los programas de las asignaturas de formación profesional de acuerdo al perfil de egreso basado en competencias; y, c) Introdu- cirse en la utilización de metodologías de enseñanza–aprendizaje orientadas al

290 logro del perfil de egreso basado en competencias. Estas actividades permitieron la realización de un nuevo rediseño curricular considerando el perfil de egreso antes indicado y que fue implementado a partir del año 2013.

El 18 de diciembre del año 2008 se crea el Departamento de Química y Farmacia como una nueva unidad académica en la Facultad de Ciencias de la UCN. La creación de este departamento ha permitido el desarrollo de un área del cono- cimiento específica en las Ciencias Farmacéuticas, además de garantizar la calidad académica de todas las actividades de investigación, docencia y servicio de la carrera de Química y Farmacia.

Con el nombramiento de su primer director el departamento comienza a funcionar de manera autónoma en el año 2009. Posteriormente con la finalidad de dar una visión que se ajustara más al quehacer del medio laboral del Químico–Farma-

291 céutico, en agosto del 2012 se cambia a su actual nombre quedando denominado por Decreto 108/2012 como Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la UCN.

Actualmente el departamento tiene asignada una la planta académica de 11 profesores, de los cuales seis poseen grado de doctor, dos de magíster, habiendo tres de ellos en perfeccionamiento participando en programas de doctorados. Constituye un reto importante inmediato el aumentar la planta académica con- siderando los compromisos institucionales del plan de desarrollo de la unidad y las adecuaciones necesarias a la nueva ley de educación superior (Ley 21.091).

En cuanto a la productividad científica, merece especial atención el hecho que durante el período 2013–2015 se publicaron 25 artículos en revistas indizadas (todas ISI) sobre temas relacionados con las Ciencias Farmacéuticas. Este dato resulta relevante, dado que con anterioridad a este período las publicaciones eran relacionadas, fundamentalmente, con temas de química. Al 2017 el de- partamento mantiene un promedio superior a las 7 publicaciones anuales (ISI).

La admisión de la carrera de Química y Farmacia ha aumentado sistemáticamente, teniendo en promedio de ingreso anual por sobre 45 alumnos, lo que significa que en la carrera han ingresado más de 800 estudiantes. Al 31 de diciembre de 2017 la carrera registró 228 estudiantes regulares, y 343 titulados los cuales trabajan en diferentes áreas de las Ciencias Farmacéuticas a nivel regional y nacional. La mayoría de los profesionales titulados de la carrera de Química y Farmacia trabajan en el campo de las farmacias comunitarias (72%), mientras que otro lo hace en el sector público (18%) y un porcentaje menor en actividades diversas relacionadas profesionalmente (10%).

En los últimos años ha habido una mejora de infraestructura y de aumento de profesorado, que unida a la generación de nuevos espacios de laboratorios augu- ra un desarrollo de líneas de investigación que sustenten las tesis de pregrado actual, como aquellas que se produzcan del proyecto de desarrollo de la unidad en la creación de un programa de posgrado. El compromiso del profesorado en su reflexión académica ha potenciado la creatividad intelectual, la que se ha reflejado en la postulación a diversas alternativas de financiamiento de la investigación científica, permitiendo la adjudicación de proyectos de fuentes nacionales como

292 CONICYT (Regular, Posdoctorado, Anillo, Basal, FONDEQUIP), FIC–Regional, VRIDT–UCN (Semilla y PROFONDECYT), y de organismos internacionales.

Es así que el Departamento de Ciencias Farmacéuticas a través de la adjudicación de un proyecto FONDEQUIP ha emplazado equipamiento en las instalaciones del Parque Tecnológico MAINI de la UCN, considerando el alto costo económico en equipamiento de mayor complejidad y en el interés de apoyar la transferen- cia de conocimiento, que potencialmente demanden la sociedad en procesos y servicios particularmente regional.

III. La carrera de Química y Farmacia: su dimensión social.

El Departamento de Ciencias Farmacéuticas a través de la dictación de la carrera de Química y Farmacia ha asumido un compromiso social, el que considera especialmente los aspectos de salud, aspirando ha recoger las necesidades de las personas e instituciones prestadoras de servicios, desde la perspectiva de la docencia e investigación en el campo de la actividad farmacéutica. Es opor- tuno señalar, que esta labor es un compromiso explícito de los profesionales de la unidad en la formación de los estudiantes y futuros colegas que cada año ingresan a la vida laboral.

El rediseño implementado el 2013 tuvo focalizado en las competencias y habili- dades que demandaban una actualización en la formación de los profesionales farmacéuticos en pleno inicio del milenio, teniendo como sustrato esencial una visión salubrista, consideradas en las exigencias científicas y tecnológi- cas que la sociedad requiere. En vista de esto, la implementación de la nueva malla consideró como esencial la inclusión de la Atención Farmacéutica como asignatura troncal, con el fin de contribuir al uso racional de los medicamentos mediante el seguimiento de las terapias de los pacientes. Lo anterior determina la oportunidad y fortaleza de la actividad farmacéutica en el fortalecimiento de los programas de fármacovigilancia, los cuales impactan directamente en el mejoramiento de la salud de los pacientes.

293 Los Químico–Farmacéuticos sin duda que cumplen un rol importante en las responsabilidades que la legislación vigente les señala en el ejercicio de las di- recciones técnicas de las farmacias comunitarias en el territorio nacional, por ello nuestros estudiantes acceden a conocimientos de administración y marke- ting aplicado a la producción, distribución y dispensación de medicamentos, teniendo presente el derecho de los pacientes a acceder a medicamentos de calidad y acompañamiento en la correcta elección de las alternativas farmacéuticas.

El rol social en la formación de los profesionales farmacéuticos está inserto en el campo de una carrera de la salud, la que se explícita en el proceso de enseñanza y aprendizaje de los alumnos, a través de la aplicación de metodologías A+S en diversas asignaturas de la malla curricular, evidenciándose en la realización de clínicas de atención farmacéutica en plazas públicas, campamentos, juntas vecinales y diversas instancias poblacionales, en las cuales desde hace más 5 años se realizan las denominadas “Carpas de Salud”, las que permiten ejecutar acciones concretas de controles de parámetros biomédicos y educación en la correcta administración medicamentosa, lo que promueve el uso racional de los medicamentos a través de la intervención farmacéutica.

IV. Conclusiones

El Departamento de Ciencias Farmacéuticas cumplirá 10 años en los próximos meses, siendo su expresión la formación de profesionales Químico Farmacéuticos a través de la carrera de Química y Farmacia que alberga en el Campus Angamos de la Universidad Católica del Norte. En noviembre del 2007, S.S. Benedicto XVI se dirigió a los farmacéuticos reunidos entorno a un congreso internacional, llamándolos a reflexionar sobre las funciones cada vez más amplias que están llamados a desempeñar, en especial como intermediarios entre el médico y el paciente, así como su papel educativo con estos últimos en el correcto uso de los medicamentos.

Hoy como ayer estas simples palabras del Papa nos muestran un camino en cuyo horizonte está lo esencial que es la atención farmacéutica, para cumplir con el

294 acto solidario de aplicar el saber científico al servicio del ser humano, es decir atender a la dignidad humana de cada paciente. En palabras del sabio Prof. QF. Hernán Vergara no deberíamos olvidar jamás que el “acto farmacéutico es vida”.

El compromiso formativo de profesionales farmacéuticos por el Departamento de Ciencias Farmacéuticas de la Universidad Católica del Norte, sustentándose en el saber científico continuará formando farmacéuticos que tengan la vocación social, en la que el medicamento sea el bien que da vida y salud al paciente, en términos de caridad y solidaridad: que los nuevos horizontes del acto farma- céutico sea de bienestar y alegría extrema del prójimo.

295 Bibliografía

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Guzmán R, Eduardo. Historia de una profesión. Editorial Trineo S.A. Santiago, Chile. marzo, 2003.

Guzmán R, Eduardo. Historia de la farmacia en Chile. Patrimonio Cultural de Chile. Octubre, 2008.

Vergara, Hernán. Caminos y Horizontes Farmacéuticos. Una visión humanista del medicamento y la farmacia. Gráfica Santa Berta. Concepción, Chile.

Decreto No 26/1999. Creación de la carrera de Química y Farmacia.

Proyecto MECESUP Bicentenario de Innovación Académica, UCN0604 (2006–2009), titulado “Innovación Curricular e Implementación de Metodologías Activas en la Carrera de Química y Farmacia de la UCN.

Montero, Patricio. Informe final Capacitación de los académicos de la carrera de Química y Farmacia de la UCN en el cambio cultural hacia la implementación de metodologías activas aplicables a las asignaturas del ciclo profesional de la carrera de Química y Farmacia. Enero 2009.

296 FACULTAD DE MEDICINA Universidad Católica del Norte A nuestros 15 años trabajando por la Salud de la Región.

Sergio Häberle Tapia*

* Doctor, Decano Introducción de la Facultad de Medicina de Han pasado casi 20 años en la UCN en que un estudio reali- la Universidad Católica del Norte. zado por una alumna de la propia casa de estudios visualizó el interés que existía en los jóvenes de la región de formarse en el área de la salud y el desarraigo que debían sufrir para que ellos pudieran lograr sus anhelos; no hay duda que solamente los visionarios, pudieron haber predicho las externalidades positivas que este proyecto ha traído para el desarrollo de la región y de sus habitantes.

En esta breve reseña quiero mostrar algunas de estas contri- buciones que la Facultad de Medicina ha ido desarrollando en este camino de formación de capital humano avanzado en el área de la salud congruente con lo declarado en la visión de la Facultad de Medicina que es aportar a mejorar la calidad de vida desde el ámbito de la salud de la zona norte del país. En este contexto y considerando la labor que realizamos en docencia, investigación y vinculación con el medio, presentaré algunos hitos que dan cuenta de nuestro aporte y compromiso con la comunidad.

297 Docencia

En este ámbito, el principal aporte evidentemente es el contribuir con profe- sionales de la salud con arraigo regional, ya que sobre el 85% de los estudiantes de la Facultad son hijos de nuestra Región de Coquimbo; y además una vez que egresan casi el 50% de los egresados de medicina se quedan ejerciendo en diferentes lugares de la zona y para el caso de las otras carreras sobre el 90% se queda en la región. Por lo tanto, somos una alternativa local y de calidad que facilita que los habitantes jóvenes de la región puedan seguir viviendo junto a su familia y cumplir con el anhelo de su formación.

Otro aspecto a resaltar en la formación de las carreras de Pregrado de las 4 ca- rreras de la Facultad de Medicina son: Enfermería, Kinesiología, Medicina y Nutrición y Dietética, todas ellas acreditadas por más de 5 años. Este trabajo de mejora continua recoge la necesidad de incorporar el trabajo en equipo como parte del proceso de formación para responder adecuadamente a las necesida- des del medio laboral y la búsqueda de soluciones de atención en salud de una manera integral.

Así, en el continuo de la malla curricular se entregan las herramientas para la formación de competencias disciplinares y transversales las que culminan con un trabajo en común llamado “Internado Rural”, que consiste en que los estudiantes salen del ámbito urbano a trabajar como equipo multidisciplinario ayudando a las labores de la atención primaria en áreas rurales de nuestra re- gión; lo que ha tenido dos efectos, uno es que los organismos de salud regionales aporten a la formación de los nuevos profesionales de la salud y que los estu- diantes contribuyan con sus nuevos conocimientos a dar soluciones de acuerdo al estado del arte actualizado. Esta experiencia ha permitido que nuestros egresados conozcan los desafíos que implica el trabajo de la salud regional, y el gran potencial de desarrollo que presenta esta área lo que también ha permitido que se queden trabajando en el área rural y en la atención primaria de nuestra región que sin duda para la Facultad es de vital importancia para contribuir a la mejora de la calidad de vida y una población sana. El porcentaje de egresados

298 en atención primaria de salud es 60% para el caso de medicina, y 90% para el caso de las otras carreras.

Otro ejemplo de cómo la formación de Pregrado contribuye al desarrollo regional es que las carreras de nuestra Facultad utilizan la metodología A+S (Aprendizaje más Servicio) en su currículo, que consiste en asociarse con una organización pública o privada para que a través de la formación se entregue un servicio requerido por dicha organización privilegiando las entidades comunitarias y el servicio público, ejemplo de ello es la carrera de Nutrición y Dietética donde a través de asignaturas disciplinares, metodologías didácticas e innovadoras centradas en el estudiante realizan intervenciones nutricionales a familias, las que incluye mediciones antropométricas, asesoría de compra, preparaciones culinarias saludables, educación, entre otras y bajo el enfoque de salud familiar.

Otro ejemplo, es el trabajo conjunto entre las carreras en actividades de educa- ción y promoción en salud, realizada a estudiantes de enseñanza media de las comunas de La Serena y Coquimbo cuyos colegios enmarcan estas actividades dentro de su plan de promoción de salud; necesidades que surgen desde encuestas y diagnósticos realizados desde la academia a establecimientos educacionales municipales de la región.

Otros de los varios ejemplos, es el trabajo conjunto entre la Facultad y la Cor- poración Municipal Gabriel González Videla de La Serena, sobre el impacto de las actividades del plan de promoción de salud comunal en la condición física y hábitos alimentarios de escolares menores de 15 años que en una primera etapa se trabajó en la sensibilización de directivos educacionales y autoridades regio- nales y equipos locales de promoción de salud para continuar en la evaluación tanto de la condición física como de hábitos alimenticios en los escolares para finalmente, proponer medidas que contribuyan a mejorar la salud de los mis- mos. Este trabajo se lleva a cabo desde el año 2016 y se proyecta hasta el año 2021.

A través del Convenio de Colaboración existente entre la Facultad de Medicina y el Club Deportivo y Cultural de Coquimbo Unido, nuestros profesionales y estudiantes de kinesiología realizan evaluaciones Evaluación antropométrica (evaluación del nivel de: Grasa, masa magra, piel, tejido óseo y tejido residual),

299 lo que entregará información importante de la condición física y permite al preparador físico focalizar y ajustar estrategias en base a esta información.

La batería de chequeos es parte de las evaluaciones de pretemporada de los fut- bolistas, datos que esperan entregar un minucioso reporte de la actual situación física de los deportistas.

Otro ejemplo de asociación en pregrado es la sinergia que se establece en los campos clínicos de los cuales tenemos varios para destacar, uno de ellos fue establecer como campo clínico prioritario para la carrera de kinesiología en el Servicio de Medicina del Hospital de Coquimbo, donde se estableció en conjunto con el Jefe de Servicio un sistema de atención kinésica integral para todos los pacientes de acuerdo a sus patologías, lo que determinó en los años de ejecución de este programa desde el año 2013 una disminución de los días de estadía de los pacientes en situación de dismovilidad; así como también, la disminución y ausencia de úlceras por presión en estos mismos pacientes. Este trabajo ha sido permanente y continua gracias a la relación asistencial docente vigente con el establecimiento.

Dentro de ello está el policlínico del pie diabético que nace como una iniciativa del Jefe de Servicio de Cirugía del Hospital de Coquimbo para disminuir en el tiempo la posibilidad de reamputación de los pacientes diabéticos que por dis- tintas razones hayan sido sometidos a una amputación, esto a través de una atención integral de todas las carreras de la Facultad de Medicina; Enfermería preocupándose de hacer educación y curaciones avanzadas, Kinesiología ocu- pándose de la rehabilitación con especial énfasis en restablecer la marcha con apoyo de órtesis que mejoren los puntos de apoyo de las distintas amputaciones, Nutrición y Dietética en el manejo de la dieta para mejorar los niveles de glicemia, y Medicina con el tratamiento médico específico en sus distintas patologías. Este enfoque amplía su cobertura gracias a la presencia de los estudiantes de pregrado en estas actividades.

En el Hospital de La Serena se ha replicado el modelo del pie diabético y está levantándose una iniciativa común para el manejo nutricional y educación en

300 nefrología que permita postergar el ingreso a nefrodiálisis de los pacientes con insuficiencia renal crónica.

En el ámbito de la Enfermería destaca la Educación en prevención, promoción y rehabilitación en distintas temáticas de la salud; además de capacitaciones a los usuarios y funcionarios de diferentes servicios clínicos y de unidades de apoyo del hospital en temáticas como: Cuidado del niño hospitalizado, oxige- noterapia, paciente crítico.

Otro aspecto a destacar en esta área es que el empuje del crecimiento de la Facul- tad, ha llevado a la creación de post grados y pos títulos, es así como el Magíster de Salud Pública (acreditado por 4 años) ha permitido formar a profesionales de las distintas áreas y de toda la región sin tener que viajar a Santiago en los ám- bitos de epidemiología y gestión. A la fecha son 63 los profesionales titulados, contribuyendo así, con entregar herramientas para mejorar las soluciones en el área de la salud de la región.

También hay que resaltar el aporte que ha significado los 8 programas de es- pecialidades médicas que a la fecha han titulado 74 especialistas; éste ha sido un trabajo asociado tanto con el Ministerio como el Servicio de Salud local y un compromiso para disminuir la brecha de profesionales especializados en el área de la salud. Esto se refleja en que 60% de los becados hoy día ejercen como especialistas en la región.

En esta misma área, hay que resaltar que un grupo de 40% de nuestros egresados salieron de la región a obtener una formación de especialistas y subespecialistas en distintas áreas y hoy están volviendo a ejercer dichas especialidades en los distintos hospitales de la región.

Muchas de las especialidades médicas han permitido que los Hospitales de Co- quimbo y La Serena cuenten con médico residente en los servicios en los cuales existen programas de formación lo que facilita y da continuidad a la atención de los pacientes durante horas de la tarde y la noche, aportando así a dar una atención de mayor calidad en el área de la salud a la población.

301 Investigación

La investigación segunda misión de la universidad que tiene como objetivo ge- nerar conocimiento nuevo en el área de la salud, también se ha convertido en un aporte al bienestar de las personas, algunos de los hechos relevantes ha sido la investigación en el área de los biomarcadores y metales pesados que a través del proyecto Caracolitos que investigó la presencia de metales pesados y su relación con la función cognitiva en trabajadores de la pequeña minería de Andacollo y que culmina con un reciente estudio midiendo los niveles de metales pesados en la población no minera de Andacollo que busca ser un sustento científico para la generación de políticas públicas en esta área de nuestra región.

Otro proyecto es la investigación en biomarcadores para prevención de en- fermedades oncológicas en el área gastroenterológica, dio como resultado la instauración junto al Gobierno Regional del plan de prevención del cáncer de colon y por otro lado, el acceso gratuito de 250 usuarios de atención primaria a endoscopia digestiva alta, con el sólo compromiso de entregar muestras fecales para entregar el trabajo.

Otras áreas abordadas desde la investigación son la agricultura y la minería; en el primer caso enfocado fundamentalmente en determinar los daños cognitivos de la exposición en los trabajadores de actividad agrícola expuestos a plaguicidas y sus consecuencias, lo que ha contribuido a la toma de conciencia del uso de las medidas de prevención de daños crónicos.

En el caso de la minería nuestra Facultad se ha centrado en la investigación de los efectos de la hipoxia intermitente que significa el trabajar en altura aseso- rando a las empresas en la disminución de los efectos deletéreos producto de la falta de oxigenación de los tejidos y la hipobaria que implica el trabajo en faenas mineras desarrolladas en los macizos cordilleranos de nuestra región.

También ha sido preocupación de nuestra Facultad, la obesidad infantil y las políticas públicas para prevenirla, esta investigación ha dejado beneficios direc- tos para el área educacional como fue la aplicación de un modelo de prevención en un colegio de la región que logró cambiar los hábitos en pro de la prevención

302 y por otra parte, otra investigación facilitó a que la Corporación Municipal Gabriel González Videla tuviera un diagnóstico epidemiológico del sobrepeso y obesidad en un grupo importante de escolares, como así mismo, instalar un modelo piloto de medición de resultados frente a las políticas de intervención para el manejo de este flagelo. Todo esto permitiendo contar con información por parte del Departamento de Salud y de Educación de la comuna de La Serena, para la toma de decisiones y que facilite promover la promulgación de decreto municipal que contribuya a mejorar la salud de la población escolar.

Vinculación

La Vinculación con el Medio, se ha desarrollado desde los inicios de la Facultad de Medicina con el propósito de mantener y fortalecer las relaciones bidireccio- nales a nivel local, regional y nacional la que ha ido en crecimiento de manera permanente y sostenida en el tiempo. Teniendo como principal objetivo la mejora de la salud regional.

Para la Facultad de Medicina la vinculación se ejerce de manera formal principal- mente a través de Convenios Asistenciales Docentes con instituciones públicas y privadas, así como aquella que se desarrolla de forma inherente en la formación de pre y posgrados y en todas aquellas acciones de extensión y asesorías ligadas tanto a la docencia como en la investigación.

Una manera en que se ve materializada nuestra vinculación ha sido el aporte en equipamiento y habilitación de espacios en algunos Campos Clínicos, como por ejemplo, sala de informes de rayos e imagenología en el Hospital de La Serena; cabina de puvaterapia en el Servicio de Dermatología primera en la región y ubicada en el Hospital San Pablo de Coquimbo, la habilitación de Sala de Espejo en el Servicio de Psiquiatría del Hospital de La Serena, equipamiento de un Videopanendoscopio de última generación en el Servicio de Endoscopia del Hospital de Coquimbo, habilitación de box y equipamiento en distintos CESFAM: COVICO Sergio Aguilar, Pedro Aguirre Cerda y Juan Pablo II y la Aso- ciación Chilena de Seguridad. Todo ello para mejorar las condiciones de atención

303 de usuarios e impactar positivamente en los funcionarios para contribuir a la mejora del sistema de la red pública asistencial.

En este mismo ámbito destaca ampliamente las capacitaciones y formación con- tinua realizada por parte de la Facultad de Medicina a funcionarios públicos de los establecimientos de salud que forman parte de la red asistencial de la región. Las áreas de formación realizados son en: salud familiar y comunitaria, gestión en salud, aspectos legales en atención de pacientes, actualización y manejo en patologías GES, simulación, técnicas de RCP, herramientas computacionales, instrumentos de evaluación para el adulto mayor (EMPAM), lactancia materna, epidemiología básica, inmunizaciones y manejo de la cadena de frío, soporte vital básico del trauma, autocuidado en salud, manejo del dolor crónico, entre otros.

De forma directa con la comunidad como parte del compromiso en la preven- ción y educación de la población regional, destacan las siguientes actividades de celebración: Día sin fumar, mes del corazón, día de la alimentación salu- dable, olimpiadas de invierno con la Escuela Especial CORPADIS, Universidad del Adulto Mayor en conjunto con el Departamento de la Pastoral - UCN, mes del corazón, día internacional de la actividad física, olimpiadas psicomotoras dirigida a preescolares, semana de la lactancia materna, campaña Prenec di- fusión de actitud preventiva de cáncer colorrectal y hábitos de vida saludable, entre otros, todas estas actividades realizadas por académicos y estudiantes han permitido fortalecer y vincular a la Facultad con la comunidad y el quehacer activo de la red asistencial.

Proyectos con la Comunidad y Socios Estratégicos

En esta área que consiste en transferir los conocimientos adquiridos en el de- sarrollo de la docencia e investigación a nuestros socios estratégicos y la comu- nidad destaca la Puesta en Marcha de un banco de tejido óseo para la Región de Coquimbo, también constituye un proyecto emblemático para la Facultad, por el impacto en las personas con menos recursos dado que permite el acceso a intervenciones quirúrgicas de alto costo.

304 Otro proyecto que destaca es el programa de educación, prevención y control de la Hidatidosis, ejecutado en las comunas rurales de Monte Patria, Combar- balá y Punitaqui que favoreció a escolares de la zona a través de intervenciones educativas.

Programa preventivo de seguimiento y diagnóstico de cáncer digestivo en la región de Coquimbo liderada por académicos de la Facultad, quienes en conjunto con la empresa privada, Servicio de Salud y Gobierno Regional, impulsan iniciativas de prevención enfocadas en población sana y con riesgo de cánceres digestivos. Buscando contribuir a la disminución de la mortalidad de esta enfermedad, PRENEC se enfoca en la detección

Precoz de pólipos y tumores tanto en el colon como en el recto. ¿Cómo? Incen- tivando que hombres y mujeres, entre 50 y 75 años, acudan a los CESFAM de la región, para ser parte de una intervención médica y educativa.

La Clínica de la Lactancia Materna y crianza responsable dando énfasis en el apego nace como una iniciativa de los docentes asistenciales donde se recibe a estudiantes en práctica e internados de las cuatro carreras de salud, en especial Medicina, realizada en el policlínico del CESFAM Sergio Aguilar, que consiste en el fomento de la lactancia a través de sesiones educativas a madres con lactantes beneficiarias del Centro de Salud.

Otra transferencia de conocimiento de investigación es el de recuperación cog- nitiva en Síndrome Alcohólico Fetal desarrollado en animales de laboratorio, que busca conocer los efectos moleculares y celulares a exposición prenatal al alcohol; tanto en la madre, como en los órganos en desarrollo del feto, incluyen- do el cerebro. Estos efectos podrían producir un desequilibrio perdurable entre los niveles de especies reactivas de oxígeno intracelulares (ROS) y moléculas antioxidantes en el cerebro lo que se ha visto en modelos animales, en ellos se demostró que el uso de antioxidantes mejora significativamente el déficit cognitivo generado por alcohol. Los resultados de estas investigaciones han permitido realizar seminarios y jornadas informativas en la comunidad sobre prevención del Consumo de Alcohol, organizado en conjunto con SENDA, ana-

305 lizando la problemática de ingesta de esta sustancia en nuestra zona desde las perspectivas políticas, sociales y científicas.

Participación en diversas mesas regionales

A través de referentes técnicos que transfieren los conocimientos actualizados, participando como representantes en las mesas regionales dirigidas por la Secretaría Regional Ministerial en temáticas como: obesidad, comité regional de lactancia materna, cáncer, discapacidad, adulto mayor, y otras. Nuestra participación activa contribuyendo como especialistas en la elaboración de propuestas de políticas en estas temáticas y al desarrollo de estas facilitando nuestra capacidad humana y de infraestructura.

Con la participación de la Intendencia Regional, la Secretaría Ministerial de Salud Coquimbo, el Consejo Regional Coquimbo, el Servicio de Salud Coquimbo, la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte, parlamentarios de la zona, Colegio Médico, Colegio de Matronas, directores y subdirectores de hospitales, representantes de FENPRUS. y FENATS, consejos consultivos, di- rectores de salud municipal y Agrupación de pacientes oncológicos, se realizó el seminario intersectorial con el fin de dar solución a problemáticas en salud de la Región de Coquimbo; a través de esta iniciativa se pretende priorizar los requerimientos y con ello determinar qué proyectos deberían comenzar a desa- rrollarse e implementarse en la zona.

Congresos, Jornadas, Seminarios, Charlas, entre otros

Como centro formador participamos activamente como organizadores, patroci- nadores, facilitador y auspiciadores de: congresos, jornadas de actualización, seminarios y cursos de especialización tanto de carácter nacional como inter- nacional; en áreas de docencia, investigación y de salud en general, como por ejemplo: Congreso Internacional en Educación en Ciencias de la Salud, Congreso Nacional de kinesiología, Congreso en Salud Pública, Congreso de Nutrición

306 y Dietética, Congreso de Ginecología y Obstetricia, Congreso Internacional de Cirugía, Congreso Internacional Chileno de Enfermedades Respiratorias, Congreso Anual SOPNIA, Congreso de Medicina Interna, Congreso Chileno de Hipertensión Arterial, Jornadas Chilenas de Coloproctología, Jornadas del Paciente Crítico, Jornadas Chilenas de Cirugía Plástica, Jornadas de Cirugía Vascular y Endovascular, Congreso anual “Entre volcanes y lagos, un encuentro entre la psiquiatría y la neurología, entre otros.

La participación en este tipo de eventos permite a la comunidad científica, académica, estudiantil, disciplinar y general, estar a la vanguardia de nuevos conocimientos; así como también genera espacios para la reflexión y discusión de los problemas de salud y de nuevas técnicas y procedimientos.

Participación en Sociedades Científicas

La Facultad se inserta en organizaciones con áreas y funciones de influencia nacional e internacional que permiten integrar la iniciativas regionales a las nacionales y viceversa contribuyendo a posicionar los problemas regionales como a su vez facilitar el acceso a las políticas nacionales, tales como: la Asociación de Facultades de Medicina de Chile (ASOFAMECH), Agrupación de Universidades Regionales (AUR), Asociación Chilena de Enfermería (ACHIEN), Sociedad Chi- lena de Educación en Ciencias de la Salud (SOEDUCSA), Consejo Internacional de Acreditación de Facultades de Medicina (CIDAFAM); a nivel de estudiantes Federación Internacional de Asociaciones de Estudiantes de Medicina (IFMSA), Asociación Nacional de Estudiantes de Medicina de Chile (ANACEM), Federa- ción Nacional de Estudiantes de Enfermería (FENEECh), Federación Nacional de Estudiantes de Nutrición y Dietética (FENUD Chile), entre otras.

A través de sus profesionales la Facultad de Medicina se encuentra inserta en las siguientes organizaciones gremiales tales como: Colegio Médico, Colegio de Kinesiólogos, Colegio de Enfermeras y Colegio de Nutricionistas. Y por otro lado, en diversas Sociedades Científicas tanto nacionales como internacionales.

307 Esto permite a nuestra Facultad estar presente, de una u otra forma en las instancias y en los grandes debates de interés nacional tales como la discu- sión de las políticas públicas, la contingencia ante la problemática de interés nacional, la búsqueda y mejoramiento del perfil profesional de nuestros edu- candos, la prospección hacia nuevas formas de concebir las temáticas de la salud y sus desafíos.

Conclusión

La historia de la Facultad de Medicina es reciente y su quehacer no solo se ha centrado en su rol formador, sino por el contrario, su despliegue de actividades en las áreas de investigación y vinculación con el medio desde la expertis, ha convertido a la comunidad académica en un socio y agente activo de la comuni- dad regional y nacional; cuenta de ello es la búsqueda permanente de alianzas estratégicas con instituciones públicas y privadas para ejecutar proyectos y nuevas formas de abordar soluciones a los problemas de salud.

Desde la formación nos hemos comprometido con la disminución de las brechas de los profesionales del área de la salud, para lo cual, se han consolidado los programas de pregrado en Medicina, Kinesiología, Enfermería y Nutrición y Dietética, todos ellos acreditados con más de 5 años de acreditación lo cual da cuenta de la calidad en la formación de los profesionales y fideliza a los profesio- nales una vez egresados de la casa de estudios para ejercer en la macro zona norte.

A nivel de post grado nos hemos comprometido con la disminución de las bre- chas existentes de falta de especialistas en el país y en especial en la zona norte, compromiso materializado en 8 programas de especialidades médicas: Cirugía General, Medicina Interna, Pediatría, Psiquiatría Infanto Juvenil, Psiquiatría Adulto, Neurocirugía, Radiología, y Ginecología y Obstetricia. Y hacemos parte, en nuestro plan de desarrollo la proyección y crecimiento a nuevas especialidades y con el tiempo a subespecialidades.

Así también, en post grado y pos título es parte de nuestro desafío el desarrollar programas de especialización en otras disciplinas con lo cual avanzaremos

308 en coherencia con la política pública del Gobierno de Chile en la dotación de personal altamente especializado para la atención en salud en beneficio de nuestra región.

Las múltiples actividades de extensión han vinculado a la Facultad de Medi- cina con la comunidad de forma permanente y continua permitiendo mate- rializar y desplegar acciones de promoción y prevención en materia de salud así como representar estar presente como actor relevante y de influencia en las instancias de discusión de políticas públicas a nivel regional y nacional a través de la participación de la Facultad en los comités, mesas regionales y en las diferentes asociaciones.

Nuestro vínculo con los socios estratégicos y de la comunidad, también se ve expresado a través de la formación continua, proyectos de investigación y actualización en habilidades cognitivas y procedimentales hacia el personal, funcionarios y comunidad en general siendo la Facultad un referente de capa- citación para ellos.

El compromiso de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica del Norte fue, es y seguirá siendo como desafío futuro, un norte saludable.

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