ISSUE 24 December, 2010
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ISSUE 24 December, 2010 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 TABLE OF CONTENTS Agradecemos a Carmen Saen-de-Casas su cooperación en la selección y edición de los ensayos para este número Essays • Jacqueline Cruz El nacional-catolicismo, o la Santa Cruzada contra el Evangelio: La buena nueva de Helena Taberna • Andrew M. Gordus El diálogo cultural y la transformación genérica en El mariachi de Robert Rodriguez • Christine Henseler Spanish Mutant Fictioneers: Of Mutants, Mutant Fiction and Media Mutations • Lucas A. Marchante-Aragón Queering the Nation: Performing Gender and Ethnicity in Jerónimo de Cáncer’s Los Putos • Salvador Mercado Rodríguez Resistencia femenina y razón poscolonial: hacia una lectura doble de Calypso, de Tatiana Lobo • Emmanuel Velayos “Porque su derecho no perdieran”: la representación de la élite indígena (y la marca criolla) en la loa y la comedia de La Conquista del Perú (1748) de Francisco del Castillo • Alberto Villamandos La Cuba revolucionaria en las autobiografías de Barral, Goytisolo y Caballero Bonald Notes • Hugo Hortiguera Políticas del recuerdo y imemorias de la política en El secreto de sus ojos de Juan José Campanella • Erik Larson Mapas de la memoria: el espacio no-sincrónico en la novela negra de Ramón Díaz Eterovic Reviews • Lourdes Casas González González, Luis Mariano. Fascismo, Kitsch y cine histórico español (1939-1953) • Pablo Pintado-Casas La prosa memorística del poeta Antonio Martínez Sarrión (“el moderno”). Jazz y días de lluvia. Memorias (y III) 2 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 ESSAYS 3 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 El nacional-catolicismo, o la Santa Cruzada contra el Evangelio: La buena nueva de Helena Taberna Jacqueline Cruz New York University – Madrid “Otra película (o novela) más sobre la guerra civil”, oímos a menudo por parte de cierta crítica, como si existiera tal saturación que el tema ya estuviera agotado. Lamentablemente, no es así. Es cierto que a veces se percibe cierto oportunismo en el uso del tema y que ningún escritor o escritora mediático/a ha dejado de escribir una novela sobre la guerra civil y el franquismo en la última década, desde que se inició el movimiento de recuperación de la memoria histórica.(1) Sin embargo, como han señalado otros críticos, lo que existe en realidad es “una inflación cuantitativa y una devaluación cualitativa de la memoria” (Colmeiro 19). Así, muchas películas utilizan la guerra civil como simple telón de fondo, haciendo “una mera ilustración epidérmica de la época, limitándose a crear meramente un ‘efecto de pasado’ [mediante] el uso de la nostálgica cita visual” (Colmeiro 187). Existen algunas excelentes películas, pero muchos aspectos de la guerra civil y el franquismo siguen intocados: los campos de concentración; los trabajos forzados; los niños robados, tema que ha abordado Benjamín Prado en la novela Mala gente que camina (2006) y, curiosamente, la telenovela amar en tiempos revueltos, pero ninguna obra cinematográfica; el maquis, del que sólo se ha ocupado en profundidad Silencio roto (2001), de Montxo Armendáriz; los topos, representados sólo en Los girasoles ciegos (2008), de José Luis Cuerda; o la participación de las mujeres en la guerra y la resistencia antifranquista posterior, que trató de manera bastante discutible 4 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 Vicente Aranda en Libertarias (1996) y, con mejor fortuna, Emilio Martínez-Lázaro en Las 13 rosas (2007) y, sobre todo, Armendáriz en Silencio roto. En diversos lugares Helena Taberna ha descrito La buena nueva (2008)(2) como la primera película que aborda frontalmente el papel de la Iglesia en la guerra civil española.(3) A primera vista, esta declaración suena pretenciosa y exagerada. Sin embargo, una reflexión más profunda nos obliga a darle la razón a la cineasta y concluir que, si bien es cierto que en casi todas las películas sobre la época aparecen curas o monjas, y se alude a su complicidad con el bando franquista durante la guerra, y con la dictadura después, suele ser como personajes secundarios: en su rol más conocido de educadores (adoctrinadores, sería más exacto decir), como confesores que asistían a las ejecuciones ilegales o semilegales, o en alguna imagen sobrecogedora por grotesca (como la camioneta llena de monjas con el brazo en alto en una de las escenas iniciales de Las 13 rosas). Pero hasta ahora ninguna se había atrevido a cartografiar las relaciones entre la Iglesia y las diversas facciones que participaron en el bando nacional, ni las disidencias (que, aunque pocas, existieron) dentro de la institución eclesiástica.(4) La buena nueva tiene el propósito deliberado de contribuir al proceso de recuperación de la memoria histórica. Como lo explica la directora: Siempre recuerdo una frase de Juan Gelman que decía: “Se fueron los dictadores y aparecieron los organizadores del olvido”. En España, están disfrazados de críticos, modernitos que definen al film como “otra película de la Guerra Civil”. Pero hay que seguir luchando mientras tengamos la vergüenza histórica de muertos en cunetas y ningún 5 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 proceso de castigo a los culpables. La transición tapó la historia y me da pena que se olvide. (cit. en Treibel) Este esfuerzo de recuperación de la memoria se pone también de manifiesto a nivel intradiegético, cuando el personaje de Miguel dice: “Nadie puede devolverles la vida [a los asesinados en el monte], pero podemos evitar que los maten otra vez con el olvido”. La película tiene el interés añadido de ser el primer largometraje de ficción dirigido por una mujer que trata este tema directamente. En otro lugar he señalado la ausencia de películas de mujeres sobre la guerra civil y el franquismo, y me preguntaba si podía deberse a que “la Historia (con mayúscula) sigue siendo considerado un territorio ‘masculino’” (Cruz 31). La explicación, sin embargo, puede ser de orden estrictamente económico: las cineastas suelen disponer de presupuestos más reducidos que sus colegas masculinos y las películas de época son siempre más costosas.(5) Al hablar del cine sobre la guerra civil, José Enrique Monterde resalta “la ausencia en la cinematografía española de una película verdaderamente épica que refleje la resistencia colectiva frente a la barbarie fascista” (cit. en Colmeiro 189). José F. Colmeiro matiza esta afirmación, señalando que Tierra y libertad (1995), de Ken Loach, sí “aporta la épica del pasado”, aunque, significativamente, está dirigida por un cineasta extranjero (192). Pues bien, yo diría que La buena nueva es también una película épica, un perfecto complemento a la de Loach. Si ésta se enfoca en el desarrollo de la guerra en el frente y la retaguardia del bando republicano (incluidos los conflictos entre las diversas facciones), la de Taberna se centra en los efectos de la guerra en una zona que cayó casi instantáneamente bajo el dominio franquista. Como observa Santos Juliá: “En Navarra, 6 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 los sublevados obtuvieron desde las primeras horas un masivo apoyo popular: allí no fueron sólo ni principalmente los terratenientes latifundistas quienes asistieron a los militares, sino pequeños y medianos propietarios, que habían alimentado durante un siglo las filas carlistas” (19). Aun así, fueron asesinadas más de 3.500 personas.(6) Al igual que el mediometraje de ficción alsasua 1936 (1994) y el cortometraje documental Recuerdos del 36 (1994), obras anteriores de Taberna, La buena nueva está inspirada, en este caso libremente, en la historia de Marino Ayerra (1903-1988), un tío suyo que, como párroco de Alsasua, apoyó a los vencidos y, posteriormente, se exilió en América y abandonó el sacerdocio; cuenta su historia en el libro No me avergoncé del Evangelio, publicado en Buenos Aires en 1958.(7) En la película, el párroco se llama Miguel (Unax Ugalde) y, cuando llega al ficticio pueblo de Alzania el 16 de julio de 1936, en sustitución del anterior párroco, quien se enemistó con el alcalde socialista y medio pueblo (el otro medio es carlista), su único objetivo es “traer la buena nueva de Jesucristo resucitado”. Irónicamente, la única nueva que podrá transmitir es la mala nueva del inicio de la guerra civil; el mensaje de amor al prójimo de Jesucristo lo convertirá la propia Iglesia en un mensaje de odio y venganza; y los “crucificados” por los franquistas no experimentarán más resurrección que el homenaje de la memoria que le rinden Miguel, las mujeres del pueblo… y la película misma.(8) Al estallar la guerra civil, horrorizado por las ejecuciones y torturas que llevan a cabo carlistas y falangistas, Miguel se pone del lado de “los débiles”, monta una cooperativa textil para que las mujeres puedan ganarse la vida e intenta ayudar a escapar a dos nacionalistas vascos (y católicos) que están a punto de ser fusilados, pese a que cuentan con cartas de recomendación de personas de derechas a quienes escondieron en 7 ISSUE 24 (December 2010) ISSN: 1523-1720 zona republicana.(9) Es detenido, maniatado y arrastrado por un caballo (en una imagen con reminiscencias del calvario de Cristo) y, tras pasar tres significativos días en el calabozo, expulsado de su parroquia. Aun así, regresa al pueblo, contra las órdenes del Obispo, para celebrar una especie de funeral clandestino en homenaje a los asesinados y finalmente huye con Margari (Bárbara Goenaga), maestra del pueblo y viuda de un médico socialista, Antonino (Guillermo Toledo), asesinado poco después del golpe. Según Elisa Costa-Villaverde, “[l]a película muestra también por primera vez la existencia en la contienda de las dos iglesias: una Iglesia oficial represora que apoyó el levantamiento . y . otra Iglesia que, aunque minoritaria, también fue represaliada por el bando nacional” (24). Porque, como lo explica de manera gráfica Santos Juliá: En Bilbao . durante las primeras semanas de guerra, las iglesias estaban llenas a rebosar, como en Pamplona, y los católicos que a ellas asistían y los curas que en ellas celebraban misas podían ser fusilados, como así ocurrió, por otros católicos, vascos también, y navarros, bendecidos por otros curas, que luchaban por la defensa de la civilización cristiana contra la hidra marxista.