¿Hay Que Reformar La
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Escriben: PABLO SEMÁN JUAN FORN LEANDRO MORGENFELD IGNACIO RAMONET BERNARD CAsseN GILLES ARDINAT MARTA VAssALLO SERGE HALIMI el dipló, una voz clara en medio del ruido Capital Intelectual S.A. Paraguay 1535 (1061) octubre 2012 Buenos Aires, Argentina Publicación mensual Año XIV, Nº 160 Precio del ejemplar: $20 En Uruguay: 100 pesos www.eldiplo.org Dossier Mientras sectores del oficialismo impulsan una reforma constitucional, la oposición denuncia la supuesta intención del kirchne- rismo de perpetuarse en el poder. Sin embargo, los argumentos a favor y en contra van más allá de la con- veniencia coyuntural o la simple aritmética legislativa. ¿Hay que reformar la CONSTITUCIÓN? Raúl Zaffaroni defiende las ventajas de los regímenes parlamentarios | Roberto Gargarella cree que la des- igualdad justificaría una reforma pero que las condi- ciones políticas no están dadas | Federico Vázquez revisa las reformas bolivarianas | José Natanson analiza el controvertido tema de la re-reelección presidencial Venezuela: el chavismo a todo o nada Escriben: Las elecciones presidenciales del 7 de octubre definen el futuro de Venezuela. Steve Ellner y Una nueva victoria de Hugo Chávez consolidaría decisivamente el proceso de Margarita transformación iniciado en 1999. Dos balances contrapuestos. López Maya Págs. 15 a 20 2 | Edición 160 | octubre 2012 El canto de las sirenas por José Natanson Cuál es el momento adecuado para refor- (que aquí, salvo quizás el peronismo, no existen) y sos acompañados por dramáticos desplomes eco- mar la Constitución? En general, las cons- nacionalmente articulados (que aquí no existen, nómico-sociales, sin que por ello colapsara todo el tituciones se escriben o reescriben luego ni siquiera en el caso del peronismo), con bloques sistema. En tecnojerga politológica: la crisis de go- de fuertes traumas, guerras externas o ci- legislativos disciplinados y estables, una cultura bierno no produjo una crisis de régimen. ¿viles, colapsos económicos, independen- política favorable a los acuerdos, ciertos consen- cias, crisis institucionales. En algunos pocos casos, sos sociales básicos... Pero en ese caso, ¿no funcio- Re-re son el resultado de una voluntad política refunda- naría también el presidencialismo? Desde la independencia en el siglo XIX, azotada cional que opera en períodos de normalidad rela- La seducción que ejerce el parlamentarismo en por los conflictos internos y el caudillismo, Améri- tiva. Como sea, no existe un momento ideal para amplios círculos político-intelectuales no deja de ca Latina desarrolló una rica tradición anti-reelec- reformar la Constitución, del mismo modo que no resultar llamativa. La explicación, creo, es de tipo cionista, cuyo hito más famoso es la célebre crítica existe un momento ideal para casarse o tener un sentimental. Ocurre que la mayoría de los fans del de Bolívar formulada en el Congreso de Angostura hijo. Lo que sí puede haber, además de diferentes parlamentarismo se formaron políticamente en de 1819. Con el tiempo, sin embargo, la idea de que correlaciones de fuerza, son motivos más o menos los 80, cuando la exitosa transición a la democracia la reelección constituye un problema en sí mismo justificables, que en el caso que nos ocupa se pueden española, tramitada bajo un impecable parlamen- se fue atenuando y sucesivas reformas constitu- reducir a dos: el tipo de régimen y la re-reelección. tarismo, funcionaba como el modelo a seguir para cionales la fueron habilitando, siempre por un solo Veamos. Argentina (nótese además que se trata casi siempre período. Esquemáticamente, aquellas implemen- de abogados –Raúl Alfonsín, Carlos Nino, Raúl Za- tadas desde la recuperación de la democracia pue- Pasión de ingenieros ffaroni– y no de politólogos, con esa propensión tan den dividirse en dos grupos: las “reformas neoli- El actual debate acerca de la reforma comenzó co- habitual de los juristas a depositar sus expectativas berales” de los 90 (Perú 1993, Argentina 1994, Bra- mo una discusión más bien teórica sobre los pro- en las operaciones de ingeniería institucional). sil 1997) y las “reformas bolivarianas” (Venezuela blemas del presidencialismo y las supuestas venta- Y, por último, la realidad, que es la única ver- 1999, Bolivia 2007 y Ecuador 2008). jas de los sistemas parlamentaristas. Quienes de- dad. Aunque es cierto que la mayoría de los países Antes y después se registraron cinco intentos fienden este tipo de régimen suelen recurrir a dos de Europa han logrado altos niveles de desarro- para habilitar un tercer mandato presidencial o la argumentos interesantes pero contradictorios. llo bajo sistemas de este tipo, no puede decirse lo reelección indefinida: dos –Argentina con Menem, Por un lado, sostienen que el hecho de que el pri- mismo de los muy parlamentaristas Bangladesh, Colombia con Uribe– fracasaron, y tres –Perú con mer ministro no sea elegido directamente sino me- Turquía, Bután, Marruecos o Tailandia. En rigor, Fujimori, Venezuela con Chávez y Nicaragua con diante acuerdos parlamentarios, muchas veces re- el parlamentarismo funciona adecuadamente en Ortega– triunfaron. Como la peruana fue cancela- sultado de complejos esfuerzos coalicionales, tien- Europa Occidental (aunque no siempre, como de- da luego de la caída de Fujimori y la nicaragüense de a evitar la concentración del poder y generar go- muestra la crónica inestabilidad de la Italia de la fue resultado de un fallo endeble de la Corte y no biernos más consensuales, abiertos y moderados. posguerra) y en unas pocas ex colonias británicas de un proceso electoral, podemos decir que Vene- Pero al mismo tiempo se señala que, al alinear como Australia o Nueva Zelanda (aunque no en zuela es hoy el único país latinoamericano que –a automáticamente al Ejecutivo con el Legislativo, todas: ¿o alguien piensa que Pakistán y Jamaica excepción de Cuba– no contempla límites institu- los sistemas parlamentarios generan mayorías son ejemplos de continuidad democrática?). En cionales al ejercicio permanente de poder. más estables, lo cual contribuiría a agilizar las suma, la experiencia está lejos de ser concluyente. Quienes desde un punto de vista teórico defien- decisiones y evitar los bloqueos entre poderes. Es Algunas investigaciones recientes han comen- den la reelección indefinida, notoriamente el poli- casi lo mismo que decir que producen gobiernos zado a redescubrir las ventajas del presidencialis- tólogo Ernesto Laclau, argumentan que es una for- fuertes, sobre todo ante escenarios de “gobierno mo y a poner en duda uno de sus aspectos supuesta- ma de asegurar el ejercicio pleno de la soberanía dividido” (cuando el Ejecutivo está en poder de mente más negativos: la duración fija del mandato popular, que puede así decidir sin más proscripcio- un partido y el Congreso de otro, como en Argen- presidencial, que en teoría privaría al sistema de la nes y límites que los de su propia voluntad. Pero un tina en tiempos del Grupo A y antes, durante la úl- capacidad de adaptación necesaria en momentos de régimen democrático no implica que el poder del tima etapa del gobierno de De la Rúa y la segunda crisis. Sucede que en los últimos años se han mul- pueblo sea absoluto. Por el contrario, involucra una mitad del mandato de Alfonsín). tiplicado los casos de regímenes presidenciales que serie de mecanismos, cláusulas y disposiciones que Y es cierto, claro, que en los sistemas parlamen- han logrado sobrevivir a profundas crisis económi- administran, regulan y balancean ese poder (en tarios la pérdida de mayoría o la falta de apoyo a cas, graves episodios de furia social e intensos con- una democracia, por ejemplo, el pueblo no puede una determinada decisión habilita al Congreso a flictos institucionales sin que se produzca un quie- atacar a las minorías, prohibir el voto a poblaciones retirar el voto de confianza y convocar a eleccio- bre democrático: la destitución de Fernando Collor por su color de piel o torturar a los presos, aun si nes. Pero la mentada flexibilidad parlamentarista de Mello en Brasil en 1992, la de Raúl Cubas Grau esa fuera su voluntad). En otras palabras, la demo- tiene una doble cara: si por un lado permite evitar en Paraguay en 1999, la renuncia de Alberto Fuji- cracia supone tanto la elección libre de un gobierno los períodos de debilidad presidencial (típicamen- mori en Perú en 2000, las caídas de Jamil Mahuad y como la limitación del poder de ese gobierno. te, cuando el presidente pierde las elecciones de Lucio Gutiérrez en Ecuador en 2000 y 2002, y la re- El debilitamiento de los límites al poder –entre mitad de mandato y todavía debe gobernar duran- nuncia de Fernando de la Rúa en Argentina en 2001. los cuales el que fija un plazo determinado para su te un par de años), por otro puede generar no más En todos los casos, la caída del presidente pro- ejercicio quizás sea el más crucial– puede atenuar sino menos estabilidad, en la medida en que un re- dujo un vacío de poder que fue ocupado por el Par- o incluso poner en riesgo el componente republi- sultado electoral desfavorable repercute directa- lamento, que designó a un líder de reemplazo –o cano de la democracia, expresado en la división de mente en la caída de un gobierno. fortaleció a un debilitado vicepresidente– y orde- poderes y los mecanismos de control horizontal (es Se trata, en todo caso, de especulaciones en el nó la situación hasta la próxima convocatoria elec- decir, entre las diferentes instancias administrati- aire. Como en casi todos los órdenes de la vida, de- toral. Estas situaciones de parlamentarización de vas y de gobierno), dejando