Obelisco Histórico En Honor De Los Heroicos Defensores De Zaragoza En Sus Dos Sitios (1808-1809)
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OBELISCO HISTORICO EN HONOR DE LOS HEROICOS DEFENSORES DE ZARAGOZA EN SUS DOS SITIOS (1808-1809) I PRESENTACIÓN on motivo del Centenario de la Guerra de la Independencia se publicaron numerosos libros y estudios en recuerdo de los Sitios C de Zaragoza. En este contexto conmemorativo, el general de artillería Mario de la Sala Valdés y García Sala publicó, en el mismo año del centenario, la obra que ahora reproducimos en esta colección de «Fuentes para la Historia Contemporánea de Aragón» en la Biblioteca virtual de la IFC: Obelisco Histórico en honor de los heroicos defensores de Zaragoza en sus dos Sitios (1808-1809). En este Obelisco Histórico recopiló el autor los datos biográficos conocidos en su época acerca de los defensores más conocidos de Zaragoza en sus dos Sitios. Sus más de cuatrocientas páginas presentan las biografías de los generales, artilleros, ingenieros, jefes de línea y otros militares distinguidos, autoridades civiles y administrativas, nobles, ciudadanos, labradores, eclesiásticos, mujeres y extranjeros que lucharon en defensa de la ciudad. Como introducción a las biografías, el autor expone una cierta crítica profesional, militar, de la defensa de Zaragoza durante los dos Sitios. La redacción de estas biografías es buen reflejo de la escritura que de la historia se hacía hace un siglo y traduce una idealización de las personas y de los hechos propia del momento, así como las convicciones conservadoras y la condición militar de su autor; pero este libro recoge y ordena gran cantidad de información, sigue manteniendo interés para los investigadores, estudiosos y para cualquier lector interesado en el tema, y constituye una de las fuentes más utilizadas para el estudio biográfico de los protagonistas de los Sitios hasta hoy. Estas características, junto con el hecho de que los lectores han de consultarlo en bibliotecas institucionales (Ayuntamiento, Diputación Provincial de Zaragoza…), colecciones privadas o libreros anticuarios, hacen aconsejable poner a disposición de todos los ciudadanos la presente edición digital. Su autor, Mario de la Sala Valdés, fue un militar y escritor nacido en Gijón (Asturias) en 1833. Ingresó en la Academia de Artillería de Segovia en 1847 y desempeñó trabajos topográfico-catastrales en la Plana Mayor del Quinto Depósito. Retirado de la milicia durante la I República, retornó a la caída de esta. Participó en la represión de los movimientos liberales zaragozanos de octubre de 1869 y de enero de 1874, según testimonio de Florencio Jardiel, recogido en la breve reseña biográfica que este dedicó a La III Sala Valdés y que se adjunta, como apéndice explicativo, a continuación de estas líneas de presentación. En 1885 ascendió La Sala Valdés a coronel y fue destinado como director del Parque de Artillería de Bilbao, y en 1886 del de Zaragoza. En la capital aragonesa pasó el resto de su vida, alcanzando prestigio como militar y escritor. Fue colaborador de la revista profesional Memorial de Artillería y escribió también sobre temas de Historia, Arte y Arqueología, publicando en la prensa zaragozana, especialmente en la revista católica El Pilar. Obtuvo varios premios literarios, como el concedido con motivo de celebrarse el jubileo sacerdotal del papa León XIII en 1888. También cultivó la poesía festiva. Fue presidente de la Academia de Bellas Artes de San Luis, de Zaragoza, ciudad en la que falleció el 1 de septiembre del año 1909. Entre sus obras, de muy diferente valía, destacan Zaragoza. Romance descriptivo (Zaragoza, 1888); Apuntes para un prontuario de artillería de campaña; Obelisco histórico en honor de los heroicos defensores de Zaragoza en sus dos sitios: 1808-1809 (Zaragoza, 1908); y los Estudios históricos y artísticos de Zaragoza (Zaragoza, 1933). Diciembre de 2008 Carlos Forcadell Álvarez Director de la Institución «Fernando el Católico» IV BIOGRAFÍA DEL EXCMO. SEÑOR D. MARIO DE LA SALA- VALDÉS Y GARCÍA-SALA por Florencio Jardiel (en Estudios históricos y artísticos de Zaragoza, Zaragoza, 1933, pp. 7-17) i acepté este encargo, que bondadosamente se me hizo, fué, sobre todo, porque le quise muy de veras. S Parece que no sea el cariño guía fiel y seguro cuando se trata de honrar la memoria de un hombre extraordinario, rindiendo en la relación de los hechos, que integraron su vida, homenaje sincero a la verdad; mas, en este caso, el peligro no existe, porque fué la vida del ilustre General D. Mario de La Sala tan clara y manifiesta, se deslizó tranquila por tan rectos senderos de sencillez y de justicia, y de tal modo respondió al concepto público, sano y bueno, en sus relaciones exteriores, que no podría la amistad, por muy apasionada, ir más allá en el elogio de lo que es justo, ni al malquerer tampoco, caso de que existiera, le habría sido fácil, encomendado a él este trabajo, hincar en ella el diente de su animosidad o de su malicia. Besaron la cuna de nuestro sabio General las aguas del Cantábrico. Nació en Gijón el 18 de enero de 1833, y en aquellas playas abruptas, en aquella villa de universal renombre por ser cuna de sabios y seminario de excelentes patricios, en aquel florón del solar asturiano, primera corte de la reconquista nacional, debió beber hasta la saciedad, en sus primeros años, lo que después hizo de su persona un hermoso ejemplar de todas las virtudes; de fe profunda, de amor a la patria, de indomable firmeza, de nobleza y caballerosidad, de pasión por las Letras y por las Artes. Heredó de sus padres apellidos gloriosos. Él los honró con una vida intachable y fecunda, y con él los honraron también sus dos hermanos Máximo y Eugenio, querido éste y respetado en el Cuerpo de Artillería, donde logró, por su valor y su saber, brillantes distinciones, y lumbrera aquél del Foro español, en el cual triunfó más de una vez en contiendas intrincadas de Derecho, mereciendo justa reputación de hábil letrado y de insigne jurisconsulto. Su ingreso en el Colegio y Escuela de aplicación de Artillería en Segovia, coincide con los primeros días del mes de enero de 1847. V Nada puede apuntarse de especial durante su estancia en la Academia. Querido por todos por la bondad de su carácter y admirado por su talento, terminó sus estudios en 28 de febrero de 1853, fecha en que fué promovido a teniente del cuerpo y destinado al 4.º regimiento a pie de guarnición en La Coruña. De su larga hoja militar, memorial expresivo de eminentes servicios prestados a la patria, que no cabe enumerar uno por uno en estas breves páginas, se desprende una afirmación digna de ser notada, porque explica perfectamente aquéllo que da tono y singular carácter a la mayor y más robusta parte de su vida; aparte los primeros años de su carrera que corrieron en La Coruña, y donde, a las órdenes del Mariscal de campo D. Francisco Vasalho, tomó parte en los sucesos a que dió margen el desarme de la milicia nacional, el año 1856; aparte el breve tiempo que desempeñó la Comandancia de Artillería y la dirección del parque de Bilbao, y el más breve aún que permaneció en Vitoria y Logroño, contribuyendo a la completa pacificación de las Provincias Vascas y Navarra a poco de terminada la guerra civil, y descontando algunas comisiones de corta duración que le fueron encomendadas, entre ellas su intervención en los trabajos de la topografía o carta catastral, y en la Estadística general del reino, toda su historia militar se desenvuelve en Zaragoza. Desde 1.º de junio de 1859, en que fué destinado al 4.º regimiento montado, de creación nueva en el distrito de Aragón, hasta que por Real decreto de 8 de agosto de 1890 se le concedió el ingreso en la sección de reserva del Estado Mayor general del ejército con el empleo de General de brigada, D. Mario de la Sala, de servicio ordinario casi siempre, y de comandante del arma y director del parque los últimos cinco años, apenas abandona un día la capital aragonesa. Dos hechos de armas muy gloriosos por él realizados en la ciudad heroica registra su hoja de servicios: el ataque a los paisanos insurrectos la mañana del 8 de octubre de 1869, apoderándose, a las órdenes del coronel D. Fernando Primo de Rivera, de las casas inmediatas a la puerta del Duque, perdiendo en la lucha más del tercio de su gente, y el ataque a las mismas posiciones el 4 de enero de 1874, formando parte de la columna que al mando del coronel D. Eulogio Despujols, y por orden expresa del Capitán general D. Agustín de Burgos, debía ocupar los barrios de San Miguel y la Magdalena, defendidos por batallones de voluntarios. En ambos casos mereció ser elogiado por su brillante comportamiento en el parte oficial cursado al Poder ejecutivo, y honrado, a la vez, con señaladas distinciones. En Zaragoza escribió la obrita titulada Apuntes para un prontuario de artillería de campaña, que le