GuerraLaREVISTA DE HISTORIA Y ACTUALIDAD 1ªMILITAR Guerra CarlistaCarlista

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COMIENZOS DEL CARLISMO sanción impuesta por Fernando VII no dejaba lugar a dudas, la sucesora al trono debía ser su a obra de Augusto Ferrer- hija Isabel. Hubo una ruptura interna en el país Dalmau está íntimamente en la que se dividieron los partidarios de Carlos Lrelacionada con el movi- y los de Isabel. Esta división provocó tres gue- miento carlista, especialmente rras carlistas. Augusto Ferrer-Dalmau ha re- con las tres guerras que sucedie- creado distintas batallas y pugnas vividas du- ron durante el siglo XIX en las que rante este periodo, por lo que su obra es un vivo Carlos Isidro, legítimo sucesor de retrato histórico del carlismo en España durante la corona, trató de recuperar el el siglo XIX. La primera guerra carlista está muy trono ante la reina Isabel II. La presente en la obra de este pintor catalán como Carlista polémica empezó cuando Fer- veremos a continuación en diferentes cuadros nando VII cayó en una grave en- que representan escenas de diferentes etapas de fermedad. Se avecinaba su muerte esta primera fase del carlismo. y al no tener ningún hijo varón el trono debía pasar a ser de su her- ¿QUIÉNES ERAN LOS CARLISTAS? mano Carlos Isidro. Pero en su lecho de muerte, Fernando VII Durante los años de guerra Carlos Isidro contó decidió abolir la ley sálica, que con el apoyo de instituciones de gran prestigio. decía que solo podían reinar los Entre los dirigentes del carlismo estaban miembros hombres. Por lo tanto, una vez del clero regular, algunos intelectuales rebeldes, los absuelta esta ley, su hija Isabel burócratas y los militares. En un principio no tenían podía pasar a ser reina. Esta re- el apoyo de la nobleza, ya que ésta veía al proleta- forma fue muy controvertida ya riado que defendía las ideas carlistas como una que una parte importante del go- amenaza para la sociedad y que podían provocar bierno creía que Fernando no es- inestabilidad social. Las masas sociales que defen- taba en su sano juicio cuando la dían el carlismo eran mayoritariamente campesi- formuló. Tras su muerte hubo nas, aunque variaba según la zona geográfica. Los muchas disputas por la sucesión campesinos fueron claramente perjudicados por la del trono aunque la pragmática política agraria liberal, por ello apoyaban a Carlos

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Isidro. Cabe decir que en el transcurso de la guerra intento de asalto a , Zumalacárregui fue los campesinos tuvieron disputas con los carlistas herido por un disparo que le atravesó la pierna. por los hurtos que éstos realizaban en sus tierras. Pese a la operación a la que fue sometido, Zu- Llegó un momento que los campesinos dejaron de malacárregui acabó muriendo el 24 de junio de luchar por los carlistas y se conformaron con el 1835 por septicemia. Su sucesor fue González nuevo sistema. Moreno, que logró conquistar Bilbao. Pero el 16

LA PRIMERA GUERRA CARLISTA

Tras la firma de un estatuto real demasiado conservador para los liberales y demasiado revo- lucionario para los carlistas, empezó la guerra. Los primeros meses de lucha armada de los car- listas fueron caóticos, sin organización ni disci- plina por parte de los combatientes. Pero la en- trada en juego del coronel Tomás Zumalacárregui sirvió de revulsivo y fue capaz de convertir a una masa sin preparación militar en una fuerza orga- nizada. El 9 de julio de 1834 Carlos Isidro regresó a España tras su exilio en Portugal. Pasó a vivir en Navarra por lo que el norte de España fue una especie de monarquía alternativa, donde eran los carlistas quienes gobernaban. Durante el mes de abril de 1835 hubo un acuerdo entre ambos ban- dos para llevar a cabo un intercambio de prisio- neros de guerra. Esta acción sacó a relucir la in- tención por parte de ambos combatientes de acabar con una guerra que se estaba cobrando demasiadas vidas. Así pues, los grandes triunfa- dores de esta etapa de la guerra fueron los insu- rrectos, que lograron conquistar Durango, Éibar, Vergara y Tolosa. No lograron su objetivo de de- rrocar la reina y acabar con el régimen liberal debido, en buena medida, a las dificultades eco- nómicas que sufrían, que les impedían disponer de un amplio arsenal de armamento. Durante el

20 GUERRAS CARLISTAS de julio los carlistas fueron derro- tados en Mendigorría, dónde se puso punto final a la primera parte de la primera guerra carlista.

LA «EXPEDICIÓN REAL» CARLISTA

Tras la derrota, los carlistas deci- dieron llevar a cabo un cambio de líderes, tanto políticos como milita- res. Juan Bautista Erro fue en un principio el hombre que debía en- cargarse de llevar a cabo la política carlista y actuar en nombre de Carlos Isidro, pero no tuvo mucho éxito. Creó una estructura de insti- tuciones que no llevó a ninguna parte, gastando de manera inapro- piada los pocos recursos económi- cos de los que disponían. Así pues, visto el malestar general entre los carlistas por sus decisiones, Juan Bautista Erro decidió dimitir du- rante los primeros meses de 1837. Fue reemplazado por el obispo Abarca. En su grupo político se encontraba uno de los personajes más oscuros y sición con lanzamientos de piedras. Finalmente, especiales de la historia política: José Arias Tei- el 12 de septiembre de 1837 la «expedición real» jeiro. Éste trató de conspirar contra el general llegó a las afueras de . Hubo disputas entre Rafael Maroto, una de las figuras más importan- los líderes carlistas, ya que una parte creía que tes del carlismo, e incluso le envió diversas ame- debían atacar cuando antes la ciudad y conquis- nazas de muerte. Por lo tanto, cuando Maroto fue tarla. Pero Carlos Isidro prefirió esperar a que proclamado jefe del ejército Cristina cumpliese su acuerdo y le diese el trono del Norte, Teijeiro pasó a ser tal como le prometió. El caso es que la situación un fugitivo perseguido por la política en la capital estaba dando muchas vueltas ley. Marchó del país y no vol- y las cosas habían cambiado mucho desde aquel vió jamás. En mayo de 1837 acuerdo realizado en las cortes de Nápoles. Men- se inició una gran expedición dizábal estaba fuera de acción debido a una su- carlista hacia Madrid, lide- blevación de la guardia real, en la que exigieron rada por el pretendiente Car- su destitución. Parece ser que fue la misma Cris- los Isidro, con el objetivo de tina quién estuvo detrás de esta conjura. Así pues, liberar a la regente Cristina de sin Mendizábal por medio y con el nuevo go- la amenaza de los revolucio- bierno moderado, el problema con los revolucio- narios y alzarse después con narios había terminado por lo que no era necesa- el poder. En la corte de Nápo- ria la intervención de los carlistas. La regente les, Cristina llegó a un acuerdo Cristina rompió el trato con Carlos Isidro y las con Carlos Isidro en que si tropas carlistas cayeron derrotadas en Aranjuez, éste acababa con los revolu- por lo que no tuvieron otra opción que retirarse. cionarios, ella le entregaría el poder de la corona. Así pues, EL FINAL DE LA PRIMERA GUERRA CARLISTA esta expedición fue nombrada como la «expedición real». El Tras este fracaso hubo una división interna trayecto fue más largo de lo entre los carlistas y un sentimiento de pesimismo esperado debido a diversas entre todos sus miembros. Los castellanos, nava- disputas en Castilla, Segovia y rros y vascos dejaron de apoyar con el mismo Chiva. Respecto a esta última, ímpetu a Carlos Isidro. En cambio, en Cataluña se vivió un hecho insólito hubo un gran apoyo a los carlistas en 1837. Du- cuando los soldados carlistas rante este año se creó una administración carlista se quedaron sin munición y paralela al gobierno, que tenía su junta propia, tuvieron que defender su po- servicio de correos, universidad y troquelado de

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moneda. Hubo enfrentamientos en el seno car- contra él. Hubo mucha polémica por esta acción, lista entre el bando «aristócrata» y el «universita- ya que se tuvo lugar sin un juicio previo. Carlos rio». Paralelamente, en Navarra la situación era Isidro realizó una declaración el 21 de febrero francamente peor. Pese a las numerosas bajas que en el que catalogaba a Maroto como un traidor. sufrió el ejército y las pocas armas de que dispo- Pero éste decidió reunirse con Carlos para expo- nían, se realizaron dos expediciones suicidas que nerle las razones de su decisión e intentar con- acabaron por debilitar aún más a los carlistas. Los vencerle que fue por la causa carlista. Debido al continuos fracasos del general Guergue llevaron gran poder y popularidad que tenía en el ejército, a Carlos tomar la decisión de prescindir de sus Carlos decidió retractarse y echó del país a todos servicios y recurrir al general Rafael Maroto. En los hombres que intentaron conspirar contra octubre del 1838 sucedió un evento totalmente Maroto. Durante 1839 Maroto mantuvo unas inesperado y, a decir verdad, poco apropiado para largas negociaciones con el gobierno de Isabel la causa carlista. El pretendiente Carlos Isidro II, al margen de Carlos Isidro, para tratar de contrajo matrimonio con su cuñada. Este hecho poner fin a la guerra. Finalmente, el 31 de agosto que puede verse como algo puramente anecdótico se firmo el convenio de Vergara y se escenificó significó un paso más hacia el final del carlismo. la paz con un abrazo entre Espartero y Maroto. Paralelamente, el general Maroto trató de devol- El 14 de septiembre Carlos Isidro marchó hacia ver el orden a un ejército muy dividido pero se Francia. Pero pese al tratado firmado, la ame- encontró muchos problemas para dirigir los naza carlista seguía vigente. El coronel Ramón sectores más radicales. Además, se vió envuelto Cabrera siguió la lucha armada con su ejército en diversas conspiraciones contra su persona. en diferentes puntos de España. Cabrera fue un Así pues, el 18 de febrero de 1839 hubo un fusi- gran estratega militar y un hombre con gran lamiento en Estella en el que fueron ajusticiados valor y serenidad. Su ejército era muy temido todos los mandos militares que conspiraron por su organización, eficacia y violencia.

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Se apoderaron de Gan- tuvieron que exiliarse en Francia ya que la ma- desa, Maella, Villamaela y yoría de miembros estaban condenados a Calanda. Fue una marcha muerte. Criticado por su inactividad militar, el muy escabrosa y dura, en la conde atacó las comarcas de Manlleu y Ripoll que torturaron y fusilaron durante los meses de abril y mayo de 1839. Este a sus presos. Cabrera tenía personaje no fue muy querido ya que mostraba la intención de atacar la claros síntomas de desequilibrio emocional y de capital, pero no llegó a tener un carácter realmente excéntrico. Por todo fructificar el traspaso de ello el pretendiente Carlos Isidro lo destituyó el armas desde Inglaterra, por 18 de octubre de 1839. Su muerte fue muy es- lo que no se pudo llevar a pectacular, ya que lo estrangularon sus propios cabo la operación. Ramón partidarios y su cuerpo fue lanzado al río. Es Cabrera era un hombre de curioso el caso de este hombre, ya que años más gran autoridad y seguridad tarde un médico aficionado a la frenología deci- en el plano militar pero en dió desenterrar su cuerpo para adueñarse de su el personal era muy débil; cráneo y así poder estudiarlo. Tras la muerte del era un hombre con tenden- médico, el cráneo pasó a manos de un nieto del cias depresivas. conde.

En diciembre de 1839 A principios de enero de 1940, Ramón Cabrera tuvo una depresión muy fue nombrado jefe de los ejércitos de Aragón, fuerte que le mantuvo inac- Cataluña, y . Esta decisión fue tivo de la lucha armada. un error, ya que Cabrera se encontraba sumido Mientras tanto, en Cata- en una depresión que le impedía tomar las deci- luña empezaba a haber siones más acertadas. Carlos Isidro se dejó llevar disturbios debido al apoyo por el gran historial militar del «Tigre del Maes- del conde de España hacia trazgo» cuando lo eligió, sin tener en cuenta sus el sector más radical de los problemas personales. Así pues, los carlistas iban carlistas. Hubo un tiempo perdiendo los diferentes territorios conquista- en el que el terror se apo- dos. Visto el panorama, Cabrera decidió marchar deró en las calles debido a a Francia junto a los hombres vivos que queda- los crímenes y atrocidades ban de los ejércitos carlistas. Las guerrillas de que realizaba el sector ex- Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y Galicia que tremista hacia aquellos que seguían luchando acabaron por sucumbir. En ese no promulgaban su doc- momento se dio por concluida la primera guerra trina. Los «aristócratas» carlista.

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