Recordando El Corno Emplumado
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
TESTIMONIO MARGARET RANDALL Recordando El Corno Emplumado n 1961 yo era una poeta en ciernes y madre soltera de mi primer hijo, Gregory. Vivía en la ciudad de Nueva York Ey comenzaba a conocer a otros poetas y a perfeccionar mi oficio. Había publicado por mi cuenta dos breves poema- rios, había aparecido en dos o tres publicaciones literarias y enfrentado mi primera lectura de poesía en un café. También experimentaba un despertar de la conciencia política común a muchas personas de mi edad, jóvenes que sentían un inquieto inconformismo sofocado por el manto del período macartista, aunque habíamos nacido demasiado tarde para ser víctimas directas del asedio represivo. En el verano de ese año abordé con mi hijo de diez meses un ómnibus Greyhound con destino a la Ciudad de México. Solo unos meses antes pensaba que Nueva York, o más pre- No. 280 julio-septiembre/2015 pp. 100-118 pp. julio-septiembre/2015 280 No. cisamente su Lower East Side, era el único lugar del mundo en el que podía vivir un escritor. Había pasado mi infancia en Nuevo México, y mi provincianismo llegaba a esos extremos. Pero a una mujer joven que había renunciado a continuar en la universidad no le resultaba fácil mantenerse y cuidar de su hijo. Casa de las Américas de las Casa Los servicios sociales eran sumamente escasos en la ciudad, así Revista que me dije: bien, quizá ya Nueva York me ha dado todo lo que 100 podía darme. Era aventurera, y pensaba que la Cedric Belfrage, Mathias Goeritz, Agustí Bartra vida en México tal vez me resultaría más fácil. y Erich Fromm. Al mirar atrás, creo que la larga Así fue. Conté con ayuda doméstica y un hora- tradición mexicana de brindar asilo a personas en rio más flexible en una sociedad relajada y que dificultades, que más tarde se extendió a quienes amaba a los niños. México también me resultó huían de las brutales dictaduras de los setenta y iluminador desde los puntos de vista político los ochenta, creó un ambiente en el cual florecía y cultural. Al sur de la frontera de los Estados la creatividad. Unidos aprendí rápidamente sobre la relación He contado muchas veces la historia de cómo entre el dominio estadunidense y las naciones comencé a frecuentar el apartamento del poeta dependientes de su órbita. beat Philip Lamantia en la colonia Cuauhté- El México de los sesenta estaba vivo de ma- moc, a interactuar allí con otros poetas jóvenes, neras que nunca había experimentado. Los sitios a iniciar mi relación con Sergio Mondragón y arqueológicos mayas y aztecas aún eran profu- convertirme con él en cofundadora de El Corno samente explorados: sus secretos solo habían Emplumado / The Plumed Horn, así que seré sido parcialmente sacados a la luz. La Ciudad de breve. Los más o menos diez poetas que nos reu- México estaba construida sobre la gran ciudad níamos en casa de Philip éramos mexicanos, es- precolombina de Tenochtitlán, y la película de tadunidenses y de otros países latinoamericanos. tiempo entre ambas era asombrosamente tenue. Nos leíamos nuestros poemas, y rápidamente Gregory y yo tuvimos la suerte de acompañar nos dimos cuenta de que no los entendíamos a una vez a la semana a una de las grandes arqueó- profundidad. El lenguaje hablado no era nuestro logas del país a su excavación en Teotihuacán, único reto: desconocíamos a los padres inte- donde mi bebé jugaba rodeado por reliquias de lectuales de los otros. La carencia de buenas cuatro mil años de antigüedad y yo aprendía traducciones nos había impedido a los del Norte sobre una cultura que me sorprendía por su conocer a Vallejo, Neruda, Mistral o Huidobro, complejidad. Más contemporáneamente, Frida y a los del Sur leer a Whitman, Williams, Pound Kahlo seguía siendo una presencia tangible. o H.D. Había unas cuantas traducciones inade- Varios de los grandes muralistas estaban vivos cuadas o pasmosamente malas publicadas por y seguían pintando. grandes editoriales. Lo más frecuente era que Los poetas mexicanos, al igual que filósofos y no hubiera ninguna. escritores de otros países, también se mostraban Así que la necesidad de buenas traducciones activos. Muchos de estos habían encontrado en fue una gran motivación para comenzar la re- México un refugio tras la derrota de la República vista, aunque pronto nos percataríamos de que en la Guerra Civil Española, de la ocupación nazi producir una publicación totalmente bilingüe de Europa y de otras situaciones amenazantes. estaba más allá de nuestra capacidad o posibilida- Pienso en Julio Antonio Mella, León Trotsky, des. Sergio y yo lanzamos El Corno Emplumado Víctor Serge, mi amiga la arqueóloga Laurette en enero de 1962. Su primer número incluía obras Séjourné, Leonora Carrington, León Felipe, de luminarias como el poeta/sacerdote Ernesto Edward Weston, Tina Modotti, Anita Brenner, Cardenal, la antropóloga francomexicana Laurette 101 Séjourné, el poeta español León Felipe, la pintora entregó. Resulta difícil aquí imaginar la visita a surrealista inglesa Leonora Carrington, y los un funcionario gubernamental de tan alto nivel, expresionistas abstractos estadunidenses Elaine y mucho menos que se interesara en apoyar una de Kooning y Milton Resnick. En el número 2 empresa literaria alternativa. añadimos obras de los poetas Robert Creeley, Se me ocurren varias preguntas mientras Paul Blackburn y Robert Kelly; la poeta y no- escribo estas líneas: ¿Qué historia cultural –en velista mexicana Rosario Castellanos; el alemán México, a lo largo de las Américas y más allá– German Werner Brunner; y el gran poeta peruano dio origen a la tormenta perfecta en la que una César Vallejo traducido al inglés. A todo lo largo publicación como El Corno, independiente de de la vida de El Corno se alternaron nuevas voces toda institución, nació y prosperó durante ocho con las de los más conocidos. años? ¿Qué necesidades satisfacía? ¿Cómo fue En esa época se había puesto de moda que posible que dos jóvenes (Sergio tenía veintiséis los proyectos culturales adoptaran nombres lla- años y yo veinticinco) sin conexiones con fuentes mativos compuestos por pares de palabras que de financiamiento mantuvieran viva esa publi- aparentemente no guardaban relación entre sí. cación? ¿Fue quizá nuestra carencia de auspicio El título de nuestra publicación pretendía evocar institucional un elemento que permitió que la pu- el cuerno del jazz, que simbolizaba la cultura blicación prosperara? ¿Qué porcentaje de nuestro estadunidense, y las plumas de Quetzalcóatl, la proyecto era imaginación, qué parte pasión, qué antigua deidad mexicana. Buscábamos manus- parte trabajo duro? ¿Cuál era la vinculación entre critos de los jóvenes poetas más imaginativos nuestra relación personal y nuestras decisiones de varios países. Traducíamos cuando podíamos curatoriales? ¿Qué impacto tuvieron al cabo del o les pedíamos traducciones a otros. Poco a tiempo nuestros criterios divergentes? ¿Cómo poco, poetas que no eran tan jóvenes, pero que nos complementábamos Sergio y yo, cómo nos rechazaban los límites restrictivos de múltiples distanciamos y qué significó esa trayectoria para academias, comenzaron a enviarnos sus obras. nuestra publicación? Y por último, ¿cuál es el Éramos una gran red emergente de artesanos de legado de El Corno? la palabra, que tejíamos los hilos individuales en Sergio y yo éramos disciplinados y serios. una historia común que reflejaba nuestras vidas, Como un reloj, y a pesar de todas las dificultades, no las que los profesores, editores o críticos publicábamos un número cada tres meses. El trataban de convencernos que eran apropiadas primero tuvo cien páginas, y pronto promediaron o seguras, o que nos conducirían al éxito. entre doscientas y trescientas. La poesía ocupaba Sergio y yo recorríamos las calles en busca un lugar central, pero también había ensayos, de apoyo financiero. Recuerdo una visita a José cuentos, diarios, artes visuales, caricaturas y Gorostiza, entonces ministro de relaciones exte- tiras cómicas, manifiestos y reseñas, así como riores de México y autor, entre otros, de un largo notas de colaboradores y una sección de cartas e importante poema titulado «Muerte sin fin». a la redacción. Cada número abría con una nota Tras escuchar nuestros planes, abrió una gaveta editorial (escrita por ambos editores y publicada de su buró, sacó un billete de mil pesos y nos lo en el original y en traducción) o con dos notas 102 escritas por separado. Su intención era esta- Hoy, caminando junto al Sena para empa- blecer el tono del número. Hay quienes opinan parme de los últimos restos de las ventas de que la evolución de esas notas permite seguir libros, las caras, los peces, las torres, llegué a el desarrollo de la publicación. Yo siempre he la librería Mistral, a la que siempre vamos para creído que esa es una idea simplista. calentarnos aun si ya hemos devorado un Una de las secciones más esperadas de la par de veces todas las publicaciones recientes. revista era la de correspondencia, en la que apa- Hoy fue un día de suerte. En la sala de lectura, recían cartas de poetas de distintas latitudes que su primer número. Lo leí de principio a fin y contaban acerca de lo que sucedía en sus países, me encantó el contenido. No un solo tipo de describían sus contextos culturales, planteaban sonido. Espacio para dilatarse. sus ideas y narraban sus luchas. Los viajes siem- pre han sido importantes para los escritores, y en Jackson MacLow también apreciaba la diver- ocasiones esos poetas escribían desde lugares muy sidad de El Corno: «Me gusta la gama de trabajos lejanos a su tierra natal. En el número 5 (enero que incluyen; no se limitan a un solo grupo. de 1963) publicamos una carta de Gary Snyder, (Walter) Brunner y (John William) Corrington quien se encontraba entonces en Kioto, Japón. A me resultaron verdaderos descubrimientos».