De Lois Pérez Leira
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Lois Pérez Leira RAMÓN SUÁREZ PICALLO el primer diputado de la emigración Edita: Colección: _pqp g Edita: Grupo de Comunicación Galicia en el Mundo, S.L. C/San Francisco, 57. 5º - 36202 Vigo (España) E-mail: [email protected] Maquetación: Graciela Alba Burgos Traducción: Gael Dosantos Vaamonde Colección: Crónicas de la Emigración I.S.B.N.: 978-84-936759-0-5 Depósito legal: VG 1196-2008 Impreso en Obradoiro Gráfico, S.L. Polígono Industrial do Rebullón, 52D Mos-Pontevedra A Ramón Suárez Picallo la voz de los emigrantes y de los derechos nacionales de Galicia. A la Federación de Sociedades Gallegas por ser la entidad que mantuvo en toda su historia los valores patrióticos de Galicia y de su pueblo. A Moncho sobrino de Picallo que mantuvo con mucho cariño los recuerdos guardados de Ramón. A Manuel Mera que me alentó para que hiciera este libro. ÍNDICE Emigración . .9 La II República . .47 Exilio . .89 Fechas cronológicas . .145 Bibliografía . .148 Fotos (Emigración-Segunda República-Exilio) . .153 EMIGRACIÓN Los primeros años Ramón Suárez Picallo nació en Veloi (Sada) el 4 de noviembre de 1894. Su lugar natal era entonces una aldea que combinaba las labores rurales con las del mar. Sus padres fueros Eduardo Suárez Fernández, de profesión carretero, y Teresa Picallo Martínez. La familia de Ramón, aunque era humilde como la de la mayoría de los labriegos gallegos, no era pobre. Poseían varios labrantíos, unas vacas, algunos cerdos, gallinas y una pareja de bueyes que el padre usaba para el acarreo y la distribución del patexo1 . Teresa Picallo, madre de Ramón, era una mujer de gran personali- dad e inteligencia, pese a tener pocos estudios. En la aldea la llamaban "la escribana", según dicen, por su listeza y su capacidad, que asombra- ba a sus vecinos. Teresa, "la escribana", tuvo once hijos varones y la última, una mujer. La madre de Ramón intentó transmitirles a sus hijos toda la pasión por el conocimiento, por instruirse. Los hermanos Suárez Picallo aprendieron las primeras letras con el maestro Xosé Somoza Eirís de Vilalba, quien destacó como gran pedagogo y galleguista. Ramón empezó a trabajar en la tierra a los siete años, y a los cator- ce acompañaba a su padre como marinero. Al llegar a puerto Ramón tenía que salir a vender el pescado. Según comenta Neira Vilas, en sus 1 Tipo de cangrejo de color pardo rojizo muy frecuente en la costa de Sada. 9 artículos de Memoria da Emigración, Picallo tenía como clienta de su pescado fresco a la insigne escritora Emilia Pardo Bazán. Uno de los fundadores de las Irmandades da Fala, Manuel Lugrís Freire –sadense como Ramón– le dedicó un artículo donde nos descri- be su Sada natal de principios de siglo: "En la orilla del mar, allí donde se juntan las aguas del Cantábrico con las del Atlántico, en el rincón más defectuoso de la ría amada por Brigo, hay una aldea risueña y blanca dedicada solamente a las tareas de pesca. Un extenso arenal al frente es su principal instrumento de vida. En él tienden las redes para ser reparadas; varan las graciosas lanchas y las cucas y bien hechas minuetas; encienden fuego para encascar el velaje de las embarcaciones; en una palabra, la ribera es, al mismo tiem- po que un campo comunal de trabajo, una defensa contra las furias del mar, y sin ella no sería fácil la vida de las gentes de la marinera aldea". La emigración Por aquellos años, a comienzos de siglo, Galicia vivía una profun- da crisis económica que obligaba a que sus hijos tuviesen que partir hacia la emigración. Cuba, Argentina, Brasil y Uruguay eran los desti- nos elegidos por los hombres y mujeres que huían del hambre. El continente americano recibía cientos de miles de gallegos que llegaban a sus puertos con lo puesto. En algunos casos con alguna carta de recomendación para algún vecino de la aldea, por si llegaban a nece- sitar una ayuda. Poco a poco, los hermanos Suárez Picallo fueron tomando el cami- no de la diáspora. Ramón cogió también ese duro e ingrato camino de la emigración, y llegó a Buenos Aires en 1912. Años después recordará en una entrevista para la revista Alma Gallega de Madrid, realizada por el periodista Rufino Franco Montero, algunas anécdotas de sus primeros años en la Argentina: Emigré a los catorce años solo. Llegué a Buenos Aires sin saber a quién dirigirme. El único amigo -un compañero mío de pesca-, de quien llevaba su dirección se había ido de la ciudad. Un coche me llevó a un hospedaje de mala muerte a pasar la noche. El ruido de la gran urbe no me dejó dormir. Al día siguiente compré un periódico, leí los anuncios y eché a andar tras uno de ellos: pedían un muchacho gallego recién lle- gado para la farmacia. Allí conseguí un empleo como peón ganando 15 pesos por mes. Allí trabajé once meses hasta que, cuando ya ganaba 60 pesos, caí enfermo. No me "prestaba" la farmacia. Me fui. El Patrón –un italiano, que solo quería empleados gallegos– me dijo que me recomen- 10 daría para cualquier trabajo. Al mes me contrataron en una oficina para escribir a máquina. Jamás había tocado yo tal artefacto. Pero la necesi- dad agudiza el ingenio. Después fui cobrador de una casa mayorista, con un gran sueldo. Joven, con dinero, con poco trabajo, sin una mano que me guiase, hice una vida poco regular: dejé el empleo y comenzó un "via crucis". Se acabaron el dinero y los amigos. Yo no nací para men- digar, ni quise nunca protecciones. Vendí dulces para un patrón borra- cho y analfabeto. Llevaba en la cabeza una cesta que pesaba 60 quilos. Puerta por puerta por los alrededores de Buenos Aires, ofrecía la mer- cancía: '¡Alfajores Cordobeses, mandioca y dulce de leche!...'. Ganaba 70 pesos mensuales. Hasta que caí enfermo de tifus y otras complicacio- nes. Estuve seis meses en un hospital-lazareto, de donde salían pocos. Había allí hombres de todas las razas y entre ellos, un gallego, al que le habían cortado las dos piernas a causa de un extraño mal que había con- traído en el Brasil. Aquel hombre se encariñó conmigo y definió la vida de mi espíritu. Era anarquista tolstoyano. Me enseñó el amplio panora- ma de las ideas sociales. Fui siempre un apasionado de la lectura, ya desde niño. Toda mi instrucción oficial eran tres cursos de instrucción nocturna. Yo fui el mayor de once hermanos, y desde los siete años tuve que trabajar en el mar y en la tierra. No tuve infancia. El maestro de aquellos tres cursos –don José Somoza Eiriz, de Chantada– tenía la facultad maravillosa de despertar la curiosidad de los niños por la lec- tura. Aquella curiosidad me acompañó siempre. Salí del hospital y estu- ve un año sin trabajo, todavía convaleciente. ¡Para qué relatar las peri- pecias de aquel año tremendo! No obstante, lo recuerdo con afecto...". La incorporación a la vida política y sindical Buenos Aires por entonces era un hervidero político. Socialistas y anarquistas intentaban organizar la incipiente clase obrera argentina, compuesta mayoritariamente de extranjeros. Los inmigrantes gallegos e italianos formaron las primeras sociedades de socorros mutuos que dieron lugar posteriormente al nacimiento de los sindicatos de oficio. Ramón se unió a las actividades que organizaba el Partido Socialista Argentino que lideraba Juan B. Justo. Así relata el propio Picallo su incorporación a la actividad política: En la Biblioteca Nacional de Buenos Aires leí cuanto había sobre cuestiones sociales. No me perdí conferencia ni curso de extensión uni- versitaria de los muchos que aquí se dictan gratuitamente. Mis ideas se clarificaron y abracé con pasión el ideal socialista. Ingresé en las juventudes y en la Universidad Popular 'Luz´. Aprendí francés, italia- no y algo de inglés. En un periódico juvenil socialista –Adelante– 11 escribí mis primeros artículos sobre cuestiones sociales. Unos artícu- los muy malos. Hablé en algunos mítines y me apresaron por "anar- quista". Ingresé después en el Trust de Tabacos, en publicidad, para redactar anuncios, y aquí cuando me iban a aumentar el sueldo por ascenderme a segundo jefe, me despidieron por faltar al trabajo el 1º de Mayo. Otra vez sin trabajo. Y lo que es peor, con mi nombre inclui- do en una 'lista negra de agitadores´, lo que equivalía a no poder tra- bajar en ningún lado". Se incorporó al periódico de la juventud socialista Adelante, que estaba ligado al sector partidario de las posiciones del socialismo inter- nacional que se adoptaron en Zimmerwald (Suiza) en 1915. El primer director fue Juan Ferlini y entre los colaboradores estaban Amadeo Zeme, Luis Sous, Jacobo Halperín, Juan Greco y Rodolfo Ghioldi. El nacimiento de Adelante fue una reacción contra la dirección del Partido Socialista, que proponía que el papel de la juventud socialista se debía concretar en la práctica del deporte y la educación en general. Mientras que la corriente marxista revolucionaria reclamaba que se ocupase de difundir los principios internacionales del socialismo y propiciase la lucha contra la guerra imperialista. "Escribí mi primer artículo en Adelante el 1 de mayo de 1916 en referencia éste a una huelga de frigoríficos. Firmé con las iniciales RSP. Seguí escribiendo en periódicos obreros hasta 1918, en que fui secretario rentado de los trabajadores del puerto y aquí fui nombrado director del periódico Libertad. El primer ejemplar que lancé al públi- co fue un desastre, pues corregí las erratas encima del error y el copis- ta al no ver nada en las márgenes mandó todo a la máquina tal cual estaba". (R.S.P. periódico Lugo, diciembre de 1961).