BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA Comentarios para la Historia de Aragón [Estos comentarios son desde el año 1615 hasta el año 1626]
Edición crítica de Javier Ordovás Esteban Prólogo de Alberto Montaner Frutos
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Por el doctor Bartolomé LEONARDO DE ARGENSOLA, canónigo de la santa iglesia metropolitana de Zaragoza, cronista del rey nuestro señor y del mismo reino.
Estos comentarios son desde el año 1615 hasta el año 1626
Edición crítica de Javier ORDOVÁS ESTEBAN
Prólogo de Alberto MONTANER FRUTOS
Institución «Fernando el Católico» (C.S.I.C.) Excma. Diputación de Zaragoza ZARAGOZA, 2016 El presente trabajo se inscribe en las actividades del Proyecto de I+D del Programa Estatal de Fomento de la Investigación Científi ca y Técnica de Excelencia del Ministerio de Economía y Competitividad (con cofi nanciación de fondos FEDER) FFI2015-64050-P: Magia, Épica e Historiografía Hispánicas: Relaciones Literarias y Nomológicas.
Publicación número 3492 de la Institución «Fernando el Católico», Organismo autónomo de la Excma. Diputación de Zaragoza Plaza de España, 2 · 50071 Zaragoza (España) Tels. [34] 976 28 88 78/79 [email protected] www. ifc.dpz.es
© De los textos, los autores © De la presente edición, Institución «Fernando el Católico» isbn: 978-84-9911-405-7 depósito legal: Z 1317-2016 impresión: Cometa, S.A. impreso en españa. unión europea Mi agradecimiento a la Institución «Fernando el Católico» por su confianza, y a Alberto Montaner Frutos por su sabiduría, su generosidad intelectual y su paciencia. ÍNDICE
PRÓLOGO: SOBRE LA GÉNESIS DE LOS COMENTARIOS DE BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA,
por Alberto MONTANER FRUTOS 7
EL CANÓNIGO LEONARDO Y SUS COMENTARIOS SOBRE LA HISTORIA DE ARAGÓN. EL MS. 10 DEL ARCHIVO
MUNICIPAL DE ZARAGOZA, por Javier ORDOVÁS ESTEBAN 17
1. DON BARTOLOMÉ JUAN LEONARDO DE ARGENSOLA.APUNTES
BIOGRÁFICOS 17
2. DON BARTOLOMÉ JUAN LEONARDO DE ARGENSOLA.SOBRE SU
OBRA 23
3. SOBRE LOS COMENTARIOS PARA LA HISTORIA DE ARAGÓN.ESTOS
COMENTARIOS SON DESDE EL AÑO 1615 HASTA EL AÑO 1627 26
4. PRELIMINARES HISTÓRICOS 43
5. EL MS.10 DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE ZARAGOZA 47
6. NUESTRA EDICIÓN 52
COMENTARIOS SOBRE LA HISTORIA DE ARAGÓN. ESTOS COMENTARIOS SON DESDE EL AÑO 1615 HASTA EL AÑO 1626 57
AÑO 1615 59
AÑO 1616 95
AÑO 1617 107
AÑO 1618 113
AÑO 1619 123
5 ÍNDICE
AÑO 1620 129
AÑO 1621 155
AÑO 1622 177
AÑO 1623 189
AÑO 1624 221
AÑO 1625 237
AÑO 1626 257
APÉNDICE 1: VIEDAS DE LA MONEDA DE ORO Y PLATA 357
APÉNDICE 2: ESCUDO DEL REY 367
BIBLIOGRAFÍA 373
FUENTES IMPRESAS Y MANUSCRITAS 389
6 PRÓLOGO
SOBRE LA GÉNESIS DE LOS COMENTARIOS DE BARTOLOMÉ LEONARDO DE ARGENSOLA
Alberto MONTANER FRUTOS
Con la presente edición ve la luz el único de los textos historiográficos debidos a la pluma de Bartolomé Leonardo de Argensola que aún quedaba inédito. Bien es verdad que su Conquista de las islas Malucas aún aguarda una edición hecha con el rigor de las que ha preparado Javier Ordovás (esta de los Comentarios y la de los Anales de Aragón), pero al menos está accesible para el lector.1 Así pues, el volumen al que estas páginas sirven de prefacio debe ser acogido con enorme satisfacción, pues permiten culminar una etapa en la ingente y urgente tarea de difundir la obra del barbastrino y de su hermano Lupercio, más conocidos hoy por su nombre que por sus textos, como bien señala aquí el propio Ordovás en el primer apartado de su estudio preliminar. Como su editor señala, los Comentarios poseen una índole algo diferente a las otras obras históricas de su autor. En una escala de elaboración literaria y alejamiento personal de las fuentes de información, posiblemente la citada Conquista ocuparía el primer lugar, dado que es claramente una refundición estilística de material historiográfico ajeno,2 pero sometida al cuidado estilo de nuestro autor, del que se ha ocupado con detalle Ordovás (2013, vol. 1, pp. LXXXIX-CXXXV) en el estudio introductorio a los Anales. A ese grado de elaboración bajo la personal pluma de don Bartolomé se refería ya su hermano Lupercio, a la sazón cronista oficial del reino de Aragón, en el breve prólogo puesto al frente de la obra y en la que defiende a su hermano de varias acusaciones sobre la índole de su obra: «Ni perdonan al estilo, diciendo que está lleno de translaciones y metáforas, más de poeta que de historiador.
1 La edición prologada por Glória Cano (2009) posee una interesante introducción, pero no es ni crítica ni anotada. Lo mismo sucede con la de Miguel Mir (1891), aunque su trabajo versa más sobre el conjunto de la obra del Rector de Villanueva que sobre la obra presentada. A cambio, hay ahora cosa de una decena de ejemplares de la primera edición (1609) accesibles en línea en Europeana (http://www.europeana.eu/), Hispana (http://hispana.mcu.es/), Internet Archive (https://archive.org/) y Google Books (https://www.google.es/).
2 Cano (2009, p. XLIV), Sanz Burgos (2013, pp. 173-174), quien se ocupa también de esta obra argensolista en (2015).
7 Alberto Montaner Frutos
No consideran que estos términos son confines y no distantes, y que el pasar por los unos y por los otros con modestia es virtud y no vicio».3 La siguiente obra en esta escala serían los propios Anales, que en su mayor parte son fruto de una labor de taracea a partir de una serie de obras preexistentes y mayoritariamente bien conocidas, pero también contienen documentación inédita manejada de primera mano, como analiza minuciosamente el mismo Ordovás (2013, vol. 1, pp. CXXV-CLVII). El tercer escalón lo ocuparían las Alteraciones, donde el autor ya no depende mayoritariamente de la historiografía precedente, sino de documentación en buena parte inédita, de testigos directos de los acontecimientos y de sus vivencias personales. Aquí, el estilo se hace menos elaborado y más directo, pasando de los estándares vigentes en su época para lo literario a los más propios del registro memorialista o gacetillero, precedente del moderno periodismo. Finalmente, se sitúan los Comentarios, que, al ser estrictamente coetáneos de su redacción prácticamente no emplean historiografía coetánea, aunque sí empleen relaciones y gacetas (como bien señala su editor), sino que se basan en muy buena medida en documentación inédita (hoy en buena parte desconocida, aunque quizá localizable en determinados archivos) y en el conocimiento directo por parte del autor, bien de los propios sucesos, bien de sus protagonistas. Sin embargo, no es solo la inmediatez lo que le confiere su muy diferente textura, sino también su grado de elaboración. Este último aspecto incide, en definitiva, en propia la génesis de una obra de redacción inconclusa, no por carecer de final (ya que este coincide con lo expresado en el título), sino por no haber experimentado una redacción definitiva. Para afrontar este análisis, resulta primordial establecer una clarificación conceptual y terminológica sobre los originales, es decir, los manuscritos de autor y sus características. Mi propuesta, que parte de la terminología ya existente,4 con precisiones surgidas del análisis directo de los problemas textuales propios de las tradiciones autoriales, es la siguiente:
Original: cualquier ejemplar realizado por el autor o bajo su supervisión que representa alguna de las sucesivas fases de elaboración de un texto, hasta alcanzar la versión ne uarietur o bien suspender el proceso de redacción.
3 Lupercio Leonardo de Argensola, «A los lectores», ff. 4v-5r (sigo los mismos criterios de transcripción «de techo fonológico» empleados en la edición y explicados en el apartado 6). Este texto es muy interesante para corroborar el carácter eminentemente literario de la historiografía de este período, aspecto tratado por Ordovás (2013, vol. 1, pp. CVII-CIX) y por mí mismo (Montaner, 2014, §§ 33-39). 4 Cf. Blecua (1983, pp. 39-40 y pp. 205-212); Ostos, Pardo y Rodríguez (1997, pp. 130-131); Riesco (2003, pp. 41, 95, 300 y 302-304).
8 Prólogo
Borrador autógrafo: ejemplar de trabajo del autor, realizado por su propia mano, y que refleja materialmente el proceso de elaboración de la obra, mediante sustituciones, adiciones, supresiones o cambios de orden. Borrador apógrafo: ejemplar de trabajo del autor, dictado por este y escrito por un colaborador suyo, y que refleja materialmente el proceso de elaboración de la obra. Copia hológrafa: ejemplar de trabajo o de lectura, realizado por mano del propio autor, que representa la versión de una obra que, en un momento dado de su creación, el autor da por definitiva (aunque puede experimentar modificaciones posteriores, autógrafas o apógrafas). Copia idiógrafa: ejemplar de trabajo o de lectura, realizado por un colaborador del autor bajo su inmediata supervisión, que representa la versión de una obra que, en un momento dado de su creación, el autor da por definitiva (con las mismas salvedades que en el caso anterior). Reportatio: transcripción realizada a partir de un texto oral pronunciado en público (no necesariamente por el autor ni hecha al dictado).
El ms. 10 del Archivo Municipal de Zaragoza corresponde a una categoría mixta, pues se trata de una copia en parte hológrafa y en parte idiógrafa, como explica con detalle Javier Ordovás en su estudio introductorio. El carácter semicursivo de la letra (de trazo asentado y no demasiado rápido, pero con ductus y ángulo de escritura mayormente cursivos), así como las adiciones que presenta, revelan que no se trata de una copia definitiva en limpio, lo que entonces se conocía como un traslado, que el Diccionario de Autoridades define como «Escrito sacado fielmente de otro, que sirve como de original. Lat. Exemplar scriptum, vel transcriptum» (vol. VI, p. 334b)5 y que, cuando iba a servir de base a un impreso, previo paso por los correspondientes trámites legales, conocemos hoy como original de imprenta. Por otro lado, ese mismo carácter semicursivo de la letra y, sobre todo, la escasez de correcciones al texto (alguna tachadura y poco más) revelan que tampoco estamos ante un borrador. El ms. AMZ 10 refleja, pues, un estadio intermedio, el de una copia de trabajo, que no refleja el primer impulso redactor, pero tampoco la versión ne varietur. Las razones por las que la obra se quedó en este estado las explica su editor en el tercer apartado de su estudio. Antes de entrar en la caracterización del manuscrito supérstite como una copia de trabajo en parte hológrafa y en parte idiógrafa, conviene decir algo sobre lo que, en su estado actual, revela sobre el borrador que le sirvió de modelo. Ante todo, hay que señalar que la labor de taracea efectuada en sus obras historiográficas anteriores se convierte, en el caso de los Comentarios, en un caso de técnica de collage, porque una
5 Vide etiam Riesco (2003, p. 427).
9 Alberto Montaner Frutos parte muy importante del material no se ofrece redactado de nuevo, sino en bruto. Este procedimiento se emplea de forma cada vez más neta conforme avanza el texto y el proceso de redacción está menos desarrollado, hasta el punto de que en los dos últimos años, 1625 y 1626, cada comentario o registro histórico lleva su propia rúbrica, lo que subraya el carácter inconexo e independiente de cada pieza de información. Esto permite suponer que el borrador de don Bartolomé no era, en buena parte, más que un conjunto de materiales de diversa procedencia (independientemente de que constituyesen copias hechas exprofeso o no), conectados mediante su propio texto, al que luego fue haciendo añadidos y correcciones. La práctica coetaneidad de la redacción original y de los sucesos narrados queda clara en varias expresiones que han quedado de la redacción primitiva. Así, al narrar lo acaecido en 1615 señala que es el año en curso:
En razón desto, y para referir cómo lo sentía el rey de Inglaterra, pondremos aquí algunas cláusulas de las cartas originales que escribió desde Londres don Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar, embajador del rey, nuestro señor. Escribe, pues, de Londres, 1 de enero deste año 1615, al virrey de Nápoles lo que se sigue (pp. 73-74).
Como bien señala Ordovás en su nota ad locum, ese virrey de Nápoles no era otro que el conde de Lemos, a cuyo servicio estaba don Bartolomé como secretario, lo que explica que pudiese disponer de tales cartas para incluirlas en su obra, en parte transcritas, en parte parafraseadas y en parte resumidas. Otra cita que revela la relativa inmediatez de la redacción es la que comienza los comentarios al año 1616: «En 15 de noviembre del presente año 1616» (p. 95) o la incluida entre los del año 1623: «Aquí, pues, en 17 de abril del presente año, el segundo día de Pascua de Resur[r]eción del iglesia» (p. 193). Sin embargo, en el comienzo del primer año de la serie analística se encuentra esta indicación:
Yo estaba en Nápoles en este año 1615 cuando fui proveído en el oficio de cronista de este reino, y los señores diputados por primera asinación me dieron seis meses de tiempo para venir a él. Después los prorrogaron y fue todo el término dieciocho meses, dentro del cual llegué a Zaragoza; pero no valiéndome de los dichos dieciocho meses de ausencia que me fueron concedidos, escribiré los Índices o Comentarios para la historia de Aragón desde el dicho año 1615 (p. 59).
10 Prólogo
Todo el pasaje está claramente retocado con posterioridad y la frase que comprende desde después a Zaragoza tuvo que ser una adición hecha al borrador, como revela la falta de consecutio temporum entre verbos en pasado y en futuro, o entre el uso del deíctico este con el año y el empleo de verbos en pasado. Posiblemente, el texto original diría algo semejante a esto (encierro entre corchetes lo que modifico en el texto como reconstrucción conjetural de la redacción primitiva):
*Yo estaba en Nápoles en este año 1615 cuando fui proveído en el oficio de cronista de este reino, y los señores diputados por primera asinación me [han dado] seis meses de tiempo para venir a él; pero no valiéndome de los dichos [seis] meses de ausencia que me [han sido] concedidos, escribiré los Índices o Comentarios para la historia de Aragón desde el dicho año 1615.
Un caso semejante, pero sin duda relativo a una mera adición, puede advertirse en este pasaje, relativo al concilio provincial celebrado en la archidiócesis de Zaragoza en 1614 y del que se da cuenta al repasar el estado eclesiástico de Aragón al tratar de 1615:
Estableciéronse ansí para el culto divino, como para todo lo moral de los súbditos, importantísimos decretos, como parece por el mismo concilio original que está guardado en el archivo arzobispal. Hasta este año de 1626 en que se escribe esta memoria no está confirmado este concilio por la sede apostólica (p. 69).
El pasaje resulta revelador por dos razones. Por un lado, refleja el tipo de material inédito de archivo que manejó Argensola para componer sus Comentarios. Del mismo fondo documental, al que su condición de canónigo le tuvo que facilitar el acceso, proceden sin duda unas cartas privadas de relación enviadas por don Ruy Gómez de Silva y Mendoza de la Cerda, tercer duque de Pastrana, sobre sucesos acecidos en abril de 1623 y cuya transcripción viene precedida de la siguiente indicación:
Mientras esto pasaba en Aragón, en las costas de Cataluña se hizo el duque de Pastrana una buena presa de dos baje[le]s moriscos, según se infiere de cartas que escribió al arzobispo de Zaragoza don Pedro González, su tío (p. 195).
Por otro, el pasaje citado más arriba revela la inclusión de una actualización añadida el mismo año en que se efectuó el traslado en limpio que se nos ha conservado. En muchos casos, las modificaciones de este tipo no estarían interlineadas, por falta de
11 Alberto Montaner Frutos espacio, sino añadidas al margen, lo que favorece los errores de inclusión al copiar el texto. Así ha ocurrido, sin duda, en el siguiente pasaje:
El arzobispo ocupó su sitial en el lugar acostumbrado, y a su mano derecha el conde embajador y los obispos de Huesca y Tarazona en sillas de terciopelo carmesí, y al otro lado [en] otras semejantes sillas los obispos de Jaca y Barbastro, y el de Útica, llamado comúnmente el Titular. El de Huesca, porque había de predicar, se retiró a la sacristía, todos los cuales en los mismos asientos se vistieron de pontifical con mitras y pluviales.
Tal y como aparece en el manuscrito, el antecedente del relativo los cuales queda demasiado lejos y se produce un anacoluto. Sin duda, la frase relativa al obispo de Huesca se añadió de forma marginal al repasar el relato de lo sucedido en el concilio y el copista la integró en el sitio equivocado, mientras que la sintaxis exige editar (como ! E # &