SENDEROS HUMANOS ISMAEL FERNANDEZ DIEZ

FUNDAClüN LA SALLE DE CIENCIAS NATURALES CREDITOS

Publicación producida por Fundación La Salle de Ciencias Naturales

Coordinación de la edición Manuel Gallardo

Ilustraciones Erasrno Sánchez

Ilustraciones: Martín Durban Revista Nacional de Cultura Revista Cultura Universitaria

Reproducciones fotográficas Rornrnel García

Fotolito, montaje y edición Editorial Texto

Revisión de textos Rosa Trujillo

Diseño y diagramación Manuel Gallardo

Laser Composición Cecilia lanni

© Ismael Fernández Diez ISBN 980-235-010-9 SENDEROS HUMANOS ISMAEL FERNANDEZ DIEZ

El Profesor Femández tiene una experiencia de 41 años en la docencia. Miembro Fundador de la Fundadón La Salle de Ciencias Naturales y del Instituto Caribe de Antropología y Sociología. Ha sido presidente de la Sociedad de Ciencias Naturales y desde hace nueve años desempeña el cargo de Vicepresidente Ejecutivo de la Fundación La Salle. Desde hace cinco años es miembro del Directorio de la Federación Nacional de Fundaciones (FEDEFUNDACIONES) institución que agrupa a más de un centenar de Fundaciones a nivel nacional.

ALGUNOS TRABAJOS REALIZADOS:

En el Campo Científico - Origen y formación del Diamante en Venezuela - Prospección y métodos de explotación aplicados para oro y diamantes en Guayana.

- Estudio Geológico del Imataca, 19 expediciones

- Estudio de las formaciones auríferas y diamantíferas del Alto Cuyuní, Serranía de Lema y la Gran Sabana, 10 expediciones - Estudio de la Cuenca del Caroní desde San Pedro de las Bocas hasta Paso de Caruachi. - Estudio, prospección y cubicación de yacimientos de Caolín próximos a Carora. Gran cantidad de artículos de divulgación científica en Revistas y periódicos.

En el Campo Humanístico - Canto a la Flora Venezolana, 80 himnos a distintos árboles de nuestra flora • La gran Batalla • El Templo Humano • La Lumbre Humana • Las Instituciones - Vigencia del pensamiento de La Salle (El magisterio) - La Virgen del Botanamo Leyenda de Guayana - Antabarí o el Alma de Guayana, Novela "Cátedra Bolivariana" "Las Sociedades Bolivarianas" "Páez en el 200 aniversario de su nacimiento" "José Laurencio Silva" (ensayo) Autor de gran cantidad de artículos para revistas científicas, humanistas y para la Prensa. Actualmente trabaja en la recopilación de su extensa obra poética. AMIGO: Este es el testimonio de mi amor a un pueblo que ama, trabaja, canta, llora, sufre y lucha y en la devoción de su libertad, sigue escribiendo su historia en las páginas del tiempo. Porque es el pueblo venezolano, nuestro pueblo, el gestor de nuestras epopeyas nacionales, el héroe anónimo de la cotidianidad yel pedestal de la gloria de los Próceres. Es, sin embargo, en el símbolo del Soldado Desconocido sembrado en Carabobo, la verdadera gloria de la Patria. Es la fuerza y la conciencia colectiva para quien la historia escrita no tiene memoria; pero es así mismo, en su cultura ancestral, su tradición, sus costumbres, sus leyendas, sus virtudes, vividas o transmitidas oralmente de generación en generación, lo que da sentido al gentilicio venezolano. Esta es la historia que, sin menospreciar los méritos de los Grandes Nombres, ya consagrados nacional e internacionalmente, he pretendido escribir. Como podrás ver Amigo Lector, me considero, más que escritor, transmisor de nuestra historia popular. Ello se ha logrado gracias al maestro del pueblo, al cura, al registrador, a esos edecanes veteranos de la vida que tiene el Libertador en las plazas de pueblos y ciudades, a los cronistas oficiales y no oficiales del país, al poeta popular, al hombre del canto y de la canta, al del mina, el curbeta, al contrapunteador del llano, el mar y la montaña. A todos ellos expreso mi profunda gratitud y el más cálido recuerdo. Pero todo ello no hubiera hecho posible la recopilación de estas leyendas y la edición de este libro, sin la colaboración y comprensión sostenida de mi esposa Flor Santander de Fernández y de nuestro querido compañero de "Peña Literaria", insigne poeta y mejor amigo, Filiberto Ruíz, a quien la vida le jugó la mala partida de no poder ver la edición de esta obra y a quien se la dedicamos con el mayor afecto.

Ismael Fernández Diez " , INDICE

El General de losMuchachos 2 El Zambo de Barlovento 8 El Músico de Valencia 20 El Hechicero del Mar 26 Barinas en una Flor de Inocencia 32 Una Rosa entre los Bravos de Apure 38 LosMuchachos de Barcelona 46 Las Doncellas de San Carlos 54 Ricarda de Los Teques 64 El Jaguey Encantado 70 En elHato de los Almendrones 77 Heroinas Legendarias 83 LaDama Blanca de Barcelona 88 El Comprador deganado de San Carlos 96 Rebeldía y amorde una Amazona Trujillana en elañode 1813 . 101 Arcaismo Legendario . 108 Los Manueles de San Juan de los Morros . 113 Un Indio en la Guerra de laIndependencia . 120 El Mecenas de San Felipe " . 127 La Virgen Mocha . 134 El Barco de laMujer del Farol . 138 El Hombre del Samán .. 144 La ReinaAraguaneyo la Indiadel Catuche ., ., . 154 La Anunciacióndel Pájaro Campanero . 159 Cumanaguey . 165 Mérida en los Anales Venezolanos por las Rutas de la Libertad 171 El Anacoreta y la Bella del Delta 178 El Candor de la Libertad 184 El Maestro de Aragua 189 En los Analesde Maturín 196 La Doncella del Llano 201 María Libertad, la Visión Llanera 205 El Yaracuy en los Albores de la Independencia . 210 La Reina de Coro . 215 La Tragedia de un Héroe .... 223 La Mestiza Guaraibajú ...... 229 El Mercador de Maracaibo 236 Las Amazonas del Río 242 Guanare Bravío 249 La Fuerza Moral de un Maestro de Escuela 256 El Gran Aliado 262 El Dr. Paragua Cerrado 266 Lluvia y Tormenta en el Destino 269 Todo el Mundo me quiere a mí 274 Más allá de la Frustración ...... 280 El Leñador de un Mundo 285 La Heroína y el Ministro 289 La Naturaleza en loHumano ...... 296 Sabidurta en el Bosque ...... 301 Amor Sin Destino .. 305 El Encuentro de Dos Rumbos en un mismo camino 309 Inmigración y Ficción 316 La Justicia empieza por casa ajena 322 Alba Rosa 326 En el Cascarón de una Epoca 330 El Ensueño de un Concierto ...... 334 La Revolución de una Estrella 339 Lunade Miel , 345 José Universidad 347 El Becerro de Oro ...... 353 Don Sarmiento . .. 357 Don Salomón, El Tendero 360 Visión de un Soñador 364 Vaticinio Goajiro 368 Los Hechizos del Mar 375 El Foragido de Osiris , 380 El Milagro de un Hechizo " . 383

,11 I El Pacto de un Pueblo en el Nuevo Mundo . 387 La Proyección de un Hombre Viejo . 392 La Sabiduría y la Ignorancia en función social . 396 Incertidumbre en el Jardín . 401 Ay Mijupa . 408

La Rosa del Destino ...... , .... 412 Los Náufragos del Amor 416 Vaticinio Gitano 421 Soledad Divina 429 Estampa Campesina 436 Naufragio de Esperanza 443 El Caballo Alado del Niño Dios 447 El Niño y la Mariposa 449 Laculpa esde Petronila 452 Los Gobiernos deCanon 456 Epl1ogo 460 11 1 SENDEROS HUMANOS ISMAEL FERNANDEZ

PROLOGO

Recrearse y recrear, desempolvar verdades eshacer elrecorrido deestas páginas quenoesotracosa quecaminarellargo caminodelapatria,aveces empinado y abrupto,llanoy placentero otras, pero siempreenriquecedor y ameno. Porque patria noessoloeldespliegue de nuestrageografía o los relatos delahistoriamuchasveces amañada. Es ir másallá,muchomásalláy más profundo. Esadentrarse en elalmadelpueblo, oírpalpitarsu corazón y escuchar sus latidos a travésdel relato desus mitos, símbolos eimágenes y recoger estasleyendas. Asínosenteraremos desus Santos quenosiempreson losqueestánen losaltares, desus héroes quepocas veces tienen pedestales y estatuas,desus doncellas quetodavía semuestranfurtivas, delAnima Sola, deladeTaguapire, delasapariciones delaVirgen ya sea la deCoromoto ola dela Selva del Botanamo queconelniño llevasu jaguar,deMaria Lionza montadaen su danta ; todos ellos revelándonos sus anhelos y Xl esperanzas, sus temores y desvelos. Son historias dela gentecomún,la quenosehasentado en los pupitres dela escuela pero quesupoescuchar y registrar enlamemoria loquele contaron sus abuelos yluego sedioala tarea derepetir sus verdades a lo largo delos tiempos, la historia quetodavía nohemos leído enlos libros de textou oído de boca delos enciclopédicos. y yoleo con pasión aIsmael Ferndndez, compañero decamino por más decuarenta años por selvas, llano, montaña ymardeesta Venezuela, nuestra Venezuela, caminando los mismos lugares donde mucho tiempo antes,miles deaños antes,sehabían conjugado los misterios delUniverso para eclosionar un país degrandes yestupendas diversidades geográficas, deexuberante flora yvariada fauna, por losmismos lugares donde nuestras émios.comenzaron a tejer sus leyendas sobre el origen delcosmos. Deun lugaraotro, transitando caminos - porque nohayun solo camino yla vida comienza cada díadándonos muchas oportunidades para unaacción constante -elmaestro, elescritor quehayenélfue recogiendo una historia hoyyotra mañana. A todos nos pasaba ypasa quenoscuentancosas ya veces nos quedamos boquiabiertos sin saber porqué y otras, enmudecemos porque hemos venido creyendo enalgo tan lejano a 10 nuestro,creyendo en tantas historias ajenas aella, enpretéritos sin ahora ysin raízanclada en nuestro pueblo Para lograrlo, Fundación la Salle -eIsmael con ella- seadentraron enla selva, escalaron lostepuyes y remontaron los Andes, navegaron sus ríos y se internaron eneldédalo delDelta y, atravesando y surcando los mares pudieron conviviry escuchar la vozdel pescador y contemplar su mirada penetrante quetaladra elhorizonte y noshabla demejores tiempos. En ese transitarpor los caminos deVenezuela, basta remover una piedra otropezar con un indio, un mulato,un pescador oun campesino para encontrarnos con un venero deinformación que, atravésdeuna leyenda sabe conjurar la esencia mágica del pueblo con acciones diarias y sus sueñoscon la realidad dura y aveces frustrantedelexistir. Lástima queesos poetas populares querevelan nuestroserdenación o denaciones y constituyen la mayor riqueza deVenezuela, nosonoidosy van cayendo tronchados por un positivismo queimpide queella nosnutra y fortalezca. Ismael anotaba y registraba ensu alma y ensu memoria de elefante y fue transcribiendo los mensajes para luego pregonarlos aloscuatro vientoscon elpropósito deeducar, porque él nopuede olvidar su vocación demaestro y, como tal,lohizocon cariño porque educar estambién crear con amor. Deesa forma, nosnarra loqueconstituye la quinta esencia de esta tierra, nuestratierra, esencia quesevadesvaneciendo porque senosvan XII yendodenuestros pueblos los narradores y nohahabido quien recogiera la antorcha. Con ellos también se nosva nuestroserde pueblo yde nación, nuestraautenticidad, nuestra idiosincrasia y nosvamosquedando sin mensajecapaz de insuflar vitalidadespiritual anuestros jóvenes. y lasleyendas quellenaron páginas desu diario y el de los expedicionarios seenraizaron en elserde Fu ndación. Jamás huboentre nosotrosun cuestionamientosobre lascreencias y tradiciones. Hubosí, un redescubrir delalma indígena,delalma populary una búsqueda contínua porhallarelhiloconductorque nosllevara asus fuentes, asu lore. Enestosmomentosenquenosaprestamos acelebrar elencuentroola invasión, Ismael nosquiererecordar que "500añosnoesnada", quenuestra historiaseadentraenel tiempo amásde20 mil años. No podemos seguir acallando todo ellegado de un pasado indígena,deun pasado nuestro, porque ahíestáel piache, elshamdn,elcurandero oelcacique delatribu que,en largas sesionesnocturnas, nosvan haciendo el recuentodeluchasy leyendas queayudana revivir y noetalgiar un pasado quetodavía está latenteen ritos y costumbresancestrales; queexisten mantras y oraciones queevocan seres preternaturales osobrenaturales, parecidos a losquenos trajeron deallende losmares,losqueirrumpieronen sus predios hace ahora 500 años.¡Quéson 500 añoscomparados con losveinte milenios,cuandonuestros ancestros remotos llegaron aposar sus plantasenestas tierras! Sí, también Diosestaba presentey teníasu sitial en lasdiversas culturas aborígenes y eran El o Ella y esconocido condiversos nombres. Que nosenosvengaadecir quesololeshabló a losblancos porqueesas culturas tambiénoyeron su voz. y nosotros nosaferramos abuscaren 10 profundode esas leyendas,de esefolklore y pudimoshablar en Fundación de10 quehemos llamado ellore, queseencuentraen 10 másprofundoy trascendentedeesosrelatos, deesas ceremonias, deesascelebraciones y queeselque lesdavida y sentido. No intuirlo es perder todo su significado. Poreso también insistimos en Fundación, quetenemos quesembrar alosjóvenesen lacultura local ancestral; porque una educación que nosesiembraen ella,dejaaljoven sin raices y amerced decualquiercontingencianegativa. Ella lesenseñará aindagarlaesencia delascosas, abuscaren los caminos,aleeren laspiedras delcampo y en lasparedes delascasas y dela iglesia local, eldestino, su destino, porque lasuya esuna tierrademagia. Diosselespresentará en muchasmanifestaciones y veránque, tanto los indios como losnegros y losblancos, tienen su manera deatraerlalluvia, de cantarlealosríos,decuraralosenfermos y demostrarleselcaminoa las nuevasgeneraciones. Verán queesas leyendas tratandeconjugarlaesencia mágica desu XIII pueblo quesabe mezclarensus acciones cotidianas elsueño conlarealidad. Sino¿como podrían sobrevivir? La capacidad detransformar el destino espuesta enelpico deun ave, en los labios deunadoncella que sepresenta aveces como madre yescapaz de ofrendar su vida ola desushijos Yenotras, como mujeres de revuelta que, amamantandoa su hijo, nodudaron endisparar alenemigo queles estaba arrebatando la posibilidad desus sueños. Asísenos apareció enesos relatos, la indiaAraguaney y visualizamos el Valle delos Caracas cuando descubrimos la llamada Guaraira Repano, nombre con el que designaron los Toromainas al cerro custodiado por milenios por los espíritus ancestrales y evocados por los cantos yoraciones de sus piaches. Vimos también queasísurgióelCatuche tras de unasequía y, en honor asu pueblo, vimos transformarse enAraguaney a la hermosa jefa india, yen Apamates asus doncellas, ydesde entonces el GuarairaRepano se vistió de morado, de blanco, derosado ydeamarillo para, más tarde, ser bautizado con elnombre de"Cerro El Avila". Nosdicen también aquellas voces anónimas delos AndesqueIsmael registró yque muchos tuvieron la dicha deescuchar alabuelo que contaba historias alatardecer del páramo cercano ala lumbre hogareña. Quedaron escritas enlas paredes, en un viejo macheteo enla vasija de barro queun artífice popular plasmó. Dicen amigos, que un talJuan Andinos por los años de 1812, cuando la Independencia estaba enjuego y unagran desesperanza azotaba aCaracas después del terremoto; dicen que, en las batallas de las gestas libertarias, hubo muchos andinos entrelos queseencontraba [uan,» un luchador incansable quenunca sedejó abrumar niamilanar por presagios agoreros del Condor eldía del terremoto- que sefueron auniralas tropas de la República ensu afán deromper las cadenas de la esclavitud sin tener otro cuartel queelpáramo abierto niotro esconditeque los cafetales para esperar activamente un cambio que les permitiera tener un cambio social ounavoz propia quenose congelara con los fríos delos páramos de Táchira y Mérida. Y esta fuelaidea que animóamuchos otros personajes que todavía andan con la voz y la sangre deun sueño libertario enuna tierra másvieja, más vieja que la vida porque, vuelvo arepetir, quenoes verdad queAmérica principió hace 500 años. Dicen que Juan Andinos, cuando supo que se rindió Miranda, sedirigió asus compañeros y les dijo: "No somos héroes anónimos porque los soldados somos la gloria de la jornaday nuestra acción es el acierto de los generales y nuestro valor personal en el combate es el pedestal de su gloria" y también dicen queandaban tras elAve Fén ix, Otro de los personajes de estas leyendas, Marcos Trianón -quien XIV combinaba la vida dela escuela con la poesía dela vida- que, frente al toque del Angelus, comentaba con mucho énfasis con otro de los personajes, Pedro Rústico, que "seríamejor envezdeesetoque,oírun toquededianallamandoala Revolución" "."mitoquededianaeselqueconlleva lasabiduría,esaqueharíaposible quetodoelpaísfueraunaescuela, unliceo, unauniversidad,una proyección humanaenelmundolaboraly unaexpresión delpensamiento en lasideologías", Con esepensamiento salióel poeta de la conversación y delostragosy se fue a platicar consus alumnos,asu rutina ordinaria. Losmaestrosson como lospadres y porelloesquequiero estashistorias,mitos y leyendas del pueblo; noquieroretratoshablados ni loas intelectuales. Lo quequieroesrepetir,una y mil veces, queesteesun pueblo valienteque nunca tuvo reparos en luchary quedeesas luchaslasmujeressaben bastanteporque, entre otras,estaba y está la de llevaradelante asus hijosaún sin sus maridos. Eso le pasó a Anita aquella mañana cuando sedirigióa laescuela aconversar con Marcos Trian6n, anunciándolequesu esposo había muerto. Porque elmaestro,además de poeta, era socorredor deestasgentes que nada tenían en la tierray, hastapara morir,debían pedirprestado. "aunque no tengonada- decía- tengo fuerza moral, soy el maestro de todos en el poblado, todos me acreditany nadie se atreve a cobrarme porque yo represento ese poderinvisible que brindaa los niños el futuro del saber y oriento a los adultos en ese mundo maravilloso de las leyes, de las artes, de la comunicaci6n escrita y soye1mediadorde las querellas. Yo soy parte del capital humano y financiero de estaregi6n." Tuvo laoalentia deenfrentarse, igualque Juan Andinos, a la intervención military levantaruna poblada de másdediez mil personas aunqueellolecostara'lavida. La vidadel "maestrillo", como hubode señalar el militar quecomandaba latropa, resultó muy cara puestoque,además de poeta había resultado revolucionario. Como nosseñalan lasleyendas, en nuestra Américahubomuchos revolucionarios: Las mezclas delasrazasestructuró una queya no tuvo nombredeblanca, ni deindia, nide negra. Ella noshizo mestizos en cuerpo y almay revolucionarios en laspasiones y en lafilosofía. Esasleyendas constituyen laverdadera historiadeVenezuela,laquellevamos pordentro, laque tuvo Marcos Trian6n, lademorircombatiendo pero con firmeza ensus convicciones. Ellas quedan anónimas. Para quéquierennombresi lasfirma y consagra elpueblo, quelahistorialarealiza elpueblo, elúnicoque, consu voluntad, lepuede imprimir un nuevogiro. "¡Oiga! - insiste el profesor Perndndez con un acentodeterminante, subrayando las palabras - "El pueblo es el artífice de su historia; loque pasaes que no la escribe" xv Porque elpueblo -digo yo-nonecesíta escribirla, la vive, la realiza y luego, entreelhumodel tabaco y elrecio sabor del aguardiente, varelatando lo queve: Labellísima Macambiare, la Iluminada de Valencia queacompañó con susvaticinios y sus luchas a[uancíto Uslar, el General de los Muchachos. Cuentan todavía por esas tierras de Cara bobo que, enhoras del atardecer, al acercarse la noche "cuando el pueblo reza su oración vespertina, el olor del tabaco de la Iluminada Macambiare fortalece el ánimo de los barrios y un general muchacho campea porla ciudad". Ungeneral muchacho, sin señas, porque para sergeneral nosenecesita haberse inscrito enla milicia, lo que hace falta esvalor y una buena dosis de coraje. Nodebería existirmayor miedo queeldepasar toda la vidaprisionero del querer de los demás, dejando queotros decidan el futuro quehemos de vivir. Esto eslo que atemorizó a[uancito Uslarquien supo traducir esa idea en actos devalor y, enla pubertad, fuecapaz deaglutinar atodos los adolecentes valencianos guiados por la bella Macambiare, mientras la floreaba absorto: "usted es una bruja muy linda " alo que ella respondía: "ytú eres un niño héroe que has venido a salvar a la ciudad" sin que Juancitose atreviera acontarle nada porque lo sentía muy adentro y parece que, cuandoese sentirserevela, seevapora ysepierde. Es preferible aveces tener unaintuición clara y unaintención fuerte sobre laquenosepuede sinoauizorar, porque elsentimiento estápor encima del conocimiento y esto lo dice elautoren unode sus diálogos sobre la historia patria, repitiendo elverso deMariano Picón Salas: "De las Academias, líbranos Señor" U na delas mejores enseñanzas las sacamos del vuelo del ave, del descifraje de la campana que tañe alatardecer invitándonos alAngelus,del redoble del tambor odelas involutas del tabaco enamena conversación con los amigos. Porque eltiempo eseso, un poco dehistoria, un poco de magia y nohay unalínea recta que lo defina, y nohaytampoco unapalabra para describir el indescifrable misterio del tiempo y la misteriosa capacidad quetenía la india Goagiraen elMaracaibo de 1823. Créanlo oná, no tenía quedecir muchas palabras, porque su oficio noera otro que eldecir lo quetodavía nohabía sucedido. En alguna parte del universo había unsatélíte, unaestrella que enviaba unaonda ala arena, ala mano ... Esto nohaypor quécreerlo, pero entonces créanme que este cuento tiene más de un siglo y por algo será quela gente repite sin cesar las historias... XVI "a ver, léame el destino" ledijo el oficial del General Morales a la india,entre mucha risa, como lo hacen aquellos que por fuera se burlan,pero no del todo, porque estascosas, enelfondo, producen miedo... Que auno lediganelfuturo puede ser bueno, pero puedesermalo quelecuentenauno la verdadera historia,loquevaa pasar olaqueyasucedió hace muchotiempo y nunca noshabían contado. También esoparece serpeligroso o,porlomenos, muchasveces seocultay no les digoporqué. En estavidahayquepensar un poco y repensar, omejor, cerrar los ojos y sentir como hizo la indiasin siquiera levantarla mirada hacia eloficial deMorales ... .. Su novia tiene diez años esperando en España, usted anda guerreando en América, a usted van a tratar de matarlo muy pronto, pero se va a salvar porque un amigo de usted le servirá de escudo, lo veo envuelto en llamas en el puerto, . saltando de un barco, veo muchos barcos ardiendo, veo al ejército libertador entrando en Maracaibo, veo a sus compañeros de armas muy asustados, veo una gran turba que lo tiene acorralado a usted y a sus amigos. Si quiere salvarse de las quemaduras, hágase desertor del ejército y si sus amigos se quieren salvar que huyan también", y esas fueron laspalabras delaindia,muy tranquila,mientras el militar, sumidoenasombro y pesadumbre, sealejaba rápido dellugar. Lo que pasó después noesbuenocontarlo, porque si uno locuenta, todoslocatalogan aunodementirosooseechan aperder lascosas. Era increfble quesepudiera leer también elalmadeun hombre, su destino. Sifue verdad ono, nuncase sabrá, pero lo cierto, lo cierto esquehace yacientosesentay sieteañosdeeso y todavía hayuna indiaen una playa leyendo la vida, leyendo lamuerte. Cuentan lasleyendas que,de Barquisimeto y Carora, venían las mujeresentrefaena y lucha y quesus espíritus sequedaron entreelairey el crepúsculo. Los crepúsculos barquisimetanos son tan famosos como los desiertos y los caballos deCarora. Asíloescribió el poeta Luis Alberto Crespo en "Resolana" ,refiriéndoseauna tierra árida y reseca como una grieta. Estas tierrasson recias y suavescomo lapieldehombres y mujeres,templados como elguaral,acostumbrados acabalgar sobre elcaballo sin sillaysin alforjas, para ver moriralasvacas y caminar poreldesierto dejando quelaluz los traspase hasta quelos colores seopaquen. Esta esla historia deRosita del Valle en laépoca de la segunda república, como un vaticiniodelarevuelta Ensegundos,preparó su muerte para salvar asus hijosdelas tropas realistas y,en segundos,dejósu manifiesto: "Hijos no teman a la muerte, el honor consagray da vida eterna, es el alma de la patria" y sin saber cómo, estafrase seextendióporlospoblados cercanos llegando hastasus hijosqueestaban enlaresistencia. Al día siguiente, las paredes aparecieron pintadas diciendo: XVII "El diablo está en Carera, el diablo estáen Carera" Yahora, en1991, nosotros decimos que "No hay más diablo que seguir aguantando la opresión" Yeso loveían claro nuestrasgentes,aun diablo con cara degente,auna gentecon cara dediablo y aun alma endiablada quenoestaba dispuesta a seguiraguantando las humillaciones y los atropellos. Fue Rosita del Valle la quemotivólalucha, laqueencendió lamecha. No sólo selucha con lasarmas enlamano, aveces hayquearriesgar lavidaeinclusoperderla. Ese era el pensamiento deRosita del Valle y de las heroínas deBarquisimeto. La viday lamuertesonunaconstantedelserhumanoy una constante también enestashistorias quedefinen, cómo desde sus inicios elpueblo venezolano, ensu filosofía, laforma devivir delas etnias,acalladas años más tarde por las voces deldescubrimiento, y porlas nuestrasahora, enfrentaban lavidaenconsonancia con lanaturaleza, queesunaforma dedarfrentea la vida,aldestinoyalamuerteydeconcebir latrascendencia. Por eso, nomecansaré deinsistírque yaexistíalaculturaantesdela llegada delos conquistadores, yaunque, "Quinientos años noesnada", pero si sonsuficientespara elmestizajey latransformación cultural. No vamos acontar unahistoria deodios y rencores enlaépoca delas colonias, lunaresdelos viajes intergaldcticos pero nosepuede seguir callando todo elpasado indígena, porque deéltenemos queaprender todavía unas cuantas cosas, quehaymitosy leyendas queayudanavivir y arecordar asu manera elpasado. Encontrábamos también enesas leyendas, personajes que,alfinalde unavida,llegaron aalcanzar elconocimiento dequenohay fronteras para el alma, quela espiritualidad noesasuntogeográfico quelimita lasfronteras, las quetrazaron arbitrariamente lospolíticos, porque elalma lasremonta, y pasa sobre ellas porque para elalma noexisten trincheras deseparación delo verdaderamente humano. Pueden sersalvadas, además, cuando seprenden en nuestras almas los anhelos deaventurasoelfuego quehizo cambiar elodio y lavenganza porelamor quehizocambiar laépoca colonial-cuando se esgrimía lapureza delas razas- para unir en matrimonio ablancos, indiosy negros y producir unasimbiosis neoamericana enriquecida porelaporte de todas ellas. Tanto mujeres como varones jugaron un papel preponderante, destacándose enocasiones lasmujeres por su coraje y firmeza de posiciones. Asíselograron grandes avances y muchos personajes legendarios así10 demuestran para presentarnos elgirovalientedeunaAméricalibre de ataduras y laposibilidad delograrlo sin parar mientesenlasdificultades que podrían sobrevenir. XVIII Aquellaseran otrasépocas. Por ello meatrevoainsinuar que,enestos

" , tiempos, necesitamos un himno que cante tonadas algo diferentes alas que oímos todos los días en las escuelas oen las reuniones de los políticos Nuestro Libertador qu iere oír el son ido vibran te del pájaro campana llamando aPiar, la firmeza y los arrestos de la cabalgata atravesando los Andes, oel amor apasionado de una Libertadora que, con su ademán ypasos bien estudiados, fuera capaz de engañar alas tropas realistas, justo momentos antes que culminaran un atentado. Si Adán puso nombre alascosas y darnombresignificaconocimiento y pertenencia, es preciso queesenombresea algo quedigaloquees,que aprehendamos nosólo loquese vesino también aquello queseacuitaa nuestros ojos. Estolocomprobamos en la leyenda de Antabari, cuandoeldueñodela balandra sin nombrepideaIsmael quelabautice: " A su balandrap6ngale Antabari" " Qué significaeso señor 7" "Es el nombre que se le da a lo hermoso cuando no tiene nombre" Cada historiaesun nombre preciso, un personaje, un lugar, un ave,un paisaje. Esos son losnombres mascercanos, losquecasinonecesitan ser llamados para escucharse y salenmisteriosamente deun zaguán, deuna lancha, odeun caño amedianoche. Dispongámonos pues,a leer en estas historias,vamosa leer enlapágina blanca queestállenadesonidos,de invencionesy desueñosy veremos aunos personajes queson lasíntesis de la historiay reflejan elsentido,elhumor, elsentir profundode un pueblo. Hay quedarle nombre alseranónimoy puede serTrago Amargo, Cris6stomo de la PilaAzul, una palabra quesuenecomo el tañidode una campana y recuerde a Piar, O lasesquinas deCaracas, porque en todas ellas había una historiay deesa leyenda veníaun nombre: Pele el Ojo, Quita Calzón,etc.; No hacía falta contarla nuevamente, todo elmundo sabía que detrásdelnombre se escondía elcuento,elaroma delcafé, losbesos, los pajaritos, elmuerto, losladrones, losasesinos delpueblo,o Rositadel Valle. Todas lashistoriasjuntas para hacer una solahistoria, todos losnombres juntos para hacer un solo nombre. Ese eselverdadero himno nacional, elque tienealgodecada nombre, quehueleasal,acafécon leche y melao,atambor y vals,ajaropo y acopla llanera, areydesvestido y asudorde negrocargando cadenas, porque nohay pueblo pretérito, hay pueblo quesiguehaciéndose como encadena, eleslabón del tiempoquesecontinúa y perpetúaen las mentesy enloscerebros detodos nuestroscontemporáneos y en losque vendrán. Enalgún lugar,hayuna ymil páginas revelando lossímbolos del paso del tiempo,porque nodarse cuentadealgo nosignificaquenoesté presente. Hay quepresencializar lahistoria,representarla y seguirla XIX . representando conun himnodeverdad quelesalga auno dealláadentro,de aquel lugar quetodavía noha sido posible conocer por la razón, igual que Sarisariñama, Guaraira Repano, los ojos de tigre y la cabeza de león. ¡Que no se entiende!, ¿Acaso hayque entenderlo todo? Pero cuídese de noche, porque le asaltan los ojos de un tigre queanda escondido tras un ropaje que parece seda, cuídese porque, si no sepone fino puede venir la ReinaMaria Lienza,la Iluminada, o la Sayonayse lo lleva. Habría que hacer un conjuro para que se levantaran los muertos que están vivos en las inscripciones inconscientes de todos nosotros, y descubrirnos lo muerto que están muchos de nuestros héroes, muchas de nuestras señales, muchas denuestras consignas políticas, para volver arecorrer y electrizar el alma deun pueblo que aún qu iere seguir creyendo y realizar otras gestas para su independencia definitiva. Sería interminable, habría que seguir hablando y hablando, dejar que los días ylas noches pasaran escuchando loscuen tos que todos sabemos para conocernos y revelarnos anosotros mismos lo que hemos aprendido en la escuela de la vida. Esa es la escuela, adentrarse en la naturaleza y meterse entre la gente.Adentrarse esalgo asícomo irse acostumbrando alo interior,a ese mundo queraras veces sacamos ala luz...elmismo mundoquemostrara Simón Rodriguez alLibertador, elque precon izara Dalla Costa, aquél que quiso unavezmostrarnos Juan Bautista dela Salle. Muchos dicen quetodos eran un poco locos y soñadores. Pero, si no sesueña despierto, cómo esposible descubrir realmente lo que hay detrás del estudiode una hoja, del taller de mecánica odel taller de carpintería, en elcampo ocuando tejemos unared en eltaller de pesca. Es necesario que aprendamos que todos estos personajes estuvieron como nosotros enla clase cotidiana de la vida y esa esla clase que, alfinal, tenemos quedar y recibir todos los días. y esta fue la razón que asistió aIsmael para escribir este libro con el ritmo del llano, con ellenguaje del campesino, con elsonsonete de unacopla o la elaboración poética deun pescador. Porque ahísísepalpa unaconcepción del lenguaje y de la música mediante el ritmo que seimprime alas palabras y es la mezcla de los poemas con la narrativa. Las metáforas son nuestros elementos de uso cotidiano cuando hablamos enel liceo, enellaboratorio, en la oficina, en la calle, entre nuestros amigos, cuando le colocamos un apodo o un pseudónimo aalguno de nuestros compañeros. Es la síntesisde un comportamiento, de unsentimiento odeunapercepción que hemos captado consciente oinconscientemente. Entonces amigos, la invitación que les hago esa recorrer estas páginas para que nos sirvan como elemento ilustrador de todas esas teorías que hemos oído enmuchas de las clases de historia pero que, seguramente, no nos hemos percatado sean historia. Porque siempre sepiensa que, si unoesalumno, no puede sermaestro; que siseesmaestro, lo sabe todo; que si espolitice, siempre xx debe mandar; que siesmujer, debe obedecer; que, sieshombre, debe ganar dinero opagar yesto porque nos excluímos de ese arsenal de la historia y no nos ponemos como los autores ejecutantes del destino de un país, del destino del mundo.

"Seamos realistas, pidamos lo imposible" o •• Es la única manera de

continuar avanzando ... Estos personajes existieron alguna vez o o. Seguramente, hay muchos que existen todavía con otros nombres oandan en

boca de los amigos, de los abuelos, de los padres o. o y ellos podrían ser . fácilmentelaesencia deuna región y deloquesignificaun pueblo. Estudioy comprensión delhombre esuna materia para analizary leer, releer orecrear estospersonajes ... No importa la teoría, puedeserdeMarx, deFreud, de Engele.deun Tomas deAquino, deun Maritain,de los humanistas, deloscristianos. Cualquier teoría seadecüa al proceso ... Ellos son muchasvidas,como nosotros somos muchasvidas,a veces silenciosas porque quizás nonoshemos decidido aescribir otrohimno, o hacer una propuesta pornuestra comunidad opara resolver un problema quenos prometieron resolver hace mucho tiempo. Estospersonajes nosdicen sencillamente quenoestiempodeseguir esperando, porque hace un siglohervían losdeseos y las necesidades de cambio eran también perentorias y había queencarar losretosque planteaba un futuro máspromisorio. Amigos, estonoesun prólogo, essencillamenteuna invitación queles hago anombre deunaInsti tuciónqueandasiemprepreocupada por redescubrír losoterrado, como eloro y los diamantesdeGuayana, como el hierrodeBolívar, como elpetróleo deMaracaibo ¡Pero quiéndijoquesóloeso es lo queestáenterrado!. También noshanenterrado lavoz de la historiay ahora solo seoyeun silencio ensordecedor. Nos hanenterrado a nuestros más queridos personajes y, encambio, noshanpuestouna plaza con cabezas y medallas muy altas,alascuales esdifícil mirar.Yo lesdigo como don Mirándola de las Luces, encontraposición a latesisdedon Racimo Gordo del Medio, poralláen el siglo pasado, en Cojedes: ... " Las estructuras sociales de una nación se pueden reformar, utilizando los medios que determinan el fin, teniendo conciencia que ese fin es el progreso social, progreso económico dentro de normas reformistas, para lo cual se requiere un largo período de paz educativa que marque las pautas armónicamente dentro de lo económico y lo social. De manera que se equilibre la incorporación del hombre desposeído a los medios justos" y ahora dejo hablar aIsmael: "Fue una mañana cuando me enteré que había un mar y que era azul y tenía barcos; y que eran barcos muy grandes, más grandes que la barquichuelaque atravesaba el río de mi pueblo para llegara la otra orilla. Yyo pensé,¡que grande será ese mary donde estarála otra orilla! " XXI Prosiguió Ismael diciendo algo así: "Porque yano bastan los libros de "Lejanas Tierras" para el sueño del aventurero. Cuando llegué a Caracas pensé que había llegado al paraiso. Después de . atravesar la Península Ibérica como un cuero seco, viajando durante 18horas.los colores del trópico me parecieron el cielo. Llegué al pié de la Silla de Caracas, al colegio de los Hermanos La Salle que era una viej a hacienda cafetalera y se extendía desde la Silla hasta la Pepsi-Cola, incluyendo lo que es hoy Santa Eduvígís. Encontré todos los tipos de fruta, los olores, los sabores. Era como nacer de nuevo. Aprender en lenguaje de adulto, a saboreary reconocer los nuevos alimentos y los nuevos nombres de las cosas. Hubo muchos caminantes y visionarios como yo que me enseñaron los nom bres de la geografía del país y las costumbres de los animales y los sonidos de los pájaros y la diversidad y origen étnico del pueblo que ahora se hacia mi pueblo, para estimular en mí la necesidad de contar estas leyendas. A los tres días de estar en Caracas, subí a la Silla de Caracas y bajé al Litoral. Lohacíamos con frecuencia y era unplacerparanosotros todo lo que íbamos descubriendo en el camino. Luego me alisté en la Sociedad de Ciencias y recorrí todo el país. No existía la CotaMil,ni los grandes rascacielos y todavía El Avila tenía el sabor del GuarairaRepano y fuimos un día y otro sembrando piñas, mangos, pinos. En realidad yo tenía que aprender todo lo que aprende un niño y no se da cuentay entenderel nuevo sonido de las palabras en boca de extraños que ahora me parecen hermanos, porque yo sí creo que hay que saltar las fronteras y cantar al Universo. Aquíhe sido feliz, me considero un hombre afortunado y no me importa la simpatía, pero puedo decir que he sido honesto conmigo mismo y mis ideales y uno de ellos es la Fundación La Salle, una obra que debe perdurar más allá de los hombres que estamos en el1a,paracontinuarla luchapor un futuro mejor, especialmente para aquellos menos afortunados yen virtud de lograr un país libre. No me cansaré de decir que si volviera a nacer haría los mismo". Mientras Ismaél Fernández hablaba, Ange1ita y Juan Palmero­ compañeros demuchosañosenlaFu ndación La Salle-lo escuchaban atentamente ygrabaron el "Epilogo deestaobra"con el título" La mandarina que me trajeron los Reyes Magos". y Terminó: "Tú me dijiste que te contara mi vidayyo creo que esaes la verdadera síntesis. Yohe sidoplenamentefeliz, no me he dejado deslumbrar porfrivolidades y el interés de estas leyendas no es darme a conocer como persona sino estimular a los miembros de la Fundación, a los profesores de Ciencias Sociales y a los alumnos para que empecemos a darle otro sentido y nuestro rumbo a la Historia. Fundación La Salle sesienteorgullosa al poneren manosde nuestros compatriotas y, fundamentalmente enmanosdenuestros profesores, esta recopilación deleyendas,porque responden a una desus mayores XXII

I " preocupaciones como es la de enraizar anuestros jóvenes en "10 nuestro", dando así consistencia asus vidas; yesperamos que su lectura nos hará apreciarlo más, yque contribuirá aafianzar nuestra idiosincrasia al nutrirnos de los valores que distinguieron atodos aquellos que labraron

nuestra identidad de pueblo J sobre el pedestal de nuestra impar geografía. Estoy convencido de que todo ello motivó al Profesor Ismael Fernández

acontarnos J con la galanura que distingue su lenguaje, estas leyendas nutridas por su conocimiento profundo de nuestra historia y por su acendrado amor por Venezuela.

Hno. Ginés

XXIII

SENDEROS HUMANOS ISMAEL FERNANDEZ DIEZ

FUNDACION LA SALLE DE CIENCIAS NATURALES

EL GENERAL DE LOS MUCHACHOS

"Ciudadano General, defendereis a Valencia hasta morir". El General Rafael Urdaneta leyó esta comunicación contenida en una misiva del Jefe Supremo. El General dobló lenta y cuidadosamente la carta. Sabía que la Plaza Militar estaba totalmente sitiada por el enemigo (el ejército realista). Los recursos para la defensa eran pocos, la ciudad no era amurallada; su topografía totalmente plana, la hacía vulnerable por todas partes. La primera arma del General fue la arenga a los habitantes, quienes respondieron en forma gradual y efectiva. Se organizaron barricadas en las muchísimas boca-calles que daban acceso a la ciudad. Las fuerzas de infantería se apostaron en las barricadas reforzadas por hombres y mujeres voluntarios, la caballería se movilizaba con agilidad hacia los frentes de mayor riesgo. 3 El ejército realista acometía en repetidos ataques, los cuales eran rechazados. Se agotaban las provisiones yel agua que surtía la ciudad estaba controlada por el enemigo. Continuaban los ataques feroces y la resistencia era incólume. El General había logrado trasmitir su alta moral al ejército defensor. Cargas de fusilería, de lanceros y de infantería a la bayoneta casi eran permanentes las veinticuatro horas del día. El General Rafael Urdaneta permanecía impasible, siempre ágil y sosegado. Brillaba en él el estoicismo, con emoción de lámpara votiva siempre iluminando al sagrario. Los niños escolares de la ciudad de Valencia corrían de un sitio a otro y recogían las armas que abandonaban los enemigos en el combate y también las que quedaban al lado de los defensores caídos. En este mundo infantil, que se debatía en la ciudad convertida en campo de batalla, se destacaba como organizador Iuancito Uslar, quien a su vez arengaba a su muchedumbre. Indudablemente los niños estaban familiarizados con el ambiente de batalla. Ellos imitaban a los soldados; se organizaron por grupos y [uancito era su general. El General Urdaneta pasaba revista a las tropas defensoras, logrando levantar la moral de todos. El General sentía simpatía por aquellos niños que oscilaban entre una edad de doce a catorce años, quienes tomaban actitud de defensores y corrían a darle vivas a su paso. En aquellos días y noches trágicas de Valencia, reinaba la angustia, se afirmaba la fe y también la superstición. [uancito Uslar y un grupo de niños acompañantes se internó en uno de los barrios de los últimos estratos sociales de la ciudad, llegando hasta casa de la bruja Macambiare. Era una mujer de bellas formas físicas, de rostro amable, de cabellera negra y larga, de ojos color de noche profunda y sonrisa tierna como beso en floración. Era una dama hermosa del barrio que tocaba guitarra y cantaba maravillosamente bien. Su voz era tersa, tenía acento de arroyuelo de ternura acariciando las flores campesinas; además tomaba aguardiente de caña, fumaba tabaco, predecía el futuro y, para reafirmar sus vaticinios, a cada quien le hablaba de su pasado. Era una hechicera encantadora, ella revelaba la expresión humana y popular de un personaje típico de su tiempo, era algo pintoresco dentro del folklore valenciano. Los niños llegaron hasta ella atraídos por la curiosidad vagabunda de una ciudad en guerra, donde todos los sitios defendidos son buenos y donde las almas que se defienden se juntan. Macambiare, la bruja, se encantó del grupo de niños, les hizo pasar hasta el salón donde ella hacía sus trabajos y les dijo: Miren muchachitos, yo soy la que sabe y tengo que decirles muchas cosas, pero primero les vaya obsequiar dulce de coco y piña rallada con 4 lechaza en almíbar.

, . Una de las servidoras de Macambiare trajo a los niños sendos platicos de dulce con un pedazo de naiboa. Macambiare complacida contemplaba a los niños. [uancito Uslar, niño de trece años de edad, de pelo rubio, tez blanca y pecosa, cuerpo delgado y largo, miraba con sus ojos de picardía a Macambiare diciéndole: Usted es una bruja muy linda. A lo que Macambiare respondió: Ytúeres un niño héroe. Has venido al barrio a buscar refuerzos para participar en la defensa de la ciudad. [uancito sorprendido le contestó: ¿Ycómo lo sabe señora? Ella, tras una carcajada hermosa, respondió: Porque soy iluminada y no bruja como dicen. Juancito continuó el diálogo: Señora, los muchachos del barrio son valientes, ellos saben pelear, son fuertes y yo quiero reunirles para organizar un ejército de jóvenes y cooperar con el General Urdaneta. Entre una nueva carcajada con emoción de vida que desgrana amor, Macambiare les prometió inmediata ayuda repitiéndoles: Yo soy patriota y ya les voy a reunir los muchachos del barrio. Diciendo ésto, habló con seis de sus sacerdotisas y éstas salieron velozmente a la calle. Al poco rato se presentaron varios señores, señoras y muchachos del barrio, con la noticia de que ya estaban en acción buscando la gente solicitada. Cinco horas más tarde trescientos rapazuelos del barrio estaban oyendo la palabra de Macambiare y de [uancito Uslar. Macambiare habló: Jóvenes, ustedes me conocen. Yo veo en la escala del tiempo y en la vida de ustedes los laureles de la gloria. Ustedes serán dirigidos por este joven y serán en el futuro un girón luminoso de ejemplo y amor patrio en la historia de Venezuela. Yo les invito a seguir a Juancito Uslar. Mis sacerdotisas, mis amigos y yo les acompañaremos. [uancito Uslar le dirigió la palabra a los jóvenes: Es algo maravilloso contar con ustedes. Yosoy el General de los muchachos; mis muchachos soldados y yo hemos recogido armas, las cuales están guardadas en mi casa y con ustedes vamos a organizar un gran ejército para ayudar al General Urdaneta. Yo soy el muchacho General [uancito Uslar. Entre vivas y aplausos, la turba infantil de la barriada, entre sucios, rotos y descalzos, pero con sonrisa de aurora temprana, siguieron a Juancito formando un enjambre de espíritus tiernos en los pimpollos de la historia. En la casa de Juancito se encontraban reunidos, esperando, unos cincuenta escolares. [uancito les presentó a los nuevos compañeros. La casa estaba sola. El padre de [uancito era oficial del Ejército Libertador y la gente de servicio y la madre de [uancito habían salido. 5 El grupo de escolares y Iuancito se dedicaron a enseñarle al grupo el uso de las armas. La señora Uslar, al regresar a la casa, tuvo la gran sorpresa de aquella muchedumbre semi-desarrapada. Juan la impuso del propósito que le animaba. La señora Uslar tornó seria mirando a su hijo, luego se dibujó lentamente en sus labios una sonrisa ydándole un abrazo a [uancito le dijo: Qué bien hijo, así es. Sigue el ejemplo de tu padre, que vino de tierras lejanas para defender el sistema de la libertad. Tu eres el fruto que él ha proyectado. Luego la señora Uslar ordenó a la gente de servicio, quien también había regresado con ella, a que dieran alimentos a los niños. En la ciudad se seguía oyendo el estampido de los fusiles y el tropel de las caballerías. Por la noche las horas se hacían largas entre ondas de angustias y olor a pólvora flotando en todos los rincones de la ciudad. La defensa de la ciudad sitiada flaqueaba un tanto al norte, donde las bajas habían sido numerosas. La atención del General Urdaneta, en la defensa como en el racionamiento de alimentos y de agua para los habitantes y para el ejército, era esmerada, pero de una escasez terrible. Días ynoches sin dormir, rechazando ataques sucesivos, se estrellaban contra la estoica resistencia de un pueblo yde un jefe que expresaba la dureza del acero en sus propósitos y lo sublime de Dios en el pensamiento. [uancito salió al fin con sus huestes a cubrir el flanco norte de la ciudad. Los niños ocuparon la bocacalle final y los tejados de las casas de ambas manzanas adyacentes a la calle. Sobrevinieron durante todo el día ataques de enemigos en acción de reconocimiento militar. [uancito y su hueste rechazaban al enemigo. Ya llevaban veinticuatro horas en su sitio de combate. A ellos llegó un carricoche cargado de alimentos, seguido por una carreta con igual transporte. De los vehículos descendió una bella mujer seguida de cinco damas, quienes repartían paquetes de alimentos y agua. Otra señora en caballo blanco, llegó al sitio portando viandas y pan. La amazona descendió de su blanca cabalgadura y se acercó a [uancito. Este se abrazó a ella diciéndole: Mamá estamos triunfando. La señora Uslar observó a la bella mujer que estaba alIado de su hijo. [uancito la presentó: Mamá, ella es Macambiare, la iluminada de los barrios. La señora Uslar no pudo contener su graciosa y cariñosa risa, y dándole un abrazo a Macambiare le dijo: -Usted es una gran mujer y una gran patriota¡ la Patria le estará agradecida. Macambiare dejó oír su armoniosa carcajada con sabor a diana triunfal respondiendo: Señora, yo soy una parte del mundo de la barriada y creo que, en esta hora, unidos en todos los estratos sociales 6 estamos construyendo la Patria.

, " La señora Uslar se despidió con frases cariñosas y, desde su cabalgadura, recomendó a los niños: Disparen y aprieten el fusil fuerte contra el pecho, para que eviten el maltrato del culatazo> Macambiare permaneció entre los niños, dándoles ánimo y arengándolos con expresiones providenciales. Sobrevino un ataque a fondo de las fuerzas realistas; abrieron fuego las huestes infantiles. El ataque enemigo era de caballería. La fusilería infantil respondía desde los tejados y desde las barricadas. [uancito ordenaba: ¡Disparad a las bestias al codillo! iya los jinetes al pecho! La lucha se prolongaba, las bajas de los atacantes eran grandes; también caían en las filas infantiles. Mientras, en el frente de combate que dirigía el General Urdaneta se recibían dos noticias, una que Bolívar atacaba al enemigo por la retaguardia y éstas levantaban el sitio, y la otra que los niños de la ciudad, al mando de [uancito Uslar, el General de los muchachos, ofrendaban su vida por la Patria haciendo resistencia en el norte de la ciudad. En ese mismo momento el enemigo levantaba sitio en ese frente que el General Urdaneta defendía personalmente, y Bolívar hacía entrada triunfal dándose un abrazo con el General Urdaneta. El General Rafael Urdaneta ordenó en voz alta: ¡Hay que salvar a los muchachos!. Y unido a Bolívar con el grueso de la caballería, el General Urdaneta condujo su ejército al norte de la ciudad. Llegando en lo más crudo del combate, derrotó al enemigo en un ataque vigoroso y regresó a las filas infantiles con espíritu de héroe paternal. El General Urdaneta ordenó a la tropa recoger los niños muertos y heridos y preguntó por el General de los muchachos. Un niño soldado lo acompañó al sitio. Sobre la barranca, una trinchera improvisada, yacía [uancito Uslar gravemente herido y a su lado el cuerpo exhausto de una bella mujer con una espada en la mano y una banda tricolor sobre su pecho. El General levantó entre sus brazos a [uancito y contempló a la bella mujer, dejando escapar de sus labios esta frase: ¡Era la bruja más bella de Valencia!. Bolívar contemplaba el espectáculo desde su cabalgadura, cubriendo con el manto de su mirada esta huella luminosa de la historia y, con acento de profeta bíblico, selló aquel hecho inmortal, incorporándolo al caudal de sus esperanzas. En las leyendas valencianas, cuando el pueblo reza su oración nocturna, dicen que un olor a tabaco de la iluminada Macambiare fortalece el ánimo de las barriadas y que el General muchacho campea a esas mismas horas custodiando la ciudad valenciana.

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, " EL ZAMBO DE BARLOVENTO

Florecía la zona barloventeña entre la producción abundante del cacao y del café. Poseer una finca en Barlovento significaba tener un poder económico respetable. Por esta época de la segunda presidencia del General José Antonio Páez, los finqueros de Barlovento constituían parte del poder económico de presión en el gobierno de turno. Una de las personalidades influyentes de la región era don Crisóstomo de la Pila Azul, hombre de abolengo y de indiscutible influencia económico-política. Don Crisóstomo era propietario de una vieja y hermosa casona en la ciudad de Caracas; pero la mayor parte del tiempo lo pasaba en su finca de Barlovento junto con su familia, que era corta: su esposa, doña 9 Rita de la Fe de la Pila Azul y su hijo Leoncito de la Pila Azul de la Fe. Don Crisóstomo en su finca era un verdadero general, amigo del Presidente de la República. Era un hombre querido de sus peones y de sus esclavos. Se presentaba la época de recoger los frutos. Las cestas de maracas de cacao se iban apilonando en los patios de la casona de la hacienda e igualmente se hacía con las cerezas del cafeto. Aroma de café y cacao, bajo el sol ardiente de Barlovento, era el aroma de prosperidad de la casa del hacendado. Se oía la voz de mando de don Crisóstomo, fuerte, grave y bondadosa. Por casi todos los alrededores don Crisóstomo era un padrino, casi colectivo, de niños y adolescentes; porque era un gran honor que don Crisóstomo fuera compadre. Un día de mayo lluvioso llegó a la casa de la finca un viejo compadre de don Crisóstomo. En realidad don Crisóstomo expresó gran alegría de ver aquel viejo amigo y con verdadero afecto y sinceridad campechana saludó al visitante diciéndole: - Compadre Rabomocho Torturado, cómo me place verlo en esta casa. El compadre, satisfecho, reciprocó el saludo y agregó sonriente: - Compadre, aquí le traigo su ahijado, que ya es un hombrecito, para que se forme un hombre al lado de usted. Don Crisóstomo se sintió halagado, pues era costumbre de la época entregar ahijados a hombres poderosos para que se formaran hombres libres, de trabajo y con influencia. Matías, como se llamaba el muchacho "besó la mano" del padrino: - Bendición, padrino. Don Crisóstomo le acarició la cabeza. Y una frase bondadosa se le oyó decir: - Con la ayuda de la Divina Providencia, te haré un hombre de bien. El muchacho era vivaracho, listo, salido y entrador. Don Crisóstomo lo observaba y repetía: -Ese pollo me va a salir bueno; porque siendo hijo de una mulata y de un indio, mis compadres, sin duda que el muchacho está enrazado. Tiene sangre de blanco, tiene sangre de indio y tiene sangre de negro. Más... enseñado por mí... humm... ese va a cortar por los cuatro laos y va a tener espuelas de ventiocho sin calzas... Un día don Crisóstomo llamó a Matías diciéndole: - Cuántos quintales de café se han recogido y cuántos de cacao? Matías contestó: - Trescientos cincuenta quintales de cacao más una arroba y cinco libras y media. Y de café quinientos setenta y cinco quintales, tres 10 arrobas y libra y media. Todo está ensacado y cosidos los sacos, con sus

, " letreros correspondientes; la mitad está apilonada en el fondo del depó­ sito, el resto está ahilado en la puerta del depósito, a tiro de carreta. So­ bra un cuarto de libra de cacao y media libra de café en grano, que por haber salido con tierra los tengo apartados para limpiarlos. - Muy, bien- contestó don Crisóstomo y agregó: -y las carretas có­ mo están? Matías contestó sin titubear: - Engrasamos cinco y están listas para salir, a cuatro le estamos revisando los ejes y ya tenemos el sebo listo para engrasarlas; a las otras tres le estamos montando los aros de las ruedas. - Muy bien, contestó don Crisóstomo- y las mulas cómo están? - Todas están maiceadas- contestó Matías. - Muy bien- replicó don Crisóstomo- Así es que siga ocupándose de su trabajo y siga portándose bien y aprendiendo para que no le caiga el mamure (fuete de vejuco). Don Crisóstomo, allá en charla tranquila con doña Rita comentaba: - El muchacho me está resultando bueno Rita, está cumpliendito el condenao. A lo que doña Rita contestó: - Tiene que ser bueno el muchacho porque es hijo de Rabomocho Torturado y de mi comadre Estupenda Sufrida. Don Crisóstomo asintió: - Así es. Transcurrían los días hacenderos. Ya Matías estaba cuajando en los años veinteañeros y su gran amigo era don Leoncito de la Pila Azul de la Fe, hijo de don Crisóstomo, quien se pasaba la mayor parte del tiem­ po en Caracas en sus estudios de matemáticas, griego y latín y se dice que hasta tocaba el piano. Pero Matías era el hombre de la hacienda y apuntaba bien el muchacho... Era individuo que ya iba a Caracas a entregar los frutos y era muy cuidadoso rectificando el borderó de entrega y recibos de mercancía. Los comerciantes de Caracas decían: - Tiene espuelas finas el muchacho de don Crisóstomo y hasta es simpático el zambo. Un día Matías notó triste a su padrino y se le fue en confidencias: - Qué le pasa, mi padrinito, que le veo medio maleao? Don Crisóstomo, un tanto tristón se confió también con su ahijado: - Es que mira, Matías, la producción en la finca no aumenta, aun­ que es buena y yo particularmente necesito más finanzas para competir con los doctores, con los políticos y con los generales que rodean al Se­ ñor Presidente de la República, General José Antonio Páez, quien es mi amigo. Y yo necesito echarme una salidita del monte y asentarme en 11 Caracas y tú sabes... y ser... y ser! A lo que Matías contestó muy afirmativamente: - Pero mi padrinito, mi padre, déjeme la acción a mí que yo le compongo la cosa. Mire usted y piense: Yo me hago el zambo agachao; porque como usted sabe, sé tanto como los indios porque tengo sangre de indio, sé tanto de los negros porque tengo sangre de negros yse tanto de blanco porque tengo sangre de blanco y para rematá todo ésto, he sido criao por usted, quien se ha esmerao en enseñarme a hablá con palabras "ereadas" y bien pronunciadas. Oigame bien, padrinito: Yo me pongo de acuerdo con mi negrada, donde usted sabe que canto y zapateo y bebo caña y soy casi el hijo de usted y poniéndome, como le digo, de acuerdo con mi cuerda, me voy por las madrugaitas y le echo una pasaita de vara (que significa recoger el cacao cortando las maracas con una vara de horqueta) a las fincas vecinas y después le echo una canasteada al café (que significa recoger el café en canasta) y le garantizo que antes del amanecer esos frutos están en el patio de la hacienda. Hubo un intervalo de silencio entre ambos y muy lentamente contestó don Crisóstomo: - Ahijado, hijo mío, creo que estás dando en el clavo. Ensaya esa acción que yo te protejo y tú sabes: chitón clavao. Una semana más tarde la producción de la finca de don Crisóstomo era el cuadruple¡ pero el escándalo de los finqueros vecinos también era grande y todos sospechaban de don Crisóstomo y del Zambo liso y atrevido. Acudieron a las autoridades de Riochico, pusieron sus quejas y manifestaron sus sospechas. Don Crisóstomo levantó en cólera cuando tuvo noticias de tales "infundadas" sospechas y con su faja llena de monedas de oro del tamaño de un duro se dirigió a Caracas montando en su caballo rucio alazán, aperado con silla chocontana, charnelas de plata, bozal de cuero repujado, en fin, en su bestia bien enjaezada donde él, como jinete iba de liquiliqui blanco, polainas lustradas, espuelas de plata y sombrero pelo e'guama. Así llegó a Caracas, directamente al palacio de Gobierno. Al llegar don Crisóstomo, la guardia, que lo conocía, lo saludó: - Cómo está, don Crisóstomo? A lo que el viejo taimado respondió: - General Crisóstomo, querrá decir usted capitán. El capitán Otilio contestó: - Sí, mi General don Crisóstomo. Pero socarronamente éste agregó: General Crisóstomo de la Pila Azul, suprimiendo el don y agregando: Señor de la Plata y del poderío económico de Barlovento. Le agradezco me anuncie, Capitán, para que mi honorabilísimo jefe, 12 General José Antonio Páez, me reciba. El General Páez, Presidente de la República, recibió el memorandum de la audiencia. El General Páez sonrió monologando: El lío de Barlovento... Enseguida tocó la campanilla. El Secretario hizo acto de presencia yel Presidente dijo: - Haga pasar al General de La Pila Azul (porque el memorandum decía así y Páez era un buen político y estaba muy consciente de que don Crisóstomo se estaba generaleando, por sus alforjas), Al entrar al despacho del Presidente, el General Páez extendió su mano, la cual estrechó don Crisóstomo. y Páez, muy afectuoso le dijo: - General don Crisóstomo de la Pila Azul, cuánto placer en recibir a un hombre de Barlovento. Muchos recuerdos me trae esa tierra porque un compadre mío, el Coronel Indio Cisneros, realista de profesión y afecto, puso en juego mi aprecio y la tranquilidad de la República. Luego se sentó. Pero Don Crisóstomo que no era ni corto ni perezoso de lengua contestó: - Mi General, este caso es muy diferente al del Indio Cisneros; porque yo, su subalterno, tengo con qué respaldar económica y moralmente nuestra amistad y su gestión de gobierno, sin que usted exponga la vida bautizando indios barloventeños; porque quizás yo no sea general de charreteras pero sí hombre de acción en el concepto y en Barlovento yo soy capaz de levantar un ejército para respaldarlo a usted contra los traidores de su gobierno; yesos son muchos... yeso 10sabe usted. Soy general porque 10respeto, lo aprecio y tengo con que salir al frente al lado suyo, con un ejército de blancos y de negros, lo cual usted necesita y yo se lo ofrezco... y lo que digo 10sostengo. Páez valoró al hombre y para sus adentros dijo: - Este hombre puede tener mucho de lo que yo tuve en los llanos en aquellos viejos tiempos y creo que en esta época me puede ser muy útil un ejército de barloventeños. Páez reaccionó con su risa franca: - Pero General Crisóstomo de la Pila Azul, si usted es uno de mis hombres de confianza. Sólo hice un recuento histórico; porque sepa usted que mi compadre Cisneros ahora es republicano y amigo mío. Sin embargo, vamos al grano del objeto de su saludo en esta oportunidad. Don Crisóstomo, muy reposado, expuso: - Algunos antiguos enemigos de la causa de la República pretenden influir en las autoridades locales de Riochico a quienes han manifestado sus veladas envidias del fruto honesto de mi trabajo pretendiendo, en forma insinuante, que mi finca absorbe, por medios ilícitos, los frutos de sus haciendas. Y tenga en cuenta, mi General, que 13 ésto es intolerable; porque un subalterno y partidario de la República y del gobierno del General José Antonio Páez, es muy posible que sea capaz de organizar un ejército, a favor de su jefe supremo, superior al de Boves, para respaldar el gobierno de José Antonio Páez; pero jamás para cometer un hurto que mancilla el nombre de los servidores de la Patria. Páez reflexionó hondamente y en pocos minutos, dentro de ese monólogo que asiste a los hombres de estado, se dijo a su conciencia: -Es posible que la mayor parte de esos hacendados sean realistas. De pronto Páez interrogó a don Crisóstomo: - Cuál es la situación política de la zona? Don Crisóstomo contestó: - Está que arde. Páez agregó: - y mi compadre Cisneros qué representa? Don Crisóstomo contestó: - En estos momentos, nada. Páez interrogó de nuevo: - Quién puede dominar una situación de emergencia allí? - Yo y mi hijo, el Coronel Matías de Barlovento y Pila -contestó don Crisóstomo-. Páez inquirió de nuevo: - y con cuánta gente cuentan ustedes? - Con todos los negros de Barlovento que aspiran a ser libres o quieren seguir siendo esclavos -dijo don Crisóstomo- y añadió más: -En Barlovento estalla la guerra de un momento a otro. Páez sonrió, sabía de ciertas insurrecciones en la zona. Sin comentarios, Páez tocó la campanilla. Se presentó el Secretario y Páez ordenó: Extienda un nombramiento de Consejero sobre asuntos de Barlovento al General Crisóstomo de la Pila Azul y otro, de Jefe de Consejero Pacificador, para el Coronel Matías de Barlovento de Pila, con carácter ad honorem; pero con las instrucciones de recibir la ayuda civil y militar necesarias. Los nombramientos fueron extendidos. Páez se quedó meditando: -Este señor azulado y su ahijado zambo son tan vaina corno los otros. Esa zona es un problema de montes que arden... Es bueno tender un puente... Don Crisóstomo voló a Barlovento e invistió de poderes al Coronel Matías de Barlovento y Pila. Derrotó políticamente a las autoridades de Riochico, asustó a sus vecinos ex-realistas, le otorgó poderes a Matías sobre su finca y se fue para Caracas con su familia. Ah Zambo alzao que tuvo Barlovento! Ah negros alzaos con el apoyo del Coronel! 14 Un día se alzó El Clavo. El Coronel se presentó y lo pacificó... Después se alzó Chirimena yel Coronel los dominó; y así sucesivamente los alzamientos siguieron ocurriendo y al mismo ritmo de los alzamientos y pacificaciones del Zambo de Barlovento, también desaparecían las cosechas de los frutos de toda la región. El Zambo se las sabía toitas. Mientras don Crisóstomo se hacía rico y poderoso con el producto de su finca, el Zambo Coronel abría un almacén de compra y venta de frutos menores en Tacarigua de Maporal, Guatire y Petare. Fue en Birongo que se hizo la primera fiesta en honor del Coronel. Antes de empezar la fiesta el Coronel impuso sus condiciones: - Quiero una fiesta culta; que se baile fino; que el tambor suene fino; que el curbeta no petulequee y que el mina se porte. Además quiero que la fiesta refleje la cultura de mi casa que es de orden militar, honesta, pura y sencilla. Nada de caerse borracho al suelo; las mujeres vestidas a lo barloventeño. Así que quiero todo culto. Por ejemplo: que se sirva el ron en vasos, nada de taparo ni pico e'botella; y sepan que aquí, en mi persona, está el gobierno decente y honesto. Vino la fiesta. Muchos novillos y terneras asadas, ron del bueno servido en vasos y al compás del mina y el curbeta danzaron los negros birongueros; pero derechitos, nadie fue al suelo. El Coronel lo pagó todo pero no bailó aunque sí echó su discurso: - Soy Zambo de Barlovento y soy la ley en estos montes. Que se ponga derecho el blanco y que se ponga derecho el negro. No admitimos de los realistas alzamientos ni más mando en este suelo que lo que impone este Zambo, dueño del cacao y del café que nos corresponde por derecho. Hasta cierto punto la fiesta se hizo decente. El Zambo estaba presente y muchos intereses comprometidos. No había rincón en todo ese monte donde no se mentara el nombre del Zambo de Barlovento. Todo el mundo sabía que esas fincas ex-realistas recibían a media noche el "paso de vara" del Zambo de Barlovento, porque este Zambo era el heredero del indio, del blanco y del negro apoyado por el Presidente de la República. En la presidencia de la República se tenía conocimiento de los alzamientos y de las pacificaciones y se maliciaba de los juegos del Zambo de Barlovento; pero también se sabía que las habilidades de este Zambo no permitirían formar nidos de fuerzas económicas con ánimo de conspiración y con intenciones realistas. Pero una cosa es lo que en general calculaba el General Presidente de la República y otra lo que siente el ser que quiere ser, dentro de lo positivo de lo humano. 15 El Zambo Barloventeño gobernaba esa tierra y tenía fuerza y era rico dentro de la trilogía racial; pero estaba enjaulado en Barlovento. El soñaba dentro del caudal humano lo grande que tiene la igualdad donde el prejuicio se borra y donde es hermosa la conquista. El Zambo Matías de Barlovento zapateaba en toda la región, desde el mar hasta la montaña; pero quería ser algo más que negro, algo más que indio y algo más que blanco. El quería ser Señor. Nadie más que él conocía la agricultura, el poder que brinda la moneda, el que la política amarra y el de la negra que se entrega; pero había algo más que no tenía el Zambo en su mundo de querencia. El Zambo había garantizado la paz en Barlovento, conocía al Presidente a través de su padrino; conocía la sociedad caraqueña, pero no la conocía personalmente. De todo tenía noticias pero no lo palpaban sus ojos y sus manos. El Zambo se sentía enjaulado en Barlovento. Había leído mucho desordenadamente y tenía lamparazos de conocimientos y lagunas de tinieblas en su pensamiento. Todo esto era el complejo del Zambo de Barlovento y todo lo resumía en el concepto de cultura. Un día el Zambo, ya rico y poderoso señor de Barlovento, se fue a Caracas a hablar con el Presidente de la República. La audiencia estaba concedida y su padrino le acompañó. Hacia el palacio se encaminó aquel Zambo atrevido, con merienda de luces en el cerebro, hechos valiosos en lo relativo; pero zambo al fin entre su medio. El Presidente de la República lo recibió, también quería conocerlo. Cuando llegaron a la puerta del palacio fue el Zambo quien se anunció: - Soy el Coronel Matías de Barlovento. E! Capitán Otilio fue quien lo anunció. Páez lo recibió con expresivo cariño y el Zambo fue quien habló: - Yo no sé, mi General, si lo vengo a hacer bien o si lo vengo a hacer mal; pero todo Barlovento está pacificado; militarmente le respondo yo. El Presidente le dió muestras de agradecimiento y en forma generosa le dijo: Dentro del nivel de los males, usted es el menor. E! Zambo respondió: - Cuánto lamento; porque usted siendo catire, para los realistas fue el mal mayor. Páez miró dentro de un mundo de recuerdos y agregó: - Váyase tranquilo, Zambo Barloventeño, Coronel que lo hago yo, hombre de batallas sin muertos, criollo liberto con derecho a orientación. Gracias, amigo Zambo, porque allá en Barlovento lo considero el mal menor. 16 El Zambo comprendió muy bien al general Páez y se despidió de él a lo militar. Don Crisóstomo se daba cuenta de que había llevado muy lejos a su ahijado. Habían saqueado a Barlovento en nombre de la Revolución y también sabía que al Zambo de Barlovento él no le había brindado un pasaje en ese barco donde se sienta el Señor; porque el dinero no lo es todo y la verdad está muy adentro. A las claras se sabía que don Crisóstomo y doña Rita, ya poderosos del dinero y de la posición, por virtud del zambo barloventeño, estaban buscando solución al asunto. Fue en la casa de don Crisóstomo cuando una sobrina del gran señor conoció y saludó al Coronel de Barlovento; porque don Crisóstomo había dicho que era su hijo mayor. La muchacha era una rubia en 10 bello de los sentimientos. Andaba por los veinte abriles y el Zambo por los cuarenta y dos. La rubia le dio la mano al Zambo, don Crisóstomo le ofreció el salón, el Zambo bailó valses y la rubia joropeó. Un matrimonio acertado cazó don Crisóstomo en esta ocasión, a golpe de la fortuna que le dio el ahijado en la apartada región. Cuentan que el Zambo acomplejado, pero también lleno de fuerza, para comprar cosas para su casa de Barlovento, que tenía con su rubia esposa, con los tenderos dialogó: - Yo soy el Coronel Manas de Barlovento y Pila. Quiero treinta trajes y pago al contado. El sastre asombrado corrió a atenderlo y, mientras le tomaba las medidas, el Coronel monologó en voz alta: - La gente habla muchas tonterías... Coronel soy yo y tengo "curtura": porque curtura es todo lo que existe. Por ejemplo: Usted que es dueño de esta sastrería, es dueño de sus tijeras, de su mostrador, de vidrieras... y todo eso es curtura. Un almacén de quincallero que esté lleno de cosas es un depósito de curtura y el que tiene mucha curtura es un señor curto. También cada perol que existe es filosofía y el que tiene muchos peroles es un gran filósofo. y cuando se presenta un pleito el curto es el que tiene con qué pagar para que se acabe el pleito. Eso es curtura. Un estudiante que estaba por allí y le oía le replicó: - Oiga, señor, usted está equivocado. Pero el Zambo no le dejó continuar replicándole: - Cállese, idiota, usted no sabe nada de éso y si quiere aprender grábese en la cabeza que se paga por pelear y se paga para que termine el pleito y ésto es curtura y el que tiene con qué pagar es curto por excelencia y el que lleva ropas buenas puestas encima, lleva curtura. Acaso usted no se ha dado cuenta, so imbécil, que si uno sale a la calle desnudo lo llevan preso por incurto y si lleva ropa buena lo respetan 17 por señor? El Coronel dio la dirección de su hotel yse retiró de la sastrería. En horas de la tarde se presentaron al hotel el sastre y el ayudante a llevarle la ropa al Coronel yen la antesala del hotel comentaban: - Este hombre sí es un coronel. Tiene relámpago en los ojos y paga con moneda de oro. No habíamos conocido un hombre así. Los tipos de la sastrería hasta habían cambiado su manera de hablar. Cuando hablaban a casi todas las palabras les agregaban un sonido de b y s. Cuando se entrevistaron con el Coronel para entregarle la ropa, el sastre fue quien habló: - Señors Coronels, es un gran placers entregarle sus ropas. Todos querernos seguirs siendo amigos de usted ect. ect. .., El Coronel le dio las gracias, les pagó con monedas de oro y para sus adentros dijo: -Qué cangrejo habrá picao a estos bichos que andan hablando tan"fisno" - Yentre, su risa maliciosa de campesino repitió monologando: -Caramba, qué cosa más rara: yo que nací en el monte y sé más que aquellos que no saben nada... Cuando el sastre llegó a su negocio se dirigió a sus empleados: - Me hacen el favors de limpiars todos los mostradores, reglas, los vidrios, el pisos de maneras que todos brilles. Aquí somos gentes cultas y quiero que cuiden mis cosas, que son cultura, como dice el Coronels mi amigos. Los dos sirvientes del sastre se miraron las caras y dijeron: - El patrón se enfermó de ESES fisnas desde que conoció al Coronels. El Coronel había ido también a la zapatería. Compró botas cultas, polainas cultas y muchas cosas cultas... Cuando llegó a Barlovento el Coronel Matías se expresó frente a su esposa: Qué idiota es la vida. La cultura y el poder los compro yo hasta con monedas que vengan de la vagabundería; porque todo se vende y el que tiene para comprar, compra la sabiduría. No hubo rincón de Barlovento que no conociera al Zambo Matías y que no supiera que el Zambo compraba voluntades y simpatías. Había adquirido poder y mujer blanca y de todo se reía. En ese mundo legendario que tiene Barlovento entre Cacahuales y cafetales, no existe negro que no vea y lleve a las tradiciones, que el ánima del Zambo Matías y de la rubia caraqueña no les haya saludado, bajo las sombras tranquilas y entre lo verde de los maizales. Y en sus fiestas rituales dicen que los negros cantan recordando al Zambo querido: Café con leche y melao nunca falta en Barlovento 18 ni un zambo en cualquier lao que no sepa vivir del cuento. Cuando el almanaque descuelga en Barlovento la hoja de los meses febriles, siempre queda en el recuerdo un Zambo Matías atrevido que, en nombre de esta tierra, está escribiendo un cuento en el viento. r (-.

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EL MUSICO DE VALENCIA

De la noche a la mañana Valencia se había transformado en la capital de la República. El Congreso estaba deliberando en Valencia. El General José Antonio Páez estaba en la ciudad con carácter de jefe del Poder Ejecutivo. La disolución de la Gran Colombia estaba resuelta. Valencia lo celebraba con gran fiesta. El mercado lucía de bote en bote. Lleno de todo. Tronaba la fiesta¡ las ferias ganaderas eran rimbombantes¡ en fin¡ todo se encontraba de punta en blanco en la ciudad. Las grandes orquestas valencianas dejaban oir sus cadenciosas notas en las bellas noches de Valencia. El director de la gran orquesta "Noches de Valencia"¡ Don 21 Sinforoso Silbido¡ a su vez era flautista de la orquesta. Muy respetable era el señor Silbido. Sus gallardas influencias hacían mérito en la ciudad. En la casa de gobierno no cesaba el festival. Todo el mundo era Paecista. Se había derrumbado Bogotá en el poder político venezolano. Las familias valencianas prendadas en la época festiva, se habían dividido en partidos, en cuanto a orquestas se refiere. Mientras Doña Rita Del Chimborazo y Coral se pronunciaba partidaria de la orquesta de Don Sinforoso Silbido y encabezaba equipo numeroso de partidarios, Doña Detonante Silvestre era partidaria de la orquesta del joven músico Galo. Una noche de fiesta palaciega dichas damas descendían de sus carrozas para asistir a la fiesta de palacio. Ambas damas se encontraron frente a frente, mientras sonaba un cadencioso vals en los salones del poder. Doña Detonante dijo con chocancia para que la oyera su rival: Oh! "Que vals que toca Galo y las parejas llegando" Doña Rita entró en actitud y respondió: Que va! demasiadas aromas respiro. Ese es Sinforoso Silbido que dirige la orquesta. y entre abanicos de plumas se dirigieron a la residencia presidencial. La baraunda valenciana era tremenda en todos esos aspectos que encierra la economía y el poder. Los personajes destacados ofrecían alternativas a la radiante sociedad de la época. Pero el personaje más destacado, por útil, servicial y serio era Don Sinforoso Silbido, el gran músico de la ciudad. Don 5inforoso, querido por el comercio, por la industria de la época, por los sectores políticos y eclesiásticos, tenía a su favor a la poderosa dama Doña Rita del Chimborazo y Coral; era su ferviente admiradora y proselitista. Don Sinforoso, un solterón inmutable de seriedad característica, usaba zapatos de botín de orejitas, pantalones de tubito, camisa bordada, paltó ajustado a la época, luengos bigotes negros; aunque su pelo era largo le quedaba bien porque le servía, al peinarse atravesado, para cubrir su calvicie incipiente. Esta era una época difícil a pesar de lo festivo. Muchos presos políticos. Muchas multas y contribuciones forzadas. Muchos sargentos, tenientes, capitanes, coroneles y generales, egresados de los campos de batalla de la Independencia, pero que mandaban y lucían su machismo. Todos bragaos y de cualquier forma mandaban; por algo eran gloriosas figuras egresadas de los campos de batalla de la 22 Independencia. Miedo y respeto seletenía a estos hombres. Cualquiera podía caer endesgracias por hablar pistoladas y para salir deun lío se requería degente influyente. Undía fue a parar alcalabozo por monaguero, o sea partidario del general Monagas adversario delGeneral Páez, un ciudadano comerciante deorigen turco, cuyo nombre eraAbdulab Bichalah. La señora del comerciante se volvió loca: -Mí marido en la cárcel, decía. Una vecina le recomendó: -Háblese con Don Sinforoso, que es un hombre influyente-o La buena señora se cubrió la cabeza con un manto negro y salió camino a la casa de Don Sinforoso Silbido, quien la recibió muy amablemente. La señora le expuso el caso a Don Sinforoso diciéndole: -Mi marido no es político; pero eso sí, es un hombre que tiene con qué pagar por su libertad- -y le rogó a Don Sinforoso su intervención. Don Sinforoso le dijo: -Señora, pero si yo soy solamente músico­ y la señora le respondió: -Yo lo sé, pero yo sé que a Usted le suena la música. Meditó Don Sinforoso y con voz queda como si le dijera un secreto, le dijo: -Señora, su esposo es monaguero y compadre del General Monagas; esa libertad cuesta mucho dinero. La turca contestó -Mi hermano! Pago yo! -Don Sinforoso muy cariñoso le respondió -¡Ah!, ¡Tú paga! Eso cuesta 10.000 pesos para repartir arriba y para repartir abajo. Tráete eso en duros de plata y "Cayetano manda Diego", que yo me ocupo-o No tardó la turca en traer el dinero. Don Sinforoso se fue silbando bajito. Habló primero con el alcalce de la cárcel preguntándole: -¿Y por qué está preso el turco Abdulah?­ Este contestó: -Es una tontería. Se dice que compró alguna mercancía de contrabando. Pero el asunto ya está arreglado; porque fue aclarado ya, aunque él no lo sabe y con toda seguridad será puesto en libertad esta tarde, aquí tengo la boleta de excarcelación, pero como voy a almorzar regresaré en la tarde-o Don Sinforoso agregó: -Yo puedo ahorrar ese trabajo. Dame la boleta que esta tarde yo voy con la señora de Abdulah, se la presento a la guardia y listo-o -Cómo nol, Don Sinforoso, -dijo el Alcalde. Tome la boleta-o Muy orondo salió Don Sinforoso donde la señora Abdulah diciéndole: -Señora, vamos a buscar a su marido. Ya logré su libertad-o La señora voló con Don Sinforoso a la cárcel y el comerciante Abdulah no hallaba cómo agradecer a Don Sinforoso. El músico, caracterizado le expresó: -Todavía, Don Abdulah debo aquí dinero por su libertad. Como unos 5.000 duros más-o -¡A su orden mi hermano!, ¡Aquí los tiene, dijo Abdulah!­ Don Sinforoso salió de la casa de los comerciantes con aires de grandeza y de bienhechor. El turco quedó mirándolo y dijo: -¡Que bien le sona la flautal- El músico era un hombre útil, generoso y activo, lograba todo: rebajaba contribuciones y patentes de industria y comercio arreglaba problemas políticos, salvaba brujos perseguidos; era músico de palacio y tenía prosélitos en la ciudad. Con todo ésto había atesorado una buena fortuna; pero seguía siendo flautista y director de la orquesta. Un día unos anti-paecistas lo invitaron a una reunión conspirativa y al enterarse Don Sinforoso de qué se trataba respondió: -Yo no me meto en eso; pero si me encargo de sacarlos de la cárcel en caso de que fracasen-o Don Sinforoso se sentía muy solo. Solterón y rico, pero aquella costumbre de pedir favores a las damas influyentes para servir a su clientela lo inhibía para una declaración amorosa a una dama de su linaje y sobre todo aquella que le llenaba de esperanza y satisfacción: Doña Rita del Chimborazo y Del Coral. Ocurrió en una de las fiestas elegantes de la ciudad, donde competían las dos orquestas: La del Mozo Galo y la de Don Sinforoso, cuando en uno de los intermedios el anunciador de la orquesta de Don SInforoso se dirigió a la concurrencia: -Vamos a interpretar un hermoso vals dedicado a Doña Rita y compuesto por nuestro director Don Sinforoso Silbido-o Al mismo tiempo el anunciador de la orquesta del Mozo Galo anunciaba lo mismo; Doña Rita se puso de pie diciendo: ¡A mí no me toca Galo! ¡A mí me toca Sinforosol­ y las notas del vals se escucharon. Don Sinforoso conquistó el amor de Doña Rita yen su matrimonio tuvo un hijo de nombre Sinforosito Silbido del Chimborazo y Del Coral. Don Sinforoso seguía siendo el hombre más útil de la ciudad. Arreglaba todos los problemas y seguía con su música. Su fama de benefactor era casi nacional. Siempre un hombre del pueblo. Visitaba las barriadas, las comarcas, los cuarteles, los tribunales de justicia yen fin en todo lugar. Don Sinforoso representaba una panacea social. Un día se presentó a la casa de Don Sinforoso un campesino solicitando su ayuda y antes que el campesino hablara, Don Sinforoso le preguntó: -A quién tienes 24 preso?­ El campesino le contestó: -No, Don Sinforos o, mi problema es otro. Es que unos murciélagos de esos llamados vampiros me le están chupando la sangre al ganao y corno usted arregla todos los problemas yo vengo a ver si usted me ayuda-o Don Sinforoso sonrió e hizo sentar al campesino. Luego le dijo: -Mira, hijo mío, hay muchas clases de vampiros. Entre ellos algunos tocan flautas y son amigos míos, pero hay otros que hacen tocar la flauta yesos no son amigos míos. Sin embargo, te vaya dar un remedio: úntale aceite de palo en el cuello al ganado que es un buen repelente para los vampiros y no se te ocurra otro día pedirle consejos a un flautista-o Al correr de los años y ya viejo, Don Sinforoso no era tan influyente corno en épocas anteriores. Antes de morir dejó a su hijo estas recomendaciones: "La flauta es una clave hermosa que suena en todas partes. Aprende a ser un flautista: unos tocan en Fa, otros en La menor: el que sabe tocar bien la flauta sabe manejar la humanidad, porque la humanidad es una flauta y hay que saberla tocar".

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EL HECHICERO DEL MAR

Despertaba el sol en un amanecer Margariteño, sobre las olas bogaba la balandra "Virgen del Valle" y un marinero pescador y viejo, sentado a la proa, reflejaba su expresión taciturna, mientras la barca continuaba su navegar lento a poca distancia de la costa, donde un grupo de pescadores preparaban sus embarcaciones para salir a pescar. Grande fue la sorpresa de todos cuando Don Fucho llegó hasta el sitio donde estaban sus colegas. Todos se quedaron admirados; vieron que la embarcación de Don Fucho estaba llena de pescado. Don Fucho recibía satisfecho la expresión de afecto de sus amigos, quienes le preguntaban: pero Fucho, cómo supistes del cardumen y cómo es éso, que salistes a media noche? A lo que repuso Don Fucho: se trata de un milagro. Todos 27 interrumpieron: de la Virgen del Valle! Don Fucha respondió: No! es un milagro del hechicero del mar. Les voy a contar. A media noche dormía yo en una balandra, cuando me despertó un sonido como el toque de un cuerno. Al abrir los ojos vi frente a mí, parado en la popa de mi balandra, a un viejo de pelo largo y abundante barba blanca como la nieve. El viejo me habló: Fucho, yo soy el hechicero del mar, vengo a ayudarlo y a traerle la noticia de que la Virgen del Valle estaría muy contenta si ustedes se alzan y apoyan al General Arismendi y al General Esteban Cómez. Yme siguió diciendo el viejo: Infla las velas de tu balandra, que te llevaré donde está el cardumen más grande, el cual llenará tu barca. Así es que obedecí, solté las velas y me hice a la mar. Aquí cerca de la isla venía el cardumen y un barco pescador tripulado por las fuerzas del General Arismendi. Tiraron su red, yo les ayudé y ellos me ayudaron a llenar mi balandra de pescados y los barcos de ellos también quedaron llenos. El hechicero del mar me ayudaba y me dijo que les avisara, que está pasando el cardumen, que vayan y llenen los barcos. Yo le dije al hechicero que, en nombre de mis amigos, le prometía a él y a la Virgen del Valle que seríamos soldados marineros en apoyo a la causa del General Arismendi y del General Esteban Cómez. Entre los marineros hubo un murmullo entre dudas y aprobaciones, pero se hicieron a la mar, hacia el sitio que indicó el viejo Don Fucho. Los pescadores se llenaron de alegría al ver un cardumen gigantesco que pasaba, tiraron sus redes y regresaron felices a la costa. Entre ellos se oían gritos: [Viva Don Fucho!, ¡Viva el hechicero del mar!, ¡Viva la Virgen del Valle!. Por toda la Isla corrió la noticia de que había un hechicero del mar que ayudaba a los pescadores y que era partidario de la causa del General Arismendi y del General Esteban Cómez. Esta noticia llegó hasta las autoridades realistas y el Gobernador de la Isla dijo: Esas noticias son vagabunderías de este Arismendi y de este Gómez, para sublevar al pueblo con motivaciones de superstición. y el Gobernador repetía: díganme por qué esta noticia no era cierta mientras en esta isla estaba el General Morillo y el ejército, ah! porque sabían que el ejército iba a acabar con el cuento. Inmediatamente el Gobernador dictó un decreto: A quien se oiga hablar del cuento del hechicero del mar y a quien crea en él, se le castigará sin contemplaciones. El famoso edicto o escrito fue colocado en varios cartelones en todas las ciudades y poblaciones de la Isla de Margarita. Todo el que leía este edicto, si no sabía el cuento del hechicero y de su mensaje salía a averiguarlo, repitiendo: Esto tiene que ser verdad, porque de lo 28

, ., contrario el gobierno no se iba a ocupar de ello. A los pocos días, todo el mundo en la Isla había visto al hechicero del mar y el mensaje había sido ampliado en oraciones y discursos a favor de la causa de la Independencia, capitaneada en la Isla por los aguerridos jefes margariteños. Cuando el General Arismendi o el General Gómez salían a la calle los hombres se le cuadraban militarmente, las mujeres y los niños le dirigían frases de admiración. La mística por la causa de la Independencia era una ola gigantesca. Se cuenta que un día el Gobernador estaba despotricando contra los generales Arismendi y Gómez y que la esposa del Gobernador intervino diciéndole: Cállate tú, recuerda que de por medio está la Virgen del Valle y la Virgen no se te apareció a tí, sino a ellos, así sea en forma de hechicero. Y la señora agregó: ayer estuve hablando con el padre Ramón y me dijo que tuviéramos mucho cuidado con los designios de la Virgen. No te olvides que este cargo se lo debemos a la Virgen Santísima, por una promesa que le hice en Madrid, cuando a tí no te tomaban en cuenta para nada. El Gobernador tornó silencioso y dijo: Voy a dejar en libertad al tal Arismendi y al tal Gómez, voy a destruir esta orden de arresto, no vaya a ser que esta mujer tenga razón. Luego continuó: Uno no sabe del más allá y el más allá es el más allá. Esta noticia voló por toda la isla, y la fe patriótica de ese gran pueblo se vio fortalecida. En estos días el Gobernador se dirigía al templo y un grupo de pescadores que estaba cerca del templo gritó: Viva la Virgen del Valle!, ¡Viva el hechicero del mar!, [Vivan los generales Arismendi y Gómez! El Gobernador contestó: ¡Viva la Virgen del Valle, continuando con toda serenidad su ruta. Al día siguiente, al lado de los cartelones del Gobierno aparecieron otros que decían: el hechicero del mar, enviado de la Virgen del Valle, avisó anoche a todos los margariteños que están en el deber de desobedecer al gobierno realista y de formar grupos de insurrección contra él. La noticia llegó al Gobernador. Este tembló y después de un diálogo íntimo con su esposa, resolvió dejar la Isla con carácter de jefe civil y militar a su primer ayudante, mientras él hacía un viaje de cortesía a la ciudad de Cumaná. Inmediatamente que el Gobernador abandonó la Isla, el pueblo estaba en insurrección y los generales Arismendi y Gómez eran los jefes del movimiento. Cada grupo de pescadores era un cuerpo armado; hombres, mujeres, niños y ancianos apoyaban al General Arismendi y al General 29 Cómez. El General Arismendi tenía armas; decía la gente que se las había traído el hechicero del mar. El General Arismendi con su ejército atacó al cuartel realista, el ejército realista desalojó el cuartel, rumbo a sus barcos. El General Arismendi quedó como Jefe Supremo militar de la Isla. Ante estos acontecimientos, el pueblo estaba congregado en la Plaza Mayor de la ciudad de la Asunción, en el centro de la Plaza estaba una tribuna improvisada. Un joven de nombre Chuíto Zuniaga Salazar decía en su discurso: Estamos cumpliendo la voluntad de nuestro destino, el mensaje nos ha llegado desde el fondo de nuestra conciencia, desde el mar hechicero, de la fe profunda de la divinidad y de los ideales hermosos de la libertad. Es decir, nuestro propósito de romper con el sistema realista se conjuga en todas las dimensiones, nuestras fuerzas morales y físicas están amparadas por la estrella luminosa de los hermosos conceptos de.' la justicia. Con orgullo de margariteños, les anuncio que está próximo a llegar a nuestra playa lo más brillante del ejército republicano, comandado por Bolívar, Mariño, Bermúdez, Piar y otros hombres preclaros de esta gesta hermosa donde se está escribiendo el destino del continente americano. Ya se acerca el día en que nuestros congresos dictarán nuestras leyes, en que el ordenamiento jurídico social será fruto de las concepciones de nuestros propios legisladores y no tendremos más rey que el pensamiento claro con el norte de nuestro propio sentir y ajustados a la grandeza de ser libres. Todo pueblo es fuerte y libre si existe unidad en sus propósitos y este fin está impulsado por la fe que brinda la razón y la justicia. Así como entre la oración de las olas se yergue eterna y majestuosa la Isla de Margarita y sus moradores encuentran un oriente sabio y precioso en el sol yen las estrellas, así entre las oraciones del pensamiento humano el pueblo margariteño tiene una orientación perpetua en la luz de sus ideales. Los realistas han abandonado la Isla y será la última vez que sus plantas hoyan esta tierra. Margarita es un bastión de la libertad dentro de lo hechicero que tiene el mar, dentro de lo azul que tiene la comba del cielo, sustentada en lo heróico que tiene su pueblo. Lo vengo a reafirmar, con Arismendi y con Gómez, jefes de la causa que, en grandes anunciaciones es bandera y por el Ejército Libertador próximo a llegar bajo la estrella tutelar de Bolívar y Mariño. Así terminó su discurso Chuíto Zuniaga Salazar y un vivas de 30 aplausos y un torrencial de entusiasmo corría por toda la Isla de Margarita, mientras la flota libertadora de Bolívar en la primera expedición de Los Cayos se acercaba a las playas, entre los embrujos del mar. Mientras, en cada alma margariteña sentían y presentían que entre las manos de la Virgen y en los hombros del hechicero venían los barcos libertadores apoyados en cada rayo de sol y en cada emoción de lucero. Así, entre la leyenda margariteña, donde canta el mar y los hombres, el hechicero de un ensueño dió un mensaje de guerra entre la energía de las olas, entre lo sublime de sus perlas y entre la esperanza prodigiosa que brinda una causa justa cuando su esencia es revolución.

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BARINAS EN UNA FLOR DE INOCENCIA

Bajoel sol ardiente del Alto Llano entre las caricias de la brisa llanera, la zona de Barinas sufría un voraz verano. Los habitantes de la ciudad de Barinas solicitaban del sacerdote de la Iglesia principal que sacara en procesión a los santos milagrosos, a fin de elevar una rogativa a los cielos para que lloviera, pues ya mediaba el mes de julio yno caían lluvias. El buen sacerdote le explicaba a sus feligreses que eso obedecía a un fenómeno climatológico y que muy poco podrían hacer los santos. Sobre todo en el año de 1775,los santos no estaban haciendo milagros. A estas reuniones asistían los niños Rosita del Alba y Pedrito del Llano eran hijos de dos familias vecinas en la zona rural de Barinas. Rosita del Alba preguntaba a su papá: -Pero si ya sabemos que si 33 los toritos negros pitan en los llanos llueve. ¿Por qué no traernos un ""1Ie'~~"""'"''''''''

torito negro para que pite y llueva? Al padre de la niña le causaba gracia, pero Pedrito del Llano la apoyaba sinceramente. Ambos niños dialogaban y planificaban rezar para que viniera un torito negro. Las conversaciones con el señor Cura continuaron, hasta que éste, les manifestó, que no hacía falta, que se dieran cuenta que ya se estaban formando cúmulos de negros nubarrones y que estaba próximo a llover. Pero los feligreses insistían y el sacerdote accedió. Se hicieron los preparativos para sacar la procesión el día siguiente a las cuatro de la tarde. Y así fue. A las cuatro en punto estaba allí el público. A esa misma hora trasladaban una manada de toros de lidia de un potrero a otro. Pasaban por la cercanía de la ciudad, cuando uno de los animales se escapó y tomó una de las bocacalles de la ciudad. Ya la procesión se iniciaba y los santos estaban en la puerta del templo, cuando se oyó el bramido o pitar de un toro. La gente volvió la mirada y vieron un hermoso toro negro con lenguas astas amenazantes en su levantada cabeza. Todo el mundo echó a correr, la procesión regresó al templo y cerraron las puertas. Pero Rosita del Alba y Pedrito del Llano corrieron hacia el toro para abrazarlo. Menos mal que el arisco animal continuó en veloz carrera sin tomarlos en cuenta. En ese mismo instante empezó a caer un aguacero torrencial. Los niños gritaban "¡Yo lo sabía, vino el torito negro y llovió!" Menudo susto pasaron los padres de los niños. Los días siguientes fueron normales en la zona barinesa. La lluvia abundante. Todo reverdecido. Así tornaba de nuevo soñadora esa parte del gran llano venezolano. Los niños Rosita del Alba y Pedrito del Llano corrían y jugueteaban por el campo, dentro de esa inocencia preciosa de la vida infantil. Ambos se llegaron hasta un arroyuelo cercano, que había adquirido vida gracias a la lluvia llanera. Y el riachuelo tenía pececitos. -Qué raro! -exclamó ella- si estaba seco ¿de dónde salieron los peces? -El contestó: -no sé, pero aquí están-o Los niños reflejaban su cara en el agua y los pececitos cruzaban entre sus reflejos, como si fueran exhalaciones a través del cielo. Luego lanzaron flores silvestres al pequeño río; éstas iban flotando en la corriente como embarcaciones portadoras de aromas, con tripulación de hormigas, mientras la corriente formaba zig zag como si quisiera volverse para besar las flores y al caer una hoja seca sobre la sutil corriente simuló una palmada de la flora, para evitar del agua inquieta el beso amoroso que simulaba brindar. Los niños volvieron la mirada hacia una rama que destilaba agua y en una gota cristalina que temblaba al viento, vieron navegar un pequeño insecto como un barco vapuleado en la inmensidad. 34 Yen la resina aromática de un árbol vecino palparon la savia derramada y en el alquitrán oloroso que la resina brindaba, vieron prisionera a una hermosa abeja en la cerosidad pegada. Quisieron libertarla. Tomó cada uno de ellos una espina y empezaron a mover la resina para despegarla, la removieron con cuidado y en proporción a la abeja la resina parecía una montaña. Poco a poco fueron libertando aquella abeja hasta que se vieron libres sus patas. La abeja remontó el vuelo y en su aletear parecía tornasol al conjuro de la luz tropical y como queriendo dar las gracias trazaba círculos en su vuelo y se le observaban destellos de oro y plata en un caudal de libertad. Los niños siguieron su recorrido y contemplaron un colibrí, llamado en el lugar chupaflor o tucusito. La avecilla, en su aletear ligero, sostenía un mismo punto sobre el espacio de una flor, con su pico agudo libaba muy tranquilo ese néctar que la abeja soñaba. Y al recibir los rayos solares parecía multicolor y lucía como un prendedor colgado de la flor mientras la miel libaba. Los niños correteaban por el pastizal lleno de rocío y las perlas de agua sobre la yerba mojada parecían sonreir en temblorosas carcajadas. Seguían los niños correteando hasta llegar bajo la fronda de un árbol de guamo; al pretender sujetar entre sus manos una guama cubierta de peluche de silvestre terciopelo, las finas cerdillas se clavaron en sus dedos. Rosita del Alba lloraba porque a su piel molestaba esa pelusa dorada que se desprendió de la guama. Pedrito su compañero, sujetó su manita de seda y con las uñas fue quitándole una a una las pelusas hasta aliviarle sus penas. Luego ella hizo lo mismo para liberar a Pedrito y en una risa inocente, con su sabiduría de niños sujetaron la guama con hojas, logrando abrirla y comieron el alto fruto de azucarado sabor. Luego llegaron a un manantial de esos que filtran agua por la capa freática que brinda la corriente. Yen él juguetearon como peces, olvidándose de los vestidos que sobre sus cuerpos prendidos se abombaban sorprendidos por el agua de la corriente. Ambos se dirigieron a sus casas tan mojados como la lluvia y por el camino recordaban aquellos tímidos rezos para queun torito negro trajera el agua que faltaba. Al llegar a sus casas, suspadres les recriminaban y ellos contestaron: -Pero si nosotros somos los dueños de la lluvia, los únicos quellamaron a un torito negro que pitara o seles ha olvidado lo que dijo elsabio Cura delpueblo, que los santos no hacían milagros y fuimos nosotros los que pedimos al cielo que viniera un torito negro, él pitóy llegó el agua-? 3j"" -~~'1l'!" .... f,..--,

El chiste de los muchachos se extendió por las llanuras y en la sequía de cada año el llanero campesino tenía su toro negro para que pitara y llamara lluvia y no se quedara seco lo hermoso de su suelo. Corrieron los años llaneros, los niños iban creciendo y asistían siempre unidos a la escuelita del pueblo. Pero a golpe de los 15 años, que ya era la edad de los mozuelos, los padres de Rosita del Alba, resolvieron enviarla a un colegio de la ciudad, que dirigían las monjas en la vida conventual. Pedrito del Llano creció metiéndole el hombro al hato, conociendo de querellas, de armonía y de dificultades. Cinco años más habían deshojado los cielos llaneros, parecía que un mar de olvido había ocurrido en la pareja de infantil correría. Pero un día de julio, bajo la lluvia, llegó hasta la casa de Pedrito del Llano un amigo llanero en su caballo pinto y a un grito de voz en cuello le dijo en tono de broma: -Vengo de la ciudad de Barinas, un toro negro cruzó las calles, seguro que Rosita del Alba está de regreso. Pedrito del Llano se quedó pensativo, no devolvió las palabras. Al día siguiente el mayordomo también se gastó una chanza: -Don Pedrito, anoche ví un torito negro y una vaquita blanca que andaban rondando la casa, fue cuando el aguacero. A lo mejor regresa alguien de lejos-o Pedrito del Llano de nuevo guardó silencio. Pero el misterio del toro negro asociado al aguacero había crecido tanto en los llanos que ya era leyenda y misterio. Que en los llanos de Barinas no faltaba el aguacero, porque en cada potrero había entre los padrotes buenos un toro negro de estampas que al pitar desafiaba al trueno. y como era época de vaquería, Pedrito montó a caballo después que dejó el ordeño, y en busca de otros llaneros salió a campo traviesa. Ya unido a sus compañeros y ante los ojos desorbitados de aquellos bravos llaneros, se produjo un espejismo entre el sol y el aguacero. Un toro negro gigante, que casi llegaba al cielo, bufeaba con sus bramidos, produciendo el aguacero. Los ojos del toro eran luminosos, tenían lumbre de luceros, y tan negro era el color del coloso, que el sol lucía bonito cabalgando sobre el toro. Y allado del toro negro estaba una vaquita blanca, igual que aquella que en su cuento pintaba Rosita del Alba, cuando ella sostenía que la leche era tan blanca porque el color se lo daba su vaquita, que tenía su blancura desde la cabeza hasta las patas. Cuento que nadie sabía sino Pedrito del Llano a quién ella se lo contaba. Se desvaneció el espejismo y creció la leyenda del toro negro y de 36 la vaca blanca, el toro que traía la lluvia y de la vaca que brindó níveo color a la leche, al queso y a la cuajada. Frisaban ya los veinticinco años de Pedrito del Llano y de Rosita del Alba. Regresó ella al fin a su casa, la acompañaba un prometido, un Conde del viejo mundo quien, por promesa cerrada, venía a casarse con ella en el altar de Barinas, donde había nacido la preciosa llanera llamada Rosita del Alba. La noticia corrió por el llano así corno corre la candela, cuando pega el verano y la paja seca arde en llamaradas, alimentada por la brisa diciendo adios a las palmas. Que el matrimonio se celebraba el sábado de esta semana decían las lenguas sueltas que hasta Pedrito llegaban. Pedrito amarró su caballo rucio-moro y muy lento lo ensillaba. Luego entró a la casa del hato, se vistió de liqui-liqui, más blanco que la leche y más blanco que la vaca, se puso las polaínas negras, mas retintas que aquel toro que en el espejismo brillaba, se apretó la faja, se puso las espuelas doradas, ajustó su pistola al cinto y se puso el sombrero pelo e'guama. y con su cobija de llanero, donde van las capoteras, picó espuelas a su rucio-moro y salió rumbo a Barinas porque quería ver a Rosita del Alba. LLegó a la hora precisa, ya iban a entrar a la Iglesia, Rosita del Alba estaba linda con su traje de novia y él desde su cabalgadura no dejaba de contemplarla. Al fin ella se dio cuenta que era Pedrito quien la miraba y dos gotas de lágrimas por las mejillas de ella rodaron corno perlas de lluvia de aquella tarde encantada. Y para sorpresa del gentío se oyó un toro que pitaba y a la concurrencia embestía. La gente corrió desesperada, Pedrito agarró la novia, que ya a la Iglesia entraba, la montó en su cabalgadura y corno una bala buscando la ruta amada, se llevó a Rosita del Alba, corno se lleva el astro la luz que le acompaña. Y cuando iban llano adentro sobre el rucio-moro la pareja abrazada, cuentan que un torito negro y una vaquita blanca señalaban el rumbo que la pareja llevaba y que una lluvia torrencial de los cielos caía y que la luna llanera seguía alumbrando entre la lluvia, cuando el agua cristalina a la pareja besaba. Alos lejos se oía la tonada de un llanero: Si el toro pita a la vaca el novillo seretira

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su pensamiento certero, hacia Achaguas. Era el rumbo hacia Mata de la Miel, Mantecal, Guayabal y hacia elllano entero, contra elejército del General Morillo, español debuenos hierros. Se sucedieron los combates, victoria trasvictoria, tenacidad sobre elmiedo, sejinetearon hasta los caimanes, hasta los ríos yesteros y resultó manso y tranquilo elsolde la llanura yen la cuna de un corrío resultó un niño ellucero. Fue una mañana en horas del desayuno cuando Rosa Del Llano contó a sus padres que había soñado que el General Simón Bolívar había llegado a San Fernando de Apure acompañado del General Páez y que un edecán de el Libertador se había enamorado de ella y que José Miguel lo había matado y que José Miguel estaba en la cárcel. Diciendo esto Rosa Del Llano se tapó la cara con ambas manos, como si quisiera borrar aquella visión terrible. Su padre Don Rafael Del Llano y Doña Teresa su madre, con su característica de psicología llanera le dijeron: Muchacha, malos sueños son buenas cosas, quítate las manos de la cara que el sueño más terrible lo espanta el sol, no formes fantasmas en la claridad que tu eres llanera avisada y el espanto sabanero le huye al madrugador. Y tú eres de esta tierra donde el único sueño que se advierte es el sueño de la libertad y de la fortuna. Cuando se está enamorando el único sueño que se admite es el sueño del amor, cuando más alla de la ilusión el corazón está bien plantado. A este diálogo siguieron chistes y quedó borrada la impresión del mal sueño. En una tarde de los días siguientes, el General SImón Bolívar hacía su entrada a San Fernando de Apure acompañado del General Páez, se oyeron voces que decían: "Llegó el hombre de Venezuela, acompañado del hombre de los llanos". Rosa Del Llano, quien presenciaba al lado de su padre la llegada de los jefes y del ejército, exclamó: "¡Papaíto! El que viene atrás del Estado Mayor es el hombre del sueño aquel que mató José Miguel". Ya pasaban frente a la casa de la familia Del Llano los jefes y el ejército, cuando un distinguido oficial dirigió un saludo de admiración a Rosa Del Llano. Ella se quedó trémula sujeta al brazo de su padre, quien contestó el saludo y tosió ligeramente. En uno de los cuerpos posteriores de caballería venía José Miguel quien recibió aplausos y efusivas expresiones de amistad. El día transcurrió con entusiasmo; llegada la noche, se multiplicaron las reuniones en las casas de familias hasta las 11 p.m. lo cual se consideraba una hora muy avanzada. Sería la una de la madrugada cuando arpas, cuatros, guitarras y cantadores interrumpieron el sueño de la familia Del Llano y sus vecinos. Se oyó el cantar llanero al pie de la ventana: Despierta sublime lucero 41 que traigo en el arpa del alma todo mi amor de lancero con el arrullo de la palma Cuando se diluye la bri~a el ritmo se hace ola como se diluye tu risa cuando el sol se atornasola. No había terminado su improvisación el cantador, cuando un grupo de jinetes se acercó al mismo lugar, echando pie a tierra, con arpa, cuatro, maracas y guitarras. Era José Miguel que venía a dar la serenata llanera a la linda apureña de sus ensueños. Acto seguido José Miguel improvisó: Epa amigo y compañero déje de andar entrometido busque usted la sombra de otro alero porque aquí puede encontrar lo que no se le ha perdido. El otro cantador quien era un oficial del ejército recién llegado, entre risa y chiste contestó con su canto: Yo nunca hepedido permiso para conquistar mis amores bendito sea el suelo que yo piso cuando yo brindo misflores Jase Miguel contestó: En este jardín, amigo, sus flores están demás se lo digo con testigo queen este patio usted nocanta porque yo selo prohibo; usted no cantará más El oficial y su gente soltaron los instrumentos y José Miguel y los suyos hicieron cosa igual. La riña estaba de frente; espadas, machetes y cuchillos. Fue un altercado valiente: corrió la sangre al pie de la ventana. El oficial quedó muerto, lo había ultimado José Miguel con el acero de su espada. "¡Qué lío tan grande Virgen del Carmen!" Era la voz de Rosa Del Llano, quien salió a la calle acompañada de su padre, abrazando a José Miguel. Lo hicieron pasar adelante. Ya en el interior de la casa, José Miguel repitió: A mí nadie me quita mi novia, a lo que respondió Rosa Del Llano -¡Pero mi amor! ¿No tienes confianza en mí? En tí sí, pero en ese hombre que me atacó no, él quería mi puesto y me quiso matar, yen defensa propia lo maté. -El padre de Rosa Del Llano le dijo: -José 42 Miguel, huye, porque la justicia militar te hará fusilar, José Miguel contestó: -Ya lo sé, me iré a los llanos y combatiré por mi cuenta. Diciendo esto regresó con sus amigos a los caballos y después de reunirse con otros en la ciudad se hizo a la llanura. A José Miguel se le siguió un juicio militar y se decretó su prisión para juzgarlo, por haber dado muerte al capitán Rosendo Velásquez Zamora, oficial del Ejército Libertador. José Miguel organizó su propio escuadrón de caballería e instigaba al enemigo en toda la zona. Y bajo la luna llanera en alas de la soledad y la lejanía dedicaba sus pensamientos en la onda de sus canciones a la Rosa apureña, quien sin duda lo esperaba. José Miguel dialogaba con su gente y decía: -Necesitamos de una gran acción, donde los méritos sean reconocidos por el General Páez y éste intervenga ante el Jefe Supremo, para que se me dé la absolución en caso de Juicio. Así José Miguel se dedicó a acechar al ejército comandado por el General realista de La Torre, llegando un día hasta el sitio de Las Queseras. El ejército realista estaba acampado de este lado, José Miguel los observaba a los dos. Con gran sorpresa vió José Miguel que el General Páez atravesaba el río a nado de caballos al frente de un escuadrón de caballería. José Miguel arengó a los suyos: -Prepárense compañeros que el General Páez viene de frente al enemigo. Cuando él ataque nosotros embestiremos por la retaguardia. Esta es la oportunidad para conquistar los laureles, una victoria para la Patria y la victoria de mi libertad. El General Páez cruzó el río, cientocincuenta jinetes le acompañaban en sus briosos corceles. El escuadrón del General pasó en rodeo de reconocimiento frente al enemigo, quien salió en persecución del escuadrón. El General Páez con su escuadrón iniciaba la retirada hacia el río. De pronto, en forma violenta, el escuadrón con el General al frente se volvió contra el enemigo en feroz combate. José Miguel aprovechó la ocasión y ordenó el ataque por la retaguardia. El ejército realista compuesto de miles de hombres estaba en cuadro de línea de batalla. José Miguel atacó con temeridad y audacia. El enemigo volvió su frente hacia su retaguardia. El General Páez con su escuadrón continuó su ataque violento; José Miguel atacó con furia; en los cuadros enemigos reinó la confusión y el desorden, la sorpresa del General Páez de "vuelvan caras" al enemigo. El ataque por la retaguardia iniciado por José Miguel y los disparos de alguna fuerza de infantería que el General Bolívar había hecho pasar al otro lado del río, simularon ser un movimiento envolvente, lo que precipitó una retirada angustiosa del ejército realista, quien dejó muchas bajas en el campo de batalla y muchas armas abandonadas. José Miguel se dio un abrazo con su hermano Cornelio quien acompañaba al General Páez. Terminado el combate José Miguel se presentó ante el General 43 diciéndole: -Mi jefe, un infortunio con el amor me trajo la desdicha de abandonar las filas del ejército mientras se aclaraban las circunstancias. El General Páez con su sonrisa de sabio guerrero le contestó: -Capitán José Miguel Muñoz, la guerra tiene muchas circunstancias y unas salvan a las otras, el ejército necesita de su vida. Trataré de salvarla ante el tribunal; entréguese detenido a las órdenes de su hermano Camelia, ya hablaremos. -El Libertador cruzó el río ypremió a los guerreros con la Cruz de los Libertadores, entre los que recibieron la distinción estaba José Miguel a quien no conocía el Libertador. Días después en la ciudad de San Fernando de Apure se llevaba a efecto el juicio. Ya estaba constituído el Tribunal. El General Páez dialogaba con el Libertador en el Despacho Supremo. -Mi General -decía Páez-, el Capitán José Miguel Muñozes uno de los valientes a quien usted condecoró con la Cruz de los Libertadores, usted sabe que los azares que vivimos no han permitido hacer una investigación a fondo en el caso de la muerte del Capitán Rosendo Velásquez Zamora. Parece que en la riña callejera, con la incertidumbre de la noche, el licor ingerido yotros factores influyeron en que el grupo que acomapañaba a Velásquez Zamora, hicieron quizás sin quererlo, que atacara al grupo que acompañaba al Capitán José Miguel Muñoz y no se supo realmente quien fue el autor de la muerte de aquel valioso oficial. Naturalmente que el Capitán José Miguel era responsable del grupo que le acompañaba y prefirió desligarse del ejército mientras la situación se aclaraba, en lo que yo pude hacer investigar, parece yes casi seguro que un tal Caimito Pérez, quien atinaba pasar por el lugar, fue quien dio muerte al Capitán Velásquez Zamora. Yo tengo aquí un escrito firmado por más de cien personas, entre soldados y civiles quienes afirman haber presenciado el hecho de sangre realizado por Caimito Pérez, quien desgraciadamente murió ahogado en el Apure, hace un montón de días atrás-o El Libertador tomó el escrito en sus manos y con sonrisa de profundo convencimiento exclamó; -Pero si ésto está claro Páez. Llama a la Defensa entrégale esas pruebas y hazle saber al Fiscal que fui yo quien recogió esas firmas para esclarecer el caso y que en mi opinión el Capitán José Miguel Muñoz es inocente. -El General Páez le dio las gracias al Jefe Supremo, mientras tras la sonrisa sabia y generosa del Libertador se traslucía la absolución de José Miguel. Tres días más tarde, José Miguel llegaba eufórico a la casa de su novia dándole la buena noticia de que había sido absuelto por el Tribunal Militar. Rosa Del Llano llena de alegría manifestó su afecto a José Miguel; luego ella tomó un trozo de papel cartón del ancho de su ventana y escribió en él: "No se aceptan serenatas ni de inocentes ni de culpables, aquí todos los corazones están ocupados y ya no se conceden 44 milagros" Y firmaban la Virgen del Carmen y las Animas Benditas, Cuando Don Rafael Del Llano regresó a su casa leyó el letrero, y como ya estaba enterado de la noticia de José Miguel agregó algo más al aviso: "Para evitar pleitos recomendamos al inocente que se case" y firmó: "San Antonio y San Pedro", Cuando José Miguel salió de la casa leyó el cartelón y se quedó contemplándolo, luego entró de nuevo a la casa llamando a su amada a quien le dijo: -Mi amor, yo creo que la Virgen del Carmen, las Animas Benditas, San Antonio y San Pedro tienen razón-. En los corríos apureños que describe esta leyenda, dicen que en las Queseras del Medio, cuando sopla la brisa se oye un responso de las ánimas benditas y un rosario de San Pedro y San Antonio que en un milagro de la Virgen del Carmen, adquiere vida en la emoción de un corrío, donde José Miguel y Rosa Del Llano levantan en la llanura con emoción de guerreros el sentimiento de un jagüey. Y el sol se queda prendido como un prendedor de fuego, atado en medio del río y el murmullo del viajero dice al compás del viento: "Allí está José Miguel unido a Rosa Del Llano, improvisando en su sueño la emoción de un corrío",

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LOS MUCHACHOS DE BARCELONA

Reinaba la tristeza en la ciudad de Barcelona. EL fracaso militar de la segunda República de Venezuela se había sellado en Urica, donde murió el General realista José Tomás Rodríguez Boves; sin embargo, su causa había triunfado y se enseñoreaba en todo el país. En Barcelona la represión era terrible, la desolación y tristeza reinaban por doquier. Los hogares eran allanados, las familias sufrían los rigores tiránicos del Gobierno realista, los hombres huían de la ciudad. Las cárceles estaban llenas de revolucionarios patriotas. Con el terror las autoridades imponían el orden; pero el terror llega a ser familiar y los aterrorizados lograban dominar el temor. En este ambiente de acentuada tiranía la juventud escolar concurría al viejo colegio de la ciudad de Barcelona. Estaban todos los 47 niños y jóvenes en clase cuando un grupo de guardias realistas se presentaron al plantel. El Director del colegio se enfrentó a la guardia, pero ésta lo hizo preso y sentándolo en un banquillo en el medio del patio, intentaron hacerle un interrogatorio. Los alumnos y los maestros salieron de las aulas, iniciándose una protesta masiva. La guardia resolvió detener a los maestros y a tal efecto comenzó un forcejeo entre la guardia y los maestros. Los alumnos tomaron posición agresiva, la guardia disparó contra el grupo de maestros a quienes habían logrado reunir en una esquina del patio, hiriendo y matando a varios de ellos. El alumnado enfurecido se lanzó contra los guardias y tras hacer caer por los impactos de los tiros a varios jóvenes, éstos desarmaron la guardia y la obligaron a colocarse en el paredón del colegio. La fusilaron en el acto, quedando confundidos los cadáveres de la guardia con los de los profesores a quienes habían asesinado minutos antes. Los niños menores huyeron despavoridos hacia sus casas; los mayores formaron una Asamblea y deliberaron para tomar una determinación. Resolvieron desalojar el colegio y reunirse al día siguiente por la noche en un sitio en las riberas del río Neverí, que cruza la ciudad. Este acontecimiento trajo un escándalo y represiones terribles en Barcelona; pero el jefe militar también deliberó con los suyos yen la reunión les dijo: -Hay que recortar un poco los abusos. Esta gente está resteada y puede ocurrir una insurrección a muerte, la cual se puede convertir en una avalancha incontenible; les recomiendo prudencia-o Los familiares de los profesores recogieron sus cadáveres yel ejército hizo otro tanto con los cadáveres de los soldados. El acto del entierro del Director y de los profesores muertos fue una manifestación de duelo impresionante. El pabellón tricolor cubría los féretros y la masa popular en su mayoría mujeres, ancianos y niños iban cantando Gloria al Bravo Pueblo. (Preludio de nuestro Himno Nacional). Por la noche a orillas del Neverí empezaron a reunirse los jóvenes, el río se presentaba apacible, el rumor de sus aguas simulaba una oración que llegaba hasta el alma de la ciudad, rumor y murmullo de las aguas del Neverí que, bajo la fronda nocturna, consolaba con su frescura a los seres adoloridos en la tragedia de la lucha por la Independencia en este año de 1814. Ya estaba reunido un grupo de jóvenes numeroso; otro grupo se había colocado en posición de directivos; ellos eran Pedro Guzmán, Valentín Lander, Antonio Calatrava, Simón Marcano, Augusto Salazar, Jesús Canache, Pedro Guaramato y Juan Arreaza. Pedro Guzmán tomó la palabra. Era éste un joven de 18 años, de carácter responsable y enérgico en sus acciones. 48 El dijo: -La República ha sufrido un golpe cruel, pero no mortal, porque ella simboliza la libertad y este preciado don a que es acreedor el ser humano no puede morir por la voluntad de los gendarmes ni por la bala de un fusil. La libertad es un fruto de la revolución y ésta es la acción de inrrumpir contra los opresores para lograr el bienestar de la sociedad cuando ella forma naciones yes capaz de darle forma a un nuevo ordenamiento jurídico y social. La revolución empieza en cada ser humano cuando la necesidad y la dignidad exige un nuevo derrotero y a nosotros nos ha tocado el momento histórico de realizar el sacrificio para que un futuro mejor sea la nación donde se han de desarrollar las futuras generaciones. La revolución empieza en el hogar, cuando el analfabeto envía a sus hijos a la escuela, cuando el trabajador deja de ser esclavo, cuando los privilegiados económico- sociales son sustituídos por la justicia social. La revolución se hace sentir cuando la lucha de clases llega al fragor de la batalla y cuando los ideales por un sistema mejor se transforman en causa y conciencia de los miembros de la sociedad. Esta reunión tiene por objeto organizarnos definitivamente para la lucha, que antes que vivir como siervos bajo el terror es preferible morir libres en condición de combatientes. Muchos se preguntarán donde están las armas; yo les voy a contestar por anticipado: las armas las tiene el enemigo; hay que quitárselas y volverlas contra él. Muchos también se preguntarán qué instrumentos vamos a utilizar para lograr esas armas, también les voy a dar la contestación: la mayor arma del ser humano está en su ingenio, la mayor fortaleza está en su fe, lo más asombroso de la acción está en el arrojo y lo más grande de un pueblo está en la voluntad de ser libre. Nosotros poseemos todos estos instrumentos de guerra y los pondremos en acción, que con toda seguridad a estas horas en otros rincones del país están coincidiendo con nosotros grupos de hombres y mujeres en el mismo propósito. Dejo a consideración de ustedes lo que he expresado y quedan en libertad de expresar sus opiniones- Fue Florinda García la primera en pedir la palabra. Ella dijo:-El compañero Pedro Guzmán ha hablado por todos. Yo propongo que nos reunamos en pequeños grupos de trabajo en nuestras casas, hasta llegar a un plan común de acción para realizar hechos concretos de manera que sea posible lograr el mayor y mejor fruto. Dejo esta proposición a consideración de la Asamblea. Pedro Guzmán sometió a consideración la proposición de Florinda García, la cual fue aprobada por unanimidad. Los jóvenes llegaron a un acuerdo por grupos, eligiendo las personas de enlace y comunicación. Así terminó aquella primera reunión de los muchachos de Barcelona en su deliberación en las riberas del Neverí en el aciago año 49 de 1814.Los treinta días siguientes fueron de ardua labor entre los jóvenes. Mientras tanto en la casa de Gobierno, el jefe militar y civil de la zona dialogaba con su secretario, decía el jefe: Es muy extraño que todo esté tan tranquilo; ésto me tiene inquieto. Aunque en verdad la mayoría de los hombres de esta ciudad andan huyendo o están presos, sin embargo, hay que tener el ojo pelao, porque revolucionario es revolucionario y siempre está por reventar y el revolucionario revienta porque revienta y hay que cuidarse de que no lo agarre a uno el reventón; porque ese día, si uno se descuida, le toman la cabeza por pelota y a punta pie la pasean por las calles. Así es que hay que tener cuidado, porque revolucionario no perdona y hay época en que la sangre humana se infecta de revolución y esa enfermedad mata. No olvidemos que este pueblo padece de ese mal de la revolución. Detrás de cualquier piedra se levanta un mosquita muerta y al poco rato tiene gente y charreteras de general, pues si señor, esta es una época peligrosa-o El mismo día, bajo un albor de luna llena que iluminaba el corredor de una vieja casa colonial, Florinda García y Pedro Guzmán también dialogaban, llegando a la conclusión que todo estaba listo para la acción. Diez fusiles tomados a la guardia el día de los acontecimientos del colegio y doscientos machetes bien amolados eran las armas con que ya se disponía para realizar el asalto al cuartel realista. y fue a las cinco de la mañana de un hermoso día cuando la diana del cuartel realista daba su toque cotidiano y la tropa desarmada formaba filas en medio del patio del cuartel, para contestar la revista de presentes al oficial de turno que verificaba la presencia de todos, y a la vez se efectuaba el cambio de guardia de prevención y se abría la puerta del cuartel. Fue en este preciso momento en que un tumulto de jóvenes armados de machetes y con algunos fusiles irrumpieron dentro del cuartel después de haber cercenado a machetazos a la guardia de prevención. El oficial ordenó a los soldados: ¡A los armeros! Y ataquen. Pero los jóvenes cortaban el paso de los soldados en el patio del cuartel, unos tomaban posiciones a la entrada de los armeros y otros tomaban las armas. El forcejeo entre soldados y jóvenes era grande; machetazos y tiros. Los jóvenes con los fusiles, tomados de las armeros, disparaban y atacaban a la bayoneta y manifiestamente estaban dominando la situación hasta lograrlo definitivamente. Pedro Guzmán y Florinda García .eran los jefes superiores. Hombres y mujeres jóvenes habían tomado el cuartel. 50 Los oficiales realistas fueron llevados al paredón y fusilados en el acto. Los clases y los soldados sobrevivientes fueron reducidos a prisión. Los jóvenes organizados en varios grupos se dirigieron a la cárcel para liberar a los patriotas cautivos. La guardia realista de la cárcel desocupó el edificio y se batió en retirada. Las puertas de la cárcel fueron abiertas. La mayoría de los presos eran los padres, tíos y abuelos de los jóvenes. Estas fueron horas de júbilo en la ciudad de Barcelona del Oriente de Venezuela. Los patriotas liberados tomaron el mando de la ciudad yen unión de los jóvenes se prepararon para organizar un ejército de resistencia en la serranía cercana, debido a que un numeroso ejército realista estaría por llegar de un momento a otro. Así organizados los patriotas se retiraron hacia las montañas de Bergantín, Cerro Je Humo y El Carito. En esta zona hicieron resistencia los patriotas con actos de guerrillas durante dos años. Pedro Guzmán y Florinda Garda compartían sus desvelos. Pedro y Florinda una vez más bajo la luz de la luna oriental, dialogaban sobre la revolución y el porvenir y Pedro la contemplaba. Florinda era una muchacha hermosa, piel tostada, de ojos verdes, pelo negro, abundante y largo, sus veinte años lucían primorosos en su esbeltez y gracia femenina. El padre de Florinda era uno de los jefes de la guerrilla y ella lo acompañaba. En aquellos parajes Florinda lucía como un ser superior adornado y ennobleciendo el mundo tropical. Por primera vez Pedro Guzmán le habló de amor. Ella le respondió: -En dos años no has tenido más tiempo que para ver la revolución. Y él contestó: -Es que la revolución es un terreno duro, Florinda y las semillas del amor tardan dos años para germinar-o El padre de Florinda oía el diálogo y pensaba en lo rudo del destino para lograr una vida apacible y feliz para su hija. En el transcurso de los días siguientes llegaron al campamento las noticias de la campaña del General Piar y los guerrilleros se dispusieron a marchar para unirse al Ejército Libertador. En una de las contramarchas, el ejército guerrillero se topó con un grupo del ejército realista, trabándose en feroz combate. Dada la superioridad numérica de los realistas, los patriotas sumamente diezmados iniciaron la retirada. Quedaban muy pocos, el padre de Florinda había muerto en el combate. Pedro y Florinda acompañados de cinco guerrilleros se hicieron a la sierra, perseguidos siempre de cerca. Serían aproximadamente las cuatro de la tarde cuando llegaron a un riachuelo e intentaban apagar su sed, cuando vieron que varios soldados realistas se aproximaban. Florinda, Pedro y los cinco 51 guerrilleros se emboscaron y atacaron por asalto a los soldados dejando sin vida varios de ellos y poniendo en fuga a los restantes. Pedro, Florinda y los suyos también iniciaron la fuga. Media hora más tarde se dieron cuenta que un grupo de diez soldados realistas los perseguía; para eludirlos, cruzaron el bosque vecino, pero algunos animales salvajes se espantaron y denunciaron su presencia; luego cruzaron un cañaote yse adentraron en la montaña. La hora de la noche se aproximaba. Con gran dificultad llegaron hasta las grandes raíces de árboles gigantes. Creían haberse escapado del enemigo, cuando oyeron ladridos de perros. -Nos persiguen con perros, preparen los fusiles, súbanse a los árboles a dos o tres varas de altura, hay que dejar que los perros se acerquen para liquidarlos-o A los pocos segundos habían llegado los perros, eran tres mastines gigantes. Los guerrilleros dispararon sobre los perros liquidándolos yemprendieron la retirada por la montaña. Sería la media noche, ya exhaustos, resolvieron descansar a la orilla de un río donde se recibía el claror de la luna, cuando oyeron nuevos ladridos de perros. Pedro ordenó: -Metámonos en el río con el agua hasta la cintura, así batiremos a los hombres ya los perros- No tardaron en hacer acto de presencia los soldados y los perros. Eran dos perros cazadores y seis soldados. Los perros se lanzaron al agua; los guerrilleros dispararon sobre los perros matándolos. Los soldados dispararon sobre los guerrilleros dejando a cuatro de ellos sin vida, Pedro y Florinda dispararon sobre los soldados matando dos de ellos. Pedro ordenó: -A cruzar al río-, Pedro, Florinda y el soldado sobreviviente ganaron a nado la otra orilla. Los tres continuaron la fuga. Ya al amanecer se encontraban en la cumbre de una montaña. Antes de hacer campamento examinaron los alrededores y observaron a cuatro soldados que venían en su persecución. Pedro ordenó formar emboscada. Cuatro soldados se acercaban cautelosos. Pedro, Florinda y el guerrillero dispararon sobre ellos cayendo tres soldados y cercando al otro. El guerrillero se enfrentó al soldado diciéndole: -Usted nos va a decir cuantos más nos persiguen. Pero el soldado mantenía en sus manos al fusil con bayoneta y les dijo: Creo que se nos ha escapado una buena recompensa que nos ofrecieron por capturarlos y yo no me rindo­ El guerrillero lo intimó a la rendición trabándose una lucha entre el guerrillero y el soldado. Pedro y Florinda cargaron sus fusiles a la mayor brevedad, pero el soldado hirió mortalmente al guerrillero. Pedro disparó sobre el soldado quien cayó con un balazo en la cabeza, Pedro y Florinda corrieron a socorrer al guerrillero, pero éste ya había expirado. Pedro y Florinda se internaron por la ribera del río montaña adentro llevando en el alma una inspiración de libertad y un caudal de 52 rebeldía en el pensamiento. Se internaron bosque adentro hacia las cabeceras del río, donde los manantiales dan origen a la corriente. Así se marcharon a lo ignoto de la serranía, con el manantial purísimo de sus principios, en la fluidez de sus ideales, como se marcha en un éxtasis la oración buscando lo sublime del Creador, en solicitud de la armonía entre los humanos. Dicen que los dos se sembraron en el mundo de la guerra, donde la Filosofía es la esencia de la mística y donde el amor y el sacrificio son la esencia del Ser. Pedro y Florinda se confundieron con la guerra y la leyenda, con las notas de las dianas y con el despertar de su época y no se sabe en que cumbre de batalla ofrendaron sus vidas por ese ideal de justicia. Pedro y Florinda, en la leyenda de la región, dicen que trasmiten al caminante emoción de legión de guerrillero, con un candor del bravo pueblo en las riberas del sol.

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LAS DONCELLAS DE SAN CARLOS

En los viejos cuarteles se oían las voces de mando. Los escuadrones de caballería tomaban posición de marcha en la ciudad. La ciudad de San Carlos era teatro de operaciones militares de 1821. La guarnición de San Carlos se movilizaba hacia Valencia, donde se encontraba el Jefe Supremo realista de la Capitanía General de Venezuela, General La Torre. Este ejército tomaba posiciones estratégicas en vista del avance de los ejércitos que operaban bajo las órdenes del Libertador Simón Bolívar. Al ser desocupada esta ciudad de San Carlos por los ejércitos del Rey, los patriotas residentes en la ciudad tomaron el comando de las autoridades. La tensión era grande, no había armas para defender la ciudad de algún posible ataque de los ejércitos del Rey. 55 Todo era zozobra en la ciudad de San Carlos, cualquier acontecimiento por pequeño que fuera, tenía repercusión inmediata en el grupo humano. Fue un domingo de claro azul de cielo, entre los embru.jos de la brisa llanera, cuando tres garzas blancas y tres garzas morenas se posaron en la cumbre del campanario de la Catedral. Yeran mansas las garzas, con majestad de mañana clara, cuando en la armonía de la sabana vibra entre esa brisa el palmar. Las garzas eran tan mansas que no levantaban el vuelo por más que la gente se les acercará y se oyó el canto de un gallo con aires de diana triunfal y la gente que estaba presente dijo que fue una garza la que cantó y otros que era una corneta de la libertad que había hecho oir su clarín desde las alturas del campanario; otros aseguraron que fue el badajo de una campana que al hacerla resonar, en lugar de campanadas, lo que oyó fue un toque de diana. Pero allí seguían las garzas, tranquilas como un emblema de libertad. Algo anuncian esas garzas y debe ser algo bueno, dijo un poeta bohemio, quien se detuvo a contemplar a las garzas tranquilas posadas sobre el campanario. El sacerdote del lugar se acercó al orata a quien había oído dialogar con ese mundo invisible que tienen los poetas al soñar. El sacerdote le dijo: -Oiga amigo poeta ¿usted como que es supersticioso, creyendo en garzas? Tal vez, repuso el poeta, -agregando- ¿Y usted como qu.e cree en palomas, mi querido sacerdote? -Yo no creo en animales, yo creo en Dios, -replicó el sacerdote- Y el poeta con sonrisa irónica repuso: -Ajál Con que no cree en animales, entonces explíqueme qué es esa palomita del Espíritu Santo. El sacerdote respondió; -Eso es otra cosa, ese es un misterio aceptado por la Iglesia. A lo que el poeta replicó: -y esas garzas son un misterio aceptado por la República y significan que el Ejército Libertador viene por allí, que no está muy lejos y que viene por los llanos y que esas garzas, de tanto oir plomo, se vinieron asustadas de los esteros y por tanto esas aves mensajeras quizás sean un espíritu santo de la guerra- El sacerdote oyó al poeta con atención y en sus labios se dibujó una sonrisa entre maliciosa y picaresca respondiendo: -Gracias amigo- El sacerdote se retiró caminando lentamente y monologando: -Qué llaneros éstos, ahora comprendo el doble sentido, toques de dianas de las campanas y otros anuncios de las garzas; claro, ya comprendo, el ejército de la República viene remontando por la llanura y han fatigado a los garceros y las garzas han buscado refugio en cualquier parte y entre ellos el campanario. 56 En los habitantes de la ciudad de San Carlos se observaba inquietud, la gente se movilizaba de una casa a otra y algunos lo hacían a caballo. La casa de Don Pedro Sancarleña, anciano honorable de 80 años de edad, era sitio de concurrencia. Don Pedro estaba asomado al balcón de su casa frente a la plaza y observó que un jinete, con una bandera tricolor de siete estrellas y armado de lanzas, pasaba en su caballo, al galope, seguido de otro. Don Pedro dejó oir su risa alegre diciendo luego: Si es el cura de la ciudad y el sacristán, [quién lo iba a creer!, también son republicanos y se alejan rumbo al llano, buscando al Ejército Libertador. -Varios de los visitantes salieron al balcón y vieron con gran alegría la actitud del sacerdote, quien en forma decidida cabalgaba rumbo al llano. Otro jinete pasó armado de lanza y en la misma dirección: era el poeta bohemio de San Carlos, quien llevaba por bandera su poesía y en su mano sostenía una lanza de guerrero. También el poeta se iba al llano. Un grupo de doncellas jinetes se presentó por una de las calles de la plaza y otro grupo de doncellas irrumpió por el otro lateral de la misma plaza. Ambos grupos gritaban: [Viva Bolívar! ¡Viva la Patria! Viva la República! ¡Viva la Libertad! Don Pedro, complacido, contempló que al frente de las doncellas venía su nieta Brunilda Sancarleña, bella muchacha, piel canela y ojos verdes, pelo negro lacio, con un metro setenta y cinco centímetros de estatura, cuerpo esbelto y risa suelta como la brisa de la llanura. Ella era capitana de las doncellas. Su mamá, Doña Esperanza, fue una de las heroínas que brindó su vida en aras de la libertad de la Patria en la batalla de San José de Mapuey en 1813, cuando Brunilda contaba diez años apenas. Se detuvieron y desmontaron frente la casa de Don Pedro, entrando en tropel a la vivienda, Brunilda abrazó a Don Pedro diciéndole: -Abuelito, he organizado a las muchachas con entrenamiento de lanceros. Y vamos a defender la ciudad, ya que todos los hombres se fueron a incorporarse al ejército> -Haces bien, hija mía, -contestó Don Pedro, -ten la seguridad que los ancianos, los niños y las mujeres te respaldarán, hay que impedir que los realistas regresen y éste es el mejor bastión, para que el Libertador opere con facilidad sobre Valencia> En toda la ciudad reinaba agitación y hasta alegría. Los cuerpos de lanceros de doncellas patrullaban y tomaban posiciones, los niños servían de vigía y centinelas, los ancianos hacían planes de defensa; las mujeres eran las proveedoras de agua y alimentos. Al día siguiente, uno de los niños vigías llego en su caballo ~ toda prisa avisando que los realistas se acercaban por el camino de El Tinaco. 57 . Las doncellas salieron a combatir, se organizaron en dos escuadrones de sesenta cada uno y en grupos de a tres. El primer escuadrón lo comandaba Brunilda Sancarleña y el otro Patricia Hernández, quienes en cuadro de batalla, resueltamente esperaban al enemigo en las sabanas de San Carlos. Ya estaba a la vista el ejército realista. Era el General La Torre, quien por decisión tomada de su estado mayor había resuelto ubicarse en San Carlos, ciudad ya desalojada por su ejército, pero que se había considerado posteriormente sitio de posición estratégica. Al lado del General La Torre venía una mujer, Rosita Montenegro. El General La Torre tomó su largavista y observó los escuadrones de doncellas, exclamando: -Pero si son doncellas! Qué lindas se ven!. Son valientes! Deben tener sangre española! No nos acercaremos dijo el General La Torre, -un General español de mi rango no se va a mancillar con sangre de doncellas- Yordenó la retirada. Rosita Monteverde tomó ellargavista y miró diciendo: -Yo las conocí a todas cuando viví en San Carlos, aquella es Brunilda Sancarleña y Patricia Hernández, qué atrevidas e irrespetuosas son, atreverse a desafiar la autoridad del Rey. Diciendo ésto volvió a su grupo y siguió al estado mayor del General La Torre, por la vía de El Tinaco rumbo a Valencia. Las doncellas vieron retirarse al ejército realista y regresaron felices a la ciudad de San Carlos. En la ciudad reinaba entusiasmo, se esperaba la entrada del Ejército Libertador. En horas de la tarde un escuadrón de doscientos jinetes hacía su entrada en la ciudad de San Carlos: doscientos hombres jóvenes, blancos, corpulentos, con uniforme de Iiquí-liqui, sombrero de pelo e'guama, botas y muy buena silla de montar, entraron a la ciudad en posición de batalla, dando vítores a la República y a la libertad y con bandera tricolor desplegada. El escuadrón de doncellas dirigido por Brunilda Sancarleña salió a darles la bienvenida. El comandante del escuadrón, Aurelio Andinos Chacón, presentó sus saludos a Brunilda, explicándole: -Venimos de Los Andes a incorporarnos al Ejército Libertador que debe concentrarse en esta ciudad; no tuvimos oportunidad de reunirnos con el Coronel Cruz Carrillo por razones de distancia. Hemos recorrido cincuenta leguas para llegar hasta aquí.- Brunilda con viva emoción los invitó a la casa del abuelo, imponiéndoles en el trayecto de todos los pormenores. A los ruidos del tropel Don Pedro salió al balcón y ordenó abrir la puerta para recibirlos. Al oir Don Pedro el apellido Andinos Chacón 58 preguntó al comandante Aurelio: ¿-Por casualidad, joven, es usted familia del comandante Juan Andinos?- Exactamente, respondió el joven comandante, soy su hijo, mi padre murió el año de 1814,a esta fecha de 1821 han transcurrido siete años.­ Don Pedro hizo referencias de haber conocido al bravo de Los Andes, comandante Juan Andinos, cuando incorporado en 1813 al Ejército Libertador pasó por las zonas de Cojedes, expresando su admiración por aquel gran Jefe ysu nueva amistad por el hijo. Don Pedro ofreció alojamiento al comandante y a otros oficiales; los demás se alojaron la vieja casona de la plaza mayor que desde el 27 de julio de 1813se denominara "Casa del Cuartel" Ya solos, Don Pedro y su nieta, ella expresó: -Abuelito, ya tenemos ejército en San Carlos ¿no te parece maravilloso?, porque a mí me da la impresión que son Dioses del Olimpo que vinieron a socorrernos.­ Don Pedro Sancarleña sonrió diciéndole a su nieta: -hija mía, no son dioses, son guerreros jóvenes de Los Andes, nativos del Táchira; naturalmente que es un refuerzo valioso, porque podemos retener esta Plaza hasta la llegada de Bolívar; sin embargo, los muchachos son excelentes y muy bien plantados, sobretodo Andinos Chacón, quien tiene estirpe y calidad. Y tú, que eres muy linda, harías buena pareja con él. Brunilda ruborizada le dio un beso al abuelo, diciéndole: -no pienses tan lejos abuelito.­ Transcurrieron dos días, los muchachos de Los Andes eran la novedad en la ciudad. El grupo guerrero se veía bien constituido. Además de sus cabalgaduras, traían mulas de carga y carretas que les servían de convoyen su abastecimiento. Durante estas dos noches se oyeron serenatas de cadenciosos valses de Los Andes y en algunas reuniones las muchachas contrapunteaban con tonadas llaneras. Mientras tanto, en el estado mayor realista del General La Torre se deliberaba sobre la necesidad de tomar de nuevo la ciudad de San Carlos y por decisión del estado mayor se designó un cuerpo del ejército compuesto de mil hombres para tomar esa ciudad, lamentando la suerte que pudieran correr las doncellas rebeldes. De nuevo un vigía llegó a San Carlos para avisar que por las vías de El Tinaco se acercaba el ejército realista. Los escuadrones del Comandante Andinos Chacón y el de las doncellas salieron a tomar posición de batalla. Los hombres de Los Andes se organizaron en dos alas de combate en grupos de a cinco, formando triángulos, un grupo estaba armado de 59 lanzas, otro de fusiles con bayonetas caladas del tamaño de una vara, amoladas por ambos lados y con punta de puñal, el otro grupo estaba armado de espadones; así formaban el triángulo con tres grupos de cinco hombres cada grupo, dos a la vanguardia y uno a la retaguardia. Era una táctica diferente a 10 usual en el ejército. Brunilda y Patricia con sus escuadrones formaban grupos de a tres, equidistante uno de otro y con lanzas en ristre. Ya se acercaba el ejército realista con flamante caballería de gran vistosidad y calidad. Los realistas avanzaban confiados, esperaban una simple escaramuza con un grupo de doncellas. Aurelio saludó con el sombrero a Brunilda diciéndole en voz alta: -¡Mi amor te dedico el triunfo! -A lo que contestó ella con un beso al vuelo. Pedro Luis Sayago, segundo comandante de Los Andes, hizo un saludo similar a Patricia dedicándole la victoria. Ya estaban a distancia de batalla. El comandante Aurelio Andinos Chacón dio la orden: -Atención! a la carga! - Ypatriotas y realistas chocaron en un encuentro feroz. Brunilda y Patricia gritaron: A la carga! Los ejércitos se arremolinearon en el combate, sacando mayor ventaja los patriotas en el primer encuentro. Se recrudeció la lucha, los guerreros de Los Andes liquidaron con relativa facilidad a las primeras filas realistas, pero las doncellas se adentraron en el grueso del ejército del Rey y estos hicieron una maniobra envolvente. Los comandantes Andinos Chacón y Sayago ordenaron: -A la carga! Precipitándose en posición de rompe líneas, lograron romper el cerco que circundaba a las doncellas. Las bajas eran numerosas por ambas partes. Caballos y jinetes rodaban por la sabana. Estruendo en fusilería y relumbrar de armas blancas con el sol y un huracán de caballería, ejecutaban una acción gloriosa en las sabanas de San Carlos. El batallón realista se repliega por un momento. El comandante Andinos Chacón llega cerca de BrunildaSancarleña y le grita:­ ¡Brunilda! ¡Forma cuadros! y ella ordena a las doncellas: -Formen cuadros!­ Mientras el escuadrón de Los Andes formaba cuadros cerrados de batalla, las doncellas cerraban filas en guardia. Brunildalucía como una diosa llanera y en contraste de sus ojos verdes, con su brillante piel canela, simulaba ser un monumento de mujer fundido en bronce bajo el sol ardiente. El escuadrón de doncellas, al ritmo del combate, impresionaba en los reflejos del alma, como impresiona un río de estrellas sacudiendo el polvo de la llanura, como si Dios transformara la ternura en ángeles de 60 fuego. Las doncellas atacan con violencia, lanza en ristre. El escuadrón de Los Andes las apoya. Los escuadrones realistas contraatacan. Brunilda se enfrenta a un oficial realista y él de un sablazo parte el asta de la lanza que Brunilda porta. Interviene oportuno el comandante Andinos Chacón y corta con su espadón el brazo del realista, Brunilda se arma de nuevo sacando de la gualdrapa de su silla.una hermosa espada donde se refleja el sol. y se oyó vibrar su voz bella: -¡A la carga! Que de nosotras la Patria espera una victoria segura, como en las profundidades del cielo Dios espera la oración- Los bravos de Los Andes y el escuadrón de doncellas chocan con el ejército realista, con ímpetu de bravura, como el rayo de una centella en el núcleo del sol. Y como un huracán enfurecido, guerreros de ambos bandos, sobre charcas de sangre, con alma de sol, rodaron por la sabana; Arriba un tinte de cielo y abajo en el suelo glorioso la sangre teñía de rojo; mientras la aurora de la gloria completaba el símbolo de oro en el emblema tricolor y las doncellas, como, estrellas de la vida, iban quedando impresas en la acción que arrebata en aquellos surcos de la guerra. Allí probaron los bravos de Castilla lo cierto de los brazos invencibles de la Patria criolla y comprobaron como, bajo la estrella de Bolívar, se producía el parto de una Nación, sostenida por un tallo fuerte de Los Andes y una legión de doncellas dónde la mística irradia . lo cortante que tienela espada y el heroísmo que brinda la vida, donde lo áspero de la lucha contrasta con la flor- . Ambos bandos quedaron destrozados. Patriotas y realistas alfombraron de cadáveres las sabanas de San Carlos. Andinos Chacón mortalmente herido y Brunilda Sancarleña agonizando, caídos ambos en un mismo palmo de terreno, ella trajo hacia su pecho y ambos cerraron los ojos enla luz de una misma sonrisa yen un mismo latído.. La victoria quedó a favor de los patriotas. Un pequeño grupo de los bravos de Los Andes gritaba: Victoria! Y algunos realistas en retirada quedaban dispersos en la llanura. Olor a pólvora y pasto ardiendo levantaban columna de fuego y humo. Ya eran pocos los jinetes que se veían en combates y algunos cruzaban a veloz carrera en dispersa huida. Muy cerca se oyó una algarabía. Don Pedro Sancarleña concurría a la batalla con las carretas del convoy de Los Andes cargados de muchachos y mujeres armados con instrumentos de labranzas, palos y piedras, otros venían a pie, todos concurrían con Don Pedro a reforzar a los combatientes patriotas. 61 La ciudad de San Carlos estaba en pie de guerra. Cuando llegó a Don Pedro y su muchedumbre la batalla había terminado, los realistas que habían quedado salvos, huido. Un grupo de treinta jóvenes de Los Andes recorrían el campo, haciendo el reconocimiento de los caídos y del resultado de la batalla. Don Pedro reconoció a su nieta. Yacía inmóvil sobre otro cadáver. Don Pedro bajó de la carreta y contempló a su nieta muerta con la cabeza colocada en el pecho de quien fuera el comandante Aurelio Andinos Chacón. Patricia apareció decapitada, todas las doncellas habían perecido junto con ciento setenta bravos de Los Andes; pero el ejército realista quedó vencido en esta acción. El comandante de Los Andes sobreviviente, Antonio Velasco Paredes, ordenaba apilonar los cadáveres realistas y quemarlos, para evitar epidemias. Los cadáveres de los bravos de Los Andes y de las doncellas fueron trasladados en las carretas a la ciudad, disponiéndose luego el entierro en el cementerio de la ciudad de San Carlos. En la primera carreta iban los cadáveres de Brunilda Sancarleña, del comandante Andinos Chacón, el de Patricia y el del comandante Pedro Luis Sayago. Las campanas doblaban con tañer de himno triste que despide a los héroes. La noticia de la batalla llegó al General La Torre, quien sorprendido preguntó: Y los derrotaron las doncellas? El oficial informante respondió: -No, mi General, un ejército muy bien organizado estaba allí, seguramente el General Simón Bolívar ocupó la Plaza. El General La Torre supo del sacrificio de las doncellas y volvió a repetir aquella frase, ¡Eran bellas y valientes! ¡A lo mejor tenían sangre española! Mientras, en la ciudad de San Carlos un cortejo popular conducía a los héroes al cementerio y al mismo tiempo el Ejército Libertador hacía su entrada a San Carlos. Un grupo del ejército precedió la entrada del Libertador, tomando las posiciones estratégicas. Ya el Libertador se acercaba en su caballo blanco; las semblanzas del héroe reflejaba la grandeza noble de un príncipe de la libertad. Don Pedro Sancarleña le dio la bienvenida y según la leyenda el héroe respondió: -Estoy en conocimiento de los sucesos> El Padre de la Patria con su Estado Mayor presidió el cortejo y presenció la sepultura de los bravos de Los Andes y de las doncellas de San Carlos. Para referirse a ellas, cuenta la leyenda que el Libertador, ya 62 instalado en "La Blanquera", después de haber elogiado a los héroes, para hacer alusión a las doncellas dijo: "Ellas representan los ángeles que ha vertido el vientre purísimo de la Patria para orlar la gloria de la libertad en los anales de nuestra historia. Ellas son los laureles inmortales donde lo sublime germina y lo imperecedero adquiere dimensiones de eternidad". Cuentan las tradiciones legendarias de San Carlos que Brunilda Sancarleña y el grupo de doncellas, por los meses de junio son el motivo que inspira el alma de todo el llano, cuando se celebran las fiestas que preceden los aniversarios de la batalla de Carabobo y que todo el pueblo de San Carlos, estos meses de junio, entona las tonadas llaneras y que alguien responde con un vals cadencioso de las regiones andinas advirtiéndose en el ambiente una emoción de doncellas en lo bravío de una batalla.

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RICARDA DE LOS TEQUES

Un cuerpo de caballería hacía su entrada en la ciudad. El jefe del Primer Escuadrón caracoleaba en su caballo negro retinto. Esplendían en el caballo las charnelas de cadena de plata y la espléndida silla de montar de cuero repujado. El hombre, sable en mano, de tez casi roja, movía con brío su corcel; las espuelas de plata del jinete relumbraban. Era un oficial del Rey. Era la caballería de vanguardia del ejército del General Domingo Monteverde, en su avance triunfal por territorio de Venezuela el año 1812. Parte de la ciudad de Los Teques estaba cubierta de neblina y la temperatura media llegaba a los diez grados sobre cero. El General Monteverde preguntó a su lugarteniente Antoñanza: ¿Cómo se llama esta ciudad primaveral? 65 Se llama Los Teques, mi General, respondió el oficial. El General Monteverde se interesó por la población y dio un recorrido por ella, expresando: Sería maravilloso tener aquí una buena casa. y luego inquirió: ¿Dónde está el Alcalde? Un Oficial le dio la respuesta: Es este señor que nos acompaña, mi General. Monteverde se dirigió al Alcalde: ¿Y cómo es que no se ha oído un "viva al Rey" en esta ciudad ni se ve la gente en las puertas de sus casas, ni en las plazas? El Alcalde respondió: Es que hace mucho frío, mi general, y la gente sale poco a la calle. El General Monteverde soltó una carcajada repitiendo varias veces "¡y que frío!". Sin embargo, si no hubiera conocido a otras ciudades del interior no se lo creería; pero usted, tiene razón. Para un nativo de estas regiones este clima debe ser glacial; pero para nosotros es apenas una primavera. El ejército realista continuó su viaje rumbo a Caracas. El Alcalde regresó a su casa donde lo esperaban varios amigos y refiriéndoles lo ocurrido comentó: ¡Cónfiro! De buena nos salvamos Monteverde se tragó el anzuelo; menos mal, creí que iba a mandar por la fuerza a salir de sus casas a la gente, para dar vítores al Rey. Si este embuste mío no hubiera sido tan acertado, tendríamos las cárceles llenas y quizás un muertero. Los concurrentes celebraron la ocurrencia y empezaron a prepararse para la resistencia. La mayoría eran partidarios de la Independencia. Así, la ciudad de Los Teques era un hervidero de revolucionarios republicanos. Las comunidades de Los Teques a San Antonio y San Diego de Los Altos, Baruta, El Hatillo, Ocumare del Tuy, Petare, Guatire, Higuerote formaban una cadena de resistencia que atrajo la atención del Gobierno realista, quien hacía sentir la represión. Los gendarmes estaban en todas partes, los prisioneros eran numerosos; los soldados realistas muertos eran muchos. Los soldados allanaban las casas de la ciudad de Los Teques y se llevaban a los jóvenes y muchos de ellos eran ejecutados. Un día allanaron la casa de familia de Los Torres del Corral y se llevaron prisioneros a Simón, Anastasia, Florencio y Teresita. LLegó la noticia, a los pocos días, que los cuatro habían sido ejecutados en el camino real de Los Teques a Caracas. Doña Ricarda de Torres del Corral recibió la infausta noticia de sus hijos y con serenidad pasmosa manifestó: ¡Los realistas van a saber quien es Ricarda!. Al día siguiente, los vecinos quedaron extrañados de ver a Doña Ricarda vestida de pantalón, cabalgando un potro moro rumbo a su 66 hacienda de café. Doña Ricarda desmontó de su caballo en el patio de la casa de campo; un joven indio salió a recibirla: Mi doñita, fue la expresión del joven, supe lo de los muchachos. A lo que respondió Doña Ricarda: Por eso vengo, Buánerge. Reúneme los muchachos de la hacienda, que les quiero hablar. Al poco rato cincuenta hombres oían la palabra de Doña Ricarda: Este gobierno de bandidos quiere sembrar el terror ante el inminente cambio de épocas. Mis hijos fueron asesinados, mi esposo lo fue también días antes y todos nosotros sin duda estamos en la lista de esos malvados. Nuestra respuesta es la guerra. En grito sordo se oyó en el ambiente: "¡Viva Doña Ricarda! ¡Todos a la guerra!". En pocos días se conocía que una partida de alrededor de doscientos hombres estaban alzados bajo el mando de Doña Ricarda en las inmediaciones de la montaña de Los Teques. Un escuadrón realista salió en su persecución. En una hondonada cerca de la población de Baruta acampó el escuadrón realista. Cien jinetes formaban campamento y el jefe de ellos comentaba: Yo no creo en esos cuentos de que una mujer anda alzada contra el Rey, esos son chistes. Mientras, tomaban vino y comían carne asada y, muy tranquilos, bajo la fresca brisa de la zona tequeña, se echaron a dormir a pierna suelta. Doña Ricarda y sus hombres atisvaban desde lo alto de la serranía. A las dos de la madrugada, bajo un rayo de luna, Doña Ricarda levantó su sable: Llegó la hora muchachos. Vamos a caerles por el Este y por el Oeste, tú, Buánerge, comandas el grupo Este, entras por la pica de Los Zamuros; yo entraré con los demás por el camino de los arrieros; cuando estés a punto de asaltar, tocas la guarura, que yo haré contestar con un toque de cacho. Treinta minutos más tarde se oyó un toque de guarura seguido por el toque sordo de un cacho y luego gritos y alaridos, ruidos de machetes y ayes sorprendidos. Una batalla por asalto tenía lugar en la hondonada de Baruta; tropel de caballos sin jinetes y la voz de: "¡Ríndanse canallas!". Media hora más tarde, sesenta soldados del Rey marchaban atados de los brazos rumbo a los cerros y cuarenta hombres quedaban cercenados a machetazos. A las seis de la mañana, en medio del bosque, Doña Ricarda dictaba sus órdenes: Traten de recoger los caballos que quedaron dispersos. A lo que contestó el indio Buánerge: Ya ochenta de ellos están en nuestro poder, los otros huyeron por el camino de Caracas. Doña Ricarda se constituyó en Tribunal donde ella era el Juez y a la vez el acusador. Y dirigiéndose a los reos les dijo: "Señores 67 criminales, en nombre de la justicia divina y de la República, este Tribunal los condena a muerte", Un jurado presidido por el indio Buánerge contestó: "Aprobado, son culpables". De entre el grupo de prisioneros se oyó la voz de un joven: "¡Madrina Ricarda! Yosoy Inocencia, no me mates madrinita. ¡Ah! exclamó Doña Ricarda, con que tú eres Inocencia, y andas con estos asesinos; dime querido ahijado, esos mosquetes yesos sables que ustedes cargan son para sembrar rosas o para asesinar? El mozalbete contestó: Yo no sé, madrina. Un viejo oficial realista con voz grave y burlona respondió: Mire, mi Generala, el muchacho es inocente, no ve usted que se llama Inocencia? El se ofreció espontáneamente para identificarla a usted y nuestras intenciones eran muy sanas, apenas queríamos agarrarla para colgarla de una rama por el cuello;pero la suerte ha cambiado. Doña Ricarda se dirigió al indio Buánerge: "¡Decapítenlos!" Minutos más tarde una caravana de jinetes e infantes marchaban lento por la serranía tras las huellas de su Capitana. La noticia llegó a Los Teques y también a Caracas. El General Monteverde dijo: Esa mujer es una fiera, una delincuente. Hay que atraparla. Partidas de soldados salieron en su búsqueda. El sitio de las expediciones era Los Teques. Los soldados acampaban en la plaza principal. LLegó la falsa noticia de que Doña Ricarda había perecido en un combate y a tal efecto trajeron un cadáver sin cabeza, el cual fue exhibido al público. La ciudad de Los Teques estaba de duelo. Para todos era cierto lo que habían dicho de la muerte de Doña Ricarda. Ya la guarnición realista estaba más sosegada y la persecución había cesado. Las cárceles estaban llenas de prisioneros y la represión había aumentado. Las noches tequeñas eran silenciosas, uno que otro farol iluminaba las calles. Fue a la una de la madrugada de un famoso viernes, que la ciudad se despertó sorprendida. Ruidos de mosquetes y tropel de caballería irrumpía en la plaza y en el cuartel de la ciudad, oyéndose gritos: "[Viva Doña Ricarda!" Era la Capitana aguerrida que emergía desde la sombra sorprendiendo a los realistas. A las cinco y media de la mañana la plaza principal y el cuartel estaban sembrados de cadáveres de soldados, las cárceles estaban abiertas y de nuevo una caravana de hombres y mujeres, a pie y de a caballo, seguían a una mujer de piel blanca, por las serranías tequeñas. Ya Doña Ricarda era el mito, la realidad y el terror. Hábil en las emboscadas y rápida en la acción. En la plaza principal de Los Teques quedó un cartelón escrito "En 68 de los pueblos valientes no germina la semilla de los verdugos".

," "Cuando el pueblo es el juez, los tiranos son los reos naturales", "La injusticia reina cuando el pueblo es cobarde". "La voluntad brinda fuerza a los justos y la historia los consagra". "Cuandos los soñadores se hacen guerreros, una nueva era de luz ilumina a un sector de la humanidad". Al final de estos pensamientos firmaba Ricarda Torres del Corral. Así, en el alma de la leyenda tequeña, se vislumbra en los tiempos perdidos, la imagen de una mujer blanca de ojos verdes, cabalgando en potro moro seguida por un comandante indio y una partida de guerreros, brindando a su pueblo desagravio y redención y a la vez vengando la muerte de su marido y sus hijos. Es legendario, en esas serranías de ensueños, que, en las noches de luna, en las lenguas del viento se oye un tropel de guerreros y la voz de mando de un comandante indio y que una estrella errante cruza los campos y se bebe los cielos y que es Doña Ricarda de Los Teques que va recogiendo sus pasos para sembrarlos en su sueño.

69 j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j j EL JAGUEY ENCANTADO DE GUARICO

Entre un cerco de árboles tropicales¡ un espejo de agua apacible con reflejos de cielo claro¡ surcado por aves acuáticas de colores diversos y plantas de agua dulce, entre floridos bora1es y magüeyes graciosos que¡ al proyectarse reflejados en el jagüey dormido¡ distorsionan en los reflejos sus formas¡ al acariciar leves ondas de luz de sol naciente¡ que se derrama en suave manto de un despertar de cielo sabanero en la ternura de111ano abierto. Mientras sobre el jagüey descienden las garzas blancas y morenas¡ simulando una lluvia de motas lindas¡ con mechones del firmamento¡ entre el oro del sol, el blanco y el pálido gris del plumaje de las garzas¡ cuando éstas describen bellos círculos en leve vuelo, a11lenar el espacio en gigantes bandadas en forma de majestuoso abanico, bajo las caricias de un soleado 71 resplandor y las riberas pobladas de árboles en florescencia¡ servían de recuadro a la majestad del jagüey. Entre estas riberas habitaba una pareja de feliz unión enamorada. Ella era una hermosa india oriunda de las tribus de la Mesa de Guanipa y él un español rubio procedente del norte de España. Habían unidos sus destinos en esta zona inmediata a ciudad de Calabozo en los llanos guariqueños, de la Venezuela de 1814-1821. Así la india Careída yel señor Jorge de Mendoza y Del Trigal llevaban su vida apacible y rural, dedicaban sus mimos a su único hijo [orgito de unos 10 años de edad. Don Jorge era un individuo de prestancia, caballero cabal, muy buen jinete y diestro en lances atrevidos. Su casa, era atractiva, con plantío de árboles frutales, un bello jardín alrededor ofrecía un agradable ambiente a su casona de aspecto colonial. Por esta época la guerra de Independencia entre republicanos y realistas era feroz. Don Jorge no tenía partido ni por unos ni por otros, él solía decir: ­ yo perteneceré a lo que resulte de la pelea-o Pero sí, Don Jorge vendía mucho ganado para ambos bandos. Lo curioso era que Don Jorge no tenía hato, ni cría de ganados y jamás una res; pero vendía mucho ganado. Porque él tenía su sistema: lo que cae en este jagüey es mío, decía Don Jorge, porque yo soy el dueño del jagüey y de sus sabanas adyacentes, según cédulas que se me han otorgado. Cuando un dueño de ganado se acercaba por su casa preguntando si no habían visto su ganado, así o asao, Don Jorge contestaba:­ Exactamente, ese ganado estaba aquí, por cierto muy buen ganado; pero se lo llevó gente armada de la guerra. Sin embargo, yo me les encaré y les dije que el ganado de ese hierro había que pagarlo y por buena suerte, me dejaron unos pesos que se los guardé para usted-o El ganadero contaba adolorido aquel dinero que apenas representaba la mitad del precio, -pero... pero ... del "ahogado el sombrero". Don Jorge replicaba con simulada valentía: -Si quiere, Don fulano, yo lo acompaño, a cualquier campo de batalla para que usted le cobre completo el ganado al grupo que se lo llevó. Por lo general los ganaderos contestaban: -Yo le aviso, Don Jorge, de todas maneras, muchas gracias; -pero Don Jorge le exigía que firmaran el recibo y la constancia de venta-compra. Ya se había hecho una costumbre ley a cien leguas a la redonda, que ganado perdido se podía cobrar en la casa de Don Jorge, pues la bataola de la guerra empujaba a la ganadería por las distintas regiones 72 llaneras y el ganado buscaba hacia el gran jagüey atraídos por el agua, para apagar su sed. De esta manera los llaneros dieron al gran jagüey el nombre de El Jagüey Encantado, porque ganado que se perdía en el jagüey se cobraba, aunque fallo. Jorge, Careida y su hijo, vivían felices, en su casona, a las riberas del Jagüey Encantando. La familia se había organizado tan bien que ya disfrutaban de una servidumbre de seis personas y además poseían buenos caballos de montar, vacas lecheras, aves de corral, y algo de ganado porcino y cabrío. También poseían algunos sembradíos agrícolas y de fruticultura. En la casona había varios perros. Iorgito era dueño de un hermoso perro llamado Símbolo. En aquel ambiente de paz todo invitaba a soñar. Por la tarde, los venados llegaban al jagüey a calmar su sed, ágiles, ariscos y de aspecto sorprendido. También llegaban lapas, cachicamos, morrocoyes, conejos, acures, dantas, báquiros, chigüires y de vez en cuando tigres y pumas. Los pájaros que venían en bandadas cubrían los árboles con sus encantos; eran admirables las de loros, pericos guacamayas, turpiales, azulejos, tucusitos y otras especies que llegaban buscando el agua y los frutales. Don Jorge se sentía orgulloso de poseer aquel paraíso llanero. Fue un día de mayo que Don Jorge advirtió que lotes de ganado venían en estampida del sur, y otras veces del norte. También era excesivo el número de garzas y aves que acudían al jagüey. Don Jorge advirtió a su familia y a la gente que trabajaba con él, que se mantuvieran alertas y cerca de la casa; porque esa movilización de animales indicaba que ejércitos en combate podían estarse acercando. Serían las cinco de la mañana cuando Don Jorge oyó clarines de la guerra, se levantó a prisa, llamó a su familia y a las diez personas que trabajan con él, ordenó que no encendieran luces y que todo el mundo esperara con la mayor atención. A las seis de la mañana Don Jorge vió un ejército en posición de batalla al norte; uno de sus criados le avisó que al sur había otro ejército. Don Jorge tomó su larga vista y comprobó que los del sur eran republicanos y los del norte realistas y hasta los reconoció, el jefe sin duda era el General Morales, guarnición acantonada en la ciudad de Calabozo. Don Jorge ordenó a toda su gente que se metieran en la cueva (especie de sótano forrado con troncos de maderas que se extendía desde su casa hasta el jagüey, los troncos eran huecos, para facilitar la entrada de aire). Desde su cueva Don Jorge observaba: se aproximaban los contrincantes. La casa de Don Jorge quedaría en el centro de la 73 batalla. Un escuadrón de caballería republicana atacó. Una descarga de fusilería repelió el ataque. Escuadrones de caballería se trenzaban en feroz combate, la infantería de ambos bandos cubría los alrededores de su casa, unos trepaban al techo y otros forzaban puertas y ventanas. Combatían fuera y dentro de la casa. Don Jorge observaba desde su cueva. Se dio cuenta que el General Morales no era el mismo de años atrás cuando servía de lugarteniente de Boves, sus movimientos militares lucían más lentos, su arrojo era inferior; igual ocurría a la tropa que comendaba; los años habían hecho su efecto. En cambio, la tropa republicana lucía ágil y bravía, todos jóvenes, comandados con acierto. Don Jorge monologó: -Morales pierde la batalla, los realistas están en decadencia y perderán la guerra-o Prosiguió el combate. El calor era insoportable, la casa estaba envuelta en llamas, la cueva era un horno, pero la pipa o tanque de agua que estaba allí, mitigaba el calor. Ya los realistas se retiraban con grandes pérdidas. Don Jorge sonrió. Había acertado en sus cálculos. Se oían gritos de victoria republicana. Don Jorge salió de la cueva por un sitio cercano al Jagüey, tomó una bandera tricolor, caída y al hacerla flamear gritaba. "¡Viva la República!" "¡Victoria! ¡Victoriar' Un oficial Republicano de la caballería se acercó a Don Jorge, mientras elementos de tropa le rodeaban. El oficial le preguntó: -Señor de dónde salió usted? ¿Es acaso un fantasma?­ Con mucho aplomo Don Jorge le respondió: -Yo soy el dueño de la casa que todavía está en llamas, pero corno soy republicano, sin duda la construiré otra vez con la ayuda de los míos que son ustedes-o El oficial echó pie a tierra le dio un abrazo a Don Jorge y gritó: "¡Viva la República!" "[Vivan los republicanos!" El oficial pensó que la familia de este patriota había muerto achicharrada dentro de la casa y por un momento se sintió profundamente conmovido y sin más información, ordenó a la tropa: ­ apaguen esa casa que gente nuestra está dentro! La tropa cortó ramas verdes de las riberas del Jagüey, las sumergían en las aguas del Jagüey y luego se precipitaban sobre las llamas, sacudiendo fuertemente contra la candela la ramazón verde que portaban. La casa fue apagada en minutos. El Oficial se volvió ha Don Jorge preguntándole: -¿dónde está su familia señor? y este muy pausadamente le contestó: -¿están en la cueva o sea un pequeño sótano que da hacia el Jagüey- y llegándose hasta la boca del pequeño túnel hizo salir a su gente sana y salva ... Gran alivio sintieron los republicanos al saber que esta familia no había sucumbido. 74 La tropa republicana acampó en el lugar. Los diálogos de Don Jorge con laoficialidad fueron largos. En ellos hizo su pronóstico y conclusiones de la derrota realista definitiva en la Nación, explicó: -Son gentes vencidas espiritualmente, carecen de incentivo filosófico, ellos luchan contra la razón, esdecir, los obligan a luchar-o Don Jorge hablaba en un tonoelocuente y en alta voz. Los republicanos se emocionaban al oirlo. Ungrupo de prisioneros realistas lebrindóun aplauso. Ygrande fue la sorpresa de los republicanos. El comandante republicano ordenó hacer un interrogatorio a esos realistas. El resultado del interrogatorio fue muy satisfactorio. La mayoría eran venezolanos y los deseos expresados tanto por nativos como por peninsulares eran formar parte de la fila republicana. El comandante republicano ordenó que se diera cabalgadura a esos prisioneros que fueron conducidos hasta Angostura, para que la superioridad se enterara del caso. Don Jorge sentía gran satisfacción; casi había sido un profeta. El jefe republicano le expresó a Don Jorge: que la misión de ellos era tomar ese gran Jagüey para bloquear la ciudad de Calabozo y esperar allí tropas que vendrían de otros lugares, para luego reunirse con el Libertador en Guanare o San Carlos, porque se preparaba la batalla decisiva. Don Jorge expresó su optimismo porque dentro de pocos días el General Morales desocuparía a Calabozo y porque el Libertador recibiría los ejércitos en San Carlos. Los jefes republicanos, todos oficiales de menor graduación, le prometieron ayudarlo. Don Jorge le expresó que él era el dueño del Jagüey y de todas esas tierra de los alrededores, de la mayor parte del ganado orejano y además gozaba de la confianza de todos los ganaderos de la zona o cien leguas a la redonda, que él estaba autorizado para guardar y vender ganado, que él había sido el gran proveedor de ganado para los republicanos a precios mínimos y hasta de contribución. Y con voz grave remató su perorata: ­ yo soy Don Jorge de Mendoza y Del Trigal, graduado en Filosofía en Salamanca, por ser republicano estoy aquí, estoy casado con la india Careida, hija del Cacique de Guanipa y por lo tanto Princesa de las gloriosas tribus de la Mesa de Guanipa. La belleza india, esposa de Jorge, oía la conversación, su cara se iluminó como el jagüey bajo la aurora y en sus labios se dibujó la ternura de una sonrisa, con la tibia dulzura que tienen los riachuelos invernales que originan los jagüeyes en la llanura. Los oficiales republicanos se quedaron absortos ante la belleza indígena. Era esbelta y atractiva, con majestad de amor en la mirada desbordada en su alma de extensión llanera allá donde las lejanías 75 parecen besarse entre el cielo y la sabana, con el sol por mediador entre las mieles del alma. Las tropas republicanas levantaron la casa de DonJorge, hicieron corrales y potreros,recogieron el ganado disperso en la zona, que era abundante, herraron y marcaron el ganado orejano con el hierro y las marcasde DonJorge de Mendoza y Trigal y a la vez apartaron en compra, "con vales de la revolución", una buena porción de ganado. LLegó la noticia que Morales ysu ejército habían abandonado a Calabozo, rumbo al norte. Los republicanos salieron rumbo a Calabozo. DonJorge de Mendoza y Trigal quedó asentadoen su propiedad, y abrazado a su Careiday a su hijo, rodeado de su servidumbre,observó a la tropa republicana que se alejaba. Luego contempló el jagüey, se imaginóque una deidad indígenagobernaba aquel precioso estanque en las llanuras venezolanas y en tono de oraciónque el éxtasis levanta, exclamó: -sin duda, me asiste la Divina Providencia, yo soy el dueño de este jagüeyencantado-o

76 EN EL HATO DE LOS ALMENDRONES

Bajo la tarde campesina dejaba la arboleda sus últimos destellos de alegría, el verde de la sabana se iba haciendo gris azul en lejanía y un leve manto semi claro iba envolviendo a la casona campesina. Ya la noche cubría todo el ambiente, un claro de luna derramaba su ternura sobre los patios de la casona vieja y el lento de una guitarra hacía de la noche desmayada una madeja de embrujo con el enigma lunar. En la casona se advertía alegría de gente animada, 10 que lograba en el apartado lugar un exquisito mensaje humano quebrando la soledad. Don Pancho reía con la misma emoción que trae un río en crecida, cuando un torrencial aguacero cae en sus cabeceras. Doña Petrica también desgranaba palabras de festejos. Ocho hijos, siete varones y una hembra y un matrimonio amigo les hacían coro. 77 -¿Qué les parece?, -dijo Don Pancho, parieron cincuenta vacas y todas parieron hembras y lo extraño para nuestra suerte es que parieron el mismo día-o -Claro, padre, replicó uno de los hijos, si es que el veterinario logró el trabajo de gestarlas con su experimento de inseminación; a todas las sirvió en un solo día y naturalmente evolucionaron en un mismo tiempo; la suerte está en que tuvimos veterinario oportunamente, lo de las becerras es doble suerte. Y por ahora ya es hora de dormir-o Tras el silencio nocturno, un menudear de canto de gallo denunciaba la presencia de la madrugada, mientras los luceros se iban ocultando, corno si se hicieran fugitivos al saber que, en pocas horas, había de llegar el sol a tornar posesión, porque ya viene en avanzada por los caminos siderales de su ruta. Ya semi claro el cielo, casi día tierno bajo la aurora que se asoma por las ve:rtanas del cielo, empezaba a renacer el verdor de la flora y la sabana y la alegría de las aves comenzaba a saludar el nuevo días. Mientras una nube de garzas, a pleno amanecer, regresaba a su garcero. El Hato Los Almendrones esplendía corno un trozo del planeta colgado de las lejanías en los llanos occidentales de Venezuela, donde la lluvia de rocío parece una bendición de las nubes, brindando riquezas a los humanos. Los llaneros cantaban en los corrales ordeñando la vacada y el mugir del ganado tenía murmullo fresco y el olor a tierra mojada tenía aroma de pasto recién cortado. Don Pancho desde la puerta del corral gritaba con voz de mando: -¡Gregario! canta a la vaca pa que apoye mejor-o Y Gregario palmeó a las res e improvisó su cantar llanero: "Lucerito de la mañana, anoche perdí el sueño bordoneando mi guitarra y buscando en tu querencia la luz de tu esperanza". Don Pancho sonrió y entre si dijo: -Ese cantar corno que no iba pa'la vaca: Por esta hija mía, que está sobre la empalizada mirando atenta a Gregorio, corno que lleva el alma en las tonadas de una guitarra yen voz alta dijo: -Margarita y como que canta bien Gregorio, ahl­ -Pero papá, -replicó ella-, si no he dicho nada; Gregorio sólo le canta a la vaca-o A lo que Don Pancho replicó: -Si hija, pero en ese canto ví una empalizada caída al suelo-o Margarita repuso: -Papá, por Dios! Mientras José Juan, el hijo mayor, con el rejo en la mano listo para atar el becerro y comenzar el ordeño de una vaca, sonreía e improvisaba su canto: "Hay quien con una sola piedra tumba dos pájaros del mismo nido, y hay quien, al cantar a la vaca, rompe un rincón del alma y pone

" a viajar la guitarra, para saludar su cariño" Otro llanero dejó correr su canto: -Qué mañanita tan linda, ausente de aguacero, aquí se invoca al lucero para abrirse camino-o El joven Gregario, llanero altivo y empatiado de los buenos, oyó el contrapunteo y miró los ojos al viejo; miró la empalizada ya Margarita como a un sueño y para que su otra vaca que le tocaba en el ordeño apoyara mejor, como decía Don Pancho, un nuevo canto arrancó a su pecho: Llevo en el alma un jagüey y una garza blanca en su querencia y cuando a solas me extasío, su silencio me acaricia, como las aguas del río, cuando le besa la brisa-o Don Pancho miró a Margarita y un rubor de amanecer cubrió el rostro de ella y Don Pancho musitó: -Creo que un matajey de la sabana está brindando la miel que le robó al pastizal en la emoción de la sabana-o Terminando el trabajo, Don Pancho se dirigió a Gregario y le dijo: -Mira Gregario, creo que necesito un mayordomo; quisiera vinieras a almorzar con nosotros a la casona grande; tú sabes que tu padre y yo fuimos muy buenos amigos-o y Gregorio repuso: -¡Como no, Don Pancho, cuente conmigo!­ Margarita retornó a la casona acompañada de su padre. Don Pancho con voz grave le dijo: Qué te pasa hija? y Margarita repuso: -Lo quiero papá-o Un mes más tarde se celebraba este matrimonio y el Hato Los Almendrones tuvo un mayordomo miembro de la familia. Aquel ambiente de paz un día se vio turbado al cundir la alarma de que, en las inmediaciones, había estallado un golpe subversivo. Un viejo general acaudillaba un movimiento armado y había establecido su cuartel general en el Hato Los Colorados, vecino a Los Almendrones. Don Pancho reunió su gente, y les dijo: -Hay que estar alerta, por aqui parece que va a roncar duro el plomo y ustedes saben que esa gente alzada o matan a la gente o matan al ganado y como si lo hubiera estado viendo allá viene un piquete-o En efecto, un grupo armado se acercaba a la casa, frente al grupo de soldados se destacaba el general Clavo Prieto y al llegar a la casona dijo: -Amigo Don Pancho, vengo a saludarlo-o Don Pancho repuso: -Pase adelante mi general, y compae, que esta es su casa-o Clavo Prieto y sus soldados desmontaron de los caballos y ya dentro de la casa, se sentaron alrededor de una mesa con Don Pancho, Gregorio y uno de los hijos de Don Pancho. 79 Don Pancho abrió el diálogo: -¿Y qué le trae por aquí, compae, que hacía tanto tiempo que no teníamos el gusto de conversar?- Las lenguas del llano me trajeron las noticias de que usted andaba guerreando y triunfando como siempre y yo dije: qué bueno, siempre el compae generoso y bueno peleando por la Patria-o Luego Don Pancho, sin dar oportunidad a que hablara el general, llamó en voz alta: -Petrical ven pacá, a que no sabe quien está por aquí, mujer?­ Doña Petrica salió y con gran entusiasmo saludó al general: -pero Pepe, o mejor dicho, General Pepe Clavo Prieto, qué milagro que se acordó de nosotros-. El general un poco turbado repetía: -Ajá!, es que uno anda por ahí perdía yes por los rumbos que se acuerda de los amigos-o Luego el general le presentaba a Doña Petrica todo su grupo. Doña Petrica agregó: -Les vaya traer un cafecito bueno y los invito a que se queden a almorzar; tengo un buen sancocho-o El general se sentía desarmado con las atenciones afectuosas y no. se atrevía a exponer el propósito de la visita, que era llevarse una punta de ganado y saquear las arcas de Don Pancho. Don Pancho prosiguió en el diálogo: -Pues verá compae general, qué bueno que ha venido por aquí. Oyeme, tú sabes que yo soy amante de la patria y cuento con gente veterana en la pelea; puedes creerme cómo aprecio tu actividad y me gustaría ayudar con algo la revolución; vamos a ver si tú me concedes esa gracia-o El general divagó un instante y repuso: -Y,Pancho, ¿tienes mucha gente? Don Pancho respondió: -Lo suficiente pa'defenderme y dejá unos cuantos muertos en la sabana-o Mientras este diálogo ocurría, una docena de hombres, incluyendo seis hijos de la familia, transitaban a la vista con los chopos al hombro. El general repitió: -juju! [ujul [uju! Muy bien Pancho, ayuda con lo que quieras, que toda ayuda es buena-o Don Pancho agregó: Bueno, me aceptarías unos diez novillos y unos cien pesos en fuertes?­ El general respondió: Cómo no, lo que tú quieras-o Ya en las primeras horas de la tarde el general se retiraba con su contribución recibida y cuando se alejaba por el camino real, Don Pancho monologaba: -Qué bandidos éstos y que revolucionarios; si no los conociera yo!­ Luego Don Pancho volviéndose a su gente le dijo: -De aquí palante se sabanea armao de fusiles, aunque esos fusiles no son pa matá a nadie, es solo paque los vean, que el respeto entra por la vista y la mala 80 intención se detiene ante el peligro; no se olviden que los demás saben

que el hombre que tiene gente y fusiles, al primer disparo, también es un generaL Yhay generales de la guerra y hay generales de la paz. En el Hato Los Almendrones siguió reinando lo apacible y al caer la tarde, un gris azul envolvía el ambiente y en las horas nocturnas el plenilunio acariciaba la vida y entre la madrugada y el amanecer, seguían haciéndose fugitivos los luceros y bajo la marcha del sol que se aproximaba se seguía oyendo el canto llanero y el mugir del ganado, como un rumor legendario por la escala de la historia, sobre los lomos del alto llano.

82 HEROINAS LEGENDARIAS DE BARQUISIMETO

Los crepúsculos formaban una techumbre luminosa sobre la ciudad, mientras una bandada de pájaros, desde los bosques frutales, regresaban a sus nidos, y bandadas de golondrinas, en ligero vuelo, ornaban el cielo barquisimetano. Este ambiente pacífico se encontraba interrumpido por los ánimos exaltados en un octubre de 1814. En este año se había perdido la segunda República y el pueblo barquisimetano se encontraba inflamado de rebeldía. Las arengas del General Jacinto Lara eran repetidas en todos los lugares. La represión del gobierno realista también se hacía sentir. Pero en esta tarde de octubre, el pueblo se amotinaba en las calles. Del bullicio popular se oían las frases: "Lo trajeron amarrado". "Lo 83 mataron". "No, solamente está encarcelado"."Era un gran muchacho". Todo era confusión. El cura párroco preguntaba en el altozano de la Iglesia: ¿Qué es lo que ocurre? Un viejo amigo le contestó: El hijo de Doña Rosa insultó al capitán de la guardia y dio vivas a la República, mueras al Rey y vivas a la libertad. ¡Oh!-exclamó el sacerdote- si no se ha muerto, lo van a matar. En medio del tumulto irrumpieron cuatro jóvenes en sendos caballos. Eran tres muchachas bellas y un muchacho veinteañero. Las muchachas le hablaron en alta voz al pueblo congregado en las calles: Vamos a tomar la cárcel. Mientras, sus caballos inquietos se movían de una a la otra acera de las calles. Diez jinetes más hicieron acto de presencia con voces airadas de: "Muera el Rey y viva la República". El pueblo se movió en masa hacia el edificio de la cárcel. Llevaban hachas, chícoras, azadones, machetes, palos y piedras. La guardia disparó desde la cárcel, el pueblo arremetió enfurecido y, a fuerza de hachazos, derribaron las puertas. Los gritos ensordecedores, el miedo ausente yel furor huracanado de un pueblo estaba en acción. Hombres y mujeres del pueblo cayeron muertos y heridos y muchos guardias quedaron despedazados. Los prisioneros fueron liberados. El hijo de Doña Rosa Aguerrevere de Tremaria salió de la cárcel con entusiasmo de héroe y, uniéndose a sus hermanos, Pablo, Gloria, Cristina y Rosita del Valle, celebraron con euforia la actitud valiente del pueblo de Barquisimeto. Al llegar a su casa, Doña Rosa Aguerrevere abrazó a su hijo Teodoro y a los demás diciéndoles: La acción que ustedes han realizado es muy heroica. Pero pronto llegará el ejército realista y procederá contra ustedes. Mejor es que abandonen la ciudad. Yo soy una viuda y, como mujer de hogar, estoy segura no me ocurrirá nada. Al día siguiente se anunciaba la llegada del ejército realista y empezaron los actos de represión. Muchos hombres y mujeres fueron apresados y condenados a muerte por las autoridades militares. Los hermanos Tremaria Aguerrevere abandonaron la ciudad en sus briosas cabalgaduras. El ejército realista los perseguía por todos los caminos. Un oficial del ejército realista, seguido de un grupo de soldados, llegó a la casa de Doña Rosa y le increpó: Sus hijos son unos bandidos señora. O nos dice donde se encuentran o usted paga con la vida. Doña Rosa les contestó: espere un momento, señor oficial, tengo escrito el lugar donde están. ¿Me permite subir al piso de arriba para traerle el papel? Búsquelo inmediatamente contestó el oficial. Doña Rosa subió a la segunda planta de su casa y se encerró con llave en su habitación, 84 sacó de su escaparate un frasco y con sonrisa amarga bebió su

LA DAMA BLANCA DE BARCELONA

Dentro de la apacible vida colonial de Venezuela se desarrollaba la ciudad de Barcelona, en el Oriente Venezolano. La prosperidad de esta ciudad al correr del año 1730 era flotable. Sus habitantes hacían toda clase de esfuerzos en pro de la ganadería, la agricultura, el comercio y diversas manufacturas de la época. La atracción nacional e internacional era manifiesta. Fue por esta época cuando un grupo de piratas arribó a la zona de Puerto Píritu y en forma sagaz y cautelosa se llegaron hasta Barcelona, sorprendieron a las autoridades e hicieron un inmenso saqueo a la ciudad. Los habitantes de Barcelona tomaron sus precauciones. Seis señores decidieron tener gente organizada y armada para evitar casos 88 iguales. Notardóen anunciarse otraocurrencia parecida. Pero en este caso, a golpe de madrugada, una dama envuelta en unamanta blanca entró cabalgando a todo galope, avisó a los seis señores de la ciudad, a quienes denominaban: los Seis Hombres de Barcelona. Estos corrieron y avisaron a las autoridades y a lavez organizaron sus grupos. Cuando los piratas entraron a laciudad, lasautoridades, lagente organizada por los Seis Hombres y elpueblo en general se lanzaron en combate contra los piratas y lograron dominarlos. Grande fue la alegría de la ciudad y las felicitaciones mutuas de los barceloneses. No obstante el triunfo alcanzado, las autoridades, los Seis Hombres y el cura de la ciudad tenían una gran preocupación porque, desde hacía algún tiempo, un grupo de comerciantes extranjeros se habían establecido en la ciudad. Estos señores habían abierto una casa de empeño, casa de préstamos, juego de azar, remate en compra de productos agropecuarios y se habían convertido chupasangre y desquiciadores de la economía local. Eran frecuentes los remates hipotecarios que hacían de casas y fincas; pero las autoridades se encontraban impotentes para actuar contra ellos debido a que todo lo hacían entre fórmulas legales. A este grupo de comerciantes de la ciudad los habían bautizado con el nombre de Los Veinte Angelitos. Sin embargo, la ciudad parecía haber recuperado su tradicional tranquilidad. Los comentarios del triunfo sobre los piratas destacaban que el triunfo se debía a la aparición de una dama blanca, que debía ser un ánima protectora de la ciudad. Estos comentarios adquirían cada vez más fuerza e importancia popular. Los Veinte Angelitos se reunieron y resolvieron sacarle partido a la situación y elaboraron un plan así: Uno de ellos se disfrazaría de mujer montando a caballo, avisaría a los Seis Hombres de Barcelona para que trasladaran todas sus fuerzas armadas a las playas de Puerto Píritu porque estaban próximos a llegar varios barcos piratas. El ardid de los Veinte Angelitos consistía en que, al alejarse la fuerza defensora, ellos saquearían el comercio con gente que tenían preparada al efecto, sin aparecer ninguno del grupo, trasladar el botín a Caracas, donde liquidarían parte de él y luego viajarían a Nueva York. El plan teóricamente era perfecto. El grupo de Los Veinte Angelitos había tomado el pulso a la situación; el plan no podía fallar; se habían tomado todas las precauciones. En esta misma semana, doña Ramona del Río se encontraba en su finca y resolvió enviar a la ciudad a su criada con el objeto de que 89 trajera de su casa de la ciudad ropa suficiente para ella y la familia, quienes habían alargado su temporada en la casa de campo. A tal efecto, la criada se disponía a salir en cumplimiento de su misión. Doña Ramona le dio las instrucciones diciendo: - Mira, Rotunda, llegas a la casa, empaquetas todo y cargas la mula negra que está en el pesebre; lo demás lo colocas en los bolsones y que el negro Pancho Sute te acompañe en el regreso acá. Ah!, otra cosa, llévate esta manta blanca de lona para que te cubras del frío y de la lluvia, llévate también este sombrero de cogollo para que espantes los burros y otros animales que se atraviesen en el camino, llévate esta lanza enastada, que hasta te sirve de defensa. Tú sabes lo que te digo; porque tú eres una mujer de a caballo. La negra Rotunda hacía su entrada en la ciudad de Barcelona a las doce de la noche entre la oscuridad y la lluvia. Ella venía con su sombrero de cogollo, envuelta en la manta blanca, su lanza enastada en la mano y en la bestia los aperos de caballería; parecía, realmente, un fantasma a media noche. Cuando llegó a la Plaza Mayor, a la luz de los escasos faroles vio otro jinete igual que ella que venía en sentido contrario. La negra se asustó y pegando un grito desgarrador dijo: - La Dama Blanca!-y con el susto apretó las piernas en su caballo y sin darse cuenta le clavó las espuelas. El brioso animal partió en veloz carrera y el jinete que ella tenía al frente hizo igual cosa. Tropezaron jinete y cabalgadura. El jinete desconcido y su caballo rodaron por el suelo. El caballo de la negra pisó la cara del jinete desconocido. La negra continuó en veloz carrera y al llegar a la casa contó que le había salido el ánima de la Dama Blanca, que su caballo había tropezado con el del ánima y que luego se había desaparecido. La negra, todavía asustada, habló con el negro Pancho Sute, cargaron la mula, llenaron los bolsones y se largaron para la finca de doña Ramona del Río. Al día siguiente en la mañana, se encontraba tendido en la calle, frente a la Plaza, el señor Curioso Atrevido con la cabeza y la cara rotas, una pierna fracturada, semi-consciente y vestido de mujer. Los transeúntes avisaron a las autoridades, quienes acudieron violentamente. El Alcalde se dirigió al jinete herido diciéndole: - Pero don Curioso Atrevido, Usted miembro del grupo de los Veinte Angelitos... No me diga que Usted tiene complejos femeninos... Aquí lo teníamos por un hombre cabal. Don Curioso trató de explicar: - No, No. Yo se lo explicaré, señor alcalde. Yo soy un hombre, 90 nunca he tenido tendencia femenina.

·.il El público se aglomeró y don Curioso fue trasladado a la jefatura. El secretario de la alcaldía lo interrogó y don Curioso Atrevido declaró: - Usted comprenderá... Yo estaba dormido en mi casa y se me presentó una mujer blanca, vestida de blanco y me sacó de mi cama, me golpeó la cabeza y la cara, me fracturó un brazo y una pierna y me tiró a la calle, frente a la Plaza. De aquí no sé más nada. El Alcalde, los Seis Notables y el Cura se rieron de la declaración de don Curioso y comentaron: - En qué estarán metidos estos Angelitos, para que este pájaro de cuentas aparezca herido y vestido de mujer frente a la Plaza? .. Los decinueve Angelitos restantes, llenos de pánico, se reunieron y comentaron: - Fracasó el plan. Qué habrá confesado Atrevido. Esto es horrible... Si será verdad eso del Anima... De ser así no tiene importancia; pero si fue otra gente eso si es peligroso. Como no se encontraron pruebas condenatorias, el señor Atrevido fue puesto en libertad. Y una vez en su casa, refirió a sus socios el encuentro con el fantasma. Al día siguiente se presentó a la casa de empeño de Los Angelitos un hombre y dijo al administrador, don Rufián Melodioso: - Mire, don Rufián, yo vengo aquí porque me envió el ánima de la Dama Blanca para que usted me regale cinco doblones. Don Rufián titubeó y dijo al hombre: - Oye, mi hijo, no te servirá un doblón? El hombre contestó: - No, son cinco. y don Rufián contestó: - Está bien, no te disgustes- y le entregó los cinco doblones. Muchas gentes del pueblo desfilaron por la casa de los Veinte Angelitos pidiéndoles dinero por oden de la Dama Blanca y ellos satisfacían las peticiones. Las autoridades se dieron cuenta de esta situación y se reían, comentando que esos bandoleros se merecían un castigo. Y fue en sesión de los Notables, el Cura y el Alcalde que resolvieron darle una lección a los Veinte Angelitos y planificaron enviarle una sorpresa a media noche al señor don Tomotodo, quien era el administrador de la sociedad de los Veinte Angelitos. Pocos días después, a la media noche, un negro corpulento, vestido de rojo y capucha multicolor, penetró por el corral de la casa de don Tomotodo y se llegó hasta el dormitorio del buen señor. Luego lo 91 despertó y poniéndole la lanza enastada en el pecho le dijo: - Entrégueme cien doblones. Yo soy Mandinga y me envía la Dama Blanca. Anda o te mato. Don Tomotodo lleno de pánico le respondió: - En este perol que está aquí alIado de mi cama hay todas las monedas que Usted quiera, don Mandinga. y el negro Mandinga respondió: - Póngase boca abajo- y con las sábanas lo amarró y lo amordazó; luego cogió el perol de monedas y se largó. El negro llegó a la casa del señor Alcalde y le entregó los cien doblones los cuales fueron entregados al señor cura para obras de misericordia. El alcalde le dijo al negro: - Muy bien, has cumplido tu misión; quítate el disfraz y lárgate para la hacienda. El negro, muy contento, respondió: - Muy bien, señor alcalde- y cuando iba camino de la hacienda monologaba: -Cónchale! Este don Tomotodo sí que tiene monedas de oro. Le entregué a mi amo los cien doblones y todavía el perol está casi lleno. Esta es mi parte y esta la entierro yo. Al día siguiente don Tomotodo se dirigió a la alcaldía a denunciar el robo. El alcalde, muy calmado, le tomó la declaración. Don Tomotodo declaró: -Que si la Dama Blanca, que si Mandinga, que si se llevaron el perol de monedas, etc. etc...­ El señor Alcalde oyó la declaración y le contestó: - Mire, don Tomotodo, la autoridad no se ocupa de supersticiones, ni de fantasmas ni de cuentos ni de ninguna de esas farandulerías que Usted está refiriendo. Así es que retírese porque esta es una oficina de gente seria. Entre risas y chistes transcurrieron los días de Barcelona de entonces. Pero en uno de esos días se presentó un grupo grande de piratas, que habían arribado a las costas sin ser vistos; se llegaron hasta Barcelona, sorprendieron a las autoridades, dominaron aparentemente la ciudad y realizaron un fuerte saqueo. Antes de retirarse los piratas, el jefe de ellos resolvió vender en subasta pública cierta mercanía que tenía en el barco y que le estorbaba. En efecto, los piratas trajeron una linda mujer blanca y un corpulento negro y los ofrecieron en venta, como esclavo, al mejor postor. La mujer sólo sabía decir: Ala!, Ala! Ala! y el negro sólo decía: Iul, Ju!,JuL Estos habían sido capturados por los piratas en un barco que 92 habían abordado y desconocían de quienes se trataba.

• ,11 Los Veinte Angelitos estaban en la plaza y comentaron: - Es la DamaBlanca y el NegroMandinga. Vamos a comprarlos para liquidarlos y de pasopodemos negociar sus poderes sobrenaturales. Los Angelitos ofrecieron veinte doblones por los dos prisioneros. El pirata jefe aceptó. Cada Angelito puso un doblón yadquirieron los esclavos. Mientras ésto ocurría, los Seis Hombres de Barcelona preparaban sus gentes para el ataque; y después de algunas deliberaciones planificaron emboscarse en las afueras de la ciudad para sorprender a los piratas. Así sucedió: Los piratas, medio borrachos y jacarandosos, marchaban en fila india rumbo a las playas de Puerto Píritu. Los barceloneses se lanzaron contra los piratas, lograron desarmarlos y aprisionarlos. De manos atrás fueron atados y, tras darles tremenda paliza, los condujeron a la ciudad. Grande fue la alegría del pueblo y de las autoridades. Los piratas fueron llevados a la Plaza Mayor. Las autoridades y los Seis Hombres de Barcelona (los Notables) se reunieron para administrar justicia. Después de tomar sus decisiones salieron a la puerta de la casa de gobierno para informar al pueblo la decisión de la justicia. Pero grande fue su sorpresa cuando vieron a todos los piratas colgados por el cuello, que pendían de los árboles de la plaza. El alcalde, sorprendido, exclamó: - Vaya!, el pueblo adivinó nuestra sentencia... Por la noche se reunió de nuevo el tribunal para resolver el caso de los Veinte Angelitos a quienes consideraban malhechores profesionales. Los Angelitos fueron citados a este tribunal y el Alcalde, que hacía de juez principal, los interrogó así: -¿Cómo és cierto que ustedes veinte iniciaron un negocio de tráfico de esclavos con los piratas mientras las autoridades de esta ciudad se encontraban prisioneras? La contestación la dio don Tomotodo: - Se trata de un ánima y de un Mandinga; los tenemos presos. Usted sabe que nos hicieron daño. Las carcajadas en el tribunal fueron estrepitosas. Mientras, la muchedumbre pedía las cabezas de los Veinte Angelitos. El tribunal dictó la sentencia: Pena de muerte. Fueron ejecutados en la Plaza Mayor. Cuenta la leyenda barcelonesa que en las noches, ya hacia la madrugada, cuando un barcelonés está en peligro, una Dama Blanca 93 toca sus puertas. La tradición, en alma de la leyenda, recoge corríos y frases populares como estos: La justicia esuna dama blanca que se pasea por Barcelona; aquí el serrucho se tranca y hasta se rompe la lona, siun pirata se equivoca por mamaderas de gallos creyendo que estamos fallos ya un barcelonés provoca. También se conocen estas frases: Mejor es que se meta con el diablo y no con un barcelonés; porque aquí no se cree en Santo que viene alrevés. y esta otra frase que representa el doble sentido que el barcelonés expresa cuando sospecha que alguien pretende engañarlo y es la siguiente: Creo que unadama blanca esta madrugada tocó a mi puerta ...

94 11I"WIiII,'ihll{¡¡((lil'!/I¡l'rrlll/(!¡,(JI I ¡~ (~/lrr 1 ¡11¡dll,llllI!I,¡II'¡!. 111I drlll.l¡'JI,jl¡/iI¡IJllllliIIIlIJII d/'."I! I '1/111 ,rrVl '''rrlllrrll,11,rUllrYi, 'I~! It /1111/11' 11r! ',oJI 1 EL COMPRADOR DE GANADO DE SAN CARLOS

Los corrales llenos de ganados, los negociantes numerosos y la expresión de una economía abundante era lo que revelaba a primera vista la ciudad de San Carlos en las dos décadas que marcaban los albores de la segunda mitad del siglo de 1800, por ser la zona de Cojedes la gran puerta de Los Llanos por donde la riqueza ganadera tenía afluencia a los mercados de consumos. En unos de los distinguidos hoteles de esta ciudad de San Carlos apareció un letrero que decía: Se compra ganado al contado, Wilson Smith Los dueños de hatos solicitaban por Mister Wilson, le ofrecían cualquier cantidad de cabezas de ganado y el comprador contestaba: Muy bien, usted ponérmelas en los corrales de embarque de 96 Puerto Cabello y en el acto, mí paga. Llegó a serMister Wilson el comprador ideal de ganados. De todas las regiones delpaís llegaban a San Carlos y Mister Wilson contestaba sinregateo: muy bien, ponérmelas en Puerto Cabello, mí paga. Nohabía comprador quepudiera competir con Mister Wilson, así fuera el ganado gordo o flaco, vacas, toros, becerros, sólo se oía decir: a Puerto Cabello, mí paga. La fama delcomprador de ganado llegó a conocimiento hasta el Presidente de la República; pero Mister Wilson no se metía en política, se limitaba a expresar: compro ganado, mí paga. La afluencia de hombres de negocios a la Oficina de Mister Wilson era extraordinaria. Todo el mundo le quería conocer. El seguía repitiendo: Yo compra ganado, mí paga. Un día de tantos, Mister Wilson tornó más severo y más locuaz, ya conocía a los hombres de empresa ganadera y sus trayectorias en las guerras de independencia e intestinas. y Mister Wilson le dijo a un general ganadero: yo compra ganado al contado con monedas de oro; pero mí también vende armas, si usted quiera armas, mí vende arma de guerra. El general se pulió sus bigotes con sus veteranas manos y le contestó: pues yo vendo ganado y compro armas. Por esta época estaban en boga las ideas de la Revolución Federal, cuyos caudillos eran los generales Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón y otros. Los pensamientos ideológicos revolucionarios habían calado en todas las esferas sociales del país. Estas ideas flotaban en el ambiente: la Federación, el ideal de la autonomía de cada Estado, donde los habitantes regionales elegirían sus propios gobernantes por sufragio popular, directo y secreto. Las tierras serían nacionalizadas. Se terminaría con los terratenientes, se terminaría la explotación del hombre por el hombre, en fin, se lograría la libertad perfecta. Estas eran consignas y postulaciones que salían de la cabeza de todo el que le daba la gana; porque aunque el General Ezequiel Zamora anunciaba medidas socializantes y progresistas, estaba muy lejos de hacer lo que ideológicamente a cada quien le viniera en gana. Pero la fiebre revolucionaria era general y las banderas de consigna se fabricaban a granel, plata para la guerra había, lo que faltaban eran armas. Las polémicas encendidas estaban en todas partes, la guerra era un hecho. Fue en el Hato "El Cogollo", en la zona de Tinaquillo que se 97 produjo la siguiente polémica entre el jefazo don Racimo Gordo Del Medio y elpropietario de la finca Don Mirándolas de Las Luces. Don Racimo Gordo Del Medio estaba por la guerra como fuera y Don Mirándola de Las Luces le replicaba: eso que ustedes predican, de destruirlo todo, paraconstruirlo todo, eso es un disparate. Las estructuras sociales de una nación se pueden reformar, utilizando los medios que determinan elfin y teniendo conciencia queese fin es progreso social, progreso económico, dentro de normas reformistas, para lo cual se requiere un largo período de pazeducativa que marquen las pautas armónicamente, dentro de lo económico y social. De manera que seequilibre la incorporación del hombre desposeído a los medios justos de producción. Yésto hay que hacerlo con mucho juicio, porque no somos el único país mundo. Yunarebelión, que es muy distinto que una revolución, puede arruinar el país. Pero Don Racimo Gordo y otros jefes disentían profundamente de este señor, Don Mirándola de Las Luces. En los centros políticos y estudiantiles de Caracas florecían polémicas luminosas revolucionarias por el cambio radical de las estructuras de la Patria. Cada cabeza caliente era un genio teorizando. Todo elmundo tenía suscapoteras preparadas, rumbo a los campos de batalla. Un día estalló la guerra en Coro. Toda Venezuela se alzó. Al famoso hotel de San Carlos llegaban prohombres de todas las regiones y solo se oía: Mister Wilson: Yo necesito armas. Muy bien, contestaba Mister Wilson. Traerme ganado, llevarlo a Puerto Cabello y yo entregar armas. En efecto, se subía el ganado a los barcos y se bajaban las armas. Seguían las proposiciones en San Carlos: Mister Wilson, le doy un lote de ganado a mitad de precio si me da preferencia en las armas. Mister Wilson contestaba: Muy bien: pa Puerto Cabello LLegaba otro: Mister Wilson le doy un lote de ganado por la cuarta parte de su precio si me da preferencia en las armas; por los lotes de cueros, de café, de cacao y otros productos llegaron otras proposiciones. Todo ésto era para la revolución. Pero también los agentes del Gobierno llegaban donde Mister Wilson con las mismas proposiciones. El país se encendió en la guerra durante varios largos años. Las partidas de hombres armados pasaron por todos los hatos del país y se llevaron el ganado para Mister Wilson. 98 Las haciendas agrícolas fueron quemadas, destrozos y saqueos por

todas partes. Terratenientes muertos y terratenientes guerreros. Pueblo sacrificado en los campos de batalla. Campos abandonados. Ciudades miserables. Comercios arruinados y toda una secuela de males trajo la gran guerra. Al fin llegó labatalla final y fue en la zonade SanCarlos. En ella murió el caudillo de la revolución, General Ezequiel Zamora. La revolución triunfante siguió para Caracas. Ahora bien, allá en San Carlos Mister Wilson decía: Ya en este país no queda nada ni ganado ni cacao ni café ni gallinas ni nada que comprar a cambio de armas. Mí, se va. Así fue que en los muelles de PuertoCabello, Mister Wilson se topó con Don Mirándolas de Las Luces, quien increpó a Wilson diciéndole: Mire Wilson, usted es un bandido, agente extranjero de fábricas de armas, usted saqueó el paísa cambio de sus malditas armas de guerra. Usted es un criminal de lesa humanidad. A lo que Mister Wilson contestó: Oh! No, ustedes serPatrialibre, ustedes venderme ganado y yo venderles armas, yo comprar ganado, cueros, café, cacao y otras cosas y venderles armas a ustedes. Ustedes los venezolanos ser mayores de edad y de este domicilio. Diciendo éstosubióal puente del barco y volviendo la cabeza con un brazoen alto dijo: Good by. Don Mirándolas de Las Luces meditó pensandoen voz alta: "Dios y Federación" ¡Que vainilla tan bella se echó Venezuela! y ya es leyenda.

100 REBELDIA YAMOR DE UNA AMAZONA TRUJILLANA EN EL AÑO DE 1813

Cuando Antonio Nicolás regrese van a saber los godos lo que es la Patria. Antonio Nicolás es un hombre muy macho y de gran talento. Eran éstas las expresiones de Don Pedro Araujo, al dialogar con un grupo de amigos en una casona colonial de la ciudad de Trujillo enclavada en Los Andes venezolanos. Todo el grupo estaba de acuerdo con la opinión de Don Pedro. y éste proseguía: -Antonio Nicolás salió sin rumbo, pero ese es palo de otra maraca y él dijo, que ésto no se va a quedar así y no se va a quedar, porque los andinos vamos a dar la pelea.- La última vez que hablamos con Antonio Nicolás, dijo: -A estos verdugos realistas habrá que declararles la guerra a muerte y ese Antonio Nicolás es "El Diablo", ese es el que vale. Dicen que ya se reunión con el comandante Juan 101 Andinos, el bravo del Táchira.­ Así como se dialogaba en la casa de Don Pedro Araujo, en toda la ciudad de Trujillo el tema de independencia era general y el caudillo que estaba en el pensamiento de todos los nativos era Antonio Nicolás Briceño, a quien llamaban cariñosamente "ElDiablo". Las rondas del gobierno realista eran continuas por la noche y la vigilancia era permanente durante el día. Fue en una mañana de febrero de 1813que Don Pedro Araujo se dirigió al templo a oir su misa dominical, él iba acompañado de su hermana Rosa Teresa. Ya en el altozano de la Catedral, Don Pedro y su hermana eran saludados por los concurrentes, cuando un oficial realista, allí presente, saludó a la pareja, quien contestó el saludo con noble cortesía, pero el oficial se adelantó extendiendo su mano a Rosa Teresa, quien le correspondió en una forma breve. El oficial insistió y como ella continuara en posición de cortesía y disimulo señorial, el oficial tomó una actitud violenta, expresándose en frases duras e hirientes. Rosa Teresa se volvió hacia el oficial abofeteándole con energía y llamándole insolente. El oficial desenfundó su espada, Don Pedro Araujo sacó su pistola y de un certero disparo le alojó un balazo en la frente. Ante aquel hecho inesperado todo el grupo que se encontraba en al altozano y dentro de la Iglesia tomó partido a favor de Don Pedro y de Rosa Teresa. Acudió la guardia realista, produciéndose un tiroteo y un combate a sable con un saldo de heridos y muertos por ambos bandos. Fue el momento en que surgió el aguerrido sector Araujero a favor de la independencia dirigido por el comandante Pedro Arauja. Don Pedro quedó dueño de la Plaza, la guardia había sido derrotada, pero muy pronto se anunciaba la llegada de refuerzos realistas. Don Pedro anunció la retirada hacia la sierra. Un grupo numeroso de guerreros le acompañaba y a su lado marchaba Rosa Teresa, cabalgando un caballo negro de bello paso y ella con traje de amazona en silla de montar de la época, conocida con el nombre de galápago, la cual le permitía ir sentada en la grupa como si estuviera en un sillón de salón. Con su traje largo y amplio, peinado alto ornado de peinetas y un sombrero de grandes alas, que llamaban pava de paseo, Rosa Teresa parecía una reina de la sierra escoltada por guerreros. El sol andino bañaba su figura, mientras las ondulaciones serranas a lo largo de la distancia simulaban en su fantasía topográfica que se inclinaba ligeramente para saludar a su majestad la belleza andina. Acampó el grupo en las inmediaciones de Santa Ana. En un hermoso valle dispuso Don Pedro su campamento, y envió comisiones en busca de recursos y refuerzos. Transcurrieron quince días entre planificaciones y proyectos; ya 102 llegaban los recursos y también refuerzos. Los andinos de Trujillo ya se

'1 "JI estaban preparando para el combate. Fue a comienzos de marzo de 1813,a las seis y treinta de la mañana, bajo el tibio sol mañanero donde las flores de la sierra sonreían entre una paz primaveral, cuando se oyó un toque de cometa de alerta de un vigía militar Araujero. La tropa andina se dispuso al combate, los realistas se aproximaban, los patriotas andinos se organizaron en tres alas de batalla; la primera al mando del comandante Carlos Villasmil, la cual se organizaría en emboscadas para atacar al enemigo por la retaguardia cuando estuvieran en fragor de la lucha, la segunda era de infantería comandada por Don Pedro Araujo y Antonio Uzcátegui, la tercera era de caballería ligera y su comandante era Rosa Teresa. Los combatientes Araujeros eran en un número de trescientos. Ya se aproximaba el enemigo, Don Pedro observaba las posiciones en la cumbre de la sierra. Los realistas marchaban lentos y alertas. Eran tres veces más numerosos, pasaban por el sitio de las emboscadas patriotas sin advertirles. En este primer paso la sagacidad andina había triunfado, los emboscados acechaban a los realistas. La infantería era casi inadvertida por el enemigo, solo al frente a plena visibilidad estaba la caballería de cuerpo presente con su comandante amazona con expresión de rosa erguida y desafiante, con el esplendor de un encanto de la sierra desafiando el porvenir. El jefe realista detuvo la marcha y organizó su tropa en posición de combate. Miró con su larga-vista y por algunos minutos contempló a Rosa Teresa diciendo luego: Es ella, está frente a un contingente poco numeroso. Es lamentable que una mujer tan bella arriesgue la vida por una extraña causa. Luego el jefe habló con su lugarteniente: Será un combate fácil, son pocos y comandados por una mujer, procuremos derrotarlos y hacerla prisionera. La tropa realista continuó en posición de combate hacia la caballería, tratando de coparla en una marcha en forma de casquillo. Rosa Teresa y su contingente armado permanecían impávidos en su posición. El grueso del ejército realista marchaba seguro, había examinado los flancos sin enemigos a la vista. Don Pedro ya había asegurado su posición rodeando al enemigo por el flanco derecho y por el flanco izquierdo, mientras el ala de emboscada acechaba la retaguardia realista. Ya a corta distancia Rosa Teresa movilizó la caballería, simulando lanzarse sobre el enemigo. Este avanzó con violencia hacia ella y la caballería hizo un rodeo, en forma de ataque y luego de retirada. Los realistas avanzaron hacia la caballería; la infantería patriota atacó por el flanco derecho, a la orden de su comandante Antonio Uzcátegui y al volverse los realistas hacia la derecha fueron atacados por el flanco izquierdo por la infantería comandada por Don Pedro Araujo. Y al atender los realistas los flancos, fueron atacados por la retaguardia por las fuerzas comandadas por el comandante Carlos Villasmil. Al trabarse el combate entre el desconcierto realista, la caballería atacó por el frente, resultando las bajas realistas extraordinariamente numerosas. Labatalla se desarrollaba en la cumbre andina, Rosa Teresa lucía corno una diosa descendidadel Olimpocontralas fuerzas realistas, ella habíasido la atracción yen el combate impresionaba con sus hechizos de amazona y consu fortaleza de guerrera. Entrelos estampidos de fusilería, el relumbrar de las armas blancas, ellaera corno la voluntad arcana ordenando la destrucción. Por doquier se oía un solo grito, una sola orden ¡De frente y a la carga! Relumbraban las bayonetas, los machetes y las lanzas. De pronto se desató una tormenta y a plena luz de la mañana brillaron rayos y centellas. Los andinosbajola tormenta atacaban. Un lancero realistase precipitó contra la amazonay lo fulminó el rayo eléctrico de una centella. Aquíse paralizó el combate, los realistas levantaron bandera blanca, soltaron los fusiles,levantaron los brazos y los oficiales que los comandaba pusieron la punta de sus espadas en tierra. La tez blancade Rosa Teresa parecíauna manzana color de rosa clara. MientrasDon Pedro Arauja y sus comandantes desarmaban al enemigoy cercaban a los prisioneros con voz de mando y actitud serrana. Rosa Teresa recorría el campode batalla. Elsolse reflejaba en la punta de su lanza y las trompetas del triunfo escribían en la sierra andina el alma de una leyenda que en el rocío se madura y en la distancia cabalga. Pocos fueron los realistas sobrevivientes de la batalla,entre ellos el coronel Juan Mayoral de La Palma, quien no apartaba la mirada de Rosa Teresa, la belleza andina, flor de la tierra trujillana. Descendió Don Pedro consus huestes y conlos prisioneros a otras laderas de la montaña. Ya en nuevo campamento, losprisionerosrealizabantrabajos de labranza bajo la custodia de losguerreros andinos, mientraslas huestes de Don Pedro se reforzaban en las aldeas y hostigaban al enemigo. En una noche de abril, cuando el pleniluniose quiebra en la sierra andina, se oyó un canto de amor con acento castizo; un prisionero cantaba a la diosa de la Sierra Andina, con melodía de romance de ensueño,entre ternura y desdicha. Decía así: Soy un soldado del Rey, prisionero en lasierra andina, con el alma atada y cautiva por el embrujo de una amazona, 104 quien mequitó la libertad

,.. ,11 y me arrebata la vida. Desde mi cautiverio, yo la adoro, como el idólatra adora al sol y como ama el surco en su calor ala simiente que en él germina. Yo se que ella es Diosa yhechicera, que tiene poder en el sol y la centella y en míalma solitaria encierra una barca de amor que no la olvida. Rosa Teresa desde su tienda de campamento oyó la voz del prisionero, sonrió, se dio vueltas en su hamaca de campaña, luego exhaló un suspiro. ¡Ay comandante realista, si fueras patriota y trujillano! Don Pedro Araujo, que estaba cerca, oyó la exclamación de su hermana y entre sonrisa de picardía andina, pensó: ese comandante realista creo que muy pronto lo voy a ver en filas patriotas y tras las horas de la madrugada se hundió en el sueño. Al día siguiente, entre la oficialidad patriota se comentaba el atrevimiento del español. Fue a la hora de almuerzo cuando Rosa Teresa le insinuó a Don Pedro, que por qué no trataba a ese comandante realista con mayor estimación, como sería lo justo a un prisionero de su rango. Don Pedro respondió que ella tenía razón, que poco a poco lo iba hacer. Transcurrieron muchos días y los pocos realistas prisioneros tuvieron mejor trato. Un día Don Pedro manifestó a los prisioneros que estaban en libertad, que los que quisieran quedarse y luchar por la causa de la Independencia podrían hacerlo. La mayoría quiso regresar a las filas realistas, únicamente el comandante y su asistente manifestaron su deseo de quedarse. Don Pedro Araujo y su grupo guerrero continuaron su campaña por toda la sierra. El antiguo comandante realista, Juan Mayoral de La Palma, se había transformado en un gran colaborador de Don Pedro y sus diálogos con Rosa Teresa eran constantes; ya se le veía a los tres siempre juntos. De todos los lugares Don Pedro recibía noticias, la más halagadora fue la de la invasión de Bolívar por Los Andes proveniente de la Nueva Granada. A los pocos días recibía una carta del comandante Antonio Nicolás Briceño, quien le anunciaba el avance del Ejército Libertador y le daba instrucciones de hostigar al enemigo. Don Pedro se puso en marcha con sus huestes y en el sitio indicado por Antonio Nicolás Briceño aguardó. 105 Cuando tuvo noticias de la proximidad del ejército patriota, comandado por Bolívar, inició su ataque de guerrillas. El ejército realista se retiraba, el Ejército Libertador avanzaba. Don Pedro Araujo con su ejército hostigaba al enemigo. EL enemigo realista abandonaba la ciudad de Trujillo, Don Pedro Araujo y los bravos trujillanos entraban a la ciudad al mismo tiempo quelo hacía el Ejército Libertador. Ya se suscitaban las últimas escaramuzas, Rosa Teresa entraba victoriosa a la ciudad entreel entusiasmo de la multitud, era la indiscutible heroína de su pueblo, por razón sentimental y por mérito que leotorgaba la Patria; a su lado venía el comandante español. Fue al llegar a la plaza principal donde los prisioneros realistas deponían las armas, cuando uno de ellos viófeliz alIado de Rosa Teresa al comandante Juan Mayoral de La Palma; exclamó uno de los prisioneros, quien en ese momento entregaba sus armas a los vencedores: -Miren quién está allí, Mayoral de La Palma, traidor, alIado de los republicanos, contra el Rey.- Unoficial realista, que estaba en plande rendición, corrió y tomó un fusil y disparó contra Mayoral de La Palma, quien cayó de su caballo gravemente herido. Los oficiales patriotas y Rosa Teresa corrieron a auxiliarlo; el hombre expiraba, Rosa Teresa se inundaba de llanto ypor un instante reinó la confusión. La heroína había ganado la guerray había perdidoel amor. Al frente de un escuadrón del Ejército Libertador llegó el comandante Antonio Nicolás Briceño, se impuso de lo ocurrido, trató de consolar a Rosa Teresa y no encontrando otras palabras le dijo: -No te preocupes, les declararemos "la guerra a muerte" a los que han destruído tus sueños.­ Rosa Teresa contestó: -Si pudieras lograr la vida para los seres amados que mueren sería para mí mayor consuelo.­ AL día siguiente el cadáver del soldado español era conducido al Campo Santo, acompañado del sentimiento noble del pueblo trujillano, bajo un llanto de lágrimas de heroína en una despedida de amor. Se cuenta en la vida legendaria de los campos y aldeas trujillanas, que en las noches de plenilunio, cuando se baña de pálida luz la sierra andina, se oye en el viento modular una canción castellana y que una amazona en caballo alado remonta al cielo por la escala de un rayo de luz de la luna. Y se ha hecho proverbio en la leyenda campesina que nunca falta una Rosa Teresa para salvar la Patria y para transformar a un conquistador en un conquistado. Como también se dice que siempre existe un trujillano para salvar la dignidad y sembrar en el alma de una diana triunfal la nota gloriosa, donde la acción hace resonar lo vibrante que brinda alma a la leyenda y algo concreto en la historia; porque Trujillo es tierra de los Don Pedro y también de los Antonio Nicolás.

106 \ "-- r ~ \ \ ,----,.,..,,---­ ARCAI5MO LEGENDARIO EN PORTUGUESA

Era animada la conversación de los cinco hombres que hablaban de negocios madereros, mientras apuraban sendas aromáticas tazas de café portugueseñas, en la amable tertulia que sostenían en aquel espacioso corredor de una casa colonial en Acarigua, hermosa ciudad llanera, donde la riqueza agropecuaria y maderera constituye una gran reserva en la economía de la zona. Era floreciente el desarrollo socioeconómico de toda la zona de Portuguesa en este año de 1790. Uno de los hombres de la reunión preguntó el origen de la fecundidad de ese tiempo y del desarrollo, en los diversos órdenes, que se estaba presenciando. Otro de los concurrentes, el profesor Ilustrado Sarmiento, expresó: Es algo muy antiguo, pero si ustedes tienen paciencia yo se los voy 109 a narrar: Se pierde en lo legendario y hasta nosotros ha llegado en alas de la tradición, que en esta región habitó un pueblo primitivo, de raíces aborígenes, pero de cultura bastante avanzada. Su sistema político social era teocrático. Este pueblo se sentía asistido de sus dioses y cada vez que nacía una primogénita del grupo gobernante, los dioses hacían una ofrenda extraordinaria, que reflejaba el bienestar de la Comunidad. Ocurrió que nacieron dos gemelas que trajo al mundo la mujer del gran Cacique Guanacaipure. Las gemelas llevaron por nombre Acarinay y Araucaney. Toda la nación esperaba de los dioses la maravilla del bien, que debía sucederse a la tercera luna. y así ocurrió: Serían las diez de la mañana un tanto lluviosa, cuando empezó a aparecer entre las inmensas nubes un precioso arco iris. El cual se iba agrandando. A paso que el color violado aumentaba, los demás colores iban creciendo en la misma proporción, formaban un oleaje el colorido en el arco iris que simulaba ser un océano de colores en el cielo, donde el color violado, armonizaba con el azul turquí, cerca de las inmensas franjas azul verde amarillo, que en un continuo movimiento se aproximaba al anaranjado y al rojo: todos unidos en un arco iris inmenso parecían ser el anillo del Creador, que desde lo infinito, dejaba caer su bendición. El arco iris continuaba en su maravilloso esplendor. Había cubierto todo el espacio de este cielo. El Cacique y su mujer Arauma contemplaban aquel hermoso espectáculo, unidos a la inspiración de su pueblo. Hasta las seis de la tarde duró aquel fenómeno meteorológico en esta soleada región. Quizás la refracción y reflexión de la luz solar jamás habían sido tan hermosas. Desde el día siguiente se observó la manifestación de la abundancia, empezaron a nacer, crecer y a multiplicarse los vastos bosques de caobas y demás árboles de maderas preciosas, los pastos reverdecidos cubrían extensas zonas, nuevos ríos iniciaron sus corrientes, mientras nuevos manantiales derramaban sus aguas en un regadío natural. Los árboles de frutas tropicales formaron bosques silvestres. Por doquier se extendieron alfombras de plantas cucurbitáceas y de tallo lechoso, lo que ofrecía una abundancia silvestre, maravillosa, de frutas tropicales corno la patilla, el melón, la lechosa y otros. Así esta zona se convirtió en un mundo de extraordinaria abundancia, por voluntad de aquellos generosos dioses. 110 Los ríos se llenaron de peces, los bosques se llenaron de pájaros, los

'1 jagüeyes se convirtieron en garceros, los conejos se veían por manadas, los venados formaban rebaños, las babas y cocodrilos de hermosas pieles eran abundantes y dormían tranquilos en las riberas de los ríos, los chigüires eran abundantísimos, las lapas, morrocoyes, cachicamos y terecayas eran pobladores numerosísimos de esta fauna. Las dantas cruzaban todos los caminos. Los tigres o jaguares imponentes y satisfechos y el puma o león americano, jugueteaban bajo la frondosidad de los árboles. Las riquezas minerales eran variadas y abundantes, todo aquello era capaz de llenar una Nación con la riqueza que brinda la generosidad de los dioses. Dice la tradición que hasta en el recuerdo se siente el aroma de los guayabales cuajados de frutos maduros. y que Acarinay y Araucaney, llegaron a ser un par de doncellas preciosas, herederas de la majestad del Poder en esa Nación. Las gemelas físicamente eran exactas. Dicen que la gracia de ellas era como el ascenso de un lucero renaciendo de una flor silvestre a pulso del agua que brota de la fuente de un manantial, entre la ternura de la inocencia, que expresa la germinación de una planta delicada. Que la presencia de ellas acariciaba como el tibio rocío bañado de luz. Que eran discretas como la flor del guayabo y como las de los cactus que a las once de la mañana abren su corola y como las flores de las otras cactáceas, que en las horas nocturnas exhalan su aroma. y cuentan que las aguas torrentosas, en su correr altivo, doblaban la cerviz en los saltos rumorosos para recibir las caricias de Acarinay y de Araucaney, entre las aromas silvestres que, para ellas, era alfombra. Un día las doncellas suspiraron de amor y un rayo seguido del trueno partió dos árboles desde la copa hasta la raíz y se abrieron como puertas de templo. Y dos galanes indios salieron de los árboles y muy fervientes inclinaron la frente, como se inclina un plantío de maíz cuando sopla el viento. Fue un diálogo tranquilo, como el de la querencia del río en el remanso con la ribera. Cientos de guacamayas adornaron con su presencia el ambiente. Los tucusitos libadores le trajeron flores de los caobas. Crujieron los árboles con misterioso acento y, al compás del silbido del viento, se oyeron sonoros arpegios matizados de trinos. La nación entera tuvo noticias del esperado acontecimiento y los dos forasteros fueron bien recibidos. Los bucares floridos destilaron al aire su colorido. Yen mensajes de abejas y de antenas de hormigas invadieron las ondas, con sus besos furtivos, los bucarales. 111 Se oyeron rugidos de tigres y de pumas. Luego un breve silencio. Después el rumor que enviaba el río. Yen los matorrales millares de loros expresaban súbita alegría, dejaban oír con alborozo extraño ese bullicio que forman con algarabía. Manadas de venados con díscolo andar invadían la llanura y sus graciosas figuras de movimientos ágiles de atención sorprendida, pintaban la nota que brinda a la vida la ingenua armonía. Toda la fauna salió a celebrar. Se vieron conejos de salto indeciso. Silbaron las chicharras y les contestaron los grillos. Las paraulatas del bosque y las sabaneras dejaron oir un concierto de augurios. Ylos azulejos y el curiñatá piaban a un tiempo preciso. Mientras un cristofué, en una rama perdida de un árbol cualquiera, dejaba oír su eterno cantar yen colectivo jolgorio, en el monte, en manadas, venían rumbo al río, báquiros, chigüires y demás mamíferos que en esta zona habitan bajo el sol tropical. De pronto se vieron copos de nubes entre los reflejos de un sol de verano, era el acompasado vuelo de manadas inmensas de garzas blancas y de garzas morenas que venían del garcero, como flores del cielo en mensajes de paz. Se oyó más luego un precioso vibrar que venía en vuelo: eran los patos güirirí que en rauda travesía graznaban con ritmo y con algarabía. La Naturaleza entera estaba conmovida, los ríos adormecían su bello caudal, fantaseaban las flores en su aroma perdido, que reciben en suspenso el fresco silencio del manantial. Todo celebraba el felíz encuentro de aquellas doncellas, cuyo nacimiento había dado origen a tanta abundancia que brinda riqueza, bajo la fronda del bucaral ya todo lo extenso de Portuguesa. Y las sabanas y su pastizal, bañadas de lumbre de mañana clara, era motivo de júbilo inmenso, con lo grande que tiene lo extenso de su suelo y bajo la comba del azul del cielo se entregaban todo con delirio de altar. Este es el génesis de tanta riqueza, de tanto esplendor, según la leyenda, que en la tradición de caminos tropieza el destino aquí en Portuguesa. Así concluyó su exposición el Profesor Ilustrado Sarmiento. Todos celebraron este recuento legendario. Se disponían a continuar su lucha en el mundo empresarial. Mientras en los cielos de la región portugueseña un bello arco iris brindaba el silencio de un pensamiento atrevido y arcaico, que en la leyenda aborígen de la tierra amorosa, se palpa en su fauna y en la flora de su selva virgen, al surgir la tradición de grandeza de la armonía de este mundo en el sol tropical.

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• .11 LOS MANUELES DE SAN JUAN DE LOS MORROS

No se en que va a parar ésto, Don Mateo, decía Don Nicasio a su vecino amigo el Maestro de escuela. Así es, contestaba el viejo veterano de la vida, estamos contemplando la anarquía más tremenda que haya vivido pueblo alguno; este año de 1814 es una verdadera ruina, unos son realistas y otros republicanos, ya hasta opinar constituye un peligro. Así los dos viejos amigos dialogaban en el corredor de una casa colonial de la ciudad de San Juan de los Morros. Los habitantes de la ciudad estaban divididos en opiniones, unos tomaban parte en el bando realista y otros en el republicano. Las huestes de Boves habían cruzado la ciudad varias veces, igualmente lo había hecho el ejército republicano. Por lo general las autoridades seguían siendo realistas. 113 Pero, a pesar de la anarquía reinante, el optimismo llanero era flor de alegría en la ciudad de San Juan de Los Morros. La casa de Don Nicasio Muñoz era centro de reunión de la juventud republicana, siendoél un alentador de esta causa. Eneste hogar reinaban las ideas filosóficas y la música llanera, caudal que se desbordaba en arpas, cuatro, maracas y guitarras. Afloraba el día domingo bajo el alba llanera y los hijos de Nicasio se alistaban para una fiesta y adornaban la mansión como una flor de su época. Manuel Antonio, Rafael Manuel, Jesús Manuel y Manuelita Muñoz, a quienes llamaban losManueles, eran hijos de Don Nicasio Muñoz y de Manuelita de Muñoz. La casa estaba de fiesta, ya a las5 de la tarde un novillo descuartizado olíaa carne asada, sobreun brasero, en el patio. Los instrumentos sonaban. El corrío despertaba el alma y el zapateode los bailadores completaba el ambiente festivo. Los grupos de jóvenes de la ciudad estaban congregados. El lenguaje de los corríos dejaba un raudal de mensajes de amores y de patriotismo. A Julio Corrales, un mozo bien plantado de la ciudad,se le oyócantarun corríaasí: Sobre la cumbre del alma yo llevo una flor bendita más hermosa queuna palma en claror de mañanita. Flor humana desonrisa cuando río, Manuelita, entre cielo, amor y brisa mi emoción se precipita. Ella es la luz de mis amores y es el canto de mi vida para ella van mis flores con amor que no seolvida. De prontose detuvola fiesta. Tropel de caballería hizo quedar a todos los concurrentes en un ligero suspenso y a expectativa. Un escuadrón de caballería realista había rodeado la residencia de los Manueles. Varios jinetes desmontaron de su cabalgadura, sable en manoentrarona la residencia. Un oficial que comandaba el pelotón de soldados dijo: venimos a buscar preso a los cuatro Manueles. Y acto seguido detuvieron a los cuatro jóvenes, los ataron por losbrazos y se los llevaron amarrados a la cola de los caballos. El anciano Don Nicasio se estremeció de ira exclamando: me van a matar mis cuatro muchachos. Situviera cuatro más me pondría al frente de ellos y los liberaría. 114 Manuelita permanecía trémula en el medio de la concurrencia y dirigiéndose a su padre le dijo: Papá, una persona puede valer por un ejército si leacompaña elvalor, la fe, la razón y lajusticia; en este caso esapersona soy yo. Julio Corrales, quien seencontraba allado de ella, irrumpió diciendo: Yo te acompaño Manuelita. Ella 10 agradeció dándole un abrazó, luego Manuelita habló a la concurrencia: hombres de San Juan de Los Morros aquí presentes, la táctica delgobierno realista esir desmembrando a las familias mediante la liquidación de los hombres jóvenes; si permanecemos indiferentes, la situación cada día será más grave y cada día seremos más débiles. Los cobardes ya son muertos en vida y ausentes de la acción. A las autoridades realistas no escapa esta apreciación, porque la revolución es un hecho, ella constituye las alas maravillosas de una época, las cuales se remontan al cenit del pensamiento. Dejarnos liquidar por estos bárbaros sería aceptar la muerte lenta. Yo Manuelita Muñoz, los invito a formar escuadrón de combatientes; nuestra acción brillará en el cauce de la historia y será antorcha de dignidad en este pueblo. Inmediatamente el grupo de jóvenes constituyeron una Asamblea presidida por Manuelita Muñoz y Julio Corrales. Se llegaron a concertar compromisos concretos. Antes de 15 días.en una finca inmediatamente al Hato de Uverito, se reunirían para formar un cuerpo de caballería de lanceros capaces de hacer frente al enemigo, para derrotar a los negros de Boves y a las fuerzas del General Cajígal. En efecto, 15 días más tarde, trescientos hombres jóvenes llegados de distintas regiones del Guárico se encontraban en el sitio indicado. Llegaron grupos de Tucupido, Ortiz, Valle de La Pascua, El Sombrero, Chaguaramas y de otras poblaciones. El pequeño ejército se organizó en quince grupos de veinte jinetes. Julio Corrales y Manuelita Muñoz eran los jefes principales del Estado Mayor. En el amanecer de un sabado entraron los combatientes a San Juan de Los Morros y atacaron el cuartel de caballería, favorecidos por el factor sorpresa. Muy pocos fueron los soldados realistas que montaron a caballo. Los lanceros patriotas llevaban la ventaja. Los realistas se defendieron con valentía, quedando ciento veinte de ellos tendidos en el campo de batalla y treinta entre prisioneros y heridos. Luego los guerreros llegaron al edificio de la cárcel y liberaron a los prisioneros, entre ellos los cuatro Manueles. Engrosado el número de combatientes, se hicieron a la llanura para reunirse con otros grupos de guerrilleros. Por las sabanas del Guárico esta caballería lucía imponente. 115 Manuelita esplendía como una Diosa del sol, su piel bronceada, de formas atléticas con armonía femenina, melena larga y negra, ojos pardos y soñadores, alta y esbelta, todo configuraba en ella la belleza de una estirpe hermosa. Sobre su caballo alazan dorado se desplazaba con naturalidad por la llanura recién llovida; los pastos tiernos la saludaban y su figura hacía contraste con los araguayaneses vestidos de amarillo en competencia con la luz solar. Todo el escuadrón de caballería parecía escoltarla; ya la época le había dado nombre: "Manuelita de San Juan de Los Morros". Muchos fueron los encuentros y batallas de este grupo de valientes guariqueños conocidos con el nombre de los Manueles del Guárico. Combatieron en las regiones de Tucupido, Chaguaramas, Zaraza, Coroso Pando, El Rastro, Ortiz, El Sombrero etc. Las huestes realistas se dispusieron a destruir a este pequeño ejército rebelde. Hubo el anuncio que estos rebeldes se acercaban a San Juan de Los Morros, que hacía un mes habían pasado por Barbacoas hacia el Guárico. En efecto, los combates habían dado un gran rodeo y se encontraban en las inmediaciones de Ortiz. El ejército realista salió a su encuentro con intención de coparlos; quinientos jinetes por el norte y quinientos jinetes por el sur. Se avistaron los ejércitos. El combate era inevitable. A plena llanura se empeñó la batalla. Los guariqueños simularon una retirada y de pronto se precipitaron contra el enemigo en posición de rompe línea, desde una distancia de cien varas. En feroz arremetida de lanceros lograron desorganizar a quinientos realistas, causándoles grandes bajas; pero el otro cuerpo realista que venía al acecho se presentaba al frente, en posición de combate. Los patriotas se organizaron en dos grandes líneas paralelas formando horizonte frente al enemigo, dejándolos acercarse. De pronto la arremetida de rompe línea de ambos bandos: violencia de relámpagos de caballería, sol de lanza en la llanura y estrella de epopeya en el alma, sembraron en este día los bravos del Guárico por los caminos de San Juan de Los Morros hacia Ortiz. Sembrada de caídos estaba la llanura, entre ellos, tres de los Manueles. Manuelita lucía imponente y bravía entre ataques y contraataques de valientes. El sol era testigo de la hazaña y el valor, unos por la República, otros por la corona de España. Parecía no haber fuga en aquel encuentro, los titanes de la llanura estaban en combate. Quedaban pocos patriotas en sus cabalgaduras. Manuelita quedó aislada en un recodo de la sabana. Treinta lanceros realistas se acercaban, Manuelita caracoleó en su caballo y apenas a treinta varas de distancia oyó un grito que decía: contra la Diabla de la llanura. 116 Ella contestó en fracción de segundos: No los maten por la

·1 ,11 espalda. Varios jinetes voltearon para defenderse de algún atacante, Manuelita arremetió velozmente y cruzó la línea de sus atacantes, uniéndose al grupo de Julio Corrales. La caballería de ambos bandos había quedado desorganizada en la llanura, unos y otros giraban buscando su línea de lucha. Eran más los realistas, Manuelita y Julio Corrales acompañados de treinta lanceros, se abrieron llanura afuera del combate; uno de los Manueles lo hacía en otro sector, uniéndose ambos grupos fuera del alcance de sus adversarios. Aprovechando la confusión, Manuelita, Julio Corrales y el Manuel sobreviviente hacían un rodeo tras los matorrales; pero un cuerpo del ejército realista salió en su persecución. Los patriotas se organizaron en pequeños grupos en forma de emboscada tras la maleza circundante, atacando por sorpresa mientras continuaba la retirada. Ya eran pocos los perseguidos y los perseguidores. Tras una punta de mata Manuelita se emboscó acompañada de cuatro lanceros. En un sector inmediato estaba Julio Corrales con diez jinetes de lanza. Un oficial realista, Ruperto de Las Rosas, venía en la persecución y se dirigía en veloz ataque contra Corrales y sus acompañantes. Manuelita salió de la emboscada con los suyos en feroz y sorpresivo ataque; Julio Corrales también atacó al grupo de realistas. Jinetes de ambos bandos rodaron por tierra, cayendo también el Manuel sobreviviente. Quedaron sobre sus cabalgaduras el oficial realista Ruperto de Las Rosas, Julio Corrales, dos lanceros patriotas y Manuelita. En el terreno quedaron a la vista y en posición inmediata Manuelita y el oficial Ruperto de Las Rosas; él arremetió contra ella y ella movió su caballo levantándolo en las dos patas traseras. Las dos lanzas chocaron brotando de ellas chispas de lanzas guerreras. El oficial arremetió con pujanza sobre el cuerpo de Manuelita, ésta se sujetó de la crin de su caballo y sosteniéndose en un estribo dejó libre la cabalgadura para que la lanza enemiga pasara sobre ella sin herirla, mientras la lanza enastada que ella portaba se clavó en el pecho del oficial. Este rodó por tierra. Era el último combatiente realista perseguidor de la jornada. Manuelita se acercó a él con su lanza lista. El oficial moribundo le habló: Diabla linda de la llanura, en el corazón me hirió tu lanza y tus encantos. Cómo me hubiera gustado llevarte hasta mi rey para que nos casara, para unir la miel de tu matajey con la miel de mis manzanas. Diciendo esto expiró. Ella en sonrisa amarga dijo: Gracias valiente, pero si tu lanza me hubiera herido, en lugar de llevarme a tu rey me hubiera llevado a la muerte. Luego agregó: No tenemos tiempo de enterrarte. Manuelita cortó un haz de ramas de araguaney florido, los tiró 117 sobre el cadáver del oficial, diciendo: Flores, con flores se pagan. Manuelita y Julio Corrales, escoltados por dos lanceros patriotas sobrevivientes, se hundieron en el horizonte de las lejanías de la llanura, por los rumbos sin caminos, como se va la tonada del corría, siguiendo el rumbo que le traza el viento y como sobre su cauce se marcha el río. Así ellos se fueron bajo una tarde de sol al encuentro de la noche, como se marcha la libertad dejando atrás sus carceleros, como se marcha la esperanza llevándose consigo al soñador. Se fueron llano adentro prendidos del recuerdo bajo el último beso de sol del poniente, como se despide el adios en un hálito de olvido.

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UN INDIO EN LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA

Un sol radiante iluminaba el Valle de Los Caracas entre los raudales de aroma que se desprendían de los bucarales, perfume silvestre que sugería la imagen de los cafetos floridos que en este Valle sembrara el Padre Sojo, el Padre Mohedano y Don Bartolomé Blandín, entre las zonas de Petare y Caracas, en aquellas famosas haciendas Blandín y La Floresta, cultivo que se extendió por toda la zona. En las calles de Caracas se oían las matracas y el silencio de las campanas que anunciaban el Jueves Santo del día 19 de abril de 1810. La solemnidad había sido interrumpida por un movimiento político inesperado. Jóvenes de la rancia sociedad criolla de Caracas habían detenido y obligado a regresar al Cabildo al Capitán Don Vicente Emparan, quien desde la puerta principal de la Catedral se vio forzado 121 a cruzar la Plaza Mayor hasta la acera oeste para entrar al Cabildo, donde un grupo de señores, ensu mayoría jóvenes, planteaban el problema del destronamiento de Carlos IV y la posesión del nuevo Rey José Bonaparte, hermano de Napoleón. El Gobernador Emparan estaba sereno, su tono de voz era de consejero y pacificador mientras que la de los hermanos Salias, José Félix Rivas, el Sacerdote Cortés de Madariaga y otros, era violenta. El Gobernador ocultaba su preocupación, esta era que elTeniente Luis Bolívar, ex alférez, Jefe de la Guardia, en el pórtico de la Catedral, no le había presentado armas, ni se había opuesto alirrespeto de que había sido objeto. Sobre todo, lehabía molestado mucho elgrito de un agitador de raza india de aproximadamente 20 años, que dejó oirsu voz estridente al cruzar la Plaza Mayor. El Gobernador Emparan preguntó a unode sus ayudantes que leacompañaba. -Quién esese insolente?- El ayudante contestó: -Ese esJosé Manuel Arraiz hijo de la india Ivón, la que ejerce el Cacicazgo del Barbecho de los indios de La Vega, quién es la mujer de José Félix Arraiz, Cacique de Baruta; ese joven indio esel Cacique heredero de la tribu del Barbecho de La Vega y dela tribu de Baruta, escomo si dijéramos en castellano elPríncipe heredero- Por la mente delGobernador pasó la imagen de los indios, quienes habían elevado petición de Cédula Real por los terrenos que ocupaban, colindantes con el río Guaire donde empezaban los límites de la hacienda La Vega y Carapa, solicitud ésta, que se le había dado largas debido a que los señores de la hacienda habían construído una hermosa casa en la zona del Barbecho, lo cual ocasionó la tirantez existente entre las tribus del Barbecho y de Baruta con las autoridades de la Capitanía General. Desde la Sala del Cabildo oía el Gobernador el bullicio del pueblo que, sin duda, concurría al templo, por ser Jueves Santo. Pero desde dentro de la multitud se oían los gritos del indio José Manuel Arraiz: "Fuera el Gobernador, no lo queremos! Los jefes de los cuarteles del Ejército están presos! Fuera el Gobernador, no lo queremos! Se cayó el Gobierno! Fuera el Gobernador! No lo queremos!" Ya se oían algunos gritos de apoyo al joven indio, la policía se hacía la indiferente y ésto aumentaba la suspicacia popular, lo que a la vez daba crédito a los gritos del joven indio. El Gobernador Emparan resolvió dar un golpe sicológico, se levantó de su asiento en el Cabildo y en actitud violenta se llegó hasta la ventana de balcón que daba frente a la Plaza Mayor, con posición de líder el Gobernador se dirigió a la muchedumbre: "Pueblo !Me quereis por vuestro Gobernador!? El sacerdote Cortés de Madariaga, quien estaba parado tras de él, hizo señales negativas 122 con la mano y se oyeron las voces: "No lo queremos! No lo queremos!" El Gobernador contestó: "Yo tampoco quiero mando!" Volviéndose a la concurrencia del Cabildo el Gobernador manifestó sus deseos de retirarse para regresar, después de los oficios religiosos, pero los señores del Cabildo se lo impidieron. Vió que también estaban detenidos los jefes militares que lo apoyaban y comprendió que carecía de sustentación para su Gobierno. Firmó el Acta de renuncia. La noticia corrió como pólvora, la gente popular comentaba la caída del Gobierno. La negra Cachambita hablaba con sus amigos en la acera de la Plaza Mayor. -Si señó, los niños se alzaron con el Cabildo y tumbaron al Gobernador-. A lo que agregaba la zamba Rufa: -Yo sospechaba eso dende anoche, porque el indio José Manuel Arraiz andaba con sus amigos muy alebrestao-. A lo que agregó la india Chepa: -Ese indio condenao estaba metío en el golpe, ¡¿no ven como deje tempranito estaba formando bululú?!­ Juan, que estaba por allí cerca, se metió en la conversación y dijo: ­ Aquí hay revolución, ¿no vé, que ya no hay Rey?; el vainero es grande, me lo dijo el indio José Manuel, aquí va nacé otra forma de Gobierno sin Rey-. y la Candelaria que estaba por allí, dijo con picardía: -Como que se voltearon los Santos, el indio del Barbecho está levantando gente, guá yo se lo digo, porque Eleuterio, el catire, Pedro Pablo y una gentá más andan con el indio José Manuel desde anoche y lo que ellos dijeron está pasando-o Otra mujer agregó: -Aquí lo que viene es plomo con rinquincalla, hay mucha gente alzá, hasta yo estoy alzá-. y se oyeron gritos: "¡Viva el Cabildo! Viva la revolución!" El indio José Manuel Arraiz y seis amigos más se les vió en la Plaza de San Jacinto, montaron en sendos caballos y dando gritos de "viva al Cabildo y la revolución" se dirigieron al Barbecho de La Vega, al sur de la ciudad. Cuando José Manuel y sus amigos llegaron a la casa principal de la tribu, la población indígena estaba revuelta. La madre de José Manuel salió a recibirlo, era ella la india Ivonne, su nombre bautismal, porque el nombre auténtico tribal era Guaicairabí. Su autoridad tenía carácter de Gobernante entre los indios, porque ella había heredado el Cacicazgo de Barbecho del Cacique Pacabita y de Baruta, heredados de sus padres, los cuales ejercían en unión de su esposo, el Cacique José Félix Arraiz. Guaicairabí, imponente mujer, descendiente del gran Guaicaipuro, bronceada su piel, seductora la mirada, con expresión de raza caribe por 123 su talento y sus encantos personales, era orgullo de la raza nativa, Guaicairabí había demostrado valor personal enmuchas ocasiones, también poseía cierta cultura, hablaba bien el castellano y el dialecto tribal. Cabalgaba muy bien y sehacía acompañar por escolta. Siempre habló a su pueblo deestar preparado para laguerra; participó en choques armados con otras tribus y también con soldados de la Capitanía General. Había logrado ser una figura respetable; su gallarda presencia simbolizaba elheroísmo de la raza aborigen del Valle de Los Caracas. Poseía el don de la diplomacia, se le reconocía entre las tribus como Cacique de Los Teques, del Barbecho y de Baruta. Su tribu siempre estuvo bien armada, y se distinguió porrespetar los tratados con laCapitanía General. Enterada Guaicairabí delasituación, ésta dijo a José Manuel: -Ve a buscar a tu amigo Simón José Antonio de laSantísima Trinidad, élestá en Yare, en lasiembra de añil; élesun hombre influyente e importante. José Manuel en unión desus seis amigos montaron ensus cabalgaduras ypartieron rumbo a Yare. Al amanecer seencontraban en la casa de Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios. José Manuel y sus amigos desmontaron de sus cabalgaduras, Simón José Antonio estaba en la puerta de su casa. Se dieron un gran abrazo. José Manuel le dio una larga explicación de los acontecimientos. Simón José Antonio tenía su caballo ensillado y su respuesta fue: -A Caracas-o Tramontaron valles y cerros; entraron por la zona de Baruta, luego por el Barbecho de los indios hasta la casa de Guaicairabí donde fueron bien recibidos por la Cacique y por el Piache de la tribu, a quien pidió Simón José Antonio hacerle un vaticinio. Este accedió. El indio piachi colocó seis tinajas y cinco taparos lleno de resina aromática, las cuales encendió: una gran humareda salió de los recipientes.las columnas de humo envolvieron a Simón José Antonio y a Guaicairabí y dirigiéndose a Simón José Antonio le dijo con voz profunda: -Tu figura será levantada en bronce sobre tu gran caballo en la Plaza Mayor áe Caracas. y luego dirigiéndose a Guacairabí le dijo: Tu figura será levantada en bronce, parada sobre una palma, aquí a las entradas del Barbecho y serás llamada la "India de El Paraíso"- Simón José Antonio y Guaicairabí celebraron la ocurrencia del piache y después de saborear una taza de café, Simón José Antonio y sus acompañantes se dirigieron a la cuadra de los Bolívar a las márgenes del Guaire, cerca de la esquina de las Piedras, en Caracas. Muchos acontecimientos vinieron posteriormente. El año siguiente 124 se declaró la Independencia de Venezuela. El Generalísimo Francisco de Miranda seencargó de laJefatura Suprema del Ejército. Al año siguiente Simón José Antonio fue nombrado con elgradode Coronel Jefe de la Plaza dePuerto Cabello. El indio José Manuel Arraiz lo acompañaba con elgrado de Sub-Oficial. Pero en unabreve ausencia Simón José Antonio fue traicionado y se leesperaba para darle muerte. Pero elSub-oficial José Manuel Arraiz saltó los muros del Castillo, corrió y avisó a Simón José Antonio lo que había ocurrido, salvando la vida milagrosamente. Se desboronó la República, el General Monteverde ocupó la Nación. El año siguiente o sea en 1813, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios llegó a Caracas desde la Nueva Granada al frente de un poderoso ejército. Fue recibido con el título de El Libertador. José Manuel Arraiz regresó al ejército con el grado de Teniente. Participó con brillo en la batalla de las Trincheras y en el sitio de Puerto Cabello, formó parte de la comisión que apresó al General Suazola. Al año siguiente 1814, José Manuel combatió bajo las órdenes del General José Félix Ribas en La Victoria, pues su condición de seminarista oyente lo llevó a incorporarse al batallón de los estudiantes. Perdida la República en este año, José Manuel se incorporó a las fuerzas de Oriente, y combatió en Urica. Más tarde se incorporó a la fuerza del General Piar y estuvo en mil combates, alcanzando el grado de Teniente Coronel. Así llegó hasta San Carlos con las fuerzas militares que debían combatir en Carabobo bajo las órdenes de El Libertador. En los corredores de una casa solariega de San Carlos, José Manuel se mecía en su chinchorro. Recordaba a su madre la bella Guaicairabí y a su novia la india Cairabú que debían estar esperándolo en Caracas, en la zona del Barbecho de La Vega y de Baruta. El 24 de junio de 1821 en el fragor de la batalla de Carabobo estaba José Manuel, formaba parte de la primera División comandada por el General José Antonio Páez. Ya la batalla estaba decidida a favor del ejército republicano. El General Páez ordenó una carga decisiva contra el batallón realista Albatros, el cual quedó destrozado y se iniciaba la persecución del batallón realista, Valencei cuando le sobrevino un ataque epiléptico al General Páez. Un escuadrón realista atacó con furia hacia el sitio donde se encontraba el General Páez. Pero el Teniente Coronel José Manuel Arraiz contraatacó con violencia, destruyó al Escuadrón enemigo y él quedó mortalmente herido, El Valencei continuaba su retirada. El Libertador pasó revista al Campo de Batalla al son de dianas triunfantes. Bajo un árbol de cañafístolo encontró al General Páez 125 reponiéndose de sus convulsiones; lo felicitó y le ordenó perseguir al Batallón Valencei. Enzona inmediata de la llanura, El Libertador encontró moribundo al Teniente Coronel José Manuel Arraiz y al estrechar sus manos José Manuel le dijo: -Su excelencia, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad. Mi familia! Las tierras del Barbecho de La Vega y de Baruta para mi familia!- El Libertador prometió que estas tierrasserían de los indios. José Manuel expiró. Al correr de los años,el año de 1825, el Libertador Simón Bolívar en el Cuzco, República del Perú,decretó el otorgamiento de tierras en propiedad (que estuvieran ocupadaspor ellos) para todos los indios de los países libertados. Yel domingo 15 de abril de 1838, el Congreso de la República de Venezuela en sesión especial decretó propiedad de los indios de La Vega todas las tierrasocupadaspor ellos desde las riberas del Guaire hasta la zona de Baruta. Laemoción de un sol de justicia social brillócon este Decreto en los anales de la República y una alegría, pre-colombina, aborigen, con idioma de Castilla y emoción republicana cubrió en un manto de amor la zona tribal de Caracas.

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, , ~. ~ I EL MECENAS DE SAN FELIPE

La consternación era general en la ciudad de San Felipe El Fuerte, en la zona de Yaracuy. El terremoto del día anterior había sembrado muerte y desolación. Era el año de 1812, también estremecido por los acontecimientos políticos. Prácticamente no había autoridad en la ciudad. Pero del fondo de las calamidades sufridas salió un hombre que organizó cuadrillas dé trabajadoresy de auxilio. Este hombre: era el Capitán Resoplido Ferviente, individuo resteado y de carácter: ". " El Capitán Resoplido'Ferviente organizó un centro para damnificados y se dio a latareadereorganizar las edificaciones de la 127 ciudad. También dotó de un centro asistencial a la urbe. Entre las edificaciones que merecieron atención esmerada fue el templo principal de la ciudad y no estaban aún concluidas las reparaciones, cuando ya se podía oficiar misa y se dejaba oir las melodiosa voz del gran cantor, señor Ocando Desastroso. No le faltó a los habitantes de la ciudad el consuelo de la jerarquía eclesiástica, representada por el padre Fray de las Penas Angustiado. Poco a poco se iba restableciendo la confianza, aunque no faltaban los inconformes como fue el caso de la señora Doña Absoluta Bochinchina del Fracaso. También se organizó una comisión que viajara a Caracas a fin de dialogar con el nuevo jefe de la Nación, General Domingo Monteverde. Esta comisión fue presidida por el Marqués del Rodeo Pando, hombre público, entrador y diplomático. Ya la ciudad entraba en franca recuperación, y esplendía de nuevo en la urbe ese encanto seductor que tiene el mundo yaracuyano. El río, majestuoso y cristalino, en su rumorosa corriente parecía cantar un himno a la patria. Las mujeres yaracuyanas volvían a reir con esa frescura incomparable que tiene el alma de esa tierra. Los hombres fuertes y adustos regresaban a sus labranzas, los campos parecían despertar a nueva vida, dentro de la armonía de esa flora que se yergue como una esperanza motivada por el Creador. Los hombres de bufete iniciaban sus tareas, orientando su pensamiento hacia el porvenir progresista que ama el yaracuyano. Las tiendas, las pulperías y los almacenes de mercancías abrían sus puertas con expresión de alegría después del susto. Así la ciudad de San Felipe seguía siendo un centro importante del mundo colonial venezolano. En muchos hogares se oyeron de nuevo las cadenciosas notas de los valses yaracuyanos, canciones románticas de su época y el desgranar del jaropo entre los arpegios de instrumentos musicales de cuerdas. Los grandes portales de las casas solariegas recibían el arrullo del Angelus de la Catedral en cada alborada y las manadas de aves derramaban trinos en la ciudad. Fue por estos días que se presentó y estableció una casa de comercio, un señor extranjero de nombre: Don Agudo Mercenario del Mareo. (Quien era estafador internacional). Este señor baladroneaba de mecenas, filántropo, financista, comerciante y de gran señor paternalista de la humanidad. A este señor se le notaba su fiebre de grandeza, era discurseador y pretendía ser líder de fama social. Se enteró que una de las diversiones populares yaracuyanas eran las peleas de gallos. Por lo tanto solicitó comprarse un gallo, el cual debía ser de color negro, muy fino, que picara y matara al entrar. No tardó en presentarse un gallero que le 128 vendió el gallo solicitado. Pero Don Agudo pidió al gallero que se

¡.,. ,11 encargara élmismo del cuido del animal. El gallero aceptó previa jugosa paga. Advirtiéndole al señor Agudo, que siél noerahombre de bien, al jugar el gallo, esdecir alpelear elgallo, sele podría convertir en un fantasma. Esto causó risas a Don Agudo, quien a la vezexplicó al gallero: -Yo soyun mecenas, esdecir, protector de escritores, pintores, artistas, etc. y también soy filántropo-o Ya se aproximaba la temporada del gran desafío de laspeleas de gallo en el Yaracuy. Los galleros tramaban burlarse del fanfarrón extranjero. y cada vez que hablaban con él, le decían: "Pórtese bien Don Agudo, porque el gallo se le puede volver fantasma". Don Agudo se reía de esta ingenuidad. Al fin llegó el gran día del desafío de las peleas de gallos. Don Agudo Mercenario del Mareo anunció, por medio de cartelones, que él mismo asistiría con su gallo y con ventaja ganaría contra el mejor gallo del Yaracuy. Se dieron cita los galleros; la gallera estaba repleta de aficionados. Don Agudo hizo su entrada a la gallera: hasta Seoyeron vivas y aplausos. Don Agudo se arrolló las mangas. Hizo elevar las apuestas hasta cinco mil pesos. -A sacar gallos- ordenó el juez de la pélea. El pirmero en sacar del saco su gallo fue Don Pelón Espuelado, luciendo un hermoso gallo blanco de pelea. Don Agudo exclamó: -Oh! ésto va a ser negro contra blanco-o y acto seguido metió la mano en su saco para sacar su gallo. Grande fue su sorpresa, cuando 10 que sacó fue un enorme zamuro con un diablo rojo pintado en el lomo; además el zamuro era rabioso y picoteaba. La muchedumbre lanzó un grito de asombro y Don Agudo también. El zamuro rabioso rompió a picotazos las manos de Don Agudo, quien 10 soltó. El zamuro revoleteó entre la gallera, por sobre la cabeza de los asistentes, hasta salir al exterior donde levantó el vuelo. Don Agudo estaba pálido, al extremo que algunos amigos 10 acompañaron para que saliera de la gallera y otros 10 acompañaron hasta su casa. Desde entonces existe en el Yaracuy una frase popular que se le aplica a los embaucadores, que dice: "Cuidado si el gallo se le convierte en zamuro!" Don Agudo Mercenario del Mareo estaba sumamente preocupado. No sabía si el gallo se le había convertido en fantasma o si le habían gastado una broma pesada. Por esta razón mandó a llamar al gallero. Este se presentó en el acto. Don Agudo le dijo: -Qué le parece! Esto es como cosa de brujería.­ 129 El Gallero le contestó: -Yo no se, Don Agudo, allá usted con su conciencia; pero el gallo amaneció ensu jaula, si quiere vaya a verlo. ­ Don Agudo abrió los ojos muy grandes diciendo: -No! No! Yo no quiero nada con ese animal! Se lo regalo!­ Pero Don Agudo tratando de echar alolvido elincidente de la gallera, nocesaba de decir: "Yo soy un Mecenas, un Filántropo". De la noche a la mañana, Don Agudo anunció lafundación de una sociedad Teosófica Protectora de Animales. El eraelconferencista principal y único. En su primera conferencia expuso: -Los animales sonseres iguales que nosotros los hombres. Ellos tienen alma, pero un tanto imperfecta, la cual seva perfeccionando por sucesivas reencarnaciones en otros animales, hasta llegar al hombre. Comprenden? Por lotanto nose debe comer carne. Porque el hombre debe proteger a sussemejantes los animales. Yo he alquilado un potrero pararecibir ganado vacuno que deben donar a esta sociedad, porque elganado en primer término, esel animal que está más cerca del hombre y por lotanto requiere de mayor protección. Pueden donar a esta Sociedad desde cinco cabecitas en adelante. Advirtiéndoles que el que haga ésto prosperará, porque las leyes divinas, que prescinden de la Fe y la razón, en este caso ayudan y naturalmente que esta Sociedad estará dispuesta a recibir toda clase de animales, hasta fieras. Así terminó el conferencista. Desde ese día en adelante, Don Agudo empezó a recibir perros y gatos callejeros y hambrientos, pero nada de ganado. Don Agudo se preocupaba porque aquellos animales le salían caro y él era el único contribuyente de la Sociedad. La gente venía a las conferencias, aplaudía y se comía y bebía los obsequios, pero no contribuía con nada. Un día Don Agudo recibió una contribución maravillosa, era un hermoso tigre de las montañas del Yaracuy, bello animal, el cual esplendía en su jaula con su piel sedosa sus vistosos colores y sobre todo su arrogancia de felino imponía la admiración del maravilloso ejemplar. Don Agudo invitó a toda la ciudad para que viniera a ver el hermoso tigre. Colocó en la puerta una alcancía gigante con letrero que decía. "Deposite aquí su contribución para el tigre, se aceptan vacas en donativo". La gente de toda la ciudad desfiló para ver al tigre majestuoso, pero nadie contribuía. Solamente un niño acompañado de sus padres que había concurrido a ver el tigre le preguntó a Don Agudo: ¿El tigre 130 come galletas? -Don Agudo celebró la gracia diciéndole, -Sí, parece que las causa también-o El niño respondió: -Entonces tome estagalleta que me estoy comiendo para quese la dé al tigre-o Transcurrieron algunos meses y la preocupación de DonAgudo era grande. Todo aquel gasto a su costa. Alquiler de casa, alimentos y medicinas para animales, pagode veterinario y sobre todolo quese comía ese tigre: media res diaria. Don Agudo pensaba: meestoy arruinando, esta gente de esta ciudad no se deja meter en el pote. Que va!. Este negocio no lo sigo yo! Un día amaneció un letrero frente al local de la Sociedad: "Se regalan perros y gatos gordos y bien cuidados, también se regala un tigre". Trabajo le costó a Don Agudo deshacerse de todos aquellos animales. Ya que las autoridades le prohibieron soltarlos en la ciudad. El tigre fue donado a un zoológico. Pero Don Agudo Mercenario del Mareo seguía pensando: ­ Caramba yo no puedo fracasar aquí en San Felipe, me tengo que sacar el clavo. Y resolvió embarcarse en otra aventura. Así fue que en una clara mañana yaracuyana, amaneció el gran anuncio en el cartelón de Don Agudo: "Se funda la hermosa obra de: La Sociedad de los espíritus solitarios. Se harán romerías a las montañas y retiros espirituales para alcanzar la Divina Gracia". De inmediato Don Agudo se lanzó a dar conferencias; en la primera de ellas dijo: -"Cada ser humano es solitario, porque nadie comprende sus penas. Sólo uniéndose a una Sociedad Divina y buscando en la Naturaleza misma el diálogo con el Ser Supremo se puede lograr la paz. Esta Sociedad logrará esa grandeza". Hubo muchos aplausos y los concurrentes disfrutaron de las bebidas y los obsequios. Don Agudo repartió los estatutos de la Sociedad. Una de las condiciones para ingresar era depositar mil pesos por persona. También se anunció la primera romería para la semana siguiente. Este primer acto de Fe, sería costeado por la Sociedad. Lo que le costó a Don Agudo unos mil pesos para cubrir los gastos de los invitados. Se efectuó la romería allá en la cumbre de la montaña. Don Agudo tomó pose de apóstol y con voz emocionada dijo a la concurrencia: Todas las semanas tendremos una romería: Muchos aplausos. Durante varias semanas Don Agudo hizo las invitaciones; pero como nadie depositaba la contribución, él hacía los gastos para despertar el entusiasmo. 131 Ya eran muchas semanas de romerías, familias enteras de los barrios populares concurrieron con sus hijos a pasar el fin de semana a la montaña a costa y costo del gran Mecenas Don Agudo. Había gran entusiasmo para la Romería de fin de semana. Pero Don Agudo sacaba sus cuentas, por allá, en un rincón de su destartalada casa de comercio, donde con toda seguridad llegarían sus acreedores con los Tribunales. Yen silencio monologaba, "aquí si es verdad que me plancharon los yaracuyanos. Estoy arruinado! Sin duda: Yaracuyano no come cuentos, parecen mansos, pero son unas fieras, habrá algunos personajes con nombres raros; pero idiota como que no hay ninguno". Así Don Agudo Mercenario del Mareo desapareció de la ciudad, de la noche a la mañana, sin despedirse de su clientela. Más tarde, en algunas paredes de los barrios populares aparecían letreros que decían: "Pájaros de cuentas que vengan a San Felipe disfrazados de Mecenas con aires de Filantropía, se los tragala leyenda,

sin sanarles la sinfonía11

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~...... --­',~~-f".'...'''' , LA VIRGEN MOCHA

El sacerdote católico, Jacinto de Mier, blandía emocionado el isopo rociando agua bendita, en señal de consagración del lugar donde se habría de fundar la ciudad de Nuestra Señora de San José de Güirior, en la confluencia de los ríos de Paragua y Paramuchí, en la región del macizo guayanés, en Venezuela, mientras un campanario improvisado dejaba oír el tañer de dos campanas que daban la bienvenida del año de 1770. Veinte manzanas de vivienda trazaron los fundadores, incluyendo casa del cabildo, plaza mayor y la Catedral. La ciudad era distinta a las demás, porque fue poblada por un grupo de familias escogidas, integradas por sabios e investigadores. La ciudad estaba protegida por las fortalezas militares de San Rafael y San Vicente. Los científicos se 135 internaron en la Sierra de La Prima buscando una ciudad perdida, fundada posiblemente por los atlantes y la cual pretendían identificar por la construcción en la montaña de grandes almenas. Estanislao Baquero, jefe y coordinador del grupo, y su esposa Rosedalina Fernanda, consideraban un triunfo este primer asentamiento de científicos en América. No se permitía el acceso de forasteros a la ciudad, era algo exclusivo. La Catedral fue enriquecida con imágenes de oro y se erigió un monumento en honor a la ciencia, también en oro fundido. Los científicos regresaron muchas veces a la ciudad acompañados de extraños visitantes con trajes metálicos. La curiosidad de los habitantes de otras ciudades era inmensa. Un día, hubo inquietud en los habitantes de San José de Cüirior. Uno de los visitantes, apuesto hombre de dos metros de estatura y de gran perfección física, a quien llamaban el profesor Griel, se le apreciaron inclinaciones amorosas por la científica Rosedalina de quien se decía le correspondía a los requiebros. Durante algún tiempo todo fue rumor, hasta que los amores entre ambos llegaron a ser públicos y notorios. Mientras, las autoridades representantes de la corona del Imperio Español y de las autoridades eclesiásticas tomaron cartas en el asunto y se resolvió formar un consejo de justicia para poner fin a la situación. Los amantes fueron conminados a desistir de sus propósitos, pero estos se negaron a ello. El juez que presidía el consejo se dirigió a ellos en estos términos: Esta fundación obedece a una orden real. Su moral está determinada con delineamientos preconcebidos, y ustedes están violando la Ley. Rosedalina contestó: El rey gobierna en el Estado, la ciencia en las investigaciones y en mi corazón sólo gobierna el amor por mandato de Dios. El profesor Criel expuso: Yo no soy súbdito de su rey; soy libre y poderoso, amigo de ustedes y amante de una mujer. Son ustedes los que están aquí con mi permiso y esta ciudad desaparecerá, como desaparece el sol al atardecer, con el fenómeno de haber tenido su aurora y con la emoción de marcar una época y dejar una leyenda en las ruinas de una huella de ciudad. Luego se sintió el sacudir de un vendaval y un terremoto estremeció la ciudad. Los cuerpos de ejércitos de San Rafael y San Vicente acudieron a la ciudad para socorrer a sus habitantes y encontraron a la ciudad en ruinas y solitaria. No había vivos ni muertos, ni monumentos ni imágenes. Algunas partes de la ciudad habían quedado sepultadas, entre ellas la gran casa de estudio y el 136 edificio del gran taller de las fundiciones. La ciudad de San José de Güirior dejaba de existir. Los militares absortos se retiraron del lugar confundidos. Años más tarde, un grupo de arqueólogos visitó el lugar y desenterraron laimagen de unavirgen que medía un metro con setenta centímetros de altura, con proporciones naturales, erade orofundido, y le faltaba un brazo. Porvarios meses la imagen fue contemplada por visitantes de poblaciones vecinas, y elingenio popular ledioel nombre de la Virgen Mocha, patrona del amor. La imagen de oro fue trasladada al viejo templo solitario donde la veneraron, por muchos años los mineros, los viajeros y curiosos visitantes, hasta que un día desapareció del templo. La ciudad de San José de Güirior es la huella en ruina de una vieja ciudad en las riberas del río Paragua en la confluencia con el río Paramuchí. Sus ruinas se yerguen, con alma solitaria de centinela, en las inmediaciones de la selva y al pie de las sierras del macizo guayanés. Cuando el sol dora el horizonte mañanero y cuando desgrana sus arreboles en el atardecer, sobre las ruinas se proyecta la imagen de una virgen milagrosa que inspira milagros de amor. Ante ella los nativos oran, para lograr el dulce milagro. Yen su cálido acento, los nativos dialogaban con sus novias: la Virgen Mocha nos ha concedido el milagro del amor. Y de vez en cuando los enamorados visitan a la población de la Paragua y tocan las campanas de San José de Güirior, que están colgadas en un pequeño andamio en la plazoleta de la iglesia de esta ciudad; porque, en el tañer de ellas, un lenguaje metálico hace vibrar las almas, iluminándose la luz de la esperanza yel cálido acento del amor.

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EL BARCO DE LA MUJER DEL FAROL

Dejaba caer la luna su manto de luz y con él plateaba la extensión marina, mientras el mar cadencioso bajo la luna se adormecía sobre las playas en un canto de amor, donde el rumor llega hasta el alma, la impresión de ensueño baña los sentidos y las luciérnagas, bajo las frondas de las palmeras y de la arboleda circundantes, simulan lentejuelas de luz de luna, pespunteando las sombras. Sobre ese ensueño marino, observan los pescadores que un bergantín guerrero se aproxima. Era un bagel distinto a los demás; sus velas blanquísimas cortaban la noche como blancas hadas de un cuento que ayudaban a la nave a bogar sobre las olas. En la proa, una mujer esbelta, de negro, con una lámpara farol entre sus manos y un murmullo de rezos de ánimas, parecía seguir la letanía del rumor de las olas. 139 La embarcación se veía llegar a gran velocidad, pero no llegaba hasta laplaya. Se veía cerca yseveía lejos; parecía cortar elmar y parecía navegar en el tiempo y, en el silvar del viento, decían los pescadores que oían un grito de guerra y las notas del bravo pueblo, símbolo de la emoción de la independencia en el mundo popular. Desde la playa, un pescador viejo observaba el espejismo del bergantín caprichoso, que siempre estaba en ruta precisa y no terminaba de llegar. Dijo este veterano pescador: Señores; eso no es un barco, no es una alucinación ni es un fantasma. Ese es el barco de Bolívar; con él debe venir Mariño. Ese es un barco de anunciación; pronto empezará de nuevo la guerra, es el espejismo que nos está anunciando un eco de revolución; es que los pensamientos de los jefes se están sembrando en el mar y las ondas marinas nos están trayendo el mensaje y la mujer del farol es el canto de la libertad que desde las tinieblas de la época nos está señalando su luz. Todos los pescadores se acercaron al viejo diciéndole: -Compaí, usted como que está creyendo en visiones. Y el viejo respondió: Creyendo y no, la están viendo. Sí, -dijeron- vemos un barco con una mujer en la proa y no se le ven marineros. Y la verdad es que, sin virar, el condenao se acerca y se aleja. Parece que es visión ese barco de la mujer del farol. A lo que el viejo respondió: Ese es el barco de Bolívar, ya verán ustedes que un día viene cargado de soldados, trayendo adentro a Berrnúdez, a Mariño, a Piar, a Sucre, a Arismendi y a toda esa cuerda de jefes que van a entrar por asalto con el tricolor de la República preñado de estrellas y será bajo la luna o bajo el sol oriental, será sobre la espuma o bajo la tormenta, pero ellos vienen; la visión lo dice. Esos jefes condenaos vienen sobre el lomo del mar. Otro agregó: Bicho er diablo, este marinero viejo es medio brujo, hay que ir avisando a las gentes pa í preparando los chopos, amolando las lanzas y vaciando los machetes; porque aquí va a roncar la pelea. Al día siguiente en toda la ciudad de Cumaná se hablaba de la aparición del barco de la mujer del farol, y en los sectores populares se daba por seguro la invasión de los héroes en ese barco, que debía de ser el barco de Bolívar. Hasta los sectores más importantes de la ciudad de Cumaná llegaban las noticias de la aparición de un barco guerrero en ciertas zonas de la costa. El revuelo llegó hasta las autoridades realistas y el Gobernador de la ciudad advirtió: Ese barco no es fantasma ni es aparición, esos son los bandidos capitaneados por el tal Bolívar, Mariño, Bermúdez y otros, que andan merodeando por las costas, porque saben que el General Morillo salió con el grueso del ejército para la Nueva 140 Granada. Y agregó: ¿Ustedes no ven a ese bandido de Arismendi a quien el General Morillo le perdonó la vida, y ya está alzado en Margarita? ¡Ay! si no los conociera!. Mientras tanto en el viejo colegio de Cumaná ocurría una reunión de jóvenes y el orador de turno era Pedro Aristiguieta quien pronunció su discurso así: Compañeros: el momento histórico es oportuno y las condiciones están dadas para lograr la revolución. El sistema realista se cae por su propio peso, el sistema republicano está naciendo por razones de naturaleza humana, por razones de época, por madurez social, por sed de libertad y justicia. Esta unidad de condiciones es visible porque se palpa a todos los niveles sociales, porque el grito del pescador en su choza tiene eco en el ambiente palaciego y porque el grito del elevado ambiente tiene repercusión en la choza del pescador y porque la unidad y el anhelo constituyen una misma fe y un mismo objetivo y en cada hombre, en cada mujer y en cada niño nace de pronto un soldado que cierra fila en los combates, donde a los caídos se les sepulta con un himno glorioso de futuro y un canto de luz en la esperanza, con el carácter de inmolado al dios de la libertad en la ternura de un sacrificio. Nuestro pueblo responde. Respondamos a nuestro pueblo. La república es la ruta histórica que nos toca vivir; entonces formemos filas en los cruzados de la libertad de América. Nuestra bandera es el símbolo de un ideario incontenible, es un conjunto del pensamiento que ha madurado con la fortaleza histórica, que llenará de orgullo las futuras generaciones y será incentivo permanente en la vida del continente. Aquí hay dos clases sociales en pugna, los realistas y los republicanos. Y los tipifico como clases porque los realistas disfrutan de los privilegios económicos, sociales y políticos y los republicanos son los huérfanos de esta condición: debido a que los realistas gozan de este bien por razón de herencia política, económica y social; en cambio, los republicanos son el pueblo y los grupos humanos que vibran en su sentir. Esta lucha terminará con el triunfo de la República. No más privilegios, no más explotados, no más dolor e injusticia. Tomemos las armas como el místico de la religión toma el relicario; inmolemos nuestras vidas como inmola el sol su energía para transformarla en naturaleza viviente del planeta. Cuando un pueblo responde es que la histórica dinámica está en marcha, es que el Dios de las ideas ha cuajado su fruto, es que la erupción del volcán humano ruge en su continente y la verdad es la unidad colectiva y en posición de este propósito de conquista se está plasmando en la realidad histórica cuando en bases del presente se proyecta hacia el futuro. El anhelo popular de la revolución hace ver al pueblo barcos guerreros que se acercan a nuestras costas, es el barco del sub-consciente que forma visiones de lucha y mensajes de esperanza. No 141 defraudaremos este mundo popular, seremos los capitanes de ese barco y la mujer del farol será en imagen, el símbolo de la libertad con la luz de los ideales. ¡Compañeros! formemos cuadros de combate y guiemos al pueblo a la cumbre de su época. Si nuestro pueblo responde, como lo está haciendo a maravillas, respondamos nosotros y estaremos escribiendo las páginas luminosas de una historia henchida de dignidad y grandeza en los anales humanos. Así terminó su discurso Pedro Aristiguieta. En la asamblea estudiantil creció la euforia: "¡Abajoel sistema realista y viva la República!", era el común denominador de los gritos. La policía realista rondaba el colegio, los estudiantes lanzaban piedras a la policía; grupos populares apoyaban a los estudiantes. La policía arremetió contra la masa popular que les atacaba, momento que aprovechó el estudiantado para desocupar el colegio y sin mayores consecuencias pudieron evadirse. Fue un día de inquietudes y sobresalto en la ciudad de Cumaná, en el Oriente de Venezuela. Esta situación de sobresalto y angustia era incontenible para las autoridades. La desobediencia era manifiesta. Los grupos estudiantiles y populares se reunían de día y de noche en todas partes, los arrestados eran numerosos, entre ellos, comerciantes, obreros, agricultores y hacendados. Una de estas mañanas la plaza principal de la ciudad estaba concurrida de público. Una mujer era la oradora de turno y su nombre era Antonieta Mariño. La oradora se dirigía al público en un lenguaje nuevo. A los concurrentes les llamaba ciudadanos yen un fragmento de su discurso se le oyó decir: -Conciudadanos, hijos de la República y forjadores de ella, les doy la noticia que una expedición comandada por el General Simón Bolívar, Mariño, Bermúdez, Piar yotros, ha llegado a la Isla de Margarita y pronto estará aquí. Nuestro pueblo ha estado contemplando por noches seguidas un barco de guerra que se aproxima a nuestras playas y ya se ha cumplido ese fenómeno porque no es uno sino varios los barcos que están próximos a llegar. Yo no soy la mujer del farol, pero sí traigo el farol de las noticias y el mensaje de la guerra y el combate por la libertad. A prepararse todos para apoyar a los libertadores que, en breve, estarán en estas playas. Hasta aquí fue el discurso de Antonieta Mariño, porque la policía se precipitó a dispersar la concurrencia pública. En efecto, Bolívar había desembarcado en la Isla de Margarita y tomado por las armas la Isla, hecho ocurrido en la primera expedición de Los Cayos. 142 Estudiantes, obreros y campesinos esperaban la llegada de los expedicionarios. Para este fin se organzaron en brigadas de choque. Pedro Aristiguieta y Antonieta Mariño eran coordinadores y jefes del movimiento. Por las noches los revolucionarios se agrupaban en las calles y más de uno aseguraba ver el barco simbólico y la mujer del farol en la proa. La obsesión llegaba hasta la superstición y lo místico. Una mañana resolvieron las autoridades desalojar las playas, Pedro y Antonieta ordenaron la resistencia. Los combates a lo largo de la playa eran tremendos, haciendo frente a la policía. Caía la noche, y una embarcación se acercaba a cierta distancia. Se observó un barco, quizás una balandra. En su proa venía una mujer vestida de negro con un farol. La embarcación hizo varios giros y se oyeron gritos de hombres que desde la Balandra decían: -Se aproxima el ejército de la libertad, nosotros venimos del otro mundo a avisarles que toda la policía que está en la playa, si no se retira morirá de una terrible enfermedad. Así, hizo varios giros la embarcación, mientras una mujer agitaba el farol que sostenía en sus manos. Ante aquella aparición, la policía se retiró lentamente. Era una estrategia de Pedro y Antonieta quienes habían preparado esta táctica utilizando pescadores avezados en el mar, obteniéndose excelentes resultados. Al día siguiente en la mañana, la policía volvió al ataque. Las brigadas contraatacaron. Pedro y Antonieta encabezaron la lucha a las diez de la mañana. La policía lograba grandes ventajas y la resistencia era tenaz. En una lucha cuerpo a cuerpo Pedro y Antonieta caían mortalmente heridos. En ese mismo momento tres bergantines llegaban a la playa con el pabellón tricolor de la República y en su proa estaba una mujer vestida de negro con un farol en la mano. La policía se retiró, violentamente. Los expedicionarios del Ejército Libertador desembarcaban; el pueblo cumanés los recibía tomando las armas que bajaban de los barcos; los oficiales formaban grupos populares en posición de combate. A poca distancia de la playa encontraron los cuerpos de caídos, entre ellos Antonieta y Pedro. Las fuerzas realistas, policías y militares se habían refugiado en la ciudad. Los cuerpos exhaustos de Antonieta y Pedro fueron recogidos por brigadas populares envolviéndoles en el pabellón tricolor, mientras un orador improvisado arengaba la masa, diciendo: -Tomaremos la ciudad, los velaremos en sus casas y, en una jornada gloriosa, les daremos sepultura. Mientras el combate se recrudecía por la toma de la ciudad, cuenta la leyenda que una hermosa embarcación blanca como la nieve se movía 143 sobre las olas y que en su proa estaba de pie una mujer agitando un farol

EL HOMBRE DEL SAMAN

Bajo el frondoso samán permanecía quieto el carretón que servía de vivienda a un extraño hombre de piel blanca, ojos azules, elevada estatura y contextura fuerte. Era una figura característica de su época; recibía frecuentes visitas de aldeanos y parroquianos a quienes prestaba sus servicios de curandero, dentista, barbero, veterinario y pica-pleitos. En aquella soledad de los Valles de Aragua el hombre parecía ser un individuo poderoso, benefactor y sabio; mientras el samán impresionaba, como un palacio de la Naturaleza habitado por un semidiós. En cualquier caserío o zona rural que se hablara de un problema, la gente recomendaba como una panacea: 145 -Consúltele al Hombre del Samán­ Ya el valle aragüeño desgranaba sus soleados pétalos de luz tropical, en un abril de 1650, cuando una carreta se acercaba al Hombre del Samán, deteniéndose a la sombra del viejo árbol. De la carreta descendió una bella mujer, muy agitada y con voz entrecortada se dirigió al Hombre del Samán diciéndole: -Señor, mi hermano está muy enfermo, cúrelo. El Hombre del Samán subió presto a la carreta y encontró que, sobre un colchón, estaba un hombre agonizando. Se arrodilló a su lado y apenas tocó su mano, el enfermo expiró. La joven preguntó con angustia: -Señor, cómo se encuentra mi hermano? A lo que contestó el Hombre del Samán: -Señorita, solo puedo servirle de sacerdote y sepulturero; porque su hermano ha muerto. Desde ese día, bajo la sombra de un samán vecino, una cruz señalaba el final del camino de un gitano. Pero de allí en adelante el Hombre del Samán se vio acompañado de una bella mujer, quien tenía por nombre Flor y el público la bautizó con el nombre de Flor del Samán. La pareja vivía feliz bajo el samán aragüeño. Y mientras el hombre atendía su heterogénea clientela, la Flor del Samán complementaba los servicios profesionales, sirviéndoles de pitonisa a través de los naipes, del humo o de signos que formaban sus dedos en un camazo de arena. La pareja lucía romántica y soñadora. Era frecuente su presencia en el río de la cercanía. Sin duda, ella era una gitanilla encantadora por todos los arroyuelos aragüeños de ese sector del valle. El Hombre del Samán la acompañaba y a ella se le veía alegre, cargada de flores silvestres, siempre entre risas, con la melodía en su canto que la envolvía. La Flor del Samán se había convertido en el hechizo humano de un romance aragüeño de la Venezuela de entonces. Mientras el Hombre del Samán construía jaulas, ella se ocupaba de atrapar pájaros los cuales vendían como aves "compuestas" de buen augurio; también sembraban flores y las vendían a sus clientes para esencias de buena suerte en los negocios y en la conquista del amor. En esta vida comunitaria, la pareja resolvió cercar el samán y se vieron en este corral algunas aves domésticas. La clientela de aldeanos, labriegos y parroquianos aumentaba. El Hombre del Samán tenía su consultorio en una de las carretas y la gitanilla tenía el suyo en la otra. Llegó a ser el Hombre del Samán un curandero de fama. Cuando 146 le llevaban un niño barrigón le recetaba su jarabe de maceración de plantas de pasote. Cuando alguien se presentaba con muchas dolencias les recetaba sus cucharadas de maceración de plantas de yanten. Cuando alguien se presentaba con una gripe rebelde le recetaba cinco vasos de jugo de limón al día, consomé fuerte de carnes rojas o blancas, buena comida ysobrealimentación, también mucho reposo. Cuando le presentaban un niño con diarrea le recetaba sus maceraciones astringentes. En fin, el Hombre del Samán se las sabía todas en materia de curandería. En 10 referente a curar las pestes del ganado recetaba salmuera, que se debía suministrar en bebedizo por litros y para las heridas infectadas del ganado recetaba la creolina. Para curar las plantas recetaba agua del cal en el tronco. Para abonar las tierras recomendaba ceniza de huesos de animales con estiércol, esparciéndolas con rastros. En caso de pleitos recomendaba las transacciones evitándose los hechos de sangre y en estos casos él era siempre el juez. Todos estos clientes pasaban al consultorio de la gitanilla, quien les leía la suerte futura y a la vez les vendía amuletos, pájaros y flores ensalmados para el logro de la fortuna. Así la fama del Hombre del Samán y su pareja se hacía grande en los valles aragüeños. El ya era tenido como un sumo sacerdote del bien y ella como La Flor del Samán en la suerte y la esperanza. Hasta se les atribuía dones especiales y pactos sobrenaturales. Ya tenían más de diez años de residencia en el lugar y su fama causaba molestias a los personajes poderosos de la zona. Entre ellos al comisionado del Gobierno de la Provincia, quien se expresó de esta manera: -Ese individuo del Samán debe ser un perfecto vagabundo, vive en carreta, debajo de un árbol, a la vez que hace de las suyas explotando la credulidad de los campesinos. Yo me voy a llegar hasta por allá. Al día siguiente hizo acto de presencia el señor comisionado en la residencia del Hombre del Samán. En un corto diálogo le hizo saber que había muchas quejas contra él y que muy posiblemente, le daría un plazo para que abandonara el lugar. El Hombre del Samán era un hombre de carácter y contestó: -Tenga en cuenta, señor comisionado, que yo soy también un súbdito del Rey de España y tengo libertad para vivir como me plazca, dentro de la Ley y si la tierra española llegara a temblar, temblará para todos los españoles, con la diferencia de que a algunos se los tragará la tierra ya otros los dejará vivir. Si usted va contra mí yo iré contra usted. 147 -Lo veremos, dijo el comisionado-, marchándose. Dos días más tarde cinco guardias conducían al Hombre del Samán atado de manos, a presencia del comisionado. Cuando el prisionero y la guardia hacían la entrada al despacho del señor comisionado, por una de esas grandes casualidades, ocurrió un pequeño movimiento sísmico y el Hombre del Samán aprovechó el momento y dirigiéndose al comisionado le dijo con voz alta y castiza: -Hombre! la tierra como que nos va a tragar a los dos. Esto usted lo quiso y lo que se prueba se comprueba. El comisionado, perdido, se dirigió a la guardia diciendo: -Pero si yo no he ordenado que traigan a este hombre así. Quítenle esas amarras. Si este señor es amigo mío. Yosolamente lo he mandado a buscar para pedirle unos consejos y para que me cure una pierna donde tengo un fuerte calambre. Una vez en libertad, el Hombre del Samán dijo: -Ah, eso es otra cosa... Ya me extrañaba. A lo que el comisionado, aún dentro del susto que le había causado el pequeño temblor, se tornó amable, le pidió unos consejos en materia de gobierno y le habló de sus dolencias en la pierna izquierda. El Hombre del Samán tornó grave y le dijo: -No se preocupe, usted permanecerá firme en su cargo y ese calambre se lo quitaré yo con un ensalme. Acto seguido pasó sus manos sobre la pierna, luego sobre la cara y pecho del comisionado, declarando con voz fuerte: -Ya usted está sano. Luego levantó los brazos hacia el cielo diciendo: -Pido a mi pacto divino que este Don Francisco Fulgencio, quien es hidalgo, tenga siempre poder y mucho oro traducido en bienes. Que el súbdito que le desobedezca sea castigado por el Todopoderoso. El señor comisionado no salía aún de su asombro cuando observó que su guardia se arrodillaba y persignaba al oír las frases del Hombre del Samán y entre miedo y audacia dijo: -Ya lo han oído todos. Este hombre y yo estamos asociados en poderes que los demás ignoran. Y él mismo inició un aplauso. El Hombre del Samán, lleno de satisfacción, se dio un abrazo con el señor comisionado, diciéndole en voz baja: -Yo le prometo ayudarlo y ser su amigo, para componerlo envíeme gallinas jabadas, tres gallos y tres pollitos. Además del ganado ese, cuyo destino era Santo Domingo, del barco que naufragó frente a las costas de Venezuela, parte del cual el señor Gobernador se lo envió a usted para la cría, escoja una vaca blanca, una vaca negra y un toro y me los envía también al Samán. Todo eso con su escritura de propiedad a mi 148 nombre, que su poder y riqueza se multiplicará. El comisionado prometió cumplir este pedimento. Luego de este diálogo el comisionado salió a la calle con el brazo sobre los hombros del Hombre del Samán y dirigiéndose a la pequeña multitud asustada por el movimiento sísmico le dijo: -Señores, no tienen nada que temer; ese temblor ocurrió por habernos encontrado, para saludarnos, dos grandes potencias como lo son el Hombre del Samán y yo, quienes poseemos pactos sobrenaturales aunque en adelante todo será paz y tranquilidad. La muchedumbre dentro del susto y del respeto a la autoridad dieron vivas a la autoridad local y se retiraron a sus hogares. El ciudadano comisionado y el Hombre del Samán, después de un fuerte abrazo, se despidieron. Al día siguiente, el señor comisionado dio orden a sus subalternos de recoger entre los vecinos aldeanos, campesinos y parroquianos el doble de esa cantidad de animales que había pedido el Hombre del Samán y que la mitad de ellos se los llevaran al Hombre del Samán y los demás los dejaran en su casa. La orden se cumplió y fue satisfecha por los habitantes con el mayor agrado. Ya el Hombre del Samán comenzaba a tener estatura legendaria y poderosa; pero a don Chiflado Marrueco, hombre poderoso del lugar y amigo del Gobernador, le molestaba aquella fortuna del Hombre del Samán. Resolvió ir a visitarlo. Llegó en efecto hasta el samán y en diálogo con el Hombre le dijo: -Usted es un audaz y charlatán a quien yo voy a enviar a un calabozo. A lo que el Hombre del Samán contestó en tono grave: -Mire usted, don Chiflado Marrueco, usted puede hacer lo que le venga en gana. Por mí que lo parta un rayo, le incendie todos los sembradíos y le mate todas sus vacas. Hemos terminado. Retírese de mi casa. Don Chiflado Marrueco profirió algunas amenazas y se fue del lugar. Al día siguiente don Chiflado envió a tres de sus hombres de confianza para que le trajeran amarrado a ese vagabundo. Era por el mes de julio, época de lluvias y de tempestades tropicales. Ya los hombres conducían hasta la casa de don Chiflado al Hombre del Samán. Pero un joven, quien había sido maltratado por don Chiflado y resentido por la dura servidumbre a que estaba sometido, se dijo para así: -Esta es la ocasión de mi venganza. Cuando llegue aquí el Hombre del Samán voy a quemar las casas de palma y los pajonales 149 para que la pague don Chiflado y todo se le atribuya al poderoso del Hombre del Samán. Ya hacían su entrada en la casa de don Chiflado Marrueco el Hombre del Samán y sus captores. Don Chiflado los esperaba sonriente en el portal de su casa. En este mismo momen to se vieron relámpagos y se oyeron truenos, que preceden la lluvia en esta época del año; pero alguien gritó: -Un rayo acaba de incendiar la casa del chiquero de los becerros y está ardiendo el pajonal del potrero. Don Chiflado Marruecos también monologaba: Cónfiro, el Hombre como que tiene vainera. y dirigiéndose a sus hombres les dijo: -Pero suelten a ese hombre. Yo no he dicho que lo traigan así. Ese hombre es amigo mío. Ustedes como que están locos? y diciendo ésto salió al patio de su casa para ver el incendio. Una vez libre el Hombre del Samán, salió lentamente hasta al patio y dirigiéndose a don Chiflado Marruecos le dijo: -No se preocupe amigo mío, cambiaré la lluvia por aguacero. En efecto, la lluvia que empezaba a caer se desató en tremendo aguacero. El Hombre del Samán seguía en el patio y don Chiflado también. El Hombre del Samán, caracterizado y con los dedos crispados repetía: -Venga lluvia y más lluvia y apáguese el fuego. Apáguense los rayos del incendio, que lo ordeno yo! Luego don Chiflado y el Hombre del Samán, totalmente mojados por la lluvia, entraron en la casa, ante el asombro de los trabajadores del fundo y de la familia de don Chiflado Marruecos. Pero como el Hombre del Samán se dio cuenta de que alrededor de ellos se congregaban las personas irrumpió: -Señores, declaro a don Chiflado Marruecos como hombre poderoso dentro del secreto natural que me asiste. Don Chiflado debe ser obedecido, respetado y jamás robado por persona alguna, porque será castigada por los cielos. Don Chiflado también aprovechó el momento psicológico y estrechándose en un abrazo con el Hombre del Samán le dijo: -Por eso lo he mandado a buscar, amigo mío, porque usted y yo somos hombres de ese gran pacto. Toda la gente presente se persignó. El joven resentido que estaba presente monologó: - Cónfiro! y yo creía que era yo quien había causado el incendio. -Luego se persignó diciendo: -De milagro no me mató el rayo. Perdóname, Dios mío! El Hombre del Samán y don Chiflado Marruecos conferenciaron 150 de tú a tú y el Hombre del Samán le dijo a su nuevo socio de poderes:

1,." "1 '. ~ JI t -Envíeme, con sus escrituras de propiedad, a mi casa, cien gallinas de cualquier color y un cochino macho yuna cochina hembra que yo lo voy a componer a usted y usted de aquí en adelante será poderoso. Don Chiflado Marruecos, entre susto y dudas, prometió cumplir, como en efecto cumplió, con el pedimento. De aquí en adelante el Hombre del Samán pasó a ser un hombre muy poderoso y respetado en la zona. Sus pájaros eran los que mejor cantaban en las jaulas de Aragua y sus trinos llamaban la suerte. Todo esto llegó a oídos del Gobernador de la Provincia quien resolvió terminar con esos mitos y supersticiones entre sus gobernados. A tal efecto envió a sus guardias a que le trajeran a ese malhechor del Samán. Los tres guardias dialogaban por el camino: -Qué te parece, Pedro? -Yo no sé, Juan. Antonio exclamó: -Nosotros tenemos que inventar algo para no meternos en esa vaina en que se quiere meter el señor Gobernador. y todos se pusieron de acuerdo. Los guardias llegaron a los pocos días hasta el samán y en conversación privada con el Hombre le dijeron: -Mire, señor, lo mejor es que usted se vaya de aquí, porque el señor Gobernador está en contra suya y nos mandó a ponerlo preso y como nosotros no queremos vernos en líos con los poderes de usted, preferimos decírselo, para que usted tome sus precauciones. El Hombre del Samán se puso de pie y con una ancha sonrisa les dijo: -No se preocupen, hijos míos, regresen dentro de tres días y aquí sólo encontrarán pilones de cenizas que será en lo que me convertiré, unido a la Flor del Samán y junto con mis cosas y mis animales, para fertizalizar este valle y continuar en espíritu, haciendo el bien. Los guardias se fueron y regresaron al samán, comprobando así que sólo quedaron pilones de cenizas y algunos pequeños troncos ardiendo. Sonrieron de satisfacción y uno de ellos dijo: -Déjenme a mí explicarlo al señor Gobernador. Tres días más tarde los guardias llegaban a la Gobernación y al entregarle cuentas al Gobernador el Sargento Pedro Chaquetas le explicó: -Señor Gobernador, llegamos donde el Hombre del Samán, le dimos orden de arresto; pero éste lanzó una carcajada enorme, movió sus brazos y la Flor del Samán, cantando una bella canción, se abrazó a él. El viento le trajo todos los animales y formaron todos un pilancón, 151 luego empezaron a convertirse en ceniza y humo; luego oí una voz que .en un grito dijo: gracias, ayudaré al Gobernador. -Los guardias prosiguieron: -Como usted comprenderá, señor Gobernador, nosotros le picamos espuelas a los caballos y aquí nos tiene. El Gobernador contestó: -Esta bien. Retírense. Ya el Gobernador en su casa se reunió con su esposa, con el Jefe de la-Policía y con el cura. Con bastante calma les refirió lo ocurrido y dirigiéndose al Jefe de la Policía le dijo: -Tú te vas a ocupar de hacer investigación a fondo del caso. A lo que el Jefe de la Policía contestó: -Quién? Yo! Yo no soy cura para meterme en vainas espirituales y en vainas del más allá. Eso será cosa de usted y del señor cura. Si quiere le dejo el cargo. El Gobernador palideceó y miró al cura, quien contestó: -Se meten en vainas y el cura es quien tiene que salvarlos siempre. Mezquinos! Debería uno dejar que el demonio se los llevara! En la casa parroquial no tengo ni comida y la iglesia se está cayendo! La esposa del Gobernador interrumpió violentamente: -Pero Padre Casimiro, cuente con nosotros. Siempre lo hemos ayudado. A lo que el cura contestó: -Muy bien mi señora, ahora tengo que regresar a la casa parroquial porque es ahora cuando empieza mi batalla para defenderlos del más allá. La señora contestó: -Cracias, Padre, cuente con nosotros. Se lo pido por San Jorge. El cura se despidió, retirándose con expresión grave. Ya solo el Gobernador con su esposa, ella le dijo: - Por qué te metes tú en esas cosas, cuando bien sabes que sólo un milagro de San Jorge logró que tú fueras Gobernador. Te recuerdas lo que éramos y lo que ahora somos? El Gobernador dijo a su mujer: -No te preocupes. Mandaré comida suficiente al cura, suficientes provisiones para seis meses; le mandaré a componer la iglesia y después nos daremos un paseo por Aragua; porque lo que tú no sabes es que yo soy amigo del Hombre del Samán. El cura llegó a la casa parroquial y dirigiéndose a tres sacerdotes que le acompañaban les dijo entre cara seria y de risa. -No se preocupen, hermanos, que los problemas están resueltos y tú fray Ancheta de la Hoz ponte a pintar allí un cuadro al óleo de San 152 Jorge sentado bajo un samán, asistido por una pastora dulce y delicada. Grande fue lasorpresa de los sacerdotes cuando vieron que a la casa parroquial estaban llegando carretas de provisiones y obreros para reparar la iglesia. Uno de los sacerdotes exclamó: -En qué diabluras se habrá metido Fray Casimiro? .. Tres meses más tarde el señor Gobernador, acompañado del comisionado delgobierno, don Fulgencio y de su gran amigo don Chiflado Marruecos, visitaba a Fray Casimiro y cuando entraban al salón de la casa parroquial se llevaron la sorpresa de ver un inmenso cuadro de San Jorge sentado bajo un samán. Don Fulgencio y don Chiflado exclamaron: -Oh, el Hombre del Samán era San Jorge - y persignándose se pusieron de rodillas y pronunciaron una oración. La conversación con el sacerdote fue diáfana y amena, quien refirió sus viajes de tres meses por los valles de Aragua y sus diálogos confidenciales con San Jorge, quien durante algún tiempo había vivido entre los hombres en los valles de Aragua y a la sombra de un samán. Cuando el Gobernador regresó a la casa le dijo a su mujer: -Mi amor, parece que San Jorge ha estado por estas tierras... Cuenta la leyenda aragüeña que en los atardeceres de estío, en los arreboles se ven dos carretas de enamorados entre flores de samán, sonriendo a los valles de Aragua con ternura de bien. Que desde entonces se dice que en cada fundo de Aragua existe sembrado un samán y que en las noches de luna, de samán en samán se ve una mujer linda, como una visión protectora del agro de esa tierra. Y que cuando los enamorados inician su romance en ese valle de ensueño, una linda campesina le ofrenda la Flor del Samán y los envuelve en la luz de su sonrisa.

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guardia quedó asombrada y, dentro deunsilencio de respeto, lagente se fue alejando hacia sus hogares. Mientras, enelcentro de laplaza quedaba elsacerdote, laguardia y unhombre tendido, que parecía desvanecido, pero estaba muerto. Era elorate del mensaje que, enel puño de su mano izquierda tenía unpapel que decía: Mi misión está cumplida; mi alma de pastor emprende el regreso. Bajo esta impresión, laciudad contempló caer lasombra y, enla casa del gobernador Don Fernando Ravello, los ánimos estaban conmovidos y en ligera confusión en todo el ambiente se sentía el presagio de un cambio de Era. El gobernador Don Fernando Ravello dialogaba con sus subalternos tratando de restar importancia al extraño fenómeno que había conmovido la ciudad y decía Don Fernando: - No se llenen también ustedes de superstición; oigan mi conclusión: Cuando la guardia disparó al pájaro campanero, a lo mejor se asustaron las golondrinas y volaron en enjambre sobre la plaza, mientras las detonaciones de los fusiles hicieron vibrar las campanas de la Iglesia y la gente creyó oír trinos de campaneros, más en un momento de confusión por la falta de costumbre de oír disparos. Luego Don Fernando terminó por decir a sus amigos: - ¡Vamos! ¡Todos a sus puestos! Ya olvidarse de esta tontería de pájaros y de discurso de locos anunciando República y Congreso, en los años de 1816 y 1817, en esta apacible y apartada ciudad de Angostura. En el transcurso de la vida tranquila y colonial de la ciudad de Angostura y después de varios meses de aquel acontecimiento del pájaro campanero, ya casi olvidado, llegó la noticia de que el General Manuel Piar, al frente de un poderoso ejército, había derrotado al General La Torre, jefe del ejército realista, en el sitio del paso del río Cuchivero. La agitación en la ciudad era inmensa. En todas las mentes revivió la anunciación del pájaro campanero. Este acontecimiento conmovió a la familia del gobernador. Y la hija mayor de la familia gobernante, señorita Ravello y Chinchorreta, consultó a su confesor y director espiritual: - Padre, usted que es sabio y ministro del Señor, dígame qué cree usted de aquel fenómeno del pájaro campanero. El sacerdote contestó: - No te impacientes, hija mía, que de los misterios de la vida sólo sabe Dios, y los seres buenos siempre están protegidos por El. No pienses más en eso. La servidumbre de la señorita Ravello y Chincorreta trasmitió la 161 noticia y, bajo la impresión de los sucesos de la época, en casi todos los hogares populares yde la élite social se hablaba de oír trinos de pájaros anunciando el sistema republicano de gobierno. En las masas populares se hablaba de sueños tenidos con bandadas de pájaros campaneros que anunciaban el advenimiento de la República. y fue un día de claro amanecer cuando aumentó la agitación de la gente de la ciudad. Llegaron las noticias de que el General Manuel Piar había ganado la batalla en la sabana de San Félix, derrotando en forma terminante al ejército realista comandado por el General La Torre. Que el ejército republicano estaba sitiando a la ciudad de Angostura. Era visible la angustia del gobierno. Esto causaba gran movilización de alerta en los grupos pro­ realistas y pro-republicanos. En la casa colonial de los Heres deliberaba un grupo republicano. El joven Pedro Carranza era el director de debate, en la improvisada asamblea algunos recomendaban tener prudencia y otros se pronunciaban con ánimo exaltado. Fue el joven Juan Antonio Farrera quien, en encendido discurso, dijo: ¡Hasta cuándo pasividad! Es la oportunidad de terminar para siempre con el sistema de gobierno realista. Ya los libertadores están en las puertas de la ciudad y10 justo ylo normal es que nosotros actuemos para terminar de echar por tierra los escombros de este gobierno que ya no tiene razón histórica de existir. Invito a los hombres y mujeres de esta Asamblea a formar legión de combatientes para responder con hidalguía en el momento histórico que nos toca vivir. Señores, aquí se acabó el miedo. ¡A la guerra por la libertad y la justicia!. El sistema realista es un sol que ya quedó atrás hundido en las sombras de la historia; vayámonos todos con el sol naciente de la República, incorporémonos al futuro que ya se está haciendo presente, que ya nos lo está diciendo la Naturaleza misma, nos los está diciendo el río Orinoco, el viento, las piedras del camino y de la ciudad y ya son líderes de la nueva época hasta los pájaros campaneros con la anunciación de sus trinos de cristal. A formar legiones los invito, a formar trincheras en las calles, a concurrir con nuestro aporte de generación digna, a construir la Patria que surgirá con juicio y razón del espíritu de nuestros propios Legisladores. Señores, se acabó el miedo. Los que están conmigo pónganse de pie. La Asamblea se puso de pie y fue unánime la aprobación de hacerse legionarios de Angostura. Así comenzaron los preparativos de los nuevos guerreros de esta ciudad. Un comando integrado por Juan Antonio Farrera, Pedro Carranzas, Julio Silva, Juan Rodríguez, Manuel Antonio Girón, Josefina Sucre, Antonieta Casales, Petra Tayhardat, Don Pedro Heredia, Jesús Tenorio, Rubén Acosta y Faustino Arreaza se constituyó en nervio y acción de la causa republicana. La ciudad estaba sitiada por el ejército republicano comandado por 162 el General Bermúdez. El General Simón Bolívar era el jefe supremo del

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Ejército Libertador. Las acciones callejeras de los republicanos se hacían sentir. El gobierno realista seveía obligado a atender dos frentes, el interno yelexterno. Las legiones de la ciudad de Angostura usaban corno emblema un pájaro campanero muy blanco con guirnalda negra en la cresta, en el centro de un sol naciente acompañado de un letrero que decía: Patria, República y Libertad. Recrudecía elcombate en la ciudad y aumentaba lapresión militar de los sitiadores. El comando popular, dirigido porJuan Antonio Farrera y Petrica Tayhardat, formaba barricadas de resistencia enel barrio de Perro Seco y mantenía comunicación en combinación de ataque con el grupo comandado porPedro Carranza y Antonieta Casales, quienes mantenían las acciones enelbarrio de Mango Asao. La resistencia realista eratenaz. Fue el comando deJuan Antonio Farrera y de Petrica Tayhardat quienes decidieron atacar hasta el centro de la ciudad. Retrocedían los realistas ante el ataque cuyas acciones llegaban hasta el sector de la plaza mayor. El ejército realista contraatacó. Juan Antonio y Petrica ordenaron un ataque decisivo. Las fuerzas de línea del ejército realista hicieron oposición. El grupopopular quedó diezmado. Entre los caídos estaban Juan Antonio y Petrica; ambos, con sable demando entre susmanos, habían inmolado su vida por la Patria. En este mismo acto, el ejército republicano sitiador quebraba la resistencia realista y entraba triunfante a la ciudad. El General Bermúdez llegó hasta el sitio donde se había desarrollado la batalla de la acción popular y contemplando a Juan Antonio y a Petrica, caídos uno cerca del otro con los sables aún entre las manos, exclamó: -Son flores de la Patria que ha destrozado el combate. Luego ordenó cubrirlos con el tricolor nacional. La multitud que estaba en la calle con las armas en las manos reclamando responsabilidad y venganza por la muerte de Juan Antonio y de Petrica entró en la casa de gobierno e hizo preso al Gobernador Don Fernando Ravello. Lo ataron a un madero, lo llevaron hasta la Plaza Mayor y se le ordenó que gritara, viva la República. Don Fernando respondió: - ¡Viva Fernando Séptimo! Una descarga de fusilería dejó sin vida a Don Fernando. La multitud tomó la ciudad y brillaron los estandartes con un sol de oro en el centro y en el centro del sol un pájaro campanero de níveo resplandor con una guirnalda negra prendida de la cresta. Mientras, el ejército republicano ocupaba la ciudad de Angostura en las riberas del Orinoco. Dicen que un trino de pájaros campaneros seguía anunciando el nacimiento de la República en el himno del tañer de sus trinos y, en alas del pájaro atrevido, se extendió por toda Guayana, hasta el alma de la leyenda, el símbolo del pájaro campanero en el sol naciente de la 164 República. CUMANAGUEY

La danza de los cumanagotos entraba en su calor. La repercusión de los tambores hacía vibrar el horizonte. Para completar aquella festividad, la luna oriental de Venezuela desmayaba sus reflejos formando, en las playas, un manto de luz de ensueño; mientras en el pleamar las tenues olas, bañadas de luna, simulaban perlas entre racimos de amor. Bajo la luz lunar, las palmeras de cocoteros fingían, en sus movimientos, seguir el ritmo de la danza del viento, donde todo el bosque de palmeras no se cansaba de danzar. La luna era testigo del festival cumanagoto, y el mar Caribe era su altar. Los actos nupciales, la alegría sin tregua y las flechas encendidas lanzadas al viento despertaban el colorido del mundo tropical. 165 Poco a poco fueron cesando los tambores y se fueron apagando las voces; el sueño apaciguaba la festividad tribal. Todo quedó en silencio. El sol iluminó de nuevo a todo el mundo cumanagoto, mientras la tribu dormía el sueño del festival. Fue en esa mañana de cumanagotos festivos y adormecidos por la noche parrandera, cuando extraños navíos anclaron en las riberas de esas playas. Un piquete de soldados españoles se hacía a tierra y, entre los indios dormidos, clavaban el estandarte de Castilla y tomaban posesión de esas tierras en nombre de Su Majestad el Rey de España. El capitán Gonzalo de Ocampo pronunció las palabras de rigor: En nombre de su Soberano escogía estas tierras para fundar la ciudad de Nueva Toledo, en el año 1521 de la Era Cristiana. El despertar de los cumanagotos fue terrible. Vieron entre ellos hombres con armaduras, espadas, mosquetes y algunos montados en raros animales llamados caballos. Se oían voces de mando y toques de cornetas. El capitán Gonzalo de Ocampo colocaba la primera piedra de la Ciudad de Nueva Toledo y declaraba súbditos del Rey español a todos los habitantes de estos lugares. Uno tras otro fueron despertando los cumanagotos y cuchicheaban entre sí: ¿qué será esto? Al fin despertó el Cacique. Se puso de pie. Los piaches y los guerreros permanecían semidormidos. Al fin despertó toda la tribu. El Cacique ordenó formación; pero sus guerreros estaban desarmados, porque los extraños hombres, aprovechando las horas en que permanecían dormidos los cumanagotos, les habían tomado sus arcos, flechas y macanas, llevándoselas a los barcos. El Cacique conferenció con el jefe español. Muy poco fue lo que pudieron comprenderse por el desconocimiento de los idiomas por ambas partes; pero en principio hubo signos de paz y de amistad. Algunos soldados españoles dispararon sus mosquetes y cazaron unos cuantos alcatraces. Todo ésto con la intención de hacer una demostración de sus armas. El Cacique observaba impávido. También el Capitán español observaba a la tribu. Al fin, el Cacique dio una orden y fue a reunirse con un grupo de jefes guerreros. Las mujeres y doncellas se arremolinaban y con visible curiosidad observaban aquel grupo humano que los rodeaba. Entre las doncellas se destacaba Cumanagüey, hija del Cacique. Su piel de bronce, su figura distinguida con ojos negros y de mirada altiva, con su lindo pelo 166 indio abundante, negro de noche tranquila, su tez resplandeciente con alma de luz tropical, ella destacaba su silueta y semblanza de luna tostada, de frescura de ríoy de color de playa. Sin duda, ellaera la máxima atracción de los conquistadores quienes se daban vuelta para mirarla y losque iban en la cabalgadura hacían caracolear sus corceles para contemplar labelleza americana. También hubo reunión de piaches y Consejo de piaches y guerreros. El capitán español observaba con toda atención aquellos movimientos. Con razónsabía quela guerrapodíaestallar en cualquier momento. Su guardia estaba alerta. Los cañones de sus bergantines estaban preparados. Por la noche llegó un joven mestizo, quien entendía el lenguaje de los cumanagotos y, a través de él, el Jefe Blanco y el Jefe Indio tuvieron un largo diálogo; casi un entendimiento. Transcurrieron algunos meses para los blancos y algunas lunas para los indios. En uno de esos amaneceres la tropa india amaneció armada de flechas y macanas. Pidieron al capitán español, don Gonzalo de Ocampo, un diálogo en el Consejo de piaches, presidido por el cacique quien, sirviéndose del joven mestizo traductor, se expresó así: - Esta es la Nación de los Cumanagotos. No se admiten invasores ni se cree en más que en nuestros Dioses. El Capitán español respondió: - No somos invasores. Un Rey Supremo nos ha enviado para construir ciudades y ser amigos; porque todos somos súbditos de ese Gran Rey. El Piache mayor sacudió su gran cabellera hirsuta y poniéndose de pie exclamó: - En esta tierra no caben más habitantes que los cumanagotos. Si persisten en continuar aquí, estallará la guerra y pediré al Dios del Fuego que haga estremecer la tierra y perturbar el mar; por lo tanto deben irse. El Capitán español los invitó a la reflexión diciéndoles que en ese sitio se fundaría la ciudad de Nueva Toledo y que los consideraban los primeros habitantes de esa gran ciudad y súbditos del Rey Supremo. El Consejo de piaches negó aquellos conceptos, quedando en pie la tirantez. Mientras, en la playa dorada de luna, un teniente español dialogaba con la bella Cumanagüey. Elle prometía amor. Ella con sonrisas le contestaba; pero sus esperanzas de enamorados iban creciendo y un velero hermoso anclado en la orilla se balanceaba al viento. El Cacique había observado estos amoríos y no le agradaban. El Capitán español también los observaba pensando: tal vez sea un camino 167 amigo. La actitud entre conquistadores y cumanagotos era cada día de mayor tensión. Muy a pesar de todo ésto, por las noches se oía el plañir de las guitarras españolas y las melodiosas canciones dirigidas a las doncellas cumanagotas. No faltaba un indio que no acariciara su macana en un gesto de celos y tampoco faltó un joven español que, por el mismo impulso, no acariciara su mosquete o su espada. Por encima de la discordia de los bandos en pugna, el teniente español y Cumanagüey continuaban su romance. En ocasiones, se les vio remar juntos en las riberas del mar y también se les vio pasear y, entre miradas de ensueño, se les vio reír. Un día el Capitán español llamó al teniente y le dijo: - Teniente Juan Antonio de los Cascabeles y Plata, le he visto a Ud. acompañado de una bella doncella, hija del Cacique. Sabe usted, hijo mío, que esa muchacha equivale a una princesa y que el matrimonio de usted con ella podría representar un gran aporte a la corona. Estoy dispuesto -continuó diciendo- a solicitar del Cacique su anuencia para celebrar ese matrimonio. El joven teniente respondió: - Un momento, mi Capitán, yo sí la quiero y me voy a casar con ella, pero no para que usted y el Rey jueguen con mi destino y con el de la Nación Cumanagota. A lo que el Capitán respondió: - Ah, con que esas tenemos, jovencito... Ya se te metieron alacranes en la cabeza; estás soñando con ser Rey de estas tierras americanas; claro, ya te sientes Príncipe o Rey Cumanagoto; pero tú no sabes, mentecato, que eso te puede costar la cabeza. Y luego añadió: retírate y medita. Transcurrían las lunas para los indios y los meses para los blancos y la fundación de Nueva Toledo estaba en marcha. Varios bajeles habían llegado de la Península Ibérica continuando el asentamiento de familias blancas en las tierras indias. Más de una vez una linda española salió de su casa para un encuentro amoroso, al oír la guarura de un cumanagoto y más de una vez una india cumanagota salió a un encuentro de amor al oír el puntear de una guitarra española. Dentro de todo este ambiente, los españoles estaban dispuestos a conquistar estas tierras y los cumanagotos estaban dispuestos a no dejárselas quitar. Esta situación creaba una frontera humana en cuanto al poder político se refiere; pero en lo individual se trenzaban amistades y 168 palpitaban corazones.

Y, en esta situación, el Teniente Juan de los Cascabeles y Plata visitaba a su novia en la residencia del Cacique y mantenía gran amistad con el piache de la tribu, quien solía amenazar que esta tierra un día iba a temblar. y fue una noche de luna clara, cuando el teniente se encontraba en coloquio con su amada, que el Capitán Gonzalo de Ocampo resolvió apresarlo, seguirle un consejo de guerra y colgarlo. Ya la guardia del Capitán transponía su marcha entre los límites de Nueva Toledo y la zona donde viven los cumanagotos. Por esta razón la guardia india le salió al paso a la guardia española. Dijo un guerrero cumanagoto: - No se permite pasar. A lo que respondió un oficial español: - Apártense, en nombre del Rey. El indio respondió: - No se permite pasar. Esto obligó a un encuentro armado. Resonaron los mosquetes. Silvaron las flechas y se oyó el choque de macanas y de espadas. Había estallado la guerra entre los españoles y cumanagotos. Juan Antonio de los Cascabeles y Plata se pasó a las filas cumanagotas porque ya de ese lado estaban sus afectos, hijos, mujer y sueños. La guerra estalló sangrienta. Los combatientes de ambos lados hicieron gala de valor. Pero ocurrió algo inexplicable: Un movimiento sísmico sacudía la tierra cumanagoto. En medio de la batalla se desplomaron las edificaciones de conquistadores y cumanagotos. Un mar de leva azotó las costas, con una tormenta trepidaron los cielos, yen medio de la desolación y de los muertos, el Teniente Juan Antonio y la Princesa Cumanagüey yacían uno junto al otro. El Piache Supremo ordenó recogerlos y llevándolos a las montañas los incineró juntos. Desde entonces, en la tierra cumanagota, región de Cumaná del Oriente venezolano, donde campea la estirpe de la raza aborigen y la del conquistador en un mismo torrencial sanguíneo, cuando un movimiento sísmico sacude a Cumaná, la raza altiva de este grupo humano se aferra con valor temerario a su suelo nativo. Y surge del alma de la leyenda cumanesa que un Piache Supremo se asoma al sol naciente para influir brío y disipar el miedo, y que la luna dorada y plata sobre la ciudad se desmaya con su pálida luz, que el mar inspira y que, en un pleamar, sobre la mar serena se contempla la visión de la Princesa Cumanagüey llamando a su pueblo a la batalla y que un teniente español de espada 170 reluciente sobre las olas la acompaña.

11111 MERIDA EN LOS ANALES VENEZOLANOS: POR LAS RUTAS DE LA LIBERTAD

Un repique de campanas anunciaba la primera misa de madrugada, el16 de diciembre de 1811. La ciudad, apacible y señorial. Allí lo acentuado de la vida colonial se erguía hasta el último rincón y, a pesar de la gran alegría que traía la primera misa de madrugada y el arraigo que este acontecimiento anual tenía, el ambiente de la ciudad presagiaba algo distinto. En la ciudad de Mérida, de Los Andes venezolanos, se advertía una nueva vida. Los habitantes concurrían a la misa después del tercer repique de campanas que se producía en el campanario de la Catedral. La ciudad, las calles, la gente y todo lo que animaba el comienzo de la fiesta navideña, físicamente eran iguales; pero el alma de la ciudad tenía un tinte en discrepancia con los años anteriores. El nuevo régimen 171 político era Republicano. Se había caído de la imaginación de los moradores la imagen teocrática del Rey. Era una misa en la República. Algunos monárquicos de acción y pensamiento se persignaban, oyéndose un ¡Ave María Purísima', Dios salve la autoridad del Rey!. Porotra parte, seoíala bullanguería de los concurrentes a la misa. Hasta en la Iglesia el cuchichear era general. Unseñor honorable, de luenga barba, vestido de paltóoscuro, pantalones de rayitas verticales y calzado de botas, quitándose el sombrero pumpás, comentaba aloído de un amigo: -No saben lo que están haciendo o loque han hecho estos hombres bárbaros republicanos, dígame eso; y queser infieles a la autoridad del Rey, que equivale a desconocer la autoridad de Dios. - ¡Ave María Purísimal, repetía el amigo oyente. y por este estilo eranmuchas de las conversaciones. El señor cura pronunció un sermón y entre otras cosas dijo: Quien falta a la voluntad Divina, desconociendo lasautoridades naturales que el cielo ha destinado a la tierra, corre el riesgo de hervir en las pailas infernales. Yo nosoypolítico, si alguien tiene la ocurrencia de señalarme como tal, es porque los errores en esta época saturanel ambiente, como sonlasépocas de lluvia cuando elmáscuidadoso resulta salpicado de las aguas imprevistas. Hasta este año, aquí reinó la paz, sin embargo, un espíritu levantisco pretende rebelarse contra lo sagrado y tradicional. Yo hago un llamado de conciencia para que se respeten los designios de Dios, en este mundo promisor de Venezuela. De muchos rincones de la iglesia, se oyó ese ruido característico, cuando alguien trata de aclararse el pecho. La misa terminó y el público inundó calles y plazas, festejando aquella misa de madrugada bajo la bandera republicana. Los siguientes días, con una característica similar, hacía que en muchos hogares prorrumpieran las discusiones y llamadas de atención frente a las expresiones juveniles. En la noche del día 23, la reunión en la casa de Don Andrés Picón Sarmiento había adquirido el carácter de gran conferencia política. La opinión a favor de la monarquía estaba tornando calor y razones contundentes, cuando Don Andrés tornó la palabra, presidiendo con su figura majestuosa y autorizada, en aquel gran salón de la familia. Don Andrés se peinó la barba con las manos, se peinó su luenga melena con la mano izquierda, luego encendió su pipa, dejando en el ambiente una bocanada del aromático humo. Mis queridos amigos, dijo Don Andrés, la República es un acontecimiento normal en la vida de las naciones, es la señal del determinismo de la cultura, o sea, la forma en que los pueblos 172 manifiestan decidir su destino. No crean ustedes que es cierto eso de que al Rey lo nombró Dios para que sea eternamente dueño de vidas y haciendas. Eso es falso. Los sistemas de gobierno los eligen los hombres, como eligen y logran su ordenamiento jurídico y social de acuerdo con su grado de cultura. Ahora les voy a decir, que, aunque todo ha venido en sencillas decisiones de sabias opiniones, un día viviremos el fragor de las batallas, porque este nuevo sistema rompe con poderosos intereses y privilegios. Los sectores privilegiados de un sistema de gobierno y de estatus sociales están predispuestos a defender sus grandes intereses sacrificando vidas valiosas y atropellando pueblos. Amigos míos: los palaciegos y los mercaderes de alta jerarquía lanzarán fuerzas armadas contra el nuevo sistema de gobierno y contra el nuevo Estado. La República anuncia igualdad social y política, lo cual se proyecta en la revolución económica y un día no lejano tendrá repercusión en las masas populares las cuales, en insurrección sin precedentes, reclamarán profundas reivindicaciones humanas haciendo más evidente la lucha de clases, donde no se escatimarán fuerzas para lograr la justicia social; porque las leyes liberales de la República constituyen el paso positivo donde se descorre el velo y la ansiedad humana se precipita en pos de su bienestar. Quizás surjan caudillos que retengan por un tiempo esas hondas aspiraciones de los desposeídos del derecho de gentes, pero éstos un día despertarán, abrirán el sagrado libro de los derechos humanos, plenarán las aulas de los colegios y Universidades, beberán en la fuente de la ciencia y dejarán de ser marginados sociales, para acercarse con el título de libres al mundo precioso de Dios. Así terminó el discurso de Don Andrés. Nadie se atrevió a replicar, y varios amigos se acercaron, diciéndole: - Creemos que te excedistes en el discurso; llegastes hasta lo visionario y pecaminoso para la época. Don Andrés con gran satisfacción respondió: - Ya he escogido como patíbulo la esencia pura de mis ideas y la proyección de mi pensamiento. Mis verdugos pasarán a una triste condición histórica, mientras yo ocuparé una posición en el sendero de los justos. Así fue celebrado, entre palabras de talento puro, el discurso de Don Andrés Picón Sarmiento. Transcurrió el año de 1811 ya mediados de 1812, con las nuevas autoridades realistas, llegaron las noticias de la caída total de la República. Los sectores merideños tornaron hostiles a las autoridades monárquicas. Muy pronto empezaron a circular en la ciudad escritos y mensajes 173 clandestinos de la juventud patriótica de Mérida, donde exhortaban al repudio de la monarquía ya la lucha organizada. Estos escritos tuvieron pronto eco en las clases populares merideñas. Más de un altercado se suscitó entre los merideños ylas autoridades. Esta actitud de los habitantes de la ciudad llegó hasta el desprecio yla desobediencia a las autoridades locales, lo cual provocó la represión por partede dichas autoridades. Hubo muchas detenciones de mujeres yhombres lugareños. Los Notables de la ciudad hicieron sentir su protesta firmando un pliego conjuntamente. Firmaban, Don Antonio Febres Iribarren, Don Pedro Cordero del Mecías, Don Ciclo Paredes Albarrán, Don José Celis Maldonado, Don Andrés Picón Sarmiento y seguían cien firmas más. Las autoridades dieron muestras de irritación, dando contestaciones verbales de carácter insultante. Don Andrés Picón Sarmiento continuaba dando conferencias libres ensu casa y repetía encada una de ellas: Mérida es una ciudad de pensamiento libre, aquí los hombres no tenemos miedo a la muerte. Así transcurrió todo el año de 1812. En los albores de 1813 la ciudad era prácticamente un estado de insurrección. Las autoridades temían ante aquella actitud enérgica caballeresca y de franca oposición al sistema realista. Fue en mayo de 1813 cuando las autoridades locales recibieron instrucciones de proceder, sin consideración, contra la rebeldía de los habitantes de la ciudad. El Gobernador local se reunió con sus subalternos y les dijo: -Cualquier medida que tengamos que tomar será violenta, individual y ejecutiva, porque esta gente es muy cara dura. Tenemos que impresionar cortando las cabezas principales. En efecto, las autoridades dispusieron hacer prisionero a Don Andrés Picón Sarmiento, decapitarlo y devolver el cadáver a la familia. (Fue conducido a la cárcel y a los tres días se anunció a su esposa que podía recoger el cadáver). Lo entregaron decapitado. Doña Beatríz de Picón Sarmiento en compañía de sus hijos Clarisa y Anastacio recibieron el cadáver. El velatorio estuvo muy concurrido, gran austeridad y profundo silencio. Sería las doce de la noche, cuando el Gobernador hizo acto de presencia, pretendiendo dar el pésame a la viuda e hijos. Doña Beatríz se incorporó abofeteando al Gobernador. Los concurrentes, amigos de Don Andrés, empujaron al Gobernador hasta lanzarlo a la calle, tras de darle algunos puntapiés. El Gobernador amenazó al grupo, oyéndose contestaciones airadas, las cuales sorprendieron al Gobernador. Entre otras frases se oyó: ven con tus sobrinos para que sus cabezas rueden 174 por las calles de Mérida. El Gobernador regresó al cuartel acompañado del amigo que lo esperaba frente a la casa de los Picón, sin atreverse a entrar. El Gobernador comentó enel cuartel con sus gentes: -Esta situación es delicada, no se trata de un pueblo cualquiera, songentes de raigambre ¡Quién sabe de qué alcurnia serán! Sin embargo, tenemos que proceder, yparaello tendremos que pensar un poco. El entierro de Don Andrés fue apoteósico. La bandera tricolor cubría el féretro y después del entierro hubo desórdenes populares y vivas a la República. Un domingo del mismo mes, Clarisa y su novio, Agustín Paredes Del Nogal, llevaban flores a la tumba de Don Andrés, cuando el Alcalde y dos gendarmes interfirieron a los jóvenes en la puerta del cementerio. El Alcalde se dirigió a Clarisa diciendo: -Señorita, los republicanos son herejes y malditos por el Rey y, por lo tanto, no tienen derecho a llevar flores a sus muertos. Clarisa contestó: -Los herejes son ustedes, esbirros inconscientes, ignorantes de la dignidad humana y de los más elementales conceptos de la sociedad, de los principios que ofrecen la cultura y del destino irreversible de los pueblos en el curso de su vida. Y con voz dura dijo: finalmente, apártense de nuestro camino esbirros indeseables, esta tierra se siente mancillada con la presencia de ustedes. Los gendarmes se abalanzaron contra los jóvenes. El joven Agustín Paredes del Nogal salió al frente a cubrir a su novia, pero el Alcalde disparó contra él dejándolo sin vida. Clarisa trató de sujetar a su novio y, viéndolo desplomarse, tomó la pistola que él llevaba en el cinto, disparando contra el Alcalde, quien también rodó por tierra con un balazo doble a la altura del cuello. Los gendarmes se sintieron desconcertados Gentes del barrio acudieron al lugar. Los gendarmes huyeron. En breves minutos se organizó una poblada que se dirigió al centro de la ciudad. Llevaban arrastrando al cuerpo del Alcalde. Se produjo un choque sangriento con las fuerzas policiales. Clarisa estaba al frente de los amotinados. El combate se hacía feroz. La juventud patriótica de Mérida acudió al auxilio de Clarisa. La ciudad se convirtió en un campo de guerra. Tras varias noches y días, la ciudad no tuvo más gobierno que la ira y la acción de protesta ante las autoridades acuarteladas. El sepelio de Agustín Paredes Del Nogal se cumplió al día siguiente del crimen. Fue llevado en brazos de estudiantes y del pueblo en actitud de protesta. 175 Refiere la leyenda que al llegar refuerzos de ejércitos realistas, Clarisa Picón, al frente de los amotinados, selanzó contra elejército pereciendo junto con la multitud. Sus verdugos hicieron quemar su cadáver en una hoguera en la Plaza pública, tildándola del delito de herejía. Al transcurrir los años, en el alma de la leyenda popular merideña, dicen que en las mañanas claras y en el día de los estudiantes, cuando la brisa mueve los árboles de la ciudad, la luz de una estrella radiante y de un pálido lucero saludaa los enamorados en elmundoesperanzado de Mérida, y que sonlas almas de Agustín y de Clarisa, quienes sonríen con emoción de libertad en los ensueños profundos de su pueblo. En el eco de la leyenda merideña, cuando las flores perfuman el ambiente de esa tierra sagrada, se advierte una inspiración de heroína y la voz silenciosa de la Sierra Nevada deja oír, en la delicada brisa de los copos nevados, lasugerencia del nombre de Clarisa Picón, aquella flor del pudor y emblema del amor patrio, que en figura majestuosa y señorial trasla remembranza de su escultura de doncella preciosa, blanca como la nieve de su sierra, esbelta y valiente como la diosa de un mito, de ojos verdes de esmeralda esperanza, quesigue dibujando enla leyenda la ternura de la vida; mujer de lacio pelo negro, símbolo de la estirpe humana de la Sierra Andina, valiente hasta el extremo de saltar de la leyenda misma y vibrar con el infinito, cuando la perfección de las almas forman arte y vida en una canción legendaria de la historia.

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I EL ANACORETA Y LA BELLA DEL DELTA

El abanico que forman las arterias cristalinas del Orinoco dejaba oir el rumoroso paso de sus aguas dulces en un viaje continuo al encuentro de las olas del Atlántico. En esta zona, bañada de caudales maravillosos, se yerguen los caseríos de la zona del Delta, como un milagro del pensamiento en el corazón de una naturaleza exhuberante, entre el colorido tropical y un sol de pinceladas ardientes. Simula esta ciudad un nido de amor flotando. Sus habitantes son de carácter recio, pero de semblanza cariñosa, acorde con la ternura de un Delta, el más hermoso del mundo. Así transcurrían los años de 1816-1817. Serían aproximadamente las dos de la tarde, cuando un viejo anacoreta, conocido con el nombre de Don Rubio, atravesaba la ciudad, vistiendo un viejo hábito y una 179 larga capa raída. El viejo portaba un báculo de caminante y se detuvo frente a la iglesia e improvisó un sermón: He abandonado la selva para traer un mensaje que me fue revelado por la voz del infinito. Este país es mi tierra nativa, por razones de madurez histórica se hará un país independiente, muy pronto se librará una gran batalla en las riberas del Orinoco, la cual contribuirá a consolidar el sistema republicano. Mi mensaje consiste en participarle a los notables y pueblo en general, que llegó el momento para declarar una insurrección y dar vivas a la Nueva Patria. Hoy se producirá un eclipse, allá en el poniente el sol dibujará en sus arreboles una bandera tricolor y por la noche se verá la constelación de las siete cabrillas y las siete estrellas serán más brillantes que nunca, porque estas siete estrellas serán el símbolo de la nueva enseña nacional. y mientras el público se congregaba alrededor del orador, la voz de éste iba adquiriendo tonalidad de majestuosa expresión. Una hora llevaba el orador en su improvisada tribuna, la concurrencia comenzaba a aplaudir y a dar vítores a la República y a la Independencia. Esto atrajo la atención de las autoridades realistas y un piquete de policías se dirigió al sitio para disolver el tumulto humano reunido allí. La policía hizo acto de presencia, el público se amotinó y comenzó una lucha callejera. En la lucha quedó un elevado saldo de muertos y heridos. Los allanamientos se produjeron en forma numerosa, buscando a Don Rubio el anacoreta, pero éste no apareció en ningún sitio. Así, la apacible ciudad se transformó en un ambiente beligerante. Ante esta situación, las autoridades mantuvieron la mayor vigilancia, practicando detenciones de personas sospechosas de rebelión durante varios meses. También el pueblo deltano se mantenía al expectativa. Fue en la casa de Don Rodrigo Alarcón donde un grupo de hombres y mujeres deliberaban, siendo el comentario principal que el Ejército Libertador se encontraban en la ciudad de San Félix (Puerto del Orinoco) y que un refuerzo realista entraría por las bocas del Orinoco para atacar a las fuerzas republicanas, las cuales también serían atacadas desde Angostura por el Ejército comandado por el General realista La Torre. Don Rodrigo Alarcón se dirigió a la concurrencia: -Señores, los deltanos somos hombres cabales, nuestra conciencia es clara ante la situación, yo considero que nuestra posición debe ser irrevocable, ese refuerzo realista no entrará por las bocas del Orinoco. Nosotros lo impediremos. Pido a ustedes el juramento de jugarnos nuestras vidas para realizar esta acción. Pondremos de pie a todos los pueblos, hostigaremos las fuerzas realistas de esta región e impediremos que las 180 embarcaciones de fuerzas enemigas remonten el río. La Asamblea aprobó por unanimidad la acción propuesta por Don Rodrigo Alarcón. Esa misma noche, en esaAsamblea seorganizó una docena del grupoparadar comienzo a la tarea insurrecciona1. Entre los comandantes de grupos se contaban José María Canache, Ruperto Rolando, Doroteo Castro, Marcelina de Las Rosas, Fernando Aristimuño,. Lucrecia Naranjo, Josefina, Antonia Osty, Imataca Urbano y José Antonio Tremaria Guillén. Tres días más tarde en varios barrios del poblado se improvisaban oradores hablándole al pueblo deltano. La policía se distribuyó para controlar la situación; pero fue sorprendente que en la Plaza Mayor aumentaba la concentración. La palabra la llevaba la señorita Imataca Urbano, muchacha piel canela, de ojos llenos de luz emocionada, pelo negro y largo, de elevada estatura, formas hermosas, de altiva expresión y atrayente belleza. El jefe de la guardia, un madrileño recién llegado, detuvo el pelotón de soldados comandados por él y se quedó contemplándola. Imataca continuaba hablando: -Es el momento de la rebelión, la América será libre por destino, por madurez política y por voluntad de sus hijos. Nuestro rey será siempre el pensamiento libre, ajustado a la época. -y prosiguió-: Les informo que en el puerto de San Félix está el Ejército Libertador comandado por el General Piar y aquí estamos los deltanos, comandados por nuestra conciencia, la guerra es nuestra decisión, hombres y mujeres de esta región del Delta del Orinoco. Los buques realistas no remontarán el río, lo impediremos. Nuestra fuerza moral y física escribirá hoy la página luminosa de la historia de toda la región del Delta del Orinoco- Mientras Imataca hablaba, el oficial madrileño seguía contemplándola. El sargento que estaba al lado del oficial se dirigió a él diciéndole: -Qué le pasa, mi capitán, como que los amarró la muchacha?­ El capitán respondió: -No, sargento, aunque ella es capaz de amarrar a cualquier hombre y a cualquier auditorio. Fíjese usted la tranquilidad que tiene y la seguridad de sus expresiones. Tenga usted por seguro, que esta es una emboscada; al atacar nosotros van a salir de las casas vecinas gente armada y nos acribillarían- Otro piquete de soldados comandado por otro capitán llegó al mismo sitio, saludándose ambos capitanes: -¿Cómo está usted, capitán Del Castillo? -dijo el recién llegado. Y el capitán Del Castillo contestó: -Muy bien, capitán de La Huerta, prosiguiendo: Creo que en este lugar está tendida una emboscada porque de lo contrario no estaría tan tranquila la gente con nuestra presencia- 181 El capitán de La Huerta se sonrió diciendo: -No, capitán Del Castillo, lo que pasa es que usted se enamoró de esa criolla y además tiene miedo- y diciendo ésto dio orden de atacar al numeroso grupo que estaba en la plaza. En forma violenta se oyó la voz de Imataca Urbano: "¡En guardia ¡Rodilla en tierra!" Y luego, batiendo una bandera, gritó: "¡A la carga!" El grupo que estaba en la plaza puso rodilla en tierra y, en posición de ataque, levantó varias docenas de fusiles yun bosque de machetes. De las casas vecinas salió gente armada con armas diversas. El capitán de La Huerta y su gente fueron arrollados y sacrificados. El capitán Del Castillo ordenó la retirada de su grupo de soldados. La ciudad entera estaba en insurrección; solo un sector estaba bajo el control del ejército realista. Los comandantes republicanos, José María Canache y Ruperto Rolando atacaban por el norte de la ciudad; Don Rodrigo Alarcón, Doroteo Castro y Marcelina de Las Rosas comandaban fuerzas desde el oeste; Fernando Aristimuño, Lucrecia Naranjo atacaban por otro sector, los demás acompañaban a Imataca Urbano y a José Antonio Tremaria Guillén. La lucha se recrudecía en toda la ciudad. El sector realista resistía tenazmente. El comandante José Antonio Guillén e Imataca Urbano eran persistentes en el ataque. Se había combatido durante todo el día. Serían las cinco y media de la tarde, cuando el sol llenaba de arreboles el día deltano. Imataca Urbano subió un muro y señalando con su espada el colorido de los crepúsculos deltano y con su voz timbrada de oradora dijo: -Llegó la hora del triunfo, ya apareció en el cielo el color de la bandera que anunció el anacoreta Don Rubio. Dios nos está dando el triunfo ¡con fe, a la carga! -y se oyeron gritos por todas partes: -¡A la carga!­ Los realistas retrocedieron desalojando los 'cuarteles y buscando la orilla del río. Por todas partes se oía el grito ¡A la carga! Los realistas retrocedieron ya precipitadamente, con grandes bajas desalojaban la ciudad. Todos los comandos republicanos avanzaban definitivamente. Gran parte de los realistas fueron prisioneros, otros huyeron. La ciudad era republicana. Don Rodrigo Alarcón era el comandante supremo, Imataca segundo jefe y José Antonio Tremaria Guillén el coordinador de los comandos. La primera preocupación fue tomar la entrada principal del Orinoco por donde debían llegar los refuerzos realistas. Los republicanos prepararon todo, como si no hubiera novedad en 182 el Puerto, la bandera realista y varios soldados con uniforme realista montaban guardia. A las doce de lanoche se anunció la llegada de los barcos de guerra realista e iniciaron su anclaje en elPuerto, empezando a descender la tripulación y los soldados, quienes en perfecta formación, pero alertas se dirigieron a los cuarteles, guiados por soldados nativos disfrazados con uniformes realistas. Inmediatamente se produjo el abordaje de las naves y elataque a los cuerpos militares que habían desembarcado. Se combatió toda la noche. Los realistas estaban desconcertados, habían caídos en una emboscada, pero se defendían valientemente. En horas de la mañana, los realistas habían sido diezmados. Sólo quedaba un grupo realista resistiendo. Imataca Urbano ordenó un ataque final para lograr la rendición y al frente de su comando se lanzó al combate, chocaron las bayonetas y las armas blancas. Los realistas se rindieron, Imataca Urbano quedó tendida en el campo de batalla, José Antonio Tremaria Guillén la traía entre sus brazos, mientras la multitud armada, cantaba un Gloria al Bravo Pueblo y de la alegría de este himno se desprendía lo lánguido de un réquiem sagrado. Cuando las tardes y los amaneceres de la región del Delta del Orinoco bañan de luz lo exhuberante de esa zona, cuenta la leyenda regional que, la imagen de Imataca, la heroína Deltana, como otra estrella del amanecer se confunde con el sol y un ambiente de batalla inspira la ciudad y en la región emocionada canta la gloria de la libertad.

183 - ---" ....~--_ .. - ­ ,-~ -----~ .._._---'--­ ."1' _.<,,, ''"''..,,.''',.,,..' - . EL CaNDOR DE LA LIBERTAD

Las notas cadenciosas de un vals invadían todo el ambiente de la casona colonial y se iban diluyendo por la fronda de los jardines. Un ave gigante revoloteó sobre el jardín y esta sorpresa detuvo la fiesta en la casa de la familia Andinos Chacón. Es un cóndor que viene cansado, fue la voz de los invitados y todos salieron al jardín a contemplar a un cóndor que, jadeante, se posaba en una rama de un árbol del jardín. Don Juan Andinos le llevó una vasija llena de agua y la colocó en un pretil cerca de la rama. El cóndor se movió pesadamente hasta el muro y bebió agua; luego don Juan le trajo alimentos y el animal comió tranquilo. Esto constituyó un espectáculo hermosísimo que todos los invitados agradecieron. 185 Siguió sonando la orquesta y los valses cordilleranos envolvieron, con su romántica cadencia los salones, al jardín y al cóndor. Ya en la madrugada fría, los invitados se retiraron y decían con sus miradas un adios cariñoso al ave reina de Los Andes. Al día siguiente casi toda la ciudadanía de San Cristobal estaba en las calles contemplando los grandes círculos concéntricos que trazaba un cóndor volando majestuoso sobre la ciudad. En una noche de los días sucesivos Don Juan Andinos recibía visitas de varios hombres de la zona; la reunión parecía una conferencia en secreto. Uno de los visitantes comunicaba a Don Juan: Tengo noticias ciertas, mi querido Don Juan, que en el centro del país han ocurrido cosas desastrosas y se dice que negros presagios se ciernen para este año de 1812,lo cual nos indica que tenemos que ser prudentes. Pero ¿Cuál es la noticia? -inquirió Don [uan-, Imagínese usted -contestó el interlocutor-llegó de España un ejército al mando del General Domingo Monteverde, el Generalísimo Francisco de Miranda capituló rindiéndose a los realistas y un terremoto destruyó a Caracas y a varias ciudades del centro. -Bueno- -replicó Don Juan- aquí sentimos el temblor, lo que no sabíamos era lo demás, entonces seamos prudentes, si nos pronunciamos por la independencia nos aniquilan, por lo tanto nos reuniremos en el momento y en el sitio oportuno.- Y así terminó la reunión. Don Juan Andinos se dirigió a su hacienda de café; estaba muy taciturno. Por la noche Don Juan se reunió con los capataces y los peones diciéndoles: -Muchachos, las cosas andan muy mal, parece que se ha perdido la Patria. Los realistas y un gran terremoto, parece que nos han derrotado; pero ésto es una cosa temporal, el país se levantará como un solo hombre y se pulverizará el poder del Rey: hay que estar preparados, porque la represión no tardará en llegar por estos lugares, querrán hacernos jurar fidelidad al Rey y aunque juremos nos maltratarán; sobre todo, después que las autoridades se han enterado de nuestras manifestaciones e inquietudes anti-realistas. Capataces y peones oyeron a Don Juan y tornaron mustios y silenciosos. La preocupación era general. Transcurrieron varios días y llegó la noticia a la hacienda de que las comisiones del gobierno andaban buscando gente revolucionaria y haciéndoles presos. Don Juan reunió sus gentes diciendo: Muchachos, hay que estar alertas, a nosotros no nos van a hacer presos, vamos a tener una vigilancia permanente y en cualquier caso nos defenderemos. Corrieron los meses y Don Juan y sus gentes se mantenían vigilantes, como frailejones incansables al borde del camino. Un día se presentó la primera comisión con esta orden oficial: Están todos arrestados por orden superior. 186 Don Juan echó una mirada hacia los corredores y patios de su casa, guiñó un ojo al capataz y éste con habilidad pasó cerca de sus compañeros y algo le dijo en voz baja. Peones y capataces cayeron sobre los miembros de la comisión gubernamental desarmándoles y haciéndoles prisioneros. Don Juan Andinos habló a los delgobierno: Señores, es allá en Caracas donde hubo terremoto ydonde elGeneral Monteverde ha logrado imponer su tiranía; pero aquí, en Los Andes, tierra de hombres libres, la cosa cambia, váyanse y díganle a sus jefes que en esta Sierra los esperamos, que vengan por nosotros que el filo de nuestros machetes les va a iluminar los sentidos. Don Juan Andinos salió con su gente para la Sierra y arrastró trás de él a otros hacendados y peonadas. La fama de Don Juan cruzó los páramos y las sierras: era el Jefe de la oposición. El campamento de Don Juan eran los cafetales. Bajo la fronda tranquila Don Juan arengaba a sus seguidores, mientras su pensamiento se dilataba al contemplar la panorámica de alturas, colinas, valles y ríos de la Cordillera Andina. Llegó a Don Juan la noticia de las atrocidades que cometían las autoridades en los diversos caseríos de todas las regiones de Los Andes y Don Juan preparó su acción. Cayó por sorpresa repetidas veces, al frente de sus seguidores, vengando a los agraviados y luego con su bandera tricolor se confundía en el verdor de los cafetales. Ya era el Jefe Don Juan Andinos, su fama se extendía con respeto y era temible para los realistas. Hasta lo intrincado de la Sierra llegaron las noticias a Don Juan de que el General Simón Bolívar se aproximaba a la frontera de Venezuela y que venía procedente de la Nueva Granada. Don Juan exclamó: -Si el año de 1812 fue de mal agüero, este año de 1813, va a ser de flor de café y de cacao. Y corrió la voz por toda la cordillera. -A encontrar a Bolívar que nosotros somos los soldados-o Durante varios días hubo marchas y contramarchas de hombres de la cordillera reuniéndose y esperando la invasión. Esta no tardó, el General Simón Bolívar invadió a Venezuela, justo por la cordillera andina y Don Juan y su gente salieron a reforzarlo. El Libertador contempló a Don Juan y al grupo aguerrido que Don Juan había formado y dirigiéndose a ellos expresó: Ya no son 500 los que me acompañan, ya es Venezuela y ustedes son la expresión de ella. En el libro permanente de las estrellas que pueblan estos cielos, está permanentemente escrita la gloria de la libertad y la valentía indiscutible de sus hijos. Don Juan Andinos y su grupo de guerreros siguió al Ejército Libertador y de batalla en batalla fueron fieros soldados siempre a la 187 vanguardia, con el escudo de Los Andes vibrando en la revolución. Dicen que fue un decir de Don Juan Andinos: Nosomos héroes anonimos porque los soldados somos la gloria de la jornada y nuestra acción esel acierto de los generales y nuestro valor personal enel combate esel pedestal de la gloria. Don Juan Andinos llegó hasta Caracas con su grupo de guerreros como miembro de la Campaña Admirable y luego regresaron a San Cristobal con loas de admiración. De nuevo un vals cadencioso se desgranaba en la casa de la familia de Los Andinos Chacón y por algo casual un hermoso cóndor revoleteó en eljardín. Don Juan y los invitados salieron sorprendidos a contemplar al cóndor. Esta vez el cóndor noestaba jadeante, lucía imponente. Don Juan con granalboroto explicó: -Ese cóndor esel alma de la libertad de Los Andes que nos saluda, ahora viene felíz porque hemos triunfado. Que la orquesta toque el más bello de los valses en obsequio alcóndor amigo. La orquesta irrumpió con su vals andino y el cóndor remontó elvuelo hacia los dominios de Dios. Transcurrió un año y llegaron de nuevo las noticias de la pérdida de la segunda República. Los realistas avanzaban sobre Los Andes. Don Juan Andinos, seguido desu pueblo tachirense, se declaró guerrillero permanente en toda la cordillera. Toda la zona era foco de rebeldía contra los realistas. Gritos de vivas a Don Juan Andinos cruzaban los páramos. El se erguía en la cordillera y hasta en la expresión del frailejón se sentía la actitud enérgica y temeraria de Don Juan Andinos, corno centinela de la libertad. Dicen que Don Juan Andinos entró con sus guerreros y tornó por asalto a la ciudad de Capachos. Su grito en los combates era: Viva Bolívar, viva la Patria. Don Juan y sus valientes tornaron la plaza de Capachos y cuando se disponía a hablar a sus conciudadanos, reunidos en la plaza principal de la población, un demente realista le disparó partiéndole el corazón de un balazo. Don Juan Andinos fue conducido al campo santo en hombros de toda la población. Y era de veneración su tumba y su nombre aliento de los guerrilleros andinos que apoyaban la causa de la Independencia a lo largo de toda la guerra de la emancipación. Velas y candelabros encendieron los guerreros a todo lo largo del siglo sobre la tumba del héroe. Cuentan que un cóndor triste custodiaba su tumba por las noches y que al romper el alba, volaba en círculo sobre el cementerio. Y sigue repitiendo la leyenda que el alma de la libertad de Los Andes sigue en el cóndor remontando el vuelo y que en cada hombre de la cordillera hay 188 un Juan Andinos, con un eco inmortal de revolución y libertad. EL MAESTRO DE ARAGUA

En el viejo salón de la casona vieja, sentado frente a su escritorio destartalado, el viejo maestro del colegio de Maracay meditaba y esperaba a sus invitados. Estos fueron llegando hasta plenar el salón, ocupando los viejos pupitres y sillas de asiento de cuero. El maestro se puso de pie, su figura venerable, la cual delataba una carga de años, revelada en lo blanco de su luenga barba, en lo plateado de su melena y en el surco de las arrugas de su cara. Sus ojos eran de mirada penetrante, que a través de sus espejuelos parecían hurgar la psiquis de los invitados, quienes se aprestaban a oir la voz del anciano maestro en una hora crucial, donde parecían morir las esperanzas que hasta días antes estaban amparadas por la estrella tutelar de un destino luminoso en el sendero de la libertad. 189 Tomó la palabra el maestro. -Compatriotas, hoyes Primero de mayo de 1812, comprendo que la preocupación de ustedes es grande, porque se han derrumbado los sueños republicanos cuando yaestaban plasmados en realidades. Yjustamente este esel terna del mensaje que deseo trasmitirles: las calles de esta ciudad fueron rutas cruzadas por el General Domingo Monteverde, quien en una travesía feliz desde la costa atlántica y sin que selepresentara batalla de consideración, logró llegar hasta Caracas sin ninguna oposición. Esto eslo que cree Monteverde y los rectores del sistema que él representa. Pero los que sabernos, los que somos entendidos en la materia de lo humano, enlo profundo desu psiquis y en los síntomas que caracterizan las eras estarnos seguros que se ha producido la más grande de las batallas y esa esla batalla psicológica que dejó anonadado al pueblo y a sus jefes porque en el instante supremo de decidir sintieron esa lógica depresión de suspenso extraño que significa romper la tradición de gobierno, representada porsiglos porla Institución de un Rey hecho Dios en la conciencia de nuestra humanidad. Los cañones de nuestra Filosofía estaban ensayando su carga, pero no lograron disparar, porque faltó un grado de sol espiritual ofaltaron unos grados delatitud porcubrir, al calcular la posición del meridiano de nuestra época. Pero estos acontecimientos han ajustado los espíritus y ya templados en la experiencia del primer encuentro, traerá por consecuencia la acción. El espíritu humano está ligado a la Naturaleza en todos sus aspectos y a tal efecto, podríamos usar el simil, de que las ideas filosóficas que han de producir los nuevos sistemas son iguales que los pequeños cúmulos que inician la formación de nubarrones, anunciando la época lluviosa. De pronto estos nubarrones iniciales son disipados por el viento en el primer encuentro de la época que se inicia, pero mientras más dispersos, luego, serán numerosos y muy pronto la techumbre promisora de los cielos iniciará el torrencial de las lluvias, siendo esta carga atmosférica la dueña de la tempestad y la reina de los cielos. Así en nuestra Patria entró y pasó por nuestras campiñas el General Monteverde, pero no resistirá la tempestad que lo ha de ahogar. Por esta razón, en esta vieja casona de Maracay nos estamos reuniendo y en este acto estamos contraatacando con el pensamiento y de inmediato atacaremos con la acción. Contamos con muchas armas modernas, buen parque y muchas provisiones adecuadas para un ejército. Estos recursos los ha traído el General Monteverde. Se los arrebataremos, porque las armas del que tiene la razón siempre las trae el enemigo. La evolución que marcan las épocas no la pueden detener los 190 hombres, porque ellos forman parte de ellas, como la corriente del río no la puede detener la misma corriente, porser unamasa homogénea que a un mismo destino se precipita. Hallegado elmomento dereaccionar. Reaccionaremos. Nuestros cuarteles sonlos Valles de Aragua; laorden recibida esnuestra voluntad; nuestra meta esla República; nuestra bandera esla libertad. A esta generación letoca históricamente quebrar elsistema realista. Lo quebraremos. De este grupo humano pueden surgir mártires y redentores y héroes inmortales del pensamiento humano. Allí cerraremos filas; allí estableceremos los linderos donde una época muere y donde otra empieza. Compatriotas: -a cabalgar en las fuerzas poderosas del pensamiento, a declarar la guerra al sistema que le toca morir con sus tentáculos de pulpo envejecido. En este momento histórico, seremos leales a nuestro tiempo. A formar todos el ejército de la Patria nueva, a vencer con la bandera de la dignidad, a recibir los destellos de una nueva aurora. Yo los invito, como invita la plantación de árboles nuevos a tomar los frutos de la primera cosecha. Yo los invito a beber en la fuente clara de un nuevo manantial, yo los invito a iniciar las primeras clarinadas de las dianas triunfales de una nueva época. Yo los invito a la rebelión del bien, por razón de conciencia, por razón de honor, por razón de Patria y por la razón imperativa que trae el Dios de la historia en la cabalgadura de un nuevo sol. Sacudid vuestras conciencias y hagamos unidos la guerra al opresor. Se oyeron grandes aplausos y vivas a la República cuando Don Ernesto Rodríguez, maestro de la vieja escuela de Maracay, se dirigió a esta Asamblea de Notables.­ Terminado el discurso del maestro, siguió la organización de comités de resistencia. Los hacendados formarían grupos aguerridos con los campesinos, los maestros con el alumnado, los comerciantes con sus empleados. En cada sitio había un foco de resistencia a todo lo largo de los Valles de Aragua. La noticia de lo acontecido llegó hasta los Despachos del gobierno realista y el alto jefe de la zona, impartió órdenes de apresar a los conspiradores y especialmente a ese viejo maestro de 80 años de edad de nombre Ernesto Rodríguez. Se inició la persecución. Una comisión de cinco gendarmes armados allanaron el colegio de Maracay. Los gendarmes entraron, dirigiéndose a la Dirección del Plantel. Al verlos el maestro, les increpó: largo de aquí canallas; los gendarmes replicaron, usted está preso: El maestro respondió: presos están ustedes y Venezuela es su cárcel y los venezolanos sus carceleros. Ante esta discusión, los mozalbetes estudiantes salieron de las aulas, precipitándose sobre los gendarmes los desarmaron y los pararon 191 frente a la pared. El maestro ordenó: -guarden las armas y no se las dejen quitar y a estos soldados vagabundos échenlos a la calle.- Los estudiantes despojaron a los soldados de las botas, de las chaquetas, de los tirantes elásticos que sostenían sus pantalones y cortaron los botones de las pretinas y otras partes del pantalón de manera que fueran sujetándose los pantalones con las manos para evitar que se les cayeran. Al llegar los gendarmes a su cuartel cundió la alarma en la guarnición realista. El gobernador de la zona y el jefe del cuartel se reunieron y disponiendo de un pelotón de cien soldados tomarón el colegio. El pelotón de soldados llegó a la casa del colegio; éste estaba solo y con las puertas abiertas, los soldados permanecieron tres días en el colegio resolviendo al fin abandonarlo. La policía buscaba a Don Ernesto por todas partes. Al cuarto día el colegio estaba funcionando normalmente con su Director y su alumnado. La noticia llegó a las autoridades. El Jefe de policía acompañado de diez agentes del orden se presentó al colegio. No había llegado este jefe todavía al centro del patio, cuando una gavilla de estudiantes, oculta tras los pilares y macetas, saltaron sobre ellos inmovilizando al jefe de la policía y sus gentes. El maestro salió a la puerta del Despacho de la Dirección diciendo en alta voz: -háganle a estos insolentes igual que a los anteriores.- Los jóvenes estudiantes repitieron igual cosa que la vez pasada; pero en tumulto llevaron a los policías hasta la plaza principal inmediata y los dejaron abandonados allí, con papeles engomados pegados en los ojos, recomendándoles a sus prisioneros que no se movieran, porque serían liquidados. Los policías quedaron solitarios en la plaza girando corno pájaros bobos, sin atreverse a quitar la tapa de sus ojos. Esto alarmó e indignó a las autoridades, quienes dieron orden de tornar militarmente al colegio, indefinidamente. Estos hechos levantaron la moral del pueblo aragüeño iniciando un proceso de burlas hacia las autoridades. De pronto, un grupo de honestos habitantes se presentaba a la casa de un oficial del ejército, se lo llevaban, le vendaban los ojos y lo soltaban desnudo en las plazas y parques. Cuando los gendarmes iban a tornar licor a las fondas y bodegas les servían licor adulterado de materias purgantes o ipecacuana (vomitivo de gran efectividad). Por todas partes las burlas eran crecientes. Se efectuaba en estos días una gran recepción en la casa de gobierno, cuando en medio del festival los invitados sintieron fuertes dolores de estómago a la vez que en la mansión se iniciaba un incendio, cuyo origen se desconocía. El jefe de la autoridad de la zona no dejaba de repetir: ¡Estas son cosas del viejo ese! ¡Loagarrara yo! 192 Un día al llegar a su Despacho el Jefe civil y militar de la zona encontró un paquete cuadrado con un lazo de cinta en forma de regalo. El Jefe sonrió complacido, diciendo en alta voz para que looyeran sus subalternos, yo se quién me envió este regalo, este es de ella, yala tengo mansita. Grande fue su sorpresa cuando enel paquete encontró la cabeza desu secretario (malvado esbirro azotador de la ciudad) en ella venía prendida una tarjeta con un letrero que decía: "Así tu cabeza será el regalo quevamos a enviar alGeneral Monteverde". El Jefe de lazona meditó profundo, repitiendo ante todos sus subalternos: -esto anda mal, hay que actuar con cuidado. Muchos actos de terrorismo sucedieron en la zona, sin que se pudiera agarrar a ningún culpable. Don Ernesto Rodríguez era buscado, pero jamás encontrado. Una noche, una partida de jinetes tiroteó al cuartel. Otro día dos mozalbetes mataron con tiro de pistolas al proveedor del ejército. Las acciones de terrorismo se extendieron por todos los poblados, caseríos, campos y caminos de los Valles de Aragua. Se produjeron escaramuzas de pequeños combates en diversos sitios de los Valles de Aragua. En estos encuentros se veía la bandera tricolor y los gritos eufóricos de ¡Viva la libertad! ¡Viva la República! ¡Muera el Rey! ¡Viva Don Ernesto Rodríguez! Muchos fueron los días entre jaque y terror que vivieron las autoridades realistas. Fue un día cualquiera cuando una gran columna de gente formaba una procesión. Delante de ella llevaban la imagen de Jesús crucificado, luego un féretro, después la Virgen Dolorosa. La procesión pasó frente a la casa de gobierno. Y siguió rumbo al cementerio. Mientras las autoridades se preguntaban: Qué día de santos es hoy? Qué festividad religiosa se celebra hoy? Repitiendo los funcionarios realistas: -qué costumbres tan raras tienen estos indianos.- La procesión llegó al cementerio y en una fosa individual, la gente del pueblo enterró el féretro y cubrió de flores la tumba. Un orador comenzó una oración fúnebre: Señores, aquí no hemos efectuado un entierro, hemos sembrado los despojos mortales de un héroe, quien en los anales de la Patria renacerá en el pensamiento, como flor augusta de la Patria y como ejemplo inmortal para las presentes y las futuras generaciones. Es un héroe porque labró en el corazón de la juventud lo hermoso que tiene la vida cuando la dignidad es su emblema. Aquí estamos sembrando el árbol con toda su raíz, para que en un futuro no lejano renazca en todos los corazones y florezca en todas las conciencias, en un proceso armonioso donde lo justo se hace grande y la justicia llega a ser una balanza perfecta, con dos estrellas por platillos, un fiel por esperanza con una espada de luz orientando la verdad. Aquí yace 193 dentro de las aureas de la proyección humana este gran hombre que se llamó Don Ernesto Rodríguez, maestro delpueblo de Aragua, en una proyección infinita de Venezuela. El anciano maestro había muerto, con sus 80 años a cuestas, con su pedestal de experiencia, con su mundo de sociólogo, sembrados en las conciencias. Asu última morada locondujeron sus discípulos y su pueblo. En los anales de las zonas aragueñas se evoca a la grandeza humana.la memoria del viejo maestro, renace en el ambiente del valle y bajo el delicado amanecer de estos valles de ensueño, cada hombre de voluntad siente la emoción de un pensamiento arrollador construyendo patria y derrochando amor.

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,' ..... " .... '.' "., .' ..... EN LOS ANALES DE MATURIN

El olor a pólvora flotaba en el ambiente, caballos sin.jinetes iban a campo traviesa; quejidos de soldados heridos, cadáveres de combatientes, tropas realistas formando cuadros, voces airadas y voces de mando, llenaban el ambiente en las sabanas de Úrica, después de la famosa batalla, donde perdiera la vida el temible realista José Tomás Rodríguez Boves. El ejército patriota quedaba a la desbandada, el triunfo era de los realistas. Derrotados de esa batalla cabalgaban en sus potros, a galope tendido, dos jóvenes, Pedro Guarimato y Luz Oriental, dos cifras juveniles que frisaban entre los dieciocho y los veinte años de edad. El y ella, era estudiantes oriundos de la ciudad de Maturín y se habían alistado en las fuerzas militares del General Monagas. Ellos se dirigían a 197 su ciudad natal, después del fatal desenlace de las sabanas de Urica. Los lagunas y montañas, por todas partes acosados. Mil soldados realistas con sus oficiales les estaban dando caza. Los jóvenes guerrillero~ qUQ estaban exhaustos, ganaron una zona boscosa para descansar, pero el enemigo estaba cerca yla gritería de una bandada de loros delataba su presencia. Resolvieron reiniciar la marcha. Cruzaron cañaotes llenos de lodo, y oían el ladrido de los perros que el enemigo traía para rastrear su posición; marcharon toda la noche. El enemigo continuaba en su persecución. Sus caballos estaban tan cansados como ellos. Penetraron a una hacienda y se internaron en el cañamelar; los perros ladraban cerca, ellos giraban dentro de la plantación tratando de eludir al enemigo. Bajo el sol candente de las dos de la tarde vieron que el cañamelar ardía. El enemigo había provocado el incendio para acorralarlos. Se oían disparos muy cerca. El calor era sofocante, la humedad del incendio los cegaba, pero a la vez los protegía de la visibilidad del enemigo. Ya no les quedaba sitio por donde escapar. Sus bestias marchaban lento y el cansancio les hacía torpes. A poca distancia, los perseguidores se advertían afanosos y amenazantes. A las cinco de la tarde, ya casi sin aliento, llegó la partida de jóvenes a las riberas de un río que cruzaba el fundo. Era la época de las lluvias y el río estaba crecida. La única escapatoria era cruzar el río. Pedro Guarimato y Luz Oriental no meditaron. ¡Al río! fue la resolución y se lanzaron con los caballos a la corriente, seguidos por los cinco compañeros combatientes; la corriente se llevó a caballos y jinetes agua abajo y a la larga distancia en un remazón de la orilla opuesta al río, llegaron jadeantes. De nuevo en sus cabalgaduras y maltrechos continuaron la marcha. El enemigo quedó atrás, las huellas de los guerrilleros se las llevó la corriente del río, el ladrido de los perros ya no se escuchaba. Estaban a salvo. A la media noche acamparon a la orilla del bosque. Al día siguiente, los fugitivos llegaron a otra hacienda, donde los obreros del campo iniciaban sus labores. Pedro Guarimato se dirigió a ellos: amigos, yo traigo para ustedes un mensaje. Nosotros somos los guerrilleros que, en acción fecunda, seguimos las normas de la revolución, o sea que terminaremos con los amos que nos oprimen, con el carácter de las cédulas reales que nos despojan, somos la revolución que terminará con el privilegio de los favoritos de las Corona Real. Nosotros hemos venido a buscarlos a ustedes, para que de sumisos y explotados pasen a la categoría de guerreros. Estos suelos son nuestros, son tierras del mundo americano. No es un déspota más allá de los mares quien ha de inponernos la vida de corderos. El ejército patriota se acerca, es el ejército de Bolívar que viene comandado por el General Manuel Piar. Se aproximan a El Juncal y se acercan a Maturín, Unanse 199 ustedes a nosotros, para reforzar el ejército nacional de la liberación y · _---­

LA DONCELLA DEL LLANO

El plenilunio sobre el camino formaba una cinta de plata y sobre las crines de un potro rubio esmaltaba la luz su emoción casi blanca, mientras jinete y potro iban bebiendo distancia. La mano del jinete sobre la crin rodaba como sombra de caricia entre las hebras plateadas, como alma en busca de amor sobre caminos del planeta, bajo el rubio faro de esa luna enamorada. El alma de la noche vivía un alto de luna y un grito de ¡alto! detuvo al viajero. Era una voz nocturna surgida del enigma de un embrujo de noche en la emoción de la luna. Era una mujer guerrillera, también en cabalgadura; delataba su silueta la luz opaca y tranquila. Fusil al hombro, melena suelta, voz timbrada en la aventura; destello de mando en la mirada y ante el asombro del viajero, cascabel de risa en 201 carcajada guerrillera y candor de mujer en un alerta de palabra. Le dijo Como nube espesa, pasaron sobre ellos y unanube blanca de garzas les dijo "adiós". Iniciaron la travesía porentre los potreros; una vacada mugía y una manada de caballos y yeguas pintaba el lomo de una colina, mientras los árboles de quebrahachos mecían leve sus ramas y un enjambre de aves dejaba su trino viajero como un saludo campesino sobre el alma del potrero. Al fin llegaron a una casa de campo y el viajero dijo: Ya llegamos a nuestra casa, un poco solitaria y vacía, un poco triste y un tanto umbría; pero con usted mi casa tendrá un lucero que me regaló la luna, que me regaló el sol cuando estaba naciendo y que, por los cauces de la sorpresa, llegó a mi vida en una cascada de risa de un sonoro cascabel que me sorprendió en el camino, cuando la luna, con su luz de plata, dibujó su silueta de amor en mi destino.­ La guerrillera bajó lentamente de su cabalgadura yel viajero se iluminó al reflejarse la mirada de ella y contemplar en sus ojos azules 10 tranquilo que tiene el lago cuando el alma es serena. Entraron juntos a la casa llanera y ella le dijo: -Llanero, yo soy la revolución que viene a invadir el llano y soy la época nueva que trae un faro a tu destino y, tomando las manos del hombre de llano adentro, viajó a sus emociones por los caminos del tiempo. Días después, el sol revolucionario movía los caminos del mundo llanero. Un himno a la libertad cantaban los hombres en los potreros, los pastores se convertían en lanceros y con un sol de libertad en el alma, bajo la egida del genio, palpitaba en Carabobo el destino revolucionario, que un día sorprendió al viajero en la ruta romántica que le dibujó el destino.

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MARIA LIBERTAD, LA VISION LLANERA

Se cuela por la historia una leyenda del espíritu de la libertad de Barinas. Ellº de mayo de 1810, la doncella María Libertad enarboló, en aquella ciudad, la bandera de la Independencia. Las autoridades coloniales intervinieron contra la actitud de la doncella y sus seguidores, habiendo sido ella hecha prisionera y llevada al patíbulo. Unos aseguran que fue a la horca, otros al garrote vil y otros que fue despedazada atada a la cola de cuatro caballos. Y que murió gritando "viva la libertad, viva la Independencia". María Libertad era hija de una distinguida familia llanera, rubia, de ojos azules y cara angelical. En la tradición se sostiene que también fueron sacrificadas cinco muchachas negras que formaban su servidumbre y dos muchachas que eran sus damas de compañía. 205 La leyenda llanera cuenta que el espíritu de María Libertad seguido por los espíritus de las doncellas negras e indias, eran visiones vistas en la llanura, protegiendo a los patriotas en los combates. Que en las noches de plenilunio recorría el país desde la falda de Los Andes hasta el oriente de la República. Que era la doncella rubia, con su cortejo, la visión encantadora que rasgaba las noches llaneras envuelta en un manto de plenilunio, bajo el cielo de la llanura bordado de estrellas y pespunteado de luceros. Era ella la que navegaba en la brisa de occidente a oriente, que la llamaban ánima bendida, hija predilecta del cielo. Que las legiones de Los Llanos rezaban a su paso y los jagüeyes tornaban color de iris cuando ella, con palidez de luna, cabalgaba en un girón de luz, dejando una estela como una vía real en la sabana. La doncella María Libertad y sus doncellas negras e indias iniciaban su recorrido bajando desde la sierra andina y un camino de luceros le señalaba el sendero, donde debían salvar del peligro a un héroe prisionero. En una ciudad llanera se detuvieron frente a la cárcel y se oyó el murmullo de un gentío que avanzaba. Los carceleros huyeron y José Antonio Páez, el prisionero, salió de la prisión, y a las Animas benditas dedicó una oración que se hizo inmortal en el corrío de los llaneros. Otra noche de tantas, en el sitio del Rincón de los Toros, una doncella blanca seguida de indias y morenas despertó a Bolívar en su hamaca e, iluminando la maleza con la lámpara de una estrella, salvó la vida a Bolívar en un 'atentado feroz. Más tarde, en el Juncal, en Maturín, en Cuchivero y en las sabanas de San Félix, le reveló un triunfo de maravillas al General Manuel Piar. La doncella iba a encontrarse con el alba en el oriente de la Patria y las palmeras doradas de sol les servían de aureola y el mar le sonreía plácido como alfombra azul a sus pies. Entonces ella, a pleno día, regresaba de oriente a occidente y su belleza rivalizada con el sol. El araguaney se inclinaba a su paso y desgranaba su floración de oro y María Libertad se orlaba de flores amarillas. La miel del matajey tornaba más dulce y los enjambres de abejas le servían de ejército seguidor y al llegar a los esteros completaban los garceros un blanco altar de amor y una orla de garzas blancas y morenas formaban un arco de triunfo, que en el sol se reflejaba al paso legendario de la Diosa llanera. María Libertad fue el angel tutelar de Achaguas, Mata de La Miel, Mantecal y las Queseras del Medio. En medio de las batallas ella parecía una aureola gigante guiando al ejército llanero y los hacía parecer comer guerreros sagrados, saliendo de una Biblia del cielo, erguidos sobre los llanos con lanzas de plata o con lanzas de sol. También se cuenta que en 206 Carabobo una hermosa doncella saludó a Bolívar; ella tenía cortejo de negras y de indias y que sobre labatalla suspendida infundían valentía a la tropa criolla y en alas de las dianas brindaban aliento de gracia a la bravura de la caballería. AMaría Libertad labautizó la tropa libertadora con el nombre de laDama de la Lámpara. Era ella laestrella tutelar de los guerreros de la Independencia, porque ella surgía de ese puntodonde la mirada toca el azuldel cielo con elverde de la llanura. De allí se desprendía cual maravilla celestial, con su alma de lucero, con su espíritu matutino o con su auxilio por las escalas de la imaginación, de la fantasía, del milagro, o de la oración. Ella era, el lucero de la mañana reflejado en los ríos, para guiar el rumbo de los ejércitos y brindar colorido a lo centellante de los gritos. Ella era la aurora que a media noche brillaba en el cielo de los sentimientos y la ternura que, en lo rudo del combate, se prendía como una flor en las almas idealistas, en un ensueño de esperanza y bizarría. Era ella el espíritu de la libertad que, en todo lo vasto de la llanura, se manifestaba en el esplendor de millares de garzas volando en escuadrillas, en el canto de los alcarabanes, en el bramido de los ríos, en el relincho de un potro cerrero, en la brisa que toca el cordaje del palmar, en la visión que sorprende al caminero, en el corría del caminante solitario, en el alma del jaropo llanero y en la cumbre de las lejanías. Cuando el arpa sonora engarza en las brisas sus notas, es María Libertad que canta. Y cuando la noche se enciende con una luna llanera y su manto se extiende como sol de pálida estela, es que María Libertad descansa y sueña en el alma de la llanura. Cuando un gallo menudea su canto en el alma de la madrugada, hiriendo el silencio llanero, es que María Libertad despierta y marcha de occidente a oriente para acompañar el alba, convertida en lucero de la mañana, donde el llanero la divisa y ella le sonríe con alma blanca. Cuando ese plafón celeste cubre a los llanos en las horas nocturnas, ella está en lo profundo del cielo, seguida de las Siete Estrellas, que llaman las siete cabrillas en que se han convertido las cinco negras y las dos indias. y cuando el llanero se inspira y su rebeldía delata en su canto yen su risa, María Libertad le acompaña. Un llanero atrevido, lancero y cantador, en medio de un combate dicen que vio una visión y la sujetó entre sus manos y cuando el enemigo huyó, dicen que el llanero se encontró sujetando una bandera en el asta de su lanza y en ella dibujadas las siete estrellas, y envuelto en el tricolor estrellado, en unión de sus compañeros, se oyó el grito de libertad; la visión se había plasmado en una bandera tricolor con dibujo 207 de las siete estrellas, dos estrellas indias y cinco estrellas morenas. En las noches de plenilunio, allá en la ciudad de Barinas, las doncellas se visten de luz con manto de luna. Creen quees María Libertad quien, en sus sueños de ternura, hace más bellas las doncellas de Barinas, con alma de emoción llanera, con mansa tempestad en el alma y candor de vírgenes en la mirada; porque María Libertad les trae 10 sublime que entre llanura y cielo besa la emoción de una plegaria, con esencia de majestad. Que en cada mujer de Barinas existe una melodía de ensueño, desbordada en su risa, con esperanza tierna en lo sosegado del amor, allá en la lejanía cercana, como la flor que fue capullo y de pronto se abre a la mirada. María Libertad esel alma de los llanos con expresión suprema, donde vibra la vida a flor de dignidad. Es el espíritu de libertad que al llanero hizo lancero, dibujando un sol entre sus sueños, es la dianaque denuncia elarpa y esel ritmo de un maraqueo; es el araguaney florido mirando libre a loscielos, esel himno queel viento cuela en el palmar y entre palma y palma delira en las noches de plenilunio, en las mañanas tranquilas y en lo tórrido del sol que reverbera en la llanura tropical. María Libertad esla María del bravo pueblo, es la Diosa rubiadel sol llanero y de la luna llanera, la Diosa de luz pálidade la llanura que, en el cielo de Barinas, desgrana su ternurasorprendida, cuando se desgranan las estrellas de oriente a occidente en una marcha triunfal llena de vida, cuando la María de los Llanos es Ave María en el corrío y capullo cristalino en la esperanza, con lo dulce de la miel del Matajey y la claridad del sol en un concierto de arpas.

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EL YARACUY EN LOS ALBORES DE LA INDEPENDENCIA

-Que el hombre siguió pa'Iante, compae, porque y que el General Miranda no quiso dar la pelea; así es la cosa, compae Andrés y todos nos quedamos en vaina como el frijol; así es, compae Juan, el hombre siguió pa lante, dicen que trajo brujos, que lo ayudó el terremoto, pero la cosa es clara; el tal generalito español, ese tal Domíngo Monteverde, le ha salido gratis el viaje de la reconquista, por todas partes ha cogido mango bajito, pasó a golpe de terremoto, como pasan las culebras por las hojarascas de los árboles caídos; desembarcó, se dejó chorrear tranquilo por el camino y entre veras y cuentos le regalaron el castillo de Puerto Cabello y el Generalísimo le entregó el resto. Que vaina tan grande, compae, nos agarró el sábado, el domingo y la República se nos saltó del sueño a golpe de pesadilla, como el caballo brioso que en una 211 batida de rienda deja al jinete tendío después de tanta esperanza y de tanto domar el bicho. Así transcurría el diálogo entre dos viejos amigos sanfelipeños, comentando los acontecimientos de marzo y abril de 1812. La ciudad de San Felipe, golpeada por el terremoto y caída entre los vencidos en las sorpresas históricas, aún balbuceaba la libertad en el alma de sus hijos. La gendarmería asumía el mando en todos los rincones de la zona mientras el criollo continuaba acariciando el sueño de la autonomía. Transcurrieron tres meses, la sociedad de la ciudad de San Felipe se sentía atormentada. Los gendarmes hacían ronda desde tempranas horas de la noche y uno de ellos tuvo bronca con el joven Martín Agüero. El gendarme se lo quiso llevar preso. La novia de Martín, la bella Marta Guerrero, intervino en la discusión; el gendarme le faltó al respeto y Martín 10 mató de un tiro. Amigos y familiares formaron de inmediato consejo, diciéndoles el cura del pueblo: -Yo los bendigo y los declaro casados y váyanse pronto monte adentro y a pelear por la vida, porque aquí el que no pelea, segurito que está muerto. Martín en caballo blanco y Marta en caballo negro se alejaron de San Felipe huyéndole al regimiento. Allá en el campo yaracuyano Martín encontró al negro Macambo y al indio Guayamurí que estaban atados a un árbol. Martín bajó de su bestia, armado de machete en mano y cortó las ataduras del negro y también cortó las del indio y hablándole a los dos le dijo: -Sigan las huellas de mi caballo que en esta tierra bendita va a roncar muy duro el plomo y a filo de media noche van a lumbrar los machetes en el pescuezo de los tiranos y castigarán a los traidores-o Llegaron a Yaritagua y Martín llegó hablando duro, bajo la sonrisa de su amada y en compañía del negro Macambo y del indio Guayamurí que les acompañaba. Fue en la puerta de un bodegón, donde Martín entró altanero y hablándole al grupo les dijo: -¡Yo soy el General Agüero!. A todos los hombres que están aquí les declaro en servicio de la revolución y el que no quiera ir se matará conmigo y el que me acompañe tendrá jefe bueno. Yse oyó el grito de los muchachos: "¡Viva el General Agüero!" "¡Viva la Revolución!" Y Martín salió con su gente de la barriada del bodegón y de bodega en bodega y de cantina en cantina, de campos, pueblos y caseríos Martín Agüero, machete en mano, iba organizando su pueblo. Lo siguieron los hombres de Guama donde habían algunos bobareños y paisanos sanfelipeños y hombres de Churuguara. Remontó la zona de Cocorote, buscó el pleito en todos los terrenos y de pronto el 212 ejército realista tuvo que enfrentarse a los brios del General Agüero. Combatieron con valentía en todas lastierras delindio Mara. y Marta, con destello desol enel día y con alma de lunaen las horas nocturnas, era un símbolo delucha entre la masa guerrera. Tras una contramarcha, a sombras de cafetales, Martín Agüero y sushombres, cayeron sobre Cocorote ylanzas ymachetes relumbraron contra los gendarmes realistas y así en Yaritagua y en Guama, a lolargo de los caminos yen las márgenes del Yurubí el grito de Martín Agüero, concilaba un trozo de Patria y su fama trascendía a todos los rincones del Yaracuy. Llegó a ser su nombre inspiración de patriotismo y motivación de los corríos. Cuentan que en los joropos se abría la danza telúrica con el grito de vivas a "Martín Agüero, el hombre pecho duro, donde se apaga el candil y se acaba el carburo". Así, a lo largo del año de 1812 Martín y Marta del Yaracuy mantuvieron el incentivo que hace grande al mundo nativo y ya a golpe de diciembre, unidos Martín y Marta con su grupo guerrero, celebraron las navidades en un crucero de caminos, a la lumbre de los fogones y a la orilla de un potrero recibiendo con alborozo su año nuevo, en un 12 de enero de 1813. Medio año estuvieron peleando, corrió la sangre en las montañas de Sorte, se cantaron sus triunfos en Aroa y cuando el año corría llegaron las noticias a las montañas, que el General Simón Bolívar avanzaba victorioso de Los Andes. Martín Agüero preparó sus gentes: -Saldremos al paso a incorporarnos, dicen que el ejército Libertador viene rumbo por los caminos de Araure y es pa Araure donde vamos-o De las montañas del Yaracuy, por los caminos de recuas, bajó Martín Agüero con hombres de a caballo, con una hembra blanca a su diestra, hembra hermosa del Yaracuy, con ternura de luna plateada y con risa armoniosa de riachuelo, como alma desprendida de la montaña. LLegaron a Araure los guerreros del Yaracuy, Martín llevaba espada y Marta portaba lanza. El ejército realista estaba en cuadro de emboscada. El Ejército Libertador marchaba alerta, Bolívar venía a la vanguardia. El Libertador ordenó el ataque en una feroz avanzada y la gran sorpresa del Libertador fue que un ejército criollo atacaba al enemigo por la retaguardia. La batalla fue rápida, como una centella en la sabana, como un vuelo de águila que acorta el espacio, portando una luz redentora en el símbolo de la gloria. Al terminar la batalla, el General Agüero tenía en sus brazos el 213 cuerpo de su amada y un rocío de sus lágrimas la regaba. Bolívar se enteró de Martín y sus guerreros y también de Marta del Yaracuy, quien en la doctrina de la libertad se inspiraba. Al darle sepultura a aquella belleza yaracuyana, Bolívar la bendijo y como un dios de la libertad, en Marta bendijo a la Patria. Martín seincorporó al Ejérci to Libertador como se incorporan los valientes en laslegiones redentoras y como se incorpora la fe al éxtasis de una oración y como el colorido tropical se incorpora majestuoso a los destellos delsol. Se dice en la tradición de la leyenda queen lasnoches de plenilunio yaracuyano, por sobre lascumbres de las montañas, se ve una legión de guerreros quevansiguiendo a Martín y a Marta en su viaje nupcial y quehasta seoye una plegaria en el cauce del Yurubí, cuando en su corriente el río canta, en honor de Marta y de Martín.

214 LA REINA DE CORO

Las olas rubias del Mar Caribe se levantaban frente a la playa como gigantes salvajes, rubias olas por las espumas y por la transparencia que en el oleaje dibujaba la luz pálida de la luna en las costas de la Vela de Coro. Era de madrugada y el sueño noctunal envolvía a una casona colonial de la playa, bajo el embrujo rumoroso de ese mar de ensueño en la zona tropical. Ya amanecía, los alcatraces ensayaban su vuelo y las gaviotas parecían colgarse a sus cuellos, cuando éstos iniciaban su paseo matinal Ya los primeros rayos del sol doraban las palmeras de cocoteros impulsadas en vaiven por la brisa en un romántico amanecer. De uno de los aposentos de la casona, hermosa propiedad de la familia Cartagena, la bella Eloísa salía somnolienta, ensayando hacerse un 215 zorongo en el centro de la cabeza, arrollando en espiral su largo pelo negro ybello, como una corriente color noche oscura en contraste con la blancura de su cuerpo. Doña Ruperta, su madre, la contemplaba complacida, porque era bella la niña y simulaba ser una escultura surgida de un amanecer coriano. -Mamá, -dijo Eloísa-, me siento muy cansada, porque estuve soñando que un general de apuesta figura había llegado a la playa en un barco de guerra con el nombre de "El Leander. Soñé, mamá, que el general me enamoraba y me quería llevar con él y tuvimos una batalla sobre las olas. El tenía una melena bella y decía que yo era América y que iba a construir en ella un imperio y que yo iba a ser su reina, ¡ay mamá, me desperté muy cansada-o Hija y madre celebraron la fantasía de aquel sueño. La familia Cartagena llevaba una vida apacible dentro de las costumbres de su época, usaban la carroza tradicional tirada por dos caballos y acostumbraban también a pasear en caballo de paso fino, los cuales eran escogidos por Don Eleuterio Cartagena, de acuerdo con los conocimientos en esta materia. Después del desayuno Eloísa salió a pasear en su caballo alazán. A ella le gustaba hacer galopar al caballo y pasear por el puerto como una sirena de amor cabalgando sobre las bellezas de la playa. Una embarcación nueva estaba surta en el puerto y en su velamen tenía una enseña tricolor y en el barco se observaba un letrero que decía "El Leander". Eloísa se quedó contemplativa pensando en el sueño y en el barco. y pensando en alta voz Eloísa dijo: ¿Y dónde estará el general que quiere fundar el imperio? Muy cerca de ella respondió una voz: -Aquí estoy bella doncella, yo soy quien viene a fundar el imperio-o Eloísa volvió el rostro y vio al general. Eloísa tembló de pies a cabeza, sintió pánico, azotó con las bridas a su corcel oprimiéndole con las espuelas y en veloz carrera se dirigió al hogar. Muy agitada llegó Eloísa a su casa. Su madre salió alarmada y le preguntó: ¿Qué te ocurre hija?-. Ella respondió: -mamá he visto en el puerto el barco de mi sueño y también me habló el general-o Doña Ruperta disimuló una breve sonrisa tratando de calmar a su hija, agregando luego: -No te preocupes hijita, que a veces hay cosas muy parecidas a los sueños y estas coincidencias causan desagradables sorpresas. A la hora de almuerzo llegó Don Eleuterio Cartagena con otros amigos y se oyó el siguiente comentario: -Es una audacia del General Francisco de Miranda invadir con un barco y unos pocos hombres al 216 continente de la América Española con la pretensión de fundar un imperio desde México hasta Cabo de Hornos-. y el comentario prosiguió: -El General Miranda difícilmente va a conseguir apoyo, aquí nadie se atreverá atentar contra la autoridad del Rey, se necesitaría un ejército omnipotente y mucho dinero. Uno de los contertulios se expresó así: -Sin embargo, el General Miranda es un hombre de gran experiencia militar, dicen que tiene el apoyo de Inglaterra-. Otro agregó: -El General Miranda es un soñador, aquí nadie cree en su propósito, fíjense que no ha encontrado enemigo que lo combata ni amigos que se le unan. Largos fueron los comentarios en la casa de la familia Cartagena. Eloísa, ya repuesta del susto recibido, oía los comentarios y pensaba en el barco y en el General. Doña Ruperta llamó a Don Eleuterio, a sus amigos y a Eloísa a que vinieran a almorzar. En la mesa continuaron los comentarios. Doña Ruperta estaba inquieta. Eloísa de vez en cuando hinchaba el pecho con leve suspiro y de repente se dirigió a su madre diciéndole: -Mamá, ¡pero es bello el General-! Su padre, Don Eleuterio y los amigos la miraron sorprendidos preguntádole Don Eleuterio, cómo lo conocía. Ella respondió: -Papá, lo ví en el puerto, además es igualito a un general que conocí en un sueño y me llevé un tremendo susto cuando lo ví-. Esto causó risa entre la concurrencia celebrando la gracia de Eloísa. Al día siguiente Eloísa volvió al puerto, contempló el barco. EL general estaba recostado en al cubierta y también la contemplaba. El general la saludó e hizo un ademán de descender de la nave. Ella lo esperó. El generalllegó cerca de-ella quien estaba montada en su caballo. El general le dió la mano y la invitó a dialogar. Ella descendió de su montura y ascendió con el general al barco. En el despacho del capitán Eloísa y el General dialogaron largamente. Elle habló de su imperio, de la libertad, del bien social y ella, con una sonrisa cautivadora, después de oirlo agregó: -Mi general, ¿Y su imperio no va a tener reina?­ El General celebró la graciosa frase de Eloísa respondiendo: -Lo natural sería que esa reina fuera usted, ya que es la primera persona amiga a quien he comunicado mis proyectos en esta hermosa tierra-o Eloísa, toda llena de gracia, contestó: -¿Y quién sería el Rey?­ Esto causó una gran alegre risa en el General, quien contestó: -Yo he pensado que ese Rey debería ser un inca-o Eloísa le cortó respondiendo: -¡Ah no, yo no me voy a casar con un 217 indio peruano, preferiría un indio caribe, por lo menos coriano, hasta me conformaría con un General rubio, héroe e idealista-o El General celebró las frases sueltas y chistosas de Eloísa. Luego Eloísa dijo: -Yo soñé con ese imperio, con su general como rey y como proyección humana la creación de una gran Nación, la cual llevaba por enseña la bandera tricolor que trajo este barco. Eloísa guardó un corto silencio. El General la contemplaba. Luego ella interrumpió: -General, yo lo voy a ayudar. Creo en su imperio, en su gloria yen usted-o El general, profundamente conmovido, estrechó las manos de Eloísa, quien ya se había puesto de pie en señal de despedida. El General y ella descendieron del barco. Ella acompañó hasta la playa. Eloísa subió a su alazán dorado y con una sonrisa envuelta en un manto de idealismo, inició el regreso a su hogar; pero esta vez no regresaba asustada; regresaba soñadora, sonriente y pensativa. Transcurrieron muchos días. Eloísa trajo al general a su casa de familia, le presentó muchos amigos, y trató de entusiasmar a la gente en los proyectos del general Miranda. La cultura del General fue grata a la familia Cartagena y en la biblioteca coriana de los Cartagena el General Miranda divagó y soñó en la Independencia de la América española. Eloísa entusiasmó a sus primos, quienes eran hacendados en la zona en Churuguara y éstos entusiasmaron a otros, haciéndose contagioso el sueño mirandino hasta en los pescadores. En toda la zona de Coro era una novedad esperanzada la presencia del General Miranda. En varios sitios se prepararon reuniones al efecto. Eloísa era casi siempre la promotora. En su caballo alazán cruzaba las campiñas y hablaba con el pueblo de los alrededores. Ya los nativos la llamaban la reina y a ella no le desagradaba el apelativo. Ella hablaba durante horas con el General y soñaba con ser Emperatríz Inca. Hubo hacendados que se sintieron caudillos y repetían entre ellos: "Esto puede ser". En un poblado vecino un comisario levantó la bandera mirandina y se llegó a dar víctores al general expedicionario y mueras al Rey de Castilla. En la ciudad de Coro gran cantidad de juventudes ya sentían sueños guerreros. Eloísa era una líder del movimiento. El entusiasmo estaba llegando hasta Barquisimeto, Punto Fijo, Tucacas, Dabajuro, Churuguara y hasta los campos de Humocaro Alto y Humocaro Bajo. Eloísa con grupos juveniles hacían campaña por la cuasa del General. El entusiasmo seguía creciendo. Maduraba un estado de 218 guerra en los corazones corianos y maduraba el amor entre Eloísa y el General. En todas partes llamaban a Eloísa "la reina". Un día se suscitó una violenta discusión entre Eloísa y un funcionario de justicia. El calificó a Miranda de aventurero, merecedor de un severo castigo y Eloísa le replicó: -El va a independizar la América y fundará un imperio hermoso donde campeará la libertad y donde la justicia brillará para todos, sin privilegios-o La discusión llegó a tal extremo, que la familia Cartagena se vio en dificultades con las autoridades, quienes hasta entonces permanecían indiferentes ante la presencia del General Miranda, que se limitaba, en forma muy culta, a conquistar prosélitos. En algunas fincas agrícolas se advertía la tendencia a desobedecer a las autoridades locales. Una tarde arribó gran número de pescadores al puerto: venían a saludar al General. Este, en grata conferencia, pronunció un discurso inflamado de nuevas ideas. -Lleven este mensaje a todas partes ya todos los puertos, -termínó diciendo el general Miranda, entregándoles programas impresos en su imprenta personal. En una mañana hermosa el General Miranda y Eloísa pasearon por orilla del mar; los sueños mirandinos flotaron sobre las olas y con ellos Eloísa, bajo el cálido sol coriano, sintió vivir el Imperio Americano; 10 cálido del amor invandió sus sueños y el dios de la brisa inflamó los veleros del alma, remontándose ambos a la fantasía de los hechizos de un mito, en la visión precursora del Pensamiento Mirandino. Eloísa, en esta ocasión, preguntó al General sobre sus sistemas de Gobierno, sobre su religión, sobre los grupos humanos, sobre el ejército y muchas otras cosas. El General caminaba lentamente al lado de Eloísa y se expresó: -El Imperio tendría una forma parecida a la monarquía inglesa, pero en su estructura sociai tendría una gran variante, ya que se aboliría la esclavitud, se lograría la integración social, se suprimirían los privilegios de casta, la educación sería gratuita y obligatoria, los habitantes del Imperio serían una sola familia trabajando unida por el bienestar colectivo y de la Nación. Los grupos humanos que integrarían este vasto país serian todos los habitantes de la América Española. Un ejército formidable constituiría el brazo armado garante de la soberanía y de las garantías sociales. Con toda seguridad que este Imperio vendría a ser la primera Nación del planeta, por su vasto territorio, por sus inmensos recursos naturales y por lo grande que en lo humano sea capaz de impulsar, en un nuevo sistema, el bien social. En cuanto a la religión, se extraería de la esencia de la Filosofía el pensamiento más puro, capaz de motivar y conducir la conducta humana por el precioso sendero de la moral, cuando se entiende por moral la fortaleza de 219 espíritu que lo constituye todo en el sentido humano. Este pensamiento del General conmovió a Eloísa, quien ratificó su fé en la doctrina mirandina. Ya marcaba el sol el medio día y resolvieron regresar. Eloísa quedó en su hogar y el General retornó al puerto. En los días siguientes, Eloísa comunicó a sus amigos el pensamiento grandioso del General Miranda. Esto hizo más firme la convicción de Eloísa y las ideas del grupo juvenil que Eloísa comandaba. Doña Ruperta y Don Eleuterio veían con simpatía todo aquello, pero a la vez conocían el peligro que les rodeaba. -Todo es posible-, dijo Don Eleuterio: -pero es una posibilidad muy costosa. Todo ésto significa la guerra y sería preciso un proselitismo difícil de lograr.­ Cuando así dialogaban Doña Ruperta y Don Eleuterio, un mensajero del Leander llegó portando una encomienda para Eloísa; era una carta del General que decía así: Mi querida Eloísa, tu eres el símbolo de mis proyectos y el alma de la concepción de un nuevo mundo, donde los espíritus tendrán la libertad comparable con ese azul de la mar que nos embruja, con ese plafón de cielo donde la libertad de la mirada cuelga en las lejanías de la ternura de la inmensidad. Yo te sueño como el justo sueña con Dios y como el relicario de un beso sueña, en el palpitar enamorado, con la lumbre que en lo íntimo le acompaña; como sueña el visionario con el futuro que él cincela en al alma. Tú representas en mi sueño lo que un faro orientador en las tinieblas representa para el marinero. Yo sé que un día el poder del nuevo mundo será un fruto cierto y confío que en ese mundo tu serás en lo humano la flor de un bello símbolo. Hoy cabalgaron mis sueños sobre las olas y brillaron en la emoción del puerto. Unas veces sentí mi pensamiento como el águila que bebe el infinitivo y otras veces he sentido mis ideas como un enjambre de mariposas convertidas en alados besos, que viajan de mi barco a tu aposento y liban en el néctar de tu cariño altivo. Eloísa, será inmortal el recuerdo que está sembrando la ternura sincera de tus anhelos, cuando a mi ideario tú das vida. Eloísa, tendré que alejarme de estas costas, pues, para realizar la jornada que tu conoces, requiero de mayores recursos y tengo que lograrlo en otros horizontes. Mas no es que desisto, es que tengo que aunar a lo que hemos logrado en los espíritus de esta tierra con el complemento que anima y brinda la victoria con la guerra, cuando ya encendido el pensamiento, precisa la acción coronar lo concebido. No es un adios Eloísa, pronto estaré aquí en mi viaje de regreso y te prometo que marcharemos juntos por esos senderos de los ideales, 220 donde los laureles que iluminan la historia hacen inmortal lo noble en la

grandeza de los bellos principios. Al amanecer, esta brisa que nos saludó juntos hinchará las velas de mi velero, nopara surcar laruta de lapartida, sinopara trillar una vez más esa ruta que marcará mi regreso. Eloísa, no apagues el fuego de estos ideales ya prendidos; porque ellos sonla simiente del árbol de la libertad quebrindará sus frutos. Prefiero que sea a través de esa misiva que tu recibas la noticia de mi viaje, asíahogaríamos unsuspenso. Con este último pensamiento concluyó su carta el General. Eloísa recibió la carta ysus lágrimas saltaron corno perlas heridas, caídas y desgranadas de un collar queengastó elalma. Corrió hasta la cuadra donde estaban los caballos de montar. Subió su alazán dorado y en veloz galope cortó la blanca cinta de la playa y al llegar al puerto vio "El Leander" yaen navegación; aquel velero que, ensu sueño, por las rutas de su sentimiento lehabía traído un General. Eloísa contempló la embarcación entre la lucha de las olas y contempló dosgaviotas; unaquedel velero venía hacia ella y otraque, desde donde estaba ella, iba hacia el velero y en su imaginación soñadora sintió quesu alma y la del General, enformas de aves marinas, sebesaban sobre el azul del mar.

222 LA TRAGEDIA DE UN HEROE

Un repique de campanas lanzaba sus notas al viento; era el último toque anunciador de la misa de aguinaldos, un 24 de diciembre del último tercio del siglo XVIIIy hacían concurrir a la iglesia a las familias de la era colonial en la ciudad de Caracas. El garbo de las damas esplendía; la crinolina les daba un aire señorial, la mantilla sobre el tocado de la cabellera hermosa y los ojos con miradas de luceros del alma, competían con el mundo sideral de la madrugada. Fernanda Antonieta, bella criolla de rancia estirpe, de cuerpo juncal, manos de lirios y ojos de lagos tranquilos, tez blanca criolla, pelo negro y abundante de leves ondas, dialogaba con Austria Cristina y otras amigas, mientras se dirigían al templo. Motivo de la conversación 223 era su próximo viaje a un festival en una Isla del Mar Caribe. La misa fue solemne y la salida de misa un festival en la ciudad. A los dos días siguientes, 26 de diciembre, la presencia de la casa real de un país europeo e invitados del mismo rango¡ convertían a una isla caribeña en un acontecimiento sin precedentes. Allí estaban Fernanda Antonieta ysu familia. Las orquestas de la época diluían la ternura musical de los valses¡ danzas, contradanzas, mazurcas y cuadrillas. Un príncipe europeo fue la pareja de Fernanda Antonieta y también el inicio de un romance seductor. Ya de regreso en la ciudad natal suramericana, Fernanda Antonieta sentía la nostalgia de aquel encuentro amoroso; sus padres advirtieron meses más tarde que ella iba a ser madre y tuvieron conocimiento de lo ocurrido. Un nuevo viaje a la isla del Caribe tuvo lugar y después de largas vacaciones¡ regresó Fernanda Antonieta, tan hermosa y casta como antes¡ acompañada de un matrimonio esclavo de su servidumbre quien había tenido un niño encantador. Fernanda Antonieta era la madrina del niño, cuidaba a su ahijado bautizándolo con el nombre de Manuel. En el ambiente señorial de la Colonial Manuel llegó a la adolescencia entre el amor fraterno de la familia; sus amores infantiles habían prendido con el afecto de Rosario, niña angelical, sobrina de su madrina que junto con Manuel había llegado también a la adolescencia y ambos sentimientos se unían en lo sublime del Mundo Colonial. Manuel viajó a Europa para cursar estudios militares en la Academia de una Corte, donde un príncipe, amigo-de la familia, era su protector. Años después regresaba Manuel, su figura esbelta y arrogante, soñador, talentoso y visionario, portaba el traje militar en el rango de caballería del Imperio Español. El romance de Manuel y Rosario adquirió el carácter de compromiso matrimonial. Manuel vivía en la casa de su madrina, quien había contraído matrimonio con un noble señor de su época. La vida Colonial de América se conmovía por las guerras napoleónicas en el viejo continente y despertaron los primeros movimientos de emancipación en América. Se pronunció claro el espíriturepublicano contra el sistema realista. Manuel se pronunció por la república. El Imperio Español reprimió a los insurgentes. La guerra emancipadora se extendió por todo el continente. Manuel se despedía de su novia y en la reja del jardín dejaba dos rosas entre las manos de ella una blanca y otra roja; besó la rosa roja y la colocó en el pecho de su amada, luego la ternura de un beso entre los labios y un adiós dejó oír el joven oficial cuando se retiraba. 224 Manuel fue valiente en todos los combates. El ejército Republicano se batía en retirada y al llegar a la ciudad, el Jefe Supremo ordenó evacuarla y que los habitantes siguieran su ejército, para evitar las atrocidades del enemigo. Manuel incorporó a su madrina y a toda la familia junto con Rosario, en el gran viaje de precipitada emigración. A todo lo largo del viaje, Manuel cuidó de la familia y de Rosario; ella era la luz de su existencia en las motivaciones más preciosas de su alma. El ejército Republicano quedó totalmente derrotado. La madrina de Manuel, su familia y Rosario quedaron en casa de parientes en una ciudad, al otro extremo del país. Manuel salió al exterior. Meses más tarde, los republicanos iniciaban una nueva invasión. Manuel era jefe militar expedicionario con el grado de General y, cumpliendo las órdenes del Jefe Supremo, presentó cinco batallas trascendentales y consecutivas logrando triunfos brillantes que le cubrieron de gloria. Al regreso del Jefe Supremo, un estado de sitio dejó en poder de los republicanos una importante ciudad. A esa ciudad llevó Manuel a su familia y a Rosario, bajo su protección y con toda la consideración del Jefe Supremo, quien era pariente cercano de la familia. Manuel ocupó el cargo de primer jefe de la guarnición más importante y cercana de la ciudad, asiento del Gobierno revolucionario y, con el debido permiso militar, iba a visitar a la familia y a Rosario frecuentemente. Y sobre el mirador de un gran río, bajo la confidencia de los luceros, cubrió con el manto de su amor eterno la idolatrada imagen de su Rosario. La boda sería pronto. El Jefe Supremo meditaba en su escritorio de trabajo los planes de futuras campañas, cuando se vió sorprendido por la presencia de Rosario. Ella poseía la majestad humana de la belleza, la frescura de una orquídea enamorada del manantial, mientras en su personalidad derrochaba lo noble de la ternura ancestral y en su acento se diluía la frase culta de las grandes familias coloniales. El Jefe Supremo la recibe y le pregunta: Rosario, qué se te ofrece? Ella respondió: -Tengo un gran problema, mi jefe ilustre. Y concluyó: Estoy en cinta de un oficial del ejército y a la vez soy la novia de Manuel, como usted lo sabe, con boda anunciada para muy pronto. El Jefe Supremo quedó absorto y repuso: ¡Pero sabes lo que has hecho! Conoces a Manuel y conoces su carácter, ¡Te das cuenta! Sí, respondió ella. Por ello he venido a hablar con usted y en su sabiduría deposito mi problema. Diciendo esto se marchó. El Jefe Supremo quedó consternado. Llegaron al Despacho del Jefe Supremo varias solicitudes de permiso dirigidas por Manuel para 225 trasladarse a la ciudad a saludar a su familia y a Rosario. El Jefe Supremo, confundido con lo grave del problema moral surgido entre Rosario y Manuel, no lograba la clave de una solución. Manuel también confundido por las repetidas negativas de permiso y con el alma delirante de pasión, resolvió ir a la ciudad a ver a Rosario sin llenar los trámites de permiso. Manuel llegó a la casa de Rosario, quedó estupefacto y exclamó: ¡Tú en estado! ¿De quién es eso? Rosario, temblando de miedo, titubeó y no se atrevió a confesar el error de un instante de pasión. Manuel inquirió: Habla, di quién ha sido el malvado. Ella respondió: Habla con el Jefe Supremo Manuel montó en ira y salió violentamente de la casa y repetía monologando: ¡Canalla! ¡Infame! ¡Prevalido del poder! jValiéndose de mí ausencia! ¡Abusador! Lo hizo porque ella es una inocente, eso equivale a una violación. Manuel llegó al Despacho del Jefe Supremo, se quitó el casco de guerrero y se lo tiró al jefe encima, luego se desató el correaje con la espada que en él pendía, también se lo lanzó encima yprofirió: ¡Canalla! ¡Abusador! No tienes concepto del honor, me retiro del ejército y me voy al exterior. y sin oír explicaciones salió violentamente del Despacho del Jefe Supremo. Manuel no regresó ni siquiera a su puesto de mando, se retiró a una población distante embargado por el pesar. El Jefe Supremo le escribió varias veces, dándole explícita información, pero Manuel no leía las cartas; al recibirlas las rompía. El Jefe Supremo le envió varios comisionados, Manuel no le creyó a ninguno, su pasión era ciega, su dolor intenso. Manuel meditó varios días y al sosegar su pensamiento, resolvió dirigirse a sus subalternos para que se pusieran a sus órdenes a fin de dar un golpe de estado. La correspondencia fue interceptada por el Servicio de Inteligencia del Ejército Republicano. El Estado Mayor ordenó la prisión de Manuel. Se constituyó un Consejo de Guerra y fue condenado a muerte por los delitos de rebelión, sedición e indisciplina, decretándose la degradación militar. El Jefe Supremo confirmó la pena de muerte sin degradación militar. Un batallón de granaderos, exsubalternos de Manuel, lo condujo al sitio del fusilamiento. Un oficial llevó las vendas para los ojos de Manuel y éste dijo: No, sin vendas y además quiero dar yo mismo las órdenes de disparar. ¡Favor concedido! Manuel se dirigió al pelotón de soldados: [Atención! ¡Contra mí, apunten! ¡Fuego!. 226 Los soldados no dispararon. Repitió la orden por segunda vez, no

dispararon y por tercera vez la repitió con más energía y una descarga de fusilería le dejó sin vida. Al mismo instante llegaba al sitio de los hechos un oficial jadeante por el cansancio de la carrera, gritando: ¡Oficial! Suspenda el fusilamiento, aquí traigo la contra orden. El oficial de mando contestó: es tarde. Diez minutos después, el Jefe Supremo en su Despacho hablaba con Rosario quien estaba en su presencia ahogada en llanto. El Jefe Supremo dijo: Hija mía, quise hacer loposible por ti y por él,peromicontraorden llegó tarde por fracción de segundos. Al transcurrir algunos minutos del diálogo con elJefe Supremo, una linda mujer con el nombre de Rosario se arrodillaba alIado del cadáver de Manuel, depositando en su pecho un manojo de rosas blancas y rojas, cubiertas de un rocío de lágrimas de amor, mientras el rumor de una oración, en un rosario de amor, se desprendía de los labios y del alma de Rosario rezándole a Dios por el alma de Manuel.

228 LA MESTIZA GUARAIBAJU

Coincidía la pacificación de la nación Caquetía con todos esos proyectos que dieron origen a la fundación de la ciudad de Nueva Segovia (hoy Barquisimeto). Hacía años que el capitán español, Joaquín de Los Corrales, realizaba su labor de pacificador. Pero éste era un día especial; porque del mundo de su pasión amorosa con Cuaraina, hija de un cacique Caquetío,le había nacido una hija, y él se encontraba en la celebración de este magno acontecimiento de su vida privada. La guardia castellana lo celebraba en esas inmediaciones de los valles caquetíos. La celebración la realizaba también la nación Caquetía: había nacido Guaraibajú. Afortunado fue el nacimiento de la hija de Guaraina y el Capitán. Su padre le servía de maestro y educador. La educó dentro de las 229 mejores costumbres de su época, siempre al lado de su madre y de él, sin apartarse de la pacífica nación Caquetía. Cuaraibajú escribía y leía bien el idioma castellano, 10 cual era un orgullo para su padre, era amante de la lectura y soñadora en las bellas artes. Su padre, el capitán Corrales, era un hombre de vasta cultura y se había consagrado a su hija. Guaraibajú también era el orgullo de la nación Caquetía y de la tropa de infantes españoles, que su padre comandaba. Guaraibajú era un primor humano nacida de la conjunción de dos razas, dentro del embrujo de los crepúsculos caquetíos (hoy de Barquisimeto) y el afanoso luchar del conquistador. Para Guaraibajú era la mejor flor del valle y de las montañas. En el espejo de las aguas era estrella, en la bondad de la ternura era palma, en el mejor trinar del ave escondida era el secreto melodioso que pone acento de luz en la palabra y en las emociones un lucero sutil que no se olvida. Era Guaraibajú, para el indio y para el blanco, un símbolo de unión y, en la esperanza, un remanso. Cuentan que cuando Guaraibajú se encontraba por las orillas de un río, en la boscosa región, se cumplió un hecho sorprendente: Un enjambre de avejas bajó hasta la fuente, al mismo tiempo que las flores silvestres derramaban sus pétalos y formaban alrededor de Guaraibajú una corona de lumbre inmaculada que, por espejismo, se reflejó en el horizonte. Y, entre las luces y las flores de la tarde, Guaraibajú era el supremo candor que en la luz viajaba desde los arreboles de oro y plata hasta el alma de la fuente del agua, que simulaba ser gigante lágrima al desprenderse del cristal de la montaña. Guaraibajú poseía una semblanza de predestinada; pero era tan tierna y delicada que jamás podría ser guerrera ni rayo que al ambiente azotara. Ella, sin duda, debió haber nacido para vivir en el cristalino altar de un río, donde danza el amor y se diluye la montaña, cuando los trinos despiertan los capullos y lo tierno de ellos conservan la frescura de una rama verde recién mojada. En el lenguaje caquetío la llamaban cumbre de la palma, donde se engasta la serenata del viento y tremola la palabra del silencio en esa unión amistosa que tienen las luces y las sombras antes de rasgarse el horizonte, cuando se anuncia la aurora. Era Guaraibajú vibración permanente en el mundo de esa zona. Dicen que había nacido bautizada por el sol y que en la gota de agua desprendida de un pétalo de flor enamorada, el gran espíritu matutino había sido el sacerdote del bautizo. Pero todos decían que fue el reflejo de un astro encantado, capaz de esclavizar un lucero, el que la bautizó 230 en la pila de la luna y que el solla apadrinó, siendo testigos de esta consagración el sacerdote que fue un trino yel pá.jaro cardenal, que de esa región es nativo, y un cactus conmovido que le brindó una flor. Ya Guaraibajú frisaba en los veinte años de edad. Su padre se sentía feliz cuando ella se vestía de capitana española y lo acompañaba en esos largos recorridos del mundo caquetío, donde empezaba a florecer la cultura de España. El capitán Corrales era un hombre maduro con su vida de larga estada en las zonas rurales. Fue en uno de estos días cuando el Gobernador de Nueva Segovia le envió un comunicado con explicaciones e instrucciones: Había estallado una revuelta armada en las Minas de Buría. El Negro Miguel había derrotado a los españoles y había declarado constituir un reino, donde él era el Rey, su mujer Yiomara era la Reina y, además, estableció una corte con obispos y otras dignidades. Las tropas de la corona española, acantonadas en Nueva Segovia, fueron derrotadas repetidas veces por el Rey Negro Miguel. El Gobernador solicitó del capitán Corrales su pronta colaboración. El Capitán acudió a Nueva Segovia. Allí dejó a su mujer ya su hija y luego salió al frente a combatir. La guerra se hizo larga. El ejército del Negro Miguel de Buría tenía un sistema muy original de combate. Era a base de emboscadas y sabía lograr el mimetismo en las selvas y montañas. Pero los encuentros eran sangrientos con muchas bajas para el ejército español, que, cada día, era diezmado. La guerra se extendía por toda la región. Prácticamente, estaban en todas partes. En el sitio de Bobares se produjo un encuentro cuerpo a cuerpo. La cansada legión española sacó la peor parte pues, al cerrar la noche, los negros dominaban el terreno y caían sobre los adversarios casi sin ser vistos. El capitán Corrales, veterano conquistador, que había dominado veinte años antes el alzamiento de negros en Santa Ana de Coro, en esta ocasión inició la retirada. El ejército del Negro Miguel hizo un rodeo marcando un arco de Norte a Este, colocándose en la parte Este de Nueva Segovia. El bravo capitán Corrales, después de un descanso de quince días en las cercanías de Nueva Segovia para observar y conocer la posición y concentración de las tropas del Rey Miguel, emprendió de nuevo la avanzada. El Rey Migue11e salió al encuentro. Con su acostumbrada habilidad hizo repetidas estrategias y falsas derrotas hasta lograr que las tropas del capitán Corrales se concentraran hacia la zona de Buría y se internaran al sur-este franco de Nueva Segovia. Sobre el brazo de los ríos Chiara y Nirgua se libró el combate decisivo. La tropa del capitán Corrales cargó sobre las riberas del río Nirgua que, en confluencia con el río Chiara, da 231 origen al río Buría. La lucha se tornaba sangrienta. Los negros ni pedían ni daban cuartel. Día y noche se combatía. Al fin, el triunfo quedó a favor del Rey Negro Miguel. El capitán Corrales cayó muerto en el río Nirgua que, desde entonces, se le llamó río del Muerto. La tropa española quedó diezmada y dispersa después de tres años de combate, desde 1552a 1555. El triunfo del Rey Negro Miguel era apoteósico. Los negros de toda la zona llegaban para unírsele. El Rey Negro organizaba su ejército. Era un hecho que caería en sus manos la ciudad de Nueva Segovia. Pondría sitio a la ciudad hasta rendirla definitivamente. Solo le faltaba este baluarte para luego dominar las tribus de indios y darle forma a su imperio. Las dispersas tropas españolas empezaban a llegar a Nueva Segovia con las trágicas noticias de la derrota. Cundió el pánico en la ciudad. Las familias europeas residentes iniciaron su emigración. El Gobernador hizo lo mismo con su familia. Solo quedaron en Nueva Segovia los restos de las tropas cansadas, heridas y maltrechas que regresaban de la zona de combate. Quedaban algunas familias hispanas cuyos intereses estaban tan vinculados a la tierra que les imposibilitaban hacer una movilización ligera. Por otra parte, la escasez de transporte impedía la movilización. Prácticamente quedaban a merced de lo que el Rey Negro Miguel pudiera decidir sobre su destino cuando tomara la ciudad. La noticia de la muerte del Capitán Corrales aumentó el pavor y la angustia. Una joven capitana mestiza, con uniforme español, pasaba revista a la ciudad. Era Guaraibajú, hija del capitán Corrales y de Guaraina. La joven Capitana se posesionó del despacho del Gobernador. Envió comisiones a los caciques Caquetíos y a los Caciques de indios Ajaguas. Como tenía la ventaja de hablar los dos idiomas aborígenes y el español y, a la vez, pertenecer a las dos razas, le fue fácil sobreponerse a la difícil situación. Las tribus trajeron recursos de alimentos y ayudaron a las tropas dispersas españolas para que llegaran sanas y salvas a Nueva Segovia. Guaraibajú trataba de organizar su ejército con los combatientes sobrevivientes españoles, con los demás residentes españoles y con los indios. Conferenció con ellos. Los indios se mostraban dispuestos. Los españoles, cansados y enfermos, dudaban. El único oficial hispano que había en el grupo era Diego de Escorcha. Guaraibajú ordenó una concentración de los habitantes de Nueva Segovia y dirigiéndose a ellos les dijo: - Aquí no hay oportunidad de huír. La única salida es combatir y triunfar. Somos veteranos del combate, del triunfo y de la derrota. No 232 podemos morir como cobardes porque pertenecemos a la especie de los valientes. Yo cuento con el apoyo de la nación Caquetía y de la nación Ajagua. También estoy segura de contar con los bravos combatientes españoles de la raza de mi padre. La tropa del Rey Negro Miguel sabe ocultarse en la maleza para evadir el ojo de los blancos, pero no podrán evadir el ojo de los indios. Yentre blancos, mestizos e indios somos más numerosos ymás fuertes que las tropas del Rey Negro Miguel. Y señalando con su brazo hacia la derecha dijo: - Aquí están los Caquetíos. Se oyó un toque de guarura y miles de indios armados de flechas y macanas asomaron frente a la ciudad. Luego con el brazo izquierdo señaló: - Aquí están los Ajaguas. y a otro toque de guarura se vió la tropa Ajagua. - y aquí, al frente, los tengo a ustedes. ¡Así que vamos a combatir! El Teniente Diego de Escorcha se llenó de emoción, subió a la tarima y arengó a los combatientes y demás súbditos españoles. La capitana Guaraibajú explicó a Diego de Escorcha: - Los Caquetíos y los Ajaguas son pacíficos, pero también son buenos guerreros. Los mensajeros indios anunciaban que el Rey Negro Miguel se aproximaba con sus tropas. Guaraibajú dio sus instrucciones a los indios: - Dejen que se acerquen y pongan sitio a la ciudad. Luego ustedes incendian los bosques que les quedan a la retaguardia. Embosquen grupos de manera que queden situados dentro del ejército enemigo. Coloquen un cordón de flecheros y macaneros dentro del cercado de Nueva Segovia. Cumplan la operación de inmediato y ataquen al oír los disparos de mosquetes o al oír las guaruras o las cometas de ataques. Serían las seis de la mañana... A las once de la mañana no se veía ni un indio ni un negro en los alrededores de Nueva Segovia. La zona boscosa estaba en calma. Pero a las doce en punto del día se oyeron las cuatro guaruras, del Norte, del Sur, del Este y del Oeste. La Capitana, en su brioso caballo español, ordenaba el alerta. Se vió la primera columna de humo hacia el Este y, luego, en los alrededores de la ciudad. La Capitana seguía galopando en su corcel gritando alertas y advirtiendo: - Las tropas del Negro Miguel nos tienen rodeados, pero nosotros, a la vez, también los tenernos cercados. Ellos están ocultos en la maleza, pero los indios están también en el mismo sitio y con ventajas. Las tropas del Rey Negro Miguel iniciaban el asalto. Los flecheros y los arcabuceros los repelían. Iba subiendo el calor de la batalla, pero esta vez los diezmados eran los negros. La labor de exterminio que hacían los 233 indios en el bosque era formidable. El Rey Negro Miguel, quien dirigía su ejército personalmente, exclamó: - Esta táctica de guerra no es de hombre blanco, pero tampoco es de indio. Esto es algo raro. Toquen retirada. Empezó a retirarse el ejército del Rey Negro Miguel. Llegaron emisarios indios avisando que la tropa negra se retiraba. Guaraibajú instruyó a los indios para que intensificaran el ataque desde las emboscadas. Luego ordenó a la tropa de indios y blancos: - ¡Ala carga! que huyen en derrota. Y al frente del ejército de indios, blancos y mestizos, secundada por el teniente Diego de Escorcha, salió a combatir a las afueras de la ciudad. El Rey Negro Miguel iniciaba su retirada en orden. Pero no podía continuar su posición en los bosques tupidos porque los flechazos de los indios le causaban muchas bajas y, por otra parte, los incendios causados por éstos le impedían una contra marcha ligera. Por esta razón, resolvió salir a zonas despejadas. Fue en la sabana de Guayamurí donde tuvo el encuentro. El ejército del Rey Negro Miguel era todo de infantería, armado de arcabuces, lanzas y espadas. En frente tenían, en cuadro de batalla, el ejército de Guaraibajú y del teniente Diego de Escorcha. Por otra parte el ejército de flecheros de Caquetíos y Ajaguas. Todos estaban rodeando la tropa del Rey Negro Miguel. Guaraibajú y Escorcha movían la caballería a posiciones adecuadas, igualmente hacían con los flecheros y macaneros. El Rey Negro Miguel disponía toda su tropa en cuadro de batalla. Se oyeron toques de cometa y de guaruras indicando atención. De pronto, la capitana Guaraibajú levantó la espada gritando: - ¡A la carga, que la victoria es nuestra! y los ejércitos adversos se precipitaron unos contra otros. Flechazos, machetazos, sablazos, lanzazos y detonaciones de mosquetes formaron un infierno en las sabanas de Guayamurí. El Rey Negro caía sin vida y su ejército vencido. Muy pocos pudieron escapar. Por todas partes se oía el grito de ¡victoria!. El oficial Diego de Escorcha pasaba revista y ordenaba formación. Entre los valientes defensores de Nueva Segovia caídos en el combate se encontraba la capitana Guaraibajú quien mereció ser la Reina de los Cumanagotos y de los Ajaguas. y bajo un bello atardecer, entre los crepúsculos de la nación Caquetía y Ajagua (hoy Estado Lara), todo un pueblo llevó a su última morada a Guaraibajú, la capitana mestiza y bella que hoy cabalga en la leyenda, como los crepúsculos cabalgan en el cielo de Lara.

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EL MERCADER DE MARACAIBO

Tranquilo el lago, y aún más azul que tranquilo por su cielo reflejado en sus mansas aguas. Una pequeña embarcación de vela, de esas que se ayudan con remos al navegar, surcaba el Lago de Coquivacoa cargada de productos agrícolas y de fruticultura tropical; patillas, melones y lechosas era la mayor parte de la carga. Dos marineros duchos, Tameleduro Rodríguez y Cuadrangular Pérez, y el patrón y propietario de la embarcación, Modesto Mercadeo, formaban la tripulación. También era ducho Modesto Mercadeo, joven y soñador. Desde niño se había formado en estos menesteres. Su vida era el lago. Su alma, su pensamiento y sus proyecciones se encontraban en las dimensiones de ese lago y en lo que ese lago contenía. No había ido nunca a la 237 escuela, pero conocía bien su oficio. Esta vez regresaba lleno de ilusiones porque una linda muchacha mestiza, de nombre Plácida Palmera, lo esperaba. Era su novia. Y él, quien también era mestizo, esperaba completar un nuevo ideal. A las siete de la noche la embarcación tocó en el muelle. Los marineros se quedaron cuidando la embarcación y Modesto se dirigió a la casa de Plácida con algunos obsequios frutales. Ella vivía en una casa a las riberas del lago; se abrazaron y soñaron por un instante en la felicidad. La luna comenzaba a salir y su luz empezaba a dibujar la silueta de los cocoteros; entre el albor de luna aún quedaban jirones de sombras, y en la superficie de las aguas tranquilas se contemplaba, corno en una acuarela, esos lampos de luz lunar yesos mechones de sombra que hacen lucir alIaga corno si una luenga cabellera femenina se extendiera peinada por las semi-olas que rizan la superficie lacustre, donde se dice que, al reflejarse, los luceros simulan ser diamantes del cielo que se prenden en la melena nocturna del lago para aumentar el embrujo y competir en el vuelo, a hurtadillas, que inician las luciérnagas y que allí todo es ensueño entre surcos azules de siglos, donde el lago sueña el amor para encender lo humano de pasión y dejar grabado en lo sublime la pureza de un recuerdo. Plácida Palmera lucía encantadora. Tenía la perfección humana similar a las figuras que dentro del colorido tropical le sugieren al pintor esos destellos de formas donde el escultor no ha llegado. Sugería un romance su presencia. Su estampa era completa en la aspiración humana: bronceada y con su pelo suelto, agitado por el viento, daba la impresión de que era ella la que en el lago se reflejaba, formando esos lampos de luces yesos jirones de sombras sobre el semi­ azul que la luna delata sobre las aguas cuando, en las horas nocturnas, su luz emocionada sobre el lago deja sus besos de plata. Al día siguiente Modesto Mercadeo fue a entregar su carga. Se la compraban los barqueros que en el muelle esperaban siempre avituallamiento. La persona que mejor se entendía con los barqueros era Modesto Mercadeo; su carácter afable y risueño agradaba a todos. En uno de los barcos ocurría una acalorada discusión en mesa redonda. La voz cantante la llevaba el Marqués del Sablazo y del Filado y se expresaba así: - Amigos, ya estamos al final del año de 1740; desde el año pasado estamos buscando un hombre capaz para imponernos en el mercado de Maracaibo. Tiene que ser un hombre capaz de comprar las autoridades, de lograr el monopolio y manejable a tal extremo que sea capaz de asustar con una actitud de horca y cuchillo. 238 Se produjo un instante de silencio. Fue Don Voltario Desmedido quien interrumpió: - Ese hombre ideal tenemos que hacerlo nosotros; porque comerciante o político, nosepresta paraello; peroyotengo el hombre ideal. Yese hombre esModesto Mercadeo. Entre todos los concurrentes hubo una exclamación aprobatoria: - Cierto, ése eselhombre. Alas seis de lamañana del díasiguiente Modesto Mercadeo ysus dos ayudantes, alegres y silbando una tonada popular, se preparaban para zarpar cuando llegó Don Voltario Desmedido diciendo: -Amigo Modesto, le traigo un buen negocio. Mis amigos y yo queremos instalar uno de productos generales en la ciudad de Maracaibo. Nosotros ponemos el dinero y la influencia. Usted pone el nombre y somos socios. Modesto se quedó meditando por algunos minutos, luego le extendió la mano y dijo: - Muy bien, trato hecho, vamos a estudiar el negocio. Tres meses más tarde, en el centro de Maracaibo lucía un hermoso almacén con la siguiente denominación comercial: El Mercader de Maracaibo. Se presentaba la dificultad de que Modesto no sabía firmar, pero el señor Don Voltario Desmedido le encontró solución al problema: traer un maestro medio loco por sus ideas, que estaba sin empleo, para que enseñara a leer y escribir a Modesto. Este empezó a recibir sus clases; podía gastarse todo su tiempo, si quería, en esta ocupación, porque el negocio siempre estaba atendido. Modesto comentaba con su maestro: - Esos Martínez son muy buena gente. Ellos lo hacen casi todo y yo siempre cobro bien. El maestro se limitaba a decir: - Eso lo veremos. Modesto aprendió a leer y escribir rápidamente. Ya podía firmar a satisfacción de sus socios, pero no retiró a su maestro. Y siguió estudiando con él. La empresa El Mercader de Maracaibo había adquirido fama de casa fuerte económicamente. En nombre de Don Modesto Mercadeo, esta firma negociaba con todo el mundo, ya que Don Modesto era un súbdito colonial, nativo de Maracaibo y esta condición le era favorable para llevar grandes negocios en la zona de Maracaibo. Los agentes de la empresa habían logrado la confianza de las autoridades aduanales,la de otros poderes civiles y militares. Se le negaba permiso a otros comerciantes para establecerse y para importar. 239 Se pagaban ínfimos impuestos y se imponían los precios en la plaza. El negocio era redondo. Habían transcurrido ocho años. Modesto, hasta ese momento, aparentemente estaba satisfecho. El maestro se había esmerado a tiempo completo en las clases de su alumno. Cuentan que una vez, al recibir la clase de geografía, Modesto se maravilló de que el mundo fuera redondo y pidió explicación de por qué no se vaciaba el lago. Quedó satisfecho con la explicación del maestro. Otras sorpresas se llevó en el curso de su estudio y siempre recibió explicaciones satisfactorias. Modesto había estudiado y comprendido la situación, le parecía que había pasado un siglo desde el día en que entró al servicio de este grupo de señores. También había tomado conciencia de que estaba, sin saberlo, al servicio de una potencia extranjera y, con horror, se había dado cuenta de que su nombre había sido transferido al de "El Mercader de Maracaibo" y que todos los habitantes de Maracaibo le odiaban, le aborrecían y hasta le temían. En su pensamiento íntimo le replicaba su conciencia: estoy al servicio de unos malvados, me han trajeado de señor para exprimir a mi pueblo, pero no se han dado cuenta de que mi cerebro se ha despertado. y que estoy haciendo una evaluación de los hechos porque soy capaz de reivindicar mi nombre y de salvar a mi pueblo de la esclavitud a que pretenden someterlo. Modesto disponía del mejor hotel para vivir; de la mejor carroza con los mejores caballos; vestía elegantemente y disponía de una buena suma de dinero para vivir con suficiente comodidad. El tráfico de mercancías se hacía a su nombre. El establecimiento mercantil también estaba a su nombre, así como también era él el gran monopolista, contrabandista organizado y sobornador de las autoridades y de la justicia. Modesto se decía: pero esto va a terminar; lo juro por el espíritu del lago, quien era casi Dios cuando era niño y a quien siempre ví como protector. En un amanecer sereno y marabino, Modesto montó en su carruaje y salió rumbo al lago. Allá encontró su embarcación, ahora de lujo, casi un velero. Sus dos fieles marineros Tameleduro y Cuadrangular, estaban allí. Modesto les manifestó que se hicieran al lago; quería navegar. Tomó el timón y empezó a guiar la nave. Cuando llegó al medio del lago, sintió que sus ojos se nublaban y perdía el conocimiento. En ese mismo instante sintió que la mano poderosa de un indio gigante y robusto lo tomaba de la mano y lo llevaba a proa. Sintió que la nave se 240 hundía y que una tromba marina lo elevaba al cenit y allá, entre un --~~------

rosal de astros, el gigante indio le dijo: - Yo soy el espíritu del lago, quiero saber por qué te fugastes de mis dominios y por qué de hombre bueno has pasado a ser malo. Tú sabes que el hombre de Maracaibo solo piensa en el bien y brinda la vida por su suelo nativo. ¿Cómo es posible que estés al servicio de un país extranjero, arruinándolo todo?! ¡Aclara tu posición! ¡Vence el miedo!. Siéntete hombre y, sobre todo, debes sentirte quién eres: Modesto Mercadeo, el hombre bueno del lago. Anda y busca a Plácida Palmera, la novia sencilla que te espera sin vicios de hoteles y sin ambiciones de mercaderes. Ella es una flor humana del lago, como lo son las mujeres marabinas. Ella sabe del secreto de la luz, de las almas puras que han logrado del lago la ternura más bella cuando la esperanza traduce la paz. Ella sabe del beso de la brisa cuando en la palma mecida trae un trozo de Dios en la emoción de la vida. Anda, regresa; rompe esa cadena que todo lo arruina, regresa en tu embarcación a las plácidas riberas donde las legumbres, las frutas tropicales y las flores campesinas te brindan suficiente felicidad yel amor que al hombre inspira. De pronto sintió que la trompa marina se desvanecía tan rápido como un relámpago, y en la inmensidad del vacío quiso gritar. Estaba desmayado al pie del timón. Sus fieles marineros lo recogían. Había sido víctima de un vértigo, quizás de una obsesión de reivindicaciones. Uno de los marineros tomó el timón y enfiló la nave hacia la costa. Se dirigía hacia la casa de Plácida Palmera, quien al ver la nave la reconoció y en su improvisado puerto esperaba. Atracó la nave y los dos hombres ayudaron a bajar de ella a Modesto y lo llevaron a una alcoba de la modesta vivienda ribereña. Entre las atenciones de Plácida y la tranquilidad del ambiente, Modesto "pidió" a su novia y le explicó que había librado una batalla. Al día siguiente Modesto llamó a su hotel a un hombre de leyes, le impuso de lo ocurrido y éste, con un poder legal, fue a tomar posesión de todos los bienes y negocios que estaban a nombre de Modesto. Luego, en nombre de su poderante, se dirigió a la administración de justicia para hacer encarcelar a los malhechores. Canceló las acreencias a sus agobiados deudores. Fue un escándalo en Maracaibo. Ahora era el maracucho en acción. El hombre del lago. El nacionalista. El comerciante sincero. Había triunfado en su batalla. Con el pecho henchido de satisfacción, se dirigió a la casa de Plácida, ornó su velero con el nombre de Plácida Palmera, esperó que la brisa de la hora nocturnal inflamara sus velas y bajo la luna pálida sugestiva, romántica y compañera, unido a Plácida, zarpó de la ribera, 241 lago adentro, hasta hundirse en la leyenda.

LAS AMAZONAS DEL RIO

Extendía majestuoso el Orinoco su caudal, sobre la corriente hermosa formaban filas las piraguas, tripuladas por indios, blancos y mestizos. Se dirigían a San Fernando de Atabapo, unos procedentes de Río Negro y de otras inmediaciones. En las caras de todos se vislumbraba la alegría festiva. La celebración de la fiesta de navidad del 24 de Diciembre de 1815 contagiaba a todos los viajantes, quienes regresaban a su ciudad a reencontrarse con los suyos en esta fiesta navideña. Las piraguas poblaban el Puerto, los familiares y amigos abrazaban a los recién llegados y entre abrazos se oía: "Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo". Pero más allá de las felicitaciones, como una especie de rumor entre las gentes, se oía decir de un fenómeno del cual casi todos 243 los viajantes eran testigos. Que sobre las cascadas de los raudales de Atures y Maipures habían visto una india iluminada por una estrella y suspendida sobre las aguas y que en el silbido del viento se oía su voz que decía. "A unirse a Páez". Se dice que la india desnuda lucía una antorcha de fuego azul en su mano derecha, que mientras ella la agitaba, se oía desde el rumor de las cascadas una canción que invitaba a la guerra y un eco que gritaba, libertad! Así, en San Fernando de Atabapo todo era fiesta. Los repiques continuos de campanas anunciaban los bautizos. En todo el Territorio se respiraba el ambiente decembrino. Dicen que en ese Territorio en el mes de diciembre refresca la brisa yel enigma de la selva se siente emocionado, derramando su ternura en todo el ambiente; que la selva está de fiesta; que se viste de un verdor divino y que las aves tornan más alegres yque, embelesado en su luz, se hace más emotivo el plenilunio y que en el amanecer un sol delicado tiende un manto sobre la arboleda, jugueteando enamorado con esa alfombra de rocío que por la noche deja a su paso el sereno y amanece sembrado como perlas de cariño en la ramazón gigante, donde es tímida la inmensidad y donde es precioso el recuerdo. En esa noche del 24 de diciembre de 1815lucían los nacimientos en los hogares porteños y el comentario sobre la india seguía creciendo. Que la habían visto también Orinoco abajo los que venían remontando el río. Que la india era el espíritu de la guerra, que venía de más allá del sueño, que ella tenía el ritmo de las aguas, las que no apagaron su antorcha de fuego. Era en la casa de Don Manuel Rivero, quien comentaba con Don Pancracio: -La verdad es que la india está diciendo algo, compae; mire que se lo digo yo, que aquí va pasar algo; a lo que Don Pancracio contestó: -Lo mismito digo yo, compae, yo creo que esto huele a pólvora. Los tales realistas están abusando demasiado y yo creo que nosotros debemos alzarnos; yo estoy pensando en mi gente de Río Negro.­ A lo que contestó Don Manuel Rivera: -y yo estoy pensando en mi gente. Esto hay que seguirlo hablando- convinieron entre los dos. Fue Don Rufino Rodríguez y Justo Madaima, quienes llegaban en el momento del diálogo, y al saludar a sus amigos, se les oyó decir: "Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo, compae Manuel, compae Pancracio y que el Año nuevo los despierte con lo que está anunciando la diosa india del río". Hubo abrazos entre amigos y también hubo muchas coincidencias de alzamiento. Dialogaban los amigos cuando llegó Cuperto Guaviare, el Alcalde jefe militar y civil de la zona, quien con expresión campechana y filosofía de gobernante, expresó: -Sea buena la Navidad y mejor el Año 244 Nuevo con los regalos del Niño Jesús y sin superstición de la india del río y sin presagio de guerra.­ Aloque respondió Don Manuel: -que así sea señor Alcalde, pero de todos modos usted sabe que nunca falta una visión del monte señalando rumbo a unconuquero, nipájaro anunciador que no deje de anunciar elaguacero.­ Aloque el Alcalde contestó: -caramba, yo creo que estoy entre amigos y noentre pájaros agoreros.­ A lo que respondió Don Pancracio: -Entre amigos está y también entre pájaros de buen augurio; pero está, mi querido Alcalde; a la orilla del río ya la fronda de la selva, donde el destino tiene anuncios, pero aquí estamos todos reunidos pa deseá las cosas buenas y pa estrechá las manos de los amigos.­ Un palo de ron del bueno en colectivo cuadró el primer escalón de la noche buena. Al poco rato siguieron llegando gentes importantes del lugar y fue Don Mamerto Cruciales quien saludó en voz alta: -Saludos para todos y Feliz Noche Buena, que parece que muchos están amolando los machetes y que la visión de una india anda por el filo de la noche anunciando guerra y que en el estallido de las tempestad hay un bramido de tormenta, por eso vengo a esta casa de paz a echarme un palo de ron y a celebrar con ustedes y con el señor Alcalde como hombre de buena voluntad.­ A lo que respondió el Alcalde: -C aramba, noto todo el pueblo alebrestado. Ustedes saben como es la cosa; yo nací aquí, la gente que mando también es de aquí, yo también estoy alzao, valga ésto como una invitación.­ Esta declaración de Cuperto Guaviare despertó casi un grito de entusiasmo y muchos abrazos y caras alegres. Cuperto Guaviare siguió animando al grupo: -Vamos a movilizar a Río Negro y a San Fernando de Atabapo y vayamos amolando los machetes que en este Territorio hace un rato que se acabó el miedo- La noche continuó entre muchas conversaciones y proyectos. Al día siguiente en toda la población se hablaba de la República, del General Páez y de Bolívar. Hasta se decía que el gobierno regional era simpatizante, que se habían hablado muchas cosas donde Don Manuel Rivero y que Cuperto Guaviare estaba en el movimiento. En muchas partes se prendían velas a la india anunciadora y hasta se le cantaban aguinaldos. Dicen que en la cantina Palma Sola un maraquero acompañado de cuatrista improvisó un aguinaldo. Yo vengo de la montaña 245 dedonde viene rumoroso el río donde una india iluminada está despertando el brío sobre el lomo de una cascada ysobre las espumas del río Yo siento la emoción republicana flotar en cada ribera porque al mecerse la palmera la República es flor de la mañana Este aguinaldo despertó gran entusiasmo; hubo aplausos y vivas a laRepública. Un mestizo de porte atlético y armado de machete, lanzó un grito: "[Viva elGeneral Cuperto Guaviare, jefe de larevolución!" Yel grito tuvo eco; "¡Viva elGeneral Cuperto Guaviare!" Unas horas más tarde San Fernando de Atabapo estaba alzado y portodas partes se oían los vítores alGeneral Cuperto Guaviare. Los acontecimientos revolucionarios eran un hecho, a tal fin Don Rufino Rodríguez, Don Manuel Rivero, Justo Madaima, Don Pancracio, Don Manuel Cruciales yCuperto Guaviare levantaban una copa de ron celebrando la actividad del pueblo y brindando por la República. Cuperto Guaviare tomó la palabra: -Compañeros y amigos, aquí está reunido el Estado Mayor del ejército revolucionario de San Fernando de Atabapo y de toda la zona de Río Negro y del Amazonas entero, ahora a organizar la gente, que pa el día primero de enero o sea entre cuatro días, estaremos en marcha.­ Comenzaron los preparativos. Cuperto Guaviare estaba enterado de la movilización militar que debían realizar los realistas. Así se lo hizo saber a sus copartidarios. A tal efecto, partieron varias comisiones hacia Río Negro y otras zonas para lograr efectivos militares suficientes. Entre los planes de Cuperto Guaviare estaba traerse la tribu Unaey, conocida como de las Amazonas o las Atlantas. Se trataba de una tribu guerrera dirigida por mujeres. Esta tribu tenía asiento en las zonas de Venezuela y del Brasil y su comunicación la hacían a través del Río Casiquiare; pero en esta fecha las jefes tribales se debían encontrar cerca de la zona de Río Negro. Cuperto en su carácter de gobernante de la zona territorial había logrado tener profunda amistad con las jefes tribales. El día 26 de diciembre Cuperto salió con un grupo de acompañantes para hacer contactos con estas tribus y días más tarde se presentó a San Fernando de Atabapo, acompañado de indios guerreros de ambos sexos, armados de flechas y lanzas tripulaban canoas y piraguas las cuales manejaban con gran maestría. La jefe principal de la tribu era Ruruuei, una india joven de porte atlético, color cobrizo, cabellera larga y abundante, ojos negros tinieblas, 246 figura escultural, su rostro reflejaba los atractivos de la perfección

'" humana. En cierta forma esta tribu eradistinta a las demás tribus de la zona. Seguían a dosjefas indias en los comandos guerreros y ellas Casiuanei y Jicatauei. Doscientas embarcaciones indias entre pequeñas y grandes erantripuladas por quinientos guerreros de ambos sexos. Cuperto Guaviare llegó alPuerto con aires de satisfacción. Allí lo esperaba elgrupo que formaba su Estado Mayor, a quienes manifestó:­ Las amazonas nos acompañarán alcombate.­ Aloque contestaron sus amigos: -Ya aquí estamos listos Cuperto- y agregaron, -tenemos doscientos cuarenta hombres bien armados de fusiles, machetes y lanzas y ochenta embarcaciones de velas entre grandes y pequeñas- Cuperto pasó revista a la tropa, manifestándole que debían partir al amanecer al día siguiente; porque Don Andrés Vasconcelos, capitán del Rey, debía venir remontando al río para llegar a San Fernando de Atabapo y llegarse hasta la Nueva Granada por la vía de los llanos de Casanare, donde contaba con recursos suficientes. El plan consistía en sorprender a Don Andrés y proveerse de las armas y recursos que éste debía traer. Al día siguiente, en un amanecer de los primeros días de enero de 1816, los guerreros de San Fernando de Apure, seguidos por las escuadras indígenas de los Atlantas, salieron Orinoco abajo al encuentro de las fuerzas del capitán Andrés Vasconcelos. Habrían transcurrido algunos minutos, casi frente a San Fernando de Atabapo, cuando ambos grupos de navegantes, realistas y republicanos tuvieron su encuentro. La enseña tricolor republicana y la enseña de Castilla, en la escuadra realista, se dieron mutuos avisos de actitudes beligerantes. Cuperto Guaviare confereció rápidamente con su Estado Mayor y con la india Ruruuei y agregó: -Nos favorece la corriente del río y el viento, el ataque debe ser violento, no les permitiremos poner pie en tierra- Las escuadras criolla e india ocuparon gran amplitud de la anchura del río, mientras la realista se mantenía en fila unas tras otra, luchando con la corriente y tratando de ganar la costa. Los republicanos se lanzaron al ataque, la fusilería realista respondió causando grandes bajas. Se produjo el abordaje efectuado por los republicanos sobre las embarcaciones realistas. La lucha llegó a ser cuerpo a cuerpo, las canoas, piraguas y embarcaciones de velas bailoteaban sobre la corriente del río, los heridos y muertos eran arrastrados por la corriente igual que las embarcaciones que perdían el control del timón, del canalete o quedaban rotas sus velas. Se teñían de sangre las aguas del Orinoco frente a San Fernando de Atabapo. Cuperto Guaviare, seguido de cinco veteranos, saltaron sobre la 247 embarcación insignia del capitán Vasconcelos, trabándose en duelo de esgrima entre Cuperto Guaviare y el capitán. El resto de la tripulación había sido dominada. El combate entre Cuperto Guaviare yel capitán Vasconcelos les hacía lucir como dos grandes expertos en el arte de la esgrima. El capitán decía en alta voz "¡Vivael Rey!" Cuperto Guaviare contestaba: "¡Viva la República!" Cuperto Guaviare logró herir al capitán en el brazo derecho, pero el capitán pasó la espada con gran habilidad a su mano izquierda logrando dar una estocada en el pecho a Cuperto Guaviare¡ pero en ese mismo instante una piragua veloz, sobre la corriente del Orinoco, llevaba erguida a una guerrera india, quien disparó su flecha hiriendo mortalmente al capitán; era Ruruuei, quien salvaba la vida de Cuperto Guaviare. El combate continuaba, se oían las órdenes de Jicatauei y de Casiuanei. La escuadra indígena estaba casi completa. De las escuadras realistas y criollas quedaban escasamente algunas embarcaciones, porque la corriente del río las había arrastrado, mientras los indios hábiles con sus canaletes se defendían armoniosamente en la corriente. Las tres jefas indias amazonas del Orinoco y del Casiquiare daban voces a gritos en señal de victoria. Parecían tres diosas de la mitología suspendidas sobre las aguas en embarcaciones ligeras, bañadas de sol y de triunfo entre los signos rumorosos de las aguas del Orinoco. Los realistas quedaron vencidos, los republicanos triunfantes, pero en número muy reducido. Ante los ojos atónitos de la población de San Fernando de Atabapo la escuadra india remolcó los despojos de las escuadras criolla y realista y los llevó hasta el Puerto. Ruruuei se acercó hasta la embarcación de Cuperto Guaviare, saltó a ella, acarició la frente de Cuperto Guaviare y sentándose a su lado apoyó la cabeza de él sobre las piernas de ella. Cuperto Guaviare estaba moribundo y alcanzó a decir: Gracias Ruruuei, tú eres la República, una raza extraña de indios soñadores de la libertad. Ruruuei le cerró los ojos con los dedos de sus manos diciéndole: "Casauei Tajutai", que significa: "viaje feliz al mundo de los dioses" Ruruuei se incorporó, hizo señales con sus brazos y una piragua que estaba lejana se acercó y uno de los tripulantes le entregó a Ruruuei un manojo de orquídeas, ella las depositó sobre el pecho de Cuperto Guaviare. La india saltó a su piragua, en su voz de mando se le entendió que decía: "Tajutai". En fila la escuadra indígena se alejó hacia la selva, donde la flora, el río, las cascadas, los días soleados, las noches de plenilunio, lo heterogéneo de la fauna y lo ensoñador del misterio, se confunden en un mundo de embrujo, donde el preciosismo canta y la leyenda adquiere 248 vida en lo majestuoso de la inmensidad. GUANARE BRAVIO

Un jinete en su caballo pinto, én galope asentado, cruzaba las calles de la ciudad. Se detuvo frente a una casa que tenía su fachada hacia la plaza principal, desmontó y amarró su caballo en la ventana. Era un jinete llanero, de polainas, Iiqui-liqui blanco, sombrero de pelo e'guama; era un hombre de porte elegante, tez quemada por el sol. El hombre llegó hasta el portal de la casa colonial, allí se detuvo y volvió la cara, miró calle arriba y calle abajo y con sonrisa de satisfacción, entró al zaguán y tocó el portón. Alguien preguntó: Quién es? El contestó: -Soy Tomás Cumbre Leal- Una anciana, antiguo servicio de la familia, abrió la puerta, exclamando: -¡Tomasito!- A lo que él contestó: ¡Petra Francisca! Agregando: Vine a ver a Virginia. La anciana respondió: -La voy a 249 llamar, de todas maneras te voy a decir que eres imprudente al entrar a la ciudad sabiendo que las autoridades realistas están al acecho de los revolucionarios. Diciendo ésto, la anciana se dirigió al interior de la casa llamando a Virginia. Una linda muchacha de veinte años de edad, de figura hermosa, con melena suelta a la llanera y una rosa prendida en ella, que formaba armonía con su tez canela clara y lo desenvuelto de su estampa, salió a recibir a Tomás con sorpresa: -Mi amor, que atrevido eres-o -El respondió: Por una novia linda cualquiera se juega la vida, vine a verte y darte un beso, a tomar tu inspiración para ponerle alma a un corrío y para cantarle a la Patria con la luz de tus encantos y sentir más puro tu cariño cuando cruce la sabana, cuando esté en el combate y cuando atraviese el río-o Tomás y Virginia, en fuerte abrazo, sintieron galopar un beso de amor en el ansia de su pecho, en sus pupilas encendidas yen el panal de labios enamorados. Ella repitió una y otra vez: -Vete pronto antes que llegue la guardia. El respondió: Hasta luego amor, mis lanceros me aguardan cerca de la ciudad, me voy y no olvides que en cada rayo de sol que alumbra tu casa y en cada albor de luna te envío un mensaje de cariño. Diciendo ésto salió de la casa, desató las riendas de su caballo de la ventana y montó en él; después de un ligero adiós, sombrero en mano, partió a veloz galope rumbo fuera de la ciudad. La guardia llegó tarde para detenerlo. Era, este Tomás Cumbre Leal, un guerrillero llanero nativo de Guanare y tuvo la osadía de entrar a su ciudad natal para dar un beso a su novia y decirle que estaba vivo. Era terrible Tomás Cumbre Leal, era un rayo por la lanza, conocedor de todos los caminos, llanero de la Independencia, hijo del sol bravío y enamorado de la libertad. La noticia de la presencia de Tomás voló por todo Guanare, la juventud se llenó de gran entusiasmo y se sintió motivado con el arrojo del guerrillero. En algunas cantinas se oían gritos: ¡Viva Tomás Cumbre Leal! Era un principio de insurrección. Las autoridades realistas guardaban reservas. En el club de la ciudad de Guanare varias personalidades nativas comentaban con alegría: El muchacho vale, se le metió hasta las barbas a los realistas, sin duda hizo un reconocimiento de las fuerzas enemigas de la ciudad, con toda seguridad de un momento a otro va a atacar, hay que ayudarlo; sí, hay que ayudarlo, decían todos los concurrentes. Don Pancho Rojas, rico ganadero de la zona, propuso traer de los 250 hatos, como quien no quiere la cosa, grupos de hombres para armarlos de lanzas. Tienen queser hombres de a caballo propuso elseñorCorrales. Así, veinte ganaderos convinieron tenerdiezjinetes lanceros, cada uno, en su casa para apoyarun ataque del guerrillero. En losdíassiguientes se vieron en la ciudad de Guanare muchos jóvenes llaneros de a caballo entrar ysalir en actitud sin importancia; pero fue el cinco de julio a las 5de lamañana cuando ungrupo de guerreros, sin duda de llano adentro, invadieron dicha ciudad. Los soldados realistas salieron de sus cuarteles y se trabaron en combate con los invasores; pero de los portones de las casas coloniales de Guanare salieron partidas de lanceros en apoyo de los invasores. Tremenda refriega en las calles de Guanare. Los realistas quedaron vencidos. Tomás Cumbre Leal había tomado la ciudad. Repiques de campanas al vuelo, coro de la muchedumbre cantando al Bravo Pueblo y cinta de las llaneras como en coleadas de toros iban al pecho de los vencedores, como un trofeo de conquistas. Ese día y esa noche estuvo de fiesta la ciudad. Arpas, cuatros y maracas, pintaron los corríos bajo la luna llanera y en el embrujo de las madrugadas, cortando las lejanías. Tomás Cumbre Leal al frente de sus llaneros era el dueño de la ciudad, como él decía: Es un acto de demostración de capacidad, para amedrentar a los enemigos. Esta ocupación es por breves horas, porque pronto llegarán ejércitos enemigos muy numerosos;pero le dimos un abrazo y un beso de libertad a la ciudad como a una novia linda para que no se canse de esperar. Tomás Cumbre Leal desocupó la ciudad, pero con mayores refuerzos y recursos para la guerra. En las paredes quedaron pintadas sus frases: ¡Volveremos!. ¡Viva la República! La ciudad quedó llena de alegría y sus habitantes predispuestos al combate. Como siempre, Guanare, flor iluminada en el candor del alma criolla en ese caudal emocional de la guerra por la Independencia, quedó vibrante. Era el mes de junio de 1~5, las partidas de jinetes llaneros cruzaban la llanura hostigando a la fuerza realista. En las riberas de un río llanero acampaba Tomás Cumbre Leal y sus lanceros. Otro escuadrón de caballería, comandado por Carlos Fogoso Toro, llegaba al mismo lugar; ambos jefes guerrilleros se saludaron y entraron en conferencia para aunar sus fuerzas, celebrado el pacto. La tropa lo festejó y acordaron llegarse al pueblo vecino para celebrar un joropo y 251 se fijó como fecha un día sábado, quince días después de aquel pacto. Mientras tanto, enla ciudad deGuanare, las autoridades realistas ejercían toda clase de represiones para controlar el descontento popular. El Jefe Civil y Militar Realista de la Plaza de Guanare acordó con su estado mayor realizar algunas detenciones para obligar a los facciosos a deponer las armas. Entre lalista de las personas a prender figuraba Virginia, sus padres y otras personas de significación. En efecto, fue apresada Virginia, su padre y otras personalidades. Las autoridades insinuaron a Virginia que avisara a su novio, que de no entregarse él, ella y sus padres serían ejecutados. Esta proposición irritó el altivo carácter de la muchacha quien respondió: procedan de una vez, yason muchos los que hanperecido porlacausa de laIndependencia y nosotros somos llaneros dignos, capaces deofrendar lavida poresa causa justa, mátennos si quieren, que larevolución seencenderá más con nuestra muerte; como víctima, seremos nuevas antorchas que iluminarán elespíritu de sacrificio y aumentarán la luz en el alma de los ideales patrios. Los padres deVirginia laapoyaron ensu decisión. Fueron encarcelados anunciándose aldíasiguiente su ejecución dentro de los veinte días siguientes si no se entregaba el guerrillero Tomás Cumbre Leal y sus seguidores, quienes debían deponer las armas. Mientras esto ocurría en Cuanare, Tomás, unido a otro grupo, cruzaba los llanos en continuo combate. Se acercaba la fecha del jaropo prometido en la celebración del pacto Cumbre Leal-Fogoso Toro y para ello escogieron un caserío llanero de posición estratégica. Un sábado a las tres de la tarde comenzaron a hacer acto de presencia en el caserío los guerrilleros. Los escuadrones de Cumbre Leal y Fogoso Toro fueron los primeros en llegar; luego se fueron uniendo otros y entre ellos el escuadrón de caballería de Pedro Atrevido Veloz. Un hermoso caney adornado de flores y palmas, con sus amplios patios, servía de casa de fiesta. Los grupos llaneros con arpas, cuatro, maracas y cantadores se colocaron en diversos sitios del caney y patio. La fiesta empezó a las cinco de la tarde. A las diez de la noche hacía furor el jaropo; los cantadores azuzaban a los jefes para oirlos cantar en desafío. El primero en aceptar el reto fue Fogoso Toro y ya colocado entre la improvisada orquesta empezó: La patria llevó en el alma, en el corazón llevo mis bríos y sobre la flor de una palma de la muerte yo me río. 252 De la luz viajo a la sombra y de la corriente ala llanura, sila libertad se me nombra se me hace bella en la ternura. Asími vida serena y dura se templa en las madrugadas, cuando el combate es locura y la libertad es flor amada. Quesearranque otro valiente que tenga en el pecho bravío un algo más queelaguardiente para que brille en el corrío. Inmediatamente Cumbre Leal aceptó el reto e improvisó su cantar. Hace tiempo compañero que la muerte desafío, testigo es mi sombrero y la corriente del río. Yo acaricio con la mano al viento y la palmera y nohay lugar en el llano donde no sea mi lanza primera. En estos caminos queridos, donde el combate es mi norma, nadie me rompe el nido ni entrela luz ni la sombra. Luego Pedro Atrevido Veloz inició su cantar: Hay muchos queson valientes cantando joropo llanero y seolvidan de sus gentes por andar mirando luceros. Allá en el Guanare amado está presa la Virginia hermosa y si no hay un hombre taimado matan mañana a la moza Que mañana la llevan a la horca por ser novia de un guerrillero y si nosecallan la boca mañana se apaga el lucero. Al oir este corrío, se paró el joropo en el acto, Tomás Cumbre Leal 253 interrogó al cantador y éste le explicó que había venido a avisarle lo que estaba ocurriendo en Guanare; y con lujo de detalle así lo hizo. Tomás Cumbre Leal se dirigió a todos los guerrilleros: ­ compañeros, mañana llevan al patíbulo a mis seres queridos ya los patriotas que apoyan nuestra causa, los invito a tornar por asalto a Guanare y habremos cumplido con nuestro deber. Aplausos y vivas corearon a Tomás. Tres escuadrones de caballería se dirigieron a Guanare comandados por Tomás Cumbre Leal, Carlos Fogoso Toro y Pedro Atrevido Veloz. A las 6 de la mañana la Plaza de Guanare era atacada por tres sectores diferentes. Se oyeron descargas de fusilería, tropel de caballos briosos, gritos de soldados en combate y las voces de comandantes: ¡De frente y a la carga! Los nativos de Guanare también salieron a combatir; machetes, cuchillos y lanzas brillaban en las calles de Guanare. La sangre de los machos corría por la tierrallanera, germinaba el sol de la libertad entre la rebeldía de la corriente escarlata, se derrumbaba la resistencia realista, tintas de rojo las lanzas en el fragor de la batalla. De pronto hubosilencio, de prontogritosde victoria. Otra jornadallanera de esas que iluminan la historia había llenado de gloria el alma de Venezuela. Las puertas de las cárceles fueron abiertas. Virginia y su padre salieron en hombros de la multitud y, en un encuentro emocionado, Tomás Cumbre Leal abrazó a su novia diciéndole: la noticia me la llevó un corría, porque tú eresel alma de la llanuray con tu amor canta el llanero, como en pinceladas blancas cantade luz el garcero. Ya en la casa de Virginia, el cura del pueblo propuso un matrimonio y que se la llevara, que ante el peligro de muerte es mejor que estén juntos los que se aman. Enla leyenda de Guanare se dice que Virginia y Tomás son dos ánimas de amoren la llanura, que salvan a losenamorados cuandoel peligro les acecha y que un corría se oyeen las madrugadas rumbo llano adentro desde un caney encantado donde Tomás y Virginia son ánimas de ternura bajo un cielo estrellado.

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LA FUERZA MORAL DE UN MAESTRO DE ESCUELA

Quisiera tener en el pulso un ejército y en el alma una guitarra encantada; lo primero para derrotar a los injustos, lo segundo para cantar a las mujeres bellas, cuando se siente palpitar entre las arterias la risa loca de la mujer. Era Marcos Trianón quien hablaba, el poeta que a filo de media noche apuraba en la taberna el último sorbo de cerveza, dejando limpio el fondo de una copa helada. Pedro Rústico su amigo le irrumpió: -¿Qué es eso de tener ejércitos en el pulso y guitarras en el alma?­ El poeta Marcos Trianón le contestó: -Tú eres como la humanidad, inconsciente e insensible al dolor humano, a la armonía del pensamiento, a la ternura del amor y a la justicia social. En cambio, yo soy un poeta y por lo tanto uno de esos especímenes extraños de la 256 humanidad. Yo siento la vibración del cosmos, lo doliente del mundo humano que me rodea, la sinrazón de los poderosos atropellando el derecho de los débiles y el amor en la encrucijada del destino, donde el precio que han puesto los fariseos a la vida pide que esa nobleza hermosa de sentimientos puros vibre en sus dimensiones.­ Su amigo Pedro Rústico le contestó: -Es posible Marcos; pero tú no has pensado que a lo mejor yo soy una víctima y no un victimario; porque es en el mundo de los marginados sociales donde se pierden los valores. Y si tú me aprecias como un alma mustia, es porque mi guitarra hace tiempo naufragó en mi océano íntimo y mi pulso perdió el galope de la orientación y lo poético se derramó como un estero en la sabana de mi pensamiento y apenas me quedan recuerdos, como garzas solitarias y taciturnas, cortando el horizonte y las lejanías de ayer, las cuales van disipándose como nubes en el vasto cielo del tiempo.­ Así hablaban los amigos en las últimas horas de la madrugada cuando se acercaba el amanecer. El toque del ángelus enviaba su mensaje desde el campanario del poblado. Marcos Trianón, el poeta, expresó: -Sería mejor un toque de diana llamando a la revolución.­ Pedro Rústico le contestó: -¡Cuál revolución! a la de la violencia, sin ordenamiento jurídico y social previo, sin Filosofía que la motive, sin rumbo humano donde el amor sea un imperio?­ -No,-contestó Marcos Trianón el poeta,- mi toque de diana es el que conlleva la sabiduría, esa que haría posible que todo el país fuera una gran escuela, un liceo, una Universidad, una proyección humana en el mundo laboral y una expresión de pensamientos en las ideologías- Pedro Rústico contestó: -Eso es lírico.­ El poeta sonrió y con una voz que marcaba rumbos lejanos dijo: -es posible, porque todo lo que tiende a la perfección, fuera de lo vulgar, tiene mucho de lirismo; -pero ay ¡qué sería del progreso humano, si el idealismo de los místicos no hubiera templado la vida social más allá de las flaquezas y vicios de los mercaderes de todas las épocas. Sin ese idealismo, las Instituciones consagradas a las costumbres contemporáneas no existirían. Y los progresos científicos al servicio de la humanidad estarían ausentes, si la pureza de un pensamiento idealista no hubiera preñado de entusiasmo a los solitarios y estudiosos, quienes lo han dado todo y han pedido poco. Ambos amigos, ya con el día, se marcharon a sus hogares, esperando descansar ese día domingo para amanecer el lunes en sus tareas cotidianas. El poeta era Director de una escuela primaria y Pedro Rústico contador de una industria textil. 257 El día lunes parecía un día nuevo para Marcos Trianón, el poeta maestro de escuela. -Buenos días maestro, -iba diciendo cada niño que iba entrando al aula -Buenos días, -contestaba el Maestro. La rutina de dar clases primarias de lunes a viernes era la vida habitual del maestro; descansaba sábado y domingo. El maestro se entregaba a la lectura de la prensa el día sábado en la mañana cuando Anita de Del Rosal, antigua alumna, se presentó ante él diciéndole: ­ Maestro, vengo donde usted porque es la única persona que puede ayudarme -y agregó- mi esposo acaba de morir, no tengo ni para enterrarlo. El maestro tosió como si se aclarara el pecho y la garganta, respondiendo: -Caramba Anita, es algo muy lamentable la muerte de tu esposo. Cuenta conmígo-, y diciendo esto la acompañó. Se dirigieron a la carpintería del poblado. El maestro habló al carpintero: Lleve usted por mi cuenta una urna a la casa de Anita.­ Luego visitaron a la Jefatura Civil y el maestro habló a la primera autoridad civil: -Necesito que se abra una sepultura, para el señor Del Rosal y se llenen los trámites de ley para este deceso, los gastos son por mi cuenta.­ Luego fueron a la pulpería y el maestro ordenó por su cuenta pan, chocolate y otras especies para el velatorio. Al día siguiente se efectuó el sepelio del señor Del Rosal. El maestro pronunció una oración fúnebre. El maestro llevaba diez años desempeñando la dirección de la escuela primaria. El era el socorredor de todas las familias del poblado en todas sus calamidades económicas y morales. El maestro leía una enciclopedia a la puerta de su escuela, cuando llegó su amigo Pedro Rústico y entabló con él su acostumbrado diálogo. Pedro Rústico le dijo: -Marcos, explícame, cómo es posible que tú puedas socorrer económicamente a tantas gentes, si ganas tan poco.­ Marcos contestó: -Muy sencillo, -tengo fuerza moral, soy el maestro de todos en el poblado, todos me acreditan y nadie se atreve a cobrarme, porque yo represento ese poder invisible que brinda a los niños el futuro del saber y oriento a los adultos en ese mundo maravilloso de las leyes, de las artes, de la comunicación escrita y soy el mediador en las querellas. Yo soy parte del capital económico, humano y financiero de esta población. Y si tu quieres probarlo, trata de hacer lo que yo hago y te darás cuenta como pesa mi crédito. Pedro Rústico respondió: -es cierto Marcos, tú eres una potencia, yo te admiro y felicito a los habitantes de este lugar por contar contigo. Ahora comprendo que eres un hombre rico, porque tienes la moneda de 258 la moral y por lo tanto siempre eres más acreedor que deudor, ya que eres el maestro de los hijos de los comerciantes y eres el asesor de los adultos en sus cartas, en sus documentos, en sus transacciones legales y a la vez director espiritual en la guía de su conciencia social. -Marcos contestó: -Así es Pedro, me has comprendido. Yo puedo pagar con la moneda moral porque ella es el Don de servir a todos y de ser útil.­ Así charlaron los amigos hasta despedirse. Fue días después que el maestro contrajo matrimonio con una dama de nombre Linda Isabel. Y empezó a construir su casa. Los habitantes del poblado, llenos de entusiasmo, le proporcionaron ayuda física, económica y moral. Linda Isabel fue una gran compañera del maestro. Ella cultivó un precioso jardín que servía de marco ornamental a la vivienda. La posición moral del maestro adquiría jerarquía extraordinaria en toda la comarca, cuando la paz de la región se vio interrumpida por un levantamiento político militar. El poblado se encontró de pronto sorprendido por grupos de gentes armadas, quienes, en nombre de la revuelta, saqueaban, asesinaban y violaban. El maestro Marcos Trianon encabezó una comisión para enfrentarse a los jefes revoltosos y una vez ante ellos les dijo: -En nombre de esta población venimos a exigirles se retiren de este poblado, poniendo fin a sus excesos y barbaridades.­ El jefe de los revoltosos, el coronel Trago Amargo, le respondió: ­ ¿Quién es usted para dar órdenes aquí? El maestro contestó: -Yo soy un hombre que representa la moral y por lo tanto el verdadero jefe de esta comarca y lo voy a desafiar, máteme y verá como después de muerto, mis soldados quienes son habitantes de esta región, se levantarán y lo harán pedazos.­ -Muy bien, maestro, yo lo voy a complacer y dirigiéndose a su guardia ordenó: -Hagan preso este hombre y pongan un letrero en la plaza pública, que mañana será fusilado a las doce del día, por haberse opuesto y desafiado la autoridad del coronel Trago Amargo.­ El maestro fue hecho prisionero y el resto de la comisión regresó en silencio. La noticia voló por toda la comarca. Al día siguiente a las doce del día un pelotón de soldados conducía al maestro a la plaza, donde sería fusilado. El maestro venía sonreído y de vez en cuando saludaba con alegría a los vecinos que se asomaban a las puertas y ventanas. Al llegar a la plaza, un tumulto de gente esperaba para observar los hechos. Al hacer su entrada a la plaza el maestro empezó a discurrir: -Compatriotas, heme aquí, esto prueba que este coronel es un cobarde. Me teme, porque siente el terror de que ustedes me sigan y como seres humanos valientes y de vergüenza, se opongan a seguir siendo vejados, saqueados y violados vuestros hogares. Estos soldados 259 que me traen preso también están temblando de miedo. Ellos no tendrán tiempo de levantar sus fusiles si ustedes se abalanzan contra ellos y escriben una página heroica en la historia de esta población, con inmortalidad y con dignidad de héroes. He dicho que estos soldados son unos cobardes. -Diciendo ésto se detuvo de pronto en la marcha y empujó a uno de los soldados, quien cayó estrepitosamente. El jefe del pelotón gritó: Firmes, no se mueva nadie, cuídese, maestro, porque se muere.­ El maestro increpó, -Yo no le tengo miedo a la muerte, los que tienen miedo a la muerte son ustedes y por eso me apuntan con sus fusiles, siendo tantos contra uno. Pero los que les rodean son más que ustedes y los van a desarmar.­ El jefe del pelotón gritó: -No se acerque nadie porque dispararemos. -El maestro repitió: -Tienen miedo y se abalanzó contra ellos> El grupo humano se lanzó contra los soldados. Hubo disparos y forcejeos. El grupo del público desarmó a los soldados y quedaron tendidos una docena de los combatientes entre ellos el maestro Marcos Trianón. El grupo de civiles enfurecidos, viendo al maestro muerto y a varios vecinos, llevaron a los soldados al paredón y los fusilaron. La ira creció en toda la población. Los soldados del coronel Trago Amargo salieron a reprimir la violencia, pero mas de diez mil personas se lanzaron contra los grupos de soldados. Hubo muchas bajas de ambas partes, al fin dominó la población civil. El coronel Trago Amargo cayó prisionero. La ciudadanía indignada, fusiló por grupos a los soldados. El coronel Trago Amargo fue llevado a la plaza, se constituyó un Tribunal popular y se le condenó a muerte. Antes de fusilarlo se le concedió su último deseo y el coronel expresó: -Yo estaba equivocado, no sabía hasta donde llegaba la fuerza moral, nunca creí que un maestrillo de escuela constituyera la fuerza suficiente hasta lograr que una población civil derrotara a una fracción del ejército. He aprendido mucho, pero tarde.­ El Presidente del Tribunal le contestó: -Usted es un canalla que no merece aprender nada. Los que hemos aprendido somos nosotros y entre otras cosas, la de limpiar de la mala yerba los huertos sanos.­ También aprendimos del maestro que las charreteras son hermosas cuando presiden a la dignidad humana y cada ser humano con vergüenza lleva en el alma y la conciencia un sol que preside el honor y que entre los emblemas de los combatientes, representan la justicia que dignifica y ajusta a la razón de existir entre los sagrados principios del Derecho de Gentes. Un grupo de civiles armados condujo al coronel Trago Amargo al 260 paredón y fue fusilado por la espalda, por criminal y traidor a sus semejantes, al abusar de la fuerza y cometer crímenes de esa humanidad. El entierro de los que perecieron se hizo con gran solemnidad, el féretro del maestro, fue acompañado por un cortejo de niños, cantando himnos a la libertad y sobre la lápida de su tumba se escribió: "Aquí yace el maestro Marcos Trianón. El fue una potencia moral. Ejerció el apostolado del bien. Murió defendiendo la dignidad humana. El fue uno de los caballeros de la luz que supo enseñar a niños y combatir a tiranos". La tumba del maestro se convirtió en jardín. Las manos de Linda Isabel, de Pedro Rústico y de todos los moradores cultivaron para él las flores y llevaron a la tradición los mensajes hermosos de sus sueños de poeta, como un candor histórico que brindan los soñadores a la historia de su pueblo.

261 EL GRAN ALIADO

Qué linda eres, Selvania,le decía Efraín a su compañera de estudios, cuando marchaban juntos por la calle del Liceo rumbo a la casa de ella. Es que tú me quieres demasiado, Efraín, repuso la niña altiva. Así dialogaron todo el trayecto hasta llegar a la casa de los padres de Selvania. Al despedirse ella le dijo: no te olvides de venir esta noche que es día de mi cumpleaños. Por la noche en la casa de Selvania, los preparativos de la fiesta hacían lucir la residencia de la familia Liecasol en una forma esplendorosa. Los invitados, la mayoría jóvenes, empezaron a copar el ambiente. Selvania hacia las presentaciones a sus padres. Don Pedro 262 Liecasol y Doña Amerinda, su esposa, se sentían complacidos. Entre los

I~· '" , invitados estaba Efraín. Al ritmo de la orquesta elbaile se prolongó. Los padres de Selvania sedieron cuenta que Efraín yla niña estaban unidos durante todala noche. Don Pedro yDoña Amerinda se informaron quien era ese joven. Supieron queEfraín era un estudiante procedente de otraciudad, hijo de unafamilia muypobre. Al día siguiente, Don Pedro y Doña Amerinda conferenciaron con Selvania y le expresaron: -Hija, uno debe unirse en la vida con gente de triunfo, es decir con grupos humanos que ya hayan triunfado en lo económico, en lo social y en lo político; porque eso de comenzar la vida luchando para hacer fortuna es demasiado desventajoso, se corren los riesgos de la pobreza y el infortunio puede llegar hasta la ruina moral; nos referimos a la conquista que tienes de ese joven Efraín. Selvania se quedó meditando sin responder. Su padre continuó: Hay jóvenes que tienen logrado lo que Efraín tiene que lograr, quizás, en un futuro incierto; fíjate en Leopoldo Carriol, que se desvive por ti y sus padres son Ministros e industriales. Selvania continuó en silencio y a al poco rato repuso: Lo pensaré, gracias padre. En los días siguientes, Selvania estuvo un poco fría con Efraín y más atenta con Leopoldo. Los años estudiantiles pasaron como la corriente de los ríos y la vida de los adolescentes adquirieron la seriedad que conlleva la vida universitaria en los años de curso. El desenvolvimiento económico, político y social del país sufría giros tremendos. Ya los estudiantes habían pasado a la vida profesional. Cambios económicos políticos hacían presente una nueva era. Gobiernos muy diferentes dirigían los destinos del país. Los cambios bruscos a muchos ricos habían hechos pobres y a muchos pobres habían hecho poderosos. Aquel grupo humano juvenil, que celebró el cumpleaño de Selvania, había madurado en la vida y sus rumbos y posiciones económicas sociales eran diferentes. Don Pedro Liecasolleía la prensa y pronunció: Selvania, mira quien es Ministro de Hacienda. Selvania se quedó atónita y repitió en voz queda: Efraín, Efraín. Ya ves papá que nadie sabe a quién le toca el triunfo. Bueno, nadie es adivino, yo sigo apreciando mucho a Efraín; pero él ya debe ser un hombre casado y con hijos, y yo estoy casada con Leopoldo Carriol, quien por mala suerte está pobre y enfermo y ustedes que son nuestro único apoyo, carecen de recursos y posición social y económica como en otros tiempos. Doña Amerinda de Liecasol, madre de Selvania, tomó parte en la 263 conversación y exclamó: -Hija [cómo dices eso!. Ten en cuenta que quien te amó siempre será tu aliado; porque el amor es una planta de raíces profundas que, cuando no da fruto, siempre tienen flores que perfuman la vida. Y continuó: Efraín es nuestro aliado por esa razón, porque te amó y las raíces del afecto tienen el aroma y el prodigio que les inspira más allá del tiempo y te lo voy a demostrar, soy una anticuada de la vida y sé por lo tanto que las cosas antiguas se pagan a mejor precio que las modernas. ¿Mamá,-repuso Selvania, que vas a hacer? -Voy a llamar a Efraín por teléfono, le voy a pedir ayuda; tu marido está gravemente enfermo y estamos muy pobres.­ Doña Amerinda se comunicó telefónicamente con el Despacho del Ministro: Señorita, usted es la secretaria del Dr. Efraín de la Huerta? Una voz contestó: -Si señora, qué desea? Le habla Amerinda Liecasol, dígale al señor Ministro que deseo hablar con él. Espere un momento, señora, ya le va atender. Una voz de hombre respondió al teléfono, ¡Doña Amerinda! -soy yo Efraín; -¡que alegría de oirla!, ¿cómo está Selvania y Don Pedro y Leopoldo? Hay hijo, todo muy mal, Leopoldo se está muriendo, te necesitamos, ven urgente, tú sabes la dirección. -Voy enseguida, Doña Amerinda- Y se cortó la comunicación. Selvania se quedó absorta, Don Pedro sonrió con sonrisa de experiencia y guardó silencio. Doña Amerinda subió a la habitación de Leopoldo y le comunicó: -Nos viene a visitar nuestro amigo Efraín de La Huerta. -Qué bien, -repuso Leopoldo, -él es un buen amigo. Minutos más tarde Efraín hacia su entrada a la casa de los Liecasol entre abrazos y cariños. Después de una breve charla y saludos, Efraín se puso de acuerdo con la familia en trasladar a Leopoldo a un Hospital Clínico. Entregó recursos económicos a Doña Amerinda y reflejó, con nobleza, ser un pilar fuerte de la familia. Días más tarde los médicos anunciaban que a Leopoldo no le quedaba vida y tenían razón; antes de un mes había fallecido, dejaba una viuda y dos hijos. Efraín consolaba a Selvania y a sus dos hijos. Don Pedro dialogaba con Doña Amerinda y le decía: -No te pre­ ocupes amor, tus cálculos y sabiduría son mayores que los míos; -yo calculé la primera posición de Selvania, pero tú has salvado y has capi­ talizado a un hombre de triunfo, cuando yo lo creí imposible; Efraín 264 esta viudo y Selvania fue su primer amor, ya verás un buen resultado logrado portu visión y portu corazón de mujer que, en el palpitar de un sexto sentido, supera a los hombres enlos casos difíciles delavida, cuando el amor es el dios milagroso y solo lamujer losabe. Quizás, Pedro -repuso Doña Amerinda entre unasonrisa profunda de satisfacción. Selvania y Efraín se acercaban, Efraín sedespedía prometiendo regresar por la noche. Al partir Efraín, Doña Amerinda dijo a Selvania: -Ten fe hija, -ten­ drás un gran marido y tus hijos un padre Ministro y científico de fama. Selvania repuso: -Madre eres un genio. Doña Amerinda sonrió y contestó; Como lo serás tú, cuando hayas vivido lo que he vivido yo y cuando te toque dirigir a tus hijos. Ya habían pasado varios meses del sepelio de Leopoldo. Selvania se hundía en sus recuerdos y buscó entre sus cosas guardadas un libro donde hacía anotaciones de las ocurrencias diarias de su vida durante su edad juvenil y encontró una nota que decía: "me acompañó Efraín y me prometió que sus horas de triunfo más hermoso serían para mí y dijo como un sonámbulo, yo seré, amor, el abrazo fuerte y el árbol robusto y frondoso que ha de cobijar la ruta de tu vida y seré el que te brinde un manto de sol para que jamás tengas frío en el alma", Selvania leyó y releyó esta nota profundamente, Luego pasó a otra nota, era la de una pitonisa que había leído su suerte en una feria y la nota decía: "niña, estás bañada de luz, te casarás con un hombre de triunfo, pero enviudarás y tu verdadera felicidad la lograrás cuando se una a tí, en segundas nupcias, tu primer amor". Selvania se hundió de nuevo en sus recuerdos y recodó las frases de su padre aquel cumpleaños. ¡Unete siempre a un hombre de triunfo. Selvania sentía dolor por la muerte de Leopoldo y sentía felicidad por el amor de Efraín y monologó: El corazón es un ave que vuela por la ruta del misterio y su sol es el amor que le da vida y le brinda su esencia al que ha nacido para el triunfo. Un año más tarde, el día de cumpleaño de Selvania, llegaban los invitados para la boda de Selvania y Efraín y ambos presentaban a los esposos Leicasol sus invitados. Y bajo el resplandor de una lámpara de recuerdos, las raíces de un viejo amor perfumaban la ternura de sus vidas en una hora de triunfo, con la bendición de Dios.

265 EL DR. PARAGUA CERRADO

Se prolongaba la discusión y las amonestaciones en la casa del Dr. Paragua Cerrado. El doctor impartía normas de conducta en el hogar:­ No se olviden nunca, niñas, de llevar el cuello alto y mangas largas y faldas hasta más abajo de las rodillas y ustedes jóvenes hijos varones, jamás beban licor ni fumen; lleguen siempre temprano a casa; dormir temprano y levantarse temprano es saludable. No quiero amistades dentro de la casa de personas jóvenes que no estén dentro de los sagrados principios de mi pensamiento. Esta casa no será un templo por que eso no es posible; pero sí tiene mucho de lo parecido a una institución férrea, donde soy yo quien gobierna. La familia Cerrado estaba constituida por el doctor Cerrado, su esposa Doña Jacinta de Las Quijadas Rotas de Cerrado y sus doce hijos, 266 seis hembras y seis varones, todos solteros y mayores de 20 años. Los jóvenes Cerrado, yacasi todos ensu mayoría de edad, lamentaban elcarácter exagerado desu padre, pues éste no les permitía seruniversitarios ni tampoco del mundo social, salvo enforma sofisticada enexcesivos y afectados modales. Los jóvenes entre sícomentaban: -Nosotros no somos los Cerra­ dos, somos los encerrados. Uno de ellos comentó: Lo que espapáymamá se van a morir un día de estos cuando sepan que los romances amorosos de sus hijos se están realizando por encima del paredón de los corrales y visitas clan­ destinas a media noche en los jardines, esta casa se parece a una represa donde las aguas contenidas se desbordan. Dígame eso, por falta de relaciones humanas y de un poco de libertad normal, los galanes de estas niñas están resultando los mozos panaderos y demás mandaderos quienes son los únicos que vienen a traer servicios, pero que a la vez son los únicos que sonríen en las rejas de esta cárcel con un mensaje de amor y libertad. La juventud Cerrado resolvió convocar un consejo de familia de ellos con sus padres. Por la noche el doctor Paragua Cerrado presidía la sesión y habló en voz enfática: -Espero que nadie se atreva hablar en contra de mis predicamentos, porque ellos son honra, esfuerzo y proyección; me gusta que estén pensando en forma organizada y que hayan nombrado dos delegados, uno por los varones y otro por las hembras, para dirigirse a mí y a su madre, por quien opino yo también, así es que hable la delegada. La mayor de las Cerrado tomó la palabra: -Doctor Paragua Cerrado, padre nuestro, cumplo con decirle, en nombre de mis hermanas que represento, que todas tenemos novios y que estamos dispuestas a casarnos inmediatamente, quiéralo usted o no 10 quiera y que, admirando sus amonestaciones y principios, haremos nuestros matrimonio dentro de la casa o fuera de ella, y que de acuerdo con sus normas y haciendo uso de nuestra mayoría de edad le participo: que Jacinta se casa con el panadero, don Tito, Rosita se casa con el lechero, don Andrés, Pepita se casa con el señor carnicero, don Anacleto, [acintica se casa con don Felipe el zapatero, Matildita se casa con don Augusto el carpintero, Amalita no tiene novio y yo tengo un novio y me voy a casar con él también y como usted no está de acuerdo con estos rangos sociales y no queremos que usted se disguste, tenemos las maletas hechas y nos vamos desde este mismo momento de la casa y en cualquier caso que esta aptitud nuestra le cause un infarto, nuestros futuros esposos están dispuestos a enterrarlo. El doctor Paragua Cerrado entró en cólera repitiendo: "traición" 267 "¡traición!" y luego conminó a que hablara el delegado de los varones Juan Antonio. El mayortomó la palabra: -Doctor ParaguaCerrado, padre nuestro: -nosotros los varones apoyamos a nuestras hermanas y nos vamos con ellas; pero le tengo una proposición conciliatoria. A ver ¿cuál es esaproposición? -preguntó el doctor Paragua Cerrado.­ Juan Antonio continuó: Padre nuestro, le proponemos que usted abdique al poder para nosotros fundar un régimen democrático, usted cede abdicando a su mandatode emperador y nosotros cedemos renunciando los matrimonios anunciados y renunciamos en ese caso al hecho de abandonar la casa y punto.- Eldoctor ParaguaCerrado se sumióen profunda meditación y al cabo de unos minutos reaccionó. -Muy bien- dijo: -estoy dispuesto a abdicar y dejo a la Asamblea en libertad de constituir el nuevogobierno que deseen en el hogar; porque comprendo que me ha derrotado la nueva época, ustedes han ganado. y entre un estruendoso aplauso, el doctor Paragua Cerrado salió rumbo a su dormitorio y allíquedó encerrado muchas horas. Lafamilia Cerrado se dispusoa vivir una vida normal. La juventudCerrado concurrió a los Liceos y Universidades. Sehicieron moderados en el vestir; lasformas afectada desaparecieron y la armonía reinóen el hogar. Aldespertar el año nuevose abrieron laspuertas cerradas de la familia Cerrado, parientes y amigos inundaron el hogar, se oyeron las notas corales de AñoNuevoy cumpleaño feliz. Por las mejillas del doctor ParaguaCerradorodaron lágrimas y se le oyó musitar: Crecieron mis retoños, qué hermosas son las flores de la nuevaépoca y esemundo de alegría, el cual yo suponía un caos y sólo es el futuro que se me hizo presente; pero yo soy la historia que he vivido las dos épocas y conozco lo dulce y lo amargo de esas dos épocas.

268 LLUVIA Y TORMENTA EN EL DESTINO

La tormenta sacudía el cielo de la ciudad, los rayos parecían quebrar el firmamento, los relámpagos simulaban ser mensajes de luz entre los hechizos prodigiosos de la velocidad, los truenos continuos eran como ecos del infinito descendiendo de las alturas para castigar los abismos. Y de pronto la lluvia. Un torrencial aguacero que inundaba las calles e impresionaba el humano espíritu de los transeuntes y de los que, bajo el cobijo de un techo, contemplaban la lluvia a su alrededor. La noche era oscura. Habían cesado los relámpagos y la lluvia continuaba implacable. El frío empezaba a calar en todo el ambiete, mientras la ciudad entera era envuelta por el manto del aguacero. Doña Melba, sentada en un mecedor colonial en el comedor de su casa, ubicada en una parroquia céntrica de la ciudad, con semblanza 269 apacible y modales tranquilos, tejía sin cesar y de vez en cuando daba una mirada a la lluvia. Sus nietecitos jugueteaban a su alrededor, su hijo Augusto leía una obra de los clásicos, sus otros hijos Jesús Antonio y Trina Margarita bebían café caliente y leían la prensa. Augusto interrumpió el silencio diciendo: -Cuando cesa la tormenta y sólo queda la lluvia, la ciduad se siente sosegada; me encanta leer cuando llueva- De pronto se oyeron toques de llamadas en el anteportón. -¿Quién será a estas horas? -Dijo Doña Melba. Augusto salió a abrir la puerta. Cinco hombres y una mujer inrrumpieron dentro de la casa. -¿Ustedes? -Dijo Augusto. -Si primo, -contestó uno de ellos. -Ayúdados, por la tormenta, la lluvia y la noche oscura, logramos fugarnos de la cárcel. Rosa Erminia nos auxilió con su automóvil y Antonio, el muchacho que crió Doña Melba, quien ahora es Sargento de policía, nos ayudó a escapar.­ Los prófugos fueron saludados por toda la familia. Doña Melba agregó: -Fulgencio, estoy muy contenta de verte en libertad porque eres.. mi sobrino y estás bien, hijo mío, aceptamos el riesgo de tenerte aquí con tus amigos. Les ruego sean prudentes> La familia dio alojamiento a los prófugos y en las horas siguientes el sueño cubrió lo que quedaba de la noche. Transcurrieron varios días. La familia entera, colaborando con los fugitivos, perseguidos políticos, urdian un plan para lograr sus salidas fuera del país, llevarlos a la frontera, lograr introducirlos en un barco, lograr la cooperación de pescadores; en fín, era necesario hacer algo. Serían las doce del día cuando alguien tocó el timbre; todos en la casa estaban alerta. Doña Melba salió personalmente a atender la puerta y una bella muchacha entró a la casa y saludó a Doña Melba con voz de hombre: -Bendición, tía.­ Doña Melba exclamó: -¿Quién eres tú, qué es esto, por Dios?­ -Soy Fulgencio, tía, que me disfracé con la ropa de Trina Margarita y salí a explorar la ciudad y hacer contactos.­ Los compañeros de fuga le salieron al encuentro. -¿Cómo te fue? Formidable, -respondió: todos ustedes tienen que disfrazarse, que mañana en la madrugada nos vienen a recoger. Doña Melba inquirió: -Qué locura han tramado muchachos?­ -No te preocupes tía, un grupo de amigos nos llevarán a un puerto y saldremos del país. -En el rostro de todos brillaba la esperanza, menos en el de Jorge Antonio, uno de ellos, quien miraba a Trina Margarita con mirada lánguida. En ella se advertía tristeza con lágrimas. Doña Melba los contempló y dijo para sí: aquí ha pasado algo. Y 270 con voz suave se dirigió a su hija: -Trina Margarita, quiero hablarte.­ -Sí mamá, -siguíéndola hasta su habitación. -¡Qué ocurre hija? ¿Te hasenamorado?­ -Si mamá, deJorge Antonio. El regresará, segraduará de médico y nos casaremos. Doña Melba exhaló un suspiro profundo,y repitió: -Está bien, sea todo por el amor a Dios.­ A la mañana siguiente los prófugos salieron rumbo a un puerto cercano, logrando una feliz evasión al exterior. La prensa entera de la ciudad hablaba de los prófugos, de lo espectacular de la fuga y de las redadas para lograr su captura. Pasaron diez años. Un cambio brusco se operó en la política del país y todos los exiliados regresaron a la patria. Desde aquella noche de lluvia copiosa y de tormenta tropical, ninguna noticia se había tenido de aquel grupo humano fugitivo, por razón de los azares de la política. Y como si el destino repitiera los acontecimientos que motivan la vida, se sucedía en la ciudad un aguacero torrencial acompañado de tormenta y también era de noche, cuando Trina Margarita de Rolan, acompañaba a su esposo, el coronel Angel Rolan a una Clínica Médico-Quirúrgica de la ciudad, por el caso de un grave accidente de tránsito. No había médicos de guardia. El Administrador del Instituto Médico-Quirúrgico dio entrada al paciente con carácter de emergencia y le explicó a la señora Rolan: señora, hoyes domingo, casi todos los médicos están fuera; pero hay un eminente médico del exterior, que aunque no es conocido dicen que es algo extraordinario y ese médico se ha afiliado a este Instituto, voy a tratar de localizarlo. Quince minutos más tarde el Administrador participó a la señora Rolan, que a pesar de las dificultades de la noche lluviosa, ya el famoso médico se había hecho cargo del caso y que su esposo ya estaba en el pabellón de operaciones; pero que ella debía firmar un libro que él le presentaba, porque el caso era de extrema delicadeza y por lo tanto de remotas posibilidades de vida. La señora Rolan firmó el libro y avisó a toda la familia. Bajo la lluvia tormentosa llegaron Doña Melba, Augusto y Jesús Antonio; igualmente llegó la familia del coronel Rolan. Trina Margarita estaba inconsolable y repetía delirante, que si su esposo moría ella tampoco quería vivir. Dos horas más tarde había terminado la operación. El paciente había pasado a reposo, era de extremo cuidado y no se garantizaba con seguridad su recuperación. Doña Melba dialogaba con uno de los familiares y le decía: -Las noches de lluvia tormentosa siempre me han traído grandes sorpresas y 271 yo creo que lo de esta noche es la recuperación de Rolan. Ya eran altas horas de la madrugada, no cesaba ni la lluviani la tormenta y Doña Melba repetía: -Yo espero una sorpresa.- El Administrador le anunció a la familia queel cirugano saldríaa saludarlos dentro de un momento. Todos 10 esperaban. Un hombre de modales finos y aspecto agradable se acercó al grupo y les dijo: -Yo soyel médico que ha intervenido al corone1.­ Todos abrieron losojos muy grandes y exclamaron: -¡Jorge Antonio!- y él sorprendido exclamó: -¡Doña Melba! ¡Augusto! ¡Jesús Antonio! qué sorpresa ¿Y Trina Margarita? -Le contestó el otro señalándosela: -Ella es la esposa del coronel Rolan y está aquí. Ella estaba sentada en una poltrona inmediata. Trina Margarita habíasufrido también el impacto de la presencia de Jorge Antonio. Sus lágrimas se cortaron y su angustia se hizo muda,Jorge Antonio la extrechó en un fuerte abrazo. Doña Melba monologó muy quedo: -La sorpresa no es la vida de Rolan es la presencia de Jorge Antonio. Lalluvia, la tormenta y la noche se lo trajeron a Trina Margarita hace másde diez añosy dentro de ese mismo fenómeno regresó esta noche. Al díasiguiente en la prensalocal se invitaba para elsepelio del coronel Rolan. Un médico consolaba a Trina Margarita. Doña Melba se acercó preguntándole: -¿Jorge Antonio y su esposa vinieron para el entierro? -El contestó: -Pero si soysoltero, Doña Melba.­ y Doña Melba dejó entrecorrer una suave sonrisa y en su monólogo íntimo dejó aflorar su pensamiento: -Trina Margarita ya no está desesperada.­ Augusto le interrumpió: -Claro, mamá, si está asistida por un médico eminente yeso la conforta.­ Doña Melba repuso: -Comprendo, las noches de lluvias tormentosas traenen sus misterios algoextraordinario para Trina Margarita. Tengo la impresión que el amory la felicidad de mi hija se losenvía Dios desde sus cielos, en el alma de una tormenta, en un mantode lluvia, en el alma de losrayos.­

272

rono EL MUNDO ME QUIERE A MI

Esplendía la fiesta, la lujosa mansión lucía como un palacio real. Los invitados a la celebración de onomástico de la anfitriona colmaban salones y jardines. Doña Rosa Tarpeya se sentía feliz en este treinta de agosto. Su esposo, Don Andrés Corrales del Jardín Florido, se sentía lleno de orgullo al lado de su hermosa mujer. -Andrés, cómo nos aprecia la gente!-decía Doña Rosa. y Don Andrés le respondía: Pero Rosa, es que somos gente de alcurnia, todo el mundo nos quiere, yo te garantizo que cualquiera de estos amigos daría su fortuna por nosotros; fíjate lo felices que se encuentran en nuestra casa.­ Los invitados disfrutaban realmente del ambiente, de la música orquestal, de las bebidas y obsequios en general. Más alla de la media 274 noche la fiesta continuaba y horas antes de amanecer empezaban a retirarse los invitados, hasta quedar vacía la mansión. Los jóvenes hijos del matrimonio se retiraron asu dormitorio yDoña Rosa yDon Andrés bebieron hasta la última gota defelicidad. Días después Don Andrés dialogaba con un grupo de comerciantes enlaoficina delamansión. Se trataba de un negocio industrial donde Don Andrés tenía que aportar una fuerte suma de dinero. El desempeñaría el cargo de Presidente y los demás cargos dela Junta Directiva serían cubiertos por el resto de los socios. Quedó pactada la negociación y el abogado se encargó de los pormenores del Registro Mercantil. Ya instalada la industria, destinada a explotar los ramos de aserradero y ensamblaje de vehículos, a Don Andrés le bullían en el cerebro los millones de las ganancias. Cuando se hablaba de dar un crédito, Don Andrés se precipitaba y decía: -Dénselo: Ese señor me quiere mucho a mí.­ Cuando se trataba de solicitar un crédito bancario, Don Andrés repetía: -Yo lo solicito. Ese banquero me quiere mucho a mí.­ Cuando los Sindicatos de obreros reclamaban, Don Andrés decía: -Yo me entiendo y complazco al Sindicato, esos trabajadores me quieren mucho a mí.­ La industria no brindaba los rendimientos calculados y más bien iba en situación de pérdida continua; porque se hacía difícil recuperar el exceso de crédito otorgado y los créditos bancarios obtenidos consumían demasiado en intereses. El crédito de Don Andrés Corrales del Jardín Florido disminuía notablemente. Don Andrés repetía: -Eso no importa, a mi me- quiere todo el mundo, jamás me faltará nada.­ En un nuevo 30 de agosto, día de Santa Rosa, se iluminaba nuevamente la mansión y el nombre de la casa esplendía: "Quinta Egipcia". Los concurrentes fueron menos numerosos que en años anteriores y algunos de ellos mostraban cara dura y dialogaban con Don Andrés:­ Oye Andrés, estás atrasado en los intereses, el banco no puede esperar mucho, tú sabes que ese dinero es del público, yo quiero ayudarte porque soy tu amigo. Te tengo una solución; ¿porqué no nos das en garantía hipotecaria esta casa y asi te otorgamos un año de plazo para pagar tus obligaciones vencidas.? -Me parece excelente-, contestó Don Andrés, repitiendo: ya yo decía; resuelvo mis problemas porque todo el mundo me quiere.­ E invitando al banquero a la oficina de la mansión le entregó los 275 documentos para el crédito hipotecario. Otros acreedores asistentes a la reunión de celebración del cumpleaños de Doña Rosa, siguiendo el ejemplo del banquero le hicieron igual proposición de tornar crédito hipotecario: sobre una hacienda de café, sobre un edificio de la ciudad, sobre diez casas más, propiedad de Don Andrés ysobre un barco pesquero yotros patrimo­ nios. A todo ello Don Andrés accedió maravillado de alegría yconfiado en ese gran amor que le prodigaba el mundo que le rodeaba. Gravó todos sus bienes a favor de los acreedores a cambio de un plazo de un año, lo cual le proporcionaba gran tranquilidad. Repitiendo siempre: -Todo el mundo me quiere a mí.­ La industria de Don Andrés no progresaba. El no ejercía presión para cobrar a sus deudores yseguía otorgando créditos. Era amplio con sus socios en sus exigencias de gastos personales, y éstos le decían: -Ah! Don Andrés, qué grande es usted, es un genio Don Andrés, usted es nuestro padre, usted es nuestro abuelo.­ Uno de los socios con dulce euforia le dijo: -Don Andrés, si usted no fuera tan macho, yo diría que usted es mi madre y mi abuela; pero usted es algo más; usted es casi un dios­ -Claro, -repitió Don Andrés, si todo el mundo me quiere a mi.­ LLegó otro 30 de agosto yen la Quinta Egipcia Doña Rosa Tarpeya de Corrales del Jardín Florido pavoneaba su hermosura y sus hijos e hijas recibían a sus amores con idílicas promesas. Los invitados empezaban a llegar a la Quinta Egipcia. Entre copas y copas, el banquero dialogó con Don Andrés diciéndole muy cariñosamente: -Andrés, hoy se te vence la hipoteca de la Quinta y tú sabes que yo soy tu amigo y te quiero mucho> -Claro, ya lo sé -dijo Don Andrés. y el banquero prosiguió: -Pero esta Quinta ya es del banco.­ -¿Qué? -Como lo oyes, -replicó el banquero. -Tú no tienes para pagar y el banco ejecutará la obligación> Don Andrés gritó: -Tú estás loco, esta es mi Quinta!­ En voz grave y queda, repitió el banquero: -Loco?, Y muy lentamente se retiró, dejando a Don Andrés en un torbellino de cavilaciones. Un poco turbado, Don Andrés se acercó a otro invitado acreedor y con voz de queja le confió: -Este banquero loco de Don Ruperto me ha dicho que esta Quinta ya es del banco; está loco.­ El amigo acreedor le respondió: -Ese viejo banquero es un bandido Don Andrés defiéndase, yo si soy su amigo y lo quiero mucho.­ -Lo sé, lo se, -replicó Don Andrés. 276 y el amigo acreedor continuó; -Yo solamente me quedaré con el barco pesquero enpropiedad porque fue lo que usted me dioen garantía. -¿Qué?- respondió Don Andrés, -Ese barco es mío­ El acreedor respondió: -Era suyo, ahora esmío­ Don Andrés replicó: -Ustcd también está loco- El acreedor sonriente le dijo: -El que está loco de bolita es usted­ Don Andrés turbado continuó hablando con sus acreedores y se dio cuenta que estaba despojado de todos sus bienes y en un monólogo íntimo, después de ingerir cuatro dedos de whisky puro en un vaso, exclamó: -Caramba! ésto me pasa por pistola; parece que el único que me quería era mi padre, que me dejó esta herencia. Y que querer, y que amigos, y que industria, y que bueno! Idiota es lo que soy yo. Me robaron, estoy en la calle; tengo que defenderme.­ Cuando se encontraba en este monologo llegó Doña Rosa, muy ufana y maravillada: -Oyeme, mi amor, mi Andrés Corrales del Jardín Florido, estoy convencida de que todo el mundo nos ama.­ Don Andrés le respondió: -Si Rosa, todo el mundo nos ama. Si de mi jardín florido tú eres mi rosa, muchos van a recibir mis espinas> Al día siguiente, en su oficina de trabajo, Don Andrés sacaba sus conclusiones, calculaba sus posibilidades de acción, hacía un recuento en su memoria de aquellas personas poderosas económicamente, a quienes él y su padre habían brindado favores; pero chocaban en su mente los acreedores actuales, quienes habían sido personas protegidas de los Corrales Floridos. -Ingratos, ingratos, masculló solitario. Luego, en una reflexión profunda, repitió; -Tengo que defenderme. Reuniré los muchachos; si, reuniré los muchachos y me haré fuerte.­ Al llegar a su casa por la noche, a la hora de la cena, dijo a la familia: -Los hombres, como el cuerpo social, en sus evoluciones sufren profundos cambios yen mí y en esta familia se va a producir un cambio positivo.­ Doña Rosa, que le escuchaba atentamente, contestó: -Me alegro, Andrés, que pienses así; porque tu posición de panal de miel nos va a dejar en la ruina. No creas que tus hijos y yo estamos tan inadvertidos. Tú tienes razón, tú eres el rector de la familia y nosotros hemos seguido el sistema que tú has impuesto; pero estamos dispuestos a formar el consejo familiar para discutir el cambio.­ -Aceptado, -dijo Don Andrés. Luego, después de la comida, se constituyó el consejo familiar. En el salón de conferencias formaban la rueda sus hijos Pedro Luis, Rosendo, Napoleón, Luz de la Estrella y Dulce Aminta quienes con 277 Doña Rosa y Don Andrés formaban el equipo deliberante. Pedro Luis tomó la palabra: -Quepapá explique la situación desnudando la verdad.­ Don Andrés fue elocuente y confesó sus errores. Pedro Luis, el hijo mayor prosiguió: -Los socios que tenemos en la industria nada han aportado, todos deben su capital de aporte inicial; a este grupo hay que eliminarlo. Los deudores de la empresa son personas de capital, les obligaremos a pagar. Para atender cualquier situación de emergencia derivada de actos judiciales tendremos la prevención de tener fianzas y abogados para acciones dilatorias, mientras nos recuperamos.­ -Muy, bien -dijo Don Andrés. -Yosoy abogado -díjo Dulce Aminta. -Seré el abogado actor para la cobranza.­ Don Andrés agregó: -Si es necesario formaremos compañías fantasmas de carácter financiero yeconómico.­ Intervino Napoleón: -Yosoy economista, hablaré con nuestro amigo, el Ministro de Fomento y solicitaré el permiso para fundar una compañía de seguros, con una garantía de bolívares 250.000,00 que puede ser cualquier pedazo de terreno, tendremos el instrumento finan­ ciero.- Luego se distribuyeron los cargos de la compañía. Al día siguiente los socios de la empresa estaban fuera de ella y la nueva Junta integrada. Dulce Aminta presionó violentamente a los deudores judicial y extra judicialmente. Los deudores, extrañados, empezaron a pagar entregando dinero y bienes inmuebles, recuperándose más de bolívares 2.000.000,00. Pero ésto no era suficiente para cubrir los acreedores. Entre los bienes recuperados se encontraba una pequeña finca de cocos a la orilla del mar. La Junta Directiva planificó una Urbanización turística y residencial. Doña Rosa se encargaba de las relaciones públicas. Se exhibieron dos maquetas: una en la oficina de ventas y la otra en la Quinta Egipcia. Una recepción inaugural de la Organización se efectuó en la residencia de los Corrales Floridos. El terreno urbanizable tenía un costo inferior a un céntimo y se ofreció a Bs. 80,00 el metro cuadrado con todos sus servicios. Cada contrato estaba amparado por una póliza de seguro de la compañía aseguradora Los Floridos. La venta fue fabulosa. AL día siguiente toda la prensa hablaba de la maravillosa urbanización. La Junta Directiva ofrecía acciones para los que quisieran participar en las ganancias y pusieron en manos de los corredores de bolsa 50.000.000,00 de bolívares en acciones. Las acciones 278 se vendieron violentamente. Unos cuantos ricos y banqueros las habían acaparado. Las acciones vendidas no representaban un ingreso en caja de la compañía, sino que sus propietarios o tenedores, los Corrales Floridos, las vendían a nuevos accionistas. El Activo de laempresa estaba representado enlos terrenos. Atal efecto seconstituyó una Asamblea y los Corrales Floridos quedaron fuera deesta compañía, sin ninguna responsabilidad legal. Una nueva Junta Directiva integrada por nuevos propietarios accionistas seencargaban desu desarrollo. Los contratos de ventas de terrenos y sus cuotas iniciales quedaron en poder de la empresa. De esta manera los Corrales Floridos sanearon su patrimonio con la extraordinaria ganancia de bolívares 50.000.000,00. En una rueda de banqueros éstos comentaban: -Qué bobos hemos sido. Los Corrales Floridos nos vendieron su habilidad y publicidad por 50.000.000,00. Estos mosquitas muertas, como que no son ni tan mosquitas ni tan muertas. Ahora a nosotros, los grandes vivos, nos toca invertir y trabajar, para recuperar lo que hemos pagado. LLegó un nuevo 30 de agosto, día glorioso de Santa Rosa de Lima, onomástico de Doña Rosa Tarpeya de Corrales Floridos. La Quinta Egipcia estaba iluminada. Dos porteros en la entrada principal del jardín, a doscientos metros de la entrada principal de la residencia, devolvían a las muchas personas importantes que venían a visitar. Los porteros decían a los visitantes: -Los señores no están- Y como alguno de ellos que no era otro que el viejo amigo banquero, insistió en que sí estaban los señores, uno de los porteros contestó: -Bueno, si están, señor, pero no quieren recibir a nadie y usted tampoco va a pasar, así es que retírense.­ El banquero se retiró monologando así: -Este Andrés sí que es difícil, a lo mejor está resentido, pero no importa yo haré que mi mujer hable con Doña Rosa. Los Corrales Floridos se reunían en la intimidad de la familia y celebraban el onomástico de Doña Rosa. Y Don Andrés, sonriente, desde uno de los balcones de la Quinta, contemplaba como los porteros hacían regresar a los visitantes y entre ellos a sus antiguos acreedores. y Don Andrés con fina ironía monologaba: todos quieren venir a disfrutar de las fiestas como en otros tiempos, claro, si todos me quieren a mí.

279 MAS ALLA DE LA FRUSTRACION

La ciudad era apacible, ausente de tránsito, eran las dos de la madrugada y el automóvil se desplazaba suave por la calle y se detuvo frente a la casa Nº 62. -Hernos llegado, -dijo el conductor. Florencio, un adolescente de quince años, bajó del vehículo con su pequeña maleta. Se despidió del conductor y tocó la puerta. Una anciana salió a recibirlo. -Yo soy Florencio, usted debe ser mi abuela.­ La anciana contestó: -pero niño, que tarde llegaste, te esperaba en horas tempranas.- Florencio era un adolescente que venía de su hogar, ubicado a mil kilómetros de la ciudad capital y llegaba donde su abuela para cursar estudios. Florencio llegaba desde su casa solariega, que era un hato; 280 lugar soleado, cubierto en los alrededores de llanuras y bosques. El adolescente sehabía propuesto venir a laciudad para estudiar. La abuela vivía enuna parte alquilada en una casa de varios vecinos. Allí sealojó Florencio y al díasiguiente salió a buscar inscripción enlas escuelas primarias, lográndolo con relativa facilidad. Del campo a laciudad era uncambio violento para Florencio; pero con fuerza de voluntad dominaba el ambiente. Transcurrieron varios años desde lallegada de Florencio y, terminado su curso de instrucción primaria, proyectó trabajar y estudiar. Su condición de no tener relaciones sociales en la ciudad y su corta edad le hizo difícil desenvolverse. Su primera ocupación fue de agente vendedor. En esta condición pasó a varios almacenes. Sus ingresos eran pocos. Para lograr ventas absorbía todo su tiempo, hasta altas horas de la noche. Sus estudios se hacían remotos. Hasta el tiempo de pensar y leer le era difícil. Resolvió hacer estudios en las academias comerciales, medio asistente y medio estudiante, logró algunos conocimientos y un poco más de libertad. Florecían de nuevo las esperanzas en él, cuando una hecatombe económica en el medio familiar hizo que el resto de su familia llegara a la gran ciudad y él era el punto de apoyo. Florencio dijo: -Adiós estudios-; y se hundió en los trabajos diversos de la ciudad hasta la media noche. Era vendedor, auxiliar de oficinas, buhonero, utilite en todas las cosas donde solicitaban sus servicios. Afloraba ya a los veinte años de edad, cuando Florencio ocupaba la posición de Gerente de una pequeña fábrica de muebles, pero Florencio no tenía tiempo ni de leer los periódicos ni de cambiar ideas ni de tratar con gente calificada en el medio de las posibilidades de triunfo. El lloraba en el silencio de las noches su frustración. Lo agobiaban las obligaciones familiares y la imposición de los patronos, para quienes era persona de confianza en el aspecto de cubrir obligaciones de trabajo; pero no en el de compartir ideas y posibilidades. Florencio recordaba su casa de campo, su libertad y su buen padre ya fallecido. Sus numerosos hermanos estudiaban y él era el punto de apoyo. Recordaba una novia, que ya no pensaba en él. Florencio no tenía tiempo ni para el amor. El se sentía superior; pero las oportunidades lo reducían a una condición inferior. Todo para él era un cerco, todo un impedimento. Frente a su vista pasaban las legiones de jóvenes, convirtiéndose en profesionales, políticos e industriales, mientras Florencio envejecía 281 en sus ocupaciones cotidianas. Así, Florencio, llegó a la edad de cincuenta años. Al fin se liberó económicamente; perocon medio siglo a cuestas. Florencia pensó: -Veré a ver que hago ahora, mi liberación esque tengo suficiente experiencia y mi familia ya no me necesita. Florencio renunció a su empleo. Hacía venta de mercancía ocasionalmente, obteniendo losuficiente paravivir. -A versi empato el tiempo-, dijo. Acarició sus libros y cuadernos de primaria, comenzando a repasar sus clases, le costaba leer, le costaba pensar y decía: algo tengo que hacer. Es absurdo que se hayan apagado mis sueños y revivan de pronto como existieron treinta y cinco años atrás; pero tengo que triunfar. Florencio visitó los partidos políticos, le fue difícil conocer sus jerarcas y más allá de un simple saludo no pasaron sus posibilidades. Visitó a los industriales llevándole planes de industria y desarrollo. Muchos le dieron gracias y otros lo recibieron con sonrisa irónica. Visitó los Sindicatos, estos no lo tomaron en cuenta, porque no era un sindicalista. Florencio dijo: -Parece que nací con el castigo de soñar mucho y no ser nada. Notengo motivos paraodiarni para amar. ¡Soy un caso! Después de mucha meditación y con sus pocos recursos, Florencia alquiló un local de oficina, amoblándolo lo mejor que pudo. Mediante avisos en la prensa solicitó terrenos para urbanizar. Le llegaron muchas ofertas. El solicitaba y logró que propietarios de terrenos se asociaran para desarrollar el urbanismo e ir pagando el terreno mediante un plan de ventas. Así logró vender terrenos por lotes, en predios rústicos, logrando capitalizarse y abrirse las puertas de la fortuna y a la vez lograba estimación en los personajes políticos. Florencia pensó: Ahora vaya estudiar. Por el sistema de libre escolaridad se hizo bachiller e ingresó a la Universidad. Ocho años más tarde Florencia era abogado. Un partido político 10 llevó a ser Diputado. Florencia decía: -Ahora sí me toca la revancha, lo que sopaba poseer a los veinte años de edad me llegó a los sesenta, esto es irónico o curioso, pero me llegó. En un concierto de un recital de piano conoció a Rosa Armonía, mujer inteligente y bella, de edad madura, quien presentó al Dr. Florencia en su círculo social. Quizás fue su primer amor. Ella era soltera y llena de esperanzas. Florencia le dijo: -Somos dos tallos maduros soñando con la flor y el fruto. Florencia y Rosa Armonía iniciaron así su romance, el cual 282 culminó uniendo sus destinos. De esta unión nació un hijo,

"!- ., bautizándole con el nombre de Ruperto Antonio. Ya Florencio frisaba en los sesenta y cinco años, su voz era oíday respetable yporsentir su espíritu joven era amante de la juventud, de las reformas sociales yde las reivindicaciones obreras. El tenía la escuela del trabajo, donde florece la angustia de los marginados. Undía en el Parlamento resolvió irrumpir con sus nuevas ideas dirigiéndose a sus colegas, Señores: Quiero abogar porel derecho social. Quitémosle esa lápida fría que forma un sepulcro en la esperanza de las clases laborantes, donde se sepulta el sueño de los hombres en la legión de marginados, de esperanzas truncas y de frustraciones continuas. Es el Estado quien debe normalizar los horarios de trabajo y el derecho al estudio. Es un crimen de lesa humanidad entregar los ciudadanos sin recursos en las garras de los poderosos para que expriman sus esfuerzos y luego al cementerio social de los desposeídos y miserables, No es posible que nos crucemos de brazos, cobrando sueldos y contribuyendo a abrir la fosa de las mayorías, como si claudicáramos ante el derecho de gentes y ante la Majestad del Creador. A continuación, el Diputado Florencio propuso una Ley de Trabajo, de Seguro Social y de Educación de Adultos. Medio Parlamento le aplaudió, la otra parte guardó silencio; pero su proposición quedó como materia de estudio y discusión. Al día siguiente, en la prensa hubo comentarios adversos y favorables. En el curso de la semana reaccionó la clase laborante del país, brindando su apoyo al Diputado Florencio. En el parlamento se efectuaban discusiones interminables sobre la materia. mientras el pueblo deliraba en las calles. Era, casi, una insurrección popular. A los veinte días de discusión, Florencio tomó la palabra: -O aprueban las-leyes que están en discusión o me lanzo a la calle y arengo las masas y hago que prendan fuego al país por los cuatros costados, junto con este Parlamento; porque mi pueblo no está dispuesto a tolerar que sus representantes sigan siendo cómodos apoltronados y eternos autoalabanciosos de retóricas altisonantes. Estas leyes, en discusión, no son ni siquiera una revolución; son apenas el analgésico de emergencias en el dolor social. El Parlamento se estremeció. Las barras aplaudieron con ira y frenesí. El parlamento aprobó las leyes. En el pueblo reinó una alegría de esperanza y el pecho de Florencio se inflamó de felicidad. Al regresar al hogar Rosa Armonía y Ruperto Antonio le recibieron llenos de alegría. Ella le dijo: -Tenías razón, Florencio,los tallos maduros también 283 florecen y sus flores son tan hermosas como la de los ramos tiernos; pero los frutos de los tallos maduros tienen mejor sabor, porque los ha sazonado lasavia dela experiencia. Con un albor de risa fresca, Florencio lecontestó: Creí que el destino me tenía castigado, era que me hacía pasar porla universidad dela vida para conocer las cadenas yel dolor que ellas causan. En el momento oportuno llegaste tú a mi vida con tu alma florida, tu horizonte sinnubarrones y launiversidad social llegó a mi madurez para romper algo de esas cadenas que constituyen un flagelo en los grupos humanos. Puedes creer, Rosa Armonía, que noexisten frustrados, como no existe el tiempo. Ambos son ficciones del conformismo derrotista; loúnico positivo esel pensamiento enacción, donde elfruto siempre es oportuno, siempre es hermoso y donde la balanza divina juzga la humanidad, para que dela acción brote la esperanza como unrayo, o como un árbol poderoso, que seagigante en el mundo delas evoluciones con centellear deépoca nueva. Tú, Rosa Armonía, mi hijo yla legislación social semaduraron largos años enmi destino, poreso están conmigo.

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EL LENADOR- DE UN MUNDO

Dejaba caer el leñador su hacha en la parte más baja del tronco de un árbol, y sujetando con firmeza el cabo de madera, que sirve de mango al hacha, le hacía hundir una y otra vez, con golpes acompasados, en el corazón del árbol. El mundo de ese árbol, estremecido por los golpes del leñador, que lo intentaba derribar, era un terremoto. Los pájaros desesperados ante el terror de ver caer sus nidos y sus polluelos; las colonias de insectos, asentadas en el árbol, corrían alarmadas y un vibrar de ondas entre las antenas de las hormigas lanzaban comunicaciones de alarma a todas las hormigas del árbol. Un gigante desalmado pretendía destruir miles de vidas de sociedades de seres organizados. 286 Dos tórtolas dieron el último adiós a sus polluelos en un arrullo de llanto, anteloinevitable del siniestro. Varios escarabajos pequeños, presos de angustia, estaban asidos de unarama; las obreras de una colmena volaban en enjambre enloquecido y sus reinas, en medio de la turbación, esperaban en lacolmena, trasimpresionantes presagios, la destrucción de su imperio. El árbol crujió alfin, como un hondo quejido, inclinó su gigantesco tallo ycon todo elpeso de laramazón se llevó otros árboles consigo y, al quedar derribado, todo aquel mundo inferior, para quien el árbol era su asiento, sintió la hecatombe de un ciclón, con un número de seres muertos y heridos. En la colmena se partieron los panales; murieron miles de abejas obreras que servían de centinelas; la miel inundó los pasillos del palacio; las paredes de la colmena se agrietaron y sus columnas de sostén quedaron rotas. El hogar de los pájaros quedó en el suelo, y los polluelos piaban d.esesperados cuando sus padres huían de miedo. Millares de hormigas quedaron muertas, otras heridas y gran número de ellas en desconcierto; su comunicación fue interrumpida. Un escarabajo marchaba lento en una hoja de la ramazón caída, parecía triste al saludarle el viento. Simulaba ser el espectro, en colorido de un trozo de amor del bosque que movía con emoción su esqueleto, mientras su instinto le llevaba en busca de un refugio; sobre su cabeza una gota de agua, entre sus patas ya alcanza un helecho; mientras los arácnidos veían rotas sus cortinas cazadoras y muchas de sus presas, en ellas atrapadas, escapaban con alegría de una muerte segura. Las flores del árbol tornaban mustias; su vida estaba segada. El árbol era un gigante vencido, con todo su continente en un desorden tremendo, con la tristeza que tienen los caídos, con esa languidez de fallecido, cuando el ambiente expresaba la tristeza de contemplar, sobre el suelo, lo que era posición erguida, en sueño de acariciar las nubes que vagan por el cielo. El mundo viviente del árbol buscaba refugio entre las ramas y empezaba a sentir seguridad al observar que había pasado el tremendo terremoto y en medio del pánico ya lograba orientación. El leñador se frotó las manos, se secó el sudor de la cara y de los brazos y exclamó: Gracias a Dios, he cumplido la primera tarea, ahora voy a cortar la ramazón. y apretando el mango del hacha, empezó con sus golpes acompasados a trozar cada rama para dejar desnudo el tronco. Un segundo siniestro atormentaba a los habitantes del árbol; una fuerza infernal destruía hasta el último rincón de su continente habitado y muchos de estos seres lograron refugio en las cortezas, buscando la parte agrietada. 287 El leñador volvió a exclamar: Gracias a mi Dios, ya he terminado mi segunda tarea, ahora voy a rolear eltronco. y empezó a dividir en trozos el tallo del árbol, hasta lograrlo a la perfección. Esta fue la tercera tragedia de aquellos seres que sufrieron un terrible cataclismo ante la omnipotencia del hacha de un leñador. Al observar esta ocurrencia en unmundo donde sehabla de justicia, de doctrina y amor, comprendemos, con alarma, que los hechos, sucesos yacciones que son posiciones relativas de la vida delo agraciado para unos, para otros es tragedia mayor. Si enla unidad del Universo otros seres, para ajustar su mundo, destruyeran nuestro planeta, para nosotros sería un cataclismo ypara los de aquel mundo sería una empresa dehonor. Cuántas veces, ennuestro mundo social causa tragedia ydolor elhacha deun poderoso leñador, quien, enel albor desu triunfo, ignora de los mismos humanos su dolor. El hombre debería meditar cuando le corresponda serun leñador de la humanidad.

288 LA HEROINA y EL MINISTRO

Ella le daba acomodo a sus bucles dorados, formados por el pelo enrroscado en forma de cilindros, los cuales resbalaban graciosamente sobre su nuca y parecían prendidos sobre los hombros, mientras su cara plácida y graciosa dejaba contemplar sus ojos verde-agua y sus ojeras sombreadas de azul, como también una fresca sonrisa, donde se destacaba una dentadura de perlas y sus labios dilataban el carmín modelando la forma de su boca. Era una mujer joven, encantadora, con bella figura corporal, sobre torneadas piernas de un atractivo blanco marfil, vestía un traje de falda corta y tachonado, cuyos plisados completaban su gracia. Este conjunto femenino lograba el complemento armonioso en la sala de espera ministerial. A ella se acercó un hombre apuesto diciéndole: -¿Señorita hace 289 mucho que espera?­ Ella respondió: -Sí, -una hora­ -¿Tiene usted audiencia con elseñor Ministro?­ Ella contestó: -Sí. El hombre prosiguió: -Es que yo también tengo audiencia y parece que pospusieron las entrevistas, sería bueno que nos dirigiéramos a la Secretaría para informarnos; porque de lo contrario perderíamos aquí toda lamañana y losabríamos cuando cierren elDespacho.­ Ambos se dirigieron a la Secretaría y un funcionario muy amable les informó: -Pero sielseñor Ministro salió para elexterior ayer tarde y regresa dentro de 15 días, ¿Por casualidad nolooyeron enla prensa?­ El hombre respondió: No estábamos enterados, muchas gracias.­ El hombre y lajoven mujer seretiraron juntos a tomar elascensor que conduce a laplanta baja yeneltrayecto ambos celebraron el pequeño infortunio y dialogaron, identificando susprofesiones, ella era economista yél abogado; elnombre deella eraMaría de Los Angeles y eldeélJusto Ideales. Convinieron tomarse un refresco y se encaminaron a una fuente desoda. Allí, ensu diálogo, élle manifestó que iba deJuez a una población llanera y había venido a despedirse de su amigo elMinistro; encambio ella leexpresó que venía con una recomendación de amigos en solicitud de trabajo. Después de una conversación grata la pareja se separó intercambiando tarjetas con dirección e identidad. María de Los Andes despertó al día siguiente en su casa con la idea fija de buscar colocación de trabajo y se dirigió a las Oficinas del Partido Político de turno en el Gobierno y solicitó una entrevista con el Secretario General; le fue concedida más pronto de lo que ella pensaba. Ella le expuso al Jefe político: -Soy una profesional en Ciencias Económicas y necesito trabajar, como usted es Director del Partido de Gobierno ¿Me podría orientar o indicarme a quien me puedo dirigir con certeza?­ El Secretario le respondió: -Pero señorita, este es un Partido Político, aquí no hay empleo, las Dependencias del Estado no dependen del Partido.­ Ella respondió: -Es cierto pero en cierta forma, ustedes integran el Gobierno y la recomendación de ustedes es válida.­ El secretario entre su calma meditativa le dijo: -Es posible, pero usted no es del Partido ¿verdad?­ Ella respondió -No, pero podría serlo. -No es necesario, -agregó el Secretario, -sin embargo, déjeme ver que puedo hacer.­ Tomó el teléfono y preguntó por el doctor Ideales, diciendo: -Mira chico, tengo aquí a una prima mía, quien es Doctora en Ciencias 290 Económicas y te estimaría me le dieras una colocación en ese Ministerio.- El Ministro contestó: -Cómo no, Rupandeles, envíamela con unatarjeta tuya y ya está colocada- María de Los Angeles sedespidió agradecida y con su tarjeta se fue directamente al Ministerio. Su gran extrañeza era que la recomendación estaba dirigida almismo Ministro, donde sele había informado eldía anterior delasalida del Ministro alexterior; ésto la hizo tornar algo taciturna y suspasos sehicieron más lentos porel pasillo del Ministerio y en su mente rumiaba aquel apellido Ideales, mientras repetía: Me suena. Así llegó al Despacho del Ministro, esta vez estaba allí el portero y dirigiéndose a él le dijo: -Tengo entrevista con el señor Ministro, vengo del Partido de Gobierno, traigo una tarjeta de mi primo, el señor Rupandeles soy la doctora María de Los Angeles.­ El portero muy atento le dijo: -Pase, doctora, la están esperando.­ Grande fue la sorpresa de María de Los Angeles cuando encontró que el Ministro era su mismo interlocutor del día anterior. Ambos pronunciaron al unísono un -¡usted!- Dejando correr una risa de mutua satisfacción. -Oiga María de Los Angeles, -dijo el Ministro, -ocurrió que oficialmente yo salía anteayer para el exterior, algo inesperado interrumpió mi viaje, luego debí haber salido ayer cuando le encontré a usted, pero la ví en el salón de espera, sentí pena de que perdiera su tiempo, pero aún más me invadió el desconcierto de no poderla atender, por ello la aplacé, para cuando regresara.­ -No se preocupe usted señor Ministro, de todas maneras ambos somos oportunos> La Economista quedó en su cargo y el Ministro partió al exterior. Habían transcurrido catorce días desde el día en que María de Los Angeles se desempeñaba su cargo ministerial y el Ministro aún estaba ausente. Al décimoquinto día, cuando María de Los Angeles llegó a su Despacho, los funcionarios estaban alborotados y ella preguntó ¿Qué ocurre? Le respondieron, -Hay golpe de estado doctora, los militares acaban de tomar el poder.­ El resto del día fue de zozobra y espera. Al día siguiente el nuevo Ministro tomaba posesión de su cargo, el Jefe de Personal se entrevistó con el nuevo Ministro y le informó que todo el personal era de confianza, pero que la doctora María de Los Angeles era nueva en el Despacho y prima del señor Rupandeles, Secretario del Partido derrocado. Muy bien, respondió el Ministro, seguirán en sus cargos y dígale a 291 la doctora que venga a mi Despacho. María de Los Angeles entró al Despacho del nuevo Ministro, quien le dijo: -Es usted prima del señor Rupandeles?­ María de Los Angeles meditó por algunos segundos y respondió: -Exactamente, no puedo traicionar mis afectos.- El Señor Ministro agregó: -Queda usted separada del Ministerio.­ -Gracias señor Ministro- y María de Los Angeles abandonó el Despacho, meditando en la ruta hacia el hogar:, -Pero si yo no soy prima de Rupandeles, fue la primera vez que lo víen mi vida, pero sin duda es primo de acción y sería una traición a lo hermoso de aquella mentira piadosa que brindaba solución a mi problema. María de Los Angeles logró trabajo en una empresa industrial y allí estuvo durante varios años. Por contactos casuales conoció a miembros del Partido derrocado y con ellos se sumó a los actos de conspiración política en las filas de la resistencia. Tuvo muchas noches de vigilia, desempeñó misiones peligrosas, por su habilidad y persistencia logró fama y confianza entre los grupos aguerridos oponentes al régimen militar. Ella era ágil dictando proclamas, organizando grupos y promoviendo huelgas. Un día, al llegar María de Los Angeles a las ocho de la mañana a su oficina de trabajo, el personal de la industria estaba alborotado. ¿Qué ocurre? Inquirió María de Los Angeles. -Un golpe de estado doctora, -le respondió un capataz, -Creo que el Gobierno se tambalea -díjo otro, -Este Gobierno está listo para caer,­ agregó una muchacha, al observar que los aviones de guerra estaban ametrallando a los cuarteles. Los obreros no entraban a la fábrica, estaban a la espectativa en los patios y estacionamientos de vehículos de la industria. La cara de María de Los Angeles se revestía de alegría y el carmín de sus labios se desbordaba en risa de satisfacción. El jefe de la industria se le acercó diciéndole: -Doctora, usted está muy alegre, pero 10que está ocurriendo no es cosa de juego, ni quiero en esta industria gente de oposición, vine a hablarle a los obreros para hacerlos entrar en los talleres.­ María de Los Angeles le contestó: -No se preocupe 10 haré yo -y saliendo al patio subió a un montículo y se dirigió a los trabajadores: "Compatriotas, este Gobierno despótico está a punto de caer, lancémonos a la calle a desarmar la policía, a levantar los estudiantes, a llamar al pueblo a la guerra" y colocándose al frente de la turba salió a las avenidas gritando" ¡Abajo el régimen!" y dando vivas a la revolución. Obreros de otras fábricas se agregaron. Grupos numerosos de 292 estudiantes aumentaban el tumulto. María de Los Angeles arengaba la masa yalgunas pistolas eran arrebatadas a los agentes de laseguridad pública. La ciudad se había transformado enunlaberinto espantoso, los bloques deurbanizaciones obreras hacían resistencias a los guardias y al ejército. El día sehabía tornado tormentoso, lalucha seprolongó toda la noche. Al día siguiente las estaciones deradio y televisión anunciaban que elgolpe contra elGobierno había fracasado. María de Los Angeles se encontraba en un suburbio de la ciudad donde la había empujado la bataola, allí estaba ella rodeada de grupos populares y repetía continuamente: "Esperen, tengan confianza, los acontecimientos se prolongarán". Un hombre trajo la noticia: centrales de trabajadores, obreros y Partidos políticos de oposición declaraban la huelga general para el día siguiente. María de Los Angeles se dirigió a su público: "Hemos triunfado, la huelga será total en el país, no hay quien resista una insurrección popular, acampemos todos aquí que mañana atacaremos para hacer efectiva la huelga". La gente del barrio se enardecía con las palabras de María de Los Angeles y al cobijo de un rancho, María de Los Angeles se recostó a pasar la noche y a descansar de la fatiga. Las horas nocturnas habían tornado silenciosas, ya no se oían ni gritos ni disparos. María de Los Angeles meditaba en el altar de la alta madrugada; sentía angustias, creyó tener nudos en la garganta y por momentos se sintió desfallecer: Dios mío, no podemos fracasar; qué será de mi familia, qué dirán mis padres y mis hermanos, me darán por muerta seguramente, no se qué fuerza me impulsa a llevar esto adelante; ya no puedo regresar a la industria, quizás tampoco a mi casa. En fin, Dios es grande, triunfaremos. Al amanecer en horas tempranas, María de Los Angeles comenzó sus arengas, la huelga debía empezar a las doce del día y a esa hora llegó María de Los Angeles al centro de la ciudad, al frente de las turbas. El ambiente no estaba caldeado como ella lo había imaginado, ni la policía actuaba en forma muy agresiva; a las dos de la tarde la gente se dirigía a sus respectivos trabajos de mansedumbre. El sitio de reunión huelgaria parecía más bien una reunión de un cuartel de policía. María de Los Angeles se dirigió a su pueblo: "Ataquen a los establecimientos comerciales, a quemar las industrias y a dispararles a los locales bancarios". Dos horas más tarde la ciudad era un infierno, ardían industrias, los establecimientos comerciales cerraban e igualmente la Banca. 293 Al cuartel de policía llegaba la noticia: "Una rubia endemoniada está sublevando al pueblo y a los estudiantes". El jefe de Policía dictó su orden: "Atrápenla viva o muerta". María de Los Angeles seencontraba enelcentro dela ciudad al frente dela agitación callejera. La policía trataba derodear elsitio. María de Los Angeles ordenó "¡Ataquen! ¡A la carga contra la policía!". . El oficial de policía escogió entre sus agentes dos hombres: a Pedro Primero y a Juan Mosqueao, buenos tiradores: "Apéstense en la otra esquina y me raspan a la catira esa" -les dijo. La turba atacaba en forma desordenada y yala policía apostada tenía a buen tiro a Maria deLos Angeles, yaenla mira de los fusiles, ambos cargadores lareferían con susarmas. El Jefe de Policía miraba complacido la cacería tendida a la rubia, yaa punto de disparar a punto fijo sobre ella. Uno delos policías dijo al otro -¿Y tú crees, mivale, que este gobierno está caído? Me parece que estamos defendiendo un muerto­ -Iuuuu, -repitió el otro. El Jefe de Policía seles acercó -¿Qué les pasa, idiotas, qué no disparan?­ Pedro Primero volvió su rifle y disparó contra el Jefe de Policía y gritó "viva el pueblo". María de Los Angeles que estaba cerca gritó: -¡Tenemos policías aliados, avancen!- Pedro Primero y Juan Mosqueao se pusieron al lado de María de Los Angeles diciéndole: -Cuenten con nosotros catira- y continuaron expresándose: -que la gente no pase por el puente, porque allí están las ametralladoras; eludan este y aquel sitio que son peligrosos; ataquemos en rodeo por aquí, por allá- Y así la masa popular remolineando, impulsados por arengas de estudiantes, continuaban una lucha desesperada. Llegó la noche y María de Los Angeles, entre un gran grupo humano se encontraba en un bloque de urbanizaciones obreras, casi exhausta; entre uno de los apartamentos, en las mismas condiciones llegó un hombre fuerte, joven y con los rastros de la lucha en todo su cuerpo; María de Los Angeles 10 miró y él la miró a ella y fue al unísono la exclamación -¡Usted!- y ambos desbordaron una carcajada de alegría, era el Dr. Ideales el antiguo Ministro, quien en esta ocasión la felicitó diciéndole: -¡Oh! María de Los Angeles, es usted la rubia terrible, con toda seguridad que su primo Rupendales se va a sentir muy orgulloso de usted.­ Ella sonrió,. -Yo creo que sí, -fue su respuesta. Esa fue una noche de diálogo entre María de Los Angeles y el Dr. 294 Justo Ideales. El no cesaba en contemplar belleza con alma de volcán, inspiradora de amor patrio enelfragor dela lucha. Ideales ledijo: -María de Los Angeles descanse un poco.­ Mientras ella dormía, eraélquien meditaba: ¡Que linda! Ypensar queestos desgraciados la tienen sentenciada a muerte, quécruel e injusta esla vida, ella loque merece es un pedestal de amor con la gloria de unaheroína. Yensu disquisición íntima él declaraba: es muy difícil ganar esta batalla, creo que estamos perdidos. Al despertar el día, uno del pueblo entró al apartamento, -Tengo buenas noticias -díjo, -la Marina de Guerra se ha sublevado a favor nuestro.­ María de Los Angeles oyó la noticia, salió como un rayo y desde el balcón del apartamento se dirigió a la turba que estaba en los patios, diciéndole: "La marina de guerra se ha sublevado a favor nuestro, volvamos al centro de la ciudad" Y sin esperar más, ya con veteranía entró en el corazón de la masa popular. A su lado estaba Justo Ideales, Pedro Primero y Juan Mosqueao. En efecto las emisoras de radio comunicación anunciaban que el Gobierno había sido depuesto por el ejército y la marina de Guerra, constituyéndose una Junta de Gobierno. La alegría fue inmensa, casi un carnaval. Justo Ideales y María de Los Angeles llegaron a la casa nacional de su Partido. El señor Rupendales y el público asistente los recibieron con demostraciones de júbilo. Rupendales dirigiéndose a ellos y en especial a María de Los Angeles le manifestó: -Falsa primita, ahora si que te has ganado un gran cargo.­ -Desde luego, -respondió el Dr. Justo Ideales, -el que cabe en mi corazón y el que da luz en mis sentimientos.­ María de Los Angeles e Ideales cruzaron lo sublime de una mirada al sentirse unidos en las alas de la emoción que brinda el triunfo, mientras las ropas desgarradas de María de Los Angeles flameaban como banderas, sus corazones palpitaron con hálito de aves fénix y el sol dorado de un cenit hizo en ellos un nido de calor, que sienten las almas, cuando más allá del peligro, después de salvar lo abismal, se vive la primavera cálida de un revivir.

295 LA NATURALEZA EN LO HUMANO

Elsalón era espacioso y un grupo de jóvenes empezaban a ocupar los asientos hasta dejar completo el Auditorium, mientras el con­ ferencista ocupaba una mesa escritorio en el estrado, desde donde se dirigía a la concurrencia. Señores: Yo vengo a tratar la materia de los conceptos y su importancia en la vida del hombre. Esta conferencia tiene carácter contradictorio y la polémica que aquí se suscite, sin duda, debe ser provechosa. Amigos míos: el concepto es una posición del pensamiento humano y es fruto de las leyes, 10contrario al concepto es el anti-concepto o sea la antítesis de las leyes naturales. Y aunque parezca extraño, porque la costumbre de pensar 10 ha establecido así, voy a exponer como antítesis de 10tradicio­ 296 nal, que los conceptos son frutos de las leyes naturales y tanto es así que los conceptos llegan a ser ciencia. El hombre posee una gama de conceptos, taninfinitos, como su pensamiento, como sussentimientos y como laesencia queles dioorigen. Por ejemplo: el derecho que da origen alordenamiento jurídico de las naciones esun concepto general, sub-dividido en unaserie de conceptos donde sevierte la razón social. Yen estos conceptos se conlleva 10 moral, 10 místico, 10 pragmático, 10 material, loespiritual y hasta lo divino. Yes la gama donde el ser humano se perfecciona, donde discurre sus sentimientos y donde el legislador penetra en los grandes principios, donde lo hermoso de la sensibilidad vibra en el mundo social en aras del bien y la justicia. Señores. Ruperto Agrio, uno de los asistentes, tomó la palabra y dijo: -Pro­ fesor, defínanos qué es el sentimiento y si es conceptual, por qué es natural y cuál es la ley que 10 rige. El Profesor contestó: -La Naturaleza pensante del ser, materia sublime, ofrece una serie de corrientes armoniosas, como el planeta posee sus redes fluviales y, como la parte conocida del cuerpo humano posee el torrencial sanguíneo y como el cosmos comprobado posee corrientes de energía que nutren el Universo. Siguiendo su propia Naturaleza, el ser manifiesta parte de su existencia en eso que denominamos sentimiento y sigue leyes precisas, las cuales vibran en el subconsciente del Ser, siempre acompañada de un común denominador que el instinto es de posesión y de pensamiento; así, la valentía, el miedo, el amor, el odio, el deseo, la compasión, la ira, el idealismo y una gama más sin fin, no son más que una fase de la Naturaleza del Ser donde el hombre se proyecta, se desarrolla y perfecciona. Muchos sentimientos son comprobados, como son comprobados las ondas hertzianas. Por ejemplo, si ofendemos a nuestros semejantes con hechos o palabras la reacción del Ser ofendido tiene fuerza de huracán humano y vibra dentro de sí, repitiendo con su sentimiento y con su acción al sentimiento que le ha herido. Y si conquistamos con el sentimiento del amor, el Ser amable reboza de felicidad y se desborda su dicha en el alma, en el pensamiento y los sentidos. Si no existiera una Naturaleza sublime dentro del Ser, tampoco existirían sus manifestaciones. La antítesis de este concepto podrá satisfacer al que la sostiene; pero, por ello, esa parte de la Naturaleza no dejará de existir. Por ejemplo, el ciego puede negar la luz porque no la captan sus ojos; pero sin embargo la luz existe. Después de un breve silencio, Rojas Armas de Lanzas Rotas tomó la palabra. Profesor, los ordenamientos jurídicos de las naciones, cambian con los sistemas y con las épocas; diga usted, ¿Es acaso que ha cambiado la Naturaleza o sus leyes se han trastocado? 297 El Profesor contestó: -La Naturaleza del Ser no ha cambiado, es que ha crecido y se ha proyectado, porque el Ser humano es un eterno adolescente y su edad es el curso de la historia y la humanidad actúa de acuerdo con su crecimiento, el cual se manifiesta en la prolongación de su pensamiento, el que cada día madura y describe algo más del infinito de su Naturaleza- Justo Negativo tomó la palabra y preguntó: Profesor, explique usted en cuanto a la Naturaleza, ¿qué es la materia y qué es el espíritu?­ El Profesor contestó: -La materia es la manifestación de la energía y el espíritu también lo es, la primera es la corteza, la segunda el contenido y las dos son una consecuencia de una incógnita desconocida, que denominamos Creación o Naturaleza, la cual comprobamos cuando estamos seguros que existimos. Nadie puede negar la existencia del pensamiento, el cual razona sobre la vida y sobre las leyes que la motivan; el pensamiento indaga, investiga y es la manifestación más perfecta de la vida y, como simple manifestación, el pensamiento aún no es la vida. El pensamiento es el instrumento que utiliza el Todo del Ser humano, como un término de comparación para comprobar la existencia del Ser. Por ejemplo: Quien sufra una parálisis en el cerebro ignora si existe, pero sin embargo tiene vida- Augusto Majestad pidió la palabra: -Profesor, la humanidad continuamente cambia de conceptos, explique usted, si la Naturaleza y sus leyes son inmutables; por qué son mutables sus conceptos- El Profesor contestó: -Es el caso que nunca ha existido mutación de conceptos, lo que ocurre es que el hombre, siguiendo el rumbo de sus instintos naturales, entre lo primitivo de su pensamiento, en el curso de su edad histórica, siempre ha estado fallo por falta de desarrollo en la claridad de sus conceptos. Y por otra parte, el hombre cae en el negativismo de sí mismo, por las ansias de lograr posiciones inmediatas de su existencia en sociedad y para romper los conceptos no claros y estáticos de un dogmatismo subjetivo, empieza a negar una parte de su Ser, como el materialista radical, que le da por creer en la corteza que lo forma y no en el contenido que le da vida. Yel caso del espiritualista radical que de tanto creer en la parte sutil de su Naturaleza, llega a despreciar su corteza, como una caparazón inservible; pero aunque estos dos negativismos siguen formando polémica, la Naturaleza sigue siendo la misma y el desarrollo del Ser humano continua creciendo entre sus leyes, a pesar de las antítesis, pseudoconceptuales de los seres humanos en contradictoria porfía- El Profesor dio por agotado el tiempo y propuso que en otra ocasión se continuaría la temática. Los concurrentes empezaron a abandonar el salón y aún entre 298 ellos se oía los comentarios, que dejaban conocer sus inquietudes.

, • -,',.,"f ~~ ••. ,-" , ,' .' ¡..~ Flor de la Luz, sujeta del brazo de Gabriel Equilibrio marchaba silenciosa ypensativa, como si quisiera aflorar en ella una conclusión. Gabriel Equilibrio trataba de animarla con un chiste. La pareja caminaba rumbo a la casa de Flor de la Luz, cuando ella habló a Gabriel: -Mi amor-le dijo, -creo haber aprendido algo y es que el amor no puede ser una práctica desordenada, porque ello termina por destruir muchas cosas preciosas que se pueden conquistar en la prolongación de la vida. Yo creo, Gabriel, que el Profesor tiene razón, porque el instinto de maternidad conduce al sacrificio de realizar hasta lo imposible por la felicidad de los hijos y si fuera como el resto de los animales, aunque a ellos les asista también el instinto de protección a sus críos, los seres humanos tenemos una Naturaleza más alta, más allá del deleite, es una inspiración que brota como una fuente, que por cierto no brota de la carne; sin duda es de una Naturaleza que está sujeta por la carne; es ella la que sustenta la fe y de donde se deriva la organización social y donde el equilibrio y la felicidad son posibles, mientras no se tergiverse sus leyes- Gabriel contestó, -Yo creo, Flor de la Luz, que existe algo positivo en eso que tu expresas- Un mes más tarde se celebraba una fiesta de graduación y un grupo de amigos celebraban el acontecimiento. Y salió a colación el tema de la conferencia. Prieto Rojo, joven considerado de talento exponía: -No estoy de acuerdo con el Profesor, el Ser humano sólo es lo que vemos con nuestros propios ojos, lo demás es caer en disquisiciones absurdas; es el hombre quien hace las leyes y las corrige y de acuerdo con el sistema de gobierno, el hombre puede ser más o menos feliz. y así continuaron las discusiones, separándose las opiniones en bandos diferentes. Flor de la Luz y Gabriel tomaron partido a favor de las opiniones del Profesor. Terminó el festejo de graduación. Cada nuevo profesional tomaría su ruta en la sociedad, para hacer suyo el devenir de su destino. Veinte años más tarde, en una ciudad del país, una pareja de profesionales del derecho se dirigía a un teatro local con el objeto de oir una conferencia sobre la humanidad y sus proyecciones. Al tomar su ubicación en las butacas la pareja, el hombre se dirigió a la dama diciéndole: -Flor de la Luz, mira quien está en el estrado- -Si, Gabriel, ya lo veo, es Pietro Rojo. Será muy interesante oirlo. Con toda seguridad expondrá sus teorías sobre el materialismo- El Profesor Pietro Rojo inició su conferencia: Señores: Yo vengo a hablarles sobre la humanidad y sus proyecciones. Es temática apasionante la proyección del Ser en sus diversas manifestaciones. El 299 hombre es un Universo, con su Naturaleza de radiaciones dentro de una corteza que le sostiene. El hombre es una manifestación de lo absoluto y lo absoluto está constituido por una conjunción de leyes, difíciles de determinarporque su existencia, hasta este momento histórico, se nos hace presente por las manifestaciones sensoriales de una parte del Se. Y por losraudales sentimentales de esa otra parte de la Naturaleza donde el Ser tienela posibilidad de adquirirlas grandezas de sus concepciones y de comprobar la grandeza del Universo. Por la cual,el Serhumanose queda absorto en el mundo de las investigaciones que dieronorigena la Creación. -y así continuó su conferencia. Florde la Luz y Gabriel esposos amantísimos, eran los primeros sorprendidos del cambio radicalde aquelpensador. Resolvieron asílosdos esperar a PietroRojo para saludarloa la salida del teatro. Enun grupo de admiradores del conferencista veníaPietroRojo. Flor de la Luz yGabriel le salieron al encuentro, la sorpresa fue grata y cariñosa. EL matrimonio invitó a PietroRojo a su hogar. Yya en él, saboreando una taza de café, iniciaron un diálogoen el cual PietroRojo expuso: -amigos míos, recorrí muchos caminos, destruí mucho de mi mundo para poder comprender; de tanto ser simplistaen lo radical de una interpretación pequeña, lleguéa comprender la Naturalezade la vida y para reivindicar mi pensamiento, me lancé como predicador, para llevarun rayo de luz al pensamiento de los ciegos y demostraral negativismo que la Naturaleza y sus leyes son inmutables. Y que por más que se niegue su existencia, ellasigueimpertérrita, en lo majestuoso del Universo- PietroRojo se despidió de sus amigos. Florde la Luzy Gabriel Equilibrio se dieron un abrazo amoroso en el seno del hogar y comentaron: Cómo ahorramos caminos nosotros. Y el mejor conferencista nos dio la luz de la dicha. Y ese conferencista no fue másque el amor conla esencia de la incógnita que los sabios denominan Naturaleza, Misterio infinito de Creación, Investigación Perfecta; pero que más fácil es resumirlo y, en una palabra sencilla, mejor es llamarlo Dios­

300 SABIDURIA EN EL BOSQUE

Dos ancianos, sentados en el tronco de un árbol caído en el bosque cercano de la ciudad, disfrutaban del ambiente apacible del fresco de la arboleda y de la soledad. Uno de ellos escribía en un blanco pergamino y le servía de escritorio un viejo libro sobre sus piernas. Era un anciano de semblanza amable, de luenga barba y ojos azules; su piel arrugada simulaba guantes en sus finas manos. El otro anciano de pelo abundante, negro y canoso, de ojos negros y de piel quemada, leía con pasión lo que otro anciano escribía. Una abeja dorada se posó sobre el blanco pergamino donde escribía uno de los ancianos. Ella contempló; tenía la abeja el color dorado del trino, lo alado de una fantasía en lo rubio de una imaginación soñada; debería tener ella sabor de miel, alma del aroma de 301 la flora y ternura de un trabajo soñador. El otro anciano observó que su amigo estaba absorto en una contemplación y le preguntó: -¿Qué ocurre? -Contemplo una maravilla -contestó el otro anciano-luego prosiguió: -Una abeja fatigada que regresa a su enjambre, en mi pergamino está posando, quizás está cansada y estoy esperando que repose este gigante del trabajo, mientras yo hago un alto y aprendo algo de este infatigable trabajador. Los dos ancianos eran dos sabios que hurgaban, en sus pensamientos, lo mejor de sus proyecciones para dejar un mensaje a los humanos, como un cometa de luz, en el alma de los siglos. La abeja movió sus alas, recorrió un espacio del papel sin derramar el polen que portaba; miró el infinito que le faltaba por recorrer, levantó de nuevo el vuelo y, entre sonrisas de gracia, los sabios la contemplaban. Prosiguieron los ancianos su trabajo. El sabio lector interrumpió el silencio: -Dices en este párrafo que la inocencia termina con la información, como la tiniebla termina donde empieza la luz ytambién dices que es más culpable el Juez que el pecador. -Es así, -contestó el otro- La inocencia es la ignorancia de un hecho, de un suceso; es la ignorancia de las ciencias por lo que el individuo actúa inocentemente, por ignorancia. Y quien condena al que inocentemente peca es más culpable que el pecador. Si el pecador hubiera estado informado, ya no sería inocente y no se puede prejuzgar una culpabilidad que está en el futuro.­ y el interlocutor le contestó: -No en todos los casos, porque la inocencia también es el fruto inmaduro, carente de apreciación; es la buena fe sin juzgar los hechos, cuando no se es un especialista de la buena fe; es confiar en otro ignorando el mal que sienta al justo en la silla del pecador; puede ser un mal sistema social la causa y su fruto un inocente con la merienda obligada del pecador.­ y contestó el otro anciano: -Eso es posible en el caso del niño cuando viene de un hogar sin timón y cuando el malvado inicia al niño y al adolescente en el vicio, sorprendiendo su incauto talento y su inmadurez de principio. El otro sabio, tras leve sonrisa, contestó: -Entonces los avaros de la sociedad, los que impiden la reforma social, los grandes señores de una época, dueños de las leyes, del convencionalismo y de su moral, que atesoraron la posición que lo sustenta, son malvados que es preciso juzgar y si los jueces de esa época juzgan a las víctimas y entronizan a los poderosos, esos jueces son malvados de un sello secular> 302 El otro anciano contestó: -Por eso digo que a veces los jueces son

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más pecadores que elpecador.­ -Comprendo, repitió elotro anciano y continuaron ensimismados ensus labores de lector y deescritor. Unmundo de ideas, de principios y profundidad humana revestía elpalacio delpensamiento de aquellos cultores del humanismo, quienes, al destilar sus sentimientos, cincelaban parala humanidad un camino de perfección en la trayectoria de los siglos. Ya caía el sol de la tarde, sus reflejos mortecinos formaban puñales de luces cortando la sombra del bosque y las aves, en ligeros trinos, viajaban rumbo a sus nidos; los insectos nocturnos empezaban a despertar, el bosque tornaba umbrío y la noche galopaba en el horizonte, rumbo albosque; se disponían los sabios a regresar, marchaban como dos antigüedades sobre los caminos viejos, con un enjambre de soles nuevos enel pensamiento, galopando en potro del sentimiento sobre el piafar de labondad y se marcharon con su libro nuevo para quedar eternamente viviendo en la armonía cultora del pensamiento de un sueño majestuoso dela humanidad.

304

,,' AMOR SIN DESTINO

Las espigas de agua de la fuente simulaban ser niveos penachos con oleajes dorados cuando reflejaban el sol. Salpicaba el agua de la fuente sobre los dos enamorados, quienes sentados al borde de ella, libaban la ternura que desgrana el alma. Las endechas del amor tornan floridas entre cascabeles de besos y calor de infinito humano. Dulce Prudencia era una mujer bella, sus manos acariciaban con frescura de amanecer en lo sugerente de una orquídea recién nacida y Ramón Agreste, su novio, la contemplaba con esa emoción que tiene el creyente cuando se arrodilla ante Dios. Fuertes y enamorados formaban la cumbre de un éxtasis en el parque, mientras sus promesas tenían el sabor sugerente que se siente en un recinto delicado, la oración. Los dos se fueron sujetos de las 305 manos rumbo a la casita rosada donde ella vivía. Ya cerca de la vivienda, en un suspenso de despedida hasta el día siguiente, dejaron amarrado el cariño en cadena invisible que teje el amor, cuando la dicha inflama los pechos y el corazón galopa en el fluir de la imaginación, en los pétalos que desgrana la vida. El día siguiente, Ramón Agreste se entregaba a sus labores de Director Ejecutivo en la empresa textil "Rosa de Los Vientos". En su mente flotaba la figura exquisita de Dulce Prudencia. Pero algo le hacía sentir temor ante aquel amor sagrado. El era un hombre inquieto, con ambiciones empresariales y anhelos de conquista de fortuna. Había oído hablar del negocio del caucho, del negocio del ganado en regiones lejanas, de lo atrayente de las minas de oro. Ramón Agreste hizo planes y presentó sus proyectos a Dulce Prudencia; ella no estuvo muy de acuerdo, porque ésto involucraba ausencia; pero el entusiasmo con que él le habló, del capital que él lograría en la explotación del caucho y en otras riquezas naturales, le hicieron ceder. Ramón Agreste logró entusiasmar a un grupo de inversionistas y con la adquisición de una concesión para la explotación del caucho, organizó una empresa y salió al interior del país, hacia las selvas amazónicas. Dulce Prudencia iba prendida en sus recuerdos. Después de tramontar algunos ríos, vadear pantanos, llegó con su grupo de exploradores a la zona de los cauchales. Apoyado en los técnicos en la materia inició la explotación. Transcurrió un año. La producción cubría los gastos, brindaba experiencia y muchas esperanzas. Ramón Agreste hizo amistad con tribus primitivas. La soledad, la nostalgia y el ambiente, le condujeron a estrechar sus relaciones humanas con hombres y mujeres de aquellas familias tribales. Libanay era una joven india de veinteaños de edad, ella lucía con requiebros femeninos a Ramón Agreste, lo sorprendía en su campamento, le sonreía con emoción de cascada desafiando la exhuberancia. Cuando Ramón Agreste iba a nadar al río, Libanay lo sorprendía; ella nadaba con agilidad de sirena. Ya se había hecho motivo de su pensamientoo Fue un día entre la maleza fresca cercana a un arroyuelo, cuando cayó en los brazos de él. Les envolvió el enigma en el embrujo primitivo. Libanay pasó a vivir en el campamento, Ramón Agreste sentía de pronto felicidad y de pronto angustia. Sus compañeros de labores respetaban a esta mujer y algunos advertían que la vida de Ramón Agreste se iba quedando en aquellos lugares con fervor y con expresión 306 definitiva. Diez años más tarde Ramón Agreste era un hombre selvático, veterano en la explotación de cauchos y con vida hogareña selvática. Libanay había tenido un hijo de él y llevaba por nombre Roble Agreste. Los recuerdos de la ciudad se habían desvanecido en el pensamiento de Ramón Agreste, quien por temporadas salía hasta las ciudades vecinas en viajes de negocios relacionados con el caucho. Su calendario se limitaba a las épocas lluviosas ya las de sequías. Su mundo ya estaba hecho en aquellas regiones. Había llegado a amar a su mujer y criaba a su hijo a su semejanza. Roble Agreste era inteligente y ayudaba a su padre, contaba dieciseis años de edad, y ya se sentía un cacique cauchero. Cerca de la zona del caucho se establecieron misiones religiosas dedicadas a la atención de las tribus aborígenes en su mejoramiento social. Al efecto, fundaron hospitales, escuelas de artes y oficios, iglesias y residencia para grupos jóvenes. Una epidemia azotó la zona. Médicos enviados por el gobierno regional comprobaron que se trataba de fiebre amarilla y procedieron a efectuar una vacunación masiva. Visitaron las tribus circundantes y la zona de explotación cauchera. Ramón Agreste, Libanay y su hijo estaban afectados del mal. Los médicos resolvieron trasladarlos al hospital de las misiones. Libanay falleció antes de llegar al centro asistencial. Ramón Agreste y su hijo fueron internados en el hospital. La religiosa, directora del hospital visitó a los enfermos. Ramón Agreste sintió sobre su frente la ternura de una mano fresca como el amanecer y su mirada casi nublada contempló a una mujer blanca con traje de religiosa, que le decía: calma, Ramón. y el sintió el agua fresca de una fuente en un parque lejano. Yal sentir que la religiosa tomaba sus manos y le repetía: -Calma Ramón, calma amor, quizás he llegado tarde; pero si Dios no hizo de mi destino el angel de tu hogar me trajo hasta aquí, para conducirte a su reino divino-o -¡Dulce Prudencia!; -pronunciaron los labios de Ramón Agreste-, Perdóname y ayuda a mi hijo que él es un trozo de los sueños que tu hiciste nacer en mi vida. Dulce Prudencia cerró los ojos de Ramón Agreste y la fuente de su alma le salpicó con lágrimas de amor. Sobre la tumba de Ramón Agreste, Dulce Prudencia dejó el manto de sus oraciones. Y,en la soledad del bosque, Dulce Prudencia balbuceó: La 307 ambición apaga hasta la luz de una aurora y es capaz hasta de secar el océano y lograr convertir un sagrario de amor en calvario, dejando con muchas penas y con mucho dolor 10 que pudo haber sido una dicha eterna. Pero erademasiado bello para que existiera. Dulce Prudencia regresó a su ciudad natal acompañada de un joven. Ymientras la nave de regreso cortaba el azul del mar, ella desgranaba susoraciones en las escalas delviento y, mirando un ave marina que rizaba la inmensidad, dejó vagar su pensamiento, enviando su mensaje en el impulso del silencio: Ave hermosa que llevas el rumbo que yo dejo, sieres elalma de Ramón Agreste, llévate el Ave María de mis sueños, para que arrulle eternamente nuestro recuerdo.

308 EL ENCUENTRO DE DOS RUMBOS EN UN MISMO CAMINO

En el frente del edificio del colegio el nombre "El Gran Mariscal". En una parcela de terreno inmediato al colegio y en posición paralela, se encontraba establecida una gran industria fabril, lucía imponente, se oía el ruido de sus maquinarias y a la hora que señalaba el fin de la jornada, se observaba el tumulto de trabajadores que en ella laboraban. Juan José y Claribel, a la salida del colegio, se quedaban contemplando el movimiento de máquinas y el movimiento humano que se desplazaban de la planta de la gigantesca industria. Ellos oían hablar de la producción moderna, de los adelantos de las máquinas,del número de braceros y de todo lo que se derivaba de aquel mundo fabril. Transcurrieron los años y tanto el colegio como la planta industrial eran familiares al estudiantado y a los habitantes de la zona. Estudiar 309 aquí y trabajar allá fue el sueño de muchos estudiantes. Llegó el día de la graduación de bachilleres y Juan José y Claribel estuvieron entre los laureados, rebosantes de alegría en estrecha amistad. El proyectaba estudiar sociología y ella sicología y entre ambos hacían proyectos para su futuro. Fiestas de graduaciones y vacaciones fueron las actividades de los días siguientes. Llegó la época de la matriculación universitaria; Juan José y Claribel entraron a la facultad de sus anhelos. En la universidad ambos estudiantes sufrieron el impacto de los pensamientos políticos y de las consideraciones sobre los diversos grupos humanos que integran a las sociedades. Oyeron hablar de privilegiados, de marginados, de justicia social y de toda la problemática humana. Juan José y Claribel cambiaron ideas sobre el contenido de estas materias y asociaron sus esfuerzos en sus estudios e investigaciones. Muchas veces cruzaron juntos la ciudad y por razones de estudios, de acuerdo con los programas universitarios, visitaron industrias, centros de capacitación laboral, institutos científicos y económicos y muchas entidades del Estado.Unidos elaboraron sus proyectos y unidos lograron culminar sus cincos años de carrera universitaria. Otros festejos de grados iluminó la esperanza de los estudiantes. Los sentimientos del amor coronaban también en sus espíritus la consagración de una posible unión conyugal. Juan José logró una colocación, como sociólogo, de Jefe de personal del Complejo Industrial Productos Country o sea la misma industria ubicada frente al colegio Gran Mariscal y su primera preocupación fue lograr una colocación para Maribel, consiguiéndola en la misma industria el cargo de Segundo Jefe de personal. Al principio les pareció maravilloso, sobre todo cuando a los seis meses de trabajo les fue posible contraer matrimonio. El primer encuentro rudo con su mundo emocional lo tuvieron ambos cuando se presentó el primer conflicto laboral y eran ellos los encargados de solucionarlo. Juan José y Claribel fueron citados a la Junta Directiva de la empresa para recibir instrucciones y cumplido este hecho se citaron con la representación laboral a las ocho de la mañana de un viernes. Juan José y Claribelllegaron muy temprano, entraron por la puerta frente al colegio. Los dos se quedaron sumidos por el recuerdo contemplando aquel lugar y luego entraron a los despachos de la industria. Media hora mas tarde hacía su entrada al mismo sitio la representación laboral, encabezada por un hombre entrado en años, de expresión dura, de mirar profundo, apacible como un sol en su ruta y tranquilo como la fiera jefe de un cubil, con dominio del mundo que le rodea. 310 El Jefe de la misión obrera se sentó frente a [uan José y Claribel. De pronto el hombre iluminó su rostro con una sonrisa y con expresión de dulzura humana exclamó: -Pero si es Juan José y Claribellos muchachos del colegio de enfrente, los que han enviado para atender nuestros pliegos de peticiones con carácter conflictivo!­ Sí, -repuso Juan José, somos nosotros; usted es Don Calvo Fuerte, nosotros lo recordamos mucho. El viejo repuso con lentitud: -Sí, hijos míos, lo único es que es una tarea demasiado fuerte para ustedes, porque nosotros los trabajadores traemos una dosis de amargura, que se nos ha cultivado durante muchos años,. por lo que se ha producido una guerra sicológica en las relaciones obrero patronales. Les explicaré: en esta época, las voluntades y las justicias están manejadas por los conceptos del dinero; los medios de comunicación social son empresas que dependen del dinero, hasta las decisiones y hasta nosotros lo obreros somos esclavos alquilados por el dinero, con esperanzas mustias y limitadas; nuestras razones no sólo dejan de ser oídas, sino que además, al expresarlas, son tergiversadas y con la fuerza del mismo Estado se nos atropella, ha­ ciendo de nuestras razones posiciones sin contenido. Pero esta vez vamos a intentar una huelga general en todas las industrias del mismo ramo; nos apoyan los trabajadores confederados de nuestro mismo gremio.- Claribel, interrumpió: -Don Clavo Fuerte ¿cuáles son esas aspiraciones de ustedes?­ Don Calvo Fuerte contestó: -Cuarenta y Cuatro horas de trabajo semanales para obtener así medio día de descanso en la semana; aumento de un diez por ciento del salario, destinado a Caja de Ahorros para formar una Cooperativa de Vivienda y fundación de una escuela primaria en el barrio de los trabajadores, para que nuestros niños puedan ir a una escuela, aunque sea primaria, ya que es difícil obtener cupo en las escuelas oficiales de las cercanías. Queremos un Dispensario Médico y un Convenio con un mayorista de medicinas que nos haga precios especiales. A Juan José y a Claribelles pareció que esta solicitud no era mayor cosa y casi al unísono respondieron: -Bueno, nosotros creemos que no es gran cosa lo que ustedes piden,le prometemos que mañana mismo llevaremos este planteamiento a la Junta Directiva y creemos que será caso resuelto-o Don Calvo Fuerte contestó: -En el alma tierna y juvenil de ustedes estas reivindicaciones no significan mucho; pero cuando ustedes lo hagan del conocimiento de los gorilas del dinero, ya verán lo que va a suceder.­ 311 Juan José y Claribel contestaron: -Descuide usted, Don Calvo Fuerte, el próximo viernes a las ocho de la mañana loesperamos aquí-o Calvo Fuerte sonrió y les dijo: -Ojalá hijos míos, ojalá. Al díasiguiente Juan José y Claribel se presentaron al Directorio de la empresa e hicieron del conocimiento de la Junta Directiva las aspiraciones de los trabajadores. El Presidente de la empresa sedirigió a los demás componentes de laJunta y expresó: -¡Oyeron eso! -Québandidos, cómo seles ocurre; insolentes: qué se habrán creído esos desalmados trabajadores,-como quenosaben que esta empresa tiene apoyo del Gobierno.­ Otro de los miembros directivos expresó: -Ya me voy a hablar con elJefe Equis Rum paraque envíe aquí un pelotón de policías. Yotrorepuso: -Yo voy a hablar con el Dr. [uanábano Colorado paraque me enjuicie esos vagabundos. Yotroagregó: -Lo que merecen es que losmaten a todos. Finalmente, elPresidente se dirigió a Juan José y a Claribel diciéndoles: -Doctores, háganle saber a esos bichos quesi insisten quedarán botados de aquí por maleantes. Claribel y Juan José se despidieron amablemente y salieron del Despacho. Ya en la calle Claribel habló a Juan José: -Oye, qué horror, estoy confundida.­ Y yo también, dijo Juan José y agregó: -Como dice el dicho popular, esta dosis es pa burro.- Claribel agregó: -Ojalá fuera pa burro, esto es una dosis pa'elefantes o para animales prehistóricos.­ Este fue el primer conflicto sicológico que sufrieron la sicólogo y el sociólogo. Ambos se preguntaban: ¿Qué decirle ahora a Don Calvo Fuerte y cuál será la salida honorable a este conflicto.?­ El día viernes siguiente a las ocho de la mañana Juan José y Claribel recibían la comisión laboral. Don Calvo Fuerte entró saludando y con palabra fresca les endilgó esta frase a Juan José ya Claribel: -¿Qué noticias me tienen mis muchachitos? -¿No se los tragaron los gorilas?­ Juan José repuso: -Por poco, Don Calvo Fuerte-, y agregó:­ imagínese usted que esa gente está endemoniada contra ustedes los trabajadores, dicen que los van a matar, que los van a destruir, que los van a botar de las fábricas, que van a llamar todos los generales y la policía, que tienen apoyo del gobierno y que finalmente los van a enviar a las cárceles o al cementerio.­ Don Calvo Fuerte se puso de pie y dijo a sus compañeros de la comisión laboral: -¿Oyeron lo que hablaron los doctores? -Bueno, la respuesta es, -Manos a la obra convenida- y salieron precipitadamente 312 del despacho de la Dirección de Personal. Claribel se dirigió a Juan José y le dijo: -Como sicólogo que soy te voy a decir: -Cometiste un grave error precipitando a los trabajadores al abismo; la ira de los patronos pudo haberse disipado poco a poco y las aspiraciones de los trabajadores pudieron haberse reducido gradualmente, hasta lograr algo asequible. Juan José contestó: -Ojalá quemen la fábrica, con la ira de los pa­ tronos adentro y con la policía más atrás; te lo digo como sociólogo, que lo único que les va hacer entrar en razón a los patronos y al Gobierno es quemándolos a todos juntos en una misma hoguera y ya verás como la nueva generación de ellos aportará progresos en sus futuras decisiones. -Y agregó: -Vamos, mi amor, y observemos de lejos la quema de Roma; porque no es cosa de sicología ni de sociología, este es un caso de can­ dela, de palos y tiros y lo que es nosotros tenemos que llegar a nuestras casas, donde seguramente el señor Don Poncio Pilatos dejó olvidada la ponchera, donde tú y yo nos vamos a lavar las manos, para quedar libre de pecados en este zaperoco.­ Dos horas más tarde, la Central Nacional de Trabajadores declaraba huelga general en las empresas del ramo del textil y sus similares. La noticia fue divulgada por todos los medios de comunicación social: la industria del textil quedaba paralizada en todo el país. En la semana siguiente, los patronos y las autoridades del trabajo actuaron con las fuerzas policiales y del ejército, pretendiendo hacer funcionar las industrias con rompe huelgas. Los trabajadores hicieron oposición, se llegó a los extremos de la violencia, hubo incendios y muertos de ambos bandos, un mes de tragedia eI1 todo el país. Entre las víctimas figuraba el Presidente y otros miembros de la empresa donde prestaban servicio Juan José y Claribel, también perecieron algunos trabajadores de la misma empresa. El Ministerio de Asuntos Laborales propuso una reunión con representación de ambos bandos, para llegar a un advenimiento favorable para ambas partes. Se negoció una tregua. Se llegaría a una conferencia entre trabajadores y patronos, donde los representantes del estado serían los morigeradores. Se acordó el día de la reunión de las Legaciones respectivas. El día acordado, en la sede de la Central de Trabajadores hacía su entrada la Delegación Laboral, presidida por el señor Calvo Fuerte, la delegación del Estado presidida por el Dr. Pedro Sonrisa y la Delegación Patronal presidida por el Dr. Juan José y como adjunto estaba la Dra. Claribel. Ya en sesión solemne, el Dr. Pedro Sonrisa, en nombre del 313 Gobierno, tomó la palabra: El Gobierno de mi general siempre ha respetado los derechos humanos y seha caracterizado por la equidad y profunda convicción fundada enel contenido dela justicia social. Don Calvo Fuerte oía eldiscurso entre una sonrisa irónica. El funcionario del Estado prosiguió: -Tienen la palabra los señores patronos y la representación laboral. Juan José, ensu carácter de representante patronal, tomó la palabra: -Señores: soy elnuevo Presidente de la Industria Country, donde se originó el conflicto. Los hechos ocurridos son dolorosos, yo cargo la culpa a laépoca, a esta época que en un momento histórico brinda su partoa la sociedad, cuando se ajusta a la justicia y cuando la inversión de valores humanos asistida por la soberbia, escapaz de causar tragedia. Estos acontecimientos que nos ha tocado presenciar son una gran lección, igual a otras que sirven de ejemplo y norte en la historia de la humanidad. La empresa quepresido acepta sin enmiendas elpliego de peticiones laborales. -y sin mirar atrás, invitó a los trabajadores a fijar la fecha parafirmar elcontrato colectivo correspondiente. Prosiguió: -Ruego a los trabajadores regresar a sus jornadas cotidianas con espíritu de triunfo, donde noexistan ni vencidos ni vencedores, ya que sólo hemos sido actores de un momento histórico, donde se inicia la misma vida por un sendero más claro, con nuevas luces yesperanzas.­ Don Calvo Fuerte tomó la palabra: -Muy bien, aceptamos; sólo voy a narrar algunas frases de un discurso que se adormece en mi silencio. A veces se requiere de un vendaval con su tormenta, para derribar un bosque de árboles secos a fin de dar paso a la nueva generación de la arboleda. Estoy muy seguro, que será más armoniosa la meta que perseguimos guiados por pastores, que no asustados por gorilas. Tengo confianza en el destino de la industria y en las promesas recibidas, porque nos las hace el Dr. Juan José. Porque un retoño nuevo, lleno de savia y amor, jamás podrá traicionar a las raíces que lo sustentan; porque es lo contrario al árbol seco que se aferra a sus viejos tentáculos, transmitiendo el martirio de épocas viejas, donde ya la savia no circula y donde, por ser secos, son árboles de recuerdos, quizás buenos para abono, para leña o para estorbo en el camino. Lo digo yo, el Dr. Juan José y la Dra. Claribel son dos pimpollos del bosque del colegio de enfrente, que han venido a nutrir los raudales humanos y el nuevo pensamiento laboral y patronal de esta industria. Yo me alegro, porque una escuela vecina es el mejor huerto de pensamiento y de futuro, con frutos de amor y de esperanza. Y algo de este huerto nos ha llegado, en buena hora, con un mensaje de paz y un punto luminoso de orientación en momentos difíciles de la vida- 314 Se suspendió la reunión terminando el conflicto laboral. Juan José y Claribel se dirigieron a su hogar yen el camino resolvieron visitar la escuela. No era día de labores escolares, el portero les dejó entrar manifestándoles su alegría de verlos y diciéndoles: -Los Directores están en la Capilla.- Juan José y Claribel entraron al pequeño templo del colegio. Una pareja de Profesores ancianos oraba, eran los Directores, quienes al sentirse interrumpidos salieron al encuentro de los visitantes, diciéndoles "Perdonen señores, estamos rezando por dos antiguos alumnos del colegio, Juan José y Claribel, a quienes se les ha entregado la solución del conflicto laboral más fuerte que ha tenido el país y no sabemos que les puede ocurrir. Ellos representan la aurora humana de este colegio y nosotros la luz que se marcha por la ruta del ocaso". Juan José y Claribel abrazaron a los maestros con alegría repitiendo, "Gracias maestro, somos Juan José y Claribel que hemos venido a verlos y a tomar de la fuente luminosa de la experiencia de ustedes, quienes son luz de eterna aurora, con frutos de luz en el huerto del colegio, con frutos de amor y esperanza en el alma y con luz que cada día más se acerca". Un grupo de personas se acercaban: eran Don Calvo Fuerte y sus compañeros quienes componían la Delegación Laboral: Venían a saludar a los maestros, a explicarles la solución del conflicto y a orar en la Capilla. Grande fue la sorpresa del encuentro. De los ojos de los trabajadores, de los maestros y sus discípulos brotó una lágrima de alegría, con suspenso de conflicto. Juan José y Claribel abrazaron a los trabajadores y ellos les estrecharon con cariño y los maestros exclamaron: -Son dos rumbos que se han encontrado en un mismo camino, los estudiantes hechos hombres, con los trabajadores en el fragor de su destino. Es la balanza de la vida que, al fin, encuentra compensación al lograr en ambos platillos los pesos específicos. Juan José contestó: -Cuando en esa balanza maestros como ustedes constituyen un equilibrio.­ Mientras Don Calvo Fuerte meditaba: el colegio, los maestros, los valores humanos, los trabajadores y el destino, sólo los entiende el corazón de un maestro viejo y de un obrero sufrido. y así Don Calvo Fuerte monologaba y dejaba flotar en el viento sus secretos.

315 , ~ ...... ,~. INMIGRACION y FICCION

Corrían los cinco niños por la carretera polvorienta y sin pavimento. En los pequeños hoyos, en ella formados, estaba el agua empozada; allí llegaban los pájaros a beber y muchos insectos, entre ellos las mariposas. Los niños se entretenían asustando a los pájaros y a los enjambres de mariposas. Era deportiva esta costumbre infantil en aquellos cinco niños, quienes habitaban en una casa de campo cercana a la carretera. Rosa Esperanza formaba parte de los niños del grupo, le encantaba coleccionar mariposas grandes, de color amarillo, con aros negros dibujados en las alas, a Pedro, uno de sus hermanos le agradaba coleccionar mariposas de tamaño miniatura. Eran de inclinaciones diferentes los otros tres, Roberto, Gustavo y Marcos. Les encantaba 317 darle sombrerazos a las mariposas, constituyendo su mayor placer contemplar los remolinos queformaban enuna especie de espirales al volar, como si se defendieran de sus atacantes. Cada tarde, esta diversión era el deporte infantil de este grupo de niños. Así era una de las etapas de la vida infantil de los hijos de una familia campesina, propietaria de una posesión ganadera, dondela vida era apacible y la proyección humana marchaba con ese ritmo que brinda la naturaleza dentro deldesarrollo normal, quees fácil apreciar en las zonas rurales. Don Delfín eraeljefe de la familia, su esposa, Doña Amalia, erala matrona del hogar ycon sus cinco hijos contemplaban el cuadro de ese mundo hogareño. La casa era cómoda, con muchos árboles frutales y un hermosos jardín. También disponía de unabuena servidumbre, gente de la vida rural adaptada por tradición aloficio deservir a la familia, como una especie de sub-familia, dentro de lo cómodo que significa un lugar,. donde se desconoce elcinematógrafo, lasplazas, las corridas de toros, los circos y todas las demás diversiones propias de las poblaciones urbanas. Ir a la ciudad significaba una aventura legendaria, casi una heroicidad. En esta casa sehablaba de algunos viajes quehabía hecho Don Delfín, de los cuales Doña Amalia había disfrutado acompañándolo dos o tres veces. El grupo humano de esta familia tenía por diversiones habituales contemplar y admirar la vacada en la mañana, disfrutar de las tranquilidades en los atardeceres, ir al río y pescar, nadar en ríos y lagunas, visitar otras casas campesinas, celebrar la Semana Santa suprimiendo la carne y comiendo pescado en abundancia, realizar los juegos de trompos de madera y zaranda de camazas, ésto se llama el juego de las zarandas. Para los hombres también era diversión la cacería y la pelea de gallos. En las zonas rurales agropecuarias se distinguían tres clases sociales. La de los señores propietarios, alta clase social, la de los pequeños propietarios y la de los campesinos oberos. A las festividades populares, donde el baile clásico campesino se celebraba por lo general bajo techados, concurrían las tres clases. La clase alta eran invitados de honor, quienes observaban la fiesta; la clase media, por lo general, eran los contertulios de la clase alta y eran prudentes alternando en el baile; la clase obrera campesina era en realidad la dueña de la fiesta popular, ellos eran los que formaban la orquesta con instrumentos folklóricos, cantaban y bailaban maravillosamente bien, eran inteligentes, de gran agilidad mental. En cierta forma el campesinado obrero era el celoso de su clase y casi no permitía que las clases más altas formaran comunidad 318 con ellos. Las festividades de las otras clases eran excluyentes de la clase popular. Don Delfin hablaba con Doña Amalia de mandar los muchachos a estudiar a la ciudad. Atal efecto, Don Delfin hizo un viaje a laciudad e inscribió en colegios internos a sushijos, unos enlaescuela de varones yRosa Esperanza enlaescuela de hembras. En esos colegios estuvieron los niños varios años cursando primaria ybachillerato. De aquí los jóvenes pasaron a laUniversidad, los varones fueron a vivir a pensiones familiares y Rosa Esperanza a una casa amiga. Asi los hijos del campo se hicieron profesionales universitarios. Don Delfín y Doña Amalia compraron una casa en la ciudad y poco a poco abandonaron las ocupaciones rurales, el ganado se fue liquidando lentamente y las zonas de cultivo se fueron reduciendo hasta quedar sin actividad. Los nuevos profesionales constituyeron hogares haciéndose gente de la ciudad. Rosa Esperanza, quien había contraído matrimonio con un médico, enviudó quedándole tres hijos varones. Su situación igual que la de sus hermanos era de lucha continua por el sustento y por formar y educar a sus hijos, ella trabajaba en el Departamento de Inmigración. De vez en cuando recordaba su campo y recordaba a sus padres ya fallecidos; era una mujer en la mediana edad de la vida. En su Departamento de trabajo se presentó el caso irregular de un grupo de inmigrantes holandeses y ella intervino para solucionar el problema de sus documentos. Entre ellos estaba el doctor Routember, joven apuesto, un tanto soñador y a la vez con expresiones de pragmatismo. El hombre desbordaba en energía. Solicitaba que sus papeles se arreglaran inmediatamente. Rosa Esperanza se enfrentó a él contestándole:-Usted se espera y se va a esperar varios días y no me levante la voz porque 10 mando preso por falta de respeto a un funcionario del Estado-. El inmigrante gritó con frases duras. Rosa Esperanza tocó un timbre, a su llamado acudió un agente de policía y el inmigrante fue arrestado. Rosa Esperanza se quedó pensando en aquel hombre. El inmigrante preguntaba a algunos funcionarios de la cárcel, -¿Quién es esa doctora tan linda que me mandó preso? A lo que contestó uno de sus carceleros: -¡Ah mi amigo, esa es una caimacán muy fregada. Routember replicó: -Pero ella es linda!­ El otro se rió diciéndole: -Bello 10 puso a usted aquí en la cárce1.­ El inmigrante repetía: -No importa, pero es linda- 319 Terminado el arresto, Rosa Esperanza recibió al inmigrante, que se manifestaba suave, cortés y enamorado. Rosa Esperanza sonreía y para sus adentros decía, -Si fuera verdad, este musiú si que me gusta a mí.­ Con suspapeles en regla elinmigrante salió del Despacho. Dos meses más tarde alguien se anunciaba en la casa dela doctora Rosa Esperanza: -Soy eldoctor Routember y vengo a visitar a la doctora Rosa Esperanza - Ella lorecibió con gran cordialidad. Elleexpresó que venía al país para trabajar, tenía un pequeña fortuna y deseaba desarrollar una finca rural. En fin, expresó susproyectos y con esta y otras visitas, creció una amistad entre Rosa Esperanza y elinmigrante Routember. Elle propuso matrimonio a Rosa Esperanza y ella aceptó. Rosa Esperanza observó laobsesión que tenía su marido porir a trabajar al campo, los mismos anhelos que tenía ella de venirse a la ciudad cuando era niña campesina. Yempezó ella también a soñar con el campo. Un díaella le comunicó a Routember: -Nosotros tenemos una finca, lomalo esque está abandonada. Routember sorprendido le contestó: -Eso noimporta, mi amor, yo quiero ver esa finca.­ y un fin desemana fueron hasta la finca. Routember quedó maravillado, diciéndole a Rosa Esperanza: Ese es un capital abandonado, hay que poner a rentar esa finca. Routember se trasladó a la finca, reconstruyó la casa, solicitó créditos, puso en marcha la finca, trajo más inmigrantes, con ellos organizó huertos y granjas, le dio una nueva faz social a la familia campesina. Hubo uniones conyugales entre familias obreras campesinas e inmigrantes, un nuevo tipo de familia surgió en los hogares, un nuevo concepto social llegó a los grupos humanos, una granja producía más que una finca rústica. Routember logró que una hectárea de terreno cultivada produjera más que cien hectáreas abandonadas. Colocó el ganado en establos; cuatro mil vacas estabuladas producían cuarenta mil litros de leche diarios; las sabanas las utilizó para sembrar pasto de corte, sustituyó la bestia de trabajo por la máquina. Abrió escuelas, demostró que el trabajador preparado producía más que el analfabeta. Incrementó la fruticultura y la floricultura. Le llovieron los créditos, organizó en sus tierras cooperativas granjeras y dio el carácter de gran empresa a la actividad rural. y repetía: -Hay que traer a los muchachos de la ciudad a estudiar al campo.­ La familia entera se hizo millonaria. Se llegó a contar con 320 aeropuertos y vías de telecomunicación. Unmilagro de lainmigración, que puso en función a la riqueza renovable en relación con elhombre. y la civilización, en función de producción, hizo de ese trozo del campo un lugar próspero con nuevos conceptos sociales y unameta positiva enel amor; porque seimpulsaron yunieron las clases sociales anquilosadas y elgrupo humano, detenido enel tiempo, echó andar. E! ríode la inmigración fue fecundo. Rosa Esperanza había logrado el hermoso milagro que quizás en cada campo sueña una esperanza hecha rosa, al soñar con la vida, como se despertó a la realidad el sueño de Rosa Esperanza por virtud del amor.

321 LA JUSTICIA EMPIEZA POR CASA AJENA

Todo era comentario y alboroto en el consultorio médico del Dr. Claro Fuentes. -Que es culpable, -comentaban algunos pacientes. -Es extraño-, replicaban otros, -parecía un buen médico, yo estoy seguro que es un hombre honorable-o Todo era un bululú incomprensible. La policía se llevaba preso al médico. Ya en la Comisaría el médico declaraba: -Cuando yo llegué ya esa paciente estaba muerta, algún empírico la había asistido, parece que se desangró en un alumbramiento prematuro. Yo lo participé a esta Comisaría y no extendí Certificado de Defunción porque ello corresponde al forense. -Usted queda detenido, Doctor, fueron las palabras del comisario. 322 Había muerto una adolescente de quince años de edad en la casa dela familia Torrecilla Del Cascabel; eraunaniña hermosa y sus padres estaban ausentes. No sesabe de quien, pero fue fruto deunos amores y por tratar deocultarlo, seguramente fue asistida porun partero improvisado, con desenlace fatal y portal causa había llamado urgentemente al doctor Claro Fuentes. Nadie sabía explicarlo, sólo se sabía que elgaleno había estado enla casa de ella a la hora del fallecimiento. La servidumbre declaraba: -Ella se sintió mal, llamamos al médico, él estuvo un rato en el cuarto de ella y luego salió para decir que estaba muerta. Si él no la mató la hizo morir- El médico en su defensa llamó a una Junta Médica para que demostrara lo ocurrido; pero el informe presentado por los galenos fue vago. Ahora le tocaba actuar a la justicia. Un Juez Instructor dictó el auto de detención. Y otro Juez superior conoció del caso. El Fiscal del Ministerio Público dictó cargos y pidió la pena de muerte para el reo. El abogado del médico apeló a un Tribunal de mayor jerarquía y se convocó un jurado. El abogado defensor, ante el Juez y el reo; se dirigió al jurado: ­ Señores, alguien ha cometido un delito y por cierto no fue defendido; porque él llegó cuando ya la paciente había muerto. Aquí existe un criminal oculto o dos o más, porque al hecho del deceso lo precedió un seductor y una persona empírica en medicina quien posteriormente asistió a la paciente, siendo de todo punto de vista injusto culpar a un profesional honorable. Hagamos un análisis de la situación: Los prejuicios de la época, que también son contra natura, cuando reglamentan que la sociedad condena a la mujer, cuando brinda fruto del amor sin contraer previamente matrimonio y esta condena se constituye un terror para el sector femenino, cuando el hecho la sorprende y el linaje familiar es suceptible de vergüenza. Esto hizo que la víctima buscara el último rincón para desprenderse del fruto concebido; alguien la asistió, la ignorancia de ese alguien la mató y ese alguien no fue el médico. Por lo tanto, se requiere una investigación más profunda de los hechos. Toda precipitación en esta condena conduciría a un lamentable error. Aparentemente hay hechos evidentes en contra de mi defendido, pero ello no es prueba, porque los culpables están ocultos y aquí está pesando más la influencia de los agraviados, quienes son millonarios y de alta posición social, mientras la justicia se está quedando corta. Mi defendido es inocente. El ciudadano Fiscal se precipitó en sus apreciaciones y mientras no se demuestre quien causó la situación caótica de la víctima y quien fue su confidente es imposible 323 determinar un culpable, sobre todo cuando mi defendido solo asistió a esa casa, llamado expresamente para asistir a un enfermo. Pido sea declarado inocente- El Fiscal entró en uso de la palabra: -Yo acuso a este hombre, porque existe el antecedente de que él era visitante asiduo del hogar de la familia Torrecilla Del Cascabel y la víctima demostraba gran deferencia por él, o lo que es lo mismo, su presencia delataba amores ocultos. Y al encontrarse ella en un momento conflictivo lo hizo llamar y el practicó el acto antinatural que le causó la muerte a ella. Dejo al jurado el poder de la decisión-o El jurado se retiró y una hora después dio su veredicto: "Culpable". El Juez dictó su sentencia: "Culpable y pena de muerte". El reo acompañado de gendarmes fue conducido a la cárcel. Dos días más tarde sería llevado al cadalso. El médico se encontraba en la mayor de las desesperaciones. El público se preparaba para observar la ejecución. Allá en el consultorio del galeno, su enfermera asistente lloraba con amargura lo ocurrido. En el seno del hogar de la familia Torrecilla Del Cascabel, había satisfacción por el resultado del juicio. Mientras la enfermera se preparaba para visitar a su patrón y llegaba a las puertas de la cárcel pidiendo permiso para hablarle, lo que fue concedido. La entrevista se efectuó en una sala privada de visitas. Al encontrarse el médico y ella se dieron un fuerte abrazo; sobre el rostro negro de la muchacha enfermera rodaron las lágrimas. Y balbuceando palabras de consuelo le dijo al médico: -No se preocupe, doctor, que yo se que usted es inocente y además le amo- El médico contempló a la muchacha negra y cubrió su rostro de besos afectuosos. -Doctor, -prosiguió ella- no se darán el gusto de verlo caer en el cadalso como un criminal, yo se lo aseguro. -y diciendo esto sacó de su bolso un envase de cartón conteniendo un cuarto de litro de jugo de naranja. -Como a usted le gusta tanto este jugo, yo se lo traje. -El médico destapó el envase de líquido y al olerlo se sonrió, -Cracias mi [nanita querida, repuso- es un jugo maravilloso, te prometo que nos encontraremos en el cielo -y así fue la despedida. El médico regresó a su celda y apuró el contenido del envase y en su monólogo, entre ondas de tristeza repitió: jugo de naranja con veneno activo. A la mañana siguiente, cuando los guardias fueron por el reo a fin de conducirlo al cadalso, encontraron que ya era cadáver. Hubo revuelos en la cárcel y la noticia inundó los diarios. 324 Habían transcurrido tres años de aquella tragedia. En la casa de habitación delFiscal sesuscitaba unadiscusión entre él y una mujer visitante. Ella le decía: Túeres elculpable de la muerte de laseñorita Torrecilla Del Cascabel, tu eras su amante y quien practicó el bochornoso acto que le causó la muerte fuiste tú. -Diciendo ésto la mujer salió a la calle. Una muchacha de raza negra quien formaba parte de la servidumbre siguió a la mujer y al llegar cerca de un agente de policía, gritó: -Detenga esa mujer, señor agente, es cómplice de un criminal, yo la acuso. -La mujer fue detenida y en la Comisaría, la negra [uanita declaró lo ocurrido. La mujer confesó. El Fiscal fue detenido y posteriormente condenado a la pena capital. En el acto de la condena, [uanita se encontraba entre el jurado y se dirigió al Juez y a la familia Torrecilla Del Cascabel allí presentes: -Señor Juez, señores, díganme si su sabiduría puede devolverle la vida a un inocente y diga la familia Torrecilla si están satisfechos con el crimen que lograron y digan los señores del jurado ¿dónde está la justicia? Hasta dónde es valedera la pena de muerte y hasta donde la tragedia causada. Señores, ustedes cometieron un crimen, de acuerdo con sus principios, yo los invito a que ustedes mismos se juzguen y en su condición de culpables y jueces se dicten la pena capital. A que no lo hacen? Aquí, ahora todos son inocentes, ahora es lo irreparable de un error, yo diría el crimen de una inconsciencia. La pena de muerte sirve para juzgar a los demás, pero no se la aplican los que la dictan. Porque la realidad es que la justicia empieza por casa ajena y huye de la casa propia, cuando los jueces se la tienen que aplicar así mismos y esa pena es capital.­

325 ALBA ROSA

Menudeaba el canto de un gallo, los primeros rayos del sol dejaban caer la ternura del amanecer, la casa de campo de los Ramírez lucía como una pincelada en el conjunto de un bosquejo maravilloso; cuando la naturaleza es el pintor y el hogar campestre, en casona grande, emerge a la luz del día desde la semi-luz de la madrugada. Los Ramírez eran ricos del campo; su vaquera inmediata a la residencia, su huerto de árboles frutales y un maravilloso jardín que se extendía, como una alfombra al pie de una casa de piso elevado, que ellos denominaban la casa del balcón. Federico Ramírez, niño de diez años de edad, uno de los hijos menores, se sentía feliz al levantarse temprano, contemplar el amanecer, oir el canto de los gallos, el mugir de la vacada y el cantar de los 326 ordeñadores. Era una casa de gran actividad, estaba situada alsur de Venezuela y a las riberas deun río, que seextendía al borde de laselva y luego se internaba enella. Don Victorio Ramírez, el propietario, era un hombre audaz y cordial. Doña Aura Marina era una mujer de aspecto físico imponente, melena rubia yojos azules, desonrisa suave, degran garbo yseñorío; era una estampa preciosa que saltaba del mundo colonial deAmérica como un mensaje de vieja estirpe a las nuevas generaciones. Todo esto era un recuerdo que fluía, en la mente de un hombre joven que allá, en la capital de la República, acariciaba con su pensamiento las imágenes de su vida infantil. Federico Ramírez dentro de la incertidumbre humana, en alas de su memoria, recorría ese ayer, como una realidad prodigiosa que se reconstruía ensu imaginación. Pero Federico dentro de aquel mundo maravilloso, oía resonar en su mente el cascabel de la risa de Alba Rosa, su compañera de juegos infantiles, pariente suya. -Federico estaba ensimismado cuando alguien le llamó la atención y con voz cariñosa le dijo: Federico estás ensimismado, estás soñando despierto como si hubieras vivido en el infinito y más allá del canto de la luz recibieras un mensaje legendario.­ -Quién sabe, -dijo Federico, -¡Puede sert- Luego Federico se levantó muy pesadamente del banco de la plaza donde estaba sentado, tomó una maleta grande que estaba a su lado y dijo: -Antonio, compañero, la única verdad es que soy un vendedor de mercancías o somos dos vendedores- Y juntos siguieron a visitar las tiendas de sus clientes. Federico era habilísimo, batía todos los récords como buen vendedor. Los propietarios del almacén para quienes trabajaban Federico y Antonio distinguieron a Federico como un hombre capaz, quien en pocos años llegó a jefe de operaciones mercantiles de la empresa. Federico discutía con los hombres de negocio y siempre les hablaba de ese mundo maravilloso del sur de Venezuela. Algunos le creían y otros le oían como una leyenda. Federico hizo fortuna y llegó a ser socio de la empresa y maduró en edad y carácter. Soñaba con el sur amado. Con la reciedumbre de su padre y la ternura de su madre. Con la sabana y con Alba Rosa. Y con este pensamiento resolvió regresar. LLegó al lugar de su nacimiento. El antiguo asentamiento ya no existía; pero el olor del pastizal, el aroma de la selva y el rumor del río le revivían toda aquella imagen de su infancia. Resolvió rehacerlo todo. 327 Después de arduas tareas de muchos meses, el fundo agropecuario quedó reconstruido. Hijos de viejos campesinos se le unían en la tarea. El mismo sol mañanero de aquellos sueños de niños le cubrían cariñosamente. Federico para revivir aquellas estampas del ayer viajaba hasta el río, se bañaba en las aguas cristalinas y como un príncipe de la selva vestido de liquiliqui blanco se sentaba en el jardín a meditar entre el aroma maravilloso de las flores. Un buen día le anunciaron a Federico la visita de un grupo del Ministerio de Fomento y Agricultura y Cría., quienes dentro de dos días llegarían a la finca. Federico recibió la noticia sin importancia. El había logrado reconstruir casi todo; pero sus padres ya se habían ido con el tiempo, como los árboles robustos que mueren para dar paso a las nuevas generaciones. Y ni siquiera había encontrado a Alba Rosa, la muchacha de piel bronceada, de pelo negro, ojos azules y figura esbelta. Ella también se había diluído en sus recuerdos. Qué hermoso astro humano hubiera sido para poseerla y venerarla en el altar de su vida y de sus ideales. Y disfrutar, sobre todo, aquel ambiente de embrujo de la naturaleza al lado del ser amado. . .En estas divagaciones se encontraba Federico cuando le anunciaron que habían llegado los señores de la misión del Ministerio de Fomento y Agricultura y Cría. Desde su despacho de la casa de balcón Federico dijo al anunciante: -Dígales que pasen- Al subir las escaleras del despacho los visitantes, se oyó una voz de mujer que hablaba con sus acompañantes: -Yo quisiera pedirle,­ decía ella-, al dueño de esta mansión que me regale un manojo de estas orquídeas, ¡las ven! que lindas son! A mi me traen un gran recuerdo. Yo nací en este lugar y bajo esa mata inmensa de trinitaria que se extiende sobre esa troja, yo jugué cuando niña; por lo menos si no es la misma es muy parecida; y estas edificaciones si no son las mismas son muy parecidas. Yo me gradué de agrónomo y por estar soñando con este lugar encantador y con un niño que jugó conmingo, no me he casado con nadie- Una voz de hombre le interrumpió: -Doctora, usted está soñando despierta; parece que se transportara al ayer corno lo hacen en las historietas los muñequitos en las máquinas del tiempo. Ella repuso: -Es cierto, retrocedí en la imaginación y un ayer imposible, quizás es el encuentro de la madurez de un árbol con el surco donde tuvo origen o el encuentro de un ave que estuvo prisionera en la ciudad y de pronto regresa al bosque, donde estuvo el nido donde fue polluelo; quizás me acaricia el trino del alma cuando se regresa al punto exacto de los 328 recuerdos. -Federico estaba oyendo este diálogo yselevantó violento. Al llegar a la puerta desu despacho, casi selenubla el pensamiento. Creyó por instante enunaalucinación. Frente a él, acompañada de varios señores, vio unamujer depiel bronceada, deojos azules ymelena negra como lanoche y porun instante se quedó ensuspenso. Ella contempló enel portal del despacho del hacendado a un hombre robusto, calzado debotas, con traje deliqui-liqui ysombrero de pelo e guama, estático frente a ella. El jefe de la misión ministerial interrumpió para decir: -Cararnba, señor! usted y la doctora se han quedado como hechizados, no nos vengan a decir que son dos aparecidos para asustarnos- Federico dibujó una sonrisa en sus labios y les dio la bienvenida. Al avanzar el grupo, Federico se adelantó sujetando a la doctora por los dos brazos, con una exclamación: -¡Alba Rosa!, acaso estoy soñando? yo soy Federico, -Alba Rosa estrechó su pecho con fuerte abrazo a Federico y en un estado semi-inconsciente exclamó: -Creo que me trajo el alma de las orquídeas y el embrujo del río, vine por ellas para recordarte- y Federico contestó: -Yo creo Alba Rosa que el recuerdo hace milagros y te materializó para mí el pensamiento.­ Días después, la misión regresó sin Alba Rosa. Y el encanto del lugar, el embrujo del río, el mugir de la vacada y el colorido de las orquídeas bajo las rosas del alba, al lado de Federico, toda la zona, en general, volvió a tener el amor de una Alba Rosa en al alma del tiempo.

329 EN EL CASCARON DE UNA EPOCA

Gritos de "paro" estallaron en los pasillos de los Liceos: "¡paro! paro!"; las aulas quedaron vacías, mientras los pasillos y el patio del Instituto docente era un remolino de jóvenes con una gritería ensordecedora. Q Los profesores de 1Q a 5 año se reunían con el Director del Liceo: -¿Qué ocurre?- inquirió el Director. Uno de los profesores contestó: -No sabemos, algo extraño está ocurriendo en el alumnado, no es una demostración de indisciplina; porque disciplinadamente están obedeciendo a una consigna. En mi opinión ésto está relacionado con la situación de crisis política que está sufriendo el gobierno.­ -Tengamos calma-, dijo el Director, -observemos este mitin que se 330 está realizando en el patio y tratemos de orientar la juventud a nuestro cargo-o Ambrosio Sultán, joven estudiante de 5ºaño de Ciencias, era el oradorde turno y en su improvisación expresaba: -Nos toca vivir uno de los momentos históricos más interesantes en los anales de la patria, la tiranía queoprime a la Nación está tambaleante; parte del ejército nacional seha sublevado y espreciso que despertemos al pueblo. Todos los liceos y universidades estarán en la calle y nosotros con ellos. Compañeros, este es el momento precioso de la revolución, cambiaremos los sistemas y la estructura política social de la nación; la revolución está en marcha, todos a la calle; y corno una ola humana, el estudiantado salió a la calle gritando: "abajo el gobierno". El Director y los profesores se miraron en silencio. Luego se oyeron disparos y explosiones de bombas lacrimógenas en inmediaciones de las zonas adyacentes. El profesorado y el Director se reunieron en Asamblea. El director se expresó en estos términos: -Los excesos de un gobierno caprichoso, no acorde con el desarrollo espiritual de la nación, están acusando el desequilibrio en la sociedad de este país; no podemos decir que el hecho de sustituir estos gobernantes traerá la paz social; porque estos movimientos no encierran en sí una orientación ni es una fase evolutiva; es sencillamente una convulsión de protesta. En ella habrá muchas víctimas y muchos soñadores caídos. De todas maneras, estos acontecimientos constituirán un eslabón histórico más en los hechos prominentes, que han se sacudir a una colectividad ansiosa de un destino de soluciones y ojalá que nuestro pueblo y nuestra juventud actúen con el acierto del navegante en escuadra guerrera y no del náufrago que perece antes de ganar la playa. Señores; las clases quedan suspendidas hasta mañana-o y en un silencio, que cortaba las horas, terminó la reunión de los ed ucadores. Un movimiento de oposición al régimen dictatorial pugnaba por derrocarlo; la lucha callejera era intensa, sostenida por el estudiantado, el pueblo y los partidos políticos, contra las fuerzas policiales represivas y sectores gubernamentales. Veinte días de lucha llevaban las acciones. Ambrosio Sultán desplegaba gran actividad; le acompañaba una joven lideresa, Luz María del Valle, y por las horas nocturnas se reunían con grupos de compañeros de distintos Institutos y Universidades para planificar sus acciones. Las diversas comisiones se habían retirado y Ambrosio Sultán y Luz María del Valle se disponían a regresar a sus hogares. Serían las cuatro de la mañana. Ya en el portal de la casa de reunión, la fatiga de 331 una luz iluminó las pupilas de ambos y una honda melancolía exaltó la emoción de los jóvenes y el rito sagrado de los dioses les inspiró una ternura de amor, estrecharon sus pechos y un beso profundo galopó en los caminos de la luz, con sabor de noble eternidad, una promesa entre ambos dibujó su futuro, élla acompañó al hogar y se retiró al suyo. El día 22 con las acciones callejeras continuaba la lucha, el tiroteo seoía en toda la ciudad. Pasaron las doce dela noche; fragor en la espera, angustia en las acciones, noticias confusas y también algunas alentadoras. Ya invadía la madrugada del 23 los años de combate. De pronto una nave aérea cruzó el cielo de la ciudad, elJefe del Estado se había separado delgobierno y se constituía unaJunta de Transición Gubernamental. Una inmensa alegría de apasionado carnaval inundó a toda la masa humana. Ambrosio Sultán improvisaba un elocuente discurso en una plaza pública y en inspirado acento sele oía decir: -Hemos triunfado compañeros, nuestra proyección ahora será lograr la justicia social y un gobierno de equilibrio orientado en las doctrinas de las democracias y enel logro de las reivindicaciones humanas. De pronto se oyó un disparo enel tumulto que le rodeaba y Ambrosio Sultán se desvanecía entre los brazos de sus compañeros y de la linda estudiante que le acompañaba. Una bataola en el grupo que le rodeaba y unos cuantos compañeros le llevaron a un puesto médico de emergencia. Minutos después de haber ingresado al hospital asistencial, Ambrosio Sultán había fallecido. Luz María del Valle, entre sollozos, repetía: No amor, no triunfamos, sólo fue la luz de una esperanza que se me apagó en el alma, como la estrella de una idea que en un sitio remoto de la historia, apenas fue un leve fulgor, como tantos anhelos humanos que se esfuman en la incertidumbre de las épocas. Dos días más tarde se normalizaban las clases en el Liceo y el Director se dirigía a la población estudiantil del Instituto, en frases elocuentes el Director expresó: -Desde la atalaya de mi experiencia de educador, oh! juventud, admiro el valor y las inquietudes que le condujeron a hechos heroicos en los sucesos recientes. Hijos de mi pensamiento y hombres y mujeres del futuro: una rebelión no es una revolución aunque una, en ocasiones, tenga correlación con la otra; una rebelión es una explosión humana en un momento dado para liberar o para esclavizar y una revolución es la sustitución de un sistema económico, político social por otro que le supera en un ordenamiento preconcebido donde se delinean las 332 disciplinas y el espíritu jurídico de la nación asimila un nuevo orden legal dentro de la armonía económico social, capaz de articular una posición histórica más armónica y de mayor satisfacción para todos. Y ésto no se logra en pocos días. Es igual que preparar un predio rústico para convertirlo en un huerto productor. En el campo histórico de los 2.000 años de civilización dentro de nuestra cultura encontramos a la humanidad viviendo en distintas eras o épocas y en ellas podemos observar, cómo por varios siglos los grupos humanos se han encontrado atrapados dentro de ese fenómeno histórico que se denomina época, cada una de estas eras es como un inmenso cascarón, donde un conjunto de leyes seculares siempre ha impedido romper el estatus establecido para ingresar en nueva era, de nuevos sistemas que sería la revolución. No quiero con ésto apagar las inquietudes de anhelos grandes que a ustedes anima pero sí les quiero orientar, como orienta la carta marina a los navegantes y como la ciencia orienta e ilumina el entendimiento humano. Les invito a meditar, a profundizar y a conocer esta época donde estamos atrapados en dos grandes hemisferios del pensamiento humano. Les invito a proyectarse en el alma de la Filosofía donde el razonamiento puro es fuente de sabiduría, donde el ordenamiento jurídico obedece a las evoluciones y donde el conjunto de nuevos conceptos conlleva al procedimiento de metodologías capaces de preparar a los sectores humanos para romper una época y crear una Era Nueva. Les invito a proyectarse en el pensamiento ya penetrar en los surcos de la ciencia, a fin de que en un futuro brillen como un sol en la sociedad. Y la época que se ha de romper quede como un libro más de experiencia en los senderos de la historia humana. Que las flores que depositaron en la tumba de los compañeros caídos, perfume el alma de ellos y que sea un incentivo de fragancia renovadora en el mundo soñador de las proyecciones de ustedes. El estudiantado se quedó absorto con el discurso del viejo Director y al continuar la normalidad de las clases, cada aula simulaba un río rumoroso del pensamiento por los cauces de la revolución.

333

EL ENSUEÑO DE UN CONCIERTO

Resonaban las notas del piano. Las notas armoniosas llenaban el ambiente. En el salón del teatro los espectadores estaban ensimismados y la concertista simulaba ser una diosa del arte produciendo melodías de la fuente maravillosa del piano. Ovidio la contemplaba abstraído, como se queda el niño contemplativo mirando la profundidad del cielo. Terminada la primera sesión del concierto, el público aplaudió con! frenesí a la concertista, quien ya de pie se inclinó en señal de agradecimiento. Su figura era esbelta, blanca perla era su tez y, como la imagen que en un lienzo se destaca, daba la impresión de ser una diosa de las notas musicales que, en una sinfonía del alma, representaba lo sublime de lo 335 humano. Ovidio absorto. Ella inició Iasegunda sesión y, al finalizar esta última parte, del público le llovieron en premio ramos de diversas flores y rosas. Ella recogió algunas y prendiendo besos en ellas las devolvió a su público en señal de agradecimiento. Ovidio tomó una de aquellas rosas y sintió el alma de un ensueño. Terminó la hora del concierto y junto con el público salió la pianista también. Y no la volvió a ver. -Despíerta Ovidio, despierta, le decía una voz. Y al despertar, se dio cuenta que su amigo Rolando le llamaba y le decía: -Ya es tarde, nos queda poco tiempo para llegar a la Oficina.- Ovidio, medio confuso, le confió a su amigo: -Caramba, qué sueño tan bello he tenido, imagínate que estaba soñando que asistía a un concierto, donde una pianista me robaba el alma y repartía rosas.- Rolando le contestó: -Esas son repercusiones de tus estudios de música; ten cuidado con esas abstracciones; hacen chiflado a cual.quiera.- Ovidio respondió: -Así es.­ Salieron juntos de la pensión donde vivían yse dirigieron rumbo al trabajo. Durante todo el día Ovidio estuvo pensando en la concertista del sueño. A la salida de su lugar de trabajo, Ovidio se despidió de Rolando y se dirigió a la Academia de Música, donde cursaba sus estudios de arte musical. Al llegar a la Academia, oyó que alguien ejecutaba un trozo de las melodías de Mozart, la misma que en el sueño ejecutara la concertista. Muy lento se acercó al salón y observó que el director de la Academia hacía esta ejecución en el piano. Se sintió con recuerdo de picardía y con sabor de nostalgia. Una compañera de estudio interrumpió sus remembranzas y con suave acento lo saludo: -Ovidio, ¿Cómo estás?, ¿Te gustó la ejecución que hizo el maestro?­ El respondió: -Sí Rosa Margarita, fue muy hermosa. Y tú sabes que te voy a decir?: Soñé anoche con alguien muy parecida a tí; pero eras una concertista de piano famosa.­ -Bueno, esa no seré yo, -respondió ella. y juntos asistieron a la clase del primer año de estudio de piano. Ovidio era un estudiante disciplinado y Rosa Margarita también. En el mismo curso deshojaron los años para conquistar el dominio del difícil instrumento musical y adquirieron los conocimientos que la música requiere, para llegar a ser un virtuosos en este bello arte. Concluían los ocho años del curso. Ovidio y Rosa Margarita se graduaban con evaluación sobresaliente. 336 La familia de Rosa Margarita celebraba con un festejo la culminación delos estudios delabella muchacha. Sus compañeros de curso eran invitados y entre ellos estaba Ovidio. En lafiesta, Rosa Margarita ysuscondiscípulos ejecutaron alpiano varias piezas musicales. Concluyó lareunión con elcarácter dela cumbre de los sueños dorados donde los que cultivan el arte sienten en el alma la cosecha delas flores más hermosas dela vida. Ovidio buscaba una orientación ensu vida. Una ocasión lebrindó la oportunidad de salir al exterior. Y después de duras tareas y sacrificios empezó a adquirir fama, posición económica y social. Los años frisaban su edad madura y resolvió regresar a la patria nativa. Llegó a la casa de su familia, con los padres y hermanos, quienes se habían trasladado a vivir a la ciudad capital. Un mundo de alegría reinó en la casa paterna. Transcurrieron algunos días recordando la pequeña historia de la familia, dentro de las anécdotas gratas de ese mundo íntimo. Días siguientes, uno de sus hermanos le dijo: -Ovidio, te invito al Teatro Municipal, aquí traigo las entradas, hay un concierto de piano.­ Ovidio accedió y salieron rumbo al teatro. Llegaron un poco tarde, desgranaba el piano las notas de una de las hermosas composiciones musicales de Mozart. Ovidio quedó impresionado reviviendo 10 mismo de aquel sueño: contemplaba una concertista de figura esbelta, de manos de lirios y tez blanca perla. En su imaginación regresó hasta aquella imagen y pensó: Será que estoy soñando de nuevo; pero en realidad yo estoy despierto y si es un sueño es el más hermoso de los sueños de mi vida. Terminó la primera sesión del concierto: aplaudía frenética la concurrencia; la concertista hacía genuflexiones de agradecimiento. Después de un breve intermedio continuó la segunda sesión y al concluir, los espectadores lanzaron ramos de rosas y de flores diversas a la virtuosa del piano; ella recogió rosas y las devolvió al público con la caricia de sus besos, Ovidio recogió una rosa y se quedó contemplando a la bella mujer y la luz ~e la sonrisa de la artista le trajo el recuerdo de Rosa Margarita. Luego, pensando en la concertista del sueño exclamó: ­ De aquel sueño te me escapaste porque era un sueño; pero hoy, sea sueño o realidad voy a saber quien eres> y por entre el tumulto de asistentes, llegó al escenario, trepó en él y se enfrentó a la bella. Ella lo miró fijamente y él la contempló. Ella dejó escapar un grito ¡Ovidio! y como eco que resuena en el alma yen el recuerdo, Ovidio contestó: ¡Rosa Margarita! tú eres la concertista de mi sueño. Me lo anticipó el tiempo. y tomándole las manos le dijo: -El talento que tu posees se maduró enelnido de mis sueños.- Ovidio siguió repitiendo; -Ahora si estoy seguro que estoy despi­ erto y también estoy seguro que el árbol del amor creció en mi destino y tu eres elfrutobello.- En lamirada de ambos artistas hubo unjuramento ylos dioses del concierto hacían brotar ensu sentimiento laternura de un idilio, con la sencillez de un niño contemplativo que mira las profundidades del cielo.

338 LA REVOLUCION DE UNA ESTRELLA

Se levantaba la construcción del edificio, sus torres ascendían a más de cuarenta pisos. Desde el pent-house, al mirar hacia abajo, se sentía vértigo y, al contemplar sus cumbres desdela calle, la mente se sentía invadida por la emoción de las alturas. Los obreros constructores colocaban una rama verde en la terraza más alta indicando que la obra había concluido con felicidad. Los dos ingenieros, quienes tenían a su cargo la construcción, se abrazaron con viva felicidad. Eran ellos la doctora Albarina y el doctor. Rodolfo Erguido, jóvenes esposos de una misma profesión y en comunión de ideales. -Hemos concluido la obra más hermosa de la ciudad,-dijo ella.­ Así es, -contestó él; nuestros hijos se sentirán orgullosos de nuestra 339 labor. -Los representantes de la compañía propietaria y los obreros se unieron a ellos para el festejo. Luego se marcharon a sus hogares llenos de satisfacción. Rosa yAlberto, hijos de los ingenieros, felicitaron a sus padres. Rosa era una jovencita de 18 años, apasionada estudiante de educación y Alberto abrazaba la Facultad de Medicina. En medio del alborozo, Rosa le habló a sus padres de sus amores con el joven estudiante de ingeniería Roseliano Belicoso. Los esposos se miraron guardando un instante de silencio, hasta que el padre explicó: -Híja, ese hombre no te conviene, es un heredero hemofílico¡ él, como persona es maravilloso, pero proviene de una familia enferma, desgraciadamente- Rosa se entristeció. -Está bien, papá, fueron sus palabras, hablaré con él. El alma de Rosa se estremeció, sentía que se le nublaba el pensamiento, sentía que el ser amado moría lánguidamente entre sus sueños. Salió a hablar con él; en el parque tenían cita, allí refirió a su novio lo que sus padres le habían dicho. Convinieron en ir a una consulta médica y el diagnóstico fue: Hemofilia progresiva. Ambos enamorados, presos de angustia, pasaban frente al hermoso edificio, recién construído por los padres de Rosa y resolvieron contemplar la ciudad, desde la cumbre de esas hermosas torres. Desde ella miraron el infinito y Roseliano dijo: -Allí está Dios, aquí en la tierra no hay lugar para mí- Y tras un beso y un abrazo apasionado, soltó violentamente a su amada y se lanzó al vacío. Ella desesperada se lanzó también. Ambos quedaron en el pavimento exhaustos con polifracturas generales. La noticia voló a los diarios y la consternación invadió el hogar de los ingenieros. Lo sublime y lo trágico son mantos que acarician a los enamorados, dijo entre llanto la doctora Albarina. Y envueltos en un girón de tristezas llevaron a la hija amada al campo santo. Construí el sitio de la muerte de mi hija, decía el ingeniero Rodolfo Erguido, sumido en el dolor; repitiendo: -Quisiera renunciar para siempre a la tarea profesional, porque cada edificio elevado me sugiere una triste impresión- El ingeniero resolvió viajar a otro continente y se marchó solo. Unos días más tarde llegó la infausta noticia de que había enloquecido en el barco y había perecido al lanzarse al mar. La doctora Albarina recibía un dolor sobre otro dolor. Pasaron algunos años, Alberto, en la única compañía de Albarina, 340 culminaba con. felicidad su profesión de médico; contraía matrimonio con su novia deestudiante ysemarchaban a prestar servicios profesionales al otro extremo del país. La doctora Albarina quedó enlamás tremenda soledad, era huérfana depadres y los miembros del hogar unos fallecidos y elotro yalejos deél. La doctora Albarina entró enprofundas meditaciones ytomó la resolución de dedicarse a lafloricultura. Compró unagranja cercana a la ciudad y en ella estableció su plantación de flores. De vez en cuando sus lágrimas eran rocío sobre las corolas de las flores. En su campo de cultivos, la doctora Albarina recibía la visita de agricultores, horticultores. De estas conversaciones nació la idea de fundar una Asociación de Productores. La doctora Albarina se hizo líder de los trabajadores rurales; su desprendimiento, su espíritu de lucha la colocaban en una posición de primer plano. A proposición de ella se logró el primer Congreso de Campesinos. Los campesinos la llamaban por el nombre cariñoso de la Estrella. En las concentraciones agrarias se oía el grito: "Viva la Estrella" La doctora Albarina soñaba con la reforma agraria, con la reivindicación de los hombres del campo y era aguerrida opositora de los terratenientes. Dirigidos por ella, una concentración de campesinos invadió una hermosa y extensa finca. Los propietarios acudieron a las autoridades. La doctora Albarina, en representación de los agricultores, acudió a los Despachos oficiales y en uno de ellos se enfrentó al Ministro del Agro: -Doctora, usted es una disociadora, usted es un problema social, usted merece el castigo del gobierno-, fueron las frases del ministro. A lo que la doctora respondió: -y usted, señor ministro, merece un premio, por mantener ociosos los campos, por ser anti-agrarista, por ser insensible ante el dolor de su pueblo, por proteger a los poderosos y perseguir a los débiles­ -Doctora, -respondió el ministro, -un juez de instrucción ha dictado contra usted un auto de detención y aquí están los funcionarios que han de conducirla a la cárcel- La Doctora Albarina, con una sonrisa, irónicamente respondió: -Lo veremos- El ministro continuó: -Escoja usted entre la cárcel o desista de su aberración de incitar los campesinos a esas organizaciones y actos ajenos a los postulados del gobierno- La Doctora Albarina con expresión muy calmada respondió: ­ Señor ministro, deme 24 horas y le daré mi respuesta- Concedido, -contestó el ministro, -La espero mañana a esta misma 341 hora en mi Despacho­ La doctora abandonó eldespacho del ministro, con actitud apacible, pero visiblemente emocionada. La doctora Albarina regresó al campo promoviendo de inmediato una concentración campesina y desde improvisada tribuna habló: -Somos la población rural, la que trabaja latierra, la que sabe del sol candente y delas noches desoledad; somos elgrupo humano donde la asistencia social y laeducación están ausentes, somos los eternos explotados porlos que dirigen la economía, somos como bueyes nómadas productores incansables del alimento de la nación y somos los olvidados del derecho. Solicitando favores nada conquistaremos, nos convertirán.en carne de cárceles, senos negarán los recursos y nos perseguirán con elbrazo armado del gobierno; pero nosotros somos seres humanos actuantes y pensantes y con acción enérgica haremos cambiar de pensamiento a los rectores del país. Nos declararemos en insurrección, haremos oposición porla fuerza, lucharemos en el terreno cívico y armado, marcaremos una nueva etapa enla historia de este país. Se oyeron vivas a la Estrella entodo elSector. Un hombre maduro y tostado porelsol, subió a la tribuna: -Apoyemos a la Estrella dijo, demostremos que no somos un pueblo inútil, que en los campos regados por la sangre, cuando ésto lo causa un ideal de justicia humana, florecen los árboles del derecho y es la mejor herencia que se deja a las venideras generaciones. Vamos a la guerra repitió; sigamos los postulados de la Estrella, que en ella hay alma de justicia social y redención para los desposeídos­ "Viva la Estrella y el doctor Juan Grito", fueron las voces que se oyeron en el tumulto. El doctor. Juan Grito era un agrónomo revolucionario y estaba en el uso de la palabra; él continuó: "!Todos a la rebelión!" y se oyeron voces apasionadas. La insurrección había comenzado. La doctora Albarina, de nuevo en la Tribuna, dictó su primera orden de acción: "Avancemos y tomemos la población vecina, ésto será la primera alarma y la primera resistencia". y las masas de campesinos armados de machetes y escopetas, se apoderaron de la población inmediata y luego ocuparon cinco poblados más. La doctora Albarina se reunió en su comando con el doctor Juan Grito y dialogaron: -Doctora estoy muy orgulloso de usted­ -Es un gran honor, -contestó ella -pero dígame doctor ¿Cómo es que usted también se ha sembrado en el campo abandonando las posiciones burocráticas de la ciudad; es acaso por razones de su 342 profesión de agronomía u otra causa?­ El respondió: -Me quedé sin familia, fue un poco desafortunado y trágico mi pasado, noquisiera recordarlo, sólo miro elfuturo- Ella cortando una breve sonrisa le dijo: -Cracías doctor, nos parecemos- Ysusojos seinundaron de lejanía. Con estos acontecimientos, elgobierno tomó las medidas para aplacar a los insurrectos. Una compañía del ejército marchaba sobre ellos. Los campesinos preparaban emboscadas y comenzó un combate sangriento. Los soldados atacaban y los campesinos, con su habilidad montés, sacaban ventajas en los diversos boquetes de los bosques. Estaban aprecio las cabezas de la doctora Albarína, alias la Estrella y el doctor Juan Grito. La lucha se prolongó varios meses. Era una guerrilla continuada y salvaje. En sus acciones los campesinos voceaban, "Viva la Estrella y el doctor [uart Grito". En una caverna de la montaña, la doctora Albarina y el doctor Juan Grito revisaban sus planos y planes. Decía ella: -Nuestro triunfo está en la resistencia- El replicaba: -Seamos tenaces conservando nuestras posiciones que, al fin, el gobierno buscará un entendimiento con nosotros. Albarina y Grito ya eran un símbolo y un baluarte de potencia moral. El jefe del Estado y los ministros empezaron a considerar la situación como grave. A ésto hay que darle una solución adecuada, la violencia es un fracaso, de allí puede nacer una revolución peligrosa. Y comenzaron las deliberaciones del Jefe del Estado y sus ministros. Desde sus cavernas, sede y cuartel general de la revolución, Albarina y Grito impartían sus órdenes y consignas. -La revolución es un estado de conciencia con madurez histórica, -decía ella. -Tiene usted razón doctora y también es el caudal de un río que dejó de ser riachuelo y precisa de un cauce mayor para lograr su destino- El gobierno nacional dictó un decreto expropiando a todos los terratenientes de esa zona y dictó ordenanzas de parcelamientos de tierras para los campesinos y amnistía general para los insurrectos. Invitó a los Jefes campesinos a conferenciar con una Comisión de Advenimiento. Se fijó el sitio, día y hora de la reunión. Asistieron por los campesinos un grupo encabezado por la doctora Albarina, alias la Estrella y el doctor Juan Grito. Los campesinos vigilaban el sector, los soldados permanecían en su sitio; en cada desfiladero había emboscadas de campesinos, también de soldados, la tensión era inmensa. Ambas comisiones se encontraron a la falda de una montaña. La representación campesina exigió bases de seguridad. 343 Retiro de las fuerzas armadas, desalojos de los terratenientes y autoridad de la directiva campesina para distribuir las tierras. Estas condiciones fueron aceptadas y eltriunfo campesino fue aplastante. La doctora Albarina yel doctor Juan Grito se dieron un abrazo de alegría con visible felicidad; porla imaginación deella cruzó la imagen de una torre de concreto enmedio de una ciudad yporla mente de él cruzaron dolores viejos que sellaba el pasado. Ymientras sendas lágrimas rodaban por susmejillas, uno de ellos recordó el comienzo de la lucha diciendo: son muchos los caídos, pero la gloria del triunfo vale elsacrificio. Los seres queridos que dejamos atrás fueron los primeros soldados que cayeron para iniciar la ruta de nuestros destinos-o Y mientras en el campo soleado era de nuevo majestuosa la paz,la doctora Albarina yeldoctor Juan Grito eran dos almas dejusticia, que formaban pareja vibrante, dejando deser dos soldados alformar mutuamente compañía, como si dos soles sehubieran dado cita enun mismo punto del destino, donde los seres nobles tienen de aguerridos la misma fortaleza que tiene la ternura deloexquisito. Yel fue elgrito de unaestrella yella la Estrella deamor nunca perdido. Ypor elsendero humano, donde losublime ilumina, él fue el pedestal luminoso de una Estrella.

344 LUNA DE MIEL

Una bandada de golondrinas, vista a la distancia, simulaba un enjambre de abejas, desprendiéndose del sol, bajo el cielo dorado de un atardecer, entre arreboles que se extendían, como un inmenso tapiz colgado de un cielo encendido, donde la tristeza y la alegría comulgaban entre sí y el rubor del amor se había esparcido en el colorido. Era una tarde distinta a las demás, era tan brillante el sol en su caída, que la tarde tenía ambiente de aurora y las aves trinaban como en un despertar; era un atardecer con emoción de sol temprano, tenía la alegría de las mariposas en enjambre y la armonía de los caminos que se desprenden diluídos del pincel, cuando el pintor les hace bordear la serranía, en un lienzo de amor, si el camino es una remonta en la montaña, bebiendo nube, bajo los rayos del sol. 345 Sin duda, bajo los rayos del sol tropical, en ella dos amantes colmaban entre sus manos laternura de unafantasía, alinderada porla pasión y cortaban también sus labios la luz de los besos delicados, bajo lasnubes de golondrinas en aquella tarde de amor. y la tarde por fin cerró la hora luminosa, lasgolondrinas se recogieron a sus nidos y los amantes se marcharon al hogar. En el ambiente quedó suspendido un latido, el recuerdo que trazó el colorido y el beso alado de los amantes que, entre lahora, también se recogieron en elsueño amado entre las caricias de los trinos del alma, cuando ella está encendida entre losugestivo de un suspenso enamorado en un atardecer de pura luz y entre las ondas que motivan el trino. En su cabaña, yaen medio del valle, Rubén y Yolanda, los dos amantes ensu lunade miel, sebebían las horas, hacían de su aposento el centro de un fuego eterno que sólo essentido por los enamorados cuando la miel exquisita de lalunase torna ensuave panal de ternura, cuando eldestino deja oiruna íntima campanada, haciendo del alma un hálito en los senderos furtivos, cuando loflorido de lo humano torna en huerto de amor floreciendo en los sentidos. La noche entera cruzó como un leve manto, subyugó a los enamorados y luego se alejó, dejando a la luz un nuevo amanecer. Y mientras una azucena deliraba en el campo, casi al portal de la cabaña, con expresión de alma acrisolada, la aurora se desbordaba sobre el cáliz del sol nuevo y un nuevo concierto de trinos, desatado en mil arpegios, brindaba la miel de un sol, a los que vinieron por la luna en lo sublime del sentimiento. -Qué bello es este romper del día. -Era Yolanda que hablaba a su amado. Y él al despertar se la quedó mirando y le dijo: -Si, amor, eres el sol de mejor aurora que en el cáliz de mi sueño tiene asiento> Y ella le respondió: -Rubén, es que ya terminó nuestra luna de miel y se ha abierto paso ya el sol de nuestro camino sobre la cumbre del valle y nos señala el regreso- -¡Qh! Yolanda, es cierto, regresaremos a la ciudad.­ Y al iniciar el viaje, la azucena deliró en la ternura, la brisa dejó un himno de susurro entre los árboles y un arroyuelo serpenteó con alma de flor diluída y con su frescura besó el alma de las piedras. Y todo el silencio del valle conmovido levantó el cáliz de una luna de miel sobre la corola del.sol. Yel amanecer era tan bello que también tenía alma de aquel ata,rdecer tranquilo, simulaba una tarde de luna de miel este despertar de aurora. . .Los enamorados se alejaron del valle encantado entre recuerdos de plenilunio, aurora y trinos y engastaron en su ilusión preciosa una luna 346 de miel en su destino. JOSE UNIVERSIDAD

La animación en el salón era extraordinaria, la decoración hacía armonía y lograba un ambiente grato. Cierto carácter eufórico, con un tinte de alegría, era la nota expresiva entre los invitados. Una bandeja y otra bandeja llena de copas de champagñe era el obsequio inicial. En la Mansión de la familia Torresola se celebraba los quince años de la hija menor. Qué linda te ves, Corazón de María, era la frase más pronunciada. Los invitados formaron rueda alrededor de la mesa, donde una torta llena de colorido con fondo blanco hacía de centro. Todos cantaron una canción alusiva al feliz año. Don Ultísimo Torresola tomó la palabra: -Corazón de María, testigo es mi alma ante Dios, de la felicidad que tú representas en este 347 hogar. Creo que un lucero enamorado brindó en su copa de miel cuando tu naciste y hoy entre tus quince años, el sol ha hecho más tibia su luz, para rizar tus emociones en el esplendor de tu ternura. Tus quin­ ce años representan la savia florida de la nueva generación que, en esta familia, se proyecta, como el entreabrir de un pimpollo que anuncia el reemplazo del árbol viejo. Vibre tu armonía con alma de manantial y que tu gracia se proyecte en mi esperanza- Los aplausos hicieron eco. La señora Torresola llamó a José, exigiéndole prestar el mejor servicio a los invitados: -Iosé, ¿servistes whiskis?, ¿José servistes brandi? ¿José,servistes pasapalos? -y José se multiplicaba para servir a todos los invitados. Ya en altas horas de la noche, entre el ritmo de la música bailable, la bebida y los obsequios, la fiesta se hacía maravillosa. Pepito Torresola, joven abogado de la familia¡ destacaba entre los anfitriones. José, ¿servistes el pato en naranja? -Si, Dr. Pepito, ya está en las bandejas. Muy bien, repuso el joven anfitrión- y oye José, pórtate bien, no te veo a la altura. -Gracias, Dr. Pepito. La fiesta terminó casi al amanecer. -Iosé, recoge todos los corotos, friégalos, la locería en su lugar y la cristalería; después limpias la casa, no te olvides pasar el aspirador de polvo: Tú sabes, José, que los mesoneros de la agencia se van y las muchachas de servicio están cansadas, quiero que todo quede tal cual- Si, señora Torresola, -contestó José. La familia se retiró a sus aposentos. José terminó su trabajo a las diez de la mañana. José se retiró exhausto a su habitación próxima al corral, diciendo: No juegue, en estos dieciseis años de vida, no hay quien haya sufrido más que yo; claro, y que soy yo un hijo del Dr. Pepito en una de las mujeres de servicio muy querida de la familia; quien sabe, quien sería mi pobre madre, a lo mejor una buena esclava de aquí y yo heredé su fatalidad. Me llamo José sin apellido, simplemente José, un brillante estudiante en el Liceo nocturno, brillo que se pierde en las noches, como la luz de las luciérnagas y en el día casi una bestia de carga; pero sin embargo, me criaron y tengo que estar agradecido; será verdad que ese Pepito es mi papá; ni siquiera sabe que estudio. Y entre su pensamiento analizando su destino, lo rindió el sueño. Al día siguiente, después de cumplir sus quehaceres, José se dirigió al Liceo nocturno. Era su lugar de esperanzas este Liceo; la rutina de su vida transcurría del trabajo de la mansión al Liceo noc­ turno. Culminó su grado de bachiller con calificaciones sobresalientes. 348 Habían transcurrido cinco años del festival quinceañero de Corazón María y ese mismo día en un Liceo privado se graduaba de bachiller Tintinito Torresola, quien fue muy ayudado por Profesores particulares y por los obsequios de la familia a.los Prefectos de la Institución docente. Tintinito se había graduado con una calificación de diez puntos. Se comentaba que los exámenes habían sido brutalmente fuertes; pero que gracias al Profesor tal y al Profesor cual y de muchos otros sabios preceptores, ya Tintinito estaba en las puertas de la Universidad. Y ésto motivó este nuevo festival fastuoso en el seno de la familia Torresola. Terminada la celebración, se repetía la misma historia en la vida de José. Luego, allá en su cuarto de dormir, José abatido por el cansancio se comentaba a sí mismo. -¡Cónfiro! Así se celebra la fiesta de un burro- La familia Torresola en los días siguientes tuvo muchas reuniones de consejo de familia; algo ocurría. De allí salían caracteres airados, discusiones agrias. Algo grave estaba ocurriendo. Los negocios de la familia había sufrido un deterioro. Una de sus empresas había sido lanzada a la quiebra. Las garantías patrimoniales estaban en peligro. Un año duró la bataola. La familia se desprendió de la mayor parte de sus bienes para sanear. una situación difícil, entre líos de bancos, prestamis­ tas y abogados. La señora Torresola salvó su mansión; pero su renta quedó casi al cero. Con mucha discreción se retiró a la servidumbre. Sólo le quedaba José, su brazo derecho. Sobrevinieron días de escasez. 'La señora Torresola lloraba en silencio. El señor Torresola, sacando bríos del imposible, era muy poco lo que lograba. El Dr. Pepito esperaba un empleo de alta categoría, el cual no llegaba nunca. José presenciaba esta angustia y le preocupaba. El quehacer del hogar había disminuído, casi en su totalidad. El mantenimiento de la mansión se hacía de vez en cuando y todo había tornado en quietud lo que era actividad de vida social dinámica. José logró una colocación de escribiente. En las últimas horas de la tarde llegó a la mansión y observó a la señora Torresola, quien trabajaba en un bordado de encargo. Ella estaba mustia y silenciosa. José se le acercó diciéndole: -Madrina, tengo una buena noticia, estoy desempeñando un buen empleo; imagínate, soy escribiente de un tribunal y me pagan por las habilitaciones; mira, madrina, lo que te traigo- y le extendió la mano con una cantidad de dinero en billetes. La señora Torresola tomó a José por el brazo y lo acercó hacia ella, dándole un beso en la frente diciéndole: -¡Hijo mío! eres muy noble, por algo tienes mí sangre, guarda ese dinero, si tengo necesidad, yo te digo­ José besó la mano de su madrina y al retirarse pensó en las 349 necesidades de ese hogar. Y por su cuenta hizo compras en el abasto y cubrió otras necesidades. Yasí lohizo con frecuencia, como un hijo de la casa. José aprovechó deinscribirse en una Universidad enla Facultad deDerecho. El mundo delafamilia Torresola había tornado mustio y austero; Pepito secasó con una mujer madura yrica y vivía fuera del hogar. Corazón deMaría trabajaba como Secretaria en una Compañía. Tintinito trabajaba en un ministerio y estudiaba derecho. Llegó un día de cumpleaños deCorazón deMaría como yahabían pasado otros; pero en esta ocasión lapastelería enviaba unahermosa torta, con escrito en caramelo; "Feliz cumpleaños Corazón de María" Ytambién llegó un ramo de flores con una tarjeta que decía: "Los que te aman", Corazón deMaría estaba sorprendida y le causaba felicidad. Para ella eradeun extraño, pues notenía pretendientes. Tintinito,la señora yelseñor Torresola sereunieron alrededor de la torta yde las flores, entre un ligero comentario feliz; cuando alguien interrumpió con una bandeja llena decopas de champagñe ycantando feliz cumpleaños; eraJosé. Corazón de María dijo: -Túeres elautor de todo esto, y todos lo abrazaron con felicidad. -Tu tienes de mi sangre, José, -dijo el señor Torresola. José contestó con el ritus de una sonrisa. Habían transcurrido los años, José era un hombre joven y maduro de pensamiento. José terminaba sus estudios y se graduaba de abogado. En esa misma fecha yen la misma Universidad se graduaba Tintinito. La familia hizo un esfuerzo para celebrar el grado de Tintinito y José colaboró con bebidas y otras cosas. Llegó el día de la graduación, Tintinito se probaba la toga y el birrete. Su hermano Pepito lo acompañaba. Doña Leocadia, la esposa de Pepito, hacía de anfitriona en la casa de los Torresola y salieron todos juntos rumbo al Paraninfo para acompañar a Tintinito. Todos los graduados estaban sentados en filas de togas y birretes. El Rector de la Universidad tomó la palabra: -Señores esta casa de estudios cumple una jornada más al aportar a la sociedad un grupo de hombres de ciencia. Esta promoción lleva el nombre de "Hijos de La Ley" y es una promoción maravillosa. Ella se encuentra prestigiada por uno de sus miembros, ejemplo de voluntad y a la vez figura de esclarecido pensamiento: es orgullo de esta casa de estudios, se trata de un ciudadano de padres desconocidos a quien la Universidad ha recogido como hijo predilecto y le ha dado el apellido de Universidad. El entra al Foro con el nombre de José Universidad. 350 José se puso de pie y avanzó a estrechar la mano del Rector.

La concurrencia quedó en silencio. Del medio de ellasaltó un hermoso perrodel jardín de la familia Torresola. El perrosaltó de alegría sobre José, él 10 abrazó besando su cabeza y haciendo un chiste agregó: -No soytan desconocido, tengo un hermano, es el hermano perro- y dirigiéndose al animal le dijo: -Quieto guardián- El animal movió la cola y José Sé preparaba para leersu discurso en nombre de la promoción. Unsollozo acompañado de un grito se oyóen la concurrencia. Era Doña Leocadia deTorres 01a,la esposa de Pepito, quiengritaba: -¡Pepito! Ese muchacho es nuestro hijo. Yo quiero a mi hijo, fui una madre cobarde- Casi enloquecida corrió para abrazarse del Dr. José Universidad. Pepito con carácter trémulo la acompañaba. Perdón Dr. Universidad dijo el Dr. Torresola, agregando: Tu verdadero padre ha sidoDios y eres hijo de la Universidad. José abrazó a sus padres yen una frase de consuelo expresó: -Pero si no heperdidonada, lo grandede ustedes fue darme la vida y la poseo. y José continuó hablando: -Además, en el árbol el fruto es naturaly antes quecultivado en familia fue primero silvestre. Yo soyun fruto silvestre del árbol de la vida, orgulloso de mi savia y de mi familia como los árboles. Los naranjos siempre seránnaranjos, los cedros siempre seráncedros y cadaespecie siempre serásu especie, aunque nazcan fuera del huerto familiar. Paramí, mispadresnohan pecado, como no peca el polen quellevado por las abejas desde lasfloresde los árboles cultivados hastala flor inculta, dondese fecunda la flor silvestre y se reproduce la misma familia con la misma característica, en las raíces, en el leño, en la savia, enlas flores, en elfruto y la ramazón. Yo soyla misma familia. Padres, nadase ha perdido-o La familia Torresola estaba de pie,y al regresar alhogar, el silencio reinaba. Ensus corazones crecía elllanto de un suspenso; mientras el Dr. José Universidad entraba por la puerta principal de la mansión, entrela aureola del calor familiar.

352 EL BECERRO DE ORO

Frescos y armoniosos lucían los aledaños de la ciudad; la casona de agradable ambiente, de estilo semi-colonial de la familia García, se enseñoreaba entre lo adusto de ese mundo acogedor y sencillo que ofrece la ciudad en un semiarrabal nutrido de familias antiguas donde lo casto y lo místico constituyen la meta con sólido pedestal. Don Cipriano García se llenaba de orgullo al decirle a su mujer, que Roselindo, su hijo mayor, entraría a los estudios secundarios en el colegio de los Jesuitas y hablaba del equipo del muchacho: su traje de casimir azul, su camisa blanca sport, sus zapatos de fútbol y todo el atuendo que para él inspiraba un futuro prodigioso. Roselindo iniciaba curso de bachillerato en ese famoso colegio de la ciudad. Se sentía feliz en los retiros espirituales y ensayaba prácticas 353 de fe en el hombre, creía en el mundo social que le rodeaba, creía en la justicia humana y en la doctrina hermosa de Cristo. Un día al regreso del recreo hacia el aula oyó la discusión de un superior del colegio requiriendo el pago de mensualidades atrasadas que adeudaban algunos representantes de estudiantes. Roselindo se sintió algo deprimido, porque algunos compañeros de estudio por esta causa abandonarían el colegio. Los cinco años de bachillerato le pasaron pronto. Estaba listo para ingresar a la Universidad. Pero Don Cipriano Carcía ya frisaba en los sesenta años de edad y sus únicos ingresos eran los provectos de la jubilación, que le había otorgado el Banco donde había trabajado muchos años y por lo tanto, Roselindo se veía obligado a trabajar y a estudiar. A tal efecto, el joven logró una colocación de oficinista en una administradora de inmuebles. El joven recibía los clientes de la administradora. -Ioven, yo adeudo cuatro meses de alquiler, mi esposo está enfermo; pero dentro de unos días tendremos para hacer un abono. -Era una señora de aspecto noble y de familia conocida. Yo creo, -contestó Roselindo- que no habrá ningún inconveniente señora: pero déjeme comunicárselo al Gerente e inmediatamente le confirmaré el plazo.- Roselindo le expresó al Sr. Gerente la solicitud del cliente. El Gerente contestó: -¡Ah! no, eso si que no, dígale que si no paga en el acto, se le va a practicar un embargo y se le pondrá un policía en la puerta de la casa.- Roselindo quedó atontado y repuso, -Pero ... pero ... ­ y el Gerente replicó: -Nada de pero, joven, aquí el único que vale es que pague o para fuera, o embargo y policía.- Roselindo regresó confundido y al sentarse en su escritorio, se dirigió al cliente: -Oiga, señora, ha surgido un pequeño problema y es que yo no se, pero el Gerente no le da plazo. Usted verá que hace. Lo siento.­ -Cracias- dijo la señora y salió de la oficina. Como este caso, en el curso de los meses, fueron millares. Los propietarios querían su dinero, los administradores atacaban a los clientes con la fuerza judicial y policial. Roselindo sentía vivir en el antro de lo inhumano y al regresar a su hogar en las horas del sueño meditaba: Oh! qué mentira tan grande; todos dicen que aman a Dios, todos califican al pecado y a los pecadores; todos se bautizan; todo el mundo habla del bien; pero inconscientemente lo que practican es el mal. Qué intransigentes y malvados son los buenos y honorables cuando requieren su dinero. Y que retiros espirituales y que mística y que el Dios Creador y que la 354 sociedad regida por Dios. Todo ésto es un cuento, la verdad es que en esta sociedad humana, eldios esel dinero yessólo en la fantasía de una vanidad deportiva, donde existe, como pinceladas de lujo, elbendito bien. El becerrito de orode que habla la Biblia ensu historia sagrada no es un muñeco labrado en oro, es eldinero a quien todo elmundo adora. Somos una sociedad querinde pleitesía a esedios dinero y ese dios dinero es el becerro de oro, el cielo y el bien es sólo una fantasía para cazar incautos. .c ...•,: "~_ Roselindo escalaba el 2Q año de derecho y oía con profunda atención al catedrático quien explicaba los principios de la ética y la moral. Roselindo dejó correr una sonrisa amarga; el Profesor le miró y ya fuera de clase 10 llamó y le dijo: -García, usted tuvo una sonrisa burlona cuando yo dictaba mi c1ase.­ -Perdone, Profesor, que me maravillé de la verdad en fantasía cuando usted explicaba la ética y la moral y cruzó por mi mente la balanza de la mentira de la verdad cuando, en la realidad de la vida, los más grandes moralistas de la sociedad son capaces de matar cuando les toca cobrar su dinero, si alguien no les paga en la oportunidad fijada.- García! -repuso el Profesor- ¿Dónde trabaja usted? -Trabajo en una administradora de inmuebles!- -Ah! ya caigo, bueno García usted sabe que estas cosas se enseñan para que el estudiante las sepa. Son tonterías bellas un poco incómodas pero buenas; imagínese usted, hijo mío, la guerra, en ella 10 más granado de la sociedad humana mata a los demás y el que mata más y triunfa sobre los muertos que ha causado adquiere el título de héroe y se le levantan monumentos y se le cantan himnos. El que mata más y triunfa escribe la historia y la causa justa toma las plumas del ave del pensamiento y construye su glorioso nido y, entre las loas al héroe, crecen las rosas de la ética y la moral sobre el terreno que abonaron los muertos. -Cracias Profesor, -contestó Roselindo. Roselindo seguía paso a paso el desenvolvimiento económico político y social del país y oyó por radio el discurso de un famoso candidato presidencial; en el discurso se expresaban soluciones maravillosas y se ponía por testigo a Dios. Roselindo soltó una carcajada. -¿De qué te ríes, muchacho? -dijo Don Cipriano Roselindo contestó: -De los embustes que dice ese embustero y de 10 bien que 10 dice; yo 10 conozco muy bien, cuando alguien no le paga los alquileres de su edificio, quiere que matemos al deudor. Papá, yo conozco muy bien a la humanidad, ella se viste en la sastrería de las religiones, allí se visten de señores, se adornan el pecho con el crucifijo y aprenden a pintar a un Creador majestuoso; pero eso es sólo una 355 mitología, la humanidad lo que adora es el dinero y ese dinero es el Becerro de Oro bíblico donde todosse postran. Y por él,por esedios maldito, no lesimportael dios del mito, por el dinero todos quieren matar al que les debe y al que pueden explotar lo explotan hasta el martirio. Yo soy un instrumento que sirve de verdugo a un grupo humano,para que éste poseasu dinero. Yo tengo que hacerlo, porque también al becerro de oro tengo que rendir mi tributo. Papá,la mayor parte de las organizaciones humanas de todos las tendencias se sustentanen el dios dinero y lanzan un fantasear para que los tontos útilesles recojamos el usufructo, con el cual se paga el precio al dios maldito, cuandoéste deja caerese misterio que atropella dignidades, traducido en monedas, billetes y cheques bancarios con fondos buenos, es allí donde aprendemos lo que es el mito del gran dios y la verdad de la mentiradel dios dinero. DonCipriano dejó caertambién una sonrisa amargay contestó: ­ Me alegro de que te hayas educadoen una buena escuela de la vida,me alegro que sepas queel Becerro de Oroes un dios peligroso y que a la fuerza el hombre le adora, porque de 10 contrario 10 castiga conla • pobreza. Rézale al Dios de las Alturas, que a lo mejor, él es el dueño del camino que tendrás que seguir cuando tú mueras; pero cuídate del dios de aquí,de ese dios dinero,porque ese es el dueño de los caminos del planeta.­ -Gracias padre -dijo Roselindo, -ya conozco a losdos Dioses.

356 DON SARMIENTO

Sentado frente a su escritorio viejo y destartalado en la destartalada escuela de una aldea, se encontraba el maestro Don Sarmiento, divagaba su pensamiento y recordaba el pasado en alas del recuerdo. En la balanza de su alma pesaba los hechos de su vida y los sucesos de la historia. Se hundía en la meditación. Las diversas eras, la porfía de los titanes, los grandes acontecimientos, las grandes obras de arte iban pasando como un gran teatro por su imaginación. Mi conclusión, dijo el anciano, es que no he logrado nada y todo lo que he aprendido se queda oculto en mi ser y se borran como las huellas del camino y todo queda como si no hubiera existido. La vida es como el ovillo que forma un largo cordel arrollado sobre si mismo, donde las tristezas y las alegrías forman parte del mismo sentimiento porque 357 quedan sepultadas en el tiempo. y en su monólogo el sabio maestro quiso escribir sobre el sentimiento, tomó una pluma de garza con punta de plumilla de oro y escogió su primer tema: El amor. Sin duda que es un sentimiento bello, es un impulso que conduce al bien. La Naturaleza es amor puro, porque el amor es armonía de un mundo constructivo y la Naturaleza es la revelación del todo dentro de un sistema continuo. Es naturaleza el cosmos, el universo, el planeta, la vida, la esencia y todo ésto resume el amor; porque nace y se proyecta en impulsos armoniosos donde se expresa la fortaleza de una sublime manifestación, que se nos presenta en forma de roca, de río, de flora, de océano, de infinito, de ave, de canto, de resonancia, de flor como preludio del fruto y en una gama sin fin de dimensiones, en leyes maravillosas, donde no existe el error, y donde está ausente el perdón, porque está excluído donde todo ya es perfecto y así es el amor. Cerró este capítulo el sabio. Y al dejar rodar la blanca pluma, con plumilla de oro, sobre el níveo papel, desgranó su imaginación en el prodigio del pensamiento yescribió: El sentimiento es una gama infinita de dimensiones donde crece la red de los sentimientos; desde los sentidos hasta el alma, del pensamiento hasta los hechos, de lo físico a los sueños, de lo cercano a lo remoto, de lo aborrecido a lo inspirado, desde el Creador a lo creado, hasta llegar al todo entero; allí contemplo los sentimientos como un vasto cielo que lleva el todo por dentro. Hasta la ciencia infusa parece ser un grado del sentimiento. Por ejemplo, lo que brinda la semilla en la germinación es su cálida expresión. Y lo que impulsa al ave para lograr su trino y al mineral en su vibración y el niño en su llanto procurando ayuda; todo esto, sin duda, es obra del sentimiento, aunque se le llame instinto, efecto de la creación o fenómenos de la vida. Porque todo lo que anima en un sentido espontáneo tiene sentido, sensibilidad e impulso creativo y esta fuerza que no es ni de la voluntad ni de la inteligencia, pero que se manifiesta en lo humano, en lo animal, en la flora y hasta en lo inorgánico, ésto es el sentimiento en una gama prodigiosa que sentimos, pero que todavía no hemos descubierto. Todo ello conlleva un mensaje sentimental entre motivos de ternura y en la violencia de un ensueño. Ya cerraba este capítulo el viejo maestro, cuando se quedó dormido. Los muchachos de la escuela entraban con la algarabía característica de los niños y el maestro seguía dormido. Los niños ocuparon sus asientos, abrieron sus cuadernos y sus libros y el maestro seguía dormido. Marcó una hora más el reloj de la escuela y le maestro seguía dormido. Los niños llamaron al maestro, lo llamaron muchas 358 veces y el maestro seguía dormido. Los niños corrieron a sus casas y avisaron a suspadres que elmaestro nose despertaba, que su rostro era plácido, que parecía estar soñando con el cielo o que estaba dialogando con Dios enla profundidad de un sueño. Vinieron los mayores, llamaron al maestro, su pulso nolatía, unasonrisa se dibujaba en sus labios, sus ojos cariñosos estaban entre abiertos, el alma de la escuela se había marchado al cielo. Los niños preguntaron que leocurría a su maestro yotrosabio que había concurrido al lugar les explicó: Yo he venido a ocupar el lugar del viejo maestro, Don Sarmiento, porque él fue a atender una llamada de Dios quien desea abrir allá en el cielo una escuela donde estudien los angelitos. Seguramente Don Sarmiento debe estar vestido de luz y su escuela debe estar llena de lámparas de luceros y un astro bello debe ser su pizarrón donde Don Sarmiento debe estar enseñando a los niños del cielo. Sendas lágrimas rodaron por las mejillas infantiles, como un holocausto divino que, en la pureza del amor, brinda la ciencia infusa, cuando a todos llega por ternura de Dios. Y sobre los cipreses y los álamos del viejo cementerio del poblado, se oyó un concierto de trinos y un rosal desgranó sus rosas entre un llanto de rocío sobre una lápida, como un bello instinto de la Naturaleza, así se desgranaron las rosas en el recuerdo de Don Sarmiento.

359 DON SALOMaN, EL TENDERO

Buenos días señor, soy representante de la gran industria del Dublin del Textil. Bienvenido, amigo, le contestó el viejo Salomón, árabe viejo y tendero ducho. El agente vendedor estrecha la mano del comerciante diciéndole: -Soy [ohn Smith. El comerciante contestó, -Yo soy Salomón, y esta es su casa amigo, dígame en que le puedo servir. Don Salomón, la empresa que represento tiene gran confianza en usted, conocemos su balance, su crédito, su trayectoria de comerciante y su seriedad en los negocios. Yprosiguió el agente vendedor: Nuestra mercancía es de primera calidad, de gran demanda en el mercado y de fama reconocida. 360 y sacando el muestrario que traía en el maletín empezó la presentación de los artículos negociables; luego elagente llamó a su ayudante e hizo traer delacamioneta diez maletas demuestras; luego sacó listas derenglones comerciales conocidos. Don Salomón miraba con lentitud y precisión, mientras repetía, muy buena mercancía amigo, muy buenos precios. [ohn Smith, muy contento, le dijo: -Estamos dispuestos a otorgarle un millón delibras encrédito y quizás más, enlas condiciones normales de los plazos comerciales, de acuerdo con el reglamento de nuestra compañía. Muy bien, muy bien, repetía Don Salomón. y con mucha calma, hizo al vendedor una pequeña compra y pidió se le despachara al contado. El vendedor, sorprendido, repitió varias veces: Pero Don Salomón, si le estamos dando crédito, con nuestra mercancía usted puede aumentar su capital, usted amplía su crédito, su fama de gran comerciante se extenderá, nosotros estamos dispuestos a cooperar con usted. Don Salomón sonreía satisfecho y contestaba: Cierto, Mister Iohn, comprendo, son ustedes generosos conmigo; pero yo por ahora sólo les voy hacer esta comprita; en el futuro, muy pronto, estaremos en negocios grandes, poco a poco, Mister [ohn. El vendedor, ya un poco fatigado, le manifestó: Muy bien, Don Salomón, como usted diga; le haré este despacho y volveré el próximo año. Recogiendo todos sus objetos, se marchó el vendedor. Doña Zoraida, esposa de Don Salomón, le recriminó el que no aprovechara esa oportunidad. Don Salomón con toda su calma le contestó: -Oye mujer, eso que me están ofreciendo, no es a mí, es al patrimonio que tengo atesorado. Oye mujer, esos industriales quieren que les hipoteque mis bienes; porque al pasar a ser yo su deudor ellos se constituyen en unas fieras con deseos de devorar todo lo que tenemos y como yo pienso trabajar honradamente, no puedo tomar ese crédito. Oye mujer, el comercio es una actividad de peces grandes y de peces pequeños y como los grandes se comen a los pequeños, a mi no me gusta ser presa de nadie. También se dice que es un comercio de pescado y de pescadores y a mi no me gusta caer en el anzuelo de ningún pescador. Por otra parte, quien compra a crédito, en exceso, termina por tener acreedores y por perder el crédito. Y oye bien, el que tiene poco o nada se arriesga mucho y el que tiene bastante no se arriesga. Dicen que uno debe pedirle a Dios que lo cuide de las aguas mansas, por que de la aguas turbulentas uno 361 mismo se cuida; sin embargo, yo para evitarme trabajo y riesgos y evitarle trabajo a Dios no me meto en ninguna de las dos aguas y a las puertas de mi tienda séesperar que construyan elpuente parapasar el río. Doña Zoraida seretiró airada y Don Salomón sequedó contemplándola, mientras dejaba correr su medio reír socarrón. Don Salomón volvió a sentarse en su sillón con su tradicional tranquilidad, tras desu mostrador, cuando un buen amigo llegó hasta él para comunicarle un problema. y le dijo: Viejo Salomón, tu sabes que yosoy un hombre correcto, tu me conoces bien a míy a mífamilia; pero tengo en estos momentos un problema y es que se me venció un pagaré de cien mil libras y el banco me ha manifestado que si le llevo un giro avalado me otorga una prórroga de seis meses; yo ofrecí tu aval, mi viejo, y el banco loaceptó. Aquí está la letra de cambio, fírmala. Don Salomón con toda su calma respondió: -Muy bien mijo, hiciste bien enofrecer mi aval, así se defiende un hombre, cuenta conmigo, pero vamos hacer una cosa: Imita mi firma firmando así tú por mí, que si me llaman, yo digo que sí,que está bien, me entiendes, miquerido Don Juan. y Don Juan replicó: Don Salomón me está insinuando a que te falsifique la firma. Don Salomón respondió: Eso no importa, como tú vas a pagar exactamente el día del vencimiento, nadie se va a enterar y si alguien me pregunta antes, yo le digo que sí te avalé. Don Juan respondió: Si por casualidad yo no puedo pagar ese día y el banco le quiere cobrar a usted ¿Qué va a contestar usted? Don Salomón respondió: -¡Ah! -eso es otra cosa, en ese caso yo le contesto al banco que esa no es mi firma; porque mi compromiso contigo es que te den una prórroga por seis meses para que tu pagues la deuda y no para que la pague yo. Y si tú no puedes pagarla dentro de seis meses, entonces me estás engañando y dejaría de ser la gran personalidad que tu crees pero como tú eres una persona cumplida, piensa, piensa y me avisas que yo te ayudo. Don Juan respondió: Gracias Don Salomón, déjeme pensarlo y se despidió cordialmente. Don Salomón quedó repitiendo entre dientes, ¡Ese amigo Don Juan, que gran persona es! Llegaba la noche, Don Salomón cerró su tienda y ya en su casa se disponía a cenar, cuando llegó un amigo político y le dijo: Don Salomón, usted sabe que estas elecciones las gana mi partido, usted sabe que nuestros opositores son unos bandidos, si nosotros triunfamos vamos a ayudar al pueblo, a la industria y al comercio, cuento con 362 usted. Don Salomón contestó: Así es mijo, haces bien, tú eres muy inteligente, lo que ocurre es que te ha faltado un poco de suerte y dime ¿En qué quieres que te ayude? El amigo político contestó: -Don Salomón cómpreme un bono de mil libras. y Don Salomón le contestó: -Me parece muy bien, mijo, pero vamos hacer una cosa, de esas mil libras que tu solicitas yo te voy a contribuir con cien y las otras novecientas las consigues por allí y me perdonas porque estoy corto; pero no te preocupes que Dios te ayudará, porque tú eres muy bueno; tomas las cien libras y si te quieres quedar a comer conmigo, la mesa está servida. El amigo político tomó las cien libras y un poco de café y se retiró feliz. Al poco rato llegó otro político adversario del anterior, Don Salomón también le dio la razón, lo invitó a cenar y le dio su contribución en la misma proporción. Al día siguiente, Don Salomón estaba tranquilo a las puertas de su tienda; cuando su hija se presentó alarmada llorando. Don Salomón sorprendido le preguntó: ¿Qué te ocurre? y ella le dijo: -Mi papá "ese yerno tuyo, le pegó a tu hija que soy yo". Don Salomón respondió: Y ¿por qué te pegó, hija, ese hombre? La muchacha contestó: -Peleamos por la comida, porque él dijo que no estaba bien hecha. Don Salomón meditó un instante: Con que ese hombre le pegó a mi hija. Y de improviso Don Salomón le dio un par de cachetadas a su hija y le dijo: Vaya y dígale a su marido, que si él le pegó a mi hija yo le pegué a su mujer, La joven esposa regresó al hogar para sacar nuevas conclusiones. El viejo árabe, tendero ducho, se manejaba entre los diversos grupos humanos que le rodeaban. Y cuentan las leyendas que el viejo árabe dejó muchos descendientes y fortuna. Y que algunos de sus descendientes, educados en la Universidad de la Vida, siguiendo normas del viejo tendero, llegaron a la cumbre del poder y la fortuna. Y en una lápida de un cementerio provinciano se leía el siguiente epígrafe: Los enemigos son frutos de los tontos cegados por la pasión y existen pobres porque no han tenido tiempo de hacerse ricos, porque han empleado la mayor parte de su tiempo en trabajar demasiado. Para tener buena cosecha es preciso saber librarse de la yerba mala y esperar que crezca el cultivo. Quien se precipita pierde las perspectivas de su destino; al final de la lápida decía: Aquí yace Don Salomón, un viejo 363 árabe y tendero ducho.

VISION DE UN SOÑADOR EN EL DESTINO

Ensimismado un pensador en las facetas luminosas de las ideas, levantó muy alto el pensamiento y proyectó un altar en el firmamento; contempló a los leñadores, a los pastores, a los labriegos, a los beduinos del desierto y al mundo de los pescadores. En el pueblo pescador detuvo su pensamiento, contempló la lucha de estos hombres en el mar, titanes sobre las olas luchando contra el viento y tendiendo la red. Luego observó el regreso de los pescadores a las playas y el encuentro con las esposas, las novias y las abuelas, que vienen con su amor a premiar la proeza marinera e interpretó la interrogante ingenua de los hijos, cuando preguntan a los lobos de mar si le trajeron, por casualidad, entre los peces, sujeta entre las redes, una estrella o un lucero de esos que en las aguas marinas anidan ondulantes, cuando el 365 cielo marino los refleja. y el viejo pescador le contesta: Hijo, a mi regreso te los traigo seguro, porque esta vez tuve un descuido con la estrella y el lucero; los dejé tranquilos entre los peces y creo que algunos de esos peces se comieron a ese lucerito y a esa estrellita; no ves que están algunos pintados de colores? -Papá, tú si que eres torpe, siempre te ocurre lo mismo, [Cuándo vas a aprender!; ¿No sabes que tienes que agarrarlo de primero?, y yo quiero esa estrella y ese lucero para ponerlos de lámpara bajo nuestro techo, porque yo se que esa luz no se apaga nunca y nuestra casa estaría pintada de cielo. y el marinero viejo sonrió con sonrisa profunda de océano y tranquilidad de mar besando las playas: -Note preocupes, en el próximo viaje traeré tu encargo, sobre todo proximamente, cuando conmigo venga el abuelo.­ En la'sonrisa del viejo abuelo y en su mirar de consuelo se reflejó una estrella de amor y un lucero de cariño que iluminó de gracias al nieto. Luego el pensamiento del soñador proyectó su faro en el mundo labriego, contempló los grandes arados y las extensiones hechas surcos, las semillas germinando y las plantas creciendo, la floración en fecundación y los frutos maduros. Los campos en las cuatro estaciones y el mundo tropical, todo en extensiones de campiña la parte del planeta que forma el mundo del labriego. Aquí hombres y mujeres están juntos en una parte del globo segando el trigo y en otra entre las plantaciones de cafeto y bananales; y en otras, entre perales y manzanos. Desde los pinales norteños hasta las selvas tropicales, desde los huertos orientales hasta las mesetas de otras regiones continentales, allí está el mundo del labriego. Cantan, sueñan y se aman; también inflaman con la guerra el pecho y, en los casos de amor, tejen armoniosas las miradas. En uno de esos campos una mujer labriega y un campesino enamorado tejieron un romance: él le brindó una cesta, ella le regaló un pañuelo y con estos presentes sencillos tejieron la luz de sus sueños y la fundación de un hogar. Y hubo hijos que, como ellos, otros mundos construyeron en lo romántico y feliz que tiene el mundo del labriego. El soñador continuó con su faro de luz sobre el planeta proyectado desde su altar del firmamento y contempló amor y dicha en el mundo pastoril, en el mundo beduino y en otros habitantes, donde el amor y el trabajo tejen la luz de su destino. Pero una gran sorpresa tuvo el soñador. De pronto la tormenta de la guerra trocó todo en dolor, los pueblos mansos se destrozaron entre si, impulsados por fuerzas extrañas; recibían órdenes de combatir y lo 366 que era mansedumbre y emoción enamorada tornó salvaje. De cada ser humano surgió un campo de batalla y fue un destructor de lo que la paciencia y el trabajo habían construido. Este mundo inocente ignoraba quién lo había lanzado a la guerra y por qué le transformaban en combatiente. Después de muchos años reinó de nuevo la paz. Pescadores, labriegos, pastores y todo el mundo campesino, con una triste alegría, comenzaron a construir lo destruído por esa fuerza infernal, ajena y de motivos desconocidos. Mientras en las playas de los pescadores, entre la red del alma, suspiraba un viejo y una estrella de amor y un tímido lucero se reflejaban en el mundo marino y un corazón de niño les con­ templaba.

367

VATICINIO GOAJIRO

La ciudad presentaba un ambiente difícil. Los gendarmes realistas estaban por todas partes. Piquetes de soldados cruzaban la ciudad. Las caras duras y serias de los nativos revelaban tristeza y desilusión. Después de haber cantado victorias por el triunfo avasallador del ejército republicano en Carabobo, esta ciudad, dos años más tarde, en 1823, estaba ocupada por las fuerzas militares realistas, conducidas por el General Morales, veterano de muchísimas batallas en suelo venezolano. Veterano antes de Urica, en Uríca, después de Urica; en Carabobo y después de Carabobo, Este viejo militar era el dueño de Maracaibo en este año de 1823. La mano recia del veterano militar se hacía sentir. Fue un domingo en la mañana cuando, en la Plaza Mayor de la 369 ciudad, una india Goajira, vieja, leía al público que la circundaba el destino y lo hacía en una vasija de barro llena de arena; ella pasaba sus dedos sobre la arena y los marcaba en forma de círculos; luego hacía marcas con los dedos en todas las direcciones. Toda la clientela de la india se divertía. Algunos decían que les había dicho la verdad cuando les hablaba del pasado y del presente yotros porpasatiempo sereían. Un oficial del General Morales seacercó algrupo reunido en torno a la india vidente e informado de qué se trataba, sellegó hasta donde estaba la vieja Goajira y tomando unas pesetas ensus manos las tiró a la vasija de arena diciendo: -A ver, vieja vidente o guajirita bruja, dime algo. La anciana india ni siquiera levantó la mirada paraver quien le hablaba. Con gran lentitud tomó las monedas, pasó sus dedos sobre la arena y dijo: -Su novia tiene diez años esperándolo en España, usted anda guerreando en América, a usted van a tratar de matarlo muy pronto, pero sevaa salvar porque un amigo de usted leservirá de escudo, loveo envuelto enllamas enel Puerto, saltando de un barco, veo muchos barcos ardiendo, veo al Ejército Libertador entrando en Maracaibo, veo asus compañeros de armas muy asustados, veo una gran turba que letiene acorralado a usted y a sus amigos. Si quiere salvarse de las quemaduras hágase desertor del ejército y si sus amigos se quieren salvar que huyan también. -Así habló la india. El militar miró a su alrededor desconcertado y expreso: -No crean esas necedades, ¡Supersticiones! ¡Supersticiones! A otro perro con ese hueso. Esta última frase la dijo con gracia y cariño. El público se echó a reír y el oficial se retiró entre chiste y risas. Cuando el militar salía de la plaza se oyó un disparo. El acompañante del militar caía al suelo, los gendarmes a su vez detenían a un hombre, el militar miró a este hombre y lo reconoció; exclamando: -Ah! Con que eres tú Casimiro-, El hombre respondió: -Sí, soy yo y usted es Efraín de Las Vegas; he venido desde Madrid para matarte, lástima que erré el blanco y maté a ese infeliz que te acompañaba. Por mi rango social no me pueden detener. El militar contestó: -Eso es lo que tú crees, estamos en Maracaibo y en guerra, te voy a hacer fusilar, pero es bueno que sepas antes que no fui yo quien mató a tu padre-o Los gendarmes se llevaron al detenido y recogieron el muerto. Un curioso del grupo se acercó al militar diciéndole: -Oficial cuídese, parece que la bruja le dijo la verdad-o -Gracias amigo, contestó el militar y siguió su camino. La noticia de la bruja vidente corrió por toda la ciudad: "que el Puerto estaría en llamas con barcos ardiendo, que el ejército republicano entraría triunfante a Maracaibo, que eso era para rápido, que la bruja 370 sabía porque sabía yeso no tenía pele". LLegaron a oídos del General Morales noticias deloocurrido con laindia, delosucedido almilitar yde algunos actos deinsurrección en laciudad, los cuales se distinguían con gritos: "¡Viva elGeneral Rafael Urdaneta!" "¡Viva la República!" "¡Viva Bolívar!" El General Morales ordenó mucha vigilancia y prudencia, repitiendo ante los suyos: -Yo tengo mucha experiencia del trato que se debe tener con los venezolanos. Hay que apretar y aflojar; a veces lo suave da mejor resultado. Procuren no vejar a nadie. Esta gente de Maracaibo es terrible. No discutan 10 relacionado con los pronósticos de la india. Menos mal que no tenemos barcos en los puertos, porque este pueblo es capaz de hacer el sacrificio de lanzarse a quemar barcos aunque los maten; así es que mucho cuidado que ya estamos llegando al mes de julio, que es bastante y hoy somos los únicos responsables de la reconquista y de la instauración del poder del Rey-. Mientras tanto en la casa de la familia Villasmil,de republicanos de raigambre, se efectuaba una reunión, Don Apolodoro Ortega tomó la palabra. -Señores: Vivimos un momento de adversidad. Es absurdo que dos años después de la batalla de Carabobo esta ciudad se encuentre ocupada por un ejército realista. Sabemos que el General Urdaneta están avanzando desde Mérida y que viene triunfante como siempre; pero estos realistas se han replegado aquí en Maracaibo y la gente de este lugar tenemos que dar la talla a la altura de las circunstancias. El sistema republicano ya está logrado, la presencia del enemigo en esta ciudad sólo representa un foco temerario de resistencia. Así es que nos ha tocado a los habitantes de Maracaibo realizar el último gran esfuerzo para sellar definitivamente la Independencia de la Patria. Cuando icemos la bandera tricolor en esta ciudad se podrá decir que definitivamente es un país libre la Gran Colombia. Los invito a formar el comité de resistencia y de liberación a la vez. Cada una de nuestras firmas representa nuestra voluntad y nuestra voz la clarinada de la libertad y todo constituirá un estado de derecho que viene a ser nuestra libre determinación en el destino humano y una demostración de inteligencia ante los sectores pensantes del mundo. El acto de pujanza que realizaremos reflejará a Maracaibo como ciudad prominente, escribiendo un trozo luminoso de la historia de América. No somos hombres emocionales; nos hemos distinguido por ser conscientes, pragmáticos, justos y cabales en nuestras decisiones. Manos a la obra, compatriotas-o Así terminó su discurso Don Apolodoro. Con el mayor entusiasmo se constituyó un gran comité quedando integrada La Junta Directiva por Pedro Bohorquez, Telésforo Montiel, 371 Rigoberto Navas, Temístocles Pirela, Alquímedes Castellano, Diógenes Ortega, Lucindo González, Juan Pérez, Don Apolodoro Ortega, Srta. Judith Chirinos, Rosita Parra, Rosario de La Hoz y Margarita París. Así se convino en constituir un grupo de trabajo bajo el control de miembros del Comité; cada grupo operaría en un frente diferente, pero en acción coordinada. Los diversos grupos formados así comenzaron a actuar en distintos lugares de la ciudad hasta el extremo de recrudecerse las acciones. Durante varios días el pueblo de Maracaibo combatía en las calles. El jefe realista llevaba las acciones con bastante prudencia, temía que el General Urdaneta avanzara en cualquier momento, cuando le llegó la noticia de que el Almirante Laborde se aproximaba con la Escuadra de Guerra Real. Esta noticia incomodó al General Morales y le envió un mensaje al Almirante Laborde diciéndole, que era preferible que se quedara en la bahía de El Tablazo, desde donde vigilaría e impediría cualquier acción marítima de los republicanos. El Almirante Laborde al principio pareció acatar esta orden, pero a los dos días se presentó en Maracaibo y le hizo saber al General Morales que él venía investido con el carácter de Jefe Supremo; a lo que Morales le contestó: Laborde, usted y el Rey están equivocados. Si yo permito que usted sea el Jefe Supremo en pocas horas perderíamos la Plaza. Esto incomodó al Almirante Laborde, quien manifestó que la escuadra estaría en Maracaibo al día siguiente e insistió en su condición de Jefe Supremo. Mientras tanto la ciudad estaba llena de barricadas, la insurrección de la ciudad era total. El jefe realista no perdía la calma. La Escuadra Realista hizo acto de presencia en el Puerto de Maracaíbo, Laborde estaba en ella. Al día siguiente la escuadra naval de la Gran Colombia hizo acto de presencia en el Puerto de Altagracia, al mando del Almirante José Padilla. El Almirante Laborde resolvió conferenciar de nuevo con el General Morales. Mientras la batalla recrudecía en la ciudad, en un sector central de la zona urbana los comandos realistas encontraban tenaz resistencia. En este sector, los patriotas marabinos, comandados por Temístoc1es Pirela y Margarita París, resistían hasta lo imposible.Margarita y Temístoc1es arengaban a su pueblo logrando fuerza moral y física hasta más allá de sus posibilidades. 372 El comando patriota casi flaqueaba, carecía de municiones, agua y alimentos, pues la táctica de los comandos realistas impedía toda clase de abastecimiento. Margarita y Temístoc1es conferenciaron. Se imponía la necesidad de una última y decisiva acción; en la conferencia se impuso el criterio de Margarita, ella dijo: - Temístoc1es,yo por el norte y tú por el sur, ordenemos un ataque a la bayoneta, hombres, mujeres y niños en grupo de a cinco con suficiente movilidad. El ataque debe producirse al mismo tiempo al oirse el toque de nuestros cornetas o el explosivo que haremos detonar. Empecemos a las dos y media de la tarde, de esta fecha memorable del 23 de julio de 1823-. A la hora convenida estaba todo dispuesto. Se oyó la explosión acordada y el toque de los cornetas. Temístocles ordenó hacia el sur: "¡A la carga!" Margarita ordenó hacia el norte: "¡Ala carga!" Las calles iban quedando tintas en sangre, los comandos realistas retrocedían. Al mismo tiempo se oyeron explosiones en el Puerto. La escuadra Gran Colombia, al mando del Almirante José Padilla, atacaba a la escuadra realista. La conferencia de Laborde y Morales se interrumpía. El Almirante Laborde corrió al Puerto; el General Morales se apresuró a llegar al cuartel y desde un sitio alto contempló el destrozo que en la batalla naval estaba haciendo la escuadra gran colombiana sobre la escuadra realista y exclamó: Este loco de Laborde ha puesto la torta!­ El Almirante llegó al Puerto y subió a la nave insignia y ordenó acoderar a todas las naves que fueran posible sujetándoles unas a otras; pero el ataque naval republicano era implacable. La escuadra realista quedaba envuelta en llamas, las columnas de humo envolvían partes de la ciudad. La lucha se prolongó hasta las siete de la tarde; el lago estaba lleno de cadáveres; sus aguas lucían rojizas por la sangre humana. El abordaje ordenado por el Almirante Padilla se cumplía en forma sangrienta. El Almirante Laborde abandonó la nave precipitadamente y con él, parte de la infantería marina, en la cual había entrado como refuerzo el coronel Efraín de Las Vegas, quien se salvó de las llamas lanzándose de las aguas y al ganar la orilla con la ayuda de un compañero le dijo: -¡Hombre!, aquella bruja goajira sí que sabía, si me hubiera dicho que yo iba ser rey, la hubiera nombrado infanta; -Todavía tenía buen humor el español. El Almirante Laborde no regresó donde Morales; prefirió tomar alguna embarcación de la costa, que 10 llevara a puerto seguro. Mientras se retiraba el Almirante no dejaba de repetir; -El culpable de todo esto es Morales, me dijo que Padilla era un zambo inútil y no 373 era cierto; es un hombre de experiencia-o Entre tanto, el General Morales ordenaba un retiro general de los comandos de infantería hacia los cuarteles. En medio de esta batalla que envolvía a Maracaibo, Margarita París había logrado abrirse paso en el centro de la urbe y Temístocles también lo había logrado en el mismo sector por la parte opuesta. La ciudad sentía coronar la victoria de su esfuerzo. Los diez comandos planificados por Don Apolodoro acosaban y sitiaban a los comandos realistas. Margarita ordenó a su comando: "Al Puerto, a reforzar a Padilla". A las ocho de la noche llegó frente a la nave de la escuadra Gran Colombia y, con una carga a la bayoneta, desalojó a los infantes realistas que resistían en las riberas del lago, llegó hasta cerca de la nave del Almirante Padilla, quien con expresión de triunfo y alegría se bajó a la playa y recibiéndola en sus brazos le dijo: -Niña, cómo te lanzas así al combate!, sin duda es un milagro de la Fé, te conozco desde que naciste y para mí sigues siendo la flor tierna y delicada que adorna el jardín más hermoso de Maracaibo; pero de ahora en adelante eres la flor humana más hermosa que adornará el jardín de la historia de Venezuela; en lugar de Margarita París, yo te confirmo Margarita Maracaibo-. El pueblo daba vivas al Almirante Padilla, mientras Margarita estaba sujeta con su brazo izquierdo de uno de los brazos del Almirante sosteniendo su sable en la mano derecha y una sonrisa de sol marabino entre sus labios; del pecho de Margarita manaba sangre, estaba herida; pero se mantenía firme sobre las arenas de las playa y su cuerpo casi se desvanecía. Cuando el Almirante se dio cuenta que estaba en peligro la vida de Margarita, la tomó entre sus brazos fuertes, la llevó hasta la nave insignia para ser asistida por el médico de la escuadra. Cuenta la leyenda que al día siguiente de la rendición realista, una india goajira recogía en un envase de barro la arena todavía ensangrentada donde se había derramado la sangre de Margarita y que luego la india, pasando sus manos sobre la arena, con mirada profunda exclamaba: -Una doncella linda, protegida por los dioses de la Goajira salvó a su pueblo y ganó la guerra: ella tiene el nombre de una flor, se llama Margarita-. Desde entonces en la vida legendaria de Maracaibo, cuando la luna derrama enamorada la emoción delicada de su luz sobre el azul de ese lago de ensueño, se siente la inspiración de la valentía de su pueblo yen el abanico de sus palmeras indias, se advierte el romance del alma popular, con tropical acento de infinito y gloria legendaria de eternidad. Yen cada amanecer, al sonreír el sol sobre el lago azul, se presiente el alma de Margarita de Maracaibo y la videncia de una india en un sueño 374 de libertad. LOS HECHIZOS DEL MAR

Bajo las sombras de un árbol de almendrón, en la plazoleta del viejo Puerto, un viejo marinero contemplaba el mar. El Puerto, ya destartalado por el tiempo, en sus viejos muelles un rimero de embarcaciones antiguas, que fueron veleros y quizás navíos de conquista; sobre ellos se paseaba la mirada del viejo marinero. El cielo estaba claro, los alcatraces se entregaban a la pesca de sus presas y a sus cuellos se prendían las gaviotas para comer con ellos. El mar esplendía azul reflejo de cielo y el pleamar esplendía inmensidad. El viejo marinero era un huérfano del mar y marchaba lento hacia los barcos viejos. Tomó una lancha y subió a una vieja embarcación. El viento fue testigo del monólogo de aquel viejo lobo del mar y, como si el viento le oyera, el viejo hablaba al viento. 375 Este barco todavía está bueno, su manga es hermosa, su eslora es gigante, está bien de popa yde proa yhasta tiene ancla; le faltan las velas. Este barco está como yo, todavía entero y con ansia de navegar. Este barco lo reparo yo. El viejo marinero se dirigió a las autoridades del puerto y solicitó se le otorgara la propiedad de aquel barco viejo. El capitán del puerto sonrió viendo al viejo capitán, contestándole: -Es tuyo ese barco viejo, yo te arreglo los papeles, te lo voy hacer remolcar hasta el astillero, para que lo reparen y para que le pongan velas y ¿por qué no?, así como existen coches y viejos cocheros que evocan recuerdos de un pasado ya viejo, ¿por qué no hacer lo mismo con un barco viejo para que el puerto tenga también de lo antiguo una hermosa evocación?-. El barco fue reparado y era hermoso con su velamen blanco cortando la ternura del mar. El viejo capitán lo bautizó con un nuevo nombre "Luna de Miel" y lo puso en servicio con la especialidad de viajes para recién casados hasta las playas solitarias en los embrujos del mar. El viejo capitán esperaba clientes en el puerto. LLegaron cuatro oficiales del ejército y una pareja joven y los oficiales le dijeron al marinero: -Viejo, queremos pasear, éstos dos van de luna de miel, nosotros les acompañaremos; por dinero no te preocupes; llama a tu tripulación y busca la playa solitaria que está en el mapa de tu cerebro.­ Subieron a bordo y el barco inició su ruta. En otro puerto cercano se aprovisionaron de agua y alimentos para muchos días. Los pasajeros subieron aparatos de radio-comunicación y así llegaron a una playa tropical y solitaria del Caribe. Al viejo marinero le pareció extraña aquellas luna de miel. Los enamorados casi no se hablaban, los militares los vigilaban con celo. El viejo marinero empezó a atisbar y se dio cuenta que la pareja eran dos prisioneros y sus acompañantes sus carceleros. He caído en una trampa, dijo para si el viejo capitán. y empezó a pensar en un ardid para el regreso. Urdió tantas formas para lograr la liberación, que los oficiales le comprendieron y le hicieron saber que él también estaba preso. El viejo marinero encendió su pipa olorosa a tiempo ya experiencia y les contestó: -En el mar todos somos libres o todos somos prisioneros.- Entonces ya pudo dialogar con la pareja. Se enteró que el nombre de ella era Rosaura, hija de un jefe de Estado y el hombre era un joven científico de nombre Wolki. Observó el marinero las comunicaciones continuas. Pero también observó que Rosaura y Wolki iniciaban su romance. Debo lograr la solución, decía el viejo marinero, y se preguntaba; 376 ¿Por qué les habrán secuestrado? Hundido en sus meditaciones se encontraba el viejo lobo de mar, cuando una paloma llegó aleteando jadeante a la cubierta del barco donde se encontraba él; la agarró yen una de sus paticas tenía un pequeño cartucho y de él extrajo un pequeño papel que tenía escrito: "Sociedad colombófila de Puerto Claro, se estima a cualquier persona, a quien llegue este mensaje, darle agua y alimento a esta mensajera y dejarla que continúe su ruta". El viejo marinero sonrió con malicia, le dio agua al ave, hizo migaja un pedazo de pan que llevaba en su bolsillo y escribió un nuevo mensaje, lo colocó en el cartucho de la mensajera y la lanzó para que. continuara su ruta. El viejo marinero se acercó a los oficiales que le tenían prisionero y les dijo: -Amigos míos, ustedes no conocen el embrujo del mar y menos el de este barco hechizado, imagínense, que yo tomo la luz de los astros, escribo con ella en el aire y envío un mensaje donde yo quiera, además hablo con los peces de colores y ellos también son portadores de mensajes míos. Yo soy, amigos míos, el dueño de los hechizos del mar, puedo hacer que esa pareja que ustedes tienen prisionera se enamore locamente y al enviar mis mensajes en el viento, puedo hacer que vengan a rescatarnos inmediatamente, así es que ustedes son mis prisioneros.­ Los militares dejaron oir sus carcajadas y contestaron: -Muy bien, Capitán, escriba usted en el viento que nosotros aquí esperamos.- Y le dejaron solo. Rosaura y Wolki se acercaron a hablar con él: -Capitán, le oímos hablar a usted, cuéntenos algo de los hechizos del mar- Y el capitán sonreído empezó su narración: El mar es una porción de inmensidad que peina el viento, es el espejo de los cíelós, es el amor de azul travieso, es un trozo de conquista y es un canto sin fin que besa la eternidad. El mar tiene un lenguaje enamorado, por ello refleja en sus senos a los astros, viste de colores a los peces y deja un murmullo permanente en los colores. Las profundidades del mar están sembradas de besos de sirenas, que se materializan en los corales y se cristalizan en las perlas. El martiene lo insondable del alma marinera, lo emotivo de las fumarolas, embriaga en el colorido y, en una inspiración suprema, el mar acaricia la inmensidad. El mar es un hechicero que recoge todo entre sus senos, en cada bahía se arremesa y siembra la ternura de sus sueños. El mar tiene su dios marinero y su diosa encantada y su mundo de hechizo para los enamorados y su manto de ola para que voguen los veleros. El mar es un libro hermoso que está impreso en la historia, tiene emoción de guerrero y,en la luna de miel tiene el encanto divino 377 entre un verde azul que ningún pincel ha descrito. Yo se mucho de ésto porque mi amor se lo llevó el mar con el tiempo y su agua salada me brindó el bautismo, donde lo humano se hace sublime, donde la expansión tiene grandeza y donde el licor del infinito llega a la esencia de lo bello.- Wolki se quedó sorprendido de aquel marinero soñador y, complacido, le contestó: -Usted tiene el ensueño del mar en su pensamiento, usted es tan profundo como el océano, usted es un río marino en el tiempo.­ El marinero contestó a su interlocutor: -Yo le felicito, señor Wolki, porque le han traído aquí a la fuerza, para que el embrujo del mar sembrara en usted una estrella, que es el amor de Rosaura.­ y ella conmovida le dijo al marinero: -Usted debe tener pacto con el océano, no sé cómo, ni cuándo me ha ocurrido, pero creo que los hechizos del mar han logrado en mi el amor y usted interpretó mis sentimientos mirando al océano azul. Yo creo que su dios marinero dialoga con usted cuando la brisa marina le trae un mensaje del tiempo.­ -¡Rosaura! -repuso el viejo marinero, -Es que usted y Wolki tomaron la embarcación del amor que estaba en el puerto y este barco es un tesoro de la luna de miel y embriaga la vida en el azul del océano, mi barco es un canto a la vida, su brújula es el horizonte, su cronómetro los luceros y, en la brújula del sentimiento, mi barco tiene el embrujo que en los hechizos del mar le robé al tiempo.­ No había terminado el marinero con sus divagaciones, cuando varios barcos de la armada estaban rodeando el lugar. Auténticos oficiales de la marina abordaron el barco, los falsos oficiales fueron prisioneros, la pareja quedó en libertad. Un oficial de marina se dirigió al viejo capitán diciéndole: -Capitán, recibimos su mensaje, gracias por el buen servicio. -Los farsantes se quedaron sorprendidos y exclamaron: -¡Oh! era cierto lo que decía el viejo, con la luz de los astros envía mensajes en el viento.­ El oficial del barco de guerra cargó con los farsantes, ya prisioneros e invitó a Rosaura y a Wolki a subir a la cubierta de su barco y éstos pidieron un favor al oficial del crucero: -Señor oficial, permítanos regresar en este velero, porque tenemos una cita con los hechizos del mar en el alma del océano.­ -Concedido, -contestó el oficial. Luna de Miel, el barco del amor, levantó ancla y el viejo hinchó el alma del velero y, al cortar el azul de su regreso, Rosaura y Wolki pidieron al capitán, como primera autoridad del barco en alta mar, que 378 uniera eldestino de ellos con la unión conyugal. Yel viejo marinero hizo elmatrimonio hermoso y terminó su discurso diciendo: -Yo los unoen matrimonio en nombre delDios•de losMarinos, con ellazo azul que tiene el mar, eterno espejo de los cielos. Yo sé que una perla gigante seestáformando enla profundidad delocéano maravilloso, porque los Dioses delMar deben estar conmovidos y, al llorar de alegría, sus lágrimas de ensueño se transforman en perlas, como un recuerdo marinero.­

379 EL FORAGIDO DE OSIRIS

Todo era consternación en la nación de Osiris. La bella comarca que integraba el país de los seres justos se veía amenazada por el audaz foragido Fortuna Trueno y sus salvajes huestes. La comunidad ya carecía de medios de resistencia. El foragido atropellaba, saqueaba y sembraba desolación por doquiera. Por sobre el pánico colectivo y desafiando el terror que infundía el fiero guerrero, se levantó con majestad de santidad el filósofo Justo Remanso. Y acompañado de un grupo de seguidores, se presentó frente al foragido, invitándolo al diálogo y haciéndole entrar en razón le dijo: -Pretendes destrozar con tus fechorías. Acaso te crees un Dios, acaso conoces el origen de tu vida y el destino de tu alma más allá de la 380 muerte. Yo soy portador de la voz divina y humana y por 10 tanto del bien. Nada te autoriza a sembrar el terror; ven conmigo y haré que la sociedad perdone tu impío proceder; ven conmigo y contigo los tuyos; es la oportunidad de tu salvación. Mi influencia logrará que los jueces echen un manto de olvido sobre tu inicuo.proceder: Y lograré que la patria sea para tí tan hermosa como 10 es en el disfrute de la felicidad para los hombres y mujeres, modelo de los justos en la grandeza de esta nación.­ El foragido juró al filósofo Justo Remanso seguir las leyes que él predicaba; depuso las armas y regresó con el filósofo dispuesto a ganarse la vida como un humilde labriego. Las huestes que le seguían siguieron su ejemplo. La comunidad de Osiris conoció a un nuevo Fortuna Trueno, a un nuevo hombre, humilde y apacible labriego. Y en poco tiempo se habían olvidado las terribles azañas del foragido de Osiris. Un día la nación se sintió agitada por los partidos políticos, por los candidatos al poder y por medio de un sistema electivo se constituyeron los nuevos poderes públicos. Nueva legislación, nuevos conceptos, nuevos sistemas de orientación. Los cuerpos edilicios, los cargos académicos, las agrupaciones sindicales y todo un ordenamiento social moderno transformó la vida de·Osiris. Los campos fueron parcelados; se otorgaron créditos para la pequeña, mediana y la grande industria. El labriego Fortuna Trueno se quedó sin tierra: no formaba parte de la Federación Campesina. Fue a buscar trabajo a las grandes industrias, no era obrero especializado ni formaba parte del Sindicato. Fue a solicitar créditos para fundar una pequeña artesanía, no tenía garantía para avalar lo solicitado. Visitó la Oficina de todos los poderosos y no fue recibido. Fortuna Trueno regresó a los aledaños de la ciudad, se reunió con sus antiguos camaradas quienes no andaban en situación mejor que él y junto con ellos se le vio abandonar la ciudad. Una mañana de hermoso abril cundió la alarma de que el foragido Fortuna Trueno estaba asolando poblaciones y sembrando el terror. Tembló el gobierno del país de Osiris; las huestes del foragido eran incontenibles e inclementes. El filósofo visiblemente sorprendido salió en busca del foragido, encontrándolo en una altiplanicie donde tenía su campamento. Al llegar el filósofo salió a su encuentro Fortuna Trueno y antes que el filósofo pronunciara palabra alguna, le dijo el foragido: -No te alarmes, no es tuya la culpa ni es tampoco culpa de los cielos; son esos hombres y mujeres que llaman justos, son ellos los que constituyen una oligarquía, entre fuerzas económicas, políticas y militares, dejando a los 381 demás sin derechos económicos ni sociales; son ellos los que forman y crean losgrandes grupos de marginados, que deambulan por campos y ciudades, sufriendo hambre y padeciendo sed, como perro sin amo y como tontos útiles, mientras ellos acumulan riqueza y poder. Vete, filósofo, a tu casa y llévale a todos este mensaje: "Foragidos son los que amparados en las leyes escritas por ellos mismos reducen al hambre y al dolor a las mayorías". Diles, a esos grandes señores, que Fortuna Trueno estáescribiendo su curriculum vitae, para ser bien recibido cuando regrese. Diles que prontoestaré conellos y que llevo conmigo la balanza donde se pesanlos justos para hacer su evaluación. Filósofo: -es máshermoso el títulode foragido disputándose el derecho a vivir, que el títulode mendigo bajo la humillación y desprecio de lospoderosos, demagogos y engañadores de la humanidad, oculto tras la falsa imagen de apóstoles y predestinados. Yo no soy foragido, yo soy en el presente el futuroque se precipita y el terror que sienten misenemigos no es más que de su propia conciencia, verdaderos foragidos armados de sistemas burladores, donde la angustia colectiva florece al azar y se diluye en la incertidumbre. Diles, filósofo, que estoy acampado en el altiplano de su propia conciencia y que muy prontohe de aflorar, como afloran los fenómenos de justicia social, cuandose renuevan las eras. El filósofo regresó meditando y en las ondas del tiempo, dejó desgranar un pensamiento noble, dirigido a los hombres de buena voluntad.

382 EL MILAGRO DE UN HECHIZO

Estaba serena la tarde, la plaza del pueblo revelaba lo apacible de la aldea. Un niño taciturno, en uno de los bancos de la plaza, contemplaba el viaje impreciso de las nubes, las cuales simulaban plataformas hermosas, más acá del cielo azul. La mente del niño divagaba en un fantasear de maravillas. -Alberto-,le dijeron y el contestó: -Hola, Iris del Mar- Era una niña del mismo poblado que venía en solicitud de su amigo. Dialogaron los muchachos como dos enamorados. La risa infantil de ambos simulaba ser la confluencia de dos riachuelos que, en un mismo sortilegio, ensayaban el cariño. Caía la noche y cada uno regresó a su hogar, como regresan las aves buscando el nido. Pasaron los años en la misma aldea como un río de nubes sobre un 383 mismo cauce. Alberto era un hombre joven y talentoso e Iris del Mar era unajoven graciosa, decarácter sutil, como laexpresión del jazmín que, en la ternura de su aroma, siembra un idilio de recuerdo. Alberto pretendía el amor de aquella niña; ella respondía sin seriedad. Alberto emprendió viaje a otra ciudad y, alcontinuar susestudios, sehizo ingeniero. Iris del Mar segraduaba enlas ciencias farmacéuticas enlaUniversidad de esa misma ciudad. Alberto siguió pretendiendo los amores que enélhabían prendido cuando niño; pero Iris del Mar norespondió a sus íntimas inquietudes. Alberto sehizo ungran profesional; adquiere fama; adquiere fortuna; pero nunca encontraba un gran amor como soñaba. Alberto notenía ángel para elamor; poseía un talento maravilloso, que le hacía luminoso yadmirado enla ciencia. Pero Alberto repetía ensu soledad: Notengo suerte para el amor. y continuaba monologando: Está bien que esto me hubiera ocurrido en la aldea donde nací, pero no es justo que en esta ciudad me ocurra serun hombre que nologra conquistar elgran amor que sueña. Viajaba dela oficina a la casa ensu automóvil, bajo un torrencial aguacero que sacudía a la ciudad, cuando encontró dos personas en compromisos de tránsito en la esquina de una avenida. Alberto les ofreció ayuda. Era una señora y su hija, quienes entraron al automóvil con expresión de agradecimiento. La señora le dio las gracias y le dijo a Alberto: -Soy la señora de Roquetal y esta es mi hija Riomira- Alberto contempló a la joven de unos 20 años y ella dejó caer su mirada, como una candorosa oración, sobre la mirada que Alberto le prodigaba. Alberto prolongó el viaje lo más posible. Algo romántico le consolaba en sus quejas íntimas y un impulso extraño le hacía sentir ilusiones ante la presencia de Riomira. Al fin llegaron a una urbanización inmediata a la ciudad. Alberto aceptó la invitación de entrar a la casa de la familia Roquetal. El jefe de esta familia, muy complacido, le dio las gracias y Alberto aceptó tomar una taza de café caliente. Minutos después se despidió y prometió volver. Durante muchos días Alberto pensó en Riomira. Un día volvió y, en vista de la buena acogida, volvió muchas veces. Riomira le correspondía en el amor con la pasión soñada. Alberto resolvió hablar con el padre de Riomira; pero este le contestó a secas que le avisaría. Días después, sin haber tenido noticias de Riomira a quien se le negaba en las llamadas telefónicas, resolvió ir personalmente. En la casa de ella se le anunció que la joven estaba de viaje, que regresaría entre algunos años y que la familia estaba fuera de casa. Alberto trató 384 de informarse de Riomira y, en efecto, no estaba en su casa. Tres años más tarde, todavía tenía ensu mente lafresca imagen de Riomira yelsuave acento deella repercutía con armonía ensu memoria. Pero Riomira ya era para él una visión hermosa que iba palideciendo ensus anhelos. Se encontraba Alberto abstraído enestos pensamientos, cuando un familiar, que habitaba enlamisma casa, le dijo: -Doctor, Alberto, un señor pregunta porusted con carácter de urgencia- Alberto salió a recibir al visitante: -Señor Roquetal, usted por aquí, -dijo Alberto- y el señor Roquetal repuso: -Señor, vamos pronto a mi casa, que mi hija se muere- Alberto lo siguió y con la agilidad de una liebre saltó a su automóvil siguiendo al señor Roquetal, quien iba en su automóvil. Ya en la residencia, Alberto entró con desespero y la señora Roquetallo condujo a un dormitorio. Allí estaba Riomira, lánguida, con la mitad del peso que hubiera tenido su cuerpo cuando él la conoció. Estaba casi moribunda y, en una sonrisa amarga que dejó correr ella en sus labios, Alberto depositó un beso y le dijo: -Riomira, vivirás, porque Dios es grande y porque yo te amo-o Luego Alberto se irguió, miró a los esposos Roquetal y la señora se expresó diciéndole: desde que la separamos de usted, se nos está muriendo; ¡sálvela!­ Alberto, sin pronunciar palabra, tomó a Riomira en los brazos y en su automóvil la condujo a un Centro Médico de Hospitalización. Un médico amigo le salió al encuentro: -Alberto, ¿A quién traes?­ A mi novia, querido hermano, sálvamela y habrás salvado mi propia vida. El médico conocía el caso. Riomira quedó internada en el Hospital Clínico. La familia Roquetal dialogaba con los médicos y éstos le decían: Ustedes saben, es un caso desahuciado. -Así es, doctor, -contestaba inconsolable la señora Roquetal y agregaba -pero Alberto y ella no lo saben, hagan el último esfuerzo­ Los médicos respondían; -Señores, su hija padece de un caso extraño de consunción; parece ser un caso de languidez extrema donde ella pone más voluntad por morir que por vivir- Alberto permanecía en un sillón, con su mente sumergida en el más allá, como si quisiera arrancar al infinito el milagro de la vida para revivir a Riomira. Y ya agotado, se quedó dormido y soñó que estaba en la cima de una montaña y que un viejo de luengas barbas salía de una estrella y le tendía la mano y decía: -Hijo mío, yo soy el dios de la suerte en el amor y soy el que hace los milagros a los enamorados. -y el viejo desde el portal de la estrella estiraba su mano y tomaba entre sus dedos 385 luceros pequeños y multicolores que iba arrancando del cielo y con una mención de bendición alinfinito hizo venir una nube blanca, que simulaba una plataforma hermosa, más acá del cielo y en esa nube estaba Riomira, dormida como un ángel con túnica blanca, mientras el viejo sabio de la estrella lebrindaba un ensalme divino. Alberto oyó las campanas de su pueblo y despertó sobresaltado. Se pusode pie y vio venir al médico amigo a su encuentro, quien se dirigió a Alberto con inusitada alegría: -Hermano ingeniero, tu amigo y hermano médico, que soy yo, te digo: que Dios o la medicina, o la ciencia, o la fe o el amor, hanhecho un milagro. TuRiomira seha recuperado violentamente, puedodecir queestá fuera de peligro, ven a verla. Alberto corrió al aposento clínico de la enferma y la encontró sentada en su cama, sonreída con la misma expresión de mirada de oración que lebrindara la noche delaguacero y, al estrecharla entre sus brazos, Alberto levantó la mirada paradar gracias a Dios. Yporuna ventana delaposento, miró al cielo bajo un claro de luna y tuvola impresión de mirar allá en el infinito entre una nube blanca la expresión de un viejo que iba subiendo por los escalones del cielo, entrando a una estrella rubia y llevando ensus manos un racimo de luceros. YAlberto recibió en el alma la impresión sublime de una bendición que, desde una estrella rubia, le brindaba Dios. Los enigmas de fe, habían logrado el milagro de un hechizo.

386 EL PACTO DE UN PUEBLO EN EL NUEVO MUNDO

Se agitó un mundo nuevo en el alma de un pueblo altivo, la calma se trocó en tormenta y el trono del sistema realista rodó por el abismo y en la cúspide del pensamiento surgió un sistema electivo. En el curso de los 90 años siguientes, el pueblo se inundó de caudillos, todos en nombre de la libertad y de la justicia, arrastraron ese pueblo combativo a lo más cruel de las batallas para conquistar mejor destino. Fue eliminada la esclavitud del hombre como bestia de carga, porque ya era soldado, no era el obediente y sumiso. Y continuaron los combates bajo banderas de caudillos. El patrimonio común se fue empobreciendo, se fue angostando el suelo patrio, apropiado indebidamente por los vecinos. Continuó el combate y el "vida o muerte" de los caudillos. 387 Afloró un nuevo siglo, un despota taimado ignorante y campesino tomó el poder como reyezuelo de caudillos; se dedicó a la farándula audaz del salvaje con el premio del botín entre las manos, entre aureolas de sadismo y en la sobre carga de un pueblo, ya triste con color de pueblo herido y dentro de lo histérico y somnoliento, el tirano salió al destierro, casi voluntario, simulando estar enfermo, aunque bajo la presión de otros caudillos. Yotro caudillo de pesado fardo de pensamiento se sentó sobre las esperanzas de ese pueblo y durante 27 años largos asentó su voluntad con un gendarme en cada sitio y martirizando hasta el extremo el anhelo y el futuro de aquel pueblo guerrero, hasta los linderos del olvido, hasta ser las epidemias endemias y lograr de cada gendarme un temido sepulturero. Veintisiete años más tarde cansado de vivir el caudillo, el demonio le brindó un puesto en el infierno y aquel pueblo se libró de un peso extraño y renacieron las esperanzas, como después del invierno renacer con el influjo primaveral los primeros retoños. Luego un semi-caudillo tomó el poder, reconoció derechos sociales, dio principio a lo electivo de un nuevo gobierno; donó una tercera parte del territorio nacional a un país vecino y luego se autodenominó padre de la democracia y de los derechos; luego en elecciones simuladas entregó como una herencia a uno de sus testaferros el poder. Este nuevo hombre bonachón enamorado y parrandero cordial y populachero, pobre de carácter de caudillo y manejable por el extranjero, donó, sin penas ni glorias, prórrogas a los concesionarios del petróleo por 40 años más y casi por el mismo precio que otros caudillos habían donado a los mercaderes internacionales en forma tan natural como se regala un traje viejo. Quiso imponer este cordial reyezuelo a un sucesor. La juventud militar con la juventud cívica organizada dio al traste con el gobierno, constituyendo una Junta Revolucionaria para dirigir los destinos de ese pueblo. Una constituyente entre oradores de valía, legislaron nueva constitución, llamaron a elecciones. Eligieron Presidente a un pensador, escritor de novelas, soñador de la justicia y sol bien amado en el corazón del pueblo. Surgieron tres nuevos caudillos, derrocaron al soñador y constituyeron una nueva Junta de Gobierno. Un grupo salió del misterio de la incertidumbre nacional y asesinó al Presidente del nuevo Gobierno. Uno de los caudillos se hizo jefe del poder y nombró a una nueva Junta colocando un civil en el medio y pretendió hacerse popular. Llamó a elecciones y se abrió el debate de ese pueblo. Del corazón de la turba surgió un hombre de pensamiento, maduro, acendrado, majestuoso en el verbo; era alguien que había acumulado a lo largo de su vida una página luminosa al servido de su pueblo. Este hombre había luchado contra todos los caudillos, sufrido 388 cárceles tremendas e instrumentos de suplicios en sus pies y tormento pavorosos a lo vibrante de su pensamiento. Este hombre dirigió su pueblo, habló de la verdad como el justo en libro abierto y guiando la voluntad de su pueblo derrotó al tirano con el voto popular. El tirano anuló la voluntad de ese pueblo y extrañó del territorio nacional al pensador. Simuló nuevas elecciones por medio de su Congreso y durante 5 años reinó omnipotente, como jefe único y verdugo. Reurbanizó las ciudades, abrió caminos asfaltados, construyó urbanizaciones obreras y con mano dura dio golpes de mandobles a su antojo. Un día la erupción popular capitalizó la voluntad del ejército, el tirano salió huyendo y un militar ingenuo, miembro de la marina nacional, constituyó Junta de Gobierno. Nuevas elecciones populares iluminaron las esperanzas del pueblo y triunfó aquel hombre que había presidido la Junta Revolucionaria de gobierno a la caída del tirano cordial. Multiplicó el tesoro público y anunció un régimen de derecho; pero la juventud anhelante de un sistema distinto anunció la revolución y una bataola sangrienta cubrió todo el período de gobierno y casi exhausta la nación tornó a un nuevo período electivo. Un hombre justo tomó el mando, pacificó al país y terminando su mandato llamó a elecciones libres. Un partido de Filosofía profundamente social programó un sistema de cambio y ganó las elecciones. El nuevo Presidente, un hombre culto y generoso estuvo 5 años dando explicaciones bizantinas por los medios de comunicación social y terminó entre una larga conferencia de flores que no llegó a fecundar el polen promisorio donde las grandes naciones asientan su futuro. De nuevo nuevas elecciones. Otro partido de raigambre popular ofreció las soluciones y el pueblo le dio el voto. El nuevo Presidente pidió al Poder Legislativo la facultad de grandes poderes, le fue concedido. Dictó un mar de decretos, dentro de un mundo teórico donde nada fue concreto, ésto le valió vivir entre aclamaciones, con ausencia de soluciones, parte del pueblo siguió viviendo en chozas, la asistencia social un mito. Los campos llenos de maleza. La oligarquía política y económica en su mismo sitio. Más pobre el pueblo, más cos­ tosa su vida, más grande su tragedia y más incierto su destino. Desde un rincón de la ciudad capital un sabio, asomado al balcón, contempló su pueblo en el alma de siglos y en el grito de un silencio dijo: ¡Oh, pueblo mío, algún día serás redimido y contemplando a los sucesivos gobiernos y caudillos exclamó: Demagogos de todos los tiempos, caudillos militares y caudillos del verbo, demagogos!. En los tribunales de la historia los espero, yo estaré entre los jueces, aún no se como han de pagar el largo martirio que han causado. El sabio extendió sus miradas al firmamento y leyó el futuro en el sol naciente 389 vaticinando: Ese es el porvenir que ya se anuncia en el horizonte entre las olas de laluz. Sin duda, unastro nuevo iluminará nuestra historia y la redención en nueva época hará olvidar el dolor. Contempló el colorido de la flora tropical y una corola entreabierta le brindó una sonrisa de amor y el sabio miró de nuevo el cielo y enlaflor de laluz encontró este mensaje: Esta ocurriendo unparto nuevo enel alma de este pueblo, donde ha de surgir unnuevo sistema social.

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LA PROYECCION DE UN HOMBRE VIEJO

Formaba espirales el humo que se desprendía lentamente de la pipa del anciano Pedro Luis, quien sentado en el tronco caído de un árbol, en el alero de una casona semiderrumbada en los aledaños de la ciudad, meditaba con lentitud de años con experiencia de tranquilidad de bahía, entre un vapor de recuerdo, con su mirada perdida más allá del humo que de la pipa se desprendía y más allá del horizonte que, en la imaginación, dibujaba lejanías. Don Pedro había trabajado mucho en su mocedad, había sido un hombre útil, pilar fuerte de una extensa familia. Era hombre ducho. Un infortunio, de esos que arrastra el devenir de la vida, le causó abandonar su familia casi triunfante; lo que significaba un triunfo, porque con poco esfuerzo coronaron sus carreras 392 profesionales unos y otros lograron cimentar mejor porvenir que la gente corriente. El infortunio hizo pobre a Don Pedro Luis: perdió elafecto y aprecio familiar, sehizo gris su destino y agotó su habilidad de empresario ysedebilitó lafortaleza desu personalidad. Don Pedro Luis reproducía ensu imaginación loque fue su hogar. La novia que undíaélllevó al altar, eltraje deslumbrante de ella, el ramo de azahares ylafelicidad de una noche nupcial. Recordaba sus empresas industriales, cuando él era capitán en el rectorado de su economía. Recordaba su mundo social y sus esperanzas truncas y la fatalidad que lo empujó al tremedal. Se encogió de hombros; Don Pedro Luis se auto arengó: si todo el mundo se olvidó de mí, de mi bien, de mis males y si hoy soy un anciano, un marginado, volver al campo de la lucha significa renacer. Yo voy a renacer, voy a saltar del mal a ese escenario; si ayer fui un hombre joven y rico, hoy seré un viejo millonario; yo se mucho de negocios. Diciendo ésto se encaminó al basurero crematorio de la ciudad. Se extasió frente al basurero. Con pausa y con voz de autoridad se dirigió a un joven que pasaba por el lugar: -Ioven, yo ando buscando obreros, pago bien, tengo una empresa de recuperación de materiales.­ -¿Yqué es eso señor?­ -Eso es algo muy interesante, -respondió Don Pedro Luis, -yo necesito sacar de ese basurero pedazos de hierro, de cobre y de todos los metales que hay allí, además las cajas de cartón, las botellas, frascos y otra cantidad de cacharros; necesito obreros que sean de este mismo lugar.­ -Señor, -contestó el joven, -si usted nos da trabajo, yo le consigo los obreros- Una hora más tarde, Don Pedro Luis disponía de más de una docena de obreros. La recolección de trozos de metal, de toda clase de cacharros y de otros objetos, iban formando un alto rimero en un terreno abandonado, cercano al sitio y de propiedad municipal. Don Pedro Luis le dijo a sus trabajadores: -Sigan trabajando, regreso más tarde.- El viejo se dirigió al depósito de botellas de la ciudad, ofreció en venta un lote de frascos y botellas apreciable. La empresa de depósitos de botellas y frascos vacíos envió un empleado para constatar la mercancía. Al regresar el empleado, Don Pedro Luis firmó un buen contrato haciendo la primera entrega de botellas y frascos. Tenía cinco mil doblones en sus manos. Se dirigió a la sastrería, se vistió y calzó bien, luego fue a un hotel vecino, se dio una ducha, pagó una habitación para vivir y luego fue a la barbería. Regresó al hotel y durmió feliz toda la noche. Al día siguiente Don Pedro Luis muy temprano estaba en su sitio de trabajo. Los trabajadores no lo reconocían; tenía el aspecto de un magnate de bastón, traje 393 impecable, sombrero nuevo y zapatos pulidos. La confianza de los trabajadores fue inmensa. Al transcurrir la primera semana de labores, Don Pedro Luis el viejo, era el señor Don Pedro Luis. Pagó a sus trabajadores. Transcurrieron varios meses Don Pedro Luis ya era el Director y propietario de la empresa de recuperación de materiales y por lo tanto proveedor de desperdicios de papel y cartón para fábricas de este ramo; proveedor de botellas y frascos para este otro tipo de empresa y proveedor de materiales diversos de recuperación industrial. La existencia recolectada de chatarras de hierro y cobre era grande; esta existencia fue negociada en la Siderúrgica local. Don Pedro Luis ya era el viejo rico. Su primer encuentro de oposición a sus negocios lo tuvo con la Municipalidad, ofreció pagar impuestos y arregló con dinero amistosamente a algunos funcionarios. El negocio continuó sin obstáculos. Don Pedro Luis, desde la cómoda poltrona del hotel, sonreía en el caudal de su experiencia; desde su pipa el humo se desprendía formando espirales y él contemplaba el humo soñador y se auto hablaba: He vuelto ami cauce, tengo créditos bancarios, soy un caimacán en este mercado de valores económicos y financieros. Don Pedro Luis volvió por los suyos. Multiplicó su fortuna en empresas comerciales de servicios. Se hizo de una mansión confortable y con servidumbre. Ahora me falta algo, se decía a sí mismo y es reconquistar mi familia; porque si ellos me olvidaron, no los considero culpables, ya que en la sociedad humana, los valores atienden a su posición, como las corrientes fluviales que hacen al río navegable cuando sus aguas son abundantes; si el río se seca las embarcaciones tienen que abandonar al río; así el hombre en sociedad tiene que ser un río caudaloso para que su mundo familiar navegue en él como embarcaciones de la vida. Don Pedro Luis tomó la guía telefónica, buscó el nombre de sus hijos y parientes, se cercioró de sus direcciones y especialmente de su ex-esposa. En un flamante automóvil con chofer se dirigió a la casa de su ex­ mujer, que vivía con una hija casada. Quien le abrió la puerta fue su yerno; éste no lo conocía. Don Pedro Luis se presentó: -Soy Don Pedro Luis el viejo, padre de su esposa-y prosiguió: -Como soy rico, quiero ver a mi familia para ayudarla e incluirla en mi testamento.­ El yerno exclamó: -Caramba, que sorpresa! No sabía, ni siquiera, que mi mujer tuviera padre.­ Don Pedro Luis replicó, -Cómo no, hijo mío, claro que tiene y muy responsable y rico,llámela que deseo ver a mi muchachita.­ El yerno le explicó que la familia estaba afuera, no estaba ninguna 394 en casa. Don Pedro muy amable le entregó a su yerno una tarjeta con teléfono y dirección diciéndole: -Hágale saber a mi familia donde estoy y especialmente a mi mujer, que deseo verla.­ Por la noche hubo reunión y consejo de familia en la casa del yerno de Don Pedro, los diálogos fueron diversos: -Pero si papá siempre ha sido muy bueno, decía un hijo, -Tío ha sido una maravilla- decía otro,· El siempre ha sido un soñador y pragmático- replicaba un familiar, -Yo nunca he dicho otra cosa de su padre, decía su ex-mujer.­ La familia resolvió ir a visitar a Don Pedro Luis al día siguiente y a tal efecto el yerno llamó a Don Pedro telefónicamente: -Don Pedro, es su yerno; he hablado con toda la familia, la alegría es inmensa de que usted haya regresado, usted es el motivo central de nuestro afecto- y concertó la visita para el día siguiente. A la hora en punto convenida, toda la familia hacía acto de presencia en la casa de Don Pedro Luis. El agasajó a todos y con ternura cordial le dijo a Doña Adela, su mujer: -Tú te quedas conmigo, nos volveremos a casar.­ Se oyeron voces: -Sí, mamá; -Sí tía; Sí mamá Adela- y dentro de ese mundo de cordialidad se normalizó la vida social de Don Pedro Luis. El viejo salió de su casa un día lluvioso y frío y le dijo a su chofer:­ lléveme al barrio de Los Mendigos de Sacramento.· Al llegar al sitio indicando, el elegante automóvil se detuvo en los aledaños del barrio, donde había una casona vieja y el viejo tronco de un árbol derrumbado. Don Pedro Luis, muy bien abrigado, bajó de su carro y se sentó en el viejo tronco. Unos mendigos se le acercaron y él les brindó una limosna abundante. Uno de los mendigos se detuvo y se quedó mirándolo y le dijo: ­ Usted se parece mucho a un amigo nuestro, llamado el viejo Pedro Luis, era un buen mendigo.­ Don Pedro, con sonrisa suave de sabio viejo, contestó: -Es posible, muchos nos parecemos.­ Cuando los mendigos se alejaban, Don Pedro Luis encendió su pipa, contempló el espiral de humo que de ella se desprendía y desde lo cercano del humo midió en el espacio, con su imaginación de horizonte, las lejanías. Don Pedro pensó en alta voz diciendo -Así es: Yo era un río seco, me llovió la fortuna en las cabeceras, el caudal de las aguas de la vida me devolvió mi sitio. Desde este mismo sitio proyecté mi mundo nuevo; sin duda, las embarcaciones regresan a las corrientes fluviales cuando el lecho de las aguas regresa a sus medidas. Soy un trozo de la vida timoneando el destino en mi caudal de experiencia. 395 LA SABIDURIA y LA IGNORANCIA EN FUNCION SOCIAL

Cruzaba el sol el meridiano y la sombra, bajo el árbol del mango, se hacía acogedora. Los estudiantes, en vísperas de examen, se acampaban bajo la fronda cariñosa de este robusto ejemplar de la flora que, por sus frutos abundantes y sazonados, por la espesura de su follaje y por la brisa fresca que bajo su ramazón se disfruta, algunos han bautizado en el mundo tropical con el nombre del árbol del estudiante. Rafael Concepción, estudiante de educación, preparaba su materia de historia y dejaba correr su imaginación por ese ayer maestro del presente y como una panorámica sugestiva, que en la memoria histórica se revela en continuidad amena, entre lo taciturno y vibrante de las épocas, Rafael Concepción se hundía en el tiempo en alas de su imaginación. Y se imaginó a Sócrates en su gimnasio, en su escuela de 396 estudio, con sabor de antigüedad y de legionario futurista dialogando con el alma de la humanidad. Así Sócrates sentado en su trono del saber, como viejo maestro, impartía sabiduría, enseñaba del alma y del pensamiento, enseñaba del tiempo, de la sociedad, del espíritu, de las ideas, del legislador y de la ciencia. Y en esa panorámica íntima del pensamiento, Rafael Concepción contempló a Sócrates camino del tribunal donde lo esperaban los jueces de su tiempo y ya sentado en el banquillo de los acusados los ignorantes sirvieron de jueces, la ignorancia ajustició a la sabiduría y los ignorantes condenaron al maes­ tro; porque enseñaba lo que ellos no sabían. Enseñaba lo que más tarde expresó Platón a sus discípulos y lo que posteriormente enseñó Aristóteles y lo que enseñó el tiempo: que los intereses humanos y los privilegiados son tan temporales como el viento, como la ola bravía, que hace hundir la embarcación del pescador y luego llega mansamente a la playa. Los jueces quisieron castigar a Sócrates y le ofrecieron una copa de cicuta, (veneno activo), Sócrates, que sabía de la vida más allá de la muerte, se burló delos majaderos, en su silencio les dijo: -Me voy por los rumbos del cosmos- y en su ignorancia los dejó. Y apurando la copa, el maestro pasó a vivir en el palacio del tiempo; mientras la humanidad sigue como un eterno jurado, condenando como asesinos a los jueces y consagrando a Sócrates como una estrella del pensamiento. Rafael Concepción siguió navegando en la imaginación. Contempló a los guerreros, Alejandro Magno de Macedonia, Gengis Kan a Julio César y Aníbal. También contempló a los pensadores de las épocas griegas y romanas, a los pintores y a los místicos y además, a toda la gente de la vida común de las pretéritas edades y los contempló en la imaginación con sus razones Ycreencias, con sus métodos y sus motivaciones; observando que, entre girones de historia, hubo demasiado sufrimiento para los justos, mientras un exceso de bacanales disfrutaban los malvados, donde muchos eran más ignorantes que culpables. Así contempló Rafael Concepción también el juicio de Cristo, la Cruz que le sirvió de martirio y el Calvario que le sirvió de Atalaya. En sus meditaciones, Rafael Concepción sometió, en la balanza de su pensamiento, todo lo vivido por la humanidad, denunciado por la historia y exclamó: -Esto va al platillo del tiempo viejo yen el otro platillo del tiempo voy a colocar lo que está ocurriendo en la última mitad de mi siglo, que es el siglo 20 de la Era de Cristo, para ser un buen educador y para saber enseñar.­ Más de 2.000 años han pasado desde el juicio del Maestro Sócrates y muchos justos han tenido su calvario. Yo vivo en el año de 1975 de la 397 Era de Cristo. Se ha descubierto la electricidad, la automotriz, la navegación aérea, la comunicación por medio de las ondas hertzianas, la televisión, las computadoras electrónicas, los medicamentos modernos y tantas otras cosas de que dispone la sociedad de este tiempo. Y de la vida y del hombre, ¿Qué se ha descubierto? Del logro de la felicidad humana, ¿Qué sabemos? ¿Del Creador y de la esencia de lo creado? ¿Hasta dónde podemos definir la Naturaleza, el mundo sideral y su inmensidad? ¿Hasta donde podemos definir, por qué las células detienen su generación continua? ¿Del ordenamiento social que determina su armonía qué podemos plantear? De ésto y mucho más somos ignorantes. ¿Habrá que formar la escuela colectiva de la investigación? ¿Se permitirán los ensayos de nuevos sistemas? ¿Seguirán los ignorantes juzgando a los sabios? Sumido en este pensamiento se encontraba Rafael Concepción, cuando la caída de la tarde le anunciaba que era hora de regresar al hogar. Al día siguiente Rafael Concepción se encontró con su compañera de curso María Rival. Le contó de sus divagaciones y a ella le pareció tan interesante como insoluble la problemática en esa gama de lo desconocido. Otros compañeros de curso se agregaron al grupo, entre ellos Pedro Miralejos y Rosita Horizonte. Todos se preparaban para el examen final. Todos entraron a rendir las pruebas y en horas de la tarde abandonaban la Universidad; muchos con la seguridad y otros con las dudas de haber aprobado la materia final. Tres días más tarde Rafael Concepción, María Rival, Pedro Miralejos y Rosita Horizonte eran profesionales de la educación. Los nuevos educadores fueron designados a diversos Institutos en el interior del país. Rafael Concepción se había consagrado definitivamente al Magisterio. Le gustaba salir al campo, dialogar con los campesinos y con los viajantes. Antonio Porfía, hombre de campo, pequeño terrateniente iletrado y agricultor, en el diálogo con Rafael Concepción le dijo: -Profesor y usted ha estudiado mucho, no?­ Rafael Concepción le contestó: -Algunas cosas- El campesino prosiguió: -Ah!, yo creía que usted había estudiado todo; porque le iba a preguntar, por qué daba vueltas la tierra, por qué los gobiernos son tan malos, cuál es el origen de las plantas y qué es la vida.­ Rafael Concepción sonrió y le contestó: -Pues amigo, esa es una de las cosas que yo quisiera saber.­ El campesino entre chistes le contestó: -Entonces su Universidad es una gran cosa pequeña.­ 398 Rafael Concepción contestó: -Más o menos amigo, en las cosas que sabemos nos presentamos como sabios delante de los que ignoran estas cosas, pero enlaparte delas cosas que ignoramos somos iguales que cualquier otro ignorante. El campesino agregó: -Entonces hay muchos que estamos gradua­ dos enla ignorancia, sin ir a laUniversidad.­ Rafael Concepción sedespidió del campesino con el impacto emocional de sus inquietudes. Rafael Concepción seguía en sus tareas y había deshojado varios años en la rutina del mismo trabajo, con mucho progreso en experiencia; pero con poco progreso en materia económica yen ascenso. Rafael Concepción meditó un día: -Me estoy poniendo viejo, he enseñado mucho de lo poco que sé; sigo soltero, no tengo influencias, soy un prisionero entre mis conocimientos académicos, tras el muro de lo incognoscible de un ratón del saber sumergido en las divagaciones y en las imposibilidades económicas sociales. -Repetía en su monólogo:­ Tengo que probar algo nuevo en las vacaciones.­ Al llegar el período de vacaciones Rafael Concepción leyó un aviso en la prensa donde solicitaban un agente vendedor y leyó otros más. Se decidió solicitar el cargo de vendedor. Era una fábrica de pinturas. El gerente un hombre chabacano y bonachón le dijo: -Usted me gusta porque tiene agilidad mental y es vivo y en el mundo lo que se necesita es viveza, ser listo, ser hábil, simpático y entrador.­ Rafael Concepción empezó en su tarea de vendedor, auxiliado por la guía de casas de comercio que le entregó la empresa. En un mes de trabajo había ganado en comisiones más que el monto de sus remuneraciones en un año. Sus jefes, hombres rudos y sin cultura, no sabían nada de historia ni de ciencia, pero si sabían producir mucho dinero. Rafael Concepción se dirigió al Ministerio y renunció a su cargo de Profesor, nadie le dio importancia a su renuncia, únicamente una Secretaria le preguntó por cortesía: ¿Por qué renuncia Profesor? y elle respondió: -Porque me voy a dedicar a ser mercader.­ En pocos años Rafael Concepción paso a ser un factor importante de la empresa, conocido en la banca, en el mundo industrial y en la política. En una reunión de industriales un periodista lo reconoció y le dijo: -Profesor, y usted en este mundo de industriales? El contestó: -Si hijo mío, estudié la problemática de inversión de valores humanos y comprendí a buen tiempo que los recursos económicos son patrimonio de los ignorantes hábiles y que la pobreza es patrimonio de los sabios, así formé fila entre los ignorantes hábiles para salir de la pobreza. El periodista contestó: Está bueno el chiste, Profesor. 399 Rafael Concepción se encontraba en la empresa y su despacho quedaba inmediato al Departamento de Producción y Ventas, pudiendo oir el diálogo entre sus aspirantes a vendedor y el Jefe de Producción. La aspirante decía: Usted verá, señor, yo soy Profesora y perfectamente podría lograr ser una vendedora capaz. El jefe de Producción contestaba: Señorita o señora, lo lamento, los Profesores no sirven para nada, no saben vender, no saben ser cobradores y carecen de ingenio para derrotar a la competencia. Rafael Concepción se intrigó y salió a mirar de quien se trataba y con gran sorpresa exclamó: [María Rival! y ella agregó: ¡Rafael! Ella invitó a pasar a su Despacho y luego almorzaron juntos. Yen diálogo de concepciones filosóficas y de sucesos y hechos acaecídos, ella le confesó que había quedado sin empleo por razones ideológicas con el régimen gubernamentaL Entre ambos llegaron a la conclusión que de la época de Sócrates a nuestros días no se había adelantado mucho en materia de tolerancia, en prioridad del talento visionario, en profundidad humana y concepción del poder. Yentre carcajadas cordiales, llegaron a la comprobación que muchas son las copas de cicuta que se brindan a diario o los Sócrates de esta época. Las pupilas de ambos se iluminaron con los recuerdos estudiantiles y llegaron al convencimiento que la sabiduría era un girón de esperanzas, trepando como hiedra solitaria en lento proceso por las escarpadas montañas de la ignorancia que conforma la humanidad. Un sueño socrático más tarde unió sus destinos. Luego formaron fila ente los fariseos de la sociedad y como luciérnagas que pespuntean las tinieblas, como secretos mensajes en el destino de los humanos, los dos sabios continuaron su ruta, dentro de la indiferencia y la frivolidad social.

400 INCERTIDUMBRE EN EL JARDIN

Fresco lucía el porche de la quinta, olor a lluvia reciente se desprendía del jardín, las flores esplendían alegría de mata mojada y la brisa fresca tejía sus travesuras sobre el follaje; todo invitaba al amor temprano como invita al amor el sabor del pastizal recién salido del rocío de la madrugada o bajo los primeros tiernos rayos del sol. El jardín de la quinta sonreía con sonrisa cercana, de esas que tienen los labios cuando se juntan, de esas que tienen las almas, cuando de muy cerca, se aman. Luz Esperanza dejaba correr tranquila una carcajada y Luis Futuro acompañaba su risa. Ella, con sus labios recién besados, igual que la llovizna al jardín dejara sus besos frescos, con esperanza de pimpollo nuevo, así en el espíritu de Luz Esperanza se empollaba el amor que 401 Luis Futuro, en sorpresa loca, en un momento de emoción la pintara. Pero Luis Futuro se enloquecía y contestó: La emoción a veces traza los caminos, Luz Esperanza; porque el amor es como una planta recién mojada, donde el capullo apunta para convertirse en flor y para que así la planta no quede solitaria. Entre esta alegría veinteañera, los dos muchachos entraron a la casa. -¿Cómo está usted, doña Ruperta?­ -Muy bien, -contestó ella -¿Pero a qué se debe tanta alegría?- ¡Ay! Doña Ruperta, creo que estoy enamorado­ -Cuidado con Lucecita, -respondió la doña. Luz Esperanza, entre risa sorprendida, respondió picaraza: Qué va mamá; ese bicho feo no me convence.­ Luis Futuro se quedó mirando a Luz Esperanza, como se mira a lo profundo del horizonte, cuando se busca en el infinito la incógnita preciosa de la vida. Doña Ruperta Alborada refunfuñó: -Muchachos, cuidado con el amor, mejor es que sigan tranquilos sus estudios.­ Luz Esperanza y Luis Futuro soltaron una risa de alegría, como pájaros que abandonan la jaula; alegría con sabor de carcajada como las aguas del río tramontando las piedras para formar las cascadas. Ambos jóvenes eran estudiantes de Agronomía y ya estaba finalizando el curso y se aproximaba su graduación. Se encontraban en la casa paterna de Luz Esperanza, donde doña Ruperta Antonia, la abuela y don Jacinto y doña Lía, sus padres, le prodigaban amor y cuidado esmerado. Llegó el día de graduación, los nuevos profesionales celebraron con entusiasmo lo que para ellos era el magno acontecimiento. La casa de Luz Esperanza era el centro de reunión. Luis Futuro estaba al lado de ella, todos advertían el romance, los padres de ella sentían infinita satisfacción. La fiesta se prolongó y concluyó en el mundo juvenil con proyectos maravillosos y esperanzas de empleos, empresas y desarrollo profesional en la mente de los recién graduados. Las ansias de colocación en posiciones de trabajo los llevó a rumbos diferentes. Los primeros cinco años ya borraban los encuentros y emociones estudiantiles. Luz Esperanza trabajaba en los viveros del Ministerio del Agro y Luis Futuro trabajaba en el interior del país en la plantación de una compañía extranjera. En el Ministerio del Agro Luz Esperanza conoció a Mister Brawon, magnate en los productos agrícolas. El se prendó de Luz Esperanza; a ella le pareció excelente y en corto romance, realizaron su enlace nupcial. 402 Mientras las esperanzas del país se asentaban en el presente y futuro dél sgro.las compañías extranjeras solicitaban concesiones de territorios para este fin y los gobiernos se las concedía por necesidad. La vida de los campesinos se estrechaba, se hacía ruda, cada día era nece­ sario aumentar la producción y había que ceder ante los concesionarios por ser los dueños de maquinarias y recursos. Todo ésto trajo por consecuencia la reunión de Congresos Campesinos y discusiones problemáticas con representantes del Gobierno Nacional. En uno de estos Congresos, un agrónomo de nombre Luis Futuro expuso la forma de crear cooperativas agrarias, pero se sucedieron conflictos porque los agraristas no disponían de maquinarias ni recursos y el Gobierno Nacional se encontraba en situación precaria para lograrlo. Se elevó la discusión al Congreso de la República. Todo era un callejón sin salida y se retornaba al mismo punto de partida de la discusión. Los agraristas pedían ser incluídos como candidatos al Congreso de la República y lograron algunas posiciones al respecto. Luis Futuro llegó al Congreso Nacional con el carácter de Diputado. Sus proposiciones encontraron fuerte oposición. Las compañías extranjeras ejercían influencia y presión en el Parlamento. El Gobierno se tambaleaba. Eran muchos los casos en que, para dominar a los agraristas, había que hacer uso de las fuerzas armadas. Luis Futuro era el líder máximo del movimiento agrarista. Los bajos jornales y el alto costo de la vida agravaban la situación. Ya se discutía el problema en los altos conciliábulos formados con miembros de la oligarquía política y los de las compañías explotadoras. Los intereses creados hacían impotente al Gobierno Nacional. La tensión era bárbara. Un día estalló la revuelta, los agraristas fueron a la violencia. Intervino el Gobierno con la fuerza. Parte del ejército tomó la bandera agrarista, la guerra civil envolvió al país. Ya los bandos tomaban posiciones para batallas definitivas. Luis Futuro era comandante de las fuerzas agraristas. Se cumplían cinco años de guerra civil. Los ejércitos se concentraban para los combates finales. Luz Esperanza, al lado de su marido, Mister Brawon, se encontraban en su casa grande de la plantación. De allí se despachaban recursos para la guerra a favor del sistema conservador de la posición tradicional. Los empresarios, alIado del Gobierno, planificaban la acción final, la cual sería, después de la victoria, de mano de hierro. A Luz Esperanza se le encogía el corazón. En el ambiente del 403 I jardín de la casa de la plantación, su imaginación recorría el recuerdo de un joven quien, en loca inspiración y risas juveniles, le confesó amor y hoy era candidato a ser descuartizado si perdía la última batalla. Los empresarios daban por seguro el triunfo, los armamentos modernos y la tropa extranjera de refuerzos estaban llegando. Mister Brawon, con sus colegas, era coordinador de las operaciones. Debía gestar un golpe por sorpresa. Los planes estaban hechos por técnicos militares extranjeros. No podían fallar. Los agraristas ignoraban todo esto. Luz Esperanza meditaba solitaria en el aposento de su casona rural. Su esposo andaba en acción de guerra desde el principio de las acciones y se había ausentado de la casa hacía tres días. Luz Esperanza no conciliaba el sueño y ya a la media noche le parecía todo insondable. -Doñita- -¿Qué quiere, María Alborada?­ Era la fiel sirvienta de su casa paterna, que la había acompañado durante toda su vida. -Doñita, -prosiguió la mujer de servicio-o ¿Recuerda usted a los muchachos de la fiesta de graduación, compañeros suyos?­ -Sí, los recuerdo, María Alborada.­ Pues, mire usted lo que dice este periódico: que son bandidos y es a ellos a quienes van a liquidar; haga algo, mi doñita, para salvarlos. Recuerde usted a Luis Futuro, él era su novio y es el comandante agrarista. No olvide doñita que ellos son nacionales y los otros son ex­ tranjeros.- -Esa es mi preocupación-, contestó Luz Esperanza y pro­ siguió: -si yo tuviera alguien con quien enviar un mensaje, yo le daría el triunfo.­ -Cuente conmigo, doñita, -contestó la sirvienta, -soy campesina veterana, conozco los caminos y los campos, deme una mula yel mensaje, seguro que llego.­ Los ojos de Luz Esperanza brillaron y le dijo a María Alborada: ­ Irás en mi mula, todos te dejarán pasar, porque te conocen. En esos bolsones llevarás un rollo de planos y papeles, se los entregarás directamente a Luis Futuro con una carta mía.­ Luz Esperanza escribió una carta. En la mula del ama de la plantación, María Alborada se internó en los campos. Al cruzar una quebrada profunda, un gendarme gubernamental la alertó. La mujer se identificó: -Soy la sirvienta del fundo Sierra Azul,­ mostrando una credencial firmada por Luz Esperanza y con el sello de Mister Brawon. -Siga- contestó el gendarme. 404 Así ocurrió muchas veces. A los trein a días, María Alborada estaba llegando a la fila de los agraristas cuando una patrulla agrarista la avistó y trató de sorprenderla. La mula s asustó y emprendió veloz carrera. Los agraristas la persiguierbn. Otr patrulla salió a su encuentro tratando de detenerla haciéndol varios disparos, pero la mula con mayor susto, seguía en ve~oz car ra. Cinco patrullas salieron al encuentro y la mula cruzó la fila óesboc da. María Alborada era buen jinete. Desde la grupa gritaba a sus prrsegui ores: -¡Soy gente amiga!­ Pero como no se detenía no la ~reyero . Ya llegaba frente al cuartel general, la tropa agrarista la perseguía. Los del cuartel salieron a su encuentro y una descarga de fusiler,a echó or tierra a la mula y a la jinete. Los agraristas se acercaron para ide ificarla y María Alborada agonizando alcanzó a decirles: -Traigo un mensaje para el niño Luis Futuro, llévenle los bolsones, apresúrense, llí está el triunfo, ¡Viva el movimiento agrario!- y falleció, Los Jefes agraristas, lamentando lo oc rrido, vieron los rollos de planos y papeles y un sobre cerrado dirigid a Luis Futuro y, a la mayor brevedad, llevaron estos recaudos a pu Deswacho. Luis Futuro se quedó sorprendido de la clara información. Formó la tropa, dio sepultura a María Alborada, otorgándole el grado póst mo de sargento. Luis Futuro impartió órdenes a todos los jefes militares agraristas. En los veinte días siguientes habían ecambia<1lo de posición y se habían lanzado al asalto de comboyes y cuarteles enemigos. El triunfo estaba asegurado. Las turbas nacionales as~ltaron a las plantaciones de las compañías extranjeras, dando muert~ a sus ersoneros. Luis Futuro tomó una compañía de sus soldados Iy se di igió a la plantación Sierra Azul; hizo marchas y contramarchas para a elantarse a cualquier acción de los grupos populares, a los tres días, a la 6:30 de la mañana llegó frente a la hermosa finca y observó un gran Incendio; apuró el paso a galope tendido. Al llegar, observó a la turba enfurecida que arrastraba cadáveres, destruían e incendiaban.

406

AYMIJUPA

Se agitaba el movimiento político en la República de Bancarrota, fluían candidatos por todas partes; científicos, industriales, comerciantes, etc. En uno de los clubs de la ciudad capital de la República de Bancarrota, estaba reunido un grupo de gángster, comentando que era muy fácil ganar las elecciones en este país. Basta tener un slogan, gastar un poco de dinero, recoger firmas, legalizar un partido, ser un buen orador, convencer al pueblo y sacar mayoría en la votación. Los gángster luego se preguntaron: Quién será el candidato? Hicieron un sorteo con los dados y el que sacó el más alto punto ganó la candidatura. El triunfante fue el señor Pachano Cara Dura. 408 Se hicieron los cálculos del financiamiento para la campaña electoral y se escogió como nombre del p rtido político el de Partido de la Ruleta de la Suerte. Con avisos en la pr nsa, radio y televisión llegó público para llenar las formalidades de la egalización. Con una buena inversión de los gángster quedó legalizad en todo el país, se escogió como lema del candidato: Puja palante, "c 1ivo que se devuelve se esnuca" vota por Pachano Cara Dura. y e pezó la campaña. Se pegaron cartelones y afich~s en todos los barrios de todas las ciudades de la República de Bancarrota. De pronto se presentó ante la Junta Directiva del Partido un personaje que dijo llamarse el doct9r Mijupa Director de Comunidades de barriadas y campos de la República de Ban~arrota. Y dicho personaje manifestó, que si lé aportaban el dinero su iciente, él era capaz de reunir los votos necesarios para lograr el triunfo el gran candidato Pachano Cara Dura. El doctor Mijupa presentó pruebas, proyectos y alcance de su acción. La Junta Directiva aprobó el valios aporte del doctor Mijupa, poniendo a su orden los recursos necesariop y lo declaró así en campaña activa, con carácter de jefe del proselitismo del gran candidato. En efecto, el doctor Mijupa reunió geIlte suficiente para un gran mitin y al presentar el candidato le endilgó un discurso a las masas así: Mis amados bancarroteños, hijos de1esta B carrota gloriosa, aquí está Pachano Cara Dura, el gran candidato, el h mbre que empuja palante y que no se devuelve y que no se esnuca. EL pueblo aplaudió frenéticamente gr tando: Pachano Cara Dura, Pachano Cara Dura ... , no es chivo y no se esnuca, etc. El gran candidato Pachano Cara Dura e dirigió a las masas: Yo soy Pachano Cara Dura, el hombre que empuja representante del derecho de todos ustedes los desposeídos; si ustedes empujan conmigo, quitaremos del medio a cualquier bandido, aremos un gobierno bello, con casas para todos, comidas para todos, p nsjón en dinero efectivo para todos, calzado y vestidos para todos. T do el mundo tendrá real bastante, porque en este país hay plata para todos y no estamos dispuestos a que se la cojan unos pOGOS y de"en a los demás sin plata de la buena. Así continuó su perorata por toda a República de Bancarrota, siempre acompañado del doctor Mijupa, hasta el día de las elecciones, donde en una concentración popularJinal o eció el paraíso terrenal y peces de colores y banquetes popula~es los s 'bados y dinero para todo el mundo. Y aunque no hubiera trabajo para t dos, quien quisiera trabajar le daría trabajo y quien quisiera vivir sin tra ajar también podría hacerlo, en nombre de la gloria, de lalpatria y de libertad de ser un bancarroteño, descendiente de gloriosos pró eres de la nacionalidad. Llegó el momento electoral, se :wactica1i'on las elecciones y los escrutinios. Triunfó el candidato Pachano Cara Dura. Dos meces más 409 tarde, el triunfador recibía la banda de los presidentes en el Congreso Nacional de la Repúblicas de Bancarrota y al instalarse en el Palacio de Gobierno, el Presidente nombró su gabinete así: Ministro A, señor Tigrito de Garra, Ministro B, señor Cuervo Enamorado, Ministro C, señor Caimán en Boca de Caño, Ministro D. Señor Topo a Todo, Ministro E, señor Rastrillo Fino, Ministro F. señor Tiro Seguro, Ministro G. señor Pájaro Bravo, Ministro H, señor Deje Algo, Ministro 1, De Estado el señor Róbalo Completo. Contralor Señor, Cuanto Hay Paeso Así comenzó el nuevo gobierno por un sendero de esperanza y amor patrio. A todo ésto el doctor Mijupa le decía a todo el mundo: Espérense, tengan confianza, que el hombre está empezando, se trata de un gobierno nuevo, el hombre está bien intencionado, tengan calma que yo voy a hablar con él. Transcurrido el primer año de gobierno, el doctor Mijupa se acercó por el Palacio de Gobierno solicitando audiencia directa por Secretaría. Cuando el Presidente Pachano Cara Dura se enteró que era el Doctor Mijupa quien solicitaba la audiencia, dijo en reunión de Ministros: -Si se trata de nuestro amigo Mijupa; hay que tirarle algo porque el hombre es bueno, hay que darle 100 doblones cada uno de nosotros; porque hay que tirarle algo al hombre. Así le reunieron 900 doblones. Se los enviaron con la secretaria a Mijupa y un mensaje diciéndole que no se preocupara, que se aguantara por allí unos días. El doctor Mijupa salió contentísimo del Palacio, repartió en los barrios pobres 800 doblones en monedas menudas y llevó 100 doblones para su casa. La esposa del doctor Mijupa le decía: -Ojalá que te correspondan Mijupa. y él respondía: -Seguro que me corresponderán bien. Durante todo el año y a fin de cada mes, Mijupa iba al Palacio de Gobierno y el resultado era igual que el anterior. Pero en el mes 13 de su viaje al Palacio y mes 25 de Gobierno, el Presidente y el Gabinete comentaron: -Pero que se pensará el Mijupa este, -hasta cuando molestará; ya se le ha tirado muchas veces y sigue molestando. Luego dándole orden al portero le dijeron: -Dígale al Mijupa que se deje de estar molestando tanto y que si vuelve por aquí por el Palacio, se le va a mandar a castigar por osado. El doctor Mijupa recibió el mensaje y se retiró cabizbajo. La gente del barrio salió a recibirlo y a ver que traía. El doctor Mijupa explicó: -La gente está muy ocupada y me dijeron que había que tener paciencia, que hiciera la lista de las necesidades de todos los barrios y de las gentes; porque una comisión delegada vendrá a traer recursos. 410 y con esta mentira piadosa sembró nuevas esperanzas en la masa popular, conservando él su posición de d"rigente. Al llegar a su hogar le explicó la rea .dad a su mujer en forma muy confidencial y la señora le contestó: jAY lJUPA! buena pisada nos echamos, ¿Y ahora? -Te fijas! -Yo te lo dije repartistes todos los doblones y quedamos muertos de hambre; qye Mij pa, ve a ver como te las ingenias porque tu no eres ningún¡doctor, ap$nas eres boticario y ya estás viejo. El doctor Mijupa le dijo a su mujer: - o te preocupes, yo me las ingeniaré y buscaré la arepa para Üy nue tros 12 muchachos. Mientras tanto el Presidente qe la Re ública y sus Ministros disponían: Estudios y Proyectos p~ra gra es obras por muchos millones de doblones, revisión de éstos estiudios y proyectos, por tecnólogos calificados, también el costo de muchos millones de doblones. Grandes préstamos del Estado a grrndes mpañías calificadas nacionales y transnacionales con a:f1.os mu rtos de intereses y por años vivos que no se cobrarán nunca, cr~ditos g rantizados por Gastering Company International. A todos estas, Mijupa se ingertia yen los clubes de barrios organiza comisiones de jóvenes, representantes del artido del Gobierno, que dirige el doctor Mijupa y por mediq de est comisiones conmina a la industria y al comercio a dar contribucion para el sostenimiento del partido, logrando a nivel nacionall1na recolecta líquida de 50.000 doblones, los cuales tuvo la delicad~za de guardarlos muy bien en la Caja de Ahorro de su esposa. Lueg , dejó caut~losamente la actividad del Partido. Terminado el período constitucional el ciudadano Presidente de la República de Bancarrota entregó lm\ninosa cuentas al Congreso nacional de Bancarrota y su sucesor lo elog ó por la pulcritud del manejo de los fondos públicos. Transcurridos algunos años cuando en la$ mesas populares de la República de Bancarrota se presentaron ca didatos solucionadores de problemas y les hicieron invitaciones a la g nte del pueblo, estas protestaban en forma negativa: jMijupa! i 'jupa! que yo lo acompaño! Y cuando les presentan un Pachano Cara Dur la gente popular contesta: jQue va! ese chivo ni se devuelve ni se esn a, que candidatazo, jAY MIJUPA! Cada pueblo tiene su Pachano Fara D ra'l su líder Mijupa. Esto ocurri6hace cien años en la Repúiblica de Bancarrota y cuentan que un viajero extranjero tocó la P4erta de la choza de una anciana para pedir un vaso de agua y cuanqo la señora se asomó a la ventana, el viajero le dijo: señora usted me puede dar La señora no le dejó terminar y le contestó: -¡AV MIJUPA! -vete con tu cara dura a 411 otra parte, que mi edad no me permite votar. LA ROSA DEL DESTINO

La comparsa carnavalesca cruzaba la ciudad y el ambiente colonial se quebraba entre la algarabía y los disfraces. El reloj de la vieja Catedral marcaba las cinco de la tarde. Virginia lucía sus cinco años de edad en el ventanal de estilo antiguo, que se enseñoreaba hacia la calle. Virginia contemplaba los últimos disfraces que iban quedando rezagados en la comparsa que pesaba. De pronto una voz infantil la llamó ¡Virginia!, ella volvió el rostro y vio frente a la ventana a un niño más o menos de diez años de edad, que le regalaba un rosa de tallo largo y espinoso, rosa recién cortada. ¡Ay! Panchito gracias, y al tomar la rosa por el tallo se hirió con las espinas, pero no la soltó. Hechó a correr, sujetando la rosa y dando alaridos, Doña Juana, su madre, salió a auxiliada. Doña Juan estaba 412 alarmada, la mano de Virginia sangraba. Luego de atenderla Doña Juana le i quiría. ¿Quién te trajo esa rosa, donde la conseguiste? Ella respondió: -Me la trajo Prnchito. y Doña Juana repetía: Ese niflo mal do, no ocurrírsele otra cosa, tengo que hablar con Petra Antonia, su m má, para que le ponga un reparo. Doña Juana salió a la casa de ,su veci a y le impuso que su hijo Panchito había hecho herir la mano de Virginia con una rosa. Doña Petra Antonia se irritó ~ repiti : Ese muchacho, hijo mío, vagabundito, seguro que me cortó:la únic rosa que tenía mi rosal, le vaya pelar y llamando a Panchito,lsin má explicaciones, lo azotó con I una correa. Doña Juana, como madre de Virgini , se sentía satisfecha por el castigo y le preguntó a Panchito ¿Piar qué e llevastes esa rosa a Virginia? Panchito contestó: -Porque era muy inda y porque estamos en carnaval y yo quería que en su disfraz ella llevara esa rosa para que se viera más linda y entre sollozos de!niño se alejó. Doña Juan se sintió conmovida y creyó oir la voz de su conciencia: he sido injusta, mi ira ha castigado \innobl~ente a la inocencia. Muchos carnavales siguieron desgralltando la vida colonial de la ciudad, los niños pasaron a la edad de adolescencia y luego a la juventud que decide su destino. Virginia contrajo matrimonio a la edad de 24 años con un rico hacendado, se alejó de la ciudad por varios años. Su vida en una población rural era señorial, nada :Rerturbaba su existencia feliz, cuando le llegó la noticia de que su esposo el Señor Pedro del Maizal, acababa de fallecer a causa de un lance acon;tecido ,on un enemigo personal. Aquella noticia fue terrible para Virginia. Ella recibió el cadáver de su marido, le dio cristiana sepultura y 'se ocupó de los asuntos legales del homicidio. Virginia dirigía la hacienda a través su mayordomo y se ocupaba de la educación de sus dos hijos c n el mayor esmero, haciéndoles concurrir a las mejores escuelas de la población vecina. Pero sentía una inmensa soledad. Era huér ana y no tenía hermano. Se ocupaba de cultivar su jard~n, tenÍc pasión por las flores. Esa tarea de jardinero le aportaba sosiego. Enc ntrándose en las tareas de arreglar el jardín, resbaló y al sujetarse del ta1l0 de un rosal le quedaron incrustadas las espinas en la mano y el tal1 desprendido que le quedó entre sus manos sostenía una hermosa rosa' su mano sangraba y no podía soltar el tallo sin que aumentara su olor y sin que sangraran más 413 las heridas. Rosicler, la mujer del mayordomo, corrió a socorrerla y le dijo: Doña Virginia, vayamos inmediatamente a la Medicatura Rural y en su camioneta la condujo de inmediato a ese lugar. La enfermera de turno la hizo pasar y avisó al médico, quien la hizo entrar al consultorio. El médico tomó la mano herida de Virginia quien sostenía todavía el tallo de la rosa, la cual, aún bañada de rocío, parecía sollozar junto con ella. El médico trató de abrir la mano de Virginia y al lograrlo, tomó con sumo cuidado el tallo y la rosa, para luego extraer las espinas y curar las heridas y al contemplarle el rostro para calcular su dolor, el médico pronunció con voz lenta y quedo ¡Virginia! Una rosa, una herida, un amor de niño y un recuerdo en un mismo sitio de partida. Virginia se quedó transportada, no me diga, doctor, que usted es Panchito. El médico repitió: Calma señora, cuando niño le causé la herida en sus manos con las espinas de una rosa y es hoy que me toca curarla; pero las rosas de su alma con espinas de amor me hirieron la vida, no se si a usted le tocará también sanarlas. Esta vez quien lloró de sensibilidad fue Virginia, superando el dolor que le causaban las espinas y sintiendo más profundo el recuerdo infantil de aquella tarde de carnaval, cuando Panchito hurtaba una rosa del rosal de su casa, para sembrarlo en la ternura de su vida. Virginia le contestó: No sé, doctor, no sé que contestarle al médico; pero a Panchito le digo que aquella rosa del carnaval, cuando niño, me hirió las manos, pero la de hoy me curó la ausencia y floreció en mi vida. Aquel niño hecho hombre me ha llegado con las rosas de amor, justo a curar mi herida. Una vez curadas las heridas de Virginia, Panchito la acompañó a su casa; entre ambos hubo diálogos diversos, unos serios y otros chistosos que venían de tiempos de la infancia. Llegaron a la residencia de Virginia, una mansión rural confortable y hermosa. Entre Panchito y Virginia siguieron otros diálogos hasta llegar la hora de despedida, prometiendo Panchito regresar para curar la mano de Virginia. Rosicler, la esposa del mayordomo y acompañante de Virginia le dijo: Doñita, tenga mucho cuidado, para qué usted se enamoró de ese médico; oiga usted, ese hombre fue amigo del hombre que mató a su esposo y los primos de su esposo lo tienen sentenciado a muerte; usted sabe cómo son estos llaneros, vengativos y resueltos. Virginia meditó un instante y respondió: -No te preocupes, Rosi­ cler, que ese médico se ocupa de salvar vidas, no de quitarlas y ya verás como se ganará el aprecio de todos. 414 En el transcurso de los días siguientes, Panchito le prodigó las atenciones médicas a Virginia hasta su to al curación. Se aproximaban los días de diciembre y las fechas ge Fiest s Pascuales y de Año Nuevo. Los familiares del esposo de Virginia llegaban para festejar la Noche Buena de Navidad; todos traían re~alos p ra Virginia y los niños. Llegada la hora de la cena, los cin o prim s del esposo fallecido de Virginia se sentaban enla mesa ju*to con ll~. En ese mismo instante hizo acto de presencia el Dr. Frandsco Zaratdga (Panchito); Virginia se levantó de súbito de la mesa y cortió a ab azJrlo recibiendo un manojo de rosas y felicitaciones·pascuales.ICuando Vlrginia fue hacer la presen­ tación se encontró que cinco revól eres lo encañonaban a los dos. Uno de los primos' gritó: Traitlores, ste ¡hombre es cómplice de la muerte de mi primo, como es posilble, Virginia, que lo trates así, los

vamos a matar a los dos. Los cinco 1primos estabanI iracundos revolver en mano. El médico respondió dirigiénClose al ás violento de los primos, diciéndole: Señor, acabo de salvar ia vida (le su madre, cayó de su caballo cuando se dirigía a esta casp, tiene va~ias fracturas, la intervine quirúrgicamente y si me permiten prodig rle atenciones, sin duda, se salvará, ella está en mi clínica hosp:italizada. En ese momento llegaron otr9s famillares alarmados confirmando la noticia del médico. Se guardarori los rev:ólveres, los primos dieron la mano al doctor, agradeciendo las atencion s médicas brindadas a la señora de la familia ya la vez le ofrecieron su amistad y olvido de lo pasado. Todos los primos salieron en dire ción a la clínica para saber de la enferma. Panchito y Virginia visiblemente emocionados se miraron, cuando un miembro de la servidumbre lesl advirtió que uno de los dos estaba herido, que estaban cayendo gotas

415 LOS NAUFRAGaS y EL AMOR

Estaba serena la mar. Izaban velas los pescadores, listos para zarpar del puerto con el entusiasmo de localizar los cardúmenes de peces. Ruperto Océano lucía en el timón con su balandra, corno un marinero dispuesto a conquistar las grandezas del mar. En su barca se leía el nombre de "La Garza Blanca". Esta balandra era una de las más grandes embarcaciones de que disponían los pescadores en el puerto. Su tripulación era diestra y arriesgada con la red. Se sentían orgullosos de la buena fama de pescadores. Bajo un alba por techo, despegaban las embarcaciones mar adentro; las gaviotas les decían adiós, mientras los arrecifes, con sus columnas solitarias, desde las lejanías trazaban en el pañuelo azul del horizonte un dibujo marino con sabor de despedida y de reencuentro. 416 Casi en alta mar y a medio día se encontraba la Garza Blanca sobre las olas; algunas embarcaciones de compañeros se veían en la distancia, a golpe de ojo del marinero. Los cúmulos l1abían nublado el azul del cielo y amenazaban tormenta y el mar estaba picado. Era muy lejos para regresar al puerto salvando la tormenta y demasiado tarde para desistir de la pesca. Ruperto Océano atisbaba las 01 s. Seguía el rastro del vuelo de los alcatraces pescadores que señalan el umbo de los peces. Un techo gris casi negro de nubarrones !cubría llugar marino. Ruperto Océano hizo virar la embarcación y enfiló r mbo oeste. Iba ser difícil la pesca. El sabía que el cardumen se acercabá y también la tormenta. Ruperto Océano le dijo a la tripulacióm: L~ llegaremos primero al pescado que la tormenta a nosotros. Ruperto Océano gritó: Abran las redes. Las dos embarcaciones auxiliares que e acompañaban abrieron las I redes. Se oyeron voces decir: Ruperto:Océan, sabe mucho del mar. Redes tendidas y tormentas desencad~nadas concurrieron al mismo sitio, como si se hubieran dado cita n e~ mismo espacio, en el mismo tiempo y lugar. ¡ Recojan las redes, ordenó Ruperto Océano. La operación fue rápida; sin embargo enfa una buena cantidad de pescados en las redes. Ruperto Océano impartía órdenes de regresar al Puerto y repetía: Regresemos que bajo la tormenta sólp se pescan rayos. Las olas gigantes hacían oscilar la embarcación y se hacía duro el timón sostenido en el pulso de Ruperto Océano, cuando un marinero le advirtió: En la red viene algo más que pescados, capitán. ¡Virgen del Mar! dijo Ruperto Océano, o me digan que lo que estoy viendo es una sirena, su hijo y fU abuelo, quienes huyendo de los anzuelos del diablo del océano se han metido en nuestras redes bus­ cando a Dios. En la Balandra, traídos en las redes, estaba una mujer joven, un niño y un anciano, semi-ahogados, luchando contra la muerte. Ruperto Océano ordenó: Pongahles bo a abajo, sáquenles el agua y denles ejercicio de respiración. La tarde se hizo larga, la navegación era lenta y el viento estaba en contra. Llegó la noche, pasó la tormenta, cesó la lluvia yen la bóveda celeste los luceros y las estrellas empezaban sonreír con sus haces de luces orientadoras. La mar empezó a :tornarse apacible y la navegación serena. Ruperto Océano se acercó a los náufragos que estaban casi inconscientes y exclamó: A estos o lqs vomi ó una ballena o se cayeron 417 de un barco. Otro marinero agregó: Pero ella parece que se desperdigó de las cien mil vírgenes y la tormenta la arrastró hasta nosotros. Otro dijo: No seas mal hablado, bicho er diablo, esa es la diosa del mar que venía cabalgando en un tiburón, guiando el cardumen y cayó en la red y usted como tiene las manos tan duras de marinero bruto la estropeó. El marinero referido contestó con una carcajada marinera y agregó: Yo nací pa salvar sirenas, mis manos sujetan la red y son suaves para acariciar la flor. En re chistes de marineros pescadores proseguía la nocturna navegación rumbo al puerto que se divisaba. Los náufragos se iban recuperando lentamente. A filo de madrugada la Garza Blanca, en fila de embarcaciones, tocaba puerto. Ruperto Océano participó a las autoridades el hallazgo de tres náufragos y al entr garlos para que fueran atendidos en la medicatura, advirtió: Le dimos masajes para extraerle el agua y fricciones de aguardiente y unos cuatro sorbos de ron. Todavía no hablan, pero ella parece decir algo cuando mira, creo que el mar le dejó en sus pupilas el misterio que tiene el azul marinero, cuando un lucero se emborracha de amor y un marinero se bebe una estrella para descifrar sus secretos. El médico que recibió a los náufragos se sonrió con esta perorata del pescador y le dijo: -No se enamore de la sirena ni de los misterios del mar, porque eso embruja a los hombres, amigo marinero. El puerto de los pescadores continuaba su vida rutinaria. Era una población que sólo pensaba en navegar y pescar. Ruperto Océano era hombre previsivo y les advertía a sus colegas pescadores que no se olvidaran, que estaban en la época de una guerra mundial y que barcos de guerra podían aparecer en cualquier momento en esos mares o en esas costas, por lo tanto había que ser prudente. Bajo la mañana fresca de pescadores, desde el alta mar se dirigían a puerto las embarcaciones pesqueras, llenas de pescado y de alegría de triunfo, cuando fueron interceptados por un acorazado de guerra y dos submarinos. Los pescadores fueron obligados a entregar sus cargas, preguntando el capitán de la nave de guerra: ¿Quién los guía? ¿Quién es el capitán de la pesca? Todos señalaron a Ruperto Océano. El capitán de la nave de guerra se dirigió a Ruperto Océano: Usted, suba a bordo; necesitamos un hombre ducho en la pesca marina, para que nos ayude a abastecer, guiando nuestros barcos pesqueros para cubrir nuestras necesidades de provisiones. 418 Así Ruperto Océano permaneció prisionero durante tres años, indicando a los barcos pesqueros de un ejé cito extranjero el fenómeno que denunciaba los cardúmenes de peces, ande era fácil abastecer. Pero esta situación llenaba de consternació a Ruperto Océano cuando pensaba en su hogar y en su mundQ, dond PQr momentos creía nunca regresar. I Ruperto Océano empezó a planificar su fuga. Un día de mañana clara, salió a guiar alos pescadores ymientras éstos se entregaban a sus labore~ de pesca, Ruperto Océano ehfiló s pequeña embarcación rumbo al sur. Llevaba un tambor de gua d lce y provisiones para una larga travesía. Ya habían pasado más de ci n horas de navegación, Ruperto Océano había cambiado varias ve es el rumbo y le angustiaba ver que se avecinaba una tormenta.IConoc a lo precario de su embarcación para resistir los torbeI1inos de mar cuando una tormenta se precipita. Entró la noche, el cielo estaba oscuro él tenía el presagio de una tormenta en cierne. Transcurrieron ~varias horas; él mantenía el timón en la posición fija de su rumbo. De prqnto se esató la tormenta, Ruperto Océano calculaba la hora y sabía qJe estaba inmediato a el amanecer. Luchaba contra las olas gigantes, contra lo rayos y las fierezas del mar. Ya despuntaba el sol; pero la tormenta no cesaba. Un golpe de olas inmensas levantó su pequeña barca; él sin~ió que se rompían las velas, el pequeño mástil y la embarcación. Empetó a nadar hasta agotar sus fuerzas y creyó quedarse dormido sobre las olas. Sin duda había perdido el conocimiento. Sufrió una pesadilla de sentirse izado deptro de una red, entre los peces, y que él era un pez más, que había e ser descabezado igual que los otros, descamado, limpiado de viscera y entregado a los frigoríficos para el mercadeo. El trataba de grifar y no podía; quería decir que él era un hombre que se llamaba Rupertd Océanb; que él era un pescador, que él no era un pez; pero no podía lograrlo; tenía fuerzas para hablar.. Sintió estar bajo el embrujo del mar. Miró na sirena de ojos azules, que le daba ejercicios de respiración; todos girabap en su alrededor como un remolino. Sintió sabor de ron en el paladar y ~a garganta. El mundo que I le rodeaba iba girando más lentam~nte,entendió que estaba en la cubierta de un barco y una rubia cQn traje de marinero y ojos profundamente azul como el océano lo miraba, ella estaba también rodeada de marineros. Ruperto Océano se sentó y oyó la ca cajada de la rubia, que decía: Es el diablo del océano que cayó en mis redes y yo no lo vaya estropear, llévenlo a mi camarote y llamen al médico para que lo salven. Ella atendía en el camarote a Ruperto Océano, acompañando al 419 médico. Ruperto Océano recuperapa el conocimiento, el médico se retiró y la rubia quedó asistiéndolo. Ruperto Océano la miró y le dijo: -Yo la conozco a usted y yo también a usted, -le contestó ella. El prosiguió: Pero sólo recuerdo sus ojos azules. En mi sueño usted siempre se revela como una sirena. y ella respondió: Mis pescadores lo atraparon en sus redes y lo trajeron a la cubierta de mi barco. Yo lo friccioné con aguardiente, le di masajes para extraerle el agua y le dí sorbos de ron. Ruperto Océano respondió: Gracias, yo soy pescador y una vez mis redes atraparon a una mujer bella, a un niño y a un anciano, yo les salvé la vida y me dió miedo quedarme con ella; la recuerdo y la encuentro siempre en lo emocional de las estrellas que me orientan y sus ojos me besan cuando contemplo el azul marino, al besar la autora el azul del mar. Ella respondió: -Muy bien, Ruperto Océano. y ¿cómo sabe mi nombre? Ella prosiguió: -Usted dejó abandonada esa sirena, a usted le faltó valor. Yo soy esa sirena que, en los embrujos del mar, me vine persiguiéndolo para enseñarlo a amar. Ruperto Océano entonces la reconoció. Oh! exclamó, usted es Iris de la Estrella, la pescadora del Gran Yate; posteriormente me informé quien era usted, hoy el náufrago soy yo y usted la pescadora. Ella contestó: -No Ruperto Océano, no soy la del yate, soy la que caí en tus redes y tú el que caíste en las mías. Tú eres el diablo del océano y yo la diosa del mar yen esta fantasía, hecha realidad, lo negro de tus ojos en el azul de los míos tendrán un mundo marinero, cuando tú tornes el timón y al puerto de la vida podamos arribar los dos. Días más tarde, un yate rodeado de embarcaciones pesqueras se dirigía al puerto de los pescadores. Iris de la Estrella y Ruperto Océano, desde la cubierta, contemplaban cuan hermosa es la vida, después de haber sido náufragos, sentirse como peces atrapados en las redes y luego sentir las redes del alma acariciando la vida.

420 VATICINIO GITANO

Había florecido la palmera del jardí . La palmera del jardín tiene flores. Mira, niña, las palmeras no Borean, decía Doña Bruni1da a su nieta. Pero abuelita, venga para que vea ue sí tienen flores. La abuela, complaciente, acqmpañó a su nietecita de 12 años al jardín. En realidad la palmera ten,ía ese racimo de pequeñas flores que anuncian el fruto que forma pequeños racimos en la palmera. Doña Brunilda se quedó pensativa: Es algo curioso, pensó; porque esta palmera tiene más años que yo y nu ca había florecido y dijo: Tienes razón, hija mía; es un regalo que ha brindado el jardín. Si, abuelita, es que va a suceder algo muy hermoso. Ambas regresaron al interiqr de la casa, donde Doña Brunilda 421 devanaba la rutina de la vida. Doña Brunilda era la viuda de un rico comerciante y vivía en su casona colonial, acompañada de su hijo Ricardo, quien había contraído matrimonio con Belky Balmoral, bella mujer criolla y en el transcurso de trece años de vida conyugal, solo habían tenido una hija que se llamaba Rosaluz, nietecita que llenaba la vida de Doña Brunilda. La vida apacible de aquel hogar continuaba su curso. Doce años más tarde Rosaluz cumplía 24 años de edad y cursaba el 4º año de Ingeniería en la Universidad. A la celebración de su cumpleaños acudieron estudiantes, cadetes, militares jóvenes y un grupo de amigos y amigas. Rosaluz se sentía feliz. Entre diversiones, un amigo trajo a una gitana para que leyera la mano y la buena suerte de los concurrentes. Todos celebraron las ocurrencias de la gitanilla, quien al leer la mano de Rosaluz le dijo: Tú serás una mujer muy importante y el día más feliz de tu vida florecerá una palmera y sus flores serán tu lecho de amor. Esto y otras cosas causaron gracia a la ocurrencia, la cual terminó su fiesta con el mayor entusiasmo. Rosaluz fue dichosa en su juventud. Contrajo matrimonio con un hombre de empresas y tuvo dos hijos, que educó bien y fueron profesionales. Ya era una mujer madura y había sufrido los rigores de la viudez, ejercía su vida profesional, en sus recuerdos siempre estuvo la abuela cariñosa. Esa vida rutinaria de Rosaluz fue interrumpida cuando una epidemia azotó el país. Ella fue designada por un Organismo Oficial para realizar obras de carácter sanitario en el interior de la Nación, a fin de combatir el mal. En las poblaciones interiores, donde le tocó trabajar, la situación era terrible, decenas de personas morían a diario. Ella ayudó a bien morir a muchos y a otros dio esperanzas de vida. Su lucha fue titánica, Directora de Obras de Ingeniería Hidráulicas y Sanitarias. En varias ocasiones se publicó en la prensa que la Dra. Rosaluz había muerto víctima de una epidemia; pero eran noticias supuestas. Ella continuaba su lucha. Así llegó hasta las regiones indígenas. Allí planificó transformar parte de la vida primitiva de aquellos habitantes. Algunas poblaciones tribales le daban su apoyo, otras le declaraban la guerra. Llegó el momento en que era mayor la mortalidad por causa de la guerra que por ca usa de la epidemia. Los indios tenían un grito de guerra: ¡Muera la Dra. Rosaluz! Ella no se inmutaba. Sabía que ésto se originaba por las molestias ocasionadas por las obras de carácter sanitario y de organización social 422 que ella dirigía, para incorporar este grupo humano a una vida social mejor. La Doctora Rosa1uz dictaba u a conf reI\cia a sus colaboradores: No debemos tomar como intención de mal ad estos actos de guerra y salvajismo de nuestros compatriotas prim':tivos, ellos creen estar en la razón, tengámosles paciencia y los ayudar mos a dominar los dos males; el del salvajismo y el de la epidemi que los azota. La conferencia fue interrumpida cua do un centinela de la guardia avisó que miles de indígenas atacaran el campamento. Comenzó una lucha feroz. Laldoctor Rosaluz observaba el combate y se dio cuenta que en las banda primitivas también había blancos y mestizos, quienes gritaban: Mudra la doctora Rosaluz. Eran muchos los atacantes. El jefe de la guardia ordenó que había que desalojar, mediante una retirada ordenada. Todos los miembros de la misión llevaban armas. La doctora Ros luz portaba una ametralladora. Más de quince días llevab el combate en retirada. Los estaban acorralando, cuando se vi? una b ndera de parlamentos. Un grupo se acercaba. El jefe de la guardia sa ió a su encuentro acompañado de un sargento y un tabo. Un moreno corpulento encabezaba ~l grupo parlamentario. El oficial de la guardia le inquirió: ¿Quiénes son ustedes y qué es lo que desean? . El moreno respondió: Nosotros so os los representantes de los nativos de este lugar, hemos hechp la gu rra porque esa mujer endemo­ niada, que llaman la doctora Rosaluz, no ha arruinado, ella manda secar los pozos de agua estancad1s que osotros necesitamos, ella manda quitar los techos de palma y paja, diciendo que allí está el chipo causante de enfermedades, ella s~ca nuestros ríos haciendo represas que no sabemos cuando terminarán de hacer as, ella ha corrido los curan­ deros y quiere que compremos remedios: de farmacia, nos quiere poner vacunas que nos dan fiebre, en fin esa mujer es el demonio que nos quiere matar, nosotros queremos que nos entreguen esa mujer para quemarla viva. El primer oficial contestó: -9iga amigo, se les ponen vacuna para evitar enfermedades, se clausuran las ag\Ias estancadas para que no se aniden allí los zancudos infestadps de alaria, se eliminan los techos de paja para evitar los chipos, insectos que ransmiten el Mal de Chagas, se les obliga tener letrina para eliminar la astroenteritis, estamos tratando de instalar acueductos para darles agua bundante y saludable. Además la doctora Rosaluz no es médico, ella es 'nicamente jefe de la Misión de Ingenieros. Los demás profesionales, lo médicos, los bionalistas, los farmacéuticos, los agrónomos, los sanit ristas y los maestros de escuela, 423 que integran este grupo ejercen rabajos con sus directivos especiales. La doctora dirige desde un punto de vista administrativo general yhace las evaluaciones que obedecen a una unidad de acción, para lograr el bien de la colectividad. Ese odio de ustedes es infundado, más bien deberían ayudarnos, estamos trayendo la civilización, el bien social, el progreso etc. El moreno con voz airada respondió: Oiga militar, usted no es quien nos va a equivocar, esa mujer los trajo a ustedes para que nos hagan daño, y si no es así ¿Por qué expulsa a los yerbateros y se pierden las cosechas y las lechuzas se paran de noche sobre nuestras casas? ¿Por qué cantan ahora tanto las pavitas y la gente se ve triste corno si quisieran morir? Prosiguió el moreno: La gente que me acom­ paña sabe que eso es así. Los acompañantes respondieron, así es. El oficial trató de conve­ ncerlos. El grupo replicó: Queremos a esa mujer para quemarla viva. El oficial en carácter les hizo saber: que si no entendían por las buenas, él los haría entender a plomo. Que él no entregaba a la doctora Rosaluz ni a nadie. Los dos grupos se separaron, continuando las hostilidades. El combate continuaba en retirada. El grupo misional estaba diezmado y cansado, el oficial estaba herido. La Dra. Rosaluz tomó el mando: dio sus órdenes, los heridos a las parihuelas, los demás en grupo de a tres disparando con precisión. Llegaron al río y empezaron lentamente el vadeo bajo los disparos del enemigo. Primero pasaron los heridos, luego lentamente los combatientes. Dos de los acompañantes de la Dra. Rosaluz cayeron muertos a las aguas, la Dra. Rosaluz disparaba su ametralladora. Más allá del río por entre la maleza continuaba el grupo defendiéndose y sufriendo bajas, ya quedaban pocos. A la sombra de grandes árboles hicieron trincheras. El oficial estaba jadeante, la pérdida de sangre era grande, la doctora Rosaluz lo asistió, pero el oficial estaba falleciendo y expiró muy angustioso, bajo uno de los árboles quedó el cadáver. Ante el ataque impetuoso la doctora ordenó retirada, quedaban tres soldados y ella. Bajo las sombras de la noche, la Dra. y sus tres acompañantes se escurrieron por la selva. La persecusión era continua. La doctora después de recorrer doce horas por lugares agrestes resolvió descansar en un risco de montaña, mientras los tres soldados hacían la guardia. Mientras la doctora dormía abatida por el cansancio los guardias dialogaban. Aquí estamos listos, seguro que nos van a copar en cualquier momento. En efecto, una partida numerosa de perseguidores hicieron acto de presencia, atacaron con furia, los guar­ dias emprendieron la retirada, los perseguidores tras ellos. La doctora no tuvo voluntad ni para ponerse de pie. Cerca de ella pasó la baraúnda tras los guardias y siguieron pasando todos los combatientes enemigos, ya se oían lejanos los disparos y la doctora quedó atrás en la soledad 424 selvática. Cuatro horas más tarde la doc~ora se ncorporó¡Bendito sea Dios! ­ Qué buen santo habrá salvado mi esquelet de esos foragidos. Ya se fueron. Mi problema ahora es orientación y salir de aquí. Ella tomó agua de su cantimplora y algunos aliment s de su morral. Tomó la brújula en sus manos, mirándola dijo: Por 10 menos se donde me queda el norte y el sur, lo malo es que no se geográficamente que me queda al norte y qué al sur ni al este ni al oeste y re itió con ironía, ésto solo le ocurre a la doctora Rosaluz; con razón nad'e quiere venir a civilizar salvajes, cuánto daría por estar en mi casa de la ciudad; esto de ser héroe, anónimo o público, no se le ocurre si no al Quijote y a la Dra. Rosaluz. Bueno, repitió iré hacia el norte. umbo norte franco, orien­ tada por su brújula siguió por la selva, has a llegar a un río de plácida corriente, con malangas frescas en l:a ribera, tupidos árboles y aves rarísimas de plumajes hermosos; en las aguas transparentes peces grandes y pequeños se contemplaban en el encanto del río. Ella se refrescó y tocó las aguas con su cuerpo. Entre las aguas tranquilas y frescas nadó unos instantes y hasta olvidó or minutos lo trágico que le precedía. ¡Oh! Qué bien me siento, dijo m nos mal que estos cuarenta abriles no han deteriorado mi humanidad hasta un príncipe me con­ templaría en este río como una venus yen re una carcajada, como quien se burla del infortunio, exclamó: Soy la "b lla del bosque en el río en- I cantado". Y realmente la doctora Rosaluz ~ra una mujer bella, su cuerpo escultural, su piel blanca y tostada ~por el sol, su melena negra ligera­ mente ondulada, su cara ovalada, Su piel tersa, sus ojos de almendra y el rasgo suave de sus labios, la hacían apa ecer como un cuento de Hadas en aquel lugar solitario. La doctora¡salió de las aguas a procurar sus vestidos y sus armas, cuando un hom~re semi-vestido se interpuso, ambos quedaron mirándose, él era 'un ind'o joven de expresión física corpulenta, parecía una escultura t lIada en un trozo de madera del corazón de un árbol gigante; él se quedó ebtático, con los ojos clavados en ella como si mirara una aparición; la ddctora Rosaluz comprendió que no era de sus perseguidores, le sonrió¡y le extendió la mano, él sonrió y dijo: Yo Jabatayú, tu blanca. La d

contempló a la palmera gigante que le daba sombra y a las flores que de ella se desgranaban con el recuerdo de aquella gitanilla, que un día en la celebración de sus 24 años le vaticinó que sería una mujer importante y el día más feliz de su vida florecería una palmera y sus flores serían su lecho de amor. La doctora Rosaluz embriagada de amor en los brazos de Jabatayú, acariciaba su lecho de flores de palmera y a la vez ahogada entre sus risas, pensaba en voz alta: ¡Oh Jabatayú! tu nacistes para mí, me lo dijo una gitanilla en la ternura de un vaticinio.

427 SOLEDAD DIVINA

Fantaseaba la noche con su plafón es ellado, con sus jardines adormecidos en la sombra y con el¡fresco e la brisa; todo como un inmenso nido donde los seres simulan ser polluelos en el seno espléndido de la hora nocturnal. Soledad Divina lucía su cuerpo de m jer como una venus entre las sombras, su aposento lucía decorado con u figura, semi-iluminado por débiles rayos de la luna, que penetraban or los postigos de su balcón; ella simulaba ser el desnudo idealizado d un pintor, tras el manto transparente de su traje de dormir; cuerp ondulante, como la rosa fresca de lo humano, cuando el sexo y la v:ida es presentado por la naturaleza en forma de mujer hermosa. Sobre las sabanas blancas el blanco c erpo; parecía una venus 429 tendida. Ella no estaba dormida, e$peraba algo en el silencio de la noche. Se levantó, abrió las puertas de su balcón y miró a las alturas, como pidiendo un consejo a los luceros o como una barca de amor buscando orientación en las estrellas. Una planta de jazmín en floración hacía flotar un raudal de aroma y la envolvía, corno envuelven las espumas al raudal en las cascadas, mientras un plenilunio derramaba sobre ella su luz apacible, luz de amor con sabor de espera. Ella era viuda y no tenía visita que viniera. Era, ella, una soledad con sensación de esperanza y, en la búsqueda solitaria, dialogaba con la inmensidad, como en la flora, la flor hermosa sin dueño, sin pintor y sin poeta, que sin embargo derrocha el esplendor de su ternura en lo agreste de su mundo y en lo exhuberante de su ser. Ella dialogó con el viento: Sí, espero a alguien, espero a la aurora, que tiene sabor de vida, porque es la luz dorada de un encanto, porque es símbolo de un comienzo y porque es el otro extremo mirando hacia el ocaso. Soledad Divina se movía entre la sombra, su cuerpo escultural bañado de luna y sus pupilas llenas de lejanías, con veinticinco abriles palpitando entre su pecho, hermosa y tal vez codiciada como los tesoros ocultos, corno los rumbos de la felicidad, corno los encantos de amor, cuando lo voluptuoso excita el pensamiento y corno los canales del tiempo, cuando los rubrica la fortuna. Al fin llegó el alba y Soledad Divina recibió sus destellos. Esperó un rato, corno si estuviera recibiendo la energía preciosa que brinda el astro bello, cuando en llamarada de luz se desborda armonioso por la copa del cielo. Soledad Divina, con sonrisa de satisfacción, regresó a su aposento, se envolvió en su sábana, sobre su almohada quedó tendida cubierta por su larga cabellera, corno centinela del sueño hermoso, cabellera que por ser tan negra tenía la nocturnal expresión de un girón de la noche sujeto al alma de la aurora. Mientras Soledad Divina dormía su sueño mañanero, la servidumbre atendía los quehaceres de la mansión. Todos se sentían satisfechos de trabajar en aquel palacete de la viuda, de quien fue Don Poidon de La Rue, poderoso hombre de hacienda y banquero millonario. Soledad Divina hacía su vida social en forma discreta y austera. Los cazadores de fortuna rondaban su vida. Ella conocía los propósitos de ellos. Un grupo de amigos anunció visita a Soledad Divina. La reunión fue cordial. Un hombre de negocios, joven y arrogante, Don Canelón del Níspero, se deshizo en elogios para ella, a la vez se habló de sus grandes 430 empresas y proyectos. Varios amigos le insinuaban ~ Soled~d Divina que aquel hombre era un magnífico partido matrimotlial. So edad Divina sonreía. Pasaron días y meses y Don <;:anelón del Níspero era insistente con su juramento de amor eterno. Otrqs rival s tenía Don Canelón, todos de pulcro vestir¡ de botas lustradas y:con am lios proyectos y desarrollos industriales ycomerciales. Soledad Divina visitaba de vez en cuando su finca en el interior del país. En tod~s part s las atenciones eran grandes para ella. A pesar del asedio de aspirantes a matrimonio, ella permanecía , I indiferente aparentemente. A ella le agradaba conversar con los curas de los pueblos vecinos a su finca y también con los campesinos duchos en las labores del campo y en la viÓa. En u Hnca se hacía acompañar por el mayordomo Don Ambrosio¡y por e hijo de éste, que tenía por nombre Juan Caminero. Ella consultaba a Don Ambrqsio y un día le preguntó, ¿Qué le parece, Don Ambrosio, si yo me c~so? y Don Ambrosio le contestó:-Si un hombre se casa con usted es maravilloso, si usted quiere a ese l:}ombre y si ese hombre la quiere a usted; pero si ese hombre se casa no con sted, pero sí con el dinero de usted, habrá hecho usted muy mal negoc~o; porque quedará tan viuda como ahora, con el agravante de que puede quedar pobre, porque su dinero se ha casado con un hombr!2 y por lo tanto su plata se iría con el marido con quien se ha casado; te4dría u ted entonces mucho de solead y poco de divina y Doña Soledad, ~e voy decir una cosa: Ese Níspero con Canelón me parece un fruto v~nenoso, tenga cuidado, mire usted, cuando en el campo salimos a cazar, siempre armamos una trampa atractiva para que caiga la cacería y ese s ñor parece un buen cazador, estudie algo mas antes de una decisión, e mi consejo. Gracias Don Ambrosio. Juan Caminero oía la conver~ación en silencio. Soledad Divina se dirigió a ~l: ¿Jua y no tienes novia? Juan con una leve sonrisa, le contestó: -Para lo que aspiro no tengo dinero, por ahora con la ayuda delmi padre me dedico a estudiar la carrera del derecho, veré en el futuro, ust d sabe que trotando camino se encuentran rosas entre las espirtas, qui~n sabe si de tanto apartar espinas un día me gano una rosa. Soledad Divina, Don Ambrosio y Ju n Caminero siguieron recorriendo los campos de la finc~, hasta legar a la vega de los jardines donde se cultivaban flores. Soledad Divina se dirigió a J\lan dic éndole: Mira Juan esos rosales que hemos encontrado después d~ trotar nuestro camino ¿Me quieres 431 cortar unas rosas sin que te hieraIi las es inas?

1 Juan Caminero accedió alegremente, pidió una tijera de podar a uno de los trabajadores e iba cortando las rosas que Soledad Divina le iba indicando; al fin hizo un manojo bien atado y se lo entregó a Soledad Divina; ella las contempló y las tomó en sus brazos. Luego entresacó una rosa del manojo y dijo: Juan, te has ganado una rosa, no es humana como aquella a que tu filosofía campesina se refería, pero al fin es una rosa. Juan contestó: Gracias, señora, es el más hermoso obsequio que he recibido en mi vida; porque viene de usted, quien se parece a las rosas, por lo armonioso de las cosas que acompañan su vida, con la diferencia que usted es una rosa humana sin espinas. Entre una risa cantarina con sabor de campiña y cultura de ciudad, Soledad Divina agregó: Me rodean muchas espinas. Juan Caminero respondió: En ese caso me alegro, porque le costará mucho a los cazadores armar sus trampas para cazar la rosa de la fortuna. A Don Ambrosio le complacía aquella conversación y con voz pausada dijo: Vámonos que puede llover o se puede desatar una tempestad entre tantas espinas yentre tantas rosas. y juntos regresaron a la casa de la finca. Días después Soledad Divina regresó a la ciudad. Y más tarde, Juan Caminero también regresó a la ciudad para continuar sus estudios universitarios. Juan Caminero era activo, trabajaba y estudiaba; era querido entre sus compañeros de curso, era un estudiante brillante. Juan Caminero era hombre que discutía los problemas sociales y analizaba la historia, proyectando su pensamiento por los cauces de la evolución social. Era hombre de oposición al gobierno de turno. Era un hombre de masas. Su verbo florido causaba emoción colectiva. Cinco años habían transcurrido desde aquel día, en que dialogó con Soledad Divina, sin volverla a ver. Juan Caminero pasó un viernes por la noche frente a la bella Mansión "Las Trinitarias" y monologó: Dentro está ella, es más fácil alcanzar la Presidencia de la República que atravesar esos muros para lograr esa rosa para el jardín del alma. En una exclamación íntima expresó: ¡Qué lejanas están algunas cosas que uno ama cuando el espacio es tan corto y cuando en lo humano, en lo social, son lejanías abismales! Luego se marchó a su residencia. En la mansión de Las Trinitarias se llevaba a efecto una recepción, altas personalidades formaban la concurrencia. Soledad Divina era 432 extraordinariamente cortejada. Diplomáticos con títulos nobiliarios, hombres de empresas y otros de diferentes alta posiciones, formaban en la fila de los aspirantes al amor de Soledad Divina. La recepción terminó con la brillantez de los acto,s elega tes. Soledad Divina antes de retirarse a s aposento dialogó con su ama de llaves, quien era una campesina q durante muchos años le había acompañado. Soledad Divina dirigiéndose a su viej servidora: Qué te parece, Torcuatra, amiga mía, si yo me casq? Teng muchos pretendientes, quisiera resolver mi vida. La fiel ama de llave le contestó: Doñit ,le voy a dar un consejo. Yo se que usted debiera tener un marido, pero primero sométalo a prueba a ver si la quiere; hágale lo siguiente: Corno odos dicen que son millonar­ ios y la adoran, reúnalos a todos y dígales ue usted está arruinada, que todos sus bienes están hipotecados; que us ,ed cuenta con ellos para que la salven de la hecatombe. Usted sabe, doñ ta, que las pruebas de fuego libran a los campos de las alimañas ,y de la ala hierba. No se olvide que muchos de disfraza de cazadores de tigres yes sólo un pretexto para pasarse unos días en a finca del amigo y comerse una vaca gorda y aquí parece que v~enen uchos cazadores de vacas gordas. A Soledad Divina le pareció m'aravillqsa la treta y le contestó: Gracias, Torcuatra, es un buen consejo. Días más tarde se celebraba urta reun'ón especial en la Mansión Las Trinitarias. Soledad Divina exponía a sus amigos su caótica situación económica. Algunos de ellos se aa:lararon el pecho con una tosecilla elegante, otros pidieron excusas y e retiraron por tener reuniones importantísimas, otros le1rogaro preparar un memorándum y que se lo hiciera llegar. Don Canelón del Níspero se sihtió tu ado y le increpó: Eso te pasa por imbécil, si te hubieras casado con igo yo hubiera sido un buen administrador; pero la gente idiota c mo tú tiene bien merecido eso; conmigo no cuentes para nada, yo no Indo buscando problemas, I así que adiós! Los demás concurrentes aprovecharon la ocasión para retirarse, lamentando profundamente la situa:ción. Soledad Divina un tanto turbada y admirando la sabiduría de la campesina, ahogó su pena en una tremend~ carcajada. Doña Torcuatra abrazando a Soledad Divina le dijo: ¡Ay doñita, de lo que se salvó. Soledad Divina regresó a su aposento y ya en traje de dormir se recostó en sus almohadones y se hundió en su pensamiento. Corno diciendo un secreto al silencio, monologó en alta voz. El 433

1 amor no existe. Es un peligro tener algo y pensar que cuando se tiene mucho,. también falta otro mucho, que al neutralizar el concepto, los propósitos y los hechos, el todo queda en nada. Ya cortaban las horas de media noche, horas donde fantasea lo romántico de las sombras bajo el cielo estrellado y donde el plenilunio constituye el candor sublime, donde las almas bellas se extasían y donde el acorde del concierto humano forman un nido de cariño entre los desposados; horas nocturnas en cuyo seno descansan los pueblos y donde el dolor causado por las amarguras de las heridas morales se prolonga como un largo puñal, que va taladrando la vida como algo interminable. Soledad Divina no conciliaba el sueño y ya la hora avanzada en la alta madrugada y como un repique de campanadas en su siquis, dijo para sí: Yo tengo alguien a quien esperar y su presencia no me falta; es mi sol, mi amanecer, es el astro bello, ese que no miente, que a ricos y pobres les brinda cada día un mundo dorado, entre haces de luces, como si viniera de lo divino con un presente para lo humano. Soledad Divina abrió las puertas de su balcón para contemplar el infinito y, bajo las estrellas, esperar el sol; cuando oyó el bordonear de una guitarra y la voz melodiosa de alguien que le brindaba una serenata. Soledad Divina se quedó en suspenso con curiosidad de oir. Una voz varonil cantaba acompañada del desgranar de las notas de las guitarras: De tus manos recibí una rosa con tu luz sentimental como recibe el alma del labriego las emociones del sol mañanero entre un concierto de trino al despertar de su sueño. Quién pudiera de tu alma cortar una rosa de amor y demostrar que tus espinas hieren profundo la vida. Tú eres rosa prohibida y yo un pobre caminero pero el pulso tiembla de amor y lo sincero tiene su sol y busca el cauce de los sueños. Soledad Divina, yo soy Juan Caminero, mi soledad se quedó contigo 434 y se va quebrando conmigo, como se quiebra la distancia a lo largo del camino. Soledad Divina lanzó un grito de alegría ¡Juan Caminero! Entra, te voy abrir la puerta. Envolviéndose en un sobretodo enc ndió las luces y abrió las puertas de la mansión. Juan Caminero, hombre alto y robusto, acom­ pañado de tres guitarristas, entraba a la c sao Soledad Divina los recibió con un abrazo y lágrimas de alegría. I Juan Caminero, sin esperar, le dijo: Tú sabes que soy abogado, me informaron que te ocurría algo terrible, estoy dispuesto a defenderte en cualquier caso, te amo más que a mi propia vida y quiero cuentes conmigo, aunque sea como un aliado. Te bfrezco todo lo que tengo, mi profesión, mis recursos y mi compañía. 1 Soledad Divina, dispón de mí. Ella conmovida le impuso de lo ocml!,rido, diciéndole: Te espero, mañana a la finca. Muy temprano Soledad Divina y el lOr. Juan Caminero marchaban rumbo a la finca y, al detenerse en la vega de los jardines, Juan cortó una rosa colocándola en el pecho de su ar1ada. Sintió que el cielo destilada un rocío de infinito, donde lo divino cuenta sus mitos y el rito del alma levanta un altar al amor.

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ESTAMPA CAMPESINA

Marchaban las carretas carga~as de utas, cruzaban la calle principal del pequeño poblado, ofreciend' el conjunto la expresión ornamental de un cuadro vivo, simboliza te de la Naturaleza en un derroche de abundancia. Frutas y flores, e carretero frente a su carreta, tirada por el caballo, noble animal !pacien e, manso y altivo, vigilante y señero. Caballo, carreta y carretero en un conjunto formando un colorido, como el todo del primero y del s~gundo plano, que plasmara un pintor enamorado en un lienzo atrevi90 con movimiento audaz, con exquisito atractivo, es una cita en ellugar¡y el tiempo, donde lo social es el pincel y donde el poblado es el ~uadro; ¡donde lo hermoso que viene desde los rumbos del campo traduce un o:lor a plantaciones, con sabor de trabajo rudo y savia de árbol converti9a en frutos. 437 María Isabel contemplaba la carava a de carretas y Ramón Antonio la observaba complacido, ambos recostados a la baranda de una terraza en el tercer piso de una vivienda, desde donde se divisaba completa la calle principal del poblado. Te fijas, -dijo Ramón Antonio, -qué hermosas son las cosas de este lugar? Es una magnifica oportunidad para lograr la inspiración de mis canciones. En este poblado se vive un mundo de poesía.­ Ya se acercaba la primera carreta en su paso frente a la terraza; delante de ella venía Juan José, campesino de gran estatura, blanca tez, sombrero de palma y traje de dril con chaqueta cerrada hasta el cuello, calzaba botas y ocupaba el puesto delantero de la carreta guiando su bestia con maestría. María Isabel contempló a la carreta y al carretero y dijo: -Es una estampa campesina.­ Alguien, con voz recia detrás de Ramón Antonio y María Isabel, dijo: -Les complace a ustedes mirar la caravana de carretas; hace muchos años que los veo y ya me son familiares.­ Era el doctor y médico Pedro Augusto, padre de María Isabel, quien tenía su consultorio médico-rural en esta casa, donde María Isabel y Ramón Antonio habían llegado, desde la ciudad, a pasarse unas vacaciones. Ramón Antonio era amigo de la familia, un buen pintor, poeta y compositor de piezas musicales de carácter folklórico. El doctor Pedro Augusto prosiguió: -Hija, pronto serás médico y si llegaras a trabajar en los medios rurales, todo esto que te rodea lo sentirás como algo familiar; en esta semana los invitaré a una fiesta muy hermosa, que aquí se llama fiesta patrqnal, es algo original y digno de conocer. El doctor Pedro Augusto, María Isabel y Ramón Antonio bajaron de la terraza y fueron a visitar los viveros de plantas florales. Era un hermoso huerto plantado bajo la dirección del doctor Pedro Augusto. -Esta es mi mejor obra-, dijo el médico; -vean mis orquídeas, hortensias, jazmines, malabares y tulipanes qué hermosos contrastan con esta otra parte del campo de las margaritas y los claveles.­ Ramón Antonio complacido le dijo: -Parece usted más bien un floricultor que un médico.­ Así es, Ramón Antonio, -replicó el doctor; -pero la mejor flor de mis cultivos es María Isabel.­ En estos menesteres sencillos transcurrían los días vacacionales. Llegó el domingo con su fiesta patronal, el doctor Pedro Augusto, María Isabel y Ramón Antonio visitaron una finca local, donde eran invitados con motivo de la fiesta lugareña. Era una casa de campo, amplia, con plantaciones frutícolas y jardines que producían flores 438 destinadas a la venta en los mercados de la ciudad; también cría de aves y ganado porcino y cabrío con destino ca ercial; eran extensas y hermosas las conejeras. Los tres fueron muy bien recibidos. n hombre robusto de elevada estatura, cara plácida, mano áspera y de p Iso seguro, le salió al encuentro diciéndoles: -Bienvenidós a mi inca.­ El doctor Pedro Augusto hizo la pre entación. I El campesino con carácter afable se irigió a María Isabel ya Ramón Antonio diciéndoles: -Yo soy Juan Jose; siéntanse cómodos en esta casa, como si fuera de ustedes, el doc ,or es el médico de mi familia y para nosotros ya es un familiar más. Luego siguió la presentación de la madre de Juán José, Doña María Rosa y otros hermanos, parientes amigo, lo que daba a la casona un ambiente festivo. La reunión se amenizaba con :Varios onjuntos musicales campesinos, con instrumentos de a:rpas, c atrbs, maracas y guitarras. La fiesta se prolongó por varias horas Ramón Antonio quiso dedicatle al gr¡upó una de sus composiciones, haciendo gala de Id timbr¡;ido de su voz de tenor; él mismo se acompañaba con la guitarra yo: os guitarristas le seguían en el acompañamiento. Ramón Antonio cantaba: Adoro el campo florido donde la mañana se engasta cuando el alma campesina ata la emoción temprana. Amo el pájaro que trina ya la mujer que me acompaña como ama el agua cantarina a la floresta que baña. Sea esta fiesta patronal, que tiene de miel y flores, la expresión de mis amores, de ternura matinal. Los aplausos y la alegría que causó l. co:mposición de Ramón Antonio fue extraordinaria. Era ob~igatoril la contestación, los canta­ dores se miraron las caras y uno de ellos l~ brindó la guitarra a Juan José diciéndole: -Conteste usted co'mpae, ~ueltiene mejor medida y menudea mejor que un gallo a golpe de ladrugada cuando se nos acerca el día.­ Juan José muy complacido tomó la g itarra e improvisó: En el alma campesina 439 seJormaron mis ideas entre la flor y la espina entre la ciudad y la aldea. y cuando una mujer bonita a esta tierra visita el alma nos gravita como al amante en la cita. y cuando de la ciudad nos llega una preciosa acompañada la palabra se nos pega con emoción enamorada. También fue muy aplaudido Juan José; Ramón Antonio lo felicitó calurosamente. Mientras María Isabel en su silencio íntimo repetía: "Juan José ¡Una estampa Campesina!" La fiesta continuó y siendo ya altas horas de la noche, se retiraban el doctor Pedro Augusto, Ramón Antonio y María Isabel. Juan José los acompañó hasta el vehículo. María Isabel se despidió de Juan José, expresando su agradecimiento por la atención yfelicitándolo por su bella voz de barítono. Juan José se quedó ensimismado al contemplar a María Isabel. Ramón Antonio repitió varias veces "adiós amigo" y destiló su alma un destello de celo. El doctor Pedro Augusto, Ramón Antonio y María Isabel regresaron a la ciudad. Aquel recuerdo vacacional siempre conmovía a María Isabel cuando, al transcurrir los meses, ella hacía remembranza de aquel paseo. Llegó la fecha de graduación en la cual María Isabel llegó a ser médico. Dos meses más tarde inició su trabajo profesional en un Centro Médico-Quirúrgico en la ciudad. En su vida social de reuniones festivas se notaba en María Isabel un dejo de tristeza con una tendencia a hablar siempre de la vida rural y campesina. Sus amores con Ramón Antonio se habían roto y no se le conocía nuevo compromiso. El doctor Pedro Augusto venía sufriendo una dolencia cardíaca y un día falleció. María Isabel quedó en compañía de su madre Doña Anastasia. María Isabel se dedicó a su trabajo profesional con bastante suerte para multiplicar el patrimonio que heredó de su padre. María Isabel aceptó del Ministerio de la Salud un cargo para dirigir un Sector de la Salud Pública en el interior del País, donde se desenvolvió con gran éxito; adquiriendo fama en esta rama de la medicina. María Isabel asistió en representación de su Ministerio a un Congreso de Científicos que se llevó a efecto en una población rural. En este Congreso se contemplaron muchos aspectos de la educación. A su regreso, el Despacho Ministerial dejó a cargo de María Isabel una 440 Fundación para atender los aspectos médicos y educacionales de las poblaciones rurales del País. El gran prob ema era la lucha entre los terratenientes y la población rural :sin viv enda y sitio fijo. María Isabel se propuso encarar el problema. P anteó ~l Poder Ejecutivo Nacional la necesidad de parcelar el campo y 4sentar tiefinitivamente a la población campesina en sectores fijos, donde se logr, ra el beneficio de la ciencia médica y de la educación, por medio de u~a metodología cónsona con la época. Esto trajo por consecuencia una' onspiración solapada de los terratenientes, quienes planificarolílla eli inación física de la mujer endiablada que pretendía arruinarlos. El asesinato de la médico estqba dec etado por los terratenientes. Ella habitaba en una casa grande, rural, d nde estaba instalada la dirección de las operaciones. La noche er tranquila, el farol del campo era la luna, un grupo de diez hombres cr ,zaban el campo y se dirigían a la casa de la Fundación. El Jefe del grupo decía: -La operació~ la efectuaremos a machete para no hacer ruido, liquidaremos .al pers: nal que la rodea y a ella, tiene que ser un asalto maestro.­ Serían las ocho y treinta minutos de a noche cuando el grupo inrrumpió violentamente en el Despacho Be María Isabel. Cuatro médicos que la acompañaban y trek persoras más, empleados de administración, fueron sorprendidos y cayeron ante los golpes cortantes de los machetes; un golpe de planazo der~ibó a María Isabel. Pero un hombre robusto, quien formaba parte de lps asaltantes, se volvió de pronto contra ellos ante el asombro de suS compañeros, quienes creyeron que se había enloquecido; algun s fueron víctimas del filo de su machete y los demás huyeron despavol idos. El hombre tomó en sus brazos a Mar~a Isabel yen uno de los vehículos en compañía de un cond,uctor de la Fundación la llevó a un hospital en la ciudad más cercana. Fuero avisadas las autoridades y el hombre quedó detenido en el cuartel poli lial. Las autoridades sometieron a interrqgación a aquel hombre y él respondió: -No se nada, no he salvado a n~die ni he matado a nadie.­ La médico estaba obligada a formul~r la denuncia de los hechos. Ella expresó todo lo ocurrido en el icrimin~l asa} too El comisario policial le dijo: -Doctor~ le vamos a presentar un hombre, a ver si usted lo reconoce, fue qu~en la salvó, pero presumimos que es uno de los asaltantes y criminales; porque por lo extraño de lo acontecido, deducimos que debe s~r algui~n que la conoce, sabemos que es un terrateniente muy nombrado! pero ~ n1ega a hablar.­ María Isabel respondió: -Todos los qpe entraron a mi Despacho son criminales, estoy dispuesta a reconoc irlos y hacerlos condenar de 441 acuerdo con la justicia.­ Dos policías trajeron al hombre a presencia de María Isabel. María Isabel palideció. -¿Le ocurre algo doctoral-le preguntó el comisario. María Isabel contestó: -Un vaso de agua por favor.­ Por lo íntimo de su conciencia donde el recuerdo gravita, María Isabel recordó a un hombre fuerte con una carreta de frutas y flores, a un finquero que le improvisó un cantar campesino y después de tornar un sorbo de agua divagó en silencio, sin dirigirse a persona alguna: "¡una estampa campesina!" en mi recuerdo, en mi tormenta. Y repitió en su pensamiento: "Juan José". El comisario se dirigió de nuevo a María Isabel diciéndole: ­ Doctora no nos ha dicho nada.­ Ella respondió: -Es cierto, quería recordar bien los hechos para no cometer un error y agregó: -Este hombre es inocente, lo conozco, es un antiguo paciente de mi padre, sin duda se enteró de lo que iba a ocurrir y llegó a tiempo para salvarme la vida.­ Se puso de pie y dirigiéndose al hombre le extendió la mano diciéndole: - ¿Cómo está usted Juan José? Siempre lo recuerdo, cuando salga de aquí visíteme en la casa de la Fundación.­ -Gracias, -respondió Juan José. El comisario intervino: -Ha sido muy amable doctora, nos ha aclarado los hechos, este hombre queda en libertad.­ Juan José acompañó a María Isabel y bajo una estampa campesina, corno se confiesa la Naturaleza, lo agreste de un árbol de leño poderoso doblegó su alma ante la ternura de una orquídea. María Isabel se recostó del pecho de Juan José y entre las caricias de sus manos duras, dejó correr sus frases: -El amor es más sabio y más tierno que la ciencia.­

442 NAUFRAGIO DE ESPERANZA

En el salón todo era animación mient as los jóvenes bailaban y los mayores se entregaban a la tertulia. -Mi esperanza es que Rigobert,o Anta io llegue a dominar y a dirigir mi industria, -decía Don Porfirio. -Pues mire usted, Don Porfiriq,-le contestó su amigo Don Ruperto, -Yo aspiro a que mi hijo sea abogado.- r -Bueno, nuestros criterios son distintqs, -agregó Don Ruperto-. Así, todos los contertulios hablan del futurp de sus hijos, unos soñaban que sus hijos fueran ganaderos, ind1ustriales, profesionales. etc. Se , I proyectaban los padres a través de Los Grjnadillos y se llenaba de armonía festiva un país próspero y promis r. Corrieron algunos años en aq\lel país apacible. Pero no tardó en 443 hacerse agitado el ambiente. Un país vecino, empujado por una potencia extranjera, amenazaba con la guerra. Y la guerra estalló. La juventud fue llamada a las armas. Los bombardeos y los ataques mutuos destrozaban las ciudades. Las industrias, las universidades y los colegios quedaban solos. Los cánticos guerreros llenaban el ambiente, viejos y jóvenes al combate y se prolongaron las batallas entre ambos países y muchos años pasaron los combatientes en las trincheras. Y tras el golpear de los años, al fín llegó la paz. Los jóvenes que un día se reunieron en la Mansión de Los Granadillos ya eran hombres maduros, muchos amargados y muchos mutilados; de los viejos quedaban pocos; las esperanzas de otro tiempo se habían roto y muchas proyecciones humanas se habían nublado. Ahora quedaba la promoción de la guerra. De ella era Lírica Azucena, joven que fue delicada y ahora fruto del frente de la guerra; también José Tomás, quienes se habían hecho amigos, camaradas de trincheras y como amigos de los viejos Granadillos se encontraban en los vastos corredores que bordeaban el jardín. Ambos dialogaban, mientras la abuela Granadillos les traía una taza de café. Fue Lírica Azucena la que abordó el tema: Naufragaron nuestras esperanzas en el mar de las ambiciones extranjeras, en lugar de nietos sólo dimos a nuestros padres dolores terribles entre tragedias y amarguras. Así es, Lírica Azucena, respondió José Tomás. Así el excombatiente José Tomás, dialogaba con su amiga, Lírica Azucena, y él le comunicó sus propósitos: -Oye, Lírica Azucena, yo pienso acaudillar un movimiento político; capaz de levantar el país y utilizar las experiencias de la lucha y de los sacrificios en un bien creador; te invito hoya las nueve de la noche a una reunión muy importante en el cuartel Torre Azul y con esta invitación se despidió de ella y de los amigos Granadillos. A las 9,15 p.m. se iniciaba en el cuartel Torre Azul una Asamblea tormentosa. Los excombatientes, hombres y mujeres, todos altos oficiales discutían con José Tomás su ideario político social, llegando a la conclusión de llevar a efecto los postulados del líder y bajo el juramento de tomar el poder político, cada quien se dirigió a sus respectivos comandos. A las seis de la mañana del día siguiente el golpe de estado era un hecho. José Tomás se convertía en jefe único y dictador del país. José Tomás, nuevo jefe del estado, se dirigió a la Nación arengando a su pueblo, incitándolo a reconstruir lo que la guerra había destruido y bajo la dirección de este jefe fuerte y de cerebro luminoso, 444 se reconstruyeron las ciudades, las escuelas, los colegios, las universidades, los hospitales y de nuevo se resembraron los campos. José Tomás era un Presidente duro, in:fatigable en el trabajo y generoso. El país ya era más fuerte 9ue ant+s y se proyectaban de nuevo las esperanzas. Las leyes sociales fueron reormadas en beneficio de la colectividad, el país se había fortale~ido en [la post-guerra, las relaciones internacionales se robustecieron. Jo~é Tom4s era el pro-hombre. Ya pasaban al olvido los sacrificios, dQlores y calamidades. José Tomás hablaba a su pueblo y a su tren de g'obierno de una transformación política adecuada a lo logrado. Pero lo que ignoraba José Tomás era el mundo de las intrigas, personeros transnacionales azuzaban y los nacionales oían y se ,corrían/voces: José Tomás es un tirano, se está enriqueciendo con los caudales públicos, es un bandido, tiene más de mil mujeres, él se cree el únic " nada ha hecho y cree que ha hecho mucho; dígame y que vivi~ndo en palacio como si fuera un rey, a ese hombre hay que derrocarlo, mer~ce la muerte. Por las ciudades se regaban volantes con estas alu$iones, se comentaba en los cafés, se hacía mala propaganda en el campo. La imagen de José Tomás se deterioraba ante su pueblo. Un día reve:r\tó una asonada en un cuartel. El pueblo de toda la nación se echó a la calle."Muera el tirano", era la voz popular. Todo el ejército le dio lél. espalda a José Tomás. "Muera el tirano", era la voz general. ' Sus Ministros, allegados y susproteg~dos estaban en contra de él. Un cuerpo del ejército lo hizo prisionero e¡;\ el Palacio de Gobierno, la I 1 muchedumbre pedía que se lo entregaran para lincharlo y el grupo de militares insurrectos lo entregó a lalmuche~umbre. El Presidente José Tomás fue arrastrarlo por la turba apasionada y despedazado en la vía pública. En General, toda la población celebra a la festividad de un triunfo. El cadáver destrozado quedó abandonado a la orilla de un parque de la ciudad. Una carroza se detuvo frente a los despojos. Una anciana, una mujer joven y un sacerdote descenq.ieron de ia carroza. Eran Lírica Azucena, la abuela Granadillo y el padre José, cura párroco. Recogieron los despojos de José Tomás y le dieron cristiana sepultura. Días después sobre su tumba :colocaron una lápida con la siguiente inscripción: Aquí yace un héroe, fue un hombre de buena voluntad, quien por amar a su patria y a sus semejantes, fue descuartizado, por causa de la intriga de los malvados y de un mundo apasionado qu~, sin brindar oportunidad a la razón, hace de la sin razón el juicio que hace vfctimas a los justos y entroniza a los perversos. Después de los acontecimientos que, esbordaron la pasión, el I ejército puso el orden y el Congresp Nacional eligió Presidente a Don 445 Ezequiel Maravillas, esposo de Lírtca Azu'cena. Este hombre ejerció el Gobierno por varios períodos, Lírica Azucena era su asesora y él seguía al pie de la letra sus consejos. Ella le decía: -Ezequiel, deja que los ricos cojan lo que quieran, hazle concesiones a las potencias extranjeras, tráeles circos y diversiones al pueblo, asciende a los militares, regálale dinero a tus amigos, no estés regalando tierra ajena, no importa que los grandes desobedezcan, castiga a los tontos y perdona a los ricos.­ Con esta Filosofía Don Ezequiel gobernaba y recordaba siempre a Lírica Azucena quien no dejaba de repetirle: -Recuerda lo que le pasó a José Tomás por andar ayudando pyeblo y salvando Patria, no te olvides que a las turbas ignorantes se les da palos, escoba, pan duro y abundante y muchos circos; porque en esta época no se alzan si los ricos no los alzan y todavía, hijo mío, faltan muchos años para una revolución y mejor que crucificados es para nosotros ser crucificadores, no te olvides lo que le pasó a José Tomás.­ Era un día patrio, Don Ezequiel Maravillas salía al balcón, para saludar a su pueblo concentrado allí para oir su discurso. Al aparecer frente al público, se oyeron los gritos de "viva el General Maravillas", "Maravillas, Maravillas", y Don Ezequiel en voz muy baja, le decía a su mujer: -Qué maravilloso, cómo le encanta al vulgo ser canalla gritona y tener por sabiduría la superstición y la ignorancia. Estoy convencido, Lírica Azucena, que para las masas humanas es mejor gobernante un brujo que un sabio. Por algo me llaman el brujo maravillas. Dicen que tengo pacto con el diablo; y yo dejo que lo digan, lo que no permito que digan que tengo pacto con Dios; porque al diablo nunca lo han crucificado y a Cristo que era Dios sí. Y créeme, Azucena mía, que es más adorable el gobernante que permite un carnaval desorbitado, que un José Tomás creando patria. Y por la iIDaginación de Don Ezequiel cruzó la farándula del carnaval de un pueblo inconsciente, bullanguero y lujurioso y también cruzó por su pensamiento la figura redentora y generosa del líder José Tomás, repitiento Don Ezequiel a su mujer: "José Tomás pertenece a la historia, yo me quedo en ese banquete donde se sientan los ricos oyendo el aplauso popular".

446 EL CABALLO ALADO D LNIÑO DIOS

Sonaron las campanas navideñas, ju¡sto al meridiano de la era de un 24 de diciembre lleno de luz. Era medlanoche, hora de la cena. 1 En el vecindario unos cuantos niños dormían y otros jugueteaban en las aceras. De pronto se oyeron voces: -fs la hora qe la cena.- Y se aligeraban las copas y se servían las mesas. Muchos piños regresaban de las alcobas cargados de los regalos que traía bl Niño Jesús: muñecas de pelo dorado, de piel de grana, de ojos de claro y tinte azul; muñecas blancas, rubias y trigueñas; juguetes mecánicos, el,éctricos y de cuerda, pelotas y bambalinas, todos sugerentes de una noche navideña. En los barrios más pobres también había juguetes: desde la muñeca de trapo, confeccionada qm amor maternal, hasta el simple pito 447 que no se cansa de pitar con el gri~o de los niños. y hasta en los niños

1 más pobres, que no saben de juguetes, jugueteaba su sonrisa con sabor de noche buena. En medio de aquella ciudad, en una casa cristiana, un niño observaba un arbolito de navidad. El arbolito estaba lleno de luces sobre su verde artificial, bambalinas color de oro, nieve perla de pelusa y todo un mundo de fantasía que reflejaba una noche distinta en la armonía del pensamiento infantil. El niño reía complacido, extasiado en esas maravillas que representaba el arbolito, sobre todo ante la estrella artificial que adornaba la cumbre del arbolito. Así, absorto en su contemplación, recostado a la pared, se quedó dormido y soñó que en un salón del cielo él jugaba con el Niño Jesús y que la Virgen le servía un pastel de chocolate y San José le fabricaba dos caballos de madera con alas de cristal. Ysoñó que él y el Niño Dios habían emprendido el vuelo y le cortaban puntas a las estrellas y pintaban muñequitos en el azul de los luceros y formaban barcos de sol en el astro bello, y el cauce de la lumbre de los cielos les servía de tobogán, donde deslizaban sus sueños. Y soñó que el arbolito era tan grande que su copa llegaba al cielo y que estaba lleno de dulces y de racimos de caramelos y, en su caballo alado, jugaba entre ellos. Soñaba el niño que, acompañado del Niño Jesús, en su caballo alado por las escaleras del viento, con una estrella errante a la cola de su caballo y por la ruta de un cometa de luz, regresaba a su lecho a buscar el regalo sorpresivo, que en una noche buena debió traerle el Niño Jesús y se despertó. Ya estaba justamente en su lecho. Frente a él le miraban los ojos cariñosos del abuelo y el niño le preguntó: -Abuelito; y mis juguetes?­ -Aquí están, -respondió el abuelo. -Y mi caballo alado ¿Dónde está, abuelo?­ -Ah! ese caballito se lo llevó el niño Jesus por el rumbo de los sueños y me encargó decirte que al pie del arbolito dejó una caja de chocolates para que le brindes a tus amiguitos un cariño del Niño Dios y les cuentes lo que hablabas cuando estabas dormido, de tu caballo alado y el Niño Jesús.­ Y la noche buena se diluyó en la ciudad entre mil sueños de niños, que, en sueño de sol de medianoche, sueñan con los obsequios del Niño Dios.

448 EL NIÑO Y LA MARIPOS

El sol mañanero bañaba el carppo y se diluía entre las ramas de los árboles en trocitos dorados que se distribU!lan hasta las flores y una I mariposa gigante volaba lentamente form ndb cabriolas disfrutando de I ese sol que resplandecía en ella, como si 1 mariposa fuera un lienzo, donde el pintor de los cielos, con su pince de sol, quisiera pintar soles en la mariposa, mientras ella simulaba ser un pincel ligero empeñada en pintar siluetas de mariposas en el ~lma de¡ese sol. Dos niños absortos contempl~banaqpella mariposa multicolor y corrieron tras de ella para alcanzar~a; al p~so de ellos se quebraba el rocío, mientras la sombra que proy;ectaba . se asemejaba a las locas pinceladas de un pintor enamorad9 que ioa pintando por el campo un paisaje de sol y mariposas. 449 En una rama verde tierno la rharipo a posó su colorido; los niños saltaron a ella y quebró la luz lo emotivo de su encanto y bajo el rubor del sol sobre la alfombra de rocío, siguieron corriendo los niños tras ella; pero la agilidad de la mariposa formaba zigzag de maravilla en su vuelo y crecía en hechizo que lograba mayor atractivo a los niños que la perseguían. Ella cruzó sobre un ancho arroyuelo y en las aguas reflejó el sol esmeralda y plata de su hermoso colorido y tras ella los niños cruzaron el riachuelo. Continuó su vuelo leve, navegando entre la brisa; se detuvo en el corazón de una orquídea, semejando dos flores juntas, cuando las dos en posición tranquila matizaban la emoción de la ternura; la mariposa se bebía una perla de rocío, que la orquídea le sujetaba en la copa de un pétalo amoroso, entre la verde estancia de la flora. La mariposa acarició la orquídea y con el movimiento suave del viento daba la impresión de un romance entre la orquídea y la mariposa en suspenso. La orquídea movía sus pétalos y la mariposa simulaba besos y entre lo cándido que sugiere la inocencia, la mariposa acarició con sus alas a la flor preciosa y una gota de rocío cayó en su cabeza y como lágrima cristalina rodó sobre su cuerpo, con delicadeza de nota amorosa, desprendida de un caudal de la vida, entre la luz emocionada y conmovida de caricias de mariposa en el alma de la orquídea. Los niños llegaron junto a ella y entre sonrisa de alegría y lo sutil de una sorpresa, observaron que en la faceta de rocío se reflejaba una estrella, entre un llanto de color de mariposa y la espléndida frescura de la orquídea. Ya mariposa y orquídea entre sus manos, trozo de sol en trozo de flora, ilumina el sendero que asegura a los niños su regreso yen las miradas de ambos, lagos tranquilos de inocencia y de vida, se refleja el conjunto precioso de un amor de orquídea en la expresión de una mariposa.

450

LA CULPA ES DE PETRONILA

Divagaba un soñador sentado frente a un viejo escritorio en el pequeño salón de una casa vieja de barrio y dejaba escapar un suspiro profundo, casi una queja de dolor o el sabor amargo del peso de un fracaso sobre su pensamiento y sobre sus hombros. Juan, ¿por qué esa tristeza romántica y preciosa entre tu semblanza? Era su esposa que le interpelaba. El contestó: -Ni tan romántica ni tan hermosa, es el fracaso de no haber triunfado nunca y el peso de los sesenta años­ -Pero ¿qué estás diciendo? -contestó ella, si el planeta tiene millones de años y en él todos los días florecen las rosas, brotan nuevos manantiales, surgen nuevos sistemas sociales y existen regiones donde 452 se renuevan siempre las estaciones y entre ellas las primaveras; y en las regiones tropicales del planeta la primaven es eterna, el colorido es maravilloso en el ambiente y el ver9-0r de a flora desafía los siglos; y nosotros, parte integrante de ese pléilneta, de esa misma vida, no te fijas, que en nosotros se repite también hi risa y cada idea nueva es un , , manantial y cada satisfacción un sol nuevO, qu~ ilumina? Yo creo en ti y sé que eres un triunfo grande; 10 que ocurr~ es que, por ser grande, se ha tornado lento en el parto majestuoso, q~e brindará a nuestros hijos y a nuestros nietos lo que tú vienes concibieI}do con sabiduría. El fruto a que tu aspiras es el que va a produqir tu experiencia y no ese fruto que del músculo aspiran los obreros. Tú no ere~ el barco viejo, tú eres el ingeniero naval de la vida, que mientras m~s maduro, construirá mejor un barco nuevo. El viejo soñador sonrió y excla¡mó: -¡Oh! Petronila, tu eres el riego permanente que, en el bosque viejo) renue a la flora o eres el viejo sol que logra a diario un día recién nacido y aunque marque las mismas horas y sea 1a con tmuaClOn" . , eterna die 1mlsnno . I d'la, slempre. es un d'la nuevo, en el alma del mismo sol. Y tu logras en mí ese día de esperanza donde inicio de nuevo la vida y donde el ti mpo se me hace cálido, joven y de comienzo, como es ese sol que r mpe el horizonte y a pesar I de ser un astro viejo, cada día es un niño sol, que está naciendo- Juan dio un beso a Petronilla y salió a la c;alle. En una esquina del centro de la ciudad, se topó con un viejo mayorista de víveres y le dijo: ­ Don Pedro, qué bien se ve usted, le hoto ai~e de triunfo- I -No digas eso, Juan, -contestó ~l viejo- ya no puedo más con esta carga de años y me estoy retirando de mis neg~ciós- -No digas eso tú, Pedro, lo que ocurre es que eres un árbol, ya hecho, que precisa cambiar de hojas, ya tu EtPoca te está diciendo que cambies de negocios, tu dinero te puede dar fama, ganancias grandes, tranquilidad y posición social; para ello requiere que confies en alguien. N aturalmente, esa confianza se basa¡rá en tus cálculos seguros de buen comerciante, como buen viejo amigq tuyo que soy te ofrezco una oportunidad, para que aumentes tus millones y seas mi socio- y el viejo comerciante contestó: -¿Quéempresa es esa, Juan, que tu tienes, en la cual puedes ser mi socio? Yo siempre te he concido pobre- y Juan contestó: -Mi pobreza es apare, te, Pedro, mi caudal lo he venido amasando durante muchos años y e~ ahora cuando lo voy a disfrutar. Es cierto que tú me has conocido pobre; pero también me has conocido como el mejor periodista d,e este gaís, el que mejor escribe, el que hace temblar a los gobiernos cuando e~resa sus ideas y el que sabe presentar en los periódicos, iuminosas, las (¡'estas sociales: yo soy aquel que puede entusiasmar un pueblo cuando expresa sus ideales en un 453 periódico y soy quien puede lograr que un simple imprenta,

1 emborronadora de papeles, se convierta en una empresa que valga millones y brinde grandes ganancias anuales. Asóciate conmigo y te dará fama y riqueza. Te desafío para que tengas un compañero de lucha y ocupes el lugar privilegiado de formar parte del cuarto poder, político, económico y social de tu patria. Medítalo, piénsalo, y me llamas cuando quieras. Hasta la vista, viejo Pedro- y él, Juan, cruzó la calle y en monólogo íntimo, habló consigo mismo: -A lo mejor el viejo Pedro éste no me entendió, me da vergüenza haber hablado tanto, la culpa es de Petronila, que esta mañana me volvió un volcán de entusiasmo. El viejo Juan entró al viejo periódico donde trabajaba, se sentó frente a su máquina y al cabo de tres horas se levantó. Había escrito un cuento; había realizado una de sus jornadas cotidianas. Llevó las cuartillas escritas a la redacción, tomó el comprobante, pasó por caja, cobró cincuenta bolívares. El viejo Juan se dirigió a su casa, era hora de almuerzo. De nuevo le había invadido la tristeza, una inmensa amargura embargaba su conciencia, los años idos, sin ahorros y sin perspectivas de triunfo, además, por primera vez había hablado de sandeces con un rico comerciante y en su recuerdo martillaba: Esta Petronila loca me hizo meter la patao Un poco taciturno el viejo Juan,llegó a su hogar; Petronila salió a recibirlo con gran alegría y exclamó: -!Juan! Don Pedro te llamó y me encargó te dijera, que cuentes con todos los recursos para fundar el periódico y además me comentó, que eres un genio, que está seguro que la empresa que le propusiste es maravillosa y que se asociará contigo- El viejo Juan exclamó: Petronila, eres un genio. Y luego soltó una carcajada entre satisfacción y alegría. Su mujer le preguntó: -¿De qué te ríes? y Juan respondió: -Es la primera vez que en mi vida propongo un negocio, -No creía que tenía aptitudes para ello y todo se debió al discurso que me dijiste esta mañana- Petronila dejó correr su risa en una cascada emocional de entusiasmo y repitió: -Mi amor, es que tú vales mucho- Una semana después se inauguraba el gran diario ''El Sol" y su administrador, el viejo Don Pedro y su Director el viejo Don Juan, eran anfitriones de un alborozo que brindaba a sus colegas empresarios de prensa, a los comerciantes, industriales de la ciudad capital y a los colegas escritores y periodistas del país. Mientras todo bullía en el entusiasmo de aquella celebración, el primer tiraje del gran diario "El Sol" estaba llegando a todas las regiones de la nación de un alborozo 454 consagrador. En la mente del viejo Juan estaba efervescente el discurso optimista de Petronila y consigo mismo mdnologaba: -Somos como el planeta donde, a pesar de los años, "ada dí~ florecen las rosas, y es porque el hombre, como el planeta, se rend va cuando disfruta de un riego de amor.

455

LOS GOBIERNOS DE ,CARTON

Esplendía el palacio del Jefe del Estad . El nuevo dictador de una nación poderosa era aclamado por p~blicidad de sus bondades, por su sabiduría, ensalzado y por sus dotes ,de estatlista extraordinario. El dictador meditaba en su sillón de mando, m[entras sus colaboradores aguardaban en el salón de espera. El dictador, en un instante solitario, monologaba: Soy el jefe único; el único que sabe, el único que puede, el único que manda, el único que dispone y tenemos dinero en cantidad. El dictador pronto hizo sonar el timbre de la portería y a la presencia :del rec pdonista increpó: Que pasen los ministros. Una docena de personajes sonri~ntes se presentaron ante él, se sentaron frente a su escritorio ejecutiyo y al nísono dijeron: Buenos 457 días, señor Presidente, felicitaciones.IEl dictador contestó, gracias. Las felicitaciones no se referían a nada concreto, era una manera de felicitarse ellos mismos. El dictador no esperó la entrega de cuentas y comenzó su diálogo: debo realizar todo lo grande, todo lo bueno que no haya hecho nadie, porque sé hacerlo y porque puedo. Deseo que se realice un estudio y se me diga cuántos árbol~s hay en el país y que se enumere cada árbol, que se mida la intensidad de todos los ríos y se me traiga aquí el estudio, que se haga un censo de los buenos y de los malos, porque estoy seguro que los buenos son más que los malos; porque los buenos son los que están conmigo y los malos son mis enemigos. Para realizar este censo se debe seguir la siguiente doctrina o procedimiento, para mí, es doctrina; le preguntan a cada persona si está conmigo en mis ideas, el que esté conmigo es bueno y el que no esté conmigo es malo y antes de hacer la pregunta se lo advierten; de esta manera a los malos los matamos y así tendremos un grupo de gente buena. El Consejo de Ministros dio un aplauso maravilloso a la brillante idea. El dictador pensó, sin expresarlo: ¡Caramba!, como que soy inteligente, porque todo 10 que digo me lo aplauden los dodores, debo ser un predestinado, caramba, y tan chiquito que era cuando nací. Mientras, la ciudad capital se desenvolvía dentro de las habituales actividades del comercio, la industria, el transporte, etc. y la nación entera padecía de profundos problemas en todos sus órdenes a pesar de estar a la víspera de la fiesta de carnaval y de observarse festejos oficiales para rendir pleitesía al dios Momo. Era ya el primer día de carnaval, el dictador se presentó en las calles en una carroza en forma de barco, su cubierta llena de sirenas humanas y una claque inmensa formaba el cortejo, oyéndose una enorme algarabía de vivas al Presidente. Dos de los ministros, que se encontraba en la fiesta carnavalesca, dialogaron entre sí: El hombre es inteligente y quiere hacer algo positivo por su patria. Claro, no te lo dije yo, que ese hombre era machete, quiere hacer y va hacer muchas cosas buenas; yo te digo sinceramente, que yo estoy con él porque el hombre vale, los trabajos están muy adelantados y el pueblo está feliz y contento, no ves cómo bailan en las plazas, cómo se disfrazan y se echan sus tragos felices. Eso prueba que el hombre es bueno. Días después del carnaval, hombres de pensamiento se reunían en la ciudad y comentaban: Este hombre es loco, este hombre es un embarque, indiscutiblemente se hace indispensable buscar una salida y esa salida es derrocarlo del poder y continuando la conversación, el que 458 llevaba la voz principal en el conciliábulo expresó: El golpe es esta noche, todos los militares están de acuerdo, a los primeros tiritas el pueblo saldrá a la calle y adiós dictadura. Al día siguiente, la ciudad capital era n hervidero de disparos, los cuarteles estaban en la calle apoyando a un pueblo enfurecido. El dictador ya era prisionero e iba rumbo a el xilio. Una Junta de Gobierno presidía el país. Los dos viejos ministros del dictador que se encontraron aquel día de carnaval, se reencontraron en el pasillo de una casa oficial y dialogaron así: No te dije que ese hombre era un loco, a quien se le ocurre andar contando los árboles y midiendo ríos, claro que yo también se lo dije, ya sabía que ese hombre estaba caído; porque lo que ocurre es que los gobernantes cuando son locos y por cualquier camino han llegado a Jefe de Estado, aparentemente todo el mundo les aplaude, pero todo el mundo quiere quitarlo

459 LA MANDARINA QUE ME TRAJERON LOS REYES MAGOS

Recorrí las vegas de mi tierra, busqué nidos y mis manos tiernas tuvieron el color de la flor de la amapola cuando cogí las moras de las zarzas. Me asomé al remanso del río en el verano y vi las truchas zigzaguear en un vals eterno

Adiviné las nieves en el agua del río y cuando llegaron las nieves tostaba castañas en el hogar y escribía la carta a los Reyes Magos. Me adormecí pensando en Melchor y, mientras la metralla de la guerra retumbaba, el Rey Baltasar me trajo una mandarina en el invierno. Yo pensé que mi zapato era un pedazo de tierra valenciana que germinaba en la tierra fría de León. Y el seis, en la mañana, pelé la mandarina con el rito que puede tener un sacerdote, y yo era niño; y gajo a gajo me comí la fruta.

Vi que la mandarina tenía la forma de la tierra _ y, aunque yo era pequeño, supe después, en la escuela, que cada gajo marcaba meridianos del planeta. y ahí comenzaron a inflarse las velas de mi alma, ya navegar en la distancia.

Era grande mi tierra, era grande mi pueblo chiquito. Tenía cercas y yo las saltaba. Tenia manzano y tenía manzanas que no maduraban porque yo las robaba cuando aún eran verdes. Tenía vacas que veía en la distancia y, cuando iba al pueblo de mi abuela tenía ovejas. y me hice pastorcito muy temprano.

Caminé las cañadas, recogí moras, arándanos, andrinos y robé las ciruelas de los huertos vecinos. y luego con la heroicidad que tiene el hombre cuando asalta las me montaba en el campanario de la iglesia y tocaba el ángelus a las seis de la tarde; la gente se descubría, se arrodillaba y cantaba el Ave María I mientras yo tocaba las campanas.

Así era mi vida: pirata vagabundo de las huertas, en el secreto que tiene el niño cuando oculta la travesura a los papás; papás grandes que, conociendo de las travesuras, lo perdonan todo y se callan. Ese era mi mundo.

Yo observé que de las montañas blancas de mi tierra la nieve, convertida en agua, llegaba por el Esla al río "de oro" de los árabes que era ~l Duero y se vertía en el mar. y yo pensaba que las nieves de mi tierra hacían menos salado el mar después de caminar largas distancia6.

Era la vida plena, la vida del héroe y jugaba a guerra de moros y cristianos; y yo siempre er~ el Rey y nunca perdía la batalla.

Un día me enteré que había un mar y que era azul y que tenía barcos; y que eran barcos muy grandes, más grandes que la barquichuela que atravesaba el río de mi pueblo para llegar a la otra orilla. y yo pensé:

¡qué grandé será ese mar! i Ydonde estará la otra orilla!

Luego busqué en los libros de "Lejanas Tierras" la canción que tiene la aventura, el sueño del pirata, el tesoro y después de la primera estrofa del libro, adiviné que en la otra orilla había almas. Aprendí a leer, a escribir ya enseñar las letras, a escribir y a leer. y yo me dije:

¿Por qué, Ismaet no saltas una cerca más grande que la de las huerta~ y llegas a la tierra americana? Me entrené. y un día di un gran salto y aterricé en las playas de la América Hispana.

Fue el nuevo alumbramiento que tiene el alma cuando ya, con conciencia clara, cambia de nido; Yme convertí en la golondrina que emigraba/ de" mi pueblo; pero no a Africa •• 'lo , cuando las mujeres recogen los helechos.. Fue exactamente cuando el helecho se viste de amarillo que yo emigré a la tierra americana. Emigré exactamente como emigra el sol, quizás porque desemigra la tierra.

Así llegué a la tierra americana. y antes de conocer la tierra conocí la canción del alma. Vi el color. Vi el dolor. y por la brisa que tiene la bondad llegó la frescura del amor al desierto de mi alma. y tuve un alma como libro abierto, sin dolor. y tuve una canción, como la que tiene el jilguero que al llegar a estas tierras se vuelve cucarachero y trina entre las casas. y después yo me puse las botas, caminé muchas leguas para llegar siempre al mismo exacto sitio donde se amarra el alma.

Ese es el presagio de mi vida cuando mi vida comienza en la tierra americana. Ese es el presagio que tiene el sol cuando anuncia la aurora nueva del nuevo día, en el nuevo mundo donde el alma se ha de proyectar. Ese es el dolor que tiene el surco cuando se siembra la ,semilla y no ha recogido en la esencia de la vida lo que tiene la clorofila cuando se inspira. Eso es exactamente lo que debe sentir todo hombre cuando, desencajado de su núcleo, tiene que hacer núcleo nuevo, nido nuevo beberse la luz nueva, tener nueva temperancia, nuevo clima, nuevo sol y medir nuevas distancias.

Eso es exactamente lo que siente el niño, lo que siente el hombre, que es niño eternamente, cuando toma la posición distinta, en el rumbo distinto que tomo la mandarina que me trajeron los Reyes Magos, para medir la longitud y la latitud exacta de la tierra americana. y entonces, ya montado en el potro del trópico, supe lo que era el trópico; supe que no tenía tapias; pero supe que había que tener voluntad para atravesar las distancias y encontrar o fabricar talanqueras en la dimensión del pensamiento.

Un día me volví arriero sin tener carreta y un día me volví caminante sin tener camino y un día me volví sol sin tener planeta y un día me volví navegante sin tener río y otro día me volví barca sin tener agua y otro día me volví canción sin tener garganta y otro día me volví remero de mis sentimientos.

Y entonces tuve carreta porque era arriero, tuve potro y olvidé las carretas, tuve canción para mi garganta, tuve nido sin tener alas y tuve amor para ser: pájaro, arriero, nido, jardín, flor del camino, distancia infinita, soñador bebiendo el infinito. y con la fuerza que tiene el sol cuando fustiga en la tierra tropic , . I me hice samán, árbol gigante en la tierra gigante de la ti~rra ame icana; y canté a las estrellas; y luego, cuando el alma se hizo profunda, cuando el alma tuvo nido, hice de los esteros una fuente y las estrellas se quedaron pequeñas.

Después comulgué con el alma americana. Me di cuenta que era grande el pañuelo de la geografía y pequeña el alma. Me arrinconé en el dolor que tiene el pueblo, conocí su historia, sentí que cada alma campesina era un ánfora divina, o una crisálida donde todos los valores de mi infancia estaban escondid<;>s.

Me quité las botas, me puse la alpargata y aprendí a jaropear y a contrapuntear al ritmo que tiene el morichal en la sabana.

Ya las violetas del riachuelo de mi pueblo estában lejos y admiré las orquídeas. Ya las golondrinas de mi pueblo que llegaban en primavera y se iban en otoño se borraron del mapa de mi geografía porque las aves de América no emigran.

Y me hice turpial de la canción que tiene el trópico en la tierra venezolana. Me hice pintor de orquídeas que, más allá de lo que describe el botánico, tiene pétalos con colores de alma.

Bebí el dolor,

viví la historia y me encarné en el alma americana como se encarna un ser en el vientre que tiene la tierra que lo recibe, cuando la tierra es el vientre donde pueden cobijarse todas las almas.

Fue entonces cuando sentí el gentilicio de la tierra americana

porque bebí el dolor, bebí la esencia, bebí la alegría fugaz

y bebí la esperanza. y por esos arroyuelos que tiene el sentimiento del planeta, arterias que ignoran el corazón de la vida, un día, por la ruta de mi sentimiento, llegó el amor. y el color del trópico tuvo un sol diferente.

Colgué mis botas, prendí mi capotera hice mi nido, y comprendí el amor. El torbellino de mi sentimiento se convirtió en jagüey y con la dulce compañera de mi vida bebí estrellas desde ese día. y ambos, con las manos juntas, rezamos al dios desconocido americano y nos alimentamos con las estrellas que se reflejaron en el jagüey y las que vertía el río en la corriente.

¡Oh mundo de mi tierra americana, égloga divina que no soñó Virgilio! ¡Que lejos se quedaron las manzanas de mi pueblo cuando yo comí la dulce manzana del jardín del trópico ycaí en la tentación divina de amar a una mujer!.

¡Oh navegante descubridor que un día te asomaste por la Boca de Dragos a la Tierra de Gr y pensaste que ese río nacía en el Paraíso de la Biblia! ¡Oh afortunado Ismael que remontaste el río, bebiste en la fuente inmaculada del Paraí o y puedes decirle al Descubridor que es Paraíso donde se apacienta el alma!.

Quizás las nieves de mi tierra sean puras; quizás en la tierra americana no haya nieves; pero el alma de mi mujer es pura, más pura que la nieve.

¡Oh canción del jilguero que en el ciruelo de mi casa alumbraba todas las primaveras y yo, en la noche, acechaba el llegar de la jilguera yel romance que tenía en las ramas!. Si tú supieras ¡oh ciruelo! ¡oh jilguero! cómo se crece en la tierra americana.

¡Oh Esla de mi tierra! donde las truchas danzaban un vals que en Viena inspiró al poeta Strauss, liLa Danza de las Truchas". No saben todavía 10 que es en la tierra de barro de nuestro llano el canto de los peces, de la tierra que danzan entre el agua rubia y turbia porque no necesitan que nadie los admire.

¡Oh huertas pequeñas de mi pueblo con cercas tan pequeñas, ,'.' si supieran lo que es tener un continente sin tapias y sin cercas!. ;¡ :. l. ,;::.: .. .•~~ ~ ...... t= ~:·::;t'~_ ,

¡Oh espada de madera, que tú, Ismael, blandías jugando a guerra de moros y cristianos!. Si tú supieras que el cerro La Parida preñado de hierro no puede templar todavía la espada para poner en mis manos, no contra moros ni cristian0s sino contra soberanos modernos y oligarcas que usurpan los derechos de la tierra americana.

¡Cuánto te debo, oh pueblo, cuando me enseñaste a jugar a la guerra en pro de la justicia! y cuánto me falta todavía para convertir mi espada de madera en espada de luz para prender las almas!

¡Oh mundo bello de mi mundo infantil, semilla tierna donde el ideal se inspira y se recrea, cuánto me enseñaste de las brasas del hogar para entender que el hogar es un trópico; en el trópico es una sola llama, sin hogar.

¡Oh fantasía la del pirata vagabundo asaltando huertas! . Cuántas veces he sentido en el aletear de mis correrías de exploración la aventura que siente el hombre en la conquista.

Esa es la secuencia de la vida.

No sabe nunca la semilla donde cae y siempre cambia de circunstancia cuando crece. ¡Oh! Si yo quisiera describir mi tierra, tendría que decirle a las cicatrices de mis botas que dibujaran los caminos de la patria. Pero el alma también tiene botas y aunque el soma no tenga fuertes piernas el alma tiene largas alas que no necesitan botas para recorrer en el mundo de la fantasía lo qu~ el hombre caminó abriendo picas en la selva. Nunca cerraré el paréntesis que un día en el norte de España a rí. Nunca se secará la fuente donde llené el botijo de agua fresca e el verano. Luego seguí bebiendo en el río americano para atemperar mi s d. y aunque un día el caballo de mi alma deje de cabalgat¡, el paréntesis siempre estará abierto; porque los hijos de mi sangre y de mis sentimientos tendrán que seguir escribiendo, y el paréntesis no se cerrará jamás.

Hay cadenas que esclavizan el alma y hay cadenas bellas, eslabones divinos que amarr'an el alma como se amarra la semilla al frutq y al per ume; hay semillas que tienen la proyección en el fruto yen los frutos que se multiplican. Esa es mi vida.

Hay estandartes que no tienen colores y el estandarte de mi alma, cuando lo clavé en la tierra america a, sigue sosteniendo los colores de la inocencia, de la lealtad, de la belleza, del quijotismo, de la hidalgvía I que tuvo mi alma tan chiquita cuando un día aprendió la geografía comiéndose una simple mandarina. , . J, 4

ESTE LIBRO SE TERMINO DE IMPRIMIR EN EL MES DE AGOSTO DE MIL NOVECIENTOS NOVENTA y UNO EN LOS TALLERES DE EDITORIAL TEXTO AV. EL CORTIJO. QTA. MARISA, N° 4, LOSROSALES-CARACAS-VENEZUELA

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