De Cow-Boy a Trapense
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Pasar de «cow-boy» de Texas a monje trapense es una transformación difícil de imaginar en cualquier caso, pero casi increíble cuando ese «cow-boy» es un hombre violentísimo, vengativo y testarudo. Pues tal es el caso del Hermano Joaquín de la Abadía de Nuestra Señora de Gethsemaní, en Kentucky, cuya historia extraordinaria se narra con vivo colorido en este libro por un hermano suyo en religión. Para el lector, la lucha del Hermano Joaquín es de un extraordinario interés, al mismo tiempo que una revelación de la silenciosa vida trapense. Hora tras haré, día tras día, el lector la vive en este libro a través del novicio y del hermano lego Joaquín María. No se guardan secretos ni se oculta nada. Le vemos en la mesa del refectorio, en la compañía de los silenciosos monjes blancos y pardos, en la capilla escuchando los rezos de los Oficios, trabajando en los campos y en el momento de cerrar la larga jornada de trabajo con su último homenaje a la Virgen, la Salve trapense. Todos los porqués de la vida trapense se explican en estas páginas con elocuencia y vigor que nos descubren una maravillosa existencia insospechada por el gran mundo ruidoso, del que esos admirables monjes se han apartado. 2 3 M. RAYMOND O. C. S. O. DE «COW-BOY» A TRAPENSE o EL HOMBRE QUE AJUSTÓ CUENTAS CON DIOS (La vida de un trapense americano) Traducción y adaptación de la 25ª edición americana publicada por The Bruce Publishing Cº, de Milwaukee (Wisconsin), con el título «The Man Who Got Even With God» por FELIPE XIMENEZ DE SANDOVAL 4 Nihil obstat: P. TEÓFILO SANDOVAL, O. C. S. O. San Isidro de Dueñas. 21-8-55. P. Luis Bermejo, O. C. S. O. S. M. de le Oliva, 25-10-55. Imprimi potest: Fr. M. Gabriel Sortais, Abad General de la Orden Cisterciense. Nihil obstat: DON ALBERTO RIBERA. Censor. Imprimatur: † JOSÉ MARÍA, Vicario General y Obispo Auxiliar. 5 A MIS MADRES MARÍA DE NAZARET, REINA DE LOS CIELOS, Y M.B.F., REINA DE MI CORAZÓN, CON TODO MI AMOR Y TODA MI DEVOCIÓN 6 ÍNDICE PREFACIO...........................................................................................8 ADVERTENCIA PREVIA .........................................................................................................12 EL GENIO DE KENTUCKY..................................................................20 LA FOGOSIDAD MERIDIONAL...........................................................26 ALLÁ, EN EL RÍO GRANDE................................................................35 SU VIEJO HOGAR DE KENTUCKY.......................................................46 EL ÚLTIMO HOMBRE DEL MUNDO....................................................59 EL ENCUENTRO DE LO IRRESISTIBLE CON LO INCONMOVIBLE...................................................................80 UN MIEMBRO DEL «BATALLÓN PERDIDO».......................................94 «METANOIA».—EL MODELADO DE UN HOMBRE............................108 LAS PROFUNDIDADES DE UN CORAZÓN........................................121 ENAMORÁNDOSE...........................................................................140 PERLAS DEL CORAZÓN..................................................................156 JOAQUÍN «AJUSTA SUS CUENTAS» CON DIOS................................169 DIOS «AJUSTA SUS CUENTAS» CON JOAOUÍN................................185 ADVERTENCIA FINAL: JOAQUíN HABLA POR Sí MISMO................................................................................196 7 PREFACIO ¿ES LA GRACIA DE DIOS REAL? — ¡Sí! — ¿Cómo es de real? —Tanto, que transformó a un «cow-boy»1 tempestuoso y turbulento en un santo humilde y amable. — ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Cómo? — ¿Dónde? En la abadía de Gethsemaní. — ¿Cuándo? Hace unos años. ¿Cómo? Con la Regla trapense. — ¿La Regla trapense? Yo sé lo que es un «cow-boy»; pero ¿qué es un trapense?... ¿Alguien que hace trampas para cazar?2 —Sí —precisamente—, pero no la clase de trampas que imaginas ni la clase de caza que piensas. Escucha y te diré lo que es un trapense. Vas a quedarte atónito. Allá por los siglos III y IV de nuestra Era, unos hombres grandes, unos hombres heroicos, unos hombres ansiosos de hallarse a solas con Dios y sólo para Dios, abandonaron las 1 Tan usual y conocida es la palaba «cow-boy», que no hemos dudado en utilizarla, mejor que emplear su equivalente castellano: vaquero. (N. del T.) 2 Juego de palabras, ya que los tramperos, en inglés, se llaman «trappers», y los trapeneses, «trappists» (N. del T.) 8 ciudades y los poblados para vivir en las soledades del destierro en Egipto, en Asia, en Palestina. Más tarde, para protegerse y vigilarse mejor, se reunieron en grupos bajo la dirección de un abad. En el siglo V, San Benito trazó en Italia una Regla para tales comunidades. A través de los siglos se fueron insertando en ella algunas modificaciones que ablandaron el espíritu original. En el siglo XII se fundó en Citeaux, Francia, un monasterio benedictino, como un intento afortunado de vivir la primitiva Regla de San Benito exenta de variaciones. Tal fue el origen de los monasterios de la Orden cisterciense. Cuando los siglos fueron pasando, reaparecieron las mo- dificaciones. Pero en el XVII, De Rancé, abad de un monasterio cisterciense en la Trappe, Francia, consiguió una vez más restaurar en su abadía la Regla de San Benito tal como fuera escrita originalmente. En el siglo XIX, en diciembre de 1848, se fundó en los Estados Unidos de América el primer monasterio trapense, en Gethsemaní, condado de Nelson, Kentucky. Es decir, la vida trapense no es una creación del siglo XII o del siglo XVII, sino la forma más primitiva de monasticidad que existe actualmente en la Iglesia occidental. Un monasterio trapense es un trozo del Viejo Mundo del siglo V trasplantado y vigorosamente floreciente en el Nuevo Mundo del siglo XX. Día tras día, en Gethsemaní, unos ciento veinte monjes, bajo su reverendo Padre abad, perpetúan la primitiva sencillez y las ancestrales tradiciones de la Regla de San Benito como su autor la concibiera hace mil quinientos años. Un trapense es un «trampero» y se dedica a la caza. Pero las trampas que pone son trampas espirituales para capturar al 9 demonio; la caza que busca son almas humanas; el Amo para quien trabaja es Jesús, «el Lebrel del cielo», y si actúa como actuó John Green Hanning, se convierte en un santo. Pero ¿qué es lo que hace un trapense? Vive la vida litúrgica del Breviario y el Misal durante el ciclo del año, en la Misa diaria, en la santa Comunión y en el Oficio divino. Se gana el pan con el sudor de su frente en el establo, en el campo, en el bosque. Alimenta su espíritu con las lecturas de las Santas Escrituras, de los Padres y de las Vidas de los santos. Revigoriza su alma con la oración mental. Acompaña a Jesús en dulces visitas al Santísimo Sacramento. Practica la más amable caridad con amor fraternal por sus compañeros. Y todo esto lo hace dentro de una atmósfera de soledad, de encierro, de tranquilo silencio, de alegría, de paz y de descanso. Un trapense vive una vida oculta y muy alejada de los ojos del mundo, pero una vida de un tremendo valor sobrenatural y de gran importancia para el mundo. Muchos hombres modernos exclaman ante los monjes trapenses: «¿A qué este derroche?» Pío XI responde por los trapenses: «Tales víctimas ocultas ni llevan una vida inútil ni pertenecen a una época de anticuado catolicismo... Hoy día, sobre todo, esos hombres son muy necesarios, porque al cumplir el deber de la oración y la penitencia, contribuyen mucho más al incremento de la Iglesia y a la salvación de las almas que cuantos trabajan en la vida activa.» John Green Hanning se convirtió en uno de estos monjes. Entregó a Dios no sólo el fruto, sino la raíz, el tronco y las ramas de su vida. Lo dio todo y lo ganó todo; el único Todo, el eterno Todo: Dios. Es un sacrificio de sí mismo, grande, heroico, entusiasta, completo. Como monje trapense, probó que hasta los «cow-boys» 10 que se hacen trapenses pueden también hacerse santos por la gracia de Dios. FREDERIC M. DUNNE, O. C. S. O. Abad de la abadía de Gethsemaní. 11 CAPÍTULO 1 ADVERTENCIA PREVIA No voy a prologar este libro. Voy a haceros una advertencia. Quiero que conozcáis a un «caballeros sudista», un verdadero caballero sudista americano. Ya sé que diréis: «Tanto gusto en conocerle», porque sois correctos. Pero estoy seguro de que cuando haya terminado la entrevista exclamaréis, con el corazón rebosante de sinceridad: «¡Encantados de haberle conocido!» Tal vez no os agrade al principio, pero os ruego tener paciencia y perseverar. No se puede juzgar un libro por su cubierta ni un hombre por el niño que fue. Una golondrina no hace verano ni un amanecer gris supone un día triste. John Green Hanning, el hombre, es una inspiración, y todos estamos necesitados de inspiración. John Green Hanning, el muchacho..., bueno, eso es otra cosa. León Bloy ha dicho: «Sólo existe un pesar: el de no ser santo.» Todos sabemos que Bloy está en lo cierto, y por eso todos estamos apesadumbrados. ¡La santidad nos parece algo tan remoto e imposible!.. Sabemos lo que es un santo y lo que hace un santo, y también sabemos lo que somos y lo que podemos hacer. Por eso estamos a punto de desesperarnos. Pero también por eso 12 debemos conocer a John Green Hanning, que él nos ayudará. John no nació santo, ni mucho menos. John no fue santo en su juventud, ni muchísimo menos. Pero John llegó a hacerse santo, y por eso precisamente debo contaros su historia. El brillante Padre Leonard Feeney, S. J., en su primera biografía, dijo que, a su juicio, los santos se nos dan, en primer lugar, para admiración y no para imitación. Más tarde