8 La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

Technology Infrastructure for Production and Transmission

Resumen Si los medios, en sí mismos, y su administración y financiación son cruciales en un programa a distancia, también lo es su infraestructura tecnológica de producción, de transmisión y de recepción. La cadena se cierra cuando el emisor lleva eficientemente sus mensajes al receptor y él los recibe conforme al modelo de comunicación empleado en relación con los objetivos propuestos. En este orden de ideas, preguntarse en esta investigación por cuál y cómo funcionó la infraestructura es tocar el centro de la dinámica de un programa por medios masivos. A esta búsqueda se dedica esta sección de la investigación. Palabras clave: , emisión y transmisión, infraestructura tecnológica de producción, programa educativo, radio, televisión.

Abstract If the media itself as well as its administration and financing are crucial for a distance learning program, so is its production, transmission and reception technology infrastructure. The chain is closed when the emisor efficiently conveys its messages to the receiver and the latter receives them under the communication model used in connection with the proposed objectives. In this sense, wondering what infrastructure was used and how it worked as part of this research means reaching the core of the dynamics of a mass media-based program. This pursuit is covered in this section of the research. Keywords: Colombia, broadcasting and transmission, production technology infrastructure, educational program, radio, television.

¿Cómo citar este capítulo?/ How to cite this chapter? Vizcaíno, M. (2014). La infraestructura tecnológica de producción y transmisión. En Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004) (pp. 271-292). Bogotá: Ediciones Universidad Cooperativa de Colombia. doi: http://dx.doi.org/10.16925/9789587600285

BY NC ND Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

El camino que va del emisor al receptor

Después del análisis de los proyectos educativos y de hacer un paneo por la organiza- ción institucional, la administración y la gestión de recursos empleados, se hace una 272 revisión de la infraestructura tecnológica de emisión-transmisión de televisión y radio. Este nuevo elemento contribuye a la comprensión de la localización institucional de los proyectos en la “región” de los medios masivos a cargo del Estado y en relación con las “fronteras” demarcadas por otros proyectos, especialmente aquellos de la televisión en su forma comercial. La televisión de la manera directa, y la radio de manera indirecta, convivieron con las empresas concesionarias de espacios de televisión. Habitaron la misma “región” institucional mientras el Estado asumió la dirección, organización, control y financiación de la televisión como su proyecto. En consecuencia, la infraes- tructura tecnológica fue compartida, entonces no se puede diferenciar qué tanto servía a las dos formas, la comercial y la educativa. Solamente en el 2008 dos canales asumieron la forma privada de realización-emisión-transmisión de televisión mientras que los demás siguieron a cargo del Estado ya sea en la cobertura nacional (como Canal 7 con concesiones a particulares) o en la cobertura regional (los canales regionales).

Las redes de transmisión de televisión112

La construcción de redes de transmisión de televisión en Colombia es un indi- cador de un gran proceso de transformación de las comunicaciones en el país. Sin embargo, la presencia de estas redes en la geografía nacional no expresa solamente el desarrollo del mundo de las comunicaciones per se, sino que conlleva cambios significativos en la vida social y cultural: el audiovisual se tomó la vida de los ciudadanos sin permiso y sin tener en cuenta las implicaciones. El mundo de la imagen no apareció sorpresivamente y ex nihilo, sino que fue el resultado de secuencias históricas que ocurrieron en Colombia pero también en otros contextos societales. La primera incursión masiva fue de la prensa, que exigía un requisito indispensable: llegar a la población letrada. Luego vino el

112 Una primera versión de este documento fue escrita como un subproducto de la “Historia de los noticieros de televisión en Colombia, 1954-1980” que el autor ha desarrollado con un equipo de investigadores en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (iepri), de la Universidad Nacional de Colombia, en el 2006, con apoyo financiero de Colciencias. La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

cine desde los hermanos Acevedo hasta su incorporación a la televisión en los primeros veinte años de funcionamiento de este medio. La radio se superpuso a la prensa y continuó su presencia en la era de la televisión. Esto quiere decir que los medios masivos no se suceden los unos a los otros en orden de precedencia 273 sino que comparten espacios en periodos históricos determinados con niveles de jerarquización claramente identificados. Al peso mayor de la prensa sucedió la invasión de la radio hasta que la televisión se apropió de los primeros lugares por preferencia de las audiencias. La radio y la televisión no se fijaron en requisitos de escolaridad sino que llegaron de hecho a poblaciones sin distingos especiales. Los obstáculos provenían de la población pero no de los medios como tales. Un factor sí es importante de señalar desde los medios masivos: la capacidad técnica para radiar una zona geográfica y permitir el acceso de la población. Esto garantiza la masividad y la cobertura geográfica simultánea como una condición sine qua non de la cobertura social y de la penetración del medio para cumplir con la tendencia a la formación de lenguajes simbólicos, de realidades virtuales, de supertextos y metalenguajes, que integran en el mismo sistema las modalidades de comunicación humana escrita, oral y audiovisual y que permiten que el espíritu humano haga confluencia de sus dimensiones en una nueva interacción entre los dos hemisferios del cerebro, las máquinas y los contextos sociales (Castells, 1999, p. 360). Una exploración de mayor profundidad nos llevaría a examinar los procesos de tecnificación y de civilización (Elias, 1998). Sin embargo, no es el objetivo de este capítulo dar cuenta de estos procesos ni identificar sus consecuencias, sino encontrar las decisiones que hicieron posible la transmisión de televisión como aplicación de políticas públicas en Colombia, ya sea que ellas tuvieran o no realización en los hechos. Una reconstrucción histórica es el procedimiento utili- zado para lograr el objetivo propuesto. La televisión está hecha para ser recibida por destinatarios dispersos en espacios geográficos; su transmisión consiste en transporte de imágenes y sonidos a distancia. Dos grandes temas son tratados en este documento: el primero se refiere a la transmisión por los canales a cargo de Inravisión mediante las redes terrenas, y el segundo a la transmisión satelital.113

113 El Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión) sucedió a la Televisora Nacional (1954- 1964) y funcionó desde 1964 hasta el 2004 cuando el Gobierno decidió su liquidación (Decreto 3550 del 28 de octubre). No se asumen las redes paralelas de transmisión como los canales regionales, los de televisión prepagada ni la recepción satelital de programas emitidos desde el exterior. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

La argumentación está sustentada en la política pública y, por tanto, desde las decisiones administrativas del Estado, y no desde la ingeniería ni desde la operación tecnológica. La tesis que se defiende afirma que la tecnología está articulada con los usos sociales que de ella se hacen, por tanto no son procesos independientes 274 sino que guardan una relación en el momento de la toma de decisiones por parte del Estado. La introducción de la tecnología de comunicaciones está históricamente supeditada a la disponibilidad en los mercados pero también al alcance que a ella puedan tener las organizaciones y las motivaciones que acompañan las decisiones de su adquisición. Colombia es un país que no produce tecnologías de transmisión de televisión, por tanto debe buscarla en el exterior.

La red terrena

La transmisión de la televisión no fue un proyecto que respondiera a una planea- ción, con escenarios futuros, a previsión de inversiones en el mediano plazo o a canalización de esfuerzos racionalmente orientados para penetrar en la población. Las redes fueron el resultado de atar puntos de radiación hasta establecer cadenas ligadas por microondas. Si no fue la planeación técnica, ¿cuáles fueron los moti- vadores para la toma de decisiones? Muchos intereses estuvieron presentes en las decisiones: unos de carácter político, de la administración gubernamental, otros de carácter regional y otros de carácter comercial. Los primeros intereses fueron las más fuertes por la manera como partidos y movimientos políticos coparon todo el campo de las decisiones en los organismos del Estado. Hacerse al poder del Estado implicaba tener en las manos los recursos y las orientaciones. El Frente Nacional fue precisamente la manera como los partidos tradicionales canalizaron para sí las probabilidades de usar y distribuir el poder. La televisión no fue una excepción. Muy por el contrario, la clase política entendió que con ella se podían devolver inversiones, ganar espacios de reconocimiento en la sociedad y construir capital político. Se presentaron, igualmente, intereses regionales oriundos de una provincia o un departamento. También primó el interés comercial para llevar la señal a los potenciales consumidores de los productos anunciados. Como respuesta a esta compleja red de intereses se construyó la red de transmisión de televisión. La periodización que aquí se presenta corresponde a las fases de expansión de la programación y de surgimiento de canales a cargo de Irnavisión. Otros criterios La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

de orden político y administrativo son subalternos para este caso.114 A lo largo de los 50 años de funcionamiento del medio en el país se pueden diferenciar seis etapas:

1. Una primera etapa ocurrió cuando existió sólo un canal y una sola progra- 275 mación. En efecto, los primeros años de la televisora nacional fueron aquellos de los programas en vivo, los teleteatros, el noticierismo con imágenes en cine y los primeros programas educativos. Cuando el 13 de junio de 1954 se emitió la primera señal de televisión el nivel de complejidad era muy redu- cido. Obviamente era el primer esfuerzo de transmisión y la primera vez que se emitía señal.115 Una vez iniciado el proceso, con la instalación del primer transmisor en la terraza del Hospital Militar, la extensión terrena se realizó con innovaciones incrementales apoyadas en tecnologías iguales, similares o compatibles, dependiendo de las casas matrices productoras.116 La ampliación de la transmisión en los siguientes eslabones no fue sino continuidad de la idea original. Eso sucedió con la instalación de equipos de transmisión que enlazaron, por enlaces microondas, San Diego-can-Manjuí-Nevado del Ruiz, Jurisdicciones o Tibitó-La Rusia, como pasos iniciales de la señal al occidente, al norte y al noroccidente del territorio desde Bogotá, para luego continuar hacia el sur, por La Horqueta (Cali), Munchique (Cauca) y Galeras (Pasto). Hacia Antioquia se hizo por Las Palmas y cerro Padre Amaya, hacia la costa atlántica por Alguacil (Valledupar), Cerro Kennedy (Santa Marta) y La Popa (Cartagena) y hacia el oriente por Jurisdicciones (Santander) hasta el cerro Tasajero (Cúcuta) (Vizcaíno, 1992, p. 90). Unos pocos televisores pudieron captar las imágenes del general Rojas, Jorge Luis Arango y los colaboradores de la Odipe, y los teleteatros a cargo de Bernardo Romero Lozano. Se abría un espacio que marcaría indeleble e irre- versiblemente la historia del país; de aquí en adelante los habitantes estarían

114 Otras formas de periodización de procesos en televisión pueden ser consultadas en Capparelli (2000, pp. 19-36). 115 No se desconocen los esfuerzos realizados antes por Rafael Fuentes, en Barranquilla, en 1951, ni por Hernando Cala con sus proyectos de canales locales para Barranquilla, Bogotá, Cali y Medellín, en 1953. Estos proyectos no tuvieron realización (Vizcaíno, 1992, p. 223). 116 Los primeros transmisores provinieron de la casa Siemens y fueron instalados con la dirección del ingeniero Wilhelm Putt, quien trabajó en la Televisora desde 1954 hasta 1964. Los inge- nieros colombianos hicieron escuela con el alemán, como Jaime Lozano y López Santacruz. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

influenciados con mayor o menor intensidad por este medio y las nuevas generaciones desarrollarían su socialización indisolublemente ligada a él. La televisión debía crear su propia audiencia y esta labor fue acometida en esta primera fase. 276 2. Una segunda etapa despuntó cuando entró la publicidad a definir el tipo de programas que debían ofrecerse al público. Ella se convirtió en el criterio para realizar los programas y para ofertarlos en la pantalla. La rentabilidad, el volumen de audiencia y las preferencias comenzaron a jugar en las decisiones sobre el tipo de programa y la población a la cual dirigirse. Es la etapa de un solo canal pero con dos programaciones: una comercial y la otra educativa. Se asimila la lógica empresarial caracterizada por una racionalidad y cálculo de beneficios en retorno a las inversiones. Fue un proceso de largo tiempo pero se dieron los primeros pasos generados por empresarios privados, sobre todo ubicados en la conexión publicidad-empresas productoras de bienes anunciados. Fue una transferencia de la lógica empresarial de otros bienes y servicios como indicador del fortalecimiento del segundo sector de la economía e, inicialmente, del tercero, en comparación con el primario. El Estado, respon- sable de la televisión, estaba presionado para expandir las señales televisivas a núcleos de población considerados como consumidores. Era cerrar masiva- mente el circuito económico de producción-distribución-consumo-retorno en utilidades a la producción, era dar velocidad y eficiencia a la rotación de capital, era producir “desarrollo” económico del cual dependía el desarrollo social, político y cultural, según las concepciones de la época. La economía, como la política, estaba cimentada socialmente en una clase dirigente empren- dedora, con ímpetu renovador, a la superación de la tradición; se esperaba de la televisión que fuera aliada de estos procesos. Sus características de masividad, simultaneidad, instantaneidad y difusividad darían velocidad a los procesos de cambio. 3. Cuando Inravisión creó el segundo canal, en 1965, aparece una diversi- ficación de redes de transmisión para los dos canales: uno para compartir la televisión comercial a cargo de unos programadores con la televisión educativa de Inravisión y el otro exclusivamente para televisión comercial a cargo de una firma privada, el Teletigre.117 El canal local permaneció como tal hasta 1970

117 El Teletigre (Canal 9) fue adjudicado a Consuelo Salgar de Montejo para el periodo 1965-1970. Las demás empresas concesionarias demandaron la adjudicación, demanda que fue hasta La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

cuando la programación fue entregada a empresas concesionarias de espacios tal como se hacía para el ahora Canal 7. A partir de ese año se comenzó el proceso de duplicar los servicios en las estaciones creadas para el primer canal. En cada estación funcionaban dos receptores y dos trasmisores, uno para cada canal. 277 Las inversiones de parte del Estado se multiplicaron para ofrecer los nuevos servicios. La tecnología importada también fue incremental por razones de compatibilidad con la infraestructura existente. Primaron los intereses comerciales. Tres años antes de la instalación del segundo canal se había desatado una polémica alrededor de la función del Estado con respecto a la televisión. Uno de los actores principales, el fundador de la Universidad de los Andes, Mario Laserna, decía: “un país se educa o se maleduca con sus leyes, sus ciudades, sus campos. Se educa al comer, al dormir, al rezar, al jugar, al trabajar”.118 La posición más firme se encontraba frente al Estado cuando decía: “¿Puede un Estado, debe un gobierno, permitir que el instrumento más eficaz de ‘persuasión’, de influenciar a las personas que hasta ahora se conoce, caiga en manos del gremio de cosificadores del hombre?”, y “¿que el Estado no sabe manejar la televisión? Pues cambiemos el Estado, pero no entreguemos al hombre a sus victimarios […]”. Estas argumentaciones, y otras concordantes en su momento, hubieran sido la base para una determina- ción distinta, pero no fue así: los canales siguieron en poder del Estado, pero las concesiones en los particulares. Fue la ratificación del sistema “mixto” que había iniciado a los pocos meses de inaugurada la televisión como una manera de cofinanciar, codirigir y correalizar la oferta televisiva; el Estado, en cambio, asumía la transmisión en su totalidad. 4. La cuarta etapa ve la luz con las primeras emisiones del Canal 11: Palanca para el progreso. Es una diversificación de la etapa anterior. Un nuevo canal surge en la escena, dedicado exclusivamente a educación y cultura para adultos. Funcionan tres canales y cuatro programaciones. Un canal para televisión

el Consejo de Estado, pero la concesión cumplió el periodo previsto. En 1970 la licitación pública entregó espacios a concesionarios privados tal como ocurría en el Canal Nacional. 118 Se trata de cinco artículos que Mario Laserna publicó en el El Tiempo como parte de un debate suscitado por el plan de gobierno del presidente Guillermo León Valencia para permitir el funcionamiento de canales privados de televisión. Ellos son: “El Estado educador vs. televisión privada”; “Principios liberales vs. televisión privada”; “tv, publicidad y beneficio”; “Reductio ad Hitlertum y control estatal de la televisión”; y “El porvenir de las naciones débiles y la misión del Estado”. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

comercializada concesionada a una empresa; otro canal que comparte televi- sión comercializada con televisión educativa infantil; y un canal con el sello de educativo y cultural. 5. La quinta etapa corresponde a la existencia de cuatro canales y cuatro 278 programaciones: los dos tradicionales comerciales ahora dedicados solamente a este tipo de programación, lo cual implicó sacar de uno de ellos la televisión educativa infantil; el canal Señal Colombia asignado para cultura; y un cuarto canal para educación. Para este último se alcanzó a elaborar la programación, a contratar algunas adquisiciones, a arrendar un espacio de satélite en banda ku y a instalar 2.000 antenas para la recepción. Este canal no prosperó por dificultades técnicas, por insuficiencia de recursos, por inconveniencia técnica y por contradicciones políticas en el seno del mismo gobierno y de la Comisión Nacional de Televisión. Se arrendó un espacio de traspondedor por dos años sin que se hubiera realizado una sola transmisión, salvo algunas señales de “prueba”. Las antenas quedaron en escuelas públicas sin que se hubieran usado para el objetivo que había respaldado su instalación. 6. La sexta etapa es un regreso a tres canales y a cuatro programaciones: los dos canales nacionales con programaciones adjudicadas desde enero de 1991 hasta diciembre de 1997; y el canal Señal Colombia con tres programaciones en su interior: una cultural, una franja reducida de programación para niños y otra franja también reducida dirigida a educación para adultos.

En 1975 se presentaba una diferencia clara en la cobertura de los tres canales: mientras el Canal Nacional llegaba al 87% de la población, la segunda cadena lo hacía para el 30% y el Canal 11 para el 16% (Inravisión, Oficina de Planeación, 1975). Para lograr este alcance, Inravisión contaba con 18 estaciones repetidoras y 41 reemisores automáticos para el Canal Nacional, mientras que sólo disponía de 6 estaciones y 1 reemisor para la segunda cadena, y 2 estaciones y 1 reemisor para el canal educativo. Las redes se ampliaban y el proceso de instalación de equipos continuaba. En 1982 existían 23 transmisores y 37 en 1986 para la Cadena Uno; para la Cadena Dos, en 1982 el número de transmisores era de 19 y en 1986 de 35. Los reemisores también se ampliaron entre 1982 y 1986: de 72 a 77 en la Cadena Uno y de 5 a 60 en la Cadena Dos; los enlaces de microondas pasaron de 19 a 92 en el mismo periodo (Sanín, 1986, pp. 129-130). A comienzos de los años noventa los dos canales comerciales prácticamente estaban igualados en el alcance de cobertura poblacional (95%), en cambio, el canal educativo apenas llegaba al 60% La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

de la población.119 Desde la inauguración en 1954 hasta principios de los noventa la transmisión se hacía por red de microondas. En el contexto internacional se le reconocía como la red terrena más larga del continente. Mientras la televisión comercial se fortalece en la transmisión, la televisión 279 educativa y cultural no ha tenido una vía propia para expresar su programación, lo cual ha dificultado ganar una identidad corporativa y, desde luego, una corres- pondiente identificación de las audiencias. El paso de un otro, la inestabi- lidad, la inseguridad de su programación, sumada a la precariedad de recursos y a su ubicación secundaria en las agendas de las administraciones, colocó en grave riesgo al mismo Inravisión expuesto a serio cuestionamiento desde el punto de vista gerencial frente a criterios de eficiencia, rentabilidad, oportunidad, atención al cliente, calidad del servicio o reconocimiento social. La decisión de liquidar la entidad era la consecuencia de un proceso errático generado en las administra- ciones y en las decisiones de política gubernamental.

El satélite: una opción para la cobertura

La transmisión vía microondas fue sustituida gradualmente por un sistema sate- lital. Inravisión dio prioridad a la transmisión de la programación realizada por las empresas concesionarias de espacios comerciales. Luego se arrendó un trans- pondedor para la tercera cadena pero la decisión ministerial fue que su utilización fuera para el canal regional y, finalmente, los tres canales a cargo de Inravisión, como los regionales, usaron la tecnología satelital. El paso tecnológico constituía no una innovación incremental como en los procesos anteriores, sino una revolución tecnológica (Turriago, 2002) que produjo cambios de gran envergadura en la sustitución del sistema análogo por la digitalización, los cuales ocurrieron

119 Tres proyectos de expansión del canal educativo a nivel nacional fueron reparados y oficiali- zados pero no tuvieron realización. El primero surgió en 1969, fecha entre las pruebas iniciales y la inauguración oficial el 9 de febrero de 1970; el costo estimado era de $50 millones, en un periodo de cinco años, a cargo del presupuesto nacional. El segundo proyecto, con asesoría y eventual financiación del Banco Interamericano de Desarrollo (bid), se presentó entre 1977 y 1978. El tercer proyecto, en 1985, con financiación del gobierno francés a través de Thompson-csf, se aprobó pero luego se cambió su destinación a favor de los canales comerciales; solamente se reservó una adición para este canal, más algunos equipos usados dejados por la renovación del Canal Nacional y Segunda Cadena. Igualmente se incluyó un Teletexto que nunca fue utilizado. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

también en equipos de producción y posproducción. La mentalidad de ingenieros y operadores debió cambiar sustancialmente así como las rutinas del trabajo y las relaciones sociolaborales. El momento en que estos cambios se produjeron coincide con la renovación de la clase dirigente, de una élite industrial y comercial que se 280 apoyaba en el desarrollismo a una élite cuyo papel de reformismo institucional pasaba del modelo industrial clásico a la generación de nuevos tipos de economía ligados a renglones de servicios, telecomunicaciones y biotecnología (Borja, 2005, pp. 30-35) soportados en decisiones políticas de desregulación y de privilegio a la inversión privada. El tema del satélite en Colombia se puede ver desde varios ángulos. El primero se refiere a una alternativa de transmisión ligada al Ministerio de Comunicaciones, a Telecom y a Inravision, mediante la utilización de un segmento particular de satélite.120 Dentro de esta perspectiva también hay que colocar los proyectos multinacionales generados en países de la región para maximizar las inversiones y bajar los costos con un proyecto de mayores dimensiones a las esperadas para un solo país. La colocación de un satélite fue iniciativa de Estados Unidos, lo cual despertó ácidas críticas generadas en sectores sociales diversos.

Una controversia ideológico-política

Los años sesenta en Colombia fueron fértiles en el aparecimiento, desarrollo y conso- lidación de fuerzas sociales y políticas. Algunos de ellos tuvieron su manifestación con respecto al satélite educativo y, en general, con respecto a la televisión ofrecida desde el Estado. La propuesta de satélite para América Latina dirigido desde Estados Unidos provocó reacciones esperadas dado el ambiente político reinante. El gestor del proyecto del Canal 11 y consejero presidencial para la Integración Popular, José Galat Noumer (1969), manifestaba que “el proyecto norteamericano de educar a América Latina por televisión, vía satélite, tal como está concebido, parece un vasto plan para la ocupación ideológica del continente”. Por su parte, Enrique Santos Calderón, integrante del grupo editor de la revista Alternativa, decía que

120 La televisión es definida como un “servicio público” y “técnicamente” como “un servicio de telecomunicaciones” (Ley 182 de 1995, art. 1). En normas anteriores se la caracterizaba solamente como un “servicio público” (Decreto 3267 de 1963; Ley 42 de 1985). La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

[…] a partir de 1965 se empezó a trazar una nueva estrategia internacional que, dentro de los mecanismos de dominación de los países dependientes, consideró fundamental el sector educativo y la introducción en este de la tecnología, en especial de la televisión educativa, cuyo máximo exponente viene a ser el satélite (Santos, s. f.). 281

Consideraba que el satélite era una forma de penetración que seguía dos caminos:

La utilización, en primer lugar, de los organismos internacionales, en especial Unesco, que a través de estudios especiales se encargan de demostrar que el satélite educativo es fundamental para el progreso cultural y social de estos pueblos. En segundo lugar, existe la presión de las grandes compañías norteamericanas que monopolizan las

nuevas tecnologías de comunicación (itt, rca, General Electric, etc.) y de organismos privados como Cavisat (Centro Audiovisual Internacional Vía Satélite) financiado por empresas comerciales de Estados Unidos, al cual se vinculan latinoamericanos para darle un aparente carácter hemisférico (Santos, s. f.).

A los argumentos políticos se agregaban otros de racionalidad económica. Desde el gobierno, el Departamento Nacional de Planeación afirmaba que

[…] los productores y vendedores de sistemas de comunicación vía satélite consti- tuyen una oferta cuasi-monopólica, lo que implica para los compradores el aceptar condiciones muy onerosas en precios y en dependencia tecnológica […]; el costo de un proyecto de teleducación por satélite excede toda posibilidad financiera para

Colombia (dnp, 1972).

La polémica ardía y se contaminaba de todas las posiciones políticas y econó- micas que estaban presentes en la escena nacional. En algo coincidían: un rechazo a la propuesta. Más adelante se desarrollaría la idea de un satélite colombiano.

Un satélite colombiano

La primera aparición de Colombia en el campo internacional de la televisión ocurrió en agosto de 1968 con ocasión del xxxix Congreso Eucarístico Internacional y con la visita del Papa Paulo vi. Se colocó una estación rastreadora en las instalaciones Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

de Inravisión, en el can, para enviar imágenes y sonido a televisiones del exterior. Una segunda experiencia, esta vez a la inversa, fue la recepción satelital en julio de 1969 de las imágenes de los primeros viajeros a la Luna. La señal fue captada en Venezuela y enlazada con la estación del Instituto en la estación Jurisdicciones 282 para ser llevada a todo el país. Estos dos eventos fueron coyunturales para situaciones específicas y consti- tuían, en su momento, una verdadera hazaña. El verdadero proyecto vino después. Los primeros anuncios para la instalación de una estación terrestre para comuni- caciones vía satélite se presentó en 1968. En esta oportunidad, el ministro Duglas Botero Boshell decía que la estación permitiría una comunicación internacional con medios para telefonía, telegrafía, télex, transmisión de datos y televisión. El proyecto se daría al servicio antes de dos años (Botero, 1968, p. 13). El compro- miso se cumplió por cuanto la inauguración de la estación terrestre ubicada en Chocontá fue el 25 de marzo de 1970. En la inauguración, el ministro de Comunicaciones, Antonio García, decía que “esta enorme estación controlada y dirigida por el satélite del sistema Intelsat iii […] nos brindará un medio de comunicación de televisión, telefonía, telegrafía y transmisión de datos” (Díaz, 1970, p. 59). Se esperaba que este esfuerzo contri- buyera al desarrollo socioeconómico, cultural y tecnológico del país dentro de la dinámica económica de la década. Se daba un paso a un cambio en el modelo de desarrollo “hacia dentro” por otro de desarrollo “hacia fuera”. Se venía trabajando en este proyecto desde años anteriores. Colombia estuvo presente en las reuniones organizadas por la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (Citel) en México en 1967 y en Río de Janeiro en 1968. En ambas reuniones se estudió el proyecto de instalación de la Red Interamericana de Telecomunicaciones (rit) que cubrirá todo el continente. El Banco Interamericano había asumido la tarea de aportar los dineros para hacer viable el proyecto. Pero fue en 1970, entre el 22 y el 29 de julio, que se celebró la iv Reunión de la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (Citel), en Bogotá. Los temas de la agenda fueron los siguientes: la Red Interamericana de Telecomunicaciones; comunicaciones espaciales; tele-educación; telecomunicaciones rurales, marí- timas, aeronáuticas y meteorológicas; financiamiento, administración técnica y capacitación de personal; recomendaciones sobre implementación de sistemas para transmisión de datos, entre otros asuntos. La delegación colombiana, por su parte, estuvo encargada de presentar las ponencias relativas a tele-educación, por estar considerado el país “como piloto en el sistema dentro de toda la América” La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

(Díaz, 1970, p. 46)121 para ello se había organizado el proyecto latinoamericano financiado por laoea . En la inauguración de la v Reunión de Citel en Bogotá, el ministro de Comunicaciones expresaba que “las telecomunicaciones no sólo son la infraes- 283 tructura necesaria para el intercambio cultural y comercial de los pueblos, sino que constituyen un acelerador eficaz para su desarrollo socioeconómico y un catalizador fecundo par la mutua comprensión entre las naciones” (Díaz, 1970, p. 46). Desde la primera reunión celebrada en Washington en 1964 hasta la 4ª de Asunción en 1969 muchos trabajos se discutieron y analizaron pero tal vez el más relevante fue el de planear, financiar, administrar, operar y explotar la red de telecomunicaciones por las dimensiones del proyecto y su cobertura, además de las posibilidades de enlace entre los ciudadanos de los países latinoamericanos. Dentro de este gigantesco proyecto se veían posibilidades de hacer televisión educativa para la población que requería niveles de escolaridad adecuada a los requerimientos de la sociedad en crecimiento e incorporación social, económica y política a la democracia. Estos planteamientos esbozados por el ministro no eran los defendidos por el Gobierno y por su “plan de transformación nacional”. El argumento central era expresado por el ministro cuando decía que

[…] el estado de subdesarrollado social, económico y cultural de extensas áreas rurales del continente origina una emigración masiva del campo a las grandes ciudades, debido primordialmente a la escasez de fuentes de trabajo, a la falta de medios para educarse y a la carencia absoluta de servicios de agua potable, electricidad, caminos y telecomunicaciones que brinden un nivel de vida similar al de la urbe (Díaz, 1970, p. 71).

Esta, sin embargo, no era sólo la política de gobierno colombiano, era la política de Cepal para el continente, la cual era impulsada desde Estados Unidos como líder de la región en un escenario de guerra fría.

121 La agenda de la v Reunión de la Red Interamericana de Telecomunicaciones (Citel), entre el 22 y el 29 de julio de 1970 se encuentra en Díaz, 1970, pp. 81-83. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

El Satcol

La comunicación interpaíses era algo esperado de la tecnología. La utilización de los satélites para la transmisión y el intercambio de noticias estaba clara desde 284 1970 cuando se realizó, en Santiago de Chile, una reunión de trabajo que abordó el tema con representantes de agencias de televisión y de empresas propietarias de estaciones terrestres de Argentina, Chile, Colombia, España, México, Panamá, Perú y Venezuela. La idea consistía en conectar países latinoamericanos con España y, a través de esta, con Eurovisión. La Organización de Televisión Iberoamericana rati- ficó el acuerdo en una reunión posterior, en mayo de 1971, en Bogotá, por medio de la cual se realizaba la transmisión y la captación de las noticias internacionales. Inravisión, como miembro de la Organización de Televisión Iberoamericana (oti), distribuía las noticias entre los programadores adjudicatarios de espacios de tele- visión en los canales comerciales. En 1974 Colombia sirvió de sede para la Primera Reunión de Ministros de Comunicaciones de los Países signatarios del Acuerdo Subregional Andino. Este año fue particularmente fértil en actividades del orden internacional en cuanto a la vinculación a las telecomunicaciones. Tres eventos fueron importantes: la segunda reunión de la Asamblea de Partes de la Organización Internacional de Telecomunicaciones por Satélite (Intelsat), que tuvo lugar a finales del año en Nairobi (Kenya); la Conferencia Administrativa Mundial de Radiocomunicaciones para la Planificación del Servicio de Radiodifusión por Satélite, organizada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (uit) en Ginebra (Suiza); y la vi Asamblea Plenaria del Comité Consultivo Internacional Telegráfico y Telefónico (ccitt) de la uit (Gaviria, 1976, p. 79). Estas son sólo muestras de la dinámica del contexto internacional que, sin duda, tenía hondas repercusiones en la perspectiva interna del país y que abrían el camino a una posibilidad de ampliar la cobertura de penetración a los hogares de los colombianos con la televisión. En 1982, en la inauguración de la Reunión Conjunta de Comisiones Técnicas Permanentes de la Citel, en Barranquilla, el ministro de Comunicaciones Antonio Abello Roca señalaba el interés de Colombia por hacerse a la posibilidad real de colocar un satélite en la órbita geoestacionaria. Se trataba del Satcol, que ayudaría a impulsar las comunicaciones no sólo como “método para el desarrollo económico y social” sino “un derecho de las comunidades” (Abello, 1982, p. 55). Allí se seña- laban los antecedentes de reuniones en Buenos Aires (1980) y en Bogotá (1981). Asimismo, se tomaba como referencia la reunión de la Asociación de Empresas La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

de Telecomunicaciones Andinas (Aseta), como representante del pnud a través de la uit, en Barranquilla, en 1982. Estas intenciones venían moviéndose en el país de tiempo atrás. Para canalizar los esfuerzos, se integró una comisión nacional para el estudio de los asuntos 285 relacionados con el espacio ultraterrestre, adscrita al Ministerio de Relaciones Exteriores, la cual cumpliría con el objetivo principal de “asesorar al gobierno nacional en los asuntos relacionados con la adecuada utilización del segmento de órbita geoestacionaria que le corresponde a Colombia y la defensa de la soberanía” (Abello, 1982, p. 61).122 La delegación colombiana ante las Naciones Unidas parti- cipaba en la Subcomisión de Asuntos Jurídicos en los periodos 19 y 20 de 1980 y 1981. La delegación colombiana planteaba que la órbita, para los efectos de una definición o delimitación del espacio ultraterrestre, debía tener un carácter sui géneris en tanto distinguía el uso de artefactos de libre tránsito orbital de aquellos que tenían una instalación fija sobre el territorio a cualquier altura y sin un previo consentimiento, posición que venía desde 1975. Esta perspectiva era defendida por los países ecuatoriales, pero se encontraba “ante la indiferencia de las poten- cias espaciales que los difieren siempre para otra oportunidad” (Abello, 1982, p. 62). Esta discusión revela bien la defensa de intereses por parte de los países y el rol que podía cumplir uno solo, como Colombia, en el seno de un organismo multilateral en el cual las condiciones no son iguales en la toma de las decisiones. De cualquier manera, la administración Turbay Ayala insistía en que la colocación de un satélite geoestacionario sobre el territorio colombiano era un proyecto esencial dentro de la política de comunicaciones (Abello, 1982, p. 62). Tal proyecto había sido adelantado durante todo el cuatrienio y era considerado como el núcleo de desarrollo de Telecom porque estaba cargado de ventajas como nuevos enlaces de transmisión, posibilidad de extender la red a los sitios más remotos del país, hasta las localidades fronterizas, y también la integración de las redes de telecomunicaciones al servicio de entidades del Estado (Abello, 1982, p. 63). Las zonas fronterizas se beneficiarían con la instalación de ocho estaciones terrenas alimentadas con el sistema satelital Intelsat iv. La televisión se veía como un útil instrumento para el ejercicio de la soberanía nacional en todo el territorio. Sin embargo, en realidad no era un solo Satcol sino varios. En la lista de lanzamiento de satélites notificados en 1981 por parte de la Junta Internacional de Registro de

122 De conformidad con el Decreto 668 del 12 de marzo de 1981. Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

Frecuencias (ifrb) figuraban dentro de la órbita geoestacionaria colombiana sus satélites Satcol 1, Satcol 2, Satcol 1B y Satcol 1A, en los grados 75° W y 75,4° W. El proyecto del satélite colombiano implicaba una red que cubriría todo el territorio nacional y constaba de un satélite principal, uno de reserva, estaciones 286 de control y un grupo de estaciones terrenas (Abello, 1982, p. 67).123 En el caso de la televisión, tal red permitiría transmitir dos programas simultáneos a nivel nacional, incluyendo emisión desde seis sitios diferentes del país.124 De las alter- nativas que surgieron al tapete de discusión del Ministerio de Comunicaciones y del alto Gobierno, una de ellas pretendía realizarse con recursos de la nación. Era el proyecto del satélite colombiano (Satcol) para el cual se abrió licitación pública internacional en 1982 que suponía operar con dos satélites en órbita geoestacionaria y con una estación terrestre. La adquisición y el lanzamiento estaban previstos en los estudios de factibilidad económica previos a la licitación pública. Sin embargo, Telecom realizó un nuevo análisis financiero y aconsejó no adoptar el proyecto por costoso y técnicamente desventajoso para Telecom, por incapacidad económica y por falta de interés de Inravisión debido al escaso retorno de la inversión en lugares de densidad baja de población (Sanín, 1984, p. 16). De esta suerte se congeló una posibilidad de adelantarse a la cobertura que se dio más adelante, después de hacer enormes inversiones en la red terrena de microondas. Un nuevo estudio se emprendió a finales de 1983, en el contexto del Plan de Desarrollo “Cambio con equidad” de la administración de Belisario Betancur. Se trataba de adelantar una evaluación técnica y económica de cuánto implicaba poner en funcionamiento un proyecto de estas proporciones. Se tuvieron en cuenta tres alternativas para extender la red nacional de transmisión: un satélite propio, un satélite arrendado a Intelsat, y la ampliación de la red terrena de microondas.

123 Las previsiones presupuestales estaban hechas: US$18.669 para 1981, US$74.566 para 1982, US$62.488 para 1983, US$40.902 para 1984 y US$2.937 para 1985, lo cual arrojaba un total de US$199.572 para el periodo 1981-1985. Los cálculos se hacían sobre proyecciones del comportamiento de la tasa de cambio prevista para los años de la referencia. 124 Protelecomunicaciones, programación industrial de las telecomunicaciones, estuvo interesada en participar en el proyecto para crear infraestructura técnica especializada para el proyecto Satcol. El ministro Abello Roca y el presidente de Telecom, Guillermo Sagra Serrano, visitaron la firma brasileña Avibras-Industria Aeroespacial S.A. para adelantar conversaciones sobre fabricación de estaciones terrenas en Colombia para la recepción satelital. Se alcanzó a firmar un acuerdo en San José de los Campos el 28 de octubre de 1981. En el siguiente diciembre, el presidente de Avibrás visitó Colombia para establecer un plan de trabajo para el siguiente año, pero ya finalizaba el periodo presidencial y se detuvo el proceso. La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

Analizadas las tres alternativas, la propuesta de las redes de microondas resultaba más manejable de conformidad con los recursos disponibles (Sanín, 1984, p. 69). Ello no descartaba sino que permitía vislumbrar una posibilidad que se plantearía en la reunión de los países miembros de la Asociación de Empresas Estatales del Pacto 287 Andino para que se continuaran los estudios con miras a asumir un proyecto satelital conjunto y que beneficiaría a los países vinculados a la Asociación. Las iniciativas se vieron frustradas y las redes de transmisión siguieron con enlaces de microondas.

Del Satcol al Cóndor

En ausencia del proyecto Satcol, se pensó en la conformación de un pool de países. Entonces apareció el Cóndor como satélite regional para los países andinos (Sanín, 1984, pp. 16-17; Cepeda, 1987, p. 50).125 Se organizó un comité colombiano para que participara en los estudios de prefactibilidad que requería un proyecto de esas dimensiones. La ministra de Comunicaciones informaba que se había consolidado el Sistema Andino de Telecomunicaciones por Satélite mediante el proyecto Cóndor y se había renovado ante la uit el registro de las posiciones orbitales de los saté- lites Satcol ia, ib, ii, como reconocimiento de la comunidad mundial (Sanín, 1986, p. 83). El ex presidente de la República, Alfonso López Michelesen, en un discurso en la plaza de Valledupar, decía que

[…] la órbita geoestacionaria (era) una franja privilegiada de la cual disfrutan muy pocos países y que Colombia ha tratado de defender ante la comunidad internacional, como un recurso natural propio de un país pobre a quien otros Estados, a semejanza con lo que ocurrió con el derecho del mar, le debieran respetar como zona económica exclusiva la franja ultraterrestre a donde se colocan los satélites (López, 1986).

En noviembre de 1984 tuvo lugar en Cartagena el Tercer Encuentro de Ministros de Obras Públicas y Comunicaciones del Grupo Andino que aprobó la notificación ante la uit del aprovechamiento de la órbita para el Satélite Regional de Telecomunicaciones denominado Cóndor, para el cual se reservaron las

125 En 1984, el tema fue tratado en la reunión de ministros de Transporte, Obras Públicas y Comunicaciones del Pacto Andino y fue declarado como prioritario para la subregión, como quedó consignado en el informe del ministro de Comunicaciones de Colombia al Congreso de la República (Cepeda, 1987, p. 50). Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

respectivas posiciones orbitales. Con ello se cristalizaba un proyecto en el cual se había trabajado once años y se establecían los órganos de dirección, asesoría y ejecución. La coordinación del proyecto se colocó en la Asociación de Empresas de Telecomunicaciones de los Países Andinos (Aseta). El proyectado satélite atendería 288 a una población de 140 millones de personas de las cinco naciones (Colombia, Perú, Bolivia, Venezuela y Ecuador) y permitiría las comunicaciones con el resto del mundo a través de servicios de telefonía, telegrafía, radio, télex, televisión y transmisión de datos (Sanín, 1986, pp. 84-85, 154-155). La financiación se comenzó a tramitar mediante un crédito no reembolsable solicitado a la Comunidad Económica Europea para los estudios de factibilidad que serían contratados con un consorcio de países europeos: Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. En lo que respecta a Colombia, el satélite cubriría las necesidades de comu- nicaciones a nivel nacional e internacional y se crearían redes domésticas. Era un proyecto con vinculación de los Ministerios de Agricultura, Defensa, Educación y Comunicaciones. El Ministerio de Educación operaría con los programas a distancia; el Ministerio de Agricultura operaría con proyectos como el Himat, de meteorología y adecuación de tierras, y la Caja Agraria, de servicios a los campe- sinos; el Ministerio de Comunicaciones adelantaría subproyectos de telefonía, telegrafía y transmisión de datos a través de Telecom, de correo electrónico a través de Adpostal y de televisión a través de Inravisión (Sanín, 1984, p. 17). En 1987, el ministro Fernando Cepeda Ulloa informaba sobre la trayectoria del proyecto y la reactivación del proyecto con la Aseta (Cepeda, 1987, p. 50). Se preveía que el proyecto entraría en operación en 1992 y con él se suplirían las nece- sidades de telefonía, televisión y otros servicios (Cepeda, 1987, p. 51). El proyecto estaría administrado por una empresa multinacional andina, cuyos socios serían las empresas de telecomunicaciones firmantes. En julio de 1987 hubo dos reuniones en Lima: la una de la Aseta y la otra de la Comisión Andina de Telecomunicaciones por Satélite (Catsat) para adelantar los estudios y acuerdos. Se esperaba que en noviembre de ese año la reunión de Cartagena tomara las decisiones necesarias sobre los compromisos de participación para la ejecución del proyecto y para la suscripción de los convenios respectivos (Cepeda, 1987, p. 51). Ninguna decisión se adoptó. Los países tomaron cada uno su curso. En cuanto a Colombia, se prosiguió con el contrato celebrado con el gobierno francés para que la empresa Thompson csf adelantara el plan de fortalecimiento de la infraestructura tecnológica para los canales Uno y A y, mediante una adición, se ampliara la cober- tura del canal que, a partir de diciembre de 1995, se denominaría Señal Colombia La infraestructura tecnológica de producción y transmisión

y que venía funcionando desde febrero de 1968.126 Las transmisiones continuarían en parte por la red terrena y en parte por medio de un transpondedor arrendado a Intelsat. Los proyectos Satcol y Cóndor habían quedado como un monumento a la falta de integración latinoamericana, a la precariedad de sus recursos, a la ines- 289 tabilidad de sus gobiernos y a la limitada capacidad de negociación.

El satélite Simón Bolívar

La sociedad del conocimiento pasa necesariamente por adoptar tecnologías de transmisión de voz, video y datos. El acceso a la sociedad informacional significa un tránsito por sistemas comunicacionales de nueva generación. Por los inicios de los ochenta del siglo pasado, ocurrieron los primeros pasos para que colecti- vamente los cinco países de la Comunidad Andina de Naciones (can) pusieran en marcha un sistema satelital común que cumpliera con objetivos de integración de sus habitantes al mismo tiempo que impulsaran su desarrollo social, educativo, cultural, económico y tecnológico. El nombre dado al proyecto fue el de Sistema Satelital Andino Simón Bolívar (ssasb), inicialmente basado en inversión estatal en un 20% a cargo de cada uno de los países. Venezuela ha sido partidaria de distribuir la capacidad del satélite de acuerdo con el volumen de inversión de cada país a cambio de hacerlo por partes iguales. Más adelante, la inversión privada tomó la iniciativa, con el nombre de Andesat, pero tampoco tuvo realización. En una primera autorización, a los 5 países de la Comunidad (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) les habían sido otorgadas cuatro plazas de satélite. La no ocupación hizo que se perdieran tres y la cuarta tiene un plazo breve para su ejecución. Los obstáculos técnicos, políticos y regulatorios no han

126 El canal tuvo varias denominaciones: inicialmente “Capacitación Popular: Palanca del Progreso”, luego “tv-11: más televisión” y más adelante “Televisión educativa y cultural” para llegar a “Señal Colombia”. Junto a estas denominaciones de “marca”, el canal presentó los siguientes eslóganes de su programación: 1992-1995, Canal 3, más para ver; 1995-1996, Talento al aire; 1996-1999, Señal Colombia, la señal; 1999-2001, Televisión de verdad; 1999-2001, La siguiente es una producción de Inravision, Señal Colombia; 2001-2005, Tu señal; 2001-2005, Usted está en la Señal; 2005-presente, Todo lo que somos; 2012, Somos energía; 2012 (diciembre), Sonríe, estás en señalcolombia; 2013 (junio-diciembre), Señalcolombia, el canal de las vacaciones; 2013, Porque no todo tiene que ser igual y puedes elegir; 2013 (octubre), Señal Colombia, la casa del cine colombiano (usado en promos de películas nacionales). Estado y medios masivos para la educación en Colombia (1929-2004)

podido ser superados. Las recientes diferencias en relación con la organización y el funcionamiento de la Comunidad alejaron aún más el proyecto de su realización. Venezuela, como encargado de gestionar los trámites para la colocación en órbita del satélite ante la uit, se retiró oficialmente de la Comunidad y decidió tramitar 290 por su cuenta la colocación de un satélite propio. El proyecto original fue asumido por Colombia con un término prefijado de diciembre del 2007, fecha en la cual el satélite debería encontrarse en órbita. La pregunta que surge, en estas nuevas circunstancias, es si los gobiernos que representan los países de la reducida Comunidad siguen interesados en la realización de este proyecto común. La respuesta no pasa hoy de declaraciones de buenas intenciones. Entretanto los objetivos relacionados con la sociedad del conocimiento y con la posibilidad de integración con infraestructura comunica- cional siguen pendientes. La preocupación por la transmisión de los programas educativos perdió importancia con la decisión de la liquidación de Inravisión y la no inclusión de funciones relacionadas con el campo educativo para la entidad de reemplazo que fue la rtvc. Su decreto constitutivo no menciona ninguna función educativa dentro de su objeto social y misión institucional. En octubre del 2004 se produjo la decisión legal de sacar del aire los programas educativos que se transmitían por radio y por televisión. Así como el Estado inauguró los programas y les dio el realce inicial, terminó por liquidarlos haciendo uso del mismo poder institucional.

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