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••• México y España José Luis Melgarejo Vivaneo O 1992 ' • Secretaría de Educación y Cultura Dirección General de Educación Media Superior y Superior Pasaje Revolución Altos 2 Xalapa-Enriquez, Ver. MESO AMÉRICA Al amanecer del viernes 12 de octu bre de 1492, los expe dicionarios de Cristóbal Colón pisaron tierra del continente ameri cano. Comenzó el enredo para la historia. Quien primero vio, con certeza, la tierra próxi ma, fue Francisco Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana), de la carabela La Pin ta, cabeza en la nave gación. El 12 de octu bre lo era en el calen dario Juliano, 22 cuando después hicieron la reforma gregoriana del calendario. Para Cristóbal Colón, habían llegado a la nebulosa tierra que buscaba, y las referencias a los hombres eran m;ts producto emocional en el trópico, que realidad. Abrirse paso en los laberintos de la verdad, ha sido tarea larga y difícil; prejuicios de siglos no se disipan con facilidad; por eso, a quinientos años del acontecimiento, deben decirse voces en este lado del Atlántico. Haberle llamado Nuevo Mundo, no pudo ser más falso; lo disculpa el hecho de que por aquella época, no se conocía ni siquiera la obra de Córpénico, publicada el año 1543, muchísimo menos, teorías como la de Frod Hoyle, donde a partir del hidrógeno, pudo irse formado la galaxia. Esta unidad en el origen del cosmos, habría de resultar básica, porque primero hubo geografía y después el hombre. Por diversas modalidades ha sido posible a la ciencia, llegar a la concepción de una costra sólida sobre la superficie del planeta Tierra, de la cual se irían formando las placas tectónicas para el emerger de las cumbres y el hundimiento de las fosas marinas, la separación de tierra y agua, el desquebrajamiento de aquella costra para separar los continentes, disparándolos hacia sus lugares actuales en la deriva continental. Para un conocimiento moderno de América y el resto del mundo, ya debe irse teniendo presente la orogénesis de Alfredo Wegener; pero aun sin ella, es un hecho ya fuera de discusión, que la geología del planeta tuvo una sola formación, y en consecuencia, no hubo ni hay Nuevo, y Viejo Mundo geológicamente hablando, mientras los perfiles atlánticos de América del Norte y Europa coinciden junto con su geología, en tanto sucede algo parecido entre África y América del Sur. Para la vieja concepción, el reino mineral era de cosas inanimadas, carentes de vida; este concepto caducó, ahora en sus componentes radica el origen de la vida, en una visión más amplia, vida como la de la Tierra, sólo podría existir en la Tierra, porque los otros planetas son más calientes o más fríos, y este fenómeno térmico no hace distinciones ni exclusiones entre los continentes y se atiene a la demarcación de los climas en el planeta. Si la vida comenzó en el agua de los mares tropicales, en organizaciones cada vez más complicadas de plantas y animales que ganaron la tierra, y el aire cuando las escamas evolucionaron a plumas para volar, esta revolución biológica ocurrió también para todos los continentes, y sólo las excepciones de un reducido ecosistema, pudo crear individualidades que de ninguna manera rompen el esquema general. Mas, así como hubo un geocentrismo, hubo también un etnoeentrismo degenerado en racismo, que quiso separar a los hombres, primero, del resto de la escala zoológica, después, entre los hombres mismos, exagerando lo anecdótico de la forma física, llevando estos prejuicios al campo del monogenismo y del poligenismo en lo físico, del difiisionismo y el antidifusionismo en lo cultural. ~ Esa falla del Rift, en el África Oriental, de más de cinco mil kilómetros, corriendo del río Zambeze a topar con el norte de Siria, vino a ser. hasta el momento, la probable cuna del hombre como tal y con las máximas aceptaciones científicas, a partir de los encuentros de restos fósiles, realizados por el matrimonio de Louis Leakey con Mary. en la barranca de Olduvai (Tanzania), investigaciones continua das por su hijo Richard. Ya es de dominio generalizado el hallazgo de animales fósiles en diversos puntos del planeta, con antigüedades mucho mayores que las de los austrolopitecos; tan sólo en la Meseta Mexicana, en asociación con arrecifes de coral, esas muestras de añejas variedades abundan, testimoniando antigüedades fósiles con las cuales, ya no preocupan gravemente los vacíos entre los monos americanos v los hombres-mono de África. I a separación continental pudo dejar un tipo de futuro hombie primitivo en América del Norte, y otro en América del Sur. de donde vendrían los diversos genotipos indígenas, o cual el testimonio de ñandú, guanaco, alpaca, trente al avestruz y el camello. I'n cuanto al hombre primitivo, son mayores las diferencias con los monos que las existentes entre los pigmeos v los voruba. por ejemplo. En el momento del choque cultural, no pudo imperar la serenidad para correctas evaluaciones de sus elementos, y esto se prolongó en la interacción cultural; a quinientos años de distancia, y no por aquello, sino por la propia evolución mental, cada día más y más va entendiéndose a la cultura, producto de cuanto el hombre hizo y sigue haciendo, como impulso común en el hombre, donde las contribuciones individuales, de grupo y regiones, van integrando una sola cultura; más concreto: la cultura, cual ocurre físicamente, la humanidad, es una sola, salpicada, todavía, de pequeños aspectos distintivos. Ya no es válido seguir hablando del Nuevo Continente, ni pensar que sobre las tierras americanas, la geología, los vegetales, los animales, el hombre, llegaron tarde; la igualdad, ni es un reclamo de los americanos, ni podrá ser algo conquistado por su lucha; la igualdad es la realidad, está en todo lo material, en la materia misma; la fuerza con la cual el imán y el hierro se atraen, con la cual una planta se alarga buscando la luz, o el animal acumula sus instintos, como prólogo de la cultura, no esperaron llegar del exterior ni que otros los aleccionaran; así, después de la etapa colonial, buscaron los pueblos la libertad, con igual impulso del ave prisionera, que si puede, vuela rumbo a la libertad sin leer a los enciclopedistas franceses; y si los arrecifes de coral encontrados en Tlayua, Puebla, México, tienen quinientos millones de años de antigüedad, están haciendo retroceder a la vida en el mal llamado Nuevo Continente, a sus comienzos en las aguas del mar, por lo menos hasta el paleozoico. Una moderna e igualitaria concepción de los continentes y su biología, puede reafirmar el concepto de la evolución de las especies, respetando a la transmutación únicamente dentro de los casos indivi duales. donde una mutación modifica pero no crea cosa radicalmente distinta. De igual manera, la cultura brota como un complemento de la vida para mejorarla, teóricamente igual entre todos los hombres. Al avanzar fue modificándose por algún regionalismo, pero sin dejar de mantener la unidad humana ni de difundirse por insospechados caminos y tiempos, que generalmente no tuvieron historiografías para relatar este desconocido y a veces misterioso hecho de la difusión cultural. Sin embargo, hubo aspectos fuertes que sí lograron dejarle testimonios al mito, la leyenda, la historia. Como receptora, tiene América singulares relatos que ya fueron conocidos pero conviene repetir. Tal vez los contactos, así hayan sido forzados y ocasionales, más diluidos en la duda, podrían ser los del enorme Océano Pacífico, y uno de sus primeros cuestionamientos quedaría constituido por el poblamiento de la isla de Pascua. No se trata de vigorizarle posibilida des a la navegación realizada por Thor Heyerdahl en la balsa Kon- Tiki, ni de duplicar los datos de la investigación científica realizada por Alfred Métraux. sólo para señalar que la isla de Pascua fue poblada por gente polinésica y que desde ahí el puerto chileno de Caldera dista 3200 kilómetros, no imposibles de cubrir en sus canoas con balancín por los argonautas del Pacífico, según gráfica designación de Bronislaw Malinowski; mas, el otro hecho irrefutable, poblaron las islas Hawai, a media distancia de las costas asiática y americana, base para concederle posibilidades a las investigaciones que Paul Rivet hizo, encontrando testimonios de orden diverso en torno a presencias culturales transpacíficas en América, y casi ya no tiene caso referirse a los esquimales, integrantes del mismo grupo que habita las inmedia ciones del polo norte, desde Laponia y Chukota para conectar en Alaska, descartando la presencia de la cerámica Yomon en la costa pacífica de Colombia, por no serlo verdaderamente, pero dejando sin explicación la leyenda, hecha cuento popoloca del sur de Veracruz, en torno a Honsluí, designación de la isla mayor de Japón. 1:1 Atlántico norte, resulta un Mare Nostrum. Seguramente se perdieron muchos episodios, pero uno solo rompeila lo imposible, y fue realizada su travesía en varias ocasiones. Una de la que hay pruebas materiales, es la de los llamados olmecas arqueológicos, por semejanzas posibles con los olmecas históricos. Después de cruzar el Atlántico, asentaron en el sur de Veiacruz. A sus restos arqueológicos más antiguos, radio eatbón calotee les fija como aproximada lecha, el año 1200 antes de la loa Cristiana. I:.s muy probable que salieran o su embarcación fuese arrebatada, desde la costa del África occidental, acaso del Golfo de Guinea, y en cuanto a ¡a tiavesla, se da la circunstancia de que Pedio Áhuic. Cabial, con 13 navios, el año 1500, llegó a Brasil, desde un punto riel Africa, cuando su meta era la India, porque lo fue desviando la corriente marina. En el Atlántico medio, convergen dos corrientes, la del sur, que viene del Golfo de Guinea, con la del norte pasando por la ribera de Vasconia y llegan unidas a la Antillas.