Universidad De Navarra Escuela Técnica Superior De Arquitectura Departamento De Urbanismo
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UNIVERSIDAD DE NAVARRA ESCUELA TÉCNICA SUPERIOR DE ARQUITECTURA DEPARTAMENTO DE URBANISMO POSIBILIDADES Y LÍMITES DE UNA CIENCIA URBANA AUTÓNOMA: LA APORTACIÓN DE ALDO ROSSI JOSÉ LUQUE VALDIVIA Tesis doctoral dirigida por el Profesor Doctor D. JOSÉ MARÍA ORDEIG CORSINI Pamplona, Febrero de 1995 Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra ISBN 84-8081-105-6 POSIBILIDADES Y LÍMITES DE UNA CIENCIA URBANA AUTÓNOMA: LA APORTACIÓN DE ALDO ROSSI JOSÉ LUQUE VALDIVIA. ARQUITECTO POSIBILIDADES Y LÍMITES DE UNA CIENCIA URBANA AUTÓNOMA: LA APORTACIÓN DE ALDO ROSSI SUMARIO PRESENTACIÓN 7 INTRODUCCIÓN 17 1. LA CRISIS DEL RACIONALISMO 19 1.1. Crisis del historicismo 23 1.2. Crisis del ideal social 31 1.3. Crisis del ideal urbano 39 2. EL CONTEXTO ARQUITECTÓNICO ITALIANO 49 2.1. Rogers. Actitud ante la historia, continuidad o crisis 57 2.2. Argan. Autonomía arquitectónica e ideal social 67 2.3. Samonà. La Ciudad como estructura 77 2.4. Quaroni. La Ciudad como objeto y proyecto 87 2.5. La Tendenza 105 FUNDAMENTACIÓN 121 3. NATURALEZA Y OBJETO DE LA CIENCIA URBANA 123 3.1. El concepto de Arquitectura 125 3.2. La Ciudad como Arquitectura 147 3.3. El objeto propio de la Ciencia Urbana 173 3.4. Naturaleza de la Ciencia Urbana 185 3.5. Autonomía de la Ciencia Urbana 203 4. EL MÉTODO ESTRUCTURALISTA 223 4.1. conceptos claves del método 231 4.2. La actividad estructuralista 239 4.3. La ciencia estructuralista. 249 5. EL ANÁLISIS URBANO 255 5.1. Naturaleza y objetivos del análisis urbano 259 5.2. Análisis como clasificación 279 5.3. Metodología y principios analíticos 297 5.4. El área de estudio 317 DESARROLLO 329 6. LECTURA DE LA CIUDAD 331 6.1. El tipo 335 6.2. Las permanencias. El monumento 369 6.3. El locus 389 6.4. La memoria 405 6.5. Tensión elemento primario - área residencial 421 6.6. Partes completas de Ciudad 439 7. CONSTRUCCIÓN DE LA CIUDAD 449 7.1. Evolución de los hechos urbanos 451 7.2. La analogía 465 7.3. El proyecto neorracionalista 489 CONCLUSIONES 519 ANEXOS BIBLIOGRÁFICOS 531 ÍNDICES 573 PRESENTACIÓN A lo largo de toda la Historia del Arte puede rastrearse una inquietud siempre presente en la actividad práctica y teórica de la Arquitectura: la atención a la Ciudad, la convicción de que también el ámbito de la Ciudad -y no exclusivamente el edificio- debe ser objeto de la Arquitectura. Se trata simultáneamente de una constante y de una variable: constante en cuanto es la persistencia de un deseo; variable en el modo concreto y determinado en que esa inquietud se ha traducido en decisiones y actitudes. En términos generales -haciendo exclusión de aquellos momentos y sociedades en los que el papel del arquitecto no está aún definido- podemos afirmar que hasta el siglo pasado la Arquitectura ha ejercido esa configuración de la Ciudad de un modo pacífico e indiscutido. La sociedad y el poder político han venido reconociendo la configuración de la Ciudad como un cometido específico de la Arquitectura. Dos circunstancias parecen haber intervenido decisivamente en la ruptura de esa paz: por una parte, el rápido proceso de urbanización desarrollado en paralelo y como consecuencia de la primera revolución industrial; por otra, la progresiva especialización profesional que la propia revolución industrial provoca en el ámbito de la construcción. En cualquier caso, a lo largo del siglo XIX la Ciudad, y las propuestas para su reforma, son motivo de atención de los más diversos personajes. Ingenieros, políticos, sociólogos, filántropos analizan y diagnostican los problemas de la Ciudad, presentan enseguida sus soluciones. Algunas, a pesar de su carga de utopía llegan a plasmarse en la realidad -una realidad más o menos breve-; pero, entre las distintas propuestas, son las formuladas por los ingenieros las que suministran las bases necesarias para la formación de una disciplina específica dirigida a la renovación y ampliación de la Ciudad. 10 Posibilidades y límites de una ciencia urbana autónoma El primer objetivo al que se dirigen las diversas propuestas tiene un contenido predominantemente técnico: la higiene, el tráfico, el abastecimiento, la resolución en definitiva de problemas sociales y humanos que las aglomeraciones urbanas provocan o ponen de manifiesto son los fines que en primer lugar se plantea el Urbanismo. Basta, sin embargo, revisar las principales aportaciones del XIX para comprobar que la preocupación estética no está ausente. Aun sin olvidar las aportaciones específicamente arquitectónicas realizadas alrededor de la Städtbaukunst -el arte de construir la Ciudad-, es necesario reconocer al Movimiento Moderno la recuperación teórica definitiva de la Ciudad para la Arquitectura. Definitiva, en cuanto al modo absoluto y global -definitivo- con que se plantea; no tanto, en cuanto la eficacia y legitimidad de esa recuperación, aspecto que requeriría un amplio debate que, por otra parte, la crítica especialmente desde los años 70 ha realizado profusamente. Efectivamente, ya en los años sesenta, el costo que para la actividad arquitectónica había supuesto esta pretendida recuperación de la Ciudad para la Arquitectura resultaba patente. La atención a los problemas funcionales, sociológicos, económicos, etc. había ido vaciando a la actividad arquitectónica de su contenido propio. El carácter pluridisciplinar del urbanismo, el enfoque sistémico que por esos años se extiende desde el ámbito anglosajón, provoca una auténtica crisis de identidad en los profesionales más avisados. Es dentro de este contexto arquitectónico y urbanístico donde a lo largo de los años sesenta se produce en Italia un movimiento que tiende a garantizar el cometido urbanístico de la Arquitectura, sin sacrificar para ello lo específico de la disciplina. En este ambiente, corresponde sin duda a Aldo Rossi el intento más ambicioso, quizá también el más afortunado, de fundar una Ciencia Urbana autónoma, una ciencia que atienda y considere a la Ciudad como Arquitectura y que, por otra parte, garantice a la Arquitectura su propia autonomía. No es posible negar la fortuna crítica de Aldo Rossi, pero no se puede ocultar que esa misma fortuna haya dado como resultado un obscurecimiento de su Ciencia Urbana frecuentemente inadvertida ante la fuerza poética de su obra arquitectónica, el carácter polémico de sus escritos, la mímesis formal de sus seguidores menos dotados. Presentación 11 A casi treinta años de distancia de la publicación de La arquitectura de la ciudad1, en la que el arquitecto milanés afrontó por primera vez de un modo sistemático y directo la construcción de una Ciencia Urbana autónoma, nos proponemos aportar un examen directo de esta ciencia tal como fue construida y propuesta por Rossi. opciones previas Toda operación intelectual requiere, como Ernesto Rogers enseñó a los arquitectos de la Tendenza, una opción previa. La investigación que aquí presentamos para la obtención del grado de Doctor, incluye también unas opciones previas que, en mérito de la honradez investigadora, deben ser declaradas. -La Arquitectura no puede renunciar a su papel en la configuración de la Ciudad. Una Ciudad más humana, que suponga el marco adecuado de un desarrollo libre y digno de la persona humana necesita la presencia de unos ámbitos en que lo artístico tenga cabida. -La dimensión social de la persona exige que esta presencia de lo estético no quede reducida al ámbito de lo individual, ni aparezca simplemente como representación del poder político. La vida social o comunitaria, en definitiva la vida de relación y cooperación entre los hombres necesita unos espacios urbanos en que lo artístico esté presente. -Las posibilidades reales de la Arquitectura, como la de cualquier actuación humana, son limitadas; es preciso identificar por tanto el modo específico en que la Arquitectura puede y debe intervenir en la Ciudad. El rechazo del mesianismo del Moderno no debe conducirnos al escepticismo del Postmoderno. -La determinación de este ámbito de actuación ha de ser el objetivo final de un discurso complejo y articulado en el que la fundamentación teórica y los resultados prácticos ayuden a perfilar los 1 ROSSI, Aldo, L'architettura della città, Marsilio Editori, Padova, 1966; versión castellana en La Arquitectura de la ciudad, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1971. Habitualmente citaremos esta obra por la edición española de 1992; cuando parezca necesario acudir al texto italiano, apartándonos de la versión castellana, utilizaremos L'architettura della città, CLUP, Milano, 1991. En consecuencia a esta edición remiten las citas referenciadas como ed. italiana 1991. 12 Posibilidades y límites de una ciencia urbana autónoma cometidos que la Arquitectura puede y debe asumir en la construcción de la Ciudad. -La propia complejidad del discurso a que nos referimos aconseja su integración en una Ciencia Urbana que estudie la Ciudad desde la Arquitectura, es decir desde su construcción en el tiempo. Esta ciencia debe estar en condiciones de poner de manifiesto los procedimientos racionales y estéticos que el Arquitecto puede utilizar para dar forma a la Ciudad. La investigación que se recoge en estas páginas se centra en el examen del modo concreto en que Rossi procede a la construcción de la Ciencia Urbana. Se trata, en definitiva, de un trabajo hermenéutico que supone la reconstrucción de la propia Ciencia Urbana; hemos procurado mantenernos siempre fieles al pensamiento rossiano, pero teniendo en cuenta que, tal como Rafael Moneo destacó, "Rossi no es el único e inevitable paradigma de sus escritos, (...) éstos tienen otras posibles apariencias como el propio análisis de las arquitecturas antiguas a la luz de lo expuesto por Rossi demuestra", ciertamente "el artista no es el paradigma de sus escritos ni tan sólo de sus propias obras"2. Es preciso por tanto discernir en la producción teórica y proyectual de nuestro Arquitecto lo substancial de lo accidental: los elementos que permiten la construcción de una Ciencia Urbana de aquellos otros que expresan su propia poética personal. "Todos nosotros -escribió Rossi- buscamos un arte colectivo, donde las diferencias desaparezcan, que esté animado por un sentimiento más grande que el que cada gesto personal o fatalmente individual comporta"3.