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NO LO CREO, LO AFIRMO Yo conocí a Dios de Juan Marcos Carbone

Prólogo Me llamo Juan Marcos. No soy nadie especial, no tengo plata, no soy famoso ni me interesa serlo. Incluso a veces soy de esas personas que me da vergüenza presentar. Pero hubo un año donde todo me salió bien. Esta es parte de mi historia, un pibe del Bajo Flores que conoció a Dios y vivió para contarlo. De hecho, por ese motivo estoy escribiendo estas líneas: es necesario que yo lo cuente y que vos lo sepas. ¿Recordás el mejor año de tu vida? Yo no puedo olvidarlo. El 2012 fue el mejor año de mi vida pero no puedo ahondar en él sin antes contarte lo que pasó diez años atrás, porque si te digo que ese año Dios me habló y se dio a conocer en mi vida, simplemente no me creerías, y tendrías razón, pero si te cuento desde el principio tal vez me tomes más en serio.

Capítulo 1 — LA PELEA Nací en 1989, vida normal, familia normal, padres creyentes. Fui educado en el evangelio como dicen los cristianos, aunque mi papá siempre me decía: Juan, vos tenés que tener un encuentro personal con Jesús. Y yo lo deseaba, pero no sabía que iba a venir de esta manera. Uno de los recuerdos más vivos que tengo de mi infancia es verlo a él sentado en la cama, aún matrimonial, poniendo su ropa en un bolso: mis viejos se separaban y mi hermano (de seis) y yo lo vimos todo. Ellos tenían sus razones. Yo tenía las mías para encerrarme en mi cuarto y llorar. Pero siempre se puede empeorar. Round 1. Primer golpe: A la lona. Medio año después, luego de vencer un cáncer de pulmón y ser hacedor de una de las más lindas promesas1, muere mi abuelo materno. Fue tan sorpresivo que todavía hoy tengo la sensación de que me está esperando para jugarnos un ajedrez (y no dejarse ganar) en el patio de su casa. Cursaba séptimo grado y era el boom de los cybers. Ese viernes volvíamos de jugar al Counter Strike con la banda y, al entrar a casa, me recibió mi mamá junto a mi tía para darme la noticia en el descanso de la escalera. Literalmente caí de rodillas y largué a llorar. Fue un tipo muy especial para mi, toda mi vida la viví a su lado, de hecho, la casa de mi mamá está a dos puertas. Pasaba con él todos mi días, comía con él todos los días, mirábamos la tele todos los días. Recuerdo, incluso, que me invitaba a orar en su cuarto a oscuras y hablar con Dios. No había nada más aburrido en ese momento para mí que me dijera de ir a orar. Ay… como me gustaría arrodillarme con él en su cama y hablar con Dios en este momento. Era muy chico, no me culpo, pero, como dijo Ringo, la experiencia es un peine que te lo dan cuando te quedás pelado. Round 2. Segundo golpe, segundo beso a la lona.

1 Está escrito en Éxodo 20:12. Unos meses más tarde, el martes 13 de agosto de 2002, volvíamos de la escuela Schweitzer con mi fiel amigo Mauro para hacer nuestra rutina diaria: Luego de comer, esperamos que viniera el chino Samuel y nos fuimos los tres juntos al barrio coreano para jugar nuestra hora diaria de Counter en el famoso cyber Saibo. Al regresar, cada uno se fue a su casa y yo volví a mis quehaceres diarios, que por esa hora era tocarle el timbre a Marianito2 y pelotear hasta que caiga el sol. Y eso hicimos. Recuerdo que esa tarde fue gloriosa. Lo que corrimos, pateamos, atajamos, amagamos y disfrutamos del fútbol callejero… lo guardo en mi corazón. No puedo olvidar que jugué como nunca y eso implicaba revolcarme sin tenerle miedo al asfalto o a los autos que doblaban por el pasaje. Me dediqué a disfrutar. Tal vez sabía, inconscientemente, que esa tarde iba a quedar en el recuerdo para nunca más volverla a vivir. No lo sé… Volví a casa de mi abuela, le conté cómo estuvo la escuela, que había notado unas manchitas en mi piel y que en Saibo las máquinas estaban cada vez más lentas. Me detuvo y le mostré, le dije que no era nada, que esos puntitos rojos y moretones por todo mi cuerpo los había notado unos días atrás, tal vez una semana, pero que estaba seguro que en los próximos días iban a desaparecer. Me revisó y seguimos tomando mate. Por esa época mamá trabajaba hasta tarde, volvía como a las 19 y no quedaba mucho tiempo sino para comer rápido e ir a la cama para comenzar otro día igual. Pero eso no iba a pasar. Durante la comida, charlando, le conté la angustia que me tenía distraído: Saibo ya no era el cyber que conocíamos. Poco le importó, indagó sobre otro asunto más relevante y yo le dije que no, que todo estaba bien, que me había visto unas manchitas en la piel pero que seguro no era… rápidamente me interrumpió, me miró y se preocupó. El silencio siguiente fue aterrador. Agarró abrigo, pidió un taxi y nos fuimos directamente y sin escalas al lugar que no quería ir. Pidiéndole a Dios volver pronto a casa para terminar mi plato de comida llegamos a la guardia del Hospital Durand. Round 3. Última piña, knockout. Entre desconcierto e ignorancia nos atendieron los médicos de turno. Para serte sincero, recuerdo poco ese momento. Tiempo más tarde mi mamá me confesó que una enfermera, con un tacto excepcional, le dijo, sin rodeos ni estudios previos, que padecía cáncer y que estaba sumamente complicado. Imagínense a mi vieja… La verdad es que no casaban un fulbo. A la hora estaba en una ambulancia de camino al Hospital de Clínicas. Allí fueron más cautos y sinceros. Con los primeros análisis de sangre tampoco detectaron qué tenía pero éstos arrojaron datos muy comprometedores. Estaba anémico, neutropénico y prácticamente sin plaquetas. En otras palabras: tenía muy pocos glóbulos rojos (los responsables de llevar oxígeno al cuerpo), glóbulos blancos (nuestras defensas naturales a sustancias extrañas o agentes infecciosos) y extremadamente escasas plaquetas (las que son capaces de cortar una hemorragia y cicatrizar una herida). La realidad es que había llegado al hospital con 2.000 plaquetas en sangre, siendo el hemograma de una persona normal entre 150.000 y 400.000 plaquetas /mm3. Literalmente estaba a un golpe de morirme o a un corte de hoja de desangrarme. Por eso sigo sorprendido que horas antes haya jugado de la manera en que lo hice. Al poco tiempo entendí que Dios había enviado varios ángeles a que me cuidaran durante todo ese día, porque estoy seguro que si no hubiese sido por el propósito que Él tenía en mi vida, ese martes habría sido el día de mi muerte. Lo concreto es que a los 12 años caía internado de gravedad, aunque milagrosamente sin hemorragias u otras enfermedades peores. Tres piñas bastaron, tres golpes fuertes y certeros, que me dejaron grogui3, tirado en la lona y mirando al rincón, deseando que mi entrenador tirara la toalla. En 10 meses me quedé sin mis

2 Mariano Quintairos, amigo de la infancia y vecino del pasaje. Fanático amante del balón. Respiraba fútbol. Campeón 2019 con la primera de futsal de San Lorenzo. Las vueltas de la vida... 3 Del ingl. groggy, der. de grog 'grog'. 1. adj. En el boxeo, aturdido, tambaleante. (RAE) viejos, sin mi abuelo e internado con peligro de muerte. Pero lo que yo todavía no sabía era que mi entrenador, no solo no iba a tirar la toalla, sino que se iba a subir al ring a pelear por mí.

Capítulo 2 — EL CLÍNICAS No tengo muchos recuerdos de la guardia del Durand, fue algo muy breve, al rato estaba en una ambulancia hacia el Clínicas. Y eso sí que fue gracioso: el conductor me preguntó si quería que pusiera la sirena. Era tan nabo que le dije que no porque no me pasaba nada y no me parecía molestar al tránsito. Lo escribo y entre risas me avergüenza. ¡Pero poné la sirena y pisá a fondo que no pienso volver a subirme a una cosa de estas!, era lo éticamente correcto que debí haber respondido. Tampoco recuerdo la llegada al Clínicas pero sí toda esa noche en él. En una sala común de hematología con unas ocho camas, me vinieron a ver varios doctores. Me revisaron todo, algo humillante pero necesario. Creo que estuve ahí solo esa noche hasta que descubrieron la gravedad del asunto y mi peligro por contraer alguna enfermedad debido a mis escasas defensas. Derecho a una aislación que duraría más de 30 días. Suena feo (y lo es) pero estaba más cómodo, la sala para mí, la tele para mí y algunos beneficios que recibí durante toda la internación gracias a tener amigos y familiares hermosos. Ya te contaré. La primera etapa de internación fue en una sala para uno que habré estado unos pocos días. Y comenzó la tortura: pinchazos todas las mañanas para ver cómo andaba la sangre. Ahí mismo me hicieron mi primer punción en el pecho. Ah, lo que lloré… estaba dormido, pero lo recuerdo. Fue raro. En esa punción, calculo, que descubrieron lo que tenía: aplasia medular4, una común aunque no tan famosa enfermedad que afecta la médula ósea y, por ende, a la sangre. La médula, que es la encargada de producir la sangre y sus componentes5, disminuye su producción de forma alarmante y los valores mínimos se encuentran extremadamente lejanos a los necesarios. Como te contaba antes, una persona normal tiene mínimo 150.000 plaquetas y yo tenía 2.000 cuando me hicieron dicha punción. Puntapié ideal para la calesita de transfusiones en la que siempre te ganás la sortija. Y eso sí que es un bajón. Era despertarme y ver al enfermero preparando la aguja que lentamente iba a besarme el brazo. Luego, a ver la tele duro y parejo hasta la noche. Tenía toda la programación de Telefé y Fox estudiada, que me deleitaban con el mejor manjar de esa época: Los Simpson. Qué buena compañía. Aquí empezaron las visitas. Tanta gente se preocupó por mi… Las oraciones de la iglesia se empezaban a sentir. Sí, hay un momento en la vida que necesitás que otros le pidan a Dios por vos, y eso se siente, te puedo asegurar que se siente. Muchos amigos y personas de la iglesia desfilaban por la sala de espera, incluso gente que no conocía. Eso es importante en una

4 Se llama aplasia medular a la desaparición total o parcial de las células que se encuentran en condiciones normales en la médula ósea y actúan como precursoras de las diferentes células de la sangre. Como consecuencia se producen una serie de síntomas característicos que están ocasionados por la disminución de leucocitos en sangre que se conoce como leucopenia y provoca gran susceptibilidad a contraer enfermedades infecciosas, bajo número de plaquetas o plaquetopenia que provoca hemorragias ante mínimos traumatismos y deficiencia de hematíes que causa anemia y dificulta la llegada de oxígeno a los distintos órganos del cuerpo. La anemia provocada por aplasia medular se conoce como anemia aplásica. La aplasia medular es un trastorno poco frecuente, pues se estima que se producen entre 2 y 4 casos por millón de habitantes y año. Puede obedecer a múltiples causas que clásicamente se dividen en 2 grupos: congénitas y adquiridas. Las congénitas se deben habitualmente a trastornos genéticos, como en la anemia de Fanconi y el Síndrome de Shwachman-Diamond. Las adquiridas son con frecuencia de causa desconocida o secundarias a la utilización de ciertos medicamentos, exposición a radiaciones o enfermedades virales. Como tratamiento puede ser necesario realizar un trasplante de médula ósea. (Wikipedia) 5 Glóbulos rojos, blancos, plaquetas, y derivados. comunidad de fe: estar en los malos momentos. Aunque no podíamos vernos más que por el vidrio de la puerta, ellos, firmes, venían. Recuerdo particularmente a la mamá de mi amigo Pablo que me trajo un librito muy pequeño pero tan importante para mi. Ese librito tenía tres versículos de la Biblia por día durante un mes. Gracias, Hebe, ese fue un gran sostén y fuente de promesas que desencadenó en esperanza, paz y hasta en un ministerio sin siquiera saberlo en ese momento6. Pequeños gestos, pequeñas atenciones, pueden cambiar realidades. Con el tiempo fuimos aprendiendo cosas del rubro, por ejemplo que esos puntitos rojos en mi piel tenían el nombre médico de petequias y que eran el resultado, junto con los moretones, de una anomalía en mis plaquetas o en su fuente de creación. Descubrí lo que era una transfusión de sangre y hasta me acostumbré a convivir con ella. También nos encariñamos, si tal cosa es posible, con el molesto barbijo, tan útil para que la visita pueda pasar un rato sin contagiarme nada que traiga consigo de la calle. Recuerdo con una sonrisa en la cara que hasta mis viejos estaban hartos de usarlo y muchas veces se lo sacaban y lo usaba yo para que ellos puedan descansar un rato. Estábamos faltándole el respeto a los códigos de seguridad, pero qué querés que te diga... Dios estaba con nosotros hasta en esos pequeños detalles. Nos llevaba de su mano. Los días pasaron y empezó a sonar la idea de un pase al Hospital de Pediatría Garrahan. En el Clínicas dieron con el diagnóstico pero no estaban capacitados para tratarlo. Nos dijeron que en el Garrahan estaban los mejores y que allí íbamos a poder hacer un tratamiento concreto. Así fue, unas noches más tarde, estaba de nuevo en la ambulancia camino a una nueva oportunidad. ¿Cabe aclarar? Tampoco pusimos la sirena.

Capítulo 3 — EL GARRAHAN Ahora sí, siento que estoy en casa. Del Garrahan puedo hablar de todo porque recuerdo todo. Si alguna vez estuviste internado podés afirmar conmigo que es una mierda, pero ¿vos sabés que esta etapa la recuerdo contento? Y me animo a contarte un secreto (mientras que no se entere mi vieja): varias veces extrañé esa sala. Tal vez se trate de una mutación rara del síndrome de Estocolmo7. Igual, no me dan ganas de volver, eh, tampoco quedé tan trastornau. Acá fue otra cosa, en el mejor hospital de niños de América Latina, te tratan como el mejor, vos sos realmente importante para ellos, y no les importa de dónde venís, toda América se atiende ahí. Gratis. ¿Dónde la viste? Sólo en Argentina. Política de lado, te cuento que volví a estar en una sala para mi solo. Esta era más chica que la del Clínicas, pero parecía más grande. Toda vidriada, con una ventana a un jardín interno (todas tienen la misma característica) que lo recuerdo como un especie de bosque mitológico. Eso era lo que me imaginaba cuando veía la copa de sus árboles. Todo lindo, pero la rutina era la misma. O incluso peor: Te despertaban tempranito para el beso fiel de la aguja de cada día y alguna que otra por la tarde. Lo destacable es que los extraccionistas son cracks con habilidades extrahumanas que hacen que ni sientas el pinchazo. Podríamos decir que es un placer. Aunque no todas las veces, claro. Y al confirmarse el diagnóstico, comenzamos estudios más profundos, o sea, más pinchazos. A esta altura ya nos habíamos acomodado en nuestra nueva casa y acá tengo que hacer menciones muy especiales porque los privilegios que viví aún siguen sorprendiéndome. Es necesario que le dedique los siguientes párrafos.

6 Años más tarde comprendí que fue una de las tantas causas que Dios usó para que pueda crear el ministerio de evangelismo gráfico "comoladrønenlanoche". 7 El síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su captor. Principalmente se debe a que se malinterpreta la ausencia de violencia como un acto de humanidad por parte del agresor. (Wikipedia) Te pongo en contexto: en la sala no había nada. La cama y un sillón para la visita; suficiente. Pero yo tenía todo: Mamá mudó todos los juegos de mesa. Papá me trajo música. Mi primo Esteban me prestó la Play Station (es necesario aclarar que él es más chico que yo y que la tuve toda la estadía y parte de la recuperación. Esteban, no sabés la compañía y distracción que fue para mí). Mi tío Ale consiguió acceso a la terraza para tirar un coaxial desde ahí hasta mi ventana y así tener cable en la tele; lo imagino como un aventurero en tierras inhóspitas, no salgo de mi asombro. El nono paterno y sus revistas El Gráfico... Y así, todo. Y no puedo decir otra cosa que gracias. ¡Muchas gracias! Cada cosa que hicieron por mí la atesoro en mi corazón. Tal vez me olvide de algunas personas, gestos o muestras de amor, pero mi corazón no los olvida. Fueron parte fundamental de mi tratamiento y pronta recuperación. Sin embargo, puedo entender que mi familia me haya tratado así, con tanto amor. También puedo entenderlo de la iglesia, de mis amigos. Sé que no en todos los casos se da, pero es lo esperable. Ahora... yo viví algo muy particular con unas personas que me llenaron de cosas y amor y hasta una lección de vida. Adriana y Horacio, se llaman. No son nada mío, son los tíos de mis primos (uno de ellos es Esteban, el de la Play) pero lo que se portó esta gente con nosotros es, para mi, conmovedor. Adriana me venía a visitar muy seguido; una vez me preguntó qué música me gustaba así su hijo la bajaba de internet y me la grababa para escuchar. No hizo nada de eso, fue directamente a Musimundo (cuando todavía vendía música) ¡y me compró tres cassettes nuevos y originales! Era mucha plata… Horacio, recuerdo, cuando mi abuelo falleció, ese mismo día me llevó a trabajar con él, que era toda una aventura: fuimos a la Plata, viajamos de acá para allá y tuvimos charlas de hombre a hombre que también atesoro en mi corazón. (Después nos llevó a mi hermano y a mí junto a todos los nietos de Alberto a su casa para distraernos y pasarla bien en un momento feo). Juan Martín, uno de sus hijos, me donó su televisión, esa que tenía en su cuarto, para que la pueda tener yo en la sala. Y así puedo seguir, pero una duda me invade: ¡¿se dan cuenta que ustedes son de otro planeta?! Técnicamente no somos nada, pero emocionalmente ustedes son familia más que mucha otra familia. Ustedes son únicos, un ejemplo para mi, un recuerdo imborrable, una caricia al alma en momentos tristes. Muchas veces los recordé con lágrimas de emoción. No exagero. Gracias. Muchas gracias. Ustedes son familia y los amo. Puedo afirmar que todo esto fue así sólo porque Dios estaba conmigo, a mi lado. Recuerdo toda mi enfermedad como si Jesús hubiese estado literalmente a mi lado, siempre. Siento que hasta lo podía tocar. Pero Él se manifiesta de otras maneras. La mayoría de las veces se da a conocer en los pequeños detalles, en la brisa apacible8. Cuando me sacaban sangre, uno de los peores momentos del día, sé que Él era quien guiaba al crack del extraccionista hacia una maniobra de lujo. Sé que fue Él el que le dio el diagnóstico a los médicos y las medidas justas de medicación. Sé que era Él el que conseguía las transfusiones y Él mismo el que hacía que no me dieran reacciones alérgicas graves. Él, estaba. Pero nosotros, también, lo invitábamos todos los días. ¿Recordás el librito que me regaló Hebe? Bueno, en el Clínicas, con la ayuda de mis viejos, empezamos a escribir en una hoja uno de los tres versículos que tocaba para el día y así lo pegábamos en el vidrio de la puerta. Costumbre que emigramos al Garrahan, potenciada. Las hojas llegaron a alcanzar como un metro y medio de largo, llenas de promesas de Dios en el peor momento de mi vida. La diferencia que en el Garrahan, al ser vidriado, podíamos ver cómo los doctores y familiares de otros colegas míos se paraban y leían, asombrados, lo que Dios dice en su Palabra. Claro, porque todos creemos que tiene cosas aburridas y maldiciones para el hombre, pero cuando la empezás a leerla, te das cuenta que es todo lo contrario.

8 Está escrito en 1er Reyes 19. Era un desfile de personas preguntando qué era eso. Y una gran oportunidad para decirles: Dios está al control de todo. Y Dios nos retribuía con lo que necesitábamos: con paz. Estábamos tranquilos, en ningún momento nos invadió la locura, el descontrol o la incertidumbre. Sólo porque Dios estaba al control. Y se lo habíamos dado nosotros. Mientras tanto, los médicos seguían buscando una solución y lo que se barajaba eran dos posibilidades: Trasplante de médula o tratamiento. Al parecer, conseguir un donante de médula ósea es muy difícil. No sé si porque no se le da prensa o si es realmente difícil la compatibilidad. Yo creo que ambas razones. Igual, buscamos. El único de mi familia que me podía donar era mi hermano, no recuerdo bien por qué. Pero sí recuerdo que con el negro no éramos compatibles. En ese momento fue desilusionante, pero con el diario del lunes bajo el brazo puedo decir: ¡gracias a Dios! El trasplante podría haberme ocasionado grandes complicaciones para toda mi vida. Lo ideal era hacer el tratamiento y pedirle a Dios que funcionara. Sino, era salir a buscar urgente una médula compatible. Dicho tratamiento se trataba de una serie de transfusiones de suero de caballo (sí, cosa rara) que no recuerdo ni importa su nombre médico. Parece ser que estos sueros terminan de fulminar la médula con el objetivo de que reviva sola. Y así fue, no más.

Capítulo 4 — SANGRE DE SEMENTAL La idea de tener en mi cuerpo algo tan ajeno como el líquido de un animal era perturbador, pero no era momento para ponerme exquisito. El tema fue la letra chica del contrato: 12 horas diarias durante una semana conectado a una máquina que transfundía el tan necesitado suero. Lo pienso y no puedo creer que haya estado conectado a una máquina tanto tiempo. Tenía 12 años, ¿cómo no pataleé contra todo? Mi abuela Zule diría te la bancaste la piola, y no sé por qué. Tal vez porque no quedaba otra. Tal vez porque esa paz que nos había dado Dios sobrepasaba todo entendimiento. La realidad es que estuve toda una semana despertándome a las 6 de la mañana con el enfermero al lado, preparando la vena, llevándose su muestra de sangre y dejándome con el suero hasta las 18. Me parece tan raro que por momentos pienso que estoy diciendo cualquier cosa. Pero recuerdo que la grilla de la televisión me marcaba el ritmo, y que cuando comenzaban Los Simpson, a las 17, faltaba una hora para que terminara la cosa esa. Ahí empezaba el día. Me recuerda mi mamá que una vez, por diferentes problemas en la máquina, tardó más de la cuenta y se me juntó con la del día siguiente. Qué bueno que lo borré de mi mente. Pero en el mientras tanto viví grandes momentos. Tengo grabado en mi retira situaciones imborrables. El nono viniendo a pasar la tarde con mamá y conmigo, viendo el noticiero, haciéndonos reír a las carcajadas con las noticias. Tenemos una anécdota que no la puedo contar libremente, pero que es realmente brillante y siempre la recordamos. Qué lindo viejo... El nono fue una persona muy difícil, pero yo lo recuerdo con mucho amor. También me dio una lección al ir a visitar a su nieto casi todos los días. Espero que estés disfrutando la eternidad con el Rey de reyes. Te extraño. Maurito... Ya te hablé de él. No es un amigo, es un hermano. Con él solíamos agarrar la bici y pedalear por la ciudad todos los días. Y en mi peor momento eso mismo hizo: agarraba su bici y me venía a visitar por las tardes. Solo. A los 12 años. Una vez vino un día de tormenta, totalmente empapado. El loco una vez me llegó hasta decir: Juan, siempre le pregunté a Dios '¿Por qué le pasó a él y no a mí?'.9 Con el rubio las vivimos todas. Ya no nos vemos tan seguido y tal vez pasan años, pero cuando nos vemos es como si no hubieran pasado. La magia sigue intacta. Gracias por tu verdadera amistad, loco. Mi tío Ale volvió una tarde y me dijo ¿qué música te falta?. Gorillaz, le dije, son nuevos y me encantan. ¿Me comprás el CD? Es blanco, dice Gorillaz y hay un Jeep en la tapa. ¡Claro!, me respondió orgulloso, yo te lo traigo. Al otro día viene sonriente y me dice ¡Tomá! Te lo compré. Abrí la bolsita, ansioso, y lo vi: la tapa era azul y el Jeep no estaba, lo habían cambiado por un mono raro onda astronauta. Tío, ¿estás seguro que es el que te pedí? ¡Tranquilo!, me respondió, este es el que está sonando en las pasarelas. Lo miré, le sonreí como pude y le agradecí. ¿Les confieso? Lo que me costó escuchar ese álbum... Aparentemente habían sacado un segundo CD y yo no lo sabía. Era como un remix muy raro tipo reggae de los temas del primer álbum que era rock alternativo. Lo intenté, le puse lo mejor de mí, lo escuché todo lo que pude pero no hubo caso: era una porquería. Desde ese momento lo guardé en el olvido. Una vez lo encontré, ya más grande, tipo 16, 17 años y lo volví a escuchar. Ay, mamá... ¡Qué disco! Cada vez que me preguntan ¿cuál es el mejor disco que escuchaste? Les contesto Laika Come Home de Gorillaz. Es una obra maestra del dub reggae, busqué y nunca pude encontrar un sonido igual. Tío, en mi biblioteca de iTunes tengo 8.503 canciones. Laika Come Home sigue estando en mi lista de reproducción semanal. Gracias. Y así, todos. Amigos, familiares, compañeros de trabajo de mamá, hermanos de la iglesia. Era un desfile constante. Sumado a todo lo que tenía... daba vergüenza. Nosotros éramos conscientes que muchos chicos internados estaban prácticamente solos con la mamá o el papá. De lugares muy lejanos, del norte, del sur, de todos lados. Y estaban ahí, como podían. Una vez con mamá decidimos regalarles algunos juegos de mesa a nuestros vecinos. Algo teníamos que hacer. No podíamos tener tanto y otros tan poco. Era vergonzoso. Pero me quedo tranquilo que todos leían nuestro cartel de versículos. Todos sabían que adentro de esa habitación no estaba internado Juan Marcos. Estaba internado Jesús y Juan Marcos. Y era eso lo verdaderamente importante: dar a conocer esas palabras de vida eterna. Porque la verdad es que todos podemos decir muchas cosas, pero ¿quién te dice palabras de vida eterna? ¿Quién te puede decir algo verdaderamente trascendente en un momento de enfermedad y muerte? Nosotros sabíamos quién y, con poquito, tratábamos de contarlo. Y así, casi sin darnos cuenta, el tratamiento terminó siendo un éxito. Comencé a tomar un sin fin de pastillas de todos los colores y tamaños para amortiguar la novedad en mi cuerpo y, de a poco, los hemogramas empezaban a mostrar signos de que mi médula ya estaba muerta. La habían terminado de matar con el famoso tratamiento y ahora tenía que revivir, y aparentemente, lo estaba logrando. Así que las transfusiones seguían, y ahora había que ayudar a la médula con inyecciones de Neupogen10, utilizado para aumentar la cantidad de glóbulos blancos. Esta era fea... como

9 Jesús dijo que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Está escrito en Juan 15:13. 10 Neupogen es un factor de crecimiento de glóbulos blancos (factor de estimulación de colonias de granulocitos) y pertenece a un grupo de medicamentos denominados citocinas. Los factores de crecimiento son proteínas que se producen de manera natural en el organismo, pero que también se pueden obtener mediante biotecnología para su uso como medicamentos. Neupogen actúa haciendo que la médula ósea produzca más glóbulos blancos. (Prospecto Neupogen) tenía que darse subcutánea11 dolía el doble. Era muy breve, pero te dejaba viendo estrellitas. El tema es que ya me estaban pinchando por todos lados (¡hasta del empeine me sacaban sangre!) y esta, para colmo, debía darse entre la piel y el músculo. El brazo lo tenía muy cansado, en varias oportunidades cedía músculos de la pierna, pero no resultaba una buena idea. Tal vez sea muy gráfico, pero trato de explicar en detalle la situación para que en los próximos capítulos puedas entender la magnitud del milagro. O simplemente para que me creas si te digo que es el día de hoy que de repente siento pinchazos en mi cuerpo que me recuerdan viejas épocas. La primavera se acercaba y yo seguía ahí adentro. No veía la hora de irme, pero no me quería ir así no más, tenía que irme bien para nunca más volver. Los rumores empezaban a correr y la ansiedad subía. Recuerdo que por esa fecha, mis amigos de la escuela me habían mandado el buzo de egresados junto a una carta escrita por mi compañera Johanna. Fue muy lindo... para mi habían pasado siglos de la última vez que los vi y ese había sido un lindo cariño que siempre recuerdo como el saludo final a la internación. Así pasó: no recuerdo exactamente si fue el mismo día o el siguiente. Pero lo cierto es que el viernes 20 de septiembre de 2002, por la tarde, luego de 38 días ininterrumpidos de pinchazos, sangre, lágrimas, oraciones, visitas y fe, nos daban el alta, junto al saludo y las felicitaciones de todo el cuerpo médico. El tratamiento fue un éxito; los tiempos, milagrosos. Este es un regalo anticipado de navidad, fue lo que le dijo mi doctora a mamá, que estaba, como te imaginarás, feliz. Con la promesa Dios no deja en vergüenza a los que confían en él12 guardada en el bolsillo, saludamos, felicitamos y agradecimos a los doctores, y nos fuimos. Tal fue la marca que Dios dejó en ese lugar, que una doctora me pidió dejarle los carteles de versículos para colgarlo en la recepción del piso. Dios se iba a seguir manifestando con poder y milagros, confianza y esperanza para los chicos enfermos. Dios iba a seguir guiando a los doctores (porque ¿quién mejor que te guíe el que diseñó la máquina?) a diagnósticos certeros y tratamientos exitosos. No lo dudo. El Espíritu de Dios quedó habitando en esa sala de hospital. Y yo recuerdo muchas veces pedirle a Dios teniendo la plena convicción que todas las siguientes familias que pasen por esa habitación, hasta que tiren abajo el hospital, serán sanas y llenas del poder de Dios. No por mí, no por nuestra fe, mucho menos por magia, sino que donde el Espíritu de Dios está, ahí hay libertad13 y donde Él se manifiesta, es tierra santa14. Y así, confiados, sabiendo que Dios no nos trajo hasta acá para volver atrás15, nos fuimos, en la camioneta de mi tío Marcelo, viendo la ciudad como extranjero, recorriendo las treinta cuadras que nos separaban de casa como si fuera la primera vez, como si hubiera salido de prisión, siendo inocente y todo machucado. Cuando llegamos a lo de mi abuela, subí a la terraza y miré hacia el este. Desde ahí se podía ver la cárcel de Caseros, la nueva que era gigante y tenía como veinte pisos. Esa era la referencia que me decía que en frente estaba el hospital y fui consciente de la poca distancia que me separaba.

11 Una inyección subcutánea (SC o subQ) significa que se aplica en el tejido adiposo, justo bajo la piel. (medlineplus.gov) 12 Está escrito en Romanos 10:11. 13 Está escrito en 2da Corintios 3:17. 14 Está escrito en Génesis 28:10-19. 15 Famosa y vieja canción de iglesia basada en la historia de Israel y su posesión de la Tierra Prometida, relatada en la Biblia. Esa noche fue de tranquilidad. Recuerdo estar en mi cama, viendo la tele con una sonrisa. Era libre otra vez y estaba en el lugar que quería estar: casa. Al otro día una nueva primavera empezaba y había que florecer.

Capítulo 5 — HOSPITAL DE DÍA ¿Hay alguna manera de olvidar el Hospital de Día? Es acá donde empieza, tal vez, una de las peores partes de toda la historia. Hospital de Día es el nombre que el Garrahan le da a una sección a la que van los chicos con tratamientos ambulatorios que requieren de un cuidado especial. En mi caso, yo debía ir todos los días al hospital para que me sacaran sangre, ver el hemograma y, en el mejor de los casos, volver a casa hasta el día siguiente. En el peor, que era la mayoría de las veces, nos mandaban al Hospital de Día, lo que significaba algo muy divertido16: transfusiones. Algo te conté antes, yo recibía transfusiones de plaquetas y glóbulos rojos, y para reforzar las defensas, la inyección del Neupogen. Bueno, al principio sabíamos que pasaríamos toda la mañana haciendo los estudios para luego quedarnos parte de la tarde con la transfusión que tocara, pero orábamos pidiéndole a Dios que sea, al menos, de plaquetas. Los glóbulos rojos pasan muy lento y podía estar atado a esa bolsa roja hasta por tres o cuatro horas. En cambio las plaquetas son mucho menos espesas y bajan, con suerte, en media hora y eso significaba un ratito y a casa. Un gol de media cancha. Pero a eso había que sumarle las complicaciones de siempre: que no había cama, que teníamos que esperar en el pasillo, que había pasado la hora del almuerzo, que no me encontraban la vena, que el Benadril17 chorreara por el brazo, que sentía cada gota de los glóbulos rojos entrando a la vena, y que no había con qué darle, el Neupogen seguía doliendo. La verdad que ese hospital es lo mejor que hay y tiene cosas sobresalientes, incomparable. Pero todo lo bueno que tiene, lo tiene de triste. Como te imaginarás, es un desfiladero de pibes enfermos, y no de gripe. Ves de todo todo el tiempo. Cosas muy duras, tristes, sin explicación. Al ser un hospital tan importante vienen de todos lados y hay mucha gente en cada rincón, aunque paradójicamente, reina la soledad. Hospital de Día no era la excepción. Nosotros la pasábamos mal, pero con mamá terminábamos cruzando miradas y diciendo qué afortunados somos. Otros pibes la pasaban mal de verdad y era muy triste. A veces a nosotros nos tocaba glóbulos rojos y salíamos tarde y había pibes que seguían ahí. Otras veces éramos nosotros esos pibes, pero nos subíamos al 133 y llegábamos a casa en 10 minutos. Muchos de

16 Por cierto, eso fue sarcasmo. 17 El clorhidrato de difenhidramina (Benadryl) o Dimedrol es un antihistamínico, sedante e hipnótico, un medicamento anticolinérgico con efectos antimuscarínicos, descubierto como alternativa sintética de la escopolamina. La difenhidramina fue uno de los primeros antihistamínicos conocidos, inventado en 1943 por George Rieveschl. Poco después, en 1946 se comenzó a aprobar su uso comercial2 El medicamento existe con el nombre comercial de Benadryl, producto registrado por Pfizer y como Dimedrol, así como en forma genérica. La difenhidramina bloquea el efecto de la histamina a nivel del receptor transmembranal histamínico H1. El efecto resultante es una reducción de la contracción del músculo liso, haciendo que la difenhidramina sea una opción frecuente en el tratamiento de la rinitis alérgica, urticaria, cinetosis, así como la picadura de insectos. (Wikipedia) esos chicos vivían en la Casa Garrahan18, otros en hoteles, lejos, muy lejos de sus casas y familiares. No encuentro otra palabra, era triste. Y no sabía por qué, pero Dios tenía un trato especial con nosotros. Leyendo su Palabra, tiempo después lo entendí. Tal vez algún día te cuente. Recuerdo que los días que no iba al hospital tenía que inyectarme el Neupogen en la farmacia de Abraham19 que está a cuatro cuadras de casa. Llegar ahí era toda una odisea. Por la falta de glóbulos rojos el oxígeno no recorría mi cuerpo con facilidad y me agitaba muy rápido. Tenía que caminar muy lento. Una vez nos encontramos en el camino a la mamá de Maurito y nos pusimos a charlar. Fue a media cuadra volviendo de la farmacia y yo lo recuerdo como un oasis en el que pude descansar. Esa era nuestra diversión fuera de casa. Yo no tenía permitido salir prácticamente a ningún lado y si lo hacía, tenía que ir con barbijo. El cine o el shopping no eran una opción por la cantidad de gente y las posibles enfermedades que podían tener. Un simple resfrío o unos escasos 37,1º de fiebre significaban volver a internación. No me importaba nada, prefería quedarme en casa y no salir ni a la esquina. Aunque con el barbijo tenía más tolerancia y alguna que otra cosa hacíamos. Como ir a saludar a la iglesia y que se alegraran de verme bien y con vida en un culto que no olvido. Los días los pasaba en lo de mi abuela y eso lo recuerdo con mucho cariño. Como tenía medio supermercado prohibido, la comida era un tema sensible. Recuerdo un plato especial de fideos caseros hechos por Zulema que literalmente no tenían gusto a nada porque ni una pizca de sal tenía permitido, ¡pero qué exquisitos que estaban! Si pudiera pedir algún que otro deseo sobre esta época uno de ellos sin duda sería volver a saborear ese plato. A la escuela ya no podía ir más, de hecho, estábamos finalizando el año y por la cantidad de faltas era imposible retomar. Mi paso por el Schweitzer fue una de las épocas más felices de mi vida. Siempre la recuerdo como tal, y es raro pensarlo así. Tal vez sea porque fue anterior a las tres piñas. Fue una lástima no poder terminar séptimo grado con mis amigos y disfrutar del viaje de egresados. La alternativa, escuela domiciliaria. Un recurso muy común para los chicos que deben estar internados por mucho tiempo. En contraposición, esta etapa la recuerdo como una de las peores. La escuela en casa era fea, aburrida, y siempre terminabas siendo el nerd del aula. Tal es así que fui abanderado en la fiesta de fin de año. ¡Qué espanto de premio!. Así que terminé graduándome en una escuela de ni me acuerdo dónde y con maestras que ni me acuerdo quiénes. Aunque su trabajo fue de gran ayuda, gracias a ellas pude empezar la secundaria al año siguiente (cosa que era toda una incógnita). Mientras tanto mi vieja se las ingeniaba para que hiciera una vida un poco más normal. Por aquellos tiempos frecuentábamos el Club de Amigos ubicado frente al Jardín Japonés. Una de las amigas de mamá, Patricia, iba con su hija todos los fines de semana y varias veces nos invitaban. Nos terminamos enamorando del lugar y pronto nos asociamos. Luego de la internación volvimos, pero claro, no había mucho que podía hacer. Todos los deportes que se hacían ahí los tenía casi prohibidos, imaginate que un golpe podía provocarme heridas internas graves, y ni hablar si me cortaba. Así y todo llevaba mi pelota y mis rollers, sin casco sin nada, a lo macho. Obviamente yo era un inconsciente, pero mi mamá, cuenta, que mientras yo

18 Fundación Garrahan presta especial atención a las necesidades sociales y emocionales de los pacientes y sus familias. Es por ello que, el 25 de marzo de 1997, se inauguró Casa Garrahan para brindar un hogar a los niños, junto a sus madres, que residen a más de 100 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires y se atienden en los hospitales pediátricos Elizalde, Garrahan o Gutiérrez, mientras cumplen tratamientos médicos ambulatorios o esperan diagnósticos de complejas enfermedades que no requieren internación. El "hogar lejos del hogar", con el trabajo de un equipo de profesionales, asistentes y voluntarios, brinda alojamiento alrededor de 1000 niños por año. (fundaciongarrahan.org.ar) 19 Farmacia Social Cobo, famosa en el barrio que en mi familia siempre la llama 'la de Abraham' por su fundador que según entiendo, lo conocían. rolleaba y creía que ellas estaban tomando mate, en realidad estaban atentísimas a mis movimientos y Patricia, con las llaves del auto en la mano, listas por si había que salir corriendo al hospital. Me lo cuentan y no lo puedo creer... Nunca, jamás tuve una caída, un raspón, un golpe. Incluso es muy cómico, a los 25 volví a agarrar los rollers y me pegué un palo que casi termino abajo de un auto. Pero cuando mi mamá decidió que iba a tener una vida normal, Dios estuvo ahí cuidándome para respaldar su fe. Recordar todo esto me hizo pensar, ¿qué haría yo si tuviera un hijo que no puede ni rasparse? Seguramente estaría atrás de él, como una mosca molesta. Pero mi vieja me vuelve a dar una enseñanza de fe. A veces, tenemos que ser un poco inconscientes para que Dios se manifieste. Tenemos que dejar de creernos fuertes para que Él se perfeccione20. Má, tu fe hizo que yo viviera mi tratamiento como si fuera un chico normal, haciendo lo que hacen los chicos sanos. Tu fe hizo que yo esté sano aún sin estarlo y yo lo creí. Ya lo dice la Palabra: Mujer virtuosa, (...) fuerza y honor son su vestidura; y se ríe de lo por venir21. Gracias por enseñarme a confiar sólo en Dios. Desde muy chico, probablemente quinto o sexto grado, sabía cuál iba a ser mi profesión. Al principio quería diseñar autos pero después me empezaron a cautivar las artes gráficas, probablemente influenciado por mi papá en su época de imprentero. Por aquel entonces las Macintosh eran lo más para diseñar (y lo siguen siendo), así que mi mamá se portó (¿cuándo no?) y me compró mi primer Apple Macintosh Quadra 650 del año '92 lista para pasar horas y horas atornillado en la silla, investigando y descubriendo el nuevo mundo de la manzanita multicolor que me desvelaba en mi internación en casa. Se contactó con Juan Figueroa, el diseñador de la imprenta que se la vendió, y vino a darme clases particulares de Photoshop e Illustrator. Los que muchos aprenden en la universidad, yo lo aprendí a los 12 años. Era mi pasión, mi felicidad brotaba de los poros cuando encendía esa computadora. Me hacía olvidar de todo, fue un gran escape ponerme a diseñar camisetas de San Lorenzo y guardar miles de versiones en diskettes con el sueño de llevárselas a Guil22 y que la primera del Ciclón las vista. Por cierto, nunca sucedió, pero cumplió su función. Aún hoy recuerdo esa sensación similar a la adrenalina de encender esa Mac, expectante a un nuevo diseño. Esos fueron los primeros pasos que di en el ambiente de la comunicación visual. Hoy, soy Diseñador Gráfico orgullosamente egresado de la Universidad de Buenos Aires, escribiendo estas líneas en una Mac un poquito más nueva mientras miro el teclado y la motherboard de la Quadra colgados en la pared de mi cuarto como una especie de obra de arte de la ingeniería informática; por lo menos así lo veo yo. Todo este tiempo fue una sorpresa tras otra, un milagro tras otro. Terminé la primaria, empecé a dar mis primeros pasos en el diseño, disfrutaba de los días como cualquier chico de mi edad. Incluso, mi mamá volvió a arriesgar y apostó por llevarnos de vacaciones con mi hermano Pedro y mi abuela a Mar del Plata. No pudo haber salido de otra manera, un éxito y sin problemas. De estar con la muerte en la espalda, a bañarme en la costa atlántica. La historia empezaba a mejorar. Los resultados empezaban a mostrar que mi médula volvía a trabajar muy lentamente ayudada por la casi eterna Ciclosporina23 y su compañero el magnesio

20 Está escrito en 2da Corintios 12:9. 21 Está escrito en Proverbios 31:10 y 25. 22 Alberto Guil, presidente del Club Atlético San Lorenzo de Almagro entre 2001 y 2004. 23 La ciclosporina (DCI) es un fármaco inmunosupresor ampliamente usado en el trasplante de órganos entre dos personas con el objeto de reducir la actividad del sistema inmunitario del paciente y el riesgo de rechazo del órgano. Ha sido estudiada en el trasplante de piel, corazón, riñón, pulmón, páncreas, médula ósea e intestino. La ciclosporina es un péptido no ribosomal cíclico de 11 aminoácidos (undecapéptido) producido por el hongo Tolypocladium inflatum Gams, aislado inicialmente de una muestra de suelo noruego. El efecto inmunosupresor de la ciclosporina fue descubierto el 31 de enero de 1972, por empleados de la empresa farmacéutica Sandoz (ahora Novartis) en Basilea, Suiza, en una (que al principio venían acompañados de un ejército de pastillas multicolores). Eso hizo que las visitas ambulatorias sean más esporádicas: tres veces por semana, luego una, cada quince días, y finalmente una vez por mes. Las transfusiones quedaron atrás y lo único que debía hacer era tragar la pastillita.

Capítulo 6 — TIEMPOS DE SILENCIO Sólo pasaron unos meses y arranqué la secundaria. No sé cómo lo logré pero en marzo estaba sentado en ECEA24 empezando una nueva etapa y dejando atrás el peor año de mi vida. Nuevas personas y nuevas amistades. Nuevo tiempo, todo era nuevo. Mi personalidad empezó a formarse, mi preocupaciones cambiaron y de a poco el pasado se vio avasallado por la adolescencia. Muchos sabían que tuve una enfermedad y que estuve internado, pero pocos conocían los detalles. Nunca pude contarlo muy abiertamente, y no era vergüenza, siempre fui callado y hablaba lo necesario. Hasta el día de hoy guardo algunas características similares. Si no me preguntabas, no te contaba. Recuerdo que recién a partir de tercer año pude sentirme cómodo en la escuela sabiendo que tenía amistades. Ahora que me lo pongo a pensar, siempre me critiqué por haber sido introspectivo en ese tiempo, pero escribir todo esto me hizo dar cuenta que venía de un tiempo complicado y salí como pude. Bastante bien, de hecho. La adolescencia es un tiempo complicado, vivís en una nube y perdés la perspectiva de ciertas cosas. Es lo normal y así debe ser, pero yo tenía una batalla que continuaba y la tenía guardada en un cajón. La comodidad empezó a ganar terreno y en el cajón cada vez guardaba más cosas. El tiempo pasaba y yo seguía igual. Los glóbulos rojos y blancos empezaron a ser mi fuerte y siempre estaban óptimos. Las plaquetas, todo lo contrario. Parecía que la médula funcionaba

prueba de tamizaje de inmunosupresión diseñado e implementado por Hartmann F. Stähelin. El uso de la ciclosporina fue posteriormente aprobado en 1983. Además de la medicina de trasplantes, la ciclosporina se usa también en la psoriasis y dermatitis atópica e infrecuentemente en la artritis reumatoide y enfermedades relacionadas, aunque sólo en los casos más severos. Ha sido investigada para el uso en muchos otras enfermedades autoinmunes. La ciclosporina también ha sido usada como coadyuvante en el tratamiento de la colitis ulcerosa que no responden al tratamiento esteroidal. Este fármaco también se usa para el tratamiento de la uveítis posterior o intermedia de etiología no infecciosa. La ciclosporina A ha sido investigada como posible agente neuroprotector en condiciones como accidente cerebrovascular, y ha sido visto en experimentos animales para reducir el daño cerebral asociado con traumatismos. La ciclosporina A bloquea la formación del poro de transición de la permeabilidad mitocondrial, el cual se ha relacionado como responsable de gran parte del daño asociado con traumatismos craneales y enfermedades neurodegenerativas. El fármaco es comercializada por Novartis bajo la marca comercial Sandimmun, la fórmula original, y Sandimmun Neoral para las nuevas formulaciones en microemulsión. Las presentaciones genéricas han sido comercializadas bajo varias marcas como Cicloral (Sandoz/Hexal) y Gengraf (Abbott). Desde el 2002 una emulsión tópica de ciclosporina para el tratamiento de la queratoconjuntivitis seca ha sido comercializada bajo la marca comercial Restasis. Las ventas anuales de ciclosporina bordean al $1 billón (US$1000 millones). (Wikipedia) 24 Escuela Cristiana Evangélica Argentina bien pero le faltaba un empujón. Siempre ahí, 50.000 plaquetas, 30.000, vuelta a 40.000 y así todos los meses. Siempre al límite. . La dosis que tomaba empezaba a ser cada vez más baja hasta llegar a los 10 miligramos de Ciclosporina por dosis, cosa que no resultó y al poco tiempo volví a tomar 25 mg que se mantuvo hasta el final. Los descensos siempre debían hacerse de forma esporádica para que la médula no se descontrole, cada tres o seis meses. Mi doctora me repetía hasta el cansancio los medicamentos no se sacan de un día para el otro, tenemos que ayudar a la médula de a poco. Incluso hay una alta probabilidad de que tomes los medicamentos de por vida. Y... eso no me gustaba nada, pero lo vuelvo a repetir, estaba cómodo. A la una del mediodía sonaba la alarma del celular y tomaba mi primera dosis de Ciclosporina y a la una de la mañana sonaba la segunda y al buche. Ni me tenía que acordar, la alarma me avisaba y seguía mi vida. Así todos los días. Era súper organizado, no hacía tonterías y siempre respeté lo que mi doctora me decía. Y si me salteaba una toma, no pasaba nada. No corría ningún riesgo. Era una etapa light. Incluso, varias veces me dijeron vos tenés que declarar sanidad en tu cuerpo y dejar de tomar los medicamentos. ¡Pero qué equivocación! Yo siempre respondía no, yo voy a seguir haciéndole caso a mi doctora hasta que Dios diga lo contrario. Claro que tenía ganas de no tomar más medicamentos, pero si yo los dejaba era deshacer años de tratamiento para abrir una caja de Pandora. No hace falta que yo lo crea para afirmar que Dios es un Dios de orden y nosotros mostramos fidelidad en la obediencia. Si Dios te pone en una situación en la que no te queda otra que tomar medicamentos, hacelo.25 No se discute. Pero siempre orando por el milagro, por la sanidad completa, porque Dios nos quiere sanos a todos. Bueno, la teoría la tenía toda y muy clara. Pero a veces no basta con creer que Dios quiere, hay que pelear y buscar la bendición.26 Literalmente mi oración era antes de irme a dormir un mediocre Señor, te pido que me saques los remedios. Amén. Como te decía, la vida marchaba bien, tomar los remedios era cómodo y las visitas al hospital, una vez por mes, me permitían faltar a clase los viernes y disfrutar de fines de semanas largos. ¿Acaso no disfrutaba más beneficios que obligaciones? Eran tiempos de silencio alrededor de mi salud. Yo no le hablaba mucho a Dios y Él, en consecuencia, no me contaba sus planes al respecto. Como una especie de tregua. Los años pasaban, las plaquetas seguían fluctuantes. El silencio era la norma, y la comodidad, lo primordial. Recuerdo a mi viejo encararme y decirme Marcos, tu mamá y yo ya oramos mucho por vos, es tiempo de que vos empieces a orar por vos mismo. Dios quiere escuchar tu oración, no la nuestra. Si realmente querés dejar los medicamentos vas a tener que pelear, sos bastante grandecito ya. Viejo, nunca me voy a olvidar tus palabras. Yo ya lo sabía, la tenía clara, pero no sé qué pasaba. Necesitaba un cachetazo de amor de parte de Dios. Y pronto lo iba a recibir.

Capítulo 7 — MUCHA BARBA PARA EL GARRAHAN La primera vez que lloré frente a mi doctora fue a los 21 años. No fue por un pinchazo ni por un mal resultado. Fueron sus palabras: Juan, ya no podés seguir viniendo al Garrahan, vamos a empezar a buscar la derivación.

25 Esta idea puede extrapolarse a cualquier situación de la vida, no solamente a la salud. 26 Está escrito en Génesis 32:22-32. Gabriela fue quien llevó mi historia clínica bajo el brazo desde mi primer día en el Garrahan durante nueve años. Yo quería que ella me diera el alta. Yo quería recibir sanidad de Dios bajo sus órdenes. Todo fue una gran desilusión. Sentado en la camilla, lloré, diciéndole a Dios ¡cuánto tiempo perdí, Señor! Nunca te oré como correspondía. Nunca busqué tu sanidad con pasión. ¡Yo sabía lo que tenía que hacer y no lo hice! La búsqueda de otro doctor llevó unas semanas pero pronto encontramos lo que era la mejor opción, obviamente, avalado por mi doctora. No recuerdo el último día ni cómo me despedí de Gabriela, sólo recuerdo esa oración, sentado en su camilla, mirándola a ella mientras me abrazaba mamá. Finalmente me derivó a una eminencia en la hematología que atendía en el Hospital Austral. Nos quedaba muy lejos y la consulta no la cubría la obra social. Nos conocimos con este nuevo doctor, pero todo fue muy corto, habré ido dos o tres veces y pronto vimos conjuntamente las dificultades de seguir por este camino. Otra vez, a buscar la derivación. El hermano de una amiga de mamá trabajaba en hemoterapia pedriátrica del Hospital de Clínicas. Él nos comentó sobre una doctora de allí y su excelencia en el área de hematología en adultos. Con estos datos y su nombre fuimos a mi nuevo doctor y nos dio su visto bueno coincidiendo que era una gran profesional y que iba a estar en buenas manos. Así fue. Casi diez años después volvía al Clínicas para pisar, sin que yo lo supiera, la Tierra Prometida.

Capítulo 8 — SANGRE DE CORDERO Todo lo que te conté en el capítulo anterior pasó entre el 2011 y el 2012. A finales del 2011 tuve mi primera derivación al Austral y a mediados del 2012, volví al Clínicas. Ahora sí. Este fue el año más importante de mi vida. Ahora te voy a poder contar cómo conocí verdaderamente a Dios y cómo me sanó. ¿Te acordás que te conté que mi papá me dijo Juan, tenés que dejarte de joder (en otras palabras) mientras yo esperaba inconscientemente un cachetazo de Dios? Bueno, el cachetazo vino. Fue un domingo de principios del 2012, nos reunimos en la Escuela Bíblica27. Si no me equivoco, era la primera clase del año y el líder de jóvenes era mi pastor y amigo Roberto Boby Bermúdez. No recuerdo cómo estaba yo, ni qué había pasado antes, ni qué hablamos en la clase. Solo recuerdo que a partir de ese domingo no iba a volver a ser el mismo. Literalmente. Finalizando la clase, Boby se paró, puso su mano en mi hombro y le dijo a todos El objetivo de este año, como grupo, es que Juan Marcos se sane. El tiempo se detuvo. Fue un baldazo de agua fría. Fue decir ¿estos pibes van a estar orando por mí cuando ni yo lo hago? ¿Van a orar por mi sanidad cuando a mí no me importa?

27 La Escuela Bíblica o Escuela Dominical, es una actividad que tienen varias iglesias, dónde lo que quieren van a profundizar en la Palabra de Dios con personas de su misma edad. Insisto, no sé que pasó antes, ni después. Sólo recuerdo a Boby decir eso y el mundo se congeló. El Espíritu Santo me tocó, me hizo ver lo que no estaba viendo. Me susurró al oído ¿te das cuenta que te puedo sanar si vos querés? Vos decime, yo te estoy esperando. Fue llegar a casa y decidir dos cosas que nunca antes había decidido y que todo seguidor de Cristo debe hacer: Leer la biblia y orar.28 Arranqué con Génesis y no paré. Arranqué a orar y no paré. Batía records propios de lectura, de oración. Redescubrí una relación con Dios que estaba totalmente alejada de mi realidad. Empecé a ser consciente de que la sanidad no venía de los medicamentos que tomara ni del doctor que me atendiera, esas eran herramientas en las manos de Dios. La sanidad viene de Cristo.29 Yo no tenía que tomar más medicamentos, sino la sangre poderosa del Cordero. Mi medicamento era la sangre de Jesús derramada en la cruz. Y poco a poco, empezaba a beberla.30 Señor, aumentá mis plaquetas. Señor, me tenés que sanar. Señor, vos podés hacer nueva mi médula. Señor, tu palabra dice que por tus llagas fui sanado. Señor, vos venciste la aplasia medular en la cruz. Y así, todos los días. Empecé a descubrir que leer la Biblia era lo más hermoso que podía hacer en el día. Había días que mi espíritu me pedía a gritos leer y leer y marcar y subrayar todo lo que Dios me decía. Leer la Palabra de Dios es una experiencia increíble: Dios te habla, te pega, te acaricia, te enseña, te muestra el futuro y te vuelve loco de amor.31 Es algo tan rico... tan abundante... tan increíblemente trascendente que lo único que le falta es disfrutarlo. Claro que muchas veces no era así, pero fui aprendiendo a hacerlo y ver mi realidad con otros ojos. A veces recuerdo cuán hermosa relación tenía con mi Creador. Yo le hablaba y Él me mostraba. Yo le pedía y Él me respondía. Día a día, desde principio de ese año, mi fe iba creciendo impresionantemente, como nunca.32 Comprendí que no tenía que estar encerrado en mi cuarto para charlar con Dios (aunque era el momento más lindo), o que me tenía que arrodillar o cerrar los ojos; como una clase de método milagroso para la oración que muchas veces lleva a una religiosidad vacía. La vida con Dios es la misma vida de todos los días pero con Jesús acompañándote y siendo tu mejor amigo. ¿Te imaginás al tipo más extraordinario que pisó la tierra, el que sanaba enfermos, que daba de comer a cinco mil personas, que caminaba sobre el agua y hablaba eternidad estando todos los días a tu lado como un amigo? Bueno, esa es la vida del cristiano, es posible y necesaria, y yo empezaba a vivirla. No me transformé en un monje ni me vestí de túnicas largas, simplemente hice un click y ponía mis preocupaciones en manos del Dueño del universo, del Creador del tiempo. Pero sí tengo que decirte que esta nueva forma de relacionarme con Dios empezaba a traer consigo

28 ¿Acaso algo más? 29 Está escrito en Deuteronomio 32:39. 30 No literalmente, claro está. Me refiero a cambiar la manera de pensar y hacer propia la victoria de Cristo en la cruz del Calvario. 31 La respuesta que esperamos está en la Palabra. Las promesas están ahí, hay que ir a buscarlas en lectura y oración. 32 Fue aquí donde comprendí lo que dice Romanos 10:17. situaciones fuera de lo común. Mis pensamientos empezaron a cambiar y mis deseos sobre el futuro de mi salud se iban acomodando como un rompecabezas. La Palabra me iba tirando pistas y yo las iba marcando, no solo en mi biblia, sino en mi corazón. Mi oración dejó de ser la básica y empezaba a tomar la forma que Dios quería que tuviera. Oraba específico, con tiempos, con números, con fe. Y si mi fe no estaba a la altura, repetía la oración hasta que la creyera, y cuando la creía sentía como Dios, sonriendo, asentía con la cabeza. Suena loco... pero ahora me doy cuenta que no era mi locura, era el Espíritu Santo que guiaba mi oración según sus planes. Lo que yo le pedía día tras día no era un invento mío, sino que Dios me estaba mostrando cómo iban a suceder las cosas y yo las traducía en pedidos de oración. Varias veces veía en oración a Jesús crucificado, derramando su sangre, cayendo gota a gota, tocando y sanando mi médula. Lo veía ahí, sufriendo por mí, por mi sanidad. Él se hizo hombre para salvarme y darme vida en abundancia. Y esa vida abundante, sin lugar a dudas, es una vida sana. Ya estaba jugado, tenía que apostarlo todo. Yo apostaba, Él era el crupier y Él mismo era el garante. Y así fue, con nada por perder y todo por ganar hice me mayor y más arriesgada apuesta: Señor, te pido que aumentes mis plaquetas a más de 150.000 y que deje de tomar medicamentos, antes de que termine el año. Esa era la oración: Ser completamente sano antes de que termine el 2012. Lo escribo y parece chiste. ¿A quién se le ocurre ponerle tiempos a Dios? Lo cierto es que como estaba deambulando de hospital en hospital, en el Austral apenas me hicieron uno o dos estudios de sangre para luego materializarse la derivación al Clínicas. Entre una cosa y la otra, pasaron meses sin estudios médicos (acostumbrado a uno por mes, todos los meses) antes de la segunda mitad del año, que fue cuando finalmente empiezo a atenderme con mi nueva doctora en el Clínicas. En ese tiempo, entre el Austral y el Clínicas, es donde mi negociación con Dios se puso interesante. Como venía con pocos estudios en el Austral, el próximo, cerca de fin de año, ya sería en el Clínicas y para mí era un estudio clave. Ese estudio tenía que salir perfecto. Era ahí el momento donde tenía que manifestarse en mi vida el poder extremo de Dios. Así que mi oración seguía siendo la misma: en el próximo estudio y antes de fin de año tenía que ser sano por completo. Pasé por varias etapas en mi relación con Dios. A veces me confrontaba con Él como Ana, la mujer estéril que le pedía que la mire y se acuerde de su aflicción33, y otras tomaba una postura de pelea por la bendición como Jacob y el Ángel34. Siempre con respeto, sabiendo que debía hallar gracia en sus ojos pero que Él me quiere sano y coheredero de sus riquezas en Cristo35. Esto se traducía en un estilo de oración raro: Señor, te pido que tengas misericordia, pero me tenés que sanar... la muerte y resurrección de Jesús me hizo sano. ¡Tenés que sanarme! Vos lo prometiste. Miren, hoy puedo decir que esa oración me salió bien. Pero Dios no tiene el deber de hacer nada si no quiere. Solo tiene el deber de hacer lo que dijo que iba a hacer. Y si Él prometió vida en abundancia, le tiene que dar vida abundante al que cree y vive en su nombre que es sobre todo nombre, el nombre de Jesús. Si vos dijiste que por tus llagas fui sano, entonces ya soy sano (aunque esté enfermo). Si vos dijiste que hacés nuevas todas las cosas, entonces mi médula ya fue hecha nueva (aunque

33 Está escrito en 1er Samuel 1 y 2. 34 Está escrito en Génesis 32:22-32. 35 Está escrito en Romanos 8:17. siga averiada). Ahora tomo esa sanidad que ya fue consumada en la cruz y la hago carne en mi vida. Porque es una promesa y tus promesas son sí y amén en el nombre de Jesús.36 Yo creo que oraba como Dios quería que orara. Pero más allá de las palabras que haya utilizado, no tengo dudas que cada oración fue con fe. Y ya sabemos... la fe mueve montañas. Y yo tenía una grande por mover. Mientras yo oraba, Dios me respondía en su Palabra. Recuerdo muchos pasajes bíblicos que confirmaban mis oraciones y que me mostraban que el milagro y los tiempos que había pedido eran la voluntad de Dios. En Génesis 28:15 Dios empezaba a decirme lo que tenía planeado hacer: Mirá, yo estoy con vos y te voy a cuidar por donde vayas, y te voy a traer de vuelta a esta tierra; porque no te voy a dejar hasta que haya hecho lo que te dije. Génesis 32:26 fue importante para mis batallas espirituales: El Ángel le dijo: Basta, no peleemos más que está por amanecer. Y Jacob le respondió: No te voy a dejar hasta que no me bendigas. Éxodo 3 fue el capítulo de presentación del plan de Dios a mi sanidad: 7Conozco tu angustia 8y vengo para librarte de la mano de esclavitud y sacarte de ahí para llevarte a una tierra buena y hermosa. 12Andá tranquilo porque yo voy con vos, 20pero yo extenderé mi mano y destruiré esa enfermedad con maravillas, y entonces serás libre. Éxodo 6:1, 6 y 7, Dios seguía susurrando sus planes: Estás por ver lo que le haré a esa enfermedad. Yo soy Jehová, yo soy el que te sacará la angustia de la aplasia y de la esclavitud de esos remedios, y te voy a redimir con gran poder, y vas a ser mi pueblo y yo, tu Dios. Éxodo 14:13-14 fue una de las más grandes confirmaciones que recuerdo y el Espíritu Santo la traducía de esta manera: Juan, no tengas miedo, estate firme y observá la salvación que te voy a dar, porque esos remedios que hoy estás tomando, nunca más los vas a tomar. Porque yo peleo por vos, quedate tranquilo. Éxodo 15:26 lo recuerdo cada aniversario de mi sanidad: Si escuchás atentamente la voz de tu Dios, y si hacés lo recto a sus ojos, y obedecés sus mandamientos, ninguna enfermedad que les envié a los egipcios te enviaré a vos, porque yo soy Jehová, tu sanador. En Éxodo 34:10 me dijo: Juan, será una cosa tremenda la que voy a hacer con vos. En Números 21:34 me volvió a animar: No tengas miedo, porque en tus manos te entregué la aplasia medular. En Deuteronomio 1:21, vuelvió a decirme: Yo te entregué la tierra de la sanidad, subí y tomá posición de ella, no tengas miedo. En Deuteronomio 32:39 se mostraba con el poder que lo caracteriza afirmando que mi fe estaba puesta en el único que tiene poder para sanar: Mirá Juan: Yo, Yo Soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir y yo hago vivir, yo hiero y yo sano. No hay nadie que se pueda librar de mi mano.

36 Está escrito en Isaías 53:5 y 2da Corintios 1:20. Estos versículos y muchos más, junto a historias completas que iba leyendo, encaminaban mis pies hacia la victoria. Éstos se debían a mi buscar de Dios y a la lectura que me tocaba cada día. Otros, venían de mensajes, de conocimientos previos o regalados por algún hermano de la iglesia. El clásico Jeremías 33:3 marcaba el ritmo en mi relación con Dios: Si vos clamás a mí, yo te voy a responder y te voy a mostrar cosas grandes y ocultas que jamás imaginaste. 1er Samuel 11:13 seguía mostrando el plan divino: Nada malo va a pasar, todo lo contrario, porque hoy Jehová le dio la salvación a Juan Marcos. Recuerdo que 1ra Pedro 5:7 me lo regaló mi amigo Hernán especialmente por mi enfermedad y me daba tranquilidad: Depositá tu ansiedad en Cristo, porque es Él quien te cuida. El Salmos 30:5 me mostraba como iba a ser ese día soñado y me prometía alegría: Su enojo dura un instante pero su bondad, toda una vida. Si por la noche hubo llanto, ¡por la mañana va a haber gritos de alegría! Juan 16:33 me traía la paz de Cristo que nunca me faltó: En el mundo vas a tener mucha tristeza, pero tranquilo, ¡yo vencí al mundo! Y bien vencido está. Cristo tomó las llaves del infierno y de la muerte para que vos y yo vivamos una vida plena, abundante y tan extraordinaria que trasciende la misma haciéndonos eternos. ¿Qué enfermedad puede contra los hijos de Dios? ¿Qué problema nos puede tener atados en la tristeza? ¿En quién está puesta nuestra confianza? Quien cree que Cristo es el Hijo de Dios y que Él lo resucitó de los muertos es perdonado y hecho hijo; y nada es imposible para el que cree.37 Por esas épocas, cuando viajaba hacia la facultad, recreaba en mis pensamientos lo que yo creía que serían los días más felices que aún tenía por delante, y dos situaciones me llenaban los ojos de lágrimas. En una relataba el gol de la victoria que le daría a San Lorenzo la tan preciada Copa Libertadores. La otra era el momento que mi doctora firmaría mi libertad. Ambas las vivía una y otra vez en mis fantasías, pero una empezaba a tomar fuerza mientras que la otra pasaba al desinterés.38 El día más feliz de mi vida vendría, como no podría ser de otra manera, de la mano de Cristo. Muchas veces recuerdo haber convertido el colectivo en mi cuarto de oración y veía lo que Dios estaba haciendo, y hasta le daba gracias, llorando, sin importar que me vieran, por la sanidad que me iba a regalar. Eso es clave; agradecer de antemano por la bendición que estás pidiendo. Ese acto, sincero, muestra fe y confianza en Dios. Y eso Él lo ve y lo premia. Eso elevaba mi fe al máximo y no me dejaba dudas de que Dios iba a hacer el milagro que yo necesitaba. Era loco, yo tenía la plena convicción de que iba a suceder y lo único que podía hacer era agradecer. Era como ver el futuro y volver al presente totalmente sorprendido diciendo wow... ¡realmente va a suceder! ¡Gracias, Señor!

37 Está escrito en Marcos 9:23.

38 Eventualmente San Lorenzo salió campeón de la Copa Libertadores de América (¿Acaso no fue otro milagro?), lo viví con mi familia y amigos desde la tribuna. Fue una alegría inmensa, pero les puedo asegurar que no sentí nada en comparación con lo que Dios había hecho en mi vida. Hay cosas que dejan de tener valor cuando Dios toca tu vida, porque te das cuenta que lo verdaderamente valioso es Cristo. También había encarado una linda tradición cada vez que tomaba una dosis. Recuerdo que sonaba la alarma, abría el cajón del escritorio de mi trabajo y sonriendo los bendecía diciendo porque sea de las últimas tomas, en el nombre de Jesús. Es importante aclarar que nada de lo que hacía salía de mi intención. Era, sin lugar a dudas, el Espíritu Santo quién ponía en mi corazón el deseo de pasar tiempo con él, el deseo de agradecer, el deseo de vivir por fe. Era Él quien marcaba mis pasos y mostraba el camino. Yo solo había tomado la decisión de vencer la enfermedad tomado de la mano de Cristo, Él se encargaba del resto. Y me atrevo a decir que ni fe hace falta. Cuando decidís tomarte de la mano de Dios y vencer el obstáculo en su nombre, es Él quien te provee de todos los recursos espirituales, emocionales y los que haga falta para que salgas victorioso. Él te llena de fe. Y esto lo digo porque me crucé con muchas personas que me halagaban diciendo pero vos tenés fe, yo no... Loco, conocé a Jesús y creele a Él, porque quien realmente lo conoce no vuelve a dudar de su existencia y la fe viene sola. Para el que cree todo es posible. No te lo puedo explicar mejor, che, pero yo sabía paso a paso qué iba a suceder y así me manejé los últimos días antes del tan esperado estudio. Dios había prometido y fiel es el que prometió39. Llegó diciembre y el tiempo se acababa pero yo estaba con tanta paz... Día estipulado para el hemograma: 12 de diciembre de 2012. El martes 11 me llega una invitación de mis amigos de la iglesia Tomás, el gordo Mauro, Ivi y Nico a comer un asado a una parrilla de Devoto, a la vuelta del shopping. Mi mamá había ido a saludar a su tía Nelly, agarré el auto para salir y la pasé a saludar. Vieja, ¿estás preparada? Mañana me sacan los remedios. Me miró desconcertada, sonrió y sólo atinó a decir Bueno... Puse primera mientras iba pensando Pobre mujer, no tiene ni idea de lo que Dios va a hacer mañana. Llegué a la parrilla, comimos, y entre el último bocado de vacío y el postre pedí un brindis: Muchachos, les pido que brinden conmigo. Hoy a la 1 de la mañana, voy a tomar por última vez los medicamentos. Dios me prometió que mañana me los van a sacar. Después de una breve pero necesaria explicación, alzamos las copas y entre alegría y fe, brindamos.40 Llegué a casa, abrí mi biblia y luego de leerla puse los remedios sobre ella. Me arrodillé, y esperando escuchar la alarma le agradecí a mi Dios por todos esos años que me permitió hacer uso de esos medicamentos que fueron de bendición para mi vida, pero agradeciéndole aún más por esa toma que sería la última en el nombre de Jesús. Tragué, me levanté y me fui a dormir. Mañana me esperaba un gran día.

Capítulo 9 — EL DÍA MÁS FELIZ DE MI VIDA La costumbre era ir junto con mi vieja cada vez que me tocaba médico. Esta no fue la excepción. No tengo muchos recuerdos del viaje, o de la previa al hemograma. Pero yo estaba levitando. Todo lo que iba a pasar, para mí, ya había pasado.

39 Está escrito en Hebreos 10:23. 40 Jamás olvidaré la alegre reacción de mis amigos. En primer lugar, fui a sacarme sangre. Siguiendo con la costumbre de desayunar en algún McDonald's del lugar, detalle que no podía faltar. Charlamos, leímos un poco el diario, hicimos tiempo y volvimos. Nos quedamos en la sala de espera hasta que mi doctora Clelia llamó mi apellido. ¡Carbone! gritó, y yo triunfante me levanté. Era la primera vez que ella iba a ver un hemograma mío. Sabiendo por todo lo que había pasado, habiendo estado en contacto con el médico del Austral y con Gabriela. Ella quería ver cómo estaba funcionando mi médula, pero no tenía la menor idea de la sorpresa que se iba a llevar. Y claro, ella creía que estaba atendiendo a un paciente con aplasia medular. Pasamos a su consultorio, y aguardamos su comentario. Ella es una mujer muy tranquila y se nota que tiene cancha en el rubro. Emana tranquilidad y eso es bueno cuando te toca ser paciente. Con esa entereza, luego de analizar mi hemograma, levantó la mirada y con total confianza nos dijo: Juan, yo aquí veo un hemograma de una persona sana. Tus glóbulos rojos están perfectos, los blancos igual. ¿Las plaquetas? Tenés 162.000. Tu médula está funcionando sola y lo que tomás de medicamentos es un placebo. Suspendemos los medicamentos. No los tomás más. No hay rastros de que hayas tenido aplasia medular. Estás sano. Los gritos de alabanza de mi mamá atravesaron la calma hospitalaria mientras yo asentía con la cabeza, soberbio, sabiendo en quién había creído. ¿Acaso dijo que estaba sano? ¿Acaso dijo que tenía 162.000 plaquetas? ¿Cuánto había pedido yo? ¿Más de 150.000? A ver si entendí bien, ¿no tomo más medicamentos? ¿Pero no era que no se sacan de un día para el otro? Miles de preguntas, una sola respuesta: Jesucristo. Gritá, gozá, abrazate y empezá a llamar a todos, que Cristo hizo el milagro. ¡Estás sano, pibe! La felicidad que empecé a vivir desde ese momento no puedo explicarla. Creo que nunca había conocido la felicidad. ¡Qué linda es la sanidad! ¡Qué lindo es ver cara a cara el poder de Dios! Salimos como pudimos, nos mirábamos y no podíamos creerlo. Mi mamá llamó a su hermana, yo a mi viejo y luego a mi amigo, el gordo Mauro, que me había hecho prometer que sería él el primero en enterarse. Y así fue: Gordo, ¡Dios me sanó! No tomo más medicamentos. Volvimos en el Fiestita hacia el Bajo, disfrutando la hora pico por Córdoba, alabando a Dios en medio del embotellamiento más hermoso que jamás había estado. Hoy, fiesta en casa, toda la familia invitada. Dejen todo y venga volando, que acá esta jugando el nuevo campeón. El mundo se detuvo, no había cosa más importante para mí que disfrutar la victoria que Dios me había regalado y sonreírle a Él por todo lo que había hecho. Llegamos a casa, saludamos a Zule y a Nelly. Todo era una fiesta. Agarramos todos los medicamentos que teníamos en stock, los que estaban en cajas cerradas, y se las llevamos a Gabriela en el Garrahan para los chicos que los necesitaban. Desconcertada nos miraba como dos locos, tratando de calmarnos y de entrar en razón de que podía volver a necesitarlos. Gracias, Doctora, pero Dios me sanó y me prometió que nunca más iba a volver a tomarlos. Y gracias a usted por todo lo que hizo por mí. Saludamos y volvimos a casa a organizar la noche de celebración. Habremos revolucionado Hematología y llevamos más preguntas que respuestas, pero era una noticia que teníamos que contar. Sea como sea, estoy seguro que la única palabra que quedó en el ambiente era Jesús. A la noche vino toda la familia y tiramos la casa por la ventana. Comimos, brindamos, oramos y agradecimos. Dios se había manifestado una vez más en nuestra familia. Y estábamos felices. La noticia empezó a correr, la iglesia se iba enterando del milagro y el domingo pasé a dar el testimonio de lo que Dios había hecho en mi vida. Les conté lo que Dios me había mostrado en ese año, los versículos que me habían fortalecido y la fe que Dios había puesto en mi vida para pisar una muestra de los medicamentos en frente de todos diciendo que nunca más iba a volver a tomarlos en el nombre poderoso de Jesús. No por locura mía ni por soberbia, sino porque Él me lo había prometido. Pero así como prometió y cumplió, también me dijo que pronto iba a probarme nuevamente.

Capítulo 10 — LA DEMANDA Mi relación con el Espíritu Santo era tan dulce, que no solo me mostraba lo que iba a pasar con mi sanidad sino que había preparado mi corazón para uno de los momentos más difíciles que me tocaría vivir. Yo lo llamo La Demanda, para ponerle un poco de picante y algún que otro porcentaje de I.V.A., como diría mi amigo Guille. Entiendo que Dios es un Dios de promesas pero cuando promete y cumple, al tiempo puede volver a demandar lo que entregó. A veces simplemente es una muestra de fe que confirme tu fe primera. Otras es una rendición de cuentas sobre si lo que Él entregó se cuidó como debía con riesgo a desaprobar y perder lo obtenido.41 En mi caso, fueron ambas. Lo interesante es que ya sabía que iba a pasar y cómo debía responder. Un año después de mi sanidad, en febrero del 2014, me tocó hacer un estudio rutinario de hemograma. La cosa es que todo ese tiempo, aunque mi médula andaba bien, las plaquetas habían empezado a decaer significativamente. Había dejado de tomar los medicamentos con el récord de 162.000 plaquetas, pero ese febrero estaban alrededor de las 70.000. Ese día Clelia me sentó y me dijo con mucha paz Juan, las plaquetas están bajando mucho. Lamento decirte que hay que volver a tomar medicamentos. Fue fuerte, me la esperaba y como te decía, Dios había entrenado mi corazón para saber qué responder así que no tuve que hacer mucha memoria para responderle firme y sin titubear Doctora, yo creo en Jesucristo y Él me prometió que los medicamentos no los iba a volver a tomar. Prefiero morirme antes que volver a tomarlos. Sorprendida me miró y respondió Juan, respeto tu decisión, pero dejame hacerte unos estudios más y una punción para ver en detalle cómo está la medula. Hágame todos los estudios que quiera, pero no volveré a tomar medicamentos, le respondí. Ok, la semana que viene hacemos la punción. Ya mismo empezamos con los preparativos, retrucó Clelia. Claro, suena re fácil y sencillo todo esto, pero la opresión espiritual que arrancó en ese minuto fue tremenda. Volvimos a casa y otra vez el Fiestita era espectador de otro embotellamiento en Córdoba, sólo que en esta ocasión reinaban más preguntas que respuestas y un tono de tristeza y desconcierto desolador.

41 Entiendo que Dios busca que respondamos a lo otorgado con la misma altura con la que se lo confrontó por lo pedido. Si Dios hizo el milagro, ¿qué está pasando? Si Dios nos trajo hasta acá, ¿es para volver atrás? Recuerdo estar parado con el auto en la calle Centenera, a metros de Asamblea, mirando el espejo retrovisor izquierdo, esperando a mamá que había ido a comprar pescado para el almuerzo, hablando con Dios Señor, hice lo que me dijiste que tenía que hacer, ahora respondeme vos y respaldá mi fe. Nunca me respondió tan rápido: A los diez minutos llegamos a casa y agarré mi computadora para entrar a Facebook. El primer posteo que veo en las news era el de mi amiga Perla que había subido este versículo y nada más que este versículo: No te acuerdes de las cosas pasadas, ni traigas a memoria las cosas antiguas. He aquí que yo hago algo nuevo; pronto saldrá a luz; ¿no la conocerás? Otra vez abriré caminos en el desierto, y ríos en la soledad. Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. Este pueblo he creado para mí; mis alabanzas publicará. Fue instantáneo. Llamé a mamá y le dije vieja, el Señor acaba de responderme: Isaías 43 del 18 al 21. Me dijo que no me acuerde del pasado porque está haciendo algo nuevo. No te preocupes, Dios está al control y no voy a volver a tomar los medicamentos. Dios había hablado y realmente lo creí con todo mi corazón. Pero a eso le siguieron siete días de los más difíciles que jamás viví. Siempre lo grafico de esta manera: sentía cómo los demonios daban vueltas a mi alrededor. A eso se le llama opresión, que es cuando el mundo de las tinieblas se la agarra con uno y lo tiene de punto. La opresión se siente. Su objetivo es desmoronarte física, mental y emocionalmente para apagar tu fe y tenerte sedado.42 Pero el que estaba conmigo era más fuerte. Esa semana fue de ayuno y oración. Para mí fue realmente difícil mantenerme enfocado en el objetivo. El ayuno me costaba horrores aunque pasaba tiempo con Dios como podía. Recuerdo que le pedí que esté orando a mi amigo Diego, una persona de fe y oración, que al otro día me dijo que el Espíritu Santo le había revelado que la opresión era real, pero que confiara y declarara la sanidad total de mi médula porque estaba todo bajo control. Su esposa Julieta, sin saber nada del tema, me escribió y regaló su Salmo preferido, el 93, dónde dice que Jehová reina43. Esto revolucionó mi fe y me llenó de fuerzas para seguir confiando que Dios estaba al mando. Sin embargo, las huestes del infierno no solo se mueven en el ámbito espiritual, muchas veces se sientan a tomar una cerveza con vos.

42 Cuando sientas eso es porque el Infierno sabe que Dios tiene algo impresionante preparado para vos y no quiere que lo obtengas. Estate atento. 43 Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá. Firme es tu trono desde entonces; Tú eres eternamente. Alzaron los ríos, oh Jehová, Los ríos alzaron su sonido; Alzaron los ríos sus ondas. Jehová en las alturas es más poderoso Que el estruendo de las muchas aguas, Más que las recias ondas del mar. Tus testimonios son muy firmes; La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre. Esa misma noche me encontré con dos grandes amigos en un pub del centro a tomar una pinta. Mi cabeza estaba en otra así que pronto les conté lo que había pasado. Son de esos amigos que me bancan en todas y me conocen tal cual soy. Por eso no dudé en decirles muchachos, tengo malas noticias: mi doctora me dijo que tengo que volver a tomar los remedios pero yo le dije que no, que no iba a hacer eso porque Dios me prometió que nunca más iba a volver a tomarlos, por ese motivo les pido que estén acompañándome en oración porque la semana que viene me hará una punción para ver cómo está mi médula. ¡Qué mala noticia, amigo! Pero te bancamos en oración porque si Dios lo prometió, Él lo va a cumplir, acá tenés a los amigos de Moisés para mantenerte los brazos en alto44, era lo que mi corazón quería escuchar. Pero no fue así. Voy a tratar de ser lo mas amoroso posible porque mucho tiempo después pude comprenderlos y perdonarlos. No escuchar el apoyo de ellos fue muy duro para mí y más en un momento así. Lo que me respondieron no importa, sus puntos de vistas tenían fundamentos de amor pero yo sólo necesitaba que estén orando y me apoyen en una decisión que no solo la había tomado yo, sino que Dios me había dado las fuerzas y las certezas para llevarla a la práctica. Yo creía que todos sabían y entendían las locuras que hablaba con Dios45 no obstante no tenían por qué comprenderlo. El que tenía que estar firme era yo, contarlo con quien correspondía y seguir el paso de mi Dios. Los de afuera son de palo, y muchas veces un palo en la rueda. Soporté escucharlos 10 minutos, dejé la cerveza por la mitad, tiré un par de billetes en la mesa, me levanté totalmente ofendido y me fui incomprendido, dolido y abandonado por mis mejores amigos. Odio ser extremista y está bien si pensás que exagero o que hago mucho espamento,46 tratá de entenderme: estaba viviendo la peor semana de mi vida, perdiendo la batalla más importante que había creído tener resuelta, sintiendo cómo revoloteaban los demonios y necesitado de apoyo emocional y espiritual. En parte, todo esto, me dio más fuerzas para confiar sólo en Dios y sus promesas. Los que tenían que estar, estaban. Y trabajando muy duro: Mis viejos me acompañaron en oración y ayuno fuerte toda esa semana entre tanto yo la luchaba como podía. Tal fue así que mi papá nos comentó que, yirando en el taxi y orando, sintió un viento en la nuca, y al darse cuenta que todas las ventanas estaban cerradas, comprendió que el Espíritu Santo estaba presente y apoyando activamente. Llegó el martes y fuimos con mi mamá y mi papá al Clínicas, llenos de fe y confianza en Dios. Antes de sacarme sangre, oramos y declaramos sanidad completa y rechazo total a los medicamentos que Dios prometió desterrar de mi vida para siempre. Mientras esperaba entrar al quirófano para la punción, nos dieron el hemograma para mostrárselo a Clelia. Nada raro... los glóbulos rojos bien, los blancos también, las plaquetas cerca de las 90.000. Habían aumentado y eso era bueno, pero el desconcierto no nos permitió ver con claridad lo importante. Nos quedamos en silencio, recuerdo estar viendo por la ventana hacia la calle Paraguay cuando mi papá rompe la tranquilidad hospitalaria con un grito revelado por el Espíritu Santo: ¿Subieron más de 10.000 en una semana? ¡Es la primera vez que suben las plaquetas sin la ayuda de la medicación! ¡Es la primera vez que suben con la fuerza de la médula! ¡La médula está trabajando sola!

44 La historia de los brazos y la oración de Moisés está relatada en Éxodo 17:8-16. 45 Si hablar con Dios ya resulta inentendible para mucha gente, imaginate hacerle caso. 46 Como diría mi abuela Nona. Nos miramos y echamos a reír a carcajadas. Era la noticia más linda que habíamos recibido esa semana. Y claro... desde diciembre del 2012, luego de las 162.000, las plaquetas habían decaído poco a poco. El resabio de la medicación bajaba a la par de las plaquetas. Hasta ese día... ¡Y eso era toda una novedad! Era la señal que necesitábamos para entender que sí, efectivamente, Dios había hecho el milagro de la sanidad completa. Feliz y confiado, entré al quirófano, salí a los 15 minutos y charlamos con Clelia: Todo está bien, por ahora no tomes los medicamentos porque las plaquetas subieron y están en niveles óptimos. Los resultados de la punción estarán en unos días, yo los analizaré y cualquier cosa te aviso. Calculo que todo habrá salido bien porque nunca más tuve noticias de esa punción. Lo único que Clelia atina a hacer cada vez que voy a verla por un estudio rutinario es mirar los papeles, menear la cabeza, mirarme confundida y exclamar ¡Creer o reventar! Querida doctora, créalo: Jesús hizo un milagro y usted fue parte. Gracias por dejarse usar por Él. Las plaquetas nunca más bajaron y hoy en día se mantienen en las 150.000. Y, tal como me dijo la persona más confiable del universo, nunca más, desde el martes 12 de diciembre de 2012, volví a tomar una sola pastilla. Y esta es mi certeza: Dios me creó una médula nueva. No son ideas mías, no estoy loco, cualquier cosa agárrensela con Él. Yo no tengo nada que ver si Él dice cosas como las de Apocalipsis 21:5. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Escribilo porque mis palabras son fieles y verdaderas.

Capítulo 11 — LA VIDA PLENA No escribí mi historia para recibir halagos. No escribí para mostrar mi fe ni cuánto creo en Dios porque como te dije al principio, tengo tantas miserias que pensarías que soy un gran y hermoso pedazo de hipócrita. Pero son esas miserias (con las que lucho y me esfuerzo cada día) las que me hacen entender que la gracia de Dios es infinita. Que si a mí me ama así, ¿cómo no te va a amar a vos? Si a mí me sanó, ¿cómo no te va a sanar a vos? Si a mí me salvó, ¿cómo no te va a salvar a vos? Hay una vida esperando a ser vivida. Una vida diferente. Una vida de salud. Una vida que no sabe qué son las derrotas. Una vida que disfruta de las tormentas. Una vida que conoce la paz. Una vida que fue planificada, que no está librada al azar. Una vida que no sabe lo que es la soledad. Una vida feliz, llena de belleza, alegría, gozo. Una vida de victoria. Y esa vida es con Jesús. Es una decisión difícil, no es simple caminar por el camino estrecho y sinuoso mientras todos corren por la autopista haciéndote pito catalán47. Pero así como Dios me prometió sanidad y cumplió, así Él promete la victoria más extraordinaria que el hombre puede obtener, y está al final de ese camino. ¿Difícil?, seguro. ¿Solitario?, jamás; porque Jesús dijo yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.48

47 Pito catalán es el nombre que se da en Argentina y Uruguay al gesto de burla consistente en llevar el pulgar de la mano a la nariz mientras se agitan los otros dedos extendidos. También se puede hacer con las dos manos, uniendo el pulgar de la segunda con el meñique de la primera. 48 Está escrito en Mateo 28:20. Cuando me decían que dejara los medicamentos y declarara en fe mi sanidad, la gente me veía solo. Cuando las enfermeras me decían que era mancito y que debía entrar pateando la puerta, me veían solo. Cuando las visitas, tristes, miraban por la ventana de la habitación, me veían solo. Cuando me dijeron que tenía que volver a tomar los medicamentos, todos me vieron solo. Pero yo no nunca estuve solo, Jesús estaba conmigo. Todo este tiempo fui un espectador de lujo de cuestionamientos, incredulidades y malas intenciones. Las escuché todas: que fue tu mente, que fue el universo, que fue tu fuerza, que lo deseaste tanto que pasó, que vos te lo repetiste tantas veces que tu cuerpo se dio cuenta y entonces bla, bla, bla... Vos ahora conocés mi historia y la podés juzgar como te parezca. Pero si me preguntaras: Juan, ¿realmente creés que Cristo te sanó? Yo te contestaría: No. No lo creo, lo afirmo.

Epílogo — POR QUÉ CREO LO QUE CREO Esto es lo que creo. Prestá atención, tal vez, en el mejor de los casos, te cambie la vida. Sino, seguí leyendo, al menos podrás entender qué cree una persona que cree y nutrirte de una filosofía de vida extremadamente revolucionaria. Todo lo que te voy a contar está basado en la Biblia, la palabra de Dios. El manual de vida que Dios pensó para el hombre. En esto cree un cristiano. En esto creo yo: El ser humano es pecador, lo que significa que es, en esencia, malo. Pecar no es otra cosa que errar al objetivo. Son todas esas cosas que nos lastiman a nosotros mismos, a los demás y, encima, nos separan de Dios. Él no tiene ninguna relación con el pecado porque Dios es puramente bueno. Tan bueno que no puede relacionarse con lo malo. Y nosotros decidimos (y muchas veces a conciencia) ser malos. Sé que, tal vez, estás pensando que vos no sos ni pecador ni mucho menos malo, pero ponete a pensar y sincerate con vos mismo: ¿te acordás cuando lastimaste a esa persona con eso que le dijiste? ¿O cuando mandaste a nacer de nuevo al colectivero que te encerró en Primera Junta? ¿O cuando ocultaste eso que tu esposo no debía ver jamás? Bueno, algunas cosas más otras menos. Algunas son muy evidentes como asesinar a otra persona, otras mucho más insignificantes como no hacer lo correcto cuando sabíamos que debíamos hacerlo. Pero igual de malas. El pecado no nos deja ser como Dios planeó que seamos. Es el gran estorbo a una vida plena. La idea no es lamentarse por lo hecho y llenarse de culpa. Todo lo contrario: es reconocerse humano, pecador, y aceptar el perdón de Dios, que, al fin de cuentas, contra Él y solo contra Él pecamos49. El tema es que no podemos hacer nada para dejar de ser pecadores. Ni siquiera podemos recomponer lo (mal) hecho o lograr algún tipo de solución a este problema que, creeme, es el más grande que tenemos. Ahora, como te decía antes, contra Dios y solo contra Él pecamos. Entonces, si Dios es un Dios tan bueno como dice que es, sería ideal que sea Él quien provea la solución. Exactamente, así fue. En un principio, cuenta la Biblia, la única forma de acceder al perdón divino era mediante el sacrificio de algún animal cuidadosamente elegido. Un ser inocente y sin mancha. La vida de un animal por las maldades de uno. Parece cruel, y claro que lo es, pero la regla numero uno del pecado es la siguiente: Quien peca, debe morir.50 La única solución de mi pecado es que yo muera. Así de crudo. Así de terrible es el pecado. No hay otra forma: la paga del pecado es

49 Está escrito en Salmos 51:4. 50 Está escrito en Ezequiel 18:20. muerte.51 Y si parece exagerado, resta solo detenerse y mirar alrededor: el mundo es un caos producto del pecado. La muerte reina. La muerte de un animal ya no parece tan cruel cuando reemplaza tu propia muerte, ¿no? Eso mismo le pareció a Dios. Nos ama tanto y se vuelve tan loco de amor por relacionarse con nosotros que siempre presenta otra solución para cuidarnos. Ese sacrificio era funcional, pero no desterraba del ser humano toda la carga del pecado. Era una solución momentánea. Es imposible que dejemos de pecar. Está en nosotros, es la pandemia mas grande que existe sobre la tierra desde los principios y hasta el final. No se soluciona con una pastillita. El ser humano necesita una solución permanente, eterna. Debe ser un sacrificio igual de inocente y sin mancha. Pero, para tal meta, perfecto. Ahí entra Jesucristo. El Cordero sin mancha. El sacrificio perfecto. Dios mismo (tratá de visualizarlo), Dios mismo deja el cielo y se hace hombre. El Rey del universo, quien lo creó, el ser más extraordinario que existe lo deja todo por la nada, y decide tomar forma de hombre para estar con vos. El nacimiento de Jesús es el evento más revolucionario y extremo que sucedió en la historia de la humanidad. Finalmente, un inocente capaz de exterminar la maldad del mundo, viene a dar su vida por el culpable. El Inocente por el culpable. El Juez por el asesino. La historia de su nacimiento, vida y obra están relatadas en los Evangelios. Te recomiendo fervientemente que leas cualquiera de ellos (Mateo, Marcos, Lucas o Juan) porque no solo vino a salvar, sino que vino a mostrar cómo se debe vivir. Si estás buscando vivir mejor, tenés que conocer la vida de Jesús. El Creador de la vida sabe cómo vivirla. Su vida es extraordinaria y todo lo que hizo me vuela la cabeza, desde su nacimiento milagroso hasta su vida y muerte, todo en Cristo es fascinante. Luego de mostrarle al mundo cómo se debe vivir52, realizar milagros extraordinarios53, hablar las mejores y más revolucionarias frases54; el Rey del universo entregó su vida en la cruz para vencer definitivamente el pecado y su efecto sobre el mundo. Sin embargo, dicho sacrificio hubiese sido inútil si simplemente Él moría en esa cruz. El sacrificio de Jesús es victorioso porque resucitó, demostrando que Dios es más poderoso, incluso, que la muerte.55 La muerte de Jesús no fue por una traición, ni porque Roma estaba queriendo matarlo desde hacía tiempo, ni porque el infierno conspiró contra Él. La muerte de Jesús fue voluntaria y con un solo objetivo: Que todo el que crea en Él y en su sacrificio reciba el perdón permanente y eterno de pecados.56

51 Está escrito en Romanos 6:23. 52 Poner la otra mejilla, abrigar al desnudo, perdonar las ofensas, amar a tus enemigos, compartir tu pan con el hambriento; para nombrar unas pocas. 53 Si creés que Dios es un Dios aburrido te cuento que el primer milagro que hizo Jesús fue convertir cientos de litros de agua en vino, en un casamiento donde la fiesta debía continuar y se había acabado el alcohol. Cuánta ignorancia hay detrás del conocimiento de Dios, ¿no? 54 Te sorprendería la cantidad de frases que utilizamos comúnmente sin saber que el autor fue Jesús. Te doy un ejemplo: El que busca, encuentra. 55 Miles de ejemplos de que esto no es verso. Mi sanidad es muestra de que Jesús venció la muerte, el pecado y la maldad. Sino, simplemente, jamás me hubiera sanado como leíste que sucedió. 56 Está escrito en Romanos 10:9-13. Esto quiere decir que, quienes creemos en Él y nos arrepentimos de nuestros pecados, somos justificados por su sacrificio57: Yo soy culpable de mi propio pecado pero ya no merezco la muerte porque creo que la sangre que Jesús derramó en la cruz me limpia de todo mal. Finalmente, un sacrificio que sí pudo contra el pecado: Jesucristo. Pero no se termina ahí. Como hablábamos antes, la consecuencia del pecado es la muerte. La Biblia habla de dos tipos de muerte: la física y la espiritual. La muerte física, (imagino que ya sabrás a cuál se refiere) es la que eventualmente todos afrontaremos.58 Aunque no estaba planificado así desde el principio.59 La muerte espiritual se refiere a lo que comúnmente se conoce como ir al Infierno. La Biblia la llama así porque es tan terrible e irremediable como morir dos veces. Una vez escuché esta frase: El Infierno no es otra cosa que lo que el mundo siempre quiso: vivir alejados de Dios. Aunque parezca contradictorio, creo que esa frase resume la bondad de Dios. Él es tan respetuoso y bueno que si incluso decidieras pasar tu eternidad alejado de Él, te lo concedería. Pero es importante comprender que es la decisión más terrible y tonta que podríamos tomar. Muchos creen que el Infierno es un lugar donde hay fuego y el Diablo, contento, reina con un tridente pinchándole los glúteos a los pecadores. Por favor... Es mucho mas tremendo que eso. Yo me lo imagino como un desierto oscuro y frío donde las almas vagan sedientas de Dios, por siempre. Aunque sí coincido que a esas almas se le otorgará lo que siempre desearon: vivir alejadas y desinteresadas de Dios.60 Sin embargo, la muerte y resurrección de Jesucristo presenta una nueva esperanza a este final. La única forma de no pasar una eternidad alejados de Dios es creyendo en lo que Él hizo y vivir sus enseñanzas. En contraparte al Infierno, se nos abre las puertas a la compañía eterna de Jesús: el Cielo. Mucho se ha hablado del Cielo: se dice que tiene calles de oro, un lago de cristal, y es una gran ciudad donde reina la paz, el amor y la felicidad. Sinceramente poco me importa cómo es, sino quién está. Me gusta pensarlo de esta manera: Como una habitación en la casa de mi Salvador, quien me perdonó, sanó y libró de la muerte (literalmente), donde yo soy un huésped especial a quien Él agasaja con las más ricas delicias y ambos disfrutamos de la compañía mutua. De aquí que Cristo recibe el nombre de Salvador: vino a salvarnos de la maldad y la eternidad alejados de Él. Abrió una nueva posibilidad, una nueva esperanza; y está en nuestras manos el poder de decisión. La intensión de escribir este libro es contarte que lo que hizo Jesús no es algo que sólo tiene repercusión en la eternidad (muchos cristianos hablan solo de los beneficios de creer en Jesús para ir al Cielo), sino que la vida eterna, plena y feliz puede comenzar aquí y ahora. Así como Jesús vivió, podemos vivir. Así como Jesús vive en este momento, en la eterna plenitud, así podemos pasar nuestra eternidad si entregamos nuestras vidas a quién la creó.

57 Está escrito en 1 Juan 1:9. 58 Dios creó al hombre para que viva eternamente. La muerte física es otra de las consecuencias del pecado. 59 Está escrito en Génesis 2:17. 60 No es mi intención contradecir las características detalladas en la Biblia y descriptas por el mismo Jesús, solo que creo, personalmente, que son descripciones gráficas de lo terrible que es vivir eternamente alejado de Dios. Si creés, olvidate del castigo y enfocate en el premio. Jesús es el premio más hermoso que un ser humano puede tener. Y es un premio gratis, para todos y sin límites de edad. No importa cuán terribles cosas hayas hecho, la sangre de Jesús borra el pecado de tu vida para siempre. Dice la Biblia que quien cree en Jesucristo y pide perdón por sus pecados, se convierte en hijo de Dios.61 Ahora es una nueva criatura; las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas62 porque el Espíritu Santo vive en él para guiarlo y saber qué camino tomar63. La vida eterna la tiene asegurada y no será condenado, sino que pasó de muerte a vida,64 porque su nombre está escrito en el Libro de la Vida65 para recibir el lugar que Jesús le preparó en el Cielo.66 Y si aún no sabés cómo hacerlo, aquí la forma: Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. — Romanos 10:9-13. Creé, no lo dudes más. No digas mañana veo, porque no sabemos qué va a pasar en 5 minutos. Sin más, desde hoy, una eternidad nos espera. Que sea tomados de la mano de Jesús.

Contacto Sería una alegría conocerte y saber qué te dijo Dios a través de mi historia. Si necesitás sanidad, ayuda espiritual o simplemente querés tomar un café conmigo, escribime a mi Instagram (@carbonejuanm) o a [email protected] Gracias por leerme.

Creé en Jesucristo y serás salvo. Hechos 16:31

61 Está escrito Juan 1:12. 62 Está escrito en 2da Corintios 5:17. 63 Está escrito en Romanos 8:14. 64 Está escrito en Juan 5:24. 65 Está escrito en Lucas 10:20. 66 Está escrito en Juan 14:2.