Miguel Obregón Lizano” Del Sistema Nacional De Bibliotecas Del Ministerio De Cultura Y Juventud, Costa Rica
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Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. EUCLIDES CHACON MENDEZ CPublicélciones del 9nslilulo de 9Ilajuela. 1940 Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. El Profesor don Euclides Chacón El Instituto de . Ilajuela asP ira a {Jroleger y divulgar, con la mar or ((/nplitud posihle, la obra lJ ersonal de sus profesores. Entiende que éstos no !JO drían animal' S il trabajo cotidiano sin el desarrollo del es fuer:;o !¡ ersonal que los refllll eva en un fervoroso entllsiasm o creador. Por esto he solicitado la cooperación de todos para servirnos de la imprenta, publicando los trabajos inéditos que sp enmohecen en sus gavetas r [Jrodu ciendo el necesario estínwlo con el fin de que se reda cten nuevos libros. El plantel cuenta no sólo con el talento r úuena volulltad de los {Jr ofesores, sino ademlÍs, con el de la jun/a que administra tan adlllirable m ente, sus fondos. El l/ tedio, {JO r tanto, l/ O {m ede se r I/I ejor ; .Y mal haría :yo si lo m e/1 os/J/'ecirr{'(/ con la indife rencia de estilo CO Il que ciertos educadores se oh'idan de las flores denlro de S il proPio huerto. Publica ahora el Institulo esta novela del Profesor don Euclides Chacón, hijo de UII escritor distinguido J' escritor él ,mism o, de verdad, no sólo 1JO rque mueva la pluma con aLguna frecu encia sobre las cuartillas.' también por la galanura con que talla las frases)' acabala el símbolo de las imágenes. Hay estilos planos, sin relieve al o'ullo, que discurren im/Jerce /Jtiblem ente a los ojos del lector. IlS figuras se alínean , ayunas de m ovim ientos valerosos o ines perados, dentro del O!'clen inofensivo del sentido común. Pueden ser y son muchas veces, cultos y co rrectos, Y pertenecen, en un gran número de casos, a eruditos de rellOlnbre o a personalidades o'lorificadas en vastas comarcas. in embargo, el 'a rtista se da cuenta ,nás o m enos clara, de su falta de vali miento espiritual porque no encuentra en ellos la am bición del volumen capa= de erauirse en el valeroso ornamento de los relie ves. El adjetivo recargado e inútil r la digresión bastarda son -proPios de lo s estilos aném,icos r 1Jlanos como las tablas. La sobriedad del -p eríodo, aledaíia a la robuste= del verbo, contrasta dolOrosamente con ellos. El de dOIl Ell clides Chacón pertenece, sin duda alguna, a la (' (l tegoría de los m ejores sin necesidad de originarse en la m esa del engorroso erudito o del literato de clarinada que -p uebla las urbes del continente american o. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. u prosa es robusta :Y sólida; su frase , sintética. Ha sido / plnborada más 1Jara sugerir que para aliviar las imaginaciones . pere::;osas de los lectores. En el caso de esta pequeña novela, también subyuga, adem.ás de la palabra sazona y seria el motivo que exPlica con ella. Enredo aut6ctono en qU,lJ los primitivos Lpobúulbres de América meditan, sienten y desean con toda la peculiaridad de su ra::;a. Un soplo de misticisllw antiduo, lleno de m eúmcoLía, pasa sobre la f(LUna y la flora de esta novela, lUlciéndonos recordar que el indio fué capa::; de arrebatados y exóticos deliquios del espíritu. El ambiente en qLie lo coloca el '(Lutor no sóLo nos interesa: además nos conmueve y nos hace pensar en la cultura -pretérita de La Atlántida. o sería posible pensar, sentir y querer de este modo, sin el antecedente milagroso de una edad que nos indujera, por no sé qué concatenación de hechos a reali:::arLo así. El autor ha conseguido ese ejecto artístico no sólo iJo r el camino de su disciplina hist6rica. sino además por conducto de Sil poder intuitivo. r esto a pesar de las influencias de otras obras ¡{málodas que le sirvieron para acomodar las aristas de la sura. Tal fenómeno revela que el Profesor Chacón se mueve con facili dad, más allá de los documentos, en los caprichosos planos de la belle~l. r es es la particularidad la qlle Le trasmite a las páginas que escribe, su pallzos ,'ital, su enlllsiasl1w y su gloria. Ha'}" otro as/Jecto magnífico en la vida de este hombre: Sil sinceridad en la cátedra. abe lo que dice. Y por ello siente lo que habla y trasmite, sin mayores obstáculos, lo que 1Jretende enseíi.ar a los jóvenes. II franque::;a, su entusiasmo, su desinterés, 'su afán de servicio, su aleo'ría, lo ponen al servicio del Instituto. que es su taller de lf'abajo J' su casa de recreo. 'o se limita a e.cplicar su materia: quiere hacer de sus alumnos hOlnbres bueno' y de su colegio, un jardín . .Yo es raro que le veáis ayudando a sus compaíieros en el desem.pello de los más diversos oficios. El clímax de la bondad que lo impulsa a actuar, encuadra perfecta mente, con los propósitos creadores del Instituto. l ome lo podría imadinar mintiendo o escamoteando la verdad. Es para decirlo en breves -palabras, un profesor vocacional, un escritor robusto r un hombre. Abrid las páginas del libro para que empecéis a aquilatar su obra, con el dusto r el fervor C01l que la prologo lleno de es peran:::a y de fe. Moisés VI CE ZI. Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. Un Grito en la Oscuridad Bajo el Sol del trópico el bosque dormía su siesta amodorrado por el calor. Por doquiera el silencio, la imponente quietud de las cosas inanimadas. Acogido al sosiego de las frondas el aire parecía dormido también. En la espesura, sudorosa y sedienta, se perdía la suave luz que filtraban los altos ramajes. Sobre el suelo pantanoso las hojas amarillas formaban gruesa alfom bra bajo la cual acechaban los miasmas palúdicos. Los musgos cubrían los grandes troncos sobre los que res balaba,. en abultadas gotas, la excesiva transpiración tropical, y en lo alto, anidadas en las primeras ramas, las orquídeas. De Occidente, casi apagado por la distancia, lle gaba el eco del mar. Nicoya, maravilloso golfo cruzado por los bongos chorotegas, escenario de una raza hoy casi extinguida, pero que en la época que narramos era una fuerte nación, se adivinaba más allá de la selva, tranquilo y acariciador sobre las playas de Chira, Ca choa, Pocosí y las otras islas que jalonan el litoral nicoyano. Horas antes Vara, tipo perfecto de la moza eh oro tega, hij a de Kaurki, señor de Nicoya, había atravesado ese golfo camino del valle de Coyoche, codiciosa de su abundante cacería. Por su temperamento aventurero y audaz, su destreza en el manejo del arco y habilidad para armar trampas a las bestias, había ganado fama -7- Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. de amazona entre las mujeres de su tribu. Además, heredera de un extenso y rico señorío, Vara, que apenas rozaba la edad en que acaba la niña y e inicia, con inquietante pujanza, la mujer, era preciada como la má hermosa, con lo cual no desmentía la fama que tenían las nicoyanas de ser las más linda mujere de entre las tribus que poblaban nuestro país. Un viejo tronco caído, cubierto de hierba y pró• ximo a un riachuelo que a duras penas e abría paso por entre las raíce y piedras, brindó a la fatigada muchacha muelle asiento. Mientras repo aba, el hilo d agua, fluía a sus pies y de vez en cuando lo alpi caba con frescas gotas y blancas motas de espuma. Sin embargo, Vara no parecía advertir la caricia sil enciosa del arroyo. A su rostro un tanto bronceado asomaba la inquietud. Algo debía preocuparla pues a cada mo mento fijaba sus ojos en el sendero que la había llevado hasta ahí, como interrogando a la soledad. ¿ Cuánto tiempo permaneció así? No podría decirlo ni ella misma. La moza, como buena cazadora, no era impaciente, pero esperaba con gran desaso iego. Al rato se incorporó tratando de localizar la posi ción del Sol a travé de la tupidas copa y calcular el tiempo. Débil rayo solar, que bañaba u luz en el arroyo, le sirvió de guía. Al estirar u cuerpo en el que aun no había madurado el desarrollo, su carne oscura y fina brilló en la plenitud de su virgini dad. En este instante Vara parecía la corporización de un ser divino, habitante inmaterial del bosque, que no la bella nicoyana de carne y hueso frágiles. La selva, dormida bajo el sopor del trópico, permaneció extraña al encanto que emanaba de la caza dora indígena. - i Se acerca la noche! Vara no siente miedo; pero una noche sin luna no trae nada bueno-se dijo la - 8 - • Este documento es propiedad de la Biblioteca Nacional “Miguel Obregón Lizano” del Sistema Nacional de Bibliotecas del Ministerio de Cultura y Juventud, Costa Rica. muchacha. Calló un instante mientra lejanía de los árbole . - ¡ Es extraño! Cuando la piragua alcanzó 1 Vara fue la primera en saltar e internarse en el ¿ Por qué no la siguió ning uno? La loma, el ba el ll ano, todo quedó atrás, y Copey, el fiel er -.