De Caupolicán a Rubén Darío
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Miguel Ángel Auladell Pérez Profesor titular E.U. de literatura española de la Universidad de Ali- cante. Su actividad docente e in- vestigadora se ha centrado princi- palmente en la literatura española del siglo XVII y de la época de Fin de Siglo. Ha formado parte de va- rios proyectos de investigación, tanto de financiación pública como privada. Ha participado en nume- rosos congresos nacionales e inter- nacionales de su especialidad y ha DE CAUPOLICÁN A RUBÉN DARÍO publicado artículos sobre diversos MIGUEL ÁNGEL AULADELL PÉREZ escritores barrocos (Liñán y Verdu- go, Lope de Vega, Ruiz de Alarcón, Calderón) y finiseculares (Rubén Darío, Azorín). Es autor de la mo- nografía titulada La 'Guía y avisos de forasteros que vienen a la Cor te ' del Ldo. Antonio Liñán y Verdu go en su contexto literario y editor Rubén Darío publicó su conocido «Cau- Se ha repetido hasta la saciedad que Rubén del Ensayo bio-bibliográfico de es critores de Alicante y su provincia policán» en el diario santiaguino La Época el habría introducido nuevos textos en^lz^L. pa- de Manuel Rico García. Asimismo, 11 de noviembre de 1888. Bajo el título de «El ra tratar de paliar en lo posible la acusación de ha editado una Antología de poesía y prosa de Rubén Darío. Actual- Toqui», venía acompañado de otros dos sone- «galicismo mental» que le había propinado mente, dirige la edición digital de tos, «Chinampa» y «El sueño del Inca», agru- Juan Valera en dos de sus Cartas americanas di- la obra de Lope de Vega en la Bi- blioteca Virtual Cervantes. pados con el nombre de «Sonetos America- rigidas al nicaragüense. Esos nuevos textos ca- nos»1. Si bien no apareció en la edición de minarían por senderos estéticos no tan marca- Azul... publicada en Valparaíso en julio de ese damente parnasianos ni decadentes, dejarían a 1 mismo año, fue incluido después en la edición un lado lo versallesco e, incluso, acogerían al- Junto con el titulado «Lastarria», de Guatemala de 1890 junto con otros poemas se trataba de los primeros cuatro gún motivo americano, tal el caso de «Caupo- sonetos alejandrinos de su autor. más. Tal y como apareció en la misma, lo re- licán». La cuestión es que se añade un reduci- El propio Rubén en El viaje a Ni produzco a continuación: do número de poemas, la mayor parte sonetos, caragua e historia de mis libros y que, excepto los «Medallones» referidos al (Madrid, Mundo Latino, [1919], pág. 203) Historia de mis libros CAUPOLICÁN estadounidense Walt Whitman, al cubano José (pág. 203) afirma que el soneto Joaquín Palma y al mexicano Salvador Díaz «Caupolicán» «inició la entrada 2 Mirón, el resto está referido a parnasianos fran- del soneto alejandrino a la fran á Henrique Hernández Miyares cesa en nuestra lengua -al me ceses (Leconte de Lisie y Canille Mendés) o a nos según mi conocimiento-». Es Es algo formidable que vio la vieja raza: motivos típicos del Parnaso como, por ejem- interesante apuntar el hecho de plo, las diversas ambientaciones exóticas que Robusto tronco de árbol al hombro de un campeón que José Victorino Lastarria presentan «Venus» y «De invierno». Todo ello, (1817-1888), considerado como Salvaje y aguerrido, cuya fornida maza sin olvidar el poema titulado «A un poeta», de el padre de la novela chilena, Blandiera el brazo de Hércules, ó el brazo de Sansón. había publicado en 1 844 Inves marcada ascendencia romántica, que vaticina tigaciones sobre la influencia so uno de los temas más tratados por Rubén, el cial de la conquista y sistema co Por casco sus cabellos, su pecho por coraza, lonial de los españoles en Chile. Pudiera tal guerrero, de Aráuco en la región, del poeta y la poesía. Según Carmen Ruiz Ba- Lancero de los bosques, Nemrod que todo caza, rrionuevo, se trataría de un «loco afanar» que describe bastante bien lo que constituyó la re- Enrique Hernández Miyares Desjarretar un toro, ó estrangular un león. (Santiago de Cuba, 1839-1914) flexión poética de Darío desde su época juve- fue redactor de varios periódicos nil. Subraya la catedrática de Salamanca que, Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día, y llegó a dirigir La joven Cuba en frente a los que sostienen la tesis del collage re- donde publicaron importantes Le vio la tarde pálida, le vio la noche fría, sultante al aparecer la segunda edición de poetas como, por ejemplo, Da Y siempre el tronco de árbol á cuestas del titán. río. También fue director de La Azul..., Rubén Darío habría llevado a cabo un Habana Elegante desde el inicio incremento estéticamente intencionado: «Más de 1888 hasta su desaparición «¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida casta. bien, parece que superando el origen disperso en 1896. Anduvo, anduvo, anduvo. La Aurora dijo: «Basta.» de la publicación de muchos de sus títulos en E irguióse la alta frente del gran Caupolicán. periódicos, resulta un libro cuidadosamente Carmen Ruiz Barrionuevo, «'En engarzado, en el filo de un abismo que enton- su loco afanar la mente mía': de ces hubo de ser difícil de captar, porque la uni- Epístolas y poemas a Prosas raros' y 'Prosas profanas', Sa profanas», en Alfonso García lamanca, Secretariado de Pu dad venía ofrecida por los procedimientos, y 3 De Caupolicán a Rubén Darío Morales (ecf.), Rubén Darío. Es blicaciones de la Universidad éstos eran de una extrema novedad» . MIGUEL Á. AULADELL PÉREZ tudios en el centenario de los de Sevilla, 1998, pág. 26. Por otra parte, de la primera edición de poeta impidió la inclusión de aquella Azul... (1888) a la segunda (1890), la sensibili- dedicatoria de la «enredadera de dad de Rubén Darío le hace reparar en la his- campánulas», y ello teniendo presen- toria del país que le acoge en ese momento. La te que aún faltaría bastante tiempo, etapa chilena del autor está protagonizada por hasta llegar el año 1899, para quejó- su relación con su apreciado Gilbert, pseudó- se Enrique Rodó dedicara un artícu- nimo de Pedro Balmaceda Toro, hijo del en- lo a su figura que albergaría la famo- tonces Presidente de la República, al que el sa especie que sacada de su contexto poeta dedicó su Canto épico a las glorias de hizo tanta fortuna enseguida: «Ru- Chile. Al igual que ocurre con Buenos Aires bén Darío no es el poeta de Améri- -una de las siguientes etapas biográficas-, el ca». caso de Santiago de Chile es en aquel mo- Prueba, sin embargo, del ingre- mento el de esas ciudades emergentes que ven diente americano que Rubén Darío constituirse una pequeña burguesía que va acoge a lo largo de toda su produc- protagonizando la vida urbana, que asiste a un ción es precisamente el soneto titu- relativo progreso económico y que le acerca lado primero «El Toqui» y más tar- más a la cotidianeidad de algunas urbes euro- de «Caupolicán», en que se sintetiza peas que a los inmensos territorios que les cir- uno de los más conocidos episodios Caupolicán. cundan. También en cuanto a las corrientes es- protagonizados por ese guerrero téticas es determinante ese paulatino cambio araucano y que al tiempo constituye una pie- social. El caso de la residencia del mandatario RUBÉN DARÍO za de orfebrería en la rica tradición literaria chileno es un síntoma extraordinario, puesto anterior y posterior que dicho motivo ha pro- que el joven Balmaceda dispone allí de una bi- piciado. Mario Benedetti en un artículo titu- blioteca donde Darío irá conociendo la tradi- AZUL... lado «Rubén Darío, Señor de los tristes» pu- ción de la poesía francesa, antes de viajar a Pa- blicado en 1967, habla de sus «poemas rís, a la vez que se empapa de los intríngulis de 1. 'TKNTOS EJC MtOSA concentrados, nótales, indiscutibles obras la historia y la política chilenas. 11, K!. ASO LÍRICO maestras»5. El poema «Caupolicán» puede El soneto «Caupolicán» se nos presenta considerarse así, en el sentido de que supone como un texto paradigmático del intento de un ejercicio extraordinario de condensación y „,,,=%.,„ alejamiento de lo afrancesado, tal vez incitado de aprovechamiento intertextual. El propio por las cartas de Valera, y, a la vez, como an- Eduardo de la Barra, autor del alambicado tesala de otros ejemplos de reivindicación in- prólogo de Azul... dice literalmente: «Su ori- Azul (Valparaíso, 1888). dígena de más fama todavía, como la «Saluta- ginalidad incontestable está en que todo lo ción del optimista» o la oda «A Roosevelt», amalgama, lo funde y lo armoniza en un esti- incluidos en Cantos de vida y esperanza en lo suyo, nervioso, [...] y de palabras bizarras, Mario Benedetti, El ejercicio del 1905. No obstante, pueden advertirse en exóticas aún, mas siempre bien sonantes» criterio, Madrid, Alfaguara, 1995, apud Carmen Alemany «Caupolicán» otros componentes característi- (epígrafe IV). Alude el tema del poema a la Bay, «El cuestionamiento del mo cos del modernismo que -parafraseando a Gil prueba que enfrentó a varios caciques arauca- dernismo en la poesía colo de Biedma4- guardan relación con la restaura- quial», en Trinidad Barrera (ed.), nos consistente en sostener durante tres jor- Modernismo y modernidad en el ción de la tradición olvidada, y que por lo nadas un pesado tronco de árbol para diluci- ámbito hispánico, Sevilla, Uni mismo son también prueba de la práctica cul- dar según la fuerza empleada, la habilidad versidad Internacional de Anda turalista de los escritores finiseculares. Es al- lucía. Sede Iberoamericana de la demostrada y la capacidad de resistencia, Rábida/Asociación Española de tamente significativo el hecho de que en la quién acaudillaría a su pueblo frente a los in- Estudios Literarios Hispanoameri edición de Guatemala, en la cual se incluye el vasores españoles abanderados por el hijo del canos, 1998, pág.