48D206601493d9a57dd8062ea
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
Oí Ъ'» RECUERDOS DE I E B A" N A POR ILDEFONSO LLÓRENTE FERNANDEZ. MADRID. IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE M. TELLO, IMPRESOR DE CÁMARA DE S. M. Isabel la Católica, 33. , l382. - RECUERDOS DE LIÉBANA. RECUERDOS LIÉB AN A POR ILDEFONSO LLÓRENTE FERNANDEZ. MADRID. IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE M. TELLO, IMPRESOR DE CÁMAKA DE S. U. Isabel la Católica, 23. l382. Esta obra es propiedad del Autor, quien se reserva todos los derechos que la ley le concede. INTRODUCCIÓN. ¡LIÉBANA! bello país escondido entre las montañas de Cantabria y hermoseado por la mano de la divina Provi• dencia con toda especie de ñores, las cuales, al lado de tus sombríos y frondosos bosques, son como la sonrisa de la inocencia y del amor junto á la gravedad y majestuoso aspecto de la virilidad y senectud del hombre: ¡LIÉBANA! región preciosa, donde la riqueza y variedad de frutos so• lamente compararse puede á la prodigiosa multitud de tus fértiles valles y de tus elevadas cumbres, símbolos de las costumbres laboriosas de tus moradores, é imá• genes de la nobleza y elevación de sus virtudes: ¡LIÉ• BANA! donde los rumores de cien ríos y arroyuelos sue• nan, como eterna música de gloria, en armonía con los preciosos relatos de tus muchas nobles tradiciones, cuyos recuerdos parecen poetizados en los ruidos misteriosos de la selva, y en los dulces cánticos de innumerables aveci• llas, que en tí hallan agradable la existencia: ¡LIÉBANA! donde cada pueblo es un tesoro de recuerdos, donde cada valle es un conjunto de históricas revelaciones, y donde cada montaña es un testigo de tus constantes triunfos so• bre la ambición de naciones extranjeras, que intentaron, siempre en vano, cargar sobre tí su yugo: ¡LIÉBANA! cuna de nobles varones, que á la civilización y á la gloria de 6 RECUERDOS DE LIÉBANA España, dieron el tributo de un valor heroico, y de hon• radísimas virtudes, y de instrucción profunda, y de talen• tos elevados: ¡LIÉBANA! comarca pintoresca, fértil, mo• desta y sana; dulce inspiradora de mis alegrías y esperan• zas juveniles, como amiga cariñosa y consuelo de mi co• razón en las difíciles y amargas horas de mi edad viril: ¡LIÉBANA! preciosidad escondida entre desfiladeros agres• tes y terribles, como entre zarzas se esconde la fragante y hermosa violeta: ¡LIÉBANA! región tan bella y tan bue• na, como poco y mal conocida; yo voy á narrar en este libro algo de tus nobles hechos, á pintar algo de tus sen• cillas costumbres, á describir algo de la maravillosa pers• pectiva que al viajero ofreces. Deseo que te conozcan, deseo que te amen todos; y para ello alzo mi voz por desgracia débil, pero que no se extingue nunca, porque sale del corazón, cuyos latidos á todas horas dicen estas palabras para tí: «¡Te amo!» A la sombra de tus encinas seculares, he meditado en tu his• toria: viendo la rosada flor de tus almendros entre la nie• ve de tus montes, he admirado tus bellezas: oyendo los rumores de tus ríos, he aprendido el nombre de tus ín• clitos hijos: ascendiendo á tus cumbres altísimas y seve• ras, he comprendido tu independiente carácter: contem• plando tus variadísimas y ricas producciones, he pensado en tus muchas virtudes: viviendo largos años junto ala grandeza de tus bosques, he sabido que eres digna de grandes afectos en pro tuyo. Vengo á pagar lo que te de• bo, reuniendo en estas páginas verdades que te honran, y harán que te estime quien las lea. Yo, que te amo, porque Potes, tu más importante po• blación, fué cuna y es sepulcro de mi madre, y también sepulcro de una hermana mía: yo, que te amo, porque en tí latió mi corazón con los primeros afectos, y porque en tí recibí la luz de la enseñanza, y en tí canté los primeros sueños de mi juventud, y en tí se han deslizado muchos INTRODUCCIÓN 7 años de mi vida, y en tí, por fin, nació el menor de mis dos hijos: yo, que te amo, porque en tí viven personas de mi familia, y porque en tí tengo muchas excelentes amista• des: yo, que te amo, con el amor con que á la patria adop• tiva se ama, especialmente cuando es buena, bella y no feliz; quiero ¡LIÉBANA! rendirte el tributo de mi afecto, narrando tus bellezas, tus recuerdos históricos, y tus cos• tumbres sencillas y pintorescas. No soy, en verdad, el primero que de tí ¡oh LIÉBANA! dirá excelentes cosas. Otros, nacidos antes que yo, me han precedido en escribir de tí, mostrando al público de España parte de lo que tus valles encierran. Bien lo sé; pero también sé que nadie, nadie hasta hoy, ha publica• do ninguna obra en que se halle reunida la descripción geológica de tu recinto con el exacto señalamiento de la posición geográfica de cada uno de tus ciento y más pue- blecitos, y con la multitud de tus recuerdos históricos. No he olvidado que el ingeniero de minas D. Amalio Maestre dio á luz, hace años, una Memoria geológica de la provincia de Santander, y por consiguiente, trató en ella también de los valles que te forman, mi amada LIÉBANA. No ignoro que otro ingeniero, D. Casiano del Prado, pu• blicó asimismo una Ascensión á los Picos de Europa en la cordillera cantábrica, en cuyo escrito habló algo, aunque muy poco y como por incidencia, acerca de los valles le- baniegos. Recuerdo perfectamente que el difunto D. Ma• tías de Lamadrid y Manrique, de una de las familias más distinguidas que hubo en Potes, hombre muy amante de la comarca liebanense y al cual yo conocí bien, escribió hace también bastantes años una Memoria sobre los gran• des montes y riqueza de Liébana, folleto interesantísimo, con gran copia de importantes noticias. Además de los tres citados, otros escritores han ha• blado incidentalmente de tí, LIÉBANA, y entre ellos debo citar á D. Amos Escalante, por lo que dijo en su obra 8 RECUERDOS DE LIÉBANA Costas y Montañas, y en algún artículo publicado en revis• tas ó periódicos; y debo nombrar también á D. José An• tonio del Río, por lo que escribió en su libro titulado La provincia de Santander. Y como estos dos respetables se• ñores han incurrido en alguna pequeña equivocación, no llevarán á mal que yo lo anote en el decurso de este libro, en obsequio á la verdad: lo que no impide que ambos li• bros, el del Sr. Escalante y el del Sr. del Río, tengan no• table mérito, y sean dignos de ser muy alabados. Pero así como á los cinco, que dejo ya nombrados, tributo mis elogios, y así como también ensalzo á mi ami• go D. Benigno de Linares por las notas que puso á sus tercetos titulados Glorias de Liébana, y en una leyenda que publicó hace algunos años en un periódico de Torrelave- ga; y así como alabo mucho, muchísimo, á mi difunto condiscípulo y amigo D. Eloy Alonso de la Barcena, por las notas que añadió á su romance titulado Vida de Santo Toribio de Liébana, obrita que se publicó en Palencia, y por otros muchos escritos que dejó inéditos y se conser• van en poder de su ilustrado hermano D. Abel; me veré precisado á censurar los despropósitos que acerca de tí, mi amada LIÉBANA, escribieron D. Enrique Pérez Es- crich en su novela titulada Las Obras de Misericordia, Don Domingo Hevia en un artículo epigrafiado Santuario de Santo Toribio de Liébana, y D. Ricardo Becerro en otro artículo-novela que tituló Historia increíble, ó imposible. Como he de hablar verdad, necesito donde vea errores se• ñalarlos. Mas, al escribir verdad tocante á las condiciones de tus pueblos, que he visto muchas veces, he querido re• vestir mis descripciones y relatos de una forma semino- velesca, la cual acaso preste amenidad á lo que digo y que, sin eso, podría resultar árido y hasta enojoso. Muéveme también otra razón á coleccionar mis re• cuerdos lebaniegos, y darlos al público en la forma en que INTRODUCCIÓN 9 lo hago. Países limítrofes, señaladamente las Asturias de Oviedo, han sido activos y cuidadosos para no dejar os• curecido en el silencio lo que les concierne, en punto á historia y tradiciones, y aun para referir á sí mismos lo que á tí sola ¡LIÉBANA! á tí sola corresponde, como el haber sido patria de aquel héroe de Covadonga por mu• chos creido y llamado astur, dando á entender con eso que era natural de la provincia de Oviedo, no siendo ver• dad, pues nació en las Asturias de Santillam, es decir, en tí, mal apreciada LIÉBANA, lo cual yo demostraré en las páginas que siguen. ¿Por qué han de seguirse atribuyen• do á la provincia de Oviedo esa y otras glorias, que á la provincia de Santander corresponden, pues son glorias le- baniegas? «Así ruedan las cosas,» me escribía con harta razón hace un año un ilustrado amigo mío, el Sr. D. Laureano de las Cuevas, diputado provincial: «así ruedan las cosas, «por la apatía de unos (y tratándose de apatía para las «propias cosas históricas, los montañeses hemos dado, da- amos y daremos siempre quince y raya al más pintado), »y por la audacia de otros, ávidos ó de provechos, ó de «honras.» Y más adelante proseguía, diciendo: «Pero es »lo cierto que en tal periodo (el de la Reconquista), y an• afes y después de él, casi todas las glorias de la Montaña «han sido ó son usurpadas, ó desfiguradas, ú oscurecidas. »No nos ocupamos en hacer valer nuestras glorias, ni en «ensalzar nuestros hombres, ni en nada parecido.