La Pasión Del Defensor
Total Page:16
File Type:pdf, Size:1020Kb
ABELARDO DE LA ESPRIELLA: LA PASIÓN DEL DEFENSOR Ángel Beccassino ABELARDO DE LA ESPRIELLA: LA PASIÓN DEL DEFENSOR Barcelona • Bogotá • Buenos Aires • Caracas • Madrid • México Montevideo • Santiago de Chile “Aquel que determina en qué consiste la realidad dominará sobre los demás. La elección de los conflictos proporciona el poder”. ELMER ERIC SCHATTSCHNEIDER El autor y la editorial dejan expresa constancia de que las opiniones vertidas por los entrevistados en este libro, provenientes de entrevistas grabadas, son de entera responsabilidad legal de quienes las emiten, y que son mencionados en el texto como tales. 1ª edición: abril 2012 © Abelardo De La Espriella, 2012 © Ediciones B Colombia S.A., 2012 Cra 15 Nº 52A - 33 Bogotá D.C. (Colombia) www.edicionesb.com.co ISBN: 978-958-8727-23-3 Depósito legal: Hecho Impreso por: Nomos Impresores Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en las leyes, queda rigu- rosamente prohibida, sin autorización escrita de las titulares del copyright, la reproduc- ción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático. ÍNDICE GENERAL 1. El oficio de defender a la humanidad ...................... 11 2. Los especialistas en forceps. ....................................... 37 3. El perfil de un litigante de éxito .............................. 53 4. Del socorrista en el asesinato de Gómez Hurtado, al abogado de las más bellas muchachas .................. 83 5. El abogado del mayor escándalo: D. M. G. ..............125 6. La pelea en el hombre, el hombre en la pelea. ......... 149 7. Un abogado exitoso en un país sin compasión. ........165 8. Del humanismo a la violencia, pasando por la magia .................................................181 9. Entre el drama y la comedia ................................... 207 10. Langosta con guarapo junto al mar ....................... 223 11. La tierra donde aún no se sembró el olvido ...........235 12. Los peligros que acechan al abogado, y otros temas. ............................................................255 13. Un derrame del tamaño de Manhattan acechando al Caribe, y en el horizonte Japón. ....... 289 1 El oficio de defender a la humanidad Acusado del asesinato de su padre, Sexto Roscio Amerino fue juz- gado en el Foro de Roma en el año 81 a. C., y salió libre. Actuaba como acusador un célebre procurador de la época, Erucio, escogido para la función por Crisógono, hombre de confianza del dictador Sila, y la defensa estaba a cargo del joven Marco Tulio Cicerón, que alcanzó celebridad ganando el caso a partir de una pregunta en que basó su alegato. Pregunta que no era suya, ya que la había recogido de un famoso cónsul difunto, Lucio Casio Longino, a quien Roma tenía por sabio, y constaba de dos palabras: ¿cui bono?, ¿a quién beneficia? Desde entonces aquella cuestión, que luego de Séneca y su Medea tendría como variante ¿cui prodest?, ¿a quién aprovecha?, se convirtió en un recurso popular para dictaminar culpables. Pero ninguna culpabilidad es tan clara, y por eso la defensa de un acusado tiene muchos recursos para rescatarlo a partir de pruebas, o a partir de cómo es capaz de interpretarlas. Lo cual conduce a aquello de que “escapar de una acusación no es tan complicado, lo difícil es seguir en libertad”, que me comentó un día un gran penalista, Antonio José Cancino, mientras hablábamos de un caso. Mientras cruzo la calle esquivando carros que atropellan con voracidad de sangre, juego mentalmente con la palabra defender, que tiene su origen, me digo, en el verbo latino defendere, deri- vado de un arcaico verbo, fendo, relacionado con las acciones de incitar, golpear, y al cual, anteponiéndosele el prefijo de—, se le 11 transformaba en su significado a proteger, y también repeler, re- chazar. Viendo la puerta a pocos pasos, no puedo evitar sentir esa sensación grata que, imagino, puede producir atravesar un bosque de altos pinos caminando sobre un angosto sendero de alfombra morada. Esto mientras a la sorprendente velocidad con que se mueve el pensamiento repaso los muchos significados que una palabra puede tener, y, en particular, observo que para muchos Defensa es un tipo de apertura en ajedrez, y que en Francia es muy probable que traiga a la mente ese distrito de negocios en el oeste de París, La Défense, así como en Buenos Aires la calle que saliendo de la Plaza de Mayo se interna en San Telmo y sigue más allá buscando aquella inundación de que habla Sur, el tango. Y los militares asociarán la palabra a temas de su oficio, evocando alguno de ellos con nostalgia que los Ministerios de Defensa antes se solían denominar “de Guerra”, lo que aludía a hacerla o prepararse para ella, en tanto a un adolescente le hablará del joven Potter y la asignatura Defensa contra las Artes Oscuras, y así. Ingreso al edificio Lawyers Center, en la Zona T de Bogotá, diagonal a dos o tres de los mejores restaurantes de la ciudad. Atravesando la puerta se entra de lleno a una galería de arte con- temporáneo, donde cuelgan obras de los artistas más cotizados de América Latina con la naturalidad con que colgarían las de los amigos del barrio. Me anuncian y subo al piso 5. Paso a la sala de juntas de Abelardo. En las paredes, recortes de periódicos enmarcados resaltan la exitosa trayectoria de la empresa, y en particular de su número uno, que entra, me abraza, al tiempo que saluda ¿qué tal, hermano, cómo has estado? Y enseguida, después de una grata sucesión de expresiones cálidas, me cuenta algunos detalles de uno de los casos que enumera la pizarra en la pared de la sala, donde en tiza se repasa el estado de los principales pleitos que lleva la firma. La lista es larga. Los nombres importantes. No puede evitarse pensar que el país de estos días está en alto grado condensado en esos trazos blancos. Le comento algo y me explica el rompecabezas de un caso que han ido desgranando los medios, y cuyos hilos él ha venido organizando. Es un estratega bien 12 formado, y también un intuitivo de gran olfato para soltar piezas en tiempos claves, o guardar algunas para el momento adecuado. Siéntate, me pide. Los asientos son de cuero, impecables, cómo- dos, aptos para largas sesiones de trabajo. Se sienta en la cabecera, yo mirando la ventana. Del lado de afuera la luz dorada de la tarde se ha esfumado y una fina lluvia cae ahora, como provocada por el acto de un mago. Bogotá, 2600 metros más cerca de las estrellas, y su siempreviva trama de agua en el aire. La melancolía, que en general refleja una conciencia sobre los límites humanos, para el maestro Aristóteles era la enfermedad del genio, un delgado himen que le separaba de la locura. Pero en la Edad Media se le consideró laxitud de corazón o taedium vitae, y la Inquisición la tuvo como pacto con el demonio. Lo repaso, a colación del clima, y él se interesa. Casi todos los temas le atraen, está al tanto de todo, y siempre siente que necesita saber más, conocer detalles. Ya tú sabes, la clave son los detalles, dice. Como en los buenos relatos, agrega. Leí tu nota en El Heraldo este domingo, digo. ¿Te gustó?, se interesa y me comenta ¿Viste cómo le dí a…?, y de inmediato agrega se lo merece, ¿no crees? Sigue hablando, pero aunque se quede en la palabra largos minutos, nunca te hace sentir que estás asistiendo a un monólogo, aunque ese sea el hecho. Tiene esa cualidad de generar complicidad, tan escasa. En tres horas tomará un vuelo a Miami. Dos días después estará en Barranquilla por la mañana, y en la tarde en Córdoba. O en Valledupar. O en Bogotá. Y un día después, otro vuelo lo llevará a otra ciudad, una entre muchas donde atiende casos. Pero, por ahora, nunca a Caracas, donde es persona non grata, declarada por el Presidente Hugo Chávez ante el país entero en una de sus cadenas semanales de medios de comunicación. Tampoco será Quito, donde el Presidente Rafael Correa también lo ha puesto en la lista de las personas indeseables para su gobierno. Él los mira con desdén, “son dictadores, tiranos, reyezuelos de pacotilla”, dice y le resta importancia al tema. Entra una secretaria y dice doctor, tiene que salir para el aeropuerto. Con un casi imperceptible fastidio por la interrupción, responde dile a los muchachos que tengan listos los carros. Los muchachos son 13 los guardaespaldas. Alto nivel de entrenamiento, cien por ciento confiables, algo de lo que se cuida en extremo conociendo las grietas en la seguridad que han tenido algunos de sus clientes. Entre ellos Jota Jota Rendón, el asesor estratégico del Presidente Juan Manuel Santos, robado por una de las personas en quien más confiaba, un caso que Abelardo resolvió poniendo en juego dotes de Sherlock Holmes. Suena uno de sus blackberrys, lo mira, me explica que es una periodista de las que más marcan en el rating. Me pide excusas y atiende. Ella le solicita algún detalle sobre un caso, lo que hace que él suelte una fresca carcajada, y enseguida, suavemente, la convenza de que, esta vez al menos, no tendrá ella chance de conseguir la primicia. No le conviene al juego que él ha delineado. Abelardo vive los casos como espacios de creación. Los contempla desde el primer día con la pasión de un arquitecto observando una necesidad, y no puede dejar de pensar en los detalles que harán que la forma cumpla la función esperada, y al mismo tiempo sorprenda, se destaque. ¿Qué es la realidad?, le pregunté en otro momento. Lo que uno construye con lo que hay, me responde. Y ajustando su respuesta, aclara luego: obviamente si hay algo con qué construir, porque si no hay nada, mejor negociar y salir rápido, con el menor daño posible.